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IR lleva ^Üibllotcca be autorce i^epañoleo ba)o
la dirección del
Ercmo. 5r. d. dDarceltno dDenénde?
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IRovelae Díalogatiae,
IRoocla
la
III
con un eotutilo preliminar
de
Bírector de la Biblioteca IBacional v ^^
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Bcademia de
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Casa editorial
Baíll^//3Bailliére
Ipla^a de Santa Bna. núm. to.
rqio
la
ibistoria.
%5^3
INTRODUCCIÓN
X La «Celbstxna». — Razones para tratar de esta obra drauática en
la ihsturia dk la NOVELA española. CdESTIONES PREVIAS SOBRE EL AUTOR V EL TEXTO GENUINO DE LA •íTragicomedia de Calisto y Melibea». Noticia de sus primeras ediciones y dk NoTICIAS DEL BACHILLER FeRNANDO DE RoJAS. ¿Eb LAS DIFERENCIAS QUE OFRECEN. autor DEL PRIMEK ACTO DE LA hCelESTINA?» ¿Lo ES DE LAS ADICIONES PUBLICADAS
—
—
—
EN 1502? — Fecha aproximada déla «Celestina»?— Lugar en que pasa la escena. Fuentes literarias de la «Tragicomedia»: reminiscencias clásicas. — Teatro de
—
Plaüto y Terencio. (Comedias elegíacas de la Edad Media, especialmente la dk «Vetcla»: su imitación por el Arcipreste de Hita. Comedias humanísticas del SIGLO xv: KL «Paulüb», de Vergerio; la «Poliscena», atribuida á Leonardo Bruñí DE Arezzo; la «Chrysis», de Eneas Silvio. La «Historia de Eüríalo v LucreOtras reminiscencias de escritores del Renacimiento italiano: cia», del mismo. Literatura española del siglo xv que pudo influir Petrarca; Boccaccio. de Talayera, Juan de Mena, Alonso de Madrigal, Arcipreste EN Rojas: el Análisis de la «Celestina». Los caracteres. La LA «Cárcel de Amor». invención y composición de la fábula. Estilo y lenguaje. Espíritu y tendenCeNSÜRAS MORALES DE QUE HA SIDO OBJETO. HlSTORIA POSTUMA DE cia DE LA OBRA, LA «Celestina». Rápidas indicaciones sobre su bibliografía. Principales traducciones. Su influjo en las literaturas extranjeras. — Importancia capital de LA «Celestina» en el drama y en la noyela española.
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
—
Al
incluir la Celestina
nes de
la
y sus más
directas imitaciones en esta historia de los oríge-
novela española, y ofrecer en este tomo algunas muestras del género, no
pretendo sostener que estas obras, y menos que ninguna
la primitiva,
sean esencial-
mente novelescas. En trabajos anteriores (*) he manifestado siempre parecer contrario, y no encuentro motivo para separarme de él después de atento examen. La Celestina
(*),
llamada por su verdadero nombre Comedia de Melibea en
la
primera edición.
Tragicomedia de Calisto y Melibea en la refundición de 1502, es un poema dramático, que su autor dio por tal, aunque no soñase nunca con verlo representado.
Por mucho que
se adelante su fecha,
hay que conceder que fué
escrita
en
el
último
más viejas églogas de Juan ¿Qué relación podía tener aquel
decenio del siglo xv, y es probablemente anterior á las del Enzina, á lo
sumo coetánea de algunas de
ellas {^).
(•) Véase el estudio critico que precede á la edicióa de Vigo, 1899, tipografía de Eugenio Krapf De aquel trabajo sólo conservo en el presente algunas frases, que por razones particulares no lie querido modificar. Todo lo restante ha sido escrito de nuevo, conforme á los descubrimientos é .
investigaciones de estos últimos años la
}'
al
minucioso estudio que
lie
hecho de
la
Tragicomedia y de
copiosa literatura que con ella se relaciona. (')
res,
Ninguna de
las ediciones españolas
1569, lleva este título, pero
sí
que hoy se conocen anteriores á
la
de Alcalá de Hena-
todas las reimpresiones de la traducción italiana de Alfonso
Ordóñez desde la de Venecia, 1519, en adelante. Y así debía designársela en el uso común, puesto que Luis Vives la cita dos veces con tal nombre en 1529 > en 1531, y tuuibién Fr. Antonio de Guevara en los preliminares de su Aviso de privados y doctrina de cortenanos (Valladolid, 1539). (') La primera edición del Cancionero de Juan del Enzina, en que están sus más antiguos
ensayos dramáticos, es de 1496, anterior tres años no más á
ORÍGENES de LA NOVELA.— III.— a
la
Comedia de Melibea.
ORÍGENES DE LA NOVELA
II
y humano? El autor escribió para ser leído ('), y por eso dio tan amplio desarrollo á su obra, y no se detuvo en escrúpulos ante la libertad de algunas escenas, que en un teatro material hubieran sido intolerables para los menos delicados y timoratos. Pero escribía con los ojos puestos en un ideal dramático, del cual tenía entera conciencia. Le era familiar escenario infantil con
el arte
suyo, tan reflexivo, tan maduro, tan intenso
de Planto y Tereucio, sino la de sus imitadores del primer Kenacimiento. Este tipo de fábula escénica es el que procura, no imitar, sino ensanchar y superar, aprovechando sus elementos y fundiéndolos en una concepción nueva del la
comedia
amor, de
no sólo
latina,
la vida
y del
la
arte.
Todo esto lo consigue con medios, situaciones y caracteres que son constantemente dramáticos, y con aquella lógica peculiar que la dramaturgia impone á la acción y á con aquel ritmo interno y graduado que ningún crítico digno de este nombre puede contundir con los procedimientos de la novela. La Celestina no es un mero diálogo ni una serie de diálogos satíricos como los de Luciano, imitados tan
los personajes,
•
sabrosamente por los humanistas del siglo decimosexto. Concebida como una grandiosa tragicomedia, no podía tener más forma que el diálogo del teatro, representación viva de los coloquios humanos, en que lo cómico
y
lo trágico
alternan hasta la catástrofe
con brío creciente. Fuera de algunos pasajes en que la declamación moral predomina, instrumento está perfectamente adecuado á su fin. La creación de una forma de
el
diálogo enteramente nueva en las literaturas modernas es lares de este libro soberano.
pero compárese esa prosa con teatro
El
y
el
En la
los méritos
más
de Cervantes, y se verá cuánto distan
de la novela, aunque tanto influyan
título
uno de
nuestra lengua nadie ha llegado á
el
uno en
más
singu-
alto punto; el estilo del
el otro.
de novela dramática que algunos han querido dar á
la
obra del bachiller
Rojas nos parece inexacto y contradictorio en los términos. Si es drama, no es novela.
('") Hay un pasaje del prólogo que parece indicar lo contrario: quando diez personas se juntaren a oyr esta Comedia. Pero, á mi ver, no se trata aquí de verdadera representación, sino de lectura entre amigos, y en tal interpretación me confirma una de las octavas de Alonso de Proa/.a.
«Dize
el
modo que
se ha de tener leyendo esta tragicomedia: Si amas y quieres a mucha atención, Leyendo á Calido, mover los oycides. Cumple que sepas hablar entre dientef:,
A vezes con A
gozo, esperanza y passion;
vezes ayrado con gran turbación.
Finge h'i/endo mil artes y modos. Pregunta y responde por boca (Je todos, Llorando y riyendo en tiempo y sazón.»
Son verdaderas reglas de declamación, pero no para un actor, sino para un lector que habla por la pieza. No recuerdo que nadie después de Wolf (Studien, en este pág. 280) y antes de Greizenach (Geschichte des neueren Dramas, I, 34) se haya fijado curioso pasaje. Es probable que las comedias elegiacas de la Edad Media se recitasen así, y antes boca de todos los personajes de
de
ellas lo
había sido
el
Querolus, según todas las trazas.
ideal que la Celestina tiene fué perfectamente comprendido en el siglo xvil por su traductor latino Gaspar Barth, y aun por eso aplaudía que su autor la hubiese escrito en prosa contra el uso de los antiguos y el de su propio tiempo. «Hic vero Ludns nuUi Tlieatro affi-
El carácter de
»xus
drama
erit, nec. diludiis
BOrbem Christianum
factus unius ant alteriua Reipublicae, Oivitatisve: sed
ad lectionem vocat et velut spectaculnm.»
generatim
totiiin
INTRODUCCIÓN Si es novela,
no
es
drama. El fondo de
la
,„
novela y del drama es uuu mismo, la reprela novela la representa en fornuí de narra-
sentación estética de la vida humana; pero ción,
el
drama en forma de acción.
Y
todo os activo, y nada es narrativo eu 1^
Celestina.
Pero ¿C(5mo prescindir de
en uua historia de
ella
antigüedad encontraba en los poemas de literarios posteriores
y aun de toda
Homero
la jiovola española? las semillas
cultura helóuica, así de
la
la
Así como
la
de todos los géneros,
Tragicomedia castellana
(salvando lo que pueda tener de excesivo la comparación) brotaron á un tiempo dos raudales para fecundar el campo del teatro y el de la novela (•). Y si extensa y dura-
dera fué la acción de aquel modelo sobre la parte que podemos llamar profana ó secular de nuestra escena, no fué menos decisiva la que ejerció en la meute de nuestros novelistas, dándoles el primor ejemplo de obsei-vación directa de la vida: el primero, decimos, porque las pinturas de los moralistas y de los satíricos apenas pasan de ras-
guños, aun en las animadas páginas del Arcipreste de Talavera, uno de los pocos precursores indudables de Fernando do Rojas. La corriejite del arte realista fué úuica
en su origen, y á ella deben remontarse así
que indague
los orígenes
de
la
ción fué contrastada desde el principio
poderosa, que acabó por triunfar al
el historiador de la dramaturgia como el aun puede añadirse que en el teatro esa direcpor una poesía romántica y caballeresca muy
Y
novela.
dio su último fruto con el idealismo calderoniano;
y
paso que en la novela, vencidos definitivamente los libros de caballerías y relegados
á modesta oscuridad los pastoriles ralista,
primero en
la
y sentimentales, imperó
que llamaba, aunque con salvedades morales, Estas razones justifican, á mi ver,
mos bosquejando.
Y
victoriosa la fórmula natu-
novela picaresca y luego en la grandiosa síntesis de Cervantes,
admitida
ella,
libro divino k la inmortal Tragicomedia.
la inclusión
que
es sin
de
duda
la Celestina
en
el
cuadro que veni-
más dramática, no puede
la
pres-
mucho menos, á excepción do la Selvagia, mismas fueron escritas sin contar para nada con
cindirso de sus imitaciones, que lo son
Loia y alguna escena; y no lo no peores,
las
otra.
Aun
estas
la
la
digo solamente por las situaciones pecaminosas, pues iguales, ya que
hay en varias comedias
italianas
que positivamente fueron roprosenta-
Fernando Wolf la consideraba como un poema épico-dramático, lo cual es decir en husmismo: «Seine Form ist in der Tliat eine episcii-dramatisclie. In iiir zeigt sicli das Drama )izwar nocli in den \veiten, faltenreichen epischen Gewanden, aber sclion in^Begriffe dieser hem(')
tancia lo
))menden Qüllen sicb zu entledigen, wbesteigen. In der
um
in freierer
»Ganzen waltet allerdings noch das Episclie vor; Dlíedseligkeit des
Bewegung
Wahl, Anlage und Gliederung der Erzülilers,
das Zcrfaliren der
I'^abel,
es ist darin
rasclieren Sciirittes die
Bnhnc zu
in der cornposition der Celestina
noch das breite
Handlung und Ilcmtnnng
im
Sicligolioiilassen, dic ilirt-s
rasclieren, dra-
»matischeren Verlaufs durch Episoden, das Vorwalten der Situalicn, die minutio-c Ausmalung, ykiiTZ die Epische Breite und Beliagliclikeit. Dennoch hat diese Tru¡/ ¡comedia ¡^clion dramatischen
«Grundton, dramatisches Leben und-abgesehen von der mehr ausserliclien Form des durcligelienden )>Dialog8 und der Eintheilung in (21) Acte, niclit nur Acte, sondern ancli Action, dramalisclie Iland»lung und vor alien in der und durch die Handlung drastisch dargestellte Cliaraktere; ja geradc »diircli die meisterhafte
Zeichnung, oonsequente Entwickelung und den knntsvollen Conllict der
»Cliaraktere, durch die darin bedingte tragische Katastrophe zeichnet sie sich so sehr aus, dass sie
und classisches Muster des sogenannten género novelesco des spanischen Nationaldramas und hierin von wenigen spüteren, wenn auch dramatisch ausgebildeteren Sliicken der Art ))erre¡cht, von keinem übertroffen worden ist». (Studien zur gcschichte der Spanischen vnd Porgiesischen NationallUeratur von Ferdinand Wolf, Berlín, A. Asher, 1859, pág. 280).
))Prototyp
))ge\vorden
orígenes de la novela
IV
das, sino
porque eu todas esas imitaciones
de genio dramático que
falta aquella chispa
inflama la creación del bachiller Kojas y la hace bullir y moverse ante nuestros ojos
en un escenario
En
ideal.
las Celestinas secundarias, el diálogo,
aunque constantemente
puro y rico de idiotismos y gracias de lenguaje, camina lento y monótono, se pierde en divagaciones hinchadas y pedantescas ó se revuelca en los más viles lodazales. Sus autores calcan servilmente los tipos ya creados, pero rara vez aciertan á hacerles
hablar su propio
lenguaje. Del
y adecuado
drama
sólo conservan la exterior corteza, la
división en actos ó escenas, pero introducen largas narraciones, se enredan en episodios inconexos
y usan procedimientos
muy
La Lozana Andaluza^
carecen de verdadera acción.
y
les
dan peculiar fisonomía
los caracteres
se hablará
en
por ejemplo, no es comedia ni
mismo
corte y jaez que los Ragioque distinguen á algunos de estos libros
novela, sino una serie de diálogos escandalosos, del
)iamenti del Aretino. Pero de
Algunas hasta
afines á los de la novela.
el capítulo
que
Ahora debemos
sigue.
aten-
der sólo á la obra primitiva, que por ningún concepto debe mezclarse con su equí-
voca y harto dilatada parentela. Trabajos
muy
importantes de estos últimos años han puesto en claro
historia tipográfica de la distintas,
Celestina-^
nos han revelado que
y han levantado una punta del velo que cubría
el libro la
la
misteriosa figura del que
mu
yo tengo por único autor y refundidor de la Tragicomedia^ aunque personas tas conserven todavía
Algo de
alguna duda sobre
primitiva
pasó por dos formas
3^
doc-
el particular.
bibliografía es aquí indispensable, pero la abreviaremos todo lo posible.
primera edición de tió otra anterior?
la Celestina
Me
conocida hasta ahora es
la
de Burgos 1499
guardaré de negarlo, pero no encuentro fundada
(').
La
¿Exis-
la sospecha.
Lo
único que puede abonarla son estas palabras del prólogo de la edición refundida de 1502: «que avn
los
impressores han dado sus punturas^ poniendo rúbricas ó su-
»
marios al principio de cada ando, narrando en breue
»
cosa bien escusada, según
lo
que
lo
que dentro contenía: vna
los antiguos scriptores vsaron»
.
Es
así
que
estas rú-
bricas ó sumarios aparecen ya en la edición de Burgos, luego tuvo que haber otra anterior en que no estuviesen. El
presor hacer esta adición en
el texto
me
Pudo
el
primer im-
manuscrito, y no enterarse de ello
el
autor hasta
argumento jio
convence
(-).
verlo impreso, puesto que no tenemos indicio alguno de que asistiera personalmente á la
corrección de su libro.
Dejando aparte esta cuestión, que por fijarnos
en
el
el
momento
inestimable y solitario ejemplar de
la
es ociosa é iusoluble, conviene
edición de Burgos, que nos ha
(') Aribau, en la introducción del tomo de Novelistas anferiores á Cervantes, citó una edición de Medina del Campo de 1499, que nadie lia visto. Acaso se atribu^'ó á Medina la edición incunable, que no consigna realmente el punto de impresión. Pero no consta que Fadrique Alemán imprimiese más que en Burgos. En Medina no se encuentra impresor alguno antes de 1511, en que Nicolás de Piemonte estampó el Valerio de las historias. Vid. La Imprenta en Medina del Campo, por D. Cris-
tóbal Pérez Pastor (Madrid, 1895), (*)
cati
Tampoco ha convencido
da E. Monaci La edición de
se entiende
e C.
como suena
p.
IX.
erudito italiano Mario Scliiff (Studi di filologia romanza puhhli-
de Lollis, Turín, 1892, fase. 24, pág. 172). anuncia que los argumentos están nueuamente añadidos, lo cual
Sevilla, 1501,
si
una falsedad, puesto que la edición de 1499 tiene los mismos argumentosá mi juicio, es que los argumentos habían sido añadidos al primitivo texto poco es
Lo que quiere decir, nuevamente (nvperrime).
antes,
al
'
INTRODUCCIÓN conservado
el
texto primitivo de la
v
Comedia de Melibea. Y en verdad que
de milagro, pues no sólo ha tenido que luchar con todas
casi
que amagan á que
le
diez
con el ignorante desdén de aficionados imbéciles, y hasta llegaron á dudar de su autenticidad ('). primera hoja, empezando por la signatura A II (Arqnmeii'
los libros únicos, sino
rechazaban por estar
Carece, en efecto, de la
falto.,
primer auto desta comedia). Es un tomo en
to del
y
siete
se ha salvado
causas de destrucción
las
4."
pequeño, de
grabados en madera, que convendría reproducir.
escudo del impresor con
En
leyenda: ^Nihil sine causa.
la siguiente
letra gótica,
el folio
con
91 se halla
14ÍJÍJ.
el
F. A. de Bn-
Lo cnal quiere
decir que el libro salió de las prensas de Fadrique Alemán rfí» que estampó en Burgos muchos y buenos libros desde 1485 hasta 1517. Pero este último pliego es contrahecho, según testimonio unánime de los que han
silea»
.
Basilea.,
tenido la fortuna de ver final
precioso incunable
el
fué copiado de otro ejemplar auténtico, ó
pleta falsificación.
Pero
tal
duda no
Quedaba, pues
(-).
si
el
escudo y
la
la
duda de
si
ese
fecha eran una com-
es posible después del magistral estudio del doctor
Conrado Haebler, bibliotecario de Dresde, cuya pericia y autoridad en materia de incunables españoles es reconocida y acatada por todo el mundo. Haebler deja fuera de duda
que
los caracteres
Alemán de
con que está impreso
ó idéntico el
escudo del impresor
Aparte de esta demostración dentro
(lo
el libro
son los bien conocidos de Fadrique
que hizo en 14í)() y 1500, que aparece en otros productos de sus prensas (^).
Basilea, usados por él en casi todas las ediciones al
bastaba haber examinado
tipogi-áfica,
libro por
el
cual no creo que hiciese nadie antes de D. Pascual Gayangos, por quien
fué redactada la interesante nota del Catálogo de Quaritch) para convencerse de que la
edición era original y auténtica y anterior de definitivo de la Celestina
fijo
á la d^ 1502, que nos da ya
taucialmente en las dos versiones, pero á
grande interpolación que dura hasta
el
la
decimonono;
el
vigésimo corresponde
O
No
la
al
carece de curiosidad
la historia
Londres en
la
al
décimo-
decimosexto. Se interpolan,
además de numerosos aumentos una refundición total.
pues, cinco actos seguidos,
reció por primera vez en
texto
mitad del decimocuarto comienza una
quinto de la edición primitiva, y el vigésimoprimero
variantes equivalen á
el
en veintiún actos. Los trece primeros se corresponden sus-
parciales,
que unidos á
las
de los ^recioe que en ventas públicas La obtenido. Apa-
subasta de
la
biblioteca de Ricardo
Heber (1836), y fué
tal
insensatez ó ligereza de los bibliófilos (desencantados quizá por la circunstancia del pliego falso)
la irrisoria cantidad de dos libras y dos chelines. El afortunado comprador fué Mr. de Soleinne, y en la venta de su riquísima colección dramática (1844) alcanzó ya esta Celestina el precio de 409 francos, que pagó el Barón Taylor. Procedente de la biblioteca del Barón Seilliére, fué subastada nuevamente en París (18D0), llegando al precio de 2.700 francos. No sabemos si en
que fué vendido en
aquella ocasión la adquirió
el librero
Quaritcb, de Londres, que en su catálogo de 1895
en 145 libras esterlinas. El bibliófilo inglés Mr. Alfredo
W.
Pollard es
la
anunció
actual poseedor de esta
el
afortunadamente podemos disfrutar todos en la lindisima reimpresión que de ella lia hecho los mayores progresos que el estudio de la Celentinu ha logrado en estos últimos años. Comedia de Calisto z Melibea (Burgos, 1499). Reimpresión publicada por Jt. Foulché-Delbosc, 1902 (Macón, Protat hermanos, impresores). En la Revue Eispanique, joya, que el Sr.
Foulché-Delbosc, á quien se deben
tomo IX,
págs. 185-190, está minuciosamente descrito por
el Sr.
Foulché
el
incunable de Burgos.
quinta edición de su Manuel du Libraire (1860), dice que la filigrana del papel en la última hoja deja leer la fecha de 1795. Pero en su estado actual no tiene tal fecha ni señal alguna, según asegura el Sr. Foulché-Delbosc, que le ha eiaminado más despacio que nadie. (')
Brunet, en
(3)
Bemerhungen zur
la
Celestiiui
(Revue
Hiitj^anique, 1902, págs. 139-170),
ORÍGENES DE LA NOVELA
VI "
'"Cómo elejemplar de 1499 está
de la primera hoja, no podemos saber cuáles
falto
eran sus preliminares; pero en tan corto espacio no se comprende que cupiera
que
En
el título
cuanto á
de la obra en la carta
el
más
anverso, y á la vuelta el argumento general de la obra-
de El autor a
un su amigo,
sólo
podemos
decir con seguridad
de Sevilla de 1501, tenida generalmente por segunda, j única que conserva la división en diez j seis actos.
que consta ya en
la edición
Pero ¿puede negarse de plano que haya existido una edición de Salamanca, En las coplas de Alfonso de Proaza ('), que van al fin de la edición de Valen-
de 1500? (')
Siendo Alfonso de Proaza personaje de bastante importancia á principios del siglo xvi, especomo propagandista de la filosofía luliana, y habiendo sonado tanto su nombre en las
cialmente
controversias sobre la Celestina, parece natural que le dediquemos algunas líneas, en que procurare-
mos
recoger, siguiendo el orden cronológico, las noticias que de él andan esparcidas en varios libros.
Su apellido indica que era natural ú oriundo de Asturias, aunque D. Nicolás Antonio le llama, y él propio se llamaba, Asturicensis, lo cual, en rigor, quiere decir natural de Astorga. Pero debe de ser una falta de latinidad, como observó bien el autor de la Biblioteca Asturiana, publicada por Gallardo (Ensayo, I, art. 457). Este manuscrito, fechado en 1782 y remitido al conde de Oampomanee. no es más que el primer bosquejo de las Memorias históricas del Principado de Asturias y Obispado de Oviedo, que empezó á publicar en Tarragona, 1794, el canónigo D. Carlos González de Posada, no pasando desgraciadamente del primer tomo. Es fácil cerciorarse del común origen de ambos libros, sin más que cotejarlos. En su primer artículo, González Posada apenas había hecho más que traducir las. breves líneas que Nicolás Antonio dedica á Proaza en la Bibliotheca Nova; pero en el segundo habló con mejores datos, que
le
proporcionó
el
erudito valenciano D. Francisco Borrull
(").
El nombre de Alfonso de Proaza suena por primera vez en sus coplas encomiásticas de tina, ora se pusiesen
en
de Salamanca, 1500, ora en
la hipotética edición
«Consta de los libros de Ayuntamiento de
la
la
la Celes-
de Sevilla, 1501.
ciudad de Valencia, llamados Manuales, que en
21 de octubre de 1504 fué nombrado por dicha ciudad catedrático de Retórica Alfonso de Proaza;
que en 7 de mayo de 1505
año siguiente; que en 8 de septiembre del mismo año
se le reeligió para el
misma el reverendo Alfonso de Proaza, Ramón de Moneada, y mandó que que en 8 de ninguno pudiera imprimir dicha obra sino la persona que quisiese el mismo Proaza enero de 1506 proveyó la ciudad que se le diera y colara el primer beneficio que vacare en la misma al reverendo Mosén Alfonso de Proaza, presbytero, etc.; que en 30 de mayo del mismo año fué la
ciudad loó y aprobó
bachiller en Artes
y
la
obra que hizo en alabanza de
la
familiar del obispo de Tarazona, D. Guillen
;
reelegido catedrático de Retórica.» (Nota comunicada por Borrull á González Posada.)
D. Francisco Ortí y Fignerola, en sus Memorias históricas de la fundación y progressos de la Universidad de Valencia (Madrid, 1730), pág. 143 y siguientes, añade que «fué secretario
insigne
»del obispo de Tarazona, D. Gislenio (Guillen)
Ramón
de Moneada, y uno de los más fuertes defen-
»sores de la doctrina de Rayraundo Lulio, que entonces se leía públicamente en la Universidad, ))había en ella cátedra instituida para su lección
«después de
la
con
el
honorario correspondiente,
la
y
cual duraba aun
mitad del siglo xvii, como
))Proaza promovió esta doctrina con el
))Raymundo Lnlio, entre
las
lo escribe el Regente D. Lorenzo Mateu El Maestro mayor esfuerzo, haciendo varias ediciones de muchas obras de
quales imprimió
Hclusión añadió unas actas del
examen de
la
la
disputa que tuvo con
doctrina del
Homar
Sarraceno, y en su con-
mismo Raymundo. Hizo también
el
catálogo
»de sus obras, del qual, y del que formó después el juicioso Wadingo,..., se valió D. Nicolás Antonio, «añadiendo varias noticias que adquirió .... Diferentes de estas ediciones dedicó el Maestro Proaza al Cisneros, y la última que hallamos dirigida por su cuydado es del »año de 1519. Por esta fecha, y porque dice Escolano que leía Retórica en Vakncia cerca del año ))de 1517, supongo que estuvo en esta enseñanza hasta el de 1517, en que entró Alonso Ordóñez, tal
«Venerable Arzobispo Cardenal
»vez á instancia y proposición suya, y por haber sido substituto suyo en «las ocupaciones de Proaza eran muchas y graves».
los
años antecedentes, pues
(*) Memorias Históricas dd Principado de Astvrias y Oiispado de Oviedo. Juntábalas el Dr, D. CarGonzález de Posada, canónigo de Tarragona, de la Jieal Academia de la Historia Tarragona, por Pedro CanalB, 1794, pp. 120-124.
los
INTRODUCCIÓN de 1514, una de
cia, »
meramente
se
vu
«describe el tiempo y lugar en (jue la obra
ellas, la postrera,
pn-
imprijnió acabada:
El carro Phebeo después de aver Mil
e
datlo
quinientas bueltas en rueda,
Ambos
entonces los hijos de Leda Phebo en su casa teníen possentado.
A Hasta aquí Figuero^a, vulgares
el
nombre y
el
cual añade en otra parte que Aifoneo Ordóñez fué reclegitlo pura
el
mayo de 1518 y en
la
misrao mes de loa años 1520 y 1521, Siendo lan patronítnico, no hay que reparar mucho en su coincidencia con los del primer
cátedra de Retórica en 20 de
el
pues nada tiene de verisímil (aunque no sea imposible) (|ue quien en 1506 era familiar del papa Julio TI fuera diez años después á desempeñar una cátedra de Retórica en el Estudio de Valencia. traductor ¡taliauo de
la Celestina,
Como meros apuntamientos
cronológicos, citaré aquí las publicaciones que conozco de Alíutibo
de Proaza: 1505.
Leonardum
Oi'íitio
Hiitz
luculenta de laudihun Valentiae
alemanum
(Colofón: In eudein indyta urbe Valcnlia. Per
MCCCCCV
uiino inessie incanuiti
rrano Morales, Diccionario de impresores valencianos,
de D, Burtoloníé Gallardo, con
muy detallada de
las
p.
qiutrto idus novemhris). (Vid. Se-
224). Entre las papeletas inéditas toiiavia
cuales ha de formarse el quinto
tomo
del Ensayo, hay una des-
además de la Orado, algunas poesías latinas de Proaza {Alphonsi de proaza ad divos Valentinae vrbis patronos Vincenliuní cripción
niartyren invictissimum:
este rarísimo opúsculo con algunos extractos. Contiene,
et
Vincentaim Ferrer confcssorem, Carmina saphica adonica alque diinetra
iamhica); otras, también latinas, de un Gonzalo Ximenez, cordobés, bachiller en del balear Miguel Cossi; castellana sacado de la
cionero
y finalmente,
ya dicha latina volumen
General. Al fin del
transcribiremos la última, por
la
el
Romance
ambos derechos, y
heroico del niesmo Alonso de Proaza en lengua
oración, que es
el
mismo que luego
so imprimió en el
Can-
se hallan unas estancias de arte mayor, de las cuales sólo
gran similitud que tiene con otra de
las
que puso en
la Celestina:
DESCRIPCIÓN DEL TIEMPO EN QUE SE ACABÓ
En tiempo que
el
triste Feton raudo pasaba,
padre del
Por nuestro horizonte
muy
Y en frígido albergue lioFpicio le daba El Tésalo arquero, Centauro Quiron, Y retrogradando por otra región Mil y quinientas jornadas hiziera
Con cinco después que Fraguóse
el
Cristo naciera,
no bien fraguado sermón.
En el privilegio se llama á Alonso de Proaza «Bagiller en Arts, familiar del molt Rcucrcnt don Guillem Ramón de Moneada, bisbe de Ta rabona». Gaspar de Escolano, en su Iliaíoria de Valencia, tomo I, lib. V, cap. 29.°, col. 1117 y ss. de la primera edición (Valencia, 1610), pone traducidos varios trozos de este panegírico, pero equivocando el apellido y, al parecer, la patria del autor, á quien llama «Alfonso Peraza, Cathedratico de Retorica, de nación Andaluz». Acaso procederá la equivocación de haber un Luis de Peraza, historiador de Sevilla; pero tampoco tendría nada de
extraño que Alonso de Proaza, asturiano de origen, iiubiese nacido en Andalucía, 1510. Disputatio Raymundi Lulli et Homerii Saruceni, primo habita inter eos in urbe Jiuf/iue
Sermone Arábico, postea translata
in
Latlnum ab eodem Lullo
Valentiae, per
loannem Go/redum
(Juan Jof re). Cuidó de esta edición Alonso de Proaza, y escribió la epístola dedicatoria al noble genovés Bariolomeo Gentili (el Bertomeu Gentil del Cancionero General). Contiene además este raro libro otros dos tratados lulianos, el De Demonstratione per aequiparantiam y la Disputado quinqué
hominum sapientum. A este mismo año de 1510 corresponde de
las
la más antigua de las ediciones hasta ahora conocidas Sergas de Esplandián, famoso libro de Caballerías, del regidor Montalvo. Esta edición, acabada
orígenes de la novela
MU
este muy dulce y breue tratado Después de revisto e bien corregido, Con gran vigilancia puntado e ley do, Fue en Salamanca impresso acabado».
Quando
La
reproducciÓQ de estos versos en
concepto de Haebler ni en
el
la edición
valenciana de 1514 no implica, en
mío, que esta sea copia de
la
salmantina de 1500, ni nos
de imprimir en Sevilla por maestre Jacobo Cromberger á 31 de julio de 1510, está descrita con el núiii. 3331 en el Registrum de D. Fernando Colón. Por esta descripción sabemos que el libro tenia al fin,
como
todus las ediciories posteriores, unas coplas de Alonso de Proaza, que comienzan «Los
claros ingenios la
» Estas coplas son seis octavas
de arte mayor, análogas en todo á las que puso en
Celestina:
Aqui se demuestran, la pluma en la mano, Los grandes primores del alto decir, Las lindas maneras del bien escrebir, La cumbre del nuestro vulgar castellano; Al claro orador y cónsul romano
Agora mandara su gloria callar, Aquí la gran fama pudiera cesar Del nuestro retórico Quintilíano.
También en
este caso se titula
Alonso de Proaza «corrector de
la
impresión»; pero ¿qué edición
que corrigió verdaderamente? No creo que fuese la sevillana de 1510, sino otra más antigua, porque él en ese tiempo residía en Valencia. 1511. En el Cancionero General de Hernando del Castillo, impreso en Valencia por Cristóbal Hofman, hay seis poesías del bachiller Alonso de Proaza, que tienen los núms. 25, 35, 477, 778,
•
leí
Esplandián es
la
791 y 793 en la reimpresión de los Bibliófilos Españoles. La más curiosa es el Romance en loor de la ciudad de Valencia, que reprodujo Duran en su Romancero General, tomo II (núm. 1369). Ea un resumen de su oración latina, con la cual fué impreso. El colector Castillo, que dirige á Proaza do«
preguntas rimadas, da testimonio de
A
la
leputación científica de que gozaba entre
contemporáneos:
s-us
vos que soys prima de los inuentores
Y
todo saber en vos resplandesce:
A
vos a quien grandes, medianos, menores,
Vienen pidiendo de vuestros fauores, Y lleuan cumplido lo que les fallesce
A
Discreto, prudente en metros y prosa, quien 8'endere9an mis simples razones,
Á
vos qu'en
el texto desnudo sin glosa, pueda sentir otra cosa, Moueys grandes dubdas y altas quistiones.
Sin que
se
1512. Publicó en Valencia, imprenta de Jorge Castilla, el Líber correlativorum innatorum de
Raimundo Lulio (Vid. N. Antonio, Bibliotheca
Vetus,
tomo
II, lib.
IX, cap.
III, párrafo 89).
1513. Se hace mención de Alonso de Proaza en una carta interesantísima del Cardenal Oisneros la Ciudad y Reino de Mallorca: «El Secretario Alonso de Proaza me embió su carta, de los títulos y privilegios de aquella doctrina del Maestro Bamon Lull, Doctor llu»minadissimo, y he ávido muí grande plazer de verlos, y de todo lo que sobre esto me escriven; por-
á los Jurados de
«y
el traslado
»que de verdad yo tengo mucha afición á todas sus obras, porque son de mucha dotrina y provecho: »y assi crean, que en todo quanto yo pudiere las tengo de favorecer y trabajar cómo se publique y Y porque al bachiller Proaza escrivo más largo sobre todo, no digo »se lea por todos los Estudios »aqui
más de remitirme
a lo
que
él
sAlcalá, á 8 de octubre de 1513».
de mi parte les escriviera: yo les ruego que
le
den entera
fé.
De
INTRODUCCIÓN veintiún actos y
ix
de Tragicomedia^ ni que contuviese los prólogo. Pudo tomarse el texto de otro ejemplar posterior, que
autoriza para creer que el
llevase el
título
acaso estaría incompleto, y añadirle los versos del de Salamanca. Tampoco os materialmente imposible que, después de publicada la refundición, prefiriese el impresor de Sevilla el texto de la Comedia al de la Tragicomedia, por ser más de su gusto ó por tenerle
más
á
mano. En bibliografía hay bastantes ejemplos de primeras ediciones que
Esta epístola, sacada del libro de Cartan Missivaa del Archivo municipal de Mallorca y registrada en el proceso de beatificación de 1612, fué publicada por el P. Custurer en sus Disertaciones
Beato Raymundo Lulio (Mallorca, 1700, pág. 364). Además de lo que importa para la nos presenta á Alonso de Proaza como hombre de confianza del gran Cardenal, que sostenía con él correspondencia directa. 1514. En la segunda edición del Cancionero General, hecha en Valencia por Jorge Costilla, sr
históricas del
historia del lulismo,
añade una poesía de Alonso de Proaza en loor de apéndice de 1515.
Prima
la edición
Ars
de
bienaventurada Sta. Catalina (núm. 25 en
Tabula generalis. Commentum
inventiva veritatis.
impressio per
la
el
los Bibliófilos).
Didacum
in
eaadem
de Gumiel in inclyta civitate Valentía die
XII
ipsitis
Raymundt Anno
meáis Febriuirii.
vero christianae salutis décimo quinto supra millesimum.
Estos tres libros lulianos, de los cuales titira,
el
tercero se conoce también con el titulo de
Ars expo-
seu lectura super artem inventivam et tabulam generalem, fueron publicados por Alonso de
Proaza en un solo volumen, en folio, á dos columnas, de 219 hojas numeradas y 7 de preliminareB. Está dedicado al Cardenal Oisneros, bajo cuyos auspicios se hizo la edición. Alonso de Proaza tra-
dujo
al latín
(Cf. Littré,
1519.
la
Lectura, y añadió un catálogo metódico y por materias de las obras de Lulio. la Histoire Littéraire de la France, pp. 182-183, 196-197.)
tomo 29 de
A
según D. Nicolás Antonio, otras dos ediciones Inlianas, impresas et descensu intellectus y la Lógica Nova. Pero el
este año pertenecen,
en Valencia por Jorg€ Costilla,
el
Líber de ascensu
P. Cuiturer (Disertaciones, p. 603), á quien
como
especialista en la materia
hemos de suponer
máti
año 1512, y cita un ejemplar existente en la Biblioteca de Montesión (hoy Provincial de Mallorca). Pudiera tratarse de ediciones distintas, pero no parece creíble, porque en
enterado, las atribuye
al
1518 Jorge Costilla había trasladado sus prensas á Murcia, y no volvió á establecerse en Valencia el año de 1520.
hasta
Alfonso de Proaza fué también autor dramático.
En
el
Registrum de D. Fernando Colón figura con
en coplas S. (¿Sevilla?).
número 12.987 Al/onsi de Proaza, Farsa,
el
Empezaba:
O
O De (véase
esta pieza, la
como de
qué ralles tan lucidos. qné chapados pradales...
tantas otras, no
queda más memoria que
apuntamiento de Colón
el
magnífica edición en facsímile del Registrum publicada por
el
benemérito hispanista
farsa de Proaza corresponden exactamente á los de otra farsa de Alonso de Salaya, que afortunadamente existe, y de la cual tenemos
Mr. Archer M. Huntington). Los dos primeros versos de
Isl
ambas obrillas una misma, atribuida á dos autores? Estos datos, con ser tan exiguos, aclaran un poco la fisonomía del personaje. En su juventud, como otros humanistas trashumantes, tuvo que ganarse la vida corrigiendo pruebas de imprenta. Más copia. ¿Serían
adelante, su cátedra de Retórica,
el oficio
de secretario del obispo de Tarazona, su ferviente lulismo,
que no pudo menos de hacerle grato á los mallorquines, y sobre todo la protección de Cisneros, mejoraron sin duda su condición, pero no le harían perder sus antiguas aficiones. Sin nota de temeridad puede sospecharse que no fué ajeno á la edición valenciana de la Celestina, salida en las prensas de Juan Jofre (utilizadas por él mismo para alguna de sus tareas), y que no sólo consintió, sino qur probablemente sugirió la idea de reproducir el colofón de Salamanca, donde so «descriue el tiempo
y lugar en que de superchería.
la
obra primeramente se imprimió acabaday>. Todo esto
me
parece natural y sin visos
ORÍGENES DE LA NOVELA
X lio
j
han sido arrinconadas
ni sustituidas por las segundas;
que á veces han llegado á triunfar del texto
I
que
enmendado por
con
lian coexistido
ellas,
I
No
\
los propios autores.
fué éste ciertamente el caso de la Celestina, puesto que desde 1502 todas las ediciones tienen veintiún actos; pero ¿es tan irracional creer que el impresor de Sevilla pudo ignorar la edición de Salamanca? Hasta la circunstancia de haber omitido una de las octavas de Proaza induce á sospechar que no las tomó de
allí.
Hubo
á nosotros
en ejemplares únicos,
,
acaso otras edi-
i
más antiguas que como restos de un gran ]
clones de que no ha quedado memoria: recuérdese que las nueve
conocemos han llegado
,
;
un mismo año, 1502, lo cual atestigua la inmensa popularidad de la obra. ¡Quién sabe las sorpresas que todavía nos guarda el tiempo! Absteniéndonos de conjeturas j cavilaciones sobre un punto imposible de resolver por ahora, la que hoy hace veces de segunda edición es la de Sevilla, 1501, naufragio. Tres de ellas son de
í
j
|
ejemplar completo é inestimable que posee la Biblioteca Nacional de París y ha publicado también el Sr. Foulché-Uelbosc con todo el primor que pone en sus reprodúcelo-
nes tipográficas
'
;
('). ¡
El título es Comedia de Ca listo x Melibea con sus argumentos nueuamente añmlidos la qual contiene^ fales
II
avisos
muy
muchas
demás de su agradable y dulce estilo^ para mancebos^ mosticindoles
necessarios
encerrados en simientes y alcahuetas
A »
patria
»amor » le
que están
los e?igaños
\
le
manifiesta
muchedumbre de galanes y enamorados mancebos que nuestra común posee», y en particular la misma persona de su amigo, «cuya juventud de la
ser presa se
me
faltar defensivas
representa aver visto, y del cruelmente lastimada, a causa de
armas para
resistir sus fuegos», las halló esculpidas
papeles, «no fabricadas en las grandes herrerías de Milán,
mas en
en estos
castellana lengua visto ni oydo^ leylo tres o quatro veces, y tantas quantas
j
^
^
más
lo
i
^
;
í
y tanto más me agrada va, y en su
| i^
más necessidad me ponia de
»ficion toda junta; pero
releerlo,
avn de algunas sus particularidades sallan delectables
fontezi-
cas de filosofía, de otras agradables donayres, dé otras avisos
y consejos contra lison»jeros y malos siruientes y falsas mugeres hechizeras. Vi que no tenia la firma del » ductor^ 1/ era la causa que estaua por acabar; \)Gr o quien quiera que fuesse es digno »de recordable memoria por la sotil invención, por la gran copia de sentencias entre»
\
proceso nuevas sentencias sentia. Yi no sólo ser dulce en su principal hystoria, o
»leya, tanta »
\
los claros ingenios
»de doctos varones castellanos formadas; y como mirase su primor, sotil artificio, su » fuerte y claro metal, su modo y manera de labor, su estilo elegante, ^aw^as en nuestra -»
\
i^).
continuación se lee una carta de El Autor a vn su amigo^ en que
que «viendo
\
sentencias filoso-
tiene. ¡Gran filósofo era! Y pues él con temor de y nocibles lenguas, más aparejadas a reprehender que a saber inventar, -^celó su nombre, no me culpeys si en el fin baxo que lo pongo no expressare el mió, -^mayormente que siendo jurista yo, avnque obra discreta, es agena de mi facultad; y
»texidag,
que so color de donayres
> detractores
(')
Comedia de
Calisto
nos, impresores, 1900. (^)
Después de
y Melibea (Único
Forma
texto auténtico de la «.Celestituí))).
los versos acrósticos Iiay nn
posterior al primero: «Sigúese
Macón, Protat hernia-
parte de la Bibliotheca Hispánica, segí
ndo
título,
\ j,
| (
í ]
i
\
que no sabemos
si
es anterior ó
la comedia de Calisto y Melibea, compuesta en reprehensión de loa enamorados, que vencidos de su desordenado apetito a sus amigos llaman z dizen ser su dios. ))A88Í mesrao fecha en auiso de los engaños de las alcahuetas z malos z lisonjeros siruientes».
))locos
¡
}
I
mXRODUCCIÓN .>
quien
lo
supiesse diria que no
por recreaciou do
XI
mi ¡níncipal
yo
estudio^ del qual
»más me precio, como es la verdad, lo hiziesse; antes distraydo de los derechos^ en esta nueva labor me entremetiesse... Assimessmo pensarian, que no qiiinxc días de unas » vacaciones^ mientras mis socios en sus tierras^ en acabarlo me detuiessc, como es lo ^cierto\ pero avn mas tiempo y menos acepto. Para desculpa de lo cual todo, no sólo a y>
»
vos, pero
a quantos lo leyeren, ofrezco los siguientes metros.
Y
por(¡Hc roiioxcaj/s
)nis mal doladas raxones y acaban las del anligno autor cu >uló/ide » margen hallarcys una cr/tx^ y es el fui de la primera cena^.
eomienran
^
Los metros son once coplas de pósitos morales
mayor, en que
arte
el
la
autor insiste sobro sus pro-
y afirma de nuevo que ha proseguido y acabado una obra ajena: Yo
vi
en Salamanca
Es
la
La
otra que oy
Y
primera que (')
es la final, ver
la
chra presente;
por estas razones:
]\Iouirae á acabarla
esto
en vacaciones;
su inventor ser seienie,
ya
la
más gente
Buelta y mezclada en vicios de amor...
A
primera vista estas octavas no tienen misterio, pero otras de Alonso do Proaza,
corrector de la impresión^ que cierran
que
el
el libro
con pomposo elogio, declaran un secreto
autor encubrió en los metros que puso al principio:
No
quiere
Que quede
mi pluma
ni
manda ra^on
fama de aqueste gran hombre, Ni su digna gloria, ni su claro nombre la
Cubierto de oluido por nuestra ocasión;
Por ende, juntemos de cada renglón
De
sus onxe coplas la letra primera,
Las quales descubren por sabia manera Su nombre, su patria, su clara nación.
Y
en efecto, juntando
bachiller
las letras iniciales
Fernando de Royas
(sic)
cido eu la Puebla de Moutalvan»
acabo
la
de los versos resulta este acróstico: «A7
comedia de Calysto y Melybea^ y fve nas-
.
Pero desde luego conviene notar la contradicción en que incurren Rojas y su panegirista. El primero se da por continuador, al paso que Alonso de Proaza no reconoce más autor que uno.
Quién fuese
este bachiller Rojas, varaos á verlo en seguida.
año después, en 1502, aparecieron en Salamanca, en Sevilla y en Toledo tres ediciones cuyo orden de prioridad no se ha fijado todavía. Las tres llevan el título de
Un
Tragicomedia de Calisto y Melibea y constan de veintiún actos. Las variantes do pormenor son innumerables. Todo ha sido refundido, hasta el prólogo y los versos acrósticos. En el primero, después de las palabras «r¿ que no tenía su firma del autora», se han intercalado estas otras, «el qual, según algunos dixcn, fue Juan de Mena, e según otros Rodrigo Cota, pero
quien (¡uiera que fuese, es digno de recordable memoria^
los acrósticos se decía al principio:
(')
Entiéndase
oi.
.
En
ORiGEííES DE LA
xn
NOVELA
No hizo Dédalo en su officio y saber Alguna más prima entretalladura, Si fin diera en esta su propia escriptura
Corta,
Eu
la
Tragicomedia
un gran hombre y de mucho
valer.
se estampó: Si fin diera en esta su propia escriptura
Mena con
Cota ó
el
su gran saber.
Tieueu estas ediciones un nuevo prólogo lleno de autoridades y sentencias (*), en que autor nos informa de las varias opiniones que hubo sobre su comedia y de los motivos
que tuvo para refundirla, «Vnos dezian que era prolixa, otros breve, otros agradable,
manera que
medida de tantas
e tan differentes condiciones,
»
otros escura; de
>
a solo Dios pertenesce... Los niños con los juegos, los mo9os con las letras, los mancebos
»con »
los deleytes, los viejos
con todas
las edades.
cortarla a
con mil especies de enfermedades pelean, y estos papeles
La primera
los
borra e rompe; la segunda no los sabe bien
>la tercera, que es la alegre juventud e mancebía, discorda.
Ynos
leer;
roen los huessos
toda junta, no aprovechándose de las particu-
»
que no tienen virtud, que es
»
laridades, haziendola cuento de camino; otros pican los donayres
»
loándolos con toda atención, dexando passar por alto lo que haze
»
dad suya. Pero aquellos cuyo verdadero plazer es todo, desechan
la hystoria
les
y refranes comunes.
más el
al
caso e utili-
cuento de
la
hys-
suma para su provecho, rien lo donoso, las sentencias e de philosophos guardan en su memoria para trasponer en lugares convenibles
»toria para contar, coligen la »
dichos
»a sus autos
e propósitos. Assi
que quando diez personas
se
juntaren a
oy?' esta
come-
en quien quepa esta differencia de condicione?, como suele acaescer, ¿quién ne»gará que aya contienda en cosa que de tantas maneras se entiende?... Otros han liti»
dia^
»gado sobre » tristeza^ •i
el
nombre, diciendo que no
sino que se llamase tragedia.
avía de Ikunar
del principio.^ que fue plaxer^e llamóla tragicomedia. Assi
>tas
(^),
estos dissonos e varios juyzios, miré a
»que querian que *fiiy >
se
muy
se alargasse en el
roit/edia^
pues acabaña en
El primer auctor quiso darle deiwminacimí donde
la
que viendo estas conquis-
mayor
parte acostava, e hallé
processo de su deleyte destos amantes^ sobre
lo
qual
impoi'tunado; de manera que acordé, avn que contra mi voluntad, meter
segunda vez
la
pluma en tan
estraña laror
e
tan agena de
mi
facultad, hurtando
^algunos ratos a mi principal estudio, con otras horas destinadas para recreación.,
no han de faltar nueuos detractores a la nueua adición.» Tales son los datos externos que nos suministran las primeras ediciones de
Impuesto que
lestina.
Hemos subrayado intencionadamente
pueden tener en
todas aquellas frases que
este proceso de indagación crítica.
persona del bachiller Fernando de Rojas, autor de fesión propia, autor único
No ha
la Ce-
más importancia
Lo primero que nos interesa mayor parte de la obra por
la
es la
con-
según Alonso de Proaza.
faltado en estos últimos años quien pusiese en tela de juicio la existencia del
bachiller Rojas, ó á lo
menos su
identificación con el autor de la Celestina.
que con más tesón y agudeza, y también (')
El origen de este prólogo se
(*)
En vez de
ilirá
(justo es decirlo)
cuando tratemos de
conquistas es probable que
el
las
El erudito
con menos caridad para sus
fuentes de
la Celestina.
autor escribiese €conquesiaty> (disputas).
INTRODUCCIÓN
XIII
examinado las cuestiones celestinescas^ preguntaba en 1900: «¿Quién Fernando de Rojas, nacido en Montalbán? ¿Dónde ha vivido, qu6 ha hecho, qué
predecesores, ha >
es ese
y cuándo ha muerto?» Y se reía á todo su sabor de los eruditos españoles que habían dado por buena la atribución á Rojas, aconsejando nominalmente á uno de
»ha
escrito
«que no fuese tan de prisa, porque este género de investigaciones exigen menos
ellos »
precipitación
tomó de
la
él
y menos credulidad» ('). El consejo era ciertamente sano, y el aludido parte que le convenía, quedando agradecido á quien se lo daba. Pero
siguió opinando
como
que en materias de
ciega credulidad,
la
»
pruebas de
»
autor de la carta
»
lo contrario,
crítica,
tan peligrosa es la incredulidad sistemática
que era aventurarse
mucho
el sostener, «hasta que hubiese que Fernando de Rojas era un personaje inventado por el
y
y de los versos acrósticos, y propuesto por él á la admiración de sus contemporáneos y de la crédula posteridad». La prueba en contrario vino dos años después, y pareció perentoria á todos los que
no tenían opinión cerrada sobre
el
asunto. El Sr. D.
Manuel Serrano y Sanz, empleado
de la Biblioteca Nacional entonces, y ahora dignísimo catedrático de Historia en
Universidad de Zaragoza, tropezó, entre otros procesos de
hoy
se
guardan en
mug^er
Alvarez,
cuando »
el
cual declara bajo juramento tener una hija llamada Leonor
del Bachiller Rojas^ que
que
letrado al Bachiller Fernaitdo de Rojas,
es converso»
proceso,
Rojas
(2).
su libro era
otros
su yerno, vecino de Tala-
documentos que dan nueva luz sobre
identificación del personaje_no podía ser
tal,
Y
que
Serrano con tan importante hallazgo, publicó íntegro
el Sr.
acompañado de
La
, y Celestina le replica. «Calla, )ibouo; poco sabes de achaque de iglesia, e quánto es mejor ¡¡or mano de justicia que de otra manera] ))sabialo
mejor
el cura,
que Dios aya, que viniéndola
))que bienaventurados eran los
»reyno de
los cielos.
Mira
si
es
mucho
»mas que, según todos dezian, a »aquella vez confesar ))qiie le
lo
a consolar, dixo
que padescian persecución por passar algo en este
que
la
la justicia, e
mtmdo
sancta Escriptura tenia
que aquéllos poseerían
por gozar de
el
la gloria del otro; e
tuerto e sinrazón^ e con falsos testigos e recios tormentos, la hizieron
que no era... Asi que, todo esto passó tu buena madre acá, deuemos creer
daria Dios buen pago allá,
si
es verdad lo
que nuestro cúranos dixo».
Esta genial y desenfadada libertad no es incompatible con la más exquisita prudencia, y á Rojas, que como escritor es tan vigoroso y tan sereno á un tiempo, no podían faltarle en la vida las
mismas condiciones que tuvo en
el
arte.
Gracias á ellas pudo esquivar, aunque no sin sospecha,
la
persecución de los de eu raza. (')
iveynte (^)
Acaso no está puesta sin misterio la edad de Calisto en el aucto IV: «Podra ser. señora, de e tres años, que aquí está Celestina que le vido nacer y lo tomó á los pies de su madre». Véase lo que más adelante decimos de la Comedia Philodnxos.
INTRODUCCIÓN Nq
es
uu
desatino,
aunque
lo
den á entender doctos
de «inverisímil ignorancia» á los que opinamos nes «mi facultad»
que «á
«mi principal estudio»
,
un hombre
pueden aplicarse
,
mismo
el
que
aprende que
la
todos ellos pueden decir con igual razón
Jurista^ según leyes»
el
filólogos,
que llegan á tachar
lo contrario, el decir lo
que
diccionario vigente, es
que
el
«mi facultad»,
estudiante
A
(*).
enseña ó
la
la facul-
la practi-
«mi principal estudio».
que estudia 6 profesa
«el
las expresio-
mismo á un
un empleo ó que ejerce una profesión»
provisto de
tad de Derecho pertenece lo ca:
xv
la ciencia
de las
Estudiante jurista se dijo siempre en nuestras aulas, para distinguirle del estu-
.
diante teólogo ó de cualquier otra clase de estudiantes.
Además, aquellas
vacacioiies en
que dice haber acabado su obra, ¿qué pueden ser
sino vacaciones universitarias? Entonces no había vacaciones de tribunales,
apenas comenzaban á organizarse, ni consta que Rojas ejerciese más el
y aun
éstos
que
oficio público
de alcalde mayor de Talavera en sus últimos años. Los socioa que «estaban en sus
tierras» serían otros estudiantes ó bachilleres
él.
Quizá una detenida exploración
archivo de la Universidad de Salamanca podría resolver definitivamente este
el
^eu.
como
punto, en que bien podían ejercitarse los eruditos de aquella ciudad, que por no sé
qué
siniestro influjo
empieza á olvidar demasiado
la investigación
de su gloriosa
historia.
En Salamanca duó de
bacliiller
digo,
de Leyes en todo lejos
que
él (-).
(')
y
allí,
en Jurisprudencia, en fecha ignorada, pero anterior de
cuando ya usa ese
más
porque es para mí casi seguro que estudió en
título
el
los versos
de
territorio
de Talavera ó de
la
la
acrósticos.
corona de
Puebla que
el
No
allí se
fijo
gra-
á 1501,
había más que dos Estudios
Castilla,
de Salamanca
de Valladolid estaba
y
el
y
tenía
menos nombradía
Vid. A. Morel-Fatio (Romanía, 1897, págs. 324 á 326), con ocasión de dar cuenta de un
artículo de C. A.
Eggert (Ztir Frage
cler
Urheherscliaft der Celestina en el Zeitschrift für romanische
Philologie).
(*) Son raras en la Celestina las alusiones á costumbres jurídicas, pero he notado dos ó tres
bastante curiosas.
«Es necesario (dice
la
misma Celestina) que
el
buen procurador ponga de su casa algún trabaxo,
Dalgunas fingidas razones, algunos sofísticos actos; yr e venir a juyzio, avnque resciba malas pala»bras del juez, siquiera por los presentes que lo vieren, no digan que se gana holgando
el
salario.»
(Aucto III.) El monólogo de Galisto en
el
aucto
X/F contra el
juez que
mandó
tan ejecutivamente descabe-
que hacían en los días anárhombres poderosos y turbulentos, convirtiéndola en función doméstica de viles paniaguados suyos; en la segunda, el autor, como hombre de ley, restablece la verdadera noción de las cosas y da la razón al juez, por boca del mismo irritado mancebo: «O cruel juez, e qué ))raal pago me has dado del pan que de mi padre comiste! Yo pensaua que pudiera con tufauor matar i>mill hombres sin temor de castigo, iniquo falsario, perseguidor de verdad, hombre de baxo suelo. Bien zar á sus criados, testifica en su primera parte el desprecio de la justicia
quicos de hiUrique
IV
los
ti, que te hizo alcalde mengua de hombres buenos. Miraras que tú e los que tnatnstes, en a mis passados e a iní, erades compañeros; mas quando el vil está rico no tiene pariente ni Damigo. ¿Quién pensara que tú me auias de destruyr?... Tú eres público delincuente e mataste a »lo8 que son priuados... »Pero qué digo? Con quién hablo? Estoy en mi beso? Qué es esto, Calisto?... Con quién lo has? sTorna en ti; mira que nunca los abseotes se hallaron justos; oye entrambas partes para sentenci.ir.
»diran de í^seruir
y>No vees que por executar Injusticia no auia de mirar amistad, ni deudo, ni crijnra? ^üey tiene de ser
yguul a todos? Mira que Rómnlo,
el
Xo
inirafi
que
la
primer cimentador de Roma, mató a su propio
orígenes de la novela
XVI
;
Esta sospecha raya poco menos que en certidumbre cuando se repara en aquellos tres versos:
No
Yo vi en Salamanca Movíme á acabarla por
la
Es
en vacaciones...
la
primera que
est(S
obra presente:
estas razones:
\
\
por eso creemos que deba localizarse en aquella ciudad
la
escena de
la
Tragi\
comedia. Pero dejando en suspenso este y otros puntos relativos á la composición de obra, continuemos recogiendo los pocos vestigios que de su paso por el mundo dejó bachiller
Fernando de Eojas. No da mucha luz
la
la el
un regular contingente á los registros del Santo Oficio, que había desenterrado y quemado los restos del escribano Fernando Alvarez de Montalbán y de su mujer Mari Alvarez, padres del procesado Alvaro, El cual declara tener setenta años, antes más quémenos, y los descargos.
y
La
familia había dado
haber sido ya reconciliado hacía más de cuarenta, por comer en las cabañuelas
{^)
y hacer
i
causa inquisitorial de su suegro
Alvaro de Montalbán. Es uno de tantos procesos contra judaizantes, en que pueden adivinarse de antemano las acusaciones
:
el
pan
ceticeño
(')
y
\
¡
•
:
\
entrar
otras ceremonias judaicas. El promotor fiscal le acusa \ '
de hereje y apóstata, no sólo por los actos dichos, sino por haber sembrado proposicio-
nes de mala doctrina, dudando,
como
los saduceos, de la inmortalidad del alma: «ítem,
que después acá, con poco temor de Dios y en menosprecio de la religión cristiana, » hablando ciertas personas cómo los plazeres deste mundo eran todos burla, e que lo »
;>
bueno era ganar para
la
vida eterna,
el
\
,
\
dicho Alvaro de Montalvan, creyendo que no |
ay otra vida después desta, dixo e afirmó que acá toviese el bien, que en la otra vida »no sabia sy avia nada», ün Iñigo de Monzón, vecino de Madrid, que había conocido »
¡
i
á Alvaro en casa de su hija Constanza Núñez, mujer de Pedro de Montalvan, aposeii-
tadcr de Sus Magestades, no sólo fué testigo de este cargo, sino que añadió otros bastante graves para la ortodoxia del procesado: «Preguntado en qué posesión es ávido e »
tenido
dicho Alvaro de Montalvan en esta dicha villa e en los otros lugares donde
el
»dél se tiene noticia, dixo que en vezes ha estado en esta dicha » »
villa,
en
la
perrochia
'
¡
\
de san Gines, en casa del dicho su yerno, más de dos años, y el uno a la contina puede aver tres años, e que en el dicho tiempo que aqui estovo nunca le veya en misa sino es alguna vez que
y va con su hija, y que en entrando en » la yglesia se sentava en un poyo cab'zbaxo, y que asy se estava sin sentarse de rodillas »ni quitarse el bonete; e no se acuerda ni parava mientes si adora va el Santo Sacra> mentó, pero acuerdase que murmura van muchas mugeres en la yglesia de verle asy » los
domingos ni
fiestas,
syu devoción y syn verle rezar ni menear los »uua capilla, donde estava hasta que se acabase >
•»
tiempo tampoco
>
sospecha
al
le vio
dicho cura,
comulgar le
labrios; e el oficio,
ni confesarse, e
dixo que con
que otras vezes sentado;
se metia
y que en
el
en
dicho
cómo mató á su hijo porque mismo». Quizá este monólogo es inoportuno en la situación en que Oalisto se encuentra, pero no lo es para el conocimiento de ia-i ideis de su autor, y aun las mismas citas clásicas delatan ai alumno ó »hermano porque «excedió
la
la
ordenada ley traspassó,
tribunicia constitución; otros
^
ira
muchos
á Toicato, romano,
hizieron lo
profesor de jurisprudencia romana. Este trozo es de los añadidos en 1602.
O
Esto
(*)
Fiesta de los tabernáculos.
es,
pan ázimo,
sin levadura,
'
I
'
i
que preguntándole este
testigo con no se habia confesado ni comulgado». El
él
>
j
j
INTRODUCCIÓN
xvn
cura de San G-iués atenuó algo los términos de esta delación; y no se pasó adelante en la
prueba
duda porque en
sin
testifical,
la
Puebla (como
mismo
dijo el
cura) apenas
había persona que no tuviese nota de reco/iriliada. Las confesiones del reo, que pro-
metió vivir de
allí
mitigaron algo
el
adelante
como
biien cristiano,
y
duda también su avanzada edad,
sin
rigor de la sentencia, que se redujo finalmente á asignarle su casa
por cárcel, con obligación de traer
el
sambenito sobre todas sus vestiduras, y
las
demás
penitencias en tales casos acostumbradas.
El bachiller Fernando de Rojas no vuelve á ser mencionado en suegro más que una vez sola, cuando dijeron que no había lugar y que
le
designó
el
proceso de su
como abogado. Los inquisidores 61 nombró al licen-
nombrase persona sin sospecha^ y
ciado del Bonillo.
Ya
en 1517 había figurado
el
bachiller
Femando
de Rojas entre los testigos de
abono y descargo en otro proceso inquisitorial contra Diego de Oropesa, vecino de Tdlavera, acusado también de judaizante. Ni el triste percance de su suegro, ni los buenos oficios que generosamente prestaba á los de su raza, parecen haberle hecho perso-
nalmente sospechoso,
si
hemos de dar
crédito á las noticias
que en
en su Historia de Talavera, inédita aún
siglo XVII recogió
(*),
el
primer tercio del
el
Licenciado Cosme
Gómez Tejada de los Reyes, escritor juicioso y fidedigno en las tradiciones locales que conserva, y mucho más próximo á Rojas que nosotros, aunque no fuese coetáneo suyo. Este pasaje, descubierto por Gallardo y dado á conocer por Cañete con una errata substancial
("2),
dice así en su integridad:
«Fernando de Rojas^ autor de >la
la Celestina, fábula
de Calixto y Melibea, nació en
él lo dize al principio
de su libro en unos versos de
Puebla de Montalban, como
:>arte
mayor en
-^rrado
acrósticos; pero hizo asiento
la iglesia del
y aun hizo algunos años en Talavera ;>
villa
y
en Talavera: aquí vivió y murió y está entela Madre de Dios. Fué abogado docto,
convento de monjas de
dejó hijos en ella.
oficio
de Alcalde mayor. Naturalizóse en esta
Bien muestra la agudeza de su ingenio en aquella breve
»obra llena de donaires y graves sentencias, espejo en que se pueden mejor mirar los » ciegos amantes que en los christalinos adonde tantas horas gastan ric,'ando sus femi>niles guedejas. »
Cumplió bien sus obligaciones en aquel género de
pueden entender tantos autores modernos de
»no consiste
la arte
y
y de
con que
otros,
que
gallardía de decir en afectadas oilturas, todo ruido de palabras
»
que atruenan
»
solida
»
semejantes deleita, y a ninguno enseña ni
el
escrevir,
libros de entretenimiento
viento
y
lisonjean el oido,
munición: vano estudio, indecente,
mas no
hieren el alma porque les falta
infructuoso,
mueve
(^).
que solamente á ingenios
Vienen medidos a Fernando de
»
Rojas respecto de otros autores aquellos dos versos de Marcial, hablando de Persio
:>
comparado a Marso: (') Historia de Tahirera, antigun Klhora de lox Curpetanns, postuma: escrihióla en borrador
Lie.
Cosme Gómez de Tejada de
lof
^; obra,
de quince días de vacaciones, en que anduvo algo «distraído de los derechos>->.
margen
al fin
de
la
primera cena.
Ha
antiguo autor con una cruz en
las del
de advertirse que ni en
la edición
de Burgos
ni en la de Sevilla (1501) aparece tal cruz, ni el texto está dividido en cenas ó esce-
como en
nas, sino en auctos,
seguras pruebas de conocer
en
la
misma algunos
ciones de lugar y á las
teatro de Planto
moderna son cosa muy diferente actos y escenas. En pueden dividirse en escenas, atendiendo á las mutaentradas y salidas de los personajes ('). Pero es lo cierto que el
comedia latina como en
la Celestina
Un humanista como Kojas, que da tan y Terencio, no podía ignorar que tanto
todas las restantes.
el
la
actos
bachiller, por inexperiencia acaso
del vocabulario teatral, usaba
dos palabras, puesto que en las ediciones de 1502
la carta
promiscuamente
las
termina de este modo:
«acordé que todo lo del antiguo auctor fuesse sin diuision en vn aucto o cena^ incluso »
hasta
el
segundo auclo^ donde
dize:
«Hermanos
primera cena coincidía exactamente con
el
míos...»
primer acto,
}'
No hay
duda, pues, que la
es^la parte
que Rojas da por
ajena.
Este acto es ciertamente más largo que ningún otro de la Tragicomedia^ aunque no
con
la
desproporción que se ha dicho.
En
más
la edición
reciente ocupa treinta
páginas, pero no es corto el aucto doxe?io^ que pasa de veinticuatro. Quizá cuando
comenzó á
escribir no
la materia
poder encerrar toda
signo leal mente por lo Celestina, es
que
el
pensaba en dar á su obra
mismo que soy
como
si
desarrollo que luego tuvo,
en un solo acto. Lo que
primer acto fué
refundición de 1502,
el
el
sí
llama la atención, y
y ocho autor
el
y creyó lo
con-
partidario acérrimo de la unidad de autor en la
único que se salvó de adiciones y retoques en
Rojas hubiera tenido escrúpulo de ponerla
la
mano en obra
que no le pertenecía. Hay algunas variantes, pero son puramente verbales. íLibiera sido demasiado candor en Rojas dar con su propio texto armas contra la supuesta existencia de otro autor. Inventada
ya
la fábula, tenía
que sostenerla con algún color
de verisimilitud.
(•)
Así
lo
ha
lieclio
el
Sr.
D. Cayo Ortega Ma^'or en
título á esas subdivisiones (Bihlioteca Ch'igica,
tomo
au
216, 1907).
reciente edición,
annque
sin dar
IMHODI Pero ¿qué autor era ese
que
Juan de Mena y por
atribución por unos á
Xadie ha tomado en tuvo la
el
segunda es más explícito y consigna
serio la primera, á excepción del editor barcelonÓLí de 1842,
//,
como
si
hubiesen sido colaboradores en
poeta del siglo xv, pero
y latinismos
ju prosa
es
que
le
horribles,
ó de la Glosa
que
Cota, ligándolos con
tragicomedia
la
una página cualquiera
que hizo á su propio poema de
la
Juan de
(').
modo
cierto
el
mayoi-
del
Omero romanxado
Coronación^ para comprender que era
incapaz de escribir ni una línea de la Celestina.
muy
la
fiancamente detestable, llena de pedanterías, inverhacen digno émulo de D. Enrique de Villena, cuyas
huellas procuró seguir. Basta haber leído
De
esa Glosa decía
el
Brócense que,
malísimo romance y no pocas boberias (que ansi se han de llamar): más valdría que nunca pareciesen en el mundo, porque parece impo-
«allende de ser »
Mena y
un poeta superior dentro de su género y escuela, y en
fué
siones
la
otros á Rodrigo Cota.
capricho de estampar en la portada los nombres de
conjunción
Mena
En
obra llegó anónima á sus manos.
la
XXI
admiraba? Kn
á (iiiion tanto
la primera redacción de la su amigo no nombra á nadie, ni hace conjetura alguna: se limita á decir
un
Carta á
L'CK)^^
*s¡ble
prolija, tiene
que tan buenas coplas fuesen hechas por tan avieso entendimiento»
Esta incapacidad de Juan de
menos que
ocultársele
sa clásica, á quien
usar otro lenguaje que
llega
ningún
de su absoluta sinceridad. Puso á bulto
grande autoridad
(-).
métrico debía de
xv y superaron muy pocos del un momento que era obra de Juan de
escritor del siglo
creer ni por
que dice haber tenido entre manos? Este rasgo
la
el
á nadie á Fernando de Rojas, verdadero progenitor de nuestra pro-
¿Cómo hubiera podido
siguiente.
Mena
no
Mena para
literaria
nombre
el
en su tiempo y se
le
es
uno de
los
que hacen dudar
del poeta cordobés, porque era
citaba para todo,
y
el
mismo Rojas
una
estaba
modo palmario algunos pensamientos ó imitaciones de detalle que en la Celestina se encuentran, como veremos después. La cuestión de Rodrigo Cota es diversa y merece más atento examen. Rodrigo Cota de Maguaque, llamado comúnmente el Tío ó el Viejo^ para distinguirle de un empapado en sus
escritos,
como
declaran de un
lo
el Mozo^ era un judío converso de Toledo, que afectó, odio ciego muchos, otros y feroz contra sus antiguos correligionarios, y recibi(') por ello dura lección de otro poeta judío, Antón de Montero (3). A Cota han sido atribui-
deudo suyo á quien llamaron
como
das con leve fundamento diversas producciones anónimas del siglo xv, tales (})
Ya
I>.
Antonio
Nicolás
liabía
»aii¡uiadvertnnt
Menae
stiliun,
hno
muy
dicho con
de Rodrigo de Gota): «Qui eniui loanni de
Mena
¡Ilius saecM/i,
como
las
buen sentido, en su Bthliotheca .Vora (artículo
Cordubensi... Iianc (Comoediam) tribuunt, pariiiu
quo Mena
Horuit, ab hoc poeuiatis nostri teto coció
«diversunaí. (')
Epistolario Español, de la Biblioteca de Rivadeneyra, II, p. 33.
{•')
Vid.
curiosa de
el
tomo
6.'
de mi Antología de poetas Úricos castellanos
Rodrigo Gota publicó
el Sr.
panique (marzo de 1894). Son unas coplas contra Arias do Avila, con motivo de haber casado un
denal Mendoza, y haber convidado á
^Rodrigo
Cutil,
la
el
liijo
(pp. 376-382).
Una
poesía
muy
número primero de la Revue Jiiscontador mayor de los Reyes Católicos, Diego
Foulclié-Dolbosc en
ó sobrino
el
suyo con una parirnta del gran Car-
boda, que se celebró en Segovia, á todos sus deudos, excepto
que se vengó con este burlesco epitalamio, leyendo
el
cual la Rei/na Isabel dijo
que bien parescia ladrón de casa. Esta composición es de 1472 ó poco después, según de su contexto se infiere.
En
sus Anales de Literatura española (1U04), preciosa miscelánea que deseamos vivamente ver
continuada, publicó la
T).
Adolfo Bonilla en facsímile una nota autógrafa de un doctor Cofa, puesta en
última hoja de una de las obras jurídicas de Bartolo (ejemplar de
la
Biblioteca Nacional), donde
1
ORÍGENES DE LA NOVELA
XXII
^
escandaloso y sucio libelo titulado Coplas del Provincial y Re vulgo. Pero aun suponiendo que fuera suya
Coplas de la Panadera^
el
la célebre sátira política
Coplas de Mitigo
y revesada composición, que para los mismos contemporáneos tuvo necesidad de comento, más perdía que ganaba en títulos para ser considerado como autor de la Celestina, obra sencilla y humana, y por eso eternamente viva, la cual nada
esta alegórica
que ver con una
tiene
más
sátira política del
momento, ingeniosa
duda, pero todavía
sin
La Amor y un
en
Viejo, inserto
el
siglo XV.
Y
elegancia y
no vale el
el
Dialogo entre
el
Cancionero General de 1511. Fuera de las Coplas de Jorge Manri-
que, no hay composición que venza á ésta en toda la
balumba de
los
cancioneros del
|
i
:
muchos de sus
No
dramático.
se
versos, sino
trata de
desengaño que sufre después de su mentida transformación. Quien imaginó este
de haber escrito algunas páginas de la Celestina, pero no sabemos siquiera que
culti-
punto de comparación, y hay mucha distancia entre un vase la prosa. sencillo diálogo de dos personajes alegóricos y una visión del mundo tan serena y obje-
como
la
que admiramos en
la
inmortal Tragicomedia.
;
:
I
I
Lista de
los
inhábiles de
Toledo
decir, de los
(es
|
\
\
en la Puebla de Montalbán, el otro en la capital misma, de la cual sólo dista cinco leguas aquella villa. En 1495 debía de haber muerto ya, puesto que su nombre no la
j
falta todo
Cota y Rojas fueron contemporáneos, aunque no' de la misma generación; los dos procedían de estirpe hebrea; los dos nacieron y vivieron en el reino de Toledo: el uno
consta en
!
también por su contenido, que es
brío de
Nos
:
I
i
coloquio en verso, anterior sin duda á las églogas de Juan del Enzina, no era indigno
tiva
j
sólo por su espléndida ejecución, por sus bellezas líricas, por la
un mero contraste ó debate, de los que sino de una verdadera acción, de un drama trovadores, escuelas de tanto abundan en las en miniatura, con tema filosófico y muy humano: el vencimiento del Yiejo por el Amor
intensamente
el
^
afectada que ingeniosa, especialmente en la imitación del lenguaje rústico.
verdadera joya poética que debemos á Eodrigo Cota es
y
j
conversos) y canti-
dades que cada uno pagó por su rehabilitación, pero su apellido se repite mucho:
María Cota, mujer de Pero Rodríguez de Ocaña; Inés y Sancho Cota, hijos del doctor Cota-, Rodrigo Cota, joyero ('). En la misma lista están el suegro de Rojas, Alvaro de susodicho Dr. Cota declara haber comprado aquel libro en TuJedo á 15 días de abril de 1485. No parece que este Dr. Cota sea el autor del Diálogo entre el Amor y un Viejo. 8e trata, según toda
i
| '
I
I
;
\
'
el
probabilidad, de un Dr. Alonso Cota, que tuvo, por cierto,
al
año siguiente,
muy
desventurado
fin.
«Miércoles 26 dias de Agosto del dicho año de 86 (1486) quemaron (los primeros inquisidores de Toledo) 25 personas, 20 liombres y 5 mujeres: entre las quales quemaron al Dr. Aloiuo Cota, vecino de Toledo, e a e a otras
un Regidor de esta cibdad,
e a
un
Fiscal, e a
un Comendador de
personas que fueron en honra». (Biblioteca Nacional, ms.
¿uriosas manuscritas por ,
el
Lie, Sehastián de Horozco).
En
la lista
Aa — 105,
la
Orden de Santiago'
fol. 88.
Varias cosas
de los inhábiles de Toledo y can-
(
i
^
i
'.
i '
cada uno pagó por su rehabilitación (Archivo Histórico Nacional. Inquisición de Toledo, leg. 120, núm. 92í, figuran Inés Cota y Sancho Cota, hijos del Dr. Cota y de Margarita de ArroyalEn el mismo número de la Revue Hispanique (p. 85-87) imprimió el Sr. Foulché-Delbosc dos cartas inéditas de la Reina Católica, tomadas de la colección del P. Burriel (Dd— 59 de la Biblioteca
tidades que
•
i
|
Nacional). Estas cartas, fechadas en 1472, dan alguna luz sobre
la familia de los Cotas, pero no es Rodrigo Cota, hijo del jurado de Toledo Sancho Cota, y hermano del Bachiller Alfonso Cuadra, alcalde de Avila, sea la misma persona que el poeta.
seguro que de
la
j
el
Véase también el Cancionero de Antón de Montero, reunido, ordenado y anotado por D. Emilio €otareloy Mori (Madrid, 1900), pp. mImI. '(*) Vid. Revista de Archivos, 3." época, tomo VI, pág, 248.
j
INTRODUCCIÓN Moiüalháit. y otros conveisos de su apellido.
nas de
la
misma raza y que habían
exacciones pecuniarias? ¿Tan
corrido
difícil le
XXIII
¿Cómo no suponer relaciones los mismos peligros y sufrido
entre perso-
mismas
las
hubiera sido á Kojas poner en claro esa atribu-
ción ú un antiguo correligionario suyo, á quien pudo
muy
bien conocer y tratar, puesto
que hay versos de Cota posteriores á 1472?
La
tradición de Cota prosperó
tores del siglo XVI
y
más que
la
de Juan de Mena, y son varios
los escri-
principios del xvii que la repiten, especialmente los toledanos,
encontraban motivo de orgullo en
que
compatriota. Así Alonso de Villegas, en los metros
tal
que sirven de dedicatoria á su Comedia Selvayia, impresa en 1554: Sabemos de Cota que pudo empeyar, Obraiido su ciencia, la gran Celestina;
Labróse por Rojas su ñn con
muy
fina
Ambrosia, que nunca se puede estimar.
Tomás Tamayo de Vargas, que nació en Madrid, pero puede considerarse como consigua en su^nédita bibliografía Junta de libros^ mayor que España ha visto en su lengua hasta el año de 1624 ('), una curiosa traI).
hijo adoptivo de la imperial ciudad,
la
dición local, que valga lo que valiere merece recogerse, por ser tan pocos los testimonios antiguos sobre la >
Celestina: «Rodrigo Cota, llamado el Tío^ de Toledo, escribió
estando en Torrijos debaxo de unas higueras^ en la casa de Tapia^
»
Scelestina, Tragicomedia de Caliste e Melibea, libro
»
todas las lenguas.
Alguno ha querido que sea parto
»pero con engaño, que fácilmente prueba »
del tiempo de
La
la
el acto
que ha merecido del ingenio de
el
primero de aplauso de
Juan de Mena,
lengua en que está escripto mejor que
indicación no puede ser
más
precisa, pero por lo
mismo infunde
recelo.
de Vargas era un erudito al uso de su tiempo, novelero y algo falsario, ó por
rumor vulgar, ([ue acaso se refería á Rojas y no mismo en obsequio y lisonja á los toledanos ó á menester
g'ran cautela. Sin
á Rodrigo de Cota; los vecinos
Con mor/f/íi
la
menos
pudo inventarlo
él
de Torrijos. Con escritores
duda por eso D. Nicolás Antonio, que
y que manejó la Junta de libros, ingiriéndola Xora, se guardó mucho de copiar esta y otras especies.
á fondo,
Tamayo
lo
Pudo hacerse eco de un
patrocinador de falsos cronicones y antiguallas supuestas.
tales es
la
Juan de Mena»
casi entera
los
conocía
en su Bibliotheca
única excepción acaso de Lorenzo Palmyreno en sus Hypotiposes clnrissi-
riroruvi (-), todo
Rojas y aceptó
la
Celestina
el
siglo
xvi creyó en
como obra de dos
la
autores.
veracidad de las palabras de El voto
del autor del
Diálogo de la lengua: «Celestina, me contenta
»la comenco,
y no tanto
el del
que
más importante
es el
ingenio del (lutor que
el
la acabó. El juicio de todos
me
satisfaze
mucho,
Manuscrita en la Biblioteca Nacional (Ff. '23 y 24). La frase de Palmyreno es ambigua, é indica que dudaba entre la atribución del primer acto á Juan de Mena ó de todo, la tragicomedia á Rojas. «Finge que oyes este thema: En todas partes es -conoscitla esta muía vieja. El que essa proposición oye, bien entiende lo que le dizes; pero no se lé (')
(')
»mueuen 'Mena o
los af fectos a aborescerla o á apartarse
del
Bachiller
'Oratio Paliiii/reni post rediium, e/usdern fahella *pág. 24 vta.»
della.
Mira
la
Hipotuposis del excelente Joan de
Rojas de Montaluan... (Phrases Cicronis, Hypotyposes
^naria.
Valentiae,
er.
ojflcina Pet.
clarins. v/rorum,
a Huele. 1574,'
orígenes de la novela
XXIV
muy
mi ver
y con mucha
naturales condi-
.>
porque
»
clones de las personas que introduxeron en su tragicomedia, (jiiardando
'feprimieron, á
bien
¿ellas desde el principio hasta el fin»
destreza, las
Precisamente por haber guardado ese decoro ó consecuencia de desde
el
principio al
admitir en
uno
fin,
los
rf'
caracteres
que señala c^n fina crítica Juan do Valdés, parece
más
plan y composición de la Celestina más mente ni
el
decoro
el
(*).
difícil
ingenio que
solo.
Tal es
el sentir
muy
recuerde,
unánime de
moderna, con una sola excepción que yo apoyada en ingeniosos argumentos, que no (-), y punto sigo opinando como opinaba en 1888, cuando
la crítica
respetable por cierto
han logrado convencerme. En
este
la tesis del autor único de la tragicomedia distaba
mucho de
ser tan corriente
como
ahora.
Prescindamos de
divergencia entre los dos textos de
la
la
carta
al
amigo y aten-
La misma incertidumbre con que el bachiller Kojas se explica, diciendo que unos pensaban ser el autor Juan de Mena y otros Rodrigo de Cota, lo hace por lo menos muy sospechoso, si no basta para invalidar su testimonio, gámonos
sólo al segundo.
puesto que en cosa tan cercana á su tiempo no parece verisímil pareceres.
Toda
la
tal
discrepancia de
narración tiene visos de amañada. ¿Quién puede creer, por
muy buena
voluntad que tenga, que quince actos de la Celestina primitiva, es decir, más de dos terceras partes de la obra, letrado, ni por nadie, rial
la
parece imposible,
hayan
un estudiante,
sido escritas ni por
en quince días de vacaciones, cuando hasta por
y
lo
parece
mucho más
madurez y reñexión con que todo
si
la
ni por
las
un
extensión mate-
se atiende á la perfección artística, á
está concebido
y ejecutado,
sin la
menor huella
de improvisación, ligereza ni atolondramiento. ¿Qué especie de sor maravilloso era bachiller
Fernando de Eojas,
si
hemos de suponerle capaz de semejante
el
prodigio,
inaudito en la historia de las letras?
Porque aquí no
se trata de aquellas atropelladas fábulas
taba de haber lanzado al ser la excepción
modo
y no
mundo
la regla.
efi
que Lope de Vega se jac-
horas veinticuatro. Lsto en Lope mismo tenía que
El no habla de todas, sino de algunas: «más de ciento»,
de decir hiperbólico sin duda (como hipérbole debe de haber también en
lo
de las
horas), pero que, aun tomado á la letra, no sería la mayor sino la menor parte de un repertorio que contaba ya en la fecha en que el Arte Nuevo se imprimió (1609) «cuatrocientas y ochenta y tres comedias» Poseyó Lope en mayor grado que ningún otro poeta .
el
genio de
la
improvisación escrita; pero sin recelo puede afirmarse que ninguna de
sus buenas comedias fué compuesta de ese modo. Harto se distinguen unas de otras?
aunque en
las
mejores hay tremendas caídas y en las más endebles algún destello do
aquel sol de poesía que nunca llega á velarse del todo por
además, Lope era un popular estimulaba á
(')
Sigo
la
artista dramático, la
un hombre de
las
nubes del mal gusto.
teatro, á
quien
el
Y
aplauso
producción sin tasa, y con quien colaboraba inconsciente-
edición de Eduardo Boelimer, que es la
más
correcta (Romanische Studien... Sechbtcr
Band. Bonn, Eduard Weher'e Verlag..., 1895, pág. 415). ^ (*) Aludo á D. Adolfo Bonilla y San Martín, á quien pudiera llaiuíir, con menos autoridad que el Maestro López de Hoyos, pero con la niistna efusión, «mi caro y amado discípulo». Véase el estudio que con el modesto titulo de AUjunas consideraciones acerca de la Celestina campea al frente de sus Anales de la Literatura Española, Madrid, Imp. de Tello, 1904, pp. 7-24.
INTRODUCXJION mente todo
muudo.
el
xxv
¡Ciiáu diversa la posición de Kojus,
modelos, ni público en torno suyo,
que no veía delante do
más que en sueños
ni podía entrever
lo
que era
dramaturgia representada, ni podía sacar su arte más que de las entrañas de
la
sí
la
vida y
mucho más difícil que hilvanar comedias de crónicas, como solía hacer Lope en los malos
de su propio solitario pensamiento; empresa
con vidas de santos ó con retazos días en
que
la inspiración le
üaqueaba.
Grandes poetas románticos, que pertenecen en algún modo á la familia de Lope, se han gloriado también de esos alardes de fuerza. Sabido es de qué manera explicaba Zorrilla el origen de
EL Puñal
Godo, escrito en dos días; pero su relato es tan ('). Víctor Hugo afirmó que había
del
descabellado, que apenas se le puede dar crédito
compuesto
el
Bug-Jargal en quince
días;
pero su maligno comentador Biré, que
le
ha
ido siguiendo paso á paso en toda su carrera literaria, prueba de un modo irrefutable que ese llug-Janial no era la novela que conocemos ahora, sino un esbozo de ella, un cuento muy breve (de 47 páginas), publicado en un periódico (Le Conservatear Litlcraire), y que pudo ser cómodamente escrito por su joven autor en quince días, y aun
en menos, sin que haya en
Y
nada de extraordinario
ello
(-).
una de las comedias que Lope olvidaba después de escritas. Pertenece á una categoría ^uperior de arte, en (jue todo está firme y sólidamente construido; en que nada queda al azar de la improvisación: en que todo se razona y justifica como interno desenvolvimiento de una además,
la
FA Puñal
Celestina no es el Bug-Jargal, ni
del Godo, ni
mismos episodios refuerzan la acción en vez de perturbarla (•*). No es la perfección del estilo la maravilla mayor de la Celestina, con serlo tanto, sino el carácter clásico é imperecedero de la obra, su sabia y magistral contextura, que puede servir de modelo al más experto dramaturgo de cualquier tiempo. La locución es tan ley orgánica: en
que
los
abundante, fluye con tan rica vena, que no parece haber costado i'cs.
Su
al
y valetudinaria del artístico,
estilo
académico, sino la expansión generosa de un temperamento
sanguínea de los grandes escritores del Renacimiento, cuando
la plétora
todavía la secta de la difícil facilidad no había venido á encubrir
Pero ni ese
estilo, ni
mucho menos
la
muchas impotencias-
concepción á que sivió de instrumento, son com-
patibles con la leyenda de los quince días,
que á mis
xDJos es
una inocente broma
lite-
un rasgo que hoy llamaríamos humorístico. Los quince días fueron sugeridos por
raria, los
autor grandes sudo-
corrección es la del genio que adivina y crea su lengua: no es la corrección enteca
quince aucfos, ni más
A
ni
menos.
nuestro juicio, todas las dificultades del preámbulo tienen una solución
muy
á
mano. K\ bachiller Fernando de Rojas es único autor y creador de la (klestina, la cual él compuso íntegramente, no en quince días, sino en muchos días y meses, con toda conciencia, tranquilidafl y reposo, tomándose luego el ímprobo trabajo de refun-
la
dirla
y adicionarla, con mejor
que tuviese para inventar
ó peor fortuna,
parece que pudo ser otra que (')
Recuerdos del tiempo
(-1
Víctor
(•')
Hay
viejo,
que
esto lo
veremos luego.
Y
la
razón
cuento del primer acto encontrado en Salamanca no
el
el
escrúpulo, bastante natural, de no cargar él solo
Barcelona, 1880,
tomo
I,
pág. 90 y
8S.
Hugo
avunl 1S30, par Edniond Biré. París, 1883, pp. 389-394. una sola excepción: el episodio, evidentemente ocioso, de la venganza de
Areuaa encomendada
al rufián
intercalado á última hora.
Más
Centurio. Pero este no formaba parte de
adelante nos haremos cargo de
él.
la
Eliciit
y
obra primitiva, y fué
orígenes de la novela
XXVI
con
la
paternidad de una obra impropia de sus estudios de legista, y más digna de
admiración como pieza de literatura que recomendable por salvas las intenciones de su autor,
que tampoco están
muy
el
claras
buen ejemplo
ótico,
mismo
recelo
(').
Este
•
[
movió acaso á envolver su nombre en
ó escrúpulo le
el
laberinto de los acrósticos
y á
llenar de sentencias filosofales el diálogo de la comedia, queriendo con esto curarse en
salud y prevenir todo escándalo. Si no se acepta esta explicación, que acaso no cuadra con la gran libertad de ideas y de lenguaje que reinaba en Castilla á fines del siglo xv,
y no queremos suponer al bachiller Rojas más tímido de lo que realmente era, dígase que la invención del primer acto fué un capricho análogo al que solían tener los autores de libros de caballerías, que rara vez declaran sus nombres verdaderos, y en cambio fingen traducir sus obras del griego, del hebreo,
como en
'
!
|
I
\
(^).
igualdad, diremos mejor, la identidad de estilo entre todas las partes de la Celes-
tina, así en lo serio
!
]
'
húngaro y de otros idiomas peregrinos
La
del caldeo, del armenio, del
¡
que á pesar de
lo jocoso, es tal,
la respetable
5
opinión de j
Juan de Valdós, de
muchos sin comprobarla, no ha podido ocultarse á los ojos desde que ésta comenzó á ejercitarse directamente sobre los textos y á
la crítica,
repetida por
desconfiar de los argumentos de autoridad. Moratín declara en sus Orígenes del teatro
español que «quien examine con
primer acto y los veinte añadi» dos, no hallará diferencia notable entre ellos, si nos faltase la noticia que dio que y » acerca de esto Fernando de Rojas, leeríamos aquel libro como producción de una sola »
pluma»
debido estudio
el
el
(3).
D. José María Blanco (White) afirmó resueltamente, en un discreto artículo de
«ni
en lenguaje, ni en sentimientos, ni
»tor de otro, se halla la
menor
variación»
(*).
entre la composición del primer acto y de los (*)
¿Cómo puno
las
misma tela» en nada de cuanto distingue á un escrila
Celestina era paño de la
,
aun suponiendo que restantes no mediaran más que veinte ó
¿Sería esto posible,
creer _IÍ£knor que Fernando de Rojas se abstuvo quizá de dar su
nombre á
toda la Celestina por respetos á su posición eclesiástica? ¿Qué tendrá que ver un bachiller en leyes
con un eülesiástico? Esta peregrina ocurrencia subsiste aún en «It
Í8
!
,
;
i
I
Variedades ó Mensajero de Londres^ que «toda
y que
|
that the different portions attributed to the
»to have led to the conjecture that, after y)reasons, perhaps, arising out
of his
all,
two authors
últimas ediciones de su obra
las
are so similar in style and finish, as
:
I
i
¡
I
;
!
-I
5
the whole might have been the work of Rojas, who, for
was unwilling to take the
eclesiastico.l position in sociely,
res-
|
»ponsability of being the solé author of his» (History of Spunisk Literature, hy George Ticknor,
Londres, Trübner, tomo
I,
pág. 237).
Un
guista déla edición de Amarita, que fué
»obra ocupación propia de un
erudito
como Ticknor no debió haberse
fiado del prolo-
primero en consignar este disparae: «no
el
le
parecía la
eclesiástico)).
Pudo ser también un rasgo de timidez literaria, propia de un escritor novel. Al principio como anónimo. La edición de 1499, en su estado actual, no tiene los versos acrósticos, ni pudo tenerlos nunca porque no hubiesen cabido en la hoja primera que falta, y además sin la clave {')
dio
el libro
difícilmente se habrían fijado los lectores en
'su
Ño
artificio.
hacía veces de frontis contuviese ningún otro indicio
p:ira
es creíble
reconocer
al
tampoco que esa hoja que porque hubiera pasado
el
acróstico de 1500 ó de 1501, en connivencia con Alonso de Proaza, que dio la clave
para descifrarle. (3) Obras de ria,
1830,
tomo
I,
!
i
i
autor,
á alguna de las ediciones posteriores. Alentado Rojas por el buen éxito de su obra, se descubrió á
medias en
,
jj
| Ij
i',
D. Leandro Fernández de Moratín, edición de
la
Real Academia de
la
Histo-
pág. 88.
(*) Periódico trimestral, intitulado Variedades ó Mensagero de Londres.
mann, núm. 101, Strand, Londres. Tomo
I,
núm.
3." (abril
de 1824,
p. 228).
Lo
publica R.
Ac.Tcer
jJ
INTRODUCCIÓN cuando precisamente
treinta años, la
xxvii
estos treinta años íuerun de total renovación para
prosa castellana, en términos tales que un libro del tiempo de los Keyes Católicos se
parece
más á uno de
fines del siglo
xvi que á otro del reinado de D. Juan
II,
con
la sola
excepción del Corbacho? Kojas está á medio camino de Cervantes, y sin embargo una centuria entera separa sus dos producciones inmortales.
Xi Fernando Wolf
('),
Lemcke
ni
hispanistas de los que
más
que
la Celestina sea
primer acto de
el
á fondo
(-),
ni Carolina Micbaolis
han tratado de de distinta
(3),
ni otros eminentes
de nuestras
la historia
mano que
admiten
letras,
los restantes.
La impresión
general de los lectores está de acuerdo con ellos. Por mi parte no temo repetir
no como quien continúa obra ajena, sino
lina,
labor propia. Sería el ol
más
él
de
tal
No conocemos
cualquiera que sea
queda
tal
modo en
la
suerte con el espíritu del primitivo autor
había creado.
visible el
el
que
extraordinario de los prodigios literarios y aun psicológicos
que un continuador llegase á penetrar de
tificarse
lo
mueve dentro de la fábula de la Velescomo quien dispone libremente de su
escribí hace veinte años: «El bachiller Rojas se
concepción ajena y á iden-
y con
composición alguna donde
los tipos primarios
que
prodigio se verifique;
tal
ingenio del que intenta soldar su invención con la ajena, siempre
punto de
la
soldadura; siempre en
manos
del continuador pierden los
y pureza primitivos, y resultan ó lánguidos y descoloridos, ó recargados y caricaturescos. Tal acontece con el falso Quijote, de Avellaneda: tal con el segundo Guxinán de Alfarache, de Mateo Lujan de Sayavedra; tal con las dos contipos algo de su valor
tinuaciones del LMzarillo de Tormes7Vevo ¿quién será capaz de notar diferencia alguna entre el Calisto, la Celestina, el Sempronio ó
najes que con iguales
nombres figuran en
el
Pármeno
del primer acto
los actos siguientes?
¿Dónde
huella de afectación ó de esfuerzo para sostenerlos ni para recargarlos. acto está en ral
germen toda
la tragicomedia,
y
legítimo de las premisas sentadas en
y
El
Sr. Foulché-Delbosc,
un nuevo y más
y de
los
el
más que
Celestinas en veintiún
que está enteramente de acuerdo conmigo en
á la cuestión del primer acto tino
En
único desarrollo natu-
son
primero»
Claro es que esto se escribió cuando no se conocían actos.
quince siguientes
(*),
P.
que toca
lo
ha planteado con mucho
interesante problema, que afecta á la integridad de la Celestina,
(') Studien zar Geschichte der Spanischen und Portugiesischen Nationalliterutiir... p
(')
menor primer
el
los siguientes
el
los perso-
y
se ve la
296.
Handbuch der Spanischen Literatur... von Ludwig Lemcke. Leipzig, Fr. Fleischer, 1855. 150: «Denn zwischen dem angeblich von Cota oder Mena herrührenden ersten Akt und den
und gar_keine Verschiedenheit des Styls siclitbar, der im ersten Akte angeGanze überhaiipt %o aus einein Gusse gearbeitet, ydass es rein undenkbar ist, ein Fortsetzer hale s/ch in diessem Grade in die Intenüon seines Vorganyygers hineindenken und seine Manier in so vollkommenem Mause nachamen k'ónnen. Die neue Kritik
DÍolgenden )>legte
Plan
ist is
so ganz
so consequent durchgeführt, das
«hatsich dalierfast allgeinein dafür entschieden, die Celestina für das Werk eines einzigen verfassers ))3W hallen,
namlich des ohengenannten Fernando de Rojas-».
(') Véanse los dos artículos acerca de las ediciones de Krapf y Foulché-Delbosc, en
el
Litera-
für germanische und romanische Philologie (tomo XXII, 1901). En ei segundo dice: «Ein »einz¡ger Verfasser aller 21 Akte, wie Menendez y Pelayo luul wie ich selber anneliine». Tal sufragio vale por muclios. Verdad es que la insigne romanista deja en duda si tal autor fué FerUirblatt
nando de Rojas ú otro, pero ha de tenerse en cuenta que cuando escribió su artículo no se conocían todavía los documentos que prueban indisputablemente la existencia de Rojas y le declaran autor de
la Celestina.
(*)
Revue Hispantque, VII, p
'
57.
.
ORlGETfES DE LA
xxviu
NOVELA
aimque por diverso modo. ¿Pertcnecea al autor primitivo las adiciones introducidas en 1502 (acaso antes)? ;,Paeden atribuírsele los cinco actos nuevos ó sea el Tractado de Centurión El 8r. Foulchó-Delbosc sostiene resueltamente que no. Su argumentación es brillante
y
especiosa; pero en materias de gusto tales alegatos
á todos, por
mucho que
sea
el
ingenio
la sutileza del
y
nunca pueden convencer
La
abogado.
crítica literaria
nada tiene de ciencia exacta, y siempre tendrá mucho de impresión personal. Para mí las adiciones son de Rojas, aunque muchas de ellas empeoren Prescindamos de
la inverisimilitud
de que nadie, en vida del autor, se hubiese atrevido
á alterar tan radicalmente su obra, sin que
mucha
razón, que sería de los
el texto.
de alguna manera protestase; porque esta
él
fuerza para la literatura moderna, pierde valor tratándose de
muy
primeros años del siglo xvi y aun de épocas
posteriores. Todavía
más desenfrenada
siguiente las obras dramáticas eran objeto de la
í^,
Alarcón, Calderón vieron impresas muchas de sus comedias en forma
^\
ban á reconocerlas. Cualquier
librero
en
tal
la centuria
Lope, Tirso,
piratería:
que no acerta-
que compraba á histriones hamliientos unas cuantas
copias de teatro, llenas de gazafatones y desatinos, formaba con ellos una parte extra-
vagante^
y
la
echaba
al
mundo atribuyendo
las
comedias á quien se
le
antojaba. Si esto
sucedía en tiempo de Felipe IV, imagínese lo que podía pasar en tiempo de Rojas,
cuando apenas comenzaba á Pero
las interpolaciones
existir la salvaguardia del prkñtegio.
de 1502 tienen
una mano intrusa. Afortunadas
mejorar su libro y condescender con
que
en el Líbreme Dios de negar
volvió tres veces al
yunque
y perfecta de aquella oda
monomanía
siempre
enmiendas de autor, que
común de
gusto
los
que
le
se
ellas
propone
importunaban para
proceso de su deleyte destos amantes»
«se alargasse
á ser
el
que cuesta trabajo ver en
tal carácter,
ó desgraciadas, son
el
las ventajas
la (junción
de
corrección
la
y de
la lima.
Rodrigo Caro
de Itálica antes de encontrar la forma definitiva
clásica. Moratín,
cuyo gusto era tan severo, y en quien llegó comúnmente sus obras; pero no
furor de las correcciones, mejoraba
último texto de sus comedias aventaja en todo y por todo á los anteriores. Hartzenbusch escribió tres veces Los Amantes de Teruel^ y la última vei'sión supera el
notablemente á
la primitiva,
aunque algo ha perdido de su juvenil
¿cuántos ejemplos grandes y chicos presenta
la historia literaria
frescura.
Pero,
de obras estropeadas
por sus propios autores, con retoques que la posteridad ha desdeñado, ateniéndose á la lección
primera? ¿Quién se acuerda hoy^'de
la
Oerusaleimne Conquistata del Tasso?
Para nadie que no sea erudito de profesión existe más Gerusalemmc que ¿Quién no se duele de ver estropeados postuma, que había preparado
él
los
la Litjerata.
mejores versos de Meléndez en
mismo? ¿Quién no
aplica la
la edición
misma censura
á la
última colección que de sus versos líricos y dramáticos hizo doña Gertrudis Avella-
neda? Más cerca de nosotros, Tamayo, digan
muy
bellos rasgos de su
Viryinici en aras de
lo
que quieran sus panegiristas,
una corrección
fría
y
seca, de
sacrificó
que en sus
últimos años se había prendado.
Siendo tan frecuentes estos ejemplos, no hay motivo para creer que ciones de Rojas dejen de ser auténticas por ser desacertadas.
las intercala-
Luego veremos que no
del Sr.
y que perderíamos mucho con perder algunas de ellas. pueden estudiarse sin trabajo alguno, ya en el importante estudio Foulché-Delbosc, que las ha recogido y clasificado antes que nadie, ya en la
reciente
y
siempre
lo son,
Estas alteraciones
muy cómoda
edición de la Celestina^ en que el Sr. D. Cayo Ortega ha distin-
INTRODUCCIÓN
xxix
guido, poniéndolas entre corchetes, todas las frases añadidas en
texto de veintiún
el
actos.
muy
Supresiones hay cinco líneas, según
Las adiciones son de dos tuyen actos nuevos.
De
obedecen
casi todas
Una de
suman
pocas é insignificantes. Todas ellas juntas
treinta
y
cálculo del Sr, Foulché.
el
al
las
clases:
nnas recaen sobre
el
texto antiguo,
oti-as consti-
primeras, que llegan á 4o9 líneas, hay poco que decir, porque
mismo
sistema.
mayores novedades de
Celestma (aunque tuviese algún precursor), y éxito, fué el empleo feliz y discreto do los refranes, proverbios y dichos populares. Ya el primitivo diálogo estaba sembrado de ellos, pero en la refundición hay abuso: tiene razón el Sr. Foulché. Parece que el
una de
las
la
que más debieron contribuir á su
las
autor ha querido darnos un índice paremiológico ó verter todo
Generalmente son repeticiones excusadas de
tillaua.
ñor (dice Sempronio en
el acto VIII),
lo
Marqués de San-
el del
que ya estaba bien dicho. «Se-
no es todo blanco aquello que de negro no tiene
semejanza». «Ni es todo oro quanto amarillo reluze», se añade en
texto de 1502.
el
Decía Celestina en sus diabólicos consejos á Areusa: «Una ánima sola ni canta
un
llora;
villa vuela» » tío;
Y
.
en
refundida continúa
la edición
ima golondrina no hace
»ropa tiene presto la
verano;
un
diez
y
ni
mara-
no
es entera fe;
quien sola nna
e?irejere» (Acto VII).
pero ¿por ventura era infalible
seis actos?
sola por
«im manjar solo presto pone has-
así:
testigo solo
Claro que esta retahila no puede aplaudirse, y liabitual,
una perdiz
frayle solo pocas veces le encontrarás por la calle;
el
menos tomada como procedimiento
gusto de Rojas? ¿Es intachable
el texto
de
¿Por qué no hemos de suponer que dormitó alguna vez, á pesar de su
maravilloso instinto, un hombre que no había nacido en la edad de la crítica ni tenía
más
consejero que su propio discernimiento?
¿No era
que cayese en
fácil
la tentación
de recargarlo que un artista de tiempos más cultos, aunque de menos lozanía, hubiese
probablemente cercenado como vicioso?
La
repetición de los refranes en formas diversas ofende más, porque casi siempre
Pero en
es superfina.
las sentencias
añadidas hay cosas
como
mitivo autor ó alguno que valiese tanto
él
muy
notables,
que
sólo el pri-
era capaz de escribir.
Sirvan de ejemplo estas enseñanzas morales del acto IV, que nada pierden de su valor por estar puestas en boca de
más segura cosa
bien con Dios; >
duerme
el
pobre que no
el
que
es
la
madre
Celestina:
ser meuospi-eciado
«Aquél es
»
lisonjas a sabor de su paladar: todos le
confiese
que
le seria
»zas no hazen
rico,
que con trabajo del rico sí; yo soy
han envidia; apenas hallarás un
»
quitan
placer
y a
hablan
que no
muchos traxeron la muerte, a todos buenas costumbres ninguna cosa es más contraria. ¿Xo oiste
poseídos de las riquezas que los que las poseen: a el
le
rico
mejor estar en mediano estado ó en honesta pobreza. Las riquemas ocupado; no hazen señor, mas mayordomo; más son los
»
»dezir:
está
tiene de guardar con solicitud lo
^ganó y con dolor ha de dexar. Mi amigo no será simulado y el querida por mi persona, el rico por su hacienda; nunca oye verdad, todos >
que
rico
que temido: mejor sueño
las
durmieron su sueño
los
varones de las riquezas, y ninguna cosa hallaron en
»sus manos?» El que haya leído en las ediciones vulgares éste y jlos
de menos en
la
de diez y seis actos.
Y
todavía
le
oti'os
trozos no dejará de echar-
sorprenderá
más que
se tache de
orígenes de la NOVELA
XXX
intercalación apócrifa este donoso pasaje del acto IX, en que la mala pécora de Areusa se duele de la triste suerte de las criadas:
«Nunca tratan con parientes, con yguales »a quien pueden hablar tú pir tú, con quien digan: ¿qué cenaste? ¿estás preñada? »
¿cuántas gallinas crias? llévame a merendar a tu casa; muéstrame tu enamorado;
:>¿quánto ha que no te vido? »
¿cómo
cosas de igualdad semejantes. ¡O
aseñora contino en vale
más que
la
el texto,
boca!»
(').
muy
aquí
va con
te
tia,
él?
¿quién son tus vecinas? e otras
j qué duro nombre, e qué grave
e sobervio es
Ese diálogo intercalado, tan vivo y tan sabroso, ¿no seco, de la primera edición? «Assi goce de raí, que
»es verdad; que éstas que sirven a señoras ni gozan deloyte ni conocen los dulces
apremios de amor» Tales excepciones, la
mano
y hay
otras,
prueban, á mi juicio, que no siempre anduvo torpe
del refundidor. Se le acusa de hacer impertinente
dición histórica la Celesti)ia^
y
y pedantesco alarde de
muy justo, debe Ya en el primer
mitológica; pero este cargo, que es
no sobre una parte de
ella tan
solo.
Sempronio,
acto,
criado con puntas de rufián, pregunta á su amo, después de compararle con
y Alexandre: «¿No has
Minerja con
ley do de Pasifae con el toro, de
eru-
recaer sobre toda
el
Nembrot Y más
can?»
amor y de las malas artes de las mujeres, tiende un moralista de profesión: «Lee los historiales, estu»dia los philosofos, mira los poetas, llenos están los libros de sus viles y malos exem:>plos e de las caydas que levaron los que en algo, como tú, las reputaron. Oye a Salo» mon do dize que las mujeres y el vino hazen a los hombres renegar. Conséjate con adelante, tratando de los peligros del el
paño del pulpito como
si
fuera
»
Séneca e verás en qué
»
judíos, cristianos e moros, todos en esta concordia están».
Sempronio
las tiene.
Escucha
cita á «Antipater Sidonio»
y
al Aristóteles^
mira a Bernai^do. Gentiles,
En
el
acto VIII el
mismo
gran poeta Ovidio».
«al
El conjuro archilatiuizado de Celestina (en
el
acto III),
más
propio de la
de Tesalia que de una bruja castellana del siglo xv, y bien diverso de
maga Ericto verdaderos
los
conjuros que los procesos inquisitoriales nos revelan, estaba ya en la primera versión,
y
sólo se le añadieron
en
la
alteran su carácter aunque
segunda le
las
pocas líneas que van en bastardilla y que no
refuercen con nuevas pedanterías: «Conjuróte, triste Plu-
»ton, señor de la profundidad infernal, emperador de la Corte dañada, capitán sobervio
»de
los
condenados angeles, señor de
los sulfúreos fuegos
que
los hirvientes ethnicos
tormentos e atormentadores de las peca-
»
montes manan, governador e veedor de
»
doras ánimas (regidor de las tres furias Tesifone^ Megera
»
todas las cosas negras del reyno de Stigie e Dite, con todas sus lagunas e sombras
>->
los
e
Alelo administrador de ^
infernales e litigioso caos^ 7nantenedor de las botantes arpias^ con toda la
y-'paTíia
de espantables
e
otra,
com-
pavorosas ijdras)\ yo, Celestina, tu más conocida clientula,
te
»
conjuro, por la virtud e fuerza destas bermejas letras; por la sangre de aquella noc-
»
turna ave con que están escritas; por
»
en este papel se contienen; por la áspera pon90ña de las bivoras de que este aceyte
»
fue hecho, con el qual vnto está hilado, vengas sin tardau9a a obedescer
la
gravedad de aquellos nombres e signos que
mi volun-
»tad...»
No
es este el lenguaje habitual de Celestina, pero
tra tan leída
(*)
He
en las historias antiguas como
aquí uno de los lugares en que
la
el
en
lo restante
de la pieza se mues-
que más. Ponderando en
prosa de
la Celestina
recuerda más
el
la del
acto
IV
Corbacho.
las
TNTRODUOCTÓN buenas partes de ran
muy
mente
Caliste,
que no era tan hermoso aquel gentil Narciso que se enamoró de su propia
cuando se vido en
»
figura,
>
lastimeras,
-
músico Adna/io de
í>
te...
»
las
agnas de
Tañe tantas canciones
la fuente... (').
que no creo que fueran otras las que compuso aquel Emperador pariida del ánima^ por
la
mejor gana paran
Si acaso canta, de
que movia
los arboles e piedras
las
e tan e
yrau
siiffrir sin desmayo la
ya vezina mu£r-
que no aquel
antico, de quiou
aves a
le oir,
con su canto. Siendo éste nacido, no alabaran
a Orfeo»
En
este género de erudición, todos los personajes rayan á la
criados
y
las
los viejos uii
en mejores paños,
mancebos de noble
los
poema
el
virgiliano:
«De
le
cierto creo, si nuestra
ella
edad alcanzara aquellos passa-
dos Eneas e Dido, no trabajara tanto Venus para atraer a su hijo
>
haciendo tomar a Cupido Ascánica
forma
y saca de
la Eneida.^
hubiera entendido á no estar versada tam-
>
pusiera a
altura. Si los
estirpe, las ilustres doncellas,
venerables y sentenciosos. Caliste poseía á fondo
cumplimieuto para Celestina, que no
bién en
misma
alcahuetas saben tanto y hablan tan bien, no han de quedar inferiores los
([ue se criaron
»
fue-
si le
serían para el escolar ó bachiller que puso en sus labios tan donosa cita: «Poi-
lo
dize
y acota como
las fábulas ovidianas
familiares los versillos de Adriano Aiiinmla^ vayula^ blandula^ (jue segura-
»fe tengo
'^se
no se olvida de
xxxi
amor de
el
Elisa,
para la engañar; antes por evitar prolixidad
por medianera»
ti
La lamentación
del padre de Melibea, Pleberio,
que llena
el acto
XXI,
contiene-
como éstas (2): «Yo fuy lastimado sin aver ygual aunque más en mi fatigada memoria rebuelvo presen-
reminiscencias clásicas tan oportunas >
compañero de semejante
Que
dolor,
aquella severidad e paciencia de Paulo Emilio
f>
tes e passados.
»
consolar con pérdida de dos hijos muertos en siete dias,
*dos »
si
quedaban dados en adopción. ¿Qué compañía
le
no
....
me
me teman
me
satisfaze,
viniere a
que otros
en su dolor aquel
Pericles^ capitán atheniense, ni el fuerte Xenofon., pues sus pérdidas fueron de hijos
Pues menos podrás decir, mundo semejantes en pérdida aquel Anaxágoras e yo», etc., etc. No negamos que en la parte añadida el abuso de citas
»absentes de sus
tierras...
algunas situaciones que antes estaban libres de este
mismo Grima da
cimiento.
la
verbosidad declamatoria que
que fuimos
colmo y estropea
Pero ¿por eso hemos de
al refundirse,
extremase sus
pedantismo infantil del Rena-
el
leer en el soliloquio de Melibea,
llega al
vicio.
suponer un autor nuevo? Más natural es creer que Rojas, defectos, lo
lleno de males,
próxima á arrojarse de
la torre,
aquelhi absurda enumeración de todos los grandes parricidas: Bursia, rey de Bitinia,
que sin ninguna raxóii mató á su propio padre; Tolomeo, rey de Egipto, que exterminó gozar de una manceba; Orestes, matador de Clitemnestra; Nerón,
á toda su familia por (le
Agripina; Filipo, rey de Macedonia; Heredes, Constantino; Laodice, reina de Capa-
(locia;
l'j
Medea,
la nigi'o mantesa^
liivoliintiii¡iiiiu-;ite
presentes
;í
lmuger mo9a,
muy generosa,
»
do,
una
gracias, de estado mediano.
y
el
amor de Melibea,
de alta y serenissima sangre, sublimada en próspero esta-
sola heredera a su padre Pleberio
»citud del pungido Caliste, vencido ,>mala
Fue preso en
el
j de su madre Alisa
muy
amada. Por
soli-
casto proposito de ella, entreveniendo Celestina,
astuta muger, con dos servientes del vencido Calisto, engañados e por ésta tor-
»
nados desleales, presa su fidelidad con anzuelo de codicia y de deleyte, vinieron los amantes e los que les ministraron en amargo y desastrado fin. Para comiendo de lo
»
qual dispuso
»
>
adversa fortuna lugar oportuno, donde a
el
presencia de Calisto se
á cumplirse este proceso amoroso lo declara el
Cómo empezó
aucio, que también íntegramente transcribimos: »
la
presentó la desseada Melibea;^
seguimiento de un falcon suyo, halló
»de hablar. De
allí
cual rigurosamente
la
argumento
del primer
«Entrando Calisto en una huerta en
a Melibea, de cuyo
amor
despedido fue para su casa
preso, comentóle
muy
angustiado.
Habló con un criado suyo llamado Sempronio, el qual después de muchas rarones »le enderezó a una vieja llamada Celestina, en cuya casa tenia el mismo criado una »
enamorada llamada Elicia...» La fábula, aunque muy sencilla, está perfectamente construida. Desde que Celestina entra en escena, ella la domina y rige con su maestría infernal, convirtiendo en »
auxiliares suyos á los criados de Calisto
prima de
del deleite de Areusa,
botín; á Lucrecia, otra
Elicia; á
prima de
Elicia,
y Melibea, seduciendo á Pármeno con el cebo Sempronio con la esperanza de participar del que no desmiente
la
parentela aunque criada
para enrubiar los cabellos. casa grande, con recetas de polvos de olor y de Pero estos son pequeños medios para sus grandes y diabólicos fines. Necesita introducirse en casa de Melibea, adormecer la vigilancia de los padres, despertar en el inocenlejías
(le
te
corazón de
la
joven un fuego devorador nunca sentido, hacerla esclava del amor,
ciega, fatalmente,
intervención de
sin
las
redención posible. Esta obra de iniquidad se consuma con
enérgicos conjuros, aunque
dar lecciones tión moral del
al diablo
del
la
potencias del abismo, requeridas y obligadas por Celestina con el lector
queda persuadida) de que Celestina
mismo. La verdadera magia que pone en
fuerte sobre el débil,
el
alma, la depravada experiencia de
sería capaz de
ejercicio es la suges-
conocimiento de los más tortuosos senderos la
vida luchando con la ignorancia virginal,
INTRODUCCIÓN condenada por su mismo candor á ser víctima do
xxxiii la
pasión triunfante y arrolladora.
genio del mal se esconde eu las blandas razones y filosofales seniencias de aquella perversa mujer.
Toda
la dialéctica del
Pero tanto
ella
moralmentc en
el
como sus
viles cómplices
X y concertada
auto
sucumben antes que Melibea (vencida
ya con su amante en
el
XII) acabe de caer
en brazos de Caliste. Riñen Sempronio y Pármeno con la desalmada vieja, que les iiir-íra su parto en la ganancia de la cadena de oro entregada por Caliste. Encróspase la pendencia y acaban por darla de puñaladas y saltar por una ventana, quedan-
do
muy
mal heridos. La justicia
los
prende y
al
día siguiente son degollados en público
cadalso, con celeridad inaudita.
Con tan
siniestros agüeros llega Caliste á su primera
y aquí única
cita
de amor con
Melibea (aucto XIV). La escena es rápida y no puede calificarse de lúbrica. Triunfa
enamorado mancebo de la fatalidad
que
honesta aunque harto débil resistencia de
la
se cierne sobre sus
dichoso, al salir del huerto
misma
de Melibea. Ella
lo
amores
los regalados favores
cuenta admirablemente en su discurso postrero: «Como las
paredes eran altas, la noche escura,
>
diestros
en aquel género de la triste
el
pero
alevosamente cuando se creía más
le hiere
que había ocultado con sus sombras
»
»cayó, c de
la doncella;
servicio,
la
escala delgada,
no vido bien
los
que
sirvientes
puso
los pasos,
el pie
traía
no
en vazio e
cayda sus más escondidos sesos quedaron repartidos por
las pie-
»dras e paredes. Cortaron las hadas sus hilos, cortáronlo sin confession su vida; corta-
»ron mi esperanza, cortaron mi compañía».
Los dos últimos tienen
más que
el
XX
actos, equivalentes al
suicidio de Melibea
y
el
y
XXI
de
la edición actual,
llanto do sus padres.
no con-
Xo hay duda que
en esta primera forma la Celestina tiene más unidad y desarrollo más lógico; pero ¿la
intercalación
de los cinco actos es tan absurda como se pretende? ¿nada per-
deríamos con perderlos? ¿Son
tales
que puedan atribuirse á un
falsario
más
ó
menos
experto?
Por mi parte, no puedo menos de responder negativamente á estas preguntas. La que pretende despojar á Rojas del Tractado de Centiirio me parece tan dura y difícil de admitir como la del que pretendiera ser apócrifas todas las aventuras y epi-
tesis
poema en la edición de 1532, y se empeñase en un poema novelesco de plan tan libre como el Orlando
sodios que añadió el Ariosto á su gran preferirla de 1516. Claro que se prestaba mejor á
las
intercalaciones; pero ¿es seguro
Ariosto sean igualmente felicesT^ellísimos son sin duda
Bircno y el de ülania y Bradamaote en el mismo de la historia de León de Grecia, de otras cosas
que alargan sin fruto
el
castillo la
que todas
las
que hizo
el
episodio de Olimpia
y
da Tristán; pero no todos dirán
lo
el
expedición de Rugero á Oriente y de
poema.
lla
Mucho más peligro corre el interpolador de una otra dramática, y obra tan sencicomo la Celestina. Acaso Rojas no debió condescender nunca con los í|ue mucho
le
instaban para que
exigencia
muy
«se alargasse.
en
el
processo de su deleyte destos amantes»
propia de lectores vulgares y mal inclinados á la carnal grosería. Pero
la empresa (lo cual no creemos más que á mcdiasC) y determinó retardar la cutástroíe, haciendo que «el deleytoso yerro de amor» durase «quasi un mes», no había para qué recurrir á una intriga episódica é inútil, que
ya que «contra su voluntad» entió en
no conduce á ninguna parte ni modifica en nada oi;ír,K\Es
PE
r.A
nove- a. — iii.— f
el
desenlace. Si la venganza que
ORÍGENES DE LA NOVELA
xxxiv
Areusa y Elicia quieren tomar de Calisto y Melibea por haber sido sus amores ocasión de las muertes de Pármeno y Sempronio llegara á cumplirse, y, Calisto pereoiera á manos de asesinos y no por el accidento fortuito de la caída de la escala, aun pudiera f
I
tener disculpa est» largo rodeo, que haría
muerte
la
]
amanto más verisímil desde
del
|
punto de vista material, y más interesante como cuadro escénico. Pero como el rufián Genturio, buscado por las dos mozas para el caso, no hace más que proferir fieros y bael
ladronadas, y
el otro rufián,
llamado Tiaso
el
Cojo,
dar cuatro voces y trabar una pendencia de embeleco con los pajes de Calisto, claro es que tres por lo menos do los actos intercalados huelgan por completo, aunque á nadie
pues
le pesará leerlos,
allí
fué trazado la primera vez con indelebles rasgos
que mas larga vida hablan de tener en nuestra
los tipos
sonajes cómicos
literatura dramática
uno de y nove-
bravo de profesión, del baladrón cobarde. Centurio es uno de los per-
lesea, la figura del
más
vivos y mejor plantados de la obra.
la parte
^
_
i ;
I
\
Ninguna de sus innumerables
copias ha llegado á oscurecerle.
Pero hay en
,
y sus dos compañeros, no pasan de
'.
añadida bellezas de otro orden, que pertenecen á
la
más
alta j
esfera de la poesía;
que nadie, seguramente nadie, más que
el
bachiller
Fernando de
Rojas, era capaz de escribir en España en 1502, cuando ni siquiera habían
comenzado
su carrera dramática Gil Vicente y Bartolomé de Torres Naharro. Son dos adivinado-
ues de genio, que conviene reivindicar de la injusta nota que se ha querido poner á
>
i
;
!
esta contniuacióu. ,
Uno
de estos aciertos, salvo pedanterías accidentales, que pueden borrarse mental-
mente, es
el
acto
XVI
de
la
segunda versión, en que
los
sobre las bodas que proyectan para su hija y ella á escondidas, oye su conversación,
¡Qué tormenta de afectos se desata en su alma bravia y apasionada! ¡qué delirio amoroso en sus palabras, tan ardientes como las de Safo y Heloisa! «¿Quién es el
»que me ha de quitar mi gloiia? ¿Quién apartarme mis placeres? Calisto es » ánima, mi vida, mi señor, en quien yo tengo toda mi speran^a; conozco dól que »vivo engañada. Pues él me ama, ¿con qué otra cosa le puedo pagar?.... El amor » admite sino sólo amor por paga. En pensar en él me alegro; en verlo me gozo; »oyrlo
»con
me
glorifico.
él yró; si
Haga
rodear ei
no
'
j
'
no en
mí a su voluntad. Si passar quissiere la mar, mundo, lléveme consigo; si venderme en tierra de enemigos, e ordene de
Pero esta mujer furiosamente enamorada y cuya pasión llega hasta la impiedad, HO es una impúdica bacante, sierva vil de los sentidos, sino una castellana altiva y el
i
mi
»no rchuyré su querer. Dexenme mis padres go9ar del, si ellos quieren gOQar de mí; »no piensen en estas vanidades, ni en estos casamientos, que más vale ser buena amiga » que mala casada»
Uoble, en quien
!
padres de Melibea razonan
;
i
.
d'amour, ce n'
pp.
a vraiment existe, cet adicionador est en
fait
ȇ refuser t Fierre Corneille la
eeconde entrevue de Rodrigue et de Chiméne».
ORÍGENES DE
x^icxTÍii
fuó escrita aproximadameute? del
líOVELA
LA^
¿En qué lugar de España quiso poner
el
autor la acción
drama? Lá'ipríniéi*a cuestión es insoíuble hasta ahora.
ria íií¿
sobre
felfa
se encuentra, en el mito
modos, que unos infieren de otros
que debió de ser
alguna.
escrita
Veamos de qué
»lá'gloria
y
se
61
que
ter^efó,
comedia de Calisto
la
«El mal
peña,' todo pierde con el
es posterior al
año
1492,'
oirosque no puede fijarse con precisión fecha
en 1483 y
trata:
El único pasaje qué puede' dar alguy íia sido interpretado de tan varios
tiempo
y
el bien, la
prosperidad y adversidad,
piriucipio. Pues cómo passados, olvidados. passamos y dexamos atrás: disníiuuye-
la fuerga
de su' acelerado
»lps casos de admiración venidos con gran desseo, tan presto >>'Cadá dia
Vemos novedades, y
las
oymos, y
»ías eí tiempo, fazelas contingibles.
¿Qué tanto
te maravillarlas, si dixesen:
ciego vee ya,,muertp.es tu padre,
esya
»oy, el.turco.es vencido, eclipse hay mañana, la puente es llevada, aquel
me
-a Pedro robaron, lúes se ahorcó. ¿Qué »
la tierra
semejante cosa, que no olvidasses luego? Assi como: elado está el rio, un rayo cayó,, ganada es Oírmada, el rey entra
»tem'bl(5, o otra >>el
las
segunda
vista,
no hay quien
»fa, todo se olvida, todo
dirás siuo
dello se maraville?
queda atrás»
.
Todo
que a
obispo,
tres dias passados o a la
es. assi,
todo passa desta raane-
,
rEl sentido general de estas palabras de Sempronio no puede ser más claro. Todas las cosas, por admirables que parezcan al principio, dejan de causar maravilla con el ,
tiempo y con
el hábito.
Pero los ejemplos que se traen para probarlo ¿sonde cosas pasa-
das ó futuras? Evidentemente conquista de Granada^
el
lo
segundo, cuando se trata de hechos concretos como la
vencimiento del turco,
la
entrada del rey, no de cosas genéri-
oasy queen todo tiempo acontecen, como «muerto es tu padre ('), un rayo cayó,, aqueles ya obispo, á Pedro robaron, Inés se ahorcó». No creo que ganada es Oranada sea una frase proverbial, que lo mismo pudo emplearse antes que después de la conquista^ y que sólo alude á la dificultad.de la empresa. No es regla segura tampoco el que la acción de una obra
ficticia
haya de coincidir con
los datos de la cronología histórica, per-o «1
señor Foulché nota con razón que esta coincidencia es general en las obras antiguas.
Entendido
el
pasaje de esta manera, sólo nos autoriza para decir que la Celestina
fué escrita jintes do la rtíndicióu de Granada (2 de enero de 1492)
y cuando todavía La guerra había comenzado
se consideraba ésta como un acontecimiento remoto.
en 1482. Su término venturoso nó pudo presagiarse con claridad antes de la toma de Málaga en 1487, Ó más bien hasta la rendición del rey Zagal en Baza (1489). La resistencia de la capital se prolongó todavía dos años.
El Sr. Foulché-Delbosc, que por su
güedad de
la Celestina^ la
tesis contra
Rojas propende á exagerar la anti-
hace remontar hasta 1483, conjeturando que
vencimiento del turco es una reminiscencia del es Itevadaa debe- de. referirse al hundimientQ,.de
sitio
la alusión al
de Rodas en 1480; que «la puente
uno de
los arcos del
tara en Toledo, que fué reparado en 1484; que. -el eclipse de
sol
puente.de Alcán-
puede ser
el
de 17 de
mayo, de 1482, y finalmente, que la frase «aquél es ya obispo» hace pensar en don Pedro González de Mendoza, que comenzó á ser arzobispo de Toledo en 1482. La tal frase es de lo más vago y genérico que puede darse, y áhádie cuadra menos que algran
('5"
Aúíique
las ptilaltras
de Scmpronit) van dirigidas ¿Celestina;' Feria
padre de ésta, que debÍTi estar enterrado
Jiácíá'-rrfttclTÓSíailrtS.
••
'^
^--^^
^
'
ridíciitó entendertóB-del :
-f
.
INTRODL'CCION
xxxix
Cardenal de España, que ja en 1452 era obispo de Calaboira y la Calzada, que en 1468
Sigüenza y en 14-73 arzobispo de Sevilla. ¿Quó podía tener de insólito, ni qiió el que llegase á ocupar la silla primada un varón de
lo fué de
estupor había de causar á nadie
extraordinarios merecimientos, tan poderoso política,
que
Además
además por su
llamado en su tiempo
llegó á ser
el
Sempronio á hechos pasado?, hay que contar entre todo lo contrario de
que
lo
Se
se quiebran de sutiles. Si alude
ellos la
toma do Granada,
es decir,
pretende demostrar. Por consiguiente, no hay prueba
alguna, ni indicio siquiera, de que
y 1481. Más natural
riqueza y sabiduría
tercer Rey de España?
argumentos son contraproducentes ó
estos
linaje,
Celestina fuese compuesta entre los años 1482
la
es creerla del último decenio del siglo,
liable con cualquier interpretación
que
se de á las palabras de
y
este pareceres conci-
Sempronio, y con
que
lo
podemos conjeturar acerca de la edad de Rojas. Es tal la ilusión de realidad que la Tragicomedia produce, que ha hecho pensar á algunos que puede estar fundada en un suceso verdadero, y ser históricas las principales figuras. Sin llegar á tanto, sospechamos que hay algunas alusiones incidentales á
cosas que
aucto
el
abuelo»
el I:
tiempo ha borrado. Aquellas horribles palabras de Sempronio á Caliste en
«Lo de
abuela con
tii
ximio, ¿hablilla fué? testigo es
el
el cuchillo
de tu
ocultan probablemente alguna monstruosa
,
viene insistir más. Acaso
la
y nefanda historia en que no convenganza del judío converso se cebó en la difamación déla
limpia sam/re de algún mancebo de claro
linaje,
de cosa no inventada
me
a(^nella venida del
Celestina del
(y sobre este pasaje
embaxador
Desde antiguo
(acto
la
atención
el Sr.
Foulché-Delbosc)
francés^ á quien engañó dándole gato por liebre la picara
modo que Pármeno
hazañas de su madrina
parecido á Caliste. También tiene visos
llamó
lo
cuenta en su famosa descripción de
la vida
se supuso personaje real á la
famosa hechicera y se enlazó su
recuerdo con tradiciones locales de Salamanca, donde suponían muchos que pasaba
Ya
acción del drama.
y
I).
se consigna esta especie en
uno de
los escritos
lá
módicos del famoso
Amato Lusitano (Juan Rodríguez lla
Universidad
cola animal
el
de Castelobranco), que terminó sus estudios eu aqueaño 1529. Habla en su comentario á Dioscórides de una fábrica de
que había en Salamanca, junto
al
puente del Termes y no
de Celestina, mujer famosa de quien se hace mención en
mon
bea:
pi'ocul
»dia Calisti
en
la
et
lejos
de
la
casa
comedia de Caliste y Melia domo Celestinae mulieris famosissimaejot de qnale a^jitur in nomoe-
Melibeae»
Atenas castellana
entender que Celestina
Sancho de Muñón, que era natural de Salamanca y puso teatro de su Trarjicoinedia de Lisandro ij Roselia (1542), da á (').
el
la
la
barbuda vivió
allí
y también su discípula y heredera
Elicia
(-).
El doncel de Xérica, Bartolomé de Villalba y Estaña, en El Pelegrina Carioso, obra (')
In Dioscoridis Anazarbei de materia medica
libros quinqué, enarrutiones erudltissimi Doctor!
Amati Lusitani. Venetiis, apud Gualíerum Scotum, 15ó3, Llamó por primera vez la atención sobre este texto medicina portugueza^ 1895,
Véanse Portuí^al,
Dr. D.
la precio-;a
Amato
traducido para .,.,(^),c(¿Q!ié Jila
Lusitano.
la
A sua
vida
Celextina en
revista Xucatro
más
en. 99, pág. 1^07.
Dr. Pedro Dias, Archivos da historia da
pá* altas y bellas, De mí fueron combatidas;
Y ablandadas y Con mis
vencidas
sabrosas razones,
Pusi ron sus corazones l'!n
mis manos ya rendidas...
.
(Siguen otras dos estrofas), Claro es que ni la sepultura de Celestiníi en San í-orenzo, ni su epitafio, pueden toniarse en serio,
pero son un nuevo documento de la tradición salman;ina, (Vid.
Tragicomedia de Lisandro..
tomo in de Libros Raros ó Curioseos, p 35.) (>) El Pelegrina Curioso y Grandezas de Eupuña
Sociedad de Bibliófilos Españo-
les.
Tomo (-)
I.
....
Puhlicalo
la
...
Madrid. 1886, pág. 310.
Tanto este pasaje como
el
de
El Felegrino fueron
_\a
acotados
por
el
Sr.
Foulclié-
Delbo-c. (3) Primera Parte de las Nimphas y Pastores de Henares Diuidida en seys libros. Compuesta por Bernardo Goncahz de Bouadilln, Estudiante en la insigne Universidad de SaJamai-a.. .. Impressa en Alcalá de Henares, por fuan Gradan, A:~o de M.D.LXXXVTÍ, fol. 178.
IN'TRODUCClUX de que habla Melibea: «Subamos, señor, >deleytosa vista de los nav¡05> (Aucto
muy
ce
a