Las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales: investigación y patrimonio (Spanish Edition) [1 ed.] 8400105907, 9788400105907

Fruto de la Ilustración, el Museo Nacional de Ciencias Naturales se funda en 1771, por orden de Carlos III, y se inaugur

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Spanish Pages 558 [561] Year 2019

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Table of contents :
Presentación
Prólogo
Introducción
PARTE I. INVESTIGACIÓN
Biodiversidad, árboles filogenéticos y evolución
Las colecciones de historia natural como herramienta básica para estudios sobre cambio global
El futuro de las colecciones científicas: siglo XXI
PARTE II. HISTORIA
Breve historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales
Colecciones, ilusiones y el Museo Nacional de Ciencias Naturales
Préstamos a exposiciones y museos: las piezas de colección como eje de colaboración entre museos
Las Colecciones de Taxidermia Artística
PARTE III. COLECCIONES Y DOCUMENTACIÓN
La Colección de Invertebrados
La Colección de Nematología
La Colección de Artrópodos no Insectos
La Colección de Entomología
La Colección de Malacología
La Colección de Ictiología
La Colección de Herpetología
La Colección de Aves
La Colección de Mamíferos
La Colección de Tejidos y ADN
Fonoteca Zoológica
Las Colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica
La Colección de Paleontología de Vertebrados
La Colección de Prehistoria
Las Colecciones de Geología
La Colección de Instrumentos Científicos
La Colección de Bellas Artes
El Archivo histórico
La Biblioteca del Museo Nacional de Ciencias Naturales
Servicio de Audiovisuales-Mediateca Científica
PARTE IV. CONSIDERACIONES TÉCNICAS
Nomenclatura
Las colecciones de historia natural: adquisición de ejemplares, asimilación del material y acceso a sus fondos
Legislación en el ámbito de las colecciones de historia natural
Digitalización, informatización y bases de datos
Las colecciones científicas del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC): una síntesis
PERFIL ACADÉMICO DE LOS AUTORES
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Las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales: investigación y patrimonio (Spanish Edition) [1 ed.]
 8400105907, 9788400105907

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CBTA COLECCIONES MNCN.qxp_Maquetación 1 12/12/19 9:40 Página 1

Las colecciones del Museo están activamente integradas en redes europeas y ofrecen a los investigadores la oportunidad de manejar datos a gran escala sobre áreas de gran diversidad. La creación de nuevas colecciones, como las de sonidos, imágenes o tejidos y ADN, ha abierto nuevos campos para el estudio y asegura el desarrollo de la investigación futura en las ciencias naturales. El lector tiene así la oportunidad, a través de estas páginas, de recorrer el rico patrimonio que proporcionan las piezas custodiadas en las colecciones de Historia Natural del MNCN, descubrir su interés científico actual y las perspectivas de futuro en un mundo tecnológico que necesitará datos de toda índole para completar el saber humano.

GOBIERNO DE ESPAÑA

MINISTERIO DE CIENCIA, INNOVACIÓN Y UNIVERSIDADES

9 788400 105907

Investigación y Patrimonio Ignacio Doadrio, Rafael Araujo y Javier I. Sánchez-Almazán (eds.)

Investigación y Patrimonio

F

ruto de la Ilustración, el Museo Nacional de Ciencias Naturales se funda en 1771, por orden de Carlos III, y se inaugura al público con gran éxito en 1776. Su finalidad fue mostrar objetos y animales curiosos y raros, muchos de los cuales solo se conocían por referencias en relatos de viajeros, militares y comerciantes. Sus fondos estaban compuestos, en su mayor parte, por las fabulosas colecciones que el rey adquirió al comerciante Pedro Franco Dávila, todavía conservadas hoy, a pesar de los avatares históricos. Es probablemente el museo de historia natural más antiguo de los existentes, con casi 250 años de historia, donde se pueden admirar más de 10 millones de piezas de gran valor patrimonial, artístico y científico, así como unas 350.000 especies animales. Algunas de ellas se exhiben en el propio Museo y el resto en otros muchos museos e instituciones de toda España. En la actualidad las colecciones tienen su razón de ser, ante todo, por su interés científico, revitalizado por las nuevas técnicas de estudio y por la crisis de biodiversidad en el Antropoceno. A través de las colecciones se puede determinar cómo influyen las actividades humanas en la aparición de enfermedades y parásitos o la adaptación y supervivencia de poblaciones y especies.

Las Colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales

Las Colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales

CSIC

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

las colecciones del museo nacional de ciencias naturales: investigación y patrimonio

Las Colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales Investigación y Patrimonio Ignacio Doadrio, Rafael Araujo y Javier I. Sánchez-Almazán (eds.)

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Madrid, 2019

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones. A efectos bibliográficos, la obra completa debe citarse como sigue: Ignacio Doadrio, Rafael Araujo, Javier I. Sánchez-Almazán (eds.), Las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales: Investigación y Patrimonio, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2019. Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es EDITORIAL CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])

© CSIC © Ignacio Doadrio, Rafael Araujo y Javier I. Sánchez-Almazán (eds.), y de cada texto, su autor © De las imágenes, las fuentes mencionadas a pie de figura Imagen de cubierta: Estrella Sol de mar: Heliaster helianthus (Lamarck, 1816). Equinodermo asteroideo. mncn_29.02/790. Foto: Jesús Muñoz ISBN: 978-84-00-10590-7 e-ISBN: 978-84-00-10591-4 NIPO: 694-19-245-5 e-NIPO: 694-19-246-0 Depósito Legal: m-38043-2019 Diseño de cubierta: Alfonso Nombela (mncn) Diseño de interiores y producción gráfica: Calamar Edición & Diseño Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

Índice

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Rosa Menéndez Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Santiago Merino Rodríguez Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Ignacio Doadrio

parte i. investigación Biodiversidad, árboles filogenéticos y evolución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Rafael Zardoya Las colecciones de historia natural como herramienta básica para estudios sobre cambio global . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 David R. Vieites y Sandra Nieto-Román El futuro de las colecciones científicas: siglo xxi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Antonio García-Valdecasas

parte ii. historia Breve historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Real Gabinete de Historia Natural (1771-1815) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 Javier I. Sánchez-Almazán El Museo de Ciencias Naturales en el siglo xix (1816-1900) . . . . . . . . . . . . . . . . . 56 Rafael Araujo Época de Ignacio Bolívar (1901-1939) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 Alfonso Navas El Museo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1939-1986) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Carolina Martín Albaladejo Colecciones, ilusiones y el Museo Nacional de Ciencias Naturales . . . . . . . . . . . . . . 79 Javier Castroviejo Préstamos a exposiciones y museos: las piezas de colección como eje de colaboración entre museos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Jesús Dorda, Ángel Garvía y Josefina Barreiro 5

Las Colecciones de Taxidermia Artística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Luis Castelo, Rita Gil Macarrón, Óscar Ramos Lugo, Josefina Barreiro y Ángel Garvía

parte iii. colecciones y documentación La Colección de Invertebrados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 Javier Ignacio Sánchez-Almazán, Francisco Yagüe, Silvia Fernández de Diego y Olga Leonís La Colección de Nematología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 Susana Cobacho, Rosa González y Alfonso Navas La Colección de Artrópodos no Insectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147 Begoña Sánchez Chillón y Javier I. Sánchez-Almazán La Colección de Entomología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 Mercedes París y Amparo Blay La Colección de Malacología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179 Rafael Araujo, Javier de Andrés y María Dolores Bragado La Colección de Ictiología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195 Gema Solís e Ignacio Doadrio La Colección de Herpetología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221 Marta Calvo, Alberto Sánchez Vialas e Ignacio de la Riva La Colección de Aves . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235 Josefina Barreiro, Ángel Garvía y Luis Castelo La Colección de Mamíferos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253 Ángel Garvía, Josefina Barreiro y Luis Castelo La Colección de Tejidos y ADN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 Isabel Rey y Beatriz Álvarez Dorda Fonoteca Zoológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291 Rafael Márquez Las Colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301 Celia M. Santos y Ana M. Bravo La Colección de Paleontología de Vertebrados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325 Susana Fraile y Patricia Pérez-Dios La Colección de Prehistoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343 Susana Fraile y Patricia Pérez-Dios Las Colecciones de Geología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353 Aurelio Nieto y Javier García Guinea La Colección de Instrumentos Científicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369 Julio González Alcalde y Alfonso V. Carrascosa La Colección de Bellas Artes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 383 Julio González Alcalde y Carolina Martín Albaladejo

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El Archivo histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397 Mónica Vergés y Manuel Parejo La Biblioteca del Museo Nacional de Ciencias Naturales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 425 Pilar Rodríguez Luque Servicio de Audiovisuales-Mediateca Científica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 449 María Soledad Alonso y Noelia Cejuela

parte iv. consideraciones técnicas Nomenclatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457 Miguel Ángel Alonso Zarazaga Las colecciones de historia natural: adquisición de ejemplares, asimilación del material y acceso a sus fondos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471 Javier I. Sánchez-Almazán y Gema Solís Legislación en el ámbito de las colecciones de historia natural . . . . . . . . . . . . . . . . . 493 Isabel Rey Digitalización, informatización y bases de datos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 515 Manuel Sánchez Ruiz Las colecciones científicas del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC): una síntesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 527 Ignacio Doadrio

perfil académico de los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543

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Presentación Rosa Menéndez Presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas

as colecciones científicas poseen un valor incalculable como hitos del pasado que nos permiten reconstruir la historia y analizar los cambios producidos desde tiempos remotos. Hoy en día las colecciones de historia natural son además una herramienta fructífera de investigación que aporta información muy valiosa gracias a las nuevas técnicas que nos permiten analizar cada espécimen desde puntos de vista muy distintos y, en muchos casos, sin destruir ni alterar la muestra original. Así, las series de individuos colectados a lo largo de los años pueden arrojar ahora información muy novedosa sobre aspectos como el cambio climático, las extinciones o las variaciones poblacionales en muy distintas especies. El Museo Nacional de Ciencias Naturales alberga las colecciones más importantes relacionadas con la naturaleza de nuestro país y son motivo de estudio por parte de especialistas de todo el mundo que acuden a las instalaciones del Museo para realizar todo tipo de investigaciones sobre ellas. Se aumenta así considerablemente nuestro conocimiento sobre la naturaleza gracias al legado que se conserva y se mantiene para generaciones futuras en los almacenes de esta institución. En este magnífico volumen se resume el contenido de las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales, presentando la magnitud e interés de este patrimonio nacional a todos los públicos, con el objetivo de transmitir tanto la importancia de los materiales que conserva el Estado en las instalaciones del museo como la importancia de dichas colecciones para el futuro de la sociedad. Este patrimonio y su relevancia histórica y científica deben llenarnos de orgullo como ciudadanos españoles, ya que convierten nuestro país en un referente científico de primera magnitud en el estudio de las ciencias.

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Prólogo Santiago Merino Rodríguez Director del Museo Nacional de Ciencias Naturales

l Museo Nacional de Ciencias Naturales alberga las colecciones más importantes de ciencias naturales de nuestro país desde su fundación en 1771 como Real Gabinete de Historia Natural. En estos más de 240 años el Museo ha sufrido toda una serie de avatares que han afectado a su ubicación y su capacidad de almacenamiento, pero siempre los profesionales que trabajan en nuestra institución se han ocupado y preocupado por la conservación de los tesoros de las colecciones para las generaciones futuras. Aun así, muchas de las colecciones de nuestro Museo son desconocidas para el gran público, lo cual hacía necesaria, si no obligatoria, la elaboración de un libro que diera a conocer la existencia y el valor de lo recolectado durante siglos en los almacenes del Museo, para su estudio y transmisión a las generaciones futuras. El valor de las colecciones científicas sigue siendo enorme en la actualidad y la llegada de nuevas técnicas no hace sino ofrecer nuevas perspectivas de investigación sobre materiales conservados para su estudio. Junto con ese interés científico, nuestras colecciones tienen, además, una clara utilidad como material expositivo y de divulgación. Nuestra institución se enorgullece de transmitir a la sociedad el conocimiento generado por nuestros investigadores —más de 70 de plantilla— dedicados a distintas áreas del ámbito de las ciencias naturales, a través de exposiciones y otras actividades que se nutren e inspiran en las colecciones conservadas con ahínco por los especialistas de cada una de ellas. Desgraciadamente, solo una pequeñísima parte de las colecciones del Museo puede exponerse en cada ocasión para disfrute de nuestros visitantes, por lo que disponer de este volumen permitirá también hacerse una idea de la magnitud del patrimonio natural que alberga una de las más antiguas instituciones científicas de nuestro país. Conservadores e investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales trabajan cada día para mantener y mejorar los conocimientos sobre nuestro planeta. Esta tarea, en muchas ocasiones alejada de la visión de los ciudadanos, tiene una enorme importancia para la comprensión de nuestro planeta y de la evolución de la vida en el mismo y supone, además, un testimonio de la historia del desarrollo de las ciencias en España. Espero que, disfrutando de las páginas que componen esta obra, se agradezca el enorme esfuerzo que generaciones de conservadores han dedicado y siguen dedicando en la actualidad a la conservación de un patrimonio científico de enorme valor para toda la sociedad.

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Introducción Ignacio Doadrio Vicedirector de Colecciones y Documentación del Museo Nacional de Ciencias Naturales

Coral hongo del género Fungia. mncn 2.04/339. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

as colecciones científicas suelen ser bastante desconocidas por la sociedad, al menos si las comparamos con las colecciones de arte, es decir, aquellas que están formadas por objetos manufacturados por el hombre. Sin embargo, existen más de 600 colecciones de ciencia y tecnología en España, y casi 400 de historia natural. De estas, la más importante por el número de piezas que alberga, más de diez millones, y por sus 247 años de historia, es la que custodiamos en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Las personas dedicadas a estas colecciones somos conscientes de la trascendencia que tiene informar y divulgar nuestro patrimonio. Alrededor de 320.000 personas pasan anualmente por el Museo Nacional de Ciencias Naturales y valoran la calidad expositiva y educativa que se ofrece. Pero es poco conocido que esta institución es un centro de investigación muy productivo, con unas colecciones científicas de historia natural de primer orden que forman parte de grandes proyectos internacionales. Se estima que hay 7.000 museos de historia natural repartidos por todo el mundo y el Museo Nacional de Ciencias Naturales pertenece a los 100 museos más importantes, que contienen más de 1,3 billones de ejemplares y objetos. Es habitual que, en general, la sociedad traslade el conocimiento y buena opinión que tiene sobre los objetos de las colecciones de arte a los de historia natural. Pero es probable que la mayor parte de la sociedad desconozca que, aunque algunas piezas de las colecciones son la base de las exposiciones, los objetos en los museos de historia natural se conservan, principalmente, por la información científica que contienen. La razón para la formación y crecimiento de las colecciones es que posibilitan el avance científico y la comprensión sobre el medio natural, presente, pasado y futuro de nuestro planeta. En este sentido se enmarca no solo la conservación de colecciones tradicionales, sino la creación de nuevas colecciones, como las de ADN y tejidos, que facilitan estudios en genómica, evolución humana o cambio global, y de las que somos pioneros internacionalmente. Conscientes en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de nuestras carencias para dar a conocer las colecciones que custodiamos y su valor científico, han surgido varias iniciativas, entre ellas, la edición de este libro. Mientras la sociedad en su conjunto no conozca, valore y estime nuestras colecciones, seguiremos pendientes de la buena voluntad de los responsables de la política científica y no conseguiremos la estructura y estabilidad tan necesarias para el progreso científico.

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Este libro se organiza en cuatro grandes bloques. El primero está constituido por tres artículos. En el primero de ellos, Rafael Zardoya nos explica cómo se organizan las colecciones de historia natural sobre la base del sistema de nomenclatura zoológica de Linneo, que posibilitó el desarrollo de la taxonomía como disciplina científica. Del mismo modo, de manera clara y sencilla desarrolla la teoría evolutiva y la importancia que las colecciones científicas tienen como fuente de información para la biología evolutiva. El segundo artículo, de David Vieites y Sandra Nieto, desvela el papel que las colecciones desempeñan en la investigación del cambio global y cómo este nos afectará en un futuro. También explica otros usos que tienen más allá de los faunísticos, taxonómicos, corológicos o biogeográficos, como pueden ser aquellos sobre la alimentación de las especies, presencia de contaminantes, enfermedades emergentes, etc. El último de estos capítulos, de Antonio García Valdecasas, nos indica el camino a seguir en las colecciones de historia natural hacia el futuro: hacer sus almacenes visitables o desarrollar la llamada ciencia ciudadana, en la que personas no especializadas contribuyan al contenido y registro de las colecciones. Asimismo, plantea la posibilidad en un futuro cercano de aplicar la tecnología para recuperar especies ya extinguidas y el papel que la sociedad debe desempeñar en el desarrollo de las colecciones. El segundo bloque está formado por cuatro artículos de connotaciones históricas: el primero de ellos, firmado por Javier Sánchez Almazán, Rafael Araujo, Alfonso Navas y Carolina Martín Albaladejo, hace un recorrido por los casi 250 años de historia del Museo. Cada uno de ellos explica las luces y sombras de nuestra institución dividiendo su historia en cuatro períodos: el Real Gabinete de Historia Natural (1771-1815); el Museo de Ciencias Naturales en el siglo xix (1816-1900); la época de Ignacio Bolívar (1901-1939) y el Museo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1939-1986). La segunda contribución, de Javier Castroviejo, nos relata la historia del Museo en su época de abandono en la posguerra, el peor período histórico, y muestra su visión y la ilusión de ver un Museo con un mayor espacio, que no asfixie su crecimiento potencial, y con una estructura proactiva de crecimiento y estabilidad. El tercer artículo, de Jesús Dorda, Ángel Garvía y Josefina Barreiro, incide en la importancia que ha tenido y tiene la participación de nuestro Museo a través de sus colecciones en las exposiciones de otros museos e instituciones. El cuarto, de Luis Castelo, Rita Gil Macarrón, Óscar Ramos Lugo, Josefina Barreiro y Ángel Garvía, se debe considerar histórico, ya que la taxidermia en la actualidad no tiene producción propia en el Museo. La escuela de taxidermia del Museo se formó en 1828, pero tuvo su esplendor con los hermanos Benedito a principios del siglo xx. Hoy se guardan en el Museo auténticas obras de arte de estos escultores taxidermistas que realizaron, probablemente, la mejor taxidermia europea de ese período. El tercer bloque trata de las dieciocho colecciones y de las tres unidades de documentación en las que se estructura la Vicedirección de Colecciones y Documentación del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Todos los artículos están organizados de una forma similar, con la descripción de los fondos, la historia de los mismos, su gestión y su proyección futura. Por último, el cuarto bloque trata de aspectos técnicos de la colección. En el primer artículo, Miguel Ángel Alonso Zarazaga nos explica los principios y las reglas de la nomenclatura zoológica para hacerla asequible al lector. De esta forma, cualquiera que no entienda alguna de las expresiones técnicas que se utilizan en taxonomía y colecciones puede recurrir a este artículo para su comprensión. El segundo, de Javier Sánchez Almazán y Gema Solís, nos explica la gestión que se hace en las colecciones y que se puede resumir en la adquisición de ejemplares y colecciones, su ingreso y conservación y el acceso a las mismas. Por otra parte, nos muestra un método para su evaluación y segui14

miento. La tercera contribución, de Isabel Rey, explica la abundante legislación nacional e internacional que incide sobre las colecciones de historia natural explicando sencillamente la terminología que se usa y las principales normativas que afectan a la recolección, depósito y uso de las colecciones. El cuarto artículo de este bloque, de Manuel Sánchez Ruiz, pone de manifiesto uno de los principales retos de las colecciones, que es la correcta digitalización e información de los ejemplares, ya que de ello depende la utilidad de un ejemplar y el acceso a él por parte de la comunidad internacional. Por último, en mi colaboración final, realizo una pequeña síntesis de las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

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Biodiversidad, árboles filogenéticos y evolución Rafael Zardoya*

ya* Pavo real, Pavo cristatus Linnaeus, 1758. Exposición «Biodiversidad», MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

l interés por coleccionar y acercar al público en general la extraordinaria diversidad geológica y biológica (pasada y presente) existente en el planeta está en el origen de los museos de ciencias naturales (o historia natural) y los jardines botánicos (o herbarios). En un principio, ambos fueron concebidos primordialmente como escaparate de especímenes curiosos y exóticos en sus exposiciones, pero a medida que las correspondientes colecciones fueron creciendo, se convirtieron por un lado en los depositarios públicos del patrimonio natural y, por otro, en una herramienta indispensable para la catalogación metódica de la diversidad natural. Si bien los minerales y las rocas se clasifican de forma directa en función de su composición química y su estructura interna, la clasificación de la diversidad biológica es más compleja y ha requerido históricamente del nacimiento y consolidación de una disciplina científica específica, la taxonomía (Padial et al., 2010). Los fundamentos de esta disciplina fueron establecidos modernamente por el botánico sueco Carlos Linneo (1707-1778) en el siglo xviii, el cual, queriendo catalogar y clasificar los diferentes seres vivos y en la creencia de que las especies eran entidades inmutables creadas por Dios, concibió un sistema de ordenación jerárquica de los organismos sobre la base de sus similitudes morfológicas y del establecimiento de la célebre nomenclatura binominal en latín que ha perdurado hasta nuestros días (figura 3.1). La misión principal de la taxonomía es la descripción de las especies, lo que requiere estudiar en detalle uno o varios ejemplares de una potencial nueva especie e identificar las características morfológicas propias que la diferenciarían inequívocamente de otras especies afines. Los especímenes estudiados son considerados el material tipo de la especie y se depositan en las colecciones, quedando así disponibles para su comparación cuando los taxónomos tengan que describir nuevas especies. Este depósito de material tipo confiere a las colecciones su cometido más importante y las hace esenciales desde el punto de vista científico. El sistema de descripción de especies, la nomenclatura binominal y la organización jerárquica (especie, género, familia, orden, clase y reino) ideados por Linneo son plenamente vigentes, pero no así su criterio para la ordenación en categorías que ignoraba por completo la teoría evolutiva, la cual no fue enunciada por Charles Darwin (1809-1882) hasta 1859 en su famoso libro El origen de las especies. Gracias a su

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Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected].

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PARTE1.qxp_Maquetación 1 26/11/19 11:35 Página 18

viaje de exploración de varios años por Sudamérica a bordo del Beagle, a sus minuciosas observaciones de la fauna y flora local inglesa y a su entendimiento de la domesticación de animales y plantas llevada a cabo por el hombre, Darwin fue capaz de compendiar y sintetizar los intentos previos de entender cómo se genera la diversidad biológica y provocar un cambio de paradigma, estableciendo que las nuevas especies se originan a partir de especies ya existentes por descendencia con modificación y posterior selección natural (Figura 3.2). A esta misma idea llegó de forma independiente Alfred Russel Wallace (1823-1913) durante sus viajes por la cuenca del río Amazonas y el archipiélago malayo, aunque acumulando menores evidencias. De acuerdo con la teoría evolutiva (Fontdevila y Moya, 2003), los individuos de una especie presentan variaciones morfológicas con diferente eficacia biológica en función de los cambios en el medio ambiente. La selección natural, el más prevalente de los mecanismos evolutivos, permite escoger aquellos individuos dentro de la población portadores de variaciones que les confieren una ventaja adaptativa y reforzar su éxito reproductivo, consiguiendo finalmente remplazar al resto de individuos hasta componer el total de la población, que, con el debido aislamiento durante suficientes generaciones, dará lugar de forma gradual a una nueva especie. Hoy en día sabemos que la fuente inicial de variación en la población son las mutaciones en el material hereditario, el ADN. De la teoría evolutiva se deduce que todas las especies están relacionadas entre sí por vínculos de ascendencia-descendencia y forman globalmente el denominado «árbol de la vida» (Vargas y Zardoya, 2012). La sistemática o filogenética es la disciplina científica que se encarga de establecer las relaciones filogenéticas o de parentesco entre las especies y, por ende, entre los grupos taxonómicos de rango superior. Se trata de determinar las denominadas relaciones de grupo hermano, que consisten en identificar qué taxón es el más cercano a otro al compartir un antepasado común reciente 18

Figura 3.1. Tabla de clasificación del reino animal del Systema Naturae de Linneo (1735). Biblioteca del MNCN, Fondos Especiales, 2-8. Servicio de Fotografía del MNCN.

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Figura 3.2. Exposición en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en 2009 para celebrar los 150 años de El origen de las especies de Darwin. Servicio de Fotografía del MNCN.

que no tienen otros taxones. Así, si se consiguen resolver todas las relaciones posibles, se obtiene un árbol completamente bifurcado en sus ramas que permite clasificar en categorías taxonómicas a los seres vivos, con la novedad de tener en cuenta los procesos evolutivos responsables de la generación y el mantenimiento de la biodiversidad. Para establecer relaciones filogenéticas, un concepto fundamental a tener en cuenta es el de la homología, que fue definido originalmente por Richard Owen (1804-1892) como «el mismo órgano en diferentes animales con cualquier variedad de forma y función» o, dicho de forma más moderna, la homología es aquella similitud entre dos taxones debida exclusivamente a una herencia compartida. Se separa, así, de la similitud en dos taxones conseguida de forma independiente mediante procesos de convergencia o paralelismo evolutivo, es decir, por adaptación a condiciones ambientales parecidas, y que se conoce como analogía u homoplasia. Por lo tanto, como se dio cuenta Willi Hennig (1913-1976), las relaciones filogenéticas solo se pueden establecer sobre la base de caracteres homólogos, que son los que reflejan la herencia compartida. Hennig denominó grupo monofilético o clado a aquel que contiene un ancestro y todos sus descendientes. La tarea última del sistemático consiste en equiparar las categorías taxonómicas a grupos monofiléticos, y definir estos a diferentes niveles jerárquicos en función de caracteres compartidos que derivan del ancestro común o sinapomorfias y distinguiéndolos de los grupos parafiléticos (definidos a partir de estados de carácter ancestral o plesiomorfías) o polifiléticos (definidos a partir de caracteres homoplásicos). Los caracteres que primero fueron usados para establecer relaciones filogenéticas eran morfológicos y se obtenían por medio de estudios detallados de Anatomía Comparada. Este tipo de caracteres presenta tres limitaciones principales: 1) no siempre es fácil establecer la homología, dado que las estructuras morfológicas están directamente implicadas en la adaptación; 2) el número total de caracteres morfológicos es en general li19

Figura 3.3. Cromatograma resultante de la electroforesis capilar de un secuenciador automático que muestra una secuencia de ADN y su traducción a aminoácidos. Imagen: Rafael Zardoya.

mitado y, además, en algunos casos no es fácil asegurar su independencia funcional; y 3) en grupos taxonómicos muy alejados, la divergencia morfológica es tal que no pueden ni si quiera ser comparados. A pesar de estas restricciones, desde finales del siglo xix y durante todo el siglo xx, la Anatomía Comparada ha sido la fuente imprescindible para los estudios filogenéticos, reivindicando el enorme valor de las colecciones. Además, como ventaja, la Anatomía Comparada permite, a través del estudio de los fósiles, incorporar a los grupos extintos en el establecimiento de relaciones filogenéticas. En la actualidad, sin embargo, la forma más eficaz y precisa de reconstruir árboles filogenéticos es a partir de secuencias de nucleótidos (ADN) o de su traducción a aminoácidos (proteínas) usando el correspondiente código genético (Bleidorn, 2017). El ADN de todos los seres vivos está compuesto por secuencias de nucleótidos (Figura 3.3) que pueden tener cuatro tipos de bases nitrogenadas: adenina (A), citosina (C), guanina (G) y timina (T). La comparación de secuencias de ADN es por lo tanto universal, el número de caracteres es prácticamente ilimitado (dado el gran tamaño de los genomas) y la homología en la posición es, en general, relativamente fácil de establecer al alinear las secuencias. Para establecer relaciones filogenéticas utilizando secuencias de ADN es necesario tener en cuenta la teoría neutralista de la evolución molecular de Motoo Kimura (1924-1994), según la cual la mayoría de las mutaciones que se dan en el material genético no tienen efectos en el fenotipo, es decir, son neutrales, y se fijan en la población por deriva genética (al azar). Se acumulan, así, cambios nucleotídicos en los genomas de forma gradual y más o menos constante (el concepto de reloj molecular) a medida que dos especies divergen de su ancestro común. Esta propiedad puede ser utilizada para establecer relaciones filogenéticas por comparación de secuencias homólogas, de manera que aquellas que acumulen menos cambios se corresponderán con especies más estrechamente relacionadas entre sí frente a las que acumulan más cambios y estarían, por lo tanto, más alejadas evolutivamente. La universalidad de las secuencias de nucleótidos (o de aminoácidos) y el conocimiento que se tiene de los procesos de mutación, permiten elaborar modelos evolutivos teóricos que asignan diferentes probabilidades a los distintos tipos de sustituciones en función de los datos empíricos. De esta manera, la reconstrucción filogenética se con20

Figura 3.4. Tilacino (Thylacinus cynocephalus) del MNCN. Marsupial de Australia, extinto en la década de 1930, que mostraba un extraordinario caso de convergencia morfológica con algunos cánidos. De la piel y los huesos del ejemplar se podría extraer ADN. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

vierte, en última instancia, en un problema estadístico que mediante métodos probabilísticos de máxima verosimilitud o de inferencia bayesiana permiten, con un modelo evolutivo explícito, obtener el árbol que mejor explica los cambios observados en las diferentes secuencias analizadas y que son los responsables de su divergencia. Se obtienen simultáneamente la topología (relaciones filogenéticas) del árbol y la longitud de las ramas (tasas evolutivas). Además, al trabajar en un marco estadístico es posible obtener medidas de confianza de las relaciones filogenéticas reconstruidas. La utilización de secuencias de ADN para reconstruir árboles filogenéticos se ha convertido en la norma en los estudios actuales de sistemática y, por consiguiente, ha supuesto una revolución en las colecciones de los museos de ciencias naturales y jardines botánicos. Por un lado, se han modificado los protocolos de obtención y procesado de muestras para poder conservar el espécimen o una parte del mismo en etanol, seco, refrigerado o congelado, lo que permite la posterior obtención de ADN con calidad suficiente para, o bien ser amplificado con la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y poder realizar identificaciones a nivel específico con la técnica del código de barras (barcoding) universal o bien aplicar tecnologías genómicas. En este sentido, se han establecido colecciones especializadas de ADN y tejidos (si es posible, obtenidos de forma no invasiva). Las muestras de estas colecciones sirven de referencia (voucher) para asegurar la reproducibilidad de los análisis genéticos y a menudo están conectadas con el ejemplar completo alojado en la colección correspondiente. Por otro lado, las técnicas de manejo de ADN antiguo son cada vez más eficientes y están permitiendo realizar extracciones de ADN de muestras centenarias e incluso de subfósiles, con el enorme potencial consiguiente de aprovechar el inmenso patrimonio depositado en los museos y herbarios y poder determinar la variabilidad genética en poblaciones antiguas y en especies extintas (figura 3.4). 21

A consecuencia de los estudios filogenéticos moleculares, la taxonomía de los seres vivos está siendo constantemente revisada y actualizada y se están confirmando como monofiléticos muchos de los grupos establecidos sobre la base de estudios de morfología comparada, pero también se están encontrando casos claros de grupos parafiléticos y polifiléticos que tienen que ser reorganizados y actualizados en su nomenclatura para que cumplan la regla de la monofilia. Algunos de los ejemplos más espectaculares de vuelcos completos en la clasificación taxonómica incluyen el rechazo, por ser parafiléticos, de grupos clásicos como los reptiles (al incluir las aves), los crustáceos (al incluir los insectos) o las dicotiledóneas (al incluir las monocotiledóneas), y por ser polifiléticos, de grupos como los hongos o las algas, que han tenido que ser redefinidos (Vargas y Zardoya, 2012). El establecimiento de las nuevas relaciones filogenéticas permite descubrir qué llevó a inferir relaciones incorrectas, principalmente el uso de estados de carácter ancestral para formar los grupos en los casos de parafilia y la no detección de casos de convergencia al formar los grupos polifiléticos. Adicionalmente, la interpretación de las nuevas relaciones filogenéticas puede apoyar hipótesis radicalmente distintas sobre los procesos evolutivos generadores de la diversidad de un grupo. Por ejemplo, en contra de lo previamente establecido, la parafilia de los protozoos permite inferir que la invención de la multicelularidad ha ocurrido varias veces de forma independiente a lo largo de la historia evolutiva de los seres vivos. Por lo tanto, los árboles filogenéticos no deben verse como un fin en sí mismos, sino como el establecimiento de un marco en el que estudiar la biología evolutiva y los factores históricos que han dado lugar a la diversidad biológica actual, permitiendo la contrastación explícita de hipótesis alternativas. Por ejemplo, para entender qué procesos evolutivos están detrás de la diversidad actual de los mamíferos originada a partir del Cretácico, es esencial una filogenia robusta del grupo. Las filogenias previas unían al nivel del orden Insectivora a especies como el erizo común (género Erinaceus) de la región paleártica con el tenrec común (género Tenrec) de las islas del océano Índico como Madagascar, Comoras o Reunión, dada su gran semejanza morfológica. Sin embargo, las filogenias moleculares han demostrado que el orden Insectivora es polifilético (la semejanza fenotípica es debida a adaptaciones convergentes a nichos ecológicos similares) y que en realidad la primera divergencia dentro de los mamíferos se corresponde con los grupos denominados Laurasiatheria y Afrotheria, lo que implica que el motor de la diversificación original de los mamíferos fue la deriva continental producida por la ruptura del supercontinente Pangea en Laurasia al norte y Gondwana al sur, que a su vez se fragmentaron hasta dar lugar a los continentes actuales. La biología evolutiva es la más transversal de las ciencias de la vida y resulta necesaria para poder comprender el componente histórico detrás del origen y mantenimiento de la diversidad biológica, desde el nivel molecular hasta el ecosistémico. En palabras de Theodosius Dobzhansky (1900-1975), «nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución». Con el auge actual de la genómica comparada gracias a la facilidad reciente de poder producir secuencias de ADN de forma masiva, la biología evolutiva vive una época dorada que debería impulsar también la pujanza de la taxonomía y la filogenética, ya que son centrales a cualquier estudio evolutivo, como se ha explicado. En ese sentido, las colecciones de historia natural, como generadoras de conocimiento científico esencial para la biología evolutiva (Holmes et al., 2016), son más que nunca indispensables en un mundo sujeto a cambios drásticos provocados por el hombre y que es testigo de la rápida pérdida de hábitats naturales y, quizás, de la mayor extinción masiva conocida en la ya larga historia del planeta. 22

Referencias bibliográficas Bleidorn, C. (2017). Phylogenomics. An introduction. Basel, Springer. Fontdevila, A. y Moya, A. (2003). Evolución: origen, adaptación y divergencia de las especies. Síntesis, Madrid. Holmes, M. W.; Hammond, T. T.; Wogan, G. O. U.; Walsh, R. E.; LaBarbera, K.; Wommack, E. A.; Martins, F. M. A.; Crawford, J. C.; Mack, K. L.; Bloch, L. M. y Nachman, M. W. (2016). «Natural history collections as windows on evolutionary processes», Molecular Ecology, 25: 864-881. Padial, J. M.; Miralles, M.; De la Riva, I. y Vences, M. (2010). «The integrative future of taxonomy», Frontiers in Zoology, 7: 16-30. Vargas, P. y Zardoya, R. (2012). El Árbol de la Vida: sistemática y evolución de seres vivos. Madrid.

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Las colecciones de historia natural como herramienta básica para estudios sobre cambio global David R. Vieites y Sandra Nieto-Román*

nota1 Bosque mixto caducifolio de Saliencia (Asturias). Fotografía: Alfonso San Miguel.

esde la Revolución Industrial del siglo xix, el planeta ha sufrido importantes cambios ambientales derivados de las actividades humanas, que en las últimas décadas se han intensificado notablemente incluyendo el calentamiento global del planeta. A estos cambios que afectan al funcionamiento de los procesos biológicos y ambientales de la Tierra se les denomina Cambio Global por la dimensión que han adquirido. Al hablar de cambio estamos incorporando implícitamente el factor tiempo y la comparación entre eventos: no podemos decir que algo ha cambiado sin tener una medida de comparación con el pasado. Cuando queremos estudiar los cambios en la biodiversidad y los ecosistemas en el tiempo en respuesta al Cambio Global es cuando entran en juego las series históricas de datos que nos permiten evaluar cómo, dónde y cuándo cambian las cosas, y los mayores repositorios de biodiversidad desde el pasado son las colecciones biológicas de historia natural. Los museos de historia natural atesoran especímenes de diferentes épocas, desde fósiles con millones de años de antigüedad hasta ejemplares actuales colectados hace pocos días. En el caso del Museo Nacional de Ciencias Naturales, las colecciones han ido creciendo desde hace 248 años y son unas de las más ricas de Europa. Estos especímenes suelen provenir tanto de la Península como de destinos más remotos, normalmente donde algún investigador del Museo ha realizado una expedición científica o de donaciones de colecciones privadas, lo que ha ido incrementando poco a poco las colecciones durante años (Figura 4.1). Cada museo tiene, pues, su particular sesgo en la procedencia de sus colecciones, pero en el conjunto de las colecciones de historia natural mundiales tenemos representada la historia biológica del planeta. Estas colecciones no solo son la base para conocer la biodiversidad pasada y presente, sino que nos aportan ese contexto espacio-temporal fundamental, que es crítico para entender cómo ha cambiado y cambia la vida en la Tierra. Tradicionalmente, el principal uso científico de las colecciones biológicas ha sido el de catalogar la vida en el planeta, por lo que han estado intrínsecamente ligadas a la taxonomía y sistemática. En las dos últimas décadas se ha incrementado el interés científico por las colecciones de historia natural y sus usos potenciales en otros campos aparte de la taxonomía y sistemática, especialmente en lo que respecta a los cambios ambientales relacionados con la pérdida de biodiversidad y funciones ecosistémicas

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Departamento de Biogeografía y Cambio Global. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]; [email protected].

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como consecuencia del Cambio Global. Sin embargo, las colecciones no se originaron con este fin y por lo tanto tienen limitaciones en algunos aspectos. Las posibilidades de uso de las colecciones científicas en el contexto ecológico y de cambios ambientales van a depender de la información asociada a cada espécimen. Por ejemplo, un ejemplar de abeja para el que se hayan anotado las plantas donde se estaba alimentando puede ser relevante para determinar cómo era el hábitat cuando se colectó. Afortunadamente, las técnicas modernas nos permiten extraer mucha más información de estos ejemplares: ADN para ver su variación genética o relaciones filogenéticas, isótopos estables para ubicarlas en redes tróficas, la composición química de tejidos para detectar contaminantes o el análisis del polen de sus patas para determinar qué flores visitó (Cox, 1983). Sin embargo, la información sobre la abundancia cuando se colectó, el esfuerzo de muestreo, qué otras especies estaban presentes o los hábitats asociados no suelen estar disponibles, lo que limita la posible utilidad de las colecciones para evaluar cambios en la abundancia o ausencia de especies. A pesar de ello, son muchos los usos potenciales que las colecciones biológicas pueden tener para evaluar el impacto del Cambio Global sobre la biodiversidad.

Cambios en la distribución de especies Una de las principales consecuencias del Cambio Global es la redimensión de las distribuciones de especies, con reducciones de rangos y/o movimientos hacia latitudes más septentrionales (Poloczanska et al., 2013), con cambios poblacionales asociados, que en muchos casos derivan en extinciones locales. Desde hace más de 70 años se ha venido constatando el incremento de rangos de distribución de especies hacia latitudes más norteñas (Salomonsen, 1948), así como cambios en la fenología (Gordo y Sanz, 2006) 26

Figura 4.1. Río Huinay, Chile. Investigadores del MNCN han realizado varias expediciones al sur de Chile para estudiar la fauna y la vegetación de estos parajes andinos tan bien conservados. Fotografía: David Vieites.

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Figura 4.2. Distribución potencial de la rana bermeja (Rana temporaria, Linnaeus, 1758) durante el último máximo glacial. Se construyó un modelo de distribución potencial con el clima del presente sobre la base de especímenes de colecciones de museos y observaciones de bases de datos públicas (por ejemplo, GBIF), y se proyectó al pasado durante el último máximo glacial. La probabilidad de presencia aumenta desde colores claros a oscuros. La máxima extensión de hielo se representa en azul. Se emplearon especímenes fósiles pleistocénicos de colecciones de todos los museos europeos para evaluar la congruencia entre distribuciones pasadas reales y las predichas por el modelo (modificado a partir de Vences et al., 2013). Imagen: David Vieites.

relacionados con el cambio climático. Las colecciones biológicas han ayudado a determinar estas modificaciones. Antes de que plataformas como GBIF (www.gbif.org), eBIRD (https://ebird.org/), iNaturalist (https://www.inaturalist.org/) y otras iniciativas de ciencia ciudadana existiesen para recopilar grandes volúmenes de datos de observaciones de especies, las colecciones biológicas han sido la principal fuente de datos de distribución. Muchas de estas plataformas se nutren también de datos de colecciones, y lo que sabemos hoy en día sobre cómo se distribuyen las especies en el planeta se debe en gran medida a las colecciones de historia natural. Los datos de distribución asociados a especímenes de colecciones siguen teniendo un valor fundamental por varias razones: están asociados a especímenes concretos, de forma que si la taxonomía cambia o la identificación original es dudosa esta se puede corregir, mientras que los datos de observaciones no, especialmente en el caso de especies de difícil identificación. La existencia de taxónomos especialistas en museos es por tanto necesaria para permitir asegurar esas identificaciones y actualizar la taxonomía, describiendo nuevas especies especialmente en zonas donde la caracterización de la biodiversidad dista de ser completa (Vieites et al., 2009). Gran parte de las especies del planeta se conocen de pocos especímenes depositados en colecciones, especies con improbable representación en iniciativas de ciencia ciudadana. Por último, las colecciones aportan el componente histórico, dando información sobre los cambios en las distribuciones de especies en el tiempo, que son fundamentales a la hora de entender los posibles impactos del Cambio Global en las mismas. Hay infinidad de estudios que usan datos de localidades de especímenes de colecciones para determinar la distribución de especies o realizar modelos de distribución potencial, normalmente mediante modelos correlativos con variables ambientales y geográficas para identificar aquellas que permiten el mantenimiento de poblaciones naturales (Peterson et al., 2011). En muchos casos, las series históricas de localidades asociadas a especímenes nos permiten evaluar directamente la desaparición de especies en áreas determinadas, así como nuevas apariciones de especies en zonas donde no se conocían, correspondientes a contracciones y expansiones de rangos, respectivamente 27

Figura 4.3. Boophis luteus. (Boulenger, 1882) Madagascar es una de las zonas con mayor diversidad de anfibios del planeta. Desde hace más de una década, investigadores del MNCN han estudiado la fauna de anfibios y reptiles de esta isla. Fotografía: David Vieites.

(Tingley y Beissinger, 2009). Estos modelos se pueden proyectar hacia el futuro para intentar predecir cómo serán las distribuciones potenciales de las especies bajo escenarios de calentamiento global, o hacia el pasado, donde los fósiles depositados en los museos nos permiten confirmar o refutar estos modelos (figura 4.2). Muchos de estos estudios van a depender de la calidad de los datos disponibles. Es obvio que antes de la existencia del GPS la ubicación de muchas localidades era menos precisa y en algunos casos el nombre ha cambiado con el tiempo. La realidad es que la precisión de las localidades disponibles en la información asociada a especímenes de colecciones es variable, desde muy alta con coordenadas GPS, a vaguedades sobre la localidad de colecta, que puede incluso referirse a una región amplia. En este contexto ha habido iniciativas para georreferenciar localidades históricas y añadirle semiautomáticamente un error asociado (Allen et al., 2001; Chapman y Wieczorek, 2006; Guo et al., 2008), de forma que puedan usarse en estudios de distribuciones de especies. Hay casos en los que se ha reconstruido la posible ruta de una expedición pasada para redescubrir especies que solo se conocían de especímenes de colección y no se habían vuelto a encontrar. Es el caso del Madecassophryne truebae, género y especie descritos en 1974 (Guibé, 1974), que se ha redescubierto recientemente en Madagascar siguiendo los pasos de la expedición de Guibé (Rakotoarison et al., 2017) (figura 4.3). En el contexto de cambio climático actual es muy relevante poder tener series largas de datos, tanto de clima como de especies, para determinar la posible influencia del calentamiento global en sus distribuciones. Para ello es importante disponer de localidades precisas que permitan revisitarlas en el presente. En muchos museos se realizaron expediciones históricas, que han quedado representadas en las colecciones a través de especímenes y sus datos asociados, y han permitido evaluar el impacto de los cambios de hábitats y climáticos en sus distribuciones porque los puntos de muestreo tenían ubicaciones precisas. Un ejemplo clásico son los transectos en la Sierra Nevada de California que realizó Joseph Grinnell, director del Museum of Vertebrate Zoology (MVZ) de la Universidad de California, Berkeley, a principios del siglo xx. Grinnell y colaboradores realizaron una serie de transectos altitudinales y latitudinales en California en torno a 1915, colectando y recopilando datos de especies y hábitats (Grinnell y Storer, 1924). Cien años después se repitieron algunos de estos transectos, de forma que se pudo cons28

tatar el declive de especies de anfibios (Drost y Fellers, 1996) o aves (Tingley y Beisinger, 2013) y los cambios altitudinales de las distribuciones de mamíferos debido al cambio climático y altitudinal de hábitats (Moritz et al., 2008; Rubidge et al., 2010 y Santos et al., 2015; 2017). En zonas tropicales también se han podido usar las colecciones históricas para evaluar el impacto del Cambio Global en las distribuciones de especies, por ejemplo, las salamandras presentes en el cerro de San Marcos en Guatemala. En los años setenta se realizó un transecto altitudinal registrando la distribución de especies en altitud y los ejemplares colectados fueron depositados en las colecciones del MVZ. Al repetirse este mismo transecto entre los años 2005 y 2007 se observó un declive importante en las especies presentes de salamandras, con desapariciones de algunas especialistas de determinados microhábitats (Rovito et al., 2009), lo que se ha relacionado con el calentamiento global y los cambios en el hábitat. En algunos casos, las colecciones históricas no solo permiten detectar los cambios en la distribución de especies sino también esclarecer sus posibles causas. Por ejemplo, el calentamiento global se ha correlacionado directamente con la desaparición de corales debida al blanqueamiento (por pérdida de las zooxantelas, Zooxanthellae, simbiontes que dan al coral su coloración) por incremento de temperatura del agua, y se apunta a que es el principal factor en el declive mundial de los corales (Frieler et al., 2013). Sin embargo, la revisión de las colecciones de corales pétreos del grupo de Antozoos (Scleractinia) del Raffles Museum en Singapur, desde 1860 hasta 2006, demostró una reducción en la biodiversidad relacionada más con procesos históricos de destrucción de selva que incrementaron la turbidez del agua que con el calentamiento que sucedió mucho más tarde (Hoeksema y Koh, 2009). Los datos de colecciones biológicas nos permiten reconstruir las distribuciones históricas de especies amenazadas y en peligro de extinción. El grado de desaparición actual de especies y el incremento de especies amenazadas es tal (www.iucnredlist.org) que muchos investigadores hablan ya de la sexta gran extinción masiva que estaría ocurriendo en estos momentos debido principalmente a cambios ambientales de origen antropogénico (Ceballos et al., 2017). Conocer dónde se distribuían estas especies y sus hábitats es fundamental para desarrollar programas de conservación informados y efectivos.

Cambios poblacionales Uno de los temas de mayor interés en biología y ecología del Cambio Global es investigar cómo responden las poblaciones naturales a estos cambios ambientales y qué factores influyen, incluido si se producen cambios en los tamaños poblacionales tanto a escala temporal como espacial. Tener series históricas de datos sobre tamaños poblacionales es muy interesante, pues puede ayudar a entender el declive de especies amenazadas otrora abundantes, el impacto de variables ambientales en esos cambios poblacionales o el monitoreo de especies invasoras. Sin embargo, las colecciones suelen tener un sesgo de muestreo hacia especies raras (las comunes no se suelen colectar si ya están representadas), no se suelen tomar datos de esfuerzo de muestreo o abundancia asociada a los especímenes estudiados y las localidades suelen estar cerca de vías o núcleos humanos obviando otros hábitats potenciales, lo cual dificulta la estima de abundancia de poblaciones (Bickel, 1999). Hay algún ejemplo en el que los muestreos se han repetido durante años de la misma forma y las colecciones históricas reflejan cambios en la abundancia poblacional, como el de la fauna piscícola del río Pearl en Estados Unidos de América, donde se han colectado peces sistemáticamente desde 1950 y se ha observado un declive poblacional a 29

Figura 4.4. Las últimas selvas vírgenes del planeta se encuentran en zonas tropicales de difícil acceso, como el macizo del Tsaratanana, al norte de Madagascar, donde investigadores del MNCN realizaron una expedición en 2010. Fotografía: David Vieites.

partir de los años 60 (Piller et al., 2004). En este contexto, iniciativas como la LTER, que son redes de investigación ecológica a largo plazo (representada en España por LTER-España, http://www.lter-spain.net), se deberían vincular a colecciones de historia natural como la del MNCN. Estas iniciativas pretenden establecer una red de espacios que se monitorean sistemáticamente a largo plazo, colectando información sobre fauna y flora, sus interacciones, cambios poblacionales y la relación con los cambios ambientales en el tiempo. La interacción entre las colecciones y estas iniciativas es fundamental, pues las primeras pueden actuar a largo plazo como repositorios de esa información generada y de los especímenes recolectados, de modo que informen a futuras generaciones sobre el impacto del Cambio Global en el tiempo (figura 4.4).

Cambios fenotípicos Las colecciones biológicas son la única fuente de información histórica sobre las características de los individuos. Si bien hay nuevas iniciativas para digitalizar colecciones y crear bases de datos virtuales que pueden incluir modelos 3D de especímenes, por ahora los ejemplares depositados en colecciones son la única fuente de la que disponemos para estudiar la variación en morfología externa e interna, sexos, colores, etc. Uno de los fenómenos más sorprendentes que relacionan la variación fenotípica con el Cambio Global es el cambio de tamaño que se ha observado recientemente en diferentes grupos de organismos. Gracias a largas series históricas de medidas y a especímenes preservados en museos de historia natural, se ha constatado una reducción paulatina de tamaño en diferentes especies de plantas (Barber et al., 2000), invertebrados acuáticos tanto de aguas dulces como marinas (Daufresne et al., 2009; Kurhiara et al., 2008), peces (Wanless et al., 2004; Thresher et al., 2007), anfibios y reptiles (Caruso et al., 2015; Wikelski y Thom, 2000), aves (Gardner et al., 2009; van Gils et al., 2016) o mamíferos (Ozgul et al., 2009). Podemos hablar de una tendencia global de reducción de tamaños, que se ha venido observando en las últimas décadas en multitud de especies, y ya se considera un fenómeno global de respuesta ecológica ante el cambio climático (Sheridan y Bickford, 2011). Los mecanismos que llevan a 30

este fenómeno se relacionan con una mayor limitación de nutrientes y disminución de precipitaciones (Sheridan y Bickford, 2011), así como con cambios en las tasas metabólicas relacionadas con el incremento en la temperatura (Caruso et al., 2014; Wikelski y Thom, 2000). Las implicaciones sociales de este fenómeno son importantes, pues muchas especies comerciales son cada vez más pequeñas (Thresher et al., 2007). Otros atributos, aparte de las medidas morfológicas, se han usado para describir la variación espacial entre poblaciones de la misma especie y especies próximas. En algunos casos, el examen de series históricas de colecciones ha permitido constatar cambios evolutivos rápidos en caracteres como la coloración relacionados con el calentamiento global. En el caso de los caracoles rayados de jardín Cepaea nemoralis (Linnaeus, 1785) de Groningen (Holanda), el examen de especímenes históricos colectados en 1967 y de otros más recientes colectados en 2010 en las mismas localidades mostró un cambio en las coloraciones de la población, con disminución de los individuos marrones e incremento de la coloración amarilla, que se relaciona con el incremento de temperaturas de casi 2 grados en los últimos 43 años (Ozgo y Schilthuizen, 2012). El mismo tipo de presiones selectivas sobre la coloración parece estar actuando sobre los cárabos escandinavos (Strix aluco, Linnaeus, 1758), que presentan dos morfos de coloración: el gris y el marrón. En Finlandia el morfo gris, más claro, era el predominante históricamente en pieles de colecciones y observaciones de campo. La tasa de supervivencia de los cárabos disminuye cuanto más frío hace en invierno y, para cada morfo, depende de cuánta nieve cae. Así, a medida que el cambio climático está atenuando las nevadas en el sur de Finlandia en las últimas décadas, la supervivencia del morfo marrón se triplica con cada centímetro de nieve que deja de acumularse, igualando casi la abundancia actual de ambos morfos (Karell et al., 2011).

Fuente de otros tipos de información Las colecciones biológicas históricas han dejado hace tiempo de verse como conjuntos de especímenes preservados, clasificados y almacenados en estanterías de donde un taxónomo los saca de vez en cuando para sus estudios. La aparición de nuevas técnicas y metodologías ligadas a nuevas preguntas científicas está dando una nueva vida a estas colecciones más allá del propósito original bajo el cual los especímenes fueron colectados y conservados. Uno de los impactos más importantes del Cambio Global es la alteración de las comunidades naturales y, consecuentemente, de las redes tróficas, que puede suponer que especies que hace décadas se alimentaban de determinadas presas, tras la desaparición de estas, hayan cambiado su dieta. Los isótopos estables de carbono y nitrógeno (d13c, d15n) son ampliamente utilizados en ecología para analizar las redes tróficas y la dieta de los animales, pues se fijan en tejidos que representan los nutrientes asimilados en la dieta. En la práctica, las diferentes proporciones de estos isótopos permiten determinar la posición de un individuo en la cadena trófica y de qué se alimenta. El d13c ayuda a determinar la fuente de producción primaria y el d15n la posición en la cadena trófica, pues el nitrógeno se transfiere de presas a predadores y cuanto mayor es la cantidad de d15n, más alto está un individuo en la cadena trófica. Estos isótopos se han empleado para evaluar cambios históricos en la dieta a partir de tejidos de especímenes de colecciones, como en el caso del cambio histórico de dieta en las gaviotas de Bering, Larus glaucescens (Naumann, 1840) (Blight et al., 2015). Esta gaviota pelágica se encuentra en mar abierto y cerca de la costa. Desde 1860 se han depositado ejemplares pro31

venientes de colonias de cría del mar de Salish (Columbia Británica) en diferentes museos de Canadá, Estados Unidos e Inglaterra y los isótopos de carbono y nitrógeno de sus plumas se usaron para evaluar la dieta de la especie durante 150 años. Se observó una reducción en el porcentaje de estos isótopos, que se correlaciona con un cambio de posición en la cadena trófica, debido a un menor consumo de peces y el cambio a comida basura (se alimentan en basureros como muchas gaviotas de la Península Ibérica, que son más abundantes en basureros de Madrid que en algunas zonas de costa). La técnica de isótopos estables se puede aplicar también a fósiles, lo que aumenta la escala temporal enormemente. Esto es lo que se hizo con cóndores de California, Gymnogyps californianus, Shaw, 1797, de los que se extrajo material de huesos de fósiles de hace 11.000 a 36.000 años, de especímenes históricos entre 1767 y 1965 y del presente (Chamberlain et al., 2005). Los isótopos demostraron que la dieta de los cóndores en el pleistoceno incluía megafauna terrestre y mamíferos marinos, pero en el siglo xviii y en adelante la dieta cambió en paralelo a la disminución de las poblaciones de mamíferos marinos y el incremento de la ganadería por acción humana. La recuperación de las poblaciones de mamíferos marinos sería, pues, una buena estrategia para recuperar las poblaciones de cóndores (Chamberlain et al., 2005). Las colecciones históricas son fuente de ADN antiguo y fósil que, gracias a las nuevas técnicas de secuenciación masiva, ha servido para secuenciar el genoma de especies extintas como mamuts o neandertales (Green et al., 2010). El éxito de recuperar ADN antiguo parece que depende no tanto de la antigüedad del espécimen como de la colección de historia natural en sí (Krehenwinkel y Pekar, 2015). Estos datos genéticos de especímenes históricos son muy útiles para esclarecer la taxonomía y las relaciones filogenéticas de muchos grupos, incluido el secuenciado de ejemplares tipo (Olsson et al., 2013), medir la variación genética y sus cambios en el tiempo o evaluar predicciones sobre el movimiento de zonas de contacto entre especies en relación con cambios ambientales (Taylor et al., 2014). La contaminación derivada del desarrollo industrial y tecnológico humano es uno de los componentes clave del Cambio Global y afecta a todas las redes ecológicas del planeta. Desde hace décadas se han empleado tejidos de especímenes para medir los contaminantes a los que están expuestos, que en ocasiones son la causa de su declive. Un ejemplo clásico es la relación entre el pesticida DDT y el declive de algunas poblaciones de aves que se halló tras examinar huevos de colecciones que demostraron no solo la contaminación, sino una disminución del grosor de las cáscaras de los huevos tras la exposición a ese compuesto (Ratcliffe, 1967; Peakall, 1974); gracias a estos estudios acabó siendo prohibido y, tras ello, se demostró una recuperación paulatina hacia la situación previa (Grier, 1982). Otro ejemplo clásico es el de la contaminación por mercurio por bioamplificación en redes tróficas (Monteiro y Furness, 1997; Renzoni et al., 1998) que sigue siendo un problema (Lavoie et al., 2018). Es previsible que las colecciones continúen sirviendo de referencia para futuros estudios en esta línea (figura 4.5). Las colecciones históricas han servido también para evaluar la posible aparición de enfermedades emergentes que parecen estar vinculadas al calentamiento global y movimientos de fauna y flora que se han intensificado en los últimos treinta años. A la identificación de uno de los agentes causantes del declive global de especies de anfibios en 1999, el hongo quitridio Batrachochytrium dendrobatidis (Longcore, Pessier y Nichols, 1999), siguió la investigación sobre su posible origen. El análisis genético e histológico de especímenes de colecciones demostró que ya había ranas infectadas por el hongo en Sudáfrica en 1938, mucho antes de que la enfermedad se expandiese por medio mundo (Weldon et al., 2004) (figura 4.6). 32

Figura 4.5. Izquierda. Martín pescador de Madagascar (Corythornis vintsioides, Eydoux & Gervais, 1836). Figura 4.6. Derecha. Algunas especies encontradas en expediciones presentan características muy interesantes, como este Boophis erythrodactylus (Guibé, 1953) de Madagascar, que tiene la piel transparente, lo que permite ver sus órganos internos. Fotografías: David Vieites.

Por último, otro de los aspectos en los que las colecciones históricas pueden contribuir al contexto del Cambio Global es el de la pérdida de servicios ecosistémicos. Todas las especies desempeñan un papel en sus comunidades y en muchos casos proveen de servicios de los que nos beneficiamos directa o indirectamente. Conocer las distribuciones pasadas, cambios poblacionales o aspectos que puedan ayudar a entender el declive de algunas de estas especies (por ejemplo, la contaminación), son muy importantes para poder mantener o recuperar la pérdida de estos servicios. Quizás uno de los grupos más importantes como proveedores de servicios ecosistémicos para el ser humano es el de los polinizadores, que están sufriendo una crisis global y desapareciendo poco a poco. Esto es debido a diferentes causas interrelacionadas entre sí, que incluyen la destrucción de hábitats, el efecto de pesticidas, la acción de enfermedades emergentes o el cambio climático (Potts et al., 2010; Goulson et al., 2015). Afectan también a las plantas que polinizan, que disminuyen en paralelo al descenso de polinizadores (Biesmeijer et al., 2006) amenazando nuestras fuentes de alimento. Las colecciones históricas son una buena herramienta para determinar las distribuciones históricas de especies de polinizadores, posibles cambios en la composición de las comunidades o sus áreas de distribución. En este sentido es necesaria la digitalización de las colecciones para facilitar este trabajo, incrementar la colaboración con investigadores y conservadores y revisitar muchas de las localidades históricas para evaluar la posible pérdida de estas especies y los servicios ecosistémicos que proveen.

Conclusión final En el contexto actual de Cambio Global hemos de ver las colecciones históricas como una herramienta importante de base para futuros estudios en relación con los cambios ambientales relacionados con la pérdida de biodiversidad y funciones ecosistémicas. Más arriba se han mencionado someramente algunos de los usos de las colecciones en otros ámbitos fuera de la taxonomía o sistemática, demostrando el interés que tienen para responder a muchas preguntas de actualidad en distintas temáticas. Para seguir dando estos servicios, las colecciones deberán continuar creciendo teniendo en cuenta 33

estos nuevos usos potenciales, y deben hacerlo sobre la base de estrategias de muestreo que vayan más allá de los objetivos taxonómicos e incorporen también cuestiones ambientales y ecológicas. Datos sobre abundancia, georreferenciación precisa, comunidades, ausencias de especies o interacciones entre ellas u otros que puedan tener interés deberían irse incorporando a los nuevos especímenes colectados. Si nuestro objetivo es entender mejor la vida en el planeta para poder tomar decisiones informadas sobre su gestión y, dado que el futuro ambiental que verán las próximas generaciones va a ser muy diferente a nuestro presente y al pasado, con comunidades de especies distintas en un clima distinto, debemos legarles una base de conocimiento de cómo es la biodiversidad actual y pasada. Esta será una herramienta fundamental para la sociedad futura. Potenciar estos diferentes usos de las colecciones las va a dotar de mayor valor y apoyo social, así como a las instituciones que las albergan.

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El futuro de las colecciones científicas: siglo xxi Antonio García-Valdecasas*

as* Un museo no debería ser un escaparate de animales momificados. Mercedes Marín

Complejo eyaculador de un ácaro acuático del género Torrenticola Piersig, 1896 (Acari). Fotografía: Antonio García Valdecasas.

unque resulte una declaración simplista, se puede decir que la naturaleza existe para sí misma, pero los museos de ciencias naturales y sus colecciones especializadas existen para las personas. Dicha esta obviedad, cabe preguntarse qué contenido se le da a esa existencia y si esta ha evolucionado a lo largo del tiempo. Asimismo, parece oportuno preguntarse sobre el contenido que pueda tener en un futuro. Aunque el objetivo de este libro sean las colecciones científicas de historia natural, no se debe perder de vista el contexto donde se desarrollan estas. Los museos de ciencias naturales tradicionales han aunado en su actividad tres líneas principales de intervención: la investigación, las colecciones y la exhibición. Algunos museos solo desarrollan la última actividad y otros toman prestada la investigación de una universidad u otra institución similar asociada. Son pocos los museos que pueden mantener una colección activa, es decir, no como simple depósito a conservar, sino en continuo crecimiento y en constante investigación. Solo los museos que desarrollan esas tres líneas de actividad, con sus actividades soporte paralelas de técnicas analíticas y de documentación, son los que se consideran en este ensayo. Cabe preguntarse, además, qué es lo que quiere, espera o demanda de un museo de ciencias naturales la sociedad que lo mantiene. Y aquí conviene no ser excesivamente presentista, sino acudir al pasado para poder anticipar las necesidades de un futuro. Si estas consideraciones definen un marco de reflexión, entonces los contenidos son más fáciles de argumentar.

A

*

Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]

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El pasado inmediato La mejor colección de organismos es la que se mantiene activa en la naturaleza. G. F. Estabrook

En la presentación de un libro sobre las aguas interiores de la Península Ibérica, el ecólogo Ramón Margalef diagnosticaba agudamente la situación de la naturaleza en España, que desde entonces no ha hecho más que agudizarse: «[…] sus páginas despiertan en mí recuerdos agridulces y aun nostálgicos de un pasado que no puede volver y cuya memoria me es testigo de cómo en un tiempo, relativamente breve, durante el cual en el país se ha prodigado hablar de conservación de la naturaleza, y hasta se estrenaron ministerios ad hoc, pasaron a lo que aún se suele calificar de mejor vida, aunque más bien da repelujo, una fracción considerable de ambientes acuáticos que sobrevivían malamente y que, al fin, han sucumbido arrastrando poblaciones y aun especies a su extinción». Lo que localmente retrata en pocas palabras Margalef tiene su equivalente planetario en múltiples signos y señales, de los que un par de muestras serán suficientes. En 2016, el fotógrafo Nick Brandt publicaba el libro Inherit the Dust, una colección impresionante de fotos tomadas en un lapso de tiempo de unos veinte años. Donde antes había una naturaleza exuberante, ahora se encuentran edificios y tierra baldía (figura 5.1). También sabemos que entre veinte y cincuenta años es lo que les queda de existencia a los primates antes de que todos se extingan. Este es el demoledor futuro que anticipa el trabajo de Alejandro Estrada et al. (2017). Por otro lado, Stuart Pimm, que ha trabajado sobre patrones y procesos que derivan de la actividad taxonómica, en especial del descubrimiento de especies, ha calculado para el reino de las plantas una tasa de extinción actual estimada entre mil y diez mil veces la tasa de base natural de extinción de especies, evaluada en 1e/msy (una extinción por millón de especies por año) (Pimm y Joppa, 2015). Ante esta situación caben tres alternativas: a. Hablar pero no hacer nada. b. Intentar agitar conciencias y actuar en consecuencia. c. Intentar una síntesis entre existencia humana y conservación. La opción (a) está más de moda de lo que pudiera parecer. Basta leer las noticias que aparecen cada día, donde políticos de uno y otro signo declaran su interés por la conservación de la naturaleza, al tiempo que promueven y permiten actividades que van en contra de lo que sus palabras declaran. Son demasiado comunes estos casos como para que merezca la pena singularizar alguno aquí. Uno de los mejores ejemplos de la opción (b) es la iniciativa apoyada por el biólogo Edward O. Wilson, que viene luchando desde hace muchos años por la conservación de la naturaleza en una fundación denominada Half-Earth (Wilson, 2016). En pocas palabras, lo que defiende Wilson es reservar unas áreas especialmente biodiversas de la Tierra y hacer compatible esa protección con una existencia humana respetuosa con la misma. La tercera opción (c) es la que propone el ecólogo y biogeógrafo americano Michael L. Rosenzweig, muy apreciado por su obra Species Diversity in Space and Time y que en 2003 publicó el libro Win Win Ecology, una especie de ecología de la reconciliación que supone hacer viables poblaciones silvestres en ambientes humanizados. En esta línea se encuentra también lo que se ha denominado tecnología integrativa (Ripley y Bhushan, 2016), esto es, la mezcla de patrones biológicos con la construcción de estructuras con 40

Figura 5.1. Tierra devastada con elefante. Fotografía: cortesia de Nick Brandt.

una expresión artística, que puedan tener un sentido funcional en un contexto urbano. Dos ejemplos son el jardín vertical de CosmoCaixa en Madrid y el Centro Eastgate en Harare, Zimbabue (ver Valdecasas y Wheeler, 2018, para una revisión general del área, desde la célula al ecosistema). Nosotros, quizás con un espíritu más derrotista, hemos caracterizado esta etapa con la denominación Pensionado de Especies,2 la necesidad de invertir ingentes cantidades de dinero y esfuerzo humano para mantener un número muy limitado de especies supuestamente emblemáticas (¿emblemáticas para quién?), tales como el oso, el lince y algunas más, mientras un sinnúmero de ellas continúan su viaje irremediable a la extinción. Conservación que, ya se entiende, ha de ser en la naturaleza misma, pues los parques zoológicos tienen sus días contados si no modifican radicalmente las reglas con las que tradicionalmente han sido conducidos. El prefacio a su desaparición o su modificación con respecto a como los conocemos ha sido escrito por los circos de animales, una anécdota ya en la historia de las relaciones entre la humanidad y el mundo animal. Pero incluso aquellas actuaciones destinadas a conservar lo vivo en forma de semillas o gérmenes se han visto amenazadas por la deriva impredecible del clima y las incertidumbres técnicas. En este sentido ha sido emblemático lo ocurrido a la denominada Arca de las semillas, una instalación destinada a almacenar más de 4,5 millones de semillas. Inaugurada el 26 de febrero de 2008 en la isla de Spitsbergen, a unos 1.300 km del polo Norte, su baja temperatura natural aseguraba, en principio, unas condiciones de conservación relativamente seguras. El 19 de mayo de 2017, The Guardian3 informaba que esta fortaleza ártica se había inundado después de que se derritiera el permafrost. Aunque no se perdieron semillas en esa ocasión, este refugio tiene que ser vigilado ahora de forma regular, y la subida de las temperaturas en el Ártico (la zona de la Tierra que más rápidamente se ha templado en los últimos años) no augura un futuro fácil. En la figura 5.2 se ilustran los aspectos abordados en esta sección. Es en este contexto en el que merece la pena responder: ¿qué características debe tener una estrategia de colecciones? 2

https://www.lamarea.com/2015/01/12/pensionado-de-aranas/ [consultado el 31/05/2019]. https://www.theguardian.com/environment/2017/may/19/arctic-stronghold-of-worlds-seeds-flooded-after-permafrost-melts [consultado el 31/05/2019].

2

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Figura 5.2. Algunas de las alternativas para la conservación de la biodiversidad.

Intervivos circos

parques zoólicos

?

centros de recuperación de especies

pensionado de especies

naturaleza

oso lince ...

arca de semillas

half - earth iniciativas win - win ecology

tecnología integrativa

Las colecciones de ciencias naturales De forma regular se notifican en las redes especializadas (por ejemplo, Taxacom) el cierre o cese de actividad de un museo o un herbario en distintas partes del mundo. Pueden ser noticias tan sorprendentes como el desplazamiento de una colección de investigación para aumentar el espacio de tránsito en una universidad.4 Que al director de la colección le dieran cuarenta y ocho horas para efectuar el traslado puede dar una idea de la consideración en la que se tenía esa colección que, entre otros fondos, cuenta con seis millones de ejemplares de peces. Entre el sinnúmero de actuaciones que indican claramente cuál es la tendencia sobre las colecciones de biodiversidad, sirvan estos datos: 100 herbarios cerrados en EE. UU. en las dos últimas décadas, más de 64 pequeños museos de historia natural clausurados en Reino Unido desde 2010, y como mensaje simbólico a los estudiosos y amantes de la historia natural, el vergonzante episodio del ejemplar tipo incinerado en las aduanas de Australia en marzo de 2017.5 No comment. No tenemos (o al menos yo no la conozco) una estadística a día de hoy del número de colecciones que han dejado de estar en activo y duermen un sueño inseguro en algún almacén olvidado o han sido transferidas a alguna otra institución que se ha hecho cargo de ella. Lo cierto es que las colecciones de museos requieren instalaciones costosas y la dedicación de personal especializado. Se hace, pues, necesario justificar estos costes a la sociedad en relación con las funciones que cumplen las colecciones. Pero en esa justificación se choca a veces con la ignorancia o la simple oposición. Aunque no es el caso actualmente en España, en otros países muchos sectores sociales que abominan de la Teoría de la Evolución son contrarios o, en el mejor de los casos, indiferentes a los museos de historia natural y por ende a sus colecciones científicas. El que esto escribe recibió la respuesta de «yo no voy nunca a ese sitio» de un dependiente de la tienda más famosa de fotografía de Nueva York al comentarle que estaba pasando un tiempo trabajando 4

https://www.washingtonpost.com/news/speaking-of-science/wp/2017/03/29/a-university-is-eliminating-its-sciencecollection-to-expand-a-running-track/?utm_term=.6dc4781b56fa [consultado el 31/05/2019]. 5 http://www.sciencemag.org/news/2017/05/botanists-fear-research-slowdown-after-priceless-specimens-destroyedaustralian-border [consultado el 31/05/2019].

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Figura 5.3. Flujo cognitivo derivable de las colecciones de historia natural.

Inermes

conocer nuestro contexto biológico

patrones*

colecciones de museos y herbarios

entender los procesos de origen de la biodiversidad

referencia para la reconstrucción de organismos seleccionados

de-extinción

* En la investigación ecológica, las colecciones completas y sin adulterar de todos los ejemplares de un estudio deben ser depositadas en una colección de historia natural (Schilthuizen et al., 2015).

en el American Museum of Natural History. Esta animadversión es un hecho constatable y ha empezado a dejar su huella en la prensa escrita internacional.6 Para todos aquellos que no se quieren dejar llevar por esta corriente antiintelectual conviene explicar bien la riqueza material, conceptual y especulativa que contienen las colecciones de historia natural. En este sentido, la no tan reciente construcción de un anexo en el Natural History Museum de Londres, donde los visitantes pueden apreciar en directo la variedad y riqueza de esas colecciones, marca un camino a seguir. A eso deberíamos sumar la corriente activista denominada Ciencia Ciudadana, donde las personas no especialistas pueden contribuir de forma tangible al registro y contenido de las colecciones. Y, ya puestos, hay que entender que las colecciones desempeñan un papel vital en la transición que se tiene que operar en los museos, para pasar de ser escaparates de animales momificados a herramientas dinámicas de aprendizaje de la naturaleza. Y que no conviene dejarse llevar por los falsos positivos, pues no por llenar las salas con público se cumple necesariamente la función de un museo de ciencias naturales. Aparte de las funciones tradicionales de las colecciones de un museo de historia natural cabría añadir dos más, que hace poco han sido señaladas. En una época donde el saboteo al conocimiento científico ha alcanzado ya grados difíciles de medir —véase la web Retraction Watch7 para hacerse una idea de la magnitud del problema al que nos enfrentamos— es necesario que los estudios relativos a la biodiversidad, ya sean taxonómicos, sistemáticos o ecológicos, dejen constancia empírica de los organismos que han estudiado en instituciones de referencia. En palabras de Menno Schilthuizen: «En la investigación ecológica, las colecciones completas y sin adulterar de todos los ejemplares de un estudio deben ser depositadas en una colección de historia natural» (Schilthuizen et al., 2015). Por otro lado, ante la incertidumbre de un futuro para un gran número de especies, cobra sentido la posibilidad cada vez más cercana de «de-extincionar» organismos concretos, si contamos con referentes orgánicos en colecciones de museos y otras instituciones. La de-extinción propone el uso de nuevas tecnologías como la clonación, edición del genoma, reproducción posterior y manipulación de células madre para recuperar especies extinguidas (Friese y Marris, 2014). 6 7

https://www.nytimes.com/2016/04/03/opinion/ournatural-history-endangered.html [consultado el 31/05/2019]. https://retractionwatch.com/ [consultado el 31/05/2019].

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A estas dos funciones hay que añadir, como ya hemos señalado, las clásicas de servir como depósito de referencia para el registro de la biodiversidad y el soporte adecuado para plantear modelos y sugerir procesos del origen de la misma (figura 5.3). Para cumplir estos objetivos, las instituciones responsables deben contar con un espacio creciente y un personal técnico preparado adecuadamente. A eso habría que añadir, en el caso de las instituciones españolas, la figura del colector de campo, que a continuación se indica. El epílogo adecuado a este apartado —y haciendo nuestra la observación de Margalef antes apuntada acerca de la proliferación de administraciones dentro de administraciones y así ad infinitum en una especie de pesadilla kafkiana—, será convertir en moneda de uso el mantra «menos cargos administrativos, más cargos técnicos y científicos, espacio y medios» en todo lo que tiene que ver con la conservación y el estudio de la naturaleza.

El colector de campo, una figura necesaria La complejidad de la gestión actual de las colecciones hace poco menos que incompatible la función de conservador de colecciones y de colector. En un museo como el MNCN, gran parte de los ingresos de colecciones proviene del resultado de los estudios de los investigadores. Dado que el número de especialidades practicadas es limitado, la representación de grupos de animales en las colecciones del museo es muy sesgada. Algunos grupos están muy bien representados y otros apenas figuran en las colecciones. Algo semejante se podría decir de muchos jardines botánicos. Hace años, distintos museos de Europa tenían recolectores que recorrían diversidad de países acumulando ejemplares para los especialistas. Así, el especialista en ácaros acuáticos Karl Viets pudo describir en 1930 un total de 138 especies de la Península Ibérica gracias a los muestreos realizados por Paul Damköhler entre 1916 y 1919. Se podrían poner muchos más ejemplos. Una buena gestión de colecciones debería atender, entre otras cosas, a la representatividad de la fauna en sus fondos, donde deberían estar representados los principales grupos de organismos. Como no es concebible pensar que se va a disponer de investigadores especializados para todos esos grupos, lo razonable será colectar antes de que hábitats singulares o grupos de organismos especialmente sensibles desaparezcan sin que tengamos registro de ellos. Que entidades como la Smithsonian Institution o Naturalis cuente con este tipo de figura en sus puestos de trabajo ayuda a dar legitimidad a su reclamo para nuestras instituciones.

Para finalizar Del 14 al 16 de junio de 2017 se celebró el ESF Huntington Forest Workshop en Siracusa (Nueva York), con participantes de la Smithsonian Institution, el Natural History Museum de Londres, el American Museum of Natural History de Nueva York, el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y otros. En su informe a la E. O. Wilson Biodiversity Foundation, se pueden leer las siguientes recomendaciones: 1. Contar con un catálogo de todas las especies nombradas. 2. Tener imágenes de los ejemplares tipo de todas las especies nombradas. 3. Acelerar el descubrimiento y clasificación de nuevas especies en herbarios y museos de historia natural. 44

4. Establecer puentes entre los ATBI (All-taxa biodiversity inventory) y las revisiones taxonómicas. 5. Desarrollar el CETI, Citizen Engaged in Taxonomic Investigation (Ciudadanos implicados en la investigación taxonómica). 6. Implementar una red de software para monografías e información biomimética. Para todos estos objetivos, hace falta convencer a la sociedad de que hay que dedicar unos recursos mínimos y de que las colecciones de museos desempeñan un papel crucial en ello.

Agradecimientos Parte del contenido está basado en una comunicación presentada en el simposio homenaje a Pere Alberch: The Cradle of Evo-Devo. Valencia, 2008. Ignacio Doadrio, Azucena López Márquez y un revisor anónimo hicieron sugerencias interesantes sobre este ensayo. Nick Branndt, por haber dado su permiso para incluir la imagen 5.1. de este ensayo. Quentin D. Wheeler, por su invitación al ESF Huntington Forest Workshop en Siracusa (Nueva York).

Referencias bibliográficas Estrada, A.; Garber, P.A.; Rylands, A.B.; Roos, C.; Fernandez, E.; Di Fiore, A.; Nekaris, K.A.; Nijman, V.; Heymann, E.W.; Lambert, J.E.; Rovero, F.; Barelli, C.; Setchell, J.M.; Gillespie, T.R.; Mittermeier, R.A.; de Guinea, M.; Gouveia, S.; Dobrovolski, R.; Shanee, S.; Shanee, N.; Boyle, S.A.; Fuentes, A.; MacKinnon, K.C.; Amato, K.R.; Meyer, A.L.; Wich, S.; Sussman, RW.; Pan, R.; Kone, I. y Li, B. (2017). «Impending extinction crisis of the world’s primates: Why primates matter», Science Advances. DOI: 10.1126/sciadv.1600946. Friese, C. y Marris, C. (2014). «Making De-Extinction Mundane?», PLoS Biol 12(3): e1001825. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.1001825. Pimm, S. L. y Joppa, L. N. (2015). «How many plants species are there, where are they, and at what rate are they going extinct», Annals of the Missouri Botanical Garden, 100: 170-176. Ripley, R. L. y Bhushan, B. (2016). Bioarchitecture: Bioinspired art and architecture. A perspective. Philosophical Transactions of the Royal Society, 374(2073): 20160192. Rosenzweig, M. L. (2003). Win-Win Ecology: How the Earth’s Species Can Survive in the Midst of Human Enterprise. Oxford, Oxford University Press. Schilthuizen, M.; Vairappan, C. S.; Slade, E. M.; Mann, D. J. y Miller, J. A. (2015). «Specimens as primary data: Museums and “open science”», Trends in Ecology and Evolution, 30: 237-238. Valdecasas, A. G. y Wheeler, Q. D. (2018). Biomimicry/bioprospecting. Reference Module in Earth Systems and Environmental Sciences. Viets, K. (1930). «Zur Kenntnis der Hydracarinen-Fauna von Spanien», Archiv für Hydrobiologie, 21(2): 175-240, 21(3): 359-446. Wilson, E. O. (2016). Half-Earth: Our Planet’s Fight for Life. New York, Liveright Publishing Corporation. 45

Breve historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales Javier I. Sánchez-Almazán, Rafael Araujo, Alfonso Navas y Carolina Martín Albaladejo*

Las tres sedes del Museo Nacional de Ciencias Naturales a lo largo de su historia. Imagen superior: Palacio de Goyeneche en la calle de Alcalá, que ocupó hasta 1896. Central: edificio de la Biblioteca Nacional. Inferior: Pabellón norte del Museo, en su actual emplazamiento. Composición y fotografías: Jesús Muñoz. Servicio de Fotografía del MNCN.

ejo* a historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) se prolonga a lo largo de casi 250 años, desde la fundación en 1771 (bajo el reinado de Carlos III) del Real Gabinete de Historia Natural, del que es heredero, hasta nuestros días. En todo este tiempo han sido numerosas las vicisitudes acaecidas a esta institución, en consonancia con la historia de nuestro país. Los momentos de gran brillantez, en los que ocupó una posición preeminente junto a los mejores museos de su género del mundo, alternaron con otros de profundas sombras en los que pareció tocar fondo ante la falta de recursos de todo tipo. Traslados, inestabilidad política y social, penurias económicas, guerras (sobre todo la de la Independencia y la Guerra Civil), reformas y cambios administrativos se sucedieron a menudo de modo vertiginoso obligando a una adaptación continua del centro, con demasiada frecuencia en un sentido negativo. En la institución han trabajado, o con ella han tenido estrecha relación, algunos de los mejores científicos nacionales y también extranjeros: nombres como Alexander von Humboldt, Juan Vilanova y Piera, Mariano de la Paz Graells, Marcos Jiménez de la Espada, Ignacio Bolívar, Eduardo Hernández-Pacheco, Joaquín González Hidalgo, Henri Breuil, Hugo Obermaier, Antonio de Zulueta, Ángel Cabrera, José Royo Gómez y, ya en nuestros días, Emiliano Aguirre, entre tantos otros, pasados y actuales. Hay que mencionar también al padre Agustín J. Barreiro, que a su labor como científico e historiador unió la publicación de la única historia global del Museo (hasta 1935) que se ha escrito hasta el momento. El Museo ha participado en grandes expediciones científicas —algunas de las cuales impulsó—, ha dirigido excavaciones paleontológicas y arqueológicas de alcance mundial, promovido publicaciones sobresalientes y formado a generaciones de naturalistas, dada su pertenencia a la Universidad en prolongadas etapas de su historia. En sus salas se han expuesto piezas emblemáticas, como el megaterio gigante (primer vertebrado fósil descrito científicamente), el elefante asiático de Carlos III, la réplica del diplodocus de Carnegie, minerales como el azufre de Conil o los cuarzos del Delfinado, o los magníficos grupos de aves y mamíferos naturalizados de los hermanos Be-

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Javier I. Sánchez-Almazán y Rafael Araujo (Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected] y [email protected]). Alfonso Navas y Carolina Martín Albaladejo (Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales, [email protected] y [email protected]).

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nedito, por citar algunos ejemplos. Parte de sus colecciones enriquecieron a otros museos nacionales cuando estos se fueron formando, desde el Museo del Prado al Museo Nacional de Antropología, pasando por el Museo de Arqueología, el de Artes Decorativas o el Museo de América. Esta larga historia se ha dividido aquí en cuatro apartados, cada uno dedicado a un período, más o menos largo, caracterizado en algunos casos por su aspecto organizativo o por la unidad en su dirección —época del Real Gabinete y de Ignacio Bolívar, respectivamente—, y en otros correspondiente a períodos más amplios y agrupados así por conveniencia expositiva. Estos son: • Real Gabinete de Historia Natural (1771-1815). • El Museo de Ciencias Naturales en el siglo xix (1816-1900). • Época de Ignacio Bolívar (1901-1939). • El Museo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1939-1986).

Real Gabinete de Historia Natural (1771-1815) Javier I. Sánchez-Almazán «El Rey ha venido en admitir la oferta que Vm. le ha hecho del Gabinete de Historia Natural que ha formado y tiene en Paris, persuadido SM. del lustre que resultará a la Nacion de tener un estudio tan completo en que aplicarse á aquella utilisima Ciencia, y un Maestro tan hábil en ella con Vm. que la enseñe y promueva en estos Dominios.» Con estas palabras anunciaba el 17 de octubre de 1771 el marqués de Grimaldi, secretario de Estado, a Pedro Franco Dávila la creación por parte de Carlos III del Real Gabinete de Historia Natural, institución por la que llevaban clamando desde hacía tiempo muchos de los ilustrados más notables del país. En 1764 Celestino Mutis había elevado a Fernando VI una «Representación» en la que abogaba por crear un gabinete de ese género que equiparase a España con otras importantes naciones donde tal institución existía. Unos días antes de la misiva de Grimaldi, el erudito padre Flórez daba su dictamen favorable a la adquisición del gabinete de Dávila, proponiendo a este como director, pues (según decía): «hasta hoy no conocemos en España otro de tal instrucción, práctica y experiencia». Flórez apelaba al prestigio de la monarquía al añadir: «siendo el unico Reyno que carece de Gabinete público, deberemos á nuestro Catholico Monarca el honor de librarle de esta nota, y ponerle en estado de exceder á los demas» (Méndez, 1790). Ya en el reinado de Fernando VI se había intentado reparar esa carencia con la creación de la llamada Real Casa de la Geografía, fundada en 1752 a instancias del marqués de la Ensenada y cuya dirección se encargó a Antonio de Ulloa. La caída de Ensenada en 1754 y la posterior dimisión de Ulloa relegaron el establecimiento a una suerte de almacén donde se acumularon, entre otros, productos de ultramar para la Real Botica, minerales e instrumentos científicos (Corella, 1987). De esta forma se adquiría (no se compraba) el gabinete formado por Dávila en París (de 1745 a 1771), «verosímilmente el más rico que ningún particular haya formado, sobre todo en cuanto a la parte de Historia Natural», en palabras del botánico francés Michel Adanson, para formar con sus fondos la gran institución científica que la España ilustrada demandaba, con Dávila encargado de dirigirla, lo que hizo hasta su muerte en 1786. En la fundación del Real Gabinete intervinieron, además de Flórez, prestigiosas instituciones como la Sociedad Bascongada de Amigos del País, con Francisco Xavier 48

Figura 6.1. Retrato de Pedro Franco Dávila (1711-1786), realizado a partir de la máscara mortuoria. Fondo Especial Colección Iconográfica. acn100a/004/00416. Fotografía: Archivo del MNCN.

Munibe, conde de Peñaflorida, y José María de Aguirre, marqués de Montehermoso, y la Real Academia de la Historia, presidida por el conde de Campomanes, de la que Dávila fue nombrado miembro en 1771. El embajador español en París, el conde de Fuentes, había alertado ya desde la capital francesa de la ocasión única que suponía la adquisición del gabinete de Dávila, parte del cual (sobre todo objetos de arte) se había vendido en subasta pública en 1767, dado el estado de bancarrota de Dávila. También Bernardo de Iriarte, muy influyente en la Corte, actuó para que la empresa llegase a buen fin (Villena et al., 2009). Pedro Franco Dávila (figura 6.1) había alcanzado gran prestigio tanto por su afamado gabinete como por los conocimientos que poseía en historia natural y en lo relativo al arte y las antigüedades. En 1767 había publicado en París un catálogo en tres volúmenes en el que describía sus colecciones (figura 6.2). El fin inmediato de la obra era la publicidad con vistas a la subasta, pero había un objetivo más profundo, como explicaba el autor en el prefacio: describir científicamente las piezas, lo que en muchos casos hacía con gran profusión de datos, de modo que el texto sirviera para ampliar los conocimientos sobre historia natural. La propia clasificación de los ejemplares, por ejemplo en la sección de 49

los poliparios (corales y esponjas, entre otros) y de los zoófitos —equinodermos— es de una gran precisión, hasta el punto de que los grupos formados constituyen familias perfectamente aceptadas en la sistemática actual (Villena et al., 2009). Dávila había nacido en Guayaquil, entonces parte del virreinato del Perú, en 1711, en el seno de una familia criolla y desde muy joven ayudó a su padre en las operaciones comerciales que este emprendió por la región (Calatayud, 1988). Viajó a España con su progenitor cuando contaba veintiún años para comerciar con cacao y, tras haber intentado regresar a su tierra sin éxito (con su padre primero y a la muerte de este, en solitario), se asentó en París en 1745, donde formó su fabuloso gabinete gracias a la fortuna acumulada y a la herencia paterna. Dávila se relacionó con prestigiosas personalidades de toda Europa, a muchas de las cuales le unió una estrecha amistad. Entre ellas figuraron los botánicos Michel Adanson y Bernard de Jussieu, el anatomista L. J. M. Daubenton, el geólogo Jean André Deluc, el conquiliólogo D. D Argenville, el mineralogista Ignaz, barón de Born —director del Gabinete de Historia Natural de la emperatriz María Teresa de Austria—, Romé de L isle (pionero de la cristalografía), el médico Ribeiro Sanches, el conde A. C. de Caylus y el abate J. J. Barthélemy. En ese tiempo mantuvo contacto con ilustrados españoles como Manuel de Junco y Pimentel, el padre Flórez, destacados miembros de la Sociedad Bascongada, Pablo de Olavide y el conde de Saceda (Sánchez Almazán, 2012; 2013). Tras la publicación de su catálogo, Dávila fue nombrado miembro de prestigiosas sociedades científicas: la Academia Imperial de Ciencias de San Petersburgo y la de Berlín (ambas en 1767), la Sociedad Bascongada de Amigos del País (1768) y la Real Academia de la Historia (1771). Este reconocimiento prosiguió con Dávila ya como director del Real Gabinete. En 1776 fue recibido como miembro correspondiente por la Royal Society: entre los firmantes del repositorio estaban G. L. Leclerc, conde de Buffon, J. Banks y D. Solander. En 1785, meses antes de su muerte, se le comunicaba el nombramiento por parte de la Academia de Anticuarios de Cassel (figura 6.3) (Villena et al., 2009). 50

Figura 6.2. Lámina de pez fósil. Colección Franco Dávila. Fondo Especial Colección Iconográfica. acn100a/004/00475. Fotografía: Archivo del MNCN.

Figura 6.3. Documento de nombramiento de Dávila como miembro de la Academia de Anticuarios de Cassel. acn0082/884. Fotografía: Archivo del MNCN. 51

El transporte del gabinete de Dávila a Madrid se hizo en cuatro viajes, uno por tierra y tres por mar, y en él se trasladaron 250 cajones que quedaron depositados en el Palacio del Buen Retiro mientras se acometían las obras de acondicionamiento del Real Gabinete en el Palacio de Goyeneche de la calle de Alcalá, donde iba a compartir sede con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Dos años duraron las obras, de 1773 a 1775. Bajo un mismo techo se unían así naturaleza y arte para servir a la utilidad pública, como reza la inscripción de la fachada, según un programa universalista muy propio de la Ilustración: carolvs iii rex naturam et artem sub uno tecto in publicam vtilitatem consociavit anno mdcclxxiv La ordenación de las salas siguió las directrices dadas por Dávila en la nómina que a tal efecto elaboró el 14 de marzo de 1773, y en una serie de listas y borradores con ella relacionados que se fueron adaptando al espacio disponible según se realizaban las obras. Se dispusieron tres salas para el reino animal, otras tantas para minerales y dos de vegetales. El gabinete se completaba con una galería para máquinas, modelos e instrumentos matemáticos y otra para biblioteca, estampas, grabados, etc. Dávila reservó en su planificación espacio para laboratorios donde preparar las piezas, practicar disecciones o cortar piedras, y salas para ejemplares duplicados, que pudieran intercambiarse con otros museos. Se dio orden de que pasara a la institución recién creada cuanto hubiese de aprovechable en establecimientos ya existentes, como la Real Casa de la Geografía o el gabinete del conde de Saceda. Años después, al morir el infante don Luis, hermano de Carlos III, también se adquirieron diversas piezas de su gabinete. El 4 de noviembre de 1776 el gabinete abrió sus puertas al público, tras instalar en sus salas el llamado Tesoro del Delfín (regalo dinástico a Felipe V de su padre el Gran Delfín de Francia), un conjunto de 130 piezas talladas en cristal de roca, jade, jaspe, etc., con remates en oro e incrustaciones de gemas. Esta colección, prueba de la importancia que Carlos III daba al Real Gabinete, pasó al recién creado Museo del Prado en 1839. El éxito fue tal que Dávila escribía en una carta a Grimaldi el 21 de noviembre de 1776: «[…] ayer fue el concurso por la mañana de mil y quinientas personas y muchas más por la tarde […]». En 1777 se realizaron los nombramientos de las personas que iban a compartir con Dávila la máxima responsabilidad en los asuntos del Real Gabinete. Como vicedirector fue elegido Eugenio Izquierdo, protegido de Dávila en sus años juveniles de pensionado en París. Personaje de gran talento, Izquierdo apenas se dedicó al Real Gabinete, ni en vida de Dávila ni tras la muerte de este, cuando pasó a ser el director nominal, pues se lo impidieron las múltiples tareas que le fueron encargadas por Godoy, del que fue hombre de confianza. Estas fueron tanto de tipo técnico, como la inspección de varias Reales Fábricas, como diplomáticas —enviado plenipotenciario ante Napoleón en la firma del tratado de Fontainebleau— y también de espionaje. Como formador de índices, con funciones de secretario y de bibliotecario, se escogió a José Clavijo y Fajardo, que sería el principal apoyo de Dávila. Era Clavijo un ilustrado muy conocido, que había sido director del semanario El Pensador y de los teatros de los Reales Sitios. La ruptura de su compromiso con la hermana de Beaumarchais le hizo caer en desgracia durante un tiempo y le valió una notoriedad que quedó reflejada en una de las obras de juventud de Goethe, el drama Clavijo. No poseía conocimientos de historia natural, pero realizó una notable labor como traductor de la obra de Buffon creando un vocabulario zooló52

gico en español que no existía. Tras la muerte de Dávila, él fue el verdadero director del Real Gabinete, dadas las ausencias reiteradas de Izquierdo. También en 1777 se nombró como pintor y disecador a Juan Bautista Bru, personaje controvertido al que Dávila acusó por incumplir con sus obligaciones de forma reiterada. Dávila y Clavijo concebían el Real Gabinete como escuela para divulgar la historia natural y centro desde el que contribuir al adelanto de la ciencia en España. Para ello era preciso adquirir los ejemplares más representativos de las diferentes series, sobre todo aquellos que fueran reflejo de lo más notable que la naturaleza ofrecía en los dominios españoles. Una Real Orden de 1776, conocida abreviadamente como la «Instrucción», mandaba a todas las autoridades del Imperio, desde virreyes a intendentes, remitir al gabinete cuantas «producciones naturales» de interés se encontraran en sus territorios (Lemoine, 1961; Sánchez Almazán et al., 2012; Ruud, 2012). Fue este un importante documento, cuyo borrador redactó Dávila (figura 6.4), que expresaba el compromiso de la Corona con el avance de la historia natural y el esfuerzo por transmitir la importancia que este tenía a todas las instancias de la Administración. Aunque la orden propició algunos envíos notables, sus resultados no fueron todo lo satisfactorios que cabía esperar, pues se remitieron también piezas que o bien no tenían verdadero interés científico o llegaban en mal estado, pese a las instrucciones que en el documento Dávila había elaborado para su preparación. Los envíos se acumularon en el Real Gabinete sin abrir, pues el trabajo desbordaba la capacidad de Dávila y de Clavijo, que contaban en esas fechas sesenta y cinco y cincuenta años, respectivamente, edades respetables para la época. Asimismo se buscó la colaboración de diversos corresponsales para hacer prospecciones por toda la Península. Entre estos últimos estuvieron Francisco Javier Molina, que trajo en 1792 desde Conil (Cádiz) excelentes ejemplares de azufre cristalizado, el irlandés William Bowles o Fernando López de Cárdenas, párroco de Montoro (Barreiro, 1992). Especial mención merece el mallorquín Cristóbal Vilella, que durante veinte años envió numerosas «producciones marinas» al Real Gabinete, acompañadas de unas «Notas históricas» donde explicaba las características y costumbres de los animales remitidos. Vilella fue un excelente pintor de naturaleza. Algunos de sus cuadros se encuentran en la Real Academia de Bellas Artes y en ellos aparecen organismos marinos hasta entonces poco o nada representados, como erizos de mar u ofiuras. Otra pieza que llegó tempranamente al gabinete fue el meteorito caído en Sena (o Villanueva de Sigena), en Huesca, en 1773. Los múltiples contactos establecidos por Dávila mientras vivió en París con personalidades e instituciones científicas de toda Europa fueron muy útiles para facilitar los intercambios de piezas, que llegaron al Real Gabinete desde los lugares más apartados. El Gabinete de Curiosidades del rey de Dinamarca (a través de Laurent Spengler), el Gabinete Imperial de Viena (con el barón de Born), o la Royal Society fueron algunas de las instituciones que enviaron ejemplares al Gabinete de Madrid (Sánchez Almazán et al., 2012). Junto a especímenes de historia natural, el Real Gabinete adquirió objetos de arte y manufacturas asiáticas, en particular las llamadas «chinerías» de las que Dávila era un gran conocedor, a través de la ruta del galeón de Manila (Sagaste, 2016). Otra fuente de piezas singulares procedió de los envíos del propio Carlos III, gran protector de la institución, que iba mandando toda clase de animales que le habían sido regalados cuando morían. Así ocurrió con el elefante asiático que llegó a España en 1773. Tras morir en 1777, el rey ordenó que se disecase para su exposición en el gabinete, labor de la que se encargó Bru, que preparó separadamente la piel y el esqueleto (Mazo, 2008). Otro animal muy celebrado fue el oso hormiguero que llegó desde el virreinato de La 53

Figura 6.4. Instrucción de 1776. acn0059/276. Fotografía: Archivo del MNCN. 54

Figura 6.5. Megaterio. Fondo Especial Colección Iconográfica. acn110b/004/0564.2. Fotografía: Archivo del MNCN.

Plata en 1776. Muerto en 1777, se envió al gabinete y el rey mandó hacer un cuadro de él, realizado en el taller de Mengs (Mazo, 2006). También llegaron de parte del rey diversos objetos de arte (además del Tesoro del Delfín), como los veinticuatro cuadros de la conquista de México, conocidos como «enconchados» por sus adornos de conchas. Dávila y Clavijo trabajaron de forma incansable en el Real Gabinete, pero las dificultades pronto se multiplicaron por la escasez de personal y de espacio, y debido al deterioro de las salas por la gran afluencia de visitantes, que produjo el desgaste de las baldosas y la necesidad de acometer obras de reparación. Los envíos no cesaban de llegar y apenas había espacio para desembalarlos ni tiempo para ocuparse de examinarlos y prepararlos para su exhibición. En 1777 Grimaldi fue sustituido como secretario de Estado por el conde de Floridablanca. Una de las primeras medidas adoptadas por este fue ordenar la elaboración de inventarios detallados de lo que el Real Gabinete contenía e iba recibiendo. La respuesta dada tanto por Dávila como por Clavijo alegando motivos de salud para no cumplir con la disposición contrarió a Floridablanca y le llevó a cuestionar el trabajo de ambos. En 1780 fue llamado Vicente Ferrer de Gorraiz como «Historiógrafo» para realizar la tarea encomendada por Floridablanca. El carácter altivo del recién llegado y su falta de conocimientos en historia natural le llevaron a enfrentarse con Dávila y a despertar los recelos de Clavijo. Finalmente, Dávila recobró la confianza de Floridablanca, y Ferrer, aunque siguió en el Museo, quedó relegado a un papel secundario (Villena et al., 2009). Floridablanca mostró siempre un gran interés por el Real Gabinete, al que intentó dotar con todos los medios posibles. Dávila vio multiplicarse sus ocupaciones en los últimos años de su vida. A sus tareas como director se sumaron otras, como la evaluación de libros científicos para su posible publicación o la revisión de las obras del padre Sarmiento tras la muerte de este. También hubo de elaborar una «Nómina» para el arquitecto Juan de Villanueva en 1785 sobre la distribución idónea de salas en el edificio proyectado en el Paseo del Prado para servir de nueva sede del Real Gabinete, dadas las estrecheces padecidas en la calle de Alcalá. Este edificio cambiaría su destino en el reinado de Fernando VII y pasaría a convertirse en el Museo del Prado. Ese mismo año Dávila catalogó gran parte de la recién adquirida colección Van Berkheij, que comprendía varios millares de láminas, la mayoría de historia natural. Entre 1784 y 1786 apareció la Colección de láminas que representan 55

los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid…, de Bru, en dos tomos, que fue la primera publicación del gabinete. Tras la muerte de Dávila, la dirección efectiva del Real Gabinete recayó en Clavijo (pese a ser el vicedirector) hasta que fue apartado de su puesto en 1802 a raíz de un duro enfrentamiento con Izquierdo (Villena et al., 2009). Clavijo desplegó una intensa actividad apoyando expediciones científicas —la de Malaspina (1789-1795), la de los hermanos Heuland (1795-1800) y el viaje de Humboldt (1800-1805)—, impulsando la creación de la Real Escuela de Mineralogía —que empezó a funcionar en 1800, con el alemán Christian Herrgen al frente— y la publicación, entre 1799 y 1804, de los Anales de Historia Natural. En 1789 se recibieron envíos notables, como las «producciones marinas» reunidas en Cuba por Antonio Parra (peces, decápodos y esponjas sobre todo) (Parra, 1787), y los huesos del megaterio gigante hallados en Río Luján (Argentina), montados por Bru y estudiados por Joseph Garriga, lo que sirvió para que Cuvier hiciera años después su descripción científica, la primera de un vertebrado fósil (figura 6.5). También ingresaron valiosos restos arqueológicos americanos, como los de las excavaciones de Antonio del Río en Palenque o los de la cultura chimú de la expedición de Ruiz y Pavón, hoy en el Museo de América. Entre 1791 y 1795 se publicó el Diccionario Histórico de los Artes de la Pesca Nacional, de Antonio Sáñez Reguart. Los años finales del Real Gabinete estuvieron marcados por la Guerra de la Independencia, la dirección de José Mariano Mociño (un reconocido afrancesado) y el proyecto de reforma de la institución, que pretendía unir el gabinete con el Real Jardín Botánico y las escuelas de Mineralogía y Química, proyecto abandonado ante la convulsa situación existente. En noviembre de 1813, al salir definitivamente los franceses de Madrid, estos se llevaron consigo decenas de objetos valiosos del Real Gabinete, con la complicidad del disecador francés Pascual Moineau, que trabajaba en el Museo desde 1809. Derrotado Napoleón, el Gobierno español reclamó la devolución de esas piezas, la mayoría de las cuales se devolvieron, muchas con desperfectos (Barreiro, 1992). En esos años difíciles destacó la labor del bibliotecario Manuel Cástor González, ligado al gabinete desde 1787, gracias al cual se conservaron muchos documentos del archivo y valiosos libros que, sin su actuación, se hubieran perdido (Villena et al., 2009). Del Real Gabinete de Historia Natural subsisten en el actual MNCN millares de piezas de las colecciones: minerales de la expedición Heuland y de Humboldt, fósiles como el megaterio gigante, bezoares de Dávila, moluscos, corales, las esponjas, decápodos y peces de Parra, el elefante asiático, etc. Junto a ellas hay un legado documental e iconográfico (conservado en el Archivo), decenas de valiosos libros (custodiados en los Fondos Especiales de la Biblioteca), mobiliario (la librería de Floridablanca, el reloj de Salvador López, la mesa de Manila de Dávila, las cinco mesas de piedras duras), cuadros como el del oso hormiguero y el llamado «cuadro del Perú» e instrumentos científicos como los dos microscopios del siglo xviii (Velasco, 2006; González Alcalde, 2010d, 2011; Del Pino et al., 2014).

El Museo de Ciencias Naturales en el siglo xix (1816-1900) Rafael Araujo Durante el siglo xix y tras la Guerra de la Independencia, España se mantiene en estado permanente de conmoción por diferentes acontecimientos políticos: el precario estado del Tesoro público, las asonadas militares, las guerras carlistas, el destronamiento de Isabel II, la sucesión de Gobiernos, la proclamación de la Primera República, la restauración 56

monárquica y la pérdida de las colonias. El Museo, como principal centro de investigación y enseñanza de historia natural en España también se resiente, de forma que entre 1808 y 1814 cierra sus puertas; quedan como custodios su director y bibliotecario Manuel Cástor González, que sucede a la breve dirección de José Mariano Mociño, y cuatro personas más (Barreiro, 1992). Otro personal del Museo toma las armas o, como el ya mencionado Moineau, personaje «ambicioso, intrigante y perturbador» (HernándezPacheco, 1944), nombrado por Clavijo para sustituir al disecador del Real Gabinete Juan Bautista Bru, desaparece con el ejército francés. En 1814 se nombra disecador a Manuel Duchen en vez de a Moineau, aunque este siniestro personaje vuelve a Madrid y en 1825 solicita, con el voto en contra de la Junta Directiva del Museo, la plaza de jefe de laboratorio de Zoología. Al insistir Moineau en solicitar pensiones al rey Fernando VII, y otra vez con el voto en contra de la Junta, se le nombra, por disposición real, director de la nueva Escuela de Taxidermia. En 1815 se cambia el nombre de Real Gabinete por el de Real Museo de Ciencias Naturales, se redacta un reglamento y se funden el Gabinete de Historia Natural, el Jardín Botánico, el Museo del Laboratorio de Química y el Estudio de Mineralogía, además del Observatorio Astronómico, que se añadirá el año siguiente. Al frente del Museo estaba el protector (que era el ministro de Estado), un viceprotector (el director del establecimiento), cinco profesores, cinco viceprofesores y cuatro conservadores. Poco después se crea una Junta de Protección para desempeñar las labores del viceprotector. Donato García, que había sido discípulo predilecto del geólogo Christian Herrgen, fue profesor de Mineralogía del Museo desde 1817 y gracias a él comienza un importante aumento de las colecciones geológicas del Museo, que pasa a ser el centro con la mayor colección de minerales de Europa. Como jefe de la Junta de Profesores dependiente de la Junta de Protección del Museo, Donato García solicita en 1822 al director de Estudios del Reino un gasto extraordinario para el estudio de la geología de la Península. También dedica sus esfuerzos al intercambio de colecciones y duplicados de geología con otros centros y universidades, lo que más tarde se hizo igualmente con otras colecciones, e interviene en el estudio del abastecimiento de aguas a Madrid. Donato García muere en 1855. La disciplina zoológica la lidera, gracias a su Cátedra de Anatomía Comparada, Tomás Villanova, discípulo de su padre Tomás Villanova y Muñoz Ponzano y del ilustre Cavanilles, que fue profesor del Museo entre los años 1814 y 1837. Este zoólogo estudió y tradujo a Linneo y escribió, durante veinte años de trabajo, una enorme obra inédita denominada Ornitología, para la que estableció contacto con los más ilustres naturalistas europeos y visitó importantes centros de investigación extranjeros. Su hijo, Eduardo Villanova, colaboró con él y fue a partir de 1833 conservador del Museo trabajando con reptiles, pero murió joven ese mismo año en uno de los primeros episodios de la Primera Guerra Carlista. En 1821 se disuelve la Junta de Protección del Gabinete, presidida primero por el marqués de Santa Cruz y después por el marqués de Cerralbo, y se sustituye por la Dirección General de Estudios de reciente creación, aunque en 1824, debido al desamparo del Museo, vuelve a restablecerse la Junta. En el año 1823, en una de las innumerables crisis económicas del país, llegaron a deberse al personal del Museo diecisiete mensualidades. Entre las colecciones que entran al Museo y al Jardín Botánico esos años destacan, además de los animales procedentes de la Casa y Jardín del Rey, los que trajo de Fontainebleau Fernando VII, y los trabajos y dibujos de Antonio Pineda, naturalista de la expedición de Malaspina (1789-1794). Para conocer la historia de las colecciones del Museo es interesante leer el pequeño libro de Juan Mieg (1818), conocido en Madrid como el Tío Lechuzo, titulado Paseo por el Gabinete de Historia Natural de Madrid. Otros libros pos57

teriores sobre el mismo tema los escribirán José María Solano y Eulate (1871), profesor de Geología y Estratigrafía que rechazará el nombramiento de director del Museo en 1897, y José Gogorza (1891), que será profesor de Organografía y Fisiología animal. Con respecto a otras publicaciones científicas de historia natural, si exceptuamos las de la Sociedad Española de Historia Natural (SEHN), el Museo no edita ninguna revista hasta que en 1915 aparecen los Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales. En 1832 se somete el Museo, por Real Orden, al Ministerio de Fomento General del Reino, privando de nuevo a la Junta de su independencia y autonomía. En 1845 el Museo depende de la Facultad de Filosofía de la Universidad, pero en 1851, tras otra reforma, pasa a depender del Ministerio de Comercio, Industria y Obras Públicas. Cuando con el ministro Moyano se hace la Reforma de la Enseñanza en 1857, el centro vuelve a depender de la Universidad. Todavía formaba unidad administrativa con el Botánico, donde existía además un parque zoológico. En 1867, tras una serie de denuncias de carácter administrativo sobre el funcionamiento del Museo, Jardín Botánico y Parque Zoológico, se nombró a un comisario regio que separó el Museo del Botánico y abogó por la independización del Museo de la Universidad, aunque colaborase con ella en la enseñanza de las Ciencias Naturales. Como se verá al hablar del traslado del Museo, este, a lo largo de su historia no solo ha sufrido cambios de edificio, sino que las sucesivas mudanzas administrativas también han complicado su funcionamiento. Quizá el nombre más famoso entre los naturalistas del siglo xix ligados al Museo fue Mariano de la Paz Graells (figura 6.6), profesor entusiasta, dinámico y con numerosos cargos oficiales al que protegió el botánico Lagasca (Aragón, 2006). En 1837, tras llegar de Barcelona, solicita la cátedra de Zoología en el Museo tras el fallecimiento de Villanova. Se presentó ante la Junta Gubernativa del Museo con una Real Orden donde se le nombraba catedrático interino de Zoología, orden que los demás catedráticos acep58

Figura 6.6. Fotografía de Mariano de la Paz Graells rodeado de sus alumnos en 1893 (acn004/003/09246). De izquierda a derecha: Eduardo Hernández-Pacheco, Rafael Blanco y Juste, Antonio Martínez Fernández del Castillo, Jesús Fernández, José López de Zuazo, Federico Aragón Escacena, Roque Fernández (bedel), José Fuset Trubiá, Francisco de las Barras de Aragón, José Huidobro Hernández y Manuel Carbó Doménech (Agenjo, 1943). Fotografía: Archivo del MNCN.

Figura 6.7. Participantes del viaje al Pacífico. acn003/075/389. Fotografía: Archivo del MNCN.

Figura 6.8. Retrato de Lucas Tornos. acn008/001/15730. Fotografía: Archivo del MNCN.

taron hasta que finalmente le conmutaron su antigua plaza de Barcelona por la de Madrid (Barreiro, 1992). Ya en esos años comenzó su labor de formación de naturalistas en el extranjero (Aragón, 2011), lo que a principios del siglo xx se hizo común en tiempos de la Junta de Ampliación de Estudios. En 1845, tras otra modificación del régimen del Museo, Graells es nombrado jefe local del Gabinete, similar al director pero supeditado a las autoridades universitarias. En 1851 se le nombra director, cargo que ejerce hasta 1868. Organiza expediciones como la Comisión Científica del Pacífico (figura 6.7) (PuigSamper, 1988) y los viajes del paleontólogo Juan Vilanova y Piera, y contribuye al aumento de las colecciones generales del Museo, así como al suministro de duplicados a universidades e institutos (Barreiro, 1992). Era la época de la publicación de los Elementos de Geología de Lyell y de los libros de Darwin sobre selección natural. Graells también influye en el estudio que hizo Florencio Janer, arqueólogo ayudante del Museo, sobre las colecciones etnológicas de América, trabajo inédito y desconocido hasta 1944 (Hernández-Pacheco, 1944: 70) pero que hoy puede consultarse en diferentes archivos. Todas estas piezas etnológicas que salieron del Museo de Ciencias en 1867 se enviaron al recién creado Museo Arqueológico y más tarde al Museo de América. También es Graells quien gestiona las estatuas de los botánicos Quer, Cavanilles, Lagasca y Rojas Clemente del Jardín Botánico. En 1849 describe una bonita mariposa nocturna de los montes cercanos a Madrid que dedica a la reina Isabel II con el nombre de Saturnia isabellae. Murió en 1898 y, aunque sin ser un investigador de primera fila, sí fue un destacado naturalista al que la ciencia española debe mucho (Izquierdo y Martín, 2009). Otro personaje importante en la historia del Museo es Lucas Tornos (figura 6.8). Como Graells, solicitó que le diesen en propiedad la Cátedra de Invertebrados de la Facultad de Ciencias en 1843 con la negativa de la Junta Directiva del Museo, que insistió en que las cátedras se proveyeran por oposición. Lucas Tornos trabajó también para me59

jorar la ciudad de Madrid como ingeniero agrónomo; proyectó el Paseo de la Castellana y publicó algunos libros sobre diferentes disciplinas científicas, dejando inédita, en palabras de Hernández-Pacheco (1944), una obra monumental sobre la malacología mundial. En 1868, tras un informe del comisario regio Méndez Álvaro, se sustituye a Graells como director del Museo y se nombra a Miguel Colmeiro director del Real Jardín Botánico, a Laureano Pérez Arcas como director del Jardín Zoológico (aunque en realidad siguió dirigido por el comisario regio) y a Lucas Tornos como director local del Museo con dependencia del rector de la Universidad Central y el asesoramiento de una Junta de Profesores (Barreiro, 1992). Los tres eran discípulos de Graells. Durante esos años volvieron épocas de privaciones, como los siete meses sin consignaciones económicas en el Museo, pero en 1871, siendo Lucas Tornos director, se hace la primera reunión para crear la Sociedad Española de Historia Natural (SEHN), muy ligada al Museo, que nombrará a Miguel Colmeiro presidente, a Bernardo Zapater vicepresidente, a Serafín Uhagón tesorero, a Joaquín González Hidalgo secretario y a Ignacio Bolívar vicesecretario. En 1872 y coincidiendo con la entrada de estos y otros investigadores como Martínez, Solano y Quiroga, el Museo vuelve a abrir sus puertas durante todo el día, y se reanudan las expediciones y estancias de formación en el extranjero. En 1873 Solano localiza 313 cajones en los sótanos del Museo con más de 15.000 ejemplares de rocas y minerales recogidos por Carlos Gimbernat en los Alpes, los hermanos Heuland en Chile y Humboldt en Ecuador, y en 1880 llega al Museo el cuadro de la Historia del Perú por gestión de Marcos Jiménez de la Espada. Lucas Tornos muere en 1882 y su colección malacológica, de discutible calidad (Araujo y Tellado, 2018), la adquiere el Museo en 1883 (Barreiro, 1992). 60

Figura 6.9. Orla con los profesores de Ciencias Naturales de la Universidad Central en el curso 1904-1905. acn008/001/15728. Fotografía: Archivo del MNCN.

Tras la muerte de Tornos el Gobierno designa como director al geólogo Miguel Maisterra, que había sido alumno de Donato García. Era persona ya entrada en años, conservadora, enemiga de los gastos y alejada de lo que podemos llamar progresos, por lo que Hernández-Pacheco (1944) titula el capítulo que le dedica como «Maisterra, o el estatismo». Durante su dirección se hace miembro de la SEHN e incluso cede un local del Museo para que esta sociedad establezca su sede social; también se adquiere por donación la gran colección de coleópteros de Pérez Arcas. La acción investigadora de los miembros de la SEHN fue la que sacó adelante las ciencias naturales al final del siglo xix, colaborando con laboratorios extranjeros y nacionales y organizando expediciones, así como actuando como maestros de los naturalistas de principio del siglo xx. Entre ellos, nombres tan ilustres como Joaquín González Hidalgo, Laureano Pérez Arcas, Francisco de Paula Martínez y Sáez, Ignacio Bolívar, Eduardo Boscá entre los zoólogos, y José Macpherson, Salvador Calderón, José Solano y Eulate, Francisco Quiroga, Jaime Almera y Lucas Mallada entre los geólogos (figura 6.9). En 1886 se establece la Estación de Biología Marina de Santander con Augusto González de Linares y José Rioja y Martín, y en 1891 se crea la Cátedra de Antropología con Manuel Antón, más tarde director del Museo de Antropología. En 1895, por Real Orden, el ministro de Fomento Alberto Bosch y Fuster ordena el traslado del Museo desde su sede original en la calle de Alcalá a una nueva sede en el Palacio de Bibliotecas y Museos Nacionales del Paseo de Recoletos, donde no hubo ni tiempo ni dinero para instalar su contenido. El motivo del traslado partió del ministro de Hacienda Juan Navarro Reverter, que necesitaba ampliar las oficinas de su departamento en la calle de Alcalá, pero se hizo con el falso propósito de dotar al Museo con un local más amplio y ventajoso. El presidente del Gobierno era Antonio Cánovas del Castillo (Hidalgo, 1897). No sirvieron las cartas ni las visitas de los profesores a los ministerios ni las gestiones de la SEHN, a las que el ministro de Fomento contestó que el traslado se había decidido con el parecer de diferentes profesores del Museo como Colmeiro y Maisterra. Para adecuar los fondos del Museo, tanto la Biblioteca como el Museo Arqueológico, e incluso el Museo del Dr. Velasco en la calle Alfonso XII, cedieron algunas de sus salas. Según Cazurro (1921), que fue profesor del Museo: «Los bajos de la calle de Villanueva, en gran parte a un nivel inferior al piso de la calle, y por esta razón obscuros, húmedos, inadecuados para salas de exposición, desprovistos de alumbrado y sin ningún local para laboratorios ni otras dependencias. Algunas salas solo recibían la luz por un techo de cristales, que era el suelo de otro departamento del piso superior, el que como en cambio recibía demasiada luz, le protegían a veces con toldos, quedando entonces las salas del museo casi a obscuras». Esta patética mudanza puede también documentarse en Barreiro (1992), en cuya página 295 dice: «Destrozado en su mayor parte el armariaje que contenía las colecciones en la calle de Alcalá, estas hubieron de depositarse, sin orden ninguno, en el suelo del nuevo local». Para muchos naturalistas en 1895 el Museo había fallecido. En 1897 muere Miguel Maisterra y se nombra a Tomás Andrés y Andrés Montalvo como director. Entre 1898 y 1900 ingresaron en el Museo parte de las colecciones de Graells, así como diversas bibliotecas, y se compró una importante colección zoológica de Manuel Martínez de la Escalera. En 1900, siendo director Joaquín González Hidalgo y ministro Antonio García Alix, se estableció un nuevo reglamento del Museo para sustituir al de 1868. Según él, aunque se le declaraba anejo a la Facultad de Ciencias de la Universidad, estaba regido por una Junta de Profesores encargados de las colecciones y presidido por el director. Entonces, un suceso imprevisto, el nombramiento de Ignacio Bolívar como director del Museo, inauguró una nueva etapa de actividad y progreso que no se conocía desde el final del siglo xviii (Barreiro, 1992; Gomis, 2007; Pelayo, 2007). 61

Época de Ignacio Bolívar (1901-1939) Alfonso Navas Comienza el siglo xx con la dirección ocasional de Tomás Andrés y Andrés Montalvo hasta que el 3 de julio de 1900 es nombrado Joaquín González Hidalgo, que toma posesión actuando de testigos un comisario regio y seis catedráticos de Universidad, entre ellos Ignacio Bolívar y Urrutia (Barreiro, 1992). No es posible entender el Museo sin remitirnos a la figura científica de Ignacio Bolívar y Urrutia, quien es nombrado director del Museo el 2 de julio de 1901. Su nombramiento coincidió con la reforma educativa de ese año, según la cual se daba a la institución un nuevo impulso, aunque dependiente de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Se le conferían funciones de investigación y enseñanza y se organizaba en dos secciones (Geología y Zoología); además se establecía que el Jardín Botánico (JB) dependía del ahora denominado Museo de Ciencias Naturales (con lo cual Ignacio Bolívar era también director del JB). El 24 de mayo de 1902 se abrieron al público las salas expositivas en la sede que tenía en el Palacio de Biblioteca y Museos (actualmente Museo Arqueológico Nacional —MAN— y Biblioteca Nacional), y en 1903 el JB se instituyó como organismo independiente (aunque de 1921 a 1930 Bolívar volvió a ser director del JB). Sin embargo, en esa ubicación no había infraestructura adecuada para cumplir el cometido asignado en la reforma educativa, razón hábilmente argumentada por Bolívar ante la administración del Rey Alfonso XIII (siendo ministro Amalio Jimeno) para que en el proceso de constitución de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) se le concediera en 1907 al Museo una nueva ubicación en el Palacio de Exposiciones de las Artes y la Industria del Paseo de la Castellana (Altos del Hipódromo). El traslado duró tres años y lo más destacado durante este período fue la entrega a otras instituciones (Jardín, MAN y Museo Etnográfico) de los fondos que desde el año 1883 tenía nuestro Museo del Museo de Ultramar, el cual fue suprimido por el Gobierno en 1908. Como curiosidad cabe decir que, quizá a modo de símbolo, se cuenta que Ignacio Bolívar plantó con sus propias manos el Ginkgo biloba que hoy se yergue perfectamente sano en el jardín del Museo. Aunque la JAE se fundó el 11 de enero de 1907 (Gaceta de Madrid, 15 de enero de 1907), en la práctica como una comisión evaluadora de candidatos a ser becados (pensionados) en el extranjero, su estructura científica se basó en el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (Real Decreto de 27 de mayo de 1910) que agrupaba, entre otros, el MNCN y el Museo de Antropología, el cual se funda con la sección de Antropología del MNCN según dicho decreto de 27 de mayo de 1910. En las dependencias del Museo en su nueva localización se instala provisionalmente el Laboratorio de Investigaciones Físicas,1 dependiente de Blas Cabrera y que recibió la visita en 1923 de Albert Einstein. La decidida actuación de la JAE paró el intento que la Universidad Central hizo en 1912, a través de una «comisión de la carrera de ciencias», de retomar el control del Museo. Ayudó mucho en eso el hecho de que en 1913 pasó a llamarse Museo Nacional. Gracias a la colaboración entre Odón de Buen e Ignacio Bolívar quedan dependientes del Museo la Estación de Biología Marina de Santander (1886) en 1901, el Laboratorio BiológicoMarino de Baleares (Porto Pi) en 1906 y una tercera «estación marina» constituida en Málaga en 1912. Estas tres «estaciones» se integrarán posteriormente en el Instituto Espa1

Este laboratorio ocupaba la galería situada a la derecha de la puerta de entrada de la zona de Zoología del Museo. Cuando el laboratorio de Cabrera se trasladó al Edificio Rockefeller (actual Instituto Rocasolano), el espacio fue ocupado por servicios del Museo y en la década de los sesenta del siglo pasado (declive absoluto y abandono del Museo) fue «usurpado» por la ETS de Ingenieros Industriales, que tapiaron la puerta que estaba donde ahora se sitúan las taquillas del mncn.

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ñol de Oceanografía (IEO) a partir de 1914 (Casado de Otaola, 1996). El 31 de marzo de 1914 se presenta a la consideración de la Real Sociedad de Historia Natural un informe sobre los perjuicios que traerá a la Estación de Santander sacarla de la dependencia del Museo y de la JAE, lo que da una idea del efecto devastador que tuvo la fundación del IEO sobre muchos de los científicos de las ciencias naturales de la época. Estos avatares administrativos y la fundación del IEO, parece que sin conocimiento de Ignacio Bolívar, originaron una irreconciliable enemistad entre este y Odón de Buen. Posteriormente Pedro de Novo, director del Museo en 1939, elabora un proyecto de reorganización del mismo, para lo cual considera necesaria la reincorporación del IEO (Navas, 2008). De estos años son la incorporación al Museo en 1911 de Luis Benedito (pensionado en Alemania para aprender la moderna taxidermia), que tanta fama procuró a la institución, así como la donación que hizo Andrew Carnegie en 1913 de una réplica del Diplodocus carnegii encontrado en Wyoming en 1889 (la donación fue formalmente hecha a Alfonso XIII, quien la depositó en el Museo) (Barreiro, 1992). Ese año de 1911 fue clave para el impulso científico del Museo, pues se incorpora al mismo, como conservador interino, Antonio de Zulueta y Escolano (hermano de quien llegaría a ser primer ministro de Estado de la Segunda República y cuñado de Julián Besteiro, presidente del PSOE y de las Cortes Constituyentes de la Segunda República). Zulueta crea a partir de 1913 en el Museo su «laboratorio de Biología», que forma parte del resto de laboratorios que estaban sitos en la Residencia de Estudiantes; todos en su conjunto reciben el nombre de «Asociación de Laboratorios». En 1914, Zulueta da clases de Citología y Embriología dentro de un «curso de Biología» anual que ofrecía el Museo (desde 1911 hasta 1936) a los alumnos interesados en pedir becas (pensionados) a la JAE para salir al extranjero (Pinar, 2003). A través de Zulueta como iniciador y de sus discípulos José Fernández Nonídez y Fernando Galán, se impulsa la genética en España. Tanto Zulueta como Nonídez empezaron como entomólogos bajo la supervisión de Ignacio Bolívar. En 1917 Nonídez fue pensionado por la JAE para trabajar en Columbia con T. H. Morgan y aprendió los métodos de lo que hoy es considerado «genética clásica». A su regreso a España en 1920 ofreció un curso en el Museo que finalmente fue publicado en 1922 como libro (Nonídez, 1935) y que supuso una gran contribución de nuestra institución al desarrollo de la genética en España. Después de esta publicación, Nonídez centró su atención en la histología y regresó a Estados Unidos, de tal forma que Zulueta y Galán mantuvieron alto el pabellón de la biología experimental y la genética en el Museo hasta 1939. Su esfuerzo y desvelo merecieron una nota en Nature escrita por J. B. S. Haldane (Navas, 2008) (figura 6.10). En 1922 se inicia la colaboración en el control de plagas mediante una petición formal del Ministerio de Fomento para que el Museo ayude al «Servicio de Extinción de Plagas Forestales»; esta colaboración continuó extendida a plagas agrarias de insectos y nematodos hasta la actualidad a través del Ministerio de Agricultura. La colaboración entre el Museo y la Real Sociedad Española de Historia Natural era muy estrecha y ambas instituciones hicieron una propuesta al director general de Marruecos y Colonias (el borrador de la propuesta está fechado el 30 de diciembre de 1926) para realizar una expedición al territorio de Alhucemas (acn0281). En Barreiro (1992) no hay referencia a dicha expedición, por lo que cabe suponer que la propuesta no fue aceptada. Entre 1928 y 1929 tuvieron lugar hechos de gran trascendencia en la estructura de la ciencia en España, en los cuales el Museo tuvo singular importancia. El Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, que dota de realidad a la JAE, es reestructurado al crearse el Instituto Cajal, que agrupa el antiguo Laboratorio de Investigaciones Biológicas junto con el Laboratorio de Fisiología Cerebral. Posteriormente se separan los laboratorios de 63

Figura 6.10. Nota publicada en Nature por John Burdon Sanderson Haldane el 20 de febrero de 1937, referente a su visita al Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Investigaciones Físicas (Metrología, Electricidad, Espectrometría y Espectrografía, y Química-Física) para formar el Instituto Nacional de Física y Química. El resto de centros quedan englobados en el Instituto Nacional de Ciencias Naturales, con lo cual al advenimiento de la Segunda República están ya creadas tres estructuras científicas temáticas, en una de las cuales (Ciencias Naturales) el Museo tuvo enorme importancia, incluso desde el punto de vista logístico. Debido a esta nueva estructura se redactó un nuevo reglamento para incluir un Comité de Patronato común a los museos nacionales del Instituto Nacional de Ciencias Naturales (MNCN, JB y Antropológico). Por tanto, es en esta época donde podemos considerar que el Museo aparca definitivamente su concepción decimonónica definiendo una labor propia de la investigación científica, así como culturizante, que se incorpora a la corriente modernizadora de la biología y la geología. Con este fin participa en las exposiciones internacionales de Barcelona e Iberoamericana de Sevilla celebradas en 1929 y lleva a cabo la llamada «Exposición Retrospectiva de Historia Natural» que se celebró en el JB y que, impulsada por Ignacio Bolívar, la llevó a cabo 64

Figura 6.11. Oficio presentado al subsecretario donde se comunica que el 14 de marzo de 1933 se autorizó al ministro para presentar a las Cortes un proyecto de ley. Dicho documento y el borrador del decreto están en el Archivo del Museo en los expedientes referentes a Cándido Bolívar. Quizá siendo este subsecretario de Sanidad y Beneficencia (antes de mayo de 1936, en que fue nombrado secretario de la Casa Oficial del Presidente de la República), reclamó información sobre el tema de sacar a la ETS Ingenieros Industriales del edificio compartido con el Museo. acn0444/14. Archivo de Fotografía del MNCN.

una comisión integrada por el duque de Medinaceli, el padre Agustín Jesús Barreiro, Arturo Caballero, Antonio García Varela y el propio Ignacio Bolívar (acn0044). En 1804 se habían interrumpido las publicaciones científicas del Museo (Anales de Historia Natural) y se reinician en 1912. Desde esta fecha hasta 1939 se publican cerca de 150 monografías de la serie Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales en sus tres secciones (Geología, Zoología y Botánica). También se publican las Memorias de la Comisión de Investigaciones Geográficas, Geológicas y Prehistóricas (unos cincuenta volúmenes), continuación de las Memorias de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, fundada en 1924 bajo la dirección de Eduardo Hernández-Pacheco. Durante este período hasta 1939, se publicaron doce tomos de la revista entomológica EOS, así como las series de Zoología Genera mammalium y Fauna Ibérica. Por último, el Museo colaboró muy activamente con otras publicaciones, en especial las de la Sociedad Española de Historia Natural y la Sociedad de Antropología. Al inicio de la Segunda República española se planteó un proceso de traslado de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales para ampliar el Museo en el mismo edificio. Hay que señalar que dos importantes investigadores del Museo (José Royo Gómez y Cándido Bolívar) estaban muy próximos a Manuel Azaña y fueron militantes y diputados destacados de Izquierda Republicana. Cándido Bolívar fue, además, secretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1933, subsecretario de Sanidad y Beneficencia en 1936 y Secretario de la Casa Oficial del presidente de la República desde mayo de 1936. Esto pudo influir en la autorización, por parte de la Presidencia de la República, al ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes (14 de marzo de 1933) (acn0444/14) de publicar un decreto ley facultando a las escuelas de Ingenieros Industriales y de Montes para edificar sus respectivas sedes en la Ciudad Universitaria (figura 6.11). La Guerra Civil impidió ese propósito para la ETS de Ingenieros Industriales. En 1931 el capitán Francisco Iglesias Brage (1900-1973) propuso llevar a cabo una expedición al Amazonas descendiendo desde los Andes junto con los capitanes Rodrí65

guez y Nombela reeditando de otra manera el final de aquella famosa «Expedición del Pacífico». El Museo tendría una destacada participación y protagonismo en la misma, como se desprende de las cartas y memorias que se conservan en el Archivo del centro (acn0347/005). Por último, sería injusto no recordar que en 1935 tuvo lugar un evento muy importante para la Zoología, como fue el IV Congreso Internacional de Entomología. Fue organizado por Ignacio Bolívar (desde octubre de 1934 presidente de la JAE) y sus colaboradores y se celebró en Madrid del 6 al 12 de septiembre de 1935 en el auditorium de la JAE (hoy Iglesia del Espíritu Santo) y en los locales del Museo, cuya sesión inaugural abrió el presidente de la República don Niceto Alcalá Zamora (Gomis, 1988). Menos de un año después, estalla la Guerra Civil; parte del personal del Museo se traslada a Valencia y queda como personal destacado en Madrid su director, Antonio de Zulueta, y Fernando Galán, que continúan con gran actividad los experimentos de Phytodecta variabilis y Ecballium elaterium (a esto hace referencia precisamente la nota de Haldane apuntada más arriba). Las visitas del público son interrumpidas, pero se mantiene el resto de actividades prácticamente hasta el final de la guerra. Al día siguiente de la entrada de las tropas franquistas en Madrid (28 de marzo de 1939), Zulueta es cesado y suspendido de servicio junto con la mayoría del personal.

El Museo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1939-1986) Carolina Martín Albaladejo No fueron fáciles para el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) los años que transcurrieron después de la Guerra Civil. Y más que años tenemos que hablar de décadas, pues, desde 1939 a 1986, se suceden casi cincuenta años caracterizados, la mayor parte de ellos, por una falta de interés por el desarrollo de nuestra institución. Este desinterés hizo que el Museo perdiera su responsabilidad en la investigación de amplias áreas de las ciencias naturales, y sufriera un abandono que repercutió en su patrimonio científico e histórico y se extendió a su faceta como divulgador de la ciencia. En los dos últimos años de nuestro relato, como veremos, se comienza una renovación integral de la institución, tanto en investigación como en colecciones y exposiciones, transformación que posibilitó un período de regeneración del centro. 1939-1941: Pedro de Novo y Fernández Una vez finalizada la Guerra Civil, Antonio de Zulueta es depuesto de su cargo como director interino (septiembre de 1936 a abril de 1939), y lo ocupa a continuación como director provisional Eduardo Hernández-Pacheco (de abril a mayo de 1939) (acn0312/002). Un brevísimo espacio de tiempo tras el cual fue Pedro de Novo y Fernández, ingeniero de minas, el designado como director del centro que entonces estaba bajo la gestión del Instituto de España. En noviembre de 1939 se crea el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el MNCN pasa a ser uno más de sus institutos. Durante la dirección de Pedro de Novo se suceden dos acontecimientos que marcarán la siguiente vida administrativa del Museo. En primer lugar el CSIC crea el Instituto José de Acosta, bajo el cual queda adscrito el Museo (figura 6.12). La intención es que este se ocupe de las colecciones y exposiciones mientras que toda la investigación sea responsabilidad de ese nuevo instituto (Martín Albaladejo y Peña de camus Sáenz, 2018). El segundo acontecimiento 66

Figura 6.12. Mosaico de azulejos de la entrada del ala norte del Museo Nacional de Ciencias Naturales en el que se pueden leer los nombres de los dos centros que durante un tiempo compartieron edificio y actividades. Servicio de Fotografía del MNCN.

sucede en marzo de 1941, cuando la Sección de Entomología es independizada y convertida en el Instituto Español de Entomología (Gomis, 2014; Martín Albaladejo et al., 2016). Pedro de Novo estuvo dos años y medio al frente del Museo, y su mandato terminó en octubre de 1941 a la vez que cesaba como director del Instituto José de Acosta (BOE, 1941). Puede servir como resumen de su breve gestión el siguiente párrafo extraído de una comunicación que dirige al Ministerio de Educación Nacional: «Reparados los desperfectos más urgentes, ocasionados en las salas de exposición del Museo Nacional de Ciencias Naturales durante el dominio rojo, se han abierto al público las salas de Vertebrados y la de Biología del Mar» (acn0365/021A). 1941-1953: Emilio Fernández Galiano El mismo día en que cesa De Novo, es nombrado Emilio Fernández Galiano director del MNCN y del Instituto José de Acosta de Ciencias Naturales, cargo que mantuvo hasta su fallecimiento en 1953. Fernández Galiano era, desde 1935, catedrático de Histología vegetal y animal de la Universidad Central de Madrid. La misión del Museo en la memoria interna correspondiente a los años 1941-1942 se concreta en: «El Museo Nacional de Ciencias Naturales, núcleo del Instituto “José de Acosta”, ha continuado sus tareas como centro de investigación, sin desatender la misión educativa que tradicionalmente lleva a cabo mediante la exposición al público de sus colecciones de rocas, minerales y animales» (acn1031). Sin embargo, esos objetivos no iban a mantenerse durante mucho tiempo, pues, una vez más, algo que profundiza en una concepción de 67

Museo muy diferente a la que se tenía hasta la Guerra Civil vuelve a desequilibrar los objetivos del centro. Efectivamente, en 1943 son las secciones dedicadas a geología y paleontología las que se separan para constituir el Instituto de Geología Lucas Mallada. El resultado de esta nueva disgregación hace que, al menos administrativamente, el Museo no disponga de investigaciones dedicadas a los insectos, ni a geología ni paleontología. Sin embargo, en la práctica, el funcionamiento de los centros no es tan independiente. Excepto en el caso del Instituto Español de Entomología, que, ocupando la planta alta del palacio, hace una vida de verdad autónoma (incluso se abre una puerta en uno de los torreones para acceso exclusivo de su personal), entre el Museo y los institutos José de Acosta y Lucas Mallada hay una convivencia que no solo tiene que ver con el inevitable roce de compartir espacio, sino que las tareas que el personal ejerce son difíciles de deslindar unas de otras: investigación, cuidado de colecciones y atención a exposiciones son labores en las que se implica personal de secciones de diferentes centros. La confusión de centros aumenta cuando en 1947 se crea uno nuevo incluido en el José de Acosta; se trata del Centro de Investigaciones Zoológicas, bajo la gestión directa de Emilio Fernández Galiano. El Instituto Español de Entomología, dirigido por el ingeniero de montes Gonzalo Ceballos y Fernández de Córdoba, administra de forma independiente la investigación, que avanza considerando temas de índole aplicada como son los problemas de entomología forestal y agrícola, incluida la lucha biológica de plagas. Crea revistas nuevas como Graellsia (Martín Albaladejo et al., 2014) e inaugura una pequeña sala expositiva (Peña de Camus Sáenz y Martín Albaladejo, 2016). Sus relaciones científicas con especialistas de otros países se retoman (Gomis y Martín Albaladejo, 2017). Las actividades reflejadas en las Memorias de estos años recogen, bajo el epígrafe «Memorias del Instituto José de Acosta de Ciencias Naturales», las de este instituto, incluido el Museo, y lo correspondiente al Lucas Mallada de Geología. Como venía siendo tradición, la mayor parte de los responsables de las diferentes secciones son catedráticos de la Universidad Central: Eduardo Hernández-Pacheco (Geología y Geografía Física), Luis Lozano Rey (Vertebrados), Celso Arévalo Carretero (Moluscos y animales inferiores), Antonio de Zulueta (Biología experimental), Emilio Fernández Galiano (Histología Comparada) y Salustio Alvarado Fernández (Laboratorio de Fisiología Comparada). Se inician tres series de publicaciones de escaso recorrido: Anales de Ciencias Naturales del Instituto «José de Acosta» (1940-1941) (figura 6.13), Trabajos del Instituto de Ciencias Naturales «José de Acosta». Serie Biológica (1942-1955) y Trabajos del Instituto de Ciencias Naturales «José de Acosta». Serie Geológica (1943-1945). En los doce años en que Fernández Galiano ejerce como director se producen algunos cambios museológicos. Se terminan las obras de una sala dedicada a las aves y se inaugura otra dedicada a geografía física. Además, se habilitan las ventanas de la exposición de Vertebrados (actual sala principal del área del Zoología), que habían sido tapiadas para evitar desperfectos durante la guerra y se finaliza, en 1951, el montaje del Megatherio, restos que habían permanecido sin armar desde el desalojo del Museo en 1895 de su sede en la calle Alcalá (Peña de Camus Sáenz y Martín Albaladejo, 2018). 1953-1961: Maximino San Miguel de la Cámara Tras el fallecimiento de Emilio Fernández Galiano, la dirección del Museo es encomendada a Maximino San Miguel de la Cámara. Casi ocho años ejercerá este como director del MNCN y casi otros tantos también como director del Instituto José de Acosta, a la vez que lo era del Lucas Mallada desde su creación en 1943. Son unos años en los que la dirección de las investigaciones, la conservación de colecciones y la museología recaen 68

Figura 6.13. Portada de la serie Anales de Ciencias Naturales del Instituto José de Acosta, 1940. Biblioteca del MNCN, Sig. 30-b-2. Fotografía: Biblioteca del MNCN.

en el mismo equipo directivo, excepto, recordemos, lo relacionado con el mundo de los insectos, pues el Instituto Español de Entomología continuó su labor de manera independiente al resto de los centros. No se producen grandes mejoras, aunque se crean nuevos laboratorios en la planta baja del ala sur ocupada por Geología y se realizan pequeñas reformas en las salas de exposiciones, como la instalación de fluorescentes o la colocación de cortinas en las ventanas que evitaran el deterioro de los ejemplares expuestos. Sin embargo, en las memorias se relatan continuas protestas de falta de presupuesto para investigación y para el mantenimiento mínimo de colecciones. Y, por supuesto, quejas de una falta crónica de espacio a la que no se encuentra solución (acn0356/070). Maximino San Miguel intenta también optimizar la situación administrativa del Museo proponiendo en 1957 al ministro de Educación Nacional una serie de cambios: «es preciso darle [al Museo] estabilidad administrativa […]. La Junta Directiva actual cree que 69

debe formar el Museo nacional de Ciencias Naturales un centro dependiente directamente del Ministerio de Educación Nacional en condiciones análogas a la Biblioteca Nacional y al Museo de Pinturas» (acn0356/070). No lo consigue y el Museo y los institutos siguen dependiendo del CSIC, del cual no reciben el suficiente presupuesto para su mantenimiento, ni, por supuesto, para hacer los arreglos y actualizaciones mínimas necesarios. Respecto al cuidado, mejora e incremento de las colecciones científicas tampoco son grandes los avances. Hay pocas entradas de materiales nuevos, pues no hay presupuesto para muestreos ni expediciones; en 1955, se ensaya revitalizar los ingresos de especímenes escribiendo al alcalde de Madrid, José Finat, para que envíe los animales muertos de la Casa de Fieras del Parque del Retiro. Pero siguen faltando recursos materiales para el mantenimiento y conservación del patrimonio existente y, una vez más, solo el Instituto Español de Entomología consigue presupuesto suficiente para estos temas y dispone de personal que se ocupa de la preservación de sus excelentes colecciones de insectos. Salvo iniciativas puntuales, como la de Francisco Bernis Madrazo creando el Centro de Migración de Aves (1960) gracias a la ayuda económica de la Fundación March (acn0363/038), son pocas las actividades del Museo. Salustio Alvarado Fernández, que dirige desde 1959 el Instituto José de Acosta, al que habían cambiado de nombre a José de Acosta de Zoología (Martín Albaladejo y Peña de Camus Sáenz, 2018), también expresa dolorosas quejas en cuanto a la falta de ingresos para la adquisición de recursos bibliográficos: «la Biblioteca zoológica del Museo Nacional de Ciencias Naturales, no tiene valor alguno por lo que respecta a la documentación de los estudios zoológicos que se han realizado en el mundo en los últimos veinticinco o treinta años» (acn0363/038). Además refleja las malas condiciones en que se hallan los fondos documentales: «Pues bien, esta joya del fondo bibliográfico de la Nación se encuentra hacinada en condiciones vergonzosas que hacen a veces imposible el consultar un libro». Y extiende su comentario a otros patrimonios: «La misma situación lamentable tienen muchas colecciones de incalculable valor» (acn0363/038). 1961-1974: Francisco Hernández-Pacheco de la Cuesta Francisco Hernández-Pacheco de la Cuesta es nombrado director del MNCN tras el fallecimiento de Maximino San Miguel de la Cámara. La actividad profesional del nuevo director, catedrático entonces de Geografía Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid, siempre había estado ligada al Museo. Como antes hemos relatado, la situación administrativa de los dos institutos, José de Acosta y Lucas Mallada de Geología, más el MNCN, es compleja (por no decir embrollada). Francisco Hernández-Pacheco es un ejemplo de cómo los cargos, y por consiguiente la gestión de la actividad de los centros, se realizaba desde 1940 sin tener en cuenta su independencia administrativa. HernándezPacheco es jefe de la Sección de Geografía Física en el Instituto José de Acosta de Zoología, al mismo tiempo que jefe de la Sección de Fisiografía en el Lucas Mallada de Geología y director de este último instituto en 1968, cuando ya llevaba siete años siéndolo del Museo. La decadencia vivida en años anteriores continúa. En el personal relacionado en la Memoria del Museo de 1962 no figura ningún científico, aunque sí trabajadores de limpieza y mozos. Como equipo directivo, Rafael de Ibarra, secretario que era desde 1940, y el director (acn0363/038). Solo hemos encontrado un nombramiento digno de mención: en 1963 Fernando Lozano Cabo es, por oposición, conservador del MNCN adscrito a la Sección de Vertebrados (acn0366/010). Se desarrollan algunas actividades puntuales promovidas por científicos asociados al Museo, como la labor desarrollada por el Centro de Migración de Aves, con Francisco 70

Bernis al frente como jefe de Sección de Vertebrados, y gracias a voluntarios y a subvenciones ajenas al Museo (acn0363/039). Este período viene caracterizado por la disminución de colaboración de los investigadores vinculados a la Universidad, ya que el Ministerio de Educación regula en 1959 el régimen de dedicación de su personal (BOE, 1959), determinando que este sea en exclusividad, es decir, exigiendo su dedicación completa a esta. Las retribuciones complementarias que los profesores recibían por ocuparse de tareas del Museo dejan de cursarse. Además, en 1971 la biblioteca de la Real Sociedad Española de Historia Natural, que, desde su creación en 1871, había estado vinculada al Museo, es trasladada al nuevo edificio de Ciencias Biológicas y Geológicas de la Universidad Complutense en la Ciudad Universitaria. Queda así el Museo sin la colaboración de profesores universitarios y disminuye su interés como foco de atracción bibliográfica. En las memorias de estos años continúa reflejándose el mal estado de las instalaciones. «El único Laboratorio que posee el Museo es el de Taxidermia. Está bastante mal instalado por falta de local», aunque también se pueden leer algunos mínimos avances: «Las salas de Mineralogía se han pintado totalmente, se han barnizado las vitrinas y se están limpiando los minerales con lo que resalta de una manera notable la belleza de alguno de ellos, y en general da la sensación de algo que se cuida y merece la pena conocerse» (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972). La Biblioteca y el Archivo parece que reciben algo más de atención: «En la Biblioteca se procedió al traslado al nuevo local dispuesto para este fin en el edificio del Museo»; «En el Archivo se procedió a la catalogación de documentos, cronológicamente, de los años 1612 a 1786. Unos 2.000 documentos. Fichas sacadas 2.000». Mientras tanto, en el Instituto Español de Entomología, el fallecimiento en 1967 de su primer director, Gonzalo Ceballos, deja paso al nombramiento del entomólogo Ramón Agenjo Cecilia, lepidopterólogo. Ese mismo año el instituto sufre una gran reestructuración al incorporarse personal del Departamento de Fauna del Suelo y Zoología del Instituto Nacional de Edafología del CSIC (Osuna Arias et al., 2016). En 1971 Francisco Hernández-Pacheco causa baja por jubilación, aunque permanece en el cargo tres años más como director honorario. Por fin, en 1974, «El Patronato, en atención a las circunstancias que concurren en el Profesor Eugenio Ortiz de Vega y por encontrarse vacante la Dirección del Museo Nacional de Ciencias Naturales, acordó proponerle para ocupar dicho cargo» (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1974). 1975-1984: Eugenio Ortiz de Vega Acepta la dirección del MNCN Eugenio Ortiz de Vega, quien había sido colaborador del Instituto José de Acosta antes de obtener su plaza como Colaborador Científico en el Centro de Investigaciones Biológicas, también del CSIC. Su investigación trataba fundamentalmente en torno a problemas citogenéticos de diferentes grupos de invertebrados. Durante la década que Ortiz estuvo al frente del MNCN hay una cierta actividad relacionada con el acondicionamiento de laboratorios y creación de nuevas exposiciones. Con su llegada el Museo cuenta con acceso a una nueva estación de biológica de campo, se trata del complejo científico multidisciplinario de Ojo Guareña, una estación de estudios cavernícolas que Ortiz había impulsado en 1970 gracias a la colaboración de la Diputación Provincial de Burgos (acn0386) y del Ministerio de Educación y Ciencia. Este último autoriza, en diciembre de 1971, la instalación de un laboratorio subterráneo de Bioespeleología en el complejo cárstico de Ojo Guareña, un lugar declarado Conjunto Histórico-Artístico, y nombra director-conservador a Eugenio Ortiz. 71

Sin experiencia museológica, es muy posible que Eugenio Ortiz pidiera asesoramiento a otros museos sobre las actividades de este tipo de instituciones; gracias a una carta localizada en el Archivo del MNCN sabemos que, en diciembre de 1976, el Museo Nacional de Eslovaquia remite al director una misiva (acn0386) donde se enumeran diferentes actividades en educación, museología, conservación de colecciones, investigación, consultas de público, organización de seminarios, etc. Ni el presupuesto dedicado al Museo ni la asignación de plazas es suficiente para que el centro remonte y pueda compararse a otros museos de ciencias naturales de su entorno próximo. En la nómina de 1976 como personal del Museo figuran el director, un ayudante diplomado,2 cinco auxiliares, un administrativo, seis miembros como personal de limpieza y cinco jornaleros. Ningún investigador, ningún conservador, ni nadie dedicado al área de la divulgación ni a exposiciones. En 1979 la Asociación de Defensa Ecológica y del Patrimonio Histórico-Artístico (ADELPHA) publica en El País (Anónimo, 1979a; Anónimo, 1979b) sendas denuncias que ponen en relieve el abandono de la institución, incluidos robos de piezas en las exposiciones. Ortiz contesta a estas denuncias y se publica (Anónimo, 1979c), también en la prensa, la noticia de un proyecto de renovación que va a «quintuplicar el espacio visitable» y donde el director expresa: «Estas obras, junto con el proyecto de ampliar plantilla de investigaciones, vigilantes y conservadores, van a dar una nueva imagen al Museo». Las intenciones son buenas, pero sigue sin haber una voluntad por parte de las autoridades que favorezca estos objetivos. Por ejemplo, hay que esperar hasta 1978 a que el Museo disfrute de su primera plaza de investigación y hasta 1984 a que se le adjudique una plaza de conservador de colecciones. El final del mandato de Ortiz acaba con el restablecimiento del MNCN al agregarle aquellas áreas de investigación que habían sido independizadas del mismo en los años cuarenta, cambio de situación que formaba parte de un plan general del CSIC cuyo objetivo era la reestructuración de sus institutos. Así, se incorporan al Museo el Instituto Español de Entomología y el Instituto de Geología, parte del antiguo Lucas Mallada, recuperando la estructura y áreas de conocimiento que tenía antes de la guerra. 1985-1986: Emiliano Aguirre Enríquez Tras la dirección de Eugenio Ortiz, es nombrado director Emiliano Aguirre Enríquez, paleontólogo. El corto período en el que este ocupó la dirección del Museo supuso un gran cambio para el centro. Después de más de 45 años de abandono, las instituciones que lo tutelaban, CSIC y Ministerio de Educación y Ciencia, deciden apostar por su renovación. Es solo un inicio, pero durante esos casi dos años la institución cambia drásticamente de rumbo. Emiliano Aguirre, director interino entre 1985 y 1986, hizo un diagnóstico completo de la situación en la que se encontraba el centro cuando él se hizo cargo, informando de las necesidades, deficiencias en infraestructuras, depósito de colecciones, personal, reparaciones y restauraciones necesarias de piezas y salas, especialmente la de Geología, que había llegado a tal grado de deterioro que hizo necesario su cierre (acn0356/070). Además, Aguirre denuncia públicamente nuevos robos, como el de una importante colección de láminas y dibujos, la colección Van Berkhey, que llegó al Real Gabinete en el siglo xviii y que estaba siendo expoliada. Aunque se lograron recuperar más de 4.500 láminas, Aguirre reconoció que los robos en el Museo eran muy fáciles de realizar (Yagüe, 1985).

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Se trataba de la responsable del archivo M.ª Ángeles Calatayud Arinero, a quien debemos un excelente trabajo en la descripción de una parte importante de los fondos documentales históricos.

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Figura 6.14. De izquierda a derecha, Eugenio Ortiz de Vega, Emiliano Aguirre Enríquez, Concepción Sáenz Laín y Pere Alberch Vié. Servicio de Fotografía del MNCN.

Se ejecutan obras que suponen un cierre de varios meses de las exposiciones, se amplía la plantilla y se comienzan nuevos inventarios de las colecciones (Anónimo, 1985). Se inicia la renovación museológica del ala sur del palacio ocupada por el Museo, tarea en la que colaboran investigadores y personal de colecciones. Otra iniciativa que supuso un nuevo impulso fue la de restablecer plazas de investigación para líneas que, habiendo sido tratadas con anterioridad, no tenían entonces especialista, como mastozoología, ictiología o malacología. En el área de la museología, se promocionó que personal del Museo participara en reuniones sobre «gabinetes didácticos» con diversas instituciones museísticas (acn0356/070). En el caso de las colecciones se realizó una gran mejora gracias a un convenio con el Instituto Nacional de Empleo en el que se ejecutaron decenas de contratos, con el objetivo de realizar inventarios de las mismas, y se comenzó su informatización; además, se consiguieron tres plazas para conservadores, en la escala de Titulados Superiores Especializados del CSIC. Al final de su mandato, entre las deficiencias que Emiliano Aguirre siguió visibilizando estaba la de la seguridad de sus instalaciones, patrimonio, personal y visitantes; la ausencia de una unidad de museística o la conveniencia de la investigación que se hacía en algunos departamentos. Quedaba mucho por hacer y por mejorar pero la renovación ya se había puesto en marcha. 1987 a la actualidad Después del de Emiliano Aguirre (figura 6.14) se han sucedido ocho equipos directivos más. Han ocupado el cargo de director Concepción Sáenz Laín (09/1986-09/1988), Pere Alberch Vié (12/1988-11/1995), Manuel Hoyos Gómez (en funciones 12/1995-02/1996), Roberto Fernández de Caleya (03/1996-10/1997), Monserrat Gomendio Kindelán (10/1997-03/2002), Alfonso Navas Sánchez (03/2002-07/2009), Esteban Manrique Reol (07/2009-08/2013) y, desde septiembre de 2013, Santiago Merino Rodríguez. Cada uno de estos períodos, con sus luces y sus sombras, conforman el Museo Nacional de Ciencias Naturales que ahora disfrutamos.

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Agradecimientos La portada ha sido realizada por Jesús Muñoz, del Servicio de Fotografía del MNCN. El estudio dedicado al Museo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (19391986) ha sido financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España a través del proyecto de investigación HAR2016-76125-P.

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Colecciones, ilusiones y el Museo Nacional de Ciencias Naturales Javier Castroviejo

A Jesús Vozmediano y Gómez-Feu, gran defensor de la Naturaleza, amante de los Museos. Ejemplar de urogallo cantábrico, Tetrao urogallus cantábricus, (Castroviejo, 1967) naturalizado por José María Benedito. mncn a31260.

an pronto mi admirado doctor Doadrio sugirió que escribiese este artículo, preparé una defensa numantina para librarme de la tarea, pero fue desbaratada con elegancia, cuando me hizo ver que solamente yo era el que lo había vivido desde sus inicios. Así salen estas líneas a vuelapluma, porque ni el espacio ni el tiempo permiten otra cosa.

T

Servicio de Fotografía del MNCN.

El museo Los museos de ciencias naturales me han atraído poderosamente desde niño. Quizás por las frecuentes visitas que con mi padre hacíamos al de la universidad de Santiago de Compostela, dirigido por el profesor Iglesias, a quien donábamos ejemplares para las colecciones. Así lo primero que hice cuando en 1960 llegué a Madrid, como estudiante, fue visitar el Museo. Por fin podía contemplar las obras de los hermanos Benedito (figura 7.1): las garduñas, la familia de gorilas, las jinetas, el toro de Veragua, el elefante africano (figura 7.2) y el elefante asiático (figura 7.3), entre otras muchas. Vinculado al Museo hasta 1972, me tocó vivir sus peores momentos, tras uno de los periodos más brillantes de su historia, bajo la dirección de don Ignacio Bolívar y Urrutia (figura 7.4), desde los inicios del siglo xx hasta la etapa de la Guerra Civil, triste etapa en la que Antonio de Zulueta, eminente genetista, fue el director provisional (figura 7.5). En las páginas que siguen me refiero a los vertebrados y sus colecciones, dependientes del Instituto José Acosta de Zoología. De los restantes Institutos poco se sabía. Así, me encontré, a los veintiún años de la guerra, un museo fantasmagórico, despojado hasta de su nombre, desguazado en diferentes centros (Entomología, José Acosta de Zoología y Lucas Mallada de Geología). No se dotaban plazas. Sus fondos sufrían saqueos, como atestiguaban las ofertas de algunos anticuarios. Las colecciones, desatendidas, carecían de conservadores, las publicaciones estaban paralizadas y los responsables de la Real Sociedad Española de Historia Natural preparaban el traslado de su inmensa biblioteca. El conserje, un sargento de infantería, con mando en la plaza, era la autoridad fáctica. Investigadores y doctorandos (S. Kardas de EE. UU. y yo) debían abandonar el tra79

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Figura 7.1. Arriba. José María y Luis Benedito Vives. El primero se dedicaba principalmente a las aves y el segundo a los mamíferos. Excepcionales taxidermistas cuya obra, que todavía puede admirarse en el Museo, adquiere la categoría de arte. acn004/001/08660.

Figura 7.2. Abajo. El duque de Alba donó al Museo el cráneo y la piel, reseca, salada y doblada, de este elefante que cazó en el África oriental inglesa en 1913. Luis Benedito consiguió lo que parecía imposible, una auténtica obra de arte que todavía podemos admirar hoy.

Fotografía: Archivo del MNCN.

Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 7.3. Izquierda. Ejemplar de elefante asiático de Sumatra, subespecie que hoy está al borde de la extinción, regalado al rey Carlos III por una embajada de indígenas de Filipinas. Llegó de Manila en 1773 y murió en Aranjuez el 16 de noviembre de 1777. Una de las primeras preparaciones del mundo de un ejemplar de este tamaño, para lo que se utilizó una estructura de madera. Su esqueleto se conserva aparte. El interés científico, histórico y cultural de este ejemplar es enorme. Fotografía: Colección de Mamíferos del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 7.4. Derecha. El doctor Ignacio Bolívar Urrutia, de enorme prestigio internacional, descubrió más de 200 géneros y 1.000 especies de insectos nuevas para la ciencia. Bajo su dirección, de 1901 a 1939, el Museo vivió su edad de oro, tanto por sus exposiciones al público y su biblioteca como por el nivel de sus científicos y el incremento de sus colecciones. Álbum de Entomología. Fotografía: Archivo del MNCN.

bajo cuando el Museo se cerraba al público. Las autoridades del CSIC ni aparecían y los catedráticos con cargo parecían solo interesados en usar la biblioteca. Un día aparecí con un macho de jineta recién cazado, donado por un amigo extremeño. «Cuélgala en la puerta del Diplodocus; en el sótano hay corriente, se conservará mejor», me aconsejaron. Cuando al cabo de unos días pasé por allí me encontré una gusanera bajo el cuerpo putrefacto. Subí el esqueleto. «¿Qué traes, no ves que apesta?», me recriminaron. Limpié con esmero el cráneo en mi habitación del colegio mayor y lo presenté de nuevo. «¿Qué vamos a hacer con esto?, sin piel carece de interés», me reconvinieron. Otra vez comuniqué, consternado, el hallazgo, en el suelo del mismo sótano, de la piel del tipo de la subespecie de corzo Capreolus capreolus decorus, colectada en el Bierzo y descrita por Cabrera en 1916 (figura 7. 6). «Menos mal porque estamos quemando cosas», se me dijo, y ya no me atreví a indagar más. Recientemente me informaron de que el tipo se había conservado. A nadie extrañaba que una productora se llevase los cocodrilos disecados para echarlos al agua y simular un ataque a la protagonista en una película.

Alemania La estancia en el Museo A. Koenig de Bonn constituyó para mí un revulsivo. Fue posible gracias a una generosa beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD), que contrastaba con la que disfrutaba del Instituto José Acosta de Zoología, de algo más de unas 370 pesetas al mes, creo recordar. Por un lado estaba la consideración con que fui tratado. Desde el primer día me entregaron las llaves de la calle, biblioteca y colecciones, se preocuparon por mi alojamiento y el doctor Günther Niethammer, jefe del Departamento de Ornitología, me facilitó el acceso a los más importantes museos y el contacto con los mejores ornitólogos, como Jacques Berlioz (París), Urs Noel Glutz von Blotzheim (Suiza), Charles Vaurie (American Museum) y, sobre todo, el doctor Erwin Stressemann, grande entre los grandes y maestro de Ernst Mayr. El respeto por el que 81

trabajaba era reconfortante y el contraste con el Museo de Madrid, hiriente. En cuanto a medios materiales, no cabía comparación, aunque Alemania había sido literalmente arrasada y parte de su territorio transferido a la URSS y Polonia. Me topé también de bruces con el inmenso material de Fernando Poo, de la Guinea Ecuatorial española, recién colectado por el doctor Martin Eisentraut, con las aves de Baleares aportadas por von Jordan y con las excelentes series de varias especies de micromamíferos cantábricos, no citados hasta entonces, recientemente traídos por los Niethammer. Todo ello, por supuesto, estaba a mi disposición. O sea que en los casi cincuenta años transcurridos desde que Cabrera (1914) publicase su excelente Fauna ibérica: mamíferos, no había aparecido ningún español capaz de prospectar nuestras montañas del norte y habían tenido que ser unos científicos alemanes los que lo hiciesen durante sus vacaciones, con notable éxito, por cierto. Parecida reflexión valía respecto a Guinea Ecuatorial y la publicación de Cabrera (1929). Lo visto en Bonn y lo vivido en el Museo de Madrid me sacudió; me prometí que intentaría contribuir a que esa situación cambiase, lo cual significaba que debía iniciar una colección científica y publicar.

El Centro de Zoología de Vertebrados Era más fácil decirlo que hacerlo, solo, sin medios, y con mi tiempo y energía dedicados a la tesis. La idea me parecía tan descabellada que no me atrevía a compartirla. Como la colección debía permanecer en España y ya conocía el Museo y otros centros públicos, me tocaba a mí conseguir, preparar y guardar los ejemplares. Hablé con Jesús Garzón, a quien conocí gracias a Félix Rodríguez de la Fuente. Para mi asombro aceptó con entusiasmo: de hecho, él, aficionado a la taxidermia, ya había comenzado una colección por su cuenta. Acordamos, creo, constituir el Centro de Zoología de Vertebrados (CEZOVE). Así empezamos: unos lirones del Casar de Cáceres, una culebra atropellada en Almendralejo, una urraca que te traía un amigo cazador... Desbordados, debíamos medir, analizar el contenido estomacal, anotar, preparar el ejemplar y guardarlo, pero continuamos. Los contactos con cazadores, guardas, taxidermistas o alimañeros permitieron organizar una red que proporcionaba un material e información preciosos, y que se mantuvo en el tiempo. Posteriormente pude aportar vehículos. Gracias a Eugenio Morales Agacino (figura 7.7) y Juan Diego Pérez, que colaboraban con don Juan Manuel de Viedma e Hitos, catedrático de Zoología en la ETS de Ingenieros de Montes en Madrid, desde 1970 pudimos contar con una amplia nave, donde empezaron a llegar voluntarios. Ni recibíamos apoyo económico ni se pagaban sueldos, pero se iniciaron las primeras tesis doctorales, y el equipo creció y se organizó. Ello fue posible por la generosidad, esfuerzo y entusiasmo de aquellos jóvenes. Varios destacarían como zoólogos, conservacionistas y técnicos brillantes. Debo citar con respeto y gratitud a José Ayarzagüena, director de la Estación Biológica El Frío (Llanos del Orinoco), Venezuela, que describió nueve géneros y treinta especies (veintisiete de anuros, un saurio y dos ofidios) nuevas para la ciencia, y logró la cría en cautividad y exitosa reintroducción del cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedios, Graves, 1819) en la naturaleza (Estación Biológica El Frío); Jesús Garzón, quien sería director general de Medio Ambiente de Extremadura y creador del Parque Nacional de Monfragüe; Fernando Palacios, quien describió una nueva especie de liebre para la ciencia, investigador del Museo, quien, y tras mi partida, se encargó del centro; Carolina Fuentes Vidarte, que 82

Figura 7.5. El doctor Antonio Zulueta, cuyas investigaciones sobre la herencia ligada al sexo realizadas en coleópteros Crisomélidos, de la especie Phytodecta variabilis (Olivier, 1790), dieron la vuelta al mundo. Él y su colega Fernando Galán se hicieron cargo del Museo durante la Guerra Civil cuando el Gobierno se trasladó a Valencia. acn003/003/08175. Fotografía: Archivo del MNCN.

Figura 7.6. Don Ángel Cabrera Latorre, mastozoólogo y paleontólogo de renombre mundial. Trabajó en el museo de Madrid (desde 1902 a 1925) y posteriormente en Argentina hasta su muerte en 1960. Su obra (más de veintisiete libros y cientos de artículos científicos) conserva su vigencia en buena medida. Además, fue un gran divulgador y conservacionista promotor de áreas protegidas. En la foto aparece posando en una factoría ballenera de Algeciras, en 1924. Fotografía: Archivo del MNCN.

Figura 7.7. Eugenio Morales Agacino. Discípulo de Bolívar, entomólogo especialista en ortópteros como su maestro y destacado mastozoólogo que siguió los pasos de Cabrera. Realizó memorables expediciones zoológicas por Irán y el Sahara, donde descubrió la colonia de focas monje. acn009/001/00012. Fotografía: Archivo del MNCN.

resultó una destacada paleontóloga; Manuel Meijide, su marido, un excelente colector, al igual que Luis Cuesta; Alfredo Salvador, reconocido herpetólogo, que fue catedrático en León y más tarde investigador del Museo; Carlos Ibáñez Ulargui, actualmente profesor de la Estación Biológica de Doñana, especialista de quirópteros de renombre; Enrique Collado Machuca, herpetólogo, con puesto en la Estación Biológica; Ignacio Doadrio Villarejo, actual vicedirector para colecciones del Museo y que ha descrito cerca de cuarenta nuevas especies de peces para la ciencia, desde su entrada en el Museo ha conseguido que la colección ictiológica pasase de 21.000 ejemplares, la mayoría marinos, a 360.000, básicamente dulceacuícolas, y que los tipos llegasen a 2.816, algo sin precedentes; Ignacio de 83

la Riva de la Viña, con una tesis sobre los anfibios de Bolivia en los 80, ha descrito cuatro géneros y sesenta y una especies (tres de saurios y cincuenta y nueve de anuros) nuevas para la ciencia y logró desde que entró en el Museo en 1996 que la colección herpetológica se duplicase hasta alcanzar 66.000 ejemplares, y que los tipos pasasen de un centenar a 723. Los discípulos de todos ellos siguieron publicando nuevas especies. Deseo destacar a Celsa Señaris, que fue discípula de Ayarzagüena y ha descrito treinta y siete nuevas especies de anfibios y reptiles del Neotrópico. Temo haber olvidado a alguien, pues las cifras las he tomado de este mismo libro y de De la Riva et al. (2018). La falta de espacio impide citar a excelentes especialistas en otras disciplinas. Al obtener una plaza en la Estación Biológica de Doñana, en 1972, me trasladé a Sevilla dejando, según creo recordar, una furgoneta y un escarabajo VW. Una buena parte del material por mí conseguido fue depositado en las colecciones de la Estación Biológica, las cuales pasaron, mientras fui director, de unos 10.000 a más de 100.000 ejemplares de vertebrados. La conservación de Doñana y la creación de la Estación Biológica del Frío en Los Llanos, que de hecho amplió el CEZOVE al trópico, absorbían todas mis energías. Tras mi partida y bajo la tutela de F. Palacios y J. Garzón, el CEZOVE o grupo de Montes, como lo conocíamos, se mantuvo con cambios de sede y nombre condicionados a potenciales protectores, según se menciona. Pasó a la calle Topete en Cuatro Caminos en 1973, a un edificio cedido por el Ayuntamiento de Madrid en la Casa de Campo en 1978 y que se designó Centro de Zoología Aplicada por un convenio con el ICONA (1981) y a la finca del Encín en Alcalá de Henares, apoyada por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) en 1983 denominándose entonces Unidad de Zoología Aplicada (UZA). Finalmente F. Palacios y posteriormente la colección, con algún personal, se incorporaron al Museo Nacional de Ciencias Naturales en 1988. Durante los años sesenta y setenta, en España solo Valverde desde Almería o la Estación Biológica de Doñana, y Garzón y yo desde el CEZOVE nos interesábamos por las colecciones científicas de vertebrados, excluidas las locales de Jaca. De la labor realizada por el CEZOVE (Topete, UZA) deseo destacar los siguientes aspectos: Capacitación técnica Un elevado número de universitarios y otros dispusieron de un lugar donde realizar prácticas, aprender y aplicar técnicas, así como desarrollar trabajos básicos sobre fauna silvestre, lo cual no se enseñaba, y me temo que tampoco hoy, en las universidades y centros de investigación. Formación de científicos y avance del conocimiento Se formaron los mejores sistemáticos de vertebrados habidos en España (citados más arriba) tras Ángel Cabrera. Ellos rompieron el aislamiento y consiguieron por primera vez, desde el siglo xviii, con la excepción hecha de Félix de Azara y de Cabrera, que las investigaciones realizadas por españoles sobre fauna tropical alcanzaran el máximo nivel internacional. Colecciones científicas Se aportó, bien al Museo, bien a la Estación Biológica de Doñana, una colección irrepetible de miles de ejemplares bien etiquetados y preparados, con una ingente información complementaria y un conocimiento de campo sin precedentes. Sin duda se trata de la 84

mejor colección científica de la época sobre la fauna vertebrada de España, conseguida durante más de veinticinco años de trabajo. Impacto y sinergias Es sencillamente imposible describir o valorar ahora lo que han aportado a la ciencia y la conservación las personas formadas en diferentes niveles. En la actualidad prestan servicio en universidades, centros de investigación, ministerios o comunidades autónomas. Lo mismo puede decirse respecto a las publicaciones e información técnica (censos, distribución, dieta, amenazas…). Lo expuesto, que es solo parte de lo conseguido, evidencia la contribución del CEZOVE al Museo de Ciencias y a la Estación Biológica de Doñana, al progreso de la zoología de los vertebrados y a la conservación de la naturaleza en nuestro país.

El Museo Nacional de Ciencias Naturales y su futuro Conviene citar algunas cuestiones medulares que atenazan al Museo y cuya solución no puede retrasarse por más tiempo: Falta de espacio: en la actualidad el Museo, con parecida volumetría a la que contaba hace setenta y cinco años, se ha quedado pequeño y su desarrollo parece en muchos aspectos bloqueado. El colapso amenaza a las colecciones científicas y las exposiciones. No se trata de «parchear» acomodando sótanos y pasillos o de abrir algún laboratorio en otros edificios. Las autoridades deben hacer lo necesario para que disponga de todo el inmueble que le corresponde y la Escuela de Ingenieros sea trasladada. Ubicación inadecuada que posterga al Museo: ocupa este los laterales de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales. Es indispensable, deseo reiterarlo, acometer con urgencia el traslado de dicha escuela y que el Museo consiga todo el inmueble, pues necesita espacio y recuperar el lugar que le corresponde, como componente esencial del eje cultural de Madrid, que incluye los museos del Prado, el Arqueológico Nacional, el Nacional de Antropología, la Biblioteca Nacional, el Real Jardín Botánico, el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía, e integra además el Museo con la Residencia de Estudiantes, la Colina de los Chopos y la sede central del CSIC. En diferentes ocasiones se intentó acabar con la anacrónica disfunción de mantener esta escuela en el centro urbano, pues, encapsulada, su expansión llevó a la construcción de edificios abominables. Ya en 1932 se proyectaron en la Ciudad Universitaria las obras para la construcción de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales y la de Montes, pero solo se consiguió el traslado de la última. El nuevo eje Castellana-Chamartín, de pronta ejecución, brinda nuevas posibilidades. La situación actual no debe tolerarse por múltiples razones, aunque sea solo por mercantilismo turístico: el Museo de París recibe 8.000.000 de visitas al año, el británico de Historia Natural 5.356.884, el americano de Historia Natural 5.000.000 y el Smithsonian 5.475.000, mientras nuestro Museo Nacional de Ciencias Naturales recibe cada año solo unas 320.000 visitas. Es un indicador elocuente de una situación que debe ser abordada con urgencia. Falta de personal especializado: atañe al número, el nivel y la disponibilidad/flexibilidad de la plantilla. Algunas colecciones carecen de investigadores y se les debe exigir el máximo nivel científico. Escasean asimismo los técnicos/preparadores. 85

El Estado no le otorga la consideración que corresponde a su importancia y especificidad: exige una atención presupuestaria y un tratamiento adecuados por su historia, su relevancia, los bienes que custodia y su carácter único. Sus muchas necesidades específicas lo diferencian de cualquier otro centro del CSIC. Desatención a la cooperación con el sector privado: la falta de una política adecuada de mecenazgo y de iniciativas que incentiven donaciones y depósitos de fondos museísticos procedentes de particulares, de España y el exterior, malogran las enormes posibilidades existentes. Los responsables del CSIC y del ministerio no deberían olvidar que el Museo nació para albergar una colección particular, depositada en París, la de don Pedro Franco Dávila, su primer director. Fue el CEZOVE, es decir particulares, los que, al menos en lo relativo a los vertebrados, reemplazaron al Museo y formaron a algunos de sus mejores científicos actuales. Importantes museos como el A. Koenig de Bonn, el Field Museum de Chicago o el Carnegie de Pittsburg han sido o son privados, y siguen recibiendo en depósito valiosas colecciones o bibliotecas. Desatención a la cooperación internacional y acción exterior: esta carencia dificulta la realización de expediciones científicas, el crecimiento de las colecciones de fauna y gea del trópico y el avance de la ciencia realizada en España en estos dominios. Falta de medios para la adquisición de fondos: método esencial en cualquier museo (de arte, de historia natural, zoología u otros) o biblioteca para incrementar su patrimonio. Recuérdese la colección Rothchild de aves comprada por el American Museum, de la cual era conservador Ernst Mayr. Escasa difusión y proyección social: relacionada, en buena medida, con las debilidades señaladas. Las carencias citadas, que lastran el Museo desde hace tres cuartos de siglo e hipotecan su futuro, no han sido resueltas, ni probablemente abordadas, por el CSIC, el ministerio o el propio Gobierno. No se puede esperar otros setenta años a que unos entusiastas donen colecciones y formen a sus científicos, o a que surja otro doctor Félix Rodríguez de la Fuente para suplir el bochornoso silencio del Museo Nacional de Ciencias Naturales ante la sistemática destrucción de la biodiversidad y los paisajes de España. Que los responsables no invoquen la falta de dinero, que lean a Romero (2018) y otros autores. Todos saben que con los fondos públicos despilfarros en obras injustificables, como aeropuertos sin aviones, líneas de AVE sin pasajeros ni trenes o autopistas ruinosas, se contaría con sobrados recursos para dignificar este Museo Nacional, nacido como Real Gabinete de Historia Natural por iniciativa de un monarca ilustrado hace casi 250 años, que espera desde entonces la llegada de un Gobierno ilustrado.

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Referencias bibliográficas Cabrera, A. (1914). Fauna Ibérica: Mamíferos. Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales. — (1916). «Un nuevo cérvido español», Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 16: 175-176. — (1929). Catálogo descriptivo de los mamíferos de la Guinea Española. Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales. Riva, I. de la; Miras, J. A. M. y Gómez, J. M. P. (2018). «Herpetólogos españoles por el mundo (I): América, Eurasia y Pacífico», Boletín de la Asociación Herpetológica Española, 29(1): 3-23. Romero, J. (2018). «Aproximación a la Geografía del despilfarro en España: balance de las últimas dos décadas», Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 77: 1-51.

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Préstamos a exposiciones y museos: las piezas de colección como eje de colaboración entre museos Jesús Dorda, Ángel Garvía y Josefina Barreiro*

«Toro de Veragua» de Luis Benedito (MNCN), frente a El rapto de Europa, de Pedro Pablo Rubens, durante la exposición «Historias Naturales» en el Museo Nacional del Prado. Fotografía: Pedro Albornoz.

o* os fondos de las colecciones y unidades documentales del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) son la piedra angular sobre la que se apoya la política expositiva del propio Museo. Además, tanto histórica como actualmente, numerosos museos y otras entidades de diversa índole, incluso de temática externa a la historia natural, han solicitado incluir en sus exposiciones algunas de nuestras piezas. En este capítulo se hace una breve enumeración de las más significativas colaboraciones. El hecho de que en muchas de ellas participen conjuntamente varias colecciones o unidades documentales nos ha llevado a colocar esta actividad en un breve capítulo aparte dentro de esta publicación y no integrada en los correspondientes capítulos de cada una de ellas.

L

Sobre la tipología de las piezas y los museos Es bien conocido el hecho de que los préstamos entre diferentes centros de investigación, no solo museos, permiten el desarrollo de estudios y proyectos científicos y, de hecho, ese es uno de los pilares básicos en los que se basa la institución museística. Pero también las piezas preparadas y conservadas para su exposición y con finalidades didácticas, así como ciertos fondos documentales, son objeto de préstamo y colaboración entre museos y otros centros de variadas tipologías. El Museo Nacional de Ciencias Naturales, respondiendo a su obligación institucional y carácter nacional, ha sido pionero en este tipo de préstamos y podemos decir que algunas de nuestras piezas han viajado o están repartidas por casi toda la geografía nacional. Dada la utilidad multidisciplinar de casi cualquier pieza de museo, el uso del ejemplar de historia natural en exposiciones no se limita solamente a los museos científicos, sino que, cada vez más, entra en otros campos de la cultura como son las humanidades, especialmente la historia y las bellas artes. El concepto de pieza se hace más amplio, si cabe, al hablar del MNCN, que a sus colecciones científicas en sentido estricto suma otras de ob*

Jesús Dorda (Unidad de Exposiciones y Programas públicos. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]). Ángel Garvía y Josefina Barreiro (Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected] y [email protected]).

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jetos artísticos e instrumentación, más modestas en número pero de importancia. Si se añaden además los fondos de Archivo y Biblioteca, así como el carácter expositivo del material audiovisual de la Mediateca y las imágenes del Servicio de Fotografía, se conforma una singular combinación de fondos de gran valor científico, histórico y artístico con un potencial expositivo que no tiene techo. Los fondos del MNCN le permiten colaborar con diferentes tipos de museos, en prácticamente cualquier proyecto expositivo y cubriendo ámbitos tan diferentes que no muchas instituciones pueden igualar y menos superar. Es curiosa también la evolución de algunos centros llamados «de la Ciencia» que fueron creados sin partir de unas colecciones previas y con exposiciones basadas en conceptos más que en mostrar piezas. Estos «museos» se iniciaron con audiovisuales y aparatos interactivos que ayudan a la comprensión del mensaje científico que se desea transmitir, pero pronto integraron las piezas de historia natural en sus exposiciones, muchas de ellas prestadas por el MNCN. Así, los que en un principio rompían el tabú de protección de las piezas hasta el extremo de llegar a poner letreros de «Prohibido no tocar» se vieron obligados a utilizar vitrinas en pro de su conservación preventiva y para que los préstamos procedentes de entidades externas les pudieran ser concedidos. Pero también los museos arqueológicos (figura 8.1), de historia y de bellas artes (figura 8.2) pueden ser y han sido receptores de nuestras piezas y documentos. Con ellos se pueden contextualizar determinados acontecimientos históricos y, así, ejemplares biológicos o geológicos, colectados por expedicionarios en un determinado momento histórico, ofrecen información sobre áreas geográficas y culturas del mismo modo que documentos y publicaciones. Igualmente las piezas del Museo han formado parte de montajes artísticos, incluso sin necesidad de transmitir un mensaje documental, y así lo atestiguan exposiciones en los museos del Prado, Centro de Arte Reina Sofía y Thyssen-Bornemisza, como se verá 90

Figura 8.1. Exposición «Un largo viaje… de Altamira a la Cueva Pintada». Vista general. Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada (Cabildo de Gran Canaria). Fotografía: Gustavo Martín.

Figura 8.2. Diversidad de piezas del MNCN en la exposición «Historias Naturales», en el Museo Nacional del Prado. Fotografía: Pedro Albornoz.

más adelante. Y es que, aparte de la información que puedan transmitir, las propias piezas, como es el caso de nuestros montajes de taxidermia, pueden ser obras de arte per se. El MNCN tiene ya una larga tradición de préstamos y colaboraciones con otros museos en el desarrollo de exposiciones propias, externas y conjuntas. Podríamos decir que este tipo de colaboración se lleva realizando de manera rutinaria desde mediados de la década de los ochenta del pasado siglo y que, desde el año 1998, está plenamente institucionalizado siguiendo los protocolos del Ministerio de Cultura. Esos protocolos son obligatorios para el préstamo de este tipo de piezas patrimoniales y son exigentes en cuanto a asegurar la integridad de las piezas en todo el proceso. Entre otros requisitos acordes con las necesidades de conservación, detallan las condiciones de transporte y ubicación de las mismas en la exposición, así como las variables ambientales y de iluminación en las salas, y exigen un seguro «clavo a clavo» de cada pieza desde que sale del MNCN hasta que vuelve. Todo esto se normaliza en la tramitación para cada préstamo, que puede incluir más de una pieza, de una Orden Ministerial y su correspondiente número de expediente de préstamo para exposiciones temporales en el Servicio de Patrimonio. Si bien es cierto que esta tramitación prolonga los plazos de entrega y obliga a prever las peticiones con suficiente antelación, no es menos cierto que asegura que las instituciones a las que se presta cumplen los requisitos necesarios para conservar adecuadamente las piezas. Algo a lo que el MNCN está absolutamente obligado como garante de los fondos patrimoniales que custodia. Otro aspecto interesante de este tipo de préstamo es que propicia la colaboración entre instituciones, tanto con la participación del personal de colecciones como el de exposiciones e incluso investigadores particularmente comprometidos con la difusión de la ciencia. Esta colaboración se concreta no solo en la selección de las piezas más adecuadas para el tipo de exposición, sino en el trabajo en los guiones expositivos y el diseño de mobiliario y espacios. El resultado suelen ser exposiciones que se instalan fuera de nuestro edificio, pero también otras que con posterioridad vienen a él e incluso montajes itinerantes que circulan por toda nuestra geografía (figura 8.3). Cualquier sistema es bueno para cumplir cada una de las finalidades del MNCN: investigar, educar, divulgar y entretener, abriéndose a diferentes tipos de público no necesariamente interesados en temas científicos. Sin duda, este intercambio interinstitucional es beneficioso para ambas entidades y amplía el tipo de público visitante. 91

Sin pretender ser exhaustivos en la enumeración de las colaboraciones, que quedaría fuera de los objetivos de esta publicación, a continuación pondremos algunos ejemplos de las exposiciones externas al Museo que han contado con algunas de nuestras piezas, agrupados en diferentes categorías según el tipo de colaboración y la naturaleza de la entidad con la que se colabora. Aparte de las colaboraciones en las que las dos entidades participan en la elaboración del diseño y guiones expositivos, el MNCN realiza de modo rutinario préstamos importantes en número y calidad de piezas expositivas que permiten a la entidad receptora completar sus propias exposiciones, incluso crear el núcleo sobre el que vertebrar un nuevo museo. De modo similar, el MNCN cuenta con una oferta de exposiciones propias para realizar préstamos en itinerancia a otros museos o entidades museísticas, como salas de cultura o exposiciones. Estas exposiciones itinerantes, que pueden haber sido expuestas en sus propias salas o no, son generadas por personal de la institución y pueden incluir ejemplares documentales o de colección del MNCN, por lo que pueden considerarse un préstamo de piezas en sí mismas; sin embargo, no son objeto de este capítulo, pues se considera que no constituyen el tipo de colaboración que se intenta reflejar aquí, sino más bien responden a una relación de oferta de un servicio del MNCN. Además, dado el elevado número de estas y los diferentes destinos donde se han expuesto, resultaría inabordable en este tipo de publicación siquiera su mera enumeración. Aunque, por el mismo motivo, en este texto solo se comentan las colaboraciones realizadas en territorio nacional, no podemos al menos dejar de mencionar que el MNCN ha realizado y realiza préstamos para exposiciones celebradas fuera de nuestras fronteras, como la sede de Nueva York del Instituto Cervantes, y también para otras organizadas por instituciones extranjeras. Así, por ejemplo, ejemplares entomológicos, piezas geológicas, documentos del archivo o imágenes de animales naturalizados de nuestros fondos se han expuesto en salas de exposiciones de Portugal (Museo da Ciencia de Lisboa), Francia (Palais de Tokyo de París), Holanda (Limburgs Museum de Venlo), Reino Unido (Ashmoleum Museum de Oxford), Alemania (DASA de Dortmund) o EE. UU. (Yale Centre for British Art de New Haven). 92

Figura 8.3. Exposición «Cubiertas animales», en el MNCN. Paneles expositivos. Fotografía: Ángel Garvía.

Figura 8.5. Tríptico y publicaciones realizadas con motivo de la exposición «Madera del aire», en la Casa de las Ciencias de A Coruña. Fotografía: Jesús Dorda.

Figura 8.4. Exposición «Madera del aire», en la Casa de las Ciencias de La Coruña. Fotografía: Jesús Dorda.

Figura 8.6. Exposición «Cubiertas animales», en el MNCN. Ejemplares naturalizados. Fotografía: Ángel Garvía.

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Principales colaboraciones del MNCN con otras instituciones Un caso muy ilustrativo de este tipo de colaboración, que va más allá del simple préstamo, es la que se inició en el año 1990 con la Casa de las Ciencias de La Coruña. En ella participaron los conservadores de las colecciones de Paleontología y Vertebrados, del Archivo, investigadores de diversos campos y personal del Departamento de Exposiciones. El resultado fue la exposición «Madera del aire» (figura 8.4), que, tras pasar un año en la capital gallega, itineró por varias provincias españolas y que finalmente, con una gran ampliación y el nuevo nombre «¡Al cuerno!», en 1995 se instaló en el Museo, donde ya fue clausurada. Además, como materiales complementarios se editó un libro y una carpeta con el mismo título, «Madera del aire». Esta última contenía una edición facsímil de documentos de nuestro archivo (figura 8.5). Otro tanto puede decirse de la siguiente colaboración con los museos científicos coruñeses, dependientes del Ayuntamiento de La Coruña, con la exposición «Desnudos animales» que luego pasó a ser una exposición temporal en el MNCN (2002-2003) e itinerante después con el título «Cubiertas animales» (figuras 8.6), que, por ejemplo, fue instalada en el Museo de la Ciencia de Valladolid y en la denominada Estufa Fría, sala expositiva de gestión municipal integrada en el Campo de las Naciones, en Madrid. Una última colaboración con museos coruñeses, esta vez en el Aquarium Finisterrae, fue la exposición «Fabricantes de perlas», donde fueron prestadas piezas y también participaron conservadores e investigadores. Se hizo igualmente la publicación «Fabricantes de perlas, una historia en 12 adjetivos» (figura 8.7). Previamente, ya en 1988, el Museo participó en los eventos preparatorios del Quinto Centenario del Descubrimiento de América con el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), aportando contenidos y prestando piezas para una original iniciativa, «Iberoamérica en tren», que consistió en montar una exposición en vagones de tren que fueron visitando gran número de ciudades en sus correspondientes estaciones. Paralelamente se editó un libro titulado «Historia Natural de Iberoamérica» (figura 8.8). Por supuesto, ya en 1992, distintos pabellones de la Expo de Sevilla contaron con la presencia de piezas de nuestro Museo. Otra exposición que destacó por su gran magnitud y los originales montajes, interactivos, audiovisuales y hasta con olores, fue «Amada Tierra», realizada por el Museo de Zoología de Barcelona, con algunas piezas del MNCN, que posteriormente fue instalada en nuestro Museo (1992-1993). Patrocinada por la Fundación Caja Rioja y en colaboración con el Gobierno de La Rioja, en 1996, personal del Museo desarrolló y diseñó la exposición «Naturalistas riojanos» dedicada a Mariano de la Paz Graells, entomólogo y director del Museo en el siglo xix, y a Adolfo Ortiz de Zárate, ilustre malacólogo también ligado a la institución. Esta exposición viajó luego a Tricio, lugar de nacimiento de Graells. Por supuesto, en ella se podían contemplar piezas colectadas y estudiadas por ambos científicos que se encuentran en las colecciones del Museo, así como documentos y fotografías del archivo. En 2006 el Ayuntamiento de Badajoz inauguró un nuevo Palacio de Exposiciones con motivo de la Feria Hispanoportuguesa de la Caza. En ella se instaló una exposición comisariada por José Luis Benedito Bruñó titulada «Los cinco grandes», que, además de piezas prestadas por diversos cazadores de la región, contó con ejemplares de las colecciones de Mamíferos y Paleontología de Vertebrados. El guion expositivo y todos los textos fueron aportados por personal de exposiciones del MNCN. 94

Figura 8.7. Publicación con motivo de la exposición «Fabricantes de perlas», en el Aquarium Finisterrae.

Figura 8.8. Historias Natural de Iberoamérica, publicación con motivo de la exposición «Iberoamérica en tren».

Figura 8.9. Esqueleto de ballena en el Museo de Ciencias de Los Yébenes. Fotografía: Ángel Garvía.

También en 2006, ejemplares de las colecciones de Aves y Mamíferos formaron parte de la exposición «En las dos orillas. V Centenario de la muerte de Cristóbal Colón», celebrada en el Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila, con patrocinio municipal, autonómico y ministerial. La participación de personal del MNCN no se limitó únicamente a la selección de especímenes para préstamo; acabó cristalizando en otra colaboración con los padres dominicos del monasterio para impartir una escuela taller de taxidermia, restauración y conservación de especímenes naturalizados. Fue una de las contadas actividades docentes sobre taxidermia impartidas en los últimos años. Otra importante colaboración del MNCN se realizó en 2013 en el municipio toledano de Los Yébenes, que fructificó en el Museo de Ciencias Naturales Los Yébenes, en funcionamiento desde entonces (figura 8.9). Nuestro personal asumió la dirección del proyecto. El Departamento de Exposiciones realizó guion, diseño, infografía y paneles. Salvo contadas excepciones, las piezas expuestas fueron aportadas por nuestras colecciones. En este caso, dado el carácter indefinido de la duración del préstamo, el tratamiento administrativo es diferente. Consiste en un tipo singular de préstamo que se denomina depósito, requiere un convenio entre instituciones y se renueva generalmente por períodos superiores al año. La exposición «Arte y Naturaleza en la Prehistoria» (2015-2016) contó con el patrocinio de Acción Cultural Española (AC/E) y se instaló en nuestro Museo. Las piezas principales fueron seleccionadas de la magnífica colección histórica de copias del arte rupestre español con que cuenta el Archivo del MNCN. Sin ser una exposición itinerante, debido a lo delicado de las piezas, ha viajado al Museo de la Evolución Humana en Burgos y al Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, en Santillana del Mar, Cantabria. Otra versión de esta exposición con nuevo diseño y contenidos, desarrollada íntegramente por personal del MNCN, se inauguró en la nueva sede del CSIC en Valencia el año 2018. Otro caso reciente de colaboración expositiva es la exposición «La colina de los tigres dientes de sable», sobre los yacimientos del Cerro de los Batallones (Torrejón de Velasco, Comunidad de Madrid). El personal del MNCN ha participado en el proyecto de diversas maneras, desde el comisariado científico al procesado de muchos de los especímenes expuestos. 95

Considerando como entidades museísticas los centros de interpretación y educación ambiental, podemos citar en la Comunidad de Madrid al CEA de la Laguna del Campillo en Parque Sur, Rivas Vaciamadrid. El diseño y desarrollo de la exposición fue un encargo de la Agencia de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid en 2007 e incluyó piezas del MNCN, que entonces aportaba una importante cantidad de dinero a las colecciones del Museo. También cuenta con vitrinas del Museo el CEA El Águila, en Chapinería.

Préstamos a otros museos de ciencia o historia natural En lo que se refiere a colaboraciones basadas solamente en el préstamo a otros museos de ciencias naturales, destacan las establecidas con el Museo de la Naturaleza de Cantabria, en Carrejo, y el Museo de la Biodiversidad de Ibi (Alicante). Por el elevado número de piezas prestadas y su carácter de colaboraciones estables, al igual que se ha comentado en el caso del Museo de Los Yébenes, pueden ser consideradas depósitos con las repercusiones administrativas que ello implica. Pero en estos casos las piezas del MNCN no son las únicas expuestas, aunque sí son parte importante del proyecto expositivo permanente de ambos museos. En Carrejo (figura 8.10) el depósito es de piezas de taxidermia de aves y mamíferos, mientras que en Ibi (figura 8.11) únicamente se prestan mamíferos. En otros casos el préstamo es también por tiempo prolongado, pero solo implica una o unas pocas piezas. Es, por ejemplo, el caso de especímenes de las colecciones de Paleoinvertebrados o Paleobotánica en el Jardín Botánico de Córdoba, el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares (Madrid) y el Museo de Ciencias de Valencia, con depósitos tramitados al menos hasta 2021. Incluso hay más variantes, como sucede por ejemplo en el Parque de las Ciencias de Granada, donde desde 2008 hasta la actualidad se mantiene de modo ininterrumpido una denominada «Ventana del MNCN», que exhibe siempre alguna pieza prestada por el MNCN, aunque esta se vaya renovando periódicamente. Esto no excluye, como de hecho así ocurre, que a esta institución se presten además otros especímenes para proyectos temporales. También tenemos en depósito un gran ejemplar de Tridacna gigas Linnaeus, 1758 utilizada como pila bautismal en la iglesia de San Andrés, en el céntrico barrio de La Latina de Madrid. La mayoría de los préstamos se gestionan por tiempo más limitado, generalmente restringido al tiempo de vigencia de una exposición o evento concreto, más lo necesario para su montaje y su desmontaje. En este aspecto el MNCN ha colaborado con museos e instituciones dedicados, exclusivamente o no, a la ciencia o la historia natural de prác96

Figura 8.10. Izquierda. Pieza del MNCN en el Museo de la Naturaleza de Cantabria, Carrejo. Figura 8.11. Derecha. Piezas del MNCN en el Museo de la Biodiversidad de Ibi, Alicante. Fotografías: Luis Castelo.

Figura 8.12. Exposición «Un largo viaje… de Altamira a la Cueva Pintada», 2016. Piezas prestadas por el MNCN. Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada (Cabildo de Gran Canaria). Fotografía: Gustavo Martín.

Figura 8.13. Fondos documentales y naturalizados del MNCN en la exposición «Cosmos», en la Biblioteca Nacional de España. Fotografía: Ángel Garvía.

ticamente todo el territorio nacional. Además de a las entidades ya citadas y las que se mencionarán a lo largo del texto, podemos mencionar préstamos al Museo de la Evolución Humana de Burgos, a la Casa de las Ciencias del Ayuntamiento de Logroño, al Museo do Mar de Galicia (Vigo) y a la Casa de los Volcanes (Lanzarote). Entre estas entidades receptoras de los préstamos también hay otros institutos del propio CSIC que tienen entre sus objetivos la divulgación. Es el caso del Real Jardín Botánico y el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla, en cuyas salas se han expuesto desde insectos a instrumentos científicos de los fondos del MNCN, para ilustrar muestras que han tratado desde la enología hasta la exploración científica.

Préstamos a otros museos o exposiciones de humanidades La historia, en general o centrada en el área científica, ha sido el motivo de numerosas exposiciones en las que ha colaborado el MNCN. Algunas de temática generalista, como 97

Figura 8.14. Imagen de portada del catálogo de la exposición «Historias Naturales», en el Museo Nacional del Prado. Fotografía: Pedro Albornoz.

por ejemplo la cultura egipcia; otras centradas en grandes naturalistas, investigadores y exploradores como Hernán Cortés, Cristóbal Colón, Alejandro Malaespina, José Celestino Mutis o Santiago Ramón y Cajal. Incluso sobre personajes de perfil más histórico o artístico como Cleopatra, José Moñino, Carlos Arniches o Martín Domínguez. En otras ocasiones nuestras piezas han sido invitadas en exposiciones de otras áreas que estuvieron adscritas a lo que históricamente se conoció como historia natural, caso de la arqueología, la etnografía o la antropología, aunque hoy se colocan fuera de las ciencias naturales. Estos casos, en que la división entre humanidades y ciencia se hace más difusa y se entremezcla con la historia, han permitido que el MNCN haya prestado temporalmente piezas a todo tipo de museos: nacionales, como el Museo Arqueológico Nacional o el Museo de América; regionales, como el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gran Canaria (figura 8.12) o el Museo de Historia de Madrid. También a instituciones especializadas en historia o de carácter multidisciplinar, como el Museo Marítimo Ría de Bilbao, el Museo de San Isidro (Madrid), el Museu Valencià de la Il·Lustració i de la Modernitat (Valencia), el Museo Instituto de Crédito Oficial o el Centro Nacional de Fotografía Manuel Rotella de Torrelavega (Cantabria). 98

Figura 8.15. Izquierda. Exposición «El aura de los ciervos», en el Museo del Romanticismo. Fotografía: Luis Castelo. Figura 8.16. Derecha. Cabeza de bisonte en la exposición «La ilusión del Lejano Oeste», en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Fotografía: Ángel Garvía.

En otras ocasiones el carácter multidisciplinar es inherente al propio proyecto expositivo. Una de las más recientes en este sentido ha sido la participación en la exposición «Cosmos» organizada por la Biblioteca Nacional de España en 2018 (figura 8.13). Abarca las áreas de humanidades y ciencia, y cuenta con piezas que incluyen desde la robótica a los gabinetes de historia natural, pasando por maquetas y obras pictóricas de primer nivel.

Préstamos a otros museos o exposiciones de bellas artes En las dos últimas décadas, las colaboraciones del MNCN con instituciones museísticas de arte se han visto considerablemente potenciadas. Si bien cabría pensar que este incremento ha venido de la mano de los propios fondos artísticos con que cuenta el MNCN, y sin obviar Figura 8.17. Exposición «Origami. El arte del papel plegado», en el Museo Cerralbo. Fotografía: Pablo Linés.

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el papel que estos sin duda tienen, la realidad es que el aumento ha pivotado más sobre dos aspectos concretos de las colecciones científicas: la íntima relación existente entre arte y taxidermia, y el diálogo o exposición conjunta de piezas artísticas y de historia natural. La taxidermia se define, según la Real Academia Española, como el arte de disecar los animales para conservarlos con apariencia de vivos. Las obras de taxidermia, como punto de encuentro entre ciencia y arte que son, tienen una evidente faceta artística y pueden ser tratadas como obras de arte. De hecho, desde un punto de vista patrimonial, su conservación cada vez se enfoca más desde este prisma, aunque pertenezcan a colecciones científicas. Este hecho, combinado con la apuesta de algunos artistas a la hora de generar proyectos expositivos en torno al diálogo que establecen entre piezas de historia natural y obras artísticas en sentido más estricto, es lo que ha permitido al MNCN colaborar con los principales museos nacionales de arte. En los últimos años, hemos prestado piezas a exposiciones celebradas en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía («Rosemarie Trockel: un cosmos», 2012), el Museo Nacional del Prado («Historias Naturales», 2013) (figura 8.14), el Museo del Romanticismo («El aura de los ciervos», 2014) (figura 8.15), el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza («La ilusión del Lejano Oeste», 2015) (figura 8.16), este último, tanto en su sede de Madrid como en el Museo Carmen Thyssen Málaga y el Espai Carmen Thyssen de Sant Feliu de Guíxols, y el Museo Cerralbo («Origami. El arte del papel plegado», 2018) (figura 8.17). Además, se ha colaborado con museos de arte de ámbito más regional o local, como por ejemplo el Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo Español de Valladolid (2006) o la Fundación Ortega Muñoz de Badajoz (2014). En el caso de la mencionada colaboración con el Museo Nacional del Prado, realizada por el artista Miguel Ángel Blanco, existe un factor adicional que podría calificarse de «sentimental» al hacer referencia al destino inicial, albergar el Museo de Historia Natural, que en un principio tuvo el edificio de Juan de Villanueva que acabó ubicando el Museo del Prado. Esta conexión, como dice el propio artista, le permitió poner en relación artística algunas de las más importantes obras pictóricas y escultóricas del Prado con determinadas piezas de las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Aunque no fue la primera vez que artista y museo interactuaban, ya lo habían hecho en el marco de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) de Madrid en 2011, sí supuso en cierto sentido un punto de inflexión en la colaboración con entidades puramente artísticas. Otra actuación con esta filosofía de diálogo de piezas de historia natural y bellas artes, en la que el personal del MNCN ha participado activamente, se ha desarrollado en dos intervenciones del artista José Antonio Ocaña: una en nuestras propias salas («Ars Naturale», 2017) y otra en el Real Jardín Botánico («Estéticas Botánicas», 2018).

Préstamos a otros centros y salas de exposiciones Además de préstamos a museos, el MNCN ha colaborado en exposiciones de temática muy heterogénea expuestas en instituciones y salas de exposiciones en el sentido más amplio, que en muchas ocasiones salen del concepto convencional de museo. Además de las ya mencionadas, entre las que han exhibido temporalmente nuestras piezas podemos encontrar grandes recintos como la Sala Canal de Isabel II (Madrid), L Oceanográfic (Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia) o Caixaforum de Barcelona y Madrid; junto a otras de menor aforo como la Residencia de Estudiantes del CSIC, la Casa del Lector (Matadero-Madrid) o la Fundación CajaMurcia. Piezas de colección y fondos documentales prestados por el MNCN han estado en solemnes espacios, como la catedral de Calahorra (donde se celebró en el año 2000 la pri100

mera muestra sobre la historia de La Rioja organizada por el Gobierno de La Rioja y la Fundación Caja Rioja), el Palacio Real de Madrid (que acogió en 2012 una exposición en torno a Goya y el infante don Luis) o la biblioteca del edificio histórico de la Universidad de Oviedo (sede en 2011 de la exposición sobre España en la Historia de la Royal Society organizada por la institución académica y la Fundación Príncipe de Asturias). Pero también se han proporcionado fondos para exposiciones en recintos de universidades, institutos de investigación y centros de cultura de entidades locales, tanto municipales como autonómicas y de diputaciones. Incluso para actuaciones ubicadas en centros comerciales, como ocurrió en 2011 con motivo de las actividades de la Feria ARCO de Madrid.

Relación de catálogos A continuación, enumeramos algunos de los catálogos o publicaciones relacionados con las exposiciones citadas en los que participa personal del MNCN: Madera del aire (1990). Carpeta con facsímil del archivo y otros escritos. Ayuntamiento de A Coruña y CSIC. Madera del aire (1991). A Coruña, Casa de las Ciencias, Ayuntamiento de A Coruña. Historia Natural de Iberoamérica (1998). Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), Quinto Centenario. Fabricantes de Perlas, una historia en 12 adjetivos (2006). A Coruña, Ayuntamiento de A Coruña. Las dos orillas (2006). V Centenario de la muerte de Cristóbal Colón. Exposición Antológica. Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila, A&M Gráficas León. Historias Naturales (2013). Madrid, Museo del Prado. La ilusión del Lejano Oeste (2015). Madrid, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Ars Naturale (2016). Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid, CSIC. Estéticas Botánicas de lo real y lo irreal (2018). Madrid, Real Jardín Botánico. CSIC.

Agradecimientos Agradecemos las contribuciones de Luis Castelo, Alfonso Marra, Óscar Ramos y Francisco Yagüe, así como los datos suministrados por conservadores y demás personal de las colecciones y unidades documentales, imprescindibles para la realización de este capítulo. Agradecemos especialmente la cesión de imágenes a Carmen Gloria Rodríguez Santana (Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada), a Miguel Ángel Blanco por sus gestiones y al fotógrafo Pedro Albornoz (fotos del Museo del Prado) y a Lourdes Ventura Argüelles (directora del Museo Cerralbo).

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Las Colecciones de Taxidermia Artística Luis Castelo, Rita Gil Macarrón, Óscar Ramos Lugo, Josefina Barreiro y Ángel Garvía*

a* Luis Benedito y su equipo naturalizando la jirafa actualmente expuesta en el MNCN. Álbum de Taxidermia, A1-19. Fotografía: Archivo del MNCN.

su evidente finalidad científica, como herramientas e infraestructuras utilizadas por el investigador, las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) suman un innegable carácter educativo y divulgativo. Algunas de dichas colecciones cuentan, entre sus fondos, con ejemplares preparados especialmente para su exhibición mediante técnicas de taxidermia. Sobre estos ejemplares se centra este capítulo. La taxidermia, palabra que deriva de los vocablos griegos taxis (colocación) y dermis (piel), consiste en sentido estricto en conservar en seco la piel de animales para recrear la apariencia que tenían vivos, mediante su montaje sobre un soporte. Pero, en un sentido más amplio, también puede hacer referencia a la preparación y montaje de otros ejemplares para exhibición, como esqueletos articulados o cráneos sobre peana; incluso el montaje de ciertos invertebrados (crustáceos decápodos, esponjas, corales, etc.). La taxidermia presenta múltiples facetas y es punto de encuentro entre ciencia, arte y didáctica. Valorarla con imparcialidad requiere un esfuerzo de contextualización, pues hoy se dispone de modernas alternativas audiovisuales e interactivas, que consiguen objetivos similares. Actualmente existen métodos que logran la recreación artística de animales sin necesidad de incluir componentes orgánicos, pero, en un tiempo en donde prácticamente no era posible ver animales salvo en su hábitat natural, la taxidermia fue el modo de mostrar estos lo más parecido a la realidad, en un formato tridimensional que permitía al observador comparar tamaños (figura 9.1). La taxidermia se afianza como un modo de mostrar los animales con aspecto de vida (Dorda, 2009a). En la actualidad esta práctica se ha reducido considerablemente, debido a la sensibilización de la sociedad frente a la pérdida de biodiversidad mundial y la valoración de los derechos de los animales. En un contexto actual tiene difícil justificación sacrificar animales solo para que sean taxidermizados y exhibidos. La taxidermia moderna se nutre de ejemplares de ámbitos diferentes a la caza, como por ejemplo los procedentes de centros de cautividad y recuperación, los hallados muertos en la naturaleza, etc. Ha sido, y sigue siendo, una poderosa herramienta didáctica, capaz de ser más eficaz que la palabra y, aunque hoy se cuenta con modernos soportes audiovisuales, los

A

* Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected], [email protected], [email protected], [email protected], [email protected].

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dioramas (montajes de grupos de animales taxidermizados) exhibidos en los museos de historia natural siguen cumpliendo perfectamente su función divulgativa y educativa. De hecho, las colecciones de taxidermia son el símbolo de este tipo de museos (Dorda, 2009b), así como uno de sus principales reclamos a la hora de atraer público, y el Museo no es una excepción. Por un lado, la taxidermia es una maestría: la técnica de disecar o preparar animales muertos para que no se descompongan y se conserven como si estuvieran vivos. Técnica que ha ido variando con el tiempo, tanto en el tratamiento de la piel como en la naturaleza de los soportes utilizados. Por otro, en ella también subyace un componente artístico, inherente al hecho de ser la obra única de uno o varios autores, a la que puede atribuirse un estilo y, con el paso del tiempo, una historia. El carácter histórico y patrimonial de muchas piezas de taxidermia es innegable. Por tanto, puede ser considerada un arte, como refleja la definición de la RAE: «arte de disecar los animales para conservarlos con apariencia de vivos». También supone una herramienta científica. Fue durante buena parte del siglo pasado una forma de preservar lo que el naturalista preveía que podía extinguirse (Christy, 2015); un medio para que las generaciones futuras pudieran conocer lo que ya no existiría en la naturaleza. Aun en tiempos modernos, y sin tener en cuenta la información asociada, en ocasiones igual o más importante que el propio ejemplar, los especímenes naturalizados históricos continúan siendo útiles científicamente. En las últimas décadas, con el auge de los estudios genéticos, se han convertido en fuente de obtención de ADN, aunque se hace necesario investigar las técnicas de preparación histórica, pues pueden ser causa de degradación molecular (Péquignot, 2006), lo que es un hecho especialmente relevante en especies extinguidas. Hoy más que nunca, la correcta conservación de los ejemplares de los museos debe ser, sin duda, un objetivo fundamental para la investigación en ciencias de la vida (Mandriol, 2016). La taxidermia ha generado, pues, productos de diferente índole: desde trofeos de caza y símbolos de estatus social a obras artísticas o especímenes para investigación. En el ámbito de una colección de historia natural, es obvio que los animales taxidermizados deben ser tratados como elementos científicos que, sin embargo, en su conservación a largo plazo requieren no olvidar un enfoque artístico. Preservar estas piezas tiene mucho en común con la conservación patrimonial en el ámbito de las bellas artes. 104

Figura 9.1. Almacén de taxidermia de las colecciones de Aves y Mamíferos del Museo. En ausencia de fotografías, los animales disecados eran la mejor herramienta didáctica. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Con frecuencia los términos naturalizado, taxidermizado, montado y disecado se usan indistintamente, aunque tienen matices diferentes. En el marco de ejemplares de colecciones de historia natural pueden utilizarse de modo indistinto.

Colecciones científicas y de exhibición (taxidermia) Los museos de historia natural poseen algunas características singulares respecto a otro tipo de museos. Una de ellas es la coexistencia en la misma colección de especímenes para uso expositivo y científico. Los destinados exclusivamente a investigación, en general mucho más numerosos, se conservan de forma diferente que los dedicados a exhibición (Barreiro, 1997). Ambos tipos de colecciones, científicas y expositivas, conservan ejemplares en seco: pieles, esqueletos, huevos y nidos, liofilizaciones, etc., pero existen diferencias. En colecciones científicas se conserva siempre de forma que se sigan apreciando los caracteres que necesita el investigador. Las personas que procesan estas piezas se denominan preparadores. Por ejemplo, en el caso de aves capturadas para taxonomía y sistemática se prepara solo la piel (limpia y libre de musculatura y grasa) conservada en seco, en forma de huso, dejando en su interior cráneo, huesos de las alas y patas. Así se permite observar caracteres externos (patrón de coloración, tipo de muda…) y tomar medidas significativas, como la longitud de los tarso-metatarsos. Los ejemplares preparados para exhibición se conservan fundamentalmente en seco, bien como piel montada sobre un soporte tipo maniquí, bien como esqueleto articulado. Además, se disponen en posturas naturales y, como veremos más adelante, se pueden ubicar en dioramas donde se representa su hábitat y comportamiento. Todo esto se realiza mediante técnicas de taxidermia que, en ciertas fases del proceso, como el curtido de piel o la limpieza de huesos, coinciden con las de preparación de ejemplares científicos.

Historia de la taxidermia en el MNCN La taxidermia es una técnica antigua. Algunos especialistas ligan su origen a la momificación en el antiguo Egipto, pero existe cierto consenso en que es durante el siglo xviii cuando se inicia como disciplina (Pequignot, 2002a). En este período ocurre la transición del tratamiento de la piel con compuestos vegetales, ejemplarizado en la fórmula magistral de taninos de plantas aromáticas del conde de Buffon, hasta el triunfo del macerado químico, desarrollado por el farmacéutico Bécoeur, que creó en 1743 el denominado jabón arsenical a base de jabón, alcanfor, arsénico, sal tártara y cal (Rookmaaker et al., 2006; Pérez Moreno, 2012), aunque su uso no se populariza hasta años después de su fallecimiento. Desde el siglo xix se han utilizado y se utilizan otros principios químicos, con el fin de evitar la toxicidad del arsénico. En cuanto al soporte para dar volumen a la piel, ha variado enormemente. Hasta principios del siglo xix simplemente se embutía con hebras de origen animal (crin o lana) o vegetal (heno, paja, esparto, musgo, serrín, corteza…), incluso con material inorgánico como arena (Pequignot, 2002b). A lo largo de este siglo se empiezan a utilizar soportes internos o maniquís, a los que se dota de volumen mediante alambre, tela metálica, escayola, etc. Este proceso culmina, ya a principios del siglo xx, con la técnica denominada dermoplastia (figuras 9.2 y 9.3), puesta a punto por Herman H. Ter Meer, un holandés residente en Alemania, y que consiste en amoldar la piel a una escultura ela105

borada con una pasta de turba y escayola (Rubio Aragonés, 2001), que refleja de modo muy realista la anatomía y la postura del animal. En la taxidermia moderna se ha impuesto el empleo de resinas, espumas y otros materiales sintéticos. La dermoplastia se continúa utilizando hoy, tanto en realización de trofeos de caza como de ejemplares museísticos. Magníficos ejemplos de estos últimos se continúan produciendo en el Departamento de Taxidermia del Museum für Naturkunde de Berlín (Fisher, 2012). Al principio, los animales se taxidermizaban adoptando posturas rígidas y se exhibían individualmente sobre peana. Con el tiempo, se les fue dotando de posturas dinámicas y exponiendo en grupos, denominados dioramas, que según Dohm et al. (2017) son: «una reconstrucción de microcosmos en tres dimensiones» y que Martínez de la Escalera (1904b) denominaba «cuadros vivos». Los dioramas pueden considerarse montajes a modo de maquetas que recrean una escena (Gernsheim, 1968), reflejando el hábitat en el que vive el animal o alguna de sus costumbres (reproducción, alimentación, etc.). Ejemplares taxidermizados estaban ya presentes en la propia creación del MNCN, pues entre los fondos adquiridos a Pedro Franco Dávila por Carlos III para la fundación en 1771 del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, germen del actual Museo, había aves disecadas montadas y algún mamífero naturalizado, como monos y liebres (Franco Dávila, 1767; Villena et al., 2009). La colección de animales montados crece con aportes procedentes de las áreas geográficas controladas por la Corona española y ejemplares mantenidos en la Casa de Fieras del Buen Retiro y Reales Sitios. Uno de los más representativos y perfectamente documentado (Mazo, 2008; Gómez Centurión, 2011) es el ejemplar de elefante asiático, Elephas maximus Linnaeus, 1758, regalado a Carlos III, que vivió un tiempo en los jardines de Aranjuez; de este elefante se conservan la piel y el esqueleto montado en exposición en el MNCN (figura 9.4). Considerado una pieza emblemática y de las más antiguas de taxidermia moderna (Aragón, 2014), es uno de los elefantes naturalizados más antiguos del mundo. Entre los primeros disecadores (acepción con la que se conocía entonces a los taxidermistas) que trabajaron para el Real Gabinete destacan Juan Bautista Bru y Pascal Moineau. No se conserva ninguna obra datada de este último (Aragón, 2014), pero sí se sabe que dirigió una escuela de taxidermia en el Museo (Solano Eulate, 1871). En la labor de Bru destaca la naturalización del mencionado elefante asiático y el montaje del famoso megaterio (ver «Colección de Paleontología»), así como su publicación de láminas representando animales vertebrados del Real Gabinete de Historia Natural. Este trabajo (Bru, 1784-1786) contrasta con el propio catálogo de Franco Dávila (Franco Dávila, 1767), donde se refleja que los vertebrados estaban entre los grupos zoológicos 106

Figura 9.2. Izquierda. Escultura base para la naturalización de jabalí, Sus scrofa Linnaeus, 1758, mediante la técnica de dermoplastia. iacn004/002/08846. Fotografía: Archivo del MNCN. Figura 9.3. Derecha. Resultado final de la naturalización de jabalí por dermoplastia, al cubrir con la piel del animal la escultura que se observa en la Figura 9.2. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

Figura 9.4. Esqueleto montado de elefante asiático Elephas maximus Linnaeus, 1758 realizado por Bru en 1777. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

peor representados, y evidencia a su vez que en pocos años ya se habían incorporado vertebrados naturalizados a las colecciones que trajo Dávila. En 1828 se creó la Escuela de Taxidermia en el Museo, denominado entonces Real Museo de Ciencias Naturales (Sánchez Almazán, 2016). La taxidermia científica se impulsa y desarrolla de modo profesional con Mariano de la Paz Graells en el siglo xix. Director y titular de la Cátedra de Taxidermia del Museo, se ocupó de su docencia organizando cursos para formar a disecadores. Algunos de estos profesionales así formados acabarían trabajando en la propia institución. En el Reglamento del Museo de 1857 se legisla sobre su plantilla de disecadores, cuya misión consistía en preparar y disecar los animales procedentes de expediciones científicas, intercambios con otros museos, donaciones y adquisiciones realizadas por cuenta de la propia institución (Aragón, 2014). El jefe del Laboratorio de Disecación, José Duchen, que sustituyó a su padre, Salvador Duchen (Barreiro, 1994), ejemplariza a la perfección la conjunción de conociFigura 9.5. Esqueleto montado de quiróptero realizado por José Duchen a mediados del siglo xix. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

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mientos artísticos y científicos que ya requiere la taxidermia moderna. Capaz de dibujar, grabar y litografiar, aprende por instancia de Graells a disecar y montar esqueletos hasta lograr una alta pericia técnica, como evidencian las piezas que aún se conservan en las colecciones de Aves y Mamíferos (figura 9.5). De los partes administrativos elaborados por Juan Ramón Dut, que llegó a ser disecador primero del Museo, se deduce que, con posterioridad a 1867, las colecciones de animales taxidermizados crecen sin plan determinado y según llegan especímenes del Jardín Zoológico de Aclimatación del Botánico y los enviados por la expedición de la Comisión Científica del Pacífico. Dut también habla de habituales pérdidas por apolillado. El intercambio con otras instituciones está igualmente documentado (Aragón, 2014). El impulso de la docencia de la Zoología que tuvo lugar en el Museo, durante la dirección de Graells (Aragón y Villena, 2010), encontró en las colecciones de taxidermia uno de sus pilares; aunque algunas obras, por la imposibilidad de ver vivos a los animales, dejan en evidencia un montaje anatómico erróneo, como por ejemplo sucede en los esqueletos de ornitorrinco, Ornithorhynchus anatinus Shaw, 1799, equidna, Tachyglossus aculeatus (Shaw, 1792) y canguro Macropus giganteus Shaw, 1790, así como la postura no natural que Dut otorga al ejemplar de martucha (mncn-m4109), Potos flavus (Schreber, 1774). A principios del siglo xx, ya con Ignacio Bolívar como director desde 1901, el Museo carece de un taller de taxidermia capaz de generar especímenes taxidermizados duraderos y de calidad de grandes animales, por lo que era habitual encargar trabajos a talleres externos. Así sucedió con los dos ejemplares de Okapia johnstoni (Sclater, 1901), que con tanto trabajo se obtuvieron del entonces Estado Libre Asociado del Congo, los cuales se mandaron taxidermizar en Bruselas con un elevado coste. Esta carencia, que ocasiona importantes quebrantos económicos, unida a la cada vez más frecuente presencia de dioramas en los grandes museos de historia natural, lleva a Bolívar a iniciar un cambio de rumbo en el Museo y potenciar su parte pública. Entre las decisiones que toma está incorporar en plantilla a los taxidermistas José María y Luis Benedito, miembros de una familia valenciana de taxidermistas que ya habían iniciado el tránsito de la taxidermia artesanal a la naturalista con rango artístico. José María, nacido en 1873, se definía como naturalista-disecador y obtiene en 1907 plaza de disecador del Laboratorio de Taxidermia del Museo. Luis, once años menor, se incorpora al laboratorio en 1912 (Rubio Aragonés, 2001) ya como escultor-taxidermista. Aunque ambos hermanos trabajaron juntos un tiempo en determinados montajes, como por ejemplo en el grupo de rebecos cantábricos, Rupicapra rupicapra (Linnaeus, 1758), de Picos de Europa (Rubio Aragonés, 2001), la obra de José María está basada principalmente en aves, mientras que Luis se especializó en mamíferos tras recibir formación en Leipzig (Alemania) financiada por el Museo, con el mencionado Ter Meer como maestro. Como colofón de esta estancia, Luis naturaliza un ejemplar del antílope ruano o caballo, Hippotragus equinus (É. Geoffroy Saint-Hilaire, 1803), que permanece hoy en exposición firmada por ambos: maestro y alumno. Es en esta época, el primer tercio del siglo xx, la denominada Edad de Plata de la cultura española (López-Ocón, 2003), cuando el Museo pasa de gabinete universitario a exponente de las ciencias naturales, adquiriendo categoría y relevancia nacional en la investigación y divulgación de la naturaleza ibérica (Casado, 2010; Sánchez Almazán, 2016). Durante este cambio, y ya con los hermanos Benedito incorporados, se forja un laboratorio de taxidermia moderna muy productivo, con obras que combinan rigor naturalista y expresión artística, como se refleja en publicaciones de la época (Cabrera, 1915). 108

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Figura 9.6. Izquierda. Diorama de los abejarucos, obra de José María Benedito, diseñado para ser visto en 360°. Visión posterior. Figura 9.7. Derecha. Detalle del diorama de los abejarucos. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Pero en este cambio no influye solamente Luis con su especialización en taxidermia de mamíferos aplicando las técnicas de dermoplastia, también contribuye de modo muy significativo José María con sus grupos biológicos de aves (dioramas de varios ejemplares recreando el comportamiento del animal en su hábitat). Son verdaderas unidades didácticas en sí mismas, sin requerir más explicación. La simple observación de la obra permite aprender a diferenciar machos de hembras, adultos de juveniles, posturas al acecho o de descanso, etc. La taxidermia de aves, que a priori puede parecer más sencilla al seguir trabajando con técnicas clásicas de montaje con alambres articulados y no con escultura de escayola, es llevada a su máxima expresión por José María, con el diorama de los abejarucos como uno de sus máximos exponentes (figuras 9.6 y 9.7). La ambientación de estos dioramas se recrea con elementos vegetales o minerales recogidos en el mismo hábitat en que vive el animal. Esta parte del trabajo requiere un componente de investigación y documentación muy importante, así como de observación directa en el medio natural. Además, hace más complejo el trabajo y precisa un equipo de especialistas. Los hermanos Benedito cuentan con colaboradores imprescindibles y de alta calidad técnica, entre los que destacan Julio Patón, Conrado Chaves y García Llorens, que de algún modo continúan su escuela en el Museo tras la marcha de los Benedito. Cada taxidermista, o cada taller de taxidermia, es en cierto modo un crisol único de conocimientos y prácticas de zoología, química, cirugía, anatomía, escultura, pintura, costura, carpintería, marquetería y alguna disciplina más. Y deja en sus obras un rasgo peculiar y distintivo que las diferencia de otras. Esta impronta, en ocasiones, es factible de trasmitirse de una generación a otra, en el clásico esquema de maestro-aprendiz (Aragón, 2014). Son contados los museos en el mundo que puedan presumir de haber tenido, en algún momento de su historia, una escuela de taxidermia como la que hubo en el MNCN en esa época (Dorda, 2009b) (figura 9.8). Los grupos biológicos de los hermanos Benedito, mayoritariamente de fauna española (Aragón y Casado, 2012), fueron uno de los ejes principales sobre los que giró la renovación expositiva acometida por el MNCN en esa época (Aragón, 2014). No cabe duda de que, desde entonces, algunas de estas obras de taxidermia se convirtieron en iconos de la institución y, junto al nombre de sus creadores, han quedado asociadas a la imagen del MNCN, de modo que no es posible entender totalmente la historia de unos sin la otra, y viceversa. No obstante, de modo paralelo, Bolívar empleó recursos del Museo para enriquecer las colecciones adquiriendo ejemplares naturalizados en los talleres de taxidermia más afamados mundialmente, como las firmas londinenses Rowland Ward y Gerrard & Sons. 109

Figura 9.8. Taller de taxidermia del MNCN a principios del siglo xx con Luis Benedito y su equipo. acn004/001/08794. Fotografía: Archivo del MNCN.

Colecciones del MNCN con taxidermia Las cuatro colecciones de vertebrados del MNCN (Ictiología, Herpetología, Ornitología y Mastozoología) cuentan entre sus fondos con especímenes naturalizados, aunque en diferente número. Es, sin duda, en las colecciones de Aves y de Mamíferos donde más importancia y presencia tienen los especímenes taxidermizados. En este capítulo nos limitaremos a destacar algunos ejemplares emblemáticos; para información más concreta se puede acudir al capítulo específico de cada colección en este volumen. La Colección de Aves custodia 2.684 ejemplares preparados para su exhibición, de los cuales 548 están contenidos en vitrina, 17 preparados como esqueletos montados y los 2.119 restantes naturalizados en peana individual. La mayoría de los especímenes más antiguos de esta colección, capturados durante la segunda mitad del siglo xix, se encuentran naturalizados en peana individual; es el caso de los 271 provenientes de la Biblioteca-Museo de Ultramar que pasaron a formar parte de los fondos del MNCN en 1908. El Museo de Ultramar (1888-1908) se formó con las piezas procedentes de la «Exposición General de las Islas Filipinas» llevada a cabo en el Retiro madrileño en 1887 y, para la realización de la cual se formó una comisión regia que envió a Domingo Sánchez a Filipinas para obtener ejemplares, así como con las aves pertenecientes al Museo de Hipólito Fernández de Manila (Alonso et al., 2002). También es el caso de los 209 ejemplares provenientes de la Comisión Científica del Pacífico, expedición realizada durante los años 1862-1866 fundamentalmente a las costas sudamericanas del Pacífico (LópezOcón, 2000) (figura 9.9). También existen siete cuadros de aves exóticas, que podrían denominarse ya dioramas primitivos, en los que las aves se ubican sobre un árbol y con la representación del cielo detrás. Estos ejemplares pasaron a formar parte de las colecciones del MNCN provenientes del secuestro del Gabinete de Historia Natural del infante carlista don Sebastián de Borbón (Barreiro, 1944). A lo largo del siglo xx, con la entrada en el Museo de José María Benedito, se realizaron dioramas mayoritariamente de especies de la avifauna ibérica, entre los que cabe destacar el de los abejarucos, Merops apiaster Linnaeus, 1758, el de las avutardas, Otis tarda Linnaeus, 1758 (figura 9.10) —bellísima representación de un grupo de estas aves en un 110

Figura 9.9. Ejemplar de psitácido naturalizado procedente de la Comisión Científica del Pacífico. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

Figura 9.11. Grupo biológico de búho real realizado por José María Benedito en el que se observa la disposición didáctica de la obra al mostrar ejemplares de diferente edad y sexo. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 9.10. Diorama de avutardas en exposición en el MNCN. Fotografía: Ángel Garvía.

trigal en el que normalmente se alimentan— y toda la colección de rapaces ibéricas, como los halcones peregrinos, Falco peregrinus Tunstal, 1771, águilas imperiales, Aquila adalberti Brehm, 1881 o búhos real, Bubo bubo (Linnaeus, 1758) (figura 9.11). La Colección de Mamíferos contiene principalmente especímenes taxidermizados en los siguientes formatos y números aproximados: 70 esqueletos montados, 40 cráneos montados en peana, 200 cabezas naturalizadas en peana y 620 pieles montadas de individuos enteros. De estos últimos, en torno a 90 forman parte de dioramas ubicados en vitrina, bien en grupo o de modo individual. Además de los ya citados en este texto, destacamos algunos. Entre los ejemplares naturalizados históricos, cabe resaltar los aportados por el Museo de Ultramar (Rey et al., 2002) y la Comisión Científica del Pacífico, ya mencionados en la Colección de Aves. En cuanto a la fauna autóctona de mamíferos, hay que señalar sobre todo los grandes dioramas elaborados por Luis Benedito (en alguna ocasión en colaboración con su hermano) de lobo ibérico, Canis lupus Linnaeus, 1758; zorro, Vulpes vulpes (Linnaeus,

Figura 9.12. El denominado toro de Veragua fue una de las primeras naturalizaciones realizadas por Luis Benedito mediante la técnica de dermoplastia. En la imagen se muestra el ejemplar en la última fase del proceso. acn003/004/08592. Fotografía: Archivo del MNCN.

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1758); tejón, Meles meles (Linnaeus, 1758); nutria, Lutra lutra (Linnaeus, 1758); lince, Lynx pardinus (Temminck, 1827), etc. Pero también algún ejemplar individual como el oso pardo, Ursus arctos Linnaeus, 1758, donado por Alfonso XIII, y el conocido como toro de Veragua, Bos taurus Linnaeus, 1758, uno de los primeros trabajos realizados mediante dermoplastia (figura 9.12). En fauna exótica de grandes animales, hay que mencionar los ejemplares taxidermizados por los hermanos Benedito y sus colaboradores, como son el elefante africano, Loxodonta africana (Blumenbach, 1797) y la jirafa, Giraffa camelopardalis (Linnaeus, 1758) (figura 9.13). El antílope sable Hippotragus niger Harris, 1838, obra de Julio Patón, destaca por pertenecer a una subespecie en peligro crítico de extinción y ser récord del mundo como trofeo de caza por la longitud de sus cuernos. Aunque también hay obras de taxidermia adquiridas fuera del taller del Museo, como el tilacino, Thylacinus cynocephalus (Harris, 1808), también denominado lobo marsupial o de Tasmania, adquirido a Rowland Ward, uno de los escasos ejemplares taxidermizados de semejante calidad en el mundo de esta especie actualmente extinta. No es habitual que un ejemplar tipo esté taxidermizado, generalmente se conservan preparados como pieles y material óseo sin montar, pero la Colección de Mamíferos contiene alguno. Es el caso de los taxones descritos por Jiménez de la Espada y Ángel Cabrera, respectivamente, con especímenes colectados por la Comisión Científica del Pacífico y de la subespecie Capra pyrenaica victoria descrita por Cabrera en 1914. En la actualidad, y hablando ya de ambas colecciones, Aves y Mamíferos, es preciso resaltar que son muy escasas las entradas de especímenes taxidermizados, con la excepción de donaciones de particulares o instituciones no estatales. Entre las primeras, se puede citar por ejemplo la más reciente, en 2017, de más de 300 ejemplares de aves por parte de un especialista particular malagueño. Entre las segundas, destaca la donación en 2012, por parte del Zoo-Aquarium de Madrid, del grupo familiar de pandas gigante, Ailuropoda melanoleuca (David, 1869), que incluía al popular Chu Lin y sus padres (Dorda y Garvía, 2015). La Colección de Ictiología, según la información facilitada por su actual conservadora, cuenta con aproximadamente 285 ejemplares de peces naturalizados registrados en su base de datos. Algunos son de gran importancia histórica y científica, como las colecciones de Parra y Poey (figura 9.14), así como tres grandes y antiguos ejemplares naturalizados, actualmente en exhibición, que probablemente formasen parte del Real Gabinete de Dávila. Se trata de un tiburón martillo Sphyrna mokarran (Rüppell, 1837),

Figura 9.13. Jirafa naturalizada por el equipo de Luis Benedito en la que se puede observar la escultura base. Actualmente en exposición en el MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

Figura 9.14. Ejemplar de pez ballesta de la Colección de Ictiología del MNCN de peces cubanos naturalizados en tabla. Fotografía: María Soledad Alonso.

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Figura 9.15. Pez luna naturalizado que probablemente formase parte de los primeros fondos del Real Gabinete. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

un pez sierra Pristis pectinata Latham, 1794 y un pez luna Mola mola (Linnaeus, 1758) (figura 9.15). También puede destacarse el montaje de un pez realizado en el siglo xviii por Cristóbal Vilella, pintor y colaborador del Real Gabinete, al cual envió numerosas «producciones marinas» procedentes de las costas de Mallorca. La Colección de Herpetología, según datos de su actual conservadora, cuenta con aproximadamente 170 ejemplares naturalizados de tortugas, serpientes, lagartos y cocodrilos, muchos expuestos actualmente (figura 9.16), así como diversos esqueletos montados (figura 9.17). Destacan seis grandes especímenes naturalizados de tortugas marinas de las especies Caretta caretta (Linnaeus, 1758), Chelonia mydas (Linnaeus, 1758), Eretmochelys imbricata (Linnaeus, 1766), que, enviadas desde Cuba a finales del siglo xviii (García Díez y González Fernández, 2013), figuran entre los más antiguos de la colección. En ciertas colecciones de invertebrados la preparación de determinados grupos puede ser considerada, en sentido amplio, como una técnica de taxidermia. Es el caso de grandes crustáceos decápodos, en los que se conserva solo el exoesqueleto descarnado y colocado en postura natural, y también de esponjas, que se montan sobre un armazón sostenido por una peana. Ciertos corales también pueden exhibirse de modo similar. En las colecciones de invertebrados del MNCN existen numerosos ejemplos de estos tipos de montaje, pero no son objeto de estudio en este capítulo.

Problemas de conservación de las colecciones de taxidermia Los tres conceptos relativos a la conservación de patrimonio cultural consensuados en 2008 por el ICOM-CC (International Council of Museums-Committee for Conservation) durante la 15.ª Conferencia Trienal de Nueva Delhi, y que se reflejan en la norma une-en 15898:2012 «Conservación del patrimonio cultural. Principales términos generales y definiciones», son aplicables en el caso de las colecciones de taxidermia. Estos tres conceptos son: Conservación preventiva: medidas y acciones encaminadas a evitar futuros deterioros, sin intervenir directamente sobre el ejemplar y sin alterar su apariencia, en el contexto o el área circundante a la misma.

Figura 9.16. Varano naturalizado, Varanus marmoratus (Wiegmann, 1834) de la Colección de Herpetología. mncn 23882.

Figura 9.17. Esqueleto montado de cocodrilo cubano, Crocodylus rhombifer Cuvier, 1807, de la Colección de Herpetología. mncn 45749. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

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Conservación curativa: acciones puntuales aplicadas directamente sobre el ejemplar con el objetivo de detener su deterioro y limitar lesiones o daños que, en ocasiones, pueden modificar su apariencia. Labores curativas son, por ejemplo, limpieza superficial, desinfección, consolidación y fijación de partes. Restauración: acciones realizadas directamente sobre un ejemplar estable o estabilizado, destinadas a mejorar su reconocimiento, comprensión y uso, dentro del respeto a su interés patrimonial y a los materiales y técnicas utilizados. Las labores restauradoras comprenden, entre otras, reintegración cromática, volumétrica y barnizado (icom, 2008). En el caso de la taxidermia es de extrema importancia el seguimiento y la prevención del deterioro, dado el componente polimatérico de los bienes y las múltiples reacciones físicas y químicas, en algunos casos irreversibles, que los agentes intrínsecos y extrínsecos de deterioro combinados pueden generar, sobre todo en piezas históricas que pueden haber sido realizadas con materiales incompatibles (aenor, 2012). Conservación preventiva en taxidermia A lo largo de la trayectoria de la disciplina de la conservación preventiva se han abordado los agentes de deterioro de forma conjunta al estudiar la interacción de los mismos, dado que no actúan solos sino que generan nuevos agentes o causas y procesos de nuevos deterioros (Tacón Clavaín, 2011). De igual modo, la conservación preventiva aborda las amenazas, y no tanto el efecto, a las que están sometidas las colecciones y el entorno de las mismas. En este sentido, se deben tener en cuenta las condiciones ideales y las condiciones reales a las que se enfrentan las colecciones de taxidermia de los museos de muchos países, de cara a afrontar y detectar las amenazas de los agentes de deterioro; en especial sobre las colecciones de taxidermia, dado que cada obra requiere un estudio individual de la misma, al ser obras únicas elaboradas con materiales muy diferentes unas de otras. Por ejemplo, los materiales usados para crear el diorama de los mirlos acuáticos de Patón, con una plancha de material plástico que simula la superficie del agua, y los usados para los abejarucos de José María Benedito con alambres forrados y disimulados en los ejemplares para que figuren en pleno vuelo. Estas obras exigen un estudio sistemático y específico de deterioro de la taxidermia, a la vez que de sus indicadores de deterioro, estudios que no todos los museos pueden llevar a cabo, aunque siempre se pueden averiguar y hacer uso del sentido común para intentar evitar algunos agentes que resultan evidentes y requieren de la participación y concienciación de todo el personal de los museos. La climatología de Madrid es un factor de deterioro de fundamental conocimiento. Una humedad relativa muy baja combinada con inviernos muy fríos y veranos excesivamente cálidos, junto a unos cambios bruscos de estos parámetros, entre el día y la noche, generan procesos de deterioro que afectan a todo tipo de colecciones de materia orgánica sensible. Si a todos estos factores extrínsecos se le une la delicada situación de las pieles taxidermizadas históricas, el resultado puede ser la aparición de grietas visibles en los ejemplares, que se ven favorecidas por los cambios bruscos mencionados que generan contracciones en las pieles y materiales, producidas por el frío seco favorecido por los equipos de aire acondicionado en humedades relativas muy bajas (figura 9.18). Los anteriores factores, unidos a la contaminación atmosférica, generan unos deterioros diferentes a los que se producen en ciudades con climas muy húmedos, generadores de la perjudicial colonización biológica. Minimizar la incidencia de todos estos factores, si bien no implica la puesta en marcha de un plan de conservación preventiva, sí que puede contribuir a prolongar, dentro de un contexto de falta de inver114

Figura 9.18. Ejemplar intervenido de antílope sable gigante, Hippotragus niger variani Thomas, 1916, para asegurar su conservación. Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

sión, una mejora de las condiciones de conservación utilizando los medios de difusión disponibles e implicación para su puesta en valor, aspecto imprescindible para detener y prevenir su futuro deterioro. Conservación curativa y restauración en taxidermia En los más de 240 años de vida del Museo, sus colecciones de taxidermia han sufrido numerosos avatares y destinos, no siempre beneficiosos para ellas, que han ocasionado incluso pérdidas de ejemplares y daños diversos, derivados entre otros de la composición material de las naturalizaciones, preparaciones y condiciones medioambientales inadecuadas, plagas, vandalismo, conflictos bélicos o falta de recursos y espacio. Por ello, cuando un ejemplar se deteriora, ha de realizarse una labor curativa y en ocasiones restauradora. Al intervenir una colección biológica, ha de tenerse en cuenta que en el caso de las colecciones de investigación la restauración no se recomienda, ya que están reservadas a la investigación y no deben alterarse sus propiedades; tan solo se permiten realizar operaciones de estabilización para evitar la disgregación de los especímenes (Barreiro, 2003). Respecto a las colecciones de exhibición, como es el caso de las de taxidermia, sí se contempla la restauración (Barreiro, 2003). 115

Históricamente, las restauraciones de especímenes naturalizados en el Museo eran realizadas por los propios disecadores, dentro de sus funciones cotidianas. Muchos especímenes han sido intervenidos en numerosas ocasiones, pero solo existen algunos registros vagos y se desconocen realmente los tratamientos empleados. El taxidermista más disciplinado a este respecto era Juan Ramón Dut, a través de sus partes semanales, en los cuales reflejaba las intervenciones hechas en las colecciones (Dut, 1868, 1869). Muchas de estas piezas restauradas se han vuelto a intervenir, eliminando las restauraciones anteriores sin la documentación requerida, lo que conlleva una pérdida de historicidad del espécimen y complica las actuaciones de datación. En la actualidad, las restauraciones realizadas (efectuadas por los propios taxidermistas, preparadores y los biólogos conservadores del Museo) se han detallado más, aunque aún resulta insuficiente, seguramente debido al bajo presupuesto recibido por la institución para desarrollar estas tareas. No obstante, sería necesaria la labor de personal con conocimiento y experiencia específica en restauración y conservación de este tipo de colecciones tan singulares como son las de taxidermia científica. La progresiva concienciación institucional del MNCN sobre la íntima relación entre arte y taxidermia que tienen algunos de sus fondos hace que se estén empezando a intentar aplicar los protocolos y recomendaciones de diversos organismos, al igual que están realizando otros grandes museos e instituciones de todo el mundo que albergan colecciones de historia natural. Entre estas normativas y directrices se puede señalar que todas las tareas de restauración deben cumplir, en la medida de lo posible, los principios básicos contemplados para cualquier operación de este tipo: reversibilidad (retratabilidad), compatibilidad y, en lo posible, reconoscibilidad (SPNHC, 1994; MCU, 2007). Asimismo, deben documentarse exhaustivamente las actuaciones, incluyendo fotografías en color veraces de los estados de conservación previos (MCU, 2007; ICOM, 2013), el proceso de intervención y el resultado final. Todos los productos y metodologías empleadas deben ser citados rigurosamente, no de manera general, sino acompañándolo con mapas de daños donde se indique en qué parte de cada pieza se ha utilizado cada producto. Por otro lado, debe realizarse un trabajo multidisciplinar, ya que de otra manera podrían producirse con facilidad errores interpretativos sobre composición y deterioros, por ejemplo. En caso de eliminación, ha de documentarse fotográficamente la pieza suprimida, guardarla en su totalidad si es posible, y si no una muestra (MCU, 1985; MCU, 2007; ICOM, 2013). Además, debe evitarse extraer especímenes de sus vitrinas o ambientaciones originales, facilitar el acceso a la información asociada, incluyendo el nombre del taxidermista y la fecha de preparación, realizar las restauraciones de acuerdo con las intenciones o técnicas originales del autor y seguir la normativa vigente como la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), entre otros (ICOM, 2013). Hay que añadir también que «cualquier intervención que se haga sobre un ejemplar de valor histórico no debe tratar de devolverlo a su condición original ni restaurar sus valores estéticos, sino preservarlo simplemente en las mejores condiciones posibles» (Aragón, 2005). Debe tenerse también muy en cuenta el manejo correcto de estas piezas, ya que son muy delicadas, y considerar la toxicidad de las mismas, pues las colecciones de historia natural, en mayor o medida, como ocurre también con las etnográficas, portan un grado de sustancias tóxicas para el organismo que deben ser conocidas, a fin de que el profesional conservador se proteja durante la manipulación y exposición. Han de acometerse, por tanto, tareas de control y medida de los niveles de tóxicos metabólicos, medioambientales y de las piezas. Asimismo, deben conocerse los mecanismos de identificación de dichos compuestos y la legislación vigente en materia de tóxicos (Gil, 116

2015). También, como ya se ha comentado, tiene que conocerse y cumplirse la normativa para este tipo de colecciones, sobre protección de la naturaleza, gestión de desechos, exposición, etc. No hay que olvidar que los especímenes custodiados en el MNCN, al ser este de titularidad estatal, poseen la condición automática de BIC (Bien de Interés Cultural), máximo grado de protección de un bien cultural en el Estado español, artículo 60 de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español (MCU, 1985). Esto implica la regulación y limitación de la actividad que a ellos concierne, como la realización de pruebas destructivas, préstamos, traslados y restauraciones (Gil, 2015).

Agradecimientos Los autores quieren agradecer la información y material fotográfico proporcionados por María Soledad Alonso (Mediateca), Marta Calvo (conservadora de la Colección de Herpetología), Jesús Dorda (Departamento de Exposiciones), Jesús Muñoz y Fernando Señor (Servicio de Fotografía) y Gema Solís (conservadora de la Colección de Ictiología), todos ellos personal del MNCN.

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119

La Colección de Invertebrados Javier Ignacio Sánchez-Almazán, Francisco Yagüe, Silvia Fernández de Diego y Olga Leonís*

ís* A Miguel Villena Sánchez-Valero (1961-2008). In memoriam. De arriba abajo y de izquierda a derecha: Erizo de mar mncn 29.03/212 Cidaris cidaris Linnaeus, 1758; sipúnculo mncn 19.00/9 Sipunculus nudus Linnaeus, 1766; nemertino mncn 5.01/2 Diplopleura formosa (Hubrecht, 1879). Gorgonia mncn 2.04/164 Callogorgia verticillata (Pallas, 1766); briozoo mncn 25.03/937 Sertella couchii (Hincks, 1878); sanguijuela marina mncn 16.02/35 Pontobdella sp.; coral columna mncn 2.04/85 Dendrogyra sp. Composición y fotografía: Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

i algo caracteriza a la Colección de Invertebrados es, sin duda, la inmensa variedad de organismos que es susceptible de albergar: desde unicelulares como el paramecio o el tripanosoma a procordados como las ascidias o el anfioxo, pasando por estrellas y erizos de mar, esponjas, corales, briozoos, turbelarios y anélidos, entre otros muchos. Formas parasitarias —como las tenias, las duelas o los acantocéfalos— y libres, como los «ratones de mar» o las lombrices de tierra. Sésiles como las actinias o los foronídeos, o activas, como las ofiuras y los poliquetos errantes. De inconcebible resistencia como los tardígrados y tan frágiles como los corales. Microscópicas como los rotíferos y capaces de alcanzar los 30 m, como algunos gusanos nemertinos. Solitarias o coloniales. Algunos muy bellos —muchas medusas y corales o ciertos turbelarios tropicales y poliquetos sabélidos— y otros de una inapelable fealdad —es el caso de tantas holoturias—. Todos ellos, organismos cuya variedad estructural rivaliza con la que ofrecen su morfología, sus estrategias adaptativas y su comportamiento (figuras 10.1 a 10.4). Más de 34.500 lotes y 137.000 ejemplares componen la Colección de Invertebrados, que comprende buena parte de los grupos animales —quedan fuera de su ámbito los artrópodos, los moluscos y los nematodos, además de los cordados con vértebras— y varios grupos de organismos unicelulares, entre ellos Myzozoa, Microspora y Ciliophora. Hay también varios millares de ejemplares sin inventariar, a la espera de ser identificados por los especialistas correspondientes, procedentes de campañas como el proyecto «Fauna Ibérica», junto con algunos centenares de preparaciones microscópicas, muestras planctónicas y sedimentos marinos. Se incluye asimismo una colección didáctica de unas 200 piezas, integrada por especímenes sin datos pero útiles en actividades divulgativas. El grupo más numeroso es el de los anélidos —casi las tres quintas partes de la colección—, con unos 80.000 ejemplares de más de 1.340 especies, la mayoría poliquetos (figura 10.5). Junto con ellos, briozoos, tardígrados, equinodermos, cnidarios, foronídeos, poríferos, braquiópodos y platelmintos son los grupos mejor representados.

S

* Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected], [email protected], [email protected]

121

Figura 10.1. Pluma de mar, Pennatula phosphorea Linnaeus, 1758. Cnidario antozoo. mncn 2.04/950. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 10.2. Reteporella sp. Briozoo. Ejemplar de la época de Bolívar. mncn 25.03/93. Figura 10.3. Izquierda. Erizo de corazón púrpura, Spatangus purpureus O. F. Müller, 1776. Equinodermo equinoideo. mncn 29.03/462. Figura 10.4. Derecha. Estrella de arena naranja, Astropecten auranciacus (Linnaeus, 1758). Equinodermo asteroideo. mncn 29.02/790. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

122

Figura 10.5. Grupos con mayor número de lotes en la Colección de Invertebrados.

1500 Resto

800 Platyhelminthes 1200 Porifera 1800 Ecjhinodermata 1800 Cnidaria

2600 Phoronida

17.000 Annelida

3800 Tardigrada

4000 Bryozoa

La mayoría son marinos: solo un 15 % proceden de hábitats terrestres o de aguas continentales. Cuatro de cada cinco provienen de la Península Ibérica, un 5 % del Pacífico centroamericano (Panamá) y un 2,5 % del Caribe (Cuba). Existe una representación nutrida de poliquetos, briozoos y cnidarios del océano Glacial Antártico. Hay además unos 300 ejemplares de Filipinas (poliquetos, braquiópodos y equinodermos, principalmente) y casi un centenar de Guinea Ecuatorial. En los últimos 20 años ha entrado numeroso material tipo en la colección. En la actualidad esta cuenta con 354 holotipos, otros 46 tipos primarios (neotipos, sintipos y alotipos, principalmente) y 2.374 paratipos, correspondientes a 11 fila del reino animal y otros tres de organismos unicelulares (Sánchez Almazán y Fernández de Diego, 2019). Los grupos con mayor número de tipos son: anélidos (en su mayor parte, poliquetos), briozoos, poríferos y platelmintos (tabla 10.1). Tabla 10.1. Principales grupos de la Colección de Invertebrados phylum

ejemplares

lotes

especies

holotipos

otros tipos

> 80.000

> 17.000

~ 1.340

180

2.144

tardigrada

19.000

> 3.780

> 50

1

1

echinodermata

> 8.000

> 1.780

> 150

4

3

bryozoa

> 4.000

> 4.090

~ 355

36

103

cnidaria

> 3.500

> 1.800

~ 428

13

20

phoronida

> 2.590

> 2.590

11

-

-

porifera

> 1.500

> 1.230

> 270

69

31

brachiopoda

~ 1.070

> 210

> 50

-

-

platyhelminthes

> 380

> 840*

> 100

17

24

chordata**

> 645

> 95

~ 40

8

-

annelida

* Los ejemplares constan de una serie de cortes microscópicos distribuidos en varias preparaciones. ** Cephalochordata y Urochordata.

123

Historia de la colección Los ejemplares más antiguos de la actual Colección de Invertebrados provienen de la época del Real Gabinete de Historia Natural (1771-1815), con 61 esponjas y cerca de 370 cnidarios (figuras 10.6 y 10.7). Más del 65 % de estos últimos son corales del orden Scleractinia. Algunos han podido atribuirse al gabinete de Dávila gracias a la descripción que aparecía en el catálogo de sus colecciones (Franco Dávila, 1767). Estas contaban con numerosos corales y esponjas —los denominados «Poliparios»— y equinodermos —conocidos como «Zoófitos»— (Villena et al., 2009; Sánchez Almazán, 2012). En la primera guía publicada de las salas del Museo (Mieg, 1818) se mencionaban algunos de estos ejemplares, entre ellos varios tipos de «madréporas» —corales ramificados—, el coral rojo, el coral tubo de órgano, los articulados del género Isis (figura 10.8), los fungíporos, las miléporas, las plumas de mar y, entre los equinodermos, la ofiura ramificada llamada «cabeza de Medusa» (figura 10.9). En 1819 una «Razón» elaborada en el Museo (poco más que una sencilla lista) contabilizaba unas 100 esponjas, 480 corales y cerca de 200 equinodermos. En los siguientes años se recibieron la colección del príncipe de Anglona y diez cajones de Filipinas con alciones y madréporas (Barreiro, 1992). También la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866) (Puig Samper, 1988) aportó material a la colección, si bien solo se han podido identificar 65 ejemplares de dicha procedencia, braquiópodos y equinodermos en su mayor parte. Algunas guías e inventarios del Museo realizados entre 1871 y 1874 daban noticia de los ejemplares expuestos, entre los que figuraban numerosos corales, equinodermos, esponjas, tunicados y gusanos (Solano y Eulate, 1871; Lucas de Tornos, 1874). A fines del siglo xix hubo ingresos notables, como el de Augusto González de Linares, con más de 2.200 ejemplares, colectados en Santander y la costa francesa: 166 esponjas, 935 cnidarios, 487 equinodermos, más de 1.600 gusanos y cerca de 300 briozoos. Por entonces, algunos profesores del Museo se quejaban de la falta de espacio para instalar las piezas de un modo idóneo para su estudio. En esta situación se hallaban, entre otras, las colecciones de invertebrados (Gogorza, 1891; Villena, 2010). Por esas fechas el estudio de los invertebrados marinos despertaba un interés creciente, a lo que contribuyó notablemente el viaje oceánico que entre 1872 y 1876 realizó la expedición británica Challenger: tras recorrer más de 127.000 km y efectuar centenares de muestreos, se describieron más de 4.700 especies nuevas. En diversos países se crearon centros experi124

Figura 10.6. Izquierda. Coral azul, Heliopora coerulea (Pallas, 1766). Cnidario antozoo. Ejemplar del RGHN. mncn 2.04/241. Figura 10.7. Derecha. Coral naranja, Dendrophyllia ramea (Linnaeus, 1758). Cnidario antozoo. Ejemplar del RGHN. mncn 2.04/371. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 10.8. Isis hippuris Linnaeus, 1758. Cnidario antozoo. Ejemplar del RGHN. mncn 2.04/279. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 10.9. Cesta de mar, Astrocladus verrucosum (Lamarck, 1816). Equinodermo ofiuroideo. Conocida en otro tiempo como «Cabeza de Medusa». mncn 29.02/88. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

mentales para la investigación oceanográfica, como las estaciones de Concarneau y Roscoff en Francia (1872) y la de Nápoles en Italia (1874), con la que nuestro Museo mantuvo fructíferas relaciones. En la misma línea, en España se estableció en 1886 la Estación Marítima de Zoología y Botánica Experimentales, más conocida como Estación de Biología Marina de Santander, adscrita al Museo de Ciencias entre 1901 y 1914. A principios del siglo xx, bajo la dirección de Ignacio Bolívar, se creó el Laboratorio de Malacología y Animales inferiores, y numerosos especialistas, la mayoría formados en la Estación de Santander o en estrecha colaboración con ella, desarrollaron su trabajo con los invertebrados, lo que dio un fuerte impulso a la colección. Enrique Rioja estudió los gusanos poliquetos, Francisco Ferrer Hernández investigó las esponjas, de las que describió varias especies nuevas (Sánchez Almazán, 2017b), Mariano Gerónimo Barroso se ocupó de los briozoos y Francisco Aranda Millán hizo lo propio con los equinodermos, especialmente las holoturias, mientras que los cnidarios fueron estudiados por Celso Arévalo y el padre Agustín Jesús Barreiro. Este último revisó la colección de corales del siglo xviii. Por su parte, Carlos Rodríguez López-Neyra impulsó el conocimiento de los gusanos parásitos y donó en 1919 su colección al centro (Villena, 2010). En 1939, acabada la Guerra Civil, el Museo de Ciencias pasó a integrar el recién creado Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y se dividió en tres institutos. El trabajo en el Museo se realizó durante los 50 años siguientes con gran escasez de medios y de personal hasta que a mediados de los 80 se fusionaron los tres institutos en el actual Museo Nacional de Ciencias Naturales y se creó la Unidad de Servicio de Colecciones. En 1987 se estableció como tal la moderna Colección de Invertebrados, gestionada por un conservador e integrada por todos los grupos de invertebrados (excepto insectos), los procordados y varios grupos del reino de los protistas. Los cambios realizados en los 90 —con la instalación de armarios compactos de volante, la renovación de los procedimientos de conservación y la introducción de los sistemas informáticos— facilitaron la gestión de la colección. Se recuperaron gran parte de las 125

colecciones antiguas y se aceleró la entrada de nuevo material. En la década de los 90 formaban la Colección de Invertebrados casi 200.000 lotes y entre 1.000.000 y 1.500.000 de ejemplares (Soriano y Villena, 1997). Teniendo en cuenta solo los grupos que actualmente integran la colección, ingresaron en esos años unos 23.000 ejemplares, sobre todo poliquetos y briozoos, y 91 holotipos. Entre 1990 y 1999 se realizaron préstamos de ejemplares a 19 centros de investigación españoles y a ocho extranjeros. En el 2000 se segregó de la colección la parte de malacología. Entre ese año y 2006 la Colección de Invertebrados experimentó un rápido crecimiento. Excluyendo los artrópodos, entraron en la colección más de 32.000 ejemplares. Se estableció asimismo un estrecho contacto con una treintena de centros de investigación, dos tercios de ellos extranjeros. Entre 2003 y 2005 se inició el estudio de los corales y esponjas procedentes del Real Gabinete de Historia Natural (Villena et al., 2009). En 2013 hubo una nueva segregación en la colección, en esta ocasión de los artrópodos no insectos, que pasaron a constituir una colección independiente con su propio conservador. Desde 2007 hasta finales de 2017 ingresaron unos 65.000 ejemplares (excluidos los artrópodos). En ese tiempo se han inventariado e informatizado más de 190 holotipos, sobre todo de poliquetos, briozoos y esponjas, y se ha ampliado el contacto con los centros de investigación hasta alcanzar el medio centenar de ellos con los que la colección trabaja habitualmente (Sánchez Almazán y Fernández de Diego, 2019).

Los Corales del Real Gabinete Una de las colecciones históricas más importantes de la Colección de Invertebrados es la de los corales de la época del Real Gabinete, cuyo número se estima en unos 370. Una parte pudo pertenecer al gabinete de Dávila, que poseía más de 380 corales completos, según se recoge en su catálogo (Franco Dávila, 1767). Las detalladas descripciones que allí se hacían de algunos ejemplares han permitido identificarlos en la colección actual. Así ocurre con el coral designado por Dávila como artículo 60 del grupo de los «Astroítos» (figura 10.10), descrito de este modo: Otro con forma de montículo cavado por profundos y anchos surcos desiguales. Este Astroíto (…) se ha encontrado sobre el gancho del ancla de una embarcación en las Indias Orientales. Está adherido en toda su base a una placa de hierro del ancla sobre la cual se ha formado, lo que hace que la pieza sea muy curiosa. Figura 10.10. Izquierda. Coral sin determinar. Cnidario antozoo. Procedente del gabinete de Dávila. Descrito en el Catálogo de 1767. mncn 2.04/27. Figura 10.11. Derecha. Sandalolitha robusta (Quelch, 1886). Cnidario antozoo. Procedente del gabinete de Dávila. Descrito en el Catálogo de 1767. mncn 2.04/370. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

126

Figura 10.12. Millepora squarrosa Lamarck, 1816. Cnidario hidrozoo. Ha crecido sobre un coral meandriforme. mncn 2.03/10.

Figura 10.13. Coral rojo, Corallium rubrum (Linnaeus, 1758). Cnidario antozoo. mncn 2.04/173.

Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 10.14. Millepora reticulata Linnaeus, 1758. Cnidario hidrozoo. mncn 2.03/9.

Figura 10.15. Acropora sp. Cnidario antozoo. mncn 2.04/152.

Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

127

Tabla 10.2. Corales del RGHN. Grupos más numerosos. orden

familia

n.º ejemplares

géneros más abundantes

anthoathecata

Milleporidae

17

Millepora*

alcyonacea

Gorgoniidae

23

Gorgonia / Leptogorgia

scleractinia

Acroporidae

70

Acropora*

Merulinidae

39

Echinopora / Leptoria / Goniastraea

Fungiidae

30

Fungia / Ctenactis* / Halomitra / Herpolitha / Sandalolitha*

Pocilloporidae

29

Pocillopora*

Dendrophyllidae

18

Dendrophyllia / Turbinaria

Poritidae

13

Porites

Mussidae

9

Diploria

Agaricidae

7

Pavona

Oculinidae

7

Oculina*

Meandrinidae

6

Dendrogyra

Helioporidae

5

Heliopora

helioporacea * Ejemplares del gabinete de Franco Dávila.

Este detalle permitió su identificación: se trata del ejemplar mncn 2.04/27. Otro coral identificado es el mncn 2.04/370, el artículo 113 del grupo de los «Fungíporos» (figura 10.11). De él se decía: Un Fungíporo de forma ovoide alargada, distinto de los anteriores por estar cubierto de láminas escamosas muy pequeñas, rodeadas de otras más delgadas y hundidas, que parten de distintos centros. Tiene nueve pulgadas de longitud y cuatro de anchura y guarda bastante parecido, cuando está sobre su base, con un perro en cuclillas, con la cola replegada debajo (Villena et al., 2009).

Hay piezas de gran belleza, como la milépora crecida sobre un coral meandriforme (figura 10.12), los corales rojos (figura 10.13), la milépora reticulada (figura 10.14) o muchos de los ejemplares ramificados, de las familias Acroporidae y Pocilloporidae (figura 10.15). En la tabla 10.2 se muestran las familias con mayor número de representantes.

Las Esponjas de Antonio Parra Entre los ejemplares recibidos en la época del Real Gabinete destacaron los de la colección enviada en 1789 desde Cuba por el portugués Antonio Parra. Esta consistía en un conjunto de animales marinos entre los que había fauna ictiológica (la parte más conocida), esponjas, corales y decápodos, además de un cangrejo cacerola, entre otras piezas, descritas y figuradas todas ellas en un libro que alcanzó gran renombre (Parra, 1787). Parra trataba sobre las esponjas en la parte segunda de su obra, titulada «Plantas Marítimas». Gracias a las descripciones que proporcionaba y a las láminas que incluía —pese a no tener estas demasiada calidad— se han podido atribuir 13 ejemplares de esponjas de la actual colección al legado de Parra. Las especies se identificaron por análisis de sus espículas en 2003 por los investigadores Rob W. M. van Soest y Dirk Erpenbeck. Todas correspondían, en efecto, a especies propias del Caribe (Villena et al., 2009).

128

Muchas de estas piezas alcanzan gran porte y varias sobrepasan los 40 cm de altura. Todas poseen una peana de madera muy característica, con incrustaciones de diferentes organismos (moluscos bivalvos y gasterópodos, pequeños corales y balanos) que forman una especie de rocalla, lo que les confiere gran atractivo. En muchos casos están fijadas a soportes de madera por clavos, en ocasiones muy largos y de cabeza cuadrada, propios de la época. Destacan por su belleza un ejemplar de aspecto arbustivo (figura 10.16), otro en el que las colonias tienen forma de embudo alargado (figura 10.17) y uno de colonias tubulares que para Parra se asemejaban a «flautas de un órgano» (figura 10.18) (Sánchez Almazán, 2010; 2017b).

Figura 10.16. Izquierda. Hippospongia lachne (Laubenfels, 1936). Porífero demosponja. mncn 1.01/19. Figura 10.17. Centro. Posible Spongia officinalis Linnaeus, 1759. Porífero demosponja. mncn 1.01/32. Figura 10.18. Derecha. Callyspongia vaginalis (Lamarck, 1814). Porífero demosponja. mncn 1.01/312. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

La Colección de Poliquetos

Figura 10.19. Aphrodita longicornis Kinberg, 1856. Anélido poliqueto. mncn 16.01/19. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

129

PARTE3_a.qxp_Maquetación 1 26/11/19 12:56 Página 130

Figura 10.20. Crecimiento de la Colección de Poliquetos.

La denominación de poliquetos para referirse a un grupo del phylum Annelida ha perdido todo valor taxonómico, por tratarse de un grupo parafilético, sin origen común. Aquí se va a utilizar como un término museológico para designar una parte de la Colección de Invertebrados que ha experimentado un crecimiento muy rápido en los últimos 20 años (figura 10.19). Hay cerca de 2.000 ejemplares históricos: se consideran así los ingresados antes de 1940. Los especímenes más antiguos datan de 1882 y proceden de Augusto González de Linares. De la época de Bolívar, especialmente entre los años 1905 y 1917, se contabilizan algo más de 900 ejemplares, muchos colectados por Enrique Rioja, uno de los pioneros de la biología marina en España y destacado poliquetólogo que publicó más de 200 trabajos científicos. De él son los tres holotipos más antiguos de la colección (Sánchez Almazán et al., 2015). Desde el final de la Guerra Civil hasta comienzos de la década de los 90 del siglo pasado hubo escasas entradas: en esa fecha se contabilizaban unos 3.000 ejemplares (600 lotes). Es a partir de 1995 cuando la colección de poliquetos va a tener un crecimiento que puede calificarse de vertiginoso. Solo entre 1995 y 1999 entraron unos 17.000 ejemplares, resultado de la labor de investigadores como Guillermo San Martín, de la Universidad Autónoma de Madrid, y del material colectado en diferentes campañas científicas, como el proyecto Fauna Ibérica y Bentart, entre otros. A partir del 2000 continúa dicho crecimiento. En el período 2000-2009 ingresaron más de 15.000 ejemplares (unos 9.000 lotes), cifra que llegó a 37.000 ejemplares (más de 4.000 lotes) entre 2010 y 2014 (figura 10.20). En esos años se incrementó el número de investigadores usuarios de la colección, de más de 12 centros españoles y casi 30 centros extranjeros de todo el mundo. Un gran crecimiento experimentó asimismo el ingreso de materiales tipo (Álvarez Campos y Sánchez Almazán, 2010; Sánchez Almazán y Álvarez Campos, 2012). En la actualidad esta colección cuenta con 162 holotipos, tres neotipos, ocho alotipos y 2.100 paratipos de 210 especies (Sánchez Almazán y Fernández de Diego, 2019). Hay en total ejemplares de 1.280 especies y 63 familias de poliquetos. El 75 % son de las costas de la Península Ibérica, un 6 % del Pacífico (sobre todo de Panamá), un 3 % del Caribe y un 2,5 % del Ócéano Glacial Antártico. La colección, con cerca de 80.000 ejemplares (17.000 lotes), se encuentra entre las 20 más importantes del mundo en su género (Sánchez Almazán, 2017a).

130

La colección y la conservación A partir de 1995 la Colección de Invertebrados inició, como el resto en el Museo, una renovación en todos los ámbitos. Esta supuso la introducción de métodos de conservación más efectivos, con el empleo de nuevos tipos de recipientes, la utilización de fluidos más idóneos, tanto para la preservación de los ejemplares como para minimizar los riesgos de la salud del personal, y el uso de un papel de etiquetas más adecuado y de tintas permanentes que garantizasen la persistencia de la información en dichas etiquetas. En cuanto al tipo de recipientes, fueron sustituyéndose los de vidrio, básico en las colecciones antiguas, por otros de plástico, sobre todo de polipropileno, de una amplia gama de tamaños: pequeños (de 20 ml a 120 ml), tarrinas intermedias (entre 180 ml y 1.400 ml) y bidones (hasta 10 l), los más pequeños dotados con tapón de polietileno de cierre de rosca hermético y los mayores, con tapas de polietileno de cierre de bayoneta. Ello hacía posible un manejo más operativo de los recipientes, que no corrían así el riesgo de rotura por golpes o caídas y evitaba la evaporación del líquido conservativo. Se introdujeron cajas cuadradas de plástico para los especímenes menores, que permitían compactar el material y optimizar el espacio (Villena, 2010). Se han empleado también tubos Eppendorf para ejemplares muy pequeños, tubos con tapón de rosca metálico en gradillas para anélidos oligoquetos y cajas de preparaciones microscópicas modernas para guardar el número creciente de material de este tipo inventariado en los últimos años. Respecto al líquido conservativo, se fue sustituyendo el formol por el etanol al 70%, dado el carácter cancerígeno del primero, su acción agresiva al contacto con la piel, su toxicidad en una inhalación prolongada y la alteración que produce en el material genético, lo que obstaculiza o impide los estudios moleculares posteriores en material preservado en él. Otro aspecto dentro de la conservación es la recuperación de material deshidratado: el fosfato trisódico fue muy empleado en los años 90. En ciertos grupos como los oligoquetos, se ha usado un preparado de sulfato de cobre anhidro, ácido acético glacial y formalina al 40% con agua destilada. Con esta última mezcla se han recuperado más de 400 especímenes (Sánchez Almazán y Fernández de Diego, 2019). En relación con el soporte de la información, la Colección de Invertebrados (como la mayoría en el MNCN) ha venido utilizando desde principios de los 90 un papel fabricado en la Casa de la Moneda para las etiquetas. En cuanto a la tinta, se han usado ampliamente los rotuladores permanentes Staedtler y las impresoras de inyección de la línea Epson Stylus con tinta especial Dura Brite Ultra, revestida de un polímero que la hace resistente a alcoholes y otros productos. Desde 1995, a partir sobre todo de la promulgación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (31/1995, de 8 de noviembre), han ido cobrando importancia los aspectos de seguridad, los cuales han influido en el manejo de las colecciones, por ejemplo, en la manipulación de compuestos como el formol y en las medidas contra incendios. La colección cuenta, en este sentido, con extintores de polvo polivalente y una instalación de detección automática de incendios cuyo agente extintor es el FM 200 (heptafluoropropano), gas incoloro, casi inodoro y no conductor de la electricidad que extingue el fuego sin afectar al contenido de oxígeno y no daña libros, documentos ni sistemas informáticos, por lo cual ha sustituido al halón.

Ubicación, ordenación e información de las muestras La Colección de Invertebrados se distribuye en varios cuartos. El llamado Cuarto de Corales alberga la mayoría de los ejemplares históricos, sobre todo los corales y las esponjas 131

procedentes del Real Gabinete, junto con varias decenas de equinodermos, braquiópodos y briozoos. También el material colectado por Simón de Rojas Clemente a principios del siglo xix (siete esponjas, seis briozoos y 14 hidrozoos dispuestos como plantas, en hojas de herbario), que estuvo depositado durante casi 200 años en el Real Jardín Botánico y fue entregado al Museo en 2001 (Sánchez Almazán, 2017b). Las series tipo se ubican en el Cuarto de Artrópodos (en él se halla la mayor parte de la Colección de Artrópodos no Insectos), ordenadas según su phylum. El grueso de la colección se guarda en el Cuarto de Colecciones en fluido, donde están también los armarios de preparaciones microscópicas. Hay asimismo un Cuarto de Muestras y de material sin inventariar. La correcta ordenación del material es esencial en la gestión de una colección. Si el grupo es numeroso y tiene gran movimiento de ingresos, consultas y préstamos, como es el caso de los poliquetos (con unos 17.000 lotes), lo más práctico, para su rápida localización en los préstamos y consultas por parte de los especialistas, es organizarlo por familias y, dentro de estas, por los números correlativos asignados a cada lote. Estos se componen de tres cifras: la primera indica el phylum, la segunda la clase (separada de la anterior por un punto) y la tercera el lote (separada de las dos primeras por una barra). Cada lote lleva una etiqueta donde figuran los datos básicos de la muestra: número o código de colección, nombre de la especie, localidad, procedencia, colector, fecha de captura y número de ejemplares, además de sus datos taxonómicos. Cuando el tamaño del grupo es mediano, como sucede por ejemplo con los equinodermos o los cnidarios, se ordenan por clases y, dentro de estas, por números correlativos. La información procedente del inventario de las muestras se registra informáticamente en una base de datos del programa Access de Microsoft. La base se compone de una serie de fichas, una para cada lote, donde figuran los datos esenciales de este, empezando por el código o número de colección. Los campos se estructuran por áreas. Hay un área de datos taxonómicos con campos asignados desde el phylum al género. Un campo específico discrimina si la muestra es tipo. Una segunda área agrupa los campos relacionados con la procedencia geográfica: localidad, provincia (o su equivalente administrativo en el país que corresponda), comunidad autónoma, país, continente, océano, coordenadas geográficas y coordenadas UTM. Otros campos recogen la fecha de captura, el colector, la procedencia (campaña científica o investigador donante), la persona responsable de la determinación, la fecha de entrada, el número de entrada, el número de ejemplares, el tipo de conservación y la ubicación en los armarios. Por último, existe un campo de «Observaciones» (incluye datos históricos, inscripciones en la etiqueta original, etc.), otro de «Hábitat» (tipo de sustrato, organismos asociados, etc.) y uno de «Referencias» para bibliografía (Villena, 2010). Hay asimismo una base de gestión donde se recoge la información relacionada con los ingresos, préstamos y consultas: cada una de estas acciones lleva un código (número correlativo y año) que la identifica. En las fichas de ingresos se incluyen, entre otros datos, la modalidad de entrada, la procedencia y los lotes que lo forman. En los préstamos figuran la persona peticionaria y la institución, la relación de lotes prestados y las fechas correspondientes al plazo del préstamo. En las consultas se indican, entre otros, los datos del destinatario, el contenido y la información facilitada. Además de los archivos informáticos, hay otros en papel, en cuyas carpetas se adjunta toda la documentación generada por la acción de servicio al usuario, como copias de los informes y memorias. En un fichero informático se registran las reservas de números relativas al material que va a ingresar en la colección, tras su publicación: en la Colección de Invertebrados se reservan cada año decenas de ejemplares tipo. La colección cuenta también con ficheros informáticos donde se recopilan los PDF de las publicaciones científicas del material de 132

la colección, que tienen su correspondencia con archivos tradicionales, en lo que atañe sobre todo al material tipo y a la documentación histórica extraída del Archivo del Museo. Se cuenta asimismo con archivos de fotos digitalizadas de muchos ejemplares.

El crecimiento de la colección La reorganización de las colecciones del Museo a principios de los 90 influyó de modo decisivo en la gestión de la colección, lo que repercutió en su crecimiento. Se pueden considerar tres grandes etapas en el desarrollo reciente de la colección. En el período 1990-1999 la colección, dotada por fin de un conservador propio, emprendió su modernización, con la creación de bases de datos informáticas que transformaron de forma sustancial la gestión. En esta década entraron en la actual Colección de Invertebrados unos 23.000 ejemplares: un 75 % correspondía al grupo de los anélidos poliquetos, un 15 % a briozoos y el porcentaje restante sobre todo a cnidarios, platelmintos y equinodermos. En cuanto a material tipo, ingresaron 91 holotipos y unos 400 paratipos, la mayoría de ellos poliquetos. Entre 2000 y 2006 (tras la separación de la Colección de Malacología) se impulsó el ingreso de ejemplares y el contacto con nuevos grupos de investigadores, tanto españoles como extranjeros. Parte del material ingresado procedía de campañas científicas como el proyecto Fauna Ibérica. En esta etapa ingresaron unos 32.000 ejemplares: el 60 % tardígrados (procedentes de una tesis doctoral) y un 30 %, poliquetos. De ellos 900 eran tipos, 77 holotipos (la mayoría poliquetos y esponjas) y más de 600 paratipos (sobre todo poliquetos) (Sánchez Almazán, 2008). Entre 2007 y 2017 hubo una reestructuración de la colección y se ampliaron los contactos a nuevos centros de investigación, lo que llevó a incrementar algunos de los grupos animales menos representados, como los foronídeos, que aumentaron prácticamente en un 100 %. Ingresó también material procedente de tesis doctorales, al tiempo que se siguieron inventariando las muestras del proyecto Fauna Ibérica. En esta etapa entraron más de 65.000 Tabla 10.3. Crecimiento de la Colección de Invertebrados en el período 2007-2017. año

ejemplares ingresados

ejemplares tipo

n.º de especies

especies tipo

2007

~ 15.000

169 (4H)

~40

5

2008

~ 500

57 (9H)

~50

9

2009

~ 6.900

22 (4H)

~ 150

7

2010

~ 14.000

27 (7H)

~ 90

8

2011

~ 6.000

48 (16H)

~ 90

18

2012

~ 3.000

426 (36H)

~ 140

50

2013

~ 1.400

115 (30H)

~ 200

31

2014

~ 13.000

59 (11H)

~ 210

16

2015

~ 1.900

75 (13H)

~ 90

24

2016

~ 2.800

59 (9H)

~ 200

12

2017

~ 1.000

402 (32H)

~ 110

45

H: holotipos.

133

Tabla 10.4. Principales grupos de investigación usuarios de la Colección de Invertebrados en el período 2007-2017 y modalidades de acciones llevadas a cabo (indicadas con +). centro

investigación

ingresos

consultas

préstamos

Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid

Cnidarios / Turbelarios / Poliquetos

+/ T

+/ V

+

Universidad Autónoma de Madrid

Poliquetos

+/ T

+/ V / E

+

Universidade da Coruña

Poliquetos

+/ T

+/ V / E

+

Universidad de Santiago de Compostela

Briozoos / Poríferos

+/ T

+/ V / E

+

Universidad de Oviedo

Poliquetos / Hirudíneos / Equinodermos

+/ T

+/ V / E

+

Universidad del País Vasco

Oligoquetos

+/ T

+/ V

+

Centro de Estudios Avanzados de Blanes

Poliquetos

+/ T

+

-

Universidad Complutense de Madrid

Poliquetos

+/ T

+/ V / E

+

Universidad de Málaga

Equinodermos

+/ T

+/ E

+

Universidad de Valencia

Cnidarios / Poliquetos

+/ T

+

+

Universidad de Alcalá de Henares

Poliquetos

+/ T

+/ V

+

Universidad de La Laguna

Poliquetos

+/ T

+

+

Universidad de Lecce (Italia)

Poliquetos

+/ T

+

-

Instituto Senckenberg de Frankfurt (Alemania)

Poríferos / Poliquetos

+

+/ E

+

Universidad de Trondheim (Noruega)

Poliquetos

+/ T

+/ E

+

Universidad de Moscú (Rusia)

Poliquetos

+/ T

+/ E

+

Universidad de las Azores (Portugal)

Cnidarios

-

+/ E

+

Universidad de Poznan (Polonia)

Tardígrados

-

+/ E

+

Universidad de Oriente (Venezuela)

Poliquetos

+/ T

+/ E

+

Universidad Autónoma de México

Poríferos / Poliquetos

+/ T

+

+

Universidad de Sao Paulo (Brasil)

Poliquetos

+/ T

+/ V / E

+

T: ingreso de tipos; V: visitas a la colección; E: estancias de estudio científico de los fondos.

ejemplares, el 70 % de poliquetos. También se procesó la práctica totalidad del phylum Phoronida y todo el material de Chaetognatha. En cuanto a material tipo, se informatizaron más de 170 holotipos (principalmente poliquetos, esponjas y briozoos) y más de 1.250 paratipos. Los mayores picos de ingresos ocurrieron en 2007, 2010 y 2014. En 2012 y 2017 también hubo picos de ingresos en tipos (tabla 10.3). Se procesaron asimismo varios centenares de preparaciones microscópicas, muchas históricas. Entre los centros que más han contribuido al incremento de la colección, están la Universidad da Coruña, la Autónoma de Madrid y la de Santiago de Compostela (Sánchez Almazán y Fernández de Diego, 2018). 134

La colección y la investigación científica Además de custodiar valiosos ejemplares históricos, la Colección de Invertebrados alberga miles de muestras del mayor interés para la investigación científica, como los más de 400 tipos primarios, que representan otras tantas especies nuevas para la ciencia, y los millares de especímenes de más de 400 familias y 2.800 especies diferentes de los principales grupos de invertebrados. Muchos de estos ejemplares han servido para hacer exhaustivas revisiones taxonómicas, como es el caso de algunas familias de poliquetos y de briozoos, y otros son el testigo de amplias campañas oceanográficas (cerca de una treintena) realizadas en los últimos 30 años en las costas de la Península Ibérica, el Caribe cubano, la isla de Coiba (Panamá) y diversas áreas del Pacífico sudamericano, el Atlántico norte y el océano Glacial Ártico, entre otras zonas. Desde mediados de los 90 del siglo pasado han entrado en la colección más de 40.000 ejemplares procedentes de cuatro tesis doctorales y más de 2.590 muestras de foronídeos donadas por uno de los más prestigiosos investigadores de este grupo, el francés Christian Emig. La relación con centros de investigación de todo el mundo no ha hecho sino ampliarse con el paso de los años. En el período 2007-2017 se han realizado más de 300 consultas de carácter científico, con más de 80 visitas y 25 estancias de investigadores procedentes de medio centenar de instituciones, y se han prestado más de 5.700 lotes de material para estudios científicos a más de 30 centros, españoles y extranjeros (Sánchez Almazán y Fernández de Diego, 2018). En el mismo intervalo han ingresado más de 65.000 ejemplares procedentes de más de una veintena de instituciones (tabla 10.4).

Divulgación y asesoramiento Entre las tareas básicas del trabajo con la colección, están las relacionadas con la divulgación y el asesoramiento. Por ellas se proyectan al público tanto el conocimiento de la colección en sí y la significación científica de sus fondos como la labor realizada con ellos. Esta proyección se ha concretado en los últimos 17 años en más de 400 acciones de consulta. En el plano divulgativo han estado implicados aspectos como: 1. Consultas sobre el material de las colecciones por particulares e instituciones culturales o sobre cuestiones de biología general relativas a dicho material. 2. Consultas sobre diferentes aspectos de conservación (fluidos, recipientes, armarios, etiquetación, fijación de ejemplares, rehidratación). 3. Consultas centradas en la gestión de la colección. 4. Consultas sobre determinados aspectos de la historia de los fondos. 5. Atención a medios de comunicación: una decena de acciones en los últimos 10 años. 6. Participación en talleres y cursos. 7. Visitas de particulares, estudiantes (colegios, realización de másteres) u otros colectivos (asociaciones culturales): unas 70. 8. Textos de carácter divulgativo para exposiciones, con destino a la web del Museo o para el Departamento de Comunicación y Programas Públicos. 9. Conferencias en el MNCN (Jornadas de Colecciones realizadas en 2014, 2015 y 2016, charlas para la Sociedad de Amigos del Museo). 10. Conferencias en otras instituciones (Museo de América, Museo Nacional de Artes Decorativas, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Museo Nacional del Prado). 135

En cuanto al asesoramiento, comprende una diversidad de tareas, entre ellas: 1. Identificación de animales para particulares o instituciones. 2. Elaboración de informes y memorias sobre el trabajo en las colecciones o la conservación de determinados ejemplares para el propio Museo u otras instituciones. 3. Volcado de información en bases de datos como GBIF. 4. Atención a estudiantes en prácticas. 5. Colaboración en exposiciones. Respecto a la participación en exposiciones, en el período 2000-2017 se ha colaborado con más de 20 exposiciones en el propio Museo (la mayoría temporales), conjuntamente con otras colecciones, y con más de 30 exposiciones externas, algunas en las más importantes instituciones del país (de ello se trata en el capítulo correspondiente), entre ellas el Museo Nacional del Prado, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Palacio Real, el Real Jardín Botánico, el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, la Biblioteca Nacional de España, el Museo de la Ilustración de Valencia, el Museo de la Ciencia de Valladolid o el Parque de las Ciencias de Granada.

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137

La Colección de Nematología Susana Cobacho, Rosa González y Alfonso Navas*

Anisakis simplex. Dujardin, 1845. Fotografía: Alfonso Navas.

as* a Colección de Nematología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) es la colección biológica más reciente de nuestro Museo. El núcleo fundamental de esta colección se basa casi exclusivamente en los proyectos de investigación que han desarrollado los especialistas de esta disciplina zoológica de los antiguos laboratorios de nematodos de los extintos centros e institutos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Español de Entomología (curiosamente, aun sin pretenderlo, se seguía la escuela rusa de Ecología y Biología del Suelo de los años 1940 a 1960, según la cual la nematología se investigaba junto con la entomología) y el Instituto de Edafología y Biología Vegetal (posteriormente Centro de Ciencias Medioambientales), así como del propio MNCN.

L

Los nematodos como PHYLUM Tiene mucho sentido que esta colección sea atendida y considerada de forma independiente dada la necesidad de especialización taxonómica que la disciplina exige y la importancia que este Phylum tiene. La inmensa mayoría de los nematodos son microscópicos y de compleja taxonomía, lo que requiere una importante dedicación a las funciones de determinar y clasificar las especies. Asimismo, son una fuente extraordinaria para la experimentación y prospección biológica y ecológica. En efecto, los nematodos son un grupo de metazoos muy diverso desde el punto de vista taxonómico, biológico, ecológico y geográfico. Son invertebrados de gran diversidad trófica, presentes en todo tipo de ambientes. Hay nematodos de vida libre (marinos y terrestres) que son depredadores, omnívoros o se alimentan de algas, bacterias u hongos. Su función en el suelo (figura 11.1) es relativamente bien conocida dada la gran biomasa que presentan (la más grande de todos los metazoos); contribuyen a la mineralización y aireación del suelo y actúan de reservorio de carbono, por lo que son buenos indicadores de las condiciones edáficas. Una minoría de especies son parásitos de animales y plantas, cubren un gran rango de especies hospedadoras y están entre los organismos de mayor trascendencia económica, dada su importancia fitopatógena y parasitaria animal. *

Susana Cobacho y Rosa González (Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected], [email protected]) y Alfonso Navas (Unidad de Colecciones y Documentación, Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]).

139

a

c

b

e

g d f

h

i

Algunas especies de nematodos tienen importancia como agentes de control biológico de enfermedades y plagas, tanto de animales como vegetales. El ciclo vital de la mayoría de especies, como norma, incluyen un huevo, cuatro estadios juveniles y un estadio adulto (en zooparásitos es frecuente cinco o seis estadios juveniles). Su reproducción puede ser sexual o partenogenética, y genéticamente son organismos muy complejos; la diversificación racial, distinción de patotipos (es decir, poblaciones en las que todos los individuos que la forman presentan una capacidad parasitaria común) y variantes geográficas son muy comunes, así como la variabilidad morfológica. Mientras la mayoría de los nematodos están todavía por estudiar, uno de ellos (Caenorhabditis elegans Maupas, 1900) es el primer animal cuyo genoma completo se ha secuenciado y es probablemente el organismo multicelular mejor conocido, por lo que constituye un modelo clásico para la biología del desarrollo (figura 11.2). La Colección de Nematología del MNCN surge, asociada al laboratorio del mismo nombre, cuando Alfonso Navas se incorpora al Museo en el año 1996 desde el Centro de Ciencias Medioambientales. Posteriormente, con motivo de la jubilación de María Arias y Antonio Bello, con quienes Alfonso Navas se formó y colaboró estrechamente, y a través del apoyo de la Presidencia del CSIC y la Dirección del Centro de Ciencias Medio Ambientales, la colección de ese centro se trasladó al MNCN en 2009, para formar una unidad con la ya existente desde 1996. Se trata de una colección singular, puesto que el Laboratorio de Nematología del Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del MNCN fue designado Laboratorio Nacional de Referencia para la Identificación y Diagnóstico de Nematodos Fitopatógenos (Orden ARM/2238/2009, de 29 de julio, por la que se designan los laboratorios nacionales de referencia para la identificación y el diagnóstico de plagas y enfermedades de los vegetales. BOE 13 de agosto de 2009; n.º 195, p. 69203). 140

Figura 11.1. Nematodos típicos del suelo: a. Tylenchorhynchus (fitoparásito) b. Cryptonchus (depredador) c. Hemicycliophora (fitoparásito) d. Aporcelaimellus (omnívoro) e. Prionchulus (depredador) f. Chromodorido (omnívoro) g. Acrobeles (bacterióvoro) h. Hoplolaimus región anterior i. Hoplolaimus región caudal (fitoparásito). Fotografías: Alfonso Navas.

Figura 11.2. Cutícula de Caenorhabditis elegans Maupas, 1900 (nematodo bacterióvoro del suelo) y bacterias adheridas a su cuerpo. Fotos obtenidas con microscopía electrónica de barrido. Fotografías: Alfonso Navas.

Desde 1862 hasta 1939, el MNCN actuó como referente en plagas de cultivos y bosques gracias a la labor iniciada por quien fue su director más influyente y comprometido con la agricultura durante el siglo xix, don Mariano de la Paz Graells (1809-1898), y posteriormente hasta el inicio de la Guerra Civil, gracias a la labor de Ignacio y Cándido Bolívar. La importancia que se reconoció al Museo hizo que en los años sesenta del pasado siglo se creara un pequeño laboratorio denominado de «Enfermedades y Plagas», aunque en realidad dependiente del antiguo Ministerio de Agricultura y que fue operativo hasta 1987. Es por esto que la designación actual supone recuperar una función histórica para el Museo y un reconocimiento del servicio de asesoría y apoyo al sector agrario y forestal que se lleva a cabo desde el mismo. A pesar de haber sido formalizado mediante orden ministerial en el mes de agosto, de facto, el Laboratorio de Nematología del MNCN actuaba como Laboratorio Nacional de Referencia de acuerdo con la D. G. de Recursos Agrícolas y Ganaderos del Ministerio desde enero de 2009.

Importancia de la colección y métodos aplicados para la taxonomía Uno de los principales objetivos que se ha planteado el laboratorio es recuperar plenamente la Colección de Nematología, considerada la mejor de España desde el punto de vista histórico y científico, y que debería actuar también como una colección de referencia. Las normativas españolas y europeas obligan a prestar especial atención a lo que se denomina patógenos «de cuarentena». Para algunos nematodos fitoparásitos incluidos en esta categoría existen protocolos establecidos, pero es necesario desarrollar pruebas 141

diagnósticas para otros. En la mayoría de pruebas diagnósticas, a la taxonomía tradicional se superpone una confirmación definitiva basada en métodos moleculares. El laboratorio usa métodos apropiados y procedimientos de acuerdo con la EPPO (European and Mediterranean Plant Protection Organization). Estos incluyen muestreos, manejo, transporte, almacenaje y preparación de las muestras. Naturalmente todas las instrucciones, manuales técnicos y datos de referencia relevantes son mantenidos, actualizados y disponibles. Las desviaciones de los protocolos, cuando existen, son técnica y científicamente justificadas y convenientemente documentadas ajustando las pruebas diagnósticas a las circunstancias del problema planteado. Los experimentos que hacemos o podamos hacer se validan a nivel internacional, asegurándonos previamente de que se está utilizando la última metodología. Aunque las pruebas descritas por la legislación nacional española o de la Unión Europea son de obligado cumplimiento, las desarrolladas en nuestro laboratorio son utilizadas cuando no hay otras disponibles o cuando conseguimos mejorar las existentes (de forma demostrable). En la práctica, nuestra metodología y protocolos son de uso común en laboratorios homologados de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Japón para diagnóstico de especies, con énfasis en la detección de nematodos de «cuarentena». La colección está unida e interactúa con el Laboratorio Nacional de Referencia al ser un soporte científico de consulta, que actúa además como una base de datos y repositorio biológico (depósito de ejemplares, DNA, proteínas y ecogeográfico) disponible para intercambio continuo con otros especialistas y con fines instructivos a los servicios técnicos de las comunidades autónomas y ministerios (Agricultura, Alimentación, Medioambiente).

Contenido de la colección El conjunto está basado en más de 50.000 muestras de suelo de los más importantes ecosistemas naturales y agrarios españoles procedentes de los últimos 55 años. La colección, la más importante de España en su género desde el punto de vista histórico y científico, comprende: 1. Preparaciones microscópicas (aprox. 20.000 preparaciones). 2. Colección de referencia de nematofauna (15.000 frascos). Cada frasco representa una muestra de suelo y una media de 27 géneros de nematodos por muestra. 3. Colección faunística de recuentos de frecuencia-abundancia y cuadernos con las referencias de las muestras. 4. Colección de biotipos y variantes multiloci de patógenos. Aunque recientemente se ha incorporado la Colección de Nematología (fundamentalmente zooparásitos) que tradicionalmente se mantenía y conservaba dentro de la Colección de Invertebrados del MNCN, desde el 1 de octubre de 2009 se inició con financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación, mediante la concesión de una acción complementaria (Ref.: CGL2008-02728-E), el estudio, rehabilitación y catalogación de la misma. Esto nos está permitiendo incorporar al Global Biodiversity Information Facility (GBIF) los datos de la colección, cuyo valor, dada la importancia que tienen los nematodos como bioindicadores, adquiere cada vez más trascendencia dentro del escenario de cambio global. Es decir, nuestra colección participa a escala internacional con una metodología moderna y actualizada en la revisión, corrección y validación 142

Tabla 11.1. Descripción y contenido de la Colección de Nematología del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

colección de nematología Colección de nematodos edáficos N.º de ejemplares

1.000.000

N.º de muestras de suelo catalogadas

> de 50.000

N.º de registros inventariados

120.000 ejemplares (25.000 preparaciones microscópicas de géneros y especies).

% Informatizado

12 %

N.º de registros en GBIF

10.000

% GBIF

8,3 %

Imágenes digitalizadas

1.000

Copia informática

Discos duros

Importancia a nivel nacional

11

Importancia a nivel europeo

Referencia para el ámbito circunmediterráneo Colección ADN

Anisakis

6.000

Bursaphelenchus xylophilus (Steiner & Buhrer, 1934)

1.200

DNA y 18S de 20 órdenes de nema

210 Colección de proteínas

Anisakis

6.000 Colección de «cuarentena»

Anguina tritici (Steinbuch, 1799) Chitwood, 1935

Cultivo y anhidrobiosis

Ditylenchus dipsaci (Kühn, 1857)

Cultivo (colaboración externa)

Globodera

Cultivo (colaboración externa)

G.palida Stone, 1973; G.rostochiensis (Wollenwebwr, 1923) Skaibilovich, 1959

70

Globodera tabacum (Lownsbery and Lownsbery, 1954)

30

Heterodera spp

50

Meloidogyne (cuatro especies)

Cultivo (colaboración externa)

B. xylophilus (Steiner & Buhrer, 1934)

Cultivo placa 3 biotipos

Caenorhabditis elegans Maupas, 1900 wt

Cultivo placa

Nematodos zooparásitos* Lotes

158 (578 ejemplares)

Preparaciones

845

* Recientemente incorporados de la Colección de Invertebrados (datos facilitados por Javier Sánchez Almazán).

143

taxonómica de la nematofauna general. Las colecciones de nematología y la labor desempeñada con las mismas son elementos fundamentales de referencia para los laboratorios oficiales de diagnóstico de nematodos parásitos y su vigilancia epidemiológica (figura 11.3). Asimismo, es necesaria la informatización de toda la documentación asociada y la incorporación de un subconjunto de imágenes para cada género determinado en cada preparación. Aunque el estado es de buena conservación, se plantea como necesaria la restauración de muchas preparaciones. Se requiere también la revisión taxonómica de un alto porcentaje de la colección (tabla 11.1). Hasta hace poco no ha existido una clasificación de los nematodos que armonice la nueva corriente filogenética y taxonómica de los nematodos. Aun hoy día coexisten los tres sistemas de clasificación reconocidos por los nematólogos, especialmente de aquellos que se dedican al «campo agrario». En nuestra colección seguimos la clasificación propuesta por Blaxter et al. (1998) y redefinida posteriormente por De Ley y Blaxter (2004). Hodda (2007) propuso cambios sustanciales que son recogidos y comentados por Navas (2014) pero que afectan fundamentalmente a niveles taxonómicos de familia o género.

Líneas de futuro donde la Colección de Nematología puede tener una contribución notable A. Contribuir a la sistemática de grupos cuya disposición filogenética no está suficientemente clara, como son los órdenes Plectida, Araeolaimida, Monhysterida, Desmoscolecida, Desmodorida y Chromodorida (hasta la fecha se resuelve como un gran grupo parafilético y que comparten ancestro común con el orden Rhabditida dentro de la clase Chromodorea). B. Contribuir a la resolución de los clados que constituyen las subclases Enoplia y Dorylaimia, cuya taxonomía, aunque bien conocida, ha sido poco estudiada desde el punto de vista filogenético (a excepción del orden Dorylaimida).

144

Figura 11.3. Anisakis simplex, Dujardin, 1845 parásito paraténico del pescado, visto con microscopía de barrido ambiental e individuos extraídos de una merluza poco infectada. Fotografías: Alfonso Navas.

C. Desde un punto de vista práctico, formar, coordinar y asesorar a los 17 laboratorios de las comunidades autónomas, así como los PIF (Puntos de Inspección de Fronteras), con los cuales el MNCN tiene convenio a través de nuestro laboratorio nacional de referencia del Ministerio de Agricultura.

Contribuyentes a los fondos de la Colección de Nematología Fernando Jiménez Millán, Antonio Bello, María Arias, Antonio Gómez Barcina, Alfonso Navas, M.ª Fe Andrés, Gloria Nombela, Susana Cobacho, J. A. López Pérez, Lee Robertson, Miguel Escuer, Domingo Jiménez Guirado, Reyes Peña, Joaquín Abolafia, Pablo Castillo, Franco Lamberti, Javier Sánchez Almazán, Óscar Soriano y Miguel Villena, y quienes le precedieron en la labor de valorar y preservar los nematodos en el MNCN.

Referencias bibliográficas Blaxter, M. L.; De Ley, P.; Garey, J. R.; Liu, L. X.; Scheldeman, A.; Vierstraete, A.; Vanfleteren, J. R.; Mackey, L. Y.; Dorris, M.; Frisse, L. M.; Vida, J. T. y Thomas W. K. (1998). «A molecular evolutiorary framework for the phylum Nematoda», Nature, 392: 71-75. De Ley, P. y Blaxter, M. L. (2004). «A new system for Nematoda: combining morphological characters with molecular trees, and translating clades into ranks and taxa», en R. C. Cook y D. J. Hunt. (eds.), Nematology Monographs and Perspectives. LeidenBoston, Brill, 633-653. Navas, A. (2014). «Nematodes. The Ubiquitous Roundworms», en P. Vargas y R. Zardoya (eds.), Tree of Life. Sunderland, MA, Ed. Sinauer Associates, Inc. 290-302. Hodda, M. (2007). «Phylum Nematoda», Zootaxa, 1668: 265-293.

145

La Colección de Artrópodos no Insectos Begoña Sánchez Chillón y Javier I. Sánchez-Almazán*

Langosta Palinurus elephas (Fabricius, 1787) publicada en el catálogo de Parra de 1787, que se conserva en la Colección de Artrópodos no Insectos con el número. mncn 20.04/67.

lón* ntegra la Colección de Artrópodos no Insectos una amplia variedad de animales invertebrados del phylum Arthropoda incluidos en ocho grandes grupos, con categoría de clase, que van desde organismos marinos, como los picnogónidos (arañas de mar o pantópodos) y los merostomados o xifosuros (cangrejos cacerola, verdaderos fósiles vivientes), a otros típicamente terrestres, como los arácnidos, los quilópodos, diplópodos, sínfilos y paurópodos (estos cuatro últimos denominados comúnmente miriápodos, ciempiés y milpiés) (figuras 12.1 y 12.2), pasando por los crustáceos, con formas mayoritariamente marinas y dulceacuícolas y, en menor grado, terrestres, como muchos isópodos. Los grupos más diversificados, morfológica y ecológicamente, y con mayor número de especies son los arácnidos y crustáceos. Los arácnidos se componen de 17 órdenes. Los más conocidos son los araneidos (arañas), los escorpiones, los opiliones y los ácaros, estos últimos, que comprenden siete órdenes, con especies ectoparásitas que pueden transmitir graves enfermedades, como sucede con las garrapatas. Otros grupos importantes de arácnidos son los pseudoescorpiones, los solífugos (arañas camello), los uropigios (escorpiones látigo) y los amblipigios (arañas látigo) (figuras 12.3 y 12.4). En cuanto a los crustáceos, manifiestan una gran variedad morfológica y habitan diferentes ecosistemas marinos, dulceacuícolas y terrestres. Hay formas sésiles (cirrípedos, como los balanos, anatifas y percebes), otras con caparazón bivalvo (ostrácodos) o sin él (anfípodos), especies planctónicas (copépodos) y también parásitas (rizocéfalos), terrestres (muchos isópodos) y formas de gran tamaño y recio caparazón calcáreo, como los estomatópodos (galeras) y decápodos (cangrejos, langostas, bogavantes, etc.) (figuras 12.5 y 12.6). La colección se compone de más de 135.000 ejemplares. Los grupos mejor representados son los crustáceos (casi 80.000 ejemplares), los arácnidos (más de 35.000), los quilópodos (10.000) y los diplópodos (8.000). Se contabilizan en los fondos al menos 2.760 especies, la mayoría crustáceos (unas 1.290) y arácnidos (1.280) (tabla 12.1). En cuanto a material tipo, hay 235 holotipos, 100 sintipos, 42 alotipos, 31 cotipos, 911 paratipos, 5 paralectotipos, 4 lectotipos y un hapantotipo de un total de 316 especies. Gran parte de la colección, casi 94.000 ejemplares, son terrestres o dulceacuícolas y unos 41.000 marinos. De

I

* Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected], [email protected].

147

10.000 7% Chilopoda

8.000 6% Diplopoda

35.000 26 % Arachnida

980 1% Pycnogonida

Figura 12.1. Representación de las diferentes clases en la Colección de Artrópodos no Insectos del MNCN.

550 0% Resto

80.000 60 % Crustacea

estos últimos, unos 37.000 proceden de las costas españolas, casi 1.300 del océano Pacífico (Filipinas, Chile y Panamá, principalmente) y 500 del mar Caribe (Venezuela y Cuba). Hay unos 70 ejemplares del océano Glacial Antártico, sobre todo picnogónidos, anfípodos y decápodos. La colección cuenta con 4.800 ejemplares de fauna cavernícola, entre los que predominan los arácnidos, quilópodos, diplópodos y crustáceos (anfípodos, isópodos y batineláceos, principalmente), con 146 tipos (27 holotipos), procedentes de cuevas de toda España, sobre todo de la cornisa cantábrica, Navarra, Levante y Burgos, entre otras provincias. Casi 3.000 son preparaciones microscópicas, y unos 600 especímenes, sobre todo la colección histórica de decápodos, se conservan en seco.

Desarrollo histórico De la época del Real Gabinete se conserva un cierto número de crustáceos, sobre todo decápodos y algunos estomatópodos, que podrían rebasar el medio millar, incluidos los ejemplares procedentes de Antonio Parra; entre estos últimos hay también un límulo o cangrejo cacerola (Parra, 1787). La mayoría estuvieron expuestos en la antigua Sala del Mar. Dávila describió en el catálogo de su gabinete más de 70 ejemplares incluidos en la parte de «Crustáceos», que dividía en dos grupos: los de «cuerpo alargado» (entre ellos, langostas y algún estomatópodo, que sumaban más de medio centenar) y los de «cuerpo ancho» (diferentes braquiuros, más de una veintena). La descripción que hacía de ellos era muy sucinta o inexistente (Dávila, 1767), por lo que ninguno ha podido ser identificado en los actuales ejemplares de la colección. Ya en el siglo xix, tras la creación en 1837 de la cátedra de Zoología de Invertebrados, de la que se ocupó Lucas de Tornos, hubo un impulso en el estudio de estos grupos animales y un paulatino enriquecimiento de las colecciones correspondientes. Un catálogo científico elaborado en 1847, el primero en su género realizado en el Museo, daba un número cercano a los 70 crustáceos. Tres años después se adquirió una colección de arácnidos y crustáceos del notable entomólogo francés Edouard Guèrin-Meneville, de la cual se conservan en la actualidad casi una treintena de ejemplares, decápodos y es148

Figura 12.2. Clases de artrópodos menos abundantes, representados en la colección del MNCN: a. Xiphosura/Merostomata. Limulus polyphemus (Linnaeus, 1758) mncn 20.01/1 b. Pycnogonida. Colossendeis wilsoni Calman, 1915 mncn 20.03/18 c. Chilopoda. Scolopendra cingulata Latreille, 1829 mncn 20.05/3127 d. Diplopoda. Oxydesmus deinus Attems, 1899 mncn 20.07/1184 Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñóz).

a

b

c

d

149

150

a

b

c

d

e

f

g

h

Figura 12.3. Principales grupos de arácnidos representados en la Colección de Artrópodos no Insectos del MNCN: a. Orden Araneae. Poecilotheria metallica Pocock, 1899 mncn 20.02/17403 b. Orden Scorpionida. Pandinus imperator Koch, 1841 mncn 20.02/9403 c. Orden Opiliones. Ischyropsalis cantabrica Luque & Labrada, 2012 mncn 20.02/12828 d. Orden Acari. Acherontacarus nicoleiana Valdecasas, Artheau & Bowting, 2005 mncn 20.02/12641 e. Orden Pseudoscorpionida. Neobisium (Blothrus) breuili (Bolivar, 1924) mncn 20.02/9655 f. Orden Solifugae. Gluvia dorsalis Latreille, 1817 mncn 20.02/9575 g. Orden Uropygi. Thelyphonus manilanus C. L. Koch, 1843 mncn 20.02/9596 h. Orden Amblypigi. Sarax mediterraneus Delle Cave, 1986 mncn 20.02/9605 Fotografías: (a, b): Sánchez Chillón, Servicio de Fotografía del MNCN; (c): Zootaxa 3506: 26-42; (d): Journal of Natural History, 39: 3137-3149; (e): Zootaxa 2681: 1-19; (f): Boletín Sociedad Entomológica Aragonesa, 42: 385-395; (g): www.savalli.us; (h): Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñóz).

tomatópodos. De la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866) llegaron al Museo arácnidos y sobre todo decápodos, de los que se conservan casi 700 ejemplares, en su mayoría crustáceos decápodos (de una treintena de familias) y algunos estomatópodos. En 1875 hubo una reestructuración en la enseñanza que se impartía en el Museo y la Cátedra de Invertebrados se dividió en dos. Ignacio Bolívar, que ya por entonces trabajaba en el centro, asumió la Cátedra de Animales Articulados (los actuales artrópodos) y Lucas de Tornos la de Malacología y Animales Inferiores. Bolívar y su equipo ordenaron y estudiaron las colecciones de crustáceos, arácnidos e insectos y realizaron diversos catálogos específicos de cada grupo. En los años finales del siglo xix se produjeron diferentes adquisiciones de artrópodos no insectos: más de un centenar de crustáceos mexicanos

8000 Opiliones (orden)

980 Scorpionida (orden)

550 Solifugae (orden)

16.000 Aranae (orden)

10.000 Pseudoscorpionida (orden)

35.000 Araci (subclase)

1,10 % Ostracoda

2,00 % Cyclopoida

4,80 % Copepoda

12,62 % Bathynellacea

Figura 12.4. Arriba. Representación de los principales grupos de la clase Arachnida en la Colección de Artrópodos no Insectos del MNCN. Figura 12.5. Abajo. Grupos de la clase Crustacea mejor representados en la Colección de Artrópodos no Insectos del MNCN.

36,60 % Decapoda

9,40 % Amphipoda

22,80 % Isopoda

151

Tabla 12.1. Principales grupos de la Colección de Artrópodos no Insectos. *Sin determinar. clase

n.º ejemplares

n.º lotes

n.º especies

n.º holotipos

crustacea

~ 80.000

~ 11.000

~ 1.290

94

arachnida

> 35.000

~ 12.000

~ 1.280

134

chilopoda

> 10.000

> 3.000

43

-

diplopoda

~ 8.000

~ 2.000

95

6

pycnogonida

~ 980

> 860

48

1

symphyla

> 430

> 100

5

-

pauropoda

~ 120

56

*

-

7

7

2

-

merostomata

comprados al doctor Forrer (1884), los miriápodos y arácnidos de Guinea de la expedición del doctor Osorio (que ingresaron en 1885), los miriápodos, crustáceos y arácnidos colectados por Domingo Sánchez en la Comisión de Flora y Fauna de Filipinas y los artrópodos de la expedición de Quiroga a Río de Oro (recibidos ambos en 1886). Bolívar estableció contactos con varios grupos de investigadores de otros países, gracias a lo cual pudo reunir colecciones de diversos grupos de crustáceos (cladóceros, copépodos, isópodos y anfípodos) de gran interés (villena, 2010). En el primer tercio del siglo xx, bajo la dirección de Ignacio Bolívar, se continuó trabajando de modo fructífero en las colecciones de invertebrados, al igual que en otras muchas del Museo, con la participación de naturalistas de primera fila, como el francés Eugéne Simon, experto aracnólogo. Destacaron también Emilio Fernández Galiano, quien en 1910 publicó Datos para el conocimiento de la distribución geográfica de los arácnidos de España, José F. Nonídez, que se ocupó del estudio de los pseudoescorpiones españoles, y Cándido Bolívar, hijo de Ignacio, que investigó los pseudoescorpiones de cavernas de la región vasca. Cándido era conservador de la Sección de Entomología desde 1920. En 1904 entró en el Museo la colección de miriápodos y arácnidos de Carlos Mazarredo, del cual se conservan en la colección más de 1.600 ejemplares. De estos, dos terceras partes son araneidos, procedentes de Filipinas, España y otros lugares de Europa. Entre 1905 y 1915 Manuel Martínez de la Escalera, quien ya había realizado viajes por Oriente Próximo a finales del xix, emprendió diversas expediciones por Marruecos (además de España) en las que colectó abundante material entomológico y también de otros grupos de artrópodos. Destacaron sus exploraciones en la llamada Comisión del Noroeste de África, entre 1905 y 1907. De él se tratará más adelante (Sánchez Almazán, 2011). Tras la Guerra Civil, pese al estancamiento del Museo en todos los órdenes, a partir de 1950 ingresaron en la colección especímenes de distintos grupos. Destaca de esa época el material de ácaros recogido por W. Steiner, de cuya actividad se conservan más de 600 muestras, la mayoría preparaciones microscópicas, y también el de ácaros y araneidos procedente de Frank Mihelcic, que sobrepasa las 570 muestras. A partir de 1958 sobresalieron las aportaciones de Dolores Selga, de la cual se custodian en la colección más de 4.500 muestras, principalmente de ácaros y diplópodos, casi las dos terceras partes preparaciones microscópicas. El material de arácnidos y crustáceos terrestres pasó a depender del Instituto de Entomología, creado en 1941 y que funcionó de manera independiente durante más de 40 años.

152

Figura 12.6. Grupos de crustáceos mejor representados en la Colección de Artrópodos no Insectos del MNCN: a. Cirripedia, Pollicipes cornucopia Leach, 1824 mncn 20.04/664 b. Anostraca. Linderiella baetica Alonso & García-de-Lomas, 2009 mncn 20.04/7963 c. Stomatopoda. Squilla mantis (Linnaeus, 1758) mncn 20.04/266 d. Cladocera. Alona anastasia Sinev, Alonso, Miracle & Sahuquillo, 2012 mncn 20.04/8666 e. Amphipoda. Phronima sp. mncn 20.04/2350 f. Isopoda. Arcturinella deltensis Castelló, Molina, Constenla & Soler-Membrives, 2018 mncn 20.04/4126. g. Bathynellacea. Paraiberobathynella cf. fagei mncn 20.04/19406 Imágenes a, c y e: Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz); g: Ana Camacho.

a

b

c

d

e

f

g

La recuperación del Museo a partir de los años 90, ya tratada en otros capítulos del libro, alcanzó también a los artrópodos no insectos, que entonces estaban unidos a los moluscos y al resto de invertebrados. La colección pasó a tener entidad propia, separada de estos últimos grupos, en 2013. Desde los años 90 han ingresado más de 26.000 ejemplares provenientes de las campañas Fauna Ibérica, anfípodos, decápodos e isópodos en su mayor parte. Este material incluye 33 holotipos y más de 90 paratipos. De la campaña de la isla de Coiba, en Panamá (1997), hay más de 1.200 ejemplares, el 80 % decápodos, entre ellos siete holotipos de arácnidos acariformes y anfípodos. Destaca asimismo el proyecto Fauna Invertebrada del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente (isla de La Palma), cuyo material, principalmente de araneidos, ácaros, pseudoescorpiones y diplópodos, se halla aún en proceso de estudio. 153

La Colección de Decápodos Es el orden mejor representado entre los crustáceos, pues constituye el 36,6 % de los fondos de este grupo. Los métodos de conservación han variado con el tiempo según su función. De esta manera, el 75,6 % de la colección actual está conservada en etanol al 70 %, lo cual es indicativo de su función científica, en general taxonómica. Quizá la vistosidad de este grupo animal y el hecho de formar parte de la dieta de los seres humanos desde hace milenios haya hecho que fueran coleccionados desde hace siglos, como muestra la magnífica colección del siglo xviii de Antonio Parra, con 444 ejemplares (6,2 % de los decápodos), la mejor y mayor colección conservada en seco. En cuanto a las preparaciones microscópicas, en la actualidad constituyen un 6,2 % del global y corresponden en gran parte a piezas bucales cuya morfología es diagnóstica en la mayor parte de los órdenes. Este número se verá incrementado al incorporar las más de 10.000 preparaciones recientemente localizadas pertetecientes a finales del siglo xix y, también en parte, a algunas colecciones actuales de distintos autores (tabla 12.2). Tabla 12.2. Familias del orden Decapoda con mayor representación en la colección. Decápodos: unos 5000 lotes y 107 familias. Tipos de Decapoda: 10 (5 holotipos, 4 paratipos, 1 hapantotipo). familia

n.º ejemplares

n.º lotes

n.º especies

atyidae

> 4.200

~ 210

16

paguridae

> 2.400

~ 350

16

palaemonidae

> 2.300

~ 275

31

polybiidae

~ 1.300

~ 230

14

inachidae

> 1.200

~ 270

22

diogenidae

> 1.200

~ 200

18

galatheidae

~ 1.100

~ 140

5

xanthidae

~ 1.000

~ 200

47

portunidae

> 900

~ 220

27

grapsidae

> 800

~ 160

17

crangonidae

~ 800

~ 120

15

porcellanidae

~ 800

> 70

11

Por lo que se refiere a los grupos representados (figura 12.7), se han identificado 107 familias, de ellas casi el 80 % corresponde a animales marinos; su procedencia geográfica mayoritaria es el océano Atlántico, con un 33,2 % del total de los decápodos. Lógicamente, los muestreos realizados en las costas españolas son mucho más abundantes, sobre todo gracias al desarrollo de proyectos de investigación nacionales, tanto del Museo (entre los que sobresale el proyecto Fauna Ibérica, en sus sucesivas campañas y expediciones) como de fuera de él. Destacan en este último caso las que proceden del mar Mediterráneo (30,2 %). No obstante, existe un elevado porcentaje de decápodos procedentes del océano Pacífico y del Índico, los cuales contabilizan un total del 10,2 %. Corresponden estos últimos a faunas más exóticas procedentes de campañas históricas, como son la ocupación española de las islas Filipinas o los procedentes del viaje de la Comisión Científica del Pacífico.

154

a

b

c

d

e

f

g

i

Figura 12.7. Algunas de las familias de decápodos representadas en la Colección de Artrópodos no Insectos: a. Familia Inachidae. Macrocheira kaempferi (Temminck, 1836) mncn 20.04/14; b. Familia Coenobitidae. Birgus latro (Linnaeus, 1767) mncn 20.04/686; c. Familia Calappidae. Calappa granulata (Linnaeus, 1758) mncn 20.04/113; d. Familia Epialtidae. Stenocionops furcatus (Olivier, 1791) mncn 20.04/46; e. Familia Lithodidae. Paralomis spinosissima (Bernstein & Vinogradov, 1972) mncn 20.04/2738;

h

f. Familia Scillarida. Scyllarus arctus (Linnaeus, 1758) mncn 20.04/3292; g. Familia Grapsidae. Pachygrapsus crassipes Randall, 1840 mncn 20.04/220; h. Familia Parthenopidae. Daldorfia horrida (Linnaeus, 1758) mncn 20.04/217; i. Familia Munidopsidae. Munidopsis anaramosae Matos,-Pita & Ramil, 2014, mncn20.04/9118. Servicio de Fotografía del MNCN (todas excepto b). Imagen b: Begoña Sánchez Chillón.

155

Las colecciones de Manuel Martínez de la Escalera El entomólogo Manuel Martínez de la Escalera (1867-1949) trabajó para el Museo durante 50 años enriqueciendo sus colecciones (no solo entomológicas) con los numerosos ejemplares traídos de sus expediciones por Marruecos, Guinea Ecuatorial y Oriente Próximo, y también por la Península Ibérica y las islas Canarias (Martín Albaladejo e Izquierdo, 2011). En la Colección de Artrópodos no Insectos hay casi 1.600 ejemplares (algo más de 400 lotes) colectados por él. Más de la mitad de dichos ejemplares son de la clase Arachnida, el 70 % araneidos, casi un 20 % escorpiones y el 10 % restante, opiliones, pseudoescorpiones y solífugos. Hay asimismo 320 quilópodos y algo más de 200 diplópodos (Sánchez Almazán, 2011). La mayor representación corresponde a Marruecos, con más de 940 ejemplares, resultado de la denominada Comisión del Noroeste de África de 1907, con muestras provenientes de Essaouira (antigua Mogador), El-Jadida (antes Mazagán), Casablanca y Tánger. Casi dos terceras partes son arácnidos, sobre todo arañas y escorpiones. De Guinea Ecuatorial, en un viaje realizado en 1901, hay más de 400 ejemplares, principalmente arañas, miriápodos y crustáceos decápodos. Se conservan al menos 74 ejemplares de diversos territorios situados en las actuales repúblicas de Siria e Iraq, recogidos durante la expedición a Persia de 1899. El grupo más numeroso de animales colectado en esta zona corresponde a los quilópodos (escolopendras y similares). Junto a esos especímenes hay más de 120 ejemplares de las islas Canarias, miriápodos sobre todo y, en menor medida, arañas y decápodos (tabla 12.3) (Sánchez Almazán, 2011). En esta colección se conservan 110 ejemplares tipo, entre ellos seis holotipos (cuatro de arácnidos y dos de diplópodos). En su mayor parte son sintipos, procedentes de Cabo San Juan (Guinea Ecuatorial) y en mucha menor medida de Essaouira (Marruecos). Además de este material, existen más de 390 ejemplares colectados por uno de sus hijos, Fernando, principalmente quilópodos y diplópodos (más de 290), y en menor proporción, arácnidos (unos 60). Tabla 12.3. Material que se conserva en la actual Colección de Artrópodos no Insectos procedente de Manuel Martínez de la Escalera. H: holotipos. orden

n.º ejemplares

n.º lotes

n.º familias

tipos

arachnida

> 830

~ 260

> 30

25 (4H)

chilopoda

~ 320

~ 70

3

-

diplopoda

~ 230

~ 50

11

5 (2H)

crustacea

> 200

~ 40

14

-

Tabla 12.4. Crecimiento de la Colección de Artrópodos no Insectos en el período 2008-2017. H: holotipos.

156

año

n.º ejemplares ingresados

n.º ejemplares tipo

n.º especies

n.º especies tipo

2008

~ 1400

-

55

-

2009

~ 1400

20 (4H)

75

5

2010

~ 300

16 (11H)

52

12

2011

~ 580

19 (1H)

40

4

2012

~ 3000

195 (19H)

66

19

2013

~ 600

122 (17H)

57

17

2014

~ 7100

55 (5H)

89

5

2015

~ 300

26 (7H)

20

7

2016

~ 12.600

1 (1H)

44

1

2017

~ 6500

283 (30H)

142

36

Tabla 12.5. Principales grupos de investigadores procedentes de centros españoles en la Colección de Artrópodos no Insectos en los últimos veinte años y modalidades de acciones llevadas a cabo (indicadas con +). T: ingreso de tipos; V: visitas a la colección; E: estancias de estudio científico de los fondos. centro Museo Nacional de Ciencias Naturales Universidad de Alicante

investigación

ingresos

consultas

préstamos

Araneidos

+

+/ V

+

Batinellacea

+

+

+

Pseudoescorpiones /

+

+/ V

+

Anfípodos

Universidad de Barcelona

Araneidos

+/ T

+

+

Universidad Autónoma de Barcelona

Araneidos

+

+/ V

+

Universidad de Málaga

Decápodos

-

+

+

Universidad de Salamanca

Araneidos

-

+/ V

+

Universidad Autónoma de Madrid

Anfípodos

-

+/ V / E

+

Universidad de Santiago de Compostela

Isópodos

-

+/ V / E

+

Picnogónidos / Tanaidáceos / Isópodos

+/ T

+

-

Opiliones

+

+/ V

+

Universidad de Navarra

Ácaros

-

+

+

Universidad Complutense de Madrid

Ácaros

-

+/ V / E

+

Universidad de Murcia

Araneidos

-

+

+

Universidad de Almería

Ácaros

+/ T

+/ V

+

Universidad de Sevilla

Anfípodos

+/ T

+/ V

+

Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados Baleares

Copépodos

-

+

+

Ácaros

+/ T

-

-

Isópodos

+

+/ V

+

+/ T

+/ V

+

Universidad de Vigo Universidad del País Vasco

Universidad Politécnica de Valencia Museo Balear de Ciencias Naturales

Quilópodos

Universidad de Alcalá de Henares

Isópodos

Conservación La conservación de esta colección ha seguido en lo esencial las mismas pautas que la Colección de Invertebrados, con la que estuvo unida hasta 2013. Sus fondos están almacenados en armarios compactos de volante, se ha ido haciendo un uso cada vez más amplio de los recipientes de plástico, el material en fluido se conserva en etanol 70º y se utilizan tintas indelebles y etiquetas de papel de la Casa de la Moneda. En los últimos años se ha ido acondicionando la colección histórica de decápodos en decenas de cajas acristaladas hechas a medida de los ejemplares, las cuales han sustituido a las antiguas cajas de cartón que se utilizaron para ellos durante décadas. Dichas cajas, además de permitir la visibilidad de los ejemplares, hace posible, gracias al uso de alfileres entomológicos distribuidos estratégicamente alrededor de la pieza, mantener esta fija y manejar así el conjunto con mayor seguridad. Muchos de estos especímenes son de gran tamaño y alcanzan casi el metro de longitud. En la actualidad hay más de 121.000 ejemplares en etanol de 70º, un número superior a los 12.000 son preparaciones microscópicas y unos 600 ejemplares se hallan conservados en seco. De estos últimos, casi dos terceras partes son decápodos, en su mayor parte piezas históricas. De los ejemplares conservados en alcohol, una cierta cantidad 157

Tabla 12.6. Principales grupos de investigación extranjeros usuarios de la Colección de Artrópodos no Insectos en los últimos veinte años y modalidades de acciones llevadas a cabo (indicadas con +). T: ingreso de tipos; V: visitas a la colección; E: estancias de estudio científico de los fondos. centro

investigación

ingresos

consultas

préstamos

Crustáceos / Diplópodos

-

+/ E

+

Museo de Historia Natural de Dinamarca

Diplópodos

+/ T

-

-

Museo de Trieste (Italia)

Copépodos

-

Escorpiónidos

+

+/ E

+

Instituto Senckenberg de Frankfurt (Alemania)

Araneidos

+

+/ E

+

Universidad de Gante (Bélgica)

Misidáceos

-

+/ E

+

Universidad de Copenhague

CIBIO (Portugal)

Universidad de Ámsterdam (Países Bajos)

Anfípodos / Ácaros

+/ T

-

-

Araneidos / Diplópodos

+/ T

+/ V

-

Copépodos

-

+/ E

+

Universidad de Berlín

Sínfilos

-

+/ E

+

Universidad de Wroclaw (Polonia)

Ácaros

-

+/ E

+

Universidad de Masaryk (República Checa)

Araneidos

-

Academia de Ciencias Búlgara

Araneidos

-

Universidad de Turku (Finlandia)

Araneidos

-

Museo de Bergen (Noruega)

Diplópodos

+/ T

+/ V

+

Instituto Smithsoniano de Washington (EE. UU.)

Decápodos

-

+/ V

-

Centro de Investigaciones Marinas de Cuba

Decápodos / Anfípodos

+/ T

+/ E

-

Universidad Nacional Autónoma de México

Araneidos

-

+/ V

-

Universidad de Teherán (Irán)

Ácaros

-

+

+

Centro de Ciencias de Daguestán

Ácaros

-

+/ E

+

Universidad de Yokohama (Japón)

Ácaros

+/ T

-

-

Museo Nacional de Sudáfrica

Ácaros

-

-

+

Museo Nacional de Historia Natural de París Universidad de Oldenburg (Alemania)

de ellos, que sobrepasa los 300, tienen añadida glicerina para mantener su flexibilidad y favorecer su manipulación: corresponden sobre todo a anfípodos e isópodos. La mayor parte de las preparaciones microscópicas son de ácaros (2.832) y de crustáceos batineláceos (2.731) y, en menor proporción, de isópodos. Los ejemplares tipo se encuentran agrupados en armarios separados del resto de la colección y ordenados taxonómicamente. También las preparaciones microscópicas se almacenan en armarios propios, de puerta corredera.

Crecimiento de la colección Al igual que otras muchas colecciones del Museo, la Colección de Artrópodos no Insectos ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos veinte años. Casi el 45 % de los ejemplares han entrado a partir de 2001. En este período se ha producido la entrada de más de 730 tipos, 95 de ellos holotipos de más de un centenar de especies. Desde 2008 hasta finales de 2017 se contabilizaron más de 33.000 ejemplares ingresados (tabla 12.4). Este crecimiento está estrechamente ligado a la amplia red de contactos establecida con numerosos centros de investigación, principalmente españoles, entre los que destacan la Universidad de Vigo, de Barcelona, de Alcalá de Henares, de Sevilla, de Almería y la Po158

+

+ +/ E

+

litécnica de Valencia (tabla 12.5). Entre los centros extranjeros, sobresalen por su aportación a la colección el Museo de Historia Natural de Dinamarca, el Instituto Senckenberg, la Universidad de Ámsterdam y el Museo de Bergen (tabla 12.6). Durante 2018 y 2019 se espera el ingreso de una colección de más de 55.000 ejemplares de arácnidos araneidos y un número parecido de pseudoescorpiones. También se está en espera de contabilizar el ingreso de una colección de ácaros y más de 3.000 preparaciones de miriápodos de la clase Symphyla, que multiplicará casi por diez la actualmente existente. Es posible también la incorporación de una importante colección de decápodos.

La colección y la investigación Los principales usuarios de la colección son los miembros de la comunidad científica que consultan sus fondos, piden material en préstamo para sus investigaciones e ingresan ejemplares, muchos de ellos ejemplares tipo que han servido para describir especies nuevas para la ciencia. Cerca de una veintena de centros de investigación españoles y otros tantos en el extranjero (sobre todo europeos y americanos) utilizan de modo habitual la colección, lo que se traduce en decenas de publicaciones. Los grupos animales más estudiados son los araneidos, ácaros, anfípodos, pseudoescorpiones, opiliones y decápodos. En cuanto a préstamos y consultas, destacan la Universidad Complutense y la Autónoma de Madrid y las de Alcalá de Henares, Barcelona, Alicante, Vigo, Santiago de Compostela, País Vasco, Almería y Sevilla (tabla 12.5). En lo que se refiere a instituciones extranjeras, cabe mencionar las universidades de Copenhague, Gante, Ámsterdam, Berlín, Wroclaw, el Instituto Senckenberg y el Museo de Bergen (tabla 12.6).

Referencias bibliográficas Franco Dávila, P. (1767). Catalogue Systématique et Raisonné des Curiosités de la Nature et de l Art qui composent le Cabinet de Mr. Davila avec figures en taille douce de plusieurs morceaux qui n’avaient point encoré eté gravés, vol. I. Paris, Briasson. Martín Albaladejo, C. e Izquierdo, I. (coords.) (2011). Manuel Martínez de la Escalera: al conocimiento de un naturalista. Monografías del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid, CSIC. Parra, A. (1787). Descripción de diferentes piezas de Historia Natural, las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas. La Habana, Imprenta de la Capitanía General. Sánchez Almazán, J. I. (2011). «El patrimonio científico de M. M. de la Escalera en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Artrópodos No Insectos y No Moluscos», en C. Martín Albaladejo e I. Izquierdo (coords.), Manuel Martínez de la Escalera: al conocimiento de un naturalista. Monografías del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid, CSIC, pp. 563-573, 577-580 y 678-681. Soriano, Ó. y Villena, M. (1997). «Las colecciones de invertebrados no insectos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)», Graellsia, 53: 41-47. Villena, M. (2010). Historia y presente de las colecciones de invertebrados del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Disponible en: www.mncn.csic.es/docs/2010/07/07/14300001 _4_2_3.pdf Villena, M.; Sánchez Almazán, J. I.; Muñoz, J. y Yagüe, F. (2009). El gabinete perdido. Pedro Franco Dávila y la Historia Natural del Siglo de las Luces. Madrid, CSIC. 159

La Colección de Entomología Mercedes París y Amparo Blay*

Vitrina con lepidópteros de diversa procedencia que se diseñó para la exposición «Invertebrados de Andalucía» e ilustrar el módulo sobre Biodiversidad. Fotografía: Manuel Sánchez-Ruiz.

ay* a Colección de Entomología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) custodia la mejor colección científica de hexápodos de nuestro país, y en su ámbito está considerada además entre las mejores de la Comunidad Europea (Izquierdo et al., 1997). Sus fondos, que estimamos en unos 4.500.000 de ejemplares, tienen una antigüedad de doscientos años y se encuentran almacenados en un espacio de algo más de 220 m2, repartidos en cuatro salas, tres de ellas climatizadas de forma ininterrumpida de manera que la temperatura ambiente no supera los 18 ºC. En ellas hay instalados 220 armarios con capacidad para algo más de 25.000 cajas entomológicas de tamaño 39 x 26 x 5,8 cm y cientos de miles de tubos o botes; es en estos contenedores donde se preservan los ejemplares que han ido ingresando e ingresan en esta Colección.

L

Figura 13.1. Cajas entomológicas con agallas. Izquierda. Agallas de Andricus quercustozae (Bosc, 1792) (Hymenoptera: Cynipidae) sobre Quercus pyrenaica Willd. Derecha. Agallas de Baizongia pistaciae (L., 1767) (Hemipteria: Aphididae) sobre Pistacia terebinthus L. Fotografías: Mercedes París.

*

Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected] y [email protected]

161

PARTE3_a.qxp_Maquetación 1 26/11/19 12:57 Página 162

Existen numerosas fuentes que hablan sobre la historia de la Colección y de los personajes más relevantes que la han ido formando o trabajando con ella, por lo que no vamos a incidir en este aspecto. Un detallado relato de acontecimientos hasta 1935 se puede consultar en Barreiro (1992) y un completo resumen en Izquierdo et al. (1997). La Colección la integran ejemplares de todos los grupos reconocidos de hexápodos (Ruggiero et al., 2015; Zhang, 2011) excepto tres, Grylloblattodea, Mantophasmatodea y Zoraptera. Además de los especímenes, también se conservan muestras de las formaciones que se producen por la interacción animal-planta (por ejemplo, las agallas) (figura 13.1), muestras de vegetales con sus parásitos asociados (figura 13.2) y construcciones realizadas por algunos insectos, como nidos (figura 13.3). Con el fin de facilitar y agilizar el acceso a los distintos ejemplares, la Colección está organizada, por un lado, en función de su forma de conservación y, por otro, ordenando los grupos taxonómicos. En cuanto a la forma de preservación, se puede diferenciar:

Figura 13.2. Cajas entomológicas con muestras vegetales de Coccoidea (Hemiptera). Izquierda. Caja de colección con sobres conteniendo muestras. Fotografía: Manuel Sánchez-Ruiz. Derecha. Caja mostrando ejemplares de distintas familias sobre la planta que parasitan. Fotografía: Mercedes París.

Material conservado en seco Las características propias de este grupo de animales, con un esqueleto externo compuesto por diversas sustancias que le proporcionan rigidez, facilita que conserven su apariencia después de su muerte tras un proceso de secado. Esta tarea la llevan a cabo los preparadores y suele denominarse montaje; de este modo, se coloca el ejemplar de forma adecuada para su estudio, pegándolo en una etiqueta o pinchándolo directamente con un alfiler, y se le añaden también las etiquetas con los datos de captura. Esta metodología permite agrupar ejemplares de una especie o de una familia dadas y guardarlos juntos en las cajas entomológicas que se almacenan en los armarios herméticos, donde quedan ordenados y fuera del alcance de la luz y el polvo (figura 13.4). Algunos ejemplares de tamaño muy reducido necesitan un proceso de montaje más elaborado para facilitar su conservación y estudio, y la forma de hacerlo es utilizando como soporte las preparaciones microscópicas (figura 13.5); esta metodología es habitual que la realicen los especialistas en el grupo (colémbolos, piojos, cóccidos, mosquitas, etc.). En este tipo de medio también se conservan partes diseccionadas de ejemplares (alas, estructuras genitales, etc.). Tam162

Figura 13.3. Nido de avispa asiática, Vespa velutina Lepeletier, 1836. Fotografía: Manuel Sánchez-Ruiz.

PARTE3_a.qxp_Maquetación 1 26/11/19 12:57 Página 163

Figura 13.4. Armarios contenedores de material conservado en seco. Fotografía: Mercedes París.

Figura 13.5. Caja entomológica con bandejas de preparaciones microscópicas. Fotografía: Mercedes París.

bién se consideran aquí las muestras de plantas, ya sean las agallas o los vegetales con sus parásitos asociados, que se guardan dentro de sobres, pliegos o, directamente, dentro de cajas entomológicas. Material conservado en fluido Determinados grupos o fases juveniles de los hexápodos pierden con el tiempo su forma o estructuras diferenciales si se conservan en seco. Por ello, en los siguientes casos el material se conserva en alcohol: 1. Ejemplares adultos que requieren este tipo de conservación, según el criterio de los especialistas, quienes consideran que los caracteres diferenciales se mantienen mejor 163

PARTE3_a.qxp_Maquetación 1 26/11/19 12:57 Página 164

164

si el ejemplar se conserva en alcohol (plecópteros, tricópteros, algunos neurópteros, entre otros). 2. Todas las fases no adultas de los hexápodos (orugas, larvas, ninfas).

Figura 13.6. Izquierda y centro. Tipos de botes de alcohol. Izquierda: muestras sin separar. Centro: tubos con material identificado.

También se guardan en alcohol numerosos botes que contienen material procedente de muestreos realizados con algún tipo de trampa de captura, ya que en estos casos el alcohol está incorporado ya como conservante en el bote colector durante el período en el que la trampa está colocada. Este material permanecerá en fluido durante las fases de separación de la muestra y solo si determinados ejemplares se van a estudiar se procede a su preparación en seco, si fuese necesario. Actualmente hay equipos de investigación en el Museo que guardan directamente sus muestras en alcohol absoluto, con el fin de poder llevar a cabo con garantía estudios moleculares. A día de hoy, la mayor parte de estas muestras están todavía en estudio, por lo que no han ingresado aún en la Colección, y cuando lo hagan habrá que asumir nuevos retos en cuanto a su preservación a largo plazo, ya que esta debe garantizar el mismo uso que ha tenido hasta su entrega. Volviendo a la organización, el material conservado en seco se halla en salas separadas de las del material conservado en fluido por razones de seguridad (el alcohol es inflamable). El primero de ellos es el que más espacio ocupa, y en este caso resulta muy útil ordenar y agrupar los ejemplares. Los criterios taxonómicos y geográficos de ordenación empezaron a forjarse ya a finales de siglo xix y se han ido manteniendo básicamente hasta la actualidad (Izquierdo et al., 1997). El crecimiento de la Colección y la facilidad de acceso actual a su contenido gracias a los recursos digitales ha llevado a modificar algunos de los criterios ya establecidos, de modo que si existe información completa de un grupo taxonómico se obvia el criterio geográfico para su organización, y, si llegan numerosos ejemplares de un taxón que no tienen suficiente espacio en la caja donde ya hay otros iguales, se abre una nueva caja y se coloca al final del grupo, sin mover toda una columna de cajas para intercalar la nueva, que era el criterio empleado hasta no hace mucho. En el material inventariado, cada caja y su contenido están registrados en un sistema de documentación, y así siempre se conocerán las distintas ubicaciones de cada taxón o grupo de animales. Obviamente, cada armario está numerado y en el exterior de las cajas hay rótulos que las identifican: número, grupo taxonómico y colección a la que pertenece. Las preparaciones microscópicas se conservan entre el material en seco. Generalmente corresponden a grupos taxonómicos homogéneos que, como se ha dicho, requieren esta forma de preparación para su estudio y conservación, o a disecciones de partes

Fotografías: Manuel Sánchez-Ruiz. Figura 13.7. Derecha. Armarios contenedores de material conservado en fluido. Fotografía: Mercedes París.

Tabla 13.1. Número de ejemplares de cada grupo de hexápodos con registros en la base de datos, de inventario o catálogo. catálogo grupo Blattodea

inventario n.º ejs. 419

grupo Blattodea

n.º ejs. 3.512

Coleoptera

74.880

Coleoptera

873.644

Collembola

72.124

Collembola

69

Dermaptera

4.566

Dermaptera

3.045

Diplura

22

Diplura

31

Diptera

3.878

Diptera

63.231

Embioptera

44

Embioptera

48

Ephemeroptera

9

Ephemeroptera

396

Hemiptera

5.626

Hemiptera

72.491

Hymenoptera

40.245

Hymenoptera

295.759

Isoptera Lepidoptera

319 21.550

Isoptera Lepidoptera

242 140.611

Mantodea

220

Mantodea

4.034

Mecoptera

7

Mecoptera

149

Megaloptera

0

Megaloptera

92

Neuroptera

895

Neuroptera

4.228

Odonata

3.631

Odonata

Orthoptera

7.516

Orthoptera

60.868

Phasmida

188

Phasmida

2.089

Phthiraptera

5.626

Phthiraptera

471

2

Plecoptera

45

Plecoptera

375

Protura

0

Protura

11

Psocoptera

486

Psocoptera

Raphidioptera

158

Raphidioptera

1

Siphonaptera

6

Siphonaptera

1

2

Strepsiptera

296

Strepsiptera

59

Thysanoptera

153

Thysanoptera

87

Thysanura

53

Thysanura

63

171

Trichoptera

Trichoptera total

242.839

total

1.337 1.527.424

de ejemplares que están en otra ubicación. Las preparaciones se guardan en cajas especiales de aspecto similar a las entomológicas, por lo que están integradas con el resto del material en seco. Los criterios de organización son similares a los del resto de la colección, excepto en la tradicional colección de preparaciones de genitalias de lepidópteros, donde cada preparación tiene un número que debe estar también indicado en una de las etiquetas del ejemplar diseccionado, para no perder la correspondencia. En este caso, las preparaciones se ordenan de forma creciente por el número que se va adjudicando cada vez que se realiza una preparación. Para el material conservado en fluido se sigue un criterio de numeración de frascos, de modo que cada uno puede tener varios tubos de muestras no necesariamente relacionadas (figura 13.6). Cada una de estas muestras tiene un identificador que nos permite saber qué contiene y dónde está ubicado, dentro de armarios herméticos (figura 13.7). El 165

166

Figura 13.8. Caja de lepidópteros de la colección Mieg. Fotografía: Mercedes París.

contenido de los botes (número de individuos y localidad de captura) está detallado si los ejemplares que incluyen pertenecen al mismo grupo taxonómico (entre los niveles de especie a familia), pero no en el caso de muestras procedentes de trampas de colecta pendientes de separación. El contenido de la Colección ya se describió exhaustivamente hace unos años (Izquierdo et al., 1997) y la recopilación de los datos constituyó un gran esfuerzo por las razones que se explicaban. Han pasado los años y la apuesta ha sido crear y mantener un sistema de documentación y gestión digital que permita extraer fácilmente la información disponible, ir incorporando el catálogo de la colección y documentar en la medida de lo posible la forma de ingreso, las consultas, los préstamos y los cambios nomenclaturales de los ejemplares. La mayor parte de los inventarios de la Colección que se iniciaron en 1985 están integrados en la base de datos de la colección, así como otros que se han ido realizando con posterioridad. Nos referimos a inventario cuando la información recogida es, exclusivamente, el grupo taxonómico, la identificación de los ejemplares (puede ser desde el nivel de especie hasta el de orden), la ubicación (armario y caja), el nombre de la Colección en que están integrados (ibérica, general, etc.) y el número de ejemplares. Y nos referimos a catalogación cuando el ejemplar lleva un identificador (una etiqueta verdeazulada que indica MNCN_Ent y un número, que se registra en la base de datos) y, además de los datos recopilados para el inventario, se recoge también la información asociada al ejemplar (datos de colecta e identificaciones, si las lleva). Aunque en la década de los noventa se había comenzado la catalogación del material tipo, solo desde 2008 se empezó la de los fondos. Esta base de datos tiene algo más de 260.000 registros de inventario y catálogo; unos 96.000 registros son de inventario y los restantes, de ejemplares o lotes catalogados. El número de ejemplares con información en la base de datos es de poco más de 1.770.000, que no llega ni a la mitad de lo que estimamos que hay en la Colección. En la tabla 13.1 se muestra un resumen del contenido por grupos de hexápodos, lo que da idea del ingente trabajo que queda por hacer.

Ejemplares destacables Los ejemplares solo adquieren relevancia cuando se investiga sobre ellos. Los hay que, de la noche a la mañana, pueden cobrar importancia porque se ha hecho algún tipo de descubrimiento interesante, especialmente si está relacionado con estudios taxonómicos o de conservación de la biodiversidad. Indudablemente muchos especímenes pueden considerarse relevantes por su aspecto, por lo que se pueden aplicar diversos criterios que nos señalan la indiscutible importancia, en general, de nuestros fondos. Vamos a ver algunos de ellos. Material histórico El material más antiguo que se conserva son las cinco cajas de mariposas (figura 13.8) que Juan Mieg (1780-1859) donó al Real Gabinete hacia 1818 (Agenjo, 1969), junto con unas 200 cajas que contenían distintos grupos de insectos, lo que sumaba un total de 4.065 ejemplares, que debieron de llegar al Museo tras su fallecimiento en 1859 (Reig-Ferrer, 2010). Una parte de la colección de hemípteros del entomólogo francés Pierre André Latreille (1762-1833) también está en nuestras instalaciones, gracias a la adquisición de Eduardo Carreño, quien luego la donó al Museo con el resto de su colección (Aragón, 2011). 167

Material tipo Los ejemplares que denominamos «tipo» son aquellos que se toman como muestra para hacer la descripción de una especie o subespecie nueva, lo que les confiere un gran valor científico, ya que son los testigos del nombre al que representan y cualquier discusión sobre si son iguales o no a otras especies próximas debe pasar por compararlos con ellos y no con otros que se hayan identificado con el mismo nombre. En la Colección se conserva una importante muestra de estos ejemplares, y es especialmente relevante el número de taxones representados en coleópteros, ortópteros e himenópteros (tabla 13.2). Dos factores que contribuyen a que en una colección haya numeroso material tipo son la calidad de los fondos y el hecho de que estos sean estudiados por los especialistas. Además, cuando una colección conserva una buena representación de material tipo, es habitual que los entomólogos quieran que al menos parte de los ejemplares que han estudiado se incorporen también a ella, ya que de este modo se convertirá en una colección de referencia. Es habitual también (o al menos lo era) que cuando alguien destaca en el estudio de un grupo reciba material de numerosos colegas para que lo estudie, quedando a cargo el especialista de parte de los ejemplares. Sirva como ejemplo el caso de una de nuestras principales figuras, Ignacio Bolívar. En 2017 se cumplieron 130 años desde su publicación Essai sur les Acridiens de la tribu des Tettigidae, en la que proponía la primera clasificación para dicho grupo, hoy conocido como Tetrigidae (Orthoptera). Según la valoración de un especialista Tabla 13.2. Material tipo: número de ejemplares y número de taxones a los que representan para cada grupo de hexápodos. grupo

n.º taxones

n.º ejemplares

162

329

Coleoptera

2.849

18.019

Collembola

140

1293

Dermaptera

22

54

Diplura

8

11

Diptera

99

305

Blattodea

Hemiptera

171

350

1.442

4.408

Lepidoptera

477

1.768

Mantodea

44

91

Hymenoptera

Mecoptera

1

1

Neuroptera

35

51

Odonata

12

13

Orthoptera

1.300

4.693

Phasmida

64

94

Phthiraptera

6

18

Plecoptera

3

20

Psocoptera

1

1

Raphidioptera

5

6

Strepsiptera

1

1

Thysanura

8

37

Trichoptera

16

20

6.866

31.583

Total

168

Figura 13.9. Ejemplares de Mylabris uhagonii Martínez y Sáez, 1873. Fotografía: Mercedes París.

actual del grupo, Bolívar estableció en este trabajo las bases, que continúan casi vigentes, para el conocimiento del mismo. Las principales instituciones europeas pusieron a su disposición numeroso material para estudio, y finalmente Bolívar describió en ese trabajo 127 especies; pues bien, 122 ejemplares tipo de 64 de estos taxones están en la Colección del Museo (París, 1994) y no eran ejemplares que pertenecieran previamente a ella. Josip Skejo, especialista en este grupo que ha visitado la colección en dos ocasiones, considera la Colección de Tetrigidae del Museo la mejor del mundo por su contenido en material tipo e histórico. Especies raras o en peligro Desde hace unos años los investigadores alertan de la desaparición de especies, la disminución de sus áreas de distribución o su migración altitudinal por variaciones climáticas. Es muy difícil demostrar que un hexápodo se ha extinguido, pues siempre queda la duda sobre si se busca bien el animal o no. Cuando surge la alerta sobre el declive de una especie, los ejemplares existentes en la Colección son los testigos que la representan en un punto concreto del espacio y del tiempo, así como la prueba de que realmente esa especie existe y que no ha sido posible confundirla con otras. Sirva como ejemplo el de una especie de coleóptero de la familia Meloidae, endémico de la Península Ibérica (Mylabris uhagonii Martínez y Sáez, 1873), que lleva años sin colectarse pese al esfuerzo de algunos investigadores, que han realizado campañas muy activas de muestreo para tratar de encontrarlo, con resultados nulos (García París y Ruiz, 2009). De momento, la caja con algo más de 200 ejemplares y la serie tipo con aquellos que se utilizaron para su descripción en 1873 está en la colección, como testigo de su existencia (figura 13.9). Material «llamativo» A lo largo de los años se ha comprobado que durante las visitas a la Colección en el marco de actividades divulgativas, lo que más llama la atención son los ejemplares grandes o provistos de cuernos o que exhiben colores brillantes y llamativos. Generalmente se trata de especímenes de procedencia «exótica» y en la colección existe una buena representación, tanto de material ingresado hace un centenar de años como otro más reciente (figura 13.10). 169

mcncn_Ent 90.195 Acrocinus longimanus (Linnaeus, 1758)

mcncn_Ent 86.289 Tacua speciosa (Illiger, 1800)

mcncn_Ent 86.338. Eurycnema cf. versirubra (Serville, 1838)

mcncn_Ent 90.205 Pseudophyllinae

mcncn_Ent 90.212. Pseudohaetera hypaesia Hewitson, 1854

mcncn_Ent 90.213 Urania leilus (Linnaeus, 1758)

mcncn_Ent 90.205. Dynastes hercules (Linnaeus, 1758)

mcncn_Ent 134.993. Syzeuctus tigris Seyrig, 1926.

170

mcncn_Ent 110.699 Fulgora laternaria (Linnaeus, 1758)

mcncn_Ent 183.381 Saga ephippigera Fischer von Waldheim, 1846

Figura 13.10. Algunos ejemplares llamativos de la colección. Fotografías: Mercedes París.

Trabajos llevados a cabo en la colección La actividad diaria en la Colección implica realizar múltiples tareas relacionadas con la conservación a largo plazo, la gestión, la documentación e investigación, y la divulgación de los fondos. Es un objetivo prioritario fomentar y facilitar la accesibilidad al estudio de los mismos y difundir su contenido, ya que constituyen una valiosa información sobre la biodiversidad pasada y presente. La constante actividad que tiene la Colección en cuanto a la solicitud de servicios, como se verá más adelante, impide completar el conocimiento sobre los fondos de una forma sistemática. Lo más habitual es que el material que se cataloga corresponda a ejemplares que estén relacionados con alguna solicitud, momento que se aprovecha para documentar el material implicado. En muchas ocasiones esto depara gratas sorpresas, como la localización de ejemplares tipo. Este valioso material no siempre se señaló como tal, y solo a partir de mediados del siglo xx, aproximadamente, se extendió la costumbre de añadir etiquetas rojas con la indicación de la categoría de tipo a estos ejemplares. En las etiquetas de identificación hay algunas señales (palabras como n. sp., mihi, type…) que hacen sospechar que determinados ejemplares pueden haberse estudiado para la descripción de un taxón. La localización del trabajo donde se publica y su lectura detallada permite salir de dudas y, en caso afirmativo, se añade una etiqueta roja indicando su estatus. Este tipo de signaturas en las etiquetas no siempre significa que los ejemplares sean tipos, ya que en algunas ocasiones finalmente las especies no fueron descritas (París, 1997; París et al., 2011), aunque sí se ha dado el caso de que revisores posteriores lo han llegado a hacer, respetando el nombre propuesto o dedicándoselo al que inicialmente se lo dio. Son los casos por ejemplo de Alphasida (Glabrasida) gredosana Pérez-Vera y Ávila, 2016, descrita basándose en parte en ejemplares que ya habían sido etiquetados por A. Cobos en 1986 como Glabrasida castellana ssp. gredosana nov.; de Cebrio seguranus Caminero, 1983, quien menciona en la introducción de la descripción que encontró los ejemplares con ese nombre al revisar la colección de ese grupo; de Oxybelus dusmeti Mingo, 1966, quien indica que la encontró en la Colección etiquetada con ese nombre por Giner Marí, sin haberla descrito. En la colección se atienden consultas generales sobre entomología o conservación de colecciones, que denominamos de información y asesoramiento, y otras que están Tabla 13.3. Número de consultas atendidas según su tipología durante cada año (2008 a 2017) y número de personas que han realizado las consultas en nuestras instalaciones. consultas a los fondos

información / asesoramiento

visitas didácticas

2008

60

8

58

140

48

2009

34

15

53

119

45

2010

59

24

58

128

49

2011

49

12

61

178

44

2012

40

22

66

123

51

2013

53

24

79

415

49

2014

59

30

90

87

42

2015

50

18

87

222

42

2016

66

19

137

296

45

2017

41

24

114

236

44

año

visitantes no presenciales presenciales

171

PARTE3_a.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:00 Página 172

Figura 13.11. Imágenes solicitadas y enviadas para estudio.

mcncn_Ent 215338. Phryneta escalerai Báguena & Breuning, 1958. Holotipo.

Figura 13.11a Holotipo de Phryneta escalerai Báguena & Breuning, 1958. Etiquetas y vista lateral. Fotografías: Mercedes París.

mcncn_Ent 204321. Paraphamartania marvaoensis Mortelmans et al., 2014.

Figura 13.11b Ejemplar de Paraphamartania marvaoensis Mortelmans et al., 2014. Etiquetas, vista dorsal y vista lateral. Fotografías: Mercedes París.

mcncn_Ent 204321. Paraphamartania marracensis Mortelmans et al., 2014.

mcncn_Ent 179761. Largus amorii Bolívar, 1879. Sintipo

Figura 13.11c Sintipo de Largus amorii Bolívar, 1879. Etiquetas vista dorsal y lateral. Fotografías: Mercedes París.

mcncn_Ent 179761. Largus amorii Bolívar, 1879. Sintipo.

Figura 13.11d Ejemplar de Cunctochrysa albolineata (Killington, 1935). Etiquetas y vista dorsal. Fotografías: Mercedes París. mcncn_Ent 92669. Cunctochrysa albolineata (Killington, 1935)

172

mcncn_Ent 1378941. Thaumetopoea herculeana judaea Bang-Haas, 1910. Sintipo

Figura 13.11e Sintipo de Thaumetopoea herculeana judaea Bang-Haas, 1910. Etiquetas y vista dorsal. Fotografías: Mercedes París.

directamente relacionadas con los fondos. Dentro de estas también diferenciamos las de tipo didáctico, en las que se realizan visitas guiadas a la Colección en el marco de programas universitarios o actividades del Museo, o las de tipo científico, en las que el interés se centra en el estudio de los fondos y su contenido (tabla 13.3). Como ya se ha dicho anteriormente, los fondos patrimoniales de la Colección son utilizados por científicos de todo el mundo para llevar a cabo sus proyectos de investigación, que abarcan desde la ciencia básica hasta trabajos de diversa índole en los que en ocasiones necesitan consultar numerosos ejemplares y sus datos asociados. Aparte de servir de referencia para estudios taxonómicos, también es una fuente básica y fundamental para trabajos sobre biodiversidad, conservación, biogeografía, cambio global, estudios filogenéticos y más recientemente de análisis moleculares. La forma en que los expertos tienen acceso a los fondos es consultándolos directamente, después de haber concertado una cita, o solicitando en préstamo los ejemplares para su estudio. En el primer caso (consultas presenciales) los investigadores pueden estudiar todos los ejemplares que consideren de su interés, mientras que en el segundo (consultas no presenciales) solo recibirán en préstamo una representación del material que les interese, sin posibilidad de «bucear» entre las cajas de material sin identificar, lo que llamamos miscelánea, que en numerosas ocasiones ha deparado muy gratas sorpresas. Durante los últimos diez años se han atendido a una media anual de 46 expertos (visitantes) que han consultado directamente los fondos, con estancias que abarcaron desde Tabla 13.4. Envíos de ejemplares: tramitación y gestión en el período 2008 a 2017. para estudio

didáctico

otros

año n.º envíos

n.º ejs.

n.º envíos

n.º ejs.

n.º envíos

n.º ejs.

2008

60

3.912

3

937

3

221

2009

63

3.936

6

205

6

74

2010

62

7.432

8

782

5

156

2011

48

2.195

3

2.514

6

292

2012

60

4.061

2

271

6

239

2013

60

2.565

5

1.018

5

82

2014

60

5.085

10

1.153

9

390

2015

52

7.606

4

59

5

147

2016

38

5.065

8

588

5

34

2017

48

6.149

6

259

9

1.214

Total

551

48.006

55

7.786

59

2.849

173

PARTE3_a.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:01 Página 174

Figura 13.12. Caja preparada para envío de material en préstamo. Fotografía: Mercedes París.

un solo día a meses. Además, se han respondido en este período una media de 80 consultas anuales que han supuesto el envío de datos sobre los ejemplares, la toma de imágenes de algunos de ellos (figura 13.11) o el envío de material en préstamo (figura 13.12). De este modo, y sin haber hecho un seguimiento exhaustivo, entre 2010 y 2017 se han publicado en revistas especializadas al menos 306 trabajos con datos obtenidos del estudio de ejemplares de la Colección. La Colección tiene una gran actividad relacionada con la gestión de envíos y préstamos de ejemplares (tabla 13.4). En los últimos diez años se han realizado 551 envíos con el objeto de estudiar los 48.006 ejemplares remitidos. El material se ha enviado a treinta y tres países diferentes y, aunque la mayor parte se ha quedado en España (67 % de los envíos y 80 % del material movilizado), el 20 % se ha trasladado principalmente a Alemania, Suecia, Rumanía, Italia, República Checa, Brasil, Bulgaria y Estados Unidos. Desde la Colección también se ha gestionado el envío de material en concepto de devolución de muestras prestadas a investigadores del Museo u otros usuarios que han recibido los especímenes para estudio en nuestras dependencias. Por último, como resultado de la participación en múltiples actividades de carácter cultural o didáctico (talleres, exposiciones, charlas, etc.), en este período el material de la Colección se ha visto involucrado en 55 actividades, que han supuesto la movilización de 7.786 ejemplares. Una vez finalizado el período de préstamo se inicia el proceso de retorno del material a los fondos. La devolución de los ejemplares que se han prestado temporalmente para uso didáctico tiene asociada una pequeña gestión, consistente en comprobar su estado de conservación y ponerlo en cuarentena (15 días a -40 ºC) antes de incorporarlo a su ubicación en la colección y dar por cerrado el expediente. En cuanto a aquellos que han sido objeto de préstamo con finalidad de estudio, una vez que los investigadores lo han concluido efectúan su devolución. El modo de proceder es similar al comentado anteriormente, solo que en este caso el material suele regresar con etiquetas añadidas donde se indica la conclusión de su investigación. Todos los cambios relacionados con los nombres que llevan los ejemplares deben recogerse en la base de datos de la colección, sin perder por ello la información de la identificación que tenían cuando fueron enviados. Estos cam174

Tabla 13.5. Devoluciones anuales (2008 a 2017) de ejemplares ya estudiados pertenecientes a préstamos tramitados en años anteriores, con indicación del intervalo de los años en que se hicieron estos envíos. año

n.º préstamos

n.º ejemplares

período de envíos

2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 Total

88 49 68 48 43 66 54 81 64 52 613

4.045 5.110 5.571 2.022 2.238 4.883 4.034 11.464 7.696 5.950 53.013

1989-2008 1988-2009 1993-2010 1991-2011 1988-2012 1999-2013 1995-2014 1992-2015 1993-2016 1991-2017 1988-2017

Tabla 13.6. Ingresos de material en la colección entre 2008 y 2017. Número total de ejemplares por año, especificando cuántos de ellos pertenecen a series tipo, y número de personas que han hecho el ingreso cada año. Año

donaciones

otros ingresos

n.º personas

n.º ejs.

n.º tipos

n.º personas

n.º ejs.

n.º tipos

2000

20

9.220

24

-

-

-

2001

30

850

83

-

-

-

2002

23

854

59

3

306

9

2003

35

13.268

37

10

1.905

0

2004

30

2.660

40

15

1.587

0

2005

27

13.440

77

4

89

0

2006

39

21.863

38

6

7.921

0

2007

39

5.906

50

7

628

25

2008

29

2.769

40

14

22.599

0

2009

34

44.536

70

10

126

9

2010

41

32.141

147

12

1.046

61

2011

21

4.028

99

15

636

98

2012

31

11.514

68

14

113

22

2013

10

24.831

211

15

281

28

2014

35

9.990

132

16

42.548

15

2015

29

14.800

61

13

13.184

17

2016

37

32.500

211

8

348

21

2017

39

10.989

51

10

1.919

26

256.159

1.498

95.236

331

Total

bios suelen implicar también modificaciones de ubicación, si ya hay ejemplares de esa especie en otra caja. En los últimos diez años se han recibido 53.022 ejemplares que procedían de 613 préstamos que se habían realizado en diferentes años; para alguno de ellos pasaron 25 años hasta que los ejemplares regresaron a la colección (tabla 13.5). Estos períodos tan prolongados para el estudio de los ejemplares no son lo habitual, pero se dan casos en los que el investigador realiza estudios taxonómicos de grupos amplios y con valioso material para revisar repartido en múltiples instituciones y debe tenerlo todo disponible para efectuar las comparaciones. 175

Tabla 13.7. Número de ejemplares tipo ingresados entre 2000 y 2017 según el grupo de hexápodos. grupo

n.º ejs. tipo

grupo

n.º ejs. tipo

Blattodea

21

Mantodea

2

Coleoptera

870

Neuroptera

2

Collembola

124

Orthoptera

76

Diplura

7

Phasmatodea

6

Diptera

61

Phthiraptera

1

Hemiptera

23

Plecoptera

20

Hymenoptera

520

Thysanura

15

Lepidoptera

72

Trichoptera

6

Si consideramos los ejemplares de nuestros fondos manipulados entre los envíos y las devoluciones, la media anual en el período 2008 a 2017 se acerca a los 11.000 ejemplares; el máximo por año fue 19.129 en 2015 y el mínimo 6.570 en 2012. Una consecuencia directa de los estudios en entomología es la reunión de los ejemplares que han servido para su realización, y la necesidad o recomendación de que dichos ejemplares se conserven como referentes de ese trabajo y además estén disponibles para su consulta. Gracias a ello, en la Colección se reciben numerosos ingresos que, tanto por su cantidad como por su calidad, aumentan el valor de la misma. Entre estos ejemplares hay que destacar, por su gran interés desde el punto de vista científico, los que pertenecen a series tipo. Siempre se ha hecho un especial esfuerzo en registrar las donaciones hechas por parte de personas no adscritas a la Colección o a la investigación en el Museo, pero no ha ocurrido lo mismo con el ingreso de nuevos ejemplares procedentes de las colectas o proyectos del personal del Museo relacionado con la entomología. A partir del año 2000 se ha ido recogiendo, cada vez de forma más exhaustiva, la llegada de nuevos materiales, independientemente de su forma de ingreso. En este sentido, nos referimos a donaciones cuando el material ingresado procede de aficionados a la entomología, quienes entregan su colección (parcial o completa) con el fin de que pase a formar parte de nuestros fondos; otros ingresos proceden de la investigación financiada o de instituciones públicas, o como resultado de consultas sobre identificación de ejemplares hechas a especialistas del Museo. En la tabla 13.6 se detalla, desde el año 2000 hasta finales de mayo de 2018, el número total de ejemplares ingresados, indicando cuántos de ellos corresponden a ejemplares tipo y el número de personas distintas que han hecho los ingresos. Algunas cifras registradas son estimadas, ya que hay entradas de los últimos años sin terminar de documentar. Como se puede observar, las cifras son variables cada año y no se puede apreciar ninguna tendencia. En lo referente a las donaciones, y dado que entendemos que es el registro más fiable en todo el período considerado, la media de personas diferentes que entregan material al año supera la treintena, y hasta la fecha nunca han sido menos de veinte; existe asimismo variación en cuanto al número de ejemplares ingresados. A pesar del esfuerzo que se realiza, la información sobre estos ingresos es menos detallada cuanto mayor es el volumen de ejemplares. Por ello, es difícil cuantificar el número de taxones o la procedencia de los ejemplares, e incluso el gran grupo de insectos al que pertenecen. Sí se hace especial hincapié en anotar cuidadosamente la cifra de ejemplares que pertenecen a series tipo, aunque igualmente puede llevar bastante tiempo obtener esta 176

información de manera completa cuando la colección es voluminosa y no están perfectamente señalados. En estos años los insectos que han ingresado en mayor número han sido los pertenecientes al grupo de los coleópteros y los himenópteros, lo que responde a que son los grupos más abundantes y diversos, tanto en nuestro territorio como en el resto del planeta (Zhang, 2011). Estos grupos también destacan significativamente en cuanto al número de ejemplares tipo ingresados (tabla 13.7), en parte por las razones expuestas anteriormente (los coleópteros son uno de los grupos más consultados) unido a que los investigadores del Museo trabajan principalmente con familias de ambos grupos.

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La Colección de Malacología Rafael Araujo, Javier de Andrés y María Dolores Bragado*

Ejemplares de moluscos terrestres de la familia Bradybaenidae de Filipinas. (mncn15.05/3886). Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

do* as colecciones de historia natural son esenciales para estudios de biodiversidad, evolución y otras muchas ramas de la biología y la geología, ya que conservan poblaciones, especies y minerales en las condiciones previas a la modificación de los ecosistemas o que en algún momento de la historia puedan ser de especial interés. De esta forma, en una colección con buena representación histórica y geográfica pueden encontrarse y estudiarse especies raras o incluso ya extinguidas. Por tanto, este tipo de colecciones científicas son también fundamentales para investigar sobre las relaciones, distribución y abundancia futuras de las especies (Suárez y Tsutsui, 2004; Lister et al., 2011; Lips, 2011; Norris, 2018). Es prácticamente imposible conocer el alcance científico que pueda tener a la larga una colección, pero puede servirnos de ejemplo el material que Charles Walcott descubrió en 1909 en Burgess Shale. Se trata de un asombroso yacimiento de fauna fósil de más de 500 millones de años de antigüedad, cuyas muestras quedaron almacenadas y conservadas casi cuarenta años en los cajones del Museo de Ontario hasta que, tras su redescubrimiento, fueron el origen de importantes teorías evolutivas sobre la radiación adaptativa que caracterizó la explosión del Cámbrico. Como veremos a lo largo de este libro, para que estas investigaciones actuales y otras futuras que todavía no somos capaces de imaginar puedan llevarse a cabo, como ocurrió en el museo canadiense, es necesario que tanto los ejemplares de una colección como los datos que los acompañan estén bien organizados y disponibles para su consulta. Es por tanto necesario no solo mantenerlas, sino también financiar su futuro y asegurar la especialización y formación de las personas que trabajan en ellas. Una colección de historia natural sería entonces como una biblioteca científica de ejemplares bien documentados, ordenados de la mejor manera posible, para poder ser consultados. Por todo esto, la idea borgiana de colección universal de la Biblioteca de Babel siempre subyace en la mente del conservador de colecciones. En esta colección fantástica se podría encontrar cualquier especie, de cualquier género y de cualquier familia, en todas sus fases posibles desde el huevo hasta el adulto, algo hoy por hoy inimaginable. Si pensamos en embriones, fases larvarias, tejidos, ADN, juveniles y adultos, en sus diferencias sexuales y todo un sinfín de variaciones de ejemplares que una co-

L

*

Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]. [email protected]. [email protected]

179

Figura 14.1. Escafópodos (mncn15.08.199), cefalópodos (mncn15.06.304), gasterópodos (mncn15.05.62576) y poliplacóforos (mncn15.03.277) son cuatro de las ocho Clases existentes de Moluscos. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

lección pudiera albergar, hasta Borges palidecería. Esto se debe a que los elementos formadores de una colección de historia natural son fruto de un largo y ciego proceso de evolución, mucho más complejo que el que daría lugar a los elementos de una biblioteca. Cuanto mayor sea la representación de especies, incluso de las todavía no descritas, mejor será esa colección, lo que se traducirá en más visitas, consultas, citas en la bibliografía científica y financiación futura. Lamentablemente, esta fantasía tan sugerente tiene un recorrido más corto en la práctica. El segundo grupo de animales más diverso del planeta son los moluscos (figura 14.1), de los que se conocen 80.000 especies vivas y se estima que quedan más de 100.000 por describir (Grande y Zardoya, 2012). Viven sobre la Tierra, en las aguas dulces y en los mares. Los hay enormes, como el calamar gigante del género Architeuthis, que puede alcanzar más de 20 metros de longitud, y microscópicos como el caracol terrestre Angustopila dominikae Hunyadi Jochum & Asami, 2015, que mide menos de 1 milímetro, y se han clasificado en ocho clases diferentes con nombres tan estrambóticos como Monoplacóforos, Solenogastros, Caudofoveados, Poliplacóforos, Escafópodos, Gasterópo180

Figura 14.2. Ejemplar de Pinctada margaritifera (Linnaeus, 1758) con pedestal, quizá perteneciente a la colección original de Franco Dávila. (mncn15.07/4602). Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 14.3. Ejemplares de moluscos terrestres del género Polymitas de Cuba. mncn15.05/1302 y 15.05/1445. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

dos, Cefalópodos y Bivalvos. Además, cada una de estas clases se divide en numerosas familias con cientos de géneros y miles de especies. Solo entre los gasterópodos, es decir, los caracoles y caracolas, se han descrito 60.000 especies. Como la mayoría de las colecciones del MNCN, la de moluscos es también digna heredera del Real Gabinete de Historia Natural creado por Carlos III. Los primeros ejemplares de moluscos de la colección pertenecían a Pedro Franco Dávila (1711-1786), criollo originario de Guayaquil y residente unos años en París, dueño de la colección con la que se inauguró el Real Gabinete y primer director del mismo. Así como sabemos que se han localizado minerales, corales y otros organismos que pertenecían a Dávila (Villena et al., 2009), todavía no hemos sido capaces de encontrar ningún molusco original de esta colección entre los 120.000 lotes que actualmente la componen; pueden haberse perdido en el transcurso de los años o permanecer escondidos entre los ejemplares todavía no catalogados. Podría darse el caso, aún no lo sabemos, de que esos bellos ejemplares de madreperlas y grandes caracolas marinas, montados sobre pedestales al estilo del siglo xviii, y que en ocasiones se han expuesto en las salas del Museo (figura 14.2), formaran parte de aquel «Gabinete Perdido». Sin embargo, gracias al estudio de una antigua etiqueta que apareció junto a unos caracoles de agua dulce, hemos localizado ejemplares recolectados en el siglo xviii por Juan de Cuéllar (1739-1801), destacado naturalista 181

182

Figura 14.5. Izquierda. Ejemplares de la Colección Conde, ingresada en el Museo en 2011. Fotografía: Rafael Araujo. Figura 14.6. Centro y derecha. Diferentes salas de la Colección de Moluscos del MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

Figura 14.4. Lámina de Los Moluscos del Viaje al Pacífico. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

que vivió en Filipinas, de Pila scutata (A. Mousson, 1848), una especie próxima al famoso invasor caracol manzana. La Colección de Moluscos del Museo es probablemente la mejor del mundo en cuanto a representación de fauna española, pero también lo es de lo que en algún tiempo fueron países o zonas bajo dominio español, como la isla de Cuba (figura 14.3) o las islas Filipinas, así llamadas en honor al rey Felipe II. La representación histórica, es decir, los 250 años de nuestra colección, hace que estas antiguas razones políticas den nuevo valor a la colección. Pero no basta que una colección sea histórica, sino que tiene que tener un plan de futuro y crecer a medida que el tiempo pasa enriqueciéndose con nuevos ingresos. El cambio climático, las extinciones de especies, las desapariciones de hábitats, los ecosistemas inexplorados y otras muchas razones serían el detonante de las nuevas expediciones que deben ir haciéndose para que la colección siga siendo útil. Hoy sabemos que la famosa expedición romántica al nuevo mundo (Puig-Samper, 1988) que se realizó en tiempos de Isabel II entre 1862 y 1866 en gran parte de América del Sur, conocida como Expedición del Pacífico, fue para dar visos de ciencia a una campaña militar que quería aclarar el futuro político de algunas antiguas posesiones españolas. También sabemos que los expedicionarios (tres de los cuales murieron durante o inmediatamente después de la expedición) sufrieron los desprecios de los militares con los que viajaban, que no entendían por qué tenían que acompañarles ni sufrir los inconvenientes y malos olores del material recolectado. Pero una vez más, debido a razones políticas y al buen hacer de los naturalistas, las colecciones españolas fueron durante mucho tiempo las más ricas del mundo en fauna sudamericana. Gracias al material que llegó a España tras la expedición, que pasó varios años almacenado en el Jardín Botánico, la Colección de Moluscos se enriqueció de forma notable con miles de ejemplares, muchos de los cuales se describieron como nuevas especies para la ciencia (Breure y Araujo, 2017), algo de lo que un museo de historia natural debe siempre vanagloriarse. Esta Colección de Moluscos de Sudamérica se incorporó a la del que fue presidente de la expedición, el marino y militar Patricio Paz y Membiela (18081874), que encargó al joven Joaquín González Hidalgo (1839-1923), futuro ilustre malacólogo, que escribiera las etiquetas de los ejemplares de su colección (Araujo y Tellado, 2018). El libro, titulado Moluscos terrestres del viaje al Pacífico (figura 14.4), lo firmó Hidalgo, que no realizó el viaje, y fue premiado en la Exposición Universal de Filadelfia de 1876. Unos años después se publicará un segundo libro por Francisco de Paula Martínez y Sáez, uno de los supervivientes del viaje, dedicado a los bivalvos marinos, y finalmente un ter183

Figura 14.7. Información sobre la gestión de la Colección de Moluscos en los últimos diez años.

120 100 80 60 40 20 0 2007

2008

2009

Consultas

2010

2011

Préstamos

2012

2013

Entradas

2014

2015

2016

2017

Material tipo ingresado

7.000 6.000 5.000 4.000 3.000 2.000 1.000 0 2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

2016

2017

Lotes procesados

cero, también de Hidalgo, sobre los univalvos marinos. La colección de Paz, incluidos los moluscos del Pacífico, entró al Museo en 1873 y cincuenta años después, el 15 de diciembre de 1912, lo hicieron las colecciones de Hidalgo, incluidos la biblioteca y los tipos, de forma que el Museo «podría sostener con gallardía la comparación con las similares existentes hoy en los grandes Museos extranjeros» (Barreiro, 1992). Gracias a la donación en 1934 (Barreiro, 1992) de la colección del ingeniero Florentino Azpeitia Moros (1859-1934), discípulo de Hidalgo, la colección de moluscos del Museo en 1935 alcanza los 170.000 ejemplares con 14.000-15.000 especies (Barreiro, 1992). El resto del siglo xx no sirvió para enriquecer precisamente la colección, aunque algún nuevo ingreso hubo (Bragado, De Andrés y Araujo, 2017; Araujo, 2018), pero a partir del año 2000 se incorporó todo el material de las campañas Fauna Ibérica y en 2011 se donó la mayor colección de moluscos que nunca antes había entrado al Museo, la perteneciente al diplomático don Javier Conde de Saro, con más de 25.000 lotes (figura 14.5). Hoy, todas estas colecciones están ordenadas alfabéticamente por familias en cuatro salas repletas de armarios (figura 14.6). Para consultar la colección, existe una base de datos donde está representado todo el material ya catalogado (figura 14.7). En ella encontraremos el nombre de la especie que buscamos, su historia taxonómica, la localidad, el colector, la colección de procedencia, en qué publicaciones se ha citado o ilustrado, si hay fotografía, si se conserva en seco o en etanol, y cualquier otra información que hayamos sido capaces de localizar a la hora de catalogar los lotes correspondientes. Como todavía no está catalogada toda la colección, labor que esperamos esté terminada en el año 2025, la ordenación alfabética por familias, géneros y especies de todos los lotes es ahora mismo imprescindible para poder localizarlos. En el caso de la colección en etanol, las familias también se ordenan por orden alfabético, pero los lotes de cada una se ordenan por número de catálogo; los 184

Tabla 14.1. Contenido de la Colección de Moluscos del MNCN. especies

descritas

en la colección

Moluscos

80.000

11.585

Solenogastros

240

24

Caudofoveados

150

5

Escafópodos

800

35

1.000

102

Monoplacóforos

30

2

Cefalópodos

600

42

Bivalvos

8.000

1.075

Gasterópodos

60.000

9.670

Poliplacóforos

Tabla 14.2. La Colección de Moluscos del MNCN en números. colección de moluscos Lotes en la colección Número de ejemplares

120.000 >1.500.000

Lotes informatizados

75.462

Lotes fotografiados

1.628

Lotes en GBIF

15.707

Material tipo

1.531

Holotipos

677

Paratipos

738

Lectotipos

12

Paralectotipos

74

Neotipos

13

Sintipos

148

lotes todavía no catalogados se disponen al final de su familia correspondiente en espera de ser informatizados. Gracias a este tipo de ordenación, sabemos que nuestra Colección de Moluscos está compuesta por 120.000 lotes, entendiendo por lote el grupo de moluscos de una misma especie, recolectado por la misma persona, en el mismo lugar y en la misma fecha. Para entendernos, si en una muestra hay más de una especie, todas ellas recolectadas en un mismo lugar, se separará en tantos lotes como especies haya. El lote es, por tanto, el elemento o la unidad fundamental de nuestra colección, a diferencia por ejemplo del ejemplar, que sería el elemento de una colección de aves o de mamíferos. Los lotes de conchas se conservan en seco y los animales, con sus conchas, en etanol, pero también hay preparaciones microscópicas, cortes de conchas, perlas y cuantas formas existan de conservar los moluscos. Si hablamos de ejemplares, nuestros 120.000 lotes corresponderían a cerca de dos millones de moluscos. Una consulta a las tablas 1 y 2 nos dará la idea en números de esta colección. Pero más importante que el tamaño es la representación, es decir, cuántas especies de moluscos de las casi 200.000 que deben de existir tenemos representadas. Cuando se habla de una colección de historia natural, no nos podemos olvidar de los tipos, los 185

Figura 14.8. Ejemplares del bivalvo de río norteamericano Epioblasma haysiana (Lea, 1834), especie endémica de los ríos Cumberland y Tennessee, hoy extinguida. mncn15.07/1693. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

ejemplares «patrón» con los que se han descrito las especies correspondientes y que, según el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica, deben quedar depositados en colecciones de acceso público como las de un museo. La colección de tipos de moluscos del MNCN, totalmente informatizada y ordenada en armarios especiales, tiene más de 7.000 ejemplares tipo que se corresponden con 1.176 especies diferentes. En esta colección están depositados ejemplares tipo antiguos, como los del Viaje al Pacífico, o material más moderno que se sigue depositando por investigadores españoles y extranjeros. El número de tipos de una colección sí refleja de forma clara la importancia de la misma, ya que se consultará con más frecuencia cuantos más tipos conserve. Figura 14.9. Parte de la colección de perlas de la Colección de Moluscos del mncn. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

186

Figura 14.10. Ejemplares de la Familia Conidae de la colección. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

La familia Conidae (figura 14.10) comprende alrededor de 800 especies que viven en arrecifes coralinos de mares tropicales. Casi todos son carnívoros y usan para cazar o defenderse un arpón unido a una glándula venenosa con el que inyectan toxinas a sus víctimas, muchas veces peces, con objeto de inmovilizarlas. Algunas de estas toxinas se encuentran entre las más potentes del reino animal, como la del Conus geographus (Linnaeus, 1758), que se considera mortal para el hombre. Estas moléculas pueden ser usadas en medicina como calmantes o para el tratamiento de ciertas enfermedades neurodegenerativas. La colección de Malacología del MNCN alberga 3.894 lotes (con un total de 9.859 ejemplares) de la familia Conidae con 551 especies distintas, aproximadamente el 69 % de las descritas, y una colección de tipos con 69 lotes y 62 especies, lo que la convierte en una de las cinco mejores colecciones del mundo. Cubre todas las áreas geográficas donde se distribuye la familia, principalmente la indopacífica, con más de 2.200 lotes y la del este del océano Atlántico, con más de 1.300 lotes. Destacan los lotes procedentes del archipiélago de Cabo Verde, que pueden considerarse como una colección de referencia a escala mundial tanto en cantidad de lotes (976) como en especies representadas (135 especies) y material tipo (50 lotes y 43 especies). También se conservan interesantes ejemplares históricos como el Conus gloriamaris (Chemnitz, 1777), que a principios del siglo xx era una de los veintidós únicos ejemplares conocidos en el mundo de esta especie tan codiciada por los coleccionistas por su belleza y escasez.

187

Figura 14.11. Holotipo de Plekokeilus cecepeus, especie de gasterópodo terrestre recolectada en la Comisión Científica del Pacífico en el siglo xix pero descrita para la ciencia en 2015. mncn15.05/60013. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Los moluscos de la colección proceden de todo el mundo y existen especies que hoy ya sabemos que están extinguidas (figura 14.8). En algunos casos, como la fauna española, la de moluscos terrestres o algunas familias de moluscos marinos, nuestra colección se puede considerar entre las mejores del mundo. Existe además una colección de perlas compuesta por 194 lotes (figura 14.9) y una colección didáctica de alrededor de 1.000 lotes complementaria a la de investigación en la que los ejemplares, al carecer de datos asociados, son más apropiados para la exhibición o estudios no científicos. Para dar una idea del alcance científico de nuestra colección, podemos citar el hallazgo que en 2015 se hizo en uno de los armarios de moluscos terrestres. Al contestar a una de las decenas de consultas que se hacen cada año, se envió una fotografía a un experto malacólogo holandés que solicitaba información sobre un molusco terrestre recolectado durante el Viaje al Pacífico; al recibir la fotografía, contestó que en el lote había más de una especie. Gracias a este hallazgo se pudo describir el Plekocheilus ce188

Figura 14.12. Lámina delgada de una valva de Margaritifera auricularia (Spengler, 1793), bivalvo de agua dulce en peligro de extinción. mncn15.07/7276. Fotografía: Rafael Araujo.

cepeus (Breure y Araujo, 2015) como nueva especie terrestre del Ecuador (figura 14.11), cuyos ejemplares tipo, antes de ser descubiertos y descritos, habían pasado más de un siglo escondidos en los cajones y mezclados con otra especie (Breure y Araujo, 2015). Otras consultas que se realizan se refieren a colaboraciones con otros museos, como el de Arte Romano de Mérida o el Museo de América, donde estamos trabajando en la determinación de moluscos asociados a sus colecciones arqueológicas y etnográficas. Hay también otras consultas, como la del profesor de universidad que trajo unos restos de nácar encontrados en un yacimiento romano de la antigua Cauca, actualmente Coca (Segovia), para ver si se podía averiguar la especie de molusco de la que procedían. Comprobamos que se trataba de trozos de concha de la ostra perlífera Pinctada margaritifera (Linnaeus, 1758) y se demostró que ejemplares de esta especie se habían trasladado en barco desde los mares del este para adornar complejos hispanorromanos del siglo iv d. C. (Reyes et al., 2016). Esta misma especie de ostra, de la que tenemos numerosos ejemplares antiguos, sirvió también para atender en 2017 la visita de una mujer, descendiente de un teniente coronel que había estado destacado en Filipinas en el siglo xix, que a su vuelta a España donó varios ejemplares que ella recordaba haber visto expuestos en la antigua exposición del Museo. No solamente encontramos los ejemplares en la colección, sino que también estaban las antiguas cartelas con las que se expusieron, con el nombre del donante así como, en el archivo, las cartas de donación y aceptación escritas en 1928 por el militar y el director del Museo, el ilustre Ignacio Bolívar (acn0277/039). Otros arqueólogos también han consultado la colección, como los que compararon las inscripciones con las que adorna-

189

Figura 14.13. Ejemplar de Tridacna gigas (Linnaeus, 1758) depositado en la Iglesia de San Andrés en Madrid. mncn15.07/5186. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

ban la cerámica de barro en el noroeste africano en el sexto milenio a. C., con las señales que dejarían sobre el barro fresco los ejemplares de diferentes especies marinas del género Cypraea (Martínez et al., 2017). También colaboramos con el jefe de Conservación de pintura flamenca del Museo del Prado, que quería saber el nombre de una serie de especies de moluscos marinos representadas en bodegones del siglo xvii pintados por la artista flamenca Clara Peeters, con motivo de una exposición de esta artista. Por supuesto se averiguaron los nombres de las especies, que se publicaron en el catálogo de la exposición, pero es curioso decir que en la época en la que se pintaron esos moluscos, las especies correspondientes todavía no habían sido descritas. Hemos asesorado a otras instituciones oficiales como la del convenio CITES, referente al tráfico de especies amenazadas, en la determinación de ejemplares de moluscos retenidos en aduanas y custodiando los especímenes incautados, un trabajo similar a nuestras colaboraciones con la Fiscalía de Medio Ambiente en la determinación de especies invasoras, como ha ocurrido recientemente con el cada vez más famoso caracol gigante africano de los géneros Lissachatina y Archachatina. Para terminar con el tema de las consultas, mencionaremos la que recibimos de un coreógrafo español que quería inspirarse en la fauna abisal para su nueva creación artística; todavía no sabemos si los pocos moluscos abisales que le enseñamos le sirvieron. Como estamos viendo, la Colección de Moluscos del MNCN es una colección científica y, como tal, atiende consultas científicas y da información científica de sus fondos. Enviamos fotografías de los ejemplares que solicitan otros investigadores y, muchas veces, prestamos los ejemplares para su consulta directa. Todo el material de las colecciones es susceptible de prestarse para estudio y exposiciones a personal debidamente acreditado de universidades, colegios, museos y otros centros dedicados a la educación e investigación. Desde hace aproximadamente veinte años las peticiones de material están cambiando, de forma que ahora es más habitual que se soliciten ejemplares conservados en alcohol para estudios moleculares de taxonomía y filogenia (Buerki y Baker, 2016), aunque todavía se envían conchas para estudios de morfología. Por ejemplo, se han solicitado numerosos préstamos de conchas de diferentes especies de bivalvos 190

Figura 14.14. Página siguiente. Ejemplares de la familia Architectonicidae (mncn15.05/30146 y 15.05/30149) y Spondylidae (mncn15.07/7910, 15.07/8192, 15.07/7906 y 15.07/5345). Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

de agua dulce para realizar cortes de lámina delgada y estudiar las edades de los ejemplares (figura 14.12), resultados necesarios para conocer la dinámica poblacional de especies en peligro de extinción. Los envíos de material también se realizan para colaborar con exposiciones, otra forma de hacer ciencia. Tanto es así, que hemos dedicado un capítulo de este libro a la relación entre colecciones y exposiciones. La Colección de Moluscos ha colaborado con exposiciones de diferentes museos, el nuestro entre ellos, sobre Biodiversidad, Evolución, Cubiertas animales, El Origen del Museo, Pedro Franco Dávila, Geometría de la Naturaleza y muchas otras. También tenemos material en depósito, como el gran ejemplar de Tridacna gigas (Linnaeus, 1758) que puede verse en la iglesia de San Andrés, en el céntrico barrio de La Latina de Madrid (figura 14.13). Asimismo hay que contar con el uso para fines estéticos de los ejemplares de una colección (Dance, 1986), así como la inspiración que puedan llegar a producir en el poeta (ver Holmes, 1858 y las poesías del Premio Nobel chileno Pablo Neruda). El trabajo de estudio, catalogación, informatización y asistencia a consultas y préstamos se realiza en la colección de forma regular y continuada, al igual que la actualización de la taxonomía y la corrección de posibles errores asociados a la entrada de información de los ejemplares en la base de datos. Por ejemplo, para ordenar y catalogar la Colección Conde se han necesitado siete años de trabajo de tres personas especializadas. Dado que tenemos ejemplares procedentes de todos los rincones del mundo, las visitas de investigadores que ayuden en la clasificación de los grupos de su especialidad son siempre bienvenidas. Es necesario agradecer al programa europeo SYNTHESYS (Synthesis of Systematic Resources) su actividad, financiando a los científicos pertenecientes a los Estados asociados la visita a las colecciones de su interés. La misión de una colección va siempre más allá de la escala nacional y es necesario colaborar con otras colecciones y museos extranjeros para mejorar la accesibilidad y conservación de los fondos. Por ello, nuestra colección, como las demás del MNCN, está en contacto con asociaciones internacionales como GBIF (Global Biodiversity Information Facility) y CETAF (Consortium of European Taxonomic Facilities), colaborando en un marco común de trabajo y mejora de las colecciones. Otras asociaciones, como la SPNHC (The Society for the Preservation of Natural History Collections), dedicada a asegurar la continuidad del valor de las colecciones para la sociedad, son también de necesaria consulta, así como sus publicaciones. Estas colaboraciones con otras instituciones, necesarias para desarrollar de una forma coherente infraestructuras como las colecciones que, aunque locales, se enfrentan a retos muy parecidos, van desde el desarrollo de buenas prácticas y de políticas comunes a juntar iniciativas, garantizar la conservación a largo plazo, asegurar financiación, buscar mecanismos de intercambio de información y tantas otras actividades comunes que deriven en lo que entendemos como mejoras de las colecciones. Pero para esta colaboración se necesita financiación y personal cualificado. Si existe financiación y una acertada política de formación de personal, el futuro de la colección siempre estará asegurado. Su crecimiento será siempre continuo gracias a proyectos de investigación, en nuestro caso los del propio Museo, así como a nuevas donaciones y legados. Muchos centros de investigación y universidades conservan colecciones de moluscos que pretenden en un futuro próximo ser donadas al Museo. Como decía Borges: «Existirán incluso quienes repudien la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en la colección, y la equiparen al de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano». Y también quienes, decimos nosotros, queriendo eliminar las piezas inútiles, provoquen la «insensata perdición» de millones de ellas. Las especies desaparecerán, pero la colección debería perdurar (figura 14.14). 192

Fuentes acn0277/039. Archivo MNCN. Carta original fechada el 24 de junio de 1928 firmada por D. Ignacio Bolívar, director del MNCN, en la que hace acuso de recibo de dos ejemplares de Meleagrina.

Referencias bibliográficas Araujo, R. «La zoología de invertebrados en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) desde 1936 a 1985», en El Museo Nacional de Ciencias Naturales entre 1939 y 1985: de la disgregación a la reunificación. Monografías del MNCN-CSIC. Araujo, R. y Tellado, J. M. (2018). «Joaquín González Hidalgo, un malacólogo de los siglos xix y xx. Desengaños y éxitos», Iberus: 36(2): 81-110. Barreiro, A. J. (1992). El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935). Aranjuez, Madrid, Doce Calles. Bragado, M. D.; De Andrés, J. y Araujo, R. (2017). «Una breve historia de la colección de moluscos del Museo Nacional de Ciencias Naturales con especial referencia a la colección malacológica de Alí Bey y Simón de Rojas Clemente», Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Aula, Museos y Colecciones de Ciencias Naturales, 4: 129-146. Breure, A. S. H. y Araujo, R. (2015). «A snail in the long tail: a new Plekocheilus species colledted by the “Comisión Científica del Pacífico” (Mollusca: Gastropoda: Amphibulimidae)», Zookeys, 516: 85-93. — (2017). «The Neotropical land snails (Mollusca, Gastropoda) collected by the “Comisión Científica del Pacífico”», PeerJ, 5:e3065; doi: 10.7717/peerj.3065. Buerki, S. y Baker, W. J. (2016). «Collections-based research in the genomic era», Biological Journal of the Linnean Society, 117: 5-10. Dance, S. P. (1986). A history of shell collecting. E. J. Brill-Dr. W. Backhuys. Leiden. Grande, C. y Zardoya, R. (2012). «Moluscos», en P. Vargas y R. Zardoya (eds.), El árbol de la vida. Sistemática y evolución de los seres vivos. S. e. Madrid, pp. 211-221. Holmes, O. W. (1858). «The chambered Nautilus. [In] The autocrat of the breakfasttable», The Atlantic Monthly, 1(4): 468-469. Lips, K. R. (2011). «Museum Collections: Mining the past to manage the future», Proceedings of the National Academy of Sciences, 108(23): 9323-9324. Lister, A. M. y Climate Change Research Group (2011). «Natural History collections as sources of long-term datasets», Trends in Ecology and Evolution, 26(4): 153-154. Martínez, R.; Vera, J. C.; Moreno, M.; Pérez, G.; Peña-Chocarro, L. y Bokbot, Y. (2017). «Beyond Adornment: Cowry Use as Potter’s Tool in the First Impressed Wares of the Southwestern Mediterranean Coast (Northern Morocco)», The Journal of Island and Coastal Archaeology. doi: 10.1080/15564894.2017.1284963. Norris, C. A. (2018). «The future of natural history collections», en E. Dorfman (ed.), The future of natural history collections. New York, pp: 13-29. Puig-Samper, M. A. (1988). Crónica de una expedición romántica al Nuevo Mundo. Madrid, CSIC. Reyes, O.; Pérez, C.; Bragado, M. D.; Araujo, R. y De Andrés, J. (2016). «Arquitectura romana tardoantigua: revestimiento de nácar en “uillae” hispanas del siglo IV d. C.», Oppidium, 12: 185-218. Suárez, A. V. y Tsutsui, N. D. (2004). «The value of museum collections for research and society», BioScience, 54(1): 66-74. Villena, M.; Almazán, J. S.; Muñoz, J. y Yagüe, F. (2009). El gabinete perdido. Franco Dávila y la Historia Natural del Siglo de las Luces. Textos Universitarios 43. Madrid, CSIC. 193

La Colección de Ictiología Gema Solís e Ignacio Doadrio*

Ejemplar de lamprea de arroyo, Lampetra planeri (Bloch, 1784), del río Cares, Puentellés (Asturias) mncn_ictio 290.534. Fotografía: Ignacio Doadrio.

io* a Colección de Ictiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (mncn_ictio) alberga lo que comúnmente conocemos como peces. En realidad, la clase Pisces ha desaparecido de las clasificaciones zoológicas. Esto se debe a que, aunque los peces agrupan un conjunto de animales acuáticos con algunas características morfológicas y fisiológicas comunes en la mayoría de ellos —como la respiración branquial, presencia de escamas y de aletas con radios, o ser poiquilotermos—, no constituyen un grupo monofilético desde el punto de vista evolutivo, es decir, no comparten el mismo antepasado común. De esta forma, y con el desarrollo de los estudios filogenéticos, lo que denominamos coloquialmente como «peces» se divide en varias clases zoológicas. De ellas, algunas contienen solo especies que vivieron en el pasado, y los peces actuales se engloban en cuatro clases: Cyclostomi, Sarcopterygii, Acanthopterygii y Chondrichthyes. Estas cuatro clases se clasifican, a su vez, en dos grandes grupos evolutivos. Uno está formado por los ciclostomados (lampreas y mixines), que carecen de mandíbulas (Agnatha). Y el otro por los condrictios, sarcopterigios y actinopterigios que, junto a los tetrápodos (mamíferos, aves, anfibios, reptiles, cocodrilos y tortugas), forman el grupo de los vertebrados con mandíbulas (Gnathostomata).

L

Descripción de los fondos En el Museo existen aproximadamente 375.000 ejemplares de más de 2.350 especies de estas cuatro clases (Cyclostomi, Sarcopterygii, Acanthopterygii y Chondrichthyes), agrupados en unos 36.000 lotes. Solo se trata de una estimación, puesto que se considera que aún falta por ser informatizado un 20 % de los registros. Entre los ciclostomados, la Colección tiene registros de 353 ejemplares. Está formada principalmente por la colección de lampreas, entre las que destaca la presencia de un ejemplar de grandes dimensiones de lamprea marina, Petromyzon marinus Linnaeus, 1758, de las islas Baleares (mncn_ictio 000.002), por ser una especie que ha desaparecido de estas islas y que es rara en todo el Mediterráneo. Pero también hay ejemplares en la Colección de la única población reproductora de lamprea marina conocida en la actualidad en el *

Gema Solís (Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]) e Ignacio Doadrio (Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]).

195

Mediterráneo español y que fue encontrada recientemente en el río Guadiaro (Doadrio, 2011; Perea et al., 2011). Además, la Colección alberga los primeros ejemplares de la lamprea de arroyo [Lampetra planeri (Bloch, 1784)] que se citaron en España y que proceden de las cuencas de los ríos Ugarana (mncn_ictio 278.736-278.752) y Deva-Cares (mncn_ictio 279.667-279.678) (Álvarez y Doadrio, 1986; Doadrio et al., 2011; Perea et al., 2011) (figura 15.1). Existen otros ejemplares de interés como las lampreas del río Neretva en Bosnia, que fueron descritas recientemente como una nueva especie (Lampetra soljani Tutman, Freyhof, Dulčić, Glamuzina & Geiger, 2017), o especies americanas como Lampetra geminis Álvarez, 1964 y Lethenteron appendix (DeKay, 1842). Dentro de los gnatostomados, son los sarcopterigios (peces pulmonados y celacantos) los que tienen un menor número de ejemplares en la Colección. Esta clase solo presenta unas pocas especies de peces que viven en la actualidad, aunque en el pasado tuvieron una alta diversificación. En el Museo existen siete ejemplares de peces pulmonados de la especie Protopterus annectens (Owen, 1839) procedentes de Mauritania (mncn_ictio 259.032-259.038), además de otros tres ejemplares de origen incierto. Estos peces son considerados actualmente como los más cercanos evolutivamente a los tetrápodos y no los celacantos, como se creía en un principio (Irisarri y Meyer, 2016). Los condrictios, grupo formado por las rayas y los tiburones (subclase Elasmobranchii) y las quimeras (subclase Holocephali), cuentan en el Museo con 800 ejemplares de 65 especies. De los doce órdenes de elasmobranquios existen ejemplares de todos ellos, excepto de los tiburones sierra (Pristiophoriformes), que no deben confundirse con los peces sierra que pertenecen al orden de los Rhinopristiformes, de los que sí hay ejemplares en la colección. Cabe destacar la presencia de tres de las cinco especies del orden de los Hexanchiformes, considerados los más primitivos de los tiburones actuales. Este orden fue descrito por Fernando de Buen y Lozano (1895-1962), uno de los más reconocidos ictiólogos de España, hijo de Odón de Buen, fundador del Instituto Español de Oceanografía en 1914, y sobrino de Luis Lozano y Rey, que fuera responsable de la Colección de Ictiología desde principios de siglo hasta los años cuarenta. Fernando de Buen y Lozano realizaría, después de la Guerra Civil española, exiliado en México, una gran labor en la docencia y en la investigación de México, Uruguay y Chile, publicando varios trabajos de interés, entre los cuales existe una importante contribución a los tiburones de Chile, ya que hasta entonces los tiburones se asociaban casi exclusivamente a las aguas tropicales (De Buen, 1960) (figura 15.2). La mayor parte de los ejemplares de condrictios se encuentran en etanol al 70 %, aunque existe una amplia colección de mandíbulas de rayas y tiburones en seco, así como ejemplares naturalizados. Entre las mandíbulas de tiburón destacan, por su antigüedad, tamaño y vistosidad, algunas de grandes dimensiones de marrajo, Isurus oxyrhinchus Rafinesque, 1810 (Mieg, 1818) (figura 15.3). Los ejemplares naturalizados están expuestos al público prácticamente desde la formación del Museo, como es el caso del pez sierra, Pristis pectinata Latham, 1794 (mncn_ictio 044.130) y del tiburón martillo Sphyrna mokarran (Rüppel, 1837) (mncn_ictio 044.129). Ambos, de grandes dimensio196

Figura 15.1. Ejemplar de lamprea de arroyo, Lampetra planeri (Bloch, 1784), de la que se conoce su existencia en España solo en dos cuencas fluviales. El ejemplar de la figura procede del río Deva en Panes (Asturias). mncn_ictio 279.667-279.678 Fotografía: Ignacio Doadrio.

Figura 15.2. Izquierda. Foto familiar de Fernando de Buen y Lozano con sus hijos, procedente del Archivo del MNCN. acn005/001/09765 Figura 15.3. Derecha. Mandíbula de Isurus oxyrhinchus Rafinesque, 1810. mncn_ictio 044.184 Servicio de Fotografía del MNCN.

nes, ya aparecen dibujados por Juan Bautista Bru en 1784, junto a un pez erizo, Diodon hystrix Linnaeus, 1758, y un ejemplar de pez luna, Mola mola (Linnaeus, 1758), que también forman parte de la Colección. Estos peces naturalizados son seguramente los ejemplares más antiguos custodiados y es probable que formaran parte de las colecciones del Museo desde su origen como Real Gabinete, en 1771 (Bru, 1784; Mieg, 1818). Fueron restaurados en el año 2012 y se observó entonces que su estructura interna es de madera, como ocurre en otros vertebrados naturalizados durante el siglo xviii en el Museo; la capa protectora externa que cubre sus pieles es una suerte de melaza cuya composición química se desconoce. Dentro de las rayas, hay una interesante colección de ejemplares de agua dulce, tanto de Asia, pertenecientes a la especie Fluvitrygon oxyrhynchus (Sauvage, 1878), como de América, que corresponden a diferentes especies del género Potamotrygon Garman, 1877. También se encuentran catorce ejemplares tipo de Neoraja iberica Stehmann, Séret, Costa y Baro, 2008 (mncn_ictio 259.151-259.164) (figura 15.4). Los tipos son aquellos ejemplares con los que se ha realizado la descripción de una especie y que se guardan Figura 15.4. Paratipo de Neoraja iberica Stehmann, Séret, Costa y Baro, 2008 conservado en la Colección de Ictiología (vista ventral). mncn_ictio 259.151-259.164. Servicio de Fotografía del MNCN.

197

para que siempre exista una referencia en estudios posteriores; para más detalles, ver el capítulo de Nomenclatura en este volumen. Existen 42 ejemplares de quimeras, todas ellas de la especie Chimaera monstrosa Linnaeus, 1758. Son animales de aguas profundas, entre 300 y 500 m, difíciles de avistar, por lo que reciben el nombre de «tiburones fantasma», aunque no son verdaderos tiburones. Los actinopterigios comprenden, junto a los condrictios, la mayoría de lo que conocemos como peces y se diferencian de estos por tener un esqueleto óseo. Se caracterizan, entre otros rasgos, por la presencia en la mayoría de las especies de aletas formadas por una membrana que es soportada por radios, por las escamas que recubren el cuerpo y por una estructura mandibular con presencia de maxilar y premaxilar. Son los más diversificados de todos los vertebrados, con más de 30.000 especies, y viven en ambientes muy diferentes, desde medios hipersalinos a agua dulce. En la Colección hay aproximadamente 373.000 ejemplares, que representan la mayoría de los cerca de 50 órdenes que se suelen reconocer, aunque existen órdenes como los Perciformes o Scorpaeniformes no monofiléticos y que requieren una revisión taxonómica (Vargas y Zardoya, 2014). Al nivel de familia, el Museo cuenta con más de la mitad de todas las que actualmente se reconocen dentro de los actinopterigios. Los cuatro órdenes considerados como los más primitivos dentro de los peces actinopterigios: Acipenseriformes, Lepisosteiformes, Polipteriformes y Amiiformes, tienen representación en la Colección. Dentro de estos, existe una colección histórica de Acipenseriformes, en concreto del esturión, Acipenser sturio Linnaeus, 1758. El esturión es una especie prácticamente extinguida en la Península Ibérica, cuyo último ejemplar capturado se remonta a 1992, cerca de la desembocadura del Guadalquivir (Elvira y Almodóvar, 1993), aunque recientemente se ha encontrado otro en aguas gallegas procedente de sueltas realizadas en Francia. El esturión fue tan abundante en el Guadalquivir que se explotó de manera comercial durante casi 40 años (1932-1970) para la producción de caviar, la cual fue posible gracias a que la familia Ybarra, propietaria de la factoría, contrató al biólogo de origen ruso Teodoro Classen. Este envió al Museo un ejemplar que se conserva en la Colección con el número mncn_ictio 001.582 (figura 15.5). Pero también existen otros ejemplares que atestiguan una amplia distribución del esturión en el pasado, con individuos procedentes de las cuencas del Mediterráneo y del Atlántico. Existen un total de 18 ejemplares de tres especies diferentes capturados en países tan dispares como España y Rusia. Del río Guadalquivir hay también un esturión en el I.E.S. Cardenal Cisneros de Madrid, donde, al igual que en otros seis institutos de Enseñanza Secundaria, existen colecciones de historia natural con algunos ejemplares que el Museo donó a estas instituciones a principios del siglo xx. En la colección también se conservan ejemplares de Lepisosteiformes y Polypteriformes. Estos dos órdenes de peces de agua dulce presentan en todas sus especies unas carac-

198

Figura 15.5. Ejemplar de esturión, Acipenser sturio Linnaeus, 1758, donado por Teodoro Classen, procedente del río Guadalquivir. mncn_ictio 001.582 Servicio de Fotografía del mncn.

Figura 15.6. Foto de pejelagarto, Atractosteus spatula (Lacépède, 1803), procedente de Cuba (mncn_ictio 044.141), que puede verse en la exposición «Minerales, Fósiles y Evolución Humana» del MNCN. Figura 15.7. Ejemplar de bichir, Polypterus bichir Lacépède, 1803. mncn_ictio 152.172 Servicio de Fotografía del MNCN.

terísticas escamas ganoideas, con apariencia muy primitiva, de forma romboidal, duras y unidas por articulaciones. Los primeros fósiles de estos dos grupos aparecen en el Cretácico hace aproximadamente 100 millones de años, cuando los continentes de África y América estaban todavía unidos, pero algunas especies existen en la actualidad (Gayet et al., 2002). En el Museo, los Lepisosteiformes están representados por las especies Atractosteus spatula (Lacépède, 1803), Atractosteus tristoechus (Bloch y Schneider, 1801), Atractosteus tropicus Gill, 1863 y Lepisosteus osseus (Linnaeus, 1758), procedentes de las colecciones históricas y de la colaboración reciente del equipo de investigación en ictiología del Museo con instituciones americanas (figura 15.6). Actualmente, los Lepisosteiformes se distribuyen por América, mientras que los Polypteriformes lo hacen por África. Las especies de los Polypteriformes tienen la particularidad de poder respirar aire de la superficie con dos estructuras similares a los pulmones, lo que les permite vivir en ambientes muy anóxicos. En la Colección hay 22 ejemplares de diferentes especies (figura 15.7). Existe en la Colección un ejemplar de la especie Amia calva Linnaeus, 1766 proveniente de Estados Unidos, que es la única especie que actualmente vive dentro del orden de los Amiiformes. Los órdenes más modernos se suelen agrupar en el superorden de los Teleostei, que engloba a la mayoría de los peces. Entre estos, los peces que habitan las aguas dulces muestran una mayor diversidad específica que los peces marinos en proporción a la disponibilidad de su hábitat y, por ello, han sido de especial interés en los trabajos sistemáticos, evolutivos y biogeográficos. En los últimos treinta y cinco años, la investigación en el Museo ha sido conducida casi exclusivamente hacia los peces de agua dulce y en la actualidad existen en la Colección aproximadamente 230.000 ejemplares de peces estrictamente dulceacuícolas. El crecimiento de la colección ha sido enorme si consideramos que en 1984 solo se conservaban en el Museo 13.521 ejemplares de peces de agua dulce. En la actualidad, el Museo cuenta con 370.000 individuos de teleósteos y, dentro de ellos, 135.000 ejemplares pertenecen a la familia Cyprinidae que, con más de 3.000 especies, es la más diversificada 199

Tabla 15.1. Material tipo conservado en etanol existente en la Colección de Ictiología del MNCN.

200

especie

autor

n.º ejs.

Achondrostoma occidentale

Robalo, Almada, Sousa Santos, Moreira y Doadrio, 2005

24

Achondrostoma salmantinum

Doadrio y Elvira, 2007

356

Alburnoides devoli

Bogutskaya, Zupančič y Naseka, 2010

6

Alburnoides fangfangae

Bogutskaya, Zupančič y Naseka, 2010

27

Alburnus sava

Bogutskaya, Zupančič, Jelic, Diripasko y Naseka, 2017

9

Aphanius baeticus

Doadrio, Carmona y Fernández-Delgado, 2002

Aphanius saourensis

Blanco, Hrbek y Doadrio, 2006

9

Bathypterois dubius

Vaillant, 1888

2

Cobitis hellenica

Economidis y Nalbant, 1996

2

Cobitis vettonica

Doadrio y Perdices, 1997

58

Delminichthys jadovensis

(Zupančič y Bogutskaya, 2002)

3

Fundulopanchax avicheg

Malumbres y Castelo, 2001

17

Gobio lozanoi

Doadrio y Madeira, 2004

64

Gobius balearicus

Lozano Rey, 1919

6

Iberochondrostoma oretanum

Doadrio y Carmona, 2003

29

Iberocypris palaciosi

(Doadrio, 1980)

52

Luciobarbus guercifensis

Doadrio, Perea y Yahyahoui, 2016

12

Luciobarbus maghrebensis

Doadrio, Perea y Yahyaoui, 2015

55

Luciobarbus rabatensis

Doadrio, Perea y Yahyaoui, 2015

33

Luciobarbus rifensis

Doadrio, Casal-Lopez y Yahyaoui, 2015

112

Luciobarbus yayahouii

Doadrio, Casal-Lopez y Perea, 2016

84

Luciobarbus zayanensis

Doadrio, Casal-López y Yahyaoui, 2016

33

Neoraja ibérica

Stehmann, Séret, Costa y Baro, 2008

14

Notropis grandis

Domínguez-Domínguez, Pérez-Rodríguez, Escalera-Vázquez y Doadrio, 2009

4

Notropis marhabatiensis

Domínguez-Domínguez, Pérez-Rodríguez, Escalera-Vázquez y Doadrio, 2009

13

Parachondrostoma turiensis

Elvira, 1987

27

Profundulus mixtlanesis

Ornelas-García, Martínez-Ramírez y Doadrio, 2015

8

Salaria atlantica

Doadrio, Perea y Yahyaoui, 2011

20

Salmo akairos

Delling y Doadrio, 2005

27

Salmo multipunctata

Doadrio, Perea y Yahyaoui, 2015

35

Salmo viridis

Doadrio, Perea y Yahyaoui, 2015

20

Squalius carolitertii

Doadrio, 1980

35

Squalius castellanus

Doadrio, Perea y Alonso, 2007

21

Squalius janae

Bogutskaya y Zupančič, 2010

56

Squalius laietanus

Doadrio, Kottelat y de Sostoa, 2007

41

Squalius malacitanus

Doadrio y Carmona, 2006

45

Squalius platyceps

Zupančič , Marić, Naseka y Bogutskaya, 2010

22

Squalius pyrenaicus

Günther, 1868

1

Squalius valentinus

Doadrio y Carmona, 2006

269

Telestes dabar

Bogutskaya, Zupančič, Bogut y Naseka, 2012

149

Tripterygion tartessicum

Carreras-Carbonell, Pascual y Macpherson, 2007

23

Xenodermichthys copei

Gill, 1884

2

Xenotoca doadrioi

Domínguez-Domínguez, Bernal-Zuñiga y Piller, 2016

4

Xenotoca lyonsi

Domínguez-Domínguez, Bernal-Zuñiga y Piller, 2016

4

Yuriria amatlana

Domínguez-Domínguez, Pompa-Domínguez y Doadrio, 2007

3

Zoogoneticus purhepechus

Domínguez-Domínguez, Pérez-Rodríguez y Doadrio, 2008

9

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Figura 15.8. Esqueleto montado de un Pargo, Pagrus pagrus (Linnaeus, 1758), con vísceras reproducidas en cera (mncn_ictio 279.664) que data de 1790. Fotografía: Gema Solís.

dentro de los vertebrados y la principal familia de peces de agua dulce. Debido al estudio de estas colecciones, en los últimos años se ha incrementado el número de tipos existentes, que siempre fue una de las carencias de esta colección (tabla 15.1). Así, a día de hoy, existen 2.063 tipos de 46 especies en el Museo. No es un número muy elevado debido a que, comparado con otros museos europeos, el número de ictiólogos en el Museo siempre fue testimonial y basado en la figura del gran ictiólogo español Luis Lozano y Rey. Pero no solo los ciprínidos están bien representados en la Colección. Así, cabe destacar entre los peces de agua dulce la existencia de 1.424 ejemplares de los géneros Orestias (Ciprinodontiformes) y Trichomycterus (Siluriformes) procedentes del lago Titicaca, situado entre Perú y Bolivia a 3.812 m sobre el nivel del mar, gracias a un proyecto en el que intervinieron instituciones peruanas y españolas (Universidad de Barcelona/A. Sostoa y MNCN/I. Doadrio). Pero, además de peces de agua dulce, la Colección también se ha enriquecido, aunque en menor medida, gracias a las campañas pesqueras realizadas por el proyecto Fauna Ibérica. A través de dicho proyecto, liderado por María Ángeles Ramos, del Museo, se ingresaron 4.147 ejemplares marinos en total, procedentes de cuatro campañas. Nuevamente, la mayor parte de estos ejemplares se encuentran conservados en etanol al 70 %. Pero también hay algunas piezas de especial importancia, que resaltan por su minuciosa forma de preparación. Tal es el caso del esqueleto de pargo, Pagrus pagrus (Linnaeus, 1758), con número de colección mncn_ictio 279.664, otro de los ejemplares más antiguos, que en la actualidad está expuesto al público. Se encuentra acompañado de una reproducción de sus vísceras en cera, y el conjunto se halla recogido en su vitrina original de madera y cristal de aguas. Fue preparado en 1790 por Cristóbal Vilella, que envió diversas remesas de peces desde Palma de Mallorca entre 1776 y 1791 (Barreiro, 1944) (figura 15.8).

Apuntes históricos La colección del Museo, desde un punto de vista histórico, puede ser dividida en cuatro períodos: el primero, de 1771 a 1910; el segundo, de 1911 a 1939; el tercero, de 1940 a 1979, y el cuarto, de 1980 a la actualidad. 201

Primer período (1771-1910) El primer período abarca algo más de un siglo, desde la llegada de los primeros ejemplares al Real Gabinete de Historia Natural (RGHN) en 1771 hasta que la colección es trasladada en 1910, como todo el Museo, a su ubicación actual en el Palacio de la Industria y de las Artes en los antiguos Altos del Hipódromo. Durante todo este período, la colección ictiológica del Museo se limita a la adquisición de rarezas y peces de las colonias, con un fin fundamentalmente expositivo y educativo, con la excepción de la colección realizada entre 1862 y 1866 por la Comisión Científica del Pacífico, que intentó situar a España en un nivel de conocimientos científicos similar al que ya había en aquella época en otros países europeos. De esta forma, no es difícil encontrar quejas de los responsables cuando se compran ejemplares de especies comunes, como se refleja en este informe que José Clavijo, vicedirector del Real Gabinete, escribe al conde de Floridablanca en 1791: [...] que me ha causado sentimiento y aun indignación el que, después de la prevención hecha al mismo Vilella de no remitir a este Museo sino producciones raras o que falten en él, haya enviado una remesa de cosas las más triviales, que forzosamente han de quedar arrinconadas (Barreiro, 1944).

En 1785 debiera haberse incorporado la colección de peces que encarga Carlos III, a través del conde de Floridablanca, a Antonio Sáñez Reguart, un funcionario de Correos y Postas. Sin embargo, no hay referencia actual en el Museo de dicha colección, que está envuelta en el mismo misterio que las láminas de esos peces, pintadas por Miguel Cros y que firma Juan Bautista Bru, conservador del Museo, sin hacer referencia a su autor original. Este extraño hecho y la misteriosa desaparición de Miguel Cros han sido novelados recientemente (Arbex, 2007, 2011) (figura 15.9). Debido a la política seguida durante esta primera etapa de adquisición de rarezas o peces procedentes de los territorios de ultramar, la Colección de Peces no es muy numerosa. Así, en el Catálogo de 1846 se citan 96 especies, de las cuales hay 17 ejemplares de 14 especies pertenecientes a los peces de agua dulce (Graells, 1846). En 1888, se vuelve a inventariar la colección y se recoge un listado de 151 especies y 549 ejemplares de aguas españolas (Gogorza, 1888), a las que hay que añadir la mayoría de las especies no ibéricas provenientes de las colonias, como los peces de Filipinas o de Cuba y los 1.772 ejemplares recogidos por la Comisión Científica del Pacífico. Entre los peces de esta primera época, destaca un ejemFigura 15.9. Lámina de un salmonete de fango, Mullus barbatus Linnaeus, 1758, dibujada por Miguel Cros, pero firmada por Juan Bautista Bru. acn110b/001/04657 Archivo del MNCN.

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Tabla 15.2. Número de ejemplares de la Expedición Científica al Pacífico (1862-1866) de los que conocemos su procedencia, haciendo referencia a su país de origen. país

número de ejemplares

Argentina

28

Bolivia

17

Brasil

1.084

Cabo Verde

17

Chile

110

Ecuador

64

EE.UU.

20

Panamá

98

Perú

4

Uruguay

44

Total

1.486

plar de Malapterurus electricus (Gmelin, 1789) del Nilo, una especie de pez gato capaz de generar descargas de 300-400 V. Este ejemplar y algunos otros de Egipto fueron recogidos por el doctor Antoine B. Clot (1793-1868), más conocido como Clot Bey, médico francés que introdujo la medicina occidental en el mundo islámico, creando la escuela de Abu Zabel y el cuerpo de matronas-enfermeras de las Hakimas. En la colección del Museo también existen 28 ejemplares del gran ictiólogo español, nacido en La Habana, Felipe Poey (1799-1891), autor de Ictiología Cubana y promotor, en 1839, del Museo de Historia Natural de La Habana. Sin embargo, tanto en esta institución como en el Museo, existen pocos ejemplares recogidos por Poey, el cual da la mayor parte de su colección de peces a la Universidad de Harvard, donde se encontraba el reconocido investigador Louis Agassiz, haciendo buena su frase: «Como naturalista no soy español, soy cosmopolita» (Jordan, 1902). Pero no es un caso único en esa época, pues también Ramón de la Sagra envía la mayor parte de su colección de peces de Cuba al Museo de Historia Natural de París, donde sería objeto de estudio por Antoine Alphone Guichenot (De la Sagra, 1853). Estas actuaciones se ven favorecidas por un ambiente poco proclive a la investigación en España con los reinados de Fernando VII e Isabel II, con un Museo que pierde la sede del Museo del Prado y sin investigador reconocido en ictiología. En esta situación, se puede entender que los naturalistas españoles Figura 15.10. Ejemplar de la especie Myleus micans (Lütken, 1875), colectado durante la Expedición Científica al Pacífico. mncn_ictio 052.072. Servicio de Fotografía del MNCN.

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Figura 15.11. Ejemplar de «Guativere» naturalizado por Antonio Parra, con número de colección 14-D. Se trata de un sintipo de Bodianus guativere Bloch y Schneider, 1801. mncn_ictio 14-d. Servicio de Fotografía del MNCN.

de aquella época, deseosos de que su material fuera estudiado adecuadamente, enviaran el material ictiológico a otros museos. Como ya hemos mencionado, la excepción en esta primera época es la colección realizada entre 1862 y 1866 por la Comisión Científica del Pacífico. En 1862, un equipo de naturalistas formado por tres zoólogos, un geólogo, un botánico y un antropólogo vinculados al Museo, más un taxidermista y un dibujante-fotógrafo, se unió a un viaje a tierras americanas. Su misión era formar colecciones científicas que enriqueciesen los fondos de los museos españoles y contribuir al desarrollo de un programa de aclimatación de especies exóticas útiles a la economía española (http://www.pacifico.csic.es/uym3/default.htm). Francisco de Paula Martínez y Sáez, discípulo de Laureano Pérez Arcas (ayudante de Mariano de la Paz Graells en la Cátedra de Anatomía Comparada), fue elegido secretario de la Comisión y se encargó de hacer las colecciones de mamíferos y reptiles acuáticos, peces, crustáceos, anélidos, moluscos y zoófitos. Durante esos años, la expedición recolectó 2.540 ejemplares de peces de 677 especies diferentes (Almagro, 1866). Al Museo solo llegó una parte de todo lo recolectado y, en la actualidad, se conservan en sus fondos 1.772 ejemplares. Con datos de su procedencia, hay 1.486 ejemplares (el 84 % de los ejemplares conservados), que provienen, en su mayoría, de Brasil (tabla 15.2). Hoy se sabe que trece de las especies que se recogieron en la Comisión Científica del Pacífico y que permanecían en el Museo sin estudiar fueron descritas entre 1868 y 1945 por científicos de otros países (figura 15. 10). Por otro lado, la colección de Antonio Parra merece una mención aparte. Sirvió de guía para la descripción, por otros autores, de numerosas especies, y su gran importancia ya fue puesta de manifiesto por naturalistas de la talla del barón de Cuvier o de Felipe Poey.

Antonio Parra y sus colecciones naturalistas de Cuba Antonio Parra, aunque nacido en Portugal en 1739, vivió la mayor parte de su vida en España. Llegó a La Habana en 1763 y sirvió al rey Carlos III de España en el Piquete del Regimiento de Infantería de Mallorca, donde se casó con una mujer española del lugar con la que tuvo varios hijos. Su interés y vocación por las ciencias naturales le llevó a licenciarse del ejército y trabajar en la recolección de piezas marítimas, acogiéndose a una real Cédula por la cual fue admitido en el Real Gabinete de Historia Natural para que enviara «todo lo que produjeran y fuese de interés» a las colecciones de este. Por aquel entonces, empezó a formar una colección de objetos naturales, entre los que destacan los peces que él mismo preparaba. Su método para naturalizar animales (que incluía el disecado, vaciado y barnizado de las piezas) era de tal perfección que, transcurridos más de 200 años, los ejemplares que están en la colección del Museo perduran aún hoy en buenas condiciones.

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Enterado Pedro Franco Dávila, director por aquel entonces del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, de la colección que estaba reuniendo Parra, le escribió una carta el 3 de septiembre de 1778, en la cual le animaba a continuar en su empresa. Más tarde, en 1785, Antonio Parra dirigió una instancia al rey Carlos III, donde le solicitaba que le fuera costeado el transporte de su colección a España con destino a dicho Gabinete, a la que contestó el rey a través del intendente general de La Habana: «Dispondré se costee de cuenta de la Hacienda a D. Antonio Parra el viaje cuando convenga a esta Península con la preciosa colección de curiosidades naturales…». En 1788, fallecido Carlos III y ya con Carlos IV en el trono, viajó a Madrid trayendo consigo varios ejemplares de su colección, en la que figuraban peces (además de crustáceos, un cocodrilo, una iguana y una tortuga) y un libro suyo publicado en La Habana en 1787, en el que se describe cada uno de los objetos de su colección. En vista de la calidad de la obra y de los objetos que trajo, el rey, mediante la Real Orden del 17 de abril de 1789, le concedió 2.000 pesos anuales y 4.000 pesos por los gastos ocasionados por reunir dicha colección. Dicho libro, que lleva por título Descripción de diferentes piezas de Historia Natural, las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas, es una de las mejores obras de historia natural publicadas en aquel tiempo, y ha sido traducida al francés y utilizada por muchos autores como referencia para posteriores descripciones de especies. Posee 75 láminas admirablemente dibujadas y coloreadas por su hijo Manuel Antonio Parra, de tan solo 16 años, pero no figuran los nombres científicos, que serían asignados posteriormente por otros autores. Entre sus contemporáneos, destaca el naturalista y médico alemán Marcus Elieser Bloch, que describió varias especies nuevas basándose exclusivamente en las figuras y descripciones de Parra. Pero también otros autores —como es el caso del barón de Cuvier y su ayudante Achille Valenciennes, el anatomista Henri Hollard o el español José Andrés Cornide— utilizaron sus descripciones y citan su obra. Entre los ictiólogos posteriores, cabe destacar a Guichenot (1852) y Poey (1863), que hacen sendos trabajos para asignar los nombres científicos a todos los peces descritos por Parra (1787). En 1793, Parra vuelve a España y se trae el grueso de la colección, que queda en principio depositada en Cádiz, aunque se desconoce si llegó en su totalidad al Real Gabinete. En esa época, Antonio Parra es nombrado historiógrafo del Museo al enfermar Vicente Ferrer. En la actualidad se conservan catorce de estos peces naturalizados en el Museo. La mayoría de los ejemplares sirvieron para la descripción de diferentes especies y debemos considerarlos como tipos. Baste como ejemplo que, entre ellos, se encuentra el que Parra denomina «Guativere» en la página 8 de su libro (Lámina V, figura 2), que Guichenot (1852) y Poey (1863) consideran perteneciente a Serranus ouatalibi Valenciennes, 1828, pero que debe considerarse un sintipo de Bodianus guativere Bloch y Schneider, 1801, ya que Bloch indica que está basado en las figuras 1 y 2 del libro de Parra de 1787. Su número actual de colección en el Museo es mncn_ictio 14-d (figura 15.11) y la especie se denomina Cephalopholis fulva (Linneus, 1758). Esto ocurre con prácticamente todos los ejemplares conservados en el MNCN e indica la importancia que tuvo y tiene la colección de peces de Antonio Parra.

Segundo período (1911-1939) El segundo período de la Colección, ya instalada en el edificio actual, se inicia con el nombramiento de Luis Lozano y Rey como conservador del Museo. En 1916, este empieza, de forma decidida, a estudiar la fauna de peces, con el fin de redactar la primera obra ibérica sobre ictiología (figura 15.12). Sin duda, en este interés sobre la ictiología influye la existencia de notables investigadores encargados en el Museo de las colecciones de Mamíferos (Ángel Cabrera) y Herpetología (Ernesto Cusí), y el haber finalizado Lozano y Rey, en esa época, de ordenar la Colección de Ornitología del Museo. Además, Lozano y Rey realiza visitas de aprendizaje a París, donde conoce a Louis Roule y a su ayudante Jacques Pellegrin, pero fundamental resulta su estancia en Viena con uno de 205

Figura 15.12. El doctor Luis Lozano y Rey, el ictiólogo más reconocido del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que hizo una enorme labor en la colección y en el conocimiento de la fauna ibérica de peces. acn008/001/15731. Archivo del MNCN.

los ictiólogos más importantes de la historia: Franz Steindachner. En esa época, Steindachner tenía ya una dilatada carrera investigadora y un extraordinario conocimiento de la fauna de peces de agua dulce de la Península Ibérica, ya que se debe a él la descripción de la mayoría de los endemismos de la fauna ictiológica peninsular. En 1919, Lozano y Rey escribe el primer catálogo de la Colección de Peces del Museo en el siglo xx, titulado Los peces de la Fauna Ibérica en la Colección del Museo en 1 de enero de 1919, donde indica la existencia de 6.100 ejemplares de 310 especies, de las cuales solo 25 eran de agua dulce. Este autor destaca de la Colección de Peces del Museo que: [...] en aquel tiempo, no se daba gran importancia en el Museo a la colección ictiológica general ni a la local; ni se tenía claro concepto del régimen de organización a que deben ajustarse colecciones de esa naturaleza, cuando ellas estaban constituidas por tan pocas especies, representadas en su mayoría cada una por un solo ejemplar y sin que se diese indicación precisa de localidad, nombre vulgar, ni de ningún otro dato de los que actualmente acompañan a los ejemplares de esta clase de colecciones (Lozano y Rey, 1919).

Sin duda, debería ser este libro un fiel reflejo del contenido de la Colección de Ictiología en su primera etapa, pero no es así, puesto que no incluye la mayor parte de los cerca de 2.000 ejemplares de especies no ibéricas que había en ese momento y que él denomina «colección general». Esta colección de peces no ibéricos, aunque pequeña en número de 206

ejemplares, siempre ha tenido un interés histórico y científico notable, en particular los peces de la Expedición al Pacífico y de la colección de Antonio Parra de Cuba. El crecimiento de la Colección durante la época de Lozano y Rey, que se inicia en 1916 y que podemos dar por finalizada a principios de los años cuarenta, obedece a un criterio más propio de la investigación, donde los ejemplares se encuentran bien etiquetados, con fecha, localidad y colector, y existen varios ejemplares por localidad, lo que da una representación de la variabilidad individual. Es este un cambio fundamental de mentalidad en la Colección que modifica sus objetivos y la convierte en una colección moderna cuya formación, interpreta él, carece de sentido sin investigación asociada. Así, Lozano y Rey se afana en tener una colección de todas las especies existentes en la Península Ibérica (Lozano y Rey, 1935) y el norte de África que favorezca el trabajo descriptivo y de ilustración científica de su obra Ictiología Ibérica, un trabajo riguroso publicado en 1928 y que mereció cuatro medallas de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. El último volumen de esta monumental obra, referencia obligada para los ictiólogos españoles posteriores, fue editado en 1960 por su hijo Fernando Lozano Cabo. Para su realización, lleva a cabo alrededor de 50 campañas de pesca, principalmente en la Península Ibérica, Marruecos, antiguo Sahara español, las islas Baleares y las Canarias (Lozano y Rey, 1960). Sin embargo, no existen en esa época series de individuos de diferentes localidades para una determinada especie, excepto de manera excepcional, lo que restringía de forma notable el estudio de la variabilidad y estructura poblacional de las especies. En consecuencia, el contenido informativo de la Colección para estudios taxonómicos era escaso y el número de ejemplares existentes, muy pequeño, comparado con otras colecciones ictiológicas europeas de la época. El carecer de ese contenido informativo para estudios taxonómicos dio lugar a que hubiera en la Colección muy pocos ejemplares tipo. En concreto, se limitaban a dos sintipos de la especie Xenodermichthys copei (Gill, 1884) y dos paratipos de Bathypterois dubius Vaillant, 1888 de las expediciones de Travailleur y Talisman entre los años 1880 y 1883 (Vaillant, 1888), así como los sintipos de Gobius balearicus Lozano y Rey, 1919, especie considerada actualmente un sinónimo de Gobius ater Belloti, 1988 (mncn_ictio 007.893 y 007.894-007.898). El propio Lozano y Rey escribe al iniciar su Ictiología Ibérica: Tenemos la seguridad de que un estudio profundo de la ictiología ibérica dará como resultado el descubrimiento de múltiples variedades de peces propias de nuestras costas, pero ese problema no puede ser abordado por nosotros aún, porque carecemos del cuantioso material que se necesita para resolverlo, pues harto haremos con abarcar y definir satisfactoriamente las especies citadas hasta ahora (Lozano y Rey, 1928).

Esta reflexión de Lozano y Rey muestra las carencias de la Colección al comenzar este segundo período histórico, y la necesidad de incrementar las colecciones desde el prisma de la investigación, lo cual es trascendental en el futuro crecimiento que se desarrolla en la colección de peces del Museo, que abandona la política seguida en los siglos xviii y xix de obtener piezas raras con carácter expositivo, hacia una colección científicamente informativa. Tercer período (1940 -1979) El tercer período abarca desde los años cuarenta hasta finales de los años setenta del siglo pasado, aunque, en realidad, la actividad de la Colección decae después de la Guerra Civil española, en 1939, cuando el Museo pasa a formar parte del Instituto José de Acosta de Zoología del CSIC. Durante este tiempo la Colección sufre un importante deterioro en su 207

custodia, con pérdida de ejemplares por su mala conservación o por donación a otras instituciones. La Colección, sin interés científico para los nuevos responsables y con la sola permanencia de su interés didáctico y expositivo, sufre un terrible abandono y una parálisis en su crecimiento. La Colección, debido a la actividad de Lozano y Rey, y después de este tercer período, contaba con 13.330 ejemplares de 343 especies de peces marinos españoles (Matallanas et al., 1981) y 5.519 ejemplares de 37 especies de peces de agua dulce (Doadrio, 1988), a los que habría que añadir los 2.000 peces marinos procedentes de Asia, África meridional y América recolectados en períodos anteriores. Por tanto, en 1980 la Colección contaba con un número aproximado de 21.000 ejemplares y un número de especies desconocido. Cuarto período (1980-actualidad) El cuarto período abarca desde 1980 hasta la actualidad, donde toma la responsabilidad de la Colección, como voluntario, Ignacio Doadrio, para posteriormente realizar su tesis doctoral con Borja Sanchíz en el Museo; la gestión actual de la Colección recae en Gema Solís. A partir de este momento, la Colección adopta un carácter sistemático, con series de ejemplares de las diferentes especies y de distintas localidades que favorezcan los estudios taxonómicos, evolutivos y biogeográficos. Desde 1987 se empiezan a extraer tejidos de los peces que se ingresan para posteriores estudios moleculares. Al principio, solo de aquellas especies en las que había un número elevado de individuos (≥ 20), ya que iban encaminados a trabajos poblacionales mediante técnicas de electroforesis de alozimas. Sin embargo, desde 1990, se fueron obteniendo muestras para genética de la mayoría de los ejemplares, ya que, gracias al desarrollo de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), ya no era tan necesario un elevado número de individuos por población para la secuenciación de genes. De esta forma, en la actualidad existe una base de datos en la que están asociados los ejemplares de la colección con sus tejidos, los cuales se custodian en la Colección de Tejidos y de ADN del Museo. La Colección de Ictiología del Museo tiene, a día de hoy, un especial valor científico por la cantidad de información que se puede obtener de los ejemplares: desde el estudio de su morfología externa, con posibilidad de digitalización en 3d, hasta su morfología interna a través de la tomografía computarizada (CT-Scan del MNCN) o su estudio genético y molecular a través de la secuenciación de su ADN muchos tienen datos biológicos asociados. En este período la Colección se ve enriquecida en 4.337 ejemplares de 31 especies de peces de agua dulce por la parte correspondiente a la colección de la Unidad de Zoología Aplicada (UZA), que ingresa Ignacio Doadrio en 1980 (Doadrio, 1988). En 1984, había 13.521 ejemplares pertenecientes a 184 especies de agua dulce. Y, en 1988, la colección se estima en 25.677 ejemplares de 211 especies fluviales (Doadrio, 1988). Posteriormente, en ese mismo año, se ingresaría el resto de la colección UZA, la cual a su vez había adquirido la colección del Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias (IFIE), al haber pertenecido ambas colecciones a la misma institución (Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias, INIA). El IFIE, desde su reunificación en 1931 con el Laboratorio de Fauna Forestal Española de Piscicultura y Ornitología, empieza a hacer una importante colección de peces de agua dulce y mantiene, a través del ingeniero Luis Velaz de Medrano y su ayudante Jesús Ugarte, la investigación básica en ictiología de aguas continentales españolas después de la Guerra Civil. En 1952, se publicó un catálogo sobre las colecciones que tenía el IFIE y que albergaban 4.009 ejemplares de diferentes expediciones que habían realizado en España, principalmente en la cuenca del Tajo entre 1942 y 1951 (IFIE, 1952). Esta es, con muy pocas variaciones, la colección que se transfiere a la UZA. 208

La Colección de la Unidad de Zoología Aplicada (UZA) La Colección de la Unidad de Zoología Aplicada (UZA) comienza a ser formada en 1968 por los naturalistas Javier Castroviejo y Jesús Garzón, coincidiendo con la salida de ambos del Museo. El doctor Javier Castroviejo, que luego sería director de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), junto a Jesús Garzón, posteriormente director general de Medio Ambiente de Extremadura y creador del Parque Nacional de Figura 15.13. Laboratorio de la Unidad de Zoología Aplicada. Monfragüe, y el doctor Fernando PalaFotografía: Alfonso San Miguel. cios, actual investigador del CSIC en el Museo, establecen una red de guardas, cazadores y campesinos, así como de alimañeros y taxidermistas (que entonces en España eran muy comunes), que conservan el material que no utilizan etiquetado y preservado en formalina para los estudios que realizan sobre la fauna de vertebrados. A este material se incorporan también los ejemplares recolectados de manera dirigida para las investigaciones personales y para la prospección de áreas poco conocidas. Así, se inicia el desarrollo de una gran colección con datos muy informativos sobre la fauna española. La colección de peces de la UZA comienza a realizarse en 1975 de una forma intensa en una casita situada en la calle de Topete, 30 de Madrid, aunque existían previamente algunos ejemplares de peces recogidos principalmente por Jesús Garzón. Ignacio Doadrio empieza a encargarse en esa época de la catalogación, identificación y crecimiento de la colección. La colección de peces iniciada en «Topete» fue el fruto del trabajo de muchos estudiantes y, en esa época (1975-1980), se realiza esencialmente por la colaboración de un grupo numeroso de compañeros y amigos, pertenecientes a diferentes universidades madrileñas, junto a Fernando Palacios. Esta promoción estaba formada por Miguel Aymerich, Ignacio Ballarín, Ignacio Doadrio, Luis Domínguez, Benigno Elvira y Carlos Rodríguez Vigal, de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense; Paloma Garzón, José Luis González (Obélix) y Luis Mariano González, de la Facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, y Alfonso San Miguel, de la E.T.S. de Ingenieros de Montes (figura 15.13). A este grupo de estudiantes se incorpora poco después Javier Lobón, de la Universidad Autónoma de Madrid. De entre estos estudiantes saldrían tres investigadores en ictiología: uno dedicado a la ecología, Javier Lobón, y dos dedicados a la taxonomía y evolución: Ignacio Doadrio y Benigno Elvira. Es fácil de entender que, con este grupo, en tan solo cinco años la colección de peces continentales de la UZA era mayor y estaba mejor conservada que la propia del Museo. Sin embargo, en 1980, esta colección de «Topete»se fracciona cuando Ignacio Doadrio pasa al Museo y transfiere la parte realizada por él a esta institución, lo que supone la incorporación de aproximadamente la mitad del número de ejemplares que contenía en aquella época (Doadrio, 1988). Posteriormente, en 1981, se constituye la Unidad de Zoología Aplicada mediante el convenio entre el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) y el ICONA, y la colección general de la UZA pasa en depósito al INIA. Pero no es hasta 1983 cuando se traslada físicamente a las instalaciones que ese centro tiene en El Encín (Alcalá de Henares, Madrid), al igual que los integrantes de la Escuela de Topete, donde la colección se sigue desarrollando, integrándose además las colecciones de peces del Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias (IFIE) que estaban en el INIA. En 1986, Fernando Palacios se incorpora como investigador al CSIC y algunos de los estudiantes y de los técnicos hacen lo propio en el Museo. La colección permanece aún durante un tiempo en las instalaciones de Alcalá de Henares, custodiada, en el caso de los peces, por Benigno Elvira, actual catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Más tarde, en 1988, siendo directora del Museo Concha Sáez Laín, la colección general de la UZA se instala definitivamente en el Museo. En la actualidad, la colección de peces de la UZA está compuesta por 23.500 ejemplares, principalmente de localidades ibéricas, que se almacenan de forma separada en la colección ictiológica del Museo.

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Producto de los muestreos realizados a lo largo de la Península Ibérica para algunas tesis doctorales (Doadrio, 1984; Machordom, 1990; González-Carmona, 1997; Fernández-Perdices, 1997; Morcillo, 2004; Robalo, 2008; Cunha, 2009; Casal, 2017 y Perea, 2017), se produce un crecimiento de la colección de peces ibéricos de agua dulce, así como de los trabajos de campo llevados a cabo para la realización de los Atlas Regionales de peces de Extremadura (1980), Aragón (1982-1983), Alicante (Elvira y Doadrio, 1989) y Cantabria (1990), y proyectos sobre las cuencas hidrográficas del Duero (1983) y del Tajo (1999). Posteriormente, se ve aumentada con tres proyectos financiados por el Ministerio de Medio Ambiente: el primero, para adoptar las normativas europeas de Calidad del Agua (Doadrio et al., 1991), al que seguiría la realización del Atlas de los Peces Continentales de España (Doadrio, 2002) y el seguimiento de la ictiofauna continental española (Doadrio, 2011). Del mismo modo, se inicia un sistema de intercambio de peces continentales con otras instituciones, producto del cual se amplía el número de especies. Actualmente, en la Colección existen todas las especies de peces de agua dulce de la Península Ibérica, excepto algunos endemismos portugueses muy localizados: Iberochondrostoma olisiponensis (Gante, Santos y Alves, 2007), Lampetra alavariensis Mateus, Alves, Quintella y Almeida, 2013, Lampetra lusitanica Mateus, Alves, Quintella y Almeida, 2013 y Lampetra auremensis Mateus, Alves, Quintella y Almeida, 2013. Por lo tanto, el número de ejemplares catalogados de España y Portugal que alberga la Colección asciende a 142.091, lo que constituye una valiosa información para estudios de taxonomía, biogeo-

Figura 15.14. Holotipo de Squalius carolitertii (Doadrio, 1988)dedicado al rey Carlos III, fundador del Real Gabinete de Historia Natural, del que es heredero el MNCN. mncn_ictio 026.052. Fotografía: Ignacio Doadrio.

Figura 15.15. Expedición Científica a Guinea Conakry. De derecha a izquierda: agachados, Annie Machordom e Ignacio Doadrio, del Museo. De pie, Jean François Guegan y Musa Mango, del ORSTOM de Francia, y Ana Isabel Fernández Perdices, del Museo. Fotografía: Ignacio Doadrio.

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Figura 15.16. Holotipo de Luciobarbus zayanensis Doadrio, Casal-Lopez y Yahyaoui, 2016, proveniente del Atlas de Marruecos y conservado en la Colección de Ictiología con el número mncn_ictio 279.706. Fotografía: Ignacio Doadrio.

grafía, evolución, conservación, especies invasoras, patógenos o cambio climático en la Península Ibérica. Además, desde los años 80 custodia la mayoría de los ejemplares tipo de las especies descritas en España y algunos de Portugal (tabla 15.1) (figura 15.14). A partir de 1988, las colecciones se incrementan con ejemplares procedentes de diversas regiones de África, América y Europa en coincidencia con la actividad investigadora del equipo de ictiología perteneciente al Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del Museo. Se organizan diversas expediciones en cooperación con diferentes instituciones, como, por ejemplo, a Guinea Conakry en colaboración con la Office de la Recherche Scientifique et Technique Outre-Mer (ORSTOM, Francia), a Nicaragua con la Smithsonian Institution de Panamá o al Cáucaso con la Academia de Ciencias de la antigua Unión Soviética. Asimismo, se realizan estudios y colecciones de peces de agua dulce de Bosnia, El Salvador y el Sahara por medio de proyectos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Pero también se hacen muchas otras expediciones a países como Irán, Albania, Turquía, Eslovenia, Grecia, Italia, Rumanía, Bulgaria, Túnez, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Guatemala, etc. (figura 15.15). Sobresalen entre todos ellos por su intensidad los trabajos realizados en México, que han dado lugar a cuatro tesis doctorales de investigadores mexicanos desarrolladas en el Museo: Emilio Martínez, Patricia Ornelas, Carlos Pedraza y Diushi Corona, y una estrecha colaboración con la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo y el director de su laboratorio ictiológico, Omar Domínguez Domínguez, así como con Sergio Guevara, del Instituto de Ecología de Xalapa, y Topiltzin Contreras, de la Universidad Autónoma de Morelos. De esta forma, en la colección ictiológica hay una parte de los tipos de algunas especies descritas recientemente en México, y una parte proporcional de los mismos está depositada en las instituciones correspondientes de aquel país (tabla 15.1). Cabe destacar también la presencia en el Museo de la colección más numerosa de peces de agua dulce del norte de África, con 14.384 especímenes, y en la que se incluyen los tipos de muchas de las especies que se han descrito en esta región en los últimos años (figura 15.16) (tabla 15.1). Probablemente, la Colección de Ictiología es también la más grande de peces de la cuenca mediterránea, debido a los muestreos realizados recientemente y a la adquisición en 2015 de la colección Primož Zupančič, que supuso un incremento de sus fondos en 937 lotes y 4.971 ejemplares procedentes de ocho países. Del total de 121 especies adquiridas, 46 resultaron nuevas para la colección y, entre ellas, se incluían 182 tipos de 7 especies. La representación territorial de la Colección de Ictiología se puede ver en la figura 15.17. 211

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Perspectivas de futuro El futuro de la Colección de Ictiología pasa por la obtención de imágenes y digitalización de los ejemplares. También debe tener una política activa de adquisición de las numerosas colecciones de peces continentales que se han ido realizando para diferentes trabajos en centros docentes o en empresas y que, una vez finalizados, carecen de los medios adecuados para su conservación. De este modo, la información que contienen estas colecciones se perdería, lo que tendría unas connotaciones éticas difíciles de asumir en la actualidad. Asimismo, la colección debe crecer en fauna marina a través de los muestreos que se realizan en campañas oceanográficas o en pesquerías donde una parte de los peces es sacrificada y se descarta por no ser comercial. La necesidad de tener los tipos de las especies custodiadas en los museos o la existencia de regiones desconocidas en lo referente a la fauna ictiológica da lugar a que siempre exista un crecimiento moderado por nuevas capturas de la colección. Sin embargo, en la actualidad es fundamental avanzar en técnicas de conservación e información, para que cada ejemplar que ingrese en la Colección pueda ser objeto de todos los estudios pertinentes y la información que contiene sea exhaustiva y accesible.

Gestión de la colección Como ya se ha visto en capítulos anteriores, la gestión de una colección implica una serie de actuaciones muy coordinadas entre sí. La Colección de Ictiología alberga peces conservados en etanol al 70 % (294.175 ejemplares), unos pocos esqueletos montados sobre peana (9 ejemplares), esqueletos desarticulados (2.136 ejemplares), ejemplares naturalizados (297 ejemplares), algunos teñidos (197 ejemplares) y un único ejemplar liofilizado. Además, hay preparaciones antiguas de dientes faríngeos (364 ejemplares), otolitos (146 ejemplares) y escamas (1275 ejemplares). A estos habría que añadir los que están aún por procesar, que se estima superan los 75.000 especímenes. En lo que a la conservación de los ejemplares en fluido se refiere, el grueso de la Colección ha estado, a lo largo de los años, conservado en formaldehido al 10 %, metanol 212

Figura 15.17. Mapa de distribución de países con representación de especímenes en la Colección de Ictiología del Museo. Imagen creada por Ana Belén Estébanez y Gema Solís.

Figura 15.18. Preparación de ejemplares para exposición y resultado final. Fotografías: Gema Solís.

e isopropanol. Todos estos compuestos tienen características apropiadas para la conservación, pero fueron abandonados paulatinamente por su alta toxicidad. Así, a día de hoy, la mayoría del material se conserva en etanol al 70 %, previa fijación en formaldehido al 10 %. El paso de uno a otro va precedido de un lavado con agua para eliminar, en la medida de lo posible, los restos de formol, consiguiendo así que el etanol mantenga sus características y su concentración lo más puras posible. Esto hace que la mayoría de los ejemplares pierdan su coloración natural, excepto los pigmentos negros y marrones, pero se encuentran, en general, en óptimas condiciones para su estudio morfológico. Debido al uso del formaldehído, que destruye el ADN de las células, desde hace unos años se vienen tomando muestras de tejido de los especímenes en fresco antes de que sean fijados, las cuales son almacenadas en la Colección de Tejidos y ADN del Museo en alcohol absoluto o a -70 ºC para su estudio genético. La mayoría de los ejemplares está en recipientes modernos de vidrio con una tapa plástica que incluye las siglas del Museo en relieve, pero todavía existen algunos ejemplares Figura 15.19. Ejemplar liofilizado de pez león (Pterois sp.). mncn_ictio 279.240. Fotografía: Gema Solís.

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de gran tamaño conservados en los antiguos recipientes de vidrio soplado, con poco contenido en óxido de plomo y un bajo índice de refracción para su mejor observación. La fragilidad de estos recipientes y la necesidad de utilizar parafina para el correcto sellado de sus tapas de vidrio esmerilado ha hecho que poco a poco hayan sido sustituidos por los actuales recipientes. Los préstamos de ejemplares en fluido destinados a exposiciones con temática histórica suelen prepararse en estos frascos antiguos con etiquetas manuscritas, lo que les da un carácter más acorde con la exposición (figura 15.18). Y, por último, existen otros, especialmente de la familia Cyprinidae, que se encuentran conservados en glicerol al 100 % con cristales de timol. Son ejemplares transparentados con tripsina, y teñidos con rojo de alizarina y azul de alcián (Hollister, 1934; Taylor, 1967). De este modo, se puede apreciar la anatomía ósea de los ejemplares, diferenciándose el cartílago en azul y el hueso en rojo. Entre los ejemplares naturalizados aparecen los más antiguos que se conservan en la Colección, de los que ya se ha hablado anteriormente. Pero también existe una colección de 166 peces cuya piel ha sido curtida y adosada a una tabla de cartón o madera, que presentan en su interior un relleno a base de serrín, virutas de madera o algodón. Estos ejemplares proceden fundamentalmente de Cuba (La Habana) y España (La Coruña, Santander y San Sebastián) y fueron preparados por Felipe Poey y Antonio Parra (siglos xviii y xix) o Josefa Sanz Echeverría (siglo xx), entre otros. Estos especímenes no suelen salir de las dependencias del Museo, salvo en casos excepcionales, como sucedió para la exposición «Goya y el Infante Don Luis: el exilio y el Reino», celebrada en el Palacio Real de Madrid en el año 2012. 214

Figura 15.20. Armario de madera original donde se almacenan las preparaciones de dientes faríngeos, escamas y otolitos de la antigua colección del IFIE. Fotografía: Gema Solís.

Figura 15.21. Vista del almacén principal de la Colección de Ictiología en 1981 y 2018. Fotografías: Ignacio Doadrio y Gema Solís.

Existe también una colección osteológica muy completa de peces de agua dulce en forma de esqueletos desarticulados preparados por maceración, secados y conservados en cajas de cartón o poliestireno. Prácticamente todos los esqueletos montados en peana proceden de las clases de Anatomía Comparada organizadas por Graells, y hoy tienen más valor expositivo e histórico que científico. Las 1.785 preparaciones de escamas, otolitos y dientes faríngeos tienen su origen hacia 1940 y proceden del IFIE. Se conserva también un ejemplar liofilizado de pez león (Pterois sp.), con número de colección mncn_ictio 279.240, consecuencia de un primer ensayo de liofilización de ejemplares de tamaño medio, realizado en 2011 junto con la Colección de Tejidos y ADN (figura 15.19). La Colección de Ictiología cuenta con tres depósitos, todos ellos situados en los sótanos del pabellón central del Museo. Uno custodia mayoritariamente peces marinos, el mayor alberga principalmente la colección de agua dulce y otro la colección de la UZA. Del mismo modo, cuenta con armarios diferenciados para tan variadas piezas. Los ejemplares en fluido se almacenan en armarios compactos, donde están a salvo de la influencia de agentes externos por ser estancos. Los especímenes naturalizados sobre tabla están dispuestos en armarios planeros con cajones realizados a medida, al igual que los esqueletos desarticulados. En otro armario se guardan las mandíbulas, y hay otro más para los esqueletos y ejemplares naturalizados montados sobre peana y demás piezas de grandes dimensiones. El almacenaje de las preparaciones de dientes faríngeos, otolitos y escamas es el original, esto es, armarios de madera con cajones especialmente diseñados para tal fin, a la espera de ser sustituidos por mobiliario hermético y mejor preparado para el aislamiento del exterior (figura 15.20). Se dispone de un espacio para el trabajo con los ejemplares dentro de las dependencias de la propia colección, con los medios y aparatos necesarios para el análisis morfométrico de los especímenes y la toma de fotografías. Del mismo modo, está dotada de una vitrina de extracción de gases y es aconsejable el uso de bata de laboratorio, guantes de vinilo o nitrilo, mascarilla y gafas de seguridad. En la catalogación de los ejemplares se utiliza el mismo código inicial para todos ellos (mncn_ictio), seguido de un número de seis cifras, separadas por un punto en dos bloques de tres cifras. Esta numeración es correlativa, sin espacios entre el último número dado y el siguiente, pues las características de esta colección hacen que la forma más práctica para su funcionamiento sea la de numerar los ejemplares de modo individual por campañas de pesca o entradas de material y no por especies. 215

La gestión informática se lleva a cabo mediante una base de datos con diferentes tablas conectadas entre sí. La Colección comenzó a informatizarse en el año 1987 gracias a la compra de la licencia del programa MUSE, desarrollado por J. Humphries y diseñado especialmente para el procesamiento de colecciones ictiológicas y herpetológicas. Años después, en 1997, se migró a Microsoft Access conservando gran parte de la estructura original, y se va manteniendo mediante las actualizaciones pertinentes. Como web de referencia para revisiones taxonómicas, búsqueda de información sobre especies, etc., se utiliza FishBase, que es considerado el recurso más completo a nivel mundial en lo que a peces se refiere: http://www.fishbase.org La Colección de Ictiología continúa creciendo a un ritmo elevado, el mayor de las colecciones de vertebrados del Museo, por la adquisición de colecciones y como consecuencia de diferentes proyectos de investigación. Sus fondos son objeto de numerosos estudios morfológicos, y prueba de ello son las nuevas especies descritas recientemente a partir de las colecciones del Museo. Pero, comparada con las colecciones de otros museos europeos, esta no destaca por sus colecciones históricas o por los ejemplares raros o espectaculares de carácter expositivo. Sin embargo, en la actualidad es reconocida internacionalmente por su contenido informativo de carácter científico, con series de ejemplares adecuadamente conservadas que permiten estudios taxonómicos, filogenéticos, moleculares y biogeográficos, especialmente de la cuenca mediterránea y de América Central. En estos últimos diez años, ha sufrido numerosos altibajos en cuanto a personal técnico de apoyo, lo cual se ve reflejado en las cifras anuales, especialmente las relativas a ingresos y digitalización de información. Así, en este período de tiempo ha habido un incremento de 27.500 nuevos registros en la base de datos. Se han atendido más de 700 consultas, se ha participado en 18 exposiciones (temporales y permanentes) y se han tramitado más de 100 préstamos científicos a investigadores de numerosos países, catorce de los cuales han pasado por la Colección para realizar una estancia de mayor o menor duración. El número medio de visitas recibidas al año asciende a veinte, lo que supone el paso de más de ochenta personas anualmente por las instalaciones. La mayor parte de las consultas llegan por vía telemática y son respondidas generalmente por esa misma vía en pocos días. La Colección participa en GBIF desde hace años con la aportación de más de 197.500 registros, el 56 % del total de registros compartidos por el Museo en esta red. Esto ha significado un aumento considerable en el número de consultas específicas, basadas en datos previamente depurados por los usuarios. Esta colección y su personal participan de forma muy activa en la divulgación de sus fondos en colaboración con el Departamento de Programas Públicos y Comunicación del Museo. No solamente se prestan piezas para los talleres de fin de semana y acontecimientos especiales, sino que, además, se ha recibido la visita, en varias ocasiones, de los niños y niñas participantes en los campamentos de verano, a los que se les muestran los almacenes y las piezas más llamativas de la Colección, con lo que se consigue despertar su interés por las colecciones y su importancia científica. Del mismo modo, cada año se recibe la visita de diferentes alumnos universitarios de grado y máster, así como estudiantes de instituto, con una media de 65 anuales. En al año 2008, Gema Solís se hizo cargo de la Colección de Ictiología en calidad de conservadora y responsable técnico, con Ignacio Doadrio como responsable científico, puestos que ambos desempeñan a día de hoy. Anteriormente, pasaron por ella un número no desdeñable de personas, tanto conservadores como técnicos, algunas de las cuales siguen prestando sus servicios en diferentes departamentos del Museo: a todos ellos, nuestro reconocimiento (figura 15.21).

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Agradecimientos Vaya, en primer lugar, nuestro agradecimiento a dos queridos compañeros ya fallecidos: Antonio Corcuera y Juan Cubo. Antonio Corcuera fue de máxima ayuda, a principios de los ochenta, para la incorporación de los primeros peces de la UZA y para los muestreos iniciales de pesca eléctrica realizados en el MNCN. Juan Cubo fue ese compañero entrañable, trabajador infatigable, que durante años acompañó en las colectas de peces a lo largo de toda Europa y del Norte de África. También merecen un recuerdo aquellas personas que, de forma voluntaria, ayudaron a ordenar una colección que había permanecido en el olvido durante 40 años. Entre ellos, cabe destacar a Juan Carlos Hidalgo, Isidro San Martín, Cecilio Alonso y, especialmente, Paloma Barrachina. Luis de Ambrosio, Ángel Garvía y José Enrique González se ocuparon durante años de mantener y estudiar la Colección. Jesús Dorda merece un apartado especial por haber sido el conservador que más tiempo ha permanecido en la Colección de Ictiología (hasta la llegada de Gema Solís), dedicándole mucho esfuerzo y tesón, no siempre en circunstancias fáciles. Benigno Elvira, tanto en la UZA como en el período que estuvo en el Museo, fue indispensable para el incremento de las colecciones y un amigo y compañero al que poder acudir para resolver problemas técnicos y científicos de la colección. Del mismo modo, Adolfo de Sostoa, compañero en los muestreos americanos, ha realizado una labor extraordinaria para el enriquecimiento de las colecciones y su contenido informativo. Entre el personal técnico que ha pasado por la Colección en los últimos años, queremos agradecer con gran cariño a Ana Belén Estebanez su dedicación, apoyo y buen hacer durante los casi cuatro años que acompañó a la autora de este capítulo en sus tareas diarias, coincidiendo, además, con los inicios de ésta en una colección totalmente desconocida para ella, con todo lo que eso conlleva. Por último, Borja Sanchíz ha apoyado esta Colección desde que entrara como científico en el Museo y siempre fue un pilar al que agarrarse en los momentos más difíciles: vaya nuestro agradecimiento también para él. Fernando Palacios, Javier I. Sánchez Almazán y Rafael Araujo corrigieron siempre de forma acertada este manuscrito.

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La Colección de Herpetología Marta Calvo, Alberto Sánchez Vialas e Ignacio de la Riva*

Fotografía: Javier Aznar González de Rueda.

iva* a Colección de Herpetología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) incluye material procedente de dos grupos zoológicos bien diferenciados y, en conjunto, no monofiléticos: anfibios actuales (Lissamphibia) y reptiles (Sauropsida, con exclusión de las aves). A pesar de las diferencias biológicas e irrelevancia taxonómica, el término herpetología ha persistido hasta la actualidad. Los anfibios actuales están representados por 8.018 especies (Frost, 2019) repartidas en tres grupos principales: 1. Anura (ranas y sapos), el más diverso y de distribución cosmopolita; 2. Caudata (tritones y salamandras), de origen holártico, desde donde posteriormente se expandieron hacia zonas meridionales en Sudamérica; y 3. Gymnophiona (cecilias), de distribución pantropical. Por su parte, los reptiles o saurópsidos, con exclusión de las aves, se encuentran formados por 10.793 especies actuales distribuidas en los grupos Rhynchocephalia (1 especie), Crocodylia (24 especies), Testudines (351 especies) y Squamata (10.417 especies), que engloba serpientes, saurios y anfisbénidos (Uetz, 2019). La Colección alberga más de 70.000 ejemplares repartidos en 23.796 lotes. Entre ellos se contabilizan 751 especies de anfibios (cerca del 9,6% de las especies actuales conocidas) y 918 especies de reptiles (el 8,6% de la riqueza global de reptiles). El material tipo que alberga la Colección de Herpetología está formado por 723 ejemplares de anfibios y reptiles, correspondientes a 104 taxones. La Colección se encuentra dividida en diferentes secciones, atendiendo al método de preservación, y los materiales se basan en ejemplares completos, partes o productos de los mismos. Estos se encuentran ordenados taxonómicamente y conservados en etanol, en glicerina o en seco. El 93% del material está actualmente informatizado e identificado al nivel de especie. El 70% del material de la Colección de Herpetología se conserva en fluido (etanol 70º) y los ejemplares se encuentran almacenados en frascos de cristal con doble tapa (figura 16.1). Los ejemplares de una misma especie, colectados en la misma fecha y localidad, se almacenan generalmente juntos, formando parte de un mismo frasco o lote. Estos lotes se guardan dentro de armarios compactos móviles, diseñados especialmente para esta función, y se encuentran ordenados mediante afinidades taxonómicas (desde

L

*

Marta Calvo y Alberto Sánchez Vialas (Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]; [email protected]), e Ignacio De la Riva (Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales; [email protected]).

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Figura 16.1. Muestra de lotes con ejemplares conservados en fluido, etanol 70º. Fotografía: Jesús Juez.

familias a especies y subespecies). Esta parte de la colección ocupa la mayor parte del espacio de las instalaciones. El resto del material conservado puede agruparse en la colección de ejemplares transparentados y teñidos, que suman 3.613 ejemplares y están conservados en glicerina (figura 16.2), preparados a través de un proceso de transparentado y tinción mediante alizarina roja y azul alcián, y la de esqueletos desarticulados (figura 16.3), formado por unos 2.900 ejemplares, conservados en seco. Por último, y de menor uso por parte de investigadores, posee un gran valor histórico la colección de material naturalizado, representada por 182 ejemplares procedentes de Cuba, Sudamérica, África y Filipinas (figura 16.4). La composición taxonómica de la Colección queda representada entre los reptiles por 11 familias del orden Testudines, 2 familias de Crocodylia y 53 familias de Squamata. Respecto a los anfibios, la Colección presenta 40 familias del orden Anura, 7 familias de Caudata y 6 de Gymnophiona.

Figura 16.2. Derecha. Ejemplar transparentado y teñido de Lissotriton helveticus (Razoumovsky, 1789), conservado en glicerina. mncn 24474. Fotografía: Alberto Sánchez Vialas.

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Figura 16.3. Lotes de esqueletos desarticulados conservados en seco. Fotografía: Alberto Sánchez Vialas.

Figura 16.4. Ejemplares naturalizados expuestos en el MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

En su conjunto, la Colección de Herpetología del MNCN es la más completa a escala nacional y la mejor del mundo en lo que a herpetofauna ibérica se refiere. Asimismo, conserva la mejor colección europea de esqueletos desarticulados y de esqueletos transparentados y teñidos. Especial relevancia científica tiene la colección de anfibios neotropicales colectados en el siglo xix por Jiménez de la Espada, que contiene numerosos ejemplares tipo, que sirven de referencia para el estudio de la batracofauna de Sudamérica. Desde una perspectiva geográfica, los ejemplares conservados en esta Colección proceden en su mayoría de la Península Ibérica y también del norte de África, América del Sur, Filipinas y Guinea Ecuatorial, territorios donde hubo tradicionalmente presencia española. En este marco, la colección se ha nutrido de importantes aportaciones procedentes de campañas científicas, como la famosa Comisión Científica del Pacífico, o las realizadas en el ámbito de la Comisión Permanente para el estudio del Noroeste de África, a principios de 1900, donde el principal colector fue el entomólogo Manuel Martínez de la Escalera, que aportó material tanto del norte de África en Marruecos como de África tropical en Guinea Ecuatorial (Río Muni). Desde entonces y hasta la actualidad, la Colección no ha dejado de crecer. Las aportaciones de herpetólogos del Museo (Borja Sanchíz, Alfredo Salvador, Mario García París e Ignacio De la Riva, entre otros) han contribuido al enriquecimiento de la misma. Además, la Colección se ha incrementado con diversas donaciones particulares e intercambios con otros centros de investigación o museos. 223

Breve historia de la colección Diversa información sobre la historia de la Colección de Herpetología del MNCN se recoge en varias publicaciones del primer conservador oficial de la misma durante el período 1990-2012, José Enrique González Fernández (González Fernández, 1997; González Fernández et al., 2017). La Colección de Herpetología tiene su origen en el gabinete de Pedro Franco Dávila, adquirido por el rey Carlos III en 1771. Entre los primeros ejemplares conservados en la colección están algunos cocodrilos naturalizados y referenciados por el primer disecador del gabinete, Juan Bautista Bru, en 1784, y las tortugas marinas Caretta caretta (Linnaeus, 1758), Chelonia mydas (Linnaeus, 1758) y Eretmochelys imbricata (Linnaeus, 1766), enviadas desde Cuba por el naturalista Antonio Parra entre 1788 y 1793 (González Fernández, 1997). Durante las primeras décadas del siglo xix, las preparaciones de esqueletos montados por José Duschen inician lo que se llamaría Galería de los Esqueletos. Entre 1851 y 1867 Mariano de la Paz Graells fue director del MNCN, y es en esas fechas cuando se lleva a cabo la denominada Comisión Científica del Pacífico o, simplemente, Expedición del Pacífico (1862-1865). Es en esta expedición en la que participó el citado Marcos Jiménez de la Espada, herpetólogo que recolectó un buen número de anfibios y reptiles de América, que desde entonces se conservan en la Colección de Herpetología del MNCN. En concreto, ingresó 672 ejemplares de anfibios, de los cuales 128 forman parte de la colección de tipos, y 518 ejemplares de reptiles. La validez taxonómica actual del trabajo de Jiménez de la Espada (Jiménez de la Espada, 1875) es todavía muy notable (De la Riva, 2000). Aparte del material conservado en alcohol procedente de dicha expedición, se conservan también diversos ejemplares naturalizados, algunos de los cuales están expuestos, como la piel del caimán Melanosochus niger (Spix, 1825). Entre 1879 y 1882 Eduardo Boscá, considerado como el padre de la herpetología ibérica y director del Museo Botet de Paleontología de Valencia, dona al MNCN el material de su colección y los tipos por él descritos de las especies ibéricas de anfibios y reptiles. Entre ellos destaca el lectotipo de Chalcides bedriagai Boscá, 1880 por ser el primer tipo de reptil ingresado en la Colección. Sin embargo, algunos ejemplares tipo de la colección de Boscá se consideran perdidos (González Fernández et al, 2009). Es de destacar también el ingreso de los ejemplares recolectados en Siria y Persia por los hermanos Martínez de la Escalera en 1900. Un año más tarde estos naturalistas realizan una expedición al Golfo de Guinea, colectando en Río Muni (Guinea Ecuatorial). Entre 1905 y 1910 tiene lugar el ingreso en la colección del MNCN de material herpetológico procedente de expediciones organizadas por la Real Sociedad de Historia Natural por el noroeste africano, con motivo de la creación en 1905 de la Comisión de Estudios del Noroeste de África (González Bueno y Gomis, 2002; Martín e Izquierdo, 2011). La mayor parte del material recolectado procede de la región de Essaouira (antigua Mogador) y Tarfaya. Posteriormente, Fernando Galán participó en la Misión Científica Bolívar, desarrollada en 1930 a lo largo el Rif, en Marruecos. Su contribución aumentó en gran medida los fondos de la colección y el conocimiento herpetológico de esa región magrebí, incluyendo la descripción de una nueva subespecie (actualmente sinonimizada), Psammodromus algirus ketamensis Galán, 1931, cuyos tipos se encuentran en la colección del MNCN. La Guerra Civil supuso una paralización de la actividad del MNCN, que sufrió un notable abandono durante las décadas siguientes. Entre 1970 y 1980, Stephen D. Busack 224

donó al MNCN 512 ejemplares de anfibios y reptiles colectados en España. Asimismo, en los años ochenta, Alfredo Salvador hace donación de su colección de lacértidos. Durante este mismo período, Borja Sanchiz inició la colección de esqueletos teñidos (tinción doble de cartílago y hueso) y de esqueletos desarticulados. En 1997, Carlos E. Pérez-Santos dona su colección de reptiles y anfibios neotropicales colectados en Colombia y Panamá entre 1962 y 1996. Esta se encuentra compuesta por 363 ejemplares, la mayoría ofidios, que incluyen un holotipo y un paratipo de la serpiente Thamnodynastes gambotensis Pérez Santos y Moreno, 1989. Los distintos herpetólogos del Museo han seguido ingresando material en la colección. En este sentido, destacan las expediciones realizadas por Ignacio De la Riva y José Manuel Padial a Bolivia y Perú, que han propiciado la descripción de varias especies nuevas cuyos tipos (63 ejemplares hasta hoy) forman parte de la Colección.

Ejemplares destacables (de interés histórico y/o científico) Interés científico El material tipo es uno de los componentes más importantes de las colecciones zoológicas y botánicas. Entre el material tipo de la Colección de Herpetología del MNCN destacan, por representar, además, las especies tipo de su género, los holotipos de Edalorhina Figura 16.5. Algunos ejemplares tipo de especies descritas por Jiménez de la Espada: a. Centrolene geckoideum mncn 1596 b. Edalorhina perezi mncn 1673 c. Cerathyla braconnieri, mncn 1785 d. Oxyrhynchus iserni, sinónimo de Rhinella iserni (Jimenez de la Espada, 1875) mncn 3057.

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Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

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perezi, Hyloxalus bocagei y Pristimantis galdi Jiménez de la Espada, 1870 y Centrolene geckoideum Jiménez de la Espada, 1872 (algunos de los ejemplares tipo descritos por Jiménez de la Espada se encuentran representados en la figura 16.5). De especial interés científico es también un ejemplar de rana gigante del lago Titicaca, Telmatobius culeus (Garman, 1876), procedente de la Expedición del Pacífico, colectado en 1863, en el cual se ha detectado la presencia del hongo patógeno Batrachochytrium dendrobatidis Longcore, Pessier y Nichols, 1999, que es el registro más antiguo de presencia de este hongo a escala mundial (Burrowes y De la Riva, 2017). La vulnerabilidad de los organismos ante la crisis de biodiversidad en la que se encuentra actualmente el planeta se distribuye de forma diferencial. En este contexto, la Colección de Herpetología alberga el grupo de vertebrados más amenazado en su conjunto, los anfibios, lo que pone en evidencia el valor de los ejemplares conservados como testigos de los seres que un día habitaron el planeta. Entre algunas especies consideradas vulnerables o ya extintas, en la colección del MNCN destacan ejemplares de las siguientes: Atelopus varius (Lichtenstein y Martens, 1856), Atelopus limosus Ibáñez, Jaramillo y Solís, 1995, Atelopus ignescens (Cornalia, 1849), Atelopus guanujo Coloma, 2002, Atelopus planispina Jiménez de la Espada, 1875, Telmatobius espadai De la Riva, 2005, Telmatobius gigas Vellard, 1969, Telmatobius culeus (Garman, 1876), Telmatobius timens De la Riva, Aparicio y Ríos, 2005, Telmatobius pefauri Veloso y Trueb, 1976, Peltophryne lemur Cope, 1869, Microkayla illimani (De la Riva y Padial, 2007), Microkayla saltator (De la Riva, Reichle y Bosch, 2007), Microkayla kallawaya (De la Riva y Martínez Solano, 2007) y Oophaga lehmanni (Myers y Daly, 1976) (la mayoría representadas en la figura 16.6). 226

Figura 16.6. Ejemplares de especies de anfibios en peligro: a. Telmatobius culeus mncn 43591 b. Telmatobius timens mncn 42018 c. Telmatobius gigas mncn 44803 d. Telmatobius espadai mncn 41942 e. Telmatobius pefauri mncn 43513 f. Peltophryne lemur mncn3080 g. Atelopus guanujo mncn 1519, 1520 h. Atelopus ignescens mncn 1544, 1576 i. Microkayla kallawaya mncn 42056 j. Microkayla saltator mncn 42044, 42049 k. Microkayla illimani mncn 42070, 42071 l. Oophaga lehmani mncn 17015, 17016 m. Atelopus limosus mncn 17791 n. Atelopus varius mncn 17644, 17645 Fotografía: Alberto Sánchez Vialas.

Figura 16.7. Arriba izquierda. Esqueleto de serpiente enroscada, mncn 12609 montado en 1850 por José Duschen. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñóz). Figura 16.8. Arriba derecha. Uno de los cráneos más grandes conocidos de cocodrilo marino, Crocodylus porosus Schneider, 1801. Procede de la Comisión Central de Manila, colectado en Mindanao (Filipinas) y montado en 1887 (Gogorza, 1888). mncn 12675. Fotografía: Jesús Juez.

Ejemplares históricos Aparte de los ejemplares procedentes de la Comisión Científica del Pacífico colectados y descritos por Jiménez de la Espada, ya mencionados, entre los ejemplares históricos de mayor interés pueden destacarse los siguientes:

• Esqueleto de serpiente enroscada mncn 12609 (figura 16.7), montado en 1850 por José Duschen, y del galápago Mauremys leprosa (Schweigger, 1812) mncn 12605, obra de Duschen montada en 1844. • El cráneo de cocodrilo marino Crocodylus porosus Schneider, 1801 mncn 12675, procedente de la Comisión Central de Manila y colectado en Mindanao (Filipinas), montado en 1887 (Gogorza, 1888) (figura 16.8). • Esqueleto desarticulado de un ejemplar del género Python mncn 13816, procedente del Museo de Ultramar (Filipinas), conservado en la misma caja de madera en la que llegó (figura 16.9).

Figura 16.9. Esqueleto de ejemplar del género Python mncn 13816, procedente del Museo de Ultramar (Filipinas), en la misma caja de madera en la que llegó. Fotografía: Jesús Juez.

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Trabajos en la colección Como colección pública, científica y patrimonial, su objetivo es múltiple, y tanto mayor será su importancia cuanto mayor sea su utilidad y los servicios que presta, tanto en investigación como en los aspectos educativo y cultural. Continuamente hay consultas, visitas, préstamos y donaciones, y la colección es fuente de muy diversas colaboraciones con distintos investigadores e instituciones. Los ejemplares de la colección son también muy solicitados para exposiciones. Revisión, actualización, catalogación y mantenimiento El constante mantenimiento, actualización y revisión taxonómica de los ejemplares de la colección es muy importante para mejorar la información y conocimiento de lo que se conserva, hacerlo disponible y mejorar su utilidad. Aunque el grueso del material de la colección se encuentra determinado al nivel de especie, todavía existen ejemplares (principalmente los que proceden de antiguas expediciones) que están descatalogados o identificados erróneamente. Asimismo, los continuos cambios que se producen en la taxonomía y sistemática de anfibios y reptiles requieren de una continua actualización. De dichos cambios es en muchas ocasiones partícipe y protagonista el propio personal de la Colección. La labor de identificación, revisión taxonómica y actualización de la nomenclatura se ha impulsado especialmente desde finales de 2015, con el objetivo de completar la información albergada en la Colección. De forma particular, el estudio de 490 lotes con material procedente de Marruecos —(2.098 ejemplares de 57 especies), Mauritania (106 ejemplares de 20 especies) y Senegal (73 ejemplares de 21 especies)— aumentó la riqueza de la colección en 10 especies (una de anfibio y 9 de reptiles) de las cuales se desconocía

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Figura 16.10. Imágenes obtenidas mediante la técnica CT-SCAN (los autores que describieron las especies a y b se citan en el texto). a. Petropedetes newtonii mncn 48728 b. Chalcides bedriagae mncn 37181 y mncn 9449 c. Didynamipus sjostedti (Andersson, 1903) mncn 46872.

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Fotografía: Cristina Paradela, Laboratorio de Técnicas no Destructivas MNCN.

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su presencia dentro del MNCN. Adicionalmente, en la actualidad se está llevando a cabo el desarrollo de un proyecto de revisión de la fauna herpetológica de Guinea Ecuatorial. No es raro que al revisar el material de las colecciones (los ejemplares con toda la información asociada) surjan nuevos registros de especies para zonas donde previamente no se conocían. Recientemente, como consecuencia de las revisiones dentro de la Colección, hemos constatado la presencia de la rana Ptychadena schillukorum (Werner, 1908) en Mauritania (Sánchez Vialas et al., 2017), lo que constituye el primer registro para Guinea Ecuatorial. Asimismo, la revisión taxonómica del género Petropedetes ha llevado a la designación del neotipo de Petropedetes newtonii (Bocage, 1895), basado en un ejemplar de la colección (Sánchez Vialas et al., 2018). Por otro lado, la aplicación de diferentes técnicas ayuda a generar más información sobre los ejemplares y a distribuirla de forma digital a los investigadores. En este sentido, ejemplares de especies de particular interés han sido usados para su estudio mediante la técnica de CT-SCAN (tomografía axial computarizada) (figura 16.10). Esta técnica es muy relevante para el estudio osteológico de los ejemplares, ya que no los altera, y puede llegar a ser fundamental si los ejemplares están deteriorados externamente. Visitas, consultas, préstamos e ingresos Como ejemplo de la incesante actividad de la Colección de Herpetología, solo entre 2016 y 2017 se gestionaron unas 64 consultas y 71 préstamos de un total de 1.191 ejemplares, y se recibió a más de 198 visitantes, de los cuales alrededor de 30 fueron investigadores, tanto nacionales como extranjeros. Asimismo, en este corto período de tiempo, nuestra colección ha sido anfitriona de seis investigadores europeos dentro del proyecto SYNTHESYS. Por otro lado, se está realizando un gran esfuerzo por ingresar en la Colección nuevos ejemplares procedentes de diferentes instituciones e investigadores. Esto, sumado a la revisión y actualización taxonómica, hace que la Colección haya aumentado de forma considerable la riqueza de especies albergadas (figura 16.11). Dentro de este marco, se han establecido acuerdos o convenios para la gestión de intercambios con otras instituciones y con investigadores externos al MNCN. Como consecuencia de ello, solo en 2017 la Colección se enriqueció con los siguientes ingresos: Figura 16.11. Crecimiento de la Colección de Herpetología en número de especies desde 1997.

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• Incorporación de la colección herpetológica del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC). Se trata de la mejor representación de la fauna herpetológica de la región pirenaica, consistente en cerca de 2.579 ejemplares. Se ha procedido a su recuperación, distribución por lotes, etiquetado, ingreso e incorporación a la base de datos. • Ingreso de material procedente de la isla de Bioko donado por el Dr. Santiago Castroviejo-Fisher, de la Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul (Brasil). Dicha donación consta de 138 ejemplares de especies que no contaban con representación en la colección, pertenecientes a los géneros Sclerophrys, Arthroleptis, Leptopelis, Phrynobatrachus, Chiromantis, Hyperolius, Petropedetes, Xenopus, Afrixalus, Cardioglossa, Amnirana, Nectophryne, Didynamipus, Boaedon y Atheris (figura 16.12). En la actualidad se están estudiando todos estos ejemplares y procediendo a su identificación al nivel de especie. • Ingreso de 90 ejemplares de 30 especies procedentes de un intercambio con el Museu Nacional/Universidade Federal do Rio de Janeiro (MNRJ) a través del herpetólogo doctor José Pombal (figura 16.13). Mención aparte merece el ingreso de nuevos ejemplares tipo. Solo durante 2017 se depositaron en la Colección 63 ejemplares tipo, de los cuales 25 corresponden a cinco especies nuevas de ranas de la región andina. Como consecuencia de todo lo anterior, en el año 2017, la Colección de Herpetología se enriqueció con 2.779 ejemplares y 53 especies de las que no se disponía de registros. A pesar de la acuciante falta de espacio, en los próximos años se tiene previsto continuar con esta política de nuevos ingresos en la colección. 230

Figura 16.12. Ejemplares ingresados procedentes de Bioko, Guinea Ecuatorial. a. Atheris squamigera (Hallowell, 1854) mncn 50275 b. Didynamipus sjostedti mncn 48950 c. Afrixalus paradorsalis (Perret, 1960) mncn 48860 d. Sclerophrys tuberosa (Günther, 1858) mncn 48871. Fotografía: Alberto Sánchez Vialas.

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Figura 16.13. Muestra de ejemplares procedentes del intercambio realizado con el Museu Nacional/Universidade Federal do Rio de Janeiro (MNRJ), Brasil. a. Aparasphenodon brunoi (Miranda Ribeiro, 1920) mncn 48801 b. Phyllomedusa burmeisteri (Boulenger, 1882) mncn 48785 c. Itapotihyla lagsdorffii (Duméril and Bibron, 1841) mncn 48781 d. Boana faber (Wied-Neuwied, 1821) mncn 48804 e. Proceratophrys boiei (Wied-Neuwied, 1824) mncn 48787 Fotografía: Alberto Sánchez Vialas.

Colaboraciones Aparte de la colaboración en investigaciones de muy diversa índole que se detallan en el siguiente apartado, la Colección de Herpetología participa en muchos otros aspectos, como en cursos, charlas, exposiciones, muestreos de campo o bases de datos internacionales como GBIF y CETAF. Asimismo, se colabora con otros museos de historia natural, como, por ejemplo, el Museo de Historia Natural de Budapest (Magyar Természettudományi Múzeum), para el estudio y catalogación de los anfibios y reptiles de Mongolia que alberga dicho museo. También se está realizando una colaboración con herpetólogos del CIBIO (Centro de Investigação em Biodiversidade e Recursos Genéticos, Oporto) para la elaboración de un atlas de anfibios y reptiles de Mauritania, y se colabora con Santiago Castroviejo-Fisher en el estudio del material de Guinea Ecuatorial depositado en las Colecciones, para la elaboración del atlas que se está realizando sobre la herpetofauna de aquel país. En lo que se refiere a la importante labor docente, la Colección colabora en las prácticas de diversos másteres, como el Máster Universitario en Biodiversidad en Áreas Tropicales y su Conservación (Universidad Menéndez Pelayo-CSIC), Máster de Zoología (Universidad Complutense de Madrid) o el de Técnicas de Conservación de la Biodiversidad y Ecología (Universidad Rey Juan Carlos). La Colección es asimismo visitada todos los años por los alumnos de Zoología de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Universidad de Salamanca.

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Relación con la investigación Aparte de las diversas colaboraciones señaladas en el apartado anterior, la Colección presta un especial servicio a diversas investigaciones, tanto de herpetólogos del MNCN como de otras instituciones. Se mencionan a continuación algunas de las investigaciones desarrolladas en los últimos años y que han tenido, o siguen teniendo, la Colección de Herpetología como protagonista:

• Numerosas investigaciones desarrolladas mediante la revisión de la colección de esqueletos desarticulados por parte del paleontólogo Giorgios Georgalis (Universidad de Friburgo). • Los ejemplares de ranas del género Pelodytes de la Colección se han utilizado para la revisión del género en la Península Ibérica, en un estudio multidisciplinar llevado a cabo por varios investigadores, lo que ha permitido la descripción de dos nuevas especies crípticas, P. atlanticus y P. hespericus. • El investigador Marcel Caminer, de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), revisó ranas del género Dendropsophus y resucitó de la sinonimia la especie Hyla reticulata (Jiménez de la Espada, 1870), con localidad tipo en el río Napo, Ecuador. • La doctora Patricia Burrowes (Universidad de Puerto Rico) e Ignacio De la Riva, del MNCN, detectaron el ya referido primer registro histórico de presencia del hongo Batrachochytrium dendrobatidis a escala mundial en un ejemplar de Telmatobius culeus de la colección, colectado en 1863 en el lago Titicaca durante la Expedición del Pacífico (Burrowes y De la Riva, 2017). Dicho hongo es el agente patógeno que produce la quitridiomicosis, una enfermedad letal que está produciendo el declive de los anfibios en todo el mundo. Este descubrimiento es, además, un ejemplo más que pone de manifiesto la importancia de las colecciones históricas, donde técnicas antes insospechadas permiten ahora obtener información valiosa de diferente tipo. Mención especial merecen las investigaciones realizadas en la Colección de Herpetología dentro del proyecto europeo SYNTHESYS, antes mencionado. En los dos últimos años, diversos investigadores han realizado estancias en la Colección dentro de dicho proyecto: Georgios Georgalis, del Department of Geosciences, University of Fribourg, Switzerland, con el proyecto «Snakes of Europe: vertebral anatomy and approaches to their fossil record»; Antigoni Kaliontzopoulou y F. Martínez Freiría, del Centro de Investigação em Biodiversidade e Recursos Genéticos (CIBIO), de Portugal: «Evolving biodiversity: using evolutionary theory to understand what makes the Mediterranean one of the world’s richest hot spots»; Marco Sannolo, también del CIBIO, Portugal: «Different ecotypes evolved in relation to enviromental and climatic factors in the highly variable Iberian Podarcis wall lizards» y Judit Vöros, del Magyar Természettudományi Múzeum, de Budapest, Hungría: «Osteological differentiation across phylogeographic and phylogenetic lineages of western European newts (Triturus marmoratus [Latreille, 1800] and T. pygmaeus [Wolterstorff, 1905]) in the Iberian Peninsula». También se están llevando a cabo en la actualidad proyectos en la Colección de Herpetología con motivo de trabajos de fin de grado y fin de máster.

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Referencias bibliográficas Burrowes, P. A. y De la Riva, I. (2017). «Unraveling the historical prevalence of the invasive chytrid fungus in the Bolivian Andes: Implications in recent amphibian declines», Biological Invasions, 19 (6): 1781-1794. De la Riva, I. (2000). «La obra herpetológica de Jiménez de la Espada: su relevancia y validez después de un siglo», en L. López-Ocón (ed.), Marcos Jiménez de la Espada (1831-1898), tras la senda de un explorador. Madrid, CSIC, pp. 76-90. Frost, D. L. (2018). «Amphibian Species of the World: an Online Reference». Version 6.0 (Consulta: 29/05/2018). Disponible en: http://research.amnh.org/herpetology/ amphibia/index.html. New York, USA, American Museum of Natural History. Gogorza, J. (1888). «Datos para la fauna filipina de vertebrados», Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, 17: 247-303. Madrid. González Bueno, A. y Gomis Blanco, A. (2002). Los Naturalistas Españoles en el África Hispana (1860-1936). Madrid, Ministerio de Medio Ambiente, Organismo Autónomo de Parques Nacionales. González Fernández, J. E. (1997). «La Colección de Batracología y Herpetología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) Madrid», Graellsia, 53: 95-100. González Fernández, J. E.; García Díez, T. y Sansegundo, L. (2009). «The amphibian type specimens preserved in the Museo Nacional de Ciencias Naturales of Madrid, Spain», Spixiana, 32 (2): 265-283. González Fernández, J. E.; Calvo, M. y Rey, I. (2017). «Ejemplares tipo de anfibios y reptiles conservados en las colecciones científicas del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) de Madrid: revisión bibliográfica y catálogo», Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 4: 107-128. Jiménez de la Espada, M. (1875). «Vertebrados del Viaje al Pacífico. Tomo I: Batracios», Anales de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Madrid. Martín, C. e Izquierdo, I. (eds.) (2011). Al encuentro del naturalista Manuel Martínez de la Escalera (1867-1949). Madrid, CSIC. Sánchez Vialas, A.; Calvo, M.; Castroviejo-Fisher, S. y De la Riva, I. (2018). «The taxonomic status of Petropedetes newtonii (Anura, Petropedetidae)», Zookeys, 765:59-78. Sánchez Vialas, A.; Calvo, M. y Márquez, R. (2017). «Ptychadena in Mauritania and the first record of Ptychadena schillukorum», Zookeys, 673: 125-133. Uetz, P. (ed.) (2018). The Reptile Data Base. Disponible en: http://www.reptile-database.org. (Consulta: 21/05/2019).

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La Colección de Aves Josefina Barreiro, Ángel Garvía y Luis Castelo*

Diorama de abejarrucos (Merops apiaster, Linneaus, 1758). mncn-a1445 al a1481 y mncn-a31280-31281 Servicio de Fotografía del MNCN (Composición y fotografías de Jesús Muñoz).

telo* a Colección de Aves del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) es la mejor de España en cuanto a número de ejemplares y de especies. Posee, además, un gran valor histórico, puesto que conserva piezas que se remontan a finales del siglo xviii, y una parte importante, los especímenes dedicados a su exhibición, cuentan con un gran valor artístico al estar montadas por taxidermistas de renombre como José María Benedito. Cuenta con representantes de todos los continentes, pero se centra fundamentalmente en las faunas española y de territorios de antigua influencia española: Latinoamérica, norte de África y Filipinas (Barreiro, 1997). Las formas de conservación de los especímenes son en seco (pieles de estudio y naturalizadas, esqueletos, huevos y nidos) y en líquido (etanol al 70 %). En los museos de historia natural, a diferencia de otros museos, tenemos un tipo de ejemplares que se dedican exclusivamente a su estudio científico y que, además, se preparan para su conservación de una forma diferente a la utilizada para labores didácticas a través de su exhibición (Barreiro, 2003). Además, en las colecciones de vertebrados, principalmente en las de aves, mamíferos, reptiles y, en menor medida, en las de anfibios y peces, se preparan de forma distinta los especímenes que se dedicarán a su exhibición de los que formarán parte de la colección científica. Los ejemplares de colección de exhibición se montan en posturas naturales y suelen exponerse integrados en vitrinas; algunos de ellos conforman los denominados dioramas, donde se recrea el tipo de hábitat, costumbres de reproducción o alimentación de las especies a las que representan (ver capítulo de taxidermia). Los especímenes dedicados a la colección científica se preparan y conservan de la forma más útil para la investigación a la que sirven; así, para la utilización de caracteres externos que indiquen la especie, las aves se preparan formando un «huso» compuesto por la piel limpia de músculo y grasa y los huesos de cráneo, alas y patas, igualmente limpios. El estudio de caracteres internos necesita la conservación de los esqueletos, que se guardan desarticulados para facilitar la toma de medidas y la comparación entre ejemplares de la misma o de distinta especie.

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* Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]; [email protected]; [email protected]

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Si es necesario el estudio de las características internas de los ejemplares, se guardan sumergidos en un líquido conservante, normalmente etanol al 70 %. Hoy día, el uso del formol está desaconsejado, dado que es tóxico para humanos e impide el estudio molecular o genético (Barreiro, 2003). Actualmente una parte de la investigación biológica se realiza al nivel molecular, para lo que se conservan tejidos (pulmón, hígado, sangre, etc.) o ácidos nucleicos. En el caso del MNCN, se conservan en la Colección de Tejidos y ADN de la institución. Más adelante se verán en cifras los tipos de conservación de la Colección de Aves. Otro aspecto fundamental a tener en cuenta en esta Colección, sobre todo en los ejemplares dedicados a investigación, es la importancia de conservar los datos propios de cada individuo (localidad y fecha de captura, identificación taxonómica, sexo, edad, entre otros). Estos datos se plasman en etiquetas que estarán unidas unívocamente al ejemplar y deberán registrarse en la base de datos de gestión de la colección para facilitar su utilización.

Un poco de historia La Colección de Aves conserva ejemplares de la colección fundacional de Pedro Franco Dávila, aunque, como se puede ver en el primer volumen del catálogo que realizó de dicha colección (Franco Dávila, 1767), eran muy escasos —básicamente algunos ejemplares naturalizados, picos y nidos de aves y cuatro huevos de avestruz, Strutio camelus Linnaeus, 1758 (figura 17.1)—. De estos, solo los huevos han llegado hasta nuestros días. La desaparición de las piezas realizadas con pieles se justifica por su gran dificultad de conservación a lo largo de los años debido, fundamentalmente, al ataque de plagas que han propiciado su destrucción. No es hasta finales del siglo xviii, cuando se empieza a emplear el jabón arsenical en la preparación de pieles (Boitard, 1833), que se podrá solucionar este problema (ver capítulo de taxidermia). La mayor parte de los especímenes que constituyen la actual Colección se recolectaron entre mediados del siglo xix y finales del xx. Como se verá a continuación, tanto Figura 17.1. Huevo de avestruz, Struthio camelus, Linnaeus, 1758. Colección de Pedro Franco Dávila. mncn-a17424 Fotografía: Ángel Garvía.

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Figura 17.2. Colibrí, Atthis heloisa (Lesson y Delattre, 1839), comprado a Adolphe Boucard. mncn-a68914 Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñóz).

la composición geográfica como la forma de conservación van a variar a lo largo del tiempo (ver «La colección en cifras»). Durante el siglo xix, la representación de la fauna española era minoritaria y solo un 10 % de los ejemplares datados procedían de España. La gran mayoría fueron colectadas en algunos países latinoamericanos y en las islas Filipinas. En este período de tiempo los especímenes se adquirieron sobre todo mediante compra a colectores internacionales, como Adolphe Boucard, o mediante donación del Estado Español que propiciaron la Expedición del Pacífico (1862-1866) y la Exposición General de las Islas Filipinas (1887). Boucard, comerciante francés de plumas y especímenes de aves que posteriormente se dedicó al estudio de los colibríes (Mearns, 1998) (figura 17.2), vendió y regaló al MNCN ejemplares procedentes de América, que en el caso de los de Trinidad Tobago, Jamaica, Panamá y Guatemala todavía hoy son los únicos ejemplares presentes en la colección de esos países. Lo mismo ocurre con las piezas procedentes de Australia y Papúa Nueva Guinea en Oceanía, de India, Japón e Indonesia en Asia y de las islas Comores, Madagascar y Ghana en África. La Expedición del Pacífico, también conocida como Comisión Científica del Pacífico, tuvo lugar durante los años 1862 a 1866 (Puig-Samper, 2013). En ella se recolectaron para el Museo 3.385 especímenes (Almagro, 1886), aunque actualmente solo se han encontrado 1.871. La persona encargada de la captura y procesamiento de aves durante el viaje fue Marcos Jiménez de la Espada (López-Ocón, 2000), que formaba parte de la plantilla del MNCN (Barreiro, 1992) y colectó más del 90 % de las aves capturadas en la expedición: 1.658. Además, a lo largo del viaje se compraron diversas colecciones en Brasil, Chile y Ecuador; las más numerosas fueron las de Frederic Chuchu (575 ejemplares) y Auguste Bourguet (342), ambos residentes en Brasil, así como la colección de huevos de Maximiliano Landbeck (179), de Chile, y la de Manuel Villavicencio (480), de Ecuador. Con un ejemplar de esta última colección comprada en Ecuador, como se verá en el apartado sobre los tipos, Gil Lletget, investigador del MNCN, comete un error geográfico al no tener en cuenta que estos ejemplares tenían, además de su etiqueta de campo —donde aparecían sus datos de captura (localidad, fecha, recolector, sexo)—, otra en la que se consignaban los datos de la colección comprada. La información de ambas etiquetas podía no coincidir. Así describió el tipo de una nueva especie, Icterus xantholaermus Gil, 1918 (figura 17.3), dando como localidad de colecta los datos geográficos de la colección (Ecuador). Se cometió así el error de considerar como especie nueva (Icterus xantholaermus Gil, 1918) en Ecuador un ejemplar de Xanthopsar flavus (Gmelin, 1788) muy común en Brasil, donde realmente fue colectado el ejemplar (Barreiro y Pérez del Val, 2000). Para la Exposición General de las Islas Filipinas, que se celebró en Madrid en 1887, se consiguieron ejemplares filipinos de instituciones radicadas en dicho país, como el Museo Fernández de Manila, y de colectores enviados allí por la Comisión Regia constituida para la preparación de tan magna exposición, caso del Señor Domingo Sánchez. Una vez concluida la exposición, los fondos expuestos pasaron a formar parte del MuseoBiblioteca de Ultramar. Finalmente, en 1908, 606 de estos especímenes pasarían a la Colección de Aves del MNCN (Alonso Domínguez et al., 2002). En este período destaca la figura de Mariano de la Paz Graells, director del MNCN (Barreiro, 1992). Una de sus tareas iniciales fue organizar y catalogar sus colecciones y, aunque el catálogo no fue publicado, se conserva el manuscrito en el Archivo Histórico del MNCN (Graells, 1846-1855). Es el primer catálogo en el que se plasma la información sobre los ejemplares de la colección, pero desafortunadamente no resulta útil de237

Figura 17.3. Tipo de Icterus xantholaemus, Gil, 1918. mncn-a8002 Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

bido a la disociación de la información, al haberse eliminado las etiquetas que contenían los números identificativos de cada ejemplar. En esta época se impartían clases de Ciencias Naturales en el Museo en las que se utilizaban especímenes de las colecciones y se ejecutaban experimentos. Uno de estos, realizado por Graells en la cátedra de Zoología, dio lugar a algunas de las piezas más interesantes de nuestra colección. Se trata de dos esqueletos de paloma provenientes de un «experimento sobre el desarrollo e incremento de los huesos», realizado durante el curso de Anatomía y Fisiología Comparada de 1840-1841. El objetivo de esta prueba era conocer cómo se osifican las distintas piezas óseas a partir de los centros cartilaginosos. Graells utilizó dos pichones de 20 días de edad que alimentó durante tres días con dos dracmas (3,6 g) de raíz de rubra (Rubra tinctorum L.), planta que se usa como colorante, procedente de La Alcarria. Al preparar los esqueletos quedó patente que solo las partes osificadas tomaron color rojo, y los cartílagos quedaron en su color natural. Los ejemplares fueron montados por Duchen, el disecador del Museo en ese momento (figuras 17.4 y 17.5). Otras piezas antiguas y vistosas de la colección son los fanales y cuadros que entraron en el MNCN procedentes de los gabinetes de historia natural de los infantes carlistas don Carlos en 1836 y don Sebastián de Borbón (Barreiro, 1992). Con fin meramente decorativo, contienen ejemplares de aves dispuestos sobre un soporte que simula ser una rama. El fondo consiste en una pintura a la acuarela que representa el cielo (ver capítulo de taxidermia). 238

Figura 17.4. Izquierda. Esqueleto montado de pichón. Primer experimento de Graells. mncn-a26713 Figura 17.5. Derecha. Esqueleto montado de pichón. Segundo experimento de Graells. mncn-a26714 Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

En este siglo xix la colección conservaba los ejemplares en seco, principalmente pieles de estudio o montadas para su exhibición. Durante todo el siglo xx y, al contrario que en el anterior como ya indicamos, la fauna española representa el 80 % de los ejemplares de la Colección de Aves. Para hacer más fácil y comprensible el estudio de este siglo vamos a dividirlo en tres etapas: la primera, desde 1900 hasta el final de la Guerra Civil Española en 1939, la segunda de 1940 a 1983 y la tercera desde 1984 hasta nuestros días. En la primera etapa se recurrió a recolectores profesionales que capturaban animales en España para vender al Museo, entre los que destacaremos a Arias (1905-1916), Sánchez Bermejo (1903-1919), Bernaldo de Quirós (1919-1959) y Grün (1931-1941). También se realizaron compras de especímenes fuera de España, principalmente al misionero Buch (que en 1919 vendió 250 especímenes capturados en China), y al religioso belga Callervaert, que aportó 473 del antiguo Congo Belga, hoy República Democrática del Congo, capturados entre 1923 y 1926. Los casi 500 ejemplares procedentes de los países europeos representados en la colección se consiguieron en esta época: Alemania, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Italia, Portugal, Rumanía, Rusia y Portugal. Los capturados en este último país, que ascendían a 200, representan casi la mitad de todos los ejemplares europeos. Suecia y Dinamarca también están representados, pero sus ejemplares fueron capturados más tarde, en los años 1980 y 1990. La mayoría de los 979 ejemplares de Marruecos fueron colectados por expediciones organizadas por el propio Museo, en las que participaban sus científicos junto con recolectores profesionales. Es el caso de Manuel Martínez de la Escalera, entomólogo y viajero impenitente, cuya obra ha sido objeto de estudio de un proyecto de investigación del MNCN (Martín e Izquierdo, 2001). Capturó especímenes de aves en las expediciones realizadas desde 1900 a 1905 y su hijo Fernando hizo lo mismo en 1914. Los ejemplares capturados por la expedición de Manuel fueron estudiados y publicados por Lozano Rey (1911) y Barreiro (2011). El mastozoólogo del Museo Ángel Cabrera, acompañado por el colector José Luis Bernaldo de Quirós, también recolectó ejemplares marroquíes en 1921 (Cabrera, 1922), así como Augusto Gil Lletget, uno de los científicos de la Colección de Aves, en 1932. Gil Lletget trabajó en el Museo dedicado a la Colección de Aves de 1918 a 1946. Durante este tiempo publicó la designación de varios tipos de subespecies (Gil Lletget, 1918a, 1918b). También publicó trabajos sobre las aves del Congo Belga compradas a Buch (Gil Lletget, 1935, 1943) y sobre un ave del Ecuador (Gil Lletget, 1941). 239

En las dos primeras décadas de este siglo, el Museo compró ejemplares naturalizados, sobre todo de mamíferos (ver capítulo «La Colección de Mamíferos»), a la casa de taxidermia de Rowland Ward de Londres, de donde proviene otro ejemplar singular de nuestra colección, el alca gigante Pinguinus impennis (Linnaeus, 1758) (figura 17.6). El último individuo vivo de esta especie extinta se pudo observar en el gran Banco de Terranova en 1852, pero ya la población estaba extremadamente mermada a partir de los años 1840 (Bird Life international, 2016). El ejemplar que tenemos se encuentra ahora mismo en estudio, pues existen sospechas de que sea una reproducción artística. En 1905, Luis Lozano Rey fue nombrado conservador de la Colección y se dedicó a inventariarla, determinar sus especies, ordenarla y procurar una mejor ubicación (Lozano Cabo, 1960). Durante 1912 y 1913 determinó cada uno de los ejemplares de la Colección, elaborando una ficha y una etiqueta unida a cada espécimen. No asignó un número a cada ejemplar, ni publicó un inventario con la información, pero estas fichas y etiquetas han servido de guía para la realización del inventario informatizado de esta Colección iniciado en 1984. Merece mención especial el trabajo que de 1905 a 1943 realizó en esta Colección José María Benedito (Rubio, 2001), de cuya maestría en la naturalización de aves podemos aún disfrutar en las salas de exhibición del Museo. Junto con su hermano Luis (figura 17.7), que se dedicó a la taxidermia de mamíferos, formó un formidable equipo a su alrededor que realizó la colección de dioramas (figura 17.8) y ejemplares naturalizados (figura 17.9) más importantes, desde el punto de vista artístico, que nunca ha existido en España (Aragón, 2014). Para mayor información, se puede consultar el capítulo sobre taxidermia. El comienzo de la segunda etapa del siglo xx está muy influenciado por la Guerra Civil, que marcó un gran punto de inflexión en el país y perjudicó en gran medida al

240

Figura 17.6. Alca gigante (Pinguinus impennis). mncn-a23776. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 17.7. Luis (izquierda) y José María Benedito preparando un buitre leonado, Gyps fulvus (Hablizl, 1783). acn004/001/08661 Archivo del MNCN.

Figura 17.8. Diorama de abejarucos, Merops apiaster. José María Benedito, 1916. mncn-a1445 al 1481 y mncn-a31280-31281. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 17.9. Ejemplar naturalizado de pavo real, Pavo cristatus (Linnaeus, 1758). mncn-a31515. Servicio de Fotografía del MNCN.

Museo en general, cercenando la carrera investigadora de su personal y dejando bajo mínimos la actividad de las colecciones y exhibición durante casi 40 años (Navas, 2007). Respecto al material español, siguieron capturando especímenes, hasta la década de 1960, los recolectores profesionales Bernaldo de Quirós, Grün y Hernández. Aunque ya a finales de los años cuarenta comienzan a ingresar en la colección ejemplares españoles capturados por investigadores asociados al MNCN, como por ejemplo Francisco Bernis, que posteriormente sería responsable de esta colección, y José Antonio Valverde, artífice de la Estación Biológica de Doñana y su director durante años. Fue en este territorio andaluz donde en 1952 ambos investigadores realizaron una expedición que enriqueció la colección con 124 especímenes. En estos años se ingresan pocos ejemplares de fuera de España, dado que la dotación económica del Museo escaseaba y la salida del país era muy complicada debido al aislamiento internacional. Aun así, en 1940 se llevó a cabo una expedición a Guinea Ecuatorial (entonces todavía territorio español) organizada por personal del Departamento de Vertebrados del MNCN: Augusto Gil LLetget, ornitólogo e investigador asociado, el taxidermista Manuel García Llorens y el preparador Pascual Curats. Este último permaneció en Guinea Ecuatorial hasta 1944 y continuó enviando ejemplares al Museo (García Llorens, 1941). De todo este esfuerzo se obtuvieron un total de 384 ejemplares. Hasta los años setenta del pasado siglo la colección presenta una reducida actividad, y es a finales de esta década cuando la incorporación de los investigadores Borja Sanchiz y Fernando Hiraldo vuelve a activarla. Aun así, de 1970 a 1984 la Colección de Aves del Museo no creció de forma importante, y fueron otras instituciones españolas las encargadas de realizar colecciones. Posteriormente, los fondos de algunas de estas, como los de la Unidad de Zoología Aplicada (UZA), el Ministerio de Agricultura y la Universidad de Alcalá de Henares, se acabarían incorporando a la Colección de Aves del MNCN. De 1980 a 1984 los investigadores mencionados, junto con sus estudiantes colaboradores (Juan Delibes, Alberto Ruiz de Larramendi, José Luis González, Borja Heredia, Paloma Garzón e Ignacio Doadrio) contribuirían significativamente al incremento y estudio de los ejemplares de la Colección. Durante este período, el material capturado fuera de España ingresado en la Colección no llegó a 200 especímenes. 241

La tercera y última etapa en las que hemos dividido el siglo xx empieza en 1984, cuando el Museo comienza a renacer de su letargo anterior, al decidir el CSIC volver a unificar el Museo. Los primeros años de esta década fueron de gran actividad bajo las sucesivas direcciones de Emiliano Aguirre (1986-1987), Concepción Sáez Laín (19871988) (Carrero et al., 2010) y Pere Alberch (1989-1995), (Blanco y Sanchíz, 1997). Entre todos consiguieron una mayor dotación económica, plazas para contratación de personal y la renovación del edificio y de las exposiciones, así como un entorno favorable al trabajo por parte de todo el nuevo personal investigador y encargado de colecciones y exposiciones. En este marco se comienza a realizar el inventario de los fondos de la Colección, así como a adecuar los contenedores y los almacenes. En esta época los ejemplares que engrosan la Colección provienen fundamentalmente de las incorporaciones antes mencionadas, entre las que destacaremos dos. En 1990 se incorporan casi 5.000 especímenes procedentes de la Unidad de Zoología Aplicada (UZA). Incluso hoy este aporte significa el 84 % de todos los ejemplares conservados en alcohol de la colección del Museo. La otra gran incorporación, a través del Centro Nacional de Educación Ambiental CENEAM en el año 2007, fue la colección de Pedro Ceballos, que contribuyó con alrededor de 3.000 ejemplares. Todos los especímenes donados están conservados como pieles de estudio y aumentaron en gran medida la representación de Andalucía en nuestra colección: actualmente constituyen el 75 % de los ejemplares andaluces. Durante este período casi no entraron a formar parte de la colección ejemplares capturados fuera de nuestro país, salvo excepciones como los nueve ejemplares de tres especies de pingüinos aportados por personal del MNCN en proyectos de investigación en la Antártida. En estas fechas se publican varios catálogos referentes a los fondos de la colección, tanto respecto a áreas geográficas como Guinea Ecuatorial (Pérez del Val, 2001), Asia (Alonso et al., 2002) y Venezuela (Sainz-Borgo et al., 2017), como referido a la taxonomía (Barreiro y Pérez del Val, 1998).

La colección en cifras La Colección de Aves está compuesta por 31.406 ejemplares. Se ha completado su inventario en un 90 %, el cual se encuentra completamente informatizado a falta de revisión general. Entre el material que forma ese 10 % restante que falta por inventariar, se encuentran parte de los ejemplares de la mencionada colección Ceballos y especímenes en espera de preparación. A continuación, describiremos la composición de los fondos de la colección sobre la base de diferentes parámetros, como el método de conservación y su composición taxonómica y geográfica. Composición según método de conservación Vamos a definir como forma de conservación el tratamiento al que se somete a los ejemplares y el medio en el que se guardan para asegurar su perdurabilidad (Barreiro, 2003). Así podemos distinguir colecciones en seco y en fluido (figura 17.10). En esta colección preservamos en seco el esqueleto y las pieles de los ejemplares. Ambos pueden ser montados y colocados en postura natural, para su exhibición (figura 17.11), o se puede dejar el esqueleto desarticulado (figura 17.12) y la piel montada en forma de huso para facilitar su estudio científico (figura 17.13). También guardamos en seco huevos y nidos (figura 242

Figura 17.10. Ejemplares de aves conservados en fluido. Almacén de la Colección. Fotografía: Ángel Garvía.

17.14 y tabla 17.1). Como puede observarse, las pieles de estudio son las más numerosas dado que, desde principios del siglo xix, se utilizan entre otros para estudios de taxonomía, muda y fenología.

Composición taxonómica Respecto a la composición taxonómica, seguimos la checklist de las aves del mundo de Howard y Moore (1991). Esta obra se utiliza como guía de la colección tanto para la ordenación de los ejemplares en sus almacenes como para fijar una nomenclatura. Como puede verse en la tabla 17.2, existen representantes de los 27 órdenes que contemplan Howard y Moore (1991); el más abundante con diferencia es el de los Paseriformes (pájaros, cuervos, aves del paraíso, etc.), con más 16.000 ejemplares, lo que Tabla 17.1. Número de ejemplares de la Colección de Aves según su tipo de conservación a largo plazo. De las 2.672 pieles naturalizadas, 548 forman parte de dioramas contenidos en Vitrina. conservación

número de ejemplares

Esqueleto Montado

107

Esqueleto Desarticulado

3.821

Piel Montada

2.672

Piel de Estudio

19.539

Piel y Esqueleto

334

Huevos y Nidos

1.619

Fluido

3.404

243

Figura 17.11. Izquierda. Piel naturalizada. Águila mora, Geranoaetus melanoleucus (Vieillot, 1819). mncn-a17250; 7653. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz). Figura 17.12. Derecha. Esqueleto desarticulado de garcilla bueyera, Bubulcus ibis (Linnaeus, 1758). mncn-a27479. Fotografía: Ángel Garvía.

Figura 17.13. Izquierda. Piel de estudio de pinzón vulgar, Fringilla coelebs Linnaeus, 1758. mncn-a8867 y 8868. Figura 17.14. Derecha. Nido con huevos de verdecillo, Serinus serinus (Linnaeus, 1766). mncn-a18220. Fotografía: Ángel Garvía.

Tabla 17.2. Número de ejemplares de cada uno de los órdenes de la clase Aves presentes en la colección. orden

orden

Anseriformes

1.021

Cuculiformes

Apodiformes

1.988

Dinornithiformes

Apterygiformes

orden

n.º ejs.

350

Podicipediformes

213

2

Procellariiformes

105

2.776

Psittaciformes

329

213

Galliformes

669

Rheiformes

24

Casuariiformes

9

Gaviiformes

12

Sphenisciformes

26

Charadriiformes

1.853

Gruiformes

730

Strigiformes

Ciconiiformes

745

Sin Determinar

101

Struthioniformes

20

Coliiformes

12

Passeriformes

16.000

Tinamiformes

31

Columbiformes

596

Pelecaniformes

164

Trogoniformes

58

Coraciiformes

1

n.º ejs.

Falconiformes

Caprimulgiformes

244

n.º ejs.

1.008

Piciformes

1.063

1.289

PARTE3_b.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:25 Página 245

Figura 17.15. Familias nuevas en la Colección desde 1997.

era de esperar, puesto que el número de especies que conforman este orden es, aproximadamente, el mismo que el de todos los demás órdenes de la clase Aves y que, comúnmente, se denominan No Paseriformes (Del Hoyo y Collar, 2014). También existe una buena representación de rapaces diurnas (Falconiformes) y de Apodiformes, fundamentalmente debido a la presencia de 1.773 especímenes de colibríes. Los menos representados son órdenes que no pertenecen a la fauna ibérica: Apterigiformes (kiwi), Casuariiformes (casuarios) y Coliiformes (pájaros ratón africanos), con uno, nueve y doce ejemplares, respectivamente. Hay 152 familias representadas en la Colección de las 173 que reconocen Howard y Moore (1991). Para conocer el número de ejemplares presentes de cada familia en la colección, se recomienda consultar Barreiro (1997). En la figura 17.15 consignamos las nuevas familias que se han incorporado desde esa fecha hasta 2017. El número de géneros y especies representados ha variado desde 1997, disminuyendo al mejorar con los años su estudio taxonómico (tabla 17.3). Tabla 17.3. Número de géneros y especies representados en la Colección. 1997

2018

Género

1.205

1.175

Especie

2.690

2.137

Composición geográfica Como ya hemos comentado, en la colección el material español es el mejor representado, con cerca de 17.300 especímenes, seguido de los capturados en los antiguos territorios de influencia española. De los países latinoamericanos (Ecuador, Perú, Colombia, México y Chile, sobre todo) hay 3.637 especímenes. De Marruecos 1.083, de Filipinas 681 y de Guinea Ecuatorial 581. Actualmente en la colección hay 93 países cuya representación es menor de 100 ejemplares (tabla 17.4). Respecto al material español, están representadas todas las comunidades autónomas, incluidas las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. La comunidad con mayor re245

PARTE3_b.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:25 Página 246

Tabla 17.4. Países representados por más de cien especímenes en la Colección de Aves. país

n.º ejemplares

país

n.º ejemplares

Panamá

112

Rep. Dem. Congo

486

Australia

124

Brasil

494

India

140

Chile

515

Portugal

198

Guinea Ecuatorial

581

Indonesia

201

Filipinas

681

Guatemala

232

Ecuador

969

China

253

Marruecos

1.039

Japón

290

Colombia

1.169

México

472

España

17.290

presentación es Madrid, algo lógico dada la localización geográfica del Museo. Andalucía, Castilla-La Mancha, y Castilla y León le siguen en número de ejemplares representados; la única comunidad con menos de 79 especímenes es la Ciudad Autónoma de Ceuta, con únicamente cinco ejemplares (figura 17.16). Ejemplares tipo La Colección de Aves guarda básicamente tipos de subespecies, debido a que la mayoría de avifauna ibérica es común al resto de Europa y ha sido descrita por ornitólogos europeos. Incluso los endemismos ibéricos han sido descritos por autores extranjeros, como por ejemplo el águila imperial ibérica, Aquila adalberti, que describió el científico alemán C. L. Brehm en 1861. En total se conservan ocho ejemplares, de los cuales solo uno es el holotipo de la especie Icterus xantolemus Gil, 1918, aunque fue invalidado posteriormente debido a un error en la interpretación de la localidad de captura (Barreiro et al., 2000). Los siete Figura 17.16. Número de ejemplares de las autonomías y ciudades autónomas españolas representadas en la Colección.

246

Figura 17.17. Tipos de las subespecies de Galerida theklae aguirrei y G. t. berengueri. mncn-a11298. mncn-a11503. mncn-a11305. Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

restantes son holotipos de seis subespecies. Dos de ellos fueron publicados también por Gil Lletget (1918a, 1918b): Gallinula chloropus lozanoi Gil, 1918 y Cercomacra tyranina atrogularis Gil, 1918; otros dos por Ángel Cabrera en Hernández Carrasquilla (1998): Galerida theklae berengueri Cabrera, 1922 y Galerida theklae aguirrei Cabrera, 1922 (figura 17.17), y otro más por Francisco Bernis: Uria aalge ibericus Bernis, 1948; y el último, por Javier Castroviejo en 1967: Tetrao urogallus cantabricus Castroviejo, 1967. En el caso de Galerida theklae berengueri Cabrera, 1922, tenemos también el topotipo.

Gestión de la Colección: mantenimiento y uso Como ya se ha indicado, la colección se gestiona administrativamente a través de una base de Microsoft Access (Barreiro, 2003). Tanto el inventario con toda la información de los ejemplares, como la gestión del uso que realizan investigadores, artistas y otros consultantes se efectúa gracias a este sistema informático. El sistema de gestión de la colección sigue las mismas premisas básicas que aparecen en la publicación de Barreiro et al. (1994). Los ejemplares conservados en seco (pieles de estudio y esqueletos) se encuentran almacenados en dependencias del propio MNCN, mientras que los conservados en fluido y parte de las pieles montadas se guardan en dependencias externas situadas en Arganda del Rey. Para una mejor conservación de los ejemplares es muy importante tener en cuenta su forma de almacenaje, así como las labores de mantenimiento periódicas que han de implementarse. Asimismo, es de primordial importancia que todos los materiales y soportes que están en contacto con los especímenes interaccionen de la forma más neutra posible con ellos, para evitar la acidificación y la presencia de plagas. Estamos realizando un estudio general en los almacenes de la colección científica sobre las condiciones ambientales y sobre el estado de los materiales que se hallan en contacto directo con 247

los especímenes, lo que nos permitirá implementar las tareas de conservación preventiva (Gil Macarrón, 2015), tan importantes en la conservación a largo plazo. Las acciones preliminares de estos análisis ya se han realizado, tomando como ensayo previo la colección de huevos y nidos (Ramos et al., 2016). Los almacenes de la Colección se mantienen a una temperatura ambiente menor de 17 ºC durante todo el año para evitar su infestación. En los almacenes de Arganda, al no ser posible establecer la misma medida, se recurre a la fumigación con piretrinas dos veces al año. 248

Figura 17.18. Exposición «Historias Naturales». Museo del Prado. Gorrión albino, Passer domesticus (Linnaeus, 1758), frente a Las Meninas de Velázquez. mncn-a19581. Fotografía: Pedro Albornoz.

Una de las funciones más importantes de una colección de historia natural es su utilización, tanto por parte de la comunidad científica como por la sociedad en general. La Colección de Aves recibe una media de 60 visitas al año de científicos y estudiantes que necesitan consultar los ejemplares para llevar a cabo su investigación. Las consultas proceden de casi todas las grandes universidades españolas, sobre todo la Complutense y la Autónoma de Madrid, Santiago de Compostela, Salamanca y la Internacional de Andalucía, y de otros países como la Universidad de Lisboa en Portugal o la Simón Bolívar de Caracas en Venezuela. El trabajo conjunto de investigadores con los conservadores del Museo da lugar asimismo a interesantes colaboraciones que se plasman en publicaciones (Sainz-Borgo et al., 2017). También otros museos y centros de investigación como la Estación Biológica de Doñana, The Natural History Museum en Londres y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) hacen uso de la Colección. De la misma forma, se prestan ejemplares tanto para su estudio científico como para exposiciones en centros y museos de historia natural y con los relacionados con el arte, entre los que podemos citar todos los grandes museos nacionales españoles como el Prado (figura 17.18), el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía (ver capítulo de exposiciones). En los últimos años hemos podido observar un creciente interés por la Colección de Aves por parte de artistas e historiadores que utilizan sus fondos para sus estudios. Desde la colección también se lleva a cabo una notable función educativa, al ejercer la tutoría de estudiantes que hacen sus prácticas fin de máster (Conservación y Restauración de la Facultad de Bellas Artes de Madrid) o que realizan estancias breves para conocer in situ el manejo de las colecciones (alumnos de la Universidad de Málaga, de Almería y del Museo Nacional de Historia Natural de Santiago de Chile). También impartimos cursos y conferencias sobre conservación y gestión de colecciones a grupos de distintas universidades, como la de Yale en Singapur o la Facultad de Biología de la Complutense y de la Autónoma de Madrid. La Colección de Aves ha participado en diversos proyectos europeos cuya temática está muy relacionada con las colecciones, como ENBI (2003-2005), EDIT (2006-2011) o SYNTHESYS 1-3 (2004-2016), dentro del cual coordinamos en Madrid el Curso Internacional de Gestión de Colecciones Madrid realizado en 2007. También colaboramos con la Infraestructura Global de Biodiversidad, GBIF, en cuya base de datos figuran los datos de 3000 ejemplares de esta colección.

Agradecimientos Deseamos agradecer la ayuda en la realización de este trabajo al doctor Ignacio Doadrio por invitarnos a participar en él; a Javier Sánchez Almazán y Rafael Araujo que, con su paciencia infinita, ha hecho posible la adecuación de este capítulo a las normas editoriales indicadas; a Óscar Ramos por todo su apoyo; a Manuel Sánchez Ruiz, otro perpetuo paciente, gracias al cual podemos manejar la base de datos de la colección; a Jesús Muñoz y Fernando Señor, del Servicio de Fotografía del MNCN; a Miguel Ángel Blanco, por su inestimable aportación en hacer visible esta colección fuera del ámbito de las ciencias naturales y por facilitarnos la fotografía de su exposición, y a todas las personas que han trabajado realizando el inventario de la colección, la preparación de ejemplares y la ordenación de los especímenes en los almacenes, sin los cuales habría sido imposible llegar hasta este punto.

249

Fuentes Graells, M. de la P. (1846-1855). Catálogos de las colecciones de Anatomía comparada, mamíferos, aves, reptiles y peces del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Museo de Historia Natural de Madrid. Gabinete de Zoología. Signatura: acn0247/001.

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La Colección de Mamíferos Ángel Garvía, Josefina Barreiro y Luis Castelo*

Diorama de rebecos, Rupicapra rupicapra (Linnaeus, 1758) Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

lo* a Colección de Mamíferos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), una de las colecciones específicas de mastozoología más importantes a escala nacional, constituye una combinación difícilmente igualable de ejemplares de alto valor científico, histórico y expositivo. Además de los fondos para investigación, contiene un gran número de especímenes naturalizados, que conforman una taxidermia científico-artística de primerísimo nivel y gran reputación mundial. Los mamíferos eran uno de los grupos zoológicos presentes en los fondos que componían el gabinete del naturalista criollo Pedro Franco Dávila (Franco Dávila, 1767; Villena et al., 2009) y que, una vez adquirido por Carlos III, supuso en 1771 el punto de partida del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid (Sánchez Almazán, 2012), institución que dio lugar al actual MNCN. Corrobora su presencia el propio catálogo elaborado por Dávila en 1767, en el que figuran 34 lotes de cuadrúpedos, término que entonces englobaba a mamíferos y reptiles. Así pues, se puede afirmar que han estado presentes en el MNCN desde su misma fundación, aunque es cierto que de esa época muy pocos se conservan hoy. Desde entonces, hace casi 250 años, los mamíferos siguen formando parte de las colecciones del Museo. Sus fondos actuales se calculan, en las estimaciones más conservadoras, en torno a 27.000 registros. Considerada entre las tres colecciones de mastozoología más importantes a nivel nacional y europeo, es la más relevante del país en ciertos grupos y zonas geográficas concretas. Con un nivel de informatización e inventariado que ronda el 85 %, cuenta con ejemplares de casi mil especies diferentes y una representación excepcional de mastofauna ibérica, además de especímenes de los cinco continentes habitados. Desde un punto de vista taxonómico, de los veintinueve órdenes reconocidos actualmente de mamíferos, cuenta con representantes de veintiocho. El nivel de préstamos y consultas de sus fondos para investigación es significativo. Si bien no por los mastozoólogos del MNCN, que son escasos, sí por los grupos de paleontólogos del Museo para comparación anatómica con el registro fósil. A esto se suman las consultas y visitas de investigadores de otros institutos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), otros organismos públicos de investigación, uni-

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Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]; [email protected]; [email protected]

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versidades e instituciones, nacionales y extranjeras, que incluyen los coordinados por SYNTHESYS, una infraestructura europea integrada para colecciones de historia natural (http://www.synthesys.info/). También recibe visitantes de fuera de Europa en estancias de formación. Las dos más recientes han sido: una en 2016 de formación en taxidermia del Museo Nacional de Historia Natural (Chile) y otra, en 2017, en conservación del Museo de la Ballena y Ciencias del Mar (México). En el tema de formación académica, la colaboración a nivel de grado y máster es constante con las principales universidades madrileñas y ocasional con otras nacionales, bien en coordinación y realización de visitas y prácticas de alumnos, bien en tutorado y asesoramiento profesional en trabajos final de grado o máster. Estas colaboraciones no solo se producen en disciplinas esperables como zoología o paleontología, sino también en el campo de las humanidades, tanto en investigación en historia de la ciencia como en bellas artes, donde la conservación del patrimonio cultural une ambas disciplinas en su deber de preservar el patrimonio, en un caso artístico y en el otro científico. La Colección de taxidermia de mamíferos ha sido esencial en el desarrollo de nuevas vías de colaboración en exposiciones organizadas por entidades externas al MNCN. A los habituales préstamos de especímenes para exposiciones en otros museos de ciencia, en la última década se ha sumado participar en exposiciones de temática no exclusivamente científica, algunas organizadas por museos nacionales de arte como el Museo Nacional del Prado o el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza (ver capítulo «Préstamos a exposiciones y museos»). En cualquier caso, una de las principales funciones de la colección en el terreno expositivo es proveer de piezas al Departamento de Exposiciones y Programas Públicos del MNCN, que basa su política expositiva en los fondos de sus propias colecciones. Los de mamíferos están entre los más usados y participan en la mayoría de las exposiciones permanentes y buena parte de las temporales (figura 18.1). Es habitual y constante la colaboración en actividades didácticas, mediante el préstamo de ejemplares o participación activa en visitas. 254

Figura 18.1. Dibujo del elefante africano (Loxodonta africana Blumenbach, 1797), expuesto en la sala del MNCN, realizado por Emilio Soteras, dibujante del Museo hasta febrero de 2001.

En resumen, se puede decir que la Colección de Mamíferos del MNCN, aun con un crecimiento más lento que otras colecciones de la institución, es una colección activa y viva que custodia un valioso legado científico, histórico y artístico sobre el que investigar, que requiere unas condiciones de conservación singulares (Gil, 2015) y permite ampliar las posibilidades de colaboración del Museo con otras instituciones nacionales. Además de una herramienta para la comunidad investigadora nacional e internacional, es un servicio comprometido en labores educativas, divulgativas y didácticas, y vital para la programación de exposiciones del Museo. A continuación, se detallan más en profundidad algunos aspectos de la Colección.

Ficha técnica

Figura 18.2. Izquierda. Pieles de estudio y cráneos de topo ibérico, Talpa occidentalis Cabrera, 1907. Material de investigación. Fotografía: Ángel Garvía. Figura 18.3. Derecha. Cráneo de lobo ibérico, Canis lupus signatus Cabrera, 1907. Material de investigación. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

De los 27.000 registros que se estima, como mínimo, constituyen actualmente la Colección, 22.848 están inventariados e informatizados a mayo de 2018. La mayoría del material que falta por inventariar es fauna ibérica conservada en fluido, fondos históricos pendientes de revisar y especímenes en espera de preparación. Aunque hay grupos adecuadamente catalogados, completar la catalogación, inventariado e informatización está entre las grandes tareas pendientes, aunque, con los medios actuales, inabordables a corto plazo. Otro problema es la falta de espacio para almacenar en condiciones óptimas y poder seguir creciendo. Apenas un 5 % de los fondos están adecuadamente fotografiados, aunque el excelente banco de imágenes del Servicio de Fotografía del MNCN puede paliar en parte este problema. En la Colección de Mamíferos, como sucede en otras de historia natural, coexisten dos finalidades diferentes en los ejemplares conservados: la investigación y la exhibición. Aunque los dos aspectos no son excluyentes y un mismo ejemplar puede ser útil para uno y otro, sí es cierto que se suelen establecer diferencias en el modo de conservación según su función principal. Los destinados a investigación suponen en torno al 91 % (figura 18.2). Son más numerosos porque de una misma especie interesa conservar el mayor número posible de individuos para georreferenciación y diversidad genética. Se procesan por preparadores especializados y se conservan en formatos que aseguran su utilidad para investigación: algo más del 70 % están en seco (piel curtida de estudio o hueso limpio) (figuras 18.3, 18.4, 18.5 y 18.6) y casi el 20 % en fluido (enteros o incompletos inmersos en etanol al 70 %) (figura 18.7). Para otros sistemas como liofilización o conservación en frío de tejidos o ADN existe una colección específica en el MNCN.

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Los destinados a exhibición no llegan al 5 % de los fondos. Por especie suele ser suficiente un único ejemplar o unos pocos que representen la diversidad por sexo, maduración o fenológica. Se naturalizan por taxidermistas y generalmente se disponen en posturas naturales, individualmente o en dioramas (montajes en grupo que se ambientan y decoran recreando hábitat y comportamiento). Aproximadamente el 1 % se conserva montado sobre peana o en metopa, en forma de piezas óseas, esqueleto completo o cornamenta. En torno al 3,7 % se disponen como pieles naturalizadas (montadas sobre un soporte), lo que comúnmente se denomina «animales disecados» (figura 18.8). Preparadores y taxidermistas comparten ciertas fases del proceso, como el curtido de piel o la limpieza de huesos. La colección de 70 esqueletos montados de mamíferos (figura 18.9), sin ser muy numerosa, tiene un enorme valor histórico, pues muchos están datados entre 1851 y 1861, y son obra de José Duchen, jefe del laboratorio de disecación en esa época (Barreiro, 1992) y excepcional esqueletista. Los grandes animales naturalizados son generalmente el símbolo de un museo de historia natural (Dorda, 2009b) y, sin duda, uno de los símbolos del MNCN son sus colecciones de taxidermia científica, especialmente las de aves y mamíferos. Están consideradas una de las mejores a nivel mundial. Con un incalculable valor histórico, científico y patrimonial, ejemplarizan, como en pocos museos a escala mundial, la conjunción de ciencia, arte y didáctica que sucede en la taxidermia. La colección cuenta con ejemplares naturalizados de un valor histórico excepcional, como el elefante asiático, Elephas 256

Figura 18.4. Izquierda arriba. Esqueleto de cabra, Capra pyrenaica Schinz, 1838. mncn-18112. Material de investigación. Figura 18.5. Derecha arriba. Pieles de estudio con volumen de desmán ibérico, Galemys pyrenaicus (E. Geoffroy Saint- Hilaire, 1811). Material de investigación. Figura 18.6. Abajo. Pieles de estudio sin volumen en cartón de micromamíferos. Material de investigación. Fotografías: Ángel Garvía.

Figura 18.7. Izquierda. Especímenes conservados en fluido. Fotografía: Ángel Garvía. Figura 18.8. Derecha. Ejemplar naturalizado de liebre ibérica, Lepus granatensis Rosenhauer, 1856. mncn-2310. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

Figura 18.9. Esqueleto montado de oso hormiguero gigante, Myrmecophaga tridactyla Linnaeus, 1758. mncn-2535. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

maximus Linnaeus, 1758, que vivió unos años en los jardines de Aranjuez tras ser regalado a Carlos III y fue disecado en 1778 (Mazo, 2008). Es una de las naturalizaciones de gran mamífero más antiguas conocidas (Dorda, 2009a; Aragón, 2014). Destacan también los ejemplares de lobo marsupial, Thylacinus cynocephalus (Harris, 1808), especie que se considera extinguida desde 1936 (Burbidge y Woinarski, 2016), y de antílope sable gigante, Hippotragus niger variani Thomas, 1916 (figura 18.10), subespecie considerada en peligro crítico de extinción desde 1996 (IUCN, 2017). Pero hablar de taxidermia en el MNCN es hablar de la familia Benedito, una saga de artistas taxidermistas como pocas ha habido a escala mundial (Dorda, 2009b). La incorporación a plantilla a principios del siglo xx de José María y Luis Benedito, junto con el equipo que se conforma en torno a ellos, permite al museo potenciar su laboratorio de taxidermia científica a límites nunca vueltos a alcanzar, generando obras de la máxima calidad y reconocidas mundialmente. Pocos museos en el mundo han logrado una escuela de taxidermia de nivel semejante (Dorda, 2009b). Aunque los dos hermanos realizaron trabajos conjuntamente, como el grupo de rebecos cantábricos (Rubio Aragonés, 2001), con el tiempo, José María se especializó en aves y Luis en mamíferos. Tras una estancia en el extranjero para aprender dermoplastia (técnica de taxidermia que viste con la piel curtida una escultura hiperrealista del animal a naturalizar), Luis

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Figura 18.10. Ejemplar naturalizado de antílope sable gigante, Hippotragus niger variani. Subespecie considerada en peligro crítico de extinción. mncn-5132. Fotografía: Ángel Garvía.

realizó algunos de los especímenes naturalizados más emblemáticos del MNCN, como el elefante africano, Loxodonta africana (Blumenbach, 1797), la jirafa, Giraffa camelopardalis (Linnaeus, 1758) y los grandes dioramas de mamíferos ibéricos (figura 18.11), obras que son un puente entre dos mundos: ciencia y arte. Ciencia porque son especímenes de museo de historia natural útiles para el educador y para el científico, incluso en estos tiempos modernos como fuente de ADN para estudios genéticos. Arte porque son creaciones artísticas: auténticas esculturas recubiertas con la piel de un animal. Sin ser objeto específico de este capítulo, diremos que es esta faceta artística la que hace que la conservación, tanto preventiva como curativa, y la restauración sean en la Colección de Mamí258

Figura 18.11. Diorama con grupo de tejones, Meles meles, Linnaeus, 1758, realizado por Luis Benedito en 1941. mncn-4221, 4222 y 4223. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

feros un tanto singulares, algo diferentes a las aplicadas en otras colecciones del MNCN. La taxidermia del MNCN y su conservación como patrimonio cultural que es se trata en profundidad en un capítulo independiente sobre taxidermia científica.

Composición taxonómica De los veintinueve órdenes reconocidos actualmente de mamíferos (Wilson y Reeder, 2005), solo uno está ausente en los fondos de la colección: el reducido orden Notoryctemorphia. Del resto existe representación en mayor o menor número. Siempre con el margen de incertidumbre que implican las revisiones en taxonomía y sistemática, y utilizando en la colección como checklist de referencia en la ordenación y nomenclatura de los especímenes a Wilson y Reeder (2005), el orden más representado es Rodentia, con más de 10.000 registros, seguido de Carnivora, con casi 3.500, y Artiodactyla y Chiroptera, que superan ampliamente los 2.000. También destacan Lagomorpha y Soricomorpha, que superan los 1.600 y 1.000 registros, respectivamente. En Cetacea, que no alcanza el medio centenar, coexisten ejemplares muy antiguos (figura 18.12) pertenecientes a los primeros tiempos del Real Gabinete —como un conjunto de huesos de cachalote, Physeter macrocephalus (Linnaeus, 1758)—, con uno de los más modernos y de mayor potencial expositivo: un esqueleto entero montado y exhibido desde 2011 suspendido del techo, de una ballena rorcual común, Balaenoptera physalus (Linnaeus, 1758) (figura 18.13). 259

Figura 18.12. Los huesos de cetáceo son algunos de los especímenes más antiguos de la colección, datados de la época del Real Gabinete. Hoy están identificados por un etiquetado de colores para cada individuo. Fotografía: Ángel Garvía.

Figura 18.13. Esqueleto de ballena rorcual común, Balaenoptera physalus (Linnaeus, 1758), montado y exhibido desde 2011 suspendido del techo en sala del MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

Figura 18.14. Ejemplares tipo de la Colección de Mamíferos. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

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Figura 18.15. Ejemplar tipo naturalizado de Midas lagonotus Jiménez de la Espada, 1870. mncn-m2075. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

El nivel de determinación taxonómica es muy elevado. Solamente el 0,55 % de los registros no tiene asignada familia, y no se ha determinado a qué orden pertenece el 0,11 %. El número de especies representadas en la colección es de 991, distribuidas en 487 géneros diferentes. Entre las especies con mayor número de registros están el zorro común, Vulpes vulpes (Linnaeus, 1758) y varias de micromamíferos de los géneros Apodemus, Microtus y Eliomys. La familia más representada, de las 114 que están presentes, es Muridae, con más de 5.100 registros, seguida de Cricetidae con casi 3.000. Más de 1.000 tienen Vespertilionidae, Gliridae, Mustelidae, Canidae y Leporidae. Entre 600 y 900 están Talpidae, Bovidae, Soricidae, Rhinolophidae y Sciuridae. La Colección no tiene animales domésticos ni propios de ganadería, salvo contadas excepciones. Las más relevantes son material óseo de perro, Canis lupus familiaris Linnaeus, 1758, para morfometría comparativa con cánidos silvestres; naturalizaciones de

Figura 18.16. Ejemplar de armadillo gigante, Priodontes maximus. mncn-m2501. Es la única aportación datada del naturalista español Félix de Azara y Perera. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

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gato, Felis silvestris catus Schreber, 1775, provenientes de las pruebas de acceso a las plazas de taxidermista del Museo; y el denominado toro de Veragua, Bos taurus Linnaeus, 1758, uno de los primeros trabajos realizados mediante dermoplastia por Luis Benedito (Dorda, 2009b).

Ejemplares tipo Los ejemplares tipo, los individuos concretos sobre los que se describe una especie nueva para la ciencia, son sin duda uno de los principales valores de una colección científica. En la Colección de Mamíferos, 91 registros tienen actualmente esta consideración, de los cuales 43 son tipos primarios, a saber: 35 holotipos, un sintipo, un lectotipo y seis cotipos, asumiendo que el antiguo término cotipo es homologable actualmente a sintipo (IZCN, 1999). El resto, si exceptuamos cuatro ejemplares registrados como tipo sin tener asignada categoría específica, son 35 paratipos, un isotipo y ocho adelfotipos. Esta última categoría, aunque hoy no es reconocida expresamente como tal en el Código por la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica ( IZCN, 1999), fue propuesta por Ángel Cabrera Latorre, zoólogo y paleontólogo español responsable de las colecciones del MNCN en la segunda década del siglo xx, para denominar un ejemplar que, a la condición de topotipo añade la circunstancia de haber sido obtenido por el mismo colector y al mismo tiempo que el tipo (Cabrera, 1912a). Para algunos autores, esto debería otorgar al ejemplar una importancia similar a la de un tipo primario (Cabrera, 1912a; Dallas, 1927). El orden Chiroptera es el que más especímenes tipo tiene, con 34, seguido de Rodentia y Lagomorpha con 20 y 19, respectivamente. De Soricomorpha, Dermoptera y Cingulata solo hay un ejemplar tipo. El resto, seis son Carnivora, cinco Primates, dos Didelphimorphia y otros dos Artiodactyla.

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Figura 18.17. El diorama de zorro común, Vulpes vulpes (Linnaeus, 1758), elaborado por Luis Benedito y su equipo de colaboradores del MNCN, es un ejemplo perfecto de lo didáctico que resulta este tipo de grupos biológicos, que incluye macho, hembra y juveniles. mncn-4192 a 4197. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Aunque contiene algunas series tipo completas, como la de Lepus castroviejoi Palacios, 1977 (figura 18.14), la mayoría son ejemplares tipo aislados. Algunos son relevantes para la historia de la ciencia española. Por ejemplo, se ha constatado que se conservan ejemplares tipo de las 15 especies de mamíferos descritas entre 1870 y 1917 por Marcos Jiménez de la Espada y Ángel Cabrera en el MNCN, a partir de ejemplares traídos por la Comisión Científica del Pacífico (CCP) (1862-1866), aunque en unos pocos casos no se preservan las series completas (González Fernández et al., 2016). En cuanto al método de conservación, 16 ejemplares tipo se conservan en fluido (completos o no) y 75 en seco. De estos, en 44 se conserva piel y material óseo de cada espécimen, en tres solo material óseo y en 28 únicamente piel de estudio o naturalizada. El formato de conservación habitual de la piel de un ejemplar tipo es curtida sin montar (piel de estudio), pero la colección contiene nueve naturalizadas, caso por ejemplo de varios taxones descritos por Jiménez de la Espada, con especímenes de la Comisión Científica del Pacífico (figura 18.15), y de la subespecie Capra pirenaica victoria descrita por Cabrera en 1914. El número de ejemplares tipo de esta colección no es elevado, pero las perspectivas de crecimiento sí lo son, aunque no por nuevos ingresos, sino por la asignación de tipo a especímenes ya presentes en los fondos, mediante estudio, revisión, actualización y recuperación de su información asociada (etiquetas, base de datos, citas bibliográficas, etc.). Así apuntan revisiones parciales y de especímenes concretos efectuadas en los últimos años que han generado un aumento de casi un 57 %, pasando de 58 ejemplares tipo en 1997 (Barreiro, 1997) a los 91 actuales. La revisión de Barreiro (2011) documentó el carácter de material tipo de siete ejemplares. Otro ejemplo más reciente (Fernández et al., 2016) es el ejemplar de armadillo gigante, Priodontes maximus (Kerr, 1792), número mncn-m2501 (figura 18.16), uno de los especímenes naturalizados más antiguos de la colección y única aportación datada del naturalista español Félix de Azara y Perera (1746-1821). Partiendo de la investigación iniciada a partir de anotaciones reflejadas en la base de datos que consideraban este espécimen «cotipo de la especie» (Cabrera, 1912a), se concluyó que el ejemplar es un sintipo de Dasypus giganteus Geoffroy, 1803 y Priodontes giganteus (Geoffroy, 1803). Esto abre un nuevo campo de trabajo, pues existen al menos otros 53 registros que no están considerados como ejemplares tipo, pero sí tienen anotaciones similares en otros campos de la base de datos (Garvía et al., 2016).

Procedencia geográfica En cuanto a la procedencia geográfica de los fondos de la Colección de Mamíferos del Museo, cabe destacar que la mayoría proceden de territorio español y que cuenta con una buena representación de las antiguas áreas de influencia española: Latinoamérica, norte de África, Filipinas y Guinea Ecuatorial. En torno al 11,6 % no tiene datos geográficos de calidad. La fauna española de mamíferos está excepcionalmente representada y supone algo más del 70 % de los fondos inventariados, con más de 16.000 registros. Los dioramas de mamíferos naturalizados y sobre todo los denominados grupos biológicos (dioramas que incluyen macho, hembra y cachorro), elaborados por Luis Benedito y su equipo de colaboradores, a veces en colaboración con su hermano José María, son auténticas ventanas a la naturaleza con un gran poder didáctico (figura 18.17). Son, como bien dicen Aragón y Casado (2012), «un fragmento de vida animal en su propio ambiente». 263

Está bien representado, con la excepción de la Ciudad Autónoma de Ceuta, en todo el territorio nacional español: las dieciséis comunidades autónomas actuales, la Comunidad Foral de Navarra y la Ciudad Autónoma de Melilla. La más representada es Castilla y León, con más de 4.600 registros, seguida por Castilla-La Mancha y la Comunidad de Madrid, con cifras similares en torno a los 1.700. Por debajo, citadas en orden de mayor a menor número de registros, están Cantabria, Extremadura, Andalucía, Principado de Asturias, Islas Baleares, Aragón y Cataluña, todas ellas con cifras entre 690 y 900. Algo menor es la representación de La Rioja y Galicia, con aproximadamente medio millar. Navarra, la Comunidad Valenciana y el País Vasco se sitúan entre 200 y 300. Canarias y la Región de Murcia son las comunidades peor representadas, con menos de un centenar. La menor representación corresponde a la Ciudad Autónoma de Ceuta, con únicamente seis registros. Desde un punto de vista global, aunque con una gran desigualdad, hay representación de los cinco continentes habitados: África, América, Asia, Europa y Oceanía. No existe representación de la Antártida, aunque algunas de las especies propias de esta zona sí están presentes en la colección, pero recolectadas en otras áreas geográficas. Oceanía es la peor representada, con menos de 100 registros. Asia presenta casi 500 (destacan los 84 de Filipinas). De África proceden en torno a 800, y sobresalen Guinea Ecuatorial (243) y Marruecos (503). América cuenta con unos 1.100, de los que 900 provienen de países latinoamericanos. Argentina, con más de 400, es el país mejor representado, seguido de México y Ecuador, con casi un centenar, y Brasil y Chile con la mitad de registros. En el entorno o por debajo de la veintena están, por orden de mayor a menor: Perú, Costa Rica, Cuba, Colombia, Venezuela, Uruguay, Paraguay, Panamá, Puerto Rico, Bolivia y Nicaragua. Fuera de esta área, es decir, en países norteamericanos de habla inglesa, se contabilizan unos doscientos registros de Canadá y, sobre todo, Estados Unidos. El continente mejor representado es Europa, pero de modo desigual: de los 16.500 registros europeos existentes, solo 400 no son españoles. Portugal es el país mejor representado, seguido por Italia, Polonia, Alemania y Francia. Tienen menos de veinte registros Bulgaria, Finlandia, Noruega, Rusia, Suiza, Andorra, Austria, Dinamarca, Grecia, Hungría, Irlanda, Países Bajos, Reino Unido, Rumanía, Serbia y Suecia.

Catálogos y publicaciones En la primera publicación del Real Gabinete (1784-1786), los dos tomos de Juan Bru con láminas de animales del Real Gabinete, del cual era disecador, ya figuran 24 mamíferos, incluso un pangolín, que entonces se consideraba un reptil. En los años siguientes, aunque más focalizadas en especímenes naturalizados, las publicaciones y guías de Mieg (1818), Solano y Eulate (1871) y Gogorza (1891) continúan reflejando la presencia de mamíferos en las colecciones. Sin quitar importancia al catálogo de las colecciones de anatomía comparada de vertebrados del MNCN, que realizó Mariano de la Paz Graells en 1846, el mayor número de publicaciones de un mismo autor sobre los fondos de la Colección de Mamíferos pertenece a Ángel Cabrera Latorre, incluidas dos revisiones de grupos zoológicos: primates americanos (Cabrera, 1900) y mamíferos recolectados en la Comisión Científica del Pacífico (Cabrera, 1917), así como el catálogo de tipos de la colección (Cabrera, 1912a), el catálogo metódico (Cabrera, 1912b) y tres manuscritos de datación incierta, elaborados seguramente entre 1902 y 1925, denominados genéricamente catálogos numéricos (Cabrera, 1900-1911; 1902?-1925?a y 1902?-1925?b). 264

Figura 18.18. El elefante asiático, Elephas maximus Linnaeus, 1758 regalado a Carlos III –del que se conservan actualmente en exposición en el MNCN la piel y el esqueleto montado–, es una de las naturalizaciones de gran mamífero más antiguas conocidas. mncn-4603. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz y Fernando Señor).

Más recientemente se han publicado catálogos de grupos zoológicos de la colección, como el de murciélagos de Ibáñez y Fernández (1989), y revisiones de ciertas áreas geográficas como Luluabourg (ex Congo Belga) e Ifni (Morales Agacino, 1935a, 1935b), Guinea Ecuatorial (Pérez del Val, 2001), Asia (Rey et al., 2002) y Venezuela (SainzBorgo et al., 2017). Específicos sobre la colección o determinados ejemplares de la misma son los trabajos de Delibes y García-Valdecasas (1987), Barreiro (1997; 2011), Rey (2004) y Aragón y Casado (2012). Más recientemente, la historia de los especímenes naturalizados ha sido estudiada por Dorda (2009b) y Aragón (2014) y su conservación ha sido objeto de una tesis doctoral (Gil, 2015).

Historia y crecimiento de la colección Desde la época del Real Gabinete, la Colección de Mamíferos ha crecido de diversos modos y a ritmo desigual en las diferentes épocas, casi siempre con circunstancias, históricas y actuales, que han lastrado su crecimiento con respecto a otras colecciones del MNCN. A diferencia de otros grupos de vertebrados como peces o anfibios, que sí cuentan con grupos de investigación activos en el MNCN, los especialistas en mamíferos no han sido tan numerosos en la plantilla del Museo en las últimas décadas, lo que implica que las entradas internas no hayan sido ni sean constantes ni numerosas. Tampoco se han logrado atraer grandes ingresos de investigadores o colecciones de entidades externas, con la destacable excepción de la incorporación a finales del siglo pasado, por do265

266

Figura 18.19. Ejemplar naturalizado de lobo marsupial, Thylacinus cynocephalus (Harris, 1808), especie hoy considerada extinguida, adquirido al taller de taxidermia londinense Rowland Ward. mncn-2613. Fotografía: Ángel Garvía.

Figura 18.20. El denominado toro de Veragua, Bos taurus Linnaeus, 1758, es uno de los primeros trabajos realizados por Luis Benedito mediante dermoplastia. mncn-5109. Fotografía: Ángel Garvía.

nación de la Comunidad Autónoma de Madrid, de gran parte de la colección de mamíferos de la Unidad de Zoología Aplicada (UZA). Este aporte mejoró cualitativa y cuantitativamente los fondos de fauna ibérica, y convirtió la colección en un referente nacional y mundial en esta área. Históricamente, los mamíferos han partido en desventaja numérica en cuanto a representación en la colección, como reconocía el propio Dávila. Esta carencia se intentó paliar mediante la Instrucción de 1776 (Villena et al., 2009; Sánchez Almazán, 2012). También se establecieron corresponsalías por toda la Península para conseguir envíos regulares (Sánchez Almazán, 2016). A pesar de ello, los envíos de mamíferos fueron menos numerosos que los de otros grupos zoológicos. Sin duda tiene mucho que ver en ello el hecho de que preparar, conservar y transportar mamíferos sea más costoso y complejo que transportar insectos, conchas de moluscos o esqueletos de coral, por ejemplo. Aun así, la colección ha ido incrementando sus fondos a lo largo del tiempo. En época reciente básicamente por ingresos de investigadores, donaciones de particulares (especialmente especímenes naturalizados), material adjudicado por decisión judicial tras ser requisado por CITES y otras autoridades, y ejemplares procedentes de CRAS (Centros de Recuperación de Animales Silvestres), parques zoológicos y otros centros similares. Para mayor detalle en la historia de la colección entre 1771 y 1935, se puede consultar la obra de Agustín Jesús Barreiro, reeditada en 1992. A continuación, nos limitamos a mencionar algunos recursos y estrategias que la institución ha utilizado históricamente para enriquecer sus colecciones en general y la de mamíferos en particular. Algunos de los animales mantenidos vivos un tiempo en la Casa de Fieras del Buen Retiro y en los Reales Sitios pasaron a engrosar los fondos de la colección tras su muerte (Bru, 1786; Gómez-Centurión, 2011; Aragón, 2014). El mejor y más documentado ejemplo en mamíferos (Mazo, 2008; Gómez-Centurión, 2011) es el comentado elefante asiático regalado a Carlos III, del que se conservan actualmente en exposición en el MNCN la piel y el esqueleto montado (figura 18.18). El método siguió siendo empleado, pues de los partes administrativos elaborados en 1868-1869 por Juan Ramón Dut (Dut, 1868-1869), disecador primero del Museo a partir de 1867, se deduce que los animales muertos en el Jardín Zoológico de Aclimatación del Botánico constituían una de las fuentes principales de ingreso. Los ejemplares procedentes de expediciones científicas han supuesto algunos de los ingresos más importantes. Ya son citados como relevantes en el Reglamento del Museo de 1857, que legisla sobre la plantilla de disecadores y sus funciones (Aragón, 2014), y se han mantenido hasta bien entrado el siglo xx con campañas comandadas entre otros por Cabrera (Rey, 2004) o Martínez de la Escalera (Barreiro, 2011). Pero, sin duda, uno de los más relevantes fue el material aportado por la gran expedición científica española del siglo xix, la denominada Comisión Científica del Pacífico, que de 1862 a 1865 circunvaló la costa del continente americano desde Brasil a California (López-Ocón, 2000; PuigSamper, 1988). Uno de sus objetivos principales era enriquecer con nuevas especies las colecciones nacionales. En el caso concreto de la Colección de Mamíferos, la Comisión Científica del Pacífico aportó entre 88 y 106 especies, algunas desconocidas para la ciencia en ese momento. La cifra concreta varía entre 249 y 258, según el autor consultado (Almagro, 1866; Cabrera, 1917), al igual que el número total de mamíferos aportados al Museo. Actualmente al menos 185 ejemplares, de 81 especies, colectados por la Comisión Científica del Pacífico permanecen en la colección (Garvía et al., 2017). Otro ingreso destacable, por su procedencia geográfica, es el que supusieron los especímenes de la «Exposición General de las Islas Filipinas», realizada en Madrid en 1887. Conseguidos de envíos locales y de colecciones compradas (Rey et al., 2002), in267

gresaron en el Museo una vez finalizada la exposición a través del efímero Museo-Biblioteca de Ultramar. Mariano de la Paz Graells, además de gran impulsor de la Comisión Científica del Pacífico, durante su dirección potenció el incremento de las colecciones, en especial la de mamíferos, incluso financiando personalmente algunas iniciativas en este sentido (Rey et al., 2002). Por ejemplo, organizó una red de corresponsales a nivel nacional para conseguir ejemplares (Sánchez Almazán, 2016). Graells también adquirió por catálogo mamíferos a dos de los proveedores extranjeros más prestigiosos de la época: Verraux y Deyrolle (Rey et al., 2002). A la compra de ejemplares se ha recurrido a lo largo de la historia de la Colección de Mamíferos. Ya Dávila aconsejaba adquirir para el Real Gabinete ejemplares de cuadrúpedos en Holanda (Villena et al., 2009; Sánchez Almazán, 2012) y, a principios del siglo xx, con Ignacio Bolívar como director, se compran ejemplares en los talleres de taxidermia más prestigiosos: Rowland Ward, Gerrard y Sons, Herman Rolle o Fukai (figura 18.19). La taxidermia ha estado ligada siempre al crecimiento de la Colección de Mamíferos. Desde que se crea en 1828 la Escuela de Taxidermia en el Museo, entonces Real Museo de Ciencias Naturales (Sánchez Almazán, 2016), la producción de especímenes naturalizados ha enriquecido sus fondos como pocas actividades institucionales. El punto álgido de esta producción fue, como se ha comentado, el equipo formado en torno a los hermanos Benedito a principios del siglo xx. El intercambio con otros centros ha sido otro sistema de ingreso desde que Dávila aprovechaba sus contactos internacionales para intercambiar especímenes con instituciones europeas, como la Royal Society o el Gabinete Imperial de Viena (Sánchez Almazán, 2012). Del citado Reglamento del Museo de 1857 se deduce que este tipo de intercambio fue una fuente de ingresos en esa época (Aragón, 2014). Lo continuó siendo en el siglo xix por iniciativa de Graells (Cabrera, 1912b) y en el xx, gracias a los intercambios de Cabrera (Rey et al., 2002). La relación de la Colección de Mamíferos con la realeza y la nobleza españolas ha sido puntual pero evidente, con independencia del papel de Carlos III en la creación del Real Gabinete. En el segundo volumen de su publicación (Bru, 1786) confirma que la Corona fue el principal benefactor del crecimiento de las colecciones en la primera época del Real Gabinete. Como ya se ha mencionado, fue habitual que los animales regalados al rey acabaran en la colección de este. Sin llegar a ese nivel de mecenazgo, la relación se mantuvo, de algún modo, hasta el siglo xx. Algunas piezas emblemáticas del Museo han sido donadas por la Casa Real o por miembros de la nobleza. En 1917, Alfonso XIII donó el ejemplar de oso pardo, Ursus arctos Linnaeus, 1758, que se exhibe actualmente en el MNCN y al cual Luis Benedito no dio aspecto de fiera agresiva, como era habitual: una muestra más de la singularidad de este escultor-taxidermista. Otros ejemplares emblemáticos del MNCN, como los mencionados elefante africano y toro de Veragua (figura 18.20), fueron donados por los duques de Alba y Veragua, respectivamente.

Agradecimientos Agradecemos las contribuciones de Jesús Dorda, Piluca Rodríguez, Óscar Ramos y Francisco Yagüe, así como el esfuerzo del personal del Servicio de Fotografía del MNCN: Jesús Muñoz y Fernando Señor.

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La Colección de Tejidos y ADN Isabel Rey y Beatriz Álvarez Dorda*

Imagen al Microscopio Electrónico de Barrido Ambiental (ESEM) de ADN extraído de un espermatóforo de calamar gigante (Architheutis dux Steenstrup, 1857). mncn adn: 2435, seco sobre papel de filtro. Fotogtrafía: Isabel Rey y Servicio de Microscopía del MNCN.

orda* as colecciones de historia natural (CHN) existen en los museos desde el siglo xviii, pero la aparición de las colecciones científicas, que reflejan de forma sistemática la diversidad de las especies y su variabilidad, data de mediados del siglo xix. Se estima que en la actualidad hay aproximadamente 2.500 millones de especímenes y objetos de historia natural (Duckworth et al., 1993; OECD, 1999; Chapman, 2005) y entre 1.260-2.060 millones (Ariño, 2010) en las más de 6.600 instituciones que albergan colecciones científicas (herbarios y museos en biocollection del National Center for Biotechnology Information). Las CHN son el conjunto de especímenes (completos o parciales) y objetos, extraídos de la naturaleza, tratados con diferentes técnicas de preservación para garantizar su permanencia y estabilidad en el tiempo, mantenidos como lotes, piezas únicas o por sus representaciones (incluidas las artísticas), en cualquier formato físico o digital (moldes, modelos, dibujos, grabados, fotografías), que se han acumulado en un período de tiempo concreto o a lo largo de la historia, que sirven, y han servido, para diversos fines (científicos, educativos, expositivos, patrimoniales). Además, cada una de las piezas conservadas lleva asociados una serie de datos que la ubican en el tiempo y el espacio (medio natural) y la definen en la historia, pues contienen información sobre los sucesos que ha sufrido hasta llegar al depósito donde se custodian. Toda esa información forma parte del espécimen, tanto como su forma o tamaño, y es desde esta visión conjunta como debe ser entendida una pieza de colección científica. Las CHN sirven para producir estudios científicos, garantizar la educación en Ciencias Naturales y contribuir a su divulgación, asegurar el conocimiento en el futuro del patrimonio biológico de épocas pasadas y, finalmente, permiten el simple placer de su contemplación. Las características que diferencian las CHN del resto de las colecciones que forman el patrimonio cultural y científico (museos de arte, o museos de ciencia y tecnología) son:

L

1. Su naturaleza, pues se componen de objetos orgánicos o inorgánicos no manufacturados. Los especímenes orgánicos tienen que ser sometidos a técnicas de preparación *

Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]; [email protected]

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para evitar su descomposición y permitir su mantenimiento a largo plazo, además del estudio a diferentes niveles (individuo, sistema, órgano, histológico, celular o molecular). Por ejemplo, en zoología son necesarios procesos de fijación o disección, completa o parcial, que implican, dependiendo del grupo taxonómico del que se trate, evisceración, desollado, descarnado, limpieza, curtido, montaje y secado; además, hay que tener en cuenta que dichos especímenes pueden ser sometidos a múltiples técnicas para obtener preparaciones microscópicas, histológicas, citológicas o moleculares que pueden incluir tratamientos a diferentes niveles de sofisticación, dependiendo de la metodología y de los usos finales para los que se conserva un ejemplar. 2. La repetitividad de los ejemplares, frente a la naturaleza de «objeto único e irrepetible» del resto de colecciones. En la actualidad, de cada especie se conservan series de especímenes de la misma población, es decir, no se conserva un único espécimen, sino que se guarda un número más elevado, que pueda ser estadísticamente significativo y que refleje la variabilidad intra e interespecífica o poblacional en un momento dado. Una CHN es más valiosa cuanto más material de referencia albergue con estas características (por ejemplo, en especies extinguidas, especies similares de diferentes procedencias y hábitats o en series típicas). 3. Algunas de sus piezas son un patrón o marco de referencia universal y han sido designadas así por expertos taxónomos, sobre la base de un conjunto de convenciones usadas en los códigos de nomenclatura, y gracias a ello un observador puede discernir entre especies (ver capítulo «Nomenclatura»). 4. El elevado número de especímenes que tiene que ser conservado y gestionado. Compárese, por ejemplo, el volumen de la colección custodiada por el MNCN, que llega casi a nueve millones de especímenes, frente a la colección custodiada por el Museo del Prado, formada por 25.000 obras, o con el millón y medio de piezas custodiadas por el Museo Arqueológico Nacional. 5. El uso prioritario de la mayoría de los ejemplares conservados es para investigación en diversas disciplinas científicas y tecnológicas. El porcentaje de piezas exclusivamente para exposición es inferior al 0,1 %. En la actualidad, en España, todas las colecciones estatales, sean de la naturaleza que sean, están protegidas por la misma Ley del Patrimonio Histórico de 1985 (más información sobre esta y otras leyes puede consultarse en el capítulo de «Legislación».

Antecedentes Las colecciones de tejidos y ADN son las que se han formado para obtener moléculas orgánicas o inorgánicas concretas a partir de muestras de tejidos, ya sean ácidos nucleicos (ADN o ARN), proteínas u otras. El uso de este nuevo tipo de colecciones —que se ha hecho común en disciplinas de investigación habituales en instituciones de historia natural, como la taxonomía o la filogenia—comenzó en los albores del siglo xx, pero su proliferación no tuvo lugar hasta la última década de ese siglo. La primera colección de tejidos, concretamente sangre, que se utilizó en relación con los trabajos de taxonomía y sistemática característicos de los museos aparece en los 274

trabajos de George H. F. Nuttall (1862-1937), que realizó innovadores descubrimientos en la química de la sangre, en inmunología y acerca de las enfermedades transmitidas por artrópodos. Nuttall hizo uso por vez primera de datos genéticos, mucho antes de que la base molecular de la herencia hubiera sido determinada. Obtuvo información sobre relaciones filogenéticas, comparando las características inmunológicas de las proteínas sanguíneas de ciertos primates, incluidos los humanos, con otros vertebrados (Nutall, 1901a, b; Nuttall et al., 1904). No hay que olvidar que no fue hasta las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo xx cuando se comprendió la estructura del ADN y su función tanto en la herencia (con los trabajos de Oswald Avery, Phoebus Levene, Erwin Chargaff, Rosalind Franklin, James Watson o Francis Crick) como en la producción de proteínas (por los estudios de François Jacob y Jacques Monod), y se admitió que se podría utilizar un enfoque molecular para solucionar filogenias. En uno de sus trabajos (Nuttall, 1901a) indicaba que tenía 140 muestras de sangre de todas las clases de vertebrados obtenidos de muy diversos países y anotaba la necesidad de probar el método en el mayor número posible de vertebrados (aunque en posteriores trabajos también hablaba de invertebrados); por ello solicitaba ayuda a cazadores, puesto que la sangre puede ser obtenida de especímenes vivos o muertos. Publicó un método muy sencillo que consiste en «absorber la sangre (evitando la formación de coágulos) en tiras de papel de filtro puro de aproximadamente tres pulgadas de ancho por cinco pulgadas de largo». Dicho texto resulta fascinante, ya que introduce consideraciones técnicas equiparables a las que se utilizan hoy en día. El mismo año concluyó que en el futuro podríamos ser capaces incluso de determinar las diferencias químicas existentes en la sangre de las diversas razas humanas (Nuttall, 1901b). Desde finales de los años 20 hasta los 60, el desarrollo de la taxonomía serológica se mantuvo en Estados Unidos con los trabajos de Alan A. Boyden (Boyden, 1953, 1963, 1969), el cual no solo comparó especies de vertebrados, sino también de crustáceos, y creó un museo serológico donde pudo aplicar su perspectiva comparativa para entender las relaciones entre las especies (Strasser, 2010). Para que las colecciones del Museo Serológico de la Universidad de Rutgers crecieran, redactó y publicó instrucciones precisas acerca de cómo recoger la sangre (Boyden, 1953; Gisler, 2010). Con esta acción se vivió un cambio decisivo en la historia de las ciencias biológicas, que se ampliaron al nivel molecular, y su colección se reconoce como la primera colección formal de tejidos (Dessauer y Hafner, 1984). Los trabajos sobre evolución y sistemática molecular fueron continuados por Morris Goodman utilizando las propiedades inmunológicas de las hemoglobinas por medio de una técnica conocida como inmunodifusión (Goodman et al., 1975). Las isoenzimas fueron descubiertas por Ro Hunter y Clement Markert en 1957, y en 1966 se descubrió la existencia de su polimorfismo genético dentro de la misma población en sendas publicaciones con humanos (Harris, 1966) y con Drosophila (Lewontin y Hubby, 1966), por lo que durante la década de los sesenta se las consideró el enlace más ampliamente reconocido entre los niveles organismo y molecular. Durante las décadas de los setenta y ochenta se coleccionaron miles de muestras de animales y vegetales para realizar estudios de taxonomía y dilucidar relaciones filogenéticas entre diferentes grupos por medio de esta nueva técnica, la electroforesis de isoenzimas (Selander, 1970, 1976; Ayala et al., 1972; Nevo, 1978; Mayr, 1982). También se crearon colecciones por la colecta de tejido adiposo para estudios ecológicos y fisiológicos (Kalabukhov, 1978) y otras se reunieron para ser utilizadas en una nueva técnica, la hibridación ADN-ADN (Sibley y Ahlquist, 1982, 1984; Catzeflis et al., 1987; Sibley et al., 1988), que medía el grado de similitud entre secuencias de ADN. 275

Fuera del ámbito de los museos, desde el año 1961 se ha formado una enorme colección de sangre, conservada en las denominadas Tarjetas Guthrie. A principios de 1960, Robert Guthrie introdujo en Estados Unidos la primera prueba neonatal para detectar la fenilcetonuria, una enfermedad progresiva y fatal para los niños (González y Willis, 2009). El programa nacional del Reino Unido para realizar esta prueba a todos los recién nacidos se introdujo en 1969 y fue continuado en 1981 por otro similar para detectar el hipotiroidismo congénito con una sola muestra de sangre recogida por punción del talón del bebé entre los 6 y los 14 días de edad. Todas estas muestras se almacenan, generalmente secas, en un papel de filtro especial (Dezateux, 1998) y en la actualidad han sido utilizadas para extraer ADN (Makowski et al., 1995, 1996, 1997; Caggana et al., 1998; Dezateux, 1998; Wong et al., 2008). Es interesante rescatar esta información puesto que, en la actualidad, uno de los métodos más utilizados para conservar muestras sigue siendo empapar y secar sangre sobre papel de filtro (método eficaz, económico y fácil de obtener, transportar y conservar), la misma técnica utilizada ya por Nuttall, hace más de un siglo. Ahora el papel de filtro que se utiliza está bajo patente y tiene nombre comercial, tarjetas FTA (Smith y Burgoyne, 2004). El descubrimiento de la técnica conocida como Reacción en Cadena de la Polimerasa (Polymerase Chain Reaction, abreviada como PCR), que se desarrolló a partir de 1983 hasta 1987 (Mullis y Faloona, 1987; Saiki et al., 1988) en Cetus Corporation, compañía pionera en biotecnología, junto con la evolución de los sistemas de secuenciación desarrollados desde los setenta, hicieron posible que la investigación basada en ácidos nucleicos alcanzase disciplinas como la taxonomía, la filogenia o la evolución, cobijadas en gran medida en los museos de historia natural (Dessauer y Hafner, 1984; Barrowclough, 1985; Dessauer et al., 1990; Sherwin, 1991; Baker, 1994; Thomas, 1994; Sheldon y Dittmann, 1997). Por último, en estas colecciones se conserva ADN antiguo (Wandeler et al., 2007) (según Wikipedia, es el que se recupera de muestras biológicas que no han sido específicamente conservadas para posteriores análisis de ADN e incluye el ADN recuperado de material esquelético arqueológico o histórico, tejidos momificados, especímenes de colección no congelados, especímenes médicos, muestras de herbarios y restos congelados en hielo y permafrost). De común acuerdo, todas las revisiones sobre el tema establecen que el primer artículo con amplia difusión sobre ADN antiguo fue publicado en Nature por Higuchi y colaboradores en noviembre de 1984. La especie con que se trabajó fue la quagga (Equus quagga quagga Boddaert, 1785), un équido sudafricano extinto a finales Figura 19.1. Muestreo no invasivo, en la imagen se puede observar cómo se recogen pelos de oso pardo (Ursus arctos) que han quedado enganchados en alambre de espino. Fotografía: Isabel Rey y Beatriz Álvarez Dorda.

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Figura 19.2 Ignacio Doadrio colectando muestras de tejido de peces en México. Fotografía: Adolfo de Sostoa.

del siglo xix, cuyo ADN se obtuvo de una muestra de músculo seco de un espécimen del Museo de Historia Natural de Mainz (Alemania). Las técnicas pioneras utilizadas para trabajar con este tipo de material se deben a Svante Pääbo, el cual publicó dos artículos sobre el ADN de momias egipcias en 1985, todo un reto en un momento en que la amplificación de secuencias de ADN solo era posible por clonación, y a principios de los años noventa (Hoss et al., 1992) se comienzan a usar con excrementos y con muestras no invasivas (figura 19.1). Estas nuevas colecciones científicas, mantenidas en la actualidad principalmente congeladas, se han consolidado como una importante infraestructura científica en los albores del siglo xxi (Prendini et al., 2002; Savolainen y Chase, 2006), complementan las colecciones de la mayoría de numerosos museos y herbarios del mundo y son las que ofrecen mayor potencial de cara al futuro. La Colección de Tejidos y ADN del MNCN (Rey y Dorda, 2006) es pionera en España y en Europa.

La Colección de Tejidos y ADN del MNCN La Colección de Tejidos y ADN del MNCN (CSIC) comenzó a gestarse en la década de los ochenta y se hizo realidad el año 2000. A lo largo de la segunda mitad de la mism década se comenzaron a colectar muestras con intención de seguir las novedosas técnicas moleculares que se estaban poniendo a la vanguardia de la investigación en biología evolutiva en el resto del mundo. El primer proyecto que dedicó una parte de su presupuesto a colectar muestras de tejido para usos moleculares se denominó «Evolución en condiciones de insularidad islas y lagunas endorreicas españolas» (CAICYT-CSIC 211). Comenzó en 1985 y su investigador principal fue Borja Sanchiz y Gil de Avalle. De este proyecto se obtuvo la primera tesis del MNCN en la que se usaron marcadores moleculares con isoenzimas, realizada por Begoña Arano Bermejo con el título «Aspectos filogenéticos del género Triturus con especial consideración a la evolución del complejo» Triturus alpestris (leída en el Departamento de Biología Animal I, Zoología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid en septiembre de 1988 y dirigida por Pilar Herrero). La primera tesis donde se analizó el polimorfismo del ADN mitocondrial (RFLP = polimorfismo de longitud de fragmentos de restricción) fue realizada por Annie Machordom Barbé con el título «Filogenia y evolución del género Barbus en la Península Ibérica mediante marcadores moleculares» (leída en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid el 27 de noviembre de 1992) y dirigida por Ignacio Doadrio Villarejo, que fue el investigador principal de proyectos pioneros como «Hibridación natural en vertebrados inferiores ibéricos» (CICYT PB88-0010, desde 1989 a 1992) o «Filogenia y evolución del género Barbus en la Península Ibérica» (CICYT entre 1990 y 1991) (figura 19.2). La mayor parte de las muestras iniciales de la colección procedían de distintos proyectos de investigación realizados desde mediados de los años ochenta del siglo xx, que se centraban en sistemática molecular y genética de poblaciones. Estos proyectos se desarrollaron en los departamentos de Biología Evolutiva y de Biodiversidad, fusionados desde 1993 en uno solo, y en el Departamento de Ecología Evolutiva. Para el desarrollo de los proyectos se utilizaron diversos tejidos de diferentes especies zoológicas, que fueron acumulándose en congeladores. No conocemos cuántas muestras se obtuvieron durante este tiempo, pero estimamos que podría haber más de 40.000 tubos que contenían tejidos completos, homogeneizados de proteínas y ADN de más de 1.000 especies animales 277

Tabla 19.1. Proyectos de investigación a partir de los cuales se obtienen las primeras muestras con las que se constituye la colección

título

vigencia

investigador principal

financiación

Evolución en condiciones de insularidad islas y lagunas endorreicas españolas

1985-1988

Borja Sanchiz y Gil de Avalle

CAICYT-CSIC (211)

Evolución de los barbos ibéricos y de sus parásitos basados sobre los marcadores aloenzimáticos y ADN mitocondrial

1988-1989

Ignacio Doadrio Villarejo

CICYT

Especiaciones cenozoicas del género Barbus y sus helmintos parásitos en África

1988-1990

Ignacio Doadrio Villarejo y Christian Lévêque

CICYT

Hibridación natural en vertebrados inferiores ibéricos

1989-1992

Ignacio Doadrio Villarejo

CICYT (PB880010)

Filogenia y evolución del género Barbus en la Península Ibérica

1990-1991

Ignacio Doadrio Villarejo y Patrick Berrebi

CICYT

El papel de las zonas híbridas en el mantenimiento de la variabilidad poblacional y sus implicaciones en la conservación de las especies en peligro de extinción

1990-1992

Borja Sanchiz y Gil de Avalle, y Timothy Halliday

British Council (Acción integrada 155A)

Conservación de poblaciones relictas de anfibios Alytes sp. de las sierras Béticas

1990-1992

Gabino González

ICONA-CSIC

Mecanismos de diversificación morfológica: genética, biología del desarrollo y evolución

1990-1993

Pere Alberch

DGICYT PB89-0045

Mecanismos poblacionales, citogenéticas y moleculares en la especiación de los roedores del género Ctenomys

1991

Osvaldo Alfredo Reig

CSIC

Caracterización poblacional y conservación de la ictiofauna en peligro de extinción

1991-1993

Ignacio Doadrio Villarejo

ICONA

Especiación de los tuco-tucos, roedores subterráneos del género Ctenomys

1991-1994 (muere el 13 de marzo de 1992)

Osvaldo Alfredo Reig

DGICYT

Eficacia, fiabilidad y congruencia de técnicas biosistemáticas

1991-1994 (muere el 19 de julio de 2001)

Fermín Martín Piera

DGICYT

1993

Ignacio Doadrio Villarejo y Pannos Economidis

CICYT

1993-1994

Ignacio Doadrio Villarejo y Christian Lévêque (Muséum national d’Histoire naturelle de Paris)

CICYT

Sistemática molecular del género Barbus (Pisces, Cyprinidae)

1993-1993

Ignacio Doadrio Villarejo e Yuri Dgebuadze (Institute of Evolutionary Animal Morphology, Moscú)

CICYT

Dinámica de procesos de especiación y evolución morfológica

1993-1996

Pere Alberch

DGICYT PB 92-0091

Especiaciones cenozoicas de la ictiofauna continental europea

1993-1995

Ignacio Doadrio Villarejo

DGICYT

Inventariación de peces continentales en el Parque Nacional de Coiba (Panamá)

1995

Ignacio Doadrio Villarejo

ICONA

Estructura poblacional de los tuco-tucos (Ctenomys, Rodentia) en Ñacuñán (reserva MAB) y de la región de Cuyo: Estudios de variabilidad genética y de ecología del comportamiento

1995

Borja Sanchíz y Gil de Avalle y Virgilio G. Roig

CSIC y CONICET

Filogenia y evolución del género Barbus Diversidad biológica y mecanismos de especiación en el modelo Barbus (Teleostei, Cyprinidae) en África

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Biodiversidad de los peces continentales de Oaxaca, México, su conservación y aprovechamiento

1995-1996

Ignacio Doadrio Villarejo

Inventariación de las especies piscícolas incluidas en la directiva del Consejo de las Comunidades Europeas (92/43 CEE del Consejo), relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la flora y la fauna silvestre

1995-1996

Ignacio Doadrio Villarejo

1995-1996

Ignacio Doadrio Villarejo y Salwa El Gharbi (Universidad de Rabat, Marruecos)

Ecología y comportamiento del fraile (Blennius fluviatilis): una especie en peligro en España

1995-1996

Ignacio Doadrio Villarejo y John D. Reynolds (Universidad de East Anglia, RU).

CICYT

Estudio genético de la población española del oso pardo

1995-1996

Ignacio Doadrio Villarejo

ICONA

Mecanismos de especiación morfológica y molecular

1996-1997

Pere Alberch

DGICYT PB 95-0142

Inventariación de las especies piscícolas de Castilla-La Mancha, incluidas en el anexo II de la directiva 92/43/CEE. 1995-96)

1995-1997

Ignacio Doadrio Villarejo

Junta de Castilla-La Mancha

Caracterización genética de las poblaciones españolas de urogallo (Tetrao urogallus, L)

1997-1998

Ignacio Doadrio Villarejo

Universidad de Cantabria

1997-2000 (muere el 13 de marzo de 1998)

Pere Alberch

DGICYT PB 96-0895

Genética de la población española de oso pardo

1997-2000

Ignacio Doadrio Villarejo

Ministerio de Medio Ambiente

Relaciones filogenéticas y diversidad de la ictiofauna continental española

1998-2001

Ignacio Doadrio Villarejo

Ministerio de Educación y Cultura

Estrategias reproductivas de pingüinos antárticos

1998-1999

Juan Moreno Klemming

CICYT

Sistemática del género Telmatobius (Amphibia, Anura, Leptodactylidae), con especial referencia al grupo marmoratus

1998-2001

Ignacio de la Riva de la Viña

DGICYT DEGES PB97-1147

Biogeografía y conservación de los ecosistemas acuáticos de la sierra de los Tuxtlas (Veracruz, México)

1999-2000

Ignacio Doadrio Villarejo

CSIC-CONACYT

Filogenia molecular de los cíclidos (Pisces: Perciformes) de México

2001

Rafael Zardoya San Sebastián

MNCN

Caracterización molecular de especies crípticas de anfibios endémicos de la Península Ibérica e identificación de áreas potenciales de hibridación

2001-2003

Mario García París

MCYT-DGI

Identificación de microsatélites específicos para caracterizar la variabilidad genética de especies endémicas de la Península Ibérica y las islas Canarias

2001-2004

Rafael Zardoya San Sebastián

MCYT

Una aproximación morfológica, bioacústica y molecular a la diversidad de cuatro grupos de anfibios andinos

2001-2004

Ignacio de la Riva de la Viña

MCYT REN 2001-1046/GLO

Estudio de las poblaciones de salmónidos en Marruecos

Estudio multidisciplinar sobre la Evolución de Sistemas de Desarrollo y Especiación

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Figura 19.3. Ana Isabel Camacho colectando invertebrados subterráneos en la cueva de Ojo Guareña, Burgos. Fotografía: Carlos Puch.

recolectadas en España y países de Europa y Sudamérica, principalmente. En la tabla 19.1 se puede ver el listado de los proyectos de esa época. La colección también cuenta con las muestras no invasivas (excrementos, pelos o plumas) encontradas en los hábitats naturales donde viven especies en peligro de extinción como el oso pardo, Ursus arctos Linnaeus, 1758 o el urogallo, Tetrao urogallus Linnaeus, 1758, que se obtuvieron en la ejecución de proyectos pioneros en su época. En concreto, el proyecto «Estudio genético de la población española del oso pardo», financiado por el Ministerio de Medio Ambiente el año 1996, se realizó en colaboración con el Laboratoire de populations d’altitude de la Universidad Joseph Fourier de Grenoble (Francia) y en él se obtuvieron genomas de esta especie en peligro de extinción a partir de excrementos, en un momento en el que los laboratorios que utilizaban ese tipo de técnicas se contaban con los dedos de una mano.

Figura 19.4. Número de ejemplares/muestras adquiridos por la colección en los períodos señalados.

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Figura 19.5. Izquierda. Isabel Rey tomando muestras de piel y pelo de ejemplar de lobo marsupial Thylacinus cynocephalus (Harris, 1808), del MNCN, comprado en 1917 a Rowland Ward Ltd. Figura 19.6. Derecha. Beatriz Álvarez Dorda introduciendo muestras en el liofilizador para proceder a su preparación. Fotografías: Isabel Rey y Beatriz Álvarez Dorda.

En el año 2000, a iniciativa de Montserrat Gomendio e Ignacio de la Riva, directora y vicedirector de investigación del MNCN en aquel entonces, se constituyó el Banco de Recursos Genéticos. En el año 2002, el nuevo director, Alfonso Navas, con Miguel Ángel López Barba como gerente, apoyó la iniciativa de la dirección anterior y dicho banco genético se consolidó como una auténtica colección del MNCN y se integró en la Vicedirección de Colecciones con la denominación de Colección de Tejidos y ADN, nombre que mantiene en la actualidad. Desde entonces la colección se ha hecho realidad gracias al empeño y profesionalidad del personal técnico que le fue asignado en su momento, a la aportación económica del CSIC y a la colaboración de investigadores del MNCN, quienes, además de incrementar los fondos de la misma con sus colectas, participaron en la solicitud de financiación (a través de Acciones Especiales o Complementarias de la Dirección General de Investigación del antiguo Ministerio de Educación y Ciencia) para obtener el presupuesto necesario para su consolidación. En la actualidad, gran parte del material que constituye la colección se obtiene mediante recolección o donación de especímenes utilizados en proyectos de investigación molecular, tanto de investigadores internos como externos al MNCN. También se ingresa material procedente de donaciones de centros de recuperación de fauna amenazada, de zoológicos y de consejerías de medio ambiente de diferentes comunidades autónomas y de decomisados que finalmente se adscriben al Museo por dictamen judicial (figura 19.3). Estimamos que el volumen medio anual de donaciones que recibe esta Colección es de 5.000 especímenes (7.500 muestras). En la figura 19.4 puede apreciarse esta evolución. Hay que hacer hincapié en que muchos de estos tejidos han sido obtenidos bajo autorización expresa de los organismos de conservación correspondientes o autoridad CITES, puesto que pertenecen a especies en peligro de extinción o con problemas de conservación, en cumplimiento de la legalidad vigente. Por último, aunque no en menor medida, hay que mencionar las muestras obtenidas de los especímenes antiguos de colecciones clásicas con ejemplares de hasta 250 años de antigüedad. Dichas muestras añaden un increíble valor científico tanto a las colecciones moleculares como a las colecciones clásicas y las revalorizan (figuras 19.5 y 19.6). En la actualidad la Colección está compuesta por ADN y muestras de tejidos principalmente de animales, aunque también conserva un pequeño porcentaje (5 %) de muestras vegetales. En total hay más de 127.000 muestras catalogadas, pertenecientes a 281

11 % ADN

14 % Liofilizado

89 % Tejidos

54 % Congelado

32 % Alcohol

Figura 19.7. Porcentaje del tipo de muestra y del tipo de conservación.

4% Mollusca 12 % Arthropoda

84 % Chordata

3% Arachnida

1% Otros

4% Reptilia

1% Otros

12 % Aves 32 % Amphibia 35 % Malacostraca 13 % Mammalia

61 % Insecta 38 % Actinopterygii

Phylum Arthropoda

Phylum Chordata

Figura 19.8. Distribución de las muestras atendiendo a su clasificación taxonómica.

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Figura 19.9. Panorámica del laboratorio de técnicas moleculares de la Colección de Tejidos y ADN. Fotografías: Isabel Rey y Beatriz Álvarez Dorda.

más de 85.000 especímenes y más de 6.000 especies, conservadas mediante diferentes métodos (congeladas, en fluido o liofilizadas) para garantizar su conservación futura en previsión de posibles desastres (figura 19.7). Si nos centramos en las muestras animales, dado que son las más abundantes (95 %), en las gráficas podemos ver cómo se distribuyen atendiendo a su clasificación taxonómica (figura 19.8). La Colección consta de despachos, laboratorios y depósitos para poder llevar a cabo las tareas de gestión, adquisición, asimilación y acceso (Rey, 2014) (figura 19.9). Como todas las colecciones científicas, el interés de esta colección se centra no solo en la preservación del material a corto plazo sino también en su conservación en el tiempo y en la gestión de su información, con el objetivo de maximizar su uso y ampliar y facilitar el acceso a la misma a toda la comunidad científica, puesto que son muchas las disciplinas a las que puede dar servicio. A día de hoy se han prestado más de 15.500 muestras (figura 19.10), con las que se han obtenido secuencias de ADN que se han depositado en bancos de secuencias como GenBank (NCBI) y se encuentran citadas en más de 150 publicaciones científicas, incluidas las realizadas por el equipo de la colección (Camacho et al., 2002, 2011, 2012, 2013a, b, 2014; Rey et al., 2004; San Mauro et al., 2004; Albert et al., 2009; Gaubert et al., 2009; Padial et al., 2009; Pons et al., 2011; Fitze et al., 2012; Goicoechea et al., 2012; Agorreta et al., 2013; Delicado et al., 2013). El número de citas de la colección para Google Scholar es de 5.145 (figura 19.11). La participación en proyectos europeos, como SYNTHESYS y EDIT, ha servido para homogeneizar y estandarizar los métodos de trabajo y comprobar que el nivel de calidad de la Colección está en consonancia con otras europeas semejantes. Además, se han impartido cursos de técnicas moleculares y de conservación de colecciones para facilitar la transferencia de conocimientos, a escala nacional, tanto para personal del MNCN como del CSIC. En el ámbito europeo, el personal de la colección tuvo el privilegio de organizar el primer curso sobre colecciones moleculares en el marco del Proyecto SYNTHESYS2 con el título «Molecular collections management and linkage between biological specimen repositories and molecular sequence databases», con alumnos de nueve países. Los materiales biológicos conservados en esta Colección están desempeñando un trascendente papel científico que se incrementa día a día. Estas muestras biológicas pueden generar información vital en numerosas líneas de investigación: diversidad genética, 283

Figura 19.10. Número de muestras prestadas por años.

Figura 19.11. Número de citas por año de las publicaciones realizadas con muestras depositadas en la colección.

identificación de especies híbridas o crípticas y poblaciones amenazadas, taxonomía, filogenia, evolución y desarrollo, identificación individual, relaciones de parentesco y genealogías, epidemiología o toxicología (contaminantes medioambientales).

El laboratorio de identificación molecular Prácticamente desde su origen la Colección de Tejidos y ADN cuenta con un laboratorio de técnicas moleculares, infraestructura de apoyo imprescindible para el trabajo rutinario de la misma, donde se obtiene ADN y se analiza la calidad del trabajo propio y de los ingresos comprobando, por ejemplo, identificaciones y concentraciones. La existencia de este laboratorio posibilitó que la colección, como otras, a partir de 2003 pudiera dar servicio de identificación y análisis tanto interno como externo, colaborando con la autoridad española de protección del medio ambiente (SEPRONA) y con la autoridad administrativa que controla el comercio de especies en peligro de extinción o vulnerables sometidas a comercio (para cumplir con el convenio CITES), realizando pruebas forenses, emitiendo informes técnicos y peritajes de identificación. 284

Los trabajos más habituales son la identificación por ADN a nivel específico de muestras dubitadas, identificación de sexo en aves y mamíferos, y análisis poblacional e identificación de paternidad. Hasta la actualidad se han realizado más de 150 informes y el servicio ha sido galardonado con la medalla al mérito con distintivo blanco de la Guardia Civil por su colaboración continuada con el SEPRONA y la protección del medio ambiente.

Perspectivas de la colección Los pilares que fundamentan el trabajo de la Colección de Tejidos y ADN son garantizar la conservación y el acceso, junto con una búsqueda continua de innovaciones que mejoren ambos objetivos. Para ello la colección seguirá registrando información sobre problemas de preservación y continuará poniendo a prueba los nuevos métodos que aparezcan y que puedan resultar de interés a corto, medio y largo plazo. Siempre al tanto de las necesidades y los requerimientos en cantidad y calidad de las nuevas técnicas de investigación (genómica, transcriptómica, proteómica o metabolómica) se intentará redefinir los protocolos de adquisición para poder implementar estos servicios. Así, por ejemplo, se están comenzando a usar nuevos tipos de conservantes que garanticen la preservación de ARN. Además, se mantendrá al día en lo que se refiere a los requisitos legales a escala nacional e internacional, y se implementarán cuando sea necesario. En un mundo en que el acceso digital a la información es una realidad, se pretende establecer un marco digital común donde crear contenidos interrelacionados para mejorar el acceso y el uso de los activos digitalizados que están en el dominio público de las CHN. Por último, existe un fuerte compromiso del personal de la colección por la transferencia de conocimientos; los numerosos cursos impartidos, las publicaciones científicas y de divulgación lo demuestran, pero este impulso no debe detenerse. El privilegio de trabajar en una colección que es un referente tanto a nivel nacional como internacional hace posible adquirir experiencia con el trabajo cotidiano y consideramos que es una responsabilidad seguir difundiendo este conocimiento.

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289

Fonoteca Zoológica Rafael Márquez*

La Fonoteca Zoológica del MNCN es hoy líder mundial en el archivo de cantos de anuros. En 2018 incluía cantos de 1.016 especies.

uez* a Fonoteca Zoológica (FZ) es la colección científica de sonidos de animales del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC). Consta de dos colecciones cuya situación en 2018 es como sigue:

L

La Colección de Registros Publicados Es una colección de guías sonoras de sonidos de animales y ambientes acústicos naturales publicados en formatos comerciales (vinilos, cintas magnéticas, CD) de la cual menos del 50 % está indexada. Consta de más de 1.200 volúmenes con más de 33.000 registros indexados de más de 10.600 especies y constituye la mayor colección del mundo de este tipo de publicaciones. Esta colección se ha realizado en más del 90 % a través de compras privadas del autor de este capítulo y su posterior cesión a la FZ. La Colección de Registros Propios Con más de 11.500 grabaciones indexadas de más de 1.580 especies de animales, es un repositorio de grabaciones originales realizadas por investigadores y naturalistas. En esta colección se depositan los registros sonoros asociados a las descripciones de nuevas especies siguiendo los consejos de muchas revistas científicas taxonómicas y de Kohler et al. (2017). La naturaleza de las colecciones de la Fonoteca Zoológica hace que los muestreos sean siempre no destructivos (solo se obtienen grabaciones) y compatibles con todos los protocolos de ética en el trato animal y conservación de la naturaleza. Todo el archivo y la gestión son en formato digital, lo que facilita la preservación y manejo del material de la colección y su conexión con Internet. La web de la Fonoteca Zoológica es www.FonoZoo.com (figura 20.1), incluye acceso libre a las bases de datos de las dos colecciones (permite búsquedas pero no acceso directo a los archivos de audio). Está alojada en servidores del CSIC. Es una referencia mundial en la web para el estudio de sonidos animales y cuenta con más de 40.000 visitas al mes en 2018 (tabla 20.1).

*

Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]

291

Tabla 20.1. Estadísticas de visitas a la web www.FonoZoo.com generadas el 7 de junio de 2018 por awffull Version 3.10.2 (no está corregido por visitas de Bots) por Hosting-SGAI, CSIC. summary by month Daily Avg

Monthly Totals

Month Hits

Files

Pages

Visits

Sites

Volume

Visits

Pages

Files

Hits

May 2018

5931

5220

4095

1416

3693

11.28 GB

43.922

126.961

161.830

183.877

Apr 2018

7186

6562

5667

1569

3512

12.08 GB

47.091

170.022

196.860

215.580

Mar 2018

6906

6384

5410

1730

4014

10.09 GB

50.191

156.910

185.164

200.291

Feb 2018

5972

5453

4665

1573

3561

9.59 GB

44.062

130.643

152.711

167.236

Jan 2018

6984

6438

5562

2123

3959

9.33 GB

65.829

172.452

199.591

216.513

Dec 2017

5185

4745

4081

1584

3589

6.50 GB

47.526

122.450

142.372

155.558

Nov 2017

5808

5257

4479

1578

3529

8.30 GB

47.363

134.376

157.733

174.240

Oct 2017

4196

3793

3233

1171

3064

6.65 GB

36.307

100.245

117.598

130.086

Sep 2017

5175

4639

3929

1578

3525

6.86 GB

47.348

117.891

139.195

155.273

Aug 2017

5418

4876

4216

1743

3577

7.06 GB

50.574

122.272

141.405

157.126

Jul 2017

3982

3397

3045

1177

2533

4.05 GB

32.973

85.276

95.130

111.517

¿Cómo funciona la Fonoteca Zoológica? 1. La FZ funciona como depósito de grabaciones de especies animales. El objetivo de sus dos colecciones (Registros Propios y Registros Publicados) es que las grabaciones estén disponibles a través de un sistema de indexado y que su permanencia en el tiempo esté garantizada. Las colecciones están archivadas en formato digital con copia de seguridad, que permite una copia rápida de registros y, por consiguiente, una ágil adaptación al desarrollo de nuevos formatos de almacenamiento de datos. 2. La FZ funciona como NEXO de información entre los grabadores de sonidos de la naturaleza y los potenciales usuarios. a. La FZ es parte del MNCN, centro de investigación del CSIC, organismo público del Estado español. b. La FZ no compra ni vende sonidos ni archivos de sonido, pero puede actuar como servidor de sonidos si el autor de las grabaciones autoriza poner a disposición del solicitante una copia del sonido. c. Los registros incluidos en la colección de Registros Publicados nunca se ponen a disposición de los solicitantes vía web sin la autorización del poseedor de los derechos de autor de la grabación. 292

Figura 20.1. La web de la Fonoteca Zoológica, www.FonoZoo.com, es el portal de acceso a la colección científica y supone una referencia consolidada en la comunidad científica bioacústica y en el mundo de los naturalistas acústicos. Es preponderante su papel en los cantos de anuros.

d. Los Registros Publicados podrán ser consultados y estudiados en el laboratorio de bioacústica de la FZ, donde no se permitirán duplicaciones que violen las leyes de copyright de las grabaciones. e. La FZ solo pone a disposición del solicitante los registros de la colección de Registros Propios si el solicitante pertenece a un centro de investigación reconocido y se compromete a no duplicar el registro más allá de lo necesario para realizar su trabajo de investigación y a no utilizarlo para otros fines sin el consentimiento del poseedor de los derechos de autor de la grabación. f. Los depositantes de sonidos en la colección de Registros Propios serán siempre los autores originales de la grabación. g. Los depositantes de sonidos en la Colección de Registros Propios pueden establecer limitaciones adicionales a la circulación de los sonidos depositados (limited time copyright u otras opciones).

Trayectoria de la Fonoteca Zoológica La FZ se crea por iniciativa personal del autor (Rafael Márquez), con objeto de dotar al MNCN con una colección científica de sonidos de animales y de naturaleza basada en las grabaciones ya existentes realizadas en sus trabajos de investigación y en las de otros investigadores del Museo como el doctor Ignacio De la Riva. En 2001 la Comunidad de Madrid concede la primera subvención económica al autor para la creación de la FZ. En esta época, la directora del MNCN de 1997 a 2002 apoya decididamente la creación de dicha colección científica y permite la solicitud de financiación de equipamiento para la FZ tras una visita del presidente del Gobierno José María Aznar, que abrió la posibilidad de liberar unos fondos destinados a otro museo (inexistente) y permitieron una importante inyección de fondos para el MNCN. Gracias a dichos fondos se pudo comprar el material de audio e informático básico para la FZ. En 2001 la Fonoteca Zoológica inicia su colaboración con Alosa Sonidos de la Naturaleza y edita el primer Libro-CD Audio de cantos de sapos y ranas de España y Portugal, con Eloisa Matheu. A partir de 2002 y hasta 2009, con el Museo bajo la dirección de Dr. Alfonso Navas, la FZ se consolida como colección científica y aparece en el organigrama oficial del MNCN y en el Plan de Actuación del mismo como colección científica. La FZ será apoyada de nuevo 293

con una continuación de la financiación externa para los años 2003-2004 en otro proyecto presentado por el autor. El Ministerio de Ciencia y Tecnología continuó la financiación hasta 2006 (CGL2004-21489-E) para la contratación de personal (un contrato) de la FZ. Gracias a esta financiación se pudo contratar a Gema Solís Fraile (actual responsable de la Colección de Peces del MNCN). De 2006 a 2008 el autor (Rafael Márquez) consiguió una prolongación de la financiación por parte del Ministerio de Ciencia y Tecnología en su programa de adaptación de las colecciones al GBIF (Global Biodiversity Information Facility, Acción Complementaria CGL2005-25130-E/BOS). Este proyecto permitió la contratación a tiempo parcial de Mercedes Pérez Valle y Laura González Ortiz, que hicieron una gran labor de consolidación de la colección además de garantizar su interconexión con el sistema GBIF, siempre con la ayuda inestimable de Xavier Eekhout. En 2003, la Fonoteca Zoológica publica su segunda guía sonora en formato CD audio + libro, principalmente con las grabaciones de ranas de Bolivia del doctor Ignacio De la Riva, y esta publicación aparece referenciada en la revista Science (Holden, 2003). En 2006, del 27 al 30 de septiembre, la FZ organiza en Madrid el «First European Workshop on Animal Sound Research and Libraries», dentro del grupo de trabajo 4 del Proyecto Europeo EDIT (European Distributed Institute of Taxonomy), iniciativa que continuó en años posteriores en congresos del International Bioacoustics Council (IBAC). En la evaluación externa internacional de las colecciones del MNCN, la FZ fue una de las dos colecciones que obtuvieron la máxima calificación. Durante estos años numerosos universitarios voluntarios participan en la indexación de los registros de las dos colecciones científicas. Más adelante, entre estos voluntarios habrá participantes en programas de prácticas universitarias, trabajos de fin de grado y de fin de máster. 294

Figura 20.2. Portada actual de www.fonozoo.com/frogcallsof theworld.

Tabla 20.2. Adaptada de Köhler et al. (2017). Listado de archivos con registros de especies de anfibios anuros ‘♪’ grabaciones de guías sonoras. Diciembre de 2016. archivo

acrónimo

institución

localidad

n.º especies

n.º archivos

responsable

web

8646 -5359♪

Rafael Márquez

http://www.fonozoo.com/

http://macaulaylibrary.org/

Principales colecciones internacionales

FonoZoo

Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid CSIC

ML

The Cornell Lab of Ornithology

Ithaca, USA

686

8,071

Matthew A. Young y Matthew D. Medler

Fonoteca Neotropical Jacques Vielliard

FNJV

Museu de História Natural ‘prof. Adão José Cardoso’, Unicamp

Campinas, Brazil

509

3070

Luís Felipe Toledo

http://www2.ib.unicamp.br/fnjv/

British Library Sound Archive

BL

British Library

London, UK

448

2000

Cheryl Tipp

http://www.bl.uk/collectionguides/wildlife-andenvironmental-sounds

Animal Sound Archive (Tierstimmenarchiv)

TSA

Museum für Naturkunde

Berlin, Germany

85

610

Karl-Heinz Frommolt

http://www.tierstimmenarchiv.de

CSIRO

National Facilities and Collections

Canberra, Australia

39

361

Leo Joseph

http://www.ala.org.au/

Fonoteca Zoológica

Macaulay Library

Australian National Wildlife Collection

Madrid, Spain

1082 -1701♪

Otrtas colecciones brasileñas y de Norteamérica

Arquivos Sonoros da Universidade Federal do Rio Grande do Norte

ASUFRN

Universidade Federal do Rio Grande do Norte

Natal, Brazil

336

567

Adrian Antonio Garda

CFBH

Universidade Estadual Paulista

Rio Claro, Brazil

200

900

Célio F. B. Haddad

-

AAG-UFU

Universidade Federal de Uberlândia

Uberlândia, Brazil

175

5950

Ariovaldo A. Giaretta

-

LH

Universidade Federal de Mato Grosso

Cuiabá, Brazil

160

1,000

Christine Strussman

-

Coleção Científica de Vocalizações de Anfíbios Anuros do Museu Nacional - Rio de Janeiro

MNVOC

Museu Nacional

Rio de Janeiro, Brazil

125

333

José P. Pombal Jr.

Fonoteca da coleção zoológica

FONOZUFG

Universidade Federal de Goiás

Goiânia, Brazil

60

1490

Rogério Pereira Bastos

BLB

The Ohio State University

Columbus, USA

79

784

Angelika Nelson

https://blb.osu.edu/

FLMNH BLA

Florida Museum of Natural History, University of Florida

Gainesville, USA

56

233

David Steadman

http://www.flmnh.ufl.edu/ bird-sounds/

Coleção de Anfíbios Célio F. B. Haddad Arquivo sonoro da Coleção de Anuros da Universidade Federal de Uberlândia Banco de Registros Bioacústicos Laboratório de Herpetologia, Instituto de Biociências, Universidade Federal de Mato Grosso

Borror Lab of Bioacoustics

FLMNH Bioacoustics Laboratory and Archives

295

La página web de la Fonoteca Zoológica (www.FonoZoo.com) es creada en estos años y tiene un rápido desarrollo en la web. Se alojan en ella los catálogos de las dos colecciones de la FZ, se permiten búsquedas y solicitudes desde cualquier parte del mundo, y se atienden directamente las de centros de investigación y académicos. En 2010, se presenta en el XI Congreso Luso-Español de Herpetología en Sevilla Frog Calls of the World, la primera lista de referencia mundial de cantos de ranas de FonoZoo.com en Internet. www.fonozoo.com/frogcallsoftheworld (figura 20.2). En esta lista se incluyen los cantos o llamadas de apareamiento en los machos anuros, que son el principal mecanismo de reconocimiento de la especie por parte de la hembra en la naturaleza, por lo que resultan de gran valor para confirmar el estatus taxonómico de los ejemplares grabados o escuchados. El objetivo de esta lista FCW es proporcionar al menos una muestra de cantos o llamadas de apareamiento de cada especie de anuro y una fotografía de un adulto, con el fin de ayudar a la identificación de las especies escuchadas o grabadas. La lista de muestras de audio (mp3) está abierta a consultas y se garantiza el acceso a la información de manera gratuita, rápida y sencilla, gracias a un buscador avanzado por familia, género o especie. Todos los archivos de FCW están accesibles desde la primera página sobre biología y conservación de anfibios del mundo, gestionada por la Universidad de California, Berkeley, www.amphibiaweb.org, que a su vez está asociada al proyecto Encyclopedia of Life (EoL). En el momento de su lanzamiento, la lista contó con cantos de más de 700 especies (es decir, más del 11,8 % de las 5.927 especies descritas) de más de 23 países. En 2018, FCW incluye cantos de 1.016 especies de anuros (14,61 % de las 6.955 especies descritas en 2018; Amphibiaweb, 2018). La FZ sufre un período muy difícil a partir de 2009 con la llegada de un nuevo equipo directivo que decidió la eliminación de la Fonoteca Zoológica como colección científica del Museo, aunque más tarde reconsideró esta decisión por la intervención del coordinador de área y otros investigadores del CSIC. Pese a esta reconsideración, dejó la fonoteca sin la financiación habitual para su mantenimiento y no hizo nada por consolidar el personal de la FZ, que solo se había financiado hasta la fecha con proyectos obtenidos por el autor de este capítulo. Únicamente la consolidación de una plaza (a tiempo parcial) permitió seguir en funcionamiento, aunque siempre bajo mínimos. Durante este período la FZ no solo sobrevivió, sino que su presencia en la web aumentó sobrepasando las 20.000 visitas mensuales además de atender anualmente centenares de préstamos a través de la web y utilizando una CPU en línea como servidor propio, con lo que no existían ni siquiera gastos de envío (que tampoco estaban cubiertos por el MNCN). La FZ completó la publicación de sus seis guías sonoras de anfibios en 2011 (España y Portugal, Bolivia, Cuba, Sur de Brasil, Madagascar y Betampona; ver epígrafe «Publicaciones de guías sonoras de la Fonoteca Zoológica»). Estas publicaciones contribuyen a la descripción de los sonidos del mayor número de especies de anuros del mundo hasta la fecha. Por supuesto, el MNCN no aportó ninguna subvención a dichas publicaciones, aunque sí lo hizo la Sociedad de Amigos del Museo, que contribuyó a la edición de una de las guías. A partir de 2013, con el cambio de dirección, la situación institucional de la FZ se acerca a la normalidad y afianza su reputación internacional con la firma de este autor de un artículo en Science (Toledo et al., 2015), en el que se hacía un llamamiento al depósito de los archivos de audio y vídeo en colecciones científicas. El estudio comparativo publicado en Zootaxa en 2017 sitúa la FZ como líder mundial en el archivo de cantos de anuros (tabla 20.2) (Köhler et al., 2017). 296

La dotación de personal para la FZ es una cuestión pendiente, pues es una colección científica que carece de responsable y de personal tras el traslado de su técnico a servicios centrales del CSIC. Aunque se ha solicitado al CSIC una plaza de conservador para la misma, en el momento de escribir estas líneas (junio de 2018), la FZ está inactiva y sin personal (en 2019, y con la ayuda del Vicedirector de Colecciones Dr. Ignacio Doadrio, con un contrato laboral indefinido no fijo a Laura González Ortiz, resucita la actividad de la Fonoteca Zoológica).

Referencias bibliográficas AmphibiaWeb (2018). https://amphibiaweb.org. University of California, Berkeley, CA, USA [Consulta: 10/06/2018]. Holden C. (2003). «New Frog album released», Science, 299: 1179. Köhler, J. M.; Jansen, A.; Rodríguez, P. J. R.; Kok, L. F.; Toledo, M.; Emmrich, F.; Glaw, F.; Haddad, C. F. B., Rödel, M.-O. y Vences, M. (2017). «The use of bioacoustics in anuran taxonomy: theory, terminology, methods and recommendations for best practice», Zootaxa, 4251 (1): 1-124. Toledo, L. F.; Tipp, C. y Márquez, R. (2015). «The value of audiovisual archives», Science, 347.6221: 484. Publicaciones científicas del personal de la Fonoteca Zoológica desde 2015 (Ordenación de más reciente a más antigua) Márquez, R.; Beltrán, J. F.; Pita-Vaca, I.; Samlali, M. A.; S’Khifa, A.; Slimani, T. y El Mouden, E. H. (2018). «Release calls of Moroccan Spadefoot Toad, Pelobates varaldii (Anura, Pelobatidae) Amphibia-Reptilia». En prensa. Forti, L. R.; Foratto, R. M.; Márquez, R.; Pereira, V. R. y Toledo, L. F. (2018). «Current knowledge on bioacoustics of the subfamily Lophyohylinae (Hylidae, Anura) and description of Ocellated treefrog Itapotihyla langsdorffii vocalizations», PeerJ 6: e4813. doi: https://doi.org/10.7717/peerj.4813 Guerra, V.; Llusia, D.; Gambale, P.G.; Ribeiro de Morais, A.; Márquez, R. y Bastos, R. P. (2018). «The advertisement calls of Brazilian anurans: Historical review, current knowledge and future directions», PLoS ONe 13(1): e0191691. doi: https://doi.org/ 10.1371/journal.pone.0191691 Márquez, R. (2018). Book Review. Chants d’Amphibiens du Cameroun. Calls of Amphibians from Cameroun, by Jean Louis Amiet and Sandra Goutte. Jean Louis Amiet & Editions Petit Génie, 2017. Bioacoustics. En prensa. Forti, L.; Zornosa-Torres, C.; Márquez, R. y Toledo, L. F. (2018). «Ancestral state, phylogenetic signal and convergence among anuran distress calls. Zoologischer Anzeiger», Journal of Comparative Zoology 274: 1-5. Forti, L.; Stanescu, F.; Cogalniceanu, D. y Márquez, R. (2018). «Release and distress calls in European spadefoot toads, genus Pelobates», Bioacoustics, 2018: 1-15. Goutte, S.; Dubois, A.; Howard, S.; Márquez, R.; Rowley, J.; Dehling, M.; Grandcolas, P.; Xiong, R. y Legendre, F. (2018). «How the environment shapes animal signals: a test of the Acoustic Adaptation Hypothesis in frogs», Journal of Evolutionary Biology 31(1): 148-158. Sánchez-Vialas, A.; Calvo-Revuelta, M. y Márquez, R. (2017). «Ptychadena in Mauritania and the first record of Ptychadena schillukorum», ZooKeys, 673, 125. doi: https://doi.org/10.3897/zookeys.673.10265 297

Díaz-Rodríguez, J.; Gehara, M.; Márquez, R.; Vences, M.; Gonçalves, H.; Sequeira, F.; Martínez-Solano, Í. y Tejedo, M. (2017). «Integration of molecular, bioacoustical and morphological data reveals two new cryptic species of Pelodytes (Anura, Pelodytidae) from the Iberian Peninsula», Zootaxa, 4243(1): 1-41. doi: 10.11646/zootaxa.4243.1.1. Forti, L. R.; Sanches Forti, A. B. B.; Márquez, R. y Toledo, L. F. (2017). «Behavioural response evoked by conspecific distress calls in two Neotropical treefrogs», Ethology, 123(12): 942-948. doi: https://doi.org/10.1111/eth.12693. St nescu, F.; Márquez, R.; Székely, P. y Cog lniceanu, D. (2017). «The advertisement call of Pristimantis subsigillatus (Anura, Craugastoridae)», Acta Herpetologica 12(1): 95-10. Márquez, R.; Beltrán, J. F.; Llusia, D.; Penna, M. y Narins, P. M. (2016). «Synthetic rainfall vibrations evoke toad emergence», Current Biology 26(24): R1270-R1271. Furtado, R.; Márquez, R. y Hartz, S. (2016). «In front of a mirror: visual displays may not be aggressive signals in nocturnal tree frogs», Journal of Natural History, 51(7-8): 443-454. doi: https://doi.org/10.1080/00222933.2016.1262078. Polo-Cavia, N.; Oliveira, J. M.; Redondo Villa, A. J. y Márquez, R. (2016). «Background colour matching in a wild population of Alytes obstetricans», Amphibia Reptilia 37(3): 253-260. doi: https://doi.org/10.1163/15685381-00003050. Goutte, S.; Dubois, A.; Howard, S. D.; Márquez, R.; Rowley, J. J.; Dehling, J. M.; Grandcolas, P.; Xiong, R. y Legendre, F. (2016). «Environmental constraints and call evolution in torrent dwelling frogs», Evolution; international journal of organic evolution, 70(4): 811-826. doi: https://doi.org/10.1111/evo.12903. Morais, A. R.; Siqueira, M. N.; Márquez, R. y Bastos, R. P. (2016). «Males of Hypsiboas goianus (Anura; Hylidae) do not assess neighbor fighting ability through acoustic interactions», Acta Ethologica 19(1): 43-50. Toledo, L. F.; Tipp, C. y Márquez, R. (2015). «The value of audiovisual archives», Science, 347(6221): 484-484. Palacios, V.; Font, E.; Márquez, R. y Carazo, P. (2015). «Recognition of familiarity on the basis of howls: a playback experiment in a captive group of wolves», Behaviour, 152: 593-614. doi: https://doi.org/10.1163/1568539X-00003244. Volodin, I.; Matrosova, V.; Volodina, E.; García, A. J.; Gallego, L.; Márquez, R.; Llusia, D.; Beltrán, J. F. y Landete-Castillejos, T. (2015). «Sex and age-class differences in calls of Iberian red deer during the rut: reversed sex dimorphism of pitch and contrasting roars from farmed and wild stags», Acta Ethologica: 18(1): 19-29. doi: https://doi.org/10.1007/s10211-013-0179-8. Forti, L. R.; Márquez, R. y Bertoluci, J. (2015). «Advertisement call of Dendropsophus microps (Anura: Hylidae) from two populations from southeastern Brazil», Zoologia: 32 (3): 187-194. Toledo, L. F.; Llusia, D.; Vieira, C. A.; Corbo, M. y Márquez, R. (2015). «Neither convergence nor divergence in the advertisement call of sympatric congeneric Neotropical treefrogs», Bioacoustics: 24(1), 31-47. Publicaciones de guías sonoras de la Fonoteca Zoológica (Ordenación de más reciente a más antigua) Gonçalo, M. R.; Márquez, R. y Andreone, F. (2011). The astonishing calls of the frogs of Betampona. Torino, Museo Regionale di Scienze Naturali di Torino. Kwet, A. y Márquez, R. (2010). Sound guide of the frogs and toads of Southern Brazil and Uruguay. [Barcelona], Alosa sons de la natura-Fonoteca Zoológica. 298

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299

Las Colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica Celia M. Santos y Ana M. Bravo*

Arriba. Fagácea del Mioceno Superior de Bellver de la Cerdanya (Lérida) Quercus drymeja Unger, 1847. mncnv-03522. Colección de Paleobotánica. Abajo. Decápodo del Jurásico superior de Solnhofen (Alemania) Aeger tipularius (Schlotheim, 1822). mncni-03827. Colección de Invertebrados Fósiles.

Arce* as colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) tienen su origen en la colección que el Rey Carlos III adquirió a Pedro Franco Dávila (figura 21.1) en 1771, que ya incluía 377 lotes de fósiles, con cerca de 3.700 ejemplares (Montero y Diéguez, 1995a). Estas colecciones se continuaron incrementando con donaciones, colectas, compras e intercambios producidos desde finales del siglo xviii. Durante el siglo xix los principales colectores fueron Juan Vilanova y Piera, Augusto González de Linares, Gérard P. Deshayes, Abdullah Bey y Ramón de la Sagra. La historia de su origen y desarrollo hasta la Guerra Civil ha sido documentada ampliamente por Montero (2003) y publicada de forma parcial en diversos trabajos (Montero y Diéguez, 1995a, 1998a, 1998b; Montero, 1998; Montero et al., 2004). El trabajo principal en las colecciones consiste en preservarlas y mejorarlas para hacerlas accesibles a usos científicos y culturales, finalidad para la que fueron creadas. Para que esto sea posible es imprescindible mantener un sistema de documentación que permita saber qué tenemos, dónde está y cómo se usa. Un punto de inflexión en la gestión de las colecciones paleontológicas del MNCN se produjo en 1930 con el nombramiento de José Royo Gómez como jefe de la recién creada Sección de Paleontología del Museo. Royo implantó para estas colecciones criterios de gestión equiparables a los que se aplican actualmente. En 1931 Vicente Sos Baynat, que desde sus tiempos de estudiante había colaborado en el incremento y ordenación de las colecciones de fósiles, ocupó la plaza de preparador de paleontología del Museo. Ambos iniciaron el desarrollo de un sistema de control de inventario compuesto por un fichero de entrada doble, que ordenaba sistemática y geográficamente los ejemplares de la colección general, facilitando así su localización. El sistema también proporcionaba información estratigráfica gracias al color distintivo de las tarjetas, basado en el código de colores utilizado en los mapas geológicos (Sos Baynat, 1933) (figura 21.2 arriba). Las colecciones habían comenzado a ser difíciles de gestionar debido a que entre 1930 y 1935 los ingresos habían duplicado su cantidad (Barreiro, 1992). Numerosos lotes de la colección general incluían ejemplares ingresados desde la época de Vilanova, que habían sido preparados y etiquetados con motivo del Congreso Internacional de Geología celebrado en Madrid en mayo de 1926

L

*

Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]; [email protected]

301

Figura 21.1. Hoploparia gammaroides McCoy, 1849. Colección Pedro Franco Dávila (siglo xviii). mncni-03789. El ejemplar se encuentra figurado en el catálogo de Franco Dávila y Romé de Lisles de 1767. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

(JAE, 1927; Diéguez y Montero, 2009). El fichero, que se conserva en la actualidad (figura 21.2 abajo), incluye todo el Paleozoico y el Mesozoico; respecto al Cenozoico, se incluye al menos en parte. Las fichas se utilizan actualmente durante los procesos de gestión de las colecciones, permitiendo conocer el contenido de la Colección General de Paleontología hasta 1935. Todo eso cambió tras la Guerra Civil. La sustitución de Royo a consecuencia del cambio de Gobierno frenó el desarrollo de la estructura de gestión de colecciones iniciada por él. El sistema de registro de ingresos mantenido hasta abril de 1936 dejó de actualizarse. Los ejemplares comenzaron a ser incorporados a la colección por los propios investigadores, adjuntando solo sus etiquetas originales, en las que no constaban fechas completas de colecta e ingreso. Los nuevos ingresos tampoco eran incorporados al fichero doble iniciado por Royo y Sos, y el acceso a las piezas era facilitado por los mismos investigadores que las estudiaban. Durante muchos años el trabajo de gestión y mantenimiento de las colecciones paleontológicas fue inexistente. El seguimiento de la actividad durante esos años tiene que realizarse en la actualidad a partir de los diversos expedientes conservados en diferentes fondos documentales del Archivo del MNCN. La siguiente etapa importante para las colecciones se inicia en abril de 1975 con el nombramiento de Eugenio Ortiz como director del Museo. Con él comienza un primer período de recuperación y reinventario de algunas colecciones, principalmente con la ayuda de voluntarios y becarios (Carrero et al., 2009; Chapa Brunet y Martínez Navarrete, 2009). De esta época se conserva un inventario manuscrito en papel folio, similar a los realizados por Vilanova en el siglo xix. Sin recursos oficiales poco más se podía hacer. Fue a partir de 1986, tras la incorporación de España a la Comunidad Europea y bajo la dirección de Emiliano Aguirre, cuando el CSIC inició la recuperación e inventario de las colecciones paleontológicas del Museo contando con medios institucionales. Se convocaron plazas de conservadores para las mismas y durante diez años se contrató numeroso personal temporal de apoyo a través de sucesivos convenios entre el CSIC y el antiguo Instituto Nacional de Empleo (INEM). En ese período se realizó el grueso de las tareas de recuperación e inventario de las colecciones, y se iniciaron nuevos trabajos de gestión de las mismas. Esa labor tuvo su continuidad con la siguiente directora del Museo. Concepción Sáenz Laín promovió en 1987 la realización de un proyecto que dio como resultado la publicación de una monografía, parte de una serie, sobre gestión de colecciones de ciencias naturales. En la introducción a la serie su editor, investigador 302

PARTE3_b.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:26 Página 303

Figura 21.2. Arriba. Modelo de color de las fichas del archivo Royo Gómez. Abajo. Imagen parcial del fichero geográfico.

paleontólogo, incluyó el concepto actual de profesional de la conservación y mantenimiento de colecciones aplicado a las colecciones científicas de historia natural: El profesional de la conservación y el mantenimiento de colecciones no es ya necesariamente el científico naturalista, en general taxónomo, quien al utilizar éstas para su investigación habitual se encargaba también de su mantenimiento con mayor o menor fortuna y dedicación. […] el nuevo concepto de conservador incorpora profesionales encargados de la gestión de las colecciones en todos los sentidos, desde la elaboración de presupuestos a la investigación en nuevas técnicas de preservación, y que no son necesariamente también usuarios de las mismas. Se acentúa el objetivo de servicio a la comunidad, centralizándose las colecciones en lugares con los suficientes recursos para velar por su conservación y facilitar su utilización, siguiendo así el modelo de las bibliotecas (Sanchíz, 1994).

El apoyo a la ingente tarea de gestión de colecciones del MNCN quedó consolidado hace treinta años, en 1989, tras el nombramiento como director de Pere Alberch, que había 303

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sido curator1 de la Universidad de Harvard (Blanco y Sanchíz, 1997). Bajo su dirección, y con apoyo institucional, las colecciones y los servicios de bibliotecas se reunieron en una Vicedirección de Colecciones y Documentación, separada de la investigación, por un lado, y de las exposiciones y programas públicos por otro. Esta estructura fue pionera 1

304

Conservador. Diferente de los conservator, que en inglés hace referencia a los restauradores.

Figura 21.3. Selección de piezas de las colecciones de Invertebrados fósiles y Paleobotánica. a. Larva de odonato del Mioceno de Santa Vittoria d’Alba (Italia), Oryctodiplax gypsorum Cavallo & Galletti, 1987. mncni-09206. b. Equinoideo del Neógeno de Baja California (México), Mellitella sp. mncni-08991. c. Crinoideo del Carbonífero inferior de Indiana (EE. UU.), Platycrinites hemisphaericus (Meek & Worthen, 1865). mncni-05215. d. Ammonites del Jurásico inferior de Lyme-Regis (Reino Unido), Asteroceras confusum (Spath, 1925). mncni-04287. e. Libélula del Cretácico inferior de Ceará (Brasil), Cordulagomphus fenestratus Carle & Wighton, 1990, mncni-39051. f. Trilobites del Ordovícico medio del Puerto de San Vicente (Cáceres), Colpocoryphe rouaulti Henry, 1970. mncni-19411. g. Braquiópodo del Ordovícico medio de Ventas con Peña Aguilera (Toledo), Orthambonites sp. mncni-19294. h. Bivalvo del Eoceno de Grignon (Francia), Chama lamellosa Lamarck, 1806. mncni-04486. i. Euriptérido del Silúrico superior de Nueva York (EE. UU.), Eurypterus remipes DeKay, 1826. mncni-27201. j. Madrépora del Neógeno de Caniles (Granada), mncni-24837. k. Graptolito del Silúrico inferior de Checa (Guadalajara), Oktavites spiralis (Geinita, 1842). mncni-14069. l. Molde interno de gasterópodo del Mioceno de Muro (Mallorca), Turbo sp. mncni-36372. m. Fronde de helecho del Carbonífero superior de Villablino (León), Acitheca polymorpha Schimper, 1879. mncnv-00244. n. Rama de secuoya del Mioceno inferior de Rubielos de Mora (Teruel), Sequoia abietina. (Brogniart) Kno bloch, 1964 mncnv-08151. o. Algas pardas del Cretácico de San Juan de Luz (Francia), Fucoides sp. mncnv-09124. Colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica, Servicio de Fotografía del MNCN.

en Europa y se mantiene hasta hoy. Baste decir, por ejemplo, que esa estructura no se implantó en el Museo de Berlín hasta el año 2006 (Quaisser, 2016). Resultado de ese fructífero período fue la publicación en 1994 de un monográfico de la revista Graellsia que incluyó un trabajo sobre la situación de la Colección de Invertebrados Fósiles en esa fecha (Diéguez y Montero, 1997). Posteriormente se publicó un artículo sobre la Colección de Paleobotánica (Diéguez y Montero, 2009). Han pasado diez años en los que el trabajo de gestión ha continuado a pesar de la situación de crisis económica nacional iniciada entonces. Con los medios disponibles se ha continuado la labor emprendida en 1986 por las anteriores responsables de las colecciones. En el presente trabajo se pretende aportar una actualización del contenido de dichas colecciones, ya avanzadas las tareas de inventario, y del uso que han tenido en los diez últimos años.

Composición actual de las colecciones En las colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica se conservan fósiles de animales y plantas que vivieron en tiempos remotos del pasado de la Tierra (figura 21.3, A-O). Un fósil es cualquier resto o huella de la actividad de un organismo que vivió en el pasado y que ha llegado hasta nuestros días debido a que tras la muerte sufrió un proceso de mineralización, porque se encontraba en condiciones ambientales adecuadas para ello. Estos especímenes se utilizan para investigar cómo se origina la vida, su diversidad y cómo ha evolucionado desde entonces. La finalidad de estas investigaciones es su aplicación en temas tan actuales como el cambio climático, la conservación de la biodiversidad y el uso o escasez de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural). Desde las colecciones se colabora también para que todo ese conocimiento se transmita a la sociedad. Colección de Invertebrados Fósiles La Colección de Invertebrados Fósiles incluye cerca de un millón de ejemplares de los siguientes grupos: Foraminifera, Porifera, Cnidaria, Bryozoa, Hyolitha†, Brachiopoda, Mollusca, Annelida, Arthropoda, Echinodermata, Hemichordata, Conodonta† e Icnofósiles. Los conodontos son vertebrados que están incluidos en esta colección por motivos históricos. La base de datos de esta colección registra hasta el momento 8.571 especies y 1.037 géneros, con 650 ejemplares tipo, de los cuales 408 son tipos primarios. Se conservan ejemplares aislados e incluidos en matriz, rastros de actividad (icnofósiles) y moldes e impresiones formados por procesos naturales. En la figura 21.4 se muestra el porcentaje de registros de cada grupo. Las cifras de registros, ejemplares, géneros y especies, por grupos, se muestran en la tabla 21.1. De ellos, la mayor proporción de ejemplares corresponde a los foraminíferos, que se estima reúnen un 70 % del total, aunque no en número de registros. Por el volumen ocupado y por diversidad, los moluscos suponen el 60 % de la colección. Esta colección tiene categoría internacional, pues incluye especies de 65 países y edades geológicas comprendidas entre el Proterozoico y el Pleistoceno. Sin embargo, es especialmente importante en localidades españolas prospectadas en el siglo xx, principalmente por Eduardo Hernández-Pacheco, Ignacio Olagüe, José Royo Gómez, Vicente Sos Baynat, Joaquín Gómez de Llarena, Gabriel Martín Cardoso, Federico Gómez-Llueca, Manuel Alía Medina, Bermudo Meléndez, Emiliano Aguirre y Ángel Montero. La mayoría de las piezas 305

0,22 % 0,41 % 0,92 % Annelida Sin identificar Hemichordata

1,38 % 1,48 % Bryozoa Porifera

2,49 % 3,18 % Icnofósil Arthropoda

0,09 % Hyolitha

0,05 % 0,01 % Conodonta Incertae sedis

5,64 % Cnidaria

6,53 % Echinodermata

6,71 % Foraminifera

59,39 % Mollusca 11,51 % Brachiopoda

Tabla 21.1. Cifras de la Colección de Invertebrados Fósiles (información extraída de la base de datos en 2018). phylum

registros

ejemplares

especies

géneros

2.780

698.366

209

25

Porifera

615

999

51

26

Cnidaria

2.335

14.017

442

84

Bryozoa

570

2.688

113

31

Hyolitha†

37

66

4

1

Brachiopoda

4.767

37.105

945

87

Mollusca

24.601

137.204

6.012

554

Annelida

169

940

9

7

Arthropoda

1.318

3.301

206

58

Echinodermata

2.705

14.053

486

94

Hemichordata

380

1.389

34

10

Conodonta†

19

70

6

1

1.030

1.309

46

53

Nematomorpha?

1

1

1

1

Vendobionta†

9

9

2

1

Incertae sedis

4

7

1

1

Sin identificar

89

733

4

3

41.429

912.257

8.571

1.037

Foraminifera

Icnofósil

Total

306

Figura 21.4. Porcentaje de registros de la base de datos de cada uno de los grupos de invertebrados fósiles.

proceden de España —principalmente de Valencia, Castilla-La Mancha (figuras 21.3g y 21.3k), Andalucía (figura 21.3j), Aragón, Asturias, Cantabria y Cataluña— y otra gran parte de Francia (figura 21.3h). Se conservan también numerosos ejemplares procedentes de Italia (figura 21.3a), Alemania, Austria (figura 21.7), Suiza, Sahara occidental, Bélgica, Reino Unido (figura 21.3d), Argelia, Estados Unidos (figuras 3c y 3i), Mauritania, Marruecos, Federación Rusa (figura 21.9), Turquía, República Checa, Hungría, Países Bajos, Dinamarca, Portugal y Grecia, por orden de abundancia. Desde el punto de vista sistemático, los principales puntos fuertes de la colección se encuentran en el material ibérico, especialmente los foraminíferos del Paleógeno, los ammonoideos con edades del Jurásico al Cretácico (figura 21.3d); los bivalvos del Cretácico, los moluscos del Cenozoico, los braquiópodos del Devónico y los equinodermos del Cretácico. Desde el punto de vista geográfico y estratigráfico es particularmente importante en piezas del Paleozoico de Asturias y de Ossa Morena, del Jurásico de la Sierra de Cameros, del Mioceno de Muro en Mallorca (figura 21.3l), y de los períodos comprendidos entre el Cretácico y el Paleógeno correspondientes a Guipúzcoa. Colección de Paleobotánica La Colección de Paleobotánica incluye unos 22.000 ejemplares de los siguientes grupos botánicos (clasificación según Taylor et al., 2009), algunos de ellos extintos en la actualidad: Eubacteria (Cyanobacteria); «Algae» (Heterokontophyta y Rhodophyta); Plantae (acuática) (Chlorophyta); y Plantae (continental) (Bryophyta; Lycophyta; Sphenophyta; Pteridophyta; Progymnospermophyta†; Pteridospermophyta†; Cycadophyta; Ginkgophyta; Coniferophyta; y «Angiospermas»). La base de datos registra hasta el momento 555 especies y 323 géneros, que incluyen 43 ejemplares tipo, de los cuales 23 son tipos primarios. Se conservan restos de plantas aislados o incluidos en matriz, xilópalos (troncos fósiles), así como compresiones, impresiones y moldes formados por procesos naturales. En casos excepcionales conservan una fina capa carbonosa. En la figura 21.5 se muestra el porcentaje de registros de cada grupo. Las cifras de registros, ejemplares, géneros y especies, por grupos, se muestran en la tabla 21.2.

0,15 % Eubacteria

Figura 21.5. Porcentaje de registros de la base de datos de cada uno de los grupos de Paleobotánica.

0,15 % Plantae (acuática)

11,5 % Algae

11,98 % Sin clasificar

76 % Plantae (continental)

307

Tabla 21.2. Cifras de la Colección de Paleobotánica (información extraída de la base de datos en 2018). grupo taxonómico1 Eubacteria

Algae

Plantae (acuática)

registros

ejs.

géneros

especies

Cyanobacteria

14

21

3

1

Rhodophyta

20

199

4

2

1.029

1.029

45

60

Sin clasificar

17

53

0

0

Chlorophyta

14

14

1

0

Bryophyta

5

5

2

1

Lycophyta

362

431

18

40

Sphenophyta

589

897

17

41

Pteridophyta

924

2.404

30

79

6

13

2

2

Pteridospermophyta†

861

1.776

34

72

Cycadophyta

164

193

11

16

Ginkgophyta

10

11

2

2

Coniferophyta

588

2.555

41

53

«Gimnospermas» incertae sedis

35

61

2

6

2.398

2.908

104

159

Incertae sedis

179

260

7

21

Sin clasificar

942

1.503

0

0

Sin clasificar

1.076

1.109

0

0

9.233

15.319

323

555

Heterokontophyta2

Progymnospermophyta† Plantae (continental)

«Angiospermas»

Sin clasificar

1 2

Clasificación según Taylor et al., 2009. En este grupo la base de datos recoge material sin separar, así como preparaciones microscópicas con numerosos ejemplares no contabilizados. Hay más de mil taxones no contabilizados estudiados en una tesis inédita.

Esta colección tiene categoría internacional; incluye ejemplares de 29 países y con edades geológicas comprendidas entre 10.000 años y 540 millones de años. Es especialmente importante en localidades españolas prospectadas en el siglo xx, principalmente por José Royo-Gómez, Joaquín Gómez de Llarena, Vicente Sos Baynat, Ignacio Olagüe y Ernesto Caballero-Bellido (que no fueron investigadores en Paleobotánica) y por Josefina Menéndez-Amor, Robert H. Wagner, Carmen Diéguez y Eduardo Barrón (paleobotánicos de profesión). La mayoría de las piezas proceden de España, principalmente de Cataluña, Castilla y León (figura 21.3m), Asturias, Castilla-La Mancha, Aragón (figura 21.3n) y Andalucía. Incluye también numerosos ejemplares de Francia (figura 21.3 o), Portugal, Alemania, Reino Unido y Austria. El resto de países está poco representado. Desde el punto de vista sistemático, los principales puntos fuertes de la Colección se encuentran en el material ibérico de helechos del Carbonífero (Pterydophyta y Pteridospermophyta†) y los restos de angiospermas con edades que abarcan desde el Cretácico hasta el Terciario. Hay también una buena representación de algas diatomeas del Cenozoico (Heterokontophyta) ingresadas por donación en 1926, con más de mil 308

Figura 21.6. Listado original de Navarro y fragmento de ammonite de Castril (Granada) con etiqueta manuscrita original (Colección histórica, siglo xviii). mncni-40158. Archivo del MNCN y Colección de Invertebrados Fósiles.

Antonio Joseph Navarro (1739-1797) Antonio Joseph Navarro (1739-1797) fue un naturalista y científico autodidacta del siglo xviii que llegó a ser abad de la Colegiata de Baza (Guillén Gómez, 1997; Castillo Fernández, 2000). Navarro estaba especialmente interesado en la geología, por lo que mantuvo correspondencia con Franco Dávila, a quien envió diversas remesas de objetos para el Gabinete de Historia Natural. Hasta el momento el ejemplar de Castril (figura 21.6) es la única pieza conocida que se conserva en la actualidad colectada por este autor, ya que, según la bibliografía consultada y las afirmaciones de un manuscrito de Clemente, la colección particular de Navarro se dispersó tras su muerte (Clemente y Rubio, 2002). En 1784 se le encargó la redacción de una Historia Natural del Reino de Granada, siendo aún canónigo lectoral de la colegiata. En 1792 llegó incluso a enviar un manuscrito al conde de Floridablanca, aunque nunca fue publicado y su paradero hoy en día es desconocido. Dos trabajos sobre fósiles fueron publicados de forma póstuma (Navarro, 1917 y 2000).

taxones (Diéguez y Montero, 1992 y 2009). Aspectos particularmente destacados de la Colección desde el punto de vista geográfico y estratigráfico son las floras del Carbonífero de la cuenca Cantábrica, las colecciones de hojas y troncos del Cretácico de Castilla y León y Madrid y los pólenes y hojas del Neógeno de Cataluña, además de la colección de algas diatomeas, que incluye especies fósiles y actuales.

309

Figura 21.7. Montaje en cartón con gasterópodos procedentes de los viajes por Europa de Juan Vilanova y Piera (Colección histórica, siglo xix). Turritella vindobonensis Hoernes, 1848 de Grund (Austria). mncni-31925. Colección de Invertebrados Fósiles.

Fondos especiales Se consideran entre estos fondos todos aquellos de especial interés por su carácter histórico y único que en su conjunto sirven de apoyo básico a la investigación. Las colecciones históricas se pueden definir como aquellas «procedentes de expediciones o campañas de colecta que marcaron un hito en el desarrollo de la ciencia y de aquellos que han formado parte de la historia del museo» (Diéguez y Montero, 1994). Si la información asociada a las piezas es imprecisa o inexistente, el valor de las mismas es puramente histórico; sin embargo, si esta información se preserva, las colecciones históricas son fuentes de información muy valiosa. Los datos proporcionados pueden ser únicos, como es el caso de los ejemplares procedentes de localidades extranjeras que debido al desarrollo de las legislaciones patrimoniales serían imposibles de conseguir en la actualidad. Se consideran también únicos los especímenes procedentes de yacimientos ya desaparecidos o de preservación excepcional, así como los ejemplares tipo. Figura 21.8. Artrópodo primitivo del Cámbrico Medio de Burguess Shale (Canadá). Marrella splendens Walcott, 1912. mncni-05170. Servicio de Fotografía del MNCN.

310

Figura 21.9. Braquiópodo del Pérmico de Rusia con inscripción en el idioma original. Dictyoclostus semireticulatus (Martin, 1809). Ingresado por Royo Gómez y Sos Baynat en 1937 a su regreso del XVII Congreso Geológico Internacional. mncni-03219. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Yacimientos de conservación excepcional Los yacimientos de conservación excepcional (“Konservat-Lagerstätten”) se caracterizan por la calidad de la preservación de los restos fósiles. Uno de los más importantes a nivel internacional es el yacimiento de trilobites del Cámbrico de Murero (Zaragoza), del que se conservan ejemplares en la Colección de Invertebrados Fósiles del Museo. Algunos de estos yacimientos corresponden a antiguos lagos en cuyo fondo quedaban depositados los restos de la fauna y flora que en ellos vivían. Las condiciones de anoxia del fondo de esos lagos, junto con la falta de corrientes y depredadores, favorecieron la preservación de ejemplares completos y, en algunos casos, de estructuras muy frágiles, como por ejemplo las alas de los insectos (figura 21.3e) o los nervios de las hojas en las plantas. Otros fondos provenientes de yacimientos lacustres son los del Mioceno de Teruel (Ribesalbes, Rubielos de Mora y Libros) (figuras 21.3n y 21.10) y de Lérida (Bellver de la Cerdanya), o los del Cretácico inferior del Montsech de Rúbies (Lérida).

Figura 21.10. Larva de Odonata (libélulas y caballitos del diablo) del yacimiento Mioceno de Libros (Teruel). mncni-38836. Colección de Invertebrados Fósiles.

311

Además de las piezas originales de Franco Dávila, entre las colecciones históricas cabe destacar los fósiles de Granada y Almería recogidos en el siglo xviii por el botánico Simón de Rojas Clemente y Rubio durante sus viajes por Andalucía (figura 21.3j). Estos ejemplares son los más antiguos que se conservan en la Colección de esas localidades, tras el amonites de Castril (Granada) enviado por Antonio J. Navarro en enero de 1785 (Calatayud, 1987: d. 887). Durante el siglo xix ingresaron importantes colecciones, entre las que destacan las reunidas por Juan Vilanova y Piera (figura 21.7) en sus viajes por Europa y España, los fósiles de Francia donados por Gérard P. Deshayes y la reunida por Abdullah Bey a finales del siglo xix en sus colectas por el estrecho del Bósforo (Turquía). Los fondos extranjeros antiguos están formados por material procedente de yacimientos clásicos, algunos de ellos de gran importancia. Pueden destacarse el yacimiento Jurásico de Solnhofen y el Mioceno de Öhningen en Alemania, el Jurásico de Lyme Regis (figura 21.3d) y el Weald de Hastings en Reino Unido, el Triásico de Soulz les Bains y el Pérmico de Autun en Francia. También se conservan piezas de los yacimientos marinos de Burgess Shale del Cámbrico Medio de Canadá (figura 21.8), del Pérmico de Perm en Rusia (figura 21.9) y del Cretácico de Black Hills en Estados Unidos. Entre los fondos se encuentran numerosos ejemplares procedentes de yacimientos españoles de preservación excepcional. Por último, en la Colección de Paleobotánica cabe destacar el ejemplar del género Archaeopteris (Progymnospermophyta†), planta vascular de porte arbóreo con caracteres anatómicos de gimnosperma, pero que se reproducía por esporas. Estas plantas se extinguieron hace más de 350 millones de años y llegaron a alcanzar alturas de más de 15 m. Son destacables también los troncos fósiles del Mesozoico de Castrillo de la Reina (Burgos), ingresados en los años 30 del siglo pasado (figura 21.11), y la colección de pre312

Figura 21.11. Troncos fósiles de Castrillo de la Reina (Burgos). Imagen tomada por José Royo Gómez en marzo de 1931. Varios de estos troncos se encuentran actualmente en la exposición del Jardín de Piedras. acn001/004/04330 Archivo del MNCN.

Figura 21.12. Preparación microscópica de diatomeas de la colección de Caballero Bellido. Colección de Paleobotánica.

paraciones ornamentales de diatomeas donadas a comienzos del siglo xx por Ernesto Caballero Bellido (figura 21.12). Se estima que en estas preparaciones hay más de 1.000 especies distintas (Diéguez y Montero, 2009).

Relación con la investigación El estudio comparativo de las largas series de fósiles que están almacenados en museos de todo el mundo permite a los científicos investigar cómo era la vida en tiempos remotos, cómo ha ido evolucionando esa vida, la distribución geográfica de los organismos en los diferentes momentos de la historia geológica de la Tierra, y deducir cuáles fueron las condiciones físicas y climáticas en las que vivieron. En especial los ejemplares tipo, los citados y los figurados en publicaciones, deben permanecer disponibles a los investigadores con objeto de que puedan realizarse revisiones posteriores, introduciendo en ocasiones nuevas técnicas de estudio que avalen o modifiquen los resultados anteriores. Invertebrados Fósiles Hasta el siglo xx los trabajos que citan ejemplares de la Colección se centraban en la descripción geográfica y geológica de los yacimientos y en el establecimiento de su posición cronoestratigráfica. A principios del siglo xx, las investigaciones se centraron en actualizar el conocimiento de las especies fósiles de la Península Ibérica. Con este fin se llevaron a cabo diversos estudios sobre el Mioceno continental ibérico, la morfología y 313

distribución geográfica y sistemática de los foraminíferos de España, las faunas del Calloviense de Sarrión, de insectos de Ribesalbes, los decápodos fósiles de la Península Ibérica, los icnofósiles del Eoceno de Guipúzcoa y La Rioja, el Cretácico del área vasco-navarra y el Jurásico de La Rioja. A mediados del xx se publicaron trabajos del Devónico del Sahara occidental, de trilobites del Cámbrico, del Mioceno del Cabo de Gata, de moluscos del Weald español, del Plioceno de Almería, de la fauna del Cámbrico de Llerena (Badajoz) y varios de equinodermos fósiles de España. Desde 1987 los ejemplares de la Colección han formado parte en investigaciones centradas en la paleobiología, y paleoecología del Cámbrico y Ordovícico del Macizo Hespérico; la paleobiología y taxonomía de los equinodermos del Paleozoico; la taxonomía de los nautílidos del Aptiense de Teruel; la taxonomía de los gasterópodos del Mioceno continental ibérico; la taxonomía de los conuláridos (grupo extinto de moluscos del Paleozoico); los arqueociatos (grupo extinto de esponjas) del Devónico y Carbonífero de España; los insectos del Mioceno de Rubielos de Mora (Teruel) y Ribesalbes (Castellón); los crinoideos de los Montes de Toledo y Sierra Morena; los gasterópodos del Plioceno de Estepona (Málaga); la biogeografía de los gasterópodos del Neógeno atlántico ibérico; el reemplazo de comunidades bentónicas en el oeste de Gondwana; y la paleobiogeografía de los equinodermos ordovícicos. Numerosos ejemplares han aparecido citados en trabajos de revisión de especies fósiles: decápodos fósiles de Cataluña, lepidópteros fósiles ibéricos, especies nuevas del Cretácico de Cataluña, del Triásico y Jurásico de España, del Eoceno de España, fósiles de Morella, y en una revisión de icnofósiles de Alcoy. Paleobotánica Desde mediados del siglo xx la investigación desarrollada se centró principalmente en el estudio del Carbonífero del Norte de España, la flora del valle de La Cerdaña (Lérida) y en estudios palinológicos. Desde 1987 la investigación paleobotánica en la Colección se ha focalizado en la taxonomía, anatomía y paleoecología de plantas, contribuyendo al estudio del Jurásico superior de Burgos-Palencia, con implicaciones paleoclimáticas; el Cretácico inferior de Cuenca; el Cretácico superior de Madrid; en la macro y microflora del Neógeno de La Cerdaña (Lérida) y su reconstrucción paleoclimática; en la vegetación durante el Cenozoico español; los cambios en la vegetación de la Península Ibérica durante el Jurásico y el Cretácico; la vegetación del Triásico español y las reconstrucciones paleoambientales del Triásico medio de las cordilleras del Sureste de España; el Mioceno y Oligoceno de Izarra (Álava); el Mioceno inferior de Rubielos de Mora (Teruel); en diferentes fitopatologías en plantas fósiles; y el estudio de las comunidades de plantas del Mioceno de La Rinconada (Castellón). Numerosos ejemplares han aparecido citados en un trabajo de revisión de la flora Estefaniense de la cuenca de La Magdalena (León). Investigación histórica La investigación de las colecciones en épocas más modernas está incluyendo la documentación y la contextualización histórica de sus contenidos. Estas tareas son imprescindibles en colecciones originadas hace varios siglos, en las que la documentación de las piezas se encuentra dispersa debido a los numerosos avatares históricos sufridos. La información ha de recopilarse a partir de las etiquetas que acompañan a los ejemplares, 314

de los catálogos antiguos, de numerosas publicaciones que los citan y de los innumerables documentos conservados en el archivo histórico. La investigación más amplia de todas fue el estudio de las Colecciones realizado por Montero (2003) desde sus inicios en el Real Gabinete, a la que precedieron uno sobre la colección de fósiles Devónicos de Turquía donada por Abdullah Bey en 1872 (Montero, 1998), y dos sobre ejemplares de la Expedición Heuland a Chile y Perú (1795-1800) (Montero y Diéguez, 1995b y 1998a). Otras investigaciones ya publicadas han incluido los fósiles colectados en 1885 durante el viaje de Bertrand y Kilian por Andalucía Oriental (Montero et al., 2004), la procedencia de los conuláridos de la colección del Museo (Sendino y Santos, 2011), los graptolitos del Silúrico de Guadalajara recolectados por Modesto Bargalló en el siglo xx (Segura y Gomís, 2012) y los ejemplares comprados a la casa comercial Krantz en el siglo xix (Callapez et al., 2015). En la actualidad se realizan investigaciones sobre las circunstancias de ingreso de ejemplares que han aparecido con los nuevos inventarios realizados desde 2007. Entre ellos merecen citarse los fósiles más antiguos de Granada y Almería que se conservan en las Colecciones, que fueron ingresados entre finales del siglo xviii y principios del xix (Santos Mazorra y Bravo Arce, 2017), así como otros actualmente en estudio, como una colección de paleobotánica del siglo xix preparada por Tito Nardi y otra de moluscos de Rusia, cuyo origen parece situarse en los años de la Guerra Civil española.

Actividad de las colecciones entre 2007 y 2017 Las colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica son servicios muy especializados del área de los Recursos Naturales, únicos dentro del CSIC y los mayores de España, de consulta obligada para paleontólogos y otros investigadores nacionales y extranjeros. Anualmente la colección recibe numerosas solicitudes de acceso científico y cultural, que se incluyen en este apartado con los siguientes epígrafes: consultas, préstamos científicos, participación en exposiciones y programas públicos, docencia, difusión y divulgación y colaboraciones. Tras ello se incluye información sobre nuevos ingresos y la gestión digital de las colecciones. Consultas En este apartado se incluyen las consultas científicas y técnicas, así como visitas a las Colecciones que implican la movilización de ejemplares. Durante el período 2007-2017 se han respondido 364 solicitudes (159 de Invertebrados Fósiles, 94 de Paleobotánica y 111 generales o de asesoramiento). Estas incluyen 288 consultas científicas y técnicas por correo o teléfono, 71 visitas científicas de hasta dos días de duración (59 % a Invertebrados Fósiles y 41 % a Paleobotánica) y seis estancias de larga duración realizadas por investigadores asociados al programa europeo SYNTHESYS (cuatro a Invertebrados Fósiles y dos a Paleobotánica). A todas estas habría que añadir la visita de 137 personas asociadas a másteres de las universidades, cursos de formación del CSIC y conferencias de la Sociedad de Amigos del MNCN. Las visitas de alumnos de cursos y másteres en estos años han tenido como objetivos el desarrollo de unas prácticas sobre evaluación de colecciones de historia natural (2.nd SYNTHESYS Course in Management, Conservation and Care of Natural History Collection, 2007), entender cuáles son los criterios de intervención en estas colecciones (Máster Propio en Museología, 2013), conocer su metodología de trabajo (Los Museos: su función científica y educativa, 315

2015) y finalmente aprender lo que significa la preservación y gestión de las colecciones de paleontología del MNCN (Máster Interuniversitario en Paleontología Avanzada, 2015 y 2016), así como su origen, contenido y uso (Cultura científica: divulgación y comunicación de la ciencia, 2016). Una quinta parte fueron consultas internas (20,6 %), más de la mitad procedían de otros centros nacionales (56,3 %) y cerca de una cuarta parte del extranjero (23,1 %). Tras las solicitudes españolas, destaca la cantidad de consultas recibidas de Reino Unido, Francia, República Checa, Italia y Argentina (figura 21.13). Las consultas externas procedían de 78 instituciones diferentes; el 69 % proceden de universidades, centros de investigación, museos y jardines botánicos. Préstamos de investigación El número de préstamos de investigación de las colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica es muy limitado, por motivos de conservación de las piezas y presupuestarios. En la actualidad, en determinados casos es posible enviar imágenes en 2D y 3D de las piezas que pueden suplir el estudio de los originales, evitando así los riesgos asociados a su movilización, en especial si se trata de ejemplares tipo u otras piezas únicas. Las condiciones de los préstamos siguen en líneas generales las establecidas en los «Principles for research loans between natural history collections», de EDIT.2 En este período se han llevado a cabo 21 préstamos científicos (36,2 % del total de préstamos realizados); 17 fueron de Invertebrados Fósiles y 4 de Paleobotánica. El 86 % fueron préstamos externos como consecuencia de la ausencia en el Museo de investigadores en estas ramas, ya que desde la desvinculación con la Universidad en 1979 el MNCN carece de investigadores de invertebrados fósiles, y por jubilación desde 2017 carece también de personal investigador en Paleobotánica. Participación en exposiciones y programas públicos Una de las actividades más importantes de colaboración interna de las Colecciones es el préstamo de ejemplares para su participación en exposiciones permanentes y temporales dentro y fuera del Museo o en otras actividades de programas públicos. En estos años se participa o se ha participado en cuatro exposiciones permanentes del MNCN, ocho temporales y cuatro itinerantes por varias ciudades españolas.3 Por otro lado se ha participado también en seis actividades asociadas a programas públicos y en cinco depósitos de larga duración, con un total de 543 piezas de Invertebrados Fósiles y 194 de Paleobotánica prestadas. Las exposiciones temporales e itinerantes y los depósitos de larga duración fuera del MNCN requieren la autorización previa de salida por orden ministerial, por lo que es necesaria la solicitud con tiempo suficiente para completar los trámites con el ministerio. Docencia La actividad docente respecto a la conservación y gestión de colecciones de historia natural se realiza en las colecciones del Museo desde la publicación de la primera ley de la ciencia, en 1986. Durante el período 2007-2017 se han desarrollado dos tipos de activi2

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Disponible en: https://wiki.uio.no/nhm/skf/best-practices/images/6/6b/CPB_Common_Loan_Principles_v122011.pdf [Consulta: 17/05/2018] . Ver capítulo sobre participación en exposiciones externas.

La nueva sala de paleontología

Figura 21.14. Vitrina del Mesozoico de la Sala de Minerales, fósiles y evolución humana. Fotografía: Colección de invertrebrados fósiles.

De especial relevancia fue la preparación de la nueva sala de Paleontología, que supuso en 2007 el desmontaje de la exposición sobre la historia de la Tierra y de la vida. Los trabajos de remodelación se prolongaron durante tres años, en los que se realizaron esfuerzos especialmente importantes en la búsqueda, selección y preparación de ejemplares para la nueva exposición. El número de ejemplares expuestos se multiplicó por tres. En diciembre de 2010 se abrió al público la nueva sala de Minerales, fósiles y evolución humana, que ahora incluye también las piezas donadas por la Obra Social La Caixa en 2015. Como curiosidad podemos añadir que las piezas permanecieron tras el desmontaje dentro de la propia exposición, situados en varios armarios detrás de paneles, donde estuvieron durante dos años hasta que se montaron las nuevas vitrinas.

Figura 21.13. Gráfica con el porcentaje de consultas recibidas del extranjero.

1% India

1% México

1% EE.UU. 10 % Argentina

24 % Reino Unido

1% Grecia 1% Portugal 3% Federación Rusa 3% Países Bajos 4% Austria 4% Suecia

11 % Francia

5% Bélgica 5% Alemania 10 % República Checa

10 % Italia

5% Polonia

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dades: tutorías de prácticas curriculares y la colaboración en cursos de formación, que han dado también acceso a las colecciones a otras 72 personas, estudiantes u otras interesadas en las colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica. En este período se han desarrollado 12 tutorías de prácticas curriculares de formación en digitalización4 de colecciones de Paleontología, de entre 150 y 250 horas de duración, dirigidas a estudiantes de último curso de las universidades Complutense (UCM) y Autónoma (UAM) de Madrid. Estas prácticas se realizaron en el marco de los convenios establecidos entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y las Universidades. Respecto a los cursos de formación en conservación y gestión de colecciones, se ha participado en cuatro de ellos: Técnicas básicas de Conservación y Mantenimiento de Colecciones de Historia Natural y Materiales didácticos en IES con fondos históricos, organizado en 2010 por el Ministerio de Educación y el MNCN; la conservación de las colecciones científicas en los IES con fondos históricos, dentro del Programa de Actividades de Formación permanente del Profesorado del Ministerio de Educación en 2011; Frágil! Curso sobre manipulación de bienes culturales, organizado por el Museo Nacional de Antropología (Ministerio de Cultura); y, por último, en el Diploma Universitario en Gestión, Conservación y Exhibición de Colecciones de Ciencias Naturales, organizado por la Facultad de Ciencias Biológicas de la UCM, el Museo Geominero del IGME, el MNCN y el Real Jardín Botánico del CSIC en 2017. Difusión y divulgación Una actividad importante para comunicar e intercambiar conocimientos es la labor de difusión y divulgación entre profesionales y con el público general. Con el objetivo de difundir la labor realizada en las colecciones, se presentaron comunicaciones en las tres ediciones de las Jornadas de la Vicedirección de Colecciones organizadas entre 2014 y 2016, así como en las Jornadas de la Sociedad Española de Paleontología celebradas en Teruel en 2014. También se asistió a diversas jornadas y reuniones, presentando ponencias en la Bienal de la Real Sociedad Española de Historia Natural de los años 2013 en Madrid, 2015 en Burgos y 2017 en Coimbra, al igual que en la Reunión Anual de la Society for the Preservation of Natural History Collections (SPNHC), celebrada en Berlín en junio de 2016. Las labores de divulgación se realizan participando en conferencias organizadas por la Sociedad de Amigos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, con el objetivo de que el público general conozca mejor los fondos expuestos y los que se conservan en los almacenes. A través de la web, la divulgación se ha realizado colaborando a través del Twitter Colecciones (#TrilobitesTuesday, #FossilFriday), y actualizando los contenidos sobre las colecciones en la página web del Museo. En 2017 se participó en la actividad Somos Científicos, Zona Museo, organizada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y el MNCN-CSIC, cuyo objetivo consistía en responder preguntas de estudiantes de entre 10 y 18 años, a través de una web y chats en directo. De forma más puntual se ha participado en actividades con los medios, televisión y prensa digital. La más remarcable fue una entrevista sobre la exposición permanente inaugurada en diciembre de 2010, para un documental de La 2 de TVE en La Aventura del Saber, que fue emitido el 7 de marzo de 2011. 4

Entendemos por digitalización la incorporación de la información a ficheros digitales (textuales o de imagen) y su manejo en un entorno virtual.

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Colaboraciones Entre 2007 y 2017 se ha colaborado en dos proyectos internacionales y un proyecto institucional, dos iniciativas internacionales y un informe sobre colecciones de historia natural. La colaboración más prolongada en el tiempo ha sido la realizada entre 2013 y 2017 con el proyecto Synthesys of Systematic Resources.5 Se ha colaborado en el programa de acceso de investigadores, evaluando solicitudes y actuando como anfitrión (host) de los investigadores financiados por el proyecto. Se ha contribuido además en diferentes tareas de coordinación, comunicación e investigación, participando especialmente en la evaluación de la calidad de los procesos de crowdsourcing6 aplicados a colecciones (Barreiro et al., 2016). En 2015 se participó con el Proyecto Testing a European Competency Framework for VET in Collections Management, financiado por el Séptimo Programa Marco de la UE, en el que se establecían las competencias necesarias para el personal de colecciones científicas de historia natural.7 Se colaboró con un proyecto de la unidad de Apoyo a la Creación de Empresas (2011), de la Vicepresidencia Adjunta de Transferencia del Conocimiento del CSIC, participando en un workshop del grupo de trabajo de servicios denominado «Herramientas para la optimización de la cadena de valor del MNCN». Se está colaborando también en dos grupos de trabajo del Consortium of European Taxonomic Facilities (CETAF, por sus siglas en inglés), del que el Museo es miembro fundador desde diciembre de 1996. Desde 2015, en el Grupo de Trabajo de Digitalización (DWG, por sus siglas en inglés) —que persigue establecer criterios comunes para la digitalización de ejemplares de historia natural—, y desde 2017 también en el Grupo de Ciencias de la Tierra (ESG, por sus siglas en inglés), que pretende revitalizar el uso de las colecciones científicas de Geología y Paleontología. En 2009 se colaboró en la elaboración de un informe de opinión sobre las propuestas de EDIT, referidas a las políticas de préstamos para colecciones de historia natural, y en 2012 se actualizó la información sobre estas colecciones ofrecida a través del NODO de GBIF-España. Finalmente, se colaboró en la realización de un informe sobre la preservación y mantenimiento de las colecciones del gabinete de Historia Natural del IES Cardenal Cisneros de Madrid, por solicitud del propio instituto.8 Ingresos Un sistema para mejorar las colecciones consiste en el incremento de los fondos con colecciones que los completen en profundidad y cobertura. Las normas que las diferentes comunidades autónomas han desarrollado a partir de la Ley del Patrimonio Histórico Español9 restringen e incluso impiden en algunos casos la entrada de fósiles por nuevas excavaciones, por lo que las donaciones y entregas son la vía actual de incremento en las colecciones paleontológicas. Entre 2007 y 2017 han ingresado alrededor de 20.000 ejemplares procedentes de veintisiete entradas, algunas de ellas procedentes de diversas ubicaciones en el propio Museo. Los ingresos de especial relevancia en estos años han sido dos importantes donaciones. Una fue realizada por la Obra Social La Caixa, consistente 5

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SYNTHESYS3, Número de Proyecto: 312253, financiado por el Séptimo Programa Marco de la UE, FP7-INFRASTRUCTURES-2012-1.1.16. Natural History Collections. Colaboración de voluntarios a través de la web. Disponible en: htttp://eucolcomp.myspecies.info/content/competencyframework (EUColComp, 2013-1-GB2-LEO0510602) [Consulta: 17/05/2018]. Santos, C. y París, M. 2010. «Preservación y mantenimiento de las colecciones del Gabinete Histórico del IES Cardenal Cisneros de Madrid. 1. Historia Natural». Informe sin publicar. Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de 1985).

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en 27 fósiles espectaculares de edades y grupos diversos, que se incorporaron a la exposición «Minerales, fósiles y evolución humana». La otra, de interés científico, es la ex-coll Rafael Muñiz (más de 1.800 lotes), que incluye una buena representación de especies del Plioceno de Estepona (Málaga), con paratipos de 17 especies descritas por el autor y por otros científicos con los que colaboró. Cabe destacar también el ingreso de 202 preparaciones microscópicas de diatomeas de la colección histórica de Caballero Bellido, que aparecieron en un antiguo almacén y que casi han duplicado el número de preparaciones microscópicas de esa colección, 943 gasterópodos ingresados con una colección de moluscos actuales y más de 1.000 especímenes con cinco lotes de muestras de investigación de Cnidarios del Tortoniense superior de Almería y Murcia. Los ejemplares que no llevan asociados datos de colecta y/o edad se destinan a uso exclusivamente didáctico. Gestión digital de las colecciones Desde finales del siglo xx la digitalización y el uso de los sistemas digitales forman parte del día a día del trabajo en la Colección. Las bases de datos que gestionan las colecciones sistemáticas de los grandes museos incluyen varios módulos (Association of Systematics Collections Committee on Computerization and Networking, 1992; Diéguez y Montero, 1994; Becerra, 2003). El módulo central, fundamental durante los procesos de elaboración de inventarios, recoge la información científica (taxonómica, geográfica, estratigráfica y bibliográfica) asociada a cada pieza, así como su ubicación física en cada momento (gestión de inventario). Otros módulos, necesarios durante los procesos de atención a usuarios, recopilan quién utiliza piezas de la colección o sus datos asociados y para qué, así como la dirección postal de la ubicación de los ejemplares que se encuentren fuera de los almacenes, permitiendo controlar el uso que se hace o se ha hecho de cada uno (gestión de acceso) (Kalms, 2012). Este último bloque es el más desconocido de la digitalización de las colecciones de los museos nacionales que, como el de Madrid, albergan millones de piezas. Las bases de datos de gestión de las colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica del MNCN son mejoradas de forma continua para facilitar tanto la recuperación de información como la documentación de las piezas. En un módulo de reciente incorporación al sistema10 se van incorporando los datos de los artículos científicos que citan las piezas, que indican el uso científico que han ido teniendo y dónde se puede encontrar más información en relación con una investigación determinada, documentando los ejemplares con los datos que aparecen en las mismas. En los últimos diez años se han documentado 1.518 registros (854 taxones) de especímenes citados o figurados en 161 publicaciones, proceso que ha sido fundamental en la localización de ejemplares tipo que no constaban como tales en la base de datos. Hasta el momento han sido referenciados el 4,7 % de los registros de la base de Invertebrados Fósiles y el 13,6 % de los registros de Paleobotánica. Para disminuir los riesgos asociados a la manipulación directa de la Colección, desde 2008 se estableció un protocolo para fotografiar los ejemplares con sus etiquetas cuando se accede a ellos durante las tareas habituales de gestión (Santos Mazorra, 2016). Actualmente el protocolo está en pleno uso y su resultado ha sido la creación de un archivo fotográfico para gestión de piezas, muy efectivo al proporcionar una herramienta de respuesta rápida a las consultas sobre el material ya fotografiado. El resultado ha sido un incremento de la actividad de la Colección en estos años. 10

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Incorporado por Manuel Sánchez Ruiz, especialista en Informática para la Biodiversidad, y autor del capítulo de digitalización de esta publicación.

Agradecimientos Quisiéramos dar las gracias al personal de apoyo asignado a la Colección en los últimos diez años Guillermo Díaz Medina, Silvia Fernández de Diego, Reyes Carla San Juan y Michel Domínguez, y a los estudiantes que realizaron sus prácticas curriculares de verano en las mismas, Ismael Coronado Vila, Jorge Colmenar Lallena, María Matías Cabrero, Candela Blanco Moreno, David Patino Morales, María José Martínez Beas, Pau Aragonés Illanas, Ainhoa Pérez García, David M. Martín Perea, Víctor Medina Chavarrías, Miguel Ángel Sánchez Romero y Daniel Martín Muñoz, ya que con su trabajo hicieron posible el nuestro. Queremos también agradecer la ayuda en la localización de documentos y fotografías históricas a Manuel Parejo y Mónica Vergés, del Archivo del MNCN; y por la realización de algunas imágenes de las piezas a Jesús Muñoz y Fernando Señor, del Servicio de Fotografía del MNCN.

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La Colección de Paleontología de Vertebrados Susana Fraile y Patricia Pérez-Dios*

Rana fósil de la especie Pelophylax pueyoi Navás, 1922. Mioceno superior del yacimiento de Libros (Teruel). mncn 63776.

ios* l Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), fundado a mediados del siglo xviii (Barreiro, 1992; Montero, 2003; Villena et al., 2009), es uno de los museos de historia natural más antiguos de Europa; posee la mejor colección de Paleontología de Vertebrados de España, y se situa en primer lugar a escala nacional respecto al número de piezas y yacimientos españoles, que abarcan todos los períodos geológicos. Aunque la Colección está especialmente representada por yacimientos españoles, hay que señalar que incluye también ejemplares o réplicas de otras localidades de gran interés paleontológico, como por ejemplo Holzmaden (Alemania), Formación Morrison, Rancho la Brea, Wyoming (EE. UU.), Espinheira (Portugal), Sansan, Autun, Provenza (Francia), Monte Bolca (Italia), varias localidades de China, Sudamérica, etc. Todos los especímenes fósiles que se encuentran en la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN forman parte del patrimonio natural y cultural de España. El presente capítulo pretende hacer un repaso y una puesta al día de los fondos paleontológicos actualmente custodiados en la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN.

E

Historia de la colección La Colección de Paleontología tiene su origen en la colección que el rey Carlos III adquirió a Pedro Franco Dávila en 1771. A mediados del siglo xix, esta adquiere un valor científico con Juan Vilanova y Piera, primer catedrático de Paleontología de España, que ayudó considerablemente al incremento de los fondos de la Colección gracias a los fósiles que reunió durante sus viajes por España y Europa. En el siglo xix, el crecimiento de la Colección vino asociado a la compra de ejemplares y colecciones, y a los viajes puntuales de recolección para completar aquellos grupos o tiempos geológicos que no estaban suficientemente representados. Desde entonces, muchas han sido las personas que han contribuido al aumento de la Colección y al estudio de la misma. Durante la primera mitad del siglo *

Susana Fraile (Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]) y Patricia Pérez-Dios (Subdirección de Aprendizaje. Instituto Nacional de Administración Pública. [email protected]).

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xx destacan los trabajos de Eduardo Hernández-Pacheco y de José Royo Gómez. Ambos enriquecieron la Colección mediante sus trabajos de excavación en numerosos yacimientos que en la actualidad son un referente para el estudio de la paleontología. Como reconocimiento a esta tarea, en la actual exposición permanente «Minerales, fósiles y evolución humana» del MNCN existen dos vitrinas dedicadas a ambos científicos que resumen su trabajo y, de manera especial, su vinculación con la colección. En una etapa más reciente, es importante señalar los trabajos efectuados por Emiliano Aguirre, como director de la Sección de Paleontología de Vertebrados y Humana del Instituto Lucas Mallada. En los últimos años, las actividades científicas llevadas a cabo por los equipos de investigación del Departamento de Paleobiología del MNCN han ayudado también de forma notable al crecimiento de la Colección. La promulgación de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español y el traspaso de competencias en la materia a las comunidades autónomas deja la Colección prácticamente sin posibilidades de crecimiento, cerrando el ingreso de fósiles tal y como se venía realizando hasta entonces, por lo que el aumento de ejemplares desde esta fecha se ha producido por donaciones puntuales. A partir de este momento los bienes paleontológicos descubiertos, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, serán depositados en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares.

Material que compone la colección La Colección de Paleontología de Vertebrados se caracteriza por la gran variabilidad en lo relativo a tipos taxonómicos, yacimientos y períodos geológicos, aunque, por la historia de su formación, la Colección es especialmente relevante en mamíferos del Mioceno de la Península Ibérica. En cuanto al tipo de fósil, podemos encontrar fragmentos de hueso, esqueletos de ejemplares completos articulados o no, restos fósiles aislados e icnofósiles (huellas de actividad de los organismos del pasado). El estado de fosilización de los ejemplares también diferencia las piezas de la Colección. En los vertebrados fósiles encontramos en general las partes duras del esqueleto del organismo, sobre todo en mamíferos y reptiles, mientras que en los restos fósiles de anfibios y peces es más habitual que se preserven las impresiones de las partes blandas del organismo. Las piezas fósiles de la Colección varían también considerablemente en peso y tamaño (macrovertebrados y microvertebrados) y así hay desde restos de grandes animales extintos, como el esqueleto completo de Megatherium americanum Cuvier, 1796 a ejemplares más pequeños que apenas miden unos milímetros, como la dentición de los micromamíferos (la mayoría roedores y lagomorfos). Esta gran diversidad de ejemplares de la Colección hace que se hayan definido diferentes estrategias de conservación preventiva que permitan tanto su utilización y disfrute en el presente por los investigadores y el público en general, como su preservación para las generaciones futuras. La mayor parte de los ejemplares de la Colección de Paleontología de Vertebrados pertenecen a fósiles de mamíferos del Cenozoico español. Todos ellos configuran una importante colección de referencia temporal y geográfica para el registro de los vertebrados continentales de gran valor histórico y paleontológico. 326

«Megatherium americanum» Cuvier, 1796. mncn15975 Holotipo de la especie. Yacimiento: Río Luján (Argentina). Edad: Pleistoceno superior (c. 78.100-11.700 años).

Este perezoso gigante extinto fue enviado en 1788 al Real Gabinete de Historia Natural desde el Virreinato del Río de la Plata (Argentina). Posee un gran valor histórico, ya que fue el primer esqueleto fósil completo articulado montado en postura anatómica a partir de los dibujos que realiza Juan Bautista Bru. El montaje se realizó tal y como se creía que era su posición de vida y en la actualidad se mantiene así, a pesar de que la posición de este animal sería erguida. Además, desde el punto de vista paleontológico, este esqueleto es el holotipo de la especie definido en 1796 por Cuvier, fundador de la paleontología moderna (figura 22.1).

Figura 22.1. Esqueleto de Megatherium americanum (mncn15975) expuesto en la exposición permanente «Minerales, fósiles y evolución humana» del MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN y Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN.

Aunque se encuentran menos representados que los mamíferos, el resto de grupos de vertebrados fósiles, como aves, peces, anfibios y reptiles, poseen también un interés muy elevado para la Colección. El ejemplar que podemos calificar como el más importante de la Colección, por su relevancia histórica y científica es el esqueleto completo de Megatherium americanum. La Colección cuenta también con otros ejemplares de notable importancia, como el esqueleto de ictiosaurio hembra de Holzmaden (Alemania), que conserva una cría en su interior (mncn63745) (figura 22.2a), dos esqueletos de osos: uno adulto y un feto de Ursus spelaeus Rosenmüller, 1794 procedentes del Pleistoceno de Rusia (mncn74631 y 74623) (figura 22.2b), o el esqueleto completo de un ave extinta Confuciusornis sanctus Hou, Zhou & Zhang, 1995 del Cretácico inferior de Liaoning (China) (mncn74629) (figura 22.2c) (ambos donados por la Obra Social La Caixa en el año 2015). Existen asimismo numerosos ejemplares de anfibios y peces fósiles (esqueletos completos y dientes aislados) (figura 22.3). En cuanto a los mamíferos fósiles custodiados en la Colección distinguimos los macromamíferos y los micromamíferos. Las familias de macromamíferos con mayor presencia en la Colección corresponden a Equidae, Bovidae, Rhinocetidae y Cervidae. Además, hay que destacar que conservamos ejemplares muy sobresalientes pertenecientes a otras familias, como 327

Figura 22.2. Diferentes ejemplares de la Colección de Paleontología de Vertebrados expuestos en la exposición permanente «Minerales, fósiles y evolución humana» del MNCN:

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a. Esqueleto de ictiosaurio hembra de Holzmaden (Alemania). mncn63745. b. Esqueleto de un adulto y un feto de Ursus spelaeus procedentes de Rusia mncn74631 y mncn74623. c. Esqueleto de Confuciusornis sanctus de Liaoning (China). mncn74629.

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Servicio de Fotografía del MNCN y Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN.

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Figura 22.3. Peces fósiles de la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN: a. Esqueleto de Sparnodus elongatus Agassiz, 1839 del yacimiento Eoceno inferior de Monte Bolca (Italia). mncn6641. b. Dos esqueletos de Diplomystus sp. del yacimiento Eoceno de Wyoming (EE. UU.). mncn6661. c. Esqueleto de Leptolepis macrolepidotus Agassiz, 1834 del yacimiento Jurásico superior de Solnhofen (Alemania). mncn6666. d. Varios esqueletos de Knightia eocaena Jordan, 1907 del yacimiento Eoceno de Wyoming (EE. UU.). mncn6662. Servicio de Fotografía del MNCN.

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Colección de anfibios fósiles La Colección de anfibios fósiles del MNCN posee una gran importancia científica y un gran valor histórico, ya que muchos de los fósiles se recolectaron entre finales del siglo xix y principios del xx. Estos ejemplares son únicos e insustituibles, pues actualmente muchos de los yacimientos son inaccesibles o han desaparecido totalmente. La Colección está compuesta por aproximadamente 8.500 ejemplares, que representan algo más del 9% del total de los ejemplares informatizados. Los fósiles que custodia abarcan los últimos 270 millones de años; los más antiguos pertenecen a yacimientos centroeuropeos y fueron recolectados a finales del siglo xix, aunque el grueso de la Colección corresponde a yacimientos del Mioceno de la Península Ibérica, entre 23 y 5 millones de años. Hay que destacar en primer lugar las ranas fósiles del Mioceno superior del yacimiento de Libros (Teruel) pertenecientes a la especie Pelophylax pueyoi Navás, 1922. Existen casi cien ejemplares en este yacimiento, entre los que se encuentran tanto ejemplares adultos como los diferentes estados larvarios, con un excelente estado de conservación. Especialmente importantes son también los ejemplares recolectados por Eduardo Hernández-Pacheco en yacimientos arqueológicos cantábricos a principios del siglo xx, los ejemplares del yacimiento de Los Aljezares (Teruel) y algunos areneros del sur de Madrid. Por último, tenemos que señalar la existencia de material tipo (holotipos) de anfibios en la Colección: un discoglósido, Eodiscoglossus santonjae Villalta, 1957, del Cretácico inferior del yacimiento de Santa María de Meyá (Lérida) y el pelodítido, Pelodytes arevacus Sanchíz, 1978, del Mioceno medio del yacimiento de Escobosa de Calatañazor (Soria) (Pérez-Dios y Sanchíz, 2014). En la actualidad todos los fondos de esta colección están siendo revisados y estudiados para la realización de un catálogo detallado que se publicará a lo largo del año en curso (figura 22.4).

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Figura 22.4. Anfibios fósiles de la Colección de Paleontología del MNCN: a. Ejemplar de Pelophylax pueyoi del yacimiento de Libros (Teruel). mncn63776. b. Pelophylax pueyoi del yacimiento de Los Aljezares (Teruel). mncn63889. c. Holotipo: Eodiscoglossus santonjae del yacimiento de Santa María de Meyá (Lérida). mncn4723. d. Ejemplar de un anfibio del yacimiento de Autun (Borgoña, Francia), que se adquirió en 1905 mediante compra a Comptoir Minéralogique et Géologique Suisse de Genève. mncn14. Servicio de Fotografía del MNCN.

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Figura 22.5. Diferentes ejemplares de la Colección de Paleontología de Vertebrados expuestos en la exposición permanente «Minerales, fósiles y evolución humana» del MNCN. Arriba: Vista de la sala donde se exponen, de izquierda a derecha, las piezas de dos esqueletos de osos de Ursus spelaeus procedentes de Rusia (mncn74631 y 74623), detrás de él, parte del esqueleto de Deinotherium giganteum del yacimiento de Cerecinos del Campo (Zamora) (mncn63702-63712), a continuación parte del esqueleto de Elephas antiquus del yacimiento de Transfesa, Villaverde Bajo (Madrid) (mncn63716) y esqueleto completo de Megatherium americanum del Río de La Plata (Argentina) (mncn15975). Abajo: Restos de Gomphotherium angustidens del Mioceno medio de Yuncos (Toledo). mncn46376-46378. Servicio de Fotografía del MNCN.

Figura 22.6. Holotipo: Primer molar inferior derecho de Megacricetodon vandermeuleni Oliver & Peláez-Campomanes, 2013 del yacimiento de Fuente Sierra 4 (Zaragoza) (fte4-177) (mncn79809). Servicio de Análisis por técnicas no destructivas del MNCN.

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Figura 22.7. Icnofósiles de la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN: a. Huella de Chirotherium sp. de Rillo de Gallo (Guadalajara). mncn39925. b. Huevo fósil de Diamantornis wardi Pickford & Dauphin, 1993 del yacimiento de Karingarab (Namibia). mncn31813. c. Huevo fósil del yacimiento de Cevico de la Torre (Palencia). mncn64182. d. Réplica del rastro de un dinosaurio de Los Cayos (La Rioja). mncn63746. Servicio de Fotografía del MNCN.

algunos restos de proboscídeos, como son el cráneo, la mandíbula y las extremidades anteriores de Elephas antiquus Falconer & Cautley, 1847 del Pleistoceno hallado en el yacimiento de Transfesa en Villaverde Bajo (Madrid) (mncn63716) (figura 22.5), los restos de Gomphotherium angustidens Cuvier, 1806 del Mioceno medio de Yuncos (Toledo) (mncn46376-46378) (figura 22.5), que se conservan y exponen en la misma posición en la que se encontraron o los restos montados de parte del esqueleto de Deinotherium giganteum Kaup, 1806 procedente del yacimiento del Aragoniense inferior-medio de Cerecinos del Campo (Zamora) (mncn63702-63712) (figura 22.5). Los micromamíferos están compuestos en su mayoría por piezas dentales de roedores (figura 22.6) y lagomorfos. Estos ejemplares constituyen un importante conjunto de gran valor bioestratigráfico y taxonómico, ya que además se poseen colecciones muy completas de yacimientos pertenecientes a edades muy diversas. Se estima en unos 57.000 ejemplares el total de restos de micromamíferos inventariados. Respecto a los icnofósiles, la Colección conserva numerosos ejemplares de gran relevancia. Especial interés poseen los huevos fósiles encontrados en el yacimiento Karingarab (Namibia)(figura 22.7b) y en el yacimiento Mioceno de Cevico de la Torre (Palencia) (figura 22.7c), primera cita de este tipo de fósiles en España en el año 1898. En la actualidad están expuestos en las exposiciones permanentes del MNCN. Otros icnofósiles significativos de la Colección son: el ejemplar formado por un contramolde natural de una huella de desplazamiento de la extremidad posterior derecha de un reptil fósil, Chirotherium sp., del Triásico del yacimiento de Rillo de Gallo (Guadalajara) (figura 22.7a), la réplica del rastro de un dinosaurio del Cretácico inferior procedente de Los Cayos (La Rioja) (figura 22.7d), las huellas de locomoción de un carnívoro del yacimiento Mioceno de Belinchón (Cuenca), las huellas de desplazamiento triásicas de un arcosaurio que formaban parte del pavimento de la Plaza del Castillo en Pamplona (Navarra) o la réplica de las famosas huellas de Australopithecus afarensis Johanson; White & Coppens, 1978 de Laetoli (Tanzania). 331

«Diplodocus carnegii» hatcher, 1901. mncn63731 Yacimiento: Formación Morrison, Sheep Creek (Quarry D, Wyoming, EE. UU.). Edad: Jurásico superior (c. 161-146 millones de años). Réplica del esqueleto conocido como Dippy, del Carnegie Museum of Natural History (Pittsburgh, EE. UU.), que fue donado por Andrew Carnegie al rey Alfonso XIII y que se instaló en el MNCN en 1913. En el montaje del esqueleto original se utilizaron huesos de varios individuos, ya que ninguno de los fósiles descubiertos estaba completo (Cabrera, 1913; McIntosh, 1981; Pérez y Sánchez Chillón, 2009). El MNCN dispone de una de las once copias de este dinosaurio realizadas en las primeras décadas del siglo xx, aunque dos de ellas nunca se llegaron a montar (Otero y Gasparini, 2014). En la actual exposición permanente «Minerales, fósiles y evolución humana» del MNCN se exhibe la famosa réplica con una vitrina dedicada a esta pieza emblemática (figura 22.8).

Figura 22.8. Esqueleto de Diplodocus carnegii (mncn63731) expuesto en la exposición permanente «Minerales, fósiles y evolución humana» del MNCN. acn003/003/8177.

Servicio de Fotografía y del Archivo del MNCN.

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Figura 22.9. Vista de la sala permanente donde se exhiben las réplicas de los dinosaurios. Fotografía: Jesús Juez.

Figura 22.10. Ejemplares de las réplicas de aves fósiles de la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN:

La escasez de los ejemplares fósiles y el hecho de que se trate de elementos únicos, junto con la dificultad de transmitir al público en general cómo eran los animales extintos, han hecho que desde los inicios de la paleontología, tanto para la investigación como para la difusión, se hayan utilizado las réplicas, reproducciones exactas del fósil original como elemento de trabajo y reconstrucciones del aspecto que tuvieron en su día estos animales. a c

a/b. Réplicas y reconstrucción de Iberomesornis romerali (Las Hoyas, Cuenca). mncn63674. c. Archaeopteryx lithographica (Solnhofen, Alemania). mncn59712. Servicio de Fotografía del MNCNN.

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Dada la gran importancia de muchas de las réplicas existentes en la Colección, desde un punto de vista paleontológico y/o histórico, estas se tratan en algunas ocasiones como si fueran piezas originales y se catalogan como tales (aunque siempre indicando que corresponde a una réplica), como es el caso del valioso ejemplar de Diplodocus carnegii. En la exposición permanente se pueden apreciar igualmente las réplicas de otros magníficos esqueletos de dinosaurios: Allosaurus, Camptosaurus, Torvosaurus, Stegosaurus y dos especies de Camarasaurus (figura 22.9) o las réplicas de dos ejemplares de dinosaurios avianos (con plumas): Iberomesornis romerali Sanz & Bonaparte, 1992 del Cretácico inferior de Las Hoyas de Cuenca (España) y Archaeopteryx lithographica Meyer, 1861 del Jurásico superior de Solnhofen (Alemania), que se exhiben con sus respectivas reconstrucciones (figura 22.10). Por último, cabe señalar la importante colección de réplicas de piezas cráneo-mandibulares y del esqueleto postcraneal de homininos, la mayoría de ellos expuestos en la sala permanente dedicada a la evolución humana. Dentro de la Colección existen aproximadamente unas 200 réplicas o reproducciones de ejemplares fósiles de la Colección que fueron realizadas para su uso divulgativo (exposiciones, talleres, cursos, etc.), para investigación o para intercambio con otros centros de investigación. También se incluyen réplicas de ejemplares que no pertenecen a la Colección y que han sido intercambiados con otros centros de investigación. Algunas de las réplicas están realizadas con escayola, aunque la mayoría son de resina de poliuretano. En este apartado merecen especial atención las réplicas procedentes de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca (Burgos) y del sistema de yacimientos del Cerro de los Batallones de Torrejón de Velasco (Madrid), así como las formadas por el material tipo (holotipos) de la propia Colección (figura 22.11). Como curiosidad, mencionaremos hasta el momento la única pieza obtenida con impresora en tres dimensiones (3D) e inventariada en la Colección, que corresponde al cráneo de Homo naledi Berger et al., 2015 hallado en 2013 en el yacimiento de Cueva de Rising Star (Sudáfrica) (mncn79810), donado por el investigador Markus Bastir, del Departamento de Paleobiología del MNCN en 2016 y que actualmente se ha incorporado a la exposición permanente. Conservamos, además, con su respectivo inventario y base de datos, más de 1.200 matrices de las réplicas que se han elaborado en el Laboratorio de Restauración del MNCN, realizadas con escayola o con diferentes tipos de silicona. La Colección cuenta también con un apartado de maquetas paleontológicas, donde se incluyen tanto las maquetas históricas de las reconstrucciones de distintos vertebrados 334

Figura 22.11. Réplicas de la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN: a. Réplica de un esqueleto completo de Pelophylax pueyoi del yacimiento de Libros (Teruel). mncnrep1052. b. Réplica de una protuberancia craneal de Triceromeryx pachecoi Villanta et al., 1946 del yacimiento de La Hidroeléctrica (Madrid). mncnrep1012. c. Réplica de un cráneo de Machairodus aphanistus Ginsburg, Morales & Soria, 1981del yacimiento del Cerro de los Batallones, Torrejón de Velasco (Madrid). mncnrep1001. Servicio de Fotografía del MNCN y Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN.

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Figura 22.12. Maquetas de la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN. Maquetas históricas realizadas en escayola: a. Maqueta de mamut. b. Maqueta de Glyptodon realizada por V. Edwards c. Maqueta de Eohippus. Maquetas realizadas por Elisabeth Daynès: d. Australopithecus afarensis. mncnmaq26. e. Homo habilis. mncnmaq27. f. Homo neanderthalensis. mncnmaq29. Servicio de Fotografía del MNCN y Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN.

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extintos realizadas en escayola como las recientemente incorporadas esculturas hiperrealistas de los homininos expuestas en la exposición permanente de la sala de Geología «Minerales, fósiles y evolución humana». Estas cuatro esculturas de los primeros humanos realizadas por la prestigiosa y galardonada paleoartista Elisabeth Daynès fueron donadas por la Obra Social La Caixa en el año 2015. Las esculturas representadas son: Australopithecus afarensis Johanson; White & Coppens, 1978, Homo habilis Leakey, L. S. B., Tobias & Napier, 1964, Homo erectus (Dubois, 1894) y Homo neanderthalensis Campbell, 1963 (figura 22.12). En la actualidad existen un total de 30 maquetas paleontológicas catalogadas. Por último, hay que hacer notar la existencia en la Colección de láminas delgadas y de numerosas preparaciones realizadas para estudios histológicos de huesos fósiles, pendientes aún de inventariar y documentar.

Ejemplares relevantes de la colección: material tipo La Colección de Paleontología de Vertebrados custodia numeroso material tipo (holotipos, paratipos, etc.). Se denomina material tipo a los ejemplares empleados como referencia en los trabajos taxonómicos a partir de los cuales se define una especie, por lo que se trata de piezas únicas con una relevancia científica excepcional. La Colección cuenta con 116 holotipos custodiados en una sala especial. Además, debido a la importancia del estudio de estas piezas para la investigación, contamos con 51 réplicas de holotipos cuyos originales custodian otros museos. Entre los holotipos podemos destacar el anteriormente citado esqueleto de xenartro Megatherium americanum de Río Luján de Argentina (figura 22.1), el pez Rutilus pachecoi Royo, 1921 procedente del Turoliense continental de Los Aljezares (Teruel), Eodiscoglossus santonjae, una rana del Triásico de Santa María de Meyá (Lérida) (figura 22.4c), holotipos de diversos ofidios del Mioceno final de Algora (Guadalajara), varios carnívoros de diferentes yacimientos neógenos como por ejemplo Machairodus alberdiae Ginsburg, Morales & Soria, 1981de Los Valles de Fuentidueña (Segovia) (figura 22.13a) 335

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o Agriotherium roblesi Morales & Aguirre, 1976 de Venta del Moro (Valencia), restos de postcraneal del perisodáctilo Anchiterium de varias localidades españolas, los cuernos de Hispanodorcas heintzi Alcalá & Morales, 2006 del Plioceno de La Calera (Teruel), la protuberancia craneal de Heteroprox moralesi Azanza, 1989 del yacimiento de Puente de Vallecas (Madrid) (figura 22.13b), el cráneo y la mandíbula articulados del perisodáctilo Franzenium tetradactylum Casanovas-Cladellas & Santafe-Llopis, 1989 del yacimiento de Llamaquique (Principado de Asturias) (figura 22.13c), o el holotipo de una nueva especie de ave otidiforme, Chlamydotis mesetaria Sánchez Marco, 1989-90, procedente del Plioceno de Layna (Soria). Si tenemos en cuenta solo los holotipos de los mamíferos fósiles, se puede observar un elevado número de grupos representados (figura 22.14).

Gliridae Cricetidae Ochotonidae Eomydae Mustelidae Felidae Ursidae Amphicyonidae Ailuridae Mosquidae Camelidae Bovidae Bovoidea Palaeotheriidae Suidae Paleomerycidae Cervidae Cervoidea Equidae Megatheriidae

a. Mandíbula de Machairodus alberdiae del yacimiento de Los Valles de Fuentidueña (Segovia) y su imagen digitalizada realizada con 3D Scanner laser superficial. mncn3605. b. Protuberancia craneal de Heteroprox moralesi del yacimiento de Puente de Vallecas (Madrid) y su imagen digitalizada realizada con 3D Scanner laser superficial. mncn7856 c. Cráneo y mandíbula de Franzenium tetradactylum del yacimiento de Llamaquique (Principado de Asturias) mncn49661. Servicio de Fotografía del MNCN y Colección de Paleontología de Vertebrados.

0

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Figura 22.13. Holotipos de la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN:

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Figura 22.14. Holotipos con los distintos grupos de mamíferos fósiles representados en la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN.

La colección en cifras La Colección de Paleontología de Vertebrados se estima que posee unas 380.000 piezas de vertebrados fósiles, con cerca de 80.000 registros informatizados en la base de datos, que equivalen a unos 175.000 ejemplares inventariados (tabla 22.1). Hasta el momento se ha inventariado material procedente de más de 800 yacimientos españoles y de unos 300 extranjeros. Por otro lado, el número de especies diferentes que hay en la Colección es de aproximadamente 520. En cuanto a las áreas que aportan una mayor cantidad de elementos fósiles son las cuencas neógenas españolas de Calatayud-Teruel, la cuenca del Duero y la cuenca de Madrid. Las piezas más representadas desde un punto de vista anatómico son los dientes, seguidos de los elementos indeterminados en la misma proporción que los maxilares, costillas, huesos del tarso y falanges, vértebras y metápodos, huesos del carpo y mandíbulas. Existen aún ejemplares fósiles por inventariar, fotografiar y documentar, los cuales no se encuentran disponibles para su uso en investigación y divulgación. Por esta razón, sería conveniente ayudar a la mejora de estos fondos de Patrimonio Natural y Cultural, invirtiendo en su preparación, restauración, inventario y digitalización. Muchas de las piezas están en espera de entrar en el Laboratorio de Restauración con el fin de recibir un tratamiento adecuado para su mejor preservación y su posterior ingreso en las colecciones. En la actualidad este servicio se encuentra cerrado debido a la jubilación del personal, por lo que el trabajo de restauración de los fósiles en estos momentos no está operativo. Tabla 22.1. Número de ejemplares fósiles totales, inventariados y número de registros de la colección. colección

número ejemplares fósiles

ejemplares inventariados

número de registros

Paleontología de Vertebrados

380.000

175.000

80.000

Incremento de ejemplares de vertebrados fósiles en la colección Tal y como ya se ha comentado anteriormente, las actuales regulaciones de la Ley del Patrimonio Histórico Español hacen casi imposible el aumento futuro de los ejemplares fósiles en esta Colección, que se puede considerar en un estado de paralización con la incorporación esporádica de nuevos ejemplares como consecuencia de donaciones puntuales. Las aportaciones de ejemplares nuevos pueden ser realizadas por personal del propio Museo, personal externo u otras instituciones. Respecto a los últimos ingresos destacaremos en primer lugar, por el número de piezas donadas, la incorporación a la Colección en 2017 de más de 10.000 ejemplares fósiles de microvertebrados procedentes del material de investigación de dos investigadores del Departamento de Paleobiología del MNCN. Se trata de la colección de la investigadora Carmen Sesé, compuesta en su mayoría por dentición de micromamíferos procedentes de yacimientos cuaternarios españoles, y de restos fósiles de anfibios y reptiles donados por el investigador Borja Sanchíz. En la actualidad se está inventariando este nuevo ma337

terial e incorporándolo a la base de datos; hay ya más de 5.000 fósiles catalogados de micromamíferos y unos 400 de anfibios y reptiles. En segundo lugar, señalaremos la colección donada por la Obra Social La Caixa en el año 2015, compuesta por 18 piezas excepcionales que abarcan un ámbito cronológico y geográfico muy amplio. Y, por último, debemos hacer referencia a otras donaciones, como la de los investigadores Markus Bastir y Jorge Morales, entre otros. Por otro lado, a pesar de no ser muy frecuente, el incremento de la Colección también se debe a la compra de piezas, como por ejemplo la efectuada en 2016 de varias réplicas del hominino Ardipithecus ramidus White, Suwa & Asfaw, 1994 (mncn74641-74647), incorporadas recientemente al discurso expositivo de la evolución humana del MNCN. Como curiosidad, comentaremos el ingreso por donación de un cuadro con piezas dentales y restos de postcraneal de varias especies de tiburón, reptiles marinos, etc., de la zona de Khouribga (Marruecos), entregada como obsequio al rey emérito Juan Carlos I en un viaje realizado a Marruecos en el año 1990 y donadas al MNCN por parte del jefe de Protocolo de la Casa Real en septiembre de 2016.

Gestión y uso de la colección La gestión de una colección de este tamaño y heterogeneidad es un trabajo complejo que conlleva multitud de tareas. Una de las principales funciones de la Colección es la conservación con estándares de calidad de los ejemplares fósiles garantizando su seguridad y custodia en las condiciones idóneas: ambientales, almacenamiento, embalaje, manipulación, documentación, etc. Respecto a la documentación de los ejemplares, al tratarse de una colección científica, el trabajo de recopilación y tratamiento de toda la información referente a cada uno de los ejemplares es esencial. Cada pieza, además de contar con una ficha integral en una base de datos, en la que se recopila toda la información existente sobre el ejemplar, va acompañada de una etiqueta que contiene la siguiente información: número de inventario, elemento anatómico, descripción del material, determinación taxonómica, yacimiento, localidad y edad. Las nuevas técnicas de análisis no destructivos nos ofrecen nuevas oportunidades para la documentación de los ejemplares, ya que gracias a ellas podemos completar la información científica que tenemos sobre los mismos. En la Colección son dos las técnicas de documentación digital utilizadas, además de las fotografías convencionales. Se trata de imágenes tridimensionales de la superficie del objeto, 3D Scanner laser superficial (figuras 22.13a y 22.13b) y la tomografía computadorizada CT-SCAN (Nikon XT H-160) efectuadas por el Servicio de Análisis por técnicas no destructivas del MNCN, que nos ha permitido conocer el interior de los ejemplares a diferentes niveles morfológicos sin que sufran ningún tipo de intervención física. Para completar la información científica de los ejemplares fósiles se hace necesario desarrollar proyectos de documentación y digitalización de los mismos para crear una colección digital accesible en un futuro. El uso de la Colección está dirigido hacia dos puntos fundamentales: la investigación y la divulgación. En lo referente a la investigación, además de realizar un inventario y catalogación lo más completo posible de cada uno de los ejemplares, que es necesario actualizar conforme se producen diferentes avances en la investigación, es preciso gestionar la actividad 338

generada por parte de los investigadores. Ser un servicio abierto a la investigación requiere, entre otras tareas, la respuesta a las consultas recibidas sobre piezas o temas relacionados con la Colección, el envío de la información solicitada o la atención directa al personal investigador que visita nuestras instalaciones para consultar ejemplares de la Colección, para quienes previamente hay que seleccionar las piezas, buscarlas en los almacenes, colocar en la sala de consultas y recoger y guardar una vez finalizado su estudio. En lo referente a la divulgación, la Colección participa activamente en las exposiciones permanentes y temporales que se realizan en el MNCN, con la selección de piezas, el asesoramiento en la museografía y la redacción de textos. Además, participa mediante el préstamo de piezas en las exposiciones temporales que organizan otras instituciones y que esperan contar con ejemplares de la Colección. Hay que señalar también la participación en talleres del Departamento de Comunicación y Programas Públicos del MNCN, la atención a medios de comunicación y la realización de conferencias para la Sociedad de Amigos del Museo. Por otro lado, colaboramos en la formación de estudiantes en prácticas que aprenden cómo es el trabajo diario de una colección científica y cómo se gestionan sus fondos. La Colección participa además de forma activa en las actividades de formación propias de instituciones nacionales o de las redes europeas e internacionales de colecciones científicas en las que se integra. Como resultado del uso de los fondos de la Colección podemos destacar las más de 500 gestiones anuales sobre las consultas científicas de ejemplares fósiles realizadas por investigadores y usuarios. Aunque la mayor parte de la investigación está desarrollada por los miembros del Departamento de Paleobiología del MNCN, también visitan la Colección investigadores nacionales de otras instituciones y científicos internacionales, en su mayoría europeos. La Colección ha recibido unas 250 visitas de estudio de investigadores nacionales e internacionales durante 2017. Especial atención merece la visita de seis investigadores dentro del Proyecto Synthesys durante 2017. Esta participación aporta al centro un importante beneficio económico y científico. Por otro lado, se han llevado a cabo diversos préstamos de piezas para exposiciones en el MNCN u otras instituciones. Como ejemplo, en la actualidad existen 638 piezas fósiles en préstamo para exposiciones solo del MNCN (tabla 22.2).

Tabla 22.2. Piezas fósiles (PVERT) y maquetas paleontológicas (MAQ) de la Colección, en préstamo en diferentes exposiciones del propio MNCN. exposiciones permanentes mncn

pvert

maq

total

Minerales, fósiles y evolución humana

542

4

546

Biodiversidad

16

16

El Real Gabinete de Historia Natural

17

17

Mediterráneo, naturaleza y civilización

59

59

Total MNCN permanentes

634

4

638

339

Tabla 22.3. Piezas fósiles de la Colección en préstamo en diferentes exposiciones en instituciones externas. exposiciones externas

pver

Museo Paleontológico de Valencia

12

Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid (MAR)

1

Ayuntamiento de Los Yébenes (Toledo)

6

Dinópolis-Museo Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel

12

Aquarium Finisterrae (La Coruña)

1

Biblioteca Nacional de España (Madrid)

9

Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira (Cantabria)

2

Total externas

43

Además, se ha efectuado la gestión de varios depósitos de material fósil de vertebrados. Actualmente existen ocho expedientes de Depósitos Temporales: Órdenes Ministeriales de las siguientes instituciones: Museo de Ciencias Naturales de Valencia (Valencia), Museo Arqueológico Regional (Madrid), Ayuntamiento de Los Yébenes (Toledo), Dinópolis-Museo Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel, Aquarium Finisterrae (La Coruña), Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira (Cantabria) y Biblioteca Nacional de España (Madrid) con un total de 43 ejemplares (tabla 22.3).

Conclusiones La Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN es un punto de referencia en el ámbito nacional y ha influido de manera importante en la investigación de la paleontología actual de nuestro país, lo que conlleva la realización de numerosas publicaciones científicas y divulgativas sobre el material fósil de la Colección y la participación en exposiciones de algunas de las más importantes instituciones españolas. En los últimos años se han inventariado, documentado e informatizado numerosas piezas fósiles, bien procedentes de donaciones, bien de material que se encontraba guardado en los propios almacenes de la Colección pendiente de catalogar, lo que ha supuesto un incremento de información notable y una mejora de la actualización de la base de datos. Además, la incorporación de las nuevas piezas, como las donadas por la Obra Social La Caixa, ha permitido llevar a cabo una renovación y ampliación de la actual exposición permanente «Minerales, fósiles y evolución humana» del MNCN, abierta de nuevo al público en 2016. En la actualidad la Colección continúa muy activa, debido principalmente a las numerosas consultas y visitas de investigadores y particulares que se atienden. Además, por ser una colección histórica y científica de referencia, se realizan numerosos préstamos de piezas tanto al propio Museo como a otras instituciones para investigación y divulgación (exposiciones). 340

Agradecimientos Nuestro agradecimiento al Servicio de Fotografía y al personal del Archivo del MNCN (CSIC). Y en especial a Adriana Oliver, Enrique Cantero, Pablo Peláez-Campomanes, Jesús Juez, Celia Santos, Ana M. Bravo, Laura Tormo, Borja Sanchíz y Jorge Morales.

Referencias bibliográficas Barreiro A. J. (1992). El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935). Madrid, Doce Calles. Cabrera, A. (1913). «La historia del “Diplodocus”», La Ilustración Española y Americana, 45: 346-347. Mc Intosh, J. S. (1981). «Annotated Catalogue of the Dinosaurs (Reptilia, Archosauria) in the collections of Carnegie Museum of Natural History», Bulletin of Carnegie Museum of Natural History, 18. Montero, A. (2003). «La Paleontología y sus Colecciones desde el Real Gabinete de Historia Natural al Museo Nacional de Ciencias Naturales», Monografías del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid, CSIC. Oliver, A. y Peláez-Campomanes, P. (2013). «Megacricetodon vandermeuleni, sp. nov. (Rodentia, Mammalia), from the Spanish Miocene: a new evolutionary framework for Megacricetodon», Journal of Vertebrate Paleontology, 33 (4): 943-955. Otero, A. y Gasparini, Z. (2014). «The History of the Cast Skeleton of Diplodocus carnegii Hatcher, 1901, at the Museo de La Plata, Argentina», Annals of Carnegie Museum, 82 (3): 291-304. Pérez García, A. y Sánchez Chillón, B. (2009). «Historia de Diplodocus carnegii del MNCN. Primer esqueleto de dinosaurio montado en la Península Ibérica», Revista española de Paleontología, 24 (2): 133-148. Pérez-Dios, P. y Sanchíz, B. (2014). La Colección de anfibios fósiles del MNCN. XX Jornadas de Paleontología. Teruel, Sociedad Española de Paleontología. Villena, M.; Almazán, J. S.; Muñoz, J. y Yagüe, F. (2009). El gabinete perdido. Pedro Franco Dávila y la Historia Natural del Siglo de las Luces. Madrid, CSIC.

341

La Colección de Prehistoria Susana Fraile y Patricia Pérez-Dios*

Arriba. Placa decorada del yacimiento de Cueva de la Paloma (Principado de Asturias). mncnph8665. Abajo. Fragmento de hueso decorado del yacimiento de Balmori (Principado de Asturias). mncnph10453.

ios* muchos les puede llamar la atención el hecho de que el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) cuente entre sus fondos con una Colección de Prehistoria, como ocurre en otros países, fundamentalmente del mundo anglosajón, donde encontramos colecciones de Prehistoria y Antropología en museos de historia natural. Un ejemplo de ello es el American Museum of Natural History de Nueva York, con salas dedicadas a las ciencias naturales, la paleontología, la prehistoria y la antropología vinculadas con sus respectivos departamentos de conservación e investigación. En este contexto podemos decir que la Colección de Prehistoria es el reflejo de una manera más global de entender la ciencia. Concretamente se puede afirmar que es la herencia de dos momentos importantes en la historia del MNCN. Por un lado, la de los antecedentes del Museo como Real Gabinete de Historia Natural, al que pertenecían algunas de las piezas que hoy conforman las colecciones del Museo Arqueológico Nacional o del Museo de América, entre otros. Y, por otro, la del establecimiento en el MNCN en 1912 de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP), en la que trabajaban conjuntamente geólogos, paleontólogos, prehistoriadores y arqueólogos, entre los que podemos destacar los nombres de Eduardo HernándezPacheco y Estevan, Ricardo Duque de Estrada y Martínez de Morentín (Conde de la Vega del Sella), Juan Cabré, Hugo Obermaier, Paul Wernert, Henri Breuil o Enrique de Aguilera y Gamboa (Marqués de Cerralbo). Los materiales obtenidos en las excavaciones y prospecciones que realizó esta comisión son el núcleo de la actual Colección de Prehistoria, si bien es cierto que no existe en el Museo un departamento de investigación que trabaje en esta materia.

A

La colección La Colección de Prehistoria del MNCN está constituida por aproximadamente 23.000 ejemplares inventariados (16.617 números de registro) y existe todavía material pendiente de catalogación de diferentes yacimientos.

*

Susana Fraile (Unidad de Colecciones y Documentación. MNCN. [email protected]) y Patricia Pérez-Dios (Subdirección de Aprendizaje. Instituto Nacional de Administración Pública. [email protected]).

343

PARTE3 FINAL.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:39 Página 344

Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan (Madrid, 1872-Alcuéscar, Cáceres, 1965) Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan es uno de los principales impulsores de la CIPP y responsable de gran parte del material de la actual Colección de Prehistoria del MNCN. Realiza una labor muy activa dentro de los trabajos sobre prehistoria que se llevan a cabo en nuestro país en el primer tercio del siglo xx. Entre ellos destaca la excavación entre 1914 y 1915 del yacimiento paleolítico de La Paloma (Soto de Regueras, Principado de Asturias), cuya memoria fue publicada en 1923 (figura 23.1). Además de los restos excavados en este yacimiento, en la Colección del Museo conservamos materiales procedentes de otros lugares, como Cueva del Río Ardines, Cueva del Salitre, Cueva Viesca, La Cuevona o Rascaño, todos ellos fruto de los trabajos realizados directamente por él en la cordillera Cantábrica. Pero su labor no se restringe únicamente al norte peninsular, en la Colección se conservan también materiales que recoge en superficie en diferentes yacimientos de las orillas de la hoy desecada laguna de La Janda en Cádiz (figura 23.2) y que publica en 1915 en su obra Las tierras negras del extremo Sur de España (Hernández-Pacheco, 1915). Además, tenemos que destacar dentro de la aportación de Hernández-Pacheco a la Colección de Prehistoria del MNCN la industria lítica procedente del Sahara Occidental, que recolecta en la expedición científica en la que participa y que tiene lugar entre 1941 y 1946 (Hernández-Pacheco et al., 1949). Prueba de su trabajo y conocimiento de la Colección de Prehistoria es la publicación en 1954 de Reseña de las colecciones prehistóricas y deducciones de su estudio (Hernández-Pacheco et al., 1954), un trabajo muy completo sobre la composición de la misma. Por último, es necesario hacer una referencia a su obra La Prehistoria del Solar Hispano (Hernández-Pacheco et al., 1959), donde abarca toda la prehistoria española y quedan perfectamente sintetizados todos los descubrimientos y avances científicos que se han realizado a lo largo de su carrera. Gran parte de las ilustraciones se refieren a piezas de la Colección de Prehistoria del MNCN y las propias salas donde se exponían (figura 23.3).

Figura 23.3. Salas del Museo Nacional de Ciencias Naturales donde se exponían las piezas de la Colección de Prehistoria. acn002/002/06404 y acn002/002/06405. Archivo del MNCN.

Figura 23.1. Excavaciones de la Cueva de la Paloma (Principado de Asturias) 1914; fotografías realizadas por Francisco Hernández-Pacheco. acn002/001/05695. Archivo del MNCN.

Figura 23.2. Material recolectado por Eduardo Hernández-Pacheco y Juan Cabré en la laguna de La Janda (Cádiz). Arriba: Núcleo de sílex del yacimiento de Venta de Gibraltar mncnph4546. Abajo: Núcleo de cuarcita del yacimiento de Dehesa del Haba mncnph4467. Colección de Prehistoria del MNCN.

344

Donación del marqués de Cerralbo Figura 23.4. Piezas de industria lítica del yacimiento de Torralba (Soria) de la Colección de Prehistoria del MNCN. Colector: Marqués de Cerralbo: a. mncnph3255 b. mncnph3127 c. mncnph3103 d. mncnph3241

a

b

c

d

Servicio de Fotografía del MNCN y Colección de Prehistoria del MNCN.

Enrique de Aguilera y Gamboa, XVII Marqués de Cerralbo (1845-1922) es una de las personalidades más importantes en los inicios de la arqueología y paleontología españolas. Su relación con el MNCN y la Colección de Prehistoria está directamente vinculada a la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. La comisión fue creada en 1912, con sede en los laboratorios de geología y paleontología del MNCN, y con ella, por primera vez en la historia de España, los estudios de prehistoria y paleontología alcanzarán una relevancia similar a la que ya tenían en otros países europeos como Francia o Alemania. El marqués fue nombrado director y Eduardo Hernández-Pacheco, jefe de Trabajos y director de Publicaciones; posteriormente se convertiría en director con el fallecimiento del marqués. Su trabajo en el mundo de la arqueología es sumamente prolífico. Dirige y costea más de un centenar de intervenciones arqueológicas en la zona del Alto Jalón (VV. AA., 2007). En 1915 el Marqués de Cerralbo dona al MNCN «unas colecciones procedentes de sus excavaciones en el yacimiento de Torralba» (acn0275/027), cuyas características podemos conocer gracias a los documentos originales que se encuentran en el Archivo del MNCN, esenciales para documentar las colecciones del Museo. Actualmente la Colección de Prehistoria cuenta con 355 registros de industria lítica de este yacimiento (figura 23.4). La Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN custodia los restos de fauna, fundamentalmente restos de «elefantes» que excavó el marqués, que identificó el yacimiento como «cazadero» del Paleolítico Inferior.

La formación de la Colección es importante para comprender por qué sus fondos no representan de manera homogénea la prehistoria española. Tanto en sus orígenes como Real Gabinete como en su crecimiento con los trabajos realizados a principios del siglo xx por la CIPP, nunca estuvo presente la idea de formar una colección donde estuvieran representadas las diferentes culturas prehistóricas que se han desarrollado en nuestro país, como sí ha sido el objetivo en otras colecciones del Museo. La Colección también se ha nutrido de un amplio número de donaciones que han realizado profesionales de la arqueología y coleccionistas particulares. Con la promulgación de la Ley de Patrimonio Histórico Español 16/1985, de 25 de junio, y el traspaso de competencias en la materia a las comunidades autónomas, que son 345

Tabla 23.1. Número de yacimientos y número de registros de piezas de la Colección de Prehistoria del MNCN por comunidades autónomas. ccaa Andalucía

número de yacimientos

número de registros

30

956

Aragón

2

6

Asturias

20

9.142

Baleares

1

3

Cantabria

10

715

Castilla-La Mancha

10

271

Castilla y León

12

364

Extremadura

4

19

La Rioja

2

9

Madrid

125

2.891

1

2

País Vasco

Tabla 23.2. Número de yacimientos y número de registros de piezas de la Colección de Prehistoria del MNCN por países. país

número de yacimientos

número de registros

Francia

34

263

Gran Bretaña

1

1

Holanda

1

4

Italia

2

10

Irlanda

1

1

Portugal

7

58

Suiza

2

3

Argelia

3

62

Marruecos

2

2

Sahara Occidental

6

282

217

14.378

España

las que reciben en sus museos las piezas procedentes de las nuevas excavaciones, las colecciones arqueológicas de los museos estatales, como es el caso de la Colección de Prehistoria del MNCN, quedan prácticamente sin posibilidades de crecimiento. En 2017, con motivo del 150 aniversario de Museo Arqueológico Nacional, se editó un volumen especial que contiene artículos de la mayor parte de las colecciones arqueológicas de España. En él hay un artículo dedicado a la Colección de Prehistoria del MNCN que explica de manera detallada su formación y evolución (Pérez-Dios y Fraile, 2017). Estas características hacen que, a pesar de contar con un abanico cronológico que va desde el Paleolítico Inferior hasta la época romana y de que geográficamente casi todas las comunidades autónomas estén representadas (11 de las 17) (tabla 23.1), la mayor parte de los fondos de la Colección pertenezcan al Paleolítico Superior de la cordillera Cantábrica. Por su parte, Madrid es la comunidad autónoma mejor representada. Los registros más antiguos corresponden a los hallazgos realizados en los areneros de la periferia madrileña durante la segunda década del siglo xx. Estos yacimientos, entre los que destaca el Cerro de San Isidro, ya habían sido descubiertos por Casiano de Prado a mediados 346

Figura 23.5. Arriba: Porcentaje del número de yacimientos por países. Abajo: Porcentaje del número de registros por países de la Colección de Prehistoria del MNCN.

Francia Gran Bretaña Holanda Italia Irlanda Portugal Suiza Argelia España

Sahara Occidental

Marruecos

Francia Gran Bretaña Holanda Italia Irlanda Portugal Suiza Argelia Marruecos Sahara Occidental

España

del siglo xix, pero los primeros trabajos sistemáticos de prospección e identificación de yacimientos no se produjeron hasta años más tarde. Los años veinte del pasado siglo fueron testigos de una gran actividad científica por parte de la Comisión (De la Rasilla et al., 2004). En cuanto a la distribución de las piezas de la Colección por países, es preciso señalar que España alcanza unos 217 yacimientos y 14.378 números de registro (tabla 23.2) (figura 23.5). Otra de las características que definen la Colección es que cuenta con ejemplares de yacimientos que actualmente no existen o cuya excavación es inviable, ya sea porque en su momento se excavaron por completo o porque el crecimiento urbano, como ocurre con la ciudad de Madrid, los ha absorbido. Esta circunstancia, unida al hecho de que la gran mayoría de los fondos pertenecen a excavaciones sistemáticas realizadas utilizando el método estratigráfico, hace que la Colección sea consultada por numerosos investigadores. Si nos referimos al tipo de objetos que custodiamos, hay que señalar los conjuntos de industria lítica (útiles realizados en piedra, generalmente sílex), perteneciente a todos 347

El yacimiento de Cueto de la Mina (LLanes, Principado de Asturias) Excavado por Ricardo Duque de Estrada y Martínez de Morentín, el Conde de la Vega del Sella (Vega del Sella, 1916), Cueto de la Mina es probablemente, junto con la Cueva de la Paloma, uno de los yacimientos más representativos de la Colección de Prehistoria del MNCN. Aunque se han realizado excavaciones posteriores (De la Rasilla et al., 2006), los materiales procedentes de la excavación del conde de la Vega del Sella que se conservan en el MNCN son especialmente importantes, tanto por el volumen de bienes culturales custodiados, pues se trata del yacimiento con la mayor cantidad de objetos (5.065 números de registro inventariados), como por su calidad y el amplio marco cronológico del Paleolítico Superior sobre el que nos ofrecen información, del Gravetiense al Magdaleniense (Hoyos Gómez et al., 1994). Tienen especial importancia para el estudio de la prehistoria de la Península Ibérica los niveles gravetienses de este yacimiento. Prueba de ello es que en la exposición permanente del Museo Arqueológico Nacional pueden observarse piezas de este horizonte tecnológico de Cueto de la Mina pertenecientes a la Colección de Prehistoria del MNCN.

los horizontes tecnológicos del Paleolítico, industria ósea (útiles realizados en hueso o marfil que pueden estar decorados con motivos geométricos o zoomorfos) y restos cerámicos (en la mayoría de los casos se trata de fragmentos de recipientes realizados a mano y a torno) (tabla 23.3). Respecto a la industria lítica, su marco cronológico comprende desde el Paleolítico Inferior hasta el Neolítico, con una especial presencia de horizontes tecnológicos del Paleolítico Superior (Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense). Dentro de los fondos de industria ósea, llama la atención el elevado porcentaje de elementos decorados, que constituyen el 25 % de los ejemplares, un porcentaje inusualmente alto que puede deberse a una selección del material en origen (figura 23.6). En la Colección podemos encontrar también elementos que nos hablan de la necesidad de estas sociedades de expresarse artísticamente. Nos referimos a las catorce placas decoradas con motivos geométricos y figurados en distintos soportes (arenisca, pizarra y hueso). Estas placas representan animales herbívoros (cérvidos, bóvidos o équidos) de los que también se han hallado restos óseos en los niveles de ocupación de estos mismos yacimientos, además de peces y diferentes composiciones geométricas, muchas de ellas de gran belleza (figura 23.7). Por su parte, la mayoría de los registros de restos cerámicos (955 números de inventario) responden a material descontextualizado, es decir, del que no hay información sobre su pertenencia a un estrato arqueológico concreto ni sobre su relación con otros materiales y son, por lo general, resultado de hallazgos casuales. No es el caso de los ejemplares calcolíticos del yacimiento de Las Carolinas (Madrid) excavado por Hugo Obermaier, que actualmente se encuentran en depósito en el Museo

Tabla 23.3. Número de registros de los distintos tipos de piezas que custodia la Colección de Prehistoria del MNCN.

348

tipo de objeto

número de registros

Industria lítica

13.420

Industria ósea

1.974

Cerámica

572

Otros

651

a

c

d

e

b

Figura 23.6. Piezas de industria ósea decoradas de la Colección de Prehistoria procedentes de yacimientos del Principado de Asturias: a. Fragmento de hueso con decoración geométrica del yacimiento de Cueto de la Mina. mncnph1755 b. Fragmento de asta de ciervo del yacimiento de Cueva de la Paloma. mncnph6494. c. Fragmento de varilla de asta del yacimiento de Cueto de la Mina. mncnph4958. d. Bastón perforado realizado sobre asta de cérvido del yacimiento de Cueto de la Mina. mncnph4994. e. Fragmento de hueso decorado en el que se observa la cabeza de un cérvido del yacimiento de Cueva de la Paloma mncnph8553 y dibujo de la pieza en Hernández-Pacheco, 1923, p. 28, fig. 22. Servicio de Fotografía del MNCN y Colección de Prehistoria del MNCN.

Arqueológico Regional de Alcalá de Henares (Comunidad de Madrid), en cuya exposición permanente puede observarse uno de los cuencos más bellamente ornamentados del yacimiento, cuyos elementos decorativos han sido utilizados como símbolo de ese museo. La Colección de Prehistoria ha estado siempre fuertemente vinculada a la Colección de Paleontología de Vertebrados del MNCN, de hecho, los restos de fauna (no modificada) de los yacimientos prehistóricos fueron catalogados e incluidos en dicha Colección. Se trata de, al menos, 11.225 registros que corresponden a restos de fauna de los yacimientos de la Colección de Prehistoria. La conservación y catalogación de los restos de fauna de estos yacimientos resulta fundamental para poder realizar los análisis que nos permiten las nuevas técnicas y a través de los cuales podemos inferir cuestiones tan importantes como las condiciones ambientales con las que convivieron nuestros antepasados (Domingo et al., 2015). Probablemente de la época anterior a la Guerra Civil sean las réplicas en escayola de varias piezas de industria ósea y lítica que se realizaron con vocación docente. Algunas de estas réplicas se conservan en la Colección y otras sabemos que todavía permanecen en institutos de secundaria como el de San Isidro de Madrid (figura 23.8). En época posterior se han incluido en la Colección, para fines didácticos y museográficos, otras réplicas de piezas significativas, como son las primeras industrias líticas halladas en África o las denominadas venus paleolíticas. Además de la relación con los museos ya mencionados (Museo Arqueológico Nacional y Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares), en la exposición permanente del Museo Arqueológico de Asturias (Oviedo) y en la del Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira pueden observarse diferentes piezas de la Colección, que se exhiben en estos museos gracias a la gestión de depósitos. Por otra parte, han sido muchas las exposiciones temporales celebradas en las que ha participado la Colección de Prehistoria del MNCN (tabla 23.4). 349

a

c

d

b

Figura 23.7. Arriba. Placas decoradas con motivos geométricos y figurados en distintos soportes de la Colección de Prehistoria procedentes de yacimientos del Principado de Asturias:

Tabla 23.4. Piezas de la Colección de Prehistoria del MNCN (PH) en préstamo en diferentes exposiciones del propio MNCN y en instituciones externas.

350

exposiciones permanentes mncn

ph

Minerales, Fósiles y Evolución Humana

132

Biodiversidad

5

El Real Gabinete de Historia Natural

14

Total MNCN permanentes

151

exposiciones externas

ph

Museo Arqueológico Regional (MAR)

2.851

Museo Arqueológico Nacional (MAN)

18

Museo Nacional y Centro de Divulgación de Altamira

12

Museo Arqueológico de Asturias

12

Total externas

2.893

Total piezas expuestas

3.044

a. Fragmento de hueso decorado con la silueta de un toro del yacimiento de Balmori. mncnph110453. b. Placa de arenisca decorada en la que se observa gran parte de la silueta de un animal, probablemente un cérvido del yacimiento de Cueva de la Paloma. mncnph18665. c. Fragmento de pizarra decorada del yacimiento de Cueva de la Paloma. mncnph110781. d. Fragmento de pizarra de forma triangular decorada por ambas caras del yacimiento de Cueva de la Paloma. mncnph110779. Esta pieza está grabada mediante incisión en «u» muy marcada, presentando dos figuras fusiformes (peces) en una de las caras. Figura 23.8. Abajo: Moldes de escayola de industria ósea decorada del yacimiento de la Cueva de la Paloma (Principado de Asturias). Servicio de Fotografía del MNCN.

Conclusiones La Colección de Prehistoria del MNCN continúa muy activa, debido a las numerosas consultas de investigadores que se atienden (aproximadamente unas 150 consultas anuales). La revisión del material y los estudios comparativos, así como la posibilidad de emplear nuevas técnicas de análisis no destructivos en los ejemplares, son sin duda los ámbitos en los que se centra la investigación en la actualidad. Entre los objetivos de la Colección destacan el trabajo para conseguir el inventario y la catalogación del 100 % de la Colección y el trabajo en la documentación de los ejemplares mediante fotografía digital, escáner 3D, análisis de microscopía electrónica o tomografía computarizada CT-SCAN.

Agradecimientos Al Servicio de Fotografía y al personal del Archivo del MNCN (CSIC). En especial a Adriana Oliver, Enrique Cantero, Jesús Juez, Celia Santos, Ana M. Bravo y Jorge Morales.

Fuentes acn0275/027. Archivo del MNCN, CSIC.

Referencias bibliográficas De la Rasilla Vives, M. (2004). «La Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (1912-1939): Algunas consideraciones sobre su andadura y su economía», Zona Arqueológica, Miscelánea en homenaje a Emiliano Aguirre, 4: 402-407. De la Rasilla Vives, M. y Santamaría, D. (2006). «El Gravetiense del Abrigo de Cueto de la Mina (Posada de Llanes, Asturias)», Zona arqueológica, 7, 1. Domingo, L.; Pérez-Dios, P.; Hernández Fernández, M.; Martín-Chivelet, J.; Eugenio Ortiz, J. y Torres, T. (2015). «Late Quaternary climatic and environmental conditions of northern Spain: An isotopic approach based on the mammalian record from La Paloma cave», Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 440: 417-430. Hernández-Pacheco, E. (1915). Las tierras negras del extremo sur de España y sus yacimientos paleolíticos, Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, serie geológica, 13: 1-37. — (1923). La vida de nuestros antecesores paleolíticos según los resultados de las excavaciones en la Caverna de la Paloma (Asturias), Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Madrid, Memoria 31. — (1954). Reseña de las colecciones prehistóricas y deducciones de su estudio. Madrid, MNCN, Instituto José de Acosta, CSIC. — (1959). Prehistoria del solar hispano: orígenes del arte pictórico, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Hernández-Pacheco, E.; Hernández-Pacheco, F.; Alia Medina, M.; Vidal Box, C. y Guinea López, E. (1949). El Sahara Español. Estudio geológico, geográfico y botánico. Madrid, Instituto de Estudios Africanos, CSIC. Hoyos Gómez, M. y De la Rasilla Vives, M. (1994). «Dataciones C14 del Paleolítico Superior del Abrigo de Cueto de la Mina (Posada de Llanes, Asturias)». Trabajos de Prehistoria, 51, 2: 143-147. Pérez-Dios, P. y Fraile Gracia, S. (2017). «La Colección de Prehistoria del MNCN: una visión global», Boletín del Museo Arqueológico Nacional, 35: 1788-1806. Vega del Sella, R. E. Conde de la (1916). «Paleolítico de Cueto de la Mina (Asturias)», Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, Memoria, 13, Madrid. VV. AA. (2007). El Marqués de Cerralbo, Ministerio de Cultura. 351

Las Colecciones de Geología Aurelio Nieto y Javier García Guinea*

Limonita, procedente de Potosí (Bolivia), colección Heuland. heu 17934. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

nea* l Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid conserva un patrimonio mineralógico y geológico compuesto por una colección de más de 16.000 ejemplares reunidos desde el siglo xviii hasta la actualidad. Este conjunto es el testimonio del coleccionismo, la investigación y la actividad didáctica de los geólogos que han trabajado en nuestro Museo en diferentes campos de la disciplina, que van desde la mineralogía, la petrología y la gemología hasta la geomorfología y la minería. La Colección de Minerales está ordenada según los criterios sistemáticos de las Mineralogische Tabellen de Karl Hugo Strunz, creados en 1938, excepto para el cuarzo y el ópalo, que forman un grupo propio ubicado entre los silicatos. Los especímenes conservados proceden de diferentes partes del planeta, pero en su mayoría (en torno a la mitad de la Colección) provienen de España y de diferentes zonas de América. Además de los minerales, la Colección de Geología incluye rocas, meteoritos, gemas y rocas talladas, estas últimas dentro de un conjunto específico conocido como «lapidario». Como testimonio de las funciones didácticas y de la actividad educativa desarrollada en el pasado por nuestra institución y de sus vínculos con la Universidad, también hay que señalar la existencia de 53 maquetas geomorfológicas, un mapa hipsométrico en relieve (figura 24.1) y numerosas láminas delgadas. Centrándonos en los especímenes mineralógicos y para caracterizarlos de manera numérica, insistimos en el conjunto formado por cuarzos y ópalos, ya que es el grupo mejor representado; en segundo y tercer lugar se encuentran dos minerales especialmente abundantes en España: la calcita y el yeso, muy bien representados tanto en sus formas masivas como en cristalizaciones muy vistosas. El siguiente escalón en cuanto a presencia en la Colección está ocupado por las piritas, las fluoritas y los cinabrios. No se pueden dejar de mencionar otros minerales como las galenas, hematites, magnetitas, azufres, baritinas, ortosas, piromorfitas y aragonitos, que también tienen una presencia destacada. Con respecto a los grupos minerales definidos en la sistemática de Strunz, el grupo que dispone del mayor número de ejemplares conservados son los silicatos, algo obvio, ya que son los minerales más abundantes en el planeta. Sulfuros y sulfatos también destacan por su abundante presencia en la colección, seguidos por los carbonatos. Tal vez óxidos, hidróxidos y boratos sean los que están peor representados.

E

*

Aurelio Nieto (Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]) y Javier García Guinea (Departamento de Geología. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]).

353

Figura 24.1. Mapa hipsométrico de la Península Ibérica, el primer mapa en relieve de España donde se representan las altitudes según las curvas de nivel y las curvas batimétricas procedentes de la cartografía de Federico Botella y de Hornos en 1889. lap 21062. Imagen: Instituto del Patrimonio Cultural de España (Ministerio de Cultura y Deportes).

La historia de la formación de las colecciones es bastante azarosa, pero básicamente se pueden señalar varias procedencias. En primer lugar, el Real Gabinete de Historia Natural creado en 1771 con la adquisición de los fondos de la colección de Pedro Franco Dávila. En esta época y relacionado con el espíritu de la Ilustración, destacadas personalidades se inclinaron por el coleccionismo de ejemplares que reflejaran la diversidad del mundo natural, dentro de una nueva ideología orientada hacia la valoración de la ciencia, lo laico y el enciclopedismo. La colección de Dávila, un criollo procedente del virreinato del Perú, se documentaba en un catálogo en el que las piezas correspondientes al reino mineral se dividían en las siguientes categorías, utilizando la particular terminología de la época: tierras calcáreas, vitrificables, refractarias, compuestas o mixtas, sales, azufres y sustancias inflamables, «medio metales» y metales. El rey Carlos III, después de adquirir la citada colección, arbitró todas las medidas necesarias para incrementarla en sus diferentes apartados, también en lo que se refiere a minerales y rocas. En la génesis de las colecciones son asimismo fundamentales los envíos procedentes de América realizados sobre todo en el siglo xix, en concreto todo lo relacionado con expediciones científicas, como la realizada por los hermanos Heuland en Chile y Perú (1795-1800) o las aportaciones de la expedición de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). El trabajo de campo de los geólogos del pasado y las expediciones que marcan la historia de las colecciones del Museo se explican en el contexto que va de la Ilustración y el regeneracionismo hasta el desarrollo de la Institución Libre de Enseñanza (Casado de Otaola, 2001). Por supuesto, no se pueden dejar de mencionar los envíos procedentes de los recolectores históricos, como algunos mineralogistas comisionados por el propio Museo, que enriquecieron las colecciones con ejemplares procedentes de España y buena parte de Europa. Mencionaremos a estos investigadores a lo largo del texto. Por último, hay 354

Antonio de Ulloa y el descubrimiento del platino FiguraMeridional, 10.5. Grupos condonde mayor se En 1748, Antonio de Ulloa publicó su Relación Histórica del Viaje a la América número de lotes en la Colección menciona el descubrimiento de la «platina» del río Pinto: pepitas del tamaño de arena junto con oro de Invertebrados. Jesús Muñoz. Servicio y otros minerales pesados. Platina era un término despectivo, alusivo a unaFotografía: plata menos valiosa, que de fotografía del MNCN. se usaba para adulterar el oro de las ricas arenas de los ríos del Chocó (Colombia). A España llegaron frascos de esta arena de oro y platino que fueron repartidos por toda Europa, uno de los cuales se conservó en el Museo. Hay que mencionar que Ulloa fue uno de los primeros en plantear la necesidad de crear un Gabinete de Historia Natural y llegó a ser administrador del que se fundó a instancias del marqués de la Ensenada, el cual funcionó entre 1753 y 1755. En 1784, François de Chabaneau, químico francés que trabajaba en el Real Seminario de Vergara (Guipúzcoa), anunció que había purificado las arenas platiníferas del Chocó y que había hecho una pequeña barra de platino puro. En una carta escrita al marqués de Sonora describe el proceso de obtención del platino por disolución de la platina en agua regia (ácidos disolventes), precipitando el metal mediante una sal de amonio y secando después el precipitado. El producto resultante se sintetizó mediante forja de herrería. Carlos III ordenó que se mantuviera el proceso en un riguroso secreto y fundó la Casa de la Platina en la calle del Turco en Madrid para producir objetos de platino y establecer un monopolio sobre el producto. Este «silencio industrial», unido al cese de actividades en el siglo xix, sirvió para que Wollaston se atribuyera el descubrimiento del platino y otros metales de su grupo en la Inglaterra decimonónica. Las instalaciones de la Casa de la Platina fueron destruidas por las tropas napoleónicas en 1808. En 1799, Louis Proust, insigne químico francés, después de su paso por el laboratorio del Real Colegio de Artillería de Segovia, estudia las arenas del Chocó y publica sus resultados en los Anales de Historia Natural impresos en Madrid en 1799. Aunque es el primer gran investigador que se acerca de manera exhaustiva al tema del platino utilizando las muestras conservadas en el Museo, no logró en su época el merecido reconocimiento. Testimonio de estas investigaciones son los frascos con las arenas platiníferas procesadas en su momento y conservados en el Museo hasta la actualidad (figura 24.2).

Figura 24.2. Tubos con las arenas platiníferas del Chocó (Colombia), traídas a España por Antonio de Ulloa. Contienen también oro y tal vez sean algunas de las piezas conservadas más antiguas del Museo. min 21066. Fotografía: Javier García Guinea.

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que señalar las donaciones e intercambios procedentes tanto de particulares como de múltiples instituciones nacionales y extranjeras. En la década de los treinta del siglo xix, ya hay un primer listado de los minerales de la Colección (García, 1835), pero hasta el siglo xx no aparece un inventario ordenado a disposición de los visitantes para realizar la visita a la zona geológica del Museo (Fernández Navarro, 1925). Volvemos a finales del siglo xviii, en el que en los últimos treinta años del reinado de Carlos III las colecciones de minerales y rocas del Real Gabinete se incrementaron notablemente, tanto debido a la protección que la Corona dispensaba a este asunto, mediante decretos reales que ordenaban a los intendentes de provincias y virreyes de ultramar recolectar todo tipo de producciones naturales y enviarlas a Madrid, como a la política de adquisiciones llevada a cabo por José Clavijo y Fajardo, quien se hizo cargo del Museo a la muerte de Franco Dávila (figura 24.3). Siguiendo con la política de adquisiciones, se deben mencionar dos colecciones históricas que llegan completas al Museo: la de Jacob Forster en 1791 y la de Jacobo María de Parga en 1850. En esta última destacan los ejemplares de ferberita, los sulfatos procedentes de Riotinto y los apatitos. Pero en este caso, como en otras colecciones anteriores y posteriores, los avatares históricos han provocado la destrucción y la desaparición de numerosos ejemplares, especialmente en dos momentos aciagos: la invasión de las tropas napoleónicas y la Guerra Civil. La Colección de Minerales consta de más de 15.000 ejemplares procedentes, en su mayor parte, de España (el 50 %) y del resto de Europa (25 %), principalmente de Alemania, Italia y Francia, con un número notable de piezas de Austria, Suecia, Gran Bretaña y la República Checa (en la figura 24.4 se puede observar la distribución de los ejemplares españoles por comunidades autónomas). En importancia numérica sigue Iberoamérica, que supone casi un 5 % de la colección, la mayor parte de cuyos minerales proceden de Chile, Perú, Uruguay y Brasil. Dentro de este grupo destacan las esmeraldas colombianas procedentes de Muzo (figura 24.5). Hay también ejemplares de Estados Unidos, la antigua Unión Soviética, Suecia, Filipinas, etc. En esta colección se reúnen numerosos ejemplares de alta calidad mineralógica y de gran belleza, la mayoría expuestos, sobre todo durante el siglo xix, en la que fue considerada como una de las mejores colecciones de Europa. Entre los ejemplares más destacados de la Colección señalamos: el azufre nativo de Conil de la Frontera (figura 24.6) procedente de Cádiz, el mercurio y el cinabrio de Almadén

356

Figura 24.3. Régulo de oro de fundición min 210580 y su etiqueta original de 1773 (acn0054154bis). Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

1.400 1.200 1.000 800 600 400 200 0 Andalucía Aragón

Canarias Cantabria Castilla- Castilla Cataluña Comunidad Comunidad Comunidad Extremadura Galicia La Mancha y León de Madrid F. de NavarraValenciana

Figura 24.4. Distribución de los minerales españoles por comunidades autónomas expresada en términos absolutos.

Figura 24.5. Izquierda. Esmeraldas procedentes de Muzo (Colombia). Uno de los ejemplares más valiosos de la Colección de Minerales para su uso en joyería. min 10904. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz). Figura 24.6. Derecha. Cristales de azufre nativo procedente de Conil de la Frontera (Cádiz). min 626. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Islas La Rioja Baleares

País Principado Región Ceuta Vasco de Asturias de Murcia

(Ciudad Real), el cobre nativo de San Bartolo (Chile), las piritas de Navajún (La Rioja), las esfaleritas de la cordillera cantábrica, las halitas de Cardona (Barcelona), las fluoritas de Northumberland (Reino Unido), las atacamitas y cupritas de Chile, hematites y ortosas de San Gotardo (Suiza), la goethita de Vizcaya, la calcita de Bellamar (Cuba), los aragonitos, azuritas y malaquitas de Guadalajara, la celestina de Jaén, los yesos de Murcia, las rosas del desierto de Argelia, el yeso de Dax (Francia) (figura 24.7), las piromorfitas de El Horcajo (Ciudad Real), las sillimanitas y cianitas de Montejo de la Sierra (Madrid), el berilo de Siberia, los cuarzos del Delfinado y los cuarzos hialinos de Bustarviejo (Madrid). La Colección de Rocas, compuesta por más de 1.000 ejemplares, comprende especímenes procedentes de las principales zonas volcánicas de España: rocas volcánicas de Canarias (fonolitas, foiditas y pumitas de Tenerife), Ciudad Real (basaltos del Campo de Calatrava) y Gerona (columnas basálticas del Campo de Olot). También se deben mencionar muestras de lavas procedentes de diversas erupciones ocurridas en Lanzarote hacia 1730 y de Tenerife en 1909. Hay, asimismo, obsidianas de Italia (Vesubio, islas Lípari) y México y unos curiosos basaltos del Vesubio, donados por Carlos Gimbernat (figura 24.8), con inscripciones conmemorativas de la época en forma de medallones impresas sobre la misma roca cuando aún estaba fluida. Entre las rocas plutónicas, cabe citar una serie de granitos de diversas localidades de Galicia recolectados por Eduardo Hernández-Pacheco y dioritas orbiculares pulidas de Córcega, de gran belleza y valor ornamental. Entre las rocas sedimentarias destaca una colección de calizas españolas

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Figura 24.7. Yeso de Dax (Francia) probablemente procede de la Colección de Pedro Franco Dávila del Real Gabinete de Historia Natural del siglo xviii. min 8761. Servicio de Fotografía del MNCN.

Figura 24.8. Dos medallones de lava procedentes del Vesubio (Italia) en los que Carlos Gimbernat imprimió un texto en 1820 con sus esperanzas puestas en una monarquía constitucional. roc 15928. Fotografía: Jesús Juez.

(más de 230) recogidas en sus viajes por Vicent Sos Baynat, Eduardo Hernández-Pacheco, José Royo Gómez, Joaquín Gómez de Llarena, Gabriel Martín Cardoso, etc. Entre las rocas metamórficas, hay que resaltar la colección de pizarras peninsulares, con más de 80 ejemplares. Recientemente se han incorporado litotipos volcánicos canarios y un ejemplar de la Antártida, procedentes de las investigaciones de Alfredo Aparicio. La Colección de Geología tiene una doble finalidad. Por un lado, servir de base y participar con sus ejemplares en la elaboración de exposiciones tanto en nuestro Museo como en instituciones museísticas externas. En segundo lugar, servir de referencia a investigadores y centros de investigación que buscan en las colecciones datos o información adicional para sus trabajos. Entre los museos e instituciones que han contado con la colección de Geología para participar en sus proyectos expositivos se encuentran las siguientes: Huntington Library de San Marino (California), Yale Center for British Art (Universidad de Yale, Estados Unidos), Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, Museo de Historia del Ayuntamiento de Madrid, Biblioteca Nacional de España y el Palacio Real (Madrid). Respecto a los organismos de investigación que buscan información en la colección destacamos: la Universidad de la Ballena y las Ciencias del Mar (Baja Ca358

Alejandro de Humboldt 10.5. Grupos con mayor Investigador prusiano que supo aunar en sus trabajos las características de laFigura ciencia ilustrada y el ennúmero de lotes en la Colección ciclopedismo, su enorme capacidad de trabajo y su sugerente estilo expositivo hacen de él una figura de Invertebrados. clave de la ciencia del siglo xix, reivindicada por geógrafos, geólogos, botánicos, economistas, etc. Fue Fotografía: Jesús Muñoz. Servicio de fotografía del MNCN. el promotor de una expedición científica a América que recorrió gran parte del Imperio español recopilando información y observaciones de todo tipo en el medio natural (topográficas, climáticas, geológicas, estadísticas, etc.). En el Museo aún se conservan rocas y minerales procedentes de sus viajes por América, sobre todo rocas volcánicas (andesitas, basaltos, piroclastos, etc.), remitidas a Madrid en agradecimiento por las facilidades encontradas para realizar sus investigaciones (figura 24.9). Así lo expresa en el siguiente fragmento:

Durante mi permanencia en América entregué a los gobernadores de las provincias copias del material que iba recogiendo sobre la geografía y estadística de las colonias, que pudiera tener algun valor para la metrópoli. Cumpliendo con mi promesa, formulada antes de mi partida, envié varias colecciones geológicas al Gabinete de Historia Natural de Madrid. Como la finalidad de nuestro viaje era exclusivamente científica, Bonpland y yo tuvimos la suerte de ganarnos la benevolencia tanto de los colonos como de los europeos a cuyo cargo estaba el gobierno y la administración de aquellas dilatadas tierras. En los cinco años que invertimos recorriendo el Nuevo Continente, nunca observamos el menor síntoma de desconfianza. En medio de las privaciones más duras, en lucha con una naturaleza salvaje, jamás tuvimos que quejarnos de una injusticia humana (Humboldt, 1997).

Figura 24.9. Roca caliza con restos fósiles de pez, recolectada por Alejandro de Humboldt en Tocayma (Colombia). hum 18216. Fotografía: Jesús Juez.

359

Tabla 24.1. Meteoritos españoles en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Fuente: García Guinea et al. (2006). meteorito

clasificación

fecha

gramos

Villalbeto (Palencia)

Condrita L6

4 de enero de 2004

Reliegos (León)

Condrita L5

28 de diciembre de 1947

10.109

Olmedilla de Alarcón (Cuenca)

Condrita H5

26 de febrero de 1929

36.320

Ojuelos Altos (Córdoba)

Condrita L6

10 de diciembre de 1926

4.606

Olivenza (Badajoz)

Condrita LL5

19 de junio de 1924

50.076

Garraf (Barcelona)

Condrita L6

junio de 1905

7,8

Gerona (Gerona)

Condrita H5

1899

52,6

Quesa (Valencia)

Sin clasificar

1 de agosto de 1898

8,5

Madrid (Madrid)

Condrita L6

10 de febrero de 1896

18,5

Los Martínez (Murcia)

Condrita L6

mayo de 1894

20

Guareña (Badajoz)

Condrita H6

20 de julio de 1892

Cabezo Mayo (Murcia)

Condrita L6

18 de agosto de 1870

Cangas de Onís (P. de Asturias)

Condrita H5

6 de diciembre de 1866

10.500

Sevilla (Sevilla)

Condrita L4–6

1 de noviembre de 1862

61

Cañellas (Barcelona)

Condrita H4

14 de mayo de 1861

Molina de Segura (Murcia)

Condrita H5

24 de diciembre de 1858

Oviedo (Asturias)

Condrita H5

5 de agosto de 1856

Nulles (Tarragona)

Condrita H6

5 de noviembre de 1851

4.372

Barea (Rioja)

Mesosiderito

4 de julio de 1842

988

Sena (Huesca)

Condrita H4

Noviembre de 1773

1.688

Aprox. 300

32.905 132,1

454,6 112.500 10

lifornia, México), el Instituto Geológico y Minero de España, el Centre de Recherches Pétrographiques et Géochimiques de Francia, el Instituto de Cerámica y Vidrio del CSIC y la Universidad de Rosario en Bogotá (Colombia). La Colección también ha servido de inspiración a artistas plásticos, como por ejemplo el proyecto de 2017 para la difusión de trabajos de artistas noveles desarrollado por la Comunidad de Madrid. Entre las rocas conservadas en el Museo destacan las de procedencia extraterrestre. La Colección de Meteoritos consta de más de 240 especímenes o fragmentos de unos 170 meteoritos diferentes. La colección fue iniciada por el marqués de Socorro, tomando como base algunos ejemplares antiguos que se encontraban en el Museo junto con intercambios y compras que él realizó. Según datos de Fernández Navarro publicados en 1886, la colección constaba de 68 ejemplares que procedían de unas 64 localidades. En 1895 Salvador Calderón hace que la Colección aumente. En 1916 figuran ya 99 ejemplares de 94 localidades distintas y en 1923 el Museo poseía 168 meteoritos (Fernández Navarro, 1923); finalmente, en 2006 se catalogan 299 muestras (García Guinea et al., 2006). Recientemente, la Colección ha incrementado sus fondos con las aportaciones de Javier García Guinea (meteorito de Villalbeto de la Peña, Palencia), la compra de un bello ejemplar procedente de Campo del Cielo (Argentina), las adquisiciones en la Feria de Tucson (Arizona) y la donación en 2014 de Emilio Gilabert Pardo, de la que se exponen un fragmento del meteorito saharaui 360

Figura 24.10. El meteorito más antiguo de los caídos en España (1773), procedente de Sena (Huesca) y catalogado como un condrito. met 17518. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

de Nwa y un fragmento del meteorito de Sayh al Uhaymir (Omán). En términos porcentuales, el 18 % de los meteoritos proceden de España. Casi un 20 % son del resto de Europa (sobre todo de Francia, Italia y la Federación Rusa). De Iberoamérica hay casi un 13 % de ejemplares, procedentes principalmente de Chile, México y Argentina. El mayor número de muestras, sin embargo, corresponde a Estados Unidos, con 73 ejemplares. Hay también restos procedentes de África, Asia y Australia. Y materiales asociados al impacto de los meteoritos, las tectitas. En la tabla 24.1 se presentan los ejemplares caídos en España, ya que se trata de la colección más completa en este sentido. El primer meteorito de cuya caída se tiene constancia procede de Sena, en la provincia de Huesca (figura 24.10). Por desgracia, recientemente se ha producido la pérdida por sentencia judicial (2015) de una de las joyas de la Colección: el meteorito de Colomera (Granada), en cuya composición se encuentran minerales no existentes en nuestro planeta. Las maquetas que representan paisajes y procesos geomorfológicos tienen singularidad propia dentro de las Colecciones. Entre 1943 y 1945, Carlos Vidal Box realizó una serie de 51 maquetas geomorfológicas y paisajísticas que se instalaron en unas nuevas salas del Museo gestionadas por el Departamento de Geografía Física, entonces integrado en el Instituto Lucas Mallada. Las maquetas de Carlos Vidal Box representan diferentes formas del paisaje y en algunos ejemplares se dibujan en sus laterales cortes geológicos: así, se pueden contemplar dunas, glaciares, montañas alpinas, procesos fluviales, domos graníticos, etc. Excepcionalmente, hay dos maquetas realizadas en 1887 para la Exposición General sobre las Islas Filipinas que se celebró en el Parque del Retiro de Madrid. Representan los dos volcanes más activos de Fi361

Figura 24.11. Espejo de obsidiana pulimentada utilizado por las religiones mesoamericanas precolombinas, relacionado con el culto al dios Tezcatlipoca. Forma parte de la Colección de Lapidarios. lap 18611. Servicio de Fotografía del MNCN.

lipinas: el Taal y el Mayón, situados en la isla de Luzón. Por último, la colección de maquetas también conserva un excepcional mapa hipsométrico en relieve de España y Portugal, elaborado en 1889 según los datos cartográficos aportados por Federico Botella y de Hornos. El trabajo fue realizado con materiales modestos: cartón, cartulina y laminado de madera, y pone en relieve en tres dimensiones las curvas de nivel y las barométricas; lo realizaron las hermanas Dolores y Elena Alcolado a escala 1: 1.000.000. Es el primer trabajo cartográfico en su género realizado en España. Hasta la remodelación del Museo de los años ochenta, estas maquetas tenían una presencia importante entre las exposiciones permanentes del centro; hoy están en su mayoría almacenadas. En función de su interés didáctico y educativo, se han cedido mediante préstamos ocho maquetas a los Institutos de Enseñanza Media de San Isidro e Isabel la Católica de la Comunidad de Madrid. Están integradas en sus aulas históricas y participan en los proyectos educativos de los centenarios institutos de enseñanza secundaria. Los análisis petrográficos van asociados históricamente a las láminas delgadas. Recientemente se ha recuperado una colección formada por ejemplares antiguos, un conjunto de láminas microlitológicas con ejemplos realizados por prestigiosos investigadores como Salvador Calderón, láminas compradas a proveedores alemanes y láminas procedentes del Museo de Historia Natural de la Universidad de Sevilla. La identificación concreta de cada lámina, afortunadamente, ha sido posible al lo362

Figura 24.12. Tablero de una mesa procedente del taller lapidario de piedras duras de Nápoles, elaborada con mármoles y rocas volcánicas en 1753. Procede de las colecciones reales y perteneció al ajuar de Carlos III. lap 15825. Servicio de Fotografía del MNCN.

calizarse en el Archivo del Museo un inventario de las mismas elaborado por Lucas Fernández Navarro. Fue con Francisco Quiroga y José Solano, siguiendo las enseñanzas de José Macpherson, cuando se inició a finales del siglo xix la microscopía petrográfica tanto en España como en el Museo. El estudio de rocas al microscopio parte de la preparación de las mismas, primero triturándolas y luego portándolas en finas láminas de vidrio que permiten analizar su cristalización mediante un dispositivo que polariza la luz inventado por William Nicol. La Colección de Lapidarios comprende más de 800 piezas (figura 24.11), principalmente mármoles en forma de placas (casi un 40 %) y ágatas talladas (37 %). También se conservan gemas y una serie de casi 40 rocas y minerales cortados y pulidos. Por último, destacan más de 50 figuras esculpidas y realizadas en diversos minerales. En este conjunto destacan cinco mesas del siglo xviii que representan un magnífico testimonio de cómo durante la Ilustración se buscaba una síntesis entre arte, ciencia y técnica. Cuatro tableros de mesa fueron realizados con piedra de lava recogida en Nápoles (figura 24.12), mientras que el quinto ejemplar es un atípico muestrario de mármoles italianos antiguos colocados en una cuadrícula. Los tableros de piedra volcánica fueron realizados en Nápoles en 1759 en el taller promovido por el futuro Carlos III de España; probablemente su artífice fue Giovanni Atticciati. Tres son de perfil con forma mixtilínea y uno de perfil rectangular, tienen en común la decoración con entrelazos que componen óvalos y polígonos curvos. Los efectos geométricos se logran con lavas de diferentes tonalidades y mármoles modernos de los tipos conocidos como verde antico, giallo antico, rosso antico, palombara y portasanta. La singular elegancia de estos tableros ha sido puesta de manifiesto por el especialista 363

La expedición mineralógica de los hermanos Heuland en Chile y Perú Figura de 10.5.minerales Grupos con mayor Los hermanos Christian y Conrad Heuland realizaron una expedición en busca y rocas número de lotes en la Colección a finales del siglo xviii, desde 1795 a 1800, en la cual atravesaron una de las regiones más agrestes e inde Invertebrados. hóspitas de Sudamérica, recorriendo zonas que en la actualidad pertenecen aFotografía: países como Chile, Perú, Jesús Muñoz. Servicio de fotografía del MNCN. Bolivia y Argentina (García Guinea, 1987). Su travesía se produjo por tierras ricas en filones metalíferos y, al mismo tiempo que se recolectaban los ejemplares mineralógicos, se elaboraba una sustancial información geográfica de las tierras que se recorrían. También se redactó un diario de la expedición y un minucioso catálogo de los minerales y las rocas remitidos a España, documentos que se conservan en el Archivo del Museo. La marcha de la expedición se inicia en el paquebote La Princesa desde La Coruña el 13 de noviembre de 1794. En América, el punto de llegada fue Montevideo. El viaje posterior parte desde Buenos Aires hacia Santiago de Chile, Valparaíso y el norte de Chile (Copiapó, Coquimbo, La Serena, Petorca, etc.), Perú (Chichas, Choroma, Chayanta, Porco, etc.) y Bolivia (Potosí, La Paz). Los ejemplares conservados llevan pegadas unas etiquetas históricas que clasifican los minerales según criterios astrológicos (orosol, plata-luna, etc.). Entre las piezas conservadas, destacan atacamitas, azuritas (figura 24.13), crisocolas, fluoritas, baritinas y, sobre todo, el oro nativo de Coquimbo y un cobre nativo de San Bartolo (figura 24.14) procedente de Chile de 60 kg de peso (Arias Divito, 1978).

Figura 24.13. Azurita de Copiapó (Chile), un carbonato de cobre recolectado en la expedición de los hermanos Heuland. En la zona inferior izquierda, etiqueta original con el número de catalogación y el símbolo alquímico del cobre. min heu 7357. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 24.14. Cobre nativo en forma de costra procedente de San Bartolo (Chile), de la expedición de los hermanos Heuland. min heu 71. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

364

Salvador Calderón y los minerales de España Figura 10.5.de Grupos mayor Salvador Calderón y Arana fue uno de los geólogos más importantes de la historia estacon disciplina número de lotes en la Colección en España. Su carrera científica además estuvo marcada por los avatares políticos de su época. Así, las de Invertebrados. restricciones a la libertad de enseñanza en la universidad en 1875 afectan a suFotografía: trabajo,Jesús ya que eraServicio liberal Muñoz. de fotografía del MNCN. y en cierto modo regeneracionista. Impartió clases en el seno de la Institución Libre de Enseñanza, un hito de modernidad en su época. Dejo también su impronta científica y progresista en Nicaragua. El legado intelectual de Salvador Calderón es su obra Los minerales de España, cuya azarosa historia comienza en 1897; conoce una primera edición alemana y, por fin, en 1910 aparece editada en nuestro país gracias a la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. El libro consta de dos volúmenes, el primero de ellos con una introducción y notas sobre la historia de la mineralogía de la península y sus fuentes de información. El grueso de la obra es una descripción sistemática de los minerales según la clasificación de Groth, agrupados según las regiones históricas y donde se describen los yacimientos españoles de unas 250 especies minerales; la cantidad de datos recogidos es abrumadora (Calderón, 1910). Lo más interesante es que gran parte de la información procede de sus estudios de campo y del análisis de las muestras depositadas en museos nacionales y extranjeros, desde Madrid, Sevilla y Valencia hasta Breslau, Londres y Freiberg. Examinó los minerales depositados en nuestro Museo al tiempo que aportó números ejemplares recolectados por él mismo, ya que en 1895 se hizo cargo de la Colección de Mineralogía. Entre los ejemplares destacados estudiados por él conservados en el Museo se encuentran: la dendrita de cobre de Riotinto, la hornblenda de Morón de la Frontera, los tectosilicatos de Hiendelaencina, la macla de cinabrio de Almadén, los aragonitos coraloides de La Begoña o las azuritas y malaquitas de Pardos (figura 24.15).

Figura 24.15. Azurita y malaquita de Pardos (Guadalajara), un ejemplar seleccionado por Salvador Calderón por su valor científico y visual. min 7379. Servicio de Fotografía MNCN.

365

Alvar González-Palacios, el cual ha insistido en el particular aprecio que tenía Carlos III por el conjunto. Muy distinta es la procedencia del tablero elaborado con muestras de mármoles antiguos, conocido tradicionalmente como «la mesa de los elementos». No proviene de Nápoles, se manufacturó en Roma, en la segunda mitad del siglo xviii, y un tal Minelli o Vinelli fue el artífice de la misma. Tiene forma rectangular, está compuesta de setenta y dos muestras de mármoles numerados en filetes blancos y como acabado presenta un borde en forma de pecho de paloma realizado en verde antico. Muy curiosa es la forma en que llegó el tablero al Museo, ya que procede del cargamento del barco inglés Westmoreland, obligado por un barco francés a entrar en el puerto de Málaga en 1778 y a vender sus mercancías. Es en ese momento cuando se destina al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, junto a otras muestras de piedras, petrificaciones y lavas del Vesubio (González Alcalde, 2012). A partir de 2010, las mesas se disponen en una nueva presentación museográfica dentro de la colección permanente, pensada para realzar sus valores estéticos, históricos y geológicos (Nieto Codina y García Guinea, 2009). El trabajo de cortado y tallado de mármoles y otras rocas duras (pietre dure) se remonta a las figuras de Antonio Rodríguez y Pedro Puch, que se documentan como marmolistas del Real Gabinete al menos desde 1773. En un informe del 27 de mayo de 1807 conservado en el Archivo del Museo se dice: [...] la colección de más 70 placas de mármoles, jaspes y alabastros de España de 9 pulgadas no cabe en los estantes del Gabinete y que podría colocarse dentro de unas cajas de pino con sus bordes de caoba [...] sería necesario formar un catálogo por provincias de las placas de mármol que ya hay colocadas, de las que nuevamente se van a colocar, y de las dos colecciones de placas pequeñas (Zúñiga, 1994).

En 1774 se compra el Gabinete del Conde de Saceda, que, entre otras muchas placas de diferentes procedencias, contenía 34 placas de mármoles y alabastros de España de más de 9 pulgadas de largo, así como una gran variedad de ágatas. En 1775 ya se habían formado colecciones repetidas de jaspes, pórfidos, granitos, mármoles y alabastros de las canteras que en ese momento se trabajaban en España.

Referencias bibliográficas Arias Divito, J. C. (1978). Expedición Científica de los hermanos Heuland, 1795-1800. Madrid, Ed. Cultura Hispánica Centro Iberoamericano de Cooperación. Calderón, S. (1910). Los minerales de España. Madrid, Imprenta de Eduardo Arias. Casado de Otaola, S. (2001). La ciencia en el campo. Naturaleza y regeneracionismo. Madrid, Novatores. Fernández Navarro, L. (1923). «Los Meteoritos del Museo de Madrid», Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 23: 224-233. — (1925). Catálogo de las especies y variedades de minerales expuestas al público en el Museo Nacional de Ciencias Naturales con indicación del lugar que ocupan. Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales. García, D. (1835). Inventario borrador de la Sala I de Minerales. Manuscrito del Archivo Histórico del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Madrid. García Guinea, J. (coord.) (1987). La expedición mineralógica de los hermanos Heuland a Chile y Perú (1795-1800). Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales. 366

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La Colección de Instrumentos Científicos Julio González Alcalde y Alfonso V. Carrascosa*

Microscopio simplecompuesto de George Adams, c. 1750. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

osa* os instrumentos científicos son aparatos utilizados por los investigadores para generar conocimientos novedosos. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) conserva un conjunto de ellos de gran valor histórico y científico (Moreno et al., 1995; 1996; González Alcalde, 2008a), de utilidad tanto expositiva como susceptibles de estudio en proyectos de investigación o para la enseñanza de la disciplina de la historia de la instrumentación científica. Estas piezas, englobadas en la Colección de Instrumentos Científicos, son muy significativas, algunas por su antigüedad, y todas por su importancia como vestigios de cultura material que demuestran la continuidad de la investigación sobre ciencias naturales en España en algo más de los dos últimos siglos. Tal vez se trate de la colección de instrumentación científica más veterana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

L

El Siglo de las Luces La cronología de estos objetos se remonta al siglo xviii o Siglo de las Luces (Barreiro, 1992). Es en 1752 cuando se crea la Real Casa de la Geografía con don Antonio de Ulloa como director, en época del rey Fernando VI. Fue el primer museo español. Su sede estaba en la calle de la Magdalena de Madrid (Sánchez Almazán, 2011a) y los materiales ya se exponían en vitrinas, lo cual era novedoso para la época. Sin embargo, la clave definitiva será la venida a España del material de una institución expresión de la ideología ilustrada, antecedente del MNCN: el Real Gabinete de Historia Natural (RGHN). Este RGHN (Calatayud, 1987; Sánchez Almazán, 2011b) fundado por el rey Carlos III el 17 de octubre de 1771, proviene de las colecciones del ecuatoriano don Pedro Franco Dávila (1711-1786), su primer director (Calatayud, 1988). Su colección presentaba características eclécticas, pues estaba formada por piezas procedentes de la historia natural, pero también arqueológicas, etnográficas y artísticas, que incluían, en este as-

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Julio González Alcalde (Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]) y Alfonso V. Carrascosa (Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]).

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Figura 25.1. Magnetita, de P. Le Merei, 1762. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

pecto, pintura, escultura y artes decorativas (González Alcalde, 2012). Había estado ubicada en la calle Richelieu de París y era una de las más completas de su época. Llega a Madrid entre 1771 y 1772, y se termina de instalar en 1776, en el número 13 de la calle Alcalá, en el Palacio de Goyeneche, donde el RGHN (Bolaños, 1997) comparte sede con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para constituir uno de los museos de mayor importancia del continente europeo (Villena et al., 2009). Entre los instrumentos científicos con que contaba, aún se conserva una magnetita natural tallada y montada en un soporte en París en 1762, que lleva por firma P. Le Merei. Su finalidad era el estudio del campo magnético (figura 25.1). Además, destacan dos microscopios del siglo xviii, de la primera etapa de la Revolución Industrial, construidos en Inglaterra (González Alcalde, 2010b). En el transcurso del siglo xviii se introducen mejoras mecánicas y ópticas, y se emplean lentes acromáticas. También aparecen los primeros portaobjetivos tipo revólver. Estos dos microscopios del siglo xviii con que cuenta el Museo pueden definirse como piezas únicas para la investigación naturalista. A ellos nos referimos a continuación. El microscopio simple-compuesto, construido por George Adams hacia 1750-1770 (figura de portada) (Adams, 1771), de gran calidad técnica y artística (González Alcalde, 2010a; 2010b), pudo pertenecer a Ulloa o a Dávila, aunque se desconoce quién fue su primer propietario. Los materiales del Gabinete Ulloa se dispersaron, al cerrarse este en 1761 (Barreiro, 1992). Sin embargo, constan algunos microscopios fabricados en Inglaterra en los inventarios de la colección Dávila, si bien no se citan los fabricantes (Calatayud, 1987). Otra opinión sostiene que el MNCN recibiría este microscopio de 370

Figura 25.2. Microscopio compuesto de Dollon, c. 1780. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Joaquín María de Castellarnau i Lleopart, al que nos referiremos posteriormente, ya que parte de las piezas del microscopio se encontraron en una de las cajas que guardaban su legado. Por lo tanto, el origen de este magnífico instrumento y su llegada al RGHN, y después su paso al MNCN y al Instituto José de Acosta (CSIC), no han podido comprobarse de manera fehaciente. Es significativo que conste en el inventario la llegada desde Londres, para el RGHN, de diez cajones con una colección de instrumentos matemáticos, astronómicos y físicos recogidos en un inventario de Magellán en 1779. Sin embargo, el conde de Floridablanca ordenó, por un oficio de 28 de enero de 1784, dirigido a Dávila, que el conjunto pasaría al Real Seminario de Nobles (Calatayud, 1987; acn0077/749). Solo se exponen dos piezas semejantes a este microscopio en el Museo de la Ciencia de Ginebra (Turner, 1987) y en el de Londres (Holbrook, 1992). Esta pieza es, hasta ahora, la más antigua de la Colección. También el microscopio compuesto, construido por Dollond hacia 1780 (VV. AA., 1995; González Alcalde, 2008b), propiedad de Eugenio Izquierdo de Rivera y Lazaún (Calatayud, 2009), sucesor de Pedro Franco Dávila en la dirección del RGHN (figura 25.2). En 1786, época de José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, se impulsan las actividades docentes en el Real Gabinete, actividad mantenida por José Clavijo y Fajardo, verdadero sucesor de Pedro Franco Dávila al frente de la institución, puesto que, por sus variadas dedicaciones, Izquierdo parece más bien un director honorario. Clavijo añadirá las actividades de investigación de las colecciones, unidas a publicaciones de importancia. En 1787, el conde de Floridablanca ordenó la construcción del reloj que figura en el contexto de la Gran Librería, ubicada en el despacho de dirección del Museo. Fue encargado al relojero Salvador López (figura 25.3). Todo ello consta en la esfera en cuya cartela superior figura grabado: «Mandado construir por el Excmo. Sr. Conde de Floridablanca», y en la inferior: «Salvador López lo hizo en Madrid en el año de 1787». Es un reloj de columna o de pie con una alta caja de madera de caoba y muestra la misma constitución externa que la librería. Presenta un cristal en la zona de apertura y dos en los laterales. En el cerramiento se documenta sobre la cornisa un frontón con techo prolongado hacia el fondo, rematado en su centro con un putti (amorcillo) que sostiene una guirnalda, como acrótera, y dos jarrones con vegetales a los lados. En su interior se disponen péndulo, poleas, pesas y lentejas doradas, aseguradas con cuerdas; sonería de horas; sobre chapa de latón dorada, una esfera de latón plateado. La numeración va en 371

negro, con números romanos para las horas y arábigos para los minutos; en el centro se ven cuatro esferas menores. Las dos superiores llevan inscripciones: la izquierda, «Natural Repite», la derecha: «Toca silencio». La maquinaria se apoya en un bastidor de hierro en forma de tridente (Velasco, 2006; González Alcalde, 2012). Hasta la fecha, además de este reloj del MNCN, no se conoce de Salvador López más que otro para la farmacia del Palacio Real de Oriente de Madrid (Colón de Carvajal, 1987).

El siglo xix La invasión de Napoleón supone un desastre para el devenir normal del RGHN, aunque se reharía en parte durante el reinado de Fernando VII. Hasta 1845 no se produciría una renovación y avance en la Institución, ahora denominada Real Museo de Ciencias Naturales. A la época de Graells pertenece un pantógrafo (figura 25.4) muy significativo, empleado para labores planimétricas y cartográficas, construido en Francia por Adrien Gavard, c. 1860 (González Alcalde, 2009a; 2009b). Es una pieza de gran valor histórico por pertenecer a la época de la Revolución Industrial, estar relacionado con la segunda época del MNCN, es decir, con la época de Graells, y haber sido construido en una empresa de París premiada en dos exposiciones universales; también destaca por sus valores estéticos y artísticos y su importancia tecnológica, porque en aquella época constituyó un logro en el campo de la ciencia por su perfección y finalidades técnicas. En la Colección se documentan materiales de todo el siglo xix. Es de gran importancia la labor de Joaquín María Castellarnau i Lleopart (1848-1943) en la Sociedad Española de Historia Natural, fundada en 1871. Este investigador, inspector jefe del Cuerpo de Ingenieros de Montes, Presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, astrónomo, histólogo vegetal y ornitólogo, miembro de la Comisión para el Servicio del Pinar de Valsaín (Castellarnau i Lleopart, 1938), adquirió equipos ins-

Figura 25.3. Reloj de Salvador López, 1787. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 25.4. Pantógrafo de época de Graells, construido por Adrien Gavard, c. 1860. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

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Figura 25.5. Difractoscopio, c. 1905. Legado Castellarnau. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

trumentales modernos en la mejor fábrica de óptica del mundo: la casa Carl Zeiss de Jena en Alemania. El MNCN fue una de las instituciones beneficiarias de su herencia porque recibió en legado tras su fallecimiento sus microscopios y otros materiales científicos, que se incorporarían en su totalidad a la Colección cuando el MNCN formaba parte del Instituto José de Acosta. Entre ellos, podemos referirnos al difractoscopio (figura 25.5), mandado construir por él a la empresa alemana Carl Zeiss para demostración teórica, según el prototipo de Abbe, datado en 1905. Demostró, utilizando la proyección, el efecto producido en la imagen de un microscopio por la difracción (Castellarnau i Lleopart, 1919). Este aparato, único en España, es uno de los pocos existentes en todo el mundo, según el propio Castellarnau. También se puede mencionar el microscopio petrográfico para uso mineralógico, de Nachet, c. 1880 (figura 25.6) o una lupa estereoscópica, de uso biológico y mineralógico.

Figura 25.6. Microscopio petrográfico, para uso mineralógico, de Nachet, c. 1880. Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

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Figura 25.7. Micrótomo de Leonardo Torres Quevedo, c. 1930, procedente del Instituto de Entomología. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 25.8. Electrómetro de Szilard, c. 1920. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

El siglo xx El resurgimiento del MNCN coincide con el reinado de Alfonso XIII y la Segunda República. Es a comienzos del siglo xx cuando el Museo se traslada, en época de la dirección de Ignacio Bolívar y Urrutia, a su sede actual, en el Palacio de Exposiciones de la Industria y de las Artes, y se funda la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) en 1907, en la cual se integrará el MNCN. Estos movimientos implican una gran renovación y modernización cultural y científica, base para la eclosión de la Edad de Plata de la cultura española. Todo tipo de avances científicos y tecnológicos llegan a España y los investigadores españoles tienen acceso a los laboratorios y talleres de fabricación de instru374

mentos científicos extranjeros. En esa época España participó en la fabricación de instrumentación científica. Así, por ejemplo, en el Instituto Leonardo Torres Quevedo se construyó, entre otros instrumentos, el barómetro de cubeta (c. 1925) para la medida de la presión atmosférica o el micrótomo (c. 1930) para el Laboratorio de Automática de Madrid, que luego fue al Instituto de Entomología (figura 25.7). Torres Quevedo fue uno de los grandes investigadores e inventores españoles, aunque su producción intelectual más conocida sean los transbordadores o funiculares. Sin embargo, también fue un pionero de la aeroestación y creador de un instrumento que respondía a las órdenes dadas por medio de un mando a distancia. En 1901, el Estado creó el Laboratorio de Mecánica Industrial para apoyar su actividad. Entre los materiales datados en el siglo xx, además de parte de los pertenecientes al legado de Castellarnau, es esencial destacar los procedentes del Instituto de Radiactividad (González Alcalde, 2016), creado según idea del conde de Romanones, cuando era presidente del Consejo de Ministros. Este instituto funcionaría desde 1914 hasta 1940, en que fue anexionado al Instituto Nacional de Geofísica, en el Campus Central del CSIC, y el edificio de la calle Amaniel se cerró por contaminación. En 1980, se recuperaron los instrumentos del Laboratorio de Radiactividad que forman parte de la colección. El edificio de la calle Amaniel había sido visitado por famosos investigadores de la radiactividad, como Marie Curie, directora honoraria del Instituto de Radiactividad en 1919 en agradecimiento a su colaboración (Carrascosa, 2018). También lo visitó el doctor Bela Szilard, de Hungría, que vino a Madrid en 1916 y logró una subvención de la JAE, gracias a la cual pudo, hacia 1918, colaborar con el laboratorio y desarrollar un nuevo electrómetro (c. 1920) (figura 25.8) para medir la radiactividad (Szilard, 1918), integrado en la Colección de Instrumentos Científicos, la cual conserva otros instrumentos magníficos procedentes del Laboratorio de Radiactividad. Entre ellos se pueden destacar dos prototipos, construidos en 1900 por Pierre Curie, ambos para medida de la radiactividad: un electroscopio, que es una cámara de ionización (figura 25.9) y el cuarzo piezoeléctrico (figura 25.10). De estos prototipos de Pierre Curie, el cuarzo piezoeléctrico es de la mayor significación. Construido de latón y madera, adaptado a las medidas de radiactividad con número de serie 2, fabricado en la Centrale de Produits Chimiques de París, perteneció, Figura 25.9. Electroscopio de Pierre Curie, c. 1900. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

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Figura 25.10. Cuarzo piezoeléctrico de Pierre Curie, c. 1900. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

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Figura 25.11. Madame Curie y Pierre Curie en su laboratorio de la calle Ulm de París hacia 1905. Servicio de Fotografía del MNCN.

como otras piezas, al departamento Curie del Instituto de Radiactividad de la Universidad Central de Madrid, de cuya Facultad de Ciencias dependía. Este instrumento científico es semejante al que consta en la fotografía de Madame Curie en su laboratorio de la calle Ulm de París hacia 1905 (figura 25.11). Podríamos referirnos a otros de diferentes orígenes, pero también de gran importancia, como los dos electroscopios de Elster y Geitel, fabricados en Alemania hacia 1910; los conductímetros de Kohlraush, de Francia y Alemania, construidos c. 1900, o el ionímetro de H. Gerdien. Todo ello indica que las investigaciones radiactivas en España no estaban muy alejadas de las del resto del continente europeo en aquella época. En la Colección se conservan otros aparatos científicos de muy diverso tipo, entre ellos una lupa monocular, lupas estereoscópicas de la década de 1920 (figura 25.12), un microscopio simple, una lupa de disección, dos micrótomos para preparaciones microscópicas con cortes delgados de la muestra y cinco microscopios biológicos, así como balanzas, barómetros y accesorios de laboratorio, provenientes de diferentes instituciones, como el Instituto Español de Entomología desde su creación en 1941, hasta su reintegración en el MNCN en 1985, el Instituto Nacional de Geofísica o el Instituto de Geología Lucas Mallada.

Crecimiento de la colección Esta magnífica Colección de Instrumentos Científicos, procedente de diversos departamentos del MNCN, ha pasado por momentos de deterioro que pusieron en peligro su supervivencia. Por su parte, el CSIC implementó un Plan de Recuperación de Instru377

Figura 25.12. Lupa estereoscópica de E. Leitz Wetzlar, Alemania, c. 1920. Servicio de Fotografía del MNCN.

mentación Científica, todavía en activo, que permitió en 1995 la obtención de un primer catálogo de la Colección de Instrumentos Científicos del MNCN (Moreno et al., 1995). Ha necesitado también varias restauraciones, una de ellas efectuada en 2009 (González Alcalde y Sáez Dégano, 2009) y otra intervención posterior. El MNCN se ha ido beneficiando de donaciones diversas efectuadas por investigadores que, en algunos casos, pasaban a la jubilación y deseaban que sus instrumentos de

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Figura 25.13. Radiómetro. Donación de D. Jesús Pastor. Servicio de Fotografía del MNCN.

trabajo continuaran en el MNCN con garantías de formar parte de la colección permanente. Es ejemplo de ello la donación de un conjunto de instrumentos utilizados por Jesús Pastor, procedentes del antiguo Centro de Ciencias Medioambientales, de entre los que hacemos mención de un radiómetro, que se emplea para detectar y medir la intensidad de la energía térmica radiante, sobre todo de rayos infrarrojos (figura 25.13). También la donación, procedente de Entomología, efectuada por Antonio Vives Moreno y Amparo Blay Goicoechea, de gafas de dos lupas para montaje de insectos y lancetas para disección. Con la renovación de los instrumentos científicos por parte del CSIC, una serie de despachos del MNCN van deshaciéndose de elementos antiguos, y sustituyéndolos por otros de mayor modernidad y efectividad, con lo cual la Colección de Instrumentos Científicos recibe nuevas piezas. Tal hacen los museos que albergan colecciones dinámicas (Gaya Nuño, 1955; Sanz Pastor, 1990; Hernández Hernández, 1994).

Conclusiones Por todo lo expuesto, la Colección de Instrumentos Científicos del MNCN, bastante desconocida por el gran público, tiene una historia significativa en el contexto europeo y es prueba fehaciente de la continuidad en la investigación científica en ciencias naturales durante los dos últimos siglos. Sabemos que debe, en parte, su existencia a las actividades de la JAE. Por entonces nuestro país recibió numerosas visitas de científicos extranjeros de primer orden, entre ellos Madame Curie y Albert Einstein que, como otros, visitaron la Residencia de Estudiantes. Se puede afirmar, por consiguiente, que desde principios del siglo xx hasta la Guerra Civil, la ciencia en España no presentaba retraso con relación a los países de nuestro entorno. Con posterioridad a la contienda y la puesta en marcha del Instituto José de Acosta (CSIC), la colección no solo no desapareció sino que aumentó, por ejemplo con el legado de Castellarnau. A partir de 1985, la renovación del MNCN y de sus colecciones alcanzó también este valioso legado. En la actualidad esta colección presenta un gran futuro porque no es una colección cerrada, sino que, como ya se ha explicado, se continúa nutriendo de instrumentos científicos procedentes de donaciones de investigadores, lo que hace que vaya aumentando paulatinamente el número de sus piezas.

Agradecimientos Agradecemos el apoyo de la Secretaría de Estado de Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España a través del proyecto de investigación HAR2016-76125-P.

Fuentes acn0077/749, 28 de enero de 1784. Oficio del conde de Floridablanca a D. Pedro Franco Dávila.

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La Colección de Bellas Artes Julio González Alcalde y Carolina Martín Albaladejo*

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Bezoar de caliza travertina. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

urante el siglo xviii el coleccionismo, además de centrarse en las bellas artes y artes decorativas como en siglos anteriores, incide en mayor medida en el acopio de elementos de historia natural (Bolaños, 1997). Esta tendencia es propia del contexto ilustrado. Ejemplo de esta actividad la encontramos en don Pedro Franco Dávila, primer director del Real Gabinete de Historia Natural (RGHN), muchas de cuyas piezas había traído de su residencia de París en época del rey Carlos III (17161788), quien coleccionaba también objetos pertenecientes a las bellas artes, incluidas artes decorativas (Calatayud, 1987; Franco Dávila, 1767; Villena et al., 2009). Este es el motivo de que obras que parecieran no corresponder a los fondos de un museo de ciencias naturales, se conserven en el nuestro, en concreto en la Colección de Bellas Artes del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), lo que constituye un valioso documento y representación del devenir histórico del Museo. A continuación, expondremos algunos ejemplos de especial interés tanto de obras artísticas como de artes decorativas.

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Bellas artes Quadro de la Historia Natural Civil y Geográfico del Reyno del Perú Esta obra ofrece un gran interés narrativo, encuadrable en la iconográfica enciclopedista ilustrada (Barras de Aragón, 1912; Peralta, 2006; Aguirre, 2007). Se trata de un cuadro fechado y firmado en Madrid en marzo de 1799 por José Ignacio de Lequanda Escarzaga y Louis Thiébaut, de enorme importancia histórica, artística y científica (Barras de Aragón, 1912; Del Pino Díaz et al., 2011a, b, 2014), titulado Quadro de la Historia Natural Civil y Geográfico del Reyno del Perú (figura 26.1). Está pintado sobre tela de 331 x 118,5 cm, al óleo en unas zonas y escrito a mano en otras, a pluma con tinta ferrogálica (Real Academia de Ciencias, 1932) sobre el lienzo previamente pintado de blanco. Su

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Julio González Alcalde (Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]) y Carolina Martín Albaladejo (Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]).

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marco espectacular, en talla dorada, está rematado en la parte superior por un copete con la corona real sobre dos leones entre volutas, un carcaj con flechas, vegetales y cuernos de la abundancia (Del pino Díaz y González Alcalde, 2012). El conjunto ofrece una visión del «Reyno» del Perú administrado por la Corona española como virreinato, en la época del rey Carlos IV de Borbón (1788-1808). Se documentan 195 escenas y 381 figuras (Aguirre, 2007) con los siguientes apartados: a) Geografía Física, con mapas que señalan montañas, ríos, costas y su toponimia; b) Historia, que incluye el período fundacional por los incas y el del Gobierno de España, con la Real Hacienda y organización administrativa en intendencias; c) Etnografía, distinguiendo en la parte superior del cuadro 32 representaciones, sus pobladores, en 16 parejas: a la izquierda las 16 naciones definidas como civilizadas, y las otras 16 clasificadas como salvajes (figura 26.2). Las primeras, representadas vestidas, criollos e indígenas cristianizados, y las segundas, desnudos o semidesnudos, pertenecientes a tribus indígenas de la selva; d) Economía, con las producciones agrícolas, incluidas plantas medicinales, y la producción geominera, en concreto la minería de plata y azogue (mercurio) como fuente especial de riqueza del área; es muy significativa la descripción de la mina de Gualgayoc (o Chota, provincia de Cajamarca) dibujada en el centro del cuadro. La historia natural, representada por un amplio conjunto de fauna y flora marítima y terrestre de la región peruana, se plasma en escenas con leyendas en la parte inferior (Borderías, 2014). Es una obra de doble autoría: el texto, de unas veintitrés mil palabras, se debe al economista vasco Joseph Ygnacio de Lequanda Escarzaga, y la obra gráfica al pintor francés Louis Thiébaut. Lequanda, unido al movimiento ilustrado dentro del círculo intelectual peruano, desempeñaba la función de asesor del virrey Gil de Taboada, cuya Memoria de Gobierno contribuyó a redactar en 1796. Este informe interesó al Gobierno de Manuel Godoy, que ordenó se plasmase en un cuadro para el despacho del ministro de Hacienda e Indias, razón por la cual este cuadro está dedicado a la Suprema Secretaría de Real Hacienda de Indias. De Louis Thiébaut apenas nos constan datos, aunque se conoce su procedencia de una familia de grabadores que ilustraron libros franceses de historia natural (entre ellos, de Buffon y Humboldt). Lequanda facilitó a Louis Thié384

Figura 26.1. Quadro de la Historia Natural Civil y Geográfico del Reyno del Perú. Servicio de Fotografía del MNCN.

Figura 26.2. Naciones civilizadas (arriba) y salvajes (abajo) en el Cuadro del Perú. Servicio de Fotografía del MNCN.

baut, para su inclusión en el cuadro, copias efectuadas por viajeros y dibujos que Tadeo Haenke realizó para la Expedición Malaspina en su viaje por Tarma y Jauja en 1790 (Peralta, 2006). Por ir dirigido a la Suprema Secretaría de Real Hacienda de Indias, el cuadro pasó a integrarse en la colección del Ministerio de Hacienda (Barreiro, 1992). En 1880, por donación del ministro, se trasladó al Museo de Ciencias Naturales, actual MNCN. El traslado fue producto de las gestiones de Marcos Jiménez de la Espada, historiador y naturalista, y de Miguel Colmeiro, entonces director del Museo (Barras de Aragón, 1912). La información conservada sobre este traslado consta en el Archivo del MNCN (acn0303/022). La obra se instaló en la sala de conferencias del Museo (Barras de Aragón, 1912), situada en el segundo piso del Palacio de Goyeneche (Villena et al., 2009). A comienzos del siglo xx, el MNCN fue trasladado a su actual ubicación en el Palacio de Exposiciones de las Artes y la Industria, construido en 1887. El cuadro, además de ser documento de la Ilustración española, en especial histórico-geográfica, económica y etnográfica, es relevante en su técnica, por su preparación y los pigmentos de primera calidad usados, tal vez por ser Perú proveedor de tintes a la Península. Es también una muestra de la importancia del virreinato del Perú para la Corona española (Majluf, 1999) y un ejemplo del arte virreinal (Estabridis, 1989). Su estilo se contextualiza con una cierta influencia indígena, por la simplicidad de las formas y el cromatismo (Nieto Alcaide y Cámara, 1989). Formado por una colección de imágenes, se asemeja a un museo de historia natural, como los gabinetes de la Edad Mo385

derna, un libro esquemático que transporta a España información del Perú. El conjunto constituye un interesantísimo documento y monumento para los estudios hispano-peruanos de historia natural (Borderías, 2014: 137-167). Cuadro de la osa hormiguera A finales del siglo xviii, Madrid fue una de las capitales de las curiosidades de historia natural. Elefantes, osos hormigueros y megaterio fueron algunos de los representantes del mundo animal que Carlos III coleccionó y mostró a los madrileños. En este contexto hay que situar el cuadro, un óleo sobre lienzo, con unas medidas de 1,05 x 2,09 m (figura 26.3). La descripción de la obra puede resumirse como sigue. En un entorno campestre, con arbustos a la izquierda y montañas al fondo, se documenta un retrato en primer plano de un animal cuadrúpedo, peludo, con cerdas blancas, pardas y negras, un ejemplar de oso hormiguero (Myrmecophaga tridactyla Linnaeus, 1785). Detrás de esta representación y a la derecha, el mismo animal enrollado sobre sí mismo en postura de reposo. Tras él una basa en la que figura la siguiente inscripción: Este animal se llama oso hormiguero porque en el campo se mantiene con hormigas. Se ha copiado al natural por el que está en la Casa de Fieras del Retiro en julio de 1776. Vino de Buenos Ayres donde se crían bastantes de su especie. Tiene treinta meses, y crecerá hasta seis o siete años.

El óleo representa una osa hormiguera pintada en 1776, de autor anónimo, obra realizada en el taller del pintor de cámara Antón Rafael Mengs (Mazo, 2006). Javier Jordán de Urríes, especialista en pintura del siglo xviii, defiende la autoría de Francisco de Goya para los fondos, pues por entonces el artista trabajaba en el taller de Mengs. Este animal fue uno de los ejemplares de fauna americana enviados al rey para su parque zoológico, que se encontraba en los jardines del Palacio del Buen Retiro de Madrid. El oso hormiguero, muy probablemente hembra, causó una gran impresión en la comunidad científica de la época, como consta en el testimonio conservado en el Archivo del 386

Figura 26.3. Cuadro de la osa hormiguera. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 26.4. Izquierda. Retrato de Emiliano Aguirre, obra de la pintora Almudena Salamanca. Figura 26.5. Derecha. Retrato de Ignacio Bolívar y Urrutia, obra del pintor Alejandro Cabeza. Servicio de Fotografía del MNCN.

MNCN: Juan Bautista Bru, dibujante del RGHN, realiza del animal una lámina y su descripción. Esta lámina, denominada por Bru «Osa Palmera», está incluida en la «Colección de láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, con una descripción individual de cada uno» (1784 a 1786) (Mazo, 2006). La osa hormiguera vivió en el Retiro seis meses, de julio de 1776 a finales de enero de 1777; cuando murió —«Esta mañana se encontró muerto el oso hormiguero que enviaron al Rey», dice una carta enviada en enero de 1777 al secretario de Estado el marqués de Grimaldi—, se encargó el óleo (Mazo, 2006) que actualmente conserva y muestra el MNCN. Otras obras Entre las obras pictóricas también conservamos otros importantes retratos, como los de Carlos III y Carlos IV, así como cuatro óleos dedicados a figuras que tuvieron que ver con el Laboratorio de Radiactividad. Son los retratos de José Muñoz del Castillo, iniciador de los estudios radiactivos en España y, desde 1906, director del Laboratorio y luego del Instituto de Radiactividad de Madrid; Julio Burell, que hizo del Laboratorio el Instituto de Radiactividad; el conde de Romanones, autor ideológico, en 1911, del edificio para el Instituto de Radiactividad de Madrid, y Natalio Rivas que hizo oficiales las certificaciones radiactivas. Nuestra Colección de Bellas Artes es una colección que continúa creciendo fundamentalmente debido a aportes de piezas que suelen ser producto de donaciones. Ejemplo de algunas de ellas son los óleos de dos de nuestros directores: Retrato de Emiliano Aguirre Enríquez pintado en 2014, y donado por su autora Almudena Salamanca Suelves en 2015. Es un óleo sobre lienzo de 92 x 73 cm. Sobre un fondo de biblioteca, está representada una figura masculina de pelo cano, con gafas y vestido con chaqueta gris y corbata azul. Apoya su mano derecha sobre una mesa con folios y la izquierda sobre un libro. En el ángulo inferior izquierdo va firmado A. Salamanca (figura 26.4). 387

Retrato de Ignacio Bolívar y Urrutia donado en 2016, pintado y donado por Alejandro Cabeza en 2015. Es un óleo sobre lienzo de 116 x 89 cm. Se trata de una figura masculina, canosa. Viste camisa blanca y traje color verde oscuro. Sedente en un sillón, en uno de cuyos brazos apoya su brazo izquierdo, mientras que escribe con la mano derecha en un cuaderno depositado sobre su pierna derecha. En el ángulo inferior izquierdo consta el nombre del retratado, el autor del cuadro y la fecha en que se pintó: Ignacio Bolívar y Urrutia. A. Cabeza, rubricado y la fecha, 2015 (figura 26.5).

Escultura El MNCN conserva una colección de esculturas depositadas tanto en la Colección de Bellas Artes como en la de Geología. La mayoría son responsabilidad de esta última, por lo cual haremos referencia únicamente a un busto conmemorativo de la primera de las dos colecciones. Busto de Ignacio Bolívar y Urrutia Se trata de una figura masculina de edad madura peinado con raya a la izquierda y bigote. Se ubica sobre una peana en la que, en su parte derecha, consta el escrito grabado: «A D. Ignacio Bolivar con mucho cariño, MCMXXVII Compostela». Realizado en madera de conífera, mide 39 cm de altura, 20 de anchura y 23 de profundidad. La peana de ónix mide 22,5 por 22,5 cm y 12 cm de altura. El escultor fue Francisco Vázquez Díaz, conocido por el seudónimo de «Compostela», quien se lo regaló a Ignacio Bolívar. Fue encontrado en el jardín de la casa madrileña de Bolívar (figura 26.6).

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Figura 26.6. Busto de Ignacio Bolívar y Urrutia. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 26.7. Mesa de Manila. Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

Artes decorativas Mesa de Pedro Franco Dávila

Figura 26.8. Detalle de la mesa de Manila. Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

Figura 26.9. Librería del conde de Floridablanca y reloj de Salvador López. Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

El tablero circular, de grandes dimensiones, fue fabricado empleando una sola pieza de madera de narra asana (Pterocarpus indicus L.) cortada del árbol verticalmente y no presenta decoración (figura 26.7); su sistema de unión emplea cuñas de madera, perteneciendo a época muy posterior a los tornillos, y las seis patas cabriolé con sabots o zuecos de bronce como fundas y remates de los pies (figura 26.8). El diámetro del tablero es de 2,11 a 2,13 m y su anchura de 30 m. La altura es de 81,50 cm, y la de las patas 68 cm (González Alcalde, 2010a). La llegada a España de esta magnífica pieza de mobiliario desde las Islas Filipinas probablemente se efectuó embarcada en el Galeón de Manila (Giménez Chueca, 2008). Gracias a información del Archivo se conoce un oficio del ministro marqués de Grimaldi del 9 de noviembre de 1775 en San Lorenzo el Real de El Escorial, dirigido a Dávila, director entonces del RGHN, en el que consta la entrega de una mesa redonda de caoba de Manila, depositada en el Palacio del Buen Retiro y que fue trasladada desde allí a la entonces sede del RGHN, en el Palacio de Goyeneche. Cuando murió Dávila, se efectuó un listado de los objetos que guardaba en su habitación en el RGHN en el que se lee referencia a la Mesa de Manila: Una gran Mesa redonda de una pieza de Caoba (Calatayud, 1988, apéndice tercero). Aunque la definición de caoba para la madera de esta mesa es contradictoria con su descripción en el catálogo, publicado en 1932, de la Exposición retrospectiva de Historia Natural celebrada en el Jardín Botánico de Madrid en 1929, en donde se sostiene que el material con que está fabricada es de madera de narra, no puede haber confusión con otra mesa puesto que se añade su pertenencia al Museo. Librería del conde de Floridablanca Esta librería, encargada por don José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, para el RGHN, formó parte del mobiliario del mismo. Es una de las librerías más significativas

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del Madrid del siglo xviii, a finales del reinado de Carlos III o inicios del de Carlos IV (González Alcalde, 2010b). Está fabricada en madera de pino (Pinus sylvestris L.) (figura 26.9) y compuesta por dos cuerpos dispuestos de forma horizontal: un zócalo en la parte baja con cuarterones sin portezuelas de 47 cm de altura y 4 cm más de anchura y profundidad que el cuerpo central situado sobre él y donde se ubican las estanterías. La parte superior reproduce el cerramiento de edificios neoclásicos con arquitrabe, friso y cornisa. La decoración de los frisos está compuesta por óvalos abiertos en la madera, en el fondo de los cuales se distribuye una cinta de «raso liso de color amarillo». Se documentan un armario con cuatro puertas, dos con una, uno con seis y otro con diez que está acodado y acoplado en esquina con otro de dos puertas. Los armarios presentan veinticuatro cristales en el frente, uno por cada puerta de los que parte están in situ y el resto fueron sustituidos. Es prácticamente seguro que su ejecución se realizó al mismo tiempo que el reloj firmado por Salvador López que ocupa la zona central (Calatayud, 2000; Velasco, 2006) y que está incluido en el capítulo de los instrumentos científicos. La Mesa de Manila y la Librería del MNCN forman parte actualmente del despacho del director y constituyen dos piezas únicas por sus características constitutivas; se inscriben en la época de los ebanistas del siglo xviii, y pertenecen al primitivo mobiliario histórico del RGHN. La primera fue mesa del primer director del RGHN, don Pedro Franco Dávila, y probablemente también de su sucesor, don Eugenio Izquierdo (Calatayud, 2009) y de don José Clavijo. Constituye un exponente de los productos provenientes de Extremo Oriente por vía del Galeón de Manila (VV. AA., 2003, 2009). La librería es uno de los encargos efectuados por el conde de Floridablanca para el RGHN y, junto al reloj de Salvador López, una significativa pieza de nuestro mobiliario histórico. Ambas muestras, de la época de Carlos III, forman parte indisoluble de la ideología ilustrada del siglo xviii en España.

Piedras bezoares Las piedras bezoares eran solicitados antivenenos empleados en todas las cortes europeas hasta avanzado el siglo xviii. Se pensaba que estas piedras servían contra la rabia y las mordeduras de animales venenosos o ponzoñosos, y se consideraban un antídoto contra venenos o contagios. Los bezoares son concreciones o cálculos del intestino y vejiga de la hiel de varios rumiantes y de otros animales como corzos, cabras, puercos, puercoespín, aunque se consideraba que las de los rumiantes poseían un poder farmacológico mayor. Se documentaron dos tipos: el bezoar oriental, encontrado en la gacela de las Indias, la cabra montesa y el puercoespín, y el bezoar occidental que se encuentra en América del Sur en la llama, la vicuña y el guanaco (Aguirre, 2006; González Alcalde, 2012). Durante el siglo xviii, don Pedro Franco Dávila aportó una colección de bezoares que, unida a la que incluyó Carlos III, pasó a formar parte de las colecciones del RGHN. De las figuradas en este capítulo, la de mayor tamaño es la montada en plata labrada, cuyo conjunto, del siglo xviii (figura de portada), mide 40 cm de altura por 18 cm de anchura máxima. Procede del mundo mineral y está compuesta por caliza travertina depositada en capas. La de menor tamaño que la anterior, y de su misma cronología, también montada en plata labrada (figura 26.10), mide, con su montaje, 24 cm de altura y 15 cm de anchura máxima. Está compuesta por fosfato de magnesio (estruvita). 390

Figura 26.10. Arriba izquierda. Bezoar de fosfato de magnesio (estruvita). Figura 26.11. Arriba derecha. Bezoar ovoide. Figura 26.12. Abajo. Bezoar poroso. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Las otras dos que pasamos a mencionar no presentan montajes de plata. Una es oval, de 7 cm de longitud y 5,5 cm de anchura. Se trata de depósitos de capas sucesivas. Está compuesta por una capa externa carbonática o calcárea y una interior formada por carbonatos y fosfatos mezclados (figura 26.11). El otro bezoar es poroso por sus características vegetales. Mide 8 cm de longitud y 7,4 cm de anchura. Está compuesto por dos fragmentos que encajan uno en el otro y consta en el Catálogo de las Piedras Bezoares de don Pedro Franco Dávila: «oriental partida y se ve en el interior una almendra» (figura 26.12). Con el microscopio electrónico de barrido del MNCN observamos que la parte mayoritaria es celulosa (carbono más oxígeno), algo de bitúmenes (solo carbón y texturas de restos bacterianos), restos de tierras, como arenas de cuarzo (óxido de silicio) y feldespato (aluminosilicato de potasio y sodio), rosetas de cristales de dientes de perro de calcita (carbono, oxígeno, calcio). Lo más significativo es su abundancia en cloro, lo que indica su paso por un estómago animal con ácido clorhídrico.

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Figura 26.13. Medalla de la «Exposición Nacional de Minería», 1883. Servicio de Fotografía del MNCN.

Figura 26.14. Medalla de la proclamación del rey Felipe VI (junio de 2014). Servicio de Fotografía del MNCN.

Otras piezas El MNCN también conserva otras series de objetos de valiosa significación histórica, como un conjunto de medallas, entre las que destacan la de la «Exposición Nacional de Minería» de 1883, de bronce dorado, con el retrato del rey Alfonso XII (figura 26.13); la conmemorativa de la «Exposición Universal de Barcelona», en 1929, o la de latón, conmemorativa de la proclamación del rey Felipe VI en junio de 2014 (figura 26.14). Se conservan medallas, placas y distintivos relacionados con la actividad entomológica, como el que conmemora el Tercer Congreso Internacional de Entomología de Zúrich en 1925 (III Internat. Kongress Für Entomologie) o la medalla y la placa del VI Congreso Internacional de Entomología de Madrid, en 1935. También el distintivo del XIV Congreso Geológico Español de 1926 (figura 26.15) y el del XII Congreso Interna392

Figura 26.15. Distintivo del XIV Congreso Geológico Español de 1926. Servicio de Fotografía del MNCN.

cional de Zoología de Padua, en 1930. Incluso medallas de trofeos venatorios del año 1950. Es también interesante la medalla conmemorativa Severo Ochoa de 2005. Existen otras muchas piezas que reseñar, como un conjunto de elementos de xilografía procedentes de diferentes secciones del Museo con una cronología de la primera mitad del siglo xx. También recipientes, como, por ejemplo, un interesante jarrón de madera, color marrón claro, tallado y pulido, formado por base circular, cuerpo globular, asa, cuerpo superior y tapa con tirador en forma de bellota realizado por José Forés y Roquer en la segunda mitad del siglo xix. Presenta un cuello interior estrecho que da paso al seno que contiene un conjunto de bolas oscuras y otras claras. Ofrece una altura de 35 cm; la anchura máxima con asa es de 15 cm y el diámetro de la base, 8,4 cm.

Conclusiones La Colección de Bellas Artes del MNCN, de la cual hemos presentado solo un pequeño número de piezas, está siendo catalogada. Continúa en crecimiento, pues es, como hemos visto, objeto de nuevos aportes de materiales, producto en su mayor parte de donaciones. Estos procesos de enriquecimiento hacen que la colección esté viva, característica propia de los museos dinámicos, y en constante readaptación y puesta en valor, como el MNCN.

Agradecimientos Trabajo financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España a través del proyecto de investigación har2016-76125-P. 393

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El Archivo histórico Mónica Vergés y Manuel Parejo*

rejo* «La poesía es la memoria de la vida y los archivos son su lengua». Octavio Paz, premio Nobel de Literatura, 1990

Ciervos de la cueva del Queso (Albacete). Juan Cabré Aguiló, 1911. Pintura, hoy desaparecida, de arte rupestre del arco mediterráneo. Dibujo a grafito, sanguina y carboncillo (650 x 425 mm). Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. acn 90c/001/01578. Archivo del MNCN.

os archivos históricos tienen explícitamente confiada la conservación permanente, la custodia, la organización y la difusión de la documentación que albergan por su alto valor administrativo, jurídico, histórico y cultural. En sus expedientes, guardados en cajas ordenadas por un número correlativo (signatura topográfica), y perfectamente alineadas en muebles compactos, se reúne la prueba de autenticidad, la fuente, los hechos, los acontecimientos y los procesos que generan otros nuevos. Los fondos de un archivo ayudan a reconstruir e hilar fidedignamente aquella parte de la historia que queremos estudiar. El Archivo histórico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), como archivo científico, recoge una parte esencial y primigenia de la historia de la ciencia española desde mediados del siglo xviii hasta la actualidad, y escribe en mayúsculas la biografía del nacimiento, crecimiento y evolución del progreso científico español en un momento en el que el país estaba debilitado. Pero con Carlos III, el espíritu de la Ilustración llega a la Corte. Y con sus ministros y colaboradores —el marqués de Esquilache, el conde de Aranda, el conde de Campomanes, el conde de Floridablanca, Ricardo Wall y el marqués de Grimaldi—, España se reengancha a Europa. La creación del Real Gabinete de Historia Natural (RGHN), en 1771, y el redescubrimiento de América con las expediciones científicas, colocaron las ciencias naturales de nuestro país en un lugar prominente. Así pues, el Archivo del MNCN, reflejo de la actividad investigadora, docente y museística de una institución con casi 250 años de vida, compila la memoria de la historia de la ciencia en nuestro país y faculta y legitima la redacción de nuestra crónica científica. Todos aquellos historiadores de la ciencia que quieran reconstruir la secuencia científica acontecida en España tendrán que recurrir a sus fondos (figura 27.1). El conocimiento que aportan sus colecciones, que siguen creciendo por donaciones, adquisiciones, depósitos y transferencias de las distintas unidades productoras de la institución (investigadores y laboratorios, colecciones, administración y dirección),

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Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected].

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PARTE3 FINAL.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:40 Página 398

Figura 27.1. Diarios de viaje manuscritos de Francisco de Paula Martínez y Sáez, miembro de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865). A través de las impresiones personales del autor puede seguirse, casi a diario, la última gran expedición española, financiada por la Corona, a los territorios de ultramar para recoger especímenes americanos. acn0038/689/002. Archivo del MNCN.

es muy interesante para la historia de las ciencias naturales, no solo en el campo de la zoología, mineralogía, geología y biodiversidad, sino también en otras áreas que, tradicionalmente, estuvieron vinculadas a la historia natural como la arqueología, la antropología, la etnografía e, incluso, las artes decorativas. Como ya se ha explicado en otros capítulos, el Real Gabinete de Historia Natural, germen del actual MNCN, fue el primero en hacer acopio no solo de animales, plantas y minerales, sino también de otros objetos singulares del gusto de la época como indumentaria, porcelanas, pinturas, libros, instrumentos musicales, medallas, bronces, armas y toda clase de artículos exóticos procedentes de los rincones más remotos del mundo por entonces conocido. Incluso, en 1776, el Tesoro del Delfín1 fue depositado por Carlos III en el RGHN por la rareza de sus materiales y el interés científico —que no artístico— del conjunto. No obstante, en 1839, Isabel II cede el Tesoro al Real Museo de Pinturas, hoy Museo Nacional del Prado, considerando esta vez que su valor artístico primaba sobre su rareza mineralógica (Arbeteta, 2001). En el último tercio del siglo xix y la primera mitad del xx, tales objetos dieron lugar a la fundación de nuevos museos, como el Museo Arqueológico Nacional (1867), el Museo Nacional de Antropología, antes Museo Anatómico o Museo del doctor Velasco (1875), o el Museo de América (1941). Y aunque los fondos del MNCN ya no disfrutan de las piezas mencionadas a causa de las distintas asignaciones de colecciones,2 1

El popularmente denominado Tesoro del Delfín o, según los viejos inventarios, «Alhajas del Delfín», es un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, Gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe, primer rey de la rama borbónica española, que reinó bajo el nombre de Felipe V (1700-1724). La posesión de este tipo de bienes, dado su precio y su rareza, se convirtieron en símbolos de poder y magnificencia, además de poseer supuestas propiedades mágicas y profilácticas, idea recogida desde la Antigüedad y plasmada en los lapidarios medievales, pues están realizados total o parcialmente con piedras naturales, labrados en la masa del mineral y ornados con guarniciones de metales preciosos, a veces enriquecidas con esmaltes y piedras preciosas. De las 169 piezas llegadas a España en 1700, falta una cuarta parte y casi todos los vasos se hallan mutilados por sucesivos robos. 2 En el ámbito de los museos, la asignación es el acto por el que el titular de un museo establece el destino de unos bienes, que pasan a formar parte de la colección estable del centro. El Real Decreto 620/1987, de 10 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos contempla este concepto en sus artículos 6.1 y 6.2: «Las colecciones estatales de fondos museísticos están constituidas por los bienes del Patrimonio Histórico Español pertenecientes a la Administración del Estado y a sus Organismos Autónomos asignados a los Museos de Titularidad Estatal» (art. 6.1). «Los bienes asignados a un Museo de Titularidad Estatal pasan a integrar la colección estable del mismo, sin perjuicio de que

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Figura 27.2. Los dibujos y grabados se conservan en carpetillas de papel barrera individuales con la signatura en su exterior, y se instalan en los cajones de los armarios planeros (metálicos y estancos), protegidos de la luz, el polvo y la polución. Archivo del MNCN.

gran parte de la documentación que las acompañaba y sus inventarios sigue custodiada en el Archivo, ofreciendo al estudioso la posibilidad de rastrear la vida de objetos de tan variada índole.

Los fondos del archivo De acuerdo con sus características físicas, los fondos del Archivo se organizan en dos grandes grupos: el Fondo Documental (textual) y el Fondo Especial (dibujos, grabados y fotografías). Junto con su riquísimo Fondo Documental (2.000 unidades de instalación),3 el Archivo reúne también una colección iconográfica de indiscutido rigor científico conocida como Fondo Especial. Este Fondo está formado por la Colección Fotográfica (20.000 imágenes) y por la Colección de Dibujos y Grabados (12.500 piezas). Estas obras creadas con afán naturalista, de estudio paleontológico y geológico, investigación animal y clasificación taxonómica, son también piezas artísticas bellísimas. En todos los casos y dada la enorme fragilidad del soporte del documento, el papel, sea este textual o gráfico, requiere unas condiciones especiales de conservación que exigen la creación de un microclima controlado, es decir, estabilidad de la temperatura y humedad (en torno al 60 % de humedad relativa +/- 5 % de variación y unos 20 ºC de temperatura con oscilaciones de +/-2 ºC), para protegerlos de las deformaciones y proliferación de microorganismos. Los documentos deben ser preservados de forma individual en carpetas de papel barrera y en cajas adaptadas a su formato para evitar dañarlos. A su vez, se almacenan en muebles metálicos estancos (compactos, ficheros o planeros), aislados de cualquier fuente lumínica permanente, del polvo o de la polución. Sin olvidar la inspección periódica a las áreas de almacenamiento, un programa permanente de limpieza de los depósitos y un plan estacionario de fumigaciones (figura 27.2). puedan ser depositados en otros museos, así como en instalaciones no museísticas para el cumplimiento de otros fines culturales científicos o de alta representación del Estado. En ningún caso estos depósitos alterarán dicha asignación» (art. 6.2). 3 Una unidad de instalación es una agrupación de documentos homogéneos destinada a su colocación en los depósitos (caja, carpeta, legajo, etc.), que debe tener una signatura unívoca.

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Obras destacadas del archivo Algunos de los hitos del Archivo son: tres grabados y un dibujo de Alberto Durero; el oficio del marqués de Grimaldi a Franco Dávila (1711-1786) aceptando su Gabinete de Historia Natural y nombrándole director del que se crea en Madrid, el 17 de octubre de 1771; las cátedras especializadas en ciencias naturales; el Fondo Personal Científico con la documentación de Mariano de la Paz Graells (1809-1888) o Ignacio Bolívar y Urrutia (1850-1944); los minuciosos diarios del expedicionario Francisco de Paula Martínez y Sáez (1835-1908) (Calatayud, 1994); las placas de vidrio al colodión húmedo de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866) (Calatayud y Puig-Samper, 1992); las colecciones iconográficas de Franco Dávila y de Johannes le Francq van Berkheij (1729-1812), uno de los conjuntos de dibujos y estampas zoológicas más importantes del mundo; la colección de calcos y dibujos de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (1912-1936); los archivos fotográficos de José Royo Gómez (1895-1961) y Eduardo Hernández-Pacheco (1872-1965); las acuarelas de mastozoología de Ángel Cabrera Latorre (18791960); las colecciones de dibujos entomológicos de Gonzalo Ceballos (1895-1967) y de Ramón Agenjo (1908-1984), o de malacología de Joaquín González Hidalgo (1839-1923). Y estos son solo algunos ejemplos de la enorme importancia del legado del Archivo para el estudio de nuestra historia en el campo de las ciencias naturales.

Figura 27.3. Restauración de una placa de vidrio en el taller de restauración del museo. Archivo del MNCN.

La competencia y responsabilidad del Archivo es proteger y avalar este patrimonio cultural para permitir una narración veraz de la historia de la ciencia a las generaciones venideras tal y como recoge nuestro ordenamiento jurídico en la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, que incluye explícitamente el Patrimonio Documental y Bibliográfico, y de los Archivos, Bibliotecas y Museos (Título VII);4 y en el Real Decreto 1708/2011, de 18 de noviembre, por el que se esta4

Las definiciones de documento y patrimonio documental de entidades públicas quedan recogidas en el artículo 49 del Título VII: Del Patrimonio Documental y Bibliográfico y de los Archivos, Bibliotecas y Museos, Capítulo I: Del Patrimonio Documental y Bibliográfico de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español:

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blece el Sistema Español de Archivos y se regula el Sistema de Archivos de la Administración General del Estado y de sus Organismos Públicos y su régimen de acceso (figura 27.3).

Fondo documental El Fondo Documental contiene documentos textuales manuscritos, mecanografiados o impresos únicos, principalmente en soporte papel, aunque, poco a poco, comienzan a ingresar transferencias en soporte digital. Este fondo se divide en ocho grandes conjuntos orgánicos con sus correspondientes cuadros de clasificación:5 1. Fondo Museo 2. Fondo Personal Científico 3. Fondo Real Jardín Botánico 4. Fondo Jardín Zoológico 5. Fondo Instituto de Entomología 6. Fondo Instituto Lucas Mallada 7. Fondo Real Sociedad Española de Historia Natural 8. Fondo Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas A continuación, presentamos un breve resumen del contenido de cada uno de ellos. Cada fondo es un capítulo de la historia del MNCN entreverado con el desarrollo de la ciencia y de la historia de España. 1. Fondo Museo (1752-hasta la actualidad) El Fondo Museo, el más voluminoso del Archivo (más de 900 cajas), reúne la documentación generada por sus órganos de Gobierno, administración y gestión desde su fundación hasta el presente. Comienza con una parte importante del archivo personal de Pedro Franco Dávila antes del traslado de su gabinete de París a Madrid, y continúa con toda la documentación producida por el desempeño de sus funciones en la recepción, organización y primera dirección del Real Gabinete, fundado en pleno Siglo de las Luces, siglo singular por sus avances en la historia natural y el gusto por el coleccionismo. Desde sus inicios, el Real Gabinete reunió en la misma institución las funciones de museo, educación e investigación. Como museo incrementa sus ya valiosas coleccio«49.1. Se entiende por documento, a los efectos de la presente Ley, toda expresión en lenguaje natural o convencional y cualquier otra expresión gráfica, sonora o en imagen, recogidas en cualquier tipo de soporte material, incluso los soportes informáticos. Se excluyen los ejemplares no originales de ediciones». «49.2. Forman parte del Patrimonio Documental los documentos de cualquier época generados, conservados o reunidos en el ejercicio de su función por cualquier organismo o entidad de carácter público, por las personas jurídicas en cuyo capital participe mayoritariamente el Estado u otras entidades públicas y por las personas privadas, físicas o jurídicas, gestoras de servicios públicos en lo relacionado con la gestión de dichos servicios». El artículo 59.1 del Capítulo II: De los Archivos, Bibliotecas y Museos, de la misma Ley 16/1985, define Archivos como «los conjuntos orgánicos de documentos, o la reunión de varios de ellos, reunidos por las personas jurídicas públicas o privadas, en el ejercicio de sus actividades, al servicio de su utilización para la investigación, la cultura, la información y la gestión administrativa. Asimismo, se entienden por Archivos las instituciones culturales donde se reúnen, conservan, ordenan y difunden para los fines anteriormente mencionados dichos conjuntos orgánicos». 5 Un cuadro de clasificación es un instrumento de consulta resultado de la fase de identificación de los documentos, que refleja la organización de los fondos de un archivo y aporta los datos esenciales de su estructura (denominación de secciones y series, fechas extremas, contenido, n.º de expedientes, registro de entrada, etc.).

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nes mediante compra, donación, intercambio con otros centros —como la Royal Society de Londres o el Gabinete Imperial de Viena— o recolección de ejemplares a través de las importantes expediciones científicas6 patrocinadas por la Corona durante los siglos xviii y xix, para recoger información biológica (flora y fauna), antropológica y geográfica. El Archivo conserva un voluminoso conjunto de cédulas, reales órdenes, correspondencia, informes y expedientes de la Secretaría de Estado, del Despacho de Indias y de los expedicionarios que ilustran todo lo relativo a estos viajes científicos como la Expedición Botánica al Virreinato del Perú y Chile, la Expedición Botánica al Nuevo Reino de Granada, la Expedición de Alejandro Malaspina, la Expedición de los hermanos Heuland y la Comisión Científica del Pacífico, entre otras. En cuanto a su actividad docente, desde 1787, el conde de Floridablanca dispone que los estudios de Ciencias Naturales en Madrid se impartan en el Real Gabinete. Para 6 El Archivo custodia abundante documentación sobre la Expedición Botánica al Virreinato del Perú y Chile liderada por Hipólito Ruiz y José Antonio Pavón (1777-1786); el Viaje de Félix de Azara (1781-1801); la Expedición Botánica al Nuevo Reino de Granada de José Celestino Mutis (1782-1808); el Viaje de Juan de Cuéllar al archipiélago filipino (17851798); la Expedición Botánica a Nueva España de Martín Sessé y José Mariano Mociño (1787-1797); la Expedición de Alejandro Malaspina alrededor del mundo (1789-1794); la Expedición de los hermanos Heuland a los Reinos de Chile y Perú (1795-1800); la Comisión Científica al Pacífico, integrada por Patricio María Paz y Membiela, Francisco de Paula Martínez y Sáez, y Marcos Jiménez de la Espada (1862-1866); y la nunca realizada Expedición del capitán Iglesias al Alto Amazonas en la que los Gobiernos de Perú, Colombia, Ecuador y Brasil se implicaron junto con numerosas instituciones científicas españolas. Se realizaría en un moderno buque, el Ártabro, botado en Valencia en 1935, que transportaría una avioneta desmontada que se pondría en vuelo al llegar al lugar de la exploración con el propósito de hacer el levantamiento fotogramétrico de los territorios que se iban a investigar. Tan ambiciosa expedición, auspiciada por el Gobierno de la Segunda República y financiada por los presupuestos del Estado, se vio truncada, entre otras razones, por el estallido de la Guerra Civil.

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Figura 27.4. Salas del Diplodocus con José Royo Gómez, profesor y jefe de la Sección de Paleontología del Museo, 1934. acn003/003/08179. Archivo del MNCN.

Figura 27.5. Uniformes del personal del Real Gabinete de Historia Natural según su cargo: 1. Director y vicedirector, con detalle del diseño del bordado de los galones según el puesto; 2. Bibliotecario, conserje, viceconserje y disecadores; 3. Portero; y 4. Barrenderos. Dibujo a la aguada y plumilla (290 x 450 mm), 1793. acn110b/003/05152. Archivo del MNCN.

ello se crean escuelas, laboratorios y cátedras. Con la Real Orden de 1815 se reunirán en un solo establecimiento el Gabinete de Historia Natural, el Jardín Botánico, el Laboratorio Químico y el Estudio de Mineralogía. En esta disposición se ponen las bases de la estructura orgánica de la institución: Dirección, Junta de Profesores, Cátedras y Colecciones, cuyos enunciados dan nombre a parte de las series del Fondo Museo para facilitar su consulta (figura 27.4). Durante la primera mitad del siglo xix, la Junta de Protección del Museo primero, y la Junta Gubernativa después, se encargarán del fomento de todas las ramas científicas. Coincidiendo con la dirección de Mariano de la Paz Graells se publican tres Reglamentos en 1847, 1857 y 1868, que regulan el funcionamiento y régimen interno del Museo y que establecen que, aunque las cátedras estén anejas al museo —la enseñanza de los tres últimos años de la carrera de Ciencias Naturales se impartía en el Museo—, estas dependerán de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central (Agenjo, 1943). El Fondo Museo acumula también expedientes que generó la Junta de Protección del Museo relativos a las obras del Observatorio Astronómico de Madrid (1815-1894) y las obras realizadas en el actual Museo Nacional del Prado7 (1815-1828) (Calatayud, 1992) y de las colecciones histórico-etnográficas y de antigüedades transferidas al Museo Velasco, actual Museo Nacional de Antropología, y al Museo Arqueológico Nacional (1867-1911). El Real Gabinete, inaugurado en 1776, se instala en 1773 en el Palacio de Goyeneche, sito en la calle Alcalá, 13, donde comparte dependencias con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Calatayud, 1987; 2000). Con la invasión napoleónica, el Real Gabinete cierra sus puertas y clausura sus clases. Reabre de nuevo, en 1815, con el nombre 7

El edificio, que hoy sirve de sede al Museo Nacional del Prado, fue diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva en 1785 para albergar el Real Gabinete de Historia Natural, por orden de Carlos III. Durante la Guerra de la Independencia, el bello edificio de granito y piedra blanca quedó destrozado hasta que por decisión de Fernando VII y su esposa Isabel de Braganza, la obra maestra de Villanueva fue convertida en Real Museo de Pinturas, abriendo sus puertas en 1819.

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de Real Museo de Ciencias Naturales (Calatayud, 2003). En 1895, y una vez asignadas las colecciones de arqueología, antropología y antigüedades a museos de nueva creación, las colecciones de historia natural reunidas, desde 1847, bajo el nombre de Museo de istoria Natural, se trasladan de su ubicación primigenia al Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, sede actual de la Biblioteca Nacional de España y el Museo Arqueológico Nacional. El 13 de noviembre de 1895 se celebró en el Palacio de Goyeneche la última sesión de la Junta de Profesores. A partir de ese momento, y con precipitación por exigencia del Ministerio de Hacienda, pese a que un grupo de científicos intentó retrasar lo inevitable, las colecciones del Museo se depositan en la planta baja y los sótanos de la Biblioteca Nacional en pésimas condiciones (Barreiro, 1992). Hasta que en 1910, el MNCN se instala en el Palacio de las Artes y la Industria, espacio que actualmente comparte con la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales. (figura 27.5). Con Ignacio Bolívar como director, el nuevo Reglamento de 1901 establece por Real Orden las dependencias del Museo (Museos y Bibliotecas, Jardín Botánico y Museo Velasco) y sus secciones científicas: el Gabinete de Geología —con las secciones de Geología y Paleontología estratigráfica y de Mineralogía—, el Gabinete de Zoología —con las secciones de Malacología y Animales inferiores, de Entomología y de Osteozoología—, la sección de Antropología y Etnografía, y el Jardín Botánico —con las secciones de Herbarios y de Cultivos—. Con Bolívar comienza una etapa feliz para el Museo en lo relativo a la producción científica, las exposiciones y la taxidermia, que alcanza con la llegada de los hermanos Benedito —Jose María (1873-1952) y Luis (1885-1955)— naturalizaciones de gran belleza que captan el gesto y el ademán del animal. El año 1907 es una fecha importante para la ciencia en España, pues se crea la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). Con la nueva institución, heredera de los principios de la Institución Libre de Enseñanza,8 se pretendía terminar con el aislamiento español y enlazar con la ciencia y la cultura europeas, además de preparar al personal encargado de llevar a cabo las reformas necesarias en las esferas de la ciencia, la cultura y la educación. En 1910, la JAE crea el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (INCFN), —presidido por el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)—, con sede en el Palacio de las Artes y la Industria de Madrid, diseñado por Fernando de la Torriente y acabado por Emilio Boix, al fallecer De la Torriente. El Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales agrupó bajo una sola dirección instituciones ya existentes como el Museo Nacional de Ciencias Naturales, el Museo Antropológico, el Jardín Botánico, la Estación Biológica de Santander y el Laboratorio de Investigaciones Biológicas, que más tarde se convertiría en el Instituto Cajal. A su vez, estuvieron adscritas al Museo la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (1912-1936) —a cargo de Eduardo Hernández-Pacheco— y las Estaciones Biológicas Marinas —que pasaron al Instituto Español de Oceanografía en

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La Institución Libre de Enseñanza fue un proyecto pedagógico que se desarrolló en España de 1876 a 1936, inspirado en la filosofía krausista, que tuvo una importante repercusión en la vida intelectual española y desempeñó una labor fundamental de renovación. Laureano Figuerola, el primer presidente de la Institución, inauguró la Asociación de la Institución Libre de Enseñanza junto con un grupo de catedráticos como Francisco Giner de los Ríos o Gumersindo de Azcárate, que, separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales en materia religiosa, política o moral, tuvieron que proseguir su labor educativa al margen del Estado creando un establecimiento educativo privado laico (ILE), que empezó por la enseñanza universitaria y se extendió después a la educación primaria y secundaria. Apoyaron el proyecto intelectuales de la talla de Joaquín Costa, Leopoldo Alas (Clarín), José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, Antonio Machado, Joaquín Sorolla, Augusto González de Linares, Santiago Ramón y Cajal o Federico Rubio, comprometidos con la renovación educativa, cultural y social.

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Figura 27.6. Cuadernos de campo de Francisco Hernández-Pacheco con dibujos y apuntes geológicos de Extremadura, Castilla-La Mancha, el País Vasco y el Sahara Occidental. Años treinta y cuarenta del siglo xx. acn0350/009/015. Archivo del MNCN.

1914—. En 1930 se publica el último reglamento que hace efectiva la separación del Real Jardín Botánico y del Museo Antropológico del MNCN. Al terminar la Guerra Civil, la ley de 24 de noviembre de 1939 crea el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), del que dependerán todos los centros antes agregados a la disuelta JAE, entre ellos el MNCN. En 1941, el Museo es dividido a su vez en tres centros: el Instituto Español de Entomología, el Instituto José de Acosta de Zoología y el Instituto Lucas Mallada de Investigaciones Geológicas. En 1984, los tres se fusionan de nuevo para dar lugar al actual Museo Nacional de Ciencias Naturales. Estos dos siglos y medio de historia de la institución pueden consultarse en el Fondo Museo, que se organiza en las siguientes series: Dirección; Junta de Profesores/Junta Directiva; Secretaría; Cátedras; Estaciones Experimentales Biológicas; Colecciones; Expediciones Científicas; Biblioteca y Archivo; y Exposiciones y Programas Públicos. 2. Fondo Personal Científico (1760-hasta la actualidad) Este Fondo, con casi 500 cajas, reúne la documentación de la actividad científica y personal de los miembros de la Junta de Profesores y la Junta Directiva, de aquellos investigadores adscritos al MNCN y de quienes tuvieron relaciones científicas con la institución. En ocasiones, la documentación investigadora está entreverada con la personal, especialmente la que pertenece a los diferentes directores del Museo. El plazo de acceso a la documentación que contenga datos personales está regulado en el artículo 579 de la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985 que, de manera general, estipula que en caso de que dicha documentación afecte al honor o intimidad del individuo, no podrá ser consultada hasta que hayan transcurrido veinticinco años de su muerte. Los tipos documentales del Fondo de Personal Científico más comunes son Manuscritos para su publicación (artículos, monografías y otras publicaciones), Corres9 Sobre la consulta de documentos de carácter personal, el artículo 57. 1.c) de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español señala lo siguiente: «Los documentos que contengan datos personales de carácter policial, procesal, clínico o de cualquier otra índole que puedan afectar a la seguridad de las personas, a su honor, a la intimidad de su vida privada y familiar y a su propia imagen, no podrán ser públicamente consultados sin que medie consentimiento expreso de los afectados o hasta que haya transcurrido un plazo de veinticinco años desde su muerte, si su fecha es conocida o, en otro caso, de cincuenta años a partir de la fecha de los documentos».

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pondencia (personal, científica e institucional), Apuntes e informes científicos, Notas de trabajo, Cuadernos de campo y Documentación administrativa (figura 27.6). El Fondo incluye a Tomás Vilanova Muñoz y Poyanos (1737-1802), Mariano de la Paz Graells, Laureano Pérez Arcas (1824-1894), Joaquín González Hidalgo, Ignacio Bolívar, Odón de Buen y del Cos (1863-1945), Agustín Barreiro (1865-1937), José María Dusmet (1869-1960), Antonio Prieto Vives (1870-1939), Eduardo Hernández-Pacheco, Antonio de Zulueta (1885-1971), Augusto Gil Lletget (1889-1946), Rafael de Buen Lozano (1891-1966), José Royo Gómez, Gonzalo Ceballos, Cándido Bolívar Pieltáin (1897-1976), Salustio Alvarado Fernández (1897-1891), Francisco Hernández-Pacheco (1899-1976), Juan Gómez-Menor Ortega (1903-1983), Francesc Aumatell Tusquets, José Giner Marí, Rafael Vilar Fiol y José Antonio Valverde (1926-2003), entre otros. Relacionada con este Fondo está la sección de Cátedras del Fondo Museo. 3. Fondo Real Jardín Botánico (1786-1938) El Fondo reúne 38 unidades de instalación cuyo rango de fechas va de 1786 a 1938. El Real Jardín Botánico —creado por Fernando VI por Real Orden de 17 de octubre de 1755— tiene su sede desde 1781 en el Paseo del Prado. Esta institución de carácter científico y docente está íntimamente ligada a la historia del MNCN por ocuparse cada uno de los centros de las dos principales ramas de la biología: la botánica y la zoología, respectivamente. En 1815 se aprueba un plan para la enseñanza de las Ciencias Naturales en un solo establecimiento público: el Real Museo de Ciencias Naturales. En este plan se incluye la cátedra de botánica general, y el Jardinero Mayor del Jardín se convierte en el cuarto conservador del establecimiento. En 1857 se crea en el Museo un Gabinete Botánico. Los herbarios dependerán del catedrático de fitografía y organografía botánica, y las colecciones organográficas y de especímenes vegetales estarán a cargo del catedrático de organografía vegetal. Los reglamentos decimonónicos establecen la organización del Jardín como dependencia del Museo, y en el Reglamento de 1901 se crean las secciones de Herbarios y Cultivos. En 1910, el Jardín se separa del Museo y pasa a formar parte del Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales hasta que, tras la Guerra Civil, se integrará en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En el Archivo del MNCN se conserva la documentación generada por las cátedras de botánica (agrícola, médica y sistemática) que incluye Planes de enseñanza, Expedientes personales, Correspondencia, Expedientes informativos y Expedientes de oposiciones (Maldonado polo, 1996); los documentos de la Junta de Protección del Museo relativa a las relaciones con el Jardín Botánico de La Habana, dirigido por Ramón de la Sagra; los Expedientes de ingresos y salidas e Inventarios del Herbario; y la serie Administración organizada en Personal, Informes, Expedientes de gestión administrativa y Expedientes de obras y reformas. Además del Fondo Real Jardín Botánico, para conocer las actividades del Jardín en las fechas de acumulación citadas es imprescindible consultar también las siguientes series y subseries documentales adscritas al Fondo Museo: Actas de la Junta Directiva/Junta de Profesores; Nóminas de personal; Expedientes de ingresos y gastos; y la serie Expediciones científicas. 4. Fondo Jardín Zoológico y Sociedad de Aclimatación (1842-1885) Hagamos un poco de historia. El 10 de febrero de 1854, mientras que Francia acaba de recibir doce yaks del Tíbet enviados por el cónsul general en Shanghái, Isidore Geoffroy 406

Figura 27.7. Plano del Jardín Zoológico en el Real Jardín Botánico. El Jardín Zoológico tuvo como fin la aclimatación de animales exóticos y la domesticación de especies salvajes traídas de territorios de ultramar con fines utilitarios (1858-1868). Acuarela (225 x 340 mm). acn100d/005/03696. Archivo del MNCN.

Saint-Hilaire funda la Société zoologique d’acclimatation. Al año siguiente, la Société, reconocida de utilidad pública y bajo la protección de Napoleón III, toma el nombre de Société impériale zoologique d’acclimatation. Su objetivo es la introducción, aclimatación y domesticación de animales exóticos en Francia para proporcionar nuevos recursos a la agricultura y la industria. La Société tiene desde su formación una vocación universal, como demuestran los intercambios epistolares entre su fundador y Mariano de la Paz Graells en España (entre 1854 y 1861). Paralelamente al trabajo de la Société, se crea un Jardín d’acclimatationn en el Bois de Boulogne que inauguran en 1860 el emperador y su esposa Eugenia de Montijo (figura 27.7). Las magníficas relaciones que Mariano de la Paz Graells, por entonces catedrático interino de zoología en el Museo, mantenía con Isidore Geoffroy Saint-Hilaire, director de la Société zoologique del país vecino, le llevaron a presentar a la Corona española el proyecto de una institución similar en Madrid. Graells fue nombrado delegado de la Société, al tiempo que España, con frecuentes importaciones de nuevas especies traídas de las colonias de ultramar, era reconocida por París como impulsora de proyectos de aclimatación de animales con fines utilitarios. De hecho, la Corona española recibiría el reconocimiento de la Société zoologique d’acclimatation por la adaptación de un rebaño de llamas y alpacas en el Real Sitio de la Casa de Campo (Aragón, 2005). Este Fondo desvela el proceso de creación de la Sociedad Española de Aclimatación, fundada por Real Orden de 3 de marzo de 1855, firmada por Isabel II con sede en el Museo y dirigida por el propio Graells. En el Reglamento de reorganización del Museo de 7 de enero de 1857 ya se contempla, por primera vez, la formación del Jardín Zoológico de Madrid, que tendrá por objeto aclimatar animales exóticos y la domesticación de especies salvajes con propósitos de rentabilidad económica. En 1859 se inaugura el Jardín Zoológico de Aclimatación en el recinto del 407

Jardín Botánico. Ello sitúa a España a la cabeza de Europa en lo que respecta a esta materia, puesto que el Jardín de la Société, como hemos dicho antes, abrió sus puertas un año más tarde. Desde el principio, el Jardín de Aclimatación del Botánico contó con un presupuesto propio y fue atendido por el ayudante de la cátedra de zoología, tutelada por Graells. Pero, pese al entusiasmo inicial, el proyecto español tiene una vida fugaz. En 1867 el Museo se escinde en tres instituciones independientes: el Museo propiamente dicho —que se encarga de las colecciones de historia natural—, el Jardín Botánico y el Jardín Zoológico de Aclimatación dirigido por Laureano Pérez Arcas. La Revolución de 1868, llamada La Gloriosa, no solo supuso el destronamiento y exilio de Isabel II, sino también el cierre de las puertas del Zoológico de Aclimatación debido a la falta de presupuestos y de proyectos científicos, diez años después de su creación. Los productores de este Fondo son personajes tan distinguidos como Isabel II y su marido Francisco de Asís; Francisco Méndez Álvaro —alcalde de Madrid durante el reinado de Isabel II—; el político liberal Martín de los Heros; el ingeniero militar y científico académico Antonio Remón Zarco del Valle y Huet; el V marqués de Perales del Río y el militar Francisco Serrano, que, siendo general en Cuba, envió nuevas especies al Jardín Zoológico. Además, hay que sumar el archivo personal de Graells, que testimonia su relación con la Société zoologique d’acclimatation y toda la documentación producida por la Sociedad Española de Aclimatación y el Jardín Zoológico en el transcurso de su actividad (estudio y cuidado de animales), incluido el proyecto de fundación. Los documentos posteriores a la supresión de la Sociedad Española de Aclimatación incluyen correspondencia relacionada entre el Museo y otras instituciones. El Fondo se divide en dos secciones con sus series y subseries. El Jardín Zoológico comprende: Dirección; Correspondencia e informes; Proyectos de aclimatación en España; Gestión económica; Gestión de colecciones y Expedientes personales. Y la Sociedad de Aclimatación está organizada en Publicaciones; y Correspondencia e informes. Para información relacionada se recomienda consultar el Fondo Museo (Dirección y Cátedras), el Fondo Jardín Botánico, el Fondo Especial y el Archivo histórico del Real Jardín Botánico. 5. Fondo Instituto Español de Entomología (1941-1985) El Instituto Español de Entomología (IEE) —heredero de la antigua sección de Entomología del MNCN creada en el Reglamento de 1901— nace por Decreto de 10 de marzo de 1941 adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas y dependiente del Patronato «Alonso de Herrera». En 1977, con la supresión de los Patronatos, el IEE pasa a depender de la Junta de Gobierno del CSIC. En 1985, con la remodelación del CSIC, el IEE es suprimido como tal, y sus funciones son integradas en el Museo. En la evolución del Instituto Español de Entomología (IEE) se distinguen tres etapas que se corresponden con los tres directores que se sucedieron en el tiempo: Gonzalo Ceballos (1941-1967), Ramón Agenjo (1967-1978) y Salvador Peris (1978-1984) (figura 27.8). Lo anterior resume los datos fundacionales y vitales del IEE, pero veamos ahora su relevancia. Aunque de nueva creación, el Instituto no partía de cero, pues hereda una importante colección entomológica, además de despachos, laboratorios, biblioteca, relaciones internacionales consolidadas (contaba hasta con un servicio de traducción) y una parte del personal de la sección de Entomología del Museo. Además, gracias al desarrollo que los estudios entomológicos habían alcanzado en España, el recién creado Instituto Español de Entomología puede proporcionar ayuda a los sectores sanitario, agrícola, forestal y pecuario. 408

Figura 27.8. Composición de dos saltamontes perezosos afrontados (Tropidacris), signados “A-B y C-D”, en vista dorsal y ventral afrontados. Dibujo a plumilla coloreado al agua sobre papel verjurado (253 x 385 mm). Segunda mitad siglo xviii. Colección Van Berkheij. acn110b/003/05607. Archivo del MNCN.

Con Gonzalo Ceballos como director, el IEE —con sus tres secciones: Entomología general, Entomología agrícola y Entomología forestal— se convierte en centro de apoyo a las instituciones encargadas de la gestión forestal. Con Ceballos se desarrollaron proyectos subvencionados por el Patronato Juan de la Cierva (apoyo a la industria) y el Ministerio de Agricultura. Bajo la dirección de Ramón Agenjo, el IEE reorganizó sus secciones en Sistemática y distribución, Entomología experimental y aplicada, Zoología del suelo, Nematología (estudio de parásitos, plagas y enfermedades de los vegetales) y Patología de parásitos. En la última etapa, la sección de Nematología y Parásitos queda absorbida por las demás. La documentación del Instituto Español de Entomología permaneció en lo que habían sido sus diferentes dependencias hasta que, en los años noventa, la investigadora Isabel Izquierdo la recupera y la transfiere al Archivo del MNCN (Molina Nortes y Osuna-Arias, 2013). La organización documental y su descripción se realizó en 2011, gracias a un proyecto del Plan Nacional I+D+I HAR2011-28621, cuya investigadora principal fue Carolina Martín Albaladejo, también investigadora del MNCN (Martín Albaladejo et al., 2016). El fondo, con más de un centenar de unidades de instalación, está estructurado en cinco secciones: Dirección y Gobierno; Administración General y Secretaría; Investigación; Actividad académica y cultural; y Servicios de apoyo a la investigación, que permiten conocer de manera pormenorizada las competencias, funcionamiento y logros del IEE. Entre las treinta y dos series del Fondo sobresalen: los Expedientes de sesiones, de personal y de gastos; los Proyectos de investigación; la Colección entomológica y su gestión; las Memorias y diarios de actividades; los Libros de registro; los Libros de visitas, 409

la Correspondencia administrativa y entre científicos; y los Congresos, conferencias, exposiciones y otras labores culturales. En la sección Servicios de apoyo a la investigación encontramos la gestión de las revistas Eos (1925-1994) y Graellsia (1943 hasta la actualidad), ambas prestigiosas e internacionalmente reconocidas desde su fundación. El Fondo se completa con abundante documentación gráfica, formada por dibujos entomológicos de altísima calidad científica y artística de entomólogos vinculados al instituto como Luis Esteban, Gonzalo Ceballos, Ramón Agenjo (importantísima su serie de dibujos de genitalia) y Arturo Compte Sart (1933), entre otros. Otros fondos de interés para recabar información sobre el IEE son el del Instituto Español de Edafología, Ecología y Fisiología Vegetal custodiado en la Biblioteca del Instituto de Ciencias Agrarias del CSIC, el Archivo Central del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, y el Archivo General de la Administración (AGA). 6. Fondo Instituto Lucas Mallada10 (1943-1985) El Centro de Investigaciones Geológicas Lucas Mallada tiene una historia fundacional y vital similar al Instituto Español de Entomología. Fue creado el 10 de abril de 1943, dentro del Patronato Santiago Ramón y Cajal, dependiente del CSIC. El Instituto, fundado por Maximino San Miguel de la Cámara (1887-1961), catedrático de petrografía, estuvo vinculado a la Facultad de Ciencias de la Universidad Central y llegó a instalarse en la Universidad Complutense. En 1979 desaparece como tal y su labor investigadora continúa en el Instituto de Geología de Madrid, ubicado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. En 1985 se hace efectiva la reincorporación de ambos institutos: Geología y Entomología, en el MNCN. En el Archivo del Museo se conserva la documentación producida por el Centro de Investigaciones Geológicas Lucas Mallada y por el Instituto de Geología de Madrid en el transcurso de su actividad, en 145 unidades de instalación. La organización del Fondo establece las siguientes secciones: Gestión Administrativa (Informes, Memorias, Libros de registro, Expedientes administrativos, Expedientes de obras y reformas, Consultas y Proyectos de la Estación Vulcanológica de Canarias y de la Colaboración hispano-francesa); Gestión Económica; Personal (Gestión de personal, Becas y Nóminas); Juntas y Claustros (Sesiones, Elecciones y Acuerdos); Publicaciones (Correspondencia, Normas de publicación, Pruebas de imprenta de Estudios geológicos y Borradores de trabajos publicados). Como material de archivo relacionado se recomienda también la consulta del Fondo Museo del Archivo del MNCN, del Archivo del Instituto Geológico y Minero y del AGA. 7. Fondo Real Sociedad Española de Historia Natural (1876-1931) En 1871, se constituye la Real Sociedad Española de Historia Natural (RSEHN), con el propósito de fomentar y difundir el estudio de la naturaleza, defender nuestro patrimonio natural y formar al profesorado. Desde 1872, esta sociedad científica edita las siguientes publicaciones: Anales de la Sociedad Española de Historia Natural (1872-1900); el Boletín, que en 1903 pasó a denominarse Boletín de la Real Sociedad Española de Historia 10

Lucas Mallada (Huesca, 1841-Madrid, 1921) fue ingeniero de minas, geólogo y escritor. En 1870 es escogido para formar parte de la comisión encargada de la realización del Mapa geológico de España, publicado en 1889. En 1880 es nombrado catedrático de paleontología en la Escuela de Minas. Sus artículos de temas científicos, económicos, políticos y sociales despiertan el movimiento conocido como regeneracionismo. Su obra Los males de la patria y la futura revolución española (1890) ejerció una notable influencia en los miembros de la Generación del 98.

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Natural; y a partir de 1903, las Memorias de la RSEHN; en 1926 comenzó la edición de las Conferencias y Reseñas de la RSEHN, y en 1932 aparece la Revista Española de Biología, fruto de la anexión con la antigua Sociedad Española de Biología. La RSEHN tuvo su época de esplendor en los años previos a la Guerra Civil, cuando la práctica totalidad de los naturalistas españoles estaban vinculados a ella. Tras la guerra, acusó de manera rotunda el exilio de muchos de sus miembros más notables, las penurias económicas y las dificultades derivadas del sistema científico del franquismo. El Archivo del MNCN conserva un patrimonio documental de la RSEHN de gran interés. La razón de la existencia de este fondo se debe a que, en 1910, la Real Sociedad se trasladó al Palacio de las Artes y la Industria, sede que también ocupará el mismo año el MNCN. Muchos de los científicos del Museo fueron miembros y presidentes de la Sociedad, como el zoólogo Laureano Pérez Arcas, el geólogo y paleontólogo Eduardo Hernández-Pacheco, el entomólogo José María Dusmet o el malacólogo y director del museo en 1900, Joaquín González Hidalgo. Este Fondo se organiza en las siguientes series: Comunicaciones; Actas de sesiones; Memorias; Cuentas; Listas de socios; Correspondencia de los socios; Borradores de trabajos; Notas de publicaciones; Anales; Memorias; y Apuntes de comisiones. Para más información, se recomienda consultar el Fondo Museo del Archivo del MNCN y el Archivo de la Real Sociedad Española de Historia Natural, establecido desde 1971 en las facultades de Biología y Geología de la Universidad Complutense de Madrid. 8. Fondo Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907-1938) El 11 de enero de 1907 se decretó la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), por Amalio Gimeno, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes. La nueva institución, heredera de los principios de la Institución Libre de Enseñanza, pretendía terminar con el aislamiento español y enlazar con la ciencia y la cultura europeas, además de preparar al personal encargado de llevar a cabo las reformas necesarias en las esferas de la ciencia, la cultura y la educación. De este modo, el esfuerzo por regenerar el país pasaba a ser una empresa nacional, en la que se implicaba a intelectuales de diferentes ideologías. El programa científico y cultural desarrollado por la JAE representó el proyecto más innovador para España entre 1907 y 1939, pues además de potenciar las relaciones entre los principales pensadores y científicos de España con los de otros países y continentes, creó laboratorios, centros de investigación y becas para estudiar en el extranjero. La JAE, presidida desde sus inicios por Santiago Ramón y Cajal, tendrá como funciones principales la formación de personal docente y la ampliación de estudios dentro y fuera de España, las delegaciones en congresos científicos, el servicio de información extranjera y relaciones internacionales en materia de enseñanza, el fomento de trabajos de investigación científica y la protección de la enseñanza secundaria y superior. En 1910 se crea, bajo la dependencia de la JAE, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (INCFN). Este agrupó instituciones ya existentes como el Museo Nacional de Ciencias Naturales, el Museo Antropológico, el Real Jardín Botánico y la Estación Biológica de Santander. La JAE potencia, además, la creación de diferentes comisiones y laboratorios, como el de Investigaciones Biológicas, el de Investigaciones Físicas, la Estación Alpina de Biología del Guadarrama, la Misión Biológica de Galicia, la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, el Seminario Matemático y los Laboratorios de Química, Fisiología y Bacteriología de la Residencia de Estudiantes. La 411

Residencia, foco de actividad científica habitada por médicos, biólogos, físicos y químicos, es hoy más conocida como espacio de creación y difusión de arte y cultura. En 1938, en plena Guerra Civil, el Gobierno franquista decretó el cese de las actividades de la JAE, aunque la Junta mantuvo una delegación en Valencia apoyada por el Gobierno legítimo de la República. A lo largo de la contienda muchos de sus científicos se vieron obligados a exiliarse. En 1939, el nuevo régimen creaba con los laboratorios, dependencias y centros de la JAE el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En el Museo se conserva documentación producida por el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales y la Junta para la Ampliación de Estudios, pues algunos de los científicos del centro fueron vocales de la JAE. Así, pueden consultarse expedientes de Presidencia, de la Comisión Ejecutiva y del INCFN. Material de archivo relacionado con el Fondo JAE puede localizarse también en el Fondo Museo y en el Fondo Personal Científico (Ignacio Bolívar Urrutia) del Archivo del MNCN, en el Archivo de la Residencia de Estudiantes y en el AGA (más de cien libros de registro de contabilidad).

Fondo especial Este extraordinario Fondo, que reúne cerca de 32.500 documentos no textuales, se organiza en dos grandes conjuntos orgánicos: colección Fotográfica y colección Iconográfica (dibujos y grabados). 1. Fondo Fotográfico (1862-hasta la actualidad) Desde que en 1839 François Arago presentara el primer daguerrotipo en la Academia de Ciencias de París, la fotografía se convirtió en instrumento de apoyo esencial para la producción de conocimiento en el ámbito científico y naturalista. Así, fruto del trabajo del personal del Museo e investigadores vinculados a este instituto de investigación, el Archivo del MNCN conserva una colección de más de 20.000 imágenes fotográficas físicas (se excluye la fotografía digital), tomadas en viajes, expediciones científicas, trabajos de campo, de laboratorio, labores de disección y taxidermia, de exposiciones y actos institucionales que ilustran la actividad científica, la historia de la institución y sus actores a lo largo de los años. Aunque de asuntos diversos, las materias dominantes son la geología y la zoología. Las técnicas y soportes son muy variados: negativos al colodión húmedo y al gelatino-bromuro (en soportes de vidrio y película plástica); copias positivas a la albúmina y a la gelatina de revelado químico en diferentes formatos y técnicas (por ejemplo, vistas estereoscópicas); y diversos soportes gráficos como las tarjetas postales. De ingreso más reciente, enriquece el fondo, por transferencia y donación, la fotografía digital, que se almacena, tras su recepción, en discos duros (figura 27.9). Merece un lugar destacado la colección fotográfica de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). Esta fue la aventura científica ultramarina más importante emprendida por la España isabelina a tierras americanas durante el siglo xix y la primera en la historia en la que se embarcó un fotógrafo. Acompañaba a la expedición en calidad de fotógrafo y dibujante Rafael de Castro y Ordóñez, alumno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que, bajo la tutela del fotógrafo inglés Charles Clifford, al servicio de Isabel II, preparó el material fotográfico para la expedición. Esta colección se compone de 447 registros fotográficos, de ellos, 302 son negativos en placas de vidrio al colodión húmedo y 145 son positivos en papel a la albúmina que 412

Figura 27.9. Grupo de chinos en San Francisco (1863), de Rafael Castro y Ordóñez. Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). Negativo en placa de vidrio al colodión húmedo (220 x 170 mm). acn000/008/135. Archivo del MNCN.

abarcan desde vistas de ciudades, paisajes, ruinas, monumentos, edificios y tipos humanos, hasta retratos de estudio. Las fotografías de Castro Ordóñez, junto con los artículos que este enviaba a El Museo Universal, los diarios de viaje de los expedicionarios y la documentación científica y administrativa custodiada en el Archivo, detallan el gran viaje de los últimos expedicionarios románticos y sus descubrimientos. Veamos ahora el Fondo de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP): Eduardo Hernández-Pacheco, además de catedrático de geología en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid y responsable de la sección de Paleontología y Geología del MNCN, fue el jefe de trabajos y director, a la 413

muerte del marqués de Cerralbo, de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (1912-1936) (Zelich y Franco, 2015). La CIPP recorrió la península dibujando y estudiando el arte parietal durante más de dos décadas. Sus resultados en el ámbito de la prehistoria colocaron a España al mismo nivel que los países más desarrollados de occidente. Hernández-Pacheco, junto con Juan Cabré, dejó constancia fotográfica no solo de las pinturas rupestres y de las condiciones y modo en que trabajo la Comisión, sino también de los monumentos, la arquitectura tradicional, sus habitantes y modos de vida en ese instante y en ese paisaje. El fondo reúne más de 500 registros entre negativos en placas de vidrio y copias a la albúmina de excelente factura, si consideramos las dificilísimas condiciones en las que las imágenes fueron tomadas (figura 27.10). Otro archivo fotográfico de gran interés por su contenido geológico y paleontológico es el Fondo Royo Gómez, profesor que, como tantos otros, tuvo que abandonar España tras la Guerra Civil. Años más tarde, en 1951, y con una carrera brillante primero en Colombia y después en Venezuela, José Royo Gómez escribía a su amigo y colaborador Sos Baynat: «El Museo fue nuestra casa... Aquello era toda mi vida desde 1912» (Truyols Santonja et al., 2004). Y así fue preparador, recolector, docente, conservador y museólogo de las colecciones de Paleontología y Mineralogía. Con sus trabajos de colecta y excavaciones ingresan en las colecciones miles de ejemplares de paleontología, pero también un magnífico fondo documental (información geológica y paleontológica, cuadernos de viaje y cuadernos de campo) y un notable archivo fotográfico que suma 5.420 negativos en placas de vidrio y positivos, tomados entre 1914 y 1939, sobre yacimientos, ejemplares fósiles y estructuras geológicas de España y de otros países europeos. Muchos positivos están adheridos a un soporte secundario de cartulina e identificados con leyenda manuscrita por el propio geólogo. 414

Figura 27.10. Calcando un dibujo in situ. Los dibujantes Benítez Mellado (con chaleco) y Poch y Garí apoyan el papel de calco sobre la pared rocosa y deslizan el grafito sobre el trazo de la pintura rupestre. Cuevas de la Araña (Bicorp, Valencia), 1929. Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. Negativo en placa de vidrio al gelatinobromuro (90 x 120 mm). acn002/003/06876. Archivo del MNCN.

Figura 27.11. José María Benedito y Julio Patón naturalizando un ejemplar de tortuga laúd capturada en Tazones (Gijón), 1928. Negativo en placa de vidrio estereoscópica al gelatinobromuro (60 x 1300 mm). acn004/002/08996. Archivo del MNCN.

El Fondo fotográfico Hernández-Pacheco suma más de 3.000 unidades (entre placas negativas y positivos) tomadas por Eduardo Hernández-Pacheco y Francisco, su hijo, discípulo y estrecho colaborador en el ámbito de la paleontología, la geología y la geografía. Ambos comprendieron de inmediato la utilidad de la fotografía como herramienta para el registro del paisaje, y en sus trabajos de campo siempre les acompañaba una cámara fotográfica, tamaño 9 × 12, para películas rígidas. Sus fotografías mantienen el equilibrio entre la dimensión científica y la dimensión estética. El Fondo HernándezPacheco es la memoria de una geografía física y humana ya desaparecidas o transformadas por la acción del hombre (Zelich y Franco, 2015). Ilustran la historia del Museo las fotografías de sus salas de exhibición, los laboratorios de investigación y taxidermia, los dioramas de los hermanos Benedito, los retratos de los científicos más ilustres en sus puestos de trabajo, las clases de zoología y paleontología, las tarjetas postales con ejemplares de exposición y los álbumes de viajes y actividades (figura 27.11). No podemos cerrar el capítulo sin mencionar la colección de fotografía familiar del oceanógrafo Rafael de Buen Lozano, hijo de Odón de Buen y del Cos —padre de la oceanografía española—. El grupo, formado por 100 placas secas al gelatino-bromuro, es de gran interés por documentar el modo de vida de la burguesía ilustrada del primer tercio del siglo xx. Tras la Guerra Civil, padre e hijo se vieron obligados a exiliarse. 2. Fondo Iconográfico (1515-hasta la actualidad) Se trata de una colección científica bellísima formada por más de 12.500 dibujos y grabados que reúne todas las ramas de la zoología. En menor grado conserva también obra gráfica de botánica, paleontología, geología y mineralogía realizada por dibujantes y naturalistas de los siglos xviii, xix y xx (figura 27.12). 415

Figura 27.12. La metamorfosis de la mariposa Phalena dolabraria de Jacob L’Admiraal (1700-1770). Dibujo a la acuarela y grafito con toques de tinta china y de albayalde. (525 x 365 mm). Colección Van Berkheij. acn100a/001/00020. Archivo del MNCN.

La gran mayoría de las ilustraciones son representaciones de diferentes especies animales: aves, peces, mamíferos, insectos, moluscos y reptiles; pero también se localizan en menor número plantas, hongos, estudios anatómicos, escenas mitológicas, vistas de ciudades y paisajes, retratos, minerales, fósiles o naturalizaciones. Las técnicas empleadas son muchas. Predominan los dibujos a grafito, carboncillo, tinta, sanguina, acuarelas y aguadas en grises y a color. En los grabados encontramos distintas técnicas: xilografías —hechas a partir de planchas de madera— y calcografías iluminadas y en blanco y negro. Las obras más antiguas se remontan al siglo xvi: tres grabados estampados en negro de Alberto Durero y un dibujo a plumilla de su taller, con monograma y fecha de «1537 AD». La colección primigenia comienza con la serie de dibujos y grabados que, junto a las colecciones de historia natural y la biblioteca, formaban el gabinete parisino de Franco Dávila, fundador y primer director del Real Gabinete de Historia Natural, que llegaron a España en 1771 (Calatayud, 1988; Sánchez Almazán, 2012). 416

La ilustración científica La colección de dibujo y estampa de historia natural del Archivo es el testimonio de cómo las primeras generaciones científicas precisaban de un dibujo detallado y de objetiva fidelidad con el original para el estudio de la naturaleza y de cómo la ciencia se benefició del desarrollo de las artes gráficas para la divulgación de sus descubrimientos. Asombran la exactitud y la limpieza del dibujo, las tonalidades, las veladuras y matizaciones de color en la copia de ejemplares recreados con perfecta nitidez. Sin embargo, pese al indudable servicio que el dibujo científico procuró a la investigación hasta la invención de la fotografía, ni la ilustración científica ni sus pintores naturalistas ocupan el lugar que merecen en los tratados de ciencia ni tampoco en los de arte.

Uno de los tesoros más valiosos del Museo es sin duda ninguna la colección de láminas zoológicas del médico, pintor y naturalista holandés Johanes le Franq van Berkheij, comprada en subasta en 1785 a propuesta del cónsul general de España en Ámsterdam, Ignacio Jordán de Asso, para el recién creado Real Gabinete de Historia Natural. «Se trata de una colección única en Europa», escribe Asso. «No hay colección igual en ningún gabinete europeo, ni siquiera en Francia», afirma Franco Dávila, ambos en cartas, fechadas en febrero y marzo de 1785, dirigidas al Secretario de Estado, el conde de Floridablanca (Villena et al., 2009). La colección está formada por 6.30011 dibujos y grabados que ilustran todas las especies conocidas de los reinos animal, vegetal y mineral, a modo de un gran atlas o enciclopedia, ordenadas y con notas manuscritas del propio van Berkheij siguiendo el Systema naturae de Linnaeus, en holandés y latín, con el propósito pedagógico de servir de instrumento al avance de la historia natural. Los dibujos, realizados sobre papel verjurado de gran calidad, son sobre todo acuarelas, pero también los hay a grafito, tinta, sanguina, óleo o aguada. Para formar la colección de dibujos (más de 1.650 obras de 42 dibujantes), van Berkheij se sirvió, además de sus propios dibujos, de colecciones de dibujos de otros autores, sobre todo de artistas holandeses de los siglos xvii y xviii, como los hermanos Jacob y Jean l’Admiraal, L. T. Gronovio, M. d’Hondecoeter (el «Rafael de los pájaros»), P. Camper, Albertus Seba, Paulus Poter o la valiente Maria Sibylla Merian, ejercitada en dibujos de mariposas, que con 52 años se embarcó con destino a Surinam (Guayana holandesa) para ilustrar la metamorfosis de los insectos tropicales. Las estampas de la colección (grabados calcografiados, xilografías o láminas iluminadas a la acuarela), que sobrepasan las 4.650 piezas, proceden de unas cuarenta obras zoológicas editadas en los países del norte y centro de Europa, donde esta disciplina artística estaba más desarrollada. Cabe citar las estampas de aves de E. Albín y de G. Edwards, las de anfibios de A. J. Rössel, las de peces de L. T. Gronovio y las de invertebrados de P. Forskall. Esta colección, reunida por Van Berkheij a lo largo de cuarenta años, al estilo de los gabinetes de dibujo de la época, es quizás la muestra iconográfica más completa del mundo que existe en la actualidad del conocimiento científico alcanzado en el siglo xviii en el campo de la zoología (Aguirre, 1987; Lorente, 1998; Peña, 2015). 11

Más allá de la ingente colección zoológica de Van Berkheij del MNCN, un conjunto de 1.646 dibujos y grabados botánicos se preserva en el Archivo del Real Jardín Botánico y una pequeña muestra de láminas de tema etnográfico —trajes y costumbres— se custodia en la Biblioteca Nacional de España.

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Figura 27.13. Arriba. Cabeza de machote de la Colección de producciones de los mares de España: Peces del Cantábrico. Calcografía iluminada a la acuarela (345 x 200 en 490 x 300 mm), a partir del dibujo del pintor alemán Miguel Cros (1783-1787). Grabadores: Miguel Gamborino y Manuel Navarro (años noventa del siglo xviii) acn110b/001/04641. Figura 27.14. Abajo. Grabado del esqueleto del Megaterio, dibujado y montado por Juan Bautista Bru en 1788 (390 x 550 mm). acn110b/005/0064. Archivo del MNCN.

Del último cuarto del mismo siglo se conserva casi un centenar de bellas calcografías de peces —iluminadas y estampadas en negro—, realizadas a partir de los dibujos del pintor alemán Miguel Cros para la Colección de producciones de los mares de España: Peces del Cantábrico, de Antonio Sáñez Reguart, comisionado regio para la redacción de un informe sobre la situación y las necesidades de las pesquerías españolas (figura 27.13). Aunque en muchas de las estampas aparece la firma de Bru, disecador del RGHN, los artífices de los grabados fueron Miguel Gamborino y Manuel Navarro, de la Real Calcografía. Esta impostura conocida casi desde el principio por José Clavijo, director de facto del Real Gabinete desde 1789, aún no ha sido suficientemente desvelada. Pero la realidad es que Bru ni realizó ningún dibujo de la Colección, ni grabó las estampas y tampoco las ilumino. Juan Bautista Bru (1740-1799), nombrado pintor y disecador del Real Gabinete en 1777, fue el responsable de la naturalización del elefante indio con la piel por un lado y el esqueleto por otra. Pero la prueba más ardua se le presentó con la reconstrucción del esqueleto del megaterio llegado de Luján (Argentina) en 1788, el primer montaje de un vertebrado fósil realizado en Europa. El archivo conserva los cinco espléndidos grabados osteológicos que ilustran la edición de 1796: Descripción del esqueleto de un quadrúpedo muy corpulento y raro, que se conserva en el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid publicada por Joseph Garriga (figura 27.14). Importantísimos también son los dibujos realizados por las distintas expediciones científicas llevadas a cabo en los siglos xviii y xix a territorios ultramarinos. Son viajes no de conquista y evangelización sino de exploración y conocimiento. España quiere participar en la escritura de la ciencia al mismo nivel que el resto de Europa. El Archivo del MNCN es legatario no solo de una documentación administrativa pormenorizada que ayuda a comprender la envergadura de tales empresas orquestadas con precisión, pero con enorme capacidad de improvisación en su desarrollo, sino también de una riquísima muestra de dibujos y grabados naturalistas realizados por excelentes pintores que, con oficio y habilidad, trasladaron al papel aquellas nuevas especies tan fascinantes como desconocidas, siempre con ejecución precisa y aplicación científica (Calatayud, 1984). Hoy, el Real Jardín Botánico conserva la mejor colección del mundo de láminas botánicas americanas y el MNCN no se queda atrás en zoología. Este fue un gran momento de gloria para una España en que los vientos y la fortuna soplaron a favor de la ciencia (figura 27.15). Del siglo xix se conservan testimonios iconográficos de muchos científicos y dibujantes en plantilla del Museo que mostraron sus dotes artísticas en zoología, botá-

Expediciones científicas Son muchas las expediciones reales que parten a América y Filipinas con afán investigador y científico: – la Expedición Botánica al Virreinato de Perú y Chile (1777-1786). – la Expedición Botánica al Reino de Nueva Granada (Colombia 1782-1808). – la Expedición Botánica a Nueva España (México 1787-1797). – la Expedición Malaspina alrededor del mundo (1789-1794). – la Expedición de los hermanos Heuland a los Reinos de Chile y Perú (1795-1800). – la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). Todas mandan informes, correspondencia, dibujos y muestras botánicas y zoológicas a la Península que, en el mejor sentido, se nos había quedado pequeña.

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Figura 27.15. Motacilla guira, sinónimo de Hemithraupis guira. En la parte superior izquierda aparece un dibujo anatómico de la siringe, órgano vocal de las aves ubicado en la base de la tráquea. Real Expedición Botánica a Nueva España (1787-1803). Aguada a color (280 x 175 mm). acn110b/002/04731. Archivo del MNCN.

nica, taxidermia y anatomía, con fines didácticos y de investigación, para ilustrar las clases impartidas por las diferentes cátedras del Museo y las publicaciones y artículos científicos del momento. Destacan, entre otras: la Colección Graells; la de Moluscos de España de Joaquín Hidalgo; la Colección Mieg (1780-1859), con exquisitos dibujos a color de insectos; y la Colección de Laureano Pérez Arcas dedicada a la entomología, malacología e ictiología. Y para poner cara a tan ilustres personajes, Antonio María Lecuona Echániz (1831-1907), dibujante científico del Museo desde 1850, realizó una 420

Figura 27.16. Hipopótamo enano de Liberia de Ángel Cabrea Latorre (1907). Dibujo a la acuarela con toques de albayalde sobre cartulina. Al pie del dibujo, cartela mecanografiada por el autor donde se lee «Especie muy rara. Hasta ahora solo se han traído a los Museos ocho ejemplares completos, y uno solo vivo, destinado al Jardin Zoológico de Dublín, donde no vivió más que cinco minutos». acn80d/002/00258. Archivo del MNCN.

serie de cuarenta dibujos con los retratos de los más insignes naturalistas de los siglos xvi a xix. Buen intento para que este desmemoriado país no olvide a aquellos con los que estamos en deuda. El Fondo Iconográfico reúne una de las colecciones más antiguas de arte rupestre del mundo, conocida como Colección de Calcos. Esta colección es el resultado del trabajo de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP), que recorrió durante casi veinticinco años (de 1912 a 1936) la geografía española en busca de dibujos y grabados de arte parietal realizados en los abrigos y cuevas por nuestros lejanos ancestros. Estos dibujos, cerca de 2.500, fueron calcados apoyando el papel vegetal sobre la roca y, posteriormente, trasladados a un papel más grueso para ser publicados en los treinta y ocho tomos de Memorias de la CIPP. Los grandes pintores de la Comisión fueron Juan Cabré Aguiló y Francisco Benítez Mellado (figura 27.16) (Sánchez Chillón, 2016). En el campo de la mastozoología paleontológica, el Archivo conserva 76 acuarelas —grisallas y a color— de mamíferos pretéritos pintados entre 1903 y 1910 por Ángel Cabrera Latorre. Cabrera trabajó en el MNCN como agregado en la sección de Osteozoología hasta que en 1925 se estableció en Argentina (Molina Nortes, 2004). Allí realizó importantes aportaciones sobre la fauna fósil del cono Sur. Este mundialmente reconocido zoólogo y divulgador era también un gran dibujante, pero sus logros fueron tantos que su vertiente artística siempre aparece mencionada en segundo lugar. Sin embargo, su violín de Ingres, felizmente para él, estaba perfectamente entreverado con su ocupación principal. 421

Como es natural, la iconografía sobre entomología también ocupa un lugar destacado en la segunda mitad del siglo xx. Desde su fundación y sin interrupción, en el Real Gabinete, luego Museo Nacional de Ciencias Naturales, el estudio de los insectos siempre ha ocupado un lugar notorio. No en vano, la mariposa nocturna más bella de Europa, la Actias isabellae (Graells, 1849) fue descubierta por Graells en 1848, figura inseparable de la institución. Siguiendo con esta tradición de logros, los directores del Instituto Español de Entomología, Gonzalo Ceballos y Ramón Agenjo, aportan a este patrimonio una muestra de su producción que se complementa con los magníficos dibujos de coleópteros de Luis Esteban. Los Fondos del Archivo se pueden consultar en sala y en abierto en el Catálogo de Archivos de la Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC (https://bibliotecas.CSIC.es/catalogos). Con ello favorecemos su difusión y evitamos su manipulación. Todo lo anterior, aunque extenso, solo es una breve reseña del gran patrimonio cultural que encierra el Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, un archivo tan voluminoso como interesante y hermoso, que nos permite desgranar la historia y generar conocimiento. Y en una institución científica definida por la observación y la actividad sistemática, ordenada y experimental, los archivos son nuestros datos empíricos. Pues, como dicen los orientales: «Más vale pálida tinta que brillante memoria».

Referencias bibliográficas Agenjo, R. (1943). «Biografía de Don Mariano de la Paz Graells Agüera», Graellsia. 1: 8-21. Aguirre, E.; Orbiso, A. y Vicente, S. (1987). «Iconografía zoológica del siglo XVIII en el Real Gabinete de Historia Natural», Llull, 10: 5-31. Aragón, S. (2005). El zoológico del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Mariano de la Paz Graells (1809-1898), la Sociedad de Aclimatación y los animales útiles. Monografías. Madrid, CSIC. Arbeteta, L. (2001). El Tesoro del Delfín. Alhajas de Felipe V recibidas por herencia de su padre Luis, Gran Delfín de Francia. Madrid, Museo del Prado. Barreiro, A. J. (1992). El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935). Madrid, Doce Calles. Calatayud, M.ª Á. (1984). Catálogo de las expediciones y viajes científicos españoles (siglos xviii y xix). Madrid, CSIC. — (1987). Catálogo de documentos del Real Gabinete de Historia Natural (1752-1786). Madrid, CSIC. — (1988). Pedro Franco Dávila y el Real Gabinete de Historia Natural. Madrid, CSIC. — (1992). «El Real Observatorio Astronómico de Madrid en el Museo de Ciencias. Cronología de una época», Doscientos años del Observatorio Astronómico de Madrid. Madrid, Asociación de amigos del Observatorio Astronómico de Madrid. — (1994). Diario de Don Francisco de Paula Martínez y Sáez, miembro de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865). Madrid, CSIC. — (2000). Catálogo crítico de los documentos del Real Gabinete de Historia Natural (17871815). Madrid, CSIC. — (2003). Catálogo crítico de los documentos del Museo de Ciencias Naturales de Madrid (1816-1845). Madrid, CSIC. Calatayud, M.ª Á. y Puig-Samper, M. Á. (1992). Catálogo de la exposición fotográfica «Pacífico Inédito 1862-1866». Madrid, CSIC. 422

Lorente, P. (1998). La colección iconográfica Van Berkheij, los dibujos zoológicos. Madrid, Museo Nacional de Ciencias Naturales. Departamento de Biología Animal I de la Facultad de Ciencias Biológicas, Universidad Complutense de Madrid. Tesis doctoral. Maldonado Polo, J. L. (1996). «Documentos del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, referentes a las cátedras de botánica del Real Jardín Botánic», Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 48(1): 145-162. Martín Albaladejo, C.; Notario Gómez, A. y Carrascosa Santiago, A. V. (2016). «El Instituto Español de Entomología (CSIC) y la multitud molesta», Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 68(1): 125-134. Molina Nortes, J. (2004). «La huella de Ángel Cabrera en el Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales», en E. Felipe, L. López-Ocón y M. Marín (eds.), Ángel Cabrera: Ciencia y Proyecto Colonial en Marruecos. Estudios Árabes e Islámicos. Monografías: 7. Madrid, CSIC, pp. 247-263. Molina Nortes, J. y Osuna-Arias, M. C. (2013). Fondo Documental del Instituto Español de Entomología en el Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Póster presentado en la XX Bienal de la Real Sociedad Española de Historia Natural: museos y colecciones de Historia Natural: investigación, educación y difusión. (Alcobendas. Madrid. 4-7 de septiembre de 2013). http://hdl.handle.net/10261/82040 Peña, S. (ed.) (2015). Catálogo de la exposición «Naturalezas Ilustradas. La Colección van Berkhey del Museo Nacional de Ciencias Naturales». Madrid, CSIC. Sánchez Almazán, J. (2012). Pedro Franco Dávila (1711-1786). De Guayaquil a la Royal Society. La época y la obra de un ilustrado criollo. Madrid, CSIC. Sánchez Chillón, B. (2016). Catálogo de la exposición «Arte y Naturaleza en la Prehistoria. La colección de calcos de arte rupestre del Museo Nacional de Ciencias Naturales». Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Truyols Santoja, J.; Diéguez, C. y Perejón, A. (coords.) (2004). Homenaje a José Royo Gómez. Monografies. Valencia, Generalitat Valenciana, Conselleria de Cultura, Educació i Esport. Villena, M.; Sánchez Almazán, J.; Muñoz, J. y Yagüe, F. (2009). El gabinete perdido. Pedro Franco Dávila y la Historia Natural del Siglo de las Luces. Madrid, CSIC. Zelich, C. y Franco, A. (coords.) (2015). Catálogo de la exposición «Eduardo Hernández-Pacheco. Elementos del Paisaje. Fotografías 1907-1950». Gobierno de Extremadura y Fundación Ortega Muñoz. http://aleph.csic.es/ [2018] http://www.jae2010.csic.es/historia.php [2018] https://www.mecd.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/dta/portada.html [2018] https://www.museodelprado.es/museo/historia-del-museo [2018]

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La Biblioteca del Museo Nacional de Ciencias Naturales Pilar Rodríguez Luque*

Composición de Pilar Rodríguez Luque y fotografía principal de Noelia Cejuela.

ue* a Biblioteca del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) se dedica, por un lado, a proporcionar información científica y apoyo documental a sus usuarios y, por otro, a la conservación y difusión de sus fondos patrimoniales: obras de carácter científico, pero, al mismo tiempo, de gran valor histórico (figura 28.1).

L

Descripción de la colección bibliográfica Temática La Biblioteca del MNCN se compone, mayoritariamente, de obras de materias propias de las ciencias naturales: zoología, botánica, ecología, paleontología, geología, etc. Sin embargo, también conviven obras —anteriores a 1900— que tratan otras áreas que en su momento estuvieron adscritas a lo que se conocía como «historia natural», como la etnografía, la antropología o la medicina. Las continuas separaciones y reunificaciones habidas entre el Real Jardín Botánico (RJB) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) a lo largo de su historia provocaron el mismo efecto en sus bibliotecas. Con el paso del tiempo, el reparto de temas de investigación entre estos dos centros y la política de recursos compartidos hicieron que la Biblioteca del RJB se dedicara al mundo de las plantas mientras la Biblioteca del MNCN se ocupaba del resto de las ciencias naturales.

Composición del fondo Actualmente, la Biblioteca del MNCN consta de más de 47.000 obras, que se corresponden a unos 63.000 volúmenes o ejemplares físicos (tablas 28.1 y 28.2). En la colección se distinguen dos grupos: • Fondo Especial: obras de los siglos xvi, xvii y xviii (incunables, manuscritos, etc.). • Fondo Moderno: obras posteriores a 1800 (figura 28.2). *

Unidad de Colecciones y Documentación, Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]

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Figura 28.1. La Biblioteca del MNCN es una biblioteca de investigación y de apoyo al estudio de las colecciones del Museo. Figura 28.2. En la Biblioteca del MNCN existe gran pluralidad de fondos para su consulta: impresos, manuscritos, con láminas en blanco y negro o en color, amplia variedad temática, de diversas épocas, etc. Fotografías: Noelia Cejuela.

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Tabla 28.1. Distribución de los fondos por tipo de material. Consulta realizada con Alma, la Plataforma de Servicios Bibliotecarios (LSP) utilizada en la actualidad por la Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC (https://csic.alma.exlibrisgroup.com/mng/action/home.do). Fecha de consulta: 11 de junio de 2018.

títulos Monografías

39.289

Publicaciones periódicas

4.283

Mapas

3.679

Otros

44

Total

47.295

Tabla 28.2. Distribución de los fondos por número de ejemplares. En algunos casos se han tenido que reunir varios materiales en un mismo grupo. ejemplares físicos Monografías

53.647

Publicaciones periódicas

4.238

Microformas

1.755

Mapas

3.771

Discos

197

Otros

5

TOTAL

63.633

Obras destacadas de la Biblioteca del MNCN • La que está considerada como primera revista científica: Jornal des sçavants (1665). • Dos incunables:12 – Introductorium in astronomiam (1489), de Abu Ma’shar. – Ortus sanitatis: De herbis et plantis, De Animalibus [et] reptilibus, De Auibus… (c. 1497), atribuido a Bartholomaeus Montagnana. • La primera publicación del Real Gabinete: Colección de Láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Juan Bautista Bru: volumen I (1784) y volumen II (1786). • Varias obras del precursor de la zoología Konrad Gesner (1516-1565), del naturalista italiano Ulisse Aldrovandi (1522-1605), de la exploradora Maria Sibylla Merian (1647-1717) o del ilustrado aragonés Félix de Azara (1742-1821) (figuras 28.3, 28.4 y 28.5). • Una publicación importante históricamente para el propio Museo: Paseo por el Gabinete de Historia Natural de Madrid (1818-1821), de Juan Mieg. • Una serie de obras publicadas como Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (1912). 12 Incunable: obra impresa en caracteres movibles en los primeros tiempos de la imprenta. La opinión más generalizada reserva esta denominación para los impresos del siglo xv.

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• Las Memorias de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP) (1915-1934), fruto de las investigaciones que lleva a cabo esta Comisión bajo la dirección de Eduardo Hernández-Pacheco.

Importancia de la colección según diversos criterios Ejemplares de valor histórico por su antigüedad (Vicente y Orbiso, 1990, 1992, 1998, 2000): • Obras siglo xv (incunables): 2. • Obras siglo xvi: 65. • Obras siglo xvii: 238. • Obras siglo xviii: 1.334. • Obras siglo xix: 7.711. • Manuscritos siglos xviii, xix y xx: 72. Obras valiosas por su procedencia: • Entidades y proyectos de importancia histórica: – Expedición Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). – Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) (1907-1939). 428

Figuras 28.3. y 28.4. La obra Historia Animalium de Konrad Gesner (1516-1565) en cinco volúmenes (1551-1558) es considerada por muchos el inicio de la zoología moderna. Estas imágenes son la portada y una de las láminas de su libro Thierbuch: Das ist Aussführliche beschreibung und lebendige ja auch eigentliche Contrafactur und Abmahlung aller Vierfüssigen thieren so auff der Erden und in Wassern wohnen, publicado en 1606. Biblioteca del MNCN, signatura (F.E.) 4-233. Fuente: SIMURG.

Figura 28.5. Situación poco frecuente en el siglo xvii, Maria Sibylla Merian (16471717) fue una naturalista, exploradora y pintora alemana. Suyo es el dibujo de la metamorfosis de la imagen, una lámina de Erucarum ortus, alimentum et paradoxa metamorphosis: In qua Origo, pabulum, transformatio, nec non tempus, locus & proprietates erucarum, vermium, papilionum, phalaenarum, muscarum, aliorumque hujusmodi exsanguium animalculorum exhibentur..., publicado alrededor del año 1718. Biblioteca del MNCN, signatura (F.E.) 4-284. Servicio de Fotografía del MNCN.

– Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP) (1914-1939). – Expedición Iglesias al Amazonas (1932-1935). • Naturalistas y científicos españoles destacados: – Pedro Franco Dávila (1711-1786), naturalista. – Eugenio Izquierdo (1745-1813), naturalista y diplomático. – Mariano de la Paz Graells (1809-1888), zoólogo. – Juan Vilanova y Piera (1821-1893), geólogo y paleontólogo. – Francisco Martínez y Sáez (1835-1908), naturalista y zoólogo. – Joaquín González Hidalgo (1839-1923), malacólogo. – Ignacio Bolívar y Urrutia (1850-1944), entomólogo. – Francisco Quiroga y Rodríguez (1853-1894), cristalógrafo. – Eduardo Hernández-Pacheco (1872-1965), geólogo y paleontólogo. – Ángel Cabrera Latorre (1879-1960), zoólogo y paleontólogo. 429

Figura 28.6. Obras de consulta para el estudio del fondo especial de la Biblioteca del MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN.

– Francisco Hernández-Pacheco (1899-1976), geógrafo. – Ramón Agenjo (1908-1984), entomólogo. – Pere Alberch (1954-1998), embriólogo experimental. • Centros de investigación del CSIC extintos: – Instituto Español de Entomología (1941-1984). – Instituto de Geología Lucas Mallada (1943-1984). – Instituto José de Acosta (1947-1984). – Biblioteca Mutis de Edafología y Ciencias Fitológicas. – Centro de Investigaciones del Agua. – Patronato Juan de la Cierva. – Instituto de Edafología y Biología Vegetal. • Otras entidades y proyectos (relacionadas con las ciencias naturales) ya desaparecidas: – Biblioteca de Caza y Pesca (Servicios de Caza y Pesca Fluvial). – Unidad de Zoología Aplicada. – Expedición Viaje de la fragata Blanca. Estudio y desarrollo del Fondo Especial Se conoce como Fondo Especial la parte de la colección con valor patrimonial e histórico compuesta por incunables, manuscritos y obras de los siglos xvi, xvii y xviii. Para proteger esta parte tan importante de la colección de la Biblioteca se han tomado diferentes medidas de preservación y alternativas a la utilización del original, como la creación de facsímiles,13 el microfilmado, la digitalización y las publicaciones de consulta. 13

Edición facsímil: reproducción exacta, por cualquier procedimiento, del texto e ilustraciones de un determinado ejemplar impreso o manuscrito.

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El contenido del Fondo Especial ha sido objeto de estudio por parte del propio personal técnico que lo conserva. Así han surgido diversas publicaciones de consulta para la investigación y estudio de estos fondos (Orbiso, 2000; Vicente, 1990, 1992, 1998, 2000) (figura 28.6).

Historia de los fondos El Real Gabinete de Historia Natural (Anónimo, 1784) pretende fomentar el estudio de sus colecciones y la enseñanza de las ciencias naturales, y para ello se precisan obras de consulta y publicaciones a las que los estudiosos puedan recurrir: una biblioteca. Real Gabinete de Historia Natural (1771-1815) En el catálogo de su gabinete (1767), Dávila (Calatayud, 1988) describe la parte bibliográfica que lo compone: alrededor de 400 obras, entre libros publicados y manuscritos, de una amplia variedad temática (aunque casi la mitad trata de historia natural) (Franco Dávila, 1767). Cuando se crea el Real Gabinete de Historia Natural en 1771 estos son los fondos iniciales de su biblioteca, la futura Biblioteca del MNCN. Al principio, la biblioteca es atendida por un dependiente del propio centro, pero en 1777 José Clavijo es nombrado Formador de Índices para encargarse de la correspondencia y las tareas administrativas del Gabinete y de la Biblioteca (Solano y Eulate, 1871; Hernández-Pacheco, 1944) (figura 28.7). Cuando en 1785 el arquitecto Villanueva comienza a construir un edificio para trasladar allí el Gabinete, Dávila le hace una serie de recomendaciones para el diseño del mismo y entre ellas menciona la conveniencia de una sala para «librería» y otra para estampas. Tras dirigir el Real Gabinete durante algo más de catorce años, Dávila muere en 1786 y deja bienes propios, los cuales, según su testamento, deben venderse para aprovechar sus ganancias. Entre ellos hay libros de gran valor que el responsable del Gabinete adquiere inmediatamente para enriquecer la biblioteca (Calatayud, 2000; 2002; 2009). Eugenio Izquierdo, un gran bibliófilo, es nombrado director del Real Gabinete, Clavijo es ascendido a subdirector del mismo y Manuel Cástor González queda encargado de la biblioteca y los servicios administrativos (Villena et al., 2009). En 1790 se realiza un proceso de selección de la colección bibliográfica para conservar solamente los fondos que cumplan ciertos requisitos temáticos y se confecciona el catálogo de los libros que existen en la Biblioteca del Real Gabinete de Historia Natural, ordenados alfabéticamente por autores (Calatayud, 1987). Durante esta época, con Eugenio Izquierdo como director, existe en el Real Gabinete una sala cerca del Salón de Actos, conocida como «Librería de Yzquierdo», donde se acumulan los numerosos libros que ha ido enviando durante años desde el extranjero, pues su labor como diplomático le requiere viajar continuamente (acn0080/012, Ref. 112). Comienza en España la guerra de la independencia, período en el que el Real Gabinete cierra sus puertas. La institución permanece a salvo hasta 1813, cuando un grupo de soldados franceses asalta el Museo y se lleva a su país unos 200 objetos valiosos. En medio de la convulsa situación política, en 1808 el Gobierno incauta los libros de los últimos dirigentes del Gabinete (Izquierdo, Cea y Mociño) acusándolos de afrancesados. La consulta de estos fondos queda prohibida y se hace cargo de ellos la Direccion General de Estudios. 431

Real Museo de Ciencias Naturales (1815-1846) Tras la guerra comienzan las gestiones para rescatar los objetos del Museo robados y, con más o menos deterioro, la mayoría son devueltos. En 1822 se solicita el acceso a los libros incautados de Izquierdo, Cea y Mociño alegando la necesidad que tienen los profesores de Mineralogía y de Zoología de consultarlos y utilizarlos para su trabajo. Hay un intercambio de inventarios y correspondencia para que estos libros se incluyan en la Biblioteca y Cátedras, ambos dependientes del Museo de Ciencias Naturales. Así, la Librería Izquierdo se deposita finalmente en la Biblioteca del Museo. Se reanuda la actividad del Museo pero, en general, todo el siglo xix se va a caracterizar por los constantes cambios políticos y la promulgación de nuevas leyes que son derogadas poco después mientras se alternan épocas de desarrollo y decadencia (Barreiro, 1944). Durante estos años el Gobierno no cuida del Museo y ello se refleja en su Biblioteca, pues solo hay alguna compra ocasional de libros como la de 1832, cuando se adquieren diversas obras muy importantes en el panorama científico internacional (las obras de Buffon, entre otras). Un ejemplo de cómo los diversos cambios políticos afectan a la Biblioteca y su funcionamiento es la situación del Real Jardín Botánico. En estas fechas el Jardín forma parte del Real Museo de Ciencias Naturales, por lo que las bibliotecas de ambos centros se consideran una sola colección repartida en dos sedes para poder atender a los usuarios de uno u otro centro. Esta situación se da en los períodos de reunificación de Jardín y Museo, aunque la colección se disgrega cuando los centros vuelven a independizarse administrativamente. Museo de Historia Natural (1847-1856) Durante parte de este período el Museo forma parte de la Universidad Central, de modo que la Biblioteca del Museo depende administrativamente de la Biblioteca Universitaria. En esta época el crecimiento de la Biblioteca se efectúa casi únicamente por las donaciones privadas de algunos naturalistas. En 1847 se realiza un catálogo de la librería de Izquierdo, que contabiliza 1.338 obras, las cuales pasan a formar parte, definitivamente de la Biblioteca. Hacia 1850 hay un intercambio entre la Biblioteca Nacional de Madrid y la Biblioteca del Museo. Esta traspasa a la primera libros y quizá también manuscritos ajenos a la temática del Museo y recibe, a cambio, algunas obras y una publicación de gran importancia, como Annals and Magazine of Natural History (London). En la segunda mitad del siglo xix destaca Juan Vilanova y Piera por su apoyo al crecimiento de la Biblioteca del MNCN. Becado por el Museo para que complete su formación, viaja por Europa durante varios años, visita otros museos de ciencias naturales y se relaciona con muchos de los principales científicos europeos. En 1850 solicita crédito a sus superiores para adquirir libros sobre materia geológica que considera imprescindibles. Sin esperar los recursos pedidos, adelanta el dinero y compra 221 volúmenes, a los que se suman más tarde 45 mapas (geográficos y geológicos). Durante el resto del viaje, continúa enviando obras sueltas a la Biblioteca. En 1852 envía desde París 36 cajas con 20 tomos de las memorias del Muséum national d’histoire naturelle y alguna obra de Agassiz.

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Museo de Ciencias Naturales de Madrid (1857-1912) La Biblioteca recibe por compra algunas obras sueltas y solo ingresa de esta forma alguna biblioteca privada de naturalistas conocidos, como Sandalio Arias o Ignacio Bolívar (Solano y Eulate, 1871). Como ocurre en todas las secciones del Museo, el bajo presupuesto impide que se puedan adquirir las principales obras de consulta y publicaciones periódicas indispensables para el naturalista. Pese al poco movimiento existente, en 1891 la Biblioteca cuenta ya con unos 12.000 volúmenes (Gogorza, 1891). En 1895 se ordena el traslado de todo el material del Museo desde su antiguo edificio de la calle Alcalá al recién terminado Palacio de Bibliotecas y Museos del Paseo de Recoletos. Como los locales destinados al Museo son insuficientes para colocar todas las colecciones, se decide llevar los libros y piezas museológicas de las secciones de Antropología y Entomología al Museo del Doctor Velasco (futuro Museo de Antropología), adquirido por el Estado. Con el traslado a la planta baja y sótanos de la Biblioteca Nacional, un almacenamiento a todas luces inadecuado para los libros del Museo, se guardan varios libros de horas, códices e incunables en las instalaciones de la Biblioteca Nacional, en calidad de depósito14, para evitar problemas de conservación. Son obras que en su día pertenecieron al museo y no han sido devueltas. Actualmente forman parte de la colección bibliográfica de la Biblioteca Nacional de España (Martín Abad, 2010). Tras el traslado, las colecciones quedan amontonadas y sin espacio suficiente, aunque a partir de 1900 la situación empieza a mejorar lentamente: se distribuyen algunos materiales museológicos, se preparan las exposiciones e incluso se habla de la existencia de un local para la Biblioteca con ventanas que dan a la calle Villanueva. Por fin, el Museo se reabre al público en 1902 (hernández Pacheco, 1944). Se dispone un último cambio de ubicación del Museo en 1907 al Palacio de Exposiciones, se trasladan las colecciones y la nueva sede se inaugura en 1910 (Pérez, 2017). Museo Nacional de Ciencias Naturales (1913 hasta la actualidad) La Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) supone un avance en el panorama científico español y un gran apoyo para los centros de investigación, además de desempeñar un importante papel en la educación y la promoción de las bibliotecas (Anónimo, 1929; Cortés, 2009). También pone en marcha la publicación de diversas series temáticas, como los Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (1912-1935) o las Memorias de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, que ingresan en la Biblioteca del MNCN (Gomis, 2007). En 1923, la colección manuscrita de obras del R. P. Martín Sarmiento, procedente de la Biblioteca del Museo, ingresa en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de España. Años después, en 1932, el director del Museo Ignacio Bolívar solicita al director de la Biblioteca Nacional, Marcelino Menéndez y Pelayo, que dichas obras sean devueltas. En la respuesta del 11 de mayo de 1933 se contesta que los manuscritos habían pasado al Departamento de Manuscritos, donde habían sido debidamente catalogados, colocados y sellados. La Junta para Ampliación de Estudios (Fernández-Terán, 2006) aporta en 1924 suficiente presupuesto para la compra de 133 obras. Además, durante estos años, la Biblioteca 14 Depósito: es un tipo de ingreso en una colección por un tiempo indefinido o determinado pero sin implicar transferencia de propiedad alguna. Se utiliza cuando los propietarios no pueden asegurar la conservación del material.

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del Museo aparece suscrita a las más importantes revistas internacionales que tratan de ciencias naturales. Con la Guerra Civil se interrumpen las suscripciones de muchas revistas y apenas hay donaciones a la Biblioteca. El personal que queda en el centro solo se preocupa de resguardar las colecciones para evitar los peligros de los bombardeos e incendios derivados de la guerra. Acabada la contienda, se crea el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), organismo que reúne a muchos centros de investigación de la disuelta JAE, entre ellos el Museo Nacional de Ciencias Naturales. En la posguerra no se hacen compras de obras para la Biblioteca, aunque hay alguna que otra donación, como la proveniente de Hugo Obermaier en 1939. Durante estos años, el Museo se disgrega en varios centros independientes y la mayor parte de la colección de la Biblioteca se dispersa en tres fondos diferentes: el Instituto Español de Entomología (1941), el Instituto de Geología Lucas Mallada (1943) y el Instituto de Investigaciones Zoológicas —después, Instituto José de Acosta de Zoología— (1947). Las tres bibliotecas creadas de esta manera son independientes unas de otras en todas las tareas bibliotecarias y cada una se especializa en temáticas más afines a sus centros (entomología, geología y zoología, respectivamente). Todo esto influye en un desarrollo desigual de las tres colecciones. Por ejemplo, la Biblioteca del Instituto Español de Entomología experimenta un enorme crecimiento respecto a las otras, de acuerdo con el desarrollo de dicho instituto. Siendo director del Museo Eugenio Ortiz, se aumenta la adquisición de libros y revistas, se actualiza la biblioteca y se completan colecciones importantes (Orbiso, 2004; Lobón-Cerviá et al., 2009). Durante esta época la biblioteca y sus usuarios sufren una gran pérdida cuando, en 1971, la Real Sociedad de Historia Natural cambia su sede del MNCN a la universidad, pues existía una gran colaboración institucional en el intercambio y donación de publicaciones. En 1984 se reunifican los tres centros en uno: el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Paralelamente, también se unen las tres bibliotecas en una sola, lo que supone un duro trabajo para el personal con la retirada de ejemplares duplicados y triplicados, la limpieza y colocación de las obras, la preparación de la nueva ubicación, etc. (Orbiso, 2004).

Crecimiento de los fondos Las formas de adquisición de la Biblioteca del MNCN siempre han sido tres: compra, donación e intercambio. Compra El crecimiento de los fondos obtenidos por compra en la Biblioteca ha fluctuado a lo largo de su historia, debido a factores como la situación económica del propio Museo y el valor que se le diera en ese momento a la Biblioteca. Por ejemplo, en el período en que el Museo forma parte de la Universidad Central, el centro pierde identidad propia y lo mismo ocurre con la Biblioteca, considerada simplemente una parte de la Biblioteca Universitaria. Es una época en la que, a pesar de las reclamaciones del director, Graells, durante períodos como 1854-1862, la Biblioteca no llega a recibir su parte del presupuesto. No afectan exclusivamente estos cambios a la compra de libros sueltos, pues también se cancelan las suscripciones de series o revistas interesantes, y muchas colecciones quedan incompletas. 434

Figura 28.7. Portada de la primera publicación del Real Gabinete de Historia Natural en 1784, el tomo I de la Colección de láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid: con una descripción individual de cada uno, por Juan Bautista Bru de Ramon. Biblioteca del MNCN, signatura 3-984. Fuente: SIMURG.

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Figura 28.8. Proceso vital de una isabelina, mariposa descubierta por el naturalista español Graells en San Lorenzo del Escorial en 1848. La llamó Saturnia isabelae como dedicatoria a la reina Isabel II de España. Posteriormente la especie fue rebautizada como Graellsia isabelae en honor a su descubridor. Lámina X de la Descripción de algunos insectos nuevos pertenecientes a la fauna central de España, por Mariano de la Paz Graells. 1851. Memorias de la Real Academia de Ciencias de Madrid, t. 1., n.º 2, pp. 109-163. Biblioteca MNCN, signatura 1-7702 [3]. Fuente: SIMURG.

Donación Con diferencia, es la forma más frecuente en la formación de la colección de monografías de la Biblioteca en sus casi 250 años de historia. Se reciben algunos envíos de otros organismos científicos o de investigación, con los que se tienen relaciones institucionales. Por ejemplo, de otros museos nacionales de historia natural (Muséum national d’histoire naturelle, Natural History Museum, American Museum of Natural History, etc.). Otra manera de engrosar la colección de la Biblioteca del MNCN la constituyen las aportaciones de algunos naturalistas o sus herederos al donar importantes colecciones de libros. Así, se integran la biblioteca de Félix de Azara del siglo xviii, del Dr. Velasco o la de Tomás Villanueva en el siglo xix, y la de Pere Alberch, entre otras, en el xx (HernándezPacheco, 1994). Por último, la donación de libros también se da en situaciones de desaparición de organismos o departamentos públicos, pues se ofrece parte del contenido de sus bibliotecas. Así ocurrió en el siglo xix con la Imprenta Nacional o las Brigadas geológicas y, ya en el siglo xx, con la Unidad de Zoología Aplicada, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) o el Centro de Investigaciones del Agua, entre otros muchos. Canje En el siglo xx algunos departamentos del Museo han publicado revistas científicas de interés en el mundo académico: Eos (1925), Graellsia (1943) o Estudios geológicos (1945). Para favorecer la difusión de estas publicaciones, se envían ejemplares de la tirada impresa a otros centros científicos, nacionales e internacionales, los cuales corresponden mandando sus propias publicaciones a la Biblioteca. Así llegan muchas publicaciones periódicas interesantes, aunque es una forma de adquisición casi inexistente en libros.

Publicaciones propias Es una forma que tiene un centro de darse a conocer y difundir la investigación de su personal. También es importante que la biblioteca en cuestión conserve esas obras, pues no solo pueden ser consideradas «ciencia» como tal, sino que son además memoria histórica de la institución. Por eso, la Biblioteca conserva todas las publicaciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales, sean monografías, publicaciones seriadas o publicaciones periódicas. Se ofrecen a continuación algunos ejemplos: • La primera publicación del Real Gabinete, la Colección de Láminas que representan los animales y monstruos del Real Gabinete de Historia Natural, de Juan Bautista Bru, en dos volúmenes (1784 y 1786), a la que ya se ha hecho anteriormente referencia (figura 28.7). • La Descripción del esqueleto de un quadrúpedo muy corpulento y raro, que se conserva en el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid (1796), referido al megaterio. • Una serie de obras publicadas como Trabajos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (1912-1935), con tres series diferentes: zoológica, botánica y geológica. • Las Memorias de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, con Serie Paleontológica (1914-1930) y Serie Prehistórica (1915-1930). • Cursillos y conferencias del Instituto Lucas Mallada (1954-1964). • Monografías del Instituto Lucas Mallada (1954-1959). 437

• Trabajos del Instituto Español de Entomología (1950). • Manuales Técnicos de Museología (1994-2002). • En 1925, la Sección de Entomología del Museo de Ciencias Naturales empezó a publicar Eos, prestigiosa revista dirigida por Ignacio Bolívar, director del Museo, que puede ser considerada la revista entomológica más antigua de España. • Otra publicación periódica del Museo es Graellsia, que comenzó a editarse en 1943 y recibe su nombre como homenaje a Mariano de la Paz Graells. Durante cuarenta y cuatro años fue una revista dedicada a la entomología ibérica, hasta que en 1987 pasó a ser una revista de zoología en general (figura 28.8). • Estudios Geológicos apareció en 1945 con el objetivo de publicar trabajos originales e inéditos de investigación, así como artículos de síntesis, sobre cualquier campo de las Ciencias de la Tierra. • Monografías del Museo Nacional de Ciencias Naturales (1989-). • Fauna Ibérica (1990-).

En la actualidad, la Biblioteca MNCN no dispone de un presupuesto suficiente para la compra de libros, excepto las adquisiciones puntuales que realizan algunos proyectos de investigación. El crecimiento de la colección se basa, en su inmensa mayoría, en donaciones, tanto de investigadores del CSIC —como Salvador Peris, Alfredo Salvador o Borja Sanchiz—, como de naturalistas aficionados —como Fernando García Martínez, César Domínguez del Río o Rafael Muñiz—. Los seis realizan las contribuciones más numerosas a la Biblioteca MNCN durante el período 2016-2018, rondando cada una de dichas donaciones los 300-600 ejemplares. Las áreas temáticas de los libros y revistas donados son, principalmente: herpetología, malacología, zoología general, entomología, historia de la ciencia y paleobiología.

El mundo digital en el crecimiento de la colección La llegada de Internet y de los documentos en formato electrónico ha tenido su efecto en las bibliotecas. Del mismo modo que un usuario debe acostumbrarse a la consulta en línea mediante Internet o a la descarga de un artículo sin salir de su despacho, las bibliotecas han de adaptarse también a este tipo de cambios, aprovechar las nuevas ventajas que ofrece la web y ofrecer sus servicios de maneras alternativas, según las necesidades de los usuarios. Aparecen los fondos no físicos y los documentos en formato electrónico invaden el catálogo. Aunque esto no quiere decir que la biblioteca tradicional no deba conservar parte de su espíritu, como la atención personalizada o la lectura en sala. Buscando la adaptación, actualmente la Biblioteca del MNCN está centrada en dar acceso a sus fondos mediante el acceso abierto, y para ello, trabajando con proyectos de digitalización. Sin embargo, el cambio de mentalidad ha sido demasiado rápido. A veces, sobre todo en los usuarios más modernos, únicamente se aprecian las mejoras. Por ejemplo, la búsqueda de información se basa únicamente en catálogos, bibliotecas y fuentes existentes en Internet, con acceso directo al texto completo. El usuario no sabe que los documentos que están enteros en línea tienen esa condición porque cumplen con los derechos de autor (es decir, que han pasado 70-80 años del fallecimiento de su autor) o los de explotación (se paga por tener acceso a la revista/libro). Con ello, en algunas ocasiones, el usua438

rio piensa que no existe más información sobre lo que busca. No tiene en cuenta otras fuentes más actualizadas ni la información que existe en recursos de pago no financiados por su centro o en fuentes no digitalizadas y deja a un lado mucha documentación relevante. Quedan así sin investigar o utilizar fuentes de información importantes pero cada vez menos conocidas. Es una situación frecuente en la actualidad: se realiza una adaptación total al mundo digital y sus ventajas, olvidando sus inconvenientes, que siempre existen, como el asunto de las suscripciones a revistas electrónicas en lugar de revistas en formato papel. El papel impreso de las revistas ocupa espacio físico, pero, en ocasiones, perdura más que la copia digital. Por ejemplo, si una biblioteca deja de pagar la suscripción electrónica a una revista, pierde la posibilidad de consultar sus volúmenes, aunque haya estado suscrita (y pagando) durante años. Aquí, las relaciones con otras bibliotecas son muy importantes, pues puede realizarse una colaboración entre ellas para que, por lo menos una, mantenga una copia impresa guardada. En 2015, el Servicio de Publicaciones del CSIC reúne todas las revistas de centros del CSIC y, desde entonces, las edita en formato electrónico. Ello supone gran ahorro en papel y en el correo postal de los envíos. No obstante, sin ejemplares impresos en papel las bibliotecas no pueden mandar publicaciones en canje a otros centros científicos, por lo que se pierde la oportunidad de recibir las suyas. Por otro lado, están las sociedades, asociaciones e instituciones de investigación que, para abaratar costes, han dejado de publicar en papel. Algunas pueden mantener una web donde consultar su revista en línea, pero muchas otras entidades no se lo pueden permitir, con lo que la distribución de su publicación es mínima y en círculos muy reducidos. Con esta nueva situación, ha disminuido el número de fondos que recibe la Biblioteca MNCN por canje o donación, que eran los más abundantes. El paso del tiempo mostrará el efecto del mundo digital en las bibliotecas científicas, tanto en lo que se refiere a sus ventajas como a sus inconvenientes.

La importancia de una biblioteca de investigación La Biblioteca del MNCN posee dos vertientes: una enfocada a la investigación, porque pertenece y da servicio al Museo, y otra dirigida a la conservación del patrimonio bibliográfico, pues, por las características de sus fondos, también puede considerarse una biblioteca histórica.15 Cómo funciona una biblioteca de investigación En el mundo de la ciencia es fundamental conocer y darse a conocer (publicar): – Conocer: el individuo se interesa y procura mantenerse informado de los últimos avances que existen en su campo de investigación. Esto se consigue consultando obras científicas y especializadas donde otros publican sus trabajos. 15

Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Artículo 50.1. «Forman parte del Patrimonio Bibliográfico las bibliotecas y colecciones bibliográficas de titularidad pública y las obras literarias, históricas, científicas o artísticas de carácter unitario o seriado, en escritura manuscrita o impresa, de las que no conste la existencia de al menos tres ejemplares en las bibliotecas o servicios públicos. Se presumirá que existe este número de ejemplares en el caso de obras editadas a partir de 1958». Artículo 60.2. «Son Bibliotecas las instituciones culturales donde se conservan, reúnen, seleccionan, inventarían, catalogan, clasifican y difunden conjuntos o colecciones de libros, manuscritos y otros materiales bibliográficos o reproducidos por cualquier medio para su lectura en sala pública o mediante préstamo temporal, al servicio de la educación, la investigación, la cultura y la información».

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– Publicar: siempre que sus trabajos presupongan novedad o avances en su área de estudio, el individuo procura que lo sepa el resto de investigadores de dicha área. De ahí la importancia que tiene la biblioteca de un centro de investigación, como es el caso de la Biblioteca del Museo. Reúne las publicaciones más importantes y actuales en el área de las ciencias naturales, no solo en papel, también la versión electrónica, y en ella es donde los científicos se mantienen al día en los avances de la ciencia. Combina su parte física y tradicional con su parte virtual, siempre al servicio de los usuarios. Porque no todo se encuentra accesible en Internet. Por supuesto, han cambiado mucho los métodos para buscar información, el formato papel ahora es electrónico, existen más bibliotecas digitales y otras fuentes de información a las que se puede acceder en la web y no precisan de visita presencial en la biblioteca, etc. Sin embargo, no toda la información accesible en la web es gratuita. Las editoriales de las revistas electrónicas ofrecen sus artículos previo pago; ahí es donde entran las suscripciones de revistas, libros y bases de datos que mantiene la biblioteca.16 En el siglo xxi, las bibliotecas continúan siendo fuente de recursos para el usuario. Por sí mismo, un investigador no puede permitirse el pago de toda la información que le interesa, así que su centro —usando la biblioteca como intermediaria— es quien se la proporciona como un medio de apoyo a su investigación. También la Biblioteca del MNCN ofrece ayuda al investigador para colocar su trabajo en un lugar visible. Es la utilidad de Digital.CSIC, el repositorio institucional del CSIC, donde se reúne todo lo que produce y ha producido el personal del CSIC.

El origen de las revistas científicas está en la necesidad que existe entre conocer y darse a conocer (publicar). Clavijo, director en funciones del Real Gabinete de Historia Natural, fue uno de los impulsores en 1799 de la publicación de los Anales de Historia Natural (a partir del número 7 cambió su nombre por el de Anales de Ciencias Naturales), de los cuales aparecieron veintiún números entre 1799 y 1804. En ella publicaron algunos de los científicos más relevantes de la España de la época, como el botánico Cavanilles, el mineralogista Herrgen o el químico Proust.

Servicios La Biblioteca forma parte de la Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC, por lo que muchos de sus servicios están profundamente relacionados con este organismo. Del mismo modo, participa de la carta de servicios de la Red, aprobada en 2010, y que exige unas condiciones mínimas de calidad. En la Biblioteca del Museo se da servicio a usuarios internos y externos. Son usuarios internos las personas pertenecientes a la plantilla del CSIC o unidas a esta por alguna relación de tipo laboral (contratados, becarios de investigación, etc.), fija o temporal. Los usuarios externos son los que no tienen ninguna vinculación con el CSIC. Estos últimos pueden acceder libremente a la Biblioteca y a la consulta de sus fondos, pero no tienen derecho a otros servicios.

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Para facilitar la coordinación, el control y la gestión de algunos trámites burocráticos y económicos, se han centralizado algunos aspectos de los servicios que ofrecen las bibliotecas pertenecientes a la Red de Bibliotecas y Archivos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

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1. Servicio de consulta en sala La Biblioteca posee una sala de acceso público con veinticinco puestos de lectura disponibles para la consulta personal de sus fondos. Existe un fondo de referencia de libre acceso que el lector puede consultar sin trámite previo, pero la mayoría de las obras se solicitan al personal bibliotecario tras su búsqueda en el catálogo bibliográfico, consultable a través de Internet. En caso de obras de valor especial (libros raros,17 manuscritos, etc.) o cuando su estado de conservación no lo permita, si existe copia de la documentación en otro soporte (microfilm o copia digitalizada) la consulta debe realizarse en este tipo de formato para evitar el deterioro de los originales. Si no existe dicha alternativa, solamente se pueden consultar con un permiso especial. 2. Servicio de información, orientación y atención al usuario Resuelve consultas, generales o especializadas, sobre los recursos informativos accesibles en la Biblioteca y el funcionamiento de los servicios bibliotecarios. La información se presta de manera presencial o remota (correo electrónico o postal, teléfono). 3. Recursos de información disponibles en la Biblioteca del MNCN • Catálogo bibliográfico en línea de la Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC. Permite la consulta libre y gratuita de información sobre las colecciones documentales de todas las bibliotecas del CSIC (formato papel y electrónico) en cualquier tipo de material: en su mayoría son monografías18 y revistas, aunque también hay mapas, fotografías, manuscritos, etc. Para consultar los fondos no disponibles en línea, el usuario debe acudir físicamente a la Biblioteca del MNCN. • Portales de e-revistas, e-libros y bases de datos: facilitan el acceso a la colección digital del CSIC, formada por suscripciones, y licencias de revistas y libros electrónicos y bases de datos, sobre todo de las editoriales comerciales más destacadas en el área científica (Springer, Elsevier, Wiley). El acceso a texto completo está limitado a la red informática del CSIC (excepto con PAPI19). Acceso remoto a recursos electrónicos (servicio PAP). Solo para usuarios del CSIC, quienes, con clave propia, pueden acceder a los recursos digitales desde fuera de la red informática del CSIC. • Biblioteca Virtual del CSIC: en esta plataforma se pueden realizar búsquedas muy completas, pues lleva a cabo un examen simultáneo en múltiples recursos de información suscritos por el CSIC, bases de datos tan importantes en el mundo científico como Web of Knowledge, Scopus o Proquest. La búsqueda también se hace en recursos en línea de acceso libre y gratuito (bases de datos, artículos de revista, libros electrónicos, repositorios, catálogos, bibliotecas digitales).

17 Libro raro: libro impreso del que se conservan pocos ejemplares, por su corta tirada, antigüedad o cualquier otra circunstancia. 18 Monografía: publicación no seriada, es decir, que contiene un texto completo y/o ilustraciones en un volumen o en un número limitado de ellos. 19 PAPI (Punto de Acceso a Proveedores de Información) que permite llegar a la información científica desde cualquier lugar del mundo con conexión a internet.

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Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC La Red de Bibliotecas y Archivos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas está formada por la Unidad de Recursos de Información Científica para la Investigación (URICI), sesenta bibliotecas especializadas y catorce archivos científicos.* Las bibliotecas de la Red están ubicadas en centros de investigación, propios del CSIC o que este comparte con universidades u otros organismos de investigación. También están incluidas en la Red cinco bibliotecas externas pertenecientes a fundaciones relacionadas con la investigación: Residencia de Estudiantes, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Fundación Ortega y Gasset, Fundación García Lorca y Museu de Ciències Naturals de la Ciutadella. Además, la Red se encarga de proporcionar servicios bibliotecarios al personal investigador de los centros e institutos que no tienen biblioteca a través del Plan100%DIGITAL. El objetivo primordial de la Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC consiste en ser un instrumento útil para la investigación que desarrolla el CSIC y promover la información científica en general. Para ello, ofrece las infraestructuras necesarias para la selección, organización, difusión, acceso y conservación de los recursos de información, junto con los servicios que ello conlleva: acceso físico y electrónico a la información, préstamo personal o préstamo interbibliotecario, entre otros. La dirección y gestión de la Red recae en la Unidad de Recursos de Información Científica para la Investigación (URICI), que se encarga de la coordinación y desarrollo de la Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC: control y gestión de su automatización, facilitación de herramientas de trabajo y de formación al personal bibliotecario, mantenimiento de los canales de comunicación externa e interna de la Red, representación del CSIC en los foros de cooperación bibliotecaria, regulación de la prestación de servicios bibliotecarios, estadísticas, etc. *

Sobre la Red. Información general: http://bibliotecas.csic.es/informacion-general [Consulta: 05/06/2018].

• Digital.CSIC: es el Repositorio Institucional del CSIC, donde se preserva y se da acceso abierto a la producción científica del CSIC. Con ello aumenta la visibilidad del centro y de los investigadores. El CSIC participa así en las políticas de acceso abierto imperantes actualmente: el Open Access (OA), un movimiento que promueve el acceso libre a la producción científica, a través de Internet, sin barreras económicas o de derechos de copyright. Además, la Biblioteca también intenta simplificar el archivo de trabajos en el repositorio institucional, haciendo de enlace entre los autores y Digital.CSIC. 4. Préstamo personal Este servicio permite sacar libros en préstamo fuera del espacio físico de la Biblioteca. Para ello, el usuario debe personarse en la misma, y se compromete a la conservación y devolución del documento en préstamo en el plazo estipulado. Todos los documentos son susceptibles de préstamo, excepto los siguientes: • Obras de referencia: enciclopedias, diccionarios, bibliografías, catálogos y repertorios. • Publicaciones periódicas. • Obras de difícil reemplazo (agotadas, raras y de especial valor). • Monografías anteriores a 1940. • Material no librario. • Tesis, tesinas y proyectos de fin de carrera no publicados. 442

• Informes y trabajos de investigación no publicados. • Atlas. 5. Préstamo interbibliotecario Mediante este servicio los usuarios de una biblioteca pueden acceder a originales o copias de documentos que no se encuentren en su propia biblioteca. La Biblioteca del Museo realiza la gestión de intermediaria consiguiendo documentos que se encuentran en otras bibliotecas para el personal del Museo. Este proceso va en doble sentido, pues también proporciona a otras bibliotecas el acceso a su colección. La obtención de copias de documentos se hará únicamente teniendo como objetivo la investigación. El solicitante del documento está obligado a aceptar y respetar este compromiso. Este servicio demuestra la necesidad y la importancia de las colaboraciones, como ocurre entre los miembros de la propia Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC.

Figura 28.9. Portada de Essai sur l’histoire naturelle des corallines, et d’autres productions marines du meme genre, qu’on trouve communement sur les cotes de la Grande-Bretagne et d’Irlande : auquel on a joint une description d’un grand polype de mer, pris aupres du pole arctique par des pecheurs de baleine, pendant l’ete de 1753, de Jean Ellis. Publicado en La Haya en 1756. Biblioteca del MNCN, signatura 1-912. Servicio de Fotografía del MNCN.

6. Servicio de reproducción del documento Se pueden obtener copias, en papel o formato pdf, de documentos con fines de investigación o estudio, de acuerdo con las normas de reproducción y con las indicaciones concretas del personal. Y en todos los casos se debe tener presente la legislación sobre derechos de autor y de reproducción.

Conservación y preservación En la Biblioteca del Museo, como en cualquier biblioteca histórica, existen dos objetivos que, a menudo, no son compatibles: la preservación de fondos en su soporte original (por ejemplo, papel) y el acceso a dichos fondos, pues el uso daña inevitablemente los documentos consultados. 443

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Figura 28.10. Octopus vulgaris, Lin. var. Americanas. En el Vol. 8, Mollusca Tab. I, p. 164, de la Historia física, política y natural de la isla de Cuba, de Ramón de La Sagra (1798-1871). París: en la Librería de Arthus Bertrand, 1840-1861. Biblioteca del MNCN, signatura 2-388. Fuente: SIMURG.

Sin embargo, existen métodos de prevención de daños para procurar ese equilibrio entre acceso y conservación. La realización de copias de las obras que se quieren proteger es uno de ellos. De este modo puede usarse la copia para difusión sin dañar el original. Como sucede a menudo, la dificultad principal radica en la inversión económica que requiere este tipo de proyectos: costes de material, equipo, personal, tiempo, etc. Con esta idea de proteger los fondos se realizó en 1992 un proyecto en la Biblioteca para microfilmar los libros publicados antes de 1800. Como resultado se microfilmaron 1.398 volúmenes que están ahora contenidos en 977 rollos (Morón, 2011; 2016). El inconveniente del microfilm surge con el sistema de consulta, pues se requiere —tanto la adquisición como el mantenimiento— de aparatos lectores de microfilm. Además, el acceso a la información es lento, exige el desplazamiento del usuario a la biblioteca, la visualización en negativo produce fatiga visual, etc. Con el desarrollo de las nuevas tecnologías aparece una forma más moderna del acceso sin daños: la digitalización. También puede exigir aparatos para la consulta (ordenadores, en este caso) pero son más comunes y fáciles de mantener. Además, tiene otras ventajas: la copia digital no requiere la consulta presencial del usuario, pues con Internet se puede acceder desde cualquier parte del mundo.20 Este sistema funciona con el almacenamiento en un servidor seguro y, mediante un programa de gestión de colecciones digitales, ofrece acceso al usuario en un entorno web. Los fondos patrimoniales digitalizados de todas las bibliotecas y archivos del CSIC pueden ser consultados mediante el catálogo bibliográfico del CSIC o por medio del portal Simurg, en continua mejora. Desde 2006, en la Biblioteca se han realizado diversas campañas de digitalización, consiguiendo que más de 1.500 volúmenes de obras antiguas estén disponibles en red y con acceso directo. Por último, es preciso señalar otras ventajas de la digitalización. No solo permite la consulta y la preservación de los fondos, también hace posibles otras formas de difusión, como publicaciones, exposiciones y reproducciones. Con la copia digital puede editarse una versión facsímil: la «reproducción exacta, por cualquier procedimiento, del texto e ilustraciones de un determinado ejemplar impreso o manuscrito». Por ejemplo, en las exposiciones permanentes del Museo se utilizan facsímiles para no dañar los originales con cambios de luz, temperatura y humedad (figuras 28.9 y 28.10).

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Siempre debe tenerse presente la legislación sobre derechos de autor y de reproducción.

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Legislación Real Decreto de 7 de enero de 1857, reorganizando el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. 1857. Madrid, Imprenta Nacional. Real Orden de 1 de octubre de 1815, Plan para la enseñanza de ciencias naturales. Real Orden circular aprobando el plan de enseñanza de Ciencias Naturales en un solo establecimiento público, que se expresa. Gaceta de Madrid n.º 134, de 26/10/1815: 1227-1230. Reglamento de los Museos Nacional de Ciencias Naturales, Antropológico y Jardín Botánico, aprobado por Real Orden de 25 de septiembre de 1930. Madrid, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Reglamento del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. 1868. Imprenta de los Señores Rojas.

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Servicio de Audiovisuales-Mediateca Científica María Soledad Alonso y Noelia Cejuela*

Fotografías y composición: Noelia Cejuela.

graz* l servicio de Audiovisuales-Mediateca Científica del MNCN-CSIC, integrado dentro de la Vicedirección de Colecciones y Documentación, tiene dos facetas complementarias: por un lado asume la custodia, gestión, conservación y archivo de la biblioteca de recursos multimedia (Mediateca Científica del MNCN-CSIC), y por otro un servicio audiovisual desde el que se realiza producción propia de contenido científico en sus distintas facetas, atendiendo las necesidades del Museo en exclusiva, salvo excepciones, condicionada por el personal y medios técnicos disponibles. Junto a recopilar y difundir, la producción audiovisual, memoria en imágenes de la institución, forma parte de los tres objetivos fundamentales que se marcaron en el proyecto desde su origen. A pesar de ser una de las colecciones documentales más jóvenes (a disposición del público desde 2003), ha experimentado una de las transformaciones más drásticas y complejas. Esta transformación ha sido condicionada por la rápida evolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) que le sirven de soporte, con el fin de ir adaptándose a la revolución que se ha dado en estos campos de la tecnología y el conocimiento en los últimos años. Por su concepción y desarrollo multidisciplinar, es necesario un personal técnico que cuente con un alto grado de especialización, combinado con una progresiva familiarización y capacitación en disciplinas como la documentación y biblioteconomía, la producción y realización audiovisual, la informática (BBDD, ingeniería de comunicaciones, etc.), la comunicación social, la pedagogía y la gestión del conocimiento, que se va desarrollando a lo largo de los años de experiencia en el ejercicio de las labores y actividades habituales, y nuevos retos en los que está implicado el servicio. Esto permite sumar y optimizar esfuerzos de los recursos humanos, ya que son limitados, y no crecen al mismo ritmo que lo hacen las diversas necesidades. El vídeo se ha convertido en una herramienta muy importante tanto a nivel social como de comunicación. Los contenidos audiovisuales han ido ganando peso y relevancia de forma progresiva a escala global, y el tráfico de este tipo de recursos está experimentando un crecimiento exponencial, tanto en volumen de archivos generados e incorporados a las distintas bibliotecas de medios, como en la demanda y el consumo de los

E

* Unidad de Colecciones y Documentación, Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]; [email protected]

449

mismos por parte de los usuarios, en paralelo al desarrollo tecnológico de los campos de conocimiento implicados (European Comission, 2017). En particular en el campo de la ciencia, se consolida como uno de los medios más utilizados y adecuados para registrar procesos (naturales, experimentales…) y actividades, permitiendo su análisis y estudio por parte de los investigadores. Se transmite ese conocimiento a través de la divulgación de los mismos de una manera eficaz y amena, y se facilita su asimilación por el público (García, 2017). La producción audiovisual propia es en especial útil para dar visibilidad al importante patrimonio científico-histórico del Museo, sus fondos de colecciones y proyectos de investigación, que con frecuencia para los visitantes pasan más desapercibidos o son menos accesibles (Alonso Domínguez, 2013). En la actualidad, la Mediateca consta de más de 4.600 audiovisuales y más de 12.000 fotografías. Es un archivo en constante crecimiento y su carácter no lucrativo facilita la participación e ingreso de fondos de todo tipo de instituciones, tanto públicas como privadas. Los fondos se pueden clasificar —según la función específica que cumplen, el grado de especialización de sus contenidos y el espectador al que van destinados— en cine de investigación, para la enseñanza o de divulgación, y abarcan todas las áreas del conocimiento científico. El material audiovisual se encuentra de origen en distintos soportes físicos: analógicos (VHS, Betacam, U-Matic, Hi8…) y digitales (DVD, miniDV…) (figura 29.1), y archivos informáticos (.mov, .avi, .mp4…), todos ellos documentados, digitalizados y codificados a los distintos formatos determinados para el archivo documental (alta calidad y mínima compresión) y las plataformas y canales públicos de difusión en los que se integran. La recopilación de estos recursos audiovisuales científico-técnicos no tendría sentido si, una vez almacenados, no pudiesen ser consultados. En la actualidad el acceso público a los fondos de Mediateca se realiza a través de la web, mediante el portal CIENCIATK (https://www.cienciatk.csic.es) (figura 29.2), plataforma que permite el acceso en línea a los mismos sin necesidad de estar restringidos a un espacio físico concreto; así, pueden ser visionados por usuarios de todo el mundo, desde cualquier lugar y en cualquier momento, con las ventajas que ello conlleva. Cada audiovisual tiene asociado su correspondiente ficha documental, con más de cuarenta campos que describen, a distintos niveles, su contenido y perfilan el acceso dependiendo del tipo de usuario. Desde el punto de vista documental, la ficha ha sido diseñada para que la recuperación de la información sea lo más exhaustiva posible. Para ello se ha procurado una combinación de lenguaje libre y controlado, con el fin de que las ventajas de ambos se complementen. Por un lado, los lenguajes controlados reducen las ambigüedades semánticas y mejoran la consistencia de la presentación de las materias, mientras que el lenguaje libre o natural es muy útil para términos que ofrecen generalmente una recuperación más eficiente cuanto más específica tenga que ser la información. Para uniformizar y minimizar los errores en la presentación de la información se ha elaborado un manual de normalización que recoge las pautas para la introducción de los datos para cada campo incluido en la ficha. Para los campos de lenguaje controlado, por ejemplo, se tomaron como referencia diversos manuales y datos públicos de clasificación, como la Clasificación jerárquica del conocimiento realizada por la Unesco (Códigos UNESCO) (UNESCO, 1987), la Lista de encabezamiento de Materia de las Bibliotecas Públicas (Dirección General del Libro y Bibliotecas, 1995) y el listado de países reconocidos de manera normalizada por la Red de Bibliotecas del CSIC. La catalogación de recursos electrónicos requiere de un trabajo interdisciplinar entre los especialistas autores del contenido de los documentos y los científicos, en es450

Figura 29.1. Depósito de fondos audiovisuales en sus formatos físicos originales. Fotografía: Noelia Cejuela.

Figura 29.2. Interfaz de la plataforma audiovisual CIENCIATK. Fotografía: Noelia Cejuela.

trecha vinculación con informáticos y técnicos de TIC. La tarea de documentación de los fondos de Mediateca es compleja debido a la diversidad de áreas temáticas del material que se ingresa y al grado de especialización de los usuarios que lo consultan, que van desde especialistas en las distintas materias y docentes a público general. Además de las búsquedas autónomas que los usuarios pueden realizar en CIENCIATK, desde el servicio se atienden las peticiones de consultas, recibidas de forma prioritaria a través de correo electrónico, para las que se dispone de un formulario específico. También se gestionan préstamos de duplicados de los fondos para la realización de diversas actividades educativas y de divulgación científica de carácter no lucrativo: actividades realizadas por diversos centros e institutos del CSIC para la Semana de la Ciencia y la Tecnología, exposiciones, ciclos de cine científico (Rodríguez Luque et al., 2005), etc. De esta manera se asegura la preservación de los originales y a su vez se facilita el uso de los contenidos, siempre salvaguardando los derechos de autor. A través de CIENCIATK se han llevado a cabo retransmisiones en directo (broadcast) de actos públicos, conferencias o proyecciones. Se han emitido, además de los seminarios de investigación del MNCN, otras actividades relevantes como ruedas de prensa organizadas por el Departamento de Comunicación del CSIC, actos desde el salón de la Sede Central del CSIC, congresos, seminarios y ponencias desde otros centros del CSIC, actividades de formación, etc., canalizando, gracias a la gestión de la plataforma llevada a cabo desde el Museo, la divulgación de todos esos contenidos de carácter científico y permitiendo el acceso a los mismos de una gran cantidad de público. Este hecho se ve reflejado en el número de usuarios de la plataforma en los años en los que dichas actividades han sido más numerosas. La colección audiovisual del MNCN (https://goo.gl/WuAzMs) es la más numerosa en la Mediateca dentro de las del CSIC, en la que están representados unos veinte centros. 451

Figura 29.3. Interfaz de acceso a diversos contenidos desde distintos dispositivos a la colección del MNCN en la plataforma «Historia Natural» Google Arts and Culture. Fotografía: María Soledad Alonso.

Cuenta hasta el momento con 286 vídeos, relacionados con las tres grandes facetas que integran el Museo: colecciones, exposiciones e investigación. Entre ellos se encuentran más de 100 seminarios (de investigación y polares), más de 50 audiovisuales sobre exposiciones (montaje, recorridos visuales, contenidos específicos, etc.) y más de 30 relacionados con colecciones (jornadas, manejo de colecciones, ejemplares históricos…), la gran mayoría de producción propia. Este volumen de documentos refleja la intensa y variada actividad que se desarrolla en el Museo y el compromiso con la divulgación científica que siempre ha sido inherente a la institución. También podemos destacar la importancia de preservar entre los fondos producciones realizadas en los comienzos del cine científico (44 audiovisuales), de la primera mitad del siglo xx, por su interés documental y valor histórico, como aquellos que se incluyen en la colección de la Filmoteca Española, algunos de la colección de la ASECIC, del CSIC, etc. Como nexo de unión entre el pasado y el futuro, el servicio audiovisual participa en proyectos culturales innovadores, de gran proyección internacional, muy relacionados con las industrias creativas y las nuevas tecnologías, como es el caso del canal de YouTube del MNCN (https://goo.gl/XJQBeR) o el proyecto «Historia Natural» de la plataforma de Google Arts and Culture (https://goo.gl/6QRzL5), en el que junto al MNCN colaboran muchas de las instituciones mundiales más importantes relacionadas con la historia natural. La contribución del MNCN en este proyecto se ha coordinado desde el Servicio de Audiovisuales-Mediateca junto al Departamento de Comunicación y Programas públicos, aunque sin la colaboración de las colecciones del Museo, que han participado activamente en el proceso de selección de piezas y la elaboración de información adjunta

452

Figura 29.4. Panorámica de cómo era la instalación de Mediateca en la zona expositiva del MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN.

y otros contenidos, hubiera sido imposible la consecución del mismo. La plataforma permite mostrar una selección de piezas destacadas entre las que constituyen las colecciones. También permite estructurar diversas exposiciones virtuales con dichos elementos, facilitando un acceso universal y gratuito a los contenidos, los cuales pueden ser explorados virtualmente hasta un altísimo grado de detalle gracias a las imágenes en alta resolución y la captura con tecnología gigapixel de objetos como el «Quadro de Historia Natural, Civil y Geográfica del Reyno del Perú (1799)», perteneciente a la Colección de Bellas Artes del MNCN. Este conjunto de herramientas de gran potencial para el estudio de los objetos por parte de expertos y de divulgación para el público general permiten acceder a las colecciones de forma única. Además, el proyecto incluye la posibilidad de realizar un recorrido virtual por todas las salas expositivas del Museo (Street view indoor) y visitar otros espacios habitualmente no accesibles a público general, como almacenes de colecciones zoológicas y distintos laboratorios (figura 29.3). En el ámbito de la comunidad científica europea hemos cooperado en diversas tareas (actividades en red y actividades de investigación conjunta) dentro del proyecto Synthesys3 —Synthesys of Systhematic resources 3 (2013-2017)—, que se centraba en esta tercera edición en la gestión, preservación y acceso transnacional a las colecciones de historia natural europeas, prestando especial atención a las nuevas colecciones virtuales y físicas y los datos electrónicos asociados a ellas.

Antecedentes y breve historia del Archivo Audiovisual Mediateca La Mediateca surge de un proyecto que se gestó en 2002 tras la firma de un convenio entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Comunidad de Madrid (CAM) y la Asociación Española de Cine Científico (ASECIC). Su concepto original se ajustaba a las definiciones que con carácter general se habían establecido: «La Mediateca es un espacio destinado a preservar adecuadamente para su uso, los registros en formatos de consulta no inmediata, así como los canales y recursos de información que requieran de un medio para su decodificación» (Nájera, 2000) o, como refiere Martínez de Sousa (1989), «un lugar donde se tienen, organizan y ponen a disposición del público materiales audiovisuales y medios de comunicación social». Para ubicar el archivo audiovisual y el espacio de consulta de la Mediateca, en el Museo se diseñó y creó una instalación específica en la zona expositiva de Geología, que ha permanecido abierta al público desde mayo de 2003 a 2008. Contaba con veintiocho puestos informáticos de uso individual, conectados a un servidor en el que se almacenaban los archivos audiovisuales codificados, y con una sala de proyecciones multiuso con capacidad para veinte personas (figuras 29.4 y 29.5). En la actualidad el espacio se ha reconvertido en un aula didáctica. Una de las singularidades y ventajas de la instalación, frente a otras ya existentes que empezaban a surgir en esa época, era que el almacenamiento de los documentos en el servidor en formato electrónico no hacía necesario proporcionar a los usuarios los documentos en su formato físico (DVD, VHS, CD…) y permitía la consulta de un mismo documento desde varios de los puestos informáticos de forma simultánea. La colección se inició con las producciones audiovisuales que existían en los diferentes institutos y centros del CSIC, entre los que se encuentra el MNCN y fondos propios de la ASECIC, a los que se fueron sumando los del CIEMAT (Centro de Investigaciones 453

1.600

14.949 13.813

1.400

12.338

1.200

10.901

1.000 800 5.685

600

Figura 29.5. Gráfico con el número de usuarios/año de la sala de consulta de Mediateca, desde 2003 hasta 2007. En este último año se llevó a cabo una profunda rehabilitación museográfica del ala de Geología, y la instalación tuvo que permanecer cerrada siete meses. Datos registrados por el personal de atención en sala.

400 200 0 2003

2004

2005

2006

2007 (7 meses cerrado)

Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), Videoteca científica Unicaja, VIDEOMED (Certamen Internacional de Cine Médico, Salud y Telemedicina), TELENATURA, CENEAM (Centro Nacional de Educación Ambiental), videoteca científica CAI (Caja de Ahorros de la Inmaculada) y un largo etcétera de instituciones, y productoras privadas y particulares (Sánchez Verdasco, 2005). Ante el éxito del proyecto, se planteó la conveniencia de facilitar el acceso a los fondos audiovisuales a través de Internet, un canal de acceso público y universal. Así, en 2007, se inició el desarrollo del proyecto CIENCIATK (https://www.cienciatk.csic.es). La transición a la plataforma se realizó durante 2008; a partir de entonces está disponible para el público y periódicamente se realizan actualizaciones y mejoras de la misma, condicionadas por la evolución de las herramientas informáticas y de comunicaciones (Cala et al., 2007) (Alonso Domínguez et al., 2010) (figura 29.6). Las plataformas digitales posibilitan nuevas formas de establecer contacto con el público y llegar a audiencias más diversas, pues ofrecen herramientas que permiten romper con barreras físicas, culturales y sociales. Así, los investigadores encuentran en esta plataforma un canal para divulgar sus trabajos, y los centros un modo de proyectar la ciencia y sus líneas de investigación a la sociedad. Al ser un recurso libre y gratuito es 67.241

70.000 60.466 60.000 50.000

58.916

55.803 53.767

52.436 42.303

40.000 30.000 20.000 10.000 0 2011

454

2012

2013

2014

2015

2016

2017

Figura 29.6. Gráfico con número de usuarios/año de la plataforma en línea CIENCIATK (período 2011 a 2017). Datos registrados por Google Analytics.

utilizada por gran variedad de público, entre el que destacan profesores y docentes que encuentran en la plataforma una fuente de información, avalada científicamente por la institución, como material de apoyo didáctico.

Referencias bibliográficas Alonso Domínguez, M.ª S. (2013). «Divulgación científica audiovisual. El Museo Nacional de Ciencias Naturales en imágenes», XX Bienal de la Real Sociedad Española de Historia Natural, p. 4. Alonso Domínguez; M.ª S.; Martín Estrada, G.; Espelleta Rodríguez, M. y Pérez del Val, J. (2010). «Cienciatk, plataforma multimedia de divulgación de la ciencia», Actas V Congreso de Comunicación Social de la Ciencia «CSC5 una nueva cultura», pp. 203-206. http://hdl.handle.net/10261/25793 Cala, C.; Rodríguez Alcalde, A. L. y Martín Estrada, G. (2007). La CIENCIATK del CSIC. Un portal multimedia con tecnología J2EE para la difusión de la cultura científica en internet. Gijón, TecniMAP. http://hdl.handle.net/10261/5109 Dirección General del Libro y Bibliotecas (1995). Lista de encabezamientos de materia para bibliotecas públicas. Madrid, Dirección General del Libro y Bibliotecas, 2.ª ed. rev. European Comission (2017). Promoting access to culture via digital means: policies and strategies for audience development: work plan for culture 2015-2018. European Comission, Directorate-General for Education, Youth, Sport and Culture. [Recurso electrónico]. Luxembourg, Publications Office of the European Union. Recurso en línea: ilustraciones, gráficos, PDF. ISBN 978-92-79-67380-1 Acceso al documento https://publications.europa.eu/en/publication-detail/-/publication/7839cb98-651d-11e7-b2f201aa75ed71a1/language-en García García, F. (ed.) (2017). «La Imagen como Expresión Comunicativa de la Ciencia», Revista Cine, Imagen, Ciencia. Vol. 1. ISSN 2530-8882. http://revista.revistacineimagenciencia.es/numero01/revista_cic_n1_201706.pdf Martínez de Sousa, J. (1989). Diccionario de bibliología y ciencias afines. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Nájera Ochoa, O. (2000). Intramedios ¿Qué es la Mediateca? Inform@ 2. CGBSI. Biblioteca Nacional de Ciencia y Tecnología. Vol. 1(1): 6. http://hdl.handle.net/10045/73827 Rodríguez Luque, P.; Alonso Domínguez, M.ª S. y Sánchez Verdasco, R. (2005). «Cine científico», Actas del III Congreso sobre Comunicación Social de la Ciencia: Sin ciencia no hay cultura, pp. 173-176. Sánchez Verdasco, R. (2005). «Mediateca científica del CSIC. Recopilar, difundir y crear productos multimedia en todas las áreas de la investigación científica», Actas del III Congreso sobre Comunicación Social de la Ciencia: Sin ciencia no hay cultura, pp. 371-376. Unesco (1987). Nomenclatura internacional de la Unesco para los campos de ciencia y tecnología. Madrid, Unesco.

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Nomenclatura Miguel Ángel Alonso Zarazaga*

Gasterópodos terrestres cubanos del género Lignus de la Colección de Malacología del MNCN. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

zaga* odas las sociedades, en sus orígenes, se percataron de que no todos los seres vivos eran iguales y ocupaban hábitats diversos. Aprendieron a distinguirlos por sus características peculiares y de fácil percepción, como el color, la forma, los sonidos que emitían... Cada cultura les dio a aquellos que supieron distinguir y estaban más en contacto con su pueblo un nombre en su idioma (nombre vernáculo). El número de estos es en general escaso, sobre todo para los animales de pequeño tamaño, como es el caso, por ejemplo, de la palabra gusano en español, que engloba prácticamente cualquier animal alargado, blando, y con patas ausentes o poco marcadas, lo que significa poner en el mismo saco diferentes tipos de larvas de insectos, verdaderos gusanos (planos o cilíndricos) y un sinfín más de organismos. A pesar de eso, en sociedades primitivas se puede encontrar que cada mariposa o cada ave recibe un nombre diferente (Ichikawa, 1998), es decir, la etnosistemática (y por tanto la etnonomenclatura) puede llegar a coincidir con bastante exactitud con la sistemática y la nomenclatura científicas. Esto es aún más común en el caso de las plantas, que se usan como remedios para las enfermedades. En el caso de la cultura europea, cuando el conocimiento avanzó y se iniciaron los viajes de exploración, se encontraron numerosos tipos nuevos de plantas y animales para los cuales se carecía de nombre. Se recurrió entonces a la adopción de nombres dados en su lugar de origen (más o menos fidedignamente conservados) o a la invención de nombres vernáculos nuevos en los diferentes idiomas europeos. La solución no era demasiado científica por falta de universalidad y porque se prestaba a confusión, sobre todo porque el número de especies reconocibles no dejaba de aumentar. Los primeros intentos de dar a conocer los seres vivos se remontan a las obras de Aristóteles (384-322 a.C.) y a la Naturalis historia, de Cayo Plinio Cecilio Segundo, apodado El Viejo (23-79 d. C.), cuya nomenclatura usaron como base los autores medievales y renacentistas. Estos y los autores posteriores aplicaban el mismo sistema de nomenclatura latina a animales y plantas. Joseph Pitton de Tournefort (1656-1708), botánico francés, fue el primero en utilizar un concepto moderno de género, usando una única palabra para él, pero utilizaba una frase más o menos larga para diferenciar las especies. El primer zoólogo en seguir su sistema fue el médico suizo Carl Nicolaus Lange (1670-1741).

T

*

Departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]

457

PARTE4.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:58 Página 458

Mediante la sustitución de la frase específica por una única palabra, el sueco Carlos Linneo (Carolus Linnaeus, 1707-1778) crea el nomen triviale y con él la nomenclatura binominal (o linneana) que se sigue en nuestros días. Aplica esta nomenclatura de manera consistente a las plantas desde la primera edición de su Species plantarum de 1753 y a los animales desde la edición décima de su Systema Naturae, volumen 1, de 1758 (figura 30.1). El primero es el punto de partida de la nomenclatura en plantas (con varias excepciones) y el segundo el de los animales (con una sola excepción). Aunque originalmente la nomenclatura era única para todos los seres vivos, con el tiempo sus normas se han ido separando, aunque el fundamento básico de este código universal de intercambio de información se mantenga. La aplicación de la nomenclatura binominal tras la época de Linneo tropieza con un grave escollo: el llamado principio de autoridad. Según este, el nombre válido de una especie era el que le atribuía el máximo especialista en ese grupo. Este «máximo especialista» variaba según nacionalidades y gustos de los usuarios, lo que condujo a que la misma especie recibiese diferentes nombres en diferentes países, aun a sabiendas de la sinonimia real. En 1841, el caos era tal que el paleontólogo inglés Hugh Strickland (18111853) propuso a la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia que se formase un comité para crear un código de reglas. Este comité se forma en 1842 con tan ilustres miembros como Charles Darwin, Richard Owen, John Obadiah Westwood, William E. Shuckard o George R. Waterhouse. El resultado se publica en 1843 y se conoce con el nombre de Código de Strickland o de la Asociación Británica. Este código fue seguido por varios otros dentro y fuera de Gran Bretaña, no todos en consonancia con las ideas mantenidas en él. En 1881, el paleontólogo francés Maurice Chaper (1834-1896), a petición de la Sociedad Zoológica de Francia, presenta un primer conjunto de diecisiete artículos claros, precisos y rigurosamente lógicos en un informe que fue convertido en un código por Raphael Blanchard (1857-1919), quien lo presentó al Primer Congreso Internacional de Zoología (París, 1889). En el Tercer Congreso Internacional de Zoología (Leiden, 1895) se crea la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica, compuesta por cinco miembros, con el objetivo de que armonice en un solo texto los tres códigos más o menos incompatibles que estaban en ese momento en uso. El código resultante se publicaba, no sin grandes vicisitudes, con el título de Règles Internationales de la Nomenclature Zoologique en 1905. A este primer código le siguieron otras cuatro ediciones, ya con el título de Código Internacional de Nomenclatura Zoológica (que se abrevia en lo que sigue como el Código) en los años 1961, 1964, 1985 y 1999. Esta última cuarta edición es la que está actualmente en vigor desde el 1 de enero de 2000 y que cuenta con una traducción oficial al español (CINZ, 2000). Existen otros códigos. El más cercano al Código de Zoología es el Código de Nomenclatura de Algas, Hongos y Plantas, que se suele renovar en cada Congreso Internacional de Botánica (el último se ha celebrado en Shenzen, China, en 2017). También existe un código para los procariotas, otro para las plantas cultivadas y, por último, uno para los virus. Las normas iniciales de la nomenclatura binominal han sido reinterpretadas en los diferentes códigos, que resultan, en muchos puntos, completamente diferentes unos de otros. A pesar de lo que algunas veces se dice, el problema fundamental de la nomenclatura no son los códigos, sino los científicos, poco dados en general a seguir sus normas. En esta explicación nos centraremos en el Código Internacional de Nomenclatura Zoológica, siguiendo en lo básico a Monserrat y Alonso-Zarazaga (2004). El Código Internacional de Nomenclatura de Algas, Hongos y Plantas debe seguirse en el caso de la Colección de Paleobotánica del MNCN.

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Figura 30.1. Página de título de la décima edición del Systema Naturae, volumen 1 (1758) de Carlos Linneo.

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El Código y la Comisión en España Las Règles Internationales tuvieron su traducción al español de la pluma del insigne zoólogo Ángel Cabrera (1914) (figura 30.2). No fue hasta pasados bastantes años que Rafael Alvarado publicó una traducción de la primera edición del Código en 1962 (CINZ, 1962) (figura 30.3) y, posteriormente, otra de la segunda edición en un libro que contenía una traducción de la obra de Charles Jeffrey Nomenclatura Biológica y otra del Código Internacional de Nomenclatura Botánica vigente en aquel momento (Jeffrey y Stafleu, 1976) (figura 30.4). La tercera edición del Código (1985) nunca fue traducida al español. En

Figura 30.2. Derecha. Página inicial de la traducción de las Règles Internationales de Ángel Cabrera (1914). Figura 30.3. Arriba. Cubierta anterior de la traducción de la primera edición del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica de Rafael Alvarado (1962).

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Figura 30.4. Izquierda. Cubierta anterior del libro que contiene la traducción de la segunda edición del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica de Rafael Alvarado (1976). Figura 30.5. Derecha. Cubierta anterior de la traducción de la cuarta edición del Código Internacional de Nomenclatura Zoológica de Miguel Ángel Alonso Zarazaga (2000).

2000, Alonso Zarazaga publicó la traducción oficial de la cuarta edición (CINZ, 2000) (figura 30.5). Han sido elegidos comisionados los científicos españoles Rafael Alvarado Ballester (1924-2001, electo en 1960), Enrique Macpherson Mayol (1951-, electo en 1989) y Miguel Ángel Alonso Zarazaga (1956-, electo en 2000).

Bases de la nomenclatura zoológica La nomenclatura es una herramienta al servicio de la Sistemática Zoológica. El conocimiento taxonómico se transmite mediante los nombres científicos. La nomenclatura se encarga, pues, de regular la adjudicación precisa e inequívoca de los nombres de los diferentes táxones. Todo el Código está organizado alrededor de seis principios básicos: 1. Principio de la Nomenclatura Binominal. Está contenido fundamentalmente en el Artículo 5.1 del Código e indica que el nombre de una especie consta de dos palabras; no contraviene este principio que los nombres de las subespecies sean trinominales y que los nombres de nivel familia y género sean uninominales. 2. Principio de Prioridad. Se contiene en el Artículo 23.1 y determina que el nombre válido de un taxon es el más antiguo disponible (con año, mes y día, si fuese necesario), salvo que exista alguna causa de invalidez, como puede ser la homonimia. La prioridad se aplica tanto a los nombres como a los actos nomenclaturales, como pueden ser las decisiones del Primer Revisor o la designación de tipos portanombre. La precedencia de los nombres puede invertirse mediante la aplicación de unas normas estrictas (Artículo 23.9) o mediante una solicitud a la Comisión. 3. Principio del Primer Revisor. Se instaura en el Artículo 24.2.1 y dispone que la precedencia de nombres y actos nomenclaturales que no pueda ser determinada objetiva460

mente la fija la actuación del primer autor que los mencione en una publicación y elija uno de entre ellos, pasando este autor a ser el Primer Revisor. 4. Principio de Coordinación. En los Artículos 36, 43 y 46 se especifica que cuando se establece un taxon de cualquier categoría dentro de cada uno de los niveles de nombres (familia, género y especie) que se reconocen en el Código, automáticamente quedan establecidos con el mismo autor y fecha los nombres correspondientes a las demás categorías del mismo nivel. 5. Principio de Homonimia. El Artículo 52.1 dispone que dos táxones del mismo nivel (aunque tengan diferente categoría) no pueden tener el mismo nombre, siendo inválido el más moderno. 6. Principio de Tipificación. Se contiene en el Artículo 61.1 y dispone que cada taxon tiene real o potencialmente un tipo portanombre. Este es el criterio objetivo de referencia para la aplicación del nombre. Los tipos portanombre corresponden a táxones del nivel inmediatamente inferior y en el caso del nivel especie, el tipo portanombre consiste en uno o más ejemplares tipo (existentes o inexistentes).

La jerarquía linneana Los nombres científicos se ordenan en categorías. Estas forman una escala conocida como jerarquía linneana. Las categorías más inclusivas se hallan en lo alto de la escala y las menos inclusivas en la parte baja, y cada categoría puede incluir varios táxones de la categoría inmediatamente inferior (por ejemplo, un orden puede incluir varios subórdenes). La categoría básica es la especie. En general, cualquier categoría intermedia se puede intercalar por encima de una dada usando el prefijo super-, o por debajo, usando, en este orden, los prefijos sub-, infra- y raramente parv(o)-. La escala (moderadamente expandida) dentro del reino animal, con las categorías básicas en negrita, es: Superfilo Filo Subfilo Infrafilo Superclase Clase Subclase Infraclase Superorden Orden Suborden Infraorden Superfamilia Familia Subfamilia Tribu Subtribu Género Subgénero Especie Subespecie 461

Nos podemos encontrar autores que usan, de manera correcta, otras categorías que no se encuentran aquí, en función de sus necesidades, como son el subreino, el parvorden, la supertribu o la superespecie, por ejemplo. En tiempos pasados, se usaban algunas categorías infrasubespecíficas, como la variedad, la forma, la raza, la natio, el morfo o la aberración. El Código no las admite y quedan, por lo tanto, fuera de su égida. No tiene ningún sentido intentar nombrar cada una de las posibles variantes fenotípicas de una especie, solo las razas geográficas (subespecies) lo merecen en algunos casos.

Nombres científicos Los nombres científicos de los táxones se escriben mediante el alfabeto latino (26 letras, incluidas la j, k, w e y) y deben regirse por las normas gramaticales del latín. No pueden utilizarse otros símbolos (salvo el guion en un caso particular) ni signos diacríticos (acentos, diéresis, etc.). La letra ñ debe ser sustituida por la n (se elimina la tilde) o por los dígrafos ni, ny o gn, si se quiere conservar el sonido. Esta es una norma heredada del uso de esta lengua como lingua franca de los escritos científicos y humanísticos en el Renacimiento y épocas posteriores. Tiene la ventaja de que, al tratarse de una lengua muerta, tiene una variabilidad desdeñable. Para su uso, deben seguirse las normas del Código. Se pueden dividir los nombres por el número de palabras que contienen: una, dos o tres. Si tiene cuatro o más, es un nombre infrasubespecífico (véase anteriormente). Nombres uninominales Son aquellos nombres compuestos de una sola palabra, que debe ser latina o latinizada (usualmente del griego clásico). Deben iniciarse con letra mayúscula. Distinguiremos aquí dos grandes grupos: los nombres de nivel familia o superior y los nombres de nivel género. Nombres binominales y trinominales Son aquellos nombres compuestos de dos o tres palabras, de las cuales la primera es un nombre de género con inicial mayúscula mientras que la o las siguientes se escriben con inicial minúscula; la primera de ellas es el nombre específico y la siguiente el nombre subespecífico (si lo hubiere). El nombre de una especie consta por lo tanto de dos palabras —Canis lupus (el lobo)— y el de una subespecie de tres —Canis lupus familiaris (el perro)—. Nombres de nivel familia o superior Son plurales latinos o latinizados, escritos siempre con inicial mayúscula y en el mismo tipo de letra del texto normal. Los nombres de nivel familia deben originalmente además derivar de la raíz de genitivo de un nombre de género que esté disponible y sea válido según las normas del Código (aunque posteriormente deje de ser válido por sinonimia), pertenecer al taxon que se nombra y llevar unas terminaciones obligatorias específicas:

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-oidea para la superfamilia -idea para la familia -inae para la subfamilia -ini para la tribu -ina para la subtribu De este modo se reconoce inmediatamente que Felidae tiene la categoría de familia o que los Gomphocerini (nótese el plural) conforman una tribu. La categoría más elevada dentro de este nivel es la superfamilia y la más baja suele ser la subtribu (pero podrían utilizarse la infratribu o la parvotribu si se quisiese). Cuando un taxon de este nivel cambia de categoría por una alteración taxonómica, debe conservarse la raíz pero modificarse su terminación de manera acorde. Las categorías intercaladas que carezcan de una terminación obligatoria pueden llevar aquella que el autor considere oportuna, por ejemplo, es usual que las supertribus terminen en -itae. Hay que tener en cuenta además que los nombres dentro de este nivel están sujetos al Principio de Coordinación. Son, por tanto, categorías coordinadas. Así, el taxon de nivel familia descrito por primera vez por Latreille en 1802 como «Curculionites» (con terminación no estándar actual, cuya corrección es obligatoria) puede ser utilizado y está disponible como: Curculionoidea Latreille, 1802; Curculionidae Latreille, 1802; Curculioninae Latreille, 1802; Curculionini Latreille, 1802 y Curculionina Latreille, 1802; si se desea utilizar cualquier otra categoría intercalada, independientemente de la terminación que se le dé, el autor y la fecha seguirán siendo Latreille, 1802. No respetar esta regla es uno de los errores más corrientes en los trabajos taxonómicos. Un nombre de nivel familia no puede formarse sobre géneros homónimos o identificaciones erróneas, que son inválidos por definición. Los nombres de nivel superior al nivel familia, es decir, de los niveles filo, clase y orden, no están controlados por el Código, por el momento. Entre ellos son comunes las homonimias, por ejemplo, existen dos táxones denominados Decapoda, uno en Crustacea y otro en Mollusca. Nombres de nivel género Son sustantivos singulares en nominativo de dos o más letras, con inicial mayúscula, utilizables como palabra (Zu está disponible pero Zz no lo estaría) y adscritos obligatoriamente a uno de los tres géneros gramaticales del latín (masculino, femenino o neutro). Deben escribirse siempre en un tipo de letra diferente al del texto normal donde se usen, usualmente en cursiva. A partir del 1 de enero de 1931 es obligatorio que se mencione la especie tipo sobre la que se basa (explícitamente o implícitamente, es decir, por monotipia). También es conveniente indicar el género gramatical de manera explícita, para evitar confusiones. El género gramatical se puede encontrar en los diccionarios usuales de latín y griego clásicos, y si el nombre es compuesto, debe atenderse solo al elemento final. Por tanto, Felis es femenino, Ursus es masculino y Diadema es neutro. Un nombre griego modificado para ajustarse a la gramática latina adopta el género gramatical de esa declinación latina, por ejemplo, Harpides es masculino, salvo que se indique expresamente en la descripción original. Es conveniente comprobar los diccionarios y no fiarse de las apariencias; por ejemplo, Lepisma es neutro, Sitona es masculino y Chionostagon es femenino. Los nombres subgenéricos, si se usan, deben colocarse entre paréntesis entre el nombre genérico y el específico. 463

Nombres binominales y trinominales Conforman el denominado nivel especie. El nombre de una especie es binominal y el de una subespecie es trinominal. Los epítetos específico y subespecífico se escriben con inicial minúscula. Por ejemplo, Mesogona acetosellae segoviensis (una polilla noctuida), donde Mesogona es el nombre del género, acetosellae es el nombre (o epíteto) específico y segoviensis es el nombre (o epíteto) subespecífico. El nombre de la especie es el binomen Mesogona acetosellae y el de la subespecie el trinomen Mesogona acetosellae segoviensis. Los nombres específicos y subespecíficos deben tener al menos dos letras y deben poder ser usados como palabra, por ejemplo, Curculio s no está disponible, como tampoco lo estaría Curculio khtrf, pero sí Curculio aaoopp. Excepcionalmente, algunos nombres específicos o subespecíficos pueden presentar un guion detrás de la primera letra, a la que el resto del nombre hace referencia. Como las letras son neutras en latín, el calificativo, caso de ser un adjetivo, debe concordar gramaticalmente con este género neutro; por ejemplo, el gorgojo Mogulones t-album. Un número colocado delante de un guion debe corregirse a su versión literal latina, eliminando el guion: Coccinella 17-punctata debe corregirse a Coccinella septemdecimpunctata. La tautonimia (igualdad del nombre genérico y específico) está permitida: Ephippiger ephippiger, Bison bison. Un nombre específico o subespecífico no debe ir separado del nombre genérico, ya que carecen de entidad propia y pueden coincidir en diferentes especies, por ejemplo, Dociostaurus hispanicus y Libelloides hispanicus. En todo caso, puede reducirse el nombre genérico a su inicial, si no hay posibilidad de confusión. Los nombres subgenéricos se sitúan (entre paréntesis) entre el nombre de género y el nombre específico, pero la concordancia gramatical se sigue realizando con el género. Autoría y fecha Al citarse un taxon cualquiera, la indicación del autor y de la fecha es opcional, porque no forma parte del nombre científico. Se suele hacer para dar un indicio bibliográfico sumario y para separar por este medio táxones homónimos. El nombre del autor o los autores y la fecha de publicación se añaden a continuación del nombre del taxon separados por un espacio, y a lo sumo separados por una coma entre sí, por ejemplo, Homo sapiens Linnaeus, 1758. En el caso de especies y subespecies, si se cita una combinación original, como en el ejemplo anterior, no hay nada más que añadir. Pero si la cita se refiere a una combinación posterior (es decir, el género en el que se encuentra la especie o subespecie no es el original), el nombre del autor (o autores) y el año deben ir encerrados entre paréntesis: Nephus semirufus (Weise, 1885) indica que esta mariquita fue descrita en un género distinto de Nephus. Si un taxon se publicó anónimamente (hasta 1931) y posteriormente se pudo averiguar la autoría, el o los autores irán encerrados entre corchetes. Si se demuestra que la fecha de publicación de un taxon tal como viene indicada en la publicación es errónea, se escribirá la fecha correcta determinada indirectamente y, a continuación, la fecha errónea entre corchetes. Disponibilidad y validez Para que se pueda usar, un nombre tiene que estar disponible. La disponibilidad se adquiere mediante su publicación de alguno de los modos que contempla el Código y con los requisitos que este exige, a partir del 1 de enero de 1758. 464

Para un taxon dado, no todos los nombres disponibles que se le pueden aplicar son válidos. El nombre válido de un taxon se elige de entre todos los que le son de aplicación (sinónimos) usando el Principio de Prioridad: el nombre más antiguo es el válido. Si el nombre más antiguo no fuese válido por algún motivo, por ejemplo, por ser un homónimo o por haber sido invalidado por la Comisión, el nombre válido será el siguiente sinónimo en orden cronológico estricto, o, si no hubiere más sinónimos, se debería crear un nombre de reemplazo (nombre nuevo o nomen novum). En caso de nombres publicados en la misma fecha, en el mismo o en distinto trabajo, la elección del nombre válido la efectúa el primer autor que cita ambos nombres y elige uno de ellos como válido (Principio del Primer Revisor). La prioridad de página para validar nombres publicados en la misma obra fue una recomendación del Artículo 28 de las Règles Internationales, pero ya no está en uso. Homonimias Las condiciones para considerar dos táxones homónimos difieren según el nivel. En el caso del nivel familia, serán homónimos los nombres cuyas raíces coincidan (sin importar, por tanto, las terminaciones); por ejemplo, Centrinini Jekel, 1865 (Coleoptera) es un homónimo de Centrinidae Swainson, 1839 (Chondrichthyes). En el caso del nivel género, los nombres deberán ser idénticos, y basta una letra de diferencia para que no exista homonimia; por ejemplo, Bubo Linnaeus, 1758 (Aves) y Bubo Rambur, 1842 (Insecta) son homónimos. Este último nombre se ha reemplazado con Bubopsis McLachlan, 1898. En el nivel especie, si dos especies poseen igual nombre específico y pertenecen a géneros distintos (aunque sean homónimos), no se establece homonimia, ya que la combinación resulta diferente. Por ejemplo, Podisma alpina (Insecta, Orthoptera) y Panorpa alpina (Insecta, Mecoptera) no son especies homónimas. Aquí se puede comprobar la confusión que se puede generar si los nombres genéricos se reducen a su inicial (P. alpina), lo que resulta desaconsejable. Es conveniente distinguir dos tipos de homonimia en el nivel especie: 1. La homonimia primaria. Dos táxones diferentes se describen originalmente con el mismo nombre específico y en combinación con el mismo género. En aplicación del Principio de Prioridad, el nombre específico o subespecífico más moderno es inválido, y deberá ser reemplazado con un nombre nuevo. 2. La homonimia secundaria. Dos táxones diferentes se describen originalmente con el mismo nombre específico pero en combinación con géneros diferentes. Una posterior reorganización taxonómica los hace coincidir en el mismo género, lo que provoca la homonimia. En aplicación, de nuevo, del Principio de Prioridad, el nombre específico o subespecífico más moderno resulta inválido y debe ser reemplazado. El reemplazo debe efectuarse, en cualquiera de los dos casos, incluso si el nombre prioritario se encuentra en sinonimia. Si un homónimo secundario ha sido reemplazado antes de 1961, queda permanentemente invalidado (salvo que el nombre de reemplazo no haya sido usado), incluso si posteriormente se considera que los dos táxones ya no son congenéricos. Esta situación demuestra lo contraproducente que puede ser utilizar el mismo nombre específico en géneros muy cercanos o en la misma tribu, por ejemplo. 465

Sinonimias Puede ocurrir que el mismo taxon se haya descrito con diferentes denominaciones, bien por no conocer su existencia o por creer que se trataba de un taxon diferente. Se produce entonces una sinonimia. En este caso, se aplica de nuevo el Principio de Prioridad y el nombre más antiguo será el válido. Los restantes se consideran sinónimos y sin valor nomenclatural, si bien la información presente en sus descripciones puede ser utilizada para el taxon. Por eso son importantes las listas sinonímicas en general y los catálogos en particular. Tipificación El Principio de Tipificación indica que un taxon de nivel familia tiene que tener un taxon tipo en el nivel género (del cual deriva su nombre), por ejemplo, el género Papilio Linnaeus, 1758 es el género tipo de la familia Papilionidae Latreille, 1802. El género tipo no tiene por qué ser el más antiguo de los géneros incluidos en el taxon de nivel familia y puede estar en sinonimia. Es obligatoria la mención del género tipo en la descripción de un nuevo taxon de nivel familia desde el 1 de enero de 2000. Del mismo modo, un taxon de nivel género tiene como especie tipo uno de los táxones de nivel especie elegido de entre aquellos que le fueron adscritos en su descripción original. Las designaciones de especie tipo pueden ser de dos tipos fundamentales: 1. Designación efectuada en la publicación original. Es obligatoria desde el 1 de enero de 1931. Si no se ha efectuado de este modo a partir de esa fecha, el nombre de nivel género no estará disponible (y no se le puede volver disponible designándole una especie tipo a posteriori). Se distinguen cuatro clases que son, por orden de prelación: a. Designación original. Cuando se menciona expresamente cuál es la especie tipo, o se usa la expresión «gen. n., sp. n.» o equivalente antes de 1931, o se usa el nombre específico typus o typicus, -a, -um para una de las especies incluidas; por ejemplo, el género de gorgojos australiano Talaurinus MacLeay Jr., 1865 tiene como especie tipo Talaurinus typicus MacLeay Jr., 1865 por designación original, aunque su autor no lo mencionase expresamente. b. Monotipia. Cuando el género nuevo cuenta con una única especie (las subespecies y sinónimos no se consideran). c. Tautonimia absoluta. Cuando una de las especies (o subespecies o sinónimos) tiene el mismo nombre que el género, por ejemplo, el género Piniphilus Dejean, 1821 tiene como especie tipo Curculio piniphilus Herbst, 1797. d. Tautonimia linneana. Cuando, en la descripción de un taxon de nivel género, se menciona en la sinonimia de una de las especies incluidas un nombre uninominal anterior a 1758; por ejemplo, el género Castor Linnaeus, 1758 tiene como especie tipo (de entre las dos originalmente incluidas) a Castor fiber Linnaeus, 1758, porque en su sinonimia se cita el nombre uninominal prelinneano «Castor Gesner pisc. 185». 2. Designación no efectuada en la publicación original. Solamente es admisible antes del 1 de enero de 1931. Son, por orden de prelación: a. Designación posterior. Debe realizarse por selección de una de entre las especies o subespecies originalmente incluidas (con sus sinónimos, si se mencionan). Se 466

aplica aquí el Principio de Prioridad, y es válida la elección más antigua hecha (siempre que la especie sea elegible); por ejemplo, el género Apoderus Olivier, 1807 se describe sin designación de especie tipo e incluye originalmente trece especies, una de las cuales, Attelabus coryli Linnaeus, 1758 fue designada especie tipo por Latreille en 1810, es el actual Apoderus coryli (Linnaeus, 1758). b. Monotipia posterior. Se aplica tan solo a táxones de nivel género descritos sin especies incluidas. Se efectúa al incluir por primera vez una única especie en él, no necesariamente por el autor original del taxon; por ejemplo, el género Corigetus fue descrito por Desbrochers en 1872 en una clave, sin incluir en él especie alguna. En un fascículo posterior de la misma revista, este autor describe Corigetus marmoratus Desbrochers, 1873, que deviene la especie tipo por monotipia posterior. Es un error común aceptar como buena la «fijación de especie tipo por eliminación», que consiste en considerar especie tipo la que permanece en un género o subgénero después del traslado del resto de sus componentes a otros táxones. Esta «designación» es inválida y está prohibida por el Código. Por último, un taxon de nivel especie que esté disponible debe tener al menos un elemento objetivo de referencia, es decir, un representante real: un ejemplar del taxon. Ese representante es el tipo portanombre (real) del concepto subjetivo de taxon. Para estar válidamente seleccionado, su designación debe estar publicada (se rechazan las designaciones efectuadas mediante la colocación de etiquetas a ejemplares de colección). La serie de todos los ejemplares usados por el autor para la descripción original (tanto vistos como mencionados por referencia bibliográfica) constituyen la serie tipo, de la que no pueden formar parte los ejemplares expresamente excluidos por el autor en la publicación original ni los mencionados expresamente como variantes con nombres, letras o números. Los ejemplares pueden pertenecer a cualquier fase de desarrollo (por ejemplo, en insectos holometábolos: imagos, pupas, larvas o ninfas, o huevos), sexo, en estado completo o parcial, fósil o actual, e incluso hasta 1931, una muestra de la obra de un animal, fósil o no, como una agalla o un nido. Se consideran las siguientes clases de tipos portanombre: 1. Tipos fijados en la descripción original. Obligatorio a partir del 1 de enero de 2000. Es obligatoria también la mención de las colecciones donde quedan depositados los tipos portanombre y la localización de aquellas. Son sintipos (todos los ejemplares de la serie tipo) u holotipo (un único ejemplar, elegido de entre los sintipos; el resto de los sintipos pierden su condición de portanombres y pasan a ser paratipos). Se debe elegir preferentemente un ejemplar que muestre mejor los caracteres diagnósticos de la especie o subespecie (por ejemplo, en la mayoría de los coleópteros se elige un macho, pero en Chrysomelidae Alticini se suele elegir una hembra, dado que su espermateca es más definitoria de la especie). 2. Tipos fijados posteriormente. Puede ser un lectotipo, elegido de entre los sintipos, si no hubo elección original de holotipo; el resto de los sintipos pierde su condición de portanombres y se convierten en paralectotipos. O bien puede ser un neotipo, un ejemplar único que sustituye a los sintipos, el holotipo o el lectotipo si se han destruido o perdido. No tiene por qué elegirse de entre los paratipos o paralectotipos, pero a veces es conveniente hacerlo así. La designación debe cumplir unas condiciones estrictas, y, para ser válida, el ejemplar debe depositarse en una colección científica perteneciente a una institución reconocida que tenga una infraestructura adecuada para su conser467

PARTE4.qxp_Maquetación 1 26/11/19 13:59 Página 468

vación y accesibilidad. No son válidas las designaciones de neotipo que se realicen para táxones ampliamente conocidos y que no presenten problemas de identidad que las justifiquen. Si apareciesen los tipos portanombre originales, el neotipo pierde su condición automáticamente. Todos los tipos deben rotularse adecuadamente y custodiarse de manera especial por las personas o instituciones que los albergan, permitiendo su estudio a otros investigadores, ya que son patrimonio de la zoología. Es conveniente que las instituciones que los acogen los den a conocer mediante publicaciones o bases de datos. Los ejemplares deberán estar asociados a una etiqueta visible, generalmente roja, con el nombre del tipo de que se trate preferentemente en mayúsculas y en latín (SYNTYPUS, HOLOTYPUS, PARATYPUS, LECTOTYPUS, PARALECTOTYPUS, NEOTYPUS), así como del nombre que representa, de forma que no se creen dudas acerca de la condición nomenclatural del ejemplar. La localidad donde el tipo portanombre fue colectado recibe el nombre de localidad tipo, que, en el caso de los sintipos, es la suma de las localidades de estos, si fuesen diferentes. Ética El Apéndice A del Código contiene un Código de Ética a modo de normas deontológicas que debieran regir sus actuaciones y que, en muchos casos, son desconocidas por aquellos que proponen nuevos nombres zoológicos, lo que ocasiona controversias y abusos. Entre ellas se cuentan las siguientes: no publicar un nuevo taxon si se sabe que otro autor ya lo está haciendo, incluso en un trabajo póstumo (se debe avisar al autor y darle un mínimo de un año para su publicación); igualmente, no publicar un nombre de reemplazo para un homónimo si el autor está vivo (se debe actuar como se ha indicado antes); no proponer nombres ofensivos; no usar un lenguaje descortés en las discusiones zoológicas (la cortesía es fundamental); y, por último, los editores y responsables de publicaciones debieran velar por que este Código de Ética se respete en sus publicaciones.

La Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica Sus oficinas se instalaron en el National History Museum de Londres en 1958, pero la mala situación financiera obligó a tomar la decisión de abandonar el NHM y trasladarse al Museo de Historia Natural Lee Kong Chian de la Universidad de Singapur, lo que se ha efectuado entre 2013 y 2016, aprovechando un generoso apoyo financiero de esta última institución. Actualmente, desde la Secretaría instalada en Singapur, se atiende la publicación del Bulletin of Zoological Nomenclature, órgano de expresión de la Comisión, disponible a partir de 2017 de manera exclusivamente electrónica en la plataforma BioOne (http://www.bioone.org/loi/bzno). La Comisión publica además cada cierto tiempo recopilaciones de las opiniones aparecidas en el Bulletin, de las que ya han aparecido dos volúmenes bajo el título de Official Lists and Indexes of Names and Works in Zoology; el primero cubre el período 1905-1985 y el segundo 1986-2000 (figura 30.6). La web de la Comisión se encuentra en http://iczn.org, donde existe una copia actualizada del Código en inglés (con las modificaciones introducidas en 2012 respecto de la publicación electrónica). La Secretaría de la Comisión atiende las consultas y recibe las solicitudes, los artículos y las notas para el Boletín en [email protected]. Las instrucciones para los autores se encuentran en la web de la Comisión. Asimismo, la Comisión mantiene una Lista de Discusión gratuita donde se tratan temas relacionados con la nomen468

Figura 30.6. Cubierta anterior del Suplemento 1986-2000 de los Official Lists and Indexes of Names and Works in Zoology, publicados por la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica (2001).

clatura zoológica. La suscripción se puede efectuar en http://list.afriherp.org/ mailman/listinfo/iczn-list. La Comisión mantiene además el Registro Oficial de la Nomenclatura Zoológica bautizado como ZooBank (http://zoobank.org/), que permite registrar de manera previa las obras que se van a publicar en formato electrónico. La Comisión, que orgánicamente es un Miembro Científico de la IUBS, se rige por una Constitución y unos Estatutos, tiene veintiocho comisionados (aunque esta cantidad puede variar), entre los cuales se eligen un presidente, un vicepresidente y cuatro consejeros. Los miembros se eligen, tras una llamada a la presentación de candidaturas para un número de puestos determinado, por votación anónima de los comisionados y cualquier zoólogo presente en la reunión en que se produzca la votación, salvo que se efectúe por correo electrónico. Es requisito indispensable en el CV de los candidatos presentar pruebas de su interés por la nomenclatura zoológica.

Referencias bibliográficas Cabrera, A. (1914). «Código de nomenclatura zoológica vigente en la actualidad, con una introducción histórica», Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 14: 311-337. Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica (1962). Código internacional de nomenclatura zoológica. Versión española y comentarios por Rafael Alvarado. Madrid, Real Sociedad Española de Historia Natural, Instituto José de Acosta de Zoología. — (2000). Código Internacional de Nomenclatura Zoológica. Cuarta Edición adoptada por la Unión Internacional de Ciencias Biológicas. [Traducción de Miguel Ángel Alonso Zarazaga]. The International Trust for Zoological Nomenclature. Madrid. Ichikawa, M. (1998). «The birds as indicators of the invisible world: Ethno-Ornithology of the Mbuti hunter-gatherers», African Study Monographs, Suppl. 25: 105-121. Jeffrey, C.; Stafleu, F. A. et al. (eds.), ICNZ. (1976). Nomenclatura Biológica. Código Internacional de Nomenclatura Botánica. Código Internacional de Nomenclatura Zoológica. [Traducción de Rafael Alvarado]. Madrid, Blume. Monserrat, V. J. y Alonso-Zarazaga, M. A. (2004). «Fundamentos de la nomenclatura zoológica», en J. A. Barrientos (ed.), Curso Práctico de Entomología. Alicante, Bellaterra, Asociación Española de Entomología, CIBIO, Universitat Autónoma de Barcelona, pp. 13-26.

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Las colecciones de historia natural: adquisición de ejemplares, asimilación del material y acceso a sus fondos Javier I. Sánchez-Almazán y Gema Solís*

olís*

Introducción Los ejemplares de historia natural y los datos asociados, que se conservan en los museos, documentan la existencia de las especies en el tiempo y en el espacio. Los museos son, por lo tanto, bibliotecas de la vida y de las estructuras geológicas que la sustentan. Estos recursos son esenciales para la expansión del conocimiento a través de la investigación y de la educación. Cada especie biológica es una enciclopedia de información genética; los ejemplares de los museos conforman los volúmenes de las distintas enciclopedias. […] (Las colecciones) contribuyen significativamente en diversos campos como la conservación, agricultura, medicina, toxicología, epidemiología, bioquímica, arqueología, etnología, economía, comercio, alimentación y recursos minerales, y en el cumplimiento de la legislación. La biotecnología moderna

Ordenar, preservar, ser testimonio de la biodiversidad, servir a la investigación y contribuir a la divulgación científica: estas son las principales tareas de las colecciones de historia natural. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

depende de las colecciones biológicas.

Estas palabras se recogían en la resolución del Simposio Internacional y Primer Congreso Mundial sobre Preservación y Conservación de Colecciones de Historia Natural celebrado en mayo de 1992 en Madrid, organizado por el MNCN (VV.AA., 1993). Las colecciones de historia natural constituyen, en efecto, un instrumento básico para la investigación científica. En una época en la que la biodiversidad se halla amenazada a escala global, los materiales albergados por millones durante décadas en museos de todo el mundo representan un testimonio único de la multitud de organismos que componen la biosfera. Algunos autores estiman en unos 3.000 millones los ejemplares de historia natural conservados en aproximadamente 6.500 instituciones (Simmons y Muñoz Saba, 2005). En un trabajo más reciente, en el que se aplicaron modelos probabilísticos, el número de especímenes se estimaba entre 1.230 y 1.970 millones (Ariño, 2010). El conjunto de los materiales preservados en estas colecciones constituye un patrimonio científico de primer orden para conocer la flora y fauna actuales y antiguas (herbarios, colecciones zoológicas y paleontológicas), la gea (colecciones de mineralogía y petrología, litotecas) y los testigos litológicos provenientes del espacio exterior (colecciones de meteoritos). Las más recientes colecciones de tejidos y ADN han cobrado gran *

Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]; [email protected]

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valor para los estudios de filogenia y taxonomía molecular (Rey, 2014). Existen asimismo colecciones citológicas, microbiológicas, micológicas, palinológicas, de muestras edáficas, planctónicas, etc. Por otro lado, en museos de larga tradición como el MNCN, el aspecto histórico es básico: los materiales conservados permiten conocer una parte importante de la historia de la ciencia y de las prácticas museológicas de otras épocas. Las colecciones de historia natural actuales son el resultado de un prolongado proceso histórico que se remonta a la formación de las primeras cámaras de maravillas renacentistas, las llamadas Wunderkammern de los siglos xv y xvi, como las que se crearon en muchos lugares de Italia. Sobresalieron la de Francesco Calceolari en Verona, la de Ferrante Imperato en Nápoles o la de Ulisse Aldrovandi en Bolonia. Estas cámaras, con un fuerte componente de recreación escenográfica del espectáculo de la naturaleza, tuvieron continuación en los gabinetes barrocos del siglo xvii, que se multiplicaron por toda Europa. Fueron famosos los de John Tradescant el Viejo en Londres, de Manfredo Settala en Milán, de Ferdinando Cospi en Bolonia, de Ole Worm en Copenhague, de Lodovico Moscardo en Verona, de Athanasius Kircher en Roma o de Elias Ashmole en Oxford. Desde los gabinetes tardobarrocos, como el de Levinus Vincent en Haarlem, el de Albert Seba en Ámsterdam y el de Vicencio Juan de Lastanosa en Huesca, hubo una transformación paulatina que daría lugar a los gabinetes ilustrados, ya avanzado el siglo xviii, en los cuales se trataba de representar el orden natural tal y como lo concebía la ciencia de la época. Estos gabinetes se multiplicaron: fueron célebres el de Hans Sloane, que formó el núcleo del Museo Británico tras la muerte de su propietario, el de Joseph Bonnier de la Mosson y el de Pedro Franco Dávila, con el que se fundó el Real Gabinete de Carlos III (Baratas y Bueno, 2013; Sánchez Almazán, 2013). A lo largo del siglo de la Ilustración se contabilizaron en toda Francia más de doscientos grandes gabinetes (Taton, 1964). Una colección de historia natural puede definirse como un conjunto de elementos procedentes de la gea y los diversos reinos de seres vivos de la naturaleza (Monera, Protista, Plantae, Fungi y Animalia), actuales o fósiles, especímenes individuales o agrupados en lotes, conservados en seco o en fluido o sometidos a procesos como la plastinación, partes macroscópicas de ejemplares (pieles, esqueletos, caparazones, cornamentas u órganos), tejidos y muestras moleculares, preparaciones microscópicas o de otra clase, huevos, construcciones (nidos, avisperos, capullos de crisálida, tubos de poliquetos, etc.) y montajes de diverso tipo de carácter permanente. Todos ellos ordenados y encuadrados en una unidad de gestión a los que se aplica una metodología planificada de conservación (encaminada a su preservación a largo plazo), inventario y utilización, y cuya información está estructurada de forma racional y operativa con objeto de que sea asequible a la comunidad científica (en la actualidad en sistemas informáticos mediante bases de datos), colabore a enriquecer el patrimonio cultural de la sociedad y divulgue su conocimiento del modo más eficaz entre la población en general. Puede llevar asociados cuadernos y muestras de campo, catálogos antiguos, ficheros, fotografías, dibujos, moldes o representaciones digitales. En los últimos años se han formado también fonotecas de historia natural (Sánchez Almazán, 2017). Las colecciones más completas disponen de especímenes de los taxones más representativos de un área geográfica (estudios taxonómicos y de distribución), de las especies que configuran los nichos de un ecosistema (estudios ecológicos), de los yacimientos geológicos y paleontológicos significativos, de las especies nuevas descritas para la ciencia (material tipo) y de muestras de tejidos y material genético de los diferentes grupos de seres vivos (estudios moleculares y filogenéticos). El valor científico de una colección depende de lo completos y representativos que sean sus fondos (desde el punto de vista taxonómico, geográfico o ecológico), del grado de información de los especímenes, del 472

número de ejemplares tipo y de la diversidad de grupos de estos, de la rareza y exclusividad de las especies que albergue, de la singularidad de las localidades geográficas representadas y del grado de excelencia en los métodos de gestión empleados, que hacen posible su uso por la comunidad científica. Dicho valor se evidencia de distintos modos, que constituyen otros tantos criterios para evaluar el uso y gestión de una colección científica: por ejemplo, el número de investigadores que la utilizan, las publicaciones científicas que generan y el ritmo y la calidad de su crecimiento (Sánchez Almazán, 2017). Otros valores inherentes a las colecciones son el histórico y el divulgativo-pedagógico, este último evaluable por el número y calidad de las exposiciones, talleres, publicaciones, conferencias, etc., generados. Muchas piezas tienen asimismo un alto valor estético, estrechamente relacionado con su estado de conservación. Las colecciones son susceptibles de valoración económica, considerada desde un punto de vista estrictamente museológico de cara a la salida de ejemplares con destino a exposiciones externas al centro y su correspondiente asignación de un valor de seguro, como es preceptivo dado el carácter patrimonial de las piezas que se prestan (Santos y Rey, 2015). Se puede definir la gestión de una colección de historia natural como el conjunto de acciones y decisiones dirigidas a conservarla (preservando los objetos con sus características originales en la mayor medida posible), mantenerla y ordenarla, estructurando la información derivada de ella (mediante la creación de bases de datos, archivos en papel o bancos de imágenes digitalizadas) y documentándola, además de promover su crecimiento y atender a los posibles usuarios a través de consultas, préstamos, visitas, estancias, exposiciones, recepción del material que se ingresa, etc. (García Guinea y Sánchez Almazán, 1993; Sanchíz, 1994; Diéguez, 1994; Villena, 2010; Sánchez Almazán, 2017). La gestión de una colección de historia natural oscila entre tres grandes ejes: ordendesorden, pérdida-crecimiento y deterioro-conservación (Simmons y Muñoz Saba, 2005). Cuanto mayor es el uso, más tendencia habrá al aumento del desorden. Por otra parte, una colección viva se define, además de por su uso, por el crecimiento que experimenta, el cual es el balance entre el material que ingresa y el que se pierde por diferentes causas, como deterioro irreversible o extravío. Si la gestión es inadecuada, las pérdidas serán altas. Por el contrario, una buena gestión asegura una correcta conservación de los materiales y la prevención del deterioro. Dentro del eje orden-desorden cabe considerar el grado de información de los ejemplares como una medida —en este caso, no física— del orden de una colección. La gestión de la colección viene a ser la suma de los esfuerzos dirigidos a trabajar en esos tres ejes referenciales mencionados. En primer lugar, promoviendo el orden más operativo de sus series: estableciendo la ordenación física más adecuada y estructurando de un modo práctico y eficiente su información, así como restableciendo dicho orden tras una acción dada (devolución de un préstamo, por ejemplo). En segundo lugar, impulsando un crecimiento equilibrado de la colección al tiempo que se evitan o minimizan las pérdidas mediante la conservación preventiva, los protocolos adecuados de manipulación y restauración y el control estricto de los préstamos. En tercer lugar, trabajando para documentar las piezas: recuperando datos de etiquetas antiguas, investigando en archivos, revisando la información en las bases de datos o ampliando esta mediante cuadernos de campo, tesis doctorales, etc. Las tareas implicadas en la gestión de las colecciones son múltiples. En este capítulo se encuadrarán en tres áreas: adquisición, asimilación y acceso (Rey, 2014). La adquisición incluye las acciones relacionadas con la llegada de material a las colecciones y las cuestiones normativas involucradas que afectan a un centro como el MNCN: legislación estatal (principalmente la Ley del Patrimonio Histórico Español), leyes que gestionan el patrimonio cultural de las comunidades autónomas y legislación emanada de conve473

nios internacionales, como el Convenio de Biodiversidad Biológica (CBD) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES). La asimilación comprende las acciones referentes a la integración de los materiales en las colecciones: inventario, etiquetado, informatización, conservación y mantenimiento. El acceso recoge las tareas relativas a la atención de usuarios: gestión de consultas y préstamos, participación en actividades divulgativas y didácticas e investigación (histórica y científica) de las propias colecciones. Estas cuestiones se examinarán a lo largo del capítulo. El trabajo con las colecciones de historia natural, sobre todo en lo que se refiere al uso de productos de conservación y a los procesos de preparación y restauración de ejemplares, implica situaciones de riesgo para la salud. El MNCN ha ido adaptando sus instalaciones y su praxis a la normativa vigente en esta materia (Real Decreto sobre protección de los trabajadores contra los riesgos de la exposición a agentes cancerígenos, R.D. 665/1977, de 12 de mayo; Ley de Prevención de Riesgos Laborales, 31/1995, de 8 de noviembre; Reglamento de instalaciones de protección contra incendios, R.D. 513/2017, de 22 de mayo, etc.). El MNCN ha contado con un Plan de Autoprotección desde mayo de 2008, actualizado en el de septiembre de 2013. Tanto el estado de una colección como su crecimiento (ingresos) y su uso (consultas y préstamos) pueden evaluarse mediante una serie de parámetros (Sánchez Almazán, 2017). El estado de una colección se puede estimar, por ejemplo, por la accesibilidad de la información, la calidad de la información científica, la idoneidad de la conservación o su nivel de documentación. La accesibilidad de la información se puede medir por el grado de informatización (GI) o porcentaje del número de lotes (ejemplares de la misma especie, recogidos en una localidad y fecha determinadas) informatizados respecto al total de lotes existentes estimados. Esta magnitud requiere el recuento (al menos aproximado) de las muestras pendientes de ingreso, resultado de campañas y proyectos científicos, tesis doctorales, etc. Un modo posible, entre otros, de estimar la calidad de la información científica (CIC), al menos en colecciones como las botánicas y zoológicas, es considerar el número de lotes identificados al nivel de especie en relación con el número total de los que forman la colección. El grado de conservación (GC) es la relación entre el número de lotes con una conservación aceptable respecto a un total de lotes seleccionados, pues evaluar este aspecto para una colección completa es, en la práctica, tarea imposible por el gran tamaño de la mayoría de las colecciones. Resulta más práctico hacer la estimación seleccionando ciertas partes de especial relevancia (ejemplares históricos, material tipo) y para ello se tendrán en cuenta aspectos como la integridad de la pieza (física del mineral, estructural de un ejemplar de herbario o anatómica en el caso de un animal) o la preservación de los caracteres significativos para su identificación y estudio. El nivel de documentación de las colecciones (ND), referido a datos rutinarios (localidad, fecha de captura, etc.) o históricos, se estimará contabilizando el número de lotes bien documentados respecto a los datos seleccionados en relación con el número de lotes totales. Se pueden considerar otros indicadores de tipo estructural, como el presupuesto anual de una colección, el personal disponible a tiempo completo o parcial por año, o las horas-persona invertidas en la gestión cada año. Los ingresos son un indicador directo del crecimiento. Se puede distinguir entre ingreso efectivo (IE) e ingreso reserva (IR). Ingreso efectivo es el material que entra cada año en la colección tras ser inventariado, cuantificado en número de ejemplares. Podría contabilizarse el número de lotes, pero este último no refleja tan fielmente el crecimiento, pues en ciertas colecciones el número de ejemplares por lote experimenta grandes va474

riaciones y para especímenes muy pequeños puede superar el centenar. Con ingreso reserva (IR) se designan los registros (códigos de colección) reservados en un año para el material que no se ingresa de momento en la colección, sino una vez se publique: es un indicador de confianza en la institución elegida para depositar las muestras. Además de estos indicadores cuantitativos, hay otros que expresan el crecimiento cualitativo de la colección, como el ingreso de material tipo, sobre el que se ha basado la descripción de especies nuevas para la ciencia. Este parámetro es muy relevante en colecciones con grupos con una alta tasa de descripción de nuevas especies, como las colecciones botánicas y, dentro de la zoología, las de invertebrados. Aquí puede distinguirse entre ingreso efectivo de tipos (IET) e ingreso reserva de tipos (IRT). A su vez, dentro de los tipos es útil discriminar el número de holotipos, otros tipos primarios y paratipos (tabla 31.1). Pueden añadirse otros indicadores de la calidad del crecimiento, como el número de especies (NºSP) y de especies tipo (NºSPT) ingresadas en un año. También podría considerarse el número de instituciones científicas (NºIE) y de investigadores (NºiE) que han contribuido con entradas de ejemplares en la colección en un año. Uno de los parámetros de uso de una colección son las salidas de material (S) o número de lotes prestados anualmente, bien para fines científicos (SI), exposiciones (SE) u otras causas (SX), por ejemplo, la realización de talleres didácticos, de modo que S = SI + SE + SX. Las salidas por investigación (SI) son el número total de lotes prestados con esta finalidad. Se pueden considerar otros indicadores, como el número de instituciones científicas (NºIS) y de investigadores (NºiS) que han sido objeto de préstamos en un año o el número de publicaciones científicas generadas por los préstamos (PSI) en un tiempo dado (por ejemplo, cada cinco años). Otra forma de valorar el uso es atendiendo a las consultas totales producidas en un año (CT). Una parte son de carácter técnico, relativas a la gestión de la colección o de otro tipo. Una proporción importante la forman las consultas de investigación científica, que pueden ser de tres tipos: no presenciales (CI), visitas (VI) —si su duración es de un día— y estancias (EI) —cuando supera este tiempo—. La suma de estos tres conceptos da el número total de acciones de consulta de investigación, Nº ACI = CI + VI + EI. De forma similar a como se hizo para las salidas, se pueden contabilizar el número de instituciones científicas (NºIC) y el número de investigadores (NºiC) que han realizado las consultas (tabla 31.1).

Adquisición La adquisición, en este contexto, hace referencia a la llegada de ejemplares de historia natural a una institución, operación previa a su ingreso efectivo en las colecciones, del que se hablará en el siguiente apartado. Esta operación comprende la aplicación de una serie de criterios de aceptación, los trámites administrativos que conlleva y la realización de informes que justifiquen dicha aceptación (o el rechazo de la misma), así como la cumplimentación de los documentos que legalicen la entrada de los especímenes. La aceptación implica la asunción de la responsabilidad de la custodia del material y la implementación de todos los medios que se requieran para su preparación y mantenimiento. En este proceso se debe decidir igualmente sobre la finalidad de los especímenes, es decir, el tipo de colección en la que se van a integrar, y los métodos de conservación definitiva a los que se van a someter. Los términos «adquisición» e «ingreso» no se emplean aquí en el sentido establecido en las diversas modalidades de la Normalización Documental de Museos vigente para museos de titularidad estatal, como la Ley del Patrimonio Histórico Español 475

Tabla 31.1. Principales parámetros de evaluación de la gestión de una colección (cómputo anual). H: holotipos. X: otros tipos primarios. P: paratipos. SE: salidas por exposiciones. SX: salidas por otras causas. CI: consultas de investigación, no presenciales. VI: visitas de investigación. EI: estancias.

indicador Ingreso efectivo Ingreso efectivo de tipos

notación

definición

IE

Nº ejemplares ingresados

IET (HE + XE + PE)

Nº ejemplares de tipos ingresados

Nº de especies ingresadas

NºSP

Cómputo total de especies ingresadas

Nº de especies tipo ingresadas

NºSPT

Cómputo total de especies tipo ingresadas

SI

Nº lotes prestados para investigación

S = SI + SE + SX

Nº total lotes prestados

Nº instituciones científicas prestatarias

NºiS

Total de instituciones científicas prestatarias

Nº investigadores prestatarios

NºIS

Total de investigadores solicitantes de préstamo

Nº ACI = CI+ VI+ EI

Nº total de consultas presenciales y no presenciales de carácter científico

Salidas investigación Salidas total de material

Nº de acciones de consulta de investigación

(16/1985 de 25 de junio), el Real Decreto que desarrolla de modo parcial la ley anterior (R. D. 111/1986 de 10 de enero) y el Real Decreto por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y el Sistema Español de Museos (R. D. 620/987 de 10 de abril) (Cámara, 2009). Las formas de adquisición más comunes en las colecciones científicas del MNCN son la recolección, la donación y el depósito (Rey, 2014). Colecta de ejemplares La recolección o colecta de ejemplares supone su obtención por técnicas de muestreo en trabajos de campo, expediciones y campañas científicas y proyectos de investigación, realizados con financiación pública o privada, y ejecutados por el personal adscrito a las instituciones con colecciones de historia natural, tanto de titularidad estatal como de organismos autónomos y públicos. Requiere permisos específicos emitidos por la autorización administrativa competente de acuerdo con las normativas vigentes de medio ambiente, comercio (en casos de importación) o cualquier otra que sea necesaria (autoridades sanitarias o comités de ética en materia de manipulación y bienestar animal). El destino de los restos arqueológicos y paleontológicos es una competencia asumida por las comunidades autónomas. Si el ingreso se produjo anteriormente a la fecha de asunción de dicha competencia, los bienes obtenidos por excavación podrán ser asignados a colecciones estables de los museos de titularidad estatal. Si una comunidad autónoma establece que los bienes ingresen en museos de titularidad estatal, lo harán como depósito, según el Reglamento de Museos. Los especímenes colectados deben someterse a procesos de preservación provisional, rápidos y sencillos, dada la escasez de medios sobre el terreno para realizar una operación de mayor envergadura. Estos procesos pue476

den ser: secado, fijación o congelación. En el caso de materiales paleontológicos, también deben aplicarse métodos de protección y consolidación que garanticen su integridad hasta su conservación definitiva. Una vez en las dependencias del museo se procede a su preservación definitiva. La colecta implica por lo general el sacrificio del espécimen, si bien en la actualidad se trabaja también en la consecución de muestras que no impliquen la muerte del ejemplar o perjuicio para la fauna y la flora, sobre todo en el caso de especies en peligro de extinción. Así, en animales se realizan frotis de epitelios blandos con torundas, se colectan mudas, heces, cáscaras de huevos, pelo, plumas, uñas, escamas, etc., o se registran señales olfativas o sonidos emitidos que pasan a integrar una fonoteca zoológica. Los especímenes colectados pueden preservarse en fluidos (con el uso de tampones de preservación de campo), en condiciones de refrigeración (a un máximo de 5 ºC) o de congelación (con hielo, hielo seco o nitrógeno líquido). Es recomendable que los colectores se pongan en contacto previamente con los responsables de las colecciones de los que dependerá la conservación de las muestras o con quienes realizarán los análisis de las mismas con el fin de establecer el tipo y número de ellas, así como los métodos requeridos de colecta y conservación. De esta forma se puede minimizar el posterior esfuerzo de asimilación de la pieza y optimizar la inversión económica. Las colectas deben realizarse siempre con los permisos específicos de acuerdo con la legislación vigente en cada lugar y ateniéndose a los códigos éticos correspondientes (Rey, 2014). Donación En la donación, el propietario legítimo del material donado lo cede a una institución, con los incentivos fiscales correspondientes fijados por la ley (Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de Incentivos fiscales al mecenazgo). La Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español es el órgano competente para la valoración económica de los bienes donados. Las donaciones pueden ser realizadas por instituciones de conservación tanto públicas como privadas (centros de recuperación de la administración central o autonómica, zoológicos, acuarios, etc.), ONG y particulares. No todas las donaciones tienen por qué ser aceptadas: debe considerarse su importancia científica o económica. En el caso de las donaciones de particulares, estas incluyen material reunido por la actividad privada de un investigador, de un equipo de investigación o de un coleccionista, el cual ha sido conservado y gestionado por sus propietarios durante un determinado período con financiación pública o privada (Rey, 2014). Depósito El depósito en museos puede ser por un período concreto o indefinido, en el cual la institución que lo recibe asume esos bienes en idénticas condiciones de conservación, mantenimiento y restauración que los propios. En muchas ocasiones es de naturaleza judicial, consecuencia de una infracción penal (delito o falta dolosos). Está regulado tanto por la Ley de Patrimonio Histórico Español, que habilita al Estado para recuperar bienes que formen parte de dicho patrimonio provenientes de exportaciones, excavaciones o prospecciones ilegales, como por el Real Decreto 1333/2006, de 21 de noviembre, que determina el destino de los especímenes decomisados de las especies amenazadas de fauna y flora silvestres protegidas mediante el control de su comercio. En los depósitos no se adquiere la propiedad de los especímenes, por lo que en el momento de aceptarlos ha 477

de establecerse un acuerdo escrito entre el depositario y la institución donde se especifiquen los compromisos de permanencia, usos y responsabilidades durante la custodia (Quintana Jiménez, 2008). Un tipo de depósito común en el MNCN es el de tipo judicial, en el que el material ha sido decomisado o incautado por delitos contra el medio ambiente o contrabando por instituciones como el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil, la Autoridad Administrativa CITES o la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT). Su finalidad suele ser la custodia mientras duran los procesos judiciales. Al término de estos, el material puede ser devuelto, incinerado o adscrito definitivamente a las colecciones del MNCN por sentencia judicial. En este tipo de depósitos, junto a los documentos de aceptación debe firmarse la correspondiente cadena de custodia, donde la elección de los medios de preservación y mantenimiento corresponde a la institución. En caso de tener que efectuar alguna intervención sobre los precintos (a fin de asegurar la conservación) o en caso de duda sobre la forma de cumplir con la obligación de guarda, debe informarse a la autoridad competente y esperar la correspondiente autorización o respuesta (Quintana Jiménez, 2008). La Ley de Enjuiciamiento Civil (1/2000 de 7 de enero), en su artículo 628, determina que el depositario tendrá derecho al reembolso de los gastos ocasionados por la conservación (Rey, 2014). Otras formas de adquisición Otras formas de adquisición son por compra, expropiación, herencia, apremio sobre patrimonio, dación en pago de impuestos o por reordenación de las colecciones que puede llevar al cambio de titularidad del bien, que pasa de un museo a otro o a alguna institución cultural de otra índole. En el pasado muchas piezas del MNCN de carácter antropológico, arqueológico o artístico pasaron a otros museos de carácter especializado, a medida que estos se fueron creando. Puede darse asimismo el alta por reintegración, si algunos fragmentos que habían sido inventariados de modo independiente pasan a formar un mismo objeto: dentro de las colecciones de historia natural, este caso es relativamente habitual en piezas paleontológicas (Rey, 2014). Criterios de admisión Un aspecto importante son los criterios y pautas para la admisión del material, que ha de estar limitada por diversos motivos que atañen a su legalidad, valor científico o económico, estado de conservación, idoneidad o restricciones logísticas. La necesidad de incrementar las colecciones tiene que obedecer a una política de adquisiciones clara y bien establecida que evite situaciones comprometidas. Cada nueva adquisición supone gastos de asimilación, gestión y conservación preventiva, además de la necesidad de espacio. Han de tenerse en cuenta diversos parámetros. En primer lugar, el gasto público o privado invertido en campañas científicas o proyectos de investigación. En segundo lugar, el valor de acceso a especímenes de difícil obtención, bien por la necesidad de grandes infraestructuras para su colecta (como la realización de campañas oceanográficas), bien por la dificultad física que entrañan (en el caso, por ejemplo, de prospecciones espeleológicas). Y finalmente el valor científico, representado por la inversión económica, temporal y humana necesaria para la formación de especialistas para el estudio de los especímenes y por los beneficios derivados de dicho conocimiento. Es preciso establecer criterios de aceptación claros, resumidos en los siguientes puntos: 478

1. El material adquirido ha de coincidir con los objetivos de la institución. 2. Los especímenes deben complementar las colecciones existentes en cuanto a especies, poblaciones o número de ejemplares, incluida la variabilidad intra e interpoblacional en número estadísticamente significativo, y la distribución de sexo o edad. Para ello es básico tener actualizadas las bases de datos. 3. La adquisición ha de ser legal y estar respaldada por la documentación correspondiente (permisos de colecta, de importación, documentos veterinarios, documentos de cesión, etc.). 4. El estado de preservación debe ser óptimo para el fin que se asignará al material y/o para soportar las técnicas de conservación que se han de aplicar sobre él. 5. Proporcionará un servicio real a los usuarios. 6. Ha de disponerse de presupuesto e instalaciones para su preparación, asimilación y conservación. 7. Las piezas estarán documentadas. Cuanto más detallada sea su documentación, mayor será el valor del espécimen para investigaciones actuales y futuras. Esta información debe responder al cómo, dónde y por qué de estas entidades (Remsen, 1977; Canfield, 2011). Cada espécimen está relacionado con esa documentación por medio de etiquetas que garantizan su asociación (Rey, 2014). Entrada Se define como entrada el material (de igual o distinta especie) que llega a la colección el mismo día, procedente de la misma persona o institución (independientemente de los lugares y fechas de colecta o colectores), y adquirido por el mismo concepto (donación, depósito, etc.). Este proceso requiere el establecimiento de un registro y un archivo de entradas, y exige realizar un etiquetado y conservación provisionales, además de un almacenamiento temporal del material. El registro está regulado para las colecciones de museos estatales (Ley 16/1885 y Real Decreto 620/1987) y en él se han de consignar una serie de datos: número de entrada (Barreiro et al., 1994), fecha de entrada, procedencia, recepción (persona que recibe el material), modo de adquisición (colecta, donación, depósito), modo de conservación, documentación, ubicación (localización en los depósitos de la colección), observaciones, aceptación y destino. Los archivos de ingresos (modernamente, digitales) recogen la información de las diversas entradas y en ellos debe registrarse la información complementaria existente, tales como datos de colecta, fecha, localidad, datos ecológicos o morfológicos, permisos de colecta originales o copias, fotografías y cualquier otro registro gráfico, publicaciones o datos no publicados generados por el material y número de catálogo (una vez las piezas hayan sido asimiladas por la colección). Es recomendable la digitalización de todos los documentos impresos (CCSDS, 2004, 2012; DPC, 2008; Rey, 2014). El estado en que llegan las muestras puede ser muy variado: en seco, en fluido, frescas o congeladas. Cuando no suponga un riesgo para su integridad, los especímenes deben mantenerse en las mismas condiciones de conservación en que se reciben hasta el momento de su asimilación. El material en seco debe pasar un período de cuarentena en congelación para evitar plagas de insectos y hongos. En el material en fluido se controlarán los niveles de este, mientras que las muestras frescas, por lo común ejemplares completos, deben congelarse lo antes posible sustituyendo los embalajes de transporte por otros estériles. Esta preservación provisional puede no coincidir con los métodos de preservación definitiva que establezca la colección hospedante. Hasta su asimilación, el material se mantiene en almacenaje provisional en un depósito apropiado (congelador, depósito de seco o fluido) distinto del que ocupa la co479

lección asimilada, con el objeto de garantizar la adecuada ordenación y prevenir infestaciones. En los almacenes provisionales deben mantenerse las mismas condiciones y control de parámetros (temperatura, humedad) que en el resto de la colección. Las entradas nuevas deben esperar su turno hasta su correspondiente asimilación. Suele existir un desfase entre esta última y la llegada de una entrada, lo que responde a limitaciones de personal y de presupuesto. Asimilación del material El material que llega a una colección debe pasar por una serie de acciones de gestión hasta formar parte de la misma: es lo que aquí se ha llamado «asimilación» (Rey, 2014). Esta incluye todas las operaciones y tareas básicas del manejo de los ejemplares y el registro de su información en la realización del inventario, así como la metodología aplicada para la preservación de las muestras y el control de sus condiciones (Sanchíz, 1994; Mesa, 2006). Los especímenes que integran una colección tienen, como se ha visto, un enorme valor científico, en muchos casos también histórico y estético, así como un alto potencial para las actividades divulgativas y didácticas. Hay además una razón ética poderosa para su preservación, pues la formación de las colecciones de historia natural ha supuesto el sacrificio de millones de seres vivos, sacrificio que se ha llevado a cabo en nombre de la investigación y la adquisición de conocimiento. Y económica, pues en un centro como el MNCN, de titularidad estatal, se han invertido a lo largo del tiempo muchos medios económicos públicos para acrecentar los fondos. Es por ello que han de implementarse procedimientos y protocolos adecuados para garantizar su conservación a largo plazo, comenzando por la conservación preventiva. Esta supone una intervención continuada para la identificación, evaluación, detección y control de los riesgos de deterioro de un bien cultural (Herráez et al., 2017), en este caso colecciones de historia natural, antes de que dicho deterioro se produzca. Las amenazas a estos bienes pueden obedecer a múltiples causas. Algunas acarrean una destrucción masiva, como las catástrofes naturales (terremotos, inundaciones), los incendios (por acumulación de material inflamable, de tipo eléctrico, etc.) o la acción humana (guerras). Otras suponen un deterioro por el efecto continuado de diversos agentes: contaminación (atmosférica, acumulación de polvo), acción de radiaciones (como la ultravioleta), rangos de temperatura inadecuados (por elevados o demasiado bajos), exceso de humedad y plagas (bacterias, hongos, insectos). En ocasiones es, de nuevo, la intervención humana la que produce el daño, como en los robos, el vandalismo o los atentados terroristas. Ello exige establecer diferentes medidas de prevención: controlando las condiciones ambientales (humedad, temperatura y luz) mediante termohigrómetros y luxómetros, habilitando un espacio adecuado (limpio, bien protegido y vigilado), diseñando un plan contra incendios e instalando los dispositivos para realizarlo, combatiendo las plagas (fumigación periódica de los cuartos, uso de la congelación o del calor en la medida en que las muestras lo permitan, establecimiento de una cuarentena para el material recién adquirido, etc.) y disponiendo las medidas de seguridad necesarias para evitar robos y daños debidos a acciones humanas de tipo puntual (Sánchez Almazán, 2017). Un paso siguiente en la intervención es la conservación curativa, que comprende las acciones aplicadas de manera directa sobre un bien o grupo de bienes culturales para detener los procesos de deterioro ya presentes o reforzar su estructura. Se recurre a ella si los bienes a proteger se deterioran a un ritmo elevado. Por último, la restauración implica actuar de modo directo sobre un bien que ya tiene un deterioro o alteración que han hecho que pierda parte de su función o su significado (ICOM, 2008). En las colecciones 480

Figura 31.1. Izquierda. Armarios compactos en el Cuarto de Artrópodos no Insectos. Figura 31.2. Derecha. Ordenación de la sección de cnidarios de la Colección de Invertebrados. Servicio de Fotografía del MNCN.

del MNCN estos procesos de recuperación y restauración de especímenes involucran una diversidad de procedimientos, desde los empleados en las colecciones paleontológicas a los que se utilizan en los ejemplares naturalizados de las colecciones de anfibios y reptiles, aves y mamíferos, pasando por los que requieren ciertos especímenes históricos de invertebrados conservados en seco, como las esponjas procedentes de Antonio Parra (ver el capítulo «La Colección de Invertebrados»), en este último caso aún por desarrollar, dadas las características especiales de este material. En el caso de colecciones en fluido, los métodos de recuperación pueden requerir la rehidratación de ejemplares desecados, siempre que esto sea posible. Los soportes en los que se almacenan las colecciones son de particular importancia, tanto para su conservación como para la ordenación y el uso adecuados de las mismas. En las colecciones del MNCN, al igual que en la mayoría de los museos de historia natural, se usaban en el pasado viejos armarios de madera, sensibles a la acción del fuego, a la rotura por golpes o al desgaste más o menos rápido, recubiertos de barnices u otros productos que podían atacar a cierto tipo de muestras (enfermedad de Byne de las conchas, que afecta a colecciones malacológicas y paleontológicas). Estos armarios se sustituyeron en los años noventa por otros metálicos compactos de volante que se desplazan sobre raíles, los cuales, además de presentar características óptimas de resistencia, estabilidad y maniobrabilidad, aseguran la optimización del espacio y la accesibilidad de las muestras (Beelitz, 1995). Cada módulo se halla dividido en una serie de baldas regulables, con lo que puede ajustarse el espacio a los requerimientos específicos de la ordenación de la colección (figuras 31.1 y 31.2). Dada la variedad de colecciones existentes en el MNCN, las condiciones y modos de conservación varían de acuerdo al tipo de muestras. Hay material en seco particularmente delicado, como pieles, plumas, estructuras animales (nidos, agallas), especímenes ento481

Figura 31.3. Caja de preparaciones microscópicas antiguas de la Colección de Invertebrados. Servicio de Fotografía del MNCN (Fernando Señor).

mológicos, esponjas, decápodos, peces, reptiles, aves y mamíferos naturalizados, piezas paleontológicas o ciertos minerales (algunos de naturaleza salina, como la halita, la silvina o la carnalita, son higroscópicos y absorben la humedad ambiental descomponiéndose). Una parte de ese material es, además, histórico y requiere un estricto control ambiental (iluminación, humedad, temperatura). Respecto a la iluminación, es preciso resguardar las piezas de la luz solar directa, que produce decoloración y alteraciones (no solo en muestras orgánicas sino también en minerales como la fluorita), limitar la intensidad lumínica recibida o emplear filtros para determinadas longitudes de onda. Si hay una humedad excesiva, se puede recurrir al uso de deshumidificadores o de silicagel. En cualquier caso, debe contarse con protocolos de conservación específicos, de los que se tratará en los capítulos correspondientes a cada colección. Procedimientos como la ultracongelación y la liofilización son apropiados para la preservación de muestras de tejidos. En el caso de las preparaciones microscópicas, estas deben colocarse en horizontal sobre bandejas, que a su vez han de estar guardadas en cajas modernas, seguras y de fácil manejo. Las preparaciones históricas inventariadas recientemente en la Colección de Invertebrados, que datan de finales del siglo xix y principios del xx, se custodiaban en cajas y bandejas de madera, de factura artesanal, que no las protegían de modo adecuado y han sido, por tanto, sustituidas. Las preparaciones deben mantenerse secas para evitar el desarrollo de mohos, con el cubreobjetos bien sellado y libre de fracturas para que las muestras no se contaminen (figura 31.3). En cuanto a los instrumentos científicos y las piezas de bellas artes, que forman sendas colecciones del MNCN, rigen los protocolos de conservación y restauración adecuados a este tipo de objetos (Sánchez Almazán, 2017). 482

Figura 31.4. Ejemplar preparado para el estudio de su anatomía interna, tras aplicar técnicas de transparentado y una doble tinción de cartílago y hueso. Fotografía: Gema Solís.

El adecuado montaje de las piezas es un factor fundamental en su conservación. Una vez más se impone aquí la variedad de procedimientos utilizados, que van desde los que son propios de las colecciones entomológicas o las de otros invertebrados en seco (decápodos, moluscos, corales, equinodermos, etc.) a los montajes de esqueletos y los que son característicos de la taxidermia en las colecciones de vertebrados (figura 31.4). De estos últimos se trata en el capítulo correspondiente. En colecciones con una función didáctica pueden utilizarse métodos novedosos de conservación y montaje, como la plastinación, que ofrece grandes prestaciones en la exhibición de las piezas. Aunque en el MNCN no se ha utilizado aún este procedimiento, en otras instituciones, como el Parque de las Ciencias de Granada, es empleado desde hace unos años con gran éxito. El material en fluido requiere líquidos conservativos que, al tiempo que preserven los especímenes en las mejores condiciones posibles, no supongan una amenaza para la salud (Simmons, 1991; Calvo, 1994). A finales del siglo xix se obtuvo en laboratorio el formol (solución acuosa de formaldehído al 4o al 10 %), que pronto se utilizó para fijar tejidos biológicos por su propiedad de establecer puentes moleculares estables con las proteínas de la muestra. Este compuesto, usado durante largo tiempo como preservante, empezó ya hace años a sustituirse por su carácter carcinógeno y ser un agente agresivo para la piel y el aparato respiratorio, y por las alteraciones que produce en el material genético, que dificulta o impide la realización de estudios moleculares del ADN. En muchas colecciones del MNCN (como la Colección de Invertebrados, de Artrópodos no Insectos o de Malacología, entre otras) el formol comenzó a ser sustituido a partir de los noventa como conservante por el etanol de 70º, por la baja toxicidad de este (si se mantienen unas mínimas condiciones de ventilación al trabajar con él), su disponibilidad comercial en grandes cantidades, su precio asequible y sus buenas cualidades como conservante. Entre los principales inconvenientes del etanol están su fácil evaporación (lo que requiere recipientes de cierre hermético) y su acción decolorante. También la deshidratación intensa que produce en la muestra a alta graduación, que hace que, en ciertos especímenes, por ejemplo en invertebrados sin cubiertas rígidas, el ejemplar se contraiga y ciertos caracteres significativos puedan quedar enmascarados (de ahí que no se emplee alcohol absoluto). Asimismo, es posible que se produzcan fenómenos de oxidación y acidificación si no se ponen los medios para paliarlos, en el primer caso, con el llenado total del recipiente y en el segundo, con el empleo de neutralizadores. Existen otros agentes fijadores, por ejemplo, glutaraldehído, ácido tricloroacético y dicromato potásico, y conservantes, entre ellos una solución de propilenglicol, propilenfenoxetol y formol, utilizados con fines específicos, como evitar la excesiva rigidez del ejemplar o mantener la configuración de ciertos órganos que quieren estudiarse (Calvo, 1994). Los especímenes en fluido deben someterse a controles periódicos con el fin de vigilar la acidificación, la desecación o el descenso en la concentración del etanol, controles establecidos como muestreos en distintas partes de la colección, dado el elevado número de ejemplares existentes. La acidificación es consecuencia de la salida de lípidos procedentes de los tejidos de la muestra, si el fluido conservante es etanol, o debido a la formación de ácido fórmico por los restos del formol usado al fijarla. Ello requiere, junto con el examen visual de la turbidez del fluido conservante, la medición del pH, sobre todo en los ejemplares más antiguos. Además del control del nivel de alcohol, para evitar que este baje y produzca la desecación parcial o total de los ejemplares, conviene comprobar su concentración. A finales de los noventa se comercializaron discos indicadores cuya flotabilidad depende de dicha concentración, que puede así estimarse por encima o por debajo de determinados valores. 483

La selección de recipientes es asimismo fundamental. En muchas colecciones del MNCN se ha ido abandonando el vidrio por el plástico para contener las muestras en fluido y se ha recurrido a recipientes de polipropileno, con tapones de polietileno de cierre hermético en los más pequeños (hasta 120 ml) y con tapas de polipropileno de cierre de bayoneta (en los de tamaño superior a 120 ml). Esta elección obedece a la triple resistencia, mecánica, térmica y química, de este material, así como a su transparencia, que permite ver fácilmente los ejemplares y la información contenida en las etiquetas. El uso de estos recipientes se ha difundido en el MNCN por su fácil manejo, su aprovechamiento del espacio (con la posibilidad, por ejemplo, de apilar los de tamaño intermedio y las cajas de poliestireno transparente que contienen los recipientes menores, de 20 ml) y la reducción de las pérdidas por evaporación gracias al cierre hermético. Otro aspecto importante es la idoneidad del soporte de la información que acompaña a los ejemplares en forma de etiquetas, lo que es particularmente sensible en las colecciones en fluido. El soporte utilizado mayoritariamente ha sido el papel. Desde los años noventa se ha venido utilizando en la mayor parte de las colecciones del MNCN un papel especial fabricado por la Casa de la Moneda que reúne las características adecuadas para este uso. Su pH es neutro, tiene una gran resistencia mecánica, así como a los fluidos conservantes, es químicamente inerte, está hecho de celulosa pura y en su fabricación no han intervenido agentes ácidos ni productos agresivos, además de proporcionar una buena fijación a la tinta. Esta última ha de ser permanente y no sufrir alteración por la acción de los líquidos conservativos utilizados. La tinta empleada en las etiquetas modernas en colecciones como Artrópodos no Insectos o Invertebrados procede de impresoras de inyección de tinta y es del tipo especial DuraBrite Ultra, cuyo pigmento está recubierto de un polímero resistente al agua, a la luz solar, al alcohol y a otros productos. En las etiquetas escritas a mano se usan rotuladores permanentes del tipo Staedtler o instrumentos de escritura de grafito (lápices, portaminas). Todo lo dicho anteriormente debe ir acompañado por la aplicación de las buenas prácticas en el manejo de los ejemplares. Cada traslado, manipulación o intervención en ellos supone un riesgo de accidente y deterioro por golpes, roturas, desprendimientos, agrietamientos, etc. Es por ello que dicha manipulación debe hacerse con el mayor cuidado, sobre todo en el caso de las piezas más frágiles, como preparaciones microscópicas, especímenes entomológicos, piezas en seco delicadas de otras colecciones, ejemplares históricos, etc. Han de evitarse las prisas, cualquier movimiento rápido y brusco, asegurarse de sujetar bien la pieza, de no cargar con varias al mismo tiempo en el transporte manual de un punto a otro del cuarto o en otro lugar dentro del propio museo y depositar los ejemplares en superficies estables y despejadas. Lo principal en estos desplazamientos no es ahorrarse viajes, sino la seguridad del bien patrimonial que se maneja. Cualquier traslado o manipulación debe ser llevado a cabo por el responsable de la colección o quienes trabajen en ella, o bien por personal cualificado autorizado (en el caso de la preparación de exposiciones). La operación que permite la asimilación efectiva de los nuevos especímenes a la colección es el inventario (figuras 31.5 y 31.6). Este implica la asignación de un número de catálogo (código o número de colección) a cada lote, que lo identifica de modo inequívoco, y el registro informático de los datos adjuntos al material, proporcionados por el donante (investigador o particular) o recogidos por los propios responsables de la colección si han sido ellos los que han hecho el muestreo de campo. Una vez impresa la etiqueta definitiva con los datos básicos, se adjunta al ejemplar que corresponda, acompañada de sus etiquetas originales, históricas o modernas, las cuales siempre deben que484

Figura 31.5. Trabajo realizado durante el convenio INEM-CSIC para limpiar y catalogar los ejemplares de las colecciones de Invertebrados y Malacología. Servicio de Fotografía del MNCN.

Figura 31.6. Armarios de la colección ya catalogada de moluscos bivalvos de agua dulce conservados en seco. Servicio de Fotografía del MNCN.

dar como testigos para asegurar la trazabilidad de la pieza. La etiqueta identifica el ejemplar y recoge sus datos esenciales: taxonómicos (grupo y especie), geográficos (localidad, altitud, profundidad, coordenadas, etc.), fecha de colecta y nombre del colector, entre otros. La ficha informática de la base de datos añade otra información relevante, dependiendo de la colección: la persona que hizo la determinación o el hábitat (colecciones zoológicas), el hábito, la paragénesis y el yacimiento (colecciones de minerales), la fecha de caída o del hallazgo (meteoritos), además de otros campos, como observaciones (datos históricos, siglas de campo, estaciones de muestreo, etc.) o referencias bibliográficas. Los datos recogidos deben ser exactos, correctos (depurados de errores), completos y actualizados y, además, presentarse de un modo uniforme y coherente dentro de una misma base. 485

El ejemplar se coloca en su ubicación permanente en la colección, tras introducirlo en su recipiente con nuevo líquido conservativo (colecciones en fluido), en su caja (material en seco) o dispuesta en el montaje que requiera (esqueletos, insectos, animal naturalizado, etc.). La pieza a ingresar se dispone en un almacenamiento temporal, como ya se comentó en el apartado de adquisición, hasta su ingreso definitivo en la colección, a la espera de que se identifique la especie (material colectado masivamente en campañas científicas, sobre todo en invertebrados), por motivos de acondicionamiento o preparación de la propia pieza (material paleontológico o de otro tipo en seco), por la demora propia que impone un alto volumen de ingresos y otras acciones en la gestión de la colección o debido a cualquier otra causa. En otro tiempo se utilizaron en el MNCN libros de entradas, listas de catálogos y archivos de etiquetas manuales en la realización del inventario o catalogación. La introducción de la informática, con la creación de bases de datos, ha agilizado estos procesos, así como la búsqueda de la información asociada a los ejemplares y la gestión de esta para atender a posibles usuarios. También la realización de controles en la base de datos o estudios de la colección. Todas las colecciones del MNCN cuentan con bases de datos, adaptadas a las características de cada una de ellas. Más recientemente se han desarrollado bases con fondos digitalizados de imágenes, incluidas imágenes 3D, un proceso que se está llevando a cabo paulatinamente en la medida que el trabajo de gestión y los recursos de cada colección lo permiten. Los aspectos más generales de la informatización de colecciones se tratan en un capítulo que aborda este tema y lo referente a cada colección se desarrolla en los capítulos dedicados a estas.

Acceso a los fondos Como ya se ha mencionado anteriormente, con acceso nos referimos a la atención que se da a los usuarios de las colecciones del Museo. Asimismo, se considera usuario a toda persona que demanda un servicio relacionado con los fondos que aquí se custodian. Por lo tanto, el personal responsable de las colecciones debe encargarse no solo de conservar y ordenar el patrimonio que estas albergan, sino también de facilitar el acceso a ellas a los investigadores y resto de los usuarios, de tal forma que una buena gestión de colecciones implica una correcta atención a los usuarios. Los requerimientos del personal interesado en trabajar con material de colecciones pueden llegar en forma de consultas, préstamos, visitas, estancias, exposiciones, etc. (Sánchez Almazán, 2017). Una característica común a todas ellas es que suelen empezar con un primer contacto en forma de consulta. Estas consultas son formuladas a las colecciones principalmente por vía telemática (correo electrónico) y, en menor medida, de forma telefónica o de modo presencial. Su contenido es de muy diversa índole, pero pueden agruparse en cinco grandes bloques: • Las consultas informáticas, en las que el personal de colecciones hace una búsqueda en la base de datos y obtiene la respuesta demandada, por ejemplo, para saber qué especies hay colectadas en una determinada localidad. • Las consultas con movimiento de material, en las que el usuario solicita el acceso a ciertos ejemplares o el conservador tiene que examinarlos por sí mismo para despejar dudas, ver si el material está en buen estado para su estudio o exposición, etc. Suelen requerir de una consulta informática previa para determinar los ejemplares a revisar. 486

Por ejemplo, antes de llevar a cabo un préstamo, se revisan los ejemplares para comprobar que todos son susceptibles de ser prestados. • Las consultas para recibir información y asesoramiento, que suelen estar relacionadas con la forma de preparar o conservar ejemplares, para saber con quién deben ponerse en contacto para ciertos trámites, etc. • Los permisos para reproducciones audiovisuales, comúnmente ligados a catálogos de exposiciones, grabación de documentales, entrevistas, etc. • Las visitas y estancias, en las que el personal interesado quiere examinar ejemplares o visitar las instalaciones. Es decir, son consultas que los usuarios llevan a cabo presencialmente, pero siempre acompañados por personal de colecciones, que también controlará el buen uso de las instalaciones y del material de los fondos. La diferencia entre uno y otro tipo es su duración: mientras que las estancias suelen abarcar varios días, las visitas suelen ser puntuales, de unas horas o una jornada completa a lo sumo. El número de consultas anuales, tanto no presenciales como visitas y estancias, por motivos de investigación, así como el número de investigadores que las realizan, son un buen indicador del uso científico de una colección y, por tanto, del valor de esta para la comunidad científica. Los préstamos siempre están ligados a alguno de los tipos de consultas indicados y, en líneas generales, suelen utilizarse sobre todo para investigación y exhibición, pero también con una finalidad educativa, para reproducción de ejemplares y fotografías, uso de datos, etc. (Simmons y Muñoz Saba, 2005). Por su naturaleza, requieren una gran inversión de tiempo, tanto en su preparación y envío como en la recepción tras ser devueltos, pues esto implica la comprobación del estado del material a su llegada y la colocación en sus recipientes y/o lugares de almacenaje. En el caso de préstamos de investigación, se realizarán exclusivamente a personal científico reconocido, que tenga relación con el Museo o alguna otra institución oficial. Si los ejemplares son solicitados por becarios o estudiantes, el préstamo deberá ser avalado y custodiado por algún investigador principal. Cualquier acción que se desee realizar sobre el material prestado, invasiva o no, ha de ser consultada previamente con el conservador. Si el objetivo del préstamo es la obtención de ADN, este debe estar coordinado con la Colección de Tejidos y ADN, con el fin de comprobar que no existe ADN o tejido previamente conservado de esos especímenes y para garantizar la normativa internacional de acceso a recursos genéticos. Existe un comité evaluador que estima el interés y la viabilidad del proyecto para el que se solicita la agresión a los especímenes. En lo referente a préstamos ligados a la divulgación a través de exposiciones externas, la institución que los solicita debe tener cierta entidad nacional o internacional. Su tramitación está supeditada, en el caso del MNCN, a la supervisión del Servicio de Patrimonio del CSIC y se realiza por Orden Ministerial. Los conservadores deberán conocer las condiciones de la sala o salas de exposición (espacio disponible, medidas de vigilancia, de protección contra vandalismo, antiincendios, etc.), así como los parámetros ambientales, pues solo se podrá dar el visto bueno a la petición en el caso de que se cumplan los requisitos establecidos para una correcta conservación de las piezas (la información sobre esta se encuentra de modo más detallado en el apartado «Asimilación» de este capítulo). Los centros prestatarios, además, deberán comprometerse a contratar un seguro «clavo a clavo», que cubre el movimiento de la pieza desde su 487

ubicación original hasta que se devuelve a la misma, abarcando por tanto el tiempo completo de préstamo, esto es, su transporte, exhibición y devolución. Se han realizado trabajos relativos a la valoración económica de las colecciones a efectos de los préstamos para exposiciones externas y la estimación del seguro correspondiente (Santos y Rey, 2015). Las exposiciones representan una de las proyecciones más genuinas del Museo hacia la sociedad de cara a divulgar el conocimiento científico. En los últimos años, el MNCN ha colaborado, en este sentido, con muchas de las instituciones culturales más importantes de España y con algunas del extranjero, aspecto que se desarrolla en el capítulo correspondiente del libro. Es importante, a la hora de realizar un préstamo, tener muy presente la legislación vigente en cada país, así como la normativa europea e internacional relacionada. Entre otros, cabe destacar especialmente: • El Convenio CITES sobre el «Comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres», que busca preservar la conservación de las especies animales y vegetales silvestres sometidas al convenio mediante el control de su comercio. Afecta tanto a fauna como a flora, viva o muerta, y a sus partes y/o productos derivados o que los contengan. Para autorizar dicho comercio se exige la utilización de permisos oficiales, y afecta a la importación y exportación de envíos extracomunitarios (http://www.cites.es). • El Protocolo de Nagoya sobre «Acceso a los recursos genéticos y participación justa y equitativa en los beneficios derivados de su utilización al Convenio sobre la Diversidad Biológica», que tiene en cuenta que todos los derechos sobre los recursos y tecnologías corresponden al país de origen, para contribuir a la conservación de la diversidad biológica y la utilización sostenible de sus componentes (https://www.cbd.int/abs/). En el capítulo de legislación de colecciones se puede ampliar la información sobre este tema, que está relacionado no solo con los préstamos, sino también con las adquisiciones. Los ejemplares tipo, por ser un material único y muy valioso, son estudiados preferentemente en las instalaciones del propio Museo, aunque cada colección puede aplicar políticas diferentes a este respecto. Lo mismo ocurre con cualquier material que sea considerado de especial interés o fragilidad (Sanchíz, 1994). Todas estas acciones responden a una normativa general de las colecciones científicas del MNCN, cuyos objetivos principales son dos: asegurar el mantenimiento y la conservación de los fondos de las colecciones de forma adecuada y facilitar su acceso tanto a la comunidad científica como al público en general a través de los diferentes medios de divulgación (Sanchíz, 1994). En materia de divulgación y didáctica, las colecciones trabajan mano a mano con los departamentos de Exposiciones y de Comunicación y Programas Públicos del MNCN; en el primer caso con el montaje de exposiciones, permanentes o temporales, en el propio Museo, y en el segundo con el préstamo de material sin valor científico, prestado indefinidamente o cedido para la realización de talleres destinados al público general. También se reciben visitas organizadas de escolares, en colaboración con el Museo de Verano del MNCN, y de estudiantes universitarios de grado y máster procedentes de todas las universidades madrileñas y algunas del resto de España, como la Universidad de Salamanca. En función de la edad, las charlas se vuelven más divulgativas o más especializadas. Tras su visita, muchos alumnos de estudios superiores se interesan por realizar trabajos de fin de grado o fin de máster, así como prácticas extracurriculares. 488

También existe una colaboración estrecha con la Sociedad de Amigos del Museo (SAM), con la participación en eventos organizados por esta, como talleres, conferencias o cursos relacionados con las colecciones, los ejemplares y los personajes ligados a su historia. Las colecciones del MNCN participan asimismo en programas científicos y de conservación de colecciones con proyección internacional. Entre ellos, cabe destacar los siguientes: • Global Biodiversity Information Facility (GBIF). Se trata de una infraestructura de datos abiertos internacional financiada por los países participantes, mediante la que se pretende proporcionar acceso a la información sobre los seres vivos del planeta a cualquier persona que lo solicite desde cualquier parte del mundo. Actualmente, la red de GBIF está formada por noventa y dos miembros de más de cincuenta países y 1.195 proveedores de datos (https://www.gbif.org). Con la creación del Nodo Español (GBIF.ES) en febrero de 2001, España se convirtió en uno de los miembros fundadores de GBIF. Desde junio de 2003, el CSIC coordina las actividades de la infraestructura en España mediante una Unidad de Coordinación con sede en el Real Jardín Botánico (RJB-CSIC), gracias al apoyo y asesoramiento de dicho centro y del MNCN. • Scientific Collections International (SciCollL). Es un consorcio global que pretende dar una mayor visibilidad a las colecciones científicas, apoyando su utilización en la investigación interdisciplinar (http://scicoll.org). Su creación se produjo en abril de 2013 y el MNCN es uno de los diez miembros fundadores. • Synthesys of Systematics Resources (SYNTHESYS). Es un proyecto financiado por la Unión Europea para crear una infraestructura integrada de colecciones de historia natural europeas. Esta iniciativa proporciona financiación a los científicos con sede en países miembros de la UE y Estados asociados, con el fin de realizar visitas cortas a una o varias de las dieciocho instituciones asociadas. Mediante esta financiación, los investigadores pueden tener acceso a las colecciones, a la experiencia del personal y/o a los servicios analíticos para los fines de su investigación (http://www.synthesys.info). Hasta el día de hoy, se han financiado tres convocatorias consecutivas (2004-2009, 2009-2013 y 2013-2017), y las colecciones del Museo han recibido a más de un centenar de investigadores procedentes de toda Europa. • Iberian collections of fauna and flora (BIOD-IBERIA), que precedió al proyecto SYNTHESYS. Desarrollado entre el MNCN y el RJB entre 2001 y 2004, el programa promovía el estudio de las colecciones de historia natural más completas de la Península Ibérica, islas Baleares y Canarias, lo que supuso la estancia de más de 110 investigadores (entre ambos centros) de 19 países europeos (https://cordis.europa.eu/ project/rcn/58561_es.html). • Consortium of European Taxonomic Facilities (CETAF). Se trata de un Consorcio de Instalaciones Taxonómicas Europeas: una red europea de museos de ciencias naturales, museos de historia natural, jardines botánicos y centros de investigación de biodiversidad con sus colecciones biológicas asociadas y experiencia en investigación, cuyo objetivo es promover la formación y la investigación en biología sistemática y paleobiología a través de la taxonomía y facilitar el acceso a la información que contienen las colecciones (https://cetaf.org). 489

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Legislación en el ámbito de las colecciones de historia natural Isabel Rey*

el Rey* Caballito de mar (Hippocampus ramulosus Leach, 1814), especie que se encuentra bajo el amparo de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Fotografía: José Luis Bello.

l Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) tiene la obligación de adquirir, custodiar y conservar los especímenes que forman parte de sus colecciones y facilitar su uso garantizando su acceso a la investigación y a la sociedad. El personal del Museo debe asumir un código deontológico que condense el conjunto de deberes y obligaciones establecidos por la legislación, nacional e internacional, además de las normas particulares del organismo al que estén vinculados, y del conjunto de valores compartidos por los miembros de su colectivo y de la comunidad científica en general. En la actualidad, la legislación involucrada en las Colecciones de historia natural (CHN) es amplia y muy diversa, pues tiene competencias en numerosas tareas habituales en el quehacer diario del trabajo de colecciones. La falta de atención a dichas directrices puede ser perjudicial no solo para la biodiversidad, sino que puede afectar a la salud humana. La recolección, transporte, procesado, conservación y uso de especímenes o muestras biológicas que configuran las colecciones está regulada por una serie de convenios y legislación nacional e internacional que son de obligado cumplimiento. Por ello, sea cual sea la vía de ingreso de los ejemplares se debe comprobar, entre otros aspectos, que las colectas se ajustan a la normativa correspondiente a la protección del medio ambiente y diversidad biológica a escala local, regional, nacional o internacional. Esta comprobación es necesaria, también, con los permisos de exportación e importación desde los países de origen al del repositorio. Además, no se deben olvidar los preceptivos permisos internacionales y nacionales en relación con la protección sanitaria veterinaria o fitopatológica. En lo que se refiere a las tareas de procesado, conservación y uso hay que considerar la legislación sobre prevención de riesgos laborales, así como una serie de reglamentos sobre normas de seguridad alimentaria, salud humana y bienestar animal. Para comenzar, se hace mención a los acuerdos y leyes generales donde se debe encuadrar el trabajo de conservación de las CHN (tabla 32.1):

E

• La Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (33a sesión de la Conferencia General de la UNESCO, el 19 de octubre de 2005) reconoce como objetivos «la importancia de la libertad de la investigación científica y las repercusiones beneficiosas del desarrollo científico y tecnológico, destacando al mismo *

Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]

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tiempo la necesidad de que esa investigación y los consiguientes adelantos se realicen en el marco de los principios éticos enunciados en esta Declaración y respeten la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales; y además fomentar el diálogo multidisciplinario y pluralista sobre las cuestiones de bioética entre todas las partes interesadas y dentro de la sociedad en su conjunto (Artículo 2)». • La Ley 14/2011, de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación expone en su preámbulo que la generación de conocimiento en todos los ámbitos, su difusión y su aplicación para la obtención de un beneficio social o económico son actividades esenciales para el progreso de la sociedad española, cuyo desarrollo ha sido clave para la convergencia económica y social de España en el entorno internacional (BOE n.º 131, de 02 de junio de 2011).1 • El código de deontología profesional del Consejo Internacional de Museos (ICOM) constituye una norma básica (ICOM, 1986, 2006, 2013a) y presenta una serie de principios y directrices sobre las prácticas profesionales que deben cumplir los conservadores de museos; este marco general tiene disposiciones éticas adicionales para museos de historia natural (ICOM, 2013b). • El artículo 46 de la Constitución Española dice que «los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio» (BOE n.º 311, de 29 de diciembre de 1978). • La Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (BOE de 29 de junio de 1985), que protege los especímenes conservados, entre otros por los museos nacionales, establece en su preámbulo «El Patrimonio Histórico Español es el principal testigo de la contribución histórica de los españoles a la civilización universal…» y «consagra una nueva definición de Patrimonio Histórico y amplía notablemente su extensión», buscando «asegurar la protección y fomentar la cultura material debida a la acción del hombre en sentido amplio, y concibe aquella como un conjunto de bienes que en sí mismos han de ser apreciados, sin establecer limitaciones derivadas de su propiedad, uso, antigüedad o valor económico». En este capítulo se propone hacer una revisión de la legislación que afecta a las CHN, con el fin de obtener una guía orientativa y actualizada para la actividad diaria de los profesionales de esta disciplina. A lo largo del capítulo se reúnen las diferentes leyes y normativas en los siguientes apartados: • Patrimonio histórico • Convenio de Diversidad Biológica (CBD) y Protocolo de Nagoya • Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES) • Patrimonio Natural y de la Biodiversidad • Seguridad sanitaria, bienestar animal, riesgos laborales • Transporte: exportación, importación • Otras disposiciones 1

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http://portal.unesco.org/shs/fr/files/9695/11501239971Brochure_UNESCO_SP.pdf/Brochure+UNESCO_SP.pdf

Patrimonio histórico En España, todas las colecciones estatales, sean de la naturaleza que sean, están protegidas por la misma Ley de Patrimonio Histórico, Ley 16/1985 de 25 de junio, desarrollada de forma parcial en el Real Decreto 111/1986, de 10 de enero y sus sucesivas modificaciones. Ambas, junto con el Real Decreto 620/1987 por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos, constituyen el marco legal aplicable a la conservación del Patrimonio. El objetivo que persigue la Ley quedó plenamente resumido en la parte final de su preámbulo: «la Ley no busca sino el acceso a los bienes que constituyen nuestro Patrimonio Histórico. Todas las medidas de protección y fomento que la Ley establece solo cobran sentido si, al final, conducen a que un número cada vez mayor de ciudadanos pueda contemplar y disfrutar las obras que son herencia de la capacidad colectiva de un pueblo. Porque en un Estado democrático estos bienes deben estar adecuadamente puestos al servicio de la colectividad en el convencimiento de que con su disfrute se facilita el acceso a la cultura y que esta, en definitiva, es camino seguro hacia la libertad de los pueblos». En este mismo documento también aparece la definición de museo en el Artículo 59.3: «Son Museos las instituciones de carácter permanente que adquieren, conservan, investigan, comunican y exhiben para fines de estudio, educación y contemplación conjuntos y colecciones de valor histórico, artístico, científico y técnico o de cualquier otra naturaleza cultural». Es interesante señalar que en el apartado A12 del anexo de la Directiva 93/7/CEE del Consejo de Europa, de 15 de marzo de 1993, relativa a la restitución de bienes culturales que hayan salido de forma ilegal del territorio de un Estado miembro, donde se definen los bienes que forman parte del «patrimonio nacional» se incluyen específicamente las CHN: «a) Colecciones y especímenes procedentes de colecciones de Zoología, Botánica, Mineralogía o Anatomía. b) Colecciones que tengan interés histórico, paleontológico, etnográfico o numismático». Aunque estas constituyen la esencia de las medidas de protección y fomento del conjunto de bienes que conforman el patrimonio del MNCN, se han desarrollado otras muchas, principalmente autonómicas, que deben ser tenidas en consideración en nuevas adquisiciones. Si se visita la web del Ministerio de Cultura y Deporte se puede encontrar toda la legislación nacional e internacional que atañe a museos y patrimonio histórico, un conjunto de más de 190 documentos.2

Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) y Protocolo de Nagoya Durante la segunda mitad del siglo xx se reconoció en el ámbito internacional una importante pérdida de biodiversidad. Cientos de especies estaban desapareciendo por la actividad humana y todas ellas forman parte del equilibrio de diferentes ecosistemas, por lo que su pérdida podría ocasionar desajustes muy importantes en los mismos. Se reconoció que los recursos biológicos de la Tierra tienen un valor único para la supervivencia actual y futura de los seres humanos y que la diversidad biológica es un bien mundial que debe ser protegido, tanto a nivel de las especies como de los ecosistemas. Numerosos autores plantearon que el desarrollo económico y social de la hu2

http://www.mecd.gob.es/legislacionconvenio/loadSearchLegislation.do?cache=init&legislation.area.id=PAHI&layout =legislacionPatrimonio&language=es

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Tabla 32.1. Listado de legislación y normativa sobre patrimonio nacional español de interés general.

convenios internacionales Instrumento de Ratificación del Convenio para La protección de los Bienes Culturales en caso de conflicto armado, firmado en La Haya el 14 de mayo de 1954. Número Disposición: 14/05/1954 Instrumento de Ratificación de la Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia de propiedad ilícitas de bienes culturales, hecha en París el 17 de noviembre de 1970. Número Disposición: 17/11/1970 Instrumento de aceptación, de 18 de marzo de 1982, de la Convención sobre la Protección del patrimonio Mundial Cultural y Natural, hecho en París el 23 de noviembre de 1972. Número Disposición: 23/11/1972 Instrumento de Ratificación del Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, firmado en la Ciudad del Vaticano el 3 de enero de 1979. Número Disposición: 03/01/1979 Instrumento de Ratificación del Convenio Europeo para la protección del patrimonio arqueológico (revisado), hecho en La Valeta el 16 de enero de 1992. Número Disposición: 16/01/1992 Instrumento de adhesión de España al Convenio de UNIDROIT sobre bienes culturales robados o exportados ilegalmente, hecho en Roma el 24 de junio de 1995. Número Disposición: 24/06/1995 Instrumento de Ratificación de la Convención sobre la protección del Patrimonio cultural subacuático, hecho en París el 2 de noviembre de 2001. Número Disposición: 02/11/2001 Instrumento de Ratificación de la Convención para la salvaguardia del Patrimonio cultural inmaterial, hecho en París el 3 de noviembre de 2003. Número Disposición: 03/11/2003 protocolo Instrumento de Ratificación del Segundo Protocolo de la Convención de La Haya de 1954 para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, hecho en La Haya el 26 de marzo de 1999. Número Disposición: 26/03/1999 directiva Directiva 93/7/CEE del Consejo, de 15 de marzo de 1993, relativa a la restitución de bienes culturales que hayan salido de forma ilegal del territorio de un Estado miembro. Número B.U.E: 74, 27/03/1993. Número Disposición: 93/7/CEE leyes Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local. Número B.O.E: 80, 03/04/1985. Número Disposición: 7/1985 Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Número B.O.E: 155, 29/06/1985. Número Disposición: 16/1985 reales decretos Real Decreto 111/1986, del 10/01/1986, de desarrollo parcial de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español Real Decreto 620/1987, del 10/04/1987, por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos Real Decreto 1305/2009, de 31/07/2009, por el que se crea la Red de Museos de España Ley 36/1994, de 23 de diciembre, de incorporación al ordenamiento jurídico español de la Directiva 93/7/CEE del Consejo, de 15 de marzo, relativa a la restitución de bienes culturales que hayan salido de forma ilegal del territorio de un Estado miembro de la Unión Europea. Número B.O.E: 307, 24/12/1994. Número Disposición: 36/1994 Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Número B.O.E: 281, 24/11/1995. Número Disposición: 10/1995 Ley Orgánica 12/1995, de 12 de diciembre, de Represión del Contrabando. Número B.O.E: 297, 13/12/1995. Número Disposición: 12/1995

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Figura 32.1. Izquierda. Portada del documento Convenio de Diversidad Biológica y su implementación en la Unión Europea. Figura 32.2. Derecha. Portada del documento del Protocolo de Nagoya.

manidad se debe producir de un modo que se denominó «desarrollo sostenible» (Brundlandt, 1987). Como consecuencia de ello, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) convocó varias reuniones entre 1988 y 1992 —año de la Conferencia de Nairobi—, en las que se culminaron los trabajos y se aprobó el texto de lo que se denominó Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD) (figura 32.1). La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (la Cumbre para la Tierra), que tuvo lugar del 3 al 14 de junio de 1992 en Río de Janeiro, aprobó el convenio propuesto por el PNUMA. Este entró en vigor el 29 de diciembre de 1993 y fue ratificado por 30 países. En la actualidad ha sido ratificado por 168 países. Este convenio es un instrumento global que tiene tres objetivos principales: 1. La conservación de la diversidad biológica. 2. La utilización sostenible de los componentes de la diversidad biológica. 3. La participación justa y equitativa de los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos. En el convenio se definen una serie de términos importantes que afectan al trabajo de las CHN, que no deben ser dejados a la libre interpretación (Artículo 2); se otorga la propiedad de los recursos naturales al país que los contiene para evitar, por ejemplo, expolios históricos de países desarrollados (Artículo 3); se hace referencia a la Conservación ex situ, es decir, a la conservación de componentes de la diversidad biológica fuera de sus hábitats naturales (Artículo 9); y se establece que el acceso a estos recursos estará sujeto al consentimiento previo del país de procedencia, acordándose previamente la distribución de beneficios derivados de la utilización comercial o de otra índole de estos recursos genéticos (Artículo 15), incluyendo como uno de los posibles beneficios el «Intercambio de información» (Artículo 17). La sexta reunión del Órgano Rector del Convenio (COP, por sus siglas en inglés), celebrada en La Haya en abril de 2002, aprobó un borrador del primer documento orientativo sobre cómo proceder y qué pautas seguir para cumplir con las disposiciones de 497

algunos artículos sobre Acceso a los Recursos Genéticos y Participación Justa y Equitativa en los Beneficios Provenientes de su Utilización, al que se denominó Directrices de Bonn. El espíritu de estas directrices pretendía facilitar un uso sencillo, práctico, transparente y no arbitrario de la normativa en relación al tercer objetivo del CBD, pero dichas directrices eran de carácter voluntario y fueron obviadas de forma mayoritaria. Según Lago Candeira (2011), si los países hubieran sido más consecuentes con esta recomendación y hubiesen implementado la cuestión de la divulgación del origen de los recursos, no habría hecho falta aprobar el Protocolo de Nagoya. Además, en ellas se indica la característica especial que se debería dar a los estudios científicos, «[…] tomarse en consideración las necesidades específicas de investigación taxonómica y sistemática, según lo especificado por la Iniciativa Mundial sobre Taxonomía». La COP, en su reunión en Yakarta en 1995, se hizo eco de las advertencias de los comités anteriores para exponer los problemas del futuro de la taxonomía (Evenhuis, 2007). Las lagunas en el conocimiento taxonómico y la escasez de taxónomos competentes para identificar y nombrar la biodiversidad todavía pendiente de describir condujeron a que se definiera el denominado «impedimento taxonómico». En 1996, Elaine Hoagland, director ejecutivo de la Association of Systematics Collections (ASC) puso de relieve la expresión en su libro blanco sobre el tema. Este trabajo originó un intenso debate por parte de taxónomos que definieron los métodos por los que se podría resolver el problema (Wheeler et al., 2004; Carvalho et al., 2007; La Salle et al., 2009). La identificación de animales bien conocidos como los grandes vertebrados puede ser sencilla; sin embargo, la mayoría de los organismos requieren de conocimiento experto para su correcta identificación; además, una enorme proporción de ellos aún no se han clasificado o no se les ha asignado nombre científico formal. En la actualidad existen proyectos internacionales, como el Consortium for the Barcode of Life (CBOL), que intentan crear un estándar global para la identificación de especies. Estas razones justificaron que las tareas exclusivamente taxonómicas fueran reconocidas como excepciones en la filosofía del CBD.3 En la décima reunión de la COP (Nagoya, Japón, 18-29 de octubre de 2010), se decidió adoptar el Protocolo sobre Acceso a los Recursos Genéticos y Participación Justa y Equitativa en los Beneficios que se Deriven de su Utilización, cuyo objetivo es proporcionar un marco jurídico transparente para la aplicación efectiva del tercer objetivo del CDB (figura 32.2). El Protocolo fue finalmente adoptado después de años de ardua y compleja negociación (Lago Candeira, 2011), pues desde el primer momento se produjo un fuerte choque de visiones entre las partes. El protocolo entró en vigor 90 días después de su ratificación por 50 países, y esto ocurrió el 12 de octubre de 2014; España lo ratificó el 3 de junio de 2014. En la actualidad está ratificado por 105 países.4 El ámbito de aplicación del protocolo comprende los recursos genéticos, pero quedan fuera los recursos genéticos humanos y los de alta mar (pues se encuentran fuera de la jurisdicción nacional), e incluye los conocimientos tradicionales asociados a dichos recursos genéticos. En la actualidad, el protocolo mantiene el sistema establecido por el CBD en relación al Consentimiento Fundamentado Previo (PIC, por sus siglas en inglés) y la negociación de Términos Mutuamente Convenidos (MAT, por sus siglas en inglés), pero incorpora un certificado de cumplimiento o documento equivalente. Este certificado 3 4

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http://flyaqis.mov.vic.gov.au/chaec/taximp.html https://absch.cbd.int/

debe ser emitido por una autoridad nacional del país proveedor tras comprobar que se ha cumplido con su marco nacional de acceso. En el protocolo se establecen los principios y elementos mínimos que deben regir los marcos nacionales para acceder a los recursos, la forma en que se distribuyen los beneficios de su utilización entre las personas o los países que utilizan dichos recursos (usuarios), y las personas o los países que los proporcionan (proveedores), mejorando la transparencia de dichos procedimientos. Países como Brasil, Colombia o Costa Rica, en el ejercicio de sus derechos soberanos sobre los recursos naturales, han elaborado legislaciones o reglamentos nacionales donde se especifican sus propias medidas para la lucha contra la biopiratería, estableciendo sus puntos de control, el porcentaje sobre los beneficios y sus excepciones. Toda la documentación al respecto se centraliza en una plataforma de intercambio de información.5 Estos marcos nacionales de acceso a los recursos genéticos deben tener en cuenta ciertas situaciones especiales. La primera hace referencia al establecimiento de procedimientos simplificados de acceso para actividades de investigación sin fines comerciales, y la segunda tiene que ver con posibles situaciones de emergencia en relación con patógenos que puedan afectar a la salud humana, de animales o plantas. En el ámbito europeo, la legislación ABS se recoge en el Reglamento (UE) 511/2014 y el Reglamento de Ejecución (UE) 2015/1866. La obligación principal de los usuarios es actuar con la «diligencia debida», es decir, asegurarse de que el acceso cumple los requisitos legales de cada país y, cuando sea necesario, obtener el Certificado de Cumplimiento Internacionalmente Reconocido (IRCC, por sus siglas en inglés) y/o las condiciones mutuamente acordadas u otra información y documentos equivalentes. La obligación de «diligencia debida» para los usuarios de fondos de investigación implica que deberán cumplir con los puntos de control establecidos por las autoridades. Las CHN deben asumir un código de conducta que asegure el cumplimiento de las disposiciones del CBD, reconociendo la soberanía nacional sobre la biodiversidad y la utilización del patrimonio genético. Esta pauta de trabajo debe estar reflejada en un conjunto de buenas prácticas y de los estándares de calidad, motivo por el cual el Grupo de Trabajo de Legislación del Consorcio Europeo de Instalaciones Taxonómicas (CETAF, por sus siglas en inglés) ha elaborado un código de conducta y buenas prácticas para ABS (Bodegård et al., 2015). En las bases de datos de las CHN se debe mantener la información sobre los acuerdos de acceso concretados con los países de origen de sus especímenes, puesto que las instituciones son responsables de la gestión de las muestras conforme a dichos requerimientos y deben garantizar su trazabilidad con constancia documental. La información relacionada con el acceso deberá conservarse durante los veinte años siguientes al vencimiento del plazo de utilización. España ha legislado su acceso como país proveedor de recursos genéticos por medio de la Ley 42/2007, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, de 13 de diciembre de 2007, en su modificación por la Ley 33/2015. Esta ley regula el acceso a recursos genéticos españoles in situ y ex situ. Cabe destacar que dicho acceso está sujeto a consentimiento previo informado, condiciones mutuamente acordadas y autorización de acceso por el ministerio correspondiente (en su día el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente) que actuará, conforme a lo dispuesto en el Protocolo de Nagoya, como punto focal nacional y que los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos serán destinados principalmente a la con5

Access and Benefit-sharing Clearing-House (ABS Clearing-House, ABSCH) https://absch.cbd.int/help/about

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servación de la biodiversidad y el uso sostenible de sus componentes (Artículo 71). En los artículos 80 y 81 se establecen infracciones y sanciones. En el R. D. 124/2017, relativo al acceso a los recursos genéticos procedentes de taxones silvestres y al control de la utilización, se desarrollan los artículos 71, 72, 74, 80 y 81 de la ley anterior, para asegurar la correcta utilización de los recursos genéticos de conformidad con el reglamento europeo. Se detallan los procedimientos de utilización, concretando si son para fines comerciales o no, y cuáles son las autoridades competentes de acceso. No está afectado por este Real Decreto el acceso con «fines exclusivamente taxonómicos», entendida esta expresión como «la aplicación de principios y métodos de la identificación, delimitación y clasificación de los seres vivos, y que requiere del estudio de sus relaciones filogenéticas, así como de los procesos evolutivos y ecológicos que han generado la biodiversidad utilizando datos morfológicos, fisiológicos, genéticos, de comportamiento y ambientales» (Artículo 2.3).

Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) Las siglas de este conocido convenio provienen de su nombre en inglés Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora. Firmado en Washington el 3 de marzo de 1973 por 21 países, entró en vigor en el año 1975 y, a día de hoy, lo han firmado 178 naciones. España presentó el Instrumento de Adhesión el 30 de mayo de 1986 y el convenio entró en vigor el 28 de agosto de ese mismo año. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente proporciona la Secretaría de CITES, que se encuentra en Ginebra, Suiza.6 CITES tiene como objetivo principal asegurar que el comercio al que están sometidas determinadas especies animales y vegetales de origen silvestre no ponga en peligro su supervivencia y que sea sostenible. Esto supone esencialmente prohibir el comercio de especies en peligro de extinción y regular el comercio internacional de las especies amenazadas o en peligro de estarlo. Para conseguirlo se organizó un sistema de certificación, único hasta la fecha, que permitiera controlar el comercio internacional de especies silvestres y de sus productos derivados, requiriendo el uso de permisos oficiales para efectuarlo. Ese sistema protege animales y plantas vivos o muertos, sus partes o extractos (marfil, pieles, caparazones, semillas, muestras de tejido) y derivados (es decir, productos que los contengan, como por ejemplo cosméticos, perfumería, medicamentos e instrumentos musicales). Bajo su protección se amparan más de 33.000 especies —de las que aproximadamente 28.000 son plantas (85 %) y 5.000 son animales (15 %)—, todas ellas reunidas en listados con tres niveles de protección que se denominan apéndices (Ap. I, Ap. II y Ap. III) que se revisan periódicamente y se definen según el grado de vulnerabilidad (figura 32.3). El texto del convenio establece un amplio marco jurídico para la regulación del comercio internacional. Las partes están obligadas a aplicar sus disposiciones a través de legislación nacional, que puede ser más restrictiva que el propio convenio, y adquieren la obligación de promulgar legislación nacional para el decomiso de especímenes ilegales, imposición de sanciones por comercio ilegal y designación de las Autoridades Administrativas (AA) y Científicas (AC). Esto significa que todas las partes comparten el marco 6

500

El documento completo se puede obtener en http://www.cites.es o http://www.cites.org/

Figura 32.3. Piezas decomisadas realizadas en marfil. El elefante africano Loxodonta africana Blumenbach, 1797 está incluido en el Apéndice I de CITES desde 1990. Fotografía: Antonio Galilea.

Figura 32.4. El rinoceronte blanco Ceratotherium simum (Burchell, 1817) y la tortuga carey Eretmochelys imbricata (Linnaeus, 1766) están incluidos en el Apéndice I de CITES desde 1975 y 1977, respectivamente. Fotografía: Isabel Rey.

jurídico y los mecanismos procesales comunes por los que regulan el comercio internacional de especímenes de especies incluidas en los apéndices. Se incluyen entre estos mecanismos procesales los requisitos para el comercio con países que no son partes, similares a los requisitos para regular el comercio entre las partes (CITES, 2010) (figura 32.4). Las listas con el nombre de las especies y su nivel de protección se pueden encontrar en http://www.cites.org y se recomienda utilizar los listados oficiales actualizados, pues el número de especies y su asignación puede cambiar en cada reunión. El Apéndice I incluye las especies de animales y plantas con mayor peligro de extinción, susceptibles de comercio (no suelen incluirse si no se comercia con ellas, excepto en casos en que por su apariencia sean similares a una sí incluida, por ejemplo, el lince ibérico). El comercio de estas especies capturadas o recolectadas en sus hábitats naturales 501

está prohibido, y solo se permite bajo circunstancias excepcionales, por ejemplo, para la investigación científica, pero se exige un permiso de exportación o certificado de reexportación y un permiso previo de importación. El permiso de exportación es facilitado por el país de origen, el certificado de reexportación se emite cuando el material procede de un país distinto al de origen. El Apéndice II incluye las especies que, si bien en la actualidad no se encuentran en peligro de extinción, podrían llegar a estarlo a menos que se controle estrictamente su comercio. Incluye también especies de apariencia similar a alguna de las incluidas en el Apéndice I, a fin de garantizar un mejor control de las protegidas. El comercio de animales y plantas, capturados o recolectados en el medio silvestre, nacidos en cautividad o reproducidos artificialmente, está permitido cuando se cumplen los requisitos establecidos. En estos casos es necesario un permiso de exportación o un certificado de reexportación. No es necesario un permiso de importación, excepto en países con una legislación más estricta, como ocurre en la UE, Suiza, Japón y Estados Unidos de América (figuras 32.5 y 32.6). El Apéndice III incluye especies sujetas a regulación a petición de uno o más países, siempre que dichos países integren el área de distribución de la especie, y precisa la cooperación de otros países para impedir o restringir su explotación. El comercio de las especies incluidas en este apéndice requiere un permiso de exportación, cuando el espécimen es originario del país que ha solicitado la inclusión de esa especie en el Apén502

Figura 32.5. Izquierda. (2 fotos) Diferentes especies de corales de los órdenes Antipatharia (corales negros) o Scleractinia (corales pétreos) y de las familias Helioporidae (corales azules), Tubiporidae (corales rojos) como los que aparecen en la imagen están incluidos en el Apéndice II de CITES. Fotografía: Antonio Galilea.

Figura 32.6. Derecha. Ara chloropterus (Gray, 1859), Apéndice II de CITES desde 1981. La familia Psittacidae (loros o papagayos) tiene más de 23 especies incluidas en el Apéndice I de CITES. Fotografía: Isabel Rey.

dice III, o un certificado de origen expedido por la AA CITES del país exportador, o reexportador, en el resto de los casos. Únicamente se permite el comercio internacional de una especie incluida en el Apéndice II si no es perjudicial para la supervivencia de la especie en el medio silvestre. Para efectuar tales juicios, se requiere que cada parte designe una AC. Los permisos para el comercio (basados en el asesoramiento que se recibe de la AC) son emitidos por una AA. El control en la aplicación y observancia de que los productos CITES se comercializan con los permisos exigidos es un trabajo que recae sobre las autoridades nacionales, en el caso español, en los empleados públicos del Servicio de Vigilancia Aduanera, Guardia Civil o Policía. A escala internacional la infracción de las disposiciones de la Convención puede acarrear sanciones comerciales que son unilaterales. En el artículo 7, apartado 6, del texto del convenio (CITES, 1973), se dice que las disposiciones de los artículos III, IV y V no se aplicarán al préstamo, donación o intercambio no comercial entre científicos de instituciones científicas registradas por la AA de su Estado. Por lo tanto, existe una exención en relación a especímenes de herbario, otros especímenes preservados, secos o incrustados de museo, y material de plantas vivas que lleve una etiqueta expedida o aprobada por una AA. Es decir, no son necesarios los permisos para tales movimientos no comerciales entre instituciones inscritas, pero se requieren requisitos estrictos de etiquetado, y el movimiento de especímenes solo puede ocurrir entre las instituciones que han sido reconocidas por las AA nacionales de CITES. La etiqueta aprobada por la AA constituye la declaración ante la aduana y en ella figura el código de la institución, compuesto por el código ISO del país más un número identificativo. El MNCN fue finalmente registrado como institución científica CITES en febrero de 2016 y su número es ES-002.7 El Convenio es un acuerdo de mínimos y admite la posibilidad de aplicar legislaciones nacionales más estrictas, como es el caso del Reglamento de la UE. La aplicación de CITES en la UE se realiza a través de Reglamentos de la UE, que son directamente aplicables en los Estados miembros. Estas regulaciones establecen condiciones de importación más estrictas que las impuestas por CITES. La normativa vigente en la UE para la aplicación de CITES la constituyen el Reglamento marco, Reglamento (CE) del Consejo n.º 338/97 de 9 de diciembre de 1996 sobre la protección de especies de fauna y flora silvestres mediante el control de su comercio —incluidos los anexos que contienen una lista de las especies reguladas en el comercio—, y el Reglamento (CE) n.º 865/2006 de 4 de mayo de 2006, por el que se establecen disposiciones de aplicación del Reglamento (CE) n.° 338/97. Este incluye la bibliografía sobre la nomenclatura (artículo 5, apartado 4) que debe emplearse para indicar la denominación científica de las especies en los permisos y certificados. Estos dos reglamentos constituyen el marco legal básico para todos los Estados miembros de la UE y regulan el comercio dentro y entre ellos —lo que es considerado comercio nacional—, así como el comercio internacional fuera de los Estados miembros de la UE.8 En la UE las especies se categorizan en cuatro niveles de protección que se denominan Anexos (A, B, C y D) del Reglamento (CE) n.º 338/97. Los Anexos A, B y C corresponden en gran parte a los Apéndices CITES I, II y III, pero contienen algunas especies no incluidas en estos y que están protegidas por la legislación interna de la UE, para ser coherente con otras normas sobre la protección de especies nativas, como la Directiva Hábitats y la Directiva Aves. 7 8

https://www.cites.org/esp/common/reg/s_si.html Se puede obtener en http://ec.europa.eu/environment/cites/legislation_en.htm

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Existen países que exigen los mismos requisitos para préstamo o intercambio de especies no CITES; por ejemplo, Australia tiene un registro de instituciones para intercambio de especies nativas que no figuren en los apéndices CITES y exige que las instituciones garanticen unos estándares de conservación (Environment Protection and Biodiversity Conservation Act 1999). El MNCN obtuvo este registro en octubre de 2010, con el número es124a.9 Para proporcionar formación sobre CITES se realiza desde 1998 —en la sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) en Baeza (Jaén)— un máster sobre «gestión y conservación de especies en comercio: el marco internacional», dirigido por Margarita Clemente Muñoz, catedrática de la Universidad de Córdoba. Ha celebrado 13 ediciones con 336 alumnos de 96 países y en él han participado conservadores del Museo como ponentes desde sus primeras ediciones (figura 32.7).

Patrimonio natural y de la biodiversidad La Ley 42/2007, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, de 13 de diciembre de 2007, su modificación por la Ley 33/2015, junto con el Real Decreto 1274/2011 de 16 de septiembre que aprueba el Plan Estratégico del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad 20112017, son el marco jurídico que regula las CHN desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad. 9

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http://www.environment.gov.au/topics/biodiversity/wildlife-trade/trading-and-out-australia/non-commercial-trade/scientific

Figura 32.7. Pandinus imperator (Koch, 1842), incluido en el Apéndice II de CITES desde 1995. Fotografía: Isabel Rey.

Esta ley establece el régimen jurídico básico de la conservación, uso sostenible, mejora y restauración del patrimonio natural y de la biodiversidad. Establece la obligación de que todos los poderes públicos, y por tanto todas las instituciones del Estado, velen en sus ámbitos respectivos por la conservación y la utilización racional del patrimonio natural en todo el territorio nacional y en las aguas marítimas bajo soberanía o jurisdicción española. Establece que «las Administraciones Públicas deben dotarse de herramientas que permitan conocer el estado de conservación del patrimonio natural y de la biodiversidad española, y las causas que determinan sus cambios; con base en este conocimiento podrán diseñarse las medidas a adoptar para asegurar su conservación, integrando en las políticas sectoriales los objetivos y previsiones necesarios para la conservación y valoración del patrimonio natural, la protección de la biodiversidad, la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales, y el mantenimiento, y en su caso la restauración, de la integridad de los ecosistemas». Este párrafo por sí solo justifica la existencia de las CHN y de los bancos de recursos genéticos, imprescindibles en el estudio de las especies que componen la biodiversidad y fundamentales para el seguimiento de la evolución de sus poblaciones. Si bien esta ley debiera ser de obligada lectura para todos los profesionales que trabajen en recursos naturales, parece interesante detenernos en aquellos títulos, capítulos o artículos que muestran especial vinculación con el trabajo de las CHN. En los artículos correspondientes al Título Preliminar se especifican, por ejemplo, los principios que inspiran la ley (Artículo 2), centrados en el mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales y de los sistemas vitales básicos, en la preservación de la diversidad biológica, genética, de poblaciones y de especies, y en la preservación de la variedad, singularidad y belleza de los ecosistemas naturales y de la diversidad geológica y del paisaje (figura 32.8). El Título III se centra en la conservación de la biodiversidad silvestre, encomendando a las comunidades autónomas que «adopten las medidas necesarias para garantizar la conservación de la biodiversidad que vive en estado silvestre, atendiendo preferentemente a la preservación de sus hábitats y estableciendo regímenes específicos de protección para aquellas especies silvestres cuya situación así lo requiera». Además, se señala la prohibición de «dar muerte, dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres», al igual que se «prohíbe la posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos», así como «la introducción de especies alóctonas cuando estas puedan competir con las autóctonas, alterar su pureza genética o sus equilibrios ecológicos». Estas prohibiciones condicionan el trabajo de los biólogos y deben ser respetadas en los trabajos de investigación con especies silvestres. La gestión de permisos debe ser tramitada por las comunidades autónomas. El Título IV se refiere al uso sostenible del patrimonio natural y de la biodiversidad. El capítulo segundo está dedicado al acceso a los recursos genéticos procedentes de taxones silvestres y el reparto de beneficios (Artículo 68), e indica que se regirá por lo dispuesto en el CBD y sus instrumentos de desarrollo. El capítulo tercero (Artículo 69) trata sobre el comercio internacional de especies silvestres, cuyo desarrollo adapta a la legislación internacional, en particular CITES, el Tratado Internacional sobre Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura de la Organización Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la normativa comunitaria sobre protección de las especies amenazadas, mediante el control del comercio. Señala que el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo es el 505

Figura 32.8. Nestor notabilis Gould, 1856, incluido en el Apéndice II de CITES desde 1981. Fotografía: Isabel Rey.

encargado de mantener un registro de las importaciones y exportaciones de especies silvestres cuyo comercio esté regulado. Por último, el Título VI se centra en infracciones y sanciones (Artículos 77 y 78). En la parte final de la Ley existen una serie de disposiciones adicionales y concretamente la séptima hace referencia a la investigación y transferencia de tecnología sobre la diversidad biológica especificando que «las Administraciones Públicas fomentarán el desarrollo de programas de investigación sobre la diversidad biológica y sobre los objetivos de esta Ley».

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Seguridad sanitaria, bienestar animal, riesgos laborales Salud humana, sanidad animal y del medio ambiente Una parte del trabajo en las CHN está relacionada con la manipulación y transformación de animales muertos, por ello es importante conocer la legislación que regula la gestión de los restos de origen animal desde el momento en que se generan hasta su uso o destrucción final, a fin de garantizar que no se ocasionen riesgos para la salud humana, sanidad animal o medio ambiente. El Reglamento (CE) N.º 1069/2009, del Parlamento Europeo y del Consejo, y el Reglamento (UE) N.º 142/2011, de la Comisión, constituyen desde el 4 de marzo de 2011 el marco legal comunitario aplicable a los Subproductos Animales No Destinados al Consumo Humano y los Productos Derivados de los mismos (SANDACH). En ellos se establecen las normas sanitarias aplicables a los subproductos animales y los productos derivados no destinados al consumo humano. Además, la Directiva 97/78/CE del Consejo establece el tipo de muestras y unidades exentas de los controles veterinarios en la frontera. El objetivo final de esta regulación es garantizar la seguridad de la cadena alimentaria humana y animal. Mediante el Real Decreto 1528/2012, de 8 de noviembre, se establecen las normas aplicables a los SANDACH y se decretan disposiciones específicas de aplicación en España de dichos reglamentos. Entre otras medidas, define la distribución de competencias entre diversos departamentos de la Administración General del Estado (AGE) y las comunidades autónomas en relación con los SANDACH y crea la Comisión Nacional de Subproductos de origen Animal No Destinados Al Consumo Humano como órgano colegiado interministerial y multidisciplinar, entre cuyas funciones figuran el seguimiento y la coordinación de la ejecución de la normativa sobre SANDACH (figura 32.9). La Comisión Nacional realizó un estudio integral sobre la cadena de gestión de subproductos y los resultados se reflejaron en el Libro Blanco de los SANDACH (http://www.magrama.gob.es/es/ganaderia/temas/sanidad-animal-e-higieneganadera/sandach/). Sus recomendaciones y conclusiones son una herramienta de gestión para una aplicación eficaz de la normativa sobre subproductos, con el fin de garantizar la protección de la salud pública, la sanidad animal y el medio ambiente sin menoscabo de la actividad económica de los sectores implicados. Hasta finales de los años noventa y principios del 2000, estos subproductos se utilizaban mayoritariamente para la alimentación animal, y los que carecían de valor o no podían ser utilizados para este fin eran eliminados. En el caso de los cadáveres de animales, se enterraban en explotaciones ganaderas o se gestionaban conjuntamente con los residuos urbanos enviándose a vertederos directamente. Tras las crisis alimentarias y de sanidad animal (encefalopatías espongiformes transmisibles, gripe aviar y la nueva pandemia de gripe humana producida por el virus H1N1), el Parlamento y el Consejo Europeo aprobaron reglamentos que regulan de manera integral la gestión de estos materiales en condiciones de máxima seguridad. Los SANDACH se clasifican en tres categorías en función del grado de riesgo y se establece el modo de transformación y las condiciones para su utilización o eliminación (concretadas en los artículos 12, 13 y 14). En el artículo 16 se especifican excepciones y una de ellas, concretamente la b), se refiere a materiales usados en investigación u otros fines específicos de conformidad con el artículo 17. En este dice: «[…] la autoridad competente podrá autorizar el uso de subproductos animales y productos derivados para exposiciones, actividades artísticas [aquí en 507

el Reglamento (CE) 1774/2002 ponía taxidermia] y con fines de diagnóstico, educación o investigación en condiciones que garanticen el control de los riesgos para la salud pública y la salud animal. Estas condiciones incluirán: a) la prohibición de todo uso posterior de los subproductos animales o productos derivados para otros fines, y b) la obligación de eliminar los subproductos animales o productos derivados de manera segura o de volver a enviarlos a su lugar de origen, si procede». En su artículo 23 se menciona el registro de explotadores, establecimientos o plantas que afecta directamente al trabajo desarrollado en museos. Se explicita la necesidad de tener esta actividad registrada y de especificar la categoría de los subproductos animales o productos derivados bajo su control, así como la naturaleza de las operaciones realizadas que utilicen como materia prima subproductos animales o productos derivados. El artículo 24 se refiere a la autorización de establecimientos y en uno de sus puntos se centra en el tipo de manipulación de subproductos como cortar, enfriar, congelar, salar, o retirar las pieles o el material de riesgo especificado, mientras que el artículo 25 hace referencia a los requisitos generales de higiene. Otro aspecto relacionado con la seguridad sanitaria, vinculada a restos animales, son las zoonosis no transmitidas por alimentos, sino por vectores, organismos vivos o muertos, que transmiten agentes infecciosos de un animal infectado a un ser humano o a otro animal. Los vectores son, con frecuencia, artrópodos tales como mosquitos, garrapatas, moscas, pulgas y piojos; en otros casos las zoonosis se transmiten por contacto directo o proximidad con los animales infectados. Las enfermedades transmisibles principalmente de este modo son la malaria, la gripe aviar, el virus del Nilo Occidental o la enfermedad de Lyme, entre otras. Se puede obtener información adicional de la página web de la European Food Safety Authority. Para saber más sobre zoo508

Figura 32.9. El género Polymita, moluscos gasterópodos terrestres endémicos de Cuba, ha sido incluido en el Apéndice I de CITES en enero de 2017. Fotografía: Isabel Rey.

Figura 32.10. Personal del MNCN con equipamiento de protección individual para acceder a la cámara de -20 ºC. Fotografía: Isabel Rey.

nosis se puede consultar la web y los manuales sobre Código Sanitario para los animales terrestres y acuáticos.10 Bienestar animal El 22 de septiembre de 2010, el Parlamento Europeo y el Consejo adoptaron la Directiva 2010/63/UE, relativa a la protección de los animales utilizados para fines científicos, que debe ser incorporada al ordenamiento jurídico español. Por otra parte, la Comisión Europea, a través de la Recomendación 2007/526/CE, de 18 de junio de 2007, estableció las líneas directrices relativas al alojamiento y cuidado de los animales utilizados para experimentación y otros fines científicos que ya se habían adoptado en el ámbito del Con10

www.oie.int/doc/ged/D7602.PDF,www.oie.int/doc/ged/D12365.PDF, www.oie.int/doc/ged/11947.PDF33, http://www.cvbd. org/en/zoonosis/

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sejo de Europa, como el Apéndice A del Convenio Europeo sobre la protección de los animales vertebrados utilizados con fines experimentales u otros fines científicos (European Treaty Series 123). Para ajustar la legislación española a las directrices europeas se elabora el Real Decreto 53/2013, de 1 de febrero, por el que se establecen las normas básicas aplicables para la protección de los animales utilizados en experimentación y otros fines científicos, incluida la docencia. Este Real Decreto se dicta en desarrollo de la Ley 32/2007, de 7 de noviembre, para el cuidado de los animales, en su explotación, transporte, experimentación y sacrificio, modificada por la ley 6/2013, de 11 de junio. Prevención de riesgos laborales La naturaleza muy diversa de los trabajos habituales de las CHN, laboratorios de biología molecular o general, de química o física, trabajos de oficina o con ordenadores, y manejo de cargas de diferente consideración implica diferentes riesgos que deben ser atendidos y minimizados. La legislación que se aplica está contenida en la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), y sus revisiones posteriores (figura 32.10).

Transporte: exportación, importación El embalaje y transporte de los especímenes se debe ajustar a todos los estándares y normas nacionales e internacionales vigentes. Los envíos aéreos están coordinados por la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) y los envíos terrestres se rigen por los acuerdos sobre transporte de sustancias peligrosas por carretera (European Agreement concerning the International Carriage of Dangerous Goods by Road, ADR; UNECE).11 La IATA y la Organización Internacional de Aviación Civil (ICAO) han revisado en 2012 las disposiciones especiales del IATA Dangerous Goods Regulations (54.ª edición) y otras condiciones sobre la normativa aplicada y, como resultado, se han modificado las disposiciones sobre el transporte aéreo comercial. Esto afecta al transporte de muestras biológicas, tanto para las transportadas por los propios investigadores (cuando no puedan o no quieran enviarlas por correo) como para los préstamos de colecciones. Así, a partir del 1 de enero de 2013, se permitirá a los pasajeros transportar, tanto en el equipaje de mano como en el facturado, muestras no infecciosas que contengan pequeñas cantidades de líquidos inflamables (diluciones de alcohol), siempre que cumplan los requisitos del Special Provisions A180. Esto se añade al resto de requisitos en relación con las inspecciones (aduana) de importación/exportación, sobre especies amenazadas o en peligro de extinción de CITES. Además, se pueden consultar las páginas web de la IATA y la ICAO (así como la normativa para transporte de bienes de The United Nations Economic Commission for Europe).12 Existen guías sobre la reglamentación relativa al transporte de sustancias infecciosas y documentos relativos al acuerdo europeo sobre el transporte internacional de mercancías peligrosas por carretera (European Agreement concerning the International Ca11 12

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http://www.unece.org/trans/danger/publi/adr/adr_e.html http://www.iata.org./, http://www.icao.int/ y http://www.unece.org/trans/danger/danger.html

rriage of Dangerous Goods by Road, ADR), donde se concretan las categorías y los tipos de embalaje.13 El Real Decreto 65/2006, de 30 enero, establece los requisitos para la importación y exportación de muestras biológicas, y normaliza el control fronterizo de estas para el diagnóstico o investigación en seres humanos. Fue modificado con la Orden SAS/3166/ 2009, de 16 de noviembre, en la que se sustituyen los anexos del Real Decreto 65/2006. En ambas regulaciones se describe el procedimiento de autorización (que depende de la Subdirección General de Sanidad Exterior del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente) para la introducción y exportación en el territorio nacional de material biológico (material infeccioso y otros subproductos de origen animal) destinado exclusivamente a investigación.14

Otras disposiciones Una sociedad internacional, International Society for Biological and Environmental Repositories (ISBER), es el mayor foro que trata aspectos técnicos, legales, éticos y de gestión correspondientes a los depósitos de muestras biológicas y ambientales. Se trata de una asociación profesional de personas y organizaciones que comparten interés en la elaboración de estándares de calidad, trabajando bajo principios éticos coherentes, y además en la promoción e innovación en los bancos de muestras biológicas. Esta sociedad ha publicado diferentes ediciones de manuales de buenas prácticas éticas para repositorios (Campbell et al., 2018). La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD, por sus siglas en inglés) tiene como misión desde 1961 promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas en todo el mundo, para lo cual trabajan con los Gobiernos a fin de impulsar cambios económicos, sociales y medioambientales. Mide la productividad y los flujos mundiales de comercio e inversión; analiza y compara datos para predecir las tendencias futuras y desarrolla las normas internacionales en una amplia gama de materias, desde la agricultura hasta el impuesto a la seguridad de los productos químicos y biológicos. En relación con este último punto, han elaborado dos interesantes documentos sobre buenas prácticas en centros de recursos biológicos (OECD, 2007a) o sobre seguridad en centros de recursos biológicos (OECD, 2007b). Por último, el manejo de bases de datos con la información de usuarios o donantes o colectores es algo habitual en las CHN y, por lo tanto, no se puede obviar la legislación al respecto. El 25 de mayo de 2018 entró en vigor el nuevo Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de abril de 2016, relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos y por el que se deroga la Directiva 95/46/CE. La aplicación de esta norma en cada uno de los Estados miembros requiere de un desarrollo normativo interno. El 10 de noviembre el Gobierno aprobó el proyecto de la nueva Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD); a pesar de que aún no está tramitada es de obligado cumplimiento.

13

http://www.safetyway.es/images/PDF/ADR-SafetyWay.pdf El formulario para la autorización de la introducción en el territorio nacional de ese tipo de material biológico y las instrucciones de procedimiento, revisado en febrero de 2012, se pueden encontrar en http://www.magrama.gob.es/es/ganaderia/temas/comercio-exterior-ganadero/Inst_import_material_bio_investig_Rev_septiembre_2013_tcm7-296496.pdf

14

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Digitalización, informatización y bases de datos Manuel Sánchez Ruiz*

Ejemplar de bivalvo de agua dulce Potomida littoralis Cuvier (1798) al que se le ha retirado la concha para ser tratado en un CTScan. Servicio de Técnicas no Destructivas y Rafael Araujo.

uiz* on el uso y proliferación de las computadoras se inició la Revolución Digital, donde el mundo quedaba representado por simples secuencias de ceros y unos. Eran las décadas de 1960 y 1970. Estas diabólicas máquinas permitían realizar cálculos muy complejos en tiempo récord, pero también realizar otras interesantes tareas: hacían posible el almacenamiento de grandes cantidades de información estructurada, de forma que dicha información se podía ordenar de distintas maneras, aparte de poder hacer búsquedas, localizar datos concretos y visualizarlos de manera casi instantánea sin moverse del sitio. El salto de la tinta al bit marca una nueva forma, no solo de trabajar sino de entender la vida. Se acabaron los viejos archivos en papel y cartulinas, que ahora se consideran casi como un pasado anecdótico. El almacén de información pasa a ser virtual, nada tangible; millones de páginas almacenadas en un disco duro de apenas unos centímetros. Pero hay otro salto aún más importante, que es el de las comunicaciones, ese que hace posible conectar las computadoras entre sí (de forma que pueden hablar entre ellas, literalmente) y que me permite tener toda la información del mundo al alcance de mi monitor, sin necesidad de moverme de mi sitio. A partir de ahora todo se busca y consulta a través de una ventanilla única: el monitor de un ordenador (figura 33.1). En definitiva, vivimos en el mundo de las TIC, ese acrónimo que nos encontramos por todas partes y que significa Tecnologías de la Información y la Comunicación. Y es en este mundo digital, y desde esta perspectiva, donde debemos encuadrar nuestras colecciones, toda la información generada por las mismas, la administración y gestión de dichos datos y (no olvidemos la C de Comunicación) la forma de compartir todo esto con el resto del mundo.

C

Digitalización e informatización El mundo digital queda completamente representado por la repetición de un simple código de doble estado: 0/1, o bien verdadero/falso, o bien activado/desactivado. Todo queda representado por largas secuencias de este código. *

Unidad de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected]

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A partir de aquí, se crea toda una semántica y vocabulario, a veces utilizado de forma confusa y poco clara, para referirnos a todo lo que ocurre alrededor del mundo digital. Intentemos definir un par de términos que nos permitan tener un punto de referencia para movernos en este mundo virtual. Digitalizar: vamos a definirlo como la acción de generar documentos en formato digital, todos constituidos por secuencias de ceros y unos. Esto se puede hacer creando documentos nuevos o bien duplicando los documentos analógicos preexistentes en formato digital. Un documento puede ser un texto, un sonido, un vídeo, una forma tridimensional o una combinación de todas estas cosas o algunas de ellas. Casi cualquier cosa que podamos imaginar se puede reproducir en formato digital. Informatizar: vamos a considerarlo como la aplicación de los recursos de la informática (la tecnología que permite el uso de ordenadores o computadoras) a la realización de una tarea. Viene a ser la gestión de la información en formato digital. La informatización ha puesto a disposición de la comunidad (científica y no científica) un tremendo volumen de información, pero hoy en día sigue estando dispersa y de una forma excesivamente caótica. Aparte de que hay que ser críticos y filtrar bien, ya que se encuentra igualmente disponible información de buena y mala calidad, así como la desinformación. Todo es accesible igualmente y con el mismo esfuerzo, y uno diría que casi es más sencillo encontrar la mayor de las sandeces que una información contrastada de calidad. A la hora de valorar la calidad de una información hay dos criterios fundamentales a tener en cuenta (entre otros), que son la institución de origen (de dónde viene) y el autor o autores de la información (quién lo dice) cuando esta es original, y además qué fuentes se utilizaron si la información es más o menos elaborada. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) es una institución de prestigio contrastado a nivel internacional y, como tal, una fuente de información de alta calidad, gracias a un personal altamente cualificado y reconocido en sus ámbitos de trabajo. 516

Figura 33.1. El mundo virtual. Autor: Jonny Lindner. Sacado de la web pixabay.com.

Figura 33.2. Ejemplares correctamente documentados con sus etiquetas.

Las colecciones de historia natural del MNCN, como uno de los pilares de esta institución, se encuentran entre las principales a escala europea y también mundial, y suponen una fuente de información obligada en los estudios de biodiversidad de nuestro entorno, así como para iniciativas de gestión medioambiental. Digitalización e informatización es lo que nos permite gestionar y hacer disponible la información generada por nuestras colecciones para la comunidad en el mundo virtual, y las herramientas que van a organizar esta información y permitir su gestión y disponibilidad van a ser las bases de datos.

Colecciones y bases de datos Las colecciones biológicas son el repositorio de información fundamental para cualquier estudio de biodiversidad. Conservar y gestionar los ejemplares y su información, así como hacer disponible esa información a la comunidad, es el principal objetivo de una colección. El elemento básico alrededor del que va a girar el sistema de gestión de una colección es el ejemplar, un individuo completo o parte del mismo, que puede ser asignado a una especie (en sentido biológico). El ejemplar de colección Los ejemplares en sí mismos son una gran fuente de información, tanto la que podemos obtener por los medios actualmente conocidos, como la que se podrá obtener en el futuro, con el desarrollo y descubrimiento de nuevas técnicas de estudio. Pero cada vez tiene más relevancia toda una serie de datos complementarios que se suelen recoger al tiempo que se realizan los muestreos. 517

Información contextual o complementaria Es la que aporta la documentación que siempre debe acompañar al ejemplar, que le permite ser un testigo de su especie en un punto concreto en el espacio y en el tiempo, y que lo asocia a unas condiciones dadas en el momento de su intercepción o captura, y a un medio concreto en el que se desarrolla su vida. Es todo lo que coloca a este ejemplar en un contexto que permitirá relacionarlo con su entorno al nivel local y con el resto del mundo al nivel global. Es la información que hay que preservar con más celo, de forma que no se pierda ni se altere nada, ya que esta información es irrecuperable. Es lo que convierte a cada ejemplar en una pieza única e irremplazable (figura 33.2). Antes se mencionaba la calidad de la información, y en la valoración siempre tiene peso el quién, con el cual se debe complementar la información contextual: ¿quién captura el ejemplar o toma la muestra?, mucho más importante y fundamental si se trata de una observación de campo. También es básico saber quién manipula, prepara, estudia, etc., el ejemplar. Cuanto más exhaustiva sea la información, tanto mejor. Información que aporta el propio ejemplar Es la obtenida a través del estudio del mismo: morfología, anatomía (de órganos a células), fisiología, bioquímica, etc. Es lo que podríamos llamar la información científica contenida, el resultado de su estudio científico. En este caso la información es el propio ejemplar y con el progresivo desarrollo de la tecnología cada vez somos capaces de ver más características y propiedades del mismo. Por ello es importante la conservación a largo plazo y del modo más inalterado que sea posible. No existen dos ejemplares iguales. Estos tipos de información, en conjunto, van a formar la principal masa de datos alrededor de la que van a girar los sistemas de gestión. Las bases de datos son conjuntos de registros, que a su vez son unidades básicas de información estructurada, que repetirán indefinidamente esta misma estructura. Este entorno es el que nos permitirá guardar y gestionar la información generada. Considerando el ejemplar como la unidad básica de la colección, cuando volcamos la información que identifica y define cada ejemplar en un registro, siguiendo las pautas de la estructura del mismo, tenemos nuestra colección disponible en forma de base de datos. Podemos decir que hemos digitalizado la información y tenemos informatizada la gestión de la misma. En este proceso hay dos aspectos básicos por las implicaciones que luego van a tener a la hora de la gestión en sí misma, pero sobre todo a la hora de salir de los límites de la Colección e interactuar con el resto del mundo, con todo lo que ello implica, a saber: (1) un identificador único que permita individualizar y localizar cada ejemplar, y (2) una estructura de información del registro que permita comparar y complementar la información con la de otras colecciones y fuentes de información. Un identificador del registro y del ejemplar Es necesario poder identificar de forma unívoca y sin ambigüedad cada uno de los ejemplares de la Colección, cosa que haremos mediante la asignación de un código único a cada ejemplar, código que quedará reflejado inequívocamente en la base de datos y que debe acompañar de forma inseparable al ejemplar en sí. 518

Debemos ser capaces de localizar en todo momento cada ejemplar, asociarle cuanta información complementaria tengamos del mismo, así como rastrear todos los hitos acaecidos en su historia. La estructura de información del registro A la hora de guardar la información del ejemplar en nuestro registro de la base de datos, lo haremos de forma organizada según la estructura del propio registro. Esto facilitará mucho la gestión de grandes volúmenes de información. Para ello habremos estudiado despacio qué tipo de datos podemos obtener de cada ejemplar y el modo de anotarlos para que siempre sea el mismo y que nos permitan definirlos, rastrearlos, localizarlos y agruparlos según distintos criterios. Habremos definido lo que llamamos un modelo de datos. A partir de cierto tamaño, habrá que dividir la base de datos según distintos tipos de información y gestionarlos de forma independiente. De esta manera tendremos distintas bases de datos relacionadas entre sí y como nexo de unión alrededor del cual va a girar toda la información, estarán siempre los ejemplares. Podemos considerar una serie de bloques temáticos: Taxonomía. Una base de datos para gestionar la taxonomía nos dará un marco de gestión de la información científica, que permitirá asignar nuestros ejemplares a taxones concretos, y propagar las novedades y cambios taxonómicos, de forma automática, a la información de los ejemplares. Geografía. Una base de datos geográfica permitirá la asignación de localidades de forma unificada y de modo que evite ambigüedades y confusiones. Relacionada con los taxones a través de los ejemplares, permitirá encontrar patrones de distribución, así como otros tipos de análisis biogeográficos y jugar con mapas de distribución, aunque esto queda fuera de lo que es la gestión. Los mapas y las coordenadas geográficas han dado un gran potencial a las posibilidades de los estudios biogeográficos. Documentación. Es fundamental mantener un sistema de gestión bibliográfico y documental que permita asociar a los ejemplares todo tipo de documentación de gestión y administrativa, documentos multimedia que representen todos los aspectos posibles del ejemplar y las referencias bibliográficas donde se utiliza la información que proporcionan los ejemplares en estudios científicos o de otro tipo.

Internet y las infraestructuras de agregación La calidad de la investigación científica viene en parte avalada por la exhaustividad de la muestra analizada, lo que va a marcar la solidez o predictibilidad del resultado obtenido. En estudios de biodiversidad es obligado el estudio de los fondos de las colecciones. Pero, en muchas ocasiones, solo unas pocas colecciones son estudiadas, unas veces por desconocimiento de las mismas, otras por inaccesibilidad, etc. Con el objetivo de superar estos problemas, surgen las iniciativas internacionales que mediante sistemas de agregación de información permitan a los investigadores localizar y acceder a cuantos ejemplares haya disponibles, de su grupo de estudio, en todas las colecciones. La iniciativa internacional mejor establecida y conocida en este aspecto es GBIF, del inglés Global Biodiversity Information Facility (Infraestructura global de información sobre biodiversidad: https://www.gbif.org/). Es una infraestructura científica interna519

Figura 33.3. Portada del portal de GBIF.

cional financiada por los gobiernos de todo el mundo, cuyo objetivo es poner a disposición de la comunidad internacional, libremente accesible, cualquier tipo de dato de todas las formas de vida sobre la Tierra (figura 33.3). Alcanzar semejante objetivo no es tarea fácil y supone intentar solventar toda una serie de problemas. Para empezar, dado que todos estamos comunicados a través de Internet, si queremos entendernos tendremos que hablar el mismo idioma. En este caso, las que se tienen que entender son las máquinas. ¿Cómo hacerlo? La forma en que tengo definidos mis ejemplares en mi base de datos debe ser comparable a la forma en que los tiene otra colección, para que así ambos podamos comparar con lo que tiene el otro y ofertarlo en conjunto, y que una misma búsqueda devuelva resultados viables en ambas bases de datos. Dicho de otro modo, ambas colecciones deben tener modelos de datos compatibles. Si se busca una especie o una provincia, todas las bases de datos deben reconocer el tipo de dato «especie» o «provincia» y saber filtrar sus datos según lo que se busca. Esto nos lleva a uno de los aspectos antes mencionados, la estructura de información del registro, para lo cual fue necesario poner en marcha otra iniciativa internacional para el desarrollo de estándares de información en biodiversidad, Biodiversity Information Standards (figura 33.4), también conocida por TDWG, del inglés Taxonomic Database Working Group (http://www.tdwg.org/). Las colecciones deben hacer compatibles sus modelos de datos con los estándares internacionales, lo que permite analizar en conjunto la información procedente de muchas fuentes de datos distintas. Hoy en día, casi todas las bases de datos se adaptan a los dos principales estándares de registros de biodiversidad, que además son compatibles entre sí: Darwin Core (DwC, el más extendido) y ABCD (Access to Biological Collection Data). De esta forma, GBIF ha logrado agregar más de mil millones de registros, según se puede ver en su página de portada, procedentes de más de mil instituciones. Esta ingente cantidad de información nos lleva al otro aspecto que mencionaba anteriormente: ¿cómo identifico de forma inequívoca mis ejemplares entre toda esa masa de datos? Los identificadores de ejemplares y registros utilizados más habitualmente en las colecciones son los números, y casi siempre que se utilizan se empieza a numerar por el 1. Por ello se hizo necesario utilizar un prefijo que identificase la institución y la colección 520

Figura 33.4. Imagen del logo y enlace del TDWG (Biodiversity Information Standards). Sacado de una presentación de Lee Belbin para uso general en conferencias y congresos.

en que se guarda cada ejemplar. Los códigos de colección, para las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales los podemos ver en la tabla 1. De esta forma, por su identificador, podemos saber de qué colección viene el dato y el número de catálogo que tiene el registro en dicha colección. Por ejemplo: MNCN:MNCN-ARTP:20.04/18517 es el código con el que se identifica en el repositorio de GBIF un ejemplar de Iberobathynella andalusica Camacho, 2007, perteneciente a la colección de Invertebrados Artrópodos no Insectos (MNCN-ARTP) del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN). Pero, además, para identificar este registro, GBIF tiene su propio código (1342223293), con lo que ya tenemos un único ejemplar con dos identificadores diferentes según dos fuentes distintas. Si algo se puede complicar más, se complicará. ¿Qué ocurre cuando alguien publica datos que no son de su colección? Por ejemplo: CAS:ANTWEB:mncn-ent-146002 es el código con el que se identifica un ejemplar del género Dorylus que agrupa las llamadas «hormigas conductoras» (no se sabe la especie), dato publicado por el portal AntWeb -https://www.antweb.org/- (ANTWEB) de la California Academy of Sciences (CAS), pero el ejemplar pertenece a la Colección de Entomología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN_ENT-146002). Y GBIF también tiene su propio identificador para este registro: 1835169819. Cuando la Colección de Entomología publique en GBIF sus registros de hormigas, también aparecerá MNCN:MNCN_ENT-146002, y GBIF asignará un segundo identificador a este ejemplar. Cualquiera que se descargue los registros de hormigas para hacer sus análisis tendrá registros duplicados, con los problemas de fiabilidad de resultados que ello conlleva. Imaginemos que el MNCN publica su registro identificado al nivel de especie, o con un nombre diferente... El problema principal es la falta de un repositorio centralizado que analice adecuadamente las fuentes de información y gestione los identificadores de forma precisa para evitar este tipo de duplicidades. La identificación taxonómica es otro gran problema, la asignación de los ejemplares a especies, ya que distintas colecciones pueden utilizar distintos catálogos, llegando a distintos nombres para una misma especie, o simplemente manteniendo identificaciones muy antiguas. 521

Tabla 33.1. Códigos de colección identificativos de las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales en el repositorio GBIF. colección Anfibios y Reptiles Aves

código MNCN_Herpeto MNCN-Ornit

Entomología

MNCN_Ent

Fonoteca Zoológica

FZ_[varios]

Geología Invertebrados Artrópodos (no Insectos) Invertebrados (no Moluscos, no Artrópodos, no Insectos)

MNCN-[varios] MNCN-Artro MNCN-Inv

Malacología

MNCN_Malac

Mamíferos

MNCN-Mam

Nematología

MNCN-Nemata

Paleobotánica

MNCN-Paleobot

Paleontología de vertebrados

MNCN-Paleoinv

Invertebrados fósiles

MNCN-Paleovert

Peces Tejidos y ADN

MNCN_ICTIO MNCN-ADN

Existe una iniciativa para recopilar todas las especies en un catálogo de la vida, The Catalogue of Life (CoL: http://www.catalogueoflife.org/), pero no es completo, y las colecciones necesitan poner nombre a todos sus ejemplares, por lo que actualmente el catálogo más completo es la taxonomía de GBIF, recopilado a partir del CoL, más las nomenclaturas aportadas por las distintas colecciones. Se ha puesto en marcha un proyecto llamado CoL+ (Catalogue of Life Plus: https://github.com/Sp2000/colplus) que implica al actual Catalogue of Life, a GBIF y algunos otros socios con capacidad de financiación, para abordar la construcción de un repositorio completo centralizado gestionando adecuadamente la taxonomía, desarrollando una visión taxonómica única basada en una clasificación de consenso entre el Catálogo de la Vida y otras fuentes taxonómicas provisionales, y con una estricta separación entre taxonomía y nomenclatura, de forma que desde distintas instancias se utilice siempre el mismo catálogo y se asignen identificadores desde un único repositorio para que puedan ser únicos, no repetidos, no ambiguos (figura 33.5). Para la documentación la cosa cambia. Hay un repositorio único al que se solicita la asignación de identificadores para los documentos creados. En la actualidad, la mayoría de la documentación académica nace ya con un identificador, el DOI (Digital Object Identifier, el identificador de objetos digitales: https://www.doi.org/) y a la documentación antigua se le va asignando DOI poco a poco a través de iniciativas como BHL, del inglés Biodiversity Heritage Library (la biblioteca del patrimonio de la biodiversidad: https://www.biodiversitylibrary.org/), un consorcio que coopera para hacer disponible el legado literario de la biodiversidad guardado en sus colecciones. De esta forma, casi toda la literatura académica antigua, relacionada con la biodiversidad, está libremente accesible. 522

Figura 33.5. Logotipo de Catalogue of Life Plus.

Alrededor de las publicaciones científicas hay un gran volumen de negocio editorial y el DOI es un sistema de pago que funciona con efectividad y eficiencia. Gestionado por la International DOI Fundation (sin ánimo de lucro), la asignación de DOI se realiza a través de una serie de agencias de registro colaboradoras. En el mundo académico, la adopción del DOI ha sido prácticamente universal, lo que ha agilizado enormemente la identificación, referenciación y acceso a la bibliografía cuando se utilizan herramientas informáticas.

Internet y las colecciones de historia natural Se está creando todo un mundo de infraestructuras y sistemas inteligentes que permiten navegar y analizar de mil formas distintas un enorme mar de datos. El problema es que se da por sentado que todas las colecciones están a la última con sus sistemas de gestión de información en lo referente a hardware y software, que todas las instituciones cuentan con estupendos servidores preparados para ofrecer todos sus datos a través de Internet y que todo está catalogado, digitalizado, contrastado y validado. Pocas son las colecciones con los recursos necesarios para abordar de forma adecuada y eficiente la gestión de sus fondos; a la carencia del personal necesario para una gestión adecuada hay que unir que la mayoría disponen de sistemas informáticos artesanales, desarrollados por los propios conservadores en muchos casos, y sin posibilidad de recurrir a un departamento de informática adecuado. Problema recurrente en colecciones de universidades y de institutos de investigación. Como siempre, la unión hace la fuerza. Los consorcios internacionales suelen ser la vía a través de la cual unir esfuerzos para alcanzar objetivos. 523

Figura 33.6. Portal de CETAF en Internet.

Figura 33.7. Portada de la infraestructura DiSSCo en Internet.

En Europa se creó CETAF, Consortium of European Taxonomic Facilities (consorcio de instalaciones taxonómicas europeas: https://cetaf.org/) cuyo objetivo es científico (formación e investigación), pero que engloba las mayores instituciones taxonómicas de veintiún países. Su objetivo es promover y potenciar el acceso y la investigación de las colecciones europeas, así como dar ayuda y apoyo a la hora de buscar oportunidades de financiación para los socios (figura 33.6). La ayuda de CETAF ha facilitado la existencia de proyectos europeos como Synthesys (http://www.synthesys.info/) que han supuesto un gran apoyo a la visibilidad y estudio de los fondos de las colecciones, por ejemplo apoyando a los investigadores para desplazarse a las colecciones para el estudio de sus fondos y a las propias colecciones para atender a estos investigadores. 524

Figura 33.8. Portal de SciColl en Internet.

CETAF también apoya la propuesta de una infraestructura europea llamada DiSSCo, Distributed System of Scientific Collections (sistema distribuido de colecciones científicas: http://dissco.eu/), que de hecho ya es una infraestructura europea especialmente diseñada para las colecciones científicas, a fin de integrarlas en un centro conjunto de excelencia científica (figura 33.7). A escala mundial, y ya más centrado en las colecciones, está SciColl, Scientific Collections International (http://scicoll.org/index.html). Su objetivo es optimizar el retorno de la inversión que los países realizan en sus colecciones científicas catalizando la colaboración internacional e interdisciplinar (figura 33.8). El problema es que todo esto se desarrolla dando por sentado que todos los centros cuentan con la infraestructura necesaria para unir sus sistemas informáticos a las iniciativas internacionales. La mayoría de las colecciones de historia natural se siguen gestionando con herramientas caseras.

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Las colecciones científicas del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC): una síntesis Ignacio Doadrio*

drio* Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Breve historia y contenido Hace ahora 248 años que se fundó el Real Gabinete de Historia Natural, antecesor del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), por orden de Carlos III. Muy poco después empezaron a llegar las primeras colecciones, de las que todavía conservamos ejemplares y objetos en el Museo. Es el caso de las 61 esponjas y cerca de 370 corales, o el elefante asiático regalado por Carlos III que pertenecieron al primer gabinete de historia natural de Pedro Dávila (figura 34.1). Por tanto, el Museo lleva custodiando ejemplares de historia natural desde hace más de 245 años y ha sabido conservar lo más importante de su patrimonio, a pesar del saqueo del Gabinete por las tropas francesas durante la guerra de la Independencia o el asedio de Madrid en la Guerra Civil española. Nuestro centro tiene en la actualidad más de diez millones de piezas, además de una importante recopilación de sonidos de animales, imágenes, objetos de arte, biblioteca y archivo. En cuanto a número de objetos zoológicos se sitúa entre las colecciones más importantes de historia natural a escala europea y es referencia obligada en estudios de fauna del Mediterráneo e Iberoamérica. Sin embargo, el Museo, a diferencia de otros grandes museos europeos, no tiene colecciones importantes de antropología o herbario, que se albergan en el Museo de Antropología de Madrid y en el Real Jardín Botánico, respectivamente. En las colecciones del Museo se encuentran desde un cuadro de un oso hormiguero —que fue encargado al taller de Rafael Mengs y, al menos en parte, atribuido a Goya por algún estudioso— a una importante colección de meteoritos y piezas mineralógicas (figura 34.2), el esqueleto de un megaterio o perezoso fósil gigante (pieza clave en la historia de las ciencias naturales europeas), instrumentos de Ramón y Cajal, la más importante fonoteca del mundo en sonidos de anfibios y una de las colecciones más grandes de tejidos y de ADN. Es, por tanto, un museo dinámico que custodia un patrimonio histórico muy importante, pero que alberga del mismo modo colecciones modernas que permiten la investigación en la frontera del conocimiento en genómica, cambio global, evolución, etc. *

Vicedirección de Colecciones y Documentación. Museo Nacional de Ciencias Naturales. [email protected].

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Valor científico El Museo es un instituto de investigación perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y sus colecciones tienen una finalidad esencialmente científica. De esta forma, aunque tengan un valor expositivo y educativo indudable, la base de las mismas, su esencia, es su poder informativo para diversos estudios, a través de una adecuada conservación. Esta información puede tener formatos materiales (objetos) o inmateriales (registros informáticos, imágenes, sonidos, etc.). En el Museo, como en la mayoría de los museos de historia natural, las colecciones crecen para la investigación presente y futura. No tiene sentido en la actualidad el aumento de las colecciones si no se cree que estas serán útiles para la investigación. Por tanto, la decisión sobre qué debe obtenerse y guardarse se fundamenta en las previsiones y expectativas de la investigación activa, anticipándose y haciendo posible la ciencia futura (Sanchíz, 2011).

Figura 34.1. Reconstrucción del Real Gabinete de Historia Natural de Pedro Dávila en las exposiciones del Museo. En él se pueden ver algunas piezas emblemáticas, como el elefante asiático naturalizado, en parte, por Juan Bautista Bru que fue regalado por el rey Carlos III. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 34.2. Colección de Meteoritos del Museo iniciada por el Marqués de Socorro y que cuenta con más de 240 especímenes o fragmentos de unos 170 meteoritos diferentes. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

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La colección del Museo tiene, por supuesto, un valor histórico, ya que en realidad hace la función de un archivo de la vida natural en el pasado. De esta forma los datos contenidos tanto en los propios ejemplares como en sus registros informáticos hacen de nuestras colecciones una fuente de información de la biodiversidad pasada (figura 34.3). Del mismo modo, el código de nomenclatura zoológica establece que la descripción de cualquier especie tiene que tener al menos un ejemplar «tipo», el holotipo, depositado en una colección de referencia. Esta regla zoológica ofrece la ventaja de que siempre que haya dudas en la asignación de un ejemplar a una especie determinada se puede recurrir, para comparar, a los ejemplares con los que se describió y que suelen conservarse en un museo de historia natural (Vieites et al., 2009) (figura 34.4). Por tanto, una manera objetiva de medir la importancia científica de una colección es el número de ejemplares «tipos» que alberga. En el Museo hay custodiadas más de 320.000 especies diferentes del reino animal y 41.238 ejemplares son ejemplares Figura 34.3. En la bandeja superior topillos de Cabrera Iberomys cabrerae (Thomas, 1906), especie endémica de la Península Ibérica, dedicada al investigador del Museo Ángel Cabrera en 1906. Esta especie tuvo una distribución más amplia, se conocen fósiles de Francia. En la bandeja inferior topillo nival, Chionomys nivalis Martins, 1842, típico habitante de macizos montañosos en España, es una especie de futuro incierto por el calentamiento global.

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Figura 34.4. Neotipo de Actias isabelae (Graells, 1849) que se conserva en el Museo. Esta emblemática especie fue descrita por Mariano de la Paz Graells, que fuera director del Museo y dedicada a la reina Isabel II. Fotografía: Mercedes París.

«tipo». Esto da testimonio de la investigación taxonómica que se realiza sobre la base de las colecciones, y el interés de que estas y el Museo estén asociados a un instituto de investigación. Es esta rama de la ciencia, la taxonomía, la base de muchas disciplinas de historia natural. La taxonomía es la estructura, los cimientos en los que se soporta gran parte de las investigaciones biológicas, y las colecciones son los materiales con los que están construidos estos cimientos, por ello es básico que sean lo más sólidos posible a través de unas colecciones informativas, por su naturaleza, su representación y su conservación. El registro taxonómico e histórico de las colecciones desempeña un papel muy relevante en los estudios cada vez más numerosos sobre la crisis de la biodiversidad en el antropoceno, pues permite estudiar los efectos en las especies de la pérdida de hábitat, las invasiones biológicas y el calentamiento global. Hay varios ejemplos de estudios en los que, gracias a las colecciones de los museos, se han podido documentar los cambios genéticos y morfológicos de especies en el pasado en respuesta a diversos escenarios climáticos y biogeográficos. De la misma forma, la información contenida en estas colecciones es el principal pilar a la hora de modelar y predecir en el futuro la adaptación de las poblaciones actuales al cambio global (figura 34.5).

Nuevos retos de la colección del MNCN Pero existen otras maneras de medir la relevancia científica de las colecciones y su adecuación a los nuevos retos en la investigación del siglo xxi. Así, cada vez cobran más interés en las colecciones de historia natural los registros acústicos en forma de fonotecas, el registro de imágenes (3D) y la preservación de muestras de tejidos y de ADN. La concepción del MNCN como un instituto científico en el contexto del CSIC permitió, ya 530

Figura 34.5. Ejemplar de lince ibérico, naturalizado por José María Benedito. Gracias a las muestras genéticas conservadas en el Museo, sabemos que la reducción en su variabilidad genética es anterior a la reducción de su principal presa, el conejo. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

desde la última década del siglo pasado, que fuera pionero tanto en las colecciones de sonidos como en las de tejidos y ADN. El Museo en la actualidad cuenta con una de las tres mejores fonotecas europeas y la mejor en sonidos de anfibios a escala mundial. Los datos sobre sonidos de una especie contienen información taxonómica, ecológica y evolutiva de gran interés. Más información sobre la importancia de estos registros ha sido señalada por Rafael Márquez, responsable científico de la Colección, en algunos artículos científicos (Toledo y Márquez, 2015). Asimismo, tenemos la colección más importante, a nivel europeo, de tejidos y ADN. Este tipo de colecciones son necesarias para preservar el material genético en condiciones adecuadas, debido a que las colecciones históricas no siempre permiten extraer con garantías ADN de las mismas. Sabiendo que el valor de las colecciones está directa531

mente relacionado con el uso de las mismas por la comunidad científica, las colecciones de tejidos y ADN se han constituido en esenciales en los museos de historia natural, y son las que tienen un crecimiento más rápido. Gracias a ellas se han podido desarrollar proyectos como, por ejemplo, el código de barras de ADN (DNA barcoding) que, utilizando una secuencia corta del mismo gen para todos los organismos, tiene como objetivo último poner, a disposición de cualquiera, la información del ADN contenida en todas las especies animales. Pero para ello, es necesario que el ADN esté asociado a una especie ya descrita y, por lo tanto, depositar el ejemplar tipo en alguna colección científica (figura 34.6).

Internacionalización El Museo comparte con los museos de historia natural afines de Europa la misma misión y objetivos. Por ello, hace más de una década se estableció el CETAF (Consortium of European Taxonomic Facilities), que es una red europea de museos de ciencias naturales, museos de historia natural, jardines botánicos y centros de investigación de biodiversidad, con sus colecciones biológicas asociadas y experiencia investigadora, que reúne a cincuenta y nueve de las mayores instituciones taxonómicas de veintiún países europeos. Forma parte del Comité Ejecutivo (Core Group) del Collection Policy Board europeo y de la iniciativa Scientific Collections International, SciColl, auspiciado por la OCDE, y del programa i-LINK+ para la promoción de la colaboración científica internacional con instituciones extranjeras. Entre las redes que interconectan colecciones y museos, no hay que olvidar la primera infraestructura integrada europea en esta dirección, Synthesys (Synthesis of Systematic Resources), en la que el Museo viene participando de forma muy activa desde su creación en 2004. Las actividades en red de este programa tienen como objetivo crear conciencia sobre el mejor manejo y muestreo de las colecciones, al ofrecer pautas para el cuidado, almacenamiento y conservación de las mismas 532

Figura 34.6. Holotipo de la liebre de Piornal (Lepus castroviejoi Palacios, 1977) que custodiamos en el Museo. Especie endémica de la cordillera cantábrica, dedicada al doctor Castroviejo, que fue becario del Instituto José de Acosta y director de la Estación Biológica de Doñana. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

Figura 34.7. La Colección de Entomología del Museo, con más de cinco millones de ejemplares, es la mayor de esta institución. Ejemplo de caja entomológica con ejemplares de mariposas. Fotografía: Mercedes París.

y asegurar que su uso se vea reforzado por una mayor adopción de estándares y protocolos comunes. De esta forma el programa Synthesys ha creado una gran infraestructura reuniendo las colecciones biológicas y geológicas de los principales museos de historia natural y otras instituciones. El programa Synthesys establece estándares para la gestión de colecciones y bases de datos, y ofrece oportunidades para la formación de científicos y personal técnico en la gestión, almacenamiento y conservación de colecciones. Este proyecto, financiado por la Unión Europea, integra a más de veinte museos de historia natural de Europa. Más recientemente, el Museo también ha comenzado a participar en nuevas iniciativas como DISSCo, un programa paneuropeo de Infraestructura de Investigación de veintiún países europeos, con la visión de posicionar las colecciones europeas de ciencias naturales en el centro de la excelencia científica, basándose en datos e innovación en la investigación medioambiental, cambio climático, seguridad alimentaria, salud y bioeconomía. El Museo tiene, por lo tanto, el potencial y la capacidad de aspirar a ser una Instalación Científica y Técnica Singular (ICTS) dentro del CSIC. La dimensión europea de las actividades del Museo le ha permitido participar en diferentes proyectos de los distintos programas marco de la UE, como EDIT, Species 2000 y otros.

Digitalización El Museo, como otros museos de historia natural europeos pertenecientes a CETAF, ha respondido decididamente a los cambios y numerosas posibilidades surgidos a raíz de la aparición de la red informática mundial, realizando un enorme esfuerzo en informatizar los datos y hacerlos accesibles de forma pública a través de algunos programas como el de la Infraestructura Mundial de Información en Biodiversidad (GBIF), al que pertenecen cincuenta y tres países y cuarenta y tres organizaciones internacionales. La digitalización es una prioridad del Museo de vital importancia para hacer accesibles las 533

colecciones a la comunidad internacional, quizás el servicio más importante de un Museo (en el marco de iniciativas de BigData y OpenData), aunque, por supuesto, siempre deben existir restricciones, en la información más sensible, como dar a conocer localidades de especies muy amenazadas o determinados recursos geológicos. Los avances en la digitalización de las colecciones, y todas las infraestructuras ya mencionadas que dan lugar a una red de conexión en la información contenida en el Museo con otras colecciones, hace que estas se comporten como una gran instalación científica, análoga a otras grandes infraestructuras científicas como los grandes telescopios o los aceleradores de partículas y por ello las colecciones del Museo también aspiran a ser una Infraestructura Científica Técnica y Singular (ICTS). En las colecciones del Museo el nivel de informatización se acerca al 77 %, si no tenemos en cuenta la colección entomológica. Este porcentaje se encuentra entre los más altos de los grandes museos europeos y ha supuesto un enorme esfuerzo, al contar con menores recursos y personal que otros museos del mismo tamaño. La Colección de Entomología, con cerca de cinco millones de ejemplares y solo dos conservadoras, no puede realizar el trabajo de informatización al mismo ritmo que otras colecciones del Museo (figura 34.7). Es importante resaltar que algunas bases de datos son de tipo relacional; por ejemplo, la Colección de Tejidos y ADN tiene sus registros vinculados con los ejemplares completos (vouchers) depositados en las correspondientes colecciones y con las secuencias que cuelgan del GenBank. Además de la informatización, la digitalización de imágenes que hagan accesibles a otros usuarios la información sobre la morfología de los ejemplares facilita la gestión de las colecciones. Por un lado, el subir estas imágenes a la red permite que se puedan identificar especies por la comunidad internacional —lo cual puede ser muy importante en determinados grupos de invertebrados— y, por otro, ayuda a disminuir el número de préstamos y consultas liberando a los conservadores para otras tareas como las de informatización. El Museo dispone desde hace unos años de las infraestructuras necesarias para la digitalización del material. Así, las piezas de tamaño medio y grande pueden ser digitalizadas en 3D e impresas a través del laboratorio de morfología virtual. El Microscopio Electrónico de Barrido Ambiental o el CT-scan de Tomografía Computarizada de Rayos X del Servicio de Técnicas no destructivas del Museo permiten digitalizar imágenes de ejemplares de pequeño tamaño sin dañarlas.

Uso de las colecciones del MNCN Las colecciones del Museo están sufriendo un profundo cambio con la informatización de las mismas y las nuevas formas de conservar objetos de historia natural que reclama la investigación actual. En el pasado el uso de las mismas estaba limitado a las visitas que hacían los investigadores o a los préstamos que se podían realizar. Las colecciones, al estar ahora activamente integradas en las redes europeas, ofrecen a los investigadores la oportunidad de obtener datos a gran escala sobre áreas de gran diversidad para planificar adecuadamente las redes de espacios protegidos o modelizar cambios en el pasado y el futuro sobre la diversidad. Pero esto ya es una realidad y han sido publicados trabajos sobre estos aspectos tanto por investigadores de diferentes departamentos del Museo como por la comunidad científica internacional. En los últimos cinco años se han publicado alrededor de 600 artículos que utilizan el material o la información almacenada en las colecciones del Museo. Los propios técnicos y conservadores del Museo tienen producción científica propia. Asimismo, la Colección de Tejidos y ADN ha contribuido 534

Figura 34.8. Ejemplares de Papustyla pulcherrima Rensch, 1931, una bella y rara especie muy amenazada de la isla de Manus en Papúa Nueva Guinea en las colecciones del Museo. Servicio de Fotografía del MNCN (Jesús Muñoz).

mediante los tejidos almacenados a la obtención de 16.517 secuencias de ADN de diferentes genes y organismos, según la base de datos del National Center for Biotechnology Information. Muchos de estos tejidos tienen su correspondiente réplica en especímenes conservados en las otras colecciones.

Organización En la actualidad existen dieciocho colecciones científicas aprobadas en Junta de Centro. Estas son: Mamíferos, Aves, Herpetología, Ictiología, Malacología (figura 34.8), Nematodos, Invertebrados, Artrópodos, Entomología, Fonoteca, Tejidos y ADN, Paleontología de Vertebrados, Prehistoria, Paleontología de Invertebrados, Paleobotánica, Geología, Bellas Artes e Instrumentos Científicos. Además, hay tres unidades de documentación: Mediateca, Biblioteca y Archivo (figuras 34.9 y 34.10). El objetivo de las colecciones científicas es servir de base a la investigación biológica y la divulgación del conocimiento a través de la política expositiva del Museo. Las colecciones actuales, en su mayoría, están organizadas de manera que hay un in535

vestigador del centro que hace labores de asesoramiento científico, para resolver los problemas de esta índole que así lo requieren, un conservador que es el responsable de la colección y técnicos de apoyo. En la actualidad la mayoría de las colecciones carecen de los técnicos de apoyo. Las colecciones de Paleontología de Vertebrados y Prehistoria no tendrán conservador cuando salga a la luz este libro. Conviene recordar que las colecciones de Paleontología de Vertebrados y Prehistoria han influido de manera determinante en el nivel científico actual de la paleontología de nuestro país. Unas colecciones que, al igual que la investigación paleontológica, tuvieron un gran impulso con el equipo de Emiliano Aguirre y cuyo equipo de Atapuerca fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación en 1992. En él se han forjado los estudios de los grandes yacimientos españoles, destacando ahora por su actividad dentro del Museo los de Batallones o el de los Neandertales de la cueva del Sidrón.

Figura 34.9. Algunas colecciones del Museo son poco conocidas, como los calcos realizados en las cuevas de España por la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (1912-1936). Archivo del MNCN.

Figura 34.10. Vista de la sala de lecturas de la Biblioteca del MNCN. Archivo del MNCN.

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Figura 34.11. Ejemplares de la familia Lycaenidae donados por el diplomático español Javier Conde y que se encuentran en las colecciones del Museo.

Necesidades

Fotografía: Mercedes París.

El Museo tiene un enorme problema con la falta de espacio para sus colecciones. El límite para el crecimiento de las colecciones, que puede repercutir en su influencia en la investigación internacional, es lo reducido de su espacio. En la actualidad las colecciones se encuentran en dos depósitos diferentes situados a 30 km de distancia entre ellos. Uno se encuentra en diferentes instalaciones dentro del propio Museo y el otro en Arganda del Rey, cuya distancia al edificio central hace difícil su gestión. Muchas de las piezas de la Taxidermia Artística se encuentran repartidas en préstamos por diferentes instituciones de todo el país, con algunas piezas de interés que podrían ser exhibidas en el propio Museo. Sin embargo, la falta de espacio hace poco probable el retorno de las piezas a corto y medio plazo. Las donaciones de instituciones públicas y privadas se ven restringidas en la actualidad debido a este problema, lo que hace que nuestro Museo vaya perdiendo importancia internacional frente a otros con mayor capacidad (figura 34.11). La solución ideal sería que el Museo ocupara todo el edificio en el que está ubicado. Esto estaría justificado en un urbanismo racional en el que el eje Castellana-RecoletosPrado estuviera dedicado al arte y la cultura, con el Jardín Botánico, el Museo del Prado (cuyo edificio fue diseñado para albergar nuestras colecciones de historia natural), el Museo Thyssen-Bornemisza, la Biblioteca Nacional, el Museo Arqueológico Nacional, etc. Además, el Museo conecta el eje de la Castellana con la colina de los Chopos y la Residencia de Estudiantes, fundamental en la comprensión histórica de la Generación del 27. Por tanto, el Museo conecta arte, ciencia y cultura de nuestro país. Además, debe estar en un edificio histórico y emblemático como ocurre en los grandes museos europeos, lo que le permitiría ser uno de los principales focos de la cultura de nuestro país e importante reclamo turístico, como ocurre en los museos de historia natural de Londres, París, Viena, etc.

Espacio

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La mayoría de los edificios universitarios ubicados en el centro de Madrid salieron ya en tiempos históricos hacia los campus universitarios de la Universidad Complutense y de la Politécnica de Madrid. En este sentido, la presencia de la Escuela de Ingenieros Industriales en el centro de Madrid, compartiendo edificio con el Museo, es anacrónica e insostenible para mantener la propia calidad de la enseñanza impartida (figura 34.12). Una solución complementaria con la reivindicación del edificio histórico es la construcción de un nuevo edificio para colecciones, junto a la tapia que actualmente nos separa de la Residencia de Estudiantes y otros edificios del CSIC. Una tapia y un espacio que actualmente fragmenta y afea el conjunto arquitectónico y singular de la colina de los Chopos. De esta forma se liberaría mucho espacio en el interior para exposiciones e investigación y haría posible la visita de las colecciones, aumentando su visibilidad y mostrando el intenso trabajo que se realiza en las mismas. Además, al remodelar este espacio de la Colina de los Chopos se ganaría un espacio para la ciencia y la cultura y se mejoraría estéticamente el conjunto. Esta sería una solución que garantizaría el crecimiento de las colecciones, al menos durante una generación, y solucionaría definitivamente el conjunto arquitectónico. Personal Nuestras colecciones son las peor dotadas de personal de los grandes museos europeos. Esto se debe en parte a que el Ministerio de Ciencia no contempla una carrera profesional con el perfil de Conservador de Colecciones Científicas, es decir, una figura, la de conservador, que solo existe en el Ministerio de Cultura dirigida principalmente hacia los museos de arte. Además, la plantilla, como otras del CSIC, muestra un preocupante envejecimiento. En los años ochenta fue la última vez que hubo plazas específicas para las colecciones del Museo y ya han pasado más de veinticinco años. Es un tiempo enorme en el que la plantilla se ha ido erosionando, al no cubrirse las 538

Figura 34.12. Postal del Palacio de las Artes y la Industria en el siglo xix. El edificio se empezó a construir en 1882 y en él se instaló la Colección de Entomología del Museo en 1906; en 1907 lo hizo la Escuela de Ingenieros Industriales y todas las colecciones del Museo se instalaron definitivamente en 1910. Archivo del MNCN.

plazas de las jubilaciones. De momento estas deficiencias solo se atenúan con contratos temporales. Solucionar los problemas de espacio, personal y financiación del Museo significa plantearse el tipo de país, ciudad y museo que queremos para nosotros y nuestros hijos. Si la ciencia, la educación y la cultura dirigida al conocimiento de nuestro planeta, de nosotros mismos y de la vida que nos rodea están en esos objetivos, se comprenderá la urgencia para que el Museo resuelva sus problemas de espacio e infraestructuras. Si los objetivos son otros, el Museo languidecerá como en los peores períodos de su historia. De momento estamos a merced de la cambiante política científica española. Este libro nace desde el convencimiento de que nosotros también debemos hacer un mayor esfuerzo en dar a conocer una Institución fundada hace casi 250 años, a la luz de la Ilustración, y de la cual la sociedad española puede sentirse orgullosa, por su proyección internacional, el nivel de su investigación y las colecciones que custodia.

Las colecciones de Nueva Generación El Museo Nacional de Ciencias Naturales ha sido uno de los primeros museos de historia natural en incorporar los nuevos avances tecnológicos, producto de la investigación actual. Esto ha dado lugar a la creación en el Museo de nuevas colecciones como las de tejidos y ADN, la fonoteca, la mediateca, etc. Sin embargo, todavía mucha de la información contenida en los ejemplares de las colecciones permanece oculta. Incluso datos básicos como su identificación, localización geográfica y datos genéticos no son lo accesibles que debieran ser en los repositorios internacionales. Pero esto no es algo único de nuestras colecciones, el Museo junto a otras 76 instituciones, que en conjunto albergan más de un billón de ejemplares, sólo tienen el 16% de su información subida al portal de biodiversidad (GBIF www. gbif.org) y más de la mitad son registros botánicos. El camino en las colecciones es la digitalización de las mismas y su accesibilidad a través de diferentes portales, pero la investigación actual demanda estudiar las relaciones entre los organismos y su entorno, como pone de manifiesto el capítulo de este libro referente al calentamiento global. Ello ha dado lugar a un cambio importante en las colecciones científicas, que miran ahora hacia la obtención de la máxima información de los ejemplares, a través de una adecuada conservación. Aprovechan las colecciones, de esta manera los avances y las nuevas técnicas para aumentar su utilidad en los estudios morfológicos, genéticos, bioquímicos, ecológicos, etc. Pero las colecciones de nueva generación van encaminadas a la obtención de una completa información de las comunidades y su entorno, no sólo de ejemplares. De esta forma se deben conservar comunidades como: animales, sus parásitos, la vegetación del entorno, muestras de suelo, etc. (Schindel y Cook, 2018). Estas muestras deben distribuirse a diferentes especialistas y colecciones pero necesitan vínculos informáticos para que todos los datos puedan ser analizados en conjunto y de esta forma hacerlos útiles y accesibles a la comunidad científica. Son más de 600 las colecciones de historia natural en España, siendo la mayor de ellas la del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que se pueden beneficiar de las nuevas metodologías que permiten sacar a la luz información científica de los ejemplares conservados que hasta ahora permanecía oculta por la falta de tecnología. Además, los nuevos enfoques de colecta dirigidos al estudio de comunidades y la posibilidad, en la era de la información, de relacionar todos los datos generados y hacerlos accesibles ramifican 539

el valor de las colecciones para estudios sobre el cambio climático, sobre enfermedades emergentes o de tipo socioeconómico, bioquímico, etc. Sin embargo, persiste una visión minimalista sobre las colecciones que ve a estas como una simple proveedora de datos, de presencia y ausencia, sobre una determinada especie y de esta forma se desarrollan plataformas internacionales que usan estos datos. Cuando, en realidad, las colecciones son la auténtica plataforma que habría que apoyar y dotar por el grandísimo potencial que tienen para el estudio en multitud de campos, en un mundo cambiante. De esta forma seguimos esperando una estrategia nacional e internacional que articule los medios necesarios para mejorar la gran infraestructura de las colecciones científicas de historia natural. Esta estrategia global de las colecciones debería ser coordinada entre todas las instituciones que las albergan y desarrollar una única plataforma en la que se puedan obtener los datos sobre cada ejemplar y toda la información relacionada sobre ellos: geográfica, morfológica, biológica, ecológica, genética, grados de amenaza, legislación, publicaciones, etc. Ello necesita un esfuerzo en digitalización, obtención de datos genómicos, capacitación del personal, nuevas estrategias de colecta, implementación de bases de datos y almacenamiento, así como una voluntad política decidida que provea las herramientas y recursos necesarios para el desarrollo esta estrategia. .

Agradecimientos Hay muchas personas a las que debería agradecer un capítulo como este, que resume la actividad en el Museo en el que llevo más de treinta años, sin embargo, todos comprenderán que se lo dedique a los trabajadores de colecciones que tuve por compañeros y amigos y que ya no están entre nosotros. Rafael Zardoya revisó parte del texto. Debo agradecer al doctor Borja Sanchíz, mi director de tesis, su espíritu siempre crítico y al que el Museo y sus colecciones le deben mucho más de lo que su personalidad reclama. Mis alumnos de doctorado en el Museo han sido y algunos siguen siendo parte importante de la estructura y formación de las colecciones, y a ellos les debo agradecer lo mucho que me enseñan de la ciencia y de la vida. También quiero agradecer a las tres personas que me han apoyado para la publicación de este libro y que siempre me han mostrado interés, desde el csic, por sus colecciones: Jesús Marcos, Ramón Rodríguez y Enrique Barba.

Referencias bibliográficas Sanchíz, B. (2011). «Sobre Taxonomía, Museos, Política Científica y MNCNs». Informe inédito. Schindel, D. E., y J. A. Cook. (2018). «The next generation of natural history collections». PLoS Biology 16(7): e2006125. https://doi.org/10.137N. journal.pbio. 2006125. Toledo, L. F. y Márquez, R. (2015). «The value of audiovisual archives», Science, 347: 484. Vieites, D. R.; Wollenberg, K. C.; Andreone, F.; Köhler, J.; Glaw, F. y Vences, M. (2009). «Vast underestimation of Madagascar’s biodiversity evidenced by an integrative amphibian inventory», Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, 106(20): 8267-8272.

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Perfil académico de los autores

María Soledad Alonso Domínguez Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid en 1989, se doctoró en la misma universidad en 1995. Cuenta con formación especializada en fotografía, realización y producción audiovisual, museología y museografía, experimentación animal y disciplinas afines. Desde 1997 está vinculada profesionalmente al Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde ha desarrollado labores técnicas en diversas colecciones zoológicas de vertebrados y en la Vicedirección de Exposiciones y Programas Públicos. En la actualidad forma parte del Servicio de Audiovisuales y Mediateca científica del Museo, del que es responsable técnica desde 2008. En estos años ha participado en numerosos proyectos de investigación y divulgación relacionados con las colecciones científicas y el Archivo del Museo. Ha realizado más de 230 audiovisuales y gestiona y coordina el canal de YouTube del Museo y la plataforma audiovisual institucional del Consejo Superior de Investigaciones Científicas CIENCIATK. Miguel Ángel Alonso Zarazaga Nacido en Melilla en 1956, obtuvo la licenciatura en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada en 1977 y el doctorado por la Universidad de Málaga en 1985. Ha dedicado su carrera al estudio de los gorgojos (Coleoptera Curculionoidea). En 1989 se incorporó al personal científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales como Científico Titular. Interesado en las cuestiones de la nomenclatura zoológica, fue elegido miembro de la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica en 2000, cargo en el que cesó en 2018, tras varios años siendo consejero de la misma. Ha sido editor jefe del Bulletin of Zoological Nomenclature y sigue siendo editor temático de la revista ZooKeys desde su inicio. Participa en diferentes proyectos internacionales, como el Portal Nacional de Datos de Biodiversidad (GBIF), Fauna Europaea, etc. Se le concedió el premio Visiting Professor for Senior International Scientists of the Chinese Academy of Sciences 2009 (otorgado en 2010), lo que le permitió integrarse durante un año en un equipo de investigación en Beijing y proponer trabajos de campo y laboratorio, además de dirigir dos tesis doctorales en la Universidad de la Academia de Ciencias de China. Su colección de gorgojos (unos 50.000 ejemplares) ha sido donada al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ya retirado, mantiene su relación con la Colección de Entomología del Museo, de la que fue responsable científico.

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Beatriz Álvarez Dorda Es licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Madrid desde el año 2000 y funcionaria de la escala de Técnicos Especializados de Organismos Públicos de Investigación desde 2012. Forma parte de la plantilla de personal técnico adscrito a la Colección de Tejidos y ADN del Museo Nacional de Ciencias Naturales desde entonces, aunque ya participó desde sus orígenes en el año 2002 en la creación y progreso de la misma, así como en el de sus instalaciones (laboratorios de toma de muestras y depósitos) y en la implementación y desarrollo de sus programas informáticos y estándares de uso y gestión, catalogación y mantenimiento. Lleva casi 20 años trabajando en el Departamento de Colecciones del Museo, por lo que cuenta con una larga experiencia en la gestión de colecciones científicas, principalmente enfocada en la conservación de muestras de tejido y de ácidos nucleicos, así como en las técnicas moleculares empleadas para su análisis y estudio. Ha participado en varios proyectos de investigación, con el resultado de 16 publicaciones científicas en revistas Science Citation Index, e impartido 17 cursos de formación. Francisco Javier de Andrés Cobeta Es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, en la especialidad de Zoología, desde 1989, y Técnico en Evaluación de Impacto Ambiental por la Universidad Politécnica de Madrid. Trabaja en la Colección de Malacología desde el año 1993, como Titulado Superior del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, realizando tareas de gestión de colecciones. Desde ese año ha publicado 11 artículos científicos, en revistas como Iberus, Oppidum y The Nautilus. Ha informatizado más de 40.000 lotes, realizado unos 500 ingresos y 300 préstamos de material de la Colección y atendido unas 400 consultas sobre ésta, además de colaborar en 60 exposiciones. Rafael Araujo Armero Es Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid desde 1995. Ha publicado más de 100 artículos científicos en revistas nacionales e internacionales como Malacologia, Journal of Molluscan Studies, Philosophical Transactions of The Royal Society of London B o Zoological Journal of the Linnean Society. Ha colaborado o dirigido 20 proyectos nacionales e internacionales sobre biodiversidad y conservación de moluscos y ha sido invitado a dar numerosas charlas sobre el tema de su especialidad. Ha codirigido tres tesis doctorales sobre bivalvos de agua dulce. También ha coordinado decenas de campañas de prospección de moluscos por Europa y África. Es conservador de la Colección de Malacología del Museo Nacional de Ciencias Naturales desde el año 2008, donde ha donado miles de ejemplares procedentes de sus investigaciones sobre biodiversidad, evolución y conservación de moluscos de agua dulce. Como conservador de moluscos ha colaborado con el Museo del Prado, el Museo Romano de Mérida o el Museo de América. Josefina Barreiro Rodríguez Obtuvo su licenciatura con grado en Ciencias Biológicas, en la especialidad de Zoología, por la Universidad Complutense de Madrid en 1980. Desempeña su labor en el Museo Nacional de Ciencias Naturales como experta en la conservación de las colecciones de vertebrados desde 1984. Entre 1987 y 1990 ejerció de conservadora de las Colecciones de Vertebrados y, posteriormente, de la Colección de Aves y Mamíferos hasta 2013. Desde esa fecha es responsable de la conservación

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de la Colección de Aves. Su interés científico principal se centra en el estudio de técnicas y procesos de conservación y mantenimiento de los ejemplares de las colecciones, así como en la mejora de sus técnicas de gestión. Ha impartido cursos sobre conservación de colecciones de historia natural, en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Universidad Complutense de Madrid (Facultad de Bellas Artes) y la Universidad Internacional de Andalucía junto con la autoridad administrativa de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Especies de Flora y Fauna Silvestres (CITES) de 2005 a 2010. Ha participado en 17 proyectos nacionales e internacionales sobre conservación, desde convocatorias del Plan Nacional hasta plataformas internacionales como BiodIberia (2001-2004) y SYNTHESYS (desde 2004 hasta la actualidad). Es autora de 15 publicaciones relacionadas principalmente con la conservación y la historia de las colecciones de historia natural. Ha colaborado en 24 exposiciones en el museo (en la denominada «El Almacén Visitable» ejerció de comisaria). Amparo Blay Goicoechea Es licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid desde 1982, en la especialidad de Zoología, y doctora en Ciencias Biológicas por esta universidad desde 1992. Su tesis La familia Diaspididae Targioni-Tozzeti, 1868 de España peninsular y Baleares (Insecta: Hemiptera: Coccoidea), realizada en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, recibió el Premio Jorge Pastor 1991, otorgado por la Dirección General de la Sanidad de la Producción Agraria del Ministerio de Agricultura. En 1983 ingresó en el Museo para realizar la tesis doctoral y, tras diversos contratos para la Colección de Entomología (hasta 2013), obtuvo por oposición la plaza de conservadora de dicha colección. Ha visitado varios museos de historia natural de Europa y América para estudiar el grupo Coccoidea y examinar sus colecciones de entomología. Ha impartido cursos de entomología y de técnicas microscópicas en la Universidad Politécnica de Madrid, en la Estación Fitopatológica de Pontevedra y en el Museo. Colaboró con la Universidad Politécnica de Valencia en 1995 para la «Identificación de Coccoidea (Hemiptera: Homóptera)». Desde 1997 hasta la actualidad ha venido colaborando en el Proyecto «Identificación de artrópodos perjudiciales y beneficiosos en el medio agrícola y forestal», auspiciado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, realizando la identificación e informe preceptivo de las muestras de Coccoidea. María Dolores Bragado Álvarez Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid desde 1989, su labor siempre ha estado relacionada con la museología, la conservación y el cuidado y estudio de las colecciones científicas de historia natural. Ha trabajado en las colecciones de Invertebrados no Insectos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y en diversos proyectos, como el de Catalogación de las Colecciones de Ciencias Naturales de Asia existentes en el Museo y el de Fauna Ibérica. Además, ha colaborado en la coordinación y edición del Informe del Proyecto de Inventario de las especies de invertebrados no insectos incluidos en los Anejos de la Directiva 92/43/CEE, en los muestreos de moluscos dulceacuícolas amenazados en España, en el Proyecto/Convenio «Demografía, Hábitat y Ciclo Vital de Margaritifera auricularia» y en la prospección de moluscos dulceacuícolas protegidos del río Ebro. Ha intervenido como asesora en el proyecto multimedia «Extremadura al Natural, Historia, interacción y descripción de su humanidad, de ambientes y de diversidad natural» y en el proyecto «Atlas y Libro rojo de los moluscos de Castilla-La Mancha». Desde hace más de diez años trabaja en la Colección de Malacología, donde realiza el procesado, conservación, catalogación, ordenación e informatización de sus ejemplares, así como de su documentación y gestión. Cuenta con varias publicaciones científicas y de divulgación.

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Ana María Bravo Arce Es licenciada en Biología por la Universidad Complutense de Madrid desde 1994. Ayudante de investigación de los Organismos Públicos de Investigación desde el año 2009, trabajó hasta 2015 en tareas de inventario y conservación en la colección de Paleontología del Museo Geominero (IGME). También colaboró en actividades de los programas públicos del Museo y participó en un capítulo de un libro dedicado al yacimiento histórico de Villarroya. Actualmente trabaja en las colecciones de Paleontología de Invertebrados y Paleobotánica del Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde continúa con las labores de inventario, catalogación y documentación de sus fondos. Otras actividades comprenden la preparación de piezas solicitadas en consulta por investigadores, el fotografiado de los ejemplares para su inclusión en el archivo fotográfico de gestión, la documentación de las colecciones históricas y la identificación y clasificación de etiquetas antiguas de las colecciones. Marta Calvo Revuelta Doctora en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid (1999), ha desarrollado toda su carrera profesional en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, desde su ingreso en 1988. Ha trabajado en el Proyecto Fauna Ibérica y en las colecciones de Malacología, Invertebrados e Ictiología. En 2013 fue nombrada conservadora de la Colección de Herpetología. Es autora o coautora de cinco libros, entre ellos el Manual de Preparación y Conservación de Invertebrados no Artrópodos, así como de unos 40 artículos científicos, que han aparecido en revistas como Molecular Phylogenetics and Evolution, Conservation Genetics, Biological Journal of Linnean Society, Zookeys o Amphibia-Reptilia. En la actualidad su actividad científica está centrada en el estudio de la herpetofauna africana de Guinea Ecuatorial y en la realización del atlas correspondiente. También participa en el proyecto de investigación “Potential amphibian responses to extinction drivers under global change: comparisons across space and time” (2019-2022). Alfonso Vicente Carrascosa Santiago Nació en Madrid en 1961. Es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (1975) y doctor por dicha universidad (1989). Investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha colaborado con importantes instituciones relacionadas con la seguridad alimentaria (Entidad Nacional de Acreditación y la Agencia Española de Normalización) y gestión de la investigación industrial (Centro para el Desarrollo Técnico Industrial). Fue también profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y coautor de varias patentes transferidas a empresas, de más de 100 artículos científicos en revistas Science Citation Index y de varios libros. Recibió junto a sus compañeros el Premio Candia 1991, la Medalla de Oro al Mérito de la Investigación Enológica 2007, el Premio de la Real Academia Gallega de Ciencias 2009 y el Premio Internacional en Enología OIV en 2011. Ha sido miembro de la Comisión Mujeres y Ciencia del CSIC (2014-2017) y dirigido la revista Arbor durante el periodo 2014-2019. Actualmente forma parte del grupo Historia y Documentación de las Ciencias Naturales en España del Museo Nacional de Ciencias Naturales, es biógrafo de la Real Academia de Historia y coordina el grupo «Historia de la Microbiología Española», de la Sociedad Española de Microbiología. De entre las últimas obras, de las que es coautor, cabe destacar José Ibáñez Martín y la Ciencia española: el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (2015), La luz. Ciencia y tecnología (2015), La vid, el vino y el CSIC: dos siglos de investigación (2016), Poland and Spain in Late Modern and Contemporary Civilisation and Culture (2018) o El desarrollo de la microbiología en España. Vol. I (2019).

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Luis Castelo Vicente Adquirió experiencia como taxidermista y preparador de especímenes para colecciones zoológicas en el taller privado de taxidermia denominado Brañosera. Su actividad laboral comenzó en la desaparecida Unidad de Zoología de Aplicada (UZA), perteneciente al Instituto de Conservación de la Naturaleza y al Ministerio de Agricultura (Centro de Referencia de Investigación, Desarrollo e Innovación ATM A.I.E. 06), y en 1984 obtuvo una plaza de Preparador de zoología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Desde el año 2002 se ha dedicado en exclusiva a las Colecciones de Aves y Mamíferos de esta institución. Ha desempeñado funciones de técnico I+D+i y asumido las labores de inventariado, catalogación, conservación y restauración de los ejemplares de ambas colecciones. Asimismo atiende las consultas y visitas de investigadores y ofrece asesoramiento en asuntos relacionados con exposiciones y divulgación. Javier Castroviejo Bolívar Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid desde 1972, ha publicado 170 trabajos y dirigido 27 tesis doctorales, 17 sobre ecología tropical y seis de licenciatura. Investigador del CSIC, fue director de la Estación Biológica de Doñana de 1974 a 1988 (las colecciones pasaron de unos 10.000 a más de 100.000 ejemplares), presidente del Consejo Internacional de Coordinación del Programa MaB (Unesco), del Comité Español MaB y de la Red IberoMaB. Premio Nacional de Medio Ambiente, recibió el Award for Conservation Merit (WWF). Destacan sus trabajos sobre la Cordillera Cantábrica (describió la subespecie Tetrao urogallus cantabricus), la conservación de Doñana (redacción de leyes que amplían el Parque, anulan el Plan Almonte-Marismas de transformación agraria y disponen la restauración hídrica de la Marisma), la ecología tropical en Iberoamérica (creó estaciones biológicas e inició una etapa inédita de investigación que posibilitó la labor de los científicos españoles que hoy continúa) y en África, con parecidos resultados y desarrollo legal. Ha protegido de forma directa o indirecta una superficie superior a los 100.000 km2 en España, África e Iberoamérica. Como homenaje a su persona llevan su nombre cuatro nuevas especies para la ciencia: Telipogon javiercastroviejoi (orquídea), Scinax castroviejoi (anuro), Agama castroviejoi (lagarto agama) y Lepus castroviejoi (liebre del piornal). Noelia Cejuela Villagraz Nació en 1981. Es Técnico Superior FPII en Imagen. Cuenta con formación específica en producción audiovisual, programas de edición, diseño gráfico, identificación y custodia de los primeros positivos directos de cámara, redes sociales y disciplinas afines. Su actividad profesional está vinculada al Museo Nacional de Ciencias Naturales desde 2002, cuando inició su actividad en el Servicio de Fotografía, y continuó su trayectoria laboral en la Mediateca Científica (2003 a 2007). Más tarde, en el Archivo histórico realizó, entre otras labores, la catalogación y conservación de la Colección Fotográfica (de 2007 a 2013). Desde 2014 está adscrita al Servicio de Audiovisuales y Mediateca. Ha colaborado en varios proyectos de colecciones y del Archivo del Museo. Susana Cobacho Arcos Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad de Córdoba desde 1992, se doctoró por la misma universidad en 2003. Inició su especialización en nematología con una tesis doctoral sobre nematodos libres del suelo (Mononchida y Dorylaimida), cuando su conocimiento y estudio eran aún incipientes en España. Esta especialización tiene gran importancia dada la escasez de nema-

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tólogos que se dediquen al estudio de estos órdenes a escala mundial. Durante los últimos 17 años, tras finalizar su etapa como becaria, ha estado vinculada mediante contratos a los laboratorios de Nematología del Centro de Ciencias Medioambientales y del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ha participado en 18 proyectos de investigación sobre sistemática de nematodos. Fue la responsable de la incorporación de la colección al Global Biodiversity Information Facility (GBIF), con lo que inició la revisión taxonómica de dicha colección. Ha publicado 40 trabajos científicos. José Ignacio Doadrio Villarejo Licenciado en Biología por la Universidad Complutense de Madrid en 1980 y doctor en el mismo centro desde 1984, desempeñó las funciones de conservador en la Colección de Ictiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales entre 1980 y 1990. Durante este periodo publicó el Catálogo de los peces de agua dulce del Museo Nacional de Ciencias Naturales de dicha colección (CSIC, 1989). Responsable científico de las colecciones de vertebrados del Museo (2012), es el actual vicedirector de Colecciones y Documentación del Museo (2017). Profesor de Investigación del CSIC, es responsable del grupo de excelencia (A) de Biodiversidad y Biología Evolutiva de dicho organismo (2013). Su actividad científica se centra en diversos aspectos relacionados con el inventario y la clasificación de la biodiversidad animal, así como en los procesos evolutivos implicados en su diversificación. Investiga sobre genética de especies amenazadas, con herramientas no invasivas, para su aplicación en programas de conservación. Ha dirigido 19 tesis doctorales y ha publicado 15 libros y 274 artículos científicos en revistas como Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, Molecular Ecology, Conservation Biology, Genetics, Journal of Biogeography y Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, entre otras. Jesús Dorda Dorda Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (1982), es Técnico Superior Especializado de Organismos Públicos de Investigación. Funcionario del Museo Nacional de Ciencias Naturales desde 1986, ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional vinculado a dos áreas: museología y colecciones científicas. En la Vicedirección de Colecciones fue preparador de Zoología (1984-1987) y conservador de la Colección de Ictiología (1993-2001). Como museólogo, ha desempeñado diferentes puestos en la Vicedirección de Exposiciones y Programas Públicos, desde vicedirector (2002 y 2003) a Coordinador de Exposiciones, su cargo actual, desde el cual continúa diseñando y desarrollando exposiciones temporales y permanentes para el Museo Nacional de Ciencias Naturales y otros museos y centros de interpretación de la Naturaleza. Entre las primeras destaca su trabajo en las exposiciones actuales de “Minerales, Fósiles y Evolución Humana”, “Biodiversidad” y “Fauna del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama”. En lo que se refiere a colaboraciones externas, hay que resaltar la exposición del Centro de Educación Ambiental “Laguna del Campillo”. Ha publicado varios libros y más de 100 artículos, estos últimos tanto en revistas científicas especializadas como Graellsia y Revista Española de Herpetología como en revistas generales y de divulgación, entre ellas más de veinte entre Quercus y Naturalmente. Silvia Fernández de Diego Licenciada en Biología por la Universidad de San Estanislao de Kostka de Segovia en 2006, ha trabajado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en las colecciones de Paleontología de Invertebrados, Paleontología de Vertebrados, Malacología, Invertebrados, Artrópodos No Insectos, Fonoteca zoológica, Aves y Mamíferos. Durante su estancia en el Museo ha intervenido en el montaje de varias exposiciones, como «Minerales, Fósiles y Evolución Humana» o «Biodiversi-

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dad». Ha participado en varias ponencias en las II Jornadas de la Vicedirección de Colecciones y Documentación. Es coautora del artículo «La Colección de Invertebrados del MNCN-CSIC» (2019), publicado en el Boletín de la Real Sociedad de Historia Natural, y del artículo de divulgación «El armadillo gigante, Priodontes maximus (Kerr, 1792)». Susana Fraile Gracia Es licenciada en Ciencias Geológicas, en la especialidad de Paleontología, desde 1991, y doctora desde 2016, ambos títulos obtenidos en la Universidad Complutense de Madrid. Desde 2015 es conservadora de las colecciones de Paleontología de Vertebrados y de Prehistoria del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Su actividad científica ha estado vinculada al Departamento de Paleobiología de dicho museo desde 1993. Ha participado en 11 proyectos de investigación (diez nacionales y uno internacional) desde 1994 al 2010. Ha realizado 43 publicaciones en revistas y libros científicos (nueve internacionales y 20 nacionales) y 14 en congresos (seis nacionales y siete internacionales). Además, ha participado en más de 35 excavaciones paleontológicas sistemáticas de investigación y de control paleontológico en obras desde 1990 hasta la actualidad, en más de 18 yacimientos diferentes, de los que destacan los de la Sierra de Atapuerca (Burgos) (1990-1991-1992) y Cerro de los Batallones (Torrejón de Velasco, Madrid) (desde 1993 a la actualidad). Ha desarrollado su carrera profesional como paleontóloga especialista en actuaciones paleontológicas de urgencia en el Área de Protección del Patrimonio Paleontológico, con 26 años de experiencia y unas 75 intervenciones paleontológicas en obras de infraestructura, explotaciones mineras, etc. También ha sido profesora asociada (2007-2010) y colaboradora honorífica (2013-2016) en el Departamento de Paleontología de la Facultad de Ciencia Geológicas de la Universidad Complutense. Javier García Guinea Se licenció en Ciencias Geológicas en 1976 por la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo sobresaliente y premio extraordinario, y leyó su tesis doctoral sobre Yacimientos de Minerales de Interés Gemológico en España en 1981. Fue profesor titular numerario de Cristalografía y Mineralogía en la Universidad Autónoma de Madrid y en 1985 se trasladó al Museo Nacional de Ciencias Naturales para investigar y gestionar su colección histórica de minerales, gemas, rocas y meteoritos. Como parte de su trabajo en la Colección pueden citarse la identificación rutinaria de meteoritos y escorias, la reorganización e informatización de los 14.000 minerales de los fondos y diversos trabajos de tipo histórico, entre ellos el estudio de las platinas de Antonio de Ulloa o del meteorito caído en Madrid en 1896. En 2003 pasó a ser Profesor de Investigación adscrito al Museo. Cuenta con 227 publicaciones indexadas en SCOPUS, aparecidas, entre otras revistas, en Nature, American Mineralogist, Mineralogy y European Journal of Mineralogy. Ha participado en 180 congresos, 75 divulgativas, 16 monografías o libros y cinco acciones de cooperación internacional en Bolivia, Ecuador, Argentina y Uruguay. Cuenta con dos patentes y un canal de geología divulgativa en YouTube con 2.679 suscriptores y 94.866 visualizaciones. Actualmente está involucrado en tres proyectos, entre los que se encuentra el Plan Nacional sobre Biodeterioro de Rocas de la Antártida y otro sobre Luminiscencia de minerales de uso en dosimetría de radiaciones ultravioletas. Antonio García Valdecasas Es licenciado desde 1974 y doctor en Biología desde 1981 por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido conservador del Museo Nacional de Ciencias Naturales desde 1984 a 1986 y ac-

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tualmente es Investigador Científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en la misma institución. Trabaja en aspectos teórico-prácticos de la biodiversidad de organismos acuáticos continentales, con especial referencia a los ácaros acuáticos. Especialista en tratamiento de imagen aplicada a la taxonomía, ha publicado también sobre modelos de trasmisión del conocimiento científico a la sociedad y realizado varias exposiciones, entre ellas «Excreta» y «Biodiversidad Doméstica». Sus últimas publicaciones han aparecido en PloS One, Acarologia y Cladistics, entre otras revistas. Ángel Luis Garvía Rodríguez Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid desde 1985, es también diplomado en Gestión, Conservación y Exhibición de Colecciones de Ciencias Naturales por la misma universidad (2017). Ocupa su plaza en la escala de Técnicos Superiores Especializados de Organismos Públicos de Investigación y ha estado vinculado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas desde 1999 a través de dos instituciones: el Centro de Investigaciones Biológicas (2004-2015) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales. En este último en dos periodos, siempre en relación con colecciones de historia natural: de 1999-2004 en la Colección de Ictiología, los tres últimos años como conservador, y desde 2015 hasta la actualidad como conservador de la Colección de Mamíferos. Comprometido con la divulgación científica, colabora habitualmente con el Departamento de Exposiciones del Museo y tiene publicados más de 250 artículos técnicos y divulgativos en diversas revistas, publicaciones electrónicas, portales web y boletines especializados en zoología, acuariología y colecciones científicas y de historia natural, entre otras materias. Es colaborador y ponente habitual en cursos de formación y divulgación organizados por el Centro Nacional de Biología, el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria, el Gabinete de Formación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y otras instituciones. Rita Gil Macarrón Doctora en Bellas Artes, en la especialidad Artes de la Imagen y Conservación y Restauración de Patrimonio Cultural, por la Universidad Complutense de Madrid desde 2015, ha aplicado protocolos de conservación y restauración a la Colección de Aves y la de Mamíferos naturalizados del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Además de diversas restauraciones de obra pictórica y escultórica, ha intervenido en la realización de una réplica en resina del esqueleto de una ballena para Faunia y la restauración de diversos especímenes naturalizados pertenecientes al Museo, la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense, el Instituto de Enseñanza Secundaria El Greco o el Museo Taurino de Córdoba, donde restauró la piel del toro «Islero». Entre sus publicaciones más destacadas, cabe citar la participación como coautora en el libro Criterios y normativas en la conservación y restauración del Patrimonio Cultural y Natural. Ha impartido varias conferencias sobre reentelado y conservación de especímenes naturalizados y participado en diferentes proyectos de Investigación: de I+D+i sobre entelados a la gacha y proyectos de innovación educativa sobre la tecnología 3D. Julio González Alcalde Doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid desde 2002, es arqueólogo y antropólogo y funcionario del Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos. En la actualidad desempeña las funciones de conservador de las colecciones de Bellas Artes e Instrumentos científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ha trabajado también en otras

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instituciones, como el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo Nacional de Reproducciones Artísticas y el Museo Nacional de Antropología. Cuenta con numerosas publicaciones científicas, aparecidas en diversas revistas, entre ellas Arbor, Complutum, Estudios de Prehistoria y Arqueología Madrileñas, Archivo Español de Arqueología, Anales del Museo de América y el Boletín del Museo Arqueológico Nacional. Ha sido ponente y conferenciante en diversos congresos internacionales y nacionales y en reuniones científicas. María Rosa González López Es ingeniera técnica agrícola adscrita al Laboratorio de Nematología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. En el año 2005 inició su colaboración como contratada en el Centro de Ciencias Medioambientales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas para estudiar los nematodos fitoparásitos y libres del suelo y documentar la colección del Departamento de Agroecología de dicho organismo. Cuenta con una larga experiencia y conocimiento en gestión de bases de datos al uso, así como en la conservación de las preparaciones microscópicas que conforman toda colección de Nematología. Durante sus años de servicio ha participado en 11 proyectos de investigación (tres europeos), tres asistencias técnicas con el INIA y tres apoyos tecnológicos a empresas. Tiene 13 publicaciones. Olga Leonís Bosquet Nació en Barcelona en 1978. Es Técnico Superior en Análisis de Laboratorio y Control de Calidad y Especialista en Biotecnología aplicada a los Alimentos desde 2005. Ha trabajado en biotecnología animal y también durante más de cinco años en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en las Colecciones de Malacología, Herpetología, Entomología, Artrópodos No Insectos e Invertebrados. Ha participado en el Nodo Español de Información en Biodiversidad GBIF España informatizando datos de los ejemplares incluidos en el Proyecto Fauna Ibérica y otras importantes colecciones. Rafael Ignacio Márquez Martínez de Orense Formado en la Universidad de California Berkeley, donde obtuvo el Bachelor of Arts in Biology en 1984, y en la Universidad de Chicago, donde se doctoró en 1990, se instaló en España en 1990 y en la actualidad es Investigador Científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde fundó la Fonoteca Zoológica y la web www.FonoZoo.com, de las que hoy es responsable científico. A través de sus publicaciones científicas y de su serie de guías sonoras publicadas por la Fonoteca Zoológica es autor de la descripción del mayor número de cantos de anfibios hecha en el mundo (Madagascar, Cuba, Sur de Brasil, España y Portugal). Su investigación se centra en la conservación de especies de anfibios y reptiles, el estudio de la evolución de la comunicación acústica en anuros y otros animales, el desarrollo de metodologías de seguimiento acústico automatizado de hábitats y el estudio de la capacidad de detección de vibraciones del sustrato en anuros (sentido sísmico). Carolina Martín Albaladejo Es Científica Titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, adscrita al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Licenciada en Biología en 1986 y doctorada en el 2000 por la Universidad Complutense de Madrid, es investigadora principal del Grupo «Historia y documentación de las Ciencias Naturales en España» (HISTORNAT). Es también responsable científica de la Co-

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lección de Bellas Artes y Artes Decorativas del Museo. Sus investigaciones giran en torno al estudio de periodos, hechos, instituciones y personajes con una significación singular en el desarrollo de las ciencias de la Naturaleza, con especial atención a lo acontecido en nuestro país y a aquellos protagonistas que todavía son insuficientemente conocidos y cuya relevancia merece valorarse, contextualizarse y darse a conocer. Su centro de interés es la historia del Museo Nacional de Ciencias Naturales y de los personajes relacionados con la institución, así como el estudio y puesta en valor de los recursos patrimoniales del Museo, que incluyen bienes inmobiliarios y mobiliarios, colecciones científicas y fondos documentales. Ha participado en 23 proyectos de investigación, en cuatro como investigadora principal, y es autora de 32 artículos científicos, 30 capítulos de libro, cuatro monografías y medio centenar de comunicaciones a congresos. Santiago Merino Rodríguez Es Profesor de Investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas adscrito al Departamento de Ecología Evolutiva del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Obtuvo su licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad de Alcalá de Henares en 1992 y el doctorado, en la misma institución, en 1995. En la actualidad es director del Museo y tesorero de la Unión Internacional para las Ciencias Biológicas (IUBS). Su línea de investigación está centrada en la ecología y evolución de las interacciones parásito-hospedador y es coautor de más de 200 artículos de investigación y divulgación científica, en revistas como Proceedings of the Royal Society of London B, Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, Molecular Ecology, Animal Behaviour y Functional Ecology. Es autor del libro Diseñados por la enfermedad (2013). Además de investigar en España ha estado trabajando en otros lugares como la Antártida, el Ártico, África o Sudamérica. Alfonso Navas Sánchez Obtuvo su licenciatura en Biología en 1978 en la Universidad Autónoma de Madrid, donde se doctoró en 1984. Investigador Científico del CSIC, es director del Laboratorio Nacional de Referencia para la identificación de nematodos fitopatógenos desde 2008. Fue director del Museo Nacional de Ciencias Naturales (marzo 2002-julio 2009). Su trabajo de investigación se lleva a cabo, fundamentalmente, dentro de la zoología en la especialidad de nematología. Ha desarrollado su labor en sistemática y taxonomía básicas de nematodos, así como en la ecología, epidemiología, genética y evolución de estos animales. Actualmente trabaja sobre las aplicaciones de la proteómica en los estudios filogenéticos y evolutivos, además de en parasitología y microbiología (interacción nematodos-bacterias). Ha realizado estancias de larga duración como investigador en Bulgaria, Gran Bretaña, Italia, Francia, Alemania, Polonia y Estados Unidos. Ha publicado 133 trabajos de investigación y cuenta con tres patentes científicas y una tecnológica. Aurelio Nieto Codina Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Autónoma de Madrid desde 1998 y doctor en Geografía desde 2004. Funcionario del Cuerpo de Profesores de Secundaria, responsable académico de intercambios escolares en programas de la Unión Europea y profesor asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, es Premio Reina Sofía en el ámbito de la prevención escolar de drogodependencias. Funcionario del Cuerpo Facultativo de Conservadores de museos desde 2007, ha trabajado como responsable de las colecciones de Geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales desde 2008, donde ha gestionado algunos ingresos importantes en el Museo, como gemas, geodas, meteoritos y minerales. Ha recuperado el primer mapa hipsométrico de España realizado en relieve (1889). Ha participado en varios proyectos nacionales

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de investigación sobre la historia y evolución del Museo Nacional de Ciencias Naturales como institución propiamente museística y como centro de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Ha publicado sobre temas de diversa índole académica, como la taracea de piedras duras, el río Manzanares, la geografía de Europa, la historia de la geografía en España o el turismo antártico. Alejandra Nieto Román Se licenció y doctoró en la Universidad de Vigo, en los años 1999 y 2007, respectivamente, tras lo cual trabajó como postdoctoral en las universidades de California Berkeley, Vigo y el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Tras varios años trabajando como científica en la empresa privada, se ha incorporado de nuevo como investigadora postdoctoral al Museo, donde trabaja en líneas de biología molecular aplicada a estudios de evolución y diversificación de especies. Ha publicado varios artículos en prestigiosas revistas como Nature o los Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA. Manuel Parejo Paulino Nació en 1956. Paracaidista y archivero. Desde muy joven, casi toda su vida laboral ha transcurrido en el Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales. En él ha crecido y se ha formado. Junto con María Ángeles Calatayud, una de las archiveras más relevantes en el ámbito científico de este país, organizó, identificó y acondicionó los fondos más antiguos del Museo y entre ambos comenzaron a dar forma a uno de los archivos científicos más importantes de Europa. Gracias a su trabajo constante y metódico, los historiadores de la ciencia disponen hoy de una fuente de consulta ordenada que les permite reconstruir el origen y desarrollo de nuestra historia natural. Actualmente disfruta de una merecida jubilación en Extremadura y dedica su tiempo a pintar a la acuarela, a la jardinería y a cocinar para su gran familia de parientes y amigos a quienes trata con el mismo mimo con el que cuidó el Archivo del Museo durante más de cuatro décadas. Mercedes París García Licenciada en Biología, en la especialidad de Zoología, por la Universidad Complutense de Madrid desde 1985, comenzó a especializarse en el estudio de un grupo de insectos hemípteros y defendió la tesis de grado en 1987 con los resultados de su estudio en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Sus intereses en el campo de la zoología han sido muy diversos y ha participado además en proyectos tan dispares como el seguimiento de poblaciones de aves (ardeidas y flamencos) y la evaluación del estado de conservación de poblaciones de anfibios. En septiembre de 1989 comenzó su vinculación con la Colección de Entomología, coincidiendo con el periodo de reubicación de los fondos. Durante aquellos primeros años se inició en la realización de inventarios, ordenación, documentación, etc., y participó también en proyectos formativos o de divulgación relacionados con la Colección. Tuvo además un papel relevante en el desarrollo de la informatización de la Colección y de su gestión asociada. Desde 2008 es responsable de la Colección de Entomología y ha participado en más de 15 publicaciones científicas, muchas de ellas relacionadas con el estudio y difusión de dichos fondos. Patricia Pérez-Dios Es licenciada en Historia por la Universidad de Zaragoza desde 2001, donde superó el periodo investigador en el área de arqueología en el mundo antiguo. Desde 2008 pertenece al Cuerpo Fa-

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cultativo de Conservadores de Museos y hasta el momento ha desarrollado su trayectoria profesional en la Administración General del Estado en ámbitos relacionados con la museología, la cooperación cultural y la formación. De 2008 a 2015 fue la conservadora de las Colecciones de Paleontología de Vertebrados y de Prehistoria del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Desde 1999 ha participado en numerosas excavaciones arqueológicas en yacimientos como La Castellina (Santa Marinella, Italia), Bibracte (Centre archéologique européen du Mont-Bevruay, Francia), Bilbilis o Segeda (Zaragoza). Tras su incorporación al Museo participó en las excavaciones paleontológicas de Venta del Moro (Valencia) y Batallones (Madrid) y codirigió junto con Jorge Morales las excavaciones en Corral de Lobato (Guadalajara). Ha publicado varios artículos en revistas científicas como Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology y Geoheritage. Óscar Ramos Lugo Historiador del arte por la Universidad de Educación a Distancia (UNED) desde 2014, especializado en patrimonio científico, es Técnico Superior de Laboratorio de Análisis y Control por el Instituto Politécnico de Las Palmas de Gran Canaria (2006). Tiene el máster oficial en Arqueología por la Universidad Complutense de Madrid (2015), así como el de Conservación del Patrimonio Cultural (2016) y el de Diagnóstico del Estado de Conservación del Patrimonio Histórico por la Universidad de Pablo de Olavide de Sevilla (2018). Es diplomado en Gestión, Conservación y Exhibición de Colecciones de Ciencias Naturales (2017) por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente realiza sus estudios de doctorado en la Facultad de Bellas Artes de esa misma universidad sobre colecciones de historia natural del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Participa en el Proyecto del Plan Nacional HAR2017-82894-P sobre condiciones de conservación de las Colecciones de Aves y Mamíferos del Museo. Colabora en la divulgación del patrimonio artístico y científico del Museo a través de su participación en exposiciones temporales y de publicaciones en la revista digital del Museo Naturalmente. Realiza actividades de formación y divulgación organizadas por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense y el Museo. Es miembro de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Isabel Rey Fraile Doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (2014), ha trabajado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales durante más de 30 años, 25 de ellos dedicada a las colecciones. Actual conservadora de la Colección de Tejidos y ADN, su investigación se orienta a la conservación de ADN y su utilización para taxonomía, filogenia y evolución molecular de vertebrados e invertebrados y la identificación forense no humana. Tiene 48 publicaciones científicas: ocho son libros o capítulos de libro. Ha liderado cinco proyectos de investigación, dos de ellos internacionales, y participado en 18 proyectos, siete internacionales, además de realizar más de 100 informes científicos. Es miembro del Legislation and Regulations Working Group’s Core Team en el Consortium of European Taxonomic Facilities (CETAF). Profesora Honorífica de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense y profesora del máster «Gestión, Acceso, Conservación y Comercio de Especies: el Marco Internacional» de la Universidad Internacional de Andalucía, cuenta con más de 30 cursos impartidos o dirigidos y ha sido tutora de alumnos en prácticas de las facultades de Ciencias Biológicas de las universidades Autónoma y Complutense de Madrid y la de Alcalá de Henares, así como del Instituto de Enseñanza Secundaria Antonio Machado de Madrid. Cruz del Orden del Mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco por los servicios prestados en investigaciones (identificaciones zoológicas) al SEPRONA. Miembro de los comités editoriales de las revistas Collections journal: A Journal for Museum & Archives Professionals, Arqueobios, Aula, Museos y Colecciones, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural y Graellsia.

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Ignacio José de la Riva de la Viña Licenciado (1986) y doctorado (1993) en Biología por la Universidad Complutense. Investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas desde 1996. Desde 2008 es responsable científico de la Colección de Herpetología del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en la que ha ingresado numerosos ejemplares, incluido abundante material tipo. Especialista en sistemática y ecología de anfibios y reptiles tropicales (con especial énfasis en Sudamérica y África), es autor de 173 publicaciones científicas y técnicas que incluyen la descripción de cerca de 80 especies nuevas para la ciencia y que han aparecido, entre otras, en las revistas Zoological Journal of the Linnean Society, Molecular Phylogenetics and Evolution, Science y Zoologica Scripta. Ha dirigido ocho proyectos. Los dos últimos han sido: «Diversidad, evolución y extinción en el neotrópico: una aproximación usando anfibios y reptiles» (2012-2014) y «ERASE: Extinction Risk in Andean Species of Ectotherms: a multifactorial assessment focused on endemic amphibians» (2015-2019). María del Pilar Rodríguez Luque Nació en 1981. Diplomada en Biblioteconomía y Documentación y licenciada en Documentación por la Universidad Complutense de Madrid desde 2002. Posee el título de formación y actualización en investigación y recuperación del patrimonio literario por la Universidad Autónoma de Madrid, en colaboración con la Biblioteca Nacional de España. Ha compaginado sus estudios universitarios con becas de trabajo en las bibliotecas de la Facultad de Psicología y la Escuela Universitaria de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid. Siempre ha desarrollado su actividad profesional en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas: primero como documentalista en la Mediateca científica (2003-2007) y en el Centro de Información y Documentación Científica (2005-2006), más tarde en la Biblioteca del Museo (2007-2018), con una estancia de especialización en la Colección de Mamíferos durante nueve meses. Desde 2018 forma parte del equipo del Archivo histórico de esta misma institución. Javier Ignacio Sánchez Almazán Licenciado en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, en la modalidad de Zoología (1980), trabaja como funcionario en el Museo Nacional de Ciencias Naturales desde 1991, donde ha desarrollado sus tareas en las colecciones de Geología, Paleontología de Vertebrados y Prehistoria y, desde 2001, en la de Invertebrados No Insectos No Moluscos. Es conservador de esta última desde 2006 y a partir de 2013 de la de Invertebrados (segregados de ella los artrópodos no insectos). En este periodo la colección ha aumentado en más de 50.000 ejemplares y ha dado servicio a más de 30 grupos de investigación españoles y extranjeros. Ha participado en ocho libros, la mayoría dentro del área de la historia de la ciencia y de las colecciones de historia natural, entre los que destacan El gabinete perdido (2009) y Pedro Franco Dávila (1711-1786). De Guayaquil a la Royal Society (2012), del que fue editor. Ha publicado diversos artículos sobre colecciones de historia natural, el Real Gabinete y la figura de Pedro Franco Dávila, principalmente, en revistas como Graellsia, el Boletín de la Real Sociedad de Historia Natural (Sección Aulas, Museos y Colecciones), Quercus y Madrid Histórico. Comisario en 2016 de la exposición «Una colección, un criollo erudito y un rey» en el Museo. Conferenciante sobre temas históricos y divulgativos en varias instituciones: Museo de América, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Museo Nacional de Artes Decorativas, Museo del Prado, Centro Cultural “Isabel de Farnesio” (curso de la UNED) y Museo Nacional de Ciencias Naturales.

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Begoña Sánchez Chillón Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid en 1984 y doctora desde 1993. Paleontóloga. Fue conservadora de las colecciones de Paleontología, Prehistoria y Geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales durante 11 años. Trabajó otros tres en el Archivo del Museo como responsable de la colección de calcos de las pinturas rupestres de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. Como resultado de estas actividades ha conseguido una gran divulgación de algunas piezas emblemáticas del Museo. Fue comisaria de la exposición que dio a conocer la historia del esqueleto de Diplodocus carnegii del Museo en la conmemoración del centenario de su llegada al mismo. Ha comisariado también las exposiciones referidas a la colección de arte rupestre «Arte y Naturaleza en la Prehistoria» y «El arte rupestre en el arco mediterráneo», todavía en itinerancia. Desde 2012 es conservadora de la Colección de Artrópodos no Insectos del Museo. Como investigadora fue pionera en los estudios de isótopos estables y su aplicación al registro fósil. Es autora de casi 150 publicaciones científicas, algunas incluidas en el Journal of Citation Reports, como Nature, Paleobiology, Journal of Vertebrate y Palaeontology. Autora de tres libros sobre la historia del Museo, ha colaborado en varios más sobre historia de la ciencia. Ha participado en casi un centenar de exposiciones, organizadas tanto en el Museo como en otras instituciones, y ha sido profesora de varios másters universitarios sobre colecciones del Museo. Codirige dos trabajos de máster de la Universidad Complutense de Madrid, prácticas y trabajo de fin de grado de las universidades de Madrid. Es la representante del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en dos de las tareas del proyecto SYNTHESYS+. Manuel Sánchez Ruiz Licenciado por la Universidad Complutense (1990), su carrera profesional ha estado asociada principalmente al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Especializado en taxonomía y sistemática de la familia Curculionidae (Insecta: Coleoptera) bajo la dirección del Dr. M.A. Alonso Zarazaga, es también especialista en nomenclatura zoológica. Experto en informática para la biodiversidad, es responsable del diseño y desarrollo de portales de gestión de información de biodiversidad como son Iberfauna, el banco de datos de Fauna Ibérica (http://iberfauna.mncn.csic.es) o WTaxa, catálogo electrónico de la superfamilia Curculionoidea (Insecta: Coleoptera) a escala mundial (http://wtaxa.csic.es). Desde el año 2004 es responsable del área de gestión de la información científica del proyecto Fauna Ibérica en el Museo y de su difusión a través del portal principal de proyecto (http://www.faunaiberica.es) y del banco de datos Iberfauna. De 2011 a 2012 fue responsable de la Unidad de Informática para la Biodiversidad de la Vicedirección de Colecciones del Museo. Es asesor para la adaptación de protocolos y buenas prácticas para la digitalización de especímenes de la Colección de Entomología, así como para el mantenimiento y desarrollo de las bases de datos de gestión de las colecciones del Museo. Alberto Sánchez Vialas Licenciado en Biología por la Universidad Complutense, en la especialidad de Zoología, en 2014, trabajó como personal técnico de apoyo en la Colección de Herpetología del Museo Nacional de Ciencias Naturales durante el periodo 2015-2018. Actualmente realiza el doctorado en el departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva del Museo, donde estudia la sistemática y evolución de la familia Meloidae (Coleoptera) en el Mediterráneo Occidental. Sus intereses se centran en los anfibios, reptiles y artrópodos, especialmente de África y América, sobre los que ha publicado alrededor de 30 artículos. También se encuentra estudiando la diversidad herpetológica de

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Guinea Ecuatorial. Ha realizado expediciones zoológicas en Ecuador, Panamá, Senegal, Sáhara Occidental y Marruecos, y es en este último donde imparte un curso especializado en Herpetología dentro de la asociación Bio+. Celia María Santos Mazorra Es licenciada en Biología (Especialidad Zoología) por la Universidad Complutense desde 1986. Su carrera profesional ha estado vinculada principalmente al Museo Nacional de Ciencias Naturales. Desde 2007 es conservadora de las Colecciones de Invertebrados Fósiles y Paleobotánica, donde asume la gestión, conservación y mantenimiento de las mismas. Entre 1988 y 1990 trabajó con contratos temporales en la Colección de Entomología, realizando tareas de inventario y ordenación de ejemplares. Desde 1991 ha trabajado de forma permanente en la documentación y preservación de las colecciones científicas del Museo y ha desarrollado su actividad en 13 proyectos nacionales. Entre estos destacan la recuperación y documentación de los insectos recolectados por la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866), así como la preparación y gestión de datos de colecciones para facilitar su acceso a través de la infraestructura de biodiversidad GBIF, durante el cual desarrolló también labores de inventario y ordenación en la Colección de Herpetología. Desde 2013 participa en proyectos internacionales como SYNTHESYS y DiSSCo, y colabora en varios grupos de trabajo del Consortium of European Taxonomic Facilities (CETAF). Gema Solís Fraile Es licenciada en Biología, en la especialidad de Zoología, por la Universidad Complutense desde 2003. Asistió a los cursos de doctorado englobados en el Programa de Biología de la Conservación (2003-2004) y obtuvo el diploma de estudios avanzados en la misma universidad en 2005. Funcionaria de carrera desde el año 2012, en 2008 se incorpora como conservadora a la Colección de Ictiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Anteriormente, fue becaria en un proyecto de investigación (2005-2007) y responsable técnica de la Fonoteca Zoológica (2003-2005). A lo largo de su carrera profesional en el Museo, iniciada en el año 2001, se ha visto involucrada como técnica en diferentes proyectos de investigación nacionales e internacionales de temática diversa. Ha publicado una decena de artículos científicos y ha participado en más de 25 Congresos dentro y fuera de España, relacionados con la bioacústica, la herpetología, la ornitología o las colecciones de historia natural. Muy comprometida con la divulgación científica, en especial con la relativa a los fondos de la Colección de Ictiología, colabora activamente en las actividades de la Vicedirección de Exposiciones y la de Comunicación y Cultura Científica, así como de la Sociedad de Amigos del Museo. Mónica Vergés Alonso Nació en 1961. Es licenciada con Grado en Filosofía y Ciencias de la Educación (1986) y Premio Extraordinario de Licenciatura por la Universidad de Barcelona (1986). Postgraduada en Documentación por la Universidad Complutense de Madrid (1989-1991), es miembro del Cuerpo de Técnicos de Archivos, Bibliotecas y Museos de la Administración General del Estado desde 2002. Antes de incorporarse al Ministerio de Cultura, trabajó durante varios años en el Centro UNESCO de Catalunya en calidad de redactora jefe de la edición española de la Revista Internacional de Ciencias Sociales de la UNESCO y fue profesora de Filosofía y Sociología de la Educación en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Comenzó su carrera en el ámbito de los museos en el Museo Arqueológico Nacional (departamento de Difusión), continuó en el Museo del Traje (departamento de Documentación), después en el Museo Cerralbo (departa-

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mento de Difusión y proyecto de recuperación de salas del Palacio Cerralbo: Premio EUROPA NOSTRA 2008), y años más tarde, en la Colección de Arte Emergente del Instituto de la Juventud. Desde mediados de 2016 es la responsable del Archivo histórico del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Durante estos años ha publicado distintos artículos sobre museología, archivística, bellas artes y artes decorativas en revistas especializadas (La Ilustración de Madrid, museos.es, Enredadera) y catálogos razonados de exposiciones, entre ellos La sombra del caballero, La encuadernación de arte desde el mundo cervantino, El Arte rupestre en el arco Mediterráneo y Regnum Vegetabile. David R. Vieites Rodríguez Licenciado (1999) y doctorado (2003) por la Universidad de Vigo, se incorpora al Museo Nacional de Ciencias Naturales en 2008 como científico titular tras periodos postdoctorales en las universidades de Ámsterdam y California Berkeley. Sus líneas de investigación integran varias disciplinas, como la biogeografía, filogenética, taxonomía o genómica para responder preguntas sobre el origen, la diversificación, la evolución y la distribución de la biodiversidad. Ha publicado más de 100 artículos científicos, incluyendo varios en Nature, Science, Proceedings of the National Academy of Sciences o PLoS Biology, y ha descrito más de 20 especies nuevas para la ciencia. Francisco Yagüe Sánchez Nació en Madrid en 1953. Cursó sus estudios de Bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media Ramiro de Maeztu. A los quince años entró en la División de Ciencias Matemáticas, Médicas y de la Naturaleza, organismo integrado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En 1970 fue destinado al Instituto de Edafología, en el cual desarrolló las tareas de preparación de suelos vegetales. Más tarde trabajó en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde entró a formar parte de la Unidad de Colecciones, en la que desarrolló su función como preparador de zoología en las colecciones de Aves y Mamíferos, la de Anfibios y Reptiles, la de Ictiología y la de Invertebrados. En esta última realizó diversas tareas de inventariado e informatización, preparación y montaje de exposiciones. También colaboró como autor de algunos libros y manuales referentes a su labor desde 2003 hasta su jubilación en 2018. Rafael Zardoya San Sebastián Licenciado en Ciencias Biológicas (especialidad Bioquímica y Biología Molecular) por la Universidad Autónoma de Madrid (1989) y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense (1994). Realizó su posdoctorado en la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook (1997) y en el año 2000 ingresó en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde es Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas desde el año 2008 y responsable científico de la Colección de Tejidos y ADN. Su carrera investigadora gira en torno al estudio de las bases genéticas de los procesos y mecanismos evolutivos generadores de biodiversidad mediante la reconstrucción de filogenias moleculares utilizando métodos probabilísticos. Ha publicado 125 artículos en revistas del Science Citation Index, entre ellas Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, Systematic Biology, Molecular Biology and Evolution y Annual Review of Ecology, Evolution and Systematics, entre otras. Es coautor del libro El Árbol de la Vida: sistemática y evolución de los seres vivos (2012).

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editada bajo la supervisión de editorial csic, esta obra se terminó de imprimir en madrid en diciembre de 2019

CBTA COLECCIONES MNCN.qxp_Maquetación 1 12/12/19 9:40 Página 1

Las colecciones del Museo están activamente integradas en redes europeas y ofrecen a los investigadores la oportunidad de manejar datos a gran escala sobre áreas de gran diversidad. La creación de nuevas colecciones, como las de sonidos, imágenes o tejidos y ADN, ha abierto nuevos campos para el estudio y asegura el desarrollo de la investigación futura en las ciencias naturales. El lector tiene así la oportunidad, a través de estas páginas, de recorrer el rico patrimonio que proporcionan las piezas custodiadas en las colecciones de Historia Natural del MNCN, descubrir su interés científico actual y las perspectivas de futuro en un mundo tecnológico que necesitará datos de toda índole para completar el saber humano.

GOBIERNO DE ESPAÑA

MINISTERIO DE CIENCIA, INNOVACIÓN Y UNIVERSIDADES

9 788400 105907

Investigación y Patrimonio Ignacio Doadrio, Rafael Araujo y Javier I. Sánchez-Almazán (eds.)

Investigación y Patrimonio

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ruto de la Ilustración, el Museo Nacional de Ciencias Naturales se funda en 1771, por orden de Carlos III, y se inaugura al público con gran éxito en 1776. Su finalidad fue mostrar objetos y animales curiosos y raros, muchos de los cuales solo se conocían por referencias en relatos de viajeros, militares y comerciantes. Sus fondos estaban compuestos, en su mayor parte, por las fabulosas colecciones que el rey adquirió al comerciante Pedro Franco Dávila, todavía conservadas hoy, a pesar de los avatares históricos. Es probablemente el museo de historia natural más antiguo de los existentes, con casi 250 años de historia, donde se pueden admirar más de 10 millones de piezas de gran valor patrimonial, artístico y científico, así como unas 350.000 especies animales. Algunas de ellas se exhiben en el propio Museo y el resto en otros muchos museos e instituciones de toda España. En la actualidad las colecciones tienen su razón de ser, ante todo, por su interés científico, revitalizado por las nuevas técnicas de estudio y por la crisis de biodiversidad en el Antropoceno. A través de las colecciones se puede determinar cómo influyen las actividades humanas en la aparición de enfermedades y parásitos o la adaptación y supervivencia de poblaciones y especies.

Las Colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales

Las Colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales

CSIC

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS