Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica : servicio, redes y espacios de identidad (1576 ca.-1650 ca.) [1 ed.] 8400109228, 9788400109226

Este libro aborda el análisis de algunas de las ramas del entramado de los Serra, una familia genovesa que adquirió un s

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LOS SERRA, ENTRE LA REPUBLICA DE GENOVA Y LA MONARQUIA HISPANICA
INDICE GENERAL
INDICE DE TABLAS, MAPAS, ILUSTRACIONES Y FIGURAS
AGRADECIMIENTOS
Introducción
1. Redes, servicios y espacios de identidad para la comprensión de la Monarquía Hispánica
2. Metodología y fuentes para el estudio de una familia
3. Estructura del trabajo
PARTE I. LA RED TRASNACIONAL DE LOS SERRA
CAPITULO 1. Una república de familias y la Monarquía Hispánica a finales del siglo XVI-principios del XVII
1. Los Serra de Génova: orígenes de los ramos estudiados
2. La coyuntura internacional del «Tiempo de Paces»
3. El deterioro de las relaciones hispano-genovesas a finales del siglo XVI
CAPITULO 2. Entre la oportunidad y la dificultad: la construcción de la red Serra en la Monarquía Hispánica (1560-1590
1. El contexto financiero de Madrid post 1576: Los Serra y las razones de una ausencia
2. Los inicios en Nápoles (décadas de 1560-1580)
3. Los Serra en Génova: la escalada política a partir de la década de 1580
4. La conexión con los grandes centros financieros: Venecia y Flandes
5. Los colaboradores más potentes y la consolidación del triángulo Flandes-Génova-Madrid a partir de la década de 1590
PARTE II. EL SERVICIO A LA MONARQUIA
CAPITULO 3. La escalada en la Corte (1596-1607)
1. Madrid y las redes «heredadas».
2. Battista Serra q. Antonio IV y el Medio General de 1598
3. Plata y juros: los representantes de los Serra en Sevilla
4. Acceder a las galeras: el asiento de Federico Spinola de Luccoli (1605)
5. Nobles, ministros regios y banqueros: amigos y socios entre los poderosos de la Corte
CAPITULO 4. El decreto de 1627 y las gestiones de la Diputacion del Medio General de 1608-1617
1. Una red «salvavidas» de potentes financieros a las puertas de la suspensión de pagos de 1607
2. El asiento del 1 de mayo de 1607
3. Los Serra ante el decreto de suspensión
4. Los Serra y el débito público hispánico antes de 1607
5. Los juros de los repartimientos del Medio General de 1608
6. Los últimos años de la Diputación: el feudo
CAPITULO 5. La diversificación del servicio y de la inversión (décadas de 1610-1620)
1. ¿Qué diversificación? El Mediterráneo «congénito» y su articulación con otros espacios
2. Dineros y galeras en una coyuntura de urgencia
3. El alejamiento de Madrid y los años de itinerancia de Battista Serra (1617-1623)
4. Las condiciones biológicas de la familia: la problemática de la muerte
5. La difícil gestión de una «empresa» policéntrica: la fedecommissaria
6. Centros conectados: redes septentrionales y meridionales
CAPITULO 6. El impacto de la «crisis» (década de 1620)
1. La embajada de Battista Serra y la crisis del agregado hispano-genovés (1623-1627)
2. «Hora il tutto è cambiato assai»: Battista Serra y los poderosos de Madrid
3. La red Serra en vísperas del Decreto
4. El Decreto de 1627
5. La respuesta de la red Serra
6. Hacia una nueva fase
CAPITULO 7. Filoespañoles ante la guerra total (décadas de 1630 y 1640)
1. Reclutando mediadores entre Génova y España: la gestión de una relación turbulenta
2. Los Serra y el relevo generacional al servicio del Católico
3. Battista Serra: entre la ruptura y la continuidad
4. Las dificultades en el servicio: la ambigüedad del patronazgo regio
PARTE III: ESPACIOS DE IDENTIDAD
CAPITULO 8. El elemento local y la red: comercio, finanzas y fiscalidad en Nápoles
1. Nápoles, política hispánica y redes genovesas (ca. 1560-ca. 1610)
2. Ottavio Serra (ca. 1567-1639) y Battista Serra: correspondencias entre Nápoles y Madrid
3. Ottavio Serra: una bisagra entre Génova, el virrey y la nación genovesa de Nápoles
4. El gobierno del arrendamiento del hierro: una actividad en red
5. Financiación y aprovisionamiento de las galeras genovesas en Nápoles
CAPITULO 9. Identidades genovesas en Nápoles: perfiles de nobleza
1. El contexto del ennoblecimiento: moneda y reforma (década de 1620)
2. Dos maneras de ser nobles: los Serra de Carovigno y los de Cassano
3. San Giorgio de’ Genovesi de Nápoles: ¿un vínculo con la madre patria?
CAPITULO 10. Los Serra y Castilla
1. La familia y la nobleza castellana
2. La sucesión al patrimonio y la creación de espacios de identidad
3. ¿Castilla o Italia? Entre el interés y el distanciamiento
CAPITULO 11. Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material
1. Estar en Génova para servir a la Monarquía: contra una visión dicotómica
2. Casas, palacios, tiendas: la construcción de una identidad urbana
3. Las residencias de recreo: las ville genovesas
4. Una cultura cosmopolita
CAPITULO 12. Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca
1. La respuesta a una religión cívica
2. La influencia de la Reforma católica
CONCLUSIONES
ANEXO GENEALOGICO
INDICE ONOMASTICO
BIBLIOGRAFIA
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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica : servicio, redes y espacios de identidad (1576 ca.-1650 ca.) [1 ed.]
 8400109228, 9788400109226

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Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia

El trabajo combina la escala micro y macrohistórica en las distintas temáticas afrontadas: desde el estudio de los orígenes de la familia y de la construcción de su red transnacional, pasando por el papel destacado jugado por los distintos servicios a la Monarquía Hispánica (finanzas, deuda, asientos de galeras y militares, principalmente), y hasta el análisis de las formas de inversión, la exhibición del estatus y las expresiones culturales que definieron las identidades de la familia en aquellos espacios en los que operó. Mediante un estudio exhaustivo de multitud de fuentes italianas y españolas y un enfoque multidisciplinar, el caso presentado constituye un estudio de una élite transnacional que pone de manifiesto la entidad policéntrica de los Estados del Antiguo Régimen, así como las concomitancias entre las formaciones monárquicas y republicanas en la Edad Moderna, fuertemente dependientes de los servicios económicos, culturales y políticos de los particulares genoveses.

9 Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

CSIC

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Servicio, redes y espacios de identidad (1576 ca.-1650 ca.)

Serie Histórica

1. E  spadas Burgos, M. (ed.): España y la República Romana de 1849. 2. G  onzález Salinero, R.: Las conversiones forzosas de los judíos en el reino visigodo. 3. Segarra Crespo, D. (ed.): Transcurrir y recorrer: la categoría espacio-temporal en las religiones del mundo clásico. 4. M  artínez-Pinna, J.: Tusculum latina. Aproximación histórica a una ciudad del antiguo Lacio (siglos vi-iv a. C.). 5. F  umadó Ortega, I.: Cartago. Historia de la investigación. 6. G  onzález Salinero, R.: Infelix Ivdaea. La polémica antijudía en el pensamiento histórico-político de Prudencio. 7. C  acciotti, B. (ed.): El XIV duque de Alba coleccionista y mecenas de arte antiguo y moderno. Il XIV duca d’Alba collezionista e mecenate di arte antica e moderna. 8. T  ello Hernández, E.: Pro defensione regni: Corona, Iglesia y fiscalidad durante el reinado de Pedro IV de Aragón (1349-1387).

Este libro aborda el análisis de algunas de las ramas del entramado de los Serra, una familia genovesa que adquirió un singular papel como interlocutora entre la República ligur y la Monarquía Hispánica, sobre todo desde finales del siglo xvi y hasta el reinado de Felipe IV. Para dicho cometido, los Serra articularon una abigarrada red de parientes, socios y correspondientes que abrazaba emplazamientos claves para la logística hispánica, además de diversos ámbitos de inversión y servicios extremadamente dependientes del contexto internacional y local, de las condiciones de la familia y de los intereses específicos de los sujetos y de las distintas ramas a las que pertenecían.

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Serie Histórica

Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia (Sevilla, 1982) es doctora con mención «europea» por la Universidad Pablo de Olavide. Su tesis, defendida en 2015, dirigida por Manuel Herrero Sánchez y titulada Una familia genovesa entre la República y la Monarquía Hispánica: Battista Serra como modelo de red transnacional en un sistema policéntrico (finales del s. xvi-mediados del s. xvii), obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. Ha realizado numerosas estancias de investigación financiadas en centros de excelencia españoles e italianos, entre los que destacan el Istituto Italiano per gli Studi Storici de Nápoles, la Universidad de Génova, la Universidad de Pisa, la Società Napoletana di Storia Patria y la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma-CSIC (2018-2020). Entre sus principales líneas de investigación se encuentran las redes mercantiles, las relaciones entre Génova y la Monarquía Hispánica y las fórmulas de conformación de identidades en la Monarquía Hispánica (siglos xvi-xvii) por parte de las comunidades genovesas. Actualmente es investigadora posdoctoral en el proyecto ERC DisComPoSe («Disasters, Communication and Politics in Southwestern Europe») de la Universidad Federico II de Nápoles.

Imagen de cubierta: detalle de documento de archivo y retrato de María Serra Pallaviciano (1606), de Rubens.

23/12/21 14:07

Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia

El trabajo combina la escala micro y macrohistórica en las distintas temáticas afrontadas: desde el estudio de los orígenes de la familia y de la construcción de su red transnacional, pasando por el papel destacado jugado por los distintos servicios a la Monarquía Hispánica (finanzas, deuda, asientos de galeras y militares, principalmente), y hasta el análisis de las formas de inversión, la exhibición del estatus y las expresiones culturales que definieron las identidades de la familia en aquellos espacios en los que operó. Mediante un estudio exhaustivo de multitud de fuentes italianas y españolas y un enfoque multidisciplinar, el caso presentado constituye un estudio de una élite transnacional que pone de manifiesto la entidad policéntrica de los Estados del Antiguo Régimen, así como las concomitancias entre las formaciones monárquicas y republicanas en la Edad Moderna, fuertemente dependientes de los servicios económicos, culturales y políticos de los particulares genoveses.

9 Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica Servicio, redes y espacios de identidad (1576 ca.-1650 ca.)

Serie Histórica

1. E  spadas Burgos, M. (ed.): España y la República Romana de 1849. 2. G  onzález Salinero, R.: Las conversiones forzosas de los judíos en el reino visigodo. 3. Segarra Crespo, D. (ed.): Transcurrir y recorrer: la categoría espacio-temporal en las religiones del mundo clásico. 4. M  artínez-Pinna, J.: Tusculum latina. Aproximación histórica a una ciudad del antiguo Lacio (siglos vi-iv a. C.). 5. F  umadó Ortega, I.: Cartago. Historia de la investigación. 6. G  onzález Salinero, R.: Infelix Ivdaea. La polémica antijudía en el pensamiento histórico-político de Prudencio. 7. C  acciotti, B. (ed.): El XIV duque de Alba coleccionista y mecenas de arte antiguo y moderno. Il XIV duca d’Alba collezionista e mecenate di arte antica e moderna. 8. T  ello Hernández, E.: Pro defensione regni: Corona, Iglesia y fiscalidad durante el reinado de Pedro IV de Aragón (1349-1387).

Este libro aborda el análisis de algunas de las ramas del entramado de los Serra, una familia genovesa que adquirió un singular papel como interlocutora entre la República ligur y la Monarquía Hispánica, sobre todo desde finales del siglo xvi y hasta el reinado de Felipe IV. Para dicho cometido, los Serra articularon una abigarrada red de parientes, socios y correspondientes que abrazaba emplazamientos claves para la logística hispánica, además de diversos ámbitos de inversión y servicios extremadamente dependientes del contexto internacional y local, de las condiciones de la familia y de los intereses específicos de los sujetos y de las distintas ramas a las que pertenecían.

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Serie Histórica

CSIC

Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia (Sevilla, 1982) es doctora con mención «europea» por la Universidad Pablo de Olavide. Su tesis, defendida en 2015, dirigida por Manuel Herrero Sánchez y titulada Una familia genovesa entre la República y la Monarquía Hispánica: Battista Serra como modelo de red transnacional en un sistema policéntrico (finales del s. xvi-mediados del s. xvii), obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. Ha realizado numerosas estancias de investigación financiadas en centros de excelencia españoles e italianos, entre los que destacan el Istituto Italiano per gli Studi Storici de Nápoles, la Universidad de Génova, la Universidad de Pisa, la Società Napoletana di Storia Patria y la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma-CSIC (2018-2020). Entre sus principales líneas de investigación se encuentran las redes mercantiles, las relaciones entre Génova y la Monarquía Hispánica y las fórmulas de conformación de identidades en la Monarquía Hispánica (siglos xvi-xvii) por parte de las comunidades genovesas. Actualmente es investigadora posdoctoral en el proyecto ERC DisComPoSe («Disasters, Communication and Politics in Southwestern Europe») de la Universidad Federico II de Nápoles.

Imagen de cubierta: detalle de documento de archivo y retrato de María Serra Pallaviciano (1606), de Rubens.

Serie Histórica - 9

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

SERIE HISTÓRICA

Dirección Antonio Pizzo, Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, CSIC Secretaría Elena María García Guerra, Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, CSIC Comité Editorial Marcella Aglietti, Università di Pisa Elena Calandra, Ministero per i Beni e le Attività Culturali e per il Turismo Antonio Duplá Ansuátegui, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Vincenzo Lavenia, Universita degli Studi di Bologna Daniele Malfitana, Istituto per i Beni Archeologici e Monumentali, CNR Manfredi Merluzzi, Universitá degli Studi Roma Tre Isabel Sánchez Ramos, Universidad Pablo de Olavide María Ángeles Utrero Agudo, Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, CSIC Consejo Asesor María Teresa D’Alessio, Sapienza Universitá di Roma Javier Arce Martínez, Université de Lille Ana Margarida Arruda, Universidade de Lisboa Martin Baumeister, Deutsches Historisches Institut Francesco Benigno, Scuola Normale Superiore di Pisa María Belén Deamos, Universidad de Sevilla Hélène Dessales, Ecole Normale Supérieure Rafael Hidalgo Prieto, Universidad Pablo de Olavide Gloria Mora Rodríguez, Universidad Autónoma de Madrid Anna Maria Oliva, Istituto di Storia dell’Europa Mediterranea, CNR Pilar Pavón Torrejón, Universidad de Sevilla Leonor Peña Chocarro, Instituto de Historia, CSIC Carmine Pinto, Università degli Studi di Salerno Joaquìn Ruiz de Arbulo Bayona, Universitat Rovira i Virgili Gaetano Sabatini, Istituto di Storia dell’Europa Mediterranea Rafael Valladares Ramírez, Instituto de Historia, CSIC Maria Antonietta Visceglia, Sapienza Università di Roma Andrew Wallace-Hadrill, University of Cambridge José Ángel Zamora López, Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, CSIC

Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica Servicio, redes y espacios de identidad (1576 ca.-1650 ca.)

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Madrid, 2022

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones. Esta investigación se ha desarrollado en el ámbito del proyecto I+D+I «Res Publica Monárquica. La Monarquía Hispánica, una estructura imperial policéntrica de repúblicas urbanas» (REXPUBLICA, PGC2018-095224-B-I00) dirigido por el prof. Manuel Herrero Sánchez (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla). Además, este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto ERC DisComPoSE. «Disasters, Communication and Politics in Southwestern Europe» (European Union’s Horizon 2020 research and innovation programme– grant agreement No 759829). El libro refleja únicamente la opinión de la autora y la Agencia no se hace responsable del uso de la información que contiene. Catálogo de publicaciones de la Administración General del Estado: https://cpage.mpr.gob.es Editorial CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])

© CSIC © Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia © De las ilustraciones, las fuentes mencionadas Imagen de cubierta: detalle del documento de archivo «Notizie e documenti relativi all’acquisto del palazzo in Genova, a piazza Banchi, fatto da Nicolò Serra nell’anno 1598; origine della vertenza con le monache di Santa Chiara». En Archivio Serra di Cassano, Parte seconda, vol. 35, 9. Detalle del retrato de Maria Serra Pallavicino (1606), de Pieter Paolo Rubens. Situado en la Kingston Lacy Estate, Dorset. ISBN: 978-84-00-10922-6 e-ISBN: 978-84-00-10923-3 NIPO: 833-22-005-1 e-NIPO: 833-22-006-7 Depósito Legal: M-447-2022 Edición a cargo de Grupo Editorial Avant Press S.L. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

ÍNDICE GENERAL

Índice de tablas, mapas, ilustraciones y figuras........................... 13 Siglas y abreviaturas de archivos y bibliotecas presentes en la obra............................................................................................. 23 Agradecimientos................................................................................. 25 Introducción........................................................................................ 33 1. Redes, servicios y espacios de identidad para la comprensión de la Monarquía Hispánica.. 34 2. Metodología y fuentes para el estudio de una familia genovesa al servicio de la Monarquía Hispánica... 65 3. Estructura del trabajo.................................................. 75 Parte I. La red transnacional de los Serra........................... 85 Capítulo 1. Una república de familias y la Monarquía Hispánica a finales del siglo xvi-principios del xvii........ 87 1. Los Serra de Génova: orígenes de los ramos estudiados................................................... 89 2. La coyuntura internacional del «Tiempo de Paces»... 105 3. El deterioro de las relaciones hispano-genovesas a finales del siglo xvi.................................................. 119 Capítulo 2. Entre la oportunidad y la dificultad: la construcción de la red Serra en la Monarquía Hispánica (1560-1590)............................................................ 141 1. El contexto financiero de Madrid post 1576: los Serra y las razones de una ausencia.................. 143 2. Los inicios en Nápoles (décadas de 1560-1580).... 147 3. Los Serra en Génova: la escalada política a partir de la década de 1580.................................... 153

Índice general

4. La conexión con los grandes centros financieros: Venecia y Flandes........................................................ 158 5. Los colaboradores más potentes y la consolidación del triángulo Flandes-Génova-Madrid a partir de la década de 1590................................................... 170 Parte II. El servicio a la monarquía......................................... 185 Capítulo 3. La escalada en la Corte (1596-1607)............. 187 1. Madrid y las redes «heredadas».................................. 189 2. Battista Serra q. Antonio IV y el Medio General de 1598......................................... 202 3. Plata y juros: los representantes de los Serra en Sevilla........................................................................ 216 4. Acceder a las galeras: el asiento de Federico Spinola de Luccoli (1605).......................................... 228 5. Nobles, ministros regios y banqueros: amigos y socios entre los poderosos de la Corte............... 235 Capítulo 4. El decreto de 1627 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617........ 257 1. Una red «salvavidas» de potentes financieros a las puertas de la suspensión de pagos de 1607........... 259 2. El asiento del 1 de mayo de 1607............................ 264 3. Los Serra ante el decreto de suspensión................. 271 4. Los Serra y el débito público hispánico antes de 1607................................................................ 276 5. Los juros de los repartimientos del Medio General de 1608.............................................. 285 6. Los últimos años de la Diputación: el feudo......... 309 Capítulo 5. La diversificación del servicio y de la inversión (décadas de 1610-1620).......................... 325 1. ¿Qué diversificación? El Mediterráneo «congénito» y su articulación con otros espacios........................ 327 2. Dineros y galeras en una coyuntura de urgencia... 333

8

Índice general

3. El alejamiento de Madrid y los años de itinerancia de Battista Serra (1617-1623)...................................... 355 4. Las condiciones biológicas de la familia: la problemática de la muerte..................................... 362 5. La difícil gestión de una «empresa» policéntrica: la fedecommissaria............................................................. 368 6. Centros conectados: redes septentrionales y meridionales............................................................... 380 Capítulo 6. El impacto de la «crisis» (década de 1620)..................................................................... 399 1. La embajada de Battista Serra y la crisis del agregado hispano-genovés (1623-1627)............ 401 2. «Hora il tutto è cambiato assai»: Battista Serra y los poderosos de Madrid........................................ 435 3. La red Serra en vísperas del Decreto....................... 457 4. El Decreto de 1627...................................................... 476 5. La respuesta de la red Serra....................................... 483 6. Hacia una nueva fase................................................... 492 Capítulo 7. Filoespañoles ante la guerra total (décadas de 1630 y 1640)...................................................... 503 1. Reclutando mediadores entre Génova y España: la gestión de una relación turbulenta...................... 505 2. Los Serra y el relevo generacional al servicio del Católico................................................................... 517 3. Battista Serra: entre la ruptura y la continuidad.... 526 4. Las dificultades en el servicio: la ambigüedad del patronazgo regio.................................................... 540 Parte III: Espacios de identidad.................................................. 573 Capítulo 8. El elemento local y la red: comercio, finanzas y fiscalidad en Nápoles.......................................... 575 1. Nápoles, política hispánica y redes genovesas (ca. 1560-ca. 1610)........................................................ 577

9

Índice general

2. Ottavio Serra (ca. 1567-1639) y Battista Serra: correspondencias entre Nápoles y Madrid............. 593 3. Ottavio Serra: una bisagra entre Génova, el virrey y la nación genovesa de Nápoles............. 605 4. El gobierno del arrendamiento del hierro: una actividad en red.................................................... 634 5. Financiación y aprovisionamiento de las galeras genovesas en Nápoles................................................. 680 Capítulo 9. Identidades genovesas en Nápoles: perfiles de nobleza.................................................................. 701 1. El contexto del ennoblecimiento: moneda y reforma (década de 1620)....................................... 703 2. Dos maneras de ser nobles: los Serra de Carovigno y los de Cassano...................................... 712 3. San Giorgio de’ Genovesi de Nápoles: ¿un vínculo con la madre patria?............................. 746 Capítulo 10. Los Serra y Castilla......................................... 769 1. La familia y la nobleza castellana.............................. 771 2. La sucesión al patrimonio y la creación de espacios de identidad.................................................. 784 3. ¿Castilla o Italia? Entre el interés y el distanciamiento......................................................... 798 Capítulo 11. Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material..................................................................... 821 1. Estar en Génova para servir a la Monarquía: contra una visión dicotómica.................................... 823 2. Casas, palacios, tiendas: la construcción de una identidad urbana............................................. 831 3. Las residencias de recreo: las ville genovesas.......... 859 4. Una cultura cosmopolita............................................. 895 Capítulo 12. Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca............................................ 935

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Índice general

1. La respuesta a una religión cívica................................... 937 2. La influencia de la Reforma católica.............................. 986 Conclusiones........................................................................................ 1031 Anexo genealógico............................................................................. 1059 Índice onomástico.............................................................................. 1073 Bibliografía........................................................................................... 1125

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ÍNDICE DE TABLAS, MAPAS, ILUSTRACIONES Y FIGURAS

Tablas Tabla 1. [pág. 214] Asientos realizados por los Serra antes de la suspensión de pagos de 1607 Tabla 2. [pág. 280] Juros sobre rentas hispánicas a disposición de Girolamo Serra (1598-1607) Tabla 3. [pág. 287] Total de juros castellanos repartidos a la Diputación del Medio General de 1608 (en maravedíes) Tabla 4. [pág. 288] Juros sobre rentas castellanas asignados a Battista y a Girolamo Serra entre 1609 y 1619 (en maravedíes) Tabla 5. [pág. 294] Algunas asignaciones de rentas de juro realizadas por Battista Serra (1610-1619) Tabla 6. [pág. 304] Libros de negocios de Girolamo Burone q. Battista entre 1603 y 1623 Tabla 7. [pág. 316] Valor de las villas de la mesa maestral de Santiago enajenadas por el asiento de 29 de diciembre de 1617 (en maravedíes)

Índice de tablas, mapas, ilustraciones y figuras

Tabla 8. [pág. 317] Distribución de las glosas sobre las villas enajenadas por el asiento de 29 de diciembre de 1617 Tabla 9. [pág. 374] Fideicomisarios de Girolamo Serra en el testamento de 1613 y en el codicilo de Loano de 1616 Tabla 10. [pág. 397] Componentes clave de la red Serra (décadas de 1610-1620) Tabla 11. [pág. 461] Patrimonio de los Serra según la capitazione de 1624 (en liras genovesas) Tabla 12. [pág. 467] Cuotas de capital de la compañía Serra-Centurione fundada en enero de 1621 Tabla 13. [pág. 472] Participación en asientos de dineros por Francesco Serra de Gio. Pietro II o por la compañía Serra-Centurione (1618-1625) Tabla 14. [pág. 475] Cartas de pago de los agentes de la compañía Serra-Centurione a favor de los tenientes tesoreros de las casas de moneda (1622-1624) Tabla 15. [pág. 496] Los Serra tasados en la capitazione de 1630 Tabla 16. [pág. 519] Los Serra tasados en la capitazione de 1636 (en liras genovesas) Tabla 17. [pág. 610] Firmantes de la petición de Giovanni Ambrogio Casella al cónsul de la nación en Nápoles, Ascanio Spinola (30 de marzo de 1609) Tabla 18. [pág. 616] Asientos firmados con el virrey con la participación de Ottavio Serra (1616-1622)

14

Índice de tablas, mapas, ilustraciones y figuras

Tabla 19. [pág. 628] Gastos secretos librados a los virreyes de Nápoles (1610-1644) Tabla 20. [pág. 654] Pagos del cajero/arrendador Stefano Starace a los gobernadores Ottavio Serra y Giovanni Francesco Varese por ingresos derivados del arrendamiento del hierro de Terra di Lavoro y Calabria Citra y Ultra (1613) Tabla 21. [pág. 659] Conceptos que los gobernadores pagaban al arrendador por el suministro de mercancías en la dogana de Nápoles (1614) Tabla 22. [pág. 664] Suministro de mercancías del arrendamiento con la colaboración de la compañía Serra-Spinola y de Genesio Sanguineto (1612) Tabla 23. [pág. 670] Consultas de la Sommaria en las que Ottavio Serra pide el pago por el hierro facilitado al Regio Arsenale (1618-1619) Tabla 24. [pág. 723] Entradas del príncipe de Bisignano por sus tierras feudales en el inventario de 1594 Tabla 25. [pág. 853] Inquilinos de las tiendas de Girolamo Serra en piazza Banchi, 22 de agosto de 1659 Tabla 26. [pág. 854] Inquilinos de las casas y tiendas en San Pancrazio propiedad de Francesco Serra q. Antonio IV (década de 1620) Tabla 27. [pág. 884] Residencias de la familia Serra en Génova o en sus inmediaciones (siglos xvi-xvii) Tabla 28. [pág. 911] Cuadros presentes en el inventario del palacio de Girolamo Serra q. Paolo II en Génova (1617)

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Índice de tablas, mapas, ilustraciones y figuras

Tabla 29. [pág. 912] Cuadros presentes en el inventario del castillo de Strevi de Girolamo Serra q. Paolo II (1617) Tabla 30. [pág. 916] Tapices presentes en el inventario de Francesco Serra q. Antonio IV (1628) Tabla 31. [pág. 917] Inventarios de Girolamo Serra q. Paolo II (1617) y de Francesco Serra q. Antonio IV (1628) Tabla 32. [pág. 924] Cuadros presentes en el inventario de Francesco Serra q. Antonio IV (1628) Tabla 33. [pág. 951] Mandas testamentarias de algunos varones Serra destinadas a pobres de Génova y a las «cuatro obras pías» genovesas Tabla 34. [pág. 956] Mandas testamentarias femeninas destinadas a pobres de Génova y a las «cuatro obras pías» genovesas Tabla 35. [pág. 979] Dotes de las mujeres Serra o casadas con Serra (finales del s. mediados del s. xvii)

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Tabla 36. [pág. 1013] Iglesias, monasterios y capillas bajo patronato de la familia Serra en Génova (siglos xvi-xvii) Tabla 37. [pág. 1022] Fideicomisarios nombrados por mujeres Spinola de Luccoli

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Índice de tablas, mapas, ilustraciones y figuras

Mapas Mapa 1. [pág. 255] Principales centros de la red Serra (1598-1610) Mapa 2. [pág. 396] Centros para el funcionamiento de la red Serra (1610-1620) Mapa 3. [pág. 650] Las doce provincias del reino de Nápoles con indicación de las principales producciones manufactureras Mapa 4. [pág. 845] Distribución de las residencias Serra en el centro histórico de Génova, siglos xvi y xvii Mapa 5. [pág. 862] Ville genovesas en Sampierdarena Ilustraciones Ilustración 1. [pág. 100] Representación del albergo Lercaro con las armas de todas las casas a él agregadas Ilustración 2. [pág. 669] La fábrica de Follonica, alquilada por el estado de Piombino a la familia Sanguineto Ilustración 3. [pág. 739] Palazzo Serra di Cassano de Nápoles Ilustración 4. [pág. 750] Iglesia de San Giorgio De’ Genovesi de Nápoles Ilustración 5. [pág. 754] Planta de la iglesia de San Giorgio De’ Genovesi de Nápoles

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Índice de tablas, mapas, ilustraciones y figuras

Ilustración 6. [pág. 775] Detalle de planta de Madrid de Pedro Texeira, 1656 Ilustración 7. [pág. 841] Detalle del nicho con escudo de los Serra en el patio del palacio situado en vico delle Mele, 6 Ilustración 8. [pág. 842] Detalle de la escalinata del palacio Serra en vico delle Mele, 6 Ilustración 9. [pág. 843] Detalle de la fachada y entrada del palacio Serra en vico delle Mele, 6 Ilustración 10. [pág. 846] Fachada de un palacio de Girolamo Serra en piazza Banchi Ilustración 11. [pág. 865] Logia de la villa de Girolamo Serra (también llamada «SerraMonticelli»). Vía Nicolò Daste, 34, Sampierdarena (Génova) Ilustración 12. [pág. 866] Fachada principal de la villa de Girolamo Serra (o «SerraMonticelli»). Vía Nicolò Daste, 34 en Sampierdarena (Génova) Ilustración 13. [pág. 879] Villa de Paolo Serra q. Antonio IV en vía Antonio Cantore, 31, Sampierdarena (Génova) Ilustración 14. [pág. 931] Retrato de Maria Serra Pallavicino (1606) de Pieter Paul Rubens, en Kingston Lacy Estate, Dorset Ilustración 15. [pág. 932] Retrato de Veronica Spinola Serra (ca. 1607) de Pieter Paul Rubens, en Galería Karlsruhe (State Art Gallery of Karlsruhe) Ilustración 16. [pág. 933] Veronica Spinola Serra (ca. 1607) de Pieter Paul Rubens, en The Faringdon Collection, Buscot Park, Oxfordshire

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Índice de tablas, mapas, ilustraciones y figuras

Ilustración 17. [pág. 1005] Capilla dell’Assunta bajo el patronato de la familia Serra, en la basílica de San Siro, Génova Ilustración 18. [pág. 1006] Detalle del relieve de la capilla dell’Assunta bajo patronato de la familia Serra, en la basílica de San Siro (Génova) Ilustración 19. [pág. 1017] Escudo de la familia Serra referido a Nicolò Serra q. Paolo II, en el monasterio de Santa Chiara di Albaro (Génova) Figuras Figura 1. [pág. 303] Situaciones de los juros percibidos por Battista Serra (1610-1619)

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A mi madre, Cristina

SIGLAS Y ABREVIATURAS DE ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS PRESENTES EN LA OBRA

AAV = Archivio Apostolico Vaticano ADP = Archivio Doria Pamphilj AGi = Archivo General de Indias AGS = Archivo General de Simancas CCGG = Contadurías Generales CMC = Contaduría Mayor de Cuentas CME = Contaduría de Mercedes DGT = Dirección General del Tesoro AHN = Archivo Histórico Nacional OM = Órdenes Militares AMIPT = Archivio della Chiesa Santa Maria Incoronatella detta della Pietà dei Turchini di Napoli ASAPN = Archivio Storico dell’Arciconfraternita dei Pellegrini di Napoli ASBNa = Archivio Storico Banco di Napoli-Fondazione SS = Spirito Santo ASC = Archivio Serra di Cassano ASDNa = Archivio Storico della Diocesi di Napoli ASFi = Archivio di Stato di Firenze ASGe = Archivio di Stato di Genova AS = Archivio Segreto NA = Notai Antichi

Siglas y abreviaturas

ASNa = Archivio di Stato di Napoli ASR = Archivio di Stato di Roma BCB = Biblioteca Civica Berio di Genova M. r. = Manoscritti rari BNE = Biblioteca Nacional de España Mss. = Manuscritos BNNa = Biblioteca Nazionale di Napoli Mss. = Manoscritti a. = año; aa. = años exp. = expediente fol. = folio; fols. = folios gb = giornale di banco gc = giornale di cassa inc.= incartamento leg. = legajo m. = matricola mrs. = maravedíes n. = número p. = página; pp. = páginas q. = quondam vol. = volumen ; vols. = volúmenes VV. AA. = Varios autores

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AGRADECIMIENTOS

La monografía que el lector tiene entre manos es el resultado de quince años de investigación durante los cuales he podido entrar en contacto con instituciones y personas que han contribuido enormemente a su enriquecimiento y sin los cuales este trabajo no habría visto la luz. Han sido años de dificultades, sacrificios y dudas, pero también de continuo aprendizaje y de experiencias estimulantes que han marcado no solo el desarrollo del libro, sino también mi vida personal. Mi primer agradecimiento va, sin lugar a dudas, para Manuel Herrero Sánchez, un espléndido maestro, imparcial, generoso y paciente y un referente constante a nivel científico y humano en mi vida. Gracias Manuel por tu apoyo incondicional y, sobre todo, por la amistad sincera que me has demostrado en todos estos años. Asimismo, agradezco a todos los compañeros del Área de Historia Moderna de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla con los que he trabajado durante mis años de contratada predoctoral y de los que he tenido ocasión de aprender tanto. Este libro es el fruto de la profunda revisión, restructuración y ampliación con nuevos documentos de los contenidos presentados en mi tesis doctoral Una familia genovesa entre la República y la Monarquía Hispánica: Battista Serra como modelo de red transnacional en un sistema policéntrico (finales del siglo xvi-mediados del s. xvii, dirigida por Manuel Herrero Sánchez y defendida en la Universidad Pablo de Olavide en 2015 en el ámbito de los cursos de doctorado «Europa, el Mediterráneo y su difusión

Agradecimientos

atlántica». Dichos cursos y los compañeros con los que tuve la suerte de compartir esta etapa de mi vida fueron fundamentales para mi formación científica. Una especial mención la quiero dedicar a Huemac Escalona y a Eleonora Poggio que fueron un apoyo personal importantísimo durante mis primeros años de investigación, y que, aún hoy, a pesar de la distancia, son elementos preciosos en mi vida. En la realización de dichos cursos y de mis sucesivas estancias en centros nacionales y extranjeros han sido decisivas las becas y contratos que se me han adjudicado, como las obtenidas para la realización de la tesis doctoral concedidas por el Plan Propio de la Universidad Pablo de Olavide y por la Fundación El Monte, ambas asociadas al grupo Plan Andaluz de Investigación dirigido por Juan Fernández Valverde y al que todavía sigo adscrita.1 En lo que respecta a mis estancias predoctorales en Nápoles, quiero agradecer sinceramente a la dirección del Istituto Italiano di Studi Filosofici, personificada en Marta Herling, y al que fue jefe de redacción del instituto, Stefano Palmieri, por la oportunidad que me brindaron en noviembre de 2011, cuando me concedieron, y después renovaron, una de las becas de la institución para el desarrollo de mi proyecto en Nápoles hasta 2013. Mi investigación predoctoral en esta ciudad fue igualmente posible gracias a la obtención de la beca Luigi De Rosa concedida por la Fundación Banco di Napoli en 2014. En mi formación posdoctoral han sido decisivas las becas que me concedieron la Società Napoletana di Storia Patria (2015-2016) y la Real Maestranza de Caballería (2016-2017) que me permitieron ampliar el análisis de la documentación napolitana ya iniciado durante la realización de mi tesis. Un especial agradecimiento va dirigido al staff administratrivo, bibliotecario e investigador de la 1 Grupo PAI de la Junta de Andalucía «Europa, el Mediterráneo y su difusión atlántica» (HUM-680). La beca del Plan Propio con referencia PPI0503 y la concedida por la Fundación El Monte con referencia PPI0611.

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Agradecimientos

Escuela Española de Historia y Arqueología-CSIC de Roma donde he podido transcurrir dos años como investigadora posdoctoral contratada entre 2018 y 2020. Especialmente a Rafael Valladares y a José Ramón Urquijo —por su apoyo constante para que este trabajo viera la luz— y a Antonio Pizzo, su actual director, por haber persistido con tesón en ello. Además, esta investigación es fruto del decidido apoyo que he recibido desde octubre de 2020 por parte del proyecto ERC DisComPoSE «Disastri, comunicazione e politica nell’Europa sudoccidentale» (programa de investigación e innovación Horizon 2020 del la Unión Europea — grant agreement n. 759829), dirigido por Domenico Cecere (Universidad Federico II de Nápoles) y al que actualmente estoy vinculada como investigadora posdoctoral. Asimismo, mi participación en estos años en diversos proyectos y grupos de investigación, dirigidos por José María Contreras Mazario,2 Manuel Herrero Sánchez,3 Bartolomé Yun Casalilla,4 Francisco Andújar Castillo,5 Juan Ignacio Pulido Serrano6 y Albane 2 Proyecto de Excelencia «Estudios sobre Europa, el mundo mediterráneo y su difusión atlántica» (P05-HUM-1305), del 2006 al 2009. 3 En primer lugar, participé en el proyecto I+D «Una república mercantil en una Europa de Príncipes: naturaleza y transformaciones del agregado imperial hispano-genovés (1528-1700)» (HUM2006-10206), desde el 2006 al 2009. Posteriormente, he formado parte del proyecto I+D «El papel de las repúblicas europeas en la conformación del Estado moderno: ¿alternativa modernizadora o motor del sistema? (siglos xvi-xvii)» (HAR2010-19686), desde 2011 a 2013 (con una prórroga especial de un año hasta diciembre de 2014). De 2015 a 2018 fui miembro del proyecto I+D, del cual también fue IP Manuel Herrero, denominado «El modelo policéntrico de soberanía compartida (siglos xvi-xvii). Una vía alternativa en la construcción del Estado moderno» (HAR2013-45357-P). 4 Se trataba del proyecto de Excelencia «Nuevos productos atlánticos, ciencia, guerra, economía y consumo en la España del Antiguo Régimen. El caso andaluz (1492-1824)» (HUM-5330), desde 2010 a 2013. 5 Proyecto de Excelencia de la Junta de Andalucía «Identidad e imagen de Andalucía en la Edad Moderna», desde marzo de 2014 y hasta 2017. 6 Proyecto I+D «Redes comerciales en la Edad Moderna: la banca Simón Ruiz (1556-1627)» (HAR2012-39016-C04-04), desde 2013 a 2016.

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Agradecimientos

Cogné7 —a los que agradezco sinceramente por su confianza— ha posibilitado las distintas estancias que he podido efectuar, la consulta y la reproducción de documentos, la publicación de algunos de mis primeros resultados y mi implicación en iniciativas que han abierto nuevas perspectivas a este trabajo. Actualmente, soy parte del equipo investigador del proyecto I+D «Res Publica Monárquica. La Monarquía hispánica, una estructura imperial policéntrica de repúblicas urbanas» (REXPUBLICA, PGC2018- 095224-B-I00), en vigor desde enero de 2019 hasta diciembre de 2022 y en el que se enmarca la aparición de este libro.8 En este largo camino he recibido la ayuda de muchísimos profesores que, de un modo u otro, han contribuido a mejorar esta investigación. Durante los cursos de doctorado, destaco la enorme disponibilidad de James Amelang, así como los consejos de Giovanni Levi y Bartolomé Yun. Sin lugar a dudas, en mi formación como investigadora han influido de manera importante mis estancias en Italia. En ellas, he tenido la suerte de encontrar personas de una incuestionable calidad humana, además de excelentes investigadores. En primer lugar, agradezco al profesor Arturo Pacini, que puso a mi completa disposición su propio despacho, sus conocimientos y sus documentos durante la estancia que realicé en la Universidad de Pisa entre 2007 y 2008, financiada por la beca de postgrado del programa Erasmus-Sócrates. También agradezco al profesor Michele Olivari y a la profesora Ann Katherine Isaacs de la Universidad de Pisa con los que tuve la oportunidad de realizar mis primeras presentaciones en Italia en el marco de sus seminarios, así como de realizar una experiencia 7 Proyecto «Les élites italiennes et les monarchies européennes: circulations et réseaux de pouvoir (xvie- xviiie siècle)» (ELITESIT) dirigido por Albane Cogné y por Étienne Bourdeu y financiado por la Universidad de Tours y por la École Française de Roma, desde 2017 a 2021. 8 Proyecto I+D «Res Publica Monárquica. La Monarquía hispánica, una estructura imperial policéntrica de repúblicas urbanas» (REXPUBLICA, PGC2018095224-B-I00), dirigido por Manuel Herrero Sánchez.

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Agradecimientos

en la Universidad Çukurova (en Turquía) gracias a la red ClioHnet en la que Isaacs participaba. Una mención especial entre los encuentros afortunados en Italia la merecen los profesores Carlo Bitossi y Giovanni Muto. Ambos se han erigido siempre en pilares imprescindibles de mi recorrido científico y humano por sus preciosas sugerencias, su amabilidad y por la confianza que han depositado en mí y que se ha concretado en propuestas de colaboración estimulantes y en nuevos desafíos para mi investigación. Por todo ello, y por el afecto que me han demostrado y que es recíproco, les estaré siempre inmensamente agradecida. Ambos profesores representan dos de las paradas imprescindibles —la genovesa y la napolitana, respectivamente— que han marcado decididamente mi «viaje» científico hacia la escritura de este libro. En Génova he podido contar con los consejos inestimables de los profesores Claudio Marsilio y de Luca Lo Basso, e intercambiar ideas e inquietudes con colegas más jóvenes como Andrea Zappia, Emiliano Beri y Diego Pizzorno. Para la comprensión de la documentación napolitana, ha sido también un importante referente el profesor Gaetano Sabatini que, además, no ha dudado en brindarme su apoyo en otras muchas ocasiones científicas. En el ámbito «napolitano», han sido muchísimas las personas que, de una manera o de otra, han contribuido al desarrollo de esta investigación. Gracias sinceras a Paola Avallone, Giuliana Boccadamo (✝), Luca Covino, Silvana D’Alessio, Renata De Lorenzo, Valentina Favarò, Vittoria Fiorelli, Elisa Novi Chavarria, Raffaella Salvemini y Piero Ventura. Un agradecimiento específico es para Gemma Colesanti, una de las columnas de mi vida académica en Nápoles y cuyos consejos, amistad y determinación me han motivado siempre a seguir adelante con la investigación. En España han sido muchos los profesores que han mostrado un interés especial por mi investigación y que han sido imprescindibles a la hora de aclarar conceptos fundamentales de historia económica o cuestiones metodológicas. Entre ellos, han sido

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Agradecimientos

presencias reconfortantes, pacientes e iluminadoras Carlos Álvarez Nogal, Carmen Sanz Ayán y Alberto Marcos Martín. Esta investigación es también deudora de la magnífica asistencia que he recibido del personal especializado de archivos y bibliotecas. En Simancas, Isabel Aguirre ha constituido una guía constante, no solo en mis visitas al archivo, sino también desde la distancia. En el Archivio di Stato di Genova, destaco la amabilidad del profesor Roberto Santamaria y del resto del personal que me ha atendido. En Nápoles, ha sido también valiosísima la ayuda de Cornelia del Mercato para la comprensión de las escrituras presentes en el Archivio Storico Banco di Napoli. Agradezco a todo el personal de este archivo, siempre atento a las dificultades inherentes a estos fondos bancarios, y especialmente al que fuera su director, Edoardo Nappi. En el ámbito archivístico napolitano, he podido siempre contar con la asistencia de la archivera y amiga Adriana Carnevale, que, junto a la Sovrintendenza degli Archivi della Campania, representada por la que fue directora Maria Luisa Storchi, me facilitaron enormemente el acceso al Archivio Serra di Cassano. En el Archivio di Stato di Napoli he contado siempre con la disponibilidad de sus funcionarios y, especialmente, con la asistencia paciente de Carolina Belli, Gaetano Damiani y Fausto De Mattia. En el Archivio dell’Arciconfraternita dei Pellegrini, he disfrutado de los consejos y del seguimiento de Giovanni Brancaccio y en la biblioteca de la Società Napoletana di Storia Patria de la ayuda inestimable e incombustible de Paola Milone. Sin el sostén de estos profesionales el trabajo actual no habría sido posible. En este largo camino no menos importantes han sido otros compañeros con los que he podido entablar largas conversaciones sobre temas de investigación afines. Entre ellos quiero agradecer especialmente a Ana Quijorna, Alejandro García Montón, Bastien Carpentier, Catia Brilli, Josep San Ruperto Albert y Daniel Muñoz Navarro. Mención aparte merece Benoît Maréchaux, excelente investigador cuyas preguntas, comentarios y críticas han sido esenciales para

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Agradecimientos

el desarrollo de este trabajo. Su amistad y su apoyo incondicionales, su capacidad para ver las cosas desde la justa perspectiva y su habilidad para sacarme una sonrisa en los momentos más duros han sido uno de los mejores regalos que he recibido de esta profesión. En los dos últimos años, ha sido igual de fundamental la amistad de Esther Tello, cuya calidad científica y humana ha constituido un estímulo continuo en mi investigación y en mi vida personal desde que tuve la suerte de conocerla en 2018 en la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma. Este trabajo también es el resultado de la paciencia de mis amigos. Muchos de ellos han facilitado el desarrollo de esta investigación, abriéndome las puertas de su casa en mis diversas estancias (en particular Azahara Martínez, Marina Pleguezuelos, María Mozo y Santiago Palacios) y ayudándome a retomar el contacto con la realidad en los momentos de mayor estrés. En este sentido, toda mi gratitud a Esperanza Rubín, Rafa Gómez, Isabel Lasida, Antonella Cucurullo, Susi Romano y Debora Rimonti. Asimismo, tengo que recordar al amigo que ya no está, Antonio Martínez, singular donde los haya. Y a aquellos «prácticos», como Raffaella del Giudice y Sergio España que, además de constituir un decidido apoyo moral, han puesto a mi disposición sus conocimientos informáticos para el diseño de algunas planimetrías. Un gracias especial va también para Mariangela Bruno, por su complicidad y por su paciencia infinitas a pesar de la distancia. Es difícil encontrar las palabras para manifestar mi enorme agradecimiento hacia mi familia. Gracias a todos vosotros que habéis sabido entender mis ausencias. Un recuerdo especial va para mi tío, Enrique Vila López, que como Antonio, no pudo esperarme. Le agradezco su humor imbatible y que fuera siempre el primero en querer celebrar las metas que alcanzaba. Su entusiasmo me ha acompañado y me acompañará siempre en todo lo que hago y en aquello en lo que creo. A mi compañero en este camino, Andrea Carnevale, por su amor incondicional y cuya sonrisa y confianza han sido acicates imprescindibles en toda mi trayectoria científica

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Agradecimientos

y personal. A mis «madres» napolitanas, Adriana Carnevale y Tosca Cerrone, puertos seguros insustituibles en mi ciudad de adopción. Si bien esta monografía es el resultado del apoyo de personas de inmenso valor y de su generosidad, mi pasión por la investigación y mi voluntad de seguir adelante en este camino a pesar de las dificultades conocidas es principalmente deudora de los esfuerzos y sacrificios realizados por mi madre, Cristina Garfia Pinzón. La distancia que nos ha separado en todos estos años no le han impedido ser siempre un apoyo silencioso, discreto y constante en mi vida. Este trabajo lo dedico a ella, a su altruismo, a su valentía, a su comprensión y, sobre todo, a su capacidad para no perder la confianza en mí incluso cuando mis certezas se tambaleaban.

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Introducción

El papel de los hombres de negocios genoveses en el funcionamiento de la Monarquía Hispánica, sobre todo desde la firma del tratado de condotta en 1528 entre Andrea Doria y Carlos V, ha sido objeto de numerosos estudios que han puesto de relieve su capacidad para insertarse en los circuitos de patronazgo regio, para conectar las élites de los distintos dominios del monarca Católico y para sostener los esfuerzos militares de este último.1 Partiendo de estos presupuestos, en este trabajo se propone el estudio de los Serra, una de las familias de la nobleza vieja genovesa que alcanzó un enorme reconocimiento en sus servicios al soberano hispánico sobre todo durante el reinado de Felipe III.2 Las abigarradas redes 1 Sobre las bases políticas sobre las que se construyó la alianza hispano-genovesa a partir de 1528, véase Pacini, Arturo. I presupposti politici del «secolo dei genovesi». La Riforma del 1528, Génova, Società Ligure di Storia Patria, 1990. Son muchos los trabajos que han explorado los distintos modos de colaboración entre la Monarquía Hispánica y los genoveses durante la Edad Moderna. Un balance general en Herrero Sánchez, Manuel, Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío, Bitossi, Carlo y Puncuh, Dino (eds.), Génova y la Monarquía Hispánica (15281713), 2 vols., Génova, 2011, número monográfico publicado en Atti della Società Ligure di Storia Patria, Nueva Serie, Vol. LI (CXXV), fasc. I. 2 Sobre los Serra, constituye un instrumento de referencia la monografía de Podestà, Musella y Augurio encargada por una descendendiente del ramo napolitano de la misma, Alessandra Serra di Cassano: Podestà, Emilio, Musella, Silvana y Augurio, Francesco. I Serra, Turín, Testo & Immagine, 1999. Sobre la misma familia, véase también el artículo de Damonte centrado principalmente en el siglo xviii: Damonte, Mario. «La famiglia Serra e Gian Carlo Serra» en La Storia dei Genovesi. Atti del Convegno di Studi sui ceti dirigenti nella istituzioni della

Introducción

tejidas por los Serra en los distintos territorios del Católico, sin abandonar nunca su vínculo con la República, ofrecen una excelente oportunidad para reflexionar sobre el funcionamiento de la Monarquía Hispánica, sobre las ventajas y los problemas que podían derivarse de dichas interconexiones para el grupo y para el servicio al rey y sobre las maneras en las que se autopercibían los genoveses en los distintos espacios en los que operaban.3

1. Redes,

servicios y espacios de identidad para la comprensión de la Monarquía Hispánica

Las redes tejidas por los genoveses en época moderna4 han demostrado su importancia en la circulación de la información repubblica di Genova. Genova, 10-12 de giugno 1987, vol. 8, Génova, Centro internazionale di studi sui ceti dirigenti nelle istituzioni della Repubblica di Genova, 1988, pp. 243-271. Sobre los Serra, me permito citar algunas contribuciones por mí realizadas en el marco de mi tesis doctoral: Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío. «Lazos sociales, estrategias de linaje e identidad ‘nacional’ en el siglo xvii: el caso de la familia genovesa de los Serra en perspectiva de género», en Bravo Lozano, Cristina y Quirós Rosado, Roberto (eds.), En tierra de confluencias. Italia y la Monarquía de España, siglos xvi-xviii, Valencia, Albatros, 2013, pp. 156172; id., «La familia Serra al servicio del rey: fuentes para el estudio de una élite transnacional», en Jiménez Estrella, Antonio y Lozano Navarro, Julián J. (eds.), Actas de la XI Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna. Comunicaciones, vol. 1, Granada, Universidad de Granada, 2012, pp. 33-42. 3 El carácter expansivo y plural intrínseco al concepto de red hace de este un óptimo instrumento metodológico para el análisis de los aspectos mencionados. Probablemente el primer autor que conceptualizó la idea de «red social» fue J. Barnes en la década de 1950. Véase Barnes, John. «Class and Committees in a Norwegian Island Parish», Human Relations, 7, 1 (1954), pp. 39-58. 4 Sobre la habilidad de los genoveses para desplegar redes de amplio alcance para la administración de sus negocios véase Doria, Giorgio. «Conoscenza del mercato e sistema informativo: il know-how dei mercanti-finanzieri genovesi nei secoli xvi e xvii», en De Maddalena, Aldo y Kellenbenz, Hermann (eds.), La repubblica internazionale del denaro tra xv e xvii secolo, Bolonia, Il Mulino, 1986, pp. 57-122. El valor preponderante que las comunidades mercantiles y financieras atribuían al establecimiento de relaciones ha hecho de este colec-

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Introducción

y en el suministro de todo tipo de recursos (soldados, capitales, trigo, etc.), necesarios para el sostenimiento de la política exterior del soberano hispánico y para el adecuado abastecimiento de los territorios bajo su gobierno.5 tivo un campo abonado para las investigaciones interesadas en el análisis de redes. Han sido muchos los trabajos publicados al respecto. Nos limitaremos a mencionar solo algunos de ellos para el período moderno: Curtin, Philip. Trade diasporas and cross-cultural trade, en idem, Cross-cultural trade in world history, Cambridge, Cambridge University Press, 1984, pp. 1-14; Subrahmanyam, Sanjay (ed.), Merchant networks in the Early Modern World, Aldershot, Routledge, 1996; Fernández Pérez, Paloma. El rostro familiar de la metrópoli. Redes de parentesco y lazos mercantiles en Cádiz, 1700-1812, Madrid, Siglo XXI, 1997; Trivellato, Francesca. The familiarity of Strangers. The Sephardic Diaspora, Livorno, and Cross-Cultural Trade in the Early Modern Period, New Haven, Yale University Press, 2009; Lamikiz, Xabier. Trade and Trust in the Eigthteenth-Century Atlantic World: Spanish Merchants and their Overseas Networks, Woodbridge, The Boydell Press, 2010; Crespo Solana, Ana. «¿Redes de dependencia inter-imperial? Aproximaciones teóricas a la funcionalidad de los agentes de comercio en la expansión de las sociedades mercantiles», en Pérez Tostado, Igor y García Hernán, Enrique (eds.), Irlanda y el Atlántico Ibérico. Movilidad, participación e intercambio cultural, Valencia, Albatros, 2010, pp. 35-50; Álvarez Nogal, Carlos. «Mercados o redes de mercaderes: el funcionamiento de la feria de Portobelo», en Böttcher, Nikolaus, Hausberger, Bernd e Ibarra, Antonio (eds.), Redes y negocios globales en el mundo ibérico, siglos xvi-xviii, Madrid, Iberoamericana, 2011, pp. 53-86. 5 Una síntesis sobre los orígenes del análisis de redes, sus principios y aplicaciones en Gribaudi, Gabriela. «La metafora della rete: individuo e contesto sociale», Meridiana, 15 (1992), pp. 91-108; Molina, José Luis. El análisis de las redes sociales. Una introducción, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2001; Serra, Rosemary, Logiche di rete. Dalla teoria all’intervento sociale, Milán, FrancoAngeli, 2001; Requena Santos, Félix. Análisis de redes sociales. Orígenes, teorías y aplicaciones, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2003. Algunas consideraciones sobre las posibles aplicaciones del análisis de redes en ámbito histórico en Moutoukias, Nicolás. «Narración y análisis en la observación de vínculos y dinámicas sociales: el concepto de red personal en la historia social y económica», en Bjerg, María Mónica y Otero, Hernán (eds.), Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna, Tandil, CEMLA, 1995, pp. 221-241; Sánchez Balmaseda, María Isabel. Análisis de redes sociales e Historia. Una metodología para el estudio de las redes clientelares, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2001; Lemercier, Claire. «Formal network methods in history: why and how?», en Fertig, Georg (ed.), Social Networks, Political Institutions, and Rural Societies, Turnhout; Brepols, 2011, pp. 281-310.

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Asimismo, los vínculos de muy diverso tipo entablados entre los genoveses y las aristocracias de los dominios hispánicos, además de propiciar la continua renovación de los grupos de poder, contribuyeron también a la adopción de pautas culturales y de comportamiento comunes fundamentales para la cohesión de las élites gobernantes y la reducción del conflicto.6 Si bien la cultura tiende a ocultar su identidad mixta y global, presentándose, en su lugar, como una entidad estática, los estudios históricos de la movilidad evidencian la influencia que tuvieron los flujos de bienes, personas e ideas de muy diversa proveniencia en la entidad de las culturas «locales», ampliando así sus contornos y adoptando tintes cosmopolitas.7 De esta manera, y a pesar de las protestas que generó en  6 Sobre los procesos de integración de las élites hispánicas y sus efectos en la cohesión del Imperio de los Habsburgo véase Spagnoletti, Angelantonio. Le dinastie italiane nella prima età moderna, Bolonia, Il Mulino, 2003. La capacidad de las redes y diásporas mercantiles para generar una cultura transnacional ya fue evidenciada por Curtin, P. H. Cross cultural..., cit. El valor de estas redes de hombres de negocios en la interconexión de las distintas élites y territorios de la Monarquía Hispánica ha sido enfatizado para los Grillo y los Lomellini por Herrero Sánchez, Manuel y Pérez Tostado, Igor. «Conectores del mundo atlántico: los irlandeses en la red comercial internacional de los Grillo y Lomelín», en Pérez Tostado, I. y García Hernán, E. (eds.), Irlanda..., cit., pp. 307-321; para los Spinola por Herrero Sánchez, Manuel. «La red genovesa Spínola y el entramado transnacional de los marqueses de los Balbases al servicio de la Monarquía Hispánica», en Yun Casalilla, Bartolomé (ed.), Las redes del Imperio. Elites sociales en la articulación de la monarquía hispánica, 1492-1714, Madrid, Marcial Pons, 2008, pp. 97-133; para los Cortizos por Sanz Ayán, Carmen. «Procedimientos culturales y transculturales de integración en un clan financiero internacional: los Cortizos (siglos xvii y xviii)», en Yun Casalilla, B. (ed.), Las redes..., cit., pp. 65-94. Fruto de estos procesos de integración y de la constante movilidad que permitieron la entrada continua de nuevos sujetos, investigadores como Dewald han apuntado a la conformación de un modelo común para la nobleza europea. En Dewald, Jonathan. The European Nobility, 1400-1800, Cambridge, Cambridge University Press, 1996.  7 Tal y como refiere Greenblatt «one of the characteristic power of a culture is its ability to hide the mobility that is its enabling condition. Certainly the pleasure, as well as the opacity, of culture has to do with its localness: this way of doing something […] and not that». Las cursivas son del autor. En Greenblatt, Stephen

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las cortes castellanas el inmenso protagonismo de las comunidades extranjeras en los negocios del rey, lo cierto es que el enorme grado de estabilidad de la sociedad hispánica y su identidad híbrida fueron el resultado de continuos procesos de transferencia cultural en los que los genoveses asumieron un papel fundamental.8 La evidente dispersión que caracterizaba al cuerpo nobiliario genovés, que privilegiaba, principalmente a los dominios españoles y que fue protagonizada sobre todo por la nobleza vieja, explica la importancia de los ligures en los fenómenos, ya descritos, de articulación de territorios y élites de la Monarquía Hispánica. Este hecho es señalado por Grendi como una de las causas de la reducción del número de miembros de la aristocracia genovesa, así como uno de los factores que contribuyeron a difundir en Génova la noción europea de nobleza.9 Sin embargo, es importante destacar cómo ni los genoveses en general, ni los Serra en particular fueron meros sujetos pasivos en la adopción de las pautas de la nobleza europea. Su estatus de nobles en la misma República, su implicación en el consumo y comercialización de objetos suntuarios, o sus aportaciones específicas a la gestión del patrimonio feudal son algunos de los rasgos que impiden categorizarlos como simples receptores de los patrones de nobleza de la época.10 J. «A Mobility Studies Manifesto», en id. et alii (eds.), Culture Mobility: A Manifesto, New York, Cambridge University Press, 2010, pp. 250-253:252.  8 Las activas relaciones culturales entre Génova y la Monarquía Hispánica han sido analizadas en el volumen colectivo editado por Boccardo, Piero, Colomer, José Luis y Di Fabio, Clario (eds.), España y Génova: obras, artistas y coleccionistas, Madrid, Fundación Carolina, 2004.  9 Al respecto, véase Grendi, Edoardo. «Capitazioni e nobiltà genovese il età moderna», en id. La repubblica aristocratica dei genovesi. Politica, carità e commercio fra Cinque e Seicento, Bolonia, Il Mulino, 1987, pp. 13-48:19-20. 10 Sobre el interés del patriciado genovés por dominar los principales instrumentos de exhibición del estatus aristocrático véanse: Doria, Giorgio. Nobiltà e investimenti a Genova in Età Moderna, Génova, Istituto di Storia Economica, 1995; Tagliaferro, Laura. La magnificenza privata. Argenti, gioie, quadri, e altri mobili della famiglia Brignole Sale, secoli xvi-xix, Génova, Marietti, 1995; Raggio, Osvaldo. Storia di una passione: cultura aristocratica e collezionismo alla fine dell’Ancien

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Los aspectos hasta aquí mencionados han sido ya evidenciados por muchas de las investigaciones realizadas sobre las familias genovesas al servicio del monarca hispánico.11 Es bien sabido que Régime, Venecia, Saggi Marsilio, 2000; Bizzocchi, Roberto y Pacini, Arturo (eds.), Sociabilità aristocratica in età moderna. Il caso genovese: paradigmi, interpretazioni e confronti, Pisa, Plus. Pisa University Press, 2008. 11 Al respecto, véase para los Balbi el trabajo de Grendi, Edoardo. I Balbi. Una famiglia genovese fra Spagna e Impero, Turín, Einaudi, 1997. Para los Centurione: Pulido Bueno, Ildefonso. El gran mercader y la Corte Real del Renacimiento. La familia genovesa Centurión (mercaderes, diplomáticos y hombres de armas), al servicio de España. 1380-1680, Huelva, Artes Gráficas Andaluzas, 2004; Sanz Ayán, Carmen. «Octavio Centurión, I marqués de Monesterio. Un ‘híbrido’ necesario en la monarquía hispánica de Felipe III y Felipe IV», en Herrero, M., Ben Yessef, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 847-872. Para los Spinola de Balbases: Herrero Sánchez, M. «La red...», cit.; Herrero Sánchez, Manuel y Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio. «La aristocracia genovesa al servicio de la Monarquía Católica: el caso del III marqués de Los Balbases (1630-1699)», en Herrero, M., Ben Yessef, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 1, pp. 331-365. Para los Corzo y los Mañara: Vila Vilar, Enriqueta. Los Corzo y los Mañara. Tipos y arquetipos del mercader con Indias, Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1991. Sobre los De Mari en el contexto napolitano: Musi, Aurelio. Mercanti genovesi nel regno di Napoli, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1996; Ceccarelli, Alessia. Notai, togati e nobili di provincia. I percorsi sociali, economici e politici di una famiglia genovese nel regno di Napoli (secc. xv-xvii), Salerno, Lacaita, 2008. Para los Doria Tursi: Lomas Cortés, Manuel. «Renovar el servicio a la monarquía tras la muerte del rey: Juan Andrea Doria y el pasaje de la reina Margarita (1598-1599)», en Esteban Estríngana, Alicia (ed.), Servir al rey en la monarquía de los Austrias. Medios, fines y logros del servicio al soberano en los siglos xvi y xvii, Madrid, Sílex, 2012, pp. 183-216; Carpentier, Bastien y Priotti, Jean Philippe. «Philippe II, Giovanni Andrea Doria et le contrôle militaire de la Méditerranée à la fin du xvie», en Bertrand, Michel y Priotti, Jean Philippe (eds.), Circulations maritimes. L’Espagne et son empire (xvie-xviiie siècle), Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2011, pp. 159-183; Bernabò, Barbara. Placidia Doria Spinola: una dama genovese tra Liguria, Lunigiana e Regno di Napoli, Calice al Cornoviglio, Associazione culturale Davide Beghé, 2002. Para los Grillo: García Montón, Alejandro. «Trayectorias individuales durante la quiebra del sistema hispano-genovés: Domingo Grillo (1617-1687)», en Herrero, M., Ben Yessef, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 1, pp. 367-384. Actualmente se encuentra en trámites de publicación su monografía sobre los Grillo en Routledge. Sobre los Imperiale, véase Balestra, Davide. Gli Imperiali

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el servicio al soberano constituía todo un aliciente para cualquier servidor, en general, y para los ligures, en particular, debido a los inmensos beneficios que podían obtener a cambio.12 Prueba de ello fue la inserción de los genoveses en los circuitos de patronazgo regio como compensación a sus prestaciones y que determinó su acceso a títulos de nobleza castellana o de hábitos de prestigiosas órdenes militares, como la de Santiago, y su asentamiento como feudatarios en el Mezzogiorno. La naturaleza política de la Monarquía Hispánica, compuesta por un conglomerado de territorios distantes entre sí, explica la existencia de espacios de servicio múltiples (políticos, económicos, militares, diplomáticos, etc.) en los que los ligures, gracias a sus abigarradas redes, se hacían presentes, permitiendo, de este modo, una mejor articulación del gobierno del soberano y de sus ministros.13 A pesar del poder de atracción que el servicio al Católico ejercía sobre los genoveses, este no es el único factor que explica los tratos que los ligures mantenían con el mismo. De hecho, no todos los genoveses que poseían negocios en los dominios hispánicos pueden entenderse como servidores del rey en términos estrictos. El servicio al monarca en la Edad Moderna comprendía conceptos como la fidelidad, la obediencia y el altruismo que, obviamente, se veían redimensionados en las distintas coyunturas di Francavilla. Ascesa di una famiglia genovese in età moderna, Bari, Edipuglia, 2017. Un intento poco afortunado de analizar simultáneamente las trayectorias de las familias Grimaldi, Centurione y Spinola en Pulido Bueno, Ildefonso. Génova en la trayectoria histórica de España: Del auxilio militar a la preminencia económica ss. xi-xviii, Huelva, Ildefonso Pulido Bueno, 2013. 12 Sobre el concepto de servicio en el lenguaje político de la época y sus implicaciones, véase Esteban Estríngana, A. (ed.). Servir al rey..., cit. 13 Un estudio sobre el carácter disperso de la Monarquía Hispánica y los instrumentos para su articulación en Molina Puche, Sebastián e Irigoyen López, Antonio (eds.), Territorios distantes, comportamientos similares. Familias, redes y reproducción social en la Monarquía Hispánica (siglos xiv-xix), Murcia, Ediciones de la Universidad de Murcia, 2009.

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y condicionados por la tipología de servicio practicada.14 Muchos genoveses ni siquiera manifestaron su voluntad de servir al rey, pese a que sus negocios se hallaban indisolublemente conectados con la Monarquía Hispánica. La vasta red que un genovés al servicio del monarca debía exhibir para poder desempeñar adecuadamente las funciones que se le requerían suponía valerse de un sinfín de agentes, socios, clientes y correspondientes, muchos de los cuales quizás nunca habían mantenido un contacto directo ni con el rey ni con sus ministros, pero que eran cooptados por el servidor, bien como inversores, informadores, suministradores de productos o de otros servicios imprescindibles para la satisfacción de las necesidades del rey. Por tanto, el estudio del servicio a un soberano de tan vastos dominios conduce irremediablemente al análisis de la red y de la actuación de los muchos sujetos que la componían y que posibilitaban el cumplimiento de las obligaciones que los servidores contraían con la Monarquía. En concreto, este trabajo se ha centrado en el análisis de las redes articuladas por la descendencia de dos ramos de la familia Serra: los de los hermanos Girolamo (1547-1616), también conocido como Geronimo, y Antonio IV Serra (1550 ca.1582), hijos de Paolo II y cuya progenie hizo fortuna al servicio de Felipe III y de Felipe IV. En lo que se refiere al ramo de Antonio IV, se ha prestado especial atención a Battista Serra (1576-1643),15 fideicomisario y tutor de los hijos de Girolamo 14 Sobre estos conceptos véase Thompson, Irving A. A. «¿Fiel a qué? El lenguaje político en los ayuntamientos de Castilla en el siglo xvii», Mélanges dell’École Française de Rome. Italie et Méditerranée, 118, 2 (2006), pp. 281-288; Gil Pujol, Xavier. «The Good Law of a Vassal: Fidelity, Obedience and Obligation in Habsburg Spain», Revista Internacional de los Estudios Vascos, 5 (2009), pp. 83-106; Valladares, Rafael. «El problema de la obediencia en la Monarquía Hispánica, 1540-1700», en Esteban Estríngana, A. (ed.), Servir al rey..., cit., pp. 121-145; Esteban Estríngana, Alicia (ed.), Decidir la lealtad. Leales y desleales en contexto (siglos xvi-xvii), Madrid, Doce Calles, 2017. 15 Battista figura en la monografía de Podestà, Musella y Augurio con el nombre de Giovanni Battista. Se ha preferido utilizar solo el segundo nombre, porque

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Serra cuando este murió en 1616. Asimismo, las investigaciones realizadas han abarcado también la red de la que Battista se valió y en la que jugaron un papel fundamental no solo parientes (sus primos Francesco Serra q. Giovanni Pietro II y Ottavio Serra q. Giovanni Battista, su cuñado Nicolò Pallavicino, sus hermanos Paolo y Francesco Serra, etc.), sino también diversos socios y correspondientes.16 Por otro lado, el ramo de Girolamo vio como protagonistas en el servicio al monarca a sus hijos Giovan Francesco (1603-1656)17 y Giovanni Battista (1612-1684), menores que Battista y, por tanto, activos en un segundo momento con una tipología de servicio a la Monarquía bien diversa a la puesta en práctica por su primo. es así como aparece en la documentación consultada. Sobre el mismo véanse: Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío. «Redes genovesas en la monarquía imperial hispánica: los Serra en la banca sevillana a inicios del Seiscientos», Annali dell’Istituto Italiano per gli Studi Storici. Studi per Ovidio Capitani, vol. 1, XXVII (2012/2013), pp.457-491; id. «Bautista Serra, un agente genovés en la corte de Felipe III: lo particular y lo público en la negociación política», Hispania. Revista de Historia, vol. LXXIII, 245 (2013, septiembre-diciembre), pp. 647-672. 16 La abreviatura «q.» equivale a quondam que, delante de un nombre de persona, se traduce como «del difunto X». Por tanto, en este caso, nos referimos a Francesco Serra, hijo del difunto Giovanni Pietro II, y a Ottavio Serra, hijo del difunto Giovanni Battista Serra. Debido a la reiterada homonimia que caracterizó a la familia, se empleará a menudo esta abreviatura para facilitar al lector la identificación del sujeto en cuestión. La numeración romana utilizada para referirse a los miembros de la familia con el mismo nombre se ha adoptado con el mismo objetivo. La numeración es la misma que la que aparece en las genealogías presentes en la monografía sobre los Serra de Podestà, Musella y Augurio y que han sido fundamentales para el seguimiento de los distintos sujetos que componían la familia: Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit. 17 La fecha de nacimiento de 1609 mencionada para Giovan Francesco en la obra de Podestà, Musella y Augurio ha sido corregida recientemente por Flavia Gattiglia gracias a sus investigaciones en el archivo parroquial de San Giacomo de Cornigliano y de las que se hace eco Roberto Santamaria en su artículo, de próxima publicación, sobre el coleccionismo de Giovan Francesco Serra. Dicho trabajo saldrá a la luz en un volumen editado por Anna Orlando. Agradezco a Roberto Santamaria sus aclaraciones al respecto.

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Naturalmente, el estudio no podía prescindir del análisis de los componentes femeninos que, además de ser fundamentales a la hora de establecer alianzas con otras familias, desempeñaron funciones de singular relevancia para asegurar la liquidez en las ferias de cambio, la gestión de la hacienda de los maridos difuntos, la protección de los sujetos relegados por la política de sucesión al patrimonio dominante, el mantenimiento de redes hacia abajo y la conservación de los intereses de los Serra en la ciudad de origen o en otras sedes en las que se hallaban ausentes los elementos masculinos del linaje. Los Serra, según la coyuntura, se distinguieron tanto por ser servidores directos del rey y de sus ministros —con los que firmaban asientos o negociaban en primera persona la concesión de privilegios—, como por su calidad de intermediarios de otros hombres de negocios que desempeñaban cargos decisivos para el soberano. No cabe duda de que su faceta como servidores del monarca fue promocionada incluso por aquellos miembros de la familia que, como Battista Serra q. Antonio IV y sus hermanos, no se insertaron en los circuitos de patronazgo regio, ya fuera porque nunca estuvieron interesados o porque no lo consiguieron. Tanto fue así que Battista fue un factor determinante en la inclusión de sus primos, Giovanni Francesco y Giovanni Battista, en el servicio a Felipe III tras la muerte del padre, Girolamo, en 1616. Aunque el servicio era siempre flexible y circunstancial y, por tanto, sujeto a altibajos, definía siempre una identidad política —también sometida a cambios— que hizo de los Serra aquí estudiados filoespañoles declarados incluso en los momentos de mayor tensión que atravesaron las relaciones entre la Monarquía Hispánica y la República de Génova.18 La capacidad de atracción que ejercía la Corona sobre los ligures se explica no solo por las prebendas dispensadas por el rey, sino 18 Sobre la asociación entre servicio e identidad política, véase Esteban Estríngana, Alicia. «El servicio: paradigma de relación política en los siglos xvi y xvii», en id. (ed.), Servir al rey..., cit., pp. 11-45:14.

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también por la entidad política y la pluralidad jurisdiccional que definía a la Monarquía Hispánica y por la habilidad de los genoveses para operar en unos territorios de estas características. Ninguna otra comunidad transnacional conseguía articular los distintos espacios de servicio referidos mejor que lo hacían los genoveses. La presencia secular de los genoveses en ámbitos como la fiscalidad, la gestión de feudos para la aristocracia, la extracción de materias primas, la transferencia de capitales, la concesión de préstamos, la distribución de productos, el armamento y la conducción de galeras explican su implicación en los múltiples espacios de servicio que ofrecía la Monarquía Hispánica. Se trataba de actividades que habían constituido, en primer lugar, ámbitos de inversión en los que los genoveses ya operaban desde la Edad Media y en los que estos se habían embarcado en busca de oportunidades de negocio que garantizaran beneficios tanto para el clan de proveniencia como para la red de la que se valían. De esta manera, el análisis del servicio de los sujetos que son objeto de esta investigación y de las redes que desplegaban para ello o para el ejercicio de sus negocios no se orienta tan solo al conocimiento exhaustivo de los detalles biográficos de los individuos implicados, sino que pretende entender también cómo se construía un «imperio» sui generis como era la Monarquía Hispánica que necesitaba contar con instrumentos capaces de integrar los distintos ámbitos de servicio para garantizar su correcto funcionamiento.19 La naturaleza política de la Monarquía Hispánica y los mecanismos desplegados para administrarla obligan a pensar su 19 Al respecto, se comparte la perspectiva aplicada por José María Escribano para su estudio sobre el servicio del clérigo veneciano Juan Rena (1480-1539) a Fernando el Católico y a Carlos V. Como asegura Escribano, los cuarenta años de servicio de Rena supusieron el despliegue de una red de múltiples actores cuyo análisis es revelador para comprender los procesos de construcción del Estado. Véase Escribano-Páez, José María. Juan Rena and the Frontiers of Spanish Empire, 1500-1540, Routledge, Londres y Nueva York, 2020. Sobre la peculiar entidad imperial de la Monarquía Hispánica se volverá más adelante.

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dimensión imperial no tanto como el resultado de la aplicación de una política procedente de una metrópolis que se impone sobre unos dominios a los que se asignaba un estatus semicolonial, sino más bien como una entidad en perpetua negociación en la que cada una de las partes mantenía amplios márgenes de autonomía y cuyas interconexiones entre sí matizaban la política de la Corte y propiciaban la logística del Estado. Mucho menos puede considerarse una entidad de estas características como un imperio «hispánico», dados los valores cosmopolitas que la caracterizaban y que no eran en absoluto atribuibles únicamente a España. En esta línea, Polónia y Antunes han negado la existencia de imperios globales nacionales en la Edad Moderna, no solo por lo indefinido que era su alcance territorial y sus fronteras porosas, no siempre fáciles de distinguir, sino también por las dificultades para imponer las pretensiones de una hipotética metrópolis a las comunidades de personas de los territorios dominados.20 De esta manera, en un sistema político disperso y de naturaleza global como la Monarquía Hispánica, se puede aceptar la existencia de un dominio sobre determinados espacios siempre y cuando se tenga en cuenta el alto grado de autoorganización que lo caracterizaba y en el que cobraban enorme importancia las acciones de los individuos, de los grupos y de las redes. Puesto que los negocios previos que desarrollaban los ligures constituían el fundamento de los tratos directos o indirectos que mantuvieron con el monarca Católico, a la hora de analizar el servicio prestado por los genoveses se deberán tomar en consideración sus intereses privados y la tipología de familia de la que provenían, pues ambas cuestiones constituían factores que podían jugar un papel crucial a la hora de decidir si servir o no al rey. Si bien ambas dimensiones podían desarrollarse en simbiosis —el 20

 ólonia, Amélia y Antunes, Catia. «Introduction. Mechanism of Global EmP pire Building», en id. (eds.), Mechanisms of Global Empire Building (15th-18th Centuries), Porto, CITCEM/Afrontamento, 2017, p. 6.

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servicio al rey actuaba, de este modo, como coadyuvante de los intereses de la familia y de su red—, no siempre fue así. No cabe duda de que los problemas de incompatibilidad de intereses se hallaban a la orden del día y se veían incentivados por el hecho de que el servicio al monarca solo fuese posible a través de redes en las que, como hemos visto, no todos sus miembros debían de ser servidores declarados del mismo. La tendencia a que los intereses privados exhibidos por los genoveses en el ámbito local y en determinados sectores específicos fueran complementarios o se hallaran integrados con otras actividades en otros niveles determinaba que el inicio de un servicio al monarca por parte de un elemento de la red acabase por actuar como un revulsivo en el resto de eslabones, afectando, así, a las diversas tipologías de negocios desarrolladas en las distintas sedes desde las que operaban. El análisis de este tipo de mecanismos de interdependencia constituye uno de los ejes sobre los que hemos centrado esta investigación, como demostrarán los vínculos estrechos que se establecieron entre el asiento de galeras con el que Battista Serra sirvió al rey y la manera en la que las necesidades derivadas del mismo repercutieron en los negocios de su primo Ottavio Serra en Nápoles. O bien la relación entre las negociaciones llevadas a cabo en Génova por Battista Serra con el embajador español Juan Vivas y la obtención del feudo de Cassano en Nápoles. La interconexión no se refiere tan solo a la dependencia existente entre los distintos agentes de la red unidos por los mismos intereses, sino también entre los diferentes territorios en los que operaban sus entramados y los diferentes grupos y órganos de poder (ciudades, banqueros, aristocracias, comerciantes, consejeros, etc.) con los que negociaban y mantenían contactos. Así, por ejemplo, las investigaciones recientes de Álvarez Nogal y Chamley han demostrado los profundos lazos entre los banqueros que prestaban capitales al monarca y las ciudades, que le proporcionaban un determinado techo de deuda gracias a los «encabezamientos»

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y la recaudación de impuestos.21 Estos estudios han evidenciado que las suspensiones de pagos decretadas por el rey no serían una medida contra los banqueros, principalmente genoveses, por falta de liquidez,22 sino más bien una estrategia para obligar a las ciudades a aceptar encabezamientos más altos sobre los que poder situar juros apetecibles con los que atraer nuevos préstamos de los financieros.23 Fenómenos similares se observan en la red Serra y en los estrechos lazos entre la política financiera de la corte de Madrid y el mercado de deuda pública local en el que participaban las figuras más destacadas de la oligarquía de la ciudad.24 En este sentido, este trabajo se distancia de los numerosos estudios sobre los genoveses en la escala local para, en su lugar, enfatizar la dimensión transnacional de esta comunidad mercantil. Con ello no se pretende cuestionar la enorme contribución rea21 El poder de las élites locales en el ámbito fiscal desmitifica interpretaciones que veían en las exacciones del Estado «absolutista» hispánico la causa de su inviabilidad económica. En palabras de Grafe «los “Absolutistas” eran todo menos absolutos; de hecho, estos compartían la soberanía con las élites representadas en órganos corporativos lo cual perjudicaba su capacidad para aumentar los ingresos». Traducción propia del texto original: «“Absolutists” were anything but absolute; in fact, they shared sovereignty with elites represented in corporate bodies, and this undermined their ability to raise revenue». En Grafe, Regina. Distant tyranny: markets, power, and backwardness in Spain, 1650-1800, Princeton, Princeton University Press, 2012, p. 9. 22 Drelichman, Mauricio y Voth, Hans-Joachim. Lending to the Borrower from Hell: Debt, Taxes, and Default in the Age of Philip II, Princeton, Princeton University Press, 2014. 23 Álvarez Nogal y Chamley han explicado esta maniobra para las supensiones de pagos del siglo xvi, especialmente para la de 1575. En este caso, la decisión de suspender las consignaciones de los banqueros precedía a la constante negativa de las Cortes a la aprobación de un encabezamiento más alto sobre las alcabalas. Véase Álvarez Nogal, Carlos y Chamley, Christophe. «La crisis financiera de Castilla en 1575-1577: fiscalidad y estrategia», Revista de la Historia de la Economia y de la Empresa, VII (2013), pp. 187-211; id., «Debt policy under constraints: Philip II, the Cortes, and Genoese bankers», Economic History Review, 67, 1 (2014), pp. 192-213. 24 Sobre los lazos existentes entre ámbito local y Corte en este sentido, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Redes genovesas...», cit.

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lizada por las investigaciones en torno a las redes de genoveses en determinadas localidades de la Monarquía Hispánica mediante un acercamiento a su protagonismo en los cabildos municipales y catedralicios castellanos, al análisis de su política matrimonial en el seno de las oligarquías provinciales, a las actividades económicas que desarrollaban en escala regional y a las fórmulas de solidaridad destinadas a la protección de la nación desplazada.25 Si bien los análisis mencionados han tendido a soslayar la enorme proyección internacional de los genoveses, además de los fenómenos de interdependencia sobre los que pondremos el acento en este trabajo, no olvidemos que han servido también para matizar la óptica excesivamente economicista con la que habían sido analizadas las actividades de las comunidades ligures que operaban en el seno de la Monarquía. No en vano, la fórmula de «siglo de los genoveses», atribuida a Felipe Ruiz Martín y popularizada por Fernand Braudel, fue empleada para referirse al período en el que estos italianos se convirtieron en los protagonistas absolutos de la Real Hacienda hispánica.26 25 Se trata de un fecundo ámbito historiográfico por lo que nos limitaremos a referir solamente los trabajos de Soria Mesa, Hermoso Mellado-Damas, Alessandrini, Girón Pascual, Pastorino, Blanes, Terreni, Sabatini y Mele presentes en Herrero, M., Ben Yessef, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 1. Sobre el consulado genovés, véanse las investigaciones recientes de Beri, Bitossi, Lo Basso, Brilli y Nunziatella recogidas en el trabajo de Aglietti, Marcella, Herrero Sánchez, Manuel y Zamora Rodríguez, Francisco Javier (eds.), Los cónsules extranjeros en la Edad Moderna y a principios de la Edad Contemporánea, Madrid, Doce Calles, 2013. 26 Aunque Braudel, en un principio, situó el fin de esta época en la suspensión de pagos de 1627, posteriormente cuestionó tal periodización enfatizando el rol que asumieron ciertos genoveses en una fase sucesiva a la quiebra. Braudel, Fernand. El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, México, Fondo de Cultura Económica, 1953; id., «¿Termina el siglo de los genoveses en 1627?», en id., En torno al Mediterráneo, Barcelona, Paidós, 1997, pp. 437-453; Canosa, Romano. Banchieri genovesi e sovrani spagnoli tra Cinquecento e Seicento, Roma, Sapere 2000, 1998; Carande, Ramón. Carlos V y sus banqueros, Barcelona, Crítica, 1987; Domínguez Ortiz, Antonio. Política y Hacienda de Felipe IV, Madrid, Editorial de Derecho Financiero, 1960; Ulloa, Modesto. La Hacienda real de Castilla en el reinado

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Gran parte de las investigaciones realizadas en este ámbito priorizaron el componente financiero de las actividades desarrolladas por los genoveses, relegando a un segundo plano su carácter mercantil que, sin embargo, ha recibido la atención de ciertos trabajos centrados en el análisis del comercio americano y de la Carrera de Indias.27 Precisamente, el estudio de la relación entre la llegada de los metales preciosos americanos y la capacidad de la Monarquía Hispánica para acordar préstamos con sus banqueros ha permitido la unión de la faceta mercantil y la financiera que, hasta el momento, habían sido analizadas separadamente.28 de Felipe II, Madrid, Fundación Universitaria Española, Seminario «Cisneros», 1986; De Maddalena, A. y Kellenbenz, H. (eds.), La Repubblica..., cit.; Neri, Enrica. Uomini d’affari e di governo tra Genova e Madrid (secoli xvi e xvii), Milán, Vita e Pensiero, 1989; Ruiz Martín, Felipe. Las finanzas de la Monarquía Hispánica en tiempos de Felipe IV (1621-1665), Madrid, Real Academia de la Historia, 1990; id., Pequeño capitalismo y gran capitalismo. Simón Ruiz y sus negocios en Florencia, Barcelona, Crítica, 1992; Otte, Enrique y Marzahl, Peter. «El imperio genovés, 1522-1556», Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XXXI (CV), fasc. I (1991), pp. 247-263; Otte, Enrique, Sevilla y sus mercaderes a fines de la Edad Media, Sevilla, Fundación El Monte, 1996. 27 Bernal, Antonio Miguel y García-Baquero, Antonio. Tres siglos del comercio sevillano (1598-1868). Cuestiones y problemas, Sevilla, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Sevilla, 1976; Pike, Ruth. Enterprise and Adventure: The Genoese in Seville and the opening of the New World, Nueva York, Cornell University Press, 1966; id., Aristócratas y comerciantes. La sociedad sevillana en el siglo xvi, Barcelona, Ariel, 1978; Álvarez Nogal, Carlos. Sevilla y la Monarquía Hispánica en el siglo xvii, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 2000; García-Baquero, Antonio y Martínez Shaw, Carlos (eds.), Andalucía y la carrera de Indias, 1492-1824, Granada, Universidad de Granada, 2002; Brilli, Catia. «Mercaderes genoveses en el Cádiz del siglo xviii. Crisis y reajuste de una simbiosis secular», en Crespo Solana, Ana (ed.), Comunidades transnacionales: Colonias de mercaderes extranjeros en el mundo atlántico (1500-1830), Madrid, Doce Calles, 2010, pp. 83-102. 28 Algunos títulos al respecto: Álvarez Nogal, Carlos. El crédito de la monarquía hispánica en el reinado de Felipe IV, Ávila, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1997; id. Los banqueros de Felipe IV y los metales preciosos americanos (1621-1665), Madrid, Banco de España, Servicio de Publicaciones, 1997; id. «Finanzas y comercio en la España del siglo xvii: la crisis de la avería», en Actas del VII Congreso Internacional de Historia de América, vol. 3, Zaragoza, Gobierno de Aragón, Departamento de Educación y Cultura, 1998, pp. 1365-1374.

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El estudio de la incidencia de los banqueros genoveses en la política cortesana, su interacción con los distintos órganos de poder, como el Consejo de Hacienda o las diversas juntas, y su capacidad para desenvolverse en los juegos de facciones en la Corte ha evidenciado su papel protagonista no solo como instrumentos económicos de la Monarquía, sino también como sujetos que participaban y sabían sacar partido del juego político de las clientelas con el objeto de afirmar su posición ante el rey.29 Las investigaciones desarrolladas en este ámbito han demostrado los variados intereses, no solo económicos, manejados por los genoveses, además de subrayar la naturaleza conflictual que caracterizaba las relaciones entre los financieros y el monarca Católico. Sin embargo, han contribuido también a definir el colectivo genovés como un lobby homogéneo, capaz de imponer sus condiciones a la Corona y cuyos componentes actuaban al unísono movidos por objetivos comunes. Ahora bien, el análisis que algunos historiadores han efectuado de las distintas compañías comerciales genovesas, de las trayectorias concretas desarrolladas por los banqueros y de las redes específicas en las que estos operaban ha puesto de manifiesto las clamorosas diferencias existentes entre los miembros de dicha comunidad, los episodios de tensión, rivalidad y competencia que se producían entre ellos y las variadas estrategias desplegadas por cada grupo para adaptarse a una misma coyuntura.30 29  De Carlos Morales, Carlos Javier. El Consejo de Hacienda de Castilla, 1523-1602. Patronazgo y clientelismo en el gobierno de las finanzas reales durante el siglo xvi, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 1996; id. Felipe II: el Imperio en bancarrota. La Hacienda Real de Castilla y los negocios financieros del Rey Prudente, Madrid, Dilema, 2008; id. «Política y finanzas», en Martínez Millán, José y Visceglia, Maria Antonietta (eds.), La monarquía de Felipe III, vol. 3, La Corte, Madrid, Fundación Mapfre, Instituto de Cultura, 2009, pp. 749-867. 30 Sanz Ayán, Carmen. Los banqueros de Carlos II, Valladolid, Ediciones Universidad de Valladolid, 1988; Álvarez Nogal, Carlos. «Las compañías bancarias genovesas en Madrid a comienzos del siglo xvii», Hispania. Revista de Historia, LXV/1, 219 (2005), pp. 67-90; Álvarez Nogal, Carlos, Lo Basso, Luca y Marsilio, Claudio. «La rete finanziaria della famiglia Spinola: Spagna, Genova e le fiere di cambio

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En este sentido, el presente trabajo pretende profundizar tanto sobre las múltiples facetas (económica, política, social y cultural) que caracterizaron las redes de los genoveses en el entramado imperial bajo la jurisdicción del monarca Católico, como sobre las continuidades y discontinuidades que podían producirse en el servicio, debido a los intereses específicos de cada sujeto o ramo familiar, a las alteraciones producidas en las redes en las que se movían o a la naturaleza del servicio en el que se embarcaban. Respecto a este último factor, basta observar los asientos financieros, en los que la recuperación de las sumas prestadas por los banqueros genoveses se veía sujeta, en multitud de ocasiones, al suministro de nuevos capitales. Por lo cual el servicio y su continuidad, entendido en este sentido como prestación, no siempre pueden relacionarse con la existencia de una lealtad incondicional por parte del servidor hacia el rey, con una voluntad real de servir o con el auspicio de obtener nuevas prebendas. Hecho que pudiera haber explicado que, a partir del Medio General de 1597, los Serra persistieran en los asientos financieros de Madrid poco después de que hubieran concedido préstamos puntuales cuya devolución se vio truncada por la suspensión de pagos de 1596. En lo que se refiere a las redes, es evidente que la sensibilidad que estas demostraban ante las variaciones del contexto podía acarrear daños en cadena a sus componentes y a los servicios que proporcionaban,31 o bien asegurar la concesión de nuevas prestaciones al monarca dictadas por las oportunidades que brin(1610-1656)», Quaderni Storici, 124/1 (2007), pp. 97-110; Sanz Ayán, Carmen. Los banqueros y la crisis de la Monarquía Hispánica de 1640, Barcelona, Marcial Pons, 2013. 31 Un estado de la cuestión sobre los problemas que las redes podían ocasionar al grupo en Haggerty, John y Haggerty, Sheryllynnne. «Visual Analytics for Large-Scale Actor Networks. A Case Study of Liverpool, 1750-1800», en Cassons, Marc y Hashimzade, Nigar (eds.), Large Databases in Economic History. Research Methods and Case Studies, Nueva York, Routledge, 2013, pp. 146-161:146-148.

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daba un cambio de coyuntura. Los beneficios que los Serra obtuvieron de estos entramados eran evidentes: la distribución del riesgo y de los costes; una mejor información que facilitaba la toma de decisiones y que permitió a la familia decantarse por inversiones rentables y duraderas en Castilla, Milán y Nápoles; y, por último, la posibilidad de desplegar distintas líneas de acción entre la Monarquía y la República que favorecieran al linaje pero que, para que fueran efectivas, no debían ser afrontadas por un único sujeto para evitar ser penalizados en caso de crisis del agregado hispano-genovés. Ello podría explicar las diferencias percibidas entre los distintos ramos estudiados en esta investigación. Igualmente, los períodos de transición podían concretarse en perjuicios para determinados elementos de la red, como fue el caso de los efectos que causó la crisis de la década de 1620 sobre sujetos como Francesco Serra q. Antonio IV o Antonio Pallavicino. La capacidad de determinados genoveses, como los Serra, para articular distintas fidelidades y redes de servicio que abrazaban diversas entidades políticas es esencial a la hora de entender la relativa estabilidad que caracterizó las relaciones hispanogenovesas y que explica que no se produjera una ruptura entre la República y la Monarquía Hispánica ni siquiera en aquellos momentos más conflictivos durante las décadas de 1630 y 1640.32 32 Sobre dicho período de tensión en las relaciones hispano-genovesas véase Bitossi, Carlo. «Un lungo addio. Il tramonto del partito spagnolo nella Genova del ‘600», en Storia dei genovesi. Atti del convegno di studi sui ceti dirigenti nelle istituzioni della Repubblica di Genova, vol. 8, Génova, Centro internazionale di studi sui ceti dirigenti nelle istituzioni della Repubblica di Genova, 1988, pp. 119-134; id. «Lo strano caso dell’antispagnolismo genovese», en Musi, Aurelio (ed.), Alle origine di una nazione. Antispagnolismo e identità italiana, Milán, Guerini e Associati, 2003, pp. 163-200; Herrero Sánchez, Manuel. «La quiebra del sistema hispano-genovés (1627-1700)», Hispania. Revista de Historia, LXV/1, 219 (2005), pp. 115-152; Kirk, Thomas. «La crisi del 1654 come indicatore del nuovo equilibrio mediterraneo», en Herrero, M., Ben Yessef, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova…, cit., vol. 2, pp. 527-538. Sobre el

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De hecho, el ejercicio de funciones diplomáticas por parte de los genoveses fue un recurso vital tanto para el soberano hispánico como para Génova y, en no pocos casos, contribuyó a resolver desde una posición oficial o informal los conflictos que enfrentaban a ambos socios.33 Ello no fue óbice para que la superposición de dichas lealtades generara conflictos, sobre todo cuando se producían cambios en la política practicada por los Estados a los que los sujetos servían.34 En virtud de estas fidelidades, los genoveses participaban en un variado repertorio de actividades que evidencian la singular dependencia que tanto Génova como la Monarquía Hispánica tenían con respecto a estos particulares y, con ello, el decisivo carácter privado que definía a este tipo de estructuras estatales.35 La relevancia que, en el funcionamiento de las formaciones políticas del Antiguo Régimen, tuvieron el cursus honorum de los sujetos particulares y sus servicios en ámbitos como la retraimiento de los genoveses de la financiación de la Monarquía Hispánica en la década de 1640, véase Sanz Ayán, C. Los banqueros y la crisis..., cit., pp. 122-130. A pesar de dicho distanciamiento y del avance decidido de los financieros portugueses en estos años, Sanz Ayán destaca para este período las actividades de banqueros genoveses como los Invrea, los Pallavicino, los Strata o los Pichinotti. 33 Sobre la importancia de la diplomacia republicana para el mantenimiento del equilibrio político europeo véase Herrero Sánchez, Manuel. «Republican Diplomacy and the Power Balance in Europe», en Alimento, Antonella (ed.), War, Trade and Neutrality. Europe and the Mediterranean in seventeenth and eighteenth centuries, Milán, FrancoAngeli, 2011, pp. 23-40. El papel fundamental que ejercía la diversidad de agentes que operaban entre dos unidades políticas diferentes para garantizar las buenas relaciones y para resolver divergencias entre ambas no fue exclusivo de las relaciones entre Génova y la Monarquía Hispánica. Al respecto, véase el volumen de Vermeir, René, Ebben, Maurits y Fagel, Raymond (eds.), Agentes e identidades en movimiento. España y los Países Bajos (siglos xvi-xviii), Madrid, Sílex, 2011. 34 Gil Pujol, X. «The good Law…», cit. 35 Precisamente Grendi, haciéndose eco de esta idea, definió la historia de la República ligur como «una storia più privatistica che statuale». En Grendi, E. I Balbi..., cit., p. XI.

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diplomacia, la burocracia, la guerra o la fiscalidad ha sido señalada por ciertos autores como la prueba de la construcción eminentemente social de los Estados y explica el interés por el estudio de aquellos grupos que, como los Serra, se promocionaron gracias al hábil manejo de actividades claves para su funcionamiento. Las organizaciones políticas de la época moderna no serían tanto el resultado de la mera evolución de sus instituciones, sino más bien el efecto de la participación de los elementos pujantes de la sociedad en las distintas esferas de poder.36 En este sentido, el profundo arraigo de las redes genovesas en sectores fundamentales para el monarca Católico convertía a los ciudadanos ligures un recurso precioso para la supervivencia de la Monarquía Hispánica. Asimismo, las actividades y las redes desplegadas por los ciudadanos genoveses no solo eran esenciales para el aprovisionamiento, defensa y financiación del Estado ligur, sino también para su funcionamiento político, totalmente dependiente de las formas de asociación y clientelas cultivadas por el patriciado de la República.37 Desde este punto de vista, 36

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Imízcoz Beunza, José María. «Elites administrativas, redes cortesanas y captación de recursos en la construcción social del Estado Moderno», Trocadero, 19 (2007), pp. 11-30; Holenstein, André, Mathieu, Jon y Blockmans, Wim (eds.), Empowering Interactions: Political Cultures and the Emergence of the State in Europe, 1300-1900, Aldershot, Ashgate Publishing, 2009. En este sentido, son interesantes las consideraciones de Regina Grafe que se decanta por eliminar las distinciones entre las instituciones de los imperios y las redes sociales que operaban en su seno, puesto que las primeras eran, a todos los efectos, fruto de las redes y estas últimas, a su vez, se erigían en verdaderas instituciones. Véase al respecto Grafe, Regina. «On the spatial nature of institutions and the institutional nature of personal networks in the Spanish Atlantic», Culture & History Digital Journal, 3, 1 (junio de 2014). Disponible en https://www. researchgate.net/publication/271324908_On_the_spatial_nature_of_institutions_and_the_institutional_nature_of_personal_networks_in_the_Spanish_ Atlantic [consulta: 2/06/2020]. Bitossi, Carlo. «L’antico regime genovese, 1576-1797», en Puncuh, Dino (ed.), Storia di Genova. Mediterraneo, Europa, Atlantico, Génova, Società Ligure di Storia

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la Monarquía Hispánica y la República aparecen como dos Estados enormemente dependientes de los particulares más influyentes. Ambas entidades políticas constituirían Estados stakeholders, es decir, aquellos cuya supervivencia está profundamente condicionada al apoyo de los elementos más potentes de la sociedad.38 Han sido muchas las propuestas interpretativas elaboradas para definir y comprender la naturaleza del complejo agregado estatal hispánico en la Edad Moderna. La definición de la Monarquía Hispánica como «Estado compuesto»39 ha liberado la categoría de cualquier connotación nacional destinada a buscar en su estructura las bases del Estado nación del siglo xix. Pero esta interpretación no ha podido evitar la perpetuación de esquemas que conciben la monarquía como una máquina dual en la que, por una parte, destacaban claros centros rectores desde los que se articulaba la «política de Corte» y, en un plano secundario, unos territorios, ciudades y sujetos que eran Patria, 2003, pp. 391-508:422; Pacini, Arturo. «Genova nel Cinquecento: una repubblica di fazioni?», en Fasano Guarini, Elena, Sabbatini, Renzo y Natalizi, Marco (eds.), Repubblicanesimo e Repubbliche nell’Europa di Antico Regime, Milán, FrancoAngeli, 2007, pp. 215-253. 38 El término stakeholders nació en la década de 1960 en el seno de la disciplina económica cuando Edward Freeman para referirse a aquellos sujetos sin cuyo sustento una empresa no consigue sobrevivir (clientes, financieros, grupos influyentes locales o externos). En el ámbito de la Historia, ha sido aplicado por Grafe e Irigoin para referirse a la Monarquía Hispánica definida como un stakeholder empire. Véase Grafe, Regina e Irigoin, Alejandra. «A stakeholder empire: the political economy of Spanish imperial rule in America», The Economic History Review, 65, 2 (mayo 2012), pp. 609-651. 39 Sobre los «estados compuestos» en el Antiguo Régimen, véase: Koenigsberger, Helmut G. Politicians and Virtuosi: Essays in Early Modern History, Londres y Ronceverte, The Hambledon Press, 1986; Elliott, John. «A Europe of Composite Monarchies», Past and Present, 137 (1992), pp. 48-71; Hespanha, António Manuel, «A constituição do império português. Revisão de alguns enviesamentos correntes», en Fragoso, João Luís, Bicalho, Maria Fernanda y Gouvêa, Maria de Fátima (eds.), O Antigo Regime nos trópicos: a dinâmica imperial portuguesa, séculos xvi-xviii, Rio de Janeiro 2001, Civilização Brasileira, pp. 163-188.

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integrados en el sistema a través de prácticas de clientelismo,40 de lealtad al rey41 o de coerción.42 Frente a esta concepción, no han faltado voces discordantes que en los últimos años han enfatizado la autonomía con la que operaban virreinatos y ciudades o bien la influencia que asumían determinados grupos o individuos en la política adoptada desde la Corte o en la logística general de la Monarquía. Asimismo, estas nuevas investigaciones han señalado la extrema interdependencia e interacción entre los dominios de la Corona y la imposibilidad de comprender el funcionamiento de tal entidad política sin considerar el diálogo que se desarrollaba entre los distintos territorios. En esta línea, actualmente algunos historiadores están abogando por nuevos modelos que presentan la Monarquía Hispánica como una estructura policéntrica formada por distintas unidades interconectadas que, no solo interactuarían con el rey, sino también entre sí contribuyendo a la modulación de la política cortesana y a la generación de nuevas formas de colaboración, competencia y negociación.43 Razonamientos como los planteados conciben la 40 Son muchos los trabajos que se han realizado al respecto. Destacaremos aquí solo una pequeña selección de ellos: Durand, Yves (ed.), Hommage à Roland Mousnier. Clientèles et fidélités à l’époque moderne, París, Presses universitaires de France, 1981; De Carlos Morales, C. J. El Consejo de Hacienda..., cit.; Martínez Millán, José. «Las investigaciones sobre patronazgo y clientelismo en la administración de la Monarquía Hispana durante la Edad Moderna», Studia Historica. Historia Moderna, 15 (1996), pp. 83-106; Feros, Antonio. «Clientelismo y poder monárquico en la España de los siglos xvi y xvii», Relaciones, XIX, 73 (invierno 1998), pp. 17-49; Alvarado Planas, Javier (ed.), Poder, economía y clientelismo, Madrid, Marcial Pons, 1997. 41 Entre los estudios más relevantes sobre la cuestión de la lealtad y el servicio al rey en la Edad Moderna véanse: Villari, Rosario. Per il re o per la patria. La fedeltà nel Seicento con «Il Cittadino Fedele» ed altri scritti politici, Roma-Bari, Laterza, 1994; ÁlvarezOssorio Alvariño, Antonio y García García, Bernardo José (eds.), La Monarquía de las Naciones. Patria, nación y naturaleza en la Monarquía de España, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2004; Esteban Estríngana, A. (ed.), Servir al rey..., cit. 42 Al respecto, véase Tilly, Charles. Coercion, Capital and European States: AD 990-1992, Cambridge, Blackwell, 1992. 43 Cardim, Pedro, Herzog, Tamar, Ruiz Ibáñez, José Javier y Sabatini, Gaetano (eds.), Polycentric Monarchies. How did Early Modern Spain and Portugal Achieve and

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monarquía como algo más que la simple yuxtaposición de reinos bajo un mismo rey para considerar, además las relaciones entre los mismos como otro medio de conferir cohesión al conjunto. Desde este punto de vista, no hay duda sobre las posibilidades que el estudio de entramados de muy diversa naturaleza con nodos interconectados, geografías y cronologías bien diferenciados ofrece para la adecuada comprensión de esta estructura imperial policéntrica. Así, las abigarradas redes establecidas por los grupos de banqueros-comerciantes genoveses que constituyen el objeto de este trabajo evidencian cómo la organización y la administración de la Monarquía Hispánica dependían de la comunicación y de la actuación conjunta de diversos centros (cortes, ferias de cambio, puertos y plazas de enorme dinamismo mercantil, campos de batalla, ciudades donde se acometía la acuñación de moneda...) conectados por las redes de estos hombres de negocios. Comunicación a través de la cual se satisfacían las necesidades del soberano y cuyos ritmos, no siempre controlables desde un único núcleo rector, se veían enormemente influenciados por la actuación en la pequeña escala de individuos concretos, así como por una imprevisible coyuntura internacional. Los recientes estudios sobre el papel central jugado por el activo entramado urbano que conformaba la Monarquía Hispánica y sobre la importancia de los agentes que operaban en su seno se han hecho eco de esta nueva manera de pensar la Monarquía. Recientemente, se ha puesto el acento en el amplio margen de

Maintain a Global Hegemony?, Eastbourne, Sussex Academic Press, 2012, pp. 4-5; Herrero Sánchez, Manuel. «Spanish Theories of Empire: A Catholic and Polycentric Monarchy», en Tellkamp, Jörg Alejandro (ed.), A Companion to Early Modern Spanish Imperial Political and Social Thought, Leiden-Boston, Brill, 2020, pp. 17-52. Sobre la importancia de la negociación en la Monarquía Hispánica por encima de la violencia y la coerción véase Ruiz Ibáñez, José Javier y Sabatini, Gaetano. «Monarchy as Conquest: Violence, Social Opportunity, and Political Stability in the Establishment of the Hispanic Monarchy», The Journal of Modern History, 81 (septiembre 2009), pp. 501-536.

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maniobra de los habitantes de las ciudades —que negociaban y adaptaban las disposiciones emanadas del «centro» con un enorme margen de maniobra— en el proceso de expansión territorial de la Corona en el Nuevo Mundo.44 A lo largo del presente trabajo podremos observar cómo, para la comprensión de la política de patronazgo de la corte de Madrid en el Mezzogiorno, es imprescindible profundizar en las relaciones que mantenían los genoveses y los ministros regios situados en Génova con los ligures y los agentes de la Corona en Nápoles. Igualmente, a finales del siglo xvi, para que el gobernador de Flandes pudiera cumplir las órdenes procedentes de Madrid en el desarrollo de la guerra contra las Provincias Unidas, no bastaba el simple mandato del rey, sino que eran, asimismo, indispensables las negociaciones y el diálogo entre los hombres de negocios de Amberes y sus correspondientes en Génova, que no siempre se concluían en la aplicación de las órdenes iniciales. El modelo policéntrico aplicado a la Monarquía Hispánica prioriza, por tanto, la interpretación de este sistema político como un conjunto global de espacios celosos de su autonomía y con amplios márgenes de acción, más que como un grupo de dominios sometidos a un único centro. No en vano, como advirtiera en su día Reinhart Koselleck, durante la época moderna, y a pesar de determinados planteamientos teóricos, «Estado» y «soberanía» esta44  Díaz Ceballos, Jorge. Poderes compartidos. Repúblicas urbanas, Monarquía y conversación en Castilla del Oro, 1508-1573, Marcial Pons, 2020. Sobre el respeto de la Monarquía Hispánica a las oligarquías de las ciudades castellanas y las posibilidades de estas de fortalecerse ante el poder de la Corte mediante la práctica de formas de solidaridad y la conformación de redes al interior de la misma, véase Centenero De Arce, Domingo. De repúblicas urbanas a ciudades nobles. Un análisis de la evolución y desarrollo del Republicanismo castellano (15501621), Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2012; Herrero Sánchez, Manuel. «La Monarquía Hispánica y las repúblicas europeas. El modelo republicano en una monarquía de ciudades», en id. (ed.), Repúblicas y republicanismo en la Europa moderna (siglos xvi-xviii), Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 2017, pp. 273-326.

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ban lejos de converger en la praxis al existir numerosas instancias soberanas en el seno de tan complejas estructuras políticas.45 Sin poner en cuestión la enorme importancia del papel central jugado por el monarca46 y del patronazgo regio47 que, junto a la práctica de una única religión, actuaban como argamasa entre los dispersos dominios bajo su jurisdicción y facilitaban la incorporación de los territorios, focaliza su atención en los fenómenos de interdependencia, así como en la influencia determinante que ejercieron una amplia gama de actores a la hora de interpretar y aplicar los dictámenes oficiales del gobierno. En estos procesos de articulación jugaban un papel fundamental las redes de muy diverso tipo que conectaban los distintos territorios, a través de las cuales circulaban ideas, pautas de consumo, objetos y personas y que dotaban de unas bases firmes y comunes a las entidades políticas que la Monarquía englobaba. La enorme permeabilidad de estas redes, afectadas severamente por las decisiones individuales de los sujetos, por la política de patronazgo real y por los cambios suscitados en la coyuntura histórica, determinó un constante relevo social y la configuración de una sociedad móvil, dinámica y mixta que poco encaja con la visión tradicional de una sociedad estamental dividida en compartimentos estancos o con la imagen de un protoestado nación de pretensiones centralizadoras.48 45

Koselleck, Reinhart. Historias de conceptos. Estudios sobre semántica y pragmática del lenguaje político y social, Madrid, Trotta, 2012, p. 291. 46 Su relevancia se ponía claramente de manifiesto en los lenguajes políticos de la época y que hacían de la obediencia y de la fidelidad a un mismo rey un común denominador de gran utilidad para fomentar la vinculación de los distintos territorios. Véanse los artículos ya citados de Gil Pujol, X. «The Good Law...», cit. y de Valladares, R. «El problema de la obediencia...», cit. 47 Sobre el carácter antidoral de la Monarquía Hispánica y su capacidad para recompensar a sus más fieles vasallos sigue siendo fundamental el ya clásico trabajo de Clavero, Bartolomé. Antidora. Antropología católica de la economía moderna, Milán, Giuffrè, 1991. 48 Herrero Sánchez, M. «Spanish Theories of Empire...», cit. Todos estos aspectos han sido abordados precedentemente por las líneas de investigación centradas

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La interpretación policéntrica del Estado del Antiguo Régimen no solo es aplicable a los sistemas políticos dinásticos como la Monarquía Hispánica, sino también a otras realidades estatales como las repúblicas. Así, la república de Génova, sin capacidad defensiva y con importantes intereses económicos fuera de sus fronteras, dependía de la alianza española para su protección y supervivencia. A su vez, su composición territorial (conformada por feudos imperiales, la isla de Córcega y la Terraferma) y la manera en que ejercía la soberanía (todos sus territorios contaban con amplios márgenes de autonomía) eran factores que la acercaban al modo en el que otros Estados, como la Monarquía Hispánica, gestionaban sus dominios. Como subraya Zanini refiriéndose al caso genovés, Más que de una verdadera unidad estatal, se trata [Génova] de una agregación de distintas entidades territoriales, casi una especie de organización federal. Este modelo, de todas maneras, no parece distanciarse mucho de otras realidades de la época.49

en la perspectiva transnacional y fuertemente vinculadas a la «histoire croisée» que han permitido incluir en el análisis de determinados espacios otros territorios que no estaban insertos en las fronteras convencionales. Al respecto, véase Yun Casalilla, Bartolomé. «Estados, naciones y regiones en perspectiva europea. Propuestas para una historia comparada y transnacional», Alcores. Revista de Historia Contemporánea, 2 (2006), pp. 13-35; Haupt, Heinz-Gerhard y Kocka, Jurgen (eds.), Comparative and Transnational History: Central European Approaches and New Perspectives, Oxford, Berghahn Books, 2009; Zúñiga, Jean-Paul. Pratiques du transnational. Terrains, preuves, limites, París, Centre de Recherches Historiques, 2011; Iriye, Akira. Global and Transnational History: The Past, Present, and Future, Basingstoke, Palgrave, 2013. 49 Traducción propia del texto original: «più che di una vera e propria unità statale si tratta dunque di un’aggregazione di singole entità territoriali, quasi una sorta di organizzazione federativa. Questo modello, comunque, sembra non essere troppo distante da altre realtà dell’epoca». En Zanini, Andrea. «Strategie politiche ed economia feudale ai confini della Repubblica di Genova (secoli xvi-xviii). ‘Un buon negotio con qualche contrarietà’», número monográfico de la revista Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XLV/3 (2005), pp. 17 y 18.

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Sin olvidar la supeditación de la República a los servicios de sus particulares que garantizaban la llegada de dinerario al territorio genovés y el abastecimiento puntual de trigo y otros pertrechos. Se trataba de los mismos particulares con los que el monarca Católico firmaba tanto los asientos de galeras, que defendían las costas ligures (y no solo), como los asientos de dineros, que permitían la llegada de la plata americana a la República. En este sentido, un análisis comparado de aspectos específicos de las distintas formaciones estatales, como el gobierno, la defensa o la política religiosa y el estudio de determinadas comunidades transnacionales, como la genovesa, que operaban a caballo entre varios conglomerados políticos, contribuyen a difuminar las distancias entre los Estados republicanos y los dinásticos, así como a evidenciar las diversas tipologías de Estado que podían convivir en el seno de ambas categorías. Las investigaciones más recientes sobre el modelo estatal republicano, normalmente descrito como paradigma de la tolerancia y de la libertad y como alternativa al sistema dinástico, evidencian los numerosos puntos en común que mantenían con las monarquías.50 De hecho, el carácter privado, familiar, oligárquico y patrimonial de la riqueza y del gobierno de las repúblicas eran rasgos que las hacían enormemente cercanas a los sistemas dinásticos,51 a pe50 Sobre estos temas, véase Herrero Sánchez, Manuel. «Las Repúblicas mercantiles, ¿Alternativa al modelo dinástico? Génova, Las Provincias Unidas y la Monarquía Hispánica en la segunda mitad del siglo xvii», en Crespo Solana, Ana y Herrero Sánchez, Manuel (eds.), España y las 17 Provincias de los Países Bajos. Una revisión historiográfica (siglos xvi-xviii), vol. 1, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2002, pp. 189-227; id. «Introducción: líneas de análisis y debates conceptuales en torno al estudio de las repúblicas y el republicanismo en la Europa moderna», en id. (ed.), Repúblicas y republicanismo..., cit., pp. 17-89. 51 Se trataba de formas estales profundamente vinculadas al predominio de oligarquías familiares y a la protección de sus privilegios y de su posición en el gobierno de la República. Sobre estas características para Génova y las Provincias Unidas, véanse Bitossi, Carlo. Il governo dei magnifici. Patriziato e politica a Genova fra Cinque e Seicento, Génova, Edizioni Culturali Internazionali Genova, 1990;

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sar del modelo idealizado que algunos historiadores, guiados por presupuestos nacionalistas, han construido para las repúblicas modernas, en oposición a la «atrasada» Monarquía Hispánica.52 A ello deberíamos añadir las similitudes del lenguaje, ritual y ceremonial empleado por las repúblicas y las monarquías. Así, es significativo que la república ligur se autodeclarase testa Coronata en 1637 y que dicho título no fuera aceptado por las Provincias Unidas, hecho que desmitifica la idea de «utopía republicana» que presuponía la existencia de prácticas de solidaridad entre las distintas repúblicas.53 En definitiva, el presente trabajo abraza estas nuevas perspectivas de estudio de las realidades políticas del Antiguo Régimen que privilegian el análisis de la praxis concreta y los fenómenos históricos que trascienden las clásicas fronteras nacionales. El objetivo es el de matizar aquellos modelos más tendentes a separar que a converger para, en su lugar, deducir las concomitancias entre las distintas organizaciones políticas y explicar las especificidades desarrolladas por cada una de ellas. La pluriterritorialidad que caracterizó a conglomerados políticos como la Monarquía Hispánica conduce irremediablemente a la presen-

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id., «Famiglie e fazioni a Genova, 1576-1657», Miscellanea Storica Ligure, XII, 2 (1980), pp. 59-135; y Adams, Julia. The Familial State and Merchant Capitalism in Early Modern Europe, Nueva York, Cornell University Press, 2005. Huizinga, John. Dutch Civilisation in the Seventeenth Century and Other Essays, Londres, F. Ungar Pub. Co., 1968; Kamen, Henry. «The Decline of Spain: a Historical Myth?», Past and Present, 81 (1978), pp. 24-50; Burke, Peter. «Republics of Merchants in Early Modern Europe», en Baechler, Jean, Hall, John A. y Mann, Michael (eds.), Europe and the rise of Capitalism, Oxford, Basil Blackwell, 1988, pp. 220-233. Venturi, Franco. Utopia e riforma nell’Illuminismo, Turín, Einaudi, 2001. Es más, la competencia entre las repúblicas por el control de los mercados europeos y americanos las hacía rivales. De esta manera, la expansión colonial hacia el este perseguida por Génova, sobre todo en la década de 1630, chocaba abiertamente con los intereses de los holandeses que operaban en aguas asiáticas. La compañía genovesa de las Indias Orientales llegó a su fin en 1649 por el rechazo de su homóloga holandesa a ceder un ápice de su teórico monopolio. En Herrero Sánchez, M. «La quiebra...», cit., p. 138.

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cia de diversas identidades espaciales sometidas a continuos cambios y contaminaciones —facilitados por las redes que conectaban los distintos dominios— y, al mismo tiempo, celosas por mantener una cierta inmovilidad que se manifestaba, sobre todo, en ámbito político, en las barreras interpuestas por las oligarquías locales a la entrada de forasteros en los órganos de gobierno de las ciudades. Al mismo tiempo que los entramados de las distintas comunidades transnacionales se erigían en responsables tanto de los fenómenos de adaptación como de reacción protagonizados por las comunidades locales, también los sujetos que formaban parte de las redes y que se establecían de manera temporal o permanente en los distintos territorios de la Monarquía, se vieron condicionados profundamente. Así, los miembros de estas redes desarrollaban características específicas, fruto de su contacto con la realidad de destino, que determinaban identidades variopintas, entendidas estas como toda una serie de aspectos relacionados con la percepción propia y del grupo o grupos en los que los sujetos se reconocían. Identidades que se concretaban en multitud de comportamientos, como la manera en la que actuaban en la sociedad, sus alianzas con otros colectivos, sus decisiones sobre el patrimonio, la relación con la madre patria, el consumo cultural o la exploración de las opciones disponibles para los sucesores del linaje, entre las que se hallaba la posibilidad de servir o no al monarca hispánico. La interacción entre los agentes transnacionales y las diversas comunidades locales constituye la base de la conformación de nuevas culturas globales. Un fenómeno que permite subrayar el papel de los territorios conectados por las redes en los procesos de creación de identidades.54 Se trataba de espacios jurisdiccio54 El proceso ha sido bien ilustrado por Manuel Herrero y Klemens Kaps: «Las interacciones locales produjeron una coordinación global y los cambios en las familias mercantiles locales condujeron a cambios en las redes de comercio transnacional, en lo que fue un efecto mariposa que derivó en la emergencia de nuevas culturas globales y de espacios creadores de identidad». Traducción propia del texto original: «Local interaction produced global coordination, and changes in local merchant families led to changes in transnational trade networks, in a butterfly

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nalmente distintos que rivalizaban entre sí por obtener un trato privilegiado por parte del monarca —para lo cual aludían pruebas sobre su secular fidelidad al mismo— y por atraer a aquellas comunidades mercantiles que pudieran garantizar su preeminencia sobre otros espacios. La movilidad entre los diversos territorios de comunidades mercantiles como la genovesa, al igual que la puesta en práctica por otros grupos sociales como los letrados u otros altos oficiales de los tribunales, contribuía a la creación de una cultura jurídica paulatinamente compartida a pesar de las diferencias evidentes entre los distintos espacios.55 Esta variedad de ámbitos jurisdiccionales justificaba las diversas respuestas identitarias que los genoveses podían producir según el territorio en el que se asentaban u operaban. De este modo, si bien los sujetos implicados en estas redes transnacionales ejercían un papel fundamental en la interconexión de los diferentes espacios, estos últimos influían decididamente en el modo específico en el que los sujetos se manifestaban en cada uno de ellos. En palabras de Jorge Díaz Ceballos y de Susana Truchuelo, Las mismas estrategias que podían ser útiles en una región de los imperios ibéricos se volvían inermes en otra, de manera que se hacía necesario la constante adaptación y resignificación contextual de individuos, ideas y sociabilidades.56

effect that ended in the emergence of new global cultures and identity-forming spaces». En Herrero Sánchez, Manuel y Kaps, Klemens. «Connectors, Networks and Commercial Systems. Approaches to the study of early modern maritime commercial history», en id. (eds.), Merchants and Trade Networks in the Atlantic and the Mediterranean, 1550-1800, Londres, Routledge, 2017, pp. 1-36:15. 55  Gil Pujol, Xavier. «Integrar un mundo. Dinámicas de agregación y de cohesión en la Monarquía de España», en Mazín, Óscar y Ruiz Ibáñez, José Javier (eds.), Las Indias Occidentales: procesos de incorporación territorial a las monarquías ibéricas (siglos xvi a xviii), México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2012, pp. 69-108: 92. 56  Díaz Ceballos, Jorge y Truchuelo García, Susana. «Ciudades y fronteras culturales en sociedades transoceánicas», Nuevo Mundo. Mundos nuevos. Debates

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En la conformación de las variopintas identidades mercantiles, además del espacio de acogida, entraban en juego los lazos con otras sedes, precisamente por la capacidad de las redes de hombres de negocios para integrar diferentes actividades económicas desarrolladas en diversas escalas por los componentes del entramado. Como asegura Ana Crespo, es relevante «conocer cómo operaban en cada sistema mercantil y cómo se conectaban, en sus redes, negocios, intereses y actividades, con las sociedades de otros sistemas», ya que «en realidad ningún sistema mercantil era autónomo o autárquico, sino que estaba constituido por varios espacios interrelacionados en los que participaban múltiples intereses».57 Es por ello que la evolución de la familia Serra en Nápoles no se entendería si esta no se conectara con las inversiones en las que se embarcaron paralelamente otros parientes o socios de la red en Madrid o en Génova. Asimismo, la importancia adquirida por Flandes y los intereses que paulatinamente asumieron los Serra en los Países Bajos podrían explicar que, en la década de 1580, se produjera el retorno a Génova desde Nápoles de sujetos fundamentales para la familia, como Girolamo Serra, que desde ese momento, participó activamemente en numerosos asientos con destino flamenco. Estas reflexiones conducen a redimensionar cualquier categorización jerárquica entre los distintos espacios que componían la Monarquía nacida de la aplicación de un criterio económico o político. Así, Nápoles no puede ser considerada una mera periferia dependiente de Madrid solo por las importantes contribuciones económicas que se le exigían. Igualmente, en la aplicación en Nápoles de la política fiscal de la Corona incidían otros centros que no eran cortes de la Monarquía, entre los que se encontraba Génova, siempre atenta a tutelar las rentas o feudos que sus ciudadanos

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(2018), pp. 1-6:2. Artículo disponible en https://journals.openedition.org/nuevomundo/73081 [consulta: 2/06/2020]. Crespo Solana, A. «¿Redes de dependencia...», cit., p. 38.

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poseían en el reino partenopeo, y cuyas protestas obligaban no pocas veces a redimensionar las decisiones del virrey y del soberano respecto a las rentas forasteras. Asimismo, Nápoles era el eje de importantes conexiones con otras sedes fundamentales para la logística de la Monarquía Hispánica cuyos derroteros no siempre eran controlables desde Madrid. Prueba de ello nos la ofrecen los genoveses que habitaban en Nápoles, entre los que se hallaban los Serra. Estos, ya fuera investidos formalmente con cargos en la administración virreinal o informalmente como miembros de las redes en las que operaban, eran los candidatos ideales para acceder desde Nápoles a las sedes de aprovisionamiento de grano del Mediterráneo con el fin de conducirlo a otros dominios hispánicos o a los pertrechos que necesitaban las galeras, como la pez o la leña. Al igual que sucediera con los espacios americanos, la organización territorial de la Italia española no se articulaba atendiendo únicamente a la relación de esta con un único centro, situado en Madrid (la metrópoli), sino también a través de los vínculos que cada uno de estos espacios establecía autónomamente con otros territorios.58

2. Metodología

y fuentes para el estudio de una familia genovesa al servicio de la Monarquía Hispánica

La existencia de un archivo privado constituye una rara excepción que, por desgracia, no comparten la mayoría de las familias genovesas. Así lo acredita el caso de la familia Balbi analizada por Grendi que supo superar esta limitación gracias al entrecruzamiento de una amplia variedad de fuentes notariales en Madrid, Génova, 58

Carmagnani, Marcello. «La organización de los espacios americanos en la Monarquía española, siglos xvi-xviii», en Mazín, O. y Ruiz Ibáñez, J. J. (eds.), Las Indias Occidentales..., cit., pp. 331-355.

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Milán y Venecia pero que, por su clara dispersión, ofrecen una información, quizá menos sistemática.59 El caso de los Serra, sin embargo, constituye una de esas afortunadas excepciones, ya que la familia cuenta con un sustancioso archivo privado en el palacio Serra di Cassano de Nápoles, reino en el que se asentó uno de los principales ramos del linaje estudiado.60 Por otro lado, la importante huella documental de los Serra tanto en Génova como en los distintos órganos administrativos de la Monarquía Hispánica desde finales del siglo xvi y, sobre todo, desde principios del xvii facilita enormemente el análisis de sus relaciones con el monarca Católico en paralelo a los servicios que desarrollaban para Génova. Un hecho de singular importancia para evitar que la presente investigación se limitara a la simple narración y al análisis prosopográfico de la familia y para dilucidar cuestiones de enorme calado como la importancia de los agentes privados en las relaciones entre sistemas dinásticos y republicanos. Sorprende la escasez de trabajos existentes sobre esta familia a pesar de las numerosas fuentes con las que contamos para su estudio. Las primeras investigaciones efectuadas al respecto se desarrollaron en el ámbito de la Historia del Arte debido a la importante colección de pinturas reunida en el siglo xvii por el marqués Giovan Francesco Serra, del que descendieron los duques de Cassano.61 A estas se han sumado otras sobre el palacio de la 59 Una reflexión sobre las dificultades que la escasez de archivos privados genoveses impone a la investigación en Grendi, E. I Balbi..., cit. 60 El archivo posee dos partes bien diferenciadas, la primera dedicada al feudo y la segunda, a las escrituras sobre los intereses de la familia en territorios como Nápoles, Roma, Milán, Génova y España. La tercera parte del archivo se halla aún en proceso de catalogación y se refiere eminentemente a escrituras del período contemporáneo. A pesar de que se trata de un archivo privado, su consulta depende de la Soprintendenza Archivistica per la Campania, que se ocupa de su mantenimiento y de atender a las peticiones de acceso de los investigadores. 61 Vannugli, Antonio. «La colección del Marqués Giovan Francesco Serra», Boletín del Museo del Prado, 9 (1988), pp. 33-43; id. La collezione Serra di Cassano, Salerno, Edizioni 10/17, 1989.

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familia en Nápoles, sede del archivo y del actual Istituto Italiano per gli Studi Filosofici.62 La investigación más reseñable es, sin duda, la monografía de Emilio Podestà, Silvana Musella y Francesco Augurio, ya mencionada y dirigida por un miembro de la familia, Alessandra Serra di Cassano.63 Si bien dicho trabajo destaca por el intenso esfuerzo documental realizado, que ha permitido el trazado de una genealogía y la delineación de los principales ramos, la monografía cae a menudo en la descripción y en discursos grandilocuentes destinados a exaltar las cualidades del linaje. La distribución de los capítulos por ramos es indicativa de la concepción eminentemente «genealógica» del estudio que no aborda problemas históricos más amplios ni especifica su relación con la historiografía existente sobre familias genovesas en el período moderno. Respecto a las fuentes utilizadas, el volumen citado prescinde de la consulta de los fondos españoles y de los napolitanos (a excepción de los documentos del Archivio Serra di Cassano), tanto aquellos generados por la administración virreinal y situados en el Archivio di Stato di Napoli como aquellos más relacionados con la actividad económica de la familia en el virreinato y presentes en el Archivio Storico Banco di Napoli. Sin embargo, la ausencia de dichos fondos documentales se ha visto compensada por el estudio de diversas fuentes genovesas, entre las que destacan las notariales del Archivio di Stato di Genova que han enriquecido visiblemente el trabajo. Asimismo, el volumen de Podestà, Musella y Augurio, que prioriza la reconstrucción del ramo napolitano hasta el siglo xix, ha contribuido a la publicación de documen62

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Leone, Teresa. Palazzo Serra di Cassano. Alla luce di documenti inediti, Nápoles, Paparo, 2000; VV. AA. Serra di Cassano. Un palazzo, una famiglia, la storia. Tesori di una dimora napoletana del Settecento, Nápoles, Luciano Editore, 2005; Attanasio, Sergio. Palazzo Serra di Cassano. Memoria e futuro di un patrimonio di cultura a Napoli, Nápoles, Istituto Italiano per gli Studi Filosofici Press, 2013. Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit.

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tos inéditos procedentes del archivo familiar Serra di Cassano que, a diferencia de otros archivos privados genoveses como el Durazzo-Giustiniani, Doria-Pamphili o Pallavicino, era prácticamente desconocido al mundo científico hasta el momento. A pesar del ingente volumen de documentos que testimonian los lazos estrechos de la familia con la Monarquía Hispánica, el vínculo con el soberano Católico no es objeto de reflexión en la investigación de Podestà, Musella y Augurio. Así, cuestiones como la intermediación de los Serra entre la República y los Habsburgo, los efectos de la política exterior hispánica en la estrategia del linaje, la evolución de la fidelidad que este dispensaba al monarca Católico o la adaptación de su estrategia y del perfil de promoción a los imprevistos de un contexto conflictivo pasan completamente desapercibidas. Tras la publicación de esta investigación, el interés por los Serra se ha centrado en su papel como señores, jueces y cuidadosos administradores del patrimonio feudal en el siglo xviii, actualizando, de esta manera, las investigaciones clásicas sobre el territorio feudal meridional realizadas por Giuseppe Galasso en la década de 1960, además de confirmar, una vez más, el papel de las aristocracias como hábiles gestoras del señorío y no solo como meras receptoras de rentas y de los genoveses como protagonistas de la feudalidad del reino.64 Los presupuestos teóricos hasta aquí expuestos y las inmensas posibilidades que se atisban en el análisis de este linaje explican que esta investigación no pueda limitarse únicamente al estudio de una determinada familia genovesa. Es evidente que la célula familiar constituye un elemento de análisis imprescindible a la 64 Al respecto, véanse los trabajos de Covino, Luca. I baroni del «buon governo». Istruzioni della nobiltà feudale nel Mezzogiorno moderno, Nápoles, Liguori, 2004; id., Governare il feudo, Quadri territoriali, amministrazione, giustizia. Calabria Citra (16501800), Milán, FrancoAngeli, 2013. El clásico estudio de Galasso en Galasso, Giuseppe. Economia e società nella Calabria del Cinquecento, Nápoles, Guida Editori, 1992 (primera edición en 1967).

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hora de abordar el estudio de las sociedades del Antiguo Régimen, caracterizadas por su carácter corporativo y pluri jurisdiccional y conformadas por distintos cuerpos (reinos, ciudades, grupos sociales, señoríos, etc.), cada uno de los cuales gozaba de estatuto jurídico preciso, con distintos derechos y privilegios. La actuación de los genoveses tanto dentro como fuera de Génova se veía enormemente influida por la política del albergo, institución corporativa y demotopográfica de la República en torno a la cual se agrupaban diversas familias unidas por un mismo apellido.65 El carácter profundamente asistencial y cohesivo del albergo se manifestó en la compartición de espacios urbanos comunes y en prácticas de solidaridad para la protección de sus miembros. Lo que no quería decir que estas medidas mutualistas fueran distribuidas por igual entre las distintas familias que componían el albergo.66 La pertenencia a un mismo albergo vertebraba la sociedad genovesa, pero no constituía el único criterio que incidía en la clasificación de los ciudadanos de la República. La distinción, a partir de 1528, entre nobleza nueva (nuova) y vieja (vecchia) fue determinante, por ejemplo, en las prácticas endogámicas practicadas por los Serra que favorecieron decididamente las uniones con los miembros del último grupo. A pesar de las diferencias existentes en el seno del patriciado genovés, dividido en múltiples facciones que, a su vez, se veían articuladas entre sí por clientelas y relaciones de parentesco de diverso tipo,67 fuera de la República, los genoveses, como otras comunidades desplazadas, se configuraron como nación con instituciones como cofradías 65 Algunos estudios relevantes sobre el albergo genovés: Heers, Jacques. Il clan familiare nel Medioevo, Nápoles, Liguori Editore, 1976; Grendi, Edoardo. «Profilo storico degli alberghi genovesi», en id. La repubblica aristocratica..., cit., pp. 49-104. Una definición del albergo genovés en Pacini, A. I presupposti…, cit., pp. 32-35. 66 Grendi, E. «Profilo...», cit., p. 91. 67 Sobre las características faccionales de la República y la relevancia de la familia en su articulación: Bitossi, C. «Famiglie e fazioni...», cit.

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y consulados destinadas a proteger sus intereses y privilegios mercantiles.68 La participación de los genoveses en prácticas corporativas contribuye a matizar la imagen individualista que cierta historiografía ha construido sobre los genoveses.69 Sin embargo, el papel de las corporaciones en la época moderna no puede conducir a subestimar la importancia del universo mental de cada sujeto y su capacidad para tomar decisiones propias que condicionaban las relaciones entabladas y el mayor o menor seguimiento de la lógica corporativa. Tal y como ha asegurado José María Imízcoz, pertenecer a un grupo no quería decir que todos sus miembros se hallaran agrupados.70 Al margen de lo que pueda pensarse a priori, el «retorno al sujeto» de las décadas de 1980 y 1990 del que bebe el análisis de redes, no supone el regreso al estudio de las simples individualidades o el regreso a la vieja historia narrativa y positivista desprovista de la dimensión global que caracterizó el mundo de la Edad Moderna.71 Como han demostrado las investigaciones de 68 Un ejemplo de este tipo de fórmulas de protección y solidaridad entre miembros de la nación flamenca en Crespo Solana, Ana. «Nación extranjera y cofradía de mercaderes: el rostro piadoso de la integración social», en Villar García, María Begoña y Pezzi Cristóbal, Pilar (eds.), Los extranjeros en la España moderna. Actas del I Coloquio Internacional, vol. 2, Málaga, Ministerio de Ciencia e Innovación, 2003, pp. 175-187. Sobre la importancia del consulado: Aglietti, M., Herrero Sánchez, M., y Zamora Rodríguez, F. J. (eds.), Los cónsules..., cit. Sobre las corporaciones de nación en la Monarquía Hispánica: Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio y García García, Bernardo José (eds.), La Monarquía de las Naciones..., cit.; García García, Bernardo José y Recio Morales, Óscar (eds.), Las corporaciones de nación en la Monarquía Hispánica (1580-1750). Identidad, patronazgo y redes de sociabilidad, Madrid, Doce Calles, 2014. 69 Pike, Ruth. «The image of the Genoese in Golden Age of Literature», Hispania. Revista de Historia, 46, 4 (1963), pp. 705-714. 70 Imízcoz Beunza, José María. «Redes, grupos, clases: una perspectiva desde el análisis relacional», en Molina Puche, S. e Irigoyen López, A. (eds.), Territorios distantes..., cit., pp. 45-87:50 y 51. 71 Imízcoz Beunza, J. M. «Actores, redes, procesos: reflexiones para una historia más global», Revista da Facultade de Letras História. III Serie, 5 (2005), pp. 115-140:117.

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Giovanni Levi a través del análisis microhistórico, el seguimiento de los individuos es fundamental para la construcción de categorías sociales. En concreto, apuntaba a la necesidad de superar la idea preconcebida de las estructuras (económicas, sociales, políticas…) que el historiador intentaba aplicar al pasado, puesto que lo normativo y la definición estructural de la sociedad no serían suficientes para explicar las estrategias de una familia.72 En palabras de Imízcoz Beunza, La realidad es poliédrica, tiene diferentes dimensiones, y las categorías que utilizamos los historiadores (estamentos, clases, grupos, redes) corresponden a realidades parciales, que se combinan y sirven para describir diferentes aspectos de una realidad compleja.73

En línea con estas ideas, el estudio de los individuos y de sus redes constituye un instrumento fundamental que, combinado al análisis de categorías como religión, profesión y familia —imprescindibles en cualquier investigación sobre las sociedades del período que nos ocupa— puede contribuir a romper los límites inherentes a la corporación que, tomada por sí sola, podría silenciar la heterogeneidad del grupo y los fenómenos de conflictividad que se desarrollaban en su seno, así como los lazos existentes entre las distintos grupos sociales (mercaderes, nobles, eclesiásticos, etc.) que dificultan enormemente establecer categorías fijas e inapelables para los colectivos de la época. A la luz de lo explicado, las redes desplegadas por el grupo, que explican su interacción en la sociedad, su promoción y desarrollo en diversos marcos jurisdiccionales, no eran (ni podían ser) exclusivamente parentales. Como ya se ha mencionado, el entramado en el que operaban los Serra estaba compuesto por 72 73

Levi, Giovanni. La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamontés del siglo xvii, Madrid, Nerea, 1990. Imízcoz Beunza, J. M. «Redes, Grupos, Clases…», cit., p. 50.

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diversos eslabones unidos por relaciones no necesariamente familiares que desarrollaban funciones diferenciadas en los distintos ámbitos y escalas en los que operaban. El valor heurístico que posee el individuo que toma decisiones, resuelve problemas y hace previsiones en función de las cuales actúa hace de él un agente fundamental a la hora de explicar la conformación de redes o la modificación de las mismas. Tal y como precisara Eric Hobsbawm, el individuo, al igual que los acontecimientos históricos, no constituye un fin en sí mismo, sino «el medio con el que iluminar cuestiones más amplias que vayan más allá de la historia particular y de sus personajes».74 Al mismo tiempo, el estudio de los sujetos pone de manifiesto no solo su valor explicativo para ilustrar cuestiones globales,75 sino también el papel incuestionable que jugaban determinados cabecillas por encima de otros en el ascenso y en la evolución de un ramo determinado. De este modo, en esta investigación se pretende demostrar el potencial de la experiencia de ciertos miembros de la red para construir perfiles de promoción colectivos y diferenciados y, con ello, para la configuración de una memoria e identidad familiar propias.76 74 Traducción propia del texto original: «the means of illuminating some wider question, which goes far beyond the particular story and its characters». En Hobsbawm, Eric. «The Revival of Narrative. Some Comments», Past and Present, 86 (febrero 1980), pp. 3-8:4. 75 En el ámbito económico, son elocuentes las palabras de Kula en defensa del estudio de las individualidades para la correcta comprensión de los fenómenos económicos: «para conocer el sistema económico es necesario, sobre todo, comprender el funcionamiento de cada una de las unidades que en él actúan. Por tanto, en toda investigación científica que tenga por objeto los fenómenos económicos es necesario considerar el problema desde dos puntos de vista: la economía global y el de cada una de las unidades». Traducción propia del texto original: «per conoscere il sistema económico è, anzitutto, necesario comprenderé il funzionamento delle singole unità che in esso agiscono. Quindi in ogni ricerca scientifica che abbia per oggetto i fenomeni economici, è necesario considerare i problema da due punti di vista quello dell’economia globale e quello delle singole unitè». En Kula, Witold. Problemi e metodi di storia economica, Milán, Cisalpino-Goliardica, 1972, p. 177. 76 Tal y como aseguraba Grendi, a pesar de las dificultades inherentes al estudio de estas familias que operan en redes, es posible trazar recorridos individuales

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La enorme flexibilidad que caracterizaba a las redes de comunidades transnacionales como como la de los Serra —continuamente sujetas a modificaciones ante cambios en la coyuntura familiar, económica o política— explica que una investigación sobre las mismas requiera la comprensión del contexto más inmediato en el que se desenvolvían los sujetos. Es por ello por lo que el análisis del entramado Serra no puede prescindir de una perspectiva microhistórica ni del estudio de fuentes de muy diversa procedencia, así como de una «explotación intensiva de la documentación» que, en palabras de Zacarías Moutoukias, se ajuste «a criterios flexibles y cambiantes, intuitivamente seleccionados con el fin de reconstruir relaciones significativas».77 El carácter público de los Serra y del resto de las familias genovesas que entretenían tratos con la Monarquía Hispánica constituye una gran ventaja desde el punto de vista documental. Para el período en el que se centra este estudio (entre finales del siglo xvi y mediados del siglo xvii), contamos con un extenso repertorio documental formado por correspondencia diplomática intercambiada entre la familia Serra y la República, procedente de la sección Archivio Segreto del Archivio di Stato di Genova; pleitos con familiares y con la administración regia en el Archivio Histórico Nacional y el Archivo General de Indias, así como privilegios derivados del patronazgo regio, como títulos nobiliarios y de hábitos de las órdenes militares, fundamentalmente ubicados en las secciones «Consejos» y «Órdenes Militares» del Histórico Nacional, respectivamente; también disponemos de juros, cesiones, pagos de lanzas, extractos de cuentas y asientos (de dineros y galeras) hallados sobre todo, pero no solo, en las secciones «Contaduría de Mercedes», «Contaduría Mayor de

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en perfiles colectivos. Al respecto, véase Grendi, E. I Balbi..., cit., p. xv. La utilidad de la biografía y del estudio de los individuos en el análisis de redes financieras ha sido recientemente reconocido por Sanz Ayán, C. Los banqueros y la crisis..., cit., pp. 20-22. Moutoukias, Z. «Narración...», cit., p. 224.

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Cuentas» (3ª época), «Dirección General del Tesoro», «Contadurías Generales» y «Galeras» del Archivo General de Simancas; testamentos, poderes e inventarios, principalmente en la sección notarial del Archivio di Stato di Genova, pero también anexados a títulos de juro de la sección «Contaduría de Mercedes» del Archivo General de Simancas; cuentas bancarias en los bancos públicos napolitanos, sitas en el Archivio Storico Banco di Napoli y consultas de la Sommaria presentes en el Archivio di Stato di Napoli que testimonian las relaciones de los Serra con la administración virreinal; documentación notarial de muy diverso tipo de la sección Notai del Archivio di Stato di Napoli; sin olvidar un variada tipología de documentos, entre los que se encuentran muchos de los ya mencionados, además de correspondencia privada, ubicados en el Archivio Serra di Cassano. Algunas cartas privadas se han hallado también en pleitos presentes en la sección «Consejos» del Archivo Histórico Nacional y en «Contratación» del Archivo General de Indias. Asimismo, el marco político y económico internacional en el que operaban los Serra y el estado de las relaciones entre la República y la Monarquía Hispánica han sido estudiados a través de las fuentes de la sección «Estado», sobre todo de las contenidas en el fondo «Génova», del Archivo General de Simancas, y de la sección Archivio Segreto del Archivio di Stato di Genova, principalmente aquellas presentes en Secretorum, Litterarum, Lettere Ministri y Lettere Consoli. Estas fuentes han sido complementadas con otras necesarias para comprender el contexto en el que operaban los Serra y detalles sobre la familia, tales como memorias de familias presentes en la Biblioteca Nacional de Nápoles; diversos manuscritos de la época procedentes de la Biblioteca Nacional de España; correspondencia privada del Archivio Doria Pamphilj de Roma; tratados y crónicas políticas y genealógicas de la Biblioteca Civica Berio y de las secciones Fondo Famiglie y Manoscritti del Archivio di Stato di Genova; y, en menor medida, documentos del fondo «Visitas Generales» del Archivo General de Simancas, fuentes de la Segreteria di Stato del Archivio Apostolico Vaticano, del Archivio di Stato di Roma, del Archivio Storico della

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Diocesi di Napoli, del Archivio della Chiesa Santa Maria Incoronatella detta della Pietà dei Turchini di Napoli y del Archivio Storico dell’Arciconfraternita dei Pellegrini di Napoli. La variada tipología documental pone de relieve la necesidad de analizar estas redes más allá de su mera función financiera y de adoptar una perspectiva global que incluya cuestiones políticas, sociales, culturales y, cómo no, económicas. La «explotación intensiva de la documentación» de la que habla Moutoukias obedece en nuestro caso a la necesidad de evitar el mero estudio genealógico o descriptivo, más interesado en mostrar la excepcionalidad del caso de estudio que en comprender su interrelación con los procesos de gran alcance del momento en el que desarrollaron sus actividades. Es por ello, que la investigación de la familia Serra no pretende ser solo una «biografía colectiva»78 del grupo escogido en la que simplemente se pongan de manifiesto las relaciones entre los individuos, sino también una «biografía contextualizada» que incluya en la interpretación de las acciones de los sujetos la particularidad espacio-temporal.79

3. Estructura

del trabajo

A la luz de las cuestiones mencionadas y de los problemas históricos señalados, se ha decidido articular este trabajo en tres secciones: una primera, compuesta por dos capítulos, destinada a presentar la familia, las redes en las que comenzaron sus servicios los Serra y el contexto específico de las relaciones hispanogenovesas a finales del siglo xvi; una segunda, de cinco capítulos, en la que se afrontará la evolución de los servicios que los Serra 78 79

Stone, Lawrence. El pasado y el presente, México, Fondo de Cultura Económica, 1986. Levi, Giovanni. «Les usages de la biographie», Annales ESC, 44, 6 (1989), pp. 1325-1336. Traducción realizada en 2011 por Banzato, Guillermo (CONICET). Revisión técnica de Simonoff, Alejandro. Disponible en: http://www.memoria. fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.5404/pr.5404.pdf [consultado el 5/6/2020].

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ofrecieron a la Monarquía Hispánica en los siglos xvi y xvii, sin prescindir de un estudio de las redes en las que operaron para ello, necesario para comprender su adaptación a las distintas coyunturas; y, por último, una tercera sección, de cinco capítulos, en la que se examinará el valor que adoptaron determinados espacios —en concreto, Nápoles, Castilla y Génova— en la configuración de determinadas actividades económicas de la familia, en la formación de perfiles de promoción social específicos y, en general, en la conformación de las diversas identidades. Asimismo, se prestará especial atención a comprender el papel que jugaron estos espacios en el funcionamiento general de la red y la complementariedad existente, por un lado, entre los intereses locales exhibidos en los diversos emplazamientos y, por otro, entre las actividades desarrolladas en las distintas escalas y el servicio a la Corona. Antes de proseguir explicando brevemente el contenido de los distintos capítulos es importante señalar que el protagonismo de los Serra no se redujo a las sedes genovesa, castellana y napolitana. Es más, como se ha podido demostrar a través de otros trabajos ya publicados, el ducado de Milán constituyó uno de los espacios más representativos de la familia, sobre todo en lo que se refiere a los descendientes varones de Girolamo Serra. Sin embargo, se ha preferido privilegiar en esta investigación los resultados inéditos alcanzados en los últimos años y que han permitido dilucidar las estrechas interconexiones entre Nápoles y Génova, y la relevancia que asumieron ambos centros en el correcto funcionamiento de los servicios prestados a la Monarquía y en la creación de perfiles diferenciados en el seno de la familia.80

80 Sobre los intereses de los Serra en Milán, véase: Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio a la corona y el interés familiar. Los Serra en el desempeño del oficio del Correo Mayor de Milán (1604-1692)», en Herrero, M., Ben Yessef, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova y la Monarquía Hispánica..., cit., vol. 1, pp. 303-330.

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El primer apartado del presente estudio se compone de dos capítulos. El objetivo del capítulo 1 ha sido doble: por un lado, delimitar los ramos de la familia analizados y su posición en el seno de la república de Génova ante las diversas reformas institucionales que tuvieron lugar durante el siglo xvi; por otro, presentar el contexto histórico en el que los Serra dieron sus primeros pasos al servicio del monarca Católico. Se trataba de un contexto de aparente calma internacional derivada de las numerosas «paces», pero en el que ciertos acontecimientos enturbiaron las relaciones entre la Monarquía Hispánica y la república de Génova. Las tensiones entre ambos socios se erigieron, sin embargo, en una gran oportunidad para algunos de los miembros de la familia que, a finales del siglo xvi, emergieron con fuerza tanto en el reino de Nápoles como en el panorama político de la República. Como se evidenciará en el capítulo 2, el servicio de los Serra a la Corona fue solo posible gracias a las abigarradas redes de las que hicieron gala desde la década de 1580 y que les permitieron actuar como protagonistas en la interconexión de importantes sedes mediterráneas —como Nápoles, Venecia y Génova— con Flandes y Madrid. Fue esta habilidad para operar en territorios como Flandes, Génova y Nápoles, demasiadas veces considerados como «periféricos», la que garantizó su posterior inserción en los asientos de dineros de Madrid tras la suspensión de pagos de 1596. En la segunda parte del volumen, se analizarán los diversos servicios que los Serra desempeñaron para la Monarquía Hispánica durante los reinados de Felipe III y Felipe IV. La escalada en la corte de Madrid a finales del siglo xvi constituye el argumento sobre el que versa el capítulo 3. A partir de 1596, Battista Serra se erigió en Madrid en uno de los principales financieros del monarca y en un referente para la clientela política del duque de Lerma y para otros genoveses situados fuera de Madrid, pero con intereses en la Corte. El Medio General de 1598, no solo representó el pistoletazo de salida del protagonismo de los Serra en Madrid, sino que constituyó la prueba fehaciente de la hetero-

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geneidad que caracterizaba a la comunidad genovesa presente en la Corte cuyos miembros se hallaban en continua competición por ganarse la gracia real y los mejores contactos entre los miembros más influyentes de la administración regia. El inicio de los Serra en los asientos de dineros supuso también el acceso directo a la plata y al débito público del soberano, elementos que obligaban a la familia a ampliar su radio de influencia a Sevilla y que allanaron el camino hacia la gestión de las galeras, ámbito en el que Battista Serra y Giovanni Battista Grimaldi iniciaron en 1605 como apoyos en las gestiones de Federico Spinola De Luccoli, titular del asiento de dos galeras. En un contexto de competición como el descrito, las suspensiones de pagos no solo constituyeron una oportunidad para el rey, puesto que le permitían la cooptación de nuevos sujetos dispuestos a ofrecer sus servicios, sino también para los banqueros, que tenían la posibilidad de renegociar su fidelidad y de exhibirla ante el soberano por encima de sus rivales. De hecho, la verdadera posición de poder fue adquirida por Battista Serra tras la primera y última suspensión de pagos de Felipe III en 1607 que determinó su nombramiento como uno de los cuatro genoveses miembros de la Diputación del Medio General de 1608 (capítulo 4). Las facultades concedidas a dicha Diputación para el crecimiento de juros permitieron a la familia y a sus clientes, socios y amigos hacerse con algunas de las principales rentas de la Corona. El fortalecimiento de los Serra alcanzó su ápice en los últimos años de la Diputación cuando, en 1617, Battista compró la perpetuidad del oficio de Correo Mayor de Milán y, gracias a su participación en el «asiento grande» de 29 de diciembre de ese mismo año, obtuvo las rentas jurisdiccionales de la rica villa de Almendralejo, en la actual Extremadura, una parte de las cuales fueron encabezadas a favor de sus primos huérfanos Giovan Francesco y Giovanni Battista, hijos de Girolamo. La transición al nuevo reinado, la muerte de Girolamo Serra en 1616 y la difícil coyuntura política y económica que comenzaba

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a atisbarse a finales de la década de 1610 motivaron un profundo y progresivo cambio de dirección en las inversiones de la familia (capítulo 5). La difusión del vellón y las incautaciones de los intereses de las rentas de extranjeros repercutían negativamente en los títulos de deuda pública adquiridos por los Serra. Por otro lado, el estallido de la guerra de los Treinta Años y el fin de la tregua con las Provincias Unidas en 1621 hacían más que necesarios los servicios de los hombres de negocios y de sus redes para la movilización de capitales, soldados y pertrechos. Sin olvidar que, ante el ascenso al trono de un nuevo monarca, era urgente renovar los lazos que unían a la familia con la Corona, especialmente los de los hijos menores de edad del difunto Girolamo Serra. Esta circunstancia facilitó la definición de nuevos servicios entre los que emergió con fuerza el asiento de galeras, en el que Battista Serra fue confirmado oficialmente como administrador en 1618. Asimismo, la muerte de Girolamo y de otros miembros claves de la red pone en el punto de mira la manera en la que las condiciones biológicas de la familia podían influir en las expectativas y en las decisiones futuras del grupo. En este sentido, en este capítulo se prestará especial atención al instrumento jurífico de la fedecommissaria, fundamental para entender la continuidad de las actividades económicas de los Serra y de sus tratos con la Monarquía Hispánica tras el fallecimiento de Girolamo. Las circunstancias señaladas fueron aprovechadas por la familia para introducirse en nuevos ámbitos de inversión ya anunciados en el capítulo anterior. Estos nuevos intereses ratificaban el profundo arraigo de la red Serra en el Mediterráneo italiano, pero a su vez evidenciaban las estrechas relaciones que se mantenían entre los negocios mediterráneos y los centros septentrionales para el correcto funcionamiento de la empresa policéntrica de los Serra. Los intereses de la familia en los territorios italianos se desarrollaron en paralelo al desempeño, por parte de Battista Serra, del asiento de dos galeras ya mencionado y, entre 1622 y 1627, después de cinco años de ausencia de la Corte, del car-

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go de embajador ordinario de la República en Madrid. Ambas actividades, guerra y diplomacia, constituían un claro reflejo de la época de conflicto generalizado en el que se desenvolvieron los últimos años de vida de Battista Serra. En el capítulo 6 se procede a realizar un análisis de la embajada ordinaria de Battista que corrió en paralelo al cambio de coyuntura para los intereses del genovés en la Corte. La presencia de una nueva clientela política asociada al nuevo valido, el conde-duque de Olivares, la muerte o traslado de muchos de los apoyos con los que los Serra habían contado en el período anterior y la proliferación del sistema de juntas para la discusión de los asuntos políticos fueron algunos de los factores que dificultaron el éxito de las negociaciones emprendidas por el embajador al servicio de la República. Por tanto, un análisis de la actividad diplomática de Battista Serra pone de manifiesto las disparidades existentes entre el contexto favorable para las relaciones hispano-genovesas en el que había operado durante el reinado de Felipe III y el más accidentado que caracterizó el gobierno de Felipe IV. Las complicaciones, como se evidenciará en este capítulo 6, no dependieron exclusivamente de un contexto político cortesano hostil, sino de una coyuntura internacional y familiar muy concretas que debe ponerse en relación tanto con la crisis económica de la década de 1620 como con aspectos inherentes a la red Serra. En este sentido, la suspensión de pagos de 1627 constituyó solo uno de los desenlaces desafortunados que debió afrontar el entramado Serra en este período, resultado de una época de desaceleración cuyos inicios se atisbaban ya en la segunda década del siglo xvii. A pesar de las peores condiciones en las que se hallaba Battista respecto a la posición de fuerza que había ostentado en el período anterior, los Serra consiguieron superar los acontecimientos de 1627 gracias no solo a la rápida movilización de sus redes, que permitieron la redistribución de los costes y ayudaron a salvar a algunos de los miembros más golpeados por la crisis, sino también

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a la estrategia de diversificación de la inversión puesta en práctica en el período precedente. A partir de la declaración de guerra por parte de Francia a la Monarquía Hispánica en 1635, el Mediterráneo se convirtió en uno de los principales campos de batalla en el que la escuadra de galeras de Génova desempeñó un papel de singular relevancia. En el capítulo 7 se analizarán las dificultades de la Corona para procurar la protección de los filoespañoles genoveses. Entre ellos, se hallaban sus asentistas que, como Battista, además de administrar las galeras de su escuadra podían ejercer su influencia en una Génova en la que empezaban a imponerse aquellos grupos partidarios de revisar los acuerdos con la Monarquía Hispánica y empeñados en aplicar un programa de corte repubblichista a favor de la neutralidad en la escena internacional o de limitar el ascendiente de los asentistas de galeras particulares al servicio del Rey Católico. Es en este período en el que los primos de Battista Serra —Giovan Francesco y Giovanni Battista— emergieron con fuerza definiendo nuevas formas de servicio al monarca. La tercera parte dedicada a los espacios de identidad se inicia con el capítulo 8, en el que se analiza el singular papel de los colaboradores y socios de Battista que, como Ottavio Serra, su primo, se encontraban en Nápoles desde finales del siglo xvi y sin los cuales no habrían sido posibles ni las actividades económicas de la compañía Serra-Pallavicino, de la que formaba parte Battista, ni la compra y administración de rentas napolitanas por parte de muchos de los Serra residentes en Génova. El ascenso de los negocios de Ottavio se produjo además en el contexto de profunda crisis que golpeó a muchos financieros del reino napolitano a finales del siglo xvi y que permitió a los individuos mejor posicionados hacerse un hueco en la economía del Mezzogiorno y en el servicio a la administración virreinal. En este sentido, las actividades en Nápoles de Ottavio Serra, por cuenta propia o de sus parientes coincidieron con el protagonismo fulgurante alcanzado por Battista en Madrid como miembro de

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la Diputación del Medio General de 1608. El papel de Ottavio como bisagra entre Nápoles, Génova y Madrid pone de manifiesto el rol imprescindible que jugaron los intermediarios genoveses en la política mediterránea del Católico, la autogestión y autonomía de estas redes y su capacidad para crear ámbitos económicos privilegiados y exclusivos que no solo procuraban inmensos beneficios a los sujetos particulares, sino también a los negocios de la red y al servicio dispensado al soberano. El análisis del arrendamiento del hierro y de la financiación de las galeras genovesas en Nápoles constituyen ejemplos claros de los aspectos mencionados y del protagonismo activo que ejercía el Mezzogiorno que permite redimensionar las teorías sobre el papel marginal y periférico que se le ha atribuido para finales del siglo xvi y primeras décadas del xvii. Tras subrayar la función central ejercida por el reino napolitano en la red Serra y en el servicio al monarca, el capítulo 9 abordará los efectos provocados por la relación de la familia con el Mezzogiorno en términos de identidad y de conformación de distintos perfiles de ascenso social. De esta manera, se procederá a comparar la diversa evolución experimentada por los Serra de Cassano y los Serra de Carovigno, ambos con unos orígenes bien distintos que influirán enormemente en las diferencias que se detectan para cada ramo. De hecho, las bases desiguales de las que partían se materializaron inevitablemente en identidades muy diversas entre sí como evidencia la relación que ambos ramos mantuvieron con la iglesia de la nación genovesa en Nápoles, el consumo cultural, su política matrimonial, su interés por participar en los seggi de la ciudad o en los diversos modelos de sepultura. El capítulo 10 afronta la ambigua relación que los Serra mantuvieron con Castilla. En el análisis, entran en juego los dos ramos de los hermanos Antonio IV y de Girolamo Serra que se caracterizaron por comportamientos bien diferenciados. Mientras que los descendientes de Antonio IV no adquirieron ningún tipo de distinción nobiliaria de Castilla ni manifestaron su interés por

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asentarse en dicho territorio, la progenie de Girolamo, que inició a servir al Católico en condiciones muy distintas a las de sus primos y con un considerable patrimonio a sus espaldas, se hicieron con títulos nobiliarios y propiedades inmobiliarias que revelaron, aparentemente, un mayor interés por asentarse en el reino castellano. Procederemos a analizar los elementos que continuaban haciendo de ambos ramos declarados filohispánicos incluso durante la segunda mitad del siglo xvii, además de poner de relieve las posibles causas que explicaron el diverso «anclaje» que manifestaron los distintos ramos en Castilla. Como telón de fondo se hallan las complicadas relaciones mantenidas entre la Monarquía Hispánica y Génova, así como los levantamientos que se produjeron en el seno de la propia Monarquía que debilitaron severamente la capacidad del soberano para proteger los intereses de los genoveses a su servicio. Una constante en la identidad de la familia Serra fue, sin duda, su relación estrecha con la madre patria, fundamental para el buen funcionamiento de sus negocios y a la hora de determinar las posibilidades de cooptación de sus miembros por parte de la Corona. De hecho, el reclutamiento por parte del soberano Católico de aquellos genoveses que ejercían una posición influyente en la República constituía un recurso clave para facilitar las negociaciones entre Génova y la Monarquía Hispánica y posibilitaba la ampliación de los márgenes de actuación del rey en el gobierno ligur. Como se examinará en el capítulo 11, el hecho de habitar en Génova se convertía así en una ventaja comparativa para los servidores del Católico que nos obliga a considerar el apego a la madre patria, no tanto como el síntoma de la existencia de una identidad exclusivamente republicana, sino como un modo de tutelar de la mejor manera posible los servicios brindados al monarca. Y viceversa, el protagonismo de los Serra en la República se concretó en la conquista de mayores cuotas de poder en Génova, tal y como demuestra el espectacular desarrollo de la política de adquisición de patrimonio inmobiliario puesta en práctica por la familia en

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los años de mayor ascendiente de Battista Serra al servicio del soberano Católico en calidad de diputado del Medio General de 1608. Los resultados de estas interrelaciones se materializarán en una cultura cosmopolita en cuya difusión y conformación las redes de los Serra fueron indispensables. Por último, el libro concluye con una reflexión sobre la influencia del ámbito cívico-republicano y religioso sobre la identidad genovesa de la familia (capítulo 11). Las mentalidades de los Serra, como las de todas las familias genovesas, se vieron imbuidas por los discursos del buen ciudadano de República imperantes en la época y que sostenían en buena parte la religión cívica practicada por el gobierno genovés que abrazaba comportamientos como la asistencia a los pobres o los rituales ciudadanos. La caridad y su preocupación por lo público ejercidas por los genoveses debe interpretarse en relación a estos ideales y al carácter nobiliario que definía al patriciado de la República y que hacía de ellos protagonistas del habitus aristocrático que caracterizaba al resto de noblezas europeas. Estos aspectos se afrontarán desde una perspectiva de género que permita dilucidar el diverso papel que hombres y mujeres ejercieron en la espiritualidad de la época y en la consolidación de la red y la protección de la familia. Se analizará asimismo la influencia que tuvo en estas manifestaciones la irrupción en Génova de la Reforma Católica, que hizo de la exhibición de la religiosidad una práctica mixta en la que los tintes republicanos mencionados se compenetraron con las influencias de clara matriz española y con el papel que los genoveses comenzaron a ejercer como aliados de la Monarquía Hispánica en la aplicación de los principios tridentinos en Italia.

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PARTE I LA RED TRANSNACIONAL DE LOS SERRA

CAPÍTULO 1 UNA REPÚBLICA DE FAMILIAS Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA A FINALES DEL SIGLO XVI-PRINCIPIOS DEL XVII

1. Los Serra

de Génova: orígenes de los ramos estudiados

Los Serra son una antigua familia ligur perteneciente a la nobleza vieja (nobili vecchi) cuya presencia en Génova se remonta al siglo xii,1 momento en el que en las fuentes aparece Corso Serra, cónsul de la República entre 1158 y 1163 y del que probablemente descendieron los Serra de Génova.2 Habrá que esperar al siglo xiv para encontrar al antepasado más antiguo de los Serra objeto del presente trabajo, Manfredo Serra (✝1393).3 Las dificultades para determinar la procedencia de la familia y el momento en el que se asentaron en Génova4 fueron cuestiones 1 Sobre los orígenes de la familia véanse Ascheri, Giovanni Andrea. Notizie intorno alla reunione delle famiglie in Alberghi in Genova, Génova, Tipografia Faziola, 1846; Belgrano, Luigi Tommaso. Della vita e delle opere del Marchese Gerolamo Serra, Génova, Co’ Tipi del R. I. de’ Sordo Muti, 1859; Candida-Gonzaga, Berardo. Memorie delle famiglie nobili delle province meridionali d’Italia, vol. 4, Nápoles, Cav. Gennaro De Angelis e figlio, 1878, pp. 218-225; Cappellini, Antonio. Dizionario biografico di Genovesi illustri e notabili, Génova, Tipografia Fratelli Stianti, 1932, pp. 127-128; Spreti, Vittorio. Enciclopedia storico-nobiliare italiana, vol. 6, Milán, Arnaldo Forni Editore, 1981, pp. 266-283. 2 Se trataba del hijo de Serra De Mari, que habría adoptado el nombre del padre como apellido. Candida-Gonzaga, B., Memorie..., cit., vol. 4, p. 218; Spreti, V. Enciclopedia storico-nobiliare…, cit., p. 274. Así lo confirma la Relatione della Repubblica di Genova del 1597. Según este documento, los Serra comparecen por primera vez en los Annali genoveses en 1159. En Biblioteca Nazionale di Napoli (BNNa), Manoscritti (Ms.), X, E, 42, fol. 23v. Noticias más antiguas sobre la familia nos las proporciona Battilana, que afirma que el origen de los Serra se halla en Enrico Serra, muerto ya en el año 1191, tal y como se deduce de un acto notarial. En Battilana, Natale. Genealogie delle famiglie nobili di Genova, Bolonia, Forni Editore Bologna, 1825-1833 (reedición de 1971). Asimismo, Cappelini asegura que los Serra constituyen una familia de «nobilissima casa, di cui le prime notizie risalgono al 1146». En Cappellini, A. Dizionario biografico..., cit., p. 127. 3 Sobre los orígenes medievales de los Serra, véase Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra, Turín,Testo & Immagine, 1999, pp. 5-57. Véase el árbol genealógico número 1 situado al final de este trabajo para una mejor comprensión de los orígenes de los Serra. 4 Un manuscrito genovés afirma que los Serra habitaban en Génova desde el año 1140. Señala además que en 1407 Christoforo y Antonio Serra obtuvieron

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

señaladas en el siglo derici:

xvii

por el escritor genovés Federico Fe-

Este apellido es tan mixto y confuso entre sí, con varios y diferentes orígenes y descendiente como procedente de varios lugares y así llamados [los orígenes] con esta voz [Serra] tanto dispositivos, como villas como contradas [lo cual] significa que difícilmente se pueda seguir una cierta regla. Se hallan muchos nombrados con este apellido desde antiguo de los que no sabemos que hayan dejado descendencia, por lo que puede ser que otros modernos hayan resumido con este apellido la calidad y las preminencias de los más antiguos así llamados.5

Los orígenes genoveses que se suelen apuntar para los Serra analizados en este estudio parecen situarse en el valle del Polcevera (Val Polcevera) —al igual que los Balbi— o en el municipio de Bonassola, ambos emplazamientos ubicados en el Levante ligur.6 Por otro lado, Damonte ha observado la enorme difusión de dicho apellido en los Alpes ligures, así como las numerosas citaciones de Serra provenientes de Bisagno, Polcevera, Bonassola y de Albenga por parte de los historiadores del siglo xviii. Asimismo, Damonte no excluye la posibilidad de que provinieran de Novi, donde en

decreto para habitar en Génova. En 1421 se le concedió al notario Enrico Serra y en 1484 a Bartolomeo Serra, de Polcevera. En Archivio di Stato di Genova (ASGe), Manoscritti, (Ms). 521, fols. 1685r y v. 5 Traducción propia del original: «Questo cognome è talmente misto e confuso fra se stesso di varie e differenti origini e discendente come procedenti da varij luoghi e così chiamate con questa voce che ordigno, villa, o contrada significa che malamente se ne può discorrere con certa regola. Ritrovandosi molti di tal cognome nominati anticamente che non è certo se abbino lasciata discendenza potendo essere che altri più moderni abbino con tal cognome riassunto la qualità e preeminenze de più antichi così nominati». En Federici, Federico. Scrutinio della nobiltà ligustica en ASGe, Ms., 798, fol. 104. La obra de Federici fue escrita a finales de la década de 1630. 6 Ganduccio, Odoardo. Origine delle case antiche nobili di Genova, en Biblioteca Civica Berio (BCB), Manoscritti rari (M.r.), IX, 2,25, vol. 2, fol. 457; ASGe, Ms. 521. Sobre el origen de los Balbi, véase Grendi, E., I Balbi..., cit., p. 4.

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el año 200 existía un castillo llamado Serra y donde en el año 600 un tal Paolo Serra escribió la historia de su ciudad.7 El apellido Serra se encuentra difundido también en territorios de fuera de la República como Cerdeña, Sicilia y en Oriente. En este sentido, Spreti menciona algunos ramos que se establecieron en la isla de Quíos, espacio del que los Serra fueron administradores junto a los Giustiniani.8 Sobre la presencia de la familia en Cerdeña, Spreti apunta al ramo de los Serra de Arborea, marqueses de Oristano y condes de Goceano, extinguido en 1400.9 Sobre la presencia de un ramo de los Serra en la Península Ibérica, algunos autores han asegurado que tenían sus orígenes en Génova y que fueron los intensos tratos existentes entre la República y Barcelona los que determinaron que ciertos miembros de la familia se asentaran en Cataluña en los siglos ix y x y, sobre todo, en el siglo xii con motivo de los enfrentamientos entre güelfos, y gibelinos, facción, esta última, a la que pertenecían los Serra.10  7

Damonte, M. «La famiglia Serra e Gian Carlo Serra», en La Storia dei Genovesi. Atti del Convegno di Studi sui ceti dirigenti nella istituzioni della repubblica di Genova. Genova, 10-12 de giugno 1987, vol. 8, Génova, Centro internazionale di studi sui ceti dirigenti nelle istituzioni della Repubblica di Genova, 1988, pp. 243-271:243-244.  8 Estudios sobre la presencia genovesa en Quíos confirman la presencia de miembros de la familia en 1507, en concreto Antonius Serra, oficial de la moneda: Rovere, Antonella (ed.), Documenti della maona di Chio (secc. xiv-xvi), número monográfico publicado en Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XIX (XCIII), 2 (1979), p. 408. Según Spreti, a principios del siglo xvi, un tal Giovanni Francesco Serra fue nombrado por Carlos V gobernador de la isla. En Spreti, V. Enciclopedia storico-nobiliare..., cit., vol. 6, p. 274.  9 Spreti, V. Enciclopedia storico-nobiliare…, cit., vol. 6, p. 274. Un documento de 1719 testimonia la existencia del caballero y noble sardo Antonio Serra. En Archivo Histórico Nacional (AHN), Consejos, legajo (leg.), 18824/17, «Concesión de títulos de nobleza a caballeros sardos (grabados del escudo y título familias). 1695-1720». 10 García Carraffa, Arturo. Diccionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos, vol. 84, Madrid, Imp. Antonio Marzo, 1960, p. 113. Sobre la existencia de Serra en Mallorca, véase id., p. 115. Asimismo, la presencia de Serra genoveses en Cataluña no impedía que previamente ya se hallaran individuos

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

En cualquier caso, la dispersión que se observa en la distribución del apellido coincide con las actividades económicas desarrolladas por el ramo de Manfredo Serra en cuyo análisis se atisba la existencia de un vínculo especial con la Monarquía Hispánica al menos desde el siglo xv.11 Es el testamento del tataranieto, Antonio III (1467 aproximadamente-1536), redactado en Génova en 1520, el que manifiesta con claridad los lazos de la familia con emplazamientos como Córdoba y Sicilia y la distribución estratégica de los miembros del linaje para controlar sus intereses en dichos espacios.12 La expansión de las redes de los Serra y sus lazos con los territorios hispánicos serán una constante en los ramos de Paolo II q. Antonio III (¿-1579) y de Francesco Serra q. Giovanni Pietro I (1520-?), primos entre sí. De ellos descenderán, por un lado, los hermanos Girolamo (1547-1616) y Antonio IV Serra (1550 ca.-1582) y, de otro, Giovanni Pietro II Serra (1557-1631), padres de los con este apellido en este lugar. En concreto, Candida-Gonzaga menciona varios Serra catalanes que a finales del siglo xiv se habían trasladado a Sicilia. En Candida-Gonzaga, B. Memorie..., cit., vol. 4, p. 218. 11 Sobre la actividad comercial para los siglos xiv y xv de Antonio I (1354-1413), hijo de Manfredo, recogida en los registros del Drictus Catalonorum, la tasa que debía pagarse en Génova por el comercio con ciudades de la región catalana, véase Zunino, Stella M. y Dassori, Noemi. Genova e Spagna nel xv secolo. Il «Drictus Catalanorum» (1421, 1453, 1454), Génova, Fratelli Bozzi, 1970, pp. 41, 98, 140, 160 y 185. Por su parte, Paolo I (1424-1494), nieto de Antonio I, fue nombrado, en 1457, representante de los mercaderes genoveses de Sevilla por parte del gobierno de la República. Nombramiento que debió de estar relacionado con los intereses comerciales que los Serra poseían en esta ciudad. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 41. Para una mejor comprensión de la posición de Antonio I y Paolo I en la genealogía de los Serra de este estudio, véase el árbol genealógico n.º 1. 12 Antonio III especificaba que en Córdoba y Sicilia se hallaban, respectivamente, sus hermanos Galeotto y Cosimo. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 48-53. Sobre Antonio III, véase la genealogía n.º 1. Sobre la presencia en Palermo de un tal «Cosmo Serra», que operaba en dicha plaza en nombre de Ambrogio Spinola, véase Otte, E. Sevilla y sus mercaderes..., cit., p. 144.

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sujetos que protagonizan esta investigación y sobre los que se volverá a continuación.13 Aunque los vínculos entre los genoveses y la Monarquía Hispánica se venían produciendo desde la Edad Media —como demuestran los tratos económicos mantenidos por la progenie de Manfredo Serra—, la alianza hispano-ligur no fue sancionada hasta 1528, año en el que, después de una período de continua conflictividad política en la República —que había propiciado la injerencia de potencias extranjeras (principalmente Francia y España)— Andrea Doria y Carlos V acordaron su mutua colaboración mediante la firma de un tratado de condotta. El tratado de 1528 dio el pistoletazo de salida a un nuevo período político caracterizado por las profundas imbricaciones entre la idea imperial hispánica y la vida política y social de la República.14 El acuerdo vino acompañado de una reforma total del orden institucional genovés a través de la aprobación, ese mismo año, de las leyes Reformatione Novae. El objetivo estaba claro: la conformación de un ceto dirigente de ciudadanos nobles en el que la unidad fuera el elemento predominante, por encima de las disensiones que habían caracterizado la época anterior y que, de producirse nuevamente, 13 Las fechas de nacimiento y muerte de los individuos analizados en este trabajo son, en su mayor parte, las recogidas en las genealogías realizadas por Podestà, Musella y Augurio en el volumen apenas citado. Sin embargo, en aquellos casos en los que estas no coincidan con la presentada por los autores, será porque se han hallado fuentes específicas primarias o secundarias que han permitido la corrección de algunas de estas fechas. 14 No han faltado historiadores que, conscientes de la singular relevancia del primer gobierno que inauguró la cooperación hispano-genovesa, le han dedicado significativos estudios: Pandiani, Emilio. Genova e Andrea Doria nel primo quarto del Cinquecento, Génova, Ed. Lupa, 1949; De Cadenas y Vicent, Vicente. El protectorado de Carlos V en Génova. La «condotta» de Andrea Doria, Madrid, Ediciones Hidalguía, 1977; Pacini, Arturo. La Genova di Andrea Doria nell’Impero di Carlo V, Florencia, Olschki, 1999. Sobre el protagonismo del almirante Andrea Doria, véase Grendi, Edoardo. «Andrea Doria uomo del Rinascimento», en id. La repubblica aristocratica dei genovesi. Politica, carità e commercio fra Cinque e Seicento, Bolonia, Il Mulino, 1987, pp. 139-172.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

pondrían en peligro la ventajosa posición recién adquirida por la Monarquía Hispánica en Génova.15 A pesar de que las leyes de 1528 contribuyeron a reducir la conflictividad faccional genovesa, las diferencias que oponían desde los siglos xiii y xiv a nobili y popolari —a partir de 1528 designados como nobili vecchi y nobili nuovi, respectivamente— y la competencia de ambos grupos por controlar las principales magistraturas de la República continuaron actuando bajo diversas formas.16 Como

15 Antes de los acuerdos de 1528, la vida política genovesa de los siglos xiv y xv se había caracterizado por su inestabilidad y por la competencia entre las distintas facciones por hacerse con el gobierno, para cuyo objetivo no dudaban en apoyarse en príncipes extranjeros. Sobre estos sucesos véase Petti-Balbi, Giovanna. «Tra dogato e principato: il Tre e il Quattrocento», en Puncuh, Dino (ed.), Storia di Genova. Mediterraneo, Europa, Atlantico, Génova, Società Ligure di Storia Patria, 2003, pp. 233-324. 16 Los nobili se componían de descendientes de las familias viscontili cercanas al entorno del arzobispo que, en el siglo xii, habían desempeñado cargos en el consulado, la forma de gobierno que dominaba en Génova en aquella época. Los nobili, por entonces, representaban un grupo heterogéneo del que formaban parte propietarios de tierras convertidos en vasallos del obispo, grandes mercaderes y sujetos del ámbito de los Visconte de Milán. En Polonio, Valeria. «Da provincia a signora del mare. Secoli vi-xiii», en Puncuh, D. (ed.), Storia di Genova…, cit., pp. 138-140. Sobre este período político de la República, véase, además del trabajo ya citado de Polonio, Lercari, Andrea. «La nobiltà civica a Genova e in Liguria. Dal comune consolare alla Repubblica aristocratica», en Zorzi, Marino, Fracanzani, Marcello y Quadrio, Italo, (eds.), Le aristocrazie cittadine. Evoluzione dei ceti dirigenti urbani nei secoli xv-xviii. Atti del convegno, Venezia, 20 ottobre 2007, Venecia, La Musa Talìa Editrice, 2009, pp. 228-362:233-236. Por su parte, los componentes de la facción popolare eran, en sus orígenes, profesionales del Derecho, banqueros y mercaderes, marineros y artesanos. En Polonio, V. «Da provincia...», cit., p. 139. Con el paso de los años y la consolidación de la actividad mercantil y financiera, este grupo experimentará su división en mercanti (mercaderes) y artefici (artesanos o, en cualquier caso, todos aquellos vinculados a las llamadas artes mecánicas). Esta nueva caracterización será objeto de encendidos debates cuando, en 1528, hubo de decidirse cuáles serían los miembros del popolo los que podrían obtener el derecho a ser incorporados en el nuevo orden de ciudadanos nobles de la República. La distinción sobre quién era noble y quién no impidió la posibilidad de unirse al nuevo orden institucional a los que ejercitaran artes mecánicas. Sin embargo, la definición de estas últimas continuó siendo vaga con el fin de evitar

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veremos, la persistencia de las divergencias terminó desencadenando una verdadera guerra civil en 1575 que trajo aparejadas nuevas modificaciones institucionales en el orden político de la República. Aunque los Serra eran considerados nobili y, después de 1528, nobili vecchi, algunos miembros de la estirpe habían sido seatieri, y por tanto, pertenecientes a la facción popolare, como fue el caso de Francesco Serra q. Giovanni Pietro I (1520-1570).17 Sobre Paolo II Serra q. Antonio III (1520-?), primo de Francesco Serra q. Giovanni Pietro I, nos ofrecen informaciones intesantes los nobles genoveses encuestados para las pruebas del hábito de Santiago para Giovanni Battista Serra de Ottavio, realizadas entre 1627 y 1631. Estos coincidían en que el candidato era considerado noble en Génova. No obstante, el 29 de abril de 1631, Giovanni Battista Bacigalupo afirmó que los ascendientes de Giovanni Battista Serra de Ottavio no procedían de la antigua casa de los Serra de la ciudad de Génova. La inscripción de la estirpe de la que descendía el candidato al hábito en el libro de la nobleza se habría producido

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ulteriores conflictos: Doria, Giorgio y Savelli, Rodolfo. «Cittadini di governo a Genova: ricchezza e potere tra Cinque e Seicento», Materiali per una storia della cultura giuridica, X, 2 (1980), pp. 277-355:449. Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 161. En el siglo xiv destacó también el cordonero Giovanni Serra de Andrea. En id., p. 38. Las pruebas ya mencionadas para la obtención del hábito de Santiago por parte de Giovanni Battista Serra de Ottavio nos dan más detalles sobre la existencia de Serra dedicados a oficios «viles». En concreto, uno de los encuestados en Génova el 30 de abril de 1631, Giulio Pallavicino, aseguraba que, en aquel año, se sabía de la existencia de un platero, de nombre Girolamo, y de un cajero del Magistrato della Abbondanza, ya fallecidos. En AHN, OM, leg. 7718, pruebas del hábito de Santiago para Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 16271631. Vistos los orígenes de los Serra, no puede descartarse la posibilidad de que el comercio de la seda fuera el que inicialmente motivara su interés por el mercado flamenco. Sin lugar a dudas, su inclinación hacia el comercio septentrional no era una novedad para la familia: ya en el siglo xiv, Andrea y Ambrogio Serra q. Giovanni q. Manfredo, miembros de un ramo paralelo al aquí estudiado, aparecían implicados en el comercio de exportación de vino, cereal y hierro para el mercado inglés. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 19-21.

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con el bisabuelo paterno del pretendiente del que Bacigalupe decía no recordar el nombre. El personaje al que se refiere es Paolo II Serra q. Antonio III. Según Bacigalupe, este Paolo II Serra fue el primero que se trasladó a Génova, abandonando su lugar de proveniencia, Albissola, en el poniente ligur, «que es lugar pequeño de hasta 100 casas y que casi todos son oficiales de hacer plata y ollas».18 Un documento de la Biblioteca Nacional de Nápoles nos revela la posible vinculación de Paolo II Serra con actividades de condición aún más humilde. La fuente en cuestión, que reprocha el comportamiento indigno de algunos ciudadanos de la nobleza vieja genovesa, se refiere precisamente a Paolo Serra como, Paolo Serra de los Lercari [es decir, agregado al albergo Lercari tras la reforma de 1528], hombre vil [que] hace pocos años sus padres eran pescadores y tiraban las redes en la localidad de mar de Bonassola de donde provienen.19

Cualquier acercamiento al estudio de la sociedad genovesa requiere la reflexión sobre la institución del albergo y sobre sus im18 No obstante, otro testigo, Giovanni Battista Doria, aseguró que el origen de los Serra de los que se trataba se hallaba en el Levante, concretamente en Levanto o Bonassola, y que el primer miembro de la familia adscrito a la nobleza de Génova fue un letrado hace unos ciento setenta años (por tanto, hacia 1461). En AHN, OM, leg. 7718, pruebas del hábito de Santiago para Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631. 19 Traducción propia del texto original: «Paolo Serra nei Lercari huomo vile pochi anni sono che i suoi erano pescatori e tiravano le reti al lito del mare a Buonasola di dove habbo origine». La frase procede del diálogo denominado Paolo, Uberto et Luciano, uno de los escritos puestos en circulación por la nobleza nueva contra la vieja a partir de los sucesos de 1575. La copia de la que se ha extraído la citación forma parte de un manuscrito titulado Notizie nobili di Genova situado en BNNa, Ms., I D55. Es necesario recordar el carácter polémico de estos diálogos que, en el caso de aquellos redactados por los nuevos, pretendían atribuir a la nobleza vieja los mismos orígenes innobles que estos les achacaban.

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plicaciones políticas, económicas, sociales y urbanas.20 Pacini define el albergo como una institución demotopográfica que, por un lado, agregaba una parte de la población según el principio familiar del común apellido y, por otro, organizaba el espacio urbano, cargándose así de valencias sociopolíticas y culturales.21 De este modo, los miembros de un mismo albergo compartían un determinado espacio de la ciudad, habitualmente con su propia iglesia, plaza y calle, lo cual confería al albergo un señalado componente feudal. Sus componentes desplegaban una sociabilidad común, reflejada en su participación en torneos y procesiones o en la fundación de cofradías o de academias como la de los Addormentati, constituida en 1587 con miembros de la nobleza vieja primordialmente.22 A partir de la reforma de 1528, se instituyó que el nuevo cuerpo político de la República se encontrara integrado por veintiocho alberghi, que tomaban su nombre de aquellas familias con mayor número de miembros. Todos los sujetos que pertenecieran a uno de los veintiocho alberghi establecidos serían considerados nobles.23 El albergo, que había nacido como una agregación libre, inició a asumir, por tanto, una relevancia institucional con el objetivo de unificar la clase dirigente.24 Solo la pertenencia a uno de estos alberghi daba la posibilidad de acceder al gobierno de la República. Las familias que no se constituyeron como alberghi debían adherir a alguno de los veintiocho o esperar a las adscripciones ordinarias 20 Una recopilación realizada en el siglo xix sobre los alberghi genoveses en Ascheri, G. A. Notizie..., cit. 21 Pacini, A. I presupposti…, cit., pp. 32-35. 22 Bitossi, C. Il governo…, cit., pp. 40 y 41. 23 Más detalles sobre la composición del gobierno de la República y los mecanismos de poder que caracterizaban el funcionamiento de sus instituciones en Forcheri, Giovanni. Doge Governatori Procuratori Consigli e Magistrati della Repubblica di Genova, Génova, A’ Compagna, 1968; Doria, G. y Savelli, R. «Cittadini di governo…», cit.; Bitossi, C., Il governo…, cit.; id., «Il tempo degli oligarchi. Note sulla storia politica genovese nella prima età moderna», Annali dell’Universitá di Ferrara. Sezione lettere. Nuova Serie, 4 (2003), pp. 121-160. 24 Pacini, A. I presupposti…, cit., pp. 22-48.

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o extraordinarias previstas por la legislación, si se pretendía formar parte del nuevo cuadro político. Los Serra, por no contar con un mínimo de seis casas abiertas en la ciudad, requisito indispensable para erigirse en albergo, fueron agregados al de los Lercari.25 Dada la naturaleza claramente gibelina de los Serra, su inclusión, en 1528, en el albergo de los Lercari, conocido por su orientación güelfa, representó seguramente una maniobra para diluir las antiguas diferencias de facción que habían desestabilizado el sistema político genovés en el pasado y propiciado la injerencia extranjera.26 A pesar de las buenas intenciones de los reformadores de 1528, la distinción entre los distintos colori de la ciudad no desapareció. Es más, la alternancia entre nobili y popolari, que ya se había observado en el pasado para el ejercicio de las magistraturas, continuó aplicándose para desempeñar los cargos de gobernador, procurador y de Doge, las principales figuras ejecutivas y legislativas de la República. 25 Además del albergo Lercari, otros Serra fueron agregados a los Cybo, tal y como indica Guelfi Camajani. En Guelfi Camajani, Guelfo. Liber Nobilitatis Genuensis e il governo della Repubblica fino all’anno 1797, Florencia, Società Italiana di Studi Araldici e Genealogici, 1965, pp. 11 y 13. A pesar de la integración de los Serra en estos alberghi, algunos de los miembros de la familia continuaron precisando el apellido de origen junto al nombre del albergo al que habían sido agregados. Así, Paolo II Serra q. Antonio III comparece como Paolo Lercaro Serra. De hecho, su cuñada Pellegrina De Fornari, mujer de Giovanni Battista Serra, lo designó en su testamento de 12 de marzo de 1560 como su fideicomisario mencionando los dos apellidos. Así lo confirma el registro de su testamento recogido por el manuscrito Remondini, Gian Carlo, serie «Testamenti», fol. 19, en BCB, M.r., XV, 3.4. Asimismo, contamos con el registro del testamento de Francesco Serra q. Gio Pietro I que aparece como Francesco Lercaro Serra. En Remondini, G. C., Serie «Contratti», fol. 3351, manuscrito en BCB, M. r., VIII, 4, 4. El testamento completo de Francesco Serra q. Giovanni Pietro I lo hemos localizado en su traducción española en AGS, Contaduría de Mercedes (CME), leg., 368, 27. En dicho documento, el testador es designado de nuevo como «Francesco Lercaro Serra». Se puede observar una representación visual de las familias que fueron agregadas al albergo Lercari en la ilustración 1. 26 Sobre la filiación gibelina de la familia, véase Ascheri, G. A. Notizie..., cit., pp. 14 y 15.

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La condición hereditaria del concepto de nobleza apenas definido y la posibilidad de dar el acceso a la misma a nuevos miembros a partir de las adscripciones anuales previstas tampoco pudieron garantizar la estabilidad del gobierno. La conjura de Gian Luigi Fieschi de 1546 y su consecuencia —un nuevo ajuste institucional aprobado con las leyes del Garibetto de 1547— constituyeron la prueba de la persistencia de la conflictividad faccional.27 La legislación aprobada a partir de entonces pretendía asegurar una distribución del poder entre nobili vecchi y nuovi más equitativa: se pasaba de una designación por sorteo de los miembros del Maggior y Minor Consiglio —que aseguraba mayores posibilidades de formar parte del gobierno a miembros de la nobleza nueva en cuanto superiores en número a la vieja—, a la elección de los mismos a través de una comisión formada por el Doge, los gobernadores, los procuradores, los supremi sindacatori, el oficio di San Giorgio y extraordinarios.28 El descontento general que originaron las disposiciones del Garibetto se acentuó en la década de 1550, momento en el que los esfuerzos de la República se orientaban a la represión de la sublevación de Córcega y cuando la reacción desafortunada de Andrea Doria al respecto contribuyó a minar la reputación y el prestigio que hasta el momento había ostentado.29 27 La conjura, que tenía como último objetivo la entrega de Génova a Francia, supuso el asesinato de Giannettino Doria, heredero y lugarteniente del almirante Andrea Doria. Sobre la conjura Fieschi véase Pacini, Arturo. «“El ladrón de dentro casa”: congiure e lotta politica a Genova dalla riforma del 1528 al tradimento di Gian Luigi Fieschi», en Complots et conjurations dans l’Europe moderne. Actes du colloque international organisé à Rome, 30 septembre-2 octobre 1993, Roma, École Française de Rome, 1996, pp. 597-658. 28 El Maggior Consiglio sería elegido por dicha comisión solo parcialmente, mientras que el Minor Consiglio debía ser designado íntegralmente por la misma. En Pacini, Arturo. «La repubblica di Genova nel secolo xvi», en Puncuh, D. (ed.), Storia di Genova…, cit., pp. 325-390:362. 29 Como se verá, Andrea Doria se negó a ofrecer sus galeras para someter a los corsos si la República se decidía a intervenir para procurar la anexión del marquesado de Finale tras la muerte de su señor, Alfonso del Carretto, con el que Doria mantenía vínculos familiares.

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Ilustración 1. Representación del albergo Lercaro con las armas de todas las casas a él agregadas30 30 En el manuscrito de Fransone, Agostino. Nobiltà di Genova, 1636, en BCB, M. r., C. 33. Los grabados presentes en el documento fueron realizados por Hieronimun

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La muerte de Andrea Doria en 1560 y la sucesión de Giovanni Andrea Doria, hijo de Giannettino, que no contaba con el apoyo de Felipe II que había disfrutado el almirante, inauguró un período de mayores tensiones que se manifestaron en los intensos debates desarrollados en torno a las adscripciones ordinarias y extraordinarias que el gobierno podía realizar anualmente. A pesar de que estas eran contempladas por la legislación, en febrero de 1560 la adscripción extraordinaria fue impugnada por los Supremi Sindacatori. En adelante, este mecanismo de incorporación al cuerpo único de ciudadanos nobles fue prácticamente eliminado provocando las iras de los ex-popolari, que veían así abortado su intento de acceder a la nobleza. A lo que se añadió el malestar ante la división igualitaria de las magistraturas de la República entre nuevos y viejos que habían establecido las leyes del Garibetto, a pesar de que los primeros eran más numerosos que los segundos. Los sucesos mencionados constituyeron el terreno abonado para la guerra civil desencadenada entre ambos bandos en 157531 y que tocó a su fin en 1576 con la aprobación en marzo de dicho año de David. El escudo de la casa Serra, caracterizado por cuatro filas ajedrezadas, aparece en la parte central más alta del paramento que cubre el emblema de los Lercari. 31 Un elenco sintético de los estudios dedicados a los sucesos de 1575: Poggi, Francesco. «Le guerre civili di Genova in relazione con un documento economico-finanziario dell'anno 1576», Atti della Società Ligure di Storia Patria, LIV, 3 (1930); Doria, Giorgio. «Un quadriennio critico: 1575-1578. Contrasti e nuovi orientamenti nella società genovese nel quadro della crisi finanziaria spagnola», en VV. AA., Fatti e idee di storia economica nei secoli xii-xx. Studi dedicati a Franco Borlandi, Bolonia, Il Mulino, 1977, pp. 377-394; Savelli, Rodolfo. «La pubblicistica politica genovese durante le guerre civili del 1575», Atti della Società Ligure di Storia Patria, XX/2 (1980), pp. 82-105; id., La repubblica oligarchica. Legislazione, istituzioni e ceti a Genova nel’500, Milán, Giuffrè, 1981; Neri, Enrica. Quietud, conformidad y libertà: la Spagna e la crisi politico-istituzionale genovese del 1575, Milán, Isu-Università Cattolica, 1995; Pacini, Arturo. «El padre y la república perfecta: Génova y la monarquía española en 1575», en Bravo, Jesús (ed.), Espacios de poder: Cortes, Ciudades y Villas (s. xvi-xviii), Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2002, pp. 119-132; id., «La Repubblica di Genova...», cit., pp. 374-385; id., «Grandes estrategias y pequeñas intrigas: Génova y la monarquía católica de Carlos V y Felipe II», Hispania. Revista de Historia, LXV/1, 219 (2005), pp. 21-44.

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las Leyes de Casale (Leges Novae) y, con ellas, un nuevo cuadro institucional resultado de la mediación de Roma, la Monarquía Hispánica, Francia y el Sacro Imperio.32 Desde este momento, la República sería gobernada por doce gobernadores y ocho procuradores que se extraían por sorteo del llamado Seminario, conformado inicialmente por ciento veinte nombres y que, junto a los Trenta Elettori y a la Rota criminale, fue uno de los nuevos organismos que fueron instituidos por dichas leyes.33 Además, el orden político nacido de Casale supuso la supresión de los alberghi y la recuperación por parte de cada familia agregada de su apellido original, razón por la cual esta investigación se ha concentrado en los Serra desde finales del siglo xvi, período en el que adquisieron visibilidad en sus servicios a la Monarquía Hispánica y en el que se presentan en la documentación con el nombre del linaje de origen. En concreto, como ya se refirió, este estudio se ha focalizado sobre los ramos de los hermanos Girolamo (1547-1616) y Antonio IV Serra (1550 ca.-1582), hijos de Paolo II, debido a los ingentes tratos que mantuvieron entre sí y con la Monarquía Hispánica.34 Su 32 Una síntesis sobre las reformas de 1576 y el panorama político genovés antes y después de la guerra en Pacini, A. «La Repubblica di Genova...», cit., pp. 325-390:380-382. 33 Las plazas vacantes del Seminario eran ocupadas anualmente por miembros del Maggior y Minor Consiglio. Los Trenta Elettori se encargaban de elaborar las listas de los candidatos posibles llamados a formar parte de los Consigli (Maggior y Minor) del año siguiente. Los miembros de los Trenta Elettori eran escogidos por el Minor Consiglio. Bitossi, C. Il governo..., cit., p. 79. Más detalles sobre la composición del gobierno de la República y los mecanismos de poder que caracterizaban el funcionamiento de sus instituciones en Forcheri, G. Doge Governatori Procuratori…, cit.; Doria, Giorgio y Savelli, Rodolfo. «Cittadini di governo…», cit.; Bitossi, C. Il governo..., cit.; id., «Il tempo degli oligarchi...», cit. Un análisis preciso sobre las reformas y el panorama político genovés antes y después de la guerra civil de 1575, en Pacini, A. La Repubblica di Genova…, cit., pp. 380-382. 34 La unión definitiva del ramo de los hermanos Girolamo y Antonio IV se terminaría concretando en el siglo xviii a través del matrimonio entre Giuseppe Maria q. Francesco Maria (1714-1763), descendiente de Antonio IV Serra, y

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análisis no podía prescindir del estudio de la progenie de Giovanni Pietro II Serra q. Francesco (1557-1631), primo de ambos, visto que uno de sus hijos jugó para la red un papel fundamental en Madrid en la década de 1620. Por la misma razón, se ha incluido en la investigación la figura de Ottavio Serra q. Giovanni Battista, sobrino de Girolamo y de Antonio IV, esencial para entender las conexiones de la familia con Nápoles. Como en toda red que se precie, en el entramado Serra existieron nodos que aglutinaban múltiples conexiones y que, en este caso, fueron imprescindibles para garantizar el servicio al soberano y la negociación con sus ministros. Es el caso de Battista Serra de Antonio IV (1576-1643), figura a la que se ha decidido conceder un peso especial como sucesor de los negocios de su tío Girolamo y tutor de los hijos de este último cuando este murió en 1616: Giovan Francesco (1603-1656) y Giovanni Battista Serra (1612-1684). La importancia de Battista no residía solo en su carácter de eslabón en la cadena de servicios que la familia ofrecía a la Monarquía Hispánica tras la defunción de Girolamo. Además de asumir un rol preponderante durante el reinado de Felipe III, su presencia es recurrente a lo largo de las diversas coyunturas analizadas, incluso después de que se verificaran acontecimientos decisivos para el colectivo estudiado como la suspensión de pagos de 1627. Battista fue un sujeto «activo», es decir, poseía la visibilidad, la influencia y la capacidad para tomar decisiones que condicionaron el devenir del resto de los miembros del grupo, pero, al mismo tiempo, su papel se transformó a lo largo del tiempo. Cambios cuyo análisis, como se verá, permite arrojar luz sobre las funciones estratégicas que ejercieron otros sujetos de la red conectados con Battista en los procesos de adaptación del entramado a las diversas circunstancias. Laura Serra q. Giuseppe Maria (1723-1790), duquesa de Cassano y descendiente de Girolamo. Véanse las genealogías 6 y 8 presentes al final de este trabajo.

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Asimismo, junto a personajes centrales como Battista Serra, en la maraña de relaciones tejidas por la familia se aprecian otros vértices que, si bien se hallaban menos en contacto con los circuitos de poder de la Corona, constituían agentes claves en la logística y en el mantenimiento de los negocios y del prestigio de la familia, como es el caso de los hermanos de Battista y de las mujeres de la familia, especialmente Maddalena Serra de Girolamo (1600-1653), esposa de Battista Serra, o de aquellas «adquiridas» a través del matrimonio, como Giovanna Doria Tursi, casada con Giovan Francesco Serra en 1633. Sin olvidar aquellos individuos que actuaron como socios o correspondientes de los Serra en distintos momentos y sin los cuales habría sido imposible la correcta gestión de la «empresa» descentralizada de la familia. Es el caso de individuos de enorme prestigio que, por un período, acogieron bajo su paraguas los negocios e intereses de Battista Serra, como Ottavio Centurione, de sujetos como Nicolò Pallavicino —su socio en la compañía que mantenía con su hermano Paolo, así como su cuñado por haber casado con Maria Serra—, o de otros colaboradores indispensables para el seguimiento de sus intereses en las diversas sedes, como Girolamo Burone en Sevilla, o para la inserción en nuevos ámbitos de inversión, como Federico Spinola de Luccoli gracias al cual Battista Serra consiguió acceder al asiento de galeras. Todos los negocios en los que se embarcaron los Serra abrazaron una amplia cronología que vio en los primeros veinticinco años del siglo xvii el acmé de su trayectoria para después diversificarse en diversos niveles de servicio —dependientes, asimismo, del contexto, de las condiciones específicas de cada ramo e, incluso, de la experiencia individual de sus componentes— que generaron distintos perfiles de promoción e identidades variegadas. A pesar del largo periplo que caracterizó a la familia y que, como hemos visto, se remonta a, al menos, la Baja Edad Media, los inicios discretos, pero bien meditados y, por qué no, algo afortunados, de los servicios que desempeñaron los Serra para el Católico deben

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situarse a finales del siglo xvi en un escenario complicado tanto para los hombres de negocios genoveses como para las relaciones entre la República y la Monarquía Hispánica.

2. La

coyuntura internacional del «Tiempo de Paces»

Las relaciones entre Génova y la Monarquía Hispánica a finales del siglo xvi y principios del xvii y, en consecuencia, el contexto en el que se asentaron en la Corte los ramos de la familia Serra sobre los que versa este trabajo, no pueden entenderse sin considerar la coyuntura internacional de estos años. Se trataba de un período en el que se desarrollaron los primeros conatos de republicanismo en el territorio genovés y los primeros atentados de la Corona hacia los fundamentos de la alianza hispano-genovesa, en un momento en el que las instigaciones contra su hegemonía no se redujeron a pesar de las sucesivas paces y treguas con sus enemigos. La firma de los Tratados de Vervins con Francia, en 1598, de Londres con Inglaterra, en 1604, y, finalmente, la Tregua de Amberes con las Provincias Unidas en 1609 estuvieron lejos de inaugurar una época de paz generalizada, de manera especial en el espacio italiano. El Tratado de Vervins, aunque había incluido en sus negociaciones a Saboya, dejó sin determinar la cuestión de Saluzzo, feudo imperial que, a pesar de los derechos antiguos que tenía sobre él la casa de Saboya, había sido ocupado por Francia desde que, en 1548, muriera sin descendencia el último titular de este marquesado.35 Las ambiciones territoriales de Carlo Emanuele de Saboya lo habían llevado a tomar dicha plaza por la fuerza en 1588. Conquista que contó inicialmente con la aquiescencia 35

Cano de Gardoqui, José Luis. La cuestión de Saluzzo en las comunicaciones del Imperio Español, 1588-1601, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1962, pp. 10 y 11.

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de la Monarquía Hispánica que veía en esta acción un reforzamiento del papel de «Estado tapón» de Saboya, tal y como había previsto la política exterior de Carlos V.36 La firma de la paz entre Francia y el soberano Católico en 1598 dejó en manos del Papa la solución para el marquesado. Sin embargo, la decisión del Pontífice se demoró y terminó desencadenando la guerra entre Francia y Saboya. El conflicto solo encontró fin en la Paz de Lyon de 1601, que acarreó importantes consecuencias para la Corona hispánica e, indirectamente, para su aliada en Italia, Génova. Si bien el acuerdo significó el cierre definitivo de Italia a Francia, la entrega de Saluzzo a Carlo Emanuele a cambio de una serie de territorios pertenecientes a la Saboya francesa dejó a merced del rey Cristianísimo las comunicaciones entre la Monarquía Hispánica y Flandes.37 La urgente necesidad de conservar los Países Bajos, y particularmente Amberes, que junto con Génova, Lisboa, Nápoles, Milán y Sevilla constituían núcleos mercantiles que actuaban como factor desequilibrador en la rivalidad con Francia, obligaba al mantenimiento de las campañas militares y al envío constante de dinero para el pago de los ejércitos. Estos capitales provenían primordialmente de las exacciones fiscales obtenidas en los distintos dominios del monarca Católico y de sus tratos con los banqueros genoveses.38 36 Política exterior que, a este respecto, se había materializado en la firma del Tratado de Cateau-Cambrésis con Francia en 1559. En este momento, Francia accedió a la devolución de los territorios saboyanos a su legítimo dueño, Emanuele Filiberto de Saboya, y Saboya recuperó su entidad de estado independiente. En ibidem, p. 15. 37 Bombín Pérez, Antonio. Los caminos del Imperio español, Vitoria, Colegio Universitario de Álava, Universidad de Valladolid, 1974; Parker, Geoffrey. El ejército de Flandes y el Camino Español, 1567-1659, Madrid, Alianza Editorial, 2006. 38 Fruto de estos esfuerzos de financiación fueron las conquistas de Ostende (1604), donde el genovés Ambrogio Spinola desempeñó un papel crucial, así como las campañas de Güeldres y Overijssel (1605-1606). Sobre estas cuestiones y el papel irremplazable de Flandes en la Monarquía Hispánica, véase

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La relevancia que para la Corona hispánica tenía el mantenimiento de sus vías de aprovisionamiento y la incapacidad de Francia para desafiar directamente al monarca Católico justificaron el cambio de la política exterior francesa:39 de una estrategia mediterránea que tenía como objetivo el desmantelamiento del dominio español en Italia, a otra encaminada al menoscabo de la influencia y de las comunicaciones españolas en el centro de Europa.

39

Herrero Sánchez, Manuel. «Flandes, territorio imperial» en Alvar Ezquerra, Alfredo, Herrero Sánchez, Manuel, Montcher, Fabien y Pérez Samper, María de los Ángeles (eds.), Historia de España Moderna. La España de los Austrias, Madrid, Akal, 2011, pp. 185-238; sobre las campañas militares en los Países Bajos, la importancia de Ambrogio Spinola y la financiación de la guerra en este territorio consúltense: Brants, V. «Ambroise Spinola (1569-1630), généralissime des armes de Flandres», Revue Générale Belge, 1 (1915), pp. 172-202; Marcos Martín, Alberto. «España y Flandes (1618-1648): la financiación de la guerra» en Alcalá-Zamora, José y Berenguer, Ernest (coords.), Calderón de la Barca y la España del Barroco, vol. 2, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001, pp. 15-39; Esteban Estríngana, Alicia. Guerra y finanzas en los Países Bajos Católicos. De Farnesio a Spínola (1592-1630), Madrid, Ediciones Laberinto, 2002; Álvarez Nogal, Carlos. «La transferencia de dinero a Flandes en el siglo xvii», en Sanz Ayán, Carmen y García García, Bernardo José (eds.), Banca, crédito y capital. La Monarquía Hispánica y los antiguos Países Bajos (1505-1700), Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2006, pp. 205-232; Mesa Gallego, Eduardo, La Pacificación de Flandes: Spínola y las Campaña de Frisia (1604-1609), Madrid, Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica, 2009; id. «Las plazas fuertes de la Monarquía Hispánica en Frisia (1605-1609)», en García García, Bernardo José; Herrero Sánchez, Manuel y Hugon, Alain (eds.), El Arte de la Prudencia. La Tregua de los Doce Años en la Europa de los pacificadores (1598-1618), Madrid, Doce Calles/Fundación Carlos de Amberes, 2012, pp. 365-399. Cano de Gardoqui, J. L. La cuestión..., cit., pp. 238 y 239. Hugon afirma que el cese de hostilidades se basó en varias razones. En el caso español, hallaría su explicación en la escasez de los recursos necesarios para reanudar la guerra, mientras que en el francés el motivo principal fue la amenaza de guerra civil que se cernía sobre el país. Una guerra que podría haberse desencadenado si Francia se hubiera embarcado de nuevo en una ofensiva militar abierta; Hugon, Alain. «Política pacifista y Saboya. De camino español a puerta de los Alpes (1598-1617)», en García García, B. J.; Herrero Sánchez, M. y Hugon, A. (eds.), El Arte..., cit., pp. 75-90.

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Las aspiraciones de Saboya hacían difícil el mantenimiento de una política fiable de negociación con Carlo Emanuele, lo que explica los esfuerzos dedicados por el monarca Católico a obtener alianzas con los suizos que pudieran asegurar la comunicación y el suministro de Flandes.40 La iniciativa española encontró en Francia una abierta competidora,41 situación que se vio favorecida por el complicado panorama político de los cantones helvéticos: el dominio de la Valtelina por las Ligas Grisonas protestantes y la presencia de un importante contingente católico en el valle propiciaron las oscilaciones políticas del enclave debidas a la continua injerencia de potencias que, como Francia y la Monarquía Hispánica, anhelaban hacerse con el control de los pasos. Sin olvidar que esta competencia entre el Cristianísimo y el Católico daba la oportunidad tanto a Venecia como a Saboya de posicionarse del lado de un aliado fuerte con el que presionar a la Monarquía Hispánica.42

40 Para la comprensión de la complejidad política de los cantones suizos y su interacción con la Monarquía Hispánica, véanse los trabajos de Thomas Maissen: Maissen, Thomas. «Why Did the Swiss Miss the Machiavellian Moment? History, Myth, Imperial and Constitutional Law in the Early Modern Swiss Confederation», Republics of Letters. A Journal for the Study of Knowledge, Politics, and the Arts, 2, 1 (2010); id. «Inventing the Sovereign Republic: Imperial Structures, French Challenges, Dutch Models and the Early Modern Swiss Confederation», en Holenstein, André, Maissen, Thomas y Prak, Marteen (eds.), The Republican Alternative: the Netherlands and Switzerland Compared, Ámsterdam, Amsterdam University Press, 2008, pp. 125-149. 41 Sobre algunos de los acuerdos alcanzados entre Enrique IV y los suizos a principios del siglo xvii, véase Hugon, A. «Política pacifista...», cit., p. 81. 42 Las relaciones entre los tres Estados y los peligros que de ello pudieran derivarse para la hegemonía hispánica en Europa, pero sobre todo en Italia, fueron percibidos y recogidos por el inglés católico conde Antonio Xerley en el escrito que dirigió a Olivares en 1622: «y en fin el Rey de Franzia, como no puede subir la escalera de sus pretensiones a Ytalia, si el Duque de Saboya, o Benecia no le dan la mano para ello, y Saboya tiene su fuerza de Benezia, el desapoderar a los Benezianos, es lo que haze al caso; y todo otro discurso es baraxar, y mas baraxar, y nunca hazer juego». En Viñas y Mey, Carmelo (ed.), Peso político de todo el mundo del Conde D. Antonio Xerley, Madrid, Departamento de Historia Social, Instituto Balmes de Sociologia, 1961, pp. 8 y 9.

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Aunque no hay duda de que, en los primeros años del siglo xvii, la actividad diplomática y militar de una Francia «neutral» se mostró más inclinada hacia la política centroeuropea, como demuestran los intentos por mantener negociaciones con los Estados limítrofes a los pasos suizos,43 ello no supuso el cese de su intervención en el Mediterráneo. De hecho, el acuerdo no significó el fin de las hostilidades contra los aliados de ambas potencias como demuestran las ayudas económicas suministradas por Francia a los Países Bajos rebeldes y las dificultades interpuestas por la primera a la tregua de Amberes de 1609. Se trataba de una actitud que debemos conectar con la «utilidad estratégica» del conflicto en la periferia: observando más detenidamente el proceder de los ministros españoles y franceses «en los márgenes», las pretensiones de Saboya dejan de constituir una rareza en la «Europa de Paces». Así, el gobierno de Milán de principios del siglo xvii mantuvo una postura mucho más agresiva y poco inclinada hacia la paz que la fomentada por la Corte, primero desde Valladolid y después desde Madrid. Lo mismo podría decirse de las autoridades periféricas de las provincias fronterizas francesas del Delfinado o La Force. Las prácticas de estos delegados provinciales no pueden solo atribuirse 43 Bien para que retiraran su apoyo al monarca hispánico, como fue el caso de los esguízaros, o para que se lanzasen a una política abiertamente antiespañola que satisficiese las expectativas territoriales de estados como Saboya y Venecia. En relación a esta última, a pesar de la imagen de una República acosada constantemente en estos años por la Monarquía Hispánica que nos ha transmitido la historiografía veneciana, es necesario relativizar la teórica predisposición de Venecia hacia una confrontación directa con el monarca Católico. Como demuestra Benoît Maréchaux, en la política exterior de ambos Estados los puntos de contacto pesaban más que sus diferencias, y tanto la Monarquía Hispánica como Venecia se esforzaron por sostener maniobras de disuasión y de advertencia que evitaran el estallido de una conflagración general que perjudicara otros objetivos que ambas potencias estimaban más importantes. En Maréchaux, Benoît. «Negociar, disuadir y comunicar para la conservación y reputación de la Monarquía: la república de Venecia en las estrategias de la Pax Hispánica bajo el valimiento de Lerma», en García García, B. J., Herrero Sánchez, M. y Hugon, A. (eds.), El Arte..., cit., pp. 91-120.

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a la conformación de una facción «reputacionista», manifiestamente contraria a los presupuestos pacíficos que se defendían desde los centros de decisión. Es cierto que la ubicación de personalidades como Fuentes o Lesdiguières en Milán y el Delfinado, respectivamente, respondía a la necesidad de alejar de la Corte a elementos inquietos que pudieran perturbar la política conciliadora sancionada en los tratados. Pero, como bien sostiene Hugon, esta decisión tenía además una utilidad estratégica: procurar la contención del enemigo desde los confines del Imperio y «modular el “arte de la prudencia”» sin llegar a quebrar el escenario de quietud recién acordado, tan necesario para la recomposición de los Estados firmantes después de años de guerras ininterrumpidas.44 En línea con estos presupuestos, se entiende que el soberano francés continuara ejerciendo cierta presión sobre los socios del soberano Católico que, como Génova, mantenían importantes tratos en el Mediterráneo. Con este objetivo, se produjo el apoyo de Francia al proyecto holandés de fortificación de las Islas Hyères desde las que se podría articular una política más sistemática de incautaciones y ataques a las galeras que servían al monarca hispánico.45 El propósito, que se mantuvo vivo entre 1606 y 1608, contaba con el consentimiento de Enrique IV y, de haberse producido, habría supuesto la erección en el Mediterráneo de una base de operaciones desde la que amenazar el comercio genovés y el suministro a Milán por mar.46 44 Hugon, A. «Política pacifista...», cit. 45 AGS, Estado, leg. 1932, doc. 314, consulta del Consejo de Estado, 22 de abril de 1608, fols. 50r y v. Juan Vivas fue el que informó a la Corte sobre la instalación de los flamencos rebeldes en la Isla de Heires (Hières) con apoyo del rey francés. Decisión que, según el embajador español en Génova, acarrearía muchos inconvenientes a la República. Al respecto, véase AGS, Estado, leg. 1434, doc. 113, fols. 235r y v, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, a Felipe III, 16 de febrero de 1608. 46 El proyecto se abandonó en 1609 cuando los Países Bajos rebeldes y la Monarquía Hispánica sellaron la Tregua de Amberes. En Bombín Pérez, Antonio. «Política antiespañola de Carlos Manuel I de Saboya (1607-1610)», Cuadernos de Investigación Histórica, 2 (1978), pp. 153-173:159 y 160.

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En este marco deben también entenderse los embargos franceses que se llevaban a cabo contra algunas de las galeras genovesas cargadas de dinero destinado a Milán o a los particulares ligures que se hallaban en la República. En relación al riesgo real de sufrir embargos por parte de los enemigos de la Monarquía Hispánica se encuentra la carta escrita por el duque de Tursi al rey español el 6 de mayo de 1618 en la que recomendaba que no se embarcase tanto dinero en tan solo cuatro galeras tan mal guarnecidas, ya que podían ser atacadas por argelinos o franceses. Como alternativa, sugería que fueran siete y mejor pertrechadas de hombres.47 Las galeras no solo cargaban en sus bodegas metales preciosos, sino también otros objetos y alimentos comercializables como el cereal que, en esta época de escasez en la región mediterránea, jugaba un papel fundamental en la alimentación de la población genovesa. La guerra económica mediante la confiscación de naves y de sus cargamentos fue igualmente un instrumento de la Monarquía Hispánica para luchar contra la amenaza holandesa. De hecho, las incautaciones fueron frecuentes entre 1585 y 1590, 1595-1596 y entre 1598 y 1608. El fin de la Tregua de Amberes en 1621 reanudó la práctica. No obstante, la dependencia de la Corona española del trigo, del cobre y de los pertrechos bálticos a los que los holandeses tenían fácil acceso,48 facilitó el despliegue de redes de contrabando, así como el ascenso en las finanzas hispánicas de los judeoconversos portugueses, bien conectados con los mercaderes de Ámsterdam y en abierta

47 El dinero cargado en las naves provenía de un asiento tomado en 1617 con Giovanni Andrea y Bartolomeo Spinola, Carlo Strata, Giovanni Luca Pallavicino y Vincenzo Squarciafico, cinco de los asentistas genoveses más importantes del reinado de Felipe III. AGS, Estado, leg. 1934, 110, carta del duque de Tursi a Felipe III, 6 de mayo de 1618, fols. 240r-241v. 48 Sanz Ayán, Carmen. «El abastecimiento de pertrechos navales a la Monarquía Hispánica durante el siglo xvii», en id., Estado, Monarquía y finanzas. Estudios de Historia financiera en tiempos de los Austrias, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004, pp. 79-104.

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competencia con los banqueros genoveses.49 Pero no solo. En las últimas décadas del siglo xvi se atisba un acercamiento entre la Monarquía Hispánica y la Liga Hanseática que, por sus estrechos contactos con las redes de comerciantes holandeses y su presencia habitual en los mercados nórdicos de trigo y pertrechos navales, se erigían en un socio conveniente y capaz de sustituir a los rebeldes flamencos. A pesar de las diferencias religiosas, la colaboración se terminará concretando en el tratado comercial de 1607 (renovado posteriormente en 1647) que suponía, además de otras prerrogativas, la exención de las ciudades de la liga báltica del pago del treinta por ciento sobre las mercancías que salieran de Castilla y Portugal, tal y como establecía el Decreto de Gauna aprobado en 1603.50 49

Herrero Sánchez, Manuel. Las Provincias Unidas y la Monarquía Hispánica (15881702), Madrid, Arco Libros, 1999, pp. 80-82. Para un análisis de la política de embargos y del contrabando en la Monarquía Hispánica, consultar Herrero Sánchez, Manuel. «La política de embargos y el contrabando de productos de lujo en Madrid (1635-1673). Sociedad cortesana y dependencia de los mercados internacionales», Hispania. Revista de Historia, LIX/1, 201 (1999), pp. 171-191; López Martín, Ignacio. «A Century of Small Paper Boats. The Hispanic Monarchy, the United Provinces, and the Mediterranean», en Herrero Sánchez, M. y Crespo Solana, A. (eds.), España y las 17 Provincias..., cit., vol. 2, pp. 533562; Alloza Aparicio, Ángel. Europa en el mercado español. Mercaderes, represalias y contrabando en el siglo xvii, Valladolid, Consejería de Cultura y Turismo, 2006; Herrero Sánchez, Manuel y Poggio, Eleonora. «El impacto de la Tregua en las comunidades extranjeras. Una visión comparada entre Castilla y Nueva España», en García García, B. J., Herrero Sánchez, M. y Hugon, A. (eds.), El arte..., cit., pp. 250-273. 50 Para una mayor profundización sobre el acercamiento hispánico a la Hansa en estos años, veáse Gómez-Centurión Jiménez, Carlos. «Las relaciones hispanohanseáticas durante el reinado de Felipe II», Revista de Historia Naval, IV (1986), pp. 65-83; Weller, Thomas. «Las repúblicas mercantiles y el sistema imperial hispánico: Génova, las Provincias Unidas y la Hansa», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 627-656; id. «Entre dos aguas. La Hansa y sus relaciones con la Monarquía Hispánica y las Provincias Unidas en las primeras décadas del siglo xvii», en García García, B. J., Herrero Sánchez, M. y Hugon, A. (eds.), El Arte..., cit., pp. 179-199.

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Es conocido el debate creado en torno a si los embargos decretados por la Corona hispánica fueron verdaderamente útiles en la lucha contra el enemigo o si, por el contrario, constituyeron medidas poco efectivas que en nada consiguieron minar el poder del adversario. Mientras que Domínguez Ortiz y Alcalá-Zamora refieren el fracaso de este instrumento como medida de presión, otros como Israel o Herrero Sánchez han revalorizado el papel de esta política. Según estos últimos, la competitividad de las naciones extranjeras por hacerse con el estatuto de «nación privilegiada» en los tratados internacionales firmados con el monarca Católico es más que indicativa del alcance y de las repercusiones negativas que estas incautaciones podían tener para los mercaderes de naciones enemigas.51 Si bien este tipo de soluciones constituían un instrumento adecuado para presionar al contendiente y para, en su perjuicio, beneficiar a los mercaderes de las naciones aliadas, no pocas veces provocaba efectos indeseados a los súbditos hispánicos y a los comerciantes extranjeros amigos a los que se intentaba favorecer.52 La comunidad ligur se encontraba entre aquellos socios 51 Veánse Domínguez Ortiz, Antonio. «Guerra económica y comercio extranjero en el reinado de Felipe IV», Hispania. Revista de Historia, 23 (1963), pp. 71-113; Alcalá-Zamora, José. España, Flandes y el Mar del Norte (1618-1639), Madrid, Centro de Estudios Políticos e Institucionales, 2001; Israel, Jonathan I. La república holandesa y el mundo hispánico, 1606-1661, Madrid, Nerea, 1997; Herrero Sánchez, Manuel. El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678), Madrid, CSIC, 2000; id. «La monarchie espagnole et le capital marchand. Les limites de la guerre économique et la lutte pour la suprématie dans l’espace atlantique», en Marzagalli, Silvia y Marnot, Bruno (eds.), Guerre et économie dans l’espace atlantique du xvie au xxe siècle, Pessac, Presses universitaires de Bourdeaux, 2006, pp. 195-209; Herrero Sánchez, M. y Poggio, E. «El impacto de la tregua…», cit., pp. 250-251. 52 Como nos hace notar Juan Eloy Gelabert, los sucesivos embargos efectuados contra las Provincias Unidas en estos años redujeron sustancialmente los ingresos comerciales del Almirantazgo de Ámsterdam, pero también ocasionaron importantes perjuicios en los puertos de Cádiz y Sevilla y un menoscabo en las rentas del monarca Católico que, como el almojarifazo mayor de Indias,

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de la Corona hispánica que directa o indirectamente se vieron perjudicados por la lucha contra el comercio angloholandés. Así por ejemplo, Pulido Bueno apunta a los embargos realizados contra los holandeses en la década de 1590 como una de las causas que sentenciaron definitivamente al banco castellano-genovés «Espinosa-Mortedo» de Sevilla, entidad en la que fue crucial la participación activa de los banqueros de la Corte, entre los que se encontraba Battista Serra, así como miembros destacados de la oligarquía local sevillana.53 dependían directamente del tráfico mercantil. Véase el paper de Gelabert, Juan Eloy. «Guerra y coyuntura fiscal: el embargo de 1598», presentado en el IX Congreso Internacional de la Asociación Española de Historia Económica, celebrado en Murcia del 9 al 12 de septiembre de 2008. En http:// www.um.es/ixcongresoaehe/pdfB2/Guerra%20y%20coyuntura.pdf [consulta: 18/07/2014]. Actualmente el enlace no se encuentra disponible. 53 Pulido Bueno asegura que la noticia de un nuevo embargo sobre los capitales de los foráneos motivó que en 1595 estos retiraran anticipadamente todos sus depósitos. Una decisión que asestó un duro golpe al banco público de Sevilla, que, ya en aquellos años, atravesaba un momento crítico y gestionado por entonces por Pedro de la Torre Espinosa, su sobrino Pedro Maella y su hermano Juan Castellanos Espinosa. En la administración del banco subentraron, en 1600, los hermanos genoveses Giacomo y Giovanni Francesco Mortedo junto a Pedro Maella y Juan Castellanos Espinosa. Poco después, en marzo de 1601, se vieron obligados a declararse insolventes. En Pulido Bueno, Ildefonso. Almojarifazgos y comercio exterior en Andalucía durante la época mercantilista, 1526-1740: contribución al estudio de la economía en la España Moderna, Huelva, Ildefonso Pulido, 1993, p. 23. Con anterioridad, ya se habían verificado las repercusiones negativas que los secuestros tenían sobre las entidades bancarias. Así nos lo revelan los efectos del secuestro decretado por Felipe II (regente en ausencia de su padre) por una real cédula de 24 de enero de 1545 y dirigida al asistente de Sevilla. En ella, el futuro monarca se excusaba por tener que incautar el oro y la plata de propiedad privada recibidos de las Indias en el último mes de noviembre. Una vez determinado el importe del secuestro (180 000 ducados) se indemnizó a los afectados con juros perpetuos al cinco por ciento de interés anual o con mandamientos emitidos sobre los fondos de la Casa de la Contratación, con un interés del siete por ciento. Las quejas de los afectados llegaron a Carlos V que propuso un nuevo reparto que preveía un aumento del interés de los juros a distribuir entre los golpeados por el secuestro. Algunos de los mercaderes que sufrieron la confiscación y con cuentas abiertas en los bancos de Sevilla fueron

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Las trabas impuestas por el soberano Católico a la libre circulación en el Mediterráneo de navíos angloholandeses cargados de cereal norteuropeo fueron recurrentemente rechazadas por las autoridades genovesas a través de sus embajadores, sobre todo teniendo en cuenta la crisis frumentaria general que afectaba en estos años a los países mediterráneos. La voluntad de la Monarquía Hispánica de controlar la circulación de navíos enemigos y de los tratos que estos pudieran establecer con sus aliados se concretó en un programa de registros de los barcos que llegaban a los puertos de mayor importancia estratégica y comercial, como los de Nápoles, Sicilia, Génova y Liorna. De estas cautelas nos informa el embajador español en Génova, Juan Vivas, que en una carta del 12 de marzo de 1607 relataba que, aunque se estaba procediendo a seguir las órdenes de Su Majestad, en los reinos de Nápoles y Sicilia se había optado por permitir la entrada de embarcaciones rebeldes por la necesidad que atravesaban estos territorios.54 Tal era la importancia del asunto que el problema del suministro de cereal fue uno de los objetivos encomendados por la República en 1590 a Pier Battista Cattaneo, su embajador ordinario en Madrid. Este, además de otras cuestiones, debía procurar Alonso de Espinosa (pariente de los arriba citados), Juan Iñiguez, Domingo Lizarrazas y el genovés Franco Leardo. Ver Carande, Ramón. Carlo V e i suoi banchieri (traducción italiana de Marco Cipolloni y Fulvia Bardelli y dirigida por Giovanni Muto), Génova, Marietti, 1987, p. 757. 54 Al respecto, AGS, Estado, leg. 1434, doc. 16, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, a Felipe III, 12 de marzo de 1607, fols. 32r-33v. La lista de las naves holandesas, corsas, bretonas, alemanas e inglesas que llegaron con trigo al puerto de Génova se encuentra en una memoria sin fecha que probablemente mandó Juan Vivas al rey en respuesta al programa de control de los tráficos comerciales del puertos mediterráneos ordenado por la Corona. En id., doc. 22, «Memoria particular de las naves de Corso que se sabe que andan en el Mar Mediterráneo a daño de los súbditos y confederados de Su Majestad y asimismo de las naves que han venido a Génova cargadas de trigo y de que partes son y del cabiente de ellas y se advierte que cada lastre responde a dos toneladas o diez salmas», fols. 43r-44v.

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el consentimiento hispánico para que la República pudiera recibir trigo de Milán o de Sicilia o, como especificó el embajador en el memorial que dirigió al rey el 13 de septiembre de 1591, la concesión de salvaconductos para que [...] las naves y cualesquier otros vaxles [bajeles] que del Océano Germánico, y de cualquier otra parte truxeren [trajeren] trigo u otras vituallas a la dicha ciudad de Genova o a su Oficio de la Abundancia o personas particulares de ella, no sean detenidas ni impedidas [...] en ninguna manera.55

En las instrucciones dadas por las autoridades de la República a Pier Battista Cattaneo el 10 de septiembre de 1590 se aludía específicamente a la oposición del virrey de Sicilia a la extracción de cereal de la isla «o porque no ha sido una añada fértil o por otros motivos, si bien se han comprado antes de ahora muchas tratas y sabemos que las han consentido a otros».56 En el caso de Milán, la República informaba a Pier Battista Cattaneo que 55

Ciasca, Raffaele. Istruzioni e relazioni degli ambasciatori genovesi, Spagna 1494-1617, vol. 1, Roma, Istituto Storico Italiano per l’Età Moderna e Contemporanea, 1951, p. 274. Las peticiones de permisos para los navíos enemigos de la Monarquía Hispánica cargados de vituallas o de suministros fueron un asunto recurrente en las instrucciones y cartas enviadas a los embajadores y gentiluomini de la República que se dirigían a Madrid en estos años. La llegada a los puertos de Génova de barcos enemigos de la Monarquía Hispánica no dejó de producirse a pesar de los controles, tal y como nos confirman las declaraciones del conde de Biñasco, embajador español en Génova, en una carta enviada al rey el 29 de diciembre de 1596: «Aunque en Inglaterra entretengan los bajeles que traen trigo a esta República dejando pasar los que van al Gran Duque y venecianos no dejan de ir llegando algunos». En AGS, Estado, leg. 1429, doc. 1, carta del Conde de Biñasco, embajador español en Génova, a Felipe II, 29 de diciembre de 1596, fol. 2r. 56 Traducción propia del original: «o perchè non vi si sia stata l’annata fertile o per altri rispetti, sì ben son state comprate prima d’hora molte tratte e sappiamo haverne egli consentito ad altri». En Ciasca, R. Istruzioni…,cit., vol. 1, p. 269.

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[...] de este Estado [Milán] no hemos conseguido hasta ahora ninguna ayuda, por lo que, al estar nosotros [la República] entre montañas y escollos y no habiendo obtenido el Parmigiano [zona de Parma] y otras localidades cercanas una buena cosecha, es más, estos están buscando también en otros lugares, nos encontramos casi asediados.57

También Nápoles, el otro gran enclave hispánico de distribución de cereal, se resistió a las demandas genovesas en estos años. Testimonio de ello es la carta que los embajadores de la República en Nápoles, Andrea Di Negro y Nicolò Fiesco, enviaron al gobierno de la República el 20 de enero de 1570, poco después de que se produjera la toma de Túnez por los turcos, circunstancia que, a juicio de los enviados genoveses, habría perjudicado la extracción de las 12 000 salmas de cereal que el monarca Católico había prometido a Génova. Di Negro y Fiesco aseguraban que, con motivo de la toma de Túnez, el virrey seguramente habría concedido los permisos necesarios para la extracción de grano con destino a España, La Goleta (que aún no había caído en manos otomanas), Malta y Sardeña, precisión tras la cual se esconde una lamentación evidente ante la actitud del virrey por la poca consideración que, sin embargo, este mostraba ante las necesidades de cereal de la República.58 57  Ibidem. Traducción propia del original presente en Ciasca: «da questo Stato non habbiamo sin qui aiuto alcuno, onde con esser noi qui tra monti e scogli e non haver il Parmegiano e quest’altri luochi vicini havuto buon raccolto, anzi con ricercarne ancora loro d’altrove, restiamo quasi assediati». 58 ASGe, AS, Lettere Ministri Napoli, 2328, fols. 650-651. Unos años después, el incidente se repitió: el cónsul genovés en Nápoles, Cosmo Garbarino, escribió a la República en septiembre de 1578 protestando por la confiscación, por parte de las autoridades del virrey, de unas galeras genovesas cargadas de grano con destino a España, razón por la cual reclamaba que se pagara a los afectados el importe por el que se había vendido la carga. En ASGe, AS, Lettere Ministri Napoli, 2635, carta de Cosmo Garbarino, cónsul genovés en Nápoles, a la República, 11 de septiembre de 1578.

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Los efectos indeseados del contexto político que hubo de afrontar la República de Génova a finales del siglo xvi y principios del xvii no se limitaron a los mencionados. La Paz de Lyon no consiguió reducir las aspiraciones de Saboya. El tratado frustraba sus expectativas de expansión hacia el sur de Francia y la expropió de los territorios de la Saboya francesa.59 De este modo, el norte de Italia, principalmente Génova, el Milanesado, el marquesado del Montferrato y el ducado de Mantua se convirtieron en alternativas apetecibles para la ampliación de los dominios del duque Carlo Emanuele. Como señala Claudio Costantini, refiriéndose a la relación entre Génova y la Monarquía Hispánica en los primeros quince años del 1600, [...] el inicio de una nueva fase de guerra en Italia marcó indudablemente un neto empeoramiento de las relaciones hispanogenovesas: la alianza española […] garantizaba la paz en Italia, pero, en el momento en el que esta función fallaba, la alianza española suponía sobre todo riesgos de una co-beligerancia en la que Génova tenía mucho que perder y nada que ganar.60

59 Ello habría supuesto para Saboya la pérdida de los 200 000 habitantes que componían estos territorios a cambio de los 25 000 que ocupaban el marquesado de Saluzzo. En Cano de Gardoqui, J. L. La cuestión…, cit., p. 235. 60 Traducción propia del texto original de Claudio Costantini: «L’inizio di una nuova fase di guerre in Italia segnò indubbiamente un netto peggioramento delle relazioni ispano-genovesi: l’alleanza spagnola […] garantiva la pace d’Italia, ma nel momento in cui questa sua funzione veniva meno, l’alleanza spagnola si caricava sopratutto dei rischi di una cobelligeranza in cui Genova aveva tutto da perdere e nulla da guadagnare». Véanse Costantini, Claudio. «La ricerca di un’identità repubblicana nella Genova del primo Seicento», en Costantini, Claudio, Bitossi, Carlo, Vazzoler, Franco, Gallo, Romola y Ortolani, Donata (eds.), Dibattito politico e problemi di governo a Genova nella prima metà del Seicento, Florencia, La Nueva Italia, 1976, pp. 9-74:37. Similares consideraciones realiza Bitossi, C. «L’antico...», cit., p. 435. O como expresaba la República en una carta a su agente en Madrid, Battista Serra, refiriéndose a las consecuencias nefastas que estaba teniendo sobre Génova su colaboración con la Corona hispánica en la guerra de sucesión del Monferrato: «[La República] se ha procurado el enfado [...] y las armas del duque de Saboya

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3. El

deterioro de las relaciones hispano-genovesas a finales del siglo xvi

Los peligros que corrían los dominios hispánicos en Italia en estos años explican la frecuente ocupación del territorio de la República por parte de las tropas del monarca Católico. El rechazo de Génova a las eventuales incursiones militares de su socio debe ponerse en relación con el enturbiamiento que sufrieron las relaciones hispano-ligures por la escasa consideración que la monarquía parecía mostrar hacia sus intereses. En este sentido, destacó la reacción genovesa a la entrada armada de Fuentes, en enero de 1602, en el enclave de Finale, sobre el que Génova se atribuía antiguos derechos de sucesión.61 En junio de ese mismo año, el Senato negó el desembarco de galeras napolitanas con un contingente armado en el puerto de Génova, aludiendo como excusa el temor a desórdenes. Era la primera vez que se cuestionaba uno de los servicios seculares ofrecidos por el Estado genovés: el libre tránsito de la infantería en su territorio con dirección a Milán.62 La oposición a la presencia de infantería española en sus costas se produjo de nuevo a partir de 1605 cuando el Magistrado Extraordinario de Milán emitió una orden por la que se obligaba a los señores de los feudos de Lunigiana a presentar los documentos que legitimaban sus privilegios. Un mandato que afectaba directamente a muchos ciudadanos genoveses con posesiones en esta zona. Una

con el que mantenía buenísima correspondencia y cercanía». Traducción propia del texto original: «[la República] si ha tirato lo sdegno adosso [...] et le armi del duca di Savoia col quale passava bonissima corrispondenza e vicinanza». En ASGe, AS, Litterarum, 1883, carta de la República a Battista Serra, agente genovés en Madrid, 19 de abril de 1615, fol. 228v. 61 Se volverá en este capítulo sobre la peliaguda cuestión de Finale. 62 Pacini, Arturo. «Génova y España», en Martinez Millán, José y Visceglia, Maria Antonietta (eds.), La Monarquía de Felipe III, vol. 4, Los reinos, Madrid, Fundación Mapfre, Instituto de Cultura, 2008, pp. 1100-1133:1120-1121.

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de las reacciones a este decreto fueron los impedimentos que el podestà de Savona, Raffaele Giustiniano, ofreció la noche del 26 de noviembre de 1605 a la presencia de galeras cargadas de infantería dirigidas por Pedro de Bazán.63 Las protestas de la República se reanudaron durante la guerra de sucesión del Monferrato, momento en el que la Monarquía Hispánica violó una vez más la soberanía del territorio genovés para frenar el avance piamontés. Así, aunque la adquisición del feudo de Oneglia, situado en el Poniente ligur, por parte de Saboya en 1576 había supuesto una seria amenaza para la República, en ningún modo era admisible para las autoridades republicanas la introducción de efectivos militares en su Estado ordenada por el monarca Católico en 1614 con el fin de desposeer a Saboya de esta plaza.64 El poco respeto del soberano hispánico hacia Génova se manifestó también con ocasión de la política de adquisición de feudos imperiales promovida por el soberano desde finales del siglo xvi aprovechando puntuales crisis de sucesión y con objeto de reforzar la posición hispánica en la península itálica, ya de por 63  Ibidem, pp. 1122-1123. Al respecto, véase la consulta de Estado celebrada con motivo de una carta mandada por el embajador español en Génova, Juan Vivas, el 27 de noviembre de 1605 donde refería el asunto: AGS, Estado, leg. 1932, doc. 176, consulta del Consejo de Estado, 17 de enero de 1606, fols. 266r-267v. 64 La compra de Oneglia por parte de Saboya, aprovechando la guerra civil genovesa de 1575 y 1576, sucedió a la de otros como el de Maro y Pietra Lata, adquiridos en 1573 y situados en las inmediaciones del territorio de Oneglia. La obtención de este último enclave, además de conceder a Saboya un puerto en plena Liguria, había echado por tierra la oferta realizada por la República para su compra en un intento por evitar la ruptura de la continuidad de su costa y la cercanía de la amenaza saboyana. En Benvenuti, Gino. Storia della Repubblica di Genova, Milán, Mursia, 1977, p. 136. El avance de Saboya sobre los feudos genoveses no se redujo a los casos mencionados. Además de los citados, el canciller de la República, Antonio Roccatagliata, nos informa de que, en 1607, Saboya invadió el feudo genovés de Mendatica. En Roccatagliata, Antonio. Annali della Repubblica di Genova dall’anno 1581 all’anno 1607, Génova, Vincenzo Canepa Editore, 1873, p. 242.

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sí destacada desde la firma de la Paz de Lyon. En esta tendencia debe encuadrarse la pretensión de hacerse con feudos como Mirandola y Finale en 1602, este último de singular relevancia por conceder al Milanesado una salida al mar alternativa a Génova; como Piombino, en 1603, crucial en la correspondencia naval de las posesiones de la Monarquía en Italia; o como Correggio, en 1605, un enclave privilegiado entre los ducados de Ferrara, Parma, Módena y Mantua.65 Las aspiraciones hispánicas sobre ciertos enclaves imperiales se manifestaron en el llamamiento realizado en julio de 1605 por el Magistrado Extraordinario de Milán para que los respectivos señores presentaran los títulos de posesión de los feudos de Lunigiana sobre los que el ducado de Milán se arrogaba antiguos privilegios. La disposición puso el grito en el cielo entre los afectados: el Gran Ducado de Toscana, el príncipe de Massa, varios feudatarios de la casa Malaspina y, por supuesto, Génova, que veía peligrar su posición en lugares tan importantes como La Spezia o Sarzana.66 65

García García, Bernardo José. La Pax Hispánica. Política exterior del Duque de Lermat, Leuven, Leuven University Press, 1996, p. 78. Sobre la presencia de Génova en los feudos imperiales y sus intereses en el Imperio, véanse: Cremonini, Cinzia. Impero e feudi italiani tra Cinque e Settecento, Roma, Bulzoni, 2004; de la misma autora, «I feudi imperiali italiani tra Sacro Romano Impero e monarchia cattolica (seconda metà xvi-inizio xvii secolo» en Schnettger, Matthias y Verga, Marcello (eds.), L’Impero e l’Italia nella prima età moderna. Atti del convegno internazionali svoltosi in Trento, 19-21 giugno 2003, Bolonia, Il Mulino, 2006, pp. 41-65; Zanini, A. «Strategie politiche…», cit.; Podestà, Gian Luca. «Genova e l’Impero. Alcune riflessioni sui rapporti tra la repubblica di Genova e gli Asburgo d’Austria tra Cinque e Seicento», Cheiron, 34 (2000), pp. 147-154; Edelmayer, Friedrich. Genova e l’Impero nel Cinquecento, Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XLI/II (2002), pp. 123-134. 66 En concreto, Roccatagliata refiere que la medida afectaba a los marqueses de Malaspina, al de Fosdinovo, al príncipe de Massa, a los herederos de Nicolò Spinola por cuenta del feudo de Calice, al Gran Duque de Toscana por Liorna, Pietrasanta, Avenza y otros lugares y, finalmente, a la República de Génova por los lugares de Santo Stefano, Sarzana, los enclaves de la Magra, la Spezia y su vicariado y por Groppoli (de Giulio Sale). En Roccatagliata, A. Annali…, cit., p. 255.

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Los peligros que podían derivarse de esta situación de tensión, en un momento en el que la Monarquía Hispánica emprendía algunas de las campañas militares más decisivas en Flandes, propiciaron que el Magistrado Extraordinario retirara la orden.67 Como refirió el conde de Chinchón en la consulta de Estado del 22 de agosto de 1605, la resolución del Magistrado Extraordinario podía dar a entender a los afectados que «V. M. quiere hacerse señor de toda Italia», lo cual provocaría la movilización de Génova y del Gran Duque, que no estarían dispuestos a renunciar, Sino es quitándoselo por fuerza, y que para defenderse se valdrán de todos los medios que pudieren, y prevalecer contra ellos y salir con lo que se intentare sería menester un ejército de 50 000 hombres; y abundancia de dinero con lo que sustentarlo sin aflojar en lo de Flandes, ni faltar a lo de acá.68

Por no hablar de la posibilidad de que «temiendo no se haga otro día lo mismo con ellos, se juntarán con los demás para oponerse a cualquier cosa que se quiera ejecutar».69 A pesar de la rectificación, la reacción genovesa ante el anuncio del Magistrado Extraordinario no se hizo esperar. El embajador español en Roma, Marqués de Aytona, informaba de la gravedad de estos sucesos que «dieron ocasión al francés a pensar si sería razón de hallar alguna entrada en aquella república» y recordaba que, a 67

Costantini, Claudio. La repubblica di Genova nell’Età Moderna, Turín, Utet, 1978, p. 223. 68 AGS, Estado, leg. 1932, doc. 92, consulta de Estado del 22 de agosto de 1605, fol. 138v. 69  Ibidem. El problema, continuaba el conde de Chinchón, exigía una solución que permitiera zanjar el asunto «con reputación». De hecho, el 3 de agosto de 1605, Giovanni Andrea Doria remitió al rey una carta en la que explicaba que le había escrito el conde de Fuentes afirmando que la orden fue emitida sin su consentimiento y que, en el momento en el que tuvo conocimiento de ello, exigió su revocación. En id. doc. 94, carta de Giovanni Andrea Doria a Felipe III, 3 de agosto de 1605, fol. 150v.

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pesar de las explicaciones del rey, ese mismo verano el genovés Francesco Senarega intentó convencer al Papa para que permitiera la presencia de una embajada o agente genovés en la Santa Sede. La propuesta requirió la negociación directa de Aytona con el Papa para que «en ella [La República] no haya más embajador suyo ni ellos [los genoveses] le tengan en otras partes».70 Además, entre las medidas adoptadas en Génova, destacaron el comienzo de la fortificación del golfo de La Spezia, los impedimentos a las galeras españolas para desembarcar infantería en territorio genovés71 o la discriminación en el acceso a ciertos cargos públicos de aquellos ciudadanos genoveses que ostentaran honores del soberano Católico. Respecto a este último punto, el canciller de la República, Antonio Roccatagliata, exponía la negativa por parte de los electores del Minor Consiglio a admitir en este órgano a ciudadanos [...] que tenían las cruces, o sea que eran caballeros del Rey de España, a pesar de que estos fueran los principales y los ciudadanos más señalados, los cuales, en el pasado, solían ser admitidos en los manejos más importantes del gobierno.72 70 AHN, Ministerio de Asuntos Exteriores, Santa Sede, leg. 55, «Relación del Marqués de Aytona de los negocios de su embajada» (sin fecha, pero Aytona fue embajador entre 1606 y 1609), fols. 132r y v. 71 Así nos describe Roccatagliata lo que sucedió en 1605 con ocasión de la llegada a Savona de algunas galeras españolas cargadas de tropas destinadas a Milán. El canciller afirmaba que «il Governatore di Savona non solo non consentì che calassero, ma costrinse le dette galere a partirsi subito da quel porto, di dove andarono a Finale, ed ivi sbarcate, malagevolmente si indussero in Lombardia». En Roccatagliata, A. Annali…, cit., p. 259. Roccatagliata enfatiza la determinación con la que actuó el gobernador de Savona, Raffaelle Giustiniano, que había ordenado «che subito si dovessero partire, che altrimenti le avrebbe fatte gettare al fondo». En id., en p. 263. La orden del Magistrado Extraordinario provocó además el envío a Madrid como embajador de Gio. Francesco Franceschi para que negociara en la Corte la retirada de la medida. En Ciasca, R. Istruzioni..., cit., vol. 1, p. 357. 72 Traducción propia del original: «che avevano le croci, ossia che erano cavalieri del Re di Spagna, tuttochè fossero dei più principali e riguardevoli cittadini, quali per il

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Esta última represalia evidenciaba el problema de la doble fidelidad que algunos de los genoveses al servicio de la Corona española debían afrontar en circunstancias en las que las relaciones entre la República y la Monarquía Hispánica atravesaban momentos difíciles. La posible existencia de una incompatibilidad entre el servicio a la Corona española y el desempeño de cargos en Génova se vislumbra más tarde en una de las cartas del marqués de Castañeda, embajador español en la República a Felipe IV. Aludiendo a los resultados de una reunión de las autoridades genovesas, el embajador advertía de que «han renovado en esta junta la ley que ningún vasallo suyo pueda servir a otro príncipe por tiempo de cinco años pena de confiscación de bienes y bandido della».73 La preocupación por las gratificaciones que sus ciudadanos podían recibir de otros Estados no era exclusiva de la República, tal y como demuestran los llamamientos del monarca hispánico a su embajador en Roma para que los ministros que lo servían en Italia no aceptasen gracias del Papa, Y que solo de mi real mano esperen merced y gracia conforme a lo que me huvieren servido para que así con libertad y sin dependencias puedan en las ocasiones que se ofrecieren acudir a la obligación de sus cargos.74

passato solevano esser ammessi ne’ più importanti maneggi del governo». En Roccatagliata, A. Annali…, cit., p. 259. Asimismo, las autoridades de la República no escatimaron en protestas ante los ciudadanos genoveses estrechamente conectados con la política y los negocios del Rey Católico. De hecho, Giovanni Andrea Doria comunicó al monarca que había recibido la visita de dos senadores genoveses para quejarse de lo dispuesto en Milán y que «aunque yo les he dicho que no puedo creer que V.M. no lo remedie me voy mañana a Pegi por no oir más sus quejas». En AGS, Estado, leg. 1932, doc. 93, carta de Giovanni Andrea Doria a Felipe III, 14 de julio de 1605, fol. 198. 73 En AGS, Estado, leg. 1936, doc. 242, carta del marqués de Castañeda a Felipe IV, 6 de diciembre de 1624, fol. 497v. 74 AHN, Ministerio de Asuntos Exteriores, Santa Sede, leg. 55, carta del rey al embajador español en Roma, Francisco de Castro, duque de Taurisano, 18 de febrero de 1622, fol. 378r.

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No obstante, la extraordinaria capacidad de adaptación por parte de los genoveses y la voluntad de negociación de la Monarquía Hispánica fueron la nota dominante que garantizaría la alianza entre la República y la Corona española aún en los períodos de mayor tensión. En el deterioro de las relaciones hispano-genovesas influyó notablemente la anexión de Finale por parte de la Monarquía Hispánica, uno de los acontecimientos más determinantes y decisivos a la hora de explicar el origen del evidente resquemor que manifestaba el patriciado de la República hacia el Católico. Los antiguos derechos que Génova se atribuía sobre el dicho feudo y la competencia que este podría ejercer en caso de que Finale se habilitara como puerto eran motivos más que suficientes para suscitar la animadversión hacia el socio hispánico. El enclave fue ocupado en 1572 por tropas españolas con la excusa de evitar su toma por el duque de Mantua y alegando el cumplimiento de los deberes a los que estaba sujeto el Rey Católico en virtud de su título de vicario imperial. A partir de entonces, se sucedieron progresivamente los pasos que condujeron a la Monarquía Hispánica a su posesión oficial: en 1598 el Sacro Imperio le concedió la posesión formal; en 1602 se produjo su incorporación a la Corona española después de que fuera ocupado militarmente por el conde de Fuentes, gobernador de Milán, y en 1619 el emperador Matías invistió a Felipe III como marqués de Finale para recompensarlo por la renuncia a sus derechos sobre Hungría y Bohemia y por la ayuda financiera recibida los años previos.75 A pesar de la insistencia de Génova en su restitución, la respuesta de Madrid fue siempre la de mantener el asunto incon75 Se trataba de una concesión que confirmaba los términos del Tratado de Praga firmado dos años antes por Fernando II y el conde de Oñate en representación de Felipe III. Entre las condiciones establecidas se encontraba el compromiso del primero de reconocer al monarca Católico en la posesión de Finale y del Piombino, así como sus derechos sobre la Alsacia habsbúrgica. Por otro lado, Felipe III renunciaba a Bohemia y Hungría a favor del futuro Emperador.

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cluso. La amenaza de iniciar las obras de acondicionamiento del puerto finalino se erigía, de esta manera, en un recurso estratégico en aquellos momentos en los que se pretendiera llamar al orden a la República. Como bien precisa Calcagno, El juego consistía en dar a entender a los patricios de la Serenissima que el plan de trabajo estaba a punto de ejecutarse y en recordarles las consecuencias que se habrían derivado de este. De esta manera, el puerto se convirtió en un medio para chantajear constantemente a la República, un instrumento de presión excepcional, un argumento que se aludía en los momentos de crisis o de tensión.76

Al igual que sucedió en el caso de Venecia, los episodios de tensión de la Monarquía Hispánica con la República de Génova no deben interpretarse como un ataque directo y premeditado a

76 Traducción propia del original de Paolo Calcagno: «Il gioco consisteva nel dar ad intendere ai patrizi della Serenissima che il piano di lavoro era sempre sul punto di essere attuato, e nel rammentar loro le conseguenze che questo avrebbe potuto arrecare. In questo modo il porto diventò un’arma di ricatto constante, uno strumento di pressione eccezionale, un argomento da tirar fuori nei momenti di crisi e di tensione». En Calcagno, Paolo. «La questione del porto di Finale: un banco di prova dell’alleanze Genova-Madrid», en id. (ed.), Finale fra le potenze di antico regime. Il ruolo del marchesato sulla scena internazionale (secoli xvi-xviii). Atti del Convegno Finale Ligure, 25 ottobre 2008, Savona, Società Savonese di Storia Patria, 2009, pp. 99-137: 109. Para una mayor profundización sobre la entidad del Marquesado y su posición en la escena política de los siglos xvi y xvii: Cano de Gardoqui, José Luis. La incorporación del marquesado de Finale (1602), Valladolid, Universidad de Valladolid, 1955; Edelmayer, Friedrich. «Il Sacro Romano Impero nel Cinquecento ed i piccoli feudi italiani: l'esempio del marchesato di Finale», en Atti dei convegni internazionali sulla storia del Finale. La Spagna, Milano ed il Finale: il ruolo del marchesato tra medioevo ed età moderna, Finale Ligure, Centro storico del Finale, 1994, pp. 43-61; Peano Cavasola, Alberto. Finale porto di Fiandra, briglia di Genova, Finale Ligure, Centro Storico del Finale, 2007; Calcagno, Paolo. «Una schermaglia di antico regime: la “partita” del Finale tra Genova, Milano e Madrid», en Herrero Sánchez, M.; Ben Yessef Garfia, Y. R.; Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova…, cit., vol. 2, pp. 459-494; id. La puerta a la mar: il Marchesato del Finale nel sistema imperiale spagnolo (1571- 1713), Roma, Viella, 2011.

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los intereses de su aliado, tanto menos si consideramos los fuertes intereses que unían a la Corona española y al patriciado ligur. La tensión que caracterizó las relaciones hispano-genovesas en estos años debe situarse en el marco de la estrategia de la Monarquía Hispánica encaminada a mantener el statu quo en Italia, a asegurar sus principales vías de comunicación y a contener el avance de sus enemigos y los desplantes de su socio sin comprometer la política de «quietud» acordada con el resto de las potencias. En cualquier caso, el reforzamiento del monarca Católico en Italia, fomentado por la Paz de Lyon y por la política de adquisición de feudos, acrecentó la desconfianza de los Estados italianos.77 Los numerosos panfletos críticos con la alianza hispano-genovesa que vieron la luz en la República a finales del xvi e inicios del xvii, y en los que hallaría inspiración el posterior pensamiento de intelectuales genoveses como Ansaldo Cebà78 y de Andrea Spinola,79 deben entenderse en este contexto de suspicacia frente a lo español. Así, las decisiones hispánicas no pocas veces eran percibidas como la pretensión de los españoles de «mantenerse superiores» («rimanere superiori» y de «hacer justicia por la fuerza en todas las 77 Al respecto, veáse Cano de Gardoqui, José Luis. «España y los Estados italianos independientes en 1600», Hispania. Revista de Historia, XXIII, 92 (1963), pp. 524-555; Signorotto, Gianvittorio. «Stabilità política e trame antispagnole nella Milano del Seicento», en Bercé, Yves Marie y Fasano Guarini, Elena (eds.), Complots et conjurations dans l’Europe. Actes du colloque international de Rome (30 septembre-2 octobre 1993), Roma, École Française de Rome, 1996, pp. 721-745. 78 Sobre dicho personaje, véanse los trabajos de Ortolani, Donata. «Cultura e politica nel'opera di Ansaldo Cebà», Studi di filologia e letteratura, I (1970), pp. 117-178; Vazzoler, Franco. «La soluzione tragica del pessimismo politico nell’ultimo Cebà», en Costantini, C.; Bitossi, C.; Vazzoler, F.; Gallo, R. y Ortolani, D. (eds.), Dibattito…, cit., pp. 75-114. 79 Bitossi, Carlo. «Andrea Spinola. L’elaborazione di un “manuale” per la classe dirigente», en Costantini, C.; Bitossi , C.; Vazzoler, F.; Gallo, R. y Ortolani, D. (eds.), Dibattito…, cit., pp. 115-175; Spinola, Andrea. Scritti scelti, Génova, SAGEP, 1981 (edición crítica realizada por Bitossi, Carlo); Bitossi, C. Il governo…, cit., pp. 198-203; id., «Lo strano caso…», cit., p. 169 y ss. Consideraciones más generales sobre el pensador genovés en Costantini, C. La Repubblica..., cit., pp. 235-239.

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maneras [posibles], sin algún respeto ni razón» («farsi la giustizia con la forza in tutte le maniere, senza alcun rispetto di ragione»).80 La importancia de los libelli (panfletos) genoveses que cuestionaban la preponderancia hispánica radica precisamente en la elasticidad que los definía: no solo se protestaba por los incidentes que menoscaban el estatus de Génova, sino que, al mismo tiempo, se proponía la reformulación de la alianza hispano-ligur desde presupuestos que confirieran una mayor independencia de la República, pero sin cuestionar nunca su vínculo con la Corona española. Fueron blanco de estos panfletos y discursos algunos de los ciudadanos Eminenti del patriciado genovés que, a juicio de los autores de estos escritos, parecían sentirse más inclinados hacia el servicio al monarca Católico que hacia la propia República.81 A diferencia de dichos Eminenti, los autores de estas reflexiones propugnaban la toma de medidas que contribuyeran a la mejora de la patria y al impulso del bien común entre sus ciudadanos, razones por las que fueron denominados repubblichisti o republicanistas.82 80 Roccatagliata, A., Annali..., cit., pp. 203 y 204. 81 Con el término eminente se referían a aquellos ciudadanos genoveses claramente delineados en el servicio al monarca hispánico y que, como servidores de este último, ejercían como auténticos mediadores en la República a favor de los intereses de su señor. Un ejemplo representativo de dichos eminenti era la casa Doria-Tursi. 82 Sobre esta materia, vale la pena recordar la definición ofrecida por Bitossi: «¿Quién era repubblichista? Quien deseaba una Génova armada con galeras propias e independiente de la ayuda y del vínculo con España y con los privados que navegaban bajo su bandera y a sus órdenes. Quien prefería el comercio y la marinería antes que las finanzas. Quien soñaba con un patriciado parsimonioso y austero, en correspondencia con los modelos cultrales dem mercader del siglo xv y de principios del siglo xvi, que no se dedicaba a derroches vistosos ni a costumbres “caballerescas” de importación ni de imitación españolesca». Traducción propia del original: «Chi era repubblichista? Chi voleva Genova armata di galee proprie, e non dipendente dall’aiuto, e dal vincolo, della Spagna e dei privati che navigavano sotto la sua bandiera e ai suoi ordini. Chi preferiva la mercatura e la marineria alla finanza. Chi sognava il patriziato parsimonioso e austero, in aderenza ai modelli culturali del mercante quattrocentesco e primo cinquecentesco, e non

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Las ideas expuestas hallaron un terreno abonado en la década de 1550 durante la guerra de Córcega y cuando se verificaron los primeros sucesos de Finale. La revuelta de los súbditos de Alfonso del Carretto, marqués de Finale, se desató en 1558, en plena guerra de Génova contra los rebeldes corsos apoyados por Francia. Aunque la República vio en ello la oportunidad para hacerse con el enclave, Andrea Doria, emparentado con Del Carretto y candidato a la herencia del marquesado,83 se opuso rotundamente, llegando a condicionar el ofrecimiento de sus galeras para la recuperación de Córcega a la deposición de toda pretensión que la Signoria albergase sobre el feudo.84 En este contexto, concretamente en 1559, año en el que la Monarquía Hispánica fortalecía su predominio en Italia a través de la firma del Tratado de Cateau-Cambrésis, fue publicada en Roma Della Repubblica di Genova (1559) del genovés Uberto Foglietta, obra en la que se culpaba a las principales casas nobles genovesas (Doria, Spinola, Grimaldo y Fiesco) de la injerencia de las potencias extranjeras en la República y de su pobreza, pese a las grandes fortunas particulares que manejaban estos eminenti. Foglietta reinvindicaba la necesidad de recuperar el carácter marinero que Génova había ostentado antaño, proponiendo la entrega de las galeras privadas de los patricios genoveses al Estado, el cual

dedito a sciupii vistosi e ‘costumi cavallereschi’ di importazione e imitazione spagnolesca». En Bitossi, C. «Il tempo degli oligarchi….», cit., p. 141. El apelativo repubblichista fue utilizado por primera vez por el embajador español en Génova, Pedro de Mendoza, en 1588 para referirse a un grupo de partidarios de reafirmar la posición de la República en Europa mediante medidas como la constitución de erarios públicos y de una flota de galeras genovesa bien dotada. El término será recuperado nuevamente por otro enviado español a Génova, Francisco de Melo, en 1633 para referirse a los «zelosos de la libertad» de la República. Véase Bitossi, C. Il governo..., cit., pp. 56 y ss. y p. 215. 83  Lomas Cortés, Manuel. «Juan Andrea Doria y la cesión del Marquesado de Finale», en Bravo Lozano, C. y Quirós Rosado, R. (eds.), En tierra..., cit., pp. 111-128. 84 Pacini, A. «La Repubblica di Genova…», cit., pp. 325-390: 364.

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se encargaría de mantenerlas gracias a los pagos derivados de los servicios que prestarían a otros príncipes.85 Un presupuesto al que no era ajena la República que tras la guerra de Córcega, el 12 de julio de 1559, había fundado el llamado Magistrato delle galee con el objetivo de mantener un escuadrón de galeras de propiedad pública que sirviera de defensa ante los piratas turcos.86 En cualquier caso, la obra de Foglietta no suponía solo un ataque directo contra Andrea Doria y otros nobili vecchi, sino que sugería una crítica a los servicios exclusivos que Génova ofrecía al monarca Católico.87 Aunque es cierto que la coyuntura específica genovesa explica en buena parte el desarrollo de su libellistica, es imprescindible ubicar los orígenes «navalísticos» del pensamiento republicanista en el espacio mediterráneo en el que el peligro turco era una realidad. De hecho, este no fue ajeno a ministros de la Monarquía Hispánica como

85 La propuesta de Foglietta era clara: «El remedio de tantos males es facilísimo y solo uno. Es decir, que se abandone esta vanidad y emulación contenciosa, esta ligereza de nobleza, la cual, como hemos demostrado, no es nada, y que se unan de verdad los ciudadanos y que, hecho esto, se obtendrán las galeras del príncipe Doria y las de otros y se podría instituir un modo de vivir seguro y honorable y fundar un estado tranquilo, feliz y glorioso». Traducción propia del original de Foglietta: «Il remedio di tanti mali è facilisimo ed è uno solo. E questo è; che si lasci questa vanità di emulazione contenziosa, e questa leggierezza di nobilità, la quale abbiamo dimostrato che è niente, e si unischino li cittadini da dovero, che, fatto questo, si averanno le galee del principe Doria e degli altri, e si potria instituire un modo di vivere sicuro ed onorevole, e fondare uno stato quieto, felice e glorioso». En Foglietta, Uberto. Della Repubblica di Genova, Milán, Corradetti, 1865, p. 119. 86 Lo que no quiere decir que antes de la fundación de esta institución Génova no hubiera contado con su propia flota. Eso sí, las embarcaciones que la conformaban provenían de la compra o alquiler de galeras de propiedad privada en momentos de necesidad. Los primeros resultados del Magistrato delle Galee fueron notables: en el momento de su fundación, la República contaba con cuatro galeras. En 1607 eran ya ocho. En Kirk, Thomas. Genoa and the Sea. Policy and Power in an Early Modern Maritime Republica, 1559-1684, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 2005, p. 59. 87 Paolo Foglietta, hermano de Uberto, representó en su Rimme per armà garíe una posición similar. Sobre estos aspectos, véase Bitossi, C. «Il tempo...», cit., p. 141.

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Gaspar de Quiroga, visitador general enviado al reino de Nápoles en 1559, donde permaneció hasta 1564. En este período escribió su Discorso navale,88 en el que proponía arbitrios no muy lejanos a los que se vislumbraban en las obras genovesas. Precisamente, la peor lacra que observaba Quiroga en las galeras del monarca hispánico era su entidad mercenaria que suponía su dependencia absoluta de los armadores y capitanes genoveses. Gaspar de Quiroga afirmaba que estos solo pensaban en su propio interés, se dedicaban al comercio y al contrabando y utilizaban los esclavos de las galeras para hacerse casas y jardines. A lo que se añadiría que, cuando recibían la orden de unirse al resto de las galeras, siempre encontraban excusas para no obedecerla. En conclusión, sobre las galeras «ajenas y que sirven a sueldo… sus patrones no pretenden otra cosa que ganar su sueldo y conservar sus galeras».89 La actitud de la Monarquía Hispánica y de Andrea Doria ante la ya referida cuestión de Finale también caldeó los ánimos de algunos sectores del patriciado genovés. El Discorso de 1593 de monseñor Giacomo Lomellini incidía sobre los efectos del conflicto por el feudo y, aunque en sus palabras no se atisba ninguna propuesta explícita de ruptura con España, su llamada a la guerra dolce se fundamentaba sobre principios a todas luces antiespañoles: el mantenimiento de nuevas amistades internacionales, una creíble neutralidad, la diversificación económica de las inversiones genovesas y una política de rearme naval. Todas ellas eran sugerencias encaminadas a evitar la dependencia de los recursos y de la protección hispánicas.90 Además, Lomellini recuperaba el argumento ya tratado por los hermanos Foglietta 88 Según Mantelli, el Discorso navale fue escrito en algún momento entre el 18 de mayo y el 3 de junio de 1560, influenciado seguramente por la derrota naval sufrida por la armada española contra la otomana en la Isla de Djerba el 12 de mayo de 1560. En Mantelli, Roberto. Burocrazia e finanze pubbliche nel Regno di Napoli, Nápoles, L. Pironti, 1981, pp. 12 y 13. 89  Ibidem, p. 13. 90 Costantini, C. La Repubblica..., cit., p. 221.

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sobre el necesario retorno a la navegación y a los negocios «reales» como alternativa a las actividades financieras. En el fondo, en la afirmación de Lomellini se vislumbra un rechazo al sistema de asientos con el monarca español que para algunos había sido el responsable de las desigualdades entre los ciudadanos de la República, había dinamitado las verdaderas fuentes de riqueza de la misma (el comercio, el mar y la industria) y convertido a los genoveses en los mercenarios de España.91 Dichos planteamientos y el hecho de que Lomellini fuera un uomo della Francia facilitaron que fuera considerado un personaje incómodo por parte de la Signoria genovesa, decidida por entonces a proteger la cadena de oro que la unía a la Corona hispánica. En un marco como el descrito no es de extrañar que Francia ganara adeptos. De hecho, el embajador español en Génova, conde de Biñasco, se lamentaba de que En otro tiempo nunca dispensó esta República que sus ciudadanos tomasen pensiones de Francia y hay decreto sobre ello podría no consentirlo agora antes deberían en ella mandar se saliesen del lugar estos Lomelines ya declarados por franceses.92

El clima decididamente tenso de finales del siglo xvi y principios del xvii en lo que se refería a las relaciones hispano-genovas obligó a la República a extremar sus cautelas inaugurando una 91  Ibidem., p. 34. 92 En concreto se refería a Ambrogio Lomellini, hermano de monseñor Giacomo Lomellini, que, según afirmaba el conde de Biñasco, había escrito desde París confirmando haber recibido pensiones de Francia, tal y como hacían otros particulares genoveses como Giovanni Girolamo Giustiniano. En AGS, Estado, leg 1429, doc. 17, carta del conde de Biñasco, embajador español en Génova, a Felipe II, 16 de junio de 1597, fols. 35 r y v. En otra carta, el embajador aludía a la decepción de Lomellini, Grimaldo y Giustiniano por no haber recibido la cantidad inicialmente prometida «con que muchos se van desengañando de la sustancia de dichas mercedes». En id., doc. 35, carta de 3 de septiembre de 1597, fols. 70r y v.

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política de represión y censura de aquellos comportamientos y escritos que pudieran erosionar los proficuos tratos que mantenía con el monarca Católico.93 Las configuración y la defensa de una «cultura republicana compartida»94 a principios del siglo xvii, aunque fue fundamental en el enriquecimiento de la dialéctica y del debate político en Génova, tuvo escasos efectos en la praxis de la República: no hubo enfrentamientos armados con el socio hispánico y cualquier disposición que pudiera originar una ruptura con este estaba fuera de toda discusión. Similar situación se verificaba en la Monarquía Hispánica: los desencuentros con la República y el protagonismo que habían alcanzado algunos genoveses en las finanzas regias —confirmado tras la suspensión de pagos de 1575 y el sucesivo Medio General de 1577— constituyeron el caldo de cultivo de actitudes xenófobas contra los genoveses en la sociedad. Sin embargo, y a pesar de las protestas de las ciudades y de los hombres de negocios castellanos, el fenómeno, tal y como ocurrió en la República, no se

93 En sintonía con estos objetivos, en 1600 el prelado filofrancés Goffredo Lomellin fue exiliado y en 1604 se produjo la quema de La Relazione sulla Repubblica, erróneamente atribuida al doge genovés Matteo Senarega, pero cuyo autor parece haber sido el toscano Giacomo Mancini. En este escrito, Mancini manifestaba una clara hostilidad hacia la nobleza nueva que habría empujado al pueblo contra la nobleza vieja para después traicionarlos. Se trataba de un fenómeno que justificaría la debilidad del cuerpo político genovés y su inevitable caída. Asimismo, conviene recordar la disposición aprobada por la República en 1611 por la que prohibía a sus ciudadanos la escritura sobre temas políticos sin la autorización del gobierno. Esta medida debe interpretarse en paralelo a la progresiva concentración del poder sobre los Collegi (gobernadores y procuradores) y el Senato y a los conflictos entablados entre estos y los Supremi Sindacatori, este último el organismo encargado de realizar una evaluación sobre las funciones desempeñadas por los magistrados al términe de su mandato. Sobre estos asuntos, véase Costantini, Claudio. «Politica e storiografia: l’epoca dei grandi repubblichisti», en La letteratura ligure. La Repubblica aristocratica (1528-1797), vol. 2, Génova, 1992, pp. 93-135: 107-108; id., La Repubblica…, cit., p. 215. 94 Pacini, A. «Génova y España», cit., p. 1132.

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concretó en la aplicación de medidas que condujeran a prescindir definitivamente de un socio tan ventajoso. En un contexto de estrechez, mientras muchos financieros castellanos sufrían las consecuencias de los impagos o de la dilación en las ferias, muchos naturales eran de la opinión de que los grandes banqueros extranjeros de la Corona no solo provocaban estas oscilaciones económicas, sino que además se beneficiaban de ellas. Según Pike, la imagen del genovés a ojos de la sociedad receptora comenzó a ser explícitamente peyorativa a partir de la segunda mitad del siglo xvi y, especialmente, a partir de 1560.95 Se trataba de un fenómeno que venía a sumarse al proceso de castellanización que caracterizó a la monarquía de Felipe II, sobre todo desde que se estableció la corte en Madrid en 1561.96 Asimismo, el análisis, en las décadas de 1580 y 1590, de las actividades del hombre de negocios castellano Simón Ruiz pone de manifiesto la interdependencia entre el capitalismo autóctono y el genovés que obliga a reconsiderar cualquier planteamiento que relegue al primero a un simple papel subsidiario. La correspondencia de los genoveses situados en la República con Simón Ruiz demuestra las importantes tareas que este último y sus agentes desempeñaban en la Corte para los ligures, tales como la negociación de las consignaciones que les correspondían como socios de los asentistas de Flandes.97 La imagen del extranjero asume mayor complejidad si consideramos la influencia de la coyuntura histórica concreta en la que

95 Pike, R. «The image of the Genoese…», cit. 96  Castellano Castellano, Juan Luis. «Los extranjeros en el gobierno de la Monarquía Hispana», en Villar García, M. B. y Pezzi Cristóbal, P. (eds.), Los extranjeros..., cit., vol. 2, pp. 11-22:12 y 15. 97  Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío. «Confianza e interdependencia en el sistema de crédito hispánico a finales del siglo xvi: un análisis a través de las cartas de Génova del Archivo Simón Ruiz», en Pulido Serrano, Juan Ignacio (ed.), Más que negocios: Simón Ruiz, un banquero español del siglo xvi entre las penínsulas ibérica e italiana, Madrid, Iberoamericana Vervuert, 2018, pp. 167-208.

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nos situamos. Así, en oposición al juicio emitido por cierta historiografía para la que la Monarquía Hispánica constituía un cerrado e intransigente aparato mercantilista, frente a la supuesta actitud tolerante y libre de trabas económicas atribuida a las repúblicas modernas, nos decantamos por pensar que esta actitud ante el extranjero constituía una reacción generalizable a otras zonas del continente en momentos de crisis económica, política o social.98 La guerra en los Países Bajos, los conflictos religiosos y políticos en el interior peninsular (la rebelión morisca, los ataques a puertos españoles por parte de Inglaterra o los disturbios de Aragón) y las crecientes amenazas a la Cristiandad de la mano del Turco o de los hugonotes franceses debieron de alterar el universo mental y la confianza de una Monarquía Hispánica convencida de su destino providencial, generando en ella un «sentimiento de indefensión» que se encuentra en la base de las actitudes xenófobas apuntadas.99 En cualquier caso, la Monarquía Hispánica de la Edad Moderna no fue especialmente discriminatoria si la comparamos con el trato que otras potencias dispensaban a sus extranjeros. Precisamente, un documento anónimo y sin fechar, pero perteneciente a una compilación de papeles de los siglos xvi, xvii y xviii, nos transmite la imagen de un Madrid superpoblado por 98 Por otro lado, esta percepción negativa del extranjero cambió a fines del siglo xvii cuando, en consonancia con el clima político del momento, ciertos sectores hispánicos comenzaron a mostrar su admiración hacia modelos sociales y pautas de comportamiento extranjeros. En este sentido, Herrero nos refiere cómo a partir de la década de 1660 se impuso en los círculos cortesanos hispánicos la moda francesa, coincidiendo con el predominio político de dicho Estado. En Herrero Sánchez, Manuel. «La Monarquía Hispánica y las comunidades extranjeras. El espacio del comercio y del intercambio en Madrid y Cádiz en el siglo xvii», Torre de los Lujanes, 46 (2002), pp. 97-116:101. 99 Un panorama histórico tan tumultuoso como el comentado debió generar en los contemporáneos actitudes psicológicas de rechazo al otro. Este sentimiento de indefensión es señalado por Bartolomé Yun para el caso concreto de la sociedad andaluza en la década de 1560. Véase Yun Casalilla, Bartolomé. «Andalucía, entre Europa, América y el mundo mediterráneo», en id. (ed.), Historia de Andalucía, vol. 6, Barcelona, Planeta, 2006, pp. 12-87:54 y 55.

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forasteros que, a juicio del autor, recibían un trato privilegiado y condescendiente, al contrario de lo que ocurriría con los foráneos de paso por Venecia y Génova.100 El autor no dudaba en criticar la actitud proteccionista de estas repúblicas para con sus naturales, que impedía a los extranjeros el desempeño de actividades económicas.101 Un hecho con el que, todavía a mediados del siglo xvii, comulgaba Martínez de la Mata, cuando afirmaba en uno de sus memoriales que «en su República no dejan que ningún extranjero gane con su trabajo la comida, en ningún trato o modo de vivir que pueda tener».102 100 De esta idea se han hecho eco historiadores como Girard que apunta a los ingentes privilegios y dispensas concedidos por la Monarquía Hispánica a los foráneos como el principal indicio de la pérdida del control de las comunidades extranjeras por parte de la Corona: Girard, Albert. «Les étrangers dans la vie économique de l'Espagne aux xvi et xvii siècles», Annales d’histoire économique et social, V (1933), pp. 567-578. Una visión más amplia sobre los límites impuestos a los extranjeros a finales del siglo xvi y principios del xvii en Castilla y Nueva España en Herrero Sánchez, M. y Poggio, E. «El impacto...», cit., La Monarquía Hispánica no era la única en limitar los derechos de los extranjeros en sus territorios. Otras potencias dinásticas eran mucho más rotundas en sus medidas. Al respecto, véase el caso francés analizado por Sahlins, Peter. «Fictions of a Catholic France: The Naturalization of Foreigners, 1685-1787», Representations, 47 (verano, 1994), pp. 85-110. 101 Biblioteca Nacional de España (BNE), Manuscritos (Mss.), 10906, «Papeles curiosos manuscritos», vol. 21, en concreto el documento se titula «Advertimiento de cierto orden, que se guarda con los forasteros en Venecia y Genova», fols. 114-119r. El documento es también interesante por sugerir algunas medidas, inspiradas en aquellas aplicadas por Venecia y Génova, que podían ponerse en práctica para frenar el avance de los forasteros en la Corte hispánica. En id., fols. 118-119r. Más detalles sobre este documento en Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío. «Reti fra la Repubblica e il Re: lo studio della famiglia genovese dei Serra nella comprensione dei modelli politici di Antico Regime (prima metà del xvii secolo)», en Gallia, Arturo (ed.), Itinera. Nuove prospettive della ricerca storica e geografica, Roma, CISGE, 2016, pp. 21-31. Tal y como nos informa el profesor Bitossi, es posible que el procedimiento señalado fuera gestionado por el Magistrato della Consegna, cuyo archivo fue destruido con la caída de la república oligárquica. Agradezco al profesor Bitossi sus sugerencias al respecto. 102  Martínez de la Mata, Francisco. Memoriales y Discursos de F. Martínez de la Mata, Madrid, 1971, pp. 267-268. Edición crítica de Anes, Gonzalo.

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A pesar de la crítica expresada por el autor anónimo del documento contra la condescendencia que mostraba el monarca Católico hacia los extranjeros, sabemos que no faltaron los intentos por parte de este último o de sus ministros para evitar el descontrol de las comunidades foráneas que residían en los dominios hispánicos.103 De cualquier manera, las reflexiones realizadas por el autor del documento nos conminan a abandonar la habitual distinción establecida entre las «modernas» repúblicas mercantiles —contrapunto de la tolerancia en una Europa dominada por los intereses dinásticos— y las «atrasadas» y «absolutas» monarquías, inmersas en la ortodoxia religiosa y en una mentalidad aristocrática y exclusivista.104 El testimonio anónimo nos permite difuminar los contornos de dos modelos antes bien definidos y pone de manifiesto los puntos de convergencia que existían entre ambos. A pesar de los discursos o de las disposiciones que pudieran adoptarse contra los extranjeros, el capital cosmopolita era imprescindible incluso para aquellos sectores de la sociedad que veían a los genoveses como sanguijuelas que drenaban los recursos de la Real Hacienda.105 Los capitales que proporcionaban a la Corona 103 El residente veneciano de Nápoles, Giovan Carlo Scaramelli, informaba al Senato de la República el 29 de febrero de 1600 de que el virrey había pretendido «que todos los forasteros que vengan sean comunicados a los capitani delle strade». Traducción propia del original: «che tutti i forastieri che vi vengono siano dati in nota alli capitani delle strade». En Barzazi, Antonella. Dispacci. Corrispondenze diplomatiche veneziane da Napoli. 27 maggio 1597- 2 novembre 1604, vol. 3, Roma, Istituto poligrafico e Zecca dello Stato, Libreria dello Stato, 1991, p. 279. 104 Una crítica a las teorías que insisten en considerar a las repúblicas como alternativas a las monarquías dinásticas en Herrero Sánchez, Manuel. «Las Repúblicas mercantiles, ¿Alternativa...», cit.; id., (ed.), Repúblicas y republicanismo..., cit. 105 Felipe Ruiz Martín nos refiere las protestas insistentes emitidas por las oligarquías castellanas en las Cortes contra la dependencia de la Real Hacienda de estos financieros extranjeros. Véase, Ruiz Martín, Felipe. «La hacienda y los grupos de presión en el siglo xvii», en Bennasar, Bartolomé, Fontana, Josep, Ladero Quesada, Miguel Ángel y Mackay, Angus (eds.), Estado, Hacienda y Sociedad en la Historia de España, Valladolid, Instituto Universitario de Historia Simancas, 1989, pp. 97-122.

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para la financiación de sus costosas guerras europeas obligaban al monarca Católico a compensar a sus más fieles servidores con mercedes, tales como un hábito de caballero de una orden militar o jurisdicciones de villas que la Corona enajenaba de su propio patrimonio y que vendía en pública subasta. Oportunidades que las élites castellanas y los mercaderes aprovechaban para hacerse con signos visibles de un estatus privilegiado y cercano a la órbita real. Desde este punto de vista, «el capital mercantil internacional, lejos de erosionar al régimen aristocrático-señorial dominante actuaba, por lo tanto, como un importante estímulo para su buen funcionamiento».106 O como aseguraba un habitante de Sevilla a finales del siglo xvi: Es menester considerar tantos y tan grandes provechos como da esta gente [los forasteros] [...] y pesándolo con los daños que representan los que no sienten bien de su asistencia se verá que no solo es justo el conservarlos, mas que les debe Vuestra Majestad hacer muy grandes mercedes y encargar a todos sus ministros el hacerles buen pasaje y ayudarlos y alentarlos, pues ovejas que dan tales esquilmos, razón es que sean apacentadas y conservadas en tal reino y de tal Rey.107

De ahí que los intentos para prescindir de los extranjeros surtieran pocos efectos. Proyectos como el de la fundación de erarios públicos, nacidos como reacción a la propagación de los bancos públicos regentados por genoveses108 y que fueron bien recibidos 106 H  errero Sánchez, M. «La Monarquía Hispánica y las comunidades extranjeras...», cit., p. 103. 107 BNE, Mss., 6754, «Representación de un vecino de Sevilla a fines del siglo xvi a favor de los comerciantes extranjeros que hay en dicha ciudad», fols. 220-261. 108 Sobre dichos proyectos véase, Dubet, Anne. Hacienda, arbitrismo y negociación política: los proyectos de erarios públicos y montes de piedad en los siglos xvi y xvii, Valladolid, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, 2003. La difusión de estos bancos públicos fue facilitada por la quiebra de los competidores caste-

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por los sectores más críticos al predominio ligur en las finanzas reales, no prosperaron. La ofensiva de los principales asentistas de la Corona y las dificultades manifiestas para disponer de un capital constitutivo tangible fueron algunos de los factores que obstaculizaban la propuesta.109 Si bien el 1 de enero de 1601 Felipe III aceptó el segundo servicio de millones, ofrecido por las cortes de Castilla con la condición de que estos erarios fueran constituidos, no se dieron los pasos necesarios para su puesta en funcionamiento, lo que justificó las sucesivas protestas de las Cortes entre 1599-1601 que reiteradamente recordaban el pacto alcanzado con el rey. En estos años de tensiones entre el socio hispánico y el genovés, el Estado ligur, con el objetivo de defender sus derechos y demostrar su autonomía, no escatimaba en reivindicaciones formallanos entre 1596 y 1606. No obstante, también los extranjeros experimentaron crisis clamorosas en el ejercicio de su actividad bancaria a finales del siglo xvi y principios del xvii. Gentil Da Silva nos refiere la bancarrota producida en Medina del Campo en 1600, en algún momento antes del 15 de mayo, por parte del genovés Angelo Boccanegra. El año de 1601 fue un crítico para la banca genovesa, que sufrió varias quiebras como la del banco de Marco Antonio Giudice y de Nicolò Sivori en Madrid, la del banco de Giacomo Mortedo y Juan Castellanos Espinosa de Sevilla y la de Melchiorre de Negrone y Filippo Spinola en Amberes. En 1606 las dificultades financieras afectaron a Spinola y Serra, como nos describe Pacini en uno de sus trabajos, así como a Simone Sauli en Amberes. Al respecto, véase Gentil da Silva, José. Stratégies des affaires à Lisbonne entre 1595 et 1607. Lettres des marchandes des Rodrigues d’Evora et Veiga, París, Armand Colin, 1956, pp. 66 y 110; Pacini, Arturo. «“Macchine, porte, chiavi, scale”: logistica militare e affari finanziari a Genova tra fine Cinque e inizio Seicento», en Schnettger, Matthias y Taviani, Carlo (eds.), Libertà e dominio. Il sistema politico genovese: le relazioni esterne e il controllo del territorio, Roma, Viella, 2011, pp. 89-127; Vázquez de Prada, Valentín. Lettres marchandes d’Anvers, vol. 1, París, S.E.V.P.E.N., 1960, pp. 170-178. 109 En la década de 1590 se retomó la discusión sobre los erarios en Madrid, momento en el que los genoveses reaccionaron con determinación y consiguieron introducir en las reuniones sobre el asunto a Giovanni Centurione, marqués de Estepa. Ruiz Martín, Felipe. «La banca de España hasta 1782», en VV. AA., El banco de España: una historia económica, Madrid, Banco de España, 1970, pp. 1-196:63-72.

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les al monarca hispánico y a sus ministros o en medidas que no llegaban nunca a la confrontación militar. Pero la filiación política de la República a la Corona española, así como los conflictos y la negociación de los mismos se decidían, en realidad, en el plano particular mediante los acuerdos firmados con los hombres de negocios genoveses y la inserción de los ciudadanos ligures en los circuitos de patronazgo regio. Así, al igual que la estrategia hispánica implicaba la ubicación de personajes de la «línea dura» en enclaves como Milán (el conde de Fuentes desde 1600) o Génova (Juan Vivas desde 1598) —fundamentales para la aplicación de la política diseñada desde Madrid sin comprometer los tratados de pacificación firmados—, la República no dudó en valerse de las relaciones que individuos claves de la oligarquía genovesa mantenían con los ministros hispánicos de las distintas plazas. La versatilidad de la política hispánica, sujeta a la necesaria adaptación a los imprevistos y, no pocas veces, a las distintas corrientes de opinión cortesanas, obligaba a Génova al establecimiento de un contacto directo y, en ocasiones personal, con los ministros del monarca. Una práctica que los privados ligures dominaban a la perfección gracias a sus excelentes habilidades diplomáticas, a su extensa red de amigos y clientes, y a su reconocido lustre aristocrático. Estos particulares tuvieron que lidiar no solo con las tensiones diplomáticas que se desarrollaron entre la República y la Monarquía Hispánica, sino también con la crítica situación interna que atravesaba esta última, embarcada, tras la muerte de Felipe II, en la consolidación del nuevo gobierno y de la Hacienda, severamente afectada por los esfuerzos financieros exigidos por la guerra. Si en un primer momento se puede pensar que estas circunstancias pudieron obstaculizar la inserción de los genoveses en el sistema, su enorme capacidad de negociación y los servicios imprescindibles que ofrecían hicieron de un contexto a todas luces adverso una auténtica oportunidad para algunos de ellos.

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CAPÍTULO 2 ENTRE LA OPORTUNIDAD Y LA DIFICULTAD: LA CONSTRUCCIÓN DE LA RED SERRA EN LA MONARQUÍA HISPÁNICA (1560-1590)

1. El

los

contexto financiero de Madrid post Serra y las razones de una ausencia

1576:

Tras la relativa estabilización de la Hacienda después de la suspensión de pagos de 1575 y del correspondiente Medio General de diciembre de 1577, la Corona no tardó en encontrarse de nuevo en dificultades: la intervención en las guerras de religión francesas, la guerra de Flandes, la campaña de anexión de Portugal y la necesidad de financiar la expedición contra Inglaterra justificaron la enajenación masiva de tierras baldías y concejiles en la década de 1580, además del conocido servicio de millones, votado por primera vez por las Cortes en 1588 con objeto de reducir la inmensa deuda que había supuesto el flete de la Armada Invencible.1 En estos años, una nueva generación de banqueros genoveses encontró en las necesidades de la Corona una gran oportunidad de negocio. Entre ellos destacaron Agostino Spinola y su hermano Lorenzo, Mervaldo de Grimaldo (hijo de Nicolò) y Baldassarre Lomellini (emparentado con Stefano). Asimismo, este período vio también el desarrollo de los negocios de dos Ambrogio Spinola: uno, hijo de Francesco y hermano de Agostino Spinola, caracterizado por su protagonismo como banquero en Madrid y como firmante de asientos con destino a Flandes;2 1 Bartolomé Yun afirma que en 1580 se vendió el cincuenta por ciento del total subastado entre 1550 y 1600. En Yun Casalilla, Bartolomé. Marte contra Minerva. El precio del Imperio español, 1450-1600, Barcelona, Crítica, 2004, p. 344. Sobre las complicaciones financieras de la Monarquía Hispánica en estos años, véase Ulloa, M. La Hacienda real..., cit., p. 807. 2 Ambrogio Spinola de Francesco sucedió a su hermano Agostino tras su muerte, en 1589, en la gestión del mantenimiento de varias galeras de la escuadra de Génova. Falleció en 1615. Su protagonismo como banquero del rey justificó que fuera uno de los miembros de la Compañía del Medio General fundada el 29 de noviembre de 1597 a la que se hará referencia más adelante. La distinción entre Ambrogio Spinola de Francesco y el general de Flandes, Ambrogio Spinola, no es siempre fácil, por lo que requeriría de mayores investigaciones. En Álvarez Nogal, Carlos. «Los bancos públicos de Agustín y Julio Spinola

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

y otro, el futuro marqués de Balbases y general de Flandes. 3 El ascenso de los genoveses en las últimas décadas del siglo xvi fue fomentado por la política de subastas del patrimonio regio, una de las medidas proyectadas por el Medio General de 1577, que propició que algunos de los principales acreedores de la Corona, como los genoveses Grimaldo, Cattaneo y Lomellini, se convirtieran en señores de vasallos en el momento en el que decidieron conservar los pueblos recibidos por las cantidades que se les debían.4 A lo que se añadiría el proceso de enajenación de cargos públicos y de rentas de la Corona, estas últimas empeñadas para satisfacer las consignaciones de los banqueros,5 y la decisión en la Corte y Sevilla entre 1602 y 1610», en Lanza, Ramón (ed.), Las instituciones económicas, las finanzas públicas y el declive de España en la Edad Moderna, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2017, pp. 223-258:232. 3  Rodríguez Villa, Antonio. Ambrosio Spinola, primer marqués de los Balbases. Ensayo biográfico, Madrid, Tip. Fortanet, 1904; Brants, Victor. Ambroise Spinola…, cit.; Lefèvre, Joseph. Spinola et la Belgique, Bruselas, La Renaissance du Livre, 1947; Colomer, José Luis. «Ambrosio Spinola. Fortuna iconográfica de un genovés al servicio de la Monarquía», en Boccardo, Piero, Colomer, José Luis y Di Fabio, Clario (eds.), España y Génova. Obras, artistas y coleccionistas, Madrid, Fundación Carolina, Fernando de Villaverde Ediciones, 2004, pp. 157-175; Herrero Sánchez, M. «La red...», cit., pp. 97-134; De Carlos Morales, C. J. Felipe II: el Imperio..., cit., pp. 253-262; Herrero Sánchez, M. y Álvarez-Ossorio Alvariño, A. «La aristocracia genovesa...», cit. 4  De Carlos Morales, C. J. «Felipe II y sus banqueros», cit., pp. 338 y 339. 5 Véanse los numerosos trabajos de Alberto Marcos Martín al respecto: Marcos Martín, Alberto. «Enajenaciones por precio del patrimonio regio en los siglos xvi y xvii. Balance historiográfico y perspectivas de análisis», en López López, Roberto Javier y González Lopo, Domingo L. (eds.), Balance de la historiografía modernista, 1973-2001. Actas del VI Coloquio de Metodología Histórica Aplicada (Homenaje al profesor Dr. D. Antonio Eiras Roel) celebrado en Santiago de Compostela, del 25 al 27 de octubre de 2001, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, Dirección Xeral de Patrimonio Cultural, 2003, pp. 419-444; id. «Ventas de rentas reales en Castilla durante los siglos xvi y xvii. Algunas consideraciones en torno a su volumen y cronología», en Sobaler Seco, María de los Ángeles y Garcia Fernández, Máximo (eds.), Estudios en homenaje al profesor Teófanes Egido, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2004, pp. 265-297; id. «Hipotecar la hacienda común. Enajenaciones del patrimonio

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Entre la oportunidad y la dificultad: la construcción de la red Serra en la monarquía hispánica

de centralizar en Madrid los reembolsos de los asientos de Flandes a partir de 1588 que, hasta ese momento, se habían realizado en Italia, principalmente en Génova y Milán.6 Esta última medida hizo más que necesario a los hombres de negocios implicados en los asientos contar con buenos contactos en la Corte, emplazamiento en el que, por otro lado, se intensificó la competencia en el seno de la comunidad genovesa con el fin de obtener las mejores consignaciones para sí mismos y para sus representados. Con la decisión de centralizar los reembolsos en Madrid, la Corona pretendía, por un lado, ejercer un mayor control sobre sus recursos en un momento en el que los frentes militares se multiplicaban y, por otro, evitar las conocidas maniobras especulativas de los genoveses en las ferias. Sin embargo, es muy probable que detrás de este cambio en la política financiera se encuentre también el creciente protagonismo asumido por los genoveses de Madrid, en estrecho contacto con la sede de la compañía comercial en Génova y, naturalmente, con sus procuradores en las ferias de Piacenza que, a su vez, ejercían en estas como agentes de los asentistas de Flandes liquidando sus débitos y haciéndoles remesas mediante letras de cambio por sus créditos.7 regio y endeudamiento municipal en los siglos xvi y xvii», en De Dios De Dios, Salustiano, Infante Miguel-Motta, Javier, Robledo Hernández, Ricardo y Torijano Pérez, Eugenia (eds.), Historia de la propiedad: crédito y garantía. V Encuentro Interdisciplinar. Salamanca, 31 de mayo-2 de junio de 2006, Madrid, Servicio de Estudios del Colegio de Registradores, 2007, pp. 161-210; id. «La justicia también se vende. Algunas consideraciones sobre las ventas de jurisdicción en la Castilla de los siglos xvi y xvii», en Castellano Castellano, Juan Luis y López-Guadalupe Muñoz, Miguel Luis (eds.), Homenaje a don Antonio Domínguez Ortiz, vol. 2, Granada, Universidad de Granada, 2008, pp. 469-486. 6 Lapeyre, Henri. Simón Ruiz et les asientos, París, Librairie Armand Colin, 1953, pp. 58 y 60. 7 Sobre la progresiva importancia adquirida en esta época por Madrid para los genoveses, por encima incluso de otros enclaves de singular importancia como Sevilla, véase: Álvarez Nogal, C. Sevilla y la Monarquía Hispánica..., cit.; id. «Las compañías...», cit. Sobre la relevancia de las ferias genovesas para el funcionamiento de los asientos de Flandes: id. «La transferencia...», cit.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

A pesar de que la actividad de los Serra como banqueros se remonta al menos al siglo xiii,8 su confirmación en las finanzas de la Corte a título propio no se produjo hasta finales de la década de 1590. A diferencia de otros genoveses que aprovecharon la coyuntura descrita para hacerse un hueco en la corte de Madrid, los Serra iniciaron su andadura en los servicios al monarca hispánico no en esta sede sino en Nápoles, Génova y Flandes.9 La relativa invisibilidad de los Serra en las finanzas del monarca hispánico hasta finales del siglo xvi pudo deberse a varios factores. La carencia de las seis casas abiertas en la ciudad, exigida a las familias por las Reformationes Novae para que pudieran constituirse en albergo, supuso la agregación de los Serra a los Lercari en 1528. La adscripción a este albergo motivó que los Serra operaran a partir de entonces bajo el apellido Lercari, linaje que, a diferencia del de los Serra, aparece constantemente en los tratos económicos de la 8 El primer Serra implicado en actividades bancarias y comerciales del que tenemos conocimiento fue Manfredo Serra, del que parte el ramo analizado en esta investigación y que en noviembre de 1210 ya aparecía financiando a un comerciante de paños y contrayendo cambios en la feria de Troyes el 4 de julio de 1216. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 13. En adelante, para una mejor comprensión de la familia, véanse los cuadros genealógicos presentes al final de este trabajo. En ellos, se han situado exclusivamente los sujetos mencionados a lo largo del texto y aquellos fundamentales para entender la evolución de las redes de la familia. Para evitar su excesiva complicación, se ha prescindido de aquellos individuos que no se han considerado relevantes para nuestro argumento. 9 Ello no excluye que ciertos miembros de la familia pudieran haber contribuido previamente y de manera esporádica a la financiación de las empresas de Carlos V: en el año 1553 ya contamos con la participación en un asiento de un tal «Giacomo Serra», genovés, justo cuando, según Ramón Carande, el número de asientos acordados con los extranjeros en las plazas de Castilla aumentaba considerablemente. Sobre la intensificación de los asientos con foráneos en estos años, veáse Carande, R. Carlo V…, cit., p. 838. En la genealogía sobre los Serra ofrecida por la monografía de Podestà, Musella y Augurio no aparece este «Giacomo Serra» y tampoco hemos conseguido relacionarlo con la familia a través de nuestras investigaciones.

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Real Hacienda de la segunda mitad del siglo xvi.10 No obstante, aunque existieron vínculos familiares y económicos entre el ramo de los Serra estudiado y los Lercari,11 la relación de los primeros con aquellos Lercari que protagonizaron buena parte de los asientos del reinado de Felipe II está aún por confirmar. Asimismo, el número reducido de miembros en la familia podría explicar que, para los Serra, no fuera fácil realizar un importante despliegue de redes sin sacrificar sus intereses comerciales en otras plazas fundamentales, como Nápoles y Amberes, o sin que ello supusiera desatender su escalada política en la República, fundamental para el buen funcionamiento de sus negocios.

2. Los

inicios en

Nápoles (décadas

de

1560-1580)

Al margen de si los Serra participaron o no en los préstamos a la Real Hacienda castellana en época de Carlos V, lo que es evidente es que el despegue de la familia al servicio a la Coro-

10 Destacaron principalmente las figuras de Stefano, Simone y Domenico Lercari. En De Carlos Morales, C. J. Felipe II, el imperio..., cit., p. 118. Como han señalado M. Drelichman y H. J. Voth, los Lercari eran cooperadores habituales de los Spinola y los Doria en la segunda mitad del siglo xvi, familias estrechamente relacionadas con los Serra. En Drelichman, M. y Voth, H. J. Lending to the Borrower…, cit., p. 161. 11 Tal y como refieren Podestà, Musella y Augurio, el 24 de julio de 1587 un tal «Girolamo» Lercaro cedía créditos a Girolamo Serra q. Paolo II. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 72. En lo que se refiere a los lazos familiares, Giacomo Spinola q. Federico, padre de Veronica Spinola y, por tanto, suegro de Girolamo Serra, era nieto de Sobrana Lercari q. Goffredo. Véase la genealogía nº 9 elaborada sobre los lazos entre los Spinola de Luccoli y los Serra. Por otro lado, el capostipite de la familia Serra, Manfredo q. Enrico (1342-1393), casó en segundas nupcias con Argenta Lercaro di Bartolomeo. Uno de los ramos del linaje Lercari en tratos con la Monarquía Hispánica se asentó en Canarias. Sobre el archivo de esta familia véase Pellegrini, Sandro. Los magníficos Lercaro de Tenerife. El archivo de una familia genovesa en las Canarias, Tenerife, Museos de Tenerife. Historia y Antropología, 2002.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

na hispánica se produjo, como sucedió con otras tantas familias genovesas, en el reino de Nápoles, en concreto en la década de 1560. Muto apunta a la década de 1550 como el periodo en el que sobresalieron en la corte virreinal napolitana los Serra y otras familias genovesas tales como los Spinola, los Lercari, los Imperiale, los Lomellini, los Pallavicino, los Grimaldo y los Cattaneo. Como señala Muto, citando a Ruiz Martín, la dependencia de los ligures no debe atribuirse únicamente a las relaciones privilegiadas entre la República y los Habsburgo españoles, sino a su «capacidad de gestionar de manera perfecta los circuitos de la oferta monetaria en los mercados internacionales entre la década de 1560 y la tercera década del siglo xvii».12 El reconocimiento de los Serra como miembros destacados de la comunidad genovesa del Mezzogiorno debe vincularse con su papel activo en el mercado meridional del trigo13 y con el desempeño de funciones de representación para la República. En esta última faceta fue especialmente relevante el cargo consular para el cual fue designado Antonio Serra14 entre 1561 y 1569, función 12  «Capacità di gestire in maniera perfetta i circuiti dell’offerta monetaria sui mercati internazionali tra gli anni sessanta del Cinquecento e il terzo decennio del Seicento». En Muto, Giovanni. «Cittadini e “forestieri” nel regno di Napoli: note sulla presenza genovese nella capitale tra Cinque e Seicento», en Del Treppo, Mario (ed.), Sistema di rapporti internazionali ed elites economiche in Europa (secoli xii-xvii), Nápoles, Gisem, Liguori Editore, 1994, pp. 164-178. 13 La rentabilidad de la comercialización del trigo en el Mediterráneo en una época de carestía fue para los Serra y para otros muchos genoveses un aliciente que influyó en la decisión de establecerse temporalmente en el reino de Nápoles. Durante el desempeño del cargo de cónsul que mencionaremos a continuación, sabemos que Antonio IV Serra q. Paolo II, padre de Battista Serra, efectuó contratos para el suministro de cereal al virreinato de Nápoles. En Calabria, Antonio. «Finanzieri genovesi nel regno di Napoli nel Cinquecento», en Rivista Storica Italiana, 101 (1989), pp. 578-613: 582; Colapietra, Raffaele. «Le rendite dei genovesi nel Regno di Napoli in un documento de 1571», Critica Storica, a. VII (1968), pp. 93-101: 94. 14 Se trataba del ya citado Antonio IV Serra q. Paolo II y, por tanto, hermano de Girolamo, Giovanni Battista y Nicolò Serra. Estaba casado con Claudia Lomellini q. Francesco y ambos eran padres de Battista Serra, figura sobre la

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que, sin duda, era sintomática de un sólido conocimiento de la realidad napolitana y del manejo de una amplia red de contactos que facilitaba la resolución de los conflictos un paso por delante de lo que permitían los canales oficiales.15 Los imprevistos supusieron el abandono de Antonio IV Serra de la plaza napolitana: su implicación en las finanzas de la corte virreinal16 y del embajador español en Génova,17 junto con el papel político de la familia en la República y a la riqueza acumulada en estos años, hacían de él un perfecto interlocutor ante la Corona, hecho que justificó su inclusión en la expedición que la nobleza vecchia genovesa envió ante el gobernador de Milán durante la guerra civil entre vecchi y nuovi que tuvo lugar en la República en que se centra el presente estudio. La monografía de Podestà, Musella y Augurio aporta fechas confusas (1545 y alrededor de 1550) sobre el nacimiento de Antonio IV Serra. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., pp. 492 y anexo genealógico (sin numerar). Naturalmente, si, como suponemos, el cónsul de Nápoles aquí señalado era el padre de Battista Serra, la fecha de nacimiento del mismo debió ser anterior a las señaladas. Las fuentes para el estudio de su consulado son citadas en Vitale, Vito. Diplomatici e consoli della Repubblica di Genova, Génova, Atti della Società Ligure di Storia Patria, 1934, p. 95. 15 Las cartas escritas por Antonio IV Serra a la República durante su consulado son demostrativas de los recursos del genovés en este sentido. En ASGe, AS, Litterarum, 1964, cartas de Antonio Serra, cónsul, a la República del 4, 24, 27 y 31 de enero de 1562, así como carta del 28 de febrero de 1562 y del 28 de enero y 4 de marzo de 1563; id., carta de Antonio Serra, cónsul genovés en Nápoles, a la República, 27 de enero de 1562. 16 Sabemos que el virrey de Nápoles, el duque de Alcalá, hacia el 24 de abril de 1561, acordó un partito (nombre que recibían en el reino de Nápoles los asientos) de 80 000 ducados con varios hombres de negocios: 30 000 ducados fueron proporcionados por Andrea y Nicolò De Mari; Angelo Biffoli suministró 10 000; Giovanni Battista Montenegro e hijos otros 10 000; y los últimos 30 000 fueron pagados por Paris Lomellini, Nicolò Piccamiglio y Antonio Serra. En AGS, Estado, leg. 1070, fol. 6. Agradezco a Arturo Pacini por haberme facilitado esta referencia. 17 Ruiz Martín, Felipe. «Las finanzas de la monarquía hispánica y la Liga Santa», en Benzoni, Gino (ed.), ll Mediterraneo nella seconda metà del ´500 alla luce di Lepanto. Atti del convegno di studi, Florencia, Olschki, 1974, pp. 325-370:350.

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1575.18 En este contexto, Antonio IV Serra figuraba entre los diputados de los nobili vecchi (Giovanni Battista Lercaro, Giacomo Di Negro, Giorgio Doria, Stefano Pinelli, Giovanni Battista Spinola y Ambrogio Salvago) que el 25 de julio de 1575 escribieron desde Finale a Felipe II, anunciando el envío a la corte de Madrid de los embajadores Stefano De Mari y Baldassarre Lomellini, con el fin de informar al monarca de los acontecimientos que estaban teniendo lugar en la República y convencerle para que les concediera su apoyo.19 En la conformación de la fortuna de Antonio IV influyó sin lugar a dudas su experiencia en el Mezzogiorno, la cual explica que en 1575, con motivo de la financiación de la resistencia de la aristocracia vieja frente a la nueva, su patrimonio fuera uno de los más tasados en la familia.20 Como contraposición, la hacienda de su hermano Girolamo Serra figuraba por entonces como una de las que menos contribuyeron a pesar de que, en la década de 1590, llegó a constituir uno de los genoveses más activos en las finanzas de la Monarquía Hispánica. El paso de este último por el reino de Nápoles será fundamental en la reafirmación de su posición económica y su posterior implicación en los asientos de Flandes, además de suponer la continuidad de la familia en los lucrativos negocios del Mezzogiorno después de que se produjera el traslado de Antonio IV Serra a Génova. Se encontraba también en Nápoles otro de los hermanos de Girolamo, Giovanni Battista Serra, que, tras algún que otro conflicto 18 ASGe, Manoscritti (Ms), 521, fol. 1687r. 19 AGS, Estado, leg. 1406, fol. 62. 20 El patrimonio del fundador del ramo que aquí nos ocupa, Paolo II Serra q. Antonio III, junto a sus hijos Giovanni Battista, Francesco y David, suponía un imponible de 20 750 escudos; el de otro de sus hijos, Girolamo Serra, fue tasado con 12 750 escudos; el de Nicolò, otro de sus vástagos, con 19 250; el correspondiente a Giovanni Pietro II Serra, hijo de Francesco (este último primo de Paolo II Serra), con 20 750. En relación a ellos, Antonio IV Serra q. Paolo II resultaba tasado por una cantidad aún mayor, alcanzando los 47 500 escudos. En Podestà, E. Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 59.

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con las autoridades virreinales en 1577,21 fue nombrado cónsul de la nación genovesa en 1582.22 Los problemas de Giovanni Battista con los ministros hispánicos del reino de Nápoles no supusieron su exclusión del círculo de banqueros del virrey como demuestra el hecho de que el 26 de marzo de 1582 firmara un partito (asiento), en nombre de su hermano Girolamo Serra, para la introducción en el reino de 400 000 ducados (reales de España u otras monedas de plata) durante tres años para contrastar así «la falta y penuria de este reino».23 La lectura de la escasa correspondencia con la República conservada para el consulado de Giovanni Battista nos descubre la existencia de tratos con su hermano Girolamo,24 aspecto que tam21 Por carta de Gaspare Goano, cónsul de Génova en Nápoles, a la República el 14 de junio de 1577 sabemos que Giovanni Battista Serra había sido encarcelado, «reducido a un criminal» («riduto in un criminale») y a punto de sufrir tortura tal y como se deducía «dalle denonti del ilustrissimo Gieronimo», es decir, su hermano Girolamo Serra. En ASGe, AS, Lettere Consoli Napoli, 2635, carta de Gaspare Goano, cónsul genovés en Nápoles, a la República, 14 de junio de 1577. No obstante, no hemos conseguido explicar el motivo de su ingreso en prisión. Lo que es evidente es que el nombramiento de Giovanni Battista como cónsul indica que, en aquellos años, ya era una figura de referencia para la nación genovesa de Nápoles, por lo que en el momento de su designación seguramente ya llevaba un tiempo vinculado a los negocios del Mezzogiorno. Probablemente sea el mismo Giovanni Battista Serra que en 1568 obtuvo la licencia para importar por tierra desde Cosenza a Nápoles y junto a Ottobono Grillo la cantidad de 50 000 libras de seda. En Galasso, G. Economia e società…, cit., p. 226. 22 Vitale, V. Diplomatici…, cit., p. 235. El cónsul precedente era el ya citado Gaspare Goano. Este manifestaba en una de sus cartas a la República que, en estos años, el cargo de cónsul constituía para los elegidos un peso indeseable que motivaba que muchos rechazaran el nombramiento. Una circunstancia que, sin embargo, no pareció afectar a Giovanni Battista Serra, que asumió el puesto después de Goano. En ASGe, AS, Lettere Consoli Napoli, 2635, carta de Gaspare Goano, cónsul en Nápoles, a la República, febrero de 1577. 23 «Lo mancamento, et penuria che fu questo predetto regno». En ASNa, Sommaria, Partium, 80, fol. 215v. 24 La correspondencia de Giovanni Battista Serra a la República en ASGe, AS, Lettere Consoli Napoli, 2635. También en ASGe, AS, Litterarum, 1971, carta de Giovanni Battista Serra, cónsul de Génova en Nápoles, a la República, el 13 de julio de 1582.

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bién emerge de la lectura del testamento de Girolamo de 4 de julio de 1613 en el que legaba a su hermano «mil libras añales, moneda de Génova, durante la vida del dicho magnífico Giovanni Battista, tan solamente, y por cuanto el dicho magnífico Giovanni Battista es deudor del dicho señor testador, de notable cantidad de dineros».25 No fueron menos los escollos interpuestos a la promoción de Girolamo Serra en el reino de Nápoles. El desenlace desafortunado de uno de sus contratos para el suministro de bizcocho a la flota de Juan de Austria,26 así como los efectos negativos de la quiebra 25 Archivio Serra di Cassano (ASC), Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fols. 2r-24r: 5v. Versión traducida al castellano del original en italiano. Una versión posterior del mismo en latín en ASGe, Notai Antichi (NA), 3664. Este último se trata de una copia realizada en Génova el 9 de octubre de 1738 a partir de otro testamento de Girolamo situado en Nápoles. La versión del testamento de Girolamo Serra realizado en 1613 y presente en el Archivo Serra di Cassano contiene también los tres codicilos que sucedieron a dicho testamento: uno efectuado en Loano el 12 de mayo de 1616 y dos redactados en Strevi el 11 y 12 de julio de ese mismo año. 26 En enero de 1572, Girolamo Serra se ofreció a suministrar a la corte virreinal «barili ciento cincuenta de conserva de atún de España» («barili cento cinquanta di tonnina di Spagna») por 495 ducados. Un barile napolitano de atún equivalía a 70 rotoli que suponían 62,4 kilos. En Fenicia, Giulio. Il regno di Napoli e la difesa del Mediterraneo nell’Età di Filippo II (1556-1598), Bari, Cacucci Editore, 2003, p. XVI. Un año y medio después firmó dos asientos para abastecer a la flota de Juan de Austria con 18 000 quintales de bizcocho. El negocio no fue exitoso para Serra, que fue indagado por haber proporcionado «bizcocho... podrido y hecho de mazamorra y harina podrida y de otras mixturas». Según Calabria, Serra y su socio Costanzo Ravaschieri fueron exiliados, pero el primero consiguió anular su sentencia a través del pago de 2300 ducados a los jueces encargados del caso y otros 3000 ducados al proveedor de las galeras. En Calabria, A. «Finanzieri…», cit., pp. 599 y 600. A pesar de la información que nos proporciona Calabria, una carta del nuncio apostólico en Nápoles, Antonio Sauli, confirma que el 7 de mayo de 1574, Girolamo Serra se hallaba en la cárcel «imputado por haber cometido fraude en lo que se refiere a cierto trigo de la Regia Corte» («imputato d’havere commesso fraude in certi grani della corte Regia»). En Archivio Apostolico Vaticano (AAV), Segreteria di Stato, Napoli, carta de Antonio Sauli, nuncio en Nápoles, a la Secretaría de Estado, Roma, 7 de mayo de 1574, fol. 137r.

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del banco Ravaschieri de Nápoles en 1573, en cuya fundación intervino,27 fueron solo una crisis pasajera que no impidió su participación con posterioridad en los partiti concretados con el virrey. La complicada situación que atravesaba la República en la década de 1570 entorpecía sobremanera la obtención de dinero en la plaza genovesa, circunstancia que hizo de la firma de asientos en otros enclaves, como Nápoles, un recurso fundamental para el mantenimiento de la política exterior hispánica en Flandes. La participación de Girolamo Serra junto a Carlo Spinola en un partito concretado en Nápoles el 16 de marzo de 1573 consistente en 100 000 escudos de doce carlini destinados a Génova y Milán no es más que un ejemplo de cómo la familia, a pesar de la marcha obligada de Nápoles de Antonio IV Serra, supo hacer de una coyuntura aparentemente adversa una oportunidad de ganancia.28

3. Los Serra

en Génova: la escalada política a partir de la década de 1580

El retorno de Girolamo Serra a Génova supuso el inicio de su afianzamiento político en la República y su mayor implicación en 27 Torrino Ravaschieri intervino en sociedad con Girolamo Serra como sostén del banco di Germano Ravaschieri y Cosmo Pinelli. El banco Ravaschieri en cuestión cerró en 1573 y se reconstituyó en septiembre del año sucesivo también con capitales de Torrino Ravaschieri. En Celico, Giovanni. «Una potente famiglia liguri sul Ponente della Calabria Citeriore» en Lagomarsino, Isabella (ed.), I Ravaschieri: storia e dimore di una famiglia signorile tra Chiavari, Genova e Napoli, Génova, De Ferrari, 2009, pp. 293-298:298. 28 Según Ruiz Martín, los capitales con destino a Milán servirían para el pago de las armas encargadas, para la liquidación de los alcances de los ejércitos españoles enviados a los Países Bajos y para el reclutamiento de soldados italianos. En lo que respecta a los escudos enviados a Génova, eran necesarios para saldar el importe de las vituallas de las embarcaciones con destino a Sicilia en las que se embarcarían los alemanes de la coronelía de don Juan Manrique y los soldados italianos enrolados en Lombardía. En Ruiz Martín, F. «Las finanzas de la Monarquía hispánica y la Liga Santa…», cit., p. 358.

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los servicios financieros requeridos por el Católico. Estas últimas actividades deben ponerse en relación con el traslado en 1579 de las ferias de cambio de Besanzón a Piacenza donde los genoveses ejercían un dominio absoluto. Asimismo, Génova era el centro de arribo de las galeras cargadas de plata que serviría, transformada en oro, para pagar los ejércitos hispánicos que combatían en los Países Bajos o bien para saldar las deudas contraídas por los financieros de Flandes que adelantaban partidas al gobernador en Amberes.29Además, los periodos de escasez de dinero que por momentos afectaban a Génova y a otras plazas europeas30 propiciaron que ciudadanos pudientes de la República, como Girolamo Serra, en grado de proporcionar liquidez y de movilizar capitales allá donde fuesen requeridos, pudieran negociar el suministro de préstamos a la Corona en condiciones ventajosas. Aunque no sabemos con exactitud la fecha en la que Girolamo abandonó Nápoles y regresó a la República,31 su escalada política en 29 Sobre el papel fundamental de la República y de sus hombres de negocios en las operaciones de clearing llevadas a cabo en las ferias de cambio, en la satisfacción de las deudas de los asentistas de los Países Bajos y en el adelanto de partidas véase Álvarez Nogal, C. «La transferencia de dinero…», cit.; Marsilio, Claudio, «La lunga avventura Delle fiere di cambio: da Lione a Novi», en Sisti, Andrea y Balbi, Mathias (eds.), Libri italiani del Seicento nel fondo antico della Biblioteca Civica di Novi Ligure, Novi Ligure, Città del Silenzio, 2011, pp. 87-94. 30 Los comentarios de Antonio Roccatagliata sobre estas crisis de dinerario son reveladores de los valores mercantilistas con los que algunos autores genoveses teorizaban sobre la República. Unos principios que habitualmente han sido exclusivamente atribuidos a los estados dinásticos. Así, Roccatagliata aseguraba que «Mantener la dignidad beneficia bastante la conservación y la grandeza de los estados, pero el dinero como principal mercancía no es solo el fundamento sino el aumento de la misma» («Il mantenere la dignità giova assai alla conservazione e grandeza degli stati, ma il denaro, come principale merce è non solo il fondamento, ma l’aumento di essa»). En Roccatagliata, A. Annali…, cit., p. 121. 31 Podestà, Musella y Augurio refieren que Girolamo Serra hizo su primer testamento en Génova el 16 de septiembre de 1579. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., pp. 78 y 79. Sin embargo, Calabria nos informa de que el 26 de marzo de 1582 un tal «Girolamo Serra» se encontraba impli-

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Génova debió de iniciarse a partir de su adscripción a la nobleza el 16 de diciembre de 1583.32 A partir de ese momento, se inició el cursus honorum de Girolamo Serra en la política de la ciudad: en 1581 se encuentra entre los ciudadanos del Magistrato della milizia designados por el Senato para vigilar que no hubiera desórdenes en Génova con motivo de la estancia de la emperatriz María (la que fue esposa de Maximiliano) que se dirigía a España.33 El 16 de diciembre de 1585, Girolamo fue nombrado miembro del Magistrato degli Straordinari, cargo que aún desempeñaba el 29 de abril de 1586.34 Por otro lado, Bitossi nos informa de que, en 1591 y 1596, Girolamo entró en el Seminario, organismo del que se extraían por sorteo cada seis meses los cargos de gobernador (o senador) y procurador. Aunque el desempeño de dichas magistraturas era determinado por la suerte, la introducción en el Seminario o bussolo era decidida por los Consigli (Minor y Maggior consiglio), por lo que ser imbussolato constituía el resultado de los juegos de fuerzas entre los miembros del ceto dirigente y, por tanto, del poder que un linaje ostentaba en la República. Por otro lado, según las investigaciones realizadas por Bitossi, Girolamo ejerció como gobernador desde 1594 a 1595. Ganduccio y Spreti lo sitúan en este cargo también en el año 1593.35 Respecto a la presencia de Girolamo en otros organismos políticos, fue en varias ocasiones uno de los Trenta cado en el suministro al virrey de Nápoles de 400 000 ducados. En Calabria, A. «Finanzieri…», cit., p. 600. Asimismo, no tenemos constancia de la fecha exacta en la que Girolamo llegó a Nápoles. El período más temprano en el que se detecta su actividad en el Mezzogiorno es el comprendido entre 15721573, años en los que, como ya se ha mencionado, Girolamo comparecía suministrando bizcocho a la flota de Juan de Austria e implicado en otras actividades. 32 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 58. A dicha adscripción tenía pleno derecho como descendiente de nobles adscritos. 33 Roccatagliata, A. Annali…, cit., p. 9. 34 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 69. 35 Al respecto, véase Ganduccio, O. Origine..., cit., vol. 2, fol. 459v, en BCB, M.r., IX, 2, 25; Spreti, V. Enciclopedia storico nobiliare..., vol. 6, p. 270.

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Elettori. En concreto, desempeñó dicho cargo en 1581, 1584, 1586, 1593, 1600, 1607 y 1609.36 Además de la posición de Girolamo en las magistraturas genovesas, la Signoria le concedió varios encargos de representación diplomática: el 6 de noviembre de 1587 le asignó la elaboración, junto a dos oficiales del Ufficio del Sale, de una respuesta a las reclamaciones que enarbolaba el duque de Saboya en este ámbito contra el decreto aprobado por el Ufficio di San Giorgio. Girolamo entró a formar parte de dicho Ufficio del Sale en 1593.37 Por otro lado, el 26 de octubre de 1588, la República envió a Serra a Turín con la misión de obtener del duque de Saboya la designación de Serenissimo para el Doge de Génova, así como la liberación de las dos naves (una ligur y otra francesa) cargadas de aceite que habían sido secuestradas por Saboya. Las circunstancias de la misión no podían ser más adversas: las reclamaciones de Saboya sobre Saluzzo se habían concretado en la invasión del marquesado ese mismo año y contemporáneamente se estaban produciendo los primeros enfrentamientos entre la República y el duque de Saboya por la adquisición de Zuccarello. A pesar de los inconvenientes y de las reticencias iniciales de Carlo Emanuele de Saboya a recibir a Serra —debido a su designación como gentiluomo y no como embajador—, Girolamo terminó alcanzando los objetivos.38 El éxito de sus negociaciones seguramente determinó que el 7 de febrero de 1589 fuera elegido, junto a otro gentiluomo, para homenajear al embajador enviado a la República por el duque de Saboya.39 Su rápido ascenso en las magistraturas de la República no fue el único ni el más destacado en la familia Serra. De hecho, a pesar de los exitosos servicios diplomáticos prestados, el 25 de octubre 36 Dichos datos me han sido amablemente proporcionados por el profesor Bitossi, al que agradezco su disponibilidad. 37 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., pp. 69 y 70. 38 ASGe, AS, Lettere Ministri Torino, 2488; Roccatagliata, A. Annali..., cit., pp. 124-125. 39 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 70.

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de 1589 fue nombrado comisario de la fortaleza de Savona, un destino poco ambicionado y al cual, según Marco Gentile, «los ricos no quieren ir y, aquellos que no son ricos, además de ser peligroso, se apropian de recursos públicos y ningún castigo ni represión tienen».40 Fueron Nicolò Serra q. Paolo II, otro hermano de Girolamo, y su primo Giovanni Pietro II q. Francesco los que en este periodo protagonizaron una promoción destacada como demuestra el hecho de que Nicolò llegara a registrar hasta tres candidaturas al Dogato entre 1593 y 1605.41 El protagonismo decidido 40 «Gli ricchi non vogliono andare, e quelli che non sono ricchi, oltre esser pericoloso, s’accomodino del robbe del publico e niuna punitione né riprehensione n’hanno». En Bitossi, C. Il governo…, cit., pp. 148-150 donde Bitossi refiere también el carácter oneroso del cargo de comisario de la fortaleza de Savona, a diferencia del de gobernador de la misma. 41 El protagonismo de Nicolò y de Giovanni Pietro II Serra se refleja en su presencia constante en algunas de las principales magistraturas de la República: Nicolò fue introducido en el primer Seminario o Bussolo de 1576, hecho que se repitió en 1588 y en 1597; asimismo, fue senador por un breve período en junio de 1587 con el fin de sustituir a un gobernador muerto en funciones. Entre 1595 y 1596 fue extraído como procurador y, desde julio de 1604 a junio de 1606, ejerció de nuevo como senador. También se hizo presente entre los Trenta Elettori, órgano de gran importancia en cuanto determinaba las listas de los consejeros del Minor y Maggior consiglio para el año sucesivo. Puesto que los miembros de los Trenta Elettori eran elegidos por el Minor Consiglio, dicha designación era significativa del poder articulado por la familia en las instituciones de poder de la República. Nicolò Serra fue elector en 1580, 1583, 1594, 1599, 1601 y 1602. En lo que se refiere a Giovanni Pietro II Serra, fue imbussolato en 1601, 1607 y 1617. Entre mayo y junio de 1607 recubrió el cargo de senador, el de procurador entre abril de 1615 y finales de 1616 y nuevamente el de procurador entre julio de 1618 y junio de 1620. Al igual que Nicolò y Girolamo Serra, Giovanni Pietro II fue uno de los Trenta elettori en varias ocasiones. Concretamente en 1594, 1602, 1603, 1605, 1612 y 1621. Los detalles proporcionados en esta nota son fruto de las investigaciones de Carlo Bitossi al que agradezco por haberlos compartido conmigo. Por otro lado, E. Podestà, S. Musella y F. Augurio aseguran que Nicolò fue designado Consigliere della Repubblica en 1575 y 1577 y nombrado Padre del Comune el 7 de junio de 1583. Esta última era una magistratura urbanística a la que, según Poleggi, accedían solo familias que poseían una larga tradición en la administración. En Poleggi, Ennio y Cevini, Paolo. Genova, Roma-Bari, Laterza, 1981, p. 94. Además, Nicolò fue ufficiale di Moneta en 1577 y ufficiale di San Giorgio en 1587. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., pp. 60 y 66.

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de Nicolò Serra en la política de la República en la década de 1590 no impide que, al igual que sus hermanos Antonio IV, Girolamo y Giovanni Battista, pudiera haber transcurrido previamente unos años en Nápoles. De hecho, una fuente napolitana nos desvela la existencia, en 1573, de un préstamo de 55 000 ducados a Juan de Austria en el que participaron Nicolò Serra y Giacomo Vivaldo. Si se tratara de Nicolò Serra q. Paolo II, se confirmaría la experiencia napolitana para prácticamente todos los hijos varones de Paolo II Serra y la enorme importancia del reino de Nápoles en el despegue económico y en la formación de los miembros de la familia.42 De esta manera, el papel de Nápoles en los perfiles de promoción de los hombres de negocios genoveses debería redimensionarse para comenzar a considerar el Mezzogiorno más como un trampolín y un terreno de aprendizaje para estas élites económicas que como una fase final en la que los hombres de negocios perderían sus características de élite internacional para transformarse en miembros destacados de la aristocracia feudal napolitana.

4. La

conexión con los grandes centros financieros: Venecia y Flandes

Como se ha referido, el protagonismo de los Serra en la República después de su experiencia napolitana fue paralelo al ingreso de la familia en el grupo de financieros más potentes de la

42 Archivio Storico dell’Arciconfraternita dei Pellegrini di Napoli (ASAPN), fondo Arciconfraternita, serie N. 33, C/4 s33/1, fasc. 2, «Atti tra il Regio Fisco et il Rmo. Nunzio Apostolico D. Antonio Sauli», fol. 8. Además, nos consta la existencia en Nápoles del banco «Serra-Vivaldi» en el año 1573 y cuyas cuentas son consultables en el ASNa, Banche e Banchieri, Banchieri, 55. A pesar del interés de dicha noticia, dicho volumen no descubre la identidad de los titulares de dicho banco, puesto que en ningún momento comparecen sus nombres. Pero es muy posible que se trate de Nicolò Serra y Giacomo Vivaldi, citados en el documento presente en el archicofradía citado.

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Monarquía Hispánica. De hecho, la recuperación de Amberes en 1585 supuso el pistoletazo de salida a la participación de los Serra en los asientos de dineros de los Países Bajos en lo que Vázquez de Prada ha considerado el período de oro para los financieros de Flandes.43 Sin embargo, la relación comercial de los genoveses con Flandes es anterior a esta fecha.44 Fueron los beneficios provenientes del dinámico comercio flamenco, y no los asientos, la motivación prioritaria que condujo al asentamiento y a la permanencia de muchos genoveses en ciudades como Amberes. Así lo testimonia el caso de los Balbi, que continuaron enormemente vinculados a la comercialización de la lana incluso después de que se produjera el boom de los asientos flamencos a finales de la década de 1580.45 El descubierto momentáneo que sufrieron Nicolò y Girolamo Serra en la feria de Pasqua el 25 de mayo de 1587 no debió de entrañar dificultades serias en la faceta financiera de la familia, visto que, a partir de este año y al menos hasta 1591, Girolamo Serra 43

Vázquez de Prada, V. Lettres marchandes…, cit., vol. 1, p. 146. Sobre la importancia de la recuperación de la plaza de Amberes en 1585, véase Janssens, Paul y Deneweth, Conny. «Les relations entre Gênes et les Pays-Bas espagnols (1555-1702). État de la recherche», en Belvederi, Raffaele (ed.), Rapporti GenovaMediterraneo-Atlantico nell’Età Moderna. Atti del IV Congresso Internazionale di Studi Storici, vol. 8, Génova, Technoprint, 1990, pp. 241-257:247-248. 44 Beck, Colette. «La nation génoise a Anvers de 1528 a 1555: étude économique et sociale» (tesis doctoral de 1982); id., «Éléments sociaux et économiques de la vie des marchands génois a Anvers entre 1528 et 1555», Revue du Nord, 64 (1982), pp. 757-784; Doria, G. «Conoscenza...», cit., pp. 94-96; Petti-Balbi, Giovanna «Le nationes italiane all’estero», en Franceschi, Franco, Goldthwaite, Richard y Mueller, Reinhold C. (eds.), Il Rinascimento e l’Europa, vol. 4, Commercio e cultura mercantile, Treviso, Fondazione Cassamarca - Angelo Colla Editore, 2007, pp. 397-454. 45 En 1595, coincidiendo con la expansión que experimentaba esta materia prima desde 1588, decidieron mantener la presencia en Amberes a partir de una nueva compañía comercial formada por los jovencísimos Nicolò y Giovan Battista Balbi. Una decisión que, en el contexto en el que se puso en práctica, suponía la aceptación a participar en los asientos financieros de la Monarquía Hispánica. En Grendi, E. I Balbi…, cit., pp. 36 y 37.

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intervino desde Génova en más de veinte asientos de Flandes junto a otros hombres de negocios genoveses situados en Amberes. 46 La participación en el lucrativo negocio de los asientos flamencos exigía el despliegue de redes diversas de aquellas que la familia había sostenido hasta el momento, sin que ello significara prescindir de los tratos en el Mediterráneo, espacio que continuó suscitando el interés de los Serra durante los primeros treinta años del siglo xvii y cuyo dominio se vio reforzado a partir de la confirmación de Battista Serra q. Antonio IV en los asientos de galeras en 1618. Es más, el hecho de participar en los asientos flamencos desde Génova como agente de otros financieros genoveses de Flandes suponía la implicación de Girolamo en importantes tareas que requerían el control de los circuitos mediterráneos, tales como la recepción de la plata de las galeras en Génova y su conversión en oro o letras de cambio que pudieran extinguir las deudas contraídas por los asentistas.47 En dicha conversión, era fundamental entrar en contacto con los venecianos, necesitados de plata para sus operaciones comerciales en Oriente y que, a su vez, eran esenciales para acceder al oro a precios de cambio aceptables.48 46 El descubierto fue de un total de 8000 escudos (4000 cada uno de los afectados). Grendi, Edoardo (ed.), Inventione di Giulio Pallavicino di scriver tutte le cose accadute alli tempi suoi: 1583-1589, Génova, Sagep, 1975, pp. 152-153. 47 Sobre la importancia de los genoveses situados en la República ligur a finales del siglo xvi para el funcionamiento de los asientos flamencos, me permito citar Ben Yessef Garfia, y. R. «Confianza...», cit. 48 Spooner, Frank C. «Venice and the Levant: an aspect of monetary history (1610-14)», en VV. AA., Studi in onore di Amintore Fanfani, vol. 5, Milán, Giuffrè, 1962, pp. 645-667. Sobre el papel estratégico de las ferias de Besanzón en la ruta de la plata con destino a Levante y de oro con destino a Flandes, veáse Pezzolo, Luciano y Tattara, Giuseppe. «“Una fiera senza luogo”: Was Bisenzone an International Capital Market in Sixteenth-Century Italy?», The Journal of Economic History, 64, 4 (diciembre, 2008), pp. 1098-1122. Sobre estos aspectos, es esclarecedora la tesis doctoral de Benoît Maréchaux sobre los sistemas navales de Génova en el marco de las finanzas internacionales de la Edad Moderna: Maréchaux, Benoît. «Instituciones navales y finanzas internacionales en el Mediterráneo de la época moderna. Los asentistas de galeras genoveses

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Al mismo tiempo, las ferias de Venecia podían funcionar como lugares sobre los que girar letras de cambio para el pago de préstamos recibidos («tomar dinero a cambio»).49 El fenómeno ha sido ilustrado por Álvarez Nogal para los asientos realizados en Madrid con destino a Flandes por el factor general Bartolomeo Spinola en la década de 1630.50 Mucho antes de estas fechas, la compartición de negocios entre Girolamo Serra y los Ferrari, una de las familias genovesas más importantes de las situadas en Venecia, se produjo cuando los Serra y sus socios comenzaron a participar a título propio en los asientos de Madrid con destino a Flandes tras la suspensión de pagos de 1596. Es muy probable que la introducción de los Serra en los asientos de la Corte hiciera fundamental contar con contactos fiables en las ferias venecianas para extinguir las deudas de sus correspondientes en Amberes.51 al servicio de la Monarquía Hispánica (1500-1650)», Universidad Carlos III de Madrid, 2017. 49 Las ferias de Venecia aumentaron su importancia sobre todo a partir de 1621, cuando se produjo el traslado de los cambios genoveses a Novi, situación que obligó a los hombres de negocios ligures a organizarse para distribuir sus procuradores en otros emplazamientos financieros de singular relevancia, como Piacenza y Verona (esta última a partir de 1631). En Mandich, Giulio. «Fiere cambiarie concorrenti (genovesi, fiorentine, veneziane) nel 1622-1652», en De Maddalena, A. y Kellenbenz, H. (eds.), La repubblica..., cit., pp. 123-242. 50 Álvarez Nogal explica cómo, en Flandes, los correspondientes de Spinola (o de otros financieros de Madrid) pagaban los asientos acordados en la Corte mediante préstamos que obtenían tomando dinero a cambio. Es decir, girando letras de cambio sobre las plazas que les indicaban sus aliados de Madrid, que eran los que se hacían cargo de satisfacerlas a través de otros correspondientes en dichos emplazamientos. En el caso de Spinola, las operaciones de cambio fueron realizadas por sus socios de Amberes, la compañía «Juanetín de Negro y Ansaldo Lercaro», principalmente a través de las ferias de Novi y Verona. En Álvarez Nogal, C. «La transferencia…», cit., pp. 211 y 217. 51 Otra de las familias genovesas situadas en Venecia que colaboraron con los Serra en este sentido fueron los Bava, pertenecientes a la nobleza nueva y representados por «Joannes», residente en Venecia. Así lo testimonia un poder que le concedió la sociedad «Nicolò Pallavicino, Paolo e Battista Serra» el 9 de diciembre de 1606 para recibir las letras de cambio enviadas desde Amberes por Francesco Serra (hermano de Paolo y Battista, todos hijos de Antonio

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En concreto, Girolamo Serra, en su testamento de 4 de julio de 1613 dedicaba diversas cláusulas a los herederos Battista De Ferrari, reconociendo que les correspondían una cuarta parte de los negocios registrados en su cartulario entre 1598 y 1601. Precisamente, entre estos negocios, se menciona un asiento destinado a Flandes efectuado en la corte de Madrid.52 Además del reconocido papel de Venecia en la conversión de la plata y en el mercado de los cambios, esta República sobresalía en el ámbito de los seguros marítimos desde finales del siglo xvi y principios del xvii, actividad en la que destacó una potente compañía compuesta en exclusiva por genoveses.53 Se trataba de IV Serra). ASGe, NA, 5825, Sobre los Bava, Domenico Ligresti afirma que eran banqueros presentes en Messina, muy activos en el siglo xvi, pero que a principios del xvii se hallarían en decadencia. En Ligresti, Domenico. Sicilia aperta (secoli xvi-xvii): Mobilità di uomini e idee, Palermo, Mediterranea, 2006, p. 335. Carlo Bitossi, por su parte, nos informa de que, junto a los Chiavari, los Federici, los Mercante, los Senarega y los Invrea, los Bava fueron considerados en un período posterior como «mal afectos» por parte de la Monarquía Hispánica. En Bitossi, C. Il governo..., cit., p. 222. Sobre los Bava, véase Lercari, Andrea. «Repertorio di fonti sul patriziato genovese: i Bava». Disponible en http://www.sa-liguria.beniculturali.it/images/PDF/patriziato/Bava.pdf [consulta: 15/01/2020]. 52 En dicho cartulario, se precisaba que Battista Serra, sobrino de Girolamo en ese momento en Madrid, participaba en la cuarta parte de un asiento destinado a Amberes por valor de 220 000 escudos y negociado en la Corte por Carlo Spinola q. Giacomo. En el siguiente capítulo se profundizará sobre los contactos de los Serra con los Spinola de Luccoli y su mutua colaboración para la realización de asientos en Madrid. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 5r. Girolamo murió en 1616 y el legado que había establecido en su testamento de 1613 a favor de Batttista De Ferrari aún no se había hecho efectivo en 1622, como demuestran las reclamaciones de sus herederos (su mujer, Bianca, y sus hijos Pietro Maria, Rafaello, Giovanni Benedetto y Giovanni Battista De Ferrari). En ASGe, NA, 3665. 53 Sobre el protagonismo de los genoveses en los seguros navales véase Giacchero, Giulio. Storia delle assicurazioni marittime. L’esperienza genovese dal Medioevo all’età contemporanea, Génova, Sagep, 1984; Ruiz Martín, Felipe. Pequeño capitalismo…, cit., pp. 163-170; Lo Basso, Luca. «“Che il Signore la conduca a salvamento”. Le assicurazioni marittime nelle strategie economiche dei genovesi nel Seicen-

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la «Compañía de los ocho aseguradores de Venecia», entre cuyos miembros se hallaban los hermanos Battista y Paolo Serra q. Antonio IV, sobrinos de Girolamo, y otros individuos cuyos apellidos comparecen habitualmente en la red de la familia: Nicolò Pallavicino, en sociedad con Battista y Paolo Serra q. Antonio IV, y Paolo Battista Sivori, hermano de Nicolò, uno de los principales aliados de Girolamo Serra en los asientos de Flandes en los que comenzó a participar desde Génova en la década de 1580.54 Nicolò Sivori, genovés ubicado en Amberes —donde llegó a desempeñar en 1585 el cargo de consejero del consulado de Girolamo Balbi—,55 poseía una reconocida reputación en las fito», en Scaramella, Pierrobert (ed.), Alberto Tenenti scritti in memoria, Nápoles, Bibliopolis, 2005, pp. 685-708; Pastorino, Stefano. «La participación de los mercaderes ligures en el mercado asegurador valenciano (1519-1520)», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 1, pp. 219-249. Sobre los seguros navales, véase Avallone, Paola. «Trasformazioni e permanenze in campo assicurativo nel Mediterraneo: il caso del Regno di Napoli tra xvi e xix secolo», en Salvemini, Raffaella (ed.), Istituzioni e trasporti marittimi nel Mediterraneo tra età antica e crescita moderna, Nápoles, CNR-ISSM, 2009, pp. 161-200. 54 Tenenti testimonia la existencia de dicha compañía a través de un documento de 1 de octubre de 1594. En Tenenti, Alberto. Naufrages, corsaires et assurances maritimes à Venice, 1592-1609, París, EHESS, 1959, p. 62. También la refiere Tucci, Ugo, Mercanti, navi, monete nel Cinquecento veneziano, Bolonia, Il Mulino, 1981, p. 156. 55 Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 19. En concreto, Grendi menciona como consejeros de Girolamo Balbi a «N. Sivori» y «G. Scorza». Se refiere seguramente a dicho Nicolò Sivori, mientras que «G. Scorza» es seguramente Girolamo, otro genovés representativo en Amberes en dichos años. Según Vázquez de Prada, Nicolò Sivori, casado con Chiara Spinola, hija natural de Antonio Spinola q. Cristoforo, se estableció en Amberes en 1579. Sus intereses en Madrid se veían representados por la compañía «Francesco, Giovanni e Antoniotto Sivori». En Vázquez de Prada, V. Lettres…, cit., vol. 1, pp. 193 y 194. Con seguridad, Francesco Sivori era uno de los hermanos de Nicolò, tal y como refleja la genealogía presente en el manuscrito de Buonarroti, Antonio Maria. Alberi genealogici di diverse famiglie nobili, compilati et accresciuti con loro prove dal molto reverendo fra’ Antonio Maria Buonaroti, sacerdote professo del Sagr’Ordine Gerosolimitano in Genova, distribuita in tre tomi, 1750, vol. 3, parte 2, fol. 434 en BCB, M.r., VIII. 2. 32.

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nanzas hispánicas de los Países Bajos, lo que justificó que fuera designado uno de los «Diputados de Flandes», junto a Gabriele Adorno y Giovanni Battista Sauli, afectados por la suspensión de pagos de 1607.56 Como asentista con amplia experiencia, Sivori no contaba únicamente con Girolamo Serra entre sus colaboradores: en 1594, Nicolò se encontraba también asociado a Domenico De Lazaro; a finales del siglo xvi, Sivori era factor en Amberes de los Grimaldo y de los Spinola de Madrid57 y, simultáneamente, se hallaba en compañía con el también genovés Marco Antonio Giudice, cooperación que finalizó el 8 de abril de 1601 cuando se produjo la quiebra de la sociedad en Valladolid.58 Los variados intereses de Sivori se extendían a Danzig, Hamburgo, Lisboa y Venecia. La relevancia que tuvo Nicolò Sivori en el acceso de los Serra a los asientos flamencos es corroborada por la escritura presentada el 10 de septiembre de 1616 por Franco Sivori, como albacea de su hermano Nicolò, a los fideicomisarios del difunto Girolamo Serra.59 En dicha escritura, Franco Sivori relataba que, en el año 1600, su hermano se había asentado en Valladolid, donde hizo testamento el 19 de diciembre de 1601 y donde recibió la noticia de la revisión de todas las cuentas de los asientos que había efectuado en Flandes. El resultado de las indagaciones fue la condena de Nicolò al pago

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Canosa, R. Banchieri genovesi…, cit., p. 265. Para esas fechas, Nicolò Sivori ya había fallecido, por lo que de su inclusión como afectado por la suspensión de 1607 se deduce que la Real Hacienda aún no había satisfecho las deudas contraídas con él por sus asientos. 57 Vázquez de Prada, V. Lettres…, cit., vol. 1, p. 194. 58 Gentil da Silva, J. Stratégie…, cit., p. 68. Sobre el protagonismo de Marco Antonio Giudice en Valladolid, véase, Fernández Martín, Luis. «La colonia italiana de Valladolid, Corte de Felipe III», Investigaciones históricas: Época moderna y contemporánea, 9 (1989), pp. 163-196: 167. Para sus tratos en Flandes, Giudice contaba también con la colaboración de su hermano Giovanni Battista Giudice que residía en la plaza. En Vázquez de Prada, V. Lettres…, cit., vol. 1, p. 195. 59 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 36, doc. 27.

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de 2400 florines (326 830 maravedís) por retrasos acumulados en las pagas. Una deuda que, en 1606, terminó saldando su hermano Franco, razón por la que pedía compensaciones a los fideicomisarios del difunto Girolamo como socio de su hermano en los asientos de Flandes. En concreto, Franco exponía a los fideicomisarios de Girolamo que, entre 1587 y 1591, su hermano había realizado varios asientos con el gobernador de los Países Bajos, el duque de Parma «con inteligenza e participazione del signore Gieronimo [«Geronimo» o «Girolamo»] Serra». Franco Sivori aseguraba que Girolamo Serra participaba en los asientos «por lo que recuerdo por una tercera parte, en otros por la mitad lo cual se podrá aclarar con sus libros de aquellos tiempos puesto que los del señor mi hermano están en Flandes».60 Para justificar su demanda, presentó un elenco de los asientos acordados entre 1587 y 1591 por Nicolò Sivori con implicación de Girolamo Serra. En total, se trataba de veintiún asientos, muchos de los cuales debían suministrarse en paños de seda.61 Al igual que los Sivori no solo realizaron asientos con Girolamo Serra,62 este último no solo recurrió a Nicolò Sivori para el suministro de dinero en Flandes. También los De Marini, personificados a finales del siglo xvi y principios del xvii en Francesco De Marini de Girolamo, fueron claves en la introducción de los Serra en las finanzas de los Países Bajos. A diferencia de lo ocurrido con Nicolò Sivori, la cooperación de los Serra con la familia De Marini no se redujo a un momento puntual, sino que la relación se cultivó a lo largo de todo el siglo xvii a través de una activa

60 «Per quanto mi raccordo della terza parte in altri della mettà il che si pottra chiarire per i suoi libri de quei tempi puoicche quelli del signore mio fratello sono in Fiandra». Ibidem. 61 El asunto se cerró el 25 de septiembre de 1618, fecha en la que Franco Sivori emitió carta de pago por 112 500 maravedís, con los cuales se daba por satisfecho. Ibidem. 62 Vázquez de Prada recoge muchos otros asientos flamencos en los que Sivori figuraba como titular entre 1587 y 1591. En Vázquez de Prada, V. Lettres..., cit., vol. 1, pp. 338-350.

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política matrimonial.63 Al contrario que los Sivori, los De Marini pertenecían a la nobleza vieja genovesa con la cual los Serra enlazaron sistemáticamente, con algunas excepciones en la segunda mitad del siglo xvii cuando los Serra se abrieron a nuevas familias (siempre indudablemente aristocráticas) de la nobleza hispánica e italiana. En lo que se refiere a las uniones con los De Marini, Francesco, en negocios con Girolamo Serra, contrajo nupcias con una de las mujeres de la casa Serra, de cuya unión nació Girolamo De Marini, personaje de importancia crucial en el siglo xvii por ser autor de numerosos ensayos de corte republicanista a partir de la década de 1630.64 63 La relación del ramo de Paolo II Serra q. Antonio III con los De Marini se perpetuó durante todo el siglo xvii con diversos matrimonios que implicaban tanto a hombres como a mujeres de la casa Serra. Los lazos entre ambas familias se explican en parte por el aumento de los intereses de los Serra en Milán, territorio en el que los De Marini poseían un gran ascendiente. Además de jugar un papel fundamental en los enlaces concertados por los Serra, los De Marini comparecían también en multitud de ocasiones en documentos de muy diverso tipo generados por la familia Serra. Así por ejemplo, encontramos en Madrid a Cattaneo Serra de Nicolò sugerido por el embajador español en Génova, Juan Vivas, para que en la Corte llevara a cabo los trámites necesarios para que se concediera al exembajador genovés en Madrid «Juan Jorge de Marín» (Giovanni Giorgio De Marini) una encomienda en Santiago. La petición de la merced nos la da a conocer una carta enviada por dicho Vivas a Felipe III el 25 de octubre de 1618. En AGS, Estado, leg. 1934, doc. 76, fol. 168r. Por otra parte, un tal «Juan Pío Marín» (estante en Madrid) fue testigo junto a Miguel Herrero (o Guerrero) del traslado que un escribano hizo de los libros de cuentas y juros de Battista Serra q. Antonio IV en 1602 con motivo del pleito de este último con Hernando de Torres. El litigio iniciado en marzo de 1601 era por un juro al quitar de 375 000 maravedíes a catorce mil el millar (7,14 por ciento) y situado sobre alcabalas de Jerez. En AGS, Hacienda, Expedientes de Hacienda, leg. 821. Sobre dicho conflicto, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Redes genovesas...», cit. 64 Girolamo de Marini ejerció como fideicomisario de la herencia de Girolamo Serra el 25 de octubre de 1630 y también de la de Maria Serra q. Antonio IV (hermana de Battista Serra), como estipuló esta última en su testamento de 15 mayo 1641. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9 y en ASGe, NA, 6439, respectivamente. Las fuentes y los trabajos publicados dan respuestas confusas respecto a cuál de las mujeres Serra contrajo matrimonio

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Según Vázquez de Prada, Francesco De Marini residía en Flandes en 1597, donde actuaba junto a Girolamo Serra, y en 1598 contaba en Madrid con la colaboración de Giovanni Giacomo Grimaldo.65 Por estos años se encontraba también en la Corte Ottavio «De Marín» (u Ottavio «Marino», según otras fuentes), uno de los asentistas más destacados de Madrid a finales del siglo xvi. En el árbol genealógico elaborado por Buonarroti para los De Marini nos confirma la existencia en estos años de dos hermanos, Francesco y Ottavio De Marini, por lo que es factible que ambos operaran conjuntamente como asentistas, uno en Madrid y otro en Amberes.66 La cooperación de los Serra con los De Marini para el con Francesco De Marini que se casó en al menos dos ocasiones. Las diversas fuentes parecen coincidir en que Francesco De Marini contrajo nupcias con «Marietta» (Maria) Serra, hija de Nicolò Serra de Paolo II (es decir, hermano de Girolamo) y fallecida en algún momento después de 1595. Sobre Girolamo De Marini, véase la voz realizada por Cavanna Ciappina, Maristella para el Dizionario Biografico degli Italiani, vol. 38 (1990). Disponible en http://www.treccani. it/enciclopedia/gerolamo-de-marini_%28Dizionario-Biografico%29/ [consulta: 22/01/2020]. En la genealogía nº 5 situada al final de este trabajo referiremos únicamente el enlace entre Marietta Serra y Francesco De Marini, padres de Girolamo De Marini, por ser los únicos hechos en los que coinciden todas las fuentes. Sobre las versiones que dan las distintas fuentes sobre los enlaces contraídos por Francesco De Marini, me permito referir la tesis doctoral de Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío. Una familia genovesa entre la república y la monarquía hispánica: Battista Serra como modelo de red transnacional en un sistema policéntrico (finales del s. xvi-mediados del s. xvii), p. 85, tesis doctoral dirigida por Manuel Herrero Sánchez y defendida en 2015 en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Disponible en https://rio.upo.es/xmlui/handle/10433/2059 [consulta: 22/01/20]. 65 Vázquez de Prada afirma que Girolamo Serra residía en 1598 en Flandes. En Vázquez de Prada, V. Lettres..., cit., vol. 1, p. 192. Al margen de dicha noticia, no hemos hallado pruebas documentales sobre dicha residencia. Es probable que Serra y De Marini fueran socios y miembros de una misma compañía en la que uno de sus miembros (seguramente De Marini) habitaba en Amberes y firmaba los asientos mientras que el otro (Girolamo Serra) se hallaba en Génova desde donde se ocupaba de los rembolsos de su socio en Flandes. 66 Sabemos por el árbol genealógico de De Marini elaborado por A. Buonarroti que Francesco De Marini tenía un hermano llamado Ottavio. En Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 2, parte 2, fol. 413, en BCB, M.r., VIII. 2. 30. Algunas

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suministro de capitales en Flandes se pone claramente de manifiesto con Battista Serra q. Antonio IV, sobrino de Girolamo. Así, el 26 de octubre de 1596, poco antes de que se publicase el decreto de suspensión de pagos del 29 de noviembre, Ottavio De Marini se comprometió, junto a los Maluenda, los Sauli, «J. L. Vitoria», «J. F. Galleotto», «S. Fiesco», «J. B. Justiniano», Nicolò Doria y Battista Serra, a la provisión de un millón y medio de escudos y ducados en los Países Bajos, Génova, Lisboa y Madrid.67 De la colaboración entre los Serra y Ottavio De Marini es testimonio el asiento de 600 000 escudos para las ciudades de Dunquerque, Lille, Namur y Amberes, firmado el 30 de junio de 1597 en Madrid, en el que De Marini se comprometió a proporcionar 46 000 escudos, de los cuales 25 000 eran por parte de Battista Serra q. Antonio IV, también residente en la Corte.68 El pago se realizaría a partir de tres pagas de 15 333 escudos cada una en la ciudad de Amberes. La carta de pago emitida por Francisco de Sagastizábal, procurador de Jerónimo Walter Zapata, pagador general del ejército, parece asegurar que Francesco De Marini y Girolamo Serra habían abonado la tercera paga el 15 de octubre de 1597, fecha en la que Ottavio De Marini ya figuraba como difunto.69 Tras la satisfacción de esta tercera paga se encontraban

fuentes confirman que este último en la década de 1590 firmaba asientos en Madrid destinados a Flandes, donde muy posiblemente contaba con la colaboración de su hermano Francesco. 67 Ulloa, M. La hacienda real..., cit., p. 818. Las iniciales de los nombres entrecomillados no son desarrolladas en el texto de Ulloa, por lo que, para evitar errores de identificación, se ha preferido mantenerlas tal y como las cita el autor. Battista Serra participaba en el asiento (en concreto con una cuota de 105 000 escudos), pero no era titular del mismo. También en AGS, Dirección General del Tesoro (DGT), Inventario 11, leg. 2-3. 68 AGS, CMC, 3ª época, leg. 127-4. 69  Ibidem. Ottavio De Marini ya había fallecido cuando se estipuló el asiento del Medio General de 1598, en el que comparecía como uno de los principales acreedores de la Corona. Así, la participación de 204 000 escudos con la que Ottavio De Marini debía contribuir fue ofrecida en su nombre por Lorenzo

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varios hombres de negocios por cantidades diversas: 888 escudos, diecisiete sueldos y nueve dineros por cuenta de Giacomo Spinola q. Federico de Génova (como veremos, suegro de Girolamo Serra); 1555 escudos, once sueldos y un dinero por orden de Ambrogio Gentile de Génova; 222 escudos, cuatro sueldos y seis dineros por orden de Gio. A. Marini70 de Génova, y finalmente, los restantes 12 666 escudos, trece sueldos y cuatro dineros de 57 placas (por tanto, la participación más alta), por parte de Girolamo Serra. Como se puede deducir de lo hasta aquí explicado, la presencia de los Serra como titulares de asientos no se atisba hasta después de la suspensión de pagos de 29 de noviembre de 1596, fenómeno que, como se tendrá ocasión de demostrar, dio la oportunidad a los Serra de hacerse visibles en la Corte ofreciendo su absoluta disponibilidad a la Real Hacienda. Algo que habría sido materialmente imposible si no se hubiera producido su previa introducción en el lucrativo mercado del Mezzogiorno, en el ceto dirigente de la República o en los ventajosos asientos concertados en las plazas flamencas. La movilidad de los Serra y de su red entre Nápoles, Génova, Amberes, Venecia e, in extremis, Madrid a finales del siglo xvi fue el resultado de su adaptación a una coyuntura política y económica muy concreta caracterizada por la demanda de capitales para el sostenimiento de la guerra en los Países Bajos; el protagonismo de las ferias de Piacenza, esenciales para la extinción de las deudas de los financieros; y, por último, la importancia de los genoveses en dichas ferias y en la República, en las que se producía la venta de la plata de los asentistas de Flandes llegada a Génova en las galeras. Asimismo, los Serra actuaban en función de una precisa coyuntura familiar:

Spinola y por Nicolò Di Negro. En Giacchero, Giulio. Il Seicento e le Compere di San Giorgio, Génova, Sagep, 1979, p. 191. 70 Es probable que se trate de Giovanni Ambrogio De Marini, otro de los hermanos de Francesco y Ottavio De Marini según Buonarroti. En Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 2, parte 2, fol. 413, en BCB, M.r, VIII, 2, 30.

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un ramo compuesto por pocos miembros, cuyos varones, aún sin descendencia, debían consolidar sus bases materiales y su experiencia en distintos escenarios antes de lanzarse sobre el lucrativo negocio de los asientos con nombre propio. Mientras tanto, era fundamental colaborar con hombres de negocios más potentes con los que compartir el riesgo y con los que hacerse presentes en plazas decisivas como Madrid, sobre todo desde que en 1588 se estableciera el rembolso de los asientos flamencos en la Corte (y no en Italia) con el fin de ejercer un mayor control sobre los recursos reales y de evitar, en lo posible, las manipulaciones de las tasas de cambio habitualmente practicadas por los genoveses.71

5. Los

colaboradores más potentes y la consolidación del triángulo FlandesGénova-Madrid a partir de la década de 1590

La estructura reticular sobre la que se fundaban los asientos de dineros facilitaba la intervención de numerosos actores a pequeña escala y desde diversas sedes, hecho que fue aprovechado por los Serra en sus inicios para participar en dicho negocio como eslabones de una cadena de hombres de negocios de mayor potencia.72 Estos últimos podían limitarse únicamente a aportar capital por lo que, en estos casos, a pesar de erigirse en titulares de los asientos, constituían solo inversores y no banqueros en toda regla. La distinción no es siempre fácil por lo que, en la medida de lo posible, se evitará catalogar a los firmantes de asientos como banqueros a menos que se hallen pruebas que así lo acrediten. 71 Lapeyre, H. Simón Ruiz…, cit., pp. 58 y 60. 72 Algo similar a lo que Grendi demuestra para los Balbi, que hasta 1597 se limitaron a la coparticipación en varios asientos. En Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 44.

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El mecanismo de financiación de la Monarquía Hispánica, como se puede intuir observando el asiento de 26 de octubre de 1596 ya citado, suponía un entramado de co-préstamos, normalmente centralizados en una figura de prestigio con un importante ascendente económico y de representación que trataba directamente con los ministros del rey y que articulaba en torno a sí al resto de financieros o inversores. En Flandes, Francesco De Marini y Nicolò Sivori constituyeron algunos de los puntos de apoyo de los Serra. Asimismo, como se ha visto, era fundamental contar en Génova con representantes de la familia y diversos socios para tutelar la llegada de la plata y liquidar deudas, mientras que en Madrid, otros hombres de negocios, como Ottavio De Marini, se ocuparon de firmar diversos asientos con la participación de los Serra a partir de la década de 1580. El apuntalamiento de Madrid a partir de 1588 como centro en el que hacer efectivas las consignaciones de los financieros, así como lugar preferible para la contratación de asientos (por delante de Bruselas), si bien no erradicó la importancia de Amberes y Génova en el sistema de crédito de la Monarquía Hispánica, concedió a la Corte un mayor poder de negociación que exigía a los hombres de negocios una mayor presencia en dicha plaza o bien la colaboración con aquellos capaces de imponerse a la competencia y de obtener las mejores consignaciones de los ministros reales. En Madrid, dos de las familias que, a finales del siglo xvi, aglutinaban la actuación de las principales casas genovesas que prestaban dinero al monarca hispánico eran los Spinola y los Doria. Los Serra no serían ajenos a ello y, de hecho, el ramo aquí estudiado figura como uno de los más estrechos colaboradores de los Spinola en este periodo. Sin embargo, en este momento, las familias Spinola y Doria no solo se encontraban entre las más poderosas de la República, sino también entre las más numerosas y heterogéneas, por lo que se hace más que necesaria la precisión de los ramos específicos a los que pertenecían los socios de los Serra. El estudio de las redes de esta familia ha permitido deter-

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minar algunos de los ramos con los que cooperaba: se trataba de los Spinola de Luccoli y los Doria Tursi. Al igual que ocurrió con los De Marini, los Serra cultivaron minuciosamente y por varias generaciones la relación con los Spinola de Luccoli, una de los linajes de mayor antigüedad en la República y con una gran presencia en el tejido urbano de la ciudad y en sus magistraturas.73 No fue casualidad que los dos matrimonios de Girolamo Serra fueran con Spinola De Luccoli: el primero fue concertado con Emilia Spinola de Daniele q. Nicolò y el segundo con Veronica Spinola de Giacomo q. Federico, que fue el que le procuró descendencia.74 73 Algunos de los sujetos de este ramo protagonizaron momentos enormemente polémicos en la segunda mitad del siglo xvii. Fue el caso de Alessandro Spinola, de planteamientos republicanistas y Doge de la República entre 1654 y 1656, durante el momento de mayores tensiones entre Génova y la Monarquía Hispánica. Por motivos opuestos, destacó también Agostino Spinola, embajador en Madrid entre 1666 y 1667 y protagonista de un nuevo acercamiento hacia la Corona Católica durante su periodo como Dux entre 1679 y 1681. En Herrero Sánchez, M. «La red…», cit., pp. 97-134. Sobre los enlaces entre los Serra y los Spinola De Luccoli, véase la genealogía ad hoc situada al final de este trabajo. 74 La genealogía del ramo del que provenía Emilia Spinola en Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 3, parte 2, fol. 330 en BCB, M.r., VIII, 2, 32. No obstante, Buonarroti no indica el primer matrimonio de Girolamo Serra con Emilia que, además de no procurarle descendencia, seguramente no debió de durar mucho. En su testamento de 30 de julio de 1592, Girolamo Serra hacía referencia a su por entonces esposa, Emilia Spinola, y nombraba entre sus fideicomisarios a su suegro Daniele Spinola y a su cuñado Girolamo Spinola. Como herederos designaba a sus hermanos Nicolò y Giovannni Battista Serra y a sus sobrinos Paolo, Battista, Giacomo y Francesco Serra q. Antonio IV, síntoma de que, por entonces, aún no contaba con hijos propios. En Remondini G. C. Serie «Testamenti», fols. 349 y 350. Poco después debió de producirse la muerte de Emilia Spinola, pues el 27 de noviembre de 1593, el padre de esta, Daniele, emitía un documento en Génova en el que certificaba estar satisfecho de la devolución de la dote de 20 000 escudos de oro de su hija Emilia por parte de Girolamo Serra. En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, doc. 11. El árbol genealógico del ramo de Veronica Spinola en Buonarroti, A. M., Alberi..., cit., vol. 3, parte 2, fol. 315, en BCB, M.r., VIII, 2, 32.

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Como era de esperar, los negocios estaban conectados con los lazos familiares: muy posiblemente, el «Nicolò Spinola», mencionado por Tenenti como miembro de la «Compañía de los ocho aseguradores de Venecia»,75 era el padre de Daniele Spinola (a su vez padre de Emilia, primera mujer de Girolamo Serra). También fueron miembros de dicha compañía Agostino y Girolamo Spinola cuyos nombres coinciden con los de los hermanos del citado Nicolò. En tal caso, serían ambos tíos-abuelos de Emilia Spinola.76 En lo que respecta a las actividades económicas emprendidas junto a la familia de Veronica Spinola, con la que casó en segundas nupcias en algún momento a partir de 1593, Girolamo Serra se hallaba en sociedad con su suegro, Giacomo (o «Iacome») Spinola q. Federico, así como con sus cuñados, Carlo y Federico Spinola (hermanos de Veronica), tal y como manifiestó el propio Girolamo en su testamento de 4 de julio de 1613.77 La reafirmación de los vínculos con los Spinola De Luccoli a través del segundo matrimonio de Girolamo Serra significó una apuesta definitiva por la continuidad de los asientos en Flandes, en los que sus cuñados Carlo y Federico Spinola participaban activamente al menos desde 1594.78 De esta manera, la colaboración con una familia de la potencia de los Spinola De Luccoli aseguraba la 75

Tenenti, A. Naufrages..., cit., p. 62. Como se recordará, en la compañía participaban también los hermanos Battista y Paolo Serra q. Antonio IV, Nicolò Pallavicino (socio en compañía con los anteriores) y Paolo Battista Sivori (hermano de Nicolò Sivori). 76 Como nos indica Buonarroti en la genealogía de Nicolò Spinola, este tuvo varios hermanos, dos de ellos llamados Agostino y Girolamo Spinola. En Buonarroti, A. M. Alberi…, cit., vol. 3, parte 2, fol. 330, en BCB, M.r., VIII, 2, 32. 77 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fols. 5r y v. También hace mención a sus negocios con su suegro en id., p. 24v, codicilo de Girolamo Serra realizado en Strevi, 11 de julio de 1616, fols. 24r-25r. 78 Vázquez de Prada nos informa de que en 1594 destacaban en Flandes las compañías de Giacomo Doria, Federico («Federigo») y Carlo Spinola, que tenían como correspondientes en España a Battista De Marini y Alessandro Spinola. En Vázquez de Prada, V., Lettres..., cit., vol. 1, p. 190.

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continuidad en las finanzas de los Países Bajos después de que se produjera la muerte de Ottavio De Marini en 1597, socio de los Serra en Madrid, y del traslado a la Corte y posterior fallecimiento de Nicolò Sivori poco después de 1601.79 Los numerosos tratos que se dieron entre Girolamo Serra, Giacomo Spinola (en las ferias de Piacenza, al menos desde principios del xvii), Federico Spinola (Valladolid y Flandes)80 y su hermano Carlo Spinola (en la corte de Valladolid y Madrid en esas mismas fechas)81 reflejan una intensa actividad financiera en la cual es difícil 79 El testamento lo realizó en Valladolid el 19 de diciembre de 1601. En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 36, doc. 27. 80 Federico Spinola fue de radical importancia para los Serra, ya que, gracias a él, Battista Serra consiguió entrar en 1613, tras la muerte de Spinola, en la administración de las dos galeras de la escuadra de Génova que Federico tenía en asiento. Sobre este asunto se profundizará más adelante. Un ejemplo de los tratos entre Federico Spinola y Girolamo Serra lo hallamos en la operación de traspaso por valor de 14 500 000 maravedís aprobada por Girolamo Serra a favor de su cuñado. La suma se correspondía con una deuda que Giovanni Giacomo Spinola, pagador y depositario general de la Real Chancillería de Valladolid, había contraído con Girolamo Serra. En ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 43, doc. 24, 5 de enero de 1604, Valladolid. Spinola, además de figurar en Valladolid según algunos documentos de principios del xvii, debió también de transcurrir un período en Flandes, tal y como él mismo declaró en un memorial al rey donde presentaba las cualidades que avalaban su propuesta de servirlo con dos galeras. En AGS, Estado, leg. 1433, doc. 117, fol. 241r, 20 de marzo de 1605. 81 Sobre los tratos de Girolamo con Giacomo y Carlo Spinola: ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, doc. 62, 1 de agosto de 1602. El documento presentado, que recoge acuerdos sobre las negociaciones de letras de cambio entre Girolamo Serra y Giacomo Spinola, nos informa sobre un asiento firmado en la Corte el 20 de marzo de 1602 por valor de 1 420 000 escudos destinados a Flandes y en el que Carlo Spinola contribuyó con 510 000 escudos. De ellos, 220 000 fueron aportados por Girolamo Serra. Sobre este asiento, véase también AGS, DGT, Inventario 11, leg. 8-8. También id., leg. 15-3, Como se precisará más adelante, el asiento requirió la participación de otros banqueros en Madrid, entre los que se hallaban algunos parientes de Girolamo Serra y otros socios genoveses enormemente conectados con los Serra. La Corona no cumplió con las consignaciones por dicho asiento por lo que hubo de intervenir Battista Serra q. Antonio IV en la negociación de los rembolsos.

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ubicar físicamente a Girolamo Serra, cuya presencia a inicios del nuevo siglo oscilaba entre Piacenza, la Corte (Madrid y Valladolid) y Génova. En esta última, los Serra habían comenzado una política de expansión en el espacio urbano adquiriendo varios palacios y villas,82 sin olvidar que en la ciudad de origen, Girolamo redactó al menos dos testamentos a principios del siglo xvii.83 Los regresos constantes de Girolamo a Génova no solo fueron motivados por la necesidad de asegurar la gestión de su patrimonio, sino también por misiones de servicio a la República para las que había sido designado. De hecho, en 1606 fue enviado a Savona junto a Filippo Da Passano, Paolo Sauli q. Bartolomeo y Filippo Adorno para homenajear a la duquesa de Mantua.84 Sin lugar a dudas, la Su negociación se concretó en un nuevo asiento suscrito por Girolamo por valor de 100 000 escudos. Según afirmó Carlo Spinola en un documento notarial redactado en Valladolid, Girolamo ofreció dicha suma «estando en esta Corte»: ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 42, doc. 51, 16 de abril de 1605. El acto notarial en cuestión fue solicitado por Carlo Spinola para dejar constancia de su participación por un cuarto del total en todos los asientos firmados por Girolamo Serra con el objeto de obtener nuevas consignaciones después de que fallaran las prometidas por el asiento de 1602. Es probable que el asiento de 100 000 escudos sea el citado por Canosa para 1603, lo que situaría a Girolamo Serra en Valladolid para ese mismo año. En Canosa, R. Banchieri..., cit., p. 298. 82 Estos aspectos serán analizados en el capítulo 11. 83 ASGe, NA, 3664, testamento de Girolamo Serra realizado el 1 de enero de 1606, en el que revocaba el anterior, redactado también en Génova el 16 de enero de 1605. 84 Roccatagliata, A. Annali..., cit., p. 267. En Vitale, V. Diplomatici..., cit., p. 81. La misión, como la que, pocos años antes, había desempeñado ante el duque de Saboya, no estuvo carente de inconvenientes. Nos describe Roccatagliata que un ciudadano genovés de la familia Berninzoni informó falsamente al hijo de la duquesa de que los gentiluomini mandados por la República para acompañar a la duquesa no eran embajadores sino meros furieri, para indicar que eran personas de baja condición. La duquesa «viéndose por ello agraviada, razonando con los embajadores les mostró muy mala satisfacción, pero una vez que quedó informada de lo contrario de lo que había referido el Berninzone, quedó satisfecha» («stimandosi di ciò aggravata, ragionando cogli Ambasciatori, dimostrò loro di aver mala soddisfazione, ma rimanendo poi informata del contrario di quello

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elección de Girolamo Serra se debió a su posición como feudatario del duque de Mantua, situación que se concretó el 9 de febrero de 1600 cuando adquirió el feudo de Strevi de Vincenzo Gonzaga por 15 500 doblas.85 La división de ámbitos de acción entre los sobrinos de Girolamo, de los que este último fue tutor después de la muerte de su hermano, Antonio IV, fueron fundamentales en la consolidación del triángulo Flandes-Génova-Madrid. En los negocios que Girolamo mantenía con los Spinola de Luccoli, jugó un papel significativo la presencia estable en Madrid de Battista Serra q. Antonio IV, ciudad a la que debió llegar en algún momento de la década de 1590. El hecho de que su tío Girolamo lo hubiera autorizado para suscribir asientos en su nombre es sintomático del accidentado periplo de Girolamo Serra en estos años que dificulta enormemente determinar su ubicación en cada momento.86

che aveva riferto il Berninzone rimase del tutto appagata»). En Roccatagliata, A. Annali…, cit., p. 267. 85 ASC, Parte seconda, Scritture di Strevi, vol. 40, docs. 88 y 82. Son interesantes las informaciones que ofrece Biandrà sobre la importancia del feudo de Strevi por encima de otros feudos genoveses situados en el Monferrato. No obstante, yerra a la hora de precisar la genealogía de Girolamo Serra, primer señor de Strevi. En Biandrà, Orsola Amalia. «I feudi genovesi del Monferrato nel secolo xvi», en VV. AA., La Storia dei Genovesi. Atti del convegno di Studi sui ceti dirigenti nelle istituzione della Repubblica di Genova, vol. 4, Génova, Copylito, 1984, pp. 423-435. Para una mayor información sobre la administración y evolución del feudo en manos de los Serra, ver las páginas que la monografía sobre la familia dedica a la cuestión: Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., pp. 169-185. Sobre la importancia del Monferrato para la Monarquía Hispánica véase Maffi, Davide. «Il confine incerto. Il problema del Monferrato visto con gli occhi di Madrid (1550-1700)» en Raviola, Blythe Alice (ed.), Cartografia del Monferrato. Geografia, spazi interni e confini in un piccolo Stato italiano tra Medioevo e Ottocento, Milán, Francoangeli, 2006, pp. 135-173. 86 Ejemplo de la negociación y suscripción de préstamos llevadas a cabo por Battista Serra en nombre de su tío Girolamo lo hallamos en las palabras de Carlo Spinola que, refiriéndose al incumplimiento, por parte del rey, de las consignaciones que les debía por cuenta de un asiento de 1603, afirmaba que «[...] ha sido forzoso que el dicho señor Geronimo Serra haga nuevo sborso y negociación con Su

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Asimismo, la relación de los Serra con Flandes fue consolidada mediante una decisión importante: el envío a la plaza de Amberes de Francesco Serra q. Antonio IV, hermano de Battista Serra y, por tanto, sobrino de Girolamo, a finales de la década de 1590. Un acto que, junto a las relaciones de la familia con los Spinola De Luccoli, implicados en los asientos de los Países Bajos, confirmaba de manera decisiva la presencia directa de los Serra en aquellos emplazamientos que se descubrían imprescindibles para el desarrollo de los servicios financieros al monarca Católico. La llegada de Francesco Serra q. Antonio IV a la plaza flamenca debió de producirse alrededor de 1598 (cuando contaba solo con unos diecinueve o veinte años) puesto que en mayo de ese mismo año ya se constata su participación en un asiento junto a «C. De Marini» por 200 000 escudos, pagables parcialmente en libranzas sin interés en Amberes y reemborsables también en esta sede sobre las provisiones del Medio General concretado en España.87 Un año antes, el embajador español en Génova, conde de Biñasco, había informado a Felipe II del ofrecimiento de Girolamo Serra de mandar a Amberes a una persona de su confianza para que contribuyera con su crédito a la financiación de las campañas del Majestad por mano del señor Battista Serra». En ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 42, doc. 51, cit. Podría tratarse del asiento firmado el 23 de marzo de 1605 por el que «Battista Serra, en nombre de su tío Girolamo Serra, residente en Génova, habría enviado letras de cambio a pagar en Milán por 30 000 escudos de a 120 sueldos cada uno, moneda imperial del dicho estado, en escudos de oro». En AGS, DGT, Inventario 11, leg. 3-3. Para este mismo año, Canosa refiere un asiento entre monarca Católico y Girolamo Serra por 36 000 ducados a proveer en la Corte. En Canosa, R. Banchieri..., cit., p. 299. No hemos conseguido dilucidar si el asiento fue firmado personalmente por Girolamo o si lo hizo en su nombre uno de sus correspondientes de la Corte. Se nos da también noticia del asiento en AGS, DGT, inventario 11, leg. 15-3. En abril de 1608, Girolamo Serra se encontraba otra vez en Madrid, probablemente para velar por sus intereses después de la suspensión de pagos de 1607. 87  Vázquez de Prada, V. Lettres..., cit., vol. 1, p. 354. Francesco Serra es de nuevo localizado por Vázquez de Prada en Amberes en el año 1599, ciudad desde donde el susodicho «négociait avec Battista Serra de Madrid». En id., p. 193.

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archiduque Alberto de Austria.88 Muy posiblemente se trataba de su sobrino Francesco Serra, al que no veremos en Génova hasta al menos el año 1610. Como revelan las investigaciones de Grendi sobre los Balbi, era costumbre que las familias genovesas enviaran a sus jóvenes vástagos a Amberes con el fin de que completaran su aprendizaje económico.89 El crédito de Francesco Serra q. Antonio IV en la ciudad flamenca fue indiscutible, como se deduce de su nombramiento como cónsul de la nación genovesa de Amberes en 1607,90 año en el que se decretó la primera y única suspensión de pagos del reinado de Felipe III. Para entonces, Francesco Serra era ya una figura reconocida por haber facilitado la provisión en Flandes de importantes cantidades de capitales en un momento de extrema urgencia para la Monarquía Hispánica91 y en el que la plaza de 88 El embajador, advertido de las complicaciones para obtener liquidez en Amberes después del decreto de suspensión de pagos de 1596, informaba al monarca de que, después de haber hablado sobre el argumento con Girolamo Serra «que es persona al presente de las más acreditadas y facultosas de este lugar se ha ofrecido de querer servir y díchome envía en Flandes persona suya que abra casa y trate de hacerlo». El embajador parecía entusiasmado ante el ofrecimiento de Girolamo Serra por lo que continuaba diciendo al rey que «para como andan las cosas conviene se haga así». En AGS, Estado, leg. 1423, doc. 1, carta del conde de Biñasco, embajador español en Génova, a Felipe II, 16 de enero de 1597, fol. 1r. 89 Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 37. 90 ASGe, AS, Litterarum, 1878, carta de la República a Francesco Serra, cónsul en Amberes, 27 de abril de 1607; id., 1879, carta de la República a Francesco Serra, cónsul en Amberes, 22 de abril de 1607. No debe confundirse con el «Francesco Serra» que en 1591 era cónsul en Sète, puesto que por entonces Francesco q. Antonio IV contaba solo con unos doce años. En cónsul en Sète pudo tratarse de Francesco Serra q. Paolo II, uno de los muchos hermanos de Girolamo Serra y nacido en 1554. En Vitale, V. Diplomatici..., cit., 272. Los intereses de los Serra en este último emplazamiento debieron de ser importantes, sobre todo teniendo en cuenta que el 12 de julio de 1612 otro representante de la familia, Ascanio Serra, hijo del citado Francesco q. Paolo II, desempeñó el cargo de cónsul en esta ciudad. En id. 91 En este sentido debe entenderse la entrega a Ambrogio Spinola, poco después de que se le concediera el mando del ejército para la expugnación de Ostende,

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Amberes sufría la pérdida de algunas de las casas genovesas con las que hasta entonces se había colaborado. Entre ellas, Baltasar de Zúñiga, embajador español en la corte de Bruselas entre 1599 y 1603, destacaba en enero de 1603 la ausencia de un viejo colaborador de los Serra, Francesco De Marini, ya que «por los negocios de Flandes es menester tan ancho estómago como el suyo».92 Los servicios financieros de Francesco Serra habrían sido imposibles sin la colaboración con otros banqueros en el enclave flamenco, como Vincenzo Centurione (hermano de Ottavio Centurione),93 o con los hombres de negocios y compañías comerciales de Madrid, entre los que se encontraba la sociedad de Giovanni Giacomo («Jacome») y Domenico Doria94 y, sobre todo, su hermano Battista Serra. de una real cédula con fecha de 29 de septiembre de 1603 por la cual se notificaba al general que, a su orden, Vincenzo Centurione y Francesco Serra le entregarían 720 000 ducados para el año de 1605 a razón de 60 000 escudos en cada plazo mensual. En Pulido Bueno, I. El gran mercader..., cit., p. 249. Fruto de estos esfuerzos de financiación y de la pericia de Spinola fueron las conquistas de Ostende en 1604, así como las campañas de Güeldres y Overijssel (1605-1606). Sobre las campañas militares en los Países Bajos, la importancia de Ambrogio Spinola y la financiación de la guerra en este territorio consúltense: Brants, V. Ambroise Spinola..., cit.; Esteban Estríngana, A. Guerra y finanzas..., cit.; Mesa Gallego, E. La Pacificación..., cit. 92 Grendi, E. I Balbi…, cit., p. 57. 93 Precisamente, para estos años, Grendi apunta a Vincenzo Centurione y a Francesco Serra como los prestamistas genoveses más relevantes que operaban en Amberes. En ibidem. Sobre los Centurione y su parentela: Sanz Ayán, Carmen. Un banquero en el siglo de Oro. Octavio Centurión, el financiero de los Austrias, Madrid, La Esfera de los Libros, 2015; id. «Octavio Centurión...», cit., vol. 2, pp. 847872; Pulido Bueno, I. El gran mercader..., cit.; Álvarez Nogal, C., Los banqueros de Felipe IV..., cit., pp. 60 y 61; Domínguez Ortiz, A. Política y Hacienda..., cit., pp. 106 y 107. 94 Compañía con base en Madrid y para la que Francesco Serra q. Antonio IV ejerció como correspondiente en Amberes al menos hasta 1602. En Álvarez Nogal, C. «Las compañías...», cit., p. 73. Precisamente, el 20 de agosto de 1602 se testimonia la colaboración entre ambos en un asiento firmado el 20 de agosto de 1602 que suponía la provisión de 450 000 escudos a pagar en Flandes. El asiento será fundamental en el futuro, dados los problemas que

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Pero no todo fue un camino de rosas. Las actividades de Francesco Serra sufrieron enormemente los efectos de la agitada coyuntura financiera de principios de siglo. Como se verá, una de las primeras crisis, la de 1606, pudo ser afrontada sin sufrir grandes perjuicios gracias al «rescate» de Ambrogio Spinola q. Filippo, futuro marqués de los Balbases, del ramo de los Spinola de San Luca y, desde 1606, gobernador de los Países Bajos. Este no fue el único miembro de los Spinola de San Luca con los que los Serra entretejieron sus relaciones, aunque de seguro fue el más destacado.95 Cattaneo Serra de Nicolò, sobrino de Girolamo Serra establecido en Castilla al menos desde la década de 159096 (primero en Valladolid y después en Madrid) se encontraba generó a Francesco Serra: el 20 de octubre de 1602 ya se constataron las dificultadesde Serra para pagar, pero prometió hacerlo ofreciendo en garantía todos sus bienes en Amberes. El 9 de noviembre de 1617 se comunicó en Madrid a su hermano Battista Serra del impago de los 40 000 escudos que Francesco se había obligado a entregar al Pagador General de los estados de Flandes. No obstante, como se verá, las negociaciones que llevó a cabo Battista Serra y los recaudos que presentó gracias a la movilización de su red consiguieron demostrar la inocencia de su hermano, que fue liberado de todos los cargos el 7 de mayo de 1618. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 3303-11. 95 Las uniones matrimoniales con los Spinola de San Luca constituyen la base de los ramos Serra a los que nos dedicamos: Antonio III Serra q. Paolo II, abuelo de Girolamo y de Antonio IV Serra, casó con Giacobinetta Spinola q. Girolamo q. Domingo (del ramo de San Luca). En Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 3, fol. 252 en BCB, M.r., VIII, 2, 31. 96 Aunque no conocemos la fecha exacta en la que Cattaneo Serra se estableció en Castilla, este figuraba en la capitazione de 1593 (una tasa fiscal que el gobierno genovés imponía directamente sobre los patrimonios de sus ciudadanos en momentos puntuales) como uno de los genoveses que poseían entradas únicamente en España, seguramente síntoma de que, cuando fue realizado dicho documento, Cattaneo ya llevaba un buen período de tiempo residiendo en la Península Ibérica. En concreto, en 1593 comparece un «Cattaneo Serra» con rentas por valor de 450 000 maravedíes y un «Cattaneo Serra di Nicolò» con entradas que alcanzaban los 698 500 maravedíes. La información sobre la capitazione de 1593 proviene de la consulta de la «Relazione» de 1608, para cuya redacción su autor utilizó la información presente en dicha capitazione. Cattaneo Serra de Nicolò no era el que ostentaba mayor fortuna en los reinos

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en sociedad junto a sus cuñados, Giovanni Benedetto Spinola y Giovanni Pietro (II) Serra.97 La presencia de Giovanni Pietro II Serra de Francesco en la compañía de Cattaneo Serra evidencia la colaboración entre los descendientes de los ramos de Paolo II q. Antonio III Serra (entre ellos, los hermanos Giovanni Battista, Girolamo, Antonio IV y Nicolò Serra, ya citados) y los del ramo de Francesco Serra q. Giovanni Pietro I (entre los cuales se encontraba Giovanni Pietro II Serra).98

hispánicos. Según los datos proporcionados por Bitossi para la capitazione de 1593, «Nicolò di Paolo», seguramente el padre de Cattaneo, figuraba en ella con bienes «españoles» valorados en 1 017 203 maravedíes. Agradezco al profesor Bitossi su inestimable ayuda para la interpretación de las capitazioni genovesas y por haberme facilitado dicha información. Sobre la «Relazione» de 1608 véase el análisis de Braudel, Fernand. «Gênes au début du xviie siècle», en VV. AA., Fatti e idee di storia economica nei secoli xii-xx. Studi dedicati a Franco Borlandi, Bolonia, Il Mulino, 1977, pp. 457-479. 97 Giovanni Pietro II Serra no solo se relacionó con la descendencia de Nicolò Serra. De hecho, Girolamo Serra, lo recuerda en varios de sus testamentos. En el de 1 de enero de 1606 y en el de 4 de julio de 1613 lo nombró entre sus fideicomisarios. Respectivamente, en ASGe, NA, 3664 y ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, fol. 18r. De nuevo aparece con este papel en el codicilo de Loano de 12 de mayo de 1616, redactado el mismo año de su muerte. En este último le legó, además, 2000 libras anuales durante toda su vida y a sus hijas que quisieran entrar en el convento hasta 8500 por una vez. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, fols. 21r y 23v, cit. La relación con el ramo de Giovanni Pietro II Serra no cesó tras la muerte de Girolamo. Así por ejemplo, Francesco Serra de Giovanni Pietro II jugó un papel fundamental en la Corte de Felipe IV, sobre todo, como artífice de la continuidad de la familia en los asientos de dineros, después de que Battista Serra q. Antonio IV le cediera todos sus negocios en España en 1617, así como importantes responsabilidades en la gestión del inmenso patrimonio que Girolamo y otros miembros de la familia habían dejado en la Península Ibérica después de su muerte. 98 Paolo II Serra q. Antonio III y Francesco (Lercaro) q. Giovanni Pietro I Serra eran primos. Los vínculos tejidos por sus descendientes no hacían más que reproducir los ya existentes entre los mismos a mediados del siglo xvi, como demuestra el testamento, ya mencionado, de Francesco (Lercaro) Serra q. Giovanni Pietro I, redactado 17 de agosto de 1565. Para visualizar mejor las conexiones familiares entre ambos ramos, véase la genealogía 1 situada en el anexo situado al final de este trabajo.

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La fundación de esta sociedad demuestra una vez más que la familia y los negocios eran inseparables: Giovanni Benedetto Spinola de Giovanni Maria99 estaba casado con una de las hermanas de Cattaneo, Paola Serra.100 Por su parte, Giovanni Pietro II Serra q. Francesco, casó con Girolama Serra, también hermana de Cattaneo. La compañía se involucró en varios de los asientos efectuados por Sinibaldo Fiesco y Giovanni Battista Giustiniano, dos de los banqueros genoveses más reconocidos de la Corte de Felipe III, con los que los Serra estaban emparentados y que jugarán un papel esencial en la consolidación de la posición de la familia en Madrid tras las negociaciones del Medio General de 1598.101 99

Buonarroti, A. M. Alberi…, cit., vol. 3, parte 1, fol. 252 en BCB, M.r., VIII, 2, 31. Gentil Da Silva nos refiere algunos de los movimientos de Cattaneo Serra y Giovanni Benedetto Spinola para 1599, 1600 y 1601. Gentil da Silva, J. Stratégies…, cit., pp. 212, 364 y 322, respectivamente. 100 Giovanni Benedetto Spinola se casó con Paola Serra de Nicolò el 24 de enero de 1588. La dote aportada era de 12 000 escudos aumentables a 15 000 en tres años. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 66. 101 Giovanni Battista Giustiniano era hijo de Minetta Serra y de Vincenzo Giustiniano. La comprensión de los enlaces es difícil por la recurrente homonimia de los sujetos implicados: dicha Minetta era hija de otro Giovanni Battista Serra q. Antonio III, emparentado con Giovanni Battista Serra q. Paolo II y con Battista Serra q. Antonio IV, tío y sobrino respectivamente. En este caso, se trataba de un hermano de Paolo II Serra, padre de Girolamo Serra y abuelo de Cattaneo. Por tanto, Minetta era una tía de Cattaneo Serra y Giovanni Battista Giustiniano era un primo lejano. En lo que se refiere a Sinibaldo Fiesco y a Giovanni Battista Giustiniano, eran cuñados, ya que Sinibaldo contrajo matrimonio con Tommasina Giustiniano, hermana de Giovanni Battista Giustiniano. Así nos lo evidencia la genealogía de Agostino Fiesco, hijo de Sinibaldo y de dicha Tommasina, que se presentó el 12 de abril de 1620 para la obtención del hábito de caballero de la orden militar de Calatrava. En BNE, Mss., 2447, «Genealogías recogidas en la orden de Calatrava». Por otro lado, Giovanni Battista Giustiniano casó con Maria Spinola, hermana de Federico Spinola de Luccoli, con cuyo padre mantenían negocios tanto Girolamo Serra q. Paolo II como Battista Serra q. Antonio IV y gracias al cual este último accedió por primera vez al asiento de galeras. En AGS, Contadurías Generales (CCGG), leg. 106-1, testamento de Giovanni Battista Giustiniano, 27 de agosto de 1611. Para comprender mejor estas enrevesadas conexiones genealógicas, se remite al cuadro genealógico nº 11 del anexo situado al final de este trabajo. Asimismo, ambos Fiesco y Giustiniano fueron tesoreros

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Entre la oportunidad y la dificultad: la construcción de la red Serra en la monarquía hispánica

Como se pondrá de manifiesto en el próximo capítulo, la inserción paulatina de los Serra en los asientos de Madrid de la mano de socios poderosos les permitió la obtención de suculentas adehalas y su introducción en nuevos sectores de inversión tales como la comercialización de metales preciosos, la distribución de bienes de lujo, la acuñación de moneda, los asientos de galeras y el mercado de deuda pública. Todas estas nuevas facetas deben ponerse en relación con la decisión de los Serra de contar en la Corte con parientes y colaboradores pertenecientes a algunas de las grandes familias genovesas del momento en un contexto en el que Madrid adquiría mayor peso en la firma de asientos y en el que las necesidades económicas de la Corona apremiaban.102 En este sentido, no hay duda de que la relación privilegiada que los Serra entablaron con los Spinola a finales del siglo xvi y principios del xvii era ilustrativa de la estrategia de promoción delineada por Girolamo en este periodo: una apuesta por la continuidad de los negocios en Flandes, tal y como demuestra el envío de Francesco Serra q. Antonio IV a Amberes a finales de la década de 1590. En lo que respecta a los asientos destinados a los de Cruzada. En Fernández Martín, L. «La colonia…», cit., p. 75. En relación a la implicación de la compañía «Cattaneo Serra, Giovanni Benedetto Spinola e Giovanni Pietro Serra» en los asientos de Sinibaldo Fiesco y Giovanni Battista Giustiniano, véase AGS, DGT, Inventario 11, leg. 2-8, donde se recogen varios documentos para la década de 1590. 102 Tal y como refiere Grendi para los Balbi, aludiendo concretamente al pasaje de Nicolò II Balbi a Castilla, en la corte «era probable que el esfuerzo económico tuviera que ser mayor, pero eran posibles formas de negocio diversas, gracias al contacto directo con funcionarios de la Hacienda, un cuidado de los pagos más funcional y la gestión de las exportaciones de dinero, sin olvidar toda una serie de comisiones a favor de los correspondientes genoveses». Traducción propia del texto original de Grendi: «era probabile che l’impegno economico dovesse risultare maggiore ma erano possibili forme di negoziato diverse, consentite dal contatto diretto con funzionari della Hacienda, una più funzionale cura dei pagamenti e la gestione delle esportazioni di denaro, nonché tutta una serie di commissioni a favore dei corrispondenti genovesi». En Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 47.

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Países Bajos, si bien en la década de 1580 —la época dorada de los asientos de Flandes— se optó por participar en este negocio mediante intermediarios situados en Amberes (Sivori y De Marini) que negociaban directamente sus préstamos en Bruselas, en estos años, cuando los préstamos a Flandes comenzaron a concretarse preferiblemente en Valladolid y Madrid, se advierte un mayor interés por situar sujetos de la propia familia en la corte de Madrid y Valladolid. Es el caso de los primos Cattaneo Serra q. Nicolò y Battista Serra q. Antonio IV y de los Spinola De Luccoli, Carlo y Federico Spinola. Al mismo tiempo, Génova y las ferias de cambio de Piacenza continuaban siendo la bisagra fundamental sin la cual era imposible hacer efectivos los asientos firmados en Madrid y con destino Flandes. Es por ello por lo que Girolamo y su suegro Giacomo Spinola se hicieron presente en ellas, si bien su perfil de extrema movilidad (como hemos comprobado en el caso de Girolamo) exigía la presencia en la República de figuras más estables, como lo era Nicolò Serra y Giovanni Pietro II Serra, hermano y primo lejano de Girolamo, respectivamente y, como hemos visto, representativos del poder político de la familia en la madre patria. Todos estos eslabones constituyeron bases sólidas gracias a las cuales, en un momento de crisis como la suspensión de pagos de 1596, se produjo el despegue de los negocios de la familia. La crisis fue transformada por el joven Battista Serra q. Antonio IV y su red en una increíble oportunidad que puso al alcance de la familia un abanico de posibilidades que hicieron de ellos un caso particular y, en ciertos aspectos, bien diverso del representado por otros genoveses de la época.

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PARTE II EL SERVICIO A LA MONARQUÍA

CAPÍTULO 3 LA ESCALADA EN LA CORTE (1596-1607)

1. Madrid

y las redes

«heredadas»

La decisión en 1588 de centralizar los rembolsos de los asientos en Madrid potenció el papel de la Corte en el sistema de crédito de la Monarquía Hispánica. Álvarez Nogal refiere cómo el mayor protagonismo de Madrid en la firma de los asientos constituyó una estrategia diseñada por el Consejo de Hacienda desde finales del reinado de Felipe II para prescindir de los asientos flamencos.1 Hipótesis que Vázquez de Prada sostuvo con anterioridad en uno de sus trabajos sobre los asientos acordados en los Países Bajos. Concretamente el autor se refería a cómo, desde principios de 1586, se había dado orden a Farnese «de no acordar asientos a pagar en Italia, puesto que Su Majestad prefería acordarlos en España por sumas relevantes a pagar mes a mes».2 Como aseguraba Vázquez de Prada, este sistema era considerado más ventajoso para la Real Hacienda porque, de este modo, se aseguraba un mayor control de la situación, así como una negociación particular y en las mejores condiciones con los asentistas. La cercanía a la figura del rey como fuente de gracia y merced3 no solo constituyó un factor estabilizador que redujo al mínimo los posibles conflictos por parte de la nobleza, iglesia u oligarquía, sino que además supuso la arribada masiva de extranjeros a la Corte deseosos de beneficiarse del patronazgo real. Dichos factores y el asentamiento en Madrid de las principales instituciones de la Monarquía Hispánica 1  Álvarez Nogal, C. «Las compañías…», cit., p. 72, citando el trabajo de Esteban Estríngana, A. Guerra y finanzas…, cit. 2 Traducción propia del original citado por Vázquez de Prada: «di non concordare asientos da pagare in Italia, giacché Sua Maestà preferiva concordarli in Spagna per somme rilevanti, da pagare mese per mese». En Vázquez de Prada, Valentín. «Gli uomini d’affari e i loro rapporti con la corona spagnola nelle Fiandre (1567-1597)», en De Maddalena, A. y Kellenbenz, H. (eds.), La repubblica..., cit., pp. 243-273:258. 3  Yun Casalilla, B. Marte..., cit., pp. 378-379. Sobre la importancia de la gracia y de la merced en la sociedad hispánica de Antiguo Régimen, véase Clavero, B. Antidora..., cit.

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propiciaron el establecimiento de embajadas para representar los intereses de las distintas naciones ante el rey y sus ministros.4 Buena parte de los extranjeros que se asentaron en la Corte eran financieros que hicieron de la vaguada del Prado, la calle Alcalá, la calle Atocha, la de San Luis y la Carrera de San Jerónimo sus principales zonas de residencia.5 Battista Serra q. Antonio IV (1576-1643) residía en esta última, «en las casas del tesorero de Ocaña» al menos desde el 27 de noviembre de 1607.6 Es difícil determinar cuándo se produjo la llegada de Battista Serra a Madrid. Parte del problema se debe a la homonimia que caracterizó a la familia, hecho que provoca cierta incertidumbre a la hora de distinguir entre Giovanni Battista Serra q. Paolo II, hermano de Girolamo, y Battista Serra q. Antonio IV, sobrino de los anteriores. Es probable que Giovanni Battista q. Paolo II no se encontrara en Nápoles al menos desde 1596, año en el que su hijo Ottavio Serra parece actuar en el reino como su procurador.7 Ello abre las puertas a la teoría de que pudiera haberse transferido 4 La existencia de dichas embajadas hacía innecesario el establecimiento de consulados para las distintas naciones, hecho que no impidió que Génova reclamara repetidamente al monarca Católico que le concediera dicho privilegio. Una prueba de las trabas que se ofrecían a la reivindicación de la República la hallamos en ASGe, AS, Litterarum, 1879, carta de la República al embajador genovés en Madrid, Giovanni Francesco De Franceschi, 22 de octubre de 1607, fols. 138r y v. 5 Sanz Ayán, Carmen. «Bajo el signo de Júpiter: negocios y hombres de negocios en el Madrid del Seicientos», en Morán, José Miguel y García García, Bernardo José (eds), El Madrid de Velázquez y Calderón. Villa y Corte en el siglo xvii, vol. 1, Madrid, Fundación Caja Madrid, 2001, pp. 61-92:64. 6 Tal y como se indica en el pleito iniciado por los patrones de las memorias y obras pías de los difuntos Juan y Marcos Mendiola contra Battista Serra, por 43 400 maravedíes de juro que, según los primeros, pertenecían a dichas obras pías y que se vieron comprometidos por la quiebra del banco Mortedo de Sevilla en 1601 Archivo General de Indias (AGI), Contratación, leg. 494, n. 2, fol. 46v. 7 Un documento notarial realizado en Nápoles el 30 de agosto de 1596 por Ottavio Serra confirma que, para entonces, Ottavio representaba como procurador en Nápoles a su padre Giovanni Battista así como a los herederos de Giovanni Battista Doria en la quiebra del banco «Calamazza et Pontecorvo»

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a Madrid, tal y como defienden Podestà, Musella y Augurio que postulan que el protagonista de las polémicas negociaciones en la Corte previas al acuerdo del Medio General de 1598 fue Giovanni Battista Serra q. Paolo II y no Battista Serra q. Antonio IV, argumentando que este último era demasiado joven por entonces.8 La razón aludida no es motivo suficiente para descartar la posibilidad de que fuera el joven Battista, sobrino predilecto de Girolamo, el que se hizo presente en las tratativas con los ministros tras la suspensión de pagos de 1596, momento que aprovechó para encabezar una negociación de las nuevas provisiones del monarca Católico por separado, prescindiendo, por tanto, del resto de los miembros de la nación genovesa. Una maniobra que, como tendremos la ocasión de comentar, causó un gran revuelo entre sus compatriotas, puesto que suponía la ruptura de la unidad de negociación de los hombres de negocios afectados por el decreto de suspensión. Aunque la mayoría de edad de los genoveses se estipulaba en los veinticinco años, antes de cumplirlos los jóvenes vástagos de la familia, como se ha comprobado con Francesco Serra, hermano de Battista, podían ser entrenados en diversos escenarios económicos con el fin de asegurarles una educación que les permitiera proseguir con éxito sus actividades comerciales y financieras y la correcta administración del patrimonio familiar.9 Asimismo, veremos en capítulos sucesivos el caso de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, primo de Battista y nacido en 1603 que, en 1625, con el objetivo de defender la República del ataque francosaboyano, pagó que operaba en el reino. En ASNa, Notai ‘500, 488/18, fols. 295r-297v (con escritura inserta sin numeración), 30 de agosto de 1596. 8  Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p.71. En 1598, Battista tenía 22 años. 9 En concreto, Francesco Serra q. Antonio IV, nacido en 1579, en 1598 ya firmaba un asiento en Amberes junto a «C. De Marini» por 200 000 escudos: Vázquez de Prada, V. Lettres…, cit., vol. 1, p. 354. Por entonces, Francesco contaba solo con 19 años.

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40 000 escudos de oro por una compañía de trescientos infantes y marchó a Italia alineado con los españoles bajo las órdenes del duque de Tursi y del marqués de Santacruz, Álvaro de Bazán. Por otro lado, el testamento de Battista Serra q. Antonio IV es revelador al respecto. En él reconocía su participación en el Medio General de 1598 que, según él, le procuró tantas tribulaciones.10 Por estas razones, por los estrechos tratos que mantuvo con Girolamo Serra —uno de los principales interlocutores de la familia con el monarca Católico— y por el reconocido papel que asumió pocos años después como uno de los cuatro miembros de la Diputación del Medio General de 1608, nos decantamos porque fue él, y no su tío Giovanni Battista q. Paolo II, el que a finales del siglo xvi contribuyó a reforzar la posición de los Serra en la Corte gracias a las negociaciones que llevó a cabo con los ministros regios antes de que el Medio General de 1598 viera la luz. La relación estrecha que Girolamo Serra sostuvo con sus sobrinos, sobre todo con los hijos de su hermano Antonio IV, sentó las bases de una intensa colaboración que duró hasta el momento de su muerte en 1616. De hecho, en el testamento que este realizó en 1592 —por tanto, antes de contar con descendencia legítima— designó a sus sobrinos como herederos y a la madre de los mismos,

10 Battista Serra se refiere con estas palabras a los servicios prestados en ese momento al monarca Católico: «digo y declaro que no solo ho anticipato dineros en estos [asientos], sino que he perdido mi hacienda por haber servido a Su Majestad católica con su grandísima utilidad y beneficio como se puede constatar en sus reales libros y puedo decir que lo que he anticipado, con mucho trabajo [...] lo he perdido en títulos ausentes, sobre todo por los decretos realizados en el año de 1597 del mes de noviembre y en febrero de 1607». Traducción propia del texto original: «dico e dichiaro che non solo ho avanzato denari in essi [asientos], ma che ho perso di mia hazenda con haver servito a Sua Maestà catolica con suo grandissimo utile e beneficio como può constare da suoi reali libri e che posso dire che quanto ho avanzato molto [...] l’habbi perso in titoli assenti massima per li decreti fatti in l’anno 1597 per il mese di novembre et in febraro 1607». En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637.

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Claudia Lomellini de Francesco, como uno de sus fideicomisarios. Este último nombramiento lo confirmó en su testamento de 1 de enero de 1606.11 La alianza con el ramo de Claudia Lomellini era de vital importancia, ya que el hermano de esta, Filippo, así como su padre, Francesco, y sus tíos Agostino y Nicolò Lomellini, eran los artífices de la empresa del coral de Tabarca.12 Asimismo, la descendencia de Stefano Lomellini, uno de los hermanos de Claudia, adquirió una singular relevancia en la vida política genovesa de la década de 1640: su tataranieto Giovanni Francesco Lomellini, reconocido «antiespañolista» e hijo de Stefano Lomellini y de Anna Serra de Giovanni Battista Serra q. Girolamo, fue nombrado Dux de la República en 1646. En el testamento redactado en 1613 por Girolamo Serra y en su posterior codicilo de Loano de 1616, fechas en las que ya contaba con sus propios sucesores, se descubre la relación especial que lo unía a su sobrino Battista Serra q. Antonio IV, su mano derecha y colaborador de confianza: no solo lo incluyó entre sus fideicomisarios, sino que, en el codicilo de Loano, lo nombró tutor y curador de sus dos herederos menores de edad: Giovan Francesco (1608-1656) y Giovanni Battista Serra (16121684), que fueron criados y promocionados en Madrid por su

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Remondini, G. C. serie «testamenti», fols. 349-350, en BCB, M.r., XV, 3.4. El testamento de 1606 se encuentra en ASGe, NA, 3664. 12 La genealogía de este ramo en Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 2, parte 2, fol. 275, en BCB, M.r., VIII, 2,30. Sobre la la explotación del coral de Tabarca y la implicación de los Lomellini en dicha actividad véanse: De Boubaker, Sadok. «Les génois de Tabarka et la régence de Tunis au xviième siècle et au xviiième siècle», en Belvederi, R. (ed.), Rapporti..., cit., vol. 7, 1989, pp. 275-295; Bitossi, C. Il governo..., cit., pp. 167-188; Gourdine, Philippe. Tabarka. Histoire et archeologie d’un préside espagnol et d’un comptoir génois enterre africaine (xve-xviiie siècle), Roma, École Française de Rome, 2008; Picinno, Luisa. Un’impresa fra terra e mare. Giacomo Filippo Durazzo e soci a Tabarca (1719-1729), Milán, Francoangeli, 2008. Para una mejor comprensión de la genealogía de los Lomellini de Tabarca descendientes de Francesco y sus enlaces con los Serra, véase el cuadro genealógico elaborado ad hoc y situado al final de este trabajo.

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primo Battista.13 La educación de los jóvenes Serra en la Corte era una estrategia seguida por muchos otros nobles genoveses que pretendían garantizar el servicio al soberano Católico por parte de la nueva generación y para asegurar a la Corona hispánica su compromiso y lealtad. También lo entendió de esta manera Giovanni Andrea Doria, que envió a su hijo Giannettino a Madrid para que completase sus estudios.14 La aceptación por parte de Battista del cargo de tutor de los huérfanos de Girolamo constituía un reconocimiento a las funciones de tutor que su tío ya había ejercido para Battista y sus hermanos debido a la temprana muerte de su padre, Antonio IV, en 1582.15 Sin olvidar que Battista casó con su prima Maddalena Serra, hija de Girolamo, después de la muerte del primer marido de esta, Giovanni Battista Grimaldi. La endogamia practicada por la familia Serra se manifestó igualmente en otros dos enlaces de los hermanos de Battista como fue el caso de Paolo Serra, que 13 Sobre su nombramiento como tutor y fideicomisario de Girolamo Serra se profundizará en un próximo capítulo. 14 Lomas Cortés, M. «Renovar el servicio...», cit., p. 196. 15 La monografía de Podestà, Musella y Augurio nos informa de que Antonio IV Serra tuvo seis hijos. En orden de nacimiento fueron: Scipione (hijo natural); Giacomo (1570-1623), futuro cardenal; Paolo (1571-1637); Maria (nacida hacia 1575); el propio Battista (1576-1643) y, por último, Francesco (1579-1656). Sin embargo, numerosos testamentos realizados en Génova por su mujer, Claudia Lomellini, nos desvelan la existencia de otra hija, Angela Felice, monja en el monasterio de Santa Maria delle Grazie. Véanse los testamentos de la susodicha de 25 de enero de 1606, 15 de mayo de 1614 y 7 de noviembre de 1618 en ASGe, NA, 5860. Una versión traducida al español en AGS, CME, leg. 570, 1, 17. Angela Felice Serra es identificada erróneamente por Podestà, Musella y Augurio como hija de Nicolò Serra, hermano de Antonio IV. Al respecto, véase el anexo genealógico presente en la obra: Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., anexo genealógico. Las genealogías presentes en el manuscrito de A. M. Buonarroti no incluyen a dicha Angela Felice ni en la descendencia de Nicolò Serra ni en la de Antonio IV Serra. En Buonarroti, A. M. Alberi…, cit., vol. 3, parte II, fol. 357, en BCB, M.r., VIII, 2, 32. véase el cuadro genealógico de Antonio IV Serra presente al final de este trabajo.

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casó con su tía, Violante Spinola de Giacomo (cuñada de Girolamo Serra) y, Maria Serra que, como veremos, contrajo nupcias con Nicolò Pallavicino, socio de su tío Girolamo y de su hermano Battista. La relación estrecha entre Battista Serra q. Antonio IV y su tío no solo se concretó en los vinculos solidarios y matrimoniales comentados, sino también en la inserción del primero en una serie de redes en las que confluían personajes de la órbita de Girolamo y que fueron fundamentales en los inicios de Battista como hombre de negocios. Tal y como refiere Grendi, las actividades financieras que comenzó a privilegiar la nobleza genovesa requerían «un personal más reducido y especializado y estimulaban una solidaridad y sintonía de iniciativas a nivel de fortuna más que a nivel familiar».16 A pesar de que el efecto multiplicador de la actividad financiera obligaba al despliegue de una densa maraña de correspondientes —desde delegados en las cecas hasta procuradores en los puertos de los que partían las galeras con la plata asignada a los banqueros—, es cierto que la capacidad capitalista necesaria para el desarrollo de los asientos que precisaba la Monarquía Hispánica se podía encontrar únicamente en un pequeña élite, en torno a la cual los interesados en este negocio trazaron sus vínculos. Fenómeno que explica en parte la asociación de los hermanos Battista y Paolo Serra q. Antonio IV con Nicolò Pallavicino q. Agostino.17 16 Traducción propia del texto original de Grendi: «un personale più ridotto e specializzato e stimolavano una solidarietà e sintonia di iniziative al livello di fortuna più che non al livello familiare». En Grendi, E. «Capitazioni…», cit., pp. 43 y 44. Según Grendi, a diferencia de los negocios financieros, «las actividades de armadores, las militares y las comerciales requerían una movilización más extensiva de los recursos familiares». Traducción propia de la citación de Grendi: «le attività armatoriali, militari e commerciali richiedevano una mobilitazione più estensiva delle risorse familiari». 17 Los Pallavicino hijos de Agostino constituyen aún un argumento desconocido. Este estudio no ha podido abordar las numerosas fuentes disponibles al respecto y localizadas en el Archivio di Stato di Bologna y en el Archivo Durazzo-

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Para situar adecuadamente la figura de Nicolò Pallavicino (15621619) baste mencionar la cuidada política matrimonial puesta en práctica por su familia.18 Era hijo de Agostino Pallavicino q. Francesco y de Maddalena Spinola q. Daniele. Esta última era hermana de Daniele Spinola, padre de Emilia Spinola, a su vez primera esposa de Girolamo Serra.19 La fortuna de la familia Pallavicino, conformada a partir del comercio del alumbre, le permitió constituirse como benefactora de la iglesia de San Ambrogio y San Andrea de Génova (el Gesù).20 Los numerosos hermanos de Nicolò, entre los que se encontraba Giulio Pallavicino,21 enlazaron con la flor y nata de las familias de la nobleza vieja genovesa dedicadas al servicio al monarca Católico: Centurione, Doria y Spinola. Respecto a este último, baste decir que Francesco Pallavicino, hermano de Nicolò, contrajo nupcias con Battina Spinola q. Filippo q. Ambrogio, Giustiniani de Génova, donde se halla un abundante fondo epistolar privado. Al respecto, véase Bologna, Marco (ed.), Gli archivi Pallavicini di Genova, 2 vols., Génova, Atti della Società Ligure di Storia Patria, Nuova Serie, 1994; Ostoja, Andrea. «L’archivio Pallavicini nell’Archivio di Stato di Bologna», Notizie degli Archivi di Stato, XI (1951), pp. 75-87. 18 Su genealogía en Buonarroti, A. M. Alberi…, cit., vol. 3, parte I, fol. 22, en BCB, M.r., VIII, 2, 31. 19  Ibidem, vol. 3, parte II, fol. 330, en BCB, M.r., VIII, 2, 32. Véase la conexión entre los Pallavicino y los Serra en el cuadro genealógico nº 4 al final de este trabajo. 20 Grendi, E. (ed.), Inventione..., cit., p. VII, 1975. Precisamente, Marcello Pallavicino, uno de los hermanos de Nicolò, era jesuita. En lo que respecta a la participación de la familia en el negocio del alumbre, fue Tobia Pallavicino, hermano de Agostino, el artífice de los asientos de alumbre de Tolfa que contribuyeron a hacer de la familia una de las más ricas de la República. Sobre la importancia del comercio del alumbre, así como de la implicación de genoveses en este negocio, consúltense: Delumeau, Jean. L’alun de Rome, xve-xixe siècle, París, Mouton, 1962; Doria, G. «Conoscenza…», cit., pp. 87 y 88; Ruiz Martín, Felipe. Los alumbres españoles: un índice de la coyuntura económica europea en el siglo xvi, Madrid, Bornova, 2005; Ait, Ivana. «Margani e le miniere di allume di Tolfa. Dinamiche familiari e interessi mercantili fra xiv e xvi secolo», Archivio Storico Italiano, 168, 2 (2010), pp. 231-262. 21 Se trataba del autor del conocido texto «Inventione di Giulio Pallavicino di scriver tutte le cose accadute alli tempi suoi (1583-1589)» editado por E. Grendi y publicado en 1975: Grendi, E. Inventione..., cit.

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hermana de Ambrogio Spinola, futuro marqués de los Balbases. Nicolò no solo se movió en las altas esferas de las finanzas hispánicas, sino que también se erigió en uno de los banqueros más destacados del duque de Mantua, Vincenzo Gonzaga, del cual era vasallo desde 1602, fecha en la que recibió la investidura del feudo de Mornese. Los contactos asiduos de Nicolò Pallavicino con la corte de Mantua serían los que le permitirían entrar en contacto con Rubens, como se verá en otro capítulo. La extraordinaria posición de Nicolò Pallavicino y los tratos previos que este había mantenido con Girolamo Serra justificaron que Battista se apoyara en él. Aunque nos es desconocida la fecha exacta en la que Girolamo Serra y Nicolò Pallavicino comenzaron su colaboración, sabemos que ya en 1594 ambos se hallaban en la «Compañía de los ocho aseguradores de Venecia»22 y que el 1 de enero de 1606 Girolamo lo nombró entre sus fideicomisarios.23 Por otro lado, en 1607 el embajador español en Génova, Juan Vivas, ante la escasez de hombres de fortuna en la República que quisieran participar en los asientos de Flandes, propuso al rey la conformación de una junta de cuatro ciudadanos ricos genoveses que, además de supervisar las maniobras de un consejero de Hacienda nombrado para la provisión de los capitales necesarios en los Países Bajos, pudiera asegurar el suministro de un millón de ducados. Entre los candidatos de Vivas se encontraban Girolamo («Geronimo») Serra y Nicolò Pallavicino.24 Asimismo, Girolamo 22 Tenenti, A. Naufrages..., cit., p. 62; Tucci, U. Mercanti, navi…, cit., p. 156. 23 ASGe, NA, 3664. 24 En palabras de Vivas «sería necesario que V. M. eligiese cuatro de estos gentiles hombres de los más ricos y de bondad y inteligencia para que estos como criados de V. M. aconsejasen al que viniese haciendo como una junta entre ellos y caso a ser menester la acreditasen y proveyesen hasta un millón [de ducados] entre los cuatro con el cual y el contado que viniese y lo que madurase de las consignaciones y venida de las flotas sería segura la provisión y el pagamento de los débitos para mantener el crédito y el orden de estas cosas». El embajador aseguraba que con este sistema la Corona se ahorraría hasta medio millón de ducados. En AGS, Estado, leg. 1434, doc. 18, carta de Juan Vivas, embajador

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Serra y Nicolò Pallavicino figuraban en 1609 como fiadores de Vivas, en sustitución de Carlo Doria Tursi para los asientos de Flandes.25 La implicación entre Pallavicino y Serra fue tal que, como ya se precisó más arriba, la hermana de Battista Serra, Maria, casó con Nicolò, un enlace seguramente programado por Girolamo Serra, tutor de sus sobrinos y, como hemos visto, socio de Pallavicino en varios ámbitos. Fruto de esta unión nació en 1594 Antonio Pallavicino que, con el fin de perpetuar los vínculos con los Pallavicino y de fomentar los lazos entre el ramo de Antonio IV y de Girolamo Serra, terminó casando con su tía Bianca, hija de Girolamo Serra, confirmando una vez más la tendencia al matrimonio endogámico que caracterizó a la familia.26 Pero uno de los signos más evidentes de los intereses comunes entre los Serra y los Pallavicino fue la fundación de la compañía «Battista e Paolo Serra e Nicolò Pallavicino». En dicha sociedad, Pallavicino participaba con un veinticinco por ciento en los negocios de Génova y en las ferias de Besançon y Piacenza. Y con-

español en Génova, a Felipe III, 12 de marzo de 1607, fols. 38r y v. Entre los hombres de negocios señalados por Vivas, además de Serra y Pallavicino, se encontraban Giovanni Battista Doria Burges, Giovanni Giacomo Grimaldo, Giacomo Saluzzo, Giovanni Battista Spinola Vachon, Francesco De Marini y Andrea Spinola. 25 AGS, Estado, leg. 1434, doc. 232, Carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, a Felipe III, 2 de julio de 1609, fols. 474r y v. En ella, Juan Vivas precisaba al monarca que la sustitución se produjo porque Carlo Doria, en vez de proporcionar dinero para asegurar el envío de unos capitales a Flandes, quería suministrar joyas, algo que no juzgó positivamente el embajador que, conviene recordar, mantenía una abierta hostilidad contra el príncipe de Tursi. 26 Este enlace será esencial para explicar el traspaso del feudo de Mornese, en el Monferrato y propiedad de los Pallavicino, a Giovanni Battista Serra, hermano de Bianca, en 1628 como consecuencia de las pérdidas sufridas por Antonio Pallavicino tras la suspensión de pagos decretada en 1627 por el monarca Católico de 1627. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 375. Volveremos sobre dicho traspaso en un capítulo posterior.

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tribuía con otro veinticinco por ciento en los asuntos de España con Battista Serra.27 La compañía respondía a un esquema clásico que preveía el establecimiento del primogénito en Génova, donde se encontraba la sede principal, y el desplazamiento del resto de los miembros de la compañía allá donde se hallaran los intereses de la sociedad.28 Si bien Paolo Serra no era el primogénito de Antonio IV, lo era a efectos prácticos, visto que el mayor de los hijos de Antonio IV, Giacomo Serra, había emprendido la carrera eclesiástica sostenido por su tío Girolamo y favorecido por la posición preminente que adquirió su hermano Battista en Madrid. En el ascenso de Giacomo fue esencial la actitud del pontífice Paolo V, favorable a los genoveses, y la ayuda de su tío, Girolamo Serra, que, gracias a los ingentes capitales que manejaba, se ocupó de financiar su escalada.29 Asimismo, la posición de poder que poseía Battista Serra en la corte de Madrid de principios del siglo xvii, motivó que este solicitara al monarca el 25 de febrero de 1606 que intercediera ante el Papa, a través del marqués de Aytona, para que nombrara a su hermano auditor de Cámara. El rey daría su beneplácito especificando que se hicieran cartas dirigidas a Su Santidad y al embajador «intercediendo no pidiendo».30 27 Podestà refiere que Nicolò Pallavicino se hallaba también en compañía con Francesco Serra, hermano de Battista q. Antonio IV, y como se recordará, situado en Amberes desde 1598-99 y posteriormente en Génova al menos desde 1610. Con este, Pallavicino estaría en compañía para los negocios de Génova, Besançon y Piacenza al veinticinco por ciento. En Podestà, Emilio. Uomini monferrini, signori genovesi, Génova, Tip. Pesce, 1986, p. 250. 28  Álvarez Nogal, C. Sevilla..., cit., p. 129. 29 Al respecto, nos consta el préstamo de 3500 y 4000 escudos de oro por parte de Fabio d’Albergatis de Bologna a favor de Giacomo Serra y por cuenta de Girolamo Serra y de Antonio Brignole el 5 de septiembre de 1594. En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 66. 30 En AGS, Estado, 1690, 1692. Agradezco a Ana Quijorna por haberme facilitado esta información.

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La posición destacada alcanzada por los financieros del rey no solo constituía un elemento fundamental para el ascenso de otros miembros de la red en distintas sedes, sino también para la defensa de los intereses del Católico en Estados como Roma donde el objetivo de promover una política filohispánica dependía inexorablemente de las negociaciones entabladas por el embajador español en la corte pontificia con los particulares de dicho emplazamiento, ya fuera la nobleza romana o los cardenales del Sacro Collegio.31 Lo que no implicaba que los particulares genoveses residentes en Roma y emparentados con servidores del monarca hispánico antepusieran siempre los intereses del Católico a los personales, tal y como pone de manifiesto una carta que el fiscal Nicolò Benigno envió desde Madrid al cardenal Aldobrandino. En concreto, Benigno aludía a las malas relaciones que Giacomo Serra mantenía en Roma con Aldobrandini, motivo por el cual el fiscal había contactado a Battista Serra a través de un amigo del genovés para que mediara con su hermano para que cambiara su comportamiento. Ante lo cual, Battista Serra «ha mostrado maravillarse y ha dicho que le habría escrito».32 Sin embargo, la aparente enemistad existente entre los Serra y los Aldobrandini 31 Sobre la disponibilidad mostrada por el cardenal Serra a ayudar al embajador español en Roma, duque de Alburquerque, véase: AGS, Estado, leg. 1868, carta del cardenal Serra al rey, Ferrara, 3 de junio de 1620. Aunque la figura de Giacomo Serra requeriría un análisis específico que no se ha podido afrontar en este trabajo, no hay duda de que en Roma jugó un papel importante en la política filohispánica que desarrollaba en otros ámbitos su hermano Battista Serra. Así por ejemplo, Giacomo Serra fue uno de los cardenales genoveses de los que se valió Zapata, cardenal protector de España en Roma, para apoyar el candidato Borghese en el cónclave de 1621. En Archivio di Stato di Roma (ASR), Santacroce, vol. 115, «Discorso politico sopra il conclave», fols. 464r- 471v. Un análisis sobre el papel de los cardenales genoveses en las relaciones entre la República y Roma en Pizzorno, Diego. Genova e Roma. Gruppi di potere, rapporti politici-diplomatici, strategie internazionali, Módena, Mucchi Editore, 2018. 32 Traducción propia del original: «hà mostrato maravigliarsene e detto volergliene scrivere». En Archivio Doria Pamphilj [ADP], Fondo Aldobrandino, busta 9,

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es desmentida por otro agente en Madrid de los Aldobrandini, Cristoforo Appollinari, de la congregación somasca. En concreto, el religioso se deshizo en elogios sobre la buena voluntad de Battista Serra que, según Apollinari, «se consideraría [Battista] un hombre ingrato y de poco honor si no correspondiera siempre con la devoción y el servicio que debe».33 Las actividades de la compañía «Battista e Paolo Serra e Nicolò Pallavicino» se desarrollaron al menos desde 1600, año en el que, junto con Girolamo Serra, la sociedad era una de las más importantes y poderosas de las congregadas en las ferias italianas de Piacenza. Felloni nos transmite con estas palabras la relevancia adquirida por la sociedad en este enclave a principios del siglo xvii, La mayor en absoluto era el banco de Nicolò Pallavicino y de los dos hermanos Serra, que entre Apparizione y Pasqua [del año 1600] efectuó compensaciones por casi 550 000 escudos de marca; le seguían la de los Capponi (más de 470 000 escudos), la de los Bonvisi (457 000 escudos), la de los hermanos Saluzzo (405 000 escudos) y la de los Sivori (401 000 escudos).34 interno 28, carta de Nicolò Benigno al cardenal Aldobrandini, 14 de julio de 1605, Madrid, fol. 157r. 33 Traducción propia del original: «Che si reputarebbe per huomo ingrato e di poco honore se non corrispondesse sempre con quelli effetti di divotione et servitù che deve». En ibidem, Fondo Archiviolo, B. 214, Corrispondenza n. 4, incartamento (inc.) 375 y 376, carta de Cristoforo Appollinari al cardenal Aldobrandino, 26 de septiembre de 1609, Madrid. Appollinari añade que Battista Serra había llamado en causa al cardenal Ginnasi como testigo de la buena voluntad que tanto él como su hermano mostraban hacia Aldobrandini. 34 Traducción propia del texto de Felloni: «La maggiore in assoluto era la banca di Nicolò Pallavicino e dei due fratelli Serra, che tra Apparizione e Pasqua [del año 1600] effettuò compensazioni per quasi scudi marco 550 000; seguono quelle dei Capponi (oltre scudi 470 000), dei Bonvisi (scudi 457 000), dei fratelli Saluzzo (scudi 405 000), del Sivori (scudi 401 000)». Los balances presentados por Felloni se refieren también a otras compañías de la familia Serra: así por ejemplo la de «Gio. Pietro e

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Habían pasado tan solo cuatro años desde que se produjera la suspensión de pagos de 1596. Hasta ese momento, los Serra, si bien habían ampliado considerablemente su radio de acción apoyándose en banqueros de mayor calibre, no eran aún los flamantes banqueros cuyo facturado en ferias de 1600 admiraba Felloni. Para comprender el salto experimentado por las actividades de la familia es necesario analizar la actuación de Battista Serra en las negociaciones que se concretaron en el Medio General de 1598.

2. Battista Serra q. Antonio IV y el Medio General de 1598 La suspensión de pagos decretada el 29 de noviembre de 1596 no debe solo interpretarse en un contexto de repulsión hacia los préstamos genoveses y hacia los abultados intereses que estos percibían: el decreto de suspensión respondía también a las necesidades dinerarias de la Corona, que no hacían sino avivar las tensiones existentes entre Felipe II y sus banqueros desde el verano Cattaneo Serra e Gio. Batta Spinola». Este último debía de tratarse en realidad de Giovanni Benedetto Spinola. La sociedad mencionada tenía sede legal en Génova y un balance para la feria de Pasqua de 14 223 escudos de marco. Por otro lado, Felloni cita también la compañía de Girolamo Serra, con sede en Génova y un balance de 158 145 para Apparizione y de 180 817 para Pasqua. Finalmente, la de Nicolò Serra, con sede en Génova, y un balance para Apparizione de 160 713 y para Pasqua de 173.948. En Felloni, Giuseppe. «All’apogeo delle fiere genovesi: banchieri ed affari di cambio a Piacenza nel 1600», en id., Scritti di Storia Economica, vol. 1, Génova, Società Ligure di Storia Patria, 1998, pp. 551-568:560-561 y 567. Tras la muerte de Nicolò Pallavicino, su hijo Antonio los sustituyó en la compañía Serra-Pallavicino. Sabemos que en 1629, la sociedad continuaba percibiendo importantes rentas de juro sobre los reinos hispánicos: ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 43, doc. 11, fe de las partidas de rentas que la compañía Serra-Pallavicino tenía en España en 1629 (documento fechado el 30 de octubre de 1637 y realizado en Madrid).

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de 1595 con motivo del retraso en la llegada de la flota. Asimismo, las cortes se habían negado a aceptar el servicio de millones en los términos solicitados por el rey y al mismo tiempo, el conflicto con las Provincias Unidas empeoraba por la coalición de estas con Francia e Inglaterra desde 1596.35 A ello se sumaban las debilidades en el funcionamiento de la maquinaria de guerra, que pasaban por la mala administración, el fraude y la corrupción,36 así como el saqueo de Cádiz por los ingleses el 1 de julio de 1596.37 En el momento de la suspensión de pagos, Battista Serra figuraba entre los principales acreedores de la Corona. Ruiz Martín afirma que el montante de su crédito en el momento en el que se publicó el decreto era de 112 000 000 maravedíes. En relación a lo que le correspondía de las nuevas provisiones, el autor menciona la cantidad de 305 000 escudos y ducados.38 Al margen de la participación de Battista Serra en el asiento de 26 de octubre de 1596 consistente en la provisión, junto con otros hombres de negocios, de un millón y medio de escudos y ducados en los Países Bajos, Génova, Lisboa y Madrid, no tenemos conocimiento de una implicación anterior de los Serra en las finanzas reales desde Madrid.39 35  De Carlos Morales, C. J. «Felipe II y sus banqueros», cit., p. 340. 36  Yun Casalilla, B. Marte..., cit., p. 333. 37 Álvaro Castillo Pintado y Juan Eloy Gelabert han señalado que otra de las causas de la emisión del decreto fue un error en el cálculo de los recursos disponibles de la Real Hacienda. Una síntesis de las razones que motivaron la suspensión de 1596, incluyendo las mencionadas, en Sanz Ayán, Carmen. «Hombres de negocios y suspensiones de pagos en el siglo xvii», en Bernal, Antonio Miguel (ed.), Dinero, moneda y crédito en la Monarquía Hispánica, Madrid, Marcial Pons, 2000, pp. 727-750:728. Sobre la suspensión de pagos de 1596: Ruiz Martín, F. «La Banca de España...», cit., pp. 44-45; Muto, Giovanni. «“Decretos” e “medios generales”: la gestione delle crisi finanziarie nell’Italia spagnola», en De Maddalena, A. y Kellenbenz, H. (eds.), La repubblica..., cit., pp. 275-332; Ulloa, M. La hacienda real..., cit., pp. 815-826. 38  Ruiz Martín, Felipe. «Las finanzas durante el reinado de Felipe II», Hispania. Revista de Historia, 2 (1968), pp. 114-173:168. 39 Dicho asiento es referido en Ulloa, M. La hacienda real..., cit., p. 818.

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Un documento citado por Sanz Ayán ofrece una declaración en primera persona de Battista Serra y de los Sauli en la que aducían las razones por las que sus consignaciones y libranzas debían quedar libres del decreto. Argumentaban que ellos no eran responsables de la inflación progresiva en los intereses de los asientos de la que se acusaba a los banqueros genoveses ya que, antes de 1596, no habían intervenido en ninguna de estas provisiones. En esta dirección discurren las palabras de Battista Serra en su testamento de 3 de octubre de 1637. Según Serra, el decreto de suspensión de 1596, Fue realizado con motivo de los gallardos intereses que recibían los hombres de negocios, siendo verdad que hasta ese momento yo juro que no había percibido ni siquiera un real de tales intereses y que apenas efectuadas las pagas se suspendieron las consignaciones por lo que recibí daño en el pago por más de 150 000 ducados por los que la Real Hacienda me es cristianamente deudora.40

Efectivamente, siete días antes del decreto, los Sauli y Battista Serra habían proporcionado al rey 225 000 ducados y, como compensación, habían recibido «consignaciones que se sabía no las habían de gozar, y S. M. estaba determinado de volverlas a tomar para sí».41 Serra y Sauli reiteraban en su declaración que se encontraban en Castilla por «negocios particolares nuestros sin intención ni propósito de intervenir en los asientos que vuestra Majestad toma con los hombres de negocios» y que si decidieron 40 Traducción propia del original: «fu fatto per caosa de interessi gagliardi che havevano li huomini di negocio, essendo la verità che sino a qui e giuro io non havevo scosso un’ minimo reale di tali interessi, e che apena fatte le paghe vi furno sospese le consignationi con haver havuto di danno nel pagamento per stattomi fatto di piú di ducati 150 000 de quali la Real hazenda cristianamente me ne resta debitrice». ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 41 Ulloa, M. La hacienda real..., cit., p. 821.

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colaborar en 1596 fue por instancias del marqués de Poza y en servicio a Su Majestad.42 A pesar de estas aclaraciones, en el memorial presentado confesaban «que en la corte han servido muchas veces con dinero de contado»,43 lo cual abre la puerta hacia la posibilidad de que, antes del decreto, prestaran puntualmente sus servicios por sí mismos o como eslabones de una cadena de financieros de mayor potencia. Lo interesante de este alegato no es ni su posible veracidad ni su efectividad. De hecho, sus protestas no sirvieron para exceptuarlos de la suspensión de sus consignaciones, como ocurrió con los Fugger, por lo que los Serra terminaron deponiendo sus reclamaciones y uniéndose tardíamente a la Compañía del Medio General fundada el 29 de noviembre de 1597 y cuyas cabezas visibles fueron Ettore Piccamiglio, Ambrogio Spinola, Francisco de Maluenda y Giovanni Giacomo (o Jacome) Grimaldo.44 La fundación de dicho organismo permitía a los genoveses cerrar filas ante las exigencias de la Corona, unir fuerzas para defender los intereses del grupo y presionar para obtener mayores ventajas. Hecho que contribuyó a que los contemporáneos castellanos vieran en los genoveses un lobby homogéneo y compacto dispuesto a todo con tal de obtener beneficios para la nación. Es característico de ello el caso que apunta Braudel, basado en las investigaciones de Ruiz Martín, sobre el intento de prórroga de las ferias de Medina del Campo por parte de los financieros genoveses en junio de 1598, aludiendo a las dificultades generadas por el decreto de suspensión de pagos de 1596. Se trataba de una 42 El documento es de gran importancia por sugerir la ausencia de los Serra como titulares de los asientos antes de 1596. En Sanz Ayán, Carmen. «La estrategia de la monarquía en la suspensión de pagos de 1596 y su medio general», en Ribot García, Luis Antonio y Belenguer Cebriá, Ernest (eds.), La monarquía, recursos, organización y estrategias: Actas del Congreso Internacional «Las Sociedades Ibéricas y el mar a finales del siglo xvi», Madrid, Sociedad Estatal Lisboa ’98, 1998, pp. 81-97:93. 43  Ibidem. 44 La lista completa de los componentes en ibidem, p. 95.

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prórroga que les permitiría mantener por un poco más de tiempo el dinero que se les había prestado y que generó la protesta de los mercaderes de Burgos para los cuales «es mucha más cantidad la que han de pagar en las ferias los que no son decretados que los que lo son».45 La estrategia de los genoveses comprendía también el aplazamiento de las ferias de Besançon y de Piacenza, cuya organización se encontraba perfectamente coordinada con las castellanas, para lo cual no dudaron en emprender una intensa negociación con la República a través de Ettore Piccamiglio, representante de la compañía del Medio General en Madrid. Como bien nos refiere Pacini, los argumentos esgrimidos por Piccamiglio a la Signoria surtieron los efectos deseados, pero al mismo tiempo causaron desequilibrios en el mercado financiero hasta el punto de que plazas como Venecia se vieron desabastecidas y muchos mercaderes florentinos quebraron.46 El intento inicial de negociación por parte de Serra y Sauli al margen de la Compañía del Medio General fue un acto indicativo de la frágil unión existente entre los hombres de negocios genoveses que, en pos de sus propios intereses y los de su red, eran capaces de amenazar la negociación colectiva. La actuación de Sauli y Serra nos ofrece una imagen más compleja acerca del lobby cortesano genovés en la que la teórica solidaridad nacional daba paso a una competencia voraz en momentos de visible tensión.47 45 En Braudel, Fernand. Civiltà e imperi del Mediterraneo nell’età di Filippo II, vol. 1, Turín, Einaudi, 1976, p. 475. 46 Pacini, A. «Génova y España», cit., pp. 1105-1107. La manipulación de las ferias por parte de los banqueros genoveses ha sido abordada también por: De Carlos Morales, C. J. Felipe II: el imperio..., cit., pp. 116-121. 47 Como postula Álvarez Nogal, la gran capacidad de colaboración que se detecta en estos banqueros no era incompatible con la rivalidad: «cada uno de los banqueros genoveses tenía sus propios objetivos y su propia red de colaboradores, y defendían sus intereses y los de sus socios. Su estrategia personal chocaba muchas veces con la de otros banqueros. Todos trataban de lograr de la Corona el mejor contrato de asiento, en las mejores condiciones, y recibir por ello las

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Estas fracturas evidencian la existencia de diversos grupos dentro de esta élite de financieros que, a pesar de la colaboración perceptible entre ellos y de las llamadas de atención de la República y de su embajador en Madrid, Cesare Giustiniano, en aras de la «causa pública», no dudaban en defender sus propios objetivos cuando la situación se volvía crítica.48 El acto de «traición» de Serra no se limitó al memorial mencionado: Cesare Giustiniano refería en una carta enviada a la República el 22 de junio de 1597 (antes de la creación de la Compañía del Medio General) el ofrecimiento al marqués de Poza por parte de Battista Serra de 400 000 escudos a pagar en Flandes a finales de julio, «tomando [Serra] consignaciones breves y por 400 000 de deuda vieja la mitad de los juros de a catorce [mil el millar] mercedes, compensaciones y reconocimiento de mejor calidad posible». En Álvarez Nogal, C. «Las compañías...», cit., p. 75. 48 El intento de Serra y Sauli de desvincularse de las indicaciones de la República no fue ni el primero ni el último. Canosa refiere cómo, en mayo de 1579, la Monarquía Hispánica solicitó a los genoveses que pusieran a su disposición naves para el transporte de soldados, pero no hubo ningún propietario de galeras que estuviera dispuesto a efectuar el servicio a la vista de la poca disponibilidad de numerario por parte de la Corona. La intervención del gobierno de la República para que se mostraran más disponibles no surtió efecto. Los genoveses respondieron que aún no se habían pagado sus servicios anteriores y que, por tanto, no tenía sentido contratar otros nuevos. Al final, la República consiguió obligar a los propietarios a aceptar y las naves se mostraron disponibles, excepto dos que, debido a la escasez sufrida por Génova, fueron destinadas por las autoridades a cargar trigo siciliano. En cuanto estas embarcaciones llegaron a su destino, fueron secuestradas por el gobierno virreinal y usadas para el transporte requerido inicialmente. La República protestó vivamente a través de su embajador en Madrid, Francesco Fiesco. En Canosa, R. Banchieri..., cit., pp. 189 y 190. Asimismo, tampoco escasean los actos «insolidarios» por parte de los financieros genoveses contra sus propios colegas connacionales: así, en 1586, Lorenzo Spinola fue acusado por su compatriota Stefano Doria de haber falsificado los libros de cuentas con ayuda de un ministro del rey, para que, de este modo, la Real Hacienda le pagase con buena moneda y no con la «moneda de decreto», tal y como se había acordado con el resto de los hombres de negocios. En Álvarez Nogal, C. «La estrategia de la Real Hacienda en la negociación del crédito de los Austrias», en Bernal, A. M. (ed.), Dinero..., cit., pp. 439-456:447 y 448.

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y el resto en crecimiento de juros de por vida de a dieciséis [mil el millar]».49 También los Sauli se aprestaron a seguir el ejemplo de Serra y se comprometieron a suministrar 450 000 ducados en Flandes y Milán. Además del asiento propuesto, De Carlos Morales especifica que Battista Serra, que se declaraba acreedor de 134 350 979 maravedíes, admitió que se le reembolsaran totalmente con juros de diversa calidad. Propuesta a la que sumaron los Sauli, que eran acreedores por 500 000 ducados.50 La tentadora propuesta de Battista, que demuestra el interés temprano que manifestó el genovés por los títulos de deuda de la Corona, fue sin embargo retirada por las presiones del resto de banqueros y finalmente derivó en el asiento de 600 000 escudos a proveer en Flandes, acordado por los hombres de negocios el 30 de junio de 1597 y en el que Serra participó con 25 000 escudos en la partida de 46 000 prometida por Ottavio De Marini.51 Finalmente, el 14 de febrero de 1598 se firmó el Medio General.52 El acuerdo entre la Corona y los banqueros suponía el reconoci49 Traducción propia del original citado por Canosa: «pigliandosene [Serra] consignationi brevi e per 400 000 di debito vecchio la metà giuri da 14 et il resto in subimento de giuri de per vita a 16». En Canosa, R. Banchieri..., cit., p. 212. Citación realizada por Canosa sobre el despacho de Giustiniano a la República de 22 de junio de 1597. 50  De Carlos Morales, C. J. Felipe II: el Imperio..., cit., p. 294. El autor precisa que la devolución del préstamo de Serra se efectuaría a 408 maravedíes por escudo con un interés del doce por ciento, recibiendo además facultades para manipular juros. En id., p. 317. 51 El embajador veneciano, Agostino Nani, hacía referencia al asiento en un despacho mandado a su gobierno el mismo 30 de junio de 1597. En ibidem, p. 213. En el mismo, como se ha explicado precedentemente, participaban Girolamo Serra y Francesco De Marini, residentes en Amberes. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 1274. A pesar del compromiso adoptado por los hombres de negocios genoveses, en una carta dirigida al monarca hispánico, el embajador español en Génova, Pedro de Mendoza, informaba de los problemas de los financieros para reunir los 600 000 escudos «faltándoles el crédito». En AGS, Estado, leg. 1429, doc. 32, carta del embajador Pedro de Mendoza a Felipe II, 15 de agosto de 1597. 52 Por otro lado, el 7 de junio de 1598 se estipuló el acuerdo con los hombres de negocios de Flandes. Según Vázquez de Prada, estos sufrieron pérdidas por un

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miento de lo que el rey debía por sus asientos, precisando cuándo y cómo iban a ser satisfechos, y la asunción del compromiso, por parte de los financieros, de aportar 100 000 o 120 000 ducados en reales contantes, además de 2 500 000 de ducados para España y 4 500 000 escudos para Flandes.53 A cambio, se les darían consignaciones sobre la plata de Indias, en los servicios ordinario y extraordinario de Castilla, y en cualquier otro concepto extraordinario, como la venta de oficios, composiciones, etc.54 Condiciones similares contribuían a estrechar aún más los lazos de los banqueros con la Corona y con aquellas plazas que se revelaban fundamentales para el buen funcionamiento del sistema de asientos. No nos referimos esta vez a las ferias de cambio, donde los Serra contaban desde hacía bastante tiempo con representantes, sino a los puntos de recogida de la plata o de la moneda apenas acuñada con la que se recompensarían sus servicios: la Casa de la Contratación y las cecas reales. La unidad en la nación genovesa no se consiguió ni siquiera tras la ratificación del Medio General: en junio de 1598 comenzaron a detectarse desacuerdos debido a la tendencia por parte de los representantes de la Compañía del Medio General a beneficiarse de la situación de predominio asumida dentro de este órgano que les permitía hacerse con las mejores rentas y distribuirlas entre sus millón y medio de escudos. Los afectados fueron representados por tres italianos, de los cuales dos genoveses: Agostino de Franchi, Giovanni Battista Grillo y Cosimo Massi. El acuerdo del 7 de junio alcanzado con el archiduque Alberto establecía el compromiso de los decretados a suministrar 400 000 escudos en Amberes y otros 100 000 en Génova. Se les aseguraba el rembolso de un millón de escudos sobre los créditos precedentes, dos tercios en juros a veinte mil el millar (es decir, al cinco por ciento) y el resto en juros de crecimiento, sin pagar ningún interés por el tiempo transcurrido. En Vázquez de Prada, V. Gli uomini..., cit., en De Maddalena, A. y Kellenbenz, H. (eds.), La repubblica..., cit., p. 273. 53  Ruiz Martin, F. «La Banca de España...», cit., p. 44. De Carlos Morales afirma que las cantidades estipuladas eran 100 000 o 120 000 ducados en reales, como donativo gracioso; 2 700 000 ducados a prestar en la Corte o en Sevilla; y 4 500 000 de escudos en Flandes. En total, era un préstamo por vía de factoría de 7 572 000 ducados. En De Carlos Morales, C. J. Felipe II, el Imperio..., cit., p. 300. 54 Sanz Ayán, C. «La estrategia...», cit., pp. 90 y 91.

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acólitos. Sinibaldo Fiesco y Giovanni Battista Giustiniano,55 ambos miembros de la red Serra, se encontraron entre aquellos banqueros que criticaron la actuación del diputado Ambrogio Spinola.56 La pertenencia a una misma red no solo podía facilitar la presión sobre los rivales: en el caso de los genoveses que ofrecían sus servicios financieros al rey, las más de las veces en abierta competitividad con otros connacionales, podía significar la compartición de una posición de excepción respecto a la gracia real. Así, no es una coincidencia que Fiesco, Giustiniano y Serra fueran los únicos a los que al final se satisfizo con dinero contante, mientras que el resto de los decretados lo fueron con juros.57 Estas desavenencias en el seno de la contratación relativizan cualquier intento de considerar a los hombres de negocios genoveses únicamente como un colectivo de características homogéneas y propenso a favorecer el bien común de la nación. Ello no fue óbice para que en determinados momentos la colaboración entre los banqueros fuera «a veces tan estrecha, que parecen actuar coordinados y como un único agente frente a la Monarquía». Un hecho que contribuía a que los propios oficiales reales y los miembros del gobierno que negociaban con ellos los percibieran como un grupo compacto.58 55 Giovanni Battista Giustiniano era muy probablemente el hijo de Minetta Serra y de Vincenzo Giustiniano y, por tanto, pariente de Battista Serra. Girolama Giustiniano, hermana de Giovanni Battista Giustiniano, casó con Scipione Squarciafico y de su unión nació Giovanni Battista, futuro fideicomisario de Girolamo Serra. La genealogía del Giovanni Battista Squarciafico en Buonarroti, A. M. Alberi…, cit., vol. 3, parte II, fol. 367, en BCB, M.r., VIII, 2, 32. 56 Sanz Ayán, C. «La estrategia...», cit., p. 92. En contra de estas valoraciones negativas sobre el proceder de Ambrogio Spinola se hallaba el embajador genovés en Madrid, Cesare Giustiniano, que destacaba su actitud ejemplar y favorable a la causa pública. En Pacini, A., «Génova y España», cit., p. 1110. Se trataba de un comportamiento que, como han desvelado las investigaciones de Sanz Ayán, estaba lejos de ser absolutamente desprendido. 57 Gentil da Silva, J. Stratégie…, cit., p. 57. 58  Álvarez Nogal, C. «Las compañías...», cit., p. 75. Pero, como postula Álvarez Nogal en otra parte, la tendencia de los financieros a buscar el propio beneficio,

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Por otro lado, los ministros hispánicos eran los primeros interesados en sembrar la discordia entre los hombres de negocios con el fin de evitar una acción colectiva que impusiera a la Corona condiciones gravosas en la firma de asientos. De ahí la concesión realizada en otoño de 1598 a los Sauli, Battista Serra, Marco Antonio Giudice y Nicolò Doria, de los privilegios para vender juros sobre las rentas de salinas.59 Una medida dirigida a facilitar la entrada de nuevos agentes en la negociación y a reducir las exigencias de los banqueros mediante la intensificación de la competencia.60 En cualquier caso, la jugada de Battista Serra fue sin duda exitosa, como demuestran la preponderancia y las funciones que posteriormente exhibiría en la Diputación del Medio General de 1608. En ella, no solo participó Battista, sino también Fiesco y Giustiniano, firmes opositores a las directrices de Ambrogio Spinola y ambos pertenecientes al entorno familiar o económico de Serra.61 Sin olvidar a Ottavio Centurione con el que Battista Serra participó en numerosos asientos a principios del siglo xvii. Se pone así de manifiesto cómo la comprensión y el conocimiento de la red en la que operaban los hombres de negocios permiten interpretar, desde posiciones más cercanas a la realidad, las actuaciones de los banqueros que, como se deduce de estos enfrentamientos, iban mucho más allá de una lógica nacional o de la simple solidaridad de profesión. A partir del Medio General de 1598, de una situación anterior en la que los Serra brillaban por su ausencia como titulares de los asientos de Madrid, se pasa a una nueva fase en la que Cattaneo Serra de Nicolò y sobre todo su primo Battista Serra comparecerán complicaba que la colaboración entre las distintas compañías se mantuviera permanentemente. En Álvarez Nogal, C. «La estrategia de la Real Hacienda...», cit., p. 457. 59 Sanz Ayán, C. «La estrategia...», cit., p. 93. 60  Álvarez Nogal, C. «La estrategia de la Real Hacienda...», cit., p. 454. 61  Sanz Ayán, C. «La estrategia...», cit., p. 95.

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en varias ocasiones proporcionando provisiones de diversa entidad.62 A pesar de que la actuación de Battista terminaría eclipsando la de su primo, no hay dudas acerca de su mutua colaboración y de la compartición de una posición de privilegio en la Corte de estos años. Prueba de ello fue su proceder conjunto durante la negociación del Medio General, momento crucial que aprovecharon para ganarse la confianza de los ministros hispánicos mediante sus tentadores préstamos. La actuación conjunta de los miembros de la red generó importantes beneficios para sus miembros por encima de la vieja guardia de banqueros que habían dominado las finanzas hispánicas antes de la suspensión de pagos de 1596. Buen ejemplo de ello fue el asiento de 20 de marzo de 1602, que suponía la entrega en Flandes de 1 420 000 escudos distribuidos entre diversos banqueros, gran parte de ellos situados en la órbita de los Serra: la compañía de Cattaneo Serra y Giovanni Pietro II Serra, que participó con 60 000 escudos, como se lee en la tabla; la sociedad de Giovanni Giacomo y Domenico Doria, de la que, como sabemos, se valía en estos años Francesco Serra q. Antonio IV desde Amberes para acceder a los asientos madrileños destinados a Flandes; y Ottavio Centurione que, como se verá, será uno de los socios más importantes de Battista Serra q. Antonio IV a principios del siglo xvii. 63 El asiento establecía la adjudicación de toda la pimienta que llegase de la India durante ese mismo año, una adehala que, debido a su importancia, fue muy comentada entre los financieros de la época. Así expresaba su parecer Manuel de Veiga, en Lisboa, a Cosme Ruiz, en Medina del Campo, a través de una carta de 18 de mayo de 1602, 62 Véase al respecto la tabla 1. 63 El asiento concedía también a Cattaneo Serra y a Giovanni Benedetto Spinola 900 000 maravedíes de renta de juro de a veinte al quitar situados sobre alcalabas u otras rentas desde primero de enero de 1602 en adelante AGS, DGT, Inventario 11, leg. 3-3. En el asiento participaron también Giulio Spinola y Agostino Raggio cuya conexión con los Serra no ha podido demostrarse.

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Es verdad que el contrato de la pimienta no dejará provechos respecto de lo que merecía el trabajo que ha dado y el caudal que se ha ocupado y si cayeera en mano de quien pagara intereses tuviera que hacer, mas como a los que le tienen, o casi todos, no les ha de costar interés, hacen cuenta que tienen hacienda ocupada en buena mercaduria y que siempre dejara algún cambio moderado.64

La concesión de la pimienta a un grupo reducido de financieros, además de poner de manifiesto los problemas de la Real Hacienda para satisfacer sus deudas, 65 evidenciaba el poder adquirido por esta nueva generación de hombres de negocios genoveses de la Corte entre los que se encontraban los Serra sustentados por algunas de las familias ligures más potentes del momento.66 64  Gentil da Silva, J. Stratégie…, cit., p. 234. Las cantidades por las que participaba cada uno de los financieros las recoge Alessandrini: 250 000 escudos por parte de «Julio» (Giulio) Spinola, otros 250 000 de «Octavio» (Ottavio) Centurione; 200 000 de parte de «João Jacome e Domingos Doria» (Giovanni Giacomo y Domenico Doria); 50 000 a nombre de «Agostinho Raggio» (Agostino Raggio); 100 000 de Lelio Deodati; 510 000 por Carlo Spinola y, por último, 60 000 escudos por parte de Cattaneo Serra y Giovanni Benedetto Spinola o 66 000 escudos. En Alessandrini, Nunziatella. «La presenza genovese a Lisbona negli anni dell’unione delle corone (1580-1640)», en Herrero Sánchez, M.; Ben Yessef Garfia, Y. R.; Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova…, cit., vol. 1, pp. 73-98:87. Respecto a la cantidad aportada por Cattaneo Serra y Giovanni Pietro II Serra y especificada por Alessandrini, la documentación hallada nos refiere datos ambiguos. En AGS, DGT, Inventario 11, leg. 3-3 se precisa que fueron 66 000 escudos, mientras que en AGS, DGT, Inventario 11, leg. 15-1 y en AGS, CMC, 3ª época, leg. 3523-47 se mencionan 60 000. Por otro lado, conviene recordar que, como se refirió en una nota anterior, de los 510 000 escudos de Carlo Spinola, 220 000 corrían a cargo de Girolamo Serra. 65 Tal y como informa De Carlos Morales, a mediados de septiembre de 1600 el Consejo de Hacienda reconocía que, para cumplir con los pagos solo le era posible ofrecer como consignación el caudal de la pimienta de Portugal y diversos socorros y adelantos de renta. En De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., p. 760. 66 La importancia de la adehala de este asiento justificó que Girolamo Serra recordara este contrato en su testamento de 4 de julio de 1613, once años

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Tabla 1. Asientos realizados por los Serra antes de la suspensión de pagos de 160767 Fecha

Titulares

Suma concertada

10/5/159968

Battista Serra

250 000 escudos

Génova y Milán

110 000 ducados

Corte de Madrid

400 000 ducados

Corte de Madrid

19/7/159969 5/11/160070

Cattaneo Serra y Giovanni Benedetto Spinola Battista y Cattaneo Serra

Destino

Asiento en conformidad de cédula de 21/12/1600 y de 28/2/160171

Battista Serra

400 000 escudos por vía de factoría

Países Bajos

20/3/160272

Cattaneo Serra y Giovanni Benedetto Spinola

60 000 escudos

Flandes

después de su establecimiento. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613. 67 Tabla de elaboración propia a partir de las fuentes puntualmente precisadas en cada caso. 68 En AGS, DGT, Inventario 11, leg. 8-5, «Relación realizada por fiscal sobre los asientos que ha realizado Battista Serra a la Corona el 4 de febrero de 1613». También en id., leg. 8-8. 69 Es interesante que se trata de un asiento a suministrar sin intereses. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 127-16. 70 AGS, CMC, 3ª época, leg. 1840-12; AGS, DGT, Inventario 11, leg. 4-4; id., leg. 8-5. El 11 de agosto de 1603 se emitió un auto por el que se los contadores del tribunal de la Contaduría Mayor de Cuentas ordenaban a Cattaneo y a Battista Serra que dieran recaudos de dicho asiento. 71 AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-5; no obstante, en otro documento se menciona que, en 1600 y 1601, Battista realizó dos asientos por factoría de 250 000 escudos cada uno para Flandes. Por lo que la cantidad total sería de 500 000 escudos (y no 400 000). En id., leg. 8-8. 72 AGS, CMC, 3ª época, leg. 3193-13.

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9/4/160574

Battista Serra (en nombre de Girolamo Serra) Battista Serra

13/7/160575

Battista Serra

14/7/160373

106 000 escudos Milán y ducados y Flandes 457 317 escudos Alemania Francia e 66 000 ducados Inglaterra

Estos servicios financieros y los sólidos apoyos exhibidos propiciaron que, en un breve período de tiempo, el joven Battista Serra se ganara una prestigiosa reputación como financiero. Tanto es así que en uno de los cargos contra Pedro Franqueza, miembro de la junta del Desempeño General,76 acusado de corrupción y cohechos

73 En AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-6. Por su parte, Girolamo Serra comparece en otro documento donde volvía a citarse la provisión de los 106 000 escudos y ducados, pero especificando que su destino sería Flandes y la Corte. En id., leg. 15-3. Battista enviaba por dicho Girolamo letras de cambio a pagar en Milán por 30 000 escudos de ciento veinte sueldos cada uno. La cantidad se entregó a Muzio Pallavicino, tesorero de la gente de guerra de dicho estado. En id., leg. 3-3. 74 En esa misma fecha, Battista aceptaba la obligación de suministrar 390 000 ducados a pagar en Nápoles. En ibidem, leg. 8-8, «Relación de lo que la Corona debe a Serra en concepto de asientos y demás». En dicho documento, se especifica solo que el autor del asiento fue un «Serra». Un documento hallado en id., leg. 15-3 nos confirma que su titular fue Battista Serra. 75  Ibidem, leg. 8-5, «Relación realizada por fiscal sobre los asientos que ha realizado Battista Serra a la Corona el 4 de febrero de 1613» y en id., leg. 8-8, «Relación de lo que la Corona debe a Serra en concepto de asientos y demás». 76 Por «desempeño» se entendía liberar a la Real Hacienda de los problemas de liquidez que la acuciaban y que podían reducirse a tres: los asientos y préstamos a corto plazo y sus intereses; la deuda consolidada representada por los juros; y el importe de los atrasos o impagos de salarios y obligaciones. En De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., p. 769. La junta fue fundada el 5 de mayo de 1603 con un fondo de partida que incluía los ingresos derivados de las «Tres Gracias», «Millones», «Flotas» y cualquier otra clase de arbitrio. Sus miembros fueron Pedro Franqueza, conde de Villalonga y secretario de Estado; los presidentes del Consejo de Castilla y Hacienda; fray Gaspar de Córdoba, confesor del rey; Alonso Ramírez de Prado, autor de la idea y consejero de Hacienda y de Castilla; y, por último, como tesorero general, Pedro Mejía de Tovar, que quedó a cargo de los papeles de la Junta. En García García, B. J. La Pax..., cit., p. 213.

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e investigado a partir del 2 de enero de 1607, se insistía en el grave perjuicio que el ministro había causado a la Real Hacienda por haber negociado particularmente con Battista Serra, cuyos asientos eran «tan grandiosos» y «en tantas sumas» y por los cuales Serra había recibido de Su Majestad «adehalas, facultades, beneficios y otras utilidades».77 Sin duda, el ascenso meteórico de Serra dejó huella en la sociedad del momento tal y como testimonian las palabras de un contemporáneo anónimo escritas, no sin cierto sarcasmo, en fecha desconocida, Si al ser tenido por Dios Bautista es sumo favor, Ved si podrá ser mayor que a Dios le tengan por Vos. Bautista bien sabéis cuánto vos merecisteis pues para Dios nacisteis y a Dios os parecéis.78

3. Plata

y juros: los representantes de los Serra en Sevilla

Figurar como titular de asientos implicaba recibir consignaciones sobre la plata de América, para lo cual era imprescindible contar en Sevilla con correspondientes que pudieran hacerse car-

77 AGS, Cámara de Castilla, leg. 2796, libro de cargos contra Pedro Franqueza, cargo nº 116, fol. 81v. 78 El papel anónimo ha sido hallado junto a una cédula de pago efectuada en Madrid por Battista Serra el 25 de agosto de 1599 y destinada al banco («cambio») cortesano de Juan Gaytan y Garcés. En ASNa, Doria D’Angri, parte I, busta 15/33, «Cedula colla quale Battista Serra promete pagare anualmente al Dottor Scipione Canova ducati 200 della data de 25 aprile 1599».

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La escalada en la Corte (1596-1607)

go de aquellas partidas que le competían.79 En este sentido, son reveladoras las cartas enviadas por el genovés Giacomo Mortedo, regente del banco público de Sevilla junto con su hermano Giovanni Francesco Mortedo y los castellanos Pedro de Maella y Juan Castellanos Espinosa, a Battista Serra los días 9 de enero y el 20 de febrero de 1601.80 En ellas Mortedo ofrece noticias sobre la llegada a la Casa de la Contratación de la plata destinada a Serra y sobre aquella que debía enviarse a Granada y a Toledo, ciudades en las que se hallaban dos de las cecas más importantes de la Monarquía Hispánica. La noticia es sintomática de uno de los procedimientos por los que los banqueros veían abonados sus servicios: mediante acuñaciones de moneda realizadas ad hoc para satisfacer los préstamos de los financieros y que, hasta el 13 de junio de 1602, se efectuaron con aleación de plata. Sin embargo, a partir de ese momento y por real cédula, se impuso la acuñación en vellón, una decisión que se había intentado poner en práctica unos años antes sin éxito debido a las protestas que generó.81 Como era 79 La relación de Serra con Sevilla adoptó diversas formas. Como se verá, Battista canalizó parte de los juros concedidos por sus asientos hacia el mercado sevillano y, más adelante, durante el reinado de Felipe IV, recibió consignaciones por sus asientos sobre los fondos de la Santa Cruzada procedentes de América. Sobre esta última cuestión, véase la voz «Baptista Serra» elaborada por Álvarez Nogal para el Diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia. Disponible en http://dbe.rah.es/biografias/75469/baptista-serra [consulta: 7/06/2020]. 80 Las cartas se encuentran en el pleito iniciado por Hernando de Torres contra Battista Serra por la entrega de un privilegio de juro que este había adquirido del banco público Giacomo Mortedo de Sevilla y que había sido desempeñado por Battista Serra. En AGS, Hacienda, Expedientes de Hacienda, leg. 821 cit. Un análisis más pormenorizado sobre las relacionesde Battista Serra con la banca pública de Sevilla en Ben Yessef Garfia, Y. R. «Redes genovesas...», cit. 81 García Guerra, Elena. Las acuñaciones de moneda de vellón durante el reinado de Felipe III., Madrid, CSIC, 1999, pp. 13 y 14. Sabemos que Battista Serra recibió 2 453 112,5 maravedíes en la ceca de Segovia el 20 de septiembre de 1602 como pago por el asiento, ya citado, de 400 000 ducados destinados a Flandes y firmado a finales de 1600. Por ese mismo asiento, obtuvo hasta 8 500 000 maravedíes en la Casa de la Moneda de Toledo según el informe elaborado

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

de esperar, los hombres de negocios continuaron prefiriendo las consignaciones en plata, que a lo largo del siglo xvii serían cada vez más raras, optándose en años postreros por el pago de los asientos únicamente en vellón. En relación a estos asuntos, no hay duda de la participación de los Serra, y de cualquier banquero vinculado a los asientos de dineros, en la comercialización de la plata. Así lo demuestra la deliberación realizada en el Senato genovés en junio de 1613 con motivo de una relación en la que 160 operadores de feria expresaban su parecer sobre si era conveniente tratar con oro o si, por el contrario, era deseable imponer exclusivamente la utilización de la moneda de plata. Esta última opción era la preferida de la Monarquía Hispánica que, en 1606 aprobó un decreto por el que se pretendía que en las ferias se pagara en plata y no en oro para reducir el interés de los cambios.82 Según Marsilio, es muy posible que entre los favorables a esta última opción se hallaran aquellos genoveses más interesados en la comercialización de la plata americana. La votación supuso un 64,49 por ciento a favor

el 9 de agosto de 1603 por el teniente de la ceca, Lucas de Gamarra. En id., pp. 48 y 62, respectivamente. Las medidas monetarias no se paralizaron con la cédula de 13 de junio de 1602: el 18 de septiembre de 1603, la moneda acuñada antes de 1602 veía doblado su valor nominal a partir de una marca o sello. Una análisis más profundo sobre el llamado «resellaje» en id., pp. 29-37. La manipulación del vellón fue otro de las soluciones adoptadas por la Corona para superar los momentos de mayor crisis y una de las que más protestas generó en las Cortes de cuyo descontento se hizo eco el «Tratado y discurso sobre la moneda de vellón» de Juan de Mariana. En García García, B. J. La Pax..., cit., p. 194. 82 La medida será abiertamente contestada por la República al menos durante los dieciséis años sucesivos. Al respecto, veáse ASGe, Archivio Segreto (AS), Litterarum, 1889, carta de la República a Battista Serra, gentiluomo en Milán, 30 de junio de 1622, fols. 36r y 37v. En esta misiva, la República informaba a su enviado de que no era justo pagar cien escudos de plata por cien de oro, como pretendía el soberano hispánico. Además, precisaba que tampoco se podía pretender el pago en reales porque los había de muy distinta calidad y peso, según ceca de proveniencia.

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del oro, contra un 31,95 por ciento a favor de la plata y un 3,55 por ciento de no alineados. Entre los banqueros a favor de la plata, Marsilio señala precisamente a Paolo Serra, muy probablemente hermano de Battista de Antonio IV con el que estaba en compañía de negocios y que, desde su emplazamiento en Génova, sería uno de los encargados en recibir la plata procedente de los asientos concretados por su hermano en Madrid.83 Para estos años, los Serra, como agentes fundamentales del sistema financiero hispánico, intervenían en los canales de distribución de la plata a través de las licencias de saca que el Medio General de 1598 y los asientos sucesivos estipularon.84 Una póliza de cargo de 21 de mayo de 1601 atestigua el transporte de Génova a Liorna de veinte cajas repletas de plata en pasta que debían entregarse a Francesco y a Pietro Capponi, mercaderes toscanos.85 El cargamento fue embarcado en Génova por Girolamo Serra en la galera Santa Maria, de la cual era capitán Antonio Pallavicino, hijo de Nicolò. Asimismo, Girolamo figuraba como destinatario del cotizado metal: el 17 de abril de 1610 se produjo el transporte desde Nápoles a Génova de doscientas noventa cajas con 2500 piezas de a ocho por un valor total de 2 200 000 liras. Ciento seis de estas cajas pertenecían a los Magnifici genoveses. De ellas, veintiuna estaban a nombre de Girolamo Serra y de estas veintiu83

Marsilio, Claudio. Il denaro fa denaro: gli operatori finanziari genovesi nelle fiere di cambio del xvii secolo, Novi Ligure, Città del Silenzio, 2008, p. 79. 84 En relación a las licencias de saca, el 14 de julio de 1603 Girolamo Serra recibió licencias para sacar de los reinos de España 40 600 000 maravedíes, que montaban 100 000 escudos por el asiento de 106 000 escudos y ducados firmado el 14 de julio de 1603 y a pagar en Flandes y en la Corte. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 15-3. La licencia, sin embargo, aún se encontraba pendiente en 1607, como demuestra el hecho de que, el 30 de julio de 1607, Girolamo Serra diera poder en Génova a Giovanni Luca Pallavicino para cobrar dicha licencia. En otro documento, hallado en el mismo legajo y con fecha de 13 de enero de 1614, se confirma que la licencia se hizo efectiva en 1608. Ambos documentos de 30 de julio de 1607 y de 13 de enero de 1614 en id. 85 Giacchero, G. Il Seicento…, cit., p. 191.

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na, diecisiete cajas pertenecían a Tommaso Lomellini.86 Una vez más, las relaciones tejidas en los negocios se materializaban en el ámbito privado: Tommaso Lomellini q. Simone era el padre de Anna Lomellini, esposa de Francesco Serra q. Antonio IV, sobrino de Girolamo Serra.87 Pero no siempre la plata llegaba en forma de moneda o de cargamento de metal a los banqueros. Era habitual la emisión de letras de cambio sobre las partidas que se les asignaban en la Casa de la Contratación, cometido que hacía necesario contar con correspondientes fiables y de gran reputación que pudieran actuar en nombre de Serra en Sevilla. Como ya se ha comentado, en Sevilla, a principios del siglo xvii, Battista Serra se valía de los servicios de Giacomo Mortedo. Pero su caída en desgracia después de la quiebra del banco público que regentaba el 23 de marzo de 1601 obligó a Serra a contar con nuevos referentes en la ciudad que se hicieran cargo de sus negocios. La figura reseñable a este respecto fue el genovés Girolamo (o Geronimo) Burone, primogénito de Battista Burone. Los Burone pertenecían a la nobleza nueva de Génova y hasta 1576, al igual que los Serra, operaron bajo el albergo Lercari. Respecto al protagonismo de la familia en Génova, cabe reseñar que Battista Burone, padre de Girolamo, fue insaculado en 86  Ibidem, p. 207. 87 La genealogía de Tommaso Lomellini en Buonarroti, A. M. Alberi…, cit., vol. 2, parte II, fol. 298, en BCB, M.r., VIII, 2,30. Además, Tommaso nombró fideicomisarios de su testamento de 9 de marzo de 1592 a Giovanni Pietro II, Nicolò y Girolamo Serra. Los lazos de los Serra con los Lomellini de Tommaso, emparentados lejanamente con los Lomellini de Tabarca, parece ser que se redujeron al enlace ya citado de Anna Lomellini con Francesco Serra q. Antonio IV. Por su aparente menor relevancia no los incluimos en el cuadro genealógico nº 10, aunque es necesario destacar que dicho ramo mantuvo una estrecha política matrimonial con los Pallavicino descendientes de Stefano que mencionaremos en el capítulo siguiente y que fueron destinatarios privilegiados de juros por parte de Battista Serra durante los años en los que estuvo al frente de la Diputación del Medio General de 1608.

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el primer Seminario de 1576, que comprendía sesenta nobles nuevos y sesenta viejos escogidos entre los notables de ambas facciones, hecho que confirma el prestigio que por entonces poseía.88 Además, Battista Burone desempeñó el cargo de senador en 1567, 1576 y 1586.89 Girolamo de Battista Burone llegó a Sevilla acompañado de «un pariente suyo que se llamaba fulano Grimaldo» en algún momento entre 1578 y la década de 1580, según afirmaban los testigos consultados en 1625 para las pruebas del hábito de Santiago de su hijo, también llamado Geronimo.90 En Sevilla terminó casándose con una castellana y desempeñando el cargo de veinticuatro en el cabildo municipal desde 1612, lo cual hacía de él un personaje de gran prestigio con el que contaban muchos financieros de la República estantes en la Corte.91 En Sevilla, Girolamo se erigió en una de las fortunas

88 La adscripción de los Burone al albergo los Lercari se produjo en 1530. En Ganduccio, O. Origine..., cit., vol. 1, fols. 63r y v. en BCB, M.r., IX, 2, 24. Sobre la insaculación de Battista Burone en el primer Seminario, agradezco al profesor Bitossi por haberme facilitado dicha información. 89 Lercari, A. «Repertorio di fonti sul patriziato genovese. I Burone», disponible en http://www.archivi.beniculturali.it/archivi_old/sage/testi/burone.pdf [consulta: 7/06/2020]. 90 AHN, OM, caballeros Santiago, expediente (exp.) 1287. Sobre Girolamo Burone, me permito sugerir la entrada por mí realizada: Ben Y essef Garfia, Yasmina Rocío. «Geronimo Burone q. Battista», en el marco del proyecto de investigación de la Junta de Andalucía «Identidad e imagen de Andalucía en la Edad Moderna» (P12-HUM-1469), dirigido por Francisco Andújar Castillo (Universidad de Almería). La entrada forma parte de una base de datos digital de acceso libre disponible en http://www2.ual.es/ ideimand/geronimo-burone-q-battista-1623/ [consulta: 7/06/2020]. 91 La castellana era Maria de Loaissa Sibori, cuyo apellido evidencia su clara ascendencia genovesa. De este matrimonio nació un hijo: el homónimo Girolamo (Geronimo) Burone, dando así origen a la línea española de la familia. En Lercari, A. «Repertorio di fonti sul patriziato genovese. I Burone», cit. A pesar de su nacimiento en Sevilla y de sus nupcias con Ana María de Mendoza, hija del marqués de Montesclaros, consejero de Estado y presidente del Consejo de Hacienda, la promoción de Girolamo Burone

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más prominentes de la ciudad92 en la que, además, asumió un papel fundamental para los connacionales que se hallaban en dicha sede: en 1609 figuraba como cónsul de la nación,93 en virtud de lo cual se encargó de difundir entre los ciudadanos genoveses la noticia de concesión del puerto franco en Sevilla, para lo cual distribuyó copias del privilegio en Sanlúcar y en Cádiz «siendo puertos en los que concurren gran número de naves».94

q. Girolamo no estuvo carente de inconvenientes. La dispensa conseguida el 9 de diciembre de 1624 para que sus pruebas de hábito de Santiago se realizaran en Sevilla y en la Corte, y no en Génova, no impidió que salieran a la luz asuntos oscuros de su pasado. De hecho, su solicitud generó un largo expediente en 1625 en el que se ponía de manifiesto el casamiento previo de su padre en Génova con Innocenzia Senarega, hija del Dux Matteo Senarega. Matrimonio que Girolamo Burone q. Battista anuló para poder casar con Maria di Loaissa Sibori. Pero no era la única ni la mancha más grave. Tal y como se menciona en el documento, según algunos testigos llamados a declarar, existían sospechas de antecedentes judaizantes por parte de sus abuelos maternos. En AHN, OM, exp. 1287. También AHN, OM, Expedientillos, número 982. 92 A la muerte de Girolamo Burone, Battista Serra comunicó a la República que este dejaba atrás una importante fortuna valorada en 400 000 reales y un hijo de veintidós años que recibiría hasta los treinta una pensión de 6000 reales al año. Su hija, de catorce años en el momento de su muerte, contaría con una dote de hasta 70 000 reales. Por si fuera poco, Burone estableció legados para sus hermanas y para una hija monja en Génova, donde además poseía varias casas. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 29 de junio de 1623. 93 Vito Vitale nos pone al corriente de un «Nicolò Burone» que precedió a Girolamo Burone de Battista en el desempeño del cargo mencionado en Sevilla. En Vitale, V. Diplomatici..., cit., p. 162. Por nuestra parte, certificamos la existencia de un «Nicolò Burone» que, según una carta enviada por Girolamo Negrotto, cónsul de la nación genovesa en Barcelona, a la República el 13 de febrero de 1618, desempeñaba en ese momento el cargo de cónsul de la nación genovesa en Sevilla. En ASGe, AS, Litterarum, 1883, fols. 75r y v, carta de Girolamo Negrotto, cónsul genovés en Barcelona, a la República, 13 de febrero de 1618. 94 Traducción propia del texto original: «siando porti dove concorre molto numero di navi». ASGe, AS, Lettere Consoli Spagna, 2674, carta del cónsul

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El rol importante que jugó Burone para los Serra en Sevilla se prolongó más allá de 1617, año en el que Battista Serra se retiró temporalmente a Génova y cedió sus negocios en España a su primo Francesco Serra, hijo de Giovanni Pietro II.95 Síntoma de las funciones imprescindibles que aún desempeñaba Burone en este momento fue el hecho de que Francesco Serra de Giovanni Pietro II contara con él entre 1621 y 1622, como antes ya hiciera su primo Battista, para el cobro en la Casa de la Contratación de las remesas americanas que se le habían consignado por sus asientos.96 Los puntos en común entre los Serra y los Burone no fueron pocos. Estos últimos proporcionaron fianzas de hasta mil ducados para la fundación del banco «Mortedo-Espinosa», negocio en el que Girolamo Burone a la República, 13 de octubre de 1609. Una carta enviada por Battista Serra q. Antonio IV a la República el 28 de mayo de 1626, cuando Serra ejercía su cargo de embajador ordinario en Madrid, nos asegura que la muerte del cónsul Girolamo Burone se produjo antes de 1626. Serra refería cómo su fallecimiento había generado el enfrentamiento entre el grupo de genoveses «no nobles», que pretendían elegir el cónsul sucesor sin contar con el parecer de la llamada junta de Nobles, y los miembros de esta última. En ASGe, AS, Litterarum, 1883, carta de Battista Serra, embajador ordinario de Génova en Madrid, a la República, 29 de mayo de 1626. El conflicto por la elección del cónsul comenzó en realidad en 1623 por lo que la muerte de Girolamo Burone debió de ser anterior a la fecha de 1626 precisada en la carta de Serra. Este conflicto constata de nuevo la existencia en el seno de la nación genovesa de enfrentamientos entre diversos grupos. Sobre el conflicto referido, véase Collado Villalta, Pedro. «La Nación Genovesa en la Sevilla de la Carrera de Indias: Declive mercantil y pérdida de la autonomía consular», en Torres Ramírez, Bibiano y Hernández Palomo, José J. (eds.), Presencia italiana en Andalucía. Siglos xivxvii. Actas I Coloquio Hispano-Italiano, Sevilla, CSIC, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1985, pp. 53-114. 95 Respecto a la presencia de Burone en las redes tejidas en torno a Battista Serra, véase AGS, DGT, Inventario 24, leg. 1328-6, «Declaración jurada de Battista Serra por la que refiere un asiento concedido por él a la Corona y lo que aún se le debe a su hermano Francesco Serra en Flandes por parte del Archiduque. Sobre cómo se le restituye», 9 de enero de 1610. 96  Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., p. 129.

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también intervino Battista Serra q. Antonio IV.97 En relación a los pleitos contra Battista Serra que originó la quiebra de esta institución bancaria, encontramos a Girolamo Burone ejerciendo como agente de Battista en el litigio iniciado contra él por Hernando de Torres en 1602.98 Asimismo, Burone se valía de los extraordinarios contactos que los Serra ostentaban en las ferias de Piacenza para que efectuaran pagos en su nombre.99 Su importancia para la familia Serra fue fundamental sobre todo tras la muerte de Girolamo Serra en 1616, acontecimiento que originó la redacción de numerosos poderes (procure) por parte de los fideicomisarios del difunto, residentes en Génova, para que Burone se ocupara de la cobranza de algunos de los numerosos juros que el difunto poseía en Castilla. En este sentido, Burone asumió funciones de recaudación de rentas similares a las atribuidas a Giovanni Luca Pallavicino, residente en Madrid, por parte de los fideicomisarios de Girolamo. El recurso a los servicios de Pallavicino y Burone, dos figuras tan diversas y bien delimitadas espacialmente (Madrid y Sevilla, respectivamente), denota la amplitud de los negocios de Girolamo en la Península Ibérica. Los poderes a favor de Burone evidencian los intereses de Girolamo Serra en Sevilla y, en general, en el área andaluza. Hecho que permite revalorizar la relevancia de la ciudad, no solo como puerto de llegada de los metales preciosos de América, sino también como un activo emporio comercial y fiscal 97

Tinoco Rubiales, Santiago. «Banca privada y poder municipal en la ciudad de Sevilla (siglo xvi)», en Banchi pubblici, banchi privati e monti di pietà nell’Europa preindustriale. Atti de Convegno, Genova, 1-6 ottobre 1990, vol. 2, Génova 1991, publicado en Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, vol. XXXI (CV), fasc. II, pp. 1053-1131:1118. 98 AGS, Hacienda, Expedientes de Hacienda, leg. 821. 99 Es demostrativo de ello la orden de pago emitida por Girolamo Burone desde Sevilla el 8 de mayo de 1617 para que Francesco Serra q. Antonio IV, situado en Génova, pagara 3000 escudos de oro a Domingo Alcíbar. En ASGe, NA, 4548. Agradezco a Alejandro García Montón por haberme facilitado este documento.

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que constituía un verdadero polo de atracción para los grandes hombres de negocios de la Corona.100 La ciudad hispalense se erigía así en un mercado dinámico y en la plataforma ideal para la canalización de los títulos de deuda pública «crecidos» concedidos por la Corona para la satisfacción de sus acreedores en 1598. En concreto, el Medio General de 1598 establecía el pago de hasta dos tercios de la deuda mediante crecimientos101 de juros (operación en la que los genoveses eran verdaderos expertos) de una y dos vidas a catorce mil el millar, y un tercio de igual valor situados en Nápoles, Milán o en Castilla.102 100 La sección notarial del Archivio di Stato di Genova es profusa en este tipo de fuentes. Resaltamos algunos de ellos: poder a Burone de Veronica Spinola, Giovanni Battista Squarciafico, Ottavio Contardi y Genesio Sanguineto (fideicomisarios de Girolamo Serra) para la recaudación de los oficiales y tesoreros de las alcabalas de Sevilla y Carmona, del almojarifazgo mayor y del almojarifazgo de las Indias y de los derechos de los naipes que correspondiesen a Girolamo Serra o a sus herederos hasta el año 1619. En ASGe, NA, 3663, 2 de junio de 1617. Asimismo, poder de los fideicomisarios de Girolamo Serra a Girolamo Burone para el cobro de ciertas rentas de juro en Sevilla, concedido el 4 de febrero de 1617. En id. Otro personaje al que se encargó la recogida de los frutos de las rentas castellanas después del deceso de Girolamo Serra fue Francesco Serra de Giovanni Pietro II. Misión que no entró en contradicción con la confianza que los fideicomisarios depositaron en Burone. Prueba de ello es que en el poder concedido en Génova el 28 de junio de 1617 a favor de Francesco Serra de Giovanni Pietro II, los fideicomisarios de Girolamo Serra especificaban que este no debía revocar el ya entregado a Girolamo Burone, aunque sí todos los demás. En id. Sobre los poderes concedidos por los fideicomisarios de Girolamo Serra a Giovanni Luca Pallavicino se volverá más adelante. 101 Para la comprensión de estas operaciones de crecimiento de juros véase Toboso Sánchez, Pilar. La deuda pública castellana durante el Antiguo Régimen, Madrid, Ministerio de Hacienda, 1987, p. 144. El crecimiento de juros implicaba la compra de juros de un interés «x» para después revenderlos a un interés menor, obteniendo, por tanto, un beneficio con la diferencia. 102 De Carlos Morales, C. J. Felipe II, el imperio..., cit., p. 300. El asunto no estuvo carente de problemas puesto que poco después se puso de manifiesto la escasez de rentas libres de hipotecas. En Pulido Bueno, Ildefonso. La corte, Las Cortes y los mercaderes. Política imperial y desempeño de la Hacienda real en la España de los Austrias, Huelva, Ildefonso Pulido, 2002, p. 146.

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Fenómeno que suponía la conversión de la deuda flotante de la monarquía en deuda consolidada y que dotaba a los genoveses de un instrumento formidable para la creación y la consolidación de sus clientelas. El acceso privilegiado de los Serra a los juros a partir de 1598 explica que los servicios prestados por Burone a la familia fueran recompensados con títulos de deuda que distribuyeron a su procurador o a los miembros de la red residentes en Génova a principios del siglo xvii.103 La participación de los genoveses en la administración de juros de la Corona explica su interés por instituciones bancarias a través de las cuales pudieran proceder a la colocación de estos títulos de deuda en el mercado.104 Ello explica los lazos que muchos hombres de negocios genoveses afectados por el decreto tejieron con el banco público Espinosa-Mortedo de Sevilla, ya citado. El banco, fundado en 1595 gracias a la adehala de un asiento concedido por Adamo Vivaldo, se convirtió en un importante instrumento de los banqueros de la Corte para la venta de estos juros, sobre todo desde el 15 de abril de 1600, año en el que, bajo el nombre 103 El 17 de diciembre de 1616, Battista Serra cedía 51 392 maravedíes de renta de juro situados sobre el almojarifazgo mayor de Sevilla a favor de Girolamo Burone. El documento confirma que se los entregaba «en pago de lo que le debe y es acreedor suyo debajo de su nombre». En AGS, DGT, Inventario 11, leg. 8-8. Mención aparte merecen las rentas destinadas a individuos de la familia Burone residentes en Génova, principalmente monjas. Sobre estas nos informan las fedi di vita solicitadas por los banqueros sobre las personas a las que habían destinado rentas de juro con el objeto de obtener el pago de las mismas. Así, Paolo Serra q. Antonio IV las requería para poder cobrar los juros que tenía repartidos en cabeza de Angela Camilla Burone y Alessandra Burone, ambas monjas en Santa Chiara, hijas de Battista Burone y de Andresina Coronata y, por tanto, hermanas de Girolamo. En ASGe, NA, 3171, 22 de abril de 1619. 104 Para un acercamiento a la deuda pública castellana, véase Marcos Martín, Alberto. «Deuda pública, fiscalidad y arbitrios en la Corona de Castilla en los siglos xvi y xvii», en Sanz Ayán, C. y García García, B. J. (eds.), Banca..., cit., pp. 345-377. Sobre el protagonismo de los genoveses en la posesión de juros de Castilla: Álvarez Nogal, C. «Los genoveses y la incautación del interés de los juros de Castilla en 1634», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 775-799.

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«Jácome Mortedo y compañía y consortes», el genovés Giacomo Mortedo y Juan Castellanos Espinosa se erigieron en las cabezas visibles del mismo. A pesar de la corta vida que tuvo esta institución (quebró el 23 de marzo de 1601), el excelente contexto en el que operaba y la reconocida posición que Castellanos ostentaba en Sevilla y en la Corte hicieron de la institución un referente para los hombres de negocios de Madrid, que no dudaron en conceder fianzas en forma de juros para su fundación. Entre sus fiadores se hallaron Battista Serra y Marco Antonio Giudice,105 ambos miembros de la facción que se opuso, junto con Simone, Luigi y Alessandro Sauli, a la de los representantes de los Diputados del Medio General de 1598. Asimismo, Battista Serra y su primo Cattaneo fueron clientes de este banco, que facilitaba la venta de los juros crecidos por ambos Serra y obtenidos tras el Medio General de 1598. Los tratos frecuentes que, a este respecto, Battista Serra mantenía con Giacomo Mortedo ponen de manifiesto la importancia de lo local en el funcionamiento de la política de Corte, así como la capacidad de los Serra de hacerse presentes en otras plazas gracias a su tupido entramado de correspondientes.106

105 Marco Antonio Giudice era el socio en Valladolid de Nicolò Sivori, este último también en negocios con Girolamo Serra. Respecto a las fianzas entregadas por Giudice, no era la única institución financiera que avalaba. Según Elena García Guerra, Giudice proporcionó 4000 ducados de fianza el 13 de mayo de 1597 al banco de Corte de Juan Ruiz Negrete, que quebró en 1599. En García Guerra, Elena. «Los bancos públicos en Madrid durante el reinado de Felipe II. Características, actividades y relaciones con las finanzas municipales», en Sanz Ayán, C. y García García, B. J. (eds.), Banca..., cit., pp. 299-328:320. 106 La participación de Serra como fiador y como cliente del banco en AGI, Contratación, leg. 494, n. 2; AGS, Hacienda, Expedientes de Hacienda, leg. 821, respectivamente. Sobre la participación de Serra en la venta de juros en connivencia con el banco público de Giacomo Mortedo en Sevilla, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Redes...», cit.

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Los vínculos de los Serra con figuras como Sivori, Mortedo y Burone son representativos del importante papel que desempeñaron algunas pequeñas familias genovesas, aparentemente marginales, que, sin embargo, ocuparon una posición destacada en la República o contribuyeron decididamente a la movilización y distribución de capitales al servicio de linajes más ilustres como los Serra. En este sentido, la investigación sobre este tipo de personajes se demuestra esencial para entender los entresijos del crédito genovés y para arrojar algo de luz sobre perfiles de promoción desconocidos que, por sus inicios más humildes o discretos, se erigen en figuras representativas de la escalada social genovesa.

4. Acceder a las galeras: el asiento de Federico Spinola de Luccoli (1605) La introducción de los Serra en los préstamos de Madrid requería, si se pretendía perdurar en el negocio, una reformulación de las actividades y de las redes de la familia que permitiera hacerse con el control de los canales implicados en el sistema de asientos. Las licencias de sacas inherentes a estos, así como la adquisición de dos vidas del Correo Mayor de Milán por parte de Battista Serra en 1604, hacían más que necesaria la inserción de los Serra en los asientos de galeras.107 No fue casualidad que 107 Así por ejemplo, el asiento de Battista Serra acordado el 9 de abril de 1605 por 457 317 escudos a proveer en Alemania y seguido de la aceptación de suministrar 390 000 ducados en Nápoles, supuso el despacho de una real cédula por la que, a este efecto, se embarcarían 500 000 ducados en las galeras con destino a Italia. En AGS, DGT, Inventario 11, leg. 8-8, «Relación de lo que la Corona debe a Serra en concepto de asientos y demás». Sobre la embarcación de los 500 000 ducados en las galeras, véase id., leg. 15-3. Sobre la correlación entre asientos de dineros y asientos de galeras véase Álvarez Nogal, Lo Basso, L. y Marsilio, C. «La rete...», cit. Sobre la importancia del transporte de las cartas y las distancias, véase Braudel, F. El Mediterráneo..., cit., vol. 1, pp. 484-497.

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el Medio General de 1598 estableciera en uno de sus capítulos la cesión de seis galeras a los hombres de negocios para que pudieran enviar el dinero a Italia y así cumplir con sus provisiones.108 En este sentido, fue fundamental la relación de los Serra con Federico Spinola de Luccoli de Giacomo, cuñado de Girolamo Serra,109 que se ofreció a servir al rey con dos embarcaciones, de propiedad del rey, a través de un memorial con fecha de 20 de marzo de 1605 en el que aceptaba las condiciones que ya había solicitado el difunto Gabriele Adorno.110 Argumentaba su candidatura afirmando que ya había servido en las galeras como «aventurero» por cuatro años en Flandes y aprovechaba para solicitar un hábito de caballero para poder servir con más honor en el cargo. No había sido la muerte improvisada de Gabriele Adorno la que causó la vacante en el asiento de las dos galeras, sino la de Giovanni Antonio De Marini, evento que justificó la discusión sobre su posible sucesor en el Consejo de Estado de 24 de enero de 1605. En este se debatió sobre la carta enviada por el duque de Tursi el 20 de diciembre de 1604 en la que sugería que en el mando de las dos naves sucediera el hijo del difunto Giovanni Antonio De Marini.111 No obstante, el embajador español en Génova, 108 Sanz Ayán, C. «La estrategia...», cit., p. 91. 109 Como se recordará, Girolamo casó en segundas nupcias con Veronica Spinola q. Giacomo. Los lazos con este ramo de los Spinola de Luccoli no se agotaban en el enlace entre Veronica y Girolamo: Paolo Serra q. Antonio IV (sobrino de Girolamo) casó con Violante Spinola, hermana de Veronica. 110 AGS, Estado, leg. 1433, doc. 117, fol. 241r, 20 de marzo de 1605. En concreto, Adorno había pedido que se le concediera un juro de 12 000 escudos por cada galera con el fin de poderlas armar y que «después de armadas que se tasasen y se igualase el valor para que quedasen de V.M.». En id., doc. 116, carta de Juan Vivas a Felipe III, 10 de abril de 1605, fol. 239r. En esta última carta cabe destacar la opinión favorable de Vivas sobre Spinola al que calificaba como uno de los «gentiles hombres principales de Génova y muy deseoso de servir a Vuestra Majestad dando seguridad de las galeras». 111 AGS, Estado, leg. 1932, doc. 83, consulta de Estado, 24 de enero de 1605, fols. 109r-110v.

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Juan Vivas, señalaba el problema de la corta edad del candidato, inconveniente que podía subsanarse si la Corona asignaba una de las galeras a Gabriel Adorno y la otra a «algún caballero hacendado». El Consejo de Estado, en el que participaban el Comendador Mayor de León, el marqués de Velada, el Condestable de Castilla, el duque de Sessa y el conde de Olivares, manifestó con matices la voluntad de secundar la propuesta del duque de Tursi. El monarca anotó, sin embargo, que se consultara el parecer al príncipe Giovanni Andrea Doria. Tras la muerte de Adorno, la oferta de 20 de marzo realizada por Federico Spinola se erigía en una de las mejores opciones para la Corona. Sobre todo teniendo en cuenta la carta que el 4 de marzo de 1605 mandó el duque de Tursi a Felipe III en la que descartaba al hijo de Giovanni Antonio De Marini como posible candidato, pues «aunque las pretende [las galeras] no las provee de nada».112 Giovanni Andrea Doria, padre del duque de Tursi, en una carta dirigida al rey el 9 de marzo de 1605, manifestaba similar preocupación y advertía al monarca del peligro que correrían dichas galeras si no se tomaban medidas rápidamente, entre las que sugería que ambas galeras se dieran en asiento por separado a sendos caballeros o bien que se dieran a una unica persona que contara con buenas fianzas.113 El 7 de mayo de mayo de 1605, el Consejo de Estado efectuó consulta sobre el asunto que determinó la aceptación del servicio de Spinola. Las reticencias expresadas por Carlo Doria, duque de Tursi, a esta decisión en una carta al soberano de 30 de diciembre de 1605 no tuvieron eco114 y el 30 de noviembre de 1606 Federico 112 La carta del duque de Tursi de 4 de marzo de 1605 fue discutida en el Consejo de Estado de 7 de mayo de 1605 que se mencionará a continuación en texto. Ibidem, doc. 85, fols. 113r-115v. 113 Archivio Doria Pamphili, Scaffale 85, busta 32. Minuta de carta del Principe Doria al rey, 9 de marzo de 1605. 114 Carlo Doria basaba su desconfianza en que Federico Spinola no era hombre de mucha hacienda y que, por tanto, hallaría dificultad en encontrar remeros.

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Spinola comunicaba al Católico que una de las dos galeras estaba ya lista.115 El éxito de Spinola se debió seguramente a la asistencia de los Serra, que eran los primeros interesados en cumplir las expectativas. Como Juan Vivas hizo notar en una carta a Felipe III el 7 de marzo de 1606, el duque de Tursi se había comprometido a conceder a Federico Spinola alguna chusma vieja, pero que no podía venderle esclavos. No obstante, Aunque el dicho Federico no es hombre de hacienda, me dicen que es asistido de cuñados y parientes a quien consigna lo que vuestra majestad manda darle, con que podrá cumplir con su obligación, y él dice que navegará y servirá en las galeras, y en esa corte podrá informar de lo que va haciendo a los ministros de Vuestra Majestad su cuñado Battista Serra.116

En AGS, Estado, leg. 1433, doc. 124, carta de Carlo Doria a Felipe III, 30 de diciembre de 1605, fols. 245r y v. 115 La noticia sobre la finalización del armamento de las dos galeras en AGS, Estado, leg. 1433, doc. 245, carta de Federico Spinola a Felipe III, 30 de noviembre de 1606, fols. 508r-509r. A pesar de ello, Federico Spinola encontraría obstáculos para el posterior suministro de una de estas galeras por la negativa del virrey de Nápoles a concederle los forzados que se le habían prometido. Es por ello por lo que Federico solicitó que los forzados se le dieran sobre las galeras de España. La petición fue debatida en el Consejo de Estado en enero de 1607 (no se especifica la fecha exacta de la consulta), que se mostró poco receptivo. El rey decidió que se mandara copia del asiento de Spinola a Juan Vivas y a Carlo Doria y que, al respecto, se limitaran a los términos en él capitulados. AGS, Estado, leg. 1932, doc. 254, consulta de Estado de enero de 1607, fols. 394r-395v. Finalmente, la galera quedó armada con más de doscientos hombres de chusma, pero solo con 164 remeros (en vez de los doscientos prometidos en el asiento). Las consecuencias negativas que ello podría acarrear al servicio del monarca motivaron la carta que Juan Vivas escribió al rey el 19 de marzo de 1607, solicitando que se dieran a Federico Spinola los cuarenta remeros que le faltaban. En AGS, Estado, leg. 1932, doc. 23, carta de Juan Vivas a Felipe III, 19 de marzo de 1607, fols. 45r-46v. 116 El documento citado se halla en AGS, Estado, leg. 1433, doc. 160, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, a Felipe III, 7 de marzo de 1606, fol. 337r.

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La documentación analizada es indicativa de dos aspectos importantes. En primer lugar, es evidente que, aunque los Serra no fueron reconocidos oficialmente como titulares del asiento de galeras hasta 1618117 —por tanto tras la muerte de Federico Spinola, en 1613 y en un momento de clara readaptación de sus actividades económicas tras el fallecimiento de Girolamo Serra en 1616—, estos no renunciaron a participar en el negocio a través de otros sujetos antes del año precisado. Ello se debía a que el control de las galeras era fundamental para el buen desarrollo de los asientos de dineros en los que se hallaban implicados.118 En segundo lugar, la oposición entre Carlo Doria, duque de Tursi, y Federico Spinola es solo un ejemplo de la abierta competición que se desarrollaba en el seno de la nación genovesa y, sobre todo, entre los Eminenti Spinola y Doria que se disputaban un trato privilegiado con el monarca Católico y el papel de líderes de la facción española en Génova.119 En este sentido, la oposición de Carlo Doria a la entrada de Federico Spinola en el asiento de galeras podría relacionarse con los conflictos que en estos momentos enfrentaban a ambas familias en la República, así como con el control secular del Mediterráneo ejercido por la familia Doria, poco dispuesta a compartir su predominio con los Spinola.120 117 Se volverá sobre este asunto en un capítulo posterior. 118 Otro testimonio de su colaboración en el aprovisionamiento de las galeras nos lo ofrece una relación de adelantos de efectivo efectuados en entre enero de 1603 y junio de 1604, y en la cual figura Battista Serra. Según la fuente, Serra había pagado en nombre de Federico Spinola, el sueldo de quince galeras. En Pulido Bueno, Ildefonso. La Real Hacienda de Felipe III, Huelva, Artes Gráficas Andaluzas, 1996, pp. 50-51. 119 La división impregnaba sobre todo la política de la República, afectando a las magistraturas que oscilaban entre miembros de ambas facciones. Un ejemplo de esta competitividad nos lo ofrece Roccatagliata con ocasión de las discordias entre el príncipe Doria y el embajador genovés en Madrid en 1585, Giulio Spinola, por inadecuados tratamientos de títulos. En Roccatagliata, A. Annali..., cit., p. 56. 120 Sobre los Doria Tursi, véase Lomas Cortés, M. «Renovar el servicio...», cit.; id, «Juan Andrea...», cit. Sobre Giovanni Andrea Doria, remitimos también a las investigaciones de Bastien Carpentier y a su tesis doctoral «L’économie politique

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La competencia entre Spinola y Doria no parece que supuso ningún problema a los Serra que, como hemos visto, eran socios y parientes de los Spinola De Luccoli. De hecho, los tratos de los Serra con los Doria Tursi fueron fluidos y habituales en el reino de Nápoles al menos desde principios del siglo xvii.121 Lo que en un principio parecía limitarse a una relación estrictamente económica, en la década de 1610 adoptó tintes más afectivos, como demuestra el hecho de que Girolamo Serra redactara su codicilo de 1616 en Loano, en casa de Carlo Doria Tursi.122 En adelante, los vínculos con los Doria no dejarían de estrecharse, materializándose en dos matrimonios: uno en 1633 entre Giovan Francesco Serra, primogénito de Girolamo Serra,123 y Giovanna Doria, hija de Carlo

de la guerre. Giovanni Andrea Doria, la république de Gênes et la Monarchie Hispanique (1560-1606)», defendida en diciembre de 2017 en la Université du Littoral Côte d’Opale. 121 Ottavio Serra, primo de Battista, ejercía en Nápoles desde al menos 1607 funciones fundamentales para los hermanos Doria Tursi (el cardenal Giannettino y el general de las galeras, Carlo Doria), tales como la inversión de sus capitales en diversas ferias de cambio o el aprovisionamiento de las galeras de Carlo. Al respecto, véase Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío. «A Genoese Merchant-Banker in the Hispanic Viceroyalty of Naples: Ottavio Serra’s Family and Business Networks in a Polycentric System (1590-1639)», en European Review of History, 23/1 (marzo 2016), pp. 367-399, en el número monográfico Business Relations, Identities, and Political Resources of the Italian Merchants in the Early-Modern Spanish Monarchy editado por Herrero Sánchez, Manuel y Brilli, Catia; id., «Oltre i legami “sistemici”. Il genovese Ottavio Serra nel regno di Napoli e la sua rete di affari (fine del xvi secolo-inizio del xvii secolo)», Nuova Rivista Storica, CII, 2 (mayo-agosto, 2018), pp. 637-677. 122 ASC, Parte seconda, scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2. 123 Primogénito y segundogénito no deben entenderse en este trabajo en sentido estricto, sino más bien en un sentido jurídico que determinaba la existencia de los derechos de sucesión privilegiada de los hijos varones frente a la progenie femenina. En realidad, el primer hijo nacido del matrimonio de Girolamo Serra y Veronica Spinola fue Artemisia, que murió antes de alcanzar la mayoría de edad, y la segundogénita fue Emilia, también fallecida alrededor de 1619, antes de que pudiera desposarse. Giovan Francesco constituye el primogénito en sentido jurídico por ser el primer hijo varón de Girolamo que se hallaba en

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Doria Tursi, y otro, en una fecha indeterminada, entre Artemisia Serra, también hija de Girolamo, y el asentista de galeras Pablo Francesco Doria de Ambrogio.124 Los enlaces con la familia Doria constituyeron una prueba de la adaptación paulatina a los cambios en la coyuntura familiar, política y económica por parte de las actividades de la familia. La muerte de Girolamo Serra en 1616, artífice del «giro» flamenco de la familia, la decadencia progresiva de Amberes y el reconocimiento de Battista Serra como titular del asiento de galeras de Federico Spinola en 1618 constituyeron factores que obligaron a la modificación del perfil de promoción hasta entonces trazado. La desaparición de Girolamo Serra coincidió con una menor implicación en los asientos de dineros de Madrid por parte de sus sobrinos Battista y Cattaneo Serra. Aunque la retirada no fue inmediata ni radical, serían otros los Serra que destacarían ofreciendo préstamos a la Corona: entre ellos, Francesco Serra de Giovanni Pietro II, primo de Battista Serra al cual este último cedió todos sus negocios en España en 1617.125 Los descendientes y parientes que siguieron la estela de Girolamo se embarcaron en nuevas actividades como la gestión del Oficio del Correo Mayor de Milán a partir de 1604 o los asientos de galeras. En estos últimos, como se ha visto, los Serra se iniciaron apoyando en 1605 a los Spinola De Luccoli, representados por Federico. Ambas facetas (el Correo y las galeras) explican la apertura de los Serra a nuevas alianzas: las nuevas actividades implicaban una mirada más mediterránea que el nuevo Doria, Carlo vida cuando dictó su testamento definitivo en 1613. Giovanni Battista, hermano de Giovan Francesco, será mencionado como «segundogénito», entendiendo con ello que se trata del segundo hijo varón nacido del matrimonio, a pesar de que era el séptimo en orden de nacimiento. 124 Bernabò, B. Placidia Doria..., cit., p. 56. 125 Francesco Serra de Giovanni Pietro II, once años más joven que Battista, suele aparecer en las fuentes consultadas como sobrino del segundo a pesar de que en realidad fueran primos.

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de Tursi, heredero de una importante flota naval tras la muerte de su padre en 1606, representaba a la perfección.

5. Nobles,

ministros regios y banqueros: amigos y socios entre los poderosos de la Corte

La acogedora bienvenida de Battista Serra al mundo de los asientos de la Corona no se debió únicamente a su cuidado entramado de socios y correspondientes, a su capacidad crediticia o a las excelentes condiciones que le brindó la reputación de su tío Girolamo. Su nombramiento como representante de los intereses de la república de Génova en Madrid, primero como agente en 1614 y después como embajador ordinario en 1622, es indicativo de las buenas relaciones que el genovés mantuvo con los ministros reales, así como de un dominio del arte de la negociación que hacían de él una especie de bisagra, a caballo entre los intereses de la República, del servicio al rey hispánico, de la familia y de su dilatada clientela.126 En este sentido, no hay duda de que los primeros años del siglo xvii fueron cruciales en el desarrollo de estas habilidades y en el establecimiento de contactos favorables con algunos ministros hispánicos. Los intereses de la compañía Serra-Pallavicino no se limitaron únicamente a las operaciones necesarias para satisfacer los asientos regios. La importancia que adquirió el consorcio comercial en los primeros veinte años del siglo xvii provocó que también la aristocracia de los reinos hispánicos y otros hombres de negocios solicitaran sus servicios.127 De este modo, deben relativizarse los 126 Sobre la misión de Battista Serra como agente de la República en Madrid entre 1614 y 1618, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Bautista Serra, un agente...», cit. 127 En la sección notarial del Archivio di Stato di Genova, concretamente en los protocolos del notario Agostino Cabella, se hallan multitud de documentos referidos a la sociedad para principios del siglo xvii que testimonian el variegado elenco de actividades en el que los socios participaban. Un ejemplo de ello en

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discursos antigenoveses que vieron la luz sobre todo a finales del siglo xvi, fruto en gran parte de las sospechas de una aristocracia que veía en este colectivo una amenaza directa a algunos de los conceptos tradicionales sobre los que hasta entonces había basado su autoridad: linaje, privilegio, oficio, legitimidad, raza y religión. Efectivamente, la profesión de la fe católica constituyó un factor que incidió positivamente en la promoción de los ligures por delante de los prestamistas portugueses, sospechosos de judaísmo, conocidos por sus frecuentes tratos comerciales con uno de los mayores enemigos de la Monarquía Hispánica (el holandés) y especializados en el cobro y gestión de rentas reales, lo cual, debió de granjear no pocas antipatías entre los naturales.128 La intensa afluencia de genoveses entre las filas de la nobleza y los servicios que los ligures desempeñaban para la misma fueron factores que, más que contribuir a una hipotética crisis de la aristocracia, fortificaron sus bases sociales.129 ASGe, NA, 5825, 8 de agosto de 1606, venta de una renta en Calabria por parte de la compañía de Battista y Paolo Serra y Nicolò Pallavicino a Pietro y Agostino Durazzo. 128 Álvarez Nogal, C. Sevilla..., cit., p. 150. Paradójicamente, el comercio con el holandés que motivaba la desconfianza hacia los judeoconversos portugueses sería al mismo tiempo una de las causas de su valor para la Monarquía Hispánica. Hacia 1620, en un momento en el que las ferias de cambio de los genoveses decaían y en el que era apreciable el desbordamiento de Amberes respecto a Ámsterdam, los conversos portugueses que operaban en esta última ciudad desempeñaron un papel fundamental en la extracción de capitales del enemigo holandés para satisfacer las necesidades de liquidez de la Monarquía Hispánica. 129 Sobre estos aspectos, véase Yun Casalilla, Bartolomé. «¿Traición de la burguesía vs. crisis de la aristocracia?: por una revisión de la historia social y de la cultura de las elites de la Europa del Antiguo Régimen», en Sanz Ayán, C. y García García, B. J. (eds.), Banca..., cit., pp. 509-532. Las investigaciones realizadas por Guillén Berrendero sobre los tratados de nobleza castellanos del siglo xvii concluyen que, para entonces, estos ya teorizaban sobre un único modelo de aristocracia en el que se unían los distintos tipos de nobleza que en la centuria precedente se habían considerado antagónicos: por un lado la nobleza adquirida por nacimiento y, por otro, la conquistada a través del servicio al rey, instru-

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De hecho, la política matrimonial incentivada por muchas casas aristocráticas castellanas encontró en las ricas familias de hombres de negocios —entre los que despuntaban los genoveses en tratos con el monarca Católico— uno de los mercados más apetecibles, principalmente por la profunda identidad aristocrática que caracterizaba al patriciado genovés que, no lo olvidemos, eran a todas luces nobles en su República. Son representativos de esta tendencia las nupcias de Antonio Corzo (de la isla de Córcega, bajo dominio genovés) con Ana de Armas, perteneciente a una renombrada familia de la aristocracia sevillana de Triana y miembro de la prestigiosa cofradía de San Pedro Mártir;130 así como la unión de la hija de Ambrogio Spinola, Polissena, con el marqués de Leganés, mano derecha del Conde Duque de Olivares.131 mento al que recurrieron muchos genoveses para acceder a los ambicionados títulos aristocráticos. En Guillén Berrendero, José Antonio. «Otros territorios, mismos discursos. La formación de una idea de nobleza transnacional en los territorios italianos de la Monarquía española», en Martínez Millán, José y Rivero Rodríguez, Manuel (eds.), Centros de poder italianos en la Monarquía Hispánica (ss. xv-xviii), vol. 2, Madrid, Polifemo, 2010, pp. 1311-1336; id. La edad de la nobleza. Identidad nobiliaria en Castilla y Portugal (1556-1621), Madrid, Polifemo, 2012. La difusión de este modelo es un claro síntoma de la adaptación del estamento noble a la introducción entre sus filas de nuevos miembros procedentes de sectores emergentes y, a su vez, denota el continuo intercambio que se producía entre los distintos grupos sociales y la influencia de dichos intercambios en el mantenimiento de la calma social y en la conservación de una sociedad de élites. 130 Vila Vilar, E. Los Corzo..., cit., pp. 44 y 45. Más ejemplos sobre las estrategias matrimoniales de los genoveses desplazados en los reinos peninsulares en Rodriguez de Gracia, Hilario. «Mercaderes y financieros. Los genoveses de Toledo entre 1561 y 1621», en Villar García, M. B. y Pezzi Cristóbal, P. (eds.), Los extranjeros..., cit., vol. 1, pp. 597-610. 131  Herrero Sánchez, M. «La red...», cit.; Herrero Sánchez, M. y Álvarez-Ossorio Alvariño, A. «La aristocracia...», cit. En lo que se refiere a estos enlaces, cabe decir que no se trató solo de un fenómeno hispánico: como han destacado Stone y Burke, estos procesos se desarrollaron también en Inglaterra y en Holanda. Véase Stone, Lawrence. The Crisis of Aristocracy, 1588-1641, Oxford, Oxford University Press, 1965; Burke, Peter. Venice and Amsterdam: a Study of Seventeenth-Century Elites, Londres, Temple Smith, 1974. Como se verá en el

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El fenómeno señalado no dejaba de constituir una maniobra incentivada por la Monarquía Hispánica para reforzar las aristocracias y patriciados de los territorios bajo su jurisdicción. De esta manera, los matrimonios cruzados entre aristocracias castellanas y extranjeras —sobre todo italianas—, además de contribuir a la vinculación de los territorios dispersos de la Corona, evitaban la extinción de las aristocracias nacionales cuyo patrimonio se veía cada vez más endeudado debido a los gastos de ostentación del prestigio en los que incurrían y a los servicios de auxilium obligatorio al soberano hispánico, para cuya satisfacción el monarca les permitía emitir censos sobre sus mayorazgos. La situación pudo ser mantenida gracias a la inclusión entre las filas de la nobleza de nuevos miembros, destacados por su liquidez y reputación, que suponían importantes inyecciones de capital provenientes de las cuantiosas dotes incorporadas por las jóvenes de los sectores pujantes con las que enlazaban. Una revitalización del patrimonio señorial en el que también entraron en juego los genoveses a través de los préstamos que proporcionaban a la aristocracia hispánica o de las innovaciones que introdujeron en la administración de los feudos. Cabe recordar las funciones desempeñadas en este sentido por ciertos genoveses. Así por ejemplo, Ottavio Centurione fue agente de cobros del duque de Lerma, Camillo Pallavicino fue agente de negocios de don Juan Alfonso Enríquez de Cabrera, Almirante de Castilla, y Vincenzo Gentile desempeñó el cargo de administrador de las rentas de este último.132 También los Serra se acomodaron a capítulo 10, los Serra no fueron representativos de este fenómeno. De hecho, sus enlaces con miembros de la aristocracia castellana fueron tardíos y puntuales para, en su lugar, privilegiar uniones endogámicas, con aristocracias de otros reinos hispánicos y con otros sujetos de la nobleza vieja genovesa. 132 Fernández Martín, L. «La colonia...», cit., pp. 176 y 184. Asimismo, algunos ejemplos de los préstamos que los comerciantes, muchos de origen extranjero y genovés, realizaban a las aristocracias castellanas en los primeros treinta años del siglo xvi en Yun Casalilla, B. Marte..., cit., p. 272.

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esta tendencia: según una relación sobre los maravedíes recibidos en las arcas de tres llaves del monarca hispánico, Battista Serra había proveído 3000 ducados en Valencia para la compañía de arcabuceros de la guarda del duque de Lerma «que fue al dicho reino en la última jornada que su Majestad hizo allí para guarda de su real persona».133 Los ejemplos más explícitos de servicio a la nobleza por parte de los Serra los encontramos en la actividad conjunta de la compañía Serra-Pallavicino, de la que formaba parte Battista Serra, y de Ottavio Serra, situado en Nápoles e hijo de Giovanni Battista Serra q. Paolo II.134 A través de Ottavio Serra y de su socio, Antonio Spinola, Battista Serra efectuó multitud de servicios en Madrid para la nobleza del Mezzogiorno que, desde Nápoles, solicitaba a Ottavio el pago de títulos, derechos de sucesión, o simplemente la tramitación de sus privilegios en la Corte.135 Destacaron especialmente las funciones de representa133 BNE, Mss. 6754, «Relación general de todos los maravedíes que se han recibido y pagado en las arcas de tres llaves de su Majestad que están en el monasterio de San Pablo de Valladolid desde su principio del año de 1603 hasta 26 de julio de 1604». El propio Lerma se valió también de la posición de Battista Serra, de sus contactos y de sus habilidades financieras, para transmitir a Nápoles el dinero necesario para la adquisición de un relicario. La operación se concretó en una letra de cambio enviada por Battista en Madrid a su primo Ottavio (en Nápoles) y destinada a pagar 500 ducados a Pedro Valcárcel, regente del Collegio Consigliare del virreinato, para la compra de dicho relicario. El precio de este alcanzaba los 700 ducados, visto que el documento informa de que los 200 ducados restantes se le habían ya pagado a través del banco de San Giacomo de Nápoles. En Archivio Storico Banco di Napoli (ASBNa), Pietà, giornale di banco (gb), matricola (m.) 4, 17 de marzo de 1607, fol. 198v. 134 Sobre Ottavio Serra se volverá en los capítulos 8 y 9. 135 Son muchas las referencias a estos servicios encontrados en la sección notarial del Archivio di Stato di Napoli. Algunos de ellos en ASNa, Notai ‘500, 488/16, fols. 47r-48r, 5 de febrero de 1607; ASNa, Notai ‘500, 488/18, fols. 342v-344v, 9 de julio de 1609; ASNa, Notai ‘500, 488/20, fols. 100v-102r,4 de febrero de 1611; en id., fols. 330r-333v, 31 de mayo de 1611; ASNa, Notai ‘500, 488/19, fol. 652v, 8 de octubre de 1610; ASNa, Notai ‘500, 488/25, fols. 246r y v, 19 de abril de 1612.

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ción desempeñadas por Battista Serra en la Corte para Pedro de Toledo, marqués de Villafranca y residente en Nápoles a principios del siglo xvii. La conexión entre este último y Battista Serra se producía a través de Ottavio Serra de Giovanni Battista, que ejercía como agente de Battista en el Nápoles. Estos tratos entre Villafranca y Battista Serra —que se incentivaron cuando Villafranca se transfirió a Madrid— probablemente justificaron que la República nombrara a Serra como enviado diplomático en Milán en julio de 1618 para defender los derechos de San Giorgio a distribuir sal en Finale. Momento en el que Villafranca ejercía como gobernador del ducado. La relevancia que Ottavio Serra ostentaba en Nápoles como mercader y financiero motivó que, no solo el baronazgo regnícola sino también los comerciantes, los togados y los consejeros de las instituciones virreinales se valieran de la reputación de su red para efectuar transferencias de capital y para satisfacer a sus acreedores en la Corte.136 En ambos casos, contamos con un gran número de misivas para el período de 1607 a 1617 enviadas por Ottavio Serra, desde Nápoles, a Battista Serra en las cuales el primero solicitaba a su primo la realización de pagos que después le habría reembolsado en las ferias de Piacenza a través del procurador que allí tuviera la compañía Serra-Pallavicino. De hecho, Ottavio Serra y su socio Antonio Spinola se encontraban en sociedad con dicha compañía: un documento nos confirma que se hallaban «in societate 136 Algunos casos al respecto en ASNa, Notai ‘500, 488/17, fols. 597v-598v, 22 de julio de 1608, donde Antonio Spinola y Ottavio Serra escribían a Battista Serra en nombre de los intereses del genovés Cesare Zattera, residente en Nápoles; ASNa, Notai ‘500, 488/18, fols. 671r y v, 7 de noviembre de 1609, donde la compañía de Antonio Spinola y Ottavio Serra de Nápoles escribía a Battista Serra en representación de Carlos Tapia, miembro del Sacro Regio Consiglio de Nápoles; ASNa, Notai ‘500, 488/20, fols. 18v y 129r, 25 de febrero de 1611, documento en el que Ottavio Serra se dirigía a su primo Battista en nombre del mastrodatto (un funcionario encargado de la custodia de actos públicos y privados), Carlo Ardizzone.

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et negotio» por dos quintos el primero, dos quintos el segundo y una quinta parte la compañía Serra-Pallavicino.137 La abundante correspondencia que circulaba entre Nápoles y Madrid —entre Ottavio y Battista Serra— halla su explicación en la importante posición que Battista alcanzó en la Corte, primero como miembro de la Diputación del Medio General de 1608 y, en un segundo momento, como agente de la República en Madrid entre 1614 y 1618. El contacto con Madrid constituía un requisito fundamental para el desarrollo de la actividad de Ottavio Serra en Nápoles, por lo que entre finales de 1617 y 1618, cuando Battista abandonó la Corte para representar a la República ante el gobernador de Milán, sería precisamente otro primo, Francesco Serra de Giovanni Pietro II, heredero de todos los negocios de Battista en España, el que actuaría como mediador de los representados en Nápoles por Ottavio Serra.138 En lo que respecta a las amistades de Battista Serra con algunos de los ministros más significativos de la Corte, la presencia del genovés en buena parte de los cargos que se imputaron entre 1606 y 1609 a Alonso Ramírez de Prado139 y a Pedro Franqueza,140 miembros de la junta del Desempeño General fun137 ASNa, Notai ‘500, 488/29, «Promissione» de Antonio Spinola y Ottavio Serra, 3 de marzo de 1622, fols. 219r-224r: 219r. De hecho, en las actas del notario Giovanni Simone de Monica no faltan poderes concedidos por Paolo Serra q. Antonio IV a Ottavio Serra para la tramitación de sus negocios en Nápoles. Algunos de ellos para el año 1616 en ASNa, Notai ‘500, 488/23 (legajo sin foliar). 138 A partir de 1618, las órdenes de pago de Ottavio Serra no se dirigían a Battista Serra, sino a Francesco Serra de Giovanni Pietro II. El primer testimonio que hemos hallado al respecto en la sección notarial tiene fecha de 19 de diciembre de 1618. En ASNa, Notai ‘500, 488/25. 139 Sobre este personaje, véase De Entrambasaguas, Joaquín. Una familia de ingenios. Los Ramírez de Prado, publicado en Revista de Filología Española, Anejo 26 (1943). 140 Sobre la figura de Pedro Franqueza, véase Juderías, Julián. Los favoritos de Felipe III. Don Pedro Franqueza, Conde de Villalonga, secretario de Estado, Madrid, Imp. de la Revista de Archivos, 1909; Guerrero Mayllo, Ana. «D. Pedro Franqueza y Esteve, de regidor madrileño a secretario de Estado», Pedralbes, 11 (1991), pp. 79-89; Torras Ribé, Josep Maria. Poder i relacions clientelars a la Catalunya

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dada en 1603, demuestra la capacidad de Battista para entretejer alianzas con la nueva clase política que vio la luz después de la reforma del Consejo de Hacienda y tras la estrepitosa caída del marqués de Poza.141 La remodelación del Consejo de Hacienda y la creación de la junta mencionada dieron paso a un período de cierta desconfianza entre ambas instituciones debido a la tendencia de la segunda a atribuirse las funciones de la primera, hecho que suscitó las protestas del presidente del Consejo, Juan de Acuña.142 Entre estas atribuciones, se encontraba la negociación de asientos con los hombres de negocios, situación que daba la oportunidad a Franqueza y a Ramírez de Prado de tratar particularmente con los financieros y de beneficiarse en diversas maneras de sus servicios. El abuso de poder de estos dos personajes ofrecía a los banqueros la oportunidad de obtener mejores condiciones en sus asientos

dels Austria. Pere Franquesa (1547-1614), Vic, Eumo, 1998; id., «Los Franquesa: una familia de notarios y oficiales en la Cataluña del siglo xvi», en Fernández Albaladejo, Pablo (ed.), Monarquía, Imperio y pueblos en la España Moderna. Actas de la IV Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna: Alicante, 27-30 de mayo de 1996, Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1995, pp. 395-407. 141 La visita realizada entre 1600 y 1602 sobre el ejercicio del marqués de Poza como presidente del Consejo de Hacienda tuvo como objetivo propiciar el relevo cortesano a instancias del duque de Lerma. Tras la caída de Poza, se convocó una junta integrada por Acuña, Miranda, Laguna, Alonso Ramírez y Cristóbal de Ipeñarrieta para, entre otros cometidos, abordar la reforma de la Real Hacienda. Fruto de su actuación, fue la unificación del Consejo de Hacienda y de la Contaduría Mayor de Hacienda, mientras que la Contaduría Mayor de Cuentas y el Tribunal de Oidores permanecerían como instituciones independientes. A partir de entonces, Juan de Acuña sería el presidente de Hacienda. En De Carlos Morales, C. J. «Política y Finanzas», cit., p. 766. 142 Aunque no hay duda de que las funciones del Consejo de Hacienda se vieron en ocasiones interferidas por la junta del Desempeño, su actuación no se vio en ningún caso bloqueada. De hecho, durante la presidencia de Juan de Acuña el Consejo de Hacienda se reunió con mayor frecuencia que en tiempos pasados. En Williams, Patrick. «Philip III and the restoration of Spanish government, 1598-1603», English Historical Review, LXXXVIII (CCCXLIX) (1973), pp. 751-769.

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puesto que «la mayor ganancia e interés que pueden conseguir [los hombres de negocios] es cohechar a los ministros superiores en la hacienda [...] porque en una adehala, condición o beneficio dando uno reciben más que ciento».143 El proceso al que fueron sometidos Alonso Ramírez de Prado y Pedro Franqueza, no solo supuso un castigo por la gestión fraudulenta y por la presentación de informes contables engañosos por parte de los dos servidores reales, sino que constituyó también una reacción contra el valimiento de Lerma, que no dudó en sacrificar a dos de sus principales hechuras para evitar que a la caída de estos siguiera la propia.144 Alonso Ramírez, fiscal del Consejo de Hacienda y consejero del de Castilla, fue detenido el 26 de diciembre de 1606, mientras que Pedro Franqueza, conde de Villalonga y secretario de Estado, lo fue el 19 de enero de 1607. En los documentos que generaron los dos procesos aparecen algunos de los principales hombres de negocios del momento, principalmente genoveses, muchos de los cuales colaboraron es143 En AGS, Cámara de Castilla, leg. 2796, «Cargos contra Pedro de Franqueza, conde de Villalonga. Secretario de Estado, consejero y ministro de la Junta del Desempeño general de la Real Hacienda», fol. 66r. Dicho legajo está formado por cinco cuadernillos donde se recogen diversos documentos sobre las visitas realizadas a los dos ministros. 144 Sobre el proceso a ambos ministros, véanse: Pelorson, Jean-Marc. «Para una reinterpretación de la Junta del Desempeño General (1603-1606) a la luz de la “visita” de Alonso Ramírez de Prado y de don Pedro Franqueza, conde de Villalonga», en Actas del IV Symposium de Historia de la Administración, Alcalá de Henares, Instituto Nacional de Administración Pública, 1983, pp. 613-628; Benigno, Francesco. La sombra del rey: validos y lucha política en la España del siglo xvii, Madrid, Grupo Anaya Comercial, 1994; Feros, Antonio. El Duque de Lerma. Realeza y privanza en la España de Felipe III, Madrid, Marcial Pons, 2002, pp. 303-335; Gómez Rivero, Ricardo. «El juicio al secretario de Estado Pedro Franqueza, Conde de Villalonga», Ius Fugit. Revista de Estudios Histórico-Jurídicos de la Corona de Aragón, 10-11 (2001-2002), pp. 401-531; Mrozek Eliszezysnki, Giuseppe. Bajo acusación. El valimiento en el reinado de Felipe III. Procesos y discursos, Madrid, Polifemo, 2015 (en concreto, el capítulo 2).

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trecha y subrepticiamente con los dos ministros para satisfacer sus demandas. A pesar de que quedara más que probada la participación de estos hombres de negocios, el papel relevante que estos desempeñaban para la Real Hacienda evitó que se tomaran represalias contra ellos. Solo se constata el ingreso en prisión de Giovanni Battista Giustiniano del que nos da noticia Cabrera de Córdoba el 20 de enero de 1607.145 El proceso contra Alonso Ramírez de Prado desvela información interesante sobre algunos de los banqueros más potentes de la Corte en esos momentos, entre los que destacaba Ottavio Centurione con el que los primos Battista y Cattaneo Serra mantenían tratos frecuentes como demuestra el hecho de que el primero les cediera varios asientos entre 1602 y 1615.146 Por otro lado, Battista Serra participaba por una cuarta parte en la mayor parte de los asientos firmados por Ottavio, llegando a suministrar entre ambos más de 13 391 000 escudos y ducados a lo largo de diez años.147 La cooperación con los Centurione no solo se limitaba a Madrid, sino que también se producía en Amberes. En este último enclave, 145 No obstante, su encarcelamiento no estuvo motivado por su implicación en los cohechos, sino por la negativa del mismo a revelar detalles sobre uno de dichos sobornos: «el tesorero de la Cruzada, Juan Bautista Justiniano, ha estado en la cárcel, y muy cerca de darle tormento, hasta que descubrió lo que se le preguntaba de cierto juro y diamante y otras cosas que le había dado». En Cabrera de Córdoba, Luis. Relaciones de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614, Salamanca, Edición Facsímil, 1997, p. 298. Edición a cargo de García Cárcel, Ricardo. 146  Álvarez Nogal, C. «Las compañías...», cit., p. 76. Según Pulido Bueno, Ottavio Centurione constituiría el relevo en el reinado de Felipe III a la labor que desarrollaron Agostino y Ambrogio Spinola, este último uno de los componentes de la Compañía del Medio General de 1598. En Pulido Bueno, I. La Real Hacienda..., cit., p. 164. Por tanto, Centurione, al igual que Battista Serra, fue uno de los hombres de negocios que fueron encumbrados a raíz de la suspensión de pagos de 1596 y, al igual que Serra, formó parte de la Diputación del Medio General de 1608 tras la caída de sus anteriores competidores. 147  Álvarez Nogal, C. «Las compañías...», cit., p. 76. En lo que se refiere a las cesiones, Nogal certifica que Ottavio Centurione llegaría a ceder a Battista Serra hasta una cuarta parte de los asientos que realizaba.

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Francesco Serra, hermano de Battista, operaba junto con Vincenzo Centurione, hermano de Ottavio.148 Por su parte, el juicio contra Alonso Ramírez de Prado nos descubre detalles sobre la actuación conjunta de Centurione y Serra en la tarea de sobornar a uno de los ministros más poderosos de inicios del siglo xvii. En efecto, en uno de los cargos que se imputaron a dicho ministro, se le acusaba de haber sido sobornado por Ottavio Centurione y por Battista Serra, «hombres de negocios en tan grandes asientos y pretensiones como es notorio en esta corte y reino», por la friolera de diez mil escudos de oro de los cuales, Dos mil de ellos recibió una noche por el año de mil seiscientos y cuatro estando en Valencia en la villa de Denia en un talego de mano del dicho Battista Serra y los ocho mil restantes recibió en el dicho año en Valladolid el dicho don Antonio [hijo de Ramírez de Prado] en diferentes partidas que cobró y libró por mano del dicho Battista Serra a diferentes personas.149

En otro de los libros del proceso, correspondiente a los interrogatorios realizados a Alonso Ramírez de Prado, su mujer y su hijo, el primero negó que recibiera el talego citado de mano de Battista Serra.150 No obstante, su hijo Antonio reconoció que Battista Serra, sabiendo de su necesidad de dinero, se lo ofreció y

148 P  ulido Bueno, I. El gran mercader..., cit., p. 249. Los lazos entre banqueros se estrechan aún más si consideramos que Ottavio estaba casado con Battina Doria de Agostino Doria, que a su vez era hermana de Girolama Doria, esta última casada con Ambrogio Doria (Doge de Génova). Uno de los hijos de Ambrogio Doria y de Girolama Doria, Paolo Francesco Doria, casó con Artemisia Serra, hija de Girolamo Serra. 149 AGS, Cámara de Castilla, leg. 2776, libro de «Cargos del licenciado Alonso Ramírez de Prado. Don Antonio, su hijo. Doña María Velázquez, su mujer», fols. 28r y v. 150  Ibidem, en otro libro sin numerar conteniendo los interrogatorios citados, fol. 82v.

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que él lo aceptó prometiendo comprarle un juro por 6000 reales, desvelándonos con esta afirmación las facultades de Serra para desempeñar y vender juros después de la aprobación del Medio General de 1598.151 La relación de Battista Serra con Ramírez de Prado y su familia debió de ir mucho más allá de los meros cohechos. Así, en otro de los capítulos del proceso se describe cómo dicho ministro había concedido una consignación de treinta cuentos de maravedíes a Vincenzo Squarciafico, sobrino y cajero de Giovanni Battista Giustiniano y, por tanto, pariente de Battista. Consignación que el ministro al final decidió arrebatar a Squarciafico para, en su lugar, entregarla a su «íntimo amigo», Battista Serra.152 Los contactos de Battista Serra con los centros de distribución de bienes suntuarios hicieron de él un instrumento precioso para las oligarquías cortesanas, deseosas de hacerse con los recursos necesarios para la exhibición del prestigio y para la emulación de las pautas de consumo de la nobleza.153 En una sociedad en la que el estatus venía definido en buena parte por la ostentación de la opulencia, por un capital simbólico que aportaba la auténtica distinción,154 no es de extrañar que el volumen de circulación de este tipo de bienes se incrementara con creces en el siglo xvii, acentuando con ello la dependencia de los hombres de negocios involucrados en su comercialización. En este sistema, Génova 151  Ibidem, fols. 119r-120r. 152  Ibidem, en el libro «Cargos del licenciado Alonso Ramírez de Prado. Don Antonio, su hijo. Doña María Velázquez, su mujer», cargo 46 contra Alonso Ramírez de Prado, fols. 27r y v. 153 Sobre el consumo suntuario por parte de los juristas y funcionarios regios, véase Fayard, Janine. Los miembros del Consejo de Castilla (1621-1746), Madrid, Siglo XXI, 1982, pp. 418-438. 154 Bourdieu, Pierre. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Madrid, Taurus, 1988. En relación a este argumento, véase también el artículo de ÁlvarezOssorio Alvariño, Antonio. «Rango y apariencia. El decoro y la quiebra de la distinción en Castilla (siglos xvi-xviii)», Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, 17 (1998-99), pp. 263-278.

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desempeñó un papel fundamental como lugar de paso de los objetos artísticos que demandaban las élites castellanas.155 El vínculo de parentela de Battista Serra con el ramo de los Lomellini encargados de la distribución del coral de Tabarca, así como el acceso privilegiado que tenía a los metales preciosos indianos le posibilitaba atender a la demanda de unos productos enormemente valorados en las altas esferas. Asimismo, la conexión de Battista con la plaza de Amberes, no solo se revelaba esencial para el buen funcionamiento de los asientos de dineros, sino también para asegurar el suministro de los cotizados tapices flamencos a aquellos que se los requerían en la Corte. Sin duda, la presencia de su hermano Francesco en la ciudad flamenca debió de facilitarle una tarea que, debido al poder que ostentaban los grupos que anhelaban estos bienes, adquiría tintes más políticos que artísticos o comerciales.156

155 Sobre la relevancia de los objetos artísticos que arribaban a la Península Ibérica desde Génova, véase Santamaria, Roberto. «Rotte artistiche fra Genova e la Spagna nei documenti d’archivio (secoli xvi-xviii)», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R, Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 695-704. Como ha asegurado Alfonso Assini, la ausencia de dacios sobre los bienes que partían desde Génova a España explica en buena parte la salida de bienes artísticos de la República y hacia España. En Assini, Alfonso. «Il patrimonio artistico tra committenza e confische», en Felloni, Giuseppe (ed.), La Casa di San Giorgio: il potere del credito, Atti del convegno, Genova, 11 e 12 novembre 2004, Génova, Atti della Società Ligure di Storia Patria, 2006, pp. 143-154. Sobre las transferencias culturales y artísticas que se produjeron entre Génova y la Monarquía Hispánica se profundizará en el capítulo 11. 156 Sobre la práctica del regalo como instrumento fundamental de la negociación política en la Edad Moderna, véase Bely, Lucien. Espions et ambassadeurs au temps de Louis xiv, París, Fayard, 1990, pp. 163-171. García García, Bernardo José. «Los regalos de Isabel Clara Eugenia y la Corte española. Intimidad, gusto y devoción», Reales Sitios: Revista del Patrimonio Nacional, 143 (2000), pp. 16-27; Zemon Davis, Natalie. The Gift in Sixteenth-Sentury France, Oxford, Oxford University Press, 2000; García García, Bernardo José. «Regalos y consumos suntuarios entre las Cortes de Madrid y Bruselas en los reinados de Felipe II y Felipe III», en García García, Bernardo José y Grilo, Fernando (eds.), Ao modo da Flandres: disponibilidade, inovação e mercado de arte na época dos descobrimentos

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El proceso a Alonso Ramírez de Prado nuevamente nos descubre detalles sobre estos aspectos: el cargo número 50 acusaba al fiscal de haber aceptado de Battista Serra el 4 de agosto de 1606 una tapicería con la representación de los «Triunfos» de Petrarca, un motivo típicamente flamenco, que había costado en Amberes 1630 ducados y cuyo precio el ministro no habría abonado.157 Sin embargo, Battista Serra no fue el único en destacar en estas funciones de intermediación que permitían a los servidores públicos y a la nobleza hispánica el acceso a los mercados artísticos y de lujo internacionales. Eran muchos los genoveses que se embarcaban en el lucrativo negocio de la distribución de

(1415-1580). Congreso Internacional, Lisboa, 11-13 de abril de 2005, Madrid, Fernando de Villaverde Ediciones, 2005, pp. 131-155; Sanz Ayán, C. «“Prestar, regalar y ganar”: dinero y mecenazgo artístico-cultural en las relaciones entre la Monarquía Hispánica y Florencia (1579-1647)», en Sanz Ayán, C. y García García, B. J. (eds.), Banca..., cit., pp. 459-482; Carrió-Invernizzi, Diana. «Gift and Diplomacy in Seventeenth-Century Spanish Italy», The Historical Journal, 51, 4 (2008), pp. 881-889; García Cueto, David. «Presentes de Nápoles. Los virreyes y el envío de regalos y objetos suntuarios para la Corona durante el siglo xvii», en Colomer, José Luis (ed.), España y Nápoles. Coleccionismo y mecenazgo virreinales en el siglo xvii, Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2009, pp. 294-321. 157 AGS, Cámara de Castilla, 2776, libro de «Cargos del licenciado Alonso Ramírez de Prado. Don Antonio, su hijo. Doña María Velázquez, su mujer», fol. 28v. Sobre la difusión de bienes suntuarios, culturales y artísticos flamencos en la Monarquía Hispánica, véase Vázquez de Prada, V. «Tapisseries et tableaux flamands en Espagne au xvi siècle», Annales. Économies, Sociétés, Civilizations, 10 (1955), pp. 37-46; Alvar Ezquerra, Alfredo. «Los intercambios culturales entre los Países Bajos en tiempos de Felipe II: un muestreo de las cédulas de paso», Revista de historia y arte, 2 (1996), pp. 91-110. Véanse igualmente los trabajos de Vermeylen, Filip. «Paintings for Portugal. The export of flemish art from Antwerp to Lisbon during the sixteenth century» y de Jordan Gschwend, Annemarie. «The Manufacture and Marketing of Flemish Tapestries in Mid-Sixteenth Century Brussels. Two Habsburg Patrons and Collectors: Mary of Hungary and Catherine of Austria» presentes en García García, B. J. y Grilo, F. (eds.), Ao modo..., cit., pp. 67-72 y 91-113, respectivamente; Aguiló Alonso, María Paz. «El papel de los mercaderes en el comercio de arte entre España y los Países Bajos», en Crespo Solana, A. (ed.), Comunidades transnacionales..., cit., pp. 209-249.

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bienes suntuarios aprovechando sus amplias redes de contactos, las licencias de sacas incluidas en los asientos de dineros, sus embajadas en la Corte —las cuales les concedían cédulas para introducir y extraer mercancías al inicio y al término de su misión—158 o sus asientos de galeras, vehículo de contrabando por excelencia. Ejemplo de ello lo encontramos en los hermanos Giovanni Luca y Giovanni Francesco Pallavicino. Ambos se unieron en una compañía comercial e iniciaron sus actividades en Toledo, pero Giovanni Luca terminó operando también en Madrid, mientras que Giovanni Francesco extendería su radio de acción a Milán, Génova y Roma, emplazamientos en los que adquiría tocas milanesas, pasamanos de oro y otros artículos de lujo que después vendía en la Península Ibérica.159 La relación de los Serra con Giovanni Luca Pallavicino fue recurrente. De hecho, fue una cesión de juros realizada por Pallavicino a favor de Battista Serra la que lo liberaró del pleito que iniciaron contra él los patronos de las obras pías de Juan y Marcos Mendiola, acreedoras del banco de Sevilla «Mortedo y Espinosa» para cuya fun158 El peligro de conceder estas licencias lo advirtió el secretario del rey, Pedro de Contreras, que el 1 de mayo de 1621 evidenciaba que «A algunos embajadores se han dado semejantes cédulas aunque no han llevado tantos baúles y cajas, pero no habiéndose de abrir en pocos pudieron llevar tanta hacienda como este en muchos». En AHN, Consejos, leg. 13192, exp. 20. Sobre el papel de los embajadores en la transferencia de corrientes y bienes culturales y artísticos véase Carriò-Invernizzi, Diana (ed.), Embajadores culturales. Transferencias y lealtades de la diplomacia española de la Edad Moderna, Madrid, Universidad de Madrid, 2016. 159 Rodríguez de Gracia, Hilario. «Fortuna y promoción social. Las expectativas de los genoveses toledanos en tiempos del Quijote», en Sanz Camañes, Porfirio (ed.), La Monarquía Hispánica en tiempos del Quijote, Madrid, Sílex, 2005, pp 165-187:181 y 182. Sobre la figura de Giovanni Luca Pallavicino, véase Domínguez Ortiz, A. Política y Hacienda..., cit., pp. 108 y 109; Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., pp. 66-69. Su genealogía en Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 3, parte I, fol. 18, BCB, M.r., VIII, 2, 31. Giovanni Luca era además tío paterno de Paolo Girolamo Pallavicino, nombrado administrador general de la Hacienda Real en Italia en 1636. En Marsilio, C. Dove..., cit., pp. 36-37 y 154.

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dación, como se recordará, Battista había proporcionado fianzas.160 Asimismo, Battista Serra y Giovanni Luca Pallavicino coadyuvaron sus esfuerzos en 1606 para atender a las necesidades de cebada y trigo de la Casa Franqueza. Por entonces, Pallavicino se encontraba pendiente de la obtención del arrendamiento y asiento del priorato de San Juan, asunto que, naturalmente, Franqueza podría resolver a favor del genovés, en el caso de que quedara satisfecho del servicio solicitado. Aunque la provisión de cereal la realizó Giovanni Luca, Battista fue el mediador entre Franqueza y Pallavicino, pues fue él el que transmitió a su connacional la petición del conde de Villalonga. Pallavicino suministró a Franqueza 5500 fanegas de cebada y 497 de trigo que alcanzaban el precio de 22 500 reales, sin incluir los portes, los cuales nunca fueron pagados por Villalonga a pesar de las reclamaciones de Giovanni Luca Pallavicino.161 Casos como el mencionado evidencian que los genoveses además de constituir piezas fundamentales en la distribución de los productos agrarios de las aristocracias terratenientes, eran esenciales en el suministro de cereal no solo a los Estados, sino también a particulares en períodos de carestía, como el atravesado por los países mediterráneos a finales del siglo xvi y principios del xvii. Una vez más, la correspondencia de Battista Serra con un hombre de negocios de la talla de Giovanni Luca Pallavicino contaba con importantes antecedentes. Los archivos conservan multitud de poderes y cesiones que testimonian la relación entre Girolamo Serra y Giovanni Luca Pallavicino y que nos descubren la importancia de la presencia estable de este último en Madrid, hecho que le permitía la gestión de los intereses de Girolamo.162 160 La sentencia a favor de Serra se publicó el 13 de diciembre de 1607. Véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Redes genovesas...», cit. 161 AGS, Cámara de Castilla, leg. 2796, en un cuadernillo sobre los cargos imputados a Pedro Franqueza, fols. 200v-201r. 162 Algunos ejemplos de poderes concedidos por Girolamo Serra a Giovanni Luca Pallavicino en AGS, DGT, Inventario 11, leg. 3-7, 8 de abril de 1609; 23 de marzo de 1613; AGS, DGT, inventario 24, leg. 1014-16, 2 de junio de 1615.

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Giovanni Luca constituyó también un personaje de referencia para los fideicomisarios de Girolamo Serra residentes en Génova, que después de su muerte requirieron de una persona de confianza que pudiera recaudar las numerosas rentas que el difunto poseía en España, cobrar los atrasos derivados de sus asientos y hacer valer los derechos de sus herederos ante pleitos como el que se generó con los acreedores del también difunto Giovanni Battista Doria q. Domenico.163 Por otro lado, como ya se especificó, la relación entre los Serra y los Pallavicino se había concretado en dos matrimonios: por un lado, el de Maria Serra (hermana de Battista Serra) con Nicolò Pallavicino (socio de Battista en la compañía «Battista y Paolo Serra y Nicolò Pallavicino»); por otro, el enlace entre el hijo de los anteriores, Antonio Pallavicino, y Bianca Serra, hija de Girolamo. Los lazos entre estos Pallavicino con los que enlazaron los Serra y el ramo de Giovanni Luca Pallavicino debieron de ser fluidos, sobre todo si se consideran los deseos de sepultura expresados por Maria y Bianca Serra en sus testamentos. Maria redactó su codicilo

En cuanto a las cesiones efectuadas por Pallavicino a favor de Girolamo Serra, véase: AGS, DGT, Inventario 11, leg. 15-3, 12 de mayo de 1610; AGS, DGT, inventario 24, leg. 1014-16, 9 de marzo de 1611; AGS, DGT, Inventario 11, leg. 15-3, 11 de agosto de 1610, 9 de marzo de 1611 y 17 de mayo de 1614. Un documento genovés redactado tras la muerte de Girolamo Serra nos confirma la cooperación de ambos en la realización de asientos: se trata de un acto notarial del 20 de diciembre de 1618, realizado a petición de los fideicomisarios de Girolamo Serra (Battista Serra, Maddalena Serra, Genesio Sanguineto y Giovanni Battista Squarciafico), en el que se refiere la existencia de un asiento realizado junto con Giovanni Luca Pallavicino y con dineros del difunto Serra. En ASGe, NA, 3663. 163 En 1618, Pallavicino recibió poder de los fideicomisarios de Girolamo Serra para que los representara en el pleito con los acreedores de Giovanni Battista Doria (difunto). En ASGe, NA, 3665, 20 de diciembre de 1618. Es probable que se trate del genovés Giovanni Battista Doria activo en los asientos de Flandes y residente en Amberes en 1589. En caso de que así fuera, se trataba del factor de Agostino Spinola y se encontraba asociado con Girolamo Lomellini. En Vázquez de Prada, V. Lettres..., cit., vol. 1, p. 192.

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en Madrid, donde finalmente murió. En él expresaba su deseo de que su cuerpo se depositara en la capilla de los herederos de Giovanni Luca Pallavicino que este tenía en el convento del Carmen de Madrid.164 Por su parte, Bianca manifestaba su voluntad de reposar en la Iglesia de los Reverendos Padres de Jesús de Génova, «en el entierro del dicho Antonio», su marido.165 Pero al final fue enterrada en la Iglesia del Carmen, concretamente en la capilla de Nuestra Señora de la Concepción, que era la de los herederos de Giovanni Luca Pallavicino y donde, más tarde, descansarían los restos mortales de su marido, Antonio Pallavicino.166 Tras el Medio General de 1598 puede decirse que la red Serra se hallaba firmemente consolidada.167 En la Corte se encontraban los primos Battista y Cattaneo Serra;168 También en Madrid colaboraban con banqueros de la talla de Ottavio Centurione y Giovanni Luca Pallavicino y contaban con miembros de los Spinola de Luccoli, como Carlo. En torno a 1598, Francesco Serra, hermano de Battista, se estableció en Amberes donde se asoció con Vincenzo Centurione; en Sevilla, Battista estaba conectado con las actividades del banco público de Giacomo Mortedo y podía valerse de los servicios de Girolamo Burone en caso de necesidad; 164 AGS, CME, leg. 1157, doc. 19, codicilo de Maria Serra, Madrid, 16 de marzo de 1646. La disposición debía aplicarse en el caso de que muriera en Madrid y hasta que sus herederos pudieran trasladarlo a Génova y depositarlo en la sepultura que su marido, Nicolò Pallavicino, tenía en la casa profesa de la Compañía de Jesús. 165 En AGS, CME, leg. 1092, doc. 1, codicilo de Bianca Serra, Madrid, 19 de noviembre de 1647. 166 AGS, CME, leg. 1181, doc. 46, testamento de Antonio Pallavicino, Madrid, 10 de enero de 1662. 167 Para visualizar mejor los centros de la red Serra más significativos entre 1598 y 1610, véase el mapa 1. 168 En Madrid, a principios del siglo xvii, se hallaba también una de las hermanas de Cattaneo, Maddalena, casada con Girolamo Doria q. Nicolò q. Bernardo. Según un documento de 16 de diciembre de 1608, en el que Maddalena realizaba una cesión de mil escudos de oro a favor de una sobrina llamada Maria Serra, tanto ella como su marido eran residentes en Madrid. En ASGe, NA, 3663.

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en Nápoles, Battista contaba con la colaboración de su primo, Ottavio Serra. Girolamo Serra, como vimos, alternaba su posición entre Génova, Piacenza y Madrid. En Piacenza comparecían los socios de la principal compañía de negocios de Battista: Nicolò Pallavicino y Paolo Serra, este último su hermano que seguramente alternaba períodos también en Génova, donde se hallaba la sede principal de la compañía. Además, en la República residían Nicolò Serra q. Paolo II y Giovanni Pietro II Serra q. Francesco, ambos caracterizados por su presencia política en las magistraturas de la República. A pesar de las dificultades por las que Nicolò a principios del siglo xvii,169 en línea con el desorden financiero que en esos años llevó a la quiebra a muchos hombres de negocios, constituyó una figura de referencia para su hijo Cattaneo Serra que se hallaba en Madrid. Los Serra contaban con un representante también en Roma: Giacomo Serra, hermano de Battista, que en 1611 alcanzó el cardenalato.170 169 En una carta enviada por Giovanni Andrea Doria al monarca el 4 de julio de 1601 se atisban los problemas que Nicolò parecía tener para cumplir con sus pagos. En palabras de Doria: «Ya he dado cuenta a vuestra Majestad que se habían empezado a cobrar los cien mil ducados de la letra de Sinibaldo Fiesco y Giovanni Battista Giustiniano, y aunque Nicolò Serra, que había de cumplirla, nunca ha querido asegurar que lo haría, los ha ido pagando a pedazos, y ya quedan cobrados todos». En ASGe, Estado, leg. 1431, doc. 100, carta de Giovanni Andrea Doria a Felipe III, 4 de julio de 1601. Las dificultades se repetirían en 1606, afectando esta vez a los compromisos adoptados por Francesco Serra q. Antonio IV en Amberes, lo que demuestra la existencia de una estrecha colaboración entre tío y sobrino. 170 ASGe, AS, Litterarum, 1880, carta de la República al cardenal Giacomo Serra, 25 de agosto de 1611, fol. 150v. Con dicha carta, la República lo felicitaba por su nombramiento como cardenal. La promoción de Giacomo Serra fue casi tan rápida como la de su hermano Battista Serra. El ascenso de Giacomo fue imparable desde inicios del xvii: en el año 1600, Giacomo Serra fue enviado por primera vez a Hungría por el Papa como comisario general de la sede apostólica acompañado de Giovan Francesco Aldobrandini. Situación que se repetiría dos veces más en lo sucesivo: en 1606 fue destinado como comisario en Romagna y en 1607 lo fue de nuevo del ejército y contra los venecianos. En ASGe, Ms. 521, fol. 1687r. En 1606, Giacomo Serra era gobernador de la

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La evolución ascendente de la familia Serra desde finales del siglo xvi hasta la suspensión de pagos de 1607 se fundamentó en un progresivo dominio de estas esferas de poder que en sí definían la logística y el funcionamiento de la Monarquía Hispánica: desde el comercio en el Mezzogiorno, pasando por las magistraturas de la República, los asientos de Flandes, las relaciones con los hombres de poder del monarca y el patronazgo de la Corte. En la conquista de este último espacio jugó un papel fundamental la experiencia relacional construida previamente por la familia, así como la definición de una estrategia familiar, cuyo baricentro giró en torno a la figura de Girolamo Serra. Los excelentes contactos de Battista Serra y las dotes de negociación exhibidas tras la suspensión de pagos de 1596 contribuyeron al progresivo aumento de poder que lo condujo a ser uno de los miembros de la Diputación del Medio General de 1608 junto con algunos de los genoveses con los que colaboraba. Por tanto, el Medio General de 1598 había brindado una ocasión única a una nueva generación de banqueros a caballo entre dos reinados que, tal y como desvelan los desarrollos posteriores, supo imponerse a la feroz competencia que se desencadenó en el seno de la contratación. Si bien las redes formaban parte de la cotidianeidad de todos los financieros que participaban en los asientos de la Corona, no todos podían ser considerados «nodos» de estos entramados que controlaban ámbitos como la circulación de información, los flujos financieros y comerciales, el funcionamiento de los asientos de galeras o los procesos de negociación política. El dominio y el conocimiento

cofradía de San Giovanni Battista de’ Genovesi. En Mombelli Castracane, Mirella. La confraternita di S. Giovanni Battista de’ Genovesi in Roma. Inventario dell’archivio, Florencia, Olschki, 1971, p. 208. En 1608 fue promocionado al cargo de tesorero papal, tal y como nos informa la carta de la República al cardenal Domenico Pinelli de 5 de diciembre de 1608. En ASGe, AS, Literarum Registri Cancellieri, 1880, fol. 27r. Una reseña sobre la importantísima figura de Giacomo Serra en Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 91-99. Las referencias sobre los documentos conservados para las misiones diplomáticas de Giacomo Serra en Vitale, V. Diplomatici..., cit., p. 35.

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de dichos ámbitos se traducía en poder, influencia y prestigio en la sociedad. Era precisamente esta cualidad de vértices la característica que se aprecia en ciertos hombres de negocios como Ottavio Centurione, Giovanni Luca Pallavicino o Battista Serra. Se trata de una característica que se hizo si cabe aún más evidente en los años sucesivos y, sobre todo tras la suspensión de pagos de 1607. A partir de este momento, se inaugura un período en el que Battista Serra y sus socios se hicieron imprescindibles a la hora de satisfacer las necesidades de la oligarquía castellana, los ministros cortesanos, las élites hispánicas, otros financieros o mercaderes ubicados en distintos espacios geográficos, la propia República —que los designaba como árbitros en las negociaciones o conflictos con la Monarquía Hispánica— y, por supuesto, del soberano Católico.

Mapa 1. Principales centros de la red Serra (1598-1610)171

171 Mapa de elaboración propia a partir de las fuentes citadas a lo largo de este capítulo. Agradezco a la arquitecta Raffaella Del Giudice su ayuda para su realización.

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CAPÍTULO 4 EL DECRETO DE 1607 Y LAS GESTIONES DE LA DIPUTACIÓN DEL MEDIO GENERAL DE 1608-1617

1. Una

red «salvavidas» de potentes financieros a las puertas de la suspensión de pagos de 1607

Los comienzos del siglo xvii constituyeron el escenario en el que Battista Serra tomó el relevo de su tío y reafirmó la posición de la familia y de su red de colaboradores, socios y clientes al servicio del monarca Católico. En estos años, Battista Serra pasó a formar parte del grupo de banqueros que se impusieron en los asientos negociados por la junta del Desempeño de 1602 y que terminaron sustituyendo a los genoveses que habían asumido un rol significativo en la gestión de la crisis de 1596: Ambrogio Spinola, Ettore Piccamiglio y Giovanni Giacomo Grimaldo. No obstante, el dominio absoluto de la Real Hacienda en estos años por parte de banqueros como Battista Serra, Ottavio Centurione, Nicolò Balbi, Giovanni Battista Giustiniano o Sinibaldo Fiesco no estuvo carente de obstáculos. Hacia 1607, la Monarquía Hispánica se veía asediada por un importante déficit que ponía en peligro su lucha en el frente flamenco. La crisis del erario obligó a la Corona a desatender las peticiones de ayuda de sus aliados, los grisones católicos, en ese momento hostigados por los grisones protestantes que contaban con los subsidios franco-venecianos y que amenazaban con implantar su dominio en el valle de la Valtelina. Territorio cuyos pasos eran fundamentales para el envío de soldados y suministros de todo tipo a las tropas del norte. Por otra parte, las campañas militares en Flandes exigían un esfuerzo financiero que los ingresos de la Monarquía y sus hombres de negocios a duras penas podían sostener. Las dificultades para la recaudación de los «millones» y para encontrar nuevas entradas sobre las que situar las deudas de la Real Hacienda fueron algunas de las causas que justificaron la suspensión de pagos de noviembre de 1607. Las dificultades en las ferias de Piacenza se hacían notar ya desde principios de 1606. La primera feria del año fuera prorrogada hasta el 8 de febrero y que la feria de Pasqua se retrasara hasta el 6 de mayo. Sin embargo, fue en la feria de Agosto en la

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que el problema se hizo evidente: los operadores genoveses no conseguían satisfacer sus débitos ni siquiera recurriendo al contante suministrado por los florentinos. Al final, se optó por prorrogar la feria y se reconoció a los acreedores un interés del tres por ciento a causa de lucro cessante o danno emergente.1 Este desbarajuste estaba fuertemente relacionado con el incumplimiento de los compromisos asumidos por parte de los socios de Vincenzo Centurione y de Nicolò Serra q. Paolo II en la feria de Piacenza de Agosto de 1606. Las dificultades en la red Serra-Centurione ya se pusieron de manifiesto en la feria de Pasqua de ese mismo año en la que Vincenzo Centurione y Francesco Serra q. Antonio IV, hermano de Battista, no pudieron hacer frente a los pagos pendientes por sí solos, por lo que debieron recurrir al apoyo de otros banqueros. Por tanto, los Serra no fueron, en absoluto, ajenos a la crisis, pero su éxito en el modo de afrontarla dependió de los sólidos contactos que mantenían con financieros de mayor potencia. De hecho, en ese momento fue determinante la intervención a favor de Centurione y Serra de Ambrogio Spinola, por entonces gobernador de los Países Bajos.2 Pero de nada sirvió la colaboración de Spinola para garantizar la celebración de la feria de Agosto, en la que Serra y Centurione no pudieron cumplir con las condiciones de un asiento acordado en Flandes con el archiduque Alberto.3 1 Es decir, aquel beneficio que no se ha podido percibir por incumplimiento de los compromisos. En Marsilio, C. Dove…, cit., p. 68. 2 Como señala Alicia Esteban Estríngana, Spinola ya se había erigido en garante personal de los Serra y Centurione entre abril y mayo de 1605 debido a las graves dificultades en las que estos se veían por cuenta de tres asientos en los Países Bajos. En Esteban Estríngana, A. Guerra y finanzas..., cit., pp. 122-123. 3 Pacini, A. «“Macchine…», cit., p. 119. Los impedimentos para satisfacer los compromisos en los Países Bajos se debieron a la quiebra de los correspondientes que Francesco Serra y Vincenzo Centurione tenían en Piacenza. La urgencia con la que se requerían los capitales en Flandes motivó la propuesta del archiduque de recurrir al crédito de los portugueses, según informan sus cartas al monarca hispánico de 18 y 24 de agosto de 1606. Gentil da Silva, J. Stratégie…, cit., p. 90.

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Los aprietos de las ferias de Piacenza, síntoma de una coyuntura económica precaria que golpeaba con fuerza a muchos otros financieros, fueron fundamentales a la hora de redefinir la estrategia de la Monarquía Hispánica en el frente flamenco y en la administración de la Hacienda.4 A partir de entonces, la idea de negociar una tregua adquirió un mayor protagonismo en la Corte,5 así como la urgencia de revisar las actuaciones de la junta del Desempeño, cuyos dos principales ministros, Ramírez de Prado y Franqueza, a pesar de las incuestionables deficiencias de su gestión, presentaron en febrero de 1606 un último informe positivo en el que ocultaban el verdadero déficit de la Corona.6 Los desequilibrios de Piacenza arrojan luz sobre la sólida red que sostenía las actividades de los Serra. El socorro de Ambrogio Spinola, enormemente valorado en los circuitos hispánicos por sus servicios económicos, militares y políticos, no fue un episodio de solidaridad desinteresada, sino la prueba de sus tratos con Francesco Serra q. Antonio IV y con Vincenzo Centurione, banqueros destacados en Amberes a los que Spinola recurría para hacer llegar los capitales prometidos al monarca. Como sabemos, los Serra no fueron los únicos en beneficiarse de la protección de Spinola: el ascenso de Carlo Strata, procurador de Spinola en 4 Fue sonada la quiebra del banco cortesano de Giovanni y Giulio Spinola en noviembre de 1607. Las deudas y las dificultades de Giulio Spinola para pagar comparecen en el proceso a los ministros Alonso Ramírez de Prado y Pedro Franqueza. En AGS, Cámara de Castilla, leg. 2796, cuaderno no numerado con averiguaciones sobre Alonso Ramírez de Prado, su mujer, María Velázquez, y su hijo, Antonio Ramírez, fol. 270v. 5 El 22 de diciembre de 1606, Ambrogio Spinola escribió a Felipe III para informarle de la disponibilidad de los holandeses a firmar una tregua. Posibilidad con la que el monarca se mostró conforme y que supondría el primer paso hacia la deposición momentánea de las armas. En Van Durme, Maurice. Les archives générales de Simancas et l’histoire de la Belgique (ix-xixe siècles), vol. 2, Bruselas, Palais des Académies, 1966, p. 560. 6 Con esta última relación, los dos ministros pretendían obtener gratificaciones por el aparente éxito alcanzado. En De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., p. 786.

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la corte de Madrid, debe entenderse en gran parte a la luz de sus negocios con el futuro marqués de los Balbases.7 De este modo, a pesar de la capacidad de los Serra para erigirse en centros de redes de socios y clientes, ellos mismos constituían eslabones de redes de banqueros de mayor potencia como Spinola, que, lejos de disminuir su capacidad de negociación o su independencia, les aseguraban la mediación y la asistencia económica necesarias en caso de conflictos. Las deudas pendientes de los Serra con Spinola justificaron la intercesión de Ambrogio a favor de la «casa Serra» ante las autoridades reales unos meses antes de que se declarase la suspensión de pagos de noviembre de 1607.8 Situación que se repitió cuando se determinó el Medio General de 1608, momento en el que Spinola solicitó nuevas consignaciones para los hermanos Battista y Francesco Serra con el fin de que pudieran 7 Sobre Carlo Strata, véanse Domínguez Ortiz, A. Política y Hacienda..., cit., pp. 114-116; Alfonso Santorio, Paula. «De asentistas genoveses a nobles empobrecidos. Los Strata, Marqueses de Robledo de Chavela», Historia y Genealogía, 13 (2013), pp. 5-22. Sobre el tren de vida alcanzado por Carlo Strata y su visibilidad social en la Corte madrileña del siglo xvii, véase Brown, Jonathan y Elliott, John H. (eds.), A Palace for a King: The Buen Retiro and the Court of Philip IV, New Haven, Yale University Press, 1980, p. 200. 8 Así lo indica una carta de Ambrogio Spinola a Felipe III con fecha de 18 de abril de 1607. En Van Durme, M. Les archives..., cit., p. 560. Sobre las obligaciones que los Serra mantenían este año con Spinola nos informa también Juan Vivas, embajador español en Génova, por carta a Felipe III de 4 de enero de 1607: «Dos géneros de débitos tiene aquí el marqués Spinola por cuenta de vuestra majestad, el uno de ocho cientos mil escudos que socorrió a los Centuriones, y otro de tal o mayor cantidad que a socorrido a Francesco Serra por el asiento hecho en Flandes, cobrando el cual se los ha de restituir, y sobre estas partidas se añaden los intereses y otros recargos viejos, que me dicen que junto llega el débito del marqués a cerca de dos millones [...] y habiendo acudido a mí algunos deudos del dicho marqués sobre esto, creen que el remedio sería en dos cosas, la primera que viniese de ahí aviso presto que vuestra majestad mandaba dar asignación a Francesco Serra por el dicho asiento de Flandes, y que alguna cantidad fuese en breves plazos para mantener en fe a todos, lo segundo que el marqués Spinola viniese aquí por ocho días para que con su autoridad y deudos asentase las cosas con reputación». En AGS, Estado, leg. 1434, doc. 2, carta de Juan Vivas a Felipe III, 4 de enero de 1607, fols. 4r y v.

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devolverle lo que les había prestado.9 Estas conexiones financieras evidencian el protagonismo de los Serra en los asientos de dineros en los que, como hemos visto, comenzaron a aparecer como titulares tras el Medio General de 1598. De hecho, fue la presencia destacada de los Serra en los asientos de la Corona antes de la suspensión de pagos de 1607 la que justificó la inclusión de Battista Serra en el Medio General de 1608 como uno de los principales acreedores del rey. Spinola no fue el único gran banquero con el que los Serra colaboraron. En las dos primeras décadas del siglo xvii, los primos Battista y Cattaneo Serra de Nicolò participaron activamente en la firma de asientos en Madrid junto con Ottavio Centurione.10 Asimismo, Battista Serra, agente de la República en Madrid entre 1614 y 1617, se valió de Ottavio como mediador ante los ministros regios con el fin de propiciar la resolución de algunas de las cuestiones que le había encomendado la República.11 La relación con los Centurione iba más allá de la corte de Madrid, ya que Francesco Serra q. Antonio IV era, junto con Vincenzo Centurione, el pagador de Ottavio en Amberes,12 y este último tenía además como  9

 ulido Bueno, I. El gran mercader..., cit., p. 253. Las deudas de los Serra se P debieron de agravar después de la suspensión de 1607. Los 329 303 escudos y cinco sueldos de oro de marca que Francesco Serra debía en la feria de Apparizione de Piacenza de 1608, con obligación de Ambrogio Spinola y de la compañía Pallavicino y Serra de Génova, forzaron a un ajustamiento entre Spinola y Serra que finalizó con una sentencia arbitral emitida el 14 de enero de 1610 por Andrea Spinola q. Alessandro, Nicolò Pallavicino q. Agostino y Giacomo («Jácome») Saluzzo. En ASGe, NA, 3663. 10  Álvarez Nogal, C. «Las compañías...», cit.; id., «El poder de los banqueros genoveses en la corte de Felipe IV», en Martínez Millán, J. y Rivero Rodríguez, M. (eds.), Centros..., cit., vol. 2, pp. 1095-1124: 1117. Sobre Ottavio Centurione en estos años: Sanz Ayán, C. «Octavio Centurión...», cit., vol. 2, pp. 847-872. 11  Ben Yessef Garfia, Y. R. «Bautista Serra…», cit., pp. 662-663. La recurrencia a Centurione debe enmarcarse en las excelentes relaciones que este mantenía con el valido cuyos intereses asistía en Nápoles, Sicilia y Aragón. En Sanz Ayán, C. Un banquero..., cit., p. 101. 12  Esteban Estríngana, A. Guerra..., cit., pp. 122 y 123.

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socios en sus asientos a los hermanos Federico y Carlo Spinola de Luccoli, estrechamente ligados a los Serra, como ya se vio.13

2. El

asiento del

1

de mayo de

1607

A principios de 1607, la «crisis» de la Real Hacienda era evidente. «Crisis» que no debe interpretarse como una situación dramática de quiebra inminente, sino como un momento en el que la Monarquía necesitaba establecer nuevos términos de negociación con sus financieros con el fin de obtener una mayor capacidad de endeudamiento que permitiera afrontar nuevos gastos. Mientras se procesaba a Alonso Ramírez de Prado y a Pedro Franqueza por los fraudes y sobornos cometidos al frente de la junta del Desempeño, una nueva junta provisional, esta vez compuesta por el confesor Xavierre, el marqués de Navas (poco después sustituido por Ipeñarrieta), asumía el control de las finanzas con orden expresa del monarca de continuar los esfuerzos en Flandes.14 Sobre este objetivo insistió igualmente Lerma que, en enero de 1607, instó a la junta a buscar los medios necesarios para una «prouisión acrecentada» de 300 000 escudos al mes durante tres años.15 El estado precario en el que se hallaba el Tesoro queda ilustrado en la respuesta desalentadora remitida al valido, No ay efectos ni consignaciones desembarazadas sobre qué poder hacer este asiento tan grande ni aún otro de mucho menos cantidad; y que assí siendo tan preciso como V. S. representa sustentar

13 14 15

Sanz Ayán, C. «Octavio Centurión...», cit., p. 850. De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., p. 794. Gelabert, Juan Eloy. La bolsa del rey. Rey, reino y fisco en Castilla (1598-1648), Barcelona, Grijalbo, 1997, p. 43.

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aquel exército con el gasto que tuvo el año passado, es neçessario e ynescusable buscar forma y trazas de dónde sacar hazienda.16

Igual de negativo se mostró Juan Vivas, embajador español en Génova, ante los inconvenientes que los hombres de negocios situados en la República ofrecían a las dichas provisiones de 300 000 escudos y que, por entonces, se estaban negociando en Madrid. El motivo aducido por Vivas era que, No se les dice [a los hombres de negocios de Génova] qué contado se les daría de presente y qué consignaciones para cobrar lo que anticipasen por razón de las tales provisiones siendo esto lo esencial para tomar resolución y no creo que se halle persona que por tres años tome tal cosa a cargo porque las apreturas pasadas dan temor de perderse en ocasión semejante y a todo esto sucede que si no son amigos o parientes de las casas que están ahí no pueden tomar tales asientos a causa de que el todo consiste en la persona que cobra en España a cuya industria y diligencia atribuyen lo demás.17

En un contexto de desbarajuste en las ferias castellanas y europeas y en el que las consignaciones regias no eran seguras no es de extrañar que los banqueros fueran remisos a las demandas de capital de la Corona. Como se recordará, la casa Serra había precisado de la ayuda de Ambrogio Spinola para evitar su caída en las ferias de Piacenza de 1606; por otro lado, en marzo de 1601, Battista Serra se había visto afectado por la sonada quiebra del banco público regentado por Espinosa y Mortedo en Sevilla del cual era cliente y fiador y cuyas severas consecuencias —derivadas de las importantes funciones 16  Ibidem, p. 43. 17 AGS, Estado, leg. 1434, doc. 17, carta de Juan Vivas a Felipe III, 12 de marzo de 1607, fol. 34r.

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que recubría el banco como depositario de los bienes de los castellanos fallecidos en América— sufrió en forma de largos procesos que perturbaron la estancia del genovés en Madrid hasta su retorno a Italia en algún momento entre 1617 y 1618.18 Sin olvidar que la caída en desgracia de Ramírez de Prado supuso a Battista la pérdida de un amigo y valedor crucial en la corte de Madrid. A pesar de las condiciones descritas, la capacidad de recuperación y adaptación de la red Serra se puso nuevamente de manifiesto el 1 mayo de 1607 cuando Battista acordó un asiento de 900 000 escudos y ducados para Flandes y Milán distribuidos de la siguiente manera: 200 000 de a 120 sueldos a pagar en Milán; 600 000 a 57 placas en Flandes; y, por último, 100 000 ducados a 375 maravedíes en la Corte.19 El préstamo pactado establecía como condición que Battista Serra extinguiera [...] lo que se debía de principal e intereses de un asiento que el Serenisímo archiduque Alberto mandó tomar en el mes de junio de 1606 con Francesco Serra [hermano de Battista] sobre 2 260 000 escudos de a diez ducados (?) cada uno que se ofreció de proveerle en los dichos Estados de Flandes la cual dicha provisión yo hube de hacer [Battista Serra] para que quedase extinguido

18 Ejemplo de estas repercusiones fueron los dos procesos contra Serra ya mencionados en el capítulo anterior y encabezados, de un lado, por Hernando de Torres, y de otro, por los patronos de las obras pías de los difuntos Juan y Marcos Mendiola. En AGS, Hacienda, Expedientes de Hacienda, leg. 821 (unidad sin numerar); AGI, Contratación, leg. 494, 2. Al respecto, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Redes genovesas...», cit. 19 Tenemos conocimiento del mismo gracias a una declaración jurada efectuada por Battista Serra con el objeto de reclamar a los ministros las cantidades debidas por el asiento. La relación original se realizó el 1 de abril de 1609, pero en los documentos hallados se nos presenta su traslado con fecha de 9 de enero de 1610. En AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-6. También en id., inventario 11, leg. 8-8.

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el dicho débito y cesaren los intereses que sobre él pagaba Su Majestad en fin del mes de mayo del año de 1607.20

Este compromiso constituyó, una vez más, un signo de las relaciones recíprocas entre Ambrogio Spinola (futuro marqués de los Balbases) y los Serra y de cómo estas podían contribuir a salvar el sistema en los momentos de crisis: como testimonia una declaración efectuada por el propio Spinola en Bruselas el 20 de septiembre de 1607, el asiento por el cual la Corona era deudora de Francesco Serra había sido suscrito por este último a instancias de Spinola.21 Con toda seguridad fue una de las pagas de este asiento la que peligró en octubre de 1606 y que motivó que el archiduque considerara la posibilidad de acudir a los marranos portugueses.22 Fueron estas complicaciones de los Serra las que el mismo Spinola salvó con su crédito en las ferias de Piacenza de ese mismo año. Factores que hacen del asiento de Battista Serra de mayo de 1607 una maniobra estratégica y lógica dirigida a satisfacer, de un lado, los compromisos con su colaborador más importante, Spinola, y, de otro, a distinguirse en el servicio al monarca Católico, allá donde otros preferían mantenerse a distancia como respuesta a una imprevisible coyuntura financiera. La colaboración estrecha con personajes de la talla de Ambrogio Spinola, aunque fundamental, no fue la única que hacía de Serra un agente clave para los ministros hispánicos: el asiento de mayo de 1607 ofrece un bosquejo claro acerca de las ramificaciones de

20 AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-6. 21 AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-4. En esta declaración, Ambrogio Spinola afirmaba que Battista Serra firmó el asiento de 1 de mayo de 1607 por petición suya y en este sentido reconocía «estar satisfecho de quedar obligado a favor del dicho Battista que de la Real Corte en España le será guardado todo aquello que le habrá prometido según se contiene en el dicho asiento de primero de mayo y no se cumpliendo en todo o en parte prometo de hacerlo yo de mi propia hacienda». 22  Gentil da Silva, J. Stratégie…, cit., p. 90.

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la red Serra en vísperas de la suspensión de pagos. Como refiere el propio Battista Serra, para el envío de los 200 000 escudos a Milán, dio letras en Madrid el 2 de mayo de 1607: una parte de lo acordado se fue pagando en Génova por la compañía compuesta por Nicolò Pallavicino, Paolo Serra, hermano de Battista, y el propio Battista, y la otra en Milán, por parte del citado Paolo. Como ya sabemos, en Flandes Battista contaba con su hermano, Francesco Serra, Vincenzo Centurione y con Ambrogio Spinola. En lo que se refiere a los 100 000 ducados a pagar en la Corte, la Tesorería general del rey, el Consejo de Hacienda y la Contaduría Mayor introdujeron modificaciones en la partida original y solicitaron su abono en Sevilla (y no en Madrid) de 90 000 ducados. Un imprevisto que no supuso ningún problema para Battista, puesto que en la plaza sevillana contaba con un correspondiente de excepción: el genovés Girolamo Burone q. Battista, quien se hizo cargo del trámite.23 El protagonismo de Burone en la sociedad sevillana de inicios del siglo xvii era indudable. Su condición de natural, concedida por privilegio de la Corona el 23 de abril de 1607, 23 Sobre los modos en los que se realizaron las pagas, véase AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-4. Burone no era el único con el que Serra mantenía negocios en Sevilla en las primeras décadas del siglo xvii. Destacaban también Giovanni Girolamo Spinola y Giovanni Battista Squarciafico, de cuya existencia nos informa el pleito de marzo de 1601 entre Hernando de Torres y Battista Serra a raíz de la quiebra del banco público de Sevilla «Espinosa-Mortedo». Giovanni Girolamo Spinola podría tratarse del hijo de Luigi Spinola que casó con Eugenia Invrea, hija de Lelio Invrea, uno de los principales banqueros del Madrid de principios del siglo xvii. Veáse, Álvarez Nogal, C. «Las compañías...». cit., pp. 77 y 78. Por lo que respecta a Giovanni Battista Squarciafico, como ya se precisó, era uno de los hijos de Scipione Squarciafico y Girolama Giustiniano, esta última, a su vez, hija de Vincenzo Giustiniano y de Minetta Serra y, por tanto, pariente lejano de Battista Serra. En AGS, Hacienda, Expedientes de Hacienda, leg. 821. Por otro lado, destacaba también en Sevilla Giovanni Benedetto Spinola, al cual Girolamo Serra, tío de Battista, dio poder en Génova el 10 de marzo de 1611 para el cobro de 703 000 maravedíes de juro sobre la renta de los naipes de Sevilla. En ASGe, NA, 3663.

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probablemente constituyó una compensación por los servicios financieros que Burone había proporcionado al monarca hispánico. De hecho, en 1625, algunos de los testigos del hábito de Santiago al que era candidato su hijo, el homónimo Girolamo Burone, reconocieron el protagonismo de Girolamo «padre» en los asientos de Madrid. En concreto, un testigo afirmó el 19 de agosto de 1625 que Girolamo q. Battista Burone «tomó asientos con Su Majestad y cargó para las Indias en que ganó mucha parte de la hacienda que tuvo». Ese mismo año, Luis Álvarez de Cienfuegos, escribano público y del número de la ciudad hispalense, declaraba que el por entonces difunto Girolamo Burone q. Battista había servido en varios negocios al rey, tal y como demostraban las escrituras de consultas y asientos de dineros que pasaron ante él y que atestiguaban que Burone «enviaba [dineros] a Lisboa a la Armada Real y a otras partes».24 Por otro lado, el asiento de mayo de 1607 prueba que Battista Serra contaba, antes de la suspensión de pagos, con un trato de favor en las acuñaciones de moneda, teóricamente paralizadas desde 1606. Al respecto, el acuerdo financiero del 1 de mayo de 1607 concedía a Serra 9 375 000 maravedíes en crecimientos de juros de catorce a veinte y 9 375 000 maravedíes en moneda acuñada en la casa de la moneda de Segovia, ceca en la que, como evidencia un testimonio de un vecino de esta ciudad, aún se fabricaba moneda en 1607 a pesar de las prohibiciones.25 El propio rey reconocía, en una misiva enviada a la junta de Hacienda el 24 de noviembre de 1607, la atención preferente brindada a Serra en las acuñaciones de la ceca de Segovia, ingenio en el que aseguraba que «sólo se

24 AHN, OM, Santiago, Exp. 1287. 25 Sobre la concesión de crecimientos de juros y de acuñaciones por el asiento de 1 de mayo de 1607, véase AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-8. Sobre la acuñación de moneda en la ceca de Segovia en 1607, véase García Guerra, E. Las acuñaciones..., cit., p. 119.

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abrió esta puerta de labrar [...] para que Serra fuese pagado; conforme a esto, mire la Junta si podrá cessar lo de Segouia y todo lo demás de vellón».26 En definitiva, entender los entresijos de este asiento, firmado a las puertas de la suspensión de pagos de noviembre de 1607 en unas circunstancias en modo alguno halagüeñas para Battista Serra, es fundamental para comprender la posición de excepción de la familia en las finanzas hispánicas. Una posición que determinará el futuro nombramiento de Battista como uno de los cuatro miembros de la Diputación del Medio General de 1608. El valor que la propia Corona atribuyó a los servicios financieros de Serra en 1607 sería aún recordado diez años después, tal y como demuestra el documento de venta a Battista Serra de la perpetuidad del Oficio de Correo Mayor de Milán el 6 de diciembre de 1617.27

26 Gelabert, J. E. La bolsa..., cit., p. 30. 27 El documento aduce que el oficio se concedía a los Serra al precio irrisorio de 38 000 escudos y en virtud de un asiento de 400 000 ducados en Bélgica que Battista y su hermano Francesco otorgaron en 1607. En AGS, Secretarías Provinciales (SP), libro 1355, «Battista Serra, Venta del oficio de Correo Mayor del estado de Milán perpetuamente para él y sus herederos y sucesores, que él tenía por la vida de don Juan de Tassis, conde de Villamediana, por precio de 38 000 ducados», Madrid, 6 de diciembre de 1617, fols. 135v-145v:136v. La fuente no precisa la fecha exacta de este asiento de 400 000 ducados y, como se aprecia, la cantidad no coincide con los 600 000 que estipulaba el asiento del 1 de mayo de 1607. No obstante, para el año de 1607 no hay constancia de la realización de otros préstamos dirigidos a Flandes de tal entidad. Es probable que el documento de 1617 que dio la perpetuidad del oficio de Correo Mayor de Milán se esté refiriendo al asiento de mayo citado y que los 200 000 ducados que faltan para el total de los 600 000 fueran aportados por otros banqueros como Ambrogio Spinola, a instancias del cual, como hemos visto, Battista Serra suscribió el asiento en Madrid. Sobre la administración de los Serra del Correo Mayor de Milán y los conflictos familiares y con el monarca y ministros hispánicos que esta generó véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio a la corona...», cit.

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3. Los Serra

ante el decreto de suspensión

Cuando el 6 y el 9 de noviembre de 1607 se decretó la primera suspensión de pagos de Felipe III, muchas de las pagas y consignaciones derivadas del asiento de mayo de 1607, ya mencionado, fueron canceladas. En concreto, la relación jurada de Battista de 1 de abril de 1609 refería los pagos incompletos recibidos de Giovanni Filippo Saluzzo y Ottavio Centurione, así como el incumplimiento de libranzas. Entre las libranzas comprometidas por la suspensión se encontraban: partidas en moneda de vellón que no pudo cobrar en la casa de la moneda de Segovia; otras mandadas librar sobre los derechos y fletes de las naos que vinieron en el año de 1607 de las Indias y Portugal; lo procedido de la pimienta; partidas de plata y oro en pasta depositadas en la Casa de la Contratación y que trajeron los galeones de 1607; y, por último, algunas sumas provenientes del servicio de millones de la paga de fin de noviembre para los cuales había recibido libranzas sobre el receptor del partido de Valladolid, Salamanca, Cuenca, Toledo y Sevilla. Por cuenta de este concepto, Serra solo consiguió cobrar una pequeña parte y el resto le salió incierto con motivo de la suspensión.28 Las cantidades que el monarca Católico le adeudaba por este y otros asientos hicieron de Battista, en calidad de agente de Ambrogio Spinola (posiblemente el general de Flandes) y destinatario del 27,6 por ciento de la deuda total de la Monarquía, el segundo gran acreedor del soberano hispánico, y el quinto por causa propia, con un 4,9 por ciento de la misma. Más alejado se encontraba su tío Girolamo Serra, que ocupaba el puesto úndecimo con tan solo un 0,1 por ciento del total de la deuda, síntoma de la consolidación del relevo generacional en la familia que se atisbaba ya desde

28 Para conocer las cantidades exactas debidas a Serra por el asiento de 1 de mayo de 1607, véase AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-4.

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que, en 1598, Battista Serra adoptara un papel dominante en las negociaciones del Medio General de ese año.29 Aunque el 9 de noviembre de 1607, antes de que llegara a Génova la noticia de la suspensión, se consiguió concluir con mucha dificultad la feria de Santi, las consecuencias del decreto no tardaron en manifestarse.30 En ese mismo mes y poco después de la suspensión de pagos, quebró el banco de Corte de Giovanni y Giulio Spinola. Visto el efecto multiplicador que la suspensión de pagos de la Real Hacienda podía ejercer sobre los intereses económicos de los hombres de negocios genoveses, la República recordó al embajador ligur en Madrid, Giovanni Francesco Franceschi, la necesidad de mantener unidos a sus ciudadanos. El llamamiento a la cohesión estaba en parte motivado por los rumores que circulaban de que la suspensión había sido solicitada y facilitada por algunos de sus ciudadanos movidos por intereses particulares, Seguramente, se superarán todas las dificultades si la Corte [la] verá unida [a la nación genovesa], de lo contrario nacerán desórdenes mayores y confusiones y será difícil e insuperable cualquier dificultad para la ruina de todos. Se dice esto porque aquí se ha sabido, aunque no le hemos dado crédito, que algunos de ellos [de los banqueros genoveses] tienen la culpa y que quizás 29 El primer gran acreedor de la Corona era Ottavio Centurione al que se le debían 3 513 518 ducados (un 33 por ciento del total de la deuda). El 27,6 por ciento debido a Serra, en calidad de agente de Spinola, suponía una deuda de 2 916 708 ducados, mientras que el 4,9 por ciento acreditado a Serra venía representado por una partida de 523 260 ducados. Finalmente, tras el 0,1 por ciento que comportaba la deuda con Girolamo Serra se escondía una deuda de 20 000 ducados. El elenco de afectados por la suspensión de 1607 y los porcentaje de los que eran acreedores en Pulido Bueno, I. El gran mercader... cit., p. 251. De Carlos Morales menciona datos similares a partir de una fuente diversa en De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., p. 799 (nota al pie). 30 Sobre las reacciones previas al decreto de las ferias de Piacenza, véase Marsilio, C. Dove..., cit., p. 69.

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por sus pensamientos y por sus relaciones que se ha hecho tal suspensión.31 Aunque el objetivo de la unión se satisfizo sobradamente, el embajador informaba en una de sus cartas a la República sobre los intentos protagonizados por los ministros regios de negociar separadamente con Battista Serra que, como se recordará, ya había sido reprendido en la pasada suspensión de pagos de 1596 por las conversaciones particulares que había mantenido con los funcionarios reales al margen de la «Contratación». Esta vez, los ministros no dudaron en proponerle que se declarara acreedor con su nombre de las cantidades que compartía con Ambrogio Spinola. De esta manera, la Corona podría sustraerse de la promesa realizada a dicho Spinola de no perjudicar las partidas que se le debían y así incluir aquellas que este compartía con Serra entre las sumas golpeadas por el decreto de suspensión.32 Pero la estrategia no surtió efecto y las negociaciones con los ministros, encabezadas por el embajador Giovanni Francesco Franceschi y el grupo formado por Giovanni Battista Giustiniano, Battista Serra, Ottavio Centurione y Nicolò Balbi, acordaron la renuncia de los hombres de negocios afectados a la cobranza de los 875 000 ducados que les corresponderían en 1608, 1609, 1610 y 1611. La suma renunciada serviría para la constitución de un fondo de maniobra que se utilizaría para el desempeño de juros de a catorce y otros precios que después podrían ser revendidos.33 31 Traducción propia del texto original: «Al sicuro si supereranno tutte le difficoltà se dalla Corte sarà veduta unione in loro altrimenti ne nasceranno maggiori disordini e confusioni et sarà difficile et insuperabile ogni difficoltà a rovina di tutti. Ciò diciamo perchè qui s’è inteso seben non l’habbiamo creduto che alcuni di loro v’han colpa e che forsi su pensieri e relationi loro sia stata fatta tale sospensione». En ASGe, AS, Litterarum, 1879, carta de la República al embajador genovés en Madrid, Giovanni Francesco Franceschi, 29 de noviembre de 1607, fols. 146r-147r. 32 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2424, carta de Giovanni Francesco Franceschi a la República, 24 de abril de 1608. 33 De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., pp. 798 y 799.

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A esta propuesta le sucedió la pragmática de finales de enero de 1608, según la cual el interés de los nuevos juros y censos al quitar debería ser siempre inferior al cinco por ciento.34 Condiciones todas que se recogerían en el Medio General suscrito entre los acreedores y la Corona el 14 de mayo de 1608 el cual, además de prever el modo en el que se pagarían los atrasos a los banqueros, establecía un plan de acción para sanear las finanzas y desempeñar las rentas de la Real Hacienda.35 Con este fin, se recurrió nuevamente a los llamados crecimientos de juros que ya se habían puesto en práctica con el Medio General de 1598 y para los que era fundamental la constitución del fondo de maniobra ya citado. Todas estas funciones serían ejercidas por el órgano de la Diputación del Medio General, cuyos miembros eran los principales hombres de negocios de los asientos del momento y, por tanto, los acreedores más relevantes de la Corona: Battista Serra, Ottavio Centurione, Nicolò Balbi y Giovanni Battista Giustiniano, este último sustituido por su cuñado, Sinibaldo Fiesco, tras su fallecimiento en 1611. Aunque inicialmente se estableció que la validez de la Diputación sería solo de cuatro años, sus actividades se prolongaron hasta 1617, un largo período en el que los diputados aprovecharon para hacerse con los mejores juros y para obtener enormes beneficios derivados de la venta de títulos de deuda crecidos.36 En el documento final del Medio General de 1608, a los 875 000 ducados anuales del fondo de maniobra, la Corona 34  Ibidem, p. 799. 35 Sobre las características del Medio General y sus cláusulas véase, Cuartas Rivero, Margarita. «Los banqueros y el Medio General de 1608: organización y documentación en la sección Dirección General del Tesoro, del Archivo de Simancas», en Actas del segundo congreso sobre archivos económicos de entidades privadas, Madrid, Banco de España, 1948, pp. 43-64; Ruiz Martín, F. «La banca de España...», pp. 47 y 48; De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., pp. 798-805; Sanz Ayán, C. «Hombres de negocios...», cit. Un elenco de los hombres de negocios comprendidos en el Medio General de 1608 en virtud de sus asientos y factorías desde el 6 de noviembre de 1596 al 6 de noviembre de 1607 en AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-6. 36 De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., 2009, pp. 830-831.

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añadiría hasta 4 000 000 de ducados del principal de títulos de deuda consolidada: la mitad de estos por valor de 100 000 ducados de renta de juro a veinte mil el millar y situados sobre los maestrazgos y los otros 100 000 ducados de renta situados sobre las cajas reales de Indias y también a veinte mil el millar.37 Precisamente, las sucesivas enajenaciones de las rentas de los maestrazgos serían fundamentales, no solo en el cometido de la Diputación de llevar a cabo el desempeño del tesoro regio, sino también en la diversificación de la inversión y en la satisfacción de las ambiciones personales de los diputados que, gracias a estas operaciones, consiguieron adquirir la jurisdicción o las rentas de algunas de las principales villas del maestrazgo de Santiago. Además, a los diputados del Medio General se les concedió la facultad de escoger los juros que debían ser desempeñados y enajenados, así como el derecho a venderlos o cederlos a otros, lo cual no hacía sino incrementar el poder de su red de parientes, clientes, socios y amigos, así como su capacidad de erigirse en nodos de referencia, tanto para los ministros hispánicos como para las autoridades de la República. Un fenómeno que constatan claramente las asignaciones a terceros de rentas de juros que correspondieron a Battista Serra por los sucesivos repartimientos de deuda pública y que el genovés distribuyó mayoritariamente a individuos con los que mantenía relaciones de diversa entidad. En el marco descrito, no sorprende que en 1614 el gobierno de Génova decidiera designar a Battista Serra como su agente en Madrid. En definitiva, la participación en la Diputación del Medio General representó una oportunidad para adquirir la potenza civile que Ansaldo Cebà consideraba crucial para constituirse en buenos ciudadanos de la República, entendiendo por esta «todas aquellas adherencias que por parentela, amistad, dominio, servicios, oficios,

37  Ibidem, p. 800.

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beneficios o cualquier otro vínculo, hacen a los hombres en las ciudades efectivamente poderosos».38 Una cualidad que Battista Serra demostró con creces haber adquirido y que halló un terreno abonado en los servicios que desempeñó para el monarca Católico en estos años.

4. Los Serra y el antes de 1607

débito público hispánico

La proyección política conquistada en Madrid por Battista explica que fueran muchos los ciudadanos de la República interesados en emprender relaciones con Serra para una mejor administración de sus negocios e intereses en la Corte. En este sentido, habían sido fundamentales las facultades que ya le había otorgado el Medio General de 1598 y que hicieron de Battista un referente decisivo en el mercado de juros,39 títulos cuya adquisición, venta o cesión no debe interpretarse como prueba de una hipotética mentalidad rentista asimilada por los hombres de negocios y aristócratas del momento, sino como toda una estrategia social que contribuyó a la consolidación de su red de colaboradores y a la diversificación la inversión. En concreto, Felloni apuntaba a la utilidad de estos títulos para la reconstrucción de las redes sociales ya que «los propietarios [de los juros] son a menudo corresponsales habituales o parientes de los financieros genoveses en España; signo de que, para estos últimos, la suscripción de juros era considerada (hasta el segundo decenio del siglo xvii) una operación fructífera, que se podía aconsejar a los familiares 38 «Tutte quell’adherenze, che per via di parentado, d’amistà, di dominio, di seruigi, d’Vfficj, di beneficij, e di qualunqu’altro legame, rendono gli huomini nelle città si fattamente poderosi». En Cebà, Ansaldo. Il cittadino di Repubblica, Génova, Giuseppe Pavoni, 1618, p. 130. Se ha consultado el ejemplar situado en la Biblioteca Civica Berio. 39  Ben Yessef Garfia, Y. R. «Redes genovesas...», cit.

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y a los amigos».40 Desde esta perspectiva se debe interpretar la adquisición de los privilegios de juro a principios del siglo xvii y su encabezamiento sobre monjas genovesas de la familia o sobre las propias hijas, residentes en Génova.41 El incremento de la deuda pública a lo largo de los siglos xvi y xvii no fue, en absoluto, un fenómeno exclusivamente hispánico, sino que afectó en distintas fases y en diversos grados a numerosos Estados europeos, hasta el punto de que algunos han afirmado la existencia, para la época moderna, de una auténtica «revolución financiera».42 El paso de las contribuciones obligatorias impuestas por el Estado, como fue el caso de Holanda o Venecia, a la emisión de deuda pública sobre diversas entradas públicas y adquirible libremente por los particulares no solo fortaleció la capacidad de financiación por parte del Estado y, con ello, el mantenimiento de la guerra en el exterior, sino también las bases sociales del mismo. De hecho, la oferta de deuda pública propiciaba la integración en los intereses públicos de sectores 40

 elloni, Giuseppe. «Asientos, juros y ferias de cambio desde el observatorio geF novés (1541-1675)», en Otazu, Alfonso (ed.), Dinero y crédito (siglos xvi-xix), Madrid, Moneda y Crédito, 1978, pp. 511-536: 520. Véase también Priotti, Jean-Philippe. «Uso material e inmaterial del dinero. Un análisis social para el estudio de los patrimonios mercantiles, siglos xvi-xvii», en Casado Alonso, Hilario y Robledo Hernández, Ricardo (eds.), Fortuna y negocios. Formación y gestión de los grandes patrimonios (siglos xvi-xx), Valladolid, Universidad de Valladolid, 2002, pp. 45-72. 41 Algunos ejemplos en ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 41, parte III, doc. 30 y 31. Las numerosas fes de vida que se pueden hallar en la sección notarial del Archivo de Estado de Génova hallan su explicación en la voluntad de cobrar estas lucrativas rentas. Ejemplo de ello en ASGe, NA, 3167, fes de vida emitidas por el notario Domenico Tinello para Maria Serra de Antonio IV, mujer de Nicolò Pallavicino, y para sus hijos, Maddalena y Antonio Pallavicino, con el fin de que puedan cobrar los 375 000 maravedíes de renta de juro de dos vidas a ocho mil el millar situados sobre la renta de los naipes de Sevilla. 42 Los estudios pioneros al respecto se centraron en los casos de Inglaterra y Holanda: Dickson, Peter George Muir. The financial Revolution in England. A Study in the Development of Public Credit, 1688-1756, Londres-Nueva York, Macmillan, 1967; Tracy, James Donald. The financial Revolution in the Habsburg Netherlands. Renten and Renteniers in the County of Holland, 1515-1565, Berkeley, University of California Press, 1985.

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pujantes y con capacidad de ahorro (nobleza, oligarquías, hombres de negocios, obras pías laicas o eclesiásticas, etc.) y, por tanto, una mayor estabilidad política. En un sistema político policéntrico como el hispánico, donde multitud de jurisdicciones y una capacidad legal limitada impedían a la Corona llevar a cabo prácticas coercitivas o depredatorias indiscriminadas para obtener recursos, la cesión de la recaudación de impuestos a las ciudades o a particulares y la emisión de deuda pública y su distribución entre diversos compradores se revelaba un método económico y efectivo de reclutar adeptos y de financiarse sin perturbar la paz social.43 La emisión de deuda pública no solo fue crucial desde el punto de vista político, sino también económico. Observando el uso generalizado que los hombres de negocios hacían de los títulos de deuda, es cuestionable la identificación de dicha inversión con la inmovilización de capitales o con una concepción improductiva de la riqueza. Se trataba de una decisión estratégica de diversificación económica que proporcionaba, por regla general, una entrada segura ante un panorama de incertidumbre como el que caracterizó al área mediterránea desde finales del siglo xvi. Sin olvidar que estos títulos, lejos de inmovilizar el capital o de ser un síntoma de estancamiento económico, incentivaron las operaciones comerciales, puesto que podían ser vendidos u ofrecidos como garantía de transacciones o como pago a los acreedores.44 43

44

Grafe, R. Distant tyranny…, cit. De esta manera, Grafe relativiza las teorías de Weingast y North que veían en el modelo inglés postrevolucionario el contrapunto de otros estados como la Monarquía Hispánica. Frente a esta, calificada como un estado depredador, absolutista y coercitivo (características que suscitaban la desconfianza de los agentes económicos, según los autores), el modelo inglés habría asegurado la inversión privada y el crecimiento económico gracias a las garantías ofrecidas por el Parlamento. En North, Douglass C. y Weingast, Barry R. «Constitutions and Commitment: The Evolution of Institutions Governing Public Choice in Seventeenth-Century England», The Journal of Economic History, 49, 4 (1989), pp. 803-832. De Luca, Giuseppe. «Debito pubblico, mercato finanziario ed economica reale nel Ducato di Milano e nella Repubblica di Venezia tra xvi e xvii secolo», en

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

Así lo aseguraba una carta escrita por la ciudad de Sevilla a Felipe IV el 14 de abril de 1643 en la que se le pedía que anulara la cobranza de la media anata de juros de ese año. Entre las alegaciones presentadas, la ciudad aseguraba que el consumo de todo tipo de mercancías que circulaban en Sevilla era solo posible gracias a las rentas que sus ciudadanos disfrutaban y que, en consecuencia, una reducción de sus frutos habría repercutido negativamente sobre su economía productiva.45 A las puertas de la suspensión de pagos de 1607, los servicios financieros a la Corona por parte de Girolamo y de Battista Serra y sus relaciones con otros banqueros y mercaderes les habían hecho destinatarios de juros de muy diversa índole que eran indicativos de la influencia que ya la familia exhibía a principios del siglo xvii y de los estrechos contactos que mantenía con otros genoveses ubicados en la República. En lo que se refiere a Girolamo, los asientos en los que había participado le habían proporcionado, como a otros muchos banqueros genoveses, un buen elenco de títulos de deuda pública que tiempo después de su muerte, acaeDe Luca, Giuseppe y Moioli, Angelo (eds.), Debito pubblico e mercati finanziari in Italia, secoli xiii-xx, Milán, Francoangeli, 2007, pp. 119-146:120; Sabatini, Gaetano. «From subordination to Autonomy: Public Debt Policies and the Creation of a self-ruled Financial Market in the Kingdom of Naples in the long run (1500-1800)», en Piola Caselli, Fausto. Government Debts and Financial Markets in Europe, Londres, Pickering & Chatto, 2008, pp. 97-104: 102. Tal y como señala De Luca, es llamativo que, en 1560, año de una de las suspensiones de pagos hispánicas, se concedió al genovés Marino la facultad de pagar a sus acreedores con títulos de la Cámara de Milán, anticipando el privilegio que se otorgaría a los acreedores de la Corona en la futura suspensión de pagos de 1575. En De Luca, Giuseppe. «Debito pubblico, sistema fiscale ed economia reale nella Lombardia spagnola. L’alienazione delle entrate. Prime direzioni di ricerca», en Rizzo, Mario, Ruiz Ibáñez, José Javier, Sabatini, Gaetano (eds.), Le forze del Principe. Recursos, instrumentos y límites en la práctica del poder soberano en los territorios de la monarquía hispánica: actas del Seminario Internacional, Pavia, 22-24 septiembre del 2000, vol. 1, Murcia, Universidad de Murcia, 2004, pp. 179-210:197. 45  Marcos Martín, Alberto. «Deuda pública, mercado crediticio y actividad económica en la Castilla del siglo xvii», Hispania. Revista de Historia, LXXIII, 243 (2013), pp. 133-160:143.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

cida en 1616, continuaban produciendo réditos que gestionaban sus herederos y fideicomisarios.46 Tabla 2. Juros sobre rentas hispánicas a disposición de Girolamo Serra (1598-1607)47 Fecha de concesión

Maravedíes Entrada sobre la que se de renta situaba anual

17 de junio de 1599

Arrendamiento de las alcabalas de Carmona

187 500

3 de diciembre de 1599

Arrendamiento de los naipes de Toledo

309 375

Alcabalas de Porcuna (actual provincia de Jaén) Alcabalas de Cazorla (actual provincia de Jaén) Arrendamiento de 2 de marzo las alcabalas de de 1600 Madrid 1 de septiembre de 1599 22 de octubre de 1599

187 500

294 108

80 000

Tipo de juro

Destinatario del juro

Al quitar a 14 mil el millar

Girolamo Serra y herederos Gio. Battista Serra de GiroAl quitar lamo (fallecia 8 mil el do en 1612) y millar Battista Serra q. Antonio IV Al quitar a Girolamo 14 mil el Serra y heremillar deros Al quitar a Girolamo 14 mil el Serra y herederos millar Al quitar a Girolamo 14 mil el Serra y herederos millar

46 Véase la tabla 2. 47 Tabla de elaboración propia a partir de las fuentes del Archivo Serra di Cassano. Los documentos del este archivo refieren numerosos títulos de juro situados sobre diversas rentas de los reinos hispánicos que Girolamo y otros Serra adquirieron en estos años. Al respecto, véase ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 41, parte III, docs. 16, 20, 24, 26, 28, 30, 31, 32, 33, 34 y 35. Seguramente, no fueron los únicos juros que poseyeron los Serra del ramo de Paolo II. Un estudio más profundo en la sección de Contaduría de Mercedes del archivo de Simancas podría arrojar más luz sobre la cuestión.

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

12 de marzo de 1600

Alcabalas de Porcuna

187 500

Al quitar a 16 mil el millar

13 de marzo de 1600

Arrendamiento de naipes de Toledo

375 000

Al quitar a 8 mil el millar

13 de marzo de 1600

Arrendamiento de naipes de Toledo

375 000

Al quitar a 8 mil el millar

13 de marzo de 1600

Arrendamiento de los naipes de Sevilla

375 000

Al quitar a 8 mil el millar

213 043

Al quitar a 16 mil el millar

Girolamo Serra y herederos

760 709

Al quitar a 14 mil el millar

Girolamo Serra y herederos

Salinas de Penilla [Pinilla], en el 15 de julio partido de Alcade 1600 raz (actual provincia de Murcia) Arrendamiento de las alcabalas de Chinchilla, 21 de junio San Clemente, de 1604 Albacete y La Roda (actualmente en Castilla La Mancha)

Girolamo Serra y herederos Sor Maria Angelica Lercaro y Maria Giovanna Serra de Girolamo Sor Paola Benedetta Lercaro y Maddalena Serra de Girolamo Veronica Spinola, mujer de Girolamo Serra, y Gio. Battista Serra de Girolamo

Pero el interés de Girolamo por la deuda pública hispánica no se redujo a la emitida sobre los dominios castellanos. Así por ejemplo, la presencia del genovés en la economía del ducado de Milán se remontaba al menos a finales del siglo xvi, donde Girolamo se hallaba en tratos con algunos de los banqueros milaneses más renombrados del momento, como Emilio y Luigi Omodei,

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los Cusani, los Giussani, los Bolognini, los Porro y los Trotti, y donde Serra figuraba como uno de los grandes prestamistas de la Cámara de Milán a principios del siglo xvii. Actividades que le permitieron acceder a numerosas rentas sobre las entradas del Estado lombardo,48 coincidiendo con uno de los períodos de mayor crecimiento de la deuda pública del ducado49 en el que los genoveses participaron activamente por encima de otros extranjeros hasta el punto de que, en 1617, se decía que «los genoveses [...] son los que han comprado todo lo que estos años ultimos se ha vendido».50 Similar proceso se atisba en Nápoles, donde la difusión de un verdadero débito público se llevaba produciendo desde mediados del siglo xvi y donde la venta de rentas perpetuas o vitalicias asignadas sobre entradas tributarias a un interés elevado atrajo buena parte de los capitales genoveses.51 La participación de los

48 Las participaciones de Girolamo sobre la hacienda de Milán aumentaron cuando, a finales del siglo xvi, Agostino Spinola q. Filippo le vendió todas sus rentas. En Terreni, Andrea. «Le relazioni politiche ed economiche degli “hombres de negocios” genovesi con le “élites” milanesi nella seconda metà del Cinquecento», en Herrero, M., Ben Yessef, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova y la monarquía hispánica..., cit., vol. 1, pp. 99-140:137. 49 En concreto, entre 1611 y 1613 la política de venta de títulos a un alto interés impulsada por el gobernador condujo a la enajenación de rentas por valor de 600 000 escudos. Sobre la evolución de la deuda pública del ducado en: De Luca, G. «Debito pubblico, sistema fiscale...», cit.; id., «Debito pubblico, mercato finanziario...», cit. Sobre las inversiones genovesas en títulos del Milanesado, véase Felloni, Giuseppe. Gli investimenti finanziari genovesi tra il Seicento e la Restaurazione, Milán, Dott. A. Giuffre, 1971, pp. 213-223. 50  De Luca, G. «Debito pubblico, sistema fiscale...», cit., p. 200. El 10 de diciembre de 1618, el Consejo de Italia apuntaba a los genoveses como los principales compradores de las rentas milanesas. Muto, Giovanni. «Il governo de la Hacienda en la Lombardía española», en Pissavino, Paolo y Signorotto, Gianvittorio (eds.), Lombardia Borromaica, Lombardia Spagnola (1554-1659), Roma, Bulzoni, 1995, vol. 1, pp. 265-302:291. 51 Pezzolo, Luciano. «Elogio della rendita. Sul debito pubblico degli Stati italiani nel Cinque e Seicento», Rivista di Storia Economica, XII, 3 (1995), pp. 307-356: 292. Sobre el débito público en Nápoles: Muto, Giovanni. Le finanze pubbliche

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Serra en el débito público del reino de Nápoles, donde la familia había iniciado sus servicios a la Monarquía Hispánica en la segunda mitad del siglo xvi, fue asimismo propiciada por el Medio General de 1598 que reconoció una deuda con los banqueros por valor de catorce millones de ducados; deuda que, como se recordará, sería extinguida en dos tercios mediante títulos de juros al cinco por ciento, mientras que el tercio restante sería satisfecho a través de entradas sobre Nápoles y Milán al 7,14 por ciento.52 Tras la suspensión de pagos de 1607, como hemos visto, los servicios financieros de Battista Serra al soberano hispánico hicieron de él uno de los principales acreedores de la Corona. Hecho que debió de justificar que, en 1609, Felipe III concediera a Battista Serra la posibilidad de valerse en Nápoles de sus propios agentes para recaudar las rentas que le habían correspondido por sus asientos, obviando, de esta manera, las insistentes protestas del Consejo de Italia.53 De esta manera, se pone de manifiesto cómo el sistema fiscal hispánico se hallaba estrechamente conectado, no solo con las imposiciones dinerarias que dictaba la política exterior, sino también con la negociación continua que la Monarquía mantenía con las élites provinciales que administraban los distintos territorios y las élites económicas que la financiaban.

52 53

napoletane tra riforme e restaurazione (1520-1634), Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1980; Mantelli, R. Burocrazia…, cit.; Calabria, Antonio. The cost of Empire. The Finances of the Kingdom of Naples in the Time of the Spanish Rule, Cambridge, Cambridge University Press, 1991; Zilli, Ilaria. Lo Stato e i suoi creditori. Il debito pubblico del Regno di Napoli tra ‘600 e ‘700, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1997; De Rosa, Luigi. «Immobility and Change in Public Finance in the Kingdom of Naples, 1694-1806», Journal of European Economic History, 28, 1 (1998), pp. 9-28; Sabatini, Gaetano. «From Subordination…», cit.; id., «La fiscalità d’Antico Regime tra Assolutismo Regio e processi di negoziazione. Il caso di Napoli spagnola (secc. xvi-xvii)», en Illes Imperis. Estudis d’história de les societats en el món colonial i postcolonial, 13 (2010), pp. 39-61. Muto, Giovanni. «The Spanish System: Center and Periphery», en Bonney, Richard (ed.), Economic Systems and State Finance, Oxford, The European Science Foundation, 1995, pp. 231-259. Calabria, A. The cost..., cit., p. 2.

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La presencia de los Serra en el débito hispánico a las puertas de la suspensión de 1607 no se agotaba en los ejemplos milanés y napolitano. Asimismo, como se ha referido, la posesión de estos títulos de deuda no debe identificarse con una concepción estática de la riqueza. El caso de los juros poseídos por Battista sobre la alhóndiga de Portugal (o «de Lisboa»), una parte de los cuales los había adquirido en 1600 por cesión de Nicolò Sivori, es un buen ejemplo de lo que se viene diciendo.54 Hacia 1606 la Corona debía a Battista Serra por cuenta de dicho juro hasta 9 000 000 de maravedíes cuyo pago el genovés no dudó en reclamar. Para satisfacer sus demandas, el monarca emitió cédula el 1 de mayo de 1606 por la que se ordenaba al Consejo de Hacienda librar a Serra y a las personas que él nombrase los nueve cuentos de maravedíes sobre el servicio ordinario y extraordinario del reino «que estaba por conceder de los años de seiscientos seis, seiscientos y siete y seiscientos y ocho», con la condición de que Serra presentase recaudos de ahí a tres meses del consumo del juro.55 Los documentos entregados por Serra para la realización de los consumos prueban la cualidad de intermediario en el mercado de deuda pública que caracterizaba a Battista en vísperas de la suspensión de pagos de 1607 y la capacidad de estos títulos para consolidar las relaciones del hombre de negocios. Entre los genoveses que figuraban como beneficiarios de estos títulos de deuda 54 AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-6. 55 AGS, CMC, 3ª época, leg. 2729-8. El documento es una certificación de los contadores de la razón de 16 de junio de 1610 en el que describen el proceso por el que Serra solicitó el pago de las cantidades adeudadas y su traspaso a otras rentas de la monarquía. Aunque la cédula de 1606 aseguró el abono de la deuda en el servicio extraordinario de 1606, 1607 y 1608, la suspensión de pagos de 1607 de nuevo paralizó la operación. De nada sirvieron las alegaciones de Battista Serra en las que aseguraba que las cantidades solicitadas no procedían de intereses de asientos, por lo que debían ser excluidas de la suspensión. No obstante, el 25 de noviembre de 1608 se determinó que se liquidara la deuda contraída con Battista en juros de a veinticinco mil el millar (es decir, al cuatro por ciento) de los asignados a la Diputación del Medio General de 1608.

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y que, desde la República o la Corte, se valían de los servicios de intercesión de Serra para la gestión, venta, cobro, traspaso o consumo de estos títulos, se encontraban, personajes como los hermanos Nicolò y Simone Pallavicino q. Stefano; los también hermanos Filippo y Giovanni Battista Adorno q. Michele; Tommaso Lomellini q. Simone; o Giovanni Battista Doria q. Nicolò q. Giovanni Giacomo («Jácome»). Como veremos en el epígrafe sucesivo, lo interesante es que estas delegaciones de poder a favor de Serra para la gestión de títulos de deuda pública no eran ni casuales ni ocasionales, sino el espejo de las alianzas y colaboraciones que Battista sostenía con socios, parientes, clientes y amigos antes de la suspensión de pagos y que la posición de privilegio asumida por el genovés en la Diputación del Medio General de 1608 reforzó.

5. Los

juros de los repartimientos del Medio General de 1608

Uno de los principales objetivos de la Diputación del Medio General de 1608 era la extinción de los débitos que el monarca mantenía con sus banqueros y el saneamiento de la Hacienda real. Finalidad para la cual el monarca concedió diversos paquetes de juros a sus principales acreedores, entre los que se hallaban los cuatro diputados del Medio General. En concreto, hasta 1617, último año en el que Battista Serra estuvo al frente de Diputación,56 Felipe III había aprobado ocho repartimientos de juros sobre rentas castellanas por valor de: 50 000 ducados de renta de juro en noviembre de 1609 (primer repartimiento); 100 000 ducados el

56 Los trabajos de la Diputación se prolongaron sin embargo hasta la segunda mitad del siglo xvii mediante la intervención de otros sujetos que sustituyeron a los diputados designados originariamente a medida que estos fallecían o se retiraban de sus negocios en España. En Cuartas Rivero, M. «Los banqueros...», cit., p. 45.

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19 de julio de 1610 (segundo repartimiento); 50 000 ducados el 15 de febrero de 1611 (tercer repartimiento); otros 50 000 el 26 de agosto de 1611 (cuarto repartimiento); 60 000 el 4 de julio de 1612 (quinto repartimiento); 75 000 el 27 de junio de 1615 (sexto repartimiento); casi 80 000 ducados el 31 de marzo de 1618 (séptimo repartimiento, en concreto 29 971 018 maravedíes); y, por último, unos 38 000 ducados el 9 de octubre de 1619 (octavo repartimiento, equivalente a 14 844 801 maravedíes).57 Todos eran juros de a veinte mil el millar (es decir, al cinco por ciento de interés), a excepción de los juros del octavo repartimiento que, a pesar de tratarse de juros de a veinte procedentes del segundo y del tercer repartimiento, se concedió su venta a los diputados a trece mil el millar (es decir, al 7,69 por ciento) debido a su mala calidad, lo que habría dificultado su colocación en el mercado. Battista Serra obtuvo las cantidades más importantes del segundo repartimiento (hasta 14 236 877 maravedíes de renta de juro) para, en adelante, descender progresivamente la cifra hasta los 2 455 050 maravedíes del octavo repartimiento. En total, por los ocho repartimientos estudiados Battista recibió 53 007 827 maravedíes de renta de juro castellano. Es interesante comparar las cantidades de juros otorgadas a Battista Serra con las cedidas a otros miembros de la familia que se hallaban en tratos con el monarca Católico, como su tío Girolamo, por entonces situado entre Génova, Piacenza y Milán, o su primo Cattaneo Serra de Nicolò, residente en la corte de Madrid. Los documentos del segundo, tercer, cuarto, quinto, séptimo y octavo repartimiento consienten una comparación sistemática entre las cantidades percibidas por Battista y Girolamo Serra.58

57 En el momento en el que se concretaron los dos últimos, Battista Serra se hallaba ya fuera de Madrid, por lo que en su gestión hubo de intervenir su principal procurador en Madrid: Francesco Serra de Giovanni Pietro II. Sobre la distribución de juros por cada repartimiento, véase la tabla 3. 58 Véase la tabla 4.

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Tabla 3. Total de juros castellanos repartidos a la Diputación del Medio General de 1608 (en maravedíes)59 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º

repartimiento repartimiento repartimiento repartimiento repartimiento repartimiento repartimiento repartimiento

(noviembre de 1609) (19 de julio de 1610) (15 de febrero de 1611) (26 de agosto de 1611) (4 de julio de 1612) (27 de junio de 1615) (31 de marzo de 1618) (9 de octubre de 1619)

18 37 18 18 22 28 29 14

750 500 750 750 500 125 971 844

000 000 000 000 000 000 018 801

Como se puede observar, el porcentaje de juros asignados a Battista Serra es considerablemente mayor al que caracterizó las asignaciones realizadas a su tío, a pesar de que el porcentaje de este último creció progresivamente hasta alcanzar sus máximos en 1618 y 1619. Dicho pico se debió probablemente a la muerte de Girolamo en 1616, que debió de incentivar nuevas cesiones con el objetivo de extinguir las deudas que la Real Hacienda aún mantenía con el difunto. Por otro lado, el descenso en los maravedíes de juro percibidos por Battista no debe considerarse indicativo de una menor implicación en la gestión de la deuda pública por parte del genovés en los últimos años que estuvo al frente de la Diputación. Aunque es cierto que su actividad como titular de asientos de dineros fue limitada durante los años que estuvo al frente de la Diputación, algunos de los préstamos realizados a la Corona se concretaron en la facultad de crecer juros procedentes de otros territorios hispánicos, como el reino de Portugal. Así por ejemplo, el 4 de noviembre de 1614, Felipe III establecía un concierto con Battista Serra por el que el genovés se comprometía 59 Tabla de elaboración propia con fuentes de AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-8, leg. 1014-16 y leg. 617-2. 2; id., inventario 11, leg. 8-7, leg. 8-8, leg. 15-8, y leg. 8-5.

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a proveer en Sevilla 80 000 ducados al pagador de la Armada del Mar Océano, Jerónimo de Vitoria. Ducados que provendrían del crecimiento (de ocho a dieciséis mil el millar) de 10 000 ducados de renta de juros de a dos vidas situados sobre la alhóndiga de Portugal. El acuerdo concedía a Battista no solo la facultad de crecer los juros mencionados, sino también de situarlos sobre las personas que él seleccionara.60 Tabla 4. Juros sobre rentas castellanas asignados a Battista y a Girolamo Serra entre 1609 y 1619 (en maravedíes)61 Repartimientos 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º

(Año (Año (Año (Año (Año (Año (Año (Año

1609) 1610) 1611) 1611) 1612) 1615) 1618) 1619)

Girolamo Serra 427 220 821 750

500 702 000 000

2 031 600 913 670

? (1’14%) (1,17%) (4,38%) (3,33%) ? (6,77%) (6,15%)

Battista Serra 14 6 5 5 5 5 2

7 125 000 (19%) 236 877 (37,96%) 692 500 (35,69%) 945 000 (31,70%) 700 000 (25,33%) 300 000 (18,84%) 553 400 (18,53%) 455 050 (16,51%)

Los diputados podían decidir si conservar dichas rentas de juro o bien cederlas o venderlas a otras personas. En este sentido, se ha podido analizar la distribución que Battista Serra realizó de algunos

60 AGS, CCGG, leg. 109-1. 61 Para Girolamo Serra, véanse: AGS, DGT, inventario 24, leg. 1014-16 y leg. 6172. 2; id., inventario 11, leg. 8-7 y leg. 15-8. Para Battista Serra, véanse: AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-8 y leg. 617-2, 2; id., inventario 11, leg. 8-7 y leg. 8-8. Para ofrecer otro elemento de comparación, conviene precisar que Cattaneo Serra, primo de Battista, obtuvo por el sexto repartimiento 937 500 maravedíes, por tanto solo un 3,33 por ciento del total asignado por el monarca, mientras que el total concedido a Battista suponía un 18,84 por ciento del total. Sobre los juros de Cattaneo Serra del sexto repartimiento: AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7 y leg. 15-1.

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de los juros que se le concedieron entre 1610 (2º repartimiento) y 1619 (8º repartimiento). Las asignaciones a terceros de las que se tienen datos montan 29 345 414 maravedíes, cuando el total de juros recibidos por Battista Serra por los repartimientos de ese período era de 45 882 827 maravedíes de renta.62 Por tanto, no sabemos el destino de 16 537 413 maravedíes, lo que impide la formulación de conclusiones definitivas, pero ello no es óbice para la constatación de determinados aspectos o la propuesta de algunas hipótesis. Respecto a los maravedíes no asignados, la hipótesis más razonable es que las fuentes sobre la distribución de la deuda pública de Serra no se reduzcan a las halladas en la sección Dirección General del Tesoro de Simancas. Los datos recogidos requerirían del análisis de otras fuentes como las notariales cuyo hallazgo y análisis sistemático, como sabemos, no siempre es fácil. Sin embargo, hay que tener en cuenta también que, aunque las cédulas de concesión eran claras sobre el total asignado a cada uno de los acreedores de la Real Hacienda, dichas cantidades se adaptaban en lo sucesivo a inconvenientes tan frecuentes como los maravedíes «inciertos», es decir, aquellos que, a pesar de haber sido situados sobre determinadas rentas, al final no habían podido ser recaudados por diversos motivos como, por ejemplo, el escaso rendimiento de la renta que impedía la satisfacción de los títulos de deuda que gravaban sobre ella. Por ello, habría que barajar la posibilidad de que la distribución de los maravedíes de Serra en un número menor a lo que en realidad se le asignó podría deberse a impedimentos en la recaudación de las entradas sobre las que se habían situado los juros. Las asignaciones analizadas no dejan de ser indicativas de la utilidad de estos títulos de deuda para consolidar lazos familiares 62 Es decir, el resultado de la suma de todos los maravedíes de juro obtenidos por Battista por todos los repartimientos mencionados, exceptuando el primero (de 1609) para el que no se tienen datos sobre los destinatarios de las asignaciones.

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o de negocios preexistentes. Los resultados del análisis de estas asignaciones apuntan a una cesión de juros mayoritariamente a otros ligures. Sin embargo, destacan casos muy llamativos que ven como protagonistas a sujetos no genoveses, como Pietro Priami (o Priemi), que encabeza los primeros puestos de la lista de beneficiados por Battista Serra, por encima incluso de Paolo, su hermano y socio de la compañía de negocios «Nicolò Pallavicino y Battista y Paolo Serra».63 No se han hallado asignaciones a castellanos (exceptuando el caso de Juan de Obaldía) que, muy probablemente, accedían a la deuda pública mediante su compra 63 En una carta enviada por Giacomo Mortedo (Sevilla) a Serra (Madrid) el 20 de febrero de 1601, el primero refería que no había aún entregado a Pietro «Priamy» las dos perlas acordadas por no haberlas encontrado del grosor que se le había encomendado. La misiva demuestra que los Priami eran de sobra conocidos por Battista Serra desde principios del siglo xvii. En AGS, Hacienda, Expedientes de Hacienda, leg. 821. El protagonismo de Priami en los juros distribuidos por Serra es más que notable. El susodicho figura varias veces en la lista de personas que compraron a Serra en 1619 los juros que le correspondieron por su participación en el asiento «grande» de un millón de escudos de 29 de diciembre de 1617. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-4. Por otro lado, Pietro Priami comparece como testigo de una escritura realizada por Francesco Serra de Giovanni Pietro II en Madrid el 20 de septiembre de 1619, por lo que se deduce que en ese momento se hallaba en la Corte. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 15-8. En lo que respecta a los Priami en contacto con Ottavio Serra en Nápoles, destaca Roberto «Primi» que desde Roma mandaba letras de cambio que eran pagadas en Nápoles por Ottavio Serra y su socio Antonio Spinola en el año 1612. En ASBNa, Spirito Santo (SS), año (a.) 1612, gb, m. 75, fols. 62 (14 de enero); 158 (11 de febrero); 391 (11 de abril); 439 (varias partidas para el 27 de abril). Igualmente, véase en el mismo archivo, Pietà, a. 1612, gb, m. 15, fols. 85r (9 de enero de 1612) y fols. 115v-116r (11 de enero de 1612). Roberto Primi era, muy probablemente, el depositario general de la Camera Apostolica, un personaje importantísimo, junto con el tesorero de la Camera, en el ámbito de las finanzas pontificias y encargado de las funciones de caja de las entradas papales. Motivo por el que normalmente el cargo era ejercido por un banquero. Roberto Primi ejerció el cargo al menos durante el período de 1606 a 1628, por lo que su ejercicio coincidió con el de Giacomo Serra q. Antonio IV, tesorero de la Camera Apostolica desde diciembre de 1608 y, desde 1611, cardenal.

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en ámbito local a algunos de los asignatarios beneficiados por Serra.64 La aparente escasa presencia de castellanos y de italianos de origen no genovés en los juros distribuidos por Serra debe ponerse en relación con el proceso de atomización de las finanzas hispánicas que se atisba en este período y en el que los genoveses se erigieron en una célula monopolística que no solo controlaba la firma de asientos, sino también el acceso y la distribución del débito público. En la mayoría de los casos, los beneficiados de los juros de Battista mantenían una relación indiscutible con la familia, ya fuera por vía matrimonial, de negocios, o ambas al mismo tiempo.65 En otros, no se han hallado vínculos específicos, probablemente porque se trataba de simples transacciones entre interesados en adquirir deuda pública hispánica y Battista Serra, que actuaba como mediador. Los parientes beneficiados con los juros de Battista no residían en la Corte. En el resto de los casos, a excepción de los genoveses Burone (en Sevilla) y Zarrata (en Granada), la residencia no se ha podido determinar. No es de estrañar que el círculo de las asignaciones de juros se estrechara en torno a los Lomellini. En concreto, Claudia Lomellini q. Francesco, madre de Battista Serra, figura como la máxima beneficiaria. De hecho, Battista destinó a su madre y a otros miembros de este ramo, como Maria Lomellini, numerosas rentas de juro provenientes de diversos repartimientos.66 Por otro lado, el matrimonio de Francesco Serra con la ya citada Anna Lomellini estrechó aún más los lazos con el padre de esta, Tommaso Lomellini q. Simone que, como se señaló en el capítulo precedente, mantenía 64 Juan de Obaldía figura como destinatario de un juro del sexto repartimiento por valor de 150 000 maravedíes de a veinte sobre los puertos secos de Castilla. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7, escritura hecha en Madrid el 30 de julio de 1615. 65 Al respecto, véase la tabla 5. 66 Sobre las asignaciones de Battista Serra a su madre y a su tía, Maria Lomellini (mujer de Giacomo Pinelli), véase AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7; id., leg. 8-8.

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tratos habituales con Girolamo Serra desde finales del siglo xvi.67 Los repartimientos de juros castellanos efectuados a Battista Serra no fueron los únicos que se hicieron eco del vínculo especial que unía a los Serra con Tommaso Lomellini.68 Este último aprovechó la influencia de Battista para ceder, renunciar, traspasar y consumir juros que tenía situados sobre la alhóndiga de Lisboa, renta sobre la que, como hemos visto, Battista Serra mantuvo facultades de recaudación y crecimiento durante varios años.69 Las ingentes cantidades distribuidas por Battista a su madre son indicativas del protagonismo que asumieron las mujeres en los repartos de deuda pública: Maria Lomellini, Violante Spinola, Maria Serra y Lelia Di Negro70 sobresalieron incluso por encima de 67 El matrimonio debió de producirse en 1607 o unos años antes, puesto que el abono de la dote de Anna Lomellini se efectuó el 23 de noviembre de 1607. El documento que nos informa de ello se encuentra en la serie «Contratti» del manuscrito de Remondini. En él, Paolo Serra, en calidad de procurador de su hermano Francesco, reconocía ante el notario Filippo Barlaimonte haber recibido 34 000 liras de oro como dote de Anna Lomellini, hija de Tommaso y mujer de Francesco Serra. En Remondini, G. C. serie «Contratti», (lettere «S-T»), en BCB, M.r., XV, 3.5.5, fols. 334-335. 68 AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7. Además, Tommaso y su hija Anna, seguramente residentes en Génova, dieron poder a Battista Serra para administrar los juros castellanos que poseían: En ASGe, NA, 4534, poderes del 7 y 10 de marzo de 1614. 69 Entre los papeles presentados por Battista para el consumo de los juros de la alhóndiga de Portugal, se encontraba el poder que Tommaso Lomellini le concedió el 3 de junio de 1606 para renunciar, traspasar y consumir un juro que tenía por las vidas de su hijo, Ottavio Lomellini, y de Maria Caterina Chiavari, monja en el monasterio de San Bartolomeo di Olivella, en el barrio del Carmine de Génova. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2729-8. 70 Se trataba de Lelia Di Negro de Orazio, casada con Giovanni Girolamo Di Negro de Francesco. Sobre los juros concedidos por Battista Serra a su favor (todos del segundo repartimiento), véase AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-8. Como viene siendo habitual, Lelia mantenía un vínculo de parentela con los Serra, puesto que Giovanni Girolamo Di Negro era sobrino de Taddeo Di Negro, primer marido de Benedetta Serra q. Paolo II (hermana de Girolamo Serra). Sobre su genealogía, véase Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 2, parte II, fol. 506 en BCB, M.r., VIII, 2, 30. Además, Nicolò Di Negro, hermano de

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individuos tan destacados en los negocios de Serra como Nicolò Pallavicino de Agostino y su hijo Antonio, Girolamo Serra o Girolamo Burone. Como es bien sabido, las rentas de juro constituían entradas que se cedían frecuentemente a los llamados «miembros débiles» de la familia como cadetes, menores de edad y mujeres, ya fueran estas seglares o religiosas. Todos ellos habitualmente se veían perjudicados por la política de sucesión del patrimonio dominante que favorecía a los varones, especialmente a los primogénitos. Sin embargo, una interpretación demasiado rígida en esta línea omite la importancia fundamental que dichas rentas poseían en la creación de clientelas propias por parte de estas mujeres o su importancia en la conformación de un patrimonio exclusivamente femenino que, como se verá en el último capítulo, gestionaban con cierta autonomía.71 Eso sí, la relativa autonomía de la que gozaban ciertas mujeres de la familia Serra y, en general, del patriciado genovés en la administración de sus entradas no debe esconder la alineación de las voluntades femeninas con la política, eminentemente patriarcal, puesta en práctica por el clan. Prueba de ello es la tendencia de las mujeres a transmitir dichas rentas a parientes masculinos del propio ramo, principalmente hermanos, cuando no contaban con descendencia, asegurándose, de esta manera, su mantenimiento dentro del núcleo familiar de origen.72 Giovanni Girolamo, fue cesionario de Carlo Spinola q. Giacomo en nombre de Girolamo Serra que, como se recordará, era su cuñado. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 3523-28. 71 Al respecto, y a partir del estudio de las mujeres de la familia Balbi, Grendi concluyó que «el estatuto clásico de la inhabilidad jurídica femenina, el de los “contratos de menores” (que ya preveía excepciones para las mujeres activas económicamente), perdía su carácter vinculante precisamente porque era normal que fueran dispensadas». Traducción propia del original: «lo statuto classico della disabilità giuridica femminile, quello sui ‘contratti dei minori’ (che già del resto prevedeva eccezione per le donne economicamente attive), perdeva cogenza universale proprio perché era normale essere dispensate». En Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 300. 72 ASC, Parte seconda, scritture di Napoli, vol. 5, 59, testamento de Maddalena Serra, Génova, 9 de junio de 1653.

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Tabla 5. Algunas asignaciones de rentas de juro realizadas por Battista Serra (1610-1619)73 Sujeto

Relación F: familia N: negocios F/N: ambos

Claudia Lomellini Pietro Priami Paolo Serra Giovanni Battista Doria q. Nicolò Violante Spinola Nicolò Pallavicino de Stefano Maria Serra Pietro Maria Gentile Maria Lomellini Tommaso Lomellini q. Simone Giovanni Francesco y Giovanni Battista Brignole Lelia De Negro de Orazio Antonio Pallavicino de Nicolò Luigi Sauli Agostino Pallavicino q. Stefano Marcello Pallavicino de Agostino Battista Spinola q. Goffredo Nicolò Pallavicino de Agostino Stefano Giustiniano Ambrogio Doria Alessandro Giustiniano Stefano y Michele Giustiniano (hermanos) Antonia De Marin

F N F/N ? F N F F/N F F/N ? F F/N ? N F ? F/N ? ? ? ? ?

Cantidad asignada

4 4 3 3 1 1 1

856 180 675 375 329 135 061 800 758 713

833 625 809 000 891 646 075 000 065 764

712 424 700 616 614 483 435 432 407 398 375 367 350 350

000 526 350 583 893 318 977 396 000 167 807 000

73 Tabla de elaboración propia a partir de AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-8 y leg. 617-2, 2; id., inventario 11, leg. 8-7 y leg. 8-8.

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Girolamo Serra Giacomo Saluzzo Herederos de Francesco Pallavicino Geronimo [Girolamo] Burone Juan de Obaldía Gio. Battista Zarrata [Zarreta?] Gio. Francesco Pallavicino TOTAL

F/N ? ? N ? ? ?

307 750 272 626 185 000 177 617 150 000 75 187 46 085 29 345 414

Después de las efectuadas a Claudia Lomellini, las cesiones más llamativas que realizó Battista a parientes fueron las que beneficiaron a Paolo Serra, su hermano, y a Violante Spinola q. Giacomo, mujer de Paolo y, por tanto, cuñada de Battista.74 Las rentas de juro que recibió Paolo procedían del séptimo repartimiento (31 de marzo de 1618) y del octavo repartimiento (9 de octubre de 1619).75 Ambos repartimientos fueron motivados por el «asiento grande» concertado con los diputados del Medio General de 29 de diciembre de 1617, hecho que evidencia con claridad la estrecha relación existente entre distribución de títulos de deuda pública y la firma de asientos. La participación de la compañía Serra-Pallavicino en el suministro de parte de los capitales estipulados por el asiento muy probablemente justificó las cuantiosas partidas de juro que Battista destinó a su hermano. La práctica ausencia de Paolo Serra en los repartimientos de juros anteriores al asiento de 29 de diciembre de 1617 podría ser indicativa de una escasa implicación de Battista Serra y de la compañía Serra-Pallavicino en préstamos a la Corona durante los años en los que Serra estuvo al frente de la Diputación. 74 La cuñada Violante Spinola recibió juros del quinto y sexto repartimiento. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7. 75 Sobre las partidas de juros destinadas a Paolo por el séptimo repartimiento, véase AGS, DGT, Inventario 11, leg. 8-7. También, AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-4. Las partidas asignadas a Paolo por el octavo repartimiento en AGS, DGT, Inventario 24, leg. 617-2, 2.

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De hecho, al margen del asiento ya citado del 4 de noviembre de 1614, por valor de 80 000 ducados y a proveer en Sevilla, el fondo de Contadurías Generales de Simancas nos informa solo de un asiento más firmado por Battista el 1 de septiembre de ese mismo año.76 Para la cesión de algunas de estas rentas a su hermano Paolo, Battista se sirvió entre 1619 y 1620, años en los que no se hallaba en la Corte, de los servicios de su primo, Francesco Serra de Giovanni Pietro II, residente por entonces en Madrid.77 A su vez, este último se ocupó de gestionar los maravedíes que correspondieron a Paolo Serra en virtud de los poderes que este le había remitido desde la República. En función de uno otorgado el 21 de junio de 1619, Francesco asignó los maravedíes de las yerbas de Santiago a uno de sus criados, Francisco de la Peña, residente en Soria.78 Este ejemplo pone de manifiesto cómo el examen de los repartos de juros y de los poderes puede contribuir a dar pistas sobre las llamadas relaciones hacia abajo, pocas veces evidenciadas en los estudios de élites financieras. El destino de algunos de los juros del séptimo repartimiento que Battista adjudicó a su hermano Paolo es resultado del proceso por el que los Serra se desprendieron paulatinamente de los títulos de deuda pública obtenidos en estos años. Así, los 75 783 maravedíes de juro sobre alcabalas de Alcalá de Henares, los 182 873 sobre las alcabalas de Écija, los 164 479 sobre alcabalas de Llerena y los 91 250 sobre las salinas de Atienza con los que Battista benefició a su hermano fueron finalmente vendidos por Paolo a distintos compradores: la renta sobre las alcabalas de Alcalá de Henares fue adquirida por Urbán de Peralta, vecino de Madrid; la 76 Se trataba de un asiento por valor de 50 000 ducados a proveer en Nápoles para gastos secretos y extraordinarios del príncipe Doria. Por tanto, durante el período que Battista estuvo al frente de la Diputación, contamos solo con dos asientos en 1614 y el «asiento grande» de 1617. Sobre los asientos de 1614: AGS, CCGG, leg. 109-1. 77 AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7. 78  Ibidem.

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situada sobre alcabalas de Écija por los testamentarios de Stefano De Mari; la renta sobre alcabalas de Llerena a un amplio número de habitantes de esa misma ciudad y, por último, los maravedíes sobre las salinas de Atienza fueron a parar a manos de Mariana María de Milán, mujer de Álvarez de Soto, vecino de Valladolid.79 Como ya se ha señalado, dichas cesiones realizadas en un segundo momento por parte de los familiares y socios de Serra podrían explicar la ausencia de castellanos en los repartos de Battista. Estos terminarían accediendo a dichos títulos mediante su compra, en un segundo momento, a los beneficiados con juros por los diputados del Medio General. Entre las asignaciones más importantes efectuadas por Battista destacaron también las realizadas a los descendientes del difunto Stefano Pallavicino, ramo que no parece estar vinculado al de su socio en compañía, Nicolò Pallavicino de Agostino. Aunque este último también fue objeto de cesiones de juros,80 estas no alcan79 El documento que nos informa de estas ventas constituye un consentimiento de Francesco Serra de Giovanni Pietro II a las dichas transacciones. Dicho consentimiento fue emitido en Madrid el 29 de agosto de 1619 en virtud del poder que le otorgó Paolo Serra en Génova el 21 de junio de ese mismo año para la administración de sus juros. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7. 80 En los repartimientos de juros, Battista Serra también benefició a los Pallavicino de Agostino, En concreto, comparece en una ocasión Marcello Pallavicino, jesuita, y hermano de Nicolò Pallavicino. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7. También Nicolò Pallavicino recibió ciertas partidas de juros procedentes del séptimo y octavo repartimiento, coincidiendo, por tanto, con la firma del «asiento grande» de 1617. Es por ello que, al igual que sucedió con los juros distribuidos a Paolo Serra, los títulos de Pallavicino debieron de ser asignados en compensación por su participación en los pagos del asiento como miembro de la compañía de Nicolò Pallavicino y Battista y Paolo Serra. También el hijo de Nicoló, Antonio Pallavicino, y Luigi Sauli recibieron juros a partir de este asiento, esta vez del octavo repartimiento: en AGS, CMC, 3ª época, leg. 3193-11; AGS, DGT, inventario 11, leg, 8-7; id., leg. 4-4; id., inventario 24, leg. 617-2, 2. Aunque es difícil precisar la identidad de este Luigi Sauli, cabe destacar que la relación con esta familia se estrechó en la generación sucesiva, puesto que Elena, una de las hijas de Paolo Serra, casó con «Ludovico Sauli q. Antonio». Véase el

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zaron las sumas consistentes que correspondieron a los hijos de Stefano.81 Es más, en las cesiones de rentas de juro, por encima del socio en compañía de Battista Serra se hallaban Maria Serra, hermana de Battista y mujer de Nicolò Pallavicino, y el hijo de estos, Antonio Pallavicino.82 La genealogía de los Pallavicino del difunto Stefano denota su estrecha conexión con los Lomellini, familia con la que, como se ha visto, los Serra mantuvieron negocios y lazos de parentela. Así, Agostino Pallavicino q. Stefano estaba casado con Veronica Lomellini q. Nicolò, mientras que su hermano, Nicolò Pallavicino, era marido de Maria Lomellini q. Tommaso. Este último enlace es el que determina con claridad una relación estrecha con los Serra de Battista, puesto que Maria Lomellini era hermana de Anna, mujer de Francesco Serra q. Antonio IV, a su vez hermano de Battista, lo cual convertía a Nicolò Pallavicino q. Stefano y a Francesco Serra q. Antonio IV en concuñados.83 Una conexión que indudablemente explica que fuera Nicolò el preferido de entre todos los hijos de árbol genealógico «B» de Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit. O bien el árbol genealógico nº 4 situado al final de este trabajo. Los vínculos de los Serra con los Sauli se pondrán de manifiesto en Nápoles con Ottavio Serra, como se verá en el capítulo 8. 81 En lo que respecta a este ramo de los Pallavicino, Buonarroti afirma que Stefano Pallavicino estaba casado con Maddalena Grimaldo. Refiere además que tuvieron como descendencia a Simone, Lazaro, Giovanni Battista, Nicolò, Giacomo Filippo, Giovanni Stefano, Agostino y Felice. En Buonarroti, A. M. Alberi…, cit., vol. 3, parte I, fol. 10 en BCB, M.r., VIII. 2.31. 82 En lo que se refiere a los juros asignados por Battista a Maria Serra, todos del quinto repartimiento, véase AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7. Por debajo de Nicolò Pallavicino de Agostino destaca solo entre los parientes Girolamo Serra, tío de Battista, para el que contamos con una única cesión de renta de juro procedente del tercer repartimiento. AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7 y 8-8. 83 El matrimonio de Maria Lomellini q. Tommaso con Nicolò Pallavicino q. Stefano es recogido por Buonarroti tanto en el árbol genealógico de los Pallavicini como en el de los Lomellini. El árbol de este ramo de los Lomellini en Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 2, parte II, fol. 298 en BCB, M.r., VIII, 2, 30. Véase el árbol genealógico número 10 al final de este trabajo.

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Stefano Pallavicino en las cesiones de juros que Battista efectuó por los diversos repartimientos.84 A luz de los casos de asignación de rentas comentados, es evidente la función de los juros en la consolidación de las redes de la familia y en la diversificación del patrimonio. Su estudio nos ofrece una imagen clara sobre el entramado en el que operaban los Serra y nos anuncia estrategias de conservación del patrimonio practicadas por la familia, como la tendencia a favorecer a las mujeres del linaje, plenamente identificadas con las fórmulas de solidaridad hacia su ramo de origen. Pero, ¿de qué patrimonio hablamos? El análisis de las situaciones de los juros asignados a Battista Serra nos proporciona una información extra sobre la «geografía de la inversión» que caracterizó a la familia y permite aventurar hipótesis sobre la mayor o menos capacidad de endeudamiento que ofrecían los territorios castellanos a la Corona. Un primer análisis de las partidas atribuidas a Battista Serra por los repartimientos de deuda pública que se le concedieron entre 1610 y 1619 ha permitido conocer las situaciones para 40 631 290 maravedíes de juros de los 45 882 827 maravedíes que se asignaron a Serra por los siete repartimientos comprendidos entre esas fechas. Se trata, por tanto, del 88,55 por ciento del total. Los datos disponibles descubren un claro predominio 84 Sobre la distribución de juros del segundo repartimiento a Agostino Pallavicino q. Stefano, véase AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-8. La asignación de juros del tercer y cuarto repartimiento a favor de Nicolò Pallavicino q. Stefano en AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-7 y leg. 8-8. Asimismo, entre los recaudos presentados por Battista para el consumo de los juros de la alhóndiga de Lisboa se encuentra un poder de 24 de noviembre de 1605 que le había concedido Nicolò Pallavicino q. Stefano en Génova para que pudiera vender, ceder y renunciar un juro que tenía en cabeza de sus hermanos, Felice y Giacomo Filippo. Poco después, fue Simone Pallavicino q. Stefano, el que, en Génova y por escrituras de 6 de junio de 1606, dio poderes para el mismo cometido a Giovanni Battista Saluzzo y a Francesco Spinola q. Battista. Poderes que, acto seguido, Francesco Spinola, en Madrid y en septiembre de 1607, terminó asignando a Battista Serra. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2729-8.

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de los juros sobre alcabalas del sur de la península que alcanzan los 13 014 316 maravedíes.85 Siguen muy de cerca los juros sobre alcabalas del centro peninsular por un total de 10 960 229 maravedíes. A pesar de lo cercanas que se hallan ambas cantidades, las diferencias son significativas si se comparan con las dimensiones de los territorios sobre los que se situaban dichas rentas. Mientras que en el sur peninsular se han incluido las alcabalas de ciudades situadas en los actuales territorios de Andalucía y Murcia, el centro peninsular comprende una vasta área que incluye las comunidades de Madrid, Castilla-La Mancha, Valencia y Extremadura. Más evidente es el abismo entre los juros sobre alcabalas del sur y centro de la península y los situados sobre las alcabalas del norte (Galicia, Asturias, País Vasco, Cantabria, Navarra, Castilla y León, Aragón y Cataluña) que suponen solo 1 759 826 maravedíes. Las cifras presentadas, por un lado, son representativas del extraordinario poder de contribución de los territorios del sur peninsular a la capacidad de endeudamiento de la Corona y, por otro, coinciden con las conclusiones de Álvarez Nogal sobre la importancia de los juros de alcabalas en los ingresos de la Monarquía, sobre todo a partir de 1607.86 La singular relevancia de la deuda pública situada sobre rentas del sur peninsular debía ser de sobra conocida por los genoveses, lo cual explicaría que la mayor parte de juros obtenidos por Battista Serra se hallaran situados sobre dicha área geográfica. Al respecto, las investigaciones de Álvarez Nogal sobre la incautación de juros de extranjeros llevada a cabo en 1634 han constatado la preferencia 85 En adelante, véase la figura 1. Sobre los juros de alcabalas, véanse: Marcos Martín, Alberto. «“España en almoneda”: enajenaciones por precio de alcabalas y tercias en el siglo xvi», en VV.AA, Congreso internacional «Las sociedades ibéricas y el mar a finales del siglo xvi», vol. 4, Madrid, Pabellón de España, 1998, pp. 25-65; Álvarez Nogal, Carlos. Oferta y demanda de deuda pública en Castilla. Juros de alcabalas (1540-1740), Madrid, Banco de España, 2010. 86  Álvarez Nogal, C. Oferta..., cit., p. 128.

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de los genoveses por hacerse con rentas del sur, probablemente por su mayor rentabilidad o su mejor salida en el mercado.87 La escasa presencia de juros pertenecientes a los Serra en el momento de la incautación apuntada podría indicar que en estos años la familia se había desprendido de la mayor parte de los títulos obtenidos en el período precedente, debido al progresivo retroceso que, en general, experimentaron las rentas castellanas. El proceso alcanzó su punto culminante en 1621 cuando, como afirma Castillo Pintado, todos los juros en circulación, y no solo los de nueva fundación, quedaron convertidos al interés anual del cinco por ciento.88 No obstante, ello no fue óbice para que los Serra continuaran mostrando interés por la deuda pública no solo como fuente de riqueza económica, sino también social. De hecho, la progresiva devaluación de los juros castellanos no impidió que estos títulos continuaran compareciendo en los testamentos y acuerdos para la distribución del patrimonio realizados por los Serra en la segunda mitad del siglo xvii. La importancia que las rentas del sur de la península (alcabalas, Casa de la Moneda, almojarifazgo mayor, etc.) asumieron en los juros obtenidos por Battista Serra como diputado del Medio General hacía necesario contar en esta ciudad con una representación sólida y en grado de defender los intereses de la familia, sobre todo después de que se produjera la muerte de Girolamo en 1616 y la retirada temporal de Battista Serra de Madrid en algún momento entre 1617 y 1618. Una de las principales personas sobre las que Battista se apoyó en este sentido fue el ya citado Girolamo Burone. 87  Álvarez Nogal, C. «Los genoveses y la incautación...», cit., pp. 775-799. 88  Castillo Pintado, Álvaro, «Los juros de Castilla. Apogeo y fin de un instrumento de crédito», Hispania. Revista de Historia, 23 (1963), pp. 43-89, p. 56. Sobre la evolución de la deuda pública castellana en los siglos xvi y xvii, véase Marcos Martín, A. «Deuda pública, fiscalidad...», cit. Agradezco al profesor Álvarez Nogal por haberme informado sobre la entidad de los juros de los Serra en el momento de la incautación en 1634 y por su continuo asesoramiento en el análisis de este tipo de fuentes.

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Aunque no hemos hallado indicios de que Burone fuera uno de los principales beneficiados de los paquetes de deuda pública obtenidos por Battista (según los datos con los que contamos, este solo recibió un juro por valor de 45 043 maravedíes), algunos contemporáneos aseguraban que, entre los numerosos intereses de Burone, se hallaba la venta de juros. En concreto, el genovés Giovanni Andrea Calvi, residente en Sevilla, factor y cajero de Burone, aseguró que, entre las actividades ejercidas por Burone se hallaba la de «haber vendido los juros de Su Majestad por orden de los diputados del Medio General desde el año de mil seiscientos ocho en adelante».89 Quizás es por ello que otro contemporáneo definió a Burone como uno de los diputados del Medio General de 1608 en Sevilla.90 Las funciones que los contemporáneos atribuían a Burone hubieran sido imposibles sin su colaboración con los banqueros de Madrid, los principales acreedores del rey y, por tanto, los mayores beneficiarios de los paquetes de deuda castellana. Prueba de los muchos tratos que Burone mantenía con los banqueros de la Corte la hallamos en los libros de negocios de Burone que se hallaban en manos de Giovanni Andrea Calvi y que recogían las actividades económicas llevadas a cabo por el genovés entre 1603 y 1623.91 Tal y como aseguró Calvi, dichos libros contenían «correspondencias con caballeros principales que en los dichos años han hecho asientos con Su Majestad en Valladolid y en Madrid y que el dicho Geronimo Buron les ayudaba con su dinero para el cumplimiento de dichos asientos con Su Majestad».92 89 AHN, OM, caballeros Santiago, exp. 1287, pruebas para la concesión del título de caballero de Santiago de Jerónimo (Geronimo o Girolamo) Burón y Álvarez, natural de Sevilla, 1625, fol. 102v. El candidato era el hijo de Girolamo Burone q. Battista. 90  Ibidem, fol. 77r. Al respecto, Martínez Ruiz asegura que Burone fue representante en Sevilla de los intereses de los banqueros genoveses afectados por la suspensión de 1607. En Martínez Ruiz, José Ignacio. Finanzas municipales y crédito publico en la España moderna. La hacienda de la ciudad de Sevilla, 1528-1768, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 1992, p. 229. 91 AHN, OM, caballeros Santiago, exp. 1287, fols. 104r-106r. Un análisis del libro de negocios de Burone en la tabla 6. 92  Ibidem, fol. 102v.

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

Figura 1. Situaciones de los juros percibidos por Battista Serra (1610-1619)93

93 Tabla de elaboración propia realizada a partir de las siguientes fuentes: AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-8 y leg. 1014-16; id., inventario 11, leg. 8-5, leg. 8-7, leg. 8-8 y leg. 15-8.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Como se puede apreciar, en dichos libros comparecen en multitud de ocasiones los Serra (Battista, Francesco o Girolamo Serra), los diputados del Medio General de 1608 —principales beneficiarios de los paquetes de juros castellanos de la Corona— y los grandes protagonistas de la finanza internacional genovesa del momento, como Bartolomeo Spinola, Carlo Strata o los hermanos Centurione. Tabla 6. Libros de negocios de Girolamo Burone q. Battista entre 1603 y 162394 Años del libro

1603-1604

1605-1607

Personas y negocios contenidos Ambrogio Spinola (Valladolid) Agostino, Cristoforo y Simone Sauli (Valladolid) Ambrogio Gentile (Génova) Battista Serra (Madrid) Carlo Spinola (Valladolid) Cesare Ansaldo Carlo Strata Filippo Adorno Francesco Serra Gaspare, Battista y Geronimo Spinola Giacomo Saluzzo (Génova) Gio. Cristoforo de Franchi «Y otras muchas personas principales» «De las mismas correspondencias con los mismos y otras personas principales»

94 Tabla de elaboración propia a partir de AHN, OM, caballeros Santiago, exp. 1287, pruebas para la concesión del título de caballero de Santiago de Jerónimo (Geronimo o Girolamo) Burón y Álvarez, natural de Sevilla, 1625.

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

1608-1609

?

1610-1611

1610-1611 1612

1613

1614

«Con los susodichos y con las siguientes personas principales»: Agostino Doria (Génova) Andrea Sauli Damiano Pallavicino (Génova) «y otros muchos» Filippo Adorno (Génova) Geronimo (o Girolamo) Serra (Génova) Gio. Francesco Pallavicino «y otros a este tenor» «Otra cuenta armada con los diputados del Medio General» «Que contiene correspondencias con casi todos los susodichos» y con: Gio. Luca Pallavicino Alessandro Giustiniano (Génova) Andrea Sauli Ambrogio Salvago Battista Lercaro (Genova) Fabrizio Bracaba «y otros muchos» «Contiene una cuenta armada con los diputados del Medio General» «Contiene correspondencias con los dichos y una cuenta con los diputados del Medio General» «En que hay cuentas armadas con parte de los susodichos» y con: Scipione y Gio. Battista Squarzafico Sinibaldo Fiesco y Gio. Battista Giustiniano Andrea Spinola «Y otros muchos y una cuenta con los diputados del Medio General» «Que contiene correspondencia con la mayor parte de los susodichos y cuentas muy largas de juros vendidos por los dichos diputados del medio general y otras muchas personas como»: Nicolò Balbi (Madrid) Ottavio Centurione Sinibaldo Fiesco «y otros»

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

1615

1616

1617

«De correspondencias con la mayor parte de los susodichos y otras cuentas muy largas de juros vendidos por los dichos diputados del Medio General». Además, tratos con: Adamo Centurione Battista Serra Carlo Strata Franco Cattaneo Geronimo Serra Geronimo y Giacomo de Franchi Gio. Battista Doria (Génova) Gio. Geronimo Di Negro (Génova) Gio. Battista y Vincenzo Squarzafico «y otros muchos» «Correspondencias con los susodichos y una cuenta muy larga de juros vendidos por los dichos diputados del Medio General» También tratos con: Geronimo Serra Battista Serra Gio. Luca Pallavicino Giacomo De Franchi «y otros muchos» «En que hay correspondencias con la mayor parte de todos los susodichos y una cuenta muy larga de juros vendidos por los dichos diputados del Medio General» Además, tratos con: Sinibaldo Fiesco Adamo Centurione Battista Serra Carlo Strata Francesco Serra Gio. Luca Pallavicino Herederos de Geronimo Serra Gio. Battista y Vincenzo Squarzafico Gio. Andrea y Bartolomeo Spinola Gio. Geronimo Di Negro «y otros muchos a este tenor»

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

1618

?

1619

1620-1621

1620-1621

1622

«Correspondencias con parte de los susodichos» También con Bartolomeo Saluzzo (Genova) Cosme Soprani (Genova) Francesco Serra Herederos de Geronimo Serra Herederos de Gio. Francesco De Marini (Génova) «Otras cuentas de juros con los diputados del Medio General» También, con tratos con: Vincenzo Squarzafico Nicolò Doria (Génova) Nicolò Balbi Sinibaldo Fiesco «y otros» «Que contiene la correspondencia con la mayor parte de los susodichos» Con «correspondencia con parte de los susodichos» es decir, con: Agostino Fiesco Ambrogio Salvago (Madrid) Andrea Spinola (Génova) Adamo Centurione (Génova) Agostino Giustiniano (Madrid) Battista Serra Bartolomeo Spinola (Madrid) Carlo Strata «Contiene una cuenta con los diputados del Medio General» En este libro, se recogen también tratos con: Stefano Spinola Francesco Serra (Madrid) Vincenzo Squarzafico (Madrid) Gio. Luca Pallavicino Gio. Geronimo Di Negro (Genova) «y otros muchos a este tenor» «Correspondencias con los susodichos y otros muchos»

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Hasta el 25 de junio de 1623

Libro con «correspondencias con los susodichos y otras personas en el cual dicho mes y año el dicho Geronimo Buron murió»

La amplia experiencia de Burone en la administración de juros explica que tanto Battista como el resto de los fideicomisarios del difunto Geronimo Serra delegaran en Burone el cobro de las rentas de juro del difunto situadas sobre Sevilla y alrededores.95 Además, tras la retirada provisional de Battista Serra de la Corte, Girolamo Burone continuará al servicio de la familia como correspondiente en Sevilla de Francesco Serra de Giovanni Pietro II con la misión de recoger las remesas destinadas a este último que llegaban a la Casa de la Contratación.96 La colaboración entre Battista Serra y Girolamo Burone fue tal que, el segundo no dudó en nombrar al primero gestor de sus juros en su testamento de 1623.97 A pesar de la decadencia paulatina que experimentaron las rentas de juro a lo largo del siglo xvii, no hay duda de la importancia crucial de la deuda pública castellana en la riqueza y en las redes desplegadas por los Serra. El poder alcanzado por Battista como miembro de la Diputación y las relaciones cuidadosamente escogidas con determinados grupos contribuyeron tanto a consolidar el poder de la familia en los dominios hispánicos y en la propria República como a diversificar las bases patrimoniales de su red de parientes, socios y colaboradores. No se trataba solo de juros

95 Algunos de los documentos que ilustran los servicios desempeñados por Burone para la fedecommissaria de Geronimo Serra entre 1617 y 1619 en ASGe, NA, 3665; id., NA, 3663. 96  Álvarez Nogal, C. Los banqueros..., cit., p. 129. Álvarez Nogal apunta además a Giovanni («Juan») Cervino, otro agente genovés en Sevilla que entre 1629 y 1638 desempeñó para Battista Serra el papel que Francesco Serra había asignado en la década de 1620 a Girolamo Burone. Además, Cervino, al igual que Burone, había desempeñado el cargo de cónsul de la nación genovesa en Sevilla junto con Stefano («Esteban») de Riberola en 1623. En id. pp. 52 y 129. 97 AGS, CME, leg. 696/13.

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

sobre las entradas de la Corona: los trabajos de saneamiento de la Real Hacienda llevados a cabo por los miembros de la Diputación propiciaron el acceso a las rentas de villas de la mesa maestral de Santiago, como las de Almendralejo, cuyas rentas jurisdiccionales fueron adjudicadas a los Serra. Dichas rentas, fuente de continuos litigios en el seno de la familia, justificarían la concesión a Giovan Francesco, primo de Battista e hijo de Geronimo Serra, del título de marqués sobre la villa de Almendralejo en 1641 y se erigieron en uno de los componentes de la identidad cosmopolita de los Serra, a caballo entre Castilla, Milán, Nápoles y Génova.98

6. Los

últimos años de la

Diputación:

el feudo

El acceso de los Serra a las rentas de la villa de Almendralejo se enmarca en los procesos de venta del patrimonio real que se detectan desde al menos la segunda mitad del siglo xvi y que entre 1608 y 1618 afectaron con fuerza a las posesiones de las órdenes militares.99 Ya en la primera mitad del siglo xvi destacan importantes precedentes, como el de Ana de la Cerda que adquirió para su hijo la villa de Pastrana en 1541, perteneciente a la orden de Calatrava, a través de su procurador, el genovés Angelo Giovanni Spinola.100 En el período en el que se desarrollaron las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608, los genoveses, más que intermediarios en la venta de las villas y rentas de los maestrazgos, fueron sus grandes beneficiarios. Al respecto, antes del asiento 98 Sobre la concesión del título de marqués a Giovan Francesco Serra se volverá en otro capítulo. 99 Sobre esta cuestión, véanse algunos de los numerosos trabajos de Marcos Martín, A. «Enajenaciones por precio...», cit.; id. «Ventas de rentas reales...», cit.; id. Finanze e fiscalità regia nella Castiglia di antico regime (secc. XVI-XVII), Lecce, Edipan, 2010. 100 Carande, R. Carlo V…, cit., p. 708.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

de 29 de diciembre de 1617 —que decretó la enajenación de las rentas de las principales villas extremeñas de la orden de Santiago, entre las que se hallaba Almendralejo— el primer repartimiento de juros establecido por cédula de 14 de noviembre de 1609 había establecido la asignación a Battista Serra de 19 000 ducados de renta de juro sobre los maestrazgos de Santiago, Calatrava y Alcántara como recompensa por el asiento de 1 de mayo de 1607.101 Se trataba solo del comienzo, ya que los diversos repartimientos de juros a favor de los diputados del Medio General de 1608 incluyeron en no pocas ocasiones la entrega de rentas de juros sobre los maestrazgos y sus villas. De hecho, como se ha podido ver en el gráfico sobre las situaciones de las rentas de juro distribuidas a Serra entre 1610 y 1619, los títulos de deuda situados sobre los maestrazgos ocupaban el tercer puesto con 5 608 591 maravedíes. La adjudicación definitiva de Almendralejo a Battista en 1617 no halla su explicación únicamente en las habilidades de los diputados del Medio para hacerse con las mejores rentas y privilegios, sino también en un contexto internacional que se preparaba para el regreso a las hostilidades y, sobre todo, en las condiciones de continua demanda económica de la hacienda hispánica.

101 La cédula relataba cómo los 19 000 ducados de Battista Serra eran solo una parte de los 100 000 ducados de renta de juro de a veinte mil el millar sobre los dichos maestrazgos que se pusieron a disposición del dicho Medio General y de los cuales correspondieron 50 000 a las personas interesadas en el mismo, a saber: a Sinibaldo Fiesco y Giovanni. Battista Giustiniano y Vincenzo Squarciafico, 4500 ducados; a Battista Serra, los 19 000 ducados mencionados; a Ottavio Centurione, 11 800; a Nicolò Balbi, 8000; a Giovanni Filippo Saluzzo, 3000; a Lelio Deodati, 1750; y, por último, a Ambrogio Spinola, los 1950 restantes. Como se puede observar, a Serra le correspondió la partida mayor. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-8; id., leg. 4-4. La orden de despachar los 100 000 ducados de renta de juro sobre los maestrazgos a los interesados en el Medio General de 1608 ya había sido incluida en el concierto que Felipe III realizó con los Fugger, arrendadores de los maestrazgos, el 17 de noviembre de 1608. En AGS, DGT, inventario 24, leg. 825.

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

La tregua con las Provincias Unidas se acercaba a su fin y el cierre en 1617 de los principales frentes en los que la Monarquía Hispánica combatía o que comprometían la paz en el norte de Italia (y, por tanto, la seguridad de Milán) propiciaba la reanudación de la guerra contra el holandés. Los acuerdos de Madrid y París de septiembre de ese mismo año ponían fin a la guerra del Friuli entre Venecia y el archiduque Fernando de Estiria, al que el monarca Católico había apoyado económicamente con un asiento de 457 317 escudos acordado el 9 de abril con Battista Serra.102 Previamente, en julio, se había establecido en secreto el tratado de Oñate (o de Praga), por el cual el soberano renunciaba a favor de Fernando a sus derechos sobre Bohemia y le ofrecía el respaldo de los Habsburgo españoles ante la perspectiva de nuevos enfrentamientos en el Imperio. Como compensación, el archiduque prometía la investidura de Finale y de Piombino, feudos ya ocupados por entonces por las tropas hispánicas, y cedía Alsacia a Felipe III.103 Se trataba de concesiones que reforzaban el «Camino español» y que eran sintomáticas de la voluntad hispánica de consolidar sus comunicaciones antes de que se desencadenara nuevamente el conflicto con los Países Bajos sublevados.104 Asimismo, el 9 de octubre de 1617 la Paz de Pavía firmada por Madrid, Saboya y Venecia dio por zanjado el conflicto por la sucesión del Monferrato iniciado 102 AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-5, «Relación realizada por fiscal sobre los asientos que ha realizado Battista Serra a la Corona el 4 de febrero de 1613» donde se refiere el dicho asiento de 1617. En conformidad de este servicio, Battista cobró dos partidas en Nápoles: una de 390 000 ducados y otra de 36 784 ducados. 103 Hugon, A. «Política pacifista...», cit. 104 En este sentido se debe interpretar también el tratado con los Grisones efectuado en 1617 y por el que se garantizaba a Felipe III el uso de la Valtelina. En esta negociación, el monarca Católico desbancó a Venecia, en parte debido al comercio interesado que los grisones mantenían con Milán. En Bombín Pérez, Antonio. «Politica italiana de Felipe III: ¿reputación o decadencia?», en Aranda Pérez, Francisco José (ed.), La declinación de la Monarquía Hispánica en el siglo xvii. Actas de la VII reunión científica de la Fundación Española de Historia Moderna, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2004, pp. 249-266:259.

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en 1613. Sin olvidar que en los circuitos cortesanos se perfilaba una atmósfera diferente caracterizada por un paulatino alejamiento de la política de quietud que había definido los años previos y que coincidía con la retirada del duque de Lerma y la entrada de Baltasar de Zúñiga en el Consejo de Estado en julio de 1617.105 En este contexto, era crucial la firma de un nuevo «asiento grande» que requería prorrogar una vez más las actividades de la Diputación a pesar de las continuas protestas que las operaciones de crecimiento generaban en las Cortes y en las que «intervienen en su administración extranjeros, que son jueces de su misma causa y de quien penden las de los naturales de estos reinos, con gran desconsuelo suyo y en cosa tan importante como es la hacienda».106 El asiento de 29 de diciembre de 1617, en el que participaron Sinibaldo Fiesco, Ottavio Centurione, Nicolò Balbi y Battista Serra, establecía el pago de un millón de escudos y ducados a proveer en Flandes, Milán y en «estos reinos».107 Como contrapartida, se otorgaba a los financieros la facultad de emplear los efectos de la negociación en extinguir lo que se les debía hasta finales de 1616,108 así como la enajenación al quitar109 de las rentas decimales, rediezmos primiciales, temporales y mixtos de las villas de Montemolín 105 Sobre Baltasar de Zúñiga, véase González Cuerva, Rúben. Baltasar de Zuñiga: una encrucijada de la monarquía hispánica (1561-1622), Madrid, Polifemo, 2012. 106  De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., p. 838. Se trata del testimonio de uno de los procuradores en las Cortes de Castilla de febrero de 1617. La anterior prórroga de la Diputación se produjo el 14 de enero de 1616, de nuevo ante la necesidad urgente de una nueva provisión. En id., p. 840. 107 Sobre el asiento de 29 de diciembre de 1617 y la enajenación de las villas de Montemolín, Monesterio, Calzadilla, Medina de las Torres, Almendralejo y Fuente de Cantos, véase AGS, CMC 3ª época, leg. 3193-11. 108 De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., p. 840. 109 «Con el goce para los dichos diputados y personas que sucedieren en ello para desde primero de enero de este año de mil y seiscientos y diez y siete en adelante con facultad que yo y los reyes mis sucesores las podamos redimir y recobrar y reincorporar y meter y volver a mi corona y patrimonio real según y como estaba antes y al tiempo de este asiento». En AGS, CMC 3ª época, leg. 3193-11.

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(o Montemolino), Monesterio, Calzadilla, Medina de las Torres, Almendralejo y Fuente de Cantos, todas pertenecientes a la mesa maestral de Santiago.110 De las cuatro primeras se concedería también su jurisdicción, vasallaje y rentas.111 No así de Almendralejo y Fuente de Cantos, que habían conseguido comprar su jurisdicción ordinaria en el siglo xvi.112 110 En estas rentas «no entran ni se comprenden en esta venta las alcabalas reales y tercias y los servicios ordinarios y extraordinarios pechos y moneda forera y de galeotes ni el de millones que las dichas villas me pagan ni lo que le tocare a pagar de otro cualquier servicio o servicios que estos mis reinos me hayan concedido o concedieren». En AGS, CMC, 3ª época, leg. 3193-11; id., DGT, inventario 24, leg. 617-2, 1. De hecho, la alcabala de Almendralejo fue adquirida por Giovanni Battista Serra q. Girolamo (primo de Battista) solo a mediados del siglo xvii. En concreto, un documento nos informa de que fue el 20 de julio de 1657 y que por ellas pagó el precio de treinta y cinco cuento de maravedíes, y no los ochenta y cinco que inicialmente se le solicitaban. En AHN, Consejos, leg, 28271. Otro documento, sin embargo, nos apunta a que Giovanni Battista la compró el 17 de julio de 1653 y que, en el momento de su muerte, en 1684, aún debía parte del precio requerido, hecho que motivó el secuestro de todos los efectos dejados por el difunto en España. Solo en 1701 sus herederos consiguieron obtener del rey la liberación de sus bienes. En ASGe, Fondo Famiglie 66S. 111 Es decir, de Montemolín, Monesterio, Calzadilla y Medina de las Torres se otorgaba «[jurisdicción, señorío y vasallaje civil y criminal alta baja mero mixto imperio [...] con sus escribanías en cada una de ellas y todas las rentas y cosas tocantes a la dicha jurisdicción y la que yo tengo y puedo dar para cobrar las dichas rentas decimales y temporales en las dichas cuatro villas». En AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-11. Pero la cesión del vasallaje y jurisdicción no siempre estuvo carente de problemas. El 12 de julio de 1638 se produjo el pleito de Giacomo Saluzzo (señor de Medina de las Torres) con los alcaldes y gobernadores ordinarios de su villa que se negaban a aceptar el gobernador Blas Maraver Carvajal, designado por Giovanni Tommaso Serra, que poseía poder de Saluzzo para administrar la jurisdicción y rentas del lugar. En id., Giovanni Tommaso Serra era hijo de Giovanni Pietro II y por tanto, hermano de Francesco Serra y primo de Battista. 112 Almendralejo compró su señorío, jurisdicción y vasallaje, junto con sus rentas jurisdiccionales en 1589. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-11. Sobre la historia de la villa en esta época, véase Lambert-Gorges, Martine. «Les avatars d’une commanderie santiaguiste au temps des Habsbourg: Almendralejo», Mélanges de la Casa de Velázquez, 19 (1983), pp. 169-196; Zarandieta Arenas,

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La cesión de las dichas villas, además de ampliar la capacidad de endeudamiento de la Corona, fue un modo de propiciar la colaboración de los hombres de negocios, que comenzaban a desconfiar de los repartos masivos de rentas de juro y que, cada vez más, preferían vincular sus adquisiciones a tierras y a hombres.113 Por si fuera poco, el asiento concedía una licencia de saca adicional de 51 446 ducados (19 292 250 maravedíes)114 y un nuevo paquete de juros que suponía una renta anual de 14 744 701 maravedíes de juro de a veinte (cinco por ciento), en realidad contados a trece (7,69 por ciento).115 Pero eran las villas el mayor atractivo del asiento. En lo que respecta al precio a abonar por el vasallaje, en el asiento se estimaron inicialmente un total de 1500 vecinos para Medina de las Torres, Montemolín, Monesterio y Calzadilla, que debían pagarse a razón de 14 000 maravedíes por vecino.116 En aras de obtener un recuento más certero, el mismo día que se concretó el asiento, se dio comisión al contador Juan de Galdós para que hiciera relación del número exacto de habitantes en las cuatro villas que Francisco. Almendralejo en los siglos xvi y xvii, Almendralejo, F. Zarandieta, 1993. Fuente de Cantos, por su parte, había obtenido su jurisdicción en 1587, pero en 1621 ya figuraba como señorío de Diego Romano Altamirano, escribano de las Cortes. En Lorenzana de La Puente, Felipe. «Luchar contra el señor. Movimientos antiseñoriales en Fuente de Cantos en el siglo xvii», Norba. Revista de Historia, 16 (1996-2003), pp. 421-432. 113  Ruiz Martín, F. «La banca de España...», cit., pp. 45 y 46. Ya en 1612, el monarca y el presidente del Consejo de Hacienda, Fernando Carrillo, propusieron a Ambrogio Spinola que aceptara la conversión en juros y en lugares de behetría de los 2 200 000 ducados que tenía consignados en la Cruzada y el Excusado entre 1612 y 1617. Spinola manifestó su aprobación a través de Carlo Strata, pero exigía que entre los lugares que se le asignarían debía encontrarse la villa de Becerril. En De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», cit., p. 816. 114 AGS, CMC, 3ª época, leg. 3193-11. Sobre la licencia de saca, ver las cédulas despachadas en AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-4. 115 AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-9 se dice que eran 14 844 801 maravedíes de juros de a veinte vendidos a trece mil el millar a los diputados con el goce desde primero de enero de 1618 en adelante. 116 AGS, CMC 3ª época, leg. 3193-11.

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incluían el vasallaje. El resultado fue de 1762,5 vecinos, es decir, 26,5 vecinos más, por lo que el coste total del vasallaje ascendió a un total 24 675 000.117 Por otro lado, el principal de las rentas de las seis villas suponía un precio 198 825 000 maravedíes, que montaban una renta anual de 9 037 500 maravedíes al precio de veintidós mil el millar (4,54 por ciento).118 En definitiva, el total a pagar por los diputados entre principal de rentas y vasallaje ascendía a 223 500 000 maravedíes. Para apreciar la posición que Almendralejo adoptaba en estos cálculos, conviene realizar el desglose de las cantidades que suponía cada villa.119 Como se puede apreciar, Almendralejo se distinguía por su precio y por el valor de sus rentas, hecho que explica que su posesión originara conflictos entre los diputados. El informe sobre las villas presentado por Juan de Galdós nos informa del estado de abandono de muchas de las estructuras de dichas poblaciones entre 1619 y 1620 y apuntaba a la agricultura y a la ganadería como sus principales fuentes de riqueza.120 Sin embargo, ello no fue óbice para que Almendralejo fuera una de las villas más ambicionada por los acreedores de la Corona. Tanto fue así que en un documento redactado por Battista Serra el 24 de noviembre de 1628, el genovés culpaba a Ottavio Centurione de la tardanza en el despacho del privilegio sobre Almendralejo y afirmaba que la posesión por parte de los Serra de dicha villa suscitaba las envidias del resto

117 La relación de vecinos fue presentada por Juan de Galdós el 26 de enero de 1619. La más poblada era Montemolín, con 548,5 vecinos, seguida de Monesterio, con 546,5 vecinos. Por su parte, Calzadilla poseía 313 y Medina de las Torres 354,5. En razón de esta, se ordenó el despacho de los privilegios por el vasallaje de las villas el 24 de enero de 1620. En AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-11. 118 En AGS, CMC 3ª época, leg. 3193-11. 119 AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-11. Véase la tabla 7. 120 AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-9.

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de los diputados. No es de extrañar la necesidad de obtener la conformidad de Centurione para el despacho del privilegio, puesto que la villa formaba parte de los beneficios asignados por el rey a la Diputación del Medio General de 1608, de la cual, Ottavio como Battista Serra, era miembro.121 Tabla 7. Valor de las villas de la mesa maestral de Santiago enajenadas por el asiento de 29 de diciembre de 1617 (en maravedíes)122 Almendralejo Fuentes de Cantos Montemolín Monesterio Medina de las Torres Calzadilla

56 320 000 (solo rentas; sin vasallaje) 49 280 000 (id.) 46 729 000 (vasallaje y rentas) 28 617 000 (id.) 27 843 000 (id.) 14 711 000 (id.)

121 Concretamente, Battista relataba «que en realidad dado que esta villa [Almendralejo] es la mejor, se conoce la envidia y el poco gusto de todos los demás, por lo que somos [los Serra] muy aventajados y no querría que se tuviera la ocasión de meter todo de nuevo en masa [es decir, que se incluyera la villa en el conjunto de rentas a distribuir entre todos los hombres de negocios] ya que sería un daño grandísimo». Traducción propia del original: «che realmente sia questa villa [Almendralejo] la meglio si conosce invidia e poco gusto in tutti gli altri di che siamo [los Serra] tanto vantaggiati e non vorrei si prendessi occassione ni mettere il tutto di novo in massa che saria di danno grandísimo». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 43, parte III, doc. 25. No se precisa el destinatario de este documento, pero muy probablemente se trataba del primo de Battista, Giovan Francesco Serra, hijo de Girolamo, al cual el Senato de la República permitió formar parte de la fedecommissaria de su padre difunto el 9 de agosto de 1627, antes de haber cumplido los veinticinco años establecidos en Génova para la mayoría de edad. La causa que habría motivado a Battista a la redacción del documento, como veremos a continuación, fue seguramente el incumplimiento del pacto que el propio Battista selló en 1619 con los herederos de Girolamo Serra (Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra, hermanos) y por el cual se comprometía a liberar Almendralejo de cualquier obligación y despachar el privilegio de la villa en cabeza de dichos herederos. 122 Tabla de elaboración propia a partir de: AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-11.

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

Tabla 8. Distribución de las glosas sobre las villas enajenadas por el asiento de 29 de diciembre de 1617123 Legítimo Valor total propietario de la villa (con carta de (maravedíes) privilegio) Monesterio

Ottavio Centurione

28 617 000

Medina de las Torres

Giacomo Saluzzo

27 843 000

Calzadilla

Vincenzo Squarzafico

14 711 000

Distribución de las glosas (maravedíes)

Sin glosa. El valor total correspondía solo a Centurione -Giacomo Saluzzo: 22 275 847 -Herederos de Paolo Pallavicino: 1 036 589 -Gio. Stefano Doria: 3 149 479 -Acreedores y «líquidos» de los diputados de Flandes: 1 381 085 -Vincenzo Squarzafico (por Sinibaldo y Agostino Fiesco): 8 006 477 -Ambrogio Gentile: 2 018 706 -Diputados de 1598: 4 685 817

123 Tabla de elaboración propia con las siguientes fuentes: AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-11; ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 43, parte III, doc. 25.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Montemolín

Diputados del Medio General de 1608

46 729 000

Fuente de Cantos

Diputados del Medio General de 1608

49 280 000

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-Battista Serra y herederos de Girolamo Serra: 5 975 598 -Acreedores y «líquidos» de los diputados de Flandes: 1 395 346 -Ambrogio Spinola «cuenta aparte libranza de Sicilia»: 19 811 510 -Cesare Garbarino: 9 012 097 -Girolamo Sauli: 2 402 603 -Ottavio Centurione: 1 744 773 -Gio. Luca Pallavicino: 1 500 232 -Diputados de 1598: 4 886 841 -Antonio Balbi: 8 540 056 -Nicolò Balbi: 38 200 371 -Gio. Andrea y Gio. Battista «Ciegal» [¿Cicala?]: 2 285 489 -Stefano y Michele Giustiniano: 11 824 -Testamentarios de Ambrogio Spinola «cuenta propia»: 57 052 -Lorenzo Cenami: 29 469 -Lelio Deodati: 61 864 -Testamentarios de Ambrogio Spinola «aparte libranza de Sicilia»: 93 385

El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

Almendralejo

Herederos de Girolamo Serra

56 320 000

-Battista Serra: 39 959 793 -Herederos de Girolamo Serra: 16 360 207

Aunque el capítulo noveno del asiento prescribía que por cada villa se pudiera despachar solo un privilegio en cabeza de la persona o personas nombradas por los diputados, las deudas del monarca Católico con un nutrido grupo de hombres de negocios obligaron a que otros sujetos se hicieran con parte del valor de estos lugares.124 Hecho que justificó el establecimiento de glosas en forma de distintas participaciones sobre el valor total de cada villa que los beneficiados por el privilegio de dichos lugares se comprometían a respetar. Para dimensionar adecuadamente los efectos de estas glosas y el poder que cada financiero poseía sobre las villas conviene examinar la distribución de dichas participaciones.125 Las glosas que se adjudicaron a Battista y a los herederos de Girolamo en las villas de Almendralejo y de Montemolín transmiten claramente los beneficios que los Serra obtuvieron del dicho asiento, que les permitió hacerse con cuotas de mayor valor que las adquiridas por otros diputados del Medio enormemente poderosos, como Ottavio Centurione. Por otro lado, a corto plazo, la apropiación de Almendralejo propiciaba la recuperación de los capitales que la Corona aún debía por sus préstamos al difunto Girolamo y suponía una operación que garantizaba a sus huérfanos, Giovan Francesco y Giovanni Battista, aún menores de edad, una inversión duradera y segura.

124 La razón que explica esta anotación se expresa con estas palabras: «por ser muchos los interesados es fuerza que en alguna de ellas haya más de un partícipe». El capítulo noveno es recogido en un memorial dirigido al rey y realizado en Madrid el 26 de septiembre de 1626 por parte de los diputados. En ibidem. 125 Véase la tabla 8.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Las actuaciones de Battista Serra para procurar Almendralejo a sus primos cobran sentido en cuanto fideicomisario de su padre difunto y tutor de los huérfanos. Las funciones de tutor fueron asignadas por Girolamo Serra en su codicilo de Loano de 12 de mayo de 1616, recordándole el amor con el que el propio Girolamo lo acogió después de la muerte prematura de Antonio Serra, padre de Battista. O dicho con palabras de Girolamo, Le diputa [a Battista Serra] y constituye fideicomisario y tutor [...] rogándole juntamente que quiera haber por recomendados los hijos del dicho señor Marqués, rogándole ampararlos, e ayudarlos en el modo, y forma que el dicho señor Marqués ha hecho en su servicio, y de sus hermanos, después de la muerte del señor Antonio su padre.126

No obstante, no conviene soslayar el interés personal de Battista Serra que se ocultaba tras la obtención de Almendralejo para los herederos de su tío Girolamo. Un aspecto que se manifiesta claramente en el porcentaje de participación que Battista se aseguró sobre las rentas de la villa: un setenta y uno por ciento frente al veintinueve por ciento adjudicado a sus primos Giovan Francesco y Giovanni Battista, y que debe ponerse en relación con los enormes débitos que la Real Hacienda aún mantenía con él como el segundo gran acreedor del Medio General de 1608. El asiento precisaba además que las personas que recibieran el privilegio de dichas villas pudieran desglosarlas y liberarlas de las

126 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, fol. 23v. Para la manutención de sus hijos, Girolamo dejó a su esposa Veronica Spinola un legado de 12 000 liras, moneda de Génova. La muerte de esta en diciembre de 1617 motivó que los fideicomisarios solicitaran a las autoridades de la República el traspaso a Battista Serra del legado para alimentos de los huérfanos como tutor que era de los susodichos. La tutela fue aprobada en Génova el 23 de marzo de 1618. ASGe, NA, 3665 y 3663.

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

participaciones que otros hombres de negocios tenían sobre sus lugares.127 Concretamente, se declaraba [...] que si los que tuvieren en su cabeza las dichas villas quisieren desglosarlas de todo lo susodicho para valerse de ellas libremente, lo pueda hacer glosando en su lugar juros en calidad y cantidad a satisfacción de los dichos diputados.128

Se trataba de un privilegio que a la larga constituirá un factor de conflictividad adicional y que generaría enfrentamientos no solo entre los diputados del Medio, ansiosos por hacerse con las glosas de sus colegas, sino también entre miembros de un mismo linaje. Así ocurrió en el caso de los Serra, dando lugar a los primeros episodios de quiebra de la solidaridad que caracterizaron el devenir de la familia, sobre todo a finales de la década de 1620. Un período en el que Giovan Francesco Serra fue reconocido por las autoridades de la República como fideicomisario de su padre, concretamente el 9 de agosto de 1627,129 y en el que la compañía Serra-Pallavicino se vio duramente golpeada por la nueva suspensión de pagos que la Monarquía Hispánica había decretado en enero de ese año. En octubre de 1619, un acuerdo efectuado en Génova entre la compañía Serra-Pallavicino —representada por Paolo Serra— y los fideicomisarios de Girolamo Serra determinaba por primera vez la cesión a los primos de Battista de los 39 959 793 maravedíes que este poseía sobre Almendralejo.130 Tal y como había instituido el 127 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 43, parte III, doc. 25. 128  Ibidem. 129 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 10. 130 Estos 39 959 793 maravedíes en realidad pertenecían a la compañía SerraPallavicino, formada en 1619 por Battista y Paolo Serra, de un lado, y por Antonio Pallavicino, hijo de Nicolò Pallavicino (difunto por entonces) y de Maria Serra. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 43, parte III, doc. 25. En concreto, en el Archivio Serra di Cassano se encuentran dos documentos

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

asiento de 1617, los fideicomisarios de Girolamo debían entregar a favor de Battista algunos de los juros que poseía el difunto Girolamo, los cuales, según el acuerdo de 1619, cedían a la compañía Serra-Pallavicino a un precio menor al que inicialmente habían sido adquiridos.131 A pesar de estas negociaciones, las reclamaciones que se sucedieron en 1628 por el incumplimiento de la transacción de 1619 testimonian que, diez años después de la venta, aún no se había despachado el privilegio de la villa, ya liberada de las glosas, a favor de Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra. Como se ha indicado, las demandas de los herederos de Girolamo Serra no surgieron en 1628 por casualidad. Con toda seguridad, tras la suspensión de pagos de 1627, los herederos de Girolamo, conscientes del varapalo recibido por la compañía Serra-Pallavicino y de las gestiones que hasta el momento esta había realizado de los negocios y rentas de su padre difunto, se apresuraron a hacer balance de los débitos que la sociedad comercial había contraído con la hacienda del fallecido y que la suspensión de las consignaciones decretada podía comprometer seriamente. Fue en ese instante en el que Battista Serra aludió, como justificación del retraso en la expedición del privilegio, a las dificultades ofrecidas por Ottavio Centurione. Complicaciones que Serra atribuía a los deseos de Centurione de apoderarse de la villa. Todo parece indicar que la cuestión requeriría aún de varios años para resolverse definitivamente. Concretamente, los hermanos Giovan Francesco y Giovanni Battista tuvieron que esperar al 3 de diciembre de 1643, fecha en la que obtuvieron finalmente el ansiado privilegio sobre las rentas de la villa de Almendralejo.132 sobre dicho argumento: el original de 1619 y otro realizado en marzo de 1628 en el que se retoman los puntos clave del acuerdo de 1619. 131 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 43, parte III, doc. 25. 132 AGS, DGT, inventario 24, leg. 617-2, 4. Battista Serra murió ese mismo año, en algún momento entre enero y junio de 1643. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2832-8, «Traslado del recaudo en cuya virtud administra los efectos y hacienda

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El Decreto de 1607 y las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608-1617

Los conflictos que generó la posesión de la villa en el seno de la familia no se limitaron a los mencionados, como demuestra el pleito de 25 de mayo de 1672, impuesto por Giovanni Battista Serra q. Girolamo a su sobrino Francesco Serra, hijo del por entonces difunto Giovan Francesco q. Girolamo, marqués de Almendralejo, y sobre el que se volverá en el capítulo 10. Si bien tras la suspensión de pagos de 1627 se detecta una disminución del poder y de la influencia de los Serra en la Corte, a la luz de los acontecimientos analizados, no se puede decir lo mismo de la suspensión de pagos de 1607. La actuación de Battista Serra como miembro de la Diputación del Medio General de 1608 fue determinante no solo para la República de Génova, sino también para los posteriores desarrollos de la familia. En lo que respecta al gobierno de Génova, no hay duda de que la mayor visibilidad conquistada por Battista en la Corte y sus excepcionales contactos en dicha sede motivaron su nombramiento como agente de la República entre 1614 y 1617. Cargo que hubo de conjugar con los servicios que, en ese instante, ofrecía al monarca y cuyo desempeño no se entiende sin considerar la extraordinaria habilidad de los genoveses para articular una doble lealtad que les permitía erigirse simultáneamente en fieles vasallos y en ciudadanos virtuosos.133 Por otro lado, las negociaciones de Battista y sus servicios al soberano incidieron decididamente a la hora de asegurar la continuidad de la familia en los negocios de la Monarquía Hispánica en el reinado de Felipe IV. Los años en los que estuvo en funcionamiento la Diputación permitieron el refuerzo y la consolidación de las redes de Battista Serra gracias a la activa implicación del del dicho Battista Serra Girolamo Pallavicino, residente en esta Corte». Dicho documento lo da ya por difunto el 18 junio de 1643. El consentimiento de Battista Serra a la cesión de los 39 959 793 maravedíes de rentas sobre Almendralejo que correspondían a sus primos Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra se produjo en Génova el 23 de junio de 1637 a través de una escritura notarial en español. En ASGe, NA, 5841. 133  Ben Yessef Garfia, Y. R. «Bautista Serra...», cit.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

genovés en la venta y cesión de juros crecidos. Redes que, como se ha visto, testimonian la intensa colaboración mantenida por Serra con determinados hombres de negocios y que facilitaron su acceso a nuevas formas de inversión, como el asiento de galeras del difunto Federico Spinola, al frente del cual estuvo directa o indirectamente hasta el momento de su muerte en 1643. Asimismo, el poder que Battista ostentaba en la Diputación ofreció a uno de sus primos, Giovan Francesco de Girolamo, la extraordinaria oportunidad de erigirse en futuro marqués de Almendralejo, título del que se haría merecedor gracias a sus servicios militares al monarca Católico en la década de 1630 y 1640. Su hermano, Giovanni Battista de Girolamo, debía a las gestiones de su primo la adquisición de la perpetuidad del Oficio de Correo Mayor de Milán el 6 de diciembre de 1617 y en cuya administración fue reconocido por Battista Serra en 1639. La obtención del oficio se produjo solo unos pocos días antes de que Battista participara en el «asiento grande» de 29 de diciembre de 1617, por lo que no deja de ser sintomática de los valiosos servicios que tanto él como sus hermanos prestaban a la Corona en esos años.134 Los Serra supieron transformar en reputación y en estatus en la República la influencia adquirida en los circuitos hispánicos, tal y como denota el singular impulso que experimentó la política de adquisición, restauración y construcción de inmuebles puesta en práctica en Génova por la familia en los años en los que Battista ejerció como diputado del Medio.135 Sin duda, las actuaciones de diversificación de la inversión anticipadas por Battista en estos años constituyeron solo el inicio de un proceso en el que el Mediterráneo adoptará un papel singular en la riqueza de la familia y en el que la identidad de los Serra se enriquecerá con nuevos matices derivados de la gestión de multitud de intereses distribuidos en espacios bien diversos entre sí. 134 Sobre estos asuntos: Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio a la Corona...», cit. 135 Se profundizará sobre estos aspectos en el capítulo 11.

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CAPÍTULO 5 LA DIVERSIFICACIÓN DEL SERVICIO Y DE LA INVERSIÓN (DÉCADAS DE 1610-1620)

1. ¿Qué diversificación? El Mediterráneo «congénito» y su articulación con otros

espacios

Entre las principales acciones de diversificación de la inversión protagonizadas por Battista Serra a partir de la década de 1610 destacaron: el asiento de galeras, regentado anteriormente por Federico Spinola y en el que Serra fue reconocido oficialmente en 1618; el Correo Mayor de Milán, cuya perpetuidad obtuvo en 1617 para sí mismo y para sus primos, Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra, hijos de Girolamo Serra; ese mismo año adquirió también las rentas de Almendralejo para él y para sus primos; y, por último, en 1620, compró para estos últimos el feudo de Cassano. Se trataba de inversiones que constituían la enésima confirmación del interés de la familia por ensanchar sus entradas en el Mediterráneo y en los dominios hispánicos, así como una maniobra con la que renovar la fidelidad de la familia al Católico tras la muerte, en 1616, de Girolamo Serra. En este sentido, los Serra contrastan decididamente con otros entramados mercantiles transnacionales, tanto mediterráneos como septentrionales, que, en estos años, privilegiaron los tratos trasatlánticos.1 Sin embargo, la llamada «crisis del Mediterráneo» del siglo xvii, apuntada por los trabajos clásicos de Braudel y Wallerstein,2 no debe oscurecer los procesos de internacionalización que protagonizaron algunos agentes mediterráneos que se implicaron en el comercio

1 Muchos de estos trabajos se han concentrado en el análisis de las compañías privilegiadas de comercio holandesa, inglesa y francesa. Al respecto, véanse los trabajos de W. Klooster, S. Marzagalli y A. Crespo Solana en Oostindie, Gerty y Roitman, Jessica V. (eds.), Dutch Atlantic Connections, 1680-1800. Linking Empires, Bridging Borders, Leiden-Boston, Brill, 2014; Gelderblom, Oscar. «The Organization of Long-Distance Trade in England and the Dutch Republic, 1550-1650», en id. (ed.), The Political Economy of the Dutch Republic, Burlington, Ashgate, 2009, pp. 223-254. 2 Braudel, F. El mediterráneo..., cit.; Wallerstein, Immanuel. El moderno sistema mundial, Madrid, Siglo XXI, 1979.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

americano ni las fórmulas de colaboración con redes septentrionales que estos pusieron en práctica.3 Asimismo, casos de estudio como el de los Serra evidencian las oportunidades que aún brindaba este espacio a familias caracterizadas por una gran tradición en los tratos económicos mediterráneos y por un número reducido de miembros. Factores que, sin lugar a dudas, debieron de influir en su capacidad para el despliegue de redes de amplio alcance.4 A pesar de que claramente el centro de operaciones de los Serra se situaba en el Mediterráneo, el análisis de los procesos de diversificación de la inversión que protagonizaron y de la logística de sus negocios contribuyen a difuminar los límites de los espacios construidos a priori historiográficamente, perdiendo, de esta manera, la homogeneidad que hasta entonces se les había atribuido. Se trata de espacios que han sido concebidos demasiadas veces 3

Greene, Molly. «Beyond the Northern Invasion: the Mediterranean in the Seventeenth Century», Past and Present, 174, 1 (2002), pp. 42-71; Fusaro, Maria. «Cooperating Mercantile Networks in the Early Modern Mediterranean», Economic History Review, 65, 2 (2012), pp. 701-718; id., Political Economies of Empire in the Early Modern Mediterranean. The Decline of Venice and the Rise of England, 1450-1700, Cambridge, Cambridge University Press, 2015; Pieper, Renate y Lesiak, Philipp. «Redes mercantiles entre el Atlántico y el Mediterráneo en los inicios de la Guerra de los Treinta años», en Ibarra, Antonio y Valle Pavón, Guillermina (eds.), Redes sociales e instituciones comerciales en el imperio español, siglos xvii al xix, México, Instituto Mora, 2007, pp. 19-39; Herrero Sánchez, M. y Pérez Tostado, I. «Conectores...», cit.; García Montón, A. «Trayectorias individuales...», cit., en Herrero Sánchez, M.; Ben Yessef Garfia, Y. R; Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 1, pp. 367-384. Sobre la participación de los genoveses en el mundo atlántico: García Montón, Alejandro. «Implicaciones del mundo (trans)atlántico entre la aristocracia genovesa. Algunas consideraciones en torno a la segunda mitad del siglo xvii», en Bravo Lozano, C. y Quirós Rosado, R. (eds.), En tierra..., cit., pp. 143-155; Brilli, Catia. Genoese Trade and Migration in the Spanish Atlantic, 1700-1830, Cambridge, Cambridge University Press, 2016. 4 Sobre estas cuestiones: Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío. «Una transnacionalitat eminentment mediterrània. Diversificaciò i estratègies en l’entramat familiar genovès dels Serra durant les primeres d`cades del segle xvii», Afers, 87 (2017), pp. 391-414. Número monográfico coordinado por Muñoz Navarro, Daniel y titulado «Un Mediterrani transnacional al segle xvii».

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La diversificación del servicio y de la inversión (décadas de 1610-1620)

como unidades con entidad propia y portadoras de identidades unívocas. Sin embargo, el estudio de estos ámbitos geográficos bajo la lente de determinados problemas y teniendo en cuenta la actuación de estos entramados transnacionales permite la visualización y la constatación de las múltiples conexiones existentes entre espacios inicialmente considerados como separados y diversos, de la labilidad de sus fronteras y de los fenómenos de interdependencia que se verificaban entre Norte y Sur, entre el Atlántico y el Mediterráneo. En este sentido, conviene señalar que el protagonismo de Battista Serra en una empresa tan mediterránea como los asientos de galeras obligaba a la entrada en contacto con redes septentrionales para el adecuado aprovisionamiento de las embarcaciones. Asimismo, al mismo tiempo que en Madrid, en la década de 1620, la compañía de Francesco Serra de Giovanni Pietro II (primo de Battista) y Agostino Centurione firmaba algunos de los asientos de dineros más importantes del momento —para lo cual era necesaria la estrecha colaboración con agentes mediterráneos y extramediterráneos—, en Génova y en Nápoles algunos miembros de la familia Serra también participaban activamente en la financiación de las empresas septentrionales de la Monarquía Hispánica mediante iniciativas autónomas o sosteniendo las operaciones financieras de sus socios de Madrid. En la República, donde en estos años los Serra figuraban entre las principales familias del patriciado en cuanto a riqueza y a poder político, dos hermanos de Battista —Francesco y Paolo q. Antonio IV— así como Genesio Sanguineto —el fiel colaborador de Girolamo Serra— desarrollaron importantes servicios financieros para facilitar los asientos que su primo, Ottavio Serra de Giovanni Battista, firmaba en Nápoles con el virrey. Entre ellos, no podemos dejar de mencionar uno del 3 de abril de 1620 por el que Ottavio Serra, Giovanni Battista Sauli y Cornelio Spinola se comprometieron con el virrey a facilitar 400 000 ducados destinados al conde de

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Oñate, embajador español en Viena.5 Asiento que, en Génova, requirió los servicios de Paolo Serra y que responde al reinicio de la política armamentística de la Corona ante el estallido de la guerra en el Sacro Imperio y el fin inminente de la Tregua de los Doce años.6 En lo que se refiere a Francesco Serra q. Antonio IV, sus servicios también fueron requeridos desde Milán, tal y como demuestra el hecho de que en la feria de Agosto de 1626, Francesco debiera diversas partidas a la Illustrissima Camera del ducado, probablemente en concepto de pagos de municiones y vituallas destinadas a Hamburgo.7 Por otro lado, el alejamiento momentáneo de Battista Serra de Madrid y la cesión, en 1617, de sus negocios en dicha corte a Francesco de Giovanni Pietro II Serra8 no impidieron que Battista continuara participando en el suministro de capitales al monarca hispánico, esta vez desde Génova, a través del embajador español Juan Vivas. De hecho, a pesar de la presencia itinerante de Battista en la República —debido a las diversas misiones diplomáticas que hubo de desarrollar por cuenta de Génova ante el gobernador de Milán—9 Serra aparece implicado, entre noviembre de 1620 y mayo de 1621, en numerosas operaciones financieras al 5 ASNa, Notai ‘500, leg. 488/27, fols. 229r-234r. 6 No es el único testimonio de la colaboración entre Ottavio Serra y sus parientes de Génova para el desarrollo de sus asientos. Prueba de ello son las letras de cambio dirigidas, de un lado, a Paolo y Francesco Serra y, de otro, a Genesio Sanguineto que Ottavio Serra remitió a Génova el 18 de agosto de 1619 por un asiento firmado con el virrey en una fecha incierta. En ASGe, NA, 5828. 7 Los documentos presentes en ASGe, Fondo Famiglie, 6 S recogen numerosos papeles sobre las deudas de Francesco Serra en la década de 1620 y sus atrasos en los pagos de partidas prometidas a la Ilustrissima Camera di Milano, muy probablemente el Magistrado Ordinario. 8 ASGe, NA, 5841, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 9 Battista fue enviado extraordinario en Milán de julio a agosto de 1618; septiembre a octubre de 1619; y, por último, de septiembre de 1621 a diciembre de 1622 para hacer valer ante el gobernador del ducado las reivindicaciones comerciales del Banco de San Giorgio sobre Finale. En ASGe, AS, Literarum Registro Cancellieri, 1887 y 1889; id., AS, Litterarum Fogliazzi, 1983.

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servicio de Vivas, entre las que se encuentra el envío de letras de cambio destinadas a Milán y al Sacro Imperio.10 Si bien los banqueros cortesanos eran esenciales en la financiación del monarca, fuera de Madrid los hombres de negocios no solo sustentaban las actividades de sus socios en la Corte, pagando a sus acreedores en las ferias o redireccionando las letras de cambio recibidas, sino que también emprendían negociaciones particulares con los ministros regios (embajadores o virreyes) en las que se estipulaban nuevas contribuciones a cambio de ciertas ventajas o privilegios destinados a ellos mismos o a los componentes de la red. Así, la disponibilidad de Battista ante las demandas del embajador español en Génova y del soberano hispánico contribuyó a que Vivas se mostrara favorable a la venta del feudo de Cassano, en el reino de Nápoles, a favor de los herederos de Girolamo. Este modo de operar de la familia evidencia el carácter de «empresa coral» de estos entramados transnacionales en los que intervenían multitud de centros y agentes y que explica su capacidad para sostener la política hispánica en territorios lejanos y la consolidación de los intereses y privilegios de los genoveses en espacios amplios y diversificados. Las inversiones de los Serra en los dominios mediterráneos constituían la respuesta natural de una familia cuyos orígenes profesionales y económicos se hallaban enormemente anclados en estos espacios. Visto que el baricentro de las inversiones de los Serra se hallaba en ámbito mediterráneo, es razonable que los pocos miembros que conformaban la familia se situaran en algunos de sus principales enclaves, mientras que, para las necesarias conexiones con otros centros de Europa continental, se recurría a terceros, generalmente otros genoveses, pero no solo, como se verá. La opción mediterránea e hispánica era casi «congénita» a la historia de la familia y no excluía su implicación en otras redes como 10 AGS, Estado, leg. 1935, existen numerosos documentos que testimonian los tratos de Serra con Vivas entre agosto y octubre de 1620.

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las septentrionales, ineludibles para el buen funcionamiento de los negocios y para procurar los servicios que solicitaba el soberano. Así lo demuestran las tempranas experiencias transnacionales de Paolo I Serra q. Antonio II (1424-1494) y su descendencia, de la que provienen los ramos estudiados,11 o las protagonizadas, en el reino de Nápoles a finales del siglo xvi, por Girolamo Serra, tío de Battista y arrendador del bizcocho de las galeras, y por el hermano de este último, Giovanni Battista Serra, cónsul de la nación genovesa de Nápoles. La diversificación mediterránea que se reforzó en las décadas de 1610 y 1620 fue, por tanto, el resultado de un proceso anterior que, en el caso específico de Battista Serra, comenzó a principios del siglo xvii, tal y como demuestra el asiento de dos galeras de Federico Spinola, iniciado en 1605 y que solo fue posible gracias a la asistencia de sus parientes, entre los que se hallaba Battista Serra. Un caso similar es el del Correo Mayor de Milán, en cuya administración participaba Battista Serra al menos desde el 21 de mayo de 1604, momento en el que la condesa María de Peralta y su hijo, Juan de Tassis, habían efectuado la venta a Serra, Ansi en sus propios nombres como en los de procuradores del señor conde Juan de Tassis su padre y marido respectivo 11 En 1457, junto con Tommaso Gentile, Paolo I era representante de los genoveses en Sevilla, indicativo, tal y como señalan Podestà, Musella y Augurio, de los intereses que poseía en este emplazamiento. En Podestà, E.; Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 40. Los hijos de Paolo I Serra poseían intereses comerciales en Sicilia y distribuían trigo procedente de España. El testamento de su primogénito, Antonio III, evidencia que, a finales del siglo xiv, dos hermanos de este, Galeotto y Giovanni Pietro, habían operado en el gran centro cerealícolo de Córdoba, mientras que el más joven de los hermanos, Cosimo, gestionaba la empresa familiar en Sicilia, en la que más tarde fue sustituido por Geronimo, hijo de Antonio III. Sin olvidar que Antonio III operaba también en Londres con una compañía fundada junto con Giovanni Grimaldi q. Manuele. En id. pp. 48 y 52-53.

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el oficio de correo mayor del Estado de Milán por la vida ansi del señor Conde su padre como también por la vida del dicho hijo.12

En las acciones llevadas a cabo por la familia en este periodo fueron determinantes la tradición económica y profesional del linaje y la presencia de un contexto familiar concreto que, en las primeras décadas del siglo xvii, se caracterizó por numerosas muertes que podían comprometer seriamente la continuidad de los negocios y el inmenso poder conquistado en tan pocos años. Asimismo, a la hora de interpretar las estrategias de inversión de los Serra, no puede pasarse por alto una compleja coyuntura económica y política en la que el sistema imperial hispánico se veía más que nunca necesitado de mediadores y conectores que contribuyeran a la resolución de conflictos, a la articulación de los distintos territorios y a una decidida política exterior, retomada con fuerza a finales de la década de 1610.

2. Dineros

y galeras en una coyuntura de urgencia

La estrategia de diversificación mediterránea de los Serra halló un terreno abonado en las necesidades crecientes que atravesaba el soberano Católico a finales de la década de 1610. En momentos críticos, el patronazgo regio era especialmente eficaz para asegurarse la continuidad y la compensación de sus más fieles vasallos, así como la cooptación de aquellos candidatos que se distinguieran por sus calidades y por sus potenciales servicios. La confirmación de la familia en nuevos ámbitos de inversión respondía, por tanto, a la convicción, por parte del soberano, de los inmensos beneficios que podía recabar, no ya de la salvaguardia de los derechos de

12 AHN, Consejos, leg. 51180/ exp. 2, fol. 88r.

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la nación genovesa en general, sino de la satisfacción de individuos concretos que pudieran contribuir a generar nuevos apoyos para la causa española mediante el despliegue de sus influencias y clientelas.13 Así, la táctica de la Corona, además de posibilitar a sus aliados el acceso a recursos económicos y políticos tan ambicionados, permitía sustraer amigos a sus enemigos,14 una prerrogativa nada desdeñable teniendo en cuenta la capacidad de la República de Génova para desequilibrar los platos de la balanza en los conflictos europeos.15 Tras la decisión de los Serra de diversificar sus fuentes de ingresos se hallaron acontecimientos políticos y económicos que venían produciéndose desde mediados de la década de 1610 y que se precipitaron en 1621 con la reinauguración de las hostilidades en el frente flamenco. El retorno anunciado de la guerra con las Provincias Unidas preveía un aumento de las necesidades de financiación de la Corona española y, por tanto, podía representar una oportunidad para los Serra para beneficiarse de una reactivación 13 Sobre el carácter antidoral de la Monarquía Hispánica, véase Clavero, B. Antidora..., cit. Sobre el valor de la gracia y de la merced del soberano hispánico para los extranjeros en el siglo xvii, véase Sandoval Parra, Victoria. Manera de galardón. Merced pecuniaria y extranjería en el siglo xvii, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 2014. 14 De hecho, dicha estrategia fue de especial importancia para combatir el apoyo que algunos genoveses brindaban a Francia en la década de 1620. En carta al rey de Juan de Ossa, el secretario del embajador español en Génova, mencionaba a algunos de los cabecillas del partido francés en la República. Entre ellos, destacaban los Fiesco, los De Marini y los Invrea. Juan de Ossa se refería también a Marco Antonio Giustiniano, servidor del duque de Saboya. La pobreza que, según De Ossa, caracterizaba a los pensionados del Cristianísimo era la razón por la que dichos sujetos, deseosos de un cambio en la República, pasaban a servir al monarca francés. En AGS, Estado, leg. 1934, doc. 246, carta de Juan de Ossa, secretario del embajador español en Génova, a Felipe III, 29 de diciembre de 1619, fols. 529r-530v. Sobre el aumento de los seguidores de Francia en Génova desde principios del siglo xvii, véase Bitossi, C. «L’antico...», cit., p. 421. 15 Sobre el papel equilibrador de las repúblicas en la política europea del Antiguo Régimen, véase Herrero Sánchez, M. «Las Repúblicas mercantiles, ¿Alternativa...», cit.; id., Repúblicas y republicanismo..., cit.

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de la política de asientos de la cual Battista era un gran conocedor, tal y como corroboraba su dilatada experiencia en tales préstamos y su participación en la Diputación del Medio General de 1608. Pero los tiempos que se avecinaban no se antojaban los más propicios para los genoveses de los asientos de dineros, lo que podría explicar el retraimiento que se aprecia en Battista Serra en este ámbito. El alejamiento progresivo de Lerma de la política de la Corte y su sucesiva caída,16 así como el advenimiento de un nuevo soberano y de su valido, el Conde-Duque de Olivares —este último poco afín al lobby cortesano genovés—, fueron factores que facilitaron el ascenso de los conversos portugueses, competidores directos de los genoveses y con estrechos contactos con los sefarditas residentes en las Provincias Unidas.17 Unas conexiones que 16 El alejamiento definitivo de Lerma de sus funciones como valido se produjo cuando se le concedió el cardenalato el 26 de marzo de 1618. Sobre la figura de Lerma y la evolución de su política y de sus intereses personales, véase: Benigno, F. La sombra ..., cit.; García García, B. J. La Pax Hispánica..., cit.; Feros, A. El Duque de Lerma..., cit..; Williams, P. The great favourite..., cit.; id. «El favorito del rey: Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, V marqués de Denia y I duque de Lerma», en Martínez Millán, J. y Visceglia, M. A. (eds), La monarquía de Felipe III..., cit., vol. 3, pp. 185-259; Alvar Ezquerra, Alfredo. El Duque de Lerma. Corrupción y desmoralización en la España del siglo xvii, Madrid, La Esfera de los Libros, 2010. 17 La intensificación de las funciones de los conversos lusos en estos años ha justificado la presencia de numerosos estudios al respecto. Sin ánimo de ser exhaustivos, véanse: Boyajian, James C. Portuguese Bankers at the Court of Spain, 1626-1650, New Brunswick, Rutgers University Press, 1983; Broens, Nicolás. Monarquía y capital mercantil: Felipe IV y las redes comerciales portuguesas (1627-1635), Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1989; López Belinchón, Bernardo. Honra, libertad y hacienda (hombres de negocios y judíos sefardíes), Alcalá de Henares, Instituto Internacional de Estudios Sefardíes y Andalusíes, Universidad de Alcalá, 2001. Sobre las estrategias de promoción que los judeoconversos portugueses ponían en práctica para beneficiarse de la gracia real, véanse: Sanz Ayán, Carmen. «Consolidación y destrucción de patrimonios financieros en la Edad Moderna: Los Cortizos (1630-1715)» en Casado Alonso, H. y Robledo Hernández, R. (eds.), Fortuna y negocios..., cit., pp. 73-98; Pulido Serrano, Juan Ignacio. «Prácticas matrimoniales de los portugueses en Madrid durante el siglo xvii», en Molina Puche, S. y Irigoyen López, A. (eds.), Territorios distantes..., cit., pp. 171-194; id. «Procesos de integración y asimilación: el caso de los por-

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se revelaron fundamentales para la Monarquía Hispánica, ya que permitían el acceso al mercado holandés que, desde 1621, año en el que expiró la tregua de los Doce Años, volvía a ser sometido a bloqueo económico por el soberano Católico.18 A pesar de las sospechas de herejía que pesaban sobre la comunidad lusa-judeoconversa, para 1620, Ámsterdam había superado a Amberes y a las ferias de cambio del norte de Italia como centro internacional de capitales, por lo que resultaba necesario contar con los conversos que operaban en dicha plaza y que desempeñaban un papel fundamental en la extracción de capitales del enemigo holandés.19 La decadencia de Amberes era una cuestión ya advertida tugueses en España durante la Edad Moderna», en Crespo Solana, A. (ed.), Comunidades transnacionales..., cit., pp. 189-206. Sobre los conversos en general: Domínguez Ortiz, Antonio, La clase social de los conversos en Castilla en la edad moderna, Madrid, CSIC, 1955; id. Los judeoconversos en España y América, Madrid, Istmo, 1971; Gil Fernández, Juan. Los conversos y la sociedad sevillana, Sevilla, Fundación El Monte, 2000; Soria Mesa, Enrique. «Burocracia y conversos: la Real Chancillería de Granada en los siglos xvi y xvii», en Aranda Pérez, Francisco José (ed.), Letrados, juristas y burócratas en la España Moderna, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2005, pp. 107-144. 18 Los contactos de los sefarditas de Ámsterdam con los conversos de la corte de Madrid o con los que residían en Bayona fueron de enorme utilidad también a las Provincias Unidas, puesto que les permitieron eludir los embargos comerciales que la Monarquía Hispánica imponía al holandés y así satisfacer la demanda de textiles y especias de Castilla y Aragón. En Israel, Jonathan. Dutch Primacy in World Trade, 1585-1740, Oxford, Clarendon, 1990, p. 131. 19 Sobre el protagonismo de los marranos portugueses en el mantenimiento del tráfico comercial y de los tratos financieros con los Países Bajos durante la guerra de los Treinta Años, véanse Castillo Pintado, Álvaro. «Dans la monarchie espagnole du xviie siècle: les banquiers portugais et le circuit d’Amsterdam», Annales. Économies, Sociétés, Civilisations (ESC), 19 (1964), pp. 311-316; López Belinchón, Bernardo. «Sacar la sustancia al reino. Comercio, contrabando y conversos portugueses (1621-1640)», Hispania. Revista de Historia, LXI/3, 209 (2001), pp. 1017-1050; Israel, Jonathan. «El comercio de los judíos sefardíes de Amsterdam con los conversos de Madrid a través del suroeste francés», en Contreras Contreras, Jaime, García García, Bernardo José y Pulido Serrano, Juan Ignacio (eds.), Familia, religión y negocio: el sefardismo en las relaciones entre el mundo ibérico y los Países Bajos en la Edad Moderna, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2003, pp. 373-390; Sanz Ayán, C. Los banqueros y la crisis..., cit.

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por los contemporáneos que apuntaban a la guerra y a la política de libre navegación presente en las provincias «rebeldes» como algunas de las causas del abandono de la plaza flamenca a favor de Ámsterdam por parte de los hombres de negocios. Así, una relación anónima redactada en italiano durante los años en los que se negociaba la Tregua de 1609 afirmaba que, Los mercaderes y artesanos de Amberes y de otras tierras sometidas al Archiduque se han retirado en su mayor parte a las Provincias rebeldes con ocasión de la guerra para disfrutar de la comodidad del libre comercio, puesto que como rebeldes inclinados a aquel mar, todos los pasos han sido cerrados y se ha suspendido el tráfico con los vasallos de S. A.20

En paralelo a la decadencia de Amberes, en 1610 se producía el fallecimiento de uno de los principales protagonistas de los asientos de dineros de Flandes, Vincenzo Centurione,21 socio de Francesco Serra q. Antonio IV, hecho que pudiera explicar la presencia de este en Génova al menos desde el 23 de septiembre de 1610, después de haber transcurrido un largo período en la plaza flamenca.22 20 Traducción propia del original: «li mercanti et artegiani d’Anversa, e d’altre Terre sottoposte all’Arciduca sono per la maggior parte retirati con l’occasione della guerra alle dette Provincie ribelli per godere la commodità del libero commertio, poiché da ribelli come proni di quel mare, tutti li passi sono rinchiusi, e levato il traffico alli vassalli di S. A.». En AGS, Estado, leg. 8793, «Se della Tregua e sospensione d’arme riescirà la pace in Fiandra», fols. 146r-148r:146r y v. 21  Sanz Ayán, C. «Octavio Centurión...», cit., p. 872. 22 Así lo testimonia una escritura de esa fecha realizada por un notario de Amberes en la que se confirmaba la entrega de un baúl lleno de joyas a Francesco Cattaneo (residente en Amberes) «a la partenza de Francesco Serra y de su parte». ASGe, NA, 3663. Francesco Cattaneo ejercerá a partir de entonces como corresponsal de los Serra en Flandes. De hecho, Cattaneo fue uno de los designados en Amberes para afrontar el pleito que se inició contra Francesco Serra q. Antonio IV por el teórico incumplimiento de la paga de 40 000 escudos de un asiento de 450 000 a proveer en Flandes y firmado por Cattaneo y por Giovanni Giacomo y Domenico Doria el 20 de agosto de 1602. En el

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El comportamiento de la Real Hacienda ante las urgencias económicas que sufría —concretado en confiscaciones de rentas, manipulación y proliferación de las acuñaciones de vellón e incumplimiento de las consignaciones estipuladas en los asientos— también debió de influir en la tendencia de los Serra a diversificar sus actividades y entradas y a invertir sus capitales en ámbitos conocidos y de fácil gestión por parte de los recursos humanos con los que contaba. De hecho, un informe con fecha de 1610 nos descubre que, para entonces, el monarca debía a Battista Serra jugosos atrasos de una larga lista de asientos realizados con el genovés.23 En este sentido, ¿los asientos de galeras podían ofrecer ciertas garantías? Por un lado, estos contratos constituían un símbolo de la lealtad hacia el monarca por parte del asentista que los suscribía y se erigían en un instrumento a partir del cual la Corona hispánica

proceso intervino a su favor desde la Corte su hermano Battista Serra, que fue notificado de la deuda de Francesco por auto de 4 de noviembre de 1617. A partir de 1618, fue su primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II el encargado de mediar en Madrid por su causa, debido al abandono de la Corte por parte de Battista. Sobre este proceso contra Francesco Serra q. Antonio IV, véase AGS, CMC, 3ª época, leg. 3303-11. Las pruebas presentadas por los Serra y Cattaneo confirmaron que el pago se realizó, por lo que el pleito se concluyó el 29 de marzo de 1618 con la liberación del hermano de Battista de todas las acusaciones. Sobre Francesco Cattaneo no contamos con muchos más datos, pero es probable que se trate del mismo «Franco Cattaneo» al que se refieren Campbell, Bertrandt y Bapasola que, en 1616, actuaba como comerciante activo en el mercado de tapicerías de Flandes. En Campbell, Thomas P. (eds), Tapestry in the Baroque: Threads of Splendor, New Haven y Londres, Yale University Press, 2004, pp. 97-99. 23 AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-8, «Relación de lo que la Corona debe al Serra en concepto de asientos demás», 10 de noviembre de 1610. Entre los conceptos de los atrasos se citan los pertenecientes a asientos de 31 de diciembre de 1606; 13 de julio de 1605; 20 de marzo de 1602; 24 de abril de 1606; y 17 de junio de 1607. Se precisan también las deudas contraídas por la Corona con el genovés por dos factorías a proveer en Flandes en 1600 y 1601 y por otros tres asientos: uno firmado el 20 de mayo de 1599 y dos acordados el 9 de abril de 1605 a proveer en Alemania y en Nápoles.

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se aseguraba un sólido apoyo a la alianza hispano-genovesa en la República. Por otro, la capacidad de movilización de clientelas que debía poseer un asentista de galeras dentro y fuera de Génova implicaba igualmente la capilarización y la extensión de los intereses españoles más allá de los acuerdos concretos firmados entre el asentista y el monarca hispánico.24 Eso sí, el asiento de galeras era una inversión cuyos beneficios no solo provenían de los pagos y privilegios concedidos por el soberano, sino también de los servicios que las galeras prestaban a los hombres de negocios de los asientos de dineros, los cuales requerían de dichas embarcaciones para el transporte de sus cargamentos de metal precioso, lo cual podía generar en ocasiones perjuicio a los los intereses del monarca.25 La participación de Battista en el asiento de galeras de su concuñado Federico Spinola se realizó en tres momentos: en primer lugar, como apoyo financiero de su cuñado desde que iniciara el asiento en 1605; en un segundo momento, tras la muerte de Federico Spinola en 1613, como administrador y heredero del asiento junto con Giovanni Battista Grimaldi q. Alessandro, primer marido de la futura esposa de Battista, Maddalena Serra, hija de Girolamo y, por tanto, prima de Battista; y, por último, como único titular oficial del asiento reconocido por la Corona por Real Cédula del 15 de marzo de 1618.26 24 Kirk, T. Genoa and the Sea…, cit., p. 45. 25 Prueba de ello es una carta enviada por Serra a la República el 6 de diciembre de 1625 en la que el embajador comunicaba la negativa de las galeras recién llegadas a Barcelona a partir «con tanto número de pasajeros e infantería, teniendo que embarcar tanta gruesa suma de contantes puesto que son poco menos de 900 cajas con 20 000 reales cada una». Traducción propia del texto original: «con tanto numero de passaggieri et infanteria havendo da imbarcar cossi grossa somma de contanti poiche è poco meno di casse 900 da reali 20 000 l’una». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República, 6 de diciembre de 1625. 26 AGS, CMC, 3ª época, leg. 2034-10, «Averiguación de los intereses, gratificaciones y reducción que hubo de haber por el sueldo y mantenimiento de sus galeras del año de 1634».

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Tras la muerte de Federico Spinola por dos arcabuzazos que dispararon junto a su casa en Génova el 23 de junio de 1613,27 el secretario Juan de Ossa aseguraba al monarca en su carta del 24 de junio de 1613 que los herederos del difunto eran sus cuñados y que estaban dispuestos a continuar con el asiento de las dos galeras: Han quedado por sus herederos su cuñados que son Girolamo Serra, Giovanni Battista Adorno y otros parientes propincuos, los cuales son de los más calificados y ricos de la ciudad y muy aficionados al servicio de Vuestra Majestad. Han acudido a mí y díchome que mediante la desgracia sucedida de Federico tienen el cuidado de proveer a sus dos galeras que tenía en asiento con todo lo necesario, como lo hacen y que desean sumamente que Vuestra Majestad les haga merced de mandar traspasar en ellos el asiento de ellas para servir con la misma forma y obligación que lo hacía el difunto, y que ofrecen de hacer cualquiera escritura necesaria para el cumplimiento de lo que Vuestra Majestad manda 27 AGS, Estado, leg. 1436, doc. 103, fol. 224r, carta de Juan de Ossa, secretario del embajador español en Génova, Juan Vivas, a Felipe III, 24 de junio de 1613. Este dato nos permite corregir la genealogía sobre los Spinola de Luccoli de Battilana en la que sitúa la muerte de Federico Spinola en el año 1606. En Battilana, N. Genealogie…, cit., p. 113. Sobre la muerte de Federico Spinola, las pruebas para la obtención del hábito de Santiago solicitado por Giovanni Battista Serra de Ottavio q. Giovanni Battista, sobrino de Battista Serra, proporcionan un testimonio interesante. A la pregunta de si los Serra tenían algún enemigo en la ciudad que pudiera difundir sobre ellos rumores que perjudicaran su honor y nobleza, el declarante, Giovanni Battista Doria, entrevistado el 8 de junio de 1631 en Génova, afirmó que no conocía pendencias en las que hubieran estado implicados los Serra, excepto en lo que se refiere al atentado contra Federico Spinola por el que fueron arrestados Giovanni Agostino Spinola, Nicolò Grimaldo, Francesco Lercaro y Giacomo De Marini. Aunque los dichos no fueron condenados, el testigo afirma que, a partir de ese momento, supo de la enemistad entre los Serra y los acusados. Sin embargo, Doria aseguraba que las relaciones se recompusieron hacía unos diez años (por tanto, en torno a 1621). En AHN, OM, leg. 7718, pruebas del hábito de Santiago para Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1630.

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en el asiento nuevo, de que doy cuenta a Vuestra Majestad para que ordene en ello lo que más fuere su Real voluntad.28

Menos optimista se mostró unos meses después Carlo Doria, duque de Tursi, que en una carta de 18 de septiembre de 1613 refería al rey la imposibilidad de los herederos de Federico de servir en dicho asiento. Ante la voluntad del monarca de que fueran los herederos los que sucedieran en las dos galeras de Spinola, las afirmaciones del duque de Tursi fueron desalentadoras [...] porque así como Girolamo Serra no puede servir, Paolo Serra menos, Giovanni Battista Adorno tampoco, Luca de Grimaldo lo mismo, y los hijos de Agostino Spinola son niños, por esta razón ha entrado la discordia entre ellos, y juntamente descubierto los fines que hay, y así van tratando los más de ellos de vender su parte a los otros, y que en estas galeras entre persona que ni haya servido a Vuestra Majestad ni sea para ello, a lo cual les he ido a la mano, y dicho que no lo consentiré sin orden de Vuestra Majestad.29

A la luz de las intensas relaciones entre los Serra y los Spinola de Luccoli y de la ayuda prestada por Battista Serra a Federico Spinola en el avituallamiento y puesta a punto de 28 AGS, Estado, leg. 1436, doc. 103, carta del secretario Juan de Ossa a Felipe III, 24 de junio de 1613, fol. 224r. 29 Doria añadía como dificultad añadida el hecho de que los cinco herederos fueran «personas tan differentes deste ministerio, que no le entienden, viene a conocerse la incapacidad que hay de que todos tengan estas galeras». Ibidem, doc. 45, carta de Carlo Doria a Felipe III, en Cornigliano, 18 de septiembre de 1613, fol. 97v. El comentario del monarca a la carta fue que se encontrase un heredero del asiento que fuera del gusto de Carlo Tursi. Como se puede observar, todos los individuos mencionados por Carlo Doria como alternativa a Federico Spinola (Luca Grimaldo, Giovanni Battista Adorno, Agostino Spinola y Girolamo Spinola) eran cuñados del fallecido. Al respecto, véase la genealogía de los Spinola de Luccoli incluida al final de este trabajo.

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sus galeras,30 no es de extrañar que Battista fuera designado como uno de los administradores de la herencia del difunto. En un primer reparto efectuado el 31 de enero de 1614, la herencia había sido dividida en cinco partes, como bien especificaba Tursi. Cinco partes que fueron distribuidas entre tres de las hermanas de Federico y los descendientes de otras dos, a saber: Veronica Spinola, mujer de Girolamo Serra; Violante Spinola Spinola, esposa de Paolo Serra q. Antonio IV; Maria, mujer de Luca Grimaldo q. Girolamo; Paola Emilia, hija de su hermana Paola («Paoletta») Spinola y de Giovanni Battista Adorno q. Michele31 y, por último, Filippo, Giacomo, Girolamo y Benedetto Spinola, hijos de su hermana Martia Spinola y de Agostino Spinola q. Filippo.32 30 Tal y como aseguró Juan Vivas al rey en una carta de 7 de marzo de 1606. En AGS, Estado, leg. 1433, doc. 160, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, a Felipe III, 7 de marzo de 1606, fols. 337r. 31 Giovanni Battista q. Michele, residente en la Corte, heredero de su hermano, Filippo Adorno era concuñado de Girolamo Serra y de Paolo Serra q. Antonio IV al estar casado con Paoletta Spinola q. Giacomo, hermana de las mujeres de Girolamo y de Paolo Serra. Además, Adorno fue otro de los sujetos conectados con los Serra que se sirvió de Battista para administrar sus rentas de juro, como las que poseía sobre la alhóndiga de Portugal. Los poderes de los Adorno para la gestión de estas rentas se encuentran entre los recaudos que entregó Serra para el consumo de los juros de la alhóndiga de Portugal. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2729-8. Aunque Giovanni Battista Adorno no se encuentra entre los favorecidos con juros de los adjudicados a Battista Serra durante el periodo en que estuvo al frente de la Diputación del Medio General, sus contactos con los Serra después de la suspensión de 1607 no escasearon. Así por ejemplo, el 23 de julio de 1613 Giovanni Battista Adorno realizó en Génova cesiones de réditos a favor de Battista Serra: en concreto, 298 405 maravedíes de moneda del Medio General que Giovanni Battista concedió a Serra desde 1612 y hasta la real paga, y a los que tanto él como su hermano Filippo (difunto) tenían derecho como acreedores del monarca Católico. En AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-9. Este mismo documento se encuentra también en ASGe, NA, 3663. Giovanni Battista Adorno, como veremos, fue nombrado fideicomisario por Girolamo Serra en su codicilo redactado en Loano el 12 de mayo de 1616. 32 Sobre el reparto de la herencia de Federico Spinola por sus herederos el 31 de enero de 1614 véase ASGe, NA, 4534.

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Posteriormente, estos herederos renunciaron a sus partes, comprendiendo juros y otros privilegios otorgados por el monarca Católico, para que fueran administradas por Giovanni Battista Grimaldo q. Alessandro y por Battista Serra.33 Giovanni Battista Grimaldo se encontraba estrechamente ligado a los herederos de Federico Spinola, puesto que era primo de Luca Grimaldo q. Girolamo.34 Asimismo, se hallaba bien relacionado con los Serra: en este momento, era marido de Maddalena Serra, hija de Girolamo Serra, y fue padrino de la hermana de esta, Artemisia, lo cual seguramente denotaba la existencia de lazos económicos y afectivos entre ambas familias.35 Battista por su parte tenía experiencia en 33  Ibidem. Se trata de dos documentos sin fecha. 34 Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 2, parte I, fol. 104 en BCB, M.r.,VIII, 2, 29. 35 Artemisia falleció prematuramente, por lo que no debe confundirse con su hermana homónima nacida con posterioridad y futura esposa de Paolo Francesco Doria. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 172. Sobre la evolución del padrinazgo en Europa, véase Alfani, Guido. «I padrini: patroni o parenti? Tendenze di fondo nella selezione dei parenti spirituali in Europa (xv-xx secolo)» en Levi, Giovanni y Rodríguez Pérez, Raimundo A. (eds.), Familias, jerarquización y movilidad social, Murcia, Universidad de Murcia. Servicio de Publicaciones, 2010, pp. 275-296; id. Padri, padrini, patroni. La parentela spirituale nella storia, Venecia, Marsilio, 2006. Existen otros casos para la familia Serra en los que se evidencia cómo la práctica del padrinazgo no solo estaba relacionada con la existencia de lazos afectivos, sino también de negocios comunes. Ejemplo de ello fue Mario Pallavicino que, según Podestà, Musella y Augurio fue padrino, junto con Maddalena Serra de Girolamo, de Paola Maria, hija de dicho Girolamo y bautizada en Strevi el 14 de septiembre de 1615. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 172. La relación con Mario Pallavicino queda explicitada con claridad por Girolamo Serra en el codicilo que redactó en Loano el 12 de mayo de 1616 en el que legó al Pallavicino y a su mujer, Livia Gentile, 1000 libras anuales por sus vidas «en señal de la amistad que tiene con ellos». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, fol. 21r. Livia Gentile era hija de Giorgio Gentile que, a su vez, era hijo del gran banquero de Carlos V y Felipe II, Costantino Gentile, y de Maria Centurione. En Buonarroti, A. M. Alberi..., cit., vol. 2, parte I, fol. 168 en BCB, M.r.,VIII, 2, 29. Por otro lado, otra de las hijas de Girolamo, Emilia Serra, en su testamento redactado en Génova el 10 de noviembre de 1619, destinará también un legado económico a Mario Pallavicino. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 60 y en ASGe, NA, 3664 (ambos en

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la gestión y financiación de los asientos de galeras. Tal y como afirmó Juan Vivas en una carta al rey de 7 de marzo de 1606, Battista era uno de los colaboradores pudientes en los que se apoyó Spinola desde 1605, año en el que se produjo su entrada en la gestión del asiento.36 Sin embargo, la designación de Battista Serra como único titular del asiento de galeras de Federico Spinola no fue inmediata. Sus obligaciones como diputado del Medio General de 1608, que hubo de compaginar desde 1614 con el desempeño del cargo de agente de la República en Madrid, fue probablemente un factor determinante que retrasó su nombramiento como sucesor. Por otro lado, la experiencia de Federico al frente de las dos galeras no estuvo carente de obstáculos sobre los que Battista, sin duda, reflexionó antes de involucrarse en esta nueva actividad. En este sentido, Carlo Doria narraba al rey en una carta de 12 de mayo de 1609 los inconvenientes que encontraban los asentistas por el encarecimiento de los bastimentos, la escasez de forzados y por las quiebras que muchos de los titulares de asientos habían experimentado en sus haciendas. Motivo por el cual, el duque de Tursi se lamentaba de que al frente de muchos asientos se encontraran particulares con pocos medios y, por tanto, incapaces de atender a las necesidades de las galeras. Precisamente, Federico Spinola era uno de los hombres de negocios cuyas dificultades para servir en las galeras alarmaban a Doria.37 No obstante, su latín). Mario Pallavicino, en un documento hecho en Génova el 20 de mayo de 1619 y traducido al español el 4 de julio de 1619, figura como uno de los testimonios presentados para asegurar que el testamento redactado el 7 de noviembre de 1618 por la difunta Claudia Lomellini, madre de Battista Serra, era el último realizado por la susodicha. En su declaración, el testigo afirmaba que sabía que dicho testamento era el definitivo de la difunta como «familiar y estrecho amigo de su casa». En AGS, CME, leg. 570 (1), 17. 36 AGS, Estado, leg. 1433, doc. 160, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, a Felipe III, 7 de marzo de 1606, fol. 337r. 37 Como excepción, Doria señalaba el servicio de Ambrogio Spinola que, además de servir con sus propias galeras, tenía sobrada hacienda para mantenerlas. Re-

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asiento fue prorrogado hasta en tres ocasiones, siendo la última vez el 16 de junio de 1612 a través de un documento en el que el monarca declaraba introducir ciertos cambios respecto al contrato original de 1605.38 Como ya se ha precisado, el acuerdo de los cinco herederos de Federico Spinola incluía a Giovanni Battista Grimaldo en el gobierno de la hacienda del difunto, hecho que también debió de retrasar el nombramiento inmediato de Battista como único titular. De hecho, hasta 1618, año en el que se le ofreció oficialmente el asiento, en las certificaciones de pago efectuadas por los veedores y contadores de la escuadra de galeras de Génova

firiéndose a los problemas de hacienda de los asentistas, Carlo Doria afirmaba que el padre de Federico (Giacomo Spinola) quebró («rompió»). Asimismo, por los motivos destacados, y por falta de experiencia y tener fama de «inquieto» y «revoltoso» en Génova, Carlo Doria aprovechaba para desaconsejar la entrada en los asientos de galeras de Ottavio Saluzzo. AGS, Estado, leg. 1434, doc. 70, carta de Carlo Doria a Felipe III, 12 de mayo de 1607, fols. 151r-153v. Sobre los remedios para superar las deficiencias de la flota de galeras hispánica, véase la carta de Carlo Doria de la misma fecha en id., doc. 71, fols. 154r-155v. Sobre los inconvenientes que se derivaban de tomar asientos de galeras con particulares también reflexionó el duque de Tursi en una carta dirigida al rey el 3 de marzo de 1607. En id., doc. 62, carta de Carlo Doria a Felipe III, 3 de marzo de 1607, fols. 133r y v. 38 El asiento original de 21 de agosto de 1605 tenía una validez de tres años, mientras que el de 1612 establecía una duración de cuatro. Sobre el asiento original, véase: AGS, Estado, leg. 1932, doc. 86, fols. 116r-123v; id., doc. 89, fols. 127r-133v. Sobre el asiento de 1612, véase BNE, Mss., R/38458, «Asiento que se ajustó en diez y seis de junio de 1612 con Federico Spinola (que es con el que hoy corre Paolo Francesco Doria) sobre servir con dos galeras de su majestad en la escuadra de Génova», fols. 42v-60v. Este último documento asegura que los cambios introducidos se debieron a que «de los que me servían otros particulares en la misma escuadra han procedido diversas dudas respecto de no estar bien declaradas en ellos algunas de las condiciones con que vos [Spinola], y ellos me habéis de servir, de que han resultado, y resultan muchos pleitos, en daño de mi Real Hacienda y de los interesados; para cuyo remedio se mudan algunas de las condiciones del dicho asiento, y se añaden otras de nuevo, innovando en lo que es el sueldo, y la gente con que me habéis de servir, y otras cosas». En id., fols. 42v-43r.

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figuraban como destinatarios «los herederos de Federico Spinola», o bien el mismo Battista Serra, pero actuando por cuenta de Grimaldo.39 En cualquier caso, la capacidad crediticia que disfrutaba por entonces Battista Serra y su red de colaboradores no solo facilitó las gestiones necesarias para el funcionamiento del asiento, sino también la financiación y puesta a punto de otras embarcaciones de la flota real. Así por ejemplo, el 6 de julio de 1617, Battista Serra, junto con Adamo Centurione, fue depositario de capitales que debían entregarse a Marco Centurione para el acondicionamiento de una nueva galera en compensación por la cesión que este último había hecho al duque de Lerma de una de las tres que tenía en asiento para que formara parte de la recién creada «escuadra de Denia». El 31 de enero de 1617, el rey había concedido al duque de Lerma el privilegio de conformar la llamada «escuadra de Denia», compuesta por cuatro galeras que patrullarían las costas del reino de Aragón. Para evitar las dilaciones que supondría la construcción ex novo de dichas galeras se obligó a Marco Centurione a ceder una de las suyas (la «San Francesco») valorada en 60 507 libras y nueve dineros (moneda de Génova). De dicha cantidad, Battista Serra sería depositario de 20 654 libras, doce sueldos y tres dineros y se comprometía a entregarlos a Centurione con escritura otorgada en Génova el 6 de julio de 1618.40 39 Un ejemplo de ello es una certificación en la que se especificaban las cantidades debidas a «Federico Spinola y herederos» por el sueldo de las dos galeras y su servicio desde marzo de 1615 a finales de febrero de 1616. En el documento se presentan las cantidades que se adeudaban a sus herederos y las relaciones juradas ante los contadores de la Santa Cruzada por parte de Battista Serra por sí y en nombre de Giovanni Battista Grimaldo, como herederos de Federico Spinola. ASGe, CMC, 3º época, leg. 1558. 40 ASGe, NA, 3171. Como especifica Lo Basso, la galera cedida a la escuadra de Lerma no era de propiedad de Centurione, que solo la administraba en appalto (arriendo), sino del monarca Católico. Véase Lo Basso, Luca. Uomini da remo. Galee e galeotti del Mediterraneo in età moderna, Milán, Selene, 2003, pp.

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A pesar de la estrecha conexión y de la complementariedad existente entre los asientos de galeras y los de dineros,41 en el caso de Serra, no es fácil determinar qué papel jugó la gestión de los primeros en la realización de los segundos. Al respecto, cabe destacar que, entre 1596 (año en el que Battista figura por primera vez como titular de un asiento de dineros) y 1605 (año en el que Spinola comenzó a servir como asentista de dos galeras), Battista aparece como titular por sí mismo o junto con otros banqueros de siete asientos de dineros.42 Sin embargo, entre 1605 y 1613, años en los que Battista podía valerse de las galeras administradas por su concuñado para el transporte de los metales preciosos de los asientos de dineros, 291-292. Sobre la escuadra de Denia, véase Thompson, Irving A. A. War and Government in Habsburg Spain, 1560-1620, Londres, Athlone Press, 1976, pp. 180-181. A pesar del compromiso adquirido por Serra, hacia 1637 aún no había entregado el depósito correspondiente para la reposición de la galera cedida a la escuadra de Denia. Por ello, el 3 de enero de 1637 Battista emitió un poder en Génova a favor de Francesco Serra q. Giovanni Pietro II para que, a través de Antonio Pallavicino (ambos residentes en Madrid), pudiera hipotecar un juro de 85 932 maravedíes a veinte mil el millar situado en la Casa de la Moneda de Sevilla y en cabeza de Maddalena Serra (su esposa), especificando que debía servir para la satisfacción del depósito. Maddalena había mostrado su conformidad mediante otro poder que realizó un día antes. En ASGe, NA, 5841. 41 Al respecto, véase el caso de Bartolomeo y Gregorio Spinola analizado en Álvarez Nogal, C., Lo Basso, L y Marsilio, C. «La rete finanziaria…», cit. Sobre las estrechas relaciones entre los asientos financieros y de galeras son fundamentales las investigaciones desarrolladas por Benoît Maréchaux en el ámbito de su tesis doctoral: Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit. Del mismo autor, véase Maréchaux, Benoît. «Los asentistas de galeras genoveses y la articulación naval de un imperio policéntrico (siglos xvi-xvii)», Hispania. Revista de Historia, 80, 264 (2020), pp. 47-77; id. «Business organisation in the Mediterranean Sea: Genoese galley entrepreneurs in the service of the Spanish Empire (late sixteenth centuries)», Business History, (2020), pp. 1-32. DOI: 10.1080/00076791.2020.1798933. 42 Sobre los asientos de dineros de Battista Serra, véase mi tesis doctoral defendida en 2015 en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla: Ben Yessef Garfia, Y. R. Una familia genovesa..., cit.

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no consta la firma de ningún asiento en su propio nombre.43 Entre 1614 y 1638 —este último era el año en el que Battista Serra cedió el asiento de galeras a su sobrino Stefano, hijo de Francesco q. Antonio IV—44 el número de asientos de dineros en los que Battista aparece como titular se redujo a cinco; un número que llama la atención sobre todo si se tiene en cuenta el largo período de tiempo tomado en consideración. No obstante, conviene ser cautos respecto a las conclusiones que pueden extraerse de dichas cifras. La participación de Serra en los asientos de dineros podría haberse producido por otras vías: junto a otros banqueros genoveses de mayor potencia, como denota su colaboración inicial con Ottavio Centurione,45 o bien, proporcionando recursos, crédito y contactos a parientes que, como Francesco Serra de Giovanni Pietro II, inició, desde Madrid, una intensa política de asientos de dineros junto a Agostino Centurione en la década de 1620. La menor visibilidad de Battista en los préstamos a la Corona podría explicarse también de otra manera. Las consignaciones de los asientos de dineros no siempre eran ciertas: la amenaza de una suspensión de pagos y, por tanto, de un importante descubierto en las ferias de cambio, era un riesgo más que probable para los banqueros, circunstancia a la que habría que sumar los continuos retrasos, las confiscaciones de los metales preciosos que llegaban a la Casa de la Contratación y la sustitución de los pagos en plata por el vellón, ya fueran en forma de situados de rentas o de

43 Sí figura participando en asientos firmados colectivamente junto a otros asentistas, como el de 1 de mayo de 1607 sobre en el que nos detuvimos en el capítulo anterior. 44 AGS, CMC, 3ª época, leg. 2722-10. 45 Tal y como precisa Álvarez Nogal, Centurione cedió varios asientos a Serra entre 1602 y 1615. Álvarez Nogal, C. «Las compañías...», cit., p. 76. En este sentido, sería necesario aclarar hasta qué punto las actividades de Centurione se vieron limitadas por el pleito que la Real Hacienda mantenía contra él desde 1609.

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acuñaciones planteadas ex profeso para los financieros.46 De hecho, después de un tiempo sin acuñaciones de vellón, en 1617 se retomaron. La presentación, por parte del presidente del Consejo de Castilla, de una relación de 3 de julio de 1617 a los procuradores de cortes sobre el mal estado de la Real Hacienda se concretó en la solicitud al reino de la licencia para fabricar 600 000 ducados de vellón con el fin de atender a las premuras de la monarquía.47 La situación precaria de las inversiones genovesas justificó precisamente que, en la década de 1610, el republicanista Andrea Spinola recomendara a sus conciudadanos que trasladaran sus capitales a otros Estados que, como Roma o Venecia, continuaban ofreciendo buenas garantías.48 Esta coyuntura explicaría el deseo de Girolamo, expresado en su testamento de 1613, de que sus albaceas y curadores adquirieran 5000 ducados de réditos anuales en la ciudad de Roma, con el objetivo de vincularlos al fideicomiso que instituía para su primogénito, Giovan Francesco Serra.49 46  Álvarez Nogal, Carlos. «Estrategias de negociación de los agentes financieros en torno a la moneda de vellón», en Rizzo, M., Ruiz Ibáñez, J. J. y Sabatini, G. (eds.), Le forze..., cit., vol. 1, pp. 71-98; id. documento de trabajo «La moneda de vellón y su influencia en la negociación del crédito de la monarquía durante el siglo xvii» (Universidad Carlos III de Madrid, febrero de 2003). Disponible en http://docubib.uc3m.es/WORKINGPAPERS/DH/dh030504.pdf [consulta: 11/6/2020]; De Santiago Fernández, Javier. Política monetaria durante el siglo xvii, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2000. 47 Al final, la cantidad se incrementó hasta los 800 000 ducados. Poco después, el 12 de enero de 1618, se obtuvo un nuevo consentimiento de los procuradores para labrar un millón de ducados de vellón. En García Guerra, E. Las acuñaciones..., cit., pp. 127-131. 48 Bitossi, C. «L’antico...», cit., p. 408. Sobre Andrea Spinola y sus escritos véase: id. «Andrea Spinola…», cit., en Costantini, C., Bitossi, C., Vazzoler, F., Gallo, R. y Ortolani, D. (eds.), Dibattito…, cit., pp. 115-175. Sobre esta tendencia de los genoveses a diversificar sus inversiones en rentas y feudos a finales del siglo xvi y principios del xvii, veáse también Doria, G. «Conoscenza…», cit., p. 72. Un estudio sobre el carácter de las inversiones genovesas en Felloni, G. Gli investimenti..., cit. 49 Ello debía producirse en caso de que fueran redimidos los 5000 ducados de renta anual, de a veinte mil el millar, situados sobre los maestrazgos de España

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Las condiciones precarias de las rentas ligures en territorios hispánicos y las oportunidades de beneficio ofrecidas por Venecia favorecieron que los genoveses, incluso aquellos que, como los Serra, eran abiertamente filohabsbúrgicos, dirigieran parte de sus capitales hacia la Serenissima. El fenómeno se concretó especialmente entre 1616 y 1617 cuando, en un delicado contexto internacional, Venecia puso a la venta títulos de deuda pública, garantizando a sus compradores altos intereses.50 En concreto, en 1616, se emitieron depósitos sobre la ceca de Venecia por valor de 900 000 ducados.51 Es probable que este acontecimiento marcara un antes y un después en las inversiones en Venecia por parte de los ligures, en general, y de los Serra, en particular.52 Tal y como que habían sido vinculados a dicho fideicomiso. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra de 4 de julio de 1613, fols. 2r-19r: 10r. Se trata de una traducción del latín al español realizada el 1 de julio de 1617. Los intereses de los Serra y sus parientes en Roma no fueron exclusivos de estos años. Se ponen nuevamente de manifiesto en el testamento de Violante Spinola q. Giacomo, mujer de Paolo Serra q. Antonio IV, realizado en Génova el 18 de abril de 1642 y en el que Violante mencionaba a Francesco Palmucci, el agente que velaba por sus intereses en dicha ciudad. En ASGe, NA, 5861, testamento de Violante Spinola, 18 de abril de 1642. Sobre el protagonismo de las mujeres en la titularidad de los luoghi di monti romanos en época moderna véase Pezzolo, L. «Elogio...», cit., pp. 297 y 298. 50 Posiblemente, detrás de esta incentivación de la venta de deuda pública se encontraba la presión que en estos años sufría Venecia por cuenta de los subsidios que debía al duque de Saboya y de los gastos derivados de la guerra contra Bohemia. En Felloni, G. Gli investimenti..., cit., p. 143. Aunque la política de fomento del débito público vino de la mano de la constante lucha de Venecia contra el Turco, esta se vio especialmente favorecida a partir de la guerra de Friuli que enfrentó a la República contra el archiduque Fernando de Estiria en diciembre de 1615, aprovechando la delicada situación en la que se hallaba el monarca Católico, ocupado en la guerra de Saboya por la sucesión del Montferrato. Un análisis del papel jugado por este conflicto en la estrategia política y diplomática de Venecia en Maréchaux, B. «Negociar...», cit., pp. 105-107. 51  Pezzolo, L. «Elogio...», cit., p. 286. 52 Aunque tenemos constancia de la posesión de rentas en Venecia por parte de los Serra, no sabemos la entidad de ellas ni la fecha específica en la que se habrían adquirido. Concretamente, estas son referidas en el testamento de

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afirma Pezzolo, entre 1617 y 1625, de los 2 177 795 de ducados recaudados por Venecia de los depósitos vitalicios, el 46,3 por ciento (1 008 648 ducados) pertenecían a 407 genoveses.53 No hay duda de que el hecho complicaba las relaciones entre Génova y el monarca Católico. La cuestión levantó ampollas entre los ministros hispánicos y puso en el punto de mira la lealtad ambivalente que exhibían los ciudadanos genoveses a la Monarquía Hispánica. Ante el clima de tensión que generaron en Madrid las inversiones genovesas, la República escribió a su embajador en la Corte, Giambattista Saluzzo, sustituto de Battista Serra en junio de 1617,54 explicando las razones por las que un comportamiento de este tipo no debía ser recriminado por el socio hispánico. Génova aseguraba a su enviado que, si se decidiera castigar a los genoveses que compraran deuda veneciana, [...] se impediría a los genoveses poder proveer a las necesidades del Rey Católico en estas partes, se importunarían las ferias de Artemisia Serra, mujer de Paolo Francesco Doria, hija de Girolamo Serra, y por lo tanto, prima de Battista Serra. El testamento fue redactado en Génova con fecha de 3 de junio de 1688, pero la inversión, según declara la testadora, fue realizada mucho antes: «Habiendo yo muchos años ha hecho empleo de dinero en Venecia y habiendo el señor Ambrogio Doria mi hijo contribuido una parte del capital quedando en mi causa todo el efecto y sucesivamente habiendo yo percibido todo el fruto. Declaro que al dicho señor Ambrosio mi hijo se debe el capital en cuanto a dicha porción con los frutos correspondientes conforme consta de mis libros y de los suyos». En AGS, CME, leg. 860, 42. Por otro lado, un poder emitido por Bianca Serra el 25 de mayo de 1641 a favor de Pietro Martire Cernezzi, al que se califica como veneciano y para el cobro de cantidades que se le debían sobre la ceca de Venecia, demuestra que el interés por la Serenissima se prolongó al menos hasta mediados del siglo xvii. En ASGe, NA, 6439. 53 Pezzolo, L. «Elogio...», cit., p. 288. 54 Giambattista Saluzzo llegó a la Corte a principios de junio de 1617, tal y como relata Serra en una carta a la República. ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2427, carta de Serra a la República, 1 de junio de 1617. Serra quedó relevado de sus funciones el 9 de junio de ese mismo año, día en el que Saluzzo presentó sus credenciales en la Corte. En Ciasca, R. Istruzioni…,cit., vol. 1, p. 390.

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Piacenza y se pondría en peligro la autoridad y el crédito de la nación [genovesa] en materia de cambios. Si estas cosas cayeran o se debilitaran, con mucha dificultad podrían los hombres de negocios servir a la Majestad Católica y, si no se pudieran realizar las provisiones a menudo necesarias en los Países Bajos, Dios sabe cuánto daño recibiría el real servicio. Pero además nos hemos acordado de que cuando Felipe II mantuvo guerra declarada con algún potentado, en ningún caso quiso prohibir a sus propios súbditos el tráfico con los del enemigo a pesar de que consiguieran obtener con aquel comercio de sus súbditos gran hacienda y en el presente no vemos que se haya prohibido a los súbditos del Estado de Milano ni a reinos de allá el tráfico con venecianos.55

De esta manera, la República evidenciaba la estrecha vinculación que existía entre emplazamientos como Piacenza, Venecia, Madrid y Génova, y cómo eran los genoveses los que, con sus negocios en todos estos centros, garantizaban la continuidad y el funcionamiento de la máquina imperial hispánica. En el contexto descrito, se entiende que la generalización de los pagos en vellón y las mejores opciones de inversión en otros Estados propiciaran el alejamiento de las finanzas hispánicas por parte de algunos de los hombres de negocios. Así, Álvarez Nogal cita los casos 55 Traducción propia del texto original: «si inhabilitarebbero genovesi a poter prevedere alle bisogna del Rè Cattolico in queste parti, si disturbarebbero le fere in Piacenza e si ponebbe a rischio l’auttorità e credito della natione in materia di cambij, le quali cose cadute o debilitate malagevolmente potrebbero li negotianti servire alla Maestà Cattolica e sennon si potesse dare recapito alle proviggioni sovente neccesarie nelli Paesi Bassi Dio sa quanto danno ne riceverebbe il reale servigio ma che più si siamo ramentati che quando Filippo Secondo ha havuto guerra dichiarata con qualche potentato ad ogni modo non ha voluto a proprij sudditi prohibire il trafico con quelli dell’inimico benché cavassero per mezo di quel comercio da suoi sudditi grande azenda e di presente non vediamo che ne à sudditi del stato di Milano ne à regni colì ha prohibito il trafico con venetiani». En ASGe, AS, Litterarum, 1887, carta de la República al embajador ordinario Giambattista Saluzzo en Madrid, 5 de septiembre de 1618, fols. 78v-80v:79v-80r.

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de Nicolò Balbi, que se retiró de la negociación a partir de 1617, y de Giovanni Cambi y Giacomo De Mari, dos de los principales asentistas de galeras de la escuadra de Génova que quebraron en 1624 debido a la firma de asientos con un cambio fijo del tres por ciento, cuando el premio de la plata suponía realmente un cincuenta por ciento.56 Precisamente, cuatro años antes, Battista Serra había sido requerido por Giovanni Tommaso Cambi (probablemente el mismo Giovanni al que se refiere Álvarez Nogal) para que le suministrase los 4000 escudos de oro que precisaba para el socorro y gobierno de las dos galeras con las que servía a Felipe III, ofreciendo la hipoteca de todos sus bienes como garantía de devolución.57 Los Serra, como todos los asentistas de dineros o de galeras al servicio del monarca Católico, se hallaban implicados en el negocio de comercialización de la plata, esencial para la satisfacción de sus acreedores. Las rentas reales, sobre las que se situaban las consignaciones que los banqueros recibían por sus asientos de dineros, se vieron enormemente afectadas por los efectos negativos del cobre. Aunque estaba estipulado que determinadas rentas, como las aduanas, los diezmos de la mar, los puertos secos, el almojarifazgo mayor y el almojarifazgo de Indias, los derechos de la lana, esclavos o la bula de cruzada, se debían satisfacer en plata, poco a poco se fue imponiendo también el vellón en estas entradas.58 Conviene recordar que los juros sobre el almojarifazgo 56

Álvarez Nogal, Carlos. «Los problemas del vellón. ¿Se consiguió abaratar la negociación del crédito imponiendo precios máximos a la plata?», Revista de Historia Económica-Journal of Iberian and Latin American Economic History, 19, nº extraordinario (2001), pp. 17-36:22. 57 La escritura de obligación se realizó en Génova ante notario el 14 de marzo de 1620. Los 4000 escudos estaban destinados a la satisfacción de la deuda que Cambi mantenía con Costantino Pinelli. El asiento de dos galeras lo había obtenido por cesión de Adamo Centurione en 1616. Un traslado del documento notarial genovés en AGS, CME, leg. 621, 33. 58 Sobre la entidad de las rentas reales en este período y el modo en el que reaccionaron ante las continuas enajenaciones y la difusión del vellón, véase Marcos Martín, A. «Ventas de rentas reales...», cit.

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mayor fueron la cuarta entrada más importante entre los títulos de deuda obtenidos por Battista Serra durante los años en los que estuvo al frente de la Diputación del Medio General, por lo que no es de extrañar que la progresiva introducción del cobre en estos ingresos fuera otro de los motivos que condujo a Serra a diversificar las inversiones de la familia. Teniendo en cuenta las precisiones hasta aquí realizadas, ¿fueron los asientos de galeras una alternativa eficaz para escapar a las retribuciones en vellón? Definitivamente no, si nos referimos al modo en el que la Corona pagaba a los asentistas de galeras. Durante la primera mitad del siglo xvii, la Monarquía utilizó sobre todo el Subsidio para subvencionar los gastos de la escuadra de Génova.59 En principio, el Subsidio se debía pagar en plata, pero la difusión progresiva del vellón en los mercados monetarios de Castilla determinó que este se hiciera cada vez más presente en las compensaciones de los asentistas de galeras.60 Eso sí, si bien los beneficios que podían recabarse de los asientos de dineros podían ser mucho mayores que los obtenidos de los asientos de galeras, estos últimos concedían, sin embargo, una ventaja singular sobre sus homólogos: aseguraban un servicio continuo, cosa impracticable en un asiento de dineros, así como la facultad de transmitirlo a un pariente o colaborador, como de hecho ocurrió con el asiento de Battista Serra, traspasado a su sobrino Stefano en 1638. Se trataba de una posibilidad que también se contemplaba en las otras inversiones protagonizadas por la

59 Al respecto, véase la tesis de doctorado de Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit. Agradezco a Benoît Maréchaux las sugerencias realizadas al respecto. 60  Ibidem. Thompson refiere precisamente la dificultad de las entradas reales para la satisfacción de los costes aparejados al mantenimiento de las galeras: Thompson, I. A. A. War and government..., cit., pp. 80-82. Prueba de que Serra recibió pagos en vellón, con el respectivo premio de la plata, la hallamos en un documento sin fecha donde se especifica el sueldo abonado a Battista Serra por los servicios de sus dos galeras entre principios de marzo de 1638 y finales de febrero de 1639: AGS, CMC, 3ª época, leg. 2034-10.

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familia, como la perpetuidad del Correo Mayor de Milán o el feudo de Cassano, si bien dicha opción estaba sujeta, en todos los casos citados, al asentimiento real. El prolongado disfrute que los Serra hicieron del oficio de Milán hasta la primera década del siglo xviii y el nombramiento del primogénito de Giovan Francesco Serra como duque de Cassano en 1667, testimonian que, a pesar de las trabas impuestas a la familia en las épocas de mayor urgencia del Tesoro regio,61 la continuidad en dichos privilegios estaba garantizada. También ocurrió de este modo en el caso del asiento de galeras, pero, como se verá, los desastres sufridos por la escuadra de Génova en la década de 1640 y la capacidad de crédito que era necesaria para su mantenimiento dificultaron la perdurabilidad del servicio más allá de la persona de Stefano Serra. La diversificación de las fuentes de inversión hasta aquí descritas constituía la respuesta de los Serra no solo a un contexto económico y político convulso, sino también a acontecimientos acaecidos a pequeña escala en la biografía de los Serra que ponen de manifiesto la enorme flexibilidad de estos entramados, su notable movilidad y su capacidad para reaccionar y distribuir eficazmente las distintas funciones entre los miembros de la red.

3. El

alejamiento de Madrid y los años de itinerancia de Battista Serra (1617-1623)

La introducción de los Serra en actividades económicas diversas supuso distribuir las distintas funciones entre los sujetos mejor posicionados de la familia y afrontar las complicaciones derivadas de determinados imprevistos. 61 Sobre los impedimentos a la perpetuidad del oficio de Correo Mayor de Milán que debieron afrontar los Serra, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio a la Corona...», cit.

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En lo que se refiere al accidentado periplo de Battista Serra en estos años, el genovés abandonó Madrid en algún momento entre finales de diciembre de 1617 y mayo de 1618.62 La retirada de las grandes casas bancarias genovesas alrededor de 1618 era un fenómeno ya advertido por algunos contemporáneos como Juan Vivas, embajador español en Génova, que atribuía dicho comportamiento a la enorme riqueza acumulada por los ligures que estaban al servicio del monarca hispánico.63 Al margen de la mayor o menor credibilidad que puede inspirar el juicio de Vivas, lo cierto es que detrás de la decisión de Battista de abandonar momentáneamente Madrid y de ceder los «negocios de España» a su primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II se atisban, como se verá, causas estrechamente vinculadas a la coyuntura familiar. No es fácil reconstruir los pasos de Battista Serra desde que se produjera su salida de Madrid hasta su retorno a dicha ciudad, en 1623, como embajador ordinario de la República de Génova. Sobre la fecha en la que se produjo la salida de Serra de Madrid, ni siquiera se ponían de acuerdo los contemporáneos que lo trataron y lo conocieron.64 Los documentos hallados nos hacen pensar que el «asiento grande» de 29 de diciembre de 1617 quizás ya se firmó sin la presencia física de Battista. Varios poderes emitidos por el ge62 AGS, Estado, leg. 1934, doc. 138, carta de Battista Serra a Antonio Aróstegui, secretario de Estado, Génova, 21 de mayo de 1618, fols. 301r-302v. 63  Ibidem, doc. 65, fol. 146r, carta de Juan Vivas a Felipe III, 8 de septiembre de 1618. El embajador aprovechaba para recomendar en la Corte los servicios de Stefano Spinola. 64 Así parecen indicar las probanzas realizadas por Bianca Maria Spinola q. Filippo, mujer del difunto Melchiorre De Negrone, para el pleito que sostenía con Battista Serra en 1617 y que se extendió al menos hasta 1626. A pesar de la objetividad de la que adolece normalmente este tipo de fuentes, el pleito proporciona mucha información sobre el círculo más íntimo del banquero, difícilmente accesible por otros cauces, y sobre el período en el que Serra estuvo en Madrid. En AHN, Consejos, leg. 30910, exp. 3.

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novés desde finales de noviembre de ese año nos transmiten un paulatino distanciamiento de sus responsabilidades en la corte madrileña. De hecho, el 29 de noviembre, su primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II figuraba como su sustituto en la Diputación del Medio General de 1608.65 El 20 de diciembre de ese mismo año, nueve días antes de que se firmara el asiento mencionado, Battista concedió en Madrid a su pariente la potestad para [...] cobrar, vender, ceder, renunciar y traspasar y consumir y hacer conciertos e transacciones y usar de cualesquier licencias de saca de lanas pasaportes y cédulas de embarcación y tomar cuentas y darlas e otorgar cartas de pago y finiquito y lasto y cesión y las demás escrituras, recaudos y parecer en juicio y fuera de él y según pleitos e causas e hacer todas las dichas otras cosas, autos y diligencias.66

Ese mismo día amplió las competencias reconocidas a Francesco, concediéndole también autorización para el cobro y la administración de los juros de su madre, Claudia Lomellini.67 Francesco de Giovanni Pietro II recibió poderes no solo para encargarse de los asuntos de la familia en Madrid, sino también de los de

65 AGS, DGT, inventario 24, leg. 617-2, 2, poder concedido por Battista Serra en Madrid el 29 de noviembre de 1617 a favor de Francesco Serra de Giovanni Pietro II. En la década de 1630, Francesco Serra de Giovanni Pietro II, residente en Madrid, figuraba como parte de la, por entonces desaparecida, Diputación del Medio General de 1608, sustituyendo a Battista Serra y junto a Ottavio Centurione, Ottavio Maria Cavanna y Vincenzo Squarciafico. Dicha comparecencia podría explicarse por la necesidad de resolver cuentas pendientes después de que se hubiera dada por finalizada la actividad de dicho organismo. En AGS, DGT, inventario 24, leg. 788. 66 AGS, CME, leg. 570 (2), doc. 50. 67 AGS, CME, leg. 570 (2), doc. 53. Otros poderes concedidos en 1625 por Battista Serra y sus hermanos a Francesco Serra de Giovanni Pietro II en id., doc. 49.

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otros individuos que habían delegado en Battista la gestión de sus intereses.68 A partir de dicho momento, no contamos con más testimonios sobre la comparecencia de Battista en la Corte y solo una carta enviada por el genovés al secretario de Estado, Antonio Aróstegui, el 21 de mayo de 1618 nos habla de su presencia en Génova para entonces.69 Precisamente, en 1618 Serra fue elegido por los Consigli para formar parte del Seminario o Bussolo, órgano del que formaban parte los posibles candidatos que anualmente eran extraídos por sorteo para desempeñar los importantes cargos bianuales de senador y procurador.70 Por tanto, es muy probable que Francesco Serra de Giovanni Pietro II fuera el que tramitara el reconocimiento oficial de Battista, el 15 de marzo de 1618, como asentista de las dos galeras de Spinola. En julio de 1618, Battista hubo de encaminarse a su próximo destino, Milán, como gentiluomo de la República para conseguir el reconocimiento de los derechos de San Giorgio en el suministro de sal a Finale. La elección de Battista se vio seguramente motivada por la identidad del gobernador de Milán, Pedro de Toledo, 68 Battista Serra era reconocido desde el 3 de septiembre de 1618 como «persona legítima de los bienes y herencia de Carlo Spinola» por decreto del Magistrado extraordinario de Génova. Puesto que por entonces Battista no estaba en España, este otorgó poder en Génova para este cometido a su primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II con el fin de que recaudara todo lo que se debía al dicho Carlo en los reinos de España. En ASGe, NA, 3663. 69 En la carta, Serra recordaba su casamiento con estas palabras: «de mi casamiento sospecho que no haya llegado la carta a sus manos pues no me ha avisado de ello». Como veremos en este mismo capítulo, Battista contrajo matrimonio con su prima Maddalena Serra, hija de Girolamo, el 29 de enero de 1618. En AGS, Estado, leg. 1934, doc. 138, fols. 301r-302v. 70 Sin embargo, Battista hubo de esperar a 1639-1640 para desempeñar el cargo de senador. Ello no quiere decir que en estos momentos no ejerciera otros cargos de gran significación en el gobierno de la República. Concretamente, fue uno de los Trenta Elettori, encargados de elaborar las listas de miembros posibles para los Consigli, en 1619, 1620, 1627, 1630, 1632 y 1635. Agradezco enormemente a Carlo Bitossi por haberme proporcionado los datos aquí mencionados.

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marqués de Villafranca, al que Battista Serra conocía bien y cuyos negocios en Madrid había gestionado previamente,71 respondiendo a las peticiones que su primo, Ottavio Serra, le enviaba desde Nápoles a instancias del propio Villafranca que, por entonces, residía en Nápoles, ciudad en la que había nacido.72 Cuando Villafranca se trasladó a Madrid, Battista había podido estrechar sus lazos con él que, como consejero de Estado, podía facilitar las negociaciones diplomáticas que Battista desempeñaba como agente de la República en Madrid entre 1614 y 1617.73 A pesar de que los presupuestos iniciales parecían augurar el éxito de la misión de Serra en Milán, la inmediata sustitución de Toledo por el duque de Feria modificó rotundamente las condiciones de la negociación a pesar de la parentela que unía a sendos ministros. Esta situación propició el retorno de Serra a Génova, donde figuraba ya el 21 de agosto de 1618. Así lo atestigua un poder redactado por él mismo a favor de su primo Francesco de Giovanni Pietro II para que pudiera presentar en su nombre ante la Contaduría Mayor de Cuentas los balances derivados de su asiento de galeras.74 Se trata de una clara prueba de la necesidad de redistribuir las funciones entre los miembros de la 71 La carta que la República envió a Serra en Milán el 18 de julio de 1618 es elocuente sobre lo mucho que las autoridades ligures debieron valorar la amistad entre Pedro de Toledo y Battista Serra a la hora de asignarle esta misión en Milán. En ASGe, AS, Lettere Registri Cancellieri, 1887, fol. p. 69v, carta de la República a Battista Serra, gentiluomo en Milán, 18 de julio de 1618. 72 Se trataba de Pedro Álvarez de Toledo y Colonna, V marqués de Villafranca e hijo de Pedro García de Toledo, capitán de las galeras de Nápoles desde 1585. En Sirago, Maria. «La flotta napoletana nel viceregno spagnolo (1507-1598)», Frontiera d’Europa, 1 (1999), pp. 111-172:166. Algunos ejemplos de las tareas de intermediación entre Pedro de Toledo y Battista Serra desempeñadas por Ottavio Serra en Nápoles se mencionarán en el capítulo 8. 73 Sobre la misión de Battista Serra como agente de la República en Madrid, veáse Ben Yessef Garfia, Y. R. «Bautista Serra, un agente...», cit. 74 ASGe, NA, 3663, poder de Battista Serra a Francesco Serra de Giovanni Pietro II, realizado en Génova el 21 de agosto de 1618. Entre los testigos del poder se hallaban Pietro Antonio Bianco, Juan Preboste y Genesio Sanguineto.

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red para el buen funcionamiento de la estrategia de diversificación de la inversión practicada en estos años. El 18 de septiembre de 1619, Battista fue enviado de nuevo a Milán. Este último encargo diplomático en el ducado concluyó hacia el 13 de octubre de 1619 con una nueva negativa a las aspiraciones comerciales de la República.75 La pista de Battista se pierde hasta principios de 1620, cuando aparece de nuevo en Génova emitiendo diversos poderes como fideicomisario de los difuntos Girolamo Serra, su tío,76 y de Claudia Lomellini, su madre,77 así como implicado en varias contribuciones financieras al embajador español en Génova, Juan Vivas. Battista continuaba en Génova el 12 mayo de 1621, momento en el que nuevamente fue autor de un poder a favor de su primo Francesco de Giovanni Pietro II junto a otros fideicomisarios de Girolamo Serra.78 La estancia genovesa no durará mucho: entre el 4 de septiembre de 1621 y el 3 de diciembre de 1622, Battista Serra se vio obligado, muy a su pesar, a desplazarse por tercera vez a Milán para mediar de nuevo por los derechos de Génova sobre Finale.79 La animadversión de los ministros de Milán hacia la República y hacia su enviado80 75 La documentación sobre esta nueva representación diplomática de Serra en ASGe, AS, Lettere Ministri Milano, 2427, donde se encuentra la copia de una carta de Battista a la República de 18 de septiembre de 1619, pero fechada erróneamente en 1618; id., Litterarum, 1983, cartas de Serra desde Milán a Génova, 18 de septiembre de 1619-13 de octubre de 1619. 76 ASGe, NA, 3665, 19 de febrero de 1620. En id., 29 de mayo de 1620. Ambos poderes estaban dirigidos a Francesco Serra de Giovanni Pietro II, en Madrid, para la gestión de los juros castellanos del difunto Girolamo. 77 AGS, CME, leg. 570 (1), 17, 20 de enero de 1620. Una vez más, el poder estaba destinado a Francesco Serra de Giovanni Pietro II para administrar las rentas castellanas de la difunta Claudia Lomellini. 78 ASGe, NA, 3665. 79 Para la correspondencia de Serra a la República, véase ASGe, AS, Lettere Ministri Milano, 2298. La última carta recogida en dicho legajo la escribe Battista desde Tolone en diciembre de 1622. La correspondencia de la República a Serra en ASGe, AS, Litterarum, 1889. 80 Sobre la mala voluntad hacia las reclamaciones de Génova que, en general, se atribuía a los ministros de Milán, Alessandro Giustiniano, doge de la República entre 1611 y 1613, refería en nota de 6 de julio de 1621 que «los ministros de

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abocó al fracaso las negociaciones del genovés, que no ocultó su descontento por tener que permanecer en el ducado cuando las posibilidades de éxito de la misión eran prácticamente nulas.81 El poco entusiasmo con el que los ciudadanos desempeñaban cargos de representación diplomática en otros Estados constituía un verdadero problema para las autoridades de la República. Hasta el punto de que el 12 de enero de 1663 el Minor Consiglio aprobó una ley en la que se regulaban los emolumentos a percibir, así como la modalidad de elección de los candidatos. Los recelos manifestados por los designados para estas funciones no se reducen al ámbito genovés, ni al republicano. Como bien explica Herrero Sánchez, dicha actitud fue común también en repúblicas, como las Provincias Unidas, y también en las monarquías, en las que era habitual que el Milán son por naturaleza adversos a los genoveses». En Giustiniano, Alessandro. Memorie del serenissimo Alessandro Giustiniani del 1611 à 6 Aprile sino al 1623, fol. 65v en BCB, M. r., VI, 5, 20. 81 Es por ello por lo que Serra había solicitado varias veces ser eximido de sus funciones públicas, pero las autoridades ligures contestaron que, si bien comprendían los inconvenientes de estar lejos de la patria, esperaban vivamente que persistiera y que no tirara por la borda todas las negociaciones efectuadas hasta el momento. Advertían a Serra de que, a estas alturas de la misión, «conviene ser fuerte y apoyar y proseguir la empresa iniciada hasta que se conduzca al fin desederado antes de lo cual estamos seguros de que no pensaréis a vuestra salida porque significaría tirar todo el tiempo que nos habéis consumido en todo el tiempo que habéis estado allí, sería hacer vanas todas las fatigas que habéis soportado con fuerza de ánimo, sería un no querer recolectar cuando el grano está maduro y en definitiva darse una sentencia contra por sí mismo por lo que para su claridad y justicia nos debe prometer el éxito [de la misión]». Traducción propia del original: «conviene star forte e sostenere et proseguir la cominciata impresa tanto che si conduca al desiato fine prima del quale siamo certo che non pensarete alla partenza perchè sarebbe un haver gettato tutt’il tempo che in tante volte che costa v’habbiamo mandato ci havete consumato, sarebbe render vane tutte le fatiche fin a qui da voi con forte animo sostenute, sarebbe un non voler raccogliere al tempo della messe et in somma un darsi la sentenza contro da per se stesso in caosa che per la sua chiarezza e giustitia ci debe promettere ogni buona riuscita». En ASGe, AS, Lettere Ministri Milano, 2298, fols. 46r y v, carta de la República a Serra, gentiluomo enviado a Milán, 8 de agosto de 1622.

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alejamiento de la Corte constituyera para los designados un costoso exilio, además de un distanciamento de la gracia real.82 Los infructuosos servicios de la última misión de Serra en Milán no impidieron que la República volviera a contar con él para una importante misión diplomática solo tres meses después de su salida del ducado: el 2 de febrero de 1623 Battista ya se encontraba en Madrid como embajador ordinario de la República. La itinerancia que se observa en la trayectoria de Battista Serra para estos años se produjo en paralelo a la sucesión de muertes repentinas en una familia que ya contaba con poquísimos individuos. Estos imprevistos y la situación itinerante de Battista que, hasta el momento había sido un punto firme de la red, harán necesaria una mayor compactación de la misma y la puesta en marcha de instrumentos que pudieran asegurar el desempeño eficaz del servicio al rey y de sus actividades económicas, la protección del patrimonio y la cohesión entre los miembros del linaje.

4. Las

condiciones biológicas de la familia: la problemática de la muerte

La muerte no era una cuestión baladí en una familia de las características de los Serra. El proceso de diversificación de la inversión y la movilidad de Battista coincidieron con el fallecimiento de varios miembros de la familia. Además de la desaparición de Federico Spinola en 1613, en 1616 falleció Girolamo Serra y en diciembre de 1617 su mujer, Veronica Spinola. Por otro lado, Claudia Lomellini, madre de Battista, murió en algún momento entre noviembre de 1618 y mayo de 1619. A estas muertes le siguió, en 1623, la del cardenal Giacomo Serra, hermano de Battista.83 82  Herrero Sánchez, M. «Republican Diplomacy…», cit. 83 De su defunción nos habla una carta de Juan de Ossa a Juan de Ciriza con fecha de 23 de agosto de 1623: «Del cónclave de Roma salieron muchos enfermos,

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La muerte del cardenal no dejó a los Serra sin representación en Roma: en 1625, Antonio Serra, hijo de Paolo q. Antonio IV y, por tanto, sobrino de Battista Serra, fue nombrado clérigo de la Camera Apostolica en 1625.84 Los sujetos desaparecidos eran importantes para el linaje Serra tanto en lo que se refiere a las importantes relaciones que estos aseguraban y al extenso patrimonio que dejaban atrás como en lo que respecta al valor simbólico que algunos recubrían, como era el caso de Girolamo Serra, fundamental en la consolidación de la reputación de la familia y en la visibilidad de sus servicios a la Monarquía Hispánica. El fallecimiento de miembros tan relevantes revestía una importancia crucial en una familia poco extensa, por lo que obligaba a una rápida reasignación de los roles y a la movilización de los recursos humanos disponibles para evitar que las actividades desarrolladas hasta el momento se pusieran en entredicho.85 La situación requería una rápida actuación habida cuenta de la infinidad de rentas que muchos de estos difuntos y si tardara ocho días la elección del Papa dicen que se apestaran todos. Su Santidad queda todavía en la cama con terciana, y estos días murió el cardenal Pignatello, y otros quedan muy mal. Agora llega aquí correo de Roma con aviso de la muerte del cardenal Sierra [Serra] hermano del embajador Bautista Sierra [Battista Serra] que esta ahí, y el correo dice que cuando subía a caballo se decía que era muerto Gozadino, con que van cayendo hartos capelos». En AGS, Estado, leg. 1936, doc. 99, carta de Juan de Ossa al secretario Juan de Ciriza, 23 de agosto de 1623, fols. 205r y v. 84 Su ascenso fue menos brillante que el de su tío Giacomo, que había sido patrocinado por el desaparecido Girolamo Serra. Debió de ser una figura representativa de la comunidad genovesa presente en Roma visto que fue nombrado gobernador de la hermandad de San Giovanni Battista de’Genovesi en Roma el 14 de junio de 1626, cargo que recubrió hasta el 9 de junio de 1628. Fue elegido obispo de Milo el 14 de julio de 1642. En Mombelli Castracane, M. La confraternita…, cit., p. 211; Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 63. 85 Sobre los problemas que podían originar las muertes repentinas en los perfiles de promoción de las familias genovesas y las medidas que se hacían necesarias para afrontarlas, véase el caso de los Costaguta en Roma durante el pontificado de Urbano VIII en Pizzorno, D. Genova e Roma..., cit., pp. 101-102.

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poseían en España, de la salida de la Corte de Battista Serra en algún momento entre finales de 1617 y mayo de 1618, y de los nuevos sectores de inversión en los que se implicó la familia. En este sentido, cabe destacar que, cuando se produjo el fallecimiento de Girolamo Serra, el volumen de sus negocios era tal que, el 13 de marzo de 1617, cinco de los fideicomisarios de Girolamo Serra solicitaron permiso a la República para poder transportar durante tres años y en galeras sin asegurar las rentas que el difunto poseía en España.86 Las cláusulas establecidas por Girolamo en su testamento definitivo de 1613 nos transmiten una idea clara sobre la diversidad y los distintos orígenes de sus entradas.87 En lo que respecta a los legados efectuados en beneficio de su viuda, Veronica Spinola, destaca la disposición a su favor de una renta de por vida de 650 ducados anuales (moneda de Nápoles) y de otra de 550 ducados anuales sobre la gabela del ganado «comprados y adquiridos por el dicho señor testador en el reino de Nápoles».88 No fueron estos los únicos legados que Girolamo situó sobre rentas del Mezzogiorno: a sus hijas Emilia, Bianca y Maria les dejó 600 ducados anuales provenientes 86 Los fideicomisarios afirmaban que la República ya les había concedido el permiso para transportar el contante en las galeras durante los tres años mencionados con la condición de que estas estuvieran aseguradas. Pero los fideicomisarios estimaban que el riesgo que corrían en ese momento las galeras era bajo, por lo que rogaban a la República que «puedan traerlos sin seguro o que al menos lo puedan hacer hasta la cantidad de siete mil u ocho mil escudos por galera». Traducción propia del original: «li possano far venire senza sicurtà o almeno che lo possino fare sino alla forma de scutti sette in otto millia per gallera». En ASGe, NA, 3665. 87 Además del testamento ya citado de 4 de julio de 1613 que se encuentra en el Archivio Serra di Cassano, otro ejemplar en latín (probablemente el original) se halla en ASGe, NA, 3664. 88 Completaban los legados para la viuda mil ducados de juro de a 375 maravedíes durante toda su vida y 6000 escudos de oro. Estos últimos debían entregarse en caso de que la viuda renunciase a las joyas y vestidos que poseía en el momento de la muerte de Girolamo En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra de 4 de julio de 1613, fols. 7v-8r.

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de rentas que el testador poseía sobre Terra di Lavoro.89 El destino de dichas rentas confirma la observación de Antonio Calabria según la cual la adquisición de dichos títulos en el reino de Nápoles por parte de los hombres de negocios genoveses constituía una estrategia para proteger a las mujeres y a los miembros más jóvenes de la familia.90 La omnipresencia de Nápoles en las bases patrimoniales de Girolamo y de otros miembros de la familia hacía absolutamente fundamental contar con representantes en este reino. Hecho que explica que, desde principios del siglo xvii y hasta al menos 1612, las entradas de la familia Serra en el Mezzogiorno fueran gestionadas por las compañías genovesas de Francesco Squarciafico y Quilico Spinola y por la sociedad de Antonio Spinola y Ottavio Serra.91 Asimismo, aunque ni en el testamento ni en los codicilos posteriores —estos últimos redactados por Girolamo en Loano y Strevi en 1616—92 aparecen las rentas que el testador poseía en Sicilia,

89  Ibidem, fol. 6v. Dicha «Maria» podría tratarse de Maria Caterina, casada con Domenico Cattaneo. El Archivo Serra di Cassano da pruebas de las muchas rentas en el reino de Nápoles que estaban situadas en cabeza de Girolamo Serra o de su viuda, Veronica Spinola, que más adelante serían recaudadas por sus herederos: ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 1, doc. 51, «Relattione delle rendite che sono in Regno di Napoli spettanti agli heredi del quondam signor Geronimo Serra»; id., doc. 52, I: «Relattione di quello resta a scodersi delle rendite in Regno di Napoli spettanti all’heredità del quondam signor Geronimo Serra»; id., doc. 52, III: «Relattione delle rendite di fiscali in Regno». En dichos documentos, se incluyen también rentas adquiridas posteriormente por los herederos de Girolamo Serra y Veronica Spinola. Desgraciadamente, dichos documentos no se encuentran fechados. 90 Calabria, A. «Finanzieri…», cit., p. 607. 91 Los documentos analizados en las secciones Spirito Santo y Pietà del Archivio Storico Banco di Napoli evidencian la participación de sendas compañías en la administración de las rentas de los Serra en Nápoles. Se volverá sobre ello en un capítulo posterior. 92 Al testamento definitivo de 1613 le siguieron tres codicilos: uno en Loano el 12 de mayo de 1616, redactado en el palacio del Principe Doria donde decía hallarse enfermo, y dos en Strevi, el 11 y 12 de julio de ese mismo año y realizados en el castillo que poseía Girolamo en dicho feudo. Los codicilos se hallan en ASC, Parte seconda, Scritture Napoli, vol. 5, 2, fols. 19r-26v. Al igual

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sabemos que estas existían y que continuaban rindiendo sus frutos aún después de su muerte.93 Resulta curioso que Girolamo tampoco aludiera a las rentas que poseía en Milán desde finales del siglo xvi y sobre las que han arrojado luz las investigaciones de Andrea Terreni.94 Puede ser que, para entonces, Girolamo se hubiera desprendido de ellas o bien que hubiera establecido el modo en el que debían ser administradas después de su muerte a través de otras escrituras notariales distintas del testamento o de los codicilos mencionados. Las disposiciones del testamento de Girolamo Serra suponían la fundación de dos fideicomisos o mayorazgos: uno en beneficio de su primogénito, Giovan Francesco Serra, que comprendía la casa de Génova comprada a los herederos del fallecido Nicolò Spinola q. Luca; la villa de Sampierdarena, comprada a Ottavio Imperiale y a sus fideicomisarios; el feudo y las rentas de Strevi;95 catorce tiendas y sus ocho aposentos situados en la plaza comercial genovesa de Banchi; y, por último, una renta anual de 5000 ducados situados sobre los maestrazgos de España, que en el codicilo de Loano de 12 de mayo de 1616 aumentará hasta los 12 000. El segundo mayorazgo lo instituyó a favor de su otro hijo, Giovanni Battista, y comprendía una casa en Sampierdarena,96 contigua a que el testamento, ambos documentos fueron traducidos del latín al español el 1 de julio de 1617 y la copia de la traducción fue realizada el 7 de octubre de 1617. Los fideicomisarios definitivos de la herencia de Girolamo son nombrados únicamente en el codicilo de Loano. 93 Al respecto, Coniglio refiere la presencia de Girolamo Serra y de los hermanos Paolo y Battista Serra en una relación del conde de Lemos de 1619 sobre las rentas de los genoveses en Sicilia. En concreto, se trataba de rentas sobre el contado de Modica. En Coniglio, Giuseppe. Il viceregno di Napoli nel secolo xvii, Roma, Ed. di Storia e Letteratura, 1955, p. 103. Sobre los problemas para la recaudación de las rentas de Girolamo Serra en Modica en la década de 1610 y 1620, véase ASGe, NA, 3665. 94 Terreni, A. «Le relazioni politiche…», cit., p. 137. 95 Los fideicomisarios nombraron a Battista Serra administrador de las rentas del feudo mediante escritura elaborada el 29 de marzo de 1618. En ASGe, NA, 3665. 96 Se trataba del barrio situado a las afueras de Génova donde los nobles genoveses más pudientes se construían enormes palacios ajardinados donde poder

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la ya mencionada, y 3000 ducados de juro de a veinte situados sobre los reinos de España, después incrementados hasta los 6000 ducados, en el codicilo de Loano.97 El desglose de las partidas de juro que se asignaron a Giovanni Battista Serra fue aprobado por los fideicomisarios a través de un documento notarial firmado en Génova el 27 de agosto de 1618. En él, se determinaba la concesión a Giovanni Battista de 526 627 maravedíes anuales sobre alcabalas de Jerez de la Frontera; 500 055 sobre alcabalas de Mérida y 1 223 318 sobre maestrazgos. Todo lo cual sumaban 2 250 000 maravedíes sobre rentas castellanas que eran los 6.000 ducados a 375 maravedíes cada uno.98 La diversidad y la importancia de las entradas y bienes de Girolamo ponen de manifiesto una heterogénea «geografía de la riqueza» —distribuida entre Castilla, Génova, Sicilia, Roma, Nápoles y Milán— que se demostraría decisiva en los momentos de crisis que más adelante atravesaría la familia.

transcurrir breves períodos de reposo. Una lista exhaustiva de las ville de la periferia genovesa y su correspondiente descripción en Marchi, Paolo (ed.), Le ville del Genovesato, vols. 1-4, Génova, Valenti Editore, 1984-1986. 97 Los fideicomisos fundados a favor de Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra en el testamento de 1613 en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, fols. 9r-15v y 15v-16v, respectivamente. Sobre la modificación de las fórmulas de ambos mayorazgos en el codicilo de Loano de 12 de mayo de 1616 en id., fols. 19r y v. En el capítulo 11 se profundizará sobre las propiedades inmobiliarias incluidas por Girolamo en sendos fideicomisos. 98 En ASGe, NA, 3663. La relevancia de las deudas de la Corona española con Girolamo Serra explica la cesión de nuevos privilegios de juro incluso tras su muerte. Así por ejemplo, algunos documentos hallados en el archivo Serra di Cassano refieren cómo para el mes de diciembre de 1619 se produjo la concesión y venta de juros a los herederos y testamentarios de Girolamo Serra por valor de más de 1 338 777 maravedíes. En ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 41, parte I, doc. 1; id., vol. 41, parte III, doc. 11. Sobre las rentas de juro que se vendieron a los testamentarios de Girolamo Serra en 1619, véase AGS, DGT, inventario 11, leg. 4-6.

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5. La

difícil gestión de una «empresa» policéntrica: la fedecommissaria

El alto coste que suponía el mantenimiento a perpetuidad de los legados establecidos para sus herederos o para diversos fines caritativos, así como las diversas vicisitudes que podía tener que afrontar este patrimonio policéntrico después de la muerte del testador eran factores bien conocidos por los hombres de negocios. Es por ello por lo que no dudaban en valerse de instrumentos jurídicos que pudieran garantizar su tutela y buena administración y que condicionaban las redes que lo gestionarían. En este sentido, cobra gran importancia la institución de la fedecommissaria. Muy distinta del fideicomiso (o mayorazgo), la fedecommissaria constituía una fórmula jurídica habitual en los testamentos de los hombres de negocios por la cual el testador fundaba una especie de «consejo de administración» cuyos miembros —siempre amigos, socios o parientes— debían encargarse de la salvaguardia del patrimonio del fallecido y de los intereses de los herederos. Se trataba de una opción habitual cuando, en el momento de la redacción del testamento, los herederos eran menores de edad, como fue el caso de Girolamo. En estos casos, las funciones de la fedecommissaria podían prolongarse hasta que se produjeran las condiciones adecuadas para la división del patrimonio: el alcance de la mayoría de edad por parte del primogénito (estipulada en los veinticindo años en Génova) o bien la valoración del mismo, por parte del Senato de la República y de los miembros de la fedecommissaria, como apto mental y físicamente para la toma de decisiones sobre el patrimonio heredado. En el caso de Girolamo Serra, las calidades de su primogénito, Giovan Francesco, fueron aprobadas antes del cumplimiento de los veinticinco años establecidos, concretamente en 1627 cuando contaba con veinticuatro años.99 Sin embargo, el nuevo estatus 99 El reconocimiento de Giovan Francesco Serra como fideicomisario de Girolamo fue aprobada a través de un decreto del Senato el 9 de agosto de 1627. En ASC,

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de Giovan Francesco no supuso la disolución de la fedecommissaria, sino su participación en la misma como miembro de pleno derecho junto con el resto de los fideicomisarios. Una condición que perjudicó al segundogénito varón, Giovanni Battista, y que se erigió en una de las causas de los largos litigios por la herencia del padre protagonizados por los hermanos entre 1628 y 1641.100 Durante el periodo en el que se mantuvo activa la fedecommissaria, esta se encontraba autorizada a continuar aquellos negocios en los que el testador participaba antes de su muerte sin que se produjera previamente la división de los bienes entre sus herederos.101 De hecho, Girolamo Serra, en su testamento de 1613, concedía potestad a sus fideicomisarios para nombrar procuradores, firmar letras de cambio o extinguir deudas, así como para operar en su nombre (por no más de tres años después de su muerte) para la finalización de los negocios que hubieran quedado pendientes en Génova, Piacenza y en cualquier otra feria de cambio. La mención específica de Génova y Piacenza como lugares de interés para el patrimonio de Girolamo no deja de ser significativa y nos confirma la importancia que tenía para la familia el mantenimiento de miembros en la República, así como su protagonismo en Piacenza, la principal feria de cambios italiana durante la primera década del siglo xvii. Aunque las rentas castellanas constituían una parte importante del patrimonio de Girolamo, en la identidad y Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 10. Dicho documento incluye la petición que un jovencísimo Giovan Francesco Serra encabezó al Senato de la República. 100  Podestá, E.; Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 109. Referencia a dichos litigios en AHN, Consejos, leg. 28271. 101 Las funciones de la fedecommissaria son comparables a la asociación in commune et fresca descrita por Zanini para los hermanos Giovanni Francesco y Giovanni Battista Brignole, huérfanos desde 1605 pero que no decidieron dividir la herencia paterna hasta 1637; hecho que les permitió la gestión compartida de los negocios del progenitor. En Zanini, Andrea. «Famiglia e affari nella Genova del Seicento: il ruolo delle “compagnie di fratria”» en Cavaciocchi, Simonetta (ed.), La famiglia nell’economia europea, secc. xiii-xviii, Florencia, Firenze University Press, 2009, pp. 471-480:474.

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en el funcionamiento de sus negocios ejercía un papel crucial Génova, sobre todo desde que Battista iniciara su participación en la administración del asiento de galeras de Federico Spinola. Génova constituía el eslabón entre algunos de los centros de provisión de crédito más destacados (Madrid y Nápoles) y los puntos candentes donde dicho crédito era requerido (Flandes, Alemania y Milán). Los intereses específicos de Battista y las actividades en las que participaba también dependían de los colaboradores con los que se contaba en la República: Génova se erigía así en un nodo en el que confluían las principales redes internacionales de comercio y de financiación sobre las que se basaba el esfuerzo bélico de la Monarquía Hispánica, así como en el principal mercado de captación de crédito para los asentistas de galeras,102 por lo que la presencia de correspondientes fiables en dicho enclave era un requisito más que indispensable para el buen desarrollo de los negocios. En Génova se hallaba la mayor parte de los fideicomisarios designados en el codicilo de Loano de 1616, última ocasión que tuvo Girolamo antes de su muerte para determinar la composición de su fedecommissaria. De hecho, Girolamo ordenó que al menos cinco de sus ocho fideicomisarios residieran en la República para la toma colegiada de las decisiones que afectaran a su patrimonio y que debían ser posteriormente aprobadas por el Senato genovés. En concreto, el codicilo de Loano establecía como fideicomisarios claramente residentes en Génova a Verónica Spinola (mujer de Girolamo), que debía ser sustituida por su hija Maddalena Serra después de su muerte; Ottavio Contardi, amigo y doctor en leyes;103 Genesio Sanguineto, mano derecha 102 Sobre el papel crucial del enclave genovés en el adecuado funcionamiento de los asientos de galeras, véase la tesis doctoral de Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit., pp. 227-229. 103 Girolamo Serra jugó un papel destacado en uno de los conflictos que se derivaron de la progresiva concentración de poder que se arrogaba el Senato genovés desde principios del siglo xvii. Como miembro de los sindacatori, magistratura encargada de evaluar la actuación de los magistrados al término de sus mandatos (incluyen-

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del testador;104 y, por último, Giovanni Pietro II Serra, primo de Girolamo. Los fideicomisarios que seguramente figuraban por do al doge), el 20 de mayo de 1612, junto a Francesco Di Negro y Paolo Doria, compañeros en dicha magistratura, Girolamo criticó a los Collegi por sus excesos. Fruto de esta protesta, fue un escrito elaborado por Ottavio Contardi que motivó su arresto provisional por violar directamente el decreto aprobado en septiembre de 1611 por el que se prohibía a los ciudadanos de la República la escritura sobre asuntos del gobierno sin el consentimiento del mismo. En Costantini, C. La repubblica…, cit., p. 213. Como afirma Costantini, el decreto fue matizado posteriormente por el Minor Consiglio, lo cual explica que el republicanista Andrea Spinola pudiera difundir sus escritos con relativa facilidad. La relación que existía entre Contardi y Girolamo Serra motivó que el primero, tras su detención, afirmara que «se excusaba por haber realizado dicho escrito para servir al señor Geronimo Serra, pensando que lo podía hacer, como muchos otros había dicho su parecer en tal ocasión, aunque impuso a dicho señor servirse [del texto] pero sin mostrarlo ni nombrar al autor». Traducción propia del texto original: «si scusava haver fatto detto scritto per servire il signore Geronimo Serra, stimando poterlo fare, come tant’altro avevano dette il loro parere in si fatta occasione, benche imponesse à detto Signore servirsene bensì mà non mostrarlo né nominare l’autore». En Giustiniano, A. Memorie..., cit., fols. 10v-11r en BCB, M.r., VI, 5, 20. 104 Las palabras que Girolamo Serra dedicó a Genesio Sanguineto en su testamento son demostrativas del afecto que le dispensaba: «Declara el dicho ilustre señor, en todo el tiempo que el magnífico Genesio Sanguineto le ha servido, y que ha recibido del buen servicio, sin que nunca entre ellos haya habido réplica de una sola palabra, y que en todas las ocasiones ha recibido del bueno, fiel, y prudente consejos, que nacía de buena intención, y verdadero amor, y deseando que el mundo sepa que dello tiene entera memoria, ha querido hacer esta declaración, y en señal de un poco de benevolencia, para que tenga memoria del [...], le deja mil escudos de plata, para que se haga hacer dellos tanta plata, con las armas del dicho ilustrísimo señor, y que las goce por su amor, sin que lo haya de aplicar a otra cosa, que así lo ruego en conformidad de la palabra que le ha dado». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 24v. Asimismo, en dicho testamento afirmaba que tras la muerte de su suegro, Giacomo Spinola, fundó un libro de negocios bajo su nombre en el que Genesio Sanguineto participaba por una octava parte. En id., fol. 18. Tal y como deseaba el testador, Sanguineto continuó colaborando con los Serra después de la muerte de Girolamo. Aunque la relación en adelante no fue siempre apacible, la estima entre ambas familias debió de perdurar. Este afecto podría justificar que Maddalena Serra, hija de Girolamo y esposa de Battista Serra, instituyese en su testamento redactado en Génova el 9 de junio de 1653 un legado de 2000 liras a favor de Vittoria Semina, mujer de Genesio. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 59, testamento de Maddalena Serra, Génova, 9 de junio de 1653.

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entonces como estantes en Madrid eran sus sobrinos Francesco Serra de Giovanni Pietro II y Battista Serra, en ese momento agente de la República en Madrid y diputado del Medio General desde 1608. Fueron también nombrados fideicomisarios Giovanni Battista Adorno q. Michele105 y Giovanni Battista Squarciafico,106 ambos de residencia incierta. La importancia de Génova en las funciones de la fedecommissaria y en los negocios de la familia, y la cláusula sobre la residencia obligatoria en la República para al menos cinco de los ocho fideicomisarios pudieron explicar el abandono de Madrid, entre 1617 y 1618, por parte de Battista Serra que, no solo era fideicomisario de Girolamo, sino también el tutor de sus hijos.107 A estos aspectos, se añadió la muerte de Giovanni Battista Grimaldi, socio de Battista Serra en la administración del asiento de galeras del difunto Federico Spinola. Grimaldi muy probablemente se encontraba en Génova, visto que su socio Battista residía en Madrid durante los años en los que ambos gestionaron el asiento. El fallecimiento de Grimaldi en algún momento entre 1617 y 1618 debió de hacer 105 Su participación en los negocios de Girolamo Serra no está clara, pero ambos eran concuñados. De hecho, Giovanni Battista Adorno q. Michele estaba casado con Paoletta Spinola di Giacomo, hermana de Veronica Spinola. En ASGe, NA, 3663. Véase el árbol genealógico de los Spinola de Luccoli y su relación con los Serra situado al final de este trabajo. 106 Como se recordará, era un primo lejano de Girolamo al ser hijo de Scipione Squarciafico y de Girolama Giustiniano. Formaba parte de una compañía comercial junto a su hermano Vincenzo Squarciafico, residente en Madrid y cajero de Sinibaldo Fiesco, por lo que, muy probablemente, Giovanni Battista residía en Génova. La compañía participaba regularmente en las ferias de Piacenza. Sobre el protagonismo de la compañía comercial de los Squarciafico en Madrid: Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., pp. 86 y 87. 107 En el codicilo de Loano de 12 de mayo de 1616, Girolamo declaraba que «ahora por entonces le diputa [a Battista Serra q. Antonio IV] y constituye fideicomisario y tutor, como arriba se dice, rogándole juntamente que quiera haber por recomendados los hijos del dicho señor Marqués, rogándole ampararlos, è ayudarlos en el modo, y forma que el dicho señor Marqués ha hecho en su servicio, y de sus hermanos, después de la muerte del señor Antonio su padre». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, fol. 23v.

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aún más urgente el traslado de Serra a Génova para garantizar la correcta logística del negocio. Si bien el análisis de las mandas testamentarias nos ofrece una visión estática de los bienes del testador en un momento concreto, el estudio de las funciones de la fedecommissaria evidencia el dinamismo inherente a la gestión de un patrimonio transnacional en cuya administración intervenían diversos sujetos que operaban en redes enormemente sensibles al contexto político, económico y familiar. Los incidentes que podían afectar a la gestión de estos patrimonios policéntricos podían ser muy diversos: devaluaciones o secuestros de rentas, que podían conducir a deshacerse de las entradas menos rentables (como de hecho ocurrió); la necesaria reparación de propiedades inmobiliarias, para lo cual era necesario que se aprobaran en Génova los gastos en los que se incurriría;108 defunciones y posibles cambios de residencia de los fideicomisarios o herederos, etc. Esta última eventualidad obligaba a la aprobación de sustituciones —temporales o definitivas— que suponían la incorporación de nuevos elementos en la gestión del patrimonio,109 desvelándonos así la gran capacidad de adaptación de la red Serra ante los cambios y la utilidad del análisis de estos entramados para la interpretación de las trayectorias familiares. Las transformaciones en la red Serra se pueden vislumbrar mediante la comparación de la fedecommissaria designada por Girolamo en su testamento de 1613 y la establecida en 1616 en el codicilo de Loano.110 En tan solo tres años, se aprecian importantes modificaciones en la estrategia que Girolamo preveía para la administración de su patrimonio y para la promoción de su familia en los años venideros. 108 Los fideicomisarios de Girolamo pusieron de manifiesto la necesidad de acometer trabajos de readaptación para las botteghe que el difunto poseía en Génova en la plaza de Banchi, bajo las casas de Paolo y Battista Serra. En ASGe, NA, 3665. 109 Algunas de estas sustituciones producidas entre 1627 y 1631 en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 10. 110 Véase la tabla 9.

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Tabla 9. Fideicomisarios de Girolamo Serra en el testamento de 1613 y en el codicilo de Loano de 1616 111 Fideicomisarios presentes en 1613 y en 1616 Veronica Spinola Ottavio Contardi Gio. Battista Adorno q. Michele Battista Serra112 Genesio Sanguineto Gio. Pietro II Serra q. Francesco

Fideicomisarios solo presentes en 1613 Gio. Battista Grimaldo q. Alessandro Francesco De Marini Paolo Serra

Nuevos fideicomisarios en 1616 Gio. Battista Squarciafico Francesco Serra de Gio. Pietro II Maddalena Serra

Destaca que, de los seis sujetos que figuran en ambos instrumentos, cuatro residían establemente en la República (Veronica Spinola, Genesio Sanguineto, Ottavio Contardi y Giovanni Pietro II Serra), lo cual confirma la importancia de contar en Génova con miembros fijos siempre disponibles para la toma de decisiones y para hacer que estas fueran aprobadas por el Senato. Por otro lado, llama la atención que entre los individuos de los que Girolamo prescindió en su codicilo de Loano se hallasen Paolo Serra, su sobrino, y Giovanni Battista Grimaldi q. Alessandro, su yerno. Los motivos que pueden explicar la cancelación de 111 Tabla de elaboración propia a partir de las siguiente fuente: ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2. 112 En el testamento de 1613 fue designado fideicomisario como sustituto de Giovanni Battista Squarciafico.

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la fedecommissaria de Giovanni Battista Grimaldi y de Paolo Serra nos son desconocidos. Grimaldi falleció en algún momento entre 1617 y 1618, por lo que aún vivía cuando Girolamo redactó su codicilo en Loano. En lo que respecta al otro sujeto desaparecido de la fedecommissaria establecida por el codicilo de 1616, Francesco De Marini —marido de una sobrina de Girolamo, Marietta Serra de Nicolò—, su presencia en el testamento de 1613 podría deberse a deudas que Girolamo habría contraído con él en concepto de los asientos de Flandes en los que ambos habían participado. En 1597, De Marini residía en Amberes, pero en 1613 sabemos que ejercía como senador en Génova, por lo que podemos presumir que, en ese año, se encontrase ya en la República. Su desaparición del codicilo de Loano podría estar relacionada con la liquidación de las cuentas de los asientos de Flandes y con la progresiva pérdida de importancia de Amberes en los negocios de la familia que parecían circunscribirse, cada vez más, al ámbito mediterráneo. En el caso de las nuevas incorporaciones de 1616 se pueden intuir algunas de las causas. Entre los nuevos fideicomisarios se encuentra Maddalena Serra, hija de Girolamo,113 que alrededor de 1613 había contraído matrimonio con Giovanni Battista Grimaldi que, como se recordará, fue, junto a Battista Serra, uno de los sucesores en el asiento de galeras de Federico Spinola de Luccoli después de que este fuera asesinado en 1613. Según las investigaciones de Flavia Gattiglia, hacia 1614 Maddalena era ya viuda.114 113 Maddalena Serra debía ser la sustituta de su madre, Veronica Spinola, después de su muerte. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 23v. 114 Las investigaciones de Flavia Gattiglia han permitido aportar nuevos detalles sobre la familia que son fundamentales para explicar correctamente la planificación del futuro de la familia que se atisba en la fedecommissaria de Girolamo y aspectos como la política matrimonial puesta en práctica por los Serra. Véase Gattiglia, Flavia. «Geronimo Serra di Paolo e i Serra di Genova», en Orlando, Anna (ed.), La dama genovese con l’orecchino di perle. I Serra e le rotte del collezionismo tra Fiandre, Italia e Spagna, Génova, Sagep, 2020, pp. 82-87:85-86. Agradezco a Anna Orlando por haberme permitido la lectura del artículo.

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Los poderes y la autonomía que la ley genovesa y los maridos difuntos asignaban a sus viudas podría explicar que, hacia 1616, Maddalena constituyera una pieza indispensable en Génova para los negocios de la familia y el mantenimiento del patrimonio del padre. Aunque no disponemos del testamento de Grimaldi, no es de extrañar que este hubiera conferido amplios poderes a su viuda en la gestión de su herencia, por lo que sería interesante comprender de qué manera actuó Maddalena para asegurar la logística del asiento de galeras en el que participaba su marido en Génova junto a su primo Battista q. Antonio IV con el que Maddalena terminó casando en Génova el 29 de enero de 1618. Es muy probable que en la obtención de la licencia papal necesaria para el matrimonio interviniera el hermano de Battista, el cardenal Giacomo Serra.115 La práctica de la endogamia era bastante común en aquellas familias que, como los Serra, contaban con pocos miembros. Sin ir más lejos, Giovanni Pietro II Serra, primo y fideicomisario de Girolamo, estaba casado con su sobrina Geronima, hija de Nicolò q. Paolo II (por tanto, hermano de Girolamo). El enlace constituía, sin lugar a dudas, una estrategia para la compactación de la empresa familiar. La inmediatez con la que se produjo el matrimonio entre los primos Battista y Maddalena, poco después de que esta enviudase de Grimaldi y de que Battista fuera reconocido oficialmente al frente del asiento de galeras de Spinola de Luccoli, nos hace hipotizar la existencia de razones relacionadas con la protección de los negocios y del patrimonio de la familia. De hecho, las investigaciones de Gattiglia revelan que los testigos presentados ante la curia arzobispal por parte de Paolo Serra q. Antonio IV —que no solo era hermano de Battista sino también marido de Violante Spinola, hermana de Veronica Spinola, a su vez madre de Maddalena

115 Gattiglia, F. «Geronimo Serra...», cit., p. 86.

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Serra—, aseguraron que la unión entre ambos primos era muy favorable para los hermanos de Maddalena —Giovan Francesco y Giovanni Battista— que, por entonces, eran aún menores de edad. La hacienda que dejaba atrás Girolamo Serra era considerable, pero sin ningún descendiente varón hábil para poder gestionar el patrimonio legado. El casamiento de Maddalena con su primo constituía, por tanto, un modo de tutelar a la progenie de Girolamo pues, tal y como afirmaban los testigos, Battista poseía «habilidad y talento [...] suficiente para conservar con la gracia de Dios la facultad y fortuna de dicha señora Maddalena y de sus hermanos».116 Asimismo, la unión habría contribuido a fortalecer los derechos de la familia al asiento de galeras, sobre todo teniendo en cuenta que muy probablemente Grimaldi habría designado a su viuda como fideicomisaria y, por tanto, con potestad de decidir respecto a los negocios pendientes del marido entre los que se hallaba el asiento de galeras. De confirmarse, el hecho constituiría un precedente de lo que ocurriría más adelante, tras la muerte de Battista Serra en 1643, momento en el que Maddalena Serra solicitó a Felipe IV que «pueda continuar en su real servicio haciéndole merced del asiento en su cabeza de las dos galeras» con las que servía su marido difunto.117 Teniendo en cuenta que Grimaldi administraba, junto a Battista Serra, el asiento de dos galeras de Federico Spinola, es posible que un matrimonio entre el único superviviente del asiento y la viuda de Grimaldi facilitara la gestión y el ajuste de cuentas del mismo y, por tanto, que acelerara el proceso que concluyó con reconocimiento de Battista al frente del asiento. 116  Ibidem. 117 AGS, Galeras, leg. 10, fols. 733r-734r. 3 de agosto de 1643. En dicho documento, Maddalena nombraba fiador en la gestión del asiento a su cuñado, Paolo Francesco Doria (marido de Artemisia Serra). Otra prueba de la relación de Maddalena con el asiento de galeras de Battista Serra tras su defunción en ASGe, NA, 4558, donde una escritura notarial testimonia la asunción del asiento de galeras por parte de Maddalena Serra en 1643.

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Cuestiones como la señalada enfatizan el papel activo que jugaron las mujeres genovesas en la gestión y la tutela del patrimonio de la familia de origen y su participación en las negociaciones con el rey o los ministros hispánicos desde una posición de autoridad y legalmente reconocida como era la del fideicomisario. Sin olvidar que fenómenos como el descrito demuestran la importancia de la mujer genovesa no ya como elemento pasivo, que actuaba a través de canales informales y portador del honor y reputación de la familia, sino como agente activo en ámbitos públicos que reconocían su capacidad jurídica.118 Respecto al nombramiento de Francesco Serra de Giovanni Pietro II como fideicomisario por el codicilo de Loano de 1616, hay que tener en cuenta que Girolamo seguramente estaba al corriente de que las funciones de Battista Serra al frente de la Diputación del Medio General de 1608 estaban a punto de expirar. De hecho, estas fueron prorrogadas en enero de 1616 solo por un año más. También la misión de Battista como agente de la República en Madrid, cargo que ejercía desde 1614, tocaba a su fin visto que en febrero de 1616 el gobierno genovés designó a Filippo Adorno como sustituto de Serra.119 Por tanto, la retirada de la Corte a corto plazo por parte de su sobrino y futuro tutor de sus hijos debió de influenciar la inclusión de Francesco Serra de Giovanni Pietro II, ya que Girolamo no podía arriesgarse a que sus negocios no contaran con representantes de su confianza en Madrid.120 Se reforzaban, de esta manera, los vínculos con el

118 Uno de los primeros en señalar la relevancia de las mujeres genovesas en las empresas y patrimonios familiares fue Edoardo Grendi. Véase el capítulo que dedica a las mujeres Balbi en Grendi, E. I Balbi..., cit., pp. 270-301. 119 El 10 de marzo de 1616 se enviaron las instrucciones a Filippo Adorno, designado como embajador ordinario y sustituto de Serra el 26 de febrero de ese mismo año. Pero su muerte imprevista a finales de abril, antes de embarcar a España, obligó a Battista a continuar en el cargo: Ciasca, R. Istruzioni..., cit., vol. 1, p. 385. 120 Los documentos hallados ponen de manifiesto las innumerables gestiones que los fideicomisarios de Girolamo Serra y Claudia Lomellini encomendaron a

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ramo de Giovanni Pietro II, primo de Girolamo que, como puede observarse, se mantuvo como fideicomisario tanto en el testamento de 1613 como en el codicilo de Loano de 1616. La presencia del Giovanni Pietro II Serra, residente en Génova, constituía una garantía en la ciudad de origen y probablemente respondía a las mayores responsabilidades atribuidas a su hijo y al poder conquistado por Giovanni Pietro II en las magistraturas de la República.121 En este sentido debe también interpretarse la decisión de Battista Serra de ceder, en 1617, a Francesco Serra de Giovanni Pietro II todos sus negocios de España, en los que a partir de entonces, y hasta mediados de 1621, ambos participarían por mitad. A partir de entonces, en el libro de negocios que iba desde 1621 a 1624 y que Francesco mantenía con Agostino Centurione, Battista afirmaba ser partícipe por cuenta de «soldo uno, e denari otto in soldi Francesco Serra de Giovanni Pietro II, casi siempre referidas a la administración de las rentas de juro que los difuntos poseían en Castilla. Algunos ejemplos en ASGe, NA, 3665; AGS, CME, leg. 570 (2), 53; AGS, CME, leg. 570 (1), 17; AGS, DGT, inventario 11, leg. 15-8; AGS, CME, leg. 570 (2), 49. Junto con Francesco Serra de Giovanni Pietro II, en la tutela de las rentas castellanas que poseían los difuntos Girolamo Serra y Claudia Lomellini destacó Giovanni Luca Pallavicino. En relación a ello, destacan numerosos poderes redactados por los fideicomisarios en Génova a favor de Pallavicino: ASGe, NA, 3665. Asimismo, fue Giovanni Luca Pallavicino el que presentó en la Corte el 1 de julio de 1617 el testamento y codicilos originales de Girolamo con el objeto de hacer valer los privilegios del difunto en España y de asegurarse de que no se perjudicaran los derechos de sus herederos universales. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2. 121 La verdadera escalada de Giovanni Pietro II a las más altas magistraturas de la República había comenzado en 1607 cuando fue nombrado senador. Cuando Girolamo redactó su codicilo de 1616, Giovanni Pietro II era procurador (desde abril de 1615 y hasta finales de 1616). Posteriormente, entre julio de 1618 y junio de 1620, volvió a desempeñar el cargo. Destaca la ausencia de Nicolò Serra, hermano de Girolamo, como fideicomisario tanto en el testamento de 1613 como en los codicilos de 1616. Nicolò, después de un importante ascenso político a finales del siglo xvi (registró hasta tres candidaturas al Dogato entre 1593 y 1605), parece sucumbir ante el éxito de su primo Giovanni Pietro II, puesto que su último cargo destacado fue entre julio de 1604 y junio de 1606 como procurador.

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venti», mientras que, en el libro sucesivo, que se prolongó hasta 1636, aseguraba participar por un tercio del mismo.122 La cesión de negocios mencionada se erigía en una especie de división de «competencias», pero no de espacios: las plazas del continente europeo a las que Francesco destinaba los capitales de los asientos de Madrid y, por otro, el Mediterráneo donde navegaban las galeras del asiento de Battista no deben considerarse en ningún caso como ámbitos aislados. La coherencia y la complejidad de la red Serra residían precisamente en esa capacidad para conectar y operar simultáneamente en espacios y ámbitos económicos tan diversos, pero claramente interdependientes.123

6. Centros

conectados: redes septentrionales y meridionales

La actividad de la compañía de Francesco Serra de Giovanni Pietro II y Agostino Centurione se concretó, a partir de 1618, 122 En el momento en que Battista efectuó su testamento, informaba de que no se habían terminado de saldar las cuentas correspondientes a este último libro por lo que rogaba a Francesco Serra de Giovanni Pietro II que dicha tramitación se finalizase cuanto antes «confiando en su gran cristianidad y rectitud y bondad y en el amor grande que siempre me ha mostrado en correspondencia con el que yo le muestro, amándolo como si fuera mi propio hermano como él mismo puede haber visto». Traducción propia del texto original: «confidando che la sua gran cristianità, e retitudine bontà et amor grande che sempre mi ha mostrato in corrispondenza di quello por[to?] a lui amandolo como se mi fussi proprio fratello como lui medesmo puo haverlo visto». Como era de esperar, dada la relación cercana que parecían mantener y los negocios pendientes entre ambos, Battista Serra designó a Francesco Serra de Giovanni Pietro II como uno de sus fideicomisarios en su testamento de 1637. En ASGe, NA, 5841, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 123 Una comparación de estas dos trayectorias familiares (la de Francesco Serra de Giovanni Pietro II y su primo Battista Serra q. Antonio IV) en Ben Yessef Garfia, Y. R. «Una transnacionalitat...», cit.

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en varios contratos de asientos firmados en Madrid para cuya provisión fueron imprescindibles sus contactos en Amberes y Génova. En esta última, fue Francesco q. Antonio IV quien, a partir de 1610, facilitó las operaciones de crédito de su homólogo en Madrid. En lo que respecta a Amberes, sabemos que la sociedad Serra-Centurione contaba con la asistencia de la compañía formada por los también genoveses Lazaro, Benedetto y Andrea Pichinotti.124 En 1619, Andrea Pichinotti ostentaba una posición destacada en la comunidad ligur de Flandes. De hecho, en junio y octubre de 1619 fue cónsul de la nación genovesa de Amberes, así como cooperador habitual de los banqueros de Madrid, Génova y Nápoles para el suministro de capitales en los Países Bajos.125 Asimismo, cuando en 1638 se produjo la caída de Breisach que obligó a la activación temporal de la ruta inglesa de la plata, la compañía de Amberes de la que formaba parte Andrea Pichinotti contaba en Londres con el agente flamenco Pieter Rycart que le permitía el acceso al preciado metal esencial para la continuidad de sus servicios financieros en Flandes.126 No obstante, el verdadero protagonismo de Andrea Pichinotti se produjo en la segunda mitad del siglo xvii cuando, tras el fallecimiento de su hermano Francesco Maria, hubo de sustituirlo en Madrid, erigiéndose, a 124 Serra y Centurione contaron con la sociedad de Pichinotti de Amberes para el desembolso de las pagas estipuladas por los asientos firmados en Madrid el 6 de septiembre de 1621 (en AGS, CMC, 3ª época, leg. 105 y AGS, CCGG, leg. 115) y el 20 de junio de 1623 (en AGS, CMC, 3ª época, leg. 105). Sobre los Pichinotti, véase Domínguez Ortiz, A. Política y hacienda..., cit., pp. 110-113; Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., pp. 73-79 y 145 (genealogía); id. El crédito..., cit., pp. 317-322; Sanz Ayán, C. Los banqueros de Carlos II..., cit., pp. 176-177 y pp. 323-327; id. Los banqueros y la crisis..., cit., pp. 247-252. 125 Vitale, V. Diplomatici…, cit., p. 304. 126 Marsilio, Claudio. «“Cumplir con cuidado”. Il mercato del credito genovese negli anni 1630-1640. Vecchi protagonisti e nuove strategie operative», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R, Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 801-818:813-814.

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partir de entonces, en uno de los principales hombres de negocios de la Monarquía Hispánica.127 Detrás de los tratos recurrentes que los Serra cultivaron en la década de 1620 con los Pichinotti, con los que además compartían un agente en Sevilla —Juan Cervino—,128 se hallaba también una lejana parentela: Andrea y Francesco Maria Pichinotti eran hijos de Benedetto Pichinotti, casado con Maria Di Negro y cuyo padre, Andrea Pichinotti q. Lazaro había casado con Isabella Pinelli q. Cattaneo, hermana de Maria Pinelli.129 Esta última era esposa de Nicolò Serra q. Paolo II, tío de Battista Serra. Las relaciones entre los Serra y los Pichinotti se prolongaron en el tiempo. Precisamente, en 1640 Nicolò Serra, seguramente uno de los hijos de Giovanni Pietro II Serra, participaba en la exportación desde Génova de «ocho cueros llenos de aceites que ha nacido en esta ribera de Génova, una pieza de queso parmesano fabricado en el Estado del duque de Parma y un balón de papel blanco para escribir fabricado en la dicha ribera de Génova», por orden y cuenta de sus hermanos Giovanni Tommaso y Giovanni Agostino Serra, todos ellos residentes en Madrid. La nave donde fueron transportados dichos objetos se denominaba Angelo y los cargadores eran Giovanni Carlo Serra —también hijo de Giovanni Pietro II y residente en Génova— y Giovanni Battista Pichinotti, posiblemente hermano de Andrea y Francesco Maria.130 127 Tanto fue así que desempeñó el cargo de factor general del rey después de la suspensión de pagos de 1652 (en sustitución de Giovanni Stefano Invrea) y fue nombrado consejero de Hacienda en 1657. En Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., p. 75. 128  Ibidem, p. 129. 129 Buonarroti, A. M. Alberi…, cit., vol. 3, parte I, fol. 94, en BCB, M.r., VIII, 2, 31. 130 La nave era conducida por el capitán inglés Benjamin Clandley, que debía entregar la carga a Juan Nursiteli. En ASGe, NA, 7165, testimonio de Nicolò Serra sobre dicho transporte y envío, Génova, 4 de enero de 1640. Asimismo, Andrea Pichinotti fue uno de los testigos del testamento que realizó en Madrid

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Algunos de los asientos de la compañía Serra-Centurione en la década de 1620 nos permiten visualizar la red que se activaba para poder cumplir los compromisos contraídos con el monarca. Así por ejemplo, la compañía «Lazaro, Benedetto e Andrea Pichinotti» fue, junto a la de Paulo Bustaneo y hermanos, la encargada de proveer en Amberes los capitales comprometidos por Francesco Serra y Agostino Centurione por cuenta de un asiento de 300 000 ducados a pagar en Flandes y acordado en Madrid el 6 de septiembre de 1621.131 Posteriormente, Serra y Centurione contaron de nuevo con la sociedad de Pichinotti de Amberes para el desembolso de las pagas estipuladas por otro asiento firmado en Madrid el 20 de junio de 1623. Esta vez se trataba de 72 775 escudos de a 57 placas cada uno a proveer en Flandes y de 30 000 ducados de a once reales a abonar en Inglaterra. En virtud de los escudos a pagar en Flandes, se acordaron cuatro pagas iguales para las cuales se recurrió a los servicios de la compañía «Lazaro, Benedetto e Andrea Pichinotti».132 Las actividades de los Pichinotti en Amberes no pueden entenderse sin explicar su conexión con otros miembros de la red Serra situados en enclaves mediterráneos como Nápoles y GéAntonio Pallavicino, hijo de Maria Serra y de Nicolò Pallavicino y, por tanto, sobrino de Battista Serra. En AGS, CME, leg. 1181, 46, 10 de enero de 1662. 131 En AGS, CMC, 3ª época, leg. 105. Las pagas debían llevarse a cabo el 15 de noviembre, 15 de diciembre de 1621 y el 15 de enero de 1622. Los dichos 300 000 escudos debían ser abonados en plata a razón de 395 maravedíes el escudo, en total 118 500 000 maravedíes. Como adehala, se concedía un consumo de 30 000 ducados que cobraría Battista Serra. Sobre este asiento, véanse también AGS, DGT, inventario 11, leg. 8-6; id., inventario 24, leg. 1328-9. Los Bustaneo, concretamente David, intervinieron nuevamente, junto a Ambrogio Fiesco, a favor de un asiento de Serra y Centurione con destino a Amberes en 1624. Según la documentación, lo hicieron en nombre de Paulo Dorco (Dorchi o D’Orco) y del genovés Bartolomeo Campominosso. En AGS, CCGG, leg. 118-1, asiento de Serra y Centurione, 17 de septiembre de 1624. 132 AGS, CMC, 3ª época, leg. 105. La primera paga debió de concretarse el 10 de julio de 1623 y las tres restantes de treinta en treinta días a partir de la entrega inicial.

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nova. Se observa, por ejemplo, que los pagos de los Pichinotti en Flandes estaban condicionados a la recepción de las letras de cambio libradas por Battista Serra y Sanguineto en Génova. A su vez, las fuentes evidencian que algunas de estas letras constituían una respuesta a los asientos que Ottavio Serra o algunas de las sociedades comerciales de las que formaba parte negociaban en Nápoles.133 La implicación de Génova, y en concreto de los Serra, en la satisfacción o emisión de las letras de cambio necesarias para el cumplimiento de asientos realizados en Nápoles se observa ya desde finales del siglo xvi, como demuestra el hecho de que en 1596 y 1598 la compañía Serra-Pallavicino figurara como pagadora de numerosas letras de cambio al embajador español en Génova, Conde de Biñasco. Letras que habían sido emitidas por banqueros genoveses residentes en Nápoles en virtud de los asientos que habían acordado con el virrey de dicho reino.134 Asimismo, en la

133 Respecto a la actividad financiera y comercial de Ottavio Serra en Nápoles y sus contactos con la plaza genovesa, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «A Genoese Merchant-Banker...», cit. La participación de la compañía Pichinotti en el pago de letras de cambio derivadas de un asiento por valor de 200 000 ducados concretado en Nápoles por Ottavio Serra con el virrey de Nápoles y destinado a Amberes en ASNa, Sommaria, Partium Regii Patrimonii, 41, fols. 205v-209r. Aunque no se precisa la fecha del asiento, sabemos que, como compensación del mismo, Ottavio Serra recibió el 9 de septiembre de 1622 la asignación del precio de 134 000 ducados a razón del siete por ciento sobre fiscali de Terra di Lavoro. Ottavio o las compañías en las que participaba facilitaban las operaciones financieras de Sanguineto en Nápoles, como demuestran varios documentos del fondo Spirito Santo del Archivio Storico Banco di Napoli en los que Serra aparece pagando letras de cambio enviadas por Sanguineto. Algunos ejemplos en ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 78, II semestre, fol. 135, 17 de septiembre; id., SS, a. 1612, gb, m. 73, I semestre, fol. 440, 9 de abril; id., SS, a. 1614, gb, m. 90, I semestre, fol. 837, 14 de junio de 1614; id., SS, años (aa.) 1615-1616, gb, m. 108, I quadrimestre, fol. 457, 23 de marzo de 1616. 134 En concreto, en 1596, la compañía Serra-Pallavicino pagaba letras de cambio al conde de Biñasco en virtud del asiento de 13 000 ducados concretado en Nápoles por Giovanni Francesco Scotto, Lorenzo y Vespasiano De Mari «para gastarlos en la compra de tejido ligero de algodón [cotonina], tela bordado [cannareaccio trino] y de lana impermeable [arbascio] para servicio de las galeras de este reino». Traducción

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década de 1620, Genesio Sanguineto135 y otro sujeto estrechamente conectado a los Serra, Giovanni Francesco Pallavicino,136 figuran en Génova como pagadores de los asientos que Francesco Serra de Giovanni Pietro II firmaba en Madrid. Se trata de hechos esclarecedores sobre la importancia de las redes mediterráneas en el funcionamiento del sistema de asientos de dineros que, como puede comprobarse, no solo dependía de las entradas inconstantes del monarca hispánico, sino también del (frágil) equilibrio de compensaciones establecidas entre los correspondientes localizados en diversos emplazamientos y en las distintas ferias de cambio. El análisis de las conexiones entre las plazas de Madrid, Amberes, Génova y Nápoles demuestra las dificultades existentes para definir las relaciones entre estos núcleos como una dinámica de centro-periferia, donde Madrid sería el único centro en cuanto espacio en el que se concretaban los asientos. Es más, no solo los asentistas de Madrid precisaban de la colaboración de propia del texto original: «per spenderli in compra di coltonina; cannareaccio trino et arbascio per servizio delle galere di questo Regno». En ASNa, Sommaria, Consultationum, 16, fol. 129r. Una operación similar se detecta en 1598 cuando la compañía pagó en 1598 cuando Serra-Pallavicino abonaron el embajador español en Génova letras de cambio por valor de 5000 ducados que constituían una parte del asiento de 20 000 ducados firmado en Nápoles por Stefano y Giuliano Gentile, y Damiano y Francesco Pallavicino, «los cuales antes habían sido enviados [para] el pagador Geronimo de Monte para sustento de las galeras que debían acompañar a la reina, nuestra señora». Traducción propia del texto original: «quali prima erano stati rimessi si pagassero al pagatore Geronimo de Monte per sustento delle galere, cha haveano da accompagnare la Regina nostra Signora». Id., fol. 130r. 135 AGS, CCGG, leg. 115, asiento de Francesco Serra de Giovanni Pietro II, 27 de abril de 1621. El asiento suponía el suministro de 400 000 ducados en Milán, Génova y Flandes. La parte que debía pagarse en Génova fue abonada el 7 de junio de ese año al embajador español, Juan Vivas, por Genesio Sanguineto. 136 Se trataba del hermano de Giovanni Luca Pallavicino, residente en Madrid y con un papel fundamental en las finanzas hispánicas de estos años. Al respecto, destacaban los pagos realizados por Giovanni Francesco Pallavicino al embajador español en Génova, Juan Vivas, de letras de cambio emitidas en Madrid por la compañía Serra-Centurione o por Francesco Serra por cuenta de sus asientos. En ibidem.

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sus agentes situados en otros emplazamientos, sino que dependían del diálogo y de la colaboración que estos agentes establecían entre sí para garantizar el cumplimiento de las cláusulas de los asientos de la corte madrileña. Asientos que, además, después de su acuerdo en Madrid, se veían sometidos a cambios en función de la disponibilidad de capitales en Génova o Amberes o de los cambios improvisados de las prioridades de financiación dictados por las novedades en el desarrollo de la guerra. En un contexto como el descrito, los servicios de los genoveses al monarca y a la propia República estaban supeditados inexorablemente a los conocimientos que estos poseían de los distintos mercados y a la política practicada en otros enclaves, más allá de la corte de Madrid, como Sevilla, Roma, Amberes, Génova, Venecia, Milán o Nápoles. En definitiva, la supervivencia del Estado ligur y de la Monarquía Hispánica dependía de la presencia y actuación conjunta de estos centros del sistema. Desde esta perspectiva, la diversificación de la inversión de la que hicieron gala los Serra era perfectamente funcional, no solo para los intereses específicos de la familia y de su red de socios, clientes y correspondientes, sino también para la logística de la Monarquía Hispánica.137 Además de los agentes mediterráneos, en los asientos hispánicos dirigidos al Sacro Imperio emergen otros sujetos fundamentales para el cumplimiento de las pagas. Por el asiento que la compañía Serra-Centurione firmó el 8 de septiembre de 1618, la sociedad se comprometía a abonar en Alemania 16 666 escudos de 95 kreuzer (o creyceres) cada uno. El embajador Oñate declaró haber recibido dicha cantidad los días 17 y 24 de octubre de manos de Juan Antonio, Bartholome y Pedro Antonio Brocco (o Broch), residentes en Núremberg, los cuales habían realizado 137 Véase al final de este capítulo la tabla 10 en la que se evidencian la localización y los nombres de los distintos miembros de la red Serra en las décadas de 1610 y 1620, así como el mapa 2, donde se señalan los principales enclaves en los que operaba.

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dicho desembolso por orden de «Francesco Serra de Génova».138 Además, este mismo asiento denota la colaboración de la compañía Serra-Centurione con Marco Antonio y Ottavio Lumaga, activos en Núremberg, a los que Francesco Serra de Giovanni Pietro II había mandado letras de cambio para la satisfacción del asiento.139 Tanto los Lumaga, originarios de Piuro —enclave situado a caballo entre los Grisones y el ducado milanés— como los Brocco —originarios de la Valtelina— eran católicos, tenían sede de negocios en Núremberg 140 y, debido a su condición fronteriza, podían acceder con mayor facilidad que otros hombres de negocios al ámbito económico germánico.141 Al igual que los mercaderes alemanes, se encontraban bien conectados con los hombres de negocios protestantes del sur y tenían acceso a algunos de los principales centros de distribución de trigo europeo, tales como la ciudad hanseática de Danzig (Gdansk). Los Brocco poseían un gran ascendiente en Génova, puesto que se encontraban entre los pocos hombres de negocios favorecidos por el Magistrato dell’Abbondanza con contratos para 138 AGS, CMC, 3ª época, leg.105; AGS, CCGG, leg. 113. A pesar de la visible cooperación entre los «Francesco» Serra, primos entre sí, no hemos hallado ningún testimonio que demuestre la participación del hijo de Antonio IV en la sociedad Serra-Centurione como socio. 139 AGS, CCGG, leg. 113. 140 Kellenbenz, Hermmann. «Mercanti lucchesi a Norimberga, Francoforte, Colonia e Lipsia nel xvi e nella prima metà del xvii secolo», en Mazzei, Rita y Fanfani, Tommaso (eds.), Lucca e l’Europa degli affari (secoli xv-xvii). Atti del Convegno internazionale di studi (Lucca, 1-2 dicembre 1989), Lucca, Pacini Fazzi, 1990, pp. 209-228:210. Sobre los Lumaga, véase Aureggi, Olimpia. «I Lumaga di Piuro e di Chiavenna. Ricerche su patriziato e nobiltà nell’alta Lombardia», en Archivio Storico Lombardo, LXXXI (1962), pp. 222-289. 141 Tonelli, Giovanna. Affari e lussuosa sobrietà. Traffici e stili di vita dei negozianti milanesi nel xvii secolo (1600-1659), Milán, FrancoAngeli, 2012, pp. 108-111; Kellenbenz, Hermmann. «Commercio tra la Lombardia e l’Europa centrale e orientale. Dal xv alla metà del xvii secolo», en Taborelli, Giorgio (ed.), Commercio in Lombardia, vol. 2, Milán, Mediocredito lombardo, 1987, pp. 95-101.

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el aprovisionamiento de trigo a la República.142 Como señala Zunckel, la Annona genovesa vigilaba cuidadosamente las características de aquellos a los que se confiaba el abastecimiento de cereal en territorio genovés, escrúpulo que justificó que se tratase solo con un número limitado de personas, entre las que se encontraban algunos ligures, ciertos hombres de negocios valtelineses como los Vertema143 o los Brocco,144 o los alemanes Raynolt y sus parientes Fortembach.145 El protagonismo que ad-

142 Zunckel, Julia. «Esperienze e strategie commerciali di mercanti tedeschi fra Milano e Genova nell’epoca della Controriforma», en Burkardt, Albrecht, Bertrand, Gilles y Krumenacker, Yves (ed.), Commerce, voyage et expérience religieuse (xvie-xviiie siècles), Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2007, pp. 231-255: 251-252. 143 Sobre la relación de los Vertema con los Serra cabe destacar que Ottavio Serra era procurador en el reino de Nápoles de Eustachio Vertema en cuyo nombre recaudaba algunas de las rentas que este poseía sobre fiscali en el contado de Molise. En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 75, I, fol. 650, 18 de junio. 144 Zunckel no especifica los años exactos en los que los Brocco se hicieron con estos contratos de suministro de grano del Magistrato dell’Abbondanza, pero afirma que fueron especialmente requeridos a partir de la quiebra de los alemanes Raynolt en 1621. En ibidem, p. 254. Lamberti nos informa que los Raynolt vendían trigo a la Annona genovesa desde 1617 y que en 1620 desarrollaron dicha actividad gracias a su participación por mitad en un contrato suscrito con esta institución por los Brocco. En Lamberti, Maria Carla. «Mercanti tedeschi a Genova nel xvii secolo: l’attività della Compagnia Raynolt negli anni 1619-20», Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, vol. XII/I (1972), pp. 72-101:75, 94 y 101. El copialettere de los Raynolt para el período que va desde enero de 1619 a octubre de 1620 lo encontramos en ASGe, Antica Finanza, N. 1401. 145 Sobre la importancia de los Furtenbach o Fortembach en Génova, véase: Kellenbenz, Hermmann. «Cristoph Furtenbach a Genova e il suo testamento», Rivista Storica Italiana, 84, 4 (1972), pp. 1102-1113. Los tratos financieros de los Serra en Piacenza con Christoforo Fortembach han quedado testimoniados en algunos de los documentos hallados en el Archivio Storico Banco di Napoli. En concreto, la compañía de Ottavio Serra y Antonio Spinola pagaba el 14 de marzo de 1612 526 ducados, 4 tarì y 12 grana a Paulo Vincenzo Varese por una letra de cambio de Francesco Serra de Génova «que dijo que fueron cambiados con Christoforo Fortembach» («disse cambiati con Christofaro Fortimbac»). En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 74, I semestre, fol. 308.

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quirieron los mercaderes y financieros nórdicos en estos años146 halla en gran parte su explicación en la guerra económica que la Monarquía Hispánica protagonizó contra el holandés a partir de 1621 y que obligó a la reconducción del comercio habitual de las Provincias Unidas hacia los puertos hanseáticos y alemanes del norte, provocando, de esta manera, la reactivación de dichos enclaves.147 Los vínculos de Francesco Serra q. Antonio IV con los dichos Brocco no fueron los únicos que cultivó con mercaderes extramediterráneos. La conexión entre los Raynolt y Francesco Serra q. Antonio IV para el período de 1619 a 1620 ha sido destacada por las investigaciones de Lamberti y muy probablemente hallan su razón de ser en los intereses que ambas partes mantenían en la comercialización del trigo, que, en el caso de Francesco, quedan atestiguados por los cargamentos de cereal arribados en 1620 a Liorna en naves holandesas.148 Al margen de 146 Sobre la presencia de mercaderes del norte de Europa en Génova, véase Grendi, Edoardo. «I nordici e il traffico del porto di Genova: 1590-1666», Rivista Storica Italiana, 83 (1971), pp. 23-71. Grendi se refiere a las ventas realizadas al Magistrato dell’abbondanza entre 1602 y 1621 en p. 43. En ellas, destacaron precisamente «Fortembach» y «P. Raynolt». Véase también Grendi, Edoardo. «Traffico e navi fra 1500-1700», en id., La repubblica aristocratica…, cit., pp. 309-364. Sobre la proliferación del tráfico de embarcaciones del norte de Europa en Italia, véase Pagano de Divitiis, Gigliola. Mercanti inglesi nell’Italia del Seicento, Venecia, Marsilio Editori, 1990. 147 Israel, J. Dutch primacy..., cit., p. 127. Sobre la Hansa y su papel en la Monarquía Hispánica: Weller, T. «Entre dos aguas...», cit. 148 Engels, Marie-Christine. Merchants, Interlopers, Seamen and Corsairs. The «Flemish» Community in Livorno and Genoa (1615-1635), Hilversum, Uitgeverij Verloren, 1997, pp. 99, 230 y 234. Sobre el tráfico comercial de Liorna y su competencia con el puerto franco genovés, véase Frattarelli Fischer, Lucia. «Livorno 1676: la città e il porto franco», en Angiolini, Franco; Becagli, Vieri y Verga, Marcello (eds.), La Toscana nell’età di Cosimo III. Atti del convegno, Pisa-San Domenico di Fiesole, 4-5 giugno 1990, Florencia, Edifir, 1993, pp. 45-66; Kirk, Thomas. «Genova, Livorno: Sixteenth and Seventeenth-century Commercial Rivalry as a Stimulus to Policy Development», History, 281 (2006), pp. 3-17; Trivellato, F. The familiarity…, cit.

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los negocios que Raynolt y Serra pudieran compartir, Francesco q. Antonio IV figuraba entre los financieros y comerciantes genoveses con los que los primeros se asociaron en Génova, junto a otros como Giobatta Pozzo, los Cotta, los Balbi, Stefano Saluzzo y los Sanguineto.149 Los lazos entre los Raynolt y los Serra no solo pudieron tener su origen en actividades económicas comunes, sino también en el establecimiento de contactos con las mismas personas. Así lo demuestra la estrecha colaboración que los Serra entablaron con los Sanguineto en estos años y con los que los Raynolt compartían su interés por el mercado del trigo. Al respecto, Lamberti especifica que en 1620 los Raynolt «habían encargado en Danzig 400 avevano commissionato a Danzica «400 lasti [laste] de trigo por su cuenta y 400 lasti en los que participaba también Sanguineto».150 Estos alemanes estaban representados en Génova por Genesio Sanguineto que poseía importantes contactos en Valencia con los Cernezzi, definidos por Marsilio como «los líderes del comercio del grano enviado desde Sicilia para abastecer la región española».151 Las excelentes conexiones de Sanguineto con las 149 Lamberti, M. C. Mercanti…, cit., p. 75. 150  Ibidem, p. 101. Traducción propia del texto original: «400 lasti di frumento per proprio conto, e 400 lasti in compartecipazione con i Sanguineto». La lasta era una unidad de medida utilizada en algunos países norteuropeos. 151 Traducción propia del texto original: «i leader del commercio del grano che viene spedito dalla Sicilia per rifornire la regione spagnola». En Marsilio, C. Dove…, cit., p. 186. Testimonios de los tratos que sostuvieron Franco y Costantino Cernezzi, en Valencia, y Genesio Sanguineto, en Génova, entre el 9 de enero de 1623 y el 9 de abril de 1629 en ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 42, doc. 48, «Notamento di partite di crediti in Valenza per gli anni 1623-1629 spettanti a Ginesio Sanguineto». En dichas anotaciones, se muestran los distintos pagos que, en este período, efectuaron los Cernezzi al doctor Gaspar de Tapia, archidiácono mayor y canónigo de Valencia. Sobre los Cernezzi, Álvarez Nogal, Marsilio y Lo Basso afirman que, junto a los Oste y los Flangini, eran operadores comaschi (de la ciudad de Como), habituales correspondientes de Gregorio y Bartolomeo Spinola. Por muchos años, estuvieron implicados en la

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redes septentrionales de suministro de una mercancía tan escasa y necesaria como el trigo, así como de los ambicionados pertrechos navales explican que este se erigiera en un pilar fundamental en la administración de las dos galeras con las que Battista Serra servía al soberano hispánico.152 A su vez, los Raynolt estaban conectados con los De Ferrari de Venecia, cuyos lazos con los Serra quedan confirmados por las declaraciones emitidas por el propio Girolamo en su testamento de 1613 en las que admitía haber compartido un libro de negocios con el difunto Battista De Ferrari.153 En lo que respecta a los vínculos entre los De Ferrari de Venecia y los Raynolt, los primeros eran, junto a los Strozzi y los Otti, el canal del que se valían los alemanes para pagar a los Lumaga y a los Odescalchi los capitales que estos habían anticipado desde Núremberg a Filippo Fortembach, correspondiente de los Raynolt en Danzig, y destinados a la adquisición de grano y al alquiler de los barcos necesarios.154 El reembolso a los De Ferrari por sus servicios a los Raynolt era efectuado en Génova por Francesco Serra q. Antonio IV. También en Génova recibían su compensación los Strozzi, esta vez a través de Genesio Sanguineto que, como ya finanza y el comercio a nivel internacional y eran grandes importadores de plata en la plaza veneciana. En Álvarez Nogal, C.; Marsilio, C. y Lo Basso, L. «La red...», cit. Por su parte, Marsilio cita un «Cesare Cernezzi» que en junio de 1638 figuraba como procurador de la familia Odescalchi en Venecia y en Valencia. En Marsilio, C. Dove..., cit., p. 129. Sobre la red transnacional de esta familia, véase San Ruperto Albert, Josep. Emprenedors transnacionals. Les trajectòries econòmiques i d’ascens social dels Cernezzi i Odescalchi a la Mediterrània occidental, ca. 1590-1689, Barcelona, Fundació Noghera, 2019; id. «Familia, redes mercantiles y poder en el siglo xvii: la llegada al Reino de Valencia de los Cernesio», Tiempos Modernos, Revista electrónica de Historia Moderna, 7, 27 (2013), 34 páginas. 152 Sobre las funciones de Sanguineto a este respecto se profundizará en el capítulo dedicado a Nápoles. 153 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fols. 5r y v. 154 Lamberti, M. C. I Raynolt…, cit., pp. 103 y 104.

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se ha evidenciado, era un fiel colaborador de Girolamo Serra, además de socio de los Raynolt para ciertos negocios. Como se puede observar, las conexiones nórdicas que algunos genoveses establecieron en la década de 1620 fueron de enorme utilidad para la República, que las aprovechó para procurarse el abastecimiento de trigo, y para el Católico, gracias a las cuales conseguía obtener en Flandes y en el Imperio los capitales concretados con los financieros en Madrid, Nápoles o Génova, y los pertrechos navales para el aprovisionamiento de las galeras. También las élites hispánicas se beneficiaban de las abigarradas redes tejidas por los hombres de negocios genoveses. Así por ejemplo, la aristocracia y burocracia napolitanas se servían de Ottavio Serra para la confirmación de sus derechos de sucesión feudal o la expedición de sus títulos nobiliarios en Madrid donde la compañía Serra-Centurione, procuradora de Ottavio en la Corte, se encargaba de efectuar los trámites necesarios para ello.155 Para remunerar los servicios que la compañía Serra-Centurione le dispensaba, Ottavio Serra se valía en las ferias de Piacenza de los procuradores del consorcio Serra-Pallavicino, compuesto por Nicolò Pallavicino y por los hermanos Battista y Paolo Serra. Sociedad en la que también participaba Ottavio Serra por ciertas cuotas. O bien, podía tramitar la satisfacción de sus deudas a través de su primo Francesco q. Antonio IV, residente en Génova, como hemos visto, y, al igual que la compañía Serra-Pallavicino, muy activo en Piacenza. No es de extrañar que fuera Francesco Serra q. Antonio IV el miembro de la familia en el que confluyeron las redes septentrionales y las mediterráneas mencionadas, sobre todo teniendo en cuenta que, por entonces, era el único sujeto del linaje que

155 Ottavio mantuvo en estos años estrechos contactos con Francesco Serra de Giovanni Pietro II, tal y como demuestran las cartas que le enviaba para solicitarle servicios en la Corte para algunos de sus clientes de Nápoles. Algunos ejemplos en ASNa, Notai ‘500, 488/25, año 1618; id., 488/29, año 1622, fols. 489r-490v y 545r-547v.

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poseía una dilatada experiencia en los negocios del norte debido a su larga estancia en Amberes donde, como se recordará, llegó a desempeñar el cargo de cónsul de la República. Las acciones de Francesco Serra q. Antonio IV en Génova eran imprescindibles para el mantenimiento de los préstamos a la Corona, sobre todo si se tiene en cuenta el accidentado periplo que su hermano Battista debía afrontar en esos momentos, dada su constante implicación en misiones diplomáticas para la República —primero en Milán y después en Madrid—, o debido a su nombramiento como fideicomisario y tutor de los hijos del difunto Girolamo, cargo que exigía su dedicación a la complicada gestión de la herencia de su tío, dispersa en diferentes ámbitos del sistema imperial hispánico. La convergencia de las redes mediterráneas y septentrionales que se observa en el funcionamiento de los negocios de los Serra permite interpretar el fenómeno de la «invasión nórdica» desde una perspectiva diversa: la clásica imagen de un Mediterráneo decadente y desvalido ante los hombres de negocios septentrionales aparece redimensionada para, en su lugar, dar paso a un panorama más complejo en el que emergen con fuerza fórmulas de colaboración entre agentes mediterráneos y nórdicos, así como el carácter mediador que jugó el espacio mediterráneo en los flujos atlánticos y europeos. De esta manera, frente a un Mediterráneo sometido o escenario de conflictos por la hegemonía entre civilizaciones y entre diversas potencias, las investigaciones más recientes nos restituyen la imagen de un espacio de confluencia y, por tanto, de frontera donde las comunidades mediterráneas no aparecen ya como receptoras pasivas de los agentes externos, sino también como intermediarias y resortes fundamentales en la definición de nuevos equilibrios políticos, sociales y financieros.156 La necesidad 156 F  avaró, Valentina. «Epílogo. Entre el Mediterráneo y América: reflexiones sobre las fronteras», en Favarò, Valentina, Merluzzi, Manfredi y Sabatini, Gaetano (eds.), Fronteras: procesos y prácticas de integración y conflictos entre Europa y América (siglos xvi-xx), Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2017, pp. 569-583.

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de aplicar un Mediterranean standpoint, es decir, una perspectiva que analice el Mediterráneo en su propio contexto y que individualice en él aquellos factores que contribuyeron a los procesos de globalización y de integración de los mercados, constituye actualmente una reivindicación que cuestiona los clásicos paradigmas del atraso.157 La aplicación de dicha perspectiva confirma el dinamismo del espacio mediterráneo y las inmensas posibilidades que aún ofrecía a las élites económicas transnacionales en el siglo xvii. La acción conjunta de las redes centroeuropeas y mediterráneas en el funcionamiento de los asientos financieros y en el abastecimiento de productos nórdicos contribuye a relativizar el mito de la superioridad de los hombres de negocios del norte por encima de los emprendedores mediterráneos para, en su lugar, insistir en la importancia de sus fórmulas de cooperación y coordinación.158 A pesar de la situación crítica que afectó a la familia en la década de 1610, debido a la sucesión improvisada de muertes y a una coyuntura política y económica incierta y cambiante, la diversificación puesta en marcha por Battista Serra y por los componentes de la red consiguió tanto garantizar las bases patrimoniales de la familia —si bien modificando profundamente su naturaleza— como la continuidad del servicio al monarca hispánico por parte de los herederos universales de Girolamo, a los que su tutor, su primo Battista, aseguró una educación en los ambientes cortesanos de Madrid durante los años en los que ejerció como embajador ordinario de la República (1623-1627). Si bien la familia continuó implicada en actividades financieras, comerciales y de gestión de

157 Andreozzi, Daniele (ed.), Mediterranean Doubts. Trading Companies, Conflicts and Strategies in the Global Spaces (xv-xix Centuries), Palermo, New Digital Press, 2017. 158 San Ruperto Albert, J. Emprenedors..., cit.; id. «Coordinar mercancías y finanzas: movilidad de una compañía subalpina en el Mediterráneo del Seiscientos», RiMe, 17/2 (diciembre, 2016), pp. 41-74.

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la deuda pública hispánica, el apuntalamiento de inversiones en territorios como Milán o Nápoles supuso la introducción de nuevas características en el servicio que hasta el momento había prestado la familia al soberano: desde la administración de un oficio enormemente rediticio, como el del Correo Mayor de Milán, hasta la gestión de feudos y la obtención de títulos nobiliarios, como sucedió en Nápoles, donde Giuseppe Serra, hijo de Giovan Francesco y, por tanto sobrino de Battista, obtuvo el título de duque de Cassano en 1672, casi treinta años después de la muerte de Battista, ocurrida en 1643. Asimismo, la estrategia de diversificación de la inversión desplegada por los Serra dio sus frutos en otros ámbitos: a largo plazo, las actuaciones desarrolladas en estas décadas serían cruciales en la caracterización de la identidad transnacional y poliédrica de la familia: los ramos de Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra protagonizarán en el futuro un progresivo alejamiento de sus intereses castellanos para focalizar su atención en las posesiones hispánicas italianas (Milán y Nápoles), sin que ello supusiera el descuido de sus vínculos con la República.159 Por otro lado, a pesar del desinterés que siempre mostró Battista Serra por afincarse en Castilla o por obtener títulos de privilegio castellanos, la apuesta del genovés por continuar al servicio del Católico tras la muerte de Girolamo aseguró el mantenimiento de sus parientes más cercanos en los tratos con el soberano hispánico: al menos dos de sus sobrinos, Stefano y Girolamo, hijos de su hermano Francesco, continuaron implicados en el servicio al monarca hispánico como asentista de galeras el primero y de cuerda de munición el segundo.160 159 En el viraje de la familia Serra hacia los territorios bajo la jurisdicción de la Monarquía Hispánica en Italia fueron decisivos los conflictos por la distribución de la herencia de Girolamo entre Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra entre 1628 y 1641 sobre los que se volverá más adelante. Al respecto, véase Podestà, E.; Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 110. 160 Según el testamento de Anna Lomellini, mujer de Francesco Serra q. Antonio IV, realizado en Génova el 24 de febrero de 1649, otro de sus hijos, Nicolò,

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Mapa 2. Centros para el funcionamiento de la red Serra (1610-1620)161

se dedicó a la carrera militar. En ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini, Génova, 24 de febrero de 1641. No obstante, no podemos asegurar si desempeñó dicho oficio al servicio del monarca Católico o de la República. Según Podestà, Musella y Augurio, Nicolò murió el mismo año en el que su madre redactó sus útimas voluntades. En Podestà, E.; Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., anexo genealógico (sin paginar). 161 Este mapa, de elaboración propia, constituye una síntesis de los aspectos mencionados en este capítulo a partir de las fuentes puntualmente referidas en el mismo. Agradezco a Álvaro Corrales su ayuda para su realización.

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Tabla 10. Componentes clave de la red Serra (décadas de 1610-1620)162 Madrid

Génova

Milán

Battista Serra

Battista Serra

Battista Serra

Francesco Serra de Gio. Pietro II

Francesco Serra q. Antonio IV

Gio. Luca Pallavicino Maddalena Serra (acompaña a su marido Battista cuando fue nombrado embajador de Génova en 1623)

Gio. Pietro II

Piacenza Francesco Serra q. Antonio IV o sus procuradores Compañía SerraPallavicino (Nicolò Pallavicino, Paolo Serra o sus procuradores)

Venecia Ferrari

Strozzi

Otti

Maddalena Serra

Agostino Centurione Genesio Sanguineto Raynolt Veronica Spinola Gio. Battista Grimaldo Francesco De Marini Paolo Serra Gio. Francesco Pallavicino

162 Esta tabla constituye una síntesis a partir de las fuentes primarias y secundarias mencionadas a lo largo de este capítulo.

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Roma

Nápoles

Amberes

Núremberg

Danzig

Giacomo Serra

Compañía de Ottavio Serra y Antonio Spinola

Compañía Pichinotti

Brocco

Fortembach

Compañía Bustaneo

Lumaga

Si bien las decisiones adoptadas en estas décadas fueron exitosas en la medida en la que garantizaron las bases patrimoniales de los Serra, especialmente de aquellos más vinculados con Battista (sus primos y protegidos —Giovan Francesco y Giovanni Battista— y sus hermanos), no hay duda de que los últimos años de la década de 1620 supusieron un enorme reto para los distintos ramos. Tras la suspensión de pagos de 1627, frente al duro golpe que sufrió la actividad financiera de Francesco Serra de Giovanni Pietro II —al que, como se recordará, Battista había cedido sus negocios en España—, la amplia diversificación de actividades llevada a cabo por Battista Serra le permitió minimizar los daños, continuar en el servicio al monarca —fuente de importantes mercedes y privilegios para la familia— y asegurar la herencia de Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra.

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CAPÍTULO 6 EL IMPACTO DE LA «CRISIS» (DÉCADA DE 1620)

1. La

embajada de Battista Serra y la crisis del agregado hispano-genovés (1623-1627)

La coyuntura política y económica que caracterizó los años de la década de 1610 y 1620 explica, como vimos en el capítulo anterior, los cambios introducidos en el perfil de servicio al soberano cultivado por los Serra. Esta coyuntura complicada no solo afectó a las redes mercantiles, que basaban gran parte de sus negocios en los tratos con la Monarquía Hispánica, sino también a las relaciones que esta última mantenía con la República de Génova. La embajada ordinaria de Battista Serra en Madrid, desarrollada entre noviembre de 1622 y agosto de 1627, constituye un observatorio fundamental desde el que analizar este cambio de coyuntura y el modo en el que dicha transformación afectó al agregado hispanogenovés y a la posición de Battista y de los miembros de su red.1 De esta manera, las negociaciones diplomáticas desarrolladas por Battista durante estos años son indicativas no solo del clima de tensión que dominaba en las relaciones entre la Monarquía Hispánica y la República, sino también de las dificultades que halló el representante oficial de Génova en Madrid para conciliar los intereses del Estado ligur, los del soberano al que servía y los de

1 La primera carta que Serra escribió a la República desde España tiene fecha de 30 de noviembre de 1622. Sobre la singular travesía de Serra hasta su destino, véase la carta del secretario del embajador español en Génova, Juan de Ossa, al secretario de Estado y de despacho, Antonio de Aróstegui: AGS, Estado, leg. 1936, carta de Juan de Ossa a Antonio Aróstegui, Génova, 20 de noviembre de 1622, fol. 62. Las instrucciones de la República al embajador Serra tienen fecha de 4-16 de noviembre de 1622. En ellas se especificaba que el cargo se le confería por tres años aunque, como se verá, Serra lo ejerció oficialmente hasta mayo de 1627. En Ciasca, Raffaele. Istruzioni e relazioni degli Ambasciatori genovesi. Spagna, vol. 2 (1619-1635), Roma, Istituto Storico Italiano per l’età moderna e contemporanea, 1955, pp. 178-210. Las fuentes consultadas para el estudio de dicha misión diplomática han sido: ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, 2431, 2432 y 2433. Asimismo, se hallan algunas cartas de la República a Battista Serra en Madrid en ASGe, AS, Litterarum, 1889 y 1891.

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sus compatriotas de la Corte de los que dependía enormemente para el éxito de sus negociaciones. Para dimensionar adecuadamente los esfuerzos del embajador Serra a la hora de articular los intereses contrastados de cada una de las partes, conviene recordar algunas de las cuestiones más candentes que habían contribuido a incrementar la conflictividad entre Génova y sus particulares, de un lado, y la Monarquía Hispánica, de otro. Los gastos militares en ascenso y el retorno a las acuñaciones de moneda de vellón para monetizar la deuda a partir de 1618 constituían dos factores que aumentaban las exigencias sobre los banqueros de la Corona, reducían el valor de los juros que se concedían a los financieros como consignación y aumentaban el premio de la plata debido a la proliferación de la moneda de cobre en sus tratos con la Real Hacienda.2 En Castilla, las continuas manipulaciones del vellón y otras disposiciones puestas en práctica para obtener una liquidez adicional causaron importantes daños a los genoveses: el 9 de octubre de 1621 se decretó un crecimiento de todos los juros del 7,14 por ciento al 5 por ciento que habían sido excluidos en anteriores operaciones de este tipo. Como precisa Álvarez Nogal, no se trataba exactamente de un crecimiento, puesto que no se dio a sus dueños la opción de mantener su renta abonando la diferencia en el principal, y tampoco de un desempeño, porque la Corona no amortizó los juros. Simplemente, fue «una rebaja unilateral de la renta anual de cada privilegio que superaba el cinco por ciento, una primera y tímida suspensión de pagos sobre una parte de la deuda pública».3 Medidas como la sugerida explican que, a finales de la década de 1620, disminuyeran enormemente el valor de las rentas que Girolamo Serra poseía España, tal y como nos indica una fuente 2 3

De Carlos Morales, Carlos Javier. «Crisis financieras, deuda dinástica, 15571627», Cuadernos de Historia Moderna, 42, 2 (2017), pp. 503-526:517-520. Álvarez Nogal, C., Oferta..., cit., p. 33.

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del siglo xviii hallada en el Archivo Serra di Cassano. De hecho, algunos de los legados que Girolamo estipuló en su testamento y codicilo y situados sobre juros hispánicos no pudieron ser cumplidos por la precariedad a la que se vieron sometidas dichas rentas. En concreto, Girolamo ordenó que los legados señalados se financiaran mediante 10 000 ducados de renta de juro que poseía sobre rentas españolas y ordenaba que el dinero sobrante de este total se invirtiera en montes (monti) de Roma hasta que dicho capital rindiera 3000 ducados anuales.4 Dicho montante debía ser empleado por sus fideicomisarios en casar hijas pobres de Génova y de fuera de la ciudad.5 Pero, tal y como advierte el documento, fue imposible obtener un remanente de 10 000 ducados que pudiera ser depositado en montes de Roma entre 1629 y 1634, debido a que, en aquel período, las rentas de Girolamo cayeron en picado. Se trata de una observación más que fiable, si tenemos en cuenta las confiscaciones de intereses de juros de extranjeros que se acometieron precisamente en estos años.6 Este tipo de pragmáticas no afectaron únicamente a Castilla y, lo que es peor, comenzaron a ser aplicadas en otros reinos solo a los extranjeros que poseían rentas del rey. Las primeras medidas que afectaron a la nación genovesa en este ámbito se manifestaron alrededor de 1620 en forma de reducciones o de total incautación de las rentas que los forasteros percibían, o de aumento o imposición de nuevos impuestos a dichas comunida4 Sobre la importancia económica y social de los montes de piedad en la época moderna: Muzzarelli, Maria Giuseppina. «I monti di pietà fra tradizione e innnovazione: una storia in cinque punti», en Avallone, Paola (ed.), Prestare ai poveri. Il credito su pegno e i Monti di Pietà in Area Mediterranea (secoli xv-xix), Nápoles, CNR-ISSM, 2007, pp. 31-42. 5 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 6. 6 La primera incautación directa efectuada fue realizada en 1625 contra todos los poseedores de juros en España y fue justificada por el ataque a Cádiz por parte de los ingleses. La precariedad que la Real Hacienda atravesaba suscitó la requisa del cargamento de Indias llegado a Sevilla ese mismo año. Sobre la incautación de 1634, véase Álvarez Nogal, C. «Los genoveses y la incautación...», cit.

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des. Así, entre 1620 y 1624, la nación genovesa de Barcelona se vio seriamente afectada por la propuesta del doctor Dalmau (o Dalman) de incrementar en un diez por ciento las tasas pagadas por los extranjeros de esa ciudad.7 Del acoso que los ligures de Barcelona debieron experimentar en esos años nos informa la carta que la República envió el 11 de mayo de 1624 a Battista Serra, por entonces embajador ordinario en Madrid. Según las autoridades genovesas, «el desorden que siguió en Barcelona contra nuestra nación ha sido grande, ya que se aplicó sin causa, duró muchos días y fue cometido por la multitud y contra cualquier miembro de nuestra nación indiferentemente. Asimismo, ya que en esta ocasión [de desorden] se cometieron homicidios, incendios y robos» el gobierno de la República lo comunicaba a su embajador para evitar que tales eventos pudieran repetirse en otros lugares en prejuicio de los genoveses.8 En fechas cercanas, otros reinos hispánicos respondieron de manera similar a los llamamientos efectuados por la Corona con el objetivo de que recabaran financiación a toda costa. En diciem7 El gobierno genovés recomendaba a su embajador en Madrid, Giambattista Saluzzo, que informara al cónsul de la nación en Barcelona, aunque se mostraba confiado en una resolución favorable por parte de los miembros del Consejo de Aragón, «ya que era del interés de todos los forasteros y particularmente de los franceses [que] tendrán que hacer su parte». Traducción propia del original: «toccando l’interesse a tutti li forastieri e particularmente à francesi doveranno fare la parte loro». ASGe, AS, Litterarum, 1887, carta de la República al embajador ordinario en Madrid, Giambattista Saluzzo, 9 de septiembre de 1620, fols. 182r-182v:182r. 8 Traducción propia del texto original: «Il disordine seguito in Barcellona contra la nostra natione è stato grande per essere seguito senza caosa, per haver durato molti giorni, essere stato commesso da moltitudine, e contra chi sivogli della nostra natione indiferentemente. Finalmente per essere stato in esso commissi homicidij, incendij e furti». ASGe, AS, Litterarum, 1889, carta de la República a Battista Serra, embajador ordinario en Madrid, 11 de mayo de 1624, fols. 118r-118v:118r. En otra carta a Serra con fecha de 29 de mayo de 1624, la República daba cuenta de lo que el embajador había ya comunicado a las autoridades ligures: los disturbios habían sido cometidos por personas viles que serían castigadas. En id., carta de la República a Battista Serra, embajador ordinario en Madrid, 29 de mayo de 1624, fols. 119v-120r.

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bre de 1621, el duque de Feria, gobernador de Milán, acometió el primer intento de expropiación del Correo Mayor de Milán que había sido vendido a Battista Serra en 1617. Dicha maniobra no fue fruto de una seria pretensión por parte del monarca Católico de arrebatar la regalía a Serra ni constituía un caso aislado. Por el contrario, formaba parte de la oleada de reclamaciones que los ministros del rey extendieron principalmente sobre los altos cargos durante todo el siglo xvii. El objetivo era asegurarse un servicio económico inmediato a cambio del mantenimiento en oficio, así como la renovación del pacto de fidelidad establecido con la Corona por parte de los servidores de la misma. Este último aspecto no era en absoluto baladí, sobre todo teniendo en cuenta el ascenso al trono de un nuevo monarca y la muerte de Girolamo Serra en 1616.9 En Nápoles, el intento de superar la crisis de la moneda, de cuya mala calidad se culpaba a los ligures, se concretó en 1622 mediante una serie de medidas deflacionistas aplicadas por el virrey de Nápoles, el cardenal Zapata, a las que antecedieron otras devaluaciones efectuadas en 1617, 1618 y 1620. Tales reformas determinaron que, a partir de entonces, los genoveses manifestaran una neta preferencia por las especulaciones financieras y por la posesión feudal.10 Se trataba solo del inicio de un proceso que conduciría al desprestigio definitivo de las rentas de juro hispánicas en la década de 1630 y que Battista Serra supo aprovechar aceptando la compra de títulos de deuda de poco valor a cambio de que se efectuara, a favor de sus primos, la venta del feudo de Cassano a un precio conveniente. Operación que, como veremos, se completó en 1622.  9 Sobre estos aspectos, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio a la Corona...», cit. 10 Brancaccio señala que el fenómeno habría comprendido principalmente el período de 1610 a 1622, años en los que los genoveses se hicieron con importantes posesiones feudales. En Brancaccio, Giovanni. «Nazione genovese». Consoli e colonia nella Napoli Moderna, Nápoles, Guida Editore, 2001, pp. 116 y 124.

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Además de los efectos negativos que causaron en la estabilidad del agregado hispano-genovés la manipulación monetaria, la incertidumbre con la que se abonaban las prestaciones financieras o el progresivo ascenso de los competidores de los genoveses, como los portugueses, las relaciones diplomáticas entre la República y el Católico continuaban enquistadas en asuntos como el enclave de Finale, a los que se sumaban nuevas tensiones como las protagonizadas por la negativa de los españoles a reconocer el título de Serenissima a la República11 o por el controvertido flujo de capitales entre Venecia y Génova.12 Las hostilidades entre ambos socios se verían acentuadas por el retorno a la guerra en el norte de Italia y en los Países Bajos, lo que obligaba a la Monarquía Hispánica a la obtención desesperada de recursos y al despliegue de todo su aparato militar, para lo cual Génova y sus puertos jugaban un papel crucial. Ambas circunstancias se concretaron en la continua presión sobre su aliado por parte del monarca Católico y en atentados contra los privilegios seculares que la nación genovesa disfrutaba en los reinos hispánicos.

11 Sobre esta cuestión versan algunas de las cartas que la República envió a su embajador ordinario en Madrid, Costantino Pinello, entre 1621 y 1622. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, «Lettere del Serenissimo governo al Magnifico Pinello, 1621-1622». En concreto, fols. 59r y 60v sobre el título de Serenissimo que se daba a los Grandes de España y el derecho que tenía la República al mismo tratamiento por ser libre, tener dominio sobre Córcega y por sus méritos en el servicio a la Monarquía Hispánica. 12 Fenómeno estrechamente vinculado al proceso de continua devaluación que padecían los juros de España en estos años. En un contexto similar, la oferta de Venecia de títulos de deuda pública al doce por ciento no dejaba de preocupar a ministros hispánicos como Juan Vivas, embajador español en Génova. En carta enviada por Vivas al monarca informaba de que la República había intentado atenuar dichas acusaciones contra sus ciudadanos aludiendo al hecho de que los que proporcionaban dinero a Venecia no eran «interesados en España ni caudalosos». Fuera como fuera, la situación suscitaba los recelos de la Corona española, vista la connivencia de Venecia con sus potencias enemigas. En AGS, Estado, leg. 1934, doc. 67, carta de Vivas al rey, 9 de septiembre de 1618, fol. 150r.

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Sin lugar a dudas, la peor consecuencia de la política hispánica que debió asumir la República como aliada del Católico fue la de convertirse en objetivo de los enemigos de la monarquía. Se trataba de un peligro real —como demostró, en 1625, la invasión de Génova por parte de los ejércitos franco-piamonteses— que alimentaba en la República toda una tratadística sobre la necesidad de imponer la neutralidad genovesa en las relaciones internacionales.13 Una iniciativa que la alianza con el soberano hispánico no consentía. La desconfianza de la República hacia su socio se plasmó en un cuerpo político en el que cada vez eran más los defensores de estos principios cuya realización permitiría a Génova distanciarse de una política hispánica que violaba la soberanía de sus puertos y hacía peligrar las comunicaciones, imprescindibles para el buen funcionamiento de las ferias de cambio. Precisamente, la seguridad fue una de las razones que la República arguyó para justificar el traslado de las ferias de Piacenza a Novi, territorio genovés, por decreto de 1 de diciembre de 1621. La transferencia de las ferias se planteó en principio solo para los años de 1622 y 1623, pero los beneficios que esta acarreaba para Génova determinaron el mantenimiento de dicha sede más allá de las fechas inicialmente establecidas. La decisión entraba en vigor desde la próxima feria de Apparizione del año de 1622, que tendría lugar el 4 de febrero y significaba la obtención del control 13 Una de las primeras defensas de la neutralidad armada en Génova fue argumentada en estos años en un texto anónimo «Dialoghi sopra la Repubblica di Genova» publicado en 1623. El texto recuperaba la vieja oposición entre vecchi y nuovi y la reformulaba en términos novedosos: en oposición a estos últimos y con el fin de procurar el retorno de Génova a la política in grande, se proponía una alianza entre los vecchi y el pueblo. Una alianza que habría sido dirigida por los vecchi y en la que estos, mediante el rearme, la neutralidad, la iniciativa diplomática, la redimensión de la actividad de cambio, la valorización de los negocios reales, el retorno a la navegación y la fundación de compañías comerciales inspiradas en las inglesas y holandesas, habrían propiciado la renovación política y económica de la República. En Costantini, C. La repubblica…, cit., pp. 253-256.

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absoluto de las ferias financieras por parte del Senato genovés.14 La medida fue adoptada a finales de un año caracterizado por un retorno a los enfrentamientos en el norte de Italia, concretamente en la Valtelina, donde los españoles habían intervenido a favor de los católicos del valle, después de que estos protagonizaran una masacre de grisones protestantes. La llamada Liga de los Leones que unió en 1622 a Francia, Venecia y Saboya, el mismo año en el que los grisones se levantaron contra el dominio hispánico en la Valtelina, inauguró un nuevo período de tensiones en el norte de Italia. La unión de dichas potencias no fue solo fruto de su rivalidad con la Monarquía Hispánica por el control de los pasos suizos, especialmente de la Valtelina, sino también de las pretensiones de Carlo Emanuele de Saboya sobre Zuccarello, feudo adquirido ese mismo año por Génova.15 La cuestión sirvió también para avivar los recelos contra los españoles por el aparente intento del conde de Oñate de obtener Zuccarello, aprovechando su misión en Viena como embajador ordinario del monarca Católico.16 14

Marsilio, C. Dove..., cit., pp. 88 y 89. La conflictividad en los caminos y las ventajas que se derivarían para la República de manejar las ferias de cambio habían sido ya referidos con anterioridad. En carta de la República de 17 de agosto de 1616 a Battista Serra, agente genovés en Madrid, se le informaba de la agresión que habrían sufrido algunos feriantes genoveses cuando volvían de la feria de Agosto celebrada en Piacenza. Al respecto, comunicaban que «podríamos transferir dichas ferias de Piacenza a otro lugar más cercano a nosotros como se nos ha instado y solicitado y tenemos la opinión de quien sabe [que afirma] que es lícito». Traducción propia del original: «potriamo trasferire dette fere da Piacenza in luogo à noi più vicino come ne siamo instati e solecitati et habbiamo parere di chi sa esser lecito». En ASGe, AS, Litterarum, 1883, carta de la República a Battista Serra, agente en Madrid, 17 de agosto de 1616, fols. 244v-245r:245r. 15 Por sentencia imperial, el feudo fue reconocido en las ¾ partes a Ottavio Del Carretto, hermano de Scipione, que lo ostentaba con anterioridad. La cuarta parte sería adquirida por Génova solo el 1 de febrero de 1634 por 40 500 piezas de a ocho reales. En Giacchero, G. Il Seicento…, cit., p. 104. 16 Sobre esta tentativa nos informa una carta de la República a Giambattista Saluzzo, embajador ordinario de Génova en Madrid: ASGe, AS, Litterarum,

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El panorama descrito imponía un auténtico reto al embajador Serra en un contexto que distaba enormemente del que había caracterizado sus años como agente de la República en Madrid entre 1613 y 1618. Para empezar, eran otros los hombres de negocios genoveses que despuntaban en las finanzas de la Corona y con los que necesariamente debía confrontarse para procurar el éxito de su misión diplomática. Se trataba de un grupo compacto de banqueros formado por algunos de los genoveses antiguos que habían dominado las finanzas bajo Felipe III y por otros como Antonio Balbi, Bartolomeo Spinola, los hermanos Stefano y Luigi Spinola, Giovanni Luca Pallavicino o los también hermanos Paolo y Agostino Giustiniano. Los pertenecientes a este último grupo, si bien no eran unos recién llegados, adquirieron mayor protagonismo bajo el reinado de Felipe IV durante el cual consiguieron desplazar en algunos casos a los hombres de negocios del período precedente.17 La correspondencia de Serra con la República descubre la estrecha colaboración que el embajador mantuvo con Bartolomeo Spinola para el manejo de los asuntos políticos que preocupaban al Estado ligur. A pesar de la relevancia que Spinola adquirirá en 1887, carta de la República a Giambattista Saluzzo, 10 de diciembre de 1620, fols. 194r-195r. 17 Entre los genoveses antiguos destacaban aún Vincenzo Squarciafico, Carlo Strata, Lelio Invrea u Ottavio Centurione. Sobre la distinción entre genoveses antiguos y modernos, véase Ruiz Martín, F. Las finanzas…, cit., pp. 56-60. Para profundizar sobre las actividades de los hombres de negocios genoveses durante el reinado de Felipe IV, véase Neri, E. Uomini d’affari..., cit.; Álvarez Nogal, C. El crédito..., cit.; id., Los banqueros de Felipe…, cit.; id., El poder de los banqueros…, cit.; De Carlos Morales, Carlos Javier. «Entre dos “bancarrotas”: Los asentistas genoveses y la Real Hacienda de Castilla, 1607-1627», en Martínez Millán, J., Rivero Rodríguez, M. (eds.), Centros… cit., vol. 2, pp. 1053-1094; Domínguez Ortiz, A. Política y Hacienda..., cit.; Gelabert, J. E. La bolsa..., cit.; Grendi, E. I Balbi…, cit.; Pulido Bueno, I. El gran mercader..., cit.; Sanz Ayán, Carmen «El crédito de la Corona y los hombres de negocios en los últimos años del reinado de Felipe IV», Cuadernos de Historia Moderna, 9 (1988), pp. 63-94; id., «Bajo el signo de Júpiter:...», cit.; id, Los banqueros y la crisis..., cit.

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1627, año en el que fue nombrado factor general del monarca, sus tratos con la Real Hacienda ya habían comenzado en el reinado de Felipe III, época en la que Battista Serra tuvo la oportunidad de participar junto con el susodicho al menos en un asiento.18 El ascendiente de Bartolomeo en la Corte había sido reconocido por la propia República antes del nombramiento de Battista Serra como embajador en 1622, como demuestra el hecho de que fuera designado incaricato degli affari tras la muerte repentina en 1621 de Costantino Pinelli, embajador ordinario de Génova en Madrid.19 Bartolomeo Spinola continuó sirviendo de manera informal a la República tras la llegada de Serra, facilitando incluso la primera audiencia del embajador ante Felipe IV y su presentación extra oficial a Olivares.20 18 Sobre la figura de Bartolomeo Spinola, a la espera de la publicación de la monografía sobre este personaje que prepara Álvarez Nogal, véase Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV…, cit., pp. 55-60:57 y 58. El asiento que mencionamos fue firmado el 10 de octubre de 1615. En AGS, CME, leg. 570 (1), 17, testamento de Claudia Lomellini, madre de Battista Serra, 7 de noviembre de 1618 (copia del original hecho en Génova). Sobre la figura de Bartolomeo Spinola como factor general del rey a partir de 1627, véase Domínguez Ortiz, A. Política y hacienda…, cit., p. 104; Álvarez Nogal, Carlos. «El Factor general del rey y las finanzas de la monarquía hispánica», Revista de Historia Económica, 17/3 (1999), pp. 507-539; id., «Le cout de l’information: l’exemple de l’enterprise Bartolomé Spinola en Espagne au xviie siècle», Rives Nord-Mediterranéennes, 27 (2007), pp. 25-51. Sobre sus redes de colaboración, véase Álvarez Nogal, C.; Marsilio, C. y Lo Basso, L. «La red...», cit. 19 Como sustituto temporal de Pinelli, Bartolomeo se hizo cargo de las escrituras que generó la embajada del fallecido y que posteriormente debía entregar al próximo embajador ordinario. En ASGe, AS, Litterarum, 1889, carta de la República a Spinola, 27 de marzo de 1623, fol. 76v para que este entregara los papeles de la embajada de Pinelli a Serra. Sobre las fuentes que recogen la correspondencia de Spinola a la República como incaricato degli affari véase, Ciasca, R. Istruzioni..., cit., vol. 2, p. 74. 20 El encuentro de Serra con Olivares no podía ser otra cosa que un recibimiento informal debido a que el genovés, recién llegado a la Corte, aún no había tenido tiempo de vestir adecuadamente a sus hombres de servicio. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 17 de febrero de 1623. En esta misma misiva, el embajador informaba de que Spinola era

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También Strata, el agente en Madrid del marqués de los Balbases, el influyente Ambrogio Spinola, había asistido informalmente a los embajadores que antecedieron a Serra para procurar la satisfacción de los objetivos de la República.21 Pero, como ocurriera con Spinola, sus servicios fueron oficializados por Génova para algunos asuntos, como demuestra su reconocimiento como uno de los diputados para las cosas de Nápoles junto a Giovanni Luca Pallavicino y Agostino Centurione.22 La acción conjunta del embajador Serra con estos hombres de negocios era fundamental para impedir la participación del representante de la República en ciertas negociaciones con los ministros regios, que podía sentar un precedente que amenazase la independencia de las instituciones del Estado ligur. No se trataba solo de evitar la implicación del embajador en la resolución de causas de particulares que, como se comentó más arriba, podían acarrear daños en la economía y en la reputación de la República, sino de desterrar cualquier posibilidad de que el gobierno ligur fuera manipulado para que impusiera sobre sus ciudadanos directivas el autor del memorial que debía presentarse en el Consejo de Estado para reclamar el tratamiento de Serenissima para la República. 21 En una misiva de Serra a la República refería cómo había podido hablar con Bartolomeo Spinola y con Carlo Strata sobre las negociaciones que estos habían encaminado para obtener la devolución de Finale a Génova. En concreto, Serra narraba cómo Strata había comenzado estas tratativas junto a Saluzzo, embajador de la República en Madrid entre 1617 y 1621, y ante Fernando Carrillo, por entonces, presidente del Consejo de Hacienda. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 17 de marzo de 1623. 22 La fecha exacta de su nominación nos es desconocida. Por carta de Serra a la República de 18 de diciembre de 1623, el embajador comunicaba que serían dichos diputados los que se encargarían de encauzar las negociaciones necesarias para evitar que los regnícolas cobraran sus rentas antes que los forasteros, tal y como pretendía el duque de Alba, virrey de Nápoles. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 18 de diciembre de 1623. Las funciones de dichos diputados serían complementadas con las del propio Serra que informó del asunto al regente del Consejo de Italia, Jerónimo Caymo, para que el memorial elaborado por Strata, Pallavicino y Centurione fuera bien acogido en dicho Consejo. En id., carta de Serra a la República, 16 de enero de 1624.

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que respondían directamente a la voluntad del Católico. Maniobra que, sin lugar a dudas, podía ser vista como una injerencia en las decisiones de la República y, por tanto, como un sometimiento de la misma a los intereses hispánicos. A este respecto, prueba de la utilidad pública que representaba la acción coordinada de los hombres de negocios genoveses y del embajador la hallamos en el modo en el que Serra gestionó las demandas reiteradas que, a instancias de Olivares, le dirigió en febrero de 1625 Orazio Doria, miembro de la Junta del Donativo, para que convenciera a los hombres de negocios de la nación genovesa a otorgar un servicio gracioso por valor de dos millones de ducados.23 Serra se opuso pública y formalmente a dicha petición,24 sugiriendo a Orazio que, en su lugar, propusiera a la Corona la venta de algunos de sus feudos para recabar el capital necesario. En concreto, Battista aludía a Vigevano (en Milán), Aversa (en Nápoles) y, por qué no, Finale.25 Como era de esperar, Olivares no tomó en consideración dicha proposición y, ante el rechazo del embajador a colaborar, decidió reunirse personalmente con los Fugger y los genoveses, los cuales decidieron delegar en Ottavio Centurione y Carlo Strata las negociaciones con el valido. Tanto Strata como Centurione habían otorgado precedentemente un donativo al rey, hecho que podía 23 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República, 27 de febrero de 1625. 24 «Consideré en el manejo de esta práctica que por varias razones no estaba muy de acuerdo en implicarme en lo que se me solicitaba porque, además de no ser de reputación ni acertado que lo hagan los embajadores de Vuestras Serenísimas […], habría significado abrir la puerta al que gobierna a que, todos los días y ante cualquier necesidad que hubiera tenido, cogiera el mismo camino, por lo que me disculpé dando a conocer [mi parecer]». Traducción propia del texto original: «Considerai nel trattarmi di questa pratica che per piú rispetti non mi stava benissimo mettermi in quello che mi ricercava perche oltre che non puo esser riputatione ne acertato che lo facino li ambasciatori di VVSS Serenissime, […] saria stato l’aprire una porta a cui governa che tutto il giorno in ogni bisogno havesssi havuto havessi tenuto la medessima strada, perciò mi scusai facendoli conoscere». En ibidem. 25  Ibidem.

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contribuir a fomentar la buena disposición de Olivares y del Marqués de Montesclaros (presidente del Consejo de Hacienda) a las propuestas de ambos genoveses.26 No sorprende que estos últimos invitaran a Montesclaros y a Olivares a considerar la posibilidad de ceder Finale ya que, como recordaba Centurione, «los intereses eran tan compartidos que poco podía importar a Su Majestad que el feudo estuviera en manos de la República».27 Es difícil de creer que el embajador no tuviera nada que ver en la propuesta que realizaron sus connacionales a Olivares y Montesclaros. Ante la sugerencia de Strata y Centurione, Montesclaros «hizo ademán de sonreír y dijo: “creéis que vuestra República lo tomaría con gusto”», y acto seguido, no sin cierto tono de indignación, manifestó «no tendríamos otro medio para ir a Milán y vosotros queréis que os lo demos», enfatizando con dicha 26 En concreto, Centurione había concedido 10 000 ducados y Strata 8000. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 24 de diciembre de 1624. Muy probablemente se trataba del primer donativo solicitado por el nuevo rey a finales de 1624 que, según Álvarez Nogal, estuvo destinado al pago de deudas atrasadas de los asentistas y que, poco después, se extendió también a las Indias. Cuando en febrero de 1625, el Consejo de Hacienda quiso destinar esa recaudación a necesidades más urgentes que las deudas contraídas, el rey se opuso y planteó en su lugar la venta de vasallos y jurisdicciones. En Álvarez Nogal, C. El crédito…, cit., p. 167. Tal y como afirma Sanz Ayán, la imposición de nuevos donativos o cargas, así como la contratación de asientos menores con los banqueros para cubrir las consignaciones de otros asientos de mayor calibre, eran sintomáticos de la estructura piramidal del crédito de la Monarquía Hispánica, estrategia con la que la Corona pretendía mitigar la falta de correspondencia entre el volumen total del crédito negociado y el efectivo verdaderamente disponible para compensar los préstamos. Sobre dicho mecanismo, véase Sanz Ayán, C. Los banqueros y la crisis…, cit., p. 28. Sobre los donativos en estos años véase Fortea Pérez, José Ignacio. «Los donativos en la política fiscal de los Austrias (1625-1637): ¿servicio o beneficio?», en Ribot García, Luis Antonio, De Rosa, Luigi y Belloso Martín, Carlos (eds.), Pensamiento y política económica en la edad moderna, Madrid, Actas, 2000, pp. 31-76. 27 Traducción propia del texto original: «l’interessi erano tanto congiunti che poco poteva importare a S. Maestà che fussi esso feudo in mano della Repubblica». ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República, 27 de febrero de 1625.

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afirmación la importancia que revestía Finale para la Monarquía Hispánica no solo como hipotético camino hacia Milán, sino como instrumento de persuasión en las negociaciones con la República.28 La capacidad de los hombres de negocios genoveses para imponer condiciones onerosas a la Monarquía Hispánica no era exclusiva de los banqueros de la Corte: en ese mismo año de 1625, la incertidumbre financiera que afectaba a la Cámara de Milán obligó al Magistrado Ordinario a aceptar las duras exigencias que Stefano Balbi y otros 42 socios genoveses impusieron para la concesión de un préstamo con el que afrontar los gastos militares. Entre los requisitos estipulados por los financieros se encontraban la cesión de numerosas entradas en Milán, Nápoles y Madrid, como el «dacio de la mercancía», la ferma del sale, la dogana de Milán, el dacio sobre la venta del vino al por menor y otras gabelas menores.29 Los hechos aquí narrados evidencian la importancia de particulares genoveses para la supervivencia económica de la Monarquía Hispánica y de la propia Génova. El poder que estos hombres de negocios ostentaban y la escasa competencia con la que operaban les permitió imponer sus condiciones en la negociación de los asientos, de cuyo buen funcionamiento dependía la financiación de la guerra que el monarca Católico sostenía en los Países Bajos, el Imperio y, a partir de 1624, en el norte de Italia, primero por el control de la Valtelina y poco después por la sucesión de 28 Las frases originales traducidas por mí rezaban del siguiente modo: «facendo atto di sorridersi, disse, credete che la vostra Repubblica lo pigliasi volentieri» y «non havemmo altro passo per andare a Milano e volete che lo diamo». En ibidem. La coincidencia entre Strata y Centurione, de un lado, y el embajador Serra, de otro, en cuestiones que se referían al interés de la República se observa en otras ocasiones. Al respecto, véase, id., carta de Olivares al embajador Serra, 6 de mayo de 1625 y carta de Serra a la República, 17 de mayo de 1625. 29 Marsilio, Claudio. «Debito pubblico milanese e operatori finanziari genovesi (1644-1656)», Mediterranea. Ricerche Storiche, 12 (2008), pp. 97-120:152. Sobre la figura de Stefano Balbi, véase Ghilino, Silvano. Un banchiere del Seicento: Stefano Balbi, Génova, Università di Genova, Dipartimento di storia moderna e contemporanea, 1996.

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Mantua.30 En lo que respecta a Génova, la protección de la República ante el acoso de los ejércitos franco-piamonteses dependía de los servicios económicos y navales que sus ciudadanos ofrecían a la Corona hispánica. Aun así, los intereses de los banqueros genoveses no siempre coincidieron con los del soberano hispánico o con los del Estado ligur, razón por la que, en determinadas ocasiones, el embajador no pudo prescindir de reunirse con sus compatriotas con el fin de alcanzar acuerdos, como ocurrió en julio de 1625, después de que se hubieran negado a satisfacer las provisiones acordadas por el incumplimiento de las cláusulas de la factoría firmada con Felipe IV en mayo de 1625.31 En resumen, la contribución de los genoveses al buen funcionamiento de las relaciones hispano-genovesas entraba en crisis cuando, debido a una situación de urgencia económica o de tensión política, los intereses de la República, del soberano y de los particulares eran difíciles de conciliar. El momento no podía ser más acuciante si tenemos en cuenta que algunos territorios de la República se hallaban aún ocupados por Saboya, a lo que se sumaba la reciente declaración de guerra 30 La potencia de dicho lobby financiero explica que en Madrid no fuera necesaria la fundación de un consulado genovés, institución destinada a la protección y defensa de los intereses de una nación extranjera. Sobre este asunto y el poder de los hombres de negocios genoveses de la Corte en estos años, véase Grendi, E. I Balbi…, cit., pp. 136-138. Sobre la institución del consulado genovés, véase Aglietti, M., Herrero Sánchez, M. y Zamora Rodríguez, F. J. (eds.), Los cónsules..., cit. En concreto, véanse las contribuciones de Emiliano Beri, Luca Lo Basso, Carlo Bitossi y Nunziatella Alessandrini presentes en dicho trabajo. En cualquier caso, la Corona nunca aceptó a trámite la propuesta de fundación de un consulado de nación en la corte de Madrid, puesto que las naciones se hallaban representadas mediante instituciones como las embajadas o, en su defecto, otras formas de asociación corporativa como hospitales o cofradías. 31 Por este motivo, los asentistas comunicaron que dejarían de hacerse cargo de todos los pagos comprometidos, incluidos los de la Casa Real, si no se les extendían pagarés en los millones de 1626 y 1627. Como precisa Álvarez Nogal, la amenaza inglesa inminente no permitió a la Real Hacienda defenderse. En Álvarez Nogal, C. El crédito…, cit., p. 172.

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de Inglaterra contra la Monarquía Hispánica.32 La necesidad perentoria de numerario explica las presiones sobre la República por parte del embajador español en Génova, el marqués de Castañeda, que demandaba insistentemente a las autoridades ligures que sus ciudadanos proporcionaran capitales al monarca Católico en vez de los soldados a los que inicialmente se había comprometido el gobierno. Este tipo de iniciativas contribuían a reavivar las viejas críticas, ya formuladas por Andrea Spinola, contra la interferencia de los embajadores españoles residentes en los asuntos genoveses.33 Las tumultuosas relaciones entre Castañeda y la República no atemperaron la creciente percepción negativa del socio hispánico 32 La correspondencia del embajador Serra ofrece referencias interesantes para el estudio del deterioro progresivo de las relaciones con Inglaterra a partir del fracaso de la estancia de Carlos Estuardo, príncipe de Gales, en Madrid en 1623 para la negociación de un posible matrimonio con María, hermana de Felipe IV. Las difíciles condiciones exigidas por la Monarquía Hispánica a Inglaterra —que incluían una política de tolerancia para los católicos de este reino— y la cuestión irresuelta del Palatinado —territorio del que expulsaron las tropas imperiales al príncipe elector y a su esposa, la hermana de Carlos Estuardo— fueron algunas de las causas que motivaron el acercamiento de Inglaterra a Francia y que terminaron por concretarse en el matrimonio entre Carlos y Enriqueta María de Francia, hermana de Luis XIII. El peligro que suponía dicha unión para la Monarquía Hispánica explica que, como expresó Serra en una de sus cartas a la República, dicha Corona prefiriera disimular antes que embarcarse en una nueva guerra. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 29 de abril de 1624. Sobre las relaciones diplomáticas entre la Monarquía Hispánica e Inglaterra en este período en Sanz Camañes, Porfirio. Diplomacia hispano-inglesa en el siglo xvii Cuenca, Universidad de Castilla La Mancha, 2002. 33 Bitossi, C. «L’antico regime…», cit., p. 443. La República respondió a las exigencias de Castañeda «que la deliberación [de la República] es la de dar la gente [los soldados comprometidos]. Bien sabe que la República no tiene dineros y que al consistir la hacienda de los ciudadanos en palacios en la ciudad y villas no es útil tampoco como [lo son] los [bienes] muebles». Traducción propia del original: «che la deliberatione e di dar la gente. Ben sa che la Repubblica non ha denari, e che l’azenda de cittadini in quanto consiste in palazzi nella città è villa non è uttile sicome ne anco in quanto consiste in mobili». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de la República a Serra, 1 de septiembre de 1625.

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que comenzó a circular en ámbito genovés. Uno de los desencuentros más llamativos referidos por el Senato ligur a su embajador fue el causado por el modo con el que la República pagaba a los soldados hispánicos. Si bien Castañeda reclamaba a Génova que diera inmediatamente el máximo mensual acordado para este concepto, el gobierno ligur insistía en pagar únicamente el sueldo de los soldados que efectivamente habían servido. De esta manera, la República impedía que dichas cantidades fueran empleadas por el embajador en otros gastos que no fueran los derivados de los ejércitos asentados en territorio genovés. Dicha actitud motivó declaraciones durísimas por parte del embajador español que calificó de «gusanos» a los ligures y que llegó a afirmar, según informaba el gobierno de la República a Serra, «che meglio sarebbe trattar con turchi» antes que con los genoveses.34 En el encuentro que Serra sostuvo en julio de 1625 con los asentistas Luigi Spinola, Carlo Strata, Vincenzo Squarciafico, Paolo Giustiniani, Giovanni Girolamo Spinola, Lelio Invrea y Antonio Balbi, los hombres de negocios se quejaron de no haber recibido los feudos napolitanos acordados y se mostraron descontentos ante las compensaciones en forma de la maledetta moneda de vellón con las que se pretendía aquietarlos y que Serra calificaba como «la total distruttione di tutto».35 No iba muy desencaminado el juicio del em34  Ibidem, carta de la República a Serra, 18 de enero de 1626. Las reivindicaciones de la República recuerdan las clásicas efectuadas por las Cortes castellanas, que inútilmente se lamentaban de que los servicios concedidos se gastaran en guerras externas y no en las necesidades del reino. En Ruiz Martín, F. Las finanzas de la monarquía hispánica…, cit., p. 48. 35 Sobre dicha reunión de Serra con los financieros genoveses, véase ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República, 1 de julio de 1625. En esta misiva, el embajador atribuía también el problema a la falta de previsión y de planificación de la Corona: «y confieso que a día de hoy se hacen las cosas de manera aleatoria». Traducción propia del texto original: «e confesso che al giorno d’hoggi si va anche nelle cose molto à caso». También Grendi se refiere a este encuentro del embajador con los hombres de negocios de la nación. En palabras de Grendi, cuando Serra hizo presente a los hombres de negocios que

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bajador, puesto que la moneda de cobre depreciada constituía una de las cuestiones candentes en las relaciones hispano-genovesas. El encarecimiento de la plata debido a la difusión del vellón perjudicaba por igual al rey, a los banqueros y a la misma República. En cuanto al primero, el soberano se veía obligado a pagar a los asentistas el «premio de la plata», es decir, el coste en el que incurrían los financieros cuando cambiaban el vellón por el metal precioso que debían suministrar. Por su parte, los banqueros sufrían las molestias de tener que buscar plata a precios convenientes para la Corona, con una considerable pérdida de tiempo y de capital. Por no hablar de la pérdida de valor que sufrían sus consignaciones, entregadas principalmente en moneda de cobre que los banqueros debían nuevamente transformar en plata para obtener el metal con el que cancelar sus deudas atrasadas en el exterior.36 Por si fuera poco, el servicio de millones, aprobado en las Cortes entre diciembre de 1623 y enero de 1624 y fijado inicialmente en unos 72 000 000 ducados en doce años, no siempre fue fácil de aplicar por la oposición de las ciudades a los compromisos adquiridos por sus procuradores. Dichos millones formaban parte del programa de reforma de Olivares dirigido a la optimización de los recursos de la Corona para la financiación de la política exterior que se concretó en la fundación de la llamada Junta de Reformación. Aunque inicialmente, Olivares pretendía sustituir dicho servicio de millones por una red de erarios «nacionales», su propuesta fue abortada en las Cortes el 4 de octubre de 1623: el temor de las oligarquías urbanas a perder el control sobre administración de un impuesto tan lucrativo y a que su cancelación supusiera que las en las Cortes se les habían concedido como garantía 10 000 000 al año, los asentistas respondieron que se trataba de pagos en moneda de vellón la cual «ha hecho difícil todo, ni saben encontrar el remedio ni puede existir mientras que continuamente la están fabricando [la monedade vellón]». Traducción propia del original: «ha difficoltato ogni cosa, né sanno ritrovarvi il rimedio né piò esservi, mentre che continuamente ne vanno fabricando». En Grendi, E. I Balbi…, cit., p. 145. 36  Álvarez Nogal, C. «Estrategias de negociación...», cit., p. 75.

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Cortes dejaran de convocarse fueron factores que impidieron al privado del rey la aplicación íntegra de su reforma.37 La resistencia de las ciudades se prolongó hasta 1629, situación que era conocida por los banqueros y que acrecentaba su desconfianza ante las consignaciones situadas sobre dichos millones. Serra comentaba en una misiva de enero de 1624, los inconvenientes que surgirían para la recaudación de lo acordado en las Cortes por voto consultivo en octubre de 1623, ya que parecía que [...] muchos opinan que no deba aprobarse aquello que ahora en dichas Cortes queda ajustado y que pueda ser que las ciudades y los lugares con voto en Cortes, a las cuales se ha de dar parte, no deban aprobar lo que han hecho sus procuradores por lo que pronto se sabrá lo propio.38 37

Elliott, John. The count-duke of Olivares: the statesman in an age of decline, New Haven, Yale University Press, 1986, pp. 149-150. Sobre la Junta de Reformación véase id. pp. 115-127. 38 «Molti son di opinione che non debba passar avanti quello che hora in dette Corti resta aggiustato et che possa essere che le città e lochi di voto in Corte a quali se ne ha de dar parte, non debbano approvare quello che è stato fatto da loro procuratori di che presto si dovera sapere il proprio». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 16 de enero de 1624. Efectivamente, el viaje del rey emprendido el 6 de febrero de 1624 para pedir el voto definitivo a las ciudades evidenció el rechazo de estas al servicio propuesto. Sobre la relación entre las Cortes y Felipe IV véase Castellano, Juan Luis. Las cortes de Castilla y su Diputación (1621-1789). Entre pactismo y absolutismo, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1990; Ruiz Martín, F. Las finanzas de la monarquía hispánica…, cit., pp. 25-49; id. «La hacienda y los grupos...», cit.; Thompson, Irving A. A. «Crown and Cortes of Castille, 15901665», Parliaments, Estates and Representation, 2 (1982), pp. 29-45; VV. AA. Las Cortes de Castilla y León en la Edad Moderna: actas de la segunda etapa del Congreso Científico sobre la historia de las Cortes de Castilla y León, Salamanca, del 7 al 10 de abril de 1987, Valladolid, Cortes de Castilla y León, 1989; Fortea Pérez, José Ignacio. «Las Cortes de Castilla en la Edad Moderna», en Cortes y constitucionalismo: actas de los xiv Encuentros de Historia y Arqueología, San Fernando, diciembre de 1998, San Fernando, Ayuntamiento de San Fernando, 1999, pp. 13-34; id. Las Cortes de Castilla y León bajo los Austrias: una interpretación, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2008.

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Ante la necesidad de negociar las provisiones para el año de 1626, no faltaron las promesas de Olivares al embajador genovés de poner remedio al problema.39 En lo que se refiere al vellón, el 8 de marzo de 1625 ya se había fijado el premio de la plata en el diez por ciento, medida que no satisfizo a los banqueros por lo improbable que era encontrar metal en el mercado a dicho precio. En realidad, la imposición de una tasa fija de poco sirvió y la plata continuó cambiándose a precio de mercado. La solución más apreciada por los banqueros era que se les permitiera la búsqueda del metal precioso en el mercado negro sin ser castigados por ello, medida que el monarca aceptó en algunos asientos firmados en la década de 1630 y 1640 siempre y cuando se procurara obtener el máximo beneficio para la Corona.40 Sin duda, no ayudaba el hecho de que, en noviembre de 1625, se hablara de la posibilidad de incautar la tercia de los juros que sería aprobada poco después. Tras la incautación mencionada, Bartolomeo Spinola aseguraba que los genoveses habían invertido más de 200 000 ducados en la compra de rentas en Roma y Venecia «parte dejando de emplear el dinero en estos reinos, y parte vendiendo los juros que tenían por miedo de que no les subcediere otra [incautación]».41 Después de arduas negociaciones, en enero de 1626 se consiguió firmar un asiento de casi seis millones de ducados, tres de los cuales irían destinados a Flandes y otros tres a gastos en España.42 El acuerdo alcanzado escandalizó a Serra debido a que no 39 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, cartas de Serra a la República, 28 de octubre, 2 y 8 de noviembre de 1625. 40  Álvarez Nogal, C. «Los problemas del vellón...», cit., pp. 28 y 29. La reforma del vellón ajustada para finales de 1626 terminó por reducir esta moneda a la mitad, no sin «gallardas oposiciones y en concreto por parte del Consejo Real» («gagliarde opposizioni et in particolare del Consiglio Reale»). En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, 11 de diciembre de 1626. 41 Álvarez Nogal, C. «Los genoveses y la incautación...», cit., p. 780. 42 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta del embajador Serra a la República, 7 de enero de 1626. Sobre el asiento, véase Álvarez Nogal, C. El crédito…, cit., pp. 176-180.

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contemplaba el envío de una parte de dichas provisiones a Milán, provincia fundamental para la defensa de Génova de un posible ataque saboyano.43 Para garantizar la satisfacción de los banqueros con los que se había acordado el monarca Católico, en abril de 1626 se procedió al secuestro de las dos quintas partes del total destinado a los particulares en la flota llegada a Sevilla. En noviembre de ese mismo año se ordenó la confiscación del tesoro de la armada de Tomás de Larraspuru con el fin de convencer a los financieros a participar en las provisiones de 1627.44 La correspondencia entre Battista Serra y la República pone de manifiesto la desazón de esta última ante la falta de consideración que Felipe IV y sus ministros mostraban en estos años hacia los hombres de negocios de la nación y hacia las necesidades logísticas del Estado ligur. La absoluta dependencia de la ayuda hispánica para rechazar el ataque franco-saboyano evidenció el aislamiento internacional en el que se hallaba Génova.45 La condición de socio del monarca Católico no propiciaba la institución de otras relaciones diplomáticas con otros príncipes o repúblicas italianas. Para evitar las suspicacias del socio hispánico, Génova se mantuvo a distancia de los llamamientos de Urbano VIII para sumarse a una liga italiana de clara connotación antiespañola para defender Italia de los perturbatori della pace. Aunque la respuesta de la República 43 Concretamente, Battista consideraba «cosa extravagante que no haya [provisión] para Milán» («per cosa stravagante che non vi ne sÿ [provisión] per Milano»). No obstante, el embajador confiaba en que se pondría remedio gracias a la aportación florentina de 400 000 escudos. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de 7 de enero de 1626. Pero al final, la contribución del ducado a Milán fue solamente de 100 000 ducados. En Ruiz Martín, F. Las finanzas de la monarquía hispánica…, cit., p. 70. 44 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta del embajador Serra a la República, 7 de enero de 1626, p. 126 y 127. 45 Como puntualiza C. Bitossi, el aislamiento internacional de la República fue reconocido por uno de los primeros historiadores de la guerra, Giulio Pallavicino, que recordaba que, excepto España y Lucca, ninguno otro estado había socorrido a Génova. En Bitossi, C. «L’Antico Regime…», cit., p. 439.

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fue que la propuesta debía discutirse en los consejos genoveses, la decisión ya había sido tomada: Nos mostramos bastante reacios a acordar cualquier liga puesto que es cosa nueva que nuestra República, desde 1528 y hasta ahora, nunca ha puesto en práctica, además varias veces ha habido en Italia guerras por las Coronas y se han hecho muchas ligas, a lo que se añade que si la liga se realizase con daño o celos de Su Majestad Católica debería ser totalmente excluida por nuestra parte y si fuera para su utilidad y con su aprobación estaría demás que entrásemos.46

La alianza de Génova con el monarca Católico había propinado enormes ventajas a la República, pero su excesiva supeditación al buen funcionamiento de la Monarquía Hispánica le procuró no pocos quebraderos de cabeza en un momento en el que se multiplicaban los frentes militares de su socio y en el que la Real Hacienda daba signos de evidente extenuación. La falta de recursos para pagar a los soldados desplegados por Felipe IV en el territorio ligur fue argumento habitual en las cartas de la República al embajador Serra: La verdad es que, como sabéis, los réditos de la República no bastan para los gastos ordinarios. Los extraordinarios se han financiado con el precio de los luoghi [de San Giorgio], del aumento de las gabelle del aceite, la carne y la molienda. Pero todo esto en un mes se habrá terminado y lo que importa es que los ciudadanos se encuentran debilitados por el deterioro de los réditos 46 «Siamo pur assai alieni da inclinare a far lega alcuna poichè è cosa nova dalla nostra Republica dal 1528 in qua non mai praticata etiamdio che più volte ve siano state in Italia guerre per le Corone e che si siano fatte molte leghe vi s’aggionge che se la lega fusse a danni o con gelosia benchè minima di SMC da noi doveria affatto esser esclusa et se fusse a suo uttile e con suo gusto sarebbe soverchio che c’intrassimo». En ASGe, AS, Litterarum, 1889, carta de la República a Serra, 8 de enero de 1624, fols. 149r-151r:149v-150r.

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de España y Nápoles. Pero Dios nos ayudará y que se diga todo lo necesario para que los ministros de aquí provean a su gente y se alejen de hacer cálculos a nuestra costa.47

El contexto bélico en el que se vio arrastrada la República como consecuencia de su alianza con la Monarquía Hispánica no solo comprometió las fortunas de los ciudadanos genoveses —en este sentido, después nos referiremos a la importancia de las capitazioni—, sino que además, como se evidenció más arriba, puso en peligro la seguridad del Estado ligur. Algunos vieron en el ataque de Saboya a Génova un intento más de expulsar definitivamente a los españoles de Italia y, como tal, motivó que algunos solicitaran a la República que se sumara a la política del Papa enfocada a la fundación de una liga antiespañola.48 Como sabemos, las autoridades genovesas hicieron caso omiso de dichos llamamientos. A este respecto, el militar Juan Bravo de Lagunas nos ofrece un testimonio de la antipatía que, por entonces, los españoles inspiraban en Italia. A su paso por la república ligur con destino a Amberes —probablemente para ejercer el prestigioso cargo de castellano que se le había concedido en 1623— fue agraviado por varios ciudadanos genoveses cuando recorría la zona de Porta di Vacca y Banchi. Las autoridades genovesas se excusaron ante Bravo, que se alojaba en casa de Francesco Serra, hermano de Battista, y prometieron dar 47 «La verità è come sapete che li redditi della Republica non bastano per le spese ordinari, le straordinarie si sono cavate del prezzo delli luoghi accresciuto le gabelle dell’oleo carne e macina, però tutto questo sarà fra un mese finito di consumare, e que che più importa li cittadini per la deterioratione delli redditi di Spagna e Napoli sono indeboliti, però Dio ci aiuterà ed il tutto sÿ detto acciò li ministri di costi provedano le loro genti e si allontanino da far calcolo sopra di noi». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de la República a Serra, 7 de octubre de 1625. También en ASGe, AS, Litterarum, 1889, fols. 224r-225r. 48 Ejemplo de estas propuestas enviadas de forma anónima al gobierno ligur en ASGe, AS, Secretorum, 1566, escrito anónimo de 1 de abril de 1627. El documento mencionado fue anotado por la República con la fórmula «que no se tenga en cuenta» («non si ne tenga alcun conto»).

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con los culpables. El militar español, resignado y calmo, disculpó el asunto, ya que [...] son cosas que se dan por descontado y en Milán y en Nápoles, por donde pasamos porque verdaderamente nosotros los españoles que vamos por el mundo tenemos la gran desgracia de ser tan odiados.49

Además, la guerra incidió gravemente en la llegada del dinerario a la República, necesario para que los banqueros genoveses pudieran pagar a sus acreedores. El transporte de metales preciosos del que dependía la financiación de la guerra se vio definitivamente impedido por tierra, por lo que las galeras se revelaron un instrumento fundamental. Pero en este período, a los peligros clásicos que debían afrontar las embarcaciones en el Mediterráneo (la piratería y los temporales), se sumaron las incautaciones de las galeras francesas del duque de Guisa que motivaron las conocidas represalias contra los bienes franceses en territorio hispánico.50 Por otro lado, la guerra obligó a la transferencia de las ferias de Novi a Massa, territorio de los Malaspina, a partir de la feria de Santi de 1625. Sin embargo, el encuentro de Pasqua de 1627 tuvo lugar en Sestri Levante y en diciembre de ese mismo año volvieron a Novi. No se tardará en 49 «Son cose che seguono per tutto, et a Milano et in Napoli per dove passiamo perche veramente noi spagnoli che andamo per il mondo habbiamo gran disgratia di essere cosi odiati». ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, relación de los hechos escrita por Giovanni Pavesi, secretario de la República, el 30 de septiembre de 1624 y alegada a la carta enviada al embajador Serra en Madrid con fecha de 6 de noviembre de 1624. 50 Sobre la importancia de la llegada de las galeras cargadas de plata a Génova se pronunció el marqués de Castañeda que aseguraba que, en el caso de que fueran interceptadas las cuatro embarcaciones ligures que se dirigían a Génova, la guerra contra Saboya habría terminado antes de que hubiera comenzado. En AGS, Estado, leg. 1936, 212, carta del marqués de Castañeda, embajador español en Génova, al rey, 30 de agosto de 1624, fols. 430r-431r.

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modificar de nuevo su ubicación, esta vez en Sestri Levante y después en Sestri Ponente, donde permanecieron hasta abril de 1631, momento en el que se transfirieron a La Spezia.51 Servicios indispensables para la República, como el abastecimiento de trigo, también se vieron comprometidos. Aunque Génova solía recurrir a Nápoles, Sicilia, los Países Bajos o la Provenza, donde se hallaba grano en cantidad y a buen precio, la epidemia de peste que se extendió en el Mediterráneo, los obstáculos que los virreyes ofrecían a la concesión de las tratas otorgadas por el monarca a los genoveses y los conflictos de la Monarquía Hispánica con las Provincias Unidas y Francia no facilitaron el aprovisionamiento en dichos territorios. Génova solo podía acudir a mercados enemigos si había obtenido previamente una licencia real ad hoc que no siempre fue fácil de conseguir. Así por ejemplo, por carta de febrero de 1626, la República comunicó a su embajador en Madrid una buena noticia: que el marqués de Santa Cruz había permitido el atraque en el puerto de Liorna de embarcaciones inglesas, flamencas, holandesas y zelandesas que transportaran vituallas, bastimentos o municiones.52 Sin embargo, unos meses antes, el Consejo de Estado había rechazado la petición de la República de dar salvacondotto a varias naves holandesas cargadas de pólvora que se dirigían a la República desde el puerto de Ámsterdam. En su lugar, recomendaban que la República se sirviera de la pólvora de Hamburgo, como había hecho otras veces, donde dicho bastimento se hallaba en cantidad y a buen precio.53. En este caso, Serra aconsejaba al gobierno ligur, no sin cierto cinismo, que se continuara con la operación, ya que 51

Marsilio, C. Dove…, cit., pp. 106 y 107. Asimismo, la guerra dificultaba la llegada de las galeras cargadas de dinero a Génova, lo cual incidía negativamente sobre la capacidad económica de la República y de sus ciudadanos. 52 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de la República a Serra, 4 de febrero de 1626. 53 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República, 23 de septiembre de 1625.

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Estoy seguro de que será fácil que los buques hagan su viaje sin encuentro, puesto que esta Corona no está ahí fuera armada de galeones ni de galeras y en esta estación en la que oscurece a las dieciséis horas no podrían impedir el paso.54

El mismo marqués de Santacruz sospecharía de la dependencia del Estado ligur del trigo de la Provenza, fenómeno que, en 1638, le hizo temer la posibilidad de que Génova se inclinara antes o después por una alianza con el Cristianísimo en unos años en los que era indiscutible el protagonismo de los republicanistas en los órganos de gobierno genoveses.55 La necesidad perentoria de trigo justificó que la República se sirviera del embajador Serra para la obtención de licencias para la exportación de trigo de Andalucía o de las costas di Spagna que, en caso de que se concedieran, deberían transportarse hasta Génova en embarcaciones alquiladas en Cádiz o Cartagena después de que se hubiera acordado el partito (asiento) con un miembro de la nación. A principios de junio de 1625, Serra declaraba que Olivares se había opuesto a la extracción de granos de Andalucía por la necesidad en la que esta se veía y proponía, en su lugar, que la trata se hiciera sobre el trigo de Orán donde dicha materia prima abundaba. Pero de nuevo el problema de la moneda de cobre entorpecía la satisfacción de las necesidades genovesas puesto que, tal y como habría planteado Serra al valido «me molesta buscar buques para la navegación y más la diferencia de precio por comprar de moneda de vellón a plata, como será obligatorio

54 «Hó per facilissimo debbano li vascelli far il loro viaggio senza haver incontro, poiche di questa Corona, non e fuori armata di galeoni ne di galere, et in simil staggione con notte di hore sedeci difficilmente anche li potriano impedir il passo». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República, 20 de diciembre de 1625. 55 AGS, Estado, leg. 3594, 322, carta del marqués de Santacruz al rey, 16 de diciembre de 1638, fols. 830r-831v.

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hacer comprando en Orán».56 A pesar de que más de un mes después Serra informó a la República de que se había aprobado la licencia para la saca de 50 000 fanegas de grano de Andalucía, y para la cual ya se había acordado en Madrid con el banquero cortesano Luigi Spinola, «que tiene la casa [de negocios] de Spinola y Grimaldo en Sevilla», 57 el precio que alcanzó el cereal andaluz por las malas cosechas hacía poco rentable la operación, lo que motivó la retirada de Spinola del negocio.58 El problema del aprovisionamiento se presentaba también para otros pertrechos como la pólvora y, en general, para cualquier basti56 «Mi da fastidio a trovar vascelli per la navigazione come le la da assai maggiormente la differenza del prezzo di comprar in moneta di viglione a plata come sara forzoso comprando in Orano». ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República, 1 de julio de 1625. 57 «Che ha la casa di Spinola e Grimaldo in Siviglia». Ibidem, carta de Serra a la República 14 y 17 de julio de 1625. Luigi Spinola, de los Spinola de San Luca y emparentado con el marqués Ambrogio Spinola, era hermano de Stefano Spinola, destacado asentista de la Corte cuya muerte en 1625 obligó al desplazamiento a Madrid de Luigi, que en ese momento se encontraba en Génova. Además de los Grimaldo, representados por Alessandro Grimaldo, en Sevilla contaban con la asistencia de Girolamo Burone, Giovanni Giacomo Merelo y Antonio Spinola. En Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV…, cit., pp. 53 y 54. 58 De diez reales que costaba la fanega en Sevilla, se pasó a quince o dieciséis. Las condiciones de otros puntos suministradores de trigo no eran mucho mejores. En Cartagena el precio por fanega alcanzó los veinte reales y en Orán, según Serra, era imposible obtener tratas dado que la cosecha de ese año se había perdido. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República 29 de julio de 1625. La licencia se había concedido el 7 de julio de 1625. En AHN, Consejos, leg. 13193, 4, expediente 79, «Licencia para sacar 50 000 fanegas de trigo de Andalucía y Málaga para la República de Génova a petición del embajador de la República». Es muy probable que la afirmación realizada por Serra sobre la imposibilidad de abastecerse en Orán no se correspondiera con la realidad, visto que los años de 1624 y 1625 fueron aquellos en los que el presidio africano suministró el mayor número de cahíces a Valencia en el período comprendido entre 1621 y 1627. En Blanes Andrés, Roberto. «Mercaderes, productos y embarcaciones en las relaciones comerciales marítimas entre dos ciudades mediterráneas: Orán-Valencia (1600-1703)», Estudios Humanísticos. Historia, 11 (2012), pp. 167-194:181-182.

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mento militar, sobre todo desde que Génova hubiera incrementado su demanda a partir de la invasión franco-saboyana de 1625. Las licencias para la extracción de pólvora y salitre concedidas por el soberano Católico a Génova se vieron obstaculizadas por las urgencias de la propia Monarquía Hispánica que, en ciertas ocasiones, no pudo ni siquiera hacer zarpar sus galeones por carencia de estos suministros. Para el acceso a dichos pertrechos, la Illustre Camera genovesa debía recurrir a hombres de negocios de la nación bien conectados con el Imperio como Francesco Serra, hermano del embajador, aunque, como veremos, sus servicios no siempre estuvieron ausentes de imprevistos. Como sucediera para el caso del trigo, Holanda era uno de los emplazamientos más valorados por la República para procurarse la pólvora. Precisamente, el financiero Antonio Balbi, residente en Madrid, fue el que transmitió a Serra la noticia de que en Ámsterdam dos barcos se habían pertrechado de mil toneles de dicha mercancía con destino a Génova. La solicitud de licencia para estas embarcaciones por parte de Battista no fue bien acogida por Olivares a pesar de que, como precisaba el embajador, «a los enemigos, cuando traen ayuda, habría que hacerles un puente de oro».59 La firma de la paz entre Francia y España en 1626, con la exclusión deliberada de Saboya y Génova, hizo más que flagrante la desatención hispánica de los intereses de la República y reforzó las voces contrarias al vínculo hispánico que se habían reavivado desde la invasión franco-piamontesa. La afrenta se vio agravada por el hecho de que Olivares no quisiera publicar inmediatamente el feliz ajustamiento entre ambos contendientes, puesto que esperaba convencer antes a las Cortes para que concedieran un mayor servicio económico al rey justificándolo en los enormes gastos que suponía el mantenimiento de la guerra.60 59 «A nemici, quando portano aiuto se li haveria a far il ponte d’oro». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, 7 de enero de 1626. 60 Así, Serra aseguraba que, si bien el acuerdo habría merecido su publicación y celebración mediante actos que mostraran la alegría y los beneficios que se derivarían de dicha

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La pacificación hispano-francesa había dejado en el aire varias cuestiones que perjudicaban a la República. En primer lugar, la más manifiesta, la reconciliación entre Génova y Saboya para la cual el propio monarca Católico se negó a ejercer como árbitro de Génova por temor a que ello supusiera que Saboya escogiera a Francia como su representante en las negociaciones.61 La indignación de la República creció aún más cuando supo que en la Corte se barajaba la posibilidad de que fuera el marqués de Castañeda, embajador español en Génova, el que mediara con Saboya en nombre de Génova.62 Además, el alto el fuego al que fueron llamados los aliados de Francia y España sin que estos se hubieran acordado antes formalmente propició, a juicio de Serra, el rearme de Saboya que no cesó de hostigar a la República mediante una guerra de guerrillas. Conflicto soterrado que se concretó, en abril de 1627, en una verdadera amenaza para Zuccarello, Savona y el puerto de Génova y que fue reconocida por el propio gobernador de Milán. Sin embargo, este, debido a la suspensión de armas entre Milán y Saboya ordenada por Felipe IV, expresó su negativa a intervenir.63 Ante tal noticia, Serra informó a los consejeros de Estado y a Olivares, los cuales consideraban improbable que Saboya se embarcara en una guerra sin el apoyo de Francia.64 paz «en mi opinión el Conde Duque no lo ha considerado una buena idea porque [...] habiendo dado a entender continuamente en estas cortes que la paz no se había alcanzado y que por ello las necesidades de Su Majestad eran grandes, no ha querido ahora que se hiciera inmediatamente dicha publicación». Traducción propia del original: «non l’ha il Conte Duca havuto per bene a mio parere, così perché [...] havendo continuamente fatto intendere in queste Corti che la pace non era fatta et che perciò la necessitá di Sua Maestà erano grandi, non ha voluto che adesso cosi subito si facci la detta publicatione». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, Barcelona, 4 de mayo de 1626. Una copia impresa del tratado de paz entre Francia y España en id., carta de Serra a la República, Barcelona, 2 de mayo de 1626. 61 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, 11 de septiembre de 1626. 62  Ibidem, carta de la República de 7 de agosto de 1626. 63  Ibidem, 2433, carta de la República a Serra, 8 de abril de 1627. 64  Ibidem, carta de Serra a la República, 24 de abril y 1 de mayo de 1627.

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Por otro lado, el acuerdo entre Francia y la Monarquía Hispánica dejó sin resolver los impagos por parte de la Real Hacienda a los ejércitos que se hallaban aún apostados en territorio genovés65 y la confiscación de las rentas genovesas en Francia, fruto del bando de la República contra los bienes de Claudio De Marini, genovés al servicio del Cristianísimo, condenado por el espionaje perpetrado contra la correspondencia del embajador español en Génova. Aunque una de las condiciones impuestas por Francia para firmar la paz con España era la retirada de la sentencia de la República contra De Marini, Serra, reunido con algunos de los hombres de negocios genoveses de referencia como Carlo Strata, Luigi Spinola, Vincenzo Squarciafico y Paolo Giustiniano, respondieron con unanimidad que no convenía que este particular impidiera la paz, pero tampoco que quedara fuera de la misma. La determinación de la República de castigar a De Marini fue comunicada claramente a sus representantes en los diversos emplazamientos como un modo de proclamar la autonomía y la soberanía de Génova. Desde este punto de vista, no era admisibles que los servicios prestados a otro príncipe actuaran como eximente de la fidelidad a la patria de origen: «ni ser él [Claudio De Marini] embajador de un príncipe ante un altro exime de las obligaciones naturales contraídas de modo indelebre con la propia patria».66 65 Son muchas las cartas intercambiadas entre Serra y la República que plasman el descontento de Génova al respecto. Según la República, hacia julio de 1626 en Génova se hallaban aún hasta 20 000 infantes cuyo sueldo y alimentos debía ser satisfecho para evitar posibles amotinamientos. Ibidem, 2432, carta de la República a Serra, 9 de julio de 1626. Más alusiones a este problema y a la contribución de Génova a la financiación de los ejércitos hispánicos en id., 4 de septiembre y 6 de noviembre de 1626; id., 2433, carta de la República a Serra, 4 de marzo de 1627. 66 «Ne l’esser egli Ambasciatore d’un Prencipe appresso un’altro toglie li oblighi naturali che indelebilmente ha verso la propia Patria». ASGe, AS, Secretorum, 1566, carta de la República a Giovanni Luca Chiavari, embajador genovés en Venecia, 7 de noviembre de 1625, fols. 180v-181v:181v. La resistencia de la Re-

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El secuestro de los bienes, rentas y cualquier otro efecto que los ligures poseían en Francia afectó a hombres de negocios ligures como los Costa, los Sauli, los Carbone y los Carrega.67 Dichas incautaciones se sumaron a las practicadas por Saboya contra los genoveses68 y a las declaradas por Francia entre abril y mayo de 1625 contra las posesiones que pudieran tener en su territorio los ligures, portugueses, catalanes, castellanos granadinos, milaneses y napolitanos. Este último embargo constituía la respuesta del Luis XIII a la orden de Felipe IV de secuestrar las propiedades de sus súbditos en España como represalia al arresto decretado por el duque de Guisa de tres barcos cargados de dinero genovés que, en marzo de 1625, habían sido embestidos por una tormenta en las costas de Marsella. El barco transportaba unos 160 000 ducados según los embajadores hispánicos y parte de ellos pertenecía a hombres de negocios genoveses entre los que se hallaba Bartolomeo Spinola. Poco después, otra embarcación fue interceptada en Calais, esta vez con un cargamento de 40 000 ducados pertenecientes a Ottavio Centurione, Stefano Spinola, Vincenzo Squarciafico, Giovanni Girolamo Spinola, los hermapública a retirar el bando contra De Marini propició que Francia firmara la paz con España sin que aún se hubiera llegado a un acuerdo al respecto. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a República, 15 de agosto de 1626. El bando de la República contra Claudio De Marini en id., carta de la República a Serra, 30 de agosto de 1625. Para dicho complot, Claudio contó con la colaboración de su pariente Vincenzo De Marini, maestro de postas de la República que, a diferencia del primero, no pudo escapar de la condena a muerte que se le impuso. En Ciasca, R. Istruzioni…, cit., vol. 1, pp. 400-401. 67 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, extracto de resoluciones de 1625 y 1626 emitidas por el Consejo de Estado francés sobre el secuestro de bienes y rentas genovesas en Francia por valor de 150 000 ducados que deberán entregar a Claudio De Marini por los bienes que le han sido confiscados en Génova. En ese mismo legajo se halla una nota escrita en Génova el 20 de noviembre de 1626 sobre las rentas que se habían confiscado en Francia a los hermanos Ottavio y Giovanni Antonio Sauli. 68 Sobre los secuestros de Saboya contra Génova durante la guerra, véase ibidem, carta de la República a Serra, 18 de junio de 1625.

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nos Paolo y Agostino Giustiniani, Antonio Balbi, Lelio Invrea y Giulio Cesare Scazuola.69 Las duras imposiciones que Saboya exigía a Génova para la negociación de una paz definitiva,70 así como el acercamiento que se estaba produciendo entre la primera y el Católico en vistas de la guerra por la sucesión de Mantua —que amenazaba directamente la seguridad del «Camino Español» hacia los Países Bajos—, no auguraban un ajustamiento a corto plazo.71

69

Alloza Aparicio, Ángel. «Guerra económica y comercio europeo, 1624-1674. Las grandes represalias y la lucha contra el contrabando», Hispania. Revista de Historia, vol. 65, 219 (2005), pp. 227-279:235-236. Sobre la confiscación de los bienes franceses en España en 1625, véase Girard, Albert. «La saisie des biens des français en Espagne en 1625», Revue d’Histoire économique et sociale, 19 (1931), pp. 297-315. Para la recaudación del dinero que pertenecía a los genoveses y que los franceses habían confiscado, el monarca Católico fundó una junta presidida por Bartolomeo Spinola y encargada de la subasta de los bienes secuestrados. En Álvarez Nogal, C. El factor…, cit., p. 524. 70 Saboya reclamaba la restitución de una galera y de la artillería confiscada en Gavi, la devolución de los lugares ocupados por Génova y la revisión de la cuestión de Zuccarello. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2433, carta de Serra al rey, Posada, 21 de enero de 1627; id., carta de Serra al rey 22 de marzo de 1627. 71 El duque de Saboya llegó a proponer a Felipe IV que sus hijos fueran a vivir a la Corte, en un intento por procurarse el favor español. Sobre las negociaciones entre Saboya y Felipe IV en vísperas de la guerra de Mantua, véase ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, 31 de diciembre de 1626; id., 2433, carta de Serra a la República, 17 de marzo de 1627. En misiva del gobierno al embajador Serra el 4 de marzo de 1627, la República informaba a su representante de la mediación en la cuestión del cardenal de Rosellón que había escrito a Olivares para recomendarle que contentase a Saboya en los asuntos que tenía pendiente con Génova, con el objeto de que el duque estuviera a buenas con la Corona hispánica en su conflicto con Francia. En id., carta de la República a Serra, 4 de marzo de 1627. Sobre la guerra por la sucesión de Mantua véase Quazza, Romolo. Mantova e Monferrato nella politica europea alla vigilia della guerra per la successione (1624-1627), Mantua, G. Mondovi, 1922; Stradling, Robert A. «Prelude to Disaster: the Precipitation of the War of the Mantuan Succession, 1627-1629», Historical Journal, 33 (1990), pp. 769-785; Parrott, David. «The Mantuan Succession, 1627-1631: a Sovereignty Dispute in Early Modern Europe», The English Historical Review, 112, 445 (1997), pp. 20-65.

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Cuando la muerte del último Gonzaga en 1627 dio inicio a la guerra de sucesión de Mantua, Saboya y Génova, que continuaban siendo oficialmente enemigas, debieron combatir del lado del soberano Católico. Los viejos resquemores no tardaron en revitalizarse: las evidentes pretensiones de Saboya sobre la República se pusieron de manifiesto en la conjura fallida llevada a cabo en Génova por Giulio Cesare Vachero en 1628 dirigida a entregar la ciudad a Carlo Emanuele. Por tanto, tras esta se vislumbraba la mano del duque de Saboya que no dudó en defender públicamente a los conjurados y en solicitar la mediación española para su liberación. La conjura no fue solo síntoma de las ambiciones saboyanas, sino también del descontento del sector popular de la población genovesa. De hecho, el ideólogo del complot, Giovanni Antonio Ansaldi, nativo de Voltri, pero residente en Torino, era el autor de «muchos libritos impresos bastante perniciosos contra la nobleza y la nación genovesa, exhortadores del pueblo contra la tiranía de los nobles» que fueron bien recibidos en los ambientes artesanos, plebeyos y pobres y por individuos del llamado popolo grasso.72 Los llamamientos a la moderación efectuados por el gobierno hispánico —a través de ministros como el marqués de Santa Cruz, el embajador español en Génova y el gobernador de Milán— de nada sirvieron y el Minor Consiglio decidió por unanimidad el castigo de los culpables: al igual que Génova hizo caso omiso a las demandas francesas para que se respetaran las propiedades de Claudio De Marini como ministro que era del Cristianísimo, el gobierno ligur rechazó de pleno las peticiones de su socio hispánico para que indultara a los protagonistas de la conjura.73 72 «Molti libretti in stampa perniciosi assai contro la nobiltà e nazione genovese, essortatori al popolo contro la tirannide de’Nobili», frase citada por Costantini, C. La repubblica di Genova..., cit., pp. 252. Sobre la conjura, véase también Bitossi, C. Il governo..., cit., p. 194; id., «L’Antico Regime... », cit., pp. 439-441. 73 La conjura de Vachero también suscitó cambios en el marco político de la República. Para descubrir y combatir futuras sediciones se fundó una nueva magistratura en noviembre de 1628: los Inquisitori dello Stato. Véase Canosa,

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Tal y como aseguraba Costantini, «con aquella deliberación, a todos quedó claro que era la propia alianza española la que era condenada oficialmente por primera vez».74 Al mismo tiempo, Costantini describía en otra parte el hecho como un claro testimonio de que algo había cambiado en el comportamiento de la Monarquía Hispánica frente a la República: La ejecución de Vachero no era, por otro lado, un simple gesto de desobediencia [de Génova al Rey Católico]: era la toma de consciencia de que algo en el comportamiento español había mutado radicalmente. Los españoles se habían limitado a pedir sacrificios o servicios a la aristocracia genovesa, pero habían mostrado que sabían transigir con sus adversarios o servirse de ellos.75

Contemporáneamente a estos acontecimientos, la República y sus ciudadanos sufrieron un ulterior golpe que minaría su confianza en el aliado hispánico y que condicionaría las bases económicas sobre las que los genoveses sustentaban su vínculo con la Corona hispánica: el decreto de suspensión de pagos del 31 de enero de 1627, la primera suspensión de pagos declarada durante el reinado de Felipe IV.

Romano. All’origine delle polizie politiche. Gli inquisitori di Stato a Venezia e a Genova, Milán, SugarCo, 1989. 74 «Fu chiaro a tutti che, con quella delibera, era la stessa alleanza spagnola che per la prima volta veniva ufficialmente condannata». En Costantini, C. La repubblica di Genova..., cit., p. 248. 75 «L’esecuzione di Vachero non era del resto un semplice gesto di disobbedienza: era la presa di coscienza che qualcosa nell’atteggiamento spagnolo era radicalmente mutato. Gli spagnoli non si erano limitati a chiedere sacrifici o servigi all’aristocrazia genovese, ma avevano mostrato di saper transigere con i suoi avversari o di volersene servire». En Costantini, C. «La ricerca di un’identità…», cit., p. 46. Sobre los procesos que condujeron a la crisis de las relaciones entre la Monarquía Hispánica y Génova y las consecuencias para la política imperial hispánica, véase Herrero Sánchez, M. «La quiebra...», cit.

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2. «Hora il tutto è cambiato assai»: Battista Serra y los poderosos de Madrid Las condiciones en las que se produjo la mediación de Battista Serra entre la República y la Monarquía no pueden solo interpretarse a la luz de un contexto internacional convulso como el descrito que afectó, sin lugar a dudas, a la estructura y composición del entramado Serra, sino que deben también tener en cuenta las circunstancias específicas de la Corte y de las redes cortesanas en las que hubo de operar el genovés durante los años en los que se desarrolló su embajada. Las fuentes nos indican que Battista llegó a Madrid con gran pompa. Respecto al séquito que trajo consigo a la Corte, merece la pena destacar que estaba formado por un total de 38 personas cuando el máximo establecido por la República y precisado en las instrucciones remitidas al embajador era de veinte.76 Entre los sirvientes que acompañaron a Serra a Madrid se encontraban los criados de su mujer, Maddalena Serra, y de sus primos, Giovan Francesco y Giovanni Battista, de los que era tutor, y su propio secretario, el genovés Giovanni Giacomo Banchero. A estas 38 personas había que añadir cinco acompañantes gentiluomini españoles, «personas de buena apariencia que conforme al uso de esta corte son muy necesarios y los tienen todos los embajadores».77 A pesar del fasto de la embajada, el contexto político, económico y diplomático era bien diverso al que había vivido Battista Serra en su estancia como agente de Génova en Madrid entre 1614 y 1617. A juicio del embajador, la entrada masiva de efectivos militares hispánicos en territorio italiano para defender los 76 Ciasca, R. Istruzioni..., cit., vol. 2, p. 180. 77 «Persone di buona apparenza che conforme all’uso di adesso di questa corte sono molto neccessary e che sino tenuti da tutti gli ambasciatori». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 6 de marzo de 1623. La relación de sirvientes adjuntada a dicha carta tiene fecha de 7 de marzo.

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intereses de Felipe IV en la Valtelina comportaba una importante modificación en la política que había seguido el monarca Católico hasta aquel momento: Ahora todo ha cambiado mucho [Hora il tutto è cambiato assai], existiendo un rey ambicioso de gloria, que se precia de muy valiente, por sí mismo inclinado a manejar armas, de voluntad determinada y de ánimo más inclinado al rigor que es favorable [y] desea muchísimo pasar a Italia […] que en lo que se refiere a dineros, en el caso de que los necesite, no le faltarán [procedentes] de muchas partes. Replico a Vuestras Señorías que aquello que en otros tiempos era cuando menos imposible —que esta Corona diera lugar a manejar armas en Italia […]— ahora me parece fácil y temo muchísimo que un día deba suceder si Saboya y los venecianos específicamente hicieran amenazas. Quiera Dios que me equivoque.78

En noviembre de 1624, un ejército franco-suizo penetró en el territorio de los grisones para restituir la Valtelina a los protestantes, maniobra que, tal y como había predicho Serra, arrastró poco después a Saboya que, junto a Francia, invadió Génova en marzo de 1625. La invasión de Génova, acordada por Francia y Saboya en 1624, fue el resultado de las ambiciones de Francia sobre la Valtelina y de las aspiraciones territoriales de Saboya, 78 La cita completa en lengua original: «Hora il tutto è cambiato assai havendo un Ré ambitioso di gloria, che si precia di valente assai di sua persona inclinato á maneggiar armi, di volontá determinata e di animo piu inclinato á rigore, che a pro, con desiderio grandissimo di passare in Italia […] che per quanto tocca a denari purche voglino, non li mancheranno da mille parti, replico a Vostre Signorie Serenissime che quello che in altri tempi era posso dir impossibile che questa Corona dovessi mai dar loco á maneggiar armi in Italia […], hora l’ho per facile, e che temo grandemente che un giorno se li debba venire, se Savoya e Veneciani particolarmente anderanno appresso a far minaccia, e voglia Iddio che mi inganni». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 7 de julio de 1623.

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que se habían visto frustradas por la concesión de Zuccarello a la República ese mismo año.79 Una reacción en cadena que provocó una mayor implicación española en Italia, lo que confirmaba los peores temores del embajador genovés. Tras la firma de la paz de Monzón entre España y Francia en 1626, la suspensión de pagos decretada por Felipe IV en 1627 y el nuevo acercamiento hacia Saboya por parte del rey —más interesado en alejar al duque del Cristianísimo que en contentar al socio ligur— sentaron nuevas bases en las relaciones hispano-genovesas, que necesariamente acabaron por redimensionar la función ejercida hasta el momento por las familias ligures al servicio del monarca Católico y que introdujeron novedades en las estrategias de promoción que estas habían practicado hasta entonces. En este contexto, el papel del genovés en la Corte en 1622 difería con creces del ostentado en su anterior misión diplomática como agente de la República en Madrid entre 1613 y 1617.80 En esos años, Battista era, uno de los cuatro genoveses miembros de la Diputación del Medio General de 1608, cargo que, como vimos, le confirió un enorme poder, a caballo entre lo público y lo privado, y que aprovechó para erigirse en una figura de referencia para su red de parientes, socios y amigos y, en general, para la nación genovesa con intereses en Castilla. Además, el período en que desempeñó el cargo de agente en Madrid constituía un momento de relativa paz en el que las relaciones fluidas que el genovés sostuvo con algunos de

79 Sobre la guerra franco-saboyana contra Génova, véase Casanova, Giorgio. La Liguria centro-occidentale e l’invasione franco-piamontese del 1625, Génova, Erga, 1983; Costantini, C. La repubblica…, cit., pp. 246-248. Un elenco de fuentes de la época que narraron los acontecimientos de dicha guerra en Bitossi, C. Il governo..., cit., p. 192. Un acercamiento a la política y la diplomacia puestas en práctica por el duque de Saboya durante la guerra de los Treinta Años en Osborne, Toby. Dinasty and Diplomacy in the Court of Savoy. Political Culture and the Thirty Years’ War, Cambridge, Cambridge University Press, 2002. 80 Sobre esta misión diplomática, me permito recordar Ben Yessef Garfia, Y. R. «Bautista Serra, un agente...», cit.

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los ministros hispánicos —fruto de su larga permanencia en la Corte y de sus negocios como mercader-banquero al servicio del rey— propiciaron un extraordinario conocimiento de la política hispánica y del estado de la Real Hacienda. Condiciones excepcionales que facilitaron las tareas de negociación que efectuaba para la República. Sin embargo, el regreso de Battista a Madrid cinco años después de su última estancia se produjo en un escenario bien diverso que el genovés percibió desde que se produjera su primera audiencia con el rey en la que este recibió al embajador de la República sentado y no de pie, como establecía el protocolo.81 Los primeros años del reinado de Felipe IV y la afirmación de Olivares como valido del monarca suscitaron la entrada en escena de una nueva clientela política y la desaparición o debilitamiento de importantes apoyos con los que había contado Serra en el período anterior. Entre los ministros recién llegados, Serra destacaba a Fernando de Girón y a Agustín Messía «que a día de hoy él [Messia] y don Fernando Girón son aquellos de los que se sirve Olivares para despachar los negocios».82 Según Serra, todos los negocios que interesaban a la República pasaban por sus manos y por las del propio Olivares, 81 Battista refería al gobierno de la República que «habiendo entrado en la habitación donde estaba Su Majestad, lo encontré sentado, cosa me sorprendió mucho y, si hubiera podido hacerlo, me habría marchado, pero siendo la habitación muy pequeña y habiendo ya entrado, cosa que no había podido prever [no lo hice] [...]. Dicha novedad de Su Majestad sentado [es] muy insólita, puesto que he hablado muchas veces con el rey en el pasado, cuando estaban a mi cargo los negocios públicos, pero nunca me había sucedido esto». Traducción del texto original: «essendo entrato in la stanza dov’era S. Maestà lo ritrovai assentato, cosa che mi fece restare grandemente invaghito, et che mi haveria fatti ritornare a dietro quando havessi potuto farlo, pero con non essere la detta stanza molto grande, e già entrato in essa, cosa che non haverio potuto preveder prima [...]. La sudetta novità di essa Sua Maestà assentata cosa tanto insolita poiche havendo io parlato tante volte al Rè passato quando erano a mio carico li affari pubblici, mai mi era successo questo». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 17 de febrero de 1623. 82 «Che al giorno di hoggi lui e don Fernando Girone sono quelli di quali si serve Olivares per dispacchiare li negoty». Ibidem, carta de Serra a la República, 11 de marzo de 1623.

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razón por la cual, el embajador informaba al gobierno genovés de la necesidad de congraciárselos. El protagonismo de Fernando Girón en la Corte había pasado desapercibido a la República, que no había dado a Serra ninguna carta de presentación dirigida a dicho ministro. Por ello, el embajador comunicó al gobierno que había intentado remediar dicha eventualidad.83 En lo que se refiere a Olivares, Battista manifestaba la importancia de ganarse el favor del privado para facilitar la compra de Zuccarello por parte de la República, operación en la que Génova competía directamente con las ambiciones de Saboya. La urgencia de procurarse el beneplácito del valido se debía a que el susodicho «entra en todos los Consejos de Estado que se hacen y las cosas a menudo se resuelven según su parecer».84 La correspondencia del embajador genovés nos ofrece un audaz retrato de Olivares. Así por ejemplo, Serra no dudaba en lamentarse de la testarudez del valido, «siendo hombre que cuando se le mete una cosa en la cabeza difícilmente cambia», refiriéndose a los obstáculos que estaba afrontando la República en su intento por hacer valer los derechos de San Giorgio sobre la comercialización de sal en Finale.85 Por otro lado, Battista testimonia el incremento del número de consejeros que hacía extremadamente difícil la negociación per83  Ibidem, carta de Serra a la República, 20 de febrero de 1623. 84  «Entra in tutti li consigli di stato che si fanno, e si rissolvono assai le cose secondo si vede che lui inclina». Ibidem. 85  «Essendo huomo che quando se l’incassa una cosa dificilmente si cambia». Ibidem, carta de Serra a la República, 7 de julio de 1624. Elliott ya dio a conocer algunos aspectos sobre la complicada personalidad de Olivares que difícilmente podían suscitar simpatías de manera inmediata. Razón que podría explicar que la llegada de Gaspar de Guzmán a la Corte en 1615 no levantara inicialmente las sospechas de Lerma, siempre temeroso de que otro ejerciera su influencia sobre el futuro Felipe IV. Por otro lado, los contemporáneos de la época hablaban de los repentinos cambios de humor de Olivares y de la sorprendente alternancia de «una gentileza excesiva con violentas explosiones de genio» («eccessive gentleness with violent outbursts of temper»). Sobre estas cuestiones y la personalidad del Conde-Duque, véase Elliott, J. The count-duke..., cit., p. 27; id. Richelieu and Olivares, Cambridge, Cambridge University Press, 1991.

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sonal con cada uno de ellos que había puesto en práctica en su misión precedente como agente. La incapacidad del embajador para reunirse individualmente con todos los ministros que comparecían en los Consejos en los que se discutían asuntos relevantes para la República fue motivo de frustración para el genovés, tal y como transmiten algunas de las cartas que remitió al gobierno ligur.86 Debido a la estrecha correspondencia entre el Consejo de Estado y el de Guerra (todos los miembros del primero lo eran automáticamente del segundo) es natural que el incremento del número de consejeros se reflejara también en este último. Así, el embajador expresaba su inquietud ante los nuevos ascensos en una carta de enero de 1624: Si bien no faltan consejeros de Guerra, puesto que en los días pasados fueron nombrados hasta siete, últimamente ha sido nombrado también en dicho Consejo a D. Andrés Velázquez, y todos los otros Consejos aumentan cada día su número de consejeros de manera que los hombres de negocios necesitan armarse de paciencia.87

86 Sobre el número de consejeros de Estado, Serra refirió que, para abril de 1624, estos alcanzaban la veintena: «Ahora me veré con todos ellos, que en pocos días llegarán a la veintena los que se reunirán en dicho Consejo. Confieso a Vuestras Señorías Serenísimas que no sé como se pueda hacer algo bueno [en estas condiciones]» («hora mi vederó con tutti loro, e dovendo essere frá pochi giorni sino al numero di venti quelli che si giunteranno in detto Consiglio confesso a VVSS Serenissime che non só come si debba far mai cosa buona»). En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 23 de abril de 1624. En otra misiva de ese mismo mes, Serra relataba cómo entraron en dicho órgano recientemente el marqués de Caracena y el presidente del Consejo de Órdenes, fray Íñigo de Brizuela. Al respecto, Serra comentaba que «es necesario armarse de mucha paciencia y lo peor es que con tanta diversidad de opiniones, nunca se llegará a un acuerdo» («bisogna armarsi di buona pacienzia et il peggio è che con tanta diversità de pareri non si finirà mai cos’alcuna»). En id., carta de Serra a la República, 18 de abril de 1624. 87 «Se ben non mancano consiglieri di Guerra poiche li giorni passati ne furno fatti sino al numero di 7 hora ultimamente è anche stato fatto di esso Consiglio D.

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Dicho fenómeno fue paralelo a la generalización del sistema de juntas —que ralentizaba enormemente la toma de decisiones— y al aumento de los letrados, designados específicamente para dichas juntas.88 No abundan las referencias a los letrados en la correspondencia de Serra. No obstante, algunos breves comentarios nos transmiten la poca simpatía que estos le debían inspirar. En una carta del genovés en la que narraba cómo transcurrían las negociaciones sobre la comercialización de la sal en Finale, Serra menospreciaba el juicio de los letrados de la junta ideada para dicha cuestión, ya que «por ser hombres tan capaces, por no decir otra cosa, encontraran siempre leyes que respondan a su propia voluntad». La opinión negativa de Battista sobre los juristas de su época queda nuevamente plasmada en una misiva en la que comunicaba a la República los trámites que se estaban llevando a cabo para ajustar las deudas en las que incurrió el genovés Agostino Fiesco al frente de la tesorería de la Cruzada. En dicha carta, muestra su desconfianza hacia los letrados que «al margen de Bartolo y Baldo, saben poco en materia de Estado y de otras cosas». Serra demuestra así conocer la tradición jurídica medieval italiana, refiriéndose a Bartolo de Sassoferrato (1314-1357) y a su discípulo, Baldo degli Ubaldi (1327-1400).89 Andrés Velasques, et in tutti li altri Consigli ogni giorni si vede crescere il numero de Consiglieri di manera che li negozianti hanno bisogno di buona pacienza». Ibidem, carta de Serra a la República, 16 de enero de 1624. Sobre el Consejo de Estado en la Monarquía Hispánica, véase Barrios, Feliciano. El Consejo de la monarquía española: 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984. 88 Sobre la generalización de las juntas durante la privanza de Olivares, véase Sánchez González, María Dolores. El deber de Consejo en el Estado Moderno. Las Juntas «ad hoc» en España (1471-1665), Madrid, Polifemo, 1993. Dichos aspectos no fueron solo criticados por Serra, sino también por algunos de los ministros hispánicos desplazados que se quejaban del retraso con el que recibían las resoluciones e instrucciones de la Corte: Hugon, Alain. Au service du roi catholique: Honorables ambassadeurs et Divins Espions; Représentation diplomatique et service secret dans les relations Hispano-Françaises de 1598 à 1635, Madrid, Casa de Velázquez, 2004, p. 152. 89 Respecto a la primera frase citada, la traducción se ha realizado del texto original: «per esser tanto valenthuorÿ per non dir altro ritroveranno sempre

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La decisión de afrontar la cuestión de Finale en una junta ad hoc fue atribuida por Battista a la influencia perniciosa en el Consejo de Italia del regente Salamanca. La actitud de Salamanca fue sistemáticamente reprobada por el embajador genovés que se mostraba indignado ante el conde de Monterrey, presidente del Consejo, debido a la unilateralidad con la que se había procedido y sin que nadie le hubiera consultado su parecer.90 La realidad era que la discusión del asunto en una junta formada por un grupo restringido de personas dificultaba sobremanera la intervención del embajador y, con ello, la defensa de los intereses de la República.91 Más aún en este momento en el que Serra no parecía contar con el ascendiente de que disfrutaba en la misión anterior. leggi corrispondenti alla loro volontà». La segunda citación en lengua original: «fuori di Bartolo e Baldo sanno poco di materia di Stato ne di altro». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 4 de julio de 1624. Sobre el fenómeno del jurista en la Monarquía Hispánica, véase Aranda Pérez, Francisco (ed.), Letrados, juristas y burócratas en la España Moderna, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2005. Un estudio reciente sobre la importancia de los letrados durante el reinado de Felipe IV en Volpini, Paola. Lo spazio politico del «letrado». Juan Bautista Larrea, magistrato e giurista nella monarchia di Filippo IV, Bolonia, Il Mulino, 2004. 90 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de la República a Serra, 9 de febrero de 1624. Sobre la responsabilidad que tuvo el regente Salamanca en la decisión de constituir una junta particular para la cuestión de Finale, véase id., carta de Serra a la República, 16 de enero de 1624. 91 Formaban parte de dicha junta el conde de Monterrey, cuatro regentes del Consejo (excluido Salamanca), el gran canciller de Milán, cuatro auditores del Consejo real (es decir, el Consejo de Castilla) y el fiscal. En una carta a la República, Serra informa que en una de las primeras reuniones celebradas, el fiscal había relatado argumentos que poco o nada tenían nada que ver con las verdaderas pretensiones de Génova. Un inconveniente que se agravaba aún más teniendo en cuenta que el fiscal no quería aceptar el memorial que Serra había entregado para que se viera en dicha junta. Entre otros asuntos, el memorial, que Serra había dirigido in primis al rey, reclamaba que se consintiera la participación de Serra en la junta, así como la posibilidad de tratar con sus miembros para satisfacer las dudas que se les ofrecieran. En ibidem, carta de Serra a la República, 20 de mayo de 1624.

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Entre los contactos que Battista conservaba del período precedente se encontraba el regente Jerónimo Caymo que continuó colaborando con el embajador para aquellas causas relacionadas con República que se discutían en el Consejo de Italia. Prueba de los servicios que Caymo prestaba a Serra fueron las informaciones que le proporcionó para el asunto de la tasa del veinticinco por ciento que el virrey de Nápoles, duque de Alba, había impuesto a las rentas extranjeras por cuatro años.92 El embajador ignoraba si se trataba de una decisión del virrey o si había sido gestada en el Consejo de Italia o en el de Estado. A través de Caymo, Serra supo que el duque de Alba había escrito a Monterrey para informarlo de tal disposición, por lo que aconsejaba a Serra que reuniera todos los papeles sobre el tema para que se le pudiera poner remedio en el Consejo de Italia. Pero Serra halló dificultades para seguir dicha recomendación debido a que Matienzo, el secretario del Consejo encargado de las cosas de Nápoles y que le debía poner al corriente de los antecedentes e informar de los documentos necesarios, era nuevo en el cargo. Según Battista, la ayuda de Caymo fue una vez más decisiva, puesto que «él mismo [Caymo] fue de persona a casa de dicho secretario, se tomó la molestia de buscar los registros para ver lo que se había escrito y los montones de cartas para encontrar las respuestas».93 Los contactos de Battista Serra con otro de los colaboradores de la misión diplomática anterior, el regente del Consejo de Italia Carlos Tapia, no parece que fueran tan fiables como los lazos mantenidos con Caymo. Muy posiblemente debido a la incapacidad de la República de satisfacer las demandas de uno de los deudos

92 Sobre dicha disposición, véase Musi, A. Mercanti…, cit., pp. 97 y 98. 93 «Lui medesmo andó in persona in casa di esso segretario si prese travaglio di far cercare li registri per vedere quello che s’era scritto e cosi li mazzi di lettere per ritrovar le risposte». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, 26 de mayo de 1626.

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de Tapia, un tal Andrea Boballi, que solicitaba la liberación de algunos luoghi que poseía por herencia sobre San Giorgio.94 El panorama político había cambiado también para los amigos que Serra había hecho en la Corte durante su anterior encargo diplomático. En octubre de 1622 había muerto el tío de Olivares, Baltasar de Zúñiga, presidente del Consejo de Italia, firme defensor de la reputación hispánica y, según Battista Serra, favorable a Génova en cuestiones como la concesión del título de Serenissima.95 Como se deduce de una carta emitida por Battista Serra al gobierno ligur, el fallecido mantenía buenas relaciones con Caymo. Desgraciadamente, en los años en los que Battista desempeñó el cargo de embajador, Caymo no consiguió mantener con el nuevo presidente del Consejo de Italia, Manuel Fonseca y Zúñiga, conde de Monterrey y sobrino de Baltasar, la misma afinidad que sostuvo con este último.96 Por si fuera poco, como ya se ha señalado, la entrada en el Consejo de Italia de Salamanca era sintomática de un nuevo clima de opinión en esta institución que no facilitaba una resolución favorable a los intereses de la República. 94 Sobre la imposibidad de la República de contentar a dicho Boballi, Serra escribía al gobierno genovés cuánto era «forzoso para las repúblicas gobernarse según las leyes, que no se pueden derogar como hace un príncipe absoluto y como se hace aquí todos los días» («forzoso alle Republiche governarsi conforme alle loro leggi, alle quali non si può derrogare nel modo che fa un Prencipe assoluto e come si fa qui tutto il giorno»). Ibidem, 2430, carta de Serra a la República, 3 de enero de 1623. 95 Según escribió Battista a la República, era una desgracia que la cuestión del título aún no se hubiera resuelto, sobre todo teniendo en cuenta el parecer favorable que al respecto mostraron en su tiempo Baltasar de Zúñiga y el secretario Antonio Aróstegui. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de 17 de febrero de 1623. Sobre Baltasar de Zúñiga, véase González Cuerva, R. Baltasar de Zuñiga..., cit. 96 En carta de 29 de junio de 1623, Serra comunicaba a Génova que el asunto de la sal de Finale estaba a punto de discutirse en el Consejo de Italia y se mostraba optimista gracias al apoyo del regente Caymo y «a pesar de que [Caymo] no mantenga buenas relaciones con el conde de Monterrey como las mantenía con el señor Bartolomé de Zúñiga» («nonostante che col Conte di Monterrey non habbi [Caymo] buon luoco come haveva col signore Bartolomé de Zúñiga»). En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, leg. 2430, carta de Serra a la República, 29 de junio de 1623.

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Además de negar los derechos que se arrogaba San Giorgio sobre la distribución de sal en Finale, Salamanca iba más allá y se dedicaba en estos años a defender las ventajas de la imposición de una tasa sobre la sal en Finale.97 El propio Caymo aseguró a Serra que, por haber siempre intentado que se hiciera justicia con la República en la cuestión de Finale, «ahora lo tratan en este negocio como si hubiera traicionado a Su Majestad, lo cual le había provocado gran disgusto».98 Al respecto, el embajador refería que, en su opinión, la causa genovesa estaba ya perdida y aseguraba incluso que, si en la actualidad no se hablaba de la construcción de un puerto en dicho enclave, tenía por seguro que con el tiempo se ejecutaría. Aunque Salamanca murió apenas un año y medio después de estas afirmaciones, los efectos de sus discursos se plasmaron, como vimos, en la constitución de una junta que continuó funcionando aún después de su defunción.99

97  Ibidem, carta de Serra a la República, 17 de marzo de 1623. 98 «Adesso lo trattano in questo negocio come se hauesse tradito a Sua Maestà, di che era grandemente disgustato». Ibidem, carta de Serra a la República, 11 de marzo de 1623. 99 Sobre la muerte de Salamanca, ibidem, carta de Serra a la República, 18 de septiembre de 1624. Ese mismo año, Battista recibió con alegría la noticia del deceso de otro de sus grandes opositores: el duque del Infantado. Ante el grave estado de salud en el que este hallaba y que le provocaría la muerte poco después, Serra se pronunció de este modo: «el duque del Infantado se encuentra en casa con tercianas y, dada la edad, los médicos dudan que pueda librarse. En el caso de que Dios disponga de él, no será una gran pérdida para la república Serenísima puesto que, si bien en algunos negocios la ha ayudado, por sí mismo nunca ha estimado a la República como dicta la razón» («il Duca dell’Infantado è a letto con terzane et atesa la sua età li medici dubitano che non debba scaparla per quando Dio disponga di lui non sarà per la Repubblica Serenissima perdita alcuna, perche se bene in alcuni negotÿ há aiutato, in se stesso non há mai havuto essa Repubblica in la existimatione che ricerca la ragione». En id., carta de Serra a la República, 31 de julio de 1624. Más referencias a Juan Hurtado de Mendoza en la correspondencia del embajador Serra en ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, 24 de octubre de 1626. No obstante, el duque no dudó en apoyar a la República en su pretensión de comprar Zuccarello, si con ello conseguía frustrar las intenciones del duque de Saboya. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 7 de mayo de 1624.

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La pérdida de Baltasar de Zúñiga no fue la única que Battista hubo de lamentar: el 24 de febrero de 1623 falleció el secretario de Estado y de despacho universal, Antonio de Aróstegui.100 El acontecimiento condujo a la confirmación de Juan de Ciriza en la sección italiana del Consejo de Estado, después de que se considerara momentáneamente la posibilidad de conceder el puesto vacante al hermano de Antonio. No obstante, Battista aseguraba a la República que el hermano de Aróstegui, por entonces secretario del Consejo de Guerra, en poco o en nada asemejaba al difunto, puesto que, a diferencia de Antonio, era «de poca paciencia y muy colérico».101 Serra comunicò también a Génova que, tras la muerte de Aróstegui, también se contempló la opción de que el cargo fuera ocupado por Andrés de Prada, opción que no tardó en rebatir porque «es muy dependiente de la casa del conde de Lemos que dicen que esto le perjudicará y que Olivares no se fiará».102

100 La inquietud de Serra ante una inminente muerte del secretario no pasa desapercibida en la correspondencia que intercambió con la República. Así por ejemplo, en carta de 17 de febrero de 1623 escribía al gobierno «lamentando que el secretario Antonio Aróstegui que siempre ha mostrado tanto afecto por los asuntos públicos se encuentre en la cama enfermo. Se opina que podría durar poco y se sabe además que su indisposición podría causar que se encargaran otros de los papeles […]. Ruego a Dios que le dé salud para que al menos pueda servir en su oficio de secretario en el consejo, puesto que me sería siempre de gran ayuda». Traducción del texto original: «dolendomi fra tanto di haver ritrovato che il segretario Antonio Aróstegui che sempre si è mostrato tanto affettionato verso le cose publiche sy a letto amalato con opinione che possi durar poco, oltre che sin d’adesso si conosce che da questa sua indisposizione lene rissulta che si introduchino altri nelli papeli […] e priego Iddio le dy salute accioche possa almeno servire il suo ufficio di segretario in Consiglio, poiche sempre mi saria di gran agiuto». En ibidem, carta de Battista Serra, embajador ordinario en Madrid, a la República, 17 de febrero de 1623. Los temores de Serra se confirmaron unos días después con el fallecimiento del secretario. 101 «Di poca pazienza e colerico assai». En ibidem, Battista Serra a la República, 26 de febrero de 1623. 102 «È tanto dipendente dalla casa del Conte di Lemos che vogliono che questo li debba far danno, e che Olivares non si ne debba fidare». ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 20 de febrero de 1623. El 18 de abril de 1624 Serra informaba al Senato y Doge de la República que la se-

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Si bien Ciriza nunca fue del gusto del embajador, mayor agrado causó en Serra la elección del sustituto para la secretaría del despacho que finalmente recayó en Pedro de Contreras, hasta entonces secretario de cámara y calificado como amigo por el propio Serra.103 La mala opinión hacia Ciriza, que ya había sido ampliamente manifestada por Serra cuando era agente de la República, no cambió durante el período en el que ejerció como embajador. Ciriza era secretario para los asuntos del Norte mientras que Aróstegui lo era para los de Italia desde el 10 de noviembre de 1612. No obstante, como bien refiere Escudero, era habitual que uno de los secretarios sustituyera provisionalmente al otro si era necesario, como ocurrió en enero de 1615, mes en el que Aróstegui enfermó. A pesar de su recuperación, un año después volvió a recaer inaugurando un período en el que, en palabras de Serra, «un día está bien y otro está en la cama».104 El caso es que Ciriza, al igual que el secretario Tomás de Angulo, era hechura de Lerma, y hacia marzo de 1616 parecía sustituir a Aróstegui en la gestión de los asuntos que interesaban a la secretaría de Italia.105 La incompetencia de dicho secretario para cretaría de Estado para las cuestiones de Flandes se había finalmente concedido al dicho Prada. En id., carta de Serra a la República, 18 de abril de 1624. 103  Ibidem, carta de Serra a la República, 11 de marzo de 1623. Aunque las funciones de secretario de despacho ya fueron desempeñadas por varios individuos en reinados anteriores, el título oficial de «secretario de despacho universal» se creó por primera vez en 1621 y recayó en el secretario de Estado para temas italianos, Antonio de Aróstegui. 104 «Un giorno stà bene e l’altro in letto». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2427, carta de Battista Serra, agente en Madrid, a la República, 13 de enero de 1615 y 20 de enero de 1616 105 Sobre la promoción de Ciriza como «criatura» de Lerma, véase Alvar Ezquerra, Alfredo. El Duque..., cit., pp. 358-59; Benigno, F. La sombra..., cit., p. 67. Sobre la capacidad de Ciriza para sobrevivir al cambio de reinado a pesar de haber formado parte de la entourage de Lerma, véase Ostolaza Elizondo, María Isabel. «El acceso de los navarros a la administración castellana: el caso de Tristán y Juan Ciriza», Príncipe de Viana, Año 61, nº 220 (2000), pp. 433-448. Sobre la importancia de las élites administrativas vascas y navarras en la Edad Moderna, véase Imízcoz Beunza, José María. «Las élites vasco-navarras y la monarquía hispánica: construcciones sociales, políticas y culturales en la edad

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hacerse cargo de los problemas que tramitaba la secretaría de temas italianos ya fue señalada en precedencia por algunos ministros del Consejo de Estado durante la misión diplomática de Battista como agente. Dicha ineptitud fue confirmada al mismo agente cuando este último, vista la larga ausencia de Aróstegui, solicitó a los señores del Consejo que los papeles del secretario pasaran a Ciriza, los cuales lo desalentaron comentándole que «dicho Ciriza no hará nada bueno».106 La añoranza de los tiempos en los que Aróstegui estaba al frente de la secretaría de Estado se aprecia en una carta que Serra envió a la República y en la que refería la negativa de Ciriza a mostrarle la misiva que el rey había teóricamente mandado al duque de Alba, virrey de Nápoles, con orden de que liberara a los genoveses que habían sido arrestados por contrabando de moneda, [...] y siendo dicho Ciriza un hombre muy seco no he podido obtener nada de él, que en tiempo de Aróstegui me habría permitido ver la respuesta de Su Majestad y la misma carta que se escribía

moderna», Cuadernos de Historia Moderna, 33 (2008), pp. 89-119; id. (ed.), Elites, poder y red social: las élites del País Vasco y Navarra en la Edad Moderna (estado de la cuestión y perspectivas), Bilbao, Universidad del País Vasco, 1996. 106 «Detto Cirizza non fara cosa bona». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2427, carta de Serra a la República de 1 de abril de 1615. Igualmente, Serra llamaba la atención a la República sobre los límites del burócrata en carta de 13 de mayo de 1617 en la que refería al gobierno ligur que había hecho entrega a Ciriza del privilegio concedido por Carlos V a Génova para el suministro de sal en Finale. Privilegio que el secretario no pudo leer por estar en latín. En id., carta de 13 de mayo de 1617. Sobre el enorme poder de los secretarios de Estado, Escudero afirma que no era parangonable al de cualquier otro secretario. No solo era un hombre de confianza del rey, sino que la inexistencia de un presidente efectivo en el Consejo de Estado obligaba a que fuera el secretario el que remitiera los despachos al monarca, así como el que planteara a dicho organismo los temas sobre los que realizar las consultas. Véase Escudero, José Antonio. Los secretarios de Estado y del despacho (1474-1724), vol. 2, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1976, p. 497, pp. 502-503 y p. 604 y ss.

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a dicho Alba. Si bien tengo intención de procurarme la copia, no sé si lo conseguiré porque las cosas son bastante difíciles.107

Los servicios que Aróstegui había brindado en el pasado a Génova eran de sobra conocidos por la República y motivaron la afectuosa carta remitida al secretario el 3 de noviembre de 1622 con el fin de presentar a Serra como nuevo embajador ordinario de la República en Madrid. La misiva reconocía a Aróstegui la prudencia, la disponibilidad y la diligencia con la que el secretario había servido a la República y se distinguía claramente de las cartas más frías enviadas a otros ministros de la Corte como el marqués de Montesclaros, el marqués de Aytona, Agustín Messia, Diego de Ibarra, Baltasar de Zúñiga, el duque del Infantado o el conde de Olivares. En concreto, las autoridades genovesas.108 El Senato ligur propinó también un trato especial a Pedro de Toledo, al que rogó que protegiera al embajador Serra y mostró gratitud por todos los favores que había concedido a la República 107 «E con esser il detto Cirizza homo secco assai non ho potuto cavar da lui di vantaggio dove che in tempo di Aróstegui mi haveria correntemente lasciato vedere la medesma risposta di Sua Maestà e la medessima lettera che si scrive a esso d’Alva, e se ben sono per procurar di haverne la copia, non so quello che me ne creda perche vanno le cose strettte assai». ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 3 de agosto de 1623. 108 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de la República a Antonio Aróstegui, 3 de noviembre de 1622. De la correspondencia intercambiada entre Serra y la República en los tiempos en los que el primero ocupó el cargo de agente en Madrid (1614-1517) se deduce el inmenso poder que el secretario Aróstegui poseía en el Consejo de Estado, así como la confianza que Serra depositaba en él frente a la relación distante que el agente mantuvo con posterioridad con Juan de Ciriza. En esos años, Aróstegui había asistido en numerosas ocasiones al genovés en asuntos como la reivindicación de la precedencia de las galeras de la República sobre las de Malta. Tanto fue así que para esta cuestión el secretario de Estado Aróstegui sugirió a Serra «como amigo» («da amico») que no se introdujera dicha causa en el Consejo de Estado antes de asegurarse la presencia de Velada y la preferible ausencia del duque del Infantado. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2427, cartas del agente Serra a la República, 7 y 31 de mayo y 9 de junio de 1615.

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en el pasado.109 Desafortunadamente, el marqués de Villafranca quedó momentáneamente excluido de la esfera política cortesana cuando fue enviado a Galicia para guiar su defensa ante la amenaza inglesa en 1625, año que, por otro lado, fue crucial para la República, que desde abril se veía asediada por las tropas francopiamontesas. A pesar del desplazamiento de Toledo de la Corte, antes de su partida influyó notablemente en la aceptación, por parte del Consejo de Estado, de la compra que Génova hizo de Zuccarello, desbancando así a Saboya. En dicha transacción, Serra reconocía también el reseñable apoyo que le había brindado el conde de Gondomar que había entrado en el Consejo de Estado en marzo de 1623 y «con el cual mantiene una estrecha amistad desde hacía muchos años, y con el cual había hablado de este particular hace tres días durante mucho tiempo».110 La retirada de Villafranca coincidió con la de otro ministro favorable a Génova, el marqués de Hinojosa, que ese mismo año se había dirigido a Lisboa para ejercer como capitán general de Portugal, puesto vacante por la ausencia de Fadrique de Toledo, empeñado en la exitosa recuperación de Bahía.111 109 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de la República a Pedro de Toledo, 3 de noviembre de 1622. 110 «Col quale ho stretta amitia di molti anni, e col quale havevo discorso di questo particolare tre giorni sono molto di spatio». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 3 de septiembre de 1623. Sobre el acceso de Gondomar al Consejo de Estado, véase ibidem, carta de Serra a la República, 22 de marzo de 1623. Sobre dicho personaje y su papel destacado como embajador en Inglaterra durante el reinado de Felipe III, véase Sanz Camañes, Porfirio. «Burocracia, corte y diplomacia. El conde de Gondomar, embajador de España», en Aranda Pérez, F. (ed.), Letrados, juristas..., cit., pp. 397-434. 111 Schaub, Jean-Frédérique. Le Portugal au temps du Comte-Duc d’Olivares (1621-1640), Madrid, Casa de Velázquez, 2001, p. 252. Sobre el alejamiento de Madrid por parte de Hinojosa y de Toledo, Serra escribe a la República lo siguiente: «A don Pedro de Toledo al final lo han presionado tanto que se va a Galicia. Hinojosa se fue a Lisboa. Estoy muy disgustado porque para nuestros asuntos y prácticas sobre las cosas de Italia se han perdido dos óptimos votos» («Don Pedro de Toledo alla fine l’hanno astretto tanto che va à Galicia. Hinojosa andò

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También la red italiana de Serra se vio sujeta a cambios fundamentales. El más llamativo fue el referido a la colaboración que había mantenido por más de una década con Ottavio Centurione, del que Serra se valió en el pasado no solo para la firma de asientos de dineros, sino también para la negociación informal de las demandas de la República con el duque de Lerma. Sin embargo, la cooperación entre Serra y Centurione entró en crisis precisamente cuando las necesidades económicas de la Monarquía Hispánica obligaron en 1624 a la rehabilitación de Ottavio como banquero del rey después del largo proceso que le impuso la Real Hacienda por aprovechamientos excesivos e ilícitos en las compensaciones de sus asientos.112 El sobreseimiento del pleito condujo inmediatamente a la participación de Centurione en un nuevo asiento por el cual, según Serra, Ottavio percibiría grandes beneficios.113 Este acuerdo financiero sería solo el inicio de la intensa actividad de Centurione come banquero privilegiado de la Corona: el 6 de mayo de 1625, Centurione, acompañado de Carlo Strata y Vincenzo Squarciafico, firmaba su primera factoría, lo que suponía actuar como un vera Lisbona, ne ho disgusto perche per li affari nostri, e pratichi delle cose de Italia mancano due voti ottimi»). En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Battista Serra a la República, 17 de mayo de 1625. Sobre la valoración positiva que recibían los votos de Hinojosa en el Consejo de Estado, véase ibidem, carta de Serra a la República, 17 de abril de 1625. 112 Sanz Ayán, C. «Octavio...», cit., pp. 847-872:857 y 861-862. Sobre la liberación de Centurione de todos los cargos que se le imputaban, véase ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 20 de enero de 1624. 113 «El señor Ottavio Centurione ha terminado el asiento de las provisiones de este año, gracias a las cuales se ha librado de las molestias que le infligían los fiscales de Su Majestad, pues se ha sabido antes que no tenían ninguna sustancia. Además de quedar libre de dichas molestias, se piensa que ha acordado negocio con el cual ganará mucho dinero» («il signore Ottavio Centurione ha finito l’assento delle proviggioni di quest’anno per mezzo di quale si è liberato delle molestie che li erano date dalli fiscali di Sua Maestà essendo prima stato conosciuto che non havevano sostanza alcuna, et oltre di dover restar libero di esse molestie, e, opinione quale che habbi fatto negocio nel quale debba guadagnare grosso denaro»). En ibidem, carta de Serra a la República, 10 de febrero de 1624.

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dadero funcionario real por cuenta y riesgo del monarca, y que confería a los participantes la facultad de vender 17 500 vasallos en Castilla, así como consignaciones sobre Nápoles y Sicilia.114 La capacidad crediticia de Centurione justificaba con creces el trato especial que, a partir de entonces, recibiría de las autoridades regias y motivó que el banquero fuera, junto a Bartolomeo Spinola, uno de los genoveses que mayor cantidad de metales preciosos recibió de las flotas americanas durante el reinado de Felipe IV. Dado el protagonismo alcanzado por Spinola y Centurione en estos años, no es de extrañar que existiera cierta rivalidad entre ambos: los dos eran consejeros de Hacienda, adscritos al Consejo de Guerra y factores del rey que competían por hacerse con las mejores mercedes que el monarca disponía para sus vasallos más fieles.115 El desencadenante del distanciamiento entre Battista Serra y Ottavio Centurione fue un litigio interpuesto por el primero en febrero de 1625 por impagos a la compañía Serra-Pallavicino derivados de un asiento que Centurione y la compañía firmaron a principios del siglo xvii. La cuestión no golpeó solamente las finanzas de los hermanos Battista y Paolo Serra, sino también las de Antonio Pallavicino, hijo y heredero de Nicolò Pallavicino, miembro originario de la compañía.116 El pleito debió de tener 114  Sanz Ayán, C. «Octavio...», cit., p. 862. Las condiciones de la factoría en Ruiz Martín, F. Las finanzas de la Monarquía Hispánica..., cit., pp. 70 y 71. Sobre los tratos financieros de Centurione en estos años, véase Pulido Bueno, I. El gran mercader..., cit., pp. 268-280. 115 Sobre las similitudes entre ambos perfiles sociales y la competencia entre estos hombres de negocios, véase Pulido Bueno, I. La familia genovesa..., cit., p. 272; Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., pp. 55, 61 y 63. Sobre las relaciones tumultuosas de Bartolomeo Spinola con otros personajes de la corte de Madrid, véase Álvarez Nogal, C. «El poder...», cit., pp. 1107 y 1108. 116 Nicolò Pallavicino había fallecido en 1619. Aunque no hemos hallado pruebas de que Antonio Pallavicino asumiera las funciones del padre en la compañía, sabemos que este como hijo único varón, heredó sus créditos y deudas y que la sociedad siguió actuando bajo el nombre Serra-Pallavicino. En Podestà, E.

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una enorme resonancia en la Corte, teniendo en cuenta que se constituyó una junta específica para su resolución117 y que Serra consideró necesario informar de ello a la República en una de sus cartas. El embajador aseguró al gobierno genovés que Centurione no había querido resolver el problema, por lo que se sintió obligado a nombrar un procurador. Para evitar que la reputación de la República se resintiera, Battista afirmaba haber dejado el asunto en manos de Francesco Serra de Giovanni Pietro II «sin que yo haya tenido motivos para entrometerme, cosa que no he hecho ni haré. Solo escucharé lo que sucede y aquello que me cuente mi sobrino [en realidad su primo] algunas veces».118 En este sentido, se aprecia una voluntad por parte de Serra de separar clara y explícitamente los asuntos privados de los públicos puesto que, como representante oficial del Estado genovés, su figura debía mantenerse ajena a conflictos entre particulares que pudieran minar el prestigio de la República. Una actitud que, sin embargo, pasó desapercibida en la misión diplomática precedente, muy probablemente debido a la naturaleza más informal del cargo de agente. El comportamiento mencionado se observa en otros momentos de la embajada de Serra. Así por ejemplo, destaca el rechazo de Battista a la propuesta de Alonso Cabrera, del Consejo Real y de la Cámara, de intervenir en la junta conformada para el ajuste de las deudas en las que incurrió Agostino Fiesco como Uomini monferrini…, cit., p. 376. Las bases del pleito se pueden consultar en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 43, parte III, 25. El daño sufrido por Antonio se debió de agravar a partir de 1627, como referiremos más adelante. 117 La junta estaba ya configurada el 27 de abril de 1625 y de ella eran miembros Baltasar Gilimón de la Mota, Juan de Chaves, Diego de Corral, Velenguer de Oys (del Consejo de Castilla), Juan de Gamboa, Miguel de Ipeñarrieta (del Consejo de Hacienda). En AHN, Consejos, leg. 13193, 53. Agradezco a Carmen Sanz Ayán por haberme proporcionado dicha referencia. 118 «Senza che io habbi havuto causa de intromettermi come non ho fatto ne faró n’altro più che sentire da detto mio nepote alcune volte quello che passa». ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2431, carta de Serra a la República, 24 de febrero de 1625.

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tesorero de la Cruzada. La respuesta de Serra a Cabrera nos la refiere en una de sus cartas a la República: «enseguida me disculpé y todo con mucha cortesía [...] mostrándoles que Vuestras Señorías Serenísimas habían mandado aquí a su embajador para tratar negocios públicos y no particulares».119 Ello no quiere decir que Serra no atendiera simultáneamente a cuestiones privadas y públicas o que no se valiera de su red de contactos en la Corte para facilitar sus negociaciones a favor de la República. De hecho, no dudó en servirse del mismo Agostino Fiesco, amigo del duque de Buckingham, para obtener una audiencia con el príncipe de Gales, de visita en la Corte, que inicialmente se negó a recibirlo por no estar informado sobre el tratamiento que debía dispensar al embajador de la República de Génova. La mediación de Fiesco se demostró efectiva, puesto que Serra consiguió visitar a dicho príncipe.120 La tensión entre Centurione y Serra no se materializó únicamente en este conflicto. En estas fechas, Battista Serra se veía obligado a explicar a sus primos Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra los motivos por los que aún no se había dispensado el privilegio de Almendralejo sobre sus cabezas. En una carta que, el 24 de noviembre de 1628, Battista dirigió desde Madrid a un destinatario no precisado —muy probablemente Giovan Francesco Serra—, refería las resistencias de Centurione a la concesión del privilegio mencionado debido a las pretensiones que el propio Ottavio tenía sobre dicha villa. La capacidad de influencia de

119 «Subito me ne scusai e con tutto che con molta cortesia [...] rimostrandoli che VV. SS. Serenissime tenevano qui il loro Ambasciatore per trattar di affari pubblici e non di particolare». El temor principal del genovés era que su participación en dicha junta pudiera acarrear daños a Génova que se tradujeran, no solo en términos de reputación, sino también económicos: las deudas de Fiesco alcanzaban los 400 000 ducados, suma que, en el caso de que hubiera intervenido en dicha junta, la Real Hacienda podría haber reclamado a la nación genovesa. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 4 de julio de 1624. 120  Ibidem, carta de Serra a la República, 7 de abril de 1623.

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Centurione en la dispensa del privilegio no se debía únicamente al ascendiente del genovés en la Corte de Felipe IV, sino también al hecho de que, al igual que Battista Serra, era miembro de la Diputación del Medio General de 1608 a la que se había asignado la administración de la villa de Almendralejo.121 La misiva mencionada, remitida desde Madrid, indica que Serra, a pesar del ferviente deseo de abandonar la Corte y de que su embajada se diera oficialmente por finalizada el 16 de mayo de 1627, debió de permanecer en España al menos por un año y medio más antes de poder retornar a Génova.122 La prolongación de la presencia de Battista en Madrid halla su explicación en la tardanza con la que se resolvieron sus asuntos pendientes. Sabemos que el pleito con Centurione no se solucionó hasta el 14 de agosto de 1630, fecha en la que, por sentencia arbitral de Carlo Strata, se determinaba que Centurione debía pagar en un cierto tiempo la suma 80 000 escudos de oro de marca a la compañía Serra-Pallavicino y, el resto de la deuda, en juros de millones a 17 mil el millar.123 Asimismo, es sintomático de sus deseos de regresar a Génova que, el 1 de marzo de 1625, por tanto, ocho meses antes de que cumplieran los tres años de 121 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 43, parte III, nº 25. El destinatario de la carta no comparece, pero intuimos que podría tratarse del primogénito de Girolamo, Giovanni Francesco Serra, principal interesado en Almendralejo y desde 1627, uno de los fideicomisarios de su difunto padre. 122 Aunque el abandono oficial del cargo se produjo en la fecha citada, la última carta de Battista a la República tiene fecha de 6 de agosto de 1627. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, 6 de agosto de 1627. El 8 de octubre de 1627, Battista obtuvo cédula de paso para poder sacar de los reinos de España un buen elenco de objetos suntuarios, lo cual indica que el exembajador se estaba preparando para una partida inminente. En AHN, Consejos, libro 635, fols. 439v-440r; id., leg. 13194, exp. 58. 123 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 43, parte III, nº 25. Sobre el anhelo de Serra de retirarse de Madrid, cabe reseñar la alusión a las rachas de calor extremo que sufría dicha ciudad y que, según Battista, repercutían muy negativamente en su salud y en la de su mujer, Maddalena. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de Serra a la República, 9 de abril de 1627.

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embajada que establecía la instrucción de la República, Serra escribiera al gobierno rogándole que iniciara los procedimientos para designar a su sucesor y recordándole que, desde que aceptó el encargo y a pesar de las incomodidades que había atravesado, de las pérdidas de capital sufridas y del inestable estado de salud suyo y de su mujer, nunca había solicitado ser dispensado de sus obligaciones. Para avalar su petición, Serra argumentaba que el nombramiento por anticipado de su sucesor facilitaría que este llegara a Madrid antes de su salida de la Corte y, por tanto, le permitiría informarse de primera mano de las negociaciones que hasta entonces se habían llevado a cabo.124 Sin embargo, las urgencias de la guerra contra Saboya obligaron a Serra a permanecer en el cargo oficialmente hasta mayo de 1627. La voluntad de Battista de retirarse de la Corte se hallaba en consonancia con el giro que experimentaron sus actividades económicas en 1617, año en el que cedió todos sus negocios castellanos a su primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II, residente en Madrid y con el que, como hemos visto, Battista contó para ciertos servicios durante su embajada. Una decisión que, como ya se refirió, no supuso una ruptura total con las finanzas regias: el libro de negocios que mantuvo con Francesco, asentista de dineros junto a Agostino Centurione en la década de 1620, hace más que posible que Battista continuara financiando a la Monarquía Hispánica indirectamente, a través de la compañía Serra-Pallavicino y de su primo Francesco. 125 Pero lo cierto es que, si bien dicha compañía continuó siendo un referente en las ferias de cambio de Piacenza, el nombre de Battista Serra dejó de comparecer como titular de los asientos de dineros de la Corte durante estos años en los que «il tutto è cambiato assai» y en los que se hacía más 124  Ibidem, 2431, carta de Serra a la República, 1 de marzo de 1625. 125 Como afirma Edoardo Grendi refiriéndose al caso de Nicolò Balbi, es muy probable que los asientos no fueran potestad sólo de sus titulares, sino también de las compañías que en ellos participaban. Grendi, E. I Balbi…, cit., pp. 62 y 63.

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que evidente que los intereses de Serra y de su red se inclinaban ahora hacia otro tipo de negocios.

3. La

red

Serra

en vísperas del

Decreto

Si bien la suspensión de pagos de 1627 constituyó un hito para muchos financieros genoveses y redimensionó los vínculos que estos mantenían con la Corona hispánica, la adaptación de Battista Serra y de su red de parientes y colaboradores al nuevo escenario económico y político había comenzado mucho antes del famoso decreto de suspensión. Esta adaptación halla su explicación, por un lado, en los acontecimientos vinculados a la biografía de la familia (la muerte de Girolamo Serra y la sucesiva fundación de la fedecommissaria) y, por otro, en un contexto de crisis generalizada caracterizado por el deterioro paulatino de las rentas hispánicas y de la capacidad de la Real Hacienda para cumplir las expectativas de sus banqueros. En este proceso y en la respuesta generada por la familia para combatir los efectos negativos del Decreto, influyeron profundamente las bases patrimoniales con las que contaba la red, su ascendiente político en la República —que permitía a los Serra incidir en la alineación de Génova de la parte hispánica en un momento en el que abundaban las críticas contra el Católico— y la inserción de la futura generación Serra —los hijos del difunto Girolamo Serra— en el servicio al nuevo monarca. Aunque la educación cortesana de Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra favorecía su introducción y aceptación en los circuitos hispánicos, era necesario articular una política de servicio adecuada a los tiempos que corrían y que hiciera de ellos piezas irremplazables en el sistema de patronazgo hispánico. Giovan Francesco Serra se anticipó a su hermano Giovanni Battista, cuatro años menor, en distinguirse en el servicio al Católico como un militar prestigioso y como un aventajado intermediario entre la República y Madrid en un período en el que las relaciones hispano-

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genovesas no atravesaban por su mejor momento. De hecho, a partir de la década de 1620 se asistirá a un aumento escalonado de las desconfianzas hacia el aliado español por parte del gobierno genovés, aderezadas por la poca atención que Felipe IV prestaba a los intereses del socio ligur. Una de las primeras manifestaciones de este cambio en el cuerpo político de la República fue el nombramiento, en 1621, de Giorgio Centurione como Doge de la República el cual era definido como repubblichista por el cónsul veneciano, mientras que para un ciudadano anónimo no dejaba de ser un «antiespañol».126 La capacidad que demostró Giovan Francesco Serra para financiar, a partir de la tercera década del siglo xvii, algunos de los costosos suministros militares que precisaba el soberano hispánico y para erigirse en un reconocido soldado al servicio de Felipe IV debe, sin duda, ponerse en relación con la alta productividad de la herencia de su padre y con las decisiones que Battista Serra, como fideicomisario de Girolamo y tutor de sus hijos, adoptó a partir de 1616 con el fin de asegurarla y, sobre todo, de acrecentarla. Sobre la excepcional liquidez de la herencia de los primos de Battista, baste referir que, en 1625, Giovan Francesco Serra, antes de que fuera reconocido como albacea y curador de la herencia paterna y cuando tan solo contaba con dieciséis años, pagó la suma nada desdeñable de 40 000 escudos de oro por una compañía de 300 infantes con la que marchó a Génova, alineado con los españoles y bajo las órdenes del duque de Tursi y de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, con el fin de defender a la República del ataque franco-saboyano.127 Habrá que esperar aún dos años 126 Bitossi, Carlo. «L’immagine del sistema politico genovese nell’età moderna: scrittori e ambasciatori (1550-1730)», en Schnettger, Mattias y Taviani, Carlo (eds.), Libertà e dominio. Il sistema politico genovese: le relazioni esterne e il controllo del territorio, Roma, Viella, 2011, pp. 193-221:207. 127 Podestà, E.; Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 109. La salida de Giovan Francesco Serra de Madrid, donde se había educado, se produjo muy probablemente un año antes. En este sentido, existe una cédula de paso válida por

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para que Giovan Francesco Serra fuera reconocido como uno de los administradores de la hacienda de Girolamo, por lo que la financiación de los dichos 300 infantes debió de realizarse con el beneplácito de su tutor, Battista Serra. En estos años en los que el Católico debía afrontar diversos frentes y en los que difícilmente podía atender a las necesidades de la república genovesa que se veía asediada por los enemigos de la Monarquía Hispánica, el oportuno ofrecimiento del primogénito de Girolamo constituyó una hábil maniobra para introducir al joven Serra en el servicio al rey y, con ello, en los circuitos del patronazgo regio.128 Los beneficios que generaban las gestiones de la fedecommissaria de Girolamo Serra se pueden atisbar a partir del análisis de la capitazione de 1624, una tasa extraordinaria que la República imponía a sus ciudadanos para atender a diversos gastos extraordinarios y que, en este caso, tomaba como referencia los luoghi (participaciones sobre rentas del dominio genovés) que poseían sobre San Giorgio. El impuesto de 1624 nació de la necesidad de reducir las deudas adquiridas por la Camera ligur por los ingentes gastos militares. El modo en el que esta tasa afectó a los Serra es un indicador elocuente de la fortuna noventa días y a su nombre con fecha de 17 de septiembre de 1624. En ella, se le concedía el permiso de sacar de los reinos de España algunos objetos de valor («una fuente con un jarro, doce trincheos, seis platos, tres tenedores, tres cucharas y un salero todo de plata»), aprovechando su viaje a Italia. En AHN, Consejos, libro 635, fol. 155r. Esta salida de España marcó el inicio de sus servicios militares al monarca Católico, como indica Gualdo Priorato: «creciendo el marqués y educándose con gran inclinación hacia la nación española, en cuanto regresó a Italia comenzó a ejercitarse en el arte militar» («crescendo in anni il Marchese, & educandosi con grande inclinatione alla Nation Spagnuola, subito ritornato in Italia cominciò ad esercitarsi nell’arte Militare»). En Gualdo Priorato, Galeazzo. Vite et azzioni di personaggi militari, e politici, Viena, 1674 (sin paginar). 128 Además de Giovan Francesco Serra, otros personajes se distinguieron en este tipo de servicios, como el príncipe Doria, Marco Centurione y Pier Maria Gentile. Si bien Centurione, Gentile y Serra financiaron cada uno una compañía, destaca el caso excepcional de Doria, que puso en pie hasta doce compañías. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2433, elenco de compañías extraordinarias pagadas por ciudadanos genoveses con fecha de 28 de diciembre de 1624.

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que, en estos años, disponía la familia y permite comprender la capacidad de reacción de la red en la que operaba.129 Los fideicomisarios de Girolamo Serra —entre los que se hallaba su sobrino Battista—, el mismo Battista y, seguidamente, sus hermanos Paolo y Francesco q. Antonio IV Serra fueron, en este orden, los sujetos de la familia sobre los que recayó la tasa más alta. Por si fuera poco, la fortuna de Battista fue la cuarta más tasada de los genoveses residentes en Madrid: su patrimonio rozaba el millón de liras en esa fecha, situado solo por debajo del poseído por financieros de enorme calado como Adamo y Ottavio Centurione y Carlo Strata.130 La gran visibilidad económica de los Serra les permitía presentarse como potentes aliados con suficientes recursos para respaldar a las necesidades del Católico, a la vez que les confería un mayor poder de decisión y una reconocida reputación en la República. Se trataba de condiciones que concedían a los Serra una gran capacidad de negociación en su ciudad de origen, lo cual podía contribuir a contrastar las corrientes antiespañolas que se difundían en territorio ligur en estos años. En este sentido, llama la atención la presencia de los Serra en las principales magistraturas de la República en las décadas de 1610 y 1620. Paolo, hermano y socio de Battista, fue miembro del Seminario tanto en 1612 como en 1631 y fue extraído senador en julio de 1629 y hasta julio de 1630. Al igual que Battista, sus hermanos Francesco y Paolo formaron parte de los Trenta Elettori. Paolo Serra fue miembro de esta institución en 1616, 1621, 129 Véase tabla 11. 130  En concreto, Adamo Centurione poseía 2 319 400 liras; Ottavio Centurione, 1 505 000; Carlo Strata, 1 372 200. En Grendi, E. I Balbi…, cit., p. 136-137. Para profundizar sobre la cuestión véase, Grendi, E. «Capitazioni…», cit.; Felloni, Giuseppe. «Distribuzione territoriale della ricchezza e dei carichi fiscali nella Repubblica di Genova (secc. xvi-xviii)», en Guarducci, Annalisa (ed.), Prodotto lordo e finanza pubblica, secoli xiii-xix. atti della «Ottava Settimana di Studi», 3-9 maggio 1976, Florencia, Le Monnier, 1988, pp. 765-803; Bitossi, C. Il governo…, cit., pp. 117-123.

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1624, 1626, 1631 y 1634, mientras que Francesco lo fue en 1623. También destacó en esta época Giovanni Pietro II Serra, padre de Francesco Serra, colaborador estrecho de Battista Serra y situado en Madrid. Giovanni Pietro II fue extraído como procurador en julio de 1618, cargo en el que se mantuvo hasta junio de 1620. Este cargo ya lo había ejercido desde abril de 1615 a finales de 1616.131 Tabla 11. Patrimonio de los Serra según la capitazione de 1624 (en liras genovesas) 132 Fideicomisarios de Girolamo Serra 3 380 000 Battista Serra q. Antonio IV 930 000 Paolo Serra q. Antonio IV 800 000 Francesco Serra q. Antonio IV 570 000 Gio. Pietro II Serra (padre de Francesco Serra, primo de Battista) 70 000

Francesco, hermano de Battista, fue imbussolato en 1615 y en 1622, pero más interesante es que fue extraído como senador en julio de 1619, cargo que ejerció hasta junio de 1621. Asimismo, fue procurador en julio de 1624 y hasta junio de 1626, años en los que se vio afectado por llamativos procesos por deudas. Aunque el cargo de su hermano podía permitir a Battista ejercer cierta influencia política sobre el gobierno genovés mientras desempeñaba su misión diplomática en Madrid, la noticia no fue bien acogida

131 No obstante, el protagonismo de este ramo cugino será mayor en la década de 1650, momento en el que se aprecia a los descendientes de Giovanni Pietro II (Giovanni Tommaso, Giovanni Agostino y Nicolò) desempeñando en varias ocasiones los cargos de senador y procurador. Los datos aquí citados sobre los cargos políticos ocupados por los Serra en la Edad Moderna son el resultado de las investigaciones de Carlo Bitossi al que agradezco por haber compartido conmigo la información. 132 Tabla de elaboración propia a partir de la siguiente documentación: ASGe, Antica Finanza, 237, fols. 6, 24, 56, 78, 148. Agradezco a Carlo Bitossi su ayuda y disponibilidad para la interpretación de dicha capitazione.

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por el beneficiario, como se deduce de las palabras del embajador genovés en una carta enviada al secretario de la República, Giovan Francesco Pavesi: Dios sabe lo que hace y todo se ha de recibir de sus manos, pero si hubiera tocado a otro que no fuera mi hermano Francesco, designado procurador por dos años en la última extracción en la Ilustrísima Cámara, habría sido del agrado [de Francesco] pues la verdad es que le incomoda bastante. Y a mí, que lo sé, me ha disgustado mucho, sobre todo visto que no estoy allí [en Génova] para arreglarlo.133

El descontento de Francesco ante su nombramiento probablemente se debió a las dificultades en los negocios que, por entonces, afrontaba. Una lista de los deudores que Francesco Serra tenía entre 1619 y 1621, datada en 29 de marzo de 1628, indica que estaba pendiente de cobrar más de 16 000 liras de varios individuos provenientes de diversos municipios genoveses, la mayor parte del Levante ligur y de Rossiglione. La mayoría de los deudores de Génova interior procedían precisamente de Rossiglione, municipio caracterizado por la presencia de importantes familias de comerciantes y notarios y por una potente siderurgia. Los deudores de Ponente eran originarios principalmente de Voltri y alguno que otro provenía de Ventimiglia.134 A su vez, un elenco de acreedores de 133 «Iddio sa quello che fa et il tutto si ha da ricevere da sue mani pero quando fussi toccato ad altri il loco che e seguito al signore Francesco mio fratello en l’ultima estratione di haver a servir di Procuratore due anni in la Camera Illustrissima mi assicuro che saria statto con molto gusto suo perche la verita e che a lui incomodo assai et io che lo so ne ho havuto disgusto, massime non trovandomi costi per aggiustarlo». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de Serra a la República, 16 de julio de 1624. 134 Un acercamiento a las familias levantinas genovesas en Bitossi, Carlo. «Da Levanto a Genova. Famiglie levantesi nel patriziato genovese», en Quaini, Massimo. Levanto nella storia. III. Dal piccolo al grande mondo: i levantesi fuori di Levanto, Génova, Comune di Levanto, Compagnia dei Librai, 1993, pp. 103-

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Francesco sin fecha, entre los que se encontraba la Illustre Camera genovesa, le exigía cantidades que rondaban los 62 000 escudos.135 A pesar de los problemas económicos que atenazaron a Francesco Serra q. Antonio IV entre 1619 y 1626, estos no redujeron su protagonismo en las ferias de Piacenza y Novi. En esta última, Francesco recubrió el cargo de cónsul para la convocatoria de Santi de 1623 y para la de Apparizione de 1624, mientras que su hermano Paolo lo hizo para la de Apparizione de 1629, hechos que nos hablan de la relevancia y del crédito de ambos en Génova, sobre todo teniendo en cuenta que dicho cargo hacía de ellos los representantes institucionales de la República durante la duración de las ferias.136 Las condiciones privilegiadas desde las que los Serra pudieron afrontar la coyuntura de crisis, no impidieron —como hemos visto para el caso de Francesco Serra q. Antonio IV— que sus efectos golpearan directamente los intereses de la familia y de sus socios y correspondientes. Así por ejemplo, la guerra con el duque de Saboya acarreó la ocupación momentánea del feudo de Strevi, transmitido por Girolamo Serra a sus herederos universales, Giovan Francesco y Giovanni Battista.137 Por otra parte, el asiento 113. La lista de deudores se halla junto a los documentos que generó el pleito de Francesco Serra con la Illustre Camera genovesa y que explica que este se encontrara en prisión el 4 de diciembre de 1626. En ASGe, Fondo Famiglie, 6 S, lista de deudores de 29 de marzo de 1628. No sabemos la fecha exacta en la que se produjo el pleito. Para conocer la entidad del litigio, sería necesario profundizar en los fondos de la Camera del Archivio di Stato di Genova. 135  Ibidem, lista de acreedores de Francesco Serra. Sin datar, pero intuimos que haya sido realizada entre 1626 y 1628, fechas en las que se desarrolló el enfrentamiento de Francesco Serra con la Camera ligur sobre el que más adelante se profundizará. 136 Marsilio, Claudio. «O dinheiro morreu. Paz á sua alma danada». Gli operatori finanziari del xvii secolo tra investimenti e speculazioni, Palermo, Associazione Mediterranea, 2012, pp. 161 y 162. Battista Serra comparecerá como cónsul de feria en un período más tardío. Concretamente, en la feria de Pasqua de 1636. En id. p. 163. Sobre el cargo de cónsul de feria, véase Marsilio, C. Dove..., cit., pp. 27-39. 137 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de la República a Serra, 11 de julio de 1625. En ella, el gobierno ligur comunicaba a su embajador que Strevi había sido liberado.

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de dos galeras de Battista, con el que servía oficialmente desde 1618, se vio afectado por los inconvenientes que sufrían el resto de los hombres de negocios de la Corte: consignaciones en vellón, posibles secuestros de sus cargamentos por parte del soberano o asaltos en el mar como represalia puesta en práctica por los enemigos de la Monarquía Hispánica. A estos inconvenientes deben unirse obstáculos puntuales que hubo de superar Battista por la confiscación momentánea de sus bienes en marzo de 1626 con motivo del pleito que interpuso contra él Bianca Spinola.138 Pero en realidad, la mayor amenaza que pesaba sobre los negocios de Battista eran los problemas que afectaban a sus socios y correspondientes que, si no se afrontaban a tiempo, podían crear una reacción en cadena que desmoronara en modo irreversible los negocios de la red. A la difícil situación en la que parecía hallarse su hermano en Génova, colaborador habitual de la compañía Serra-Pallavicino, se sumaron la muerte de Girolamo Burone en 1623, correspondiente de los Serra en Sevilla, y el deterioro de las relaciones de Battista con Ottavio Centurione. Respecto a las complicaciones atravesadas por Francesco Serra q. Antonio IV, aunque no nos consta su participación en la compañía Serra-Pallavicino, no hay duda de que efectuaba servicios en las ferias de Piacenza para algunos de los intermediarios y colaboradores más estrechos de esta sociedad comercial. Entre ellos, se encontraba su primo Ottavio Serra,139 138 El litigio se inició en 1617 por 10 000 escudos que Spinola reclamaba a Serra. No obstante, el valor de los bienes embargados era superior a los 200 000 escudos, según se lamentaba el procurador de Battista, Pedro de la Plaza. Manuel Martínez, procurador de Bianca, afirmaba que, debido a los muchos acreedores que tenía Serra, el embargo por dicho valor era el único modo de asegurar la parte que correspondía a Bianca Spinola. En AHN, Consejos, leg. 30910. 139 En la década de 1620, las acciones de Ottavio Serra se encaminaron hacia el apuntalamiento de una imagen de prestigio en Nápoles donde terminó obteniendo el feudo de Carovigno en 1619 y el título de príncipe sobre la misma para su hijo Giovanni Battista en 1625. Sobre estos aspectos se volverá en el capítulo 9.

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ubicado en Nápoles y que, al menos hasta marzo de 1622, poseía una cuota en los negocios de la compañía, así como su también primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II, residente en Madrid. Los negocios de este último en la década de 1620 no parecían resentirse ante la coyuntura descrita. En 1617, Battista Serra había cedido a Francesco Serra de Giovanni Pietro II sus negocios de España. En adelante, Battista desaparece casi completamente como titular de los asientos de dineros de la Corona y, en su lugar, tomó el relevo dicho Francesco. Battista figura solo como titular en dos asientos: uno realizado el 9 de abril de 1618 y otro el 30 de diciembre de 1629. El primero, por valor de 40 000 ducados de 11 reales, lo efectuó junto a Sinibaldo Fiesco y tenía como objetivo la financiación de la paga de la pimienta que se debía comprar en Lisboa. 140 El segundo suponía la provisión de 661 910 escudos y ducados en Flandes, Milán y Sevilla y lo efectuó en su nombre Francesco Maria Pichinotti,141 hermano de Andrea que, como se recordará, había ejercido como agente de los Serra en Amberes en la década de 1620.142 140 AGS, CCGG, leg. 113. Battista Serra debió de abandonar la Corte en algún momento entre finales de 1617 y mayo de 1618. No obstante, no se puede descartar que fuera el propio Fiesco el que firmase el asiento en representación de Serra. 141 Antes de trasladarse a Madrid, Francesco Maria había dado sus primeros pasos en Sevilla como miembro de la compañía «Gio. Stefano de la Torre e Francesco Maria Pichinotti», responsable de la administración de las tesorerías de Cruzada del arzobispado de Sevilla y obispado de Cádiz. Como señala Carlos Álvarez Nogal, la enfermedad mental de Francesco Maria y su muerte en 1641 provocaron el desplazamiento de su hermano Andrea Pichinotti a la Corte. En Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., pp. 74. La relevancia adquirida por Francesco Maria en Madrid por cuenta de sus servicios financieros al rey lo hicieron merecedor del título de caballero de la orden de Calatrava. En AHN, OM, expedientes Calatrava, leg. 2043, pruebas de hábito de Francesco Maria Pichinotti y Negro, Pinello y Spinola, 1631; id., OM, expedientillos, nº 9999, febrero de 1631. 142 AGS, CCGG, leg. 123. El asiento fue concedido a condición de que se pagaran a Battista los atrasos que afectaban a ciertos juros y rentas que este poseía en Portugal (unos 8000 ducados de renta de juro). En AGS, Consejo y Junta de

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El sucesor en los negocios de España de Battista Serra, su primo Francesco de Giovanni Pietro II, formaba parte del grupo de los llamados genoveses antiguos del reinado de Felipe IV que se habían enriquecido y beneficiado de las gestiones de la Diputación del Medio General de 1608, gracias a las cuales habían adquirido importantes paquetes de juros. Según Ruiz Martín, a pesar de la singular relevancia de estos banqueros a principios del siglo xvii, su permanencia en Madrid a finales de la década de 1610 se basó en muchos casos en la gestión de títulos de deuda consolidada y en el cobro de pagos pendientes sin llegar a comprometer sus reservas, situadas principalmente en Italia. Una afirmación que, como veremos a continuación, no carece de fundamento. Como aseguraba Ruiz Martín, dichos genoveses demostrarían a corto plazo la «debilidad de sus apoyaturas».143 Francesco de Giovanni Pietro II contó como socio para la firma de asientos con Agostino Centurione de Stefano, residente en Génova. La relación profesional entre ambos se concretó en la República mediante la firma de una póliza el 18 de mayo de 1621 que dio inicio a la compañía comercial. Dicho documento fue suscrito en Madrid el 23 de junio de ese mismo año por Francesco de Giovanni Pietro II y por su hermano Giovanni Tommaso.144 La relación profesional entre Francesco de Giovanni Pietro II Serra y Agostino Centurione supuso la colaboración entre amHacienda (CJH), leg. 664, 15, 33. Domínguez Ortiz recordaba dicho asiento de 1629 realizado por el dicho Francesco Maria Pichinotti «en nombre y por cuenta de Baptista Serra». Tal y como afirma Domínguez Ortiz, Francesco Maria debió de independizarse poco después, visto que en sus próximos asientos no se contempló dicha cláusula. En Domínguez Ortiz, A. Política y Hacienda..., cit., pp. 110-113. 143 Entre dichos genoveses antiguos, Ruiz Martín refería a Ottavio Centurione, Lelio Invrea, Vincenzo Squarciafico o Carlo Strata. En Ruiz Martín, F. Las finanzas de la Monarquía Hispánica..., cit., p. 56. 144 Bologna, Marco. Il “Libro di note” di Stefano e Agostino Centurione (1547-1657), Génova, Società Ligure di Storia Patria, 2018, p. 83.

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bas familias a distintos niveles. Prueba de ello fue el «concierto que yo [Agostino Centurione] trataba con los señores Serra de Génova y el señor Cattaneo Serra de Madrid y el 20 de septiembre [de 1623] estipularon las escrituras», así como el nombramiento de Paolo q. Antonio IV Serra como padrino de Chiara Maria Teresa Centurione, hija de Agostino, nacida el 12 de agosto de 1627.145 Tabla 12. Cuotas de capital de la compañía Serra-Centurione fundada en enero de 1621146 Participantes

Partes

Porcentaje del total

Paolo, Battista y Francesco Serra, junto con Antonio Pallavicino Francesco Serra de Gio. Pietro II Gio. Tomaso Serra de Gio. Pietro II Luca Grimaldo q. Gerolamo Agostino Centurione q. Stefano

6

30%

6 1 1 6

30% 5% 5% 30%

TOTAL

20

100%

El aspecto más interesante de la fundación de la compañía Serra-Centurione en 1621 fue lo que este hecho nos revela respecto a la implicación de Battista Serra en las finanzas del monarca hispánico. La sociedad comercial nació gracias a la participación de varios sujetos con diversas cuotas de capital: de un total de veinte

145 «Concerto che io [Agostino Centurione] trattava tra li signori Serra di Genova et il signor Cattaneo Serra di Madrid et allí 20 di settembre poi ne stipulorono le scritture». En ibidem, pp. 85 y 91 respectivamente. Centurione ya había entrado en contacto con los Serra en Roma el 14 de noviembre de 1613. Ese día, Agostino se encontraba en Roma para asistir a Francesco Centurione que se hallaba enfermo y, tal y como relata él mismo en su libro di note, lo encontró en casa del cardenal Giacomo Serra (hermano de Battista). Id., p. 73. 146 Tabla de elaboración propia a partir de los datos presentes en Bologna, M. Il «Libro di note»…, cit., p. 83.

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partes en las que se dividió el capital fundacional, los hermanos Paolo, Battista y Francesco Serra, junto con Antonio Pallavicino, contaban con seis partes; Francesco Serra de Giovanni Pietro II poseía otras seis; Giovanni Tommaso Serra, hermano de este último, contaba solo con una, al igual que Luca q. Gerolamo Grimaldo (también pariente de los Serra); por último, Agostino Centurione participaba con un total de seis partes.147 Aunque no sabemos el total del capital invertido, las cuotas mencionadas permiten conocer el porcentaje de participación de cada uno de los sujetos, de lo cual se deduce que los socios mayoritarios eran Francesco Serra de Giovanni Pietro II, Agostino Centurione y los hermanos Serra junto a Antonio Pallavicino.148 Puesto que los hermanos Serra y Pallavicino dividían el treinta por ciento por igual, quiere decir que cada uno de ellos aportaba el 7,5 por ciento del capital. Una decisión que, por un lado, garantizaba la continuidad de la compañía Serra-Pallavicino en los negocios de la Real Hacienda a pesar de la ausencia de Battista Serra de Madrid y,149 por otro, reducía el impacto que habría causado sobre cada uno de los socios una posible crisis de la compañía Serra-Centurione. Además, las cuotas mencionadas confirman las sospechas manifestadas por Álvarez Nogal respecto a la cuestionable independencia de los negocios que Francesco de Giovanni Pietro II Serra desarrollaba en estos años y que, en 1625, parecía «más vinculado a los negocios de Nicolò Pallavicino que actuando por su propia cuenta y riesgo».150 147 Véase tabla 12. 148 Bologna, M. Il «Libro di note»…, cit., p. 83. Agradezco a Benoît Maréchaux sus aclaraciones al respecto. 149 La participación de Battista Serra en asientos de los que no era titular contaba con al menos un precedente. El ejemplo nos lo proporciona Grendi, según el cual, el 18 de febrero de 1616, Nicolò Balbi y Battista Serra habían participado por una cuarta parte cada uno en el asiento de dineros de 1 257 356 escudos realizado por Giovanni Luca Pallavicino en Madrid. En Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 52. 150 El investigador exponía sus dudas al respecto refiriéndose a la participación del genovés en el asiento de 1620 por valor de 1 500 000 ducados destinados a Flandes, Milán y Génova. Su intervención en el negocio le valió ser uno de

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El análisis de los contratos de asiento firmados por Francesco de Giovanni Pietro II o por la compañía Serra-Centurione evidencia la potente red de financieros sobre la que se sustentaban sus sus actividades. Así, el asiento firmado por Francesco el 27 de abril de 1621 por valor de 400 000 ducados a pagar en Flandes, Milán y Génova fue solo posible gracias a los desembolsos realizados por Genesio Sanguineto q. Bernardo y Giovanni Francesco Pallavicino q. Girolamo al embajador español en Génova, Juan Vivas.151 Como precisaba este último en cartas de pago emitidas en junio, julio y septiembre de 1621, los dineros que recibió de Sanguineto eran por cuenta de Francesco de Giovanni Pietro II y de Battista Serra.152 El asiento sucesivo que firmó la compañía Serra-Centurione el 6 de septiembre de 1621 suponía la provisión de 300 000 escudos en Flandes para cuya distribución se sirvió en Amberes de las compañías de Lazaro, Benedetto y Andrea Pichinotti, de los hermanos Bustaneo y del genovés Juan Pablo

los beneficiarios del millón secuestrado a los particulares ese mismo año. En Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., p. 87. Nicolò Pallavicino era muy probablemente el padre de Antonio Pallavicino que, como vimos, contaba con cuotas de capital de la compañía Serra-Centurione. 151 Las entregas de capital realizadas a Juan Vivas por Giovanni Francesco Pallavicino las llevaba a cabo por cuenta de su hermano Giovanni Luca Pallavicino, situado en Madrid. En AGS, CCGG, leg. 115. 152 En concreto, por carta de pago de Juan Vivas de 7 de junio de 1621, el embajador decía haber recibido de Genesio Sanguineto en nombre de Francesco Serra de Madrid la cantidad de 166 000 reales castellanos en reales de a ocho y de a cuatro. Sin embargo, la carta de pago emitida por Vivas el 19 de julio de 1621 por el abono de 171 333 reales castellanos de a ocho y de a cuatro realizado por Sanguineto precisaba que dicho pago se había realizado de dineros de Battista Serra y por cuenta de Francesco Serra de Madrid. Asimismo, la carta de pago de 6 de septiembre de 1621 confirmaba que el embajador español en Génova había recibido de Sanguineto la cantidad de 30 666 ducados y dos tercios a once reales cada uno. Sanguineto aseguraba que dicho capital lo había percibido de Battista Serra que, a su vez los daba por cuenta de Francesco Serra de Madrid. En ibidem.

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(Giovanni Paolo) de Orcho (Orco, Dorco o Dorchi).153 El contrato contenía además una adehala a favor de Battista Serra en razón de los 30 000 ducados que la Real Hacienda debía al genovés en concepto de capitales aportados para la financiación de gastos bélicos del archiduque Alberto y que se le deberían haber pagado en moneda del Medio General de 1608. Aunque un auto de 5 de diciembre de 1610 determinó que Battista Serra no tenía derecho a cobrar dicha deuda, la adehala contenida en el asiento firmado once años después por la compañía Serra-Centurione permitía recuperar el capital cedido «con más los réditos e intereses que se debieren sobre ellos al dicho Battista Serra conforme al dicho medio General».154 Por tanto, a la luz de los hechos descritos, puede afirmarse, sin lugar a dudas, que Battista no renunció en ningún momento a participar en la política de asientos del monarca hispánico después de que se produjera su abandono de Madrid. Es más, la meditada redistribución de responsabilidades entre los miembros de la red que se atisba desde mediados de la década de 1610 no solo posibilitó la continuidad de los Serra en los asientos de Madrid, sino que además permitió la adaptación de la red en la que operaban a la nueva coyuntura internacional, minimizando las pérdidas derivadas de los cambios en el contexto político, económico o familiar y protegiendo, de esta manera, las inversiones hasta entonces realizadas. Según el testamento de Battista Serra del 3 de octubre de 1637, la compañía Serra-Centurione fundada en 1621 duró hasta 1624. El 1 de enero de 1625 se renovó su actuación mediante 153 En Amberes, la compañía Serra-Centurione contaba también con los servicios de Ambrogio Fiesco (que actuaba en nombre de Giovanni Paolo Dorchi) y del genovés Bartolomeo Campomenoso, como indica el contrato de asiento firmado en la Corte el 17 de septiembre de 1624 para la provisión de 100 000 escudos en Flandes. En AGS, CCGG, leg. 118-1. Giovanni Paolo Dorchi era, a su vez, correspondiente de Bartolomeo Spinola en Amberes. En Álvarez Nogal, C.; Lo Basso, L. y Marsilio, C. «La rete…», cit. 154 AGS, CCGG, leg. 115.

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un nuevo libro bajo el mismo nombre en el que se reiteraba la participación de Battista Serra por diversas cuotas y que duró hasta finales de 1626. Ese año se instituyó otra escritura que daba continuidad a la compañía, pero esta vez bajo los nombres de Giovanni Tommaso y Giovanni Agostino Serra, hermanos de Francesco de Giovanni Pietro II.155 A pesar de que, en ese momento, Francesco de Giovanni Pietro II ya no aparecía como titular de la compañía, sabemos que aún se encontraba en Madrid. En un documento realizado por Francesco de Giovanni Pietro II en dicha ciudad el 27 de agosto de 1636, se autodefinía sobrino y fideicomisario de Girolamo Serra y declaraba que llevaba más de veinte años residiendo en España.156 El testimonio más tardío con que contamos para testimoniar la residencia de Francesco en Madrid se remonta al 2 de enero de 1637, fecha en la que Maddalena Serra, mujer de Battista, instituyó en Génova un poder a su favor para que pudiera gozar, obligar e hipotecar en su nombre un juro de 85 982 maravedíes de a veinte mil el millar situado en la Casa de la Moneda de Sevilla. Poco después, el 15 de junio de ese mismo año, Maddalena fundó un poder general para la administración de todos sus juros en España a favor de Giovanni Agostino y Giovanni Tommaso Serra, hermanos de Francesco, por lo que es probable que, para entonces, este último ya hubiera fallecido.157 155 En el momento en que Battista efectuó su testamento, informaba de que no se habían terminado de saldar las cuentas correspondientes a este último libro por lo que rogaba a su «sobrino» —en realidad eran primos, como se precisó— que dicha tramitación se finalizase cuanto antes. Como era de esperar, dada la compartición de negocios y la relación cercana que los dos primos parecían mantener, Battista Serra designó a Francesco Serra de Giovanni Pietro II como uno de sus fideicomisarios en su testamento de 1637. En ASGe, NA, 5841, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 156 AGS, CME, leg. 1101, 33. Agradezco a Manuel Herrero Sánchez el haberme proporcionado dicho documento. 157 Ambos poderes en ASGe, NA, 5841. En cualquier caso, dichos documentos retrasan la fecha de la muerte del genovés más allá del año de 1634, propuesto

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Tabla 13. Participación en asientos de dineros por Francesco Serra de Gio. Pietro II o por la compañía Serra-Centurione-(1618-1625)158 Fecha

Titulares

Suma concertada

Destino

8 de septiembre de 1618159

Francesco Serra

«16 666 escudos y 2/3 de otro [asiento?] de a 95 creyceres»

Alemania

27 de abril de 1621160

Francesco Serra

400 000 ducados

Flandes, Milán y Génova

6 de septiembre de 1621161

SerraCenturione

300 000 escudos de a 57 placas cada uno

Flandes

SerraCenturione

12 500 quintales de cobre para labrar moneda de vellón destinada a pagar las consignaciones de los dos asientos precedentes

29 de abril de 1622162

por la monografía de Podestà, E.; Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., tabla C del anexo genealógico (página no numerada). 158 Tabla de elaboración propia a partir de las fuentes mencionadas puntualmente en la tabla. 159 AGS, CCGG, leg. 113; AGS, CMC, 3ª época, leg. 105. 160 Sobre este asiento, véase AGS, CMC, 3ª época, leg. 105; AGS, CCGG, leg. 115. Las consignaciones a los banqueros que efectuaron dicho asiento se reunieron a través de un nuevo secuestro de la plata de las flotas y de los fondos que la Casa de la Contratación disponía para pagar a los administradores de la avería. En Álvarez Nogal, C. El crédito..., cit., pp. 158 y 159. Este asiento formaba parte de uno mayor firmado con diversos hombres de negocios por valor de 1 500 000 ducados. De la distribución de las cantidades por las que se comprometió cada banquero se deduce el peso de Francesco Serra, que procuró la partida más alta, 400 000 ducados, seguido de los 300 000 ofrecidos por Vincenzo Squarciafico, los 250 000 de Stefano Spinola; otros 250 000 de Bartolomeo Spinola; 200 000 por parte de Agostino Giustiniano, 200 000; y, por último, los 100 000 de Ottavio Maria Cavanna. En De Carlos Morales, C. J. «Política y finanzas», p. 858. 161 El 6 de septiembre de 1621, la compañía Serra-Centurione firmó una nueva provisión: esta vez de 300 000 escudos a pagar en Flandes. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 105 y AGS, CCGG, leg. 115. 162 AGS, CCGG, leg. 115.

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20 de junio de 1623163

Serra-Centurione

72 775 escudos de a 57 placas (en Flandes) 30 000 ducados de a 11 reales (en Inglaterra)

Flandes e Inglaterra

100 000 escudos

Flandes

1 210 000 escudos y ducados por vía de factoría. De los cuales, 13 000 fueron suministrados por Francesco Serra y Agostino Centurione

Milán o Génova y estos reinos

17 de septiembre Serra-Centurione de 1624164 6 de mayo de 1625165

Ottavio Centurione y consortes

En lo que se refiere a la participación de Francesco de Giovanni Pietro II en las finanzas hispánicas antes de la quiebra de 1627, el genovés o la compañía de la que formaba parte junto a Centurione comparecen como titular de asientos o contribuyendo con diversas cuotas en al menos siete ocasiones.166 Francesco de Giovanni Pietro II no figuraba en la Casa de la Contratación entre los banqueros que más dinero recibieron de la plata de los galeones, síntoma de que quizás el volumen de los negocios que mantenía con la Corona no debía de ser equiparable al sostenido por otros banqueros del momento. Entre 1621 y 1626 lo vemos como destinatario de partidas de numerario junto a un grupo heterogéneo de italianos formado por Bartolomeo Spinola, Carlo Strata, Paolo Giustiniano, Giovanni Gerolamo Spinola, Ottavio M. y Giovanni Maria Cavanna. Se trataba del colectivo que menores cantidades recaudó en dicho período (un total de 59 633 536 maravedíes) en comparación con lo percibido por 163 AGS, CMC, 3ª época, leg. 105 y AGS, CCGG, leg. 117-1. 164 AGS, CCGG, leg. 118-1. 165 AGS, CCGG, leg. 119-1. En esta factoría participaron capitales de varios genoveses, muchos de ellos no residentes en Madrid. Entre los intervinientes se hallaba Francesco Serra actuando en nombre de Giovanni Filippo Cattaneo. Agradezco al profesor Carlos Álvarez Nogal sus aclaraciones al respecto. 166 Véase la tabla 13.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

banqueros de mayor calibre como Ottavio Centurione (596 859 688 maravedíes), Vincenzo Squarciafico (132 536 101) o Lelio Invrea (122 739 624).167 Aunque todo parece apuntar a que los asientos financieros protagonizados en la Corte por Francesco de Giovanni Pietro II y por su compañía fueron absolutamente dependientes del apoyo que les brindaban otros financieros de mayor potencia, ello no debe restar importancia a las funciones de intermediación que este ejercía en la Corte para numerosos genoveses de dentro y fuera de España, y que hacían de él un singular referente en torno al que se articulaban redes a muy distintos niveles. Prueba de ello son los poderes que recibía por parte de ligures en Génova para el cobro de rentas de juro en su nombre.168 El papel clave de Francesco de Giovanni Pietro II en la recaudación de rentas debe ponerse en relación con la firma de asientos de dineros que suponía su participación en las, por entonces difundidísimas, acuñaciones de vellón a las que la Monarquía Hispánica recurría para satisfacer sus deudas con los hombres de negocios. Prueba de la implicación activa de la compañía Serra-Centurione en el manejo del vellón, la hallamos en las distintas cartas de pago emitidas entre 1622 y 1624 por los correspondientes que la sociedad tenía en las distintas ciudades.169 La intervención de 167  Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., p. 24. 168 Ejemplo de ello es el poder emitido por Delia Spinola (hija de Giuliano Spinola y casada con Tommaso Spinola, del ramo Spinola de Luccoli y Doge de la República en 1613). En concreto, Delia dio poder a Francesco de Giovanni Pietro II el 7 de octubre de 1634 para que percibiera cuatro rentas de juro que tenía pendientes. En ASGe, NA, 3665. Francesco de Giovanni Pietro II Serra también recibió poderes de genoveses que se hallaban en la península, pero que requerían de un representante de sus intereses en Madrid. Este fue el caso de Giovanni Benedetto Spinola, residente en Zaragoza, que le dio poder en Zaragoza, el 28 de septiembre de 1618 y en nombre de su hijo, Giovanni Maria Spinola, para que pudiera percibir de los diputados del Medio General de 1608 las cantidades que correspondían a este último por sus créditos. En AGS, DGT, inventario 24, leg. 788. 169 AGS, CMC, 3ª época, leg. 105. En la escritura del asiento en cuestión se especifica que los pagos en vellón se les realizarán en las casas de la moneda de

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El impacto de la «crisis» (década de 1620)

la compañía «Serra-Centurione» en los circuitos del vellón se pone de manifiesto el 29 de abril de 1622 cuando la Corona firmó con ella un asiento para el suministro de 12 400 quintales de cobre destinados a la fabricación de moneda que serviría para pagarles las consignaciones que se les debían.170 Tabla 14: Cartas de pago de los agentes de la compañía Serra-Centurione a favor de los tenientes tesoreros de las casas de moneda (1622-1624)171 Agente

Pedro de Rábago

Francisco Díaz de Soto

Ceca de la que recibe pagos Cuenca Tesorero: Juan de Valdés Lorenzana Toledo Tesorero: Pedro del Pozo Segovia

Fecha

Cantidad (Maravedíes)

9 de junio de 1622

7 419 117

20 de mayo de 1622

5 648 065

Juan de Herrera ? Diego Díaz de Mendibil Valladolid 28 de febrero (escribano y Tesorero: Diego administrador del estanco de 1624 Enríquez de la pimienta) Manuel Ortiz Burgos (administrador de la 20 de marzo Tesorero: Juan renta y estanco de la de 1624 Vázquez de Acuña pimienta)

3 469 880 7 713 925

2 745 125

Toledo, Cuenca, Burgos, Valladolid y Segovia. Véase también AGS, CCGG, leg. 115. Sobre la singular relevancia que adquirió el vellón en este período, véase Serrano Mangas, Fernando. Vellón y metales preciosos en la Corte del rey de España (1618-1668), Madrid, Banco de España, 1996. Véase la tabla 14. 170 AGS, CCGG, leg. 115. También el asiento acordado el 17 de septiembre de 1624 establecía que se les reembolsaría mediante moneda de vellón acuñada con el cobre que ellos mismos debían hacer llegar a las casas de la moneda. En AGS, CCGG, leg. 118-1. 171 Tabla de elaboración propia a partir de las fuentes de AGS, CMC, 3ª época, leg. 105; AGS, CCGG, leg. 115.

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Los contactos continuos de la compañía Serra-Centurione con sus correspondientes de las distintas casas de moneda constituyen una clara prueba de la capacidad de los entramados mercantiles para operar en diversas escalas, así como de abarcar e integrar en sus negocios no solamente las grandes «empresas» internacionales situadas en reconocidas plazas comerciales y financieras, sino también las élites locales, fundamentales en el correcto funcionamiento de la estrategia de financiación de la Real Hacienda.

4. El Decreto

de

1627

Si bien la suspensión de pagos de 31 de enero de 1627 afectó a los negocios de la red en la que operaban los Serra, esta no constituyó, como ya se ha señalado, la causa de las modificaciones que este entramado llevaba introduciendo en sus estrategias, especialmente desde las décadas de 1610 y de 1620, coincidiendo con la escalada armamentística derivada de los preparativos para la guerra con las Provincias Unidas. Las medidas adoptadas por los Serra antes de 1627, y a las que ya nos hemos referido ampliamente en apartados anteriores, explican que la suspensión de pagos no constituyera, a pesar de la importancia que cierta historiografía le ha concedido,172 el golpe definitivo a las relaciones hispano-genovesas ni a los servicios que Battista Serra y su red brindaban a la Corona. Solo mediante el análisis de las actuaciones de la red a medio y largo plazo, y de su manera de reaccionar ante los cambios del 172 Si bien Braudel inicialmente apuntó a la suspensión de pagos de 1627 como el fin del siglo de los genoveses, posteriormente matizó sus postulados. En Braudel, F. «¿Termina el siglo...», cit. Asimismo, actualmente también se ha redimensionado la tesis tradicional según la cual la suspensión habría supuesto la sustitución de los banqueros genoveses por los judeoconversos portugueses. Los estudios más recientes han demostrado la conjunción que existió entre ambos y la continuidad de los banqueros genoveses en el servicio financiero a la Monarquía Hispánica. Al respecto, véase Sanz Ayán, C. Los banqueros y la crisis..., cit.

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contexto es posible redimensionar adecuadamente los efectos de un fenómeno puntual como fue la suspensión de 1627. Aunque esta se trató de un eslabón más de una serie de crisis concatenadas, no hay duda de que tuvo evidentes repercusiones en los servicios que los financieros ofrecían al monarca y en la confianza entre la República y el Católico. En lo que respecta al estado de las finanzas de la Monarquía Hispánica en la vigilia de la suspensión, el 24 de enero de 1627 aún no se habían acordado las provisiones para ese año debido a las pocas garantías que la Corona podía ofrecer a sus banqueros; razón por la cual el 31 de enero de 1627 se declaró la suspensión de pagos con el objetivo de desbloquear la situación y de introducir nuevos operadores en la contratación.173 Aunque la suspensión fue interpretada por la República y su embajador en Madrid como una estratagema de Olivares para librarse de los financieros genoveses y para introducir, en su lugar, a los judeoconversos portugueses, la suspensión de pagos no pretendía el desplazamiento definitivo de los ligures, sino la recuperación de las consignaciones que la Real Hacienda tenía hipotecadas en beneficio de estos. Además, la introducción de los portugueses en las finanzas del rey se llevaba produciendo, con gran disgusto de los genoveses de los asientos, desde antes de que se publicara el Decreto, en parte debido a los contactos que estos poseían en Holanda. Serra, en una carta a la República de 23 de enero de 1627, narraba así la última 173 Las dificultades para hallar consignaciones libres que tentaran a los banqueros se unían a la decisión de Olivares de febrero de 1626 de paralizar las acuñaciones de moneda de vellón que, hasta el momento, se empleaban para el pago de los asentistas. En De Santiago Fernández, J. Política monetaria..., cit., p. 92. Sobre la suspensión de pagos de 1627, véase Domínguez Ortiz, A. Política y hacienda..., cit.; Braudel, F. «¿Termina...», cit.; Ruiz Martín, F. Las finanzas de la Monarquía Hispánica..., cit., pp. 71-82; id., «La banca de España...», cit., pp. 101-109; Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV…, cit., pp. 26-32; id., El crédito de la monarquía..., cit., pp. 128-132; De Carlos Morales, C. Entre dos bancarrotas..., cit., pp. 1091-1093; id., «Olivares y los banqueros de Felipe IV. La crisis financiera de 1627», Libros de la Corte.es, 5 (2012), pp. 142-146.

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operación financiera en la que habían participado los portugueses antes de la suspensión de pagos, Además del negocio que hicieron los portugueses para Flandes, me dicen que otros de esa misma nación han hecho otro consistente en provisiones de España, con el resultado que se quedan atrás los asentistas habituales, por lo que muchos se mostraron contentos [por ello].174

Como afirma Carlos Álvarez Nogal, la participación de los financieros portugueses en los asientos mencionados por Serra se debió a las reticencias de los banqueros tradicionales a ofrecer su dinero.175 Si bien los portugueses, a juicio del embajador Serra, no estaban preparados para hacerse cargo de las provisiones del rey, la Real Hacienda estaba cansada de depender de las exigencias de los hombres de negocios genoveses que, gracias a la unión que practicaban en momentos de tensión, conseguían imponer onerosas condiciones a la Corona. En concreto, Serra se refería al [...] capricho del señor conde-duque de querer de cualquier manera incluir en el servicio a Su Majestad a los portugueses entre los cuales, si bien es cierto que los hay ricos, son gente sin traza a los que les faltan todas las comodidades para poder hacer provi174 «Oltre del negotio che feceron Portughesi per Fiandra, mi dicono che altri di essa natione ne hanno fatto altro per proviggioni di Spagna, col che vengono a restar a dietro l’assentisti soliti, che molti ne mostrano molto gusto». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2433, carta de Serra a la República, 23 de enero de 1627. El asiento de Flandes referido por Serra se trataba de una provisión de 400 000 escudos acordada en agosto de 1626. 175 No era el primer acercamiento del gobierno a los conversos lusos: en 1622 ya hubo conversaciones formales con Ruy Días Ángel, Manuel Rodríguez de Elvas y Belchior Gómez de Elvas para que proporcionaran un préstamo de 250 000 cruzados a cambio del permiso de asentarse en Castilla y de traficar con América a través de la Casa de la Contratación. En Álvarez Nogal, C. El crédito..., cit., pp. 126 y 127.

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siones fuera del reino. Y ha tenido por máxima [el conde-duque] el incluirlos en el servicio a pesar de la contradicción mostrada por el Consejo de Hacienda y por otros ministros graves, habiéndome dicho más de dos veces que no quiere estar sujeto a que cuatro hombres de nuestra nación unidos obliguen siempre a Su Majestad a hacer lo que ellos quieren y otras palabras de este tenor […]. Sabiendo que ha llegado a decir que si en el pasado le habían pedido [al rey] encomiendas, ahora le pedirían también Estados y […] después será necesario darles el Estado de la Real Hacienda endeudada por mucho tiempo en lo venidero.176

La noticia de la suspensión se comunicó a los financieros de Madrid el 4 o 5 de febrero y no llegó a Génova hasta el 25 de ese mismo mes. Es curioso observar que, para el mes de febrero, no contamos con ninguna misiva del embajador Serra. Fueron excluidos del Decreto los Fugger viejos —encargados del abastecimiento de la Casa Real y de la explotación de azogue de las minas de Almadén— y Ottavio Centurione, que había prestado 1 380 000 escudos al soberano hispánico en mayo de 1626, cuando ningún otro financiero genovés se había mostrado disponible.177 El propio Centurione, Carlo Strata y Luigi Spinola, hermano del

176 «Capriccio del signore Conte Duca de voler in ogni modo mettere in servitio di Sua Maestà le Portughesi fra quali se ben vi ne sono alcuni ricchi sono nondimeno gente senza trazza, et che mancano di tutte le comodità per poter far proviggione fuori del Regno, et ha havuto per massima nonostante tutto quello che li ha contradetto il Consiglio di Hazenda, et altri Ministri gravi di metterli in ogni modo a servire e di voler uscir con questo suo intento havendomi più di due volte detto che non vuol star sugetto che quattro huomini di nostra natione uniti oblighino sempre Su Maestà a far quello che vogliono et altre parole a questo tenore [...] sapendo che è arrivato a dire che se all’hora li hanno domandato incomende, li domanderanno anche li stati, et […] sarà necessario darglieli il stato poi della Regia hazenda impegnata per tanto tempo avanti». Las cursivas son mías. ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2433, carta de Serra a la República, 19 de marzo de 1627. 177  Álvarez Nogal, C. El crédito..., cit., pp. 128 y 129.

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difunto Stefano, fueron los que condujeron las negociaciones con la Real Hacienda por ser los genoveses de mayor peso en los asientos. Paralelamente, Olivares intentaba asegurarse las provisiones de ese año aplicando métodos poco ortodoxos: a inicios de marzo de 1627 citó a los hombres de negocios portugueses, genoveses y a los Fugger nuevos, tomando la precaución de separarlos previamente en tres habitaciones distintas para evitar que se pusieran de acuerdo en contra de los intereses de la Monarquía.178 La estratagema surtió efecto solo en parte, según se deduce de la relación mandada por Battista Serra a la República. Serra refiere que Ottavio Centurione «e compagni» ofrecieron 1 892 000 a distribuir entre Flandes y «questi regni»; la misma cantidad prometieron los portugueses; Orazio Levanto proporcionaría 420 000 para la Armada, los Fugger viejos darían en Alemania, Milán y la Corte unos 600 000; por último, los Fugger nuevos suministrarían en Flandes y en Madrid 546 000, lo que hacía un total de 5 350 000.179 A finales de ese mismo mes de marzo una pragmática real constituyó la Diputación para el Consumo del Vellón, un órgano destinado a extinguir la mala moneda y al frente del cual se colocarían algunos de los genoveses golpeados por la suspensión. Según el texto del Decreto, los ligures de Madrid afectados fueron Antonio Balbi, Lelio Invrea, Paolo Giustiniani, Francesco Serra [de Giovanni Pietro II] y Agostino Centurione, Giovanni Girolamo Spinola, Luigi y Stefano Spinola, Vincenzo Squarciafico y Carlo Strata.180 Según Ruiz Martín, todos ellos, excepto Francesco Serra, Agostino Centurione y Stefano Spinola (fallecido en 1625) 178 La encerrona duró unas nueve horas y tenía como objetivo la obtención de unos 6 000 000 de escudos y ducados. En Ruiz Martín, F. Las finanzas de la Monarquía Hispánica..., cit., pp. 80-82. 179 ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2433, relación incluida en carta de Serra a la República, 19 de marzo de 1627. 180 Los afectados por el Decreto en Ruiz Martín, F. «La banca de España…», cit., p. 102 (nota al pie). Presuponemos que el Francesco Serra mencionado era el

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fueron miembros de la Diputación para el consumo del vellón.181 La sede principal de este organismo se hallaba en Madrid, pero contaba con delegaciones en Córdoba, Cuenca, Granada, Murcia, Salamanca, Segovia, Toledo y Valladolid. Su actividad no tardó en ser boicoteada por las oligarquías urbanas, contrarias a que los hombres de negocios genoveses ostentaran tal posición de poder en la Real Hacienda. El 8 de julio de 1628 los procuradores de las cortes de Castilla condicionaron la entrega del servicio de millones de dieciocho millones de ducados a la disolución inmediata de las diputaciones para el consumo del vellón. El 9 de febrero de 1629 consiguieron su cancelación.182 Respecto al decreto de suspensión, la voluntad común de resolver la cuestión cuanto antes motivó un rápido acuerdo: el 17 de septiembre de 1627 se publicó el Medio General que establecía la devolución de los atrasos en juros de a veinte sobre los 350 000 ducados de renta que suponía el servicio de millones concedido por las Cortes. También la República se activó para minimizar los efectos negativos del Decreto sobre sus ciudadanos mediante la concesión de una moratoria a todos los deudores hijo de Giovanni Pietro II pues, en ese momento, era el único Serra residente en Madrid que figuraba como titular de asientos de dineros. 181 Las motivaciones que explican la exclusión de Centurione y Serra nos son desconocidas. En Ruiz Martín, F. «La banca en España...», cit., p. 104. A pesar de ello, Francesco Serra de Giovanni Pietro II fue, junto a Ottavio María Cavana y Vincenzo Squarciafico, miembro de la Diputación del Medio General de 1628. La participación de Francesco Serra de Giovanni Pietro II en la Diputación del Medio General de 1628 aparece documentada por un documento del Archivo de Protocolos de Madrid hallado por Álvarez Nogal. Le agradezco nuevamente por haberme informado de ello. 182 Sobre el funcionamiento de las diputaciones para el Consumo del Vellón durante el reinado de Felipe IV, véase Ruiz Martín, F. Las finanzas de la monarquía hispánica..., cit., pp. 71-74; id., «La banca de España...», cit., pp. 104-108; Dubet, A. Hacienda, arbitrismo..., cit.; Font De Villanueva, Cecilia. «Política monetaria y política fiscal en Castilla en el siglo xvii: un siglo de inestabilidades», Revista de Historia Económica-Journal of Iberian and Latin American Economic History, 23, número extraordinario (2003), pp. 329-347.

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que lo desearan para la próxima feria de Novi. El embajador Serra, en una carta enviada a la República el 19 de marzo de 1627, confirma el ambiente de tranquilidad en el que se había desarrollado la suspensión En realidad, este Decreto no ha provocado aquí la alteración de otras veces en casos similares, síntoma de que los hombres de negocios a pesar de todo están cargados de dineros de los naturales que si bien los llamán depósitos, son [dineros] con interés firme. No se ha visto que ninguno [de los hombres de negocios] haya intentado realizar ninguna diligencia, ni que se hayan dado a las justicias orden de que no se concedan ejecuciones [entendemos que se refiera a devoluciones del dinero invertido], habiendo pagado todos ellos [los hombres de negocios] lo que debían con mucha puntualidad y con grandísimo crédito y reputación de toda la nación.183

Sin embargo, los hechos demuestran que, a pesar de la serenidad que reinó en la aplicación y del decreto de suspensión, la frágil coyuntura económica del momento y el contexto específico atravesado por el entramado Serra determinaron una serie de efectos que obligaron a la adopción de una serie de medidas para proteger las inversiones y los negocios de los distintos miembros de la red.

183 «Non ha veramente caosato qui in modo alcuno questo Decreto l’alteratione d’altre volte in simili casi, asegno che con tutto syno carichi li huomini di negotio di denari de naturali, che se bene chiamano a deposito, sono con interes fermo, non si è visto che nessuno habbi trattato di far diligenza alcuna, ne che sÿno stati dati ordini alle giustitie di non concedere essecutioni, essendo sempre tutti andati pagando quello dovevano con molta puntualità, e con grandissimo credito e riputazione di tutta la natione». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2433, carta de Serra a la República de 19 de marzo de 1627.

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5. La

respuesta de la red

Serra

Aunque la suspensión, como se ha visto, fue resuelta rápidamente y en una atmósfera de relativa calma, sus consecuencias se hicieron sentir en los negocios de los hombres de negocios decretados y de sus redes, propiciando la salida de escena de muchos de los banqueros que hasta el momento se habían distinguido por sus servicios al rey. Como afirma Domínguez Ortiz, Francesco Serra (de Giovanni Pietro II), Vincenzo Squarciafico, los Giustiniani y los Fieschi abandonaron definitivamente los asientos a partir de entonces.184 Pero la suspensión de pagos no supuso la retirada de Francesco Serra de Giovanni Pietro II de Madrid o el cese de su participación en otros negocios, tal y como demuestra el hecho de que fuera destinatario de varias cartas escritas por Marco Centurione desde Génova entre 1631 y 1632 que son indicativas de los intereses que ambos genoveses mantenían en el tráfico comercial con Lisboa.185 Por el contrario, la crisis de 1627 supuso el ascenso de una nueva generación de financieros, como el genovés Francesco Maria Pichinotti y varios hombres de negocios portugueses, que supieron adaptarse al problema de la inflación del vellón. De hecho, como señala Sanz Ayán, muchos de los genoveses que continuaron sus tratos financieros con la Monarquía Hispánica en la segunda mitad 184  Domínguez Ortiz, A. Política y Hacienda..., cit., pp. 102 y 103. 185 En concreto, en una de dichas misivas escrita por Centurione a Serra el 20 de octubre de 1631 se mencionaba el azúcar blanco de Lisboa como una de las mercancías en las que estaban interesados. En Archivio di Stato di Bologna (ASBo), Pallavicini, Serie II, n. 63: «Copialettere Centurione. 16251633. Registro di lettere di Marco Centurione (01/09/1625-13/05/1633)». Agradezco a Alejandro García Montón por haberme facilitado dicha referencia. Sobre la relación de los genoveses con el comercio del azúcar en la segunda mitad del siglo xvii, véase Costa-Freire, Leonor. «Genoveses nas rotas do açúcar: a intromissão em exclusivos coloniais portugueses (c. 1650)», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R, Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds..), Génova..., cit., vol. 2, pp. 915-932.

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del siglo xvii, como los Grillo, los Pichinotti o los Lomellini, se encontraban asociados con banqueros de origen judeoconverso.186 Algunos financieros del período precedente mantuvieron su prestigio al servicio de Felipe IV, como los Fugger nuevos, Antonio Balbi y Carlo Strata. Otros como Bartolomeo Spinola, Ottavio Centurione o Giovanni Luca Pallavicino renovaron sus prestaciones al soberano asumiendo un papel determinante en la Real Hacienda como factores del rey.187 Battista Serra no figuraba entre los decretados, pero, sin lugar a dudas, su participación y la de sus parientes y socios en los asientos de dineros de manera indirecta, a través de Francesco Serra de Giovanni Pietro II, fue un revulsivo que establecería definitivamente la línea a seguir en los próximos años y que afectó de una manera o de otra a diversos sujetos de la red. En lo que se refiere a Francesco Serra q. Antonio IV, hermano de Battista, sabemos que ya atravesaba dificultades económicas desde finales de la década de 1610 que se agudizaron en 1626. De hecho, en un instrumento de 14 de febrero de 1626, realizado en Génova por dicho Francesco y por su hermano Paolo, este último se ofrecía a anticipar a Francesco en la próxima feria de Apparizione la deuda de escudos de marca 15 806 y siete sueldos (soldi) que la Real Hacienda le debía como acreedor del Medio General 1607. El acuerdo suponía que, en adelante, Paolo Serra sería considerado acreedor de la Real Hacienda por la cantidad estipulada, la cual debía abonársele en la siguiente feria de Pasqua, por lo que esta deuda debió de verse comprometida a raíz de la suspensión de enero de 1627.188 Asimismo, Francesco Serra, en otro acto notarial realizado ese mismo día, declaraba haber participado en muchos asientos acordados en la Corte con Stefano Spinola. En concreto, decía haber intervenido por la cuota de un tercio 186  Sanz Ayán, C. Los banqueros y la crisis..., cit., p. 39. 187  Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., pp. 28 y 29. 188 ASGe, Fondo Famiglie, 6 S.

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en uno de 126 873 escudos para el mantenimiento de Tabarca y en otro de 200 000 escudos y ducados destinados a Milán y Génova. Por cuenta de dicha participación, Francesco debía pagar 149 407 escudos, doce sueldos y seis dineros (denari) en la próxima feria de Apparizione, para lo cual nuevamente requería la ayuda de su hermano Paolo, al que cedía todos los derechos que le correspondían por dichos asientos.189 Otras escrituras notariales establecidas el mismo día testimonian que Francesco también tenía como deudor a su primo Ottavio Serra, representante en Nápoles de la compañía Serra-Pallavicino.190 Igualmente, otro documento realizado ante notario en ese mismo momento nos indica que Francesco recibía reales de plata en las galeras que llegaban a Génova provenientes de España, hecho que reafirma su relación con los asientos de la Corte.191 Dada la implicación de Francesco Serra en todos estos negocios, no es de extrañar que el decreto de 1627 influyera de manera decisiva en su liquidez. Todo parece apuntar que la situación económica de Francesco antes de la suspensión no debía de ser muy boyante. No en vano, el 4 de diciembre de 1626 se encontraba en prisión debido a las deudas contraídas con la Illustre Camera genovesa. Por un documento del 21 de enero de 1628 sabemos que la diferencia entre los débitos y los créditos que Francesco sostenía 189 Ambos instrumentos (y algunos otros efectuados ese mismo día) en ibidem. Visto que Stefano Spinola falleció en 1625, dichos asientos debieron de realizarse en una fecha previa. 190 En concreto, el documento de 14 de febrero de 1626 que refiere la colaboración entre Francesco y Ottavio Serra asegura que este último debía al primero en la próxima feria de Apparizione las cantidades de 20 417 escudos, trece sueldos y ocho dineros de marca «per conto a parte per un negocio di Alemagna» y de escudos 300 000 de marca «per altro conto aparte anni». El instrumento establecía que dichas deudas serían satisfechas a Francesco Serra a través de Paolo Serra, procurador de Ottavio Serra en las ferias de Génova. En ibidem. 191 Parte de estos reales debían pagarse a su hermano Paolo Serra en la feria de Apparizione de Massa, pero la escritura no precisa en concepto de qué. En Ibidem, instrumento entre Francesco y Paolo Serra, Génova, 14 de febrero de 1626.

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con la Camera no le era en absoluto favorable.192 Dicho organismo se hizo cargo de muchas de las deudas que atenazaban a Francesco distribuidas en diversos conceptos: el más alto era por el suministro de municiones que la Camera le ordenó comprar en Hamburgo y que Serra teóricamente no pagó (417 668 liras, nueve sueldos y diez dineros); le seguía la deuda en Amberes con el genovés Giovanni Paolo D’Orco (72 470 liras, dieciocho sueldos y seis dineros); la contraída en feria de agosto de 1626 con las monjas del convento dell’Annunziata di Castelletto y cuyo abono fue reclamado por estas a la Camera en la sucesiva feria de Santi (7111 liras, once sueldos y dos dineros); destacaba también la que mantenía con Francesco Massena por un total de 2967 liras, dieciséis sueldos y ocho dineros y, por último, la contraída en Palermo con Filippo Castagnola (1620 liras).193 En total, más de 500 000 liras. Por otra parte, el crédito de Francesco Serra con la Camera ascendía a más de 300 000 liras, por lo que la diferencia a pagar a la institución económica de la República rondaba la nada desdeñable cantidad de 190 000 liras.194 Es probable que, a finales de 1628, el conflicto aún no se hubiera resuelto, visto que el 20 de noviembre de 1628 la Camera logró que Francesco Serra le entregara un inventario completo de sus bienes.195 Además de los problemas atravesados por el hermano de Battista, es necesario recordar que el 9 de agosto de 1627 la República admitió a Giovan Francesco Serra en la fedecommissaria

192  Ibidem, Lista de las deudas y de los créditos entre Francesco Serra y la Illustre Camera (21 de enero de 1628). 193 Con los Castagnola de Palermo los Serra sostenían tratos al menos desde finales del siglo xvi. El 15 de mayo de 1594 Giovanni Pietro II Serra, Giovanni Benedetto Spinola y Cattaneo Serra dieron poder a Pietro Castagnola y a Camillo Grasso, ambos de Palermo, para recaudar 1500 escudos, a veintiocho carlini por escudo. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 161. 194 ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. 195  Ibidem, inventario recibido por la Camera el 20 de noviembre de 1628.

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de su padre, por lo que Battista y la compañía Serra-Pallavicino debieron afrontar la necesidad de ajustar cuentas con el heredero universal de Girolamo por las inversiones y negocios que habían efectuado como gestores del patrimonio del difunto. En un documento sin fechar, Battista Serra declaraba las siguientes deudas contraídas con los herederos de Girolamo hasta agosto de 1627:196 • 30 246 escudos de marca y dieciocho sueldos en feria de agosto de 1627 por cuenta de una operación en la que se hallaban implicados Giacomo Saluzzo y Ottavio Sauli. • 10 000 escudos de marca por cuenta de Ottavio Centurione «y por él en nombre de Adamo Centurione, su hermano aquí en Génova» «e per lui da Adamo Centurione suo fratello qui in Genova» más los intereses. Con el primero aún mantenía un litigio por pagos atrasados, como se recordará. • 250 escudos de marca, ocho sueldos y ocho dineros por gastos de correos; así como 77 escudos, tres sueldos y cuatro dineros «por el impuesto pagado por las casas de San Luca» («per la cabella pagata per le case di S. Luca»). • 2638 escudos de marca, diecinueve sueldos y cuatro dineros por una deuda de Nicolò Doria q. Sinibaldo en feria de Apparizione de 1628. • Debía pagar también el alquiler de las «tiendas situadas bajo su casa de Banchi desde el año 1620 hasta ahora» («cantine poste sotto la sua casa di Banchi dall’anno 1620 in qua»), dar cuenta de la administración del Correo Mayor de Milán y satisfacer la parte que correspondía a los herederos de Girolamo sobre la villa extremeña de Montemolín.

196 Todas las deudas en adelante referidas se hallan en el documento sin fecha del ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 9, «Scritture concernenti il debito de signori Paolo, e Batta Serra all’eredi del quodam marchese Girolamo Serra fino in fiera d’Agosto 1627». A pesar del título del documento, se refieren también pagos pendientes para el año de 1628.

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Por tanto, hacia 1627-1628, la compañía Serra-Pallavicino debía más de 40 000 escudos de marca a los huérfanos de Girolamo, fundamentalmente por incumplimientos de algunos de sus pagadores. Pero no todo eran deudas: el descalabro que sufrieron algunos hombres de negocios a finales de la década de 1620 propició que, en 1628, la familia Serra entrara en posesión del feudo monferrino de Mornese del cual terminaría siendo investido señor Giovanni Battista Serra q. Girolamo. Fueron las deudas del legítimo poseedor del feudo, Antonio Pallavicino q. Nicolò, fideicomisario de Girolamo Serra y, como vimos, socio de los hermanos Battista, Paolo e Francesco Serra, las que motivaron la cesión de dicho territorio al linaje Serra. Concretamente, en la feria de Apparizione de 1628 celebrada en Novi, Antonio tenía un descubierto de unos 80 000 escudos.197 Para solucionar el asunto, el 7 de febrero de 1628, los fideicomisarios de Girolamo Serra, entre los que se hallaba el propio Antonio, acordaron la compra del feudo a Pallavicino por 20 000 escudos, así como la cesión y renuncia de 40 000 escudos que Antonio debía percibir de Ottavio Centurione; 13 300 que le debía Giovan Francesco Serra; y 6700 de Genesio Sanguineto, estos dos últimos también fideicomisarios de la herencia de Girolamo Serra. Entre marzo y abril de ese mismo año se concretó la operación designando a Giovanni Battista Serra, segundogénito varón de Girolamo, señor de Mornese.198 197 P  odestà, E. Uomini monferrini..., cit., p. 251. Podestà afirma que Antonio Pallavicino fue enormemente perjudicado por la suspensión de pagos de 1627, aunque no especifica en qué modo. Como se recordará, Antonio Pallavicino era cuñado de los huérfanos de Girolamo por haber casado con Bianca Serra, hija del difunto. Asimismo, era concuñado de Battista Serra, puesto que este último estaba casado con Maddalena Serra q. Girolamo. 198  Ibidem. Si se suman el total de créditos cedidos y el valor del feudo se obtienen los 80 000 escudos que Antonio precisaba. La operación fue suscrita por los siguientes miembros de la fedecommesseria de Girolamo Serra: Giovanni Battista Adorno, Giovan Francesco Serra, Maddalena Serra (hija de Girolamo y mujer de Battista Serra); Battista Serra; Giovanni Pietro II Serra; Giovanni Battista Squarciafico y Genesio Sanguineto. Ibidem, p. 263 (nota 6).

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No sería la última vez que la fedecommissaria de Girolamo acudiera en auxilio de Antonio: en la feria de Santi de 1628, Pallavicino debió afrontar una nueva deuda, esta vez con su cuñado Pier Maria Gentile, casado con Maddalena Pallavicino.199 En el momento del descubierto, Gentile era prisionero de Carlo Emanuele de Saboya desde que en 1625 el duque asaltara con éxito la población de Pieve del Teco, capturando a las cabezas visibles del ejército genovés que participó en la batalla.200 La ausencia de Gentile propició que Antonio Pallavicino se ocupara de sus negocios hasta el 28 de agosto de 1630, día en el que Pier Maria consiguió escapar de su cautiverio. Fruto de sus gestiones como procurador de Gentile, Antonio Pallavicino acumuló en la feria de Santi de 1628 un débito de 66 533 escudos de oro, once sueldos y seis dineros que condujo a un pleito que salpicó a varios de los miembros de la familia Serra y que finalmente fue resuelto el 18 de marzo de 1631. Los intrincados lazos parentales y económicos que unían a las familias Serra y Pallavicino y la posición de Antonio como uno de los fideicomisarios de Girolamo Serra y heredero de Nicolò (miembro fundador de la compañía Serra-Pallavicino) motivaron que muchos de sus miembros se vieran implicados y tuvieran que manifestar su consentimiento al acuerdo. Entre estos se encontraban Maria Serra, madre de Antonio; su mujer Bianca Serra; Battista Serra, representante en el litigio de la compañía Serra-Pallavicino y administrador de las rentas de algunos de sus parientes; o Giovanni Battista Serra, procurador de su hermano, Giovan Francesco, a su vez heredero (primogénito varón) de Girolamo.

199 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, doc. 50, 18 de febrero de 1631, Génova: «Dichiarazione di Antonio Pallavicino circa l’attività mercantile svolta da lui durante la detenzione di Pier Maria Gentili a Torino». 200 Entre ellos, el exmaestro general de campo de la República. En Bitossi, C. «L’Antico Regime…», cit., p. 439. Sobre la detención de Gentile, véase ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, doc. 50.

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El pacto quedó oficializado en Génova a través de una declaración ante notario efectuada por Antonio Pallavicino en la que establecía con Raffaele della Torre, procurador de Gentile, las bases del acuerdo. Los términos estipulados suponían una perfecta compenetración entre diversos miembros de la red Serra, en la que las mujeres jugaban un papel fundamental. En la declaración de Antonio, este se comprometía a satisfacer a Gentile de diversas maneras entre las que se comprendían: la cesión de 20 000 escudos de oro (a 450 maravedíes cada escudo) que le habían correspondido por la deuda que Ottavio Centurione había contraído con la compañía Serra-Pallavicino; diversos juros sobre los reinos de España al cinco por ciento (algunos de los cuales pertenecían a miembros de la familia, como Paolo Serra, pero que eran administrados por Battista, procurador de su hermano); por último, 5000 escudos de oro de marca a pagar en los cinco años sucesivos. Ofrecía como garantía de todo ello las dotes de su madre, Maria Serra, y de su mujer, Bianca Serra. El pacto suponía además la condonación de otra deuda que Antonio Pallavicino sostenía con Gentile por valor de 6000 escudos de oro y por la cual se había instituido otra causa.201 La cuestión permitió a la familia liberarse de algunos de los juros que poseían en la Península Ibérica y cuya devaluación y desprestigio se acentuaría aún más a lo largo de la década de 1630. Dicho decaímiento de las rentas de juro castellanas motivó ulteriormente (en algún momento a partir de 1639) las protestas de Pier Maria Gentile. Un documento sin fechar presenta una serie de alegaciones con las que Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra respondían a las reclamaciones de Pier Maria Gentile (presumiblemente motivadas por el descenso de los intereses de los juros que había recibido de la fedecommissaria de Girolamo). Los hermanos Serra recordaban que, a pesar de las incautaciones

201  Ibidem.

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reales, Gentile no había dejado de comprar juros en 1632, 1633 y 1636 y, lo que era más importante, que nunca había intentado venderlos. Asimismo, se defendían asegurando que «a pesar del pretendido deterioro [de los juros], desde el año 1630 hasta el 1639 no ha faltado el comercio, ni el tráfico, ni la compra y venta de juros».202 Testimonio del abandono progresivo de las rentas en los reinos hispánicos protagonizado por los genoveses fue el proprio duque de Tursi, futuro suegro de Giovan Francesco Serra. Las cartas enviadas por Tursi al monarca y discutidas en dicha junta aludían al fenómeno por el que [...] van genoveses deshaciéndose cuanto pueden de las rentas que tienen en los reinos de Su Majestad y a tales precios que lo que valieron lo dan por diez o doce y que aunque dan nombre de que es por lo que han padecido en cobrarlas tiene el duque muy presente lo que queda referido, y así se debe tener cuidado a que el freno del interés en los reinos se va enflaqueciendo con que creciera todo lo demás.203

Una vez más, la actuación coordinada de los componentes de la fedecommissaria de Girolamo Serra había salvado a uno de sus miembros y, con ello, a ella misma de unas inversiones que se revelaban cada vez menos rentables y de una suspensión de pagos que habría minado considerablemente su reputación en los negocios.

202 «Nonostante la pretesa deterioratione sudetta non há mancato dall’anno 1630 sino in 1639 il comercio è traffico, e vendite e compre de giuri». En ASGe, Notai Giudiziai, 2047. 203 AGS, Estado, leg. 3592, 61, «Puntos de lo que contienen cuatro cartas del duque de Tursi y de don Francisco de Melo que se recibieron en 22 y 28 de noviembre y en 4 de diciembre», fol. 172r. Aunque el documento no está datado, sirva como indicación que el legajo recoge documentos de 1634 y 1635.

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6. Hacia

una nueva fase

Las repercusiones del decreto de enero de 1627 y la coyuntura de crisis precedente acentuaron las incomprensiones entre la Monarquía Hispánica y la Génova. La suspensión había propinado un duro golpe a la reputación de la República y a la poca confianza que esta conservaba hacia el aliado hispánico. Como afirmaba el gobierno ligur al embajador Serra, el Decreto, además de amenazar la llegada a Génova de los dineros necesarios para su protección, podía transmitir a los enemigos el mensaje erróneo de que la República se hallaba debilitada y vulnerable como consecuencia de la suspensión, circunstancia que les animaría a reanudar las hostilidades.204 La situación también podía tener importantes consecuencias sobre el cuerpo político genovés, ya que los falliti no podían formar parte del Seminario.205 Se añadía así un nuevo factor desestabilizador al sistema de gobierno de la República que, sobre todo desde 1625, debía afrontar las protestas de los sectores populares de la población por la guerra y por el limitado número de adscripciones. De hecho, la incorporación de nuevas familias en las filas de la nobleza solo se produjo en situaciones de emergencia por temor a que el descontento de la población pudiera desencadenar una sublevación interna. En 1626, la ley de las adscripciones se aplicó plenamente: se admitieron diez nuevos nobles, seis de los cuales no habían comparecido hasta ahora en el Liber Nobilitatis. Un año después de la conjura de 1628, se admitieron otras diez personas de las cuales siete eran individuos pertenecientes a familias ajenas hasta el momento al patriciado. Además, se aceptó la adscripción extraordinaria de 204 Al respecto, véase ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2433, carta de Serra a la República, 19 de marzo de 1627; ibidem, carta de la República a Serra, 8 de abril de 1627. 205 Bitossi, C. Il governo…, cit., p. 117.

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algunos sujetos que abonaran una cierta cantidad de numerario a la República. Una práctica que se retomó en 1632 y 1635.206 En definitiva, el creciente descontento de la República hacia al socio hispánico tenía su fundamento y no es de extrañar que, en adelante, los hombres de negocios genoveses comenzaran a tomar decisiones para adaptarse al nuevo contexto económico y político. Algunos de ellos, como los Serra, ya habían empezado diez años antes de que se produjera la suspensión. En palabras de Claudio Costantini: El 1627 representó, por tanto, una cesura neta, un cambio irreversible en la historia de la finanza genovesa: los capitales genoveses no abandonaron de golpe ni completamente el área española, pero después de esa fecha quedó claro a todos que la edad de los «asientos de España» […] estaba finalizando y pareció a muchos que la alineación internacional de Génova antes o después habría reflexionado sobre la búsqueda de nuevos sectores de inversión.207

Asimismo, los resquemores que la política hispánica suscitó en la República explican que muchos en Génova propusieran una política de mayor autonomía y de distanciamiento del monarca Católico encaminada a la recuperación del prestigio perdido. Al respecto, es revelador un papel anónimo leído por el gobierno ligur el 10 de noviembre de 1627 —por tanto, poco después de que se publicara el Medio General el 17 de septiembre—, y en el que un autor desconocido recomendaba a la República que constituyera una diputatione

206  Ibidem, p. 194; Bitossi, C. «L’antico….», cit., pp. 395 y 441; Doria, G. y Savelli, R. «Cittadini di governo…,», cit., pp. 480-485. 207 Traducción propia del texto original: «Il ’27 rappresentó dunque una cesura netta, una svolta irreversibile nella storia della finanza genovese: i capitali genovesi non abbandonarono di colpo e completamente l’area spagnola, ma dopo quella data divenne chiaro a tutti che l’età dei ‘partiti di Spagna’ […] era alla fine e parve a molti che l’allineamento internazionale di Genova non avrebbe potuto mancare prima o poi di riflettere la ricerca di nuovi settori di investimento». Costantini, C. «La ricerca….», cit., p. 45.

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(consejo, junta) en la que se discutiera el camino a seguir para que Génova pudiera volver a gobernarse por sí misma No hay duda alguna de que algunos de nosotros estamos decepcionados con España. Sin embargo, no se quiere en ningún modo que la República salga de las miserias presentes las cuales conducen a la última ruina. Dígnense Vuestras Señorías, por amor de la aflictísima patria, a crear una diputación en la cual continuamente no se discuta de otra cosa que no sea encontrar el modo con el que poder atracar en un puerto saludable [o seguro]. Porque si continuamos así, habremos perdido la libertad, el Estado, las fortunas privadas, junto con todo aquello que es bueno. No querer perder las alegrías, que son preciosas, no es un punto contrario a la comunicación fija y perpetua que hemos siempre mantenido y que queremos siempre mantener con la Corona de España. Más bien, teniendo siempre presente al Rey Católico buena intención hacia nuestra República, como está escrito, debemos estar seguros que Su Majestad lo considerara una cosa buena. Y en el caso de que no fuera así, no por ello debemos traicionarnos y perjudicarnos por adulación o por temor. Dígnense Vuestras Señorías a hacer la dicha diputación, resolviendo después todo con el Minor Consiglio, no solo con los discursos sino también con los votos, porque así quieren nuestras leyes lo justo y la utilidad pública.208

208 Traducción propia del texto original: «Non è dubio alcuno che noi siamo delusi in Spagna ove non si vuole in modo alcuno che la Republica esca delle presenti miserie le quali la conducon all’ultima ruina. Si degnino adonq. Vostre Signorie Serenissime per amor dell’afflistissa patria di far una diputatione nella qual di continuo non si discorri d’altro che di trovar i modi con quali possiamo da noi stessi condurci a porto di salute: Perchè continuamente poco più così noi ci trovaremo haver perduta la libertà, lo stato, le fortune private, con tutto il resto che vi è di buono e di caro. Il non voler perder gioie si preziose non è ponto contrario alla infissa e perpetua discosione che qui si è sempre havuta e si vuole haver sempre alla Corona di Spagna. Anzi havendo il presente Rè Catolico si buona intentione verso la nostra Republica come ci vien scritto dobbiamo tener per certo che la Maestà sua l’haverà molto a caro: e quando non l’havesse non per questo doverssimo tradire e far torto a noi stessi per adulatione o per timore. Si degnino donque Vostre Signorie Serenissime di

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Aunque sabemos que los asientos genoveses al Católico no cesaron, en lo que respecta a los Serra, el contexto de crisis, que tuvo su momento álgido en 1627, causó importantes pérdidas en algunos de los componentes de la red y, como hemos visto, supuso el alejamiento casi definitivo de los Serra de las finanzas regias. Las dificultades por las que atravesó Francesco q. Antonio IV Serra quedaron reflejadas de forma palmaria en la capitazione de 1630 impuesta por la República a sus ciudadanos para la financiación de una nueva muralla para protegerse de posibles ataques en el futuro. El imponible establecido iba de las diez a las cien liras, con una contribución excepcional de 200 liras para aquellos que desearan realizar una demostración pública de su patriotismo o de su riqueza. Si bien Francesco y Paolo, hermanos de Battista Serra, contribuyeron respectivamente con 20 y 100 liras, hecho que denota la menor potencia económica del primero y los posibles efectos negativos de una situación económica complicada, Battista y sus primos Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra aportaron las 200 liras honorarias ya mencionadas.209 Asimismo, la República requirió a su embajador en Madrid que hiciera todo lo posible para recuperar las deudas que los genoveses residentes en España mantenían con la Illustre Camera genovesa. La lista de deudores elaborada por el gobierno ligur no está datada, pero en ella comparecía el propio Battista Serra por la tasa de 1624 y destacaban, por el volumen de sus atrasos, personajes de gran renombre en la Corte como Giovanni Battista Centurione, marqués de Estepa, y Carlo Strata.210

fare la già detta diputatione risolvendo poi il tutto con il Minor Consiglio non solo con i discorsi ma con i voti ancora perchè così vogliono le nostre leggi il giusto e l’utilità publica». En ASGe, AS, Secretorum, 1566, 496, papel anónimo leído el 10 de noviembre de 1627. 209 Véase la tabla 15. Sobre las murallas genovesas, véase Dellepiane, Riccardo. Mura e fortificazioni di Genova, Génova, Nuova Editrice Genovese, 1984; Poleggi, E. y Cevini, P. Genova…, cit., pp. 129-133. 210 Según el documento, Giovanni Battista Centurione debía varias partidas: una de 23 198 liras, ocho sueldos y diez dineros; otra de 8690 liras, once sueldos y

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Tabla 15. Los Serra tasados en la capitazione de 1630211 Tasados

Liras

Gio. Francesco Serra q. Girolamo Gio. Battista Serra q. Girolamo Battista Serra q. Antonio IV Paolo Serra q. Antonio IV Los hijos de Paolo Serra: Giacomo y Agostino Gio. Pietro II Los hijos de Gio. Pietro II: Gio. Tommaso, Gio. Agostino y Nicolò Francesco q. Antonio IV

200 200 200 100 100 (cada uno) 40 25 (cada uno) 20

Los datos que emergen de la capitazione de 1630 parecen confirmar que el decreto de suspensión de 1627, si bien golpeó severamente a Francesco de Giovanni Pietro II y a Francesco q. Antonio IV, no pareció afectar a Battista Serra. De hecho, este último, en su testamento de 1637, omitió cualquier referencia a los efectos de la suspensión de pagos sobre su hacienda, para referirse únicamente a las repercusiones perniciosas que le acarrearon las de 1596 y 1607.212 Es necesario recordar que, si bien

nueve dineros en concepto de la tasa de 1590 y otra de 11 513 liras, diecisiete sueldos y dieciocho dineros por el impuesto de 1607. Carlo Strata constituye el segundo hombre de negocios con un volumen de deuda mayor que alcanzaba las 13 722 liras, 4 sueldos y 4 dineros. En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2433, lista de deudores genoveses a la Camera genovesa (sin fecha). La carta en la que la República solicita a Serra que negocie la satisfacción de las deudas de los genoveses residentes en España en ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de la República a Serra, 2 de julio de 1625. Savelli y Doria citan otro elenco de deudores del Estado ligur para el 29 de abril de 1628 en el que se incluyen 216 contribuyentes, 49 de los cuales son definidos como nobili y 167 como borghesi. En Doria, G. y Savelli, R. «Cittadini di governo…, cit.», p. 499. 211 Tabla de elaboración propia a partir de los datos sobre la capitazione de 1630 proporcionados por Carlo Bitossi, al cual agradezco haberlos compartido conmigo. 212 ASGe, NA, 5861, testamento Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637.

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el decreto infirió gravemente en los dos Francesco, la situación precaria que atravesaron se debe interpretar en el contexto en el que ambos operaban antes del Decreto: en el caso del hijo de Giovanni Pietro II, su focalización en inversiones como los asientos de dineros, el negocio del vellón y el cobro de rentas castellanas (en claro declino), así como su excesiva dependencia de capitales ajenos fueron factores que debieron de condicionar su salida de escena de las finanzas regias. En el caso de Francesco q. Antonio IV, como vimos, debe tenerse en cuenta la situación precaria que atravesaba desde finales de la década de 1620. Sin embargo, Battista Serra, como tutor de sus primos, podía gestionar en su nombre el importante patrimonio que Girolamo había dejado a sus herederos, sin olvidar que las actividades de diversificación desarrolladas precedentemente por Battista le habían procurado el acceso a un oficio rentable como el de Correo Mayor de Milán o al asiento de dos galeras. Por tanto, parece evidente que la hábil administración de los recursos humanos y económicos de la fedecommissaria de Girolamo se erigió en un óptimo instrumento para manejar con éxito la situación de crisis que se estaba gestando desde la década de 1620 y que culminó con la suspensión de pagos de 1627. Las profundas conexiones existentes entre los miembros de la red Serra propiciaban que, inevitablemente, los momentos de estrechez económica atravesados por cada uno de los sujetos terminaran golpeando las actividades y el patrimonio de todos sus componentes. Los acuerdos a los que llegaban los componentes de la red para superar las dificultades no desterraban completamente la conflictividad inherente al funcionamiento de estos entramados financieros. Al respecto, es reveladora la declaración efectuada por Giovan Francesco Serra el 17 de febrero de 1641 con el fin de protestar contra la gestión realizada por los fideicomisarios de su padre y de exigir a su hermano Giovanni Battista los intereses generados por el mayorazgo que el difunto Girolamo había fundado a su favor. Una de las razones aludidas por Giovan Francesco contra los fidei-

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comisarios era que los intereses de su mayorazgo, el más rentable y productivo, habían sido los verdaderos responsables del aumento y mantenimiento de la hacienda paterna, y que los albaceas y testamentarios de su padre se habían beneficiado enormemente de ellos, invirtiéndolos continuamente en cambios y empleándolos para el pago de los acreedores. A la luz de estos hechos, Giovan Francesco reconocía que la gestión de los fideicomisarios había contribuido a aumentar la hacienda paterna, pero aprovechaba para cuestionar también la administración que estos efectuaron, descubriendo así detalles interesantísimos sobre el modo en el que funcionaba la «empresa» Serra. En concreto, Giovan Francesco afirmaba que [...] buena parte de los frutos de dichos intereses no los solicito en concepto de una deuda contraída precedentemente conmigo, sino en concepto de los [dineros] pagados osea ganados de otra persona con mi dinero y con mi nombre y por mi cuenta.213

Razón por la que, para Giovan Francesco, era natural solicitar [...] el mismo interés que, si no hubieran existido mis dineros, habrían tenido que pagar los señores fideicomisarios a otros acreedores y con más razón si se tiene en cuenta que si hubieran ido a bancos con mayor deuda habrían mostrado mayores dificultades para sostenerla.214 213 «Bona parte de frutti di detti interessi, non li domando come dovutomi da loro originalmente, ma come pagatemi o sia guadagnatemi con il mio denaro e il mio nome, e per mio conto da altra persona». En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 36, doc. 5, «Relazione circa la vertenza sorta per questione ereditaria tra i fratelli Gian Francesco e Gian Battista Serra, figli del fu Geronimo», en concreto, las citaciones referidas provienen de la respuesta emitida ante notario por Giovan Francesco Serra el 17 de febrero de 1641 (con fe de autenticidad del notario de 17 de abril de ese año). 214 «Quello stesso interesse che se non fossero stati li miei denari, haverebbero patito gli stessi signori fideicommisari con altri creditori e tanto piu rigoroso quanto è piu certo che si fossero andati a banchi con maggior debito haverebbero havuto maggior difficoltà in sostenerlo». En ibidem.

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Y, a este respecto, Giovanni Francesco continuaba exponiendo que, Mi pretensión es contra mis administradores no en su nombre sino en nombre del difunto señor mi padre [Girolamo Serra] por aquellos dineros, los cuales, una vez que llegaron a sus manos como tales administradores, los negociaron sobre cambios en mi beneficio y no con poco alivio de la herencia gravada por la misma deuda con otros acreedores, en cuyos términos no entra otra disposición legal al margen de aquella conocida por personas del vulgo solo a través de su propia capacidad para acceder a la verdad, la cual dicta que el administrador deba dar buena cuenta de su administración con el pago restante que corresponde.215

De esta manera, es evidente que, si bien la movilización de la red contribuía a reducir los efectos negativos de una coyuntura complicada, su funcionamiento no estaba exento de tensiones derivadas precisamente de la superposición de intereses particulares y colectivos, consustancial a dichas redes. Aunque las «crisis» de 1627 no habían causado daños importantes sobre Battista, es cierto que, a partir de entonces, se observa un claro viraje de los Serra y de los genoveses en general hacia negocios relacionados con la guerra, lo cual confirma una nueva tendencia de inversión, ya señalada por algunos historiadores, caracterizada por una clara preferencia por actividades comerciales y

215 Traducción propia del texto original: «la mia pretensione è contro li miei amministratori non a loro nome proprio ma a nome dell’heredità del fu signore mio Padre per quelli denari, i quali pervenuti in loro mano, come tali amministratori, gl’hanno negotiati sopra cambÿ a mio beneffitico e con non poco sollievo dell’heredità gravata dello stesso debito, con altri terzi creditori, nelli quali termini non entra altra disposizione legale fuori solo quella che è nota anche a persone di volgo con il solo lume naturale il quale detta che l’amministratore debba render bon conto della sua amministrazione, con pagamento de reliquato a cui spetta». En ibidem. Las cursivas son mías.

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militares por encima de las financieras.216 Esta tendencia no solo se observa prematuramente en Battista y en el asiento de galeras que administraba y posteriormente en Giovan Francesco Serra —nombrado maestro de campo general de Milán en 1647—, sino que también se detecta en generaciones posteriores.217 Stefano Serra, sobrino de Battista, fue el sucesor de su tío en el asiento de galeras que este regentaba. Su hermano Girolamo se hizo un hueco en la década de 1650 en el aprovisionamiento militar de cuerda de munición a puertos mediterráneos como Cartagena y Cádiz. Se trataba de un encargo de gran importancia para la Monarquía Hispánica si se recuerda la presión naval inglesa entre 1656 y 1657 que se tradujo en un bloqueo parcial de las costas meridionales de la Península Ibérica.218 La importancia del abastecimiento de 216 Muto, Giovanni. «Una vicenda secolare: il radicamento socio-economico genovese nella Spagna de “los Austrias”», en Giordano, Silvano y Paolocci, Claudio (eds.), Nicolò Doria. Itinerari economici, culturali, religiosi nei secoli xv-xvii tra Spagna, Genova e l’Europa, Génova, 1996, pp. 7-23:21. Número monográfico publicado en Quaderni Franzoniani, vol. 9, 2. 217 La carrera militar no era una novedad en la familia Serra, como tampoco lo era para buena parte de la nobleza genovesa al servicio del Católico. Tal y como confirma el manuscrito de Federico Federici, Andrea Serra q. Jonis q. Luchini fue capitán de infantería «in aiuto de’ fiorentini» en 1430, así como comisario para la guerra de Finale en 1448. En Federici, F. Scrutinio..., cit., en ASGe, Ms., 798, fol. 104. Otro manuscrito testimonia la presencia de un tal Francesco Serra como capitán de infantería nombrado por la nobleza «vieja» en la guerra civil de 1575. En ASGe, Ms. 521, fol. 1687r. 218  Alloza Aparicio, Ángel. «La represalia de Cromwell y los mercaderes ingleses en España (1655-1667)», en Espacio, Tiempo y Forma. Serie IV. Historia Moderna, 1, 13 (2000), pp. 83-102; Sanz Camañes, Porfirio. «Conveniencia política y pragmatismo religioso en las relaciones entre Felipe IV y Cromwell», en id. (ed.), Tiempo de cambios: guerra, diplomacia y política internacional de la monarquía hispánica (1648-1700), Madrid, 2012, pp. 311-340. El asiento de cuerda de munición al que accedió Girolamo Serra se encontraba precedentemente en manos de otro genovés: Lelio Sanguineto, residente en Madrid, que entró en el mismo el 22 de agosto de 1654. Aunque Sanguineto se comprometió a suministrar 24 000 quintales de cuerda procedente de Lombardía a Cádiz y Cartagena por ocho años, su muerte prematura obligó a su viuda, Antonia de Miranda, a traspasar el asiento a Girolamo Serra el 3 de octubre de 1657. A pesar de que

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los ejércitos con pólvora y cuerda de munición durante la guerra de los Treinta Años y las dificultades que hallaban los ministros hispánicos para procurar dichos pertrechos debido a su escasez y al encarecimiento progresivo de los mismos constituyeron factores que hacían de este sector económico una inversión conveniente para aquellos que dispusieran de los contactos y recursos adecuados.219 La amplia red de colaboradores desplegada por dicho Girolamo Serra en la Península Ibérica contaba con personajes como los genoveses Settimio Invrea y Giovanni Carlo Bozomo —con poder para cobrar consignaciones y representarlo en causas civiles y criminales— o Giovanni Bernardo y Pantaleone Grasso y Paolo y Stefano De Ferrari —estos últimos correspondientes de Girolamo en Cádiz—. El reforzamiento de la nación ligur en Cádiz debe ponerse en relación con la participación de los genoveses en los circuitos de contrabando, el progresivo desplazamiento de Sevilla en la administración de la Carrera de Indias y con el desarrollo de una intensa navegación de cabotaje que permitía el abastecimiento de materias primas del Mediterráneo a los puertos hispánicos.220 Asimismo, el comportamiento de la red Serra puede funcionar como barómetro de las relaciones entre Génova y la Monarquía la cesión no fue aprobada por real cédula hasta el 5 de octubre de 1661, en 1658 Girolamo Serra había librado partidas al ejército de Sevilla que combatía en Extremadura con motivo de la guerra de Portugal. La mala calidad de las mismas justificó que el rey se negara a abonárselas. El 15 de mayo de 1663 firmó el asiento por el que se comprometía por diez años a aprovisionar los puertos mencionados con cuerda de Lombardía, Liorna y otras partes de Italia. Algunas fuentes que testimonian la actividad de Girolamo Serra como asentista de cuerda de munición en AGS, CMC, 3ª época, leg. 170-2; id., leg. 2348-1. 219 Algunos testimonios sobre la importancia de los suministros militares durante de la guerra de los Treinta Años en AGS, Estado, leg. 1936 (docs. 19, 24); leg. 3594 (docs. 245, 246, 276, 318, 320); leg. 3596 (docs. 28, 30, 40, 41); 3598 (docs. 118, 124, 294). 220 Brilli, C. «Mercaderes genoveses...», cit.; id., «La importancia de hacerse español: la élite mercantil genovesa de Cádiz en el siglo xviii», en Lobato, Isabel y Oliva Melgar, José María (eds.), El sistema comercial español en la economía mundial (siglos xvii-xviii). Homenaje a Jesús Aguado de los Reyes, Huelva, 2013, pp. 227-255.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Hispánica: la misma tensión que se aprecia entre ambos socios en estos años se vislumbra en el vínculo de los Serra con el soberano hispánico. Como veremos, a pesar del firme apoyo que Battista y sus primos Giovan Francesco y Giovanni Battista mostraron hacia la Corona española durante la guerra de los Treinta Años, la incapacidad de esta última para garantizar a largo plazo los intereses de la familia propició no pocos momentos de tensión, y que tanto ellos como las siguientes generaciones de la familia adoptaran paulatinamente medidas que acarrearon un progresivo distanciamiento de sus intereses castellanos a favor de los mantenidos en otros territorios. Eso sí, se trataba de territorios que se encontraban siempre bajo la jurisdicción de la Monarquía Hispánica. Una evolución que condujo a la conformación de una nueva identidad que poco se asemejaba al perfil exhibido por los Serra en las primeras décadas del 1600.

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CAPÍTULO 7 FILOESPAÑOLES ANTE LA GUERRA TOTAL (DÉCADAS DE 1630 Y 1640)

1. Reclutando

mediadores entre Génova y la gestión de una relación turbulenta

España:

Tras la suspensión de pagos de 1627, las relaciones entre la República y la Monarquía Hispánica se redimensionaron. La crisis de la década de 1620 había supuesto la retirada de algunos de los hombres de negocios que hasta el momento habían servido al monarca Católico. Por otro lado, la declaración de guerra por parte de Francia en 1635 precipitó a la Monarquía Hispánica en un continuo estado de emergencia para obtener nuevos recursos y para conseguir contener los distintos frentes abiertos. El contexto descrito propiciaba que el soberano hispánico desatendiera las exigencias del aliado genovés en un momento en el que la llamada facción republicanista —partidaria de un mayor distanciamiento con respecto al secular aliado hispánico— adquiría en Génova un progresivo protagonismo. Estas condiciones evidenciaron la necesidad de reclutar para la causa de Felipe IV a aquellos genoveses que se encontraban en condiciones de ofrecer valiosos servicios, ya fueran militares, económicos o navales, y de sostener y defender a la Corona española ante los órganos políticos de la República. Como se demostrará, en la década de 1630, y a pesar de los obstáculos experimentados en la década anterior, los Serra se hallaban en grado de satisfacer las necesidades hispánicas en los ámbitos mencionados, imprescindibles en una coyuntura de guerra generalizada como la de estos años, al mismo tiempo que emergían de entre sus filas nuevos servidores convencidos del Católico. La firma del Tratado de Rivoli entre Francia y Saboya en 1635 suponía la unión de ambos Estados contra la Corona hispánica y también contra Génova, visto que el acuerdo concedía carta blanca a las aspiraciones saboyanas sobre el territorio de la República.1 1 Sobre la guerra entre Francia y la Monarquía Hispánica declarada el 6 de junio de 1635, véase Parrott, David. «The causes of Franco-Spanish War of

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El Mar Ligur y, en general, el Mediterráneo se convirtieron en un espacio de enfrentamiento entre las potencias, hecho que colocaba en el punto de mira a la República y la obligaba a apostar por una política de neutralidad para garantizar su supervivencia.2 La dificultad se hallaba precisamente en el tipo de neutralidad al que se aspiraba. La corriente genovesa de los innovatori, que abarcaba aquellos sectores más descontentos con la alianza hispánica, propugnaba una neutralidad armada y efectiva encaminada a la defensa de la soberanía de la República. Aunque dicha alternativa no era necesariamente pro-francesa, seguramente no favorecía el mantenimiento de Génova en la órbita del monarca hispánico. Dicho grupo se vio fortalecido en sus objetivos a partir de 1637, año en el que Agostino Pallavicino, uno de los principales representantes de las nuevas ideas, alcanzó el Dogato iniciando seguidamente un programa de reformas destinado a devolver a la República el estatus que había ostentado en el pasado. Parte de este programa se basaba en el fortalecimiento de la marina genovesa y de las infraestructuras de la ciudad, así como en la revitalización del prestigio de la República en el escenario europeo mediante medidas como la proclamación de la Virgen María como reina

1635-1659», en Black, Jeremy (ed.), The Origins of War in Early Modern Europe, Edimburgh, J. Donald, 1987, pp. 72-111. 2 Un estudio sobre la neutralidad practicada por otras repúblicas en la Edad Moderna, en Maissen, Thomas. «L’invention de la tradition de neutralité helvétique: une adaptation au droit des gens naissant du xviie siècle» en Chanet, Jerôme-Lamy y Windler, Christian (eds.), Les ressources des faibles. Neutralités, sauvegardes, accommodements en temps de guerre (xvie-xviie siècle), Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2009, pp. 17-45. Un caso específico de neutralidad genovesa se produjo durante la guerra de Sucesión española. Al respecto, véase Garibbo, Luciana. La neutralità della Repubblica di Genova: Saggio sulla condizione dei piccoli stati nell’Europa del Settecento, vol. 1, Génova, Giuffrè, 1973; Assereto, Giovanni. «La guerra di Successione spagnola dal punto di vista genovese», en Herrero Sánchez, M.; Ben Yessef Garfia, Y. R; Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 539-584:547-559.

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de Génova en 1637, nombramiento que confirió al Estado ligur el rango de testa coronata.3 Se trataba de una reacción lógica si se tiene en cuenta la publicación del decreto de Urbano VIII del 14 de mayo de 1630 que concedía a los cardenales el título de «Excelencia», penalizando a las repúblicas y a las signorie que, de esta manera, descendían al menos a un tercer lugar en el protocolo internacional, por debajo de las monarquías y los cardenales.4 En adelante, la diplomacia genovesa se activó para obtener el reconocimiento de su nuevo título de los principales Estados europeos, entre los que destacaba el Papado, donde, tras la muerte del cardenal Giacomo Serra q. Antonio IV el 1623, el rol de representante de la familia en Roma fue asumido por su sobrino Antonio, hijo de Paolo q. Antonio IV Serra.5 La 3 Sobre los motivos que movían a la República a la conquista del título regio véase Biblioteca Nacional de Nápoles (BNNa), Ms. Brancaciana, «Cose diverse», scaffale V, palchetto E, nº 8, «informationi e ragioni della Serenissima Republica di Genova per lo titolo Regio sopra li regni di Corsica, Cipro, Sardegna e Liguria, da presentarsi alla Maestà Cesarea l’anno 1628», fol. 168r. Véase sobre esta cuestión Bottaro Palumbo, Maria Grazia. «Et rege eos. La Vergine Maria Patrona, Signora e Regina della repubblica (1637)», Quaderni Franzonani, IV, 2 (1991), pp. 35-49. 4 Veneruso, Danilo. «La “querelle” secentesca sulla gerarchia del potere internazionale: un memoriale genovese per la Corte di Spagna», en Belvederi, Raffaele (ed.), Rapporti Genova-Mediterraneo-Atlantico nell’età moderna, vol. 7, Génova, Istituto di Scienze Storiche, Università di Genova, 1989, pp. 357-369. 5 Antonio Serra fue nombrado clérigo de la Cámara Apostólica en 1625 y era gobernador de la cofradía de San Giovanni Battista de’ Genovesi de Roma desde el 14 de junio de 1626 hasta el 9 de junio de 1628. En Mombelli Castracane, M. La confraternita…, cit., p. 211. La importancia de obtener el reconocimiento papal del título regio recién conquistado por la República propició que esta apostara decididamente por una activa diplomacia en la que los cardenales genoveses jugaron un papel indispensable. Sobre estas cuestiones véase Costantini, Claudio. «Corrispondenti genovesi dei Barberini», en La Storia dei Genovesi (atti di convegno), vol. 7, Génova, Centro internazionale di studi sui ceti dirigenti nelle istituzioni della Repubblica di Genova, 1987, pp. 189-206; Bitossi, C. «Il granello di sabbia e i piatti della bilancia. Note sulla politica genovese nella crisi del sistema imperiale ispano-asburgico, 1640-1660», en Herrero Sánchez, M.;

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declaración de testa coronata no solo afectaba al socio tradicional de Génova, la Monarquía Hispánica, sino también al Imperio. De hecho, una de las reacciones más destacadas contrarias a la iniciativa de la República la protagonizó el Emperador que, según el embajador español en Viena, el marqués de Castañeda, acusó a Génova de lesa majestad por «tomar corona de rey sin asenso cesáreo, haber quitado el nombre del Emperador de su moneda y de haber acudido al rey de Francia primero que venir aquí».6 En contra de los innovatori se hallaban los conservatori, inclinados a preservar la tradicional «neutralidad» genovesa, es decir, aquella que se decantaba por poner al servicio del monarca hispánico los capitales de sus ciudadanos y sus servicios navales, así como los puertos y pasos terrestres genoveses sin que ello supusiera una participación directa en el conflicto ni una merma en su soberanía.7 Costantini distingue perfectamente ambas corrientes con estas palabras: Mientra los primeros [los conservatori] entendían la neutralidad como una oscilación empírica y pragmática entre las pretensiones españolas y las amenazas de sus adversarios, los segundos [los innovatori] subrayaban con fuerza la conexión entre neutralidad

Ben Yessef Garfia, Y. R; Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 495-526:508-514; Pizzorno, D. Genova e Roma…, cit. 6 AGS, Estado, leg. 3594, doc. 232, carta del marqués de Castañeda, embajador español en Viena, al rey, 24 de abril de 1638, fols. 603v. 7 Sobre las diferencias entre innovatori y conservatori y las tensiones que la guerra con Francia generó en las relaciones hispano-genovesas de estos años, véanse: Costantini, C. La repubblica…, cit., especialmente el capítulo XV (pp. 267 y ss.); Bottaro Palumbo, Maria Grazia. Genova e Francia al crocevia dell’Europa (1624-1642), Génova, Centro di Studi sull’Età Moderna, 1989; Bitossi, C. Il governo…, cit., pp. 207-250; Costantini, C. «Politica e Storiografia...», cit.; Bitossi, C. «L’Antico…», cit., pp. 445-451; Herrero Sánchez, Manuel. «La quiebra…)», cit., Kirk, T. Genova and the sea…, cit., especialmente pp. 84-115; Bitossi, C. «Il granello…», cit.

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e independencia y solicitaban contra todos una defensa activa, dinámica y resentida de la soberanía genovesa.88

Un texto anónimo discutido en el Minor Consiglio el 11 de septiembre de 1635 testimonia la diversidad de discursos que circulaban a favor de uno u otro príncipe en el espacio público genovés y que, a juicio del autor del escrito, podían generar agitación y desunión, así como facilitar que se produjera una injerencia extranjera en la República apoyada por los partidarios de uno u otro príncipe: [...] señores. Los Serenísimos Collegi, con grandísimo sentimiento han sabido que muchos ciudadanos de Génova y de fuera de Génova, en las casas, en las plazas, logias, falucas y en otros sitios, con variedad y contradicción de opiniones, mantienen entre ellos discursos contenciosos y se muestran parciales. Algunos [son partidarios] de un príncipe, otros de otro, se ponen de parte de una u otra parte y se acaloran en sus discusiones, de manera que sobrepasan los límites de lo que es conveniente. Transcurren a veces su tiempo hablando o criticando los intereses públicos y las deliberaciones realizadas en palacio […] Estos [hechos] son, señores, abusos, desórdenes e inconvenientes grandísimos porque en otra ocasión se dijo que, para el mantenimiento de la libertad y de la República, nada es más necesario que la unión y la concordia entre los ciudadanos, por lo que es obvio que debatir y contradecir ardientemente en estas prácticas no puede aportar otra cosa que no sea desunión o discordia con la consecuente ruida de lo público [...]. Añádase a estos inconvenientes otro mayor. Que uno de estos príncipes por los que una parte de nuestros ciudadanos mostrase celosa y parcial, una vez informados

8 «Mentre i primi intendevano la neutralità come un empirico e prammatico barcamenarsi tra le pretese degli spagnoli e le minacce dei loro avversari, i secondi sottolineavano con forza il nesso neutralità-indipendenza e sollecitavano contro tutti una difesa attiva, dinamica, risentita della sovranità genovese». Costantini, C. La repubblica…, cit., p. 272.

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de que en la ciudad cuentan con fautores, seguaces y partisanos, podría quizás pensar en encaminar sus graves proyectos con esperanza de éxito.9

Lo cierto es que la República ya exhibía un comportamiento poco condescendiente con las demandas de Felipe IV incluso antes de que Agostino Pallavicino fuera proclamado Doge. Prueba de ello fueron la negativa genovesa de 1630 a que las galeras de la flota española invernaran en el puerto de Génova o el rechazo del Senato ligur a la propuesta realizada en 1635 por el embajador español, Francisco de Melo, consistente en la concesión de un importante préstamo al rey hispánico para cuya garantía se ofrecía el feudo de Finale.10 Sin olvidar que ese mismo año, la República acogió en su territorio a un enviado del Cristianísimo, Melchior Sabran, que representó un importante paso para la institución de un consulado francés en sus dominios.11  9 «Signori. Li Serenissimi Colleggi non senza grandissimo sentimento hanno intesso che molti cittadini in Genova e fuori di Genova nelle case, nelle piazze, loggie, feluche, et altrove con varietà e contrarietà di pareri fanno tra di loro contentiosi discorsi e mostrandosi partiali chi per un prencipe chi per un’altro pigliano la difesa dell’una o dell’altra parte et si riscaldano nè i ragionamenti in maniera che eccedono i termini di ogni convenienza. Trascorrono anco talvolta in parlare o sparlare degl’interessi publici et delle deliberationi fatte a palazzo […] Questi, signori, sono abusi disordini et inconvenienti grandisssimi perchè se come in altra occasione fu detto per lo mantenimento della libertà e della Republica non vi è cosa più necessaria che l’unione et la concordia fra cittadini certa cosa che il dibattere et il contradiré così ardentemente in queste prattiche non può apportare se non disunione e discordia con publica rovina […] Aggiungesi a questi inconvenienti un’altro maggiore et è che qualcheduno di questi principie di cui una parte de nostri cittadini si mostrasse gelosa e partiale informati di havere dentro alla città fautori, seguaci e partigiani forse potrebbe pensarre d’incaminare li suoi gravi disegni con speranza di buona riuscita». En ASGe, AS, Secretorum, 1568, «Discorso fatto al Minor Consiglio per levare di mezzo alcuni perniciose discorsi», 11 de septiembre de 1635. 10 Kirk, T. Genoa and the Sea…, cit. 11 Ferretti, Giuliano. «La ricerca di un’alleanza: l’istituzione del consolato francese a Genova» en Bottaro Palumbo, M. G. Genova e Francia…, cit., pp. 101-147.

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En adelante, los filoespañoles genoveses declarados y los Eminenti, como la casa Doria y los Spinola, se convirtieron en blanco del acoso de las autoridades de la República, razón por la que muchos prefirieron disimular su orientación para evitar que sus actividades económicas o el acceso a las magistraturas genovesas se vieran saboteados. Algunos como el duque de Tursi, cuñado de Giovan Francesco Serra desde que este contrajera nupcias con Giovanna Doria en 1633, se manifestaron abiertamente contrarios a la neutralidad efectiva auspiciada por los innovatori. Así expresó con claridad al rey su parecer en una carta remitida el 3 de noviembre de 1634 en la que no dudaba en tildar de filofranceses a los partidarios de esta corriente: Uno de los mayores males que se corren es el nombre de la neutralidad con que pretenden mantenerse y vivir, y este es el mayor veneno porque esta máxima arrastra tras sí una facción francesa encubierta y que, arrimándose a ella, les parece que están seguros de las fuerzas de Vuestra Majestad y que son dueños de todo lo que quieren hacer, negando lo que Vuestra Majestad ha tenido en todo tiempo de puertos, desembarcos y agasajos que, aunque no lo niegan, lo conceden con tales cláusulas y de tal manera que trae inconvenientes al servicio de Su Majestad.12

Miembros de la familia Doria, como el hijo del duque de Tursi, Giannettino Doria, sufrieron las represalias como consecuencia de su toma de partido filohispánica.13 En concreto, durante el Dogato de Agostino Pallavicino, Giannettino, al mando de la escuadra de galeras del padre, fue acusado de hostigamiento a naves holande-

12 ASGe, Estado, leg. 3592, doc. 62, fol. 178r. Las cursivas son mías. 13  Lo Basso, Luca. «Una difficile esistenza. Il duca di Tursi, gli asientos di galee e la squadra di Genova tra guerra navale, finanza e intrighi politici (1635-1643)», en Herrero Sánchez, M.; Ben Yessef Garfia, Y. R; Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 819-846.

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sas en aguas ligures, acción que violaba la neutralidad efectiva y por la que los Collegi le imputaron un crimen de lesa majestad. La oportuna intervención del Doge a favor de la casa Doria permitió que el acontecimiento no tuviera mayores consecuencias.14 Por otro lado, la detención que realizaron las autoridades genovesas del capitán de una de las galeras del duque de Tursi, así como del cómitre de la capitana de Sicilia, suscitó la solidaridad del marqués de Santa Cruz que, con ocasión de la entrada de las galeras de la República y de Malta en Palermo, optó por dar la precedencia a estas últimas. La determinación de Santa Cruz supuso la retirada de todos los privilegios que la República había concedido al marqués por su apoyo durante la invasión franco-piamontesa de 1625.15 La precedencia sería de nuevo motivo de conflictos entre Doria y la República a finales de la década de 1640: la concesión, por parte de Giannettino, de la precedencia sobre la escuadra de galeras de la República a las galeras de Nápoles que estaban a su mando supuso la expropiación del título de Magnifico y de todos los privilegios de que disfrutaba en Génova como miembro de la familia Doria.16 En este contexto, y teniendo en cuenta la importancia crucial de Génova para la seguridad de Milán, no es de extrañar que la Monarquía Hispánica no escatimara medios para cooptar y recompensar a los genoveses a su servicio con el objeto de afianzar la facción hispánica en el territorio ligur. El miedo a perder el ducado lombardo se respiraba en la consulta celebrada por el Consejo de Estado el 18 de marzo de 1639. Los consejeros acordaron que, para evitar este fatal desenlace, 14 Bitossi, C. Il governo…, cit., p. 240. 15 Tenemos noticia de ello gracias a la carta enviada al rey por el embajador español en Génova, Francisco de Melo, el 14 de septiembre de 1634. En AGS, Estado, leg 3592, doc. 58, «Relación de lo que se ha hallado en la secretaría de Estado sobre la diferencia que se tiene en la precedencia de los estandartes de Malta y Génova», fols. 155r-166v:161v-162r. 16  Herrero Sánchez, M. «La quiebra...», cit., p. 132 (nota al pie nº 47).

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El camino más seguro y de menos celos para los príncipes de Italia sería, si se pudiera conseguir, que los bien afectos al servicio de Su Majestad se revolviesen con los malintencionados de quien hoy se hallan con opresión.17

Como aconsejaba de Melo al conde de Monterrey, virrey de Nápoles, en carta de 10 de junio de 1633, se trataba de pagar «puntualmente a los bien afectos y con demostración de hacerles favor sin discordancia en todos los ministros de Su Majestad y que a los otros se les dificultase un poco y entretuviese el pagamento».18 Esta fue la lógica que inspiró el beneficio concedido por el marqués de Leganés en 1636 a 34 genoveses acreedores de la Cámara de Milán y por el cual se prohibía el pago de rentas a otros acreedores hasta que los ligures designados no se vieran satisfechos. La medida provocó la indignación de la República que exigió a los ciudadanos beneficiados que rechazaran la prebenda como acto de solidaridad con el resto de los genoveses que no habían sido incluidos en el privilegio. Entre aquellos que se negaron a renunciar se encontraban Filippo Spinola —hijo de Ambrogio Spinola y cuñado del marqués de Leganés— y Paolo Serra q. Antonio IV, hermano de Battista.19 La necesidad de diferenciar entre aquellos genoveses que servían al soberano hispánico y aquellos que, con mayor o menor rotundidad, defendían un distanciamiento del Católico motivó que, entre mayo y junio de 1633, el embajador español Francisco de Melo, redactara hasta tres relaciones (una dirigida al rey y dos al conde de Monterrey, virrey de Nápoles) en las que clasificaba a los ciudadanos con cargos en las principales magistraturas del sistema político genovés como republiquistas 17 AGS, Estado, leg. 3595, doc. 3, fols. 6r-7v:6r y v. 18 Bitossi, C. Il governo…, cit., p. 219. 19  Ibidem, p. 209 (nota al pie nº 5). Las presiones del gobierno genovés obligaron a Leganés a la retirada del privilegio.

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(o republicanistas), bienafectos y malafectos.20 Los republiquistas eran los celosos de la libertad de la República y favorables a una mayor autonomía y protagonismo de Génova en el escenario internacional en perjuicio del vínculo privilegiado que el Estado ligur mantenía con la Monarquía Hispánica. Muy diferentes de estos últimos eran los malafectos, antiespañoles inclinados hacia el establecimiento de relaciones con otros Estados como Francia o Roma, rompiendo así el «monopolio» diplomático que había protagonizado la Corona hispánica como único socio de la República. Los Serra se hallaban entre los filoespañoles que, según el embajador, debían ser promocionados y defendidos por parte de la Monarquía Hispánica para conseguir contener las facciones menos favorables. No obstante, como precisa Bitossi, las relaciones de Francisco de Melo no deben interpretarse como un sistema cerrado compuesto de facciones unívocas y bien diferenciadas, puesto que estas se podían ver sometidas a modificaciones que hallan su explicación en la coyuntura o en el cambio de intereses por parte de los individuos.21 Por el contrario, el desarrollo de mecanismos de solidaridad y de clientela facilitados por las diversas relaciones de negocios o matrimoniales que mantenían entre sí los ciudadanos de la República nos dibujan un escenario político menos claro del apuntado por de Melo, en el que se pone de manifiesto la existencia de lazos estrechos entre los representantes de las distintas facciones. Así lo demuestran casos como el del marqués de Estepa, Adamo Centurione y Córdoba, referido al rey por el conde de Siruela, embajador español en Génova. Según Siruela, el marqués de Estepa había impuesto como gobernador

20 Un análisis concienzudo de las relaciones del embajador de Melo en Bitossi, C. Il governo..., cit., pp. 217-222 y 247-250; id. «Famiglie e fazioni…», cit., pp. 113-124. 21 Sobre la necesaria cautela con la que se debe interpretar la clasificación de Francisco de Melo, véase Bitossi, C. Il governo…, cit., p. 235.

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de Laula, feudo de su propiedad y por el que debían pasar las tropas hispánicas, a Marco Centurione, un conocido malafecto de la Corona hispánica.22 Los Serra, reconocidos filoespañoles, no constituyeron una excepción. Además del ya citado Pier Maria Gentile, marido de Maddalena Pallavicino (hija de Maria q. Antonio IV Serra y del socio de Battista, Nicolò Pallavicino) y calificado como repubblichista por Francisco de Melo en 1633, en el círculo cercano de los Serra se hallaban otros malafectos como Girolamo De Marini, sobrino de Battista,23 fideicomisario de Girolamo Serra en ciertos períodos24 y autor de media docena de escritos dedicados a la defensa de los derechos de Génova. Aún más estupor genera la figura de Raffaele della Torre que, además de ser procurador de Pier Maria Gentile en el pleito que este impuso en 1631 contra Antonio Pallavicino, compareció varias veces como fideicomisario de Giovan Francesco Serra.25 La presencia reiterada de Della Torre en la red Serra seguramente se explica por las reconocidas dotes jurídicas del mismo que hacían de él un aliado útil en el caso de que se desarrollaran litigios en torno al patrimonio del testador. Una práctica que ya 22 AGS, Estado, leg. 3594, doc. 53, carta de Siruela al Conde-Duque de Olivares, 2 de diciembre de 1637, fols. 185r-186v. Posteriormente, una consulta del Consejo de Estado celebrada el 24 de febrero de 1643 refería cómo el marqués de Estepa había nombrado gobernador de Pontremoli a Marco Centurione y lo inadecuado que era que «en parte tan celosa gobiernen personas tan sospechosas». En AGS, Estado, leg. 3598, doc. 1, consulta de Estado, 24 de febrero de 1643, fols. 8r y v: 8v. 23 Muy probablemente, este último era hijo de Francesco De Marini y de Maria (Marietta) Serra, hija del difunto Nicolò Serra (hermano de Antonio IV, padre de Battista). 24 Girolamo De Marini ejerció como fideicomisario de la herencia de Girolamo Serra el 25 de octubre de 1630 y también de la de Maria Serra q. Antonio IV (hermana de Battista Serra), como estipuló esta última en su testamento de 15 mayo 1641. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9 y en ASGe, NA, 6439, respectivamente. 25 Concretamente, Giovan Francesco lo designó fideicomisario en sus testamentos de 1635 y 1638 en ASGe, NA, 6548.

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se detectó en su padre, Girolamo Serra, que, como se recordará, en su testamento de 1613 había designado como fideicomisario al hombre de letras, Ottavio Maria Cavanna. Della Torre comparece de nuevo en el codicilo de Savona el 19 de diciembre de 1652 por Giovan Francesco Serra. El codicilante lo cita junto a otros sujetos de claro talante filoespañol que Serra recomendaba a su viuda en el caso de que precisara de algún servicio en Génova. Entre dichos filoespañoles se hallaban la «duchessa di Tursi la Maggiore, mia signora principessa d’Avello», es decir, su suegra, Placidia Spinola; Maddalena Serra, su hermana y viuda de Battista; el duque de Sesto, Filippo Spinola, hijo del marqués de los Balbases (Ambrogio Spinola); y su hermano, Giovanni Battista Serra.26 En cualquier caso, las fórmulas de colaboración mencionadas no comprometieron en ningún caso el servicio que los Serra dispensaban a la Corona hispánica. Más bien al contrario, estos contactos aumentaban su capacidad de interlocución, por lo que no es de extrañar que fuera un Serra (Giovanni Battista q. Girolamo) el elegido para asistir a Giovanni Francesco Sauli, embajador extraordinario en Madrid por la República, en las tareas de mediación para la retirada del gran secuestro de los bienes de los particulares ligures en los dominios italianos de la Monarquía Hispánica decretado en 1654 como respuesta al secuestro de naves de Finale, súbditas del Católico, llevado a cabo por Génova.27

26 Incluía también al príncipe Vincenzo Giustiniani de la compañía de Jesús; al doctor Pietro Francesco Serra (según Podestà, Musella y Augurio, perteneciente a los Serra di Bonassola); y a Tobia Negrone, marido de Maria Serra (hija de su primo Francesco q. Antonio IV). En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 14; Podestà, E.; Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 164. 27 Se trató de uno de los momentos de mayor tensión entre Madrid y Génova que se produjeron en estos años. Sobre la asistencia de Serra al embajador Sauli, véase Ciasca, Raffaele. Istruzioni e relazioni degli ambasciatori genovesi. Spagna, vol. IV: 1655-1677, Roma, Istituto Storico Italiano per l’età moderna e contemporanea, 1957, p. 72.

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Filoespañoles ante la guerra total (décadas de 1630 y 1640)

2. Los Serra

y el relevo generacional al servicio del Católico

El protagonismo de los Serra en el servicio a la Monarquía Hispánica y a la República no dejó de afianzarse tras la crisis de finales de la década de 1620.28 Tanto las autoridades genovesas como Felipe IV supieron valerse de aquellas familias que, por constituir figuras a caballo entre ambas realidades, se hallaban bien posicionadas para negociar y minimizar las tensiones por las que atravesaba el agregado hispano-genovés. En la década de 1630, a las figuras ya conocidas de la familia Serra se unieron los herederos de Girolamo, Giovan Francesco y Giovanni Battista, que, en 1630, fueron inscritos en el libro de la nobleza genovesa, lo cual hacía de ellos ciudadanos de pleno derecho de la República.29 En lo que respecta al reconocimiento que Génova confería a los miembros de la familia como sus interlocutores ante el Católico en estos años, cabe destacar que la República nombró a Paolo q. Antonio IV Serra como uno de los senadores encargados de visitar al duque de Alba, acompañante de la hermana de Felipe IV —la futura emperatriz María— que se hallaba de paso por Génova antes de retomar su viaje hasta Viena, ciudad en la que se formalizaría su matrimonio con su primo Fernando de Austria, rey de Hungría.30 En 28 La excepción la constituyó Francesco Serra, hermano de Battista, que pierde visibilidad en nuestra documentación a partir de 1627, muy posiblemente debido a las deudas y pleitos que debió afrontar en los albores de la suspensión de pagos de 1627. 29 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 110. 30 «Ordinanza per la venuta dell’Infanta di Spagna, Regina d’Ungheria, a Genova», del 19 de junio al 19 de julio de 1620, en Ciasca, R. Istruzioni…, cit., vol. 2, p. 273. En la fuente se especifica que, en ese momento, Paolo Serra era senador de la República, posición en la que repitió en 1629. Su papel como mediador de la República ante la Monarquía Hispánica se pone de manifiesto una vez más en 1622 cuando, junto a Marc’Antonio Doria y Ottaviano Sauli, figura como diputado para los asuntos de Nápoles en un momento crítico en el que las reformas del cardenal Zapata, virrey de Nápoles, ponían en peligro

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las ceremonias organizadas en honor de María también participó el hijo de Paolo, Antonio Serra, como nuncio enviado ante la Infanta que, a su vez, fue visitado por diversos gentiluomini genoveses.31 Posteriormente, el 11 de mayo de 1633, Battista q. Antonio IV Serra y su primo Giovanni Battista Serra q. Girolamo fueron escogidos por el gobierno ligur para acompañar, durante su estancia en Génova, al cardenal infante Fernando de Austria, arzobispo de Toledo y hermano de Felipe IV, que se dirigía a Milán para ocupar el cargo de gobernador.32 Todas estas visitas son indicativas de la importancia que aún revestía la República como lugar obligado de paso para las autoridades hispanas que se desplazaban a los dominios italianos o tomaban el camino de Flandes. No sería hasta finales de la década de 1640 que Finale empezó a ser usado para sustituir a la República. En lo que respecta a Giovanni Battista Serra q. Girolamo, además de su nombramiento por parte de las autoridades genovesas para diversas misiones diplomáticas en Milán entre 1646 y 1649, este destacó en las funciones de asesoramiento al embajador extraordinario de la República en Madrid, Giovanni Francesco Sauli, para conseguir la anulación del secuestro de las rentas genovesas decretado por la Monarquía Hispánica en 1654.33 No sorprende que el gobierno de la República invistiera a los Serra de cargos de representación tan relevantes vistos los servicios que estos prestaban a la Monarquía Hispánica desde hacía más de medio siglo, su visibilidad en el tejido urbano genovés y la entidad que había adquirido su patrimonio. La capitazione de 1636 es elocuente en lo que respecta a este último aspecto.34 las rentas genovesas del reino. En id. pp. 144-145. Desempeñó dicho cargo al menos hasta 1624. En Archivio Doria D’Angri, Parte seconda, busta 678, «Lettere ai deputati dagl’interessati di Genova nelle cose di Napoli», 1624. 31 Ciasca, R. Istruzioni…, cit., vol. 2, p. 277. 32 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 110. 33 ASGe, AS, Lettere Ministri Milano, 2301; id., AS, Litterarum, 1904, fols. 137r147v y fol. 155r; id., 1905, fols. 91v-101v. 34 Véase la tabla 16.

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Tabla 16. Los Serra tasados en la capitazione de 1636 (en liras genovesas)35 Giovan Francesco q. Girolamo q. Paolo Giovanni Battista q. Girolamo q. Paolo Paolo q. Antonio IV Battista q. Antonio IV Ottavio q. Giovanni Battista q. Paolo Francesco q. Antonio IV («riguardo alla moglie», es decir, respecto a su esposa, Anna Lomellini, seguramente en relación a la dote que esta aportó) Herencia de Giovanni Pietro II36

1 383 957 540 524 314

333 777 555 444 444

132 577 62 555

La tasa de 1636 nos informa de que el imponible correspondiente a Paolo Serra era de 540 555 liras, muy similar al de su hermano Battista, ligeramente inferior (524 444) y que en las anteriores capitazioni había siempre superado el de otros individuos de su ramo. Nada desdeñable era el imponible de Ottavio Serra que con 314 444 liras se situaba inmediatamente después de su primo Battista. Como veremos en un próximo capítulo, la fortuna acumulada por Ottavio Serra en Nápoles y sus servicios a la corte virreinal le valieron la obtención del título de príncipe de Carovigno para su hijo, Giovanni Battista, en 1625, cuando tenía tan solo seis años. No es de extrañar que aquellos que contribuyeron con una menor cantidad fueran Francesco q. Antonio IV, el hermano de Battista que, como ya se vio, se hallaba enormemente endeudado antes incluso de la suspensión de pagos de 1627, así como Francesco Serra q. Giovanni Pietro II, que

35 Tabla de elaboración propia realizada a partir de los datos facilitados por Bitossi y aquellos publicados por el mismo autor en Bitossi, C. Il governo..., cit., p. 213. Agradezco a Carlo Bitossi por haberme proporcionado la información. 36 Giovanni Pietro II ya había fallecido para el 4 de junio de 1631, momento en el que fue sustituido como fideicomisario de Girolamo Serra por Paolo Francesco Doria.

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fue incluido en el Decreto por los asientos que había concedido junto a Agostino Centurione. Por encima de todos ellos, cómo no, se hallaban los herederos de Girolamo Serra, Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra, con un imponible de 1383 333 y 947 777 liras, respectivamente. Bitossi sitúa a Giovan Francesco Serra en el noveno puesto de la capitazione de 1636. Para hacernos una idea de la escala de las fortunas presentes en la capitazione, se debe tener en cuenta que, inmediatamente por encima del Giovan Francesco Serra, se hallaban Ottavio Centurione, marqués de Monesterio, con 1 450 000 liras, y, seguidamente, la herencia de Giovanni Battista Spinola q. Giovanni Maria. Por debajo del primogénito de Girolamo se encontraban Vincenzo Giustiniano q. Giuseppe, príncipe de Bassano Romano, con 1 362 777, y Filippo Spinola q. Ambrogio, marqués de los Balbases, con 1 290 555.37 El hecho de que el patrimonio del difunto Girolamo Serra apareciera representado en la capitazione de 1636 con los nombres de sus dos descendientes varones —y no ya con el apelativo de «fideicommissari del q. Geronimo Serra» como sucedió en la tasa de 1630— es sintomático de la disolución de la fedecommissaria del fallecido en algún momento entre 1635 y 1636. El evento habría coincidido con el primer reparto hereditario de 1635 y con la admisión, a finales de ese año, de Giovanni Battista Serra en la administración de los bienes legados por su padre a pesar de no poseer por entonces los 25 años establecidos por las leyes de la República.38 37

Bitossi, C. I governo…, cit., p. 213. Agradezco nuevamente al profesor Bitossi por sus valiosos comentarios sobre la capitazione de 1636. 38 A finales de 1635, se derogó la cláusula establecida por Girolamo Serra en su testamento que impedía a sus hijos el acceso a los bienes heredados hasta el cumplimiento de los 25 años. Visto que con 23 años Giovanni Battista ya se estaba casado y tenía familia, solicitó la cancelación de dicha disposición que se le concedió el 11 de diciembre. En AGS, Secretarías Provinciales (SP), leg 2014, doc. 357.

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Sin duda, en el predominio de la fortuna de Giovan Francesco sobre la de su hermano Giovanni Battista influyó el primer acuerdo de división de la herencia de Girolamo Serra, concretado, después de muchas negociaciones, en 1635 y que favorecía claramente al primogénito. La cuestión de la distribución de la herencia entre ambos hermanos fue efectuada a través de un mediador, el príncipe Gian Andrea Doria, que el 12 de diciembre de 1634 fue designado en Génova por Giovan Francesco Serra como su procurador para dicho litigio. Por su parte, Giovanni Battista Serra contó inicialmente con Filippo Da Passano como representante. Ambos alcanzaron un compromiso inicial no definitivo en Génova el 21 de diciembre de 1634.39 La sentencia arbitral acordada por Giovan Francesco Lomellini y Alessandro Pallavicino hubo de esperar al 11 de octubre de 1635. El Senato genovés la aceptó el 22 de octubre de ese mismo año y los términos acordados entrarían en vigor el 1 de enero de 1636.40 A pesar de la sentencia de 1635, la controversia entre los hermanos continuó. En un documento sin fechar, pero en el que se mencionan las conclusiones a las que llegaron en 1635 Lomellini y Pallavicino, Giovan Francesco Serra declaraba todos los efectos que su hermano Giovannni Battista le debía y que restaban validez a sus insistentes demandas dirigidas a obtener un nuevo reparto de la herencia.41 Las diferencias por cuestiones hereditarias se reaunudaron en 1641. Esta vez, Giovan Francesco reclamaba los intereses generados por el mayorazgo que instituyó a su favor

39 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, doc. 42; id., vol. 36, doc. 19. 40 AHN, Consejos, leg. 28271, fols. 292r-298v. También en AGS, SP, leg 2014, doc 358. 41 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 36, doc. 33. En 1636 contamos con un documento de la «Vicaria» napoletana con decretos a favor de Giovan Francesco Serra para que no se pusieran en cabeza de su hermano Giovanni Battista determinados fiscali que debían corresponder al primogénito, según lo estipulado por el difunto Girolamo Serra. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol 1, doc. 34, Nápoles, decretos de 2 y 7 agosto de 1636.

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Girolamo y cuyos frutos habían sido gestionados por la fedecommissaria.42 Asimismo, en 1646 Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra tuvieron que ponerse nuevamente de acuerdo para satisfacer las reclamaciones de sus hermanas Artemisia y Maria (Caterina) Serra que exigían las rentas de 600 ducados anuales que Girolamo les había legado y que aún no se les habían pagado. El asunto se resolvió el 5 de enero de 1646 mediante el compromiso de Giovan Francesco de pagar la parte expectante a Artemisia, mientras que Giovanni Battista haría lo propio con Maria.43 Junto con el aumento de la conflictividad familiar que se atisba a mediados de la década de 1630, en parte debido a la adopción del principio de primogenitura de origen hispánico, en estos años se asiste al progresivo distanciamiento entre los descendientes de Girolamo y el que fuera su tutor, su primo Battista Serra q. Antonio IV. La evolución de los testamentos redactados en Génova por Giovan Francesco Serra es testimonio de ello: si bien en el redactado el 22 de diciembre de 1635, nombraba fideicomisario a Battista Serra, en el de 20 de mayo de 1638, Giovan Francesco lo sustituyó con Paolo Francesco Doria, casado con Artemisia Serra y, por tanto, su cuñado.44 Las obligaciones de Giovan Francesco Serra en Nápoles como señor de Cassano y en las campañas militares del norte de Italia al servicio del Católico, así como la confianza que este depositaba en Paolo Francesco Doria, fueron factores que propiciaron que 42 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 36, doc. 4. 43  Ibidem, doc. 3, «Convenzione tra i fratelli Gian Francesco e Gian Battista Serra, per la ripartizione dell’eredità di Geronimo Serra (copia informe)». En la fuente, Artemisia es citada como «Artemisia Doria», por su matrimonio con Paolo Francesco Doria, mientras que Maria es nombrada como «Maria Cattanea», por estar casada con Domenico Cattaneo. En la genealogía de los Serra presente en el volumen de Podestà, Augurio y Musella, Maria figura como «M. Caterina» Serra. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit. (árbol genealógico, tabla B). 44 Los testamentos mencionados en ASGe, NA, 6548, testamentos de Giovan Francesco Serra de 22 de diciembre de 1635 y 20 de mayo de 1638.

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Doria fuera escogido en varias ocasiones para sustituir a Serra en la fedecommissaria de su padre en cuyas gestiones Giovan Francesco había sido admitido el 9 de agosto de 1627. Paolo Francesco Doria también ejerció el papel de fideicomisario de Girolamo Serra el 4 de junio de 1631 como sustituto del difunto Giovanni Pietro II Serra. Antes de esa fecha, concretamente el 3 de abril de 1630, el Senato aprobó el nombramiento de Doria como sustituto de Girolamo De Marini, fideicomisario post-mortem de Girolamo y que por entonces se hallaba en Milán.45 La nueva red que se vislumbra es demostrativa de la tendencia de los ramos de Antonio IV y Girolamo Serra, hermanos difuntos, a replegarse sobre sí mismos una vez que los hermanos Giovan Francesco y Giovanni Battista q. Girolamo fueron en grado de gestionar por sí mismos la herencia del padre y después de que se hubiera producido un primer reparto del patrimonio entre los dichos. Sintomático de ello fue que, como veremos, Giovan Francesco ni Giovanni Battista casaron con mujeres que no pertenecían a la familia, rompiendo con la tradicional endogamia que había caracterizado en sus primeros momentos a los Serra. A estas circunstancias se añadió la emisión, por parte de Battista Serra, de un documento notarial en Génova, el 23 de junio de 1637, por el que cedía a los dos varones de Girolamo sus derechos sobre la villa de Almendralejo, hasta el momento situada en su cabeza. Acontecimiento que suponía la liquidación, a favor de los herederos, de una de las grandes inversiones efectuadas por la fedecommisaria y, con ello, la extinción de otro de los asuntos pendientes que justificaban los vínculos entre los primos.46 El meteórico ascenso social que experimentó Giovan Francesco Serra también se atisba en los dos testamentos citados. Si en el primero Giovan Francesco se definía tan solo como barón de Cassano y marqués de Strevi, tres años después ya había obtenido 45 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 9. 46 ASGe, NA, 5841.

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el título de conde de dicho lugar. En lo que respecta a su mujer, Giovanna Doria, el documento de 1638 aumentó las cantidades que debían corresponderle: de las 6000 piezas de oro que establecía el testamento de 1635 a las 8000 fijadas en el documento de 1638. El servicio al monarca hispánico aflora igualmente entre las voluntades del testador, que imponía a su heredero el cumplimiento de las disposiciones a favor de su viuda so pena de destinar todas sus propiedades al monarca Católico. En concreto, Giovan Francesco establecía lo siguiente, en caso de que su voluntad no fuera respetada: Privo a mi heredero (quien será) de mi herencia por medio de este testamento y nombro heredero a Su Majestad Católica tanto de los feudos como de cualquier otro efecto con la obligación de este y de otros legados que hago. Por lo que dicha privación y nombramiento de Su Majestad deba tener lugar cada vez que la dicha doña Giovanna declarará por acto público que fue perjudicada en el embolso de dicho legado.47 47 «Privo il mio herede (chionque sarà) alla forma per questo testamento della mia heredità, et instituisco herede Sua Maestà Cattolica tanto delli feudi quanto di qualsivoglino altri miei effetii col’ carrico di questi e delli altri legati ch’io faccio, e farò, e cosi detta privatione, et institutione in Sua Maestà debba haver luogo ogni volta che detta Donna Giovanna dichiarerà per atto pubblico esser’ pregiudicata nell’imborso di detto legato». En ASGe, NA, 6548, testamento de Giovan Francesco Serra, 20 de mayo de 1638, Génova. Asimismo, en el testamento de 1638, a diferencia de lo dispuesto en el de 1635, mencionaba específicamente el destino del feudo de Cassano, síntoma de que ya se había realizado el primer reparto de la herencia de Girolamo Serra según el cual, el feudo del reino de Nápoles debía corresponder al primogénito. En el momento en el que redactó el documento de 1635 aún no había nacido Anna, la primogénita de Giovan Francesco, a la que designó como heredera universal en el testamento de 1638. En ibidem, testamentos de Giovan Francesco Serra de 22 de diciembre de 1635 y 20 de mayo de 1638, Génova. Respecto a la investidura de Strevi, véase la carta del duque de Mantua a Giovan Francesco Serra en ASC, Parte seconda, Scritture di Strevi, vol. 39, doc. 36, carta del duque de Mantua desde Casale a Serra el 24 de enero de 1635. Además id., doc. 38, existe un inventario de los bienes feudales de Strevi redactado por Giovan Francesco Serra el 11 de septiembre de 1635. Sobre las relaciones eco-

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Cuando en 1638 Giovan Francesco redactó su testamento, el genovés se hallaba ya plenamente entregado a las maniobras militares en Italia al servicio de Felipe IV: ese mismo año se encontraba en el asedio de Vercelli como maestro de campo de un tercio de infantería napolitana bajo el mando del marqués de Leganés, gobernador de Milán.48 La campaña de Vercelli fue solo una de las que caracterizaron la guerra por la sucesión de Saboya, que se declaró en 1637 tras la muerte de Vittorio Amedeo dejando al mando de su Estado una regencia pro francesa encabezada por su viuda María Cristina de Borbón, tutora de su hijo Francesco Giacinto. La oposición de los hermanos del difunto, Tommaso de Saboya y el cardenal Maurizio, inicialmente filoespañoles, propiciaría la injerencia de las potencias europeas en el conflicto que duraría hasta 1642.49 Tras la participación de Giovan Francesco en dicho conflicto, su carrera militar será imparable, alcanzando el 17 de octubre de 1647 el rango de maestro de campo general de Milán.50 Los éxitos de Giovan Francesco Serra en las campañas militares del norte de Italia evidencian la reafirmación del linaje Serra nómicas existentes entre Giovan Francesco Serra y el duque de Mantua, tenemos constancia de un préstamo de 100 doblas de oro suministrado por el primero el 11 de julio de 1636 por medio del conde Alessandro Striggi. En id., doc. 40. 48 Sobre el nombramiento de Giovan Francesco Serra como maestro de campo de un tercio de infantería napolitana, véase AHN, Estado, libro 299, fols. 68v-71r. 49 Sobre la guerra de sucesión de Saboya y la importancia jugada por dicho territorio en la oposición franco-española, véase: Quazza, Guido. «Guerra civile in Piemonte, 1637-1642 (nuove ricerche)», Bollettino storico bibliografico subalpino, LVII (1959), pp. 281-321 y LVIII (1960), pp. 5-63; Bianchi, Paola y Merlotti, Andrea (eds.), Cuneo in età moderna. Città e Stato nel Piemonte d’antico regime, Milán, Francoangeli, 2002, pp. 155-175; Bianchi, Paola. «La riorganizzazione militare del Ducato di Savoia e i rapporti del Piemonte con la Francia e la Spagna. Da Emanuele Filiberto a Carlo Emanuele II (1553-1675)», en García Hernán, Enrique y Maffi, Davide (eds.), Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica: Política, Estrategia y Cultura en la Europa Moderna (1500-1700), vol. 1, Madrid, Fundación Mapfre, 2006, pp. 189-216. 50 AHN, Estado, libro 299, fols. 287-288.

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en el servicio al Católico en la década de 1630 y 1640, en la cual incidió enormemente la destacada posición económica en la que quedó Giovan Francesco tras los repartos de la herencia de Girolamo. El caso de Giovan Francesco Serra, al igual que el de su primo Battista, al frente del asiento de galeras, es síntoma de la excepcional adaptación de ambos ramos a la absoluta protagonista de la coyuntura de estos años: la guerra. Si bien siguiendo patrones muy distintos, que ponen de relieve el escaso interés de Battista Serra y de otros miembros de su ramo por integrarse en los circuitos de patronazgo hispánico, este último constituyó una pieza clave del soberano hispánico en su intento por contener la deriva republicanista en Génova y sus enemigos en el Mediterráneo.

3. Battista Serra:

entre la ruptura y la continuidad

En lo que respecta a la posición de Battista en la República en estos años, ya se ha referido el lugar que ocupaba en la capitazione de 1636 y que esta lo confirmaba como uno de los patrimonios más relevantes de la familia. Sin embargo, su lugar en la lista de contribuyentes nos sugiere un cierto «desclasamiento», si lo comparamos con el que ocupó en la tasa de 1624. En esta última, Battista se hallaba solo por debajo de la fedecommissaria de Girolamo y por encima de sus hermanos. En la de 1636, Paolo Serra supera a Battista y sus primos, herederos de Girolamo, continúan presidiendo el podio. A pesar de los indicios que nos da la capitazione de 1636, una aparente merma en su riqueza (hipótesis que es imposible constatar ante la ausencia de libros contables) no vino acompañada de un menor servicio al Católico. La relación redactada en 1633 por el embajador español en Génova, Francisco de Melo calificaba a Battista como rico y bienafecto cuya fortuna se localizaba en gran parte en los dominios del rey hispánico. A diferencia de los Eminenti

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genoveses que, como los Doria y los Spinola, no podían formar parte de las magistraturas de la República por su abierta correspondencia con la monarquía española, los bienafectos señalados por de Melo intervenían en los órganos políticos genoveses, por lo que podían mediar a favor de Felipe IV cuando fuera oportuno. En concreto, Battista Serra no solo era por entonces miembro del Minor Consiglio, sino también del Magistrato di Guerra, una de las principales magistraturas de la República y en la que, además de él, se hallaban cuatro republiquistas y un malafecto.51 No se equivocaba el embajador español respecto a la proveniencia de la riqueza de Serra: junto a las cuantiosas rentas de juro que poseía en los reinos hispánicos, desde 1627 y hasta su muerte en 1643 fue uno de los italianos destinatarios de capitales en la Casa de la Contratación de Sevilla.52 Serra supo hacerse presente y necesario a la Monarquía Hispánica en estos tiempos de guerra generalizada, a pesar de que no fuera uno de lo más beneficiados por este tipo de abonos, sobre todo si los comparamos con las cantidades que correspondieron a hombres de negocios de la talla de Bartolomeo Spinola, Carlo Strata, Francesco Maria Pichinotti, Giovanni Luca Pallavicino u Ottavio Centurione, por solo mencionar algunos de los más pagados. A diferencia de los grandes banqueros genoveses mencionados, reconocidos factores del rey y grandes asentistas de dineros, como ya se anticipó en el capítulo precedente, Battista no parece haber desarrollado una actividad financiera reseñable en estos años. La excepción la constituye el asiento de 30 de diciembre de 1629 en el que Francesco Maria Pichinotti comparecía en Madrid, actuando por cuenta de Serra, para procurar 661 910 escudos a 51 Al respecto, hemos consultado el documento enviado por de Melo al monarca Católico con carta del 17 de marzo de 1633. En AGS, Estado, leg. 3591, doc. 75, carta de Francisco de Melo, embajador español en Génova, a Felipe IV, 17 de marzo de 1633, fols. 221r-222v; id., doc. 76 (incluye la relación), fols. 223r-226v. 52  Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., pp. 28 y 36.

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distribuir en Flandes, Milán y Sevilla. La condición subyacente al asiento era que el Consejo de Portugal satisfaciera a Battista los 8000 ducados de rentas de juro que este poseía en dicho reino.53 Battista no era el único interesado en las entradas portuguesas: otros Serra y parientes de los mismos, que poseían rentas sobre la alhóndiga de Lisboa, fueron Paolo Serra (hermano de Battista), Francesco Serra (probablemente se trataba del hijo de Giovanni Pietro II) y Antonio Pallavicino (hijo de Maria Serra y de Nicolò Pallavicino, hermana y socio de Battista, respectivamente).54 Por tanto, su menor implicación en los asientos de dineros y su cesión de sus negocios de España a su primo Francesco de Giovanni Pietro II no significaron un menor interés por seguir percibiendo las numerosas entradas que Battista poseía en los rei53 Por un documento de 16 de junio de 1610 en el que Battista Serra solicitaba que se le abonaran los nueve cuentos que se le debían a él y a personas allegadas sobre la renta de la alhóndiga de Portugal, sabemos que este privilegio sobre el que reclamaba la paga lo había obtenido por Real cédula el 1 de mayo de 1606. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2729-8. 54 El disfrute de juros sobre la alhóndiga de Lisboa por parte de los Serra se remonta a sus tratos con los Sivori. Concretamente Nicolò Sivori figura en algunos documentos como el beneficiario de algunas de estas rentas desde el 1 de enero de 1600 y que este había situado en cabeza de sus hijos, Tommaso y Andrea. La entrada de los Serra en su disfrute se produjo el 25 de marzo de 1604. En AGS, DGT, inventario 24, leg. 1328-6. Para estas fechas, contamos con una fe de vida, emitida en Génova el 19 de julio de 1604 a petición de Girolamo Serra para los hermanos Alessandro y Andrea Sivori. Dichas fes de vida solían solicitarse para poder proceder al cobro de rentas sobre los reinos hispánicos, por lo que su requerimiento por parte de Girolamo demostraría la cooperación entre los Serra y los Sivori en el disfrute y en la percepción de dichas entradas. En ASGe, NA, 3169. Los Sivori no fueron los únicos de la red de los Serra que contribuyeron a la inserción de estos en las rentas de la alhóndiga de Portugal. Así por ejemplo, Giovanni Battista Adorno, el 7 de septiembre de 1618, traspasaba a Battista Serra un juro de a dos vidas por 800 ducados a ocho mil al millar situado sobre dicha renta y que Adorno tenía de Cesare y Fabrizio Giustiniano (difuntos y hermanos). Giovanni Battista Adorno era con toda seguridad concuñado de Girolamo Serra al estar casado el primero con Paoletta Spinola q. Giacomo (de los Spinola de Luccoli) y el segundo con una hermana de esta, Veronica Spinola q. Giacomo. En ASGe, NA, 3663.

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nos hispánicos. Es más, dicho interés funcionaba como incentivo a la continuación de sus servicios incluso en aquellos ámbitos en los que Serra había dejado de intervenir directamente, como los asientos de dineros. La aparente menor participación de Battista Serra en las finanzas regias como titular de asientos de dineros tampoco implicaba una menor reputación en los mercados de cambios, tal y como evidencia el hecho de que el Senato genovés lo nombrara cónsul para la importante feria de Pasqua celebrada en Novi en 1636. La relevancia de este acontecimiento se debe al hecho de que dicha feria suponía el reencuentro de toscanos y genoveses después de un largo período en el que cada nación había acordado sus «cambios» en distintas sedes. La secesión entre toscanos y genoveses se había confirmado en febrero de 1622 cuando los segundos acordaron reunirse en Novi a partir de entonces y los primeros determinaron, junto a otras naciones, celebrar sus ferias en Piacenza.55 Poco después, Battista sería uno de los tres operadores encargados de vigilar el comportamiento de sus colegas extranjeros en la feria de Santi, celebrada en Piacenza en 1638.56 Los servicios imprescindibles que Battista podía ofrecer al monarca en estos años lo hacían merecedor de un trato de favor frente a otros genoveses, que sin embargo se veían perjudicados por repetidos embargos de sus privilegios o simplemente por la incapacidad de un rey que, desbordado por los acontecimientos, 55

Marsilio, C. Dove..., cit., pp. 89-92. En relación al nombramiento de Battista como cónsul de la feria de Pasqua de 1636, Marsilio aprovecha para definir al genovés como «banquero de experiencia decenal y bien establecido en el conjunto de banqueros de la corte de Madrid» («banchiere di esperienza decennale e ben introdotto nella compagine dei banchieri di corte a Madrid»). En id. p. 125. 56  Ibidem, 131. Las malas relaciones de los genoveses con el duque Farnese, que se negaba a reconocer a los primeros los privilegios concedidos por el duque Ottavio desde 1579, determinaron que el Senato ligur dispusiera en la feria de Pasqua de 1641 el traslado de las ferias a Novi ofreciendo facilidades a toscanos y milaneses para que secundaran su decisión. En id. p. 134.

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no podía asegurarles sus entradas o protegerlos de una coyuntura adversa. A la influencia política que Battista poseía en la República, a su prestigio en los mercados financieros y a la eficacia demostrada de su red de parientes y correspondientes se añadían los servicios imprescindibles que realizaba al frente del asiento de galeras en el que había sido confirmado en 1618. El asiento constituyó la llave de oro que garantizaría el mantenimiento de Battista en el servicio al rey allá donde otros habían desistido tras la suspensión de 1627, así como el acceso privilegiado a la gracia regia destinada solo a aquellos que se encontraban en condiciones de favorecer y de asistir a la Corona hispánica en una época de incertidumbre. La renovación de las hostilidades entre Francia y la Monarquía Hispánica en 1635, además de transformar el Mediterráneo en un polvorín que perjudicó enormemente el tráfico de las galeras, hizo aún más valiosos los servicios navales que los genoveses proporcon Inglaterra inauguraron la llamada ruta inglesa de la plata, que suponía el transporte y la acuñación del metal precioso en la ceca de Londres para su posterior traslado a los Países Bajos españoles, el itinerario tradicional «Barcelona-Génova» realizado por las galeras genovesas nunca fue del todo abandonado. No hay duda de que la guerra con Francia en 1635 y, sobre todo, la toma de Breisach en 1638, que impidió temporalmente la operatividad del Camino Español, fueron factores que propiciaron la utilización de la vía inglesa. Pero conviene recordar que no toda la plata iba destinada a Flandes, puesto que se requerían siempre partidas importantes en Italia donde existían importantes frentes activos. Desde la Península Itálica continuaba fluyendo el numerario procedente de España al norte aunque no fuera por las rutas controladas por los españoles.57 57 Sobre la ruta inglesa de la plata, véase Marsilio, C. «“Cumplir con cuidado”...», cit., p. 812.

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Los asientos de galeras con los que los genoveses servían al soberano hispánico fueron siempre fundamentales para asegurar la llegada de los metales preciosos a Génova, el buen funcionamiento de las ferias, el transporte de soldados y la transferencia de la información cuando la guerra hacía desaconsejable el transporte terrestre de las misivas.58 La relevancia de las galeras en la difusión de la información ya era apuntada por la República en una de las cartas que envió a Battista Serra cuando era embajador ordinario en Madrid. En concreto, las autoridades genovesas afirmaban que a partir de entonces mandarían las cartas a través de Carlo Doria, recordando a Serra que «hemos siempre escrito [enviado misivas] por mar, que por tierra no nos atrevemos a hacerlo pues no confiamos en una recepción segura».59 Como ya se refirió en otra parte, la generalización de los pagos en vellón y la menor seguridad que ofrecían las rentas de la Corona pudo ser uno de los motivos que propiciaron la entrada de Battista Serra en los asientos de galeras. A ello se sumaba la parentela de los Serra con los Spinola de Luccoli, que facilitó que Battista Serra y Giovanni Battista Grimaldo subentraran en el asiento de Federico Spinola tras su muerte en 1613 con las mismas condiciones con las que lo regentaba Spinola. El 15 de marzo de 1618, una Real Cédula confirmó oficialmente a Battista Serra en las dos galeras del difunto Federico. Junto a este compromiso, una consulta de la Sommaria de Nápoles de 8 de junio de 1630, en la que se discutía sobre la concesión

58 Sobre las importantes conexiones entre asientos de dineros, galeras y ferias de cambio, véase Álvarez Nogal, C.; Lo Basso, L. y Marsilio, C. «La rete finanziaria…», cit. 59 «Per via di mare habbiamo sempre scritto, per terra, non ardiamo di farlo non confidando di sicuro ricapito». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2432, carta de la República a Serra, 4 de febrero de 1626. Para las cuestiones referidas a los asientos de galeras suministrados por los genoveses a la Monarquía Hispánica en el siglo xvii, incluidos los de Battista Serra, remitimos a la tesis doctoral de Maréchaux, B. «Instituciones financieras...», cit.

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a Serra de la extracción de mil cantare de bizcocho que la Corona le debía por sus servicios navales, revela un hecho insólito: que Battista gobernaba, al menos desde el 22 de abril de 1620, además de las dos galeras del asiento heredado de Federico Spinola, otras dos propias y dos más por el asiento de los «heredi d’Ambrogio Spinola».60 En concreto, se precisaba que «el presente Battista Serra tiene seis galeras a su cargo, es decir, dos propias, dos de los herederos de Ambrogio Spinola y otras dos de los herederos de Federico Spinola, por lo que solicita franquicia en su nombre».61 La afirmación requeriría de ulteriores investigaciones que certifiquen la veracidad de la afirmación y las implicaciones reales de la misma.62 En cualquier caso, no hay duda de que el consistente patrimonio de Serra y la potente red que poseía en España, Génova y en los territorios italianos del monarca Católico lo capacitaban por encima de otros hombres de negocios para el gobierno de las dos galeras que, sabemos con certeza, tenía en asiento. Las excelentes condiciones en las que se encontraba Serra para servir con dos galeras a la Corona hispánica son reconocidas por el propio duque 60 Se trataba con toda probabilidad de Ambrogio Spinola q. Francesco, ya mencionado en el capítulo 2, hermano del banquero Agostino Spinola y que, cuando este murió en 1589, se hizo cargo de la gestión de sus galeras. 61 «Il presente Batta Serra tiene sei galere a suo carrico cioe due proprie, due delli heredi d’Ambrosio Spinola et altre due delli heredi de Federico Spinola venendo a dimandare franchigia in suo nome». ASNa, Sommaria, Consultationum, vol. 36. «Consulta con voto per detto Batta Serra circa l’estrattione franca de questa città per Genova de dette cantare mille de biscotto per le so ptte. due galere erano delli heredi de Federico Spinola et hoggi de detto Serra per il presente anno 1630», 8 de junio de 1630, fols. 71v-74r:73v. 62 Aunque las investigaciones actuales han certificado la recurrencia a la delegación en la gestión de los asientos de galeras de la escuadra de Génova, la afirmación presente en el documento hallado en el Archivio di Stato di Napoli no debe dar por descontado que Battista Serra gestionara más galeras de las dos de Federico Spinola testimoniadas por otras fuentes. Sin embargo, no se puede descartar que Battista, por sus contactos en Nápoles, fuera la persona en la que se delegara el aprovisionamiento de algunos pertrechos para las galeras dadas en asiento a otros genoveses. Sobre la importancia de la delegación en la gestión de los asientos de galeras genoveses: Maréchaux, B. «Business organisation...», cit.

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de Tursi por carta a Felipe III de 16 de diciembre de 1619. En ella, Carlo Doria se lamentaba de lo mal abastecidas que se encontraban las galeras a excepción de las de Battista Serra. A diferencia de este, «los demás particulares están faltos de hacienda y sirven más a Vuestra Majestad por ganar algo con que vivir en las galeras que no para mantenerlas buenas y ganar reputación con ellas».63 En lo que se refiere a los contactos que permitían el funcionamiento y abastecimiento de sus naves, sabemos poco de los proveedores que en estos años se encargaban de suministrar los productos necesarios para la travesía.64 Sin embargo, conocemos la identidad de algunas de las personas que recaudaban y administraban las entradas facilitadas por el soberano hispánico en Castilla para la financiación del asiento de Serra. El abandono de Madrid por parte de Battista, una vez finalizada su misión diplomática como agente de la República a finales de 1617, obligó al genovés a delegar numerosas tareas vinculadas a su asiento. Entre estas se encontraban: la percepción de capitales como compensación por su asiento, situados sobre el Subsidio y el Excusado o en forma de acuñaciones en vellón y de metales preciosos sobre la Casa de la Contratación; la interposición de pleitos ante el Consejo de Cruzada por posibles impagos o incumplimientos de las adehalas estipuladas en el asiento; o la presentación de las cuentas de sus galeras en los respectivos organismos peninsulares. Desde finales de 1617, Francesco de Giovanni Pietro II Serra se convirtió en el colaborador más estrecho de Battista Serra en España y en la persona designada para muchos de estos 63 AGS, Estado, leg. 1934, doc. 268, carta del duque de Tursi al rey, 16 de diciembre de 1619, fols. 575r-576r:575v. 64 En los suministros de las galeras de Serra para el período precedente, concretamente para la década de 1610, jugó un papel fundamental Ottavio Serra desde Nápoles, como veremos en el próximo capítulo. Sobre las distintas redes que entraban en juego en la administración de los asientos de galeras, véase Álvarez Nogal, C., Lo Basso, L. y Marsilio, C. «La rete finanziaria…», cit.; Lo Basso, L. Uomini da remo..., cit., p. 283 y ss.; Maréchaux, B. «Instituciones financieras...», cit.

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cometidos.65 Las ingentes rentas de juro poseídas en Castilla por los Serra, el volumen de operaciones asociado al gobierno de las galeras y, sobre todo, los continuos daños que los intereses genoveses sufrían en los territorios bajo dominio del monarca Católico en las décadas de 1630 y 1640 fueron factores que explican que Battista y otros Serra tuvieran que pensar en nuevos individuos en los que depositar su confianza para atender los asuntos hispánicos. Es precisamente en la década de 1630 cuando Battista estrechó lazos con otros descendientes de Giovanni Pietro II Serra. Así por ejemplo, en Génova, se aprecia el buen entendimiento de Battista Serra con Giovanni Carlo, hijo del dicho Giovanni Pietro II, al que Battista atribuyó en su testamento de 1637 la función de guiar a sus testamentarios y fideicomisarios en la extinción de las muchas deudas que por entonces decía tener: [...] y ordeno que se procuren exitinguir mis deudas cuanto antes con lo obtenido de aquello que se debe recaudar conforme a lo que se encuentra anotado en mi libro y según la información que dará cumplidamente el señor Giovanni Carlo Serra, mi sobrino [en realidad, su primo], que está a cargo de mis libros y completamente informado del [estado] del resto de mi hacienda.66

65 Como ya se mencionó en otro capítulo, Francesco Serra de Giovanni Pietro II fue nombrado por Battista para la presentación de las cuentas de las dos galeras que tenía en asiento a la Contaduría Mayor de Cuentas por poder redactado en Génova el 21 de agosto de 1618. ASGe, NA, 3663. 66 «Et ordino che detti miei debiti si procurino di estinguere quanto prima con l’imborsi di quello che ho da riscotere conforme al notato in esso mio libro e per la notitia che di tutto dará molto computamente il signore Giovanni Carlo Serra mio nipote, che ha carrico di miei libri et è interamente informato di tutto il resto di mia hazenda». En dicho testamento, Battista regalaba además a Giovanni Carlo un anillo con un diamante que siempre llevaba puesto en señal del afecto que le profesaba. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. Sobre Giovanni Carlo Serra, Podestà, Musella y Augurio nos informan de que nació en 1612 en Voghera, fue senador en 1664,

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La importancia de Giovanni Carlo deriva también del hecho de que fue el fundador en Génova de un nuevo ramo de la familia, los Serra de Porta dei Vacca e de Via Serra.67 Los hermanos de Giovanni Carlo —Giovanni Agostino y Giovanni Tommaso— terminaron dominando la escena política de la República en la década de 1650. En concreto, Podestà, Augurio y Musella especifican que Giovanni Agostino, nacido en 1607 y casado con Caterina Doria q. Costantino, fue senador de la República en 1657, 1665 y 1671. En este último aspecto, Bitossi nos aclara que desempeñó dichos cargos solo entre 1658 y 1659. Por su parte, Giovanni Tommaso, nacido en 1602 y cónyuge de Vittoria Del Carretto q. Nicolò, alcanzó el cargo de gobernador de la República en 1650, 1654 y 1693. Observación que matiza nuevamente Bitossi que sitúa a Giovanni Tommaso como senador desde julio de 1650 a junio de 1652.68 Antes de que Giovanni Agostino y Giovanni Tommaso asumieran un rol fundamental en el panorama político genovés, pasaron una temporada en España, concretamente asociados a su otro hermano, Francesco Serra: en 1636 operaban junto a él bajo el nombre de «Giovanni Tommaso e Giovanni Agostino Serra» en cuyos negocios Battista Serra participaba por la mitad.69 Asimismo, al igual que Francesco q. Giovanni Pietro II Serra, sus hermanos Giovanni Agostino y Giovanni Tommaso se ocuparon de gestionar, 1671, 1676 y 1693 y casó con Giovanna Spinola q. Luciano. Giovanni Carlo Serra figura además como testigo en varias escrituras notariales firmadas por Battista en la década de 1630. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 165 y 166. 67 Algunas referencias sobre estos ramos en Damonte, M. «La famiglia Serra...», cit. Sobre los Serra di Porta di Vacca e de Via Serra véase también Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 296-350. 68 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., anexo genealógico no numerado. Agradezco a C. Bitossi los datos sumnistrados sobre los cargos políticos de los descendientes de Giovanni Pietro II Serra. 69 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637.

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percibir y administrar las rentas de juro que los Serra residentes en Génova poseían en Castilla.70 Sobre Giovanni Tommaso, sabemos con certeza que se hallaba en España al menos desde el 6 de julio de 1622, fecha en la que comparecía como testigo, junto a Agostino Centurione y Pedro de Castañeda, de una carta de pago hecha en Madrid a favor del monarca Católico y emitida por su hermano Francesco Serra en nombre de Battista Serra por el cobro de juros del octavo repartimiento.71 Además, en 1637 Giovanni Tommaso fue investido de poderes para la recaudación de las partidas pendientes sobre el Subsidio en la ciudad de Zamora,72 así como de permisos específicos 70 Al respecto, véase ASGe, NA, 5841, poder de Battista Serra a Giovanni Tommaso y Giovanni Agostino Serra para el cobro de rentas, juros y alcabalas en España hasta 1640. En Génova, el 24 de marzo de 1637; id., poderes de Bianca q. Girolamo Serra y Maria q. Antonio IV Serra (primas entre sí) a Giovanni Tommaso y Giovanni Agostino Serra para el cobro de rentas en España. En Génova, 7 de mayo de 1637; id., poder de Maddalena Serra q. Girolamo a los dichos para el mismo cometido. En Génova, el 15 de junio de 1637. Giovanni Tommaso y Giovanni Agostino Serra fueron también designados para la percepción de rentas sobre millones de Valladolid, Toro, Cuenca, Ávila y Zamora, entre otros lugares, por parte de los hermanos Giovan Francesco y Giovanni Battista del q. Stefano Lomellini, importantísimos en la vida política de la República en la década de 1630 y 1640 y primos maternos de Battista Serra, puesto que Stefano Lomellini era hermano de Claudia Lomellini, madre de Battista. En id., poder dado en Génova, el 22 de junio de 1637. También Paolo Francesco Doria, concuñado de Battista Serra se sirvió de Giovanni Agostino y Giovanni Tommaso Serra. En concreto, les concedió un poder en Génova el 10 de julio de 1637, para que recogieran las rentas de juro que le correspondían sobre los millones y otras situaciones en pago de las rentas que el rey confiscó a los extranjeros en 1635. En id. 71 AGS, DGT, Inventario 24, leg. 617-2, 2. 72 El 1 de octubre de 1637, Giovanni Tommaso Serra otorgó en Zamora carta de pago en nombre de Battista Serra a favor de Francisco García de Reinoso, recaudador del Subsidio, por valor de 1 434 992 maravedíes en moneda de vellón. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2832-8, «Relación de las bajas que ha habido en las libranzas del subsidio y sueldos del año de 1637». Precisamente, poco antes, el 21 de abril de 1637, Battista Serra había concedido poder en Génova tanto a Giovanni Tommaso como a Francesco Serra q. Giovanni Pietro II para que pudieran cobrar en su nombre y por tres años lo que se le debía

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para que pudiera valerse de las licencias de saca que correspondían a Battista Serra por su asiento.73 Por su parte, Giovanni Agostino compartía con su hermano Francesco Serra,74 al menos desde el 23 de marzo de 1630, la responsabilidad de presentar la contabilidad del asiento de Serra ante la Contaduría Mayor de Cuentas.75 No fueron los únicos en los que Battista confió para tener al día la contabilidad de sus galeras y satisfacer las comprobaciones regias. Así, Giovanni Antonio De Fornari (residente en Madrid) emitió una declaración jurada en nombre de Battista Serra en la que daba cuenta del sueldo de las dos galeras con que servía y con la que confirmaba el cobro de las libranzas establecidas por los servicios de Serra desde primero de marzo de 1638 hasta finales de febrero de 1639, así como por la invernada de dicho tiempo.76 Para la percepción de las cantidades que se le debían al asentista no era tan importante la existencia de una relación personal o familiar entre el titular y el recaudador como lo era la presencia del segundo en el lugar en el que debían cobrarse las partidas. De ahí que, sobre el territorio, Battista Serra poseyera una extensa red de colaboradores locales que, en su nombre se encargaban de solicitar a los exactores del Subsidio y del Excusado lo que se le debía. Para estos años, sabemos de juros y rentas, así como de lo librado del Subsidio y del Excusado para pagar los servicios de sus dos galeras. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2034-10. 73 ASGe, NA, 5841, poder de Battista Serra concedido en Génova a Francesco y Giovanni Tommaso Serra q. Giovanni Pietro II el 24 de octubre de 1637 para que pudieran usar de las licencias de saca concedidas a él y que pudieran cobrar lo que se le debía por cuenta de cualquier asiento de galeras al servicio de Su Majestad. 74 Como demuestra la declaración jurada de Francesco q. Giovanni Pietro II Serra de 1 de febrero de 1638 sobre el sueldo desde marzo de 1635 a finales de febrero de 1637 y de la invernada y alcances desde marzo de 1634 hasta finales de febrero de 1637. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2430-10. 75 AGS, CMC, 3ª época, leg. 1558. 76 AGS, CMC, 3ª época, leg. 2034-10 (declaración sin fecha).

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que Battista Serra contaba con recaudadores en Santiago de Compostela (Juan Fernández de Espinosa, en 1639), en Valencia (Costantino Cernezzi, al menos entre 1637 y 1639), en Ciudad Rodrigo (Tomás Ortiz, en 1636) y en Salamanca (Juan Vázquez, en 1637).77 Como afirman Carlos Álvarez Nogal, Luca Lo Basso y Claudio Marsilio en el caso de los recaudadores nombrados por los asentistas de dineros, se trataba las más de las veces de sujetos con poca independencia cuya obligación se reducía a percibir lo acordado sobre las situaciones anunciadas.78 Otra cuestión era el «personal de mar», es decir, los capitanes y los tenientes de las galeras, cargos para los que normalmente se prefería a los parientes.79 En efecto, sabemos que Stefano, hijo de Francesco q. Antonio IV y, por tanto, sobrino de Battista, sirvió como teniente en las galeras de su tío incluso antes de que se produjese el traslado del asiento en su cabeza en 1638. De hecho, tenemos constancia del servicio de Stefano Serra como teniente de las galeras de Battista al menos desde marzo de 1636.80 La administración del asiento tras el fallecimiento de Federico Spinola había acarreado ciertas modificaciones en la organización del mismo. Así por ejemplo, si durante el período en el que Spinola estuvo al frente del asiento los lugartenientes de sus galeras

77  Ibidem, para Juan Fernández de Espinosa, Costantino Cernezzi, Tomás Ortiz; AGS, CMC, 3ª época, leg. 2832-8, para Costantino Cernezzi y Juan Vázquez. 78  Álvarez Nogal, C.; Lo Basso, L. y Marsilio, C. La rete..., cit. 79  Lo Basso, Luca. «Gli asentisti del Re. L’esercizio privato della guerra nelle strategie economiche dei Genovesi (1528-1716)», en Cancila, Rossella (ed.), Mediterraneo in armi (secc. xv-xviii), vol. 2, Palermo, Quaderni di Mediterranea, 2007, pp. 397-428:412-413. 80 Se pueden consultar fes de sueldos de los lugartenientes que sirvieron en las galeras de genovés en estos años en AGS, CMC, 3ª época, leg. 2034-10; id., leg. 2678-22 (cuentas del asiento de Battista Serra, 1633-1636); id., 2815-6 (cuentas del asiento de Battista, 1636-1637); id., leg. 2383-3 (cuentas del asiento de Battista Serra, 1634-1637); id., leg. 3520-25 (cuentas del asiento de Battista, 1637-1638).

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exhibían apellidos ligures como Bottino y Montesisto,81 la nueva gestión efectuada por sus herederos (primero por parte de Giovanni Battista Grimaldi y Battista Serra y, a partir de 1618, únicamente por Serra) supuso cambios esenciales en los lugartenientes de las mismas entre los que destacaron algunos de los apellidos de mayor abolengo del patriciado genovés, como Pallavicino, Spinola e incluso Serra. El fenómeno se detecta a partir de las diversas certificaciones que los veedores y contadores emitían a Serra en concepto del pago del lugarteniente que servía en su lugar en las galeras para el período que va de 1615 a 1639. Así, destacaron Giulio Cesare Pallavicino (entre 1615 y agosto de 1622); Giovanni Andrea Brunulo, «Bruñolo» o «Brugnolo» (desde septiembre de 1623 hasta enero de 1624); el lugarteniente Filippo Spinola, el cual sirvió por un larguísimo período que confirma que, en algunos momentos, ejercieron simultáneamente dos capitanes (de marzo de 1620 a marzo de 1636); Benedetto Spinola (de junio de 1628 a febrero de 1629 y de marzo a abril de 1629); Stefano Serra, sobrino de Battista, hijo de su hermano Francesco Serra (de marzo de 1636 a febrero de 1639).82 81 En concreto, se trataba de «Nicolao Botín» y «Uberto Montesisto». En AGS, CMC, 3ª época, leg. 1558, varias certificaciones sobre pagos que se debían a Federico Spinola por los sueldo de los lugartenientes que han servido en sus galeras entre 1609 y 1614. 82 AGS, CMC, 3ª época, leg. 1558; id., leg. 2383-3; id., leg. 2034-10. Sobre los capitanes y lugartenientes de la escuadra de galeras de Génova entre 1595 y 1645 y las diferencias entre ambas categorías véase Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit., pp. 142-144. Los Brugnolo constituían una excepción entre los nombramientos de capitanes pertenecientes a las familias de la nobleza vieja de la República. A pesar de pertenecer a estirpes no ennoblecidas, junto a los Montesisto, se trataba de familias con una gran reputación y tradición en el ámbito naval, por lo que contar con sus servicios constituía una garantía para el asentista de galeras. En id., p. 142. La confianza que los Serra depositaron en los Brugnolo no se manifestó únicamente en su contratación para el gobierno de sus galeras: Giovanni Battista Serra, segundogénito de Girolamo Serra, en su testamento realizado en Génova el 6 de diciembre de 1683 estipulaba como ejecutores de su testamento a Nicoló Arpe y al capitán Francesco Maria

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Pero los servicios de los Serra como militares o asentistas de galeras en esta coyuntura de guerra no siempre garantizaron la protección del soberano hispánico: la estrategia del rey, dirigida a favorecer a los genoveses más leales con el fin de fomentar el partido filoespañol presente en Génova, fue ambigua cuando no imposible de sostener debido a la permanente exigencia de numerario, a los intrincados negocios de los genoveses, a su abigarrada red de contactos y a la poca correspondencia existente entre las órdenes del rey y su ejecución por parte de los ministros regios. Asimismo, en el buen funcionamiento de los servicios navales de los genoveses influyó negativamente el contexto político de la República: el concepto de una neutralidad efectiva que dominó en Génova en las décadas de 1630 y 1640 ponía en peligro los servicios de los asentistas de galeras ligures al servicio de Felipe IV.

4. Las

dificultades en el servicio: la ambigüedad del patronazgo regio

La neutralidad que algunos sectores de la República intentaban aplicar con mayor o menor éxito tuvo importantes repercusiones en los servicios que los asentistas de galeras prestaban al monarca. Los puertos genoveses ya no se ofrecieron tan libremente a la Monarquía Hispánica.83 La imposibilidad de contar con los puertos de la República motivó que se recuperaran los proyectos destinados a la mejora del enclave de Finale y que se buscaran soluciones alternativas para compensar la poca disponibilidad de Génova. Así Brugnolo, debido a la dificultad que su primogénito, Filippo Serra, manifestaría para poder desplazarse a Madrid para gestionar los bienes de su hacienda. En AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Génova, 6 de diciembre de 1683. 83 Así lo testimonian numerosas consultas de Estado celebradas en estos años. AGS, Estado, leg. 3594, docs. 16 y 35, consultas de Estado del 17 de septiembre y 20 de octubre de 1637, fols. 46r-67v y 114r-135v, respectivamente).

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por ejemplo, por una consulta de Estado del 9 de noviembre de 1638, se acordó el alargamiento del muelle de Mónaco, así como la construcción de un hospital y un cuartel en Finale para alojar la infantería.84 En este sentido, merece la pena recordar que, en 1645, Giovan Francesco Serra, como general de la artillería de Milán, colaboró con el ingeniero mayor del ducado de Milán para la adecuación del puerto de Varigotti.85 Una prueba más del servicio incondicional de la familia al monarca Católico, incluso después de que se produjera la muerte de Battista en 1643, y de su capacidad de adaptación a las necesidades del soberano hispánico. La neutralidad obligaba a las autoridades genovesas a un continuo diálogo con una peligrosa contendiente, Francia. Se trataba de una comunicación que, a juicio de los ministros hispánicos, alentaba el establecimiento de lazos duraderos entre Génova y el Cristianísimo y el sometimiento de la República a las exigencias de Luis XIII por temor a posibles represalias. La pretensión de la República de mantener a ambos contendientes en igualdad de condiciones fue difícil de sostener debido al temor que suscitaba la potencia francesa. Una consulta de Estado del 16 de octubre de 1636 nos descubre la preocupación de los consejeros ante la demanda que Melchior Sabran había presentado a la República para que esta se declarara neutral y concediera a Francia sus puertos y pasos.86 Ante las continuas presiones y la preponderancia francesas, no sorprende que Génova atendiese a la petición del Cristianísimo de suministrar víveres y pólvora a su ejército en 1642 cuando este se hallaba apostado en la ciudad genovesa de Novi. Vituallas que, según una carta de Juan de Eraso al rey, Francia había utilizado contra los ejércitos del monarca Católico en la toma del sitio de 84 AGS, Estado, leg. 3594, doc. 253, consulta del Consejo de Estado, 9 de noviembre de 1638, fols. 648r-649v. 85 Sobre estos aspectos, véase Calcagno, Paolo. «La puerta a la mar». Il Marchesato del Finale nel sistema imperiale spagnolo (1571-1713), Roma, Viella, 2011. 86 AGS, Estado, leg. 3594, doc. 249, consulta de Estado, 16 de octubre de 1636, fols. 640r y v.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Tortona.87 La singular relevancia que tuvo el conflicto con Francia en el entendimiento entre Génova y la Monarquía Hispánica ha sido ya apuntada por Bitossi, que ve en dicho enfrentamiento uno de los pasajes fundamentales en el paulatino deterioro de las relaciones hispano-genovesas. En palabras de Bitossi: El final de la tregua en el Mediterráneo planteaba a la República la eventualidad, que pronto se convirtió en un hecho, de sufrir incidentes con los enemigos de España. En este contexto maduró el primer distanciamiento puesto en práctica por la República respecto al protector español: distanciamiento propiciado y acompañado por una propaganda que recuperaba una vena antiespañola antigua, casi secular.88

Sin embargo, si bien el concepto de neutralidad que dominaba la República en estos años suponía una gran amenaza a los intereses hispánicos en ciertos ámbitos, este determinó que Génova retrasara su respuesta a la petición de 1635 de entrar en el Tratado de Rivoli, por el cual Francia, Saboya, Mantua, Parma y Módena se agrupaban en una liga antiespañola. Aunque se trataba de una actitud acorde a los tiempos de desconfianza mutua que vivían la República y la Monarquía Hispánica, la negativa de Génova a 87 AGS, Estado, leg. 3598, doc. 1, consulta de Estado, 24 de febrero de 1643, fols. 1r-3r; id., doc. 3, carta de Juan de Eraso, embajador español en Génova, al rey, 12 de noviembre de 1642, fols 33r-36v.; id., doc. 202, «Relación de los convoyes que salieron de Novi con víveres para el ejército del rey Cristianísimo en ocasión de haber venido a intentar el socorro del castillo de Tortona» (enviada por Juan de Eraso al rey con carta de 6 de junio de 1643), fols. 594r-595v. 88 «La fine della tregua nel Mediterraneo metteva nel contempo la Repubblica di fronte all’eventualità, e presto al fatto, di incidenti con i nemici della Spagna. Su questo sfondo maturò la prima presa di distanza della Repubblica nei confronti del protettore spagnolo: presa di distanza propiziata e accompagnata da una pubblicistica che riprendeva una vena antispagnola antica, quasi secolare». En Bitossi, C. «Un lungo addio...», cit., p. 129.

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participar en alianzas que pudieran inquietar a su socio precedía en mucho a los debates sobre la neutralidad de estos años. Cabe recordar el comportamiento remiso del Estado ligur cuando, diez años antes de Rivoli, se negó a dar una respuesta clara al Papa sobre su posible intervención en la liga que Urbano VIII programaba «contra los agitadores de la paz en Italia».89 Por otro lado, la neutralidad de la República entrañaba la reivindicación de la soberanía genovesa en el mar Ligur en el que, cada vez más a menudo, navegaban y se enfrentaban naves francesas, españolas y holandesas. Uno de los primeros episodios desarrollados tras el estallido de la guerra en 1635 y que ilustra con claridad dicha problemática se produjo en junio de 1637, cuando una escuadra hispánica apresó nueve embarcaciones holandesas en el mar Ligur, desatando inmediatamente las protestas de la República que aseguraba que el acto suponía la violación de su neutralidad y de su jurisdicción sobre dichas aguas. El acontecimiento justificó el envío, por parte de la República, de dos embajadas extraordinarias (una a Madrid, y otra a París), así como la celebración de varias consultas en el Consejo de Estado. En la que tuvo lugar el 9 de julio de 1637, los consejeros hacían énfasis en la necesidad de restituir a la República el trigo que contenían los navíos holandeses, ya que había sido adquirido por el Magistrato dell’Abbondanza genovés y, por tanto, le pertenecían. No obstante, se especificaba que la devolución debía hacerse por vía de gracia y no de justicia para así evitar asentir a las rei-

89 «Contro i turbatorii della quiete d’Italia». Como señalaba Battista Serra a la República en una de las cartas que remitió durante el desempeño de su embajada ordinaria en Madrid, la simple discusión de dicha propuesta en los Consigli, sin haber previamente informado a su colaborador hispánico, podría «provocar celos» («far gelosia») al rey y a sus ministros, por lo que aconsejaba al Senato genovés que informara de ello al conde-duque de Olivares, al secretario de Estado y a los ministros que considerase necesarios. En ASGe, AS, Litterarum, 1889, carta de Battista Serra, embajador ordinario en Madrid, a la República, 8 de enero de 1624, fols. 149r-151r.

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vindicaciones de la República sobre el mar Ligur.90 En junio de 1637 se discutió en el Consejo de Estado una carta del conde de Siruela, embajador español en Génova, en la que recomendaba acceder a la entrega del grano confiscado a la República.91 En una nueva consulta celebrada tres meses después, se aconsejaba al rey que no respondiera a las autoridades genovesas hasta que estas contestaran al papel que les había escrito el marqués de Monesterio (Ottavio Centurione). De este modo, podía esperarse al nuevo año, momento en el que se preveía la modificación de la composición del Minor Consiglio genovés y, con ello, la entrada de miembros más favorables a la Monarquía Hispánica.92 Además del marqués de Monesterio, el soberano hispánico y sus ministros se valieron de otros Eminenti genoveses para mediar en la cuestión, como evidencia otra carta del conde de Siruela dirigida al rey en la que se le informaba de la asistencia del duque de Tursi en dicha negociación.93 El tacto y la moderación mostrados por la Monarquía Hispánica ante las demandas de la República no se explican únicamente por lo indispensable que era la colaboración genovesa en estos momentos, sino también por la presencia en el Consejo de Estado de ministros filogenoveses como el duque de Villahermosa, presente en las consultas referidas.94 Las demandas de Génova respecto al acontecimiento de junio de 1637 no se vieron satisfechas, tal y como testimonia la carta de 1 de marzo de 1639 enviada a la República por el embajador extraordinario en Nápoles, Giovanni Carlo Brignole,95

90 AGS, Estado, leg. 3594, doc. 6, consulta de Estado de 9 de julio de 1637, fols. 17r-23v. 91  Ibidem, doc. 7, carta del conde de Siruela al rey, 9 de junio de 1637, fols. 24r-25v. 92  Ibidem, doc. 19, consulta de Estado, 20 de septiembre de 1637, fols. 72r-81v. 93  Ibidem, doc. 62, carta del conde de Siruela al rey, 20 de diciembre de 1637, fols. 203r-206v. 94 Sobre estos aspectos y sobre el episodio de 1637, véase Lo Basso, L. «Una difficile...», cit., pp. 831 y 838-839. 95 ASGe, AS, Lettere Ministri Napoli, 2328, carta de Giovanni Carlo Brignole, embajador genovés extraordinario en Nápoles, a la República, 1 de marzo de

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primo del navalista Anton Giulio,96 y, según la cual, la mayor parte de las embarcaciones genovesas confiscadas ese año habían sido vendidas al mercader flamenco Gaspar de Roomer («Romel»). Los nuevos planteamientos que triunfaban en Génova fueron el caldo de cultivo ideal para el desarrollo de un programa naval que se manifestó en la aprobación, a finales de 1637, de los capítulos de la compañía Nostra Signora di Libertà. Se trataba de un experimento gestado en el seno del grupo de los innovatori guiados por Anton Giulio Brignole Sale y consistente en una escuadra de galeras compuesta por remeros asalariados. A dicha propuesta le siguió otra anónima en octubre de 1638 que proponía la fundación de una orden militar de San Giorgio dotada de doce a quince galeones. Los miembros de dicha orden serían habitantes de la Riviera y de Córcega, con el fin de que, de este modo, se facilitara su integración en el cuerpo de ciudadanos de la República. Los 200 000 escudos que, según el anónimo, se precisarían para la puesta en marcha de la orden provendrían de donaciones privadas y espontáneas de los ciudadanos de estos territorios «periféricos». Sin embargo, la orden nunca llegó a constituirse.97 1639, fols. 368-371. El ascenso a partir de 1637 en coincidencia con el inicio del virreinato del duque de Medina de las Torres, de un nuevo grupo de banqueros, entre los que se hallaban Roomer, Vanderneynden y D’Aquino, es apuntado por Brancaccio, G. «Nazione genovese»..., cit., p. 138. 96 Anton Giulio era miembro de la Accademia degli Addormentati, fundada en 1587 a instancias de Giulio Pallavicino y que después de ciertos altibajos, retomó con fuerza su actividad en la década de 1630, influyendo enormemente en la emergencia y concreción del pensamiento «navalista». Sobre esta figura, véase; Gallo, Romola. «Anton Giulio Brignole Sale», en Costantini, C.; Bitossi, C.; Vazzoler, F.; Gallo, R. y Ortolani, D. (eds.), Dibattito…, cit., pp. 177-208; id. «La corrispondenza tra Anton Giulio Brignole Sale e il Senato genovese. Una “vittoria” deggli “innovatori”: la legge dell’ 11 marzo 1645», La Berio, XXXIV, 2 (1994), pp. 3-32. Sobre la figura de Brignole Sale como literato, véase la bibliografía especificada por Carlo Bitossi en la nota nº 36 de su artículo: Bitossi, Carlo. «Navi e politica nella Genova del Seicento», Atti della Accademia Ligure di Scienze e Lettere. Serie VI, 5 (2002), pp. 261-283:272. 97 Bitossi, C. «L’antico regime…», cit., p. 447.

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El progresivo decaimiento de las «galeras de la libertad» después de un primer éxito inesperado en 1638 —año en el que se produjo la primera travesía de la compañía—, no impidió que en 1642 el gobierno aprobara el armamento de veinte nuevas naves. El acuerdo que inicialmente generó en el ceto dirigente navalista la fundación de dicha compañía se enfrió después de la primera travesía. En dicho proceso influyeron no solo las presiones de los opositores a dicho proyecto —entre los que se hallaban los asentistas de galeras genoveses al servicio de la Monarquía Hispánica, representados fundamentalmente por la casa Doria Tursi—, sino también las carencias en la preparación técnica de los marineros, un exceso de ambición y la retirada, después de la travesía de 1639, de Galeazzo Giustiniano, marinero veterano y, en un principio, sostenedor de la compañía.98 La persistencia de la República en la puesta en práctica del proyecto se atisba también en el hecho de que, diez años después de la fundación de dicha compañía, la obra de Giovanni Bernardo 98 Sobre el entorno navalista en el que se dio forma al proyecto y que caracterizó el panorama cultural y político y republicano genovés de las décadas de 1630, 1640 y 1650, véase Costantini, Claudio. «Aspetti della politica navale genovese nel Seicento», Miscellanea Storica Ligure, II, 1 (1970), pp. 207-235; Calcagno, Gian Carlo. «La navigazione convogliata a Genova nella seconda metà del Seicento», en Miscellanea Storica Ligure. Nuova serie periodica, III, 1 (1971), pp. 267-391; Bitossi, C. «Navi...», cit. Un análisis minucioso de la evolución de las «galeras de la libertad» en Lo basso, L. Uomini da remo..., cit., pp. 252-266. Sobre otras iniciativas genovesas de estos años encaminadas al dominio del tráfico marítimo y al restablecimiento de la hegemonía ligur mediante una activa política naval, véase: Subrahmayam, Sanjay. «On the Significance of Gadflies: the Genoese of East India Company of the 1640s», Journal of European Economic History, 17, 3 (1988), pp. 559-581; Kirk, Thomas. «A little country in a World of Empires: Genoese Attempts to Penetrate the Maritime Trading Empires in the Seventeenth Century», Journal of European Economic History, 25, 2 (1996), pp. 407-421; Herrero Sánchez, M. «La quiebra…», cit.; Bitossi, Carlo. «Il genio ligure risvegliato. La potenza navale nel discorso politico genovese del Seicento», en Cantú, Francesca (ed.), I linguaggi del potere nell’età barocca, vol. 1, Roma 2009, pp. 81-112; Calcagno, Paolo. «La lotta al contrabbando nel Mare “Ligustico” nell’età moderna: problemi e strategie dello Stato», Mediterranea. Ricerche Storiche, 20 (diciembre 2010), pp. 479-532; Bitossi, C. «Il granello...», cit.

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Veneroso, Genio Ligure Risvegliato, fue acogida con gran entusiasmo por los círculos navalisti.99 En cualquier caso, el proyecto de las «galeras de la libertad» fue rechazado de pleno por los genoveses al servicio de Felipe IV. Según Nicolò Imperiale, autor del texto navalista Panacea Politica publicado en 1674, el duque de Tursi había escrito a los virreyes de Sicilia y Nápoles para advertirles de la llegada a aquellos puertos de dos galeras de la compañía «armadas por algunos jóvenes díscolos, constructores e inventores de novedades, perjudicando al servicio de Su Majestad».100 De hecho, la escuadra de remeros libres constituía una amenaza real para los genoveses al servicio del monarca Católico, puesto que dichas embarcaciones podían ejercer una feroz competencia en los mercados hispánicos en los que los asentistas del soberano operaban con amplios privilegios. Privilegios entre los que se hallaban las licencias de saca de metal precioso de Castilla y de exportación de trigo de los territorios hispánicos italianos (o su respectiva sustitución en ducados, en el caso de que no se les hicieran efectivas), la concesión de galeotes y los pagos en plata. Se trataba de derechos que, sobre todo en estos años, la Corona hispánica y sus ministros vulneraban sistemáticamente. 99 Dicho tratado fue publicado en 1650. En palabras de Bitossi, el navalismo de Veneroso se caracterizaba por ser «abiertamente guerrero y animado por un espíritu de cruzada, con la mirada dirigida a levante, a la alianza con Venecia [...] y a la reanudación del comercio con el Mediterráneo oriental» («apertamente guerriero e animato da uno spirito di crociata, con lo sguardo volto a levante, all’alleanza con Venezia [...] e alla ripresa dei commerci diretti con il Mediterraneo orientale»). No obstante, las propuestas realizadas por Veneroso no fueron en ningún momento aplicadas. En Bitossi, C. «Il granello...», cit., pp. 504-505. Las «galeras de la libertad» prosiguieron hasta finales de la década de 1650, aunque desde 1644 hubieran perdido su sentido original combinando la leva de remeros libres con incatenati (esclavos). 100 «Armate da alcuni giovani discoli, armatori et inventori di novità, pregiudicando il servizio di Sua Maestà». El texto de Imperiale, destinado a aportar nuevas ideas a la cuestión del armamento naval genovés, veía la luz en un contexto decididamente antifrancés. Sobre el mismo, véase Bitossi, C. «L’antico...», cit., p. 450; id., «Navi...», cit., pp. 280-281.

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En el caso de las tratas de cereal siciliano prometidas por el rey a Battista Serra a cambio de sus servicios navales, el genovés se lamentaba, en un memorial remitido a Felipe IV en 1624, no del hecho de que no se le hubieran entregado las salmas de trigo estipuladas, sino de que las autoridades virreinales de Sicilia no le hubieran dado certificación sobre la negativa a concedérselas. Hecho que le impedía reclamar las compensaciones en ducados al Consejo de Cruzada. De hecho, por cada galera, Serra tenía derecho a 300 salmas de trigo al año, pero, en el caso de que no se le entregaran, se le pagarían mil ducados anuales por cada galera.101Acogiendo la petición de su súbdito, el monarca ordenó al cardenal Doria, virrey de Sicilia, que le diera dicha certificación. No era la primera vez que el rey mediaba a favor de Serra: en la misma carta en la que exigía al cardenal Doria la emisión de la certificación, Felipe IV recordaba que ya había tenido que intervenir en diciembre 1623 para solicitar al príncipe Emanuele Filiberto —por entonces virrey de Sicilia— que remediara la situación de Serra respecto a las tratas.102 En realidad, la documentación de la Contaduría Mayor de Cuentas nos revela que, desde 1618, año en el que Serra adquirió la titularidad del asiento, y al menos hasta 1635, el genovés solo consiguió acceder a los ducados que le correspondían por el trigo denegado después de largas disquisiciones y de haber recurrido a la vía judicial. 101 Sobre los genoveses en Sicilia en la década de 1630, el comercio del trigo siciliano, los impuestos que lo gravaban y el progresivo desinterés de los mercaderes por la exportación de este cereal véase Cancila, Orazio. «I dazi sull’esportazione dei cereali e il commercio dei grani nel Regno di Sicilia», Nuovi Quaderni del Meridione, 28 (1969), pp. 408-443; Aymard, Maurice. «Bilancio di una lunga crisi finanziaria», Rivista Storica Italiana, LXXXIV, 4 (1972), pp. 988-1021; Trasselli, Carmelo. «I genovesi e la Sicilia durante la guerra dei trent’anni», Rivista Storica Italiana, 84 (1972), pp. 275-332. 102 AHN, Estado, leg. 1253, «Reales despachos originales concediendo mercedes en Italia. Contiene sellos, 1600-1711», carta de Felipe IV al Cardenal Doria, virrey de Sicilia, 18 de diciembre de 1624.

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Las reivindicaciones de Battista Serra ante el Consejo de Cruzada a este respecto se remontaban al momento en el que fue reconocido como titular oficial del asiento en 1618. Concretamente, según Serra, se le debían las salmas desde el 1 de marzo de 1618 a finales de febrero de 1625: el equivalente a 14 000 ducados por ambas galeras. El 20 de febrero de 1629, el fiscal había dado orden a los contadores del Consejo para que cumplieran la sentencia favorable a Serra con la que se le otorgarían los 14 000 ducados más los intereses debidos por las tratas que se le negaron entre 1618 y 1625. Por sentencia de 24 de septiembre de 1629 se le admitieron las tratas debidas desde febrero de 1625 hasta febrero de 1628.103 La vía judicial para demandar las tratas debidas sería el camino habitual para su obtención: la escasez sufrida por el reino de Sicilia en la década de 1630 impidió que el virrey concediera al genovés las salmas de 1633, 1634 y 1635, por un total de 1800 salmas. La resolución primera a favor de Serra, con fecha de 9 de julio de 1636, fue confirmada el 29 de agosto de ese mismo año. Por ella, el oficial mayor de la contaduría mayor de la Santa Cruzada, Juan de Verascola Aguirre, ordenaba que se pagaran 2 250 000 maravedíes más intereses a Serra en concepto de las 1800 salmas adeudadas.104 Sin duda, una de las cuestiones que más preocupaba a los asentistas de galeras era el incumplimiento y las dilaciones de los pagos en plata, inconveniente que la Corona pretendía subsanar por diversos medios. Uno de ellos era la prórroga del asiento introduciendo condiciones más ventajosas para su vasallo. En lo que respecta al asiento de Battista Serra, fue fundamental la obtenida por cuatro años el 23 de diciembre de 1629, el mismo año en el que su hermano, Paolo Serra, fue extraído como senador de la República, cargo que desempeñó hasta julio de 1630. 103 AGS, CMC, 3ª época, leg. 1558. 104 AGS, CMC, 3ª época, leg, 2034-10.

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En dicha renovación se incorporaban novedades significativas que atendían a «lo que se han encarecido los bastimentos, vestidos, y pertrechos, y a los daños que habéis representado».105 En primer lugar, Felipe IV decidió acrecentar en 600 los ducados anuales que Serra percibía por cada galera. Asimismo, el monarca no pasó por alto el litigio por las tratas de cereal que ese mismo año los procuradores de Serra habían mantenido con el Consejo de Cruzada. De hecho, en esta prórroga, Felipe IV renovó sus intenciones de procurar que en Sicilia se le concediesen siempre las dichas tratas o las certificaciones que le permitieran hacer valer sus derechos en Madrid. Pero la innovación más relevante que se introdujo fue la posibilidad de poder ceder el asiento cuando lo deseara a su sobrino Stefano Serra (hijo de Francesco q. Antonio IV) que, por entonces, tenía solo 14 años.106 El mismo día en el que suscribió la prórroga del asiento, el rey emitió una real cédula confirmando el privilegio.107 El hecho de que los pagos prometidos a sus asentistas de galeras no se realizaran en su totalidad en plata motivó que, en la renovación del asiento de 1629, se especificara que, en adelante, al menos la cuarta parte de las libranzas se consignarían en el preciado metal y que, para las otras tres cuartas partes, se le haría bueno el premio de la plata que por entonces la Real Hacienda concedía a

105 Sobre la prórroga de dicho asiento, véase BNE, Ms., R/38458, «Asiento tomado con Bautista Serra en 23 de diciembre de 1629 sobre servir con las dos galeras que fueron de Federico Spinola», fols. 61r-64r:61r. Se hace alusión a ella en otros documentos de Simancas: AGS, CMC, 3ª época, leg. 1558; id., leg. 2034-10. 106 Según el anexo genealógico final de Podestà, Musella y Augurio, Stefano Serra nació en 1615. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit. 107 AGS, CMC, 3ª época, leg. 1840-12 (cuentas de las galeras de Battista Serra, 1634-1638), real cédula de 23 de diciembre de 1629 por la que se permite a Battista Serra el traspaso de su asiento de galeras a Stefano Serra cuando lo deseara. Sobre el asiento de Stefano Serra véanse AGS, Galeras, leg. 35 y leg. 178 (cuentas del asiento de galeras de Battista Serra, proseguido de Stefano Serra); AGS, CMC, 3ª época, leg. 2941-7 (cuentas de las galeras de Stefano Serra, 1640).

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sus financieros «con más dos por ciento por los portes y costas de la cobranza así de lo que se le librase en vellón como en plata».108 A este respecto, en una prórroga posterior que el rey confirió a Serra el 14 de junio de 1639 se mejoraron aún más las condiciones del asiento,109 fruto seguramente de los repetidos atentados a los privilegios que el genovés había obtenido con anterioridad y de las dificultades que atravesaban las inversiones de la familia por los efectos de la guerra y por causas biológicas. En 1637 murió Paolo Serra. Este hecho obligó a la concesión por parte de Battista de poderes a los descendientes de Giovanni Pietro II Serra (Francesco, Giovanni Agostino y Giovanni Tommaso Serra) para liquidar los asuntos pendientes de Paolo como miembro de la compañía Serra-Pallavicino. Paolo había concedido el 6 de marzo de 1637, poco antes de morir, un poder a su hermano Battista que debía ser considerado válido incluso después de su muerte y por el que podía designar a quien considerara conveniente para la gestión de sus negocios e intereses como miembro de la compañía. Una vez fallecido Paolo, Battista Serra confió los asuntos de su hermano en España a Francesco Serra q. Giovanni Pietro II y a «Jo. Thomasem et Jo. Augustinum Serram sociali» mediante un poder realizado en Génova el 20 de marzo de ese mismo año. La expresión con la que se refiere a Giovanni Tommaso y a Giovanni Agostino Serra nos aclara que en, ese momento, ambos hermanos operaban como sociedad comercial.110

108 AGS, CMC, 3ª época, leg. 1558. 109 «Y porque en el capítulo quinto del asiento de veinte y tres de diciembre de seiscientos y veinte y tres de diciembre de seiscientos y veinte y nueve se os hacen buenos por los gastos de la conducción, que se cobraba por las libranzas de la Cruzada, así en vellón, como en plata dos por ciento: tengo por bien de acrecentar, y que se os haga bueno uno y medio más, a cumplimiento de tres y medio en todo, solo del vellón». En ibidem, «Asiento tomado con Bautista Serra en 14 de junio de 1639 sobre el servir con las dos galeras con que se tomó asiento con Federico Espinola el año de 1612», fols. 64v-66v:65v. 110 ASGe, NA, 5946.

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En octubre de ese mismo año, Battista Serra declaraba en su testamento que la compañía Serra-Pallavicino tenía varias deudas pendientes «casi todas de lo pagado por cuenta del señor Francesco, mi hermano» el cual, como ya se señaló, hubo de hacer frente a numerosos acreedores en la década de 1620.111 La acumulación de deudas explica que Battista aconsejara a sus testamentarios que, después de su muerte, continuasen la sociedad bajo el nombre de «Paolo e Battista Serra» o de «heredi di Paolo e Battista Serra», para lo cual instituyó un poder «duraturo etiam post morte» a favor de su sobrino Giacomo Serra, hijo de Paolo. En concreto, Battista asignaba a los hijos de Paolo Serra (monseñor Antonio, Giacomo y Agostino Serra) el encargo de [...] que con la hacienda del señor Paolo y mía obliguéis a que se satisfaga y pague completamente a los acreedores y, cuando se consiga hacerlo, establezco que, habiéndose extinguido tanta suma como espero que se haga en breve, se pueda repartir la herencia que habrá quedado y que cada uno tome la parte que le toca.112

En efecto, la compañía continuó funcionando aún sin la figura de Paolo, como demuestra el hecho de que el mismo año de su muerte un documento notarial confirmara su «refundación» por cinco años más en las sedes de Génova, Madrid y en las ferias de cambio.113 Fue también en 1637 cuando se reanudaron en Milán las investigaciones contra Battista con el fin de demostrar la «enormísima 111 «Quasi in tutto del pagato per conto del signore Francesco mio fratello». ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 112 «Che con l’hazenda de detto signore Paolo e mio obligate a creditori siano interamenti sodisfatti e pagati e per quando si arrivi a farlo asegno che essendone estinta tanta somma como ho speranza che debba seguir in breve, si possi far ripartimento de eredità che resteranno con prendere ogn’uno la parte che li ne tocca». Ibidem. 113 Zanini, A. «Famiglia e affari…», cit., p. 476.

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lesión» que había sufrido la Real Hacienda por la venta de la perpetuidad del oficio de Correo Mayor de Milán en 1617. Antes de este momento, la Corona ya había puesto trabas al ejercicio del oficio por parte de Serra: en 1621, la exigencia de restitución del Correo Mayor de Milán se basó en los cálculos sobre el valor de las vidas de los Tassis que fueron enajenadas por Battista Serra. Los resultados condujeron a la conclusión de que el precio real del oficio se contabilizaba en no menos de 300 000 ducados, algo escandaloso si se tiene en cuenta que el genovés había pagado por su perpetuación solo 38 000 ducados, aprovechando la estrechez económica que sufría la monarquía.114 La reclamación formaba parte de una estrategia meditada si se tiene en cuenta la inminente expiración de la Tregua de los Doce Años, que anunciaba una pronta reanudación del enfrentamiento con las Provincias Unidas, así como la participación de la Monarquía Hispánica en el conflicto en el Sacro Imperio desde 1618, que había supuesto una carrera hacia el rearme y la urgente búsqueda de financiación. Por otro lado, no se puede desestimar el valor de dicha reivindicación en la renovación de la lealtad al monarca por parte de las élites en un momento en el que Felipe IV ascendía al trono después de la muerte de su padre en marzo de 1621 y en el que también fallecía Juan de Tassis y Peralta (y con él, una de las vidas compradas por Serra) en 1622.115 El proceso contra la posesión del Correo por parte de Serra que se retomó en 1637 debe situarse en el complicado marco

114 AHN, Consejos, leg. 51180/2. 115 El asesinato inesperado de Tassis antes de procurarse descendencia supuso el traspaso de sus propiedades y del oficio a su primo Íñigo Vélez de Guevara y Tassis, hijo de Mariana de Tassis (hermana de Juan de Tassis y Acuña) y de Pedro Vélez Ladrón de Guevara, y VII conde de Oñate. El hijo de ambos, Íñigo, VIII conde de Oñate, sería virrey de Nápoles en 1648. Sobre el entronque de los Tassis con los Vélez Ladrón de Guevara, véase Montañez Matilla, María. El correo en la España de los Austrias, Madrid, CSIC, 1953, pp. 77 y 78.

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político-militar que atravesaba la Corona hispánica y que mantenía en condiciones de déficit permanente al erario público. Tanto en esta ocasión como en la de 1621, no se trataba tanto de recuperar los oficios regios —para lo cual habría sido necesario el desembolso de indemnizaciones que no estaban al alcance de Real Hacienda—, sino de procurar que no aumentara la inflación de sinecuras.116 Pero, fundamentalmente, lo que se buscaba es que los procesos se concluyeran mediante el pacto de un servicio al rey que pasaba por el abono de nuevas sumas con las que el monarca garantizaba la conservación del oficio en manos del demandado. Asimismo, el intento de expropiación del bien del que disfrutaba el súbdito —ordenado por el monarca, pero puesto en práctica por sus ministros—, así como la tendencia a que las exigencias de la Corona sobre el privilegio enajenado se prolongaran en el tiempo sin que se adoptara una resolución definitiva, constituían fórmulas bien pensadas para la renovación de la fidelidad del vasallo hacia el rey, al cual el afectado dirigía sus súplicas y sus lamentaciones por la desconsideración con la que lo trataban los delegados regios. Prueba elocuente de este modo de proceder fueron las diligencias puestas en marcha por el fisco real con el fin aparente de obligar a los señores a la devolución de las rentas reales que administraban sin título válido desde tiempos inmemoriales. Del mismo modo que las villas de realengo compraban a la Corona su exención (la promesa de no ser vendidas), tarde o temprano señores y Real Hacienda llegaban a un acuerdo por el que los primeros se obligaban al pago de una «composición» que los reconocía como legítimos propietarios de la renta que habían usurpado.117 A la luz de este fenómeno, se deduce que el conflicto por la reconquista del oficio del Correo Mayor de Milán no fue un caso aislado, sino que se integraba en la oleada de reclamaciones que los ministros 116 Muto, G. Le finanze pubbliche…, cit., p. 175. 117  Marcos Martín, A. «“España en almoneda”...», cit., p. 268.

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del rey extendieron principalmente sobre los altos cargos regios durante todo el siglo xvii.118 En Milán, en la década de 1630, la peste y las operaciones militares incidieron negativamente en la regularidad con la que los genoveses percibían los intereses de las rentas que poseían sobre el ducado y que en estos años no dejaron de sufrir reducciones y confiscaciones.119 La desesperación de la Corona por recabar fondos la condujo una vez más a cuestionar la gestión del Correo Mayor de Milán por Battista Serra y sus parientes. Esta vez la misión de reclamar el oficio se encomendó al marqués de Leganés y sus resultados no fueron muy distintos a los de 1621, como se puede deducir del hecho de que los Serra comparecieran nuevamente en 1684 oponiéndose al intento del Regio Fisco de expulsarlos, por enésima vez, de la gestión del Correo mediante la alusión de razones muy similares a las aducidas por la Corona en 1621 y 1637.120 La colaboración de Génova para el buen desarrollo de las campañas militares era crucial, por lo que, a pesar de las medidas antiespañolas adoptadas por la República, como pudo ser la sonada exclusión de los filohispánicos del Minor Consiglio en diciembre de 1637,121 la Corona debía ser cauta en sus acciones 118 Existen muchos ejemplos indicativos de esta tendencia. Al respecto, véase uno de ellos en Domínguez Ortiz, Antonio. Política fiscal y cambio social en la España del siglo xvii, Madrid, Ministerio de Hacienda, 1984, pp. 180 y 181. 119 De Luca, G. «Debito pubblico, mercato…», cit., pp. 126 y 137. 120 Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio a la Corona...», cit. 121 Bitossi, C. Il governo…, cit., p. 234. La medida contaba con precedentes: en 1605, como respuesta de la República al llamamiento a presentar los títulos de los feudos de la Lunigiana (donde los genoveses ejercían como señores de muchos de estos enclaves), Génova decidió expulsar del Minor Consiglio a todos aquellos que poseyeran hábitos de órdenes militares españolas. Tal y como testimonia el príncipe Giovanni Andrea Doria en una carta a Íñigo de Cárdenas, embajador español en Venecia: «Aqui ha sucedido cosa que me ha pesado harto por adonde vera V. S. La sospecha en que se vive por este tiempo se suelen hacer los consejos que gobiernan todo el lugar y esta elección depende de 30 hombres que se escogen por el consejeto [Minor Consiglio] que es como

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contra la comunidad genovesa de sus territorios. Es por ello que, en paralelo a los ataques directos contra los intereses de estos italianos, se habilitaron otras medidas que ofrecían un trato de favor hacia aquellos ciudadanos ligures cuyos servicios logísticos y dinerarios eran imprescindibles para la supervivencia de la máquina imperial hispánica. Así por ejemplo, mientras que en 1637 los Serra veían amenazada su posición como administradores del Correo Mayor de Milán, un año antes eran incluidos en el privilegio —ya citado— que el marqués de Leganés concedió el 16 de febrero de 1636 a 33 genoveses con rentas en el ducado. Y, en 1636, a la vez que se cuestionaban y concedían privilegios en Milán, en Nápoles, donde Giovan Francesco Serra ostentaba el título de señor de Cassano, se producían nuevos atentados contra rentas genovesas122 que, en 1637, incluyeron nuevas exacciones fiscales contra los barones del reino, entre los que se hallaban muchos genoveses. Alonso de la Carrera, uno de los enviados reales a Nápoles para reordenar las finanzas del virreinato, solicitó al virrey que hiciera demostración contra los barones que se estaban oponiendo a las medidas promulgadas. el Pregay de Venecia y habiendo escogido estos 30 hombres que estos hechos de los consejeros que el grande es de 40 hombres han excluido a todos los hombres de habitos siendo tan granados como lo son Don Carlos Centurión [Carlo Centurione] mi primo hermano y Juanetin [Giannettino] Spinola hijo de hermana mia y algunos otros». En ADP, scaffale 85, busta 34, minuta de carta del príncipe Giovanni Andrea Doria a Íñigo de Cárdenas, embajador español en Venecia, 17 de diciembre de 1605. 122 En un memorial enviado por la República al rey el 4 de noviembre de 1636, la primera protestaba contra la actuación del virrey de Nápoles por las incautaciones que había realizado de las rentas de Pascua y de Agosto que los genoveses tenían en el reino de Nápoles, y por la amenaza de que se ejecutara un nuevo embargo sobre las de Navidad. En ASGe, AS, Secretorum, 1568, memorial de la República al rey, 4 de noviembre de 1636. Un año antes se había producido en España el embargo de las rentas de juros de los extranjeros que había ocasionado importantes pérdidas a los genoveses, entre los que se encontraron los Serra y algunos de los miembros de su red. Sobre dicho secuestro, véase Álvarez Nogal, C. «Los genoveses y la incautación...», cit.

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Se refería específicamente a los episodios protagonizados por Troiano Spinelli, el marqués de San Lucido, el marqués Serra di Cassano (cuyo título noble aludía a la dignidad que obtuvo sobre la tierra de Strevi) y el duque de Crosia que, según Carrera, habían incentivado el asalto y las lesiones infligidas a los comisarios enviados por los perceptores para la recaudación de los servicios aprobados.123 En estos años convulsos, el interés de Battista por cerrar alguno de los muchos frentes que tenía abiertos y por liquidar sus deudas y satisfacer los compromisos que había adquirido se puso de manifiesto en la cesión de las rentas de Almendralejo a sus primos Giovan Francisco y Giovanni Battista Serra el 23 de junio de 1637.124 Fue en este contexto en el que Battista también decidió efectuar en Génova y ante notario la mudanza de su asiento a favor de Stefano Serra el 12 de mayo de 1638 con declaración de que dicho traspaso empezara a correr desde el 1 de marzo de ese mismo año.125 Entre las condiciones estipuladas destacaba que 123 Villari, Rosario. La revuelta antiespañola en Nápoles. Los orígenes (1585-1647), Madrid, Alianza, 1979, p. 230. 124 ASGe, NA, 5841, consentimiento de Battista Serra para que se despache privilegio de 39 959 793 maravedíes sobre la villa de Almendralejo en cabeza de sus primos Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra, Génova, 23 de junio de 1637. 125 En realidad, Battista ya había tomado la decisión de ceder el asiento a su sobrino al menos el 3 de octubre de 1637, tal y como nos revela su testamento de esa fecha. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. El traspaso debía ser efectivo desde el 1 de marzo de 1638. La escritura notarial original, que fue redactada en 1638, es reproducida en español en una fe de los maravedíes que se pagaron a Stefano Serra como capitán de las galeras de su asiento desde el 1 de marzo de 1640 hasta finales de febrero de 1641. AGS, CMC, 3ª época, leg. 2722-10. El traspaso es referido también en AGS, Galeras, leg. 10, fols. 525r y v. Ver también id., «De una fe que se dio a Magdalena Serra mujer de Bautista Serra del traspaso que hizo de dos galeras en Esteban Serra, su sobrino, y de la declaración que el dicho hizo a favor de Bautista Serra como parece de las escrituras insertas en esta fe», en Génova, 27 de junio de 1643, fols. 729r-732r.

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[...] la cuenta de todo ello [el asiento] se hubiese de continuar conmigo [Battista Serra] en los reales libros de la misma manera y librárseme y pagárseme todo lo debido por el servicio de las dichas galeras como se ha hecho hasta ahora y como si estuviese el dicho asiento en mi cabeza.126

Ello explica que la prórroga del asiento de 14 de junio de 1639 se hiciera a nombre de Battista Serra y no de su sobrino que, desde marzo de ese año, era el titular efectivo y a favor del cual los veedores y contadores emitían ya sus certificaciones de sueldo y servicio.127 La fianza pagada como garantía de devolución de las dichas galeras al monarca hispánico en el estado en el que se habían tomado fue depositada en 1640 por Luca Grimaldo, Giacomo Serra (hijo del difunto Paolo Serra q. Antonio IV) y por el propio Battista Serra. El documento original por el que se obligaron los dichos se realizó en Génova ante notario el 15 de octubre de 1640. Según este, Grimaldo participó con 10 000 126 AGS, CMC, 3ª época, leg. 2034-10, «Relación jurada realizada por Bautista Serra de lo que ha de haber», Madrid, 26 de septiembre de 1641. Stefano Serra, sobre el que los veedores y contadores de la escuadra de Génova ya habían emitido varias certificaciones de sueldos por invernadas y bastimentos, mostró su asentimiento a dicha cláusula en Madrid, el 28 de octubre de 1641: «declaró [Stefano Serra] que su voluntad era que la dicha cuenta del sueldo y mantenimiento de las dichas galeras así en los libros de la Santa Cruzada como en los de la Contaduría Mayor de Cuentas de Su Majestad se tuviese y prosiguiese con el dicho Baptista Serra sin embargo del dicho traspaso». En id., leg. 2605-3, «Cargo de los maravedíes. que se le libraron por cuenta del sueldo de las dos galeras de Su Majestad con que sirve en la escuadra de Génova desde primero de marzo de 1640 hasta fin de febrero de 1641». 127 Así por ejemplo, una certificación de Pedro de Torres, veedor de las galeras de la escuadra de Génova, de 1 de julio de 1639 se refería al servicio de las 2 galeras [Capitana y Patrona] de Stefano Serra que «han servido y estado armadas desde el dicho día primero de marzo del mil seiscientos treinta y ocho hasta último de febrero de mil seiscientos treinta y nueve». En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2034-10. Para el estudio de las cuentas del asiento de galeras en adelante gestionado por Stefano Serra, véase id., leg. 2941-7; id., leg. 2605-3 (cuentas de las galeras de Battista Serra, 1637-1641).

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escudos (de a diez reales cada uno), al igual que Giacomo Serra. De Battista Serra se dice que intervino «por el restante precio y valor que importaren las dichas galeras y en que hubieran sido apreciadas y estimadas».128 La situación por la que atravesaba la Monarquía Hispánica tampoco era muy halagüeña. En lo que se refiere a las relaciones con Génova en 1637, y coincidiendo con la declaración de Agostino Pallavicino como Doge de la República, se produjo la ya citada expulsión de los filoespañoles del Minor Consiglio genovés. En este sentido, es posible que la renuncia al asiento de galeras efectuada por Battista Serra en 1638 lo colocara en una situación menos comprometida para defender la causa hispánica en el Senato genovés, al que terminó accediendo en 1639. Razón suficiente para que Felipe IV y sus ministros promovieran visiblemente los intereses de su vasallo mientras que otros compatriotas menos filohispánicos eran objeto de represalias. Así por ejemplo, en 1639, además de producirse la nueva prórroga del asiento de galeras de Serra en condiciones más ventajosas, el soberano hispánico dio su asenso a la hipoteca que Battista impuso a la mitad del Correo Mayor de Milán para compensar a su primo Giovanni Battista por ciertas deudas. Un hecho insólito si se tiene en cuenta que solo dos años antes se habían reanudado las investigaciones contra Battista por el daño que había supuesto para la Real Hacienda la venta al genovés de la perpetuidad del oficio por una cantidad irrisoria. A lo cual se añadía —para generar aún más estupor por el comportamiento ambiguo de la Corona— que, en 1638, Battista había vendido a Paolo Francesco Doria la mitad del oficio que terminó hipotecando a favor de Giovanni Battista.129 128 AGS, Galeras, leg. 10, fols. 528r y v. 129 Sobre las medidas adoptadas en estos años por la Corona hispánica o sus ministros contra otros genoveses, baste recordar el encarcelamiento de Stefano Balbi en enero de 1639 por parte del gobernador de Milán, el marqués de Leganés, como reacción por el apresamiento de una tartana de Finale que hizo el banco de San Giorgio y la detención de Benedetto Messea, de Finale,

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La voluntad de Battista Serra de mediar en el Senato a favor del soberano hispánico nos la confirman dos cartas remitidas por Siruela a Felipe IV el 21 de enero y el 29 de junio de ese mismo año. En la primera, Siruela recomendaba al rey que favoreciera los derechos de Battista Serra en Portugal, recordándole la reciente introducción del mismo en los Collegi genoveses. Dicho Consejo era indicativo de que el soberano hispánico y sus ministros no habían cumplido las promesas que formularon a Serra en 1629, año en el que este último subscribió junto a Francesco Maria Pichinotti un asiento excepcional a cambio de que se garantizaran sus intereses en el Estado luso.130 Por otra parte, en la misiva de 29 de junio, Siruela informaba al monarca de la propuesta presentada en el Consejo de la República por el conocido republiquista y mal afecto Raffaele della Torre con la que instaba a los miembros de la asamblea a ponerse bajo la protección del Papa ante la imposibilidad de fiarse de franceses y de españoles. Según el embajador español en Génova, Battista Serra rebatió inmediatemente la proposición de Della Torre, asegurando que lo que más convenía a la República era mantenerse en el servicio al monarca hispánico.131 En la década de 1640, y coincidiendo con los últimos años de vida de Battista Serra, se asiste a un mayor deterioro de las relaciones hispano-ligures, así como de las actividades e intereses de la casa Serra en correspondencia con la apertura de los frentes de Cataluña y Portugal en 1640. Factores que perjudicaron, aún más si cabe, la situación de las rentas de Battista en territorio luso y

acusado de fraudes en el tráfico de sal. Al respecto, véase AGS, Estado, leg. 3595, docs. 96 a 105, fols. 262r-283v. Sobre la estancia de Stefano Balbi en Milán y su enfrentamiento con Leganés, véase Grendi, E. I Balbi..., cit., pp. 168 y 169. Sobre las cuestiones del Correo de Milán: Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio a la Corona...», cit. 130 AGS, Estado, leg. 3349, carta del conde de Siruela, embajador español en Génova, a Felipe IV, 21 de enero de 1639, fols. 154r y 155. 131 AGS, Estado, leg. 3595, doc. 197, carta del conde de Siruela al rey, 29 de junio de 1639, fols. 517r-518v:518r.

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la administración y mantenimiento de las dos galeras que aún se encontraban bajo su cabeza. El contexto de guerra generalizada que debía afrontar la Monarquía Hispánica en la década de 1640 afectó también a los servicios de los Serra descendientes del difunto Girolamo Serra. Así por ejemplo, el sitio de Turín de 1640 ocasionó la destrucción de una parte del tercio financiado y dirigido por Giovan Francesco Serra, quien a su vez se hallaba implicado en diversos altercados con los ministros hispánicos, las más de las veces por cuestiones de jerarquía en los ejércitos del monarca.132 El malestar entre los ejércitos italianos por la intención de los españoles de que fueran los primeros en retirarse de las plazas atacadas tuvo en los militares Luigi Poderico y Giovan Francesco Serra dos grandes representantes en la década de 1650, cuando Giovan Francesco Serra ya era maestro de campo general de Milán. Según Maffi, la crisis que este conflicto originó en el seno del ejército contribuyó a modificar la política seguida hasta entonces por la Corte respecto a la asignación de italianos a puestos de importancia en la jerarquía militar del ejército de Lombardía. De hecho, en los años sucesivos se asiste a la remoción de todos los oficiales generales que habían participado en algún modo en los actos de insubordinación. Giovan Francesco Serra no fue una excepción: aunque mantuvo la dignidad de maestro de campo general de Milán, desde 1653 permaneció ausente del cargo debido a su envío a Cataluña para combatir junto a las tropas del hijo del rey, don Juan José de Austria. A pesar de que en Cataluña continuaron sus acciones de insubordinación respecto al orden de retirada del campo de batalla, recibió el título de gobernador de armas y maestro de campo general de Cataluña, así como el de gobernador de armas de Milán en 1656, momento en el que solicitó que todas sus ganancias fueran enviadas a dicha ciudad, donde decía residir. No obstante, murió cuando la nave 132 Sobre los daños sufridos por el tercio de Giovan Francesco en Turín, véase AHN, Estado, leg. 1264.

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que lo trasladaba a Milán para desempeñar este último encargo fue asaltada por los turcos.133 Las cuestiones de precedencia entre italianos y españoles en los ejércitos hispánicos en estos años no fueron las únicas que crisparon las relaciones de Giovan Francesco Serra con los ministros españoles. La certeza de que no se le recompensaba de acuerdo con sus méritos suscitó las protestas de Giovan Francesco Serra, que no fueron bien recibidas por algunos de estos ministros que fomentaron un clima de hostilidad en torno al genovés. Lo cierto es que los enemigos de Giovan Francesco en la Corte no eran pocos, hasta el punto de que el genovés temiera que lo quisieran desposeer de sus privilegios, asegurando a su hermano, en una de las cartas que le envió cuando se hallaba en Cataluña, que «de verdad estoy inquieto no sabiendo lo que querrán hacer conmigo porque supongo haber servido bien y ser de provecho y el diablo me tienta por este lado y de todos».134 Giovan Francesco no conseguía esconder su desazón a Giovanni Battista en otra de las cartas que le escribió desde Barcelona el 10 abril de 1655. En esta informaba a su hermano de que [...] algunos sienten mi llegada y son de los que más habían de desearla por la obligación de sus puestos, pero todos nos conformamos deseando, yo no menos que ellos el verme fuera de este infierno.

La hostilidad que el genovés percibía a su alrededor le empujó a buscarse apoyos entre los que destacaba su propio hermano Giovanni Battista, Jerónimo de Samaniego y el conde de Arese, del que decía poseer una carta que amenazaba con mostrar y en 133 Maffi, Davide. Il baluardo della Corona. Guerra, esercito, finanze e società nella Lombardia seicentesca (1630-1660), Florencia, Le Monnier, 2007, pp. 224-226; Signorotto, Gianvittorio. Milán español: guerra, instituciones y gobernantes durante el reinado de Felipe IV, Madrid, La Esfera de los Libros, 2006, pp. 229-230. 134 AHN, Consejos, leg. 28271, carta de Giovan Francesco a su hermano Giovanni Battista, 22 de enero de 1656.

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la que se declaraban las quejas que, teóricamente, Caracena habría vertido contra los servicios que debía brindar al rey.135 En la década de 1640, el descontento de los Serra con los ministros hispánicos y las difíciles condiciones en las que se veían sus intereses por las guerras generalizadas en las que participaba la Monarquía encontraron nuevas razones para minar su vínculo con el Católico y para introducir novedades en el modo en el que los Serra se auto definían e identificaban: la guerra con Portugal golpeó seriamente las rentas del feudo de Giovan Francesco en Almendralejo, situado en la frontera extremeña y sobre el cual había obtenido el título de marqués en 1641. El hecho no era percibido en modo negativo por el conde de Siruela que esperaba que los efectos destructivos de la guerra en el Estado luso hicieran entender a los genoveses afectados cuánto dependía el buen rumbo de sus negocios del destino de Su Majestad Católica. Tal y como precisaba Siruela, [...] la alteración de Portugal ha dado generalmente gran cuidado porque son muchos los que mediata o inmediatamente están interesados en aquel reino, y ha sido eso despertador grande para que se confirme cuán errada es cualquier política de esta república que se aparte de hacer cuanto pudiere por el servicio de Vuestra Majestad, cayendo ahora en la cuenta (de puro antiguo olvidada) de que este público se compone de sus particulares y que estos es fuerza que se pierdan o se conserven con los reinos de Vuestra Majestad136

135 Lo relataba en otra carta a su hermano de 2 de octubre de 1655 desde Barcelona. Todas estas misivas en AHN, Consejos, leg. 28271. Aunque las cartas no especifican la ubicación de Giovanni Battista en este momento, sabemos que se hallaba en Madrid. 136 AGS, Estado, leg. 3596, doc. 107, carta del conde de Siruela a Felipe IV, 31 de enero de 1641, fols. 311r-313v:311v-312r. Sobre los efectos de la guerra de Portugal sobre Extremadura, véase Zarandieta Arenas, Francisco. «Riqueza y consumo en la Baja Extremadura en el siglo xvii. Análisis a través de las

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No obstante, a pesar de las repercusiones negativas que el conflicto bélico pudo ocasionar en los intereses de los Serra, conviene recordar que la guerra, en sus múltiples facetas, constituía un motor potentísimo para la promoción social, hecho que explica la proliferación de títulos nobiliarios en estos años para la compensación de los servicios de los súbditos que en ella participaban o para la obtención, mediante su venta, de liquidez inmediata con la que financiar las campañas militares. Debido al contexto en el que Giovan Francesco Serra obtuvo el marquesado de Almendralejo, en 1641, momento en el que, a los tradicionales contendientes de la Monarquía Hispánica se añadían las revueltas de Cataluña y Portugal, no descartamos que dicho privilegio fuera uno más de los muchos títulos venales puestos en circulación por Felipe IV en este período.137 La presión naval francesa en el Mediterráneo se puso de manifiesto en las derrotas sufridas por la flota española y en las repetidas confiscaciones de naves ejecutadas por los bajeles del Cristianísicartas de dote» Historia Agraria, 21 (2000), pp. 63-98:67; Lorenzana de La Puente, Felipe y Mateos Ascacíbar, Francisco J. (eds.), Iberismo. Las relaciones entre España y Portugal. Historia y tiempo actual y otros estudios sobre Extremadura, Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, 2008; García Barriga, Felicísimo. «Sociedad y conflicto bélico en la Edad Moderna: Extremadura ante la guerra con Portugal, 1640-1668», Norba. Revista de Historia, 21 (2008), pp. 29-47. 137 Sobre la venalidad de títulos y los privilegios vinculados al servicio militar en estos años véase Jiménez Moreno, Agustín. «Honores a cambio de soldados. La concesión de hábitos de las órdenes militares en una coyuntura crítica: la Junta de Hábitos (1635-1642)», en Soria Mesa, Enrique; Bravo Caro, Juan Jesús y Delgado Barrado, José Miguel (eds.), Las élites en la Época Moderna: la monarquía española, vol. 3, Economía y Poder, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2009, pp. 155-172; Rodríguez Hernández, Antonio José. «Patentes por soldados. Reclutamiento y venalidad en el ejército durante la segunda mitad del siglo xvii», Chronica Nova, 33, (2007), pp. 37-56; id., «La venta de títulos nobiliarios a través de la financiación de nuevas unidades militares durante el siglo xvii», en Andújar Castillo, Francisco y Felices de La Fuente, María del Mar (eds.), El poder del dinero: Ventas de cargos y honores en el Antiguo Régimen, Madrid, Biblioteca Nueva, 2011, pp. 274-300; id., «Servir al rey con hombres. Recompensas concedidas a élites y representantes del rey por su colaboración en el reclutamiento (1630-1700)», en Esteban Estríngana, A. (ed.), Servir al rey..., cit., pp. 415-443.

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mo.138 Las cartas enviadas por el duque de Tursi al monarca Católico en 1640 son indicativas de la momentánea preponderancia francesa. En concreto, por misiva de 18 de julio de 1640, Carlo Doria refería al rey que los galeones franceses habían capturado ocho navíos que salían de Liorna, [...] entre los cuales hay algunos ingleses y otros holandeses cargados de mercadurías, y el nombre que dan es que importa el valor de 1 200 000 ducados. A esta playa de Génova le toca gran parte de daño, no solamente por estar interesados en la ropa, mas por los seguros que ha hecho.139

Por otro lado, la decadencia de la escuadra de Génova era más que palpable: de las 14 unidades con que contaba en 1633 solo quedaban ocho en 1639, entre las que se encontraban las dos regentadas por Stefano Serra. El número de embarcaciones de dicha escuadra se redujo a cuatro en 1643, hecho que hizo temer al embajador español en Génova, Juan de Eraso, el pasaje de los asentistas genoveses al servicio de Francia.140 Sobre los impedimentos para recuperar la flota hispánica en la década de 1640, Lo Basso apunta a la pérdida del puerto de Mónaco, que pasó a Francia en 1641, a la imposibilidad de Finale de atender a las necesidades de una guerra naval de estas dimensiones y a las dificultades para encontrar galeotes.141 Igualmente determinantes fueron los obstáculos para hacerse con la materia prima necesaria para la construcción de los navíos. Los enormes inconvenientes para hallar barcos, así como dinero para financiarlos, son transmi138  Velasco Hernández, Francisco. El otro Rocroi. La guerra naval contra Felipe IV en el Mediterráneo suroccidental (o mancha mediterránea), Cartagena, Editorial Aglaya, 2005. 139 Según Tursi, este acto no era suficiente para que Génova adoptara medidas contra Francia debido al temor que esta infundía. En AGS, Estado, leg. 3596, doc. 70, carta del duque de Tursi al rey, 18 de julio de 1640, fols. 213r-214v:213r y v. 140 Lo Basso, L. «Una difficile...», cit., pp. 843 y 833. 141  Ibidem, p. 846; Lo Basso, L. Uomini da remo…, cit., pp. 316 y ss.

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tidos por Francisco de Melo, virrey de Sicilia, al conde de Siruela en una carta de 15 de enero de 1640. De Melo aseguraba a Siruela que si conseguía encontrar [...] hasta seis bajeles armados por cuenta de este reino y a quien quiera venderlos más o menos todos los que hasta este número pudiere ajustar, con el pagamento en plazos de este año de 640 cumpliré y pagaré a las partes a meses o a términos lo que VS ajustase, sin que sea posible pensar en enviar dinero alguno, porque no salen frutos del reino ni una sola trata. Y por falta de moneda empezamos a trocar una cosa por otras y así la sangre que se hubiere de sacar es menester que sea en muchas sangrías, porque no la tiene el cuerpo para una grande.142

Los efectos de esta coyuntura en el asiento de galeras de Serra no se hicieron esperar: una real cédula de 29 de agosto de 1641 compensaba a Battista Serra por los 68 remeros pertenecientes a sus galeras que, por orden del duque de Tursi, pasaron a las galeras de Silvestro Grimaldo cuando estas fueron asaltadas por los franceses en Colibre.143 Los nefastos efectos del socorro de Tarragona de 1641 sobre la escuadra de Génova explican que, en 1642, Stefano Serra 142 AGS, Estado, leg. 3596, doc. 27, carta de Francisco de Melo, virrey de Sicilia, al conde de Siruela, embajador español en Génova, Palermo, 15 de enero de 1640, fols. 97r-98v:97v. De todos modos, esta situación fue coyuntural. En la década de 1650, las galeras hispanas volverían a superar a las francesas y habría que esperar a la política naval de Colbert para que Francia mostrase una clara superioridad. Sobre la resiliencia del sistema naval español en el Mediterráneo en la década de 1650 y 1670, véase Herrero Sánchez, M. El acercamiento..., cit., especialmente los apartados 3 y 4 dedicados al análisis de la colaboración hispano-neerlandesa para contrastar a Inglaterra en los Países Bajos y a Francia en el Mediterráneo. 143 Se trata seguramente de Coillure, en Cataluña. En AGS, Galeras, leg. 10, fols. 569r-571v:570r.

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sirviera únicamente con una de las dos galeras que gobernaba.144 El sobrino de Battista continuó con el asiento heredado de su tío hasta finales de diciembre de 1643, momento en el que muy posiblemente pasó a la joven escuadra de Cerdeña, en la que, según el asiento que firmó el 27 de noviembre de ese año, debía de comenzar a servir con dos galeras.145 Dicha escuadra se había puesto en marcha solo en 1638, después del desembarco francés en Oristano, y por iniciativa de Gian Andrea Doria II, príncipe de Melfi. Estaría compuesta de ocho galeras, dos de las cuales serían armadas a costa de Gian Andrea, cuatro a cargo de la Real Hacienda y otras dos procedentes de la escuadra de Génova. A cambio de armar dos galeras para la dicha escuadra, a Doria se le concedió el cargo de virrey de Cerdeña, un feudo, una renta de 60 000 escudos y el título de capitán general de la escuadra. La muerte de Doria en 1640 supuso el ascenso al frente del virreinato de su hermano Fabrizio, duque de Avellano, mientras que en el asiento de dos galeras de Gian Andrea le sucedió por seis años su hijo: Andrea Doria Landi.146 144 La galera de Stefano era una de las cuatro que quedaban en pie de la escuadra de galeras de Génova en 1642. Al respecto, véase Lo Basso, L. «Una difficile...», cit., p. 846. 145 AGS, Galeras, leg. 10, asiento de dos galeras de la escuadra de Cerdeña por parte de Stefano Serra y pos seis años, en Zaragoza, 27 de noviembre de 1643, fols. 669r-676v. A. Mattone apunta a que Stefano Serra era un sardo, pero la coincidencia temporal entre el fin de sus servicios con las galeras de Battista Serra (a finales de diciembre de 1643) y la firma del nuevo asiento un mes antes en ese mismo año nos lleva a pensar que muy probablemente se trate del hijo de Paolo Serra. Según Mattone, la muerte repentina del «sardo» Stefano Serra habría impedido la realización del asiento. En Mattone, Antonello. «L’amministrazione delle galere nella Sardegna spagnola», Società e Storia, 49 (1990), pp. 513-545:532. Las galeras debían aún construirse, como se especificaba en el asiento. 146 Los retrasos en el armamiento de las dichas galeras por parte de los Doria minaron la confianza del rey en las capacidades y en las buenas intenciones de su súbdito. La escasa viabilidad y rentabilidad de su asiento fue reflejada en el informe de 1650 elaborado por el veedor y contador de la escuadra de Cerdeña, Juan Bautista Elena. Sobre el devenir de la escuadra de Cerdeña, véase Mattone, A.

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La progresiva disgregación de la escuadra de galeras de Génova y el descontento de sus asentistas hacían conveniente que el monarca Católico reafirmara, una vez más, la fidelidad de aquellos súbditos de cuyos servicios sería peligroso prescindir. Por carta de 13 de julio de 1641, el rey ordenaba al duque de Medina de las Torres que Battista y su hermano Paolo Serra (difunto) fueran tratados como naturales en el embargo que el virrey pretendía aplicar contra las tercias de extranjeros para, de este modo, poder compensar a Battista por el dinero que había perdido en Portugal desde que se produjera la sublevación. En concreto, el rey sugería al virrey que, debido a las pérdidas que la rebelión de Portugal había originado en las rentas que Battista y su hermano Paolo poseían en dicho reino (rentas que por otro lado hacía cinco años que no se le pagaban, según el documento), ambos genoveses fueran tratados como naturales del reino en el embargo de las tercias. En el caso de que hubiera dificultad en beneficiarlos, el rey ordenaba que se hiciera secretamente. La Sommaria concluyó que las rentas que los hermanos Serra superaban los 25 000 ducados anuales.147 Además, el mismo 13 de julio, Felipe IV satisfacía la petición de Battista Serra de obtener juez privativo para todos los pleitos que mantenía abiertos en ese momento en la Corte. Manifestaba expresamente que se trataba de un reconocimiento por todos los servicios que Serra llevaba ofreciendo a la Monarquía Hispánica desde 1595.148 «L’amministrazione...», cit.; Ribot García, Luis. «Las provincias italianas y la defensa de la monarquía», Manuscrits, 13 (enero 1995), pp. 97-122; Lo Basso, L. Uomini da remo…, cit., pp. 304-308; Cipollone, Valentina. «La difesa costiera del Regno di Sardegna nel xvii secolo: il pattugliamento mobile», Ammentu. Bolettino Storico, Archivistico e Consolare Mediterraneo (ABSAC), 1 (enero-diciembre 2011), pp. 193-206. 147 El dato se desprende de una consulta de la Sommaria de 22 de octubre de 1641 a raíz de una carta enviada por Felipe IV al virrey de Nápoles el 13 de julio de ese mismo año. En ASNa, Consultationum. vol. 43, Consulta de la Sommaria del 22 de octubre de 1641, fols. 5r-6v. 148 El juez elegido fue el licenciado don Pedro de Vega, del Consejo de Hacienda. En AGS, CMC, 3ª época, leg. 2832-8. Sobre la importancia de los jueces

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Después de la muerte de Battista Serra en 1643 y del teórico pasaje de Stefano Serra a la escuadra de Cerdeña ese mismo año, el asiento de galeras fue continuado el 17 de agosto de 1644 por el concuñado de Battista: Paolo Francesco Doria. Las consecuencias negativas de la empresa de Tarragona para las galeras de Serra fueron recogidas en el asiento firmado por Doria en 1644 y propiciaron la introducción de algunas novedades destinadas a adaptar las galeras a la presión militar ejercida por los franceses en el Mediterráneo. Por este asiento, Doria se comprometía a servir con una galera ordinaria y «con otra que tenía en ser»: esta última, según la escritura de asiento, había sufrido daños considerables en la empresa de Tarragona y la otra se hallaba muy «mal tratada». La duración del asiento se preveía por cuatro años, desde el 1 de enero de 1644 (con la galera que estaba «en ser») hasta diciembre de 1647. Para la galera «mal tratada» se posponía su servicio hasta finales de abril de 1645. La amenaza francesa en el Mediterráneo explica que se obligara a la introducción de dos artilleros por galera. Asimismo, la destrucción sufrida con ocasión de la guerra de Cataluña explica que se concediera a Doria [...] que cualquier daño o pérdida que hubiere en las dichas galeras de aquí [en] adelante peleando o socorriendo plazas, sea por cuenta de mi Real Hacienda, y no por la vuestra como se hace con los navíos, que sirven por asiento en armada del mar océano. Y porque por el daño que recibieron las dichas galeras en Tarragona, y Colibre, habéis representado que hasta ahora no se ha dado satisfacción de lo que consta por las certificaciones que hay de los oficiales de las dichas galeras, ni ha sido posible armar las dichas galeras, y por esta causa, supli-

privativos para los hombres de negocios véase: Sanz Ayán, Carmen. «El juez privativo y los hombres de negocios», en Martínez Ruiz, Enrique y De Pazzis Pi Corrales, Magdalena (eds.), Las jurisdicciones, Madrid, Actas, 1996, pp. 319336; Crespo Solana, A. «Nación extranjera y cofradía...», cit., pp. 175 y 176.

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cándome, se haga bueno enteramente el sueldo de la chusma, que ha habido […] es mi voluntad, y mando, que constando de la chusma que les quedó, y el tiempo que se ha mantenido, se haga bueno, y también la gente de cabo, hasta que llegaron las galeras de Génova.149

A pesar de que, en apariencia, el acceso de Paolo Francesco Doria a las galeras de Battista suponía la salida de los Serra de los asientos de galeras, el nuevo contrato y sus cuentas fueron situados en cabeza de la viuda, Maddalena Serra, seguramente para facilitar la recuperación de los capitales que la Corona le debía a su marido por sus servicios navales.150 Por este documento se observa que el 3 de agosto de 1643, Maddalena Serra pidió al rey que las dos galeras de su marido se asentaran sobre su cabeza, nombrando como fiador a Paolo Francesco Doria que, como hemos visto, obtuvo dichas galeras en asiento en 1644. Las deudas de Felipe IV con Battista Serra por su asiento de galeras fueron señaladas por Girolamo Pallavicino, hijo de Antonio Pallavicino y de Bianca Serra, residente en Madrid y administrador de los bienes de Battista Serra tras su muerte. En la relación jurada que este redactó el 12 de diciembre de 1644 refería lo que quedaba por pagar al fallecido por sus servicios navales de 1640 y 1641. De cualquier modo, el propio Battista Serra declaraba en su testamento de 3 de octubre de 1637 que durante algunos 149 En BNE, Mss., R/38458, «Assientos que se ajustaron con los galeristas...», cit., fols. 67r-71v:68v. El asiento de Doria duró al menos hasta 1666 después de que el 4 de junio de 1662 se prorrogará una vez más. En id., fols. 74r-78v. Sobre las cuentas y otros documentos referidos al asiento de Paolo Francesco Doria, véase AGS, CMC, 3ª época, leg. 2383-2 (entre 1647 y 1649) y leg. 2605-2 (entre 1644 y 1652). Doria continuó sirviéndose de miembros del ramo del q. Antonio IV Serra. Así por ejemplo, nos consta que Girolamo Serra, residente en Madrid e hijo del difunto Francesco (y, por tanto, sobrino de Battista) poseía un poder concedido por Doria en Génova el 19 de julio de 1651. En id., leg. 2605-2. 150 AGS, Galeras, leg. 10, fols. 733r-734r.

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años había mantenido treinta y cuarenta hombres de chusma sin que se le hubiera abonado nada por ello.151 Las deudas no se debían únicamente a las galeras gestionadas por Battista, sino también a los suministros que facilitó a las de otros compatriotas. Así lo testimoniaban el 23 de diciembre de 1644 el veedor y contador de las galeras de Génova, Pedro de Torres y Francisco Hurtado de Mendoza, respectivamente, al exponer la reclamación de la viuda, Maddalena Serra, sobre lo que quedaba por pagar a su marido por cuenta del sustento que había dado a las galeras de Agostino Spinola.152 El testimonio de Maddalena Serra confirma que, de alguna manera que aún desconocemos, Battista Serra participaba en la administración y suministros de otros asientos de galeras, tal y como aseguraba la consulta de la Sommaria de 1630, ya citada, y que señalaba la implicación de Serra en la gestión de las galeras de Ambrogio Spinola. Asimismo, la sucesión de Doria en el asiento de Serra pudo igualmente tratarse de un mecanismo para saldar las deudas que el difunto había contraído con su concuñado, el cual, tal y como afirmaba Maddalena Serra en su testamento, había socorrido varias veces a su difunto marido en momentos de necesidad.153 Con la muerte de Battista se cerraba una de las etapas más significativas de las relaciones entre el monarca Católico y la República. Pero del mismo modo que la conclusión de esta fase no 151 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. La existencia de deudas de la Monarquía Hispánica con Serra explica que Battista continuara siendo destinatario de remesas de la Casa de la Contratación de Sevilla entre 1640 y 1647, por tanto, después de que hubiera traspasado el asiento a su sobrino en 1638. En Álvarez Nogal, C. Los banqueros de Felipe IV..., cit., p. 36. 152 AGS, CMC, 3ª época, leg. 2832-8. 153 Debido a la asistencia económica que brindó a su marido, lo designó junto a su hermana y mujer de Doria, Artemisia Serra, como su heredero universal. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 59, testamento de Maddalena Serra, Génova, 9 de junio de 1653; en AGS, DGT, inventario 24, leg. 1014-22, copia del mismo.

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constituyó el final del agregado hispano-genovés, la desaparición de Battista Serra no difuminó los lazos que la familia llevaba manteniendo con el socio hispánico desde, al menos, finales del siglo xvi y sobre los que los Serra habían construido un meditado perfil de promoción y una estructura relacional que les había permitido mantenerse a flote incluso tras la peor de las tempestades.

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PARTE III ESPACIOS DE IDENTIDAD

CAPÍTULO 8 EL ELEMENTO LOCAL Y LA RED: COMERCIO, FINANZAS Y FISCALIDAD EN NÁPOLES

1. Nápoles, política hispánica (ca. 1560-ca. 1610)

y redes genovesas

La nobleza genovesa, especialmente la de viejo cuño, se caracterizó por una clara tendencia a la diáspora.1 En este sentido, Giulio Pallavicino aseguraba en 1575 que la mitad de los genoveses de la nobleza vieja y un tercio o una cuarta parte de la nueva residían fuera de Génova. Asimismo, un documento de 1608 pone de manifiesto que, si bien la intensidad de la diáspora se había reducido a principios de ese siglo, una quinta parte de los aristócratas genoveses vivía fuera del territorio de la República.2 El reino de Nápoles se erigió en uno de los destinos preferidos de los hombres de negocios ligures donde, como se recordará, Antonio IV Serra —padre de Battista— y sus hermanos, Girolamo y Giovanni Battista, establecieron las bases de sus fortunas en la segunda mitad del siglo xvi.3 Su reconocimien1 Grendi apunta a este fenómeno como uno de los factores que explican la reducción del número de miembros de la aristocracia ligur y la difusión en la República de la noción europea de nobleza. En Grendi, E. I Balbi…, cit., p. 70. Recientemente, algunos historiadores han apuntado a la necesidad de analizar la importancia de la presencia de extranjeros en Génova como complemento de la diáspora ligur. En Piccinno, Luisa y Zanini, Andrea. «Genoa: Colonizing and Colonized City? The Port City as a Pole of Attraction for Foreign Merchants (16th-18th centuries)», en Reti marittime come fattori dell’integrazione europea, Florencia, Firenze University Press, 2019, pp. 281-296. 2 Doria, G. «Conoscenza…», cit., pp. 57-122:79; Bitossi, C. «Famiglie e fazioni…», cit., p. 65. 3 Entre los numerosos extranjeros que se asentaron en Nápoles durante la Edad Moderna, los genoveses fueron una de las comunidades más importantes en cuanto a número e influencia de sus miembros. Al respecto, consúltense: Colapietra, Raffaele. «I genovesi a Napoli nel primo Cinquecento», Storia e Politica. 6-7 (1968), pp. 386-419; id. Dal Magnanimo a Masaniello. Studi di storia meridionale nell’età moderna: I genovesi a Napoli durante il viceregno spagnolo, vol. II, Salerno, Edizioni Beta, 1973; Calabria, A. «Finanzieri…», cit.; Musi, Aurelio. «Stranieri a Napoli» en id., Mezzogiorno spagnolo. La via napoletana allo stato moderno, Nápoles, Guida Editori, 1991, pp. 134-172; Muto, G. «Cittadini…», cit.; Musi, A. Mercanti…, cit.; Brancaccio, G. «Nazione genovese»…, cit.; Musi, Aurelio. «Da élite

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to como miembros destacados de la comunidad genovesa del reino se debe poner en relación con su activa participación en el tráfico de cereales y, en los casos de Antonio y de Giovanni Battista, con las funciones de representación que ejercieron en Nápoles como cónsules de la República. Su capacidad para erigirse en cabezas visibles de la nación facilitó, sin duda, su rápida cooptación como hombres de negocios genoveses al servicio del virrey.4 A pesar de unos inicios tan exitosos, la presencia de los Serra en el reino de Nápoles no dejaba de ser tardía, si la comparamos con la de otros compatriotas que residían en el Mezzogiorno al menos desde las décadas de 1530 y 1540.5 Gran parte de la explicación se encuentra en los pocos miembros que componían internazionale a élite locale: i mercanti genovesi nel Regno di Napoli e il caso di Cornelio Spinola», en Mafrici, Mirella. Rapporti diplomatici e scambi commerciali nel Mediterraneo moderno. Atti del Convegno Internazionale di Studi (Fisciano, 23-24 ottobre 2002), Soveria Mannelli, Catanzaro, Rubbettino, 2006, pp. 205-236. 4 Sobre estos aspectos, remitimos a lo ya explicado en el capítulo 2. 5 Son muchos los estudios sobre las familias genovesas que se establecieron en Nápoles. Para el caso de la familia genovesa de los De Mari, véanse Musi, A. Mercanti…, cit.; Ceccarelli, A. Notai…, cit. Sobre los Doria: Storchi, Maria Luisa. «Formazione e organizzazione di un archivio gentilizio: l’archivio Doria D’Angri tra xv e xx secolo», en VV. AA., Per la storia del Mezzogiorno medievale moderno: Studi in memoria di Jole Mazzoleni, Roma, Ministero per i Beni Culturali e Ambientali, Ufficio Centrale per i Beni Archivistici, 1998, pp. 547-587; Colapietra, Raffaele. «I Doria di Melfi ed il Regno di Napoli nel Cinquecento», Miscellanea Storica Ligure. Nuova Serie, V, 1 (1968), pp. 7-111; Bernabò, B. Placidia Doria…, cit. Otras familias genovesas en: Nardi, Carlo. «Gian Vincenzo Imperiale e il suo soggiorno napoletano», Bollettino ligustico per la Storia e la Cultura Regionale, XIII, 1961, 3-4, pp. 129-160; Zanini, Andrea. «Gio. Tommaso Invrea, un finanziere genovese nella Napoli del Seicento», Atti della Società Ligure di Storia Patria, XLI, 2001, 2, pp. 49-104; Covino, Luca. «La vicenda dei Cattaneo nel Mezzogiorno moderno: ascesa e consolidamento», Archivio Storico per le Province Napoletane, CXXII, 2004, pp. 213-256; Lagomarsino, Isabella (ed.), I Ravaschieri: storia e dimore di una famiglia signorile tra Chiavari, Genova e Napoli, Génova, Ferrari Editori, 2009; Balestra, D. Gli Imperiali…, cit.; Chiavari Cattaneo Della Volta, Elena y Lercari, Andrea (eds.), I Cattaneo della Volta. Vicende e protagonisti di una millenaria famiglia genovese, Génova, Sagep, 2017.

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el linaje Serra en esos años, situación que habría obligado a la familia a reunir en Génova, sede fundamental para sus negocios y para las propiedades de la estirpe, los pocos adultos varones que la constituían. De hecho, si se analiza la genealogía de los Serra, se aprecia que, en estos años, la familia no contaba con un número suficiente de representantes varones en la ciudad que les permitiera el envío de alguno de ellos a otras sedes sin comprometer, con ello, los intereses en la ciudad de origen. Se trata de un aspecto que pone claramente de manifiesto la relevancia que poseía Génova en la estrategia y en la identidad de los ramos estudiados mucho antes de que estos se vieran catapultados en el servicio y el patronazgo regios. Tal circunstancia no constituyó un obstáculo para otros clanes de la nobleza vieja genovesa, como el de los De Mari que, a pesar de contar con pocos sujetos —condición que, en 1528, les había impedido constituir su propio albergo, tal y como sucedió en el caso de los Serra— consiguieron erigirse en una de las familias ligures más influyentes del reino al menos treinta años antes de que los Serra se hicieran presentes en el Mezzogiorno.6 La patria ligur jugó en todo momento un papel decisivo en la riqueza de la familia, en el funcionamiento de sus actividades económicas, en su identidad y en su capacidad para servir al Católico, necesitado de mediadores bien posicionados en las magistraturas de la República que pudieran garantizar el mantenimiento de Génova en la órbita española. Ahora bien, como veremos en los siguientes capítulos, el sentimiento de pertenencia de los Serra y, por tanto, las prácticas que generaban cultura e identidad, tales como el consumo, las sepulturas, los legados testamentarios, las residencias, los matrimonios y las devociones —por citar solo algunas—, se caracterizaron por una enorme fluidez, propia de 6 Giovan Battista de Mari, el fundador del ramo meridional, y su hermano, Raffaele De Mari, ya administraban en dichos años un banco en Nápoles junto a otro genovés, Uberto Squarciafico. En Musi, A. Mercanti..., cit., pp. 27-31.

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entramados transnacionales como el analizado, y por una enorme flexibilidad que facilitó su adaptación a las distintas coyunturas y espacios. Una adaptación que, según el ramo que se analice, asumió características específicas. Así, el modo en el que cada elemento de la red construía su identidad —variegada y, al mismo tiempo, con rasgos bien diferenciados, precisa en un momento determinado, pero «escurridiza» si se analiza en el largo plazo—, dependía de la manera en la que cada individuo se relacionaba con la patria de origen, con la familia y otros sujetos de la red, con el lugar en el que operaban y con el monarca Católico y sus ministros. El análisis simultáneo de estos factores permitirá visualizar los distintos recorridos presentes dentro de un mismo linaje y vislumbrar la complejidad inherente a los procesos de construcción de identidad de élites internacionales híbridas como la genovesa. De esta manera, es posible sortear el riesgo de efectuar reconstrucciones de los destinos mercantiles desde presupuestos excesivamente teleológicos para, en su lugar, insistir en el papel fundamental que jugaban las decisiones de los individuos, los eventos acaecidos en distintas sedes, los espacios en los que vivían y las circunstancias familiares (patrimoniales, biológicas, culturales, etc.) de las que provenían. Las condiciones en las que se hallaba una familia, así como los eventos sucedidos en la ciudad de origen, influían de manera determinante en el establecimiento de uno de sus ramos en uno u otro emplazamiento. Es por ello que, en un primer momento, la presencia de los Serra en Nápoles no se consideró definitiva. El abandono provisional de Nápoles por parte de algunos exponentes de la nación genovesa fue un fenómeno que se atisba claramente en las décadas de 1570 y 1580.7 En el caso de los Serra, uno de los precursores de la familia en Nápoles, Antonio IV q. Paolo II, padre de Battista, interrumpió su estancia en el reino entre 1575 y 1576 —años en los que Génova se hallaba

7  Ibidem, pp. 61 y 93.

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sumida en una guerra civil entre la nobleza vieja y nueva— para participar en una misión diplomática ante el gobernador de Milán con el objetivo de defender la causa de los primeros.8 Por otro lado, las huellas en el Mezzogiorno de su hermano, Giovanni Battista, se pierden en 1596, año en el que Ottavio, su hijo, ya figuraba como procurador y representante de los intereses de su padre en Nápoles; por último, Girolamo Serra, a principios de la década de 1580, se hallaba en Génova, donde comenzó su escalada política en las instituciones de la República y su participación en los asientos flamencos. Su retorno a Génova pudo verse favorecido por el nuevo marco institucional sancionado por las Leges Novae de 1576 que pusieron fin a los enfrentamientos y decretaron la supresión de los alberghi. En este contexto, las diferencias de facción dejaban de constituir un factor de violencia y conflicto para, en su lugar, erigirse en el fundamento de la gobernabilidad de la República mediante la alternancia pacífica de vecchi y nuovi en la composición de sus magistraturas. Un factor que pudo promover el regreso a Génova de aquellos que, por diversas razones, se habían desplazado a Nápoles.9 Por otro lado, el retorno de Girolamo a la patria no fue provisional: a Nápoles no regresó, muy probablemente debido también a la muerte, en 8 También los De Mari se vieron afectados por dichos acontecimientos: Stefano De Mari fue enviado a España junto a Baldassarre Lomellini con el mismo fin. En Musi, A. Mercanti genovesi..., cit., pp. 80-82. 9 Como afirma Pinto Costa: «En este sentido, las funciones desempeñadas por un determinado lugar pueden verse potenciadas a través de su articulación con otro lugar, creándose una relación de complementariedad, cuyo resultado sinérgico representará un valor agregado para el funcionamiento y el éxito de la red que nos ocupa». Traducción propia del original: «Neste sentido, as funções desempenhadas por um determinado lugar podem ser potencializadas na sua articulação com um outro lugar, criando-se uma relação de complementaridade, cujo resultado sinergético é que vai representar a mais-valia para o funcionamento e sucesso da rede que os ocupa». En Pinto Costa, Sara. A companhia de Simón Ruiz. Análise espacial de uma rede de negócios no século xvi, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2015, p. 229. Disponible en http://www. cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcc26r6 [última visita: 21/6/2020].

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1582, del cabeza de familia, su hermano Antonio IV, que habría hecho perentorio el apuntalamiento de los negocios del linaje en Génova y la resolución de las cuestiones hereditarias. La evolución de los Serra en Nápoles es indicativa no solo del papel esencial que jugaban en la articulación de las redes las circunstancias concretas vividas en la ciudad de origen, sino también de las coyunturas específicas de los lugares en los que los sujetos desplazados operaban y que podían, según el caso, promover o perjudicar los intereses de las comunidades mercantiles extranjeras.10 En este sentido, la década de 1580 del reino napolitano se caracterizó por el intento, por parte de las autoridades virreinales, de recuperar el control de las finanzas de la ciudad, que se concretó en un sistema de bancos públicos que asumía funciones hasta entonces ejercidas por los bancos privados genoveses. A pesar de que estos últimos ya se hallaban enormemente afectados por el crítico contexto económico mediterráneo que había conducido a la quiebra a muchos de ellos, la fundación de las nuevas instituciones financieras napolitanas no remplazó ni pretendía sustituir a los agentes privados genoveses: los contactos entre los banqueros privados y los entes públicos fueron una constante. Tal y como ha subrayado De Rosa, por un lado, los bancos napolitanos dejaron en manos de los genoveses las operaciones comerciales y especulativas y, por otro, todos los agentes privados poseían cuentas abiertas en estos nuevos organismos financieros.11 Si bien el abandono temporal de Nápoles en las décadas de 1570 y 1580 constituyó un fenómeno que afectó a diversos genoveses residentes, en ese momento no todos ellos se hallaban 10 Sobre estos aspectos, véase la introducción de Gelderblom, Oscar. Cities of commerce: the institutional foundations of international trade in the Low Countries, 12501650, Princeton-Oxford, Princeton University Press, 2013, pp. 1-18. 11 De Rosa, Luigi. «Rivoluzione dei prezzi, guerre e banchi pubblici a Napoli», Rassegna economica, XXXVI, 2 (1972), pp. 295-316. Sobre los bancos públicos napolitanos: Demarco, Domenico. Il banco di Napoli. Dalle case di deposito alla fioritura settecentesca, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1996, pp. 12-22.

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igualmente consolidados en el territorio. Así por ejemplo, los De Mari siguieron teniendo exponentes del linaje activos en las provincias periféricas cuya inserción en la sociedad del Mezzogiorno era más que evidente, sobre todo si se observa la entidad de las rentas que recaudaban, su papel como asentistas de dineros y galeras y sus estrategias matrimoniales, dirigidas a enlazar con sujetos de la nobleza genovesa y con importantes figuras del escenario bancario napolitano.12 Sin embargo, en estos años, la inserción de los Serra en el reino de Nápoles estaba bien lejos de la exhibida por los De Mari. Giovanni Battista Serra (hermano de Girolamo y de Antonio IV Serra. q. Paolo II) ejercía por entonces como representante de su hermano Girolamo en algunos negocios que este mantenía con el virrey, pero, en aquel momento, las energías de los Serra se orientaban principalmente hacia los asientos flamencos, sobre todo tras la recuperación de Amberes por parte de Alessandro Farnese en 1585. Será necesario esperar a finales de la década de 1590 e inicios del siglo xvii para asistir a un cambio fundamental en el papel jugado por Nápoles en la red Serra y en el funcionamiento de la Monarquía Hispánica. De hecho, fue a partir de finales del siglo xvi y durante los primeros treinta años del xvii, que los Serra mostraron un mayor interés por hacer de Nápoles una sede clave de los negocios de la familia, lo cual podría interpretarse como una respuesta al nuevo contexto internacional que influyó de manera decisiva en la economía y en la política de los territorios italianos de la Monarquía Hispánica. Algunos historiadores han señalado este período como el momento en el que se confirmó el carácter periférico de Nápoles, posición a la que habría sido relegado progresivamente durante el reinado de Felipe II.13 Se trataba de un proceso que acarreraría 12 Musi, A. Mercanti genovesi..., cit. 13 Algunos de los trabajos que han analizado este fenómeno: Galasso, Giuseppe. Alla periferia dell’Impero: il Regno di Napoli nel periodo spagnolo (secoli xvi-xviii), Tu-

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consecuencias negativas para el Mezzogiorno y que habría supuesto el fin de la posición de preeminencia que había disfrutado el reino en tiempos de Carlos V. En este recorrido influyeron enormemente el Tratado de Cateau-Cambrésis y la guerra en los Países Bajos que modificaron radicalmente los términos de la política exterior hispánica y contribuyeron a desplazar los objetivos del Católico hacia la Europa septentrional. La crisis del reino se manifestó en varios ámbitos estrechamente conectados: el mercado del grano, la demografía, la moneda y la balanza comercial. Las malas cosechas y el crecimiento demográfico promovieron la reducción de las exportaciones de trigo y un aumento de las importaciones que favorecían la salida de la moneda de Nápoles, ya de por sí escasa. Las acuñaciones de moneda de mala calidad y las sucesivas reformas a las que se vio sometida agravaron la situación y desencadenaron reacciones de rechazo general y desajustes en los precios y en los cambios.14 Asimismo, la crisis de la hegemonía veneciana en Levante, la conveniencia de los noli (fletes) italianos y las ventajas que ofrecían a los mercaderes extranjeros puertos como Liorna fueron factores que propiciaron la circulación de las naves nórdicas en el Mediterráneo.15 rín, UTET, 1994; Musi, Aurelio. Nel sistema imperiale. L’Italia spagnola, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1994. 14  De Rosa, Luigi. «Crisi economica e questione monetaria», en id., Mezzogiorno spagnolo: tra crescita e decadenza, Milán, Il Saggiatore, 1987, pp. 212-246; Galasso, Giuseppe. «El sur de Italia en la “crisis general” del Seiscientos», en id., En la periferia del imperio. La monarquía hispánica y el Reino de Nápoles, Barcelona, Ediciones Península, 2000, pp. 231-265; De Rosa, Luigi. Gli inizi della circolazione della cartamoneta e i banchi pubblici napoletani nella società del loro tempo (1540-1650), Nápoles, Istituto Banco di Napoli, Fondazione, 2002. 15 Grendi, E. «Traffico e navi…», cit.; id. «I nordici...», cit.; Braudel, Fernand. «Observaciones sobre el Mediterráneo en el siglo xvii», en id. En el Mediterráneo. Barcelona, Paidós, 1996, pp. 415-436; Fusaro, Maria. «Genoa, Venice and Livorno (a tale of three cities)», en id. Political Economies of Empire in the Early Modern Mediterranean. The Decline of Venice and the Rise of England, 1450-1700, Cambridge, Cambridge University Press, 2015, pp. 89-109; Pagano de Divitiis, G. Mercanti inglesi…, cit.

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El fenómeno acarreó consecuencias importantes a largo plazo y, para muchos, determinó el confinamiento del Mezzogiorno en un papel periférico en los siglos sucesivos.16 Estos factores, junto a la crisis económica que afectó a Castilla a finales del siglo xvi, han justificado que algunos historiadores hayan identificado, para estos años, la existencia de un proceso de transformación del reino de Nápoles no ya en una periferia, sino en un «subsistema» de la Monarquía Hispánica que habría desempeñado prevalentemente funciones fiscales y de suministro de hombres y capitales.17 Fue en este contexto en el que las actividades de los Serra en Nápoles adquirieron una mayor visibilidad e importancia. Sin embargo, como se intentará demostrar en las páginas sucesivas, si bien el papel del reino se había modificado considerablemente, ello no fue óbice para que este continuara siendo un eje fundamental y activo en el correcto funcionamiento de la máquina hispánica, así como un espacio que seguía ofreciendo importantes oportunidades de negocio a los hombres de negocios. Las rentas del reino fueron siempre muy apreciadas por la familia y, como tales, las custodiaban celosamente a través de una sólida red de procuradores de confianza compuesta sobre todo por parientes. En este sentido, el feudo no se hallaba inicialmente entre las prioridades de los Serra, al que accedieron solo tardíamente: en 1619 Ottavio obtuvo la tierra de Carovigno y, en 1622, el consorcio de fideicomisarios del difunto Girolamo y otros miembros de la 16

Macry, Paul. Mercato e società nel regno di Napoli: commercio del grano e politica economica del Settecento, Nápoles, Guida, 1974. 17 Sobre el carácter periférico de Nápoles y del sur de Italia: Wallerstein, I. El moderno…, cit. Un redimensionamiento del sistema centro-periferia en Galasso, G. Alla periferia…, cit.. Sobre el paradigma del sistema imperial hispánico y la entidad del reino de Nápoles como subsistema, véanse Musi, Aurelio. «Sull’entità del regno come subsistema», en id. L’Italia dei Viceré. Integrazione e resistenza nel sistema imperiale spagnolo, Nápoles, Avagliano Editore, 2000; id. «Sistema imperiale spagnolo e sottosistema Italia: una proposta interpretativa», en Anatra, Bruno y Murgia, Giovanni (eds.), Sardegna, Spagna e Mediterraneo. Dai Re Cattolici al Secolo d’Oro, Roma, Carocci, 2004, pp. 229-237.

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red Serra que actuaban para proteger la herencia del fallecido se hicieron con el feudo de Cassano. Las rentas percibidas en el reino y los feudos mencionados no explican por sí solos la capilarización de los intereses de los Serra en el Mezzogiorno. Como veremos, a la base de este proceso se encontraban tanto las nuevas actividades en las que los Serra y su red de socios se cimentaron desde diversos centros como la riqueza acumulada por Girolamo hasta el momento de su muerte en 1616. Ambos factores constituyeron un verdadero motor en el proceso de ennoblecimiento de los Serra de Nápoles y en la creación de nuevas identidades que, en el contexto napolitano, incorporaron y redimensionaron los rasgos originarios a la vez que asumían otros nuevos. A pesar de los cambios incuestionables que se estaban produciendo en el papel del reino de Nápoles, no cabe duda de que este continuaba ofreciendo considerables posibilidades económicas y sociales a las comunidades extranjeras. La transformación de las funciones del Mezzogiorno no debe enmascarar el rol fundamental que este continuaba jugando en la distribución del trigo en el Mediterráneo en una época de escasez general que se prolongaba desde finales del siglo xvi;18 o bien el protagonismo de sus bancos públicos y de sus hombres de negocios en la distribución de productos y materias primas y en la financiación de la política exterior hispánica; un fenómeno que suponía la conexión de Nápoles con los puertos comerciales mediterráneos más destacados y con las principales ferias de cambio.19 Conviene también recordar las

18

Aymard, Maurice. «Il sud e i circuiti del grano», en Bevilacqua, Piero (ed.), Storia dell’agricoltura italiana in età contemporanea, vol. I: Spazi e Paesaggi, Venecia, Marsilio, 1989, pp. 755-787; Papagna, Elena. Grano e mercanti nella Puglia del Seicento, Bari, Edipuglia, 1990; id., «Napoli e le città del grano del Mezzogiorno», Società e Storia, XX, 1997, 75, pp. 127-142. 19 Los bancos napolitanos en los que los mercaderes tenían cuentas abiertas facilitaban el pago de letras de cambio que los hombres de negocios emitían y recibían en las diversas ferias de cambio, ya fueran aquellas celebradas en el reino (en Lanciano, Lecce, Salerno, Lucera o Aversa) o en las sedes internacio-

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contribuciones del reino en forma de hombres y capitales que permitieron el mantenimiento de los ejércitos y de las escuadras de galeras al servicio del monarca hispánico,20 así como su papel en la financiación de la embajada hispánica en Roma.21 Respecto a esta última cuestión, no es casualidad que en el cursus honorum de los diplomáticos hispánicos el cargo de embajador ante el Papa precediera al nombramiento como virrey de Nápoles. No menos importante era la capacidad del reino para asumir los efectos de la política de patronazgo regio22 y para garantizar la defensa y el nales de Piacenza, Venecia o Roma: Demarco, D. Il banco di Napoli. ...cit.; De Rosa, Luigi. «De la moneda de metal al papel moneda (cartas de crédito) en el reino de Nápoles: el papel de los bancos públicos», en Bernal, A. M. (ed.), Dinero..., cit., pp. 659-677; Di Matteo, Luigi. «La banca e la città. Le origini e l’attività dei banchi pubblici napoletani», Storia Economica, VIII, 1 (2005), pp. 121-141; De Rosa, Luigi. Sulla banca, la finanza napoletana e la moneta, Nápoles, Rubbettino, 2010. 20 Un panorama general sobre las contribuciones de Nápoles durante la guerra de los Treinta Años en Villari, Rosario. La rivolta antispagnola a Napoli: le origini (1585-1647), Roma-Bari, Laterza, 1967, pp. 126-132; Muto, Giovanni. «Tra centro periferia: la gestione della “hacienda” nell’Italia spagnola», Rassegna Storica Salernitana, III/1, 5 (1986), pp. 51-76; De Rosa, Luigi. «L’ultima fase della guerra dei Trent’anni e la crisi economico finanziaria- sociale del Regno (1630-1644)», en id. Mezzogiorno…, cit., pp. 166-193; Calabria, A. The cost…, cit.; Galasso, Giuseppe. «Milano spagnola nella prospettiva napoletana», en id. Alla periferia..., cit., pp. 301-333; Sabatini, Gaetano. «Gastos militares y finanzas públicas en el reino de Nápoles en el siglo xvii», en García Hernán, E. y Maffi, D. (eds.), Guerra y sociedad…, cit., vol. 2, pp. 257-291; id. «La spesa militare nel contesto della finanza pubblica napoletana del xvii secolo», en Cancila, Rossella (ed.), Mediterraneo in armi (secc. xv-xviii), Palermo, Associazione Mediterranea, 2007, vol. 2, pp. 593-635; Lo Basso, L. «Gli asentisti…». 21 Las rentas del reino de Nápoles constituían la principal fuente de financiación de los gastos de la embajada hispánica en Roma, hasta el punto de que esta última podía verse amenazada en el caso de que las entradas virreinales no fueran suficientes: Barrio Gonzalo, Maximiliano. «El marqués de Cogolludo, embajador de España en la Corte romana (1687-1697)», en Bravo Lozano, C. y Quirós Rosado, R. (eds.), En tierra..., cit., pp. 227-237:230. 22 Spagnoletti, Angelantonio. Principi italiani e Spagna nell’età barocca, Milán, Mondadori, 1996, pp. 80-84; id., «L’aristocrazia napoletana nelle guerre del primo Seicento: tra pratica delle armi e integrazione dinastica», en Bilotto, Antonella,

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control del Mediterráneo occidental gracias a su contribución a la conservación de los presidios toscanos23 y a la guerra contra el Turco.24 Las cuestiones mencionadas sugieren que, si bien el papel del Mezzogiorno se había modificado visiblemente, este, a duras penas, puede ser considerado un simple apéndice de la política cortesana. El reino de Nápoles, como se ha evidenciado, conservaba aún una importancia crucial y respondía a numerosas funciones, no siempre en régimen de supeditación, que suponían su continua interacción, no solo con Madrid, sino también con otras sedes fundamentales para el funcionamiento de la Monarquía Hispánica. Las exigencias que debía satisfacer el reino y que hicieron de él una plataforma indispensable desde la que canalizar recursos e información a otras zonas bajo la jurisdicción del soberano Católico propiciaron la conversión de algunos hombres de negocios —aquellos que contaban con los mejores contactos en los principales centros mercantiles y financieros de la época— en verdaderos conectores entre las distintas partes.25 Las funciones atribuidas al reino de Nápoles desde finales del siglo xvi y la nueva coyuntura internacional potenciaron el desarrollo de nuevos sectores de Del Negro, Piero y Mozzarelli, Cesare (eds.), I Farnese. Corti, Guerra e Nobiltà in Antico Regime. Atti del convegno di studi. Piacenza, 24-26 novembre, Roma, Bulzoni, 1997, pp. 445-468; Muto, Giovanni. «La nobleza napolitana en el contexto de la Monarquía Hispánica: Algunos planteamientos», en Yun Casalilla, B. (ed.), Las redes..., cit., pp. 135-171. 23 Alcalá-Zamora, José. «Razón de estado y geoestrategia en la política italiana de Carlos II: Florencia y los presidios (1677-1681)», Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXIII, 3 (1976), pp. 300-314; Angiolini, Franco. «I “presidios” di Toscana: “cadena de oro” e “llave y freno” de Italia», en García Hernán, E. y Maffi, D. (eds.), Guerra y sociedad…, cit., vol. 1, pp. 171-188. 24 Coniglio, G. Il viceregno di Napoli…, cit., pp. 217-229; id. Il viceregno di Napoli e la lotta tra spagnoli e turchi nel Mediterraneo, Nápoles, Giannini, 1987; Fenicia, G. Il regno di Napoli e la difesa…, cit.; Varriale, Gennaro. Arrivano li turchi. Guerra navale e spionaggio nel Mediterraneo (1532-1582), Novi Ligure, Città del Silenzio Edizioni, 2014. 25 Herrero Sánchez, M. y Kaps, K., «Connectors…», cit., pp. 1-37.

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inversión que, junto a la renta feudal,26 brindaron oportunidades ventajosas a los grupos pujantes de mercaderes y financieros situados en Nápoles. Entre ellos, destacaron los ámbitos relacionados con la guerra, como el aprovisionamiento y la construcción de galeras o la distribución de materias primas esenciales durante los conflictos bélicos, como el hierro. Sin olvidar el sector monetario que, como se ha comentado, constituyó siempre un problema, pero que en 1622 —cuando ya se daba por extinguida la Tregua de los Doce Años y en correspondencia con los aires reformistas que se difundieron en la Corte durante el valimiento de Olivares—27 el virrey cardenal Zapata decidió afrontar con un programa de medidas en el que los genoveses jugaron un papel en absoluto indiferente. Vistas las oportunidades que la precaria situación del reino podía ofrecer y las importantes funciones que la Monarquía Hispánica le atribuyó, no es de extrañar que, a finales del siglo xvi, emergiera una nueva generación de hombres de negocios genoveses —entre los que se hallaba Ottavio Serra— que supo hacer fortuna y erigirse en un canal privilegiado y fundamental de la política hispánica. En este sentido, las responsabilidades que los ligures comenzaron a asumir en la economía y en la administración virreinal se manifestaron en diversas dimensiones: la fiscal, en la que los ligures destacaron como recaudadores y receptores de rentas; la administrativa, faceta que se concretó en la ocupación, por parte de estos extranjeros, de cargos en la administración central y periférica del Estado napolitano; y, por último, la financiera, modalidad en la

26 Entre 1610 y 1622, como señala Brancaccio, los genoveses destacaron en la adquisición de nuevos feudos que ampliaron el dominio que ya ejercían desde la primera mitad del siglo xvi. En Brancaccio, G. «Nazione genovese»…, cit., p. 116. 27 Sabatini, Gaetano. «Entre Hacienda Real y poderes locales: los intentos de reformar las finanzas municipales del reino de Nápoles en los siglos xvi y xvii», Studia historica. Historia Moderna, 27 (2003), pp. 223-239; Dubet, Anne. «Reforma financiera y negociación política: los erarios públicos y montes de piedad en tiempos de Felipe IV (1622-1628)», en Rizzo, M., Ruiz Ibánez, J. J. y Sabatini, G. (eds.), Le forze..., cit., vol. 2, pp. 927-965.

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que los genoveses se configuraron come asentistas (partitari) del virrey y garantes de los flujos de capitales entre Nápoles, de un lado, y Milán, Viena y Madrid, de otro.28 En lo que se refiere a este último aspecto, es importante recordar que la transferencia de capitales a través de los financieros de Nápoles y de sus correspondientes no involucraba únicamente las ciudades destino de tales capitales, como Milán, Viena y Madrid. En la década de 1620, las contribuciones provenientes del Mezzogiorno no pocas veces eran el resultado de las negociaciones entre el embajador español en Génova o su secretario y los correspondientes que tenían en la República los hombres de negocios ubicados en Nápoles.29 Además, en la llegada del dinero pactado con los financieros del reino, era crucial la conexión de estos con las ferias de cambio —sin las cuales era imposible hacer llegar el dinero al punto requerido— y con Flandes, que continuó siendo uno de los territorios hispánicos que recibió más capitales.30

28 Musi, A. Mercanti genovesi…, cit., p. 90. 29 Sobre la importancia de Génova como ciudad receptora de capitales que, posteriormente, eran dirigidos a otras plazas, véase ASNa, Sommaria, Consultationum, 16, fols. 125v-133v. En este documento se recogen las remesas napolitanas recibidas por el embajador español en la República, Pedro de Mendoza (conde de Biñasco) y posteriormente por su sustituto, Jorge de Mendoza, su hijo. Sobre las conexiones entre Nápoles y Génova a través de las redes genovesas, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. Una familia genovesa..., cit. 30 Sobre el constante flujo de capitales destinado a los Países Bajos entre 1618 y 1648, véase Marcos Martín, A. «España y Flandes...», cit., p. 31. Marcos Martín enfatiza la transferencia de dineros a Flandes, relativizando, de esta manera, las premisas defendidas por Parker. Según este último, Flandes habría constituido un objetivo «menor» en la política hispánica en relación a otros, tales como la victoria definitiva sobre Francia y la defensa de Italia a toda costa, especialmente de Milán. Dicha estrategia, a juicio de Parker, favorecía que los envíos de capitales a los Países Bajos fueran más abundantes en momentos de paz con Francia o en los que sus intereses en Italia no se veían en peligro. En Parker, Geoffrey. «Spain, her Enemies and the Revolt of the Netherlands, 1559-1648», Past and Present, 49 (noviembre 1970), pp. 72-95:93-95.

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En efecto, la situación precaria de Flandes motivaba que las partidas programadas inicialmente para el Imperio fueran redireccionadas a los Países Bajos. Así, Gracián de Albizu, secretario del embajador español en Génova, en una carta de 2 de julio de 1620 al secretario de Estado en Madrid, Antonio de Aróstegui, informaba de que el destino germánico previamente estipulado para 300 000 ducados procedentes de Nápoles fue modificado sobre la marcha para, en su lugar, poder suministrarlos a Flandes «por la necesidad e priesa que de allá se da».31 Unos meses después, la situación se repitió: por carta del 1 de agosto de ese mismo año, Albizu aseguraba que otro asiento napolitano por valor de 100 000 ducados e inicialmente destinado al Imperio sufriría la misma suerte. La cantidad que se mandaría a Flandes por cuenta de este partito, una vez recortados los gastos, sería de 35 804 escudos, trece sueldos y cuatro dineros, para cuyo cambio se había recurrido a Battista Serra —en ese momento en Génova—, con el que se había concluido un ventajoso concierto avalado por Andrea Spinola.32 De este modo, era evidente la capacidad de Battista para abastecer los capitales del asiento de Nápoles y para ofrecer precios competitivos, estrategia que hacía del genovés una opción conveniente para los ministros hispánicos.33 Sin embargo, la actuación en Génova por parte de Battista habría servido de poco si no hubiera contado con sujetos que, como Ottavio Serra, cubrían en Nápoles las tres dimensiones ya

31 AGS, Estado, leg. 1935, doc. 132, carta de Gracián de Albizu, secretario del embajador español en Génova, a Antonio de Aróstegui, secretario del Consejo de Estado, 2 de julio de 1620, fols. 282r-283v:282v. Sobre la mudanza de dicho asiento, véase también id., doc. 37, fols. 72r-73v. 32  Ibidem, doc. 135, carta de Gracián de Albizu a Antonio de Aróstegui, 9 de agosto de 1620, fols. 288r-289v:288r. 33  Ibidem, doc. 139, carta de Gracián de Albizu a Aróstegui, 6 de octubre de 1620, fols. 296r-297v. En esta misiva, el secretario español en Génova aseguraba que Serra había mejorado la oferta que los banqueros Giovanni Paolo Costa y Francesco Riverola habían realizado en Milán al duque de Feria.

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mencionadas y que, en esos años, habían conquistado una posición relevante en la economía del Mezzogiorno. A pesar de unos inicios modestos a principios del siglo xvii, las actividades económicas de Ottavio como mercader-cambista y su abigarrada red de contactos dentro y fuera del reino, así como el papel que ejercía en los negocios de la familia y en los objetivos de la política del monarca Católico, fueron fundamentales en los intereses y objetivos de la red Serra al menos durante los primeros veinte años del siglo xvii. El perfil internacional de Ottavio Serra permite no solo aprehender el funcionamiento de una red de negocios capaz de operar en diversos contextos jurisdiccionales, sino también superar la perspectiva excesivamente localista que generalmente ha caracterizado los estudios sobre la comunidad genovesa de Nápoles en la Edad Moderna.34Además, el análisis de la presencia genovesa en el reino arroja luz sobre el rol que este territorio desempeñaba en la Monarquía Hispánica más allá de los tradicionales «vínculos sistémicos», es decir, aquellos que unían Nápoles a otros dominios del monarca Católico en Italia.35 Como se ha puesto de manifiesto, la planificación de las contribuciones económicas del Mezzogiorno eran a menudo el resultado de las negociaciones entre el ministro hispánico en Génova y los correspondientes que poseían en la República los hombres de negocios napolitanos; para este cometido, eran también fundamentales los vínculos con el Sacro Imperio Romano Germánico y con los Países Bajos de los genoveses situa34 Como indica Herrero Sánchez refiriéndose a las investigaciones efectuadas sobre el asentamiento de los ligures en las principales ciudades y plazas mercantiles de la Monarquía Hispánica: «es necesario ofrecer una visión que trascienda de los meros estudios locales y que ponga en conexión a estas comunicades con otros nudos de dicha red, en especial con Génova y con Madrid». En Herrero Sánchez, Manuel. «La república de Génova y la Monarquía Hispánica (siglos xvi-xvii)», Hispania. Revista de Historia, LXV/1, 219 (enero-abril, 2005), pp. 9-20. 35 Rizzo, Mario. «Porte, chiavi e bastioni. Milano, la geopolitica italiana e la strategia asburgica nella seconda metà del secolo xvi», en Cancila, R. (ed.), Mediterraneo..., cit., vol. 2, pp. 467-511:476; Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre i legami…», cit.

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dos en el Estado ligur y en Nápoles, así como las conexiones de los ligures de Génova y del Mezzogiorno con las ferias de cambio «extra sistémicas» (Piacenza, Venecia, Roma, etc.). Sin la presencia de lazos con estos mercados financieros habría sido imposible el envío de capitales a las plazas hispánicas más necesitadas. Asimismo, la ausencia de nexos entre los genoveses que se hallaban al servicio de la Monarquía Hispánica y otros hombres de negocios de nacionalidades «extra sistémicas» como ingleses, holandeses, venecianos o franceses habría dificultado sobremanera el aprovisionamiento del reino de Nápoles de materias primas esenciales no solo para el mantenimiento de una población hambrienta y en aumento, sino también para el desarrollo de la guerra. A la luz de los aspectos señalados, ni la presencia de los genoveses en Nápoles se debió únicamente a las facilidades que ofrecía el territorio para acceder al feudo o para el desarrollo de actividades comerciales o financieras con las que enriquecerse, ni la importancia del reino en la Monarquía Hispánica puede explicarse exclusivamente a través de las funciones que este cumplía en el patronazgo regio o en la obtención de recursos. Las redes transnacionales de los hombres de negocios que operaban en él, como las de Ottavio Serra, nos descubren el papel destacado y en absoluto pasivo que jugaba Nápoles en la logística y en la política hispánicas, así como su relevancia en el buen funcionamiento de las redes mercantiles al servicio del Católico.

2. Ottavio Serra (ca. 1567-1639) y Battista Serra: correspondencias entre Nápoles y Madrid Si bien Battista Serra fue un elemento fundamental a la hora de asegurar la obtención de Cassano para los herederos de Girolamo Serra —adquisición que sentaría las bases del homólogo ramo de la familia en Nápoles—, su primo, Ottavio Serra, constituyó un anclaje necesario y decisivo en el Mezzogiorno para el desarrollo de

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sus actividades económicas y de servicio al Católico y del cual dependía buena parte de la reputación de Battista y la perdurabilidad del patrimonio del difunto Girolamo. A pesar de la importancia de Ottavio Serra en los negocios de la familia, la tendencia a estudiar las casas genovesas que ocuparon puestos de relieve en la esfera feudal del reino ha justificado que los estudios sobre genoveses en Nápoles hayan focalizado su interés fundamentalmente sobre el ramo de Cassano, 36 que no solo llegó a conquistar el título de duque sobre el feudo, sino que además consiguió hacerse un hueco en los ambicionados seggi napolitanos, instrumentos claves de la política del virreinato.37 La posibilidad de analizar dos trayectorias tan distintas de la familia en Nápoles —de un lado, la de Ottavio Serra, nacido en el reino, y de otro, la de Giovan Francesco Serra, primogénito de Girolamo y futuro señor de Cassano— pondrá de manifiesto la relevancia que tuvieron las experiencias individuales, las circunstancias de la familia de origen y el contexto temporal y espacial en el que se desarrollaron cada uno de los perfiles en la definición de identidades diversas en el seno de una misma familia. Las diferencias entre ambos casos de estudio se manifiestan ya en un primer análisis: la relación de Giovan Francesco con el reino de Nápoles comenzó tardíamente cuando, en 1629 —por tanto siete años después de que los fideicomisarios de su padre hubieran adquirido Cassano— hizo entrada en el feudo calabrés 36 A pesar de la importancia y visibilidad alcanzadas por Ottavio Serra en el reino de Nápoles en los primeros veinte años del siglo xvii, la monografía de Podestà, Musella y Augurio sobre la familia Serra le dedica solo dos páginas. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 60-62. 37 Muto, Giovanni. «Interesi cetuali e rappresentanza politica: i “seggi” e il patriziato napoletano nella prima metà del Cinquecento», en Cantù, Francesca y Visceglia, Maria Antonietta (eds.), L’Italia di Carlo V. Guerra, Religione e Politica nel primo Cinquecento, Roma, Viella, 2003, pp. 615-637.

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como su legítimo señor.38 Sin embargo, la integración de Ottavio Serra en las filas de la nobleza napolitana fue el resultado de un recorrido de más de veinte años cuyo inicio derivó, no solo de la existencia de un indudable espíritu de iniciativa comercial y financiera, sino también del nuevo papel que Nápoles estaba llamado a desempeñar en los negocios de la familia y en las estrategias de diversificación de la inversión puestas en práctica por Girolamo y Battista Serra desde principios del siglo xvii. Por otro lado, Ottavio Serra, a diferencia de su primo Giovan Francesco, había nacido en el reino, probablemente fruto de una relación extraconyugal de su padre con una nativa, Camilla Cagnone (o Cannone), tal y como aseguraban sus propios parientes.39 Esta circunstancia y el hecho de que hubiera obtenido la ciudadanía en 1605 hacían de él un napolitano a todos los efectos40 y probablemente explican 38 ASC, Parte prima, vol. 1, 44, «Relazione dell’ingresso del Marchese Gian Francesco Serra in Cassano, avvenuto nel 1629». 39 Battista Serra, testigo de las pruebas efectuadas en Génova en 1631 para el hábito de Santiago de Giovanni Battista, hijo de Ottavio, afirmaba que este último había nacido en Nápoles cuando su padre, Giovanni Battista q. Paolo II, se encontraba en la ciudad. En AHN, OM, leg. 7718, expediente de hábito de Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631, fol. 9r. Sobre la genealogía de Ottavio Serra, véase la genealogía número 12 en el anexo presente al final de este trabajo. La genealogía para Ottavio Serra publicada por Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., especifica que su padre, Giovanni Battista, estuvo casado con una prima, Maddalena Serra q. Girolamo q. Antonio, perteneciente a un ramo paralelo al de Paolo II Serra. 40 ASNa, Sommaria, Processi antichi, ordinamento Zeni, busta 128, fasc. 23. Sobre los procesos de adquisición de la ciudadanía napolitana, véase Ventura, Piero. «Le ambiguità di un privilegio: la cittadinanza napoletana tra Cinque e Seicento», Quaderni Storici. Nuova Serie, XXX, 89/2 (1995), pp. 385-416; id. «Mercato delle risorse e identità urbana; cittadinanza e mestiere a Napoli tra xvi e xvii secolo», en Meriggi, Marco y Pastore, Alessandro (eds.), Le regole dei mestieri e delle professioni, secoli xv-xix, Milán, FrancoAngeli, 2000, pp. 268-304; id. La città dei privilegi. Governo spagnolo, burocrazia e cittadinanza a Napoli nel Cinquecento, Nápoles, Federico II University Press, 2018; Marino, John A. Becoming Neapolitan. Citizen Culture in Baroque Naples, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 2011. Sobre la influencia de los mercaderes en el debate sobre la extranjería en la Monarquía Hispánica y los factores que determinaban la definición como

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que fuera el único de la familia que, después de un período de formación en Génova41 y de una experiencia como soldado junto a los Lomellini de Tabarca,42 estableciera su residencia definitiva en el reino. ciudadano o foráneo véase Herzog, Tamar. «Merchants and Citizens: On the Making and Un-making of Merchants in Early Modern Spain and Spanish America», Journal of European Economic History, 52 (2014), pp. 137-163. 41 Según Aurelio Re, uno de los testigos preguntados en Génova para las pruebas de hábito de la orden de Santiago al que optaba Giovanni Battista, hijo de Ottavio, este último aprendió los rudimentos del oficio junto a su tío Girolamo Serra como coven di escaño (joven de escaño) que, según Re, «en español quiere decir que servía de escribir en los papeles e libros de la cuenta y razón de la hacienda de Girolamo Serra, su tío, hermano de Giovan Battista, padre del dicho Ottavio». Re no consideraba dicho oficio como innoble, ya que «ha visto en este ejercicio otros muchos hombres principales de esta República que hoy ocupan muy grandes lugares en su República y en el servicio a Su Majestad, porque este es el camino para aprender el arte de la negociación». En AHN, OM, leg. 7718, expediente de hábito de Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631, fol. 10r. El hecho confirma el papel clave de Girolamo Serra en la formación y educación de sus sobrinos que ya desempeñaba también como tutor de los hijos de su hermano Antonio IV tras su fallecimiento en 1582. Sobre la formación de los mercaderes y de los financieros en los siglos xvi y xvii, véase: Roche, Daniel y Angiolini, Franco, Cultures et formations négociantes dans l’Europe moderne, París, Editions EHESS, 1995. Sobre la formación específica de los genoveses: Zanini, Andrea. «La manualistica genovese per la preparazione degli uomini d’affari», en Massa, Paola (ed.), Attori e strumenti del credito in Liguria: dal mercante banchiere alla banca universale, Génova, Fondazione Carige, 2004, pp. 43-63; Sanz Ayán, Carmen. Un banquero en el siglo de Oro…, cit., pp. 71-82. 42 AHN, OM, exp. 7718, expediente de hábito de Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631, fol. 12v. Probablemente, sus servicios en la isla deben ponerse en relación con los lazos estrechos que unían a las familias Lomellini y Serra. Antonio IV Serra, tío de Ottavio, estaba casado con Claudia Lomellini, del ramo de los Lomellini que administraban en régimen exclusivo el enclave de Tabarca y la extracción del coral de la isla. Sobre la gestión de Tabarca por los Lomellini, véase: Pulido Bueno, Ildefonso. Guerra y riqueza en Berbería. La Corona Española y sus posesiones de Maçal-Arez y Tabarka cedidas en enfiteusis al linaje Lomellini (1540-1742). De solución a problema para la Hacienda Real, Huelva, Ildefonso Pulido Bueno, 2016. Sobre la relevancia del comercio del coral y la participación de los genoveses en la actividad en estos años: Grendi, Edoardo. «Una comunità alla pesca del corallo: impresa capitalistica

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Además, entre los motivos de su asentamiento en Nápoles, uno de los testigos de las pruebas de hábito de su hijo, Nicolás Pelaço, aludía a «la poca hacienda» que por entonces poseía Ottavio, afirmación que ilustra la preferencia de los genoveses por el reino como realidad en la que enriquecerse y en la que ascender socialmente.43 Si bien esta hipótesis es cierta para gran parte de los ligures que desembarcaron en Nápoles para quedarse, no explica completamente la relación de los Serra con Nápoles. La presencia de Antonio, Giovanni Battista y Girolamo Serra en el Mezzogiorno desde la década de 1560 había sido puntual —todos abandonaron Nápoles después de un período sin haber manifestado ninguna pretensión de escalar socialmente mediante la obtención de feudos o el establecimiento de matrimonios con nativas o genoveses residentes— y enfocada a la adquisición de experiencia profesional y, claro está, de nuevas fuentes de inversión y beneficio. En el caso de Ottavio, tras el abandono de la plaza por parte de los senior de la familia y en correspondencia con las nuevas actividades de servicio al monarca que empezó a desempeñar Battista Serra en Madrid a principios del siglo xvii, su asentamiento estable en Nápoles constituía un requisito absolutamente necesario y funcional a las exigencias de la red. La relación y compenetración entre los negocios de Ottavio en Nápoles y las actividades de su primo Battista al servicio de Felipe III en Madrid no solo debió de influir en el establecimiento definitivo del primero en el Mezzogiorno, sino también en la capacidad de Ottavio para erigirse en una de las cabezas visibles de la e impresa sociale», en Studi in memoria di Luigi Dal Pane, Bolonia, CLUEB, 1982, pp. 445-599; Lo Basso, Luca. «Traffici globali. Corallo, diamanti e tele di cotone negli affari commerciali dei Genovesi in Oriente», en Nigro, Giampiero (ed.), Reti marittime come fattori dell’integrazione europea, Florencia, Firenze University Press, 2019, pp. 533-554. 43 La declaración de Pelaço fue realizada en Genova el 16 de julio de 1627. En AHN, OM, exp. 7718, expediente de hábito de Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631, fol. 15v.

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nación genovesa de esos años.44 La presencia de Ottavio en el reino, en concreto en los bancos públicos napolitanos, adquiere mayor visibilidad en el mismo momento en el que Battista comienza a emerger con fuerza en las finanzas hispánicas. Como se recordará, Battista había alcanzado una posición de privilegio en la corte de Madrid después de su participación en el Medio General de 1598 y, sobre todo, tras la suspensión de pagos de 1607 que supuso su nombramiento como uno de los cuatro diputados genoveses del Medio General de 1608. El ascendiente de Battista Serra en Madrid propició que Ottavio y su socio Antonio Spinola se convirtieran en mediadores acreditados para la nobleza, los comerciantes, los togados y los consejeros de las instituciones virreinales que no dudaban en acudir a la compañía Serra-Spinola para gestionar y tutelar sus intereses en la Corte o para la confirmación de sus privilegios en Castilla o en el reino.45 Por los servicios prestados a las élites regnícolas, Ottavio compensaba a Battista en las ferias de Piacenza, donde enviaba letras de cambio a pagar al procurador de la compañía

44 La decisión de Battista Serra de abandonar temporalmente Madrid en una fecha indeterminada entre 1617 y 1618 no impidió a Ottavio Serra seguir asistiendo a la sociedad napolitana en la tutela de sus intereses en la Corte. En Madrid, las funciones de Battista Serra fueron asumidas por su primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II que, como se recordará, fue nombrado por Battista sucesor de sus negocios en España. Ejemplos de los tratos entre Ottavio Serra y Francesco Serra de Giovanni Pietro II en Ben Yessef Garfia, Y. R. «A Genoese Merchant…», cit., p. 23. 45 Los servicios que la compañía desempeñó para las élites regnícolas fueron muy numerosos y continuos sobre todo desde principios del siglo xvii. Sobre tales actividades, véase ibidem, pp. 12 y 22. Además de sus servicios a las aristocracias napolitanas, a Ottavio Serra acudía también la nobleza genovesa del reino. Al respecto, el 12 de julio de 1612, Ottavio Serra vendía paños para los uniformes de los sirvientes del conde Carlo Cicala. En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 73, 12 de julio, fol. 880. Igualmente, el 11 de julio de 1616 Serra pagó 31 ducados a Francesco Pelliccia por una tela blanca y turquina que servía para hacer un vestido al príncipe de Gerace, Filippo Grimaldi. En ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 110, 11 de julio, fol. 48.

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Serra-Pallavicino de la que formaban parte el propio Battista, su hermano Paolo y el cuñado de ambos, Nicolò Pallavicino. La posición conquistada y la confianza que generaban tan buenos contactos facilitaron que los servicios de Serra y Spinola fueran también requeridos por algunos de los principales potentados de Italia como el cardenal Ascanio Colonna, del que la compañía era procuradora para el cobro de rentas en Nápoles.46 Asimismo, en la década de 1630, Ottavio tenía a su cargo los negocios de los Centurione y de Giovanni Stefano Doria.47 Los aspectos mencionados invitan a considerar las funciones de agency que el genovés desempeñaba en el Mezzogiorno, ya no como un fenómeno justificado por la existencia de vínculos de nación, parentela o religión entre el representante y el representado —lazos que, como se ha visto, no siempre se hallaban presentes—, sino más bien como un puente entre realidades muy diversas desde el punto de vista legal, fiscal e institucional.48 Se trataba de una característica que destaca la capacidad de este tipo de intermediarios para difundir nuevas ideas, hacer comprensibles espacios muy distintos cultural y jurisdiccionalmente y, en algunos casos, conseguir ámbitos de privilegio para su red de parientes, amigos y clientes.49 46 ASBNa, SS, a. 1607, gb, m. 46, 27 de agosto, fol. 636. No fue el único cardenal con el que Ottavio Serra mantuvo tratos económicos. Al respecto, véanse las operaciones de cambio y pagos efectuados por Ottavio Serra para el cardenal Francesco Sforza en un período sucesivo: ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 91, 16 de junio, fols. 291 y 292; id., 8 de julio, fol. 396. 47 Testimonio de Giovanni Battista Bacigalupo en Génova el 29 de abril de 1631 en ocasión de las pruebas efectuadas para determinar las calidades de Giovanni Battista Serra, hijo de Ottavio y candidato al hábito de Santiago. En AHN, OM, exp. 7718, expediente de hábito de Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631, fol. 6r. 48 Sobre las características de los agentes y sus funciones en la Edad Moderna, véase Cools, Hans; Keblusek, Marika y Noldus, Badeloch. Your humble Servant. Agents in Early Modern Europe, Hilversum, Uitgeverij Verloren, 2006. 49 En este sentido, además de los consulados nacionales, es necesario recordar el privilegio de disponer de un juez privativo que fue concedido a algunos de los hombres de negocios al servicio de la Monarquía Hispánica. Al respecto, véase Sanz Ayán, C. «El juez privativo...», cit. Sobre la jurisdicción específica

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No deja de ser llamativo el rápido protagonismo adquirido por la compañía Serra-Spinola en el escenario económico del reino, sobre todo teniendo en cuenta la desconfianza que había generado en los ligures de Nápoles la suspensión de pagos de 1596 y el hundimiento de conocidos bancos genoveses que operaban en el Mezzogiorno. Al respecto, Marc’Antonio Doria, del ramo D’Angri, comunicaba a su padre, Agostino Doria, en una carta de 28 de enero de 1597, que prefería caminar con cautela en los negocios porque temía que las quiebras protagonizadas por Giovanni Paolo Grillo y Pier Francesco Spinola en Bari pudieran arrastrar a otros hombres de negocios de Nápoles.50 En esta línea, el residente veneciano en Nápoles, Giovan Carlo Scaramelli, informaba a la República el 2 de diciembre de 1597 de que, en aquellos tiempos, los genoveses de Nápoles preferían retener sus capitales o invertirlos en Roma antes que «andar imbrogliando in Spagna».51 Las relaciones estrechas entre la compañía Serra-Spinola y las élites del reino no solo hallaban su razón de ser en los contactos que la primera mantenía en Madrid a través de Battista, primo de Ottavio, sino también en el fácil acceso que la sociedad comercial tenía a las redes de distribución de objetos suntuarios y en su disponibilidad crediticia, característica que hacía de Ottavio y de Antonio óptimos prestamistas.52 Prueba de su capacidad para que podían disfrutar los mercaderes extranjeros en el reino de Nápoles, véase Zaugg, Roberto. Stranieri di antico regime. Mercanti, giudici e consolati nella Napoli del Settecento, Roma, Viella, 2011. 50 ASNa, Archivio Doria D’Angri, Parte seconda, busta 283 bis, n. 277, carta de Marc’Antonio Doria, Nápoles, a su padre, Agostino Doria, Génova, 28 de enero de 1597. 51 Es decir, antes que complicarse o confundirse con los negocios de España, los ligures preferían no invertir sus capitales, o bien hacerlo en Roma, plaza que ofrecía mayores garantías de beneficio. En italiano, el verbo imbrogliare significa también ser un obstáculo o violar las normas. La citación de Scaramelli en Barzazi, A. Dispacci…, cit., p. 93. 52 Así por ejemplo, Portia De Maio, el 27 de octubre de 1616, pagaba 355 ducados a la compañía por cuenta de un préstamo de 1205 ducados que esta le había

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operar en el mercado de bienes de lujo la hallamos en los intensos contactos que mantuvieron con el conde de Villamediana.53 En concreto, la compañía Serra-Spinola fue la encargada por Tassis de adquirir lo necesario para la celebración del torneo de 1612 aprobado por el virrey, conde de Lemos, para celebrar los compromisos reales entre España y Francia y que programaban, por un lado, la unión del príncipe Felipe con la princesa Isabel de Francia y, por otro, de la infanta Ana de España con Luis XIII.54 Los productos suministrados por los genoveses en esa ocasión constituyen una puerta abierta a la sociedad del ceremonial y de la apariencia del Seicento napolitano.55 Los numerosos pagos que, en la década de 1610, la compañía Serra-Spinola realizó en nombre de Juan de Tassis y Peralta, conproporcionado. Es interesante destacar que parte del préstamo fue devuelto en joyas (en concreto unos pendientes de diamantes) por valor de 180 ducados. En ASBNa, SS, a.1616, gb, m. 114, fol. 339. 53 En lo que se refiere al suministro de bienes artísticos a Villamediana, Nicolini nos informa de que el 12 de junio de 1612 Ottavio Serra y su socio Antonio Spinola figuraban como pagadores del maestro Pietro Antonio Crispo, en nombre del conde de Villamediana y por cuenta de siete cuadros que habían vendido a este último. En Nicolini, Fausto. «Notizie storiche tratte dai giornali copiapolizze dell’antico Banco della Pietà», Bollettino dell’Archivio Storico del Banco di Napoli, vol. 1 (1950), pp. 1-92:18. 54 Algunos de los bienes comprados por Ottavio Serra y Antonio Spinola por cuenta del conde de Villamediana, que era uno de los participantes y financiadores del evento, fueron caballos, sillas, vestidos y picas. Al respecto, véase ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 73, 9 de abril, fol. 443; id., 7 de junio, fol. 610; id., SS, a. 1612, gb, m. 74, 20 de febrero, fol. 230; id., 30 de marzo, fol. 389; id., 12 de abril, fol. 455; id., 16 de junio, fol. 766; id., SS, a. 1612, gb, m. 75, 21 de febrero, fol. 188; id., 24 de marzo, fol. 280; id., SS, a. 1612, gb, m. 57, 29 de marzo, fol. 302. Sobre el torneo, véase: Valentini, Francesco. Descrittione del sontuoso torneo fatto nella fidelissima città di Napoli l’anno 1612 con la relatione di molt’altre feste per allegrezza delli regij accasamenti seguiti fra le potentissime Corone Spagna e Francia, Nápoles, Giovanni Iacomo Carlino, 1612; Chaves, Teresa. «El duque de Medina de las Torres y el teatro. Las fiestas de 1639 en Nápoles», en Antonnucci, Fausta (ed.), Percorsi del teatro spagnolo in Italia e Francia, vol. 5, Florencia, Alinea Editrice, 2007, pp. 37-68:46 y 47. 55 Sobre el ceremonial napolitano en estos años, véase Antonelli, Attilio. Cerimoniale del viceregno spagnolo di Napoli (1503-1622), Nápoles, Arte’m, 2015.

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de de Villamediana, demuestran que la sociedad de Ottavio era su procuradora en Nápoles, lo cual nos invita a preguntarnos si en los servicios que la compañía genovesa ofrecía a Tassis había incidido la relación de Ottavio con Battista Serra. Al respecto, es necesario recordar que fue Battista el que, en 1604, compró a Tassis una de las vidas del oficio de Correo Mayor de Milán que poseía inaugurando, de esta manera, la andadura de la familia Serra al frente de esta regalía por casi un siglo.56 Además, la presencia de Tassis en Nápoles inició solo en 1611 y hasta 1615, donde fue desterrado por los excesos cometidos en la corte de Madrid. En una sociedad en la que la confianza dependía de la experiencia directa con los sujetos y de la compartición de contactos,57 puede suponerse que las relaciones entre Ottavio Serra y Juan de Tassis en Nápoles se habían visto propiciadas por los tratos iniciales que Battista había mantenido con el conde de Villamediana a principios del siglo xvii en la corte de Madrid. La influencia de las operaciones de Battista en Madrid sobre las acciones de Ottavio en Nápoles se pone de nuevo de manifiesto en la tentativa, por parte de Ottavio Serra, de adquirir el Correo Mayor de Sicilia que respondía a una estrategia familiar, encabezada por Battista, de hacerse con cada vez mayores cuotas de poder de los oficios de Correo Mayor presentes en los dominios hispánicos, 56  Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio…», cit. 57 Sobre la confianza en ámbito mercantil, véanse: Court, Ricardo. «“Januensis ergo mercator”. Trust and Enforcement in the Business Correspondance of the Brignole Family», Sixteenth Century Journal, XXXV, 4 (2004), pp. 987-1003; id. «The Language of Trust: Reputation and the Spread and Maintenance of Social Norms in Sixteenth Century Genoese Trade», RiMe, 1 (diciembre, 2008), pp. 77-95; Fontaine, Laurence. The Moral Economy. Poverty, Credit, and Trust in Early Modern Europe, París, EHESS, 2014; Lamikiz, X. Trade…, cit.; id., «Social Capital, Networks and Trust in Early Modern Long-Distance Trade. A Critical Appraisal», en Herrero Sánchez, M. y Kaps, K. (eds.), Merchants…, cit., pp. 39-61; Sánchez Durán, Álvaro. «Informacion y reputacion en el siglo xvii: la construccion de la confianza en redes sociales de hombres de negocios portugueses», Studia Historica. Historia Moderna, XXXVIII, 2 (2016), pp. 425-466.

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con el objetivo de controlar una entrada rediticia y un instrumento eficaz para ejercer impunemente el contrabando y monopolizar la transmisión de la información. Así debe entenderse el intento de Ottavio de comprar, en 1612, la mitad del oficio de Correo Mayor de Sicilia por un precio total de 25 000 ducados.58 Aunque en 1614 sabemos que se devolvió a Ottavio el capital depositado debido a que la venta no contó con el asenso regio,59 el genovés y su socio Spinola, obedeciendo a las instrucciones de Nicolò Pallavicino desde Génova,60 compraron poco después censos por valor de 90 475 ducados, 1 tarì y 2 grana sobre el Correo Mayor de Nápoles. Aunque la transacción debía realizarse en nombre de Nicolò Pallavicino, tales censos debían ponerse en cabeza de diversos sujetos que formaban parte de la red y de la familia, como Francesco Serra o Antonio Pallavicino, hijo de Nicolò.61 El protagonismo conquistado por Battista Serra en Madrid a principios del siglo xvii, como se ha visto, pudo contribuir a revitalizar el papel del Mezzogiorno en los negocios de la familia y, específicamente, del joven Ottavio Serra en Nápoles. Al mismo 58 La otra mitad había sido abonada por Claudio Spinola. En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 75, 31 de marzo, fol. 345; id., SS, a. 1612, gb, m. 74, 3 de abril, fol. 403. 59 ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 24 de enero, fols. 138 y 139. 60 La compañía Serra-Spinola compartía cuotas de la sociedad Serra-Pallavicino, por lo que no es de extrañar que tutelara en Nápoles sus intereses, tal y como demuestran las numerosas operaciones halladas en las cuentas que la sociedad mantenía en el banco público Spirito Santo. El documento que nos informa de la compartición de cuotas de negocio por parte de ambas compañías hacia 1622 en ASNa, Notai ‘500, 488/29, fols. 219v-224v. 61 ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 95, 12 de septiembre, fols. 143 y 144. El oficio se hallaba arrendado al ligur Nicolò Giudice. Puesto que la fuente no revela la paternidad de Francesco Serra, no podemos saber si se trata del hijo de Giovanni Pietro II, residente en esos años en Madrid, o del hermano de Battista Serra, situado por entonces en Génova. Otros de los beneficiarios de los censos comprados eran Antonio Maria Strada, Giovanni Battista Lomellini —hijo de Stefano— y Giovanni Battista Pallavicino. Respecto a las unidades monetarias, un ducado napolitano equivalía a cinco tarì. A su vez, un tarì equivalía a veinte grana. Por otro lado, un ducado napolitano correspondía a 0,91 escudos y 0,83 ducados castellanos. En Fenicia, G. Il regno di Napoli..., cit., p. XIII.

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tiempo, los contactos que entablaban Serra y Spinola con altos exponentes de la sociedad hispánica en Nápoles constituían una óptima argamasa para consolidar las negociaciones y las actividades desarrolladas por su primo Battista en otros contextos. En este sentido, si bien Battista Serra fue el promotor de los contactos de la compañía Serra-Spinola en Nápoles con el conde de Villamediana, es muy posible que fueran los socios genoveses situados en el Mezzogiorno los artífices de las buenas relaciones existentes entre Battista y el marqués de Villafranca, Pedro de Toledo. Relaciones que se desarrollaron en diversas sedes: en primer lugar en Madrid, donde Toledo fue consejero de Estado mientras Battista era miembro de la Diputación del Medio General de 1607 y, posteriormente, en Milán, cuando Villafranca fue gobernador del ducado, entre enero de 1616 y agosto de 1618, y Battista fue enviado por la República, entre junio y agosto de 1618, para exigir ante el ministro hispánico el respeto de los derechos de San Giorgio sobre la distribución de la sal. Antes de que Pedro de Toledo y Battista Serra se encontraran en Madrid, el primero había conocido a Ottavio Serra y a Antonio Spinola en Nápoles —donde Villafranca había nacido— y se había valido de ellos para tramitar sus negocios en Madrid a través de Battista Serra.62 Las circunstancias hasta ahora descritas señalan, una vez más, el valor crucial de las redes en la adquisición de poder de negociación y de influencia en las distintas cortes de la Monarquía Hispánica y en el control exclusivo de las mejores regalías. Sin olvidar el papel fundamental que tuvieron estos entramados mercantiles y financieros en la conexión de las élites al servicio del 62 Pedro de Toledo recurría a los servicios de Ottavio Serra para pagar las deudas que sus procuradores habían contraído en Madrid con Battista. Algunos ejemplos sobre las tareas de intermediación de Ottavio Serra a este respecto en ASBNa, SS, a. 1604, gb, m. 36, fols. 365, 498 y 649; id., a. 1605, gb, m. 38, fols. 143 y 576; id., a. 1606, gb, m. 41, fols. 46, 135 y 304; id., a. 1606, gb, m. 42, fol. 861, 20 de diciembre; id., a. 1607, gb, m. 46, fol. 683, 12 de septiembre; id., 10 de diciembre de 1607, fol. 879.

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monarca Católico y en el sostenimiento de sus intereses en los distintos dominios hispánicos, contribuyendo, de este modo, al reforzamiento de la sociedad aristocrática-señorial. La conexión entre las actividades de los primos Battista y Ottavio Serra, establecidos en plazas distintas y lejanas entre sí, pone de manifiesto la interdependencia entre las partes y demuestra cómo la red podía erigirse en un factor de éxito tanto del grupo como de los individuos que la componían.63 Al mismo tiempo, el fenómeno ilustrado evidencia la influencia que ejercían entre sí los distintos centros y la necesidad, por parte de los núcleos urbanos de la Monarquía Hispánica, de servirse de estas redes para facilitar los procesos de negociación, la resolución de conflictos y el alcance de los objetivos de la política hispánica.

3. Ottavio Serra:

una bisagra entre Génova, el virrey y la nación genovesa de Nápoles

Las dificultades que los genoveses tuvieron que afrontar a finales del siglo xvi, y que se manifestaron en el cese de las actividades económicas de muchos de ellos constituyeron un trampolín para aquellos hombres de negocios que se encontraban en la condición de poder obtener beneficios de una situación en apariencia poco halagüeña. Ottavio Serra es, precisamente, un claro ejemplo de la nueva generación de banqueros que se benefició del vacío ocasionado por la coyuntura mencionada. Además de la desaparición de algunas de las pricipales casas financieras genovesas, si algo caracterizaba a la nación ligur de Nápoles a inicios del siglo xvii era su heterogeneidad. Esta falta de 63

Trivellato, Francesca. «A Republic of merchants?», en Molho, Antonio y Curto, Diogo Ramada (eds.), Finding Europe: Discourses on Margins, Communities, Images, 13th to 18th Centuries, Oxford-New York, Berghahn Books, 2007, pp. 133-158.

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unión en el seno de comunidad se debió, en gran parte, al interés de los genoveses por establecer singularmente una relación con la finanza estatal y no como miembros de un grupo de presión formado por otros connacionales. Se trata de una característica que dificulta sobremanera la identificación clara de un «partido genovés»,64 entendido este como un «grupo de presión en grado de influir en las decisiones políticas hispano-napolitanas o de incidir en los lugares en los que se constituía la decisión».65 Tal y como asegura Musi, la nación genovesa de Nápoles a principios del siglo xvii sería más bien «un conjunto de personalidades potentes que lo eran gracias a su integración en los vértices del Estado y en la “sociedad de órdenes” meridional».66 La heterogeneidad de la nación genovesa vino acompañada por un cierre oligárquico que también experimentaron otras importantes comunidades ligures presentes en los dominios hispánicos, así como otras instituciones típicamente napolitanas como los seggi.67 Este fenómeno propició la consolidación de la impronta aristocrática del consulado genovés que, a su vez, determinó que, en estos años, al frente del mismo destacaran familias pertenecientes principalmente a la nobleza de la República.68 Como era de esperar, esta tendencia desencadenó resistencias por parte de aquellos miembros de la nación que se sentían excluidos, sobre todo en 64 La hipótesis de la presencia de un partido genovés en el reino ha sido sostenida por Colapietra, Raffaele. «Genovesi in Calabria nel Cinque e Seicento», Rivista Storica Calabrese, 2 (1981), pp. 15-89. 65 Traducción propia del texto original: «Gruppo di pressione in grado di influenzare le scelte politiche ispano-napoletane, di incidere nei luoghi di formazione della decisione». En Musi, A. Mercanti genovesi…, cit., p. 95 y 110-116. 66 Traducción propia del texto original: «Un insieme de personalità potenti perchè integrate dei vertici dello Stato e della ‘società di ordini meridionale». En ibidem, p. 111. 67 Muto, Giovanni. «Spazi urbani e poteri cittadini: i “seggi” napoletani nella prima età moderna», en Heidemann, Grit y Michalsky, Tanja (coords.), Ordnungen des sozialen Raumes: die Quartieri, Sestieri und Seggi in den frühneuzeitlichen Städten Italiens, Berlin, Reimer, 2012, pp. 213-228. 68  Brancaccio, G. «Nazione genovese»…, cit., p. 117.

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aquellas ciudades en las que la colonia ligur gozaba de mayor dinamismo y en las que contaba con un mayor número de miembros, como fue el caso de Sevilla o de Amberes.69 La falta de unidad de la comunidad genovesa de Nápoles no fue óbice para que algunas figuras, como Cornelio Spinola, cónsul de la nación entre 1618 y 1649 —aunque con algunas interrupciones—70 contaran con el respeto y la estima de muchos de sus compatriotas.71 Sin embargo, el predominio de Cornelio Spinola al frente del consulado no debió de ser del agrado de todos.72 Síntoma de la capacidad de algunos genoveses de la nación asentada en Nápoles para aglutinar los intereses de unos po-

69  Collado Villalta, P. «La Nación...», cit. Sobre los conflictos originados en el seno de la nación genovesa de Flandes véase: Petti-balbi, Giovanna. Negoziare fuori patria. Nazioni e genovesi in età medievale, Bolonia, CLUEB, 2000, pp. 12-13. 70 Según Brancaccio, Cornelio Spinola había sido designado cónsul de la nación genovesa de Nápoles el 17 de agosto de 1621. En Brancaccio, G., «Nazione genovese»…, cit., p. 119. No obstante, este ejercía como tal al menos desde 1618. De hecho, el gobierno ligur confirmó su nombramiento por carta a Spinola de 3 de agosto de 1618. En ella, la República le atribuía el cargo por dos años. En ASGe, AS, Litterarum, 1887, carta de la República a Cornelio Spinola, cónsul de la nación genovesa de Nápoles, el 3 de agosto de 1618, fol. 74v. Sin embargo, el 29 de enero de 1619, varios miembros de la comunidad genovesa de Nápoles enviaron un memorial a la República en el que se informaba de que Cornelio Spinola no había aceptado el nombramiento. En ASGe, AS, Litterarum, 1983. La posición de Spinola fue causa de una serie de conflictos por la elección de un sustituto en los que entraban en juego los intereses de la República, de la comunidad ligur de Nápoles y del virrey. 71 Brancaccio, G. «Nazione genovese»…, cit., pp. 119-148. Los hombres de negocios lusos, entre los que destacó con diferencia Miguel Vaaz, habían gozado de un trato de favor en los años en los que el conde de Lemos estuvo al frente del virreinato. Pero la compactación de la comunidad genovesa en torno a Cornelio Spinola en la década de 1620 contribuyó a dificultar su reintegración durante el gobierno del virrey cardenal Zapata. En Sabatini, Gaetano. «Un mercato conteso: banchieri portoghesi alla conquista della Napoli dei genovesi (15901650)», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R, Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 1, pp. 141-170:162-163. 72 ASGe, AS, Litterarum, 1982, carta de Dionisio Maria, secretario del consulado genovés de Nápoles, a la República, 30 de octubre de 1618.

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cos contra el cónsul del momento fue la Deputazione creada en 1609 por parte de algunos ligures del reino para conseguir que los gastos derivados de una factoría —acordada entre el virrey y los genoveses Ottavio Pavese y Bonifacio Nasello— fueran repartidos entre todos los componentes de la nación. Entre los miembros de la Deputazione, que se oponían a las gestiones del cónsul Tommaso Pinelli, además de Ottavio Serra, se hallaban Francesco Squarciafico, Giovanni Ambrogio Casella y Antonio Spinola,73 tres de los principales socios y colaboradores de Ottavio en este momento. La iniciativa contaba con precedentes. Así lo demuestra la petición que Giovanni Ambrogio Casella había dirigido en marzo de 1609 a Ascanio Spinola, apenas fue elegido cónsul de la nación en Nápoles. En ella, Casella y una larga lista de firmantes le solicitaban que mostrara los recaudos que, teóricamente, habría recibido de la República el cónsul que le precedió, Tommaso Pinelli, y por los que se ordenaba a todos los genoveses de Nápoles que declararan si percibían entradas en el reino, ya fuera por su cuenta o por cuenta de otros.74 Detrás de la propuesta auspiciada por Pinelli se hallaba la intención de afrontar las reformas fiscales del virrey conde de Benavente que, para poner remedio a la penuria económica del reino, emprendió una serie de medidas entre las que se encontraba la reducción de los intereses de las rentas de los extranjeros. El objetivo de Pinelli era obligar a todos los genoveses de Nápoles, incluyendo a aquellos nacidos en el reino, a distribuir adecuadamente las pérdidas y las nuevas imposiciones del virrey.75 Ascanio Spinola respondió a los firmantes que aún no había aceptado el nom73 ASGe, AS, Lettere Consoli Napoli, 2635, cartas de Tommaso Pinelli, cónsul genovés en Nápoles, a la República, 2 de junio de 1609 y 26 de enero de 1610. 74  Ibidem, petición de Giovanni Ambrogio Casella al nuevo cónsul, Ascanio Spinola, 30 de marzo de 1609. 75 Sobre estos aspectos, véase Brancaccio, G. «Nazione genovese»..., cit., pp. 109 y 110.

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bramiento y que, por otro lado, Tommaso Pinelli —cónsul en funciones hasta que no se hubiera confirmado la elección de Ascanio— se había negado a proporcionarle las órdenes que había recibido del Senato genovés. La lista de los firmantes ofrece un panorama excelente sobre los miembros de la nación que apoyaron la petición de Casella y que, suponemos, constituían los principales beneficiarios de las rentas del reino en esos años —entre los que se hallaban ligures que, como Ottavio Serra, habían nacido en Nápoles— y los que, por tanto, habrían podido recibir mayor daño en el caso de que el plan de Pinelli saliera adelante. Como puede verse en la tabla 17, entre los firmantes de la petición de Casella se encontraban —además de los ya mencionados y de Ottavio Serra— Quilico Spinola (socio de Francesco Squarciafico) y Agostino Belmosto, estrechamente relacionado con la familia Serra. Las circunstancias descritas permiten interpretar la institución del consulado desde una óptica distinta: si bien es cierto que se trataba de un instrumento para proteger los intereses de una comunidad extranjera desplazada, podía también convertirse en un factor desestabilizador de la nación, sobre todo si este se mostraba incapaz de neutralizar las exigencias de los sectores emergentes que competían para obtener las mejores condiciones de negocio y de promoción social para ellos y para su círculo de parientes, amigos, socios y clientes.76

76 En una carta a Francesco Ferroni de 25 de agosto de 1672, Bassetti, el secretario del Gran Duque de Toscana, se definía los litigios de los mercaderes florentinos residentes en Cádiz como un fenómeno «natural» y generalizable a otras naciones. En concreto, se refería a aquellos que tenían lugar en el seno de la nación genovesa y los protagonizados por los ingleses en Liorna que, si les fuera posible —afirma el secretario— llegarían a exterminarse los unos a los otros. En Herrero Sánchez, Manuel. «Génova y el sistema imperial hispánico», en Álvarez-Ossorio Alvariño, A. y García García, B. J. (eds.), La Monarquía de las Naciones..., cit., pp. 529-562:556 (nota al pie).

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Tabla 17. Firmantes de la petición de Giovanni Ambrogio Casella al cónsul de la nación en Nápoles, Ascanio Spinola (30 de marzo de 1609)77 Stefano Cattaneo Giovanni Ambrogio Casella en su nombre y en el de sus representados Antonio Spinola y Ottavio Serra Nicolò Cicala Giovanni Battista Soprani y Bozzolo Giovanni Battista Airolo Ottavio Gentile Pietro Antonio Bozzolo Agostino Belmosto Francesco Squarciafico Giacomo Maria Pallavicino Nicolò Moltedo Carlo e Orazio De Mari Domenico Centurione Leon Bava Quilico Spinola Agostino Carmagnola Angelo Saluzzo Agostino Da Signore Giovanni Paolo Capellone Giovanni Battista Lomellini Giovanni Francesco Massi Giovanni Giacomo Lagomarsino (o Lagomacino) Stefano Vivaldo Pietro Battista Scotti Benedetto Masola Giacomo Zattara (o Zattera) Antonio Gioneli (o Gioveli) Cristoforo Spinola (procurador del marqués Spinola)

77 ASGe, AS, Lettere Consoli Napoli, 2635.

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Los firmantes de la petición de marzo de 1609 no eran sujetos de poco calibre en las finanzas del reino. Más bien todo lo contrario. En una minuta de una carta enviada por el príncipe Giovanni Andrea Doria, el 31 de enero de 1605, a su fiel colaborador, Pietro Serra,78 Doria lo ponía al corriente de las compañías en Nápoles con las que podía hacer negocios en su nombre y aquellas que, por el contrario, debía evitar. En primer lugar, Doria apostaba por mantener tratos con Damiano Pallavicino y con su hermano, una opción que Pietro no había respetado y que había supuesto que el príncipe aconsejara, como alternativa, los servicios de Squarciafico y Spinola. Giovanni Andrea se refería, sin duda, a la compañía de Francesco Squarciafico y Quilico Spinola con la que Ottavio Serra inició su andadura en los negocios del Mezzogiorno.79 La colaboración entre Ottavio Serra y la compañía SquarciaficoSpinola no fue casual. Estos últimos se ocupaban de la recaudación de rentas en el reino y del pago de letras de cambio de Piacenza, Madrid y Valladolid por cuenta de la familia y de la sociedad SerraPallavicino.80 Además, el estudio de las cuentas que la compañía poseía en el banco Spirito Santo evidencia que Quilico Spinola y el genovés Agostino Belmosto —procurador de los Serra en Nápoles—, no solo poseían negocios en común, sino que también eran cuñados.81 78 Como ya se especificó en otro capítulo, las investigaciones hasta ahora realizadas no han revelado la existencia de una relación de parentela entre los Serra objeto de este estudio y el colaborador del príncipe Doria, Pietro Serra. 79 Los propios contemporáneos de Ottavio Serra así lo declaraban. En AHN, OM, exp. 7718, expediente de hábito de Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631, fol. 22r. Los tratos de Ottavio con esta compañía se detectan, al menos desde 1604, en las cuentas que ambas partes poseían en el banco Spirito Santo de Nápoles, presentes en el Archivio Storico Banco di Napoli. 80 Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre i legami…», cit., p. 660. 81 Sobre los vínculos entre Quilico Spinola y Agostino Belmosto, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «A Genoese Merchant...», cit., p. 12. En lo que se refiere a las relaciones entre los Belmosto y los Serra, véase id., pp. 12 y 13.

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El príncipe Giovanni Andrea Doria emitía su juicio sobre otras sociedades comerciales del reino. Así por ejemplo, aprobaba que Pietro Serra hubiera recurrido a Cattaneo y aseguraba que, para tratar con él, no era necesario su consentimiento. Aunque no sabemos a qué miembro de la familia Cattaneo se refería el príncipe, cabe destacar que Ottavio Serra contrajo nupcias con Antonia Cattaneo, hija de Girolamo, en 1612.82 Doria, por el contrario, descartaba cooperar con algunos de los genoveses más destacados de la economía del reino de principios del siglo xvii como los Bernizzone —casa de negocios genovesa que, a finales del siglo xvi, fue una de las principales suministradoras de capitales destinados al embajador español en Génova—83 y Zattera, con el que, en palabras de Doria, «no es tiempo de tratar ahora».84 82 Sobre dicha unión, véase ASNa, Notai ‘500, 488/21 (documento sin foliar). La relación de los Serra con los Cattaneo no se limitaba en estos años al ámbito napolitano. Como se recordará, después del desplazamiento de Francesco Serra, hermano de Battista, de Flandes a Génova, en Amberes quedó como correspondiente de la familia Francesco (o Franco) Cattaneo. Por otro lado, Maria Caterina Serra, hija de Girolamo y, por tanto, hermana del futuro señor de Cassano, Giovan Francesco Serra, estaba casada con Domenico Cattaneo. Para una mayor claridad respecto a estos enlaces, véase la genealogía nº 2 situada al final de este trabajo. 83 Estas operaciones fueron realizadas entre 1590 y 1596 por Giovanni Francesco Bernizzone junto a Nicolò y Giovanni Battista Gavotti, en un primer momento, y en colaboración con Bonifacio Naselli (Naselli), posteriormente. Todos eran genoveses. ASNa, Sommaria, Consultationum, 13I, fols. 43r y 45v; id., 16, fols. 125v-133v. 84 Los Zattera, también genoveses, eran una de las familias más destacadas del reino en el mercado del trigo, lo que explica los intereses que mantenían en Palermo. Entre sus miembros sobresalieron Giacomo Zattara y su primogénito, Cesare Zattara. Algunas de estas informaciones se pueden encontrar en el testamento de Giacomo Zattara, realizado en Nápoles el 20 de diciembre de 1620 en ASNa, Notai ‘500, 488/40, fols. 151r y ss. El motivo por el que Doria se negaba a negociar con la casa Bernizzone se debía a las facilidades, seguramente en materia de cambios, que estos pretendían del príncipe que, por su parte, afirmaba en su carta a Pietro Serra que él no daba ventajas a nadie («con la casa Bernazone [Bernizzone] non voglio imbarazzarmi perche vogliono aver vantaggio et io non voglio farlo a nessuno»). La carta del príncipe Doria a Pietro Serra en ADP, scaffale 85, busta 32.

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Los negocios de Ottavio Serra serían difícilmente comprensibles si no mencionáramos la larga colaboración que estableció con Antonio Spinola: los primeros documentos notariales que testimonian sus actividades como compañía se remontan a 160785 y se interrumpen en marzo de 1622, cuando ambos socios decidieron liquidar sus cuentas.86 La heterogeneidad de las actividades en las que participaban Ottavio Serra y Antonio Spinola exigía el despliegue de una amplia red de correspondientes de dentro y de fuera del reino,87 el mantenimiento cuidadoso de sus escrituras contables88 —máxime teniendo en cuenta la larga duración de la compañía— y la contratación de los servicios de otros sujetos para la correcta administración de la empresa, entre los que destacaron hombres de letras para la defensa de sus intereses y los de sus amigos en caso de litigios.89 85 ASNa, Notai ‘500, 488/16, donde se encuentran numerosos documentos de sus actividades para el año 1607. 86 ASNa, Notai ‘500, 488/29, «promissione, 3 marzo 1622. Antonio Spinola e Ottavio Serra», fols. 219v-224v. Los árbitros elegidos para el ajustamiento de las cuentas fueron Cornelio Spinola y Giovanni Battista Spinola. En el momento en el que se produjo el cese de su colaboración, Antonio Spinola y Ottavio Serra declaraban hallarse en sociedad también con la compañía de Battista y Paolo Serra y Nicolò Pallavicino por dos quintos el primero, dos quintos el segundo. El quinto restante pertenecía a la sociedad Serra-Pallavicino. 87 Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre i legami…», cit., pp. 654-671. 88 Spinola y Serra el 15 de febrero de 1614 pagaron a Troiano Cacace seis ducados, dos tarì y diez grana por libros contables y uno de registro que les había vendido para el desarrollo de sus actividades económicas. En ASBNa, SS, aa. 1613-1614, gc, m. 88, 15 de febrero de 1614, fol. 221. 89 El 9 de marzo de 1612, la compañía pagó 15 ducados a Francesco Nastaro para la elaboración de fes de vidas y otras escrituras para ellos y sus amigos. En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 73, 9 de marzo, fol. 208. Asimismo, Serra y Spinola, el 16 de mayo de 1614, abonaban a Francesco d’Agostino la mensualidad de 12 ducados por sus servicios en el litigio «della Marchesa Margarita Grilla e loro», probablemente refiriéndose a una discordia que mantenía la compañía con la marquesa. En ASBNa, SS, aa. 1613-1614, gc, m. 88, 16 de mayo de 1614, fol. 618. Por otro lado, el 22 de agosto de 1614, Antonio Spinola y Ottavio Serra pagaban 66 ducados a Giulio Venuto para la protección de sus causas y las de sus amigos y por ciertas cantidades de vino verdejo que les había entregado. En ASBNa, SS, a.

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No pasa inadvertido que los testimonios hallados sobre la cooperación entre Serra y Spinola inicien en el año 1607, año de la suspensión de pagos de Felipe III que condujo a la fundación de la Diputación del Medio General de 1608 con sede en Madrid y en la que Battista Serra entró a formar parte junto a otros cuatro compatriotas. La condición de poder conquistada por el primo de Ottavio en la Corte seguramente fortificó la posición de la compañía Serra-Spinola en el reino de Nápoles y propició que, a sus actividades habituales de seguros navales y de comercialización de trigo, vinos, seda, cereales y tejidos,90 se añadieran paulatinamente los servicios financieros al virrey. Estos últimos se detectan por primera vez a finales del virreinato del VII conde de Lemos (1610-1616), reconocido por haber puesto en práctica un intenso programa de reformas destinado a rentabilizar la economía napolitana.91 Los primeros asientos de

1614, gb, m. 94, 22 de agosto, fol. 80. La compañía poseía otros asalariados cuyas obligaciones, por desgracia, no son especificadas en los documentos hallados. Un ejemplo de ello es el de Nicolò Franco, al que la compañía pagó doce ducados el 10 de enero de 1612 en concepto de estipendio. En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 73, 10 de enero, fol. 52. Uno de los testimonios preguntados con motivo de las pruebas para la concesión del hábito de Santiago a Giovanni Battista Serra, hijo de Ottavio, afirmaba el 18 de julio de 1627 que el padre del candidato había desempeñado funciones similares a las descritas para los asalariados del genovés. En concreto, Ottavio había ejercido como «solicitador de causas» e «de pleitos», es decir, como procurador encargado de presentar en los tribunales las causas de otros individuos. En AHN, OM, exp. 7718, expediente de hábito de Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631, fol. 19r. 90 Estas actividades han sido analizadas en Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre i legami…», cit., pp. 654-671. 91 Galasso, Giuseppe. «Le riforme del conte di Lemos e le finanze napoletane nella prima metà del Seicento», en id., Mezzogiorno medievale e moderno, Turín, Einaudi Editore, 1965, pp. 201-229; Muto, G. Le finanze pubbliche…, cit.; Favarò, Valentina. Gobernar con prudencia. Los Lemos, estrategias familiares y servicio al rey (siglo xvii), Murcia, Universidad de Murcia, 2016, pp. 107-120. Sobre el virreinato del conde de Lemos, véase Enciso Alonso-Muñumer, Isabel. Nobleza, poder y mecenazgo en tiempos de Felipe III: Nápoles y el conde de Lemos, San Sebastián de los Reyes, Actas, 2007.

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Ottavio Serra para el virrey —para el que también ejerció, junto a Antonio Spinola, como procurador—92 se realizaron durante estos años93 y fue también este el período en el que la compañía de Ottavio Serra y del genovés Giovanni Francesco Varese obtuvo el gobierno de uno de los arrendamientos más importantes del reino, el del hierro de Terra di Lavoro y Calabria Citra y Ultra sobre el que se profundizará más adelante. En lo que respecta a los asientos o partiti acordados por Ottavio Serra con los virreyes de Nápoles, su estudio no es en absoluto simple: la dificultad para hallar los documentos originales de estos préstamos es puesta de manifiesto por los propios ministros de la Regia Camera Sommaria, el órgano competente para los asuntos económicos del reino. En una consulta de la Sommaria de 7 de septiembre de 1639 en la que se le discutía la posibilidad de facilitar la relación de partiti acordados, la cámara respondió que [...] no habiendo pasado por la Cámara se comenzó a hacer libros con relación del notario de la Regia Corte y que se comenzó por los partiti ya realizados, pero que no hubieran pasado por Cámara por lo que de aquello que no ha concluido ni notado, [la Cámara] no puede hacer relación a Vuestra Excelencia y habiéndose los partiti ordinariamente concluido sin el Tribunal, como se ha 92 El 16 de abril de 1614, Serra y Spinola fueron los destinatarios de un pago de Giovanni Angelo Di Costanzo como procuradores in solidum del conde de Lemos. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 16 de abril, fol. 593. 93 Sobre la participación de Serra en la financiación al virrey Lemos, véase la tabla 18. La participación de Ottavio Serra en la economía del virreinato de Lemos se pone de manifiesto en los pagos que efectuó, junto a Antonio Spinola, al tesorero del virrey, García Maza de la Vega. Desgraciadamente, el documento no describe el concepto de las operaciones mencionadas, pero destaca el volumen de capitales que estas suponían: 1400 ducados pagados al tesorero el 27 de enero de 1614 y 2000 ducados el 13 de febrero de ese mismo año. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 90, 27 de enero y 13 de febrero, fols. 144 y 213, respectivamente.

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dicho, y en los libros de partiti hay simplemente nota de dicho notario de Corte, sin que se pueda ver la sustancia o el contenido y pactos de tales partiti, que para referirlos hay que recurrir al mismo notario que los da.94

Sin embargo, el análisis de los documentos emitidos por notarios con los que Ottavio Serra operaba frecuentemente, así como la información que facilitan las cuentas bancarias que poseía en el banco Spirito Santo o las referencias encontradas en diversas secciones del fondo Sommaria del Archivio di Stato di Napoli han permitido conocer algunos de los asientos en los que Ottavio y sus socios se vieron involucrados.95 A pesar de que la fragmentación de las fuentes impide conocer detalles fundamentales sobre estos partiti, como las fechas exactas,96 el destino o las consignaciones que obtuvieron los financieros a cambio de sus servicios, la información que estos documentos proporcionan ofrece un bosquejo sobre las redes en las que operaba Ottavio y los ingentes capitales que este manejaba. Si bien la participación de Ottavio Serra en la administración económica virreinal se inició aparentemente durante el gobierno de Lemos, fue en tiempos del virreinato del duque de Osuna (1616-1620) cuando se halla un mayor número de documentos que testimonian sus asientos. La imprecisión de los datos crono94 Traducción propia del texto original: «non essendono passati in Camera si sono incominciati a formare detti libri con relatione dell notare della Regia Corte et s’è cominciato delli partiti che si ritrovano fatti, ma non che fussero passati per Camera, dalche di quello che per essa non è concluso ne notato, non può farne relatione a VE essendosi li partiti ordinariamente conclusi senza il tribunale come S’è detto, et nelli detti libri de partiti n’è venut semplicemente nota del detto notare delle Corte senza che li ci possa vedere la substanza contenuto et patti delli stessi partiti che per riferirli bisogna ricorrere al istesso notaro che li dia». En ASNa, Sommaria, Consultationum, vol. 42, fols. 72v-73v:73r y v. 95 Véase al respecto la tabla 18. 96 En la tabla mencionada se especifican las cautelas con las que es necesario manejar la información sobre las fechas que aparecen en ella.

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lógicos que facilitan estas fuentes y su fragmentación nos impiden asegurar que las funciones del genovés como financiero del virrey se vieran acentuadas durante el virreinato de Osuna. No obstante, es de señalar que los propios coetáneos afirmaban que la riqueza del genovés «le vino de negocios que traía con el duque de Osuna».97 La aparente connivencia que existía entre Serra y Osuna —llamativa si se tiene en cuenta la relación conflictiva que el virrey mantenía con la comunidad ligur— ha justificado que Colapietra haya definido a Ottavio como «bastante apartado de sus connacionales».98 Connacionales que, por el contrario, sufrían los efectos de la animadversión que el virrey parecía sentir por los genoveses. La manifestación más elocuente de ello fue el embargo general de los bienes de la nación ligur que decretó Osuna en 1618. A pesar de la determinación del virrey a aplicar el secuestro, la presión de Madrid y la imposibilidad de prescindir de los capitales genoveses le obligaron a revocar la medida en marzo de 1619.99

97 Giovanni Battista Delfin así lo aseguraba el 18 de julio de 1631 en el interrogatorio que se le efectuó con motivo de las pruebas para la obtención del hábito de Santiago para el hijo de Ottavio. En AHN, OM, expediente 7718, expediente de hábito de Giovanni Battista Serra y Cattaneo, 1627-1631. 98 «Assai appartato nei confronti dei suoi connazionali». Colapietra añadía que Ottavio Serra había prestado a Osuna más de medio millón de ducados en una fecha no precisada. En Colapietra, Raffaele. «Il governo spagnolo nell’Italia meridionale (Napoli dal 1580 al 1648)», en Pontieri, Ernesto (ed.), Storia di Napoli, vol. 1, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1972, pp. 201-208:206-207. 99 La decisión de confiscar las rentas de los genoveses se debe interpretar en el contexto de la guerra del Monferrato en la que Venecia no dudó en financiar al duque de Saboya. En ese mismo momento, la Serenissima declaró la venta de títulos de deuda pública que podían proporcionar intereses altos a sus compradores. Oportunidad que fue aprovechada en masa por los genoveses y que propició que, en ciertos círculos hispánicos, se acusara a los ligures de contribuir a la financiación de los enemigos de la Monarquía Hispánica. En Brancaccio, G. «Nazione genovese»…, cit., p. 108; Coniglio, G. Il viceregno di Napoli..., cit., p. 238.

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100 Tabla de elaboración propia a partir de las fuentes precisadas puntualmente para cada uno de los datos presentados.

260 000 ducados

Cantidad

Destino

Antonio Spinola; Giovanni Ambrogio Casella y Sebastiano Bozzolo102

Financieros firmantes en Nápoles

Otros financieros de los que se valen los firmantes fuera de Nápoles

Tabla 18. Asientos firmados con el virrey con la participación de Ottavio Serra (1616-1622)100 Compensación

Fecha Cantiaproxi- dad mada

Mayo de 1614101

Fecha aproximada

Tabla 18. Asientos firmados con el virrey con la participación de Ottavio Serra (1616-1622)100

Des- Financieros Otros financie- Compensación tino firmantes ros de los que en Nápoles se valen los firmantes fuera de Nápoles

618

380 ducados anuales en Terra d’Otranto.104

73 ducados, un grana anuales en Terra d’Otranto al 6%.

607 ducados, 3 tarì, 1 grana anuales a perpetuidad y en burgensatico103 de Terra di Otranto al 6% que importaban 10 128 ducados, un tarì y 14 grana.

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Mayo de 1614101

380 ducados anuales en Terra d’Otranto.104

101 Sabemos de este asiento por un documento de mayo de 1614 en el que se precisan algunas de las rentas que los financieros recibieron por cuenta del asiento. Es por ello por lo que el partito debió de concretarse antes de la fecha precisada. 102 Los Bozzolo, genoveses, eran personajes conocidos en la nación genovesa de Nápoles —como demuestra su participación como firmantes de la petición de Giovanni Ambrogio Casella— y en la economía del Mezzogiorno. En este último ámbito, Sebastiano Bozzolo operaba en compañía junto a su hermano Pietro Antonio y, al menos a principios del siglo xvii, cuando firmaron la petición de Casella, eran socios del también genovés Giovanni Soprani. En el testamento que Sebastiano Bozzolo redactó el 25 de junio de 1621 en Nápoles designaba como ejecutores del mismo a Ottavio Serra y a Giovanni Battista Soprani y autorizaba a su hermano para que continuara sus negocios bajo el nombre de «Pietro Antonio e Sebastiano Bosolo», por lo que se deduce que, en ese momento, continuaban operando en compañía. En ASNa, Notai ‘500, 488/40, fols. 159 y ss. El testamento de su hermano Pietro Antonio en id., 20 de octubre de 1619, Nápoles, fols. 158 y ss. 103 Se refiere a la tasa que pagaban los bienen burgensatici (o alodiales), es decir, aquellos que constituían propiedades propias de los señores, libres del vínculo feudal. 104 ASNa, Sommaria, Partium, Regii Patrimonii, 35, fols. 57r-60v; id., fols. 89v-90v; id., fols. 298r-300v. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 18 de julio, fol. 1091. Las rentas que Ottavio Serra obtuvo por este asiento fueron en beneficio de sus amigos, tal

100 Tabla de elaboración propia a partir de las fuentes precisadas puntualmente para cada uno de los datos presentados. 101 Sabemos de este asiento por un documento de mayo de 1614 en el que se precisan algunas de las rentas que los financieros recibieron por cuenta del asiento. Es por ello por lo que el partito debió de concretarse antes de la fecha precisada. 102 Los Bozzolo, genoveses, eran personajes conocidos en la nación genovesa de Nápoles —como demuestra su participación como firmantes de la petición de Giovanni Ambrogio Casella— y en la economía del Mezzogiorno. En este último ámbito, Sebastiano Bozzolo operaba en compañía junto a su hermano Pietro Antonio y, al menos a principios del siglo xvii, cuando firmaron la petición de Casella, eran socios del también genovés Giovanni Soprani. En el testamento que Sebastiano Bozzolo redactó el 25 de junio de 1621 en Nápoles designaba como ejecutores del mismo a Ottavio Serra y a Giovanni Battista Soprani y autorizaba a su hermano para que continuara sus negocios bajo el nombre de «Pietro Antonio e Sebastiano Bosolo», por lo que se deduce que, en ese momento, continuaban operando en compañía. En ASNa, Notai ‘500, 488/40, fols. 159 y ss. El testamento de su hermano Pietro Antonio en id., 20 de octubre de 1619, Nápoles, fols. 158 y ss. 103 Se refiere a la tasa que pagaban los bienen burgensatici (o alodiales), es decir, aquellos que constituían propiedades propias de los señores, libres del vínculo feudal. 104 ASNa, Sommaria, Partium, Regii Patrimonii, 35, fols. 57r-60v; id., fols. 89v-90v; id., fols. 298r-300v. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 18 de julio, fol. 1091. Las rentas que Ottavio Serra obtuvo por este asiento fueron en beneficio de sus amigos, tal y como se especifica en id., 9 de julio, fol. 1051. El 2 de junio de 1614, Casella, Serra-Spinola y los hermanos Bozzolo pagaban a la propia compañía SerraSpinola la cantidad de 169 ducados, cuatro tarì, catorce grana en concepto de viejas tercias que la Regia Corte les debía. En la operación, recogida en un giornale di banco del Spirito Santo, se precisa que las mismas se distribuyeron entre los hermanos Paolo, Battista, Giacomo y Francesco Serra q. Antonio IV (primos de Ottavio) y a Minetta Serra con motivo de las rentas que estos poseían en la dogana de Puglia. En id., 2 de junio de 1614, fol. 762, La participación de Serra, Spinola, Giovanni Ambrogio Casella y los hermanos Bozzolo en la recaudación y el pago de las rentas que algunos privados poseían sobre el donativo del reino, sobre la gabela del vino y la de la seda hace pensar que el virrey había cedido a los banqueros los ingresos derivados de estas entradas para compensarlos por los capitales prestados. Numerosos testimonios de este fenómeno en el giornale di cassa del banco Spirito Santo: ASBNa, SS, aa. 1613-1614, gc, m. 88. 105 La fecha es la de la fuente en la que se refiere el asiento. En ASBNa, SS, aa. 1615-1616, gb, m. 109, 15 de marzo de 1616, fol. 429.

El elemento local y la red: comercio, finanzas y fiscalidad en Nápoles

260 000 ducados

Antonio Spinola; Giovanni Ambrogio Casella y Sebastiano Bozzolo102

619

607 ducados, 3 tarì, 1 grana anuales a perpetuidad y en burgensatico103 de Terra di Otranto al 6% que importaban 10 128 ducados, un tarì y 14 grana.

73 ducados, un grana anuales en Terra d’Otranto al 6%.

Regia Cassa Militare

Ottavio Serra y Antonio Spinola

130 000 ducados de rentas anuales del reino de Nápoles al 7% en burgensatico con pacto de retrovendendo sobre el arrendamiento de la sal.

37 500 ducados106

Ottavio Serra Madrid. Para el matrimonio de los Príncipes de Austria.

Pago de la soldadesca de los presidios toscanos

200 000 ducados

Propuesta de 65 000 ducados (a pagar en Génova a 9 sueldos el ducado y a un grana y medio el sueldo). Propuesta rechazada por la Sommaria.

170 000 ducados

13 de junio de 1616107

31 de enero de 1618109

Agosto de 1619110

Pago de un tercio de infantería valona e italiana destinada al Sacro Imperio.

Ottavio Serra

Ottavio Serra

Ottavio Serra y Antonio Spinola Regia Cassa Militare

En Génova, Paolo Serra q. Antonio IV, que tenía que pagar una letra de cambio por 70 000 ducados de 61 sueldos cada uno a la persona que decidiera el duque de Osuna; Francesco Serra q. Antonio IV, que debía abonar 60 000 ducados del mismo valor; Genesio Sanguineto, por los 40 000 ducados restantes.

15 de marzo de 1616105

Varias rentas situadas en diversas provincias de Nápoles108

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

15 de marzo de 1616105

37 500 ducados106

y como se especifica en id., 9 de julio, fol. 1051. El 2 de junio de 1614, Casella, Serra-Spinola y los hermanos Bozzolo pagaban a la propia compañía Serra-Spinola la cantidad de 169 ducados, cuatro tarì, catorce grana en concepto de viejas tercias que la Regia Corte les debía. En la operación, recogida en un giornale di banco del Spirito Santo, se precisa que las mismas se distribuyeron entre los hermanos Paolo, Battista, Giacomo y Francesco Serra q. Antonio IV (primos de Ottavio) y a Minetta Serra con motivo de las rentas que estos poseían en la dogana de Puglia. En id., 2 de junio de 1614, fol. 762, La participación de Serra, Spinola, Giovanni Ambrogio Casella y los hermanos Bozzolo en la recaudación y el pago de las rentas que algunos privados poseían sobre el donativo del reino, sobre la gabela del vino y la de la seda hace pensar que el virrey había cedido a los banqueros los ingresos derivados de estas entradas para compensarlos por los capitales prestados. Numerosos testimonios de este fenómeno en el giornale di cassa del banco Spirito Santo: ASBNa, SS, aa. 1613-1614, gc, m. 88. 105 La fecha es la de la fuente en la que se refiere el asiento. En ASBNa, SS, aa. 1615-1616, gb, m. 109, 15 de marzo de 1616, fol. 429. 106  Ibidem. Como se especifica en la nota anterior, la fecha es orientativa y referida exclusivamente al día en el que se realizó el documento que menciona el asiento.

620

13 de junio de 1616107

107 Fecha de la fuente en la que se refiere el asiento. En ASNa, Notai ‘600, 52/6, fols. 580r-588r y fols. 596r-598v. Otros testimonios del partito en ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 115, 7 de noviembre, fol. 420. 108 El 13 de junio es la fecha en la que Ottavio Serra dio poderes a sus diversos procuradores presentes en el reino de Nápoles para que recaudaran las rentas que le correspondían por el asiento mencionado. Entre ellos, destacan: Giovanni Ambrogio Paravagna y Giovanni Agostino Ostoni en Calabria Ultra; Claudio Albani y Fabrizio Odoni en Calabria Citra; Ludovico y hermanos De Cola Antonio en Abruzzo Citra y Ultra; Tommaso y Vincenzo Invrea en Terra di Bari; Joannis de Gisi en Principato Ultra. En ASNa, Notai ‘600, 52/6, fols. 580r-588r y fols. 596r-598v. También testimonios de dicho asiento en ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 115, 7 de noviembre, fol. 420. No conocemos el total de la compensación en ducados que le fue asignada. Sin embargo, contamos con algunos testimonios. El 6 de septiembre de 1616, Ottavio Serra adelantaba a la Regia Cassa Militare 10 000 ducados por los 50 000 que debía recibir en diversas provincias, es decir, 15 000 que debía pagarle el percettore de Abruzzo Ultra; 10 000 por parte del capitán Marc’Antonio De Sanctis; 10 000 a abonar por el percettore de Terra d’Otranto; y, por último, 15 000 por parte del percettore del Principato Citra. En ibidem, 6 de septiembre de 1616, fol. 108.

105 La fecha es la de la fuente en la que se refiere el asiento. En ASBNa, SS, aa. 1615-1616, gb, m. 109, 15 de marzo de 1616, fol. 429. 106  Ibidem. Como se especifica en la nota anterior, la fecha es orientativa y referida exclusivamente al día en el que se realizó el documento que menciona el asiento. 107 Fecha de la fuente en la que se refiere el asiento. En ASNa, Notai ‘600, 52/6, fols. 580r-588r y fols. 596r-598v. Otros testimonios del partito en ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 115, 7 de noviembre, fol. 420. 108 El 13 de junio es la fecha en la que Ottavio Serra dio poderes a sus diversos procuradores presentes en el reino de Nápoles para que recaudaran las rentas que le correspondían por el asiento mencionado. Entre ellos, destacan: Giovanni Ambrogio Paravagna y Giovanni Agostino Ostoni en Calabria Ultra; Claudio Albani y Fabrizio Odoni en Calabria Citra; Ludovico y hermanos De Cola Antonio en Abruzzo Citra y Ultra; Tommaso y Vincenzo Invrea en Terra di Bari; Joannis De Gisi en Principato Ultra. En ASNa, Notai ‘600, 52/6, fols. 580r-588r y fols. 596r-598v. También testimonios de dicho asiento en ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 115, 7 de noviembre, fol. 420. No conocemos el total de la compensación en ducados que le fue asignada. Sin embargo, contamos con algunos testimonios. El 6 de septiembre de 1616, Ottavio Serra adelantaba a la Regia Cassa Militare 10 000 ducados por los 50 000 que debía recibir en diversas provincias, es decir, 15 000 que debía pagarle el percettore de Abruzzo Ultra; 10 000 por parte del capitán Marc’Antonio De Sanctis; 10 000 a abonar por el percettore de Terra d’Otranto; y, por último, 15 000 por parte del percettore del Principato Citra. En ibidem, 6 de septiembre de 1616, fol. 108. 109 Como en los casos anteriores, la fecha es la que figura en la fuente que nos da cuenta del asiento. Se trata de una consulta de la Sommaria en la que se discutía sobre el ofrecimiento de Ottavio Serra a prestar 65 000 ducados. Sin embargo, la petición de consulta fue realizada en noviembre de 1617, por lo que el asiento debió de ser anterior a esta fecha. El asiento no siguió adelante porque el cambio propuesto por Serra, según la Sommaria, habría originado un gran daño a la Regia Camera. En ASNa, Sommaria, Consultationum, vol. 27, consulta del 31 de enero de 1618, fols. 49r e v. 110 La fecha es la precisada en un acto notarial realizado en Génova por los hermanos Paolo y Francesco Serra y Genesio Sanguineto en el que declaraban el pago de letras de cambio enviadas por Ottavio Serra el 18 de agosto de 1619 por el asiento que había concretado en Nápoles con el duque de Osuna. ASGe, NA, 5828.

El elemento local y la red: comercio, finanzas y fiscalidad en Nápoles

200 000 ducados

Madrid. Para el matrimonio de los Príncipes de Austria.

Ottavio Serra

621

Varias rentas situadas en diversas provincias de Nápoles108

100 000 ducados

Propuesta de 65 000 ducados (a pagar Pago en de la Génosolva a 9 dasueldesca 31 de dos el de enero de ducado los 1618109 y a un presigrana y dios medio tosel suelcado). nos Propuesta rechazada por la Sommaria.

19 de febrero de 1622112

400 000 ducados

109 Como en los casos anteriores, la fecha es la que figura en la fuente que nos da cuenta del asiento. Se trata de una consulta de la Sommaria en la que se discutía sobre el ofrecimiento de Ottavio Serra a prestar 65 000 ducados. Sin embargo, la petición de consulta fue realizada en noviembre de 1617, por lo que el asiento debió de ser anterior a esta fecha. El asiento no siguió adelante porque el cambio propuesto por Serra, según la Sommaria, habría originado un gran daño a la Regia Camera. En ASNa, Sommaria, Consultationum, vol. 27, consulta del 31 de enero de 1618, fols. 49r e v.

3 de abril de 1620111

En Génova, una de las letras de cambio enviada por Ottavio Serra; cuenta de Ottavio Serra, fue Cornelio dirigida al procurador de Spinola; Paolo Serra q. Antonio IV Giovanni (su primo); la remitida por Battista Sauli Entradas sobre las tierras Cornelio Spinola iba destinaConde de Oñate, y Giovanni que elegirá Ottavio en da al procurador de Simone embajador español Maria Spinola. las provincias de Terra di Doria; y la última, enviada en Viena Cada una de Lavoro, Principato Citra, por Gio. Maria Spinola y las tres partes Calabria Citra y Ultra. Gio. Battista Sauli, debía participaba llegar a manos del procuracon 1/3 dor de Francesco Serra q. del total del Antonio IV (hermano de asiento. Paolo y, por tanto, primo de Ottavio Serra). 6750 de fiscali113 sobre la dogana de Puglia asignaRey de Polonia Ottavio Serra dos el 8 de marzo de 1622.

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Ottavio Serra

622

Agosto de 1619110

110 La fecha es la precisada en un acto notarial realizado en Génova por los hermanos Paolo y Francesco Serra y Genesio Sanguineto en el que declaraban el pago de letras de cambio enviadas por Ottavio Serra el 18 de agosto de 1619 por el asiento que había concretado en Nápoles con el duque de Osuna. ASGe, NA, 5828.

111 ASNa, Notai ‘500, 488/27, fols. 229r-234r. La fecha es indicativa del instrumento de asignación de rentas en el que se menciona el asiento. Probablemente, Gracián de Albizu se refería a este asiento en la carta que dirigió a Aróstegui y ya citada con fecha de 2 de julio de 1620. En ella, el secretario del embajador español en Génova comunicaba que los 300 000 ducados obtenidos en Nápoles por el virrey cardenal Zapata y destinados originalmente a Alemania se habrían dirigido a Flandes por el estado de emergencia en el que se hallaba aquel territorio. En AGS, Estado, leg. 1935, doc. 132, carta de Gracián de Albizu, secretario del embajador español en Génova, a Antonio de Aróstegui, secretario del Consejo de Estado, 2 de julio de 1620, fols. 282r-283v. 112 La fecha se refiere al momento en el que Ottavio Serra suministró el dinero acordado a la Regia Cassa Militare. En ASNa, Sommaria, Partium Regii Patrimonii, 41, fols. 20r-22v. En el documento señalado, se pone de manifiesto la buena voluntad del Católico de saldar lo que se debía al soberano de Polonia porque «ha ayudado con tanto acierto las cosas del emperador mi tío en las ocasiones presentes no solo con los socorros de gente que le ha enviado en tanto número pero manteniendo ejército en campaña contra el turco de que se han seguido tan buenos efectos en beneficio de la Cristianidad». En id., fol. 20v. Es por ello por lo que el monarca ordenaba al virrey el 20 de noviembre de 1621 que hiciera un asiento con los hombres de negocios del reino «aunque sea con algún interés». En id., fol. 21r. Las pensiones que la nobleza italiana, en general, y napolitana en particular percibía en el reino de Nápoles ha sido apuntada como una de las causas de la permanente situación de déficit de las finanzas del virreinato. También el rey de Polonia disfrutaba de pensiones en el Mezzogiorno. Este último percibía varias rentas vitalicias sobre la dogana de Foggia hacia 1616 que son las que Ottavio Serra hubo de abonar con su asiento. En Spagnolettti, A. Principi italiani…, cit., p. 152; Ruiz Martín, Felipe. Carlos V y la confederación polaco-lituana, Madrid, Imp. Maestre, 1954. 113 Se trata de rentas sobre los impuestos directos del virreinato, a diferencia de las partidas sobre los arrendamientos, que constituían impuestos indirectos. 114 La fecha es relativa al año en el que el notario de Corte aprobó la venta a Ottavio de los 9380 ducados de renta como compensación por los capitales prestados. En ASNa, Sommaria, Partium Regii Patrimonii, 41, fols. 205v-219r

El elemento local y la red: comercio, finanzas y fiscalidad en Nápoles

170 000 ducados

Pago de un tercio de infantería valona e italiana destinada al Sacro Imperio.

Ottavio Serra

623

En Génova, Paolo Serra q. Antonio IV, que tenía que pagar una letra de cambio por 70 130 000 duca000 ducados de dos de rentas 61 sueldos cada anuales del reino uno a la persode Nápoles al na que decidiera 7% en burgenel duque de satico con pacto Osuna; Frande retrovendendo cesco Serra q. sobre el arrenAntonio IV, que damiento de la debía abonar 60 sal. 000 ducados del mismo valor; Genesio Sanguineto, por los 40 000 ducados restantes.

En Génova, una de las letras de cambio enviada por cuenta de Ottavio Serra, fue dirigida al procurador de Ottavio SePaolo Serra q. rra; CorneAntonio IV (su lio Spinola; primo); la remiGiovanni Entradas sobre tida por CorBattista Saulas tierras que nelio Spinola li y Gioelegirá Ottavio iba destinada al vanni Maria en las provincias procurador de Spinola. de Terra di LaSimone Doria; Cada una voro, Principato y la última, ende las tres Citra, Calabria viada por Gio. partes parCitra y Ultra. Maria Spinola ticipaba con y Gio. Battista 1/3 del total Sauli, debía lledel asiento. gar a manos del procurador de Francesco Serra q. Antonio IV (hermano de Paolo y, por tanto, primo de Ottavio Serra).

9380 ducados cuya distribución, aprobada por Ottavio el 7 de septiembre de 1622, fue la siguiente: 3765 ducados sobre el arrendamiento del vino; 4500 de fiscali al 7% en Principato Citra; 663 ducados, 11 grana anuales en Terra di Lavoro; 280 ducados anuales en Calabria Ultra; 126 ducados, 4 tarì, 1 grana anuales en Capitanata; 45 ducados anuales en Terra d’Otranto. En Amberes: Lazaro, Benedetto y Andrea Pichinotti

400 000 ducados

200 000 ducados

Amberes (marqués de Bédmar, embajador del monarca Católico)

Ottavio Serra

3 de abril de 1620111

Conde de Oñate, embajador español en Viena

114 La fecha es relativa al año en el que el notario de Corte aprobó la venta a Ottavio de los 9380 ducados de renta como compensación por los capitales prestados. En ASNa, Sommaria, Partium Regii Patrimonii, 41, fols. 205v-219r

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

21 de junio de 1622114

111 ASNa, Notai ‘500, 488/27, fols. 229r-234r. La fecha es indicativa del instrumento de asignación de rentas en el que se menciona el asiento. Probablemente, Gracián de Albizu se refería a este asiento en la carta que dirigió a Aróstegui y ya citada con fecha de 2 de julio de 1620. En ella, el secretario del embajador español en Génova comunicaba que los 300 000 ducados obtenidos en Nápoles por el virrey cardenal Zapata y destinados originalmente a Alemania se habrían dirigido a Flandes por el estado de emergencia en el que se hallaba aquel territorio. En AGS, Estado, leg. 1935, doc. 132, carta de Gracián de Albizu, secretario del embajador español en Génova, a Antonio de Aróstegui, secretario del Consejo de Estado, 2 de julio de 1620, fols. 282r-283v.

624

El elemento local y la red: comercio, finanzas y fiscalidad en Nápoles

El hecho de que Osuna se sirviera de Ottavio en6750 sus relaciones de fiscali113 19 de 100 Rey sobre la dogana con la República ligur y con la nación genovesa de Nápoles parece febre000 de Ottavio de Puglia asig- a avalar este gozara de un estatus especial duca- Polo-de que ro de la posibilidad Serra nados el 8 de 112 1622del dos El nia ojos virrey. reconocimiento de Ottavio comomarzo intermediario de 1622. informal entre la República y la nación ligur del reino lo demuestra un memorial, con fecha de 29 de enero de 1619, dirigido a Génova por varios de sus ciudadanos residentes en Nápoles. En cuya él,distribución, estos 9380 ducados aprobada por Ottavio el 7 de septiembre de 1622, fue la últimos afirmabanAmberes que el duque de Osuna, debido siguiente: a la 3765 necesidad ducados sobre (mardel vino; 4500 de discutir sobre quésalgunos asuntos que afectaban aeldearrendamiento lafiscalinación gede al 7% en Principato 21 de junio de 200 000 En Amberes: Lazzaro, BeneBédmar, Citra; 663 ducados, 11 grana Ottavio Serra 1622 ducados la embajadetto por y Andrea Pichinotti novesa y ante ausencia de noticias parte deanuales la enRepública Terra di Lavoro; dor del 280 ducados anuales en Calamonarca bria Ultra; 126 ducados, tarì, respecto al nombramiento del nuevo cónsul, decidió llamar a4 los Católico) 1 grana anuales en Capitanata; 45 ducados anuales en Terra dos hombres de la nación que halló en Palacio: Cornelio Spinola d’Otranto. y Ottavio Serra.115 Además, antes de que se produjera la escritura de este memorial, el duque de Osuna, en julio de 1617, había remitido una misiva a la República de Génova para advertirle de los peligros que esta corría ante la amenaza de ataque por parte de un franco-saboyano. esta carta, el suministró virrey solicitaba 112  La ejército fecha se refiere al momento en En el que Ottavio Serra el dinero 116 acordado a la Regia Cassa Militare. Sommaria,Spinola. Partium Regii Patriel apoyo militar de Ottavio SerraEny ASNa, de Antonio monii, 41, fols. 20r-22v. En el documento señalado, se pone de manifiesto El papel asumido por Ottavio durante el gobierno de Osunala buena voluntad del Católico de saldar lo que se debía al soberano de Polonia en Nápoles ponerse en acierto relación con del la emperador urgencia mi deltíovirrey porque «hadebe ayudado con tanto las cosas en las de contar hombres bien posicionados que en le ocasionescon presentes no solodeconnegocios los socorros de gente que le ha enviado tanto número pero manteniendo ejército en campaña contra el turco de que permitieran el acceso a los recursos genoveses. Estos debían ser se han seguido tan buenos efectos en beneficio de la Cristianidad». En id., fol. banqueros y mercaderes que, a pesar de haber desempeñado cargos 20v. Es por ello por lo que el monarca ordenaba al virrey el 20 de noviembre durante la decon Lemos, no pudieran denominade 1621 administración que hiciera un asiento los hombres de negociosser del reino «aunque sea con algún de interés». En id., fol. 21r. Las pensiones que ladel nobleza italiana, dos «criaturas» su predecesor, como era el caso portugués en general, y napolitana en particular percibía en el reino de Nápoles sido judeoconverso Miguel Vaaz o de genoveses como Giacomoha(De) apuntada como una de 117 las causas de la permanente situación de déficit de las Fornari o Paolo Grillo.También el rey de Polonia disfrutaba de pensiones en el finanzas del virreinato. 114

Mezzogiorno. Este último percibía varias rentas vitalicias sobre la dogana de Foggia hacia 1616 que son las que Ottavio Serra hubo de abonar con su asiento. En Spagnolettti , A. Principi1983. italiani…, cit., p. 152; Ruiz Martín, Felipe. Carlos V 115 ASGe, AS, Litterarum, confederación polaco-lituana, Maestre, 1954.in the Early Modern 116 yLala carta es citada en DauverdMadrid, , Céline.Imp. Imperial Ambition 113 Se trata de rentas sobre los impuestos directosCrown, del virreinato, a diferencia de Mediterranean. Genoese Merchants and the Spanish New York, Cambridge las partidasPress, sobre2015, los arrendamientos, que constituían impuestos indirectos. University p. 154 (en nota). 114  fecha Fornari es relativa al año en el quea el notario deBenedetto Corte aprobó venta a 117 La Giacomo y Paolo Grillo junto Miguel Vaaz, Biffolila(florentiOttavio deCortone los 9380 ducados de Antonio renta como compensación los capitales no), Pietro (bergamasco), Antopel (flamenco) ypor Marcantonio De prestados. En ASNa, Sommaria, Partium Regii Patrimonii, 41, Lemos fols. 205v-219r Santis (napolitano) fueron miembros de la diputación creada por en 1610

625

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

A pesar de que el gobierno de Osuna acusaba de los males del reino a los ligures,118 es posible que el vacío creado por la comunidad portuguesa después de la caída en desgracia de Vaaz promoviera una mayor compactación de la nación genovesa, así como la cooptación, por parte del virrey, de aquellos banqueros que, como Ottavio Serra, hubieran adquirido importantes cotas de poder en la economía del reino durante el virreinato de Lemos y que, por tanto, pudieran erigirse en sustitutos de las figuras prominentes del período anterior. El reclutamiento de hombres de negocios dispuestos a realizar préstamos a la corte napolitana se convirtió en una cuestión acuciante en los años de gobierno de Osuna, sobre todo si se tiene en cuenta el contexto internacional y mediterráneo del momento. En lo que se refiere al primero, en 1618 se había desencadenado la guerra en el

para resolver los problemas monetarios y financieros del reino. En Sabatini, G. «Un mercato conteso...», cit., p. 154. Sobre la colaboración de Vaaz con hombres de negocios genoveses, véase id. «Alleati? Nemici? I portoghesi, i genovesi e il controllo del sistema di approvvigionamento e del mercato del credito a Napoli tra xvi e xvii secolo», en Giuffrida, Antonio, D’Avenia, Fabrizio y Palermo, Daniele (eds.), Studi storici dedicati a Orazio Cancila, vol. 2, Palermo, Mediterranea. Ricerche Storiche, 2011, pp. 557-588. Sobre Miguel Vaaz Belli, Carolina. «Miguel Vaaz, hombre de negocios», en Ricerche sul ‘600 napoletano, 1990, pp. 7-23; Sirago, Maria. «Miguel Vaaz, conte di Mola, un mercante intrapendente all’ombra dei viceré», Archivio Storico per le Province Napoletane, CXXXIII, 2015, pp. 83-101; Crivelli, Benedetta y Sabatini, Gaetano. «La carrera de un mercader judeoconverso en el Nápoles español. Negocios y relaciones políticas de Miguel Vaaz (1590-1616)», Hispania. Revista de Historia, 76, 253 (2016), pp. 323-354. 118 Algunas de las medidas de Osuna provocaron una evidente paralización de los tráficos comerciales, además de un redimensionamiento de las reformas económicas de su precedesor. En Bianchini, Lodovico. Della storia delle finanze del regno delle Due Sicilie, vol. 1, Palermo, Stamperia di Francesco Lao, 1839, p. 354. Sobre los efectos del gobierno de Osuna sobre las medidas adoptadas por Lemos, véase: Muto, G. Le finanze..., cit., pp. 103-107. Las diferencias en los modos de gobernar de Lemos y Osuna, así como las luchas cortesanas en las que se sustentaba su rivalidad son abordadas en id. «Dal Lemos all’Osuna: strategie e stili di governo di due viceré», en Sánchez, Encarnación (ed.), Cultura della guerra e arti della pace. Il III Duca di Osuna in Sicilia e a Napoli, Nápoles, Tullio Pironte, 2012, pp. 169-191.

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Sacro Imperio, a la que seguirá el retorno a las hostilidades en los Países Bajos tras el fin de la Tregua de los Doce Años en 1621. En el ámbito mediterráneo, el apoyo del archiduque de Estiria a los piratas uscoques que amenazaban la hegemonía de Venecia en el Adriático fue uno de los motivos que justificó el programa militar y naval impulsado por el virrey, decidido a intervenir contra la Serenissima.119 Los gastos secretos que se libraron a los virreyes de Nápoles, desde el gobierno de Lemos y hasta el del duque de Medina de las Torres es elocuente de los grandes desembolsos que supuso para la administración de Osuna el cumplimiento de este programa.120 Lemos, en seis años de gobierno, gastó 94 609 ducados, tres tarì, diez grana, mientras que Osuna, desde noviembre de 1616 y hasta el 2 de junio de 1620 (un total de tres años), gastó 511 489 ducados, un tarì, catorce grana. Los préstamos solicitados por Osuna tenían como consecuencia, como hemos visto, la enajenación de las rentas del reino, fenómeno que, a su vez, promovía una mayor inserción de los financieros en el sistema fiscal napolitano. La simbiosis entre finanzas y fiscalidad era tal que no faltaron ocasiones en las que ambos ámbitos funcionasen en neta correspondencia: así, el monarca dejaba en manos de sus banqueros el sistema financiero y fiscal, lo que suponía en muchas ocasiones que las rentas del Católico en los distintos dominios nunca llegaran a ingresar en las arcas reales.121 En el reino de Nápoles, y para el caso de Ottavio Serra, contamos con numerosos ejemplos.

119 Sobre la estrategia de Osuna en el Adriático contra Venecia, véase Favarò, Valentina. «La Sicilia e la controversia dell’Adriatico», Mediterranea. Ricerche Storiche, XI (diciembre de 2014), pp. 489-510. 120 Véase la tabla 19. 121 Muto ya apuntó el fenómeno cuando, refiriéndose a la recaudación fiscal, aseguró que no toda ella era enviada a la capital napolitana. Parte de los dineros derivados de los impuestos era retenida por el percettore o por el tesorero provincial, en concreto, la cuota fija establecida para pagar salarios o gastos derivados de la administración. A ello debían añadirse las asignaciones sobre

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Tabla 19. Gastos secretos librados a los virreyes de Nápoles (1610-1644)122 Virrey

Período de gobierno

Conde de Lemos

1610-1616

Duque de Osuna

1616-1620

Cardenal Zapata

4 de junio de 1620 al 14 de diciembre de 1620 1620-1622

Duque de Alba

1622-1629

Duque de Alcalá

1629-1631

Conde de Monterrey

1631-1637

Duque de Medina de las Torres

1637-1644

Cardenal Borja

Gastos en ducados, tarì y grana 94 609 ducados, 3 tarì, 10 grana 511 489 ducados, 1 tarì, 14 grana 123 62 423 ducados 38 305 ducados 171 821 ducados, 1 tarì, 13 grana 108 830 ducados 616 444 ducados, 12 grana 85 587 ducados

El más temprano lo hallamos durante el virreinato del conde de Benavente (1603-1610), cuando Ottavio Serra figuraba como autor de una lista de fiscali del reino sobre los que se debía aplicar el crecimiento (es decir, la reducción del interés percibido por la renta, en este caso del 13 por ciento al 7 por ciento) para así poder pagar la deuda de 30 000 ducados que Felipe III mantenía con el banquero de Madrid Ottavio Centurione. Si bien en la ejecución de la medida en Nápoles participó Ottavio Serra, para la recaudación de los beneficios, Centurione había dado poder en Valladolid, el 3 de septiembre de 1604, a las rentas que la administración había concedido a numerosos particulares por diversos conceptos. En Muto, G. Le finanze..., cit., p. 66. 122 Tabla de elaboración propia a partir de la siguiente fuente: ASNa, GiudiceCaracciolo, Giudice-Cellamare, fascicolo 31, fols. 245r-v. 123 Sumas más elevadas respecto a las referidas por Coniglio, G. Il viceregno di Napoli..., cit., p. 230 (nota al pie).

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la compañía de Francesco Squarciafico y Quilico Spinola. Compañía con la que, como se recordará, Ottavio colaboraba.124 La simbiosis entre ámbitos económicos diversos, pero enormemente interconectados, se evidencia de nuevo en 1612, cuando Ottavio Serra y Giovanni Francesco Varese accedieron al gobierno del arrendamiento del hierro, ya mencionado. El desempeño del oficio suponía afrontar simultáneamente problemáticas fiscales, productivas y comerciales, ya que los gobernadores no solo debían procurar el suministro de hierro al reino —recurriendo para ello, las más de las veces, a su importación lo cual comportaba, a su vez, la compra de la materia prima a sujetos de diversa índole y no siempre servidores del Católico—, sino también relacionarse con los poseedores de forjas, siderurgias, administradores de yacimientos de hierro, trabajadores del metal y aquellos a los que el virrey había asignado rentas sobre dicho arrendamiento. La estrecha interconexión existente entre las distintas actividades económicas se pone también de manifiesto en la recaudación del donativo del reino. Solo en el mes de octubre de 1616, se llegaron a pagar a Ottavio Serra 5000 ducados sobre esta entrada,125 muy probablemente como concesión por los préstamos que el genovés había efectuado hasta entonces al virrey. Los lazos entre la recaudación fiscal y las finanzas se hacen evidentes un año después, cuando hallamos a Ottavio como figura de referencia de los banqueros ligures de Madrid para obtener las consignaciones que

124 El crecimiento había sido ordenado por la Corona el 21 de noviembre de 1603. En ASNa, Sommaria, Consultationum, 21, fols. 25r-28v. 125 ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 114, fol. 325 y fol. 357, 25 de octubre y 31 de octubre de 1616, respectivamente. El 25 de ese mes, Ottavio Serra recibió 3000 ducados por cuenta de lo recaudado del «donativo que corresponde a la Maestad del príncipe de España, su señor, por la pasada tercia de agosto de 1616». Traducción propia del original: «donativo spettante alla Maestà del príncipe di Spagna suo signore per lo passato terza di agosto 1616». El 31 de ocubre, Serra percibió 2000 ducados por el mismo concepto.

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Felipe III les había atribuido sobre el donativo de Nápoles.126 Un fenómeno que confirma tanto la capacidad de Serra para conectar la política virreinal con los intereses de la «república internacional del dinero» —representada por los genoveses distribuidos en los distintos centros de la geografía imperial— como su utilidad para la construcción de puentes entre los distintos ámbitos económicos, sin los cuales el funcionamiento de la máquina imperial hispánica habría sido imposible. Para los genoveses de dentro y de fuera de Nápoles, Ottavio ejerció servicios que, como hemos visto, eran elocuentes del tipo de negocios desarrollados por la red en la que operaba y del papel que el reino estaba llamado a desempeñar para la Monarquía. La percepción de rentas, la administración de las mismas y los préstamos constituían solo una parte de las actividades que nos permiten observar estos fenómenos de interacción entre las diversas escalas en las que operaban los particulares genoveses. Y, al mismo tiempo, el análisis y la comprensión de estos ámbitos son imposibles si se consideran únicamente como compartimentos estancos y aislados de otros sectores económicos con los que mantenían relaciones inextricables. La realidad que emerge del estudio de los negocios de Ottavio Serra obliga a observar desde una nueva perspectiva el proceso que, según algunos, condujo a la reconversión de las actividades de los ligures hacia ámbitos más comerciales e industriales en los años

126 En concreto, Ottavio Serra fue el elegido por Felipe III para que pagara 150 000 ducados del donativo del reino de Nápoles al banquero Giovanni Luca Pallavicino, autor de un asiento firmado en Madrid el 9 de febrero de 1617 por valor de 611 666 escudos y ducados con distintos destinos: Flandes, Milán, la corte de Madrid, la Armada del Mar Océano en Lisboa, puerto de La Mamora y Larache y, por último, el muelle de Gibraltar. En AGS, CCGG, leg. 112-2. Similar rol jugó Ottavio para los banqueros de Giovanni Andrea y Bartolomeo Spinola, que ese mismo día concretaron un asiento con el rey consistente en 218 333 escudos para Flandes, 91 666 escudos para Milán y 301 666 ducados en «estos reinos» y en el de Portugal. En id.

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que siguieron a la suspensión de pagos de 1627.127 Ottavio Serra demostró sus aptitudes comerciales desde al menos principios del siglo xvii, y el éxito en este sector y sus contactos dentro y fuera del reino contribuyeron, sin duda, a la acumulación de capital que haría de él una figura de referencia en las finanzas del virrey. Asimismo, estas actividades comerciales y financieras se desarrollaron paralelamente a la irrupción de Ottavio en sectores vinculados a la fiscalidad o al suministro de bienes para la producción manufacturera del reino. Era la correcta compenetración de todas estas vertientes la que garantizaba el funcionamiento de la política de la Monarquía Hispánica y el alcance de los objetivos. De esta manera, la faceta comercial de Ottavio Serra era imprescindible en la logística del asiento de galeras regentado por sus parientes y socios a los que la compañía de Serra y Spinola proporcionaba en Nápoles los pertrechos necesarios y a los que adelantaban capitales en el reino en caso de que fuera necesario. Al mismo tiempo, en el ámbito productivo, Ottavio Serra y Antonio Spinola fueron elementos claves de la producción de bizcocho para las galeras genovesas y napolitanas al menos desde 1604, fecha en la que Federico Spinola entró a servir a Felipe III con dos naves. Se trataba de un servicio en el que los Serra habían protagonizado diversas experiencias en el Mezzogiorno en la segunda mitad del siglo xvi y del que no solo se beneficiaba el Católico, sino también los administradores de asientos de galeras y colaboradores de Ottavio. Por otro lado, el suministro de bizcocho era inseparable de la inserción de la compañía Serra-Spinola en los circuitos de cultivo y venta de trigo, vinculados irremediablemente al ámbito feudal, por lo que, una vez más, ambas facetas —la productiva y la comercial— se presentan claramente como indisolubles. La implicación de Ottavio en actividades comerciales y en otras más propiamente productivas, como la fabricación del 127 Este proceso no significó en ningún momento la retirada definitiva de los genoveses de la práctica financiera. En Muto, G. «The Spanish System...», cit., p. 247.

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bizcocho, probablemente motivaron que Carlo Doria, general de la escuadra de galeras de Génova, sugiriera al virrey en una carta de 17 de enero de 1618 que se sirviera de Ottavio Serra para obtener los bastimentos necesarios para las galeras que gobernaba.128 La experiencia de Ottavio en este sector explica que Osuna también recurriera a él para la compra de embarcaciones, en línea con el programa de rearme promovido por el virrey: el 20 de abril de 1617, Ottavio Serra pagaba 4500 ducados al holandés Jacopo Martínez Coster de un total de 14 500 ducados por cuenta de la nave «Sansón» con su artillería, municiones y otros pertrechos. Serra efectuaba el pago en nombre del virrey duque de Osuna.129 En cualquier caso, la capacidad de los hombres de negocios genoveses para desarrollar actividades económicas propias en paralelo y complementarias a las desplegadas por otros sujetos del mismo entramado es síntoma de la importancia de los individuos en la adecuada logística de la red, en la configuración de distintos perfiles de ascenso social y en su adaptación a las distintas coyunturas.130 O como asegura David Alonso, el soporte familiar con el que contaban muchos mercaderes y banqueros no suponía que el hombre de negocios «no poseyera identidad propia, no solo

128 En AGS, Estado, leg. 1934, doc. 90, carta de Carlo Doria al virrey duque de Osuna, 17 de enero de 1618, fols. 197r-198v. 129 «Documenti estratti dall’Archivio Storico del Banco di Napoli. Dai giornali copia-polizze del monte e banco della Pietà», Rassegna Economica, a. XVII, vol. IX/4 (abril de 1939), pp. 193-195:195. Según Mantelli, durante el gobierno de Osuna los gastos navales aumentaron considerablemente. Hacia 1617, la flota comprendía 33 galeras. Tras el virreinato de Osuna, el número de barcos se mantuvo durante varios años en la veintena. En Mantelli, Roberto. Il pubblico impiego nell’economia del regno di Napoli: retribuzioni, reclutamento e ricambio sociale nell’epoca spagnuola (secc. xvi-xvii), Nápoles, Istituto Italiano per gli Studi Filosofici, 1986, p. 146. 130 Crivelli, Benedetta y Sabatini, Gaetano. «L’espansione commerciale e finanziaria del Portogallo nella prima età moderna. Un bilancio storiografico», Storia Economica, XVIII, 2015, 2, pp. 257-271:262.

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familiar, pues la capacidad de integración respondía a una labor profundamente individual».131 Los negocios de Ottavio Serra analizados hasta el momento evidencian la necesidad de estudiar ambas escalas —la individual y la reticular; la micro y la macro— para comprender, por un lado, el papel que el Mezzogiorno jugaba para los genoveses que servían al Católico más allá de la intención —las más de las veces dada por descontado— de alcanzar la máxima distinción como señores feudales del reino; por otro lado, el manejo simultáneo de diversas escalas permite visualizar la influencia y la función de los particulares y de sus actuaciones específicas en la empresa internacional de parientes, amigos y clientes en la que operaban; y, por último, un enfoque de este tipo evidencia cómo la compleja y necesaria interacción entre individuo y red constituía un aspecto clave para el adecuado servicio al Católico. En estas dos escalas, la tendencia a privilegiar el componente financiero, comercial y fiscal de los ligures como vehículo fundamental para relacionarse con las autoridades hispánicas ha eclipsado la conexión de estos aspectos con la participación de los genoveses en otros sectores menos estudiados, como la fabricación del bizcocho, la producción de conservas o de textiles, sin olvidar la entidad mixta del gobierno del arrendamiento del hierro que, como se ha explicado, combinaba en sí elementos fiscales, comerciales y productivos. El control, por parte de los genoveses, de ámbitos tan dispares, cuyo análisis de conjunto exige ir más allá de la escala local, no solo era clave para el eficaz funcionamiento de la «empresa» internacional genovesa, sino también para asegurar los servicios comprometidos a la Monarquía Hispánica. En este sentido, Federico Spinola y Battista Serra, asentistas de galeras al servicio del rey, dependían, para los suministros de sus embarca131  Alonso García, David. «Una nación, diferentes familias, múltiples redes. Genoveses en Castilla a principios de la Edad Moderna», en Crespo Solana, Ana (ed.), Comunidades transnacionales..., cit., pp. 65-82:69.

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ciones, del éxito de los negocios particulares que desarrollaban en Nápoles Antonio Spinola y Ottavio Serra. Al mismo tiempo, los tratos de este último y de Giovanni Francesco Varese, en su faceta de «funcionarios» del virreinato como gobernadores del arrendamiento del hierro, estaban sujetos enormemente a los contactos que estos mantenían con otros miembros de la red, como Genesio Sanguineto, figura clave que, como veremos, permitía un acceso directo a los puntos de extracción de una materia prima fundamental para el mantenimiento del programa militar del virrey y de la que el reino era permanentemente deficitario.

4. El

gobierno del arrendamiento del hierro: una actividad en red

La presencia de los genoveses en Nápoles y su interés por asentarse (o no) definitivamente en el Mezzogiorno respondían a condiciones concretas derivadas de una coyuntura temporal, espacial y familiar en continua evolución. Explicar e interpretar esta presencia requiere no solo la comprensión de estos aspectos, sino también el estudio de la capilarización de sus negocios y de la complementariedad existente entre las diversas actividades que desarrollaban que, como se ha visto, difícilmente podían reducirse a las meramente comerciales, financieras o feudales. Por otra parte, la adecuada comprensión de las cuestiones mencionadas supone tener muy en cuenta las conexiones que los genoveses del reino establecían con otros sujetos situados en diversas plazas y que son indicativas tanto del papel crucial de los ligures de Nápoles para los compatriotas de fuera del reino como del valor estratégico del Mezzogiorno para el monarca Católico. Precisamente, un análisis atento de estas premisas evidencia el rol fundamental que jugó el entramado de Ottavio Serra para la comprensión del protagonismo que este asumió en otros sectores de la economía de Nápoles, como el arrendamiento del hierro o

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los suministros para las galeras al servicio del soberano hispánico.132 Y viceversa: la intervención de Serra en estos ámbitos —perfectamente coherentes con la coyuntura del momento y con los negocios desarrollados por el genovés y por sus colaboradores— fue solo posible gracias a la capacidad de Serra para erigirse en un personaje de referencia para la economía del reino y para las autoridades virreinales. Si bien la contribución de los genoveses a la difusión en los dominios habsbúrgicos de un know-how más relacionado con la innovación tecnológica que con la comercial y la financiera, así como la conexión de estas actividades con la política hispánica, son cuestiones poco estudiadas, la experiencia de los genoveses en el ámbito industrial italiano y mediterráneo ha sido objeto de numerosos trabajos.133 En lo que se refiere a la participación de los 132 Un acercamiento general a la producción y manufactura de bienes en Nápoles en Coniglio, G. Il viceregno di Napoli…, cit., pp. 56-61; Galasso, G. Economia e società…, cit., pp. 207-220; Barra, Francesco (ed.), Manifatture e sviluppo economico nel Mezzogiorno: dal Rinascimento all’Unità, Avellino, Edizioni del centro di ricerca G. Dorso, 2000; Cirillo, Giuseppe. Verso la trama sottile. Feudo e protoindustria nel Regno di Napoli (secc. xvi-xix), Roma, Ministero per i Beni e le Attività Culturali. Direzione Generale per gli Archivi, 2012; id. Alle origini di Minerva trionfante. Protoindustrie mediterranee: città e verlagsystem nel Regno di Napoli in età moderna, Ministero per i Beni e le Attività Culturali. Direzione Generale per gli Archivi, 2012. 133 Los genoveses adoptaron un papel protagonista, a escala mediterránea y europea, en la manufactura y en la comercialización del hierro, del papel, de barcos y de tejidos de gran demanda, como la seda o la lana. En lo que se refiere a la participación de los genoveses en iniciativas relacionadas con la manufactura del hierro, véanse Petti-Balbi, Giovanna. «I genovesi e il ferro dell'Elba», Ricerche Storiche, 14, 1 (enero-abril 1984), pp. 57-68; Pipino, Giuseppe. «Documenti su attività minerarie in Liguria e nel dominio genovese dal Medio Evo alla fine del Seicento» en id., Oro, miniere, storia. Miscellanea di giacimentologia e storia mineraria italiana, Ovada, Museo Storico dell’Oro Italiano, 2003, pp. 89132; id., «Ferro e ferriere nell’entroterra di Genova» en id., Oro, miniere, storia 2. Miscellanea di giacimentologia e storia mineraria italiana, Ovada, Museo Storico dell’Oro Italiano, 2016, pp. 249-276; Baraldi, Enzo, «La ferriera “alla genovese” tra xiv e xvii secolo» en Gatti, Luciana (ed.), Pratiche e Linguaggi. Contributi a una storia della cultura tecnica e scientifica, Pisa, ISEM CNR, Edizioni ETS, 2005, pp. 159-183; Zanini, A. «Strategie…», cit.; Ghiglione, Giovanni. «Le ferriere

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ligures en estos sectores económicos en el reino de Nápoles, las investigaciones son bastantes desiguales: si por un lado, contamos con trabajos que destacan la activa intervención de los genoveses en el comercio y la producción de seda, lana, papel y hierro,134 la genovesi in età preindustriale: aspetti tecnici, innovazioni e declino», working paper en Consiglio Nazionale delle Ricerche (CNR)- Istituto per la Ricerca della Crescita Economica Sostenibile (IRCRES), 2, 1 (junio 2016). Respecto a la implicación de los genoveses en la construcción naval, véanse Sirago, Maria. «Dalla galera al vascello. L’apporto economico di genovesi, ragusei, fiamminghi, napoletani nella costituzione della flotta napoletana tra ‘500 e ‘600», en Mafrici, M. (ed.), Rapporti diplomatici…, cit., pp. 461-487; Gatti, Luciana. «Una cultura tecnica: i costruttori di navi», en Puncuh, Dino (ed.), Storia della cultura ligure, Génova, Società Ligure di Storia Patria, 2004, pp. 117-158. Publicado en Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XLIV (CXVIII), fasc. 2; Lo Basso, Luca. «Entre galères et vaisseaux. Armement et constructions navales en Ligurie au xviie siècle», Cahiers de la Mediterranée [en línea], 24 (2012), pp. 273-292. Por otro lado, los ligures destacaron en la fabricación del papel: Calegari, Manlio. La manifattura genovese della carta (secc. xvi-xviii), Génova, EGIG, 1985; Balmaceda, José Carlos. La contribución genovesa al desarrollo de la manufactura papelera española, Málaga, Colección Apapiris, 2005. Algunos trabajos sobre implicación de los genoveses en el negocio de la seda y de la lana, ya fuera en su faceta productiva o comercial: Sivori, Gabriella. «Il tramonto del'industria serica genovese», Rivista Storica Italiana, vol. LXXXIV, 4 (1972), pp. 893-944; Trasselli, Carmelo. «Los genoveses en Sicilia y en Calabria desde el reinado de Carlos V hasta la Guerra de los Treinta Años», en Otazu, A. (ed.), Dinero..., cit., pp. 197-205; Baffico, Osvaldo. «Contributo allo studio dei costi di trasporto: i noli della seta dal Mezzogiorno a Genova nel secolo xvi», Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XIX, 1, (1979), pp. 125-146; Massa, Paola. La fabbrica dei velluti genovesi da Genova a Zoagli, Zoagli, Libri Scheiwiller, 1981; Marino, John A. L’economia pastorale nel regno di Napoli, Guida Editori, 1988, pp. 384-390; Grendi, E. I Balbi..., cit., pp. 9-18; Miralles Martínez, Pedro. «Familias genovesas afiancadas en Murcia vinculadas al comercio sedero», en Villar García, M. B. y Pezzi Cristóbal, P. (eds.), Los Extranjeros…, cit., vol. 1, pp. 493-503; Girón Pascual, Rafael. «Los lavaderos de lana de Huéscar (Granada) y el comercio genovés en la edad moderna», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R, Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 1, pp. 191-202; Ragosta, Rosalba. Napoli, città della seta. Produzione e mercato in età moderna, Roma, Donzelli, 2009, especialmente pp. 63-76. Mención aparte merecen los trabajos de Giuseppe Cirillo que mencionaremos a continuación. 134 Aunque existen estudios específicos sobre el hierro en el reino de Nápoles que se citarán en una nota sucesiva, la participación de los genoveses en este sector no ha sido objeto de análisis específicos.

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mayor parte de ellos, salvo contadas excepciones,135 se han limitado a testimoniar su presencia en tales especialidades y han prescindido del análisis exhaustivo tanto de la articulación de estas actividades económicas con otros negocios como de las estrategias puestas en marcha por la «empresa» genovesa para maximizar sus inversiones en estos ámbitos. Para asegurarse la preeminencia en los diversos ámbitos económicos, la conquista de privilegios exclusivos en la economía napolitana constituía un requisito sine qua non. En este sentido, la adquisición de una posición de monopolio en la gestión de una renta, en la administración de una fuente de recursos o en la extracción de ciertos productos del reino eran factores que podían marcar la diferencia. El protagonismo de los genoveses en la fiscalidad napolitana nos ofrece múltiples ejemplos de ello.136 Además de encontrarse entre los mayores poseedores de fiscali y de entradas sobre los arrendamientos (impuestos indirectos),137 los ligures asumieron también la recaudación de las rentas en las distintas

135 La excepción la constituyen los trabajos de Giuseppe Cirillo sobre la protoindustria en el Mezzogiorno. En ellos, el investigador ha enfatizado la importancia que tuvo en el desarrollo de la manufactura napolitana las relaciones entre las actividades feudales y las industriales. En este binomio, los genoveses, tal y como apunta Cirillo, fueron decisivos para la introducción de innovaciones tecnológicas en el feudo, concretamente en el sistema hídrico, claves para optimizar la producción de los establecimientos siderúrgicos y papeleros, ámbito en el que los que los ligures poseían una amplia experiencia. Al respecto, véanse Cirillo, G. Verso la trama…, cit.; id., Alle origini di Minerva…, cit. 136 Sobre los monopolios en la economía de Antiguo Régimen, véase Muto, Giovanni. «Monopoli e regime vincolistico nelle economie di Antico Regime», Mélanges de l’École française de Rome [en línea], CXXVI, 2014, 1. 137 Calabria, A. «Finanzieri genovesi…», cit., pp. 606-607. Sobre los arrendamientos del reino de véanse De Rosa, Luigi. Studi sugli arrendamenti del Regno di Napoli. Aspetti della distribuzione della ricchezza mobiliare del Mezzogiorno continentale (1649-1806), Nápoles, L’Arte Tipografica, 1958; Castaldo Manfredonia, Lidia. Gli arrendamenti. Fonti documentarie, vol. 1, Nápoles, L’Arte Tipografica, 1986; Montaudo, Aldo. L’olio nel regno di Napoli nel xviii secolo. Commercio, Annona e Arrendamenti, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 2005.

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provincias del reino como percettori provinciali138 y la gestión de los arrendamientos con el título de gobernadores o de arrendadores. La conexión entre estas actividades fiscales y otras ya referidas es evidente: los impuestos —sobre los que se situaban las rentas que los genoveses percibían o gestionaban— tasaban los intercambios comerciales o la explotación de ciertos recursos (agrícolas, mineros, ganaderos, etc.) del reino, por lo que el despliegue de intereses variegados y la obtención de privilegios sobre estos ámbitos de inversión no solo propiciaban el control de todo el circuito, sino que también permitían al beneficiado dictar sus propias reglas y evitar la irrupción de la competencia. Esta estrategia era favorable tanto para el hombre de negocios como para la Monarquía Hispánica, que prefería conceder la recaudación de los impuestos del reino o el aprovisionamiento de ciertos víveres a particulares antes que dejar su administración en manos del Estado napolitano (es decir, «en demanio»). Puesto que la gestión de algunas de estas regalías requería de la presencia de contactos a diversas escalas y de un importante capital circulante que, las más de las veces, se debía anticipar antes de haber obtenido beneficios reales, su administración por parte de funcionarios reales —sin los requisitos mencionados y sin el estímulo para hacer eficaz su gestión y obtener así la mayor ganancia posible— era evitada por todos los medios.139 138 El oficio de percettore era un cargo venal que confería a su poseedor grandes oportunidades de negocio gracias a la especulación que su propietario podía efectuar con las cantidades recaudadas. Los ligures manifestaron su interés por la compra de este cargo especialmente en las décadas de 1570, 1580 y 1630. En Muto, Giovanni. «Una struttura periferica del governo dell’economia del Mezzogiorno spagnolo: i percettori provinciali», Società e Storia», 6, 19 (1983), pp. 1-36. 139 La delegación en manos privadas de la recaudación de rentas del reino no carecía de inconvenientes: la mayor parte de los arrendadores «presentaban con retraso sus respectivas cuentas, dejaban en suspenso el pago de atrasos [...], solicitaban descuentos conspicuos sobre sumas que habían aceptado pagar y muy a menudo obligaban al fisco a una gestión “policial” de la contrata, lo que complicaba

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El desempeño por parte de Ottavio Serra y de Giovanni Francesco Varese del oficio de gobernador del arrendamiento (también llamado appalto) del hierro de Terra di Lavoro y de Calabria Citra y Ultra desde 1612 y al menos hasta 1616140 permite visualizar con claridad tanto la interacción entre las diversas actividades económicas como el modo en el que la red podía erigirse en un recurso precioso para procurar la articulación de intereses tan dispares entre sí y, en consecuencia, ampliar el poder y la influencia del hombre de negocios en el territorio y ante las autoridades virreinales. Los años que van desde finales del siglo xvi y hasta los primeros veinte años del siglo xvii constituyen un período en el que las

aún más el normal desenvolvimiento de la administración». Tales comportamientos escondían prácticas especulativas de las que los administradores de la regalía obtenían grandes beneficios. En Galasso, G. En la periferia..., cit., p. 161. Asimismo, no faltaron casos de hombres de negocios que se negaban a asumir el control de un arrendamiento del reino por las dificultades inherentes a su gestión o por el déficit que algunos de estos acumulaban. Al respecto, Zazzera, Francesco. «Narrazioni tratte dai giornali del governo di don Pietro Girone duca d’Ossuna, viceré di Napoli scritti da Francesco Zazzera (16161620)», en Palermo, Francesco. Narrazioni e documenti sulla storia del regno di Napoli dall’anno 1522 al 1667, Florencia, Gio. Pietro Vieusseux, 1846, pp. 470-617:520. 140 La Sommaria documenta que en 1612 se anotó en el Collaterale que Ottavio Serra y Giovanni Francesco Varese habían sido elegidos como gobernadores del arrendamiento del hierro. En ASNa, Sommaria, Notamentorum, prima ruota, 81, fol. 315. El análisis de las cuentas que Serra y Varese poseían en el banco público Spirito Santo evidencian las actividades de ambos como gobernadores del arrendamiento se extendieron hasta 1616. Pero, puesto que no se han podido analizar los documentos presentes en otros bancos, no podemos garantizar que los genoveses dieran por terminadas sus funciones al frente del cargo en 1616. Sin embargo, Ragosta, en su análisis sobre el arrendamiento del hierro de Calabria Citra y Ultra en 1690, asegura que el ejercicio del oficio de gobernador se prolongaba durante cuatro años, tras los cuales los gobernadores podían ser reelegidos. En Ragosta, Rosalba. «Organizzazione e distribuzione commerciale del ferro, dell'acciaio e della pece in Calabria al tramonto del '600», en Studi in memoria di Federigo Melis, vol. IV, Nápoles, Giannini, 1978, pp. 367-394:368-369. Ello hace plausible que, transcurrido este período, Serra y Varese no figuraran ya al frente del arrendamiento. Lo que no fue óbice, como veremos, para que Ottavio continuara suministrando hierro, al reino de Nápoles, al menos hasta 1621.

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exigencias militares sobre el Mezzogiorno se erigieron en un aliciente para el desarrollo de la protoindustria del reino de Nápoles.141 En este proceso no solo incidió la necesidad de la Monarquía Hispánica de armar ejércitos, de construir barcos o de fabricar artillerías para la guerra. También fueron esenciales la iniciativa de los señores feudales —que se vieron empujados a la innovación tecnológica para aliviar los efectos de la inflación creciente sobre la renta feudal—142 y la inmigración de sujetos especializados como respuesta al incremento de la demanda por parte de la aristocracia napolitana y a los contextos locales de los territorios de proveniencia. Así por ejemplo, entre los motivos que explican el desplazamiento a Nápoles de genoveses expertos en el tratamiento y en la elaboración del hierro se hallaba el redimensionamento de las funciones de la Maona del ferro debido, en parte, a la competencia de los productos nórdicos y a las nuevas inversiones hacia las que los maonenses ligures comenzaban a orientar sus capitales.143 141 Al respecto, véanse los trabajos de Zilli, Ilaria. «L’industria e il suo rinnovamento», en De Rosa, Luigi y Enciso Recio, Luis Miguel (eds.), Spagna e Mezzogiorno d’Italia nell’età di transizione (1660-1760), vol. 1, Stato, finanza ed economia (16501769), Nápoles, ESI, 1997, pp. 47-72; id. «Arte y manufacturas en el Mezzogiorno durante la primera Edad Moderna (siglos xvi-xvii)», en Ribot García, Luis y De Rosa, Luigi (eds.), Industria y época moderna, Madrid, Actas, 2000, pp. 273-301. El material de hierro para la artillería fabricado en Nápoles (sobre todo las balas de cañón) era enormemente demandado en Italia, hecho que, en una coyuntura de inestabilidad militar, jugó a favor del desarrollo de estas pequeñas manufacturas meridionales. Sobre la presencia de artillería fabricada en el reino de Nápoles en los presidios toscanos españoles, véase Martinelli, Simone. «L’arsenale bellico dei presidi spagnoli di Toscana nella seconda metà del Cinquecento», Rivista di Storia Finanziaria, 17 (2006), pp. 89-108. 142 Cirillo, G. Verso la trama…, cit., p. 93 143 La Maona del ferro genovesa, creada a mediados del siglo xv, constituía un consorcio de privados ligures pertenecientes a las principales familias del patriciado que, además, eran propietarias de algunos de los emplazamientos siderúrgicos más importantes de la República. La iniciativa contaba con el apoyo del gobierno genovés y tenía como finalidad la comercialización del hierro de la isla de Elba. Calegari, Manlio. «Strategie commerciali e tecnica di produzione: la Maona genovese del ferro e la siderurgia ligure di antico regime», Studi e

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El Mezzogiorno constituía, en este sentido, un espacio en el que los conocimientos de los genoveses eran más que bienvenidos para apoyar el desarrollo de la manufactura local en ciernes.144 Este fenómeno por el que Nápoles demandaba know-how y las materias primas necesarias para al desarrollo de sus industrias (hierro para las ferriere,145 pez y trigo para las galeras) y por el que, a su vez, exportaba capitales, soldados y trigo (para lo cual eran esenciales los servicios de los financieros y asentistas de galeras genoveses) contribuyó irremediablemente a reforzar los vínculos del reino con la República de Génova y con sus hombres de negocios. El nombramiento de Serra y Varese como gobernadores del arrendamiento mencionado se realizó el mismo año en el que se instituyó la Cassa Militare, destinada al pago de los gastos de guerra, defensa, policía, obras públicas mayores y los estipendios del virrey y de sus

Notizie, 14 (1986), pp. 3-18. Sobre el proceso de reorientación de los intereses de la Maona del ferro genovesa a principios del siglo xvii, véase Cirillo, G. Alle origini di Minerva..., cit., pp. 79 y 80. 144 En el efecto llamada que condujo al reino a extranjeros especialistas en el tratamiento del metal incidieron también los propios genoveses, ya fuera como arrendadores de las ferriere napolitanas o como señores feudales necesitados de mano de obra experta. Fue el caso de Fabritio Grillo que, como arrendador, en la década de 1560, de las ferriere de Stilo en Calabria, fue acusado de haber introducido en ellas trabajadores extranjeros. En Galasso, G. Economia e società…, cit., p. 217. También la nobleza titulada genovesa asentada en Nápoles se hizo eco de este fenómeno introduciendo técnicos de la República en sus feudos. Es el caso de Doria Tursi que se valió de sus compatriotas para las ferriere de Giffoni a mediados del siglo xvii. En Cirillo, G. Alle origini di Minerva..., cit., p. 81. Los profesionales del metal genoveses no fueron los únicos en alimentar la manufactura del hierro de Nápoles. Las investigaciones de Novi Chavarria han puesto de manifiesto la participación de los gitanos: Novi Chavarria, Elisa. «Mobilità e lavoro: zingari ferrari a Napoli e nel Regno (secc. xvii-xviii)», en Gambin, Felice (ed.), Alle radici dell’Europa. Mori, giudei e zingari nei paesi del Mediterraneo occidentale, vol. 2, Florencia, Seid Editori, 2010, pp. 213-225. En la segunda mitad del siglo xvii, la Sommaria se refería también a la presencia de especialistas del hierro procedentes de Brescia en el reino. En Galasso, G. Economia e società…, cit., p. 217. 145 Se trataba de establecimientos siderúrgicos del reino.

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subordinados. La fundación de este organismo formaba parte del programa de reformas de la hacienda napolitana llevado a cabo por el virrey conde de Lemos. Programa que, según Musi, constituyó un proyecto abierto a la comunidad genovesa de Nápoles mediante el cual se pretendía incentivar la participación de los ligures en las políticas económicas del reino.146 Por otro lado, los elegidos para el gobierno del arrendamiento del hierro debían contar con referencias sólidas respecto a su reputación y a sus capacidades que actuaran como garantía del desempeño correcto del oficio,147 sobre todo teniendo en cuenta que este debía contribuir a la financiación de la Cassa Militare por un total de 6000 ducados anuales, a distribuir entre las distintas secciones del appalto a las que nos referiremos más adelante. La corte napolitana no podía nutrir dudas sobre la experiencia de Giovanni Francesco Varese al frente de arrendamientos del reino. El mismo año en el que fue reconocido como gobernador del

146 Musi, A. Mercanti genovesi..., cit., pp. 95-97. Un redimensionamiento de dicha tesis nos la ofrece Sabatini que, mediante el estudio de los tratos privilegiados establecidos con el virrey por parte del portugués converso Miguel Vaaz, pone de manifiesto cómo las estrechas relaciones trabadas entre el mercader luso y el conde de Lemos contribuyeron a contener el protagonismo genovés durante su gobierno. En Sabatini, G. «Un mercato conteso...», cit. 147 Los genoveses no eran la única élite financiera que respondía perfectamente a los requisitos exigidos por las autoridades virreinales para la administración de los arrendamientos. De hecho, desde la década de 1540 y durante la segunda mitad del siglo xvi, al frente del appalto del hierro destacaron, además de los ligures, florentinos y catalanes que administraron el oficio en solitario o junto a otros compatriotas. En Mantelli, R. Burocrazia…, cit., pp. 245 y 246. También en el siglo xvii los genoveses se hicieron especialmente presentes en los oficios relacionados con el comercio o suministros de esta materia prima. Así lo demuestra el hecho de que Serra y Varese sustituyeran a otro genovés que había ejercido como gobernador antes que ellos, Giacomo Lomellini: ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 73, 27 de abril y 20 de julio, fols. 442 y 930, respectivamente. En el documento de abril, Lomellini abonaba a los nuevos gobernadores 8250 ducados por cuenta de los efectos que tenía en su poder como gobernador que era del arrendamiento. En la escritura de junio, Serra y Varese pagaban al Oratio Ugliero sus trabajos por el ajustamiento de las cuentas derivadas de la administración de Lomellini al frente del arrendamiento.

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appalto del hierro de Terra di Lavoro y Calabria Citra y Ultra, fue nombrado gobernador del arrendamiento de la dogana de Apulia junto a los también genoveses Francesco De Marini y Giovanni Domenico Barone.148 La buena fama del genovés era tal que en su nombramiento como gobernador de ambos arrendamientos no parecieron incidir las acusaciones que, un año antes, habían vertido contra él diversos patrones de galeras cuando Varese ejercía el cargo de oficial mayor de la escribanía de ración marítima.149 No hay duda de que, en el momento en el que Varese y Serra fueron designados gobernadores del arrendamiento, Ottavio se hallaba involucrado en actividades comerciales y financieras que 148 ASNa, Sommaria, Notamentorum, prima ruota, 82, 30 de mayo de 1612, fol. 65. Las operaciones de los gobernadores pueden documentarse fácilmente a partir del análisis de sus cuentas bancarias presentes en el banco Spirito Santo de Nápoles. Algunos ejemplos en ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 15 de marzo, fols. 395 y 399; id., 22 de marzo, fol. 460 y 461. Su interés por arrendar la dogana de Apulia, un territorio estrechamente vinculado no solo a la producción de cereales, sino también al pastoreo, quizás deba relacionarse con la participación de los gobernadores en negocios laneros junto a sus parientes. Al respecto, el 23 de marzo de 1616, Giovanni Francesco Varese compraba 450 ovejas que posteriormente entregó a su cuñado, el también genovés Giovanni Francesco De Franchi. En ASBNa, SS, aa. 1615-1616, gb, m. 108, 23 de marzo de 1616, fol. 458. Los lazos de Varese con Apulia se concretaron también en su intervención en el comercio de cereales. En ASBNa, SS, aa. 1618-1619, gc, m. 136, 8 de febrero de 1619, fol. 170. Su experiencia en este ámbito fue puesta al servicio de las autoridades virreinales como demuestra el hecho de que la Sommaria el 5 de junio de 1610 escribiera al maestro portulano de Terra di Bari para avisarle de la salida por Manfredonia de un cargamento de trigo y cebada con destino a Nápoles por cuenta de Varese y Sebastiano Morales. En ASNa, Sommaria, Partium, 1824, fols. 198r y v. 149 Las denuncias de los patronos de galeras fueron recogidas en la visita que se realizó en 1611 sobre el ejercicio del cargo por parte de Varese. En ella, se halla información interesantísima que confirma la importancia crucial del genovés al frente de este oficio, que desempeñaba desde 1602, y de otros como el de arrendador del vino, de la dogana de Apulia (ya mencionado en texto), la sobreintendencia de la gabela de harina, cebada y avena (todos ejercidos en el momento de la visita) y el de perceptor de las significatorie de la Sommaria en las que se recogían las deudas que un titular de feudo debía pagar en concepto de gastos de sucesión. En AGS, Visitas de Italia, leg. 128-4 y 128-5.

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hacían de él un individuo reconocido a ojos del virrey y de los miembros de la nación ligur de Nápoles. Aunque en el momento en el que se le asignó el cargo no nos consta la firma de ningún asiento con el virrey, lo que es seguro es que, por entonces, Ottavio no era nuevo en el ejercicio de cargos virreinales. En concreto, el 29 de febrero de 1612, los descargos presentados por Loise Spinola, maestro racional de la ceca de Nápoles, confirman que este había delegado el ejercicio del oficio en un sustituto: Ottavio Serra.150 Además, los negocios mercantiles en los que participaba desde principios del siglo xvii le obligaban a mantener estrechos contactos con diversos sectores vinculados a la protoindustria del reino. En lo que se refiere a bienes de consumo habitual, Ottavio Serra y Antonio Spinola intervenían en el negocio de elaboración de tonnine (conservas de pescado), como demuestran las escrituras en las bancarias en las que figuran sus pagos por la sal necesaria para su fabricación y por el alquiler de almacenes en la isla de Procida donde eran depositadas.151 Por otro lado, la rentabilidad de la manufactura textil motivó que Ottavio participara también en iniciativas como el bordado o el blanqueado de ciertos tejidos.152Además, el genovés, como proveedor de suministros para las galeras, frecuentaba los productores de bizcocho del reino a los que compraba o encargaba la mercancía, suministrándoles, en este último caso, el trigo necesario por adelantado, como se verá 150 AGS, Visitas de Italia, leg. 112-5. 151 ASBNa, SS, a. 1606, SS, gb, m. 41, 4 de diciembre, fol. 871; id., SS, a. 1607, gc, m. 47, 9 de octubre, fol. 942; id., SS, a. 1607, gc, m. 47, 22 de diciembre, fol. 1558. 152 Nicolini, Fausto. «Notizie storiche tratte dai giornali copiapolizze dell’antico Banco della Pietà, puntata seconda», Bollettino dell’archivio storico, vol. 2, 31 de diciembre de 1950, pp. 97-192:168. Es posible que la intervención de Ottavio en la industria textil fuera más allá de las ocasiones mencionadas hasta el punto de llegar a emprender una actividad de tejidos de lujo, tal y como parece sugerir el pago efectuado el 13 de julio de 1612 por Giovanni Geronimo Magliolo a Giovanni Domenico Aucello de un damasco verde «dell’opera di Serra». En Nicolini, F. «Notizie…», cit., vol. 1, 1950, p. 67.

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más adelante. El oficio del arrendamiento del hierro debe conectarse con las funciones de aprovisionamiento que Ottavio Serra efectuaba para las galeras, dado que el appalto no solo comprendía el abastecimiento de hierro de las provincias de Terra di Lavoro y de Calabria Citra y Ultra, sino también del acero y de la pez, esta última fundamental para la impermeabilización de las naves recién construidas o de aquellas que, una vez que llegaban al puerto de Nápoles, precisaban de reparaciones. De esta manera, la estrecha relación existente entre el appalto del hierro y las galeras podía erigirse en una ventaja comparativa para Battista Serra y para Giovanni Battista Grimaldi que, en 1613, iniciaron a gestionar directamente las dos galeras del asiento de Federico Spinola, fallecido en un atentado en junio de ese mismo año. Una vez más, se hace palpable la estrecha conexión y coherencia entre los negocios de la red y los desarrollados en los distintos emplazamientos por los individuos, así como la dependencia que experimentaban las actividades que desarrollaban estos entramados de las iniciativas puestas en marcha en el ámbito local por parte de los sujetos que la componían. El arrendamiento del hierro del reino de Nápoles se dividía en estos años en tres ripartizioni: el arrendamiento de Terra di Lavoro, Calabria Citra, Calabria Ultra, Principato Citra y Principato Ultra; el de Terra d’Otranto, Terra di Bari y Basilicata; y, por último, el de Abruzzo Citra, Abruzzo Ultra, Capitanata y el Contado del Molise.153 De todos ellos, el más relevante era el primero por los ingentes ingresos que generaba la Terra di Lavoro donde se halla153 Sobre el hierro, su comercialización, su arrendamiento y su utilización por parte de la manufactura napolitana, véase Galasso, G. Economia e società…, cit., pp. 207-220; id., Seta e commercio del ferro nell’economia napoletana nel tardo Cinquecento, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1963; Ragosta, R. «Organizzazione e distribuzione…», cit.; Mantelli, R. Burocrazia…, cit., pp. 245-250; Rubino, Gregorio E. «Metallurgia e comunità agro-operaie del Mezzogiorno d’Italia nell’età della manifattura», en Cavaciocchi, Simonetta (ed.), Miniere e metallurgia, secc. 13-18: atti della diciottesima settimana di studi, 11-15 aprile 1986, Prato, 1999. Actas

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ban las principales ferriere del reino154 en cuya mejora, los genoveses habían jugado un papel fundamental.155 Aunque en Calabria existían algunas minas y ferriere de hierro, entre las que destacaron las de Stilo, su extracción no bastaba para satisfacer las necesidades del Estado napolitano.156 De hecho, el metal procedente de los yacimientos de Stilo era absorbido en su totalidad por la demanda local y su elaboración en pequeños establecimientos del territorio estaba destinada, principalmente, a la fabricación de utensilios agrícolas. Por tanto, el hierro constituía una materia prima que Nápoles debía importar, sobre todo en su versión elaborada y para su utilización en la fabricación de barcos o de armamento militar. Sin embargo, las provincias calabresas sí que destacaron por la producción de pez, también esencial para la construcción de naves en el reino y que, junto con el acero, era otro de los suministros que comprendía el arrendamiento del hierro.157 El sistema por el que el arrendamiento del hierro se concedía en alquiler a un privado era el de la subasta pública a lume di candela en la que el mejor postor se adjudicaba el oficio antes de que se apagara la vela. La compleja estructura del arrendamiento preveía la existencia de uno o varios gobernadores y de un arrendador. El estudio de Ragosta realizado sobre la admipublicadas en CD-ROM; Barra, Francesco. «Per una storia della siderurgia meridionale di antico regime», en id., Manifatture e sviluppo…, cit., pp. 39-88. 154 Ragosta, R. «Organizzazione e distribuzione…», cit.; Bianchini, L. Della storia…, cit., p. 217. 155 Cirillo, G. Verso la trama…, cit.; id., Alle origini di Minerva…, cit. 156 Bianchini, L. Della storia delle finanze…, cit., p. 70. Sobre la poca importancia de la manufactura de hierro en las provincias calabresas: Galasso, G. Economia e società..., cit., p. 207. 157 La pez se obtenía principalmente en las localidades calabresas de Bova, Sila, Policastro, Santa Severina, Amendolara y Cariati. En Galasso, G. Economia e società…, cit., pp. 217-218. Sobre los distintos recursos de Terra di Lavoro y de Calabria Citra y Ultra en materia de hierro, acero y pez, véase Galanti, Giuseppe Maria. Nuova descrizione storica e geografica delle Sicilie, vol. 2, Nápoles, tipografía del Gabinetto Letterario, 1788, pp. 244-247. Al respecto, véase el mapa 3.

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nistración en demanio del appalto del hierro de las provincias de Calabria Ultra y Citra a finales del siglo xvii señala también la presencia de un presidente.158 Según las investigaciones de Ragosta, mientras que los gobernadores y los presidentes ejercían funciones de control sobre la actuación de los arrendadores, estos últimos, que regentaban el oficio por cuatro o seis años, debían ocuparse del verdadero funcionamiento del appalto, asegurando el suministro de hierro, acero y pez a las provincias que este comprendía. Entre las competencias precisadas por Ragosta para los arrendadores se encontraba, en primer lugar, la importación de las mercancías referidas en régimen de exclusividad. Se trataba de un derecho que el Estado napolitano concedía mediante la cesión del llamado ius prohibendi. De esta manera, el appaltatore era el único autorizado a vender hierro, acero y pez en los territorios de su arrendamiento a un precio establecido por la Sommaria —el órgano regio responsable del oficio— que podía sufrir ligeras variaciones de una provincia a otra.159 En el precio final se encontraban computadas las diversas tasas que el arrendador debía pagar: la terziaria o terzeria sobre el hierro, la quartaria o quarteria sobre el acero y 158 El presidente era una figura elegida por las autoridades virreinales. En 1690, el arrendamiento de las provincias calabresas se había independizado del de Terra di Lavoro debido al progresivo aumento de importancia del primero. Ragosta señala que el poco interés que, ese año, mostraron los agentes privados por el arrendamiento propició que este quedara en manos del Estado. La explicación atribuida por Ragosta es la de la severa crisis de la moneda que afectaba al reino y que habría reducido enormemente las posibilidades de ganancia. En Ragosta, R. «Organizzazione e distribuzione...», cit., pp. 369-370. 159 Bianchini, L. Della storia delle finanze…, cit., pp. 216-217. En 1563, la Sommaria estableció el precio de la rotola de hierro en cinco ducados, dos tarì y 13,5 grana. Teniendo en cuenta la tasa que pagaba el arrendador (la terziaria, a la que nos referiremos más abajo), el precio final por el que se podía vender el hierro era de ocho ducados, un tarì y diez grana que podía cambiar según el valor de las unidades de peso de cada provincia. En Calabria el precio era de ocho ducados, cuatro tarì. Sobre el equivalente de la rotola (unidad de peso), véase la nota sucesiva.

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la quinteria sobre la pez.160 En segundo lugar, al arrendador se le otorgaba el diritto di fondaco. Por este derecho, aquellos que en las provincias del arrendamiento poseyeran hierro, acero o pez, ya fueran regnícolos o extranjeros, estaban obligados a depositarlo, pagando una tasa, en los fondaci y sub fondaci, o lo que es lo mismo, en almacenes que se hallaban bajo el control del arrendador. En la tutela de estos derechos de fondaco era fundamental la vigilancia ejercida por el propio arrendador —que solía residir en el fondaco principal—, por los sostituti del mismo —uno por cada depósito y sub depósitos— y de las principales dogane que abarcaba el arrendamiento que, en este caso, eran la de Nápoles y la de las provincias calabresas, a su vez subdivididas en otras de menor rango.161 Estas últimas se aseguraban de que la mercancía que entraba en 160 La terziaria del hierro constituía la mitad del precio que había pagado el arrendador por el hierro a importar por lo que representaba un tercio del precio total. Por poner un ejemplo, si el arrendador compraba el hierro por siete ducados el cantaro, la terziaria sería de 3,5 ducados. El precio de venta final del cantaro no debía ser menos de 10,5 ducados el cantaro. En este sentido, la terziaria sería un tercio del precio total. La quartaria del acero, como su nombre indica, suponía un tercio por lo que comprendía un cuarto del precio total. La quintaria gravaba una cuarta parte del precio abonado por el arrendador que suponía una quinta parte del precio total. En Mantelli, R. Burocrazia e finanze…, cit., pp. 245 y 246. Obviamente, los arrendadores debían procurar que sus compras de hierro destinado a Nápoles compensaran las tasas a pagar. Si por ejemplo, un cantaro de hierro lo vendía a doce ducados en el reino (por tanto, pagando cuatro ducados de terziaria) y la materia prima le había costado siete ducados el cantaro, quiere decir que el appaltatore había obtenido un beneficio de un ducado. Ragosta, R. «Organizzazione e distribuzione…», cit., p. 373. El cantaro, cantara o quintale napolitano era una unidad de peso del reino de Nápoles utilizada para sólidos que equivalía a 89,1 kilos actuales. Se subdividía en otras unidades: el rotolo (891 gramos) y la libbra (320,5 gramos). Un cantaro equivalía a cien rotoli y a 277 ¾ de libbre. Un rotolo equivalía a 1,78 libbre. La libbra, a su vez, era divisible en once (26,7 gramos). Una libbra equivalía a 12 once. En Fenicia, G. Il regno di Napoli e la difesa..., cit., p. xiv. 161 Sobre las dogane del reino y las sub dogane que comprendían las dos mencionadas, véase De Rosa, L. Studi sugli arrendamenti..., cit., pp. 3-5. Sobre la dogana de Nápoles, véase Sirago, Maria. «Il sistema delle dogane del regno di Napoli tra ‘500 e ‘800», en Salvemini, Raffaella (ed.), Istituzioni e traffici nel Mediterraneo tra

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el reino fuera dirigida a los fondachi, de cobrar a los extranjeros los derechos establecidos por su introducción de la mercancía en el territorio bajo su jurisdicción y de evitar, junto a los oficiales regios, los episodios de contrabando. En caso de comercio ilegal, el arrendador podía adjudicarse la mercancía y el medio por el que había sido transportada.162 Por último, el appaltatore tenía también derecho a percibir contribuciones de los trabajadores del hierro que operaban en las provincias del arrendamiento.163 En lo que concierne a las obligaciones del arrendador, además del aprovisionamiento del reino de hierro, acero y pez, este debía proveer al pago de los salarios del personal asociado al oficio (los pesatori —encargados, como su nombre indica, de pesar la materia prima—, los soldados, los guardianes de fondaco, los transportadores del hierro...) y de los funcionarios regios, cuyos estipendios se denominaban cristalli. En concreto, se trataba de un vicesecreto y de un credenziero que controlaban el precio, la calidad y el peso de la mercancía y la actuación de los sostituti y garantizaban que la cuarta parte del valor de las mercancías de contrabando confiscadas se versaran a la Regia Corte.164 Asimismo, los appaltatori eran también los responsables de pagar las asignaciones a aquellos que poseían rentas sobre el arrendamiento (assegnatari) y los que se ocupaban de repartir los beneficios del arrendamiento a los consegnatari, es decir, el consorcio de privados que participaba, por diversas cuotas (carature o carati), en la financiación del oficio y que, por este motivo, en la práctica, podía ser considerado el verdadero propietario del mismo.165 eta antica e crescita moderna, Nápoles, Consiglio Nazionale delle Ricerche. Istituto di Studi sulle Societa del Mediterraneo, 2009, pp. 313-338. 162 Ragosta, R. «Organizzazione e distribuzione...», cit., p. 372. 163 Sobre las profesiones afectadas al pago de tasas en el arrendamiento del hierro de Calabria en 1690, ibidem, pp. 378-379. 164  Ibidem, pp. 370-371. 165 Mientras que los assegnatari eran aquellos que habían adquirido las cuotas del arrendamiento que correspondían a la Regia Corte y que, por tanto, tenían derecho

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Mapa 3. Las doce provincias del reino de Nápoles con indicación de las principales producciones manufactureras166

El poder de los consegnatari era tal que, a finales del siglo xvii, eran los que elegían a los gobernadores. Entre las obligaciones de estos últimos se hallaba el vigilar que los arrendadores ejecutaran sus funciones sin incurrir en abusos. Según Ragosta, el gobernador

a recibir el pago íntegro y con precedencia sobre aquellos que debían hacerse a los consegnatari, estos últimos eran aquellos a los que la administración virreinal había cedido el arrendamiento y que, por tanto, formaban parte del gobierno del mismo y participaban de sus beneficios por diversas cuotas según el capital invertido. Al respecto, véase Demarco, D. Il banco di Napoli…, cit., pp. 106 y 107. 166 Fuente: Zilli, I. «Arte y manufacturas...», cit., p. 292.

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podía asumir las funciones del arrendador solo cuando el oficio quedaba vacante.167 A pesar de que el arrendamiento gobernado por Serra y Varese no se hallase en demanio, los documentos analizados sí que demuestran que las funciones que estos ejercieron iban mucho más allá del simple control de la actuación del appaltatore. Este último era muy posiblemente Stefano Starace, pero su cargo en el oficio aparece en las fuentes de manera equívoca. La confusión respecto a Starace deriva de las diversas maneras en las que este es definido: si bien en la mayor parte de los casos se le denomina «cajero» (cassiero) del arrendamiento en la dogana de Nápoles, en otros es señalado como arrendador (arrendatore) del mismo.168 En cualquier caso, Starace ejercía las funciones descritas por Ragosta para los arrendadores, con la diferencia de que estas eran desempeñadas, no solo con la connivencia de los gobernadores Serra y Varese, sino también con la participación activa de estos últimos que intervenían en un sinfín de ocasiones para facilitar el buen funcionamiento del arrendamiento. Así por ejemplo, los gobernadores facilitaron no pocas veces el suministro de hierro, acero y pez a través de la compañía que Ottavio Serra poseía con Antonio Spinola y de los contactos que el primero mantenía fuera de Génova. Serra y Varese también figuraban realizando, en nombre de Starace, pagos a la Tesorería General en concepto de las sumas que correspondían a 167 Ragosta, R. «Organizzazione e distribuzione...», cit., pp. 368-369. No se ha conseguido averiguar si en la época en la que Varese y Serra fueron designados gobernadores, los consegnatari eran ya los responsables de la elección de este cargo. 168 Los documentos del Archivio Storico Banco di Napoli que se han analizado para el banco Spirito Santo durante los años comprendidos entre 1612 y 1616 se refieren siempre a Ottavio Serra y a Giovanni Francesco Varese como gobernadores del arrendamiento. Por su parte, Starace es definido como arrendador solo en cuatro ocasiones en este período. Al respecto, véase ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 75, 19 de mayo, fol. 523; id., SS, a. 1612, gb, m. 79, 15 de septiembre, fol. 90; id., SS, a. 1612, gb, m. 78, 28 de septiembre, fol. 190; id., SS, a. 1612, gb, m. 75, 5 de julio, fol. 713.

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los assegnatari169 y eran ellos los que abonaban los estipendios del personal asociado al arrendamiento. Los testimonios documentales sobre los intercambios económicos entre los gobernadores, los arrendadores, los empleados del appalto, consegnatari y assegnatari permiten la reconstrucción de parte de la estructura y del funcionamiento del arrendamiento. En este sentido, el aspecto más interesante es la relación que se atisba entre el cassiero o arrendador del oficio y los gobernadores del mismo, Serra y Varese. Puesto que Starace es definido como cajero y/o arrendador en la dogana de Nápoles, podemos hipotizar que su ámbito de jurisdicción fuera la provincia de Terra di Lavoro. Por lo que respecta a la presencia de un arrendador en las provincias de Calabria Citra y Ultra, las cuentas de los gobernadores analizadas en el banco Spirito Santo no ofrecen informaciones concluyentes.170 Con una periodicidad variable, Starace ingresaba a los gobernadores diversas cantidades por las tasas que pagaban aquellos que deseaban vender el hierro, el acero o la pez en el territorio bajo su jurisdicción. Asimismo, el cajero-arrendador efectuaba abonos a Serra y a Varese en concepto de los beneficios que había obtenido por la venta que había realizado de estas materias primas en la dogana de Nápoles. Contamos con testimonios de los pagos realizados por 169 ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 75, 5 de julio, fol. 713. 170 Es posible que en Calabria Ultra, la figura de referencia fuera el genovés Stefano Cella, aunque en los documentos hallados este nunca es definido como arrendador o como cajero, como era el caso de Starace. Al respecto, véanse ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 90, 12 de mayo, fol. 658, donde Cella paga a Serra y a Varese 600 ducados por la administración que ha realizado del arrendamiento en la provincia de Calabria Ultra. Asimismo, el 27 de noviembre de 1614, Cella ingresó 166 ducados a los gobernadores en concepto de su administración del arrendamiento como lugarteniente (locutenente) en la provincia de Calabria Ultra. Más testimonios sobre los servicios de Cella en Calabria a los gobernadores Serra y Varese y sobre los tratos que mantenían entre ellos en ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 79, 15 de septiembre, fol. 89; id., SS, a. 1612, gb, m. 78, 24 de octubre y 15 de diciembre, fols. 267 y 456, respectivamente. No se ha hallado ningún documento similar para provincia de Calabria Citra. En id., SS, a. 1614, gb, m. 95, 27 de noviembre, fol. 526.

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Starace a los gobernadores en los meses de enero, febrero, marzo, mayo, julio, octubre, noviembre y diciembre de 1614. Tales pagos fueron realizados en concepto de derechos percibidos en los meses de agosto, septiembre y octubre de 1613 por venta de las materias primas del arrendamiento y de beneficios por colocación de estas mercancías en el mercado.171 Aunque la distancia entre los abonos de Starace y el momento en el que percibió los beneficios oscila entre los seis y los catorce meses, es imposible deducir de ello el tiempo que los gobernadores transcurrían sin percibir los ingresos del arrendamiento, ya que los documentos que nos informan de estas transferencias de capital entre arrendador y gobernadores revelan que Serra y Varese recibían también sumas de Starace en otras cuentas que tenían abiertas en otros bancos de la ciudad, como el de Sant’Eligio o el del Popolo.172 Sin embargo, estos trasvases de capital sí que nos permiten hacernos una idea de los beneficios mínimos que generaba el arrendamiento que, en un único mes, como el de mayo de 1614, podía alcanzar los 12 930 ducados, cuatro tarì y diecinueve grana, lo cual equivalía a unos 10 732 ducados castellanos. Es de señalar que los documentos que se han hallado para las transferencias realizadas por Starace a Serra y Varese en los meses de septiembre y noviembre de 1612 por los conceptos mencionados no especifican el período en el que se generaron tales beneficios y, en cualquier modo, constituyeron cantidades mucho más modestas, si las comparamos con las percibidas por los gobernadores en 1613. Un fenómeno comprensible teniendo en cuenta que fue en 1612 —probablemente a partir de abril de ese año— cuando se produjo la sucesión de Serra y Varese al arrendamiento que antes gestionaba Giacomo Lomellini.173 171 Véase la tabla 20. 172 Una mejor comprensión del funcionamiento del arrendamiento requeriría el análisis de las cuentas de los gobernadores presentes en este banco y que no han podidos ser objeto de estudio de este trabajo. 173 Sobre las transferencias de capital efectuadas por Starace a los gobernadores en 1612, véanse ASBNa, SS, gb, m. 78, 28 de septiembre, fol. 180,

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Tabla 20. Pagos del cajero/arrendador Stefano Starace a los gobernadores Ottavio Serra y Giovanni Francesco Varese por ingresos derivados del arrendamiento del hierro de Terra di Lavoro y Calabria Citra y Ultra (1613)174 Fecha en la que Starace pagó a Serra y Varese

Suma en ducados, tarì y grana

Mes de la obtención de ingresos del arrendamiento por diversos conceptos

28 de enero de 1614 28 de febrero de 1614 22 de marzo de 1614

1000 ducados 1000 ducados 1000 ducados 1382 ducados, 2 tarì, 8 grana 2819 ducados 8729 ducados, 2 tarì, 11 grana 1500 ducados

Agosto de 1613 Agosto de 1613 Agosto de 1613

Septiembre de 1613

9265 ducados, 14 grana

Septiembre de 1613

500 ducados

Octubre de 1613

1587 ducados, 3 tarì, 4 grana

Octubre de 1613

12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614 5 de julio de 1614 22 de noviembre de 1614 22 de noviembre de 1614 20 de diciembre de 1614

Julio de 1613 Junio de 1613 Agosto de 1613

cuando Starace abonó 2385 ducados; id., SS, a. 1612, gb, m. 79, 29 de noviembre, fol. 398, momento en el que el cajero pagó a los gobernadores 600 ducados. 174 Tabla de elaboración propia a partir de las siguientes fuentes: ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 28 de enero, fol. 152; id., SS, a. 1614, gb, m. 90, 28 de febrero, fol. 294; id, SS, a. 1614, gb, m. 91, 22 de marzo, fol. 447; id., a. 1614, gb, m. 90, 12 de mayo, fol. 652; id., a. 1614, gb, m. 90. 12 de mayo, fol. 655; id., a. 1614, gb, m. 90, 5 de julio, fol. 993; id., a. 1614, gb, m. 94, 22 de noviembre, fol. 490; id., a. 1614, gb, m. 94, 22 de noviembre, fol. 490; id., a. 1614, gb, m. 95, 20 de diciembre, fol. 636.

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Si bien es evidente que el oficio generaba enormes sumas de capital, los gastos en los que incurría eran igualmente relevantes y eran los gobernadores Serra y Varese los que afrontaban buena parte de ellos, para lo cual recibían financiación de otros sujetos del reino.175 Los movimientos que se observan en las cuentas que tenían en el banco Spirito Santo evidencian los pagos que efectuaban a los diversos dependientes del arrendamiento, entre cuyas figuras se encuentran algunas de las ya mencionadas por Ragosta.176 En este sentido, entre los gastos que se pueden documentar a través de las cuentas de Serra y Varese, se encuentran los realizados a empleados presentes en la dogana de Nápoles, como el guardián177 o el credenziero, representante de los intereses de la Sommaria.178 Asimismo, algunos 175 El 20 de noviembre de 1614, Tommaso Pinelli les prestaba la suma de 1601 ducados, dos tarì, dos grana que tenían que restituir el 1 de mayo de 1615. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 95, 20 de noviembre, fol. 489. El 22 de noviembre de ese mismo año, Serra y Varese pagaban 3397 ducados, un tarì y catorce grana a Francesco De Marini y Sancho de Estrada («Destrada») en concepto de un préstamo que les habían hecho por valor de 3000 ducados y sus intereses al ocho por ciento el 14 de marzo de 1613. En id., SS, a. 1614, gb, m. 94, 11 de noviembre, fol. 489. Asimismo, el 16 de diciembre de 1614, Cornelio Spinola pagaba a Serra y Varese, por un lado, 466 ducados, tres tarì, seis grana y, por otro, 277 ducados, cuatro tarì, tres grana. Cantidades que estos tenían que devolverle a finales de abril de 1615. En id., SS, a. 1614, gb, m. 95, 16 de diciembre, fol. 597. 176 Entre los pagos que Serra y Varese ejecutaban se hallaban los correspondientes a sus propios salarios (o provisioni). Sobre el pago a Varese de 360 ducados, dos tarì y diez grana por este concepto realizado el 1 de marzo de 1614, véase ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 1 de marzo, fol. 317. Otro abono a Varese por su estipendio y por valor de 110 ducados se le efectuó el 18 de agosto de ese mismo año. En id., SS, a. 1614, gb, 18 de agosto, fol. 46. 177 Entre 1612 y 1614 el guardián del arrendamiento en la dogana de Nápoles era Giovanni Andrea d’Apuzzo (o De Apruzzo), al que se le pagaban 3 ducados al mes por sus servicios. En ASBNa, SS, a. 1612, gc, m. 77, 22 de diciembre, fol. 532; id., SS, a. 1614, gb, m. 90, 12 de mayo, fol. 660. 178 El 14 de enero de 1614, este cargo se encontraba desepeñado por Geronimo Testa. El sueldo que le correspondió por las funciones desarrolladas durante todo el año de 1613 fue de 100 ducados. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 90, 14 de enero, fol. 65. Como se verá más adelante, Testa continuará manteniendo

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de los fondachi o de las pequeñas dogane del reino bajo la jurisdicción del arrendamiento se hallaban bajo el dominio de familias de la oligarquía local, por lo que su gestión, por parte de los gobernadores, requería el pago de un alquiler a sus propietarios.179 Uno de los aspectos interesantes que se atisba a partir del análisis de los trasvases de capital para la financiación del arrendamiento es que los cargos asociados al appalto no pocas veces se hallaban en manos de los consegnatari. Un caso ejemplar de ello es el del pesatore de la dogana de Nápoles, Camillo Beghini.180 En concreto, Serra y Varese pagaban el 7 de julio de 1614 el salario de 84 ducados que correspondía a Beghini por un año y ocho meses de servicio desde el 1 de enero de 1613 y hasta agosto de 1614, lo que quiere decir que los gobernadores le abonaban un mes por adelantado.181 Este fenómeno permite arrojar luz sobre

tratos con Ottavio en la década de 1620 con motivo de los suministros de hierro que este último siguió realizando al reino, esta vez como particular. 179 Es el caso de Luisa Egidia, que poseía el control del fondaco y dogana de Sorrento. ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 78, 11 de septiembre, fol. 95. 180 Junto con pesatore, la documentación analizada nos informa también de abonos frecuentes de los gobernadores a la compañía dei bastari por «pesar y cargar hierros, aceros, pez y otras cosas por cuenta del arrendamiento». Traducción propia del original: «pesare e cariare ferri, acciali, pece et altro per conto d’esso arrendamento». Aunque no conocemos el origen ni contamos con noticias más específicas sobre la compañía, es posible que se trate de una asociación corporativa cuyos miembros desempeñaban estas funciones. Por un mes de servicios, recibían cantidades variables que, suponemos, dependían del peso y de la cantidad de mercancías transportadas. Los casos encontrados, de hecho, revelan pagos muy dispares entre sí (entre los 22 y los 60 ducados). En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 90, 12 de mayo, fols. 655 y 660; id., SS, a. 1614, gb, m. 94, 22 de noviembre, fol. 489. Rescigno refiere la existencia de la corporación de los bastari de Salerno, pero no aporta más información acerca de ella. En Rescigno, Giuseppe. Lo “Stato dell’Arte”. Le corporazioni nel Regno di Napoli dal xv al xviii secolo, Fisciano, Ministero dei Beni e delle Attivita Culturali e del Turismo. Direzione Generale Archivi, 2016, p. 99. 181 El oficio de pesatore, como tantos otros en el reino de Nápoles, podía ser ejercido por terceras personas a las que se cedía su ejercicio y, en este caso, el

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los ingresos que percibían los consegnatari y que no se reducían a los recibidos por sus cuotas de participación en el appalto.182 Vista la sólida presencia de los consegnatari en las diversas jerarquías del arrendamiento, no es de extrañar que existieran relaciones económicas entre estos y los gobernadores y arrendadores. En este sentido, una pragmática emitida por el virrey el 10 de agosto de 1640 prohibía la existencia de negocios o compras entre, de un lado, los gobernadores y arrendadores y, de otro, los consegnatari.183 Entre estos últimos, la pragmática incluía a los caratari y a los diversos cargos del arrendamiento como el subaffittatore, el cassiere (papel desempeñado en Nápoles por Starace, como se vio), el computante,184 el scritturale,185 el abogado, el procurador o cualquier otro dependiente del arrendamiento. La inclusión de estas figuras entre los consegnatari es, por tanto, indicativa de cómo estos no se oficio era desempeñado por Giovanni Donato Vello. ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 7 de julio, fol. 1035. 182  Ibidem, 7 de julio, fol. 1037. 183 Grimaldi, Ginesio. Istoria delle leggi e magistrati del regno di Napoli continuata da Ginesio Grimaldi, vol. X, Nápoles, Stamperia Orsiniana, 1772, p. 496. 184 El computante era el encargado de llevar y presentar las cuentas del arrendamiento a la Sommaria y de preparar las órdenes de pago de las cuotas que correspondían a los consegnatari. En enero de 1614, el computante del arrendamiento era Giovanni Aniello Russo. Por un año de servicios, Serra y Varese le pagaron 50 ducados. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 4 de enero, fol. 28. El 11 de octubre de ese mismo año, los gobernadores le abonaron la misma cantidad por sus servicios durante todo el mes de agosto de ese año. En id., SS, a. 1614, gb, m. 94, 11 de octubre, fol. 294. 185 Entre septiembre y diciembre de 1612, esta figura que, como su nombre indica, debía custodiar las escrituras contables del arrendamiento, fue desempeñada por Orazio Senna. El 15 de septiembre de 1612, Serra y Varese lo compensaron por sus servicios con 25 ducados, sin especificar el período de tiempo en el que ejerció. El 19 de diciembre recibió de los gobernadores otros 25 ducados por «todo el mes de febrero próximo de 1613». Traducción propia: «tutto febraro prossimo davvenire 1613». El 9 de enero de 1614 Serra y Varese le abonaron 50 ducados, sin que especificaran el período de servicio por el que le pagaban. En ASBNa, SS, a. 1612, gc, m. 77, 15 de septiembre y 19 de diciembre, fols. 133 y 503; id., SS, aa. 1613-1614, gc, m. 88, 9 de enero de 1614, fol. 47.

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limitasen solo a aportar su cuota, sino que también podían ejercer (ellos o sus sustitutos) los principales empleos del oficio. Asimismo, las transferencias económicas protagonizadas por Serra y Varese como gobernadores del arrendamiento permiten observar la entidad de los assegnatari que percibían entradas sobre el appalto. Entre 1612 y 1614, predominaban entre ellos instituciones eclesiásticas y piadosas napolitanas y genovesas,186 así como ligures pertenecientes a algunas de las grandes familias de la República. Muchos de estos últimos se encontraban fuera del reino, como era el caso de parientes de Ottavio Serra que, desde Génova, encargaban a Serra el cobro de sus rentas sobre el arrendamiento.187 Si los ingresos que Starace efectuaba a Serra y Varese han revelado cuestiones claves sobre la compenetración entre el arrendador y los gobernadores, y sobre la entidad de los beneficios generados por el appalto, las transacciones que estos últimos efectuaban a Starace nos aportan más datos sobre las importantes funciones del arrendador, la procedencia de las materias primas introducidas en la dogana de Nápoles y los sujetos de los que se valían el arrendador y los gobernadores para aprovisionar al reino.188 186 Entre ellas se hallaban el monasterio de San Domenico y el San Lorenzo Maggiore de Nápoles, el monasterio de San Domenico de Gaeta y, en lo que se refiere a las instituciones de la República, el hospital de Pammatone y el de los Incurabili. Algunos de pagos de assegnazioni a estas instituciones en ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 4 de enero, fol. 32, para el monasterio de San Domenico; id., SS, a. 1614, gb, m. 91, fol. 597, para el monasterio de San Lorenzo Maggiore; id., SS, a. 1614, gb, m. 90, 14 de mayo, fol. 675, para el monasterio de Gaeta; id., SS, a. 1614, gb, m. 91, 16 de abril, fol. 603 e id., SS, a. 1614, gb, m. 95, 25 de octubre, fol. 355 para el Hospital de Pammatone y el de los Incurabili de Génova. 187 En concreto, nos referimos a Minetta Serra. Algunos ejemplos en ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 16 de abril, fol. 597; Algunas asignaciones las recibía Ottavio Serra como procurador de Minetta o bien como beneficiario de algunas de estas entradas situadas en cabeza de parientes religiosas de Génova, como la monja Angela Felice Serra en id., SS, a. 1614, gb, m. 90, 5 de julio, fol. 1006; id., SS, aa. 1615-1616, gb, m. 109, 21 de enero de 1616, fol. 126. 188 Véase la tabla 21.

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Tabla 21. Conceptos que los gobernadores pagaban al arrendador por el suministro de mercancías en la dogana de Nápoles (1614)189 Fecha190

Mercancía que genera el gasto

Cantidad

12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614

Compra de hierro vecchio (viejo) Compra de hierro Compra de hierro Compra de hierro tunno Compra de hierro vecchio Pago de flete por transporte de hierro Pago de flete por transporte de pez negra Pago de flete por transporte de pez negra Pago de flete por transporte de pez Compra de partidas de pez negra

58 cantara, 32,5 rotola 29 cantara, 26 rotola 18 cantara, 78 rotola 9 cantara, 61 rotola 20 cantara, 11 rotola

12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614 12 de mayo de 1614

Procedencia Comprada a de la mercancía Diversos Hamburgo Génova Génova

377 cantara, 8 libbre

Génova

26 cantara, 38 rotola

Desde Nicastro (Calabria)

Diversos Francesco Mirabello Galeras de Su Santidad Proveedor de las galeras de Génova

Desde Nicastro (Calabria) 408 cantara, 5 rotola

Desde Nicastro (Calabria)

28 cantara, 67 rotola

189 ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 90, 12 de mayo, fols. 655 y 660; id., SS, a. 1614, gb, m. 94, 22 de noviembre, fol. 489; id., SS, a. 1614, gb, m. 95, 20 de diciembre, fol. 637. 190 Los pagos son referidos en los giornali de banco del Spirito Santo. La fecha que señalamos es solo indicativa del momento concreto en el que se efectuó un pago, que podía liquidar una parte o la totalidad de la deuda pendiente.

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12 de mayo 1614

12 de mayo de 1614

12 de mayo de 1614

12 de mayo de 1614

12 de mayo de 1614 22 de noviembre de 1614 22 de noviembre de 1614

Compra de pez negra

Pago de flete para transporte de pez

156 cantara, 27 rotola

49 cantara, 36 rotola

Desde San Locito [Lucido?]. En el caso de que fuera San Lucido, se encuentra en Calabria.

Pago de un mes de alquiler (julio de 1613) de un almacen pequeño para conservar la pez del arrendamiento. Pago de un mes de alquiler (abril de 1613) de un pequeño almacén en el que se conserva la pez del arrendamiento Compra de hierro nudo (desnudo)

Alquilado a Filippo De Turre

Alquilado a Filippo De Turre

Diversos

Compra de hierro vecchio

45 cantara, 33 rotola

Compra de hierro

394 cantara, 65 rotola

Pago del alquiler de dos meses 20 de en 1613 de un diciembre de almacén pequeño 1614 para conservar la pez

España

Giovanni Del Re [?]

Giovanni Tommaso Tello

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20 de Compra de hiediciembre de rro nuovo (nuevo) 1614

20 de diciembre de 1614

Compra de hierro vecchio

30 cantara, 70 rotola

11 cantara

Baldassarre Noiroto. Los derechos del hierro fueron pagados a Giovanni Alfonso Russo Pagados a Rocco Palomba

Si bien los documentos pocas veces facilitan el precio pagado por un cantaro de hierro,191 la fuente es generosa en lo que se refiere al origen de la mercancía importada. Starace, al que los gobernadores satisfacían los gastos derivados de las operaciones mencionadas, compró, prevalentemente, hierro procedente de Génova, por lo que no puede descartarse que se trate de hierro de la Isla de Elba que, por constituir uno de los principales yacimientos de esta materia prima para los genoveses que la comercializaban, muchos lo denominaban ferro di Genova. A pesar de que la isla había pasado a manos del Estado de Piombino en 1399, los ligures, que habían dominado la isla hasta entonces, sigueron contando con facilidades para el tráfico del hierro.192 191 El precio pagado por dichos conceptos no es claro en las fuentes consultadas. En ocasiones, el capital abonado por Serra y Varese representa solo una parte del total que había costado la operación, por lo que no es posible calcular el precio por cantara de hierro adquirido. Puesto que referir parcialmente las cantidades pagadas podía conducir a interpretaciones fragmentarias e incluso erróneas, se ha preferido indicar solo los conceptos que motivaban los pagos de los gobernadores al arrendador, lo cual permite aprehender las funciones que este desempeñaba al frente del oficio. Solo en dos ocasiones la fuente especifica de manera precisa el precio por cantara de la partida de hierro comprada. Así, el precio de la cantara de hierro comprada a Rocco Palomba costaba 9,5 ducados; la cantara de hierro tunno [?] comprada en Génova costaba once ducados. 192 Al respecto, véanse las consideraciones de Petti-Balbi, G. «I genovesi...», cit., pp. 66-67.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Por otro lado, la referencia al hierro de Hamburgo pone de relieve la presencia persistente de productos nórdicos en el Mediterráneo, hecho que debe relacionarse con las compras que los gobernadores Serra y Varese realizaron por sí mismos de hierro inglés en 1612 y 1614 y por las que pagaron a sujetos como Samuel D’Alano, Miles Vite o Tomase Tesed. En los tres casos, el hierro poseía los precios más bajos de los registrados en algunas de las compras de Starace.193 Ni siquiera el hierro procedente de España superaba los precios ingleses mencionados: el 12 de mayo de 1614, los gobernadores compraron y pagaron a Vincenzo Vuolo y hermanos 89 cantara, 74 rotola a siete ducados el cantaro.194 Además de estas funciones de avituallamento de hierro llevadas a cabo por Serra y Varese, los gobernadores en ocasiones se ocuparon también de proveer la pez y de realizar el pago de los seguros necesarios para las naves que transportaban las materias primas del arrendamiento. En este sentido, el 14 de febrero de 1614, los gobernadores pagaron a Matteo De Ruggiero 90 cantara, 43 rotola de pez negra naval a cuatro ducados el cantaro.195 Respecto a los mecanismos para asegurar las mercancías transportadas en las naves, un documento de un giornale di banco del Spirito Santo confirma que Serra y Varese costearon los gastos

193 A Samuel D’Alano, los gobernadores compraron cantara 114 que posteriormente entregaron a Starace. Por ellas pagaron 832 ducados y un tarì, por lo que el cantaro costaba alrededor de 7,3 ducados. En ASBNA, SS, a. 1612, gb, m. 75, 3 de julio (fecha del pago), fol. 702. Más adelante, el 28 de febrero de 1614, Serra y Varese compraron a Miles Vite 89 cantara, 78 rotola de hierro nuevo a 6,5 ducados el cantaro. En. id., SS, a. 1614, gb, m. 90, 28 de febrero, fol. 295. Apenas un mes más tarde, el 22 de marzo, los genoveses satisfacían a Tomase Tesed la deuda por 195 cantara, 80 rotola de hierro de Inglaterra comprados a 6,5 ducados el cantaro. Como en los otros casos, la mercancía fue entregada en la dogana de Nápoles a Starace. En id., SS, a. 1614, gb, m. 91, 22 de marzo, fol. 447. 194 El hierro fue entregado, como era habitual, a Starace. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 90, 12 de mayo, fol. 654. 195 En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 14 de febrero, fol. 1082.

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derivados del seguro naval realizado en ocasión del traslado de hierro de Nápoles hasta Reggio y de Venecia hasta Nápoles. Asimismo, incurrieron en gastos de seguros por transporte de acero de Venecia a Reggio y de pez de Nápoles a Génova. Este último concepto demuestra que los genoveses no solo se ocupaban de suministrar al reino los recursos que necesitaba en virtud de su arrendamiento, sino que también utilizaban su posición al respecto para exportar materias primas con una gran demanda, como era el caso de la pez.196 Se trataba de actividades que los gobernadores Serra y Varese desarrollaron por cuenta propia y que se hacen eco, una vez más, de las amplias competencias que estos poseían en el desempeño del oficio y que difícilmente pueden reducirse a las funciones de control de las acciones del arrendador. Si bien las transacciones y los contratos mencionados parecen transmitir una cierta autonomía y autosuficiencia por parte de los gobernadores, lo cierto es que las muchas negociaciones que Serra y Varese debían efectuar para obtener los mejores precios y materias primas de calidad requerían poder contar con sujetos de referencia tanto dentro como fuera del reino. En consecuencia, es comprensible que Ottavio Serra se sirviera, en Nápoles, de la propia compañía que mantenía con Antonio Spinola197 y, en Génova y en los emplazamientos en los que debía abastecerse de hierro, de miembros de la red como Genesio Sanguineto por los motivos que a continuación explicaremos. La tabla 22 muestra algunas de las operaciones del arrendamiento de 1612 para las que se requirieron los servicios de Genesio Sanguineto y de la compañía Serra-Spinola. Es de señalar que no se ha hallado un sostén similar al arrendamiento por parte de sujetos conectados con Giovanni Francesco Varese. Es posible que su importancia para el appalto se hallara en sus 196 En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 90, 4 de febrero, fol. 188. 197 Véase la tabla 22.

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excelentes conocimientos de los entresijos del cargo —visto las muchas funciones que había desempeñado en la administración del virreinato antes de asumir el gobierno del arrendamiento del hierro— y en sus contactos en las provincias bajo la jurisdicción del oficio. Lo cierto es que en los documentos analizados es la red de Ottavio Serra la que sobresale en el ejercicio de funciones de aprovisionamiento para el appalto. Tabla 22. Suministro de mercancías del arrendamiento con la colaboración de la compañía Serra-Spinola y de Genesio Sanguineto (1612)198 Fecha

Concepto

Cantidad

19 de mayo de 1612

Compra de partida de hierro

497 cantara, 15 rotola

26 de junio de 1612199

Compra de partida de hierro

497 cantara, 15 rotola

Precio pagado

Procedencia de la mercancía

Follonica (Toscana)

9,5 ducados el cantaro

Follonica (Toscana)

Vendedor/ Intermediario Genesio Sanguineto, con el cual se había hecho partito Genesio Sanguineto, con el cual se había hecho partito

198 Tabla de elaboración propia a partir de las siguientes fuentes: ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 74, 26 de junio, fol. 811; id., SS, a. 1612, gb, m. 74, 26 de marzo, fol. 362; id., SS, a. 1612, gb, m. 79, 15 de septiembre, fol. 90; id., SS, a. 1612, gb, m. 75, 19 de mayo, fol. 523. En esta tabla se recogen los movimientos de las cuentas de Serra y Varese que testimonian predominantemente el pago de los servicios de la compañía Serra-Spinola por cuenta del arrendamiento del hierro. 199 En esta fecha se realizan dos pagos de Serra y Varese a la compañía SerraSpinola por el mismo concepto. La cantidad total del hierro era la precisada en la tabla, pero se pagó en dos operaciones.

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26 de junio de 1612

Seguro naval para el transporte de de partida de hierro hasta Nápoles y pago del patrón de la nave

30 de julio de 1612

Pago del flete para transporte de partida de hierro

297 cantara, 63 rotola

15 de septiembre de 1612

Pago de partida de hierro

798 cantara, 29 rotola

750 ducados por el seguro naval. 100 ducados al patrón de la nave, Antonio Maria Germano Pago del flete a Giovanni Battista Micone hasta la playa de Graticciare200 (actual provincia de Viterbo) 9,1 ducados el cantaro

Génova

Serra y Varese pagan al patrón de la nave en nombre de Genesio Sanguineto

La orden de transporte del hierro fue dada por Genesio Sanguineto

Follonica (Toscana)

Los pagos que Serra y Varese efectuaron a la compañía Serra-Spinola nos descubren una nueva procedencia del hierro: nos referimos al metal toscano, en concreto al proveniente de Follonica, en la actual provincia de Siena.201 En dicha localidad, 200 Como veremos más adelante por un documento de 1620, Sanguineto poseía ferriere situadas en este territorio. 201 Tognarini, Ivan. «La questione del ferro nella Toscana del xvi Secolo», en Rombai, Leonardo., I Medici e lo stato senese, 1555-1609. Storia y territorio, Roma,

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se encontraba uno de los establecimientos siderúrgicos más importantes de Italia: Follonica.202 La posición estratégica de esta ferriera —en una zona con abundancia de fuentes de combustible (vegetal) y de recursos hídricos— hizo de ella un objetivo ambicionado por los Estados vecinos. De hecho, antes de que los Sanguineto se adjudicaran su control, fue la Camera Apostolica la que, en 1577, tras la muerte de Cosimo I De' Medici, obtuvo del Estado de Piombino el alquiler del establecimiento.203 Los Sanguineto la alquilaron en 1611, un año antes de que Ottavio Serra y Giovanni Francesco Varese asumieran el gobierno del arrendamiento.204 Como se recordará, Genesio Sanguineto era la mano derecha de Girolamo Serra, del que fue también fideicomisario después de su muerte en 1616, cargo que hacía de él un elemento clave en la gestión y mejora del patrimonio del difunto. Todo apunta a que el arrendamiento de Follonica por parte de Sanguineto constituyera una inversión realizada por GiDe Luca, 1980, pp. 239-261; id. (ed.), Siderurgia e miniere in Maremma tra ‘500 e ‘900. Archeologia industriale e storia del movimento operaio, Florencia, Del Giglio, 1984; Rombai, Leonardo y Tognarini, Ivan (eds.), Follonica e la sua industria del ferro: storia e beni culturali, Florencia, All’insegna del Giglio, 1986. En Follonica, la familia Sanguineto poseía fábricas para la transformación del hierro como puede observarse en la ilustración 2 202 La situación de Follonica, que además se hallaba dotada de altos hornos, permitía la recepción de los cargamentos de hierro procedentes de la isla de Elba, donde no existían las condiciones requeridas para el tratamiento del metal in loco. El problema inherente al establecimiento era solo el del transporte que podía encarecer sobremanera el precio del metal y, por tanto, hacerlo poco competitivo. A este respecto, serían necesarias nuevas investigaciones que arrojaran luz sobre la cuestión y sobre la implicación de los patrones de las embarcaciones en la transferencia del hierro entre los distintos puertos. Un acercamiento a la cuestión en Nesti, Angelo. «Rotte e percorsi del minerale elbano: una omologazione delle siderurgie tirreniche in età moderna», Proposte e ricerche. Economia e società nella storia dell’Italia centrale, XXXVII, 72 (2014), pp. 39-51. 203 Nesti, A. «Rotte e percorsi…», cit., p. 253. 204 Atognarini, I. «La questione del ferro…», cit., p. 256.

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rolamo Serra a través de Sanguineto, aprovechando la necesidad de capitales que, en ese momento, exhibía el conde de Binasco, príncipe de Piombino.205 El acceso de Sanguineto y Serra a la gestión de Follonica frustraba los planes del Gran Ducado de Toscana: en el mes de marzo de 1612, el Gran Duque realizó una oferta por valor de 6000 escudos a la princesa de Piombino y el 19 de junio de ese mismo año ya se había firmado un contrato entre Toscana y Piombino para el alquiler de la ferriera por ocho años.206 Pero la posibilidad de que el Gran Duque pudiera construir un puerto fortificado en Follonica desde el que amenazar a Piombino —posibilidad que había sido advertida por el mismo Sanguineto— suscitó el veto de la Monarquía Hispánica a través de su virrey en Nápoles.207 Aunque Tognarini no aclara en qué manera pudo haber actuado el conde de Lemos, virrey de Nápoles, contra las pretensiones toscanas, el acceso por parte de Ottavio Serra y Giovanni Francesco Varese al gobierno del appalto del hierro más importante del reino —justo el año en el que el Gran Duque realizó su oferta al príncipe de Piombino— debió de jugar un papel importante: la cesión de Follonica a Cosimo II habría privado a Nápoles de un recurso inestimable, mientras que su conservación en manos de Sanguineto y la conexión de este con Ottavio Serra, gobernador del arrendamiento, podía asegurar un aprovisionamiento continuo de una materia prima enormemente necesaria en aquellos momentos de la que Nápoles era continuamente deficitaria. Además, el abastecimiento de hierro por parte de Sanguineto al reino de Nápoles podría haberse concretado en la concesión de una función específica al genovés en la jerarquía del arrendamiento: el 15 de septiembre de 1612, Serra y Varese pagaban a la compañía Serra-Spinola por el hierro de la Follonica que se había entregado a Starace como arrendador y cajero en 205 Rombai, L. y Tognarini, I. (eds.), Follonica e la sua industria…, cit., p. 49. 206  Ibidem, p. 31. 207  Ibidem.

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la dogana de Nápoles «que tiene el dicho arrendamiento junto a Genesio Sanguineto de Génova».208 La asignación del control de la ferriera a Sanguineto conllevó acciones de sabotaje por parte del Gran Ducado de Toscana, conocidas como la guerra delle steccaie contra los hornos de Follonica y de Suvenuto a principios del siglo xvii.209 El enfrentamiento alcanzó su punto álgido en 1618 y en 1619 cuando el Gran Duque ordenó eliminar las presas que permitían la llegada del agua a la ferriera de Sanguineto. Decisión arriesgada, puesto que también habría impedido el funcionamiento de los molinos de la población del Piombino por lo que habría enturbiado las relaciones entre el principado y Cosimo II. Los problemas que debió afrontar la ferriera de Follonica no supusieron la retirada de Ottavio Serra del negocio del hierro. De hecho, este comparece en varias consultas de la Sommaria de 1618 y 1619 solicitando el pago de varias cantara de hierro proporcionadas para diversos usos al Regio Arsenale.210 208 Traducción propia del texto original: «che tiene detto arrendamento con Genesio Sanguineto di Genua». ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 79, 15 de septiembre, fol. 90. 209 Las steccaie eran presas construidas para desviar el curso del agua. Estas acciones ya se habían producido a principios del siglo xvii contra el gobierno de la ferriera por parte de la Camera Apostolica. Los motivos de la actuación del Gran Ducado de Toscana se hallan en la pretensión de dominar no solo la fase de extracción del metal, sino también de fabricación. Respecto a la primera, Jacobo V, señor de Piombino, había concedido al ducado de Toscana en 1543 el appalto general de la vena de hierro de Elba, por lo que el control de Follonica, uno de los hornos más importantes existentes en la zona para la transformación del hierro, constituía un imperativo para asegurarse la hegemonía por parte del Estado toscano en la distribución del metal. En Tognarini, I. «La questione del ferro...», cit., pp. 250, 253 y 256. A esta razón, es necesario añadir la competencia feroz que ejercía Follonica sobre otros hornos cercanos y bajo control del ducado, como el de Valpiana. En esta situación de tensión no ayudaban las acusaciones de contrabando de hierro vertidas contra los administradores de Follonica, a los que se culpaba de favorecer el suministro del mercado de hierro genovés y a los que además se atribuía el desvío de aguas toscanas a favor de la propia ferriera. En Rombai, L. y Tognarini, I. (eds.), Follonica e la sua industria…, cit., p. 30. 210 Véase la tabla 23.

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Ilustración 2. La fábrica de Follonica, alquilada por el Estado de Piombino a la familia Sanguineto211

211 Archivio di Stato di Firenze (ASFi), Miscellanea medicea, 546, c. 3. Dibujo posiblemente realizado por Cantagallina en 1618 a petición del Gran Duque de Toscana. La leyenda de la imagen ha sido transcrita por Tognarini, I. «La questione del ferro...», cit., p. 246.

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Tabla 23. Consultas de la Sommaria en las que Ottavio Serra pide el pago por el hierro facilitado al Regio Arsenale (1618-1619)212 Fecha de Cantidad de hierro la consulta 15 cantara de hierro nuovo

6 de marzo de 1618

85 cantara

Fechas de entrega del hierro 17 de enero de 1618. Entregado por Antonio Maria Germano213 13 de febrero de 1618. Entregado por Antonio Maria Germano

Origen Precio que paga del hierro la Sommaria por cantaro

Roma

Roma

9 ducados, 25 grana 214

212 Tabla de elaboración propia realizada a partir de la tesis de licenciatura de Maria Rosaria Casolaro para el período de 1615 a 1623, presente en la sala inventarios del Archivio di Stato di Napoli: Casolaro, Maria Rosaria. «Regesti delle consulte della Regia Camera della Sommaria (1615-1623)», curso académico 1997-1998. Tesis dirigida por Rosaria Pilone, pp. 110, 111, 120, 121, 127, 128, 129, 130, 170, 171. Puesto que el comprador era el Regio Arsenal, en todos los pagos se le concedió a Ottavio la franquicia de la terziaria. 213 Aunque la consulta no lo indica, sabemos por un documento del Archivio Storico Banco di Napoli que Antonio Maria Germano era uno de los patrones de barco a los que recurría Genesio Sanguineto para transportar el hierro hasta Nápoles. Así lo testimonia el pago de 100 ducados que efectuó la compañía de Serra y Spinola al «patrón Antonio Maria Germano y se le pagan por Genesio Sanguineto de Génova por orden dada a su [de Spinola y Serra] Ottavio con carta particular». Traducción propia del original: «patron Antonio Maria Germano et se li pagano per Genesio Sanguineto de Genua per ordine dato al loro Ottavio con lettera particulare». En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 74, 26 de marzo, fol. 362. 214 Para determinar el precio al que se compraba el metal a Serra, en la mayor parte de las consultas se requería el parecer del teniente de bastimentos, conservador de la Real Artillería y municionero del Regio Arsenal (para esta consulta se trató de Giovanni Giacomo Calamazza), de los oficiales marítimos (Horatio Villa y de Francesco Biancardo en el caso que nos ocupa) y en virtud de las investigaciones del Regio Credenziere del ferro, Geronimo Testa, sobre el precio del hierro nuevo de Roma. En Casolaro, M. R. «Regesti delle consulte...», cit., p. 110.

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50 cantara de hierro

20 de abril de 1618. Entregado a Hernando Martínez, municionero de Castel Nuovo

Roma

462 ducados, 2 tarì, 10 grana 215

18 de sep- 50 cantara tiembre de hierro de 1618 nuovo-rustico

27 de junio de 1618

Roma en Stagnoletta [?]

4627 ducados, 10 tarì 216

18 de septiembre de 1618

134 cantara, 72 rotola de hierro

18 de julio de 1618. Entregado al municionero de Castel Nuovo

Roma

1246 ducados, 16 tarì 217

20 de agosto de 1618

100 cantara, 38 rotola de hierro

11 de agosto de 1618

Roma

928 ducados, 2 tarì y 11 grana218

100 cantara de hierro

21 de febrero de 1619 (fecha de la venta a la Corte)

20 de junio de 1618

16 de marzo de 1619

925 ducados. Se da orden al percettore de Abruzzo Citra para que los pague a Serra219

Muy probablemente, el hierro romano mencionado en las consultas era el obtenido en las ferriere de la Camera Apostolica situadas en Ronciglione (el emplazamiento siderúrgico más importante del

215 Teniendo en cuenta el total pagado, el cantaro de hierro de Roma habría costado 9,24 ducados. 216 Aunque en la tesis de Casolaro aparece la cantidad de 4627 ducados, sería necesario verificar en el documento original que no se trate de un error de transcripción. En el caso de que se hubiera pagado la suma precisada, el cantaro de hierro habría costado 92,5 ducados. Algo bastante improbable. 217 Así las cosas, el precio del cantaro sería de aproximadamente 9,3 ducados. 218 Por tanto, alrededor de 9,3 ducados el cantaro. 219 El precio del cantaro sería de 9,25 ducados.

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Lacio en estos años), Canino y Bracciano o bien en las montañas de Tolfa.220 El hecho de que Serra recurra en estos años al hierro de Roma podría deberse a los problemas que Sanguineto debió afrontar ante los tentativos de boicot del Gran Duque de Toscana en 1618 y 1619. No sabemos si la estrategia de Cosimo II afectó de manera determinante a la producción de las instalaciones de Follonica. Lo que es evidente es que las acciones del Gran Ducado no hicieron abandonar ni a Serra ni a Sanguineto la actividad: en la década de 1620, años caracterizados por un incremento de las necesidades de la industria militar para adaptarse a las urgencias del conflicto bélico europeo, ambos genoveses protagonizan nuevas iniciativas en este sentido. Así, el 20 de marzo de 1620, Ottavio Serra se comprometía con Tommaso Pinto a conducir a la marina de Salerno, por once ducados el cantaro y durante cuatro años, 2400 cantara de hierro (600 al año) procedentes de Nápoles, de Graticciare o de otros lugares.221 Ese mismo año, el 18 de septiembre, Genesio Sanguineto acuerda un partito con los arrendadores del hierro de Terra di Lavoro y de Calabria Citra y Ultra para aprovisionarlos del metal que fabricaba en las ferriere de «Bialbero, Graticciare, Follonica et Sorvietto», documento que nos confirma el dominio, por parte de Sanguineto, de otras establecimientos siderúrgicos,

220 Ciuffetti, Augusto. «Le strade e le vie del ferro», Proposte e ricerche. Economia e società nella storia dell’Italia centrale, XXXVII, 72 (2014), pp. 31-38:37. 221 ASNa, Notai ‘500, 488/29, cuaderno no cosido al legajo y situado entre los fols. 580v y 589v. La familia Pinto, adscrita al seggio de Portanova, constituía una de las más importantes del patriciado salernitano y exhibía diversos privilegios en lo que se refiere a la administración del demanio público. Así por ejemplo, poseía derechos jurisdiccionales sobre la feria de San Matteo y la marina de Salerno. En Cirillo, Giuseppe. «I segni dell'onore. Alla ricerca del patriziato salernitano. La famiglia Pinto», en VV. AA., Antiche famiglie nobili salernitane, Salerno, Laveglia Editore, 2000, pp. 23-39; pp. 187-188.

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además del de Follonica.222 Aunque no tenemos la certeza de que Ottavio Serra fuera aún gobernador del arrendamiento en ese momento, este figuraba como testigo de la escritura de 20 de marzo de 1620 que estipulaba el acuerdo de suministro por parte de Sanguineto. La experiencia de Serra en los arrendamientos napolitanos no finalizó con el gobierno del appalto del hierro. De hecho, por una consulta de la Sommaria de 25 de junio de 1632, se determinó nombrar a Giovanni Battista Nani, Ottavio Serra y Benedetto De Angelis, presidentes del arrendamiento del aceite y del jabón de la dogana de Apulia.223 La implicación de Ottavio y de otros hombres de negocios como Varese o Sanguineto en los arrendamientos evidencia las ventajas que obtenía la administración virreinal de la cesión de tales regalías a comunidades mercantiles y financieras que articulaban en torno a sí sociedades comerciales bien conectadas con el territorio, capaces de adelantar capitales y con contactos fundamentales fuera del reino que permitían asegurar un correcto abastecimiento. Genesio Sanguineto y otros miembros de esta familia mantuvieron su interés por el suministro de hierro al reino de Nápoles al menos hasta la década de 1640 y, probablemente, fue este lucrativo negocio, junto a su inicio como arrendador de la gabela de la seda del príncipe de Bisignano,224 uno de los factores que motivaron el traslado de la residencia de Genesio de Génova a Nápoles en 1628.225

222 En ASNa, Notai ‘500, 488/27, fols. 641r-644v. No se ha conseguido identificar las ferriere de Bialbero y de Sorvietto que se transcriben tal y como aparecen en la fuente. 223 ASNa, Sommaria, Consultationum, vol. 38, fols. 149r-v. 224 Figura como arrendador de la misma desde el 1 de enero de 1628 hasta el 31 de mayo de 1633. En Galasso, G. Economia e società…, cit., p. 369. 225 Otras evidencias del protagonismo de Sanguineto en la manufactura y producción de hierro se hallan custodiadas en el Archivio Durazzo-Giustiniani de Génova, concretamente, entre los documentos del fondo Sauli: Bologna, Marco. L’Archivio della famiglia Sauli di Genova, Génova, Società Ligure di Storia

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El desplazamiento de Genesio Sanguineto supuso su salida, de ahí a pocos años, de la fedecomissaria de Girolamo Serra y, obviamente, el ajustamiento de cuentas por las inversiones que el genovés había realizado en nombre de Girolamo antes y después de su fallecimiento en 1616.226 Tras la defunción de Girolamo, fue necesario aclarar ante notario las deudas en las que Genesio había incurrido durante el período en el que había gestionado su hacienda.227 Para la satisfacción de tales débitos, Genesio obligaba a favor de los herederos del fallecido, Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra, Los hornos, los establecimientos siderúrgicos y otros bienes que dicho Genesio tenía en el territorio de Piombino llamados la Tolonica [Follonica] y servido de territorios, prados, bosques, utillaje y animales para el mantenimiento de dichos bienes y también los establecimientos siderúrgicos de Matarana, territorio de Levana en el Genovesado.228 Patria, 2000. pp. 230, 261, 262, 302 y 303. Publicado en Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XL (CXIV), fasc. II. 226 La retirada de Sanguineto de la fedecommissaria fue aceptada por el Senato genovés el 25 de octubre de 1630. En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 37, doc. 68. 227 Seguramente, no es coincidencia que, el mismo día en el que se produjo la retirada de Genesio de la fedecommissaria de Girolamo (el 18 de marzo de 1628), los fideicomisarios del fallecido adquiriesen del procurador de Sanguineto, Andrea Celle, una casa en Piazza de Sauli, con pacto de retrovendendo y por el precio de 10 000 escudos de oro. Seguramente se trató de una de las maniobras ideadas en este momento para la satisfacción de deudas pendientes y que resultaron del balance realizado con motivo del abandono de Genesio de la fedecommissaria. En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 37, doc. 68 cit. 228 Traducción propia del texto original: «li forni, ferriere et altri beni, che detto Genesio teneva nel territorio di Piombino nominati la Tolonica [Follonica] e servito con territorij, prati, boschi, ordegni, et animali per il mantenimento di detti beni, et anco le ferriere site in Matarana, territorio di Levana nel Genovesato». En ASC, Parte prima, Scritture di Cassano, vol. 36, doc. 23, relación auténtica de Benedetto Vassallo de 26 de junio de 1653 sobre los acreedores de Genesio Sanguineto y presentada el 12 de julio de 1656 al consejero Tomás Martínez, Nápoles.

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Según este documento, las deudas de Genesio crecieron tras su retirada de la fedecomissaria de Girolamo por retrasos de pagos e incumplimientos de cesiones y acuerdos. Sanguineto, por su parte, negaba la acusación y afirmaba que nunca había recibido el salario que le correspondía por sus servicios como fideicomisario desde el 16 de julio de 1616 y hasta el 18 de marzo de 1628. Servicios por los que «abandonó todos sus negocios que eran de calidad en manos de otros, y también los salarios pagados a los scritturali, que escribían los libros, a los que pagó con dineros propios».229 La venta de 22 de octubre de 1637 que Genesio realizó a Giovanni Battista Serra q. Girolamo de algunas ferriere y bienes relacionados con la industria del hierro que Sanguineto poseía en Piombino debe también interpretarse en el contexto de las deudas acumuladas con los herederos del difunto Girolamo Serra.230 La participación de Genesio en el negocio del hierro no debió de salpicar únicamente a los herederos de Girolamo. En su testamento de 1637, Battista Serra, también fideicomisario del difunto y tutor de sus hijos, daba las siguientes instrucciones a su primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II, Ruego de nuevo al señor Francesco [Serra de Giovanni Pietro II] que tenga consideración de las pretensiones que Genesio tiene contra mí por su cuenta propia de suma muy relevante por aquellos negocios del hierro en Piombino, sin que yo haya tenido

229 Traducción propia del texto original: «abbandonò tutti li negozij suoi ch’erano di qualità in mano di altri, et anco li salarij pagati alli scritturali, che scrivevano li libri, quali pagò di suoi proprij denari». En ibidem. 230 ASC, Parte seconda, «Volumi di documenti presentati da Luigi Serra alla consulta araldica nel 1924», vol. 44, doc. 3, copia del 29 de diciembre de 1652. Mientras que Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra se batían contra Genesio Sanguineto, su hermana, Maddalena, esposa de Battista Serra, le mostraba su agradecimiento en su testamento de 9 de junio de 1653. En este, Maddalena reconocía haber recibido dinero de Genesio en varias ocasiones. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 59.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

nada que ver en ellos, para ejecutar aquello que considere justo [Francesco Serra de Giovanni Pietro II] como estoy seguro que hará por su buena consciencia y que no consentirá que yo reciba daño de aquello que no me corresponde.231

La declaración de Battista es elocuente de los inconvenientes que podían derivarse de las redes a través de las cuales circulaban capitales y se compartían negocios que hacían difícil determinar las responsabilidades y el nivel de implicación de cada uno de sus miembros en las distintas actividades. Se hacen, por tanto, evidentes las desventajas de operar en red que, si bien constituía el mecanismo ideal para la diversificación de la inversión y la distribución de las posibles pérdidas, no garantizaba una completa protección de sus miembros. En este sentido, a pesar de que la fedecommissaria tenía como objetivo la tutela del patrimonio y de los hijos menores de edad, las inversiones realizadas por los sujetos fideicomisarios dependían enormemente de la coyuntura del momento, así como de los negocios particulares en los que se hallaban involucrados. Respecto al primer aspecto, el contexto podía afectar de manera muy distinta a cada uno de los elementos de la red, pero, en cualquier caso, podía generar reacciones en cadena en el caso de que uno de los eslabones se viera golpeado especialmente. Una lista de los deudores que Francesco Serra q. Antonio IV, hermano de Battista, tenía entre 1619 y 1621, indica que estaba pendiente de cobrar más de 16 000 liras de varios individuos provenientes de diversos municipios genoveses, la mayor parte del Levante ligur y 231 Traducción propia del texto original: «prego ancora esso signore Francesco [Serra de Giovanni Pietro II] ad haver considerazione alle pretensioni che esso Genesio ha contro di lui per suo conto proprio di somma cosi rilevante per quelli negocij di ferro nel Piombino senza che io in essi habbi che fare cosa alcuna per eseguire quello che conoscirà esser il giusto come me lo prometto per la sua buona conscienza e che non consentirà che io riceva danno di quello che non si possa spettarmi». En ASGe, NA, 5841, testamento de Battista Serra q. Antonio IV, Génova, 3 de octubre de 1637.

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de Rossiglione.232 La mayoría de los deudores de Génova interior procedían precisamente de este último municipio, caracterizado por la presencia de importantes familias de comerciantes y notarios y por una potente siderurgia. Muchos de ellos respondían al apellido Pizzorno, familia genovesa con una gran tradición en el ámbito metalúrgico.233 Aunque es imposible, con los datos que se poseen, determinar la manera en la que estuvieron conectados estos acontecimientos con la crisis delle steccaie que afectó a Sanguineto en la gestión de la ferriera de la Follonica —«quizás el horno más importante de Italia»—234 y que alcanzó su akmé entre 1618 y 1619, es plausible que, teniendo en cuenta las estrechas relaciones que circulaban entre los sujetos de la red, exista cierta correlación entre ambos fenómenos.235 Las inversiones hasta aquí señaladas impiden la identificación de las actividades económicas de los genoveses de Nápoles únicamente con el comercio, las finanzas o la propiedad feudal, presuponiendo así, que los ámbitos referidos se comportasen como compartimentos aislados que respondían solo a lógicas

232 La lista fue redactada el 29 de marzo de 1628 y se halla junto a los documentos que generó el pleito de Francesco Serra q. Antonio IV con la Illustre Camera genovesa. Litigio que explica que Francesco se encontrara en prisión el 4 de diciembre de 1626. En ASGe, Fondo Famiglie, 6 S, lista de deudores de 29 de marzo de 1628. 233 Los deudores de Ponente eran originarios principalmente de Voltri y alguno que otro provenía de Ventimiglia. Un acercamiento a las familias levantinas genovesas en Bitossi, C. «Da Levanto...», cit. Respecto a la importancia de los Pizzorno en la siderurgia ligur, véase Baraldi, Enzo. Cultura tecnica e tradizione familiare. La ‘Notificacione sopra i negozi de’ ferramenti e delle ferriere’ di Domenico Gaetano Pizzorno, padrone di ferriere a Rossiglione nel xviii secolo, Génova, Cooperativa grafica genovese, 1984. Publicado por Quaderni del Centro di studio per la storia della tecnica del Consiglio Nazionale delle Ricerche, 10, 10 (1984). 234 Tognarini, I. «La questione del ferro…», cit., p. 253. 235 Al respecto, serían necesarias ulteriores investigaciones en el fondo Sauli del Archivio Durazzo-Giustiniani de Génova, ya mencionado, y en el fondo Mediceo del Archivio di Stato di Firenze, donde se halla documentación sobre la gestión y la producción de Follonica.

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internas, no conectadas con las de otros sectores de dentro y de fuera del reino. Como se ha podido demostrar a lo largo de estas líneas, la empresas genovesas se caracterizaron por su trabajo en red para la optimización de los beneficios y la reducción de los costes, algo que se conseguía solamente mediante el dominio y la conexión de los distintos circuitos económicos y a través de la acción de cada uno de los eslabones allá donde se encontraran. Asimismo, el caso presentado contribuye a desmitificar, por un lado, la imagen tradicional de los genoveses como meros exportadores de las riquezas del Mezzogiorno que algunos estudios han continuamente enfatizado hasta el punto de identificar a estos italianos como los representantes de la ambición imperial que, apoyados por el rey de España, serían la antítesis del buen gobierno, virtud que, por el contrario, sería característica de los virreyes.236 Este tipo de consideraciones, además de no tener en cuenta las numerosas diputaciones fundadas a petición de los virreyes para poner remedio a algunos de los principales problemas económicos del reino y de las que formaron parte los ligures como consejeros o diputados, contribuyen a perpetuar el mito de una Monarquía Hispánica depredadora y la definición de los genoveses como simples agentes económicos y explotadores del sistema.237 Asimismo, la tendencia de la administración virreinal a delegar en particulares la gestión de algunos de sus recursos y rentas, no solo constituía un mecanismo para garantizar el funcionamiento eficaz del appalto, sino que pudo tratarse del reconocimiento tácito del inmenso poder conquistado por ciertos sujetos, cuya red de socios y correspondientes les facilitaba el control absoluto de los circuitos de producción y comercialización de ciertos bienes. Un fenómeno que pone de relieve la de236 Dauverd, C. Imperial Ambition..., cit., pp. 136 y 140-146. 237 Contra el paradigma de la monarquía depredadora, véase Grafe, R. Distant Tyranny..., cit.

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pendencia de la Monarquía Hispánica de ciertos agentes privados y que explica la dificultad del soberano para imponer políticas mercantilistas.238 Por otro lado, consideraciones en esta línea impiden atribuir al reino de Nápoles únicamente el papel de simple proveedor de las materias primas demandadas por otras ciudades de la Italia septentrional o por los territorios bajo el dominio hispánico. No se pretende subestimar la relevancia que tuvo la exportación de las materias primas del sur como fuerza motor de las economías precapitalistas del norte de Italia.239 Mas bien, se trata de poner de manifiesto el papel que jugaron los genoveses en la importación de know-how y de las materias primas necesarias para el desarrollo de la manufactura local y para el aprovisionamiento del reino. Un abastecimiento del que dependían, no solo la población residente, sino también la «flotante», entendiendo por esta la presente en las distintas naves que hacían escala en los puertos napolitanos. Respecto a este último aspecto, las actividades de aprovisionamiento y financiación de las galeras en las que participó Ottavio desde Nápoles revelan, una vez más, la estrecha relación entre sus iniciativas y los negocios de otros miembros de la red y cómo las conexiones entre ambos aspectos era fundamental para garantizar el servicio al Católico. Como se pondrá de manifiesto en el apartado sucesivo, las tareas desempeñadas por Ottavio para el adecuado suministro de las naves de Federico Spinola, Battista Serra y Andrea Sauli —todos ellos asentistas de galeras del monarca hispánico— respondían a tales premisas. 238 Grafe, Regina. «Polycentric States. The Spanish Reigns and the “Failures” of Mercantilism», en Stern, Phillip J. y Wennerlind, Carl (eds.), Mercantilism Reimagined. Political Economy in Early Modern Britain and its Empire, Nueva York, Oxford University Press, 2014, pp. 241-262. 239 Un revisión de la tesis del atraso secular del sur de Italia en Sakellariou, Elena. Southern Italy in the Late Middle Ages Demographic, Institutional and Economic Change in the Kingdom of Naples, c. 1440-c. 1530, Leiden e Boston, Brill, 2012.

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5. Financiación

y aprovisionamiento de las galeras genovesas en Nápoles

En Nápoles, como reino hispánico dotado de un amplio territorio costero y fundamental en la defensa del Mediterráneo hispánico, existía necesariamente una demanda de bienes y servicios orientados al sostenimiento de sus puertos, dársenas y arsenales, de las embarcaciones de muy diverso tipo que atracaban en ellos y de la población residente e itinerante vinculada a estos emplazamientos y a sus actividades.240 Para ello, era fundamental contar con los suministros necesarios: madera, pez, hierro, acero, cáñamo y tejidos para reparar y construir buques y galeras, puertos o arsenales; bizcocho, vestido y vino para alimentar a los soldados, marineros voluntarios, esclavos y, en general, todo aquel que se embarcaba en la nave; y, por último, los conocimientos técnicos, claves para el diseño de barcos sólidos y resistentes y para la reparación y adaptación de los puertos y arsenales.241 Para acceder a todos estos recursos y, sobre todo, para hacer que estuvieran disponibles en el momento y en el lugar adecuados se requería la participación simultánea en ámbitos económicos muy dispares entre sí. Requisito en el que los genoveses y sus redes jugaban con ventaja. 240 Para el sistema portuario napolitano, véase Sirago, M. «Attrezzature portuali…», cit.; De Rosa, Luigi. «La actividad en el puerto de Nápoles, ss. xiv-xvii», en Ribot García, Luis y De Rosa, Luigi (eds.), Naves, puertos e itinerarios marítimos en la época moderna, Madrid, Actas, 2003, pp. 305-318. 241 Sirago, M. «Dalla galera…», cit. Como ocurría con la manufactura del hierro, el know how de los ligures en este sector fue enormemente apreciado y motivó el desplazamiento al reino de algunos de ellos que, como Giovan Tommaso Salinero, pertenecían a una familia con una experiencia consolidada en la construcción de naves. Salinero obtuvo a finales de siglo el encargo de construir en Nápoles nuevas galeras para la flota, tal y como afirma Sirago, M. «Attrezzature portuali...», cit., p. 204. Sobre la importancia de los Salinero como maestros carpinteros reconocidos por los asentistas de galeras, véase Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit., pp. 180-182. Agradezco a Benoît Maréchaux el haberme facilitado la lectura de su tesis y por todas sus sugerencias realizadas para la mejora de este epígrafe.

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De esta manera, la implicación de estos italianos en sectores tan diversos e interrelacionados (agrícola, comercial, fiscal, manufacturero, financiero, etc.), ya evidenciada en los apartados anteriores, además de contribuir a consolidar la posición de poder que ostentaban en el Mezzogiorno y para sostener las iniciativas económicas del entramado en el que operaban, constituyó uno de los recursos de la Monarquía para asegurar la defensa del Mediterráneo y el suministro de capitales y soldados a los diversos frentes centroeuropeos. Se trataba de funciones en las que Nápoles jugaba un papel decisivo, pues dependían en gran medida de la capacidad del reino para hacer eficientes sus puertos y para asistir a las necesidades de las galeras y buques que llegaban a sus costas. En el cumplimiento de estos objetivos, los genoveses jugaron un papel destacado. Así por ejemplo, la decisión de construir un nuevo arsenal en 1557, ejecutada por el virrey marqués de Mondéjar, supuso el establecimiento de múltiples contratos con particulares, entre los que destacaron los ligures, para procurar los materiales necesarios y la retirada de aquellos no utilizables.242 En las primeras décadas del siglo xvii, Ottavio Serra asumió funciones similares, para cuyo ejercicio contaba ya con importantes antecedentes en su familia, como su tío Girolamo Serra que había sido arrendador del bizcocho para las galeras de Nápoles en la década de 1580. Tal y como han demostrado las investigaciones de Benoît Maréchaux, la delegación del aprovisionamiento de las galeras en otras figuras, ya fueran particulares vinculados a la red del asentista o bien agentes de la Corona, constituía una preferencia de los asentistas de galeras genoveses, probablemente para evitar los costes derivados del control directo de la producción de suministros.243 242 De Rosa destaca el caso de Ottavio Cattaneo que, en 1587, obtuvo el appalto para aprovisionar las galeras San Filippo y Santa Maria de todo lo necesario. En De Rosa, Luigi. «Tra fulgori e ombre del viceregno», en Fratta, Arturo. La fabbrica delle navi. Storia della cantieristica nel Mezzogiorno d’Italia, Nápoles, Electa, 1991, pp. 47-60:50. 243 Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit., p. 206.

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Asimismo, la naturaleza privada de las galeras de Génova al servicio del monarca hispánico determinaba que estas, a diferencia de las pertenecientes a otras escuadras gestionadas por alguno de los Estados bajo dominio hispánico (como las de Nápoles o Sicilia), no poseyeran un arsenal público que pudiera procurarles servicios indispensables como el suministro de recursos navales, mano de obra o reparaciones.244 Tampoco el arsenal público de Génova podía satisfacer las necesidades de la galeras de los asentistas, inconveniente al que se unían las rivalidades entre la flota de la República y la de los privados genoveses que no pocas veces se tradujeron en altercados.245 La importancia de Nápoles en el abastecimiento y en la asistencia de las naves que en ella atracaban se pone de manifiesto en el número de cartas que el asentista de galeras Marco Centurione envió a sus correspondientes de Nápoles entre 1613 y 1621: un total de 124 misivas que solo es superado por las 213 remitidas a Madrid.246 Entre las tareas de los correspondientes de Nápoles se encontraba la de facilitar información sobre los precios de los pertrechos requeridos por las galeras o sobre la disponibilidad de materias primas o recursos humanos, individualizando aquellas ocasiones de negocio (por ejemplo, la oportunidad para comprar esclavos a bajo coste) o bien pagando a aquellos que hicieran compras en nombre del asiento en Nápoles.247 A diferencia de Centurione, que no contó con ningún pariente directo entre sus agentes situados en el reino, Federico Spinola entre 1605 y 1613 y Battista Serra —tras la muerte de Spinola en 1613— se sirvieron de Ottavio Serra y de la compañía que mante244  Ibidem, pp. 175-176. 245 Sobre las desavenencias entre la flota pública de Génova y las galeras privadas de los ligures al servicio de la Monarquía Hispánica, véase el capítulo 5 de Kirk, T. Genoa and the Sea..., cit., pp. 51 y ss. 246 Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit., p. 171. 247 Sobre la importancia de los correspondientes para los asentistas de galeras y sus funciones, ibidem, pp. 167-174.

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nía con Antonio Spinola para el aprovisionamiento de sus galeras. Pero no solo. Como explicaremos en las siguientes páginas, Ottavio, junto a su socio Spinola o en solitario, fue el correspondiente de referencia con el que los asentistas de galeras podían contar para saldar las deudas en las que incurrían sus capitanes y lugartenientes o para anticiparles el capital necesario cuando efectuaban escala en los puertos napolitanos para la compra de pertrechos. En estas funciones, una vez más, fue fundamental la colaboración con Genesio Sanguineto que, desde Génova —base de operaciones de los asientos de galeras y en la que era fundamental contar con un representante—248 mandaba en nombre de Federico Spinola órdenes de pago a la compañía Serra-Spinola para que esta les proporcionase crédito en Nápoles a los altos mandos de las galeras. Tras la muerte de Federico Spinola en 1613, Sanguineto continuó ejerciendo en la República estas mismas funciones que, si cabe, asumieron una importancia mayor, sobre todo si se tiene en cuenta que Battista Serra, heredero junto a Giovanni Battista Grimaldi del asiento de Spinola, pudo regresar a Génova solo en algún momento entre finales de 1617 y marzo de 1618. Battista hubo de ausentarse de nuevo de la madre patria en 1622 con motivo de su envío como embajador ordinario de la República en Madrid. Estos hechos y las fuentes halladas en Nápoles al respecto y que a continuación se examinarán hacen muy posible que Sanguineto fuese el verdadero gestor del asiento en Génova durante la ausencia de Battista Serra y tras la muerte de Grimaldi. El análisis de los pagos efectuados por Serra y Spinola por cuenta de varios asentistas de galeras pone de manifiesto la presencia en Nápoles de los lugartenientes Nicolò Bottino y Geronimo Interiano cuando al frente del asiento se encontraba Federico Spinola. Entre el 9 y el 12 de abril de 1612, la compañía Serra-Spinola, con motivo de la lettera aperta que Genesio Sanguineto les había 248 La importancia de Génova como base de operaciones y sede de la gestión del asiento de galeras en Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit., pp. 131-140.

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enviado desde Génova el 26 de marzo y en nombre de Federico Spinola, pagó diversas sumas a Nicolò Bottino para la compra de bizcocho y habas en Nápoles.249 La comunicación enviada por Sanguineto desde Génova a la compañía de Nápoles constituía una letra de crédito por valor de 3000 ducados, es decir, un modo de solicitar a Serra y Spinola que dieran crédito a los lugartenientes de Federico Spinola para que pudieran comprar los suministros necesarios para las galeras.250 Estos suministros no comprendían solo bienes perecederos, sino también pertrechos navales como cuerda, remos, sebo, tejidos o cáñamo para las velas. Así por ejemplo, el 14 de abril de 1612, Bottino pagaba 72 ducados, 4 tarì y catorce grana a Andrea Cennamo por la sartia que había comprado y entregado para las galeras de Federico Spinola.251 En el momento en el que el asiento era gestionado por Battista Serra y Giovanni Battista Grimaldi, concretamente el 15 de octubre de 1614, la compañía Serra-Spinola pagaba 434 ducados, 3 tarì a Andrea Invidiato por diversos enseres (robbe) que había entregado en función de una orden que la sociedad había recibido 249 En concreto, Bottino había comprado 22 tomola de habas a Filippo Torre a ocho carlini el tomolo. El bizcocho lo había adquirido de Giulio Rummo. Sobre este último, volveremos más adelante. En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 73, 9 de abril, fol. 440; id., SS, a. 1612, gb, m. 74, 12 de abril, fols. 465 y 466. En relación al valor del carlino en el sistema monetario napolitano: un ducado equivalía a 10 carlini y 100 grana. Un tarì comprendía dos carlini. En Covino, L. Governare il feudo..., cit., p. 12. 250 Agradezco a Benoît Maréchaux sus aclaraciones al respecto. En los documentos presentes en el Archivio Storico Banco di Napoli se detectan más ejemplos de estas operaciones. Así, los tratos de Spinola y Serra con el lugarteniente Geronimo Interiano se ponen de manifiesto en una operación de 30 de julio de 1613 por la que la compañía le pagó 200 ducados en razón de una letra de crédito por valor de 2000 ducados. Esta había sido enviada a Ottavio Serra por Federico Spinola desde Génova 19 de abril. El 2 de agosto de ese mismo año, Interiano abonaba, en nombre de Federico Spinola, los 200 ducados que estos habían adelantado tres días antes. Ambas operaciones en ASBNA, SS, a. 1612, gb, m. 75, 30 de julio y 2 de agosto, fols. 801 y 831, respectivamente. 251 La sartia eran las cuerdas utilizadas para fijar las velas a las entenas. En ASBNa, SS, a. 1612, gb, m. 74, 14 de abril, fol. 473.

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del lugarteniente Giulio Cesare Pallavicino el 9 de octubre de ese mismo año.252 El protagonismo de Genesio Sanguineto en Génova que avala sus funciones como gestor del asiento de galeras —tanto cuando al frente del mismo se hallaba Federico Spinola como después de su muerte—, se evidencia en la presencia de diversas órdenes de pago que remitió a la compañía Serra-Spinola de Nápoles o solo a Ottavio Serra. Así, Ottavio Serra cumplió en solitario con las instrucciones recibidas el 13 de abril de 1616: desde Génova, Sanguineto le había encomendado la concesión de 3000 ducados de crédito para el capitán Giulio Cesare Pallavicino, de los cuales Ottavio pagó mil ducados el 27 de abril de ese año, 500 el 10 de mayo y otros 500 el 19 de mayo a Francesco Marcenaro, por un total de 2000 ducados.253 Siempre por petición de Sanguineto, Ottavio Serra, junto a su socio Antonio Spinola, abonó nuevas cantidades a los lugartenientes Giovanni Andrea y Pasquale Brugnolo por conceptos no precisados, con la excepción del sebo comprado por Giovanni Andrea Brugnolo a Fabrizio Di Novo.254

252 ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 95, 15 de octubre, fol. 280. 253 Una de las tres operaciones al respecto que aparecen en los giornali di banco consultados señala que la orden de 13 de abril no la mandó Genesio Sanguineto, sino Orazio Sanguineto. Un estudio sobre la genealogía de los Sanguineto podría aclarar si se trata de un error de copia por parte de los escribanos del banco o si, en efecto, eran varios los miembros de la familia Sanguineto los que ejercían como mediadores financieros entre el asentista y la compañía Serra-Spinola de Nápoles. Las transacciones referidas en ASBNa, SS, a. 1616, aa. 1615-1616, gb, m. 109, 27 de abril de 1616, fol. 631; id., SS, 1616, gb, m. 110, 10 de mayo y 19 de mayo, fols. 66 y 127, respectivamente. La confusión respecto al nombre del Sanguineto que envía la orden de pago a Serra-Spinola la hallamos también en id., SS, a. 1616, gb, m. 114, 22 de noviembre, fol. 479, donde el artífice de estas funciones para el asiento en Génova era un tal «Geronimo Sanguineto». 254 ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 110, 21 de mayo y 23 de julio, fols. 127 y 468, respectivamente; id., SS, a. 1616, gb, m. 114, 22 de noviembre, fol. 479. En este caso, la orden fue emitida por Geronimo Sanguineto. Al respecto, véase la precisión realizada en la nota anterior; id., SS, a. 1616, gb, m. 115, 3 de septiembre, fol. 88.

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Los documentos analizados, además de testimoniar la importancia de los lugartenientes de las galeras en el aprovisionamiento de los pertrechos requeridos para la navegación, ponen de manifiesto la centralidad de Génova en el funcionamiento del asiento y la necesidad de contar con figuras de confianza como Sanguineto en la República, principalmente en aquellos casos en los que el asentista se veía obligado a estar lejos de la patria, como fue el de Battista Serra. Pero más importante, si cabe, es la información que nos proporcionan estas fuentes sobre el modo en el que se financiaba la adquisición de suministros para los asientos de galeras. Como se ha comprobado, para este cometido fue clave contar con potentes compañías comerciales en los puertos de aprovisionamiento que, no solo mantenían contactos privilegiados con el mercado local y con los fabricantes de determinados bienes, sino que además podían proporcionar adelantos de dineros con los que los lugartenientes podían efectuar sus compras. Uno de los desafíos más importantes que debía afrontar un asentista de galeras era el hallazgo de remeros, ya fueran estos condenados, voluntarios o esclavos.255 Respecto a estos últimos, Nápoles constituía un mercado sobre el cual los asentistas se mantenían bien informados gracias a los correspondientes e informadores que poseían in situ o a los capitanes y lugartenientes de sus galeras que hacían escala en las costas napolitanas. Ottavio Serra se ocupó, el 28 de julio de 1606, de satisfacer en Nápoles el precio que había pagado el cómitre Simone Carcagnino (o Cavagnino), de las galeras de Federico Spinola, por un esclavo blanco de 35 años y costanti nobili llamado Ballaba, comprado a Lutio D’Urro por 100 ducados. La orden de pago la 255 Aymard, Maurice. «Chiourmes et galères dans la Méditerranée du xvie siècle», en Benzoni, Gino (ed.), Il Mediterraneo nella seconda metà del ‘500 alla luce di Lepanto, Florencia, L. S. Olschki, 1974, pp. 71-94; Lo Basso, Luca. Uomini da remo…, cit.; Maréchaux, B. «Instituciones financieras…», cit., pp. 156-166.

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había recibido con una misiva de la compañía Serra-Pallavicino de Génova —es decir, la formada por Battista y Paolo Serra y Nicolò Pallavicino— con fecha de 14 de julio y a instancias de Federico Spinola.256 Varios años después, el 4 de febrero de 1614, Simone Carcagnino volvía a ser objeto de un pago, esta vez realizado por la compañía de Ottavio Serra y Antonio Spinola, por cuenta de la compra de un esclavo (cien ducados) y de su vestido (cincuenta ducados) para las galeras de «Geronimo Federico Spinola», refiriéndose seguramente a las heredadas por Battista Serra y Giovanni Battista Grimaldi tras la muerte de Federico Spinola en 1613. La operación de obtención de esclavos incluía la compra de un esclavo negro llamado Andrea por ochenta ducados a Antonio Stampeda.257 La compañía Serra-Spinola también se encargó de satisfacer con sus letras de cambio las deudas originadas por la compra de esclavos en otros puntos del Mediterráneo. De hecho, el 4 de septiembre de 1614, Battista Serra ordenó a Ottavio Serra y a Antonio Spinola que pagaran con letras de cambio 786 ducados, dos tarì y trece grana para 256 ASBNa, SS, a. 1606, gb, m. 42, 28 de julio, fol. 468. Otros pagos abonados a Simone Carcagnino en 1606 por Ottavio Serra y cuyos conceptos no son precisados por el documento en id., SS, a. 1606, gb, m. 61, 9 de octubre, fol. 717; id., a. 1606, gc, m. 43, 11 de agosto, 22 de septiembre, 19 de octubre y 24 de octubre, fols. 664, 768, 1019, 1087, respectivamente. En todos los casos, excepto en uno, Ottavio Serra efectuó el pago por orden de la compañía Serra-Pallavicino. La salvedad se produce en el pago del 11 de agosto de 1606, en el que, si bien fue Ottavio Serra el que saldó la cuenta, la orden no fue enviada a él directamente. Por el contrario, la compañía Serra-Pallavicino, el 17 de abril, prefirió mandar la petición de pago a la compañía de Francesco Squarciafico y Quilico Spinola, con la que, como se recordará, Ottavio Serra había comenzado sus negocios en el reino. 257 No se ha podido aclarar el motivo por el que se hace referencia a «Geronimo Federico Spinola» y no a «Federico Spinola». De nuevo, en estas operaciones figuraba Genesio Sanguineto como la persona que solicitaba a Ottavio Serra el cumplimiento de las transacciones mencionadas. Sobre las mismas, véase ASBNa, SS, aa. 1613-1614, gc, m. 88, 4 de febrero de 1614, fol. 180.

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abonar el precio de 19 esclavos, a razón de treinta ducados cada uno, que obtuvieron las galeras de España en la costa de Barcelona.258 En lo que se refiere al aprovisionamiento de las galeras, el trigo o su versión elaborada (el bizcocho) constituía uno de los productos estrellas. Las negociaciones para la concesión de trigo topaban las más de las veces con el rechazo a la concesión de sacas por parte del rey o de sus representantes en Nápoles o en Sicilia.259 A pesar del inconveniente que podía derivarse de este comportamiento, los asentistas de galeras supieron capitalizarlo, tal y como demuestra el caso de Battista Serra: su asiento de dos galeras concedía el privilegio de poder exportar del reino de Sicilia la cantidad de 600 salmas de trigo (300 por cada nave), o bien la entrega de 2000 ducados anuales (1000 por cada galera), en el caso de que no se le entregaran las tratas acordadas. Aunque, por diversos motivos, el asentista raras veces accedía al cereal estipulado en la adehala de su asiento, la demanda de trigo existente en el Mediterráneo hacía fácil hallar compradores para dichas sacas. Un negocio que, en las ferias de cambio, se traducía en remesas a favor del asentista titular de las licencias y, por tanto, en una mayor disponibilidad de recursos monetarios para financiar su asiento.260 El correcto suministro de las galeras comprendía la disponibilidad de bizcocho para alimentar a la población embarcada. Tal y como demuestran las investigaciones de Maréchaux sobre los libros de cuentas de Marco Centurione, este suponía un poco más del

258 AGS, CCGG, leg. 109-1. 259 Ya se vieron en el capítulo 1 algunos ejemplos al respecto para la década de 1570: Ciasca, R. Istruzioni…, cit., vol. 1, p. 269; ASGe, AS, Lettere Ministri Napoli, 2328, fols. 650-651; id., 2635. 260 Maréchaux, B. «Instituciones navales…», pp. 342-343. Los compromisos de suministro de trigo fueron violados sistemáticamente por los ministros regios. Así sucedió con el asiento de Battista Serra, al que le fueron negadas dichas salmas desde 1619, esto es, tan solo un año después de que se produjera su entrada formal en dicho asiento.

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veinticinco por ciento del gasto anual de una galera por lo que, «si existía un producto para el cual era importante minimizar los gastos, este era el bizcocho».261 En la manufactura y en la distribución de esta mercancía, Nápoles ocupaba un lugar relevante. Se trataba de un producto con una gran demanda exterior debido al bajo precio que poseía en el mercado napolitano, lo cual, según algunos testimonios, determinaba que fuera mucho más ventajoso adquirirlo en esta plaza antes que en Génova.262 Es por ello que esta mercancía contaba también con una demanda garantizada y, por tanto, constituía también una oportunidad de ganancia para los implicados en su comercio y producción. Ottavio Serra y su socio Antonio Spinola, gracias a sus contactos con las fuentes de aprovisionamiento de cereales del reino —principalmente los señores feudales—263 y con los fabricantes del pan y bizcocho para las galeras y propietarios de hornos, consiguieron satisfacer las demandas que algunos de los principales asentistas de galeras de la Monarquía Hispánica realizaban de esta mercancía. Sobre la participación de Serra y Spinola en la fabricación del bizcocho para las galeras, sabemos que estos requirieron los servicios de Ottavio Di Sarno (o De Sarno) al menos en dos ocasiones. En una de ellas, el documento explicita que el destino del bizcocho era las galeras de Giacomo De Marini, de la escuadra de galeras de Génova comandada por Carlo Doria Tursi. Por 240 cantara de producto, al precio de 34 carlini 261  Ibidem, p. 210. Véanse al respecto los interesantes mapas y gráficos de Maréchaux presentes en p. 211. 262 Así se deduce de una carta enviada por Giovanni Andrea Doria al rey el 1 de octubre de 1604: «Recibí la carta que V. M. me mandó escribir a 28 del pasado sobre la provisión que se había de hacer aquí de bizcocho e vituallas para las galeras de Nápoles y Sicilia que han de venir de España, y habiendo tratado de ello con el embajador díjele que bastaba proveerlas para poder llegar hasta Nápoles, pues todo suele valer aquí [Génova] siempre muy caro», AGS, Estado, leg. 1432, doc. 109, fol. 227r. 263 Sobre la participación de Serra y Spinola en la comercialización de cereales entre 1614 y 1616, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre i legami...», cit., pp. 665 y 666.

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la cantara, Spinola y Serra pagaban 816 ducados a Ottavio Di Sarno el 21 de abril de 1614. Sarno debía entregar el bizcocho para el mes de agosto de ese mismo año en su horno de Santa Maria dell’Aiuto.264 Dos años más tarde, Ottavio Serra y Antonio Spinola suministraban por adelantado a Di Sarno la materia prima con la que este debía fabricar el bizcocho que le encargaban: trigo vecchio (viejo) del tipo llamado saragolla, proveniente de la playa de Taranto y cultivado por el duque de Torremaggiore, lo cual pone de manifesto el papel crucial jugado por los mercaderes en la distribución de los excedentes agrícolas de la nobleza.265 Una vez entregada la materia prima, Di Sarno debía confeccionar bizcochos los cuales, [...] deban estar bien cocidos, madurados, ser de buen olor, color y sabor conforme a la muestra que ambas partes han depositado en un saco cosido y sellado con el sello de cada una de las partes. Dicho saco queda en manos del señor Ottavio Serra.266 264 ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 21 de abril, fol. 620. 265 Sobre el papel clave del capital mercantil en la consolidación del sistema señorial hispánico, véase Herrero Sánchez, M. «Las Repúblicas mercantiles, ¿Alternativa...», cit. 266 Traducción propia del texto original: «li detti biscotti debano essere ben cotti stagionati di buon odore colore et sapore conforme lamostra la quale esse parti hanno reposta dentro uno sacco cosito, e sigillato del sigillo di ogn’una di esse parti. Il quale sacco resta in potere del detto signore Ottavio Serra». En ASNa, Notai ‘500, 488/24, fols. 615v-616v:615v y 616r. El sello probablemente se refiere a aquel que los panaderos estaban obligados a colocar en sus productos y con el que se identificaba el pan producido en la ciudad de Nápoles. En Rescigno, G. Lo Stato dell’Arte…, cit., pp. 39 y 40. Aunque no tenemos noticias de la participación de Ottavio Serra en este tipo de actividades después del ennoblecimiento de su familia en 1625 —año en el que su hijo Giovanni Battista fue declarado príncipe de Carovigno—, es interesante que el 17 de julio de 1684, el ramo Serra de Cassano, en concreto Giuseppe Serra —duque de Cassano desde 1672— recibiera de la escribanía de ración napolitana la suma de 6000 ducados «para aplicarlos en la compra de bizcocho para las galeras de esta escuadra de que se hallan en dicha ciudad». En ASNa, Scrivania di Razione, ruota dei conti, seconda serie, n. 3, fol. 66.

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Cabría preguntarse si la fabricación de bizcocho en la que vemos implicada a la compañía Serra-Spinola respondía o no a encargos específicos de los asentistas de galeras. Aunque no contamos aún con datos para responder a esta pregunta, el hecho de que no se especifique el destino del bizcocho podría indicar que Serra y Spinola los mandaran fabricar sin haber recibido previamente el encargo. Si así fuera, lo importante sería tener preparada la mercancía para las fechas en las que se esperaba la llegada de las galeras para después venderla al mejor postor. Este tipo de comportamientos podrían ser demostrativos de que la compañía, si bien mantenía tratos especiales con aquellos asentistas con los que se encontraba emparentada, podía ofrecer sus servicios a otros que los requirieran. Ottavio Serra operó a menudo con los agentes que poseía en Nápoles el clan de asentistas de galeras por excelencia: los Doria.267 Estos contactos se veían avalados por la relación cercana que Girolamo Serra y el príncipe Giovanni Andrea Doria mantenían, tal y como demuestra el hecho de que Girolamo, pocos meses antes de morir, redactara su penúltimo codicilo el 12 de mayo de 1616 en la casa que el príncipe poseía en Loano.268 Asimismo, los lazos entre los Doria y los Serra terminaron concretándose en un importante enlace: el de Giovan Francesco Serra q. Girolamo con Giovanna Doria, hija de Carlo Doria Tursi, en 1633.269 267 La colaboración de los Serra con el ramo del príncipe Giovanni Andrea Doria, padre de Carlo Doria, podría haber sido anterior a lo que nos indican los tratos de Ottavio Serra. Concretamente, recordamos la figura de Pietro Serra, administrador del patrimonio de Doria, y cuya correspondencia con el príncipe va de 1599 a 1605: Lomas Cortés, M. «Renovar el servicio...», cit. Sin embargo, las investigaciones hasta ahora realizadas parecen indicar que no existían lazos familiares entre Pietro Serra y los Serra de los que nos ocupamos en este trabajo. Las fuentes documentales al respecto en mi tesis de doctorado. Disponible en https://rio.upo.es/xmlui/handle/10433/2059 [visita: 24/06/2020]. 268 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, fols. 19r-24r. 269  Bernabò, B., Placidia Doria…, cit., p. 25.

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Las cuentas de la compañía de Ottavio Serra y Antonio Spinola y de Ottavio Serra como agente privado presentes en el banco Spirito Santo de Nápoles confirman que, en las dos primeras décadas del siglo xvii, estos efectuaban frecuentes pagos por sumas en absoluto indiferentes a dos de los agentes que Carlo Doria Tursi y el cardenal Giannettino Doria, hijos de Giovanni Andrea Doria, poseían en Nápoles: Ortensio Ruschi y el hombre de leyes y cristiano nuevo Alonso de Vargas.270 Las operaciones detectadas en las cuentas de la compañía Spinola-Serra indican que Ruschi y Vargas entregaron en numerosas ocasiones capitales a Ottavio Serra y Antonio Spinola, en nombre de Giannettino y de Carlo Doria, «per rimetterle in fiere secondo l’ordine si tengono». Es decir, para efectuar una remesa en las ferias, lo cual implicaba que, muy probablemente, la compañía Serra-Spinola emitiera letras de cambio a petición de los Doria. En algunos casos, estas cantidades alcanzaron la friolera de los 4000 ducados.271 La satisfacción de Carlo Tursi ante la colaboración que mantenía con Ottavio Serra motivó que el 17 de enero de 1618 este aconsejara sus servicios al virrey de Nápoles para obtener las provisiones necesarias para las galeras del reino.272 Precisamente, 270 Sobre los problemas de los Vargas con la Inquisición por sus hipotéticas prácticas judaizantes, véase: Huerga, Pilar. «Cristianos nuevos de origen ibérico en el Reino de Nápoles en el siglo xvii», Sefarad, LXXII, 2012, 2, pp. 351-387. 271 Algunas de estas operaciones en ASBNa, SS, a. 1607, gb, m. 46, 17 de julio y 21 de julio, 14 de agosto, 21 de agosto, 22 de septiembre, 3 de octubre, 9 de octubre, fols. 539 y 553, 612, 624, 709, 735, 746, respectivamente; id., SS, a. 1612, gb, m. 75, 4 de febrero, 16 de febrero, 31 de marzo, 11 de abril, 10 de julio, 20 de julio, 23 de julio, fols. 135, 171, 339, 391, 739, 770, 783, respectivamente; id., a. 1612, gb, m. 78, 18 y 24 de agosto, 6, 11 y 16 de octubre, fols. 3, 43, 201, 219, 236, respectivamente; id., SS, a. 1612, gb, m. 74, 28 de abril, 7 y 9 de agosto, fols. 524, 956 y 972, respectivamente; id., SS, gb, m. 79, 17 de diciembre, fol. 461. 272 AGS, Estado, leg. 1934, doc. 90, fols. 197r-198r, carta del duque de Tursi al virrey, duque de Osuna, 17 de enero de 1618. No era la primera vez que los servicios de Ottavio eran demandados para aprovisionar o financiar las galeras de Nápoles: el 14 de enero de 1614, Ottavio Serra y su socio Antonio Spinola remitieron, en nombre del virrey conde de Lemos, una letra de cambio por

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a finales de 1618, Osuna requería con urgencia de medios para asueldar soldados y para mandar fuora li galeoni.273 En este contexto, el 24 de abril de 1619 una consulta de la Sommaria determinaba que se ordenara a Ottavio Serra entregar a Domenico Battimello ochenta haces de cáñamo deshecho (sfatto) para hilar (per far filare) que tenía en su poder, muy probablemente, destinado a la fabricación de velas.274 De esta manera, la afirmación de Ottavio en los tratos con la administración virreinal, apoyada por personajes de la talla de Carlo Doria Tursi, vino de la mano de la actividad febril del virrey por armar galeras contra el Turco y para apoyar a los uscoques contra Venecia, continuando, de esta manera, el programa naval que había iniciado como virrey en Sicilia. La reputación que Ottavio consiguió construirse durante el virreinato de Osuna seguramente influyó en su nombramiento como oficial marítimo de la Giunta dell’Arsenale, organismo encargado de atender a las necesidades de las galeras de Nápoles. Ottavio ya ejercía este cargo el 21 de abril de 1622, tal y como se deduce de otra consulta de la Sommaria. En esta ocasión, Giuseppe Imparato, auditor de las galeras regias solicitaba la intervención del juez competente para pagar los sueldos de los marineros que quedaron pendientes tras la muerte del asentista de galeras Andrea Sauli, hijo de Bendinello. La deuda ascendía a los 3672 ducados, un tarì y dieciocho grana, y se decidía que su pago lo efectuase Ottavio Serra, oficial marítimo.275 El cargo era de enorme importancia por la información privilegiada para los hombres de negocios a la

valor de 1500 ducados de a 63 sueldos cada uno, dirigida a Francesco Serra q. Antonio IV, primo de Ottavio y situado en Génova. A este se le solicitaba que abonara dicha cantidad al embajador español en Génova, Juan Vivas, en concepto de la señal que debía pagarse a los marineros que debían servir en las galeras de Nápoles. En ASGe, NA, 3170. 273 Sirago, Maria. La flotta napoletana nel contesto mediterraneo (1503-1707), Salerno, Licosia, 2018, pp. 252-253. 274 ASNa, Sommaria, Consultationum, vol. 26, fol. 255r. 275 ASNa, Sommaria, Consultationum, vol. 29, fols. 12v-21v.

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que los oficiales marítimos tenían acceso. De hecho, ya en 1602, el virrey había advertido de la necesidad de reducir el número de ministros de la Giunta a cuatro (el presidente de la Sommaria, el tesorero general, el escribano de ración del reino y el caballero Vincenzo De Buni) para así evitar la colusión y la difusión de secretos sobre los partiti a concertar con particulares para los suministros de las galeras. Una fuga de información podía acarrear que los interesados se pusieran de acuerdo en el precio en perjuicio de la Real Hacienda. Es por ello que se aconsejaba que, cuando la Giunta se reuniera, los oficiales marítimos fueran convocados a parte y, aunque se les debían presentar los temas a tratar y solicitarles propuestas sobre los mismos, la decisión definitiva se debía tomar cuando estos hubieran salido de la sala.276 La resolución adoptada en la Sommaria y que suponía adjudicar el pago de los marineros de Sauli a Ottavio Serra debe ponerse en relación con los estrechos vínculos que existían entre ambos genoveses. Andrea Sauli y su hermano Girolamo habían ejercicio como asentistas de galeras en la escuadra de Génova como herederos de su padre, Bendinello Sauli entre 1607 y 1613.277 En 1613, el mal estado en el que se encontraban las dos galeras con las que servían —debido a los impagos de la Corona— motivó que el general de la escuadra de Génova, Carlo Doria Tursi, solicitara al soberano que las embarcaciones de Sauli pasasen a la escuadra de Nápoles, reino en el que los Sauli, según su contrato de asiento, debían recibir las compensaciones por sus servicios y donde debían invernar sus galeras.278 En efecto, en mayo de 1614 la galera 276 ASNa, Notamentorum, Giunta dell’Arsenale, 501, fols. 19r-21v. 277 El padre, Bendinello, llevaba sirviendo con sus galeras a la Monarquía Hispánica desde el mes de junio de 1555. Sobre la familia Sauli y sus galeras, véase Maréchaux, B. «Instituciones navales...», cit., pp. 113, 114 y 305. 278 El parecer de Doria fue debatido en una consulta del Consejo de Estado de 28 de mayo de 1613. En ella se aprobó el traslado de las galeras de Sauli de la escuadra de Génova a aquella de Nápoles. En AGS, Estado, leg. 1933, 281, consulta de Estado de 28 de mayo de 1613, fols. 3111r y v.

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Capitana de Sauli ya había sido enviada a Nápoles, mientras que la Padrona continuaba embargada en Génova a la espera de que se satisfaciera a sus acreedores por el precio de algunos bastimentos.279 A pesar de que, en agosto de 1614 y en julio de 1616, Ottavio Serra, por sí solo o en compañía de su socio Antonio Spinola ya había efectuado para Sauli en Nápoles algún que otro servicio,280 los primeros testimonios de transacciones vinculadas al abastecimiento de sus galeras datan de principios de 1616. En concreto, el 13 de enero de 1616, Serra pagaba a Giulio Rummo 91 ducados, siete grana por 26,4 cantara de bizcocho (a 35 carlini el cantaro) y 54 ducados por dieciocho cantara de pan (treinta carlini el cantaro) que le había vendido para las galeras de Andrea Sauli en septiembre de 1615.281 El día siguiente, Serra saldaba otra deuda con el mismo Rummo, esta vez en nombre y por orden de Andrea Sauli, por valor de 488 ducados por el pan que había suministrado a sus galeras en agosto de 1615.282 La operación se repitió el 10 de mayo de ese mismo año, momento en el que Ottavio abonó 322 ducados, dos tarì a Rummo por el bizcocho que le había proporcionado para las galeras de Sauli.283 Como se puede comprobar, la presencia de Giulio Rummo es recurrente 279 AGS, Estado, leg. 1436, 96, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, a Felipe III, 22 de mayo de 1614, fols. 210r y v. 280 Así, por ejemplo, el 8 de julio de 1616 Ottavio Serra pagaba 100 ducados al genovés Giacomo Paravagna por orden de Andrea Sauli para que los abonara al capitán Franco Mutio. A su vez, Andrea Sauli decía pagar a Mutio por cuenta del capitán Alessandro Mutio, hermano de Franco. En ASBNA, SS, a. 1616, gb, m. 110, 8 de julio, fol. 397. Mutio, al igual que los Bottino ya citados, pertenecía a una de las familias ligures con una enorme tradición en la navegación y cuya reputación y conocimientos eran enormemente valorados por los asentistas de galeras. Ello explica la movilidad de estos capitanes y lugartenientes que podían llegar a servir en distintos momentos a diversos asentistas. Sobre los servicios de los Mutio en las galeras al servicio del Católico, véase Maréchaux, B. «Instituciones financieras...», cit., p. 142 y 143. 281 ASBNa, SS, aa. 1615-1616, gb, m. 108, 13 de enero de 1616, fol. 84. 282 ASBNa, SS, aa. 1615-1616, gb, m. 109, 14 de enero de 1616, fol. 69. 283 ASBNa, SS, a. 1616, gb, m. 110, 10 de mayo, fol. 59.

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en las maniobras de Serra para aprovisionar galeras. El hecho de que otros sujetos, como Nicolò Bottino, lugarteniente de las galeras de Federico Spinola, comprara a Rummo el bizcocho en abril de 1612 —como testimonia un documento ya citado—, indica que Rummo era una figura de referencia en Nápoles para este cometido. Los lazos entre Andrea Sauli y Ottavio Serra en los siguientes años debieron reforzarse. En el testamento de Sauli de 8 de noviembre de 1620, el asentista estipulaba que las cuentas con el capitán genovés Bartolomeo Guercio debían ser revisadas por el propio Ottavio Serra y por el capitán Vincenzo Sauli (su hermano, hijo natural de Bendinello Sauli). Asimismo, establecía que Ottavio Serra junto a Andrea Guercio examinaran las cuentas de Angelo Colombo y solicitaba que se le pagara todo aquello que había gastado por servicio de sus galeras.284 Para el rol de fideicomisario en Nápoles, Andrea Sauli designaba a Camillo Del Pezzo, Tommaso Pinelli y a Ottavio Serra. Respecto a sus galeras, asignaba a este último una gran responsabilidad que explica que en la consulta de la Sommaria de 1622 Ottavio Serra fuera designado para la satisfacción de las pagas de los marineros de Sauli. En concreto, el asentista establecía que [...] respecto a las dos galeras, si tenerlas o no tenerlas, se deba hacer lo que la mayor parte de los fedecommissari tanto de

284 Ottavio Serra y Andrea Guercio eran suegro y yerno, respectivamente, pues este último estaba casado con Angela Serra, hija de Ottavio. El matrimonio tuvo al menos dos hijas: Maria Benedetta, bautizada en la iglesia de San Giorgio de’ Genovesi el 15 de febrero de 1624, y Maria Maddalena, bautizada en el mismo lugar el 22 de agosto de 1625. Los padrinos en el primer caso fueron Pietro Maria Castiglione y Margarita Guercia, habitantes de la parroquia de Sant’Anna. De Maria Maddalena figura solo el nombre de la madrina: Laura Santo Domenico. En Archivio della Chiesa S. Maria Incoronatella detta della Pietà dei Turchini di Napoli (AMIPT), «Libro de battessimi dall’anno 1620 per tutto 12 luglio 1704».

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Nápoles como de Génova resuelva y ordene y mientras tanto quiere dicho señor Andrea que el gobierno y administración de las dichas galeras deba hacerse por el dicho señor Ottavio Serra, rogándole que las proteja como si fueran cosa suya y especialmente que tenga cuenta de los oficiales y ministros de dichas galeras para que obtengan completa satisfacción.285

Los numerosos aspectos hasta ahora explicados sobre las actividades económicas desarrolladas por Ottavio Serra en los primeros años veinte del siglo xvii dan fe de la intensa capilaridad de los intereses del genovés en el Mezzogiorno cuyo análisis independiente y centrado en la esfera local habría impedido, de un lado, la visualización de las estrechas conexiones entre los distintos ámbitos económicos abarcados por los negocios de Ottavio y, de otro, la importancia del eje Génova y Nápoles del que dependía la eficaz participación del reino en la política imperial hispánica y el funcionamiento de los negocios de Ottavio. El papel crucial de los hombres de negocios genoveses en la articulación de este eje explica el favor que las autoridades virreinales les concedían. Estas ventajas hacían de Nápoles un auténtico polo de atracción para estos italianos, cuyo operado, a su vez, potenciaba las actividades comerciales, aumentaba los ingresos de las gabelas y promovía la innovación técnica en ámbito feudal. Por todo ello, es comprensible el interés de las ciudades por atraer hacia sí entramados mercantiles y financieros como el representado por Ottavio Serra. En un momento en el que las funciones del reino de Nápoles se habían claramente modificado, estas redes eran 285 Traducción propia del texto original: «a rispetto delle due galere di tenerle o non tenerle si debba esseuire quello che la maggior parte di tutti li detti fideicomissary tanto di Napoli comoe di Genova risolverà et ordinerà e tra tanto vuole esso signor D. Andrea che il governo et amministratione di esse galere debba farsi dal detto signor Ottavio Serra, pregandolo che ne habbia quella protettione come se fusse cosa sua propria e particolarmente à tener conto degli officiali, e Ministri di esse galere afinche habbiano compita sodisfattione». En ASNa, Notai ‘500, 488/40, fols. 153r y siguientes.

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fundamentales tanto para el mantenimiento y la conservación de los ámbitos de poder de sus élites, como para la supervivencia de la Monarquía Hispánica. Asimismo, la alternancia de una escala micro y macro en el seguimiento de los negocios de Ottavio —en un intento por construir una microhistoria con proyección mediterránea-europea—286 ha puesto de manifiesto la influencia que en estos negocios ejercían tanto las redes en las que operaba el genovés como el contexto internacional y napolitano. Y viceversa, la compatibilización de las iniciativas individuales de Ottavio con los objetivos de la red era absolutamente fundamental en la lógica de esta «empresa» internacional para cuyo funcionamiento se requería la articulación de las distintas actividades económicas y de los diversos emplazamientos. Requisito que era solo posible recurriendo a los eslabones que la red poseía en las diferentes sedes. Si bien no hay duda de la capacidad de Ottavio para emprender nuevos negocios, para establecer contactos con los ligures del reino y con la administración virreinal o para efectuar nuevas inversiones, en el sostenimiento de sus prácticas y de su reputación incidió siempre un potente entramado, de naturaleza fundamentalmente parental (pero no solo) y con representantes bien situados en algunas de las principales sedes económicas y políticas mediterráneas, cuyo ascendiente podía determinar el éxito o el fracaso de sus representantes en la escala local. Eso sí, los aspectos mencionados no deben eclipsar la individualidad de Ottavio Serra y su habilidad para tejerse un perfil de promoción único que requería la toma de decisiones específicas y que impiden la homologación de los distintos destinos sociales de los ligures del reino. Al respecto, será interesante observar en qué 286 Trivellato se refiere en concreto a microhistorias con proyección global. Sus reflexiones al respecto en Trivellato, Francesca. «Microstoria, storia del mondo e storia globale», en Lanaro, Paola (ed.), Microstoria. A venticinque anni da L’eredita immateriale, Milán, Francoangeli, 2016, pp. 119-131.

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El elemento local y la red: comercio, finanzas y fiscalidad en Nápoles

manera se articulaba la identidad de un genovés —que era también un napolitano— con una amplia experiencia construida durante casi veinte años en la fiscalidad, finanzas, oficios y comercio del Mezzogiorno y cuyo recorrido, por tanto, distaba enormemente de la inserción tardía del ramo de Cassano como barones del reino primero y duques después. Inserción que, de nuevo, tal y como sucedió con los múltiples negocios en los que participó Ottavio Serra, constituyó —como se demostrará— una experiencia de red, una operación coral en la que la empresa Serra se embarcó con el objetivo de adaptar el patrimonio de Girolamo a la nueva coyuntura internacional y de garantizar inversiones rediticias a sus herederos.

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CAPÍTULO 9 IDENTIDADES GENOVESAS EN NÁPOLES: PERFILES DE NOBLEZA

1. El

contexto del ennoblecimiento: moneda y reforma (década de 1620)

El asentamiento feudal de los Serra en el reino de Nápoles fue, como ya se comentó, tardío si se compara con el de otros genoveses que, para finales del siglo xvi y principios del xvii, ya habían hecho de sus feudos un territorio privilegiado para la creación de riqueza.1 Ottavio adquirió Carovigno, en el actual territorio de Apulia, en 1619. Sobre esta tierra, en 1625, obtuvo el título de príncipe para su hijo Giovanni Battista Serra. Por otro lado, en 1622, los herederos de Girolamo Serra se hicieron con el rico feudo de Cassano que había pertenecido al Estado feudal del príncipe de Bisignano. No pasa desapercibido que todas estas maniobras que dieron acceso al feudo se desarrollaron en la crítica década de 1620, en plena crisis económica y financiera del reino que condujo a nuevas medidas por parte de la administración virreinal en las que, como se verá a continuación, los Serra ejercieron un activo papel. El reino no solo debía afrontar el predominio de una moneda de mala calidad, sino también su falta de circulación, fruto de los efectos nefastos de una balanza comercial negativa y de un cambio respecto al escudo demasiado alto que se complicaba por los apremios que sufría el Mezzogiorno ante las urgencias económicas de la Monarquía Hispánica.2 De hecho, el protagonismo absoluto 1 Musi, A. Mercanti genovesi…, cit., p. 110. 2 Sobre el problema monetario que afectaba al reino de Nápoles, su relación con la coyuntura internacional y las medidas propuestas por el virreinato para atajarlo, véase Muto, Giovanni. «Il problema monetario. Tra teoria e pratica di governo», en id. Saggi sul governo dell’economia nel Mezzogiorno spagnolo, Nápoles, Edizioni Scientifiche Italiane, 1992, pp. 157-176. Un análisis de las reformas de la moneda hasta 1640 en De Rosa, Luigi. I cambi esteri del regno di Napoli dal 1591 al 1707, Nápoles, Banco di Napoli, 1955, pp. 36-40. Sobre la crisis de la moneda a finales del siglo: De Rosa, Luigi. «Svalutazione monetaria e crisi economica nel regno di Napoli (1683-1689)» en VV. AA. Studi in memoria di Luigi Dal Pane, Bolonia, Clueb, 1982, pp. 475-486.

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de los genoveses en los feudos y en las rentas de Nápoles debe conectarse con esta escasez estructural, ya que los títulos de deuda podían emplearse como moneda de cambio y la renta feudal podía mantenerse a salvo de las reducciones de interés y de los secuestros aplicados por las autoridades virreinales para la obtención de liquidez inmediata. Los intentos de resolución de esta situación se remontan a finales del siglo xvi, como testimonia el asiento realizado con Antonio Belmosto para la introducción de la plata necesaria para acuñar nuevas monedas,3 y a principios del xvii, cuando el virrey conde de Benavente procedió, en junio de 1607, a la devaluación de la moneda y a la fijación del cambio y, en 1609, a la retirada de la circulación de todas las monedas, excepto de las llamadas zannette o mezzi carlini.4 En los años cercanos al momento en el que los Serra apostaron por añadir el feudo a sus inversiones se habían producido tres grandes devaluaciones en 1617, 1618 y 1620. La situación internacional empujaba a la Monarquía Hispánica hacia nuevos conflictos que pondrían duramente a prueba la capacidad de sus dominios para contribuir a la guerra y que agravaban aún más la estabilidad de sus finanzas. Tales devaluaciones vinieron acompañadas de medidas que atacaban directamente las fuentes de ingresos de los genoveses: en 1619 se produjo una reducción de los intereses de las rentas vitalicias del diez al cinco por ciento; las

3 4

De Rosa, Luigi. «Un’operazione di alta finanza alla fine del ‘500», Archivio Storico per le Provincie Napoletane, LXXVI (1958), pp. 267-283. Brancaccio, G. «Nazione genovese»…, cit., p. 108. La reducción del interés de las rentas genovesas aplicada por Benavente motivó que el cónsul genovés de Nápoles convocara una reunión con sus connacionales que acordaron la aceptación de la medida. Entre los asistentes se encontraban representantes de la familia Serra. Sobre el episodio, véase Dauverd, Céline, «The Genoese in the Kingdom of Naples: Between Viceroys’ Buon Governo and Habsburg Expansion», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R, Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 1, pp. 279-302:289-290.

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Identidades genovesas en Nápoles: perfiles de nobleza

medidas dessarrolladas por el virrey cardenal Zapata entre 1621 y 1622 arremetieron nuevamente contra las entradas de los ligures; en 1625 se impuso a los forasteros una tasa del veinticinco por ciento como resarcimiento por el daño sufrido por la moneda.5 Las reformas de la moneda formaban parte de una coyuntura específica —la década de 1620— lo cual explica que en Castilla, en el mismo momento en el que se adoptaban medidas al respecto en Nápoles, se produjeran animados debates para resolver el problema.6 Fueron muchos los arbitristas del virreinato que, como Marc’Antonio De Santis, Antonio Serra o Gian Donato Turbolo, propusieron soluciones a dicha crisis.7 Además de estos, los genoveses fueron invitados a contribuir con sus conocimientos técnicos en la materia, como demuestra la intervención de Paolo Grillo y de Giacomo Fornari en la junta fundada por el conde de Lemos durante sus años de gobierno al frente del virreinato. Y, a este respecto, es necesario recordar el tratado económico escrito entre 1640 y 1643 por Cornelio Spinola, cónsul de la nación genovesa en Nápoles, en el que analizaba las circunstancias de la crisis que atenazaba al reino entre la década de 1620 y hasta la década de 1640. En sus valoraciones, emergen proyectos de reforma propuestos por otros genoveses, como Genesio Sanguineto que, como se 5 «Documenti sulla storia economica e civile del regno cavati dal carteggio degli agenti del Granduca di Toscana in Napoli dall’anno 1582 sino al 1648», en Palermo, F. Narrazioni..., cit., pp. 243-353:298; «Documenti che riguardano in specie la storia economica e finanziera del regno cavati dal carteggio deli agenti del duca di Urbino in Napoli dall’anno 1522 sino al 1622», en Palermo, F. Narrazioni…, cit., pp. 201-241:233. 6 Sobre los textos de arbitristas de la época dirigidos a resolver el problema de la moneda en Castilla y los contenidos de sus reformas, véanse García Guerra, Elena. Moneda y arbitrios: consideraciones del siglo xvii, Madrid, CSIC, 2003; De Santiago Fernández, J. Política monetaria..., cit. 7 Marc’Antonio De Santis publicó sus consideraciones en 1605 y Antonio Serra en 1613. El más prolífico fue Gian Donato Turbolo que escribió diversos discursos entre 1616 y 1629. Sobre las aportaciones de estos autores, véase la introducción de De Rosa, Luigi. Il Mezzogiorno agli inizi del Seicento, Roma-Bari, Laterza, 1994, pp. VII-LX.

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recordará, formaba parte de la red Serra y que había trasladado su residencia al reino en 1628.8 La falta de moneda circulante condujo a muchos a lamentarse de los tratos económicos de los genoveses, señalados por algunos como los principales culpables de la salida de la moneda del reino. Juan de Ossa atribuyó a los ligures toda la responsabilidad de la situación, afirmando que se dedicaban a sacar la buena moneda de Nápoles con el fin de acuñarla de nuevo en Génova con mayores beneficios.9 Este tipo de acusaciones no deben eclipsar el hecho de que, para poner remedio al problema, se recurrió precisamente a los genoveses que, después de diversas negociaciones con la corte napolitana, firmaban contratos en los que se comprometían a importar la moneda o la plata necesaria para su acuñación con el fin de reducir las repercusiones negativas de la falta de circulante. Así, los agentes del Gran Ducado de Toscana afirmaban el 7 de agosto de 1621 que 8 Sobre el escrito de Cornelio Spinola, véase Musi, A. «Da élite internazionale…», cit. El estudio realizado por Musi sobre el texto de Spinola pone de manifiesto que Sanguineto había propuesto la creación de una contaduría general. Pero los proyectos de reforma para la hacienda del reino por parte de Sanguineto incluían otras medidas, tal y como revela un documento del Archivio di Stato di Napoli: en 1640, Sanguineto propuso la conformación de un monte vitalicio bajo la advocación de la Immaculatissima Concezione y dirigido por él para la administración de los arrendamientos del hierro de todo el reino, dogane y fondachi de las provincias de Calabria, fondaco de Maratea y el nuevo impuesto del cinco por ciento impuesto sobre el hierro en estas provincias. Aquellos que contribuyeran con sus capitales a la fundación del monte (montisti), podrían elegir junto a Sanguineto al gobernador del arrendamiento sin que la Sommaria u otro tribunal del reino pudiera entrometerse. El monte fue instituido por el virrey el 30 de abril de 1642. En ASNa, Doria d’Angri, Parte prima, busta 44/32. 9 AGS, Estado, leg. 1936, doc. 65, carta de Juan de Ossa, secretario del embajador español en Génova, a Felipe IV, 10 de enero de 1623, fols. 137r y v. Juan de Ossa afirmaba que esta era la causa por la que se habían retenido en Nápoles las galeras de Génova, lo cual había suscitado las protestas de la República. No obstante, el secretario del embajador español en Génova era partidario de liberarlas porque la causa «no es del público sino de particulares». En id., doc. 70, carta de Juan de Ossa al rey, 2 de febrero de 1623, fol. 147r.

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[...] se ha pospuesto a septiembre la reordenación de las monedas, que se creía que se debía publicar esta semana, porque primero quieren acuñar un millón y medio de plata venido de Génova, antes que atizar materia tan celosa, para poder con estos [capitales, dineros] reparar u obviar todo desorden.10

Entre los hombres de negocios a los que se encargó la importación de plata como parte del programa de reformas del virrey cardenal Zapata se encontraba Ottavio Serra, que previamente había acordado con el banco de la Pietà de Nápoles la introducción de [...] treinta y dos mil y ochenta y tres contantes por servicio de nuestro Monte por los cuales se le pagaran setecientos nueve [ducados] y grana ocho por el cambio, provisión, conducción, gastos y otros. Es decir, ducados trescientos setenta y uno, y grana 13, ducados trece, trece mil quinientos tres a razón de 2 ¾ por ciento y ducados trescientos treinta y siete, tomola 3 y gramos 15 por ducados diecinueve mil y trescientos a razón de ducados 1 ¾ por ciento.11

10 Traducción propia del texto original: «si è differita a settembre la riordinazione delle monete, che si credeva doversi pubblicare questa settimana, perche volion prima battere un milione e mezzo di argento venuto di Genova, che stuzzicar materia cosi gelosa, per poter con quelli riparare e ovviare ogni disordino». En «Documenti sulla Storia Economica e Civile del regno cavati dal carteggio degli agenti del Granduca di Toscana in Napoli dall’anno 1582 sino al 1648», en Palermo, F. Narrazioni…, cit., pp. 243-353:288. 11 Traducción propia del texto original: «trenta dui milia, e ottanta tre contanti per servitio del nostro Monte per li quali se li pagaranno settecento nove, e grana otto per lo cambio provisione, conduttura, spese, et altro. Cioè docati trecento settant’uno, e grana 13 docati tredici milia cinquecento tre a raggione di 2 ¾ per cento, e docati trecento trentasette tomola 3, e grammi 15 per docati decenove milia, e trecento a ragione di ducati 1 ¾, per cento». En ASBNa, Pietà, Patrimoniale, año 1619, vol. Conclusioni, m. 237, 2 de marzo de 1619, fol. 102.

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La intervención de los genoveses en la adopción de medidas contra la crisis monetaria se pone también de manifiesto en la asistencia que proporcionó Cornelio Spinola, cónsul de la nación genovesa de Nápoles, al virrey Zapata en las reformas que este estableció entre 1621 y 1622.12 Por otro lado, el ascendiente de la familia Serra en Nápoles, representada por Ottavio Serra, explica que Paolo Serra q. Antonio IV, primo de Ottavio y residente en Génova, fuera uno de los genoveses escogidos por la República en 1622 como Deputati di Napoli, junto a Marc’Antonio Doria, Bartolomeo Garibaldi, Giovanni Francesco Pallavicino, Giovanni Ambrogio Casella y Giovanni Francesco Brignole.13 El 21 de febrero de 1622, la República envió una carta a su embajador en Madrid, Costantino Pinelli, en la que, debido a la renuncia de Marc’Antonio Doria, manifestaba su intención de enviar a Nápoles a Paolo Serra. De este se afirmaba que, «aunque fuera por su particular interés, de cualquier manera se considera que su negociación debe contribuir al interés de todos en universal».14 Estas palabras parecen indicar que Paolo Serra tenía negocios por resolver en Nápoles. Se trataba del mismo año en el que los Serra consiguieron, después de muchas negociaciones, la asignación del feudo de Cassano. En cualquier caso, la carta del gobierno genovés a Pinelli nos confirma cómo el interés particular de los privados de la República podía derivar en un interés general para Génova. Por otro lado, el cargo de diputado desempeñado por Paolo Serra en Nápoles estaba destinado a la discusión sobre las reformas monetarias y 12 Un panorama sobre las medidas económicas que caracterizaron el virreinato del cardenal Zapata, en Brancaccio, G. “Nazione genovese” ..., cit., pp. 120-128. 13 ASNa, Doria D’Angri, Parte seconda, busta 678, «Lettere ai deputati dagl’interessati di Genova nelle cose di Napoli», 1624. 14 Traducción propia del texto original: «e se bene per suo particular interesse ad ogni modo vien giudicato che la sua negotiatione debba giovar all’interesse di tutti in universale». En ASGe, AS, Lettere Ministri Spagna, 2430, carta de la República a Costantino Pinelli, 21 de febrero de 1622, fols. 95r-96v:95r.

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económicas que se estaban realizando en el reino, por lo que no es de extrañar que este compareciera sosteniendo las negociaciones de Spinola con el virrey. De hecho, el 15 de marzo de 1622, Cornelio Spinola informaba de la reunión mantenida con Paolo Serra y de que este continuaría mediando con el cardenal Zapata para impedir que la nación genovesa fuera acusada de los daños que sufría la moneda en Nápoles.15 Para la nueva acuñación de moneda, el virrey Zapata se acordó, en 1621, con algunos hombres de negocios del virreinato para que importaran la plata necesaria.16 La nueva moneda debía compensar la retirada de las zannette, aprobada por pragmática de 2 de marzo de 1622. La decisión fue muy criticada por Cornelio Spinola, que, sin embargo, apostaba por una reestructuración del sistema bancario napolitano que sufría enormes limitaciones por sus escasas reservas de caja. Precisamente, en el terreno bancario, el mismo día en el que se decretó la retirada de las zanette, Zapata obligaba a las instituciones financieras de la ciudad a retener el uno por ciento de todas las pólizas y letras de cambio, así como de los pagos de más de 30 ducados realizados dentro y fuera del reino. Asimismo, el virrey no escatimó esfuerzos a la hora de aprobar disposiciones contra las rentas de los genoveses en Nápoles: el 2 de octubre de 1622 se establecía el secuestro de los ingresos anuales que los forasteros percibían por tres años o bien, como alternativa voluntaria, que los extranjeros decidieran tasar sus rentas del veinte por ciento durante dos años. Sin embargo, gracias a la mediación de Cornelio Spinola se consiguió una reducción de dicha imposición a condición de que se pagara a corto plazo. No hay duda de que las reformas encabezadas por los virreyes Lemos, Osuna y Zapata fueron determinantes en la creación de 15 ASGe, AS, Lettere Consoli Napoli, 2636, carta de Cornelio Spinola a la República, 15 de marzo de 1622. 16 Brancaccio, G. «Nazione genovese».., cit., p. 127.

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las condiciones adecuadas que explican el fenómeno por el que los Serra comenzaron a mostrar su interés por la conquista del feudo napolitano en la década de 1620.17 Interés que se vio precedido de pocos años por las maniobras de Battista Serra en Madrid que, si se recuerda, en 1617 se había hecho con las rentas del feudo de Almendralejo sobre el que, en 1641, su primo Giovan Francesco de Girolamo obtendría el título de marqués. Las confiscaciones de rentas, reducciones de intereses o las devaluaciones monetarias que resultaron de los tentativos de rentabilización de la hacienda virreinal motivaron que la comunidad ligur comenzara a preferir los feudos a aquellas inversiones que pudieran verse perjudicadas por dichas medidas. No se trataba de decantarse por el feudo y de descartar otros negocios, sino de incluir los primeros entre sus inversiones para diversificar sus entradas. Al mismo tiempo que las alteraciones de sus rentas y los continuos secuestros por parte del gobierno virreinal incrementaban la incertidumbre en el seno de la nación genovesa, la Monarquía Hispánica, consciente del cambio de tendencia, no dudó en promover la enajenación de su patrimonio con el fin de asegurarse liquidez para hacer frente a sus necesidades en Flandes, Alemania y el norte de Italia. Esta táctica propiciaba también la institución de un vínculo de fidelidad con los sectores sociales emergentes que, a su vez, podían contribuir al control de los ánimos del baronazgo napolitano. Un detalle que no pasaba inadvertido a contemporáneos de la época como Tommaso Campanella que aconsejaba al rey [...] que partes del territorio del reino de Nápoles, de Milán, de España, sean compradas por extranjeros, esto es, por genoveses, florentinos, franceses, para disminuir la importancia de los nobles 17 Al respecto, Brancaccio atribuye al fracaso del proyecto de Lemos la causa del giro definitivo hacia la posesión feudal experimentado por los genoveses entre 1610 y 1622. Ibidem, p. 116.

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del propio país y al mismo tiempo estos mismos extranjeros posibilitarán al rey la entrada al dominio de su propia patria. Teniendo en cuenta esto, afirmo que el rey tiene más poder en Génova que en Milán, porque en Génova no se puede decidir absolutamente nada sin su consentimiento, por el miedo que tienen los genoveses a perder los territorios que tienen en los reinos españoles.18

Los cambios que se produjeron en la década de 1620 en el reino de Nápoles anunciaban una transformación fundamental en el perfil de promoción de los genoveses y en la propia estructura socioeconómica del reino. El análisis de la actividad económica y de los contactos de Ottavio Serra con sus parientes y socios, estratégicamente situados en la geografía imperial hispánica, no solo evidencia la progresiva internacionalización experimentada por el Mezzogiorno, en concomitancia con la nueva coyuntura internacional, sino también el desarrollo, en paralelo, de un proceso de «refeudalización» que afectó profundamente a las bases sociales del reino y que tuvo su mayor protagonista en el capitalismo mercantil y financiero internacional, representado fundamentalmente por los genoveses.19

18

Campanella, Tommaso (edición de Moisés González García), La Política, Madrid, Alianza, 1991, p. 102. La cita pertenece a la que Germana Ernst ha llamado la versión juvenil del texto de Campanella «Monarchia di Spagna», redactado en algún momento entre 1593 y 1595. El texto completo fue publicado por primera vez en Alemania en 1620. En ibidem, pp. 40-43. 19 En lo que se refiere al proceso de «refeudalización» que experimentó el Mezzogiorno, Villari ha evidenciado el crecimiento notable que experimentó el baronazgo napolitano titulado entre 1590 y 1675. Un incremento que, como demuestra el trabajo de Villari, constituyó un medio eficaz para el mantenimiento de la estabilidad política y para la obtención de contribuciones financieras y militares por parte del soberano hispánico. En Villari, R. La rivolta antispagnola..., cit., pp. 188-194. Un estado de la cuestión sobre estos asuntos en Muto, Giovanni. La feudalità meridionale. Tra crisi economica e ripresa politica, en id. Saggi…, cit., pp. 129-156, especialmente pp. 144-156.

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2. Dos maneras de ser nobles: los Serra de Carovigno y los de Cassano La transformación experimentada por el Mezzogiorno, además de no provocar una pérdida del carácter cosmopolita de los Serra ni sus vínculos con la patria de origen, ni de su papel crucial en la política o en los negocios a gran escala en los que se mantuvieron al menos hasta finales del siglo xvii, fomentó la incorporación en el mercado internacional de áreas marginales del reino de Nápoles en las que los genoveses poseían sus intereses económicos y en los que adquirieron sus feudos. Al respecto, merece una atención especial la inserción de los Serra en provincias como Calabria o Terra di Otranto, donde la familia obtuvo los enclaves feudales de Cassano (al que accedió como señor Giovan Francesco Serra en 1628) y Carovigno (comprado por Ottavio en 1619), respectivamente.20 A pesar de las importantes funciones que Ottavio ejercía para otros genoveses y para los virreyes en el reino de Nápoles y de que la adquisición del feudo de Carovigno precedió en algunos años a la de Cassano, la promoción de Ottavio ha sido del todo ignorada por los estudios existentes sobre la familia, que han preferido poner el acento en la evolución de los Serra de Cassano, nacido a partir del ramo de Girolamo Serra q. Paolo II, debido a la enorme importancia de este enclave feudal y a que, a diferencia de lo ocurrido con Carovigno, gozó de sucesión. Los Serra de Carovigno son citados en algunas de las crónicas de la época como Il Forastiero di Giulio Cesare Capaccio (1634). Concretamente, el cittadino de Capaccio afirma que a Ottavio Serra, 20 Sobre la integración de Calabria en la economía internacional gracias a las comunidades mercantiles y financieras presentes en el reino de Nápoles, véase Galasso, G.. Economia e società..., cit.

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No bastándole el tener un hermano cardenal, otro embajador en España, ha querido añadir a la casa el título de príncipe de Carovigno en Giovanni Battista, su hijo, con la tierra de San Vito, persona que, por sus cualidades [es] merecedor de toda grandeza. 21

Aunque el narrador yerra al considerar a Ottavio hermano de los también hermanos Battista (embajador en Madrid) y Giacomo Serra (cardenal), ambos hijos de Antonio IV, se trata de una prueba evidente del protagonismo anticipado que Ottavio asumió en el reino antes de que se produjera la inserción en Nápoles de los futuros señores y duques de Cassano. Carovigno se encuentra en la provincia de Terra d’Otranto (actual Apulia) con la que Ottavio se hallaba familiarizado por las numerosas rentas que poseían en dicho territorio los Serra y otros individuos a los que representaba.22 Lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta que la comunidad genovesa de Apulia se encontraba entre las más favorecidas debido, en gran parte, a la política fiscal practicada en el territorio, dirigida principalmente a favorecer a los ligures frente a sus principales competidores, los venecianos, bien situados en el mercado del aceite y del trigo de la región.23 Por

21 Traducción propia del texto original: «non bastando haver un fratello cardinale, un altro ambasciadore in Spagna, ha voluto giungere alla casa il titolo di principe di Carovigni, in Giovan Battista suo figlio, con la terra di San Vito, persona per le sue qualità meritevole d’ogni grandezza». En Capaccio, Giulio Cesare. I Forastiero, Nápoles, Roncagliolo, 1634, pp. 451-452. 22 Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre i legami...», cit. 23 En Terra d’Otranto destacó, a mediados del siglo xvi, la compañía de G. F. Ravaschiero, Paris Lomellini, Giovanni Ferrero y A. Serra que, según Visceglia, fueron los controladores de la anona napolitana y del drenaje del trigo de la Apulia hacia la capital, así como los responsables de una buena parte de las exportaciones de trigo a Venecia. Dicho «A. Serra» pudo tratarse del padre de Battista Serra, que, a mediados de esa centuria, se hallaba en el reino de Nápoles. En Visceglia, Maria Antonietta. Territorio, feudo e poteri locali: Terra d’Otranto tra Medioevo ed Età Moderna, Nápoles, Guida, 1988, pp. 152 y 154.

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otro lado, era una estrategia habitual que los genoveses apostaran por la adquisición de aquellos feudos que les permitieran una mejor explotación de los recursos que ya estaban comercializando o que facilitaran la recaudación de los impuestos que cobraban como percettori o arrendatori.24 Un comportamiento que se observa en otras comunidades extranjeras, como la portuguesa, como ejemplifica el caso de Miguel Vaaz, uno de los mayores comerciantes de trigo del Mezzogiorno que terminó adquiriendo el título de conde sobre la tierra de Mola, además de otros muchos feudos situados en las mejores áreas de producción de grano del reino.25 El feudo de Carovigno fue comprado por Ottavio Serra a Giulio De Sangro el 4 de octubre de 1619 por 78 330 escudos. La venta comprendía la tierra de Carovigno cum eis Castro, vasallis, bonis membris, corporibus instr[?] juribus juridibus actionibus et pertinentiis quibus.26 La inclusión de un castillo entre las propiedades del feudo debe relacionarse con el valor militar y defensivo que las autoridades virreinales conferían al territorio de Terra d’Otranto, debido a la constante amenaza turca que sufría este espacio.27 El asenso regio a la infeudación y venta de territorios que, como Carovigno, incluían fortalezas o castillos entre sus dominios cumplía, en este sentido, el objetivo de mantener la política defensiva del virreinato a coste cero. De hecho, la reparación del castillo 24 Así por ejemplo, los Ravaschieri se hicieron con feudos estratégicos al oeste de Cosenza, como Tortora y Belmonte, por medio de los cuales conseguían controlar las vías de acceso al interior de la Calabria septentrional y de la Lucania meridional. En Calabria Ultra ejercían como tesoreros, fueron percettori del príncipe de Bisignano y de los impuestos de la seda y la sal de Calabria, entre otras ocupaciones. En Celico, G., «Una potente…», cit., pp. 293-294. 25 Sabatini, Gaetano. «From alliance to conflict, from finance to justice: a Portuguese family in Spanish Naples (1590-1660)», en Cardim, P., Herzog, T., Ruiz Ibáñez, J. J. y Sabatini, G. (eds.), Polycentric…, cit., pp. 91-107:94 y 95. 26 ASNA, Notai‘500, 488/26. 27 Sobre el carácter defensivo de Apulia, véase Galasso, Giuseppe. «Puglia tra provincializzazione e modernità (ss. xvi-xviii)», en VV. AA. Puglia fra Barocco e Rococò, Milán, Electa, 1982, pp. 373-386.

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de Carovigno fue financiada por Ottavio Serra que lo restauró en 1629.28 Si bien la adquisición de Carovigno constituía el paso que determinaba el ingreso oficial de Ottavio Serra en la nobleza napolitana, el proceso de ostentación de un estatus aristocrático había ya comenzado unos años antes. A diferencia de lo ocurrido en la Península Ibérica, donde Battista residió por más de diez años sin hacerse con ningún título de nobleza y donde Francesco Serra de Giovanni Pietro II, su primo, permaneció durante más de veinte sin ningún intento por su parte de asumir la condición de noble de Castilla, en Nápoles se observa el deseo por parte de los Serra que allí se establecieron —los señores de Carovigno y los Serra de Cassano— de asumir un estatus aristocrático y de contruirse, sobre todo en el caso de los Serra de Cassano, una imagen de prestigio de acuerdo con los criterios que definían la más alta nobleza napolitana. En lo que se refiere a Ottavio, futuro señor de Carovigno, sabemos que, al menos desde 1607, poseía una carroza y también criados y algún que otro esclavo.29 Precisamente, desde principios del siglo xvii, se observa su participación activa y la de su socio Antonio Spinola en el mercado de bienes de lujo, aunque a menudo los documentos no especifican el destinatario de los objetos comprados, hecho que impide distinguir entre los objetos para consumo propio y los comprados por encargo de las élites napolitanas que se servían de los hombres de negocios para acceder a estos productos. Entre todas las operaciones realizadas en este sentido por Ottavio, resulta llamativa la compra, por parte de Ottavio Serra y de Antonio Spinola, de una sordellina, un instrumento musical típico del Barroco napolitano por el que pagaron a Domenico Folchieri quince ducados. Ya se trate de una bien adquirido para uso propio o por encargo, es, sin duda, sintomático 28 29

Visceglia, M. A. Territorio…, cit., p. 111. Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre i legami…», cit.

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del conocimiento profundo del mundo cultural napolitano que poseían ambos genoveses.30 A partir de 1614, algunas de las transacciones llevadas a cabo por Ottavio nos informan de la compra de diversos objetos de lujo para su propio disfrute: desde mobiliario procedente de Flandes forrado con damascos, hasta plata para guarnecer un espejo y pasamanos de oro.31 Para ese año, hallamos también los primeros testimonios que acreditan la relación de Ottavio con los artistas napolitanos del momento. En este sentido, conviene recordar que el pintor napolitano Carlo Sellitto efectuó, en 1614, un cuadro para Ottavio Serra que costó 45 ducados y que fueron pagados por la compañía Serra-Spinola el 16 de abril de ese mismo año.32 El 8 de noviembre de 1614, Francesco Antonio Sellitto, hermano del pintor Carlo, pagaba a Ottavio Serra cincuenta ducados como resultado de un legado estipulado por Carlo en su testamento.33 Siendo ya señor de Carovigno, Ottavio se valió también de Massimo Stanzione, pintor campano al que encargó la realización de varias telas (entre ellas, algunos retratos) del coste de 10 ducados, pagados en 1621.34 En octubre de 1627, poco después de la conquista del título de príncipe de Carovigno para su hijo Giovanni Battista, Ottavio Serra aparecía de nuevo en tratos con un pintor, Francesco Antonio Russo (o Rossi, probablemente también napolitano), al cual abonó, a través del 30 ASBNa, SS, a. 1607, gc, m. 47, 31 de agosto de 1607, fol. 618. 31 ASBNa, SS, aa. 1613-1614, gc, m. 88, 16 de enero, 8 de abril y 14 de junio de 1614, fols. 85, 450 y 750, respectivamente. 32 Nappi, Eduardo. «Documenti inediti per la Storia dell’Arte a Napoli per i secoli xvi-xvii dalle scritture dell’Archivio di Stato Fondo Banchieri Antichi (A.S.N.B.A.) e dell’Archivio Storico dell’Istituto Banco di Napoli- Fondazione (A.S.B.N.)», Quaderni dell’Archivio Storico, 2005-2006, pp. 307-334:388. 33 ASBNa, SS, a 1614, gb, m. 95, 8 de noviembre de 1614, fol. 420. 34 Nappi, Eduardo (ed.), Ricerche sul Seicento napoletano. Catalogo delle pubblicazioni edite dal 1883 al 1990, riguardanti le opere di architetti, pittori, scultori, marmorari ed intagliatori per i secoli xvi e xvii, pagate tramite gli antichi banchi pubblici napoletani, Milán, Edizioni L.T., 1992, p. 105.

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genovés Giovanni Battista De Franchi, la partida de 20 ducados en concepto de los 30 que había costado un cuadro grande de la Virgen con otros santos.35 La participación de De Franchi en la operación puede indicar que, en este caso, Ottavio ejerció solo como mediador entre el artista y De Franchi, lo cual no deja de ser relevante, pues denota la autoridad ejercida por Ottavio en el mercado del arte napolitano. También su hijo, Giovanni Battista Serra, actuó como intermediario entre artistas y aristocracia napolitana.36 El 1 de septiembre de 1673 pagó veinte ducados al pintor Giuseppe De Marini en nombre del marqués de Monacilioni por cuenta de unas pinturas que estaba realizando para el marqués en su palacio del barrio napolitano de Chiaia.37 Por otro lado, en 1680 el pintor Alberto Arnone recibió del hijo de Ottavio la suma de veinte ducados como parte de los 110 ducados que costaba un cuadro efectuado para Genaro de Mendoza.38 La compra de bienes artísticos continuó en el tiempo, sobre todo a partir de la década de 1620, cuando Ottavio ya era señor de Carovigno: el 3 de julio de 1621, Ottavio pagaba 32 ducados al escultor Aniello Stellato —un célebre artista de esculturas de madera 35

Nappi, Eduardo. «Documenti inediti per la Storia dell’Arte a Napoli per i secoli xvi-xvii dalle scritture dell’Archivio di Stato Fondo Banchieri Antichi (A.S.N.B.A.) e dell’Archivio Storico dell’Istituto Banco di Napoli- Fondazione (A.S.B.N.)», Quaderni dell’Archivio Storico, 2007-2008, pp. 361-401:383. Giovanni Battista De Franchi mantenía una relación cercana con Ottavio que era el padrino de dos de las hijas de De Franchi y de su esposa, Isabella Zerbinalo. Estas fueron bautizadas en la iglesia de San Giorgio de’ Genovesi el 13 de julio de 1628. En AMIPT, «Libro de battessimi dall’anno 1620 per tutto 12 luglio 1704». 36 Sobre los vínculos entre mercaderes y artistas en Edad Moderna, consúltese: Ruotolo, Renato. Mercanti, collezionisti fiamminghi a Napoli: Gaspare Roomer e i Vandeneynden, Nápoles, Tipografía G. Scarpati, 1982; Haskell, Francis. Patronos y Pintores. Arte y Sociedad en la Italia del Barroco, Madrid, Cátedra, 1984 (primera edición en 1963). 37 Nappi, E. «Documenti inediti…», cit., 2005-2006, p. 319. 38 Nappi, E. (ed.), Ricerche sul Seicento napoletano…, cit., p. 25.

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y pesebres para monasterios y familias nobles napolitanas— por el dorado y pintura de las esculturas de los santos Grisanto y Daria.39 Aunque no contamos con el testamento de Ottavio Serra — que habría confirmado si todas estas compras habían generado una colección de la misma importancia que la configurada por el ramo de Cassano—, a la luz de los datos referidos, se puede afirmar que el interés de Ottavio por consumir o por suministrar a las élites del reino bienes artísticos producidos en Nápoles y por artistas napolitanos es sintomático del sólido conocimiento que el genovés poseía de los gustos del reino y de su participación de la cultura aristocrática de la época. Aspectos que hacen de él un claro ejemplo del proceso de hibridación cultural que experimentaron muchos de los genoveses asentados en Nápoles.40 En lo que se refiere a las propiedades inmobiliarias de Ottavio, la humilde casa en alquiler en la que residía en 1604, situada en Santa Lucia del Monte, cerca de los Quartieri Spagnoli, 41 dio paso, el 17 de enero de 1619, a las negociaciones para la compra 39 «Documenti estratti dall’Archivio Storico del Banco di Napoli. Dai giornali copia-polizze del monte e banco della Pietà. Artisti napoletani che operarono in Napoli tra la fine del sec. xvi e la prima metà del sec. xvii- Scultori e marmorai», en Rassegna Economica, octubre 1940, pp. 364-368: 365. Artículo sin firma de autor. 40 La colección de los Serra de Cassano es un claro ejemplo de este proceso de hibridación. Para su composición, fueron fundamentales las adquisiciones de Giovan Francesco Serra entre las que se hallaban cuadros de artistas como Van Dyck, Correggio, Reni, Ribera y Tintoretto, algunos de ellos hoy expuestos en el Museo del Prado. Sobre la colección Serra di Cassano, véanse Vannugli, A. «La colección…», cit.; id., La collezione Serra…, cit.; Santamaria, Roberto. «Gio. Francesco Serra tra campi di battaglia e passione per il collezionismo» en Orlando, A. (ed.), La dama genovese…, cit., pp. 104-117. Agradezco a Anna Orlando por haberme permitido la lectura de dicho artículo. Aún hoy está por realizar la reconstrucción de la colección del cardenal Giacomo Serra, hermano de Battista. Cometido que ofrece enormes dificultades debido a que ni el testamento ni el inventario de los bienes del cardenal han sido aún hallados. 41 La casa constaba de dos habitaciones, cocina y un cellaro, refiriéndose muy probablemente a una cantina o almacén situado en una planta baja. ASBNa, SS, a. 1604, gc, m. 35, 27 de julio, fol. 1255.

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de la casa del duca di San Donato, situada detrás del Monte della Pietà y cuya fachada principal daba al monasterio de San Severino e Sossio, mientras que la otra lo hacía a la calle Ferri Vecchi. Para la estima del valor del palacio, Serra y Lucrezia Carafa, marquesa de Corleto, en representación de su hijo, el duque de San Donato, designaron sendos peritos. La marquesa escogió al ingeniero Alessandro Ciminello, mientras que Ottavio Serra asignó la tarea al arquitecto de Ferrara Bartolomeo Picchiatti, que, como veremos, fue una figura de referencia no solo para la familia Serra, sino, en general, para la comunidad genovesa del reino de Nápoles.42 Serra y su socio Spinola adquirieron de la marquesa, en 1614, otros inmuebles (casas con tiendas) con pacto de retrovendendo en la zona del seggio Nido. Asimismo, la compañía poseía otros locales en la ciudad en tales fechas por los que percibían alquileres.43 Es de señalar que, a pesar de la compra del palacio mencionado, Ottavio continuó vinculado a la zona de los Quartieri Spagnoli donde había iniciado sus negocios. De hecho, era uno de los benefactores del oratorio de la Santissima Concezione de Montecalvario, situada en via Montecalvario, en el corazón de los Quartieri.44 La relación de Ottavio Serra con el arquitecto Bartolomeo Picchiatti se concretó nuevamente entre 1618 y 1619, cuando fue escogido por el genovés para el diseño de su masería.45 Picchiatti se hallaba por entonces en Nápoles implicado en el proyecto de 42 El desacuerdo entre ambos ingenieros condujo a la petición de una tercera opinión, esta vez al ingeniero regio Oratio Campana. En Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre i legami…», cit., p. 661. 43  Ibidem. 44 ASBNa, San’Eligio, a. 1628, giornale copiapolizze, m. 137, 27 de marzo. Documento citado en la base de datos creada por el proyecto del Archivio Storico Banco di Napoli-Fondazione «Fonti archivistiche su arti e mestieri nei banchi napoletani nei secoli xvi-xix» y accesible en línea. Disponible en http://www.fondazionebanconapoli.it/archivio/digitalizzazione/teca/ [consulta: 23/06/2020]. 45 Parte de las piedras para la construcción fueron traídas de Sorrento, y por ellas y por ventanas, balaustras y otras manufacturas, Serra pagó a Fabritio Figliola 131 ducados. En Nappi, E. Ricerche sul Seicento napoletano..., cit., p. 174.

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construcción de la iglesia de la nación genovesa en el reino, San Giorgio de’ Genovesi, situada en la actual via Medina.46 El proyecto de la masería de Ottavio, cuya ubicación específica no es revelada en las fuentes, supuso también la actuación del maestro Giovanni Giacomo De Marini (apellido que denota un claro origen genovés) al que Ottavio encargó, entre otras tareas, la creación de dos pozos.47 A raíz de las cuestiones analizadas, es evidente que el acceso de Ottavio Serra al señorío fue solo el momento culminante de un largo proceso de construcción de una imagen de prestigio iniciado a principios del siglo xvii. El título de príncipe de Carovigno fue obtenido por su hijo Giovanni Battista el 27 de octubre de 1625 y el 13 de diciembre de 1645 se le concedió el privilegio de poder mudarlo sobre otra tierra en el término de cuatro años.48 Para entonces, la familia había conseguido incrementar los dominios de Carovigno al que añadieron el lugar de Santovito, vendido por Giovantonio Albrizio, príncipe de la Vetrana, por 111 000 ducados.49 El protagonismo de Ottavio en Apulia no dejó de incrementarse como evidencia el hecho de que, el 25 de junio de 1632, el genovés fuera nombrado, como ya se mencionó en el capítulo anterior, presidente para la gestión de la caja de los arrendamien-

46 Sobre la importancia artística de Picchiatti en Nápoles y sus servicios al virrey, véase Marías Franco, Fernando. «Bartolomeo y Francesco Antonio Picchiatti, dos arquitectos al servicio de los virreyes de Nápoles: las Agustinas de Salamanca y la escalera del palacio real», Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, vols. 9-10 (1997-1998), pp. 177-195. 47 ASBNa, SS, aa. 1618-1619, gc, m. 136, 3, 18, 22 y 28 de enero de 1619, fols. 24, 78, 95 y 116 respectivamente. En uno de los pagos realizados por Ottavio Serra a De Marini se incluye como beneficiario a otro maestro participante en las obras: Filippo Galluccio. 48 Magdaleno, Ricardo. Catálogo XXVIII del Archivo de Simancas. Títulos y privilegios de Nápoles: siglos xvi-xviii, vol. 1, Valladolid, Archivo General de Simancas, 1980, p. 519. 49 Giustiniani, Lorenzo. Dizionario Geografico Ragionato del Regno di Napoli, vol. 8, Nápoles, V. Manfredi, 1804, p. 331.

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tos del aceite y del jabón de la dogana de Apulia. Se trataba de un nombramiento que revestía de una gran importancia, no solo porque dicha dogana tasaba el aceite, uno de los productos estrella del territorio,50 sino también porque extendía su jurisdicción sobre otras dogane menores en Bari, Barletta, Bisciglie, Brindisi, Corigliano, Gallipoli, Lecce, Manfredonia, Monopoli, Nardò, Ostuni, Otranto, Taranto y Trani. Precisamente, en Ostuni, hacia 1626, un tal «Ottavio Maria Serra» figuraba como recaudador de la dogana de dicho lugar, sustituyendo a Giacomo Antonio Laversano.51 El camino que condujo a la adquisición del codiciado feudo de Cassano fue mucho más insidioso que el recorrido por Ottavio para hacerse con Carovigno, sobre todo por la riqueza que se atribuía al feudo calabrés y porque la maniobra para su obtención constituyó, no ya el resultado de una iniciativa individual abordada por un sujeto que, como Ottavio, apostaba por conseguir un feudo para su sucesor, sino más bien de una acción colectiva —protagonizada por la fedecommessaria de Girolamo Serra— afrontada con tres objetivos claros: apuntalar las entradas del inmenso patrimonio de Girolamo —que no solo era útil a sus herederos, sino también a la empresa internacional Serra que lo empleaba como garantía de sus operaciones económicas—; diversificar las entradas en un contexto en el que no convenía reducir las inversiones de la red al ámbito financiero; y, por último, renovar el servicio al monarca hispánico por parte del ramo de Girolamo, después de que se produjera la muerte de este en 1616 y a la luz de la subida al trono de un nuevo soberano, Felipe IV. Cassano formaba parte desde principios del siglo xvi del inmenso patrimonio del ramo de Sanseverino de los Bisignano, situado en Calabria Citra, y que incluía un importante 50 Las principales fuentes de riqueza de esta tierra se fundaban en la ganadería, debido a la abundancia de pastos, y en el comercio de aceites y lácteos. En ibidem, vol. 3, 1797, pp. 179-180. 51  Castaldo Manfredonia, L. Gli arrendamenti…, cit., pp. 24 y 32.

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dominio de la gabela de la seda desde 1483.52 Se trataba de un territorio donde los genoveses se hicieron presentes al menos desde finales del siglo xv y cuyos rentables recursos, como el hierro y la seda, atrajeron, como ya se ha referido, a una tupida comunidad ligur a lo largo de todo el siglo xvi. A finales de dicha centuria, algunos de los correspondientes más importantes de los Serra acentuaron sus intereses en la región. De hecho, las enormes pérdidas del patrimonio de los Bisignano, derivadas de la mala gestión por parte de sus proprietarios, obligaron al alquiler de sus entradas desde finales del siglo xvi . Concretamente, en 1581, el genovés Antonio Belmosto fue designado como arrendador de tales rentas durante tres años. Este preveía la recaudación de 140 000 ducados al año, de los cuales una parte correspondería a los Sanseverino y el restante serviría para la satisfacción de los acreedores. Su hermano Agostino, que había fundado en Cosenza un banco con la colaboración del baronazgo y de la nobleza local calabresa, lo sucedió en su administración.53 A pesar de los intentos por sanear la hacienda de la familia emprendidos por las autoridades virreinales, a finales del siglo xvi la crisis del patrimonio Sanseverino era ya irreparable, pero no por motivos de carácter económico —las entradas del príncipe eran notables si se comparan con las percibidas por otras casas señoriales—, sino de orden administrativo y político.54 Las rentas que, en 1594, producían los múltiples feudos que componían el Estado de los Sanseverino son elocuentes al respecto. Entre ellas, destacan considerablemente las de Cassano que representaban el 16,4 por ciento de un total de 96 301 ducados.55

52 Suponía la percepción de 5 grana por cada libra de seda producida en la región. En Galasso, G. Economia e società..., cit., p. 35. 53 Colapietra, R. «I genovesi in Calabria…», cit., p. 31. 54 Galasso, G. Economia e società..., cit., pp. 41 y 42. 55 Véase la tabla 24.

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Tabla 24. Entradas del príncipe de Bisignano por sus tierras feudales en el inventario de 159456

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Feudos

Entradas en ducados

Bisignano Corigliano San Mauro: Corso di Polinara Acri Luzzi Rose S.marco Roggiano Malvito Tarsia Terranova Altomonte Saracena Castrovillari Morano Cassano Civita Trebisacce, etc. Mormanno Orsomanso Grisolia Abatemarco Buonvicino Belvedere Langineto e Bonifati

1921 7347 3930 2890 1620 1350 1782 2500 675 803 3.201 1738 2287 1700 15 777 280 410 2105 700 1800 1072 2010 1900

Galasso, Giuseppe. «Aspetti e problemi della societa feudale napoletana attraverso l’inventario dei beni dei principi di Bisignano (1594)», en De Rosa, Luigi (ed.), Studi in onore di Federigo Melis, vol. 4, Nápoles, Giannini Editore, 1974, pp. 255-277:264.

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Sant’agata Strongoli Imperiale Tricarico Miglianico Craco Albano e Calciano Chiaromonte Senise Rotonda Latronico Carbone Armento ontemurro Episcopia Policoro S. Pietro in Galatina Sub feudos de Calabria y Basilicata

1024 3230 461 750 730 2950 1910 1665 1160 250 FISCALI: 789 4500 2495 800

No cabe duda de que, en la iniciativa de comprar Cassano, incidieron enormemente el valor del feudo, el profundo conocimiento que los hermanos Belmosto tenían del maltrecho estado de la hacienda de los Sanseverino y los intereses que ya exhibían los Serra en la zona57 Sin olvidar que, en el éxito de la operación, ejerció una gran influencia la Sommaria que, de un lado, se proponía sanear los patrimonios feudales profundamente endeudados y, de otro, precisaba urgentemente de liquidez para poder afrontar las exigencias fiscales a las que se veía sometido el Mezzogiorno, especialmente en la década de 1620. 57

S in ir más lejos, Ottavio Serra en 1614 había pagado casi 40 000 ducados a Antonio Spinola por compra «nell’arrendamento de la seta», en concreto, 39 960 ducados, 53 tarì, catorce grana. En ASBNa, SS, a. 1614, gb, m. 91, 4 de enero, fol. 18.

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Ottavio Serra no fue ajeno a estas necesidades: la compra de Carovigno a Giulio De Sangro se vio precedida del intento de Ottavio de adquirir el feudo de Pomarico, en Basilicata, vendido en subasta pública el 6 de julio de 1619 por la Sommaria para satisfacer a los acreedores de su propietario, el genovés Bonifatio Naselli. Las dos ofertas que la Regia Camera tuvo en consideración fueron la de Cornelio Spinola que, como procurador de algunos de los acreedores de Naselli, ofrecía 95 000 ducados y la de Giovanni Andrea Guercio que, en nombre de Ottavio Serra, proponía 80 250 ducados. La tierra fue al final asignada a Cornelio Spinola por 100 000 ducados que, a su vez, la cedió al doctor Marcello Marciano el 16 de octubre de 1620. Se trata de un claro ejemplo de cómo muchos genoveses vieron en dichas tierras una inversión antes que un modo de acceder al estatus de señor feudal del reino. De hecho, también Naselli tenía situado el feudo en cabeza de Alessandro Rovito en el momento en el que se produjo la subasta58. La intención de los curadores y fidecomisarios de Girolamo Serra de adquirir el enclave de Cassano ya se puso de manifiesto en 1612, cuando Genesio Sanguineto realizó una primera oferta de 360 000 ducados que no se limitaba únicamente al feudo, sino también a los 72 fuegos (fuochi, es decir, unidades familiares) de la tierra de Francavilla y a todo su utillaje agrícola59. En julio de 1620, el virrey comunicó por carta al rey que se había producido la venta del feudo a lume di candela (en subasta pública) a Genesio Sanguineto por 400 000 ducados.60 El 11 de julio de 1620, Sanguineto cedía la gestión de Cassano a Ferdinando Venato, probablemente un habitante del lugar. El documento que nos informa sobre dicha cesión asegura que Sanguineto había adquirido Cassano como representante de 58 59 60

 SNa, Notai ‘500, 488/27, escritura sin foliar, pero situada entre los fols. 98 y 99. A Podestà, E., Musella, S. y augurio, F. I Serra..., cit., pp. 373-374. La fuente no precisa la fecha exacta de la carta. En ASC, Parte prima, Scritture di Cassano, vol. 21, pergamino en latín e italiano, sin número.

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los intereses de los herederos de Girolamo Serra y con la facultad de poder transmitirlo a la persona que él nominara.61 Asimismo, el contrato de compra del feudo establecía que, en caso de que no se prosiguiera con la venta, se debían dar a Sanguineto 28 000 ducados de fiscali al siete por ciento que completaban la cifra de los 400 000 ducados de principal ofrecidos. Es decir, los 28 000 ducados eran títulos de deuda ofrecidos como resguardo que protegían al comprador en el caso de que no se confirmara la transacción.62 Por carta mandada por Juan Vivas al rey el 12 de noviembre de 1620, y que citaremos a continuación, se intuye que al final se obligó a los fideicomisarios de Girolamo a la compra de títulos de deuda, si pretendían que se les concediera la propiedad del feudo. Por lo que la venta del feudo suponía para la Monarquía Hispánica no solo liberarse de un patrimonio sometido a importantes cargas, sino la colocación de juros que, debido al contexto ya descrito, cada vez eran menos ambicionados por los hombres de negocios y que, por tanto, encontraban una difícil salida al mercado. La transacción final que determinó el acceso de la familia al feudo no se produjo hasta el 30 de enero de 1622, cuando Antonio Pallavicino, como fideicomisario de Girolamo y a través de su procurador en Nápoles, Agostino Belmosto, compró Cassano por 520 000 ducados, lo cual indica que Genesio no fue reconocido como señor definitivo del enclave. El motivo pudo ser la gravosa deuda que pesaba sobre el patrimonio del príncipe de Bisignano, Luigi Sanseverino, que además de los feudos ya precisados, comprendía algunos privilegios fiscales como la gabela de la seda.63 El 61 62

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 SNa, Notai ‘500, 488/27, cesión de Cassano a Ferdinando Venato, por Genesio A Sanguineto, 11 de julio de 1620, fols. 505r-510v. Sobre esta condición nos informa un documento en italiano sin fechar que se incluye en el asenso regio de 30 de enero de 1630 y concedido a la venta del feudo ya realizada. En ASC, Parte prima, Scritture di Cassano, vol. 21, pergamino en latín e italiano, sin número. No es fácil comprender todos los acontecimientos que caracterizaron y condicionaron la venta de Cassano. Sobre los obstáculos a la operación de Genesio

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acoso que sufrían las autoridades virreinales por los acreedores de dicha gabela, cuya deuda ascendía a los 500 000 ducados, así como la voluntad de la Corona de obtener mayores ventajas de la operación, pudieron ser las causas que justificaron que la venta a Sanguineto no fuera admitida inmediatamente y que se prolongaran las negociaciones hasta 1622, año en el que se produjo la venta definitiva a favor de Pallavicino. Como se anticipó, a la voluntad de la Sommaria y del Collaterale de desprenderse con urgencia de un patrimonio severamente tasado y endeudado, contribuyó la presión externa que pesaba sobre el Mezzogiorno en la década de 1620. Sicilia y Nápoles mostraban serias dificultades para contribuir a la reunión del millón y medio de ducados que solicitaba, en 1620, el duque de Feria, gobernador de Milán. Tampoco parecía surtir efecto la colocación de nuevos juros en el mercado, medida que en el pasado se había revelado exitosa para la obtención de financiación urgente. Sin embargo, la incertidumbre que rodeaba a los ingresos de la Monarquía sobre los que se situaban estos títulos, así como los continuos crecimientos, devaluaciones e impagos de las rentas por falta de cabimiento, no constituían un aliciente para su demanda. Los hombres de negocios genoveses fueron los primeros en sufrir los efectos de dicha desconfianza, puesto que los juros que recibían como consignaciones de sus asientos no hallaban compradores, cosa que les imposibilitaba la recuperación del capital invertido.64

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Sanguineto y el papel que jugó la gabela de la seda aún se requerirían nuevas investigaciones. Una de las fuentes para el estudio de la cuestión es el documento de asenso regio a la venta de Cassano ya citado de 30 de enero de 1630, donde se hallan escrituras precedentes al asenso y que contienen las condiciones de la compra efectuada por Genesio. En ibidem. Excepto la referencia a la venta de dicho feudo realizada por Colapietra en algunos de sus trabajos, no existen investigaciones específicas que arrojen algo de luz sobre el pasaje de uno de los feudos calabreses más importantes a la familia Serra. En Colapietra, R. «Genovesi in Calabria...», cit., pp. 41 y 42. Así por ejemplo, Carlo Strata encontró enormes dificultades para vender 100 000 ducados de rentas, hecho que motivó sus quejas en enero de 1626

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No en vano, el embajador español en Génova, Juan Vivas, a través de una carta de 12 de noviembre de 1620, señalaba al rey los obstáculos que encontraba para enviar dinero a Milán debido a la mala acogida de los títulos de deuda pública ofrecidos: [...] corre opinión entre estos tratantes que Vuestra Majestad ha de tener por fuerza muchas guerras y grandísimos gastos y que la paga de los juros no será segura y dicen aquí que ya están vendidos todos los que Vuestra Majestad puede vender y más y que lo que ahora vende lo toma del sustento de las galeras y guarniciones ordinarias corriendo por ello el mismo peligro. Por lo cual, habiéndose de sacar lo que falta al millón de ducados efectivos de ventas de juros no se hallan compradores aquí por ahora.65

Por este motivo, Vivas proponía establecer nuevas condiciones a la venta de Cassano que pretendían los fideicomisarios de Girolamo Serra. Según el embajador, la transacción sería ventajosa para la Corona debido a que el feudo no valía más de 16 000 ducados (de renta anual) que podían aumentar en 20 000 «ayudándolo con alguna industria». En noviembre de ese mismo año, Vivas comunicaba al monarca que había escrito al virrey de Nápoles para que no confirmara el negocio a menos que los herederos de Girolamo Serra aceptaran comprar los fiscali que se habían dado en resguardo a Sanguineto (28 000 ducados al siete por ciento).

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«por no haver desde entonces aca hallado salida ni venta dellos, me tiene de manera oprimido y con tal carga de débitos que no puedo más». En Álvarez Nogal, Carlos. «Los genoveses y la incautación del interés de los juros de Castilla en 1634», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R, Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 775-799:790. ASGe, Estado, leg. 1935, doc. 75, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, a Felipe III, 12 de noviembre de 1620, fols. 148r-149r:148v.

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Como precisa Muto, era habitual que el embajador español en Génova se erigiera en mediador en la República para la venta de fiscali de Nápoles,66 lo cual demuestra la influencia de aquel en los asuntos del reino y en la consolidación de los intereses genoveses en dicho reino, así como la dependencia entre los distintos territorios y la importancia del eje Génova-Nápoles a la hora de asegurar la financiación de la Corona y la articulación de las decisiones políticas. La condición sugerida por Vivas fue discutida con Battista Serra que aceptó junto con el resto de los fideicomisarios de Girolamo, por lo que [...] con dieciséis mil ducados que vale a Vuestra Majestad Cassano, excusa veintiocho mil que suben los cuatrocientos mil ducados al precio que se han de dar en juros fiscales a siete por ciento, en que se ganan doce mil ducados.67

El 17 de noviembre de ese mismo año, en otra carta a Felipe III, Vivas continuaba proponiéndole soluciones que permitieran satisfacer el millón y medio de ducados que debía remitirse al duque de Feria [...] los 250 000 de aquí de lo que falta de Nápoles, 400 000 de España y que se vendan 300 000 ducados en tantas rentas en Milán y en Nápoles se vendan feudos o mire el virrey cómo sacar cuatrocientos mil ducados aunque reparta y quite algo de algunos por este año, y a Sicilia ciento y cincuenta mil de la mejor

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El pago de los mismos se realizaba en el reino de Nápoles a través de procuradores del comprador. En Muto, Giovanni. «Apparati finanziari e gestione della fiscalità nel regno di Napoli dalla seconda metà del '500 alla crisi degli anni venti del sec. xvii», en id. Saggi..., cit., pp. 35-60:55-56. AGS, Estado, leg. 1935, doc. 75, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, al rey, 12 de noviembre de 1620, fols. 148v-149r.

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forma que pueda hallar el virrey que todas son cosas posibles y que dejan ensanche para todo lo demás.68

Las palabras de Vivas ponen de manifiesto cómo la venta de feudos en Nápoles se dibujaba como uno de los recursos más preciados con los que el monarca Católico contaba para obtener liquidez a corto plazo en este período. La tratativa se dilató aún más en el tiempo, provocando el 7 de febrero de 1621 la impaciencia de Juan de Ossa, secretario de Juan Vivas, ante la certeza de que, en esos momentos, ningún otro negocio podía facilitar con urgencia los capitales requeridos en Milán: [...] y yo pensé que viniera con este correo resolución en lo de Cassano para sacar de ello la suma de dinero que escribió mi amo para socorrer al señor duque de Feria [en ese momento, en plena negociación con las Ligas de Grisones] pues de Nápoles y Sicilia no espero nada a lo menos tan presto que pueda suplir la falta de ahora.69

El 16 de mayo de 1621, Juan Vivas confirmaba a Felipe IV que tenía a los fideicomisarios de Girolamo Serra «atados con promesa».70 Sin embargo, en febrero de 1622 se detuvieron nuevamente las negociaciones por las pretensiones de Tiberio Carafa de Chiusano sobre el patrimonio de los Bisignano. La cuestión

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Ibidem, doc. 76, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, al rey, 17 de noviembre de 1620, fol. 150v. Sobre la reserva financiera para la Monarquía que suponía el reino de Nápoles y sobre la intervención de figuras intermedias del entourage del soberano en las operaciones de venta de los feudos napolitanos, véase Spagnoletti, A. Principi italiani..., cit., pp. 145-178. AGS, Estado, leg. 1935, doc. 168, carta de Juan de Ossa, secretario del embajador español en Génova, al rey, 7 de febrero de 1621, fols. 354r-355v:354v. Ibidem, doc. 188, carta de Juan Vivas, embajador español en Génova, al rey, 16 de mayo de 1621, fols. 395r y v.

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fue dirimida por Agostino Belmosto como procurador de Antonio Pallavicino. La venta final se concluyó con el desembolso de 520 000 ducados, por tanto 120 000 ducados más de los 400 000 barajados en 1620. Una parte de la suma fue garantizada por Ottavio Serra.71 La asignación del feudo a Giovan Francesco Serra, hijo primogénito de Girolamo, no se produjo hasta 1628, cuando Giovan Francesco alcanzó los veinticinco años y, por tanto, la mayoría de edad según las leyes de Génova. Es posible que en el retraso en la entrega definitiva de Cassano a Giovan Francesco Serra influyeran también las complicaciones que Pallavicino sufrió a raíz de la suspensión de pagos de 1627 y que dieron lugar a diversas negociaciones de este con los fideicomisarios de Girolamo Serra para la cesión del feudo a sus herederos. De hecho, en 1628, Antonio Pallavicino, acosado por diversas deudas en las que había incurrido como consecuencia de la suspensión de pagos, ya se había visto obligado a conceder el feudo de Mornese, en el Monferrato, a sus cuñados Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra q. Girolamo. En cualquier caso, los hechos presentados evidencian que la compra de Cassano no fue el resultado de una decisión unilateral de Battista Serra,72 sino de toda una negociación «policéntrica» en la que intervinieron numerosos agentes de la Monarquía en Nápoles y en Génova, así como los miembros que componían la fedecommissaria de Girolamo Serra y sus colaboradores.

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P  odestà, E. Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 375. La cantidad pagada por Pallavicino incluía, además de Cassano, el casale de Francavilla. En 1627, Pallavicino procedió a adquirir de los Urso De Belvedere la baronía de Civita con amplios privilegios jurisdiccionales. En VV. AA. Serra di Cassano. Un palazzo, una famiglia, la storia. Tesori di una dimora napoletana del Settecento, Nápoles, Luciano Editore, 2005, p. 88. Así parece sugerirlo el estudio de Podestà, Musella y Augurio a pesar de que ellos mismos refieran la participación de otros personajes en la adquisición del feudo. En ibidem, pp. 102-103.

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No deja de sorprender que Battista, no obstante su implicación en la maniobra coral que condujo a la adquisición de Cassano para sus primos, no hubiera dedicado las mismas energías a procurarse un feudo para sí mismo en Nápoles. Es cierto que sus intereses en el Mezzogiorno siempre fueron notables y que, gracias a los servicios que continuó prestando a Felipe IV, consiguió hacerlos respetar incluso en momentos en los que otros genoveses sufrían las consecuencias del abrupto contexto económico atravesado por la Monarquía Hispánica y a pesar del deterioro de las relaciones hispanogenovesas en la década de 1630 y 1640. Situación que se pondría de manifiesto en 1641 cuando el soberano hispánico ordenó que las rentas de Battista Serra fueran excluidas del secuestro, planeado por el duque Medina de las Torres, de las tercias que los ligures poseían en el reino.73 Pero, a pesar de la voluntad de 73

 al y como indicaba el propio monarca al virrey en una carta de 13 de julio T de 1641 y vista en consulta por la Sommaria el 22 de octubre de 1641. En concreto, Felipe IV informaba a Medina de las Torres que Battista Serra y su hermano Paolo poseían 25 353 ducados de renta de juro en el reino de Portugal que no se les pagaban desde hacía cinco años, razón por lo cual había decidido que, respecto a la confiscación proyectada en Nápoles por el virrey, Battista fuera tratado como natural del reino y, por tanto, excluido del embargo. En el caso de que el virrey hallara algún inconveniente en la aplicación de dicha orden, lo conminaba a aplicar sus órdenes secretamente. En la consulta de la Sommaria sobre dicha misiva se especificaba que los hermanos Serra poseían en el virreinato más de 25 000 ducados napolitanos anuales. En ASNa, Sommaria, Consultationum, vol. 43, consulta de la Sommaria del 22 de octubre de 1641, fols. 5r-6v. El secuestro de las rentas genovesas en Nápoles debía ser paralelo a las negociaciones del embajador español en Génova con aquellos particulares genoveses que tuvieran mayores intereses en Nápoles con el fin de que «negociando con cada uno de ellos de por sí el que se le dará permisión para cobrarlas en la forma en que las exigen los demás vasallos de Su Majestad, siempre que de su parte se ayudase a lo que Su Majestad desea». En AGS, Estado, leg. 3598, doc. 150, carta del virrey de Nápoles, duque de Medina de las Torres, a Juan de Eraso, embajador español en Génova, 12 de abril de 1642, fol. 460v. Por tanto, no podemos excluir la posibilidad de que Battista Serra hubiera asegurado la protección de sus rentas en Nápoles mediante el pago de un nuevo servicio a la Corona. Los inconvenientes que dicha disposición podía acarrear a los genoveses se agravaban debido a que estos

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Battista de cultivar y proteger sus inversiones y de perdurar en el servicio al Católico, estas características no se tradujeron nunca en una distinción nobiliaria fuera de Génova. Igualmente, las complejas operaciones que estuvieron detrás de la concesión del feudo de Cassano son sintomáticas de las ventajas que la red brindaba a la hora de obtener información sobre las mejores opciones de inversión y de negociar con los distintos representantes regios —el embajador español en Génova y la Sommaria en Nápoles— para asegurar la promoción de los miembros de la familia. Si bien el arbitrazgo de Battista debió de ser fundamental, como se deduce del hecho de que fuera él el que trató directamente con Vivas sobre las condiciones de la venta, no puede soslayarse la mediación ejercida por otros sujetos de la red, como su cuñado Antonio Pallavicino, que figuró como titular del feudo hasta 1628; colaboradores estrechos, como Genesio Sanguineto, también fideicomisario del difunto Girolamo y con importantes intereses en el reino de Nápoles; o miembros consolidados en el tejido socioeconómico del Mezzogiorno, como los Belmosto o el mismo Ottavio Serra. El alcance de una posición reconocida en la nobleza del reino no pasaba solo por la obtención del feudo y del título de ducado sobre él —acontecimiento que se verificó en 1667—,74 sino

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no cobraban sus tercias desde hacía algunos años. De ahí que el propio Juan de Eraso sugiriera dar alguna satisfacción a los afectados, como por ejemplo, que se les aplicara solo la retención de la mitad de sus rentas. En ibidem, doc. 100, carta de Juan de Eraso al monarca, 10 de mayo de 1642, fols. 457r y v. Las reacciones de la República no se hicieron esperar: el gobierno ligur envió a Madrid a Agostino Pallavicino y a Agostino Centurione, mientras que en Nápoles delegó en Cornelio Spinola la defensa de los derechos de la nación genovesa. En ASGe, AS, Litterarum, 1905, cartas de la República a Cornelio Spinola de 13 de noviembre de 1643 y 6 de mayo de 1644, fols. 6r y v y fols. 18v-19r, respectivamente. El 23 de noviembre de 1667 el feudo obtuvo la dignidad ducal en la persona de Giuseppe Serra, hijo de Giovan Francesco. En Magdaleno, R. (ed.), Catálogo XXVIII del Archivo de Simancas...., cit., p. 520. También en ASC, Parte seconda,

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también por el acceso a la nobleza de seggio. La entrada en uno de los cinco seggi napolitanos (Capuana, Nido, Montagna, Porto y Portanova) era una garantía de nobleza para los admitidos y era requisito fundamental para el ejercicio de cargos en el gobierno ciudadano. Como sucedía con los alberghi genoveses, los miembros de un mismo seggio compartían un espacio urbano y prácticas de sociabilidad común. En 1680, los hermanos Giuseppe y Francesco, hijos de Giovan Francesco, fueron aceptados, gracias a la mediación del soberano, en el seggio de Portanova, evento que constituyó la confirmación del poder del ramo de Cassano en las instituciones políticas napolitanas, así como «una condición política oficial para hacer valer las propias instancias y prerrogativas frente a las fuerzas de la competencia» que en esos años se veían representadas principalmente por la nobleza de toga.75 De hecho, la pertenencia al seggio permitía el desempeño de cargos políticos en el virreinato, como demuestra que, en diciembre de 1701, Francesco Serra fuera uno de los presidentes de la Sommaria bajo la lugartenencia de Alfonso Pérez y Araciel.76 Más adelante, puesto que el seggio de Portanova no gozaba de gran prestigio, los hermanos solicitaron su transferencia al de Montagna.77

75

76 77

Scritture di Napoli, vol. 1, doc. 45; ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 1, 45. Sin embargo, otras fuentes afirman que el título de duque fue concedido a Giuseppe Serra en 1678. Al respecto, véase VV. AA. Serra di Cassano. Un palazzo…, cit., p. 88; Covino, L. Governare il feudo…, cit., p. 175 (nota al pie). Traducción propia del texto original: «una veste politica ufficiale per far valere le proprie istanze e prerogative nei confronti delle forze concorrenti». En Galasso, Giuseppe, Napoli spagnola dopo Masaniello. Politica, cultura, società, Florencia, Sansoni Editore, 1982, pp. 277-278. La entrada de los Serra en el seggio de Portanova no fue en absoluto pacífica y generó enorme crispación por parte de los nobles que ya formaban parte del mismo, sobre todo debido a la actitud intervencionista de Giuseppe, por entonces, marqués de Cassano. En id., p. 488. Ibidem, p. 687. Leone, T. Palazzo Serra di Cassano..., cit., p. 42. Sobre la adscripción a los seggi por parte de otros Serra pertenecientes a otros ramos, véase Candida-Gonzaga, B. Memorie..., cit., p. 219.

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La tendencia a evitar la asunción de nuevos miembros por parte de dichos seggi contrastaba, por un lado, con las ambiciones de los grupos emergentes de la ciudad, que aspiraban a ejercer cargos en el gobierno y, por otro, con los objetivos del propio monarca hispánico, que perdía así la posibilidad de ofrecer a sus vasallos la entrada en los seggi como premio por los servicios prestados. Una estrategia con la que el soberano no solo se aseguraba la fidelidad de sus súbditos, sino también la cooptación de los mejores de la sociedad.78 Entre los servicios que el monarca tendía a recompensar con cargos políticos en el reino de Nápoles se encontraban los militares. «La carrera militar es, así, un recurso que se puede emplear bien en el mercado de las oportunidades políticas»79 y pudo ser una de las razones por las que Giuseppe y Francesco Serra, hijos del difunto Giovan Francesco, maestro general de campo de Milán, pudieron acceder a la nobleza de seggio a pesar de las protestas de los integrantes del seggio de Portanova para evitarlo. Por el contrario, los Serra de Carovigno, implicados durante más de veinte años en operaciones comerciales, financieras, administrativas y fiscales del reino, o no se mostraron interesados en adquirir los derechos políticos que brindaba la pertenencia 78

79

El enfrentamiento entre los intereses de los seggi y los del monarca nos lo confirma el residente veneciano en Nápoles, Anton Maria Vincenti. En una carta que este escribió al Senato el 17 de agosto de 1604 narraba que «Habiéndose recibido aviso que había sido propuesto por el Católico que con la inclusión de nueve familias en estos seggi habría obtenido una buena suma de dinero y que parecía que Su Majestad prestase oídos a esta propuesta, sin embargo se han reducido todos los seggi en los días pasados para tratar no solo de escribir a la Corte, sino también, si fuera necesario, mandar personas expresas al rey para representar sus razones y para oponerse a esta nueva agregación». Traducción propia del texto original: «Essendosi avuto aviso che era stato proposto al Cattolico che col far aggiunzione di nove famiglie a questi seggi averia cavato buona somma di denaro e che pareva che la Maestà Sua prestasse orrecchie a questa proposta, si sono però tutti li seggi riddotti li giorni passati per trattare non solo di scrivere alla Corte, ma anco, occorrendo, di mandar persone espresse al re per rappresentar le loro ragioni e per oppugnare questa nova aggregazione». En Barzazi, A. Dispacci..., cit., p. 572. Muto, G. «La nobleza napolitana...», cit., p. 149.

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a los seggi, o bien no contaron con los apoyos necesarios para acceder a ellos. A pesar de la importancia de las iniciativas económicas desarrolladas por los Serra de Carovigno a favor de los virreyes y de la red Serra que ofrecía sus servicios al soberano, es muy probable que la exitosa carrera militar llevada a cabo por Giovan Francesco Serra, fallecido mientras servía al Católico, incidiera en el sostén incondicional que Carlos II concedió a sus herederos en su objetivo por erigirse en nobleza de seggio, en un momento en el que los componentes de esta última intentaban más que nunca oponerse a la asunción de nuevos miembros. El rechazo de los nobles del seggio de Portanova a la inclusión de los Serra de Cassano entre sus miembros podría también explicarse por el relativo poco interés que estos manifestaron en asentarse en el Mezzogiorno. De hecho, a diferencia de los Serra de Carovigno, declarados napolitanos desde principios del siglo xvii, los de Cassano residieron en Nápoles solo tardíamente. Giovan Francesco se hallaba ocupado en los frentes militares del norte de Italia y, más adelante, en el frente catalán hasta que murió en 1656 en el asalto turco sufrido por la galera en la que viajaba. Su hijo Giuseppe, nacido en 1642 y primer duque de Cassano, pasó gran parte de su vida en el feudo de Strevi, en el Monferrato, del que era señor, tal y como demuestran los hijos ilegítimos que tuvo con Maria Caldano, natural del lugar. Solo en 1681, después de que Giuseppe hubiera decidido establecer su residencia habitual en Nápoles, el duque alcanzó el estatus de napolitano.80 Un año después de que hubiera obtenido la ciudadanía, Ferdinando Carlo Gonzaga, duque de Mantua, autorizó a Giuseppe a vender el feudo de Strevi. La ausencia de Giuseppe de Strevi es confirmada por el número de gobernadores que se designaron para administrar el feudo, uno de los cuales fue su sobrino, Girolamo Serra, hijo de 80

Sobre la concesión de la ciudadanía napoletana, véase Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 180.

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Francesco q. Antonio IV que, además, fue asentista de munición al servicio del monarca hispánico.81 Pero la intención de establecerse en el reino seguramente existía al menos desde finales de la década de 1670, pues, en 1679, Giuseppe Serra contaba ya con un palacio comprado a Chiara Maria Penchi y aún hoy situado en el barrio de Pizzofalcone.82 No era el primer palacio que los Serra habían adquirido en la ciudad, aunque es difícil asegurar si pertenecían al ramo de Cassano o al de Carovigno. Concretamente, Labrot refiere que la familia poseía dos palacios en la Cesarea, en el actual barrio de Salvator Rosa, que fueron vendidos en 1642 a doña Giulia Nave, la cual fundó en ellos un monasterio carmelita y una iglesia.83 Si bien los rasgos que caracterizaron la inserción en el reino de los Serra de Carovigno y los de Cassano y su ennoblecimiento fueron muy distintos, en la evolución de ambos ramos se observan similitudes en el ámbito de la política matrimonial. De la unión entre Ottavio Serra y Antonia Cattaneo tenemos constancia del nacimiento de, al menos, los siguientes hijos: Giovanni, Geronima, Girolamo Lorenzo, Francesca Maria, Anna, Maria (casada el 1 de junio de 1634 con Ferdinando Messia de Prado y, en segundas nupcias, el 8 de agosto de 1650, con Giovanni Battista Coqui), Giovanni Battista (futuro príncipe de Carovigno), Angela (cónyuge del genovés Andrea Guercio) y Teresa Serra.84 Por otro lado, 81 82 83

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S in embargo, esta autorización no se concretó en una venta inmediata que solo se produjo en 1719. En ibidem, pp. 180 y 183. En él se encuentra la sede del Archivo Serra di Cassano. En VV. AA. Serra di Cassano. Un palazzo…, p. 88; sobre el palacio, véase Leone, T. Palazzo Serra di Cassano..., cit. Vease la ilustración 3. Labrot, Gérard. Baroni in città. Residenze e comportamenti nell'aristocrazia napoletana, 1530-1734, Nápoles, Società Editrice Napoletana, 1979, pp. 129 y 142. Podestà, Musella y Auguri declaran que muy probablemente estos palacios pertenecían al ramo de los Serra Carovigno. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 62 La consulta de los libros de bautismo de la iglesia de San Giorgio de’ Genovesi de Nápoles nos permite obtener información de algunos de los hijos de

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el enlace entre Giovan Francesco Serra y Giovanna Doria Tursi generó al menos siete hijos: Giuseppe (casado con Anna Maria Trivulzio en 1670); Teresa Artemisia (que contrajo nupcias con el marqués Cesare Visconte), Giovanni Battista, Giulio, Francesco (marido de Laura Doria q. Carlo, de los Doria Tursi), Placidia (monja carmelita) y Marianna.85

85

Ottavio Serra para la década de 1620. En concreto, esta fuente nos informa de la existencia de Girolamo Lorenzo, Francesca Maria, Teresa, Angela, Maria y Giovanni Battista Serra. En AMIPT, «Libro de battessimi dall’anno 1620 per tutto 12 luglio 1704». Girolamo Lorenzo fue bautizado el 10 de agosto de 1622 y sus padrinos fueron Marietta Spinola y Francesco Antonio Dell’Arcona; el 24 de mayo de 1624 fue bautizada Teresa Serra cuya madrina fue Giulia Costa; el 21 de agosto de 1625 recibió el bautismo Francesca Maria y Giulia Costa desempeñó de nuevo el rol de madrina. La descendencia precisada es completada con los datos presentes en los árboles genealógicos del trabajo de Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit. Según Podestà, Musella y Augurio, entre los hijos de Ottavio Serra y Antonia Cattaneo se encontraban Giovanni, nacido en 1613, Geronima, nacida en 1614, y Anna, monja en la Concezione. Por otro lado, los autores citados precisan que Maria Serra casó con Ferdinando Messia de Prado, tal y como nos informa Spreti, V. Enciclopedia storico-nobiliare..., cit., p. 274. Sin embargo, la memoria sobre familias del reino de Biagio Aldimari especifica que Maria Serra había contraído nupcias con Giovanni Battista Coqui con el que había concebido dos hijos: Antonia Coqui, casada con Antonio Doria, marqués de Santo Stefano, y Dorodia Coqui, casada con Giovanni Battista Caravita, hijo del consejero napolitano Tommaso Caravita, caballero de San Giacomo. Giovanni Battista Coqui, según Aldimari, habría muerto poco tiempo antes de la escritura de sus memorias. En Aldimari, Biagio. Memorie storiche di diverse famiglie nobili così napoletane, come forastiere, Nápoles, vol. 3, Giacomo Raillard, 1691, p. 73. Una fuente genealógica en línea aclara que Ferdinando Messia de Prado fue el primer marido de Maria Serra que, tras su fallecimiento en 1643, contrajo un segundo matrimonio con Giovanni Battista Coqui, difunto en 1688. Disponible en http://genealogy.euweb.cz/italy/serra2. html [consulta: 24/06/2020]. Para una mayor claridad sobre estos aspectos, véase el cuadro genealógico 12 presente en el anexo final. En la genealogía numero 6 que se encuentra al final de este trabajo se han recogido solo algunos de los descendientes de Giovan Francesco que ponen de manifiesto la política matrimonial seguida por la familia o que fueron cruciales para la sucesión al ducado de Cassano. La genealogía completa se puede consultar en Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., anexo genealógico no numerado.

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Ilustración 3. Palazzo Serra di Cassano de Nápoles86

Tanto Ottavio Serra (señor de Carovigno) como Giovan Francesco Serra (señor de Cassano) casaron con mujeres pertenecientes a la nobleza vieja genovesa: Antonia Cattaneo en el caso de Ottavio, Giovanna Doria Tursi en el caso de Giovan Francesco. Se trataba de una tendencia recurrente en las primeras generaciones que descendieron de Paolo II Serra que los Serra de Carovigno y los de Cassano respetaron durante toda 86

I magen de libre reproducción y uso. Licencia CC BY-SA 2.0. Fotografía de Armando Mancini (citado en la monografía). En https://it.wikipedia.org/wiki/ Palazzo_Serra_di_Cassano [consulta: 14/09/2020].

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su evolución.87 En este sentido, los enlaces con nobleza nueva genovesa brillaron por su ausencia en ambas estirpes y solo llama la atención el matrimonio de Angela Serra, hija de Ottavio, con Andrea Guercio, ligur que no pertenecía al cuerpo noble de la República y con cuya familia Ottavio mantuvo frecuentemente negocios. Asimismo, los ramos de Carovigno y de Cassano coincidieron en otra de las constantes que se observan en los descendientes de Paolo II: la casi ausencia de matrimonios con aristocracias hispánicas peninsulares. Maria, hija de Ottavio que terminó heredando el título de princesa de Carovigno, se había casado en primeras nupcias con Ferdinando Messia de Prado, de claro origen español, pero que era, a todas luces, un patricio napolitano. Ningún descendiente de los Serra de Cassano enlazó con la nobleza castellana. Ello no fue óbice para que tanto los Serra de Cassano como los de Carovigno adoptaran el esquema clásico hispánico para la sucesión al patrimonio, la primogenitura, que se había afirmado poco a poco en Génova a principios del siglo xvi, sobre todo entre los feudatarios del monarca hispánico y del emperador. Por el contrario, tanto los Serra de Carovigno como los de Cassano incentivaron una política dirigida a promover las uniones de sus individuos masculinos y femeninos con aristocracias napolitanas y milanesas. En el caso de los hijos de Ottavio Serra, destacó el segundo matrimonio de Maria, que casó con Giovanni Battista Coqui, de origen milanés. A su vez, una de sus hijas, Dorodia Coqui, casó con Giovanni Battista Caravita, noble napolitano probablemente perteneciente a una familia de antiguos orígenes españoles, mientras que otra de ellas, Antonia Coqui, lo hizo con Antonio Doria, marqués de Santo Stefano, nobile vecchio genovés. Por su parte, la proge87

Las razones al respecto ya fueron señaladas en Ben Yessef Garfia, Y. R. «Lazos sociales...», cit., pp. 160 y 161.

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nie de Giovan Francesco Serra siguió parámetros similares: Giuseppe, primer duque de Cassano, enlazó con Anna Maria Trivulzio, perteneciente a una familia milanesa. La unión permitió a Giuseppe el acceso a diversos feudos lombardos que la esposa incluía en su dote;88 sin embargo, Francesco Serra casó con una nobile vecchia genovesa, Laura Doria q. Carlo, perteneciente a una de las casas más prestigiosas de la República, la de los Doria Tursi. Giuseppe Maria, hijo de Francesco, fue el que garantizó la sucesión de la familia al ducado de Cassano tras la muerte de su tío Giuseppe en 1715 dejando solo hijos naturales resultado de su relación con la strevese Maria Caldano.89 Visto el asentamiento definitivo del ramo de Cassano en Nápoles, que se había concretado a finales del siglo xvii con la compra del palacio, la adquisición de la ciudadanía del reino y el acceso al seggio, no ha de extrañar que el paso sucesivo fuera el matrimonio de Giuseppe Maria Serra con una napolitana: Maria Rosa Caracciolo, de los príncipes de Torella. El vínculo con esta familia se manifestó igualmente en el enlace de Marianna, hermana de Giuseppe Maria, con Antonio Caracciolo, príncipe de Torella.90 A pesar de compartir semejanzas en lo que se refiere a la política matrimonial, los Serra de Carovigno y los de Cassano experimentaron destinos muy dispares. Puesto que para el título de Carovigno fue designado Giovanni Battista Serra, es de suponer que, además de su hermano Girolamo Lorenzo, que murió con tan solo dos años, también Giovanni debió de sufrir la misma suerte. La falta de descendencia de Giovanni Battista Serra y de su mujer, Ottavia Cattaneo, determinó la extinción del ramo Serra de Carovigno. Tras la muerte de 88 89 90

Covino, L. Governare il feudo…., cit., p. 176. Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., anexo genealógico («tavola B»), página no numerada. Ibidem.

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Giovanni Battista en 1666, el título pasó a su hermana Maria y a su descendencia.91 Respecto a los Serra de Cassano, como ya se mencionó, Giuseppe Serra no contó con descendencia legítima por lo que, en su testamento, nombró sucesor del título a su sobrino Giuseppe Maria. Este último, a su muerte en la década de 1730, dejó tres hijas menores de edad bajo la tutela de su viuda, Maria Rosa Caracciolo. La difícil situación decretó el matrimonio de la primogénita, Laura Serra, duquesa de Cassano, con su primo Giuseppe Maria Serra, un descendiente del ramo de Francesco Serra q. Antonio IV (hermano de Battista). La unión permitió la continuidad de la casa de Cassano hasta la actualidad y el mantenimiento del título en la familia.92 Las características de la descendencia de Ottavio y de Giovan Francesco Serra nos dibujan una élite genovesa que no siguió los parámetros clásicos de otras grandes familias ligures al servicio del Católico que, como los Spinola, se habían decantado por enlazar con elementos señeros de la nobleza peninsular hispánica y por acceder a algunos de los instrumentos de representación propios de esta aristocracia, como la Grandeza de España o la adquisición de feudos y títulos de nobleza castellanos.93 Aunque Giovan Fran91

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 unque las genealogías consultadas no especifican si Maria Serra y Ferdinando A Messia de Prado tuvieron o no descendencia, es de señalar que en el siglo xix el título fue reconocido a los Messia de Prado en la persona de Giovanni Battista. En ASNa, Prima sezione, Protocollo degli affari, busta13, fasc. 1774, 31 de enero de 1856. VV. AA. Serra di Cassano…, cit., p. 90. El matrimonio entre Laura Serra y Giuseppe Maria Serra de Francesco q. Antonio IV respondía a la tendencia de la familia, ya señalada, a efectuar enlaces endogámicos. Los hijos de Ambrogio Spinola, primer marqués de los Balbases, son representativos de esta práctica: Polissena Spinola casó con el marqués de Leganés, mano derecha del conde-duque de Olivares, mientras que Filippo Spinola lo hizo con una Doria. En Herrero Sánchez, M. «Génova y el sistema...», cit., p. 540. Paolo Spinola Doria, sobrino de Ambrogio, obtuvo la Grandeza de España, a la que muy pocos ligures conseguían acceder: id. «La red genovesa Spinola...», cit.

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cesco Serra fue caballero de la orden de Santiago94 y Ottavio Serra obtuvo el mismo título para su hijo cuando este apenas tenía siete años, los sucesores de estos adoptaron —a ritmos diversos, como se ha podido observar, y con una mayor o menor influencia en el patriciado urbano de la capital— rasgos de la élite local napolitana que se manifestaron en su política matrimonial, en la adquisición de palacios en Nápoles, en su consumo cultural —como se ha visto para el caso de Ottavio— y en la entrada en los seggi —en el caso de los hijos de Giovan Francesco. A pesar de estas características, los Serra que se ennoblecieron en el Mezzogiorno durante la Guerra de los Treinta Años fueron el resultado de un proceso de hibridación en el que los elementos locales no habían fagocitado sus rasgos originarios.95 Como se observa con claridad en el caso de los Serra de Cassano,96 la adquisición de dicho feudo no significó un menosprecio o la retirada de Giovan Francesco Serra o de su descendencia inmediata de los negocios internacionales, tales como la financiación de la Corona, la comercialización de productos del reino o el suministro de munición o soldados para la guerra.97 En este sentido, 94 95 96 97

AHN, OM, leg. 7720, 9 de noviembre de 1650; id., OM, Expedientillos, nº 3221, «Juan Francisco Sierra, Marqués de Almendralejo, General en el Estado de Milán», 1649. Tal y como asegura Musi, en el proceso de transformación de una élite internacional a una élite local genovesa existieron aún espacios en los que se conservaron las funciones originarias. En Musi, A. «Da élite…», cit., p. 47. Serían necesarias nuevas investigaciones sobre la evolución de los negocios de los Serra de Carovigno a partir de la década de 1630 y a través de las escrituras conservadas en el Archivio Storico Banco di Napoli. Ya se mencionó en otro apartado la participación de Giuseppe Serra en la financiación de los suministros para las galeras. Sobre la comercialización de trigo por parte de Giovan Francesco Serra, véase ASC, Parte prima, Scritture di Cassano, vol. 36, doc. 20, «Scritture dell’arrendamento dell’olio e sapone e fiscali di Casa Serra», donde se recogen «Carte diverse relative al commercio di grani, importati negli anni 1638-1644 dal Marchese Gian Francesco Serra da Cassano a Genova». Los documentos son de difícil lectura debido a su estado deteriorado. No obstante, se distingue que parte de las escrituras se refieren al

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Giuseppe Serra q. Giovan Francesco figuraba entre 1681 y 1682 entre los nobles adscritos al Arte de la Seda, hecho que confirma que el ramo de Cassano no abandonó completamente la actividad financiero-mercantil después de su adscripción al seggio de Portanova.98 Tampoco abandonó la actividad mercantil el ya citado Giuseppe Maria Serra, casado con la duquesa de Cassano, Laura Serra q. Giuseppe Maria, que el 12 de abril de 1742 obtuvo de la Sommaria el privilegio de poder comerciar a través de un procurador.99 Asimismo, es erróneo identificar la dedicación al feudo con una mentalidad rentista o carente de racionalidad económica. Los Serra de Cassano no solo aprovecharon la producción de cereal del feudo calabrés para introducirse en los circuitos mediterráneos de comercialización del grano, sino que hicieron de su enclave un importante centro productor de paños de lana a finales del siglo xvii.100 Cassano fue manejado por los Serra con una óptica económica encaminada a mejorar su productividad desde el momento en el que fue comprado. Giovan Francesco Serra no escatimó en ampliar sus dimensiones con la intención de mejorar la explotación. El 10 de febrero de 1642 solicitaba permiso a la Sommaria para construir un caserío en su feudo de Gadella, a ocho millas de la ciudad de Cassano, con el fin de poder cultivar mejor sus tierras. El 1 de julio la Sommaria contentaba a Serra imponiendo solo la condición de que sus habitantes no fueran del reino, sino pleito entre Giovan Francesco Serra y Giovanni Battista D’Amico, este último encargado de custodiar en almacenes el trigo proveniente del feudo napolitano de Giovan Francesco, así como de su transporte en naves desde Cassano a Génova en 1638, 1639, 1641, 1642 y 1644. 98 Ragosta, R. Napoli, città della seta..., cit., p. 65. 99 Leone, T. Palazzo..., cit., p. 42. 100 ASC, Parte prima, Scritture di Cassano, vol. 1, doc. 107, «Convenzione tra Francesco Antonio Fortunato ed il Marchese Giuseppe Serra per stabilire in Cassano l’industria dei panni», 25 de septiembre de 1680, Nápoles y doc. 106, «Bilanci dell’industria dei panni di lana del Duca Serra, redatti dal maestro d’arte Francesco Antonio Fortunato di Giffoni», 5 de febrero de 1681, Cassano.

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forasteros. A estos les concedía la exención por diez años del pago de fiscali y otros impuestos.101 La intención de incrementar la producción de Cassano se vislumbra incluso en el siglo xviii cuando era gestionado por la duquesa Maria Rosa Caracciolo, mujer de Giuseppe Maria Serra q. Francesco (segundo duque de Cassano). En concreto, un testimonio de la época nos informa de que [...] en el presente se está también perfeccionando un gran olivar por la señora princesa de Torella que comprendía un lugar rodeado de olivos salvajes, los cuales […] según el parecer de los peritos pueden rendir más de mil salmas de aceite en siete u ocho años.102

Por otro lado, las instrucciones dadas por los señores de los feudos a sus agentes —que contenían numerosas indicaciones de tipo económico con el fin de mejorar la productividad de sus tierras— son sintomáticas de lo que se viene diciendo.103 Si bien parece evidente que los Serra del Mezzogiorno conservaron las características de las élites internacionales genovesas, cabe preguntarse cuál fue su relación con la madre patria una vez asentados en el reino napolitano. Se trata de un vínculo al que algunos de los investigadores de las diásporas han dedicado diversas reflexiones por considerarlo uno de los aspectos más característicos 101 A  SNa, Sommaria, Consultationum, vol. 43, consulta del 1 de julio de 1642, fols. 173v-174v. 102 Traducción propia del texto original: «Si stà presentemente anco dalla signora principessa di Torella perfezionando un grosso olivetto che era comprensorio di luogo circuito d’olive selvagge, le quali [...] secondo il parere de periti possono fra sette o otto anni fruttare più di mille salme d’oglio». Aunque el documento no está datado, debió de realizarse alrededor de la década de 1720». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 3, doc. 27, «Descrizione dell’azienda di Casa Serra nel regno di Napoli ed oltremare». 103 Al respecto, véase Covino, L. I baroni…, cit., pp. 61-68, con una referencia especial a las instrucciones de Giuseppe Serra, duque de Cassano, a su agente, Andrea Sauli, probablemente datada a fines del siglo xviii, pp. 93-121.

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de este fenómeno.104 Veamos cómo se comportaron al respecto los ramos de Carovigno y de Cassano.

3. San Giorgio de’ Genovesi ¿un vínculo con la madre

de Nápoles: patria?

Para el análisis de los lazos de los Serra asentados en Nápoles con la República, conviene detenerse en la institución en torno a la cual se articulaba la comunidad genovesa de la ciudad de Nápoles: la iglesia de San Giorgio de’ Genovesi, situada en la actual via Medina.105 Aunque la inauguración de la iglesia se había producido en 1620 después de los trabajos de renovación dirigidos por Bartolomeo Picchiatti, los genoveses se habían trasladado ya en noviembre de 1587,106 poco después de que fuera desconsagrado el espacio que la nación poseía junto al monasterio de Santa Maria La Nova y donde hasta el momento sus miembros se habían reunido, tal y como confirmó el decreto arzobispal del 24 de mayo de 1596. La visita pastoral de 1599 realizada por Alfonso Gesualdo y un inventario efectuado en 1633 por el sacristán de la iglesia, Antonio Maricone, revelan que San Giorgio de’ Genovesi contaba con diversos objetos con las armas Serra que habían sido donados por la familia como paños de altar de damascos, pianete (indumento de seda que vestía el ministro durante la misa y otras ocasiones

104 V  éanse al respecto las consideraciones de Safran, William. «Diasporas in modern societies: Myths of homeland and return», Diaspora, I, 1 (1991), pp. 8399; Cohen, Robin. Global Diasporas: An introduction, Seattle, WA, University of Washington Press, 1997. 105 Véase la ilustración 4. 106 D’engenio Caracciolo, Cesare. Napoli sacra di d. Cesare D'Engenio Caracciolo, napolitano: Oue oltre le vere origini, e fundationi di tutte le chiese, monasterij, spedali, & altri luoghi sacri della citta di Napoli, e suoi borghi, Nápoles, Ottavio Beltrano, 1623, p. 483.

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especiales), coltrelle (probablemente mantas o paños fúnebres) y tonicelle (túnicas usadas por los diáconos o, en general, aquellas sin capucha que se visten por debajo de otra túnica externa).107 A la hora de valorar la existencia de un sentimiento de pertenencia a la madre patria por parte del ramo de Carovigno y de Cassano, es indispensable analizar las posibles relaciones que estos mantuvieron con la iglesia de la nación. Al respecto, las memorias de Aldimari refieren la presencia de inscripciones efectuadas por los Serra en San Giorgio de’ Genovesi,108 lo cual confirma la voluntad de ambos ramos de la familia de erigirse en sujetos bien visibles de la comunidad genovesa de Nápoles. Si bien los descendientes femeninos de los Serra de Carovigno (las hermanas Dorodia y Antonia Coqui) comparecen en los stati d’anime de la iglesia de 1685, 1692 y 1700, 107 A  rchivio Storico della Diocesi di Napoli (ASDNa), Visite pastorali (VP), cardenal Alfonso Gesualdo, vol. V, año 1599, fols. 482v y 483v; id., Inventario di Chiese, vol. 4, inventario realizado por Antonio Maricone, sacristán, en 1633. 108 Aldimari refiere dos inscripciones para los Serra de Carovigno en la iglesia de San Giorgio de’ Genovesi: una datada el 5 de diciembre de 1626 y efectuada por Ottavio Serra y Antonia Cattaneo en memoria de su hijo Girolamo, fallecido cuando solo tenía tres años; y otra con fecha de 14 de noviembre de 1630 realizada por Giovanni Battista Serra en memoria del padre, Ottavio. Existe otra inscripción referida a un Serra (Giuseppe Serra) cuya identificación suscita ciertas dudas: aunque Podestà, Musella y Augurio atribuyen su identidad al primer duque de Cassano, sobre todo porque el promotor de la inscripción fue un hermano llamado «Francesco Maria Serra», los datos genealógicos que aparecen en ella no coinciden con los del primer duque de Cassano. Además, es extraño que a pesar de la importancia del título de duque de Cassano, este no fuera mencionado en la inscripción. Aldimari, B. Memorie historiche..., cit., p. 724; Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 399. Las inscripciones mencionadas son recogidas también en De Lellis, Carlo. Parte seconda, overo supplimento a «Napoli sacra» di don Cesare d’Engenio Caracciolo, del signor Carlo de Lellis, ove si aggiungono le fondationi di tutte le chiese, monasteri et altri luoghi sacri della città di Napoli e suoi borghi, eretti doppo l’Engenio, con le loro inscrittioni et epitafii, reliquie e corpi di santi, et altre opere pie che vi si fanno, e con altre cose notabili, Nápoles, Roberto Molle, 1654, pp. 199 y 200. Disponible en http://www.memofonte.it/home/files/pdf/guide_delellis. pdf [consulta: 31/08/1019].

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no fue el caso de los de Cassano.109 Los primeros se hicieron además presentes en una de las ocho capillas de la iglesia, en concreto, en la dedicada a San Antonio de Padua.110 En esta, según la visita del cardenal Giacomo Cantelmo de 1692, se hallaba la sepultura de la familia Serra.111 Aunque Cantelmo no especifica el ramo de la familia al que se refiere, sabemos que en la iglesia había sido enterrado Ottavio Serra112 y en la relación fruto de la visita efectuada en 1688 por el cardenal Antonio Pignatelli se afirmaba que ante la capilla Serra se efectuaba una misa al día por el alma del príncipe de Carovigno, Giovanni Battista Serra q. Ottavio, fallecido en 1666.113 La capellanía era administrada por las herederas del príncipe difunto: sus sobrinas Dorodia y Antonia Coqui, hijas de Maria Serra, adscritas a la parroquia de la nación. De ahí que se pueda suponer que la capilla fuera de uso del ramo de Carovigno y no del de Cassano que, como se puede intuir a partir de sus testamentos, oscilaron entre el deseo de ser enterrados en Génova y su voluntad de hacer descansar sus

109 D  orodia Coqui, según el stato d’anime de 1685, vivía en la calle del Ospedaletto. La vemos de nuevo en el registro de 1692. En ese año, según la fuente, esta residía en San Giorgio. Por su parte, Antonia Coqui es registrada en los stati d’anime de 1692 y de 1700. En ambos casos, se señalaba que habitaba en la calle Gesù Nuovo. En ASDNa, VP, cardinal Antonio Pignatelli, vol. 1, año 1688, fols. 256r-263v (para el stato d’anime de 1685); id., VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol 3 (seconda parte), año 1692, fols. 455r-462r (para el stato d’anime de 1692) y fols. 462r-465v (para el stato d’anime de 1700). 110 Véase la ilustración 5. 111 ASDNa, VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. 3 (seconda parte), año 1692, fols. 450v-454v:452v. 112 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 61. 113 ASDNa, VP, cardenal Antonio Pignatelli, vol. 1, año 1688, fols. 247r-268r: 248v. En el año 1700 se menciona nuevamente esta misa, pero se añade que esta era pagada por el banco del Salvatore a partir de las rentas de la farina nuova. En id., VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. 3 (seconda parte), año 1692, «Descrittione della Chiesa di S. Giorgio della natione Genovese in Napoli fatta l'anno 1700 secondo intruttione», fols. 466r-469v:467v.

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restos mortales en Cassano o en la iglesia napolitana de San Nicola da Tolentino. Un aspecto que demuestra, una vez más, la dificultad de establecer los límites identitarios de comunidades en diáspora como la genovesa. Al margen de si se trataba de inscripciones honoríficas o de lápidas sepulcrales, la mayor parte de las referidas por algunas de las crónicas de la época pertenecían a sujetos relacionados con el consulado o con el gobierno de la iglesia. Así por ejemplo, en la iglesia, se encontraban sepulturas e inscripciones de miembros de la familia Spinola y, aunque no se ha podido delucidar si todas pertenecían al mismo linaje, sí se puede afirmar que en dos de los cinco casos conocidos se trataba claramente de sujetos relacionados con la fundación y el gobierno de la iglesia o con la institución consular.114 114 D  e estos casos nos informan los trabajos de D’Engenio Caracciolo y De Lellis. En concreto, D’Engenio Caracciolo afirma que en el altar mayor se hallaba un sepulcro en pórfido con una inscripción en memoria del padre Giovanni Spinola, fallecido el 14 de noviembre de 1593. En D’Engenio Caracciolo, C. Napoli sacra..., cit., p. 483. De Lellis asegura que en la iglesia se hallaba también una inscripción para indicar la sepultura de los hermanos Girolamo, Caterina y Livia, hijos de Orazio e Maria Spinola con fecha de 16 de junio de 1629. En De Lellis, C. Parte seconda…, cit., p. 199. Asimismo, figuraría una inscripción en honor de Giovanni Battista Spinola q. Oberto que fue uno de los primeros gobernadores y benefactores de la iglesia en 1619, en virtud de lo cual se ocupó de la compra de algunos de los materiales de construcción necesarios. En ASNa, Notai del ‘600, 84/8. Las funciones de Giovanni Battista Spinola en la organización y en la financiación de las obras llevadas a cabo antes de la inauguración oficial de la iglesia en 1620 son de nuevo confirmadas en su testamento de 1623 en ASNa, Notai del ‘600, 84/16. La inscripción presente en la fachada principal de la iglesia y erigida en 1620 recuerda nuevamente a Giovanni Battista Spinola q. Oberto con el fin de honrarlo por sus servicios a favor de San Giorgio. En la misma capilla de la Madonna dell’Assunta se encuentran otras dos inscripciones en memoria de otros dos Spinola: Giorgio y Cornelio. Este último era, sin lugar a dudas, el cónsul de la nación genovesa de Nápoles ya referido. En id., p. 201. Precisamente, por el alma de Cornelio Spinola se decía una misa al día en la capilla de San Bernardo. En ASDNa, VP, cardinale Antonio Pignatelli, vol. 1, año 1688, fol. 248v. En la visita pastoral

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Ilustración 4. Iglesia de San Giorgio de’ Genovesi de Nápoles115

realizada a la iglesia en 1700 se especificaba que dicha capilla se utilizaba como sepultura de Cornelio Spinola y de su mujer. En id., VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. 3 (seconda parte), año 1692, «Descrittione della Chiesa di S. Giorgio della natione Genovese in Napoli fatta l'anno 1700 secondo intruttione», fols. 466r-469v:466r. 115 Imagen de libre reproducción y uso. Licencia CC BY-SA 4.0. Fotografía de Baku (citado en la monografía). En https://it.wikipedia.org/wiki/Chiesa_di_ San_Giorgio_dei_Genovesi_(Napoli) [consulta: 14/09/2020].

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De las veintiuna familias genovesas que, según De Lellis, contaban con inscripciones de diverso tipo en la iglesia, solo siete destacan por sus apellidos pertenecientes a estirpes que accedieron a la nobleza titulada del reino: Spinola, Giustiniano, Serra, Saluzzo, De Marini, De Mari y Doria.116 Sin embargo, cabe destacar que no se puede asegurar que los sujetos de estas familias a los que hacen referencia las inscripciones pertenecieran a algunos de los ramos homónimos que accedieron a los títulos aristocráticos napolitanos. Sobre todo porque, con la excepción de las inscripciones de los Serra —en las que se alude explícitamente a la condición de barón de Ottavio y a la de príncipe de Carovigno de su hijo, Giovanni Battista— en el resto de las recogidas por De Lellis no se precisa. La familia Spinola, como ya se explicó, contaba con cinco inscripciones conmemorativas en la iglesia de San Giorgio y ninguno de ellos parecían pertenecer a la aristocracia napolitana. De hecho, ninguna de las inscripciones mencionaban títulos u honores que, de existir, habrían exaltado el prestigio de la familia en cuestión. Igualmente, no está claro que Giovanni Battista Saluzzo, hijo de Stefano, formara parte del ramo de los Saluzzo que se erigieron en duques de Corigliano en 1649.117 Giovanni Antonio Giustiniano, objeto de otra inscripción en la iglesia, no aparece asociado a ninguna dignidad aristocrática. Y, siguiendo este mismo razonamiento, tampoco sabemos si Stefano Doria, hijo de Adriano que, según De Lellis, contaba con un suntuoso túmulo en la iglesia, pertenecía a alguno de los linajes Doria titulados del reino.118 La única certeza

116 L  as inscripciones referidas en De Lellis, C. Parte seconda..., cit., pp. 199-201. 117 Un «Giovanni Filippo Saluzzo q. Agostino», que realizó testamento en 1641, y pariente de los Saluzzo futuros duques de Corigliano, solicitaba en sus últimas voluntades que su cadáver se depositara provisionalmente en San Giorgio de’ Genovesi. Eso sí, hasta que se pudiera enterrar en la capilla de su hermano bajo el altar mayor de la iglesia de Nuestra Señora del Monte en Génova. En ASNa, Archivio Saluzzo, Carte, I numerazione, busta 31, I. 118 Lo mismo puede decirse de los otros sujetos con inscripciones en la iglesia mencionados por De Lellis, como Maddalena De Mari o Giovanni Battista De

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nos la ofrecen precisamente los individuos de la familia Serra del ramo de Carovigno citados por De Lellis.119 La relación de este ramo y del de Cassano con San Giorgio de’ Genovesi fue muy distinta. Los de Cassano, como ya se mencionó, fueron reacios a enterrarse en la iglesia de la nación y tampoco ejercieron su patronato sobre ninguna de las capillas. Eso sí, a pesar del poco interés que, aparentemente, la nobleza titulada genovesa manifestó en perpetuar su presencia física en la iglesia, aquella no escatimó en establecer misas y diversos legados a favor de la misma o en ejercer como gobernadores. En lo que se refiere al primer aspecto, es representativo (aunque no excepcional) el caso de los Serra de Cassano. Ni Giovan Francesco Serra, ni Giuseppe Serra (su hijo y primer duque de Cassano), ni Laura Serra (biznieta de Giovan Francesco y heredera del título después de la muerte de su padre, Giuseppe Maria Serra q. Francesco) decidieron establecer sus sepulturas en San Giorgio de’ Genovesi, donde, por el contrario, los Serra de Carovigno poseían capilla y enterramiento. De hecho, en los muchos testamentos que Giovan Francesco elaboró durante su vida siempre especificó su voluntad de ser enterrado en la iglesia de San Siro de Génova. Solo en su último codicilo, redactado en Gerona en 1653, manifestaba su deseo de descansar en la iglesia de los capuchinos de su feudo en Calabria Citra, bajo el Marini, hijo de Cattaneo. En ibidem, p. 200. Los casos referidos a individuos de las familias Saluzzo y Doria en id., p. 199. La consulta del catálogo del Archivo General de Simancas realizado por Magdaleno para los títulos y privilegios de Nápoles no ha permitido aclarar si los sujetos de las familias citadas y presentes en las inscripciones citadas por De Lellis poseían o no títulos aristocráticos napolitanos. En Magdaleno, R. Catálogo XXVIII del Archivo de Simancas..., cit. 119 Como ya se adelantó, el caso de la inscripción de Giuseppe Serra colocada por Francesco Maria Serra se presta a cierta confusión debido a que la fecha de fallecimiento del primero que aparece en la inscripción no coincide con el verdadero año de la muerte de Giuseppe Serra. Tampoco se especifica que Giuseppe fuera señor de Cassano, algo fuera de lugar en una inscripción que tenía como cometido perpetuar el honor y la memoria del difunto.

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altar de la Concepción, síntoma del proceso de napolitanización que experimentó su descendencia.120 Dichas disposiciones no son incompatibles con las declaraciones de su hijo Giuseppe Serra que, en su testamento de 17 de octubre de 1715, afirmaba querer ser enterrado provisionalmente en la iglesia de San Nicola da Tolentino en Nápoles, de los padres agustinos, para después ser trasladado a la iglesia de San Siro en Génova. De esta manera, Giuseppe seguía las prácticas funerarias de la aristocracia napolitana que durante los siglos xvi y xvii prefería decantarse por enterramientos en la ciudad y no en sus feudos.121 No obstante, la cláusula que preveía la transferencia del cuerpo a Génova constituye una prueba de la persistencia de la identidad genovesa incluso en generaciones más tardías y en el ramo más españolizado de los Serra.122 En lo que se refiere a la futura duquesa de Cassano, Laura Serra q. Giuseppe Maria q. Francesco, fallecida en 1790, fue enterrada en San Nicola da Tolentino, tal y como ella misma había estipulado.123 120 Su deseo de reposar en San Siro (Génova) lo expresó en sus testamentos genoveses de 21 de enero de 1631 en Remondini, G. C. «Serie testamenti», letra «s», en BCB, M.r., XV, 3, 4, N. 2893, fols. 1246-1247; de 22 de diciembre de 1635 en ASGe, NA, 6548; de 20 de mayo de 1638 en id. En el redactado en Génova el 18 de diciembre de 1652 afirmaba que quería ser enterrado en San Siro en el caso de que muriera en su ciudad natal. Si ello no fuera posible, ordenaba que se depositaran sus restos donde estableciera su mujer. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 13. En su codicilo de Gerona de 10 de octubre de 1653 modificó por primera vez su voluntad para requerir ser depositado en la iglesia de Cassano ya mencionada. En id., doc. 16. Su afinidad con el feudo calabrés justificaba la disposición que su viuda, Giovanna Doria, incluyó en su testamento de 4 de junio de 1658 y redactado en Massa. En él, Giovanna ordenaba a sus herederos la construcción de un convento de carmelitas descalzas en Cassano, siguiendo los deseos de su difunto marido. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 18. 121 Sobre las prácticas culturales de la nobleza napolitana y su evolución véase Visceglia, Maria Antonietta. Il bisogno di eternità. I comportamenti aristocratici a Napoli in età moderna, Nápoles, Guida Editori, 1988. 122 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 399. 123  Ibidem, p. 415.

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LEYENDA A. Capilla de la Madonna dell’Assunta (patronato de Stefano Spinola) B. Capilla de San Bernardo (patronato de Cornelio Spinola). C. Capilla de San Lorenzo Maggiore D. Capilla de San Giovanni Battista E. Capilla del Crocefisso F. Capilla de Sant’Antonio de Padova (patronato de los Serra de Carovigno) G. San Gennaro H. San Giuseppe Agonizzante

Ilustración 5. Planta de la iglesia de San Giorgio de’ Genovesi de Nápoles124

La permanencia de una identidad fuertemente genovesa en el ramo de Cassano —que solo poco a poco adoptó las pautas nobiliarias de la aristocracia virreinal— explica que la familia, al igual que tantos otros nobles genoveses titulados del reino, estipulara misas en San Giorgio de’ Genovesi.125 En concreto,

124 P  lanta realizada y modificada por Sergio España Chamorro a partir de la elaborada por Massimiliano Campi y Ludovica Giusti y disponible en http://web. tiscalinet.it/lotlab/san%20giorgio.htm [consulta: 24/06/20]. Agradezco a Sergio España su ayuda para la realización de la planta. 125 Otros genoveses que poseían títulos del reino establecieron capellanías en la iglesia de la nación. Así por ejemplo, en 1692 destacaba la familia De Mari (príncipes de Acquaviva) que poseía cuatro capellanías por doce ducados al mes pagados con las entradas que poseía sobre la renta de la farina nuova; también en 1692, el príncipe de la Pietra (perteneciente a la familia Grimaldi) contaban con dos

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en 1648 la iglesia efectuaba una misa a la semana por valor de 200 ducados, siguiendo la voluntad de Giuseppe Serra y con motivo del «aniversario perpetuo después de la fiesta de Santa Ana».126 Asimismo, según la descripción de la iglesia realizada en 1692, San Giorgio realizaba veinticinco misas al mes por el difunto Giuseppe Serra que debían ser oficiadas por el capellán Giuseppe Coniglio de la localidad calabresa de Pazano, lo cual denota el apego del ramo de Cassano por el territorio donde se situaba su feudo.127 Respecto al desempeño del cargo de gobernadores, si bien a finales del siglo xvii hallamos ejerciendo dichas funciones al marqués Giovanni Battista Pinelli, a Raffaele Riario (marqués de capellanías pagadas con el capital que poseía en la Casa Santa de la Annunziata; en 1700 figuraban aún vinculadas a la iglesia las cuatro misas al día por Giovanni Battista de Mari (marqués de Assigliano) pagadas en el banco del Salvatore sobre la renta ya mencionada. En ASDNa, VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. 3 (seconda parte), año 1692, fols. 452v, 454r y 466v, respectivamente. Además, las visitas pastorales realizadas a San Giorgio de’ Genovesi y las crónicas de la época destacan que, gracias al legado de Cosimo Pinelli, duque de Acerenza, la iglesia concedía el día de San Giorgio hasta treinta escudos de dote a dos doncellas pobres de la nación y cincuenta escudos por el mismo concepto a otras cuatro. En D’Engenio Caracciolo, C. Napoli sacra..., cit., p. 483. 126 Traducción propia del texto original: «Gioseppe Serra lasciò ducati ducento di capitale da celebarsi una messa la settimana con 'anniversario perpetuo doppo la festa di S. Anna». En ASDNa, VP, cardenal Ascanio Filomarino, vol. 2, a. 1648, fols. 314r-317v: 317v. Puesto que Giuseppe Serra, hijo de Giovan Francesco, falleció en 1715, es posible que se tratara de un legado establecido en vida. O bien podría tratarse de un homónimo que, en tal caso, no tendría relación con ninguno de los ramos aquí estudiados. Puesto que en la relación de misas que precisa esta visita, el cardenal suele especificar con la abreviatura «q.» (quondam, es decir, «el que fue») el fallecimiento del autor del legado, cabe hipotizar que el Giuseppe Serra mencionado sin dicha dórmula estuviera vivo por entonces. Hecho que avala de nuevo la hipótesis de que se tratara del hijo de Giovan Francesco Serra. 127 ASDNa, VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. 3 (seconda parte), año 1692, fol. 454v. Un documento sin fechar y titulado «Indice delle scritture utili nelle cause di casa Serra» indica que los duques de Cassano destinaban rentas a la iglesia de Santa Maria della Catena situada en Cassano, así como al monasterio del Spirito Santo situado en Savona, Liguria.

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Corleto) y a Giovanni Carlo Doria (duque de Éboli),128 en sus orígenes la iglesia era a menudo administrada por mercaderes y comerciantes sin ningún título nobiliario del reino.129 Fue el caso de los gobernadores Giovanni Battista Spinola, cuyas actividades como gobernador de la iglesia se detectan ya para el año 1624,130 por tanto poco después de su inauguración, y de Orazio Spinola131 que, en 1625, figuraba administrando algunas de las propiedades de San Giorgio. Es posible que, a medida que pasaba el tiempo, las propiedades de la iglesia de la nación y, en consecuencia, sus entradas se redujeran a las capellanías establecidas. En la gestión de estos rendimientos, los gobernadores desempeñaban un papel fundamental.132 Al respecto, en 1599, San Giorgio poseía diversos inmuebles y estancias que sistemáticamente se alquilaban por diversas sumas. Entre las propiedades que se alquilaban se hallaba el oratorio, donde se recitaban comedias, diversas tiendas, casas y habitaciones.133 Sin 128 ASDNa, VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. 3 (seconda parte), año 1692, fol. 454v. Según el documento, los citados ejercían como gobernadores al menos desde hacía diez años. 129 A este respecto, serían necesarios nuevos estudios que confirmaran la entidad de los gobernadores de San Giorgio de’ Genovesi con el objetivo de detectar los orígenes sociales de los mismos y su evolución durante todo el siglo xvii. 130 En 1624, Giovanni Maria Spinola, gobernador de la iglesia, nombraba un procurador para el desempeño de las tareas que implicaba dicho dicho cargo: Giacomo De Cristoforo. En ASNa, Notai ‘600, 84/13. 131 Giovanni Maria y Orazio Spinola aparecen en 1625 alquilando inmuebles de la iglesia al milanés Benedetto Gatto, mercader de vinos. En concreto, se trataba de una de las tiendas que, con su almacén, lindaban con la iglesia de San Giorgio y que los gobernadores alquilaban a Gatto durante tres años. En ASNa, Notai ‘600, 84/14. Ese mismo año, los Spinola mencionados solicitaban permiso al monasterio de San Martino, en cuyo terreno fue edificada la iglesia de San Giorgio de’ Genovesi, para abrir dos ventanas en la iglesia. En id. 132 Como señala la visita pastoral del cardenal Ascanio Filomarino de 1648, los gobernadores de la iglesia debían exigir y administrar las entradas que esta poseía y conservar el mobiliario. En ASDNa, VP, cardenal Ascanio Filomarino, vol. 5, año 1648, fol. 317v. 133 ASDNA, VP, cardenal Alfonso Gesualdo, vol. 5, año 1599, fols. 478v y 479v.

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embargo, en la descripción de la iglesia realizada en 1692 se detallaba que no existían reliquias ni beneficios y que el viejo oratorio se utilizaba solo para conservar enseres.134 En la del año 1700 se confirmaba la ausencia de reliquias y beneficios y se informaba de que el oratorio llevaba cuarenta años sin funcionar. Además, se añadía que la iglesia no contaba con prebendas, ni con cofradías o eddomade, es decir, turnos de sacerdotes que se sucedían en las prácticas de la iglesia.135 En ambas descripciones, se mencionaban diversas habitaciones que, a diferencia de la relación redactada en 1599, no se hallaban alquiladas, sino que se usaban para el hospedaje y la residencia de los clérigos. Probablemente, a finales del siglo, las magras funciones que debían ejercer los gobernadores de la iglesia —fundamentalmente, el mantenimiento de sus capellanías y asegurar el decoro de la misma— eran compatibles con el estatus de aristocracia titulada del reino, lo cual habría permitido el desempeño del cargo a figuras tan relevantes como las mencionadas más arriba. La cuestión posee importantes implicaciones, puesto que contribuye a visibilizar con claridad las diferencias existentes entre dos concepciones de la nobleza: la hispánica-napolitana y la genovesa. Si bien la primera era incompatible con las actividades mercantiles ejecutadas en primera persona, la idea de nobleza genovesa permitía a sus miembros el ejercicio de los cambios y del comercio, aunque no concebía la implicación de sus nobles en actividades de notaría o de leyes. De hecho, aquellos que hubieran sido admitidos en el orden nobiliario de la República y que ejercieran como cancilleres de la misma o como notarios no podían formar parte de los Consejos ni de las magistraturas. Un hecho significativo, ya que 134 ASDNa, VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. 3 (seconda parte), año 1692, fol. 454v. 135  Ibidem, fol. 467r. Según D’Engenio Caracciolo, la sede original de la comunidad genovesa en las inmediaciones del convento de Santa Maria la Nova sí que contaba con una cofradía de battenti o flagelantes que procesionaban en Nápoles el Jueves Santo. En D’Engenio Caracciolo, C. Napoli sacra..., cit., p. 482.

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el desempeño de funciones políticas en Génova constituía uno de los derechos fundamentales a los que accedía el ciudadano una vez inscrito en el Libro D’Oro de la República. Esta limitación constituía un rasgo específico de la aristocracia genovesa que la alejaba de la «nobleza de toga» que sin embargo era aceptada en el concepto de nobleza europea.136 La nobleza titulada genovesa tampoco abunda en las listas de adscripción de feligreses a la parroquia de San Giorgio de’ Genovesi (los ya citados stati d’anime) redactadas en 1685, 1692 y 1700.137 En ellas, además de presentarse la lista de genoveses inscritos voluntariamente en la iglesia, se especifican las calles en las que estos residían en la ciudad. La inmensa mayoría de los ligures registrados en estos elencos no pertenecen a la feudalidad napolitana y, por el contrario, abundan nombres de sujetos pertenecientes al ámbito comercial y marítimo.138 En concreto, los stati d’anime

136 Sobre estas cuestiones y los debates que se generaron en la definición de la nobleza genovesa durante la guerra civil de 1575 y tras la posterior pacificación mediante la sanción de las ya citadas Leyes de Casale de 1576, véase Doria, G. y Savelli, R. «Cittadini...», cit. 137 Tal y como especifican las distintas visitas, la jurisdicción de la iglesia no se limitaba a las inmediaciones de la via Medina donde se hallaba situada. Así por ejemplo, en 1688, Giuseppe Martellino, párroco de la iglesia, aseguraba que ello se debía a que «los genoveses se encuentran dispersos por toda Nápoles y son registrados en las parroquias donde residen, porque la parroquia de San Giorgio no tiene límites, ni jurisdicción local, sino personal y, por ello, es imposible poder numerar todos los genoveses, ya que estos no están obligados a servirse de la parroquia nacional, sino que pueden servirse de la parroquia en la que habitan». Traducción propia del texto original: «li genovesi stanno dispersi per tutta Napoli e sono numerati nelle parochie dove habitano, perche la Parochia di S. Giorgio non hà limiti, ne giurisditione locale, ma personale e così è impossibile poter numerare tutti li genovesi, non havendo questi obligo preciso di servirsi della Parochia nationale ma possono servirsi della Parochia dove habitano». En ASDNa, VP, cardenal Antonio Pignatelli, vol. 1, año 1688, fol. 263v. 138 En los stati d’anime citados se especifican los siguientes nobles genoveses titulados: los príncipes de Gerace (familia Grimaldi), los marqueses de Genzano (familia De Marini); los príncipes de San Nicandro (familia Cattaneo); los marqueses de Corleto (familia Riario); el marqués Giovanni Battista Spinola

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de 1685 y 1692 revelan la presencia de un número entre cuarenta y cincuenta nobles titulados, mientras que en el año 1700 estas cifras caen en picado para contar únicamente entre diez y veinte individuos pertenecientes a núcleos familiares que formaban parte de la aristocracia del reino. Los totales sorprenden si se comparan con la suma de genoveses adscritos a la iglesia sin títulos: 511 en 1685, 490 en 1692 y 402 en 1700. Unos números que obligan a reconsiderar la afirmación de Brancaccio según el cual, a principios del siglo xviii, la comunidad genovesa contaba con poco más de un centenar de personas.139 Asimismo, aunque las cifras deben ser manejadas con cautela visto el carácter voluntario de la adscripción a la iglesia, estos datos deben cuando menos redimensionar la excesiva identificación de la nación ligur de Nápoles a finales del siglo xvii con la aristocracia feudal del reino. La escasa presencia de los genoveses con títulos nobiliarios napolitanos en las donaciones de objetos con las armas de la familia, el poco interés que parecía suscitar entre estos el patronato de capillas de la iglesia y el número reducido de señores feudales genoveses y titulados presentes en los stati d’anime no puede ser solo el síntoma de una progresiva retirada de la ciudad por parte de los titulados genoveses para dedicarse a la administración de

(para el que no se precisa sobre qué tierra poseía el título); los marqueses del Rizzo (familia Grimaldi); los marqueses de Santo Stefano (familia Doria, con los que enlazaron los descendientes del ramo de Carovigno, en concreto, Antonia Coqui), los condes de Capercio (familia Doria); los marqueses de Cercemaggiore (familia Doria); los príncipes de Satriano (familia Ravaschieri); príncipes de Acquaviva (familia De Mari); príncipes de Cellammare (familia De Giudice); el marqués Stefano Spinola (para el que no se refiere la filiación del título); los príncipes D'Angri (familia Doria); el marqués Giovanni Battista Pinelli; el marqués de la Rochetta (familia Valdetaro). En ASDNa, VP, cardinal Antonio Pignatelli, vol. 1, año 1688, vol. 1, fols. 256r-263v (para el stato d’anime de 1685); id., VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. 3 (seconda parte), año, 1692, fols.455r-462r (para el stato d’anime de 1692) y fols. 462r-465v (para el stato d’anime de 1700). 139 Brancaccio, G. «Nazione genovese»..., cit., p. 208.

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sus propiedades feudales. En efecto, la mayor parte de estos se aseguraba su visibilidad en la ciudad mediante la posesión de palacios, la pertenencia a alguno de los seggi ciudadanos o la sepultura en determinadas iglesias de la capital y el patronato sobre sus capillas. Pero los aspectos hasta aquí mencionados sí que parecen indicar que la iglesia de San Giorgio de’ Genovesi constituía una sede que nació de los intereses de una parte concreta de la comunidad genovesa de Nápoles, principalmente, de figuras asociadas al consulado y a los negocios mercantiles y financieros del reino. La simultaneidad de identidades practicadas por los genoveses de Nápoles dificulta sobremanera la constitución de modelos claros los cuales, ante la amplia casuística existente, tienden irremediablemente a desdibujar sus confines. No obstante, diversos aspectos podrían sostener la tesis sugerida. El protagonismo que ejercieron en San Giorgio las familias vinculadas a los tratos comerciales napolitanos o al consulado debe relacionarse con las condiciones acordadas por el cónsul, Paolo Giustiniano, con el gobierno de la República para financiar la nueva iglesia y que establecían el pago, por parte de los mercaderes genoveses de la seda, de contribuciones voluntarias durante cinco años. Asimismo, en el embellecimiento de la iglesia participaron sujetos fundamentales en la economía napolitana del momento, como Pietro Antonio Bozzolo (destacado hombre de negocios en el virreinato, como fue referido en otro apartado) o Giovanni Maria Spinola (uno de los primeros gobernadores de la iglesia).140 Igualmente, aunque la iglesia nació con un hospital anexo que debía servir para atender las necesidades de los componentes de la nación, en los inventarios de la iglesia redactados en ocasión de las distintas visitas pastolares efectuadas entre finales del siglo xvi y finales del xvii nunca se mencionan objetos ni mobiliario específico del hospital. Bienes que, por el contrario, sí que apa-

140 Dauverd, C. Imperial ambition..., cit., p. 206.

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recen ampliamente descritos en los inventarios de otras iglesias de la nación situadas en otras ciudades, como es el caso del de 1623 hallado para la iglesia y hospital de San Giovanni Battista dei Genovesi de Roma.141 Estos aspectos, unidos a las reticencias de la República a la propuesta de fundación de la nueva iglesia realizada por el cónsul Paolo Giustiniano —que, según el gobierno ligur, parecía estar más destinada a funcionar como una lonja de mercaderes que como un santuario—, contribuyen a confirmar la dimensión mercantil con la que se fundó San Giorgio de’ Genovesi y su estrecha conexión con determinados sectores de la institución consular.142 Como ya se refirió, el consulado no era en absoluto una institución unívoca: en torno al mismo era habitual que se produjeran litigios fruto de los diversos intereses que exhibían los genoveses del reino. Se trata de conflictos que impiden la caracterización de la nación ligur con parámetros excesivamente homogéneos.143 Es un claro ejemplo de ello el caso del cónsul genovés Tommaso Pinelli, contra el que en 1609 se enfrentó, como ya se refirió, un grupo de genoveses destacados por sus tratos mercantiles en el reino, entre los que se hallaba Ottavio Serra. Pinelli, a pesar de haber sido cónsul de la nación genovesa, en su testamento de 19 de junio de 1624 especificaba que deseaba ser enterrado, provisionalmente, en San Paolo Maggiore, en Nápoles, perteneciente a los padres teatinos, para, más adelante, poder ser trasladado a la también iglesia teatina de San Siro, en Génova. A diferencia de

141 Archivio di Stato di Roma (ASR), Notai Auditor Camerae, protocolo 2961 (año 1623), fols. 245r-246v. 142 Dauverd, C. Imperial ambition..., cit., p. 198. 143 Así por ejemplo, eran comunes los desencuentros entre individuos pertenecientes a la facción noble en Génova y aquellos de extracción más popular. Enfrentamientos de este tipo se desarrollaron en el seno del consulado de Palermo, hasta el punto de que, a principios de la década de 1630, el cargo parecía haber perdido la connotación aristocrática originaria. En Brancaccio, G. «Nazione genovese»…, cit., p. 140.

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sujetos como Ottavio Serra y Cornelio Spinola, figuras vinculadas al consulado napolitano que dejaron su huella en la iglesia, el desinterés de Pinelli por San Giorgio determinó la ausencia de legados testamentarios a favor de la sede de la nación genovesa en Nápoles.144 El disenso que podía generarse en torno al consulado genovés y que determinó la existencia de diversas facciones en su seno no debe eclipsar la vocación claramente mercantil con la que nació la iglesia. Cabe preguntarse si esta característica pudo erigirse en un elemento disuasorio para algunos individuos pertenecientes a la nobleza titulada del reino. De ser cierta esta hipótesis, no hay duda de que no afectó a los Serra de Carovigno, sobre todo porque la promoción de estos en el Mezzogiorno se produjo precisamente gracias a su participación en multitud de actividades económicas al servicio del virrey y de la familia, así como al mantenimiento de contactos con miembros destacados de la nación y del consulado que hicieron de Ottavio Serra un hábil interlocutor entre las diversas partes: la comunidad ligur de Nápoles, la República y el virrey. Algunas de estas cualidades se manifestaron en la situación elegida por Ottavio Serra para la capilla de su patronato en San Giorgio dedicada a San Antonio de Padua. Esta no solo se encontraba en la iglesia de la nación genovesa del reino, sino que además se ubicaba justo enfrente de la de San Bernardo, bajo la protección de la familia del cónsul Cornelio Spinola y separada de la de los Serra solo por la nave central de la iglesia.145

144 ASNa, Notai ‘500, 488/40, fols. 177 y ss. 145 Una tercera capilla, la de la Madonna dell’Assunta, era de patronato de Stefano Spinola que en 1700 ya había fallecido y era definido solamente como barón, por tanto, ajeno a la nobleza titulada del reino. En ASDNa, VP, cardenal Giacomo Cantelmo, vol. III (seconda parte), año 1692, fol. 466r. Las capillas de San Gennaro, San Giuseppe Agonizzante, San Lorenzo y San Giovanni Battista en 1688 no contaban con capellanías y los documentos fruto de las visitas analizadas no mencionan en ningún momento que se hallaran bajo el patronato de ninguna familia En ASDNa, VP, cardenal Antonio Pignatelli,

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A la luz de los aspectos analizados, la diversa relación que los Serra de Carovigno y los de Cassano establecieron con la iglesia de la nación, así como las distintas maneras de ser genovés en Nápoles, pudieron ser el resultado de las diferencias considerables que se observan en el recorrido y en las características de ambos perfiles de promoción: los primeros, profundamente arraigados en el tejido económico napolitano gracias a los más de veinte años de actividades comerciales y financieras en el reino que precedieron al acceso al feudo; los segundos, «desembarcados» en el feudo napolitano solo tardíamente y como resultado de las negociaciones efectuadas por terceros (los fideicomisarios de Girolamo y los socios de los mismos). Los Carovigno que supieron poner su experiencia en ámbito mercantil y financiero y sus contactos de dentro y fuera del reino al servicio del virrey, estrategia que contribuyó a la creación de un importante patrimonio y a su consolidación como figuras de referencia en la economía y en la administración del virreinato. Los de Cassano, catapultados en el servicio al monarca a partir de la fulgurante carrera militar de Giovan Francesco Serra q. Girolamo —facilitada, a su vez, por las relaciones previas del padre, Girolamo, y del primo, Battista, con el rey y sus ministros— y sustentados por una rica hacienda que, gracias a la mediación de los miembros de la fedecommmissaria de Girolamo —de Battista Serra, especialmente—, pudo ser ampliada y asegurada con nuevas inversiones en las que el feudo napolitano jugó un papel fundamental. Los distintos orígenes de los ramos y las diversas prácticas y estrategias de servicio determinaron identidades diferentes: en los Serra de Cassano se atisba un proceso de napolitanización que los condujo paulatinamente a la adopción de pautas específicas de la aristocracia del reino, sin que ello impidiera la pervivencia de una innegable identidad genovesa hasta finales del siglo xvii. vol. 1, a. 1688, fol. 248v. Para la distribución de las capillas en la iglesia, remitimos a la ilustración 5.

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De hecho, los de Cassano mantuvieron en Milán y en Génova múltiples intereses hasta bien entrado el siglo xviii, momento en el que, Giuseppe Maria Serra, primo y marido de la duquesa de Cassano, Laura Serra, decidió concentrar todo su patrimonio en Nápoles, tal y como evidencian las declaraciones que realizó a su agente en Roma en una carta de 15 de diciembre de 1753: Observo que la Casa de mi mujer es la más fuerte de todas las casas de genoveses que están en Nápoles; las otras, como las de San Nicandro, Genzano, Corigliano, se han convertido en las más fuertes y ricas de Nápoles porque han unido todas sus propiedades aquí, y las tienen bajo control y se las gobiernan; por el contrario, las de mi duquesa son dineros gastados por el mundo y se han esfumado. Por lo que, teniendo que hacer nuevo tratado o teniendo que sucumbir injustamente [la hacienda Serra], al menos quiero sacar este beneficio, si es posible, de reducir bajo nuestro control las pocas propiedades que han quedado.146

A diferencia del ramo de Cassano, los Carovigno no mostraron interés por entrar en los seggi o simplemente no lo consiguieron, visto su evidente pasado comercial. En el Mezzogiorno, según los testimonios de la época, Ottavio Serra se habría instalado para incrementar su fortuna, aunque, como se ha demostrado, su permanencia respondió a las necesidades de la red en la que operaba que, debido a las características de los negocios en los

146 Traducción propia del texto original: «poiché osservo che la Casa di mia Moglie era la più forte di tutte le Case de Genovesi che erano in Napoli; le altre come S. Nicandro, Genzano, Corigliano, queste sono diventate le più forti, e ricche di Napoli, perché hanno unito tutta la roba qui, e stà sotto li loro occhi, e se la overnano; al contrario quella della Duchessa mia sono denari spesi per il Mondo, e se ne sono andati in fumo. Onde dovendo far nuovo trattato e dovendo andare a soccumbere ingiustamente, almeno ne voglio ricavare questo beneficio se sia possibile di ridurre quella poca roba che vi è rimasta tutta sotto l’occhi nostri». La tradución es mía. Citado por Covino, L. Governare il feudo…, cit., p. 180.

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que participaba y al papel singular que asumió el reino en la política hispánica, precisaba urgentemente de un correspondiente fiable en la plaza. Los contactos establecidos para el desarrollo de las diversas actividades económicas y de negociación política descritas para Ottavio Serra comprendieron algunos de los hombres de negocios más importantes de dentro y fuera del reino, el virrey y el consulado genovés. Desde esta perspectiva, la relación establecida por los Serra de Carovigno con la iglesia de la nación no puede solo interpretarse como el resultado de la existencia de un sentimiento de pertenencia a la patria de origen a la que, por otro lado, el genovés no pareció muy interesado en regresar. Muy probablemente, su deseo de hacerse presente en la iglesia se debe atribuir a la identidad mercantil con la que nació San Giorgio, resultado de la financiación de ciertos sectores de la comunidad genovesa con los que Ottavio se hallaba estrechamente vinculado. Por desgracia, actualmente, la ausencia del testamento de Ottavio Serra, que habría aportado información adicional sobre sus legados y sobre su sepultura, impide adelantar más conclusiones al respecto. En lo que se refiere a las semejanzas entre ambos ramos, tanto los Serra de Cassano como los de Carovigno se hicieron eco de la tendencia general de no enlazar con la nobleza castellana que, con las fuentes disponibles, se aprecia en la familia Serra. En su lugar, en generaciones posteriores, contrajeron nupcias con sujetos destacados de la aristocracia napolitana o milanesa. Asimismo, ambos accedieron a la nobleza titulada del reino y se hicieron eco de las prácticas habituales de construcción del prestigio propias de sujetos de su rango. En este sentido, es importante destacar cómo ni los genoveses en general, ni la familia que es objeto de nuestro estudio en particular, fueron meros sujetos pasivos en la adopción de las pautas de la nobleza europea. Su estatus de noble en la misma República, su implicación en los circuitos de comercialización de objetos suntuarios —tan necesarios para sostener el rango nobiliario— o sus aportaciones específicas a la gestión del patrimonio

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feudal son algunos de los rasgos que impiden categorizarlos como simples receptores de un concreto patrón de nobleza. Como ya se explicó, los miembros del linaje de Cassano se empeñaron en la introducción de mejoras productivas en el feudo, propiciando su repoblación y organizando adecuadamente sus cultivos.147 Estos esfuerzos determinaron que el enclave fuera uno de los grandes centros suministradores de trigo a Génova y que, a finales del siglo xvii, contara con una estructura para la producción de paños de lana. Además, como se recordará, Giuseppe Serra, primer duque de Cassano, se encontraba inscrito en el Arte de la seda, síntoma de su participación en la producción o en la distribución de dicha mercancía. Como se ha podido comprobar, la presencia y la identidad de los Serra de Nápoles dependieron de múltiples factores. La familia de procedencia, la situación económica de origen, las necesidades de la Monarquía Hispánica, el incremento de las exigencias fiscales sobre el reino, la relación con la República de Génova y con el Católico y los contactos con los que contaban los individuos Serra que inauguraron los ramos de Carovigno y de Cassano fueron elementos que incidieron considerablemente en las condiciones que determinaron su asentamiento, su integración y sus prácticas identitarias en Nápoles. El concepto corporativo de «nación genovesa», útil para entender los privilegios de la comunidad en el reino y su capacidad de compactación para la protección de sus miembros, no debe esconder la vastidad de experiencias que definieron a cada ramo y a cada individuo. El ejercicio del comercio, de las finanzas, de los oficios y el acceso al feudo constituyeron prácticas afrontadas prácticamente por todos los genoveses presentes en el reino. 147  Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 390. La ausencia de un archivo privado para el ramo de Carovigno explica la laguna que se afronta a la hora de aclarar aspectos sobre la administración feudal llevada a cabo por este linaje, hecho que nos impide afrontar el problema con un enfoque comparativo.

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Pero fueron los factores mencionados los que determinaron que la actuación de los sujetos en estos ámbitos se concretaran en trayectorias desiguales. Más allá de las fronteras de la patria, los sujetos desplazados mantenían algunos de sus rasgos originarios e integraban otros nuevos a partir de sus contactos con el territorio de acogida, resultado de lo cual era una identidad híbrida en la que las características de boundary-maintenance y del boundary-erosion se alternaban continuamente.148 La tensión entre ambas vertientes constituye una característica habitual de las comunidades en diáspora y contribuye a la relativización de aquellos aspectos con los que habitualmente estas se han identificado, como la voluntad de aislamiento o el apego a la patria de origen.149 Las diversas experiencias que se detectan en la familia Serra y que propiciaron la creación de espacios de identidad distintos incluso dentro de un mismo territorio —como reflejan los casos de los Serra de Carovigno y los de Cassano asentados en Nápoles—, demuestran los límites del concepto de identidad y nos conminan a redimensionarlo, junto con el concepto tradicional de diáspora, con el fin de alejarlos de interpretaciones unitarias, inmanentes y sustanciales.150 Si en algún momento se habla de identidad, será necesario asociar esta a un momento concreto y a un conjunto de 148 Sobre el debate entre ambos conceptos como rasgos característicos de las diásporas, véanse las reflexiones de Brubaker, Rogers. «The “diaspora” diaspora», Ethnic and Racial Studies, 28, 1 (enero 2005), pp. 1-19:6 y 7. 149 La vinculación del fenómeno de la diáspora con estos conceptos se debe a que gran parte de los estudios sobre diásporas se han efectuado adoptando como modelo el paradigma de la diáspora judía. Véanse las advertencias de James Clifford al respecto en Clifford, James. «Diasporas», Cultural Anthropology, IX, 3 (1994), pp. 302-338. 150 Sobre la necesidad de cuestionar los presupuestos tradicionales con los que se ha abordado el estudio de la identidad, véase Franco, Borja, Pomara, Bruno, Lomas, Manuel y Ruiz, Bárbara (eds.), Identidades cuestionadas. Coexistencia y conflictos interreligiosos en el Mediterráneo (ss. xiv-xviii), Valencia, Servei de Publicacions de la Universitat de València, 2016.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

prácticas precisas. Y en el momento preciso en el que la identidad parezca recluirse en parámetros coherentes y estables, el historiador deberá estar dispuesto a renunciar a ella apenas desplace su lente en la línea del tiempo o hacia el estudio de otros sujetos que, aún perteneciendo al mismo grupo social o al mismo linaje, protagonizaron experiencias diversas. Pero no solo. Las circunstancias mencionadas como definidoras de distintas formas de identidad en el sentido ya mencionado se revelan también decisivas a la hora de comprender aquellas identidades «ausentes» o más bien «flébiles» que caracterizaron a la familia, como fue la vinculación de los Serra con Castilla. El análisis de la relación de la familia con este otro territorio se revela de radical importancia para comprender la naturaleza del servicio que los Serra efectuaron a la Monarquía Hispánica durante casi un siglo y medio.

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CAPÍTULO 10 LOS SERRA Y CASTILLA

1. La

familia y la nobleza castellana

Cualquier intento de explicar los perfiles de promoción y las identidades asumidas por los genoveses al servicio de la Monarquía Hispánica conlleva preguntarse por la relación que estos mantuvieron con los diversos territorios que componían la Monarquía Hispánica y, especialmente, con Castilla. El análisis del vínculo de los Serra con esta última es determinante para la comprensión de las maneras en las que los individuos y los diversos ramos de la familia proyectaban su futuro y el de sus descendientes. Asimismo, el estudio de los lazos con Castilla es fundamental para evidenciar los múltiples factores que entraban en juego en la conformación de las mentalidades de los ligures cuyas acciones han sido demasiadas veces asociadas a una óptica exclusivamente economicista que, por sí sola, es incapaz de dilucidar los modos en los que los genoveses pensaban y se representaban. Por su condición de comerciantes y financieros al servicio del Católico, los ligures tenían entre sus objetivos, además de la obtención de beneficios, la participación en el patronazgo real hispánico y la exhibición del estatus como prueba incuestionable de la propia credibilidad financiera.1 El hecho de que, además, fueran considerados nobles en su República constituía un factor que, junto a las condiciones mencionadas, justificaba un sinfín de prácticas destinadas al cultivo de variegadas identidades aristocráticas, es decir, de diversos modos de ser y de parecer nobles. La caracterización como nobile del ciudadano genovés hallaba su manifestación concreta en el espacio urbano de la República ligur. Los palacios monumentales presentes en calles como Strada Nuova (actual Via Garibaldi) y Via Balbi constituyen una demostración 1 Sobre la estrecha relación entre ostentación del prestigio por parte del banquero y la confianza que el susodicho infundía sobre los pequeños y medianos ahorradores que les confiaban sus depósitos véase Sanz Ayán, C. Los banqueros y la crisis..., cit., p. 292.

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elocuente de ello.2 La estrecha relación existente entre el prestigio social que procuraba ser propietario de uno de estos edificios nobles y su dimensión política se materializó en los llamados palazzi dei rolli, residencias palaciegas en la ciudad que el gobierno genovés declaraba aptas para el hospedaje de las distintas dignidades políticas europeas que pasaban por Génova.3 Como se verá en el próximo capítulo, los Serra no escatimaron capitales a la hora de exhibir su estatus aristocrático en la madre patria; operación que se concretó en la adquisición de inmuebles de muy diverso tipo que eran objeto de las distintas cláusulas de sucesión del patrimonio incluídas en sus testamentos. Por otro lado, la compra de inmuebles representa un fenómeno significativo que nos habla a priori de la voluntad de echar raíces en un determinado territorio, por lo que su práctica en Castilla podría arrojar algo de luz, no solo sobre la imagen noble que el genovés deseaba transmitir en el territorio de acogida, sino también sobre un sentimiento de pertenencia que, las más de las veces, como hemos visto en el caso napolitano, se mostraba ambivalente y sujeto a cambios a largo plazo. En el caso de los Serra, los testimonios documentales y bibliográficos hallados dan fe de esta ambigüedad. Como ya se mencionó en otra parte, en Madrid Battista Serra residía, al menos desde finales de 1607, en la Carrera de San Jerónimo, «en las casas del tesorero de Ocaña», denominación que probablemente sugiere que el genovés no era aún propietario del inmueble. En 1627, poco antes de regresar a Génova después de su misión diplomática en Madrid como embajador ordinario de la República, Battista vendió a Manuel de Fonseca y Zúñiga, conde de

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Doria, Giorgio. «Investimenti della nobiltà genovese nell’edilizia di prestigio (1530-1630)», Studi Storici, XXVII, 1 (1986), pp. 5-55; Grendi, E. I Balbi…, cit., pp. 106-114; Poleggi, Ennio. Strada Nuova. Una lottizzazione nella Genova del Cinquecento, Génova, Sagep, 1972. 3 Sobre los palazzi dei rolli se volverá en el capítulo 11.

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Monterrey y futuro virrey de Nápoles, una propiedad ubicada en el llamado Prado Viejo de San Jerónimo, lugar de residencia preferido por aquellos que frecuentaban la Corte.4 La venta era simbólica de la voluntad del genovés de regresar y de asentarse definitivamente en su ciudad natal. De hecho, no tenemos constancia de ninguna otra estancia de Battista Serra en España a partir de ese momento. Por el contrario, su primo Giovanni Battista Serra q. Girolamo, educado en la corte de Madrid y que, al igual que Battista, fue reclutado por la República para diversas misiones diplomáticas ante los ministros del Católico,5 figuró como propietario de una vivienda en la Corte: en el momento de su muerte, acaecida en Madrid en julio de 1684, dejaba a su segundo hijo varón, Domenico (1647-1709), algunos de los muebles que se encontraban en dicha residencia.6 Posteriormente, la escritura que ponía fin al litigio entre sus hijos, Filippo y Domenico, por la herencia del padre nos informa de que, en realidad, el progenitor poseía en Madrid dos casas en propiedad, una de las cuales se hallaba dotada de al menos dos plantas y se encontraba cerca de la casa del duque de Abrantes, junto a la plaza de santa Bárbara.7 Se trataba de una zona clave de Madrid, cercana al Alcázar y al lugar de residencia

4 Vannugli, A. La colección Serra..., cit., pp. 18 y 127 (nota 23). 5 Sobre los encargos diplomáticos de Giovanni Battista Serra en Milán, véase ASGe, AS, Lettere Ministri Milano, 2301; id., AS, Litterarum, 1904, fols. 137r147v y p. 155r; id., 1905, fols. 91v-101v. La empresa diplomática más importante llevada a cabo por Giovanni Battista fue la efectuada en Madrid en 1654 con motivo de la crisis de 1654 entre la República y la Monarquía Hispánica a la que se aludirá más adelante. 6 En ASGe, Fondo Famiglie, 66 S, «Copia semplice della transazione seguita tra’ il signor Filippo Serra da una parte et il signor Domenico suo fratello dall’altra», 27 de julio de 1697. 7 La fuente afirma que contaba con diversas estancias en la planta baja y con apartamentos en la superior. En ibidem. Para una mejor situación de las viviendas de Serra, véase la ilustración 6 con el detalle de la planta de Madrid de Pedro de Texeira de 1656.

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del valido, don Luis de Haro, que vivió en la casa del duque de Abrantes entre 1644 y 1661.8 En su testamento de 6 de diciembre de 1683, Giovanni Battista informaba que había comprado los inmuebles, dotados de cocheras y de caballerizas, a los herederos de Rodrigo de Morales y dejaba encargado a su heredero universal que «procure acabar el cuarto que no está perfecto».9 La intención del genovés era la de crear un gran núcleo residencial que permitiera acoger una amplia familia en la zona y que incluyera aposentos para sus criados y cocheras, tal y como se deduce de su voluntad de comprar la casa o casas cercanas a las ya adquiridas en la Plaza de Santa Bárbara.10 En palabras de Giovanni Battista estas casas, Son necesarias para el servicio de la casa grande respecto de que las cocheras y caballerizas que hoy tiene son cortas para lo que ella necesita y por esta razón quedando de mayorazgo la casa es preciso lo queden ellas también.11

Por tanto, si, por un lado, Battista Serra, que junto a Girolamo Serra constituyó el artífice de la vinculación de la familia en el servicio al soberano hispánico, en ningún momento manifestó su voluntad de radicarse en Madrid, por otro, su primo Giovanni Battista, hijo de Girolamo, no solo murió en Castilla, sino que, además de mantener fuertes lazos con Milán por los motivos que después referiremos, no desdeñó la adquisición de residencias en la Corte que posteriormente legó a sus herederos.

 8 Agradezco a Rafael Valladares el haberme facilitado esta información.   9 AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, 6 de diciembre de 1683. 10  Ibidem. En el caso de que no hubiera conseguido comprarlas en el momento de su muerte, asignaba a su heredero esta misión. 11  Ibidem.

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Ilustración 6. Detalle de planta de Madrid de Pedro Texeira, 165612

Las diferencias en el seno de ambos ramos en lo que se refiere a aspectos que podrían definir una mayor o menor afinidad hispánica vuelven a ser evidentes en el caso de los títulos nobiliarios castellanos. En este sentido, ninguno de los descendientes de Antonio IV Serra, padre de Battista, se mostró interesado en hacerse con ellos. A pesar de los servicios librados por Antonio IV para el virrey de Nápoles y del protagonismo que posteriormente asumió su hijo Battista en las finanzas, en la administración de oficios regios y en la gestión de galeras, los hijos de los hermanos de Battista13 y las dos generaciones sucesivas anclaron sus residencias en la República sin haber obtenido ni haber solicitado aparentemente una dignidad aristocrática castellana o hispánica. Habrá que esperar a la cuarta generación para que Giuseppe Maria q. Francesco

12 Detalle de la planta de Pedro Texeira, «Topographia de la Villa de Madrid», Amberes, 1656. Disponible en la Biblioteca Digital Hispánica: http://bdh.bne. es/bnesearch/detalle/bdh0000061128 [consulta: 14/09/2020]. Signatura en catálogo de la BNE: INVENT/23233. 13 Battista no contó con descendencia.

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Maria Serra (1714-1763), descendiente de la línea de Francesco Serra q. Antonio IV, hermano de Battista, se convirtiese en duque de Cassano. Título que, como se recordará, adoptó solo cuando contrajo nupcias con la duquesa de Cassano, su prima Laura Serra q. Giuseppe Maria (1723-1790). Se trataba de un matrimonio endogámico programado para evitar que el título y el feudo calabrés salieran de la familia. En el extremo opuesto se hallaban los primos y protegidos de Battista: Giovan Francesco y Giovanni Battista, primogénito y segundogénito varones de Girolamo, respectivamente. Ambos habían crecido en la Corte junto a su primo. Este facilitó su ingreso en el servicio y el patronazgo regios y, como uno de los fideicomisarios del difunto Girolamo, tomó decisiones que contribuyeron a la consolidación del patrimonio que el padre les había legado y que era fundamental para el sostenimiento de la red financiera de los Serra. A este respecto, Battista había obtenido para sus primos las rentas jurisdiccionales de la rica villa de Almendralejo como adehala de un asiento que firmó junto a otros banqueros en diciembre de 1617. Por si fuera poco, Battista, como ya se explicó, fue un eslabón clave en la cadena de negociaciones que supuso la adquisición de Cassano en 1622 para los herederos de Girolamo. El feudo calabrés fue atribuido a Giovan Francesco Serra y sus sucesores consiguieron sobre él la dignidad de ducado en 1667. En lo que concierne a Almendralejo, fue de nuevo el primogénito el beneficiario del título de marqués de la villa en 1641 como recompensa por sus servicios militares, financieros e informativos en el norte de Italia14 y, muy probablemente, después que se hubiera 14 Durante el mandato en Milán del marqués de Leganés (1635-1640), Giovan Francesco sirvió en el asedio de Vercelli de 1638 al comando de un tercio de infantería italiana y de caballería, y en el que resultó herido. Ante las mermas que sufrió su tercio en esta ocasión, el genovés lo recompuso con trescientos soldados. Sobre el nombramiento de Giovan Francesco Serra como maestro de campo de un tercio de infantería napolitana, véase AHN, Estado, libro 299, fols. 68v-71r. Una descripción de los diversos servicios que Giovan Francesco

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producido un desembolso a la altura de la merced recibida.15 En su ascenso social influyeron también sus prestaciones como señor feudal del reino de Nápoles en forma de donativos extraordinarios y de levas de soldados. En relación a estas últimas, Giovan Francesco envió una compañía de caballería que atravesó el ducado lombardo hasta Alsacia en tiempos en los que Milán se hallaba gobernado por el duque de Feria.16 Con estos servicios no es de había efectuado para el monarca hispánico en estos años se halla en el documento de concesión del título de marqués de Rivadebro, en 1683, a su primogénito, Giuseppe Serra. En él, se precisaba también el traspaso del título de Almendralejo al propio Giuseppe. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 1, 41. A pesar de los indiscutibles servicios de Giovan Francesco a la Corona, su actitud no fue siempre un paradigma de fidelidad a Felipe IV, como veremos más adelante. Sobre la carrera militar de Giovan Francesco Serra, véase Gualdo Priorato, Galeazzo. Scena d’alcuni huomeni illustri d’Italia, Venecia, Andrea Giuliani, 1659; id., Vite…, cit., 1674; Grillo, Luigi. Elogi di liguri illustri, vol. 1, Génova, Tipografia Fratelli Ponthenier, 1846, pp. 191-208. Sobre la figura militar de Giovan Francesco Serra, véase Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 109-160. 15 En el catálogo de títulos de Castilla del Archivo General de Simancas, a la voz «Almendralejo, marqués de» corresponde un real despacho de 1 de diciembre de 1641 por el que se concedía el título de Almendralejo con el vizcondado previo de dicho lugar a Giovan Francesco Serra. En Alcocer y Martínez, Mariano y Magdaleno, Ricardo. Títulos de Castilla. Catálogo IX: Documentos referentes a títulos de Castilla, Valladolid, Tipografía Cuesta, 1942, p. 10. La concesión en esa fecha nos la confirma también otra fuente: en AHN, Consejos, libro 2752, nº 105, «Serra, Juan Francisco. Asiento de decreto de gracia de título de marqués a D.». Sin embargo, en este último caso no se halla el documento, sino tan solo el registro de su concesión. Es interesante destacar que el diccionario nobiliario de Salazar y Castro no recoge el título de Almendralejo, aunque sí lo hace Julio Atienza. En Atienza, Julio. Diccionario nobiliario español, Madrid, Editorial Aguilar, 1954, p. 1360, donde se precisa nuevamente como fecha de concesión el 1 de diciembre de 1641. A pesar de estos indicios, no hemos encontrado el título en el Registro General del Sello del Archivo General de Simancas. Curiosamente, el documento o una copia del mismo tampoco consta en el Archivio Serra di Cassano, pero Zarandieta confirma que este se encuentra en el Archivo Histórico Nacional. En Zarandieta Arenas, Francisco, «Mentalidad y comportamiento de los hidalgos de una villa extremeña. Almendralejo en 1665», Mélanges de la Casa de Velázquez, 19 (1983), pp. 197-206:204. 16 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 1, 41.

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extrañar que ascendiera con rapidez en la jerarquía militar, en la que obtuvo importantes cargos como el de maestro de campo general de Milán en 1647.17 Al margen de si Giovan Francesco compró o no el título de Almendralejo, lo cierto es que su concesión fue avalada por destacados ministros del monarca hispánico que mantuvieron lazos y buenas relaciones con el genovés. Como ocurriera veinte años antes con el feudo de Cassano, para la obtención del título de Almendralejo, Giovan Francesco pudo contar con la mediación del embajador español en Génova, el conde de Siruela, que el 29 de abril de 1639 solicitaba al rey que favoreciera a Serra en su pretensión de alcanzar un título de Castilla, en virtud de sus servicios en el campo de batalla con un tercio de infantería italiana y de su parentela con el duque de Tursi. Asimismo, Siruela afirmaba que la candidatura de Giovanni Francesco se hallaba acreditada por el informe emitido al respecto por el marqués de Leganés, por entonces gobernador del ducado lombardo.18 Sin embargo, a pesar de los apoyos que Giovan Francesco recibió de algunos ministros regios, el carácter venal del título desencadenó sonadas protestas entre la nobleza extremeña.19 Una reacción que debe ponerse en relación con las que originó el sostén brindado por el rey a los herederos universales de Giovan Francesco para su entrada en el seggio de Portanova, en el reino de Nápoles.

17 Sobre estas cuestiones véase el capítulo 7. 18 AGS, Estado, leg. 3595, doc. 112, carta del conde de Siruela, embajador español en Génova, a Felipe IV, 29 de abril de 1639, fols. 316r y v. 19 Zarandieta Arenas, F. «Mentalidad...», cit., p. 204. Sobre la venalidad de títulos nobiliarios en este período entre aquellos que proporcionaban servicios militares al Católico, véase Rodríguez Fernández, Antonio José. «La venta de títulos nobiliarios...», cit.; Jiménez Estrella, Antonio. «Servicio y mérito en el ejército de Felipe IV: la quiebra de la meritocracia en época de Olivares», en Ponce Leiva, Pilar y Andújar Castillo, Francisco (eds.), Mérito, venalidad y corrupción en España y América. Siglos xvii y xviii, Valencia, Albatros, 2016, pp. 91-113.

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Los títulos mencionados no fueron los únicos que alimentaron la imagen de noble castellano de Giovan Francesco: el 9 de noviembre de 1650 se le despachó el título de caballero de la orden de Santiago.20 A Giovan Francesco se le concedió la posibilidad de realizar en Génova y no en la Corte las comprobaciones necesarias sobre los orígenes del candidato. Se trataba de una opción que, si bien suponía para el genovés gastos adicionales, pues debía financiar el desplazamiento y las pensiones de los miembros de la orden que efectuarían las averiguaciones, por otro garantizaba un mayor control de los testigos interrogados. Todos ellos aseguraban que Giovan Francesco no poseía antecedentes de sangre mora o judía, sabía montar a caballo y era noble de la República, al igual que su padre, Girolamo. En este sentido, [...] ninguno de los dos han sido mercaderes ni cambiadores ni han ejercitado oficio vil ni mecánico y que el Geronimo [Girolamo] padre ha negociado como hacen todos los nobles de esta ciudad y que los ha visto tratar siempre como personas nobles.

Como ya se mencionó, el concepto de nobleza en Génova no se veía en absoluto afectado por el hecho de que sus componentes practicaran actividades comerciales y financieras, a diferencia del ejercicio de actividades burocráticas o de notaría que sí podía comprometer el estatus aristocrático de los ciudadanos y su participación en las magistraturas. Se trataba de una diferencia notable respecto a los principios que regían la nobleza castellana. En lo que concierne a la limpieza de oficios, en Castilla el mercader constituía uno de los representantes por excelencia de los llamados oficios viles. También lo eran los cambiadores y los involucrados en oficios mecánicos, entre los que se hallaban los escribanos que no fueran secretarios del rey, procuradores públicos y otros similares. Para las

20 AHN, OM, leg. 7720; id., OM, Expedientillos, nº 3221.

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órdenes caballerescas de Calatrava y Alcántara, un mercader era aquel que había tenido trato con cualquier género de mercancía. En cambio, la orden de Santiago, hasta 1652, no excluyó del hábito a aquellos que hubieran mantenido tratos al por mayor.21 A pesar de la liberalidad con la que habitualmente se concedían los hábitos de órdenes militares a los genoveses, estos se otorgaron de un modo más generalizado a finales del siglo xvi y durante todo el xvii. Tal vez la explicación se encuentre en las dificultades de la Corona para recompensar con beneficios monetarios a sus servidores genoveses, muchos de ellos asentistas, a finales del siglo xvi. Un hecho que había convertido la vía de la merced y de la gracia en un camino mediante el cual, el rey podía mantener, con un coste económico mínimo, la política de patronazgo que garantizaba la lealtad de sus servidores. La consecuencia inmediata de la dispensa de hábitos militares fueron los habituales enfrentamientos entre el Consejo de Órdenes y el monarca. Como era de esperar, la intensificación de la práctica devaluó el valor de las rentas asociadas a los caballeros, que cada vez eran más numerosos.22 Asimismo, la práctica era rechazada por el gobierno genovés, pues introducía diferencias de rango sustanciales en el orden único de ciudadanos nobles constituido en 1528. Hasta el 21

Postigo, Elena. Honor y privilegio en la Corona de Castilla: el Consejo de órdenes y los caballeros de hábito en el siglo xvii, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1988, pp. 133-144. 22 Así nos lo hace ver el mismo monarca en una carta dirigida al presidente del Consejo de Órdenes: «He entendido que generalmente hay muchas quejas de lo mal que se pagan las rentas que en España y fuera de ella he hecho a diversas personas [...] y porque deseo saber de raíz en qué consiste principalmente el retardarse de estas pagas se ve bien que [...] se haga sacar una relación de lo que montan las rentas, mercedes y pensiones seculares que por este Consejo de órdenes se han dado en el dicho tiempo, y a qué personas y cuánto a cada una [...] y se me envíe luego, porque se pueda dar punto fijo sin la variación que se podría causar el dar de nuevo rentas y pensiones, diréis en fondo que por todo este año no se me consulten ni se admitan memoriales en que se piedan estas mercedes». En AHM, OM, leg. 6259, «Dispensas de nobleza, 1627-1689».

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punto de que, el 5 de marzo de 1624, el embajador español en Génova, el marqués de Castañeda, advertía al rey de los ataques que estaban recibiendo en la República los genoveses con títulos de órdenes militares castellanas.23 En lo que se refiere a Giovanni Battista q. Girolamo, las habilidades diplomáticas que exhibió en la corte de Madrid como gentiluomo de la República para la recomposición de las relaciones hispano-genovesas, después de que en 1654 Felipe IV decretara el embargo de las rentas ligures en los territorios hispánicos de Italia,24 fueron premiadas con la dignidad de conde de Villalegre, localidad probablemente situada en el actual territorio asturiano.25 En las negociaciones dirigidas a la reconciliación entre Génova y la Monarquía Hispánica, el embajador extraordinario genovés, Giovanni Francesco Sauli aseguraba que se servía de la comunicación extra oficial de Giovanni Battista Serra con el Consejo de Estado, lo cual evitaba que las negociaciones que Sauli mantenía en calidad de representante oficial de la República adquirieran valor de ius antes de lo conveniente.26 La actuación de Giovanni Battista Serra dejó tal huella entre sus contemporáneos que el viajero francés Antonio de Brunel, en su diario de 1665, recordaba cómo «cuando estaba a punto de 23 AGS, Estado, leg. 1936, carta del marqués de Castañeda, embajador español en Génova, a Felipe IV, 5 de marzo de 1624, 177, fols. 357r y v. 24 La medida constituyó la reacción al secuestro de naves de Finale efectuado por Génova que, como súbditas del monarca hispánico, se negaban al abono de los derechos que el banco de San Giorgio se arrogaba sobre la distribución de sal. Al respecto, véase Kirk, Thomas. «La crisi del 1654 come indicatore del nuovo equilibrio mediterraneo», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R, Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 527-538. 25 Se le hizo merced del título en 1655, pero la concesión no se produjo hasta el 24 de junio de 1657. En Fernández-Mota y Cifuentes, María Teresa. Relación de títulos nobiliarios vacantes, y principales documentos que contiene cada expediente que, de los mismos, se conserva en el Archivo del Ministerio de Justicia, Madrid, Ediciones Hidalguía, 1984, p. 414. 26 Sobre la afirmación de Giovanni Francesco Sauli véase Ciasca, R. Istruzioni…, cit., Vol. 4, p. 72.

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romperlo todo» —refiriéndose, con ello, al mal estado en el que se hallaban las relaciones entre Génova y la Monarquía Hispánica— la intervención del «marqués Serra, hermano de aquel que manda en Cataluña»,27 posibilitó salvar la situación.28 El éxito de dicha misión contribuyó a la recuperación del prestigio del genovés ante la República después del fracaso de sus negociaciones en Milán en 1649 que no consiguieron evitar el paso de la futura reina, Mariana de Austria, por Finale, enclave anexionado por el Católico a principios del siglo xvii, en vez de por Génova.29 Asimismo, los buenos resultados de las negociaciones de Giovanni Battista motivaron las felicitaciones de su hermano en una carta del 1 de mayo de 1655 en la que Giovanni Francesco confiaba en que los ministros reconocieran lo obligado que este se hallaba en el servicio a Su Majestad.30 En efecto, sus funciones de mediación fueron premiadas con la concesión de la dignidad de conde de Villalegre sobre la cual una prima de Giovanni Battista, Lavinia Pallavicino, opinaba que tal merced «tenga más de honorable que de útil, dado que se comienza con el desembolso de dineros, que en estos tiempos hacen a todos tanto de oficio», afirmación que evidencia que la merced era venal.31 27 Sin duda se trata de Giovan Francesco Serra que ejercía como gobernador de armas de Cataluña desde 1653. En Signorotto, Gianvittorio. Milán español..., cit., pp. 229-230. 28  García Mercadal, José. Viajeros extranjeros por España y Portugal, vol. III, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación, 1999, p. 277. 29 BNE, Mss., 11204, «Memorial del Marqués Juan Baptista Serra, conde de Villalegre, en orden de hazérsele cargo que por su culpa no pasó la reyna por Génova», fols. 27-62. 30 AHN, Consejos, leg. 28271, carta de Giovan Francesco Serra a su hermano Giovanni Battista Serra, 1 de mayo de 1655. 31 Traducción propia del texto original: «habbi più del honorevole che dell’utile, dato che comincia collo sborsar denari, che in questi tempi fanno a tutti tanto di mestiere». La misiva, enviada el 29 de noviembre de 1655 por Lavinia desde Génova a su primo Giovanni Battista, que se encontraba en Madrid, es recogida por Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 153-154.

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La voluntad de Giovanni Battista de conservar el feudo de Villalegre en la familia se manifestó en la institución de un fidecomiso sobre él a favor del primogénito, Filippo, que a la muerte del padre asumió el título de conde sobre dicha tierra. La generación sucesiva a los hijos de Girolamo no perdió el interés en los títulos y feudos peninsulares hispánicos: en 1666, Giuseppe Serra, hijo de Giovan Francesco, añadió a su título de marqués de Almendralejo el de marqués de Villaviciosa, en el partido del arzobispado de Toledo,32 y, en 1683, el de marqués de Rivadebro, en la actual provincia de Lugo.33 Como se puede apreciar, Giovanni Battista, hermano de Giovan Francesco Serra y segundo hijo varón en vida nacido a Girolamo, no pudo beneficiarse, de algunas de las principales inversiones de la fedecommissaria de su padre. Fue su hermano el que consiguió adjudicarse la señoría de Cassano y, gracias a sus méritos y a una posición económica en absoluto indiferente, el título de marqués de Almendralejo. De esta manera, los títulos que Giovan Francesco Serra consiguió acumular fueron el resultado de las prácticas que efectuó a su favor la fedecommissaria de su padre que, a su vez, evidencian una política patrimonial destinada claramente a beneficiar al primogénito. Los diversos acuerdos para la distribución de la herencia de Girolamo que se llevaron a cabo una vez disuelta la fedecommissaria ponen de manifiesto la aplicación de un sistema de sucesión clara32 Una declaración de Giuseppe Serra realizada ante notario genovés el 18 de junio de 1666 refiere la venta de la jurisdicción, señorío y vasallaje del lugar de Villaviciosa por parte del soberano hispánico. En ASGe, NA, 8434. 33 Concretamente, el 6 de diciembre de 1683. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 398. El catálogo de títulos de Castilla realizado con documentos de los fondos Dirección General del Tesoro y Registro General del Sello confirma la fecha de concesión referida por dichos autores, pero no indica el titular del privilegio. En Alcocer Martínez, M. y Magdaleno, R. Títulos de Castilla…, cit., p. 51. Tampoco ha dado frutos la búsqueda del título en el fondo Registro General del Sello del Archivo General de Simancas para el mes de diciembre de 1683.

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mente hispánico. De un lado, el primogénito varón era el principal designado para cultivar un cursus honorum al servicio del Católico que permitiera la continuidad de la familia en la órbita hispánica. De otro, se hallaba Giovanni Battista q. Girolamo, titular del feudo hispánico de Villalegre —fruto de sus méritos diplomáticos al servicio de la República—, de otro enclave feudal situado fuera de los dominios hispánicos (Mornese, en el Monferrato), de la mitad del oficio de Correo Mayor de Milán y numerosas rentas de juro castellanas. La situación de inferioridad patrimonial a la que este se vio relegado explica buena parte de los litigios por la herencia paterna que encabezó contra su hermano y los hijos de este. Las prácticas de sucesión al patrimonio jugaron, en este sentido, un papel primordial no solo en el dimensionamiento de cuestiones como la solidaridad en el seno de la familia —demasiadas veces dada por descontada sin tener en cuenta los episodios de conflictividad que podían generar las pretensiones sobre la hacienda paterna—, sino también a la hora de diseñar diversos perfiles de promoción social que, a su vez, condujeron a la articulación de identidades y afinidades bien distintas en el seno de una misma familia.

2. La

sucesión al patrimonio y la creación de espacios de identidad

Como se ha evidenciado en diversas ocasiones, la fedecommissaria de Girolamo fue la responsable de gestionar las propiedades y las entradas del difunto y de asegurarse su apuntalamiento y su ampliación hasta que se produjera el reparto definitivo de la hacienda entre los herederos universales, Giovan Francesco y Giovanni Battista. El 9 de agosto de 1627, Giovan Francesco Serra dirigió a la República una petición para ser admitido entre los fideicomisarios de su padre. El primogénito de Girolamo contaba solo

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con veinticuatro años, pero, a pesar de ello, solicitaba al gobierno genovés que lo habilitaran [...] como si yo fuera de edad legítima en compañía de los susodichos seis fideicomisarios con declaración que cinco de los siete puedan hacer cada cosa, con tal de que entre esos cinco intervenga siempre mi persona como principal interesado.34

Los repartos de la herencia iniciaron solo un año después, en 1628, y fueron fuente de tensiones entre los dos hermanos que se prolongaron durante más de diez años.35 La distribución del patrimonio de Girolamo fue determinante en la definición de los distintos ámbitos de influencia de los herederos: mientras que a Giovan Francesco se le asignaron los feudos de Cassano, en el reino de Nápoles, y de Strevi, en el Monferrato, a Giovanni Battista correspondieron el feudo de Mornese, también en el Monferrato,

34 Traducción propia del texto original: «come s’io fossi d’età legittima in compagnia delli sudetti sei fideicomisarij con dichiaratione che cinque delli sette possano far ogni cosa, purche fra essi cinque intervenga sempre la mia persona, come principale interessato». La edad legal se alcanzaba en Génova a los veinticinco años. Los seis fideicomisarios a los que se refiere y que, en esos años, se hallaban activos en Génova eran Giovanni Battista Adorno, Giovanni Battista Squarciafico, Ottavio Contardi, Giovanni Pietro Serra, Antonio Pallavicino y Genesio Sanguineto. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 10. Battista Serra y su mujer, Maddalena, también hija de Girolamo, se hallaban aún en Madrid donde Battista había sido designado embajador ordinario por la República. 35 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., 109. Fueron numerosos los pactos intermedios que establecieron los hermanos a través de diversos árbitros durante estos años. Así por ejemplo, el 21 de diciembre de 1634 alcanzaron un compromiso provisional. En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 41. El 11 de octubre de 1635 le siguió otro que comprendía la asignación de numerosas rentas sobre diversos territorios hispánicos a Giovanni Battista, algunas de las cuales pasaron al primogénito en acuerdos posteriores. En AHN, Consejos, leg. 28271, fols. 292r-298v.

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la mitad del oficio de Correo Mayor de Milán y diversas rentas de juro castellanos.36 En lo que se refiere a Almendralejo, su asignación a los herederos se concretó a través de diversas iniciativas. En 1637, Battista Serra les cedió las rentas del feudo que se encontraban aún encabezadas sobre él y que suponían un total de 39 959 793 maravedíes.37 En 1643, por decreto real, tales rentas fueron divididas por mitad entre los dos hermanos.38 Eso sí, desde 1641, solo Giovan Francesco ostentaba el título de marqués sobre dicha tierra. En este orden de cosas, la división del patrimonio de Girolamo dibujaba tres claras áreas de influencia que se añadían a una cuarta, Génova, donde todos los ramos continuaron manteniendo importantes lazos. Por un lado, Nápoles, zona reservada al primogénito varón de Giovan Francesco Serra, Giuseppe, futuro duque de Cassano. Aunque la experiencia militar de Giovan Francesco en Milán justificó los estrechos vínculos que tanto él como su mujer, Giovanna Doria Tursi, mantuvieron con el ducado lombardo,39 la 36 Según la declaración realizada por Giovanni Battista Serra en su testamento de 6 de diciembre de 1683, su hermano intentó compensar las cantidades considerables que le debía ofreciéndole el feudo de Strevi con la condición de que, de esta manera, se comprometiera a no pretender nada de sus bienes. Pero la práctica no se completó. En AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Génova, 6 de diciembre de 1683. 37 La cesión fue realizada en Génova por Battista Serra, ante notario, el 23 de junio de 1637. En ASGe, NA, 5841. Solo tres meses después, Battista hizo testamento, muy probablemente para actualizar su estado patrimonial tras la disolución de la fedecommissaria de Girolamo y la aprobación de los repartos definitivos de la herencia del difunto entre su progenie. 38 AGS, DGT, Inventario 24, leg. 617-2, 4. 39 Giovan Francesco Serra formó parte del Consiglio Segreto del ducado y uno de sus hijos, Francesco, fue bautizado el 24 de agosto de 1644 en San Telmo de Milán. En AHN, Consejos, leg. 28271. Por otro lado, Giovanna Doria Tursi estableció en sus testamentos de 1658 y de 1662 cláusulas especialmente dedicadas a instituciones caritativas milanesas, al mismo tiempo que manifestaba sus relaciones estrechas con la ceca de Milán y su voluntad de que se realizaran misas por su alma en dicho territorio. Véase Ben Yessef Garfia, Yasmina Rocío. «Perfiles de nobleza en la Monarquía Hispánica: la familia genovesa de los Serra entre

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obtención de Cassano, como hemos visto, fue el pistoletazo de salida que daría origen al ramo que terminó asentándose de manera estable en el Mezzogiorno. Por otro lado, el ejercicio del oficio de Correo Mayor de Milán, que Battista Serra compró con dineros de Girolamo y que cedió definitivamente a su primo Giovanni Battista en 1639,40 fue significativo en la definición de un espacio Serra milanés. En este proceso incidieron enormemente otros factores, como el matrimonio, el 23 de mayo de 1632, de Giovanni Battista con Lavinia De Marini, hija de Filippo De Marini Castagna, marqués de Castelnuovo Scrivia.41 Por último, Castilla, representada en el momento de la muerte de Girolamo por Almendralejo y por multitud de rentas de juro, se perfilaba como un espacio mixto en el que tanto Giovan Francesco como Giovanni Battista sostenían intereses: además de títulos de deuda castellanos, Giovanni Battista tenía derecho a la mitad de las rentas del feudo extremeño, mientras que Giovan Francesco se beneficiaba de la otra mitad y, a partir de 1641, del título de marqués sobre dicha tierra. Con estos precedentes, cabría pensar que, a diferencia de su primo Battista, los sucesores de Girolamo habrían cultivado sus identidades e inversiones castellanas. Así podría deducirse del hecho de que Giovanni Battista fuera nombrado conde de Villalegre en 1657 o de su lucha encarnecida contra sus sobrinos, iniciada Castilla, Nápoles y Génova (s. xvii)», en Muto, Giovanni y Terrasa, Antonio (eds.), Estrategias culturales y circulación de la nueva nobleza en Europa (1570-1707), Aranjuez, Doce Calles, 2015, pp. 187-209. 40 Concretamente, el 26 de octubre de 1639 Battista Serra reconocía en el oficio a su primo Giovanni Battista en virtud de los capitales que en el pasado le había proporcionado su padre Girolamo para la adquisición del cargo. Las vicisitudes en torno a la peliaguda cuestión del Correo Mayor de Milán en Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio…», cit. 41 Se trata de una familia genovesa establecida en Milán donde consiguió acumular una gran fortuna. Consecuencia de la posición adquirida en la ciudad fue el lujoso palacio proyectado por el arquitecto Galeazzo Alessi. En Podestà, E. Uomini monferrini…, cit., p. 264.

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en 1672, para asegurarse el dominio de las rentas de la mitad de Almendralejo que regentaba su hermano. Sin embargo, como veremos, los litigios al respecto protagonizados por Giovanni Battista estuvieron más relacionados con el reparto desigual que se realizó de los bienes del padre —y que lo dejaron en una situación económicamente menos desahogada respecto a su hermano Giovan Francesco— que con la mayor o menor intención de echar raíces en España. También la distribución de la hacienda de Giovan Francesco entre sus hijos tras su muerte prematura en 1656 contribuye a reconsiderar la dimensión castellana del ramo. De hecho, el fallecimiento del primogénito de Girolamo supuso la acentuación de un proceso paulatino de desvinculación de los intereses «ibéricos», que vino acompañado por la apuesta firme por la integración napolitana de sus vástagos que ya se destacó en el capítulo anterior. En cualquier caso, las cuestiones patrimoniales actuaron siempre como telón de fondo del fenómeno de creación de espacios de identidad. El caso de la sucesión al feudo de Almendralejo constituye una de las manifestaciones más claras de ello. A la muerte de Giovan Francesco Serra, la mitad de las rentas que le correspondían del feudo extremeño fueron destinadas al segundogénito varón, Francesco, mientras que el primogénito, Giuseppe, futuro duque de Cassano, sería el mayor beneficiario del resto del patrimonio, además del sucesor legítimo al título de marqués de Almendralejo.42 El mismo año en el que Giuseppe obtuvo la dignidad de duque en el reino de Nápoles, en 1667, los hermanos establecieron el acuerdo definitivo de reparto de la herencia del padre por el cual Francesco, menor de edad por entonces, aceptaba dos legados del padre, uno de los cuales consistía precisamente en 42 La distribución mencionada fue especificada por Giovan Francesco Serra en su último testamento conocido de 18 de diciembre de 1652 redactado en Génova. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 13, copia del testamento de Giovan Francesco Serra traducida al italiano, 18 de diciembre de 1652.

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la totalidad de las rentas de la mitad de Almendralejo de la que era propietario el padre Giovan Francesco.43 El 9 de febrero de 1672, Francesco q. Giovan Francesco Serra, por entonces habitante de Cassano, vendió su mitad de las rentas que poseía de la villa extremeña a Lorenzo Fernández Becerra, futuro marqués de la Encomienda, por 5000 doblones y 20 000 reales de plata.44 La venta la realizó en su nombre Francisco Maria Vellón [o Viglione], su procurador en Madrid,45 y debe seguramente ponerse en relación con el deterioro que habían sufrido estas entradas durante la guerra con Portugal iniciada en 1640 y que había afectado negativamente a territorios que, como Almendralejo, se hallaban en la frontera con el territorio luso.46 Similares daños sufrieron otras rentas de la zona, como la alcabala de Mérida, que «aunque en los años pasados hayan valido mucha cantidad en los presentes han sido menor respecto de los accidentes de la guerra de Portugal».47

43 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 1, doc. 56. 44 AHN, Consejos, leg. 28271. 45 Se trataba de Francesco Maria Viglione. Gualdo Priorato asegura que este era secretario de Giovan Francesco Serra y que, en el momento de su muerte, se encontraba sirviendo a su esposa, Giovanna Doria. En Gualdo Priorato, G. Vite, et azzioni…, cit. (volumen no paginado). Una escritura de traspaso de juros de Giuseppe Serra q. Giovan Francesco a Francesco Maria Viglione con fecha de 8 de abril de 1675 nos informa de que, por entonces, Viglione era abad y administrador del Hospital de los Italianos de Madrid. En AGS, CME, leg. 1101. Los servicios de Vellón al linaje de Giovan Francesco Serra fueron recompensados por Giovanna Doria Tursi, esposa de Serra, en su testamento realizado en Massa el 4 de julio de 1658 con 500 reales de a ocho una sola vez. En el caso de que el abad hubiera ya conseguido la renta de 300 escudos anuales que estaba intentando obtener del soberano hispánico con la mediación de Giovanna Doria, le dejaba solo un collar de oro por el valor de 100 escudos de cuatro liras cada uno. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 18, testamento de Giovanna Doria Tursi, Massa, 4 de julio de 1658. 46 Sobre las repercusiones de la guerra de Portugal en Extremadura, véase el capítulo 7. 47 AHN, Consejos, leg. 28271, en ocasión del pleito por la encomienda de Almendralejo entre Giovanni Battista Serra y su sobrino Francesco q. Giovan Francesco.

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La transacción supuso el pistoletazo de salida de un largo litigio inaugurado ese mismo año por Giovanni Battista Serra que, como propietario de la otra mitad de Almendralejo y de las alcabalas de la villa desde 1657,48 se arrogaba el derecho de tanteo y, por tanto, de adjudicarse la parte de su sobrino Francesco mediante el pago de la misma suma que había sido ofrecida en pública subasta por el procurador de Becerra. A pesar de los argumentos aducidos por Giovanni Battista, la sentencia de 1673 fue favorable a Francesco.49 La mitad del feudo extremeño que no había sido vendida continuó en manos de Giovanni Battista Serra hasta su fallecimiento en 1684. Pocos años después de su muerte, su primogénito, Filippo, y su segundo hijo varón, Domenico, como era de esperar, protagonizaron una nueva contienda hereditaria que duró hasta 1697 y por la que Domenico obtuvo la concesión de la mitad de Almendralejo,50 mientras que el título de marqués continuaba 48 El mismo año en el que Giovanni Battista obtuvo el título de conde de Villalegre compró las alcabalas de Almendralejo por 35 cuentos de maravedíes. Para su adquisición, Giovanni Battista había obtenido una rebaja considerable: de los 85 cuentos que valía se le descontaron un total de 50. En AHN, Consejos, leg. 28271. 49 AHN, Consejos, leg. 28271. Para hacer valer sus derechos, Giovanni Battista expuso los distintos repartos que se habían realizado de la herencia del padre y el perjuicio que él había recibido de las gestiones que la fedecommissaria y su propio hermano efectuaron de los bienes paternos cuando él aún era menor de edad. Entre sus argumentos, se hallaba una escritura de descargo de conciencia que, teóricamente, Giovan Francesco habría redactado en 1654 para compensar los daños económicos que había infligido a su hermano. La escritura fue presentada por Giovanni Battista en 1676, poco después de que se hubieran rechazado sus pretensiones sobre la mitad de la encomienda vendida por su sobrino Francesco en 1672. El 28 de octubre de 1679 fue declarada una falsificación premeditada a instancias de Giovanni Battista Serra q. Girolamo. Sobre estos aspectos, véase Ben Yessef Garfia, Y. R. Una familia genovesa..., cit., p. 205 (nota al pie). 50 Aunque no conocemos la fecha exacta en la que se originó el litigio, este fue concluido mediante un acuerdo obtenido a través de mediadores el 27 de julio de 1697 que, entre otros bienes y rentas, asignaban a Domenico Serra la parte

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vinculado a los herederos de Giovan Francesco, concretamente a Giuseppe Serra. En lo que se refiere al futuro de la mitad de Almendralejo regentada por Domenico Serra, su falta de descendencia con Maria Agustina Messia Carrillo de Mendoza determinó su transmisión a su sobrina, Lavinia Serra de Filippo, casada con Giovanni Battista De Marini. El pasaje de esta mitad a una mujer decretó la desaparición del apellido Serra en el feudo. El catastro de la Ensenada nos descubre que en 1753 las rentas de Almendralejo se encontraban divididas de esta manera: «el Diezmo y Primicia pertenece de por mitad al marqués de la Encomienda de esta villa que es vecino de ella, y a la marquesa de Serra que lo es de Génova». La «marquesa Serra» no puede ser otra que Lavinia Serra, hija de Filippo. Aunque no era marquesa de Almendralejo, la asignación de este título debe explicarse bien por la posible posesión de un marquesado por parte de su esposo, bien por su cercanía familiar con los marqueses de Almendralejo.51 de Almendralejo que correspondía a su padre, Giovanni Battista. En ASGe, Fondo Famiglie, 66 S. El acuerdo alcanzado respeta parte de los términos establecidos por Giovanni Battista estipuló en su testamento de 6 de diciembre de 1683 según el cual Filippo estaba obligado a pagar una sola vez a su hermano 40 000 reales de a ocho y que, mientras que Domenico no hubiera cobrado esta cantidad, este sería el propietario de la encomienda de Almendralejo. En AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Génova, 6 de diciembre de 1683. 51 La utilización del título de marqués sin que en realidad se hubiera obtenido ya lo detectamos para el caso de Giovanni Battista Serra, conde de Villalegre, designado continuamente en la documentación como «marqués Serra». La mención, estrictamente honorífica, responde probablemente a un «sentido lombardo» del título que permitía que se atribuyera a los hermanos menores el tratamiento nobiliario que ostentaba un hermano mayor. Vistas las estrechas relaciones de los Serra y de los De Marini con Milán, no es de extrañar que el título fuera aplicado ampliamente a otros miembros de la parentela. Agradezco a Roberto Quirós por sus aclaraciones al respecto. El catastro de la Ensenada nos confirma también la completa desaparición de los Serra al frente de Rivadebro. En AGS, Catastro de la Ensenada, Respuestas Generales, L. 134, fols. 191r-221r:191r, interrogatorio de 27 de julio de 1753 en Almendralejo;

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La política patrimonial descrita, de clara influencia hispánica y que determinaba que fuera el primogénito varón el principal beneficiario del patrimonio, además de ser determinante a la hora de definir los distintos espacios de identidad y de poner en peligro la continuidad de la hacienda y del nombre de la familia —como en efecto sucedió cuando Giuseppe Serra q. Girolamo, duque de Cassano, concibió solo hijos naturales— gravaba enormemente al ramo desfavorecido en la división de la herencia. La cuestión no parecía preocupar a Girolamo Serra que, en su testamento de 4 de julio de 1613, establecía claramente que la concesión de las legítimas y de los alimentos que pudieran corresponder o reclamar sus herederos dependía exclusivamente de la liberalidad del primogénito, al mismo tiempo que prohibía cualquier intento de división de los mayorazgos instituidos.52 La capitazione de 1636 nos ofrece datos esclarecedores sobre el estado de la hacienda de los hijos de Girolamo Serra tras la división de la herencia paterna: frente a un patrimonio de 1 383 333 liras genovesas por cuenta de Giovan Francesco Serra, el imponible de su hermano Giovanni Battista alcanzaba cifras mucho más bajas, 957 777.53 En este sentido, podrían tener fundamento las declaraciones realizadas por este último en su testamento de 1683, según las cuales, se hallaba muy endeudado, por lo que no había podido terminar de pagar la alcabala de Almendralejo. Ello justificaría el largo embargo general al que se vieron sometidos sus bienes en

id., L. 208, fols. 1997r-2036r, interrogatorio de 30 de enero de 1752 en Rivadebro (Rivadeo). Villalegre, sin embargo, ni siquiera comparece en el catastro. 52 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, fol. 14r. 53 Sobre la capitazione de 1636, véase Bitossi, C. Il governo..., cit., p. 213. Agradezco a Carlo Bitossi el haberme proporcionado los datos completos para la familia Serra. Es interesante señalar que el patrimonio de Giovan Francesco era superior incluso al de Filippo Spinola, marqués de los Balbases y tasado por un total de 1 290 555 liras.

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España tras su muerte en 168454 y que debió de dañar la fortuna que posteriormente heredó su primogénito, Filippo.55 Giovanni Battista también figuraba como deudor de las lanzas derivadas de su título de conde de Villalegre por el cual se había comprometido a abonar a la Corona 122 400 maravedíes al año junto con el sueldo de cinco soldados. Lo cierto es que desde el 24 de junio de 1657 y hasta finales de 1658 ya debía 186 438 maravedíes.56 Para saldar sus deudas por este concepto, Giovanni Battista Serra ofreció varios juros castellanos. Como ocurriera con la alcabala, el débito fue transmitido a su primogénito, Filippo, que, en 1689, suplicaba al rey que admitiera un juro por valor de 350 000 maravedíes sobre las alcabalas de Murcia que, según el genovés, «tiene entero cabimiento como consta de las certificaciones que se presentaron».57 De hecho, gran parte del problema de los débitos acumulados se debió a la falta de cabimiento de los juros castellanos hasta el punto de llegar a deber a la monarquía 856 800 maravedíes por este concepto a finales de 1688.

54 El embargo solo se levantó en 1701. En ASGe, Fondo Famiglie 66 S. El testamento de Giovanni Battista de 1683 en AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, 3 de diciembre de 1683, Madrid; ASC, Parte seconda, «Volumi di documenti presentati dal duca Luigi Serra alla consulta araldica nel 1924», vol. 44, 8. Aunque no hay duda de las deudas pendientes con la Monarquía que pesaban sobre Giovanni Battista, la práctica del embargo de los bienes de los genoveses que servían al monarca hispánico tras su muerte era un recurso habitual de la Corona para efectuar balance de las cuentas, determinar los posibles pagos pendientes y asegurarse, así, la posibilidad de cobrarlos. Agradezco a este respecto las aclaraciones de Carlos Álvarez Nogal. 55 Al respecto, la esposa de Filippo Serra, Eleonora Spinola, recordaba en su testamento de 16 de marzo de 1714 «i travagli in cui si trova la casa nostra». En ASGe, NA, 10336 bis. Sobre las dificultades inherentes a la herencia de Filippo Serra, véase Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 217-219 y 221-224. 56 AGS, DGT, inventario 24, leg. 730, 13. 57  Ibidem.

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La vinculación repetitiva al primogénito varón de las principales entradas del patrimonio paterno perjudicó también a Francesco Serra q. Giovan Francesco con consecuencias similares a las ya afrontadas por su tío Giovanni Battista, segundogénito como él. Las condiciones precarias en las que quedó Francesco Serra respecto al primogénito, Giuseppe, impulsaron al primero, en 1663, año en el que Francesco aún pertenecía a la orden de los clérigos menores, a pedir ayuda al rey para que este solicitara al embajador español en Roma, el cardenal Pedro de Aragón, que interviniera ante el Papa para que este le ofreciera su apoyo «en las ocasiones que se ofrecieren de vacantes de prebendas» por «la descomodidad de hacienda» que sufría.58 A pesar del interés de los Serra por adquirir títulos de Castilla o por defender encarnizadamente ante sus parientes sus derechos a la percepción de las rentas feudales, lo cierto es que su presencia en el territorio no estaba destinada a durar, tal y como demuestran las operaciones de búsqueda y captura tanto del marqués de Almendralejo y de Rivadebro como del conde de Villalegre protagonizadas por los funcionarios de la Corona desde finales del siglo xvii. La causa aludida era el impago de los impuestos de las lanzas asociadas a los títulos. Si bien Giuseppe Serra había obtenido el 7 de octubre de 1659 un privilegio por el que se le eximía de su abono mientras que estuviera sirviendo en «guerra viva» al monarca,59 lo cierto es que el genovés debió de ir más allá de lo que le consentía la merced. Así, en febrero de 1684, el contador de rentas y quitaciones del rey afirmaba que, por el título de marqués de Rivadebro —concedido a Giuseppe Serra pocos meses antes, concretamente 58 En ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 42, 18, II), despacho del rey dirigido a su embajador en Roma, cardenal Pedro de Aragón, 12 de marzo de 1663. En 1667 se concretó el reparto definitivo de la hacienda paterna entre Francesco y Giuseppe Serra que estableció la asignación a Francesco de la mitad de las rentas de Almendralejo. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 1, 56. 59 AGS, DGT, inventario 24, leg. 686, 7.

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el 6 de diciembre de 1683— ya debía 8719 maravedíes. Tras algunas averiguaciones, se concluía que el marqués se encontraba en Nápoles y se solicitaba que se le escribiera. En octubre de 1698, los ministros regios especificaban que se le había enviado notificación a Nápoles.60 En lo que concierne al título de Villalegre, un documento no fechado, pero de finales del siglo xviii, afirma que, desde 1688, se ignoraba quién era el propietario del condado de Villalegre y su paradero, si bien se sabía que su titular se hallaba conectado con los marqueses de Almendralejo y de Rivadebro que, según las autoridades regias, por entonces residían en Génova.61 No es casualidad que el año 1688 actúe como referencia, puesto que, a pesar de los intentos de Filippo Serra de saldar ese año sus deudas con la Corona por las lanzas del título, es posible que los derechos nunca fueran abonados. Hecho que podría explicar que, desde 1688, faltaran los documentos que testimoniaran la propiedad del condado. De hecho, en 1742 constan nuevas órdenes para procurar el cobro de las lanzas dirigidas al superintendente de Murcia, puesto que el primer conde de Villalegre había estipulado el pago de las mismas a partir de un juro de 350 000 maravedíes sobre las alcabalas de Murcia. Sin embargo, la cobranza del juro —que por entonces se hallaba en cabeza de Lavinia Serra, hija de Filippo, pero que cobraba Giovanni Battista Pallavicini, conde de Yebes— no era fácil, puesto que la contaduría real no estaba segura de a quién pertenecía dicha renta.62 Otro documento de mediados del siglo xviii alude a las comprobaciones realizadas entre los habitantes de la villa de Almendralejo para intentar averiguar el paradero del propietario del título: la población no conocía a ningún márqués de Almendralejo, pero sí a uno de la Encomienda que no podía ser otro que el sucesor 60 AGS, DGT, inventario 24, leg. 743, 15. 61 AGS, DGT, inventario 24, leg. 1093, 12. 62 AGS, DGT, inventario 24, leg. 973, 7.

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de Lorenzo Fernández Becerra: su hijo Lorenzo Isidro.63 Las breves anotaciones que se intercambiaron los ministros encargados de localizar al marqués de Almendralejo y Rivadebro y al conde de Villalegre evidencian las dificultades en las que incurrían las autoridades regias para comprender quiénes eran los verdaderos beneficiarios del título. La incertidumbre no impidió que se confiscaran los bienes de Domenico Serra y de Lorenzo Fernández Becerra, los únicos que, al encontrarse en España, habían sido señalados como los teóricos propietarios del título de Almendralejo. Las protestas y las pruebas aducidas por los afectados condujeron a la liberación de sus rentas en 1702.64 Como ya se refirió, tras la muerte de Domenico Serra sin descendencia, la mitad de Almendralejo pasó a Lavinia Serra, su sobrina, casada con Giovanni Battista De Marini. El retraso en el pago de las lanzas del marqués del feudo extremeño motivó que las autoridades regias retomaran de nuevo el proceso que se concluyó el 21 de abril de 1725 con un informe por el que se establecía que no se perjudicaran las rentas de la mitad de Almendralejo percibidas por Giovanni Battista De Marini, puesto que él no era el titular del marquesado.65 Las averiguaciones se reanudaron en 63 AGS, DGT, inventario 24, leg. 753, 67. Alonso-Cádenas López (2007) confirma que el título de primer marqués de la Encomienda fue concedido el 16 de abril de 1732 a dicho Lorenzo Isidro que, desde 1705 era alcalde ordinario por el estado noble en Almendralejo y caballero de Santiago desde 1719. Sobre los Fernández Becerra y el título de marqués de la Encomienda, véase: De Salazar y Castro, Luis. Elenco de grandezas y títulos nobiliarios españoles, Madrid, Ediciones Hidalguía, 1968, p. 122; Barredo de Valenzuela, Adolfo. Nobiliario de Extremadura, vol. 3, Ediciones Hidalguía, 1998, p. 33; Alonso-Cádenas López, Ampelio y Barredo de Valenzuela, Adolfo. Nobiliario de Extremadura, vol. 8, Madrid, Ediciones Hidalguía, 2003, p. 32; Alonso-Cádenas López, Ampelio. Títulos nobiliarios vinculados a Extremadura, Madrid, Ediciones Hidalguía, 2007, p. 60. 64 El embargo fue levantado el 25 de octubre de 1702. En AGS, DGT, Inventario 24, leg. 876, 2. 65 AGS, DGT, inventario 24, leg. 617-2, 4.

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1788 para el título de Almendralejo y de Rivadebro y, una vez más, se procedió a embargar los frutos de la mitad de la villa en la que habían sucedido los herederos de Giovanni Battista Serra. Esta vez, el afectado fue Giovanni Battista Centurione, marido de Giovanna De Marini (hija de Lavinia Serra y de Giovanni Battista De Marini) y claramente residente en Génova. Los ministros regios parece que aceptaron las explicaciones de su procurador, Felipe Abancino, puesto que el 23 de junio de 1790 se devolvió a Centurione lo incautado.66 El paradero desconocido al que apuntan repetidamente los oficiales reales para referirse a los marqueses de Almendralejo y Rivadebro no era otro que Nápoles y Génova. En el caso de los condes de Villalegre, también Milán. En la determinación de tales destinos, jugó un papel crucial la política de sucesión al patrimonio que los Serra practicaron sistemáticamente, pero también otros factores entre los que se hallaban las alianzas matrimoniales, el papel que jugaban las rentas castellanas y el apego a la madre patria. Si bien se trataba de cuestiones que decretaron un claro viraje de la familia hacia la República y hacia los dominios hispánicos italianos, ello no fue óbice para que, en el imaginario de los Serra, el servicio al Católico y el prestigio que confería formar parte de los circuitos de patronazgo regio se mantuvieran como puntos de referencia ineludibles a la hora de definir las identidades actuadas por la familia.

66 Fue el apoderado de Giovanni Battista Centurione, Felipe Abancino, el que ante la noticia del nuevo secuestro, se dirigió a la subdelegación general para expresar que su representado era el dueño de la mitad de la encomienda, pero que puesto que no poseía el título de Almendralejo, no podía ser responsable de las deudas por el impago de las lanzas y medias annatas que se reclamaban. En AGS, DGT, Inventario 24, leg. 720, 6.

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3. ¿Castilla

o Italia? Entre el interés y el distanciamiento

Como se anticipó en el capítulo precedente, la complejidad inherente a las formas de identidad presentes en el seno de un grupo o puestas en práctica por cada uno de los individuos que lo componían obliga a la consideración simultánea de numerosos aspectos, cuyo estudio difícilmente conducirá a respuestas unívocas o concluyentes sobre el sentimiento de pertenencia, las afinidades políticas, la cultura y las mentalidades de los sujetos. A pesar de la dificultad para aferrar en el tiempo las diversas identidades que manejaban los individuos, el análisis de los múltiples factores de los que estas dependían contribuye a ofrecer un cuadro más cercano a la realidad vivida por comunidades transnacionales como la genovesa que, en sus acciones concretas, desvelaban retazos de una identidad lábil y multiforme que explican la perdurabilidad de sus servicios al soberano hispánico, la conservación y el aumento de su patrimonio y la adquisición de mayor reputación y autoridad en la madre patria. Entre los elementos que contribuyen a caracterizar la específica identidad filohispánica de los Serra, los enlaces matrimoniales constituyen uno de los más interesantes. De una familia cuya fortuna se basaba en los negocios que mantenía con el Católico, al que sirvió durante al menos tres generaciones y durante más de un siglo, cabría esperarse una política matrimonial que privilegiara las alianzas con miembros de la aristocracia castellana. Sin embargo, los Serra se caracterizaron por la recurrencia a matrimonios endogámicos entre individuos de la misma familia (tío-sobrina; primo-prima) o bien a uniones con sujetos pertenecientes a la nobleza vieja genovesa. A diferencia de otras familias ligures que, como la estirpe de Ambrogio Spinola,67 establecieron alianzas variegadas entre las 67 Los planes matrimoniales de Ambrogio Spinola suponían la aplicación de una vía mixta que contemplaba el casamiento de su hijo Filippo Spinola con una

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que se incluían aquellas con miembros de la nobleza castellana, los casamientos de este tipo fueron concertados raramente por los Serra. Si consideramos las tres generaciones sobre las que se ha basado este trabajo,68 solo a partir de la tercera se observa una cierta apertura hacia individuos externos al linaje o a la filiación vecchia. Así, Giuseppe Serra q. Giovan Francesco casó con Anna Maria Trivulzio, familia milanesa; su hermana, Teresa Artemisia, lo hizo con Cesare Visconte, perteneciente a una de las casas de la nobleza lombarda más prestigiosas; Domenico Serra q. Giovanni Battista contrajo nupcias con Maria Agustina Messia Carrillo, del linaje Mendoza, por tanto, castellana; Maria Serra q. Ottavio, casó en primeras nupcias con Fernando Messia de Prado, napolitano de orígenes castellanos y en segundas con Giovanni Battista Coqui, de origen milanés. En la cuarta generación hallamos matrimonios con estirpes napolitanas de enorme peso en el Mezzogiorno: concretamente, los hermanos Marianna y Giuseppe Maria Serra, este último segundo duque de Cassano y ambos hijos de Francesco Serra q. Giovan Francesco, enlazaron con los príncipes de Torella, Antonio y Maria Rosa Caracciolo, respectivamente. De estos datos se deriva que, en los momentos de mayor apertura, la familia manifestó una neta preferencia por contraer nupcias con nobles de los dominios hispánicos en Italia (Milán y Nápoles). Solo en dos casos específicos se produjo el enlace con

eminente dama genovesa, Girolama Doria, mientras que su hija, Polissena Spinola, contrajo nupcias con el marqués de Leganés, mano derecha del conde duque de Olivares. En Herrero Sánchez, M., «La red…», cit. 68 Como primera generación, nos referimos a Girolamo, Antonio IV y Giovanni Battista Serra q. Paolo II; la segunda estaría compuesta por los sucesores de Girolamo —Giovan Francesco, Giovanni Battista y diversas hermanas—, los de Antonio IV —Battista y sus hermanos—; y el hijo de Giovanni Battista q. Paolo II y artífice de la aventura napolitana, Ottavio Serra; la tercera consiste en la progenie de los apenas mencionados. Para una mejor comprensión, remitimos a los árboles genealógicos presentes al final de este trabajo.

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sujetos de la aristocracia castellana: Domenico Serra q. Giovanni Battista con María Agustina Messia Carrillo y Maria Serra de Ottavio con Fernando Messia de Prado. Sin embargo, es de reseñar que Fernando Messia de Prado, era claramente un jenízaro, un español napolitanizado. Más llamativo es el hecho de que la apertura que se aprecia en los descendientes de los hermanos Girolamo y Giovanni Battista Serra no se observa en los de Antonio IV, del que derivaron los ramos de Battista Serra y sus hermanos: estos concertaron matrimonios repetidamente con genoveses de la nobleza vieja, a excepción de Elena, hija de Paolo q. Antonio IV, que casó con Ludovico Sauli q. Antonio IV, noble nuevo genovés.69 Por otro lado, en la progenie de Antonio IV no existe ni siquiera un matrimonio con un castellano. Las características señaladas pueden ayudar a entender por qué el linaje Serra en sus diversos ramos no se implantó en Castilla. El fenómeno, como se ha evidenciado, se vio en particular acentuado en el ramo de Antonio IV del que descendió Battista Serra que, a pesar de los servicios continuos dispensados al monarca hispánico y a los intereses que mantenía en la Península Ibérica, se mantuvo férreamente anclado en Génova, bien por interés propio, bien porque sus hipotéticos intentos por obtener títulos castellanos fueron desatendidos por el rey. Entre las causas que pueden explicar el aparente desapego que mostraron los Serra hacia la Península Ibérica, es inevitable señalar las condiciones en las que se hallaban las rentas castellanas y las dificultades del rey para erigirse en garante de las mismas. El problema afectaba a los intereses genoveses en los diversos dominios

69 La endogamia practicada en relación a las diferencias entre nobleza nueva y vieja no fue exclusiva de este ramo de los Serra. Otras familias genovesas, como los Balbi, pertenecientes a la nobleza nueva, se orientaron exclusivamente hacia matrimonios con miembros nuevos, tal y como han demostrado las investigaciones de Grendi, E. I Balbi..., cit.

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hispánicos, pero la mayor presión fiscal y la avalancha de vellón a la que se vio sometida Castilla pudo haber penalizado especialmente los rendimientos de las entradas que los genoveses poseían en este reino. Las décadas de 1630 y 1640 fueron especialmente duras en este sentido, años en los que los secuestros de las rentas de los extranjeros se erigieron en una práctica común para atender a las urgencias hacendísticas y en los que la guerra, sobre todo la de Portugal, perjudicó enormemente la rentabilidad y la recaudación de los juros que poseían los Serra en este territorio. No obstante, a pesar del contexto convulso que hacía insegura la percepción de estas entradas, el deterioro de la calidad de las rentas como posible causa del distanciamiento de los Serra de Castilla debe interpretarse con la debida cautela. A pesar de la supuesta devaluación de los juros castellanos a la que se asiste,70 la familia no se desprendió totalmente de estas fuentes de inversión71 y, como hemos visto, en algunos casos fueron fuente de largos litigios suscitados por los sujetos de la familia que se vieron más afectados por la adopción de métodos de sucesión que favorecían al primogenito varón. Una de las razones que explican el interés por estas entradas la hallamos en el hecho de que muchas de ellas constituían el sustento en Génova de aquellos elementos «débiles» del linaje, es decir, aquellos que se veían más damnificados por la política de sucesión al patrimonio ya descrita, como las mujeres o los segundogénitos. Asimismo, los juros posibilitaban la ejecución de las voluntades testamentarias de los fallecidos que se traducían las más de las veces 70 La cuestión, dada por descontado demasiadas veces por la historiografía, requeriría de un análisis más profundo que tuviera en cuenta aspectos, como la tipología de los juros afectados por la coyuntura o la diferencia entre el precio de compra del juro y el principal efectivamente pagado por sus propietarios. 71 Así por ejemplo, el ramo de Cassano contaba con un buen número de rentas situadas en España en el siglo xviii, como testimonian sendos documentos sin fechar, pero redactados en el período señalado: ASC, Parte seconda, Scritture di Spagna, vol. 41, parte II, docs. 1 y 6.

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en la institución de capellanías o de obras pías a favor de diversas entidades piadosas o de los sujetos de la familia más desprotegidos. Así por ejemplo, el 3 de julio de 1671, Giovanni Battista Serra, como patrón y administrador de las obras pías genovesas de su padre, Girolamo Serra, recibía privilegio por la mitad de cinco juros castellanos que habían sido adquiridos por la fedecommissaria de Girolamo para el sustento de los legados testamentarios del difunto. La propiedad de estos títulos de deuda fue reclamada el 18 de septiembre de 1705 por Filippo Serra, hijo de Giovanni Battista, lo cual testimonia la importancia que, a principios del siglo xviii, seguían revistiendo estas rentas para la familia.72 El interés de los genoveses por mantener estas rentas que, además de sufrir los embates de la política fiscal de la monarquía requerían de una extensa red de confianza en la Península Ibérica para poder recaudarlas,73 debe ponerse en relación con las técnicas desarrolladas por los hombres de negocios para evitar que sus entradas se vieran golpeadas por las confiscaciones. En concreto, desde la década de 1630 se sabe de la práctica de pedir al rey, por 72 Los juros en cuestión eran los siguientes: uno de 28 125 maravedíes anuales sobre las alcabalas de Granada; otro por el mismo valor sobre las salinas de Andalucía; otro por 22 914 maravedíes anuales situados en el servicio extraordinario de Sevilla; 126 361 maravedíes anuales sobre alcabalas de Jaén; y, por último, 65 625 maravedíes sobre alcabalas de Carmona. En AGS, CME, leg. 803, 33 73 Como ya se mencionó, en 1617, cuando Battista estaba a punto de regresar a Génova después haber ejercido como diputado del Medio General de 1608 y tras su misión diplomática como agente de la República en Madrid, cedió la gestión de todos sus negocios en la península a su primo Francesco Serra de Giovanni Pietro II. Tras la muerte de Francesco Serra, que había sido procurador de sus parientes de Génova al menos hasta la década de 1630, los Serra no parece que hayan tenido otros parientes en la península cuya presencia estable haya garantizado la correcta recaudación de sus rentas. El fenómeno se detecta sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo xvii, cuando era evidente el poco interés de los Serra en residir en sus feudos castellanos. De esta manera, las funciones referidas recayeron sobre otros genoveses. Así por ejemplo, entre 1722 y 1735 sabemos que era un miembro de la familia Pallavicino el que se encargaba de percibir las rentas de los maestrazgos de Santiago en nombre del duque de Cassano. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 3, 14.

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parte de los propietarios de juros, las llamadas «reservas» con el objetivo de que determinadas rentas fueran inmunes a posibles expropiaciones. La reserva era de potestad exclusiva del rey, por lo que de él dependía su aplicación efectiva en cada momento y su derogación, si se creía necesario. A partir de 1649, la concesión de este privilegio se reglamentó y se vinculó a todas aquellas entradas de instituciones eclesiásticas o pías relacionadas con los llamados «cuatro géneros»: es decir, aquellas vinculadas al mantenimiento de los monasterios de monjas, a la redención de cautivos, al sustento de los hospitales y establecimientos de caridad y al sufragio de los gastos para la celebración de la festividad del Corpus Christi.74 A este respecto, nos consta que Giovanni Battista Serra, como patrón de las obras pías de su padre Girolamo, concedió varios poderes en la década de 1670 a diversos conventos castellanos para que recaudaran los juros apenas mencionados y para que dijeran misas por el alma de Girolamo.75 Entre ellos destacan el convento de Nuestra Señora de la Merced Calzada de Murcia, el homónimo de Granada, el de los padres trinitarios descalzos de Madrid y el de Nuestra Señora de la Merced para la redención de cautivos de Jaén.76 En su testamento de 6 de diciembre de 1683, Giovanni Battista Serra expresaba su deseo de que los «juros que están reservados y están

74  Sanz Ayán, Carmen. «La evolución de los juros en el reinado de Carlos II», en Saavedra Vázquez, María del Carmen (ed.), La decadencia de la monarquía hispánica en el siglo xvii: viejas imágenes y nuevas aportaciones, Madrid, Biblioteca Nueva, D. L., 2016, pp. 147-164. 75 Se trata de los mismos juros que estableció en su testamento de 6 de diciembre de 1683 para financiar sus propias capellanías. En AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Génova, 6 de diciembre de 1683. Se trataba de un total de 1 249 154 (en el documento se especifica 1 249 153) distribuidos de la siguiente forma: 113 000 maravedíes en alcabalas de Murcia; 56 250 en alcabalas de Granada; 274 989 en alcabalas del Campo de Calatrava; 532 402 en alcabalas del marquesado de Villena; 45 828 sobre el servicio ordinario y extraordinario de Sevilla; 56 250 en salinas de Andalucía y nuevo impuesto de la mar; 170 435 sobre alcabalas de Badajoz. En id. 76 AHN, Consejos, leg. 28271.

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aplicados a la limosna de misas» se debían cobrar por las religiones «que estuvieren en los lugares de la situación de los juros o u cercanía» a las que los ejecutores de su testamento debían dar poderes y que, en cambio debían hacer misas por su alma en sus respectivas sedes. Para Giovanni Battista, era preferible asignar la recaudación del juro a una institución eclesiástica antes que a un procurador, así como establecer las misas en iglesias españolas, ya que [...] si se hubiesen de cobrar los juros por medio de procuradores no solo no lo hicieran con la diligencia que lo harán las dichas religiones y se descuidarán en la paga de lo que cobrasen fueran mayores los gastos. Era preciso reducir el dinero a plata y pagar el premio, remitirle a Madrid, pagar conducción, encomiendas que estuviese en Madrid y en Génova en manos del heredero pagando cambios con que cien reales cobrados no habían de servir los cincuenta para misas quedando cargadas las conciencias de los herederos y declaro los motivos que en esta disposición tengo por disculpa del cargo que se me puede hacer de que se hubiesen de celebrar dichas misas en Génova pareciéndome hayan de preceder los motivos tan grandes que acabo de referir.77

El fenómeno de la reserva podría explicar, no solo el carácter aparentemente piadoso de los genoveses que, destinando algunos de los juros que poseían al mantenimiento de obras pías podían blindar su patrimonio ante posibles secuestros, sino también su interés por mantener estas rentas a pesar del contexto precario que atravesaban y del asentamiento definitivo de sus propietarios fuera de Castilla. De este modo, los títulos de deuda castellanos destinados a la financiación de obras pías podían ofrecer ciertas garantías y erigirse en fuentes de inversión fiables para el patrimonio familiar, 77 AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Génova, 6 de diciembre de 1683.

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puesto que sus dueños tenían asegurada su recaudación incluso en aquellos momentos críticos en los que la Corona barajase la aplicación de confiscaciones. Asimismo, el juro de reserva destinado a capellanías que debían celebrarse en Castilla obliga a matizar la interpretación de este fenómeno como un síntoma de la pérdida de identidad por parte de los genoveses desplazados. En el caso de Giovanni Battista Serra, distante durante años de la República como él mismo declaró en su testamento, las capellanías en iglesias castellanas y no genovesas respondía a una lógica económica que en nada menoscaba la afinidad que Giovanni Battista q. Girolamo podía manifestar por la madre patria. Esta perspectiva de análisis de las obras pías obliga, por tanto, al redimensionamiento de su significado y su utilidad para los sujetos que las fundaban en sus legados testamentarios. Si bien la contabilidad oficial nos presenta la obra pía como un instrumento destinado al apoyo de los pobres (poverelli), [...] la imagen real es la de un ente financiero que desarrolla, con el consenso tácito de todos sus controladores, casi todas las funciones bancarias: desde la recaudación de los depósitos remunerados a intereses corrientes, al préstamo con interés, al depósito fiduciario y legal de grandes sumas que producen conspicuos rendimientos, a pesar de la prohibición estricta de reinvertirlas en el mercado.78

78 Traducción propia del texto original: «l’immagine reale è quella di un ente finanziario che svolge, oramai col tacito assenso di tutti i suoi controllori, quasi tutte le funzioni bancarie: dalla raccolta dei depositi remunerati a tassi correnti, al prestito a interesse, al deposito fiduciario e legale di grosse somme che fruttano cospicui rendimenti, nonostante il divieto perentorio di reimmetterle sul mercato». En Landi, Fiorenzo. «Per una storia dei falsi in bilancio: le contabilità pubbliche dei conventi e dei luoghi pii», en Pastore, Alessandro y Garbellotti, Marina (eds.), L’uso del denaro. Patrimoni e amministrazione nei luoghi pii e negli enti ecclesiastici in Italia (secoli xv-xviii), Bolonia, Il Mulino, 2001, pp.41-62:55.

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El interés por mantener las rentas castellanas fue paralelo al que la familia mostró por seguir sirviendo al soberano hispánico y participando de su política de patronazgo a pesar de la crispación que caracterizó las relaciones entre Génova y el Católico en las décadas de 1630 y 1640, y que vino de la mano del auge de republichisti y malafectos, críticos con la alianza hispano-genovesa, en el gobierno de la República. La política del soberano hispánico de perjudicar a aquellos genoveses malafectos o antiespañoles y de beneficiar solo a aquellos que le servían fielmente no fue siempre de fácil aplicación: la necesidad urgente del rey de obtener liquidez mediante la imposición de tasas y secuestros a la comunidad ligur o la exigencia de donativos forzosos a sus súbditos a cambio de garantías sobre los privilegios que les fueron concedidos en el pasado fueron factores que caracterizaron los últimos años de vida de Battista Serra q. Antonio IV. No obstante, los Serra supieron procurarse siempre un trato de favor alegando los ingentes servicios a la Corona que proporcionaban al monarca desde hacía varias décadas. Prueba de ello fue la orden impartida por el Católico al virrey de Nápoles, el duque de Medina de las Torres, para que, a la hora de aplicar el secuestro de las tercias de extranjeros decretado en 1641, se considerara a los hermanos Battista y Paolo Serra como naturales del reino.79 En cualquier caso, como ya se afirmó en otra parte, algunos de los miembros de estos grupos que cuestionaban el vínculo con España formaban parte de la red de parientes y socios de los Serra. Así por ejemplo, Pier Maria Gentile era un republichista declarado y Girolamo De Marini y Raffaele della Torre figuraban entre los llamados malafectos. A diferencia de lo que pudiera pensarse, la presencia de estos elementos entre los contactos de los Serra aumentaba, sin duda, su capacidad de interlocución y explica

79 Sobre el mismo, véase el capítulo 7.

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que en momentos de gran tensión entre ambos socios —como el que desencadenó, en 1654, el secuestro de los bienes que los genoveses poseían en los dominios italianos del Católico— fuera un Serra (Giovanni Battista q. Girolamo) el elegido para mediar entre el Católico y Génova. La persistencia de los Serra en el servicio al soberano hispánico no siempre los hizo inmunes a las situaciones de tensión. Es más, estas suscitaron entre los descendientes de Girolamo Serra la distinción entre servir al rey y servir a los ministros del rey. Así, si bien la fidelidad al soberano hispánico nunca fue cuestionada, los tratos con los ministros del monarca atravesaron momentos difíciles en la época de Olivares. De hecho, el ascenso de la «facción» de Olivares dio inicio a una nueva era que contrastaba visiblemente con aquella en la que Battista Serra había hecho fortuna a principios del siglo xvii, cuando formaba parte de la Diputación del Medio General de 1608 y contaba entre sus amigos con algunos de los representantes más destacados del gobierno lermista, como Alonso Rodríguez de Prado. Las cartas enviadas a la República por Battista Serra, embajador ordinario de Génova en Madrid entre 1622 y 1627, son elocuentes de los cambios que se produjeron en el contexto cortesano con el ascenso de Olivares. En estos años, el conflicto más sonado en el que se vio implicado Battista fue el que tuvo como protagonista el Correo Mayor de Milán, exigido por primera vez por la Real Hacienda en diciembre de 1621. Las reivindicaciones de la regalía, en las que ejerció un papel fundamental el gobernador de Milán, turbaron enormemente a sus administradores, Battista Serra, su primo Giovanni Battista Serra y Paolo Francesco Doria (cuñado de este último al estar casado con su hermana, Artemisia Serra) que, a su vez, se hallaban enfrentados entre sí para hacer valer sus propios derechos sobre el oficio.80

80  Ben Yessef Garfia, Y. R. «Entre el servicio a la Corona...», cit.

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Los conflictos con los ministros hispánicos también afectaron al primogénito de Girolamo. Prueba de ello fue el acoso al que se vio sometido Giovan Francesco Serra durante su carrera militar al servicio del rey: primero en Milán, donde sostuvo importantes divergencias con Leganés y Caracena, y con posterioridad en Cataluña como gobernador de armas y maestro de campo general. Precisamente, su envío a Cataluña constituyó una especie de exilio con el fin de alejarlo de las tensiones entre la nación española e italiana en las que Giovan Francesco participó abrazando la causa de esta última. Aunque los altercados de este período fueron motivados principalmente por las necesidades de la Real Hacienda ante la guerra, no hay duda de que estos influyeron en la imagen que los Serra comenzaron a dibujar de los ministros regios del círculo de Olivares. En una de las misivas que Lavinia Pallavicino mandó el 8 de abril de 1655 a su primo Giovanni Battista Serra q. Girolamo le comunicaba la muerte del marqués de Leganés sin esconder un cierto tono de júbilo: Veo cómo el marqués de Leganés se había ido al Paraíso; no [lo] he sentido grandemente porque con esta espero que cesará la marea que me parece que Vuestra Señoría tiene en contra.81

La reacción de Giovan Francesco Serra ante este contexto fue bien distinta de la exhibida por otros genoveses al servicio del monarca hispánico, como los Spinola. Ya se han evidenciado las diferencias sustanciales entre la política matrimonial de los Serra y la practicada por los Spinola, marqueses de Balbases. Respecto a la

81 Traducción propia del texto original: «Vedo come il Marchese di Leganés se ne era andato in Paradiso; non ho sentito grandemente perchè con questa spero che sarà cessata in parte la marea che mi pareva che V. S. avesse contro». En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 150, carta de Lavinia Pallavicino (Génova) a Giovanni Battista Serra (Madrid), 8 de abril de 1655.

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relación de estos últimos con los ministros del rey, es significativa la recomendación que Filippo Spinola, primogénito de Ambrogio, realizó a su hijo en su testamento de 1659: que sirviera al valido, Luis de Haro, en todo y para todo.82 Por el contrario, los sucesivos desencuentros que Giovan Francesco mantuvo con los ministros hispánicos seguramente explican que, en su último codicilo, aconsejara a sus descendientes que, [...] entren en servicio del Rey en pudiendo, y derramen en él su sangre y sus vidas, y gasten su hacienda. Pero les pido no entren nunca en cuentas con los ministros del rey.83

La dura afirmación realizada por Giovan Francesco Serra en su testamento refleja una coyuntura que ya había vislumbrado el embajador español en Génova, Francisco de Melo, en la década de 1630. En una misiva enviada por de Melo a Felipe IV para responder a la orden de Madrid de enviar una lista de los genoveses bienafectos y malafectos a la Monarquía, el embajador aseguraba que, Algunos, aún de los más viejos [refiriéndose con ello a miembros de la nobleza vieja, como lo eran los Serra] truecan el pensamiento por agravios que piensan les hacen los ministros en tan diferentes reinos de Vuestra Majestad como ellos tratan y, por negociaciones de los enemigos o por beneficios o reconocimiento de los amigos, con que cada año y aún en menos tiempo parecen diferentes hombres en Génova, donde la variedad es la naturaleza y más antiguo modo de proceder de esta gente.84 82 Sobre el consejo de Filippo Spinola a sus hijos en su testamento de 1659, véase Herrero Sánchez, M. «La red…», cit., p.125. 83 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, n. 16, codicilo de Giovan Francesco Serra, Gerona, 10 de octubre de 1653. 84 Las cursivas son mías. AGS, Estado, leg. 3591, 75, carta de Francisco de Melo, embajador español en Génova, a Felipe IV, 17 de marzo de 1633, fol. 221r.

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Las palabras de Giovan Francesco no siempre hicieron mella en sus hijos. Aunque Giuseppe Serra se había confirmado como servidor del soberano hispánico en 1667, año en el que se produjo su nombramiento como primer duque de Cassano, poco después, en 1672, fue acusado de alta traición por haber aceptado el cargo de maestro de campo de Génova con motivo de la invasión de la República por parte de Saboya. La polémica no dejaba de tener cierta importancia sobre todo si se tienen en cuenta los privilegios que poseía Giuseppe Serra a cambio de prestar sus servicios al Católico en «guerra viva» y que, como ya se mencionó, comprendían la omisión del pago de las lanzas que se derivaban de su título de marqués de Almendralejo.85 Tras la muerte de Giuseppe sin descendencia legítima en 1715, fue su sobrino Giuseppe Maria, hijo de Francesco, el que tomó las riendas del patrimonio del tío. El cambio de dinastía no constituyó un hito en los servicios de los Serra de Cassano al nuevo regente. De hecho, mantuvieron óptimas relaciones con los Habsburgo austríacos, con los que acordaron contratos de aprovisionamiento de trigo para los ejércitos imperiales.86 Por otro lado, los descendientes de Antonio IV Serra que, como se recordará, constituían el ramo de la familia menos inclinado a matrimonios exogámicos y para el cual no se detecta su inserción en el sistema de patronazgo regio, mostraron, una vez más, su capacidad de adaptación a la nueva situación tras la muerte de Battista Serra en 1643. Los sobrinos de este último, en lugar de trazar un programa de medidas enfocado a erradicar definitivamente sus intereses en los dominios hispánicos o a romper con la tradición de prestaciones al monarca Católico, se decantaron por la continuidad. Stefano y Girolamo Serra, hijos Francesco 85 Sobre la indignación que provocó entre los ministros hispánicos la actuación de Giuseppe Serra, véase AGS, Estado, leg. 3383, docs. 183 y 184; id., leg. 3365, docs. 48 y 49. 86 Covino, L. Governare il feudo..., cit., p. 177.

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q. Antonio IV, constituyen un claro ejemplo de ello: Girolamo (1624-1697), como ya refirió en otro capítulo, protagonizó diversos asientos de munición al servicio del monarca hispánico, mientras que Stefano (1619-?) fue el que tomó el relevo de su tío Battista al frente del asiento de las dos galeras que este regentaba. En esta sucesión de servicios, con toda probabilidad debieron de incidir las cantidades que el soberano Católico adeudaba a Battista. De esta manera, la continuidad en los tratos con la Monarquía Hispánica era consustancial a la naturaleza del sistema financiero de la Corona en el que los banqueros solo podían obtener garantías de compensación de sus deudas mediante la subscripción de nuevos préstamos. Ello explica, por ejemplo, la aparición de los Serra como banqueros destacados de la Real Hacienda tras la suspensión de pagos de 1596 y el sucesivo Medio General de 1598, así como su confirmación como tales, por encima de otros financieros genoveses, tras la constitución de la Diputación del Medio General de 1608 de la cual Battista Serra fue miembro. La cuestión es de singular relevancia pues permite introducir una brecha entre los conceptos de servicio y lealtad que, aunque podían y solían erigirse en dos caras de una misma moneda que se retroalimentaban mutuamente —como claramente ponen de manifiesto las declaraciones de Giovan Francesco Serra en su testamento—, su simbiosis no debe nunca darse por descontada, ya que, como se ha demostrado, en la sucesión de servicios ofrecidos al monarca por una familia intervenían factores múltiples y no siempre atribuibles a la existencia de una fidelidad incuestionable. Los aspectos hasta aquí analizados revelan una relación de los Serra con Castilla y con el monarca hispánico definida por altibajos y por trayectorias específicas en cada uno de los ramos estudiados. El denominador común que caracterizó a todos ellos fue su interés por los territorios italianos bajo dominio del Católico: Milán y Nápoles. En Milán, Girolamo Serra poseía multitud de rentas antes incluso de que su sobrino Battista adquiriera la perpetuidad del

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oficio de Correo Mayor de este Estado. Su hijo Giovan Francesco Serra fue miembro del Consiglio Segreto y residió por largos períodos en el ducado mientras participaba en las campañas militares del norte de Italia. Asimismo, sus hijos fueron objeto de una estratégica política matrimonial dirigida a enfatizar las alianzas con aristocracias lombardas como los Trivulzio y los Visconte; su hermano Giovanni Battista era propietario de varias viviendas en Milán y titular de una de las mitades del Correo Mayor del ducado, cuya perpetuidad fue comprada por su primo Battista en 1604. Este protagonizó también en Milán diversas misiones diplomáticas por cuenta de Génova. Además, casó con Lavinia De Marini, familia genovesa que, como ya se refirió, se hallaba afincada en este territorio en el que, por otro lado, Giovanni Battista intentó integrarse como señor feudal mediante la adquisición del feudo Casalmaggiore, en la actual provincia de Cremona en la década de 1640. Aunque la batalla por la obtención del feudo mencionado la ganó el ya citado Cesare Visconti, este hecho y la compra de palacios en la ciudad denota el interés de Giovanni Battista q. Girolamo por construirse un patrimonio en el ducado.87 El primogénito de Giovanni Battista, Filippo, aceptó, en 1685, el fideicomiso que fundó su padre en su nombre y que incluía el título de conde de Villalegre. Pero en 1697, cuando llegó a un acuerdo con su hermano Domenico para la distribución de la herencia del padre, constaba su residencia en Milán. Es muy probable que habitase en el ducado desde antes de esa fecha pues, como

87 El feudo fue definitivamente asignado a Visconte en 1644. La condición de cuestor del Magistrato Straordinario milanés propició que se aceptara la oferta de Visconte, a pesar de ser menor de las presentadas por los otros candidatos. En Signorotto, G. Milán español…, cit., p. 185. Giovanni Battista Serra es citado por el autor como Battista Serra. Sin embargo, se trata indudablemente del hermano de Giovan Francesco Serra, puesto que, en 1644, Battista q. Antonio IV ya había fallecido.

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se recordará, ya en 1688, los ministros de Carlos II declaraban desconocido el paradero del conde de Villalegre. En lo que concierne a Nápoles, ya se ha mencionado que los inicios de las actividades económicas de los Serra al servicio de la Monarquía Hispánica se produjeron en Nápoles, verdadero campo de entrenamiento de la familia en el que adquirir conocimientos comerciales y financieros. Después de las experiencias napolitanas de los hijos de Paolo II (Antonio IV, Giovanni Battista y Girolamo) llevadas a cabo entre las décadas de 1560 y 1580, fueron Ottavio q. Giovanni Battista y Giovan Francesco Serra q. Girolamo los artífices del asentamiento de la familia en Nápoles mediante la adquisición de feudos en 1619 (Carovigno) y 1622 (Cassano). En el caso de Giovan Francesco Serra, este fue el responsable de la creación de un ramo, el de los Serra de Cassano, destinado a formar parte fundamental de la historia del reino.88 En Nápoles, como ya se precisó, los Serra de Cassano se dotaron de un monumental palacio en 1679 y consiguieron acceder, en 1680, al seggio de Portanova que suponía su participación en las instituciones de gobierno del virreinato. Giovan Francesco Serra, primer señor de Cassano, ya había determinado el deseo de que sus herederos universales perpetuaran su linaje en Nápoles cuando indicaba en su codicilo que la tutoría de sus hijos debía regirse por las leyes vigentes en este reino.89 Sin embargo, Giovan Francesco mantuvo un sentimiento de pertenencia a la madre patria, deducible de las mandas testamentarias y codicilos ya mencionados. También su hijo Francesco —que sucedería en el feudo como 88 Sobre el protagonismo de este ramo en los acontecimientos de la República Napolitana de 1799, véase Rao, Annamaria. La repubblica napoletana del 1799, Roma, Tascabili Economici Newton, 1997. 89 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, n. 16, codicilo de Giovan Francesco Serra, 10 de octubre de 1653. Tutoría concedida a su primo Nicolò Serra en el caso de que su esposa, Giovanna Doria, hubiera muerto. Para el ejercicio de la tutela, Giovan Francesco asignaba a Nicolò 3000 ducados napolitanos al año. Nicolò podría tratarse de uno de los hijos de Giovanni Pietro II.

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segundo duque de Cassano— que, con motivo de su casamiento con la viuda Laura Doria, marquesa de Assigliano, recibió de su hermano Giuseppe diversas casas en Génova vinculadas a través de un fideicomiso.90 La dimensión tripartita —entre Milán, Génova y Nápoles— del patrimonio y de la identidad de Giovan Francesco se pone nuevamente de manifiesto en la designación de las personas de confianza a las que su viuda, la marquesa Giovanna Doria, debía dirigirse en caso de necesidad.91 Para ello, Giovan Francesco designaba distintos sujetos en los tres territorios mencionados. Así, en el caso de que su viuda se hallara en Génova, esta podía encontrar consejo en la duquesa de Tursi (la Maggiore); la princesa de Avella; Maddalena Serra (su hermana); el duque de Tursi; el duque de Sesto (Paolo Spinola, marqués de Balbases); Giovanni Battista Serra (su hermano); el príncipe Vincenzo Giustiniano (de la Compañía de Jesús); Raffaele Della Torre; el doctor Pietro Francesco Serra; y Tobia Negrone. En Milán podía dirigirse a Diego Zapata o a quien en ese momento fuera Gran Cancelliere del ducado; al presidente del Senato Cusani (refiriéndose al marqués Luigi Cusani); al cardenal Giovanni Borromeo; al senador Patelano (se trataba probablemente de Carlos Patelano); al capitán de justicia Villani; al cardenal Alberto Visconte; y al señor Filippo Resta. Los contactos en Nápoles no fueron de la envergadura de los exhibidos por Giovan Francesco Serra en Milán que, como se ha visto, comprendían algunos de los principales cargos de la jerarquía de gobierno del ducado. Sin embargo, también en el Mezzogiorno, Giovanna Doria podía contar con egregios apoyos. En concreto, 90 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 2, 48, 25 de abril de 1692, Nápoles. A la donación del fideicomiso, Giuseppe Serra añadió 100 000 ducados para la celebración del matrimonio del hermano para que la nueva familia pudiera mantener un nivel de vida adecuado a su estatus. Eso sí, si Francesco hubiera muerto sin hijos, los 100 000 ducados se debían restituir a Giuseppe Serra. 91 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, n. 14, codicilo de 19 de diciembre de 1652, Savona.

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con Giovanetto Doria; con los regentes Sofia, D. Alonso Doca y Ettore Capecelatro; con el consejero Carlo Brancaccio; don Nicolò Serra;92 y con el archidiácono Fersi. A pesar de la relación distante de los Serra estudiados con Castilla, el profundo interés que mostraron en proteger sus rentas y en obtener títulos de nobleza en la Península Ibérica, así como en asentarse y en cultivar las relaciones en los territorios italianos bajo dominio hispánico, denota que las tres generaciones de la familia analizadas no rompieron totalmente sus lazos ni su tradición de servicio al monarca hispánico hasta al menos principios del siglo xviii. Por otro lado, no se puede omitir que en la ausencia de un ramo de la familia en Castilla incidieron claramente las condiciones biológicas de la familia. De hecho, Domenico Serra, contaba con las características necesarias que podrían haber hecho de él el primero de un linaje Serra asentado en Castilla y al servicio del rey. No solo se hallaba casado con una castellana, sino que además había obtenido de su mujer el importante cargo de tesorero del Consejo de Italia que ejerció entre 1690 y 1709.93 Pero, como se mencionó, su matrimonio no contó con descendencia. Eso sí, el inconfundible lustre aristocrático de los genoveses y las mercedes que estos obtuvieron del Católico no deben ocultar las trabas que se imponían a los ligures para la adquisición del título más alto de la jerarquía nobiliaria castellana: la Grandeza de España. El trabajo de Emilio Podestà, Silvana Musella y Francesco Augurio asegura que Giovan Francesco Serra q. Girolamo obtuvo del rey tal distinción poco antes de embarcarse en Barcelona con destino a Génova, meta a la que nunca llegó debido al ataque de

92 Podría tratarse de un hijo de Giovanni Pietro II. En tal caso, sería su primo. O bien del hijo de Anna Lomellini y Francesco Serra q. Antonio IV. Si así fuese, sería su primo. 93 Sobre la tesorería del Consejo de Italia, nos remitimos a las investigaciones no publicadas de Roberto Quirós al que agradezco por haberme informado sobre el desempeño del cargo por parte de Domenico Serra.

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cuatro naves turcas que decretó su muerte.94 Los autores no precisan la fuente que avala esta afirmación, aunque probablemente se trate de la biografía decimonónica de Giovan Francesco Serra editada por Luigi Grillo y citada por Podestà, Musella y Augurio.95 Sin embargo, no se han hallado fuentes de la época que confirmen la Grandeza de España. En este sentido, y a pesar de los conocidos episodios de cierre oligárquico que experimentaron las instituciones políticas italianas durante el siglo xvii, es probable que las dificultades que debían atravesar los advenedizos para promocionarse y confundirse con el ceto dirigente de Milán o Nápoles fueran menores que las que debían afrontar en Castilla.96 Así fue seguramente para los hermanos Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra y para sus herederos. El caso de los descendientes de Antonio IV Serra, especialmente el de su hijo Battista y los hermanos de este último, es singular y diverso a los protagonizados por los sucesores de Girolamo y Giovanni Battista Serra q. Paolo II. Ya se ha referido que Battista, a diferencia de sus primos, no adquirió títulos de nobleza en Castilla ni en ningún otro espacio italiano bajo la jurisdicción del soberano hispánico, como Milán o Nápoles. Por supuesto, mantuvo intereses en Milán, donde compró el oficio de Correo Mayor de Milán a inicios del siglo xvii, pero, a pesar de que gestionó los beneficios de este cargo durante años, se trataba de una transacción realizada con dineros de su tío Girolamo y en beneficio de sus primos, Giovan Francesco y Giovanni Battista, de los que era tutor. Asimismo, Battista y sus hermanos poseían numerosas rentas en Nápoles.

94  Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 156. 95 La referencia a la Grandeza de España de Giovan Francesco Serra en Grillo, L. (ed.), Elogi..., cit., p. 204. 96 Sobre el cierre oligárquico en Nápoles a finales del siglo xvii, véase Galasso, G. Napoli spagnola dopo Masaniello…, cit., pp. 277-278.

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Por otro lado, Giacomo y Agostino, hijos de Paolo Serra q. Antonio IV, se encontraban en Nápoles al menos desde finales de 1637, probablemente para apuntalar las funciones que había ejercido hasta entonces Ottavio Serra, fallecido casi septuagenario en 1639.97 Entre los motivos de la presencia de los hermanos en Nápoles se encontraba también la muerte de su padre Paolo Serra en 1637, acontecimiento que seguramente requirió el envío de sus herederos al Mezzogiorno para asegurarse la recaudación de las entradas que poseía el padre en este territorio. A pesar de la estancia de Giacomo y de Agostino Serra en Nápoles, no nos consta que esta fuera continua ni que los hermanos se hubieran hecho un hueco en el seno de la aristocracia napolitana. Los lazos estrechos que Battista mantenía con la madre patria se reflejan en su testamento de 3 de octubre de 1637. En él, Battista declaraba poseer juros sobre rentas castellanas y napolitanas y la mitad del oficio de Correo Mayor de Milán; asimismo, recordaba que servía a Felipe IV con un asiento de dos galeras que pensaba ceder a su sobrino Stefano y aseguraba que mantenía numerosos negocios en Castilla junto a Francesco Serra q. Giovanni Pietro II por cuenta de la compañía de Giovanni Tommaso y Giovanni Agostino Serra. En este documento, el genovés no refería ninguna propiedad inmobiliaria en territorios bajo el dominio habsbúrgico, aunque sí una casa en Sampierdarena, en Génova, uno de los lugares donde se concentraban las villas de prestigio del patriciado

97 En concreto, sabemos que Giacomo Serra se hallaba en Nápoles al menos desde finales de 1637, mientras que a Agostino lo detectamos al menos desde 1642. Las fuentes que por ahora prueban sus estancias en Nápoles son, de un lado, un poder de 7 de marzo de 1637 realizado en Génova por Giacomo Lomellino q. Nicolò a favor de Giacomo Serra para que actuara como su procurador en Nápoles; de otro, contamos con el testimonio de Violante Spinola, mujer de Paolo Serra, que, en su testamento de 18 de abril de 1642, declaraba que su hijo Agostino habitaba en Nápoles. En ASGe, NA, 5841, poder de Giacomo Lomellino q. Nicolò a Giacomo Serra, Génova, 7 de marzo de 1637; id., NA, 5861, testamento de Violante Spinola, Génova, 18 de abril de 1642.

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de la República, en la que decía habitar con su mujer Maddalena Serra; y otra vivienda en la misma ciudad con tiendas en sus bajos. Sobre ambas, Battista instituyó un fideicomiso en el que subentraría el Hospital de los Incurables de la República en el caso de que los parientes designados como sucesores por el testador no tuvieran descendencia masculina.98 El perfil de Battista que emerge de sus disposiciones testamentarias contrasta con la determinación de su primo Giovan Francesco Serra en sus testamentos de 1635 y 1638, en los que nombró sucesor de su fideicomiso al monarca hispánico en el caso de que su heredero no respetara las cláusulas establecidas a favor de su viuda.99 El servicio de Battista y de sus hermanos a Felipe III y a Felipe IV consiguió reforzar la presencia del ramo de Antonio IV en la República gracias a la inversión de los beneficios derivados de los tratos con el Católico en diversas formas de exhibición del prestigio, entre las que destacaron la adquisición de palacios o villas. En este sentido, la preferencia de los descendientes de Antonio IV por establecerse en Génova se vio facilitada por el vínculo que establecieron con la Monarquía Hispánica y por la intensificación de los negocios con la misma desde finales del siglo xvi. La omisión de estos factores hace imposible entender la visibilidad que adquirió la familia en la República a partir de esos años o bien el interés de Battista por incardinar los hijos de Girolamo en el servicio a Felipe IV después de la muerte de Girolamo y ante la subida al trono hispánico de un nuevo monarca. Si bien Battista había sido el artífice, después de su tío Girolamo Serra, de la inserción de la familia bajo la protección del Católico y de la potenciación del servicio al soberano por parte de los hijos de 98 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 99 ASGe, NA, 6548, testamento de Giovan Francesco Serra, 22 de diciembre de 1635, Génova; id., testamento de Giovan Francesco Serra, 20 de mayo de 1638, Génova.

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Girolamo, todo apunta al predominio de una dimensión identitaria en la que Génova jugaba un papel preponderante, pero en la que, como veremos en el próximo capítulo, no faltaron elementos de hibridación.

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CAPÍTULO 11 HABITAR GÉNOVA: PATRIMONIO INMUEBLE Y CULTURA MATERIAL

1. Estar

en Génova para servir a la contra una visión dicotómica

Monarquía:

Los diversos casos hasta aquí analizados de la familia Serra han puesto de manifiesto la existencia de distintas tipologías de servicio al monarca Católico, según las cuales aspectos como el apego a la madre patria y la integración en el patronazgo regio asumían connotaciones bien distintas en el seno de una misma familia. Estos matices contribuyen a distinguir claramente entre, por un lado, los hijos de Antonio IV Serra (entre los que se hallaba Battista) que crecieron bajo la tutela de su tío Girolamo después de la muerte prematura del padre; y por otro, los descendientes y herederos universales del propio Girolamo: sus hijos Giovan Francesco y Giovanni Battista. Tras la muerte de Girolamo en 1616, los sucesores de Antonio IV prosiguieron las actividades del tío que, como se recordará, había sido el responsable de la paulatina inserción de la familia en las finanzas hispánicas, tal y como denota su activa participación desde Génova en los asientos flamencos en la década de 1580. Desde finales del siglo xvi, su sobrino Battista ya era en Madrid uno de los hombres de negocios más destacados de la Corona sobre todo desde que, después de la suspensión de pagos de 1597, comenzara a participar en los asientos de la Corte con nombre propio y en compañía de otros financieros. Además de las funciones de prestamista del rey ejercidas por Battista mientras que Girolamo aún vivía, este había invertido en otros ámbitos de negocio de la Corona, como la deuda pública castellana, el asiento de galeras de Federico Spinola (cuñado de Girolamo) y el oficio de Correo Mayor de Milán. El fallecimiento de Girolamo hizo de Battista el tutor de sus primos, Giovan Francesco y Giovanni Battista. Los negocios e inversiones que Battista llevaba a cabo con su compañía — compuesta por su hermano Paolo y por su cuñado Nicolò Pallavicino— y con sus diversos colaboradores situados en la principales plazas

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del momento —así por ejemplo, su hermano Francesco residió primero en Amberes y después en Génova, su primo Ottavio se hallaba en Nápoles y su hermano Giacomo, cardenal en 1611, en Roma— se erigieron en los garantes del patrimonio heredado por sus primos y de la continuidad en el servicio al rey hispánico por parte de los descendientes de Girolamo. Aunque las maniobras de Battista y su red fueron fundamentales para el éxito de la familia, nada de ello hubiera sido posible sin las firmes bases económicas que suponían la riqueza y la reputación acumuladas por Girolamo. Estas constituían un excelente paraguas que confería a la red de sus sobrinos una imagen segura, sólida y de confianza en los circuitos financieros en los que operaban. No hay duda de que tanto el linaje de Girolamo como el de Antonio IV se distinguieron de la tónica seguida por otras familias genovesas, cuyos miembros decidieron echar raíces en Castilla, casar con castellanos, adquirir títulos y adoptar las pautas de comportamiento clásicas de la nobleza hispánica. Algunos de estos ligures alcanzaron incluso la Grandeza de España, como fue el caso de Filippo Spinola, hijo de Ambrogio, marqués de los Balbases, o de Carlo Doria Tursi, hijo de Giovanni Andrea. Los Serra de Girolamo adhirieron muy discretamente a este tipo de perfil y solo en lo que se refiere a su inserción en los circuitos de patronazgo regio, hecho que les permitió acceder a diversos títulos. Aunque no contamos con documentos que demuestren que los Serra fueron declarados Grandes de España,1 Giovan Francesco enlazó con la familia de Carlo Doria Tursi gracias a su matrimonio con Giovanna, hija de Doria. En Giovan Francesco Serra no se aprecia tampoco una voluntad de asentamiento en Castilla ni de establecer alianzas con castellanos. Su hermano, Giovanni Battista, sí que compró inmuebles importantes en Madrid donde residió por un cierto período. Al igual que su hijo Domenico Serra, el

1 Al respecto, véanse las consideraciones expresadas en el capítulo anterior.

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segundo hijo varón fruto de la unión de Giovanni Battista con Lavinia De Marini. Domenico, de hecho, es el único de la familia Serra que en el siglo xvii muestra un perfil de promoción similar al desarrollado por otros genoveses afincados en España: casó con una castellana —María Agustina Messia de Prado— y residió por largos períodos en Madrid donde ejerció como tesorero del Consejo de Italia, cargo que había obtenido su mujer de su primer marido difunto, como ya se refirió en el capítulo anterior. Pero, salvo el caso de Domenico Serra, las posteriores generaciones que descendieron de Girolamo y de Antonio IV Serra casaron con genoveses —algunos como los De Marini con fuertes vínculos milaneses—, con napolitanos y con lombardos y sus inversiones inmobiliarias se concentraron precisamente en los territorios de Génova, Milán y Nápoles donde se desarrollaron nuevos ramos de la familia. Las diferencias entre los distintos modelos de familias genovesas son evidentes: linajes como el de los Spinola formaban parte de los conocidos como Eminenti de la República, los cuales, como bien ha referido Bitossi, eran o terminaron siendo «más súbditos del Rey Católico que ciudadanos de la República, en la cual, en efecto, no podían desempeñar cargos y en la que solo podían ejercer una influencia indirecta». Los Serra, en todos sus ramos, respondían, en este sentido, a otro perfil: el de los oligarcas de Génova, es decir, «ciudadanos de gran valor que, aunque poseyeran intereses consistentes en los dominios españoles, continuaban siendo sobre todo oligarcas genoveses, partícipes directos y beneficiarios de la gestión del gobierno. Todos filoespañoles, pero con estrategias y comportamientos diversos, destinados a divergir cada vez más a lo largo de las generaciones».2 Eso sí, como se viene señalando, 2 Es decir, tal y como especifica Bitossi, los Eminenti eran o terminaron siendo «sudditi del re Cattolico più che cittadini della Repubblica, della quale infatti non potevano detenere le cariche e nella quale esercitavano un’influenza indiretta». Los oligarcas eran sin embargo «cittadini di riguardo che, pur avendo interes-

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incluso en el seno de una misma familia, existían grados en lo que se refiere a las situaciones descritas. Los Serra de Antonio IV, indiscutiblemente filoespañoles, se hallan bien lejos de perfiles de promoción estratosférica como los protagonizados por los Doria o los Spinola. Poco en común tenían los miembros de este ramo con otros genoveses de los que Battista fue coetáneo, como Ottavio Centurione: aunque Ottavio mantuvo siempre sus lazos culturales y familiares con Génova, su vinculación con la Monarquía Hispánica se materializó en importantes testimonios en Castilla, tales como palacios, sepulturas e iglesias. En el mayorazgo que había fundado antes de morir para su nieta Ana Centurione, se incluían casas en Madrid. En caso de extinción de todos los candidatos a la sucesión del mayorazgo, Ottavio designaba herederos al convento de Nuestra Señora del Rosario en Madrid y al Colegio de los Trinitarios Descalzos de Alcalá de Henares, sobre los que ejercía su patronazgo. La descendencia de Ottavio, su hija Clara, nunca vivió en Génova. A su muerte, el 28 de enero de 1649, por voluntad expresa de la difunta, su cadáver fue enterrado en Madrid, en el convento de la Concepción del Rosario.3 Aunque Battista había servido a la Monarquía Hispánica casi los mismos años que su socio Centurione (murió en 1643, diez años antes que Centurione), su comportamiento respecto al aliado hispánico fue muy distinto. Su actitud también se dintinguió de la que caracterizó a sus propios parientes, los sucesores de Girolamo Serra. A pesar de la estrecha compenetración que se observa entre ambos ramos Serra para procurar el éxito general de la familia, los destinos alcanzados por sus miembros difirieron notablemente en ambos casos, fenómeno que evidencia la existencia de objetivos,

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si anche molto consistenti nei domini spagnoli, restavano anzitutto oligarchi genovesi, diretti partecipi e beneficiari della gestione del governo. Filospagnoli tutti: ma con strategie e comportamenti diversi, destinati a divergere sempre più con il trascorrere delle generazioni». Bitossi, C. Il governo..., cit., p. 74. Sanz Ayán, C. Octavio Centurión..., cit., pp. 267, 269-270.

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aspiraciones e identidades diferentes para cada linaje. Es representativo de ello el distanciamiento de los circuitos de promoción social de la Monarquía Hispánica que se aprecia en los descendientes de Antonio IV, a pesar de que, como se ha afirmado, tras la muerte de Felipe III, no solo fueron los responsables de asegurar el servicio de los jóvenes sucesores del difunto Girolamo al nuevo monarca, sino que se erigieron en uno de los lobbies bancarios más importantes durante el validazgo de Lerma. Battista Serra y su red sirvieron al monarca hispánico aún después de la muerte del primero, pero ni Battista ni sus hermanos solicitaron para ellos mismos títulos nobiliarios al monarca hispánico; no enlazaron con mujeres castellanas ni de ascendencia hispánica; no manifestaron ninguna voluntad de asentarse en los reinos peninsulares ni en los territorios italianos dominados por el Católico. La estancia de Battista en España como embajador de la República entre 1623 y 1627 fue motivo de quejas continuas por parte del genovés, deseoso de volver a la madre patria y que, ya en 1617, tras su misión como agente en Madrid, había decidido ceder todos sus negocios en España a su primo, Francesco Serra q. Giovanni Pietro II. Battista tampoco conservó bienes inmobiliarios en Castilla. La casa de la que era propietario en Madrid la vendió, como ya se precisó. A falta de libros contables, podemos hipotizar que su fortuna orbitaba principalmente en torno a negocios hispánicos (fundamentalmente, la deuda pública castellana y el asiento de galeras), pero contaba con excepcionales correspondientes en la Península Ibérica para gestionarlos. Asimismo, para la administración del asiento de galeras, como ya se comentó, era fundamental asegurar la presencia en Génova, por lo cual el interés por España no podía en ningún momento conducir a descuidar los lazos con la madre patria. Los hermanos de Battista adoptaron un comportamiento similar: casaron con mujeres genovesas; con la excepción de Francesco Serra, que residió también por un período en Amberes, y Giacomo, que, como cardenal, se hallaba en Roma, el resto de los miem-

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bros del ramo se encontraba y continuó habitando en Génova. Su conexión con los negocios del soberano fue mediada por la figura de Battista, por Francesco Serra q. Giovanni Pietro II o por otros genoveses. Por todo ello, no hay duda de que nos hallamos ante una cultura e identidad familiares específicas, bien diversas de las exhibidas por el linaje de Girolamo Serra. Una cultura de ciudadanos de República, pero también de servidores del monarca hispánico cuya experiencia, en este sentido, se manifestaba en la defensa de la causa del rey en Génova, en la exhibición de pautas culturales híbridas por parte de sus miembros y en un fuerte apego por la República, en la que terminarán sus días. Sin embargo, la tendencia del ramo de Battista Serra a hacerse siempre presente en Génova no debe identificarse solamente con la existencia de un sentimiento de pertenencia a la madre patria o de una arraigada consciencia republicana. La introducción de Génova en el análisis de las redes de la familia permite visualizar en qué manera la persistencia de los lazos con la República podía garantizar el buen funcionamiento no solo de sus negocios, sino también de los servicios que dispensaban al monarca hispánico. Como ya se explicó, la logística del asiento de galeras hacía de Génova un lugar fundamental en el que asegurar la presencia. Las consignaciones en plata con las que la Corona compensaba a los banqueros llegaban a la República en las galeras y su venta in situ permitía saldar las deudas que los hombres de negocios genoveses habían contraído para poder prestar al monarca. Asimismo, el auge en Génova de voces discordantes u hostiles a la alianza con el Católico —malafetti, antiespañoles, republicanistas— requería que en el gobierno de la República se hallaran hábiles defensores de la causa hispánica. Es por ello que el protagonismo de los Serra de Antonio IV en las principales magistraturas genovesas, sobre todo desde mediados de la década de 1620 y durante la década de 1630, debe interpretarse en este contexto específico: cuando los genoveses que ostentaban títulos hispánicos eran denostados en la República y veían reducida su capacidad de influencia en el

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proceso de toma de decisiones de las instituciones republicanas, figuras pertenecientes al linaje de los Serra de Antonio IV, servidores del Católico, pero sin los habituales honores hispánicos con los que eran recompensados otros ligures, podían marcar la diferencia. Por tanto, una atención especial al papel preponderante que asumió Génova en la cultura familiar, política y económica de los Serra no es sinónimo de deservicio a la Monarquía Hispánica. Casos como el de los Serra, familia compuesta por pocos miembros, evidencia la importancia que asumía la República en la que era siempre necesario mantener ciertas cuotas de poder para poder continuar sirviendo al soberano. Poder para dar seguridad a los ahorradores genoveses que prestaban a los Serra y, gracias a los cuales, estos podían adelantar capitales al Católico. Poder para conseguir influenciar las decisiones de la Signoria en momentos de enorme crispación con el socio hispánico. Poder para formar parte de las familias genovesas presentes en la República que se erigieron en aliadas del embajador español en Génova que, como hemos visto, era fundamental para facilitar el acceso a beneficios para la red en Nápoles. En el análisis de las identidades desarrolladas por los genoveses al servicio del soberano hispánico, decantarse por las fórmulas dicotómicas —servir a la República o servir a España— camuflan la enorme diversidad de comportamientos que se atisban no solo entre distintas familias genovesas, sino también en el seno de una misma familia, así como el papel que ejercía Génova a la hora de apuntalar la posición de los genoveses en el servicio a la Monarquía Hispánica. Asimismo, los estudios específicos de redes genovesas al servicio del rey, centrados en sus actividades económicas, en la promoción meteórica de algunos de sus miembros en los circuitos de patronazgo hispánico o en las prácticas que proyectaban para procurar su integración en el ámbito local hispánico, han reducido a menudo los vínculos con la República a un simple síntoma de la persistencia de un sentimiento de pertenencia a la madre patria. Un enfoque de

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este tipo puede llegar a eclipsar el rol que jugaba Génova en los procesos de toma de decisiones,4 así como el protagonismo que poseían otras figuras fundamentales para la familia y para la red. Es el caso de las mujeres que en Génova ejercían un papel fundamental en lo que se refiere a la consolidación del prestigio y de la reputación de la casa de negocios, al control y el dominio del espacio, a la gestión de las herencias de los difuntos, a la resolución de conflictos entre parientes o al mantenimiento de los individuos más desprotegidos de la familia. La simple categorización de los Serra como sujetos mixtos o híbridos que, aunque servían a la Monarquía Hispánica, continuaban manifestando apego por la república ligur, y, por tanto, distantes del modelo tradicional construido en torno al genovés en tratos con el Católico —aquel que obtiene títulos de nobleza hispánica, abandona la actividad económica y cuyas generaciones posteriores terminarán perdiendo cualquier signo de la identidad precedente genovesa— no es suficiente. No explica las motivaciones, la lógica o los intereses que podían estar detrás de sus comportamientos y mucho menos la interdependencia existente entre servir al monarca y, al mismo tiempo, hacerse presentes en Génova. No eran situaciones excluyentes, sino más bien complementarias, cuyo análisis simultáneo permite interpretar la dimensión genovesa de los Serra no solo como un signo de su apego por la madre patria, sino también como la causa y la consecuencia de sus tratos con la Monarquía Hispánica.

4 En este sentido, las palabras de Grendi se revelan iluminadoras: «Se ha dicho y repetido hasta la saciedad que la cultura de los genoveses ha sido la cultura de los mercaderes, que sus cartas nos dan solo listas de precios, disponibilidad de mercancías, valor de las monedas y que carecían de otros intereses. Y sin embargo, contamos con materiales y documentos que testimonian ampliamente lo contrario, ya que es bien cierto que no hay pueblo o clase sin una cultura polivalente. Y el primero de estos materiales es la propia ciudad, con sus palacios, sus iglesias y su mobiliario [urbano]». En Grendi, E. I Balbi..., cit., p. XIII (traducción propia).

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2. Casas,

palacios, tiendas: la construcción de una identidad urbana

La riqueza de los genoveses no puede medirse únicamente en relación a los tratos económicos que mantenían, que, como ya se ha demostrado, no se pueden reducir a los meramente comerciales o financieros. El patrimonio inmueble jugaba un papel fundamental como se deduce de las inversiones en las que muchos ligures decidían embarcarse. Entre las propiedades productivas (en el sentido estricto de la palabra) que figuran en un inventario de los bienes de Giovanni Battista Serra realizado el 14 de octubre de 1684, se hallaba una granja llamada «Il Piano» ubicada en la jurisdicción de Voltaggio.5 Asimismo, sabemos que su primo, Francesco Serra q. Antonio IV, era propietario en la década de 1620, de un bosque en Chianderlino (Pianderlino o Cianderlin) que, muy posiblemente, constituía un fuente preciosa para la explotación forestal.6 A pesar del claro interés de los genoveses en invertir en este tipo de bienes inmuebles, tal y como han demostrado las investigaciones de Giorgio Doria sobre la contabilidad de treinta y dos individuos o familias genovesas entre finales del siglo xvi y mediados del xvii, eran los inmuebles de prestigio una de las principales voces de su patrimonio. En concreto, los palacios suponían un diez y un veinte por ciento del patrimonio neto en catorce de los casos estudiados y en doce de ellos implicaba más del treinta por ciento. Es decir, para el treinta y uno por ciento de los sujetos

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 odestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 204. Giovanni Battista P q. Girolamo había sido también el artífice de la fábrica de papel en su feudo de Mornese en 1636, iniciativa que evidencia los vínculos de la familia con la producción industrial y su interés por introducir mejoras tecnológicas en los feudos. En id. p. 195. 6 Chianderlino es una colina a las espaldas del actual barrio de San Fruttuoso de Génova. El bosque aparece en la lista de haberes de Francesco Serra que se realizó cuando debió de afrontar un proceso por deudas en la década de 1620. En ASGe, Fondo Famiglie, 6 S.

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estudiados, el valor de los edificios de lujo superaba la tercera parte de todo el patrimonio.7 En el caso de los Serra, la ausencia de libros contables nos impide efectuar estimas similares. Sin embargo, la consulta de numerosos documentos referidos a los diversos ramos de la familia ha permitido elaborar una tabla con algunos de los palacios/casas, villas y tiendas vinculadas a los Serra que son objeto de este estudio desde mediados del xvi y hasta finales del xvii.8 Los documentos analizados no siempre nos permiten conocer las fechas exactas en las que los Serra se hicieron con ciertos inmuebles, aunque sí detectar en qué momentos figuraban como propietarios de los mismos. Como puede observarse en la tabla mencionada, a finales del siglo xvi y, especialmente, en los primeros años del siglo xvii, los Serra se hicieron presentes en el tejido urbano genovés, tanto intramuros como extramuros, ya fuera mediante la construcción de nuevos inmuebles o a través de la adquisición de edificios ya existentes. Las fechas coinciden con el proceso de reestructuración urbana que experimentaron algunos espacios del centro de Génova, como Piazza Banchi desde 1583, y con la progresiva inserción de los Serra en los negocios de la Monarquía Hispánica, primero en el reino de Nápoles, después como asentistas de Flandes y, sucesivamente, como financieros de la Corte a partir de la suspensión de pagos de 1596 y, sobre todo, a principios del siglo xvii, cuando 7 Doria, G. «Investimenti…», pp. 17 y 18. 8 El elenco de las propiedades inmobiliarias de los Serra tanto en el centro histórico de Génova como en la periferia se presenta en la tabla 27 situada al final del tercer epígrafe de este capítulo. La distinción entre palacio y casa no es siempre clara en la documentación. En la mayoría de los casos analizados, se usa el término «casa» para referirse a una vivienda palaciega. Ello puede deberse a la concepción del término «palacio» que existía en la época. Así, Andrea Spinola aseguraba que el palacio era «l’habitation di chi comanda», es decir, de la Signoria, por lo que, para él era incorrecto llamar palacio a edificios que no fueran la sede de los altos cargos de la República: Doge, gobernadores y procuradores. En Leonardi, Andrea. Genoese Way of Life. Vivere da collezionisti tra Seicento e Settecento, Génova, Gangemi Editore, 2013, p. 24.

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Battista Serra entró a formar parte de la Diputación del Medio General de 1608. Desde la segunda mitad del siglo xv y hasta la década de 1530, el plano urbano de Génova no sufrió importantes modificaciones, hecho que ha conducido a algunos a afirmar que la República participó marginalmente a la corriente cultural humanística que por entonces dominaba el ámbito europeo.9 Entre 1551 y 1561 se produjeron las expropiaciones necesarias para la construcción de Strada Nuova, en la que las familias más pudientes de Génova se erigieron suntuosos palacios que fueron considerados por Rubens el modelo a seguir para la construcción de residencias aristocráticas familiares.10 Posteriormente, arquitectos emblemáticos como el lombardo Bartolomeo Bianco, artífice de la actual via Balbi, serían los encargados de difundir en la primera mitad del siglo xvii el modelo de palacio antiguo de inspiración alessiana tan apreciado por Rubens.11 Precisamente, como veremos, las relaciones estrechas que los Serra mantuvieron con los personajes mencionados son indicativas del profundo conocimiento que poseían de las nuevas corrientes artísticas que estaban modificando la ciudad. En un momento en el que el orden nuevo establecido en 1528 había permitido aparcar los episodios de violencia cotidiana entre los distintas facciones, la reforma urbanística de la ciudad se erigía  9 Doria, G. «Investimenti...», cit., p. 5. 10 La admiración de Rubens por los palacios de Strada Nuova justificó las reproducciones que este realizó de los mismos y publicadas en Rubens, Pietro Paolo. Palazzi antichi di Genova raccolti e designati da Pietro Paolo Rubens, Amberes, Giacomo Meursio, 1603. La obra propició la difusión del modelo de residencia nobiliar genovesa a nivel europeo. Sobre la construcción de la Strada Nuova, véase Poleggi, Ennio. Strada Nuova. Una lottizzazione…, cit. 11 Leonardi, A. Genoese Way of Life…, cit., p. 34. Galeazzo Alessi fue el artífice de los diseños arquitectónicos de los palacios de Strada Nuova, así como de otras muchas intervenciones en el tejido urbano genovés, como la basílica de Santa Maria Assunta de Carignano, la cúpula de la catedral de San Lorenzo y algunas villas genovesas. En VV. AA. Galeazzo Alessi e l’architettura del Cinquecento, atti del convegno internazionale di studi (Genova, 16-20 aprile 1974), Génova, Sagep, 1975.

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en un instrumento eficaz de lucha faccional. Así, la pervivencia de los conflictos entre nobleza nueva y vieja se pone de manifiesto, en lo que se refiere a los primeros, en la intensificación de las inversiones de lujo para demostrar su equiparación a la nobleza vieja que, por su parte, no escatimó en exhibir su propio rango en términos de patrimonio, rédito, prestigio social y estilo de vida para confirmar su superioridad respecto a los nuevos.12 A pesar de las críticas que algunos contemporáneos de la época expresaron contra la ostentación de las moradas genovesas,13 lo cierto es que los inmuebles, sus ornamentos, sus dimensiones y su situación respondían perfectamente a los objetivos mencionados. La funcionalidad de estas inversiones se manifestaba igualmente en el ejercicio de la finanza en la que la nobleza vieja destacó, pues era obvio que, para demostrar la capacidad de préstamo, el banquero debía ostentar primero su capacidad de gasto.14 Y los palacios constituían, en este sentido, una oportunidad singular. El gasto dispendioso que muchas familias destinaron en estos años a obras pías, restauración de iglesias, compra y reforma de palacios, capillas y residencias de recreo —todas ellas inversiones estrechamente conectadas con el buen ritmo de sus negocios con la Monarquía Hispánica— generó las desconfianzas de muchos ciudadanos que veían en esta ostentación la ruptura del principio de igualdad que habían sancionado las leyes de 1528 y 1576. Si bien el fenómeno cercenaba algunas de las bases ideológicas de la República, son incuestionables los beneficios que aportó a Génova y que evidenciaban, una vez más, los extraordinarios efectos que 12 Así lo afirma Doria, citando los criterios de exhibición del estatus de Witold Kula. En Doria, G. «Investimenti…», cit., p. 8. El trabajo de Kula citado por Doria: Kula, Witold. Problemi..., cit., pp. 426-427. 13 En este sentido, destacaron Francesco Bossio —enviado a Génova por el Papa Gregorio XIII en la década de 1580— y Paolo Foglietta —poeta genovés—, que en 1599 identificó la inversión en palacios y villas con una política estéril e improductiva. En Leonardi, A. Genoese way of live..., cit., p. 23. 14 Doria, G. «Investimenti...», cit., p. 9.

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los negocios particulares de sus ciudadanos podían tener sobre el gobierno, la defensa y los recursos de la República. La frenética inversión nobiliaria en la que se embarcaron los genoveses tuvo repercusiones positivas sobre la tasa de ocupación que se encontraba bajo mínimos como consecuencia de la crisis del sector textil y marítimo que afectaba a Génova desde la segunda mitad del siglo xvi. La transformación urbana de Génova fue una clara oportunidad para los Serra para hacerse presentes en algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, controlar el territorio y ostentar el éxito de sus negocios. Se trataba de alicientes que contribuían, además, a la creación de clientelas en la República que, a su vez, podían facilitar el fortalecimiento de la posición política de Serra en la madre patria y la adquisición de mayor visibilidad ante los ojos del embajador español en Génova que podía, de esta manera, recomendar la cooptación de determinados sujetos para servir al rey. En este sentido, construir y comprar palacios no era solo una maniobra para evidenciar el prestigio de la familia, sino que constituía una operación con una enorme valencia política que superaba las clásicas formas de patronazgo sobre capillas e iglesias que eran propias de las noblezas de ámbito católico.15 Así, el escritor genovés Ansaldo Cebà, en su tratado Il cittadino di Repubblica, publicado en 1617, refería, entre las virtudes del buen ciudadano, la de «conocer el arte necesario para que su casa sea tal que, como parte adecuadamente ordenada, genere belleza en el todo, que es la universalidad del conjunto civil».16 15 En este sentido, Grendi, aludiendo a la apertura de la actual via Balbi por parte de la homónima familia, ya había criticado la interpretación de esta operación urbanística como un simple ejercicio de celebración del estatus para, en su lugar, apuntar al gran impacto político de este tipo de iniciativas. En Grendi, E. I Balbi..., cit., pp. 120-121. 16 «Saper l’arte che bisogna perche la sua casa sia tale che come parte dirittamente ordinata, venga a generare la bellezza del tutto, che è l’università della raunanza civile». Cebà, A. Il cittadino..., cit., p. 21.

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Prueba del significado político que asumía el palacio ligur la hallamos en los palazzi dei rolli, es decir, la jerarquía de residencias nobles a la que recurría la República para alojar en Génova a los mandatarios y representantes de otros Estados que se encontraban en la ciudad, bien como escala intermedia de un viaje hacia otros destinos, bien como meta última con fines diplomáticos.17 Los palacios con rollo fueron reglamentados a través de varios decretos (1576, 1588, 1599, 1614 y 1664) que establecían las condiciones requeridas para el alojamiento de las diversas dignidades políticas. A pesar del indiscutible valor político que poseía el palacio con rollo, es necesario preguntarse hasta qué punto este sistema era sintomático de la existencia de una identidad cívica bien arraigada entre el patriciado ligur.18 Sin lugar a dudas, la cuestión no se presta a respuestas unívocas ya que, si bien la obligación de hospedar en sus palacios a dignatarios de otros Estados podía ser onerosa para ciertos ciudadanos, lemas como el grabado en el palacio Centurione-Cambiaso, construido a principios del siglo xvi, invitan a considerar el problema en términos más complejos.19 La inscripción Sic nos non nobis («así [hecho por] nosotros, pero no para nosotros») 17 Sobre los palacios con rollo véase Poleggi, Ennio. Una reggia repubblicana. Atlante dei palazzi di Genova (1576-1664), Turín, Allemandi, 1998; id., L’invenzione dei rolli: Genova, città di palazzi, Génova, Skira, 2004. 18 A este respecto, son interesantes las consideraciones de Clara Altavista que pone en duda esta hipótesis aduciendo, entre otros argumentos, el peso que representaba para algunos propietarios de estos palacios el deber de alojar en sus residencias a mandatarios y representantes de otros estados. Una obligación de la que intentaban desembarazarse aludiendo diversas motivaciones y justificaciones. En Altavista, Clara. «I palazzi dei “rolli” a Genova (secoli xvi-xvii): identità civica o costruzione storiografica?», en Burns, Howard y Mussolin, Mauro (eds.), Architettura e identità locali, vol. 2, Florencia, Leo S. Olschki Editore, 2013, pp. 223-239. 19 El palacio y los comportamientos culturales de sus habitantes han sido objeto de una tesis de máster en Historia del Arte realizada por Bruno, Mariangela. «Collezionismo, committenze e scelte iconografiche della famiglia Centurione nel palazzo genovese di piazza Fossatello tra xvii e xviii secolo», Universidad

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situada en la fachada del palacio mencionado en la actual piazza Fossatello constituye un mensaje explícito a la ciudad. La familia hacía saber, de esta manera, que su residencia había sido construida por los Centurione, pero no exclusivamente para su disfrute personal, sino para beneficio del público.20 Un principio que ya recogía claramente en su tratado Ansaldo Cebà, según el cual la magnificencia —cualidad indispensable para aquel que quisiera ser un buen ciudadano— debía manifestarse en obras respetables y que dejaran huella, características que casaban mejor con aquellas de naturaleza pública que con las de índole exclusivamente privada.21 Por tanto, el interés de la República en que sus ciudadanos se embarcasen en iniciativas edilicias no se hallaba motivada solo por la necesidad de transmitir su potencia a otros Estados o una imagen de prestigio a los visitantes extranjeros, sino también por fines públicos. Entre ellos, además del sistema de los rolli —que funcionaba como una óptima propaganda de la riqueza y del poder de su oligarquía entre los dignatarios forasteros presentes en la ciudad—, se hallaba la necesidad de combatir la pobreza y la desocupación que constituían la causa de frecuentes tensiones sociales que amenazaban el orden político de la República. Se trataba de un fenómeno que se verificó sobre todo desde que los efectos de Génova, 2007-2008. Actualmente, Bruno está profundizando los argumentos afrontados en esta tesis para su próxima publicación. 20 La residencia formaba parte del elenco de palacios con rollo. Sobre los palacios de la familia Centurione, véase Sanz Ayán, C. Octavio Centurión…, cit., pp. 144-148. 21 «Consiste por tanto la magnificencia en hacer cierto tipo de gasto, de los cuales quede alguna obra que por grandeza sea respetable; y porque de esto dan más noble materia las necesidades públicas que las privadas, se ejercita esta [la magnificencia] en una con mayor prontitud que en las otras» («Consiste adunque la magnificenza in fare certa sorte di spese, dalle quali rimanga qualch’opera, che per grandeza sia riguardeuole; e perche di ciò dan più nobile materia l’occorenze publiche, che le priuate, s’essercita però ella nell’vne con maggior sollecitudine che nell’altre»). En Cebà, A. Il cittadino…, cit., p. 64.

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de la crisis de los sectores textil y marítimo comenzaron a ser evidentes a finales de la década de 1570.22 Ni que decir tiene que formar parte de la lista de palazzi dei rolli, aún en sus niveles más bajos, era una garantía de afianzamiento social y de protagonismo político en la República.23 En este sentido, sabemos que, el 17 de marzo de 1612, una de las residencias de Girolamo Serra hospedó al cardenal Carafa, lo cual confirma que su morada formaba parte del elenco oficial de los rolli, en concreto, de uno de los grupos que reunía aquellos palacios situados en los escalones más altos de la jerarquía: aquellos que podían alojar príncipes, reyes y cardenales.24 Aunque la identificación de este palacio no es tarea fácil, suponemos que se trata de la casa incluida por Girolamo Serra en el fideicomiso a favor de su primogénito Giovan Francesco,25 comprada a los herederos y fideicomisarios de Nicolò Spinola q. Luca26

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Doria, G. «Investimenti…», cit., p. 22. Sobre la pobreza en Génova y una de las figuras asistenciales de referencia creadas para combatirla —el Albergo dei Poveri— véase Grendi, Edoardo. «Pauperismo e Albergo dei Poveri nella Genova del Seicento», Rivista Storica Italiana, LXXXVII (1975), pp. 621-665. El Albergo dei poveri constituyó una de las respuestas respaldadas por la República para mitigar las difíciles condiciones sociales en las que vivía gran parte de la población. De hecho, la asistencia genovesa se articulaba a través de un sistema bien estructurado en el que participaban diversas instituciones y en el que las iniciativas públicas y las privadas actuaban conjuntamente. Sobre estos aspectos se profundizará en el último capítulo. 23 Doria, G. «Investimenti…», cit., pp. 9 y 10. 24 La referencia del alojamiento del cardenal Carafa en el palacio de Girolamo Serra en Giustiniani, A. Memorie..., cit., fol. 8r, en BCB, M.r., VI, 5, 20. 25 Fideicomiso que fue fundado en su testamento de 1613. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, fols. 9r y v, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613. El palacio de vico delle Mele, 6 formó parte de los rolli de 1664, cuando su propietario era Giuseppe Serra q. Giovan Francesco. En http:// www.irolli.it/genova_unesco/R5/1664.html [consultado el 14/2/20]. 26 Se trataba de Placidia y Brigida Spinola, hijas de Nicolò q. Luca. Placidia casará con Carlo Doria Tursi de cuyo matrimonio nació Giovanna Doria, esposa de Giovan Francesco Serra q. Girolamo Serra en 1633. En Podestà,

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por 69 000 liras27 y hoy situada en vico delle Mele, 6, cerca de la basílica de Nostra Signora delle Vigne y de piazza Banchi. 28 La fecha de la compra, el 23 de julio de 1601, nos permite conocer la equivalencia en escudos de oro —en total 15 333,3— que posibilita hacer comparaciones con el precio de otros palacios de la época.29 Según Giorgio Doria, el valor de estos inmuebles oscilaba normalmente entre los 20 000 y los 50 000. Solo excepcionalmente alcanzaban los 15 000 o 20 000 escudos de oro. Las residencias nobiliarias menores podían llegar a costar entre 8000 y 20 000.30 En relación a los cánones de la época, es obvio que Girolamo pagó por el palacio una cantidad mínima por lo que no sería extraño que entre vendedor y comprador existieran tratos económicos en común que justificaran un precio tan reducido. E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 84; Bernabò, B. Placidia Doria…, cit. 27 Sobre el documento de adquisición del palacio, véase ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 64. 28 El palacio figura en la lista de palazzi dei rolli de 1599, cuando aún era propiedad de Nicolò Spinola de Luca. En este momento, pertenecía a la categoría 2 que recogía los palacios que podían acoger a feudatarios y gobernadores. En caso de que se tratara del mismo palacio, se deduciría que, en manos de Girolamo, subió a la categoría 1, a la que pertenecían las residencias que, como se ha referido, podían alojar príncipes, cardenales, virreyes y gobernadores. Sobre las distintas categorías (bussoli) establecidas por los diversos decretos, véase Altavista, C. «I palazzi...», cit., p. 228. 29 Para el cálculo de las equivalencias entre liras y escudos de oro y plata, es necesario recordar que la moneda de cuenta por excelencia (la lira genovesa) correspondía a veinte soldi. Por tanto, 69 000 liras suponían 1 380 000 soldi. En 1601, la grida genovesa, el documento público de la República con el que se establecían las equivalencias monetarias, estipulaba que un escudo de oro valía 90 soldi. Por tanto, 1 380 000 soldi constituían 15 333,3 escudos de oro. Para traducir las monedas de la época en la moneda de cuenta genovesa son de gran utilidad los apéndices finales de los trabajos de Marsilio, C. Dove…, cit., y de Lo Basso, L. Uomini da remo…, cit. Asimismo, el volumen de Pesce, Giovanni y Felloni, Giuseppe (eds.), Le monete genovesi, Génova, Stringa, 1975. Agradezco a Claudio Marsilio por sus explicaciones y consideraciones al respecto. 30 Doria, G. «Investimenti...», cit., p. 14 y 15.

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El palacio de Girolamo, que contiene en su interior frescos de Luca Cambiaso encargados por Nicolò Spinola q. Luca antes de 1588, conserva aún hoy en el patio el escudo de la familia Serra.31 El primer propietario del palacio había sido Brancaleone Grillo en cuya construcción, en 1496, había gastado 20 000 liras, un precio considerablemente inferior respecto al pagado por Girolamo Serra a los sucesores y fideicomisarios de Nicolò Spinola q. Luca.32 Los orígenes tardomedievales se pueden observar aún hoy en la escalinata gótica del palacio.33 A finales del siglo xv, por tanto, pocos años después de que el palacio fuera construido por Grillo, este fue adquirido por Luca Spinola. En las últimas voluntades de Girolamo Serra redactadas en 1613, el testamentario se refería al palacio como a la «casa grande» situada en la calle de Nostra Signora delle Vigne que, en efecto, constituía una zona dominada a finales del siglo xv por la familia Grillo y que actualmente se encontraría entre Vico delle Mele y Vico San Sepolcro.34 El valor que asumió este espacio para los Serra, sede del palacio principal del linaje, determinó que se adquieran otras propiedades en la zona. Así por ejemplo, Battista Serra, sobrino predilecto de Girolamo, el 20 de mayo de 1619 declaraba ante notario y en su casa, situada en Nostra Signora delle Vigne, 31 Al respecto, véase la ilustración 7. Algunos detalles sobre la escalinata del palacio y su fachada se pueden observar en las ilustraciones 8 y 9 respectivamente. Sobre el palacio véase Poleggi, Ennio. «Tipi abitativi della nobiltà medievale (altro itinerario di visita tematica», en La Storia dei Genovesi. Atti del Convegno di Studi sui ceti dirigenti nelle istituzioni della Repubblica di Genova, Genova, 10, 11, 12 giugno 1982, vol. 3, Génova, Copylito, 1983, pp. 217-247:232-235; Pastor, Cristina. «Palazzo Grillo-Serra. Le sue trasformazioni specchio della storia stessa della città» en Bollettino Ligustico per la Storia e la Cultura Regionale, II (1991), pp. 84-99; Poleggi, E. Una reggia repubblicana…, cit., p. 102; id., Génova, retrato de una ciudad, Génova, Sagep, 1986, p. 47. 32 Doria, G. «Investimenti…», cit., p. 28. 33 Véase la ilustración 8. 34 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 84. Para una mejor comprensión de la distribución de las casas/palacios de los Serra situadas en el centro histórico de Génova en los siglos xvi y xvii, véase el mapa 4.

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la muerte de su madre, Claudia Lomellini.35 Como se recordará, en la basílica delle Vigne, Battista había contraído matrimonio el 29 de enero de 1618 con su prima, Maddalena Serra.

Ilustración 7. Detalle del nicho con escudo de los Serra en el patio del palacio situado en Vico delle Mele, 636 35 AGS, CME, leg. 570, 1, 17, 20 de mayo de 1619. 36 Fotografía tomada por la autora.

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Ilustración 8. Detalle de la escalinata del palacio Serra en Vico delle Mele, 637

Piazza Banchi, muy cerca de la basílica mencionada, constituía el corazón de los tráficos mercantiles y financieros de Génova desde la Edad Media. Los Serra contaron en esta plaza con casas y tiendas desde al menos la segunda mitad del siglo xv, tal y como evidencia el testamento de 27 de abril de 1492 realizado por el tatarabuelo de Girolamo Serra q. Paolo II. Se trataba de Paolo I Serra q. Antonio II (1424-1494) que, en dicho documento, fundaba un fideicomiso que incluía una casa situada en piazza Banchi38 y que más adelante llegará a manos de su nieto, Paolo II Serra q. 37 Fotografía de la autora. 38 Remondini, G. C. serie «testamenti», fol. 201, registro del testamento de Paolo I Serra, 27 de abril de 1492. A partir de este mismo testamento, Podestà, Musella y Augurio aseguran que la casa de Banchi de Paolo I limitaba por un lado con la casa de Nicolò Lomellini q. D. Domini y por otro con la de Nicolò Lercaro. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 45.

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Antonio III, padre de Girolamo. Paolo II, en sus últimas voluntades de 23 de mayo de 1579, declaró haber vendido la casa a su hijo Nicolò Serra con la obligación de no cederla a nadie que no formara parte de su descendencia por línea masculina.39 El palacio, que había sido transmitido cuidadosamente durante al menos cuatro generaciones, según Damonte, fue demolido con ocasión de la reestructuración de piazza Banchi.40

Ilustración 9. Detalle de la fachada y entrada del palacio Serra en Vico delle Mele, 641 39 Sin embargo, afirmaba que su sobrino Giovanni Pietro II (q. Francesco) tenía preferencia respecto a una nueva venta. Sobre esta cláusula, véase Belgrano, Luigi Tommaso. Vita e opere del marchese Gerolamo Serra, Génova, Co’ Tipi del R. I. de’ Sordo-Muti, 1859, p. 122. 40 Damonte, M. «La familia Serra…», cit., p. 245. 41 Fotografía tomada por la autora.

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La tendencia a mantener las residencias en el seno de la familia es recurrente en los siglos xvi y xvii y, en el caso de que se confirmara para otros genoveses, sería indicativo de un mercado de bienes inmuebles poco dinámico. El caso de los Serra responde, por tanto, a la tónica que siguió el patriciado veneciano que se caracterizó por su rechazo a vender sus propiedades inmuebles salvo en casos de dificultad financiera.42 La reforma de piazza Banchi, iniciada en 1583 —año en el que Nicolò Serra q. Paolo II figuraba entre los Padri del Comune—43 y seguida de la construcción de la logia entre 1590 y 1596,44 supuso la expropiación o la demolición de varios de los inmuebles que los Serra poseían: fueron expropiadas las casas de los hermanos Antonio IV (en 1585), Girolamo (en 1588) y Nicolò q. Paolo II (en 1585). Las viviendas de estos dos últimos habían sido compradas en algún momento a Paolo Gentile y a Girolamo Lomellini, respectivamente. Asimismo, Poleggi y Grossi-Bianchi afirman que también fue expropiada una casa perteneciente a Paolo Serra cuya identidad no precisan.45 42

Chauvard, Jean-François. La circulation des biens à Venise. Stratégies patrimoniales et marché immobilier (1600-1750), Roma, École Française de Rome, 2005, p. 556. 43 Como ya se mencionó en otro capítulo, se trataba de una magistratura dedicada a la gestión urbanística y a la que accedían solo aquellas familias que poseían una larga tradición en la administración. En Poleggi, E. y Cevini, P. Genova…, cit., p. 94. 44 Poleggi, Ennio y Grossi-Bianchi, Luciano. Una città portuale: Genova nei secoli x-xvi, Génova, Sagep, 1980, pp. 296-299. 45  Ibidem, p. 296-298. La homonimia recurrente que caracterizaba a la familia Serra dificulta asegurar con certeza de qué Paolo se trataba. Podría ser Paolo II q. Antonio III que, como se recordará, era propietario de una casa en Banchi que ya poseía su abuelo, Paolo I q. Antonio II en 1492. O bien podríamos estar ante el primogénito de Antonio IV y hermano de Battista Serra, nacido en 1571. Pero, debido a su corta edad, sería extraño que figurara en el momento de la reforma de Piazza Banchi como propietario de la casa. Su padre Antonio IV había fallecido en 1582, pero en estos casos lo más habitual era que la fedecommissaria del padre fuera la encargada de gestionar los bienes que se transmitirían en herencia a los hijos cuando estos alcanzaran la mayoría de edad.

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Probablemente, los palacios referidos por Giorgio Doria para Nicolò y para Paolo Serra (de nuevo, no se especifica cuáles de ellos) y situados a mediados del siglo xvi en via Orefici (en las inmediaciones de piazza Banchi) sean los mismos que les fueron expropiados en la década de 1580.46

Mapa 4. Distribución de las residencias Serra en el centro histórico de Génova, siglos xvi y xvii47

46 Doria, G. «Investimenti…», p. 28. 47 Agradezco a la arquitecta Raffaella Del Giudice su ayuda para la elaboración de este mapa. Las fuentes utilizadas son las presentes en la tabla 27 situada al final de tercer epígrafe de este capítulo.

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Ilustración 10. Fachada de un palacio de Girolamo Serra en piazza Banchi48

48 Fotografía tomada por la autora.

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Las operaciones acometidas en piazza Banchi no supusieron la retirada de los Serra de este espacio neurálgico, sino que más bien constituyeron una oportunidad para hacerse aún más presentes en él y para recomponer cuidadosamente su imagen en la ciudad de acuerdo con las nuevas tendencias artísticas del momento y con el reconocimiento y riqueza que estaban adquiriendo en la República y en los negocios con la Monarquía Hispánica. La estética barroca imponía mayores dimensiones y fasto a los palacios que se alejaban, de esta manera, de la sobriedad de las residencias medievales.49 En lo que se refiere a las residencias palaciegas, aún hoy puede observarse en Banchi parte de un palacio de Girolamo Serra que, dada su datación (1583), debió de sobrevivir a las reformas de la zona.50 También los descendientes de Girolamo mantuvieron su presencia en Banchi. A pesar de que el segundogénito varón de Girolamo, Giovanni Battista, pasó largas temporadas fuera de Génova, nos consta que en 1635 poseía una casa en las inmediaciones de piazza Banchi, concretamente en piazza De Marini.51 De hecho, tal y como él declaraba en su testamento de 6 de diciembre de 1683, «son muchos años que me hallo fuera de la Patria aunque tengo en ella mi domicilio, casa, mujer e hijos con ánimo de juntarme con ellos».52 Asimismo, en su inventario de bienes efectuado el 14 de

49 Una reflexión sobre las diferencias y la convivencia de ambos modelos y los modos en los que el Barroco se manifestó en el tejido urbano genovés en Doria, G. «Investimenti…», cit., p. 28; Grossi-Bianchi, Luciano. «Palazzi del xvi e xvii secolo nella Genova dei Caruggi», en D’Angelo, Fabrizio (ed.), Argomenti di architettura genovese tra xvi e xvii secolo, Génova, Università di Genova, 1995, pp. 7-13. 50 Poleggi, E., Genova, retrato..., cit., p. 83. Véase la ilustración 10. 51 Sabemos de la existencia de dicha casa porque el 24 de noviembre de 1635 uno de los documentos firmados por Giovan Francesco y Giovanni Battista para establecer la división de los bienes del padre se efectuó en una casa de piazza De Marini que, según el acto, constituía la morada de Giovanni Battista. En AHN, Consejos, leg. 28271. 52 AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Génova, 6 de diciembre de 1683.

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octubre de 1684 (por tanto, después de su muerte) figuraba una casa pequeña tras la logia de Banchi.53 Como se recordará, el primogénito varón de Girolamo, Giovan Francesco, había heredado el palacio del padre situado en Vico delle Mele, 6. El hecho de que el segundogénito confirmara su presencia en la misma zona mediante la adquisición de un inmueble en piazza De Marini es significativo de cómo la familia aunaba fuerzas para perpetuarse en una de los espacios de la ciudad más representativos en lo que se refiere a los tratos comerciales y financieros. La importancia que asumió Banchi en el linaje de Girolamo se pone de manifiesto en otros ramos de la familia. A finales del siglo xvi, Nicolò Serra mandó construir nuevas casas con tiendas (botteghe) en sus plantas inferiores.54 En concreto, un censo emitido en 1598 por Nicolò sobre estos y otros inmuebles indica que para esas fechas ya era propietario de las tiendas. El censo —por valor de 3000 liras anuales situadas sobre los alquileres de cuatro tiendas en Banchi, dos villas, un bosque y una casa ubicada en Albaro (zona del Levante genovés)— fue comprado por las monjas de Santa Chiara de Albaro por 60 000 liras el 29 de junio de 1598 y el aval de la venta fue Girolamo Serra, hermano de Nicolò.55 El 11 de febrero de 1611, las casas y las tiendas que comprendía el censo fueron vendidas a Battista Serra por 116 001 liras con la condición de que Battista pagara a las monjas los frutos del censo que no hubieran cobrado hasta el momento.56 El hecho 53

Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F., I Serra..., cit., p. 204. La casa podría tratarse de la misma que poseía en piazza De Marini y que declaraba en su testamento de 1683. 54 Sobre la importancia de estos inmuebles en el urbanismo genovés, véase Poleggi, Ennio. «Palazzo, bottega e città: una storia di usi e valori», en Lepetit, Bernardo y Olmo, Carlo (eds.), La città e le sue storie, Turín, Einaudi, 1995, pp. 143-186. 55 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 9. 56 La relación con las religiosas no fue fácil. Ante la propuesta de Battista a las monjas de redimir el juro en marzo de 1612, estas respondieron que ello les habría procurado grandes perjuicios, puesto que no sabían dónde invertir el contante «con el mismo provecho y seguridad» («con igual profitto e sicurezza»).

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nos transmite, una vez más, la idea de un mercado inmobiliario rígido en el que las propiedades eran transmitidas por herencia o por ventas entre miembros de la misma familia. En su testamento de 3 de octubre de 1637, Battista aseguraba que era propietario de tiendas localizadas en un emplazamiento no precisado. Sobre una de estas botteghe, decía poseer una casa en la que, en ese momento, residía con su esposa, Maddalena Serra, y que, gracias a la información que nos revela otro documento, podemos suponer que se encontraba en Banchi.57 La fuente en cuestión se trata de un contrato firmado por él y por su hermano Paolo Serra en 1619 con el arquitecto Bartolomeo Bianco para realizar obras en la villa que poseía Paolo en Sampierdarena. El acuerdo fue estipulado en uno de los almacenes (mezzani) de una casa propiedad de Battista Serra situada en Banchi y en la que por entonces residía su hermano Paolo.58 El hecho de que, en 1619, Paolo residiera en una casa de Battista no debe sorprender, visto que ambos firmaban juntos contratos de construcción de inmuebles —con Bianco— y que ambos eran socios de la misma compañía comercial. Tal y como ha analizado Grendi para los Balbi, los bienes inmobiliarios de la compañía de Giovanni Francesco, Bartolomeo y Girolamo Balbi se gestionaban en el ámbito de la sociedad. O lo que es lo mismo, formaban parte de los negozi in fresca, es decir aquellos que mantenían los hermanos sin recurrir a la división de la El 11 de octubre de 1613, Paolo Serra acordó con las monjas en nombre de su hermano Battista reducir el censo a 2700 liras anuales. En 1619, la renta de las religiosas disminuyó de nuevo: de 2700 a 2400 liras anuales. En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 10. 57 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. El documento que podría avalar dicha teoría en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9. 58 ASGe, NA, 5828, contrato entre Battista y Paolo Serra con Bartolomeo Bianco, 16 de febrero de 1619. Un documento no fechado que refiere las deudas de Battista Serra en la feria de agosto de 1627 menciona que este poseía una casa en Banchi. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9.

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herencia paterna, fenómeno que permitía que las propiedades fueran colectivas y su acumulación bajo las titularidades sucesivas de las compañías.59 Las características de residencia y gestión del patrimonio inmueble observadas para Paolo y Battista Serra hacen factible que, en este ámbito, ambos operaran en circunstancias similares a los Balbi. Por desgracia, no se ha hallado el testamento del padre, Antonio IV, que en la determinación del destino de su patrimonio seguramente aclaró la manera en la que la progenie podía acceder a la herencia. En el testamento de octubre de 1637, Battista cedió el disfrute de la residencia de Banchi a su viuda, Maddalena Serra, así como los alquileres de las tiendas que poseía. Tal y como precisaba Battista en sus últimas voluntades, la casa no estaba libre de pesos: pagaba 2600 liras anuales a las monjas de Santa Chiara (hecho que sugiere que fuera uno de los inmuebles que compró a su tío Nicolò) y 800 a la familia Doria. Después de la muerte de Maddalena, la casa y las tiendas debían integrarse en un fideicomiso a favor de su sobrino, monseñor Antonio Serra, hijo de Paolo. Battista esperaba que su sobrino renunciase a la carrera religiosa, tal y como indicaba él mismo en su testamento cuando, después de señalarlo como beneficiario del fideicomiso que fundaba, apuntaba como sucesor del mismo al primogénito varón «nacido de verdadero y legítimo matrimonio de monseñor Antonio puesto que a pesar de que hasta ahora está esperando la prelatura al no ser in sacris podría ser que tomase otra decisión».60 Sin embargo, la voluntad de Battista no se cumplió: en diciembre de 1648, por tanto, cinco años después de la muerte de Battista, una de las casas de Banchi y las tiendas 59

Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 107. Sobre este tipo de compañía, véase Zanini, A. «Famiglia e affari…», cit., p. 474. 60 «Nato di vero e legitimo matrimonio di esso monsignor Antonio poiche nonostante che sin adesso habbi atteso alla prelatura con non esser in sacris potria essere che facesse altra risolutione». Continuaba Battista deseando que Dios diera mucha salud a su sobrino y que este se terminara casando. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637.

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situadas en los bajos de la misma que en el pasado había comprado a Nicolò Serra fueron vendidas por 14 400 escudos de oro.61 Battista no fue el único propietario de tiendas en Banchi: el 21 de julio de 1592, su tío, Girolamo, había adquirido diversas botteghe a los agentes de la República en este lugar por 77 203 liras.62 Más adelante, Girolamo, en su testamento de 4 de julio de 1613, afirmaba poseer catorce tiendas en Banchi que había comprado a la República y que se hallaban bajo las casas que habían pertenecido a su hermano Nicolò y a su sobrino, Paolo Serra q. Antonio IV.63 Las tiendas fueron incluidas en el fideicomiso que Girolamo fundó a favor de su primogénito, Giovan Francesco Serra en el testamento mencionado. Tras la muerte de Girolamo Serra, los fideicomisarios nombrados por este en su testamento, entre los que se hallaba Battista Serra, se encargaron de su gestión y de su mantenimiento. En lo que se refiere al primer aspecto, sabemos que Battista, como fideicomisario de Girolamo, administró los alquileres de las botteghe que debían de constituir una verdadera linfa para los negocios de la compañía que gestionaba junto a su hermano Paolo y a su cuñado Nicolò Pallavicino. De ello nos informa un documento sin fechar que señalaba las deudas que la compañía de Battista y Paolo Serra había contraído con el primogénito de Girolamo Serra, desde 1620 y hasta la feria de Agosto de 1627, en concepto de alquileres de las tiendas situadas bajo la casa que los hermanos poseían en Banchi.64

61 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 6 y 9. El documento no precisa quién fue el comprador. 62 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 84-85. 63 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 9r. 64 «La piggione delle cantine poste sotto la sua casa de Banchi». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9. Este documento avala la teoría de que la casa mencionada por Battista en su testamento de 3 de octubre de 1637 y en la que, por entonces, afirmaba residir se hallara en la piazza Banchi.

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Respecto al mantenimiento de las tiendas al que estaban obligados los fideicomisarios de Girolamo Serra, estos decidieron acometer obras en aquellas localizadas bajo las casas de Paolo y Battista Serra q. Antonio IV para resolver los problemas de humedad que les afectaban. Los trabajos de readaptación solicitados, para los que pidieron permiso a la República, se estimaban en poco más de 3000 liras y tenían como objetivo proteger las entradas derivadas de los alquileres que se habían visto enormemente afectadas por el mal estado de los inmuebles.65 Los alquileres de las botteghe no deben concebirse únicamente como una fuente de ingreso regular, sino como una inversión que permitía ampliar el techo de endeudamiento —mediante la emisión de censos sobre dichas entradas—, la extinción de débitos y la distribución de la riqueza entre los distintos miembros de la familia que compensara la tendencia a la concentración del patrimonio a favor de algunos sujetos, principalmente los primogénitos varones. En este sentido debe entenderse el documento de 22 de agosto de 1659 por el que Giovanna Doria Tursi, esposa del por entonces difunto Giovan Francesco Serra q. Girolamo, determinaba la cesión de parte de los alquileres de las tiendas de Banchi —heredadas por su marido como primogénito de Girolamo Serra y en ese momento pertenecientes a Giuseppe Serra, primogénito de Giovan Francesco y de Giovanna— a Artemisia Serra q. Girolamo, cuñada de Giovanna Doria. En concreto, Artemisia recibiría 1250 liras anuales durante toda su vida situadas sobre los alquileres de las catorce tiendas que habían pertenecido a Girolamo y que se hallaban bajo las casas de los herederos de Paolo Serra q. Antonio IV.66

65 ASGe, NA, 3665. Aunque el documento no está fechado, se puede suponer que fue realizado entre 1617 y 1618, poco después de la muerte de Girolamo Serra en 1616. 66 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 32, 22 de agosto de 1659, Génova. al respecto, véase tabla 25.

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Tabla 25. Inquilinos de las tiendas de Girolamo Serra en piazza Banchi, 22 de agosto de 165967 Inquilino

Tipo de inmueble

Giacomo Casella (platero) Giovanni Agostino Totti (barbero) Antonio Celesia (fravejo)68 Giovanni Battista Rossi q. Domenico Simone Burlando Giovanni Battista Senarega Geronimo Camera (notario) Giovanni Battista Bacigalupo (guantiero) Achille Pepi (callyaro) con dos mezzani69 Giacinto Felice Porro Giovanni Battista Carminatis Mario Antonio Ramairone Giuseppe Borsotto (notario) Geronimo Capurro (pettinaro con dos mezzani)70

Tienda número 1 Tienda número 2 Tienda número 3 Tienda número 4 Tienda número 5 Tienda número 6 Tienda número 7 Tienda número 8 Tienda número 9 Tienda número 10 Tienda número 11 Tienda número 12 Tienda número 13 Tienda número 14

Transacciones como las mencionadas hasta ahora ponen de manifiesto cómo la propiedad inmobiliaria constituía una inversión colectiva que concedía mayores posibilidades de endeudamiento, permitía la transferencia de capitales entre parientes y aseguraba,

67 Tabla de elaboración propia con los datos presentes en ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 32, 22 de agosto de 1659. 68 Muy posiblemente se refiera al fravego que en dialecto genovese significa platero u orfebre. 69 El callyaro podría referirse al callegaro, es decir, el que hacía las caleghe, es decir, las subastas públicas. O bien, podría tratarse di carregaro. En este caso, sería aquel que fabricaba carreghe (asientos, sillas o butacas). Los mezzani eran las habitaciones con que contaba el espacio alquilado. En este caso eran dos. 70 El pettinaro era el fabricante de pettini (peines). En este caso, alquilaba un espacio con dos vanos (mezzani).

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mediante el establecimiento de prácticas de venta y transmisión exclusivamente entre miembros de una misma familia, la conservación de la propiedad en el seno del linaje. Tabla 26. Inquilinos de las casas y tiendas en San Pancrazio propiedad de Francesco Serra q. Antonio IV (década de 1620)71 Inquilino Nicolò Pallavicino q. Stefano Giovanni Pietro II Serra Sebastiano Nasile [¿Naselli?] Giovanni Maria Sartorio Bartolomeo Carlone Scopelino [¿Scopellito?] Giovanni y Cristoforo Orsolini Andrea Carlone Scopelino [¿Scopellito?] Pietro Gatto Caldelaro Stefano Napoli y Tommaso Casella Scopelini [¿Scopellito?] Battino Gorzese Fidele Centurione Battista Il Monegino

Tipo de inmueble

Canon (en escudos)72

Casa grande

285

Casa Casa pequeña al lado de la habitada por Pallavicino Casa junto a la de Sebastiano

150

Tienda grande bajo la Ripa

38

Otras tiendas

25

Tienda

25

Tienda

22

Tienda

25

Tienda bancalaro73 2 almacenes Tienda de reventa (revendarola) de frutas

18 25

90 40

5

71 Tabla de elaboración propia a partir de ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. 72 El documento no precisa si se trataba de escudos de oro o de plata ni la frecuencia con la cual se pagaba el canon. 73 Taller en el que se hacían muebles.

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Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

El interés de los Serra por adquirir casas y espacios comerciales en la ciudad no se redujo a piazza Banchi. En concreto, en via San Pancrazio, cerca de via Ripa —calle porticada en las inmediaciones del puerto— destacó Francesco Serra q. Antonio IV, otro de los hermanos de Battista Serra que, tras una estancia en Amberes, residió establemente en Génova al menos desde 1610. Entre los inmuebles que Francesco poseía en la década de 1620, se encontraba una casa en la que vivía con su mujer, Anna Lomellini y cuyo valor alcanzaba los 47 000 liras (7600 escudos).74 El documento en cuestión no refiere la ubicación precisa de la residencia, pero en su testamento de 31 de agosto de 1641, Anna Lomellini aseguraba vivir en una casa en via San Pancrazio, por lo que es probable que se trate de la misma morada. En lo que concierne a establecimientos comerciales en via San Pancrazio, Francesco Serra era propietario de varias botteghe que tenía alquiladas.75 Como han señalado Poleggi y Grossi-Bianchi, las tiendas (en las plantas inferiores) y las casas (los aposentos en las plantas superiores) poseían un estatuto jurídico distinto, lo cual motivaba que en los planos de algunos palacios, las plantas inferiores no figuraran. Esta naturaleza diversa, según los autores citados, suponía ciertas normas para el alquiler de estos espacios: en concreto, los pisos superiores de los edificios destinados a vivienda podían alquilarse solo a personas pertenecientes a un albergo, mientras que los inferiores —normalmente porticados— se destinaban a tiendas y, por ello, podían alquilarse libremente.76 Sin embargo, la fotografía de los inquilinos de las casas y tiendas que poseía Francesco Serra en San Pancrazio en la década de 1620 impide realizar generalizaciones al respecto.77 Así, si bien 74 ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. 75  Ibidem. 76 Poleggi, E. y Grossi-Bianchi, L. Una città portuale..., cit., p. 223. 77 Ver la lista de inquilinos que figura en este documento en la tabla 26.

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Pallavicino, Serra y Nasile (probablemente Naselli) pertenecían a alberghi reconocidos y, por tanto, tenían derecho a alquilar los aposentos superiores, no nos consta que Giovanni Maria Sartorio, arrendatario de una casa y no de una tienda, formara parte de los adscritos a la nobleza de la República. Los datos facilitados por el documento que indica los huéspedes de las propiedades de Francesco Serra q. Antonio IV son también interesantes en lo que respecta a las relaciones existentes entre caseros e inquilinos. Nicolò Pallavicino q. Stefano, como se vio en el capítulo 4, era uno de los principales beneficiarios de la deuda pública hispánica que Battista Serra, como diputado del Medio General de 1608, le había adjudicado. Sin olvidar que, además, era concuñado de Francesco Serra q. Antonio IV. La relación de parentesco se repite en el caso de otro inquilino: Giovanni Pietro II Serra, tío de Francesco q. Antonio IV. Por tanto, observando el caso de los Serra, la familia no solo constituía un factor fundamental en el acceso a la propiedad de palacios a través de los distintos métodos de sucesión arbitrados, sino que también lo era en el ámbito del alquiler de inmuebles. Estos casos, y otros a los que nos referiremos, contribuyen a matizar los resultados obtenidos por Grendi para el análisis de las residencias de los Balbi. El autor apunta a la imposibilidad de considerar las moradas de estos últimos como un conglomerado de parientes que residían pacíficamente en estos inmuebles, pues era habitual que los palacios se alquilaran a otras familias nobles, aunque en esos, afirma Grendi, solían vivir también mujeres del linaje Balbi emparentadas con los Durazzo. Era práctica común que los grandes patricios genoveses al servicio de la Monarquía Hispánica, debido a sus largas estancias fuera de Génova, recurrieran a alquilar sus suntuosas moradas nobiliarias. Es el caso de Giovanni Battista Spinola que, a pesar de haber sido uno de los propietarios del palacio all’Acquasola —una de las residencias aristocráticas más lujosas de la ciudad—, murió

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Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

en 1625 sin haber habitado nunca en él.78 Se trata de un hecho que obliga, una vez más, a interpretar estos inmuebles no solo como instrumentos de representación del estatus, sino también como una fuente de ingresos y una voz importante en el patrimonio. Otras casas y tiendas de San Pancrazio y Sottoripa (o Ripa) comparecieron en el testamento de la mujer de Francesco Serra, Anna Lomellini, con fecha de 31 de agosto de 1641. En sus últimas voluntades, Lomellini cedía a sus dos hijos jesuitas, Giovanni Andrea y Tommaso Serra, 400 liras al año para cada uno de ellos tras la muerte de su padre, Francesco Serra. Esta suma debía provenir de los alquileres de las tiendas o casas que se encontraban en San Pancrazio o Sottoripa que, suponemos, fueran las poseídas por Francesco. Sin embargo, mientras viviera el padre de los religiosos, estos podían disfrutar de 200 liras al año cada uno que debían proceder de los alquileres de las casas de la strada o sya carroggio delli Angeli (via degli Angeli o actual piazzetta degli Angeli).79 Las viudas genovesas con hijos menores solían acceder al patrimonio del marido difunto en régimen de usufructuarias. Puede ser esta la causa por la que destinaba a sus hijos rentas sobre los inmuebles del marido solo tras la muerte de este. Siguiendo esta lógica, las casas y tiendas situadas en Santa Maria degli Angeli, cuyas rentas debían servir para abonar a sus hijos el legado prometido antes 78

Santamaria, Roberto. «“Palazzo, in parlar proprio, è l’habitatione di chi comanda”. L’edificio e i suoi proprietari (secoli xvi-xix)», en id. (ed.), Palazzo Doria Spinola. Architettura e arredi di una dimora aristocratica genovese da un inventario del 1727, Recco, Le Mani, 2011, pp. 35-71:46 y 47. La tendencia de los genoveses a alquilar los palacios que poseían es referida también por Girón Pascual para los mercaderes ligures granadinos que, ante sus prolongadas ausencias de la República, decidían alquilar sus residencias a parientes (por ejemplo, hermanos) o incluso ponerlas a la venta. En Girón Pascual, R. Comercio y poder..., cit., pp. 298-299. 79 AASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini, 31 de agosto de 1641. Los hijos mencionados no aparecen en la genealogía elaborada por Podestà, Musella y Augurio. Véase en la genealogía 8 del anexo de este libro la descendencia de Francesco Serra q. Antonio IV y de Anna Lomellini.

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de que se hubiera producido la muerte de Francesco Serra, eran probablemente propiedad de la testadora. Una teoría que parece avalar el hecho de que no hayamos encontrado más propiedades de los Serra en esta zona. La presencia del ramo de Francesco Serra q. Antonio IV en la estratégica Sottoripa se vio consolidada definitivamente con la construcción, a partir de 1677, de un palacio por parte de su hijo Girolamo (1624-1697) que, como se recordará, ejerció como asentista de cuerda de Carlos II desde 1657 y durante buena parte de la década de 1660.80 Las disposiciones testamentarias de Anna Lomellini deben ponerse en relación con las establecidas por Giovanna Doria, esposa de Giovan Francesco Serra, para las tiendas que su marido, por entonces difunto, había heredado de Girolamo Serra. El fenómeno no deja de ser llamativo de la capacidad de gestión del patrimonio del cónyuge que las mujeres ejercían después de su muerte. Prácticas como la mencionada demuestran el papel que ejercían las mujeres en la distribución de la riqueza de la familia, de gran importancia en linajes en los que la primogenitura adquiría cada vez más importancia por encima de otras formas de transmisión del patrimonio más igualitarias. La participación de los elementos femeninos en los procesos que condujeron a los Serra a dominar ciertos espacios en la ciudad confirma la dimensión colectiva del patrimonio inmueble de la familia por la cual todos los miembros de la casata estaban llamados a intervenir en aras de la construcción de una fuerte identidad urbana, sinónimo de poder político, prestigio social y, por tanto, 80 Se trata del palacio Serra di Gerace que actualmente se halla en via Sottoripa, 5 y es actualmente sede del Hotel De Ville. Tras diversas sucesiones, el palacio llegó en herencia a Giovan Battista de Girolamo (1742-1787). El matrimonio de este último con Maria Antonia Oliva Grimaldi q. Giovanni Agostino, princesa de Gerace, determinó el nombre por el que aún hoy se le conoce. Sobre este ramo: Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 449-463.

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Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

de pertenencia a las vetas más influyentes del patriciado. Como se verá a continuación, el trabajo coral desempeñado por los distintos ramos de la familia para la construcción de células de poder en el espacio urbano se verá también ratificada en los fenómenos de adquisición de residencias fuera del perímetro amurallado genovés.

3. Las

residencias de recreo: las ville genovesas

Los aspectos hasta ahora referidos ponen de manifiesto la tendencia de la familia a la concentración de sus propiedades en determinadas zonas de la ciudad, entre las que destacaron en primer lugar piazza Banchi, la basílica de Nostra Signora delle Vigne y San Pancrazio. Este comportamiento se intensificó enormemente en el extramuros genovés en los siglos xvi y xvii, donde la presencia de amplios espacios libres permitía la puesta en práctica de estrategias de control y de creación de células familiares bien definidas y a gran escala. Fuera del perímetro amurallado de la ciudad, las zonas de las dos Riviere (de Levante y de Ponente) eran Albaro y la Sampierdarena, respectivamente. Aunque los Serra no escatimaron su presencia en Albaro, la peculiaridad topográfica de este espacio —caracterizado por una secuencia de valles perpendiculares a la costa— impedía el diseño de proyectos urbanísticos que propiciaran la acumulación de diversos inmuebles.81 No obstante, ello no fue óbice para que algunos ramos del linaje Serra mantuvieran una relación especial con este territorio, como fue el caso de Nicolò Serra que, debido a las propiedades que ya poseía en esta zona, fue el beneficiario de la villa de San Martino tras la 81 Sobre las distintas características de Albaro y Sampierdarena, véase GrossiBianchi, Luciano. «Introduzione storico-urbanistica alle Ville Genovesi», VV. AA. Catálogo di ville genovesi, Génova, Associazione «Italia Nostra», 1967, pp. 13-31:28.

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sucesión de diversas renuncias estratégicas por parte de otros miembros de la familia a través de actos notariales de 21 y 25 de junio de 1594.82 Sin embargo, la naturaleza lineal de la costa de Sampierdarena hacía de este el emplazamiento ideal en el que aplicar una política patrimonial que permitiera a un mismo linaje el control de un vasto territorio.83 De hecho, Sampierdarena fue, como veremos, el espacio preferido por los Serra para adquirir y construirse suntuosas residencias de recreo (ville).84 Si bien en esta zona ya existían en el siglo xv casas de campo erigidas por familias genovesas pudientes recién ennoblecidas, es en el xvi cuando Sampierdarena se convirtió en un territorio para la ostentación del estatus y para el despliegue de nuevas prácticas culturales.85 Un fenómeno que se vio facilitado por

82  Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F., I Serra..., cit., p. 68. Posiblemente se trataba de la villa que poseía su padre Paolo II, fallecido hacia 1579. En id., p. 55. 83 Sobre Sampierdarena, véase Capacci, Alberto. Sampierdarena dalle origini al xx secolo, Génova, Fratelli Pagano Tipografi Editori, 1975; Tuvo, Tito y Campagnol, Marcello G. Storia di Sampierdarena, Génova, D’Amore Editore, 1975. 84 Ello no impidió que los Serra contaran con otras propiedades en otras zonas del extramuros genovés, como Cornigliano, situado en el Ponente, más allá del curso del río Polcevera. Concretamente en Priano, actualmente en el término municipal de Sestri Ponente. Se trataba de una villa perteneciente a Paolo Serra q. Antonio IV y comprada a Catteta Sommariva Bazona. Las rentas de su alquiler, como veremos, debían servir para el mantenimiento de la capilla que su madre, Claudia Lomellini, poseía en la iglesia y abadía de San’Antonio de Sampierdarena, bajo el patronato de Paolo. En ASGe, NA, 5860, codicilo de Paolo Serra q. Antonio IV, 11 de diciembre de 1630. Ninguna de las ville mencionadas en la obra de Falzone, Faedda y Guidano y atribuidas a los Serra parece reunir los requisitos de la villa de Priano, puesto que todas ellas datan del siglo xviii. Al respecto, véase: Falzone, Patrizia; Faedda, Franca y Guidano, Guido (eds.), Le ville del Genovesato. Sampierdarena, Cornigliano, il Ponente, Génova, vol. 3, Valenti Editore, 1986. Véase el mapa 5. 85 Un análisis exhaustivo de estos aspectos para el caso de la villa Spinola de San Pietro en Lercari, Andrea y Santamaria, Roberto. «Villa Spinola a “S. Pietro

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la disminución de las luchas faccionales que caracterizaron el período anterior y por los beneficios económicos que procuraron a algunos ciudadanos ligures sus tratos privilegiados con la Monarquía Hispánica. Una de las primeras casas de recreo de los Serra de la que tenemos constancia es la vendida por Pietro Giovanni Trabucchi a Paolo Serra q. Antonio IV el 17 de septiembre de 1606. El edificio en cuestión era una de las dos viviendas que Trabucchi había obtenido de la herencia del difunto Luca Casale, del que era acreedor. El documento que estipulaba las bases de la compra de esta casa aseguraba que el inmueble limitaba con otro en el que, en ese momento, Paolo Serra residía con su madre, Claudia Lomellini. Este hecho pone de manifiesto que, antes de que se produjera el pacto entre Trabucchi y Serra, este último ya era proprietario de una casa/villa en Sampierdarena. Sobre esta primera casa que ya poseían Serra y Lomellini cuando se produjo la transacción con Trabucchi nos dan algunas pistas los testamentos de Claudia Lomellini de 1606, 1614 y 1617. Todos ellos fueron redactados por Lomellini en la morada en la que por entonces vivía en Sampierdarena con Paolo, y en los tres dejaba patente que le cedía los 1500 escudos que le había pagado «en el tiempo en el que mandó edificar la casa donde ahora vive [Paolo] con la testadora». Esta cesión suponía la promesa del hijo de no exigir a ninguno de sus herederos los alquileres por el período en el que habitó la casa.86 El precio de la casa comprada por Paolo Serra a Pietro Giovanni Trabucchi el 17 de septiembre de 1606 lo debían determinar dos capi d’opera: uno designado por Trabucchi y otro por Serra.

d’Arena, loco di delizie con bellissimi palazzi e giardini”», en id. (ed.), Palazzo Doria Spinola..., cit., pp. 407-448. 86 ASGe, NA, 5860, testamentos de Claudia Lomellini de 25 de enero de 1606, 15 de mayo de 1614 y 7 de noviembre de 1618. Una traducción al castellano de este último realizada en Madrid en AGS, CME, leg. 570, 1, 17.

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1. De Franchi, Costa 2. Pallavicino 3. Negrone, Moro 4. Pallavicino, Moro 5. Spinola di San Pietro 6. Duque de Molfetta, Piccardi 7. Grimaldi

8. Príncipes de Francavici 9. Grimaldi «La Fortezza» 10. Imperiale, Scassi, «La Bellezza» 11. Centurione, Pallavicino 12. Grimaldi 13. Lercari, Sauli, «la Semplicità» 14. Doria, Madres Franzoniane

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15. Crosa, Diana 16. Grimaldi de Gerace 17. Serra, Doria, Masnata 18. De Mari, Ronco 19. Cardinale 20. Lomellini, Boccardo 21. Centurione 22. Serra, Monticelli 23. Gavotti 24. Grimaldi 25. Doria, De Mari Istituto «Don Daste» 26. Lomellini, Bocci y villa de Lorenzo Lomellini 27. Centurione Carpaneto 28. Pallavicino, Gardino 29. Cambiaso 30. Pallavicino, «Credito Italiano» 31. Centurione «del Monastero» 32. Cattaneo, Grimaldi 33. Spinola 34. Lomellini, Spinola

35. Torre Spinola y villa de Domenico Spinola 36. Grimaldi 37. Grimaldi, Pallavicino, Padres salesianos 38. Pallavicino, Durazzo 39. Villini novecenteschi (del siglo XX) 40. Crosa, De Franchi, «Istituto Antoniano» 41. Rossi 42. Villa «coltiva» 43. Pallavicino 44. Poincerverio, Garibaldi, Conte 45. De Ferrari 46. Buttero 47. Frisone 48. Bracelli, asilo «Scaniglia Tubino» 49. Agnese y Castellazzo 50. Agnese y Castellazzo 51. Villa «coltiva» 52. Rizzo 53. Negrone

Mapa 5. Ville genovesas en Sampierdarena87

Según el acuerdo alcanzado, Trabucchi seguiría siendo propietario de la otra casa que no vendía a Paolo Serra y que, según el documento, había pertenecido a Giovanni Battista Imperiale. Trabucchi sería también dueño de la placita que separaba el inmueble de Trabucchi y el recién adquido por Paolo Serra.88 Se trata de datos interesantes pues, como se verá, Girolamo Serra, tío de Paolo, fue propietario de una villa en Sampierdarena que había comprado a los herederos de Giovanni Battista Imperiale. Esta información abre la puerta a la posibilidad de que Girolamo adquiriera más adelante la casa de Trabucchi con el fin de consolidar la presencia de los Serra 87 Mapa y leyenda de elaboración propia a partir de la planimetría y leyendas de Patrizia Falzone, autora de los contenidos referidos a las ville de Sampierdarena y Cornigliano presentes en Falzone, P., Faedda, F. y Guidano, G. (eds.), Le ville del Genovesato…, cit., pp. 18 y 19. Falzone parte de la cartografía de Matteo Vinzoni del siglo xviii. Agradezco a Raffaella del Giudice su ayuda para la realización de la planta. 88 ASGe, NA, 5825, 17 de septiembre de 1606.

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en Sampierdarena y de conformar un espacio familiar bien definido. En concreto, sabemos que para el 7 de noviembre de 1607, Girolamo había comprado una villa con palacio y torre en Sampierdarena a los Imperiale por 61 502 liras a través de la mediación de Giovanni Pietro II Serra.89 En su testamento del 4 de julio de 1613, Girolamo precisaba que la había pagado a Ottavio Imperiale y a los herederos del difunto Giovanni Battista Imperiale.90 La villa se puede contemplar aún hoy en via Nicola Daste, 34.91 La transmisión de este inmueble se produjo por vía masculina, en concreto, al primogénito, lo cual explica que en la cartografía de Sampierdarena realizada por Matteo Vinzoni en 1757, la villa apareciera bajo el nombre del marqués Giuseppe Serra, nieto de Girolamo y primogénito de Giovan Francesco Serra q. Girolamo. La villa «Serra-Monticelli» fue incluida por Girolamo en un fideicomiso fundado a favor del primogénito Giovan Francesco que incluía las catorce tiendas de Banchi, el palacio de Vico delle Mele ya citado, una renta anual de 5000 ducados sobre los maestrazgos de España y el feudo de Strevi. Sin embargo, Girolamo no privilegió solo al primogénito varón, pues, como se recordará, no dudó en fundar otro fideicomiso a favor de Giovanni Battista, el segundogénito. Una medida indicativa del hecho de que la primogenitura, de clara influencia española, no fue aplicada por la familia de manera sistemática, síntoma quizás de la preferencia de los Serra por fórmulas más equitativas de distribución del patrimonio entre los sucesores masculinos. 89 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 161. 90 ASC, Parte seconda, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fols. 2r-19r. 91 Sobre la villa, véase la ficha de Grossi-Bianchi, Luciano. «Villa Serra, Monticelli», VV. AA. Catálogo…, cit., p. 183; Falzone, Patrizia. «Villa Serra, Doria, Monticelli», en Falzone, P., Faedda, F. y Guidano, G. (eds.), Le ville del Genovesato…, cit., vol. 3, pp. 72-75. Véanse las ilustraciones 11 y 12. Para situar mejor en el espacio la villa y comprender el contexto en el que se hallaba, ver el mapa 5.

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Ilustración 11. Logia de la villa de Girolamo Serra (también llamada «Serra-Monticelli»). via Nicolò Daste, 34, Sampierdarena (Génova)92

92 Fotografía tomada por la autora.

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Ilustración 12. Fachada principal de la villa de Girolamo Serra (o «Serra-Monticelli»)93

A su viuda, Veronica Spinola, Girolamo concedió el usufructo de Strevi, de la casa de Vico delle Mele y de la villa de Sampierdarena. Eso sí, Girolamo consideraba la posibilidad de que la convivencia entre madre e hijo no fuese posible por diversas razones, en cuyo caso asignaba a su viuda un aposento en la planta baja del palacio de la villa, en el que había residido la difunta Franceschetta Spinola, madre de los Imperiale a los que había comprado la villa.94

93 Fotografía tomada por la autora. 94 Las disposiciones sobre la entidad del fideicomiso instituido en beneficio de Giovan Francesco en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fols. 9r y v. Las cláusulas a favor de Veronica Spinola en id., fols. 8r y v.

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La villa de los Imperiale era de dimensiones reducidas, lo que sugiere unos orígenes medievales, hipótesis avalada por su posición —en el eje de tránsito que ya contaba con la presencia de ville en el siglo xiv— y por la presencia de una única logia y una torre cuadrada. En el versante sur, la residencia se extendía hacia el mar hasta llegar al espacio que ocupaba el convento e iglesia de Santa Maria della Cella, lo cual permite hacernos una idea del extenso jardín que comprendía. Contaba además con dos entradas: la principal, en la actual via Nicolò Daste, y la que daba acceso al jardín, en la zona sur. Los límites de la villa serán importantes, como veremos, para comprender las distancias (reducidas) que existían entre esta y las otras residencias que los Serra poseyeron en Sampierdarena. La compra de la villa con palacio y torre por parte de Girolamo Serra soprende también por el momento en el que se efectuó: en las mismas fechas en las que Felipe III emitió los decretos de suspensión de pagos del 6 y 9 de noviembre de 1607. A pesar de que Girolamo no se hallaba por entonces entre los principales banqueros de la Corona, sí lo era su sobrino Battista que, como diputado del Medio General de 1608, le procuró una gran cantidad de rentas de juro como compensación por sus préstamos, como ya se refirió en el capítulo 4. La coincidencia absoluta con la que se produjeron ambos eventos debe contribuir a relativizar el impacto que estas suspensiones de pagos ejercían sobre los banqueros y los hombres de negocios, así como las muchas ventajas que estos podían obtener de las mismas. Igualmente, la adquisición del inmueble —que se hallaría en las inmediaciones de las casas poseídas por Paolo Serra y Claudia Lomellini— confirma la voluntad de los dos linajes —el de Girolamo y el del difunto Antonio IV— de conformar celulas familiares contiguas o adyacentes. Una tendencia que no era más que la materialización en el espacio urbano de la colaboración estrecha que ambos ramos mantenían. Adyacente al palacio con torre de Girolamo, este poseía otra casa que también había comprado a los fideicomisarios

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del difunto Giovanni Battista Imperiale95 y que cedió a su segundogénito, Giovanni Battista Serra, mediante la fórmula del fideicomiso. También formaba parte del fideicomiso una «casilla» comprada al prior y a los frailes de Santa Maria della Cella,96 dos casas en el barrio del Molo (muelle) de Génova que habían pertenecido a Giuseppe y a Agostino Bordonio,97 otra villa situada en la Chiapella (fuera de la Puerta de San Tommaso) que había pertenecido al difunto Giovanni Angelo Costa98 y, por último, 3000 ducados de renta anual de juro a veinte mil el millar «de aquellos que el señor testador tiene en los dichos reinos de España».99 Además de estas propiedades en Sampierdarena, Giovanni Battista Serra, en su testamento de 6 de diciembre de 1683, afirmaba poseer la casa y villa de 95 Girolamo precisaba que la operación de compra no era oficial, puesto que entre él y los fideicomisarios de Imperiale aún no se habían realizado escrituras públicas. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 15v. 96 La relación entre Santa Maria della Cella y los Serra de Antonio IV debió de ser estrecha, tal y como denotan los testamentos realizados por Claudia Lomellini, esposa de este, en 1606, 1614 y 1618. En todos ellos, estipulaba un legado de 50 liras para la iglesia. En las últimas voluntades de Lomellini del 7 de noviembre de 1618, esta recordaba a los padres de este templo las obligaciones que habían contraído con su casa y la de sus hijos. En ASGe, NA, 5860, testamento de Claudia Lomellini, 7 de noviembre de 1618. 97 Es posible que una de estas casas sea la que aparece en en el inventario patrimonial de 14 de octubre de 1684 realizado a instancias del primogénito de Giovanni Battista después de su muerte. Según el documento, por entonces la casa estaba siendo reconstruida después de que el bombardeo francés de 1684 la destruyese. La agresión francesa afectó también a otras propiedades de Giovanni Battista en la ciudad. En concreto, a una casa que poseía en el caruggio degli Scrivani. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 204. La calle se correspondería con el actual vico dei Notari. 98 En 1632, en el espacio en el que se hallaba la villa, se construyó la puerta principal de la nueva muralla en Capo Faro. En ibidem, p. 86. 99 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fols. 15v y 16r.

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Spotorno (municipio en el Ponente genovés) cuyo pago aún no había completado. 100 Dada la cercanía entre la casa y casilla que formaban parte del fideicomiso instituido a favor de Giovanni Battista Serra y el palacio con torre cedido a su hermano Giovan Francesco Serra, se deduce que las primeras debían de encontrarse en el perímetro de la villa. Tal era la poca distancia que las separaba que Girolamo se vio obligado a establecer en su testamento claúsulas que protegieran estas construcciones, principalmente la cedida al primogénito, de los daños que pudieran causarles los posibles trabajos de reestructuración llevados a cabo en el inmueble vecino.101 Entre los perjuicios que podían generar estas reformas, Girolamo incluía aquellos que redujeran las condiciones de confort de las viviendas, como la presencia de luz o de óptimas vistas. Tal y como especificaba Girolamo, [...] si en cualquier tiempo, los dichos señores Juan Francisco y Juan Bautista o cualquiera de ellos, o los descendientes de ellos respectivamente que fueren admitidos al dicho fideicomiso quisieren reedificar las dichas casas o cualquiera de ellas, o levantarlas más alto o ponerlas en mejor forma, la una de las cuales podría ser dañosa a la otra, así en cuanto a la perspectiva, como a la luz o al recíproco sujeto [...] en tal caso, el dicho señor testador ordena y manda que los dichos señores fideicomisarios [...] vean primeramente, reconozcan y consideren lo que se hubiere de innovar o lo que entendieren innovar dichos hijos respectivamente o los

100 AGS, CME, leg. 1405, 24. La villa se menciona también en el inventario realizado el 14 de octubre de 1684, después de su muerte. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 204. 101 La inquietud de Girolamo al respecto fue compartida por otros genoveses. Así por ejemplo, Pantaleo Balbi, en su testamento de 1580, donaba una casa en Bisagno a su hijo Giacomo al que especificaba que no podía «hacer fábrica sobre la terraza» («far fabbrica sulla terrazza») para no perjudicar al hermano Giovanni Francesco. En Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 106.

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descendientes o cualquiera de ellos y sobre ello provean lo que les pareciere más conveniente; así que la fábrica, reedificación o ampliación de aquellas, o de cualquiera de ellas, se haga con el menor daño y perjuicio que se pudiere hacer de cada una de las dichas cass, particularmente de la dicha casa primeramente adquirida por el dicho señor testador del dicho magnífico Octavio Imperial y fideicomisarios del difunto magnífico Juan Bautista Imperial.102

A la luz de esta disposición, es incontestable el compromiso que la familia y sus allegados asumían tras la muerte del propietario para mejorar los inmuebles que este había poseído, asegurar su manutención y prevenir su degrado. Así, Maddalena Serra, Giovanni Battista Adorno, Giovanni Battista Squarciafico y Genesio Sanguineto, todos ellos fideicomisarios de Girolamo Serra, el 12 de diciembre de 1628 solicitaban al Senato de la República autorización para poder reparar la casa y casita que formaban parte del mayorazgo de Giovanni Battista Serra q. Girolamo que, por entonces, era aún menor de edad. Los gastos de las reformas, que a juicio de los fideicomisarios no superarían los 2000-2500 escudos de plata, serían financiados con los rendimientos de los 6000 ducados anuales de renta de juro que Girolamo asignó al fideicomiso del segundogénito.103 Las obras no solo debían reformar estas viviendas, sino también remediar el daño que estas habían causado a la casa grande, asignada a Giovan Francesco q. Girolamo.104 102 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 16 r y v. Las cursivas son nuestras. 103 ASGe, NA, 3665. Estas cifras parecen indicar que los ducados sobre juros de España que formaban parte del fideicomiso de Giovanni Battista fueron aumentados con posterioridad a la redacción del testamento de Girolamo en el que se especificaron solo 3000. 104 No tenemos constancia de cuáles podrían ser estos daños. El acto notarial menciona que la suma de 2000-2500 escudos de plata debía servir también para «levantar encima de este sitio o casita un quarto para darlo a la citada casa grande», como era voluntad del testador («di alzare sopra esso sito e casetta un quarto per darlo alla sudetta casa grande»). En ibidem.

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Además de la villa de Girolamo Serra en la actual via Nicola Daste y de las, al menos, dos casas que poseía su sobrino, Paolo Serra q. Antonio IV, la familia debió de contar con otras residencias de recreo en este espacio que, si bien contribuían al aumento del poder del linaje en Sampierdarena, podían acarrear daños a las propiedades vecinas de sus parientes. Es el caso de la casa grande que deseaba construirse Francesco Serra q. Antonio IV en el terreno contiguo a la casa e villa del difunto Girolamo Serra y que motivó que, el 22 de marzo de 1619, dos de sus fideicomisarios, Maddalena Serra y Battista Serra q. Antonio IV (por tanto, hermano de Francesco), presentaran una petición a la República para que se eligieran dos senadores que pudieran vigilar que las obras en cuestión no generaran desperfectos en los inmuebles de los herederos de Girolamo.105 El asunto se resolvió con unas instrucciones que Francesco Serra debía atajar y que comprendían: la demolición de la casa que ya poseía en la zona junto a una de las propiedades de Giovanni Battista Serra q. Girolamo y que, según nos informa el documento, había comprado a los Trabucchi; la promesa de que ni Francesco ni sus herederos construirían casas en dicho terreno que sería destinado a jardines de cedros; la construcción de todas las ventanas que se desearan en la fachada de la casa de Giovanni Battista q. Girolamo sin que Francesco o sus herederos pudieran prohibírselo; estos últimos también declinaban cualquier pretensión de levantar una muralla, que obviamente habría comprometido la iluminación de la casa de Giovanni Battista; además, Francesco Serra debía ceder a los fideicomisarios de Girolamo el lugar donde se encontraba la residencia comprada a Trabucchi y que se hallaba cerca de la casa de Giovanni Battista Serra. Obviamente, una operación de este tipo suponía una gran renuncia por parte de Francesco Serra, por lo que el instrumento preveía también las compensaciones que se le tenían que conceder: 3000 liras de moneda corriente y un fragmento de

105 ASGe, NA, 3663.

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tierra de la villa de Girolamo que este último había cedido en fideicomiso a su primogénito, Giovan Francesco Serra. Eso sí, Francesco Serra debía financiar la muralla necesaria para separar esta nueva propiedad de la de su primo Giovan Francesco y comprometerse a no apropiarse del agua de pozo que se encontraba entre ambos terrenos. En caso de verificarse esta última situación, Francesco estaba obligado a devolver el agua a sus expensas. No podemos saber si Francesco Serra terminó construyéndose una villa en los espacios que le había asignado el pacto con los fideicomisarios de Girolamo. Lo cierto es que, en la década de 1620, este poseía seguramente otra villa en Sampierdarena que había comprado a Geronimo y Francesco Coronata y por la cual, en los años en los que fue procesado por deudas, aún les debía 7000 liras. En la lista de efectos de Francesco Serra, redactada con la ocasión de las deudas mencionadas, se explicitaba que este era dueño de un inmueble en Sampierdarena que seguramente era el mismo comprado a los Coronata y cuyo valor ascendía a los 22 000 escudos de oro.106 Antes de hacerse con esta propiedad, sabemos que su madre, Claudia Lomellini, era dueña de una villa en Sampierdarena que, según la declaración realizada por ella misma en sus testamentos de 1614 y 1618, había sido comprada a Pometa Negrona con dineros de su hijo Francesco Serra, por lo que debía ser considerada propiedad de este último después de su muerte.107 La presencia de Francesco Serra q. Antonio IV en Sampierdarena queda documentada también por documentos de su hermano Bat-

106 Según los documentos sobre el proceso por deudas contra Francesco Serra y hallados en el Fondo Famiglie del Archivio di Stato di Genova, las 7000 liras que aún debía el comprador a los Coronata suponían 1140 escudos de oro. Por tanto, se trataba de una lira que equivalía a 0,162 escudos y de un escudo que valía 6,17 liras. Al no conocer la fecha exacta en la que fue efectuada la compra de la villa, no podemos precisar si el precio de la lira se correspondía con los valores de cambio oficiales estipulados por la República. En ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. 107 ASGe, NA, 5860, testamentos de Claudia Lomellini, Génova, 15 de mayo de 1614 y 7 de noviembre de 1618.

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tista. En su testamento de 3 de octubre de 1637, Battista afirmaba que deseaba comprar la villa que tenía su hermano Francesco en Sampierdarena. Se comprometía a comprársela por 100 000 liras, es decir, aproximadamente 13 800 escudos de oro,108 con la condición de que el propio Battista saldara la deuda que Francesco mantenía con los padres de Santa Maria della Cella «con motivo de una avenida que le han concedido y por el cual se va a la marina».109 Este débito con Santa Maria della Cella y el permiso que sus frailes dieron a Francesco para la construcción de una calle sugieren que la villa debía de encontrarse muy cerca de las propiedades que poseía Girolamo Serra y que heredaron sus hijos, Giovan Francesco y Giovanni Battista. No sabemos si esta residencia es la que Francesco había comprado a los Coronata y por la que, como se mencionó, en la década de 1620 aún debía 7000 liras. Si fuera la misma, querría decir que Battista la estaría comprando por debajo de su precio original (22 000 escudos de oro), hecho que haría sospechar que la operación escondía un préstamo. Por otro lado, las 100 000 liras que Battista abonaría debían servir para pagar la dote de Anna Lomellini, la mujer de Francesco. Desde el momento en el que hacía testamento y hasta su muerte, Battista se comprometía a pagar a Anna el dos por ciento, es decir 2000 liras anuales con la condición de que esta no pretendiera nada contra su hacienda. Puesto que sabemos que la dote de Anna Lomellini era de 38 930 escudos de oro, es de suponer que los 25 130 —resultantes de la resta de los 13 800 escudos al total— ya

108 Según la grida genovesa (el documento oficial de la República donde se estipulaban las equivalencias de la lira genovesa), en octubre de 1637, el escudo de oro valía 145 soldi de lira. Puesto que una lira equivalía a veinte soldi, quiere decir que, cuando Battista hizo testamento, un escudo de oro suponía 7,25 liras genovesas. Por tanto, una lira genovesa equivalía a 0,138 escudos de oro. Para el cálculo de las equivalencias, véanse las tablas publicadas por Marsilio, C. Dove..., cit., p. 204; Lo Basso, L. Uomini da remo..., cit., p. 418. 109 «Per via di un viale che li hanno concesso per quale si va alla marina». En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637.

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le habían sido pagados.110 La implicación de Battista de manera directa en la restitución de la dote de su cuñada es demostrativa de la tendencia genovesa a absorber la dote y, en general, los patrimonios femeninos en los negocios que los maridos mantenían con sus hermanos, así como de su inversión en el mercado de cambios.111 El fenómeno, si bien suponía una importante inyección de capital para los negocios de la familia, podía generar problemas para las mujeres a la hora de recomponer y de recuperar sus dotes.112 Las operaciones de compraventa de inmuebles, como la apenas explicada, constituyen la prueba de la naturaleza societaria de estas propiedades. Battista Serra, en compañía con su hermano Paolo y su cuñado Nicolò Pallavicino, sostenía negocios con su otro hermano, Francesco Serra, como se evidenció en otros capítulos. Las deudas que golpearon a este último en la década de 1620 hacen pensar que la transacción programada por Battista en su testamento de 1637 constituyera un préstamo a su pariente o un modo de saldar las deudas que mantenía con la viuda del mismo en concepto de dote. La hipótesis, que debería ser verificada con otras fuentes, adquiere sentido sobre todo si te tiene en cuenta que Battista, sin herederos en el momento en el que redactó sus últimas voluntades, incluía la villa de su hermano en un fideicomiso a favor de su sobrino Stefano, hijo de Francesco. Los inmuebles, por tanto, se erigían en un instrumento para saldar cuentas o para acudir en auxilio de otros miembros de la red. 110 ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini, 24 de febrero de 1649, Génova. En su testamento, Lomellini dejaba el usufructo de la dote a su marido. 111 Es reveladora al respecto la declaración de Veronica Spinola q. Giacomo, esposa de Girolamo Serra, en su testamento según la cual, además de su dote, poseía 3059 escudos de oro de marca y ocho denari en la próxima feria de Santi de 1613, por los cuales no exigía nada a su marido, Girolamo Serra, pero dejaba constancia de que en sus libros debía figurar como acreedora «poiche glieli va continuando sopra cambi». En ASGe, NA, 5782, testamento de Veronica Spinola q. Giacomo, 10 de octubre de 1613. 112 Esta tendencia ha sido analizada por Grendi para los Balbi en Grendi, E. I Balbi…, cit., pp. 293-294.

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En este sentido, la compra de una casa en Piazza Sauli a Genesio Sanguineto efectuada por los fideicomisarios di Girolamo Serra, el 18 de marzo de 1628 podría representar otro ejemplo que avala la praxis señalada, además de confirmar que las compra-ventas de inmuebles se producían principalmente entre parientes y socios y, por tanto, no en un mercado libre regido por la ley de la oferta y la demanda.113 Como ocurriera con otras transacciones que camuflaban préstamos, la venta se realizó con pacto de retrovendendo, por diez años y por la cantidad de 10 000 escudos. de oro de marca (moneda de feria). Como se recordará, Sanguineto había sido la mano derecha de Girolamo en sus negocios. Asimismo, poco meses después de la venta, concretamente en agosto, el primogénito de Girolamo, Giovan Francesco, fue aceptado como fideicomisario de su padre y, en ese mismo año, Genesio se disponía a abandonar Génova para atender a sus negocios en Nápoles. Sin olvidar que, en 1628, comenzaron también los litigios entre los dos hermanos, Giovan Francesco y Giovan Battista, por la herencia paterna. Se trata de factores que sugieren que la compra del inmueble citado por parte de los fideicomisarios de Girolamo constituía un intento por cuadrar las cuentas de la herencia del difunto en un momento de intensos cambios en la administración de la misma. El núcleo fundado por los Serra de la generación de Battista q. Antonio IV en Sampierdarena se completa con la villa de su hermano Paolo, diseñada por uno de los arquitectos más en boga de la época, 113 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 37, 68. La casa, antes propiedad de Marco Antonio Giudice, había sido comprada en subasta pública por Genesio Sanguineto como residencia para él y su familia. La compra la realizó a través de Paolo Sauli que, por 500 escudos de plata, se debía ocupar también de asistir en adelante a Sanguineto in perpetuo para el mantenimiento y la protección de la casa («la manutentione et difesa della casa»), refiriéndose con ello, muy posiblemente, a las prácticas burocráticas implícitas a la posesión de una casa o al cobro de alquileres en el caso de que fuera necesario. Sanguineto vivió en este palacio durante aproximadamente diez años hasta que se mudó a Nápoles con su familia a finales de la década de 1628. Durante ese tiempo, la casa fue alquilada al financiero Cristoforo Fortembach.

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Bartolomeo Bianco, y aún hoy observable en via Antonio Cantore, 31. Como puede verse en el mapa 5, esta se asomaba a una de las calles principales del antiguo trazado viario de Sampierdarena.114 La misma calle en la que se hallaba el ingreso principal de la villa con palacio y torre de Girolamo Serra situada en la actual via Nicolò Daste. Aunque la distancia existente entre la villa de Paolo y la de Girolamo no es relevante (en el presente se hallan a unos 650 metros la una de la otra), creemos que esta es lo suficientemente grande como para impedir la identificación de la villa de Paolo en via Antonio Cantore con la casa que, como ya se mencionó, este había adquirido de Pietro Giovanni Trabucchi y que se encontraba muy cerca de las propiedades de los Imperiale, la familia a la que Girolamo había comprado las casas que componían la villa «Serra-Monticelli».115 Sin embargo, puesto que sabemos que la villa ex novo que encargó Paolo Serra a Bartolomeo Bianco se construyó sobre edificaciones preexistentes, no podemos asegurar que en este emplazamiento Paolo no contara ya con una construcción previa ni es posible descartar que este no era el inmueble comprado a Trabucchi en 1606. La villa ex novo de Paolo Serra representa el culmen de un proceso de expansión urbana vertiginoso que inició en los años en los que Battista Serra comenzó su participación en los asientos de la Corte —en 1597— y que se acentuó a raíz de su intervención en 114 La villa es sede actualmente de la Escuela Media Estatal Nicolò Barabino. Sus sucesivos propietarios fueron los Doria y posteriormente los Masnata, de ahí que en la planimetría presentada por Patrizia Falzone esta figure con el nombre de villa «Serra, Doria, Masnata». Cuando se produjo el traspaso de la propiedad a los Masnata, la villa se encontraba en muy mal estado. Los Masnata la terminaron cediendo a una obra pía que la transformó en un hospital. En 1872 fue vendida al municipio de Sampierdarena que la restauró y la convirtió en el llamado Ospizio Civile. Sobre la villa, véase Falzone, Patrizia. «Villa Serra, Doria, Masnata», en Falzone, P., Faedda, F. y Guidano, G. (eds.), Le ville del Genovesato…, cit., pp. 64-68. Véase la ilustración 13. 115 Para percibir las distancias entre la villa de Girolamo y la de Paolo Serra, obsérvese el mapa 5. La villa «Serra-Monticelli» es el número 17, mientras que la «Serra, Doria, Masnata» es la número 22.

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la Real Hacienda como diputado en el Medio General de 1608, cargo que desempeñó hasta 1617.116 Se trata de un proceso similar al experimentado por los Balbi, que inauguraron el proyecto de la futura via Balbi en el momento en el que la familia se embarcó en los asientos de mercurio de Idria (1617-1629).117 El dominio absoluto que en estos momentos los genoveses ejercieron sobre las finanzas del Católico fue uno de los factores que determinaron la fluidez con la que circulaba en Génova la plata castellana que se acuñaba en la ceca ligur. Se pasó de las 700 000 liras acuñadas al año a los dos o tres millones de liras. Como afirma Álvarez Nogal, la plata era tan abundante en la República en esta época que se creó un banco en el cual solo se admitía moneda española de plata, los reales de a ocho.118 Bartolomeo Bianco presentó sus diseños a Paolo Serra el 5 de febrero de 1613.119 Paolo y su hermano Battista solicitaron también a Bianco que ultimara las decoraciones y los accesos a la villa. Entre las posibles mejoras que los hermanos acordaron con el arquitecto sabemos que, el 16 de febrero de 1619, Bianco había firmado un contrato para la fabricación de logias, balcones, pavimentos, elementos en hierro y la construcción de una muralla

116 De hecho, la Diputación marcó un antes y un después en la fortuna y en la visibilidad de la familia en Génova. Es por ello por lo que conviene interpretar con cautela las duras aseveraciones que Battista realizó en su testamento sobre los efectos negativos que, según el genovés, ocasionaron en su hacienda sus tratos con la Monarquía Hispánica en este período. En concreto, Serra refería que era acreedor del Medio General de 1608 por la cantidad de tres millones de ducados. Partida que, según Battista, en el momento de redactar el testamento, la Corona aún le debía. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 117 Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 141. 118  Álvarez Nogal, Carlos., «I genovesi e la monarchia spagnola tra Cinque e Seicento», Atti della Società Ligure di Storia Patria, XLI, 2 (2001), pp. 107-123:115. 119 Estos se pueden consultar en ASGe, NA, 5826. Sobre Bartolomeo Bianco, véase Di Raimondo, Armando y Profumo Müller, Luciana. Bartolomeo Bianco a Genova. La controversa paternità dell’opera architettonica tra ‘500 e '600. Génova, ERGA, 1982.

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que separara la propiedad Serra de la villa vecina, perteneciente a la familia De Mari y aún hoy presente en Sampierdarena.120 Respecto a este último elemento (la muralla), la construcción, por parte de los Serra, de estructuras que contribuyeran a separar o a apropiarse de espacios públicos se pone de manifiesto de nuevo el 25 de febrero de 1666. Ese día, Ambrogio Doria, hijo de Paolo Francesco Doria y de Artemisia Serra q. Girolamo firmaba un contrato de obras con el arquitecto Giovanni Battista Costanzo para continuar la fábrica de un corridore o andito. Según el glosario de términos de arquitectura moderna genovesa de Anna Decri, un corridore o andito podía ser una terraza estrecha o bien un pasillo. Sin embargo, el término, tal y como aparece en los documentos analizados, parece referirse, como veremos, a una especie de camino o calle amurallada cubierta —si no en todo, en parte de su trazado— que permitiría el acceso privado a las ville de los De Mari y de los Serra y al complejo de Santa Maria della Cella.121 La voluntad de crear espacios familiares bien diferenciados explica los continuos esfuerzos por delimitar adecuadamente las propiedades y por separarlas de las residencias de recreo de otros linajes que existían en Sampierdarena. El resultado era la constitución de espacios públicos privatizados y de uso exclusivo de unas pocas familias.

120 Se trata de la villa «De Mari, Ronco». Véase su situación exacta en el mapa 5. Después de los De Mari (príncipes de Acquaviva), la villa pasó a la familia Ronco. Se encuentra en via Antonio Cantore, 33. Sobre la misma, véase la ficha de Falzone, P. «Villa De Mari, Ronco», en Falzone, P., Faedda, F. y Guidano, G. (eds.), Le ville del Genovesato..., cit., p. 68. Por los trabajos acordados, se pagarían 2300 escudos a Bianco, de los cuales ya había recibido mil. Los restantes se le pagarían del siguiente modo: 100 en febrero, 300 en marzo, 300 en abril, 200 en mayo, 200 en junio y 200 en julio. En ASGe, NA, 5828. 121 Decri, Anna. Un cantiere di parole: glosario dell’architettura genovese tra Cinque e Seicento, Genova, All’Insegna del Giglio, 2010, p. 56. El contrato de Ambrogio Doria con Giovanni Battista Costanzo de 25 de febrero de 1666 en ASGe, NA, 8434. Este especificaba también que la fábrica debía finalizarse en tres meses a lo que se añadía el compromiso de Giovanni Battista Costanzo de realizar un año de mantenimiento de las estructuras. Por el trabajo, se le pagarían 8750 liras.

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Ilustración 13: Villa de Paolo Serra q. Antonio IV en via Antonio Cantore, 31, Sampierdarena (Génova)122

El acuerdo entre Ambrogio Doria y el arquitecto se basaba en el proyecto que ya había establecido con Costanzo su madre, Artemisia Serra, en nombre de Carlo De Mari q. Giovanni Battista, propietario de la residencia conocida actualmente como villa «Doria, De Mari, Istituto Don Daste».123 Prueba de que la iniciativa ya había sido encabezada por Artemisia Serra la hallamos en un documento de 9 de febrero de ese mismo año en el que se especificaba que el corridore debía partir del palacio de Carlo De Mari hasta la puerta que se hallaba al fondo de la villa que confinaba con los padres de 122 Fotografía tomada por la autora. 123 Véase el mapa 5, en concreto el número 30 de la leyenda. La intervención de las mujeres en operaciones inmobiliarias de gran calibre no era un fenómeno aislado: Maria Spinola, hermana de Ambrogio Spinola, marqués de Balbases, fue la responsable del contrato con Bartolomeo Bianco para encargarle en 1635 la construcción de una galería en el palacio all’Acquassola que después fue decorada con los frescos de los hermanos Ambrogio y Federico, hijos de Giovanni Carlone. En Santamaria, R. «Palazzo, in parlar proprio…», p. 45.

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Santa Maria della Cella.124 Dados estos límites, está claro que la villa que limitaba con el monasterio era la del difunto Girolamo Serra situada en via Nicolò Daste y que, en 1666, se hallaba en manos del marqués Giuseppe Serra q. Giovan Francesco, sobrino de Artemisia. Según el acuerdo, cuyas bases aparecen tanto en el documento de Artemisia Serra como en el estipulado por su hijo Ambrogio Doria, Costanzo debía construir las murallas que conformaban el pasillo con catorce ventanas; con dos puertas que debían construirse a la altura de la villa del marqués Serra en mitad del viale;125 y con su pavimento y otros elementos arquitectónicos. Sus dimensiones no eran en absoluto discretas: 389 palmi de longitud, doce de anchura y dieciocho de altura entre el pavimento y el extremo de la bóveda. Es decir, unos 96 metros de longitud, casi tres metros de anchura y poco menos de cuatro metros y medio de altura.126 La importancia de las mujeres en las operaciones inmobiliarias y en la compra, transmisión y mantenimiento de las residencias palaciegas se pone de manifiesto nuevamente si analizamos el caso de Maddalena Serra. En su codicilo de 21 de noviembre de 1653, Maddalena cedía la villa con huerto y casa que poseía en la Coscia (Génova) a su hermano Giovanni Battista.127 Asimismo, la dote de Maddalena pudo jugar también un papel fundamental en la financiación de la construcción de la villa de su cuñado, Paolo Serra q. 124 ASGe, NA, 8434, «Capitoli che doveranno serviré per far la fabricha della illustrissima signora Artemisia Doria [Serra] posta in Sampierdarena in tutto come per il modello e dichiaratione in apprezzo», 9 de febrero de 1666. 125 Esta palabra avala la hipótesis de que el corridore fuera una especie de calle privada cubierta y no una terraza. 126 Un palmo equivalía a 0,247760 metros. En Santamaria, R., «Palazzo, in parlar proprio,…», cit., p. 37. 127 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59, codicilo de Maddalena Serra, 21 de noviembre de 1653. La Coscia constituía el barrio más oriental de Sampierdarena y, por tanto, la zona extramuros más cercana a la ciudad. La franja costera de este espacio se prolongaba hacia el norte hasta la desaparecida villa De Franchi (en la actual via De Marini) y continuaba aún hasta la villa Pallavicino, aún hoy observable. Véase el mapa 5, números 1 y 4, respectivamente.

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Antonio IV, situada en la actual via Antonio Cantore. De hecho, Maddalena en su testamento de 9 de junio de 1653, renunciaba a los derechos que pudiera tener sobre ella y sobre la villa de Paolo, por lo que rogaba a su legítimo heredero su cuñado, Paolo Francesco Doria, [...] que no se valga de las razones que dicha señora testadora tenga o pueda tener por cuenta de su dote o de otra cosa sobre la casa y villa del q. señor Paolo Serra, situada en Sampierdarena sobre la cual la q. señora Violante [Spinola], mujer del dicho señor Paolo, ha sido pagada por cuenta de su dote [¿de Violante?] y no entiende esta señora testadora que su heredero por este motivo le dé molestia alguna, sino que le ceda su libre posesión.128

Aunque los planos de la villa de Paolo, como vimos fueron concretados por Bianco en 1613, su construcción requirió de varios años, como demuestra el nuevo contrato de obras realizado en 1619, por lo que es factible que la dote de Maddalena, que contrajo nupcias con Battista Serra el 29 de enero de 1618, pudiera contribuir a su financiación. Es más, es posible que fuera precisamente gracias a la inyección de capital que supuso la dote de Maddalena que su marido y su cuñado pudieron completar las últimas reformas de la villa que, teniendo en cuenta el prestigio del arquitecto, no debieron de ser económicas.

128 «[...] che non si vaglia delle ragioni che la detta signora testatrice ha o può havere per conto delle sue doti o altro su la casa e villa del q. signor Paolo Serra, posta in Sampierdarena sopra la quale la q. signora Violante [Spinola] moglie del detto signor Paolo si è pagata à conto delle sue doti e non intende essa signora testatrice che il suo herede per questo conto le dia molestia alcuna, ma la lasci nel suo libero possesso». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59, testamento de Maddalena Serra, 9 de junio de 1653. El texto podría dar a entender que la casa, adquirida con la dote de Maddalena, sirvió también para para restituir la dote a Violante Spinola cuando murió su marido, Paolo Serra.

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A la luz de los ejemplos aportados, serían necesarias nuevas investigaciones que arrojaran luz sobre el vínculo existente entre las dotes de las mujeres genovesas y la inversión en propiedades inmobiliarias, así como sobre la contribución de los patrimonios femeninos a la configuración de una imagen de prestigio y de células de poder familiares en el tejido urbano de la ciudad de origen. En este sentido, un análisis sistemático de las acciones femeninas en el ámbito patrimonial contribuiría, sin lugar a dudas, a redimensionar las tradicionales visiones duales sobre lo público y lo privado que han identificado ambas facetas como propias del sexo masculino y femenino, respectivamente.129 No hay duda de que la política de adquisición y transmisión de inmuebles en la familia Serra respondía a una lógica familiar (femenina y mascunina) dirigida a la concentración de las inversiones en determinadas zonas de la ciudad. La participación colectiva en la financiación de la compra o la reforma de palacios y ville, la compartición de espacios residenciales por parte de hermanos, el establecimiento de ventas de casas y tiendas preferiblemente a parientes y de cláusulas testamentarias que impedían la alienación de la propiedad y que asignaban las propiedades inmuebles a uno o varios sucesores varones son solo algunas de las iniciativas puestas en práctica para garantizar la conservación de cuotas de poder en el espacio urbano de la República. En este sentido, estas prácticas que posibilitaban una mayor visibilidad de la familia en la ciudad poseían un enorme significado político. La magnificencia que palacios y ville conferían a la ciudad y de la que se hicieron eco los Serra vino acompañada de una cultura nobiliar que se materializó en los interiores de estas residencias, lujosamente embellecidos con obras de arte, muebles de prestigio y objetos destinados a demostrar el habitus aristocráctico de sus habitantes. El origen variopinto de estos bienes suntuosos es demostrativo de las redes internacionales en las que operaban los genoveses y del carácter de nodo cultural de la República que actuaba como plataforma a

129 Esta advertencia ya fue señalada por Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 301.

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la que arribaban y desde la que se difundían corrientes artísticas al resto de Italia y de Europa. El boato y el refinamiento que caracterizaban a los interiores genoveses no era síntoma de la ausencia de oportunidades de inversión, sino más bien una de las consecuencias de la ingente riqueza acumulada gracias al flujo de capitales que posibilitaban las relaciones privilegiadas de Génova con la Monarquía Hispánica, así como los negocios que los ligures mantenían con esta última. Asimismo, el comportamiento aristocrático genovés y la exhibición del estatus no puede atribuirse simplemente a la influencia ejercida por los valores nobiliarios hispánicos. Como ocurriera con los florentinos, el consumo fastuoso y la ostentación de un estilo de vida nobiliario constituían elementos de una práctica asumida por el patriciado genovés mucho antes de que se concretara la alianza entre la República y el soberano hispánico.130 La magnificencia formaba parte del ser ciudadano y era funcional y proporcional al papel que los genoveses desempeñaban o deseaban desempeñar en la política de la República. Sin embargo, no hay duda de que el vínculo con el Católico posibilitó a los genoveses servidores del rey el acceso a los feudos del reino de Nápoles o a títulos aristocráticos castellanos y, con ello, facilitó que estos incorporaran en su bagaje cultural nuevos valores a la vez que transmitían los propios a una escala más amplia. Las residencias palaciegas, la cultura material y las pautas nobiliarias de los genoveses conformaron un modelo aristocrático cosmopolita que, gracias a su capacidad para incorporar tendencias y para difundir modas y comportamientos, contribuyó enormemente tanto a reforzar y a facilitar nueva linfa y lenguajes a la sociedad cortesana hispánica, como a conferir cierta homogeneidad cultural a las élites de la Monarquía Hispánica.131

130 Sobre la exhibición de la fortuna privada por parte del patriciado florentino, véase el estudio clásico de Goldthwaite, Richard A. Private Wealth in Renaissance Florence: a study of four families, Princeton, Princeton University Press, 1968. 131 Sobre estos aspectos, véase Herrero Sánchez, M. «Génova y el sistema imperial...», cit., especialmente pp. 541-546.

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Fechas de referencia

Inmueble

132 La tabla de elaboración propia ha sido realizada con fuentes de diversa proveniencia halladas durante el curso de esta investigación y citadas puntualmente en cada caso. Los Serra contaron con numerosos palacios en el siglo xviii que se ha preferido no recoger en la tabla. Se mencionarán en esta sede solo algunos de los más conocidos: el palacio «Serra-Rebuffo» en piazza Santa Sabina, 2, cuyo primer propietario, en 1779, fue Giacomo Serra q. Giovanni Carlo, tataranieto de Giovanni Carlo Serra q. Giovanni Pietro II citado en este trabajo. Sobre el palacio, véase Alizeri, Federigo. Guida artistica per la città di Genova, vol. 1, Génova, Giovanni

-Paolo I Serra q. Antonio II. La casa llegará a manos de su nieto, Paolo II Serra q. Antonio III. Este la venderá a su hijo Nicolò Serra, aunque precisando que tenía también derecho a comprarla su sobrino Giovanni Pietro II q. Francesco. Según Damonte, la casa fue demolida en 1585, durante la reestructuración de Piazza Banchi.134 -Galeotto Serra q. Paolo I (hermano de Antonio III que fue el padre de Paolo II Serra, sujeto del que nacieron los ramos objeto de este trabajo). -Francesco (Lercaro) Serra q. Giovanni Pietro I. Era primo de Paolo II Serra q. Antonio III. -Paolo II Serra q. Antonio III. -Pasó a Nicolò Serra q. Paolo II.139

Propietarios Serra o mujeres casadas con Serra

Tabla 27. Residencias de la familia Serra en Génova o en sus inmediaciones (siglos

xvi-xvii)132

Tabla 27. Residencias de la familia Serra en Génova o en sus inmediaciones (siglos xvi-xvii)132

Propietarios Serra o mujeres casadas con Serra

Antes de 1579138

A partir del 1 de agosto de 1500136

Casa en calle De Mari (Génova).135

17 de agosto de 1565137

27 de abril 1492133

Casa en Piazza Banchi (Génova)

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Casa en Piazza Pinelli (Génova) Villa en San Martino di Albaro (Génova)

Fechas de referencia Inmueble

132 La tabla de elaboración propia ha sido realizada con fuentes de diversa proveniencia halladas durante el curso de esta investigación y citadas puntualmente en cada caso. Los Serra contaron con numerosos palacios en el siglo xviii que se ha preferido no recoger en la tabla. Se mencionarán en esta sede solo algunos de los más conocidos: el palacio «Serra-Rebuffo» en piazza Santa Sabina, 2, cuyo primer propietario, en 1779, fue Giacomo Serra q. Giovanni Carlo, tataranieto de Giovanni Carlo Serra q. Giovanni Pietro II citado en este trabajo. Sobre el palacio, véase Alizeri, Federigo. Guida artistica per la città di Genova, vol. 1, Génova, Giovanni Grondona q. Giuseppe Editore Libraio, 1846, p. 599-603. En la ciudad aún hoy destacan otros palacios como el construido a partir de 1562 por Baldassarre Lomellini, situado en via Garibaldi, 12 y, en 1778, comprado por el marqués Domenico Serra. Fue propiedad de la familia Serra hasta 1917, año en el que fue vendido a los Campanella. En cuanto a las ville del siglo xviii en manos de la familia, en Cornigliano (Riviera de Ponente) se encuentra la villa de Domenico Serra q. Marcello q. Luciano (1730-1786), perteneciente al ramo de Via Serra. Como en el caso anterior, se trataba de un descendiente de Giovanni Carlo q. Giovannti Pietro II. La residencia de recreo fue encargada al arquitecto Andrea Tagliaficchi en 1787 sobre una construcción preexistente. Sobre la villa, véase Falzone, Patrizia. «Villa Serra, Municipio», en Falzone, P.; Faedda, F. y Guidano, G. (eds.), Le ville del Genovesato..., cit., pp. 139-140; de nuevo en Cornigliano, se halla aún en pie la villa «Serra-Richini-Gazzani» que, a finales del siglo xviii, era propiedad de la familia. En Falzone, Patrizia. «Villa Serra-Richini-Gazzani», en Falzone, P., Faedda, F. y Guidano, G. (eds.), Le ville del Genovesato..., cit., pp. 186-187. La manifestación en el espacio de las residencias urbanas de los Serra se puede consultar en el mapa 4.

Grondona q. Giuseppe Editore Libraio, 1846, p. 599-603. En la ciudad aún hoy destacan otros palacios como el construido a partir de 1562 por Baldassarre Lomellini, situado en via Garibaldi, 12 y, en 1778, comprado por el marqués Domenico Serra. Fue propiedad de la familia Serra hasta 1917, año en el que fue vendido a los Campanella. En cuanto a las ville del siglo xviii en manos de la familia, en Cornigliano (Riviera de Ponente) se encuentra la villa de Domenico Serra q. Marcello q. Luciano (1730-1786), perteneciente al ramo de Via Serra. Como en el caso anterior, se trataba de un descendiente de Giovanni Carlo q. Giovannti Pietro II. La residencia de recreo fue encargada al arquitecto Andrea Tagliaficchi en 1787 sobre una construcción preexistente. Sobre la villa, véase Falzone, Patrizia. «Villa Serra, Municipio», en Falzone, P.; Faedda, F. y Guidano, G. (eds.), Le ville del Genovesato..., cit., pp. 139-140; de nuevo en Cornigliano, se halla aún en pie la villa «Serra-Richini-Gazzani» que, a finales del siglo xviii, era propiedad de la familia. En Falzone, Patrizia. «Villa Serra-Richini-Gazzani», en Falzone, P., Faedda, F. y Guidano, G. (eds.), Le ville del Genovesato..., cit., pp. 186-187. La manifestación en el espacio de las residencias urbanas de los Serra se puede consultar en el mapa 4. 133 Fecha del testamento de Paolo I Serra q. Antonio II (1424-1494) en el que fundaba un fideicomiso que incluía la casa de Banchi. En Remondini, G. C. serie «testamenti», BCB, M.r., XV, 3, 4, «lettera s», registro del testamento de Paolo I Serra, 27 de abril de 1492, fol. 201. 134 Damonte, M. «La familia Serra…», cit., p. 245. 135 Ubicación actual desconocida. 136 De esa fecha es la renuncia a la casa que realiza el hijo de Lazaro De Marini (propietario original del inmueble) a favor de Galeotto Serra. q. Paolo I. En Remondini, G. C. serie «contratti», en BCB, M. r., VIII, 4, 4, no foliado. 137 Sabemos de esta casa palacio gracias al testamento de Francesco (Lercaro) Serra q. Giovanni Pietro I y, por tanto, primo de Paolo II Serra, del que descienden los ramos objeto del presente estudio. Su testamento, realizado en Génova el 17 de agosto de 1565, en AGS, CME, leg. 368, 23. Puesto que el testamento lo realizó cuando los Serra aún se hallaban bajo el albergo Lercaro, se entiende que Francesco firme el testamento con los dos apellidos: el adquirido (Lercaro) y el de origen (Serra). 138 Paolo II Serra q. Antonio III murió hacia 1579. Para antes de esa fecha, Podestà, Musella y Augurio aseguran que Paolo II contaba con una villa en San Martino di Albaro, también conocida como San Martino de Hircis. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 55. 139 Los días 21 y 25 de junio de 1594 una villa en San Martino di Albaro fue cedida a Nicolò Serra por parte de sus hermanos, Giovanni Battista y Girolamo Serra, y de sus sobrinos, Paolo, Battista y Francesco Serra q. Antonio IV. Podría ser la misma que poseía su padre Paolo II Serra. En ibidem, p. 68.

Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

Casa en Piazza Banchi (Génova)

27 de abril 1492133

Casa en calle De Mari (Génova).135

A partir del 1 de agosto de 1500136

Casa en Piazza Pinelli (Génova)

17 de agosto de 1565137

885

-Paolo I Serra q. Antonio II. La casa llegará a manos de su nieto, Paolo II Serra q. Antonio III. Este la venderá a su hijo Nicolò Serra, aunque precisando que tenía también derecho a comprarla su sobrino Giovanni Pietro II q. Francesco. Según Damonte, la casa fue demolida en 1585, durante la reestructuración de Piazza Banchi .134 -Galeotto Serra q. Paolo I (hermano de Antonio III que fue el padre de Paolo II Serra, sujeto del que nacieron los ramos objeto de este trabajo). -Francesco (Lercaro) Serra q. Giovanni Pietro I. Era primo de Paolo II Serra q. Antonio III.

133 Fecha del testamento de Paolo I Serra q. Antonio II (1424-1494) en el que fundaba un fideicomiso que incluía la casa de Banchi. En Remondini, G. C. serie «testamenti», BCB, M.r., XV, 3, 4, «lettera s», registro del testamento de Paolo I Serra, 27 de abril de 1492, fol. 201. 134 Damonte, M. «La familia Serra…», cit., p. 245. 135 Ubicación actual desconocida. 136 De esa fecha es la renuncia a la casa que realiza el hijo de Lazaro De Marini (propietario original del inmueble) a favor de Galeotto Serra. q. Paolo I. En Remondini, G. C. serie «contratti», en BCB, M. r., VIII, 4, 4, no foliado. 137 Sabemos de esta casa palacio gracias al testamento de Francesco (Lercaro) Serra q. Giovanni Pietro I y, por tanto, primo de Paolo II Serra, del que descienden los ramos objeto del presente estudio. Su testamento, realizado en Génova el 17 de agosto de 1565, en AGS, CME, leg. 368, 23. Puesto que el testamento lo realizó cuando los Serra aún se hallaban bajo el albergo Lercaro, se entiende que Francesco firme el testamento con los dos apellidos: el adquirido (Lercaro) y el de origen (Serra).

Villa en San Martino di Albaro (Génova)

Antes de 1583, año -1 casa de Antonio Serra IV q. en el que inició la Paolo II. Expropiada. ampliación del mer-1 casa de Girolamo Serra q. cado de Banchi. Las Paolo II (antes propiedad de obras duraron al mePaolo Gentile). Expropiada. nos hasta 1596, año -1 casa de Nicolò Serra q. Varias casas al sur en el que se concluyó Paolo II (antes propiedad de la logia.140 de Piazza Banchi Girolamo Lomellino). Expro(Génova) Estas operaciones piada. urbanísticas se con-1 casa de Paolo Serra (idencretaron en expropiatidad desconocida: podría traciones y demoliciotarse de Paolo II Serra o de su nes de casas que la nieto, Paolo Serra q. Antonio familia Serra poseía IV). en piazza Banchi.

138 Paolo II Serra q. Antonio III murió hacia 1579. Para antes de esa fecha, Podestà, Musella y Augurio aseguran que Paolo II contaba con una villa en San Martino di Albaro, también conocida como San Martino de Hircis. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 55. 139 Los días 21 y 25 de junio de 1594 una villa en San Martino di Albaro fue cedida a Nicolò Serra por parte de sus hermanos, Giovanni Battista y Girolamo Serra, y de sus sobrinos, Paolo, Battista y Francesco Serra q. Antonio IV. Podría ser la misma que poseía su padre Paolo II Serra. En ibidem, p. 68. 140 Poleggi, E. y Grossi-Bianchi, L. Una città portuale…, cit., pp. 296-299.

Antes de 1583, año en el que -1 casa de Antonio Serra IV q. Paolo II. Expropiada. inició la ampliación del mercado -1 casa de Girolamo Serra q. Paolo II (antes propiede Banchi. Las obras duraron al dad de Paolo Gentile). Expropiada. menos hasta 1596, año en el que se -1 casa de Nicolò Serra q. Paolo II (antes propiedad Varias casas al sur de Piazconcluyó la logia.140 de Girolamo Lomellino). Expropiada. za Banchi (Génova) Estas operaciones urbanísticas se -1 casa de Paolo Serra (identidad desconocida: podría concretaron en expropiaciones y tratarse de Paolo II Serra o de su nieto, Paolo Serra q. demoliciones de casas que la familia Antonio IV). Serra poseía en piazza Banchi. -Nicolò Serra q. Paolo II. Parte o la totalidad de los inmueA finales del siglo xvi las hizo bles de Nicolò pasaron a Battista Serra q. Antonio IV, su construir Nicolò Serra q. Paolo sobrino. Este afirmaba poseer tiendas en un emplazamiento Casas con tiendas en piazza 141 II. En 1611, las casas de Nicolò no precisado en su testamento de 3 de octubre de 1637. Banchi (Génova) las vendió a Battista Serra q. AntoCon toda seguridad se refería a las compradas a su tío Nico142 nio IV, su sobrino. lò Serra por lo que, de ser así, estas se hallarían en Banchi.143 -Girolamo Serra q. Paolo II, en su testamento de 21 de julio de 1592.144 En 1613, Girolamo Serra q. Paolo 1613, afirmaba ser dueño de 14 tiendas en Banchi que Tiendas en piazza Banchi II mencionaba tener 14 tiendas en había comprado a la República y que se hallaban bajo (Génova) piazza Banchi.145 las casas que habían pertenecido a su hermano Nicolò y a su sobrino Paolo Serra q. Antonio IV. Palacio Serra-Grillo. En Vico delle Mele, 6, inmediaciones de la basílica de 23 de julio de 1601146 -Girolamo Serra q. Paolo II. Nostra Signora delle Vigne y de piazza Banchi (Génova)

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Antes de 1579138

886

-Paolo II Serra q. Antonio III. -Pasó a Nicolò Serra q. Paolo II.139

-Paolo Serra q. Antonio IV.

17 de septiembre de 1606 (acuerdo entre Pietro Giovanni Trabucchi y Paolo Serra)148

Casa en Sampierdarena

141 Posiblemente tras las operaciones de ampliación de piazza Banchi. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 67. 142 Sobre la venta, véase ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 10. Otros documentos que testimonian que Battista Serra poseía casas en Banchi en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9 (documento no fechado, pero que refiere las deudas en ferias de Battista en 1627); ASGe, NA, 5828, contrato entre Battista y Paolo Serra con Bartolomeo Bianco, 16 de febrero de 1619. Más adelante se puede ver en la tabla una entrada específica para estas casas propiedad de Battista Serra. 143 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 144 Posible fecha de adquisición. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 85. 145 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 9r.

-Paolo Serra q. Antonio IV en la que vivía con su madre, Claudia Lomellino.

Tiendas en piazza Banchi (Génova)

25 de enero de 1606147

Casas con tiendas en piazza Banchi (Génova)

Casa en Sampierdarena (Ponente ligur)

-Nicolò Serra q. Paolo II. Parte o la totalidad de los inmuebles de Nicolò pasaron a BattisA finales del siglo xvi las hizo construir ta Serra q. Antonio IV, su Nicolò Serra q. Paolo sobrino. Este afirmaba poseer II.141 En 1611, las tiendas en un emplazamiento no precisado en su testamento casas de Nicolò las de 3 de octubre de 1637. Con vendió a Battista toda seguridad se refería a las Serra q. Antonio IV, compradas a su tío Nicolò Sesu sobrino.142 rra por lo que, de ser así, estas se hallarían en Banchi.143 -Girolamo Serra q. Paolo II, en 21 de julio de su testamento de 1613, afirma1592.144 ba ser dueño de 14 tiendas en En 1613, Girolamo Banchi que había comprado a Serra q. Paolo II la República y que se hallaban mencionaba tener bajo las casas que habían per14 tiendas en piazza tenecido a su hermano Nicolò Banchi.145 y a su sobrino Paolo Serra q. Antonio IV.

140 Poleggi, E. y Grossi-Bianchi, L. Una città portuale…, cit., pp. 296-299. 141 Posiblemente tras las operaciones de ampliación de piazza Banchi. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 67. 142 Sobre la venta, véase ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 10. Otros documentos que testimonian que Battista Serra poseía casas en Banchi en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9 (documento no fechado, pero que refiere las deudas en ferias de Battista en 1627); ASGe, NA, 5828, contrato entre Battista y Paolo Serra con Bartolomeo Bianco, 16 de febrero de 1619. Más adelante se puede ver en la tabla una entrada específica para estas casas propiedad de Battista Serra. 143 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 144 Posible fecha de adquisición. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 85. 145 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 9r. 146 Fecha de compra por Girolamo Serra. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 84. 147 La casa es mencionada por primera vez en el testamento de Claudia Lomellini de 25 de enero de 1606 en el que cedía a su hijo Paolo Serra los 1500 escudos que ella le había pagado cuando aquel mandó construir la casa. Lomellini realiza la misma declaración a favor de su hijo en sus testamentos de 15 de mayo de 1614 y de 7 de noviembre de 1618. En ASGe, NA, 5860, testamentos de Claudia Lomellini de 25 de enero de 1606, 15 de mayo de 1614 y 7 de noviembre de 1618. 148 ASGe, NA, 5825. 149 Fecha en la que fue comprada a los Imperiale a través de Giovanni Pietro II Serra. Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 161. 150 De esta fecha es la planimetría realizada por el arquitecto Bartolomeo Bianco. ASGe, NA, 5826.

Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

887

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

-Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 la vinculará al fideicomiso a favor de su primogénito Giovan Francesco Serra. Posteriormente, este la cederá a su primogénito Giuseppe Serra.

-Paolo Serra q. Antonio IV

-Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 la cede a su hijo Giovanni Battista y la incluye en el fideicomiso fundado a su favor.

-Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 la cede a su hijo Giovanni Battista y la incluye en el fideicomiso fundado a su favor.

-Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 funda un fideicomiso a favor de su hijo Giovanni Battista que incluye esta casa y la villa y otras dos viviendas en el barrio del Molo.

7 de noviembre de 1607149

5 de febrero de 1613150

4 de julio de 1613151

4 de julio de 1613152

4 de julio de 1613153

Palacio SerraGrillo. En Vico delle Mele, 6, inmediaciones de -Girolamo Serra q. Paolo II. 23 de julio de 1601146 la basílica de Nostra Signora delle Vigne y de piazza Banchi (Génova) -Paolo Serra q. Antonio IV Casa en Sampier25 de enero de darena (Ponente en la que vivía con su madre, 1606147 ligur) Claudia Lomellino. 17 de septiembre de 1606 (acuerdo Casa en Sampier-Paolo Serra q. Antonio IV. entre Pietro Giovanni darena Trabucchi y Paolo Serra)148 -Girolamo Serra q. Paolo II. Villa y palacio En su testamento de 1613 la con torre en vinculará al fideicomiso a favor Sampierdarena. 7 de noviembre de de su primogénito Giovan Actual villa «Serra1607149 Francesco Serra. PosteriormenMonticelli» (en la te, este la cederá a su primogéactual via Nicolò nito Giuseppe Serra. Daste, 34)

Villa y palacio con torre en Sampierdarena. Actual villa «Serra-Monticelli» (en la actual via Nicolò Daste, 34) Villa de nueva construcción en Sampierdarena (en la actual via Antonio Cantore, 31. Hoy sede de la Escuela Media Estatal Nicolò Barabino. Casa contigua a la villa y al palacio con torre (villa «Serra-Monticelli») en Sampierdarena. Sitio y casilla contigua al palacio della villa «SerraMonticelli» de Sampierdarena. Villa y casa/palacio en la Chiappella (Génova, fuera de la puerta de San Tommaso)

146 Fecha de compra por Girolamo Serra. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 84. 147 La casa es mencionada por primera vez en el testamento de Claudia Lomellini de 25 de enero de 1606 en el que cedía a su hijo Paolo Serra los 1500 escudos que ella le había pagado cuando aquel mandó construir la casa. Lomellini realiza la misma declaración a favor de su hijo en sus testamentos de 15 de mayo de 1614 y de 7 de noviembre de 1618. En ASGe, NA, 5860, testamentos de Claudia Lomellini de 25 de enero de 1606, 15 de mayo de 1614 y 7 de noviembre de 1618. 148 ASGe, NA, 5825. 149 Fecha en la que fue comprada a los Imperiale a través de Giovanni Pietro II Serra. Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 161.

888

-Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 funda un fideicomiso a favor de su hijo Giovanni Battista que incluye estas dos casas y la casa y la villa de la Chiappella. Probablemente, una de ellas es la que aparece en en el inventario realizado a instancias de Filippo, primogénito de Giovanni Battista, en la villa de Sampierdarena el 14 de octubre de 1684, después de la muerte del padre.155 -Claudia Lomellino. Afirma en su testamento que la compró con dineros de su hijo Francesco, por lo que se la cede después de su muerte.

Villa de nueva construcción en Sampierdarena (en la actual via Antonio Cantore, 31. Hoy sede de la Escuela Media Estatal Nicolò Barabino. Casa contigua a la villa y al palacio con torre (villa «Serra-Monticelli») en Sampierdarena. Sitio y casilla contigua al palacio della villa «SerraMonticelli» de Sampierdarena.

4 de julio de 1613151

4 de julio de 1613152

15 de mayo de 1614155

4 de julio de 1613154

Villa y casa/palacio en la Chiappella (Génova, fuera de la puerta de San Tommaso)

5 de febrero de 1613150

4 de julio de 1613153

149 Fecha en la que fue comprada a los Imperiale a través de Giovanni Pietro II Serra. Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 161. 150 De esta fecha es la planimetría realizada por el arquitecto Bartolomeo Bianco. ASGe, NA, 5826. 151 Fecha del testamento de Girolamo Serra en la que se menciona dicha casa. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, tes 152 Fecha del testamento de Girolamo Serra en la que se menciona dicha casa. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 15v. Comprada al prior y a los frailes de Santa Maria della Cella. 153 En esta fecha, Girolamo Serra confirma en su testamento la existencia de los inmuebles mencionados. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 16v. 154 En esta fecha, Girolamo Serra confirma en su testamento la existencia de las casas citadas. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 16v. 155 En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 204.

Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

-Paolo Serra q. Antonio IV

-Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 la cede a su hijo Giovanni Battista y la incluye en el fideicomiso fundado a su favor. -Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 la cede a su hijo Giovanni Battista y la incluye en el fideicomiso fundado a su favor. -Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 funda un fideicomiso a favor de su hijo Giovanni Battista que incluye esta casa y la villa y otras dos viviendas en el barrio del Molo.

Villa en Sampierdarena

Dos casas en el barrio del Molo (el muelle de Génova)

150 De esta fecha es la planimetría realizada por el arquitecto Bartolomeo Bianco. ASGe, NA, 5826. 151 Fecha del testamento de Girolamo Serra en la que se menciona dicha casa. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 15v. Comprada a los fideicomisarios del difunto Giovanni Battista Imperiale. 152 Fecha del testamento de Girolamo Serra en la que se menciona dicha casa. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 15v. Comprada al prior y a los frailes de Santa Maria della Cella. 153 En esta fecha, Girolamo Serra confirma en su testamento la existencia de los inmuebles mencionados. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 16v.

889

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

24 de noviembre de 1635164

11 de diciembre de 1630163

-Battista Serra q. Antonio IV 18 de marzo de 1628162

Mediados de la década de 1620159

20 de mayo de 1619158

16 de febrero de 1619157

-Giovanni Battista Serra de Girolamo

16 de febrero de 1619157

-Paolo Serra q. Antonio IV

Casa en piazza Banchi (Génova)

Mediados de la década de 1620160

15 de mayo de 1614156

-Francesco Serra q. Antonio IV

Villa en Sampierdarena

-Battista Serra q. Antonio IV.

4 de julio de 1613154

-Battista Serra q. Antonio IV

Dos casas en el barrio del Molo (el muelle de Génova)

-Francesco Serra q. Antonio IV. -Battista Serra, afirmó en su testamento de 3 de octubre de 1637 haber acordado con su hermano la compra de una villa que este poseía en Sampierdarena. Es posible que se trate de la misma citada por Francesco entre sus propiedades a mediados de la década de 1620.161 -Fideicomisarios de Girolamo Serra. Comprada a Genesio Sanguineto.

-Girolamo Serra q. Paolo II. En su testamento de 1613 funda un fideicomiso a favor de su hijo Giovanni Battista que incluye estas dos casas y la casa y la villa de la Chiappella. Probablemente, una de ellas es la que aparece en en el inventario realizado a instancias de Filippo, primogénito de Giovanni Battista, en la villa de Sampierdarena el 14 de octubre de 1684, después de la muerte del padre.155 -Claudia Lomellino. Afirma en su testamento que la compró con dineros de su hijo Francesco, por lo que se la cede después de su muerte.

Casa en piazza Sauli (Génova) Villa en Priano (Sestri Ponente, Cornigliano) Casa en piazza Marini (Génova).

Villa en Sampierdarena

Casa en piazza Banchi (Génova) Casa en Santa Maria delle Vigne (Génova) Casas, tiendas y almacenes en via San Pancrazio (Génova)

154 En esta fecha, Girolamo Serra confirma en su testamento la existencia de las casas citadas. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 16v. 155 En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra…, cit., p. 204. 156 Fecha de uno de los testamentos de Claudia Lomellini, madre de Battista, Paolo, Francesco, Maria y Giacomo Serra, en el que se menciona la existencia de la villa. En ASGe, NA, 5860, testamento de 15 de mayo de 1614. La villa y su destino después de que se produjera la muerte de Claudia (debía cederse a su hijo Francesco) son de nuevo mencionados en un testamento sucesivo de 7 de noviembre de 1618. Una versión de este testamento traducida al castellano en Madrid en AGS, CME, leg. 570, 1, 17. Según declara Lomellini en sus últimas voluntades de 1614 y de 1617, la villa la había comprado a Pometa Negrona. 157 ASGe, NA, 5828, contrato entre Battista y Paolo Serra q. Antonio IV con Bartolomeo Bianco que se firma en casa de Battista, situada en piazza Banchi, el 16 de febrero de 1619. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9 (documento no fechado, pero que refiere las deudas en ferias de Battista en 1627). Véase también la entrada en esta misma tabla de «Casas con tiendas en piazza Banchi». Como se verá en esta entrada, es posible que la casa de Serra

890

Casa en Santa Maria delle Vigne (Génova) Casas, tiendas y almacenes en via San Pancrazio (Génova)

Villa en Sampierdarena

fuera originariamente propiedad del tío Nicolò Serra al que Battista compró varios inmuebles (casas y tiendas) en Banchi en 1611. 158 En esta fecha, Battista Serra, en su casa de Santa Maria delle Vigne, declaró ante notario la fecha de la muerte de su madre, Claudia Lomellini. En AGS, CME, leg. 570, 1, 17. 159 En estos años, Francesco Serra sufrió en Génova un proceso por deudas que supuso la cuantificación de los bienes que poseía para así determinar el modo en el que devolvería el capital adeudado. Entre sus haberes se encontraban diversas tiendas que alquilaba anualmente a diversas personas. El documento en cuestión no está fechado, pero puede estimarse su realización en el período referido. ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. Estas tiendas podrían ser las mencionadas por Anna Lomellini en su testamento de 31 de agosto de 1641 como fundamento de uno de los legados instituidos a favor de dos hijos jesuitas. En ASGe, NA, 5841. Sobre esta posibilidad, véanse las reflexiones realizadas en el cuerpo del texto (epígrafe 2). 160 La villa había sido comprada a Geronimo y Francesco Coronata a los que aún debía 7000 escudos por el precio de la casa. ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. 161 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. En el testamento, Battista hizo referencia la compra de la villa a su hermano por 100 000 liras.

156 Fecha de uno de los testamentos de Claudia Lomellini, madre de Battista, Paolo, Francesco, Maria y Giacomo Serra, en el que se menciona la existencia de la villa. En ASGe, NA, 5860, testamento de 15 de mayo de 1614. La villa y su destino después de que se produjera la muerte de Claudia (debía cederse a su hijo Francesco) son de nuevo mencionados en un testamento sucesivo de 7 de noviembre de 1618. Una versión de este testamento traducida al castellano en Madrid en AGS, CME, leg. 570, 1, 17. Según declara Lomellini en sus últimas voluntades de 1614 y de 1617, la villa la había comprado a Pometa Negrona. 157 ASGe, NA, 5828, contrato entre Battista y Paolo Serra q. Antonio IV con Bartolomeo Bianco que se firma en casa de Battista, situada en piazza Banchi, el 16 de febrero de 1619. ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 9 (documento no fechado, pero que refiere las deudas en ferias de Battista en 1627). Véase también la entrada en esta misma tabla de «Casas con tiendas en piazza Banchi». Como se verá en esta entrada, es posible que la casa de Serra fuera originariamente propiedad del tío Nicolò Serra al que Battista compró varios inmuebles (casas y tiendas) en Banchi en 1611. 158 En esta fecha, Battista Serra, en su casa de Santa Maria delle Vigne, declaró ante notario la fecha de la muerte de su madre, Claudia Lomellini. En AGS, CME, leg. 570, 1, 17. 159 En estos años, Francesco Serra sufrió en Génova un proceso por deudas que supuso la cuantificación de los bienes que poseía para así determinar el modo en el que devolvería el capital adeudado. Entre sus haberes se encontraban diversas tiendas que alquilaba anualmente a diversas personas. El documento en cuestión no está fechado, pero puede estimarse su realización en el período referido. ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. Estas tiendas podrían ser las mencionadas por Anna Lomellini en su testamento de 31 de agosto de 1641 como fundamento de uno de los legados instituidos a favor de dos hijos jesuitas. En ASGe, NA, 5841. Sobre esta posibilidad, véanse las reflexiones realizadas en el cuerpo del texto (epígrafe 2). 160 La villa había sido comprada a Geronimo y Francesco Coronata a los que aún debía 7000 escudos por el precio de la casa. ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. 161 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. En el testamento, Battista hizo referencia la compra de la villa a su hermano por 100 000 liras. 162 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 163 Fecha en la que Paolo Serra q. Antonio IV la menciona en su codicilo. ASGe, NA, 5860, codicilo de Paolo Serra q. Antonio IV, 11 de diciembre de 1630. 164 Se trata de la fecha en la que se realizó ante notario una de las escrituras de la división de la herencia de Girolamo Serra en la casa de Giovanni Battista Serra, situada, como precisa el documento, en piazza De Marini. En AHN, Consejos, leg. 28271.

Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

20 de mayo de 1619158

891

-Battista Serra q. Antonio IV.

Mediados de la déca-Francesco Serra q. Antonio IV da de 1620159

-Francesco Serra q. Antonio IV. -Battista Serra, afirmó en su testamento de 3 de octubre de 1637 haber acordado con su Mediados de la décahermano la compra de una villa da de 1620160 que este poseía en Sampierdarena. Es posible que se trate de la misma citada por Francesco entre sus propiedades a mediados de la década de 1620.161

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

24 de noviembre de 1635164

-Giovanni Battista Serra de Girolamo

3 de octubre de 1637165

-Battista Serra q. Antonio IV

31 de agosto de 1641166

- Habita en ella Anna Lomellini, esposa de Francesco Serra q. Antonio IV. Muy posiblemente la casa de familia. 6 de diciembre de 1683171

25 de enero de 1683170

21 de noviembre de 1653169

31 de agosto de 1641167

Casas en la via Gli Angeli. Probablemente en piazza Santa Maria degli Angeli (Génova).

31 de agosto de 1641168

31 de agosto de 1641166

Casa en via San Pancrazio (Génova).

-. Probablemente eran propiedad de Anna Lomellini, esposa de Francesco Serra q. Antonio IV.

3 de octubre de 1637165

Casa en lugar no mencionado. Poseía tiendas en sus bajos. Muy probablemente se refería a la poseída en piazza Banchi (Génova).

Casa en via San Pancrazio (Génova).

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo.

-Paolo Serra q. Antonio IV

-Giovanni Carlo Serra q. Giovanni Pietro II.

11 de diciembre de 1630163

- Habita en ella Anna Lomellini, esposa de Francesco Serra q. Antonio IV. Muy posiblemente la casa de familia.

-Battista Serra q. Antonio IV

Villa en Priano (Sestri Ponente, Cornigliano) Casa en piazza Marini (Génova). Casa en lugar no mencionado. Poseía tiendas en sus bajos. Muy probablemente se refería a la poseída en piazza Banchi (Génova).

-Maddalena Serra q. Girolamo.

-Fideicomisarios de Girolamo Serra. Comprada a Genesio Sanguineto.

-Anna Lomellini, esposa de Francesco Serra q. Antonio IV, disponía de sus alquileres para establecer legados a favor de sus hijos que recibirían después de que hubiera fallecido su marido. Francesco Serra aún vivía cuando redactó su testamento.

18 de marzo de 1628162

Casa en piazza Sauli (Génova)

892

Villa y huerto con casa en la Coscia, en Sampierdarena Palacio en piazza San Luca (Génova) Villa de Spotorno (municipio en el Ponente genovés)

Casas y tiendas en via Sottoripa (Génova)

162 Fecha de compra. ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 37, 68. 163 Fecha en la que Paolo Serra q. Antonio IV la menciona en su codicilo. ASGe, NA, 5860, codicilo de Paolo Serra q. Antonio IV, 11 de diciembre de 1630. 164 Se trata de la fecha en la que se realizó ante notario una de las escrituras de la división de la herencia de Girolamo Serra en la casa de Giovanni Battista Serra, situada, como precisa el documento, en piazza De Marini. En AHN, Consejos, leg. 28271. 165 Fecha en la que Battista Serra hace testamento en Génova y refiere en él algunas de sus propiedades inmobiliarias. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 166 Anna Lomellini, mujer de Francesco Serra, redactó su testamento en esa fecha en la casa en la que afirmaba residir, situada en via San Pancrazio. En ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, 31 de agosto de 1641. Entre los bienes de su marido recogidos en los inventarios realizados muy probablemente en la década de 1620 (cuando Francesco afrontaba un proceso por deudas) se incluía una casa en la que vivía su mujer Anna Lomellini, pero no se indicaba el lugar exacto en el que esta se hallaba. En ASGe, Fondo Famiglie, 6 S.

165 Fecha en la que Battista Serra hace testamento en Génova y refiere en él algunas de sus propiedades inmobiliarias. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 166 Anna Lomellini, mujer de Francesco Serra, redactó su testamento en esa fecha en la casa en la que afirmaba residir, situada en via San Pancrazio. En ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, 31 de agosto de 1641. Entre los bienes de su marido recogidos en los inventarios realizados muy probablemente en la década de 1620 (cuando Francesco afrontaba un proceso por deudas) se incluía una casa en la que vivía su mujer Anna Lomellini, pero no se indicaba el lugar exacto en el que esta se hallaba. En ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. 167 En ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, 31 de agosto de 1641, Génova. 168 Anna Lomellini las menciona en su testamento. En ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, 31 de agosto 169 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59, codicilo de Maddalena Serra, 21 de noviembre de 1653. 170 En esa fecha, Giovanni Carlo vive en esta casa de su propiedad en piazza San Luca. Lo confirma un documento de 25 de enero de 1683 por el que se concretaba el servicio de Giovanna Pedemonte durante doce años a la mujer de Giovanni Carlo. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 166. Este palacio no se menciona en el cuerpo del texto, pero sí se refiere la zona (la actual via San Luca) en el mapa 4 en el que se recoge la distribución espacial de los inmuebles Serra en los siglos xvi y xvii. 171 AGS, CME, leg. 1405, 24.

Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

Casas en la via Gli Angeli. Probablemente en piazza Santa Maria degli Angeli (Génova).

Casas y tiendas en via Sottoripa (Génova)

Villa y huerto con casa en la Coscia, en Sampierdarena Palacio en piazza San Luca (Génova) Villa de Spotorno (municipio en el Ponente genovés)

31 de agosto de 1641167

-. Probablemente eran propiedad de Anna Lomellini, esposa de Francesco Serra q. Antonio IV.

31 de agosto de 1641168

-Anna Lomellini, esposa de Francesco Serra q. Antonio IV, disponía de sus alquileres para establecer legados a favor de sus hijos que recibirían después de que hubiera fallecido su marido. Francesco Serra aún vivía cuando redactó su testamento.

21 de noviembre de 1653169

-Maddalena Serra q. Girolamo.

25 de enero de 1683170

-Giovanni Carlo Serra q. Giovanni Pietro II.

6 de diciembre de 1683171

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo.

167 En ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, 31 de agosto de 1641, Génova. 168 Anna Lomellini las menciona en su testamento. En ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, 31 de agosto de 1641, Génova. 169 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59, codicilo de Maddalena Serra, 21 de noviembre de 1653. 170 En esa fecha, Giovanni Carlo vive en esta casa de su propiedad en piazza San Luca. Lo confirma un documento de 25 de enero de 1683 por el que se concretaba el servicio de Giovanna Pedemonte durante doce años a la mujer de Giovanni Carlo. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 166. Este palacio no se menciona en el cuerpo del texto, pero sí se refiere la zona (la actual via San Luca) en el mapa 4 en el que se recoge la distribución espacial de los inmuebles Serra en los siglos xvi y xvii. 171 AGS, CME, leg. 1405, 24.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo.

14 de octubre de 1684174

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo.

14 de octubre de 1684175

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo.

172  Ibidem. 173  Ibidem. 174  Ibidem. No se descarta que se trate de la misma mencionada en piazza De Marini y ya citada. 175  Ibidem.

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo. 14 de octubre de 1684

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo.

14 de octubre de 1684175

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo. 14 de octubre de 1684

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo.

14 de octubre de 1684173

Casa en el caruggio degli Scrivani (actual vico dei Notari, Génova). Casa en San Luca, con dos tiendas (Génova) Casa pequeña detrás de la Loggia di Banchi (piazza Banchi, Génova) Granja llamada «Il Piano» en la jurisdicción de Voltaggio (al norte de Génova)

-Giovanni Battista Serra q. Girolamo.

14 de octubre de 1684172

14 de octubre de 1684172

Casa en el caruggio degli Scrivani (actual vico dei Notari, Génova). Casa en San Luca, con dos tiendas (Génova) Casa pequeña detrás de la Loggia di Banchi (piazza Banchi, Génova) Granja llamada «Il Piano» en la jurisdicción de Voltaggio (al norte de Génova)

172  Ibidem. 173  Ibidem. 174  Ibidem. No se descarta que se trate de la misma mencionada en piazza De Marini y ya citada. 175  Ibidem.

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Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

4. Una

cultura cosmopolita

La patria de origen era una sede fundamental para que diesen sus frutos los negocios que poseían los Serra en otros espacios. Erigirse en personajes de poder en la República daba crédito a la familia ante los prestamistas de la ciudad. Además de ello, garantizaba la solidez de su reputación financiera en emplazamientos como Madrid o Nápoles, en los que la fama era imprescindible para competir con otros tantos hombres de negocios connacionales que rivalizaban por hacerse con las mejores consignaciones y servicios. Adquirir prestigio en Génova permitía a los Serra influenciar las deliberaciones de los Collegi y, por tanto, hacía de ellos socios útiles del monarca hispánico, siempre interesado en poder contar con canales alternatios que le permitieran acceder y controlar la vida política de la República. Formar parte de la política genovesa se revelaba esencial para obtener la recomendación de sus servicios al rey por parte del embajador español en Génova o para acceder a privilegios en otros territorios bajo el dominio del Católico, como Nápoles o Milán, donde los Serra, como se ha referido, mantuvieron intereses. El significado perentorio que adquiría el mostrarse y el residir en la ciudad de origen se puede deducir de las cláusulas de retorno a la patria que algunos Serra incluyeron en sus testamentos. Tal y como precisó Girolamo Serra en sus últimas voluntades de 1613, [...] manda más adelante el dicho señor testador que si alguno de los llamados a la sucesión del dicho fideicomiso constituyese domicilio o casa fuera de la presente ciudad con ánimo de no volver, el cual ánimo se entienda que si cumplida la edad de cincuenta y cinco años no volviere con su familia para estar o habitar en Génova, sino se detuviese con justo impedimento, sea aquel en tal caso ipso iure privado del beneficio del dicho fideicomiso.176 176 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fol. 13r.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Un fideicomiso que, en el caso del destinado a Giovan Francesco Serra, incluía feudos como Cassano (en el reino de Nápoles) y Strevi (en el Monferrato). Por lo que el deseo expreso de Girolamo era que su primogénito varón, en un momento dado, regresara a Génova y terminara allí sus días a pesar de contar con haberes reseñables fuera de la República. Similar posición adoptó Battista Serra q. Antonio IV que en su testamento de 1637 afirmaba que, si el llamado a la sucesión al fideicomiso que fundaba [...] hubiera puesto casa fuera de la presente ciudad con ánimo de no volver —por dicho ánimo se entienda si hubiera cumplido los cincuenta años y antes hubiera sido avisado a juicio de los dichos señores Protectores del hospital de los Incurabili del modo que [mejor] les pareciera— [y] no viniera con su familia a vivir en Génova, salvo impedimento justo, que sea privado ipso iure [de la sucesión al fideicomiso] y sucediera el otro llamado a suceder inmediatamente [después].177

La cuestión formaba parte del imaginario del alto patriciado genovés, como demuestra la desaprobación expresada por Giovanni Andrea Doria ante la decisión de su hijo Andrea de trasladar su residencia junto a toda su familia al feudo de Melfi, en el reino de Nápoles, hecho que habría hecho de él «el primero de mi casa que haya vivido fuera de Génova».178 Pero, sin duda, en las cláusulas de retorno a la patria incidían también las consistentes 177 «Havesse posto casa fuori della presente città con animo di non ritornarvi per il qual animo s’intenda se computa l’età di cinquant’anni et avisato prima a giuditio de detti signori protettori dell’Ospedale de Incurabili in quella maniera che a loro parrà, non verrà con la sua famiglia ad habitar in Genova, salvo giusto impedimento [...] sia questo tale ipso iure privato e succeda l’altro immediatamente chiamato». En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 178 ADP, scaffale 85, busta 32, mitua de Giovanni Andrea Doria al conde de Benavente, Loano, 27 de enero de 1605.

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Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

propiedades e intereses que los Serra mantenían en Génova y que, como se ha señalado, eran fundamentales para garantizar el buen funcionamiento de sus negocios en otras sedes. Sin olvidar que los poderosos se perpetuaban económicamente, pero se legitimaban culturalmente, razón por la que los Serra hicieron de la República el terreno privilegiado en el que desarrollar este ejercicio de legitimación en el que la familia no dejó de exhibir sus estrechos vínculos con España.179 Si bien estar en Génova era fundamental para asegurar el éxito de las actividades desarrolladas en otros emplazamientos, la presencia en lugares distintos de la madre patria era propedéutica a la confirmación de la posición de los Serra en la República. Es decir, se estaba en Génova y se reforzaba la posición en la madre patria gracias a las ventajas que proporcionaba estar fuera de ella. Como se ha demostrado, las inversiones en patrimonio inmobiliario en la República se intensificaron considerablemente cuando en Madrid Battista Serra pasó a formar parte de la Diputación del Medio General de 1608. Fue precisamente gracias a Battista y a sus funciones en la Diputación que la familia tuvo acceso a numerosas rentas de juro que constituyeron la base de las disposiciones piadosas de sus testamentos y de la capacidad de acción de la que hicieron gala muchas mujeres de la familia. Disposiciones piadosas que, como veremos, iban destinadas en gran parte a favorecer el papel de los Serra como buenos ciudadanos de República y benefactores de las principales instituciones asistenciales de la ciudad, así como para reforzar clientelas y lazos con otros miembros del patriciado y con los no adscritos.

179 Una reflexión sobre estas máximas que siguen los razonamientos de Pierre Bourdieu sobre la distinción en Sanz Ayán, Carmen. «“Alzados por su altura”: percorso storiografico attraverso gli studi sulle élites e le reti di potere», en Aglietti, Marcella, Franganillo, Alejandra y López Anguita, José Antonio (eds.), Élites e reti di potere. Strategie d’integrazione nell’Europa di età moderna, Pisa, Pisa University Press, 2016, pp. 15-27:18.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Dadas las condiciones explicadas, no es de extrañar que, en las maneras en las que los Serra se hicieron presentes en Génova, se atisben elementos culturales directamente conectados con su experiencia hispánica, fenómeno que se vio facilitado por las importantes influencias españolas que se respiraban en la Génova del siglo xvii, sobre todo a partir de la entrada en vigor de los principios tridentinos.180 Los efectos de las prácticas culturales híbridas desplegadas por los Serra hallan una singular manifestación en el deseo de Battista Serra de construir tras su muerte en Génova una iglesia dedicada a la virgen de la Merced.181 La iglesia debía contar también con un monasterio con capacidad para doce sacerdotes y, a pesar de la escasez de espacio en la ciudad —de la que el testador era 180 Así, es conocida la enorme influencia que tuvo en el patriciado genovés la moda española. Sobre este aspecto, véase Cataldi Gallo, Marzia. «La moda española y la Génova del siglo xvii», en Boccardo, P., Colomer, J. L. y Di Fabio, C. (eds.), España y Génova..., cit., pp. 149-156. 181 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. Muy posiblemente Battista Serra ya había expresado su voluntad de erigir una iglesia en un testamento anterior. De hecho, su esposa, Maddalena Serra, con el objetivo de promover la iniciativa de su marido, en su testamento de 1627 dedicaba un legado de hasta 6000 liras a la construcción de la iglesia, siempre que su marido hubiera destinado a la misma al menos 12 000 liras. En ASGe, NA, 5860, testamento de Maddalena Serra, 21 de diciembre (?) de 1627 (testamento A), Madrid. En este mismo legajo se han hallado dos testamentos de Maddalena Serra. Se trata de un testamento en castellano (que hemos denominado testamento A) y una versión muy similar en italiano (testamento B). A pesar de las grandes semejanzas, ambos testamentos se diferencian en algunas partes en el orden de las mandas testamentarias y en algunos contenidos de las mismas. A este respecto, algunas disposiciones apuntadas por Maddalena en la versión castellana contienen precisiones que no se encuentran en la versión italiana. El testamento A fue realizado muy probablemente el 21 de diciembre de 1627, aunque el mes es de dudosa lectura. En él se confirma que fue realizado en Madrid. Por el contrario, en el testamento B figura la fecha de manera clara: 21 de diciembre de 1627 y no se especifica dónde se encontraba la testadora en el momento de su redacción. Es posible que el italiano constituya un traslado del realizado en castellano en Madrid. Ambos testamentos coinciden en las sumas que se destinaban a obras pías.

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Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

plenamente consciente— debía situarse preferiblemente intramuros, lo cual es indicativo del deseo del testador de dar visibilidad a la iglesia y de que esta entrara a formar parte de los rituales cívicos genoveses. Las misas que se celebraran en dicha iglesia por su alma y por la de su esposa debían ser impartidas por los religiosos de Santa Fe o por los de Nostra Signora del Carmine, esta última, como se evidenciará, bajo el patronazgo de los hijos de Antonio IV Serra. La decoración de los altares con columnas marmóreas debía ser decidida por Maddalena Serra y por su sobrino Antonio Serra, hijo de Paolo y clérigo de la Camera Apostolica. Bajo el altar de la capilla mayor se tenía que construir una habitación de las dimensiones que decidiera su esposa para depositar su cuerpo, el de Maddalena y el de su hermano Giacomo Serra que, por entonces, se encontraba en la iglesia de la Pace, en Roma. Delante del altar, Battista estipulaba la colocación de una lápida con una inscripción y un retrato en relieve con su efigie, junto a la cual se debía situar una para Maddalena cuando esta falleciera. La voluntad expresada por Battista en su testamento se observa en otros casos de genoveses sin descendencia y que veían en la erección de una iglesia en la ciudad de origen un modo de mantener viva su memoria.182 Aunque no hemos podido determinar si la iglesia fue o no construida, las condiciones establecidas por Battista para su fabricación son indicativas de las profundas influencias hispánicas que el genovés recibió a pesar del perfil eminentemente genovés que definió a los hijos de Antonio IV.183 En concreto, Battista ordenaba que el altar 182 Es el caso de Giovanni Tommaso Invrea, genovés residente en Nápoles en la década de 1630, fundador de la basílica de Santa Maria dell’Assunta de Carignano en Génova. En Zanini, Andrea. «Gio. Tommaso...», cit., pp. 93 y 94. 183 Actualmente hay una iglesia de La Merced en Génova en el barrio de Nervi cuyo origen se remonta al siglo xv por lo que no puede tratarse de la indicada en el testamento de Serra. En el municipio Serra-Riccò existe una iglesia bajo la misma advocación construida a mediados del siglo xx. Su origen

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

mayor se diseñara imitando el de la iglesia de la Merced de Madrid, para lo cual sugería que se mandara desde esta corte un boceto para poder copiarlo. Igualmente, la imagen de la virgen de Nuestra Señora de las Mercedes, que debía presidir el altar mayor de la nueva iglesia, debía traerse de Madrid y debía inspirarse en la existente en la iglesia castellana gracias a cuya intercesión, según Battista, había conseguido superar diversas situaciones difíciles. En palabras de Battista, la imagen de la virgen colocada en el altar mayor del templo ex novo que pretendía construir debía ser [...] imitación de una santísima imagen que se encuentra en Madrid, en la iglesia de los reales padres de esa orden, por la cual ha recibido gracias especiales puesto que ha conseguido salir gracias a su intercesión de penalidades de gran sustancia. Por ello ordeno y permito que se traiga de Madrid una imagen de Nuestra Señora realizada completamente con el adorno que tiene la imagen de la iglesia de Madrid, para que se coloque en el centro del altar mayor y se custodie con la reverencia que merece una imagen de tal devoción, ordenando el resto del altar conforme a un papel pintado que se pueda enviar desde Madrid.184 era un capilla privada utilizada desde el siglo xvi por los obispos genoveses y situada en una zona ocupada por entonces por residencias de potentes familias genovesas. Disponible en http://www.chieseitaliane.chiesacattolica. it/chieseitaliane/AccessoEsterno.do?mode=guest&type=auto&code=28153 &Chiesa_di_Nostra_Signora_della_Mercede__Mainetto,_Serra_Ricc%c3%b2 [consulta: 29/06/20]. 184 «Ad imitatione di una Santissima Immagine che è in Madrid in la chiesa de Reali Padri di esso ordine dalla quale in quel tempo ho ricevuto particolari gratie con esser uscito per sua intercessione di travagli di grandissima qualità perciò ordino e lascio che si facci venir di esso loco di Madrid una immagine di essa nostra signora fatta intiera con l’adorno che há la detta immagine in essa chiesa di madrid, accioche si metta nel mezzo dell’altar maggiore e se li custodisca con quella riverenza che ricerca immagine di tanta divotione ordinando il resto dell’altare conforme per papele che si potrà far mandar depinto da Madrid». En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637.

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Habitar Génova: patrimonio inmueble y cultura material

La adopción de pautas culturales y religiosas de origen hispánico no debe eclipsar el papel activo que jugaron los genoveses en la transmisión de objetos artísticos y suntuosos no solo a las aristocracias hispánicas —como vimos en el caso de Ottavio Serra—, sino también al propio rey.185 La producción artística que desde Génova se dirigió a la Península Ibérica, según Santamaria, fue especialmente importante, sobre todo comparada con la que llegó a la República procedente de España.186 La circulación en este sentido fue propiciada por la política fiscal genovesa que eximía del pago del dacio a la mayor parte de los bienes que partían desde Génova con destino España.187 La posibilidad de mantener un cierto contacto con el monarca hispánico por parte de los hombres de negocios —un caso excepcional si se compara con Francia en la que eran pocos los canales existentes entre los mercaderes y el soberano debido a la separación neta que se establecía entre nobleza y mercadería— 185 Para este tipo de consideraciones continúa siendo fundamental el volumen de Boccardo, P., Colomer, J. L. y Di Fabio, C. (eds.), España y Génova..., cit. Además de los trabajos contenidos en esta obra, son muchos las investigaciones que han demostrado las profusas transferencias artísticas y culturales entre España y Génova. Presentamos a continuación solo una selección de las mismas: Ravina Martín, Manuel. «Mármoles genoveses en Cádiz», en Homenaje al profesor Hernández Díaz, vol. 1, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1982, pp. 595-615; Franchini Guelfi, Fausta. «Artistas genoveses en Andalucía: mármoles, pinturas y tallas policromadas en las rutas del comercio y de la devoción», en Martínez Montiel, Luis Francisco y Pérez Ulet, Fernando (coords.), La Imagen Reflejada. Andalucía, Espejo de Europa. Catálogo de la exposición celebrada en Cádiz del 12 de noviembre de 2007 al 30 de enero de 2008, Cádiz, Junta de Andalucía, 2007, pp. 96-110; López Torrijos, Rosa. Entre España y Génova. El Palacio de Don Álvaro de Bazán en el Viso, Madrid, Ministerio de Defensa, 2009; Quiles García, Fernando. «El arzobispo Agustín Spínola, promotor de las artes sevillanas del barroco (1645-1649)», en Herrero Sánchez, M., Ben Yessef Garfia, Y. R., Bitossi, C. y Puncuh, D. (eds.), Génova..., cit., vol. 2, pp. 731-752; en el mismo volumen, véase también el artículo de Santamaria, R. «Rotte artistiche...», cit. 186 Santamaria, R. «Rotte...», cit., p. 695. 187 Assini, Alfonso. «Il patrimonio…», cit.

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constituía un factor que fomentaba la circulación de tendencias artísticas y modas entre ambas partes.188 En el caso de los Serra, la relación cercana que establecieron con el rey algunos miembros de la familia se aprecia en casos específicos, concretamente en los hijos varones de Girolamo que se erigieron en artífices de un tipo de servicio y de relación con el monarca muy diferente al que caracterizó a los descendientes de Antonio IV, seguramente debido, en gran parte, a la condición de feudatarios del Católico que exhibían los primeros. Los lazos personales entre Giovan Francesco Serra y Felipe IV, a pesar de los momentos de tensión vividos por el primogénito varón de Girolamo con sus ministros, se concretaron, como ya se refirió, en las indicaciones a favor del servicio al rey hispánico que Giovan Francesco dirigió a sus hijos en uno de sus codicilos, así como en la designación del soberano de España como heredero de su fortuna en el caso de que sus sucesores no respetasen sus últimas voluntades a favor de su viuda expresadas en los testamentos de 1635 y 1638. Uno de los testimonios «culturales» de esta relación cercana entre el monarca hispánico y el genovés se manifestó en el regalo al rey de un cuadro de Nuestra Señora del pintor Andrea del Sarto «en testimonio de mi fidelidad y reverencia».189 Tras la muerte de Giovan Francesco, sus numerosas pinturas pasaron a formar parte de la colección real, parte de la cual se puede aún hoy contemplar en el Museo del Prado.190 188 Sobre las diferencias en la relación de Francia y de España con sus mercaderes, véase Marzagalli, Silvia. «Negozianti, stranieri e nobiltà. Uso politico e realtà sociali del processo d’integrazione delle élites in Francia tra Sei e Settecento», en Aglietti, M., Franganillo, A. y López Anguita, J. A. (eds.), Élites e reti…, cit., pp. 47-57:57. 189 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 16, codicilo de Giovan Francesco Serra, 10 de octubre de 1653, Gerona. 190 La colección fue comprada por el conde de Peñaranda en 1664 para Felipe IV. Una copia del cuadro de Andrea Del Sarto formaba parte del lote comprado. Pero no podemos asegurar si se trataba de la misma pintura que mencionaba Giovan Francesco en su codicilo. Sobre la colección de Giovan Francesco Serra

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También Giovanni Battista Serra, hermano de Giovan Francesco, desempeñó un papel importante en la difusión en Castilla de objetos artísticos procedentes de Génova. Un rol en el que probablemente incidieron las funciones diplomáticas que ejerció para la República en la corte de Madrid en 1654 y la presencia de una residencia estable en una zona estratégica de la ciudad.191 Giovanni Battista participó en las operaciones de embellicimiento del palacio de El Escorial, confirmando así la tónica señalada por Santamaria según el cual el envío de objetos con destino a la iglesia de El Escorial desde Génova se venía produciendo desde finales del siglo xvi. Al respecto, Santamaria refiere que el 18 de septiembre de 1588 se hallaban presentes en el puerto genovés diez cajas procedentes de Milán que contenían bronces de diversos santos para San Lorenzo de El Escorial.192 En lo que se refiere a Giovanni Battista, este constituía un visitante asiduo del palacio real mencionado. De hecho, Giovanni Battista fue la persona que acompañó al viajero Antonio de Brunel a visitarlo.193 Asimismo, los documentos del pleito iniciado en 1672 entre Giovanni Battista Serra y sus sobrinos, hijos de Giovan Francesco, por la mitad de la encomienda de Almendralejo dan cuenta de la relación del primero con la residencia real. En concreto, Giovanni Battista solicitaba al alcalde que le precisara la hora, el día y el lugar en los que sería llamado a declarar, puesto que tenía pensado ir con véase Vannugli, A. «La colección…», cit.; id., La collezione Serra…, cit.; Santamaria, R. «Gio. Francesco Serra...», cit. 191 Sobre la presencia de Giovanni Battista en Madrid, véase el capítulo 10. Sobre la posibilidad de los diplomáticos genoveses para articular redes de circulación de objetos, véase Alvar Ezquerra, Alfredo. Algunos aspectos de las despensas de los embajadores extranjeros en Madrid en la primera mitad del siglo xvii, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 1992. En general, para el papel de los embajadores como mediadores culturales véase Carrió Invernizzi, Diana (ed.), Embajadores culturales..., cit. 192 Santamaria, R. «Rotte...», cit., p. 700. 193 Así lo confirma el diario de viajes de Brunel de 1665 publicado en García Mercadal, J. Viajes..., cit.

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algunos caballeros a El Escorial.194 Para el adorno del mismo, el genovés recibió el encargo de fabricar un candelabro en Génova por el mejor artesano de la ciudad y que se inspirara en el diseñado en un boceto que le había proporcionado el rey.195 La mediación dirigida a suministrar bienes artísticos a la Corona no fue prerrogativa exclusiva de los Serra: fueron muchos otros los genoveses los que actuaron como canales de acceso del rey a los activos mercados del arte italiano. Así, en Roma destacó Tommaso Pallavicino que, a principios del siglo xvii, constituyó el contacto de Francisco de Melo, embajador de Felipe IV ante la Santa Sede, para adquirir esculturas para sí mismo o para el monarca que debían servir para adornar el Palacio del Buen Retiro.196 También Ottavio Centurione desempeñó un papel fundamental en la introducción de pintura genovesa en Madrid. La influencia de Centurione en los circuitos cortesanos durante el reinado de Felipe IV propició que en las paredes del Palacio del Buen Retiro se colgara un lienzo de Domenico Fiasella, el pintor preferido de Ottavio y originario de Sarzana, en el Levante ligur.197 Los ejemplos narrados contribuyen a definir a los Serra como un verdadero híbrido cultural, resultado de la capacidad de la familia para erigirse en bisagra entre la República y la Monarquía Hispánica y cuyos rasgos identitarios son sintomáticos de la exis194 AHN, Consejos, leg. 28271. La aclaración la solicitó el 6 de marzo de 1676. 195 El encargo recayó en el florentino Virgilio Fanelli. Las noticias sobre la mediación de Giovanni Battista Serra nos las proporciona de nuevo Antonio de Brunel según el cual el candelabro habría costado 10 000 escudos. En García Mercadal, J. Viajes..., cit., p. 277. 196 Raggio, Osvaldo. «Statue antiche e lettere di cambio. Gusto e credito a Genova nel Seicento», Quaderni Storici, XXXVII/2, 110 (2002), pp. 405-423. Como se verá más adelante, en el acceso al dinámico mercado artístico romano jugaron un papel fundamental los cardenales genoveses que se erigieron en vehículos para la tramsisión de obras artísticas a Génova y, a su vez, en reconocidos mecenas de los artistas recién llegados a la «Ciudad Eterna». 197 Sanz Ayán, C. Un banquero..., cit., p. 143.

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tencia de un modelo cultural y social compartido por las élites que operaban en los dominios hispánicos y en cuya conformación contribuyeron activamente las redes genovesas, a través de las cuales circulaban no solo capitales, sino también objetos, valores, tendencias y pautas de comportamiento. Los Serra, a diferencia de otros genoveses al servicio del soberano hispánico, como Ottavio Centurione, con un perfil más financiero que cultural,198 mostraron un gran interés por los artistas más en boga de la época y aprovecharon su experiencia transnacional en los diversos emplazamientos para conocer y asumir pautas culturales y para adquirir objetos artísticos que pasaron a formar parte de la cultura material de la familia. En este sentido, los testamentos e inventarios son instrumentos fundamentales para dar a conocer parte de esta memoria transnacional del linaje. Contamos con tres inventarios para tres Serra: el de Benedetta Serra q. Paolo II,199 realizado en Génova el 2 de diciembre de 1611; el de su hermano, Girolamo Serra, efectuado el 9 de mayo de 1617 en su feudo de Strevi, en el Monferrato, y en el palacio de Génova, cerca de Santa Maria delle Vigne; y, por último, el de Francesco Serra q. Antonio IV, redactado el 20 de noviembre de 1628, muy posiblemente en la casa en la que residía en Génova y a petición de la Camera genovesa en ocasión del proceso por deudas que supuso su temporal encarcelación.200 198  Ibidem, p. 152. 199 Casada en primeras nupcias con Taddeo Di Negro y en segundas con Gaspare De Marini. 200 El inventario de Benedetta Serra en ASGe, NA, 5826, inventario de Benedetta Serra, Génova, 2 de diciembre de 1611. Los de Girolamo Serra en ASGe, NA, 3663, inventario de Girolamo Serra, Strevi y casa cerca de la iglesia Delle Vigne, 9 de marzo de 1617. La casa de Girolamo donde se realizó el inventario era casi con toda seguridad el palacio situado en el actual Vico delle Mele. El inventario de Francesco Serra en ASGe, Fondo Famiglie, 6 S, inventario de Francesco Serra q. Antonio IV, 20 de noviembre de 1628. El documento no precisa el lugar exacto en el que se efectuó, pero suponemos que se redactó en Génova, en la casa en la que Francesco Serra residía. Como vimos en anteriores epígrafes, esta residencia

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Por desgracia, la escasez de inventarios hallados no permiten la realización de un análisis sistemático de la evolución de la procedencia de los objetos. Tampoco son útiles para detectar cambios en las tendencias de consumo ni para establecer comparaciones entre los distintos ramos familiares. No podemos saber con certeza la razón por la que no se han encontrado más documentos de este tipo para los Serra. Otras familias genovesas, como los Balbi, comparten el silencio documental mencionado. Como los Serra, también los Balbi se caracterizaron por la redacción de pocos inventarios, probablemente, como precisa Grendi, por la tendencia de estos a vivere in fresca, es decir, sin que los hermanos dividieran el patrimonio paterno. Una costumbre que halló su excepción en los Balbi españoles, que se habrían adaptado a la costumbre local madrileña.201 Pero, a diferencia de los Balbi, los Serra de Girolamo, como vimos, se apresuraron a dividir la herencia paterna en el momento en el que los herederos universales varones fueron reconocidos hábiles para recibir la fortuna del padre. Un comportamiento que no se ha podido verificar para los descendientes de Antonio IV, aunque, como ya se refirió, es muy posible que Battista y Paolo no se distribuyeran inmediatamente la herencia del padre. A la espera de hallar el testamento de Antonio IV, que aclararía su voluntad respecto a la transmisión del patrimonio a sus hijos, la compartición de vivienda por parte de Battista y de Paolo Serra en algunos momentos de su vida y de una compañía comercial podrían apoyar la hipótesis de una suspensión de la distribución de los bienes paternos entre los hermanos. Sea cual fuere la causa por la que no se han hallado otros inventarios del ramo de Girolamo o de Antonio IV Serra, no hay era aquella en la que Anna Lomellini, su esposa, estipuló su testamento en 1641 y situada en via San Pancrazio. Al respecto, véase la tabla 27. 201 Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 121 y 126.

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duda de que los elencos de bienes de Girolamo y de su sobrino Francesco Serra constituyen una ventana a la vida material de dos hombres de negocios en los primeros veinte años del siglo xvii y ponen de manifiesto el carácter global de la sociedad en la que vivían y la inmersión de los genoveses en las principales tendencias estilísticas del momento. Por otro lado, el testamento de Benedetta Serra es el menos rico y refiere principalmente muebles (arcones, baúles armarios, taburetes, escritorios), ropa de casa, algunos vestidos (en bayeta negra, indicando con ello la profunda influencia española en el vestido femenino genovés) y varios cuadros de poco valor.202 Destaca la ausencia de joyas y la poca importancia de objetos en plata que se reduce a algunos cubiertos. Los objetos de mayor valor son los forzieri, procedentes de Nápoles, cofres robustos que normalmente se utilizaban para custodiar objetos de valor. La proveniencia de los bienes inventariados, salvo en el caso de los forzieri, no es precisada. Solo en el caso de un scagnetto (una especie de taburete o banco) se especifica que había sido realizado alla tedesca (a la alemana). Los inventarios de Girolamo Serra nos informan más sobre la entidad y la cantidad de sus bienes que sobre su valor. Sobre este último aspecto, solo aporta detalles el inventario de la casa de Génova —el palacio en Vico delle Mele— y únicamente en lo que se refiere a los objetos de reconocido valor, como las joyas o cualquier otro realizado en oro o plata o guarnecido con este último metal. Tanto en el inventario del palacio genovés como en el realizado en el castillo de Strevi, los enseres aparecen agrupados por tipologías. Las referencias a los distintos espacios de la residencia

202 Sobre la influencia de la moda española en Génova ya se ha citado el trabajo de Cataldi Gallo, M. «La moda española...», cit. Sobre el vestido en la República en estos años, véase el artículo de la misma autora: id. «Ritratto e costume: status symbol nella Genova del Seicento», Bollettino Ligustico per la Storia e la Cultura regionale. Nuova Serie, I (1989), pp. 82-103.

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son mínimas: en el inventario de la casa de la ciudad se alude a las siete habitaciones de tapicería de Flandes y se incluye la voz «Rame e cucina» (cobre y cocina) en la que aparecen los bienes presentes en esta sala. Además, el inventario de la residencia palaciega de Girolamo refiere algunos objetos agrupándolos bajo el nombre de sus usuarios: Veronica Spinola, segunda esposa de Girolamo, y sus hijos Maddalena, Bianca, Artemisia, Giovan Francesco y Giovanni Battista. Es interesante porque ello nos permite acceder a parte del universo material de los hijos y del cónyuge. Para Veronica no se citan joyas, que son mencionadas justo al inicio del inventario y, por tanto, se entiende que fueron compradas por Girolamo que, sin embargo, accederá a donarlas a su esposa en su testamento de 4 de julio de 1613.203 Los bienes mencionados para Veronica consisten en ropa blanca y vestidos de tejidos preciados. Los objetos señalados para cada uno de los hijos son siempre indumentos de diverso tipo y, solo para el caso de Maddalena, se cita también un pequeño mueble (scagnetto). Como se mencionó, solo el inventario de la casa de Génova de Girolamo contiene detalles sobre el valor de los objetos de plata y oro y de las joyas. El bien más caro se corresponde con un hilo de perlas compuesto por unas 125 perlas valorado en 8000 liras, estimando el valor de cada perla en unas sesenta liras. Le seguía un collar de diamantes con una cruz por valor de 4800 liras. El elenco de joyas se componía además de diamantes, oro, lapislázuli 203 Al margen de la dote, la distinción entre propiedades de la esposa compradas por los maridos y aquellas adquiridas por las mujeres con sus propios medios es frecuente en otros testamentos de la familia. Artemisia Serra q. Girolamo especificaba en su testamento de 3 de junio de 1688 que los bienes muebles y la plata labrada que poseía en la casa de la ciudad y en la villa eran suyos, salvo algunos comprados con dinero de su hijo, Ambrogio Doria. Asimismo, en una memoria añadida testamento por Artemisia en 1696, declaraba que los muebles que había tenido de su marido difunto, Paolo Francesco Doria, se encontraban registrados debidamente en sus inventarios y de ellos le correspondía el usufructo. En AGS, CME, leg. 860, doc. 42, testamento de Artemisia Serra, 3 de junio de 1688, Génova y memoria adjunta de 14 de febrero de 1696.

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y rubíes. Nada sabemos de la tasación de los cuadros —más de veintisiete y todos de temática religiosa—, las telas de tejidos suntuosos, los tapices y los muebles citados. De todos ellos precisa solo el número de unidades, aunque, en el caso de los cuadros, la estima no es siempre precisa. Eso sí, podemos confirmar que eran más de veintiséis y que predominaban los de pequeño tamaño.204 El inventario incluye también un apartado en el que se citan los paramentos de la capilla que Girolamo poseía en San Siro. La suma total del valor de los bienes suntuarios situados en la vivienda genovesa de Girolamo y para los que se realiza una estimación económica alcanza las 27 628 liras. Otros objetos de plata definidos como argentee (platería) y colocados en una sección aparte —quizás por consistir en bienes realizados con el citado metal, pero con una liga inferior que justifica su designación como objetos plateados o dorados— alcanzaban la suma de 699 liras, un soldo y cincuenta denari. Con estos datos, no podemos establecer comparaciones entre el valor de los objetos presentes en el inventario de la casa de Génova de Girolamo y los recogidos en otros inventarios genoveses de la época. Los bienes de lujo de Giovan Francesco I Brignole en 1620 superaban las 135 000 liras, pero en esta suma se incluían cuadros, muebles, tapices, joyas y objetos de oro y plata.205 La ausencia, en el inventario del palacio de Girolamo, de 204 Sobre la temática de los cuadros presentes en el inventario del palacio de Génova de Girolamo q. Paolo II (1617), véase el elenco de cuadros en la tabla 28. 205 Véanse al respecto las tablas presentes en Tagliaferro, en concreto en p. 243 donde se explicita que el valor de los bienes de lujo de Giovan Francesco Brignole en 1620 alcanzaba las 136 888 liras, 19 soldi y 2 denari. En Tagliaferro, L. La magnificenza..., cit., pp. 243-248:243. Los inventarios genoveses ha sido objeto de diversos análisis no solo en ámbito artístico, sino también económico. Nos limitaremos a presentar una selección de algunos trabajos sobre los mismos en los siglos xvi y xvii: Pandiani, Emilio. «Arredi ed argenti di Andrea D’Oria da un inventario dal 1561», en Atti della Società Ligure di Storia Patria, LIII (1926), pp. 239-297; Tagliaferro, L. La magnificenza..., cit.; Grendi, E. I Balbi..., cit., pp. 95-133; Boccardo, Piero y Montanari, Giacomo, «I Cattaneo della Volta.

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tasaciones para objetos de alto coste como los tapices, los tejidos de lujo o los cuadros, así como para el resto de objetos de la vivienda, implica que las 27 628 liras contabilizadas no suponían en absoluto la totalidad de la fortuna contenida en la morada de Girolamo. Sin olvidar que tampoco contamos con un inventario de la villa de Sampierdarena, que habría podido ofrecernos una visión más certera sobre la riqueza material del genovés y sobre su perfil cultural. En lo que se refiere al inventario de Girolamo Serra efectuado en Strevi, no se aporta información sobre a quién pertenecían los bienes ni se realiza una estimación del valor de los mismos, sino que se precisa solamente el número de unidades. Se aprecia inmediatamente una atmósfera decididamente espartana de la que están ausentes las joyas, el oro y la plata que veíamos en el inventario anterior. Asimismo, el número de cuadros se reduce notablemente: solo seis que confirman la preferencia de Girolamo por los temas religiosos.206 El carácter defensivo y estratégico de los feudos genoveses situados en el Monferrato queda evidenciado en la existencia de una sección destinada a las armas, entre las que destacaban fiascas para la pólvora, veinte arcabuces, otros trece da ruota (una modalidad de recarga), catorce mosquetes con sus horquillas y cinco pistolas pequeñas.207 En este apartado se incluye además una coraza de Giovanni Battista Grimaldi, seguramente el primer marido de Maddalena Serra. La residencia de Girolamo en Strevi estaba dotada también de capilla, tal y como confirma la presencia de paramentos litúrgicos.

Ritratti di una famiglia» en Chiavari Cattaneo Della Volta, E. y Lercari, A. (eds.), I Cattaneo… cit., pp. 461-491; Raggio, O. Storia di una passione…, cit. 206 Al respecto, véase la tabla 29. 207 Sobre las residencias de la nobleza genovesa en el sur del actual Piamonte en los siglos xvi y xvii, véase Pistarino, Geo. Castelli del Monferrato meridionale nella Provincia di Alessandria, Alessandria, Cassa di Risparmio di Alessandria, 1970.

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Tabla 28. Cuadros presentes en el inventario del palacio de Girolamo Serra q. Paolo II en Génova (1617)208 Temática Un cuadro de cama de San Carlo guarnecido con plata y ébano Un cuadro pequeño de cama con Cristo y una Pietà Cuadrito «della Madonna» Cuadrito de miniatura para cama Cuadrito de la vida de San Giovanni Battista Cuadrito de un Cristo con marco de ébano Cuadrito de una Pietà Cuadrito de una Madonna en piedra Cuadrito de la Madonna, S. Giuseppe y Giovanni Battista guarnecido de plata y ébano Cuadrito pequeño guarnecido de plata Cuadrito de Pietà de plata Cuadrito de San Girolamo Cuadrito de San Francesco de capuchino Un cuadro de Agnus Dei para cama Cuadro de «Nostro Signore all’horto» Un cuadro de un «Cristo alla colonna» Un cuadro de la «Visitazione di S. Elisabetta» Cuadro de un «Cristo con croce in spalla» Cuadro de San Girolamo Varios cuadros viejos «alla fiamminga» Cuadro de «Santa Patentia» Cuadro de la «Madonna della Capella» Cuadro di un «Cristo che visita un’infermo» Cuadro «dell’Annunciata» Cuadrito di San Francesco di Paola Cuadrito de San Francesco Cuadrito de plata de «Nostro Signore levato dalla Croce»

208 Tabla de elaboración propia a partir de los datos del inventario en ASGe, NA, 3663, inventario de Girolamo Serra, Strevi y casa cerca de la iglesia Delle Vigne, 9 de marzo de 1617.

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Un inventario de 16 de noviembre de 1637, realizado para el castillo de Strevi por uno de los agentes de Giovan Francesco, primogénito varón de Girolamo y heredero del castillo, confirma la dimensión militar del mismo. Los cuadros que estaban presentes en el inventario del padre desaparecen y, en su lugar, solo se menciona un «quadretto di San Carlo». Si, por un lado, el arte se esfuma de las paredes de la residencia del Monferrato, en su lugar hacen su aparición los libros: en 1637 había un total de sesenta y tres «libri vecchi e novi» de temática no precisada.209 Tabla 29. Cuadros presentes en el inventario del castillo de Strevi de Girolamo Serra q. Paolo II (1617)210 Temática Un cuadro «della Madonna» Un cuadro de «Suzanna» Un cuadro de San Francesco Un cuadro de «Nostro Signore alla Colonna» Un cuadro «della Madonna» Un cuadro «della Maddalena» TOTAL: 6

El otro inventario destacado que poseemos para la familia, el de Francesco Serra q. Antonio IV, sobrino de Girolamo, también clasifica los objetos por tipologías, pero, a diferencia del de la casa de Génova de su tío, en él no aparecen estimaciones sobre el valor de los bienes, a pesar de que entre las propiedades de Francesco figuraban objetos suntuarios como joyas, piedras y metales pre-

209 La transcripción del inventario de Strevi de 16 de noviembre de 1637 en Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 176-177. 210 Tabla de elaboración propia a partir de los datos del inventario en ASGe, NA, 3663, inventario de Girolamo Serra, Strevi y casa cerca de la iglesia Delle Vigne, 9 de marzo de 1617.

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ciosos y diverso mobiliario guarnecido de plata. En él tampoco se mencionan los usuarios de los enseres citados, como sí ocurría en el inventario de Girolamo. Sin embargo, los inventarios de Girolamo y de Francesco Serra tienen en común una dimensión internacional que es también observable en otros documentos genoveses del período y que no es más que un reflejo de las abigarradas redes en las que aquellos operaban y del carácter de nodo de comunicaciones de Génova, sede en la que confluían las corrientes artísticas y culturales del momento. El fenómeno se atisba tanto en los documentos masculinos como femeninos. Así por ejemplo, Giovanna Doria, esposa de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, en su testamento realizado en Massa en 1658 donaba a su primo, el cardenal Cybo, un «bambino, che io hebbi a Napoli», refiriéndose claramente con ello a una figura del Niño Jesús que testimonia la difusión de la tradición del pesebre napolitano entre el patriciado genovés.211 Asimismo, las últimas voluntades de Giovanna Doria incluían un anillo de diamantes y rubí que su marido le había mandado desde España y que la testadora cedía a la iglesia de la virgen de Loreto, así como un escaño de India y un cuadro de la adoración de los magos del pintor genovés Castello que Giovanna regalaba a la princesa de Avella, su cuñada, residente en Nápoles.212 También 211 También Artemisia Serra q. Girolamo manifestó en su testamento la posesión de figuras de Niños Jesús para los nacimientos procedentes de Nápoles. En concreto, poseía dos que donaba a Lavinia Spinola y a Livia Maria Lomellina. En AGS, CME, leg. 860, doc. 42, testamento de Artemisia Serra, 3 de junio de 1688, Génova. Sobre el gusto por el pesebre napolitano que exhibió el patriciado genovés, véase el caso de Giovan Francesco II Brignole referido por Leonardi en Leonardi, A. Genoese way of life..., cit., p. 163. 212 Su cuñada era Costanza Doria, hija de Gian Andrea Doria, principe de Melfi, y de Polissena Landi. Por tanto, la princesa de Avella era, a su vez, cuñada y prima de Giovanna Doria. El testamento de Giovanna Doria en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 18, Massa, 4 de julio de 1658. La testadora no precisa cuál de los pintores genoveses de la saga Castello era el autor del cuadro. Cabe la posibilidad de que se trate de Valerio Castello, hijo de Bernar-

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Artemisia Serra de Girolamo protagonizó mandas testamentarias similares: a su sobrina Anna Serra Lomellini —hija de Giovanni Battista Serra y casada con Stefano Lomellino— destinó una estatua de madera de la madre santa Teresa —seguramente la fundadora abulense de la orden de carmelitas descalzos— fabricada en Nápoles.213 La propensión de las mujeres a realizar este tipo de legados que, a diferencia de los testamentos masculinos, estaban destinados a favorecer a un mayor número de sujetos de la casata, contribuía a reforzar y a expandir en el seno de la familia una cultura material cosmopolita transmisible a las próximas generaciones. Esta dimensión internacional se observa claramente en los inventarios de la casa de Génova de Girolamo y en la de Francesco en los que hallamos objetos procedentes de Flandes, las Provincias Unidas, Nápoles, Venecia y espacios extraeuropeos (Indias o África).214 Milán aparece únicamente en el inventario de Génova de Girolamo en el que, además, abundan los bienes procedentes de España o realizados alla spagnola. Estos últimos, sin embargo, brillan por su ausencia en el inventario del sobrino Francesco. El elenco de bienes del palacio de Génova de Girolamo no contiene ninguna referencia a objetos de origen ligur, a diferencia del de Francesco Serra, en el que se aprecian ciertos tejidos del territorio. En ambos inventarios se observa la presencia de objetos suntuarios procedentes de Flandes

do, fallecido en 1659 y autor de diversas obras dedicadas a la Adoración de los Reyes Magos. Agradezco a Mariangela Bruno sus interesantes aclaraciones al respecto. Sobre el pintor Valerio Castello, véase Manzitti, Camillo. Valerio Castello, Turín, Allemandi, 2008. 213 AGS, CME, leg. 860, doc. 42, testamento de Artemisia Serra, 3 de junio de 1688, Génova. 214 El inventario del castillo de Girolamo en Strevi solo precisa en una ocasión la procedencia de uno de los objetos recogidos en el documento. Se trata de un pabellón de Nápoles. Para una visión comparativa de los orígenes de los bienes presentes en los inventarios de Francesco y de Girolamo Serra, véase la tabla 31.

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principalmente tapices. No hay que olvidar la relación estrecha que tanto Girolamo como Francesco mantuvieron con los Países Bajos: el primero como asentista que, desde Génova, mantuvo contactos con Amberes a la que enviaba capitales; el segundo, como residente en esta plaza flamenca donde ejerció como cónsul y banquero de la Corona. El gusto por lo flamenco se concretó en las «habitaciones de tapicería de Flandes» («stanze di tapezzaria di Fiandra») a las que se alude en el inventario de la casa de Génova de Girolamo Serra. En total se trata de seis habitaciones entre las que se distribuían más de treinta y cinco tapices de cuya temática sabemos bien poco. Solo en dos casos se precisan los motivos representados, a saber, por un lado, un hombre a caballo y un águila y, por otro, una escena «de figuras grandes». Algunos de estos tapices son definidos como «viejos», puesto que habían sido propiedad de Giacomo Spinola, padre de Veronica, segunda mujer de Girolamo. Junto con los tapices citados, Girolamo poseía en el palacio de Génova diversos tappeti de Flandes, es decir, alfombras o tejidos pesados que podían servir tanto para adornar pavimentos como para embellecer las superficies de otros muebles da parata (de exhibición) sobre los que se colocaban y mostraban bienes suntuosos. A diferencia del modo vago en el que los tapices y tappeti son descritos en el inventario de Girolamo, los cincuenta y dos tapices presentes en el de su sobrino Francesco aparecen con mayor lujo de detalles, hasta el punto de especificar el tema para algunos de ellos, ya fueran profanos —como los dedicados a la historia de Cadmo o de Hércules o a escenas de caza— o religiosos, como aquellos que narraban la historia de Salomón.215

215 Véase la tabla 30.

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Tabla 30. Tapices presentes en el inventario de Francesco Serra q. Antonio IV (1628)216 Número de tapices

Tapices

13 10 7 4 6 8 2 1 1 TOTAL

«Istoria di Cadmo» «Istoria di Salomone» Tapices de Bruselas «Istoria di Ercole» Tapicerias «da caccia» (de caza) Tapices «da buffetto»217 Tapices «da tavola da due buffetti» Tapiz «da tavola i tre buffetti» Tapiz «de figura grande per una portera»218 52

Aunque los lazos con los Países Bajos que mantuvieron Francesco y Girolamo Serra y, en general, el gusto por lo flamenco por parte de los genoveses, podían influir en la presencia de objetos originarios de este territorio, la composición de los inventarios dependía fundamentalmente del gusto individual del sujeto que difícilmente respondía a esquemas fijos o a tendencias familiares.

216 Tabla de elaboración propia a partir del inventario de Francesco Serra q. Antonio IV presente en ASGe, Fondo Famiglie, 6 S. 217 Los buffetti eran muebles de gran difusión y presentes en casi todas las casas del patriciado genovés. Se trataba de mesas que en el siglo xvii se presentan embellecidas con un sinfín de detalles preciosos: aplicaciones de marfil o tortuga, taraceados con maderas prestigiosas (de gran uso fue el ébano) o guarnecidos de plata. Si bien el buffetto en su versión más sencilla podía ser usado como mesa de trabajo (escritorio), su progresiva evolución hizo de él un elemento de lujo y un mueble prestigioso de parata, es decir, para la exposición de objetos preciosos o alimentos. Sobre el valor de este mueble en la casa de los magnifici genoveses, véase Simonetti, Farida. «L’arredo delle dimore aristocratiche genovesi: testimonianze a Palazzo Spinola di Pellicceria», en Gavazza, Ezia; Rotondi Terminiello, Giovanna y Bitossi, Carlo (eds.), Genova nell’età barocca (catalogo della mostra), Bolonia, Nuova Alfa Editoriale, 1992, pp. 385-393:386-388. 218 Las portere eran cortinas ornamentales que se colocaban en las puertas.

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Tabla 31. Inventarios de Girolamo Serra q. Paolo II (1617) y de Francesco Serra q. Antonio IV (1628)219 Procedencia geográfica del objeto o del estilo del objeto

Girolamo Serra. Villa de Sampierdarena

España

1 manto «di lustrino di Spagna» (Veronica Spinola).

Francesco Serra. Casa en Génova 2 «bacili dorati con sue stagnara venuti di Spagna».220

1 par de faldette «di Sagobia [Segovia] color di castagna guarnite di veluto nero».221 (Veronica Spinola). 1 «bogiolo d’argento da Spagna».222 2 «bacili con sue stagnara di Spagna». 1 «sottocopa con sue stagnaretti d’argento dorate e smaltate».223

219 Algunos de los objetos son específicos de la época o del contexto genovés o italiano. En algún que otro caso, no se ha podido determinar exactamente de qué se trataba por lo que se ha preferido presentar su transcripción literal. En aquellos en los que la traducción al castellano pudiera comportar un cambio de sentido, se ha decidido ofrecer solamente una descripción aproximada del tipo de objeto. En las ocasiones en las que se precisa quién era la persona que usaba el bien, se ha colocado su nombre entre paréntesis. Agradezco a Mariangela Bruno su ayuda para la comprensión de los inventarios analizados. 220 El bacile de plata era un recipiente de uso doméstico o litúrgico para contener líquidos. Acompañado normalmente por stagnare o jarras. 221 Un par de faldas largas (faldette) de Segovia color castaña guarnecidas de terciopelo negro. 222 Este objeto podría consistir en un recipiente para el agua santa. 223 El sottocoppa era un posavasos o un posabotellas. En este caso, venía acompañado de sus jarritas o stagnerette de plata y esmaltadas, por lo que los sottocoppe constituían la base sobre la que estas apoyaban.

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Milán Indias o África229

2 «sottocoppe d’argento piane dorati fatta in Spagna».224 1 «camisietta grande alla spagnola di baietta nera con sue maniche e bucato».225 (Bianca Serra). 1 «taffetaretto di sutriglio di Spagna […]»226 (Maddalena Serra). «Origlieri alla spagnola».227 3 «coffanetti di veluto».228 1 «cagnetto d’ebano guarnito d’argento».230 1 «cofanetto d’ebano».232

1 «scagnetto d’ebano tutto lavorato di argento».231 1 «scagnetto d’ebano guarnito di argento».233

224 Posabotellas o posavasos, pero se especifica además que era un sottocoppa piano, es decir, llano. 225 Es decir, una camisita grande a la española de bayeta negra con sus mangas y horadada. 226 Se trata de un tejido de tafetán de España, pero no se ha conseguido entender a qué se refiere el término sutriglio. 227 Grandes y pequeños. Eran cojines para apoyar la cabeza. 228 Probablemente eran cofrecitos revestidos de terciopelo. 229 El origen africano podría ser una opción para los numerosos muebles de ébano citados en los inventarios, aunque este material también solía importarse de las Indias Orientales, concretamente de las Molucas. 230 Se trataba del scagno (su diminutivo es scagnetto o, en este caso, cagnetto). Era un tipo de asiento, tipo taburete o banco. El citado se encontraba guarnecido de plata. 231 Ibidem. El asiento en este caso se encontraba guarnecido de plata. 232 En este contexto, se trata de una especie de arcón de ébano. 233 Taburete o banco de ébano guarnecido de plata.

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1 «scagnetto d’ebano».234 1 «scrittorio vecchio di Yndie».236

Génova

Flandes

«Tovaglie con caviglie di Fiandra».241 Más de 35 tapices de Flandes.243

2 «scagnetti de ebano intorniati di bianco».235 «un letto di Granatiggio».237 2 «buffetti d’ebano per reggiar donne».238 5 «toaglie di Genova»239 1 «coltre di cotone di Levante colorita e imbottita».240 7 «tapezzarie di Bruselas».242 5 «moschetti bianchi di Bruges e tela rara».244

234 Taburete o banco de ébano. 235 Taburetes de ébano pintados en sus bordes de blanco. 236 Escritorio viejo de Indias. 237 Una cama de madera de Granadillo (granatiglio o granadillo) que era un árbol de origen jamaicano. 238  «Reggiar donne» probablemente se refiere aquí a un mueble de uso femenino. Como ya se mencionó, el buffetto era una especie de mesa que, si bien en su versión sencilla podía ser usada como mesa de trabajo, en su tipología más evolucionada constituía un mueble de prestigio sobre el que exhibir objetos de lujo o alimentos. 239 Manteles de Génova. En la sección «Altre biancarie ordinarie per tavola». 240 Una manta de algodón de Levante de color y acolchada. 241 Era un paño de altar con lazos para poder fijarlo. Formaba parte de la sección «Paramenti della capella di Genova», refiriéndose, por tanto, a ornamentos para la capilla que Girolamo poseía en la iglesia de San Siro. 242 Tapices de Bruselas. 243 Algunos de ellos eran de Giacomo Spinola (padre de su esposa). Distribuidos en siete habitaciones. En la sección «Stanze di tapezzaria di Fiandra». 244 El moschetto era un tejido más o menos pesado (según la estación del año) que se colocaba a modo de dosel sobre la cama. En este caso se mencionan cinco moschetti blancos de tela de Brujas poco ordinarios, es decir, de tela rara.

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7 «tappeti di Fiandre».245

Provincias Unidas

Nápoles

2 «scosali di tela ‘Olanda»247 (Veronica Spinola) 2 «lenzuoletti di tela Olanda».249 (Veronica Spinola) «mandilli […] di tela Olanda»251 (Veronica Spinola) 2 «coltre bianche di tela d’Olanda»252 1 «paramento di taffetà di Napoli».253

Ropa fina de casa procedente de Flandes: manteles y toallas principalmente. 1 «scaparrone di Bruges grosso per moschetto».246 «Scionie di tela d’Olanda».248 4 «scaparroni d’Olanda».250

5 «portere con due coperte da buffetto et altra da tavola di Napoli di filo e seta».254

245 Se trata de tapices para colocar sobre buffetti y una alfombra. 246 Los scaparroni eran retales de tela. En este caso, se trataba de una tela de Brujas de un material pesado que se utilizaba como moschetto. 247 Podría tratarse de una especie de delantal. Se encuentra en la sección «Roba bianca della Signora Veronica». 248 Le scionie eran posiblemente fundas de cojín, en este caso procedentes de Holanda. 249 Sabanitas de tela de Holanda. En la sección «Roba bianca della Signora Veronica». 250 Retales de tela. 251 Pañuelos. En la sección «Roba bianca della Signora Veronica». 252 Mantas blancas de tela de Holanda. 253 Paramento de tafetán de Nápoles. En la sección «Inventario del guardarobba». 254 En este caso, el inventario parece indicar que cada portera estaba compuesta por dos tejidos pesados (como los que normalmente cubrían los buffetti y las mesas) realizados en Nápoles con hilo y seda.

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4 «carrattelli cattivi di Napoli».255 7 «carreghe da huomo di veluto cremesile Catanzaro».256 2 «carreghe di veluto cremesile di Catanzaro».257 3 «scabelletti di veluto Catanzaro cremesile».258 Venecia

«Scagnetti bianchi di Venezia».259

«Cossinetti 24 razziglio di Venetia giallo e verde».260

De ahí que el inventario de Girolamo Balbi —que había efectuado una larga estancia en Amberes, de donde regresó en 1595— incluyera principalmente cuadros de autores genoveses: de un centenar de cuadros, solo treinta eran flamencos.261 A pesar de que los inventarios de los Serra compartían numerosas semejanzas entre sí y con los realizados por otros connacionales de la época, la personalidad del propietario de los bienes determinaba la introducción de importantes variazioni sul tema. Así por ejemplo, en ninguno de los dos inventarios geno255 El caratello era un barril en el que se conservaban los vinos. En este caso con cattivi quizás se entendía que eran de poca calidad. 256 La carrega era una silla y podía ser para hombre o mujer, ya que se adaptaba al vestido que llevaba la persona en cuestión. En este caso era de hombre y se encontraba forrada de terciopelo carmesí de Catanzaro, localidad situada en la actual provincia Calabria, por tanto, en el reino de Nápoles. 257 Ibidem. 258 Se trataba del sgabello, un taburete que se hallaba forrado de terciopelo carmesí de Catanzaro. 259 Asientos tipo taburete o banco de color blanco y realizados en Venecia. 260 Pequeños cojines con un diseño en forma de red (rezziglio o razziglio, es decir, reticular) y de color amarillo y verde. 261 El inventario de Girolamo Balbi fue realizado a posteriori: murió en 1627, pero el elenco de sus bienes se realizó en 1651. En Grendi, E. I Balbi..., cit., pp. 96 y 124.

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veses de Girolamo y Francesco Serra se han hallado libros de ningún tipo.262 Un rasgo que tío y sobrino compartieron con otros contemporáneos genoveses. El inventario de los bienes de Nápoles de Giovanni Tommaso Invrea recoge veintiocho libros «de historias, grandes y pequeños» («d’istorie fra grandi e piccoli») valorados en tan solo 15 ducados, hecho que, según Zanini, es indicativo de la poca importancia que Invrea atribuía a la cultura.263 Sin embargo, cabría preguntarse cuánto podía influir en la presencia de colecciones de diversa índole —librescas, pictóricas o escultóricas— el tipo de residencia en la que se efectuaba el inventario —casa de recreo, casa en el extranjero, casa en el centro de la ciudad de origen, etc.— De esta manera, el mayor o menor interés de los genoveses por la cultura debería ponerse en relación con el, podríamos llamarlo, factor «vivienda», así como con la mayor o menor voluntad de asentarse en un lugar. Aspectos que podían determinar que, si bien en una residencia no se conservara ningún bien artístico o cultural, en otra pudiera encontrarse una singular colección de objetos de arte. En este sentido, Girón refiere la ausencia de libros o manuscritos para los mercaderes genoveses establecidos en Granada que son objeto

262 Algunos trabajos que han abordado el análisis de las bibliotecas genovesas en: Malfatto, Laura. «La biblioteca Brignole Sale-De Ferrari: note per una storia», en Assereto, Giovanni, Doria, Giorgio, Massa Piergiovanni, Paola, Saginati, Liana y Tagliaferro, Laura. I duchi di Galliera. Alta finanza, arte e filantropia tra Genova e l’Europa nell’Ottocento, Génova, Marietti, 1991, pp. 935-989; Grendi, E. I Balbi..., cit., pp. 95-133; Tagliaferro, Laura, «Alcuni acquisti di libri effettuati da Gio. Francesco Brignole tra il 1609 e il 1611», en La Berio, XXXIV/2 (1994), pp. 33-66; Méndez Rodríguez, Luis Rafael. «Lecturas y miradas de un humanista: la colección del canónigo Luciano Negrón», Archivo Hispalense, 83, 252 (2000), pp. 115-138; Montanari, Giacomo. «Lettori di libri, collezionisti di quadri. Lo spazio culturale a Genova tra xvi e xvii secolo attraverso l'analisi delle raccolte librarie», en Magnani, Lauro (ed.), Collezionismo e spazi del collezionismo. Temi e sperimentazioni, Roma, Gangemi, 2013, pp. 47-58. 263 Zanini, A. «Gio. Tomaso Invrea...», cit., p. 69.

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de su estudio. Hecho que, sin embargo, no impidió que estos fueran dueños de bibliotecas en Génova.264 En lo que concierne a las colecciones pictóricas,265 los cuadros presentes en los inventarios de Girolamo y Francesco son referidos según su temática, sin precisar el autor de los mismos salvo una excepción: de los cuarenta y seis cuadros citados en el elenco de bienes de Francesco Serra, se especifica el autor de tres de ellos: nada más y nada menos que Pieter Paul Rubens, reconocido junto a Van Dyck, por haber realizado algunos de los retratos más emblemáticos del patriciado genovés.266 Si bien Van Dyck tuvo entre sus comitentes principalmente a miembros de la nobleza nueva genovesa, Rubens destacó por sus servicios a nobles viejos, hecho que Grendi atribuyó a la acentuada endogamia que definía a estos últimos —ya evidenciada para el caso de los Serra—. De esta manera, los estrechos vínculos económicos y familiares que unían a los nobles viejos habrían facilitado que Rubens acumulara encargos de esta parte del patriciado.267 264  Girón Pascual, R. Comercio y poder..., cit., p. 319. 265 Son muchos los casos documentados y estudiados de colecciones artísticas genovesas. Algunos trabajos al respecto: Martinoni, Renato. Gian Vincenzo Imperiale politico, letterato e collezionista genovese del Seicento, Padua, Editrice Antenore, 1983; Vannugli, A. La collezione Serra…, cit.; Boccardo, Piero. «Il collezionismo della classe dirigente genovese nel Seicento», en Bonfait, Olivier, Hochmann, Michel, Spezzaferro, Luigi y Toscano, Bruno (eds.), Atti del convegno Geografia del collezionismo: Italia e Francia tra il xvi e il xviii, Roma, École Française de Rome, 2001, pp. 129-143; Cataldi Gallo, Marzia. «The Sauli Collection. Two Unpublished Letters and a Portrait by Orazio Gentileschi», The Burlington Magazine, 145, 1202 (mayo, 2003), pp. 345-353; Leonardi, A. Genoese way of life…, cit.; Montanari, G. «Lettori di libri…», cit. 266 Para conocer el elenco de los cuadros, incluyendo los de Rubens, presentes en el inventario de Francesco Serra véase la tabla 32. 267 Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 123. Sobre la obra artística de Rubens en Génova al servicio del patriciado véase Tagliaferro, Laura. Rubens e Genova. Catalogo della mostra. Genova palazzo Ducale 18 dicembre 1977-12 febbraio 1978, Génova, La Stampa, 1977; Boccardo, Piero. «Ritratti di genovesi di Rubens e Van Dyck», en Barnes, Susan J. y Wheelock, Arthur (eds.), Van Dyck 350 National Gallery of Art, Washington, National Gallery of Art, 1986; Huvenne, Paul (ed.), Il tempo di Rubens: da Anversa a Genova: opere del Seicento fiammingo (catalogo della mostra), Génova, Electa, 1987; Doria,

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Tabla 32. Cuadros presentes en el inventario de Francesco Serra q. Antonio IV (1628)268 Temática Un cuadro grande de «Nostro Signore lavò i piedi agli apostoli» Un cuadro de San Pietro Un cuadro de «Nostra Signora con San Giuseppe» Una «Natività di Nostro Signore» Un cuadro con «Nostro Signore, la sua madre, San Giuseppe e San Giovanni Battista» Un «Cristo con la Samaritana» Un cuadro «Quando Nostra Signora andò in Egitto» Una «Visitatione di Santa Elisabetta» Un cuadro de San Giovanni Battista Un cuadro «della Pietà» Un cuadro «del Presepio» Tres cuadros de Pietro Paolo Rubens: uno «della Madonna»; otro de Santa Elisabetta y otro de temática no precisada Un cuadro de San Francesco Un cuadro de Santa Monica Un cuadro del «Trionfo della morte» Un cupido Un cuadro grande de una prima Otro grande de «fiori diversi» Un «Cristo che apparse a Nostra Signora» 18 cuadros grandes de sala con los meses del año TOTAL: 46

Giorgio. «Un pittore fiammingo nel “Secolo dei Genovesi”», en VV. AA. Rubens e Genova (catalogo della mostra), Génova, 1977, pp. 13-29; Mulazzani, Germano. «Rubens e Genova», en Boccardo, Piero y Di Fabio, Clario (eds.), Pittura fiamminga in Liguria. Secoli xiv-xvii, Génova, Silvana, 1997, pp. 177-201; Boccardo, Piero, Di Fabio, Clario, Orlando, Anna y Simonetti, Farida (ed.), L’Età di Rubens. Dimore, comittenti e collezionisti genovesi, Génova, Skira, 2004; Taddia, Elena. L’occhio di Rubens. Genova, 1600, Florencia, Mauro Pagliani Editore, 2019. 268 Tabla de elaboración propia realizada a partir del inventario de bienes de Francesco Serra q. Antonio IV hallado en ASGe, Fondo Famiglie, 6 S.

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Aunque fueron muchos los nobili vecchi que abrazaron el arte de Rubens y que se valieron del mismo para representar su prestigio, los Serra se distinguieron del resto de clientes del pintor flamenco por contar con canales de primera mano para acceder a sus obras y que se veían garantizados por las relaciones personales que algunos de los miembros de la casata establecieron con aquel. Los lazos mantenidos por Nicolò Pallavicino, marido de Maria Serra q. Antonio IV, con el duque de Mantua pudieron hallarse a la base de los diversos cuadros que Rubens, al servicio de Vincenzo Gonzaga, ejecutó para los Serra. Nicolò, como banquero del duque de Mantua —del que además era feudatario en virtud del título de marqués de Mornese obtenido en 1602— fue el encargado de reembolsar a Rubens los gastos derivados de su embajada en Madrid de 1604.269 Lo que pudo haber comenzado como una simple relación transaccional terminó concretándose en un vínculo personal, como testimonia la designación de Pallavicino como padrino del segundogénito del pintor al que llamó Nicolaas.270 Las conexiones de los Serra con Rubens deben también tener en consideración la protección que el cardenal Giacomo Serra q. Antonio IV —por tanto, hermano de Francesco Serra que, como se ha referido, poseía tres cuadros del artista— brindó al flamenco en Roma. El destacado papel que jugó el cardenal como coleccionista y mecenas —fue uno de los protectores del pintor ferrarés Giovanni Francesco Barbieri il Guercino— hace razonable que Giacomo se sintiera atraído por el arte de Rubens y que se erigiera en Roma en un hábil intermediario de la casata para el acceso a diversos bienes 269 Las relaciones entre Pallavicino y Rubens en Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., pp. 287-290. 270 Ferraioli, Simona Maria. Rubens in Italia (1600-1608). La ritrattistica, Ebook per l’Arte, 2011, p. 48.

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artísticos.271 Prueba de ello la hallamos en uno de los testamentos de su cuñada, Anna Lomellini, esposa de Francesco Serra q. Antonio IV, que en sus últimas voluntades de 11 de marzo de 1656, declaraba dejar a Tobia Negrone dos cuadros de Nostra Signora que le había regalado el cardenal Giacomo Serra, su cuñado.272 En Roma, el contrato de Rubens con los oratonianos de San Felipe Neri para la pintura del altar de la Iglesia Nueva de Santa Maria in Vallicella fue firmado el 25 de septiembre de 1606, gracias, según Ferraioli, a la mediación del cardenal Serra, que pagó 300 de los 450 escudos que costaban las obras en la nueva iglesia con la condición de que el artista designado para tal encargo fuera Rubens.273 No debe extrañar, por tanto, que Martinoni apuntara a Giacomo Serra como la persona que había facilitado la estancia de Rubens en la corte pontificia.274 Aunque

271 El mecenazgo de Giacomo Serra sobre Il Guercino es señalado por Podestà , E., M usella , S. y A ugurio , F. I Serra..., cit., p. 97-99. En Roma, la nutrida comunidad genovesa presente en la ciudad, sobre todo los cardenales, constituyeron instrumentos fundamentales para los artistas y para la transmisión de objetos artísticos de la época o antiguos. Sobre las colecciones genovesas de algunos de estos cardenales y las funciones de intermediación ejercidas por los ligures en Roma, véase Costa Restagno, Josepha. Ottavio Costa (1554-1639): le sue case e i suoi quadri, Génova, Bordighera. Istituto Internazionale di Studi Liguri, 2004; Di Penta, Miriam. Giovanni Battista Spinola: Cardinal San Cesareo (1646-1719), collezionista e mecenate di Baciccio, Roma, Gangemi Editore, 2007; Leonardi, Andrea. Feudi, ville, palazzi e quadrerie. Committenze Costa, Gavotti e Siri tra Liguria e Roma nel ‘500 e ‘600, Génova, San Giorgio Editrice, 2008; Sanguineti, Daniele. «“Come si costuma in Roma”: appunti di committenza artistica della “nazione genovese” in età barocca», en Bernardini, Maria Grazia y Bussagli, Mario (eds.), Barocco a Roma. La meraviglia delle arti. Catalogo della mostra (Roma, Fondazione Roma Museo, 1 aprile-26 luglio 2015), Milán, Skira, 2015, pp. 197-201. 272 ASC, Parte seconda, Scrittture di Napoli, vol. 5, 58, testamento de Anna Lomellini, Génova, 11 de marzo de 1656. 273 Ferraioli, S. M. Rubens in Italia…, cit., p. 32. 274 Martinoni, R. Gian Vincenzo Imperiale..., cit., p. 186.

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no sabemos de qué manera el cardenal entró en contacto por primera vez con el flamenco, no podemos descartar que fuera Nicolò Pallavicino (su cuñado) quien, en algún momento, le presentara el artista. Por su parte, el clan Pallavicino de Nicolò aseguró a Rubens algunos de las comisiones más destacadas que hicieron del flamenco uno de los artistas más apreciados de la Génova de las primeras décadas del siglo xvii. Del jesuita Marcello Pallavicino, hermano de Nicolò, Rubens obtuvo el encargo de la pala de la «Circuncisión», destinada al altar mayor de la iglesia del Gesù de Génova y que Rubens debió de pintar en Roma.275 Más adelante, en 1620, llegó a Génova desde Amberes la obra «Milagros de San Ignacio de Loyola», también destinada al Gesù y seguramente comisionada al pintor de nuevo por Marcello Pallavicino para apoyar el proceso de beatificación del fundador de la orden que se produjo en 1622. En lo que se refiere a los cuadros que Rubens efectuó para la familia Serra, como ya se refirió, el inventario de Francesco q. Antonio IV menciona tres: uno dedicado a la Madonna, otro a Sant’Elisabetta (Santa Isabel) y el último de temática no precisada.276 Además de los citados, se conocen actualmente tres retratos de mujeres de la familia Serra realizados por Rubens: uno de Maria Serra q. Antonio IV, esposa de Nicolò Pallavicino,277 y otros dos cuya identificación de los sujetos femeninos ha generado numerosos debates por parte de los historiadores del arte. Uno de ellos se encuentra en Alemania, en la State Art Gallery of Karlsruhe, y otro en el Reino Unido, en la Faringdon Collection conservada en Buscot Park, en el condado de Oxfordshire. Aunque algunos han 275 Quizás para su traslado a la iglesia del Gesù, Rubens se desplazó a Génova entre diciembre de 1605 y enero de 1606. En ibidem, p. 33. 276 Véase la tabla 32. 277 Véase la ilustración 14.

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visto en el sujeto de estos últimos cuadros a Maddalena Serra (el retrato de la galería Karksruhe)278 y a Veronica Spinola (el ubicado en la Faringdon Collection), las investigaciones recientes de Anna Orlando señalan a Veronica Spinola como la única protagonista retratada en ambos lienzos.279 Los retratos de Veronica Spinola seguramente fueron comisionados a Rubens por el marido, Girolamo Serra, cuando el pintor visitó Génova después de su estancia en Madrid como embajador del duque de Mantua. La recurrencia al retrato por parte del patriciado genovés para representar la reputación y nobleza de la familia ha sido ampliamente apuntada por los historiadores del arte. Incluso aquellos genoveses que manifestaban poco o ningún interés por hacerse con una colección pictórica optaron por retratarse. Así, si bien Giovanni Tommaso Invrea poseía solo treinta cuadros de autores desconocidos y valorados todos ellos en un máximo de treinta ducados, no escatimó gastos en el retrato de 278 La elección de Maddalena fue justificada en la hipotética presencia del escudo de la familia Serra en la esquina superior izquierda, muy similar a las armas de los Spinola, familia a la que pertenecía Veronica. La hipótesis de Maddalena como la dama retratada en el cuadro del Reino Unido ha sido defendida por Boccardo, Piero y Jaffè, David, en la ficha dedicada al cuadro en cuestión en Boccardo, P., Di Fabio, C., Orlando, A. y Simonetti, F. (eds.), L’età di Rubens..., cit., pp. 64-65. 279 Entre otras argumentaciones, las explicaciones cronológicas aducidas por la autora hacen convincente su hipótesis. En concreto, se refiere a la fecha de nacimiento de Maddalena Serra que debió de producirse en algún momento a partir de 1594 o 1595, años en los que tuvo lugar el matrimonio entre Veronica Spinola y Girolamo Serra. La dama retratada en el lienzo de la galeria Karlsruhe aparenta unos veinte años. Si se tratara de Maddalena, que pudo nacer como muy pronto en 1595, la joven debía de tener máximo diez años en 1606-1607, años en los que se sitúa la realización del cuadro por Rubens. Al respecto, véase Orlando, Anna. «Guilliam van Deynen, detto Guglielmo fiammingo. Anversa 1575 circa - Bruxelles post 1618», en id. (ed.), Van Dyck e i suoi amici. Fiamminghi a Genova, 1600-1640, Génova, Sagep, 2018, pp. 304-311. Siguiendo las indicaciones de Orlando, atribuiremos los cuadros de la galería Karlsruhe y de la Faringdon Collection a Veronica Spinola. Véanse los retratos de Veronica Spinola en las ilustraciones 15 y 16.

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sí mismo encomendado al artista Nicolò Meretta y pagado con 30 ducados.280 El gusto de Girolamo por el arte flamenco y por encomendar retratos de su joven esposa a los artistas de este territorio se puso de nuevo de manifiesto en el cuadro de Veronica Spinola realizado por Guilliam van Deynen, actualmente situado en la Galleria Nazionale della Liguria (Palacio Spinola) y datable entre finales del siglo xvi y alrededor de 1615.281 Si los retratos de la galería Karlsruhe y de la Farlington Collection fueran efectivamente de Veronica Spinola, como suponemos, el papel de Girolamo como mediador entre Rubens y el resto de miembros de la casata se vería revalorizado a pesar de la importancia discreta que parece tener la colección de cuadros presente en el inventario de su casa en Génova ya señalado. Si Girolamo fue verdaderamente el comitente de cuadros de artistas como Rubens o van Deynen, cabría preguntarse por qué no se hallan citados estos lienzos en el inventario del palacio de Génova. Cabría la posibilidad de que este no fuera el único inventario: en este caso, el inventario de la villa que Girolamo poseía a Sampierdarena, de existir, podría arrojar luz sobre el asunto. La ausencia de los cuadros de Rubens en el inventario de la casa genovesa de Girolamo realizado en 1617 podría deberse también a la cesión de los mismos antes de que se redactara el inventario, quizás a su propia esposa.282

280 Zanini, A. «Gio. Tommaso…», cit., p. 69. Sobre el significado político y artístico del retrato genovés, véase Boccardo, P. «Ritratti di genovesi…», cit.; Cataldo Gallo, M. «Ritratto e costume…», cit.; Boccardo, Piero, «Ritratti di collezionisti e committenti», en Barnes, Susan J., Boccardo, Piero, Di Fabio, Clario y Tagliaferro, Laura (eds.), Van Dyck a Genova. Grande pittura e collezionismo (catálogo de la exposición, Genova, 23 de marzo-13 de julio de 1997), Milán, Electa, 1997, pp. 29-58. 281 Orlando, A. «Guillem van Deynen...», cit. 282 La cuestión se encuentra aún hoy abierta a diversas interpretaciones. Al respecto, las investigaciones que Anna Orlando está actualmente desarrollando sobre la

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Respecto a la manera en la que Girolamo entró en contacto con Rubens, es posible que el primero conociera al artista no ya a través de Nicolò Pallavicino, sino gracias a las funciones de representación que ejerció para la República. Girolamo, como marqués de Strevi desde el año 1600 y, por tanto, feudatario del duque de Mantua a cuyo servicio se hallaba Rubens, fue designado por la República para informar de los deseos de Vincenzo Gonzaga en 1607 que, por entonces, se hallaba en Sampierdarena para efectuar baños marinos.283 El cosmopolitismo de los Serra derivado de las redes transnacionales en las que operaban no fue óbice para que en ellos se continuara manifestando una identidad profundamente genovesa que se atisba, como se ha especificado, en los múltiples intereses que conservaron en la República y en el singular papel que Génova asumió en los negocios internacionales de la familia. De hecho, la madre patria continuó formando parte del imaginario de los descendientes de Girolamo y de Antonio IV. Por mucho que los genoveses mantuvieran relaciones privilegiadas con la Monarquía Hispánica y que parientes, amigos y clientes de los mismos actuaran como agentes en las diversas sedes europeas en las que residían, la República continuaba formando parte del universo íntimo de sus ciudadanos. Se trataba de un vínculo que no puede explicarse únicamente por cuestiones pragmáticas —que hacían de la presencia en la República un factor esencial para el buen rumbo de los negocios—, sino también cívicas que ponen de manifiesto el papel fundamental que el Estado asignaba a sus particulares.

colección de Girolamo Serra revelarán detalles interesantes que contribuirán a despejar la incógnita. 283 Noto, Achille. «Il duca di Mantova a San Pier d’Arena», Giornale Ligustico di Archeologia, Storia e Letteratura, XIII (1886), pp. 160-163:161.

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Ilustración 14. Retrato de Maria Serra Pallavicino (1606) de Pieter Paul Rubens, en Kingston Lacy Estate, Dorset284 284 Imagen de público dominio. Licencia CC BY-SA 3.0. Disponible en https:// it.m.wikipedia.org/wiki/File:Maria_Serra_Pallavicino.jpg [consulta: 4/08/2020].

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Ilustración 15. Retrato de Veronica Spinola Serra (ca. 1607) de Pieter Paul Rubens, en Galería Karlsruhe (State Art Gallery of Karlsruhe)285 285 Imagen de público dominio. Disponible en https://commons.wikimedia.org/ wiki/File:Rubens-veronica-spinola.jpg#filelinks [consulta: 4/08/2020].

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Ilustración 16. Veronica Spinola Serra (ca. 1607) de Pieter Paul Rubens, en The Faringdon Collection, Buscot Park, Oxfordshire286

286 Retrato presente en el catálogo n. 28 de The Faringdon Collection. Agradezco a los curadores y a los propietarios de la colección por autorizarme a su reproducción.

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Génova se hallaba profundamente presente en las mentalidades de los genoveses hasta el punto de que cualquier interpretación sobre la identidad de los ligures no pueda prescindir de la dimensión republicana de los mismos, especialmente si se desea entender no solo sus comportamientos económicos, políticos y sociales, sino también los culturales y los religiosos. Al igual que el consumo cultural, artístico y suntuario no puede entenderse como una práctica estéril —derivada solamente del deseo de ostentación del estatus o como un simple conjunto de pautas que confirmaban la pertenencia a un determinado grupo social—, tampoco la religión puede ser interpretadas como una mera expresión espiritual del sujeto. Cultura y comportamientos religiosos contribuían de manera decisiva a sostener la práctica de gobierno de la República, a protegerla de las amenazas internas derivadas del descontento social y a garantizar la visibilidad del Estado genovés como un corpus de ciudadanos Magnifici y potentes. Imagen que, sin duda, contribuía a dotar de peso político a Génova como pieza fundamental en el equilibrio de poderes europeo.

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CAPÍTULO 12 SENTIR GÉNOVA: HOMBRES Y MUJERES ANTE UNA ESPIRITUALIDAD BARROCA

1. La

respuesta a una religión cívica

Por religión cívica, en época medieval y moderna, Vauchez entiende el conjunto de fenómenos culturales, devocionales e institucionales en los que el poder temporal jugó un papel importante a través de las autoridades locales y municipales. En estos casos, los poderes urbanos se apropian de los valores inherentes a la vida religiosa con el fin de legitimarse, celebrarse o garantizar la salud o el orden públicos. Se habla de religión cívica cuando el poder civil ejerce su control sobre la actividad que desarrollan en el ámbito religioso los agentes eclesiásticos y cuando impide que estos operen en régimen de exclusividad en el mismo. Así, el gobierno ciudadano que hiciera suyos los principios de la religión cívica podía llegar a gestionar catedrales, obras de beneficencia, procesiones o el acceso a las reliquias que se custodiaban en las iglesias o monasterios de la ciudad.1 La pretensión de la República de valerse de la religión no debe conducirnos a pensar que nos hallamos ante una sociedad desacralizada, sino más bien todo lo contrario. Cada acto civil se enmarcaba en rituales de culto a determinados santos o la exaltación de virtudes cristianas útiles para la urbe como la charitas, que, como veremos, era fundamental para afrontar el problema estructural que tenía Génova con los pobres de la ciudad. Y viceversa, en los actos religiosos dedicados a los santos protectores de la ciudad las principales autoridades del Estado eran las primeras en asistir y, a menudo, ejercían un papel importante en su organización. Por su capacidad para generar identidades comunes y para reestablecer el equilibrio en momentos de tensión política o so-

1

Vauchez, André. «Introduction», en id. (ed.), La religion civique à l’époque médiévale et moderne (Chrétienté et Islam). Actes du colloque organisé par le Centre de recherche «Histoire sociale et culturelle de l’Occident. xiie-xviiie siècle» de l’Université de Paris XNanterre et l’Institut Universitaire de France (Nanterre, 21-23 juin 1993), Roma, École Française de Rome, 1995, pp. 1-5.

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cial, es indudable el beneficio que podía obtener la República de estas prácticas. En Génova, por ejemplo, la organización de la festividad del Corpus Domini era monopolio del Estado que establecía las jerarquías que debían regir en la procesión y, de esta manera, confirmaba y legitimaba el orden social vigente; asimismo, el culto a las cenizas de uno de los santos protectores de Génova,2 San Juan Bautista —cuyos restos llegaron a la República de manos del mercader y condottiero Guglielmo Embriaco tras su expedición cruzada en Tierra Santa en 1099— fue regularizado por el gobierno genovés a través de numerosas normativas y decretos. Sin olvidar que la veneración de las cenizas fue utilizada en diversas ocasiones para conseguir la pacificación entre las facciones rivales.3 2 Sobre la conformación de identidades cívicas mediante el culto a los santos, véase Trexler, Richard C. Public Life in Rennaissance Florence, Nueva York-San Francisco, Academic Press, 1980; Peyer, Hans Conrad. Città e santi patroni nell’Italia medievale, Florencia, Le Lettere, 1998. Traducción a cargo de Anna Benvenuti del original de H. C. Peyer, Stadt und stadpatron in Mittelalterlichen Italien, Zurig, 1955; Benvenuti, Anna. «I culti patronali tra memoria ecclesiastica e costruzione dell’identità civica: l’esempio di Firenze», en Vauchez, A. (ed.), La religion civique…, cit., pp. 99-118. 3 Uno de los ejemplos más tempranos de regularización de la devoción a San Juan Bautista por parte de Génova fue la normativa de 1327 con la que se estableció que cada año los miembros del gobierno y del pueblo se dirigieran a la catedral de San Lorenzo, donde se hallaban las reliquias del santo, con antorchas y un palio como ofrenda. La disposición incluía la creación de un salvaconducto para extranjeros, válido por diecisiete días, para que estos pudieran visitar los restos del protector. Sin olvidar uno de los aspectos más significativos: la asignación de la administración de las limosnas recaudadas a dos cajeros nombrados por la República. En 1430, la República terminó apropiándose del culto oficial de San Juan Bautista mediante un decreto que estipulaba la participación de los Anziani en la misa celebrada en la capilla de San Giovanni en el momento en el que estos asumían el cargo. El vínculo sólido entre la devoción al santo y el gobierno continúa confirmándose a lo largo del siglo xvi, cuando en los libros ceremoniales de la República se incorporó la descripción de las ocasiones solemnes en honor a San Juan Bautista. Sobre esto aspectos, véase Natta, Federica. «Riti sacri nella Genova del Cinquecento: Performances collettive e identitarie», Mantichora, 1 (diciembre, 2011), pp. 516-520.

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En virtud de esta religión cívica, Génova —sobre todo a partir del proceso de estabilización del gobierno iniciado en 1528 y que tuvo su momento álgido en 1576 con la sanción de las «Leyes Nuevas»— controlaba aspectos tan relevantes para la paz de la República como la asistencia —fundamental para evitar que las distintas facciones pudieran movilizar a las masas descontentas— o la fundación de sociedades y cofradías aparentemente destinadas a las prácticas devocionales o piadosas, pero que, ya en la Edad Media, habían dado muestra de su potencial para promover los enfrentamientos entre los distintos colori de la ciudad.4 La Reforma de 1528 y las «Leyes Nuevas» de 1576 intentaron disciplinar el asociacionismo genovés mediante la promulgación de diversas normativas que decretaban la prohibición de cualquier forma de sociedad que respondiera a criterios faccionales y que, por ello, pudiera alterar el precario equilibrio entre vecchi y nuovi alcanzado en 1528.5 Aunque muchas de ellas fueron eliminadas por la República a posteriori —cuando esta comenzaba a sospechar de sus verdaderos fines políticos—, estas cofradías y compañías de nobles laicos continuaron proliferando. Los Serra no fueron 4

Grendi, Edoardo. «Un esempio di arcaismo politico: le conventicole nobiliari a Genova e la Riforma del 1528», Rivista Storica Italiana, LXXVIII, 4 (1966), pp. 948-968; id., «La società dei giovani a Genova fra il 1460 e la riforma del 1528», Quaderni Storici, 2 (1992), pp. 514-528. 5 Sobre las prohibiciones que estipulaba la reforma de 1528 y las «Leyes Nuevas» de 1576, véase Savelli, Rodolfo. «Dalle confraternite allo Stato: il sistema assistenziale genovese nel Cinquecento», Atti della Società Ligure di Storia Patria, XXIV (1984), pp. 171-216:187 y 208. Con motivo de la guerra civil de 1575 entre nuevos y viejos, la República suspendió en octubre de 1575 el derecho de reunión y, tras las «Leyes Nuevas», en marzo de 1577 abolió todas las compañías, sin especificar si la prohibición comprendía las laicas o las religiosas. La precisión llegaría en agosto de 1605 cuando extendió la supresión a todas, independientemente de su naturaleza. En Grendi, E. «Morfologia...», cit., p. 259. Además de los cuadros normativos mencionados, la República se valió de otras medidas para regular las asociaciones. Así por ejemplo, en 1530 fundó una magistratura para controlar la vida de las casacce, es decir, de aquellas casas en las que se reunían las compañías de disciplinantes. En id. p. 244.

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ajenos al fenómeno como demuestra la participación de Giovanni Pietro (II) en la Compagnia dei Gaudenti (o Canonici), activa a mediados de la década de 1580.6 Si, por un lado, el gobierno genovés se mostraba siempre atento a reprimir a aquellos grupos que pudieran fomentar tensiones sociales, por otro, no dudaba en valerse de la iniciativa de sus ciudadanos para conseguir atajar algunos de los problemas que la acuciaban. Uno de los más relevantes era la pobreza y el consiguiente descontento de las masas populares que, ante una crisis de subsistencia o epidemia, podían sublevarse o bien ser movilizadas por parte de las facciones nobles que continuaban vigentes a pesar de la hipotética Unione alcanzada en 1528. Para una ciudad que, como Génova, dependía del aprovisionamiento alimentario del extranjero para sustentar a su población, era esencial contar con medios con los que poder controlar y calmar a su población con el mínimo coste. Es por ello que la construcción de un sistema asistencial por parte de la República constituyó un verdadero asunto de Estado, para cuya resolución el gobierno no dudó en contar con la colaboración de asociaciones y de los ciudadanos más pudientes de la ciudad con la suficiente capacidad de movilización de recursos humanos y materiales. Hecho que propició que los viajeros extranjeros interpretaran maliciosamente la caridad de los Magnifici como una verdadera astucia del gobierno.7 Una prueba evidente de cómo las autoridades genovesas consiguieron valerse de los ímpetus devocionales y piadosos de sus

6 Además de esta compañía, compuesta principalmente por nobleza vieja, en esa misma época operó la Accademia degli Addormentati que durante sus primeros años de funcionamiento tuvo entre sus miembros y fundadores miembros de la nobleza vieja. Sin embargo, en la década de 1630, fue un singular exponente de la aristocracia nueva, Anton Giulio Brignole Sale, el absoluto protagonista de la actividad de la academia. Sobre estos asuntos, véase Bitossi, C. Il governo..., cit., pp. 31- 42, especialmente pp. 39-42. 7 Grendi, Edoardo. «La costruzione del sistema assistenziale genovese», en id. La repubblica aristocratica…, cit., pp. 281-306:303.

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ciudadanos en aras de la paz social lo hallamos en las estrechas relaciones que mantuvieron con la compañía del Divino Amore, corriente espiritual originada en Génova que, antes de Trento, había ya preparado el terreno para la renovación cristiana. La asociación laica fue fundada en 1497 con fines caritativos8 por el notario genovés Ettore Vernazza, imbuido de las enseñanzas de la mística genovesa Caterina Fieschi-Adorno.9 Fruto de los esfuerzos de Vernazza y de sus acólitos fue la fundación, en el año 1500, del hospital de los Incurables de Génova —degli Incurabili, también llamado Ospedaletto u Ospedale piccolo por los contemporáneos, en contraposición al Ospedale Grande que era el de Pammatone— que se sumaba a las instituciones asistenciales de origen medieval ya existentes en la República como el Ufficio di Misericordia —fundado a instancias del arzobispo—10 y el hospital  8 Sobre los objetivos con los que nació la compañía del Divino Amore, véase Grendi, E. «Pauperismo...», cit., pp. 627-628. La capacidad de esta corriente espiritual para crear nuevas compañías en Génova ha sido estudiada por Savelli, R. «Dalle confraternite...», cit., pp. 178-179.  9 Solfaroli Camillocci, Daniela. «Le confraternite del Divino Amore. Interpretazioni storiografiche e proposte attuali di ricerca», Rivista di storia e letteratura religiosa, 27 (1991); id., «La “carità segreta”. Ricerche su Ettore Vernazza e i notai genovesi confratelli del Divino Amore», en Piergiovanni, Vito (ed.), Tra Siviglia e Genova: notaio, documento e commercio nell’età colombiana, Milán, Giuffrè, 1994, pp. 393-424; Fontana, Paolo. Celebrando Caterina. Santa Caterina Fieschi Adorno e il suo culto nella Genova barocca, Génova, Marietti, 1999; Casalino, Vittorio y Fontana, Paolo (eds.), Santa Caterina Fieschi Adorno. Donna, mistica e solidarietà nella Genova del ‘500. Atti del convegno internazionale. Genova, 24-25 settembre 2004, Génova, De Ferrari, 2005. 10 El Ufficio di Misericordia —más adelante Magistrato della Misericordia— fue fundado en 1419 y dedicado inicialmente a procurar el abastecimiento de trigo a la ciudad que, junto con el3 control ejercido por el sistema de policía genovés, debía contribuir a evitar las posibles revueltas. Aunque su reconocimiento oficial se produjo en 1419, el ufficio existía desde la década de 1360. Progresivamente, el ente extendió su jurisdicción hacia todas las manifestaciones de la pietas de los genoveses: los legados de los testamentos, la asistencia de los pobres, el rescate de cautivos, el cuidado de los expósitos y la administración de los hospitales. Aunque el ente fue reconocido como tal por el poder civil a instancias del arzobispo, se

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de Pammatone —nacido de la propuesta de un privado—.11 Ambos constituyen un testimonio temprano de la capacidad del gobierno genovés de controlar y hacer suyas las iniciativas sociales de los poderes eclesiásticos y de sus ciudadanos a los que, por otro lado, concedía amplios márgenes de autonomía. La actitud laxa, pero al mismo tiempo atenta, de las autoridades genovesas ante los organismos asistenciales medievales apenas citados se manifestó igualmente en la administración del hospital degli Incurabili: la República adjudicó su gestión a sujetos elegidos por la cofradía del Divino Amore y, como ya hiciera con el Ufficio di Misericordia, atribuyó a la institución poderes jurisdiccionales.12 La filosofía del Divino Amore también influyó en la fundación, en el otoño de 1539, del Ufficio dell’elemosina dei poveri o Ufficio dei Poveri destinado a la recaudación y distribución de limosnas que trataba de un organismo laico en el que Génova poseía una gran influencia, visto que a la dirección del arzobispo o de su vicario se añadía la de otros cuatro ciudadanos genoveses elegidos por las propias autoridades ligures. En Petti-Balbi, Giovanna. «Il sistema assistenziale genovese alle soglie dell’età moderna: l’ufficio della Misericordia (secoli xiv-xv)», Reti Medievali, 14, 2 (2013), pp. 111-150. 11 Fundado en 1423 por el jurisconsulto Bartolomeo Bosco, sus primeros estatutos datan del año 1442. El hospital fue destinado inicialmente a la asistencia a pobres enfermos genoveses y extranjeros hasta que, a partir de 1472, comenzó a hacerse cargo también de los «expuestos». Sobre Pammatone, véase: Carpeneto da Langasco, Cassiano. Pammatone: cinque secoli di vita ospedaliera, Génova, Ospedali Civili, 1953; Massa, Paola. «Dalla beneficenza dei privati alle nuove forme di assistenza organizzata», en Regesta, Giovanni y Paternostro, Mario (eds.), Un ospedale, una città. Da Pammatone a San Martino, Génova, De Ferrari, 2005, pp. 35-43; Regesta, Giovanni y Taddia, Elena (eds.), L’antico Ospedale di Pammatone e il suo archivio dimenticato- xv-xx secolo. Un patrimonio all’origine del moderno San Martino, Atti del Convegno, Genova, 7 novembre 2007, Viareggio, Torre di Legno Editore, 2009. 12 Savelli, R. «Dalle confraternite…», cit., pp. 177-178 y 181-182. El hospital estaba destinado a la asistencia de aquellos afectados por enfermedades «gravissime, orribili, acerbe» y, en 1630, contaba también con habitaciones para nobles y pazzi (locos). En Grendi, E. «La costruzione…», cit., pp. 291-291. Sobre el hospital: Carpeneto da Langasco, Cassiano. Gli ospedali degli Incurabili, Génova, Spedali Civili, 1938.

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pudieran paliar los efectos generados por una reciente carestía. En sus primeros capítulos, redactados ese mismo año, dos de los ocho miembros que debían encargarse de la administración del ente pertenecían a la compañía. Sin embargo, las modificaciones introducidas por el Senato genovés el 15 de julio de 1540, momento en el que se aprobó el texto final, dejaban clara la intención de la República de valerse del know-how y de los recursos de los seguidores de esta corriente espiritual sin que ello implicara perder el control de la misma.13 El éxito indiscutible del movimiento decretó su rápida difusión más allá de la República y la creación de importantes instituciones asistenciales en otras ciudades por el propio Vernazza y algunos de sus acólitos, como el hospital degli Incurabili de Nápoles, fundado por la catalana María Longo, o el homónimo de San Giacomo en Roma.14 La intervención conjunta del Estado y de los ciudadanos más ricos de Génova era el único modo para que la actividad de asociaciones y privados no se redujera a la simple dispensa de limosnas, 13 Es revelador que en el texto definitivo, el Senato especificara que los ocho administradores no serían miembros de la compañía, como se precisaba en los capítulos iniciales, sino ocho ciudadanos. En Savelli, R. «Dalle confraternite...», cit., pp. 191-193. El hecho de que los seguidores del Divino Amore fueran personajes con un enorme peso económico en la ciudad no fue óbice para que el estado genovés contribuyera a la búsqueda de financiación del Ufficio mediante contribuciones voluntarias o la imposición de tasas. En id. p. 196. Sobre la caracterización social de los componentes de esta corriente espiritual, véase id. p. 182. 14 Sobre la difusión del Divino Amore en Italia: Paschini, Pio. La beneficenza in Italia e le compagnie del Divino Amore nei primi decenni del Cinquecento. Note storiche, FIUC editrice, 1925. Sobre el hospital romano: Vanti, padre Mario. San Giacomo degl’Incurabili di Roma nel Cinquecento - dalle Compagnie del Divino Amore a S. Camillo de Lellis, Roma, Tip. Rotatori, 1991; Romana Stabile, Francesca. «L’ospedale di S. Giacomo in Augusta, dall’assistenza alla cura», Ricerche di storia dell’arte, 41, 3 (septiembre, 2018), pp. 5-17. Sobre el hospital napolitano: Boccadamo, Giuliana. «Maria Longo, L’ospedale degli Incurabili e la sua insula», Campania Sacra, XX (1999), pp. 37-170; Valerio, Adriana. L’Ospedale del reame. Gli Incurabili di Napoli. Storia e arte, vol. I, Nápoles, Il Torchio della Regina, 2010.

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sino que se erigiera en un sistema de welfare capaz de afrontar de manera eficaz el problema de la pobreza. Se trataba de un aspecto del que era bien consciente la oligarquía de la República. En palabras de Andrea Spinola: Sería una limosna prudentísima que, cuando el grano es muy caro, el público y los privados ricos comenzaran a fabricar para así dar la oportunidad a los más pobres de librarse del hambre con su trabajo.15

A finales del siglo xvi, la relación estrecha e indivisible entre lo privado y lo público se inclinará progresivamente hacia un mayor protagonismo del Estado. En este proceso incidieron múltiples factores entre los que destacaron el nuevo orden político nacido tras la guerra civil de 1576-1576 y la sanción de las «Leyes Nuevas»; la sucesión de diversas carestías y epidemias que agravaron el problema social; y, por último, la irrupción de los preceptos contrarreformistas, con los consiguientes intentos de Roma de imponer a Génova la ortodoxia. En este contexto, el Ufficio dei Poveri constituye un ejemplo claro de los cambios referidos. La gran peste de 1579-1580 afectó profundamente al funcionamiento de la institución y dio inicio al polémico debate sobre cuál era la mejor manera de asistir a la población: en sus lugares de residencia o bien en una estructura creada expresamente para ello —el lazzaretto, supeditado al Ufficio dei Poveri— a la que se recurría en aquellos períodos en los que, por diversas causas, los pobres superaban los límites admisibles y en la que estos se hallarían en régimen de semi reclusión. La respuesta al problema no era simple, ya que entre los indigentes había nobles o de origen noble, por lo que un traslado obligado al 15 «Sarebbe limosina prudentissima che, quando il grano è caro assai, il pubblico e i privati ricchi mettessero mano a fabricare, per dar occasione a molti poveri di cavarsi la fame con la lor fatica». En Savelli, R. «Dalle confraternite...», cit., p. 176-177.

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lazzaretto podía ocasionarles un indeleble estigma social. A finales de 1584 se decidió vaciar el lazzaretto para volver a la asistencia tradicional en las casas de los afectados, pero la complicada coyuntura de la década de 1590 supuso de nuevo la reclusión de los pobres en este recinto. En esta ocasión, según la Relazione de 1597, a expensas del Ufficio dei Poveri se mantenían en el Lazzaretto un buen número de necesitados que habían sido apresados por los ministros de aquella institución. A estos se añadían los pobres que el Ufficio asistía en sus barrios que, junto a los presentes en el Lazzaretto, sumarían un total de 2766 indigentes.16 La crisis fue aprovechada por la República en un momento en el que se estaba discutiendo sobre la organización de los distintos uffici genoveses y sobre su grado de autonomía: la ley de noviembre de 1592 y marzo de 1593 autorizó a los Supremi Sindacatori a revisar las cuentas de todas las magistraturas. Las instituciones asistenciales se mantenían formalmente autónomas, pero, en realidad, ya no lo eran.17 16 BNNa, Ms. X, E, 42, fol. 25r y v. 17 Savelli, R. «Dalle confraternite...», cit., pp. 196-199 y 204-207. El ensamblaje que se propicia entre la República y sus instituciones asistenciales es tal en este período que muchos protectores de las cofradías fundadas durante el siglo xvi son considerados magistrados a finales del mismo. En id. p. 181. Los problemas del Ufficio dei Poveri para afrontar la pobreza se agudizaron en la década de 1620 y de 1630. En 1628, la República creó el Magistrato della Consegna para «purgar la ciudad de gente inútil, es decir que no tiene con qué vivir ni con hacienda ni con lícito ministerio» («purgare la città di gente inutile, cioè a dire che non ha con che vivere né per azenda né per licito ministero»). En la práctica, el ente estaba dirigido a combatir la presencia de extranjeros. En Grendi, E. «La costruzione...», cit., p. 295. La imposibilidad del Ufficio dei poveri y del Lazzaretto para gestionar la emergencias sociales justificó que, en 1651, después de varios intentos de reforma, la República decidiera desmantelar el segundo. Su lugar lo ocupó en 1670 el Albergo dei Poveri, expresión de la filantropía y del asesoramiento de Emanuele Brignole que sirvió de inspiración al Real Albergo dei Poveri creado por Carlos III en Nápoles a mediados del siglo xviii. Sobre la reforma de Brignole y su protagonismo en la fundación del Albergo dei Poveri de Génova: Grendi, E. «Pauperismo...», cit., pp. 639-644; De Marini, Annamaria. Emanuele Brignole e l’Albergo dei Poveri, Génova, Stefano Termanini Editore, 2016; Tachella, Paolo. L’Albergo dei Poveri di Genova, Génova, Stefano Termanini Editore, 2018.

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La religión cívica promovida por la República y las circunstancias descritas constituyeron factores que explican la tendencia de los genoveses más pudientes, incluso de aquellos residentes fuera de la madre patria, a destinar gran parte de sus mandas testamentarias al mantenimiento de estas obras pías. De hecho, entre las características que debía poseer el ciudadano ideal descrito por Ansaldo Cebà en su tratado se hallaba la liberalidad, entendida esta como contraria a la avaricia y como un valor deseable siempre y cuando esta fuera practicada de manera ponderada. Un exceso de liberalidad habría generado más pobreza y, por tanto, un problema adicional a la República, siempre atenta a tener bajo control el número de indigentes. Por tanto, un ciudadano que ejerciera una liberalidad no virtuosa podía erigirse en una lacra social puesto que privaba a la patria [...] del subsidio que podría darle en común, socorriéndola en las necesidades públicas, y de la ayuda que puede darle especialmente aliviando las necesidades de sus ciudadanos, de los cuales [la patria] no puede servirse mientras que estén oprimidos por la miseria y la pobreza.18

De esta manera, la liberalidad no virtuosa era fácilmente identificable con el ocioso que usaba su tiempo de manera improductiva, hecho que podía precipitarlo en una situación de deudas y, en consecuencia, generar un problema social. El ocio y su utilización para el juego —sobre todo los de azar—, bailes u otras actividades «baldías» eran aspectos igualmente reprobados por la escolástica Un estudio comparativo sobre el Albergo dei Poveri de Génova, Palermo y Nápoles en: Guerra, Andrea, Molteni, Elisabetta y Nicoloso, Paolo. Il trionfo della miseria. Gli alberghi dei poveri di Genova, Palermo e Napoli, Milán, Electa, 1995. 18 «La patria del sussidio, che potrebbe darle in comune, soccorrendola né bisogni publici, e dell’aiuto, che può recarle in particolare, sovvenendo alle necessità de’ suoi cittadini, da’ quali non può ella gran fatto essere servita, mentre sono oppressi dalle miserie della povertà». En Cebà, A. Il cittadino…, cit., p. 59.

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medieval y su condena se vio enfatizada a partir de Trento a través de los tribunales episcopales dirigidos al disciplinamiento de los comportamientos sociales.19 En este sentido deben interpretarse las recomendaciones morales que Battista Serra dirigió a Girolamo Pallavicino, hijo de Antonio Pallavicino y de Bianca Serra q. Girolamo, [...] al cual encargo y ruego que procure vivir con el amor de Dios, obedeciendo a sus padres y a sus mayores y rogando por mí y que preste atención a no darse al juego ni a la vanidad ni al ocio, sino que, en su lugar, se dedique a lo que se le aconsejará.20

Similar pensamiento se atisba en el testamento de su cuñada, Anna Lomellini, que no duda en condenar a aquellos hijos que gastaran dinero inútilmente estableciendo que si alguno de sus herederos «se inclinará por gastar y por juegos u otros vicios» no pudiera disponer de su parte de la herencia.21 19 Sobre el juego, véase el estudio clásico de Huizinga, Johan. Homo ludens, Einaudi, Turín, 1946 (primera edición en holandés en 1938). Asimismo, sobre el fenómeno en la Edad Media y Moderna: Ortalli, Gherardo, (ed.), Gioco e giustizia nell’Italia di Comune, Roma, Viella, 1993; Rizzo, Alessandra. Ludus /ludere. Giocare in Italia alla fine del Medioevo, Treviso-Roma, Fondazione Benetton-Viella, 1995; Addobati, Andrea. La festa e il gioco nella Toscana del Settecento, Pisa, Plus, 2002; Chartier, Roger. «Ocio y vida cotidiana en el mundo hispánico en la Edad Moderna», en Núñez Roldán, Francisco (ed.), Ocio y vida cotidiana en el mundo hispánico en la Edad Moderna, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2007, pp. 13-26; Vaca Lorenzo, Ángel (ed.), Fiesta, juego y ocio en la historia: XIV Jornadas de Estudios Históricos organizadas por el Departamento de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2003. 20 «Al quale incarrico e prego che procuri de vivere col amor di Dio, obedientia de suoi padri e de suoi maggiori e pregar per me e che avertisca a non darsi a giochi ne a vacantarie ne a star ocioso, ma impregarci in quello sarà consigliato». ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, 3 de octubre de 1637. 21 «Sarà inclinato à spendere et à giochi o ad altri vity» (traducción propia). En ese caso, al heredero destinaba solo aquellos frutos que, según sus fideicomisarios, podría mantener mediocremente. ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini, 24 de febrero de 1649.

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Las cualidades que Cebà atribuía al buen ciudadano de la República de Génova no eran muy diferentes de las que se exigían a ciudadanos de otros Estados europeos pertenecientes a las cotas más altas de la sociedad. El sistema político vigente en Génova desde 1528 estaba compuesto por un único orden de ciudadanos nobles y la definición de nobleza respondía a pautas ya presentes y difundidas en la Europa del Renacimiento y especialmente en Italia. La liberalidad era una característica propia de la nobleza que decidía invertir parte de su fortuna, no como simple ostentación de su prestigio, sino como un modo de corregir los efectos aciagos de la suerte que había condenado a ciertos sujetos de la sociedad a la penuria, mientras que otros vivían en la abundancia. En este sentido, practicar la liberalidad era un modo de justificar las diferencias sociales y un recurso para mantener incontaminado el honor y la nobleza de la casa. La magnificencia se encontraba estrechamente relacionada con la liberalidad, pero eran diferentes: mientras que la segunda se desarrollaba en la vida cotidiana de la persona, el «Magnífico» —nombre con el que eran conocidos los gobernantes de Génova—- era el que empleaba su riqueza en momentos puntuales y en ocasiones especiales o importantes para contribuir al servicio del Estado o mostrar el honor de la propia casa.22 Las características que definían a la nobleza en esta época y el papel cívico que la República adjudicaba a las sociedades y a sus privados explican que Girolamo Serra en su testamento de 30 de julio de 1592 —por tanto, en plena crisis social por los efectos de22 Sobre estos aspectos, véase Guerzoni, Guido. Apollo & Vulcan: the Art Markets in Italy, 1400-1700, Michigan, Michigan State University Press, 2011. Un ejemplo del ejercicio de estas virtudes por parte de otras aristocracias italianas como la romana en Maréchaux, Benoît. «Patrons, Aristocratic Patrimonies and Finance: First Considerations on the Economic Foundations of Private Magnificence in Roma (ca. 1650-1700)», en el volumen editado por Goulet, Anne-Madeleine y en vías de publicación en la editorial Brepols.

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rivados de la peste, como hemos visto— estipulara la distribución cada día y a perpetuidad de una menestra y de pan blanco (sin duda, un pan más elaborado y refinado del que habitualmente consumía la mayor parte de la población) a cien pobres de los municipios de Bisagno, Polcevera y Voltri a los que, además, se les debía hacer también un vestido.23 La cuestión en sí no es baladí, puesto que supone el posicionamiento de Girolamo a favor de la asistencia de los indigentes en sus lugares de residencia que, como se ha referido, constituía en esos años objeto de un encendido debate. Sin olvidar que la preferencia por los pobres de estos municipios podría confirmar el origen polceverasco que algunas crónicas han atribuido a los Serra. Un cuadro sobre el ejercicio, por parte de los Serra, de las virtudes cívicas y propias de la nobleza de la República nos lo ofrecen las últimas voluntades de algunos de los varones de la familia.24 En concreto, se tomarán en consideración los siguientes testamentos y codicilos: tres testamentos (de 1592, 1606 y 1613, en Génova) y tres codicilos (uno redactado en Loano el 12 de mayo de 1616 y dos de 11 y 12 de julio de 1616 realizados en Strevi) de Girolamo Serra q. Paolo II; un testamento efectuado por su sobrino, Battista Serra q. Antonio IV (3 de octubre de 1637, en Génova); un codicilo de Paolo Serra q. Antonio IV (11 de diciembre de 1630, en Génova); tres testamentos de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, todos

23 BCB, M.R., XV, 3.4.I, n. 885, fols. 349-350, testamento de Girolamo Serra, 30 de julio de 1592. 24 El inestimable valor del testamento genovés y, en general, de la manera en la que los genoveses afrontaban la muerte para el estudio de los aspectos cívicos ya ha sido señalado por Petti-Balbi. Como bien precisa la investigadora, las últimas voluntades de los genoveses no son solo expresión de una actitud individual ante la muerte, sino también un elemento a través del cual poder acceder a aspectos de la vida colectiva. En Petti-Balbi, Giovanna. Governare la città. Pratiche sociali e linguaggi politici a Genova in età medievale, Florencia, Firenze University Press, 2007, p. 49.

949

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

realizados en Génova (uno en fecha de 22 de diciembre de 1635, otro de 20 de mayo de 1638 y el tercero y definitivo de 18 de diciembre de 1652) y dos codicilos (el primero hecho en Savona el 19 de diciembre de 1652 y el segundo el 10 de octubre de 1653 en Gerona); para Giovan Battista q. Girolamo, hermano de Giovan Francesco, hemos hallado solo un testamento (el definitivo) efectuado en Génova el 6 de diciembre de 1683. Por desgracia, no hemos hallado el testamento de Francesco Serra q. Antonio IV ni el del cardenal Giacomo Serra q. Antonio IV que, por su condición de eclesiástico presente en Roma, habría podido desvelar aspectos interesantes acerca de cómo incidía en la conformación de identidades la carrera curial.25 Asimismo, como ya se refirió en otra sede, tampoco poseemos el testamento de Antonio IV, padre de Francesco y Giacomo y fallecido en 1582. Se trata de documentos emitidos por miembros de la familia con características muy diferentes. Girolamo desarrolló sus actividades económicas, lúdicas y de servicio a la República en distintas sedes. Nápoles, Génova, Strevi, Turín, Madrid, Piacenza y Loano representan seguramente solo algunos de los emplazamientos en los que transcurrió parte de su vida. De Battista, sobrino y relevo en los negocios de Girolamo, nos consta un menor «dinamismo geográfico», aunque en su periplo figuran importantes centros como Madrid, Génova, Piacenza y Milán. Los desplazamientos de su hermano Paolo, el primogénito de Antonio IV, nos son menos conocidos. Solo Génova y Piacenza constituyeron lugares ciertos en la trayectoria de Paolo, lo cual podría avalar la tendencia, apuntada por Álvarez Nogal, a la permanencia en Génova de los varones primogénitos con el fin de administrar los negocios de la red.

25 La lista de testamentos masculinos analizados con sus respectivas mandas testamentarias destinadas a instituciones o pobres de la República en la tabla 33.

950

Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca

Tabla 33. Mandas testamentarias de algunos varones Serra destinadas a pobres de Génova y a las «cuatro obras pías» genovesas26 Autor

Fecha

Girolamo Serra q. Paolo II

30/7/1592

Testamento/codicilo

Sumas destinadas (en liras genovesas)

Testamento (nota sobre el mismo)27

Sin disposiciones caritativas

Id.

1/6/1606

Testamento28

Id.

4/7/1613

Testamento31

-2000 a pobres y enfermos de los carruggetti29 -2000 al Ufficio del Sufragio dei Poveri [Ufficio dei Poveri], al hospital de Pammatone y al de los Incurabili30 -4000 al Ufficio per la Redenzione di Cattivi -2000 a pobres y enfermos de los carruggetti -1000 al Ufficio del Sufragio dei Poveri -2000 al hospital de Pammatone -200 al hospital de los Incurabili -4000 al Ufficio per la Redenzione dei Cattivi [o del Riscatto di Schiavi]

26 Tabla de elaboración propia realizada con fuentes mencionadas puntualmente en cada entrada. 27 BCB, M.R., XV, 3.4.I, n. 885, fols. 349-350, testamento de Girolamo Serra q. Paolo II, Génova, 30 de julio de 1592. 28 ASGe, NA, 3664, testamento de Girolamo Serra q. Paolo II, Génova, 1 de junio de 1606. 29 Se trata de las calles estrechas que caracterizan el trazado del centro histórico genovés. 30 Suponemos que se trata de 2000 liras para cada obra pía, pero Girolamo no lo precisa. 31 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra q. Paolo II, Génova, 4 de julio de 1613, fols. 2r-19r.

951

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Id.

12/5/1616

Id.

11/7/1616

Id.

12/7/1616

Codicilo de Loano32

Codicilo de Strevi35 Codicilo de Strevi36

32

-Revoca el legado a los pobres de los carruggetti33 -300 al año para las medicinas de los pobres miserables -500 al año para los pobres «de la mala paga»34 -Revoca el legado al hospital de Pammatone -Revoca el legado al hospital de los Incurabili -500 al año al Ufficio dei Poveri -Revoca el legado al Ufficio per il Riscatto di Schiavi destinado al rescate de esclavos pobres Sin disposiciones caritativas Idem

I bidem, codicilo de Girolamo Serra q. Paolo II, Loano, 12 de mayo de 1616, fols. 19r-24r. 33 Las revocaciones a las que asistimos en el codicilo hacen incomprensibles las palabras escritas por Giovanni Battista q. Girolamo en su testamento por las que se excusaba por no haber cumplido las mandas testamentarias de su padre destinadas a obras pías. De hecho, como veremos en la tabla para el testamento de Giovanni Battista Serra de 6 de diciembre de 1683, este destinó sumas importantes para compensar este descuido y destinadas a cumplir los legados que, téoricamente, su mismo padre revocó en el codicilo de Loano. 34 Se trataba de aquellos encarcelados por deudas en la Carcere della Malapaga. 35 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, codicilo de Girolamo Serra q. Paolo II, Strevi, 11 de julio de 1616, fols. 24r-25r. 36 Ibidem, codicilo de Strevi de Girolamo Serra q. Paolo II, 12 de julio de 1616, fols. 25r-26v.

952

Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca

Battista Serra q. Antonio IV

Paolo Serra q. Antonio IV Giovan Francesco Serra q. Girolamo Id.

3/10/1637

Testamento37

11/12/1630

Codicilo40

22/12/1635

Testamento41

20/5/1638

Testamento43

-4000 al Ufficio dei Poveri - 4000 al hospital de Pammatone -4000 al hospital de los Incurabili38 -1000 anuales a pobres vergonzosos de los carruggetti39 Sin disposiciones caritativas 60 000 liras entre las cuatro obras pías de Génova42 61 500 liras destinadas a las cuatro obras pías de Génova44

37 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra q. Antonio IV, Génova, 3 de octubre de 1637. 38 Ibidem. 39 Las 1000 liras debían proceder de la renta producida por el oficio de Correo Mayor de Milán. 40 ASGe, NA, 5860, codicilo de Paolo Serra q. Antonio IV, Génova, 11 de diciembre de 1630. 41 ASGe, NA, 6548, testamento de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, Génova, 22 de diciembre de 1635. 42 En realidad, Giovan Francesco destina 15 000 reales de a ocho a las cuatro obras pías. El 4 de marzo de 1632 el valor oficial del real de a ocho era de cuatro liras. Por lo cual, 15 000 reales de a ocho equivalían a 60 000 liras. Sobre los valores de los reales de a ocho en Génova, véase Giacchero, G. Il Seicento e le compere..., cit., p. 694. 43 ASGe, NA, 6548, testamento de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, Génova, 20 de mayo de 1638. 44 En este caso, se trataba de nuevo de 15 000 reales de a ocho. Para transformarlos en liras hemos recurrido a la equivalencia más cercana cronológicamente hablando: la del 9 de marzo de 1643 que estipulaba que un real de a ocho valía cuatro liras y dos soldi (sueldos). Puesto que una lira equivalía a veinte sueldos, podemos concluir que el real de a ocho valía, en 1643, 4,1 liras. Por tanto, 15 000 reales de a ocho constituían 61 500 liras. En Giacchero, G. Il Seicento e le compere..., cit., p. 694.

953

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Id.

18/12/1652

Id.

19/12/1652

Id.

10/10/1653

Giovanni Battista Serra q. Girolamo

6/12/1683

Testamento45 Codicilo de Savona46 Codicilo de Gerona47

Testamento48

Deja decidir la cantidad a su mujer, Giovanna Doria Tursi Sin disposiciones caritativas Sin disposiciones caritativas No dispone donaciones en su nombre. Se compromete a cumplir las de su padre Girolamo Serra que decía haber descuidado por las malas cobranzas: - 10 200 liras al Ufficio per il Riscatto di Cattivi y al Ufficio dei Poveri49

En cuanto a los hijos de Girolamo, mucho más insertos que los hijos de Antonio IV en los circuitos de patronazgo regio, Giovan Francesco Serra se caracterizó por una mayor movilidad debido a los servicios militares que brindó a la Monarquía Hispánica. En virtud de ello, lo hallamos en Génova, Madrid y Nápoles (incluyendo Cassano), así como en diversos frentes y sitios entre la actual Lombardía y Piamonte y en el sitio de Tarragona durante la guerra de Cataluña. Probablemente, debido a sus constantes compromisos militares, no llegó a residir en Strevi que fue repetidamente puesto en manos de diversos goberna-

45 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 13, testamento de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, Génova, 18 de diciembre de 1652. 46 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 14, codicilo de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, Savona, 19 de diciembre de 1652. 47 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 16, codicilo de Giovan Francesco Serra de Girolamo, Gerona, 10 de octubre de 1653. 48 AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra q. Girolamo, Madrid, 6 de diciembre de 1683. 49 Sin precisar si son 10 200 a repartir entre ambos Uffici o a cada uno de ellos.

954

Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca

dores nombrados por Giovan Francesco. Su hermano Giovanni Battista debió de pasar largas temporadas en Madrid donde, como vimos, poseía un palacio y otras propiedades inmobiliarias, y donde ejerció como enviado de la República a mediados del siglo xvii. Además de Génova y Milán, donde la familia de su esposa, Lavinia De Marini, poseía importantes feudos e influencia, se puede presuponer su presencia puntual en Mornese (Monferrato) como feudatario del mismo. El análisis de los testamentos de los varones Serra debe complementarse con los realizados por sus esposas, debido a que se ha observado que, gran parte de los varones, nombraban a las mismas como ejecutoras y fideicomisarias de sus mandas testamentarias con amplia autonomía. Así por ejemplo, Battista Serra determinó que fuera su esposa, Maddalena Serra, la encargada de distribuir las mil liras anuales donadas a los pobres vergonzosos de los carruggetti y también su primo Giovan Francesco recurrió al cónyuge, Giovanna Doria, para este cometido en sus testamentos de 1635 y 1638, mientras que en el de 1652 dio un paso más hacia la autonomía de su viuda, a la que autorizó a decidir la suma y su destino.50 Además, el hecho de que los fideicomisarios debieran vérselas habitualmente con el Senato de la República para la administración de los bienes del difunto podría explicar la abundancia de mujeres en la ciudad ligur referida por las crónicas de la época, como se verá más adelante.

50 Después de la muerte de Maddalena Serra, la distribución de las liras establecidas la debía realizar la persona beneficiada por el fideicomiso fundado por Battista. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra q. Antonio IV, 3 de octubre de 1637. Los testamentos de Giovan Francesco en ASGe, NA, 6548, testamentos de Giovan Francesco Serra de 22 de diciembre de 1635 y de 20 de mayo de 1638. El de 1652 en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 13, testamento de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, 18 de diciembre de 1652.

955

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Tabla 34. Mandas testamentarias femeninas destinadas a pobres de Génova y a las «cuatro obras pías» genovesas51 Autor

Fecha

Testamento/codicilo

Claudia Lomellini q. Francesco

25/1/1606

Testamento52

Veronica Spinola q. Giacomo

10/10/1613

Testamento53

Sumas destinadas (en liras genovesas) -100 a distribuir por su nuera Violante Spinola entre pobres de Sampierdarena -500 para hacer camas a distribuir por su hija Maria Serra a los pobres de los carroggietti -100 al hospital de Pammatone -100 al hospital degli Incurabili -100 al Ufficio dei Poveri -50 al Ufficio del Riscatto di Schiavi (o Cattivi) -800 entre pobres de los carruggetti -300 al hospital de Pammatone -100 al hospital de los Incurabili -300 al Ufficio dei Poveri -400 al Ufficio per il Riscatto di Schiavi (o Cattivi)

51 Tabla de elaboración propia con fuentes especificadas en cada caso. Se han considerado las mandas testamentarias de mujeres nacidas Serra o de las cónyuges de Serra. 52 ASGe, NA, 5860, testamento de Claudia Lomellini q. Francesco, Génova, 25 de enero de 1606. 53 ASGe, NA, 5782, testamento de Veronica Spinola q. Giacomo, Génova, 10 de octubre de 1613.

956

Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca

Claudia Lomellini q. Francesco

15/5/1614

Testamento54

Idem

7/11/1618

Testamento55

-200 a distribuir por sus nueras Violante Spinola y Anna Lomellini entre los pobres de Sampierdarena y de los carroggietti -500 para hacer camas para los pobres de los carroggietti -100 al hospital de Pammatone -100 al Ospitaletto (hospital degli Incurabili) -100 al Ufficio dei Poveri -100 al Ufficio del Ricatto di Schiavi (o Cattivi) -100 a repartir por su nuera Violante Spinola a los pobres de Sampierdarena -100 a repartir por su nuera Anna Lomellini a los pobres de los carroggetti -100 a repartir por su nuera Maddalena Serra como mejor le parecerá -250 para construir camas que distribuirá su hija Maria Serra a los pobres de los carroggietti -100 al hospital de Pammatone -100 al Ospitaletto (hospital degli Incurabili) -100 al Ufficio dei Poveri -100 al Ufficio del Ricatto di Schiavi (o Cattivi)

54 ASGe, NA, 5860, testamento de Claudia Lomellini q. Francesco, Génova, 15 de mayo de 1614. 55 ASGe, NA, 5860, testamento de Claudia Lomellini q. Francesco, Génova, 7 de noviembre de 1618. Traducido al castellano el 17 de septiembre de 1619 en AGS, CME, leg. 570, 1, 17.

957

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Emilia Serra q. Girolamo

10/12/1619

Testamento56

Idem

11/12/1619

Codicilo57

Maddalena Serra q. Girolamo

21/12/162758

Testamentos AyB

-500 a distribuir entre los pobres por Battista Serra (su cuñado) y sus hermanas, Maddalena y Bianca Serra -1000 al hospital de Pammatone -50 al hospital degli Incurabili -400 al Ufficio del Suffragio Poveri -300 al Ufficio per la Redenzione di Cattivi (o Riscatto di Schiavi) Sin disposiciones para las cuatro obras pías de Génova -1500 a pobres miserables -4000 al Ufficio dei Poveri -4000 al hospital de Pammatone -4000 al Ufficio per la Redenzione di Cattivi -2000 al hospital de los Incurabili59

56 ASGe, NA, 3664, testamento y codicilo de Emilia Serra q. Girolamo, Génova, 10 y 11 de diciembre de 1619. Copia en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 61. 57 Ibidem. 58 Se ha dispuesto el mes en cursiva porque existen dos testamentos de Maddalena Serra similares, pero en uno de ellos, el mes es de difícil lectura. Uno fue realizado en castellano y otro en italiano. Véanse las consideraciones efectuadas sobre los dos testamentos en nota 181 del capítulo 11. En ASGe, NA, 5860, testamentos de Maddalena Serra q. Girolamo, 21 de diciembre (?) de 1627 (en castellano y realizado en Madrid: testamento A) y 21 de diciembre de 1627 (en italiano: testamento B). 59 Ibidem. Aunque en el testamento A escribe claramente 200 liras, al final del mismo realiza un resumen de las mandas y comparecen 2000 para los Incurabili. Esta última suma coincide con la cantidad que se destina a los Incurabili en el testamento B.

958

Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca

Maria Caterina Serra q. Girolamo60

27/5/1636

Testamento61

Maria Serra q. Antonio IV

15/5/1641

Testamento62

Anna Lomellini q. Tommaso

31/8/1641

Testamento63

Violante Spinola q. Giacomo

18/4/1642

Testamento64

-500 a pobres (no especifica de dónde) -400 al hospital de Pammatone -400 al hospital de los Incurabili (Ospitaletto) -400 al Ufficio dei Poveri -400 al Ufficio per il Riscatto di Schiavi -200 al hospital de Pammatone -200 al hospital de los Incurabili -200 al Ufficio dei Poveri -200 al Ufficio per il Riscatto di Schiavi -500 al hospital de Pammatone -500 al hospital de los Incurabili -500 al Ufficio dei Poveri -100 a los pobres miserables -50 al hospital de los Incurabili -50 al Ufficio dei Poveri -50 Ufficio per il Riscatto di Schiavi

60 Se trataba de la esposa de Domenico Cattaneo, príncipe de San Nicandro. 61 ASGe, NA, 5841, testamento de Maria Caterina Serra q. Girolamo, Génova, 27 de mayo de 1636. 62 ASGe, NA, 6439, testamento de Maria Serra q. Antonio IV, Génova, 15 de mayo de 1641. Traducido al castellano en AGS, CME, leg. 1157, doc. 19. 63 ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, Génova, 31 de agosto de 1641. 64 ASGe, NA, 5861, testamento de Violante Spinola q. Giacomo, Génova, 18 de abril de 1642.

959

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Maria Serra q. Antonio IV

16/3/1646

Codicilo65

Maria Caterina Serra q. Girolamo

2/8/1642

Testamento66

Bianca Serra q. Girolamo

19/11/1647

Codicilo67

Anna Lomellini q. Tommaso

24/2/1649

Testamento68

Maddalena Serra q. Girolamo

9/6/1653

Testamento69

Sin disposiciones caritativas -400 al hospital de Pammatone -400 al hospital de los Incurabili -400 al Ufficio dei Poveri -400 al Ufficio per il Riscatto di Schiavi -50 al hospital de los Incurabili -50 al Ufficio dei Poveri -400 al Ufficio del Riscatto di Schiavi -50 liras al hospital de Pammatone -50 al Ufficio dei Poveri -50 al hospital de los Incurabili -3000 liras al Ufficio dei Poveri -1000 liras al hospital de Pammatone -1000 liras al hospital de los Incurabili -500 al Ufficio del Riscatto di Schiavi

65 AGS, CME, leg. 1157, doc. 19, codicilo de Maria Serra q. Antonio IV, Madrid, 16 de marzo de 1646. 66 ASGe, NA, 5841, testamento de Maria Caterina Serra q. Girolamo, Génova, 2 de agosto de 1642. 67 AGS, CME, leg. 1092, doc. 1, codicilo de Bianca Serra q. Girolamo, Génova, 19 de noviembre de 1647. 68 ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, Génova, 24 de febrero de 1649. 69 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59 (dos copias) y 60 (otra copia), testamento de Maddalena Serra q. Girolamo, Génova, 9 de junio de 1653.

960

Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca

Idem

21/11/1653

Codicilo70

Anna Lomellini q. Tommaso

11/3/1656

Testamento71

Giovanna Doria q. Carlo (Doria Tursi)

4/7/1658

Testamento72

Idem

27/5/1662

Codicilo74

Idem

13/11/1663

Codicilo75

Artemisia Serra q. Girolamo

3/12/1688

Testamento76

Sin disposiciones caritativas -50 al hospital de Pammatone -50 al hospital de los Incurabili -50 al Ufficio dei Poveri -50 al Ufficio per il Riscatto di Schiavi -1000 al hospital de Génova (no dice si a Pammatone o a Incurabili). A emplear en ropas para pobres enfermos73 Sin disposiciones caritativas para Génova Sin disposiciones caritativas -1000 al hospital de Pammatone -1000 al hospital de los Incurabili -1000 al Ufficio dei Poveri -500 a los pobres de la Malapaga y otros 500 para liberar presos por deudas (a razón de un máximo de 50 liras para cada uno)

70 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59, codicilo de Maddalena Serra q. Girolamo, 21 de noviembre de 1653. 71 En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 58, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, Génova, 11 de marzo de 1656. 72 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 18, testamento de Giovanna Doria Tursi q. Carlo, Massa, 4 de julio de 1658. 73 Otras 1000 liras las deja al hospital de Milán. En ibidem. 74 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 19 y 20, codicilo de Giovanna Doria Tursi q. Carlo, Salerno, 27 de mayo de 1662 (dos copias). 75 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 21, codicilo de Giovanna Doria Tursi q. Carlo, Cassano, 13 de noviembre de 1663. 76 AGS, CME, leg. 860, doc. 42, testamento de Artemisia Serra q. Girolamo, Génova, 3 de junio de 1688.

961

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Lavinia De Marini q. Filippo

10/4/1694

Testamento77

Artemisia Serra q. Girolamo

14/2/1696

Codicilo78

Eleonora Spinola q. Nicolò

16/3/1714

Testamento79

-100 al hospital de Pammatone -100 al hospital de los Incurabili -500 al hospital de Pammatone -500 al hospital de los Incurabili -500 al Ufficio dei Poveri - Anula los legados a favor de los pobres de la Malapaga y el destinado a la libertad de presos por deudas -200 al Ospitaletto (Ospedaletto u hospital degli Incurabili)

Sin embargo, no siempre ha sido posible la comparación entre los testamentos de los cónyuges, puesto que, contamos con más testamentos femeninos que masculinos. De hecho, es habitual hallar testamentos de mujeres para diversos años que, seguramente, se deben al deseo de tutelar el patrimonio y a los herederos ante los riesgos derivados del embarazo y del posparto. A ello se suma el hecho de que, en la mayoría de los casos estudiados, las mujeres vivieron más que sus maridos. Respecto a las últimas voluntades femeninas,80 contamos con tres testamentos realizados en Génova por Claudia Lomellini q. Francesco, la esposa de Antonio IV Serra para el 25 de enero 77 ASGe, Fondo Famiglie, 66 S, testamento de Lavinia De Marini q. Filippo, Génova, 10 de abril de 1694. 78 AGS, CME, leg. 860, doc. 42, codicilo de Artemisia Serra q. Girolamo, Génova, 14 de febrero de 1696. 79 ASGe, NA, 10336 bis, testamento de Eleonora Spinola q. Nicolò, Génova, 16 de marzo de 1714. 80 Véase tabla 34.

962

Sentir Génova: hombres y mujeres ante una espiritualidad barroca

de 1606, el 15 de mayo de 1614 y el 7 de noviembre de 1618. La descendencia de Claudia fue principalmente masculina, pero poseemos el testamento y codicilo de su única hija —Maria Serra— realizados el 15 de mayo de 1641 en Génova y el 16 de marzo de 1646 en Madrid, respectivamente. Asimismo, se han hallado las últimas voluntades de las nueras de Claudia: de la esposa de Paolo Serra q. Antonio IV, Violante Spinola q. Giacomo, hemos podido analizar el testamento que realizó en Génova el 18 de abril de 1642. Para Anna Lomellini q. Tommaso, consorte de Francesco Serra q. Antonio IV, se confirman tres testamentos genoveses: uno redactado el 31 de agosto de 1641; otro el 24 de febrero de 1649 y, por último, el efectuado el 11 de marzo de 1656. Por último, Maddalena Serra q. Girolamo, cónyuge de Battista Serra, redactó al menos dos testamentos en 1627 y otro el 9 de junio de 1653. Maddalena realizó también un codicilo el 21 de noviembre de 1653. Para el otro ramo de la familia que es objeto de nuestro estudio, el de Girolamo Serra, más prolífico en descendencia femenina que su hermano Antonio IV Serra, se han encontrado once documentos, contando con los de las consortes femeninas de los hijos de Girolamo o de sus nietos. Quince si incluimos los testamentos y codicilos ya referidos para su hija Maddalena Serra que, como se ha mencionado, casó con Battista Serra q. Antonio IV. En primer lugar, se ha podido analizar el testamento de la segunda esposa de Girolamo, Veronica Spinola q. Giacomo, realizado en Génova el 10 de octubre de 1613. En lo que se refiere a las hijas de Veronica y Girolamo, contamos con: un testamento y un codicilo genoveses para Emilia Serra para las fechas de 10 y 11 de diciembre de 1619, respectivamente; dos testamentos de Maria Caterina Serra, casada con Domenico Cattaneo, efectuados en Génova el 27 de mayo de 1636 y el 2 de agosto de 1642; un codicilo de Bianca Serra, esposa de Antonio Pallavicino (hijo, a su vez, de Nicolò Pallavicino y de Maria Serra q. Antonio IV); y un testamento y un codicilo para Artemisia Serra, consorte de Paolo Francesco Doria, redactados en Génova el 3 de diciembre de 1688 y el 14 de febrero de 1696,

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

respectivamente. Los herederos universales de Girolamo contrajeron nupcias con Giovanna Doria q. Carlo Doria Tursi (casada con Giovan Francesco Serra) y Lavinia De Marini (esposa de Giovanni Battista Serra). Para la primera, se han hallado un testamento efectuado en Massa el 4 de julio de 1658 y dos codicilos: uno de Salerno, de 27 de mayo de 1662 y otro de Cassano, el feudo del marido difunto, de 13 de noviembre de 1663. Para Lavinia De Marini q. Filippo contamos solo con sus últimas voluntades, expresadas ante notario genovés el 10 de abril de 1694. Por último, el testamento más tardío del que disponemos es el de Eleonora Spinola q. Nicolò, cónyuge de Filippo Serra, primogénito varón de Giovanni Battista Serra q. Girolamo. En concreto, fue redactado en Génova el 16 de marzo de 1713. La abundancia de legados destinados a diversas instituciones caritativas y fundaciones presentes en Génova ha determinado que decidamos concentrarnos en aquellos establecidos en beneficio de las cuatro grandes obras pías de la República, símbolo por excelencia de la asistencia en el Estado ligur:81 por un lado, el Ufficio dei Poveri, el hospital de Pammatone (hospital Grande) y el de los Incurabili (hospital Piccolo u Ospedaletto) ya mencionados, y, por último, el Ufficio per la Redenzione di Cattivi, también llamado el Ufficio del (o per il) Riscatto di Schiavi.82 81 La tendencia a destinar legados testamentarios a los hospitales genoveses ha sido bien documentada para el período medieval. Al respecto, véase Marchesani, Carlo y Sperati, Giorgio. «Ospedali genovesi nel Medioevo», Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XXI (1981); Epstein, Steven. Wills and Wealth in Medieval Genova, 1150-1250, Cambridge, Harvard University Press, 1984; Petti-Balbi, G. Governare la città…, cit., pp. 29-50. 82 Este último fue fundado el 24 de octubre de 1597, por tanto, en el momento en el que se verificaba con mayor fuerza el proceso de concentración de poder en el estado genovés y que, como vimos, condujo a una reforma de las magistraturas de la República y a un mayor control de las instituciones asistenciales de origen privado. Sobre el Magistrato (o Ufficio) para la redención de cautivos de Génova, véase Lucchini, Enrica. La merce umana. Schiavitù e riscatto dei liguri nel Seicento, Roma, Bonacci, 1990; Zappia, Andrea. Mercanti di uomini. Reti e

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Como ocurriera con los inventarios ya mencionados en el capítulo anterior, las mandas testamentarias dependían enormemente de la individualidad del testador. Ello explica que no se haya hallado una lógica que se repita entre los componentes de un determinado ramo y que decrete una neta preferencia por una u otra obra pía. La única excepción se refiere al hospital de Pammatone que se referirá a continuación. Eso sí, en la inmensa mayoría de los testamentos analizados, realizados por sujetos con experiencias muy distintas entre sí, existe al menos un legado a favor de pobres genoveses o de algunas de las instituciones caritativas de la República. Es el caso incluso de aquellos conocidos por estar más cerca del servicio a la Monarquía Hispánica que a la República y por sus largos períodos fuera de la madre patria, como Giovan Francesco Serra q. Girolamo, que destinó en sus testamentos de 1635 y 1638 las sumas más elevadas a las obras pías genovesas de todas los legados examinados. O de Battista Serra q. Antonio IV que, como se ha observado en varias ocasiones, se mostró más al margen de los circuitos de patronazgo del Católico respecto a sus primos. En los casos en los que se han podido contrastar los testamentos de los cónyuges, los resultados obtenidos son dispares. Así, Girolamo Serra destinó un total de 8000 liras a obras pías genovesas y a los indigentes de la República en sus últimas voluntades de 1606 y 9200 en las de 1613, con una clara predilección en ambos documentos por el Ufficio per la Redenzione di Cattivi, al que donaba la cantidad más elevada (4000 liras en ambos casos).83 Aunque el legado que destinó al hospital de Pammatone no fue el más alto (2000 liras en ambos testamentos), la protección que los Serra debían de dispen-

intermediari per la liberazione dei captivi nel Mediterraneo, Génova, Città del Silenzio, 2018, especialmente pp. 70-94. 83 ASGe, NA, 3664, testamento de Girolamo Serra, 1 de junio de 1606; ASC, Parte Seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, 4 de julio de 1613, fols. 2r-19r.

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sar sobre esta institución explica que, en la misma, tanto Girolamo como su hermano Nicolò contaran con estatuas de sus efigies y con inscripciones.84 En lo que respecta a la asistencia a los genoveses más necesitados, en el codicilo de Loano de 12 de mayo de 1616, Girolamo ordenaba que, de los 10 000 ducados invertidos en monti de Roma, se aplicaran hasta 3000 ducados anuales de su productividad para dotar a hijas pobres de dentro y fuera de la ciudad de Génova, ya fuera para entrar en convento o para casarse.85 Las sumas elevadas predispuestas por Girolamo para obras pías genovesas contrastan con las cifras reducidas establecidas por su esposa Veronica Spinola 84 Tal y como describía en su crónica Juan Félix Francisco Rivarola, «en la escalera y salas [del hospital] se ven varias estatuas de diferentes nobles, y de personas magánimas, y piadosas, que han dejado gruesas limosnas para el sustento de los pobres que allí están de continuo albergados [...]. Las referidas estatuas, unas son de estatura natural, y otras a la mitad; las primeras por los que han dejado a dicho albergo cantidad de cincuenta mil libras para arriba; y las otras por los que han dejado menos, practicándose lo mismo en los dos hospitales generales que hay en la ciudad: todas tienen sus inscripciones y refieren las porciones que dejaron para el sustento y regalo de los pobres». En Rivarola, Juan Félix Francisco. Descripción histórica, chronologica y genealogica, civil, politica y militar de la Serenissima Republica de Genova, Madrid, Diego Martínez Abad, 1729, p. 53. En efecto, en este hospital Nicolò y Girolamo contaban también con inscripciones. Sobre la inscripción en memoria de Nicolò, véase la copia novecentesca del manuscrito de Domenico Piaggio (el originl fue realizado en torno al 1720): Piaggio, Domenico. Epitaphia, sepulcra et inscriptiones cum stemmatibus, marmorea et lapidea existentia in ecclesiis Genuensibus, BCB, M.r., XV, 5.1.5, fol. 264. En la misma fuente, se hace alusión a la estatua e inscripción en memoria de Girolamo Serra presentes en el hospital desde 1618: id., fol. 266. Banchero refiere la inscripción de Girolamo y la presencia de una lápida en mármol sin fecha erigida en recuerdo de Nicolò Serra: Banchero, Giuseppe. Genova e le due Riviere, Génova, L. Pellas, 1846, pp. 74 y 71 respectivamente. Sobre el significado de las esculturas del hospital Grande genovés, véase Taddia, Elena. «Sculture e perdoni. Carità e munificenza a Genova nell’antico ospedale di Pammatone», en Carboni, Mauro y Muzzarelli, Maria Giuseppina (eds.), L’iconografia della solidarietà. La mediazione delle immagini (secoli xiii-xviii), Venecia, Marsilio, 2012, pp. 251-263. Nicolò poseía también inscripciones en los Incurabili. En Banchero, G. Genova…, cit., p. 108. 85 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, codicilo de Loano de Girolamo Serra, 12 de mayo de 1616, fols. 19r-24r.

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en su testamento de 10 de octubre de 1613. En total dedicó a estas 1600 liras, de las cuales, 400 liras (la cantidad más alta) fue destinada al Ufficio per la Redenzione di Cattivi.86 Por otro lado, contamos con el caso de Battista Serra que en su testamento de 1637 estableció legados para las cuatro obras pías y para pobres genoveses por el valor de 13 000 liras, superando, por tanto, las estipuladas por su tío Girolamo.87 El hecho no nos permite presuponer la existencia de un mayor patrimonio, sino más bien la voluntad de beneficiar preferentemente las instituciones asistenciales por excelencia de la República. Asimismo, conviene recordar que Battista Serra, como uno de los cuatro miembros de la Diputación del Medio General de 1608, podía acapararse los mejores juros de la Corona que constituía uno recurso fundamental para financiar los legados píos genoveses. El hospital degli Incurabili asumió un papel destacado en el testamento de Battista q. Antonio IV, puesto que este lo designó como el heredero del fideicomiso que instituyó a favor de monseñor Antonio, su sobrino, en el caso de que el sucesor legítimo de este no cumpliera con los requisitos.88 La posibilidad de nombrar a una o varias obras pías genovesas como único heredero cuando el resto de las opciones establecidas resultaban inviables fue también puesta en práctica por Giovanni Battista Serra q. Girolamo en su testamento de 1683 que nombró, en caso de que se verificara tal eventualidad, al hospital de Pammatone, al Ufficio dei Poveri y al Ufficio per il Riscatto di Cattivi junto a las iglesias pobres de su dominio y a las obras pías escogidas por su padre.89 86 ASGe, NA, 5782, testamento de Veronica Spinola q. Giacomo, Génova, 10 de octubre de 1613. 87 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 88 Si Antonio o su descendencia no pudieran acceder al fideicomiso, Battista designaba a Giacomo Serra, hermano de Antonio, y a su descendencia. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 89 AGS, CME, leg. 1405, doc. 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Madrid, 6 de diciembre de 1683.

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Si bien Veronica Spinola no superó las cantidades destinadas a las cuatro obras pías genovesas que había ofrecido su marido, Girolamo Serra, Maddalena Serra, esposa de Battista, en su testamento de 1627, había determinado mandas testamentarias a favor de las obras pías genovesas mencionadas y de indigentes de su ciudad por valor de 15 500 liras, cifra que superaba la que asignaría el cónyuge diez años más tarde (13 000 liras, de las cuales mil eran anuales para los pobres de los carruggetti). A las donaciones de Maddalena se sumaba un legado de 122 300 liras para dotar a genovesas pobres de buen nacimiento y provenientes tanto de la ciudad como de lo arrabales.90 Las ingentes sumas no dejan de sorprender si se tiene en cuenta que en 1627 se produjo la suspensión de pagos de la monarquía. A este respecto, sería necesario profundizar, no ya en las conocidas conexiones entre suspensiones de pagos y deuda pública, sino también en los vínculos entre esta última y los fenómenos de caridad genovesa. Un vínculo que explica que cada vez que la Corona decidía confiscar parte o la totalidad de las rentas de juro genovesas, el Estado ligur iniciara una campaña de peticiones a diversos ministros hispánicos y al propio rey en las que se evidenciaba los daños que generaban estas medidas en las viudas, los huérfanos y los pobres de Génova que se servían de estas rentas para su subsistencia.91 Las cantidades legadas por Maddalena difieren enormemente con las presentes en su último testamento efectuado en 1653: en 90 En realidad, Maddalena donaba para ello mil escudos de oro. El valor del escudo de oro en 1627 era de 122 liras y seis soldi. Por tanto, mil escudos de oro equivalían a 122 300 liras. Para el cálculo de las equivalencias entre las distintas monedas, remitimos de nuevo a los anexos presentes en los trabajos de Marsilio, C. Dove..., cit. y Lo Basso, L. Uomini da remo..., cit. Los testamentos de Maddalena de 1627 en ASGe, NA, 5860, testamentos de Maddalena Serra, 21 de diciembre (?) de 1627 (en castellano y realizado en Madrid: testamento A) y 21 de diciembre de 1627 (en italiano: testamento B). Algunas consideraciones sobre estos testamentos en nota 181 del capítulo 11. 91 Se volverá en este epígrafe sobre este asunto.

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él, se pasa de las 15 500 liras de 1627 a 5500.92 En este caso, el Ufficio dei Poveri fue el que experimentó la reducción menor —de las 4000 liras donadas en 1627 a 3000 liras en 1653—, mientras que el legado para el Ufficio per la Redenzione di Cattivi experimentó un descenso notable, de 4000 a 500 liras. Seguramente influyeron los numerosos legados que Maddalena instituyó en 1653. El hecho de que la pareja no contara con descendencia quizás concedió a la viuda una mayor capacidad de donación tanto a diversas fundaciones pías privadas genovesas, iglesias y monasterios presentes en la ciudad como a personas de su entorno, ya fueran criados o parientes. Sin lugar a dudas, las mandas testamentarias más importantes en beneficio de las obras pías genovesas fueron las establecidas por Giovan Francesco Serra en su testamento de 1638: un total de 61 500 liras.93 Por motivos desconocidos, en su testamento definitivo de 1652 atribuyó a su mujer la tarea de efectuarlas por él y de decidir las cantidades.94 Con Giovanna Doria se confirma la inversión de la tendencia a dedicar sumas importantes a obras pías genovesas que se apreciaba en los dos testamentos realizados por su marido, Giovan Francesco Serra, en la década de 1630. Probablemente, las frecuentes estancias de su marido en Lombardía, con motivo de sus servicios militares a Felipe IV, y, sobre todo, la posesión del feudo de Cassano en el reino de Nápoles, donde Giovanna Doria efectuó su último codicilo, fueron determinantes en el hecho de que en el último testamento de la viuda de Serra de 1658 destinara solo mil liras al hospital de Pammatone.95 En lugar de legados dirigidos a instituciones 92 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59 (dos copias) y 60 (otra copia). 93 ASGe, NA, 6548, testamento de Giovan Francesco Serra, Génova, 20 de mayo de 1638. 94 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 13, testamento de Giovan Francesco Serra, Génova, 18 de diciembre de 1652. 95 Suponemos que se trate del hospital de Pammatone, aunque Doria solo especificaba que el legado era para el hospital de Génova, sin especificar si se trataba

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asistenciales genovesas, comparece por primera vez el hospital de Milán al que Doria donó otras mil liras y donde su marido había transcurrido gran parte de su vida.96 El último caso a tener en cuenta en la comparación entre los testamentos masculinos y femeninos es el de Giovanni Battista Serra y el de su esposa, Lavinia De Marini. El primero, en sus últimas voluntades de 1683 (testamento definitivo), estableció un legado por valor de 5100 liras a favor de las iglesias pobres de Génova y de 10 200 liras en beneficio del Ufficio per la Redenzione dei Cattivi y al Ufficio dei Poveri, sin especificar si esta cantidad debía repartirse entre ambos Uffici (seguramente es la opción más probable) o si se trataba de la cifra a distribuir a cada uno de ellos.97 Es reseñable que las donaciones para los Uffici decía realizarlas por las obras pías de su padre difunto que reconocía no haber cumplido. Sorprende esta declaración, ya que en el codicilo de Loano de 12 de mayo de 1616, su padre, Girolamo Serra había revocado gran parte de las donaciones a instituciones asistenciales genovesas que había decidido en su testamento de 1613, entre las que hallaba la realizada a favor del Ufficio per la Redenzione di Cattivi.98 En lo que se refiere al testamento de Lavinia De Marini, cónyuge de Giovanni Battista, redactado en Génova en 1694, los legados a obras pías de los Incurabili (ospedale Piccolo) o de Pammatone (ospedale Grande). Nos decantamos por este último ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 21, codicilo de Giovanna Doria Tursi, Cassano, 13 de noviembre de 1663. 96 La implicación de Giovan Francesco en la vida política del ducado, más allá por tanto de su participación en las campañas militares, se puso de manifiesto en su entrada en el Consiglio Segreto en 1642. En Arese, Francesco. «Le supreme cariche del ducato di Milano», Archivio Storico Lombardo, XCVII (1979), pp. 59-186:148. 97 AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Madrid, 6 de diciembre de 1683. En realidad, dejó 2000 reales de a ocho al Ufficio dei Poveri y al Ufficio per il Riscatto di Cattivi y mil reales a iglesias pobres designadas por Girolamo. Para calcular la equivalencia en liras, se ha usado como referencia el valor del real de a ocho de 27 de marzo de 1675: cinco liras y dos sueldos. En Giacchero, G. Il Seicento..., cit., p. 694. 98 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, codicilo de Girolamo Serra, Loano, 12 de mayo de 1616, fols. 19r-24r.

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genovesas son escasos: no destina sumas al Ufficio dei Poveri ni al Ufficio per la Redenzione di Cattivi; a Pammatone y a los Incurabili concedía solo cien liras a cada uno.99 En este caso, Giovanni Battista Serra q. Girolamo, segundogénito varón —y, por tanto, destinatario de una porción del patrimonio del padre más reducida respecto al primogénito, Giovan Francesco— y Lavinia De Marini fueron padres de al menos cuatro hijos, lo cual pudo incidir en una menor capacidad de distribución de capitales a obras pías. De todos los casos presentados, entre los testamentos masculinos, las disposiciones más importantes en materia de donaciones a las cuatro obras pías de la República son las del testamento de Giovan Francesco Serra de 1638, mientras que entre los femeninos, es su hermana Maddalena la que acapara el absoluto protagonismo con su testamento de 1627. Es además evidente que en su testamento de 1653, las disposiciones de Maddalena dirigidas a obras pías genovesas se redujeron en más de un sesenta y cuatro por ciento. La caída en picado de estas inversiones podría deberse, como se ha mencionado más arriba, a la presencia de numerosos legados en el testamento de 1653 de Maddalena dirigidos a otras entidades privadas y religiosas y a personas de su entorno que podrían haber reducido el capital disponible para las cuatro obras pías de la ciudad. Eso sí, la esposa de Battista Serra no duda en atribuirla a los problemas económicos que había sufrido tras la muerte del marido. Con enormes diferencias en lo que se refiere al capital destinado a obras pías genovesas —solo 200 liras—, otra viuda, Eleonora Spinola, en su testamento de 1714, achacó el reducido legado que dejó a favor de su hija Anna Teresa, monja en el monasterio de Santa Brígida, a la mala situación económica en la que se hallaba.100 99 ASGe, Fondo Famiglie, 66 S, testamento de Lavinia De Marini q. Filippo, Génova, 10 de abril de 1694. 100 ASGe, NA, 10336 bis, testamento de Eleonora Spinola q. Nicolò, Génova, 16 de marzo de 1714.

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Todas las consortes para las que se poseen varios testamentos a lo largo del siglo xvii (Maddalena Serra, Maria Caterina, Artemisia Serra y Anna Lomellini) disminuyeron los capitales destinados a la caridad en la ciudad de origen a partir de la década de 1640. Anna Lomellini estipuló un total de 1600 liras a las cuatro obras pías genovesas y a pobres de Génova en 1641. La cifra sufrió un gran recorte (hasta un noventa por ciento) en su testamento de 1649, reduciéndose a 150 liras. En el último testamento que poseemos para Lomellini, el de 1656, la cifra recupera tibiamente algunas posiciones.101 Maria Caterina Serra de 2100 liras en su testamento de 1636 pasó a 1600 liras en el de 1642. Artemisia Serra, hermana y heredera universal de Maddalena Serra junto a su marido, Paolo Francesco Doria, comenzó destinando 4000 liras en total a pobres y a las cuatro obras pías genovesas en el testamento de 1688;102 cifra que, sin embargo, en su codicilo de 1696, cayó hasta las 1500 liras.103 Aunque no se puede descartar que las razones radiquen en un hipotético menor dinamismo de los negocios después de la muerte del marido, la tendencia a usar las rentas de juros hispánica para la financiación de los legados píos en la República podría explicar una contracción en los mismos debido a la progresiva devaluación que sufrieron estos títulos de débito público. Devaluación que se agravó a partir de la década de 1640 cuando la Monarquía hubo de añadir a los frentes bélicos ya existentes, la guerra interna contra Cataluña y Portugal. Obviamente, la explicación es seguramente más compleja y debe comprender también cuestiones identitarias: en el caso de Giovanna Doria, en la disminución y posterior neta desaparición de las cantidades dirigidas a las cuatro obras pías del 101 En ese momento, se pasa de 150 a un total de 200. En ASGe, NA, 5841, testamentos de Anna Lomellini, 31 de agosto de 1641 y 24 de febrero de 1649; ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 58, testamento de Anna Lomellini q. Tommaso, 11 de marzo de 1656. 102 AGS, CME, leg. 860, doc. 42, testamento de Artemisia Serra q. Girolamo, Génova, 3 de junio de 1688. 103  Ibidem, codicilo de Artemisia Serra q. Girolamo, Génova, 14 de enero de 1696.

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Estado ligur podría intuirse la incidencia de aspectos identitarios o simplemente prácticos derivados de la lejanía de la madre patria ante el traslado de la casa familiar al reino de Nápoles. La importancia de las mujeres genovesas en la asistencia de pobres y de los sujetos más vulnerables en la familia, así como en la realización de las disposiciones caritativas de sus maridos, ha sido ya reconocida por diversos estudios y, en parte, se debía a la enorme autonomía que les reconocían las leyes de la República, sobre todo a las viudas, y a la presencia de un relevante patrimonio dotal.104 Aunque este último podía ser empleado de diversas maneras por el marido como usufructuario de la misma, jurídicamente constituía siempre un patrimonio perteneciente a la mujer que, por tanto, debía recomponerse y devolverse íntegro a la misma tras la muerte del esposo o en caso de que el matrimonio fuera anulado. Puesto que la dote era propiedad de la mujer, cabía la posibilidad de que tras el fallecimiento de la mujer, el marido fuera autorizado por la esposa a continuar gestionando la dote siempre y cuando no contrajera de nuevo matrimonio y, por tanto, se mantuviera «in abito vedovile».105 La mujer también podía decidir si ceder al marido, en concepto de donación, una parte de la misma o reclamar la restitución del capital restante para sus herederos junto con los intereses debidos.106 El destino de la dote, 104 Es ejemplar, al respecto, el estudio de Grendi sobre las mujeres de los Balbi. En Grendi, E. I Balbi..., cit., pp. 270-301. Me permito también recordar Ben Yessef Garfia, Y. R. «Lazos...», cit. Sobre la importancia de las mujeres en el sistema asistencial genovés, véase Grendi, E. «La costruzione del sistema assistenziale...», cit., pp. 292-293. Un caso de clara iniciativa femenina en la fundación de instituciones asistenciales genovesas fue el de Virginia Centurione. Al respecto, véase Sanz Ayán, C. Un banquero..., cit., pp. 249-251. 105 Ejemplo de ello nos lo brinda Maria Caterina Serra en su testamento de 2 de agosto de 1642. En AGS, NA, 5841, testamento de Maria Caterina Serra, Génova, 2 de agosto de 1642. 106 Fruto de estas posibilidades es la decisión de Maddalena Serra de ceder a su marido, Battista Serra, en concepto de legado, 12 000 escudos que le debía por cuenta de su dote. Para el resto de la misma, Battista debía ser

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por tanto, era un arbitrio de la mujer, por lo que no es de extrañar que en sus testamentos abunden fórmulas que detallen cuál había sido el valor de su dote, cuánto se le debía hasta el momento y qué hacer con ella tras su muerte.107 Respecto a este último punto, las dotes de las mujeres Serra y de aquellas que entraban a formar parte de la familia fueron en aumento desde finales del siglo xvi y hasta mediados del siglo xvii, oscilando entre los 30 000 y los 40 000 escudos de plata.108 El incremento de las dotes ha sido señalado como un modo de alcanzar un cierto equilibrio entre la inmovilización del patrimonio —a la que se tendía con la progresiva difusión del fideicomiso— y la circulación de capital líquido y de bienes muebles que eran los principales componentes de las dotes y que constituían objeto de deseo de las familias del patriciado.109

considerado deudor de Maddalena, pero la testadora le permitía el libre usufructo sin pagarle intereses durante seis años, plazo tras el cual Battista debía restituir el capital a sus herederos. En ASGe, NA, 5860, testamentos de Maddalena Serra, 21 de diciembre (¿?) de 1627 (en castellano y realizado en Madrid: testamento A) y 21 de diciembre de 1627 (en italiano: testamento B). Véanse las consideraciones efectuadas sobre los dos testamentos en nota 181 del capítulo 11. 107 Al respecto, sugerimos solo una selección de trabajos para el estudio de la dote femenina en ámbito italiano en la Edad Moderna: Calvi, Giulia y Chabot, Isabel (eds.), Le ricchezze delle donne. Diritti patrimoniali e poteri familiari in Italia (xiii-xix secc.), Turín, Rosenberg & Sellier, 1998; Novi Chavarria, Elisa. Monache e gentildonne: un labile confine: poteri politici e identità religiose nei monasteri napoletani: secoli xvi-xvii, Milán, FrancoAngeli, 2001; Feci, Simona. Pesci fuor d’acqua. Donne a Roma in età moderna. Diritti e patrimoni, Roma, Viella, 2004; Bellavitis, Anna. Famille, genre, transmission à Venise au xvie siècle, Roma, École française de Rome, 2008; Lanaro, Paola y Varanini, Gian Maria. «Funzioni economiche della dote nell’Italia centro-settentrionale», en Cavaciocchi, S. (ed.), La famiglia…, cit., pp. 81-103. 108 Sobre este tema véase la tabla 35. 109 La relación estrecha entre fideicomiso y dotes femeninas ha sido ya evidenciada para Venecia en Lanaro, Paola. «Consumi e crisi in età moderna», en Sori, Ercole y Giulianelli, Roberto (eds.), Consumi e dinamiche economiche in età moderna e contemporanea, Nápoles, 2011, pp. 70-88.

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Las dotes de los sujetos femeninos Serra se situaban al nivel de las aportadas por mujeres genovesas pertenecientes a linajes de gran prestigio y peso político en la República como los Spinola. Así por ejemplo, Placidia Spinola, esposa de Carlo Doria Tursi en 1596, aportó en dote 30 000 escudos de oro a los que se añadieron los enclaves feudales de Calice y Veppo, en Nápoles, y el oficio de Conservatore del Regio Sigillo della Magna Curia della Vicaria.110 Obviamente, la dote concedida se veía influida por la potencia económica de la familia del marido, pero también por el número de hijas a las que se pensaba casar, decisión que podía condicionar el resto de las inversiones de la familia. De ahí que algunos genoveses como Girolamo Balbi (15461627) prefirieran casar a sus hijas —en su caso eran tres, a las que dio un total de 107 000 escudos, es decir, más de 35 000 escudos a cada una—, antes que invertir en la compra de inmuebles.111 Por otro lado, la voluntad de establecer matrimonios para sus cinco hijas pudo explicar que Francesco Maria Balbi (1619-1704) decidiera concederles «solo» 20 000 escudos a cada una.112 Similar pudo ser el caso de las hijas de Girolamo Serra: en su testamento de 1613 afirmaba haber dotado con 40 000 escudos de plata a su hija Maddalena Serra para sus nupcias con Giovanni Battista Grimaldi, mientras que para sus otras tres hijas casaderas (Bianca, Maria Caterina y Emilia) establecía un máximo de 20 000 escudos de plata para cada una de ellas. Sin embargo, estos podían verse aumentados en 20 000 escudos más (por tanto, 40 000) en el caso de que sus hijas se casaran con la voluntad y la intervención de los fideicomisarios, entre los que debía estar siempre su madre, 110 Bernabò, B. Placidia..., cit., p. 32. 111 Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 272. El autor no especifica si se trata de escudos de plata o de oro. 112  Ibidem.

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Veronica Spinola.113 La posibilidad de aumentar las dotes es también prueba del conocimiento que tenía Girolamo del valor variable de las mismas, Porque puede ser que, debido a la variedad de los tiempos, se aumenten las dotes, como se ha visto hasta ahora, y la mente y la intención del dicho señor testador es que sus hijas se coloquen con un matrimonio decente y según su grado; por tanto lega, ordena y manda que los dichos señores fideicomisarios tengan autoridad, según la condición de los tiempos, para aumentar las dotes de sus hijas en aquella suma que los dichos señores fideicomisarios tengan a bien.114

Lo cierto es que tenemos constancia de que algunas Serra pudieron disponer de su dote para sus propios fines incluso antes de que se produjera la muerte de su marido. Así, aunque no conocemos la suma que alcanzó la dote de Maddalena Serra para su segundo matrimonio con su primo Battista Serra, sabemos que, en ocasión del casamiento de su hermano Giovanni Battista con Lavinia De Marini, Maddalena usó dineros de su dote para comprarle dos perlas guarnecidas con diamantes como regalo de bodas.115 La posibilidad de manejar con libertad los dineros de su dote fue precisada por el propio Girolamo Serra que, en relación a los 40 000 escudos que había otorgado a su hija para sus nupcias con Giovanni Battista Grimaldi, afirmaba que los pagaba 113 Cuando esta muriera, ocuparía su puesto el yerno, Giovanni Battista Grimaldi. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 6r. 114  Ibidem, fol. 7r. 115 Su marido Battista así lo asegura en su testamento de 3 de octubre de 1637 y, por cuenta de ello, daba la opción a Maddalena de descontar dicho precio de su dote. En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637.

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[...] a la dicha señora Magdalena, y no al dicho su marido, y sin ningún consentimiento de marido, ni de parientes, a efecto que sirvan y aquellos pueda gastar la dicha Magdalena en sus propios usos a ella bien vistos; así que en aquellos el dicho su marido no tenga que hacer, ni ponga en ellos la mano, ni los administre.116

Estas fórmulas testamentarias, también frecuentes en el caso de los legados concedidos a monjas de la familia, podrían hallarse a la base del protagonismo de las mujeres en la caridad y en la protección de aquellos miembros de la familia más perjudicados por la primogenitura o por la tendencia a la concentración del patrimonio en linajes agnaticios. Este último punto explica que las mujeres sin hijos tendieran a dejar como herederos universales a sus hermanos varones,117 aunque existían excepciones a la norma debido, precisamente, a la independencia que el marido reconocía a las viudas: su hermana Maddalena Serra, que tampoco contó con descendencia, designó como heredero universal, no a sus hermanos

116 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 6r. Esta fórmula se reproduce en numerosos testamentos tanto masculinos como femeninos. Así por ejemplo, Giovanna Doria Tursi, mujer de Giovan Francesco Serra, en su testamento de 4 de julio de 1658 declaró conceder a su hija Teresa Serra cuando se casara una renta anual de 100 escudos de 4 liras por escudo durante toda su vida «deseando que de dicho legado anual mi hija sea libre y dueña absoluta y que de este su marido o los maridos que tendrá no puedan adquirir en virtud de cualquier título o causa ningún ius o razón ni en lo que se refiere a la propiedad ni al usufructo» («volendo che del detto annuo legato detta mia figlia sia libera et assoluta patrona e che di questo non possa il marito o mariti che piglierá per qualsivoglia titolo o causa acquistarsi alcun’ius o ragione tanto per la proprietà come per l’usofrutto»). En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 18, testamento de Giovanna Doria Tursi, Massa, 4 de julio de 1658. 117 ASGe, NA, 3664, testamento y codicilo de Emilia Serra q. Girolamo, 10 y 11 de diciembre de 1619, respectivamente. Una copia en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 61.

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Giovan Francesco y Giovanni Battista, sino a su cuñado Paolo Francesco Doria y a su hermana, Artemisia Serra, como usufructuaria.118 La relativa autonomía que se reconocía a las mujeres en la gestión de sus entradas podía acarrear problemas al patrimonio heredado por los varones, aunque no faltaban los recursos para evitarlo. Fue de nuevo el caso de Emilia Serra q. Girolamo que, antes de morir, había destinado en su testamento la nada desdeñable cantidad de 10 000 liras a la obra pía de las figlie ridotte della Carità di Cristo (hijas reducidas de la Caridad de Cristo) de Génova con la condición de que cada año aceptaran en dicha fundación a una mujer que cumpliera los requisitos y que hubiera sido nombrada por su hermana Maddalena y su marido Battista Serra hasta que Giovan Francesco Serra, su hermano y primogénito varón de Girolamo, no cumpliera los veinticinco años. A partir de ese momento, sería este último el encargado de escoger a la candidata. Pero los fideicomisarios de Girolamo, entre los que se hallaba la propia Maddalena Serra, solicitaron la anulación de la disposición al Senato de la República, puesto que la testadora basaba su legado en la dote que su padre había establecido para ella en su testamento en caso de que contrajera nupcias, cosa que, como evidencian los fideicomisarios, nunca ocurrió.119

118 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59 (dos copias) y 60 (otra copia), testamento de Maddalena Serra q. Girolamo, Génova, 9 de junio de 1653. 119 No sabemos si se había concertado un matrimonio para Emilia. En cualquier caso, esta murió antes de poder casarse. Su legado fue contestado por los fideicomisarios el 22 de enero de 1620, por lo que debió de fallecer entre el 11 de diciembre de 1619 (fecha de su codicilo) y el 22 de enero del año siguiente. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 61, testamento de Emilia Serra q. Girolamo, Génova, 10 de diciembre de 1619.

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Tabla 35. Dotes de las mujeres Serra o casadas con Serra (finales del s. xvi-mediados del s. xvii)120 Esposa Emilia Spinola q. Daniele

Veronica Spinola q. Giacomo

Marido Girolamo Serra q. Paolo II (1547-1616), primeras nupcias de Girolamo Girolamo Serra q. Paolo II, segundas nupcias de Girolamo

Dote

121

88 000 liras122

Al menos 123 200 liras123

120 Tabla de elaboración propia realizada con diversas fuentes de archivo halladas y precisadas puntualmente en cada caso. 121 Los casos analizados se presentaban en escudos de oro o de plata. Cuando se ha podido conocer o suponer la fecha del matrimonio o de las capitulaciones matrimoniales con el objetivo de poder efectuar comparaciones, se han transformado los escudos de oro o plata en liras genovesas utilizando las tablas presentes en los anexos publicados por Marisilio y Lo Basso y ya mencionados en: Marsilio, C. Dove..., cit. y Lo Basso, L. Uomini da remo..., cit. Por desgracia, no se han hallado datos sobre las fechas de los enlaces para todos los casos, por lo que, en estas situaciones, se ha preferido expresar la dote en la moneda que aparece en el documento. 122 Se trataba de 20 000 escudos de oro que en 1593 equivalían a 88 000 liras. El 27 de noviembre de 1593, Daniele Spinola, padre de Emilia, confirmaba la devolución de la dote de su hija por valor de 20 000 escudos de oro. En ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, doc. 11. 123 En su testamento de 1613, Girolamo aseguraba que ya había recibido 25 000 escudos de oro de la dote de Veronica Spinola y afirmaba que debía recibir otros 3000 que su mujer obtendría tras la muerte de sus tías Battina y Giulia Spinola, hermanas de su madre Girolama Spinola q. Luca. Por tanto, la dote había sido de, al menos, 28 000 escudos de oro. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 7v. El matrimonio debió de producirse en algún momento entre 1594 y 1596, por lo que, para la transformación de los 28 000 escudos de oro, se ha decidido recurrir a la equivalencia del escudo de oro vigente en la grida genovesa para el año de 1593. Sobre la fecha del matrimonio, véase Orlando, A. «Guilliam van Deynen...», cit., p. 308.

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Maddalena Serra q. Girolamo (1600-1653), Giovanni Battista Grimalprimeras nupcias de di q. Alessandro Maddalena Maria Caterina Serra q. Domenico Cattaneo Girolamo125 Emilia Serra q. Girolamo (último testamento el 10 de diciembre de Murió antes de que pudie1619 y codicilo el ra casarse 11 de diciembre de ese mismo año)127

40 000 escudos de plata124 177 000 liras126

Entre las 93 000 y las 186 000 liras128

124 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 5v. Le deja también 500 ducados anuales sobre juros del estanco de la pimienta. No se conoce la fecha exacta en la que Giovanni Battista Grimaldi y Maddalena Serra se casaron. 125 Murió en agosto de 1647. En Lercari, Andrea. «Il percorso storico dei Cattaneo olim de Volta. Dalle lotte di fazioni e i commerci internazionali all’affermazione politica nella Repubblica di Genova», en Chiavari Cattaneo Della Volta, E. y Lercari, A. (eds.), I Cattaneo della Volta…, cit., pp. 135-259:150. 126 Girolamo estableció en su testamento de 1613 que Maria Caterina fuera dotada con una suma oscilante entre los 20 000 y 40 000 escudos de plata. La cantidad base de 20 000 escudos podía aumentarse en otros 20 000 si su hija decidiera casarse respetando la voluntad de sus fideicomisarios. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo de 4 de julio de 1613, fol. 6r. La dote final de 30 000 escudos la precisa Domenico Cattaneo, marido de Maria Caterina Serra, en su testamento de 1670. En Lercari, A. «Il percorso...», cit., pp. 151 y 152. Domenico Cattaneo se casó en primeras nupcias con Maria Caterina Serra el 27 de diciembre de 1633. En Chiavari Cattaneo Della Volta, E. y Lercari, A. I Cattaneo della Volta…, cit., pp. 149 y 626. La transformación en liras se ha realizado teniendo en cuenta la cantidad precisada por Domenico Cattaneo y usando como fecha de referencia el día del enlace. 127 ASGe, NA, 3664, testamento y codicilo de Emilia Serra q. Girolamo, 10 y 11 de diciembre de 1619, respectivamente. Una copia en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 61. 128 En su testamento de 4 de julio de 1613, Girolamo estableció como dote de su hija Emilia un mínimo de 20 000 escudos de plata (93 000 liras) y un máximo de 40 000 (186 000 liras). Como en el caso de Maria Caterina, los 20 000 escudos podían acrecentarse si Emilia decidiera casarse respe-

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Bianca Serra q. Girolamo (1601-1647)

Antonio Pallavicino q. Nicolò

Entre las 93 000 y las 186 000 liras 129

Anna Lomellini q. Tommaso

Francesco Serra q. Antonio IV (1579-1656)

Al menos 38 930 escudos de oro130

Giovanna Doria Tursi q. Carlo

Giovan Francesco Serra q. Girolamo (1609-1656)

202 500 liras131

tando la voluntad de sus fideicomisarios. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 6r. Para calcular las equivalencias en liras, se ha tomado como fecha de referencia el año de la redacción del testamento de Girolamo ya citado. En 1613 existían dos cotizaciones para el escudo de plata: 92 y 94 sueldos. Se ha optado por adoptar el valor medio de 93 sueldos para transformar los escudos de plata en liras genovesas. Como se verá más adelante, puesto que Emilia murió antes de casarse, el legado fue anulado a petición de los fideicomisarios de Girolamo Serra. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 61. 129 Se trata del mismo caso referido para la dote de Emilia Serra. La referencia a la dote que había que dar a Bianca Serra aparece en el testamento de su padre, Girolamo: entre 20 000 y 40 000 escudos de plata. Cantidades que, adoptando los 93 sueldos como el valor medio de referencia para el escudo de plata en 1613, resultarían un mínimo de 93 000 liras y un máximo de 186 000. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo de 4 de julio de 1613, fol. 6r. No conocemos la fecha en la que Bianca Serra se casó ni cuál fue la dote que percibió efectivamente. Es por ello por lo que se ha decidido tomar como referencia la fecha del testamento de Girolamo Serra de 4 de julio de 1613. 130 ASGe, NA, 5841, testamento de Anna Lomellini, Génova, 31 de agosto de 1641. En este caso, no conocemos ni la fecha de estipulación de la dote ni del matrimonio. Para evitar la distorsión que supondría transformar los escudos de oro usando como referencia la fecha de un testamento redactado muchos años después del enlace de Lomellini —cuando lo realizó ya era madre de sus cuatro hijos (Stefano, Girolamo, Nicolò y Maria)— se ha preferido mantener la cantidad como es precisada en la fuente. 131 La dote de Giovanna Doria era de 30 000 escudos de oro. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 13, testamento de Giovan Francesco Serra, 18 de diciembre de 1652. Giovan Francesco Serra y Giovanna Doria Tursi se casaron el 13 de enero de 1633. Se ha utilizado esta fecha para convertir la dote en liras genovesas.

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Lavinia De Marini q. Filippo (ca. 1612-1694)

Giovanni Battista Serra q. Girolamo (1612-1684)

266 000 liras132

A la luz de los documentos analizados en este epígrafe, podemos aventurar algunas conclusiones. Los testamentos y codicilos tomados en consideración pertenecían a ramos de los Serra que directa o indirectamente estaban al servicio de la Monarquía Hispánica. Sin embargo, ninguno de ellos efectuó donaciones a iglesias o establecimientos píos castellanos como hicieron otros genoveses, como Ottavio Centurione que, sin olvidarse de la patria de origen, no dudaron en destinar capitales a intituciones en Madrid, Alcalá, Toledo y Salamanca.133 Solo Giovanni Battista Serra, como vimos en el capítulo 10, había destinado juros de reserva a iglesias castellanas que debían ser las encargadas de hacer misas por el alma de su padre. Sin embargo, este último, en su testamento de 1613 (el definitivo), había establecido que las misas se realizaran en Génova. La decisión se debió al gasto que suponía transferir el dinero de los juros a Génova. Ello no fue óbice para que gran parte de los legados estipulados en los testamentos de los Serra se financiaran con juros castellanos o 132 Se trataba de 40 000 escudos de oro especificados en el testamento de Giovanni Battista Serra de 6 de diciembre de 1683 con la precisión de que la cobrara «poco a poco sin atropellar con la hacienda en perjuicio de sus hijos». En AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Madrid, 6 de diciembre de 1683. Giovanni Battista Serra y Lavinia De Marini se casaron el 23 de mayo de 1631, por lo que se ha usado esta fecha para realizar la conversión de la dote en liras genovesas. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 194. El impago de la totalidad de la dote de 40 000 escudos prometida a Giovanni Battista por la madre de Lavinia condujo al acuerdo de cesión a Serra de varios bienes en el territorio de Ozeri, Pieve di Rosato, llamados La Marina y La Siluetta. Este último se encontraba situado seguramente en ámbito lombardo. En ASGe, Fondo Famiglie, 66 S, «pacco di carte diverse», que incluye el documento titulado «1697 à 27 luglio. Copia semplice della transazione seguita tra il signore Filippo Serra ada una parte et il signore Domenico suo fratello dall’altra». 133 Al respecto véase Sanz Ayán, C. Un banquero..., cit., pp. 236-247.

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rentas napolitanas. Sobre este aspecto, son interesantes las instrucciones que los diputados genoveses «per le cose di Napoli» —entre los que se hallaba Paolo Serra q. Antonio IV— dieron a Agostino Centurione, enviado a Nápoles para asistir al cónsul de esta sede en la gestión de los problemas que estaba generando en el correcto funcionamiento de las obras pías genovesas la reforma de la moneda llevada a cabo por el virrey cardenal Zapata en la década de 1620. En concreto, las medidas del virrey, según los diputados, perjudicaban las rentas que los genoveses poseían en el reino y, por tanto, las «obras pías, huérfanos y viudas que de verdad precisan de ayuda y de su prudencia».134 Vista la importancia que los juros tenían en el patrimonio y en los negocios de los Serra —sobre todo desde que Battista ejerciera durante casi diez años como diputado del Medio General de 1608—, es factible que la decadencia de su valor, así como los costes que suponía girar lo recaudado a Génova, sean factores que expliquen en parte que las obras pías en Génova recibieran cada vez menos capitales. De hecho, Maddalena refería en su testamento de 1653 los problemas que había tenido para recaudar los frutos de la hacienda de su marido, motivo por el cual nombró heredero universal de su fortuna a su cuñado, Paolo Francesco Doria, que se había desplazado a España con poder de la viuda para tutelar sus intereses. Asimismo, el propio Giovanni Battista Serra, en su testamento de 1683, había aludido a las dificultades existentes en las cobranzas de los juros, motivo por el cual no podía destinar más legados a fines caritativos: 134 «Opere pie, pupilli e vedove che in vero hanno gran bisogno di agiuto e della sua prudenza». En Archivio Doria D’Angri, Parte Seconda, busta 678, «Lettere ai deputati dag'interessati di Genova nelle cose di Napoli», 1624. Naturalmente los Serra no fueron los únicos en recurrir a rentas napolitanas para financiar las disposiciones caritativas de sus testamentos. Así por ejemplo, Battina Doria, esposa de Ottavio Centurione, se sirvió de las mismas para destinar limosnas a instituciones presentes en Génova. En Sanz Ayán, C. Un banquero..., cit., p. 236.

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Suplico humildemente la Majestad divina supla con su infinita misericordia que el no alargarme a más procede del conocimiento y experiencia que tengo de las malas cobranzas y deseo no disponer cosa que no tenga su puntual cumplimiento.135

La explicación justificaba también el hecho de que las misas de su padre se terminaran realizando en iglesias de Castilla, ya que la cobranza incierta de los juros junto con los gastos que habría supuesto el traslado de lo recaudado a Génova habrían reducido sobremanera el capital final a destinar a obras pías en memoria de su padre. A estas explicaciones, como ya se ha señalado, sería necesario añadir otras cuestiones, como las dificultades económicas de los sujetos o bien, simplemente, un menor interés por la madre patria a favor de otros emplazamientos, como podría ser el caso de las mandas testamentarias de Giovanna Doria ya analizadas. Aunque el asunto está lejos de hallar una respuesta definitiva debido a la ausencia de libros contables que nos permitan estimar la evolución de las inversiones de los Serra, parece evidente que el problema de la entidad y la cantidad de las mandas testamentarias genovesas debe abordarse considerando múltiples factores difícilmente reducibles a la mayor o menor integración en Castilla de los sujetos o a la existencia o no de un sentimiento de pertenencia a la ciudad de origen que, hipotéticamente, tendería a difuminarse en aquellos genoveses más insertos en el servicio de la Monarquía Hispánica. De esta manera, resulta limitado interpretar la manda testamentaria destinada a instituciones claves del sistema asistencial de la República simplemente como un indicio del grado de integración del genovés en el servicio del Católico. Omitir el factor «ciudadano» de la interpretación de los comportamientos religiosos o culturales de los genoveses puede 135 Las cursivas son nuestras. AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Madrid, 6 de diciembre de 1683.

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conducir a explicaciones poco acordes con el universo mental genovés. Las disposiciones caritativas destinadas a obras pías genovesas se hallan tanto en testamentos de los ligures que habitaban en la madre patria como en los redactados por aquellos que se habían instalado de manera estable fuera de sus dominios, quizás incluso casándose con naturales de estos.136 El propio Giovan Francesco Serra, a pesar de que en la década de 1630 ya era un reconocido militar al servicio de Felipe IV y señor de Cassano, destinó más de 60 000 liras a las obras pías de su ciudad. Eso sí, no hay duda de que el proceso estaba sujeto a continua evolución por lo que la coyuntura del momento podía determinar cambios y un progresivo desapego de las «cosas de la República». Pero el fenómeno no fue lineal ni puede darse en absoluto por descontado para cada uno de los casos de genoveses que servían al soberano hispánico. El testamento de Giovanni Battista Serra q. Girolamo realizado en Madrid el 6 de diciembre de 1683 puede contribuir a la comprensión de lo explicado. Como se recordará, Giovanni Battista era propietario de inmuebles en Madrid y había pasado gran parte de su vida fuera de Génova. Además de sus estrechas conexiones con la Corte, gestionaba una parte del oficio de Correo Mayor de Milán. El mayorazgo que fundó con bienes de España lo hacía [...] valiéndome [Giovanni Battista] para ello de las leyes de Génova, mi patria, a las cuales estoy sujeto aunque haya tanto tiempo que me halle en España, habiendo sido siempre de paso que me lo permiten sin que sea necesaria facultad del Príncipe, la cual, sin embargo, a

136 A este respecto, véanse los casos examinados por Rafael Girón para los genoveses del levante andaluz. En Girón Pascual, R. Comercio y poder..., cit., pp. 323-325. O bien el ejemplo ya citado de Ottavio Centurione y analizado por Carmen Sanz: Sanz Ayán, C. Octavio Centurión..., cit.

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mayor abundamiento he sacado e irá conjunta con este mi testamento, de la cual usando y en virtud suya fundo el siguiente mayorazgo.137

La declaración constituye, a nuestro juicio, una síntesis perfecta de la compenetración de las dos esferas de acción y de servicio de los genoveses como los Serra: a la Monarquía Hispánica y a la República. En este sentido, destinar mandas testamentarias a instituciones genovesas no constituye un síntoma del menoscabo de los lazos con el Católico, de los servicios que le prestaba o de una menor integración en los territorios hispánicos en los que los genoveses se habían asentado. Esta práctica debe interpretarse más bien como un resquicio del universo republicano del que los genoveses provenían, y de los principios de la religión cívica que impregnaban todos los ámbitos de la vida cotidiana y, como no podía ser de otra manera, las mentalidades de sus ciudadanos. Eso sí, a finales del siglo xvi, otro factor irrumpió con fuerza en las voluntades individuales de los testadores y en sus mentalidades. A partir del Concilio de Trento, la religión cívica debió vérselas con los principios reformistas. La necesidad de salvar el alma — concepto fundamental sobre todo si se era un mercader— y la urgencia por procurar la difusión de la ortodoxia católica irrumpen en los testamentos genoveses precisamente en un momento en el que Génova inauguraba un proceso de mayor concentración de poder en los Collegi, los órganos ejecutivos de la República.

2. La

influencia de la

Reforma

católica

Los poderes eclesiásticos siempre habían sido uno de los mayores osbtáculos que podía hallar Génova al ejercicio de la religión 137 AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Madrid, 6 de diciembre de 1683. Las cursivas son mías.

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cívica. El fenómeno se sitúa en el ámbito de los clásicos conflictos entre Iglesia y Estado que adquirieron su máxima expresión cuando, a partir del concilio de Trento, la República se convirtió en uno de los objetivos primordiales de la Reforma católica. De hecho, el indiscutible carácter comercial de Génova exponía a sus ciudadanos a contactos continuos con la herejía y a prácticas perseguidas como la usura. Sin olvidar que la naturaleza mercantil y financiera de la República hacía de ella un nodo a través del cual circulaban todo tipo de noticias, objetos y personas no siempre acordes con la ortodoxia tridentina. Las relaciones entre Génova y Roma y los conflictos jurisdiccionales que se sucedieron entre ambos Estados nunca generaron una crisis con el papado como la que protagonizó Venecia y que derivó en el Interdetto decretado por Paolo V contra la Serenissima en 1606. Como bien ha evidenciado Zardin, en Génova, la Reforma católica no inclinó definitivamente los platos de la balanza a favor de la Iglesia. Es decir, a pesar de las disposiciones de Trento, la vida religiosa en la República continuó siendo administrada tanto por las autoridades civiles como por las religiosas, estrechamente interconectadas y perennemente enzarzadas en una encendida dialéctica.138 El gobierno genovés siguió controlando la catedral y el ceremonial urbano puesto en práctica en las ocasiones religiosas de mayor relevancia a través del despliegue de diversos ritos de naturaleza litúrgica o devocional. Asimismo, las autoridades ligures mantuvieron su patronato sobre las obras caritativas y asistenciales de la ciudad, representativas del ejercicio de una «piedad cívica» que, como ya se ha evidenciado, impregnaba profundamente los comportamientos y las mentalidades de sus ciudadanos. También la relación que la República mantuvo con la Inquisición romana 138 Zardin, Danilo. «Prerogative della Chiesa e prestigio della Repubblica. Dal primo Cinquecento alle riforme tridentine», en Puncuh, Dino (ed.), Il cammino della Chiesa genovese dalle origini ai nostri giorni, Génova, Società Ligure di Storia Patria, 1999, pp. 265-328:321.

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es indicativa del fenómeno mencionado: Génova observó una vigilancia y control constantes sobre los tribunales del Sant’Uffizio en virtud de diversos concordatos que habían hecho de Génova un caso único en la península italiana junto con Venecia y Lucca. Prueba de ello fueron los acuerdos establecidos con Roma tras la guerra civil genovesa de 1575-1576, que estipulaban que el inquisidor debía tomar sus decisiones junto a un cuerpo de consulentes laicos con facultad de voto consultivo pero, al mismo tiempo, decisivo. Asimismo, el notario o canciller de la Inquisición debía ser un laico perteneciente al colegio de escribanos de la República y nombrado por el gobierno ligur. Los tribunales inquisitoriales se hallaban también bajo el control de una magistratura de la República, los Protettori del Sant’Uffizio, cuyos miembros asistían a los procesos inquisitoriales, lo cual echaba por tierra uno de los principales privilegios de la institución: el secreto.139 A esta magistratura se añadió, a partir de 1593, la Giunta Ecclesiastica, destinada a defender los derechos de foro de Génova.140 Sin embargo, a pesar de que las circunstancias descritas limitaban enormemente la capacidad de acción de la Iglesia en 139 Sobre las relaciones entre Génova y la Inquisición, véanse Rosi, Michele. Storia delle relazioni tra la Repubblica di Genova e la Chiesa romana specialmente considerate in rapporto alla riforma religiosa, Roma, Tipografía de la Reale Accademia dei Lincei, 1899; Brizzolari, Carlo. L’Inquisizione a Genova e in Liguria, Génova, ERGA, 1974; Pizzorno, D. Genova e Roma…, cit., pp. 271-273. 140 La junta recibió el nombre de Giunta di Giurisdizione en 1638. Algunos conflictos entre la Iglesia y el Estado ligur nos los refiere Grendi en Grendi, E. «Morfologia...» pp. 261-262. Sobre las relaciones entre la República ligur y el pontífice, véanse Cosentino, Giuseppe. «Potere religioso e potere politico nella Repubblica di Genova (secc. xvi e xvii)» en VV. AA. La storia dei genovesi. Atti del Convegno di studi sui ceti dirigenti nelle istituzioni della Repubblica di Genova, Genova, 25-27 aprile 1985, vol. 6, Génova, Centro internazionale di studi sui ceti dirigenti nelle istituzioni della Repubblica di Genova, 1986, pp. 281-321; Nuovo, Luigi. «Cure pastorali e giurisdizionalismo: il Seicento», en Puncuh, Dino (ed.), Il cammino della Chiesa genovese dalle origini ai nostri giorni, Génova, Società Ligure di Storia Patria, 1999, pp. 329-359; Pizzorno, D. Genova e Roma..., cit., especialmente pp. 270-330.

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territorio ligur, no cabe duda de que, después de Trento, «se estaba entrando en una fase nueva que concedía más espacio que antes a la consolidación de los poderes de gobierno de la clase sacerdotal».141 En esta nueva etapa irrumpieron en Génova actores religiosos cuya interacción, de un lado, con el clero secular y regular preexistentes y, de otro, con las magistraturas de la República generó una espiritualidad compleja —barroca en todos los sentidos— que, como se verá, fue rápidamente interiorizada por los ciudadanos genoveses e hizo de ellos auténticos paladines de la Reforma católica en la Península Itálica.142 El desembarco en Génova de la orden jesuita, símbolo por excelencia de los postulados tridentinos, no fue del todo pacífico.143 Los agresivos sermones contra la usura llevados a cabo en la década 141 «Si stava ormai entrando in una stagione nuova, che lasciava più spazio di prima al consolidamento dei poteri di governo del ceto sacerdotale». Traducción propia. En Zardin, D. «Prerogative della Chiesa…», cit., pp. 321-322. 142 Sobre las consecuencias culturales y los fenómenos artísticos que la Reforma católica causó en Génova, véase Magnani, Lauro. «Committenza e arte sacra a Genova dopo il Concilio di Trento. Materiali di ricerca», en Studi di Storia delle Arti, V, (1983-1984) pp. 133-184. 143 En Génova, el Colegio jesuítico tuvo su sede inicial, en 1554, en los edificios de clausura y el claustro de la iglesia de la Santissima Annunziata in Portoria gracias a la iniciativa del jesuita Gaspare Loarte, primer rector del colegio. Poco después, se trasladó cerca de la iglesia de Nostra Signora delle Grazie. Las condiciones de insalubridad de la zona y el rechazo del clero cercano decretaron el fracaso de este primer asentamiento, a pesar del apoyo del arzobispo Girolamo Sauli y de su vicario, Egidio Falcetta, este último enormemente preocupado por las infiltraciones de la doctrina protestante en Génova. En Ferraris, Davide. «I rapporti della Compagnia di Gesù, “incarnazione della riforma”, con il potere religioso e temporale a Genova», Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, LV, 2 (2015), pp. 75-106:88-90. Sobre la orden jesuítica en Génova, véase Cosentino, Giuseppe. «Il collegio gesuitico e le origini dell’Università di Genova», Miscellanea Storica Ligure, 2 (1982), pp. 57-137; Paolocci; Claudio. I Gesuiti fra impegno religioso e potere politico nella Repubblica di Genova. Atti del convegno internazionale di studi, Genova, 2-4 dicembre 1991, número monográfico de la revista Quaderni Franzoniani, V, 2 (1992); Raffo, Giuliano. «I Gesuiti a Genova nei secoli xvii e xviii. Storia della Casa Professa di Genova della Compagnia

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de 1550 por el jesuita Emanuel Gómez —que incluían una crítica acérrima contra los modos de vestir de las mujeres genovesas— y, sucesivamente, la publicación, por el jesuita Diego (Giacomo) Laínez del tratado contra la usura Disputatio de usuris variisque negotiis mercatorum —en el que se decretaba la ilegalidad de los cambios de Besançon— no fueron la mejor carta de presentación de la orden en la República.144 Hasta el punto de que las predicaciones del primero tuvieron que cesar de manera intempestiva debido a la crispación que originaron en el seno del patriciado. No hay duda de que este tipo de discursos influyeron en las mentalidades de los hombres de negocios genoveses que, en sus testamentos, trataron de paliar los daños que sus prácticas mercantiles habrían podido originar sobre sus almas mediante la donación de conspicuas limosnas a instituciones religiosas.145 Así lo consideró Battista Serra que en sus últimas voluntades aseguraba que, como miembro de las distintas compañías comerciales en las que había operado, He tenido siempre la intención de observar los cánones sagrados. Y lo que disponen las bulas no se refería a este tipo de negocios [por lo que], claramente, no creo que se me pueda pedir restituir nada en [materia de] consciencia, sobre todo porque casi siempre he sufrido los intereses y no los he tomado. También porque negociar es un oficio peligroso y es más fácil perjudicar al prójimo que asegurarse el no hacerlo. Teniendo en cuenta que existen tantas opiniones de teólogos por ello asigno las limosnas que he hecho y haré en vida.146

di Gesù dall’anno 1603 al 1773», Atti della Società Ligure di Storia Patria. Nuova Serie, XXXVI, 1 (1996), pp. 151-419. 144 Ferraris, D. «I rapporti della Compagnia…», cit., p. 85. 145 Sobre la incidencia de los postulados tridentinos en el ámbito mercantil, véase Todeschini, Giacomo. I mercanti e il tempio. La società cristiana e il circolo virtuoso della ricchezza tra medioevo ed età moderna, Bolonia, Il Mulino, 2002. 146 «Ho sempre havuto intentione di osservare li sacri canoni e quello che dispongono le bolle non si fece intorno a queste matterie de negocy certamente non

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La cuestión no es baladí, puesto que la práctica de expiar las actividades de usura, en las que incurrían los genoveses a través de legados destinados a entidades religiosas, entraba en directa competición con aquellos dirigidos a los órganos asistenciales de la República y, por tanto, con la religión cívica promovida por las autoridades genovesas. La relación entre estas últimas y la orden jesuita no fue en absoluto homogénea y se caracterizó principalmente por su descarada ambigüedad: si, por un lado la República aprobaba la fundación en su territorio de un colegio de la Compañía, por otro se negó siempre a proporcionarle el apoyo económico necesario para su apertura. Al fin y al cabo, se trataba de una orden de matriz española que respondía en todo y para todo a la autoridad papal, lo cual suponía aceptar en los confines genoveses la presencia de una entidad religiosa que hacía claramente referencia a dos príncipes extranjeros. Los contrastes entre las nuevas órdenes y las entidades religiosas radicadas en Génova antes de las disposiciones de Trento se hallaban también a la orden del día. En este ámbito, los jesuitas eran, de nuevo, los que suscitaban mayores desconfianzas, pues su intensa actividad de predicación hacía de ellos un claro rival en la recaudación de limosnas.147 Si bien en sus inicios la Compañía se apoyó en algunas de las órdenes postridentinas y en algunas asociaciones devocionales genovesas,148 la cooperación con estas últimas mi pare di esser tenuto in conscienza alla restitutione di cosa alcuna massime che quasi sempre ho patito interessi e non presi, pure perche il negociare è mestiere pericoloso et e più facile pregiudicar al prossimo che l’assicurarsi di non farlo massime essendo tante varie le opinioni di theologi per questo assegno le limosine che ho fatto et farò vivendo». En ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. Traducción propia. Las cursivas son nuestras. 147 Asimismo, como afirma Ferraris, los jesuitas no exigían compensaciones por la dispensa de los sacramentos. En Ferraris, D. «I rapporti della Compagnia…», cit., p. 78. 148 Como el Divino Amore con los que se barajó una fusión cuando los jesuitas se hallaban provisionalmente en la iglesia de la Santissima Annunziata in Portoria y aprovechando la cercanía con la sede de la cofradía fundada por Vernazza.

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fue vista por la República con desconfianza, ya que amenazaba la tutela privilegiada que, hasta entonces, el gobierno ligur había ejercido sobre las cofradías. Como expresó claramente Andrea Spinola en su Dizionario Politico-Filosofico, No se permita que nuestros arzobispos y sus vicarios u otros líderes espirituales se asuman la autoridad mencionada porque… nuestras casaccie nunca han conocido un superior distinto de la Signoria Serenissima.149

Los vínculos de los ciudadanos genoveses con las distintas formaciones religiosas que emergieron en este período a menudo respondían en sus comienzos a iniciativas específicas encabezadas por particulares de ciertas familias, más que a acciones protagonizadas en bloque por todo el clan. Así lo demuestra la financiación por parte del jesuita Marcello Pallavicino —hermano de Nicolò Pallavicino y, por tanto, cuñado de Maria Serra q. Antonio IV— de la iglesia del Gesù, edificada dentre 1589 y 1606.150 O bien, la construcción en Génova, en la actual via Balbi, de un nuevo colegio jesuita a partir de 1634 gracias al patrocinio del jesuita Paolo Balbi.151 Es obvio que estas acciones terminaban implicando a toda la estirpe: la construcción de una capilla gentilicia en la sede de una orden específica significaba el establecimiento de una sepultura Asimismo, el ya mencionado Egidio Falcetta, vicario del arzobispo Girolamo Sauli y protector de los jesuitas en Génova, era miembro del Divino Amore. También destacó la colaboración de los jesuitas con alguna de las nuevas órdenes creadas a partir de Trento, como los somaschi a los que concedieron la gestión del hospital de San Giovanni Battista. En Ferraris, D. «I rapporti della Compagnia…», cit., pp. 92 y 93. 149  «Non si consenta che i nostri arcivescovi, et i loro vicari, o altri capi spirituali, vi prendano autorità sopra, perché… le nostre casaccie non han mai riconosciuto altro superiore, che la Signoria Serenissima». Traducción propia. En Nuovo, L. «Cure pastorali...», cit., p. 349. 150 Bozzo, Gianni y Bösel, Richard. La Chiesa del Gesù e dei Santi Ambrogio e Andrea a Genova: vicende, arte e restauri, Génova, Sagep, 2004. 151 Grendi, E. I Balbi…, cit., pp. 115-121.

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de la que podían disfrutar los descendientes del constructor; las disposiciones testamentarias que debían favorecer a perpetuidad a una determinada organización religiosa suponían la obligación moral de los herederos de cumplir la voluntad del fallecido y, por tanto, la toma de las medidas necesarias para asegurarse el mantenimiento de las donaciones; asimismo, la iniciativa de construir una iglesia para una orden específica podía verse motivada por la presencia de un religioso de la familia perteneciente a dicha orden, pero, posteriormente, era lógico que la compañía o compañías comerciales de la familia asumieran un papel fundamental en la financiación de la empresa.152 La relación con una determinada orden podía verse siempre sometida a cambios y esta podía complementarse con lazos establecidos con otros grupos «rivales». De esta manera, no hay duda de que la construcción de la capilla de la Assunta a instancias de Girolamo Serra en San Siro, sede teatina, significó la vinculación de su linaje a esta basílica y a esta orden religiosa, puesto que la capilla fue concebida como sepultura familiar. Pero, al mismo tiempo, la relación con los padres de San Siro debió de atravesar por ciertos altibajos, como se deduce de la cancelación, por parte de Girolamo, en su codicilo redactado en Loano en 1616, de ciertos legados que había estipulado a favor de los teatinos en su testamento de 1613.153 Por otro lado, es conocido el conflicto que se originó entre teatinos y jesuitas por la posibilidad de que estos últimos asentaran la sede de su colegio en las inmediaciones de

152 Es el caso de Stefano Balbi, hermano de Paolo: si bien en la iniciativa del colegio jesuítico fue fundamental el nombramiento de este último como gobernador del colegio genovés, la colaboración de Stefano y de su compañía comercial fue decisiva en el inicio de las obras. En ibidem, p. 117. 153 La cancelación de las donaciones a favor de San Siro la formalizó Girolamo en su codicilo del ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, codicilo de Girolamo Serra, Loano, 12 de mayo de 1616, fol. 22v.

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San Siro.154 Sin embargo, ni este acontecimiento ni los lazos (fluctuantes) que mantuvo Girolamo con los teatinos impidieron que su hija, Maddalena, se mostrara devota de diversas órdenes entre las que destacaban la jesuita y la capuchina. Su afinidad con esta última se concretó en su designación como administradora de la iglesia della Maddalena fundada por ella misma en Quarto (en la actual Liguria), como veremos más adelante. Respecto a los tratos de Maddalena con la Compañía, la hija de Girolamo concedió 2000 liras a los jesuitas en su testamento de 9 de junio de 1653 para que hicieran aquello que había encomendado al jesuita Vincenzo Giustiniano.155 En esta misma ocasión, Maddalena donó a San Siro solo veinticinco liras, cifra que contrasta notablemente con las mil que dispuso para el fondo de la novena de la iglesia del Gesù destinado a las «misas de Muertos».156 Por el contrario, su marido, Battista Serra q. Antonio IV, sí que recordó entre sus legados a los teatinos a los que donó mil liras. Los padres de esta orden se erigían así en la única organización religiosa a la que Battista 154 Magnani, L. «Committenza...», cit., p. 145. 155 El padre Vincenzo Giustiniani debió de jugar un papel fundamental en la afinidad que demostraron algunas de las hijas de Girolamo por la orden jesuita. También Maria Caterina Serra, esposa de Domenico Cattaneo, destinó un importante legado (mil liras) a la casa jesuítica en la que «habiterà il padre Vincenzo Giustiniano». En ASGe, NA, 5841, testamento de Maria Caterina Serra, Génova, 2 de mayo de 1642. Eso sí, antes de 1642, Maria Caterina ya se mostraba inclinada a beneficiar a la Compañía: en su testamento de 27 de mayo de 1636 donó a la orden 2000 liras. En id., testamento de Maria Caterina Serra, Génova, 27 de mayo de 1636. También Bianca Serra, otra de las hijas de Girolamo, destinó una donación a favor de Giustinani. En concreto cincuenta reales de a ocho. En AGS, CME, leg. 1092, doc. 1, testamento de Bianca Serra, Génova, 19 de noviembre de 1647. 156 A este le entregó también un papel firmado ante notario con ulteriores instrucciones. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59, testamento de Maddalena Serra, 9 de junio de 1653. Otra hija de Girolamo, Artemisia, evidencia la tendencia de los individuos a relacionarse al mismo tiempo con diversas congregaciones religiosas.

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destinó capitales, puesto que el resto de sus legados fueron dirigidos a instituciones asistenciales de la República.157 La Companía contó con más adeptos del ramo del difunto Antonio IV Serra: dos hijos de Francesco Serra q. Antonio IV y de Anna Lomellini entraron en la orden y a uno de estos (Giovanni Andrea), Giovanna Doria Tursi, esposa de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, le dejó 3500 liras para que cumpliera aquello que le había confiado.158 En el mismo documento, Giovanna afirmaba que si su heredero universal no cumpliera con los legados que había dejado escrito en un papel conservado en su escritorio, este habría perdido su condición de heredero a favor del colegio jesuita de Savona. La implicación de la familia Serra con la orden creada por San Ignacio de Loyola vino de la mano de su identificación con uno de sus principales objetivos: la evangelización. Dada la naturaleza de algunos de los legados presentes en algunos de los testamentos femeninos analizados, sería legítimo indagar sobre la posible participación de los Serra jesuitas en algunas de las misiones de la orden.159 A diferencia de lo establecido por Giovanna Doria en su codicilo de 1662, su marido, Giovan Francesco q. Girolamo había escogido al monarca Católico como heredero universal en el caso de que no se respetaran sus disposiciones testamentarias. Ante 157 ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 158 En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5,19, codicilo de Giovanna Doria Tursi, Salerno, 27 de mayo de 1662. Entre los hijos de Antonio IV que manifestaron una especial afinidad con la orden se encontraba Maria Serra, pero, como se verá más adelante, esta debe ponerse en relación con su matrimonio con Nicolò Pallavicino, hermano de Marcello Pallavicino que, como se comentó, fue el artífice de la construcción de la iglesia del Gesù. 159 Al respecto, es elocuente el legado que dispuso Bianca Serra a favor de su hijo Nicolò en su codicilo de 19 de noviembre de 1647 por el cual consentía donarle mil ducados (suma que había revocado inicialmente por haber tomado los hábitos) en el caso de que este decidiera embarcarse a Indias o a otra parte para convertir infieles. En AGS, CME, leg. 1092, 1, codicilo de Bianca Serra, Génova, 19 de noviembre de 1647.

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similares circunstancias, Giovanni Battista Serra, su hermano, había indicado como heredero alternativo a las obras pías de Génova a las que su padre Girolamo Serra había dejado ciertas sumas. En concreto, el hospital de Pammatone, el Ufficio dei Poveri y el de la Redenzione di Schiavi di Genova. Sin olvidar a las iglesias pobres de la Terraferma genovesa. Es significativo, además, que Giovanni Battista estableciese que fuera el Dux de la República el que se encargase de la distribución de sus bienes entre las distintas instituciones.160 La variada casuística existente es indicativa tanto de la flexibilidad de los comportamientos religiosos —difícilmente reducibles a una lógica estrictamente faccional o familiar que pase por alto las implicaciones individuales—, como de la influencia que la religión cívica continuó ejerciendo sobre los genoveses. Todo ello hacía de los testamentos ligures el ensemble perfecto entre los valores reformistas y republicanos. La laxitud con la que comenzaron a aplicarse los principios tridentinos en Génova derivó, no solo de la oposición protagonizada por la República, sino de la actuación del propio clero. Prueba de ello fue el arzobispo Cipriano Pallavicino, que en el sínodo de 1574 se mostró conservador y poco dispuesto a aplicar sistemáticamente los decretos conciliares. Sus acciones apenas minaron la autonomía de las iglesias locales genovesas y, para evitar conflictos con los poderes laicos de la ciudad, evitó la adopción de medidas enérgicas contra las infiltraciones protestantes.161 La visita apostólica realizada por Francesco 160 AGS, CME, leg. 1405, 24, testamento de Giovanni Battista Serra, Madrid, 6 de diciembre de 1683. 161 La dificultad de analizar la actitud de la Inquisición de Génova en relación al protestantismo se debe a la destrucción del archivo inquisitorial tras la Revolución Francesa. A la luz de las fuentes disponibles, se puede suponer que los casos de protestantismo en la República no fueron numerosos. Zunckel atribuye el fenómeno al papel que ejercía Milán como filtro a la llegada a Génova de mercaderes sospechosos de protestantismo, y apunta igualmen-

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Bossio a Génova en 1582 tenía como objetivo poner remedio a la permisividad de Pallavicino e individualizar aquellos ámbitos en los que era urgente intervenir para asegurar el cumplimiento de los presupuestos tridentinos.162 Como era de esperar, el visitador pronto se ganó las antipatías de la República que no dudó en manifestar su desaprobación a las exigencias de Bossio con diversos memoriales dirigidos a Roma.163 Precisamente, uno de los terrenos que, según Bossio, requerían de una intervención urgente y decidida era el referido a la educación del sacerdocio. En este sentido, en Génova jugó un papel relevante el arzobispo Antonio Sauli que, en la década de 1590, aceptó financiación de la República para el seminario de sacerdotes, apoyo que las autoridades genovesas pretendieron aprovechar para imponer su criterio sobre quiénes y cuántos podrían acceder al mismo.164 A la injerencia de la República se unieron serios problemas económicos que condujeron al cardenal Stefano Durazzo a decretar, en 1645, una tasa al clero para asegurar el mantenimiento del seminario.165 Las evidentes dificultades que se verificaban en la formación de los clérigos motivaron la participación de Girolamo Serra, junto a te al celo con el que la República custodiaba su emporio económico que podía conducir a la protección de los comerciantes sospechosos de herejía. En Zunckel, J. «Esperienze e strategie...», cit., p. 7. Sobre la presencia de protestantes en Génova en los siglos xvi y xvii, véanse: Rosi, Michele. «La riforma religiosa in Liguria e l’eretico umbro Bartolomeo Bartoccio. Ricerche storiche condotte dall’apparire dell’eresia in Liguria nella prima metà del secolo xvi all’anno 1569», Atti della Società Ligure di Storia Patria, XXIV (1892), pp. 555-726; Lamberti, M. C. «Mercanti tedeschi…». cit.; Fontana, Paolo. «Protestanti e inquisitori a Genova tra i secoli xvi-xviii. Il problema della “militia germanica”», Nuova Rivista Storica, 80 (1996), pp. 211-220; Grendi, Edoardo. «Gli inglesi a Genova (ss. xvii-xviii)», Quaderni Storici, XXXIX/1, 115 (abril de 2004), pp. 241-278. 162 Zardin, D. «Prerogative della chiesa…», cit., p. 314, 317-320. 163 Grendi, E. «Morfologia...,» cit., p. 261. 164 Nuovo, L. «Cure pastorali…», cit., p. 345. 165  Ibidem, p. 346.

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otros ciudadanos y con el consentimiento del arzobispo de Génova, en la fundación de un seminario de sacerdotes [...] para sobrellevar muchas iglesias parroquiales de muchas villas o lugares de la Señoría de Génova: a las cuales por defecto de curas o por poca inteligencia no se les administran los sacramentos de la iglesia, y menos enseñan aquellas cosas necesarias para vivir cristianamente, lo cual es en perjuicio y detrimento del culto divino y de las almas.166

Para financiar la iniciativa, Girolamo destinaba una renta de 400 liras anuales durante diez años —para lo cual ya había emitido carta de pago— y prometió de palabra abonar otras 400 liras anuales por diez años más para poder afrontar el gasto de la casa en la que residirían los sacerdotes. A pesar de estas afirmaciones, seguidamente Girolamo ordenaba a sus herederos legar las 800 liras anuales a la institución no solo por diez años, sino a perpetuidad para asegurarse de que esta «persevere en todo venidero tiempo».167 Eso sí, especificaba que el responsable de la obra pía debía ser un laico y esta debía ser gobernada siempre por ciudadanos seglares sin que el arzobispo de Génova u otro eclesiástico pudiera contradecir este requisito. La precisión es una clara manifestación de las resistencias del patriciado de la República a ceder espacio a elementos que pusieran en peligro la independencia y la autonomía genovesas, máxime en un ámbito tan delicado como la formación de nuevos clérigos. La sensibilidad de Girolamo a los nuevos aires que se respiraban en Génova en ámbito religioso se puso de ma166 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 3v. Sobre la participación de Girolamo Serra en la fundación del seminario, véase también ASGe, NA, 3663. 167 Para su financiación destinaba rentas anuales y censos que tuviera en la ciudad de Génova, como el comprado por Girolamo a Bendinello Negrolo por precio de 12 000 liras y que rendía 600 liras anuales. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 4r.

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nifiesto también en su deseo de contratar a cuatro maestros a los que se les debían pagar 300 liras al año. Estos debían enseñar a treinta alumnos pobres de cuatro lugares de la ciudad de Génova escogidos por sus fideicomisarios allá donde estimaran que hubiera mayor necesidad. 168 Los maestros tenían que ser sacerdotes que no tuvieran responsabilidades que les impidieran cumplir con las tareas programadas: en un primer momento, debían enseñar a leer y a escribir y, sucesivamente, podían introducir a los alumnos en la gramática «la cual llegará sin que sepan latín».169 La impartición de una enseñanza elemental, consistente en leer, escribir y en el uso y la comprensión del latín era una tendencia muy arraigada en Génova desde la Edad Media, hasta el punto de que algunos han apuntado a esta modalidad de enseñanza como la culpable del retraso de la introducción de las escuelas de ábaco en la República.170 El programa de estudios indicado por Girolamo se distancia, por tanto, del aconsejado por 168 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, codicilo de Girolamo Serra, Loano, 12 de mayo de 1616, fol. 21v. 169  «La quale arrivera sin che sapino lattinare». Traducción propia. El aprendizaje de gramática por entonces comprendía el estudio del latín. Sobre las materias impartidas y la importancia de la enseñanza en la Italia de la reforma católica, véanse: Balani, Donatella y Roggero, Marina. La scuola in Italia dalla Controrifoma al secolo dei Lumi, Turín, Loescher, 1976; Brizzi, Gian Paolo. «Strategie educative e istituzioni scolastiche della Controriforma», en Asor Rosa, Alberto (ed.), Letteratura Italiana, vol. 1 (Il Letterato e le istituzioni), Turín, Einaudi, 1982, pp. 899-920; Lucchi, Piero. «Leggere, scrivere e abbaco: l’istruzione elementare agli inizi dell’età moderna», en VV. AA. Scienze, credenze occulte, livelli di cultura. Convegno internazionale di studi, Firenze, 26-30 giugno 1980, Florencia, Olschki, 1982, pp. 101-119. Sobre la enseñanza en Liguria en la Edad media y moderna: Petti-Balbi, Giovanna. L’insegnamento nella Liguria medievale. Scuole, maestri, libri, Génova, Tilgher, 1979; Zanini, Andrea. «Abaco e aritmetica mercantile a Genova nel xvii secolo: i manuali e la scuola di David Veronese», Atti dell’Accademia Ligure di Scienze e Lettere. Serie VI, vol. VI (2003-2004), pp. 225-256. 170 Se trataba de escuelas originadas en Toscana a finales del siglo xiii especializadas en la enseñanza de matemática y técnicas mercantiles. En Petti-Balbi,

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Andrea Spinola para los hijos de los patricios de la ciudad que, además del latín, incluía el aprendizaje del ábaco, «sin el cual en Génova no se ganan dineros».171 Asimismo, la propuesta de Girolamo daba la posibilidad de acceder a los rudimentos de latín —un instrumento fundamental para asumir una profesión que permitiera a los indigentes elevar su estatus social, ejerciendo, por ejemplo, como escribas— a alumnos que aún no supieran leer ni escribir, ya que la fundación se hacía cargo de alfabetizarlos. Una opción que, sin embargo, la orden jesuita, paradigma de la enseñanza de la ortodoxia tridentina, no contemplaba, puesto que los alumnos que aceptaban ya debían dominar la lectura y la escritura en el momento en el que se produjera su ingreso en la escuela. Un conocimiento que, por tanto, los estudiantes debían adquirir previamente con preceptores privados que no todos podían permitirse. La fundación de Girolamo demostraba, además, su implicación con los principios postridentinos mediante la prescripción a los alumnos de rezos diarios de padrenuestros y avemarías ante imágenes que debían situarse en la entrada de la escuela. Asimismo, los maestros debían imponer a los alumnos la asistencia a todas las fiestas de la parroquia para «sentir la detta vita cristiana».172 Junto con la educación, otro de los aspectos de los que se lamentaba el visitador Bossio era el mal estado en el que se hallaban los edificios destinados al culto, sobre todo si estos se comparaban con el lujo que ostentaban los palacios privados de los patricios genoveses. Hecho que habría motivado una

Giovanna. «La scuola medievale», en Puncuh, Dino (ed.), Storia della cultura ligure, vol. 3, Génova, Atti della Società Ligure di Storia Patria, 2005, pp. 5-46. 171  «La scienza [del ábaco] senza la quale qui [a Genova] non si guadagnano denari». Traducción propia. En Spinola, A. Scritti scelti…, cit., p. 298. 172 ASGe, NA, 3663.

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advertencia casi amenazadora de Bossio a los ciudadanos de la República: Recordad, queridas almas, que a ojos de Dios son malditos aquellos que van añadiendo muro a muro y casa a casa, y aquellos que edifican palacios amplios y suntuosos; por lo que pueden temer merecidamente ser enviados al fuego eterno con el resto de malditos.173

En contraste con la magnificencia de los edificios privados, muchas iglesias —sobre todo las situadas en ámbito rural— carecían de los recursos indispensables para el culto. Tal y como testimoniaba Bossio, muchas parroquias no contaban con paramentos, confesionarios o libros litúrgicos actualizados, considerados esenciales para el mantenimiento de la dignidad de la iglesia y para la dispensa de los sacramentos que el protestantismo ponía en tela de juicio. Se entiende así que los testamentos realizados después de Trento recogieran disposiciones destinadas a paliar el mal estado de algunos de los templos católicos genoveses. Veronica Spinola, esposa de Girolamo Serra, en su testamento de 1613, legó 500 liras a los protectores de las iglesias pobres con el objetivo de que se fabricaran los paramentos destinados a los sacerdotes y a los altares, todos ellos necesarios para celebrar «el Santo Sacrificio delle messe».174 En línea con los deseos de Veronica, su marido, Girolamo Serra, destinó, en su codicilo realizado en Loano el 12 de mayo de 1616, la suma de 900 liras anuales a perpetuidad para las iglesias de aquellos

173 Traducción propia del texto original citado por Ferraris: «Ricordatevi, anime mie care, che da Dio sono maledetti quelli, che vanno aggiungendo muro a muro, et casa a casa, et quelli, ch’edificano i palazzi ampli, et sontuosi; onde possono anche meritatamente temere d’esser mandati con gli altri maledetti nel fuoco eterno». En Ferraris, D. «I rapporti della Compagnia…», cit., p. 95. 174 ASGe, NA, 5782, testamento de Veronica Spinola, Génova, 10 de octubre de 1613.

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lugares en los que no hubiera sacerdotes con el objetivo de que pudieran celebrarse en ellas los diversos oficios.175 Legados como los mencionados se hallaban en línea con la difusión del culto eucarístico que se veía apoyado en Génova por la cofradía del Santissimo Sacramento y por la obra pía fundada por Virginia Centurione Bracelli (1587-1651), nacida con la aprobación del arzobispo Orazio Spinola con el fin de suministrar lo necesario para la celebración de la Eucaristía a las iglesias que se hallaran desprovistas de mobiliario, paramentos, libros o vasos sagrados.176 Los llamamientos a limpiar las conciencias del pecado de la usura y a enaltecer la religión postridentina se concretizaron en numerosas iniciativas a favor de diversas comunidades eclesiásticas que, en el caso de los Serra, evidencian nuevamente su interés por incrementar el control sobre algunos de los espacios en los que ya se hallaban presentes.177 En la ciudad, los Serra ejercieron su patronato sobre la basílica teatina de San Siro, en la que, el 20 de abril de 1597, Girolamo Serra había comprado por 200 liras una capilla situada en la cabecera de la iglesia, en la nave izquierda y dedicada a la Assunta (Asunción).178 El precio reducido, según Podestà, Musella y Augurio, puede explicarse por el hecho de que, poco antes de la venta, el templo había sufrido un incendio, por lo que el interés de los padres teatinos en restaurar la iglesia lo antes posible

175 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, codicilo de Girolamo Serra, Loano, 12 de mayo de 1616, fols. 21v y 22r. 176 Nuovo, L. «Cure pastorali…», cit., pp. 351 y 354. 177 Al respecto, véase la tabla 36. 178 El precio es irrisorio si se compara con el precio pagado por otras familias en la misma época. Como precisa Giorgio Doria, la inversión podía llegar alcanzar hasta 10 000 escudos de oro. Un análisis de los gastos efectuados por el patriciado genovés en este sentido en Doria, G. «Investimento...», cit. Véanse las ilustraciones 17 y 18 de la capilla de San Siro.

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pudo haber motivado que Girolamo pudiera comprarla con una inversión mínima.179 La adquisición de una capilla en San Siro representaba una inversión enormemente simbólica. La iglesia era una de las más antiguas de Génova —sus orígenes se sitúan en el siglo iv—, fue sede obispal al menos hasta el siglo x y primera catedral de la ciudad.180 Asimismo, «San Siro» era una de las denominaciones que recibía el pórtico de San Luca, el lugar en el que se reunían los representantes de la facción vecchia de la República, por lo que la basílica homónima constituía todo un símbolo de la nobleza vieja a la que pertenecían los Serra.181 La importancia que Girolamo atribuyó a la capilla se pone de manifiesto en su testamento de 1613 en el que estipuló que no se pudiera alienar bajo ningún concepto, que esta fuera legada a sus descendientes tanto por vía masculina como femenina y que fuera mantenida con el legado de 30 luoghi de San Giorgio.182 Asimismo, Girolamo estableció que la capilla debía servir como sepultura de sus sucesores, decisión con la 179 P  odestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 76. En este trabajo, los autores se refieren a la capilla con el nombre de San Valentino. El nombre actual de la misma es Nostra Signora della Provvidenza già dell’Assunta y en la iglesia de San Siro se haya indicado que la capilla recibía el nombre Dell’Assunta cuando se hallaba bajo el patronato de la familia Serra. Puesto que en las fuentes que hemos consultado, los Serra no mencionan el nombre de su capilla, hemos preferido referirnos a ella con su nombre actual. Candida-Gonzaga, en la voz dedicada a los Serra, se refiere a la capilla con el nombre Dell’Assunta. En Candida-Gonzaga, B. Memorie…, cit., pp. 218-219. La suma reducida pagada por Girolamo podría justificarse por favores que este habría podido hacer a los religiosos y que se habrían traducido en el establecimiento de un precio simbólico para la compra de la capilla. Agradezco a Rafael Valladares su sugerencia al respecto. 180 Alizeri, F. Guida artistica…, cit., vol. 1, p. 479-506; Boggero, Franco. Chiesa di San Siro, Génova SAGEP, 1977. 181 Sobre la denominación de los pórticos de las facciones nuova y vecchia, véase Bitossi, C. Il governo..., cit., p. 39. 182 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, doc. 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fols. 2v y 3v.

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que se adhería a la tendencia que se impuso en Génova en el siglo xiv, por la que los sujetos más pudientes de la sociedad comenzaron a establecer la propia sepultura junto a la de otros parientes en monumentos o capillas fúnebres erigidos ad hoc en iglesias que se hallaban en las inmediaciones del espacio social de la familia.183 La disposición testamentaria de Girolamo da la oportunidad para analizar el peso de las elecciones individuales en la construcción de la memoria familiar. Su hijo Giovan Francesco, en sus testamentos de 1635 y 1638, confirmaba que quería seguir los deseos del padre difunto y, por tanto, ser enterrado en San Siro. En el realizado en 1652 ratificaba tal voluntad, pero esta debía ser aplicada solo en el caso de que muriera en Génova. Si falleciera en otro lugar, la decisión sobre su enterramiento estaría en manos de su viuda, Giovanna Doria. En el codicilo de Gerona, redactado solo un año después, Giovan Francesco cambiaba de opinión y se decantaba por una sepultura en la iglesia de capuchinos de Cassano (Nápoles). Prueba de la influencia que ejercía el individuo en la decisión del enterramiento —por encima de cualquier lógica familiar— la hallamos en el primogénito de Giovan Francesco: si bien Giuseppe determinó que su cuerpo debía reposar en la iglesia de San Nicola Tolentino de Nápoles, ordenaba a sus herederos que, en cuanto fuera posible, trasladaran su cadáver a San Siro. Por otro lado, Giovanni Battista Serra q. Girolamo, hermano de Giovan Francesco, en su último testamento de 1683, señaló como lugar de sepultura el convento o iglesia masculinos de carmelitas descalzos más cercano al lugar en el que hubiera fallecido y, en caso de que no existiera, deseaba que sus restos mortales yacieran en un monasterio gobernado por monjas carmelitas descalzas, bajo el altar de Nuestra Señora del Carmen 183 La tendencia ha sido apuntada por Petti-Balbi en Petti-Balbi, G. Governare..., cit., p. 36.

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Ilustración 17. Capilla dell’Assunta bajo el patronato de la familia Serra, en la basílica de San Siro, Génova184

184 Fotografía tomada por la autora.

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Ilustración 18. Detalle del relieve de la capilla dell’Assunta bajo patronato de la familia Serra, en la basílica de San Siro (Génova)185

de Santa Teresa. Si ello no fuera posible, aceptaba cualquier otro convento y dejaba al arbitrio de su heredero la posibilidad de ser trasladado a la capilla que su difunto padre poseía en San Siro. La sepultura en San Siro estaba también abierta a los sujetos femeninos del linaje de Girolamo Serra. Su segunda esposa, Veronica Spinola, en su testamento de 1613, decidió ser enterrada en la capilla mencionada junto a su marido.186 Emilia Serra q. Girolamo, que murió antes de contraer nupcias, comunicó en sus últimas voluntades el deseo de descansar eternamente en la capilla familiar,187 al igual que Lavinia De 185 Fotografía tomada por la autora. 186 ASGe, NA, 5782, testamento de Veronica Spinola, Génova, 10 de octubre de 1613. 187 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 61, testamento y codicilo de Emilia Serra, Génova, 10 y 11 de diciembre de 1619, respectivamente.

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Marini, esposa de Giovanni Battista q. Girolamo.188 Se trata de un fenómeno indicativo de la progresiva consolidación del vínculo conyugal y de la familia nuclear en los siglos modernos, y que suponía que las mujeres no casadas continuaran formando parte del linaje de origen, mientras que las que contrajeran matrimonio, se unían a la estirpe del marido con el que habrían compartido sepultura.189 De ahí que otras hijas de Girolamo (Artemisia, Bianca y Maria Caterina) expresaran su voluntad de ser enterradas en las capillas de sus esposos. Así, las de las dos primeras —casadas con Paolo Francesco Doria y con Antonio Pallavicino, respectivamente— se situaron en el Gesù, bajo el gobierno de la orden jesuita, mientras que la de Maria Caterina —esposa de Domenico Cattaneo—, en la iglesia de Sant’Anna, administrada por los carmelitas descalzos.190 A pesar de estos esquemas que podían limitar la capacidad de decisión de los sujetos femeninos, no faltaron excepciones: Maddalena Serra q. Girolamo, en su testamento definitivo de 1653, manifestó su voluntad de recibir sepultura en la iglesia de la Concepción de los padres capuchinos, por tanto, no junto a los restos mortales de su marido;191 Giovanna Doria, esposa de Giovan Fran188 ASGe, NA, 9510, testamento de Lavinia De Marini, Génova, 4 de junio de 1687. 189 Al respecto, vease Visceglia, M. A. Il bisogno..., cit., pp. 107 y ss.; Sarti, Raffaela. Vida en familia. Casa, comida y vestido en la Europa moderna, Barcelona, Crítica, 2002, p. 91; Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 294. 190 El testamento y codicilo de Artemisia Serra en AGS, CME, leg. 860, doc. 42, testamento y codicilo de Artemisia Serra, Génova, 3 de junio de 1688 y 14 de febrero de 1696, respectivamente. El codicilo de Bianca Serra en AGS, CME, leg. 1092, doc. 1, codicilo de Bianca Serra, Génova, 19 de noviembre de 1647. Los testamentos de Maria Caterina Serra en ASGe, NA, 5841, testamentos de Maria Caterina Serra, Génova, 27 de mayo de 1636 y 2 de agosto de 1642. 191 En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59, testamento de Maddalena Serra, Génova, 9 de junio de 1653. Como veremos a continuación, Battista Serra, su marido, estableció como lugar de sepultura el convento de Nostra Signora del Carmine, bajo el patronato de su familia.

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cesco, señaló para este cometido a cualquier convento de monjas carmelitas descalzas del lugar en el que falleciera y, en caso de que no hubiera ninguno en las inmediaciones, debía subentrar uno masculino de la misma orden.192 Como puede vislumbrarse, no fueron pocos los genoveses que mostraron su entusiasmo por los carmelitas reformados de origen español. El desembarco en Génova de los carmelitas descalzos se produjo de manos de Nicolò Doria en la década de 1580 y, después de la fundación de los primeros monasterios masculinos y femeninos —el monasterio de Sant’Anna en 1584 y el de Gesù e Maria en 1590, respectivamente— la nueva orden se extendió rápidamente por toda Italia.193 Sin embargo, la versión no reformada del Carmelo continuó reclutando adeptos, como demuestran los descendientes de Antonio IV Serra y de Claudia Lomellini. La muerte de Antonio IV Serra se produjo antes de que pudiera invertir en la adquisición de una capilla gentilicia como hizo su hermano Girolamo. Pero ello no impidió que sus descendientes contaran con un lugar de enterramiento en una sede prestigiosa desde 1605. El lugar escogido fue la capilla del coro y altar mayor del convento carmelita de Nostra Signora del Carmine, situada en las inmediaciones de la actual via Balbi.194 El artífice del patronato de la familia sobre esta iglesia y convento fue el cardenal Giacomo Serra q. Antonio IV.195 La aprobación de la concesión por parte de los monjes carmelitas 192 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 18, testamento de Giovanna Doria Tursi, Massa, 4 de julio de 1658. 193 Sobre la difusión del carmelo reformado en la península italiana en Edad Moderna y la importancia de Génova al respecto véase Giordano, Silvano y Paolocci, Claudio (dirs.), Nicolò Doria: itinerari economici, culturali, religiosi nei secoli 16.-17 tra Spagna, Genova e l’Europa, Génova, Associazione Amici della Biblioteca Franzoniana, 1996. 194 Juan Félix Francisco Rivarola y Pineda, en su crónica sobre Génova de 1729, escribía que en virtud de dicho patronato se podía observar en la iglesia el escudo de armas de la familia Serra. En Rivarola y Pineda, J. F. Descripción..., cit., p. 49. 195 ASGe, Ms, 555, fol. 55.

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de la iglesia se produjo el 4 de febrero de 1606 y estipulaba el pago anual a dichos frailes de 400 liras situadas sobre censos anuales en Génova. La capilla fue concebida con derecho de sepultura tanto para Giacomo como para sus hermanos Paolo, Battista y Francesco. Sin embargo, tal y como refiere Spreti, Giacomo sería enterrado finalmente en la iglesia de la Paz de Roma en 1623.196 A pesar de que Podestà, Musella y Augurio afirman que en los libros parroquiales de la iglesia no consta que la capilla fuera utilizada como sepultura,197 Battista y Paolo Serra, hermanos del cardenal, manifestaron claramente sus deseos de ser enterrados en el convento carmelita y, al menos en el caso de Paolo, así se hizo. 198 Aunque en la ciudad de Génova no nos consta que los Serra de Girolamo o de Antonio IV ejercieran su patronato sobre otros enclaves religiosos, no hay duda de que las donaciones a iglesias y conventos que efectuaban en sus testamentos no se reducían a aquellas bajo su protección. Se trataba de una estrategia que permitía hacer sentir la presencia de la familia más allá de los espacios conocidos, y demostrar así la capacidad económica y de 196 Spreti, V. Enciclopedia storico-nobiliare…, cit., vol. 6, p. 275 197 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 93. 198 ASGe, NA, 5860, codicilo de Paolo Serra, 11 de diciembre de 1630. Su mujer, Violante Spinola, confirmó en su testamento que el cadáver de su marido se hallaba en la iglesia de Nostra Signora del Carmine. En ASGe, NA, 5861, testamento de Violante Spinola, Génova, 18 de abril de 1642. Spinola manifestará su deseo de ser enterrada junto a los restos mortales de su marido en el convento e iglesia carmelita en cuestión. Similar decisión tomó Anna Lomellini, cónyuge de Francesco Serra q. Antonio IV, por lo que podemos suponer que también su esposo fue enterrado en dicha iglesia. ASGe, NA, 5841, testamentos de Anna Lomellini, Génova, 1 de agosto de 1641 y 24 de febrero de 1649. Battista Serra estipuló su sepultura en la iglesia carmelita en su testamento de 1637: ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. También Claudia Lomellini, esposa de Antonio IV Serra y, por tanto, madre de Battista: ASGe, NA, 5860, testamentos de Claudia Lomellini, 25 de enero de 1606, 15 de mayo de 1614 y 7 de noviembre de 1618.

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influencia de que gozaban. Además de los variados legados económicos establecidos a favor de las diversas iglesias de la ciudad, era importante hacerse ver en determinadas sedes eclesiásticas y valerse de ellas para determinadas ceremonias. Por su cercanía al ámbito urbano en el que residían los Serra y por su importancia central en la vida pública genovesa, merece una consideración especial la basílica de Nostra Signora dell Vigne. Esta representaba, junto a la catedral de San Lorenzo y el Gesù, uno de lo escenarios privilegiados de la predicación, momento que suscitaba la reunión de buena parte del patriciado genovés.199 Asimismo, se recuerda que el palacio comprado por Girolamo en el actual Vico delle Mele se encontraba situado en la antigua calle de Santa Maria delle Vigne, vía en la que también Battista Serra decía residir. En Santa Maria delle Vigne fue bautizado Giovan Francesco Serra q. Girolamo y fue esta la iglesia destinataria de una lámpara de plata que su hermana, Maddalena Serra, destinó para el altar de Nostra Signora con la idea de que se mantuviera encendida a perpetuidad.200 En lo que concierne a los espacios religiosos de la familia en el territorio suburbano genovés, el ramo de Antonio IV Serra no escatimó en medios para hacerse presente en uno de los núcleos monásticos más significativos de la zona: la abadía de Sant’Antonio de Sampierdarena. El monasterio, actualmente inexistente, se encontraba bajo el gobierno de la orden agustina al igual que su vecina, la iglesia de Santa Maria della Cella.201 El convento de Sant’Antonio se ubicaba

199 Nuovo, L. «Cure pastorali...», cit., p. 348. 200 El bautizo de Giovan Francesco en Santa Maria delle Vigne es señalado por Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 378. La donación de la lámpara es precisada por Maddalena en su testamento de 1627: ASGe, NA, 5860, testamentos de Maddalena Serra, Madrid, 21 de diciembre (?) de 1627 (testamento A). Véanse las consideraciones efectuadas sobre los dos testamentos en nota 181 del capítulo 11. 201 Además de Sant’Antonio de Sampierdarena, Claudia Lomellini, esposa de Antonio IV Serra, recordaba en su testamento las obligaciones que los

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en el mismo eje en el que se hallaba el palacio y villa de Girolamo Serra y de sus herederos, pero en la vertiente de la colina, en concreto a la altura de la actual salita inferiore Rosa Salvator. Por tanto, se hallaba en las inmediaciones de la villa que poseía Paolo Serra q. Antonio IV. El patronato de Paolo sobre dicho monasterio queda patente en su codicilo de 11 de diciembre de 1630, en el que estableció que la renta de 282 ducados anuales que poseía en Nápoles sobre la dogana de Puglia fuera empleada para el mantenimiento de los padres de la institución. La condición era que los religiosos del monasterio fueran siempre personas aprobadas por sus herederos.202 En su codicilo aludía, además, a la capilla que su madre, Claudia Lomellini, había fundado en esta iglesia y emplazada en el altar dedicado a San Carlo. Para la financiación de los costes asociados a la misma después de su muerte, se debían emplear los frutos del alquiler de la villa que el codicilante poseía en Priano, en Sestri Ponente, zona de residencias de reposo genovesas situada a occidente de Sampierdarena, en el

frailes de Santa Maria della Cella tenían respecto a su casa y a sus hijos. Sin embargo, aparte el testamento de Lomellini, no se han hallado más testimonios respecto a la hipotética relación de patronazgo que podrían existir entre esta institución y el ramo de Antonio IV Serra o la familia Lomellini. En AGS, CME, leg. 570, 1, testamento de Claudia Lomellini traducido al castellano, 7 de noviembre de 1618 o el original en ASGe, NA, 5860. La proximidad de la villa de Girolamo a Santa Maria della Cella explica que este, en su testamento de 1613, estableciera la celebración diaria y a perpetuidad de cuatro misas por su alma y la de su mujer, de las cuales dos debían realizarse en altares privilegiados de Génova, una tercera en su feudo de Strevi y la última en Santa Maria della Cella. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 3v. 202  La relación estrecha de la familia de Paolo Serra con los sacerdotes de Sant’Antonio de Sampierdarena queda patente en el testamento de Violante Spinola, su esposa, que cedió al prior del mismo, el padre Geronimo, la cantidad de 150 liras; al padre Guglielmo 50 liras y al padre Agostino Rivarola veinticinco liras. En ASGe, NA, 5861, testamento de Violante Spinola, Génova, 18 de abril de 1642.

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territorio de Cornigliano.203 Junto a la capilla de Claudia Lomellini, en Sant’Antonio de Sampierdarena se encontraba también otra fundada por Girolama [Geronima] Spinola, su suegra que había cedido a Paolo el mantenimento de la misma.204 El patronazgo de los Serra sobre enclaves monásticos extramuros no se reduce a los mencionados en Sampierdarena. Nicolò Serra q. Paolo II, hermano de Girolamo y de Antonio IV, como ya se mencionó, era el único del linaje de Paolo II del que tenemos constancia que contara con residencias de villa en Albaro. En el actual barrio de San Martino, frente a la iglesia parroquial de San Martino di Albaro, se encontraba el monasterio e iglasia de Santa Chiara di Albaro, ambos complejos eclesiásticos situados en la actual via Lagustena. La vinculación de Nicolò con esta zona de Génova se puso de manifiesto en su voluntad de ser enterrado en la iglesia de San Martino di Albaro.205 Aunque Nicolò debía de ejercer el patronato sobre el monasterio al menos desde 1576, año en el que comparece financiando la renovación del coro de la iglesia, en 1598 su relación con las monjas clarisas se intensificó gracias a la compra por parte de estas de un censo emitido por Nicolò por valor de 3000 ducados anuales. Los censos se situaban sobre el alquiler de las casas que Nicolò poseía en Banchi y sobre otras con villa en las inmediaciones de San Martino di Albaro.206 Según Piaggio, en virtud de los estrechos lazos mantenidos por Nicolò con el convento, en su interior se había situado un escudo de la familia.207

203 La administración de la capilla se había puesto en manos del reverendo Giovanni Battista Pedemonte. ASGe, NA, 5860, codicilo de Paolo Serra q. Antonio IV, Génova, 11 de diciembre de 1630. 204  Ibidem. 205 Remondini, G. C., fol. 312, testamento de Nicolò Serra, Génova, 19 de octubre de 1590, en BCB, M.r., XV, 3.4 (lettera s). 206 ASC, Parte seconda, Scritture di Genova, vol. 35, 6, «Narrazione della vertenza tra la Casa Serra ed il monasterio di S. Chiara di Albaro, per il pagamento di censo». 207 Véase al respecto la ilustración 19.

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Tabla 36. Iglesias, monasterios y capillas bajo patronato de la familia Serra en Génova (siglos xvi-xvii)208 Iglesia

Orden

Fecha209

Monasterio de Santa Chiara en San Martino de Albaro Capilla dell’Assunta en la basílica de San Siro Abadía de Sant’Antonio [o Sant’Antonino] de Sampierdarena

Clarisas entre los años 1498 y 1999

1576210

Nicolò Serra q. Paolo II

Teatinos

20 de abril de 1587211

Girolamo Serra q. Paolo II

11 de diciembre de 1630212

Paolo Serra q. Antonio IV

3 de octubre de 1637214

Battista Serra q. Antonio IV

Agustinos

Clérigos menores (aquellos que en Génova Nuestra Señora de la poseían la iglesia de Santa Fe) o Merced213 bien los padres de Nostra Signora del Carmine

Sujeto de la familia

208 Tabla de elaboración propia realizada con las fuentes precisadas en cada una de las entradas. 209 Las fechas se refieren a la indicada por el documento que nos informa del patronato de la familia sobre la institución eclesiástica. 210 Se trata del año en el que, según Spreti, se produjo la renovación del coro de la iglesia financiado por Nicolò Serra. En Spreti, V. Enciclopedia storico-nobiliare..., cit., vol. 6, p. 269. Sobre el patronato de Nicolò Serra sobre esta iglesia, véase también Candida-Gonzaga, B. Memorie..., cit., pp. 218-219. 211 Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 76. 212 Paolo Serra q. Antonio IV mencionaba el patronato que ejercía sobre dicha abadía en su codicilo de 11 de diciembre de 1630. En ASGe, NA, 5860, codicilo de Paolo Serra, Génova, 11 de diciembre de 1630. 213 No tenemos constancia de su construcción. 214 En su testamento de esta fecha, Battista Serra q. Antonio IV expresó su voluntad de que se construyera una iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Merced. En

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Iglesia della Maddalena en Quarto

Capuchinos

Iglesia y convento de Nostra Signora del Frailes carmelitas Carmine [o Santa Maria del Carmine]

9 de junio de 1653215

5 de octubre de 1605216

Maddalena Serra q. Girolamo Giacomo Serra q. Antonio IV. De alguna manera, con la participación de Claudia Lomellini, su madre

El elenco de instituciones eclesiásticas bajo el patronato de los descendientes de Paolo II Serra —concretamente de Girolamo, Antonio IV y Nicolò— se completa con la iglesia capuchina fundada por Maddalena Serra en el actual municipio genovés de Quarto dei Mille, en la Riviera de Levante.217 La fundación de un complejo monástico para los capuchinos ya había sido contemplada por Nicolò Serra que, en 1593, había participado en un acto de compraventa de terrenos para tales frailes.218 Pero fue Maddalena la que determinó la erección del convento, después de ciertos titubeos apreciables en su testamento de 1627, en el que afirmaba que no deseaba seguir adelante con la construcción de la iglesia capuchina para la cual había dado comisión a Genesio Sanguine-

ASGe, NA, 5861, testamento de Battista Serra, Génova, 3 de octubre de 1637. 215 Se trata de la fecha del testamento de Maddalena Serra en el que especificaba querer donar 3000 liras a los capuchinos de Quarto, el legado más alto de todo su testamento. En ASC, Parte seconda, vol. 5, 59, testamento de Maddalena Serra, Génova, 9 de junio de 1653. 216 Momento en el que el Papa aprueba la donación de la capilla mayor del coro a Giacomo Serra. En Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 92. 217 Ibidem, pp. 106-108. La iglesia fue demolida en 1911. 218 Así lo aseguran Podestà, Musella y Augurio pero no precisan la situación de estos terrenos. En ibidem, p. 67.

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to.219 Sin embargo, en su testamento definitivo de 1653 destinó un importante legado de 3000 liras a los padres capuchinos de Quarto y, según las informaciones del padre Francesco Zaverio, fue ella la importante mecenas que financió las obras de ampliación del monasterio de este lugar llevadas a cabo entre 1640 y 1642. 220 La iniciativa de Maddalena es solo uno de los muchísimos testimonios del papel fundamental que jugaron las mujeres genovesas en el nuevo clima religioso postridentino. Del análisis de sus testamentos, emerge el alto grado de iniciativa que les caracterizaba, atribuible, en gran parte, a las destacadas funciones de protección del linaje que la familia les adjudicaba. Asimismo, aunque la Reforma católica condicionó profundamente los comportamientos y destinos femeninos, las mujeres de las familias genovesas representaban un elemento capaz de contener los empujes más radicales del rigorismo católico. Como asegura Grendi, de los veintiocho conventos genoveses presentes en la ciudad, diecisiete estaban compuestos exclusivamente por mujeres nobles que administraban sus recursos con completa libertad, y que, a pesar de las severas disposiciones de Trento, continuaron manteniendo relaciones fuera del monasterio.221 El interés de los conventos femeninos genove219 ASGe, NA, 5860, testamento de Maddalena Serra, 21 de diciembre de 1627. 220 El testamento definitivo de Maddalena en ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 59, testamento de Maddalena Serra, Génova, 9 de junio de 1653. El texto de Zaverio en Zaverio, Francesco. I cappuccini genovesi. I conventi, vol. 2, Génova, Tipografia della Gioventù, 1914. Citado por Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., p. 107. Podestà, Musella y Augurio, refiriendo el texto de Zaverio, aseguran que el patronazgo de Maddalena sobre dicha iglesia se materializó en colocación de una inscripción conmemorativa en mármol. En id. pp. 107-108. 221 Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 278. Sobre la presencia de monjas y monasterios femeninos en Génova, véase Rosi, Michele. Le monache e la vita genovese dal secolo xv al xvii, publicado en el número monográfico de Atti della Società Ligure di Storia Patria, XXVII/1 (1895); Gavazza, Ezia y Magnani, Lauro (eds.), Monasteri femminili a Genova tra xvi e xviii secolo, Génova, Università degli Studi di Genova, 2011; Paolocci, Claudio. «Presenza religiosa femminile a Genova tra il xii e il xviii secolo. Note di storia e di bibliografia», Studia Ligustica (biblioteca franzoniana), 1 (2011). Disponible en http://www.

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ses por impedir la imposición de la clausura queda fuera de toda duda, puesto que una mayor severidad podía generar un menor número de vocaciones y, con ello, una drástica reducción de las importantes donaciones que las familias de las monjas realizaban a favor de las instituciones eclesiásticas. La entrada en convento por parte de tantas mujeres pertenecientes a familias del patriciado constituía un instrumento fundamental al que recurrían los genoveses para la educación de las mismas. De hecho, era común que muchas jóvenes fueran enviadas al convento con este cometido para que, una vez concluida su formación, pudieran contraer matrimonio con sujetos aprobados por sus familias. Sin embargo, como es bien sabido, el ingreso de las jóvenes en los conventos respondía principalmente a una estrategia dirigida a evitar la disgregación del patrimonio. Un escrito del Ufficio delle monache de Génova, creado por bula papal en 1551, advertía de los inconvenientes que podían originarse al respecto y sobre los discursi mondani que podían derivarse de esta tendencia «sobre todo en aquellas que no han sido llamadas por Dios, sino que han ingresado por razón de Estado».222 Quizás es por ello que Eleonora Spinola, esposa de Filippo Serra q. Giovanni Battista, expresó en su testamento su deseo de instituir una inversión de 25 000 liras en uno de los magistrados de la República o de la Camera genovesa con el fin de que su hija Anna Teresa, monja en Santa Brigida, pudiera servir a Dios «lejos de parlatori y de amistades inútiles».223 bibliotecafranzoniana.it/archives/uploads/Studia%20Ligustica%201%20[2]. pdf [consulta: 29/06/2020]. 222 «Massime a quelle che non sono state chiamate da Dio, ma postevele per ragion di stato». Traducción propia del texto citado por Rosi, M. «Le monache…», cit., pp. 73-74. 223 Los parlatori eran las salas de visitas de los monasterios en los que, por tanto, se podía conversar con los visitantes externos. ASGe, NA, 10336 bis, testamento de Eleonora Spinola q. Nicolò, Génova, 16 de marzo de 1714.

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Ilustración 19. Escudo de la familia Serra referido a Nicolò Serra q. Paolo II, en el monasterio de Santa Chiara di Albaro (Génova)224 224 Reproducción con medios propios de Piaggio, D. Epitaphia, sepulcra et..., cit., fol. 301 presente en BCB, M. R. XV. 5.1.7.

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Además de la dote, aquellas mujeres que decidían tomar los hábitos solían recibir numerosas rentas anuales —muchas de ellas situadas sobre juros castellanos— que les concedían sus padres, sus madres y otras mujeres de la familia.225 Estas donaciones contribuían al establecimiento de vínculos intergeneracionales, así como a reforzar los lazos con otros ramos de la familia. De esta manera, Lavinia De Marini, esposa de Giovanni Battista Serra, en su testamento de 10 de abril de 1694, manifestaba su voluntad de donar a su nieta Lavinia, hija de Filippo, la cantidad de 2000 escudos de oro para el futuro casamiento o monacato de la joven.226 Asimismo, la necesidad de garantizar la independencia de la monja y de afirmar el prestigio de la familia de origen en el monasterio podía concretarse en la fabricación de un aposento privado en el convento financiado por sus parientes. El propio Girolamo Serra así lo estipuló para las hijas que quisieran hacerse monjas. En concreto, para el adorno de dicho aposento les concedió la cifra de 2500 liras en su testamento de julio de 1613.227

225 Son muchísimos los testimonios documentales sobre ello. Las fes de vida, emitidas por los notarios genoveses para que las beneficiarias pudieran cobrar estas rentas, son una de ellas. Nos limitamos a referir solo algunos ejemplos al respecto: en ASGe, NA, 3170, fe de vida para Maria Giovanna Serra, hija de Girolamo Serra, para el cobro de una renta de 1000 ducados situada sobre el estanco de la pimienta, 1 de julio de 1614; ASGe, NA, 3169, fe de vida de 6 de julio de 1613 para Veronica Spinola (esposa de Girolamo Serra) y Maria Angelica Lercaro (monja en Santa Maria delle Grazie), de un lado, y para Maria Giovanna Serra (monja en el mismo convento) y Maddalena Serra, de otro. El objetivo era la cobranza de mil ducados situados en cabeza de Veronica Spinola sobre la renta de los negros; otros mil en cabeza de Maria Angelica Lercaro sobre la misma renta; mil a favor de Maddalena Serra sobre el estanco de la pimienta y, por último, otros mil para Maria Giovanna Serra y Maria Angelica Lercaro, de nuevo sobre la pimienta. 226 ASGe, Fondo Famiglie, 66 S, testamento de Lavinia De Marini, Génova, 10 de abril de 1694. 227 ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 2, testamento de Girolamo Serra, Génova, 4 de julio de 1613, fol. 7r.

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Las rentas que se donaban a las monjas debían ser administradas por ellas mismas con completa independencia. Como precisó Girolamo Serra en el testamento apenas mencionado, cuando se refería al legado de 400 liras anuales que debía darse a cada una de sus hijas que desearan hacerse monjas, afirmaba que la suma debía ser administrada solo por las beneficiarias, [...] sin ningún consentimiento de los superiores, según su voluntad [de las hijas], y de cada una dellas, sin que las monjas que hubieren entrado en dicho monasterio, o los protectores, o agentes de él puedan, de ninguna manera, poner sus manos sobre las dichas cuatrocientas libras añales, ni en la administración de las mismas.228

Se trata de una fórmula que guarda un gran paralelismo con las cláusulas a favor de las viudas o con las predispuestas tanto por hombres como por mujeres a favor de las jóvenes casaderas de la familia a las que se les otorgaban entradas que no debían ser en ningún momento administradas por sus futuros maridos. Los casos de mujeres del linaje Serra o casadas con individuos Serra que asignaron rentas a hijas monjas o casaderas son múltiples y ofrecen una imagen variopinta de los conventos genoveses en los que solían ingresar las jóvenes de la casata. Por poner solo algunos ejemplos, Violante Spinola, esposa de Paolo Serra q. Antonio IV, donó rentas a tres de sus hijas —Maria Felice, Veronica y Vittoria— por valor de 300 liras anuales a cada una. Afirmaba que Maria Felice y Veronica se hallaban en el convento genovés de Santa Marta, mientras que Vittoria se encontraba en el de Santa Maria delle Grazie. Asimismo, Violante dedicaba diversas sumas a distribuir una sola vez a cuatro sobrinas y a dos nietas: cinco de estas jóvenes estaban en Santa Marta y una en Santa Maria

228  Ibidem.

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delle Grazie. No pasa inadvertido que, por tanto, en 1642, cuando Violante hizo testamento, al menos siete mujeres de la familia se hallaban en Santa Marta y dos en Santa Maria delle Grazie.229 En este último monasterio sabemos que, en 1627, se encontraba también [Maria] Giovanna Serra, hija de Girolamo, tal y como testimonia su hermana Maddalena que, en su testamento de 1627, le concedió una renta de 150 liras anuales.230 Ese mismo año, dos primas Spinola de Maddalena Serra eran monjas en Santa Marta y a ellas destinaba sumas de 200 liras a cada una por una vez.231 En Santa Maria delle Grazie se hallaba también Angela Felice Serra q. Antonio IV, según el testamento de su madre, Claudia Lomellini.232 Puesto que los protectores de los monasterios eran elegidos entre los distintos miembros del patriciado, es probable que la tendencia a ingresar en unos conventos y no en otros deba ponerse en relación con posibles funciones de patronazgo ejercidas por la familia sobre algunos de ellos. La aptitud solidaria de las mujeres frente a otros individuos femeninos de la familia, cuyo acceso al patrimonio paterno se veía limitado o reducido por el sistema de sucesión dominante que, en cualquier caso privilegiaba a los varones, además de constituir un recurso que aseguraba el mantenimiento digno de las mujeres y de otros elementos «frágiles» del linaje, contribuía a eliminar factores de conflictividad en el seno del mismo.233 Tensiones que 229 El testamento de Violante Spinola en ASGe, NA, 5861, testamento de Violante Spinola q. Giacomo, Génova, 18 de abril de 1642. 230 ASGe, NA, 5860, testamentos de Maddalena Serra, 21 de diciembre (?) de 1627 (en castellano y realizado en Madrid: testamento A) y 21 de diciembre de 1627 (en italiano: testamento B). Véanse las consideraciones efectuadas sobre los dos testamentos en nota 181 del capítulo 11. 231  Ibidem. 232 ASGe, NA, 5860, testamentos de Claudia Lomellini q. Francesco, Génova, 25 de enero de 1606, de 15 de mayo de 1614 y de 7 de noviembre de 1618. 233 La solidaridad entre mujeres del mismo linaje no era exclusiva de los Serra. El fenómeno ha sido señalado por Grendi para los Balbi que, además, apunta a la influencia de las mujeres en la promoción de la unión entre los hermanos

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podían derivar de las renuncias a las rentas paternas a las que no pocas veces se veían obligadas las mujeres a favor de los varones y que solo podían ser posibles si existían mecanismos que las compensaran. La praxis determinaba que las mujeres que abrazaran la vida religiosa renunciaran a su parte de la herencia a favor de sus hermanos varones, a cambio de lo cual se les proporcionaban, además de la dote para ingresar en el convento, rentas con las que poder mantenerse. Pero ello no era óbice para que las mujeres —tanto monjas como casadas— no percibieran las rentas que el padre les había asignado. Rentas que muchas decidían ceder definitivamente a sus hermanos en sus testamentos. En este sentido, merece la pena recordar el papel de los componentes femeninos no solo en la concentración del patrimonio, sino también en propiciar la paz y la solidaridad entre los hermanos que, en numerosas ocasiones, se veían enfrentados por cuestiones hereditarias. La ausencia de conflictos entre los miembros de una misma familia revestía una enorme utilidad social, por lo que justificaba la exteriorización del sentimiento femenino al respecto en un documento público como el testamento. Son muchos los ejemplos al respecto para la familia Serra. Uno de los más expresivos es el de Anna Lomellini, que en su testamento de 1656 lanzaba un llamamiento de la unión a sus hijos: Ruego a mis hijos que si me quieren me hagan una gracia, es decir, que con todo su corazón se quieran y estén unidos, y se ayuden el uno al otro como buenos hermanos que de esta manera complacerán a la Divina Majestad que siempre los ayudará.234 varones. Un ejemplo de ello fueron las recomendaciones de Battina Durazzo a sus hijos para que fueran solidarios con su hermano Stefano Balbi en lo que se refiere a los gastos que estaba afrontando para la reforma urbanística de la actual via Balbi. En Grendi, E. I Balbi..., cit., p. 284-285. 234 Traducción propia del original: «Prego assai essi miei figli se mi amano a farmi una gratia e ciò con ogni affetto del cuore che si amino e siano uniti, e si

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Tabla 37. Fideicomisarios nombrados por mujeres Spinola de Luccoli Testamentaria Girolama Spinola q. Luca (mujer de Giacomo Spinola, padre de Veronica Spinola) Battina Spinola q. Luca (hermana de Girolama Spinola) Paola Spinola q. Giacomo (hermana de Veronica y de Violante Spinola) Maria Spinola q. Giacomo (hermana de Veronica y de Violante Spinola)

235

Fecha

Fideicomisario Serra

23 de abril de 1607236

Girolamo y Paolo Serra (yernos de Girolama)

10 de febrero de 1607237

Girolamo Serra

18 de febrero de 1609238

Girolamo y Paolo Serra (cuñada de ambos)

20 de mayo de 1610239

Girolamo Serra (cuñado de Maria Spinola)

Tal y como precisa Pleobani, el fenómeno posibilitaba la creación de espacios públicos en los que los sentimientos adquirían visibilidad y eran legitimados socialmente.240 Tal legitimación se agiutino lo un l’altro da veri fratelli che a questo modo faranno cosa grata a la Divina Maestà che sempre li aiuterà». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 58, testamento de Anna Lomellini, Génova, 11 de marzo de 1656. 235 Tabla de elaboración propia a partir de fuentes precisadas puntualmente para cada entrada. 236 Registro del testamento de Girolama Spinola en Remondini, G. C., serie «testamenti», BCB, M.R., XV, 3, 4, «lettera S», fol. 293. 237 Ibidem, fols. 1840 y 1841. 238  Ibidem, fol. 301 239  Ibidem, fol. 305. 240 Sobre estos aspectos, véanse las interesantes consideraciones de Plebani, Tiziana. «L’energia della vita affettiva: una questione per la storia», Rivista Storica Italiana 128, 2 (2016), pp. 622-640. La cuestión ha sido abordada desde los presupuestos de la historia cultural y de los sentimientos. Al respecto, véase Vegetti Finzi, Silvia (ed.), Storia delle Passioni, Roma-Bari, Laterza, 1995; Plebani, Tiziana. Un secolo di sentimenti. Amori e conflitti generazionali nella Venezia

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hallaba en perfecta correspondencia con los ideales de la Unione defendidos por la República a partir de la reforma del orden institucional y política de 1528. De esta manera, los comportamientos femeninos constituían un válido instrumento con el que propiciar la «política del vínculo» o «de la Unión», si se prefiere, esencial para la paz social, para definir canales extra oficiales que contribuyeran a la resolución de problemas entre los distintos grupos y para crear las conexiones entre los mismos o enfatizarlas en el caso de que ya existieran. Así por ejemplo, a través del análisis de los testamentos que algunas de las mujeres de la familia Spinola de Luccoli redactaron en estos años, descubrimos que estas nombraron repetidamente como fideicomisarios a individuos masculinos de la familia Serra, hecho de singular importancia teniendo en cuenta que los fideicomisarios no solo eran los encargados de procurar el cumplimiento de las mandas testamentarias y, en general, de la satisfacción de las voluntades del fallecido, sino también de la extinción de sus deudas, del cobro de rentas atrasadas, del nombramiento de procuradores para la resolución de pleitos o negocios pendientes y, en ocasiones, de la tutela de los hijos.241 El hecho, además de confirmarnos la estrecha colaboración entre los Spinola de Luccoli y los Serra, pone de manifiesto el papel que las mujeres desempeñaban en el establecimiento de lazos sólidos entre las familias. Estas conexiones no solo serían reafirmadas a través del mercado matrimonial, en el que los individuos, masculinos y femeninos constituían las más de las veces objetos pasivos de las estrategias de las familias, sino también mediante las decisiones propias —fruto de las mentalidades de la época— expresadas por los mismos sujetos en sus testamentos.

del Settecento, Venecia, Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti, 2012; Matt, Susan. J. y Stearns, Peter. N. (eds.), Doing Emotions History, Chicago, University of Illinois Press, 2014; Rosenwein, Barbara H. y Cristiani, Riccardo. What is the history of emotions?, Cambridge, Cambridge University Press, 2017. 241 Véase la tabla 37.

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Gracias a la independencia con la que gestionaban los legados económicos que recibían, las mujeres podían erigirse en eslabones entre adscritos y no adscritos al Libro d’Oro que establecía quiénes podían acceder al gobierno de la República. Como sucediera con las instituciones asistenciales del Estado ligur —pensadas para paliar el malestar y la conflictividad sociales—, la erogación de limosnas y de rentas vitalicias por parte de las mujeres a sujetos menos favorecidos constituía un instrumento eficaz para evitar la difusión de comportamientos que atentaran contra el orden social. Las mujeres formarían parte de esa «red extensa y capilar de solidaridades verticales» que Bitossi apunta como fundamental para asegurar la solidez del sistema, [...] un tejido de reciprocidades de condescendencia y reconocimiento entre gobernantes y gobernados que para algunos de estos últimos se concretaba según los casos en empleos domésticos, en el contrato de servicios y también en el acceso a las funciones de subgobierno.242

Naturalmente, la capacidad de las mujeres para gestionar rentas de manera autónoma incrementó su radio de acción en el ámbito de la nueva religiosidad postridentina. Además de ejercer el patronato sobre iglesias o capillas o proteger a figuras emblemáticas de determinadas órdenes religiosas, las mujeres, gracias a los recursos que controlaban, podían cultivar y consolidar relaciones hacia abajo que, a su vez, propiciaban, de un lado, la paz social tan deseable para la República y, de otro, el respeto a la ortodoxia católica auspiciada por Trento.243 En este sentido, los elementos 242 Traducción propia de la citación original de Bitossi: «Un tessuto di reciprocità di condiscendenza e riconoscenza tra governanti e governati che per alcuni di questi ultimi si concretizzava a seconda dei casi in impieghi domestici, nella committenza di servizio, e anche nell’accesso alle funzioni di sottogobierno». En Bitossi, C. «L’antico...», cit., p. 402. 243 Son múltiples los ejemplos que podrían aludirse al respecto. Es significativo el de Artemisia Serra q. Girolamo, que en su testamento de 3 de junio de

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femeninos de la familia destacaron por sus habilidades para tejer relaciones clientelares con sus dependientes (camareras, sirvientas, etc.) no solo para asegurarles un sustento, dote u otros medios de vida tras su muerte, sino también para mantenerlos en la fe católica. Es emblemático el caso de Giovanna Doria que, en su testamento de 1658 pedía a sus herederos que se ocuparan de sus dos sirvientas «alemanas» (tedesche) —Orsola Sguizzera [svizzera, es decir, suiza] y Anna— para que, a su muerte, estas no volvieran a su anterior religión, sino que permanecieran en el catolicismo.244 Para este cometido, Giovanna solicitaba a sus herederos que [...] procuren a Orzola Sguizzera [svizzera] un empleo honrado por su pobreza para que no se vea obligada a regresar a su casa donde al no tener nada podría correr el peligro de alejarse de la religión católica a la que he procurado que venga y en la que querría que continuase.245

1688 pone de manifiesto su afinidad con algunos de los principios de la ortodoxia católica de la época. Así, en sus últimas voluntades, Artemisia refería la cesión de una estatua de plata que representaba la «pura y limpia concepción» a su nuera, la esposa de su hijo Ambrogio Doria. A otra de sus nueras, en concreto a la cónyuge de su hijo Girolamo Doria, donaba otra estatua de plata que representaba a «los exploradores de la tierra de promisión». En AGS, CME, leg. 860, doc. 42, testamento de Artemisia Serra, 3 de junio de 1688, Génova. 244 En su codicilo de Salerno de 27 de mayo de 1662 concedía a Sguizzera hasta mil liras solo en el caso de que en el momento de su muerte aún no se le hubiera dado la dote para casarse. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 19, codicilo de Giovanna Doria Tursi, Salerno, 27 de mayo de 1662. Es en su codicilo de Cassano que aseguraba tener a dos alemanas a su servicio: Orsola y Anna. En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 21, codicilo de Giovanna Doria Tursi, Cassano, 13 de noviembre de 1663. 245 Traducción propia del texto original: «Essi sarà caro i miei heredi procurino à Orzola Sguizzera qualche honorato impiego per la sua povertà perche non sia astretta ritornare à sua casa dove non havendo cos’alcuna potrebbe correre qualche pericolo da lontanarsi dalla religione cattolica alla quale ho procurato venghi e così vorrei continuasse». En ASC, Parte seconda, Scritture di Napoli, vol. 5, 18, testamento de Giovanna Doria Tursi, Massa, 4 de julio de 1658.

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Similar fue el caso de su paje Giorgino al que Giovanna dejó un vestido y por el cual la testadora solicitaba a sus herederos que, puesto que deseaba que perseverara en la religión católica «a la que yo he procurado reducirlo», lo tomaran bajo su protección y lo mantuvieran en la casa de su hijo Giuseppe Serra durante toda su vida, ya que el sirviente no contaba en Génova con ningún apoyo ni con ningún pariente.246 El testimonio de Giovanna es indicativo de la masiva presencia de extranjeros establecidos en la República a pesar de las regulares prohibiciones que el Estado ligur emitía contra ellos.247 Como afirma el autor anónimo de la «Relatione della Republica di Genova» de 1597, en la época en la que fue escrito, [...] no había un gentiluomo que en casa no tuviera sirvientes forasteros, tanto en el bando de los nuevos como en el de los viejos [...] pocas son las tiendas que no tengan alguno [extranjero], sin olvidar que los viejos, además de aquellos [sirvientes] que tienen en casa, dan todavía a muchos la paga libre reteniéndolos para vigilarlos y, como dicen, para tenerlos como esclavos.248

Si de un lado, la inmensidad de intereses que los Serra exhibían fuera de Génova —en Castilla, reino de Nápoles, ducado 246 En ibidem. 247 Picinno, Luisa y Zanini, Andrea. «Genoa: Colonizing…», cit.; Lamberti, M. C. «Mercanti tedeschi…», cit. 248 Traducción propia a partir del texto original: «non vi è gentil’huomo che in casa non habbia servitori forastieri, così della banda de nuovi [...] perche poche botteghe sono che non habbiano qualched’uno, di più i vecchi oltre quelli che tengono in casa danno anco a molti la paga libera trattenendoli per guardia loro, et come dicono in essa per scavizzi». El término scavizzi puede derivar de schiavo (esclavo), de ahí la traducción por la que se ha optado. La posesión de sirvientes extranjeros es presentada en la Relatione como un elemento que distiguía a la nobleza nueva —interesada en expulsar a los forasteros de Génova para privar de su fuerza de trabajo a los viejos— y la nobleza vieja, que los atraían con altos salarios y trataban de evitar por todos los medios la efectividad de los decretos contra ellos. En BNNa, Ms., X, E, 42, fols. 21v.

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de Milán, Roma, entre los más relevantes— obligaba al desplazamiento momentáneo o definitivo de miembros de la parentela o a la delegación de parte de sus actividades en agentes locales de confianza, de otro, el papel fundamental que jugaba la República en las redes de negocios en las que operaban explica todas las prácticas desplegadas por la familia para conservar el poder en Génova. Prácticas que, como hemos visto, comprendían ámbitos muy dispares —el inmobiliario, el religioso, el asistencial, etc.—, y que eran protagonizadas por una infinidad de sujetos: el primogénito que permanecía en Génova, los parientes masculinos de otros ramos, aquellos individuos con los que no se mantenía una relación de parentesco, ya fueran nobles o no adscritos, sin olvidar el singular papel de monjas, viudas y otras mujeres de la casata, [...] las cuales son más numerosas que los hombres casi siempre y en toda ciudad, especialmente en Génova y en las costas [riviere lígures] los hombres faltan siempre ya sea por motivos de navegación o de guerra.249

Las diversas maneras de hacerse presentes en Génova no solo eran funcionales y necesarias para facilitar y propiciar los negocios en los que se veían involucrados los genoveses —mediante la comunicación de una imagen de prestigio en la ciudad de origen, el control de las instituciones políticas republicanas, la creación de clientelas y de espacios de poder, la obtención del favor del embajador español en Génova, etc.—, sino que estas eran también expresivas de las mentalidades y de la espiritualidad más íntima de los sujetos. En este sentido, conviene relativizar las interpretaciones de Dauverd sobre la implicación de los genoveses de Nápoles en 249 «Le quali quasi sempre in ogni città specialmente in Genova et nelle riviere sono in maggior numero degli huomini perché questi o per la navigationi o per la guerra o per mille altre ocasioni van sempre mancando». En ibidem, fols. 21r y v.

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prácticas caritativas y en la exhibición de su catolicismo. Según la investigadora, el «imperialismo simbiótico» que habría caracterizado la colaboración entre el monarca hispánico y los genoveses asentados en el Mezzogiorno hacía de estas prácticas un comportamiento dirigido fundamentalmente a atraer los favores del soberano Católico, a apoyar un eje imperial hispano-genovés contra la amenaza del Turco y, por último, a la obtención de beneficios materiales como gobernadores de algunas de las principales casas asistenciales del reino.250 Esta interpretación de la práctica religiosa genovesa adolece de un enfoque excesivamente teleológico que no tiene en cuenta el carácter caleidoscópico de la espiritualidad ni la heterogeneidad de la nación genovesa. De esta manera, las conclusiones de Dauverd parecen definir los comportamientos genoveses como una simple imitación de los valores sociales del aliado hispánico y, si bien los ligures, sobre todo aquellos al servicio del Católico, adoptaron modas, costumbres y actitudes propias de la sociedad hispánica, fueron también vehículo de nuevas tendencias en los circuitos hispánicos, como se ha podido demostrar. Asimismo, el estudio de las mandas testamentarias de los genoveses ha evidenciado el carácter cívico que las impregnaba y que justificaba que los legados de ciudadanos del Estado ligur contemplaran en todos los casos analizados donaciones a instituciones asistenciales ligures que aseguraran la estabilidad social en la República. Por tanto, si bien no hay duda de que los genoveses, como singulares aliados de la Monarquía Hispánica, constituyeron óptimos agentes de la Reforma católica en Italia, ni puede cuestionarse que sus indudables esfuerzos por la implantación de la ortodoxia tridentina hacían de ellos sujetos de confianza del soberano hispánico —a diferencia de otros banqueros que, como los marranos portugueses, ofrecían pocas garantías al respecto—, 250 Los principios del symbiotic imperialism propuesto por Dauverd son explicados por la investigadora en la introducción de su trabajo: Dauverd, C. Imperial Ambition..., cit., pp. 1-22.

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la interpretación de las actitudes y mentalidades de los ligures no puede prescindir de su dimensión republicana, que implicaba que sus comportamientos respondieran a virtudes cívicas que no poca veces el Estado genovés adoptaba del ámbito cristiano. Por mucho que operaran sistemáticamente en diversas redes más o menos integradas que abrazaban diversos territorios funcionales a las actividades propias y de la casata, eran, al fin y al cabo, «ciudadanos de República».

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CONCLUSIONES

El caso de estudio presentado no constituye una excepción en el contexto de trabajos publicados sobre familias o redes mercantiles en el Antiguo Régimen. Los Serra compartían con los entramados de otros grandes hombres de negocios —genoveses o no— al servicio del monarca hispánico rasgos comunes como la transnacionalidad, la capacidad para desarrollar sus actividades en diversas sedes y el cosmopolitismo. Ello no es óbice para que el análisis de los Serra haya permitido la comprensión de cuestiones de mayor calado, como la entidad de las organizaciones políticas de la Edad Moderna, la articulación del servicio al monarca a lo largo de diversas generaciones o la incidencia de estos dos últimos aspectos en la conformación de identidades diversas en el seno de un mismo linaje y en la conexión entre los espacios geográficos que componían la Monarquía Hispánica. Para responder a estos interrogantes ha sido fundamental la explotación de documentación pública y privada de muy diversa proveniencia que nos ha consentido identificar las relaciones estrechas que los individuos tejían entre sí y con los diversos entes políticos en los que operaban como uno de los factores primordiales que intervenían en la construcción de los Estados de la época moderna. En lo que respecta a la República, la «vía genovesa» se caracterizó precisamente por el protagonismo absoluto de sus particulares, de sus redes y de sus negocios deslocalizados en la supervivencia del ente público. Gracias a su patriciado, Génova podía afrontar la escasez de recursos propios —condición dictada por la peculiaridad geográfica de la República— y superar las dificultades asociadas a la financiación de los costes de proteccción. La debilidad del Estado genovés ha sido atribuida precisamente a la dependencia que experimentaba de los ciudadanos más potentes de la ciudad, en cuyas manos se hallaban las galeras privadas que podían defender la República de posibles ataques. Además, eran propietarios indiscutibles de los capitales necesarios para financiar al Estado y administradores de las entradas del mismo con enormes prerrogati-

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vas para la gestión de algunos de sus territorios, como demuestran los poderes acumulados por los componentes del banco de San Giorgio. El mantenimiento de la paz social dependía, como hemos visto, de la implicación del ciudadano genovés en la religión cívica practicada por la República. El poder que las familias más destacadas de Génova ejercían sobre los espacios públicos —como acredita el caso de los Serra— y las numerosas rentas que estos percibían en los dominios bajo la jurisdicción del monarca Católico, eran recursos imprescindibles para el control social y para la financiación de la asistencia a los más desfavorecidos. Los servicios que los particulares mejor posicionados brindaban a la Monarquía Hispánica eran, por lo tanto, fundamentales para el sostenimiento de la República. Como se ha podido observar a través del caso de los Serra, los ciudadanos de la República que servían al soberano Católico con galeras propias o ajenas eran irremplazables para su protección, sobre todo teniendo en cuenta la comprobada incapacidad de la flota pública ligur para este cometido. Asimismo, los financieros genoveses que prestaban capitales al soberano y que regentaban galeras constituían una pieza clave para asegurar la llegada de dinerario a la madre patria. El grano con el que se aprovisionaba la población estaba sujeto en buena parte a las licencias que los genoveses obtenían para exportar cereales de los dominios hispánicos. Los ejemplos apenas presentados demuestran que la «vía genovesa» dependía enormemente de los lazos que sus particulares mantuvieron con la Monarquía Hispánica. Tanto fue así que, en aquellas situaciones en las que los ciudadanos consideraban que el gobierno genovés se estaba distanciando de los intereses españoles, no dudaban en remitir a la Signoria memoriales en los que recordaban la debilidad de la República y la necesidad de contentar al Católico para proteger así al Estado.1 1 ASGe, AS, Secretorum, 1562, doc. 265, memorial de protesta de Giovanni Francesco Spinola por la ocupación de Sassello por parte del condestable de Castilla, 16 de septiembre de 1611.

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Conclusiones

La relevancia de los particulares en el funcionamiento del Estado no es una característica exclusiva del caso genovés. Resulta asimismo indiscutible el rol que estaban llamados a desempeñar determinados agentes en un conglomerado político tan complejo como lo era la Monarquía Hispánica. Al estar configurada por una miríada de territorios lejanos entre sí y que mantenían sus propios fueros y privilegios, la Monarquía precisaba de los particulares y de sus redes para cubrir aspectos fundamentales como la administración de sus rentas, el acceso a la información, la negociación política o la financiación de la guerra. Se trataba de entramados de individuos difícilmente gobernables desde un único centro rector, que operaban a caballo entre los diversos Estados y de los que la Corona dependía para su correcta logística. Las características referidas impiden cualquier identificación de la Monarquía Hispánica con un modelo imperial basado en la imposición de una autoridad y soberanía monolíticas. Aunque los Serra no se encontraban entre los Eminenti de la República, el análisis de sus actividades desarrollado en este trabajo demuestra cómo el monarca hispánico necesitaba también el apoyo de familias menos potentes de Génova que mantuvieran una filiación claramente filohabsbúrgica, a pesar de que sus tratos y negocios no se reducían al servicio a dicho soberano. Esta singular condición les concedía un mayor poder de contratación en la República a la que, por otro lado, los Serra continuaron unidos indisolublemente y a la que sirvieron diplomáticamente en situaciones delicadas para la estabilidad de los consensos que sostenían el agregado hispano-genovés. El interés de los Serra para la Monarquía Hispánica residía, por tanto, en el mantenimiento de un estatus discreto en lo que se refiere al servicio que compaginaban con otras actividades que desarrollaban para la República. Sin embargo, a mediados del siglo xvii —cuando las relaciones hispano-genovesas atravesaron por momentos complicados y en un contexto de guerra que incidió inexorablemente en las características del servicio y en la política de patronazgo regio— el

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servicio, sometido a continua evolución, se decantó, en el caso del primogénito de Girolamo, Giovan Francesco Serra, por una plena dedicación a la causa hispánica. Las condiciones de la situación internacional y familiar habían cambiado y, lógicamente, el servicio y las redes debían adaptarse a los nuevos tiempos. La conveniencia del rey de contar con sujetos como los Serra respondía también a la capacidad que estos exhibieron para cooptar a otros individuos de la nación genovesa que, a pesar de no participar directamente en los negocios de Madrid, podían marcar la diferencia en la gama de servicios ofrecidos al monarca, así como facilitar la logística y la factibilidad del Estado. Es reseñable, a este respecto, el papel que estos sujetos desarrollaron en la esfera local para banqueros y hombres de negocios al servicio de la Corona. Así, por ejemplo, su habilidad para entrar en contacto con las élites urbanas —fundamentales para la recaudación fiscal y para el mantenimiento de las cuotas de endeudamiento del soberano— se hallaba estrictamente conectada con la política de asientos de la Corte y con las compensaciones concedidas por sus préstamos a los banqueros. En este sentido, aunque los Serra no poseían el calibre financiero de los Centurione o de los Spinola, contaban con vínculos de familias más pequeñas de la nobleza nueva genovesa que, como los Mortedo o los Burone, jugaban un papel destacado en el ámbito sevillano desde finales del siglo xvi, donde exhibían una posición de prestigio en el seno de la comunidad local y facilitaban la participación de las oligarquías de la ciudad hispalense en la política financiera de Madrid. El estudio de la red Serra desde una escala micro ha permitido incorporar en la relación consolidada que la Monarquía mantuvo con los vecchi de la República el rol singular ejercido por elementos de la nobleza nueva genovesa, auténticos protagonistas de los procesos de promoción social de los ligures al servicio del rey. La cooptación de estos últimos por parte del soberano o su participación en tratos con la Monarquía Hispánica, una vez reclutados por otras familias como los Serra, se erigieron, a partir de

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la pacificación del ceto dirigente genovés en 1576, en uno de los objetivos prioritarios para el Católico. Prueba de ello es el hecho de que, a partir de este momento, muchas familias de la nobleza nueva, como Carlo Strata o los Balbi, se incorporasen a su servicio. Se trataba, a la postre, de familias cuya fortuna y contactos desbancaban a muchos miembros de la nobleza vieja que, hasta el momento, habían sido los preferidos por la Corona. En un Estado como la Monarquía Hispánica, caracterizado por la fragmentación jurisdiccional y por la ausencia de una capacidad extractiva centralizada, el problema principal que se debía afrontar no era de naturaleza patrimonial, sino contractual.2 La necesidad de recurrir continuamente a la negociación y a la cooptación de particulares que contribuyeran a la superación de los obstáculos inherentes a la naturaleza política de la Monarquía Hispánica — procesos en los que no pocas veces intervenían los hombres de negocios y sus redes—, no era un fenómeno que afectaba únicamente al Católico. La imposibilidad de desligar la acción del Estado de la de los particulares afectaba a otras entidades políticas como las Provincias Unidas o la misma Génova.3 Estas premisas permiten vislumbrar las intensas concomitancias existentes entre modelos republicanos y dinásticos que, las más de las veces, han sido presentados como antagonistas.4 Desde esta perspectiva, pierden sentido tanto las tesis del «fracaso» del Estado hispánico-habsbúrgico, en su hipotético intento de imponer un modelo político centralizado, como la definición de este como un Estado depredador de la propiedad privada.5 Es más, la 2 3

4 5

Grafe, R. «Polycentric States. The Spanish…», cit. Durand, Yves. Les Républiques au temps des Monarchies, París, Presses Universitaires de France, 1973; Adams, Julia. «Trading States, Trading Places: the Role of Patrimonialism in Early Modern Dutch Development», Comparative Studies in Society and History, 36, 2 (1994), pp. 319-355; Herrero Sánchez, M. «Las Repúblicas mercantiles, ¿Alternativa…», cit. Herrero Sánchez, M. (ed.), Repúblicas y republicanismo..., cit. North, Douglass C. y Weingast, Barry R. «Constitutions…», cit.

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descentralización fue uno de los principales recursos del modelo hispánico para gobernar una realidad plural de manera más eficiente y menos conflictiva. Los servicios que los genoveses ofrecían al soberano y a la propia República estaban supeditados inexorablemente a los conocimientos y a su capacidad para operar en los distintos mercados o en sistemas políticos con marcos jurídicos bien diferenciados tanto en la corte de Madrid como en ciudades de dentro y de fuera de la Monarquía Hispánica como Sevilla, Roma, Amberes, Génova, Venecia, Milán y Nápoles. Asimismo, para desempeñar los servicios pactados era imprescindible conectar no solo territorios «sistémicos» y «extra-sistémicos», sino también actividades económicas y políticas que respondieran tanto a los intereses del grupo como a los del monarca.6 Respecto al primer aspecto, las conexiones entre los distintos emplazamientos respondían a funciones fundamentales para la logística hispánica, tal y como ilustran numerosos ejemplos observados en el caso Serra. Las conexiones de la familia y su red con Sevilla eran cruciales para sostener la fiscalidad de la Corona —su política de endeudamiento—, dado que la ciudad, y en general el sur de la Península Ibérica, constituían un importante mercado para la venta de juros. Asimismo, los lazos entre Amberes y Génova permitieron el sostenimiento de la política de asientos flamencos en la que Girolamo Serra participó en la década de 1580, tras su regreso a la madre patria después de una estancia en Nápoles. Los vínculos entre Venecia —sede «exógena» en cuanto no sometida a la Monarquía— y los dominios hispánicos fueron igualmente esenciales para satisfacer las necesidades del Católico, como el abastecimiento del hierro. Así lo demuestran las actuaciones de la 6

Ben Yessef Garfia, Y. R. «Oltre ai legami…», cit. Como se especifica en el artículo mencionado, entendemos por territorios «sistémicos» aquellos bajo la jurisdicción del monarca Católico y «extra-sistémicos» aquellos que se encontraban fuera de su órbita política.

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compañía Serra-Spinola de Nápoles —gobernadora del arrendamiento del hierro de Terra di Lavoro y Calabria Citra y Ultra—, que costeaba los gastos derivados de los seguros navales asociados a cargamentos de hierro y acero procedentes de la Serenissima y adquiridos para aprovisionar el reino. Por otro lado, los contactos de los Serra con Venecia fueron también de gran trascendencia para garantizar el éxito de los asientos de la Corte con destino a Flandes en los que participaron a partir de 1596. En definitiva, como la propia República había comunicado a su embajador ordinario en Madrid, Giambattista Saluzzo, en una carta de 5 de septiembre de 1618, la supervivencia del Estado hispánico y del ligur dependía de la presencia y de la actuación conjunta en estos centros del sistema, que no podía ni debía ser estorbada si no se quería poner en peligro el funcionamiento de la máquina hispánica.7 Los estrechos vínculos entre los espacios de la Monarquía, como Madrid, Nápoles, Milán, Sevilla y Amberes, y aquellos fuera de los dominios hispánicos como Piacenza, Venecia, Roma, Génova, Viena, etc., y el análisis de las redes que los conectaban nos dibujan una realidad política policéntrica, en continuo movimiento y configurada por diversas unidades (ciudades, puertos, ferias de cambio, cortes, etc.) que dependían de estos entramados que interconectaban los diversos ámbitos y que interactuaban constantemente entre sí. La dialéctica entre los centros era fundamental para explicar la política hispánica y, en general, el funcionamiento del sistema. El estudio de la red Serra ha permitido analizar esta interacción que adoptó diversas formas: desde la competición — como se puede observar en el caso de Nápoles y del Gran Ducado de Toscana por dominar el importante enclave de Follonica para 7 Nos hemos referido ya a esta carta en el capítulo 5. En concreto, la misiva fue una respuesta del gobierno genovés a la intención de la Corona de castigar a los genoveses que hubieran comprado títulos de deuda pública veneciana al doce por ciento o que, en general, mantuvieran tratos con Venecia. En ASGe, AS, Litterarum, 1887, carta de la República al embajador ordinario Giambattista Saluzzo en Madrid, 5 de septiembre de 1618, fols. 78v-80v:79v-80r.

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el suministro de hierro— a la colaboración —como es el caso de la entablada por los banqueros de Madrid con las instituciones financieras de ciudades como Sevilla, enormemente dependientes, a su vez, de las oligarquías que gobernaban la urbe—; desde la dependencia —como refleja la supeditación de la firma de nuevos asientos en Madrid a la llegada de la plata a Sevilla— hasta el conflicto —fenómeno habitual cuando las distintas ciudades intentaban atraer los servicios de las comunidades mercantiles a las que intentaban ganarse con diversas dádivas—. Prueba de ello fue la tensión que originó entre los ministros hispánicos la venta de títulos de deuda pública a alto interés llevada a cabo por Roma y Venecia para atraer el capital genovés, en detrimento de las inversiones ligures en otros enclaves bajo la jurisdicción de la Monarquía. El análisis de la dialéctica entre los distintos centros que ha posibilitado la investigación presentada no pretende sustituir las importantes relaciones que se establecían entre estos emplazamientos, los diversos particulares y el rey, sino más bien llamar la atención sobre la necesidad de considerar ambas dimensiones para comprender el funcionamiento de la Monarquía y el papel decisivo que ejercieron las distintas partes que la conformaban como corresponsables de la política y de la economía hispánicas. El caso de estudio analizado ilustra claramente el papel que jugaba la conexión de las distintas actividades económicas y políticas como requisito clave para desarrollar el servicio al monarca. El servicio ejercido en Madrid por Battista Serra como diputado del Medio General de 1608 propició la emergencia en Nápoles de Ottavio Serra como intermediario de la nobleza y de determinados funcionarios del virreinato con intereses en Madrid. El poder asumido por Battista Serra en estos años favoreció también que Ottavio asumiera mayor visibilidad en el seno de la comunidad genovesa de Nápoles, donde, como vimos, aparecía no pocas veces asociado al consulado de la nación. Asimismo, cuando

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Conclusiones

en 1613 Battista Serra y Giovanni Battista Grimaldi tomaron el relevo del difunto Federico Spinola en la gestión de su asiento de galeras, Ottavio Serra emergió con fuerza al frente de uno de los oficios más importantes del virreinato, el arrendamiento del hierro, al que había accedido en 1612 y que, como vimos, poseía grandes competencias en materia de suministros últiles para las galeras, como la pez. Esta y otras actividades mercantiles desarrolladas por Ottavio, además de los servicios que prestaba al virrey, no solo experimentaron un crecimiento singular con el encumbramiento de su primo Battista en Madrid, sino que actuaron además como acicate de los servicios que este último había comprometido al rey. El análisis del caso Serra evidencia la multifuncionalidad de las diversas redes que articulaba la familia y que, a su vez, podían responder a los objetivos y servicios de otras redes de grandes banqueros, como demuestran las actuaciones que desarrollaron bajo el ala de Ottavio Centurione, Ambrogio Spinola o Carlo Doria Tursi. En unas redes como las descritas, cada sujeto podía llevar a cabo sus negocios de manera autónoma, ofreciendo a su vez soluciones o servicios a otros hombres de negocios, hecho que impide cualquier definición de la red de manera autorreferencial, sin tener en cuenta las funciones que esta podía ejercer en otros ámbitos geográficos o para otras redes más robustas. La focalización que este estudio ha realizado sobre ciertos individuos con una clara proyección transnacional ha permitido la reconstrucción y la delimitación histórica de los espacios geográficos, así como ponderar la importancia de estos últimos en determinados ámbitos (político, económico, cultural) y en relación a otros emplazamientos. De esta manera, el estudio de esta tipología de agentes y de sus entramados, caracterizados por un alto grado de movilidad, contribuye a la definición de un «espacio en movimiento» compuesto por lugares que se relacionaban y se influían recíprocamente. Por tanto, el análisis espacial de las redes y de las comunidades transnacionales se demuestra esencial para definir las

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jerarquías dinámicas de centros que, no solo veían transformadas sus funciones según los flujos que en ellos convergían, sino que además poseían la capacidad de modificar la entidad de las redes que los conectaban.8 Una perspectiva de este tipo permite vislumbrar fenómenos de articulación de economías regionales, como ha demostrado Rafael Girón y su investigación sobre la comunidad mercantil genovesa del sureste andaluz,9 así como la conexión entre economías globales y locales.10 En el caso de los Serra, los variegados negocios que regentaban los miembros de la red posibilitan perfilar espacios económicos diversos y cambiantes según la coyuntura familiar e internacional. Así, los primeros asientos de dineros de la familia firmados en la Corte a partir de finales de la década de 1590 arrojan luz sobre el triángulo Flandes-Génova-Madrid; la presencia de Battista Serra en Génova en la década de 1620 y sus servicios al embajador español en Génova revelan los estrechos lazos de la República con la comunidad genovesa de Nápoles, que facilitaba a sus agentes en Génova las letras de cambio necesarias para atender a las peticiones de financiación del ministro regio. Aunque la República se erigía siempre en nodo de referencia para las redes de los Serra, otros centros fundamentales para los negocios de la familia, como Nápoles, articulaban nuevos entramados en torno a sí, en función de las actividades particulares que desarrollaban los agentes que operaban en el reino. Es el caso de Ottavio Serra y

 8 Presupuestos a la base del artículo de Polónia, Amélia, Barros, Amândio y Nogueira, Miguel. «“Now and Then, Here and There… on business”: mapping social/trade networks on First Global Age in Mapping Different Geographies», en Kriz, Karel, Cartwright, Willian y Hurni, Lorenz (eds.), Mapping Different Geographies. Lecture Notes in Geoinformation and Cartography, Heidelberg, Springer, 2010, pp. 105-128.  9 Girón Pascual, R. Comercio y poder..., cit. 10 En la línea con los presupuestos ya señalados por Galasso que hizo referencia a la conexión entre espacios marginales de la Monarquía y los flujos de la economía global. Galasso, G. Economia e società..., cit.

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Conclusiones

Giovanni Francesco Varese y de sus gestiones como gobernadores del arrendamiento del hierro de Terra di Lavoro y Calabria Citra y Ultra, que ponen de manifiesto los contactos que mantenían con centros normalmente menos considerados en lo que se refiere a redes mercantiles, como el Piombino, administrador de diversas venas de hierro y por cuya gestión monopolítisca competían tanto el reino de Nápoles como el Gran Ducado de Toscana. Asimismo, el arrendamiento mencionado arroja luz sobre los vínculos entre Nápoles y Roma. Esta última ciudad era otra de las sedes de las que procedía el hierro importado por los gobernadores. Por tanto, la red puesta en marcha desde Nápoles por parte de Serra y Varese nos permite atisbar la conformación de una economía regional «italiana» en torno a esta materia prima conectada, a su vez, con el capital nórdico, como demuestran las compras de hierro inglés o germánico a las que también recurrían los gobernadores del arrendamiento. Estos aspectos demuestran que el Mediterráneo en el siglo xvii continuaba ofreciendo oportunidades de negocios a los emprendedores autóctonos11 y ponen de manifiesto el carácter dinamizador de centros como Nápoles que, de esta manera, abandona el tradicional rol de territorio periférico depredado y exportador de materias primas que se le ha atribuido para, en su lugar, erigirse en una sede capaz de importar know-how (el genovés) y materias primas. Ambos constituían elementos imprescindibles para el desarrollo de la manufactura local, el aprovisionamiento del reino y la mejora de la gestión feudal. La evidente conexión entre actividades económicas desarrolladas a diversas escalas se basaba claramente en la confianza. En el caso de Ottavio Serra y de su socio Antonio Spinola, agentes de Battista Serra en Nápoles, estos participaban además con ciertas cuotas en la compañía que Battista y Paolo Serra mantenían con

11  San Ruperto Albert, J. Emprenedors..., cit.

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Nicolò Pallavicino. Sin embargo, y a pesar de la complementariedad entre los negocios descritos, no podemos afirmar que estos se hallaran integrados en una especie de «empresa» internacional. La autonomía con la que se gestionaban los diversos negocios en las distintas escalas es prueba de ello. Por otro lado, la interdependencia observada entre las diversas actividades respondía, en gran medida, a la necesidad de satisfacer un servicio comprometido al monarca, para lo cual se optaba por la colaboración con aquellos agentes que ofrecían mayores garantías para su cumplimiento: los parientes en este sentido eran preferibles por razones obvias. Pero como se ha señalado, ello no implicaba que las actividades se hallaran integradas económicamente: la gestión independiente de cada uno de los negocios que se aprecia en la red Serra, y que respondía a los intereses particulares de cada sujeto o grupo de sujetos, así parece indicarlo, lo cual no impedía que los objetivos de cada una de las partes pudieran conciliarse para asegurarse un mejor funcionamiento de la actividad, menores costes y un eficaz acceso a la información. Los aspectos analizados confirman que, en la decisión de expandir la red hacia otros sujetos, incidían no solo la confianza o las posibilidades económicas de los individuos, sino también la alineación de los intereses particulares de las diversas partes. Se trataba de un elemento que propiciaba el correcto desarrollo del servicio al rey y que, a su vez, constituía un factor que explica la enorme flexibilidad y fragilidad que caracterizaban a estos entramados. De esta manera, si uno de los componentes de la red modificaba sus objetivos iniciales, fallecía o cambiaba su lugar de residencia por diversas razones, se debía recurrir a otro agente, socio o correspondiente, o simplemente decantarse por otros ámbitos de servicio o de inversión. Es por ello que los intereses particulares y, en general, la actuación de los individuos concretos que formaban parte de la red se erigían en un aspecto que influía enormemente en la continuidad de determinados servicios y actividades económicas.

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Conclusiones

Este fenómeno ya ha sido explicado por Carlos Álvarez Nogal en el ámbito financiero, aludiendo a la difícil continuidad de una compañía en los asientos financieros del rey cuando se producía la muerte de uno de sus componentes.12 La adaptación de los Serra a nuevos ámbitos de inversión que venía produciéndose desde la década de 1610 y que se concretó con claridad en la década siguiente es sintómatica de lo que venimos diciendo. La problemática de la muerte (sobre todo la de Federico Spinola en 1613 y la de Girolamo Serra en 1616) puede hallarse a la base del progresivo distanciamiento de los asientos financieros de la Corte y de la preferencia por otros ámbitos de inversión como el asiento de galeras, el desempeño de oficios (el Correo Mayor de Milán o el arrendamiento del hierro) o el feudo. A lo que se añadiría la voluntad de Battista de retirarse a Génova entre 1617 y 1618, dejando a su primo, Francesco Serra q. Giovanni Pietro II, todos sus negocios de España. A la luz de lo precisado, el servicio de los Serra a la Corona no solo respondía a principios como la fidelidad y la obediencia al monarca, sino que debía lidiar también con los intereses específicos de los individuos reclutados y con los del entramado en el que operaban, con las características de un contexto específico y con los acontecimientos acaecidos en el seno del grupo. El servicio, por tanto, no solo se hallaba en perpetua construcción, sino que además no podía darse siempre por descontado. Dada la relevancia crucial que asumían los intereses particulares, en esta investigación se ha hecho especial énfasis en el valor de los individuos. Es por ello que en el análisis se ha privilegiado la interpretación de las actuaciones de los sujetos en los diversos contextos espacio-temporales más que las de la familia en sí misma, tomada esta como un bloque homogéneo representativo de las mismas aspiraciones e ideales. A pesar de su importancia

12  Álvarez Nogal, C. «Las compañías...», cit.

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indiscutible, la familia por sí sola no podía explicar la infinidad de matices que intervenían en la configuración de las redes, ni los destinos dispares que depararon a sus componentes. En relación al papel crucial asumido por los individuos —y dadas las distintas funciones que se atribuían a hombres y mujeres en estos entramados— era imprescindible, además, incorporar un enfoque de género al análisis que dilucidara las diversas funciones que desempeñaron hombres y mujeres en las medidas adoptadas para garantizar la supervivencia del grupo, el éxito de sus negocios y el mantenimiento de sus servicios al monarca. En este sentido, la red Serra es elocuente sobre el rol fundamental que ejercieron sujetos que, como Battista Serra, no eran ni primogénitos ni segundones ni tercerones. A pesar de que Battista era el último varón nacido del matrimonio de Antonio IV y Claudia Lomellini, y de que su unión con su prima Maddalena Serra no generó descendencia, no hay duda de que, después de la muerte de su tío Girolamo, este constituyó la fuerza motriz indiscutible de los tratos de la familia con la Monarquía Hispánica y de la promoción de sus primos. Asimismo, la investigación realizada ha demostrado el protagonismo absoluto de las mujeres como elementos activos —y no ya pasivos, es decir, como simples «mercancías» para el intercambio matrimonial— de la esfera pública y, por tanto, no solo del ámbito privado. Su importancia, avalada por el patrimonio que controlaban, por su capacidad para tejer clientelas y por la autonomía que le reconocían las leyes de la República —que podía hacer de ellas fideicomisarias de sus padres o maridos difuntos—, se erigió en un recurso imprescindible para garantizar cuotas de poder en Génova, proteger a los sujetos más indefensos del linaje y para procurar la ausencia de conflictos en el seno de la familia. En lo que respecta a la influencia de la coyuntura en las redes y en el servicio a la Monarquía Hispánica por parte de los Serra, es evidente que se asiste a cambios notables en el momento de transición entre el reinado de Felipe III y el de Felipe IV. Aunque

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Conclusiones

el servicio al monarca Católico nunca fue cuestionado durante las generaciones analizadas —ni siquiera cuando las autoridades hispánicas crearon dificultades a algunos miembros de la familia a partir de la década de 1620—, muy distinta fue la consideración de los Serra hacia los ministros del rey, sobre todo durante la época de Olivares. De hecho, el ascenso del círculo de Olivares dio inicio a una nueva era que contrastaba visiblemente con aquella en la que Battista Serra había hecho fortuna a principios del siglo xvii, cuando formaba parte de la Diputación del Medio General de 1608 y contaba entre sus amigos con algunos de los representantes más destacados del gobierno lermista, como Alonso Ramírez de Prado. Sin embargo, conviene recordar que la diversificación de las actividades económicas que los Serra pusieron en práctica a lo largo de los más de cincuenta años que abarca este estudio era ante todo una diversificación de los servicios al rey, ya fuera como financieros y administradores de la deuda —en sus inicios— o como asentistas de galeras, feudatarios, militares o suministradores de los ejércitos en un segundo momento. Una adaptación de los servicios que no solo permitió superar los momentos de crisis, sino también hacerlo sin sacrificar su identidad filohabsbúrgica. El deterioro de las condiciones de la Real Hacienda, sobre la que los Serra habían construido su riqueza a principios del siglo xvii, y los atentados contra los privilegios que los genoveses poseían en los territorios hispánicos podrían hallarse a la base —junto a las condiciones biológicas de la familia— de su distanciamiento de aquellos negocios de la Corona que se descubrían menos seguros (los asientos de dineros) para, en su lugar, preferir inversiones menos arriesgadas y que ofrecieran mayores garantías de continuidad en el servicio por parte de otros miembros de la familia. Es el caso de los asientos de galeras o de los títulos feudales. Asimismo, en las modificaciones en el servicio de la familia influyeron otros factores como la difusión del mérito como requisito para insertarse en los circuitos de patrimonio regio. Este hecho habría

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propiciado que los primos de Battista Serra —Giovan Francesco y Giovanni Battista Serra—, que accedieron al servicio real en un segundo momento en cuanto menores que Battista, destacaran, respectivamente, en el ámbito militar y diplomático.13 La misma consideración puede hacerse para los sobrinos de Battista, hijos de Francesco. Se trataba de Stefano, sucesor en el asiento de galeras de Battista en 1639 y de Girolamo, artífice de los asientos de cuerda de munición a la Corona en la década de 1650. A pesar del protagonismo que la guerra asumió en los nuevos servicios en los que se embarcó la familia, no puede considerarse en ningún momento que los Serra abandonaran la actividad financiera por completo, puesto que los servicios militares referidos suponían el continuo adelanto de capitales por parte de los implicados para asistir a las necesidades de los ejércitos. Préstamos que, sin embargo, podían compatibilizarse fácilmente con el nuevo estatus nobiliario que algunos de ellos, como Giovan Francesco Serra q. Girolamo, asumieron. El título de marqués de Almendralejo obtenido por este último en 1641 constituyó seguramente una compensación por los servicios de la familia (en concreto, por parte de su padre Girolamo o su primo Battista), pero también por los propios desarrollados en el campo de batalla. Giovan Francesco Serra formaba parte de los numerosos genoveses que en las décadas de 1640 obtuvieron dignidades nobiliarias como Bartolomeo Spinola (conde de Pezuela de las Torres), Joseph Strata (marqués de Robledo de Chavela), Giovanni Stefano Invrea (conde de Yebes) y Giovanni Francesco Balbi (conde de Villalvilla). Como precisa Sanz Ayán, se trataba de un grupo considerable (el quince por ciento del total de títulos nobiliarios concedidos en la década), sobre todo si se compara con los pocos otorgados en la década de 1630, en la que solo Ottavio Centurione fue beneficiado con el marquesado de Monesterio. Las 13  Yun Casalilla, Bartolomé. Iberian World Empires and the Globalization of Europe, 1415-1668, Singapur, Springer, 2019, p. 229.

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cifras indicarían que la crisis de 1640 facilitó el ennoblecimiento de los financieros que llevaban a cabo operaciones de crédito para la Corona.14 En diversos momentos de esta investigación se ha enfatizado la evolución y los variados intereses de los ramos de la familia analizados. Los distintos comportamientos sociales y culturales desarrollados determinaron la creación de espacios de identidad diferenciados que se derivaban de la manera en la que cada uno de los ramos se relacionó con los territorios en los que operaban. De hecho, a pesar de los extraordinarios servicios prestados a la Monarquía Hispánica, Battista y sus hermanos, descendientes de Antonio IV, no figuraron como candidatos o solicitantes de títulos nobiliarios. Es probable que su obtención habría acabado por debilitar su capacidad de negociación en favor de la causa hispánica en el seno de la República debido a los límites que se imponían en Génova al ejercicio de cargos políticos por parte de aquellos que sirvieran a otros príncipes. El caso observado para los Serra no quiere decir que no existieran otros genoveses que, como los Spinola o los Doria, continuaron actuando como intermediarios entre la Corona y la República a pesar de los ingentes honores obtenidos del monarca Católico. La extraordinaria habilidad de estos potentados para tejer redes clientelares en Génova capaces de influenciar y penetrar en los órganos de gobierno de la República explica que la experiencia detectada para los Serra —una familia de pocos miembros en comparación con los Spinola—, no fuera sino una de las posibles opciones con que contaban los ligures para erigirse en mediadores entre ambos socios. Quizás se trataba de la alternativa más conveniente teniendo en cuenta las condiciones de las que partían. 14

Sanz Ayán, C. Los banqueros y la crisis..., cit., pp. 322 y 323. El período constituía, en general, una coyuntura de inflación de honores que, obviamente, no solo contribuyó a financiar a los banqueros del rey, sino, en general, a aquellos que se hallaban a su servicio.

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A pesar de que la ausencia de los sucesores de Antonio IV podría explicarse como una estrategia dirigida a facilitar sus tareas de mediación entre la República y la Monarquía Hispánica, las dificultades señaladas para el acceso a los títulos antes de la década de 1640 obligan a dejar la puerta abierta a la posibilidad de que Battista hubiera realizado intentos para obtener una distinción que fueron desoídos por la Corona, interesada en asegurarse los servicios de la generación sucesiva bajo la promesa de nuevas prebendas por las asistencias y prestaciones ofrecidas hasta el momento por sus antepasados. En suma, los distintos servicios ofrecidos al monarca, la coyuntura de la época, los intereses particulares, la experiencia acumulada y el espacio en el que operaban los sujetos constituían factores que determinaron la creación de diversas identidades en el seno de una misma familia. Para sus sucesores en el servicio, Battista había adquirido en 1617 las rentas de Almendralejo. Por entonces, los beneficiarios de las mismas, sus primos Giovan Francesco y Giovanni Battista q. Girolamo, eran aún menores de edad. El primogénito varón de Girolamo, Giovan Francesco, se decantó exclusivamente por el servicio a Felipe IV —a diferencia de Battista que desempeñó varios cargos de representación para la República—, y llegó a adquirir, como se mencionó más arriba, el título de marqués de Almendralejo en 1641 y el puesto de maestro de Campo General de Milán en 1647. Por otro lado, su hermano, Giovanni Battista Serra q. Girolamo —que, como su primo Battista, había servido diplomáticamente a la República en Milán y Madrid— fue recompensado con el título de conde de Villalegre en 1657 por su mediación entre Génova y el Católico en la crisis de 1654. Las diferencias en el perfil de promoción se atisban también en la tipología de las distinciones obtenidas, en concreto, en las maneras de ser nobles en el reino de Nápoles. Por un lado, se ha analizado el caso de los descendientes de Ottavio Serra —príncipes de Carovigno desde 1625— que provenían de una experiencia

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mercantil en el Mezzogiorno de más de veinte años. El título de Carovigno fue, por tanto, el resultado de los servicios financieros, fiscales y administrativos puestos en práctica por Ottavio Serra, nacido en el reino y, por tanto, ciudadano napolitano. Este perfil fue muy distinto al exhibido por el ramo de Giovan Francesco Serra q. Girolamo, primo de Ottavio, que accedió al feudo de Cassano en 1622 solo gracias a las negociaciones que llevó a cabo en Génova su primo Battista con el embajador español Vivas, así como a los contactos que Battista poseía en Nápoles, entre los que obviamente se encontraba Ottavio Serra. A diferencia de este último, Giovan Francesco era, a todas luces, un extranjero en el reino cuando fue nombrado señor de Cassano. Condición que no impidió a sus hijos, Giuseppe y Francesco, la entrada en uno de los seggi de la ciudad gracias a la mediación del monarca y a pesar de la oposición de la nobleza napolitana autóctona. Un privilegio que los Serra de Carovigno, con un pasado eminentemente mercantil, por todos conocido vista su larga residencia en el reino, no gozaron. Los diversos resultados en la promoción social son igualmente significativos de la jerarquía existente entre los diversos servicios. Si bien Ottavio Serra había estado repetidamente y de maneras diferentes al servicio de la administración virreinal en las primeras décadas del siglo xvii, Girolamo Serra y su hijo Giovan Francesco habían sido, respectivamente, nada más y nada menos que asentistas de dineros y un reputado militar, respectivamente. Así las cosas, los variados modos de ser noble en el reino de Nápoles por parte de ambos Serra adoptaron manifestaciones socio-culturales bien distintas. Los Serra de Carovigno iniciaron sus andanzas cercanos a la institución consular —por lo que eran cabezas visibles de la nación genovesa de Nápoles— y se encontraron muy vinculados a actividades comerciales, ya fueran propias o en nombre de sus parientes situados fuera del reino. Sus negocios, poco a poco, se concretaron en servicios para la administración virreinal gracias a la reputación alcanzada por Ottavio y a sus extraordinarios contactos fuera del reino. Su presencia en la iglesia de la nación de San

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Giorgio de’ Genovesi, en la que los Serra de Carovigno poseían una capilla bajo su patronato, les distinguía como miembros de una nobleza de origen mercantil con profundos vínculos con el consulado. Por el contrario, los Serra de Cassano —duques de Cassano desde 1667— irrumpieron tardíamente en el Mezzogiorno sin una experiencia previa en el reino y como protegidos del Católico a los que había que compensar por los servicios del padre, Giovan Francesco, después de que se produjera su trágica muerte en 1656. En lo que respecta a la relación de los duques de Cassano con la iglesia de la nación de Nápoles, esta se limitó a misas de difuntos y a algunas inscripciones, mientras que su inserción en el tejido aristocrático napolitano, concretamente en la institución representativa de la nobleza napolitana de mayor rango, el seggio, levantó no pocas ampollas entre los miembros de la élite local. La política matrimonial fue también expresiva de las diferencias existentes entre los distintos ramos. Los primeros Serra de Carovigno (Ottavio Serra, señor de Carovigno y Giovanni Battista Serra, su hijo, príncipe sobre dicho feudo desde 1625) y los de Cassano (Giovan Francesco, señor de Cassano, y Giuseppe, su hijo, primer duque del enclave calabrés desde 1667) se mostraron aparentemente reacios a enlazar con la nobleza napolitana. Una reticencia que podía en realidad hallar su explicación en el rechazo que esta última manifestaba ante elementos foráneos o de origen mercantil. Las «manchas» referidas eran demasiado evidentes en estas primeras generaciones, a lo que es necesario añadir la tendencia a la endogamia que caracterizó a la familia Serra. Se trataba de un rasgo típico de los linajes de la nobleza vieja genovesa y por la que los Serra, no solo tendían a enlazar entre sí (eran habituales los enlaces entre tío y sobrina o entre primos), sino también con sujetos que pertenecían al patriciado vecchio de la República. Solo a partir de la segunda mitad del siglo xvii se detecta cierta apertura. En el ramo de Antonio IV Serra, Elena, hija de Paolo Serra q. Antonio IV, nacida en 1642, contrajo nupcias con un Sauli (Ludovico), perteneciente, por tanto, a la nobleza nue-

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Conclusiones

va. En el caso de la descendencia de Girolamo Serra, su nieto Giuseppe (1642-1715), primogénito varón de Giovan Francesco, casó con Anna Trivulzio, familia representativa del patriciado milanés, mientras que Francesco (1644-1703), el segundogénito de Giovan Francesco, lo hizo con una Doria. El descendiente varón del matrimonio Serra-Doria (Giuseppe Maria Serra, 1693-1726), asentado sólidamente en el Mezzogiorno, enlazó con la reputada familia napolitana de los Caracciolo, príncipes de Torella, al igual que su hermana, Marianna Serra. Por tanto, fue necesario esperar al segundo duque de Cassano para que se verificara una unión con un miembro destacado de la aristocracia napolitana. Estamos ante una situación que evidencia los límites que imponían las características de los espacios territoriales en los que operaban los sujetos, así como la incidencia de estas en los procesos de conformación de identidades. En lo que se refiere a Ottavio Serra, padre del primer príncipe de Carovigno, consiguió casar a su hija Maria (1615-1695) con Ferdinando Messia de Prado, un jenízaro que, en este caso, se trataba de un napolitano de orígenes castellanos. El segundo enlace de Maria fue con otro napolitano, Giovanni Battista Coqui, esta vez de orígenes milaneses. Las hijas de Serra y Coqui enlazaron con un representante de la nobleza vieja genovesa (Antonio Doria, marqués de Santo Stefano) y con un miembro de la familia Caravita, napolitanos de posibles orígenes españoles. Sin embargo, el hermano de Maria, Giovanni Battista Serra, primer príncipe de Carovigno, repitió el esquema clásico de la familia y enlazó con Ottavia Cattaneo, de la nobleza vieja genovesa. Como se atisba de estos ejemplos, la familia se mantuvo fiel a su propensión a emparentar con la nobleza vieja en las distintas generaciones. Asimismo, Nápoles no fue terreno fácil para las uniones mixtas y los matrimonios con elementos castellanos constituyeron una rareza en la familia. Solo Domenico Serra (1647-1709), tesorero del Consejo de Italia y segundogénito varón de Giovanni Battista q. Girolamo, casó con María Agustina Carrillo, del linaje

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Mendoza, unión que no obtuvo descendencia. La afinidad con Castilla por parte de los descendientes de Giovanni Battista q. Girolamo se explica seguramente por los largos períodos que este último pasó en Madrid, donde poseía varias propiedades inmobiliarias estratégicas y donde actuó como mediador entre la República y la Corona durante los difíciles acontecimientos de 1654. El servicio y la presencia duradera en la Corte no fueron el único de los factores que pueden explicar la aparente mayor voluntad de asentarse en Castilla por parte de Giovanni Battista q. Girolamo y su hijo Domenico. Los repartos de la herencia de Girolamo habían beneficiado claramente a su hermano, Giovan Francesco, que comprendía, entre otras voces, el feudo de Cassano, el de Strevi (en el Monferrato), la mitad de las rentas de Almendralejo (villa sobre la que obtendría el título de marqués) y las principales propiedades inmobiliarias de la familia en Génova. Sin embargo, a Giovanni Battista correspondieron, esencialmente, la otra mitad de las rentas de la villa extremeña, numerosas rentas de juro castellanas y el feudo de Mornese. A la luz de esta división de los bienes de Girolamo, la apuesta, por parte de Giovanni Battista, por el mantenimiento de sus entradas castellanas era una opción comprensible para asegurar un patrimonio a sus herederos. La falta de descendencia del matrimonio Serra-Messia de Prado, legítimos poseedores de una de las mitades de Almendralejo tras la muerte de Giovanni Battista Serra, impidió el desarrollo de un ramo castellano en la familia. Por otro lado, el desinterés mostrado por la otra mitad de la villa extremeña por parte de los descendientes del difunto Giovan Francesco —más concentrados en la administración del feudo de Strevi y del de Cassano—, se concretó en el proceso de búsqueda de los legítimos poseedores del título de marqueses de Almendralejo, protagonizado por la administración regia a principios del siglo xviii para hacerles pagar las lanzas atrasadas asociadas al título. El mismo fenómeno afectó a los sucesores del condado de Villalegre, que, tras la muerte de

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Conclusiones

Giovanni Battista, fue heredado por su primogénito varón, Filippo Serra. Todos estos acontecimientos son indicativos de cómo el interés de los Serra de Girolamo se había decantado —por voluntad propia, en la que incidían con fuerza las prácticas de sucesión al patrimonio, o por simple biología— hacia sus posesiones italianas. Entre los intereses «italianos», fue Génova —en mayor o menor grado según el ramo y el momento analizado— la principal sede de referencia para la red. Como han demostrado las investigaciones de Girón Pascual para los entramados de los mercaderes genoveses de sureste andaluz, la red ligur se caracterizaba por ser un sistema multinodal con un nodo central: la República.15 Aunque Génova se halló siempre presente en el imaginario de los componentes de la familia aquí analizados —incluso de aquellos que terminaron echando raíces en Nápoles—, la ciudad adquirió especial relevancia para los herederos de Antonio IV, entre los que se hallaba Battista Serra. El progresivo poder que estos últimos conquistaron en la madre patria vino de la mano de los servicios que proveían a la Monarquía Hispánica. Como se ha observado, la adquisición de inmuebles en Génova por parte de los sucesores de Antonio IV —iniciativa colectiva del linaje dirigida a la creación de células de poder en el tejido urbano— coincidió con el protagonismo absoluto de Battista Serra en la Corte como diputado del Medio General de 1608. De esta manera, se demuestra inconsistente cualquier distinción entre el servicio a la Corona y a la República como dos aspectos dicotómicos que, por fuerza, debían entrar en contradicción. Es más, como se ha observado en esta investigación, la capacidad de los Serra para apoyar a las instituciones asistenciales genovesas pudo verse limitada por un menor rendimiento de las rentas de juro hispánicas que los genoveses percibían en compensación por sus 15 Tal y como refiere Rafael Girón Pascual, «Génova era el centro neurálgico, la cabeza de cientos de redes comerciales tejidas a lo largo y ancho del Mediterráneo, con tentáculos en el norte de Europa, Asia y América». En Girón Pascual, R. Comercio y poder..., cit., p.66.

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

servicios.16 Al mismo tiempo, el mejor servicio a la Corona podía ser proporcionado solo por aquellos que en la República gozaban de la riqueza, la influencia y las clientelas necesarias para poder apoyar la causa hispánica ante las instituciones de gobierno republicanas. Génova era, por tanto, el punto de encuentro entre los intereses de la Monarquía, de la propia República y de sus particulares, una perfecta simbiosis entre lo público y lo privado. El análisis de los comportamientos de los Serra en Génova ha contribuido a arrojar luz sobre la escalada social que estos experimentaron en la madre patria a raíz de sus tratos con la Monarquía Hispánica, así como sobre la influencia de la República —del ideario republicano, del cosmopolitismo que caracterizaba la vida privada y pública genovesa, etc.— en la conformación de las identidades de la familia. De esta manera, aspectos tan característicos de la comunidad genovesa como su incontestable catolicismo — que hizo de los ligures generosos donantes de capitales a diversas entidades religiosas y asistenciales—, debe interpretarse no solo como respuesta a los postulados tridentinos o a los requisitos que el habitus aristocrático imponía a la nobleza de la época, sino también como manifestación de la asimilación de los principios de la religión cívica que enarbolaba el Estado ligur. Se trataba de principios que se vieron, asimismo, influidos por la Reforma católica, estrechamente vinculada a los objetivos del soberano hispánico, paladín del catolicismo y cabeza de una monarquía providencialista. Las influencias múltiples a las que estaban sometidos los genoveses en virtud de los entramados transnacionales en los que participaban, de los diversos marcos jurisdiccionales en los que operaban y de las características de Génova como crisol cultural en la que confluían redes de muy diversa proveniencia hacían de ellos valiosos eslabones entre los distintos espacios de la Corona, contribuyendo a la compartición y difusión de una cultura híbrida y 16 A este respecto, sería interesante profundizar sobre la relación entre la fiscalidad hispánica y la financiación de la caridad genovesa.

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Conclusiones

cosmopolita entre las élites de la Monarquía y a la construcción de mecanismos de diálogo entre los distintos territorios y las diversas instituciones que los gobernaban. Los tres ámbitos considerados en este estudio —servicio redes y espacios de identidad— ofrecen una imagen clara sobre la entidad y el funcionamiento del imperio hispánico descrito que imperio no era —al menos no uno al uso—, y que tampoco puede definirse como hispánico —como demuestra la variedad y la autonomía de sus dominios con cuyas élites e instituciones era necesario entablar una perpetua negociación—. A la luz de lo explicado, el caso de los Serra ha partido de la conocida máxima de Grendi según la cual, la historia de Génova era «una storia più privatistica che statuale».17 Sin embargo, el enfoque de microhistoria global aplicado a los Serra nos confirma la indisolubilidad entre ambas esferas —la pública y la privada— en la construcción de las organizaciones políticas del Antiguo Régimen —Génova y la Monarquía Hispánica incluidas—, hasta el punto de hacer difícil —y quizás poco útil— la distinción entre Estadoinstituciones, de un lado, y particulares-redes, de otro como si se tratasen de eternas antagonistas en lugar de aliadas en los procesos de conformación de las realidades estatales de la época moderna.18

17 18

Grendi, E. I Balbi…, cit., p. XI. Grafe, R. «On the Spatial Nature…», cit.

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ANEXO GENEALÓGICO*1

* Para la realización de estos cuadros genealógicos, se ha partido de las siguientes fuentes: los árboles genealógicos presentes en: Podestà, E., Musella, S. y Augurio, F. I Serra..., cit., anexos genealógicos finales; en el manuscrito de Serra de Gerace, Livio. Collezione completa dei manoscritti genealogici volumi I-VII, en ASNA, Diplomatica; y, por último, en el manuscrito de Buonarroti, A. M. Alberi genealogici..., cit. Aunque el trabajo genealógico de N. Battilana se ha demostrado útil en ciertos momentos, su consulta debe realizarse con ciertas cautelas debido a los errores e imprecisiones en los que a veces incurre: Battilana, Natale. Genealogie delle famiglie nobili di Genova, Bolonia, Pagano, 1825-1833 (reedición de 1971). Cuando se ha considerado oportuno, a la luz de los resultados de nuevas publicaciones o de documentación archivística hallada durante la realización de este estudio (por ejemplo, la presente en los libros parroquiales de San Giorgio de’ Genovesi de Nápoles, custodiados en la iglesia de Santa Maria Incoronatella detta della Pietà dei Turchini de Nápoles), se han corregido o puntualizado algunas imprecisiones contenidas en las genealogías mencionadas. Para facilitar la lectura, en las genealogías se han incluido solo los nombres mencionados en este estudio o que jugaban un papel importante para entender la política familiar.

GENEALOGÍA 1 Orígenes de los ramos estudiados (finales del siglo xiv-finales del siglo xvi)

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GENEALOGÍA 2 Descendientes de Paolo II Serra (1520-1579)

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

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GENEALOGÍA 3 Descendientes de Francesco Serra q. Giovanni Pietro I (1520-?)

Anexo genealógico

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GENEALOGÍA 4 Descendientes de Antonio IV Serra q. Paolo II (ca. 1550-1582) Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

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GENEALOGÍA 5 Descendientes de Nicolò Serra q. Paolo II (1575-?)

Anexo genealógico

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GENEALOGÍA 6 Descendientes de Giovan Francesco Serra q. Girolamo (1609-1656) Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

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GENEALOGÍA 7 Descendientes de Giovanni Battista Serra q. Girolamo (1612-1684)

Anexo genealógico

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GENEALOGÍA 8 Descendientes de Francesco Serra q. Antonio IV (1579-1656) Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

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GENEALOGÍA 9 Los Spinola de Luccoli y sus relaciones con los Serra (siglos xvi-xvii)

Anexo genealógico

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GENEALOGÍA 10 Los Lomellini de Tabarca y sus relaciones con los Serra (siglos xvi y xvii)

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

1070

GENEALOGÍA 11 Los lazos entre los Giustiniani y los Serra (primeras décadas del siglo xvii)

Anexo genealógico

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GENEALOGÍA 12 Ottavio Serra q. Giovanni Battista q. Paolo II

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

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ÍNDICE ONOMÁSTICO*1

* En este índice se recogen exclusivamente los nombres de los personajes históricos citados en la obra. Debido a la recurrente homonimia y a la abundancia de entradas, propia de un estudio de redes como el que nos ocupa, se ha optado por ofrecer, cuando ha sido posible, detalles breves sobre el individuo para facilitar su identificación. En algunos casos, ha sido imprescindible citar el nombre de padre o del abuelo para evitar confundirlo con otros sujetos con los que compartía nombre. Cuando no se ha podido identificar claramente a personajes con el mismo nombre y apellido, se ha preferido crear voces diferentes. Es por ello que, a la espera de nuevas investigaciones, no se descarta que algunos de estos «dobles» sean los mismos sujetos. Asimismo, se ha intentado especificar el ramo al que pertenecían algunos individuos, con el fin de distinguirlos claramente de otros con los que compartían apellido. Ejemplo: Spinola de Luccoli, Federico; Spinola de San Luca, Ambrogio, marqués de Balbases.

Abancino, Felipe, 797, 797n Abrantes, duque de. Véase Agustín de Lancaster y Sande Acquaviva, príncipes de. Véase la familia De Mari Acuña, Juan de, presidente del Consejo de Hacienda, 215n, 242, 242n Adorno, Filippo, 175 Adorno, Filippo q. Michele, 285, 304, 305, 342n, 378, 378n Adorno, Gabriele, 164, 229, 229n, 230 Adorno, Giovanni Battista q. Michele, 285, 340, 341, 341n, 342, 342n, 372, 372n, 374, 488n, 528n, 785n, 870 Adorno, Paola Emilia q. Giovanni Battista q. Michele, 342 Afán de Ribera, Pedro, duque de Alcalá, virrey de Nápoles, 117, 149n, 628 Agnese-Castellazzo, villa, 863 Airolo, Giovanni Battista, 610 Alba, duque de. Véase Antonio Álvarez de Toledo Albani, Claudio, 621n Albizu, Gracián de, 591, 591n, 623n Albrizio, Giovantonio, príncipe de Vetrara, 720 Alburquerque, duque de. Véase Francisco Fernández de la Cueva Alcíbar, Domingo, 224n Aldimari, Biagio, 738n, 747, 747n

Aldobrandini, familia, 200, 201, Aldobrandini, Giovanni Francesco, 253n Aldobrandini, Pietro, cardenal, 200, 201n Alessi, Galeazzo, 787n, 833n Almendralejo, marqués de. Véase Giovan Francesco Serra q. Girolamo y Giuseppe Serra q. Giovan Francesco Álvarez de Cienfuegos, Luis, 269 Álvarez de Toledo, Antonio, duque de Alba, virrey de Nápoles, 511n, 443, 448, 449, 449n, 517, 628 Álvarez de Toledo, Pedro, marqués de Villafranca, gobernador de Milán, 240, 330, 330n, 358, 359, 359n, 449, 450, 450n, 604 Ana de Habsburgo, princesa de España, reina de Francia, 601, 620 Andrea, esclavo negro, 687 Angulo, Tomás de, 447 Anna, criada de Giovanna Doria Tursi, 1025, 1025n Ansaldi, Giovanni Antonio, 433 Ansaldo, Cesare, 304 Antopel, Antonio, 625n Appollinari, Cristoforo, 201 Aragón, Pedro de, embajador español en Roma, 794,794n Ardizzone, Carlo, 240n Arese, Bartolomeo III, conde de Arese, 562 Armas, Ana de, 237 Arnone, Alberto, 717

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Aróstegui, Antonio, 356n, 358, 401n, 444n, 446, 446n, 447, 447n, 448, 449, 449n, 591, 591n, 623n Arpe, Nicolò, 539n Assigliano, marquesa de. Véase Laura Doria q. Carlo Aucello, Giovanni Domenico, 644n Avella, princesa de. Véase Costanza Doria q. Gian Andrea Austria, Alberto de, archiduque, 178, 223n, 260, 266, 267, 337, 337n, 470 Austria, Fernando de, cardenal infante, 518 Austria, Juan de, 152, 152n, 155n, 158 Austria, Juan José de, 561 Avellano, duque de. Véase Fabrizio Doria q. Andrea II Avello, princesa de. Véase Placidia Spinola Aytona, marqués de. Véase Gastón de Moncada Bacigalupo, Giovanni Battista, 95, 599n Bacigalupo, Giovanni Battista, inquilino de Girolamo Serra, 853 Balbases, marqués de. Véanse Ambrogio Spinola de San Luca, Filippo Spinola de San Luca y Paolo Spinola de San Luca Balbi, Antonio, 318, 409, 417, 428, 432, 480, 484 Balbi, Bartolomeo, 849

Balbi, familia, 38n, 65, 90, 90n, 159, 170n, 178, 183n, 293n, 390, 800, 835n, 849, 850, 856, 874n, 877, 906, 973n, 1020n, 1037 Balbi, Francesco Maria, 975 Balbi, Giacomo, 869n Balbi, Giovanni Battista, 159n Balbi, Giovanni Francesco, 849, 869 Balbi, Giovanni Francesco, conde de Villalvila, 1048 Balbi, Girolamo, 163, 163n, 849, 921, 921n, 975 Balbi, Nicolò, 159n, 183n, 259, 273, 274, 310n, 312, 318, 353, 456n, 468n Balbi, Pantaleo, 869 Balbi, Paolo, jesuita, 992, 993 Balbi, Stefano, 414, 559n, 560n, 993, 1021n Ballaba, esclavo, 686 Banchero, Giovanni Giacomo, 435 Barbieri, Giovanni Francesco, Il Guercino, 925 Barlaimonte, Filippo, 292n Barone, Giovanni Domenico, 643 Bassano Romano, príncipe de. Véase Vincenzo Giustiniano q. Giuseppe Bassetti, Apollonio, secretario del Gran Duque de Toscana, 609n Battimello, Domenico, 693 Battista Il Monegino, 854 Bazán, Álvaro de, marqués de Santa Cruz, 192, 425, 426, 426n, 433, 458, 512

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Índice onomástico

Bazán, Pedro de, 120 Bava, familia, 161n, 162n Bava, Joannes, 161n Bava, Leon, 610 Bédmar, marqués de. Véase Alonso de la Cueva Beghini, Camillo, 656 Belmosto, Agostino, 609, 610, 611, 611n, 722, 724, 726, 731 Belmosto, Antonio, 704, 722, 724 Belmosto, familia, 611n, 733 Benavente, conde de. Véase Juan Alonso Pimentel Herrera Benavides y Carrillo, Luis de, marqués de Caracena, 563, 808 Benigno, Nicolò, 200, 305 Bernizzone (Berninzoni), familia, 175n, 612, 612n Bernizzone, Giovanni Francesco, 612n Biancardo, Francesco, 670n Bianco, Bartolomeo, 833, 849, 849n, 876, 877, 878n, 879n, 881, 887n, 889n, 891n Bianco, Pietro Antonio, 359n Biffoli, Angelo, 149n Biffoli, Benedetto, 625n Biñasco, conde de. Véase Pedro de Mendoza y Jorge de Mendoza Bisignano, príncipe de. Véase Luigi I Sanseverino y ramo Sanseverino, príncipes de Bisignano Boballi, Andrea, 444, 444n Boccanegra, Angelo, 139n Bolognini, familia, 282

Bonne, François de, I duque de Lesdiguières, 110 Bonvisi, banco, 201, 201n Bordonio, Agostino, 868 Bordonio, Giuseppe, 868 Borghese, Scipione, cardenal, 200n Borja de Aragón, Carlos de, duque de Villahermosa, 544 Borja y Velasco, Gaspar de, cardenal, virrey de Nápoles, 725, 728, 729 Borromeo, Giovanni, cardenal, 814 Borsotto, Giuseppe, 853 Bosco, Bartolomeo, 942n Bossio, Francesco, 834n, 996, 997, 1000, 1001 Botín (Bottino), Nicolao (Nicolò), 539n, 683, 684,684n, 696 Bottino, familia, 539, 695n Bozomo, Giovanni Carlo, 501 Bozzolo, 610, 619n Bozzolo, Pietro Antonio, 610, 619n, 760 Bozzolo, Sebastiano, 618, 619n Bracaba, Fabrizio, 305 Bracamonte y Guzmán, Gaspar de, conde de Peñaranda, 902n Brancaccio, Carlo, 815 Bravo de Lagunas, Juan, 423 Brignole, Antonio, 199n Brignole, Giovanni Battista, 294, 369n Brignole, Giovanni Battista, Deputato di Napoli, 708 Brignole, Giovanni Carlo, 544

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Brignole, Giovanni Francesco, 294, 369n, 909, 909n Brignole, Giovanni Francesco II, 913n Brignole Sale, Anton Giulio, 545, 545n, 940n Brizuela, fray Íñigo de, presidente del Consejo de las Órdenes, 440n Brocco, Bartholome, 386 Brocco (Broch), familia, 387, 388, 388n, 389, 398 Brocco, Juan Antonio, 386 Brocco, Pedro Antonio, 386 Brugnolo, Antonio, 539 Brugnolo, Francesco Maria, 539n, 540n Brugnolo (Brunulo, Bruñolo), familia, 539 Brugnolo, Giovanni Andrea, 685 Brugnolo, Pasquale, 685 Brunel, Antonio de, 903, 903n, 904n Bracelli-Asilo «Scaniglia Tubino», villa, 863 Buckingham, duque de. Véase George Villiers Burlando, Simone, 853 Burone, Alessandra q. Battista, 226n Burone, Angela Camilla q. Battista, 226n Burone, Battista, 220, 221, 221n, 226n Burone, Girolamo (Geronimo) q. Battista, 104, 220, 221, 221n, 222n, 223, 223n, 224, 224n, 225n,

226, 226n, 228, 252, 255, 268, 268n, 269, 293, 295, 301, 302, 302n, 304, 308, 427n, 464 Burone, familia, 220, 221n, 223, 291, 1036 Burone, Nicolò, 222n Burone y Álvarez, Girolamo q. Girolamo, 269, 302n, 304n, Bustaneo, David, 383n, 469 Bustaneo, familia, 383n, 398 Bustaneo, Paulo, 383, 469 Buttero, villa, 863 Cabella, Agostino, 235n Cabrera, Alonso, 453, 454 Cabrera de Córdoba, Luis, 244, 244n Cacace, Troiano, 613n Cagnole (Cannone), Camilla, 595 Calamazza, Giovanni Giacomo, 670n Calamazza-Pontecorvo, banco, 190n Caldano, Maria, 736, 741 Calvi, Giovanni Andrea, 302 Cambi, Giovanni, 353 Cambi, Giovanni Tommaso, 353, 353n Cambiaso, villa, 863 Camera, Geronimo, 853 Campana, Oratio, 719n Campanella, familia, 885n Campanella, Tommaso, 710, 711n Campominosso (Campomenoso), Bartolomeo, 383n, 470n Cantelmo, Giacomo, 748, 748n, 750n, 756n, 757n, 759n, 762n Capaccio, Giulio Cesare, 712

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Índice onomástico

Capecelatro, Ettore, 815 Capellone, Giovanni Paolo, 610 Capercio, condes de. Véase familia Doria Capponi, banco, 201, 201n Capponi, Francesco, 219 Capponi, Pietro, 219 Capurro, Geronimo, 853 Caracciolo, Antonio, príncipe de Torella, 741, 799, 1053 Caracciolo, Maria Rosa, princesa de Torella, 741, 742, 745, 745n, 799, 1053 Caracena, marqués de. Véase Luis Carrillo de Toledo y Luis de Benavides y Carrillo Carafa, Decio, cardenal, 838, 838n Carafa, Lucrezia, marquesa de Corleto, 719 Carafa, Tiberio, 730 Caravita, Giovanni Battista, 738n, 740, 1053 Caravita, Tommaso, 738n, 1053 Carbone, familia, 431 Carcagnino (Cavagnino), Simone, 686, 687, 687n Cárdenas, Íñigo de, embajador español en Venecia, 555n, 556n Cardinale, villa, 863 Carlos II, rey de España, 736, 737, 783n, 793, 810, 813 Carovigno, príncipes de. Véase Giovanni Battista serra q. Ottavio, Maria Serra q. Ottavio y Giovanni Battista Messia de Prado

Carrega, familia, 431 Carrillo de Toledo, Luis, marqués de Caracena, 440n Carrillo, Fernando, 314n, 411n Carrillo de Toledo, Luis, 440n Carlo Emanuele, duque de Saboya, 105, 106, 108, 118, 119n, 156, 175n, 350n, 408, 432n, 433,445n, 489 Carlone, Ambrogio, 879n Carlone, Federico, 879n Carlone, Giovanni, 879n Carlone Scopelino [¿Scopellito?], Andrea, 854 Carlone Scopelino [¿Scopellito?], Bartolomeo, 854 Carlos I, rey de España (Carlos V del Sacro Imperio Germánico), 33, 43n, 93, 105, 114n, 146n, 147, 343n, 348n, 584 Carmagnola, Agostino, 610 Carminatis, Giovanni Battista, 853 Carrera, Alonso de la, 556 Casale, Luca, 861 Casella, Giacomo, 853 Casella, Giovanni Ambrogio, 608, 608n, 609, 610, 618, 619n, 708 Casella Scopelini [¿Scopellito?], Tommaso, 854 Cassano, duques de. Véase Giuseppe Serra q. Giovanni Francesco, Giuseppe Maria q. Francesco, Laura Serra q. Giuseppe Maria y Giuseppe Maria q. Francesco Maria

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Castagnola, Filippo, 486 Castagnola, hombres de negocios, 486n Castellanos Espinosa, Juan, 114n, 139n, 217, 227 Castello, pintores, 913, 913n, 914n Castelnuovo Scrivia, marqués de. Véase Filippo De Marini Castagna Castiglione, Pietro Maria, 696n Castro, Francisco de, duque de Taurisano, 124n Cattaneo, Antonia q. Girolamo, 612, 737, 738n, 739, 747n Cattaneo, 612 Cattaneo, Domenico, príncipe de San Nicandro, 365n, 612n, 959n, 963, 980, 980n, 994n, 1007 Cattaneo, familia, 144, 148, 612n, 758n Cattaneo, Francesco, 337n, 338n Cattaneo, Franco, 306, 338n, 612n Cattaneo, Giovanni Filippo, 473n Cattaneo, Girolamo, 612 Cattaneo, Ottavia, 741, 1053 Cattaneo, Ottavio, 681n Cattaneo, Pier Battista, 115, 116 Cattaneo, Stefano, 610 Cattaneo-Grimaldi, villa, 863 Cavanna, Giovanni Maria, 473 Cavanna, Ottavio Maria, 357n, 472n, 473, 481n, 516 Caymo, Jerónimo, 511n, 443, 444, 444n, 445

Cebà, Ansaldo, 127, 275, 835, 837, 837n, 946, 946n, 948 Celesia, Antonio, 853 Cella, Stefano, 652n Cellammare, príncipes de. Véase familia Del Giudice Celle, Andrea, 674n Cenami, Lorenzo, 318 Cennao, Andrea, 684 Centurione, Adamo, 306, 307, 346, 353n, 460, 460n, 487 Centurione, Agostino, enviado a Madrid por la República de Génova, 733n Centurione, Agostino, enviado por la República a Nápoles, 983 Centurione, Agostino q. Stefano, 329, 348, 379, 380, 383, 383n, 397, 411, 411n, 456, 466, 467, 467n, 468, 473, 480, 481n, 520 Centurione, Carlo, 556n Centurione, Chiara Maria Teresa q. Agostino, 467 Centurione, Clara q. Ottavio, 826 Centurione, Domenico, 610 Centurione, familia, 38n, 39n, 196, 244, 262n, 599, 837, 837n, 1036 Centurione, Fidele, 854 Centurione, Francesco, 467n Centurione, Giorgio, Doge de la república de Génova, 458 Centurione, Giovanni (Battista), marqués de Estepa, 139n, 495

1080

Índice onomástico

Centurione, Giovanni Battista, esposo de Giovanna De Marini, 797 Centurione, Marco, 346, 346n, 459n, 483, 483n, 515, 515n, 682, 688 Centurione, Maria, 343n Centurione, Ottavio, marqués de Monesterio,104, 179, 211, 212, 238, 244, 244n, 245, 245n, 252, 255, 259, 263, 263n, 271, 272n, 273, 274, 304, 305, 310n, 312, 315, 316, 317,318, 319, 322n, 348, 348n, 357n, 409n, 412, 413, 413n, 414n, 431,451, 451n, 452, 452n, 453, 455, 460, 460n, 464, 466n, 473, 474, 479, 480, 484, 487, 488, 519, 527, 544, 628, 826, 904, 905, 982, 983, 983n, 985n, 1041, 1048 Centurione, villa, 863 Centurione, Vincenzo, 179, 179n, 245, 252, 260, 260n, 261, 263, 263n, 268, 304, 337 Centurione Bacelli, Virginia, 1002 Centurione-Carpaneto, villa, 863 Centurione y Córdoba, Adamo, marqués de Estepa, 514, 515n Centurione «del Monastero», villa, 863 Centurione-Pallavicino, villa, 862 Cercemaggiore, marqueses de. Véase familia Doria Cerda, Ana de la, 309 Cerda, Sancho de la, marqués de la Laguna, 242n Cernezzi, Cesare, 391n

Cernezzi, Costantino, 390n, 538, 538n Cernezzi, familia, 390, 390n Cernezzi, Franco, 390n Cernezzi, Pietro Martire, 351n Cervino, Giovanni (Juan), 308n Ciegal, Giovanni Andrea, 318 Ciegal, Giovanni Battista, 318 Chaves, Juan de, 453n Chiavari, familia, 162n Chiavari, Giovanni Luca, embajador genovés en Venecia, 430 Chiavari, Maria Caterina, monja, 292n Chinchón, conde de. Véase Luis Jerónimo Fernández de Cabrera Cicala, Carlo, 598n Cicala, Nicolò, 610 Ciminello, Alessandro, 719 Ciriza, Juan de, 362n, 363n, 446, 447, 447n, 448, 448n, 449n Clandley, Benjamin, 382n Coqui, Antonia, 738n, 740, 747, 748, 748n, 759n Coqui, Dorodia, 738n, 740, 747, 748, 748n Coqui, Giovanni Battista, 737, 738n, 740, 799, 1053 Colbert, Jean-Baptiste, 566n Colombo, Angelo, 696 Colonna, Ascanio, 599 Coniglio, Giuseppe, 755 Contardi, Ottavio, 225n, 370, 371n, 374, 785n

1081

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Contreras, Pedro de, 447 Corigliano, duques de. Véase familia Saluzzo Coronata, Andresina, 226n Coronata, familia, 872, 872n Coronata, Francesco, 872, 891n Coronata, Geronimo, 872, 891n Córdoba, fray Gaspar de, confesor del rey, 215n Corleto, marquese de. Véase Lucrezia Carafa y Raffaele Riario Corral, Diego de, 453n Correggio, Antonio Allegri da, 718n Cortizos, familia, 36n Cortone, Pietro, 625n Costanzo, Giovanni Battista, 878, 878n, 880 Corzo, Antonio, 237 Corzo, familia, 38n, Costa, familia, 431 Costa, Giovanni Angelo, 868 Costa, Giovanni Paolo, 591n Costa, Giulia, 738n Costaguta, familia, 363n Cotta, familia, 390 Crosa-De Franchi- Istituto Antoniano, villa, 863 Crosa-Diana, villa, 863 Crosia, duque de. Véase Francesco Mandatoriccio Cueva, Alonso de la, marqués de Bédmar, 624 Cusani, familia, 282 Cusani, Luigi, 814

Cybo, Alderano, cardenal, 913 Cybo, familia, 98n Cybo-Malaspina, Alberico I, príncipe de Massa, 121, 121n D’Agostino, Francesco, 613n D’Amico, Giovanni Battista, 744n D’Angri, príncipes. Véanse Marc’Antonio Doria, Agostino Doria, familia Doria D’Angri D’Alano, Samuel, 662n D’Albergatis, Fabio, 199n D’Apuzzo (De Apruzzo), Giovanni Andrea, 655n D’Aquino, banqueros, 545n D’Urro, Lutio, 686 Da Passano, Filippo, 175, 521 Da Signore, Agostino, 610 Dalmau (Dalman), doctor, 404 David, Hieronimum, 99n Dávila y Enríquez, Pedro Esteban, marqués de las Navas, 264 Dávila y Toledo, Gómez, marqués de Velada, 230, 449n Decri, Anna, 878 De Angelis, Benedetto, 673 De Appiano, Isabella, princesa de Piombino, 667 De Appiano, Jacobo V, señor de Piombino, 668n De Belvedere, Urso, 731n De Buni, Vincenzo, 694 De Cola Antonio, hermanos, 621n De Cristoforo, Giacomo, 756n De Ferrari, Battista, 162, 162n, 391

1082

Índice onomástico

De Ferrari, familia, 161, 391, 397 De Ferrari, Giovanni Battista, 162n De Ferrari, Giovanni Benedetto, 162n De Ferrari, Paolo, 501 De Ferrari, Pietro Maria, 162n De Ferrari, Raffaello, 162n De Ferrari, Stefano, 501 De Ferrari, villa, 863 (De) Fornari, Giacomo, 625, 625n, 705 De Fornari, Giovanni Antonio, 537 De Fornari, Pellegrina, 98n, De Franceschi, Giovanni Francesco, 190n, 272, 273, 273n De Franchi, Agostino, 209n De Franchi, Geronimo, 306 De Franchi, Giacomo, 306 De Franchi, Giovanni Battista, 717, 717n De Franchi, Giovanni Cristoforo, 304 De Franchi, Giovanni Francesco, 643n De Franchi-Costa, villa, 862, 880n De Gisi, Joannis, 621n De Lazaro, Domenico, 164 De la Torre, Gio. Stefano, 465n De la Torre-Pichinotti, compañía, 465n Dell’Arcona, Francesco Antonio, 738n Della Torre, Raffaele, 515, 560, 806, 814

De Maio, Portia, 600n De Mari, Andrea, 149n De Mari, Carlo, 610 De Mari, Carlo q. Giovanni Battista, 879 De Mari, familia, 38n, 578n, 579, 581n, 751, 754n, 759n, 878 De Mari, Giacomo, 353 De Mari, Giovan Battista, 579n De Mari, Lorenzo, 384n De Mari, Maddalena, inscripción en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 751n De Mari, Nicolò, 149n, De Mari, Orazio, 610 De Mari, Raffaele, 579n De Mari, Serra, 89n De Mari, Stefano, 150, 297, 581n De Mari, Vespasiano, 384n De Mari-Ronco, villa, 863, 878n De Marin, Antonia, 294 De Marini, Battista, 173n De Marini, C., 177, 191n, De Marini, Claudio, 430, 431n, 433 De Marini, familia, 165, 166, 167, 172, 334n, 751,758n, 791n, 825 De Marini, Filippo, 1018 De Marini, Francesco, 198n De Marini, Francesco, gobernador del arrendamiento de la dogana de Apulia, 643 De Marini, Francesco, prestamista en Nápoles de Ottavio Serra y Giovanni Francesco Varese, 655n

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

De Marini, Francesco q. Girolamo, 165, 166, 167, 167n, 168, 168n, 169n, 171, 179, 184, 208, 374, 375, 397, 515n De Marini, Gaspare, 905n De Marini, Giacomo, arrestado por atentado, 340n, 689 De Marini, Giacomo, asentista de galeras, 689 De Marini, Giovanna q. Giovanni Battista, 797 De Marini, Giovanni Ambrogio, 169n De Marini, Giovanni Antonio, 229, 230 De Marini, Giovanni Battista, esposo de Lavinia Serra, 796 De Marini, Giovanni Battista q. Cattaneo, 751n, 752n De Marini, Giovanni Francesco, 307 De Marini, Giovanni Giacomo, 720, 720n De Marini, Giovanni Giorgio, 166n De Marini, Girolamo, 166, 166n, 167n, 515, 523, 806 De Marini, Giuseppe, 717 De Marini, Lavinia q. Filippo, 787, 812, 825, 955, 962, 962n, 964, 970, 971, 971n, 976, 982, 982n, 1007, 1007n, 1018, 1018n De Marini, Lazaro, 885n De Marini, Ottavio (Marino, De Marín, Ottavio), 167, 167n, 168, 168n, 169n, 171,174, 208

De Marini, Vincenzo, 431n De Marini Castagna, Filippo, marqués de Castelnuovo Scrivia, 787 De Marín, Ottavio, 167 De’ Medici, Cosimo I, Gran Duque de Toscana, 666 De’ Medici, Cosimo II, Gran Duque de Toscana, 667, 668, 669n, 672 De’ Medici, Cosimo III, Gran Duque de Toscana, 609n De’ Medici, Ferdinando I, Gran Duque de Toscana, 121, 121n De Monica, Giovanni Simone, 241n De Negro (Di Negro), Juanetín, 161n De Negrone, Melchiorre, 139n, 356n De Ruggiero, Matteo, 662 De Sangro, Giulio, 714, 725 De Santis, Marcantonio, 625n De Santis, Marc’Antonio, arbitrista, 705, 705n De Turre, Filippo, 660 De Veiga, Manuel, 212, Del Carretto, Alfonso, marqués de Finale, 99n, 129 Del Carretto, Ottavio, 408n Del Carretto, Scipione, 408n Del Carretto, Vittoria q. Nicolò, 535 Del Giudice, familia, 759n (Del) Giudice, Giovanni Battista, 164n (Del) Giudice, Marco Antonio, 139n, 164, 164n, 211, 227, 227n, 875n (Del) Giudice, Nicolò, 603n

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Índice onomástico

Delfín, Giovanni Battista, 617n Del Pezzo, Camillo, 696 Del Re, Giovanni, 660 Del Sarto, Andrea, 898n Deodati, Lelio, 213n, 310n, 318 Deynen, Guilliam van, 929 Días Ángel, Ruy, 478n Díaz de Mendibil, Diego, 475 Díaz de Soto, Francisco, 475 Di Costanzo, Giovanni Angelo, 615n Di Negro, Andrea, 117 Di Negro, Francesco, 371n Di Negro, Giacomo, 150 Di Negro, Giovanni Girolamo q. Francesco, 292n, 293n, 306, 307 Di Negro (De Negro), Lelia q. Orazio, 292, 292n, 294 Di Negro, Maria, 382 Di Negro, Nicolò, 169n, 292n Di Negro, Taddeo, 292n, 905n Di Novo, Fabrizio, 685 Di (De) Sarno, Ottavio, 689, 690 Dionisio Maria, secretario del consulado genovés en Nápoles, 607n Doca, Alonso, 815 Dorco (D’Orco, Dorchi), Giovanni Paolo, 470, 470n, 486 Dorco, Paulo, 383n Doria, Agostino, 305 Doria, Agostino, príncipe D’Angri, 600, 600n Doria, Ambrogio, Doge de la república de Génova, 245n

Doria, Ambrogio, beneficiado con juros por parte de Battista Serra, 294 Doria, Ambrogio q. Paolo Francesco, 351n, 522, 522n, 878, 879, 880, 908n, 1025n Doria, Andrea, 33, 93, 93n, 99n, 101, 129, 130, 131 Doria, Andrea II, príncipe de Melfi, 459n, 896 Doria, Antonio, marqués de Santo Stefano, 738n, 740, 1053 Doria, Battina q. Agostino, 245n, 983 Doria, Carlo, duque de Tursi, 111, 111n, 192, 198, 198n, 229, 230, 230n, 231, 231n, 232, 233, 233n, 234, 235, 341, 341n, 342, 344, 344n, 345n, 458, 491, 491n, 511, 512, 531, 533, 533n, 544, 547, 565, 565n, 566, 632, 632n, 689, 691, 691n, 692, 692n, 693, 694, 694n, 778, 824, 838n, 975, 1041 Doria, Caterina q. Costantino, 535 Doria, Costanza q. Gian Andrea, princesa de Avella, 814, 913, 913n Doria, Domenico, 179, 212, 213n, 337n Doria, duques de Tursi, 38n, 128n, 232n, 233, 512 Doria, Fabrizio q. Andrea II, duque de Avellano, 567 Doria, familia, 129, 147n, 171, 196, 234, 511, 512, 527, 567n, 578n,

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

691, 692, 751, 752n, 759n, 826, 850, 876n, 1049 Doria, Giacomo, 173n Doria, Gian Andrea q. Andrea II, príncipe de Melfi, virrey de Cerdeña, 521, 555n, 567, 913n Doria, Giannettino, cardenal, virrey de Sicilia, 99n, 101, 194, 233n, 548, 548n, 549, 692 Doria, Giannettino q. Carlo Doria Tursi, 511, 512 Doria, Giorgio, 150 Doria, Giovanna q. Carlo Doria Tursi, 104, 233, 511, 524, 524n, 691, 738, 739, 753n, 786, 786n, 789, 813n, 814, 824, 838n, 852, 858, 913, 913n, 955, 961, 961n, 964, 969,969n, 970, 970n, 972, 977n, 981n, 984, 995, 995n, 1004, 1007, 1007n, 1025, 1025n, 1026 Doria, Giovannetto, 815 Doria, Giovanni Andrea, príncipe de Melfi, 101, 122n, 124n, 194, 230, 230n, 232n, 253n, 296n, 365n, 556n, 611, 611n, 612, 612n, 689n, 691, 691n, 692, 824, 896, 896n Doria, Giovanni Battista, 96n Doria, Giovanni Battista, herederos de, 190n Doria, Giovanni Battista, testigo en el expediente de hábito caballeresco de Giovanni Battista Serra de Ottavio, 340n

Doria, Giovanni Battista q. Domenico, 251, 251n Doria, Giovanni Battista q. Nicolò q. Giovanni Giacomo, 285, 294 Doria, Giovanni Carlo, duque de Éboli, 756 Doria, Giovanni Giacomo, 179, 212, 213n, 337n Doria, Giovanni Stefano, sus negocios en Nápoles los gestiona Ottavio Serra, 599 Doria, Giovanni Stefano, propietario de glosa sobre la villa de Medina de las Torres, 317 Doria, Girolama, esposa de Filippo Spinola, 799n Doria, Girolama q. Agostino, 245n Doria, Girolamo q. Nicolò q. Bernardo, 252n Doria, Girolamo q. Paolo Francesco, 1025n Doria, Laura q. Carlo, marquesa de Assigliano, 738, 741, 814, 1053 Doria, Marc’Antonio q. Agostino, príncipe D’Angri, 517n, 600, 600n, 708 Doria, Nicolò, banquero, 168, 211 Doria, Nicolò, carmelita descalzo, 1008 Doria, Nicolò, en el libro de negocios de Girolamo Burone q. Battista, 307 Doria, Nicolò q. Sinibaldo, 487 Doria, Orazio, 412

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Índice onomástico

Doria, Paolo, 371n Doria, Paolo Francesco, 234, 245n, 343n, 345n, 351n, 377n, 519n, 536n, 559, 569, 570, 570n, 571, 571n, 807, 878, 881, 881n, 908n, 963, 972, 978, 983, 1007 Doria, Simone, 622 Doria, Stefano, 207n Doria, Stefano q. Adriano, enterrado en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 751 Doria Burges, Giovanni Battista, 198n Doria D’Angri, familia, 759n Doria Landi, Andrea q. Gian Andrea q. Andrea II, 567 Doria Tursi, familia, 172, 546, 641n, 741 Doria-De Mari-Istituto «Don Naste», villa, 863, 879 Doria-Madri Franzoniane, villa, 862 Durazzo, Agostino, 236n Durazzo, Battina, 1021n Durazzo, familia, 856 Durazzo, Pietro, 236n Durazzo, Stefano, cardenal, 997 Dyck, Anton van, 718n, 923 Éboli, duque de. Véase Giovanni Carlo Doria Egidia, Luisa, 656n Elena, Juan Bautista, 567n Emanuele Filiberto de Saboya, virrey de Sicilia, 106n, 548

Encomienda, marqués de. Véase Lorenzo Fernández Becerra y Lorenzo Isidro Fernández Becerra Enrique IV, rey de Francia, 108n, 110, 110n Enriqueta Maria de Francia, 416n Enríquez, Diego, 475 Enríquez de Acevedo, Pedro, conde de Fuentes, 110, 119, 122n, 125,140 Enríquez de Cabrera, Juan Alfonso, Almirante de Castilla, 238 Eraso, Juan de, embajador español en Génova, 541, 542n, 565, 732n, 733n Espinosa, Alonso de, 115n Espinosa-Mortedo, banco, 114, 226, 249, 265, 268n Estepa, marqueses de. Véanse Giovanni Battista Centurione y Adamo Centurione y Córdoba Estiria, Fernando de, archiduque, 311, 350n Estrada, Sancho de, 655n Estuardo, Carlos, príncipe de Gales, 416n, 454 Estuardo, Isabel, 416n Falcetta, Egidio, 989n, 991n Fanelli, Virgilio, 904n Farnese, Alessandro, duque de Parma, gobernador de los Países Bajos, 165, 189, 583 Farnese, Odoardo I, duque de Parma, 382, 529n

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Farnese, Ottavio, duque de Parma, 529n Federici, familia, 162n Federici, Federico, 90, 500n Federico V, príncipe elector del Palatinado, 416n Felipe II, rey de España, 101, 114n, 116n, 117, 125, 130, 132n, 134, 140, 147, 150, 177, 178n, 189, 202, 203, 204, 205, 208n, 209, 343n, 352, 352n, 583, 710, 711 Felipe III, rey de España, 33, 33n, 34n, 40, 42, 77, 80, 103, 110n, 111, 111n, 115n, 120, 123, 124n, 125, 127, 139, 166n, 174n, 176n, 177n, 178, 182, 199, 200n, 229n, 230, 230n, 231, 231n, 239, 239n, 244n, 253n, 260n, 261, 261n, 262n, 263, 265, 265n, 268, 269, 271, 276, 283, 285, 287, 288n, 302, 310n, 311, 311n, 314n, 316, 319, 319n, 330, 333, 334n, 337, 340, 340n, 341, 341n, 342n, 343, 344, 344n, 345, 345n, 346, 346n, 350n, 351, 352, 352n, 353, 356, 356n, 392,405, 406n, 408, 409, 410, 450n, 533, 533n, 592, 597, 624, 628, 629, 629n, 630, 630n, 631, 689n, 695n, 726, 728, 728n, 729,729n, 730, 730n, 735n, 782, 818, 827, 867, 1041, 1046 Felipe IV, rey de España, 40, 77, 80, 81, 124, 124n, 181n, 217n, 279,

323, 324, 377, 409, 409n, 410, 414, 415, 418, 419n, 421, 422, 422n, 424n, 426n, 428, 429, 431, 432, 432n, 433, 434, 436, 437, 438, 438n, 439n,442n, 445, 445n, 448, 449n, 451n, 452, 457,458, 459, 459n, 460, 464, 466, 467, 470, 477, 478, 479, 479n, 481n, 483, 484, 491, 493, 494, 495, 501n, 505, 506, 508, 510, 511, 512n, 513, 516, 517, 518, 522n, 524, 524n, 525, 526, 527, 527n, 530, 532, 534, 537, 540, 541, 542n, 543n, 544, 544n, 547, 548, 548n, 550, 553, 554, 556n, 558, 558n, 559, 560, 560n, 561, 563,563n, 564, 565, 565n, 566, 567n, 568, 568n, 570, 571, 601, 620, 623n, 706n, 721, 730, 730n, 732, 732n, 733n, 736, 777n, 778, 778n, 781, 781n, 789n, 794, 794n, 802, 806, 807, 809, 809n, 811, 817, 818, 877, 902, 902n, 904, 964, 985, 986, 995, 1046, 1049n, 1050 Feria, duque de. Véase Gómez Suárez de Figueroa Fernández Becerra, familia, 796n Fernández Becerra, Lorenzo, marqués de la Encomienda, 789, 790n, 795 Fernández Becerra, Lorenzo Isidro, marqués de la Encomienda, 795, 796, 796n

1088

Índice onomástico

Fernández de Cabrera, Luis Jerónimo, conde de Chinchón, 122, 122n, Fernández de Castro, Pedro, conde de Lemos, virrey de Nápoles, 446, 446n, 601, 607n, 608, 614, 614n, 615, 615n, 616, 625, 625n, 626n, 627, 628, 629, 641, 642, 642n, 644, 667, 692n, 705,709, 710n Fernández de Córdoba, Luis, duque de Sessa, 230 Fernández de Córdoba y Cardona, Gonzalo, gobernador de Milán, 429, 433 Fernández de la Cueva, Francisco, duque de Alburquerque, embajador español en Roma, 200n Fernández de Espinosa, Juan, 538, 538n Fernández de Velasco y Tovar, Juan, condestable de Castilla, gobernador de Milán, 230, 282n, 1034n Fernando, El Católico, rey de Aragón, 43n Fernando II, emperador del Sacro Imperio, 125n, 627 Fernando III de Habsburgo, rey de Hungría, emperador, 508, 517 Ferrero, Giovanni, 713n Ferroni, Francesco, 609n Fersi, archidiácono, 815 Fiasella, Domenico, 904 Fieschi, Gian Luigi, 99, 99n

Fieschi-Adorno, Caterina, 941 Fiesco, Agostino, 182n, 307, 317, 441, 453, 454, 454n Fiesco, Ambrogio, 470n Fiesco (o Fieschi), familia, 129, 334n, 483 Fiesco, Francesco, 207n Fiesco, Nicolò, 117 Fiesco, S., 168 Fiesco, Sinibaldo, 182, 182n, 183n, 210, 211, 253n, 259, 305, 306, 307, 310n, 312, 317, 372n, 465 Figliola, Fabritio, 719n Filomarino, Ascanio, 756n Finale, marqués de. Véase Alfonso Del Carretto Flangini, familia, 390n Foglietta, hermanos, 131 Foglietta, Paolo, 130n, 834n Foglietta, Uberto, 129, 130, 130n Folchieri, Domenico, 715 Fonseca y Zúñiga, Manuel, conde de Monterrey, presidente del Consejo de Italia, virrey de Nápoles, 442, 442n, 443, 444, 444n, 513, 556n, 628, 772, 773 Fortembach (Furtembach), Christoforo, 388n, 875n Fortembach, familia, 388, 389n, 398 Fortembach, Filippo, 391 Fortunato, Francesco Antonio, 744n Fosdinovo, marqués de. Véase Andrea Malaspina Francavici, príncipes de, villa, 862

1089

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Francesco Giacinto, duque de Saboya, 525 Franceschi, Giovanni (Gio.) Francesco, 123n Franco, Nicolò, 614n Franqueza, Pedro, conde de Villalonga, 215, 215n, 216n, 241, 241n, 242, 242n, 243, 243n, 250, 250n, 261, 261n, 264 Frisone, villa, 863 Fuentes, conde de. Véase Pedro Enríquez de Acevedo Fugger, banqueros, 205, 310n, 412, 479, 480, 484 Galdós, Juan de, 314, 315, 315n Galleotto, J. F., 168 Galluccio, Filippo, 720n Gamarra, Luca de, 218n Gamboa, Juan de, 453n Garbarino, Cesare, 318 Garbarino, Cosmo, 117n García Maza de la Vega, tesorero del virrey de Nápoles (conde de Lemos), 615n García de Reinoso, Francisco, 536n García de Toledo, Pedro, 359n Garibaldi, Bartolomeo, 708 Gatto, Benedetto, 756n Gatto Caldelaro, Pietro, 854 Gavotti, Giovanni Battista, 612n Gavotti, Nicolò, 612n Gavotti, villa, 863 Gaytán y Garcés, Juan, 216n Gentile, Ambrogio, 169, 304, 317

Gentile, Costantino, 343n Gentile, Giorgio q. Costantino, 343n Gentile, Giuliano, 385n Gentile, Livia q. Giorgio, 343n Gentile, Marco, 157, Gentile, Ottavio, 610 Gentile, Paolo, 844 Gentile, Pietro Maria (Pier Maria), 294, 459n, 489, 489n, 490, 491, 515, 515n, 806 Gentile, Stefano, 385n Gentile, Tommaso, 332n Gentile, Vincenzo, 238 Genzano, marqueses de. Véase familia De Marini Gerace, príncipes de. Véase Filippo Grimaldi, familia Grimaldi y Maria Antonia Oliva Grimaldi Germano, Antonio Maria, 665, 670, 670n Geronimo, padre de Sant’Antonio de Sampierdarena, 1011n Gesualdo, Alfonso, 746, 747n, 756n Gilimón de la Mota, Baltasar, 453n Ginnasi, Domenico, cardenal, 201n Gioneli (Gioveli), Antonio, 610 Giorgino, paje de Giovanna Doria Tursi, 1026 Girón, Fernando de, 438, 439 Giussani, familia, 282 Giustiniani (o Giustiniano), familia, 91, 483, 751 Giustiniano, Agostino, hermano de Ottavio, 432

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Índice onomástico

Giustiniano, Agostino, hombre de negocios durante el reinado de Felipe III, 409 Giustiniano, Agostino, hombre de negocios de Madrid, en el libro de negocios de Girolamo Burone q. Battista, 307, 472n Giustiniano, Alessandro, 294, 305, 360n Giustiniano, Cesare, 207, 210n, 528n Giustinano, Fabrizio, 528n Giustiniano, Galeazzo, 546 Giustiniano, Giovanni Battista, 182, 182n, 183n, 210, 210n, 211, 244, 244n, 246, 253n, 259, 273, 274, 305, 310n Giustiniano, Giovanni Battista, inscripción en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 751 Giustiniano, Giovanni Girolamo, 132n Giustiniano, Girolama, 210n, 268n, 372n Giustiniano, Marco Antonio, 334n Giustiniano, Michele, 294, 318 Giustiniano, Paolo, 409, 417, 430, 432, 473, 480 Giustiniano, Paolo, cónsul en Nápoles, 760, 761 Giustiniano, Raffaele, 120, 123n Giustiniano, Stefano, 294, 318 Giustiniano, Tommasina, 182n, Giustiniano, Vincenzo, 182n, 210n, 268n

Giustiniano, Vincenzo, jesuita, 516n, 814, 994, 994n Giustiniano, Vincenzo q. Giuseppe, príncipe de Bassano Romano, 510 Goano, Gaspare, 151n Gómez, Emanuel, 990 Gómez de Elvas, Belchior, 478 Gondomar, conde de. Véase Diego Sarmiento de Acuña Gonzaga, Carlo I, duque de Mantua, 524n, 525n Gonzaga, Ferdinando Carlo, duque de Mantua, 736 Gonzaga, Guillermo I, duque de Mantua, 125 Gonzaga, Margarita, duquesa de Mantua, 175, 175n Gonzaga, Vincenzo, duque de Mantua, 176, 197, 433, 925, 928, 930 Gorzese, Battino, 854 Gozzadino (Gozzadini, Gozadino), Marco Antonio, cardenal, 363n Grasso, Camillo, 486n Grasso, Giovanni Bernardo, 501 Grasso, Pantaleone, 501 Grilla, Margarita, marquesa, 613n Grillo, Brancaleone, 840 Grillo, Fabritio, 641n Grillo, familia, 36n, 38n, 484, 840 Grillo, Giovanni Battista, 209n Grillo, Giovanni Paolo, 600 Grillo, Ottobono, 151n Grillo, Paolo, 625, 625n, 705

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Grimaldi (Grimaldo), familia, 39n, 129, 144, 148, 164, 754n, 758n, 759n Grimaldi, Filippo, príncipe de Gerace, 598n Grimaldi, Giovanni q. Manuele, 332n Grimaldi (Grimaldo), Giovanni Battista q. Alessandro, 78, 194, 339,343, 345,346, 346n, 372, 374, 375, 376, 377, 397, 531, 539, 645, 683, 684, 687, 910, 975, 976, 976n, 980, 980n, 1041 Grimaldi, villa, 862, 863 Grimaldi-La Fortezza, villa, 862 Grimaldi di Gerace, villa, 863 Grimaldi-Pallavicino-Padres salesianos, villa, 863 Grimaldo, 132n Grimaldo, Alessandro, 427n Grimaldo, casa de negocios en Sevilla, 427, 427n Grimaldo, Giovanni Giacomo, 167, 198n, 205, 259 Grimaldo, Luca q. Girolamo, 341, 341n, 343, 467, 468, 558 Grimaldo, Maddalena, 298n Grimaldo, Mervaldo, 143 Grimaldo, Nicolò, 340n Grimaldo, pariente de Girolamo Burone, 221 Grimaldo, Silvestro, 566 Gualdo Priorato, Galeazzo, 459n, 777n, 789n Guercia, Margherita, 696n

Guercio, Andrea, 696, 696n, 737, 740 Guercio, Bartolomeo, 696 Guercio, Giovanni Andrea, 725 Guercio, Maria Benedetta q. Andrea, 696n Guercio, Maria Maddalena q. Andrea, 696n Guerrero, Miguel, 166n Guglielmo, padre en Sant’Antonio de Sampierdarena, 1011n Guisa, Carlos de, IV duque de Guisa, 424, 431 Guzmán, Gaspar de, conde-duque de Olivares, 80, 108n, 230, 237, 335, 410, 410n, 412, 413, 414n, 418, 420, 426, 428, 429, 429n, 432n, 438, 438n, 439, 439n, 441n, 444, 446n, 449, 477, 477n, 478, 479, 479n, 480, 515n, 543n, 589, 799n, 807, 808, 1047 Guzmán Zúñiga y Sotomayor, Antonio de, gobernador de Milán, 149 Habsburgo, casa de, 36n, 810 Haro, Luis de, valido, 774, 809 Herrera, Juan de, 475 Herrero, Miguel, 166n Hinojosa, marqués de la. Véase Juan Hurtado de Mendoza Hurtado de Mendoza, Francisco, contador de las galeras, 571 Hurtado de Mendoza, Juan, duque del Infantado, 445n, 449, 449n Hurtado de Mendoza, Juan, marqués de la Hinojosa, 450, 450n, 451n

1092

Índice onomástico

Ibarra, Diego de, 449 Idiáquez, Juan de, Comendador Mayor de León, 230 Imparato, Giuseppe, 693 Imperiale, familia, 38n, 148, 864, 866, 867, 876, 887n Imperiale, Giovanni Battista, 863, 864, 868, 868n Imperiale, Nicolò, 457, 457n Imperiale, Ottavio, 366, 864 Imperiale-Scassi-La Bellezza, villa, 862 Infantado, duque del. Véase Juan Hurtado de Mendoza Interiano, Geronimo, 683, 684n, 684n Invidiato, Andrea, 684 Invrea, Eugenia, 268n, Invrea, familia, 52n, 162n, 334n Invrea, Giovanni Stefano, 382n Invrea, Giovanni Stefano, conde de Yebes, 1048 Invrea, Giovanni Tommaso, 899n, 922, 928 Invrea, Lelio, 268n, 409n, 417, 432, 466n, 474, 480 Invrea, Settimio, 501 Invrea, Tommaso, 621n Invrea, Vincenzo, 621n Ipeñarrieta, Cristóbal de, 242n, 264 Ipeñarrieta, Miguel de, 453n Isabel de Borbón, princesa de Francia, reina de España, 601 Justiniano, J. B., 168

Lagomarsico (Lagomacini), Giovanni Giacomo, 610 Laínez, (Diego) Giacomo, 990 Lancaster y Sande, Agustín de, duque de Abrantes, 773 Landi, Polissena, 913n Laguna, marqués de la. Véase Sancho de la Cerda Larraspuru, Tomás de, 421 Laversano, Giacomo Antonio, 721 Leganés, marqués de. Véase Diego Mexía de Guzmán Lemos, conde de. Véase Francisco Ruiz de Castro y Pedro Fernández de Castro Lercari, Domenico, 147n Lercari-Sauli-La Semplicità, villa, 862 Lercari (Lercaro), familia y albergo, 96, 98, 98n, 100, 101n, 146, 147, 147n, 148, 220, 221n, 885n Lercari, Simone, 147n Lercari, Sobrana, 147n Lercari, Stefano, 147n Lercaro, Angela, 147n Lercaro, Battista, 305 Lercaro, Ansaldo, 161n Lercaro, Francesco, 340n Lercaro, Giovanni Battista, 150, Lercaro, Girolamo, 147n Lercaro, Maria Angelica, monja, 281, 1018n Lercaro, Nicolò, 842n Lercaro, Paola Benedetta, 281

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Lerma, duque de. Véase Francisco de Sandoval y Rojas Lesdiguières, duque de. Véase François de Bonne Levanto, Orazio, 480 Loaissa Sibori (Sivori), María de, 221n, 222n Loarte, Gaspare, 989n Lomellina, Livia Maria, 913n Lomellini, Agostino, 193 Lomellini, Ambrogio, 132 Lomellini, Anna q. Tommaso, 220, 220n, 291, 292n, 298, 395n, 396n, 519, 815n, 855, 857, 857n, 858, 873, 874n, 891n, 892, 893n, 906n, 926, 926n, 947, 947n, 957, 959, 959n, 960, 960n, 961, 961n, 963, 972, 972n, 981, 981n, 995, 1009n, 1021, 1022n Lomellini, Baldassarre, 143, 150, 581n, 885n Lomellini, Claudia q. Francesco, 148n, 193, 194n, 291, 294, 295, 344n, 357, 360, 360n, 362, 378n, 379n, 410n, 536n, 596n, 841, 860n, 861, 861n, 867, 868n, 872, 872n, 887, 887n, 889, 891n, 956, 956n, 957, 957n, 962, 963, 1008, 1009n, 1010n, 1011, 1011n, 1012, 1014, 1020, 1020n, 1046 Lomellini, familia, 36n, 144, 148, 193n, 220n, 247, 291, 298, 298n, 484, 596, 596n, 1011n Lomellini, Filippo q. Francesco, 193

Lomellini, Francesco, 193, 193n Lomellini, Giacomo, 131, 132 Lomellini, Giacomo, gobernador del arrendamiento del hierro en Nápoles, 642n, 653 Lomellini, Giacomo q. Nicolò, 817n Lomellini, Giovanni Battista, 610 Lomellini, Giovanni Battista q. Stefano, 536n, 603n Lomellini, Giovanni Francesco q. Stefano, Doge de la república de Génova, 193, 521, 536n Lomellini, Girolamo, 251n Lomellini, Girolamo, antiguo propietario de casas de la familia Serra en Génova, 844 Lomellini, Goffredo, prelado, 133n Lomellini, Maria, 291, 291n, 292, 294 Lomellini, Maria q. Tommaso, 298, 298n Lomellini, Nicolò, 193 Lomellini, Nicolò q. D. Domini, 842n Lomellini, Ottavio q. Tommaso, 292n Lomellini, Paris, 149n, 713n Lomellini, Stefano, 143 Lomellini, Stefano, marido de Anna Serra q. Giovanni Battista, 193, 914 Lomellini, Stefano q. Francesco, hermano de Claudia Lomellini, 536n Lomellini, Tommaso q. Simone, 220, 220n, 285, 291, 292, 292n, 294

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Índice onomástico

Lomellini, Veronica q. Nicolò, 298 Lomellini-Boccardo, villa, 863 Lomellini-Bocci-villa de Lorenzo Lomellini, villa, 863 Lomellini-Spinola, villa, 863 Longo, María, 943 López de Mendoza, Íñigo, virrey de Nápoles, 117n Luis XIII de Borbón, rey de Francia, 334n, 416n, 426, 430, 431, 433, 437, 508, 510, 541, 542n, 565, 601 Lumaga, familia, 387, 387n, 391, 398 Lumaga, Marco Antonio, 387 Lumaga, Ottavio, 387 Luna y Mendoza, Juan de, marqués de Montesclaros, 413, 449 Maella, Pedro (de), 114n, 217 Magliolo, Giovanni Geronimo, 644n Malaspina, Andrea, marqués de Fosdinovo, 121n Malaspina, familia, 121, 121n, 424 Maluenda, banqueros, 168 Maluenda, Francisco de, 205 Mancini, Giacomo, 133n Mandatoriccio, Francesco, duque de Crosia, 557 Manrique, Juan, 153n Mantua, duques de. Véanse Carlo I, Ferdinando Carlo, Guillermo I, Margarita y Vincenzo Gonzaga Mañara, familia, 38n Maraver Carvajal, Blas, 313n Marcenaro, Francesco, 685 Marciano, Marcello, 725

Mariana, Juan de, 218n Mariana de Austria, reina de España, 782 Maria Ana de Habsburgo, emperatriz, 155, 416n, 517, 517n, 518 Maria Cristina de Borbón, duquesa de Saboya, 525 Maricone, Antonio, 746, 747n Marín, Juan Pío, 166n Marini, Gio. A., 169 Marino, Ottavio, 167 Marqués de Poza. Véase Francisco de Rojas Martellino, Giuseppe, 758n Martínez, Hernando, 671 Martínez, Manuel, 464n Martínez, Tomás, 674n Martínez Coster, Jacopo, 632 Martínez de la Mata, Francisco, 136 Masnata, familia, 876n Masola, Benedetto, 610 Massa, príncipe de. Véase Alberico I Cybo-Malaspina Massena, Francesco, 486 Massi, Cosimo, 209n Massi, Giovan Francesco, 610 Matías, emperador del Sacro Imperio Germánico, 125 Matienzo Ortiz, Luis, secretario, 443 Maurizio de Saboya, cardenal, 525 Maximiliano II de Habsburgo, emperador, 155 Medina de las Torres, duque de. Véase Ramiro Núñez Felípez de Guzmán

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Mejía de Tovar, Pedro, 215n Melfi, príncipe de. Véase Giovanni Andrea Doria, Andrea II Doria y Gian Andrea Doria q. Andrea Melo, Francisco de, embajador español en Génova, virrey de Sicilia, 129n, 491n, 510, 512n, 513, 514, 514n, 515, 526, 527,527n, 566, 566n, 809, 809n, 904 Mendiola, Juan, 190n, 249, 266n Mendiola, Marcos, 190n, 249, 266n Mendoza, Ana María de, 221n Mendoza, Genaro de, 717 Mendoza, Jorge de, conde de Biñasco, príncipe de Piombino, 590n, 666, 667 Mendoza, Pedro de, conde de Biñasco, embajador español en Génova, 116n, 129n, 132, 132n, 177, 178n, 208n, 384, 384n, 590n Mendoza y Alarcón, familia, 717 Mercante, familia, 162n Merelo, Giovanni Giacomo, 427n Meretta, Nicolò, 929 Messea, Benedetto, 559n Messía, Agustín, 438, 449 Messia Carrillo de Mendoza, María Agustina, 791, 799, 800, 825, 1053 Messia de Prado, Ferdinando, 737, 738n, 740, 742n, 799, 800, 1053 Messia de Prado, Giovanni Battista, príncipe de Carovigno, 742n

Mexía de Guzmán, Diego, marqués de Leganés, 237, 513, 525, 556, 559n, 560n, 742n, 776n, 778, 799n, 808, 808n Micone, Giovanni Battista, 665 Milán, Mariana María, 297 Mirabello, Francesco, 659 Miranda, Antonia de, 500n Miranda, conde de. Véase Juan de Zúñiga Avellaneda Mola, conde de. Véase Miguel Vaaz Molfetta, duque de-Piccardi, villa, 862 Moltedo, Nicolò, 610 Monacilioni, marqués de. Véase familia Mendoza y Alarcón Moncada, Gastón de, marqués de Aytona, 122, 123, 199, 449 Monesterio, marqués de. Véase Ottavio Centurione Monroy, Sancho de, marqués de Castañeda, embajador español en Génova, 124, 124n, 416, 417, 424n, 429, 433, 508, 508n, 781, 781n Monte, Geronimo de, 385n Montenegro, Giovanni Battista, 149n Monterrey, conde de. Véase Manuel de Fonseca y Zúñiga Montesclaros, marqués de. Véase Juan de Luna y Mendoza Montesisto, familia, 539, 539n Montesisto, Uberto, 539n Morales, Rodrigo de, 774 Morales, Sebastiano, 643n

1096

Índice onomástico

Mornese, marqueses de. Véanse Nicolò Pallavicino q. Agostino, Giovanni Battista Serra q. Girolamo y Filippo Serra q. Giovanni Battista Mortedo, banco, 190n, 227, 252 Mortedo, familia, 1036 Mortedo, Giacomo (Jácome), 114n, 139n, 217, 217n, 220, 227, 227n, 228, 255, 290n Mortedo, Giovanni Francesco, 114n, 217 Mutio, Alessandro, 695n Mutio, familia, 695n Mutio, Franco, 695n Nani, Agostino, 208n, Nani, Giovanni Battista, 673 Napoli, Stefano, 854 Naselli (Nasello), Bonifacio, 608, 612n, 725 Naselli, Sebastiano, 854, 856 Nastaro, Francesco, 613n Navas, marqués de las. Véase Pedro Esteban Dávila y Enríquez Nave, Giulia, 737 Negrolo, Bendinello, 998n Negrona, Pometa, 872, 891n Negrone, Tobia, 516n, 814, 926 Negrone, villa, 863 Negrone-Moro, villa, 862 Negrotto, Girolamo, 222n Noiroto, Baldassarre, 661 Núñez Felípez de Guzmán, Ramiro, duque de Medina de las Torres, virrey de Nápoles, 545n,

568, 568n, 627, 628, 657, 706n, 732n, 806 Nursiteli, Juan, 382n Obaldía, Juan de, 290, 291n Odescalchi, familia, 391 Odoni, Fabrizio, 621n Oliva Grimaldi, Maria Antonia q. Giovanni Agostino, princesa de Gerace, 858n Olivares, Conde-duque de. Véase Gaspar de Guzmán Omodei, Emilio, 281 Omodei, Luigi, 281 Oñate, conde de. Véanse Íñigo Vélez de Guevara e Íñigo Vélez de Guevara y Tassis Orsolini, Christoforo, 854 Orsolini, Giovanni, 854 Ortiz, Manuel, 475 Ortiz, Tomás, 538, 538n Ossa, Juan de, 334n, 340, 340n, 341n, 362n, 363n, 401n, 706, 706n, 730, 730n Oste, familia, 390n Ostoni, Giovanni Agostino, 621n Osuna, duque de. Véase Pedro TéllezGirón Otti, familia, 391, 397 Oys, Velenguer de, 453n Pallavicino, Agostino, enviado a Madrid por la República de Génova, 733n Pallavicino, Agostino q. Francesco, Doge de la república de Génova, 506, 510, 511, 559

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Pallavicino, Agostino q. Francesco, padre de Nicolò Pallavicino (en compañía con Battista Serra), 195, 196 Pallavicino, Agostino q. Stefano, 294, 298, 298n, 299n, Pallavicino, Alessandro, 521 Pallavicino, Antonio q. Nicolò, 51, 198, 198n, 202n, 219, 251, 252, 252n, 277n, 293, 294, 297n, 298, 321n, 347n, 383n, 452, 452n, 453n, 468, 469n, 488, 488n, 489, 489n, 490, 515, 528, 570, 603, 726, 727, 731, 731n, 733, 785n,947, 963, 981, 981n, 1007 Pallavicino, Camillo, 238 Pallavicino, Cipriano, arzobispo de Génova, 996, 997 Pallavicino, Damiano, 305, 385n, 611 Pallavicino (Pallavicini), familia, 52n, 148, 196, 196n, 198n, 220n, 251, 298n, 539, 802n Pallavicino, Felice q. Stefano, 298n, 299n Pallavicino, Francesco q. Agostino, 196 Pallavicino, Francesco, asentista en Nápoles, 385n Pallavicino, Francesco (herederos), 295 Pallavicino, Giacomo Filippo, 298n, 299n Pallavicino, Giacomo Maria, 610 Pallavicino, Giovanni Battista, 603n

Pallavicino, Giovanni Battista, conde de Yebes, 795 Pallavicino, Giovanni Battista q. Stefano, 298n Pallavicino, Giovanni Francesco, 249, 295, 305, 385, 385n, 397, 469, 469n Pallavicino, Giovanni Francesco, Deputato di Napoli, 708 Pallavicino, Giovanni Luca, 111n, 219n, 224, 225n, 249, 249n, 250, 250n, 251, 251n, 252, 255, 305, 306, 307, 318, 379n, 385n, 397, 409, 411, 411n, 468n, 469n, 484, 527, 630n Pallavicino, Giovanni Stefano q. Stefano, 298n Pallavicino, Girolamo, administrador de bienes en Madrid del difunto Battista Serra, 323n Pallavicino, Girolamo q. Antonio, 570, 947 Pallavicino, Giulio, 95n Pallavicino, Giulio q. Agostino, 196, 421n, 545n, 577 Pallavicino, Giulio Cesare, lugarteniente de galeras, 539, 685 Pallavicino, Lavinia, 782, 782n, 808, 808n Pallavicino, Lazaro q. Stefano, 298n Pallavicino, Maddalena q. Nicolò, 277n, 489, 515 Pallavicino, Marcello q. Agostino, jesuita, 196n, 294, 297n, 927, 992, 995n

1098

Índice onomástico

Pallavicino, Mario, 343n, 344n Pallavicino, Nicolò q. Agostino, marqués de Mornese, 41, 104, 161n, 163, 173n, 195, 196, 197, 198, 198n, 199n, 201,201n, 202n, 219, 236n, 251, 252n, 253, 255, 263n, 268, 277n, 293, 297, 297n, 298, 298n, 383n, 397, 452, 452n, 468, 469n, 489, 515, 528, 603, 613n, 687, 823, 851, 925, 925n, 927, 930, 963, 992, 995n, 1044 Pallavicino, Nicolò q. Antonio, 995n Pallavicino, Nicolò q. Stefano, 285, 294, 298, 298n, 299n, 854, 856 Pallavicino, Paolo, 317 Pallavicino, Paolo Girolamo, 249, Pallavicino, Simone q. Stefano, 285, 298n, 299n Pallavicino, Stefano, 220n, 297n, 298, 298n, 299 Pallavicino, Tobia q. Francesco, 196n Pallavicino, Tommaso, 904 Pallavicino, villa, 862, 863, 880n Pallavicino- «Credito italiano», villa, 863 Pallavicino-Durazzo, villa, 863 Pallavicino-Gardino, villa, 863 Pallavicino-Moro, villa, 862 Palmucci, Francesco, 350n Palomba, Rocco, 661, 661n Paolo V, papa, 123, 199, 659, 987 Paravagna, Giacomo, 695n

Parma, duques de. Véase Alessandro Farnese, Odoardo I Farnese, Ottavio Farnese Patelano, Carlos, 814 Pavese, Ottavio, 608 Pavesi, Giovanni, 424 Pavesi, Giovan Francesco, 462 Pedemonte, Giovanna, 893n Pedemonte, Giovanni Battista, 1011n Pelaço, Nicolás, 597, 597n Pelliccia, Francesco, 598n Penchi, Chiara Maria, 737 Peña, Francisco de la, 296 Peñaranda, conde de. Véase Gaspar de Bracamonte y Guzmán Pepi, Achille, 853 Peralta, María de, 332 Peralta, Urbán de, 296 Pérez y Araciel, Alfonso, 734 Pezuela, conde de. Véase Bartolomeo Spinola Piccamiglio, Ettore, 205, 206, 259 Piccamiglio, Nicolò, 149n Picchiatti, Bartolomeo, 719, 720n, 746 Pichinotti, Andrea q. Benedetto, 381, 382, 382n, 383, 465, 465n, 469, 624 Pichinotti, Benedetto, 381, 383, 469, 624 Pichinotti, Benedetto q. Andrea q. Lazaro, padre de Andrea y Francesco Maria, 382 Pichinotti, compañía comercial, 381, 381n, 383, 384, 398, 469

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Pichinotti, familia, 52n, 381n, 382, 484 Pichinotti, Francesco Maria q. Benedetto, 381, 382, 465, 465n, 466n, 483, 527, 560 Pichinotti, Giovanni Battista q. Benedetto, 382 Pichinotti, Lazaro, 381, 383, 469, 624 Pietra, príncipes de. Véase la familia Grimaldi Pignatelli, Antonio, 748, 748n, 749n, 759n, 762n Pignatelli, Stefano, cardenal, 363n Pimentel Herrera, Juan Alonso, conde de Benavente, virrey de Nápoles, 608, 628, 704, 704n, 896n Pinelli, Cosmo, 153n Pinelli, Costantino, 353n, 406n, 410, 410n, 708, 708n Pinelli, Domenico, cardenal, 254n Pinelli, Giacomo, 291n Pinelli, Giovanni Battista, marqués, 755, 759n Pinelli, Isabella q. Cattaneo, 382 Pinelli, Maria q. Cattaneo, 382 Pinelli, Stefano, 150 Pinelli, Tommaso, cónsul genovés en Nápoles, 608, 608n, 609, 761, 762 Pinelli, Tommaso, fideicomisario de Andrea Sauli, 696 Pinelli, Tommaso, prestamista en Nápoles de Ottavio Serra y Giovanni Francesco Varese, 655n Pinto, familia, 672n

Pinto, Tommaso, 672 Pizzorno, familia, 677, 677n Plaza, Pedro de la, 464n Poderico, Luigi, 561 Poincerverio-Garibaldi-Conte, villa, 863 Porro, familia, 282 Porro, Giacinto Felice, 853 Pozo, Pedro del, 475 Pozzo, familia, 390 Prada, Andrés de, 446 Preboste, Juan, 359n Priami (Priemi, Primi), familia, 290, 290n Priami (Priamy), Pietro, 290n, 294 Priami (Primi), Roberto, 290n Quiroga, Gaspar de, visitador general, 130, 131 Rábago, Pedro de, 475 Raggio, Agostino, 212n, 213n Ramairone, Mario Antonio, 853 Ramírez de Prado, Alonso, 215n, 241, 242, 242n, 243, 243n, 244, 245, 245n, 246, 246n, 248, 248n, 261, 261n, 264, 266, 807, 1047 Ramírez de Prado, Antonio, 245, 245n, 246n, 248n, 261n Ravaschieri, banco, 153, 153n Ravaschieri, Costanzo, 152n Ravaschieri, familia, 714n, 759n Ravaschieri, Germano, 153n Ravaschieri, Torrino, 153n, Ravaschiero, G. F., 713n

1100

Índice onomástico

Raynolt, familia, 388, 388n, 389, 390, 391, 392, 397 Raynolt, P., 389n Re, Aurelio, 596n Rena, Juan, 43n Reni, Guido, 718n Resta, Filippo, 814 Riario, familia, 758n Riario, Raffaele, marqués de Corleto, 755 Ribera, José, 718n Riberola, Esteban (Stefano) de, 308n Rivadebro, marqués de. Véase Giuseppe Serra q. Giovan Francesco Riverola, Francesco, 591n Rizzo, marqueses del. Véase familia Grimaldi Rizzo, villa, 863 Rivarola, Agostino, padre en Sant’Antonio de Sampierdarena, 1011n Rivarola, Juan Félix Francisco, 966n, 1008n Robledo de Chavela, marqués de. Véase Joseph Strata Roccatagliata, Antonio, 120n, 123, 123n, 154n, 175 Rochetta, marqueses de la. Véase familia Valdetaro Rodríguez de Elvas, Manuel, 478n Rojas, Francisco de, marqués de Poza, presidente del Consejo de Hacienda, 205, 207, 242, 242n Romano Altamirano, Diego, 314n

Ronco, familia, 878n Roomer (Romel), Gaspar de, 545,545n Rosellón, cardenal de, 432n Rossi, Giovanni Battista q. Domenico, 853 Rossi, villa, 863 Rovito, Alessandro, 725 Rubens, Pieter Paul, 197, 833, 833n, 923, 923n, 924, 925, 925n, 926, 927, 927n, 928, 928n, 929, 930, 931, 932, 933 Ruiz, Cosme, 212 Ruiz, Simón, 134 Ruiz de Castro, Francisco, conde de Lemos, virrey de Nápoles y Sicilia, 366n, 694 Ruiz Negrete, Juan, banco di Corte, 227n Rummo, Giulio, 684n, 695, 696 Ruschi, Ortensio, 692 Russo (Rossi?), Francesco Antonio, 716 Russo, Giovanni Alfonso, 661 Russo, Giovanni Aniello, 657n Rycart, Pieter, 381 Saboya, duques de. Véase Carlo Emanuele, Maria Cristina de Borbón, Vittorio Amedeo I y Francesco Giacinto Sabran, Melchior, 510, 541 Sagastizábal, Francisco de, 168 Salamanca, Juan Rodríguez de, regente del Consejo de Italia, 442, 442n, 444, 445, 445n

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Sale, Giulio, 121n Salinero, familia, 680n Salinero, Giovan Tommaso, 680n Saluzzo, Angelo, 610 Saluzzo, Bartolomeo, 307 Saluzzo, familia, 751, 752n Saluzzo, Giacomo, 198n, 263n, 295, 304, 313n, 317, 487 Saluzzo, Giambattista, embajador genovés en Madrid, 351, 351n, 352n, 404, 404n, 408n, 409n, 411n, 1039, 1039n Saluzzo, Giovanni Battista, 299n Saluzzo, Giovanni Battista q. Stefano, 751 Saluzzo, Giovanni Filippo, 271, 310n Saluzzo, Giovanni Filippo q. Agostino, 751n Saluzzo, hermanos, banco, 201, 201n Saluzzo, Ottavio, 345n Saluzzo, Stefano, 390 Saluzzo, Stefano, padre de Giovanni Battista, 751 Salvago, Ambrogio, 150, 305, 307 Samaniego, Jéronimo de, 562 Sandoval y Rojas, Francisco de, I duque de Lerma, 77, 238, 239, 239n, 242n, 243, 263n, 264, 312, 335, 335n, 346, 346n, 439n, 447, 447n, 451, 827 Sanguineto, familia, 390, 666, 666n, 669, 685n Sanguineto, Genesio q. Bernardo, 225n, 251n, 329, 330n, 359n,

370, 371n, 374, 384n, 385, 385n, 390, 390n, 391, 391n, 397, 469, 469n, 488, 488n, 620, 621n, 634, 663, 664, 665, 665n, 666, 668, 668n, 670n, 672, 673, 673n, 674, 674n, 675, 675n, 683, 684, 685, 685n, 686, 687, 687n, 705, 706n, 725, 726, 726n, 727, 727n, 728, 733, 785n, 870, 875, 875n, 890, 1014 Sanguineto, Geronimo, 685n Sanguineto, Lelio, 500n Sanguineto, Orazio, 685n Sanseverino, Luigi I, príncipe de Bisignano, 673, 703, 726 Sanseverino, ramo y príncipes de Bisignano, 721, 722, 723, 724, 730 San Nicandro, príncipes de. Véase familia Cattaneo y Domenico Cattaneo Santa Cruz, marqués de. Véase Álvaro de Bazán Santo Domingo, Laura, 696n Santo Stefano, marqueses de. Véase Antonio Doria y familia Doria Sarmiento de Acuña, Diego de, conde de Gondomar, 450, 450n Sartorio, Giovanni Maria, 854, 856 Sassoferrato, Bartolo (de), jurista, 441 Satriano, príncipes de. Véase familia Ravaschieri Sauli, Agostino, 304 Sauli, Alessandro, 227 Sauli, Andrea, en el libro de negocios de Girolamo Burone, 305

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Índice onomástico

Sauli, Andrea q. Bendinello, 679, 693, 694, 695, 695n, 696, 697, 697n, 745n Sauli, Antonio, nuncio apostólico en Nápoles, arzobispo de Génova, 152n, 158n, 997 Sauli, banqueros, 168, 203, 206, 207n, 208, 211 Sauli, Bendinello, 694, 694n, 696 Sauli, Cristoforo, 304 Sauli, familia, 298n, 431, 694n Sauli, Giovanni Antonio, 431n Sauli, Giovanni Battista, 164, 329 Sauli, Giovanni Battista, hombre de negocios en Nápoles, 622 Sauli, Giovanni Francesco, embajador de Génova en Madrid, 516, 516n, 518, 781, 781n Sauli, Girolamo, arzobispo de Génova, 989n, 991n Sauli, Girolamo, con glosa sobre la villa de Montemolín, 318 Sauli, Girolamo q. Bendinello, 694 Sauli, Ludovico q. Antonio, 297n, 800, 1052 Sauli, Luigi, 227, 294, 297n Sauli, Ottavio (Ottaviano), 431n, 487, 517n Sauli, Paolo, mediador en compra de casa para Genesio Sanguineto, 875n Sauli, Paolo q. Bartolomeo, 175 Sauli, Simone, 227, 304 Sauli, Vincenzo q. Bendinello Sauli, 696

Scaramelli, Giovan Carlo, 137n, 600, 600n Scazuola, Giulio Cesare, 432 Scorza, Girolamo, 163n Scotti, Pietro Battista, 610 Scotto, Giovanni Francesco, 384n Segismundo III Vasa, rey de Polonia, 622, 623n Sellitto, Carlo, 716 Sellitto, Francesco Antonio, 716 Semina, Vittoria, 371n Senarega, familia, 162n Senarega, Giovanni Battista, 853 Senarega, Innocenzia, 222n Senarega, Matteo, Doge de la república de Génova, 222n Senarega, Francesco, 123 Senarega, Matteo, 133 Senna, Orazio, 657n Serra, Agostino q. Paolo q. Antonio IV, 496, 552, 817, 817n Serra, Ambrogio, 95n Serra, Andrea, 95n Serra, Andrea q. Jonis q. Luchini, 500n Serra, Angela q. Ottavio, 696n, 737, 738n, 740 Serra, Angela Felice q. Antonio IV, monja, 194n, 658n, 1020 Serra, Anna (Maria) q. Giovanni Battista q. Girolamo, 193, 914 Serra, Anna Teresa q. Filippo, monja, 971, 1016

1103

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Serra, Anna q. Giovan Francesco q. Girolamo, 524n Serra, Anna q. Ottavio, 737, 738n Serra, Antonio, 89n Serra, Antonio, arbitrista, 705, 705n Serra, Antonio, caballero sardo, 91n Serra, Antonio I q. Manfredo, 92n Serra, Antonio III q. Paolo I, 92, 92n, 180n, 332n, 884 Serra, Antonio IV q. Paolo II, 40, 82, 92, 102, 102n, 103, 148, 148n, 149, 149n, 150, 150n, 158, 161n, 176, 180n, 181, 192, 194, 194n, 198, 199, 320, 372n, 387n, 523, 570n, 577, 578, 580, 582, 583, 596n, 597, 603n, 713, 713n, 775, 799n, 800, 810, 813, 816, 818, 823, 824, 825, 826, 827, 828, 829, 844, 844n, 867, 868n, 886, 899, 902, 906, 930, 950, 954, 962, 963, 995, 995n, 1008, 1009, 1009n, 1010, 1010n 1011n, 1012, 1014, 1046, 1049, 1050, 1052, 1055 Serra, Antonio q. Paolo q. Antonio IV, clérigo de la Cámara Apostólica, 363, 507, 507n, 518, 552, 850, 850n, 899, 967, 967n Serra, Antonius, 91n Serra, Artemisia q. Girolamo, 233n, 343, 343n, 1024n, 1025n Serra, Artemisia q. Girolamo, esposa de Paolo Francesco Doria, 234, 245n, 351n, 376n, 522, 522n, 523, 571n, 807, 852, 878, 879, 880,

880n, 908, 908n, 914, 914n, 961, 961n, 962, 962n, 963, 972, 972n, 978, 994n, 1007, 1007n Serra, Ascanio, 178n Serra, Bartolomeo, 90n Serra, Battista q. Antonio IV, 40, 40n, 41, 42, 45, 77, 78, 79, 80, 81, 84, 103, 104, 114, 118n, 148n, 149n, 153, 160, 161n, 162n, 163, 166n, 168, 168n, 172n, 173n, 174n, 176, 176n, 177, 177n, 179, 180n, 181n, 182n, 184, 190, 190n, 191, 191n, 192, 192n, 193, 194, 194n, 195, 197, 198, 199, 199n, 200, 201, 201n, 202, 203, 204, 204n, 206, 207, 207n, 208, 208n, 210, 210n, 211, 212, 214, 214n, 215, 215n, 216, 216n, 217, 217n, 218n, 219, 220, 220n, 222n, 223, 223n, 224, 226n, 227, 227n, 228, 228n, 231, 232n, 233n, 234, 234n, 235, 235n, 236n, 239, 239n, 240, 240n, 241, 241n, 242, 244, 244n, 245, 246, 246n, 247, 248, 249, 250, 250n, 251, 251n, 252, 253, 253n, 254, 255, 259, 260, 262, 263, 265, 266, 266n, 267, 268, 268n, 269, 270, 270n, 271, 272, 272n, 273, 274, 275, 276, 279, 280, 283, 284, 284n, 285, 286, 286n, 287, 288, 288n, 289, 289n, 290, 290n, 291, 291n, 292, 292n, 294, 295, 296, 296n, 297, 297n, 298, 298n, 299, 299n,

1104

Índice onomástico

300, 301, 303, 304, 306, 307, 308, 308n, 309, 310, 310n, 311, 311n, 312, 313n, 315, 316, 316n, 318, 319, 320, 320n, 321, 321n, 322, 322n, 323, 323n, 324, 327, 329, 330, 330n, 331, 331n, 332, 334, 338, 338n, 339,339n, 340n, 341, 342, 342n, 343, 344, 344n, 345, 346, 346n, 347, 347n, 348, 348n, 351, 351n, 354, 354n, 355, 356, 356n, 357,357n,358, 358n, 359, 359n, 360,360n, 361, 361n, 362, 363, 363n, 364, 366n, 370, 371n, 372, 373, 373n, 374, 375, 376, 377, 377n, 378, 378n, 379, 380, 380n, 382, 383n, 384, 391, 392, 393, 394, 395, 397, 398, 401, 401n, 402, 404, 404n, 405, 408n, 409, 410, 410n, 411, 411n, 412, 412n, 413n, 414n, 415, 416n, 417, 417n, 419, 419n, 420, 420n, 421, 421n, 422, 422n, 423n, 424, 424n, 425, 425n, 426, 426n, 427, 427n, 428, 428n, 429, 429n, 430, 430n, 431n, 435, 435n, 436, 436n, 437, 438, 438n, 439, 439n, 440, 440n, 441, 441n, 442, 442n,443, 443n, 444, 444n, 445, 445n, 446, 446n, 447, 447n, 448, 448n, 449, 449n, 450, 450n, 451, 451n, 452, 453, 453n, 454, 454n, 455, 455n, 456, 456n, 457, 458,459,460, 461, 462, 462n, 463n, 464, 464n, 465, 465n, 466, 466n, 467, 467n, 468,

1105

468n, 469, 469n, 470, 471, 471n, 476, 477, 478, 478n, 479,480, 480n, 482, 482n, 484, 486, 487, 487n, 488, 488n, 489, 490, 492, 492n, 495, 496, 496n, 499, 500, 513, 515,515n, 517n, 518, 522, 523, 526, 527, 528, 528n, 529, 529n, 530, 531, 531n, 532, 532n, 533, 533n, 534, 534n, 535, 535n, 536, 536n, 537, 537n, 538, 538n, 539, 539n, 541, 543n, 548, 549, 550, 550n, 551, 551n, 552, 552n, 553, 555, 557, 557n, 558, 558n, 559, 560, 566, 567, 568,569, 570, 570n, 571, 571n, 572, 577, 580, 591, 591n, 593, 594, 595, 595n, 597, 598, 598n, 599, 600, 602, 603, 603n, 604, 604n, 605, 612n, 613n, 614, 619n, 633, 645, 675, 675n, 676, 676n, 679, 682, 683, 686, 687, 688, 688n, 710, 713, 713n, 715, 718n, 729, 731, 732, 732n, 733, 742, 763, 772, 773, 774, 775, 775n, 776, 785n, 786, 786n, 787, 787n, 799n, 800, 802n, 806, 807, 810, 811, 812, 812n, 816, 817, 818, 818n, 823, 825, 827, 828, 833, 840, 841,844n, 848, 848n, 849, 849n, 850, 850n, 851, 851n, 852, 855, 856, 867, 871, 872, 873, 873n, 874, 875, 876, 877, 877n, 881, 885n, 886, 887n, 890, 891n, 892, 893n, 896, 896n, 897, 898, 898n,

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

899, 899n, 900, 900n, 906, 947, 947n, 949, 950, 953, 953n,955, 955n, 958, 963, 965, 967, 967n, 968, 971, 973n, 974n, 976, 976n, 978, 983, 990, 990n, 994, 994n, 1007n, 1009, 1009n, 1010, 1013, 1013n, 1014n, 1040, 1041, 1042, 1043, 1045, 1046, 1047, 1048, 1049, 1050, 1051, 1055 Serra, Benedetta q. Paolo II, 292n, 905, 905n, 907 Serra, Bianca q. Girolamo, 198, 198n, 251, 252, 252n, 351n, 364, 488n, 489, 490, 536n, 570, 908, 918, 947, 958, 960, 960n, 963, 975, 981, 981n, 994n, 995n, 1007, 1007n Serra, Cattaneo q. Nicolò, 166n, 180, 180n, 181, 181n, 182, 182n, 184, 201n, 211, 212, 212n, 213n, 214, 214n, 227, 234, 244, 252, 252n, 253, 255, 263, 286, 288n, 467, 486n Serra, Christoforo, 89n Serra, Corso, 89 Serra, Cosimo q. Paolo I, 92n, 332n Serra, Cosmo, 92n, Serra, David, 150n, Serra, Domenico, marqués, comprador de palacio en 1778, 885n Serra, Domenico q. Giovanni Battista, 773, 773n, 790, 790n, 791, 791n, 796, 799, 800, 812, 815, 824, 825, 1053, 1054

Serra, Domenico q. Marcello q. Luciano, 885n Serra, Elena q. Paolo q. Antonio IV, 297n, 800, 1052 Serra, Emilia q. Girolamo, 233n, 343n, 364, 958, 958n, 963, 975, 977n, 978, 978n, 980, 980n, 981n, 1006, 1006n Serra, Enrico, 89n, 90n, Serra, familia, 33, 40, 41n, 42, 46, 50, 51, 53, 64, 65, 66, 68, 69, 71, 73, 74, 75, 76, 76n, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 89, 89n, 90, 91, 91n, 92, 92n, 95, 95n, 96n, 98, 98n, 101n, 102, 103, 104, 105, 139n, 143, 146, 147, 147n, 148, 148n,156, 158, 159, 160, 161, 161n, 164, 165, 166, 166n, 167, 168, 169, 170, 171, 174, 174n, 175, 177, 178n, 179, 180, 182, 183, 192, 193n, 194, 201n, 202, 203, 205, 205n, 209, 210, 211, 212, 212n, 213, 214, 218, 219, 220n, 223, 226, 228, 229, 232, 233, 234, 238, 238n, 251, 252, 252n, 253, 254, 260, 261, 262, 263, 263n, 264, 265, 266, 267, 270n, 277, 280n, 283, 284, 286, 292, 293, 296, 298, 298n, 301, 301n, 304, 308, 309, 315, 316, 319, 321, 323, 324, 327, 328, 329, 331, 333, 334, 337n, 338, 340n, 341, 342n, 343,343n, 350, 350n, 353, 355, 355n, 362, 363,

1106

Índice onomástico

365, 365n, 371n, 373, 375n, 376, 380, 382,383, 384, 385, 386, 388n, 390, 391, 393, 394, 395n, 396, 397, 398, 401, 435, 451, 457, 459, 460,461n, 463, 464, 465, 468, 470, 476, 483, 486n, 488, 489, 490,493, 495, 497, 499, 500n, 501, 502, 503, 514, 515, 516, 517, 525, 526, 528n, 529, 531, 534, 536, 539n, 540, 555, 556,556n, 560, 561, 563, 564, 570, 572, 578, 579, 580, 581, 583, 585, 586, 592, 594n, 596n, 597, 602, 609, 611, 611n, 612n, 631, 691n, 699, 703, 704, 704n, 706, 708, 710, 712, 713, 715, 719, 721, 722, 724, 734n, 735, 736, 737, 743, 744, 745, 746,747, 748, 751, 752, 764, 765, 766, 767, 768, 771, 772, 776, 791n, 794, 797, 798, 799, 800, 800n, 801, 802, 802n, 806, 807, 808, 809, 811, 813, 815, 823, 825, 828, 829, 830, 832, 832n, 833, 835, 840, 840, 841, 842, 844, 844n, 847, 848, 855, 856, 858, 859, 860, 860n, 861, 863, 864, 867, 874, 875, 878, 882, 884, 884n, 885n, 886, 893n, 895, 897, 898, 902, 904, 905, 906, 921, 923, 924, 924n, 925, 927, 928n, 930, 939, 949, 965, 974, 982, 983, 983n, 984, 986, 995, 1002, 1002n, 1003, 1004, 1005, 1008n, 1010, 1012, 1012n, 1013, 1013n, 1017, 1018, 1019, 1020,

1020n, 1021, 1023, 1025, 1027, 1033, 1034, 1035, 1036, 1038, 1039, 1041, 1042, 1044, 1045, 1046, 1047, 1048, 1049, 1052, 1053, 1055, 1056, 1057 Serra, Filippo q. Giovanni Battista q. Girolamo, conde de Villalegre, marqués de Mornese, 540n, 773, 773n, 783, 790, 791n, 793, 793n, 795, 802, 812, 813, 889, 964, 1016, 1018, 1055 Serra, Francesca Maria q. Ottavio, 737, 738n Serra, Francesco, capitán de infantería, 500n Serra, Francesco Maria, inscripción en la iglesia de San Giovanni Battista de’ Genovesi, Nápoles, 747n, 752n Serra, Francesco q. Antonio IV, 41, 51, 161n, 172n, 177, 177n, 178, 178n, 179, 179n, 180, 180n, 183, 191, 191n, 194n, 199n, 212, 223n, 224n, 245, 247, 252, 253n, 255, 260, 260n, 261, 262, 262n, 263, 263n, 266, 267, 268, 270n, 292n, 298, 304, 306, 307, 329, 330, 330n, 337, 337n, 338n, 348, 387, 387n, 388n, 389, 390, 391, 393, 395, 395n, 397, 423, 428, 460, 461, 462, 462n, 463, 463n, 464, 467,468, 484, 485, 485n, 486,486n, 488, 495, 496, 497, 516n, 517n, 519, 535, 538, 539,

1107

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

550, 552, 552n, 567n, 603, 603n, 612n, 619n, 620, 621n, 622, 676, 677n, 693n, 737, 742,776, 815n, 816, 824, 827, 831, 831n, 854, 855, 856, 857, 857n, 858, 871, 872, 872n, 873, 874, 885n, 889, 890, 891n, 892, 893n, 905, 905n, 907, 912, 913, 914, 915, 916, 916n, 917, 922, 923, 923n, 924, 924n, 925, 927, 950, 963, 981, 995, 1009, 1009n, 1048 Serra, Francesco q. Giovanni Francesco q. Girolamo, 323, 734, 735, 738, 741, 786n, 788, 789, 789n, 790, 790n, 794, 794n, 799, 810, 813,814n, 1051, 1053 Serra, Francesco q. Giovanni Pietro I (alias Francesco Lercaro Serra), 92, 95, 98n, 181, 181n, 884, 885n Serra, Francesco q. Giovanni Pietro II, 41, 181n, 223, 225n, 234, 234n, 241, 241n, 286n, 290n, 296, 297n, 308, 308n, 313n, 329, 330, 338n, 347n, 348, 356, 357, 357n, 358, 358n, 359, 359n, 360, 360n, 372, 378, 379, 379n, 380, 380n, 381, 383, 383n, 385, 385n, 387, 392n, 397, 398, 453, 456, 465,466, 467, 468, 469, 469n, 471, 471n, 472, 472n, 473, 473n, 474, 474n, 480, 480n, 481n, 483, 483n, 484, 486n, 496, 497,519, 528, 533, 534n, 535, 536, 536n, 537, 537n, 551, 598n, 603, 603n,

675, 676, 676n, 715, 802n, 817, 827, 828, 914n, 1045 Serra, Francesco q. Paolo II, 150n, 178n, Serra, Galeotto q. Paolo I, 92n, 332n, 884, 885n Serra, Geronima q. Ottavio, 737, 738n Serra, Geronimo q. Antonio III, 332n Serra, Giacomo, asentista, 146n Serra, Giacomo q. Antonio IV, cardenal, 172n, 194n, 199, 199n, 200, 200n, 253, 253n, 254n, 255, 290n, 362, 363, 363n, 376, 398, 467n, 507, 552, 619n, 713, 713n, 718n, 824, 827, 891, 899, 925, 926, 926n, 950, 1008, 1009, 1014 Serra, Giacomo q. Giovanni Carlo, 884n Serra, Giacomo q. Paolo q. Antonio IV, 496, 552, 558, 559, 817, 817n, 967n Serra, Giovan Battista q. Girolamo, marido de Maria Antonia Oliva Grimaldi, 858n Serra, Giovanni q. Ottavio, 737, 738n, 741 Serra, Giovanni Agostino q. Giovanni Pietro II, 382, 461n, 471, 496, 535, 536n, 537, 551, 817 Serra, Giovanni de Andrea, 95n Serra, Giovanni Andrea q. Francesco q. Antonio IV, 857, 994

1108

Índice onomástico

Serra, Giovanni Battista q. Antonio III, 98n, 182n Serra, Giovanni Battista q. Girolamo (+1612), 280, 281 Serra, Giovanni Battista q. Girolamo, conde de Villalegre, marqués de Mornese, 41, 42, 78, 81, 103, 193, 198n, 234n, 313n, 316n, 319, 320, 322, 323, 323n, 324, 327,366, 367, 367n, 369, 377, 395, 395n, 398, 435, 454, 457, 463, 488, 488n, 489, 490, 495, 496, 497, 498n, 502, 516, 516n, 517, 518, 519, 520, 520n, 521, 521n, 522, 522n, 523, 539n, 540n, 557, 557n, 559, 562, 562n, 563n, 674, 675n, 731, 773, 773n, 774, 774n, 776, 781, 781n, 782, 782n, 783, 784, 785, 785n, 786n, 787, 787n, 788, 789n, 790, 790n, 791n, 793, 793n, 794, 797, 802, 803, 803n, 804, 804n, 805, 807, 808, 808n, 812, 812n, 814, 816, 823, 824, 825, 831, 831n, 847, 847n, 864, 868, 868n, 869, 870, 870n, 871, 873, 875, 880, 885n, 888, 889, 890, 891n, 892, 894, 903, 903n, 904n, 908, 914, 950, 952, 954,954n, 955, 964, 967, 967n, 970, 971, 976, 978, 982, 982n, 983, 984, 985, 985n, 996, 996n, 1006, 1048, 1050, 1053, 1054 Serra, Giovanni Battista q. Giovanni Francesco, 738

Serra, Giovanni Battista q. Ottavio, I príncipe de Carovigno, 95, 95n, 340n, 464n, 519, 593n, 596n, 597n, 599n, 611n, 614n, 617n, 690n, 703, 713, 713n, 716, 717, 720, 737, 738n, 741, 741, 747n, 748, 751, 1052, 1053 Serra, Giovanni Battista q. Paolo II, 41n, 148n, 150, 150n, 151, 151n, 152, 158, 172n, 181, 182n, 190, 190n, 191, 192, 239, 332, 577, 578, 581, 583, 593n, 596n, 597, 799n, 800, 813, 816 Serra, Giovanni Carlo q. Giovanni Pietro II, 382, 534, 534n, 535, 535n, 884n, 885n, 892, 893n Serra, Giovanni Francesco, gobernador de la isla de Quíos, 91n Serra, Giovan (Giovanni) Francesco q. Girolamo, señor de Cassano, marqués de Almendralejo, marqués de Strevi, 41, 41n, 42, 66, 78, 81, 103, 104, 191, 193, 233, 233n, 234n, 309, 309n, 316n, 319, 320, 321, 322, 323n, 324, 327, 349, 355, 366, 367n,368,368n, 369, 369n, 377, 395, 395n, 398, 435, 454, 455n, 457, 458, 458n,459, 459n, 463, 486, 488, 488n, 489, 490, 491, 495, 496, 497, 498, 498n, 499, 499n, 500, 502, 511, 516, 517, 519, 520, 521, 521n, 522, 522n, 523, 524, 524n, 525, 525n, 526, 541, 556, 557, 557n,

1109

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

561, 561n, 562, 562n, 563, 564, 594, 595, 595n, 612n, 674, 675n, 691, 710, 712, 718n, 731, 733n, 734, 735, 736, 738, 738n, 739, 741, 742, 743,743n, 744n, 752, 763, 776, 776n, 777, 777n, 778, 778n, 779, 779n, 782, 782n, 783, 784, 785, 786, 786n, 787, 788, 788n, 789, 789n, 790n, 791, 792, 792n, 794, 808, 809, 809n, 811, 812, 812n, 813, 813n, 814, 815, 816, 818, 818n, 823, 824, 838, 838n, 847n, 848, 851, 852, 858, 864, 866n, 869, 870, 872, 873, 875, 888, 896, 902, 902n, 903, 908, 912, 913, 949, 950, 953,953n, 954,954n, 955, 955n, 964, 965, 969, 969n, 970, 970n, 971, 977n, 978, 981, 981n, 985, 994, 995, 1005, 1006, 1010, 1010n, 1036, 1048, 1050, 1051, 1052, 1053, 1054, 1055 Serra, Giovanni Pietro II q. Francesco, 41n, 92, 103, 150n, 157, 157n, 181, 181n, 182, 184, 201n, 212, 213n, 220n, 253, 313n, 371, 374, 376, 379, 379n, 382, 397, 461, 461n, 481n, 488n, 496, 497, 515n, 519,519n, 523, 528, 534, 535n, 603n, 691, 785n, 815n, 843n, 854, 856, 864, 884, 887n, 889n, 940 Serra, Giovanni Pietro q. Paolo I, 332n

Serra, Giovanni Tommaso q. Giovanni Pietro II, 313n, 382, 461n, 466, 467, 468, 471, 496, 535, 536, 536n, 537n, 551, 817 Serra, Girolama (Geronima) q. Nicolò, 182, 376 Serra, Girolamo, platero, 95n Serra, Girolamo q. Francesco q. Antonio IV, 395, 500, 500n, 501, 501n, 570n, 736, 810, 811, 858, 981n Serra, Girolamo q. Ottavio, 747n Serra, Girolamo (o Geronimo) q. Paolo II, señor de Strevi, 40, 41, 42, 64, 76, 78, 79, 82, 83, 92, 102, 102n, 103, 103n, 147n, 148n, 150, 150n, 151, 151n, 152, 152n, 153, 153n, 154, 154n, 155, 155n, 156, 157n, 158, 159, 160, 161, 162, 162n, 163, 164, 165, 166, 166n, 167, 167n, 168, 169, 172, 172n, 173, 173n, 174, 174n, 175, 175n, 176, 176n, 177, 177n, 178n, 180, 180n, 181, 181n, 182n, 183, 184, 190, 191, 192, 193, 194, 194n, 195, 197, 198, 199, 199n, 201, 202n, 208n, 210n, 213n, 214n, 215, 215n, 219, 219n, 220, 220n, 224, 225n, 227n, 229, 229n, 232, 233, 233n, 234, 235, 245n, 250, 250n, 251, 251n, 253, 254, 255, 259, 268, 268n, 271, 272n, 279, 280, 280n, 282n, 286, 287, 288, 288n, 292, 292n, 293, 293n, 295,

1110

Índice onomástico

298n, 301, 304, 305, 306, 307, 308, 308n, 309, 316n, 318, 319, 320, 320n, 321, 322, 327, 329, 331, 332, 339, 340, 341, 342, 342n, 343, 343n, 349, 350n, 351n, 358n, 360, 360n, 362, 363, 363n, 364, 364n, 365, 365n, 366, 366n, 367, 367n, 368, 368n, 369, 370, 370n, 371, 371n, 372n, 373, 373n, 374, 375, 376, 377, 378, 378n, 379, 379n, 391, 391n, 392, 393, 394, 395, 395n, 402, 403, 405, 455n, 457, 458, 459, 460, 461, 463, 471, 487, 487n, 488, 488n, 489, 491, 497, 498n, 499, 499n, 515, 515n, 516, 517, 519n, 520, 520n, 521, 521n, 522, 522n, 523, 524n, 526, 528n, 539n, 561, 577, 581, 583, 585, 586, 593, 594, 595, 596n, 597, 612n, 666, 667, 674, 674n, 675, 675n, 681, 691, 699, 703, 712, 721, 725, 726, 728, 729, 730, 731, 733, 763, 774, 776, 779, 783, 784, 785, 786, 786n, 787, 787n, 788, 790n, 792, 799n, 800, 802, 803, 807, 808, 809, 811, 813, 816, 818, 819, 823, 824, 825, 826, 827, 828, 838, 838n, 839, 839n, 840, 842, 843, 844, 846, 847, 848, 851, 851n, 852, 852n, 853, 858, 863, 864, 864n, 865, 866, 866n, 867, 868n, 869, 869n, 870, 870n, 871, 872, 873, 874n, 875,

876, 885n, 886, 887n, 888, 889, 889n, 890, 891n, 895, 895n, 896, 902, 905, 905n, 906, 907, 908, 909, 909n, 910, 911, 911n, 912, 912n, 913, 914, 914n, 915, 916, 917, 919n, 922, 923, 928, 928n, 929, 929n, 930, 948, 949, 949n, 950, 951, 951n, 952, 952n, 954, 963, 964, 965, 965n, 966, 966n, 967, 968, 970, 970n, 975, 976, 976n, 977n, 978, 979, 979n, 980, 980n, 981n, 984, 993, 993n, 994, 994n, 996, 997, 998, 998n, 999, 1000, 1001, 1001n, 1002, 1002n, 1003, 1003n, 1005, 1005, 1006, 1009, 1010, 1011, 1011n, 1012, 1013, 1014, 1014n, 1018, 1018n, 1019, 1022, 1036, 1038, 1045, 1046, 1048, 1053, 1054, 1055 Serra, Girolamo Lorenzo q. Ottavio, 737, 738n, 741 Serra, Giulio q. Giovanni Francesco, 738 Serra, Giuseppe, inscripción en la iglesia de San Giovanni Battista de’ Genovesi, Nápoles, 747n, 752n Serra, Giuseppe q. Giovanni Francesco, duque de Cassano, marqués de Rivadebro, de Almendralejo y Villaviciosa, marqués de Strevi, 395, 690n, 733n, 734, 734n, 735, 736, 737, 738, 741, 742, 743n, 744, 744n, 745n, 752, 753, 755,

1111

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

766, 777n, 783, 783n, 786, 788, 789n, 791, 792, 794, 794n, 795, 799, 810, 810n, 814, 814n, 838n, 852, 864, 880, 888, 1006, 1026, 1051, 1052, 1053 Serra, Giuseppe Maria q. Francesco q. Giovanni Francesco, duque de Cassano, padre de Laura Serra, 741, 742, 745, 752, 799, 810, 1053 Serra, Giuseppe Maria q. Francesco Maria, casado con Laura Serra, duque de Cassano, 102n, 742, 742n, 743, 744, 763, 775, 802n Serra, Laura q. Giuseppe Maria, duquesa de Cassano, 103n, 742, 742n, 744, 752, 753, 764, 776 Serra, Lavinia q. Filippo, 791, 795, 796, 797 Serra, Luigi, 675n Serra, Maddalena q. Girolamo q. Antonio, 595n Serra, Maddalena q. Girolamo q. Paolo II, 104, 194, 251n, 281, 293n, 339, 343, 343n, 347n, 358n, 370, 371n, 374, 375, 375n, 376, 377, 377n, 397, 435, 455n, 471, 488n, 516, 536n, 557n, 570, 571, 571n, 675n, 785n, 814, 818, 841, 849, 850, 870, 871, 880, 880n, 881, 881n, 892, 898n, 899, 908, 910, 918, 928, 928n, 855, 955n, 957, 958, 958n, 960, 960n, 961, 961n, 963, 968, 968n, 969, 971, 972, 973n, 974n, 975, 976, 976n,

977, 978, 978n, 980, 980n, 983, 993, 994, 994n, 1007, 1007n, 1010, 1014, 1014n, 1015, 1015n, 1018n, 1020, 1020n, 1046 Serra, Maddalena q. Nicolò, 252n Serra, Manfredo, 89, 92, 93, 146n, 147n Serra, Maria, 252n Serra, Maria q. Antonio IV, 104, 166n, 194n, 195, 198, 251, 252n, 277n, 292n, 294, 298n, 321n, 383n, 515, 515n, 528, 536n, 891n, 925, 927, 931, 956, 957, 959, 959n, 963, 992, 995n Serra, Maria q. Francesco q. Antonio IV, 516n, 981n Serra, Maria (Marietta) q. Nicolò, 167n, 375, 515n Serra, Maria q. Ottavio, princesa de Carovigno, 737, 738n, 740, 742, 742n, 748, 799, 800, 1053 Serra, Marianna q. Francesco q. Giovanni Francesco, 741, 799, 1053 Serra, Marianna q. Giovanni Francesco, 738 Serra, Maria (Caterina) q. Girolamo, 364, 365n, 522, 522n, 612n, 959, 959n, 960, 960n, 963, 972, 973n, 975, 980, 980n, 995n, 1007, 1007n Serra, Maria Felice q. Paolo q. Antonio IV, monja, 1019 Serra, Maria Giovanna q. Girolamo, monja, 281, 1018n, 1020

1112

Índice onomástico

Serra, Minetta, 182n, 210n, 268n, 619n, 658n Serra, Nicolò, persona de referencia en Nápoles para Giovanna Doria, viuda de Giovan Francesco Serra, 815 Serra, Nicolò q. Francesco q. Antonio IV, militar, 395n, 396n, 981n Serra, Nicolò q. Giovanni Pietro II, 461n, 496, 813n Serra, Nicolò q. Paolo II, 148n, 150n, 157, 157n, 158, 158n, 159, 167n, 172n, 181, 181n, 184, 194n, 202n, 220n, 253, 253n, 255, 260, 376, 379n, 382, 382n, 515n, 843, 844, 845, 848, 850, 851, 859, 884, 885n, 886, 891n, 966, 966n, 1012, 1012n, 1013, 1013n, 1014, 1017 Serra, Ottavio Maria, 721 Serra, Ottavio q. Giovanni Battista q. Paolo II, 41, 41n, 45, 81, 82, 103, 190, 190n, 233n, 239, 239n, 240, 240n, 241, 241n, 253, 255, 290n, 298n, 329, 330n, 359, 359n, 365, 384, 384n, 388n, 392, 398, 464, 464n, 485, 485n, 519, 533n, 581, 585, 589, 591, 592, 593, 594, 594n, 595, 595n, 596n, 597, 598, 598n, 599, 599n, 600, 601n, 602, 603, 604, 604n, 605, 608, 609, 610, 611, 611n, 612, 613, 613n, 614, 614n, 615, 615n, 616, 617, 617n, 618, 619n, 620, 621n, 622, 623n, 624, 624n, 625, 626, 627, 628,

629, 629n, 630, 630n, 631, 632, 633, 634, 635, 639, 639n, 641, 642n, 643, 643n, 644, 644n, 645, 651, 651n, 652, 652n, 653, 654, 655, 655n, 656,656n, 657n, 658, 658n, 661n, 662, 663, 664, 664n, 665, 666, 667, 668, 670, 670n, 671, 672, 673, 679, 681, 682, 683, 684, 684n, 685, 686, 687, 687n, 689, 689n, 690, 690n, 691, 691n, 692, 692n, 693, 693n, 694, 695, 695n, 696, 696n, 697, 697n, 698, 699, 703, 707, 708, 711, 712, 713, 714, 715, 716, 717, 718, 719, 719n, 720, 720n, 721, 724n, 725, 731, 733, 737, 738n, 739, 740, 742, 743, 747n, 748, 751, 761, 762, 764, 765, 799n, 813, 817, 824, 901, 1040, 1041, 1042, 1043, 1050, 1051, 1052, 1053 Serra, Paola q. Nicolò, 182, 182n Serra, Paola Maria q. Girolamo, 343n Serra, Paolo, 91 Serra, Paolo I q. Antonio II, 92n, 332, 332n, 842, 842n, 844n, 884, 885n Serra, Paolo II q. Antonio III (alias Paolo Lercaro Serra), 40, 92, 95, 96, 96n, 98n, 150n, 158, 166, 181, 181n, 182n, 280n, 595n, 739, 740, 813, 842, 843, 844n, 845,860n, 884, 885n, 886, 1012, 1014 Serra, Paolo q. Antonio IV, 41, 104, 161n, 163, 172n, 173n, 194, 194n,

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

195, 198, 199, 201, 219, 226n, 229n, 236n, 241n, 253, 255, 268, 290, 292n, 294, 295, 295n, 296, 297n, 321, 321n, 329, 330, 330n, 341, 342, 342n, 350n, 366n, 373n, 374, 375, 376, 392, 397, 452, 460, 461, 467, 484, 485, 485n, 487n, 488, 490, 495, 496, 507, 513, 517,517n, 518, 519, 526, 528, 552, 552n, 558, 568, 599, 613n, 619n, 620, 621n, 622, 687, 708, 709, 732n, 806, 816, 817, 817n, 823, 844n, 845, 849, 850, 851, 852, 860n, 861,863, 867, 871, 874, 875, 876, 877, 879, 880, 881, 881n, 885n, 886, 887, 887n, 888, 890, 891n, 899, 906, 949, 953, 953n, 963, 983, 1008, 1009, 1009n, 1011, 1011n, 1012, 1013, 1013n, 1019, 1022 Serra, Pietro, colaborador del Príncipe Doria, 611, 611n, 612, 612n, 691n Serra, Pietro Francesco, 516n, 814 Serra, Placidia q. Giovanni Francesco, 738 Serra, Scipione, 194n, Serra, Stefano q. Francesco q. Antonio IV, 348, 354, 355, 395, 500, 538,539, 550, 550n, 557, 557n, 558,558n, 565, 566, 567, 567n, 569, 571n, 810, 811, 817, 981n, 1048 Serra, Teresa q. Ottavio, 737, 738n

Serra, Teresa (Artemisia) q. Giovanni Francesco, 738, 799, 977n Serra, Tommaso q. Francesco q. Antonio IV, 857 Serra, Veronica q. Paolo q. Antonio IV, monja, 1019 Serra, Vittoria q. Paolo q. Antonio IV, monja, 1019 Serra de Arborea, ramo, marqueses de Oristano y condes de Goceano, 91 Serra de Bonassola, 516n Serra de Carovigno, ramo, 82, 712, 715, 716, 735, 736, 737, 737n, 739, 740, 741, 743n, 746, 747, 747n, 748, 752, 759n, 762, 763, 764, 765, 766, 766n, 767, 1051, 1052 Serra de Cassano, ramo, 82, 594, 699, 712, 715, 718, 718n, 734, 736, 737, 739, 740, 741, 742, 743, 744, 746, 747, 748, 752, 754, 755, 763, 764, 765, 766, 767, 801n, 810, 813, 1052 Serra de Porta dei Vacca, ramo, 535, 535n Serra de Via Serra, ramo, 535, 535n, 885n Serra-Centurione, compañía comercial, 329, 381, 381n, 383, 383n, 386, 387, 387n, 392, 467, 468, 469, 469n, 470, 470n, 472, 472n, 473, 474, 475, 476 Serra-Doria-Masnata, villa, 863, 876n

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Índice onomástico

Serra-Grillo, palacio, 840, 886 Serra-Monticelli, villa, 863, 864, 865, 866, 876, 888 Serra-Pallavicino, compañía comercial, 81, 198, 199, 201, 202n, 235, 239, 240, 241, 251, 253, 255, 263n, 290, 295, 297n, 321, 321n, 322, 384, 384n, 385n, 392, 397,452, 452n, 455, 456, 464, 485, 487, 488, 489, 490, 551, 552, 599, 603n, 611, 613n, 687, 687n Serra-Rebuffo, palacio, 884n Serra-Ricchini-Gazzani, villa, 885n Serra-Spinola, compañía comercial, 365, 365n, 398, 598, 600, 601, 603n, 604, 613n, 614, 614n, 619n, 631, 663, 664, 664n, 665, 667, 670n, 682, 683, 684, 685, 685n, 689, 691, 692, 692n, 716, 719, 1039 Serra-Vivaldi, banco, 158n, Sessa, duque de. Véase Luis Fernández de Córdoba Sesto, duque de. Véase Filippo Spinola de San Luca Sforza, Francesco, cardenal, 599n Sguizzera, Orsola, criada de Giovanna Doria Tursi, 1025, 1025n Siruela, conde de. Véase Juan Velasco de Cueva Sivori, Alessandro, 528n Sivori, Andrea, 528n Sivori, Antoniotto, 163n Sivori, banco, 201, 201n

Sivori, familia, 165, 165n, 166, 528n Sivori, Francesco, 163n Sivori, Franco, 164, 165, 165n, Sivori, Giovanni, 163n Sivori, Nicolò, 139n, 163, 163n, 164, 164n, 165, 171, 173n, 174, 184, 227n, 228, 284 Sivori, Paolo Battista, 163, 173n Sivori, Tommaso, 528n Sofia, regente en Nápoles, 815 Sommariva Bazzona, Catteta, 860n Soprani, Cosme, 307 Soprani, Giovanni, 619n Soprani, Giovanni Battista, 610 Soto, Álvarez de, 297 Spinelli, Troiano, 557 Spinola, 164, 171 Spinola, Agostino, 143, 244n, 251n Spinola, Agostino, embajador de Génova en Madrid, 172n Spinola, Agostino q. Filippo, 282n, 341, 341n Spinola, Agostino q. Francesco, 532n Spinola, Alessandro, Doge de la república de Génova, 172n Spinola, Alessandro (correspondiente en Madrid de los Spinola de Luccoli, fines s. XVI), 173n Spinola, Ambrogio, 92n, 205, 210, 210n, 211n, 244n, 259, 571 Spinola, Ambrogio, beneficiado por juros del asiento de 1 de mayo de 1607, 310n

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Spinola, Ambrogio, glosa a su favor sobre la villa de Calzadilla, 318 Spinola, Ambrogio, testamentarios, 318 Spinola, Ambrogio (de Valladolid), 304 Spinola, Ambrogio q. Francesco, 143, 143n, 344n, 532, 532n Spinola, Andrea, aval en Génova de acuerdo financiero con Battista Serra q. Antonio IV, 591 Spinola, Andrea, banquero aconsejado por Vivas al rey en 1607 por sus servicios financieros, 198n Spinola, Andrea, en el libro de negocios de Girolamo Burone q. Battista, 305, 307 Spinola, Andrea, republicanista, 127, 349, 349, 349n, 371n, 416, 832n, 944, 992, 999 Spinola, Andrea q. Alessandro, 263n Spinola, Angelo Giovanni, 309 Spinola, Antonio, hombre de negocios en Sevilla, 427n Spinola, Antonio, socio de Ottavio Serra, 239, 240, 240n, 241n, 290n, 365, 388n, 398, 598, 601n, 604, 608, 610, 613, 613n, 614, 615, 615n, 618, 625, 631, 634, 644, 651, 663, 670n, 683, 684, 684n, 685, 687, 689, 689n, 692, 692n, 715, 719, 724n, 1043 Spinola, Antonio q. Christoforo, 163n

Spinola, Ascanio, cónsul genovés en Nápoles, 608, 608n, 609, 610 Spinola, Bartolomeo, conde de Pezuela, 111n, 161, 161n, 304, 306, 307, 347n, 390n, 409, 410, 410n, 420, 431, 432n, 452n, 470n, 472n, 473, 484, 527, 630n, 1048 Spinola, Battista, 304 Spinola, Battista q. Goffredo, 294 Spinola, Benedetto, lugarteniente de galeras, 539 Spinola, Benedetto q. Agostino q. Filippo, 342 Spinola, Bianca, 464, 464n Spinola, Bianca Maria q. Filippo, 356n Spinola, Brigida q. Nicolò q. Luca, 838n Spinola, Carlo, 153, 358n, Spinola, Carlo (Valladolid), 304, Spinola, casa de negocios en Sevilla, 426 Spinola, Caterina, inscripción en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 749n Spinola, Chiara, 163n, Spinola, Claudio, 603n Spinola, Cornelio, 329, 607, 607n, 613n, 622, 625, 655n, 705, 706n, 708, 709, 709n, 725, 733n, 749n, 750n, 761, 762 Spinola, Cristoforo, 610 Spinola, Delia q. Giuliano, 474n

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Índice onomástico

Spinola, Eleonora q. Nicolò, 793n, 962, 962n, 964, 971, 971n, 1016, 1016n Spinola, familia, 39n, 129, 139n, 147n, 148, 183, 527, 539, 742, 749, 751, 826, 975, 1036, 1049 Spinola, Filippo, 139n Spinola, Filippo, lugarteniente de galeras, 539 Spinola, Filippo q. Agostino q. Filippo, 342 Spinola, Franceschetta, 866 Spinola, Francesco q. Battista, 299n Spinola, Gaspare, 304 Spinola, Geronimo, 304 Spinola, Giacomo q. Agostino q. Filippo, 342 Spinola, Giannettino, 556n Spinola, Giorgio, inscripción en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 749n Spinola, Giovanna q. Luciano, 534n, 535n Spinola, Giovanni, 261n, 272 Spinola, Giovanni, inscripción en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 749n Spinola, Giovanni Agostino, 340n, Spinola, Giovanni Andrea, 111n, 306, 630n Spinola, Giovanni Battista, árbitro en ajustamiento de cuentas de la compañía Serra-Spinola, 613n

Spinola, Giovanni Battista, en compañía con Gio. Pietro y Cattaneo Serra, 201n Spinola, Giovanni Battista, diputado por los nobili vecchi durante guerras civiles de Génova, 150 Spinola, Giovanni Battista, marqués, 758n Spinola, Giovanni Battista, propietario del palacio all’Acquasola, 856 Spinola, Giovanni Battista q. Giovanni Maria, 520 Spinola, Giovanni Battista q. Oberto, inscripción en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 749n Spinola, Giovanni Benedetto, 202n, 212, 213n, 214, 268n, 474n, 486n Spinola, Giovanni Francesco, 1034n Spinola, Giovanni Giacomo, 174n Spinola, Giovanni Girolamo, 268n, 417, 431, 480 Spinola, Giovanni Maria, 622 Spinola, Giovanni Maria, gobernador de la iglesia de San Giovanni Battista de’ Genovesi, 756, 756n, 760 Spinola, Giovanni Maria q. Giovanni Benedetto, 474n Spinola, Girolamo, 172n Spinola, Girolamo, inscripción en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 749n Spinola, Girolamo q. Agostino q. Filippo, 342

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Spinola, Giuliano, 474n Spinola, Giulio, 212n, 213n, 232n, 261n, 272 Spinola, Gregorio, 347n, 390n Spinola, Lavinia, 913n Spinola, Livia, inscripción en San Giovanni Battista de’ Genovesi de Nápoles, 749n Spinola, Loise, 644 Spinola, Lorenzo, 143, 168n, 207n Spinola, Luigi, marido de Eugenia Invrea, 268n Spinola, Maria, 749n Spinola, Marietta, 738n Spinola, Nicolò, 121n Spinola, Nicolò q. Luca, antiguo propietario de la casa de Génova de Girolamo Serra, 366, 838, 838n, 839n, 840 Spinola, Orazio, 749n Spinola, Orazio, arzobispo de Génova, 1002 Spinola, Orazio, gobernador de la iglesia de San Giovanni Battista de’ Genovesi, de Nápoles, 756, 756n Spinola, Pier Francesco, 600 Spinola, Placidia q. Nicolò q. Luca, princesa de Avello, 516, 838n, 975 Spinola, Quilico, 365, 609, 610, 611, 611n, 629, 687n Spinola, Stefano, barón, 762n Spinola, Stefano, hombre de negocios en el libro de negocios de

Girolamo Burone q. Battista, 307 Spinola, Stefano, hombre de negocios cuyos servicios en la Corte Juan Vivas recomendaba a Felipe III, 356n Spinola, Stefano, marqués, 759n Spinola, villa, 863 Spinola de Luccoli, Agostino, 173, 173n Spinola de Luccoli, Battina q. Luca, 979n, 1022 Spinola de Luccoli, Carlo q. Giacomo, 162n, 173, 173n, 174, 175n, 176n, 184, 213n, 252, 264, 293n Spinola de Luccoli, Daniele, 172, 172n, 173, 176, 177, 196, 234, 252, 340n, 979n Spinola de Luccoli, Emilia q. Daniele, 172, 172n, 173, 196, 979, 979n Spinola de Luccoli, familia, 233, 341n, 528n, 531, 1022, 1023 Spinola de Luccoli, Federico q. Giacomo, 78, 104, 173, 173n, 174, 174n, 184, 228, 229, 229n, 230, 230n, 231, 231n, 232, 232n, 234, 264, 324, 327, 332, 339, 340, 340n, 341, 341n, 342, 342n, 343, 344, 345, 345n, 346, 346n, 347, 358, 362, 370, 372, 375, 376, 377, 531, 532, 532n, 538, 550n, 551n, 631, 633, 645, 679, 682, 683, 684, 684n, 685, 686, 687, 687n, 696, 823, 1041, 1045

1118

Índice onomástico

Spinola de Luccoli, Giacomo q. Federico, 147n, 169, 173, 174, 174n, 184, 345n, 371n, 915, 919n, 1022 Spinola de Luccoli, Girolama q. Luca, 979n, 1012, 1022 Spinola de Luccoli, Girolamo, 173, 173n Spinola de Luccoli, Giulia q. Luca, 979n Spinola de Luccoli, Maddalena q. Daniele, 196, Spinola de Luccoli, Maria q. Giacomo, 182n, 342, 1022 Spinola de Luccoli, Martia q. Giacomo, 342 Spinola de Luccoli, Nicolò, 173, 173n Spinola de Luccoli, Paola q. Giacomo «Paoletta», 342, 342n, 372n, 528n, 1022 Spinola de Luccoli, Tommaso, Doge de la república de Génova, 474n Spinola de Luccoli, Veronica q. Giacomo, 147n, 172, 172n, 173, 225n, 229n, 233n, 281, 292n, 294, 320n, 342, 364, 365n, 370, 372n, 374, 375n, 376, 397, 528n, 866, 866n, 874n, 908, 915, 917, 920, 920n, 928, 928n, 929, 932, 933, 956, 956n, 963, 966, 968, 976, 979, 979n, 1001, 1001n, 1006, 1006n, 1018n, 1022 Spinola de Luccoli, Violante q. Giacomo, 195, 229n, 295, 295n, 342, 350n, 376, 817n, 881, 881n, 957,

959, 959n, 963, 1009n, 1011n, 1019, 1020, 1020n, 1022 Spinola de San Luca, Ambrogio, marqués de Balbases, 106n, 107n, 143n, 144, 178n, 179n, 180, 197, 237, 260, 261, 261n, 262, 262n, 263n, 265, 267, 267n, 268, 270n, 271, 272n, 273, 314n, 411, 427n, 516, 610, 742n, 798, 798n, 809, 824, 879n, 1041 Spinola de San Luca, familia (Balbases), 180, 180n, 808 Spinola de San Luca, Battina q. Filippo q. Ambrogio, 196 Spinola de San Lucca, Filippo q. Ambrogio, duque de Sesto, 513, 516, 520, 742n, 792n, 798n, 809, 809n, 824 Spinola de San Luca, Giacobinetta, 180n, Spinola de San Luca, Giovanni Benedetto, 181, 182, 182n, Spinola de San Luca, Luigi, hombre de negocios relevante bajo el reinado de Felipe III, hermano de Stefano, 409, 417, 427, 427n, 430, 479, 480 Spinola de San Luca, Maria, 879n Spinola de San Luca, marqueses de Balbases, 36n, 38n, Spinola de San Luca, Paolo q. Filippo, marqués de Balbases, 742n, 814 Spinola de San Luca, Polissena q. Ambrogio, 237, 742n, 799n

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Spinola de San Luca, Stefano, hombre de negocios relevante bajo el reinado de Felipe III, hermano de Luigi, 409, 427n, 431, 472n, 480, 484, 485n Spinola di San Pietro, villa, 862 Spinola Vachon, Giovanni Battista, 198n, Squarciafico, Francesco, 365, 608, 609, 610, 611, 629, 687n Squarciafico (Squarzafico), Giovanni Battista, 210n, 225n, 251n, 268n, 305, 306, 310n, 372, 372n, 374, 488n, 785n, 870 Squarciafico (Squarzafico), Scipione, 210n, 268n, 305, 372n Squarciafico, Uberto, 579n Squarciafico (Squarzafico), Vincenzo, 111n, 246, 306, 307, 317, 357n, 372n, 409n, 417, 430, 431, 451, 466n, 472n, 474, 480, 481n, 483 Squarciafico-Spinola, compañía comercial, 365, 365n, 611, 629, 687n Stampeda, Antonio, 687 Stanzione, Massimo, 716 Starace, Stefano, 651, 652, 652n, 653, 653n, 654, 654n, 657, 658, 661, 662, 662n, 667 Stellato, Aniello, 717 Strada, Antonio Maria, 603n Strata, Carlo, 111n, 261, 262n, 304, 306, 307, 314n, 409n, 411, 411n, 412, 413, 413n, 414n, 417, 430, 451, 455, 460, 460n, 466n, 473,

479, 480, 484, 495, 496n, 527, 727n, 1037 Strata, familia, 52n Strata, Joseph, marqués de Robledo de Chavela, 1048 Strevi, señor de. Véase Girolamo Serra q. Paolo II Strevi, marqueses de. Véanse Giovan Francesco Serra q. Girolamo y Giuseppe Serra q. Giovan Francesco Striggi, Alessandro, 525n Strozzi, familia, 391, 397 Suárez de Figueroa, Gómez, duque de Feria, gobernador de Milán, 330, 330n, 359, 405, 727, 729, 730, 777, 807 Tagliaficchi, Andrea, 885n Tapia, Carlos, 240n, 443, 444 Tapia, Gaspar de, 390n Tassis, familia, 553 Tassis y Acuña, Juan, conde de Villamediana, 270n, 553n Tassis y Acuña, Mariana, 553n Tassis y Peralta, Juan de, conde de Villamediana, 332, 333, 553, 553n, 601, 601n, 602, 604 Taurisano, duque de. Véase Francisco de Castro Téllez-Girón, Pedro, duque de Osuna, virrey de Sicilia y Nápoles, 329, 616, 617, 617n, 620, 621n, 625, 626, 626n, 627, 628, 632, 632n, 634, 692, 692n, 693, 709

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Índice onomástico

Tello, Giovanni Tommaso, 660 Tesed, Tomase, 662n Testa, Geronimo, 655n, 670n Texeira, Pedro de, 773n, 775, 775n Tinello, Domenico, 277n Tintoretto, Jacopo Comin, 718n Toledo, Fadrique de, 450 Tommaso de Saboya, 525 Torella, príncipes de. Véanse Maria Rosa Caracciolo y Antonio Caracciolo Torre, Filippo, 684n Torre Espinosa, Pedro de la, 114n Torres, Hernando de, 166n, 217n, 266n, 268n Torres, Pedro de, veedor de las galeras, 558n, 571 Torre Spinola y villa de Domenico Spinola, villa, 863 Totti, Giovanni Agostino, 853 Trabucchi, familia, 871 Trabucchi, Pietro Giovanni, 861, 863, 876, 887 Trivulzio, Anna Maria, 738, 741, 799, 812, 1053 Trotti, familia, 282 Turbolo, Gian Donato, arbitrista, 705, 705n Ubaldi, Baldo (degli), jurista, 441 Ugliero, Oratio, 642n Urbano VIII, Papa, 363n, 421, 423, 507, 543, 560 Vaaz, Miguel, conde de Mola, 607n, 625, 625n, 626, 626n, 642n, 714

Vachero, Giulio Cesare, 433, 433n, 434, 434n Valcárcel, Pedro, 239n, Valdés Lorenzana, Juan de, 475 Valdetaro, familia, 759n Vanderneynden, banqueros, 545n Vargas, Alonso de, 692 Vargas, de, familia, 692n Varese, Giovanni Francesco, 615, 629, 634, 639, 639n, 641, 642, 642n, 643, 643n,651, 651n, 652, 652n, 653, 654, 655, 655n, 656, 657n, 658, 661n, 662, 663, 664n, 665, 666, 667, 673, 1043 Varese, Paulo Vincenzo, 388n Vassallo, Benedetto, 674n Vázquez, Juan, 538, 538n Vázquez de Acuña, Juan, 475 Vega, Pedro de, 568n Velada, marqués de. Véase Gómez Dávila y Toledo Velasco de Cueva, Juan, conde de Siruela, embajador español en Génova, 514, 515n, 544, 544n, 560, 560n, 563, 566, 566n, 778, 778n Velázquez, Andrés, 440, 440n Velázquez, María, 245n, 246n, 248n, 261n, Vélez de Guevara y Tassis, Íñigo, conde de Oñate, conde de Villamediana, embajador español en Viena, 125n, 330, 386, 408, 553n, 622

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Vélez de Guevara, Íñigo, VIII conde de Oñate, conde de Villamediana, virrey de Nápoles, 553n Vello, Giovanni Donato, 657n Vellon (Viglione), Francisco Maria, 789, 789n Venato, Ferdinando, 725, 726n Veneroso, Giovanni Bernardo, 546, 547, 547n Venuto, Giulio, 613n Verascola Aguirre, Juan de, 549 Vernazza, Ettore, 941, 943, 991n Vertema, Eustachio, 388n Vertema, familia, 388, 388n Vetrara, príncipe de. Véase Giovantonio Albrizio Villa, Horatio, 670n Villafranca, marqués de. Véase Pedro Álvarez de Toledo Villahermosa, duque de. Véase Carlos de Borja de Aragón Villalegre, conde de. Véanse Giovanni Battista Serra q. Girolamo y Filippo Serra q. Giovanni Battista Serra Villalonga, conde de. Véase Pedro Franqueza Villalvila, conde de. Véase Giovanni Francesco Balbi Villamediana, condes de. Véase Juan de Tassis y Acuña, Juan de Tassis y Peralta; Íñigo Vélez di Guevara y Tassis; Íñigo Vélez de Guevara Villani, capitán de justicia, 814

Villaviciosa, marqués de. Véase Filippo Serra q. Giovanni Battista Villiers, George, duque de Buckingham, 454 Vincenti, Anton Maria, 735n Vinzoni, Matteo, 864, 864n Visconte, Alberto, cardenal, 814 Visconte, Cesare, 738, 799, 812, 812n Visconte, familia, 94n Vite, Miles, 662n Vitoria, Jerónimo de, 288 Vitoria, J. L., 168 Vittorio Amedeo I, duque de Saboya, 525 Vivaldo, Adamo, 226 Vivaldo (Vivaldi), Giacomo, 158, 158n Vivaldo, Stefano, 610 Vivas, Juan, embajador español en Génova, 45, 110n, 115, 115n, 120n, 140, 166n, 197, 197n, 198, 198n, 229, 229n, 230, 231, 231n, 262n, 265, 265n, 330, 331n, 340n, 342n, 344, 344n, 356, 356n, 360, 385n, 406n, 469, 469n, 689n, 693n, 695n,726, 728,728n, 729, 729n, 730, 730n, 733 Vuolo, Vincenzo, 662 Walter Zapata, Jerónimo, 168 Xavierre, Jerónimo Javier, confesor de Felipe III, 264 Xerley, Antonio, 108n

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Índice onomástico

Yebes, conde de. Véase Giovanni Battista Pallavicino y Giovanni Stefano Invrea Zapata, Antonio, cardenal protector de España, virrey de Nápoles, 200n, 405, 517n, 589, 607n, 623n, 628, 705, 707, 708, 709, 983 Zapata, Diego, 814 Zarrata (Zarreta), familia, 291 Zarrata, Giovanni Battista, 295 Zattera, Cesare q. Giacomo, 240n, 612n

Zattera, familia, 612n Zattera (Zattara), Giacomo, 610, 612n Zerbinalo, Isabella, 717n Zúñiga, Baltasar de, embajador español en Bruselas, 179, 312, 444, 444n, 446, 449 Zúñiga Avellaneda, Juan de, conde de Miranda, presidente del Consejo de Castilla, 215n, 242n Zúñiga y Requesens, Juan de, virrey de Nápoles, 155n

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BIBLIOGRAFÍA

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Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

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Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia

El trabajo combina la escala micro y macrohistórica en las distintas temáticas afrontadas: desde el estudio de los orígenes de la familia y de la construcción de su red transnacional, pasando por el papel destacado jugado por los distintos servicios a la Monarquía Hispánica (finanzas, deuda, asientos de galeras y militares, principalmente), y hasta el análisis de las formas de inversión, la exhibición del estatus y las expresiones culturales que definieron las identidades de la familia en aquellos espacios en los que operó. Mediante un estudio exhaustivo de multitud de fuentes italianas y españolas y un enfoque multidisciplinar, el caso presentado constituye un estudio de una élite transnacional que pone de manifiesto la entidad policéntrica de los Estados del Antiguo Régimen, así como las concomitancias entre las formaciones monárquicas y republicanas en la Edad Moderna, fuertemente dependientes de los servicios económicos, culturales y políticos de los particulares genoveses.

9 Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica Servicio, redes y espacios de identidad (1576 ca.-1650 ca.)

Serie Histórica

1. E  spadas Burgos, M. (ed.): España y la República Romana de 1849. 2. G  onzález Salinero, R.: Las conversiones forzosas de los judíos en el reino visigodo. 3. Segarra Crespo, D. (ed.): Transcurrir y recorrer: la categoría espacio-temporal en las religiones del mundo clásico. 4. M  artínez-Pinna, J.: Tusculum latina. Aproximación histórica a una ciudad del antiguo Lacio (siglos vi-iv a. C.). 5. F  umadó Ortega, I.: Cartago. Historia de la investigación. 6. G  onzález Salinero, R.: Infelix Ivdaea. La polémica antijudía en el pensamiento histórico-político de Prudencio. 7. C  acciotti, B. (ed.): El XIV duque de Alba coleccionista y mecenas de arte antiguo y moderno. Il XIV duca d’Alba collezionista e mecenate di arte antica e moderna. 8. T  ello Hernández, E.: Pro defensione regni: Corona, Iglesia y fiscalidad durante el reinado de Pedro IV de Aragón (1349-1387).

Este libro aborda el análisis de algunas de las ramas del entramado de los Serra, una familia genovesa que adquirió un singular papel como interlocutora entre la República ligur y la Monarquía Hispánica, sobre todo desde finales del siglo xvi y hasta el reinado de Felipe IV. Para dicho cometido, los Serra articularon una abigarrada red de parientes, socios y correspondientes que abrazaba emplazamientos claves para la logística hispánica, además de diversos ámbitos de inversión y servicios extremadamente dependientes del contexto internacional y local, de las condiciones de la familia y de los intereses específicos de los sujetos y de las distintas ramas a las que pertenecían.

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Serie Histórica

CSIC

Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia (Sevilla, 1982) es doctora con mención «europea» por la Universidad Pablo de Olavide. Su tesis, defendida en 2015, dirigida por Manuel Herrero Sánchez y titulada Una familia genovesa entre la República y la Monarquía Hispánica: Battista Serra como modelo de red transnacional en un sistema policéntrico (finales del s. xvi-mediados del s. xvii), obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. Ha realizado numerosas estancias de investigación financiadas en centros de excelencia españoles e italianos, entre los que destacan el Istituto Italiano per gli Studi Storici de Nápoles, la Universidad de Génova, la Universidad de Pisa, la Società Napoletana di Storia Patria y la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma-CSIC (2018-2020). Entre sus principales líneas de investigación se encuentran las redes mercantiles, las relaciones entre Génova y la Monarquía Hispánica y las fórmulas de conformación de identidades en la Monarquía Hispánica (siglos xvi-xvii) por parte de las comunidades genovesas. Actualmente es investigadora posdoctoral en el proyecto ERC DisComPoSe («Disasters, Communication and Politics in Southwestern Europe») de la Universidad Federico II de Nápoles.

Imagen de cubierta: detalle de documento de archivo y retrato de María Serra Pallaviciano (1606), de Rubens.

Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia

El trabajo combina la escala micro y macrohistórica en las distintas temáticas afrontadas: desde el estudio de los orígenes de la familia y de la construcción de su red transnacional, pasando por el papel destacado jugado por los distintos servicios a la Monarquía Hispánica (finanzas, deuda, asientos de galeras y militares, principalmente), y hasta el análisis de las formas de inversión, la exhibición del estatus y las expresiones culturales que definieron las identidades de la familia en aquellos espacios en los que operó. Mediante un estudio exhaustivo de multitud de fuentes italianas y españolas y un enfoque multidisciplinar, el caso presentado constituye un estudio de una élite transnacional que pone de manifiesto la entidad policéntrica de los Estados del Antiguo Régimen, así como las concomitancias entre las formaciones monárquicas y republicanas en la Edad Moderna, fuertemente dependientes de los servicios económicos, culturales y políticos de los particulares genoveses.

9 Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica Servicio, redes y espacios de identidad (1576 ca.-1650 ca.)

Serie Histórica

1. E  spadas Burgos, M. (ed.): España y la República Romana de 1849. 2. G  onzález Salinero, R.: Las conversiones forzosas de los judíos en el reino visigodo. 3. Segarra Crespo, D. (ed.): Transcurrir y recorrer: la categoría espacio-temporal en las religiones del mundo clásico. 4. M  artínez-Pinna, J.: Tusculum latina. Aproximación histórica a una ciudad del antiguo Lacio (siglos vi-iv a. C.). 5. F  umadó Ortega, I.: Cartago. Historia de la investigación. 6. G  onzález Salinero, R.: Infelix Ivdaea. La polémica antijudía en el pensamiento histórico-político de Prudencio. 7. C  acciotti, B. (ed.): El XIV duque de Alba coleccionista y mecenas de arte antiguo y moderno. Il XIV duca d’Alba collezionista e mecenate di arte antica e moderna. 8. T  ello Hernández, E.: Pro defensione regni: Corona, Iglesia y fiscalidad durante el reinado de Pedro IV de Aragón (1349-1387).

Este libro aborda el análisis de algunas de las ramas del entramado de los Serra, una familia genovesa que adquirió un singular papel como interlocutora entre la República ligur y la Monarquía Hispánica, sobre todo desde finales del siglo xvi y hasta el reinado de Felipe IV. Para dicho cometido, los Serra articularon una abigarrada red de parientes, socios y correspondientes que abrazaba emplazamientos claves para la logística hispánica, además de diversos ámbitos de inversión y servicios extremadamente dependientes del contexto internacional y local, de las condiciones de la familia y de los intereses específicos de los sujetos y de las distintas ramas a las que pertenecían.

Los Serra entre la República de Génova y la Monarquía Hispánica

Serie Histórica

CSIC

Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Yasmina Rocío Ben Yessef Garfia (Sevilla, 1982) es doctora con mención «europea» por la Universidad Pablo de Olavide. Su tesis, defendida en 2015, dirigida por Manuel Herrero Sánchez y titulada Una familia genovesa entre la República y la Monarquía Hispánica: Battista Serra como modelo de red transnacional en un sistema policéntrico (finales del s. xvi-mediados del s. xvii), obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado. Ha realizado numerosas estancias de investigación financiadas en centros de excelencia españoles e italianos, entre los que destacan el Istituto Italiano per gli Studi Storici de Nápoles, la Universidad de Génova, la Universidad de Pisa, la Società Napoletana di Storia Patria y la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma-CSIC (2018-2020). Entre sus principales líneas de investigación se encuentran las redes mercantiles, las relaciones entre Génova y la Monarquía Hispánica y las fórmulas de conformación de identidades en la Monarquía Hispánica (siglos xvi-xvii) por parte de las comunidades genovesas. Actualmente es investigadora posdoctoral en el proyecto ERC DisComPoSe («Disasters, Communication and Politics in Southwestern Europe») de la Universidad Federico II de Nápoles.

Imagen de cubierta: detalle de documento de archivo y retrato de María Serra Pallaviciano (1606), de Rubens.