La suerte de los nombres propios : léxico y ortografía 8477376042, 9788477376040


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Spanish Pages [182] Year 2012

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Contenido
Introducción
Commonizing: la derivación implícitade los antropónimos ingleses. Jorge Braga Riera y Carmen Maíz Arévalo
Una clasificación de los epónimos ingleses procedentes de nombres de persona
Epónimos procedentes de personajes históricos: “nombres homenaje”. Inventos
Nombres derivados del ámbito científico
Nombres pertenecientes al campo gastronómico
Nombres vinculados al mundo del deporte
Nombres que designan ropa y complementos
Nombres derivados del ámbito musical
Miscelánea
Epónimos procedentes de personajes genéricos o de ficción
Nombres derivados de personajes literarios
Nombres derivados de la mitología
Nombres derivados de hipocorísticos
Bibliografía
Deonomasticæ Vasconum Primitiæ. Karlos Cid Abasolo
Deonomástica vascongada de raíces antiguas: epónimos de base antroponímica
Deonomástica vascongada de raíces antiguas: epónimos de base toponímica
Deonomástica vasca basada en préstamo léxico sin (apenas) adaptación fonético-morfológica
Deonomástica vasca incorporada al español
Bibliografía
Deonomástica del español de América. Consuelo García Gallarín
De España a América
Bibliografía
Contribución a la deonomástica portuguesa. María Victoria Navas Sánchez-Élez
Bibliografía
Variación antroponímica: Diana y Jessica. María del Carmen Bravo Llatas
Fuente de datos
Diana
Variación y cambio antroponímicos por el uso del nombre Diana. Hipocorísticos y creaciones hispanoamericanas vinculados a él
Descripción de la fuente de datos que incluye las variantes de Diana y sus derivados
Modelos antroponímicos en España e Hispanoamérica
Jessica
Variación y cambio antroponímicos por el uso del nombre Jessica. Hipocorísticos y creaciones hispanoamericanas vinculados a él
Descripción de la fuente de datos que incluye las variantes de Jessica y sus derivados
Modelos antroponímicos en España e Hispanoamérica
Nombres simples y múltiples vinculados a JESSICA en España e Hispanoamérica
Anexo: Distribución de antropónimos por países
Bibliografía
Braquigrafía de los antropónimosen la documentación manuscrita moderna y contemporánea. Juan Carlos Galende Díaz
Tipología de las abreviaturas
Materialidad de las abreviaturas
Las abreviaturas de los nombres propios
Edad Moderna
Edad Contemporánea
Bibliografía
Aspectos gráficos del nombre propio de personaen la Edad Media: abreviaturas. María Simón Parra
Aspectos generales sobre las abreviaturas
Abreviaturas en el Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 1700 (CODEA)
El Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 1700 (CODEA)
Tipos de abreviaturas en los nombres propios de persona de el Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 1700 (CODEA)
Denominativos árabes con forma de expresiones idiomáticas. Francisco Ruiz Girela
Bibliografía
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La suerte de los nombres propios : léxico y ortografía
 8477376042, 9788477376040

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La suerte de los nombres propios: léxico y ortografía

La suerte de los nombres propios: léxico y ortografía

Jorge Braga Riera (coord.)

© Jorge Braga Riera (eds.), 2012 © Jorge Braga Riera, 2012 © Carmen Maíz Arévalo, 2012 © Karlos Cid Abasolo, 2012 © Consuelo García Gallarín, 2012 © María Victoria Navas Sánchez-Élez, 2012 © María del Carmen Bravo Llatas, 2012 © Juan Carlos Galende Díaz, 2012 © María Simón Parra, 2012 © Francisco Ruiz Girela, 2012

© Del diseño de la cubierta: Ramiro Domínguez, 2012 © Sílex® ediciones S.L., 2012 c/ Alcalá, n.º 202. 1º c. 28028 Madrid www.silexediciones.com ISBN: 978-84-7737-604-0 Depósito Legal: M-11007-2012 Colección: Sílex Universidad Dirección editorial: Ramiro Domínguez Coordinación editorial: Ángela Gutiérrez Fotomecánica: Preyfot S.L. Impreso en España por: Elecé, Industria Gráfica, S.L. (Printed in Spain) “Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la Ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra”.

Contenido

Introducción ………………………………………………………………… 9 Jorge Braga Riera

COMMONIZING: la derivación implícita de los antropónimos ingleses …… 13 Jorge Braga Riera / Carmen Maíz Arévalo

DEONOMASTICÆ VASCONUM PRIMITIÆ …………………………………………… 35 Karlos Cid Abasolo

Deonomástica del español de América …………………………………… 65 Consuelo García Gallarín

Contribución a la deonomástica portuguesa …………………………… 87 María Victoria Navas Sánchez-Élez

Variación antroponímica: Diana y Jessica ……………………………… 129 María del Carmen Bravo Llatas

Braquigrafía de los antropónimos en la documentación manuscrita moderna y contemporánea ………………………………………………

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Juan Carlos Galende Díaz

Aspectos gráficos del nombre propio de persona en la Edad Media: abreviaturas ………………………………………………………………

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María Simón Parra

Denominativos árabes con forma de expresiones idiomáticas ………… Francisco Ruiz Girela

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Introducción

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El libro que aquí presentamos está estructurado en tres bloques bien diferenciados: por un lado, contamos con los estudios de Braga y Maíz, Cid Abasolo, García Gallarín y Navas Sánchez-Élez, todos ellos centrados exclusivamente en el campo de la deonomástica. Pese a la disparidad de lenguas sobre las que giran estos trabajos (inglés, español, vasco y portugués), sorprende el cúmulo de aspectos –semánticos y de formación de palabras– que los cuatro idiomas comparten en cuestiones onomásticas. Por otro, los capítulos siguientes recogen los trabajos de María del Carmen Bravo, Juan Carlos Galende y Simón Parra, autores estos que, desde diversos ángulos, ponen el acento en los aspectos ortográficos de la lengua, en este caso el español. Finalmente, Francisco Ruiz Girela se detiene en una de las peculiaridades de la lengua árabe, concretamente la formación de las llamadas “estructuras de anexión” utilizadas como denominativos personales. Enfoques diversos aparte, de lo que no hay duda es de que estamos ante un prolífico campo de estudio que vive en constante evolución y que, indudablemente, resulta digno de análisis. Braga Riera y Maíz Arévalo (“Commonizing: la derivación implícita de los antropónimos ingleses”) centran su interés en un proceso que resulta muy habitual también en lengua inglesa y que ha dado lugar a la creación de un ingente número de sustantivos comunes: la llamada “comonización” (si se permite el anglicismo) o derivación implícita, proceso por el cual epónimos como sandwich, pullman, barbie, etc. han pasado a formar parte del acervo común del hablante anglosajón. Para ello, y concentrándose específicamente en los antropónimos ingleses puros que han experimentado un grado absoluto de “comonización”, realizan los autores una división en categorías que recorre campos semánticos de lo más variopinto, desde los inventos, las ciencias y la gastronomía hasta el deporte y la literatura, pasando por la música y la mitología grecorromana. La variedad de ejemplos aportados no hace sino ilustrar los curiosos intríngulis de este proceso en la lengua de Shakespeare, demostrando, por ende, la versatilidad y facilidad del inglés para renovarse y nutrirse a partir de sus propios recursos lingüísticos y culturales.

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Este libro se inscribe en el marco del proyecto FF12008-04287, “El cambio onomástico: la función del antropónimo en la construcción de la identidad”.

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Jorge Braga Riera

Sobre este aspecto versa, asimismo, “Deonomasticæ Vasconum Primitiæ”, si bien en este caso no es el inglés la lengua de estudio, sino el vasco. Karlos Cid Abasolo se ocupa en este capítulo no solo de los términos deonomásticos euskéricos resultado de un proceso de derivación y composición lingüísticas, sino también de aquellos que bien son préstamos léxicos incorporados al vasco (proceso este al que, claro está, no es ajeno prácticamente ningún idioma) bien han sido “exportados” por el euskera al castellano en las zonas de contacto entre ambas lenguas. Así, antropónimos tales como Antón, Juan, Judas, Kristo, Manex, Mari, Martin, Patxi o Pello, o topónimos como pudieran ser Frantzia o India (entre una extensa nómina), han servido como base para la formación de epónimos puros, compuestos o derivados dotados de múltiples significados y registros, tal y como demuestra la amplia gama de ejemplos documentada por Cid y avalada por fuentes lingüísticas fidedignas. Este fenómeno de recategorización es igualmente objeto de análisis por parte de la investigadora Consuelo García Gallarín en su “Deonomástica del español de América”, aunque en esta ocasión, como bien reza el título, centrándose en el español no peninsular. Así, y a partir de un extenso corpus, este estudio histórico arroja datos sobre el viaje que, de España a América, realizaron algunos de estos nombres propios que, a la postre, se convirtieron en comunes por los procedimientos más diversos (morfológicos, fonológicos, semánticos), amén de otros que surgirían ya en el continente y que la autora detalla de manera prolífica y bien documentada. Se recogen, de este modo, nombres tan familiares para el oyente hispanohablante como ‘perico’, ‘juan’, ‘marica’, ‘manuela’ o ‘bartolo’, entre otros muchos. La documentación aportada revela, además, datos muy atractivos sobre la contribución hispanoamericana al vocabulario de origen onomástico y que ha enriquecido, sin duda, la lengua castellana. María Victoria Navas Sánchez-Élez, por su parte, sigue en buena medida la línea iniciada por García Gallarín y realiza un valioso tributo a la deonomástica portuguesa europea: tomando como punto de partida antropónimos y topónimos, se analiza la conversión de estos en sustantivos comunes. Eso sí, la autora no concibe su “Contribución a la deonomástica portuguesa” como un diccionario exhaustivo que aglutine la totalidad de estos términos, sino como una selección de aquellos más representativos siempre y cuando estén avalados por estudios previos, dando así el pistoletazo de salida para investigaciones posteriores en este mismo campo que contemplen otros enfoques. La disposición alfabética de la gran variedad de epónimos recogidos facilita una rápida consulta al lector interesado en el origen de términos lusos de múltiples orígenes como alfredo, alicante, granadina, maria da fonte, maricas, persiana, sanduíche, verniz o vulcão. La segunda parte de este volumen arranca con “Variación antroponímica: Diana y Jesica”, capítulo en el que María del Carmen Bravo, siguiendo con su línea investigadora sobre variación y cambios antroponímicos, se centra en esta ocasión en ‘Diana’ y ‘Jessica’. Adoptando el padrón municipal de Madrid como fuente de datos, se expone aquí un estudio estadístico de los derivados de estos nombres de pila, así como de sus variaciones y

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Introducción

procedencia, sin olvidar las diferencias entre España e Hispanoamérica. Los datos ortográficos que presenta la autora vienen acompañados de un buen número de tablas y figuras que facilitan visualmente su comprensión. La documentación manuscrita moderna y contemporánea supone el punto de partida de la investigación realizada por Juan Carlos Galende Díaz. Así, y tras una detallada reflexión teórica sobre los signos abreviativos y los sistemas baquiográficos, aborda este estudioso la materialidad de las abreviaturas, para centrarse, a continuación, específicamente en las de los nombres propios y en dos etapas históricas diversas. “Braquigrafía de los antropónimos en la documentación manuscrita moderna y contemporánea” incluye, además, atractivas ilustraciones que ayudan a arrojar luz sobre este tipo de formas gráficas manuscritas en nuestro país y en nuestra lengua. Concluye este segundo bloque la investigadora María Simón, quien, en su “Aspectos gráficos del nombre propio en la Edad Media: abreviaturas”, centra sus esfuerzos en un estudio teórico de las abreviaturas, trabajo este que acompaña de una tipología sobre las abreviaturas más comunes en el Medievo para designar nombres de pila (Martín, Domingo, Juan y Pedro) y apellidos (Sánchez, Martínez y Fernández). Para ello utiliza un extenso corpus de documentos que pone de relieve el uso, la frecuencia y la evolución de estas abreviaturas en ese periodo histórico concreto. Francisco Ruiz Girela es el encargado de cerrar el volumen con un ilustrativo artículo (“Denominativos árabes con forma de expresiones idiomáticas”) que nos acerca, desde una perspectiva histórica, a las estructuras nominales bimembres utilizadas en este idioma para denominar plantas, animales, etc., si bien son los nombres de persona los elegidos como objeto de estudio. Este arroja ejemplos tan exóticos como ‘el del pez’, ‘la del trono’, ‘señor de las curaciones’ o ‘madre de la bien amada’, entre otros muchos, todos ellos parte de un sistema denominativo que aún sigue vigente en el árabe actual.

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Commonizing: la derivación implícita de los antropónimos ingleses Jorge Braga Riera y Carmen Maíz Arévalo

En ocasiones el nombre propio (ya antropónimo, ya topónimo) se proyecta sobre un objeto o producto y pierde sus propiedades intrínsecas en el proceso, esto es, se convierte en common property, o ‘propiedad común’ (Partridge, 1949). De este fenómeno lingüístico ya se hacía eco Menéndez Pidal cuando hablaba de los neologismos formados por “habilitación” (Martínez de Sousa, 2008, p. 230), un proceso que el propio lingüista Martínez de Sousa (2008, p. 242) denomina “derivación impropia” o “derivación implícita” y en virtud del cual el nombre propio pasa a desempeñar una función gramatical distinta (de ahí que se imponga la minúscula en la escritura), convirtiéndose en un epónimo1. En el caso específico de los antropónimos –categoría en la que se centra este trabajo– el origen de estos “neologismos” suele ser consecuencia de un proceso de denominación de ciertos objetos, aparatos, vehículos, etc. que acaban por recibir el mismo nombre que su inventor, descubridor o primera persona en utilizarlos, muchas veces a modo de homenaje; así, contamos en español con ejemplos tales como ‘arlequín’, ‘atlas’, ‘bechamel’, ‘bolívar’, ‘diesel’, ‘gillette’, ‘hortensia’, ‘julio’, ‘napoleón’, ‘verónica’, ‘zepelín’, etc. En otros casos, el nombre resultante alude directamente a las cualidades, vicios o virtudes del personaje en cuestión. Entre estos antropónimos antomomásticos encontramos, también en español, casos como ‘adonis’, ‘anabolena’, ‘anfitrión’, ‘barrabás’, ‘benjamín’, ‘caco’, ‘celestina’, ‘cicerón’, ‘cid’, ‘donjuán’ (o ‘don juan’), ‘dulcinea’, ‘hércules’, ‘isidro’, ‘jeremías’, ‘lazarillo’, ‘mecenas’, ‘narciso’, ‘nerón’, ‘quijote’, ‘robinsón’, ‘salomón’, ‘tenorio’, ‘zoilo’, etc. (Martínez de Sousa, 2008, pp. 230-231). Huelga decir que semejante procedimiento lingüístico no es exclusivo de nuestro idioma. Quién no ha oído hablar, por ejemplo, en la lengua inglesa, del archiconocido verbo lynch [‘linchar’], ligado al capitán del estado de Virginia William Lynch (17421820), famoso por su ley (en virtud de la cual se cometieron auténticas atrocidades), o del igualmente popular boycott, derivado del también capitán Charles Cunningham Boycott (1832-1897), administrador célebre por sus exacciones en Irlanda, sin olvidarnos de algo 1

Este término, derivado del griego epōnumos y formado por epi [sobre] y onoma [nombre], aparece recogido en el Diccionario de la Real Academia con la siguiente definición: “Se dice del nombre de una persona o de un lugar que designa un pueblo, una época, una enfermedad, una unidad, etc.”.

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Jorge Braga Riera y Carmen Maíz Arévalo

tan típicamente británico como el sándwich, que debe su nombre al cuarto Earl of Sandwich (1718-1792), jugador empedernido de quien se cuenta que, incapaz de levantarse de la mesa de juego, inventó de forma improvisada este tipo de comida al introducir un trozo de carne entre dos rebanadas de pan (véase Pyles, 1971, pp. 305-306). Sin embargo, es necesario apuntar que no todos estos epónimos ingleses presentan el mismo índice de “comonización”. De hecho, podemos distinguir a grandes rasgos tres grados en este proceso transformativo: –Nombres propios que están totalmente “comonizados”, caso del ya mentado sandwich. Su lexicalización como sustantivo común es plena, por lo que los hablantes apenas si lo identifican con el nombre original del que procede. –Nombres propios que funcionan sintácticamente como modificadores del sustantivo al que acompañan, pero que aún no aparecen en solitario, como sustantivos comunes, con pleno significado. Estamos hablando de frases como Sam Brown belt [‘cinturón Sam Brown’], que designa a la banda de cuero que cruza el pecho desde el hombro derecho y que forma parte de muchos de los uniformes militares. En este ejemplo, la utilización del nombre del inventor sin que aparezca el sustantivo belt no resultaría completamente comprensible para el auditorio anglosajón. –Nombres propios que se encuentran a medio camino entre los nombres plenamente “comonizados” del primer grupo y los no “comonizados” del segundo, esto es, nombres que aparecen en inglés tanto acompañando a su sustantivo como en solitario, si bien es de prever que, con el paso del tiempo, acaben “independizándose” y pasen a engrosar la lista del primero de los dos grupos mencionados. Podemos citar aquí ejemplos como Owen gun, un tipo de rifle al que también se hace referencia, simplemente, como owen. Dicho esto, nos centraremos exclusivamente en el análisis de los epónimos ingleses incluidos en el primero de estos tres grupos, esto es, el de aquellos nombres propios de persona que han experimentado una transformación plena en sustantivos comunes. Queda fuera del análisis, pues, la minusculización de otro importante grupo de nombres propios, el de los topónimos, o proceso por el que se procede a denominar ciertos objetos, productos comestibles, bebidas, etc. dependiendo del espacio geográfico de origen o del lugar donde se producen2, y de los que palabras como: bayonet, bermuda3, cashmere, damask, hamburger, jeans, mayonnaise, sherry, sodomy… constituyen una buena muestra. Tampoco se incluyen en este estudio aquellos nombres de marcas y productos registrados que han pasado a utilizarse para aludir a la totalidad de objetos de esa misma clase o categoría, sean

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En el caso de la lengua española, son muy habituales los términos relacionados con tejidos, vinos y quesos, entre otros: ‘belén’, ‘brabante’, ‘burdeos’, ‘burgos’, ‘cabrales’, ‘cachemir’, ‘champán’, ‘chihuahua’, ‘colonia’, ‘coñac’, ‘gruyer’, ‘guinea’, ‘jauja’, ‘jerez’, ‘manila’, ‘maratón’, ‘oporto’, ‘potosí’, ‘ribeiro’, ‘rioja’, ‘roquefort’, ‘valdepeñas’, etc. El nombre de este tipo particular de pantalones cortos, ahora usado como indumentaria informal tanto por hombres como por mujeres, proviene de las islas Bermudas, el territorio de ultramar británico cuyo nombre deriva, a su vez, del apellido del descubridor de estas islas, Juan de Bermúdez (1505).

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COMMONIZING: la derivación implícita de los antropónimos ingleses

o no de la marca primigenia4, así como aquellos casos de apellidos de pintores, escritores, etc. aplicados directamente a sus obras por antonomasia. Finalmente, también quedan descartados para su estudio aquí la clase de vocablos que pasan a ser comunes no en su forma sustantiva, sino con otra categoría morfológica, por lo general adjetivos que designan una cualidad del nombre del que proceden, casos del inglés chauvinism, el ya citado lynching5, obelia, machiavellian, masochism, nicotine, onanism, platonic, sadism, caesarean6, etc. Tampoco se contemplan en este trabajo los antropónimos que, procedentes de otras lenguas, sufren un proceso de modificación ortográfica en el momento de integrarse en el sistema lingüístico receptor (caso de pantaloon, ligera modificación del término francés que, a su vez, bebe del personaje de la comedia italiana conocida como Pantalone; o maudlin, grafía inglesa correspondiente al francés antiguo Madelaine, esto es, María Magdalena, con frecuencia representada por los pintores y artistas como paradigma de mujer lacrimosa).

Una clasificación de los epónimos ingleses procedentes de nombres de persona Realizar una clasificación de los epónimos existentes en la lengua inglesa no resulta, en absoluto, tarea fácil, dada la amplia gama de ejemplos y los múltiples factores que confluyen en su creación. En principio, y de modo muy general, podemos hacer una división en dos amplias categorías, a saber: un numeroso grupo integrado por lo que podríamos denominar “nombres homenaje”7, esto es, sustantivos que hacen referencia a la persona a la que deben su denominación (como pudiera ser watt, o ‘vatio’, en alusión a James Watt), y, por otro lado, un número –eso sí, más reducido– de epónimos que proceden también de un antropónimo pero que, a diferencia de los incluidos en la primera categoría, no se inspiran en ningún personaje histórico. Estaríamos hablando de casos como el de nanny [‘niñera’]8, que deriva del hipocorístico de Nancy (un proceso similar al experimentado por ‘maruja’ en nuestro idioma) y que, curiosamente, las más de las veces acarrean 4

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Un ejemplo característico sería el de hoover, una de las opciones que los ingleses tienen para referirse a la aspiradora, y que procede de la marca registrada del producto (1927), que, a su vez, deriva del nombre de la compañía manufacturera. En español este término es conocido como ‘linchamiento’, o ejecución sin proceso por parte de una multitud a un sospechoso o a un reo. El origen de la palabra se remonta, como ya queda dicho, al apellido Lynch, juez del estado estadounidense de Virginia que, en 1780, ordenó la ejecución de una banda de conservadores (tories) sin dar lugar a juicio. Son varias las teorías que intentan descifrar la etimología de esta palabra, que designa un tipo de parto en el cual se realiza una incisión quirúrgica en el abdomen. Si bien parece ya descartado que esta práctica tome el nombre de Julio César Cayo (Julius Caesar en inglés), los expertos se inclinan bien por una derivación del latín cadere (‘cortar’, ‘efectuar una fisura’) bien por la llamada lex caesarea (de César, aunque no necesariamente el emperador), o decreto que exigía este tipo de procedimiento al final del embarazo en una mujer moribunda con el fin de poder salvar al bebé. Siguiendo la terminología acuñada por García Gallarín, 1998. Resulta curioso comprobar que es este un fenómeno identificable en otras lenguas, como el francés. Tanto en Francia como en Bélgica se emplea el término ‘conchita’ para referirse al equivalente de nanny, puesto que en el pasado muchas mujeres que trabajaban en esos países como niñeras eran de origen hispano.

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Jorge Braga Riera y Carmen Maíz Arévalo

connotaciones peyorativas para quien los porta. En este grupo se incluyen también nombres derivados de personajes ficticios procedentes de la literatura. Dentro del primer apartado, esto es, del grupo de lo que hemos venido a llamar nombres homenaje, podemos distinguir, además, las siguientes subcategorías: -Nombres de inventos -Nombres derivados del ámbito científico -Nombres pertenecientes al campo gastronómico -Nombres vinculados al mundo del deporte -Nombres que designan ropa y complementos -Nombres derivados del ámbito musical -Miscelánea En lo que respecta al segundo apartado (personajes no históricos), contamos igualmente con una subdivisión, esta vez en tres grupos: -Nombres derivados de personajes literarios -Nombres derivados de la mitología -Nombres derivados de hipocorísticos Epónimos procedentes de personajes históricos: “nombres homenaje” Inventos

Esta categoría, sin duda una de las que aglutina más ejemplos, presenta una casuística de lo más variada que engloba desde el ámbito de la armamentística (caso de la llamada browning, o modalidad de pistola automática que debe su nombre al estadounidense John M. Browning) hasta el mundo del motor (diesel, o motor térmico de combustión interna inventado y patentado por Rudolf Diesel), pasando por el popular biro, tal y como se conoce en muchos países de habla inglesa (Reino Unido, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda) al bolígrafo convencional y cuyo nombre procede del inventor húngaro Bíró László József (en español Ladislao José Biro, 1899-1985), que presentó su invento por vez primera en la Feria Internacional de Budapest en 1931. Pero son sin duda los inventos de carácter bélico y armamentístico los que se llevan la palma en este sentido. Así, contamos con la pulaski, un tipo de hacha utilizada principalmente en la lucha forestal contra el fuego y que fue diseñada en 1911 por el guardabosques americano Ed Pulaski, o el cuchillo conocido como bowie, uno de los modelos más extendidos en los últimos dos siglos y cuyo valedor es el estadounidense Jim Bowie, quien, además de dar su apellido a este tipo de arma blanca también fue uno de los primeros en manejarla con suma habilidad. Todo apunta a que este ciudadano estadounidense, que vivió a caballo entre los siglos xviii y xix, siempre iba acompañado de un cuchillo de hoja grande y gruesa a modo de objeto de defensa personal. Otros ejemplos incluyen: la lewis, un tipo de ametralladora inventada en 1911 por Isaac Newton Lewis, oficial del ejército estadounidense; el mannlicher, rifle de repetición muy utilizado en Alemania para la caza mayor e

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COMMONIZING: la derivación implícita de los antropónimos ingleses

inventado por el ingeniero austriaco Ferdinand Mannlicher (1848-1904); o los fusiles conocidos como sten, thompson, owen y winchester: el primero, utilizado durante la II Guerra Mundial por el ejército británico, no se trata de un epónimo propiamente dicho sino más bien de un acrónimo, ya que procede de las iniciales de sus dos inventores: Major Reginald V. Shepherd y Harold Turpin (“en”, por su parte, podría proceder de England, ‘Inglaterra’, o de Enfield, el lugar de Londres donde se encontraba la fábrica de armas). El fusil thompson fue creado por John T. Thompson en 1919 y se hizo tristemente famoso durante el periodo de la ley seca norteamericana, pues era el arma preferida tanto por los oficiales como por los criminales. Evo Owen fue el encargado de diseñar el tercero de ellos, el ya mentado owen, concretamente en 1939, muy bien recibido por el ejército australiano, que lo utilizaría desde 1943 hasta mediados de los años sesenta. Finalmente, el winchester nada tiene que ver con la homónima ciudad inglesa, sino que se trata de otro fusil fabricado (que no inventado) por Oliver Winchester en 1865. Mucho más famosa es, sin duda, la conocida colt: en 1835, Samuel Colt patentó el primer revólver moderno de cinco disparos, del calibre 36. La rapidez de ejecución, en contraste con las pistolas de un solo disparo de la época, lo popularizó inmediatamente en todo el mundo, coinvirtiéndolo en un indiscutible icono que ha traspasado épocas y fronteras en relación a la historia de Estados Unidos y también respecto a la evolución de la industria de las armas. Podemos añadir a la lista, además, el rifle conocido como patchett, utilizado por el ejército británico desde 1944 hasta 1988 e inventado por el ingeniero George William Patchett, y el uzi, otro rifle, en esta ocasión diseñado por el mayor Uziel Gal a finales de los años cuarenta (aunque se sigue utilizando en nuestros días en numerosos países como, por ejemplo, Israel). A este subconjunto de nombres habría que añadir, por último, otro término afín semánticamente como es ‘metralla’, en inglés shrapnel (de Henry Shrapnel, oficial británico de artillería), así como uno de los tipos de lanzabengalas más vendidos hoy día: el very, creación de Edward Wilson Very (1847-1910). Tampoco podemos olvidar el revolucionario artefacto que fue utilizado para aplicar la pena capital por decapitación en varios países europeos durante muchos años: la guillotine, del cirujano francés Joseph Ignace Guillotin, diputado en la Asamblea Nacional gala, que la recomendó para su uso en las ejecuciones en sustitución de los métodos tradicionales (si bien él no fue realmente su inventor, puesto que este método ya se había utilizado en el pasado haciendo uso de artilugios muy semejantes a la famosa guillotina). Dentro del campo de la construcción resulta necesario destacar la grúa derrick y el llamado rawlplug. Los ingleses llaman derrick a un tipo de grúa formada por un mástil de estructura de celosía sujeto por vientos, un brazo de la misma estructura unido al mástil por un extremo inferior y unido a este mediante cables por su extremo superior. Resulta curioso que el nombre de esta grúa provenga de Thomas Derrick, un verdugo que vivió durante la época isabelina; no sorprende, pues, que dicho modelo se asemeje a las horcas de las que pende la soga para colocar al ahorcado. Rawlplug, por su parte, se trata de un compuesto de parte del apellido de su inventor, John Joseph Rawlings, y el término plug

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Jorge Braga Riera y Carmen Maíz Arévalo

(tapón). Este objeto, similar a un taco de plástico y muy utilizado en construcciones, se popularizó en Gran Bretaña justo después de la Primera Guerra Mundial. También epónimo es el macadam, material de construcción constituido por un conjunto de áridos e impulsado por el escocés John Laudon McAdam en torno a 1820, lo que supuso toda una revolución en la época [este tipo de pavimento recibe en español el nombre de ‘macadán’]. Relacionado con el mundo industrial se encuentra también el jacquard, conocido además como jacquard apparatus, un tipo de telar que fabrica un tejido determinado denominado, también, jacquard. Su origen se remonta al año 1850, y su inventor fue el francés Joseph Jacquard. También francés era Louis Braille quien, a mediados de siglo xix, se quedó ciego debido a un accidente durante su niñez mientras jugaba en el taller de su padre; de ahí que discurriera un sistema de lectura y escritura táctil pensado para personas invidentes: el braille. Si hablamos de transportes, no podemos dejar pasar, claro está, el pullman, homenaje a George Mortimer Pullman, quien patentó en 1864 el vagón litera. Asimismo, cabe citar el tipo de carruaje de una sola plaza conocido como stanhope, creado por Henry Fitzroy Stanhope (1754-1828), así como el dearborn, carruaje ligero de cuatro ruedas, por lo general con cubierta y cortinas laterales, que fue muy usado en Estados Unidos a mediados del siglo xix y que debe su nombre al inventor, probablemente Henry Dearborn o alguno de sus familiares más directos. Más popular para el mundo hispano es, sin duda, el zeppelin, coloquialmente conocido en inglés como zepp, o dirigible diseñado en 1900 por el conde alemán Ferdinand von Zeppelin (1838-1917). Otros ejemplos dentro de esta subcategoría incluyen el sustantivo jacuzzi. En 1956, Candido Jacuzzi (1903-1986) inventó la bañera de hidromasaje, eso sí, de la manera más casual: dado que su hijo padecía artritis reumatoide, decidió transformar el mecanismo de una bomba en un equipo terapéutico. En 1968, Roy Jacuzzi vio el potencial comercial de este invento y le dio su forma definitiva. El producto proporcionó a la compañía fama internacional, hasta tal punto que hoy en día el nombre de la empresa es usado con frecuencia para referirse a cualquier bañera de características similares. También moderno nos resulta el bluetooth, especificación industrial para Redes Inalámbricas de Área Personal (WPANs) que posibilita la transmisión de voz y datos entre diferentes dispositivos. El nombre procede del rey danés y noruego Harald Blåtand, cuya traducción literal al inglés sería Harold Bluetooth [‘Harold Dienteazul’]. Destaca, por singular, el vocablo coloquial crapper, que designa el popular wáter con cisterna. Su nombre deriva de su supuesto inventor, el londinense Thomas Crapper (18361904), aunque su auténtico inventor fue Albert Giblin. Con todo, crapper es el nombre con el que pasó a la historia, quizás por el floreciente negocio de fontanería de Thomas Crapper y por la fama adquirida tras haber sido el encargado de sanear las viviendas de algunos miembros de la familia real. El hecho de que la palabra inglesa crap signifique, vulgarmente, ‘mierda’, es una mera coincidencia, pese a que muchos hablantes nativos le atribuyan esta falsa etimología a su apellido.

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COMMONIZING: la derivación implícita de los antropónimos ingleses

Nombres derivados del ámbito científico

Recogemos aquí todos aquellos epónimos que hacen referencia a algunas de las distintas disciplinas científicas: la física, la medicina, la astronomía y la biología. Se alude en esta sección tanto a instrumentos y artefactos como a escalas de medida, entre otros. Es importante apuntar que se excluyen de este apartado y del estudio en general los nombres que no constituyan un epónimo propiamente dicho, sino una derivación del nombre del que beben; de ahí que hayamos descartado prácticamente todos los elementos químicos en la lengua inglesa, como pudieran ser el einstenium o el niobium: el primero de ellos procede del científico Albert Einstein, mientras que el segundo tiene sus raíces en el personaje mítico griego Níobe9. Dentro del campo de la física encontramos, como cabría esperar, un buen número de unidades de medida relacionadas con las más variadas ramas de esta ciencia. En todos los casos, el nombre de la unidad procede del científico que la creó. Así, y por orden alfabético, podemos citar: el angstrom, o unidad utilizada fundamentalmente para medir longitudes de onda, distancias moleculares y atómicas, etc. y que debe su nombre al físico sueco Anders Jonas Ångström; el becquerel [en español ‘becquerelio’], unidad derivada del sistema internacional de unidades para medir la actividad radiactiva y que equivale a una desintegración nuclear por segundo (y así denominada en honor al físico francés Henri Becquerel); el bel [en español ‘belio’], unidad con la que se miden las longitudes sonoras y que debe su nombre a Alexander Graham Bell, el inventor del teléfono; el celsius, que procede de Anders Celsius; el coulomb [‘culombio’ en castellano), unidad derivada del sistema internacional para la medida de la magnitud física de la electricidad, y bautizada así en honor al físico francés Charles-Augustin de Coulomb; el curie, o ‘curio’, antigua unidad de radioactividad que bebe de los físicos y químicos Marie y Pierre Curie; el fahrenheit, homenaje al físico Daniel Gabriel Fahrenheit, creador de una escala de temperatura que pasó a denominarse como el apellido de su propulsor (además, y coloquialmente, este término ha pasado a utilizarse como sinónimo de “temperatura” en expresiones como What’s the fahrenheit? [‘¿Cuál es la temperatura?’]); el gal, nombre que se asigna a la unidad de aceleración en el sistema cegesimal y que procede de Galileo Galilei, pionero en la medición de la aceleración de la gravedad; el gray, término de idéntica grafía en español que designa la unidad que mide la dosis absorbida de radiaciones ionizantes por un determinado material. Esta unidad, establecida en 1975, fue nombrada así en honor al físico inglés Louis Harold Gray; el henry (en español ‘henrio’), unidad utilizada para la inductancia eléctrica cuyo nombre fue dado como homenaje al físico estadounidense Joseph Henry; el hertz, o ‘hertzio’, unidad de frecuencia que toma su nombre del físico alemán 9

Níobe era la hija de Tántalo y esposa de Anfión, rey de Tebas. Con él tuvo un gran número de hijos, de quienes se sentía tan orgullosa que llegó a vanagloriarse de que era a ella a quien los mortales deberían hacerle honores como madre y no a Leto, la madre de Apolo y Artemisa. Estas burlas llegaron a oídos de los dos dioses que, como venganza, mataron a todos los hijos de Níobe. Esta, destrozada por el dolor, pidió a Zeus que la convirtiera en piedra, de la que brotaban lágrimas.

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Heinrich Rudolf Hertz, el descubridor de la propagación de las ondas electromagnéticas; el joule, o ‘julio’ que mide la energía, el trabajo y el calor, y que debe su nombre del físico James Prescott Joule; el kelvin, o unidad de temperatura creada por William Thomson, lord Kelvin, en el año 1848, sobre la base del grado Celsius, y que introdujo en la escala de temperatura termodinámica con tan solo veinticuatro años de edad; el maxwell, o unidad usada para medir el flujo magnético cuyo nombre honra a James Clerk Maxwell (1831-1879); el newton, la unidad de fuerza, así denominada desde principios del siglo xx en honor a Sir Isaac Newton; el oersted, unidad de resistencia magnética llamada de este modo por Hans Christian Örsted, físico del siglo xix conocido por sus descubrimientos en el campo del electromagnestismo; el ohm [‘ohmio’] unidad de resistencia eléctrica así denominada en honor a Georg Simon Ohm (1787-1854); y el watt [‘vatio’], o unidad de energía cuyo nombre procede directamente de James Watt (1736-1819), el ingeniero escocés que también inventó la máquina de vapor en 1765. El número de epónimos se reduce significativamente, sin embargo, cuando nos trasladamos a las esferas de la astronomía o de la medicina. En el primer caso, contamos con jansky (unidad del brillo aparente de una estrella que recibe este nombre en honor a Karl Guthe Jansky) y con orrery, planetario o maqueta del sistema solar diseñado por el relojero George Graham, aunque el nombre le viene dado del conde de Orrery, mecenas y miembro de la Royal Society desde 1706. En cuanto al campo de la medicina, dos epónimos muy comunes son alzheimer y banting. El primero designa el extendido tipo de demencia que adopta su nombre del psiquiatra y neurólogo alemán Alois Alzheimer. El banting, por su parte, constituye un tipo de dieta basada en una alimentación rica en proteínas y baja en grasas y carbohidratos; como resultado el verbo inglés to bant ha pasado a significar ‘adelgazar siguiendo una dieta’. El nombre procede de William Banting (1797-1798), quien, convencido de que un exceso de alimentación o una mala dieta eran responsables de muchas muertes en su tiempo, decidió publicar un libro que recogía su particular método de adelgazamiento. También habitual resulta ya parkinson (o Parkinson’s disease) para aludir a la enfermedad descrita por primera vez por el doctor británico James Parkinson. Ligeramente más rico, no obstante, resulta el grupo de epónimos relacionados con el campo de la biología: así, la lengua inglesa presenta nombres de plantas, árboles y hierbas resultado de diversas “comonizaciones”, y con los orígenes más diversos. Véase, si no, la alexanders [‘alejandro’], planta de color púrpura y dorado semejante al perejil y vinculado tradicionalmente al gran conquistador Alejandro Magno, aunque tal teoría no está plenamente avalada, o la bougainvillea [‘buganvilia’], género de plantas originario de América del Sur cuyo nombre alude a Louis Antoine de Bougainville, un militar francés que descubrió la planta en Brasil en el año 1768. Más popular para el oído hispano resulta, sin duda, la marijuana: el antropónimo del español de México María Juana ha dado nombre a estas hojas que, fumadas, producen efectos narcóticos. También de América nos viene sequoia, el árbol de mayor envergadura del mundo cuyo nombre rinde homenaje a George Guess, indio cherokee también conocido como Sequoyah y diseñador del silabario que,

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posteriormente, sirvió como base para otras lenguas indias. Contamos, finalmente, en este grupo con timothy, tipo de césped probablemente así llamado por su relación con el granjero estadounidense Timothy Hanson, responsable de su introducción desde los estados sureños a Nueva Inglaterra a principios del siglo xviii. Nombres pertenecientes al campo gastronómico

Algunas especialidades dentro de la gastronomía han pasado a denominarse del mismo modo que su creador más inmediato, de manera tal que el éxito del epónimo está íntimamente relacionado con la mejor o peor acogida del plato o bebida en cuestión. Ya hemos comentado el curioso caso del internacional sandwich, cuyas raíces se remontan nada menos que al siglo xvii y a John Montagu, cuarto duque de Sandwich. También algunos frutos son resultado de este mismo proceso; véase, si no, el gage, término inglés que designa el fruto del ciruelo (aunque este vocablo no está tan extendido como el sustantivo que designa normalmente la ciruela común, o plum), y cuyo nombre deriva de Sir William Gage, responsable de su introducción en Inglaterra. Tampoco está excesivamente extendido shaddock, otro término inglés para designar la fruta del pomelo (si bien el más recurrente sigue siendo grapefruit) que deriva directamente del capitán Shaddock, por haber sido este quien lo introdujera por primera vez en las colonias británicas de las Indias Occidentales, como Barbados, en el siglo xvii. Más anecdótico resulta, si cabe, macintosh: la macintosh roja, o mac, es un tipo de manzana de piel roja y verde. Cada manzana de este tipo tiene un linaje directo a un solo árbol descubierto en 1796 por John Macintosh en su granja de Dundela, una aldea situada en la provincia canadiense de Ontario. Esta manzana, curiosamente, también tiene que ver con la creación del conocido ordenador macintosh ideado por la firma Apple: en 1970 el empleado de la compañía Jef Raskin visualizó un ordenador de bajo coste y fácil de usar para el usuario al que llamó precisamente, como su clase de manzana favorita. Como apuntábamos arriba, algunas de estas especialidades culinarias son populares en todo el mundo. Quién no conoce, por ejemplo, la famosa salsa blanca bechamel, cuya invención se atribuye al cocinero francés del duque Louis de Béchameil (1630-1703), aunque todo apunta a que su origen está en una receta más antigua llevada a Francia por los cocineros de Catalina de Médici; o la recurrida caesar salad: aunque este tipo de plato, realizado con lechuga romana y pan frito, entre otros ingredientes, fue inventado por el cocinero Livo Santini, igualmente cierto es que lleva ese nombre en honor al propietario del restaurante en el que este trabajaba: César Cardini, un mexicano de origen italiano. Algo parecido podría decirse de la deliciosa pavlova, el postre de merengue relleno de crema batida y fruta creado en los años veinte y que recibe su nombre de la famosa bailarina Anna Pavlova10. 10

Esta tendencia a bautizar postres con nombres de personas célebres (miembros de la realeza incluidos) es habitual también en otros países, como Francia o España. Así la famosa tarta charlota, postre francés de

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Más relacionadas con el contexto anglosajón tenemos la famosa barrita de chocolate baby ruth que, si bien de nombre idéntico al del jugador de béisbol Babe Ruth, lo cierto es que su origen se remonta nada menos que a los tiempos de la hija del presidente estadounidense Grover Cleveland, llamada Ruth Cleveland (así lo afirma, al menos, la empresa responsable de su fabricación). También estadounidense es la graham, tipo de harina de trigo que debe su nombre al reverendo presbiteriano de los Estados Unidos Sylvester Graham (1794-1851), y que se utiliza fundamentalmente para la elaboración de los típicos crackers y pies (galletas saladas y pasteles). Para concluir, contamos con una serie de personajes bíblicos que han prestado su nombre para designar recipientes pensados para contener el vino. Así, hablamos de la balthazar (‘baltasar’, a imitación de uno de los famosos Tres Reyes Magos) para designar un tipo de botella con capacidad para doce litros de vino. Si la capacidad es similar a la de veinte botellas normales estaríamos hablando de una nebuchadnezzar, en clara alusión al rey babilónico homónimo (siglo vi a.C.). Si, por el contrario, la capacidad del recipiente es de tres litros, el nombre utilizado es jeroboam, tal y como se llamaba el primer rey del Reino del Norte de Israel tras la división de las tribus. Este es especialmente el caso de la región de Champagne, donde se emplea sobre todo para embotellar vino espumoso. Es más, en muchos de estos casos en lengua castellana se utiliza idéntica terminología en este ámbito. Nombres vinculados al mundo del deporte

Existe un grupo de epónimos en inglés que beben directamente de antropónimos relacionados con el mundo del deporte y cuyo uso se encuentra muy extendido. Algunos de ellos son tan comunes que resultan fácilmente reconocibles para el hispanohablante, como pudieran ser hooligan, derby, pilates o –directamente del español peninuslar– pichichi. Son bastantes las teorías que apuntan a que el vocablo hooligan nace de una familia irlandesa asentada en Southwark, Londres, a finales del siglo xix, si bien carecemos de pruebas contundentes que avalen este supuesto11. Registrado por primera vez en los informes policiales de un diario británico en el verano de 1898 con el significado de ‘vándalo’ o ‘gamberro’, en la actualidad hooligan se asocia frecuentemente a los seguidores de equipos de fútbol que se caracterizan por provocar disturbios y otros actos vandálicos. También vinculado al mundo futbolístico está derby, o rivalidad deportiva entre dos equipos de un mismo lugar. Una de las teorías sobre el origen de este nombre apunta directamente al finales del siglo xviii dedicado a la reina Carlota de Inglaterra, o, ya en nuestro país, las letizias, creación a base de almendra y yema del cocinero Ataulfo Valdés para una pastelería asturiana en honor a la princesa de Asturias, o las mallorquinas quelis, creadas originariamente para homenajear a la princesa Grace Kelly con motivo de su visita a la isla tras su boda con Rainiero de Mónaco, allá por los años cincuenta, y que todavía pueden adquirirse en algunos establecimientos de Mallorca. 11 Si consultamos el diccionario etimológico www.etymonline.com, se trataría de una variante del apellido irlandés Houlihan, que solía aparecer como personaje cómico típico irlandés en canciones de music hall y en los periódicos de finales del siglo xix.

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duodécimo earl of Derby, fundador allá por 1780 de una carrera de caballos conocida como The Derby. Directamente de la lengua española procede pichichi: así se conocía en nuestro país a Rafael Moreno Aranzadi, famoso jugador del Athletic de Bilbao. Por extensión, su apodo pasó a utilizarse para aludir al máximo goleador de un torneo de fútbol. Aun sin ser un término muy extendido para el público general en los países de habla inglesa, sí resulta conocido para los aficionados al fútbol británicos. Finalmente, el deporte que combina técnicas de yoga, karate y taichí, entre otras, y dirigido a la salud de la espalda y la correcta colocación del cuerpo, esto es, el pilates, fue diseñado por Joseph Pilates (1883-1967). Otros términos resultan algo más especializados: axel, a raíz del patinador noruego Axel R. Paulsen, se utiliza para aludir a un tipo de giro acrobático propio del patinaje artístico; nelson, por su parte, es un tipo de llave utilizada en lucha libre cuyo nombre podría derivarse de un famoso luchador o, también, de la ciudad homónima situada en el norte de Inglaterra, famosa por su afición a este tipo de competiciones; mulligan pertenece al mundo del golf y se generaliza a partir de los años cuarenta para referirse a la posibilidad de volver a repetir una jugada debido a un error previo. Son muchas las teorías que intentan explicar el origen de este término: para unos, el nombre deriva del golfista de principios de siglo David Mulligan; para otros, el responsable sería otro “Mulligan”, concretamente John A. Mulligan, que trabajaba en el guardarropa de un club. Finalmente, hay quien opta por un tal Thomas Mulligan, aristócrata angloirlandés nacido en 1791 y gran apasionado del golf, como el verdadero origen del actual epónimo; nimrod se aplica a un buen cazador y procede del personaje bíblico homónimo (Génesis X, 8-10); prusik, o modelo de nudo corredizo muy utilizado en montañismo, debe su nombre a su supuesto inventor, el montañero austríaco Karl Prusik; o puck, el disco de hockey cuyo nombre no procede de una persona real sino del personaje shakesperiano Puck, que aparece en la obra El sueño de una noche de verano (véase también apartado “Nombres derivados de personajes literarios”); por último, en el mundo de la náutica killick es una piedra pesada que se utiliza de ancla y, aunque existen dudas sobre la procedencia de este vocablo, todo apunta a un marinero llamado Killick, quien hizo uso de una piedra, a modo de ancla, como experimento ante una emergencia. Nombres que designan ropa y complementos

El mundo de la moda también ha aportado una buena serie de epónimos a la lengua de Shakespeare, entre los que tenemos que incluir prendas de vestir, peinados y diversos complementos. Entre los más comunes se encuentran, quizás, los reconocibles cardigan y leotard: la chaqueta de punto con abotonadura frontal conocida como cardigan fue utilizada por primera vez durante la guerra de Crimea (siglo xix), concretamente por los soldados del séptimo duque de Cardigan, de cuyo nombre deriva esta prenda. Por su parte, el leotard, o malla, fue diseñado y popularizado en el siglo xix por el famoso acróbata francés Jules Léotard. Parece ser que Léotard fue el primero en usar un traje de

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cuerpo entero, muy ajustado y sin mangas, que cubría las piernas y la mayor parte del torso. Pronto sería adoptado por gimnastas y trapecistas, dada la libertad de movimientos que este atuendo permitía. Tampoco resultan extraños los bloomers, o “bombachos”, prenda que consiste fundamentalmente en unos pantalones ceñidos a la parte inferior de la pierna y muy amplios a partir de la rodilla. Si bien sus creadoras fueron la neoyorquina Elizabeth Smith Miller y Fabrizia Flynn, esta última del Sur de Gales, quien los popularizó no sería sino Amelia Bloomer a mediados del siglo xix. Prenda ridiculizada por la prensa, el vocablo bloomer llegó a convertirse también en un insulto por parte de los periódicos de la época. Por otro lado, uno de los abrigos más conocidos es el chesterfield, también referido como overcoat, y que se trata de un abrigo de mangas largas que se extiende hasta por debajo de la rodilla y ligeramente ajustado a la cintura. La Casa de los duques de Chesterfield fue quien, en el siglo xix, popularizó este abrigo cruzado o con una hilera sencilla de botones. Aunque sus colores más habituales son el azul, el beige o el negro, la espiga gris de lana con el cuello de terciopelo negro representa el chesterfield por excelencia12. El benjamin es también otro modelo de abrigo, aunque en este caso su denominación parece remontarse a la Biblia. Y es que, según recoge el libro del Génesis, Benjamín era el hermano menor de José, al que todos envidiaban porque su padre le había confeccionado un abrigo de muchos colores, con el que destacaba entre la multitud. Más antiguos resultan el vandyke, traje de terciopelo típico entre los jóvenes caballeros de finales del siglo xix y principios del xx, y que toma su nombre del genial pintor Van Dyke, o la garibaldi, amplia blusa hasta la cintura común entre las mujeres y niños ingleses a mediados del siglo xix, y confeccionada a imitación de las camisas rojas típicas de los soldados del ejército italiano de Garibaldi. Y, para las mujeres, el ninon, prenda delicada y generalmente de seda, a modo de vestido, que parece proceder de la glamurosa Ninon de Lenclos (1620-1705), escritora francesa, mecenas y cortesana, y prototipo de la mujer à la mode. Dentro de las prendas de calzado hay que citar los exóticos bluchers, un tipo de bota de cuero, pesada y no muy elevada, que dio a conocer en el siglo xix el general prusiano G.L. von Blücher, o las wellingtons (‘katiuskas’ en español) o botas de goma, un homenaje a Arthur Wellesley, primer duque de Wellington, que las hizo populares entre la aristocracia británica a principios del siglo xix. También contamos con las veraniegas plimsolls, cuya traducción aproximada en español sería ‘playeras’, y cuyo nombre procede de Samuel Plimsoll. Para cubrirnos la cabeza contamos desde el gorro militar de piel que llevaban ciertos regimientos de húsares y soldados de artillería conocido como busby hasta el havelock, o gorra ligera que cuenta con un pedazo de tela que recubre la parte trasera del cuello, 12

Por otro lado, alrededor de 1773 el cuarto vizconde de Chesterfield encargó a un prestigioso ebanista poner especial atención en el diseño de un sofá que permitiera a los caballeros de la alta sociedad sentarse con la espalda totalmente recta, evitando, así, lo que el vizconde llamaba “posturas extrañas”. Con el tiempo, este tipo de sofá pasó también a denominarse chesterfield.

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protegiéndolo así del sol. El havelock, muy utilizado por los soldados, debe su nombre a sir Henry Havelock (1795-1857), general inglés destacado en la India. Por su parte, el término busby aludía en el siglo xviii a una peluca muy frondosa y, aunque su origen es bastante incierto, todo apunta a que procede del apellido Busby. También epónimo es stetson, el sombrero de ala ancha comúnmente utilizado por los cowboys creado por John B. Stetson, fundador de la compañía homónima. Como accesorios podemos citar el albert, la característica correa de reloj así denominada por ser la que portaba el príncipe Albert (1819-1861), marido de la reina Victoria de Inglaterra. También está el belcher, pañuelo con lunares azules y blancos popularizado en el siglo xix por el famoso boxeador Jem Belcher. Quizás pudiéramos incluir aquí, además, el pinchbeck, aleación de latón, cobre y zinc inventada en el siglo xviii por el relojero londinense Christopher Pinchbeck y que, por su asombroso parecido al oro, se utilizó en la fabricación de joyas y motivos decorativos, adquiriendo con el tiempo el significado de ‘oro barato’. Finalmente, y para designar peinados, debemos mencionar el sofisticado pompadour. Aun cuando este vocablo puede utilizarse en inglés para referirse a un tipo de vestido femenino caracterizado por su generoso escote en cuadrado, hoy en día se aplica más habitualmente a un tipo de peinado. Aunque ambos están ya en desuso, su origen se remonta a la marquesa de Pompadour, amante del rey francés Luis XV. Para los caballeros, tenemos las sideburns, o ‘patillas’, un estilo de peinado que comenzó a triunfar a comienzos del siglo xix tras un período, el siglo xviii, en el que el afeitado total solía ser la norma. En realidad, el nombre deriva del término burnsides (no sideburns), pues así se apellidaba el general Ambrose Burnside, conocido por su participación en la guerra civil americana y famoso por sus pobladas patillas, que unía con un igualmente frondoso bigote (si bien su barbilla permanecía afeitada). Nombres derivados del ámbito musical

Contamos en inglés con un reducido número de instrumentos musicales que se han convertido en auténticos epónimos. Quizás la marca más conocida sea la llamada stradivarius, que alude a un tipo concreto de violines que toma su nombre de la familia homónima. Procedentes de la mitología clásica (véase también el apartado 3.2.) debemos mecionar el calliope, o especie de órgano que funciona a vapor y cuyo nombre deriva de Calliope (literalmente ‘la que tiene una voz bonita’), musa griega de la poesía épica, y con el orpharion (u orpheoreon) y el orparhibyton, que en realidad son dos instrumentos diferenciados, el primero de cuerda y el segundo de metal, si bien ambos se inspiran en Orfeo, héroe musical de la mitología griega que descendió a los infiernos en busca de su amada Eurídice. El theremin es otro instrumento musical, en esta ocasión electrónico, inventado por el ruso Theremin, que lo patentó en 1928. También lo es el sousaphone [‘tuba’], que se apropia del nombre del director de banda y compositor americano John Philip Sousa

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(1854-1932), conocido como el “rey de las marchas” por sus composiciones, precisamente, de marchas, entre las que destaca el himno norteamericano Barras y estrellas. Por último, y aunque no se trata propiamente de un instrumento musical sino de un canto de alabanza, hemos de incluir aquí el paean, un claro homenaje a Paian, uno de los nombres de pila del dios Apolo. Miscelánea

Incluimos en este apartado un conjunto de epónimos que, por sus características, no encajan en ninguna de las categorías señaladas. Por un lado, contamos con un grupo de sustantivos extraído directamente de personajes bíblicos y cuyo uso ha pasado a denotar los rasgos más característicos de ese personaje en cuestión: así, los ingleses recurren al epónimo jezebel para aludir a una mujer malvada y descarada (lo que en español se conoce popularmente como una ‘mala pécora’). Su nombre procede del personaje bíblico Jezebel (en español Jezabel), princesa fenicia caracterizada por sus prácticas corruptas y su inmoralidad sexual. Del mismo modo, judas, en clara alusión a Judas Escariote, el discípulo de Jesús que le traicionó, es el epónimo elegido para referirse, precisamente, a un traidor. Igualmente, magdalene es herencia del personaje del Nuevo Testamento, María Magdalena, oriunda de Magdala, para aludir a una prostituta reformada. Conectado con la Biblia contamos también con jeremiad, pero en este caso para aludir a una composición literaria extensa, por lo general en prosa (aunque a veces también en verso) en la que el autor lamenta amargamente el estado de la sociedad actual y sus valores. La jeremiad siempre contiene una profecía en la que se anuncia la inminente caída de la sociedad. El término deriva del profeta bíblico Jeremías, concretamente de las dos obras atribuidas a él: el libro de las Lamentaciones y el libro de Jeremías, ambos incluidos en el Antiguo Testamento. Tintes religiosos presenta también valentine, esto es, la tarjeta o regalo que, como muestra de amor y de afecto, suele intercambiarse en muchos países el 14 de febrero y cuyo nombre procede de san Valentín, uno de los primeros mártires cristianos. Otros dos personajes, esta vez no bíblicos, han proporcionado tres epónimos de uso muy habitual: el primero de ellos es el ya mentado boycott, cuyo origen reside en el apellido del capitán Charles Cunningham Boycott, administrador, a mediados de la segunda mitad del siglo xix, de las fincas de un terrateniente absentista llamado conde de Erne, del condado irlandés de Mayo. Y es que en el marco de la guerra Agraria irlandesa (18701890), y con el fin de lograr una redistribución de las tierras y mejorar la situación de los granjeros en alquiler, la llamada Irish Land League propuso una rebaja de los arrendamientos que este administrador rechazó, expulsando a continuación a los miembros de la Liga de las tierras; de ahí su uso actual. Por otro lado, en 1725 nacía Giacomo Girolamo Casanova, famoso aventurero, escritor, diplomático y agente secreto veneciano, conocido, sobre todo, por sus conquistas amorosas (que reveló en su propia autobiografía), y que personifica el amante perfecto; de ahí que su apellido, casanova, pasara a convertirse en

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prototipo de amante ideal. El tercero de ellos es maverick, nombre que alude a una persona inconformista e independiente. Su utilización surge a raíz de la negativa del ranchero texano Samuel Maverick, a finales del siglo xix, a marcar su ganado. Del ámbito del derecho contamos con solon, sinónimo de legislador y que debe su nombre a Solon (español Solón), poeta, reformador y legislador ateniense, uno de los siete sabios de Grecia; a él se le atribuye el haber sentado las bases de la que sería la floreciente democracia ateniense. Del turismo, destaca baedeker, de Karl Baedeker, editor y librero alemán famoso por ser el impulsor de las guías turísticas. Sus libros, que incorporaban itinerarios, lugares de interés y alojamiento, se extendieron rápidamente por toda Europa, hasta el punto de que hoy día es muy habitual en Gran Bretaña aludir a ese tipo de guías sencillamente como “una baedeker”. También muy popular en Inglaterra, aún hoy, es la porcelana wedgwood, cuyo nombre procede de Josiah Wedgwood (1720-1795), alfarero que la diseñó en 1769. Por su lado el inglés John Baskerville creó en el siglo xviii un tipo de letra de imprenta que ha pasado a conocerse con ese nombre: baskerville. Caso curioso es el de guy, que se remonta a Guy Fawkes, el famoso militar y conspirador inglés del siglo xvi. Durante el siglo xix, guy pasó a designar una persona vestida de forma extraña. Sin embargo, en inglés americano perdió ese componente peyorativo y comenzó a emplearse para aludir a cualquier persona del sexo masculino, uso que sigue vigente en la actualidad aunque en registros conversacionales. De los círculos relacionados con el arte contamos con maecenas [‘mecenas’]: Gaius Cilnius Maecenas (c. 70-78 a.C.) fue un noble romano de origen etrusco que hizo las veces de confidente y consejero político de César Augusto. Sin embargo, destacó también por ser un importante impulsor de las artes, auspiciando la labor de jóvenes talentos de la poesía. Su dedicación artística acabó por hacer de su nombre, Mecenas, un sinónimo de aquel que fomenta y patrocina, de forma desinteresada, las actividades artísticas. Finalmente, existe un reducido conjunto de epónimos que alude a distintas unidades monetarias y cuya denominación supone un claro homenaje a figuras relevantes en la historia de sus respectivas culturas: la balboa es la unidad monetaria de Panamá, equivale a cien centésimos y toma su nombre del explorador español Vasco Núñez de Balboa; el bolívar lo es de Venezuela, pero aquí adopta su nombre del famoso estadista sudamericano Simón Bolívar; la cordoba es la unidad monetaria de Nicaragua, y su origen se remonta al famoso soldado y explorador Francisco Fernández de Córdoba; y en inglés británico, el george es una moneda que muestra la imagen de san Jorge (en inglés, St. George).

Epónimos procedentes de personajes genéricos o de ficción Incluimos aquí toda una serie de nombres de personajes no históricos que también han hecho su contribución a la eponimia inglesa, tal y como muestran los ejemplos aglutinados en las siguientes tres categorías:

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Nombres derivados de personajes literarios

La literatura ha creado un buen número de nombres de personajes de ficción que han trascendido su papel y han pasado a formar parte del acervo popular y del idioma. Directamente del español se han asentado en la lengua inglesa los epónimos donjuan, dulcinea y quixote. El primero emana del noble caballero español del siglo xiv caracterizado por su magnetismo para las mujeres y su vida disoluta, y que ha derivado en esta voz inglesa utilizada para referirse a un hombre libertino y seductor. De hecho, tras su aparición en El burlador de Sevilla, del sevillano Tirso de Molina, el personaje fue exportado a toda Europa y ha influido en la literatura de muchos países. El término hispano compite con otro sajón para designar a un empedernido seductor de mujeres: se trata de lothario, que procede de uno de los personajes del mismo nombre de la pieza dramática de Nicholas Rowe titulada The Fair Penitent (1703). De Don Quijote de la Mancha contamos con dulcinea, el nombre del objeto de amor del insigne caballero Don Quijote que se puede aplicar comúnmente en Inglaterra para definir una mujer muy querida y reverenciada por un hombre. Como no podía ser de otra forma, también quixote ha pasado a formar parte del léxico inglés, donde, al igual que en la tradición castellana, ser un quijote equivale a ser un idealista y un defensor de causas perdidas. De la literatura estadounidense llega babbitt, actualmente en desuso pero tradicionalmente utilizado para aludir a un hombre de negocios complaciente y conformista, a la par que materialista. Así era el carácter del protagonista de la novela de Sinclair Lewis titulada, precisamente, Babbitt (1922). También del otro lado del Atlántico procede pollyanna, nombre extraído de la novela del mismo nombre escrita en 1913 por Eleanor H. Porter. La protagonista, Pollyanna, se caracterizaba por su carácter alegre y optimista, incluso en los momentos más duros. Por extensión, se utiliza este término para aludir a una mujer con estos rasgos. Desde Italia se ha importado scaramouch: aunque resulta algo arcaico en inglés actual, se trata de un término que aún hoy día designa a una persona fanfarrona y cobarde. Procede del personaje italiano homónimo de la comedia del arte. Pero, como no podía ser de otro modo, la literatura inglesa es la que ha dejado más huella en este sentido, en especial el autor Charles Dickens, dada la habilidad de este creador para diseñar personajes muy bien caracterizados a los que otorga nombres propios cargados de sonoridad y simbología. Veamos, si no, el universal scrooge, de la obra Cuento de Navidad (1843) para designar a una persona tacaña y ruin, rasgos estos propios del protagonista del cuento, Scrooge. Más curioso resulta el término gamp, o paraguas de dimensiones considerables. Este epónimo nace a raíz de la publicación de la obra de Dickens titulada La vida y aventuras de Marin Chuzzlewit (1844). El personaje de la enfermera, Sarah Gamp, tenía un paraguas de este tipo. De esta misma obra procede pecksniff, otro personaje conocido por su hipocresía.

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COMMONIZING: la derivación implícita de los antropónimos ingleses

La contribución de Shakespeare en este sentido se limita a benedick y a toby. Benedick (preferentemente con esta grafía, aunque también escrito benedict) es como se llama el “solterón” por excelencia en la pieza Mucho ruido y pocas nueces, si bien acaba sucumbiendo a los encantos de Beatrice. Con el tiempo, pasaría a adquirir la connotación de hombre recién casado, sobre todo uno que ha disfrutado de su soltería durante mucho tiempo. Toby, diminutivo del nombre de pila Tobias, es utilizado para mencionar un tipo de jarra de cerveza con forma de hombre sentado. Existe más de una teoría para intentar explicar esta denominación, si bien la más plausible es la que apunta a que el nombre proviene de sir Toby Belch, personaje de la pieza shakesperiana Noche de Reyes y caracterizado por ser un hombre jovial y bebedor. Otros ejemplos, ya de otros autores, que beben de la ficción inglesa son: everyman, que, si literalmente significa ‘todos los hombres’, ha pasado a designar a todos los seres humanos independientemente de su sexo, una generalización que se remonta nada menos que al siglo xv, fecha de la composición de la conocida obra de moralidad titulada The Summoning of Everyman, cuyo personaje –alegórico– principal portaba ese nombre; miss grundy para referirse a una persona muy convencional o mojigata, a imagen y semejanza del personaje de la obra de la que procede (Speed the Plough, del dramaturgo británico Thomas Morton); pander, con los significados de ‘pelota’ o ‘proxeneta’, procedente del personaje homónimo de la obra Troilo y Criseida, escrita por el poeta medieval Geoffrey Chaucer (y es que en la obra Pander –Pándaro en español– convence a su propia sobrina para que tenga relaciones sexuales con Troilo, el protagonista masculino); y reynard, ‘listillo’, ‘astuto’ o ‘zorro’, procedente del personaje medieval Reynard the Fox. Finalmente, y pese a ser un personaje extraído del cine y no estrictamente del campo literario, podemos incluir en este grupo el término paparazzo, a imitación del nombre de uno de los fotógrafos que protagonizan La dolce vita, de Fellini (1960). Nombres derivados de la mitología

El universo mitológico también ha hecho su modesta contribución a la lengua inglesa mediante una serie de epónimos que bien aluden a las cualidades propias del personaje mitológico en cuestión bien a otros aspectos u objetos relacionados. Entre estos últimos contamos con atlas, aurora, flora y nemesis. La colección de mapas de diversa índole proviene de la mitología griega. Atlas, o Atlante [que significa ‘el portador’] era un joven al que Zeus condenó a cargar sobre sus hombros los pilares que separaban la tierra de los cielos. Más literaria resulta la palabra aurora para aludir al alba. Su origen es la diosa latina Aurora, diosa, precisamente, del amanecer. También romana era Flora, diosa romana de las flores que ha dejado su impronta para designar el conjunto de plantas y flores de una región. Nemesis, que se traduce en español por némesis o ‘justo castigo’, debe su nombre a la diosa de la mitología griega Némesis.

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Juno y minerva, por su parte, resultan sustantivos elogiosos para con las mujeres a las que aluden. Juno era la diosa de la maternidad en la mitología romana, y su sustantivo común define a una mujer majestuosa y con distintivo porte. Minerva, en cambio, designa a una mujer sabia; no en vano Minerva era la diosa de la sabiduría en la mitología romana. Para varones contamos con un nutrido número, empezando por adonis, término reservado para describir a hombres jóvenes de extrema belleza. En la mitología griega, Adonis era un recién nacido tan hermoso que Afrodita no pudo sino quedarse hechizada ante su presencia, así que decidió encerrarlo en un cofre y dejárselo a Perséfone para que esta lo custodiara. Sin embargo, Perséfone también se quedó prendada de la belleza del niño, por lo que rehusó devolverlo, siendo este el origen de un conflicto entre las dos diosas que Zeus se encargaría de resolver. Parecida función desempeña apollo, que es un tipo de mariposa de tamaño considerable y de color blanco cremoso y motas rojas y negras cuyo hábitat natural son las cordilleras montañosas del continente europeo. Su nombre deriva del dios griego del sol Apollo, y por extensión, tal y como sucede con adonis, también puede aplicarse a varones que son muy bellos. Si el varón es de tamaño y fuerza considerables podemos hablar de un hercules, derivación del personaje mitológico Hércules (Heracles), quizás el más célebre de los dioses griegos y paradigma de la virilidad. Más negativo resulta hector: en inglés, así se llama a una persona que abusa e intimida, generalmente con insolencia. En la mitología griega, Héctor era el primogénito del rey troyano Príamo, y fue el encargado de defender a los suyos durante la guerra de Troya de las hostilidades de los aqueos. Parece ser que el carácter del príncipe ha propiciado el uso común de su nombre. Positivo es, sin duda, mentor. Mentor era el hijo de Álcimo, personaje de la Odisea. Fue el fiel amigo de Ulises, que quedó encomendado de los intereses del héroe en Ítaca y de la educación de su hijo Telémaco cuando el héroe partió para la guerra de Troya. La relación cuasipaternal entre Mentor y Telémaco dio lugar en la lengua inglesa (y española) a la palabra mentor para referirse, precisamente, a un consejero sabio y experimentado. Nombres derivados de hipocorísticos

Otros epónimos, sin embargo, no beben de nombres propios puros, sino de hipocorísticos, esto es, de formas abreviadas o diminutivas de otros nombres, ya sea de modo eufemístico, familiar o cariñoso. La casuística en este apartado es de lo más variopinta. Si arrancamos con los nombres femeninos, no podemos dejar de mentar el original barbie, diminutivo de Bárbara y muñeca fabricada por la compañía estadounidense Mattel que ha pasado a designar una mujer joven, delgada y bien proporcionada. La muñeca en cuestión fue creada por Ruth Handler, esposa de Elliot Handler, cofundador de la empresa. El nombre barbie fue elegido en honor a la hija de ambos, Barbara. También habitual es nanny, o cuidadora de niños pequeños, cuya procedencia apunta al hipocorístico de Nancy, Nan, una forma tradicionalmente común en los estratos más bajos de la sociedad, de donde solían proceder

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COMMONIZING: la derivación implícita de los antropónimos ingleses

las niñeras. Parejo es el caso de biddy, término usado coloquialmente para referirse a una mujer que realiza tareas de limpieza y que deriva de Bridget, un nombre también harto común entre la población irlandesa. Fanny, diminutivo de Frances, es un sustantivo muy coloquial para aludir a los genitales femeninos que nace, con esta acepción, a finales de 1938 coincidiendo con el estreno en Londres de la pieza teatral The Women, de Clare Boothe. En otras ocasiones, estos nombres femeninos se utilizan no para designar mujeres, sino para referirse a un hombre gay: así, el apenas mencionado Nan, junto con Nance, o Nancy-boy, son comunes para referirse a la población homosexual. Algo parecido sucede con Molly, hipocorístico de Mary, si bien en este caso apunta más bien a un hombre o un joven afeminado y cobarde, especialmente en el contexto irlandés, y en clara alusión a la renombrada Molly Malone. También vinculado con Irlanda está paddy, término dialectal para denominar la carretilla utilizada en el transporte de ladrillos y con el que nos adentramos en el grupo de los nombres masculinos. Paddy es el hipocorístico de Patrick, seguramente así creado porque la mayoría de los trabajadores de la construcción en los años cuarenta en Estados Unidos eran de origen irlandés, y se les tildaba peyorativamente de paddies por el hecho de que Patrick, nombre del patrón de los irlandeses, es un antropónimo muy común entre este pueblo. Mucho más británicos son, sin duda, bobby, ‘orace y barney. Este último ha pasado a usarse coloquialmente en inglés británico para aludir a una pelea o trifulca, particularmente bastante ruidosa, pero aunque se sabe que sus orígenes datan del siglo xix se desconocen los entresijos de esta derivación tan peculiar. Bobby, palabra utilizada por los británicos para designar a sus policías, procede del nombre familiar con el que se conocía a sir Robert Peel, exministro del Interior británico y responsable de la implantación de varias reformas dentro del cuerpo de policía londinense; ‘orace procede directamente del dialecto londinense conocido como cockney: hipocorístico de Horace, se emplea para designar a un joven de clase media. Otros hipocorísticos muy habituales que han dado lugar a epónimos masculinos son tom, billy, gib, jack, joey y johnny. Tom, diminutivo del nombre de pila Anthony, es usado coloquialmente para referirse a un animal macho, por lo general gatos y pavos. Billy, como abreviatura de billypot, alude coloquialmente a una cacerola, pero a su vez proviene de Bill, diminutivo de William. En inglés de Australia, también se utiliza para denominar la porra de un policía. Gib, diminutivo de Gilbert, fue utilizado durante mucho tiempo para referirse a un gato macho, si bien en los dos últimos siglos su uso más común es para designar a un gato castrado. Jack, diminutivo del nombre de pila Jacob, es utilizado para aludir coloquialmente a una persona del género masculino, aunque también da nombre a una pequeña pieza metálica usada en un juego infantil conocido como jacks [‘la taba’]. Joey, diminutivo de Joseph, es muy utilizado en el inglés de Australia para referirse a una cría de animal, especialmente de canguro; en inglés británico, en cambio, alude coloquialmente a una moneda de tres peniques, en este caso por influencia del político inglés

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Jorge Braga Riera y Carmen Maíz Arévalo

Joseph Hume. Johnny, que se emplea coloquialmente para referirse al cuarto de aseo13 o para mencionar al cliente de una prostituta, deriva de uno de los nombres más comunes en inglés, John. En Estados Unidos, se usa también como sinónimo de chap o fellow [‘amigo, colega’]. Es precisamente en este país donde se ha extendido rube, diminutivo del nombre de pila Reuben, para designar a una persona paleta o pueblerina. Todo apunta a que Reuben era un nombre bastante habitual entre la población rural, por lo que pasó a adoptarse (en su forma abreviada) para aludir a este tipo de personas en general. Posteriormente, la palabra evolucionó para referirse a una persona ‘del ámbito rural, ingenua o simple’ precisamente porque la gente de ciudad los contemplaba como personas sin estudios y poco refinadas. El mismo significado tiene hick, diminutivo de Richard. Podemos concluir este apartado con un ejemplo de dudosa atribución: nickel, el metal que conocemos como ‘níquel’ y que, aunque procede de una abreviación del término alemán kupfernickel, podría derivarse a su vez del nombre propio Nickel, un hipocorístico de Niklaus (Nicholas).

   En este capítulo hemos querido hacer un breve repaso a algunos de los epónimos más conocidos de la lengua inglesa, centrándonos principalmente en los términos que despiertan una mayor curiosidad etimológica entre los hablantes nativos. Como ha quedado patente a lo largo de las distintas secciones, la lengua inglesa –al igual que sucede con otros idiomas, como el nuestro– se presta sobremanera a que los antropónimos de personajes históricos y de ficción presten su nombren a los objetos o características que los han hecho populares. Sin embargo, resulta evidente que este proceso de “comonización” se extiende, asimismo, a nombres propios que no designan a ningún personaje histórico o ficticio concreto. En este caso, la presencia común de un nombre de pila en un colectivo determinado (por ejemplo en el ya citado caso de las niñeras) acaba por designar, generalmente con tintes peyorativos, a personas pertenecientes a ese colectivo14. En cualquier caso, resulta indudable que los nombres propios de persona no son simplemente vocablos que designan a un referente humano, sino que en muchas ocasiones adquieren una vida propia, se independizan de su portador original y adquieren una valía semántica plena de la que carecían en su origen, contribuyendo, de esta manera, a la riqueza de la lengua en la que se insertan.

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También se puede aludir al aseo en inglés directamente con la palabra john. Esta acepción quizás proceda del nombre del inventor del primer wáter con cisterna, John Harrington, a quien, de forma cariñosa, denominaban “John”. 14 Así sucede, en español, con el término panchito para referirse a la población hispanoamericana, una derivación del hipocorístico de Francisco, Pancho, nombre de pila muy común entre los mejicanos.

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COMMONIZING: la derivación implícita de los antropónimos ingleses

Bibliografía Coates, R. “Names”, en Hogg, R. y Denison, D. (eds.), A History of the English Language, Cambridge, Cambridge University Press, 2006, pp. 312-351. García Gallarín, C., Los nombres de pila españoles, Madrid, Del Prado, 1998. Martínez de Sousa, J., Ortografía y ortotipografía del español actual, Gijón, Trea, 2008. Partridge, E., Name into Word, Londres, Secker and Warburg, 1949. Pyles, T., The Origins and Development of the English Language, Nueva York, Hartcourt Brace Jovanochic, 1971. Real Academia Española, Diccionario de la lengua española (22.ª ed.), Madrid, Espasa Calpe, 2001. Enlaces consultados: http://www.alphadictionary.com/goodword/word/commonization http://medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n5_nocionesneologia.pdf http://hubpages.com/hub/English-Words-Creating-Words-From-Proper-Nouns http://etymonline.com

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Deonomasticæ Vasconum Primitiæ*

Karlos Cid Abasolo

Handik aurrera, errosarioa: mari-tuntuna, mari-fandangoa, mari-matraka, marimotrailua... Harik eta amona Dolores agertzen zen arte1. Joan Mari Irigoien, Ipuin batean bezala

Crear sustantivos y adjetivos a partir de nombres propios (tanto antropónimos como topónimos) es un procedimiento metonímico con el que cuentan las lenguas para enriquecer su léxico, o, para ser más exactos, es una fuente inagotable con la que los hablantes, con su imaginación, enriquecen el léxico de su lengua. Y ese fenómeno de creación de epónimos es propio también, como es obvio, del vascuence, si bien, como indica Kaxildo Alkorta (2009, p. 4), casi todo está por descubrir. He dicho al principio que hay en euskera muchas palabras derivadas de nombres propios. El hecho de que en los museos vascos haya azadas, hachas, etc. no quiere decir que esos instrumentos sean patrimonio exclusivo de los vascos, ni mucho menos. Lo mismo hemos de decir respecto de los progenéricos. En los idiomas de nuestro entorno son muchísimos, más que en euskera […] ¿Cuántos habrá en los idiomas africanos? ¿Y en China? Lo bonito, seguramente lo más bonito, es el origen de los mismos: por qué y dónde surgieron, de dónde adónde pasaron […] He ahí un curioso trabajito, si se quiere2.

Este breve estudio pretende ser ese “curioso trabajito”, el cual no será exhaustivo, ni puede serlo debido, precisamente, al carácter de “fuente léxica inagotable” que cabe atribuir a la deonomástica. El presente capítulo está dividido en tres partes: *

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Quiero expresar mi más sincero agradecimiento al escritor Xabier Amuriza por haber tenido la deferencia de aportar a este capítulo interesantes comentarios, observaciones y sugerencias. “En adelante, el rosario: maritontorrona, marijuerguista, marimatraca, marimacho… hasta que aparecía la abuela Dolores”. La traducción es nuestra. La traducción es nuestra.

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Karlos Cid Abasolo

En la primera trataremos los términos deonomásticos euskéricos que en su mayoría han sido creados a partir de la derivación y la composición. Utilizaremos, entre otras fuentes, el Diccionario General Vasco (en adelante, DGV) y el Egungo Euskararen Hiztegia (Diccionario Actual del Euskera, en adelante, EEH). En ese apartado distinguiremos los epónimos de origen antroponímico de los de origen toponímico. Algunos de estos epónimos no han sido incorporados a los diccionarios por no ser comunes a todos los dialectos o, al menos, a varios de ellos, sino que se trata de variedades subdialectales –de hecho, epónimos de una zona vasco-hablante no tienen por qué ser comprendidos en otra zona vasco-hablante– o creaciones originales de escritores vascos3. En la segunda parte nos centraremos en la deonomástica vasca consistente en el préstamo léxico “en crudo”, en el que no han intervenido ni la composición ni la derivación. Son, en su mayoría, voces de alcance internacional. En la tercera y última parte presentaremos algunos ejemplos de deonomástica vasca que se emplean o empleaban en el español hablado en zonas de contacto con territorios vascófonos. Se trata, por tanto, de un trasvase en dirección opuesta a la del léxico tratado en la segunda parte de este estudio (y, parcialmente, en la primera): trasvase, no al euskera, sino desde el euskera. Los nombres de persona vascos (y los de cualquier otra cultura) suelen relacionarse en el subconsciente colectivo con unas determinadas cualidades o características4. Esta cuestión ha sido tratada, circunscrita al ámbito vasco, por el escritor Anjel Lertxundi en su obra Konpainia noblean [En noble compañía]. Así, en la página 41, el escritor guipuzcoano trae a colación la canción popular Batista Bazterretxe. El tal Batista es acusado de haber robado el eje de una carreta. Lertxundi, en este caso, se sumerge en las procelosas aguas de la onomástica para explicar el porqué del antropónimo Batista en esta canción. El nombre que el aldeano ha dado al ladrón no es agradable, y ahora quiero llevar el ámbito de la onomástica, apropiándome de las ventajas de lo interdisciplinar, a la antropología. El dueño del eje del carro ha llamado Batista al que ha denunciado como ladrón de dicho eje. En muchos lugares del País Vasco se les llama Batista a los tipos lerdos. El apellido no es más inocente: ¡Bazter-etxe –lit. ‘casa del margen’–, un tipo marginal! ¿En algún lugar y en algún momento se ha visto, desde que Antero Apaolaza llamó Paquito Diablo al protagonista de su novela, manipulación onomástica más evidente? Pero es inútil: los de la Facultad, a toda huella que el lenguaje pueda dejar la llaman disfrazar del malabarismo de las palabras la verdadera esencia de la realidad5.

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Utilizaremos en adelante los siguientes símbolos: * Palabra no recogida en el DGV, pero sí en el EEH; ** Palabra recogida en el DGV, pero no en el EEH; *** Palabra no recogida en el DGV ni en el EEH. Así, por ejemplo, el nombre Petirisantz (San Pedro) se vincula al hambre insaciable. La traducción es nuestra.

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Deonomasticæ Vasconum Primitiæ

Dicha vinculación de la antroponimia a unas cualidades físicas o psicológicas concretas es desarrollada por Lertxundi en esa misma obra, tal como avanzamos en un estudio anterior (Cid Abasolo, 2009, pp. 42-43). En cualquier caso, el microcapítulo más “antroponímico” es, sin duda, el titulado “Anton eta Patxi eta…” [‘Antón y Patxi y…’, pp. 204-206]. En él, el conferenciante Peru Mintegiaga diserta ante la concurrencia sobre “Izena nolako, izana ere halako” [De tal nombre, tal personalidad]. Acuden, entre otros, el propio Lertxundi y su amigo Leandro […]. Mintegiaga desgrana las diversas tradiciones onomásticas vascas: católica, romántica, sabiniana, revolucionaria. A medida que se ocupa de cada una de ellas, un sector del público desaloja la sala. En la segunda parte de la conferencia, Mintegiaga habla de un tema que a Lertxundi le apasiona […], y que no es otro que el de la onomástica: así, explica que el nombre Petirisantz personifica el hambre, Txomin el sueño, Martin el ingenio, Kattalin y Maritxu la afición a beber, y Anton la candidez. De esto último vemos algunos ejemplos en la tradición oral vasca: Anton Txanpon [Antón Moneda]; Anton Kaiku [Antón Tonto]; Anton Porru [Antón Puerro]. Otros nombres que personifican la candidez son Peru, Pello, Battis y Marixe.

Kaxildo Alkorta (2009, p. 4) nos ofrece otro ejemplo en esa misma línea: Joxe trabajador. Un día en que todos los empleados de un restaurante estaban trabajando sin parar, un compañero de trabajo, con gafas (y es que así era), fumaba tranquilamente y daba a todo el mundo largas explicaciones con gran alegría, y uno de Fuenterrabía, al ver aquella escena, me dijo: “¿Qué hace ese Joxe trabajador?”. No dijo Bartolo trabajador, ni Martín trabajador; y el interfecto no se llamaba Joxe6.

Bien es sabido que el euskera no tiene parientes conocidos, que está genealógicamente aislado. Sin embargo, debido a su ubicación geográfica, ha sido susceptible a múltiples interrelaciones e interconexiones con las lenguas vecinas. Al encontrarse en situación diglósica respecto al latín y más tarde respecto al español y al francés, las influencias han sido mucho más numerosas desde estas tres lenguas hacia el euskera que desde el euskera hacia ellas. El ámbito de la lengua más proclive a la influencia exterior es, precisamente, el más externo: el léxico. No es, pues, de extrañar que una ingente cantidad de palabras vascas sean de origen latino-románico, lo cual, en cualquier caso, no puede ser esgrimido (tal como se ha hecho en numerosas ocasiones desde foros académicos y extraacadémicos) como argumento en contra del euskera, dado que el porcentaje de léxico foráneo en español, inglés, etc. tampoco es desdeñable, sin que por ello sean cuestionadas dichas lenguas.

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La traducción es nuestra.

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Karlos Cid Abasolo

En resumen, es lógico y natural que, también en la deonomástica, el vascuence haya bebido de las lenguas de su entorno.

Deonomástica vascongada de raíces antiguas: epónimos de base antroponímica Al carecer el euskera de género en sustantivos y adjetivos, los epónimos basados en un nombre propio cumplen precisamente esa función: marcar el género. Así, mari designa al femenino. Por ejemplo, Cenicienta, en euskera, se dice Mari Errauskin, voz derivada del sustantivo errauts [ceniza]. Por su parte, pello, peru, martin, mattin, matxin, etc. son “marca” de género masculino. La aparente variedad de masculinos es, como decimos, solo aparente: los dos primeros nombres son sinónimos (significan “Pedro”), así como lo son los tres siguientes (significan “Martín”). Dicho nombre propio se puede combinar con un número ingente de palabras, y el significado del epónimo descansa, como es obvio, en ese segundo elemento léxico. Se trata de una cualidad de la persona a la que se le aplica. Pero no una cualidad pasajera o eventual, sino permanente, casi connatural. Y, casi siempre, negativa. Los nombres de pila habituales en los epónimos aparecen con frecuencia protagonizando la literatura infantil vasca: Peru eta Marixe, mila eta bat komerixe (‘Pedro y Marixe, mil y una comedias’, de Anjel Lertxundi), Peru eta Mari gureak (‘Nuestros Pedro y María’, de Agustín Zubikarai), Maripuzker (‘Maripedo’, de Mitxel Murua Irigoien), Marizikin (‘Marisucia’, cuento popular), Maritxu (de Arrate Egaña), Mari-Marietta (de Maite González Esnal), Martin, egon geldi (‘Martín, estate quieto’, de Leire Bilbao), etc. Anton

En textos antiguos aparecen progenéricos del tipo Arotz Anton (Carpintero Antón), Zakil Anton (Pene Antón), etc. Y, lo que resulta más relevante: progenéricos de ese tipo han llegado hasta nuestros días con un valor peyorativo similar al de otros antropónimos masculinos vascos empleados en deonomástica (Pello, Peru). Respecto a estos, la peculiaridad de los epónimos derivados del nombre Anton radica en que a veces aparece, no antepuesto, sino pospuesto a la cualidad que lo caracteriza (Mari Anton, Arotz Anton, etc.). La forma hipocorística de este nombre se obtiene palatalizando la consonante oclusiva dental (Antton). He aquí los epónimos resultantes: antton (dial. bajonavarro): necio, bobo, simple. anton-adar (dial. vasco-franceses): embudo (lit. ‘cuerno de Antón’). anton-gurgüilu (dial. altonavarro): caracol de mar de gran tamaño. anttonpeilo (dial. labortano): bobo, simple, ingenuo, necio (lit. ‘antón-pedro’).

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Deonomasticæ Vasconum Primitiæ

Azenari

Antropónimo vasco medieval que, según Michelena (1973, p. 63), y al igual que el apellido Aznar, procede del latín Asinariur. Este antropónimo dio lugar al sustantivo azenari [zorro], del cual deriva azeari, con caída de la consonante nasal intervocálica. La variante de ese sustantivo elegida para el vasco estándar ha sido azeri. Barrabas barrabas (adj.): barrabás, travieso. barrabas-belar (bot.): aleluya (lit. ‘hierba de Barrabás’). barrabas-belarra sartu: meter cizaña (lit. ‘meter aleluya’). barrabaskeria: barrabasada. –Keria es un sufijo de sustantivos abstractos referidos a cualidades negativas. Errolan

De este nombre (en español, Rolando) deriva en euskera el adjetivo erraldoi, ‘gigante’. La batalla en la que los vascones vencieron a las tropas de Carlomagno (año 776), entre las cuales destacaba el famoso caudillo Rolando, quedó en la memoria colectiva vasca hasta tal punto que Errolan se convirtió en un personaje de la mitología vasca. Nótese que en los préstamos latino-románicos que empiezan por consonante vibrante, el euskera ha tendido a la prótesis vocálica (incorporación de la vocal A o E ante la vibrante). Goikoetxea

Se trata de un antropónimo (concretamente, un apellido) de etimología toponímica: significa “la casa de arriba”. Ha dado pie a un epónimo apócrifo, a pesar de lo cual lo incluimos aquí dado su curioso origen. En el diccionario Hiztegia 2000 vasco-español/ español-vasco aparece la expresión Goikoetxea egon (lit. ‘estar de Goikoetxea’) con el sentido de “estar de Rodríguez”. El caso es que tal locución no la recoge ningún otro diccionario. La traductora e intérprete Ana Morales explica su posible origen. A mí al menos me dijeron que ese Goikoetxea egon no tiene ninguna tradición… hasta que se hizo el Hiztegia 2000. Si lo que me dijeron es verdad, se trató de una broma privada entre los que participaron en la elaboración de ese diccionario. Dicen que uno de ellos era un tal Goikoetxea, y que le tocó quedarse trabajando mientras toda su familia estaba fuera, veraneando. Sus compañeros de trabajo, al parecer, crearon en broma la expresión Goikoetxea egon y la recogieron en el diccionario. Crearla, la crearon en broma. Lo de meterla en el diccionario lo hicieron de veras7.

Tampoco tiene desperdicio la versión vasca que ofrece el diccionario Elhuyar de la expresión castellana “estar de Rodríguez”: en lugar de aportar un equivalente fraseológico 7

http://postaria.com/pipermail/itzul/2007-August/010626.html. La traducción es nuestra.

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Karlos Cid Abasolo

vasco, opta directamente por la definición: “familia oporretara joandakoan lanagatik etxean geratzen den gizonezkoa”, es decir, literalmente, ‘hombre que se queda en casa por motivos de trabajo mientras su familia se va de vacaciones’. Nótese, además, que en la expresión castellana se hace referencia al hecho en sí (“estar de Rodríguez”), en tanto que la paráfrasis vasca alude, no al hecho, sino al protagonista de ese hecho. En cambio, el diccionario Zehazki, de Ibon Sarasola, se decanta por el modismo opor-alargun egon, literalmente, ‘estar de viudo vacacional’. Juan

Del antropónimo Juan han surgido algunos epónimos vascos: juanikote: juanete. San Juan belarra / San Joan belarra (lit. ‘hierba de San Juan’). Según algunos autores, así se denomina en euskera al margaritón o planta de San Juan (Iribarren, 1984, p. 478). Sin embargo, hierba de San Juan es un término genérico que incluye diversos tipos de hierbas: helecho, manzanilla, verbena, etc. Sanjuanlili, Sanjualili. Nombre que dan en el valle del Roncal (Navarra) a la flor del saúco (Iribarren, 1984, p. 478). Lili es palabra de los dialectos vascos orientales que, al igual que lore (de los dialectos occidentales), significa ‘flor’.

San Juan sagar / San Joan sagar: manzana de San Juan. Según la tradición llamada “Sanjuanada”, hay que recoger esta hierba la noche del 24 de junio, festividad de San Juan (o, en algunas poblaciones, la víspera), para ser bendecida a fin de obtener numerosos beneficios: buena suerte, descanso de los muertos, curaciones (del insomnio, de la depresión, etc.), protección de los habitantes de una casa, climatología favorable, etc. Judas Judas-egur (dial. vizcaíno, bot.): durillo, arbusto de leño duro que sirve para hacer los mangos de las pipas (lit. ‘leña de Judas’). Judasen belarri (lit. ‘oreja de Judas’): palabra recogida por Iribarren (Vocabulario navarro) y retomada por el DGV. Se trata del nombre popular del hongo Auricularia auricula-judæ. Judasen endako izan (lit. ‘ser de la casta de Judas’): ser la piel de Judas. judaskeria: deslealtad, falsedad. Judas lore: flor de plata, Lunaria annua (lit. ‘flor de Judas’). Katalin katalina: rueda catalina. katalin-belar (bot.): tártago (lit. ‘hierba de Catalina’). katalingorri: mariquita; aguardiente (lit. ‘Catalina roja’). katalintzar: damajuana, garrafón. Epónimo formado a partir del antropónimo Katalin y el sufijo aumentativo –tzar.

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Kristo kristoaizun: falso mesías (lit. ‘falso Cristo’). Kristo-lore (bot.): enula, ojo de Cristo (lit. ‘flor de Cristo’). kristorde: pontífice (lit. ‘sustituto de Cristo’). kristoren, kristorenak: El antropónimo Kristo, escrito con minúscula y en caso genitivo, se usa como aumentativo, acompañando a un sustantivo. Así, por ejemplo, kristoren etxea es una casa muy grande, impresionante, imponente, estupenda, muy buena. Este epónimo con función adjetival es muy usado, en el euskera hablado, como una especie de comodín para no tener que recurrir a otros términos más precisos. Nominalizado (es decir, con marca de caso por elisión del sustantivo) y en plural, acompañando a verbos como eman [dar] o hartu [recibir], significa “paliza”, “zurra”. Su uso con presencia de sustantivo singular es mucho más reciente. kristotar: cristiano, seguidor de Cristo. –(T)ar es sufijo para la creación de adjetivos gentilicios. kristotu: convertirse en Cristo. –Tu es terminación participial vasca de evidente origen latino. Manex Manex, con palatalización de la consonante sibilante final, es variante de Manez, hipocorístico de Joanes. Como explican Gorrotxategi y Salaberri (2001, p. 145), este antropónimo se usa en Baja Navarra (territorio vasco-francés), lo que ha animado a los suletinos (vasco-franceses del territorio llamado Sola, Soule en francés y Zuberoa en euskera) a utilizar el epónimo manex para denominar a los bajonavarros y, por extensión, al resto de vascos, tanto continentales como peninsulares. La forma femenina correspondiente es manexina. Manex es también una cierta raza de oveja, y manexina la oveja que los suletinos compran en Baja Navarra. Mari

El DGV (tomo XII, p. 142) define Mari de la siguiente forma: “nombre familiar femenino que se antepone a ciertos adjetivos para sustantivarlos y personificar el calificativo”. Como prueba de la relevancia de este nombre, recordemos que Mari es el nombre de un personaje femenino central de la mitología vasca. No es Diosa madre, sino del clima y de la naturaleza sometida (agricultura, ganadería). Tiene dos hijos: Atarrabi (genio del bien) y Mikelats (genio del mal). Es la personificación de Ama-Lur [Madre Tierra]: Mari controla y canaliza todo el poder que sin ella se desataría sin control. Se pasa el tiempo delante de su cueva, peinándose. Se metamorfosea en múltiples figuras y genios (por ejemplo, puede adquirir la forma de una mujer con patas de ave o cabra). No desapareció con la llegada del cristianismo. Su rasgo masculino es aker [macho cabrío], señor de los animales, ligado a la fecundidad, que protege el ganado y es adorado por las brujas (sorginak) las noches de viernes. Mari es un referente homónimo muy productivo en español y euskera8. Como dice Kaxildo Alkorta (2009, p. 4), “Mari es como una patata: adquiere el gusto de aquello 8

”Reconocemos así a aquellos portadores cuyos nombres representan a los tipos sociales que más han contribuido a difundirlo […]. Sobre la misma base onomástica se crean otros neologismos compuestos por un

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con lo cual se cuece”9. De hecho, resulta harto difícil dar cuenta de todos los epónimos surgidos a partir de esta raíz. El nombre de María (cuya forma apocopada es Mari) es en deonomástica castellana y vasca marca de género femenino al tratarse del nombre femenino por antonomasia en esas dos lenguas. Ha de tenerse en cuenta que a partir de la Contrarreforma se vetó en el País Vasco el desarrollo de una antroponimia autóctona (Cid Abasolo, 2007, p. 69) que sí había tenido un notable recorrido durante la Edad Media. Como apunta García Gallarín (1999, p. 201), “si maría es ya sinónimo de mujer en el siglo XVII, por ser el nombre más frecuente de la época, la pormenorización de ciertos comportamientos femeninos o de algunos rasgos físicos se realiza formando los compuestos marifulana, marisabidilla […]”. De igual modo, en euskera, mari, antepuesto a sustantivos, nombres propios (por ejemplo topónimos) o adjetivos, sirve para crear adjetivaciones femeninas, en su mayoría peyorativas, que expresan tendencia o afición a lo que dichos nombres o adjetivos significan. Así, por ejemplo, zikin es tanto ‘sucio’ como ‘sucia’, pero mari-zikin solo puede aplicarse a personas de género femenino. En ocasiones, los dos elementos léxicos se escriben con mayúscula: en tal caso, nos encontramos con una fase previa de individualización (por ejemplo Mari Beltza ‘Mari Negra’, con iniciales mayúsculas), que posteriormente dará paso (o no, según decisión de los hablantes) a la fase de generalización, a partir de la cual los dos elementos léxicos pasarán a escribirse con minúscula. La citada fase previa de individualización queda perfectamente ejemplificada con el arranque de la novela 3 Mariak [3 Marías], de Arantxa Urretabizkaia, publicada en 2010. Mi carné de identidad dice que soy María Alkain, pero aquí pocos relacionan eso conmigo. Para los que me conocieron en el colegio, soy “Mariblanca”, para muchos, “Blanca” o “La Blanca”. “Blanca”, la hija de “Atún”, porque, para los pescadores, mi marido y sus familiares son “los Atunes”, e incluso nuestro hijo, aunque a mí nunca me ha gustado ese apodo. Pero resulta inevitable, porque siempre será “el Atún” […]. En la infancia eramos tres amigas, y las tres nos llamábamos María. A mí me llamaban “Mariblanca” porque tenía el pelo claro, y a otra “Marirroja” porque tenía el pelo del color de las llamas. La tercera era morena, como una gitana, pero no la llamaban “Marinegra”, sino “Marigrande”. Nosotras también hemos aceptado el mandato de la tribu y nos llamamos así entre nosotras, en función de los colores y la medida. Las tres Marías, siempre juntas, siempre unidas10.

En estas breves líneas se observa, además, la relevancia de los apodos en la sociedad vasca, importancia que ya constatamos en un trabajo anterior (Cid Abasolo, 2009). segundo elemento que aporta especifidad al término: María > maribarbas […]; en general, son designaciones humorísticas que en cierto modo repercuten en la interpretación del nombre propio originario” (García Gallarín, 1999, pp. 195-196). 9 La traducción es nuestra. 10 P. 7. La traducción es nuestra.

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El escritor navarro Patziku Perurena, en Marasmus femeninus, obra de género epistolar publicada en 1993, ironiza sobre el carácter sexista de estas expresiones. Tú entonces prohibirías, por ejemplo, las palabras marisucia, marisalsera, marisabidilla, marimacho, maribruja, maritonta, marilocuela, maricochina, marirrabo, maripresumida, maricreída, maritorpe, maricotilla, marirremolona, marivaga, mariardiente, y otras tantas miles de hermosas maris. ¡Y todo porque son sexistas! Pues entonces lo mismo habría que hacer con palabras tales como pedro-tonto, pedro-rabo, pedromari, mariquita, afeminado, marimacho, pedro-torpe, zopenco, etc. Ya puestos, en adelante tendremos que emplear el habla de los angelitos blancos asexuados11.

Por otro lado, mari sirve también para crear nombres de insectos. En ese sentido, llama la atención la gran cantidad de voces y variantes que existen en euskera para designar, a partir de este antropónimo, a la mariquita. Veamos ahora algunos epónimos cuyo referente homónimo inicial es Mari: mari-agintzaile*: marimandona. mari-aker**: marimacho (lit. ‘mari macho cabrío’). mari-alfer***: vaga (lit. ‘marivaga’). marian**: al baño maría (lit. ‘en María’). mari-andres, mari-andres-aurki (dial. vizcaíno)**: silleta con agujero pequeño en medio del asiento (lit. ‘mariandrés, silla mariandrés’). mari-anton***: maritonta (lit. ‘mariantón’). mari-apain*: presumida (lit. ‘marielegante’). mari-ardatz (dial. guipuzcoano)**: especie de molinete cuyos movimientos hacen que el hilo mal retorcido se endurezca (lit. ‘marieje’). Mariaren khardu (dial. suletino)**: cardo santo o bendito (lit. ‘cardo de María’). mariatar**: marial, mariano. Maria teilatu gaineko**: mariquita (lit. ‘María de encima del tejado’). Maria teilatuko**: mariquita (lit. ‘María del tejado’). mari-ausarki (dial. altonavarro)**: dilapidadora (lit. ‘mariabundante’). mari-bandera: casquivana, fresca, locuela. mari-barna (dial. roncalés)**: morcillón; panza. mari-bekaineko**: sueño, ganas de dormir (lit. ‘María la que está sobre los ojos’). mari-bekaizti *: envidiosa (lit. ‘marienvidiosa’). mari-belendrin*: traviesa, mala. Mari Belcha (en ortografía vasca actual, Mari Beltza): Mari Negra. Es el título de un cuento de Pío Baroja, el cual explica así este mote aplicado a la protagonista: “Te llaman Mari Belcha, María la Negra, porque naciste el día de los Reyes, no por otra cosa; te llaman Mari Belcha, y eres blanca como los 11

Pp. 198-199. La traducción es nuestra.

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corderillos cuando salen del lavadero, y rubia como las mieses doradas del estío...”). Dado su carácter individualizado, no se trata de un epónimo propiamente dicho. mari-bero*: ardiente, fogosa (lit. ‘maricaliente’). mari-berritsu*: parlanchina (lit. ‘marihabladora’). mari-bideetako, maria-bideetako: prostituta (lit. ‘María de los caminos’). mari-bihurri *: traviesa (lit. ‘maritraviesa’). También se usa con sufijo diminutivo (mari-bihurritxo). mari-bistako** (lit. ‘María de la vista’): de mucha apariencia pero de poco valor. Según Iribarren (1984, p. 338), esta voz “aplícase a los objetos de bonita apariencia, pero de corta duración y pésimo resultado; a las engañifas”, y es utilizada, no solo por vasco-hablantes, sino también en zonas navarras donde el euskera ya no se habla pero ha dejado sustrato (como en Tierra Estella, Puente la Reina y Pamplona). También se puede asignar, con el mismo sentido, a personas. mari-bonbil **: mujer obesa (lit. ‘maribombilla’). mari-burduntzi, mari-burruntzi: libélula, caballito del diablo; pelma, insistente, pesada (lit. ‘maripelma’). mari-buztan***: buscona, calentorra (lit. ‘marirrabo’). Mari Domingi: personaje citado en un villancico vasco (se dice de ella que pretende ir a Belén). Es tradición muy reciente que, en algunas poblaciones vascas, acompañe (como pareja o ayudante) a Olentzero en el desfile del 24 de diciembre y colabore con él en el reparto de juguetes a los niños vascos. No pocas feministas consideran que el efecto pretendido (igualdad de género) con esta nueva incorporación a la iconografía navideña vasca es el contrario al efecto conseguido (en definitiva, sometimiento del personaje femenino al masculino). mari-ergel***: estúpida, imbécil (lit. ‘mariestúpida’). mari-fandanga*: juerguista; ligona. mari-fardel***: abandonada, zarrapastrosa; pelma. Mari Gabon: no se trata de un epónimo propiamente dicho, sino de la personificación de la Navidad (lit. ‘Mari Navidad’). Citada en la obra teatral Acto para la Nochebuena (siglo xviii), de Pedro Ignacio de Barrutia. Mari-Gaizto**: nombre de un genio del mal (lit. ‘Marimala’). mari-gangar**: mujer o muchacha de poco seso o poco formal (lit. ‘maricresta’). mari-gaxte*: jovenzuela (lit. ‘marijovenzuela’). mari-gixon**: afeminado. (lit. ‘marihombrecito’). mari-gizon: marimacho (lit. ‘marihombre’). mari-gonagorri, maria-gona-gorri ***: mariquita (lit. ‘maría-falda-roja’). mari-gorri **: mariquita (lit. ‘marirroja’). marigorringo: mariquita (lit. ‘mariyema’). mari-harro*: orgullosa, presumida, altiva (lit. ‘mariorgullosa’). mari-intxaur (dial. vizcaíno)**: nuez de gran tamaño (lit. ‘marinuez’). mari-jakintsu: marisabidilla (lit. ‘marisabia’). marijesi **: villancico que se cantaba en Gernika. mari-jostari *** juguetona, insinuante (lit. ‘marijuguetona’). marikaka**: puerca; gaviota que hace vomitar a otras lo que han comido, para apropiárselo (lit. ‘maricaca’).

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mari-kalpar***: desaliñada, peluda, greñosa (lit. ‘marigreña’). mari-kankailu***: grandullona, desmañada (lit. ‘marigrandullona’). mari-kontra***: contreras, mujer que siempre lleva la contraria (lit. ‘maricontra’). mari-korotz**: despreciable (lit. ‘mariexcremento’). mari-kotxina***: cochina (lit. ‘maricochina’). mari-kriseilu***: tonta del bote (lit. ‘maricandil’). mari-kutzu* (dial. vasco-franceses): curiosa, cotilla. mari-lapiko***: tonta, boba, ingenua (lit. ‘maritonta’). mari-larru***: putona (lit. ‘maripiel’). mari-laster***: inquieta; mujer deshonesta y descarada (lit. ‘marirrápida’). mari-leiho***: cotilla (lit. ‘mariventana’). mari-lerdo***: tonta (lit. ‘maritonta’). mari-lizun*: lujuriosa (lit. ‘marilujuriosa’). mari-lotsagabe*: desvergonzada (lit. ‘maridesvergonzada’). mari-madama*: que presume de ser señora. mari-maistra, mari-maestra: marisabidilla; marimandona (lit. ‘marimaestra’). mari-maisu: marisabidilla (lit. ‘marimaestra’). mari-mandona**: marimandona. mari-markesa***: altanera, presuntuosa. mari-marmita***: destartalada. mari-matraka: revoltosa, bullanguera. mari-matxarda (lit. ‘maripinza’, ‘maritenazas’): mujer pegajosa, en el sentido de fácil en echar la mano y agarrar o tocar al hombre (DGV). mari-mitilko (dial. bajonavarro y suletino)***: aficionada a andar entre muchachos (lit. ‘marimuchacho’). mari-moda***: mujer presumida. mari-moñoña*** (lit. ‘marilinda’): linda, encanto, cariño. Es de los escasos epónimos de este tipo que no es peyorativo, sino que tiene valor apreciativo o afectivo. El adjetivo que acompaña al antropónimo es de los pocos que presentan distinción de género (moñoño vs. moñoña). mari-mortzil**: desgarbada, patosa (lit. ‘marimorcilla’). Mari Motots (lit. ‘Maricoleta’): es el nombre de uno de los personajes del famoso grupo de payasos vascos “Pirritx, Porrotx eta Mari Motots”. Se caracteriza, precisamente, por llevar coletas. mari-motrailu: marimacho (lit. ‘marialmirez’). Mari-muiroko**: nombre de un genio del mal. Mari-munduko**: diosa, genio (lit. ‘Mari del mundo’). mari-mutiko: marimacho (lit. ‘marichico’). mari-mutil: marimacho (lit. ‘marimuchacho’). mari-mutur***: descarada (lit. ‘marimorros’). mari-narras***: descuidada, desaliñada (lit. ‘maridesaliñada’). mari-neska***: excesivamente femenina; aficionada a las mujeres (lit. ‘marichica’). mari-oilar (dial. vizcaíno) **: gallo de dos crestas (lit. ‘marigallo’).

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mari-orratz (dial. vizcaíno)**: libélula (lit. ‘mariaguja’). mari-ozpin*: avinagrada (lit. ‘marivinagre’). mari-panparona (dial. guipuzcoano), maria panpalona (dial. altonavarro)**: mariposa. mari-pertxenta*: coqueta, presumida (lit. ‘mariesbelta’, ‘marielegante’). mari-petarda*: petarda. mari-petral**: desvergonzada, insolente, descarada, quisquillosa. Petral es, por lo demás, un adjetivo injurioso sin un significado concreto. mari-pinpin***: presumida (lit. ‘mariairosa’). mari-piparmin***: mujer de mal genio (lit. ‘mariguindilla’). mari-pottorro***: calentorra. mari-potxorra*: calentorra. mari-puntta**: mujer a la que le gusta destacar. mari-purtzil: mal vestida, desaliñada (lit. ‘mariinsignificante’). mari-putz***: hosca; pedorrera (lit. ‘marisoplido’, ‘maripedo’). mari-puzker***: pedorra (lit. ‘maripedo’). mari-salsera*: lianta. mari-saltsa***: lianta (lit. ‘marisalsa’). mari-sarjento***: sargenta. mari-sorgin: mantis religiosa; mariposa. Sorgin significa “bruja”, por lo que mari-sorgin también se aplica a las mujeres con ese valor de forma peyorativa (traviesa, brujilla). También se utiliza en forma diminutiva (mari-sorgintxo). mari-suge***: marrullera (lit. ‘mariserpiente’). mari-sukalde***: casera, amante de la casa (lit. ‘maricocina’). mari-tente**: altiva, presumida (lit. ‘marierguida’). mari-ttarttala, mari-ttarttalet***: charlatana. Ttarttalet (dim. de tartalet) sí aparece en el DGV, con ese mismo significado. mari-tuntun***: tontorrona (lit. ‘maritontorrona’). mari-txikar (dial. vizcaíno)**: remolino de viento (lit. ‘maripequeño’). Mari-Txindoki **: nombre de un genio del mal. Txindoki es el nombre de un monte de la sierra de Aralar, sita entre Guipúzcoa y Navarra. mari-txirdil** (variedad dialectal salacenca12): andrajosa. mari-txirgil***: mujer astrosa (lit. ‘maripingajo’). maritxogorritxo**: mariquita (lit. ‘Marieta rojita’). mari-txoro*: locuela. maritxu: afeminado (lit. ‘Marita’, ‘Marieta’). –Txu es variante vizcaína del sufijo diminutivo –txo. maritxukeria: mariconada, mariconería. maritxu-teilapeko (dial. vizcaíno)***: mariquita (lit. ‘Marieta del sotejado’). maritxu-teilatuko**: mariquita (lit. ‘Marieta del tejado’). 12

El salacenco es la variedad euskérica que se hablaba en el valle de Salazar (Navarra).

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maritxu-teiletako (dial. vizcaíno)**: mariquita (lit. ‘Marieta de las tejas’). mari-urde***: cerda; fulana (lit. ‘maricerda’). mari-urdin (dial. orientales)**: mujer desaseada (lit. ‘mariazul’). Mari-Urraka**: nombre de un genio del mal. mari-uxte***: creída, presumida (lit. ‘maricreída’). El carácter peyorativo se acentúa con la palatalización de la sibilante apico-alveolar (sin palatalización, la palabra sería mari-uste). mari-xabar***: remolona, perezosa, negligente, dejada (lit. ‘marirremolona’). El carácter peyorativo se acentúa con la palatalización de la sibilante predorsal (sin palatalización, la palabra sería mari-zabar). marixkin**: mujer sucia (forma abreviada e hipocorística de mari-zikin). mari-xurrut***: aficionada a beber (lit. ‘maritraguito’). mari-zakar***: grosera, tosca (lit. ‘marigrosera’). mari-zaldar***: torpe, tosca (en el vestir, el hablar, el andar, etc.). mari-zikin**: sucia, desaseada (lit. ‘marisucia’). mari-zilipritin*** (dial. vasco-franceses): desordenada, maleducada; de aspecto repugnante. Ese adjetivo, incluso sin el antropónimo, se aplica solo a las mujeres. mari-zirdin***: mujer fea y delgada (lit. ‘maripingajo’). mari-zirika***: cizañera (lit. ‘maricizaña’). mari-zirri *: provocadora. mari-zirtzil**: sucia, desvergonzada (lit. ‘mariandrajo’). mari-zoko: cotilla (lit. ‘marirrincón’). mari-zomorro***: bicha (lit. ‘maribicho’). mari-zorotxo*: locuela (lit. ‘marilocuela’). Mariana mariana-gonagorri **: mariquita (lit. ‘mariana faldarroja’). marianista: marianista. Martin / Matxin13 martin***: cierta ave marina; martín pescador. martin adar-handi **: insecto llamado “ciervo lucano” (lit. ‘Martín de cuernos grandes’). martinar, marttinhar (dial. bajonavarro)**: cigarra (lit. ‘Martín gusano’). martin arrantzale: martín pescador. martineta: martín pescador. martin-garratz**: acedera (lit. ‘Martín agrio’). martin-geldi **: lento, apático, desganado (lit. ‘Martín lento’). martingo**: martiniega, tributo que se pagaba por San Martín. martin-harro***: pedante, chulo (lit. ‘Martín orgulloso’) . martin-klaska** (dial. orientales): cierta hierba que tiene muchas ramillas y flores. 13

Variante fonética (hipocorística) de Martin.

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martin-kontra**: contreras, que lleva la contraria (lit. ‘Martín contra’). martin-koska** (dial. vasco-franceses): terco. martin-lairu**: acedo. martin-marikitu** (dial. altonavarro): tipo de insecto. martin-mongolo** (dial. guipuzcoano): arador (tipo de insecto). martin-muilo, martimullo**: tronco que se arrastra en el campo para desterronarlo. martinolaso***: petulante. martin-ontz** (dial. altonavarro): martín pescador costanero y más blanco que el ordinario. martin peskadore**: alcedo. martinpuntxo***: vanidoso, engreído. martin-saltari, martin-saltalari, martin-salto, martin-saltalagai **: saltamontes (lit. ‘Martín saltador’). martin-saltsero*: salsero. martin-txori **: martín pescador (lit. ‘Martín pájaro’). martintzar** (dial. bajonavarro y labortano): palurdo, rústico, hombre de sentimientos poco delicados (lit. ‘Martinote’). martinxume***: Martín, nombre bautismal (lit. ‘Martín humilde, menudo’). matxin**: ferrón, obrero de una ferrería; nombre que se usa para llamar al carnero; rebelde, sublevado. matxinada: revuelta, rebelión, motín. Es un término que surge en el siglo xviii en el País Vasco a raíz de las revueltas de los campesinos, cuyo patrón es san Martín (Matxin en euskera). Además de la rebelión de 1760 (el motín de Esquilache, debido al cual este ministro de Carlos III acaba dimitiendo), hay, en efecto, otras dos circunscritas al País Vasco, ambas de orden económico: la de 1718 (en Vizcaya y parte de Guipúzcoa), por el traslado de las aduanas interiores (situadas en Orduña, Valmaseda y Vitoria) a la costa y a la frontera con Francia; y la de 1766 (en Guipúzcoa), por la subida del precio del trigo y el pan a raíz de la mala cosecha del año anterior. Surgió al hilo de revueltas originadas en otras provincias por razones de subsistencia. El conde de Peñaflorida dirigió la represión contra dicha revuelta. A partir del nombre Matxin surgen otros de la misma familia léxica: matxinatu [amotinarse], matxino (‘rebelde’; nombre genérico de ferrones y aldeanos), matxino-buru [jefe de los rebeldes], etc. matxinbelar**: acedera (lit. ‘hierba de San Martín’). matxingarratz**: acedera (lit. ‘Martín agrio’). matxingonagorri **: mariquita (lit. ‘Martín faldarroja’). matxingorri **: mariquita; diablo (lit. ‘ Martín rojo’). matxin-kirrilo** (dial. vizcaíno): caracol. matxin-mahats** (dial. guipuzcoano): nueva vid silvestre (lit. ‘uva de San Martín’). matxino: rebelde, amotinado; ferrón, obrero de una ferrería; martillo pilón; animal fuerte; mote con que se llama a los de Araoz, pueblo guipuzcoano. matxinsalto, matxin-saltari, matxino-saltari, matxin-saltulari, matxisalto, matxitxalto: saltamontes (lit. ‘Martín salto’, ‘Martín saltador’). matxin-sukalde, matxisukalde, matxitxukalde**: casero, amante de la casa; torreznero, aficionado a estar junto al fuego de casa (lit. ‘Martín-cocina’). matxin-suzale***: casero (lit. ‘Martín aficionado al fuego’).

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matxintapakari **: carnero. matxinzale**: rebelde (lit. ‘aficionado a San Martín’). salta-matxino, saltamatxingo**: saltamontes. Mateo mateo-saltari *** (dial. altonavarro): saltamontes (lit. ‘Mateo saltador’). Mateo Txistu (lit. ‘Mateo silbido’): es el protagonista de un cuento popular vasco. Se trata de un cura aficionado a la caza que un día dejó la misa a medias al oír ladrar a sus perros y salió corriendo tras ellos al pensar que ladraban porque habían detectado a una liebre. Según la leyenda, nunca regresó y, como castigo a su excesiva afición a la caza, vive condenado a vagar sin descanso con sus perros por bosques, montes y valles, tratando de cazar la liebre. No es visible, pero al caer la noche pueden oírse su silbido y el ladrido de los perros. Matxalen

Variante fonética vizcaína del nombre Maddalen (Magdalena). En dialecto vizcaíno, este antropónimo desempeña la misma función que Mari, como lo prueban epónimos tales como Matxalen Kardu (Magdalena cardo), Matxalen Zoro (Magdalena loca), Matxalen Sorgin (Magdalena bruja), etc. Mikelete

En español, miguelete. El diccionario de la RAE ofrece dos significados: 1. Individuo perteneciente a la milicia foral de la provincia de Guipúzcoa. 2. Antiguo fusilero de montaña en Cataluña. Obviamente, en euskera se usa en su primera acepción, y cuenta con el sinónimo txapelgorri (boina roja), sinécdoque debida a que los miembros de la policía foral guipuzcoana van tocados con dicha boina. Los migueletes eran un cuerpo armado creado por la Diputación y las Juntas Generales de Guipúzcoa al concluir la primera carlistada. En 1937, las tropas franquistas lo disolvieron por haberse decantado a favor de la República. Mikelete es en realidad una forma diminutiva referida a Miquelot de Prats, bandido y guerrillero catalán, uno de los primeros cabecillas de un grupo armado (miquelets) que en el siglo xvii, durante la guerra dels Segadors, intentó impedir la invasión del ejército castellano de Felipe IV. Patxi/Patxiko (hipocorísticos de Frantzisko) infernuko Patxi ***: diablo (lit. ‘Paco del infierno’). patxiku-salto***: saltamontes. salta-patxiko: saltamontes.

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Pello (esp. Pedro) pello: idiota. pello-buztan***: zopenco; aficionado al sexo, hombre que presume de su miembro viril y su capacidad sexual (lit. ‘Pedro rabo’). pello-diru***: aficionado al dinero (lit. ‘Pedro dinero’). pellokeria: tontería. pello-kirten: necio, estúpido, majadero, gandul, holgazán (lit. ‘Pedro necio’). Ese era el mote que recibió, por ejemplo, un popular humorista donostiarra (1921-1997). pello-mari ***: afeminado; angelote (lit. ‘Pedro Mari’). pellotu: hacerse bobo. pello-xuri ***: melindroso (lit. ‘Pedro blanquito’). Pepe pepelerdo***: tonto, imbécil (lit. ‘Pepe tonto’). Periko saltaperiko: saltamontes. También se usa la forma hipocorística (xaltaperiko). Pernando pernandokeria***: perogrullada (lit. ‘fernandada’).

Con toda seguridad, este epónimo tiene su origen en un personaje fundamental de la cultura popular vasca: Fernando Bengoechea (1764-1823), más conocido como Fernando de Amezketa (pueblo de Guipúzcoa), pastor, versificador y humorista, siempre hábil para escapar de cualquier apuro gracias a su particular ingenio. Es el protagonista de los chistes vascos tradicionales. Se han escrito muchos libros que recogen sus aventuras (reales o no), ocurrencias y dichos. Peru peruabarka***: peyorativamente, aldeano, casero, borono; descuidado en el vestir14. peru-zaldar***: torpe, tosco (en el vestir, el hablar, el andar, etc.).

En forma diminutiva se utiliza en la expresión nolako Perutxo, halako Maritxo [de tal palo, tal astilla], literalmente, ‘de tal Pedrito, tal Marieta’. Petrikilo

Curandero, matasanos, persona que cura o dice curar sin haber cursado estudios de Medicina, empleando técnicas propias de la medicina natural. Petrikilo era la denominación que recibió un famoso curandero del siglo xix.

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Peru Abarca es el protagonista de una obra homónima de Juan Antonio Moguel (1745-1804).

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Santio, Santiyo (esp. Santiago) Santio belarra***: hierba de San Juan (lit. ‘hierba de Santiago’). Txanton (hipocorístico de José Antonio)

En la introducción de este capítulo hemos citado a Petirisantz como un nombre que se asocia al hambre y a las ganas de comer. Pues bien, como nos apunta Xabier Amuriza, en Vizcaya existe un equivalente: Txanton Pipirri o Piperri. Hay un antiguo poema, muy conocido, de trece estrofas, compuesto por el cura de Lekeitio (Vizcaya) Juan Antonio Agustín de Aboitiz (1751-1824), en el que se cuenta la infinita hambre que sufre ese personaje. El hipocorístico Txanton ha dado lugar a algunos epónimos: Txanton Guzur (Chantón Mentira), Txanton Zoro (Chantón Loco), Txanton Porru (Chantón Puerro), etc. Txomin (hipocorístico de Domingo) txomin-belar: acedera (lit. ‘hierba de Domingo’). txomingarratz: acedera (lit. ‘Domingo agrio’). txomintxiki (dial. altonavarro): rata (lit. ‘pequeño Domingo’). Txotxo

Como nos indica Amuriza, esta voz es muy conocida en dialecto vizcaíno. Se usa para llamar a los muchachos: Geldi, txotxo! [¡Tú, quieto!]; Zer dinok, txotxo? [Tú, ¿qué dices?]. Y, si bien no es un antróponimo, sirve también para crear epónimos: Txotxo Praka [Pantalón], Txotxo Lasto [Paja], Txotxo Mokordo [Excremento]. Aunque suele funcionar como nombre propio, puede convertirse en sustantivo o mero adjetivo (Zelan izan heinteke horren txotxo-lastoa? ‘¿Cómo puedes ser tan paja?’). Esa duplicidad puede aplicarse a todos los demás nombres: Ai, Matxalen Kardu! [¡Ay, Magdalena Cardo!]; Gogaituta nago matxalen-karduekin [Estoy harto de las magdalenas-cardo]; Hi haiz hi Pello Kirten! [¡Vaya Pedro Majadero que estás hecho!]; Herri bat pello-kirtenek gorbenatzen badute, ez dago zer eginik [Si un país es gobernado por pedro-majaderos, no hay nada que hacer]. Zamakola zamakolada***: rebelión popular (1801-1804) llamada así debido al vizcaíno Simón Bernardo de Zamácola, líder de la nobleza rural (los jauntxos, literalmente, ‘señoritos’) enfrentada al auge económico de Bilbao. El origen de la zamakolada está en la guerra contra la Convención Francesa: Vizcaya tenía que contribuir a pagar las deudas de la guerra, y la obligación recayó más en el campo que en la ciudad. En 1797, algunos pueblos, como Dima, animados por Zamácola, protestan. Zamácola pasa a liderar a los jauntxos en su enfrentamiento con el consulado de Bilbao, defensor de los intereses comerciales de la villa desde el siglo xvi. Zamácola planea crear un puerto en la anteiglesia de Abando para competir con el de Bilbao. El rey asiente a cambio de incrementar las fuerzas de orden público en Vizcaya. Desde Bilbao se propaga el rumor de que Zamácola quiere acabar con la exención del servicio militar, y en

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1804 varias anteiglesias (sobre todo las contiguas a Bilbao) se sublevan, invadiendo la capital. Zamácola cae en desgracia y las Juntas revocan el proyecto portuario. Zanpanzar***

Este término, cuyo origen está en el carnaval biarnés homónimo (en francés, Sant Pançard), tiene una doble significación: -Fantoche que representa el carnaval y que se quema o se arroja al agua el día de Ceniza. -Martes de carnaval; carnavales. Finalmente, como colofón de este apartado, cabe reseñar que, al igual que en español, en euskera se utiliza el deonomástico plural cuando nos referimos a las fiestas patronales: sanferminak [los sanfermines], madalenak (fiestas de la Magdalena, lit. ‘las magdalenas’), sanantolinak (fiestas de San Antolín, ‘los santantolines’), etc.

Deonomástica vascongada de raíces antiguas: epónimos de base toponímica Baztan baztanzopa*** (lit. ‘sopa Baztán’): plato típico del Baztán, valle del norte de Navarra. Es una sopa que se come con tenedor, solo en domingos y festivos. Los ingredientes son: rebanadas de pan cocidas en un caldo de cabeza, corazón y pulmones de oveja, verdura y azafrán. Frantzia

Los adjetivos gentilicios correspondientes al topónimo Frantzia (esp. Francia) son frantses (préstamo tanto en el lexema como en el sufijo) y frantziar (con sufijación propiamente vasca). He aquí los epónimos, extraídos del DGV, que tienen como base dichos gentilicios: frantsesada: francesada. frantses-arbi: remolacha (lit. ‘nabo francés’). frantses-belar: alfalfa (lit. ‘hierba francesa’). frantses-bolda: reja de arado. frantses-erdara: francés (idioma). Erdara es cualquier lengua no vasca y, más específicamente, las lenguas de contacto con el euskera (el francés y el español). frantses-euskaldun: vasco-francés. frantses-intxaur: cierto tipo de nuez (lit. ‘nuez francesa’). frantseskara: de aire francés; al modo francés. frantses-katu: jineta (lit. ‘gato francés’). frantses-min: pulmonía de los animales (lit. ‘dolor francés’). frantses-nabo: remolacha. frantses-patata: patata de caña. frantses-porru: espárrago (lit. ‘puerro francés’).

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frantseste: francesada, guerra napoleónica. –Te es sufijo nominalizador. frantses-txakur: perro de presa (lit. ‘perro francés’). frantximankeria: cualidad o acción propia de un frantximant. frantximant, frantximan, frantximent, franximent: francés; (el) que habla en francés. A diferencia de frantses y frantziar (formas neutras), esta voz tiene connotaciones peyorativas. frantximantatu: afrancesarse. frantzia-belar: trébol silvestre (lit. ‘hierba de Francia’). Gipuzkoa

Analicemos el epónimo giputz. Como es bien sabido, los deonomásticos de lugar son los gentilicios. Aplicando la regla morfológica general obtenemos, como correspondiente al topónimo vasco Gipuzkoa, el gentilicio gipuzkoar. Sin embargo, en euskera occidental (dialecto vizcaíno, incluida la zona guipuzcoana de dicho dialecto) se emplean el término giputz y sus variantes fonéticas giputx y kiputx. En palabras de Larramendi (1745, XXIX), “llama el vizcaíno al guipuzcoano: giputz labaiña [guipuzcoano lisonjero], giputz uger uts [guipuzcoano mugriento], que no son de fiar los guiputzes”. Según nos informa Amuriza, y a pesar de lo que creen los guipuzcoanos (incluido el propio Larramendi), el término giputz carece de connotaciones peyorativas. En los ejemplos que aporta Larramendi, la injuria descansa en el adjetivo (labain, uger), pero no en el epónimo. Se equivocan, pues, los que piensan que los vizcaínos utilizan la forma gipuzkoar como forma neutra y giputz como variante peyorativa: la realidad es que, al menos hasta la actualidad, solo han utilizado la segunda, y con valor neutro, es decir, sin ese matiz negativo añadido. De hecho, en contra de la opinión general, no es el sufijo –(t)ar la única forma de crear gentilicios. Según Amuriza, en ocasiones el topónimo surge del antropónimo, y no al contrario. Ese sería el caso de Gipuzkoa, que cabe interpretar como giputz + goa, sufijo que expresa grupo, conjunto. Así pues, Gipuzkoa significaría “conjunto de guipuzcoanos”. Quizás podría proponerse una etimología similar para Nafarroa [Navarra]: nafar [navarro] + goa, es decir, “conjunto de navarros”. La variante guipuchi fue creada en el español hablado en Vizcaya (concretamente, en Bilbao), a partir del mencionado giputz, usado en euskera. Es verdad que la forma gipuchi es empleada cada vez más (sobre todo entre los que no saben euskera y los euskaldunberris, es decir, aquellos que saben euskera sin haber sido su lengua materna), pero raramente la utilizan los vasco-hablantes de dialecto vizcaíno cuya lengua materna es el euskera. Y, si la emplean, lo harán marcando la diferencia entre la forma neutra giputz y la peyorativa giputxi. India indaba, indiaba, indiababa, indibaba: alubia, judía (lit. ‘haba de Indias’). indabatze, idiabatze: campo en que se ha cosechado alubia. indiamahats: grosella de corteza áspera (lit. ‘uva de Indias’).

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indiano: indiano. indiapiko, indipiko, indiafiko: tuna, higuera chumba (lat. ‘ficus indica’). Literalmente, higo de Indias. indiaran: icaco, especie de ciruelo y ciruela de Indias (lit. ‘ciruela de Indias’). indiarrain: pez parecido, por su tamaño y color, al tollo. Tiene pintas y no espinas (lit. ‘pez de Indias’). indiarri: junco de Indias, bambú (lit. ‘piedra de Indias’). indiatso: anciana india (de América). Indietako ihi: bambú (lit. ‘junco de Indias’). indigaztaina, Indietako gaztaina: castaña de Indias. indintxaur: nuez mayor (lit. ‘nuez de Indias’). indioilar, indiaoilar: pavo (lit. ‘gallo de Indias’). indioilasko: pavo (lit. ‘pollo de Indias’). indioilo, indiaoilo: pavo, gallina de Indias; avestruz (lit. ‘gallina de Indias’). indisagar: membrillo (lit. ‘manzana de Indias’).

No queremos concluir este apartado sin mencionar que la gran tradición de manzana y sidra que tiene Guipúzcoa se refleja en la creación de numerosos epónimos formados por un topónimo y el sustantivo sagar [manzana] para diferenciar diversos tipos de manzana. Se trata, en todos los casos, de pueblos de dicha provincia. He aquí algunos de ellos: Andoain-sagar, Azpeiti-sagar, Orio-sagar, Bergara-sagar, Elgeta-sagar, Gesaltza-sagar, errezil-sagar [manzana reineta], etc.

Deonomástica vasca basada en préstamo léxico sin (apenas) adaptación fonético-morfológica Para la siguiente lista nos hemos basado casi totalmente en el índice que nos ofrece Consuelo García Gallarín (1997, pp. 193-203). En dicha obra, el lector podrá encontrar los significados y etimologías que desconozca. Muchos de los epónimos incluidos en este apartado corresponden, como cabía esperar, al campo de las ciencias naturales, la física, la química, etc.: se trata de minerales, símbolos químicos, unidades físicas, de longitud, etc. cuya denominación hace referencia al descubridor de cada uno de ellos, o bien al lugar del descubrimiento. Otros muchos remiten a marcas comerciales. En ocasiones indicaremos el correlato en español o bien la palabra patrimonial vasca que convive con el préstamo. Obviamente, no nos proponemos ofrecer un listado completo, lo cual excedería las pretensiones de este estudio, sino una muestra suficientemente representativa.

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abuztu15 adonis alabastro16 alejandrita algoritmo allivalita almandino alpinismo amerizio amoniako ampere amperemetro andesina andesita andradita anglesita angstrom angstromio ankaramita ankerita annabergita antigorita antlerita ardit17 arfvesdsonita arlekin artemisia18 artxipelago19 asfalto astrakan atakamita ateneo atiko atlas atropina 15 16 17

attapulgita autunita badminton baioneta bakanal bakelita baldakino bandoneoi baremo barkevikita basedowismo basorina batista baueritizazio bauxita begonia belio bendix benitoita bentonita bentzina berkelio berlina bermuda berniz bexamel bibote20 bikini biotita bisturi21 bitownita bobby boehmita boikot bolivar bolkaniko bolkanismo Esp. agosto. Sin. harzuri (lit. ‘piedra blanca’). bourbon

Esp. ardite. Sin. zizare-belar (lit. ‘hierba de gusano’). 19 Sin. uhartedi (de uharte ‘isla’). 18

20 21

Esp. bigote. Sin. xixta.

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bourmonita brookita browning bruzita bulkanizatu bungalow buxia citroën colt coulomb Cro-Magnon dagerrotipo daikiri dalia daltoniko daltonismo damasko damourita dandi dantesko dazita derbi diesel dionismo ditiranbo doberman dolomia dolomita domingotar22 Don Juan donatismo drabita dunita edipiko egirina eimeria einstenio elbaita epsonita 22

Esp. dominico.

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erbio erlang erotratismo errigodoi23 errimel erwinia escherichia eskandio eskodismo eskortzalita essexita estradibarius estraperlo estrontziana estrontzianita estrontzio eszevolismo euro europartu24 europio farad ferodo ferrari ford franklinio frantzio frantziskotar25 fuxia galbanizatu26 galbanometro galio gardenia gedrita gehlenita geiser germanio giardia 23 24 25 26

Esp. rigodón. Esp. europeizar. Esp. franciscano. Esp. galvanizar.

gibbsita gilbert gillotina ginebra goethita goliardo gorbata granadina greba27 grog guiot habanera habano hafnio halloisita hanburgesa harzburgita hedenbergita helio henry hermafrodita hermetiko hermetismo hertz heulandita holmio hortentsia indiano iterbio itrio jamesonita jansky jertsei28 kabotaje29 kalamina

kalbario kaltzedonia kamelia kanario kanibal kaolin30 kariatide karlista karlistada karnalita karniola karnotita karst karstiko karter katiuska kaxmir kimberlita kinzigita kixote kixote-31 kixotekeria32 klake klaxon klebsiella kleenex klementina kobalto kobre koktel kolonia kondoi koñak kordoban kotxe krameria 27 Esp. huelga. El origen de este galicismo está en el nombre de la kretona Place de la Gréve, en París, lugar de reunión de los huelguistas. 28 Esp. jersey. 29 Sin. itsasbazterreko (lit. ‘de la orilla del mar’).

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Sin. troska. Con función adjetival. Sin. kixotesko. 32 Esp. quijotismo. 31

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kurio labirinto lakoniko lando laumonita laurdalita laurentzio lawsonita leotardo lesbiana lewisita lherzolita lidita limburgita limusina lintxamendu33 lintxatu34 liparita listerismo lizeo lolita luxulianita magdalena magnesio magnesita magnetita magnolia maionesa makabeo makadam makiaveliko35 malassezia manikeismo manikeo marabedi maratoi 33 34 35

marxista masokismo masokista Matusalen mauser mausoleo mazedonia meandro melteigita mentore mercedes merkurio36 mesias mezenas mitridato mitxelin morfina mosaiko mugearita nagyagita nartzisismo nartzisista nartziso neisseria newton nikel nikotina niobio nitroglizerina nobelio nokardia nonio nontronita nylon obsidiana odisea oerstedio Esp. linchamiento. ohm Esp. linchar. Proponemos, frente a los diccio- ohmetro

narios consultados, la variante maquiavelotar, con sufijo euskérico.

onanismo onanista opel oppelia orfeoi organdi oscar ottrelita ozeano pabana palagonita panfleto paniko pantaloi37 panteoi paparazzi paskin pasteurella pasteurelosi pasteurizatu pelagosita peletierina pentladita pergamino38 pertxeroi peugeot pichichi pigeonita pireneita plutokrata plutonio plutonismo poise polixinela polonesa polonio popelin 37 38

36

Sin. zilarbizi (lit. ‘plata viva’).

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Esp. braga. Sin. larru paper (lit. ‘papel de piel’).

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porlan39 porsche praline prehnita priapitis proustita prusiato pulaskita puzolana puzosia raglan ramaphitecus randanita randia rayl rayleigh remington renault renio rhynia richtofenia riebeckita ringwoodita rockalita roentgen rudbeckia rutenio rutherford sadiko sadismo safismo samario

sanbenito sandwich satin saxofoi scheelita sedan sefardi sekuoia selenio selenita40 sevillana41 sibarita42 siemens sifili silimanita silueta skutterudita smithsonita sodomia sodomita tantalo tantzanita tarantula tekila telurio tennantita terbio tertulia43 tertuliakide44 tindalizazio tinguaita tobermonita tonalita 39 Sin. zementu. Porlan, en euskera, topazio tiene valor genérico (se aplica a todo tipo de cemento), mientras tremolita que el cemento portland (en español) es un tipo concreto de cemento. Este epónimo se explica porque el color del cemento portland se asemeja al de la roca natural de las canteras de la isla de Portland, en el condado de Dorset (Inglaterra).

tul tulio turkesa turmalina turroi45 tyuyamunita txarleston txaubinista ulexita urakan uralita uranio vaudeville volt voltmetro weber wolframio wollastonita wuchereria wulfenita xanpain xantilli yanki zarzuela zeilleria zeisatita zenkerismo zepelin46 zeremonia zeremonial zerio zinia zoisita

40

Referido al mineral. Referido al baile. Sin. luxuzale (lit. ‘aficionado al lujo’). 43 En País Vasco peninsular. 44 En País Vasco peninsular. Esp. tertuliano. 41 42

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45 46

Esp. turrón. Este término tiene en euskera dos significados: puede referirse tanto a un aerostato como, en argot, a una borrachera.

Deonomasticæ Vasconum Primitiæ

Cuando se trata de un personaje literario, un escritor o un artista en general del cual se deriva el adjetivo correspondiente, el euskera puede optar por tres procedimientos: - la composición: el nombre que pasa a funcionar como adjetivo no ve alterada su forma, pero se sitúa delante del núcleo nominal, como cualquier otro complemento del nombre. Ejemplo: kixote- [quijotesco]. Kixote-izaera [personalidad quijotesca]. - la derivación mediante el sufijo –(t)ar, ya analizado: kafkatar [kafkiano], cervantestar [cervantino], gregoriar [gregoriano], drakoniar47 [draconiano]. - el préstamo “en crudo”. Se adopta la palabra tal cual, incluido su sufijo. Ejemplo: kixotesko.

Deonomástica vasca incorporada al español Con frecuencia, en situación de lenguas en contacto, se recurre en español a la deonomástica vasca cargándola en ocasiones de un matiz peyorativo. He aquí algunos ejemplos: Echandía

Incluimos en este apartado un epónimo vasco aplicable, no solo al español, sino, por su carácter general, también a otras lenguas. Se trata de echandia (lit. ‘casa grande’), término analizado por Iribarren (1984, pp. 215-216). Nombre genérico que figura en la clasificación de Linneo para designar unas plantas de formas vistosas y aspecto elegante, según observa José María de Lacoizqueta en su Diccionario de los nombres euskaros de las plantas (Pamplona, 1888). El célebre botánico sueco puso ese nombre en memoria de su amigo pamplonés Pedro Gregorio Echandia, que fue profesor de la Universidad de Zaragoza, donde instaló un jardín botánico, y que gustaba obsequiar con esa clase de plantas a los amigos de su mayor estimación. Iñaki

Sorprendentemente, reciben este nombre, en el español hablado en el País Vasco, los vendedores ambulantes subsaharianos. Iñaki, antropónimo de gran raigambre en el País Vasco y propagado a otras comunidades autónomas, fue creado por Luis Eleizade y Sabino Arana en su Deun-ixendegi euzkotarra [Santoral Vasco] como equivalente de Ignacio, y posteriormente fue prohibido por el franquismo. Asimismo, algunos naturales de pueblos costeros de Cantabria lo aplican a los vascos (bilbaínos en su mayoría) que, en gran número, han adquirido en esa zona una segunda vivienda, en la que pasan fines de semana y vacaciones.

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Esta palabra, que aparece en diversos diccionarios, está mal formada (por influjo del español) teniendo en cuenta que deriva del legislador ateniese Dracón. Ateniéndonos a la morfología vasca, lo correcto sería drakondarra.

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Mari-Bistako**

Voz ya analizada en la primera parte del capítulo. Joshepa

En grafía vasca, Joxepa. Según indica Iribarren (1984, p. 302), “se dice en Pamplona de la moza o criada que es muy rústica o basta, por ser este nombre propio muy común en los pueblos de la Montaña”, es decir, los pueblos del norte de Navarra, de habla vasca. Y ello es debido a que muchas jóvenes de esa zona emigraban a la capital en busca de trabajo y solían encontrarlo en el servicio doméstico. Por razones obvias, se trata de una voz en desuso.

   Hemos abordado en este capítulo un tema poco trabajado hasta ahora (de ahí el título elegido, homenaje a la primera obra literaria vasca, Linguæ Vasconum Primitiæ, de Bernard Dechepare, publicada en 1545). Y hemos podido comprobar que el euskera tiene una enorme riqueza deonomástica, que hemos clasificado en varios grupos. Aquel al que más atención hemos prestado ha sido el denominado “deonomástica vascongada de raíces antiguas: epónimos de base antroponímica”. En él hemos observado tres características principales: — el antropónimo más productivo en deonomástica vasca es Mari. — el antropónimo masculino más productivo es Martin/Matxin. — los epónimos de base antroponímica sirven para expresar algo ausente de la morfología vasca: la marca de género. Como es bien sabido, en euskera, sustantivos y adjetivos presentan forma única, sin diferenciación de género (jakintsu significa tanto ‘sabia’ como ‘sabio’). Sin embargo, si introducimos, a modo de prefijo, el antropónimo mari, obtenemos un epónimo femenino, marijakintsu [marisabidilla]. Mari, además de género, aporta connotaciones peyorativas. El hecho de que exista un mayor número de epónimos femeninos que masculinos nos descubre una nueva manifestación de sexismo en el lenguaje. El listado de epónimos de base antroponímica que aquí hemos presentado no es ni puede ser exhaustivo, pues los hablantes lo van enriqueciendo día a día. De hecho, si bien algunos nombres (Mari, Pello, Anton, Martin) se han impuesto en este recurso léxico, en principio, pueden ser base de epónimos otros antropónimos que a juicio de los hablantes sean llamativos o humorísticos. Ese instinto lingüístico nos permitirá crear expresiones tales como las siguientes, que nos ofrece nuestro querido y admirado amigo Xabier Amuriza: Hemen dago gure Petra Zirin! [¡Aquí está nuestra Petra Excremento!]; Hi haz hi blas-kukua! [¡Vaya con el cuco Blas!]; Zer barri dakar Malen Guzurrek? [¿Qué nuevas trae Malen Mentira?]; Zelan dabil gure Tomas Boldro? [¿Qué tal está nuestro Tomás Fofo?]; Zer dio gure Katxin Zorrik? [¿Qué dice nuestro Cachín Piojo?]. Finalmente, respecto a la deonomástica vasca basada en préstamo léxico sin (apenas) adaptación fonético-morfológica, cabe decir que, frente a los puristas que en su momento

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negaron al euskera la posibilidad de recurrir al préstamo (léxico en este caso, pero no solo léxico, sino también sintáctico, etc.), el vascuence ha evolucionado como cualquier otra lengua: enriqueciéndose con sus recursos internos y acogiendo expresiones foráneas idóneas para dar cuenta de nuevas realidades.

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Karlos Cid Abasolo

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Deonomasticæ Vasconum Primitiæ

Gud-Jab (1996). X. Jad-Kop (1997). XI. Kor-Maj (1998). XII. Mak-Oal (1999). XIII. Oam-Peb (2001). XIV. Ped-Sua (2002). XV. Sub-Usu (2004). XVI. Ut-Zuz (2005), accesible en www.euskaltzaindia.net. Mujika, L. M., “Exozentrikoen aztarnak euskal hiztegian”, Cuadernos de Sección. Hizkuntza eta Literatura, 2 (1993), pp. 7-35. Perurena, P., Marasmus femeninus, San Sebastián, Elkar, 1993. Salaberri, P., Kamino, P. y Zubiri, J. J., “Goizuetako hizkera adierazkorra: biraoak”, Fontes linguae vasconum: Studia et documenta, 99 (2005), pp. 411-452. Sarasola, I., Zehazki gaztelania-euskara hiztegia, Alberdania, Irún, 2005, accesible en Internet: http:// ehu.es/ehg/zehazki/. Universidad del País Vasco - Euskal Herriko Unibertsitatea, Egungo Euskararen Hiztegia. http://www. ehu.es/eeh/. Urretabizkaia, A., 3 Mariak, San Sebastián, Erein, 2010.

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Deonomástica del español de América

Consuelo García Gallarín

Con el descubrimiento del Nuevo Mundo se abre una etapa de expansión del castellano1, coincidiendo con la instauración del ideario que legitimará o validará la plena emancipación de la lengua vulgar respecto del latín, aunque sin renunciar a los múltiples recursos que proporcionaban las lenguas clásicas, entre ellos la recategorización del nombre propio en nombre común. Se ha podido averiguar que existía ya una tradición respecto a este peculiar proceso de apelativización: los primeros testimonios del romance castellano están en conexión con usos latinos2; el procedimiento es bien conocido por otras lenguas e incluso se ha impuesto en la moderna terminología científica, aunque su formación no solo se circunscribe a este nivel de lenguaje, de alcance universal (watt o vatio, weber o weberio) sino a la lengua del coloquio (mariano ‘borrico’ en el siglo xix, Arequipa, según Malaret). En el Renacimiento italiano, las metáforas y metonimias deonomásticas constituyen uno de los principales resortes de innovación léxica3, pues los más doctos se inspiraban en personajes históricos para construir prototipos (mecenas), o buscaban información enciclopédica para dar nombre a nuevas realidades (mausoleo). Al vulgo le faltaba erudición para seguir este camino de la neología, por ello su principal contribución consistió en imponer antropónimos muy corrientes que designaran nuevas clases personales, nuevos objetos y nuevas especies: perico, juanete, gonzalete o periquillo ‘caperuza’, entre otros. Fue en el periodo clásico cuando aumentaron las lexicalizaciones que en principio fueron usos discursivos: 1

2

3

Sobre las consecuencias lingüísticas de la política exterior en la historia de la lengua española escriben C. Martínez Shaw, “La España moderna (1474-1700)”, R. Cano (coord.), Historia de la Lengua Española, Barcelona, Ariel, 2004, pp. 599-680, y antes Domínguez Ortiz, 2000, p. 118. En sus análisis sobre procesos deonomásticos en textos latinos, Francesca Dragotto y Paolo Poccetti (2008) destacan la existencia de árboles de acepciones: el teónimo Marte es sinónimo de ‘batalla’ (acepción que se conserva en el español clásico), 2. ‘modo de combatir’, 3. ‘espíritu bélico’, 4. ‘fuerza de las armas’, 5. ‘éxito de una batalla’. Por otra parte, la metonimia cumple funciones pragmáticas de carácter intencional tanto en latín como en romance. Valga como ejemplo el procedimiento del nombre de los autores por sus obras: Caesios, Aquinos, como en español un catón, etc. (he señalado estos y otros antecedentes en un trabajo presentado en el VIIICIHLE). El diccionario de La Stella (1990) y el más reciente de Wolfgang Schweickard (2009) enseñan que el italiano se ha adelantado a las demás lenguas románicas creando o transmitiendo léxico deonomástico: asfalto, artemisia, labirinto, mecenate, mausoleo, odisea, etc. son italianismos que han penetrado en otras lenguas.

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Consuelo García Gallarín

Godofredo. ‘jefe de una cruzada’ (apelativización basada en Godofredo de Bouillón). DOC. HIST.: tú, nuevo Godofredo, resucita la santa empresa con virtud (J. Rufo, Obras en verso, c. 1570-1596). DOC. CONT. era un Godofredo de Bouillon y su ejército una cruzada (J. Sierra, Evolución política del pueblo mexicano, México, 1900-1902). La interpretación de esta metáfora no habría sido posible sin información enciclopédica, pues no ha llegado a popularizarse ni en el periodo medio de la historia del español ni en tiempos más recientes. En realidad no son muchos los hablantes que conocen las hazañas de Godofredo al frente de la Primera Cruzada; el prototipo se ha construido mediante la selección de rasgos prominentes atribuidos al referente inicial y reconocidos en un conjunto. En general, la simplificación del modelo confirma que se ha olvidado la complejidad del personaje por el paso del tiempo y que es más fácil construir otros recordando datos históricos que hacerlo con referentes más cercanos a los designadores. DOC. CONT. Juega la nuestra y parece un Gardel futbolero (Clarín, 3/10/2000, Argentina, 2000). ¿Qué grado de lexicalización presenta el ejemplo anterior? Gardel es un modelo poderoso, un mito en la América latina, aunque, quizás por su cercanía, más complejo que otras figuras del pasado remoto (la imagen fílmica ha derivado en el estereotipo de un hombre elegante y amable, gran cantante). Las estadísticas, pero también la morfología y la sintaxis, indican que el proceso de lexicalización está avanzado4. DOC. CONT. En Argentina, el mayor elogio que se dedica a un jugador es decir que estuvo hecho un Gardel. Esnáider estuvo anoche en representante del “morocho del Abasto” y desde que empezó el partido mostró sus deseos de revancha y su decisión ante la portería contraria. Y además, alternó el frac con el overol (El Mundo, 12/09/1996: Fútbol. Liga de Campeones); le decían ‘Gardelito’ porque cantaba y tocaba la guitarra (El País, 04/10/2001, Uruguay). Hasta ahora se ha podido constatar que existe un vocabulario panhispánico de origen onomástico, que después ha tenido su propio desarrollo en cada territorio, bien por evolución semántica de voces tradicionales (juan, juana), bien por los distintos derivados o unidades pluriverbales que independientemente se han generado (juanillo, juancagado). Existe también una deonomástica característica del español americano y otra del español europeo, por ejemplo, el rodríguez es una figura muy española, la Academia lo define así: ‘Hombre casado que se queda trabajando mientras su familia está fuera, normalmente de veraneo’ (De Rodríguez, apellido, DRAE): “Frecuentaban en el estío los «rodríguez», maridos cuyas esposas e hijos pasaban tres meses de vacaciones” (La Vanguardia, 16/03/1995). En Bolivia el apellido García se aplica a otro tipo de trabajador: “Tiene por oficio servir bebidas y comidas en un restaurante o en una recepción social” (Academias, DiccAmer.). 4

Gardel. Nic. ‘Niño, muchacho’. 2. ‘Estudiante de nuevo ingreso’.

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Deonomástica del español de América

El estudio de la deonomástica del español de América ha requerido la clasificación de numerosos datos, siguiendo criterios extralingüísticos (cronología y distribución geográfica) y lingüísticos (formación de palabras, evolución semántica, etc.). El corpus con el que se ha trabajado proviene del CORDE, del CREA y de los conocidos diccionarios de Malaret (Diccionario de americanismos, 1925/1946, Lexicón de fauna y flora, 1970) y de Morínigo (Diccionario de americanismos, 1966/1985); estos datos han sido cotejados con los que proporcionan los diccionarios más recientes: nos referimos a los dirigidos por Günther Haensch y Reinhold Werner y al de las Academias (2010), coordinado por Humberto López Morales.

De España a América Hemos destacado que el español anterior al descubrimiento del Nuevo Mundo conocía las posibilidades léxicogenéticas del nombre propio; sin embargo, no serían suficientemente aprovechadas hasta el siglo xvi, llegando a alcanzar en el barroco su máximo nivel de funcionalidad. Paulatinamente se estaban afianzando en el idioma metonimias de origen onomástico, presentes en textos medievales y con continuidad hasta hoy (1.1), y después llegaron los usos ejemplares (1.2) o denominativos del nombre propio (1.3), característicos de los textos cultos del siglo xv, pero fue la metaforización, tanto de tipo erudito (1.4) como de raíces populares (1.5), la más importante fuente de neología deonomástica. 1.1. La metonimia cumple funciones pragmáticas de carácter intencional tanto en latín como en romance; desde luego es adecuada para expresar exclusividad o autoría, como se ha demostrado en la denominación de minerales, monedas y variedades de una materia. Contamos con datos de documentos medievales: Meneffi [metonimia]. Del octauo grado del signo de tauro; es la piedra a que llaman meneffi. Esta es fallada en tierra de egipto çerca de la ciudat a que dizen menef, onde ella recibe el nombre. Son piedras menudas & en cadauna a muchas colores de muchas maneras pero las que mas se y muestran (Alfonso X, Lapidario, c. 1250). En la nomenclatura geológica americana se puede apreciar el influjo analógico de unos términos en otros, por ejemplo en andesita y atacamita se reconoce la terminación asimilada por voces de esta nomenclatura: amazonita, alejandrita, andradita, ariegita, bauxita y otros minerales o rocas. Andesina. ‘Feldespato de alúmina’. Nombre alusivo a las montañas de los Andes, donde se ha localizado el feldespato principal de las lavas (DRAE, ManMi, MalaretDA, DiccGeo). Andesita. ‘Roca volcánica compuesta de cristales de andesina, que se encuentra principalmente en los Andes’.

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Atacamita. ‘Mineral cobrizo, de color verde, que se funde con facilidad, dando cobre’. Nombre alusivo a la provincia de Atacama, Chile, en donde fue encontrado originalmente (ManMi, MalaretDA). 1.2. El denominado “uso ejemplar del nombre propio” consiste en designar a una persona famosa con el fin de destacar el valor que se le atribuye5, produciéndose un efecto hiperbólico: un bruto, un achiles, un jonás, una magdalena, una penélope, etc., albergan en su leyenda algún episodio excepcional: Penélope [uso ejemplar]: “Mucho se preçian vuestras mugeres tener de su parte por exemplo de castidad una Penélope, una Lucreçia, Porçia, doña María de Toledo, y doña Isabel reina de Castilla (C. de Villalón, El Crótalon de Cristóforo Gnofoso, c. 1553-1556). En América: Hernán Cortés [uso ejemplar]: Cuando yo era mancebillo daba por seguro llegar á ser algún día un Hernán Cortés ó un Gonzalo de Córdoba (E. Larreta, La gloria de don Ramiro. Una vida en tiempos de Felipe Segundo, Argentina, 1908). 1.3. El nombre propio se pluraliza cuando designa a un grupo de personas homónimas, que no son tratadas individualmente. Contamos con antecedentes latinos y romances. Este uso es plenamente onomástico, puesto que vale para identificar a los miembros de un linaje (los brutos) o a personas homónimas sin otra relación de parentesco (las marías). Es la forma de expresar las variedades de un conjunto, pues el plural del nombre propio conlleva modificar el uso individual por otros con un sentido colectivo. Augustos [uso denominativo]: en Gayo començaron los Augustos y en Nero se acabaron los Césares (A. de Guevara, Epístolas familiares, 1521-1543), los arcos triunfales de los Augustos de Roma (D.A. Velásquez de Velasco, El celoso, 1602). Las Marias son muy frias/ y de puros celos rabian,/ las Franciscas vocingleras,/ perezosas las Tomasas,/ las Isabeles altivas (anón., Las 299 novias por 5 céntimos, c. 1850-1900). En América: Luises, Isabelas [uso denominativo]: Dime agora ¿por qué llaman a los Franciscos, Panchos; a los Luises, Luchos; a las Isabelas, Chavelas, y a las Gerónimas, Chombas; y así a los demás? R.- Lo primero, por no decir verdad; lo segundo, por no nombrar los santos (Mogrovejo de la Cerda, La endiablada, Perú, 1630). 1.4. Hemos comprobado que un nombre propio puede transformarse en nombre común y adquirir un contenido conceptual mediante la selección de propiedades de referentes iniciales. También sabemos que las metáforas de origen onomástico se multiplicaron en el siglo xvi, aunque este tipo de neologismo no alcanzó la máxima originalidad y 5

He analizado estos usos del español antiguo en El nombre propio. Estudios de Historia Lingüística Española, PatRom, Madrid, 1999, pp. 47-50.

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eficacia comunicativa hasta el Barroco; a menudo dicha operación lingüística era un alarde de erudición, pues ciertos usos discursivos requerían saberes enciclopédicos que solo los letrados poseían, lo que no impidió que algunas de estas metáforas cultas se popularizaran, por ejemplo “ser un alexandre”: DOC. HIST. Metaphora es cuando por alguna propriedad semejante hazemos mudança de una cosa a otra como diziendo es un leon. es un alexandre. es un azero por dezir fuerte & rezio. & llama se metaphora que quiere dezir transformacion de una cosa a otra (A. de Nebrija, Gramática castellana, BNM I2142, 1492). Celestina. Pues, en mi alma, que yo sé que no lo quieres mal; y no me maravillo, porque un hombre que en dispusición no tiene par, y en gracia no es nacido otro, después desso un Alexandre en franqueza y un Héctor en fortaleza (F. de Silva, Segunda Celestina, 1534). En América: DOC. HIST. Parecía un Alexandro (B. de Torres, Crónica Agustina, Perú, 1657); tocante a las manos es un Alejandro en puño (J. Hevia Bustos, Vejamen al doctor Antonio Coronel, Perú, 1685). Otros apelativos del mismo origen: Acates. ‘Persona muy fiel’ (Por alusión a Acates, fiel amigo de Eneas). DOC. HIST. Descubrióme, por habérsele ido un Acates suyo, el modo de su gandaya, el provecho que sacaba della y de la suerte que disponía su enredo (anón., La vida y hechos de Estebanillo González, 1646). En América: DOC. HIST. Viólo; y de un joven que obediente imita/su ejemplo, y de su lado entonces era/Acates fiel (H. Domínguez Camargo, San Ignacio de Loyola, Colombia, 1659). Adán. ‘Hombre desaliñado, sucio o haraposo’. 2. ‘Hombre apático y descuidado’ (Del lat. bíblico Adam, y este del hebr. ādām, Adán, personaje bíblico). DOC. HIST. Prometían deuociones, / fingían necessidades, / en hábito de culebras / engañando mil Adanes (L. de Góngora y Argote, Romances, 1580-1627). En América: DOC. HIST. siglo xvii: limpiándose en cada ojo Adanes por legañas (H. Domínguez Camargo, Lucifer en romance…, Colombia, 1652). Siglo xix: aún no habían recobrado los Adanes sus vestidos (V. Pérez Rosales, Recuerdos del pasado (1814-1860), Chile, 1882). Siglo xx: tú eres capaz de presentarte allá, hecho un Adán, y de botar hasta los calzones (T. Carrasquilla, La marquesa de Yolombó, Colombia, 1928). Era un Adán en un paraíso (A. Mejía Nieto, Relatos nativos, Honduras, 1929). Adonis. ‘Joven hermoso’ (de Adonis, personaje mitológico, por alusión a su hermosura). DOC. HIST. un Adonis caldeo (L. Góngora y Argote, Romances, 1580-1627), en palacio un Adonis (G. Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada, 1595).

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En América: DOC. HIST. lo vino a reducir a un Adonis mismo (J. de Carvajal, Relación del descubrimiento del río Apure, Venezuela, 1648); Nació un Marte en un Adonis (J.I. de la Cruz, México, c. 1666-1695); buen mozo y gentil como un Adonis (Facundo, Historia de Chucho el Ninfo, México, 1871). 1.5. La deonomástica popular ha seguido su propio curso al otro lado del océano. Desde el siglo xvi emergen en la documentación, literaria y no literaria, antropónimos muy comunes recategorizados en sustantivos: juan, perico, maría o mari, etc. Con ellos se renombraba la realidad ya clasificada o se identificaban nuevas clases. En la evolución del léxico deonomástico de América han intervenido varios factores semánticos y morfofonológicos: a) Las denominaciones “apreciativas” de clases de animales, personas, plantas o cosas no solo consistían en dar forma diminutiva a un vocablo tradicional por lexicalización o analogía, sino en aplicar antropónimos muy frecuentes a dichas clases. Tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, los españoles tuvieron que buscar en su propio código lingüístico los nombres de las nuevas realidades que se encontraron allí, y una de ellas fue un animal al que llamaron perico ligero (1), unidad pluriverbal con la que distinguieron a este mamífero desdentado del pájaro perico (2). Así, juan y perico han intervenido en procesos de relexificación de realidades desconocidas en la metrópoli y han experimentado un considerable desarrollo semántico (perico: 1. Planta. 2. Animal, etc.). Su productividad en el español americano se ha incrementado considerablemente por la posibilidad de que un mismo antropónimo participe en la formación de distintas unidades léxicas: perico ligero es burlesco, al menos así interpretan las crónicas su origen: DOC. HIST. Perico ligero: “papagayos y micos y otros animalejos que llaman perico ligero que tienen unos hociquillos largos y las colas muy largas y son animalejos torpes en su andar” (Juan de Betanzos: Suma y narración de los incas, 1551). Perico ‘pájaro’: “y traían al cuello sartas de codornices, pericos pequeños y otros diferentes pajaritos” (A. Tello, Fragmentos de una historia de la Nueva Galicia, México, c. 1650). Del frecuentísimo nombre propio Juan surgieron en la España de los siglos xvi y xvii, y después en América6, numerosos neologismos: Juan danzante, Juan de espera en Dios, Juan de la calle, Juan soldado, Juan trocado, Juan vainas, Juan dorado, etc. Son paralexemas formados a partir de la recategorización de distintas fórmulas denominativas, similares a las antroponímicas de Juan + apellido: juan sabroso. Venezuela. ‘postre elaborado con batata’.

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Las características que pueden ayudar a reconocer estas locuciones son: la falta de autonomía de un componente, la imposibilidad de conmutar un componente y la imposibilidad de separar los componentes (Marilyn Montalvo, 2005, pp. 157-168).

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En este caso el segundo constituyente evoca las motivaciones que justifican su aplicabilidad a realidades vinculadas a diferentes campos: flora (1) fauna (2) y tipos personales (3): (1) flora Juan Alonso. Perú. ‘Planta medicinal. Xanthium ambrosioides’ (MalaretLx). Juan Caliente. Cuba y Puerto Rico. ‘Arbusto de ramas largas y flexibles. Rourea glabra; frutescens’ (MalaretPR, MalaretLx). Juan de la Cruz. Cuba. ‘Árbol de la isla de Pinos. Granderia spinosa’ (MalaretLx). Juan de Noche. México. ‘Nombre vulgar mejicano de una planta solanácea, cultivada en jardinería’ (SantaMDiccM). Del n. p. Juan. Juan de Vargas. Puerto Rico. Planta herbácea anual, de hasta 3 m de altura, con tallo rojizo, hojas alternas… (MalaretLx; AcademiasAmer). Juan de la Verdad. Panamá. ‘Verbenácea Aegiphita martinicensis’ (MalaretLx). Juandiego. México. ‘Nombre vulgar que en algunas regiones se da al ojite, ojoche u ojuche, ox, capomo, ramón, apomo o maseco, planta morácea, y su fruto’ (SantaMDiccM). Juangarrote. Colombia. ‘Árbol de dulces frutitas moradas. Coccobola neogranatensis’ (MalaretLx). Juan Grande. Argentina, Uruguay. ‘Jabirú’. Juaninfante. ‘Nombre vulgar que se da, en varias partes, a una planta indígena, también conocida por cuereri y juriripitacua (Michoacán); perteneciente a la familia de las leguminosas’ (SantaMDiccM). Juanilama. Honduras, El Salvador, Costa Rica, ‘pitiona’. Juan Lanas. En Colombia, ‘planta cuyas semillas se emplean contra las larvas de los ganados’ (MalaretLx). Juan Pan. República Dominicana. ‘Árbol de pan’. Juan Prieto. República Dominicana. ‘Árbol maderable’ (MalaretLx), ’yaití’ (Academias, DiccAmer.). Juan Primero. Santo Domingo. ‘Árbol maderable’ (MalaretLx). Juan Tomás. Puerto Rico. ‘Arbusto autóctono, de hasta 8 m de altura, de tronco fino y corteza gris’. (2) fauna Juancagado. Honduras. ‘Gavilán blanco’. Juanchiciro. Puerto Rico. ‘Pecho amarillo’. Juan - chiví. Puerto Rico y Cuba. ‘Pájaro de hasta 16 cm de longitud, ojos grandes y cola ahorquillada’ (MalaretPR, Academias, DiccAmer). Juan - chiviro. Argentina, Uruguay. ‘Pájaro de hasta 16 cm de longitud, de pico corto y grueso, cabeza parda, dorso aliváceo y pecho amarillo’ (Morínigo, MalaretLx, Academias, DiccAmer). (3) tipos personales Juan sin cielo. Ecuador. ‘Personaje sufridor que simboliza al pueblo’. Juan Cuerdas. México. ‘prototipo de todas las excelencias’ (Malaret). Juan del pueblo. Honduras, El Salvador, Nicaragua, Bolivia, Uruguay. ‘persona cualquiera, sin identificar’.

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b) La historia del nombre común juan nos ha orientado sobre el amplio desarrollo polisémico de estas metáforas; también las de domingo o dominguillo, maría, perico, martín, etc., que son nombres de animales, plantas, tipos personales y objetos. María, marica, mariquita designan a animales (1), cosas (2), plantas (3) y tipos personales (4): 1. Marica ‘urraca’ (pájaro). Mariquita ‘perico’ (ave trepadora). 2. María ‘moneda de plata que mandó labrar la reina Mariana de Austria’. Argentina, Mariquita ‘baile popular’. 3. Árbol de María. María (palo maría). México y Colombia, ‘Árbol de las gutíferas, que produce la sustancia llamada comercialmente resina de María, o bálsamo de María. También se le dice leche María, leche de María, varillo cimarrón, etc.’ (SantaMDiccM). En Antillas, Ecuador y Venezuela, ‘árbol coposo cuya madera sirve para leña’ (MalaretPR, MalaretLx). María es un antropónimo frecuentísimo, que ha permitido la identificación de lo individual (nombre propio) y de lo clasificable (nombre común), principalmente tipos sociales, animales y plantas, de las que se recuerdan las siguientes: María de nueva Granada (Colmeiro), María-escoba (DiccPA), Mari del Brasil (Colmeiro), Marianinha del Brasil (Colmeiro), Marimoña (Colmeiro). María- prieta. Argentina, “Diatenopteryx sorbifolia; Melanoxylon Brauna; Conecium parasiifolium” (MalaretLx). 4. Marica y mariquita ‘hombre afeminado’. Perico es nombre de animales (1), objetos diversos (2), plantas (3) y tipos personales (4); en referencias personales se aplica también como disfemismo: Perico o periquito ‘ave trepadora’. (2) Perico ‘especie de tocado’, también ‘abanico grande’. En Colombia significa ‘cortado’ (café con algo de leche). En Nicaragua ‘hoyuelo de las mejillas’. Pericos: en Colombia ‘huevos revueltos’. (3) annade simjente de la yerba que es dicha perico (anón., Traducción del libro de recetas de Gilberto, c. 1471). (4) Perico ‘mujer que gusta de callejear’, de donde pericotero (Aragón) y periquear (Castilla-La Mancha). Pericu ‘niño que no suele estar quieto’. En el español de América se ha ampliado considerablemente el número de acepciones: en Nicaragua ‘aprendiz’, en Colombia y Ecuador ‘borracho’, en Guatemala, México, Puerto Rico y Venezuela se ha empleado como adjetivo con el significado de ‘locuaz, charlatán’. En Honduras significa ‘locutor de radio’, en Bolivia ‘persona que repite de memoria lo que ha oído’, en Chile ‘persona joven’ (MalaretDA, Morínigo, Academias, Diccamer.). Martín es nombre de animales (1), personas (2) y acciones (3): Martín ‘mono’ en Bolivia (Academias, DiccAmer.), martín caballero ‘ave’ en el Salvador (ibídem). (2) Martín ‘hombre elegante’ en República Dominicana (ibídem). (3) Martín callado ‘castigo que se da a un hijo’ en Honduras y El Salvador (ibídem). c) El léxico deonomástico se ha empleado con prodigalidad en América como recurso de interdicción; esta tendencia se suma a la que se había ido afianzando en España durante los siglos xvi y xvii para evitar la dureza del vocabulario de los defectos personales, del delito y de lo escatológico. Así, el lenguaje de germanía convirtió el nombre propio Juan

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en un sinónimo de ‘cornudo’, pero también de ‘bobo’, como Juan Blanco (AlonsoHLéxMar). Siglos después, juana sería un eufemismo característico de Colombia, sinónimo de ‘mujer que frecuenta los cuarteles’, ‘mujerzuela’, por extensión de juan, que en Bolivia y México significaba ‘soldado’: y si al mismo Juan una Juana se entrega por modo brutal y palpita la bestia humana en un solo espasmo sexual, Juan Lanas, el mozo de esquina, es absolutamente igual al Emperador de la China: los dos son el mismo animal (José Asunción Silva, Obra poética, Colombia, 1880-1895).

La sustitución de voces malsonantes o descalificadoras por alguna de estas metáforas es recurrente en el español de América. Prueba de ello son las abundantes lexicalizaciones que encontramos en los principales diccionarios: Juambimba. Venezuela. Personaje ficticio que representa al venezolano común. 2. Venezuela. Persona simple o mentecata. Pop. (Academias, DiccAmer.). Juan Bobo. Nicaragua, República Dominicana. ‘Tonto’ (ibídem). Juan Bolas. Uruguay. ‘Persona haragana’ (ibídem). Juan Caballo. Guatemala, El Salvador. Referido a persona significa ‘tonto’ (ibídem). Juan Vainas. Puerto Rico y América Central. ‘Hombre apocado, sinónimo de Juan Lanas en el español de Europa’ (MalaretDA, Pérez-Rioja, 42; ibídem). Juan Vendémela. Honduras. ‘Persona irresponsable’ (ibídem). Juana tres cocos. Chile. ‘Mujer poco femenina’ (ibídem). Juanaboba. Puerto Rico. ‘Mujer tonta, ingenua’ (ibídem). Juanacas. Adj/sust. Costa Rica. ‘hombre simplón’ (ibídem).

En la interdicción se fundamenta la formación del léxico de argot: Juan caliente. ‘látigo hecho con ramas de la planta del mismo nombre’ (MalaretPR), bertolda. El Salvador. ‘Prisión, cárcel’ (Academias, DiccAmer), bartolina. Cuba, El Salvador y Honduras, ‘Calabozo’ (ibídem). Panamá chico. Perú. ‘Entre malhechores, la cárcel’ (MalaretDA). Pero por más juan caliente -Que le arrimaba ar manchao (Dr. Alonso, a. 1849, cit. por M. Álvarez Nazario, 1990), con una alcoba segura -y un trozo de juan caliente -se curó más de un demente -que se juzgaba sin cura (R. del Valle, Poesías, 1921, p. 145). Lo tenían en la bartolina (M. Barnet, Gallego, Cuba, 1981); y en vez de la ventana de bartolina tenía una puerta al interior (G. Cabrera Infante, La Habana para un infante difunto, Cuba, 1986); 20 días de encierro en bartolina (F. Picó, El día menos pensado. Historia de los presidiarios en Puerto Rico, 1994.

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Bartolina pertenece a una cadena léxica cuyo origen se encuentra en la metáfora bartolo ‘persona tonta’ en Venezuela, Bolivia, Argentina (sust./adj.), de donde bartolear ‘hacer algo de forma improvisada’ (Argentina), 2. ‘haraganear’ (Chile), bartoleo ‘pereza en la forma de actuar’ (Chile). Despistar a los inspectores en su diario bartoleo por las calles céntricas (Revista Hoy, 06-12/01/1997, Chile). Sin duda, algunos casos más que eufemísticos resultan disfemísticos: Julieta. El Salvador. ‘Hombre afeminado’ (Academias, DiccAmer.). Joseadora. Puerto Rico. ‘Prostituta’, porque josiar es ‘practicar la prostitución’ (Academias, DiccAmer.). Lola. El Salvador. ‘Prostituta’ (Academias, DiccAmer.). Manuelero. Guatemala, El Salvador, Nicaragua. ‘Persona que se masturba’ (procede de manuela ‘mano’). Manuelada ‘Masturbación’ (Academias, DiccAmer.).

d) Uno de los hechos que confirma la recategorización del nombre propio y la subsiguiente lexicalización es la aparición de derivados: juanesca. Ecuador, ‘guiso que se prepara con pescado’, juanetazo. 1. República Dominicana, Puerto Rico, ‘golpe fuerte’. 2. Puerto Rico y Santo Domingo. ‘trago de licor’. Pericote. Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú. ‘Ratón’ (MalaretDA, MalaretLx). Numerosos apelativos del español americano, creados por asociación de nombres muy frecuentes con clases de animales, personas o cosas, tienen forma diminutiva: juanilla, en Puerto Rico ‘icaquillo, arbusto y fruto’; juanillo, en Perú ‘propina, gratificación, soborno’; juanita, en México y Honduras ‘juana, marihuana, droga’; 2. ‘coleóptero de hasta 2 cm de largo y color negro con reflejos rojizos’; 3. Argentina ‘cabeza amarga’. El éxito del procedimiento no solo se ha producido en el español de América ni es exclusivo del vocabulario deonomástico, pues este tipo de neología cuenta con antecedentes latinos y ha tenido continuidad en las lenguas romances7. Hemos de tener en cuenta que los conceptos están expuestos a modificaciones graduales y que el diminutivo contribuye a expresar la variación sémica, incluso cuando el sufijo está determinado semántica y sintácticamente por la base. Otras metáforas de origen onomástico (marica, perico, periquillo) ejemplifican la expresividad humorística, incluso apreciativa, sin que se cierre la posibilidad de dar un tratamiento científico a la misma realidad. flora [siglos xix y xx] Aguedita. ‘Árbol americano de la familia de las Anacardiáceas, de cinco a siete metros de altura, con flores de cinco pétalos…’ (DRAE). Dominguilla. ‘planta plumbaginácea’ (SantaMDiccM). Dominguillo. ‘Nombre vulgar que se da a la chirca de América Central’.

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Trato de esta cuestión en “Derivación, lexicalización y analogía: el caso de los diminutivos”, en Ex admiratione et amicitia. Homenaje a Ramón Santiago, I, Ediciones del Orto, 2007, pp. 501-522.

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Juanita. ‘Nombre popular que se da a la marihuana’. Juanita ha de ser un parónimo del segundo componente de mariguana o marihuana. 2. En Colombia, ‘hierbecita de florecillas blancas’. 3. En Colombia, ‘campanulácea ornametal’ (MalaretLx, SantaMDiccM.). Ramoncillo. Puerto Rico. “Árbol de 30 pies de altura, de madera de color blanco veteado. Trichilia pallida”. Del n. p. de varón (MalaretLx). Teresita. Colombia. “Solanácea de flores azulinas que se propaga mucho. (Browalia elongata)”. Del n. p. de mujer, Teresa (MalaretLx). fauna [siglos xix y xx] Angelita. Colombia, Paraguay. ‘Abeja silvestre, pequeña sin aguijón y es muy domesticable. Virginita’ (Academias, DiccAmer.). DOC.HIST.: “En esta misma temporada Dios crió la abeja angelita” (J. Buitrago, Pescadores del Magdalena, Colombia, 1938). Catalineta, Catalufa o Cataluja. ‘Pez de unos 30 centímetros de largo, color amarillo con fajas oscuras…’ El cubano catalufa, cataluja, como nombre del pez también llamado Catalineta, deriva del n. p. Catalina (Corominas, p. 920; MalaretLx). Dominguito. ‘Nombre vulgar de un pajarillo de la clase de los fringilídeos. Chrysometris forreri’ (SantaMDiccM, Academias, DiccAmer.). Dominiquito. México. ‘Bacal, avecilla’ (MalaretLx). Gonzalito. Venezuela. ‘Pájaro cantor, de color amarillo alternante con negro’ (MalaretLx; Academias, DiccAmer.). Isabelita. Colombia, Cuba y México. ‘Pez acantopterigio poco apreciado. Holocanthus ciliaris, tricolor; Angelichthys ciliaris’ (MalaretDA). Juancito. México. ‘ardilla de hasta 23 cm, de larga cola y orejas pequeñas’. Juancito. ‘Nombre vulgar que en la Baja California, se da a un roedor propio de la región (Spermophilus harrisii)’ (SantaMDiccM). Juanchi. Guatemala. ‘Especie de gato montés’ (MalaretLx). Martineta. Argentina, Bolivia y Perú. ‘Ave timánida que constituye el principal atractivo de los cazadores, por su tamaño y por la calidad de su carne. En Uruguay se le llama también perdiz grande y tiende a desaparecer rápidamente por la causa expresada’ (GuarnieriRPl, MalaretLx). Perico. ‘Ave trepadora, especie de papagayo, de unos 25 cm de altura, con pico róseo, ojos encarnados de contorno blanco, manchas rojizas…’ (DRAE; Morínigo; Corominas, 491; SantaMDiccM; MalaretPR; MalaretLx). Diminutivo de Pero, por Pedro, con el cual se llamaba al papagayo. Periquito, -ta. Antillas, Perú y Venezuela. ‘Ave’. Véase Perico (MalaretPR, MalaretLx). Sanchito. México. ‘El animal no criado por la madre’ (Morínigo).

En otros campos léxicos: Carlitos. Argentina. ‘Sándwich de pan de miga tostado, con jamón y queso. 2. Argentina. ‘Sándwich con jamón, queso y manteca o mayonesa’ (Academias, DiccAm.). Juaniquillo. Venezuela. ‘Hombre afeminado’ (MalaretDA). Perico [vehículo]. ‘Alguna vez se llamó así en la ciudad de Méjico a los tranvías de segunda clase que se pintaban de verde’ (SantaMDiccM).

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Perico [alimentos]. Venezuela. ‘Tortilla de huevos con cebollas. 2. Huevos pericos. Venezuela y Colombia. Huevos revueltos (MalaretDA). 3. Colombia. Café con un poco de leche servido en taza pequeña (DRAE). De Pero, Perico. Mariquita. Cuba. ‘Miel o almíbar mezclado con queso fresco’ (MalaretDA).

El uso de -ito, -illo o -ico es compatible con otros recursos especificadores: Pablito sin almorzar. Bolivia. ‘Apodo corriente que designa a un hombre perezoso y despreocupado’ (DiccBol).

La lexicalización afecta a denominaciones que conservan el tratamiento. Son numerosos los apelativos con don o doña, san o santa integrados en unidades pluriverbales. flora [siglos xix y xx] Doncenón. Colomb. ‘Leguminosa de jardín. Lathyrus odoratus’ (MalaretLX). De don y el n. p. Zenón. Dondiego ‘Planta de la familia de las nictagináceas, con flores blancas. Es originaria de Perú…’ (DRAE; Corominas, p. 531; SantaMDiccM; MalaretLx; DiccAgr). Los especialistas distinguen el dondiego de día y el dondiego de noche (Colmeiro). DOC.HIST. “Lo mismo digo del Cola, que le estrozaron el dondiego de noche…” (Revistas, 239) [1883] (El periodismo taurino), “e distintos colores del dondiego de noche” (Justo Egozcue y Cia, Discurso leído ante la real academia de ciencias exactas, 1893). Donjuán, don juan. México. ‘Arbusto de tallo verdoso y flores en panículas’ (Academias, DiccAmer.). Donjuán de noche (Colmeiro). “En el noroeste de Méjico, llaman así al tabaco cimarrón o falsa marihuana, Nicotiana glauca, planta solanácea” (SantaMDiccM). También es llamado Dondiego. Sinonimia cast., dondiego, diego, donjuán de noche, maravilla de noche, maravilla de Indias, jazmines de Méjico, bella de noche, buenas tardes, flor de Panamá, trompetilla, arrebolera, suspiros; port., boasnoites, maravilhas; jalapa bastarda, jalapa menor, herba triste; cat., flor de nit. (Pío Font Quer, Plantas Medicinales. El Dioscórides Renovado, 1962). Doña Juanita. México. ‘Otro nombre de la marihuana’ (MalaretLx). Don Tomás. Puerto Rico. ‘La planta Jatropha multifilada’ (MalaretLx). Sampedro. Cuba. ‘Nombre de algunas orquídeas del país. 2. ‘Nombre de varios bejucos’ (Morínigo). Sandiego. Cuba. ‘Planta amarantácea de jardín, con flores moradas y blancas que tardan mucho tiempo en marchitarse’ (Morínigo). Sanjuanera. ‘Mata leñosa cuyas ramas se sostienen sobre otros vegetales. Forsteronia corymbosa’ (MalaretPR). DOC.HIST. “Sanjuaneras y amapolas -la niña trae en las manos”. (J.J. Dávila, Nuevo Cancionero de Borinquen: La cruz de mayo, 1872). Santa Juana. Cuba. ‘lágrima de san Pedro’ (planta). Santa María. ‘Planta de florecillas azules que se extiende por los prados. Parthenium histerophorus. También llamada Hierba del soldado’ (DiccAgr, MalaretPR). DOC.HIST. “Los campos verdes se motean de azul con la Santa María”. (L. Villaronga, “La Santa María”; de El Mundo, 27 de diciembre de 1936). Santarrita. Argentina. ‘Enredadera de flores moradas, muy decorativas’ (Corominas, 155; Morínigo). fauna [siglos xix y xx] San Antonio verde. Uruguay. ‘Alfilerillo, insecto’.

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Sanjorge. Argentina. ‘Nombre de un insecto de color azul, destructor de langostas y tarántulas’ (Morínigo, DiccBol).

En otros campos: Donsantiago. Chile. ‘Instrumento usado en los trabajos de las vías férreas para arquear o quebrar rieles’ (MalaretDA). Sampedrillo. Santo Domingo. “Negro muy feo” (MalaretDA). Sanjuanito. Ecuador. ‘Baile popular de la Sierra’. 2. Ecuador. Música con que se acompaña (DRAE). Santiaguitos. México. ‘Caracoleos del caballo’ (Malaret).

Los hipocorísticos también intervienen en el cambio NP >NC: Marijuana. México. ‘Mariguana’ (MalaretLx). Marilópez Cuba, Puerto Rico y México. ‘Planta silvestre de hojas lanceoladas, flor inodora, amarilla, de cinco pétalos con una excrecencia central’ (Morínigo, Colmeiro, MalaretPR, MalaretLx). Chancho. América. ‘Cerdo’. Proviene de Sancho, nombre propio de persona, que en el siglo xvii se aplicaba como apodo a este animal. En algunas localidades navarras también se usa chancho con este significado (BuesaLexEA, Iribarren).

DOC. CONT. Pero está visto que el arte y la bolsa son enemigos mortales, como los chanchos y las margaritas (M. Vargas Llosa, La tía Julia y el escribidor, p. 115). Formaciones verbales del español de América: Cantinflear. México. “cantinflear es el verbo de Cantinflas” (ABC, 03/12/1983). Juanchear. Colombia, ‘ir de picos pardos’. En la costa Atlántica, tener uno su juancho significaba en el siglo xix ‘tener su enamorado, su galán’ (Malaret). El significado de este verbo se vincula al de juana, en Colombia ‘mujerzuela’. Lolear. Chile. ‘Comportarse como lolo’ (Academias, DiccAmer.), de donde loleo. Sanjuanear. México. ‘Zurrar, golpear’ (MalaretDA). Jesusear. Guatemala. ‘Calumniar’ (MalaretDA, BatemanNPesp). 2. ‘Repetir varias veces el nombre de Jesús’.

e) Algunos vocablos aparentan formalmente un origen onomástico, pero son parónimos creados por similitud formal con otras palabras; no se descartan otras relaciones etimológicas, pues en la práctica estos juegos léxicos son posibles si dos vocablos de la misma raíz se han disociado en la conciencia del hablante. Este tipo de creación aporta originalidad al lenguaje humorístico, es una manifestación de ingenio lingüístico y resulta muy apropiado para evitar palabras tabú. Hemos de añadir que bastantes casos de paronimia no pertenecen a la lengua estándar sino a variedades diatópicas. Agapito. Cuba, obs. ‘Pequeña reunión familiar’ (Academias, DiccAmer.). Podría ser un parónimo que adapta el sustantivo ágape por analogía con el n. p. Agapito. Daniel. Venezuela. ‘Dado’ (MalaretDA). Parónimo que resulta de relacionar el sustantivo dado con el n. p. Daniel. Federico, Federica. Adj. coloq. Cuba, El Salvador, Guatemala y México. ‘Dicho de una persona: muy fea’ (podría ser un eufemismo modificado por analogía con el n. p. Federico).

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Juana. México, El Salvador. ‘Marihuana’. Pop, fest. (juanita). Doña juanita. Juanacastle. México. Guanacaste (Academia, DiccsAmer.). Luisón es un parónimo por transformación de lobisón en Paraguay y Argentina (del port. Lobisomem ‘hombre lobo’. Academias, DiccAmer.). Manuela: Guatemala, El Salvador, Nicaragua. ‘Mano’ (Academias, DiccAmer.).

No es seguro el origen de chabela y sus derivados: podría ser chaval (véanse chavalear y chabelear), o tal vez el italianismo chaveta, pero ambos asociados al hipocorístico americano de Isabel: Chabela. Adj. Honduras, El Salvador, Nicaragua. ‘Referido a cosa, de mala calidad’ (quizás sea paronomasia del italianismo chaveta). 2. El Salvador. ‘Referido a cosa, usada’. 3. Guatemala. ‘Esqueleto que sirve de emblema a los estudiantes de la Universidad de San Carlos para su celebración carnavalesca de la Huelga de Dolores’. 4. Honduras. ‘Referido a persona, tonto, de poco entendimiento’. DERIV. Chabeleado. Adj. Referido a un aparato, usado. Chabelear. El Salvador. ‘Usar o manosear algo que es nuevo, en especial vehículos o piezas de repuesto’. El Salvador. ‘Sustraer gasolina de un vehículo que está en reparación en un taller’. El Salvador. ‘Hacer una imitación, generalmente de mala calidad’. Chabelero,-a. 1. Sust/adj. El Salvador. ‘Persona mentirosa’. 2. ‘Persona que falsifica algo’. 3. El Salvador. ‘Persona copiona o imitadora’. Chabelo -a. Hon, Nicaragua. ‘Referido a un producto, de mala calidad’. 2. Es evidente que una parte del léxico deonomástico es originario del español de América, pues cada comunidad ha elegido sus referentes (héroes, antihéroes y lugares) conforme a la experiencia y la sensibilidad del alma colectiva. Barzola. Bolivia. ‘Mujer violenta y agresiva’ (DRAE). DOC. CONT. “No se meta con ella, es una barzola” (Moema Viezzer, Si me permiten hablar..., Bolivia, 1977). Bastantes españoles necesitarán información enciclopédica para interpretar este bolivianismo; sus creadores se han inspirado en una revolucionaria de mediados del siglo xx oriunda de este país. La transformación del nombre propio en nombre común no solo ha sido iniciativa de los más cultos sino consecuencia de la creatividad de hablantes no especializados, incluso analfabetos: bastantes especies de la fauna y la flora americanas se identifican con nombres de personajes o lugares, y frecuentemente con variantes de antropónimos muy corrientes (Pedro, Juan, María) o con fórmulas denominativas que los contienen; así mismo los hablantes americanos han seguido la misma tendencia al nombrar objetos y tipos personales, en este campo la clase queda determinada por rasgos que aportan figuras de la historia universal, pero también otras de la historia local. fauna [metonimias, metáforas] Bagual. Argentina, Bolivia, y Uruguay. “Potro o caballo no domado”. De Bagual, cacique indio argentino (Morínigo). Chancho. América. ‘cerdo’. 2. América. ‘puerco’ (hombre sucio). (De sancho, DRAE).

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Gonzala. Colombia. ‘El ave Ara arauna’ (MalaretLx). Julián-chiví. Puerto Rico y Santo Domingo. ‘Avecilla con la parte superior olivácea, el vientre blanco gris, garganta blanca, ojo rojizo… Vireo latimeri, Baird’ (MalaretLx). Lucía. Colombia. ‘La avecilla de huevos azules. Crotophaga ani. Variante: Lucío’. Del n. p. de mujer Lucía (MalaretLx). Luisa. Bolivia. ‘Oveja’ (Academias, DiccAmer.). Mariano. Perú. ‘En Arequipa, nombre festivo del borrico’ (MalaretDA). María-palito. Colombia. ‘Insecto verde de 12 a 15 cm de longitud’ (MalaretLx). María-seca. Costa Rica. ‘Insecto neuróptero cuya picadura produce hinchazón. Corydales cephalotus’ (MalaretLx). Martín Ávila. Puerto Rico. ‘Palo blanco. Chione glabra. 2. Martín Pescador’ (MalaretLx). Mauri. Bolivia. ‘Pájaro.Tairnia brasilienis’. 2. ‘Pez que vive en el río de su nombre. Trichonycterus pictus, Castelnau’ (MalaretLx). Pablito sin almorzar. Bolivia. ‘Nombre de cierto pájaro de los valles’ (DiccBol). Sancho, -a. ‘Carnero, cualquiera que sea su edad; cordero, borrego’. 2. ‘Todo animal domesticado y manso’. 3. México. ‘Macho cabrío manso amaestrado para servir de guía al hato’ (Morínigo). flora [metonimias y metáforas]: Anastasia. ‘Artemisa’ (de atanasia, por deformación, DRAE). Bermuda. México y Cuba. ‘Gramínea común, muy propia para prados y utilizada para ornamentación y como excelente pasto; llamada también bahama, yerba de Bahamas, o yerba de Bermudas’ (SantaMDiccM, MalaratLx, DiccAgr). Damiana. México. ‘Planta cuyas hojas se usaban como tónico y afrodisíaco’ (DRAE). Tal vez del n. p. Damiana (MalaretLX). Dominguilla. ‘Nombre vulgar que en algunas partes (Durango) se da al tepatli o tlepatli, planta plumbaginácea’ (SantaMDiccM). Fernansánchez. Ecuador. ‘Árbol maderable. Triplaris guayaquilensis, Wedd.’ (MalaretLx). Josefina. Medellín (Colombia). ‘Bella orquídea. Miltonia vexillaria’ (MalaretLx). Mechoacán [metonimia] ‘Raíz de una planta vivaz de la familia de las convolvuláceas, oriunda de Méjico… Su fécula se ha usado en medicina como purgante’. De Michoacán, estado de México (DRAE, Morínigo): “Lleva esta tierra mechoacán tan bueno como el que se trae de México” (R. Lizárraga, Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile, 1605). Perú. México. ‘Turbinto’. Tipos personales [metáforas]: Anabolena (adj./sust.) ‘mujer indecente’, ‘mujer iracunda’. DOC. HIST. Habla despacio, ¡anabolena! (V.F. López, La novia del hereje o la Inquisición de Lima, Argentina, 1854). Bernardo. En la América de los siglos xviii y xix esta palabra designaba al ‘hombre capaz de dejarse engañar por otra persona’ (MalaretDA). 2. ‘Hombre guapo’ [acepción no registrada]. DOC. HIST. “El cacique se mostró en esta ocasión guapo como un Bernardo. Finalmente murió éste, con todos los

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demás, que los indios amigos dijeron no ser sus parciales” (J.A. Hernández, Diario que el capitán, don Juan Antonio Hernández ha hecho de la expedición contra los indios teguel…, Argentina, 1770). Caína. Paraguay. ‘Mujer malvada’ (Academias, DiccAmer.). Cantinflas. México. ‘Persona que habla o actúa como Cantinflas’ (DRAE). De Cantinflas, popular actor mejicano, origen del verbo cantinflear, inventado por el propio actor. DOC. HIST. “De regreso me topé con un cantinflas de esos que andaba al cuidado del ganado” (M. Delibes, Diario de un emigrante, 1958). Canuto. ‘Nombre que el pueblo de Chile da a los ministros o pastores protestantes’. Procede del n. p. Canut, famoso pastor protestante (DRAE, MalaretDA): DOC. HIST. “Al volver a casa me encontré en la esquina una cuadrilla de guitarras y a un gicho largándoles un sermón. Dice el Efrén que son los canutos y que tienen su religión y sus prácticas como cada quisque” (M. Delibes, Diario de un emigrante, 1958). José. Guatemala. En fuentes del siglo xix este nombre es sinónimo de ‘indio’ (MalaretDA). Judas. México. ‘Policía’ (R. Richard, Dicc. Hispanoam.). Julieta. ‘Mujer amada’. DOC. HIST. “Esa Julieta, eres tú, / Y yo soy ese Romeo” (F. Calderón, A ninguna de las tres, México, 1845). Lolo, la. adj./sust. ‘Adolescente’. (De lolita). DOC. CONT. “Si uno ve a los «lolos» y «lolas» de hoy caminando tomados de la mano” (Revista Hoy, 01-07/02/1978, Chile). Maricueca. Chile. ‘Hombre afeminado, cobarde, pusilánime’. Muñoz. Cuba. ‘Persona que atestigua, aprueba o sirve de eco adulador a otra’ (MalaretDA). DOC. HIST. “Juan es su Muñoz”. San Gil. Arequipa (Perú). ‘Tipo raquítico’ (MalaretDA). monedas [metonimias]: Pachano. Venezuela. ‘Moneda de 25 pesos. Variante: pachana’. Del apellido de un general venezolano (MalaretDA). Sucre. Ecuador. ‘Unidad monetaria de Ecuador’. De Antonio José de Sucre, general venezolano (MalaretLex, BatemanNPesp). DOC. HIST. “Un millón de sucres, bien administrado, es suficiente” (P. Palacio, Débora, Ecuador, 1927). indumentaria [metonimias, gentilicios recategorizados]: Chalón. Argentina, Chile, Nicaragua y Uruguay. ‘Mantón o pañuelo doble de cualquier color, usado por las damas para abrigarse’. De Chalons, ciudad francesa donde se fabrica tela de lana (MalaretDA). Chilapeño. México. ‘Sombrero de paja ordinario’. De Chilapa, nombre del lugar donde los fabrican (MalaretDA). Jalisco. Guatemala y México. ‘Sombrero de paja hecho en el Estado mexicano de Jalisco’ (MalaretDA). Pambiche. Colombia, México, Perú y Puerto Rico. ‘Tela ligera para trajes de hombre, en el verano. Más correctamente se dice pámbich, de acuerdo con la pronunciación inglesa’. 2. Santo Domingo. ‘Traje a rayas usado por los presidiarios’. Del ing. Palm Beach, nombre de una población de Estados Unidos (MalaretDA). DOC. HIST. “Me quité el saco de pambiche, púseme una corbata de listón con elástico” (J. Apapucio Corrales, Crónicas político-doméstico…, Perú, c. 1908- 1930).

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Sarita. Perú. ‘Sombrero de paja, de ala y copa planas. Es prenda más bien masculina’. El nombre obedece a que la actriz Sarah Bernhardt lo introdujo en este país (MalaretDA). DOC. “Asomó Rosquete su cabezota peluda de Caifás en la inopia, cubierta de una sarita alicortona de allá por los años de la entrada de Piérola y de los zapatos de punta de cacho” (J. Apapucio Corrales, Crónicas políticodoméstico-taurinas, Perú, c. 1908-1930). alimentos [metonimias]: Berlín. Bolivia, Chile. ‘Bollo, relleno de dulce de leche o crema pastelera…’ 2. Chile. ‘Bollo frito u horneado redondo y esponjoso, espolvoreado con azúcar’. DOC. CONT. ‘Comprarte una docena de berlines’ (Egon Wolff, Háblame de Laura, Chile, 1986). Curasao. ‘Licor fabricado con corteza de naranja y otros ingredientes’ (de Curazao, isla de las Antillas Menores). DOC. HIST. “En una ponchera se echan tres copas de las de vino, de ginebra de Holanda, una media de curaçao y media de gotas de amargo de un bitter cualquiera (Á. Muro, El Practicón. Tratado completo de cocina, 1891-1894). Pisco. Argentina, Bolivia, Chile, Guatemala y Perú. ‘Aguardiente de uva muy estimado que se fabrica en Pisco, ciudad del Perú y aun en otras partes. 2. Botija en que se soporta este licor’ (MalaretDA). DOC. HIST. coñac, italia, pisco (J. Montalvo, Las catilinarias, Ecuador, 1880-1882), pipas de ron y de pisco (B. Vicuña Mackenna, La campaña de Lima, Chile, 1808), una botella de pisco (C. Matto de Turner, Aves sin nido, Perú, 1889), el genio más travieso y mejor catador de pisco (P.S. Obligado, Tradiciones argentinas, Argentina, 1903). Quitupán. México. ‘Vino de olla, hecho de maguey. Se dice que es parecido al tequila’. Su nombre procede del pueblo donde se fabrica, del estado de Jalisco (MalaretDA). Soconusco. ‘Chocolate hecho’ (DRAE). Así llamado según la región mejicana del mismo nombre (Corominas, p. 287). En Cuba, chocolate. “En Ecuador no medró el nombre de sonusco que, en América Central, sustituyó al de chocolate en el tiempo colonial. Lo llamaban así por la excelente calidad de los cacaos de Soconusco, Tabasco y Chiapas”. MChF (MalaretDA). Tabasco. ‘Salsa roja muy picante que sirve de condimento’. Recibe su nombre del estado mexicano homónimo. Tequila. ‘Bebida mejicana semejante a la ginebra, que se destila de una especie de maguey’ (DRAE). Este término parece datar del siglo xix, literalmente ‘lugar donde abundan los quelites o verduras silvestres’, aplicado a una bebida cuya elaboración se inició en la población de este nombre, situada en el estado de Jalisco (BuesaLexEA). DOC. HIST. Un trago de tequila (M. Azuela, Los de abajo, México, 1916).

Ejemplos pertenecientes a diferentes campos léxicos (receptáculos, lugares, vehículos, piezas, etc.): Julia. México. ‘Furgón de la policía’. 2. El Salvador. ‘Cuerpo de policía’. Mancerina. ‘Plato con una abrazadera circular en el centro, donde se coloca y sujeta la jícara en que se sirve el chocolate’. Del marqués de Mancera, virrey del Perú, de 1639 a 1648 (DRAE, MalaretDA, BatemanNPesp). DOC.HIST. “Llevar la mancerina sin servilleta” (J.J., Fernández de Lizardi, La Quijotita y su prima, México, 1818).

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Perico. ‘Alguna vez se llamó así en la ciudad de Méjico a los tranvías de segunda clase que había, pintados de verde’ (SantaMDiccMex). Periquera. México. ‘Sitio encumbrado’ (MalaretDA). Quizá de Perico, ave trepadora que se sitúa en lugares elevados. Saltaperico. México. (Nochistlán, Aguascalientes, Michoacán y otros lugares). “Tiras de papel que tienen manchitas de fósforo, y que, al prenderlas, saltan. 2. Cuba. Cohete estrepitoso, rastrero y saltarín” (MalaretDA). Serafín. Venezuela. ‘Corchete, grapilla o broche’ (Morínigo).

Hemos comprobado que algunas palabras importadas aparecen antes en las fuentes americanas: Bandoneón. ‘Variedad de acordeón, de forma hexagonal y escala cromática, muy popular en Argentina’. Del al. Bandoneon, del nombre de su inventor, H. Band, en el siglo xix (DRAE). Buganvilla. ‘Arbusto trepador sudameriacano de la familia de las nictagináceas’. De Louis Antoine de Bougainville (1729-1811), navegante francés que trajo esta planta a Europa, nombrada así por los naturalistas de la expedición (DRAE, StellaDSD, Bateman-NPesp). DOC. HIST. Flores de buganvilla (M.A. Asturias, El Señor Presidente, Guatemala, 1933-1946). Fucsia [galicismo]. ‘Arbusto de la familia de las oenoteráceas, con ramos lampiños, hojas ovales, agudas y dentadas, y flores de color rojo’. Esta planta procede de Am. Meridional. Su nombre es un derivado culto del nombre de Leonhard Fuchs, famoso botánico alemán del siglo xvi, en cuya memoria dio este nombre a la planta el botánico francés Charles Plumier (DRAE, Corominas, MalaretLx). DOC. HIST. “Flor eterna de cien hojas, fucsia llena de denuedo” (Gabriela Mistral: Ternura, Chile, 1924-1945), “lucía hermoso vestido color fucsia...” (J. Ibargüengoitia, Clotilde en su casa. Comedia en tres actos, México, 1955), “la mata de fucsia del centro del patio” (B. Isaza de Jaramillo Meza, Itinerario breve, Colombia, c. 1962). Colombia. Venez. ‘Planta llamada también «hoja santa» o Bryophyllum’ (MalaretLx). Saxófono. ‘Instrumento músico de viento, de metal, con boquilla de madera y con caña…’ (DRAE). De Sax, nombre del inventor (1848), Alfonso J. Sax, y el gr. phono. DOC. HIST. “Platillos, saxofón, ocarina y acordeón (J.A. Corrales, Crónicas político-doméstico-taurinas, Perú, c. 1908-1930); “Llega el del saxofón” (A. Ambrogi, El segundo libro del Trópico, El Salvador, 1916); “La voz del saxofón, hecha de lágrimas y sollozos” (E. Serpa, Contrabando, Cuba, 1938); “España: el del saxofón mezcla sus escalas” (J. Miqueralena, El cocktail [Buen comer y buen beber, junio de 1936]); “se oyeron tangos y rumbas y música de saxófono” (P. Baroja, Susana y los cazadores de moscas, 1936).

   Existe un vocabulario panhispánico de origen onomástico que en América ha recibido un tratamiento independiente. En su documentación histórica se han encontrado usos bien conocidos por el español medieval y del periodo clásico (uso ejemplar, metáforas, metonimias, etc.).

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La innovación hispanoamericana ha consistido en elegir nuevos referentes iniciales sobre los que se han construido nuevas metáforas y metonimias (una barzola), y en aportar nuevas acepciones a apelativos muy comunes (juan, perico, maría, mari); en algunos ejemplos se percibe la necesidad de evitar una palabra malsonante o tabú. Otras tendencias de la deonomástica americana se reconocen en la formación de diminutivos por analogía o lexicalización de un antiguo derivado, o en la creación de numerosas unidades pluriverbales, muchas de ellas integradas en el léxico de la fauna y de la flora, aunque también se han beneficiado del procedimiento recategorizador otros campos. Algunos vocablos aparentan formalmente un origen onomástico, pero en realidad son parónimos elegidos con fines humorísticos.

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Bibliografía Academias de la lengua, Diccionario de americanismos, (coord. por H. López Morales), Madrid, Santillana, 2010. Bateman, A.: “Influencia de los nombres propios en el idioma español”, en BAC, 28 (1978), pp. 167-181. Blasco Mateo, E., “La lexicalización y las colocaciones”, Lingüística Española Actual, 24, 1 (2002), p. 60. CORDE, Corpus Diacrónico del Español, Real Academia Española, Madrid (en línea, www.rae.es). Coseriu, E., “El plural de los nombres propios”, Teoría del lenguaje y lingüística general, Madrid, Gredos, 3.ª ed., 1973, pp. 75-89. CREA, Corpus del Español Actual, Real Academia Española, Madrid (en línea, www.rae.es). Dragotto, F. y Poccetti, P., “Indicatori testuali e morfopragmatici di processi deonomastici nelle lingue classiche”, en P. D’Achille y E. Caffarelli, Lessicografia e Onomastica 2. Atti delle Giornate internazionali di Studio, Università degli Studi Roma Tre -14-16 febbraio, 2008, pp. 17-28. Fontant, M., “Sur le traitement lexicographique d’un procédé linguistique: l’antonomase de nom propre”, Cahiers de lexicologie, 73/2 (1998), pp. 5-41. García Gallarín, C., El nombre propio. Estudios de historia lingüística española, Madrid, PatRom, 1999. —, “Derivación, lexicalización y analogía: el caso de los diminutivos”, en Ex admiratione et amicitia. Homenaje a Ramón Santiago, I, Ediciones del Orto, 2007, pp. 501-522. —, Deonomástica Hispánica. Vocabulario científico, humanístico y jergal, Madrid, Complutense, 1997. Gary Prieur, M. N., Grammaire du nom propre, París, PUF, 1994. Haensch, G. y Werner, R. (dirs.), Diccionario del español de Argentina. Español de Argentina, Madrid, Gredos, 2000. —, Diccionario del español de Cuba. Español de Cuba – Español de España, Madrid, Gredos, 2000. —, Nuevo diccionario de americanismos I: Nuevo diccionario de colombianismos, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1993. —, Nuevo diccionario de americanismos III: Nuevo diccionario de uruguayismos, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1993. Herrero Ruiz de Loizaga, F. J., “El paso de nombres propios a nombres comunes en España”, Lingüística Española Actual, XXIV/2 (2002), pp. 225-253. Jonasson, K., Le nom propre. Constructions et interprétations, Louvain-la-Neuve, Duculot, 1990. La Stella, E., Dizionario Storico di Deonomastica, Bolonia, Zanichelli/Olschki, 1995. Lara, L. F. (dir.), Diccionario del español usual en México, México, El Colegio de México, 1998. López Cara, M. C., La paronomasia como recurso conceptual, expresivo y humorístico en la lengua española actual, Granada, Universidad de Granada, 2005. Malaret, A., Diccionario de americanismos, Buenos Aires, Emecé, 1925/ 1946. —, Lexicón de fauna y flora, Madrid, C.P. Academias, 1970. Martín Camacho, J. C., “Los procesos neológicos del léxico científico. Esbozo de clasificación”, Anuario de Estudios Filológicos, XXVII (2004), pp. 157-174. Migliorini, B. Dal nome proprio al nome comune, Florencia, Leo S. Olschki, 1968.

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Deonomástica del español de América

Montalvo, M., “Unidades léxicas pluriverbales y rodeo expresivo en los noticiarios de la televisión puertorriqueña”, Filología y Lingüística, XXXI, 2 (2005), pp. 157-168. Moreno de Alba, J. G., Diferencias léxicas entre España y América, Madrid, Mapfre, 1992. Moríñigo, M. A., Diccionario de Americanismos, Barcelona, Muchnik, 1985. Real Academia Española, Diccionario de la lengua española (22.ª ed.), Madrid, Espasa Calpe, 2001. Richard, R. (coord.), Diccionario de hispanoamericanismos no recogidos por la Academia, Madrid, Cátedra, 1997/2006. Schweickard, W., Deonomasticon Italicum (DI). Dizionario storico dei derivati da nomi geografici e da nomi di persona, 3 vols., Tübingen, Max Niemeyer Verlag, 1997/2009.

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Contribución a la deonomástica portuguesa

María Victoria Navas Sánchez-Élez

No son frecuentes los estudios que se han venido realizando sobre deonomástica portuguesa desde el trabajo de Maria do Céu Novais Faria, en 1943, hasta nuestros días. Tal vez sean los estudiosos brasileños1 los que hayan dedicado y estén dedicando más atención a este asunto, si exceptuamos los trabajos de Orlando Neves (2002-2004). En una tentativa de proseguir los aportaciones de estos autores y, teniendo como referencia el trabajo llevado a cabo para el español por Consuelo García Gallarín y Celeste García Gallarín (1997), hemos ido elaborando, a modo de ensayo provisional, un listado de entradas del portugués de nombres propios de personas, reales o ficticios (de la literatura, la mitología, la publicidad, las marcas) y de topónimos (nombres de ríos, ciudades, montañas, entre otros), que se han transformado en una categoría distinta, en nombres comunes. Para ello solo hemos contemplado aquellos cuya motivación tenía un recorrido basado en investigaciones e informaciones previas. Es decir, no hemos tenido en cuenta entradas del tipo Maria-das pernas-compridas (la lluvia), Maria-fia (insecto que gira sobre sí mismo), Rodriguinho (objeto de poco valor; sentimentalismo barato), ni toda la serie de frutas que portan nombres propios de persona, como São-Martinho (variedad de pera), porque no ha sido posible establecer su motivación. Lo que presentamos aquí no es exactamente un diccionario, es decir, no se incluyen todas y cada una de las acepciones que un diccionario convencional introduce en cada uno de los bervetes. Con el fin de completar estas informaciones se deberá siempre acudir a la bibliografía específica. Aquí se da cuenta, apenas, de un puñado de ejemplos, la mayoría de las veces no destacados en los estudios de onomástica en lengua portuguesa, botón de arranque para otras recogidas posteriores, que refieren exactamente la fuente de la que hemos partido. Queda mucho por hacer en el trabajo que ahora entregamos. Por ejemplo, contextualizar los vocablos que mostramos con casos extraídos de la literatura y de las bases de datos portuguesas2, lo que realizaremos en investigación posterior. Pero además quedan otros campos por revisar, como es el caso de los diccionarios consagrados y aceptados por la 1 2

Véase la bibliografía recogida en la página virtual de Eduardo Amaral. Por ejemplo, Généreux et alii (2011).

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María Victoria Navas Sánchez-Élez

comunidad intelectual3. Más aún, hay que dar un salto cualitativo y acercarnos a la lengua viva, a la prensa oral y escrita, a los blogs, a las páginas de Internet, a las redes sociales, como Facebook o Twitter, según señala Amaral (2006), para reflexionar primero, recoger después y analizar a continuación los cambios que se están produciendo. Es preciso acercarse a las transformaciones, a las creaciones que los hablantes, muchas veces de manera globalizadora, están en estos momentos haciendo en términos deonomásticos. Es el caso de nuevas motivaciones facilitadas por el cine, Rambo; o por los juguetes, Barbi. Acaciano. adj. m. Del lat. Acacius y este del gr. Akákios + -iano; que se asemeja o es parecido al personaje de la novela de Eça de Queirós, O primo Basílio (1878), el Consejero Acácio, individuo que dice palabras huecas y convencionales (Faria, 1943, p. 9; Houaiss, 2004; Neves, 2002, p. 14). Academia. s. f. Del lat. Academia y este del gr. Akadēmía, jardín de Akádemos (legendario personaje ateniense), donde Platón (427-347) enseñaba filosofía. 1 sociedad científica o literaria. 2 sede de la sociedad. 3 centro docente (García y García4, p. 95; Houaiss, 2004). Adão. s. m. Del hebr. Adán, lo mismo que maçã de Adão. “Prominencia laríngea”5 (Houaiss, 2004). Adónis. s. m. Del lat. Adōnis y este del gr. “Relativo o semejante a Adónis (joven dios de gran belleza)”. 1 “joven elegante, bonito, gentil”. 2 “individuo presumido”. 3 “planta ranunculácea”. 4 “tipo de mariposa” (Faria, 1943, pp. 11 y 37; Houaiss, 2004; Neves, 2002, p. 18). Afonsinhos. s. m. pl. De Afonso + sufijo -inho. Relativo a algunos reyes de la primera dinastía de Portugal. Iron. cosas viejas, fuera de moda. Mismo uso que afosinos (Houaiss, 2004). Agosto. s. m. Del lat. Augustus, epíteto del emperador Octavio (63 a.C.-14 d.C.) que como su tío Julio César, dio a uno de los meses su nombre. Octavo mes del año (García y García, 1997, p. 105). Agripa. s. m. Del lat. agrīppa. “Aquel que invierte la posición al nacer, presentando los pies en vez de la cabeza” como Agripa, el hijo de Tiberino, rey d’Alba (Houaiss, 2004; Neves, 2002, p. 22). Alabastro. s. m. Del lat. alabāster y este del gr. alabastros. Nombre de la ciudad egipcia Alabastrom. Variedad de calcita, traslúcida, de apariencia marmórea (García y García, 1997, p. 138). Alberto. s. m. Antr. Alberto, de origen oscuro. “Recipiente para líquidos con capacidad para media cuartilla” (Faria, 1943, p. 46; Houaiss, 2004). Alcião. s. m. De Alción, gr. alkyón ‘gaviota’, la hija del rey de los vientos, Eolo. Se casó con Ceix, hijo del Astro de la Mañana; este matrimonio se comparaba con los dioses por lo que estos los castigaron convirtiéndolos en aves; martín pescador (García y García, 1997, p. 128; Houaiss, 2004). Alcides. s. m. Del lat. Alcides y este del gr. Alkeides. “Sobrenombre de Hércules, por sus extraordinarias fuerzas”. 1 “acróbata”. 2 “mujeriego, hombre afemininado” (Faria, 1943, p. 11; García y García, 1997, p. 26; Neves, 2002, p. 26; PR, 20096). 3

Como el Dicionário da Língua Portuguesa (2011); Figueiredo (1899) o Aulete (1801). En todos los casos en que damos esta referencia acogemos toda la bibliografía que las autoras utilizaron para su detenido trabajo; por ejemplo el Diccionario de la Real Academia Española, el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico de Corominas y Pascual (1980-1991), y todas las fuentes consultadas por las investigadoras. Para conocer exactamente la cita que las estudiosas refieren es necesario acudir al propio libro de Consuelo García Gallarín y Celeste García Gallarín (1997). 5 Todas las traducciones son de la autora. 6 PR indica en todos los casos la abreviatura del Dicionário Priberam da Língua Portuguesa. 4

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1. Aldina. s. f. Del antr. del naturalista italiano Tobías Aldino (siglo xvi). Planta de la familia de las leguminosas, nativas de América del Sur (Houaiss, 2004). 2. Aldina. s. f. Del impresor veneciano, erudito y humanista, Aldo Manuzio (1450-1515) + sufijo -ina. Tipo de letra inventada por él, cursiva (Houaiss, 2004). Alepina. s. f. Del top. Alepo (Siria) + sufijo -ina. Tejido de lana o seda originario de dicha ciudad (Houaiss, 2004). Alfredo. s. m. Etim. dudosa. Quizá del antr. ingl. aelf (duende) y raed (consejo); o del al. ald-frid (gobernane pacífico) (Neves, 2002, p. 29). Tipo de lámpara (Houaiss, 2004). Algoritmo. s. m. Del ár. al-Jwârizmî, sobrenombre del célebre matemático Mohamed ben Musa, que vivió en la corte de Almamún (780-850), según el manuscrito que se encuentra en la biblioteca de Oxford que comienza “Dixit Algorism” (García y García, 1997, p. 101). De ahí pasó al lat. medv. algorismus con infl. del gr. arithmós (Houaiss, 2004). Secuencia de reglas finitas que permite solucionar problemas semejantes. Alicante. s. m. Del top. Alicante 1 casta de uva (García y García, 1997, p. 114; PR, 2009). Almandina. s. f. Del lat. tard. halabandina, Alabanda, ciudad de Caria, Asia Menor, tal vez fuente del lat. medv. almandina/alamandina. Lugar “donde en tiempos antiguos se tallaban granates” (García y García, 1997, p. 138). “Silicato de hierro y aluminio cúbido del grupo de las granadas, de color rojo oscuro, muy usada como gema” (Houaiss, 2004). Almeida. s. m. Del top. Almeida, ciudad de Portugal; origen etim. dudoso, tal vez del ár. almaida (Nascentes, 1952). Infrm. “Barrendero de la vía pública, especialmente en Lisboa” (Houaiss, 2004). Alonso. adj. m. Etim. de origen dudoso, tal vez del antr. esp. Alonso, como Alfonso (Nascentes, 1952). Infrm. “Tonto, bobo” (Faria, 1943, p. 16; Houaiss, 2004). Alpinismo. s. m. De alpino + -ismo y este del top. Alpes, cadena montañosa. Tal vez del it. alpinismo o del fr. alpinisme, lugar del hipotético origen del deporte (Nascentes, 1952). Deporte que consiste en subir las montañas. Amanita. s. f. “Del lugar donde se encontraban, el monte Amano + el sufjijo -ita, entre Cilicia y Siria. Género de hongos en que se incluyen especies comestibles muy estimadas” (García y García, 1997, p. 114). Amazonite. s. f. Del top. Amazonas, lugar donde se encontraba, + -ita. “Variedad de silicato de sodio y potasio de color verde esmeralda” (García y García, 1997, p. 138). Amazonita (Houaiss, 2004). Amélia. s. f. Del antr. Amélia, variante de Amália por influencia francesa (Nascentes, 1952). Infrm. “Mujer amorosa, pasiva y servicial” (Houaiss, 2004). Americana. s. f. Del top. América + -ana. Ant. “Carruaje pequeño y leve, de cuatro ruedas, muy usado a mediados del siglo xix” (Houaiss, 2004). Americano. s. m. Del top. América + -ano. Ant. “Carro de tracción animal que circulaba por la vía férrea” (PR, 2009) Amerício. Del top. América, lugar donde se descubrió en 1945, + -ium. QUIM. “Elemento químico artificial y radioactivo de núm. atómico 95”, símb. Am (Houaiss, 2004). Amoníaco. s. m. Del lat. ammoniăcus y este del gr. ammoniakós, a su vez del templo del dios Júpiter Amón, en Libia. “Gas incoloro y con olor característico (NH), usado en la fabricación de fertilizantes” (Houaiss, 2004).

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Amonites. s. f. Del fr. Ammonite y este “de Amón, sobrenombre de Júpiter, caracterizado con cuernos de carnero. Molusco fósil de la clase de los cefalópodos” (García y García, 1997, p. 149; PR, 2009). Ampere. s. m. Del antr. del físico y matemático André Marie Ampère (1775-1836). “Unidad de corriente eléctrica” (García y García, 1997, p. 161; PR, 2009). Andaluzite. s. f. Del gent. andaluz, originario de Andalucía, + -ita, donde hay importantes yacimientos. “Silicato de aluminio de color rojo carne, castaño rojizo o verde oliva, que se utiliza en la fabricación de bujías del motor y porcelanas de naturaleza refractaria” (García y García, 1997, p. 138). Andaluzita (Houaiss, 2004). Andesina. s. f. Del top. Andes, de “donde es el feldespato principal de las lavas” + -ina (García y García, 1997, p. 138; CRPC, 2010). Andesite. s. f. Del top. Andes, donde se encuentra mayoritariamente, + -ite. “Roca volcánica compuesta principalmente por cristales de andesina” (García y García, 1997, p. 138; DLP, 2011). Andradita. s. f. Del antr. del mineralogista portugués José Bonifácio de Andrada e Silva (1765-1835) + -ita. “Silicato de hierro y calcio, cúbico, del grupo de las granadas” (García y García, 1997, p. 138; Houaiss, 2004). Anfitrião. s. m. “Del antr. gr. Amphitrúōn, nombre de un rey tebano; se convirtió en sustantivo común en fr. a partir de la obra Amphitryon de Molière (1622-1673)”. 1 “aquel que ofrece y paga los gastos de una cena, fiesta, banquete, etc.” 2 “el dueño de casa que recibe a sus invitados” (Faria, 1943, p. 9; Houaiss, 2004). Angora. adj. “Del top. Angora, antiguo nombre de Ankara, ciudad de Turquía” (García y García, 1997, p. 57). 1 “el que tiene pelo abundante, largo, sedoso, como ciertas razas originarias de Angora”. 2 “lo que se hace con el pelo de esos animales” (Houaiss, 2004). Angulema. s. f. Del top. Angoulème, ciudad de Francia de donde procede la planta (García y García, 1997, pp. 57-58). “Tejido de estopa o cáñamo” (PR, 2009). Antoninho. s. m. Del antr. Antón + -inho. “Especie de pez” (Faria, 1943, p. 32; PR, 2009). Apolo. s. m. Del lat. Apollo y este del gr. Apóllōn. “Entre los griegos, dios de la luz, del Sol, de la fuerza, de la música, de las artes, y además, dios que simboliza el equilibrio, el orden, la armonía, la claridad”. “Hombre bello, fuerte, elegante” (Faria, 1943, p. 11; Houaiss, 2004). Aquiléia. s. f. Del lat. cl. achillēa y esta del gr. achilléa, relativo a Aquiles “planta que habría sido utilizada medicinalmente por Aquiles”. Plantas de la familia de las compuestas que encierran alcaloides, muchas de ellas se usan en medicina (Houaiss, 2004). Aragonite. s. f. Del top. Aragón, España, + -ita donde se descubrieron las maclas características de este mineral. “Carbonato de cal cristalizado en prismas hexagonales, brillo nacarado y color blanco, teñido a menudo por el óxido rojo de hierro” (García y García, 1997, p. 139). Aragonita (Houaiss, 2004). Argentina. s. f. Del top. Argentina, derivado del lat. argentum, ‘plata’ “Planta viva de la familia de las rosáceas y especie Potentilla Anserina” (García y García, 1997, p. 114; PR, 2009). Argos. s. f. Del antr. gr. Argos, personaje mitológico, uno de los argonautas a quien se muestra con cien ojos (García y García, 1997, p. 27). “Persona perspicaz, sagaz, vigilante, observadora”. Argo (Faria, 1943, p. 11; Houaiss, 2004).

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Aristarco. s. m. Del antr. lat. Aristārcus, Aristarco de Samotracia, famoso por su dureza y equidad en sus juicios, revisó la obra de Homero (García y García, 1997, p. 27). “Crítico o censor de gran severidad pero reconocido por su justicia y coherencia” (Houaiss, 2004). Arlequim. s. m. Del it. arlecchino (c. 1570), a su vez del ant. fr. Hellequin, cuyo origen estaría en el angl.norm. a través del ing. medv. *Herle King, rey Harilo. “Personaje de la commedia dell’arte cuya función al principio se ceñiría a divertir al público durante los descansos”. 1 fig. “bufón gracioso, farsante, truhán, payaso”. 2 fig. “persona voluble y/o irresponsable, que muda de opinión con frecuencia” (Houaiss, 2004). Arminho. s. m. Del fr. hermine a su vez del lat. armenĭus, ratón armenio, porque se encontraba el animal en la región de Armenia, cerca del mar Negro. “Mamífero carnívoro encontrado en la tundra euroasiática y norteamericana, con cerca de 30 cm de largo, pelo rojizo acastañado en verano y blanco en el invierno” (Houaiss, 2004). Arquipélago. s. m. Del gr. Aigâios pelagos, mar Egeo. “Conjunto, generalmente numeroso, de islas agrupadas en una superficie más o menos extensa de mar” (García y García, 1997, p. 151). Artemísia. s. f. Del lat. artemisia y esta del gr. de Artemisía, especie de absinto, planta. Procede de Ártemis, diosa lunar, Diana, hermana gemela de Apolo. “Planta olorosa de la familia de las compuestas, de tallo herbáceo, empinado” (García y García, 1997, p. 114; CRPC, 2010). Asclépia. s. f. Del gr. asclēpiás, la planta de Asclepio (lat. Aesculapĭus), considerado el padre de la medicina. Planta de la familia de las asclepiadáceas, nativa de América (García y García, 1997, p. 114; Aulete, 2007). Asclepiadeu. adj. Del lat. asclepiadēus, antr. del poeta Asclepiádes, que inventó un verso que lleva su nombre. Tipo de metro grecolatino (Houaiss, 2004). Asfalto. s. m. Del lat. asphāltus y este del gr. ásfaltos. Del top. Lacus Asphalticus, Lago Asfaltites o mar Muerto cerca de Jericó, donde hay grandes depósitos naturales. Alquitrán para pavimentar (García y García, 1997, pp. 98 y 154; PR, 2009). Astracã. s. m. “Del fr. astrakan y este del top. Astraján, ciudad rusa a orillas del Caspio, de donde se importó el tejido” (García y García, 1997, p. 58). “Piel negra, gris o marrón de pelos rizados y suaves, de cordero caracul recién nacido o nonato” (Houaiss, 2004). Atanásia. s. f. Del lat. athanasia, del gr. athanasía, elixir, antídoto. Bot. tanaceto (PR, 2009). porque la Vida de san Antonio Abad, escrita por de san Atanasio (c. 295-373) fue la primera obra que se escribió con cierto carácter tipográfico. Tipo de letra de catorce puntos (García y García, 1997, p 101). Ateneu. s. m. Del lat. Athenaeum. En Grecia, lugar público dedicado a la diosa Palas Atenea (Minerva para los romanos), donde acudían los literatos y poetas para leer sus obras. 1 “instituciones o asociaciones con finalidad cultural”. 2 “institución de enseñanza” (Houaiss, 2004). Atlante. s. m. “Del lat. atlantes, pl. de Atlas, dios griego que sostiene las columnas del firmamento”. 1 “escultura varonil de medio o cuerpo entero que, sustituyendo a la columna, sostiene un entablamento, balcón en salidizo, etc.” (Faria, 1943, p. 50; García y García, 1997, p. 98). Atlas. s. m. Del antr. lat. Atlas, “nombre del gigante a quien se supone que sostenía con sus hombros la bóveda celeste”. 1 “primera vértebra de las cervicales, así llamada porque sostiene inmediatamente la cabeza…”. 2 “colección de mapas geográficos en un volumen”. Léxico difundido a partir de la

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colección cartográfica de 1583 que comienza, p. Atlas sive cosmographice… (Faria, 1943, pp. 44 y 55; García y García, 1997, pp. 47 y 102). Atropina. s. f. Origen dudoso, tal vez del gr. Átropos, parca que, según la mitología, cortaba el hilo de la vida. O del alemán Atropin. “Alcaloide venenoso que, cristalizado en aguas blancas y brillantes, se extrae de la belladona” (García y García, 1997, p. 154; Houaiss, 2004). Augusto. adj. Del antr. Augusto Magrini, inventor del ardid. “Payaso que utiliza el truco de tropezar y darse costaladas para que el público ría” (García y García, 1997, pp. 71-72; PR, 2009). Automedonte. s. m. Del “antr. gr. Automédōn, cochero del carro de Aquiles”. “Individuo que dirige el coche con pericia” (Houaiss, 2004). Avelã. s. f. Del antr. lat. abellana nux, “con elipsis del término genérico”, nuez de Abella, ciudad de Campania, donde abundaban. “Fruto del avellano” (García y García, 1997, p. 114; PR, 2009). Babel. s. f. Del “top. bíblico Babel, del hebr. Bābhēl, latinizado Babel” 1 “confusión, mezcla de lenguas” 2 p.ext. “confusión de voces; gran algazarra” (Houaiss, 2004). Babilónia. s. f. “Del lat. babylonĭus, relativo a Babilonia o a sus habitantes”. 1 “ciudad grande construida sin planificación” 2 fig. “falta de orden, confusión, babel” (Houaiss, 2004). Bacanal. s. f. Del lat. bacchanāl, ‘lugar donde se reúnen las mujeres que celebran los misterios de Baco’. “Fiesta en la que reina la depravación, orgía” (Houaiss, 2004). Badmínton. s. m. Del top. ing. Badmington (Inglaterra). Juego con raquetas y una pelota coronada de una especie de plumas (Houaiss, 2004). Baguá. s. m. Del antr. del cacique indio argentino Bagual. En Argentina, Bolivia y Uruguay, Bagual, ‘potro sin domar’. Bras. Variedad de perros mestizos (García y García, 1997, p. 128; Houaiss, 2004). Baioneta. s. f. Del fr. baïonnette (s. xvi) y este a su vez de Bayonne (Pirineos franceses), donde se fabricó inicialmente. “Arma blanca puntiaguda que se adapta al extremo del cañón del fusil” (Houaiss, 2004). Balache. s. m. “Del ár. balajš y este de Balajšán, variante del nombre del territorio donde se encuentran Estas piedras”. “Rubí de color morado (García y García, 1997, p. 139; PR, 2009). Balagate. s. m. Del top. “Balagate, población de la India portuguesa” (García y García, 1997, p. 58). “Paño grosero de la India” (PR, 2009). Balboa. s. m. Del antr. del explorador español, Vasco Núñez de Balboa (1475-1517). 1 “transacciones monetarias en Panamá” 1.1 p.ext. “la cédula y la moneda” (Houaiss, 2004). Bangaló. s. m. Del ing. bungalow, adaptación de la voz indostana bangalā o “banglā, ‘bengalí, de Bengala’”. “Casa pequeña de una sola planta” (García y García, 1997, p. 98; PR, 2009). Baquelite. s. f. Del antr. Leo Hendrik Baekel(and) (1863-1944) + -ita, su inventor belga-estadounidense. “Resina que resulta de la síntesis de fenol con fermol” (PR, 2009). Baquelita (Houaiss, 2004). Barafunda. s. f. Origen incierto. Tal vez del antr. por la “corrupción del lat. berecynthia, sobrenombre de Cibeles, cuyo culto se practicaba especialmente en la ciudad de Berecinto, en Frigia. Entre los romanos, el culto a la diosa devino orgiástico”. “Ruido y confusión grandes” (García y García, 1997, p. 64; PR, 2009). Barba-Azul. s. m. Del antr. del personaje de un cuento del escritor francés Charles Perrault (1628-1703), Barba-Azul, que había matado a sus seis primeras mujeres 1 “hombre conquistador o que posee muchas mujeres” (Houaiss, 2004).

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Bauxite. s. f. Del fr. bauxite y este del top. Les Baux de la población Bouches-du-Rhône, cercana a Arlés, Francia, donde se encontraron yacimientos del mineral. “Roca con apariencia de arcilla, pero sin plasticidad, constituida por hidróxidos de alumnio y óxidos de alumnio hidratados”. Bauxita (Houaiss, 2004). Bechamel. s. m. Del fr. béchamel, salsa blanca, y este, tal vez, del antr. Louis Béchameil, Marqués de Nointel, financiero y gastrónomo del siglo xvii, camarero del Luis XIV, de quien se dice que fue su inventor. “Salsa blanca hecha a base de harina, mantequilla y leche” (Faria, 1943, p. 42; García y García, 1997, p. 108). Begónia. s. f. Del fr. bégonia, planta creada “por el botánico Plumier (siglo xviii), en honor de Bégon, intendente francés de santo Domingo, gracias al cual fue introducida en Europa, en 1677”. “Planta perenne originaria de América, de la familia de las begoniáceas” (García y García, 1997, p. 114; PR, 2009). Bengala. s. f. Del “hind. Bangalaya, ‘reino de banga o vanga’, pueblo primitivo que habitó la región; la literatura sánscrita antigua hace referencia a ese reino (García y García, 1997, p. 58 y 90). 1 “pequeño bastón para llevar en la mano hecho de caña de Bengala”. 2 p.ext. “bastón de cualquier madera, metal u otro material” (Houaiss, 2004). Benjamim. s. m. Del antr. lat. Benjamī y este del hebr. Biniamin, ‘hijo de la mano derecha’ y, en la Biblia, el hijo pequeño y preferido de Jacob. 1 “el hijo más joven de una familia”. 2 p.ext. “el más joven de un grupo” (Faria, 1943, p. 8; Houaiss, 2004). Benzina. s. f. “Del ár. Lubên y^awi, ‘incienso de Samatra’, isla donde se producía un bálsamo por incisión de la corteza de un árbol, en cat. Benjuí, y en lat. moderno botánico benzoe de donde procede bencina. 1 “líquido obtenido del petróleo, y que se emplea como disolvente. 2 gasolina” (García y García, 1997, p. 154; PR, 2009). Beócio. adj. m. Del lat. boeōtus o boeōtĭus, ‘beocio, de la región griega de Beocia’, del gr. boiōtós. p.ext. pey. “el que presenta las características atribuidas (por los atenienses) a los beocios, o sea, espíritu poco cultivado, indiferencia a la cultura; grosero” (Houaiss, 2004). Bergamota. s. f. Del it. bergamotto y este del top. Bérgamo, ciudad de Italia de donde proviene, + -ota. “Fruto del Citrus bergamia, semejante a la naranja, que suministra la esencia de bergamota, usada en perfumería” (García y García, 1997, p. 115; PR, 2009). Berlinda. s. f. Del fr. berline, ‘especie de vehículo’ y este del top. Berlín, ciudad alemana “por alusión al elector de Branderburgo, en cuya corte se ideó este tipo de coche”, en 1670. Ant. “Pequeño carruaje de cuatro ruedas y vidrios laterales, con cuatro o seis lugares, con suspensión de muelles” (García y García, 1997, p. 85; Houaiss, 2004). Bermudas. s. f. De la loc. ing. Bermudas shorts, ‘pantalones hasta las rodillas hechos de pantalones viejos’, y este del top. de las islas Bermudas. “Pantalones cortos que van casi hasta las rodillas o las sobrepasan un poco” (Houaiss, 2004). Bernardo. s. m. Del “antr. san Bernardo de Clairvaux (1090-1153), reformador y defensor de la orden religiosa de los bernardinos”. p.ext.pey. “individuo gordo o estúpido” (Houaiss, 2004). Berquélio. s. m. Del top. “Berkeley, ciudad de la Universidad de California, en la que se descubrió y por analogía con el elemento iterbio. Elemento radioactivo artificial que se obtuvo en 1949 bombardeando

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el americio con partículas alfa. Núm. atómico 97, símb. Bk.” Berkélio (Aulete, 2007; García y García, 1997, p. 154). Bertha. s. m. Del “antr. Bertha Krupp von Bohlen und Halbach (1886-1957), de la familia Krupp, cuyas industrias fabricaban el artefacto. Cañón de 42 cm usado por los alemanes en la Primera Guerra Mundial para bombardear París” (Houaiss, 2004). Bertoldo. s. m. Del it. bertoldo y este del antr. Bertoldo, “nombre del protagonista de la historia del italiano Giulo Cesare Croce (1550-1609). Individuo tonto, estúpido” (Faria, 1943, p. 15; Houaiss, 2004; PR, 2009). Betónica. s. f. Del lat. betŏnica, “según Plinio del top. Vettona, ‘ciudad al pie de los Pirineos (Italia)’, cuyo nombre original sería Bentonic”, a su vez, del celta ben, ‘cabeza’ + ton, ‘bueno, bello’. “Pequeño arbusto de la familia de las labiadas, de fuerte olor, hojas ovaladas y flores púrpuras” (Houaiss, 2004). Bignónia. s. f. Del antr. Jean Paul Bignon (1662-1743), bibliotecario de Luis XIV a quien se le dedicó la planta. Planta de las familias de las bignonáceas, nativa del sudeste de Estados Unidos (Houaiss, 2004). Bigode. s. m. Origen oscuro, tal vez de la expresión al. Bi God, ‘por Dios’, “fórmula de juramento que se empleaba como apodo para designar a las personas con bigote, y luego el bigote mismo”. “Pelosidad que crece por encima del labio superior” (García y García, 1997, pp. 47-48; PR, 2009). Bilhárzia. s. f. Del antr. Theodor M. Bilharz (1825-1862), médico y biólogo alemán que descubrió el parásito en 1851, + -ia. “Género de trematodos establecido por Commold, cuyas especies se han traspasado al Schistosomun” (García y García, 1997, p. 135; PR, 2009). Biquíni. s. m. Del top. Bikini, atolón de las islas Marshall, en el Pacífico donde tuvo lugar la inaugural explosión experimental de la bomba de hidrógeno, un año antes de la aparición de este bañador, creado, en 1947, por el estilista francés Louis Réard (García y García, 1997, p. 50). “Probablemente porque una mujer en biquini provocaba, en la época, el efecto de una bomba atómica” (Houaiss, 2004). Bisturí. s. m. Del fr. bistouri, ‘instrumento de corte usado en cirugía’, quizá del it. pistorino/bistorino (por pistolese) de Pistóia, ciudad italiana, en lat. Pistoria con sufijo –ino, conocido lugar donde se fabricaban puñales. “Instrumento de lámina corta, puntiagudo y cortante, usado para hacer incisiones en la piel y en los tejidos” (Houaiss, 2004). Boicote. s. m. Del ing. boycott, ‘acto o efecto de negarse a trabajar o a cooperar’, del antr. Charles C. Boycott (1832-1897), el capitán inglés a quien se le aplicó el primer bloqueo en 18807. “Rechazar colectivamente a trabajar en determinada industria o establecimiento comercial e impedir cualquier transacción con ella” (García y García, 1997, p. 64; Houaiss, 2004). Bolandista. s. m. Del antr. Jean van Bolland (1596-1665), jesuita e historiador eclesiástico flamenco, + -ista, que fundó en Amberes una sociedad, encargada de editar las vidas de santos, Acta Santorum. “Individuo de una sociedad formada por miembros de la Compañía de Jesús, para publicar y depurar críticamente los textos originales de las vidas de los santos” (García y García, 1997, p. 27; Houaiss, 2004). Bolívar. s. m. Del antr. Simón Bolivar (1783-1830), estadista venezolano. 1 “medio a través del cual se realizan transacciones monetarias en Venezuela. 1.1 p.ext. la cédula y la moneda usada en esas 7

Más información en Buitrago Jiménez y Torijano (2007).

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transacciones. 2 ant. sombrero de fieltro, de alas caídas que se usó en el último cuarto del siglo xix” (Faria, 1943, pp. 43-44; Houaiss, 2004). Bolónio. adj. Del top. lat. Bolonĭa + -io. 1 “En la orden de santo Domingo, religioso de baja ordenación y que no se dedicaba a las letras”. 2 “aquel que no tiene juicio o inteligencia”. 3 “el que es ingenuo o tonto” (Houaiss, 2004). Borgonha. Del fr. bourgogne y este del topónimo Bourgogne, ciudad del este de Francia. “Denominación genérica de los vinos producidos en la región vinícola de Borgoña” (Houaiss, 2004). Bóston. s. m. Del ing. boston y este del top. Boston, capital del estado de Massachusetts, ciudad donde se inventó el juego. “Juego de cartas semejante al whist” (Houaiss, 2004). Bourbon. s. m. Del top. Bourbon, ciudad americana de Kentucky. “Whisky preparado a partir de destilar una mezcla de maíz, malta y cebada” (Houaiss, 2004). Braille. s. m. Del fr. braille y este del antr. Louis Braille (1809-1852), inventor de la escritura, en 1829. “Sistema de escritura con puntos en relieve que los ciegos pueden leer por el tacto” (Houaiss, 2004). Brasilete. s. m. De origen incierto. Para unos es un caso deonomástico del top. Brasil + -ete. Otros lo relacionan con brasa. “Los portugueses le llamaban pau-brasil, ‘leño de color de la brasa’, antes de establecerse en el nuevo continente. Admirados por la abundancia de esta planta en la tierra que acababan de descubrir, la llamaron Brasil”. “Árbol pequeño, de 3 a 5 metros de altura, con tronco de 18 pulgadas de diámetro; madera muy compacta, muy dura y de color rojizo (Caesalpinia bijuga)” (García y García, 1997, p. 115; PR, 2009). Bretanha. s. f. Del top. Bretaña, del lat. Britannĭa, lugar francés de donde provendría la tela. “Tejido blanco muy fino de lino o de algodón” (Houaiss, 2004). Brucela. s. f. Del antr. David Bruce (1855-1931), médico militar australiano, “descubridor del germen que provoca la fiebre de malta”, + suf. dim. -ela. “Género de bacteriáceas en forma de bastoncitos cortos ovales inmóviles, de reacción alcalina en la leche” (García y García, 1997, p. 135; PR, 2009). Brucina. s. f. Del ing. brucine y este del antr. James Bruce (1730-1794), viajante escocés, + -ina. “Alcaloide extraído especialmente de la semilla de la nuez vómica, venenoso y semejante a la estricnina” (Houaiss, 2004). Brucita. s. f. Del antr. Archibald Bruce (1777-1818), uno de los primeros mineralogistas norteamericanos, + -ita. “Hidróxido de magnesio trigonal encontrado en calcários y serpentintos; mineral usado como fuente de magnesio y como material refractario” (Houaiss, 2004). Buganvília. s. f. Del antr. “Louis Antoine de Bougainville (1729-1811), navegante francés, que trajo la planta a Europa, nombrada así por los naturalistas de la expedición”. “Arbusto trepador sudamericano de la familia de las nictagináceas, con hojas ovales o elípticas, brácteas florales muy vistosas”. Bougainvíllea (García y García, 1997, p. 115; PR, 2009). Bugia. s. f. Del “top. Bugia y este del ár. vulgar Budjîa (ár. cl. Budjâja), nombre de la [ciudad] de Argelia famosa en el Medievo por la calidad de su cera”. 1 “vela delgada de cera. 2 candelabro pequeño” (García y García, 1997, p. 90; Houaiss, 2004; PR, 2009). Cabotagem. s. f. Del fr. Cabotage. Origen dudoso. Del esp. cabo, ‘extremo’ o del antr. Sebastiano Caboto (1484-1557), navegante italiano. “Transporte aeronáutico mediante pago, entre puntos de un mismo Estado” (García y García, 1997, p. 86; PR, 2009).

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Caiena. s. f. Del top. “tupí quinynha, con infl. de Cayena, capital de la Guayana francesa”. Brasil, “Variedad de banana” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Caim. s. m. Del antr. Caín, hijo de Adán y Eva. 1 “el que mata al hermano; fratricida. 2 “hombre malo, perverso, cruel” (Faria, 1943, p. 9; Houaiss, 2004). Calamina. s. f. “Del lat. medv. calamina, alteración del lat. cadmēa y este del gr. derivado de Cadmo”, héroe legendario fundador de Cadmea, luego Tebas, donde se encontró calamina. “Silicato hidratado de zinc, usado en preparación farmacéutica como astringente y protector de la piel” (García y García, 1997, p. 140; Houaiss, 2004). Calcedónia. s. f. “Del gr. karkēdónios, ‘de Cartago’, a través del lat. carchedonĭus, ‘piedra frecuentemente encontrada en la región de Cartago’. Variedad criptocristalina de cuarzo, transparente o translúcida, usada como gema” (Houaiss, 2004). Calceolária. s. f. “Del antr. Francesco Calceolari (1521-1609), naturalista italiano, pero también en alusión a la forma de las flores que recuerda la de un zapato”. Arbustos y hierbas de la familia de las escrofulariáceas, generalmente conocidas como zapatito de venus (Houaiss, 2004). Calembur. s. m. Del fr. calembourg. Relacionado tal vez con un abad de Calemberg, embajador en la corte de Luis XV (García y García, 1997, p. 102). “Juego de palabras semejantes en el sonido, pero de significado diferente, que da lugar a equívocos” (Houaiss, 2004). Calepino. s. m. Del “it. calepino, ‘vocabulario grande, especialmente latino’, y este del antr. Ambrogio dei Conti di Caleppio (c1440-1510), monje y lexicógrafo autor de un diccionario de lat. traducido para otras muchas lenguas europeas. Lista o compilación ordenada palabras; vocabulario, diccionario, léxico” (Houaiss, 2004). Calibita. s. f. “Del lat. Chalŷbes, ‘pueblo del Ponto reputado por su habilidad para trabajar el hierro y por haber inventado el acero”, + -ita. “Carbonato ferroso de brillo vítreo y color castaño que se emplea como mena de hierro”. Siderita (García y García, 1997, p. 141; Houaiss, 2004). Calicó. s. m. “Del fr. calicot y este del top. Calicut, nombre de la ciudad de la India”. “Tejido indio rústico hecho de algodón” (García y García, 1997, p. 58; Houaiss, 2004). Califórnio. s. m. Del top. California, estado y Universidad donde fue descubierto; “y también porque este elemento es análogo al difícilmente accesible disprosio. Se decía que en el siglo xix era tan difícil llegar a California como aislar el disprosio de la mezcla de las tierras raras”. Elemento radioactivo artificial aislado por primera vez en 1950, que se obtiene bombeando el curio con partículas alfa. Núm. atómico 98, símb. Cf (García y García, 1997, p. 155; Aulete, 2007). Calisaia. s. f. Tal vez, “del top. de una colina de Bolivia, Calisaya, donde hay quinos. p.ext. nombre que se da a las quinas de América del Sur”. Otros autores sugieren “que podría proceder del nombre del indio que, en el siglo xvii, informó a los blancos de la propiedad de esta sustancia”. Especie de quina muy estimada, llamada también ‘quina amarilla’ (García y García, 1997, p. 115; PR, 2009). Calomelanos. s. m. pl. Del gr. kalos, ‘bello’, y melanos, ‘negro’ aunque también parece que aluda al antr. de un esclavo negro del químico francés Turquet de Mayerne (1573-c1654). “Cloreto de mercurio empleado como purgante” (García y García, 1997, p. 155; Houaiss, 2004). Calumba. s. f. Del top. Colombo de la isla de Ceilán, hoy Sri Lanka, de donde proviene la planta. “Arbusto trepador, exótico. Colulus palmata”. Colombo (García y García, 1997, p. 116; PR, 2009).

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Calvário. s. m. Del top. Calvario y este del lat. Calvarium, de Calvāriae locus, ‘colina próxima de Jerusalén donde Jesús fue crucificado’. 1 p.ext. altozano u otero donde se planta una cruz. 2 representación en pintura o escultura de la escena de la crucifixión. 3 fig. dolor continuado, tormento, martirio, sufrimiento moral (Houaiss, 2004). Cambraia. s. f. Del “top. Cambrai, ciudad de Francia donde se producía y de donde se exportaba este tipo de tela. Tejido muy fino, translúcido y levemente lustroso de algodón o de lino” (Houaiss, 2004). Camélia. s. f. Del lat. botánico camellia, creada por Linneo (1707-1778) en honor del botánico y misionero jesuita moravo “George Joseph Kamel (1661-1706), quien describió por primera vez, en Manila, la planta de donde brota esta flor y la trajo a Europa. Arbusto de la familia de las teáceas, originario de Japón y de China, de hojas perennes, lustrosas y de un verde muy vivo y flores muy bellas, inodoras, blancas, rojas o rosadas” (García y García, 1997, p. 116; PR, 2009). Campeche. s. f. Del top. Campeche, en la Península de Yucatán, México. “Árbol de la familia de las leguminosas, con dos o tres especies de las regiones tropicales, de la cual se extraen materias colorantes llamadas hematoxilina o hemateína”. Páu-campeche. (García y García, 1997, p. 116; PR, 2009). Canarim. adj. s. m. Del top. Canará del sansc. + -im, la ant. India portuguesa. Originalmente ‘habitante del territorio indio de Canará’. “Hombre que tiene las piernas largas” (Houaiss, 2004). Canário. adj. s. m. Del top. latino Canarĭae Insulae. “El pájaro tiene ese nombre porque se atribuye su origen a esas mismas islas”. “Ave paseriforme, silvestre, de la familia de los fringilídeos” (Houaiss, 2004). Canibal. adj. y s. m. “Alteración de caríbal y este de caribe, ‘osado, ambicioso’, vocablo indígena de las Antillas y que sirvió para designar al pueblo caribe” 1. “antropófago”. 2 p.ext. “se dice del individuo cruel” (Houaiss, 2004). Cardigã. s. m. Del ing. cardigan, a partir del antr. de James Thomas Brudenell, séptimo conde de Cardigan (1797-1868), militar que tuvo gran éxito en la batalla de Balaclava, Crimea, y que a su regreso fue recibido con todos los honores en Londres. “Chaqueta o suéter de punto, sin cuello y escote redondo o en pico, mangas largas, que se abrocha hasta el cuello o está abierto de arriba abajo por delante” (García y García, 1997, p. 50; Houaiss, 2004). Cariátide. s. f. Del lat. Caryātis, ‘epíteto de Diana’, a su vez del gr. Karuâtis, ‘mujer de Caria; epíteto de Artemisa (Diana)’. “Figura femenina vestida que funciona de soporte en la estructura arquitectónica, en lugar de una columna o pilastra” (García y García, 1997, p. 98; Houaiss, 2004). Carlina. s. f. Del antr. Carlo Magno + -ina. Refiere el hecho de que, avisado por un ángel, el emperador libró a su ejército de una epidemia con esta planta. “Angélica carlina”. “Planta de la familia de las compuestas cuyo receptáculo se come a la manera de las alcachofas” (García y García, 1997, p. 116; PR, 2009). Carmanhola. s. f. Del fr. carmagnole y este del top. italiano Carmagnola; traje usado por los trabajadores franceses del Piemonte, casi seguro de Carmagnola. 1 “especie de abrigo estrecho, cuello caído sobre los hombros y numerosos botones, adoptado en Francia, especialmente por los revolucionarios de 1789. 2 canción y danza en corro en los tiempos de la revolución francesa” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Carnéola. s. f. Del top. Carniola, ant. región de Austria, al norte del Adriático. “Roca dolomítica, variedad de la calcedonia de color rojo amarillento, que debido a la disolución de la caliza por aguas infiltradas, adquiere una apariencia cavernosa” (García y García, 1997, p. 140; PR, 2009).

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Carrara. s. m. Del top. Carrara, ciudad italiana. “Mármol blanco de Carrara” (García y García, 1997, p. 141; PR, 2009). Cárter. s. m. Del “antr. J. Harrison Carter (m. 1903), ingeniero inglés inventor de ese dispositivo”. Caja en que se aloja la parte inferior de un motor, caja de cambios y otros (Houaiss, 2004). Casanova, s. m. Del it. casanova y este del antr. Giovani Giacomo, Casanova de Seingalt (1725-1798), célebre aventurero veneciano, famoso por sus lances amorosos. “Individuo que se dedica con gran empeño a conquistas amorosas; mujeriego” (Houaiss, 2004). Catão. s. m. Del antr. Catón, el célebre Marcus Porcio Cato (234-149 a.C.), célebre por la austeridad de sus costumbres. “Se dice del individuo de principios y costumbres excesivamente rígidos y severos” (Houaiss, 2004). Catilinária. s. f. Del lat. catilināria, ‘alegato sobre o contra Catilina’. Son los discursos en que Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) denunció en el Senado a Lucio Sergio Catilina (109-62 a.C.), jefe de una conspiración. “P.ext. imprecación o acusación violenta contra alguien” (Houaiss, 2004). Caxemira. s. f. Del top. Kashmir, a través del ing. cashmere, región de la parte norte del subcontinente de la India. “Lana muy fina y suave hecha con pelo de un tipo de cabra de Cachemira, India y Paquistán” (Houaiss, 2004). Celestina, p. s. f. Del antr. Celestina, personaje de la Tragicomedia de los amores de Calixto y Melibea (1500), que se caracteriza por ser una mujer astuta y hábil en los negocios de alcoba. 1 “mujer ladina, astuta. 2 dueña de un prostíbulo” (Houaiss, 2004). Cereal. s. m. Del lat. cerealis, del antr. mitológico Ceres, diosa de la agricultura. “Relativo a las semillas o a las plantas cuyos granos sirven de base a la alimentación” (Houaiss, 2004). Cerimónia. s. f. Del lat. Caeremonĭa, cerimonia, culto, práctica religiosa, rito solemne, religión, acatamiento religioso. “La tradición relaciona esta palabra con la ciudad etrusca de Caere, por la religiosidad de sus moradores”. “Estatuto o costumbre, para dar culto a las cosas divinas, o reverencia y honor a las profanas” (García y García, 1997, p. 65; Houaiss, 2004). Cério. s. m. Del lat. científico cerium, de Ceres + -ium. Voz, introducida por Jöns Jacob von Berzelius en el lenguaje internacional de la química, en 1804, en alusión al asteroide Ceres, descubierto en 1801, y este a su vez de la diosa romana Ceres. “Elemento químico de número atómico 58, símb. Ce, de la familia de los lantanídeos” (García y García, 1997, p. 155; Houaiss, 2004). César. s. m. Del lat. Caesar, sobrenombre de la gens Julia, usado por Caius Julio Caesar (101 a.C.-44 a.C.), emperador romano. p.met. dirigente autocrático de determinado país (Houaiss, 2004). Chantili. s. m. Del fr. chantilly, “crema batida con consistencia de mousse, azucarado y perfumado”, del top. de la ciudad francesa Chantilly (Houaiss, 2004). Charlatão. adj. y s. m. Del it. ciarlatano, “aquel que pasa por aquello que no es”, del top. it. Cerreto (Umbria), con alteración vocálica; “ciudad donde se vendían frecuentemente mercancías en las plazas”. “El que se presenta en las plazas o ferias para vender drogas y elixires reputados como milagrosos, seduciendo al público y engañándolo con discursos” (Houaiss, 2004). Charleston. s. m. Del ing. charleston y este del top. Charleston, ciudad de Carolina del Sur, baile traído a Europa por Josephine Baker. Danza creada por los negros de esa ciudad (García y García, 1997, p. 72; Houaiss, 2004).

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Charlote. s. f. Del fr. charlotte y este del antr. Charlotte, la reina de Inglaterra, esposa de Jorge III, según la hipótesis, no confirmada, de que es repostería en su honor. Sobre un contorno revestido de bizcochos secos se rellena de crema espesa o de mermelada (Houaiss, 2004). Cheviote. s. m. Del ing. cheviot, del top. Cheviot Hills, entre Escocia e Inglaterra, “raza de carneros que habitan los montes Cheviot”. 1 “lana de carnero escocés. 2 tejido espeso y flexible fabricado con esa lana” (Houaiss, 2004). Chilena. s. f. Del top. Chile + el sufijo -ena, ‘procedente de ese país’. “Espuela gruesa con roseta muy grande” (Houaiss, 2004). Chirinola. s. f. Del top. it. Cerignola, transformación por influencia del antr. Cherinos, ‘fiesta, buen humor’; en el Siglo de Oro significó ‘disputa, lucha, reunión de ladrones’, de la batalla de Ceriñola (1503). 1 “trampa, engaño”. 2 “confusión, jaleo” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Cícero. s. m. Del fr. cicéro y este del antr. lat. Cicĕro, elocuente orador y político romano, L. Marcus Tullius Cicerón (104-46 a.C.). “Unidad de medida tipográfica equivalente a 12 puntos en el sistema Didot, carácter tipográfico usado en la edición de 1469 de las Epistolae ad Familiares” del mismo autor (Faria, 1943, p. 8; Houaiss, 2004). Cicerone. s. m. Del it. cicerone y este del antr. lat. Cicĕro, el orador romano. Dada su célebre elocuencia se estableció en Europa en el siglo xviii una comparación de éste con los efusivos guías romanos. “Persona, normalmente profesional, que muestra y explica a los visitantes o a turistas los aspectos importantes o curiosos de determinado lugar; guía” (Houaiss, 2004). Cilício. s. m. Del lat. cilicĭum, “paño grueso hecho de pelo de cabra en Cilicia con la que se cubrían los soldados y marineros; armazón que servía de defensa contra proyectiles y armas”; del top. Cilicia (península de Anatolia). “De Cilicia, lugar donde se preparaba una rústica prenda” (García y García, 1997, p. 51). 1 “saco o vestidura áspera que se usaba antiguamente para la penitencia. 2 faja de cerdas o de cadenillas de hierro con puntas, usada por los que deseaban mortificarse” (Houaiss, 2004). Cirineu. s. m. Del lat. cyrenaeus y este del gr. kurenaîos, del antr. Simão Cirineu (del top. Cirene, ciudad gr. hoy Libia), aquel que ayudó a Jesús a llevar la cruz. fig. “el que ayuda o colabora especialmente en trabajo difícil” (Houaiss, 2004). Clementina. s. f. “Del fr. clémentine y este del antr. el padre Clément, que realizó el primer injerto del árbol. Variedad de naranja mandarina (García y García, 1997, p. 108; PR, 2009) Cobalto. s. m. “Del al. Kobalt, variedad de Kobold, ‘duende o demonio de las minas’”, que habitaba las canteras de Sajonia. “Según la leyenda, los mineros creían que un duende robaba la plata, metal que surge junto con el cobalto, dejando este último en su lugar”. Elemento químico, núm. atómico 27, símb. Co (Houaiss, 2004). Cobre. s. m. Del lat. cuprum, ‘cobre, metal’, del gr. kyprus, aes Cyprium, ‘metal de Chipre’, luego abreviado en cuprum; lugar donde tenían gran fama las minas de dicho metal. 1 elemento químico, núm. atómico 29, símb. Cu. 2 moneda de ese metal. 3 p.ext. cualquier moneda (Houaiss, 2004). Coche. s. m. Origen oscuro. Tal vez, del fr. coche, del checo kotxi, a través del al. Kutsche y este del húng. kocsi, de la población de Kocs, donde se cambiaba dicho transporte entre Viena y Budapest. 1 carruaje cerrado. 2 carruaje de estilo ant. usado en algunas solemnidades. 3 vehículo fúnebre (García y García, 1997, p. 86; Houaiss, 2004).

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Colofónia. s. f. Del lat. colophonia y este del gr. kolophonia, ‘resina, goma’, del top. Kolophōn, ‘ciudad de la Jonia asiática de donde procede el producto’. “Resina amarilla, transparente, resultante de la destilación de la savia de los pinos” (García y García, 1997, p. 155; Houaiss, 2004). Cólquico. s. m. Del lat. colchĭcum y este del gr. kolkhikón, ‘planta venenosa’, del top. Kolchís, Cólquida, ant. comarca de Asia. “Planta liliácea común en Europa y Asia. Su raíz, semejante a la del tulipán, está envuelta en una túnica negra, es amarga” y de uso medicinal (García y García, 1997, p. 116; Houaiss, 2004; PR, 2009). Cordierita. s. f. Del antr. Pierre Louis Antoine Cordier (1777-1861), en honor del geólogo francés. “Silicato de aluminio, hierro y magnesio hidratado, de color azul que en sus variedades transparentes ha sido empleada como gema conocida por los joyeros como zafiro de agua. Cordierite (García y García, 1997, p. 141; Houaiss, 2004). Córdoba. s. m. Del antr. Francisco Hernández de Córdoba (m. 1526), conquistador de Nicaragua. En su honor, “unidad monetaria de Nicaragua” (García y García, 1997, p. 82; PR, 2009). Cordovão. s. m. Del moz. cordobano, derivado del top. Córdoba + -ano, “por el desarrollo que alcanzó en la Córdoba musulmana el curtido de pieles. Piel curtida de macho cabrío o de cabra” (García y García, 1997, p. 59; PR, 2009). Coulomb. s. m. Del ant. Charles Augustin Coulomb (1736-1806), “físico francés, pionero en los estudios de la electrostática”. “Unidad de medida para la carga eléctrica en el Sistema Internacional, símb. C.” (García y García, 1997, pp. 162-163; Houaiss, 2004). Cretone. s. f. Del fr. cretonne y este del top. Creton, “pueblo de Normandía donde se supone que surgió el tejido”. “Tela con cuerpo, de algodón o de lino, con urdimbre de cáñamo, usado en la confección de colchas, cortinas, tapicerías, etc.” (Houaiss, 2004). Cristo. s. m. Del gr. khristós, ‘ungido, Cristo, Jesús’ 1 p.met. “representación plástica de Jesucristo crucificado”. 2 “posición en que el gimnasta, en las argollas, se queda con los brazos horizontalmente abiertos”. 3 p.met.infrm. “persona que es víctima de injusticias, malos tratos, engaños” (Houaiss, 2004). Cupido. s. m. Del lat. Cupīdo, dios romano del amor. 1 “p.met. personificación del amor, el amor. 2 p.met. hombre pretendidamente bello y dado al galanteo, a la seducción” (Faria, 1943, pp. 44 y 13; Houaiss, 2004). Curie. s. m. Del fr. curie y esta del antr. Pierre Curie (1859-1906) y Marie Curie (1867-1934), en honor de los físicos franceses que descubrieron el elemento químico radio. “Unidad de actividad radiactiva”, adoptada en Bruselas en 1910 (García y García, 1997, p. 163; Houaiss, 2004). Dacito. s. m. Del top. Dacia, ant. provincia romana que incluía Transilvania, Rumanía, + -ito. “Roca magmática efusiva de color gris claro” (García y García, 1997, p. 141; Houaiss, 2004). Daguerreótipo. s. m. Del fr. daguerréotype y este del antr. Louis Jacques-Mandé Daguerre + -type, físico y pintor francés que, juntamente con el químico y litógrafo, Joseph Nicéphore Niepce (1765-1833), introdujo el aparato en 1830. 1 “antiguo aparato fotográfico inventado por Daguerre”. “2 p.met. imagen que se obtiene con ese aparato”. “3 p.met, pintura, imagen o retrato hechos con perfección” (Houaiss, 2004). Dália. s. f. Del antr. Anders Dahl (1751-1789), botánico sueco, que trajo la flor desde Méjico a Europa. El botánico José Cabanilles se la dedicó a Dahl, aunque fue descubierta por Alexander von Humboldt.

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“Planta anual de la familia de las compuestas, con tallo herbáceo, ramoso” (García y García, 1997, p. 117; PR, 2009). Daltonismo. s. m. Del antr. John Dalton (1788-1844), químico y físico inglés, + -ismo, que padecía ese trastorno. Voz creada por Pierre Prévost de Ginebra. “Problema hereditario caracterizado por una anomalía en la visión de los colores, especialmente una confusión entre el rojo y el verde” (Houaiss, 2004). Damasco. s. m. Del top. Damasco, del lat. Damāscus (Siria). 1 “tejido de seda adornado, con bajo relieve e hilos de seda o tafetán, originario de la ciudad de Damasco”. 2 p.ext. “tejido de lana, hilo o algodón que imita el original”. 3 “cierta lámina de acero muy fina, usada en espadas, originaria de Damasco”. 4 “fruto del damasqueiro, albaricoque” (Houaiss, 2004). Dândi. s. m. Del ing. dandy y este, probablemente, del antr. Dandy, hipocorístico de Andrew, “‘hombre que tiene preocupación exagerada por su apariencia personal’; “usado inicialmente en la frontera entre Inglaterra y Escocia, para hacer referencia a los jóvenes que se vestían de manera excéntrica; adoptado en Londres (1813-1819) para designar a los ‘hombres elegantes’”. 1 “individuo que se viste con elegancia y refinamiento. 2 p.ext. individuo que se viste y comporta con afectación y delicadeza” (García y García, 1997, p. 39; Houaiss, 2004). Dédalo. s. m. “Del antr. lat. Daedălus, adaptación del gr. Daídalos, ‘Dédalos, arquitecto de la ant. Atenas, que construyó el laberinto de Creta’. 1 caminos enmarañados; laberinto. 2 lo que es intrincado y confuso; complicado” (Faria, 1943, p. 43; Houaiss, 2004). Dérbi. s. m. Del ing. derby y este del antr. lord Derby, conde inglés que instituyó esta carrera de caballos, en 1789, en el hipódromo de Epsom (Inglaterra). “Encuentro, generalmente futbolístico, entre dos equipos de la misma ciudad” (García y García, 1997, p. 73; Houaiss, 2004). Deus. s. m. Del lat. dĕus, ‘ser supremo, entidad superior’. fig. “individuo superior a los demás en saber, poder, en belleza” (Houaiss, 2004). Diesel. s. m. Del ing. diesel y este del antr. Rudolf Diesel (1858-1913), ingeniero alemán inventor del motor. 1 “fracción líquida del petróleo, incolora o algo amarilla”. 2 “motor de combustión interna con ignición por compresión” (García y García, 1997, p. 86; Houaiss, 2004). Diogo. s. m. De origen dudoso, infrm. euf. ‘diablo, demonio’ (Faria, 1943, pp. 51-52; Houaiss, 2004). Ditirambo. s. m. Del lat. dythyrambus y este del gr. dithúrambos, sobrenombre de Dionisos, el Baco de los romanos, ‘poema en honra de Baco’. 1 “canto de alabanza al dios griego”. 2 p.ext. “composición poética en que se celebra el vino, la alegría, los placeres de la mesa, en un tono entusiástico”. 3 p.ext. “poema muy de moda en el neoclasicismo en que se exalta un hecho o a una persona” (Houaiss, 2004). Doberman. s. m. Del al. Dobermann Pinscher, ‘raza de perros’, a su vez del antr. Ludwig Dobermann (1834-1894), recaudador de impuestos alemán, que creó la raza en 1860. “Perro de raza, fruto de cruces entre Dogos, Rottweiler, Pinscher y pastor alemán”8 (García y García, 1997, p. 129; Houaiss, 2004). Dolomia. s. f. Del fr. dolomie y este del antr. Déodat Gratet de Dolomieu (1750-1801), geólogo y naturalista francés que descubrió la roca. “Carbonato doble de calcio y magnesio, cristalizado en

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Otras razas de perros toman sus nombres de su lugar de origen o de sus dueños, por ejemplo, rottweiler, terranova, samoiedo (Rusia asiática) (García y García, 1997, p. 129).

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romboedros, semejante a la calcita pero menos soluble en ácidos”. Dolomita (García y García, 1997, p. 141; Houaiss, 2004). Domínico. s. m. De los frailes dominicos de santo Domingo. “Ave paseriforme de la familia de los motacilídeos, encontrada en la India y Paquistán, de plumaje negro y blanco, semejante al hábito de los frailes dominicos” (Houaiss, 2004). Domingo. s. m. Del lat. dies dominicus, ‘día del Señor’. “Dominica, ‘el domingo’ parece estar a su vez relacionado con la divinidad Meno o Mino, con lo que el primer elemento sería el título de la divinidad”. “Primer día de la semana que sigue al sábado y precede al lunes” (García y García, 1997, p. 106; Houaiss, 2004). Dom-João. s. m. Del antr. esp. Don Juan, personaje literario como, por ejemplo, en Don Juan Tenorio (1844) de José Zorilla. “Seductor de mujeres” (García y García, 1997, p. 29; PR, 2009). Dulcineia. s. f. Del antr. “esp. Dulcinea, por alusión al personaje, Dulcinea del Toboso, campesina ruda, transformada por el héroe en dama idealizada, en la obra Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes”. “Mujer galanteada; enamorada” (Faria, 1943, p. 10; Houaiss, 2004). Dunito. s. m. Del top. Dun, ‘pardo’, montaña de Nueva Zelanda donde se encontró esta roca. “Periodotito formado esencialmente de olivina, con pequeña porción de espinelo cromífero” (Houaiss, 2004). Duranta. s. f. Del antr. Cástor Durante (m. 1590), botánico italiano a quien Linneo dedicó esta planta en 1737. “Árboles y arbustos de la familia de las verbenáceas, nativas del Caribe y de América del Sur” (Houaiss, 2004). Éden. s. m. “Del hebr. ēdhen, ‘deleite, voluptuosidad’, por intermedio bíblico, aplicado al paraíso terrenal. Lugar de delicias; paraíso” (Houaiss, 2004). Egirina. s. f. “Del antr. Aegir, antiguo dios nórdico del mar + -ina. Silicato natural de hierro y sodio, del grupo de los piroxenios; acmita” (Houaiss, 2004). Einstéinio. s. m. Del antr. Alfred Eisntein (1879-1955), en honor del físico y matemático alemán, + -io. Núm. atómico 99, símb. Es. “Elemento químico artificial, identificado por A. Ghiorso, en 1952” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Endrómina. s. f. De origen dudoso, tal vez deformación del antr. Andrómeda, “cuyo mito sería prototipo de algo increíble, de historia fantástica o fantasiosa”. “Ardil, impostura, artimaña para engañar” (Houaiss, 2004). Érbio. s. m. Del top. Ytterby, ciudad de Suecia. Metal, que aparece junto con el itrio, fue descubierto en 1843 por Carl Mosander. Núm. atómico 68, símb. Er. Elemento químico de la familia de los lantanídeos (Houaiss, 2004). Escândio. s. m. Del top lat. Scandĭa, región del norte de Europa que los antiguos pensaban que era una isla que corresponde con Escandinavia, + -ium. Núm. atómico 21, símb. Sc, descubierto por Lars Nilson en 1879. “Elemento químico perteneciente al grupo de las tierras raras” (García y García, 1997, p. 156; Houaiss, 2004). Estradivário. s. m. Del fr. stradivarius y este del antr. Antonio Stradivari (1644-1737), célebre fabricante de violines en Cremona (Italia). “Violín de excelente calidad sonora” (Houaiss, 2004).

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Estroncianita. s. f. Del ing. Strontianite y este a su vez del top. Strontian, Argyllshire (Escocia), ciudad donde se descubrió el mineral + -ita. “Carbonato de estroncio trigonal del grupo de la aragonita”. Estroncianite (Houaiss, 2004). Estrôncio. s. m. Del top. Strontian, Argyllshire (Escocia), donde fue descubierto, ciudad donde se descubrió. “Elemento químico. Núm. atómico 38, símb. Sr, de la familia de los metales alcalinoterrosos” (Houaiss, 2004). Eufórbio. s. m. Del lat. imp. euphorbĭa y “este del gr. Euforbo, ‘el bien nutrido’, médico de Juba, segundo rey de Mauritania (siglo i a.C.) quien descubrió el uso de esta planta y le dio su nombre”. “Planta cuyo látex es usado en veterinaria y en medicina como purgante” (García y García, 1997, p. 118 y 156; PR, 2009). Eufrásia. s. f. Tal vez del lat. “neutro pl. Eufrasia y este del gr. Euphrasía, ‘alegría’. Hierba vellosa, de la familia de las plantas escrofulariáceas” (García y García, 1997, p. 118; PR, 2009). Eugénia. s. f. Del antr. Eugenio de Saboya (1663-1736), príncipe a quien en su honor Mar Micheli (18441902) dio nombre al vegetal. “Planta mirtácea de uso analgésico” (Faria, 1943, p. 36; García y García, 1997, p. 118). Eupatório. s. m. Del antr. “Eupátor, sobrenombre de Mitríades, rey del Ponto, que desde muy joven se dedicó al estudio de los venenos. Hierba. Especie de agrimonia” (García y García, 1997, p. 118). Euripo. s. m. Del lat. eurīpus y este del gr. eúripos, ‘brazo de mar, estrecho; canal, reservatorio’, entre Eubea y Beocia (Grecia). 1 “parte de un estrecho donde las olas se muestran más agitadas. 2 p.ext. movimiento, agitación de las aguas” (García y García, 1997, p. 151; Houaiss, 2004). Euro. s. m. De la forma abreviada del top. Europa. Moneda única de la mayoría de los países de la Unión Europea” (Houaiss, 2004). Europeizar. v. Del top. Europa + el sufijo -izar. Convertirse en europeo (García y García, 1997, p. 173; Houaiss, 2004). Faetonte. s. m. Del gr. Phaéthōn, ‘el que brilla’, del antr. Faetonte o Faetón, dios griego, “el hijo del Sol, fulminado por Júpiter cuando pretendía dirigir el carro de su padre. Carruaje ligero, descubierto, de cuatro ruedas”. Faeton (Faria, 1943, pp. 11 y 44; Houaiss, 2004). Faialita s. f. Quizá del top. Faial (isla del archipiélago de las Azores) donde fue descubierta, + -ita. “Silicato de hierro ortorrómbico del grupo de las olivinas” (Houaiss, 2004). Faraday. s. m. Del al. Faraday, ‘unidad de masa eléctrica’, adoptada y difundida a través del ing., del antr. Michel Faraday (1791-1867), químico y físico inglés, inventor de la dínamo. “Cantidad de electricidad que depositaría un equivalente-gramo de plata a partir de una disolución conductora” (García y García, 1997, p. 163; Houaiss, 2004). Farol. s. m. Del gr. pháros, top. de la isla de Pharos, en la bahía de Alejandría, donde había un monumento en la desembocadura del río Nilo, que dio su nombre al guía de la navegación. 1 “construcción junto al mar, generalmente en forma de torre, dotada de un foco luminoso en la parte superior para orientar navíos y aviones durante la noche. 2 aparato que produce ese foco luminoso. 3 cada una de las luces colocadas en la delantera de los coches” (García y García, 1997, p. 91; Houaiss, 2004).

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Ferrabrás. s. m. Del fr. Fierbras, ‘nombre de un gigante sarraceno de las canciones de gesta, título de una canción de gesta sobre el nombre del héroe’, de origen controvertido. “Aquel que cuenta bravatas, que alardea de valor sin ser valiente; bravucón, fanfarrón” (Houaiss, 2004). Fiacre. s. m. Del fr. fiacre y este del antr. Saint Fiacre, nombre del hotel parisino, llamado así por la efigie del santo que había en el portal, donde un francés, Sauvage, del siglo xvii organizó un servicio de carrozas. “Coche de caballos, de cuatro ruedas, de punto” (Faria, 1943, p. 41; García y García, 1997, p. 86). Fígaro. s. m. Del antr. Fígaro, personaje en obras dramáticas y óperas, como el Barbero de Sevilla (1775) del escritor francés Pierre-Agustain Beaumarchais (1732-1799). “El que ejerce las funciones de barbero” (Faria, 1943, p. 10; Houaiss, 2004). Filípica. s. f. Del lat. philippica (oratio), ‘discurso violento’, del adj. lat. philippicus, ‘relativo a Felipe’; adaptación del gr. philipoikós, ‘discursos violentos y satíricos de Demóstenes contra Filipo II, rey de Macedonia’. “p.ext. sátira cruel y violenta dirigida a otro” (Houaiss, 2004). Flora. s. f. Del lat. Flora, ‘diosa protectora de las flores’, difundido a través del fr. flore y del ing. flora. “Conjunto de las especies vegetales características de determinada área, época o medio ambiente específico” (Houaiss, 2004). Floriano. s. m. Del antr. Floriano Peixoto (1839-1895), mariscal y político brasileño. Por metonimia, billete de cien cruceros de dicho país (Houaiss, 2004). Frâncio. s. m. Del top. France + -ium, en honor a la patria de la física francesa que lo descubrió, identificó y nombró, por primera vez, en 1939, Marguerite Perey (1909-1975). Elemento químico, núm. atómico 87, símb. Fr, de la familia de los alcalinos (Houaiss, 2004). Fúcsia. s. f. Del antr. Leonhard Fuchs (1501-1566), famoso botánico alemán a quien dedicó esta planta el botánico francés Charles Plumier (1646-1704), que la descubrió en 1693. “Arbusto de familia de las oenoteráceas, con ramos lampiños, hojas ovales, agudas y dentadas, y flores de color rojo oscuro”. Brincos de princesa (García y García, 1997, p. 119; Houaiss, 2004). Furacão. s. m. Del cast. ‘huracán’. Del antr. “Furacão, dios caribeño con una sola pierna, que se abatía con violencia sobre cualquier región. 1 viento muy impetuoso y temible que, a modo de torbellino, gira en grandes círculos. 2 fig. viento de fuerza extraordinaria” (García y García, 1997, p. 151; PR, 2009). Fustão. s. m. Origen controvertido. Del bajo lat. fustaneum, ‘algodón’; del top. hisp. ár. Fustât, antiguo suburbio de El Cairo, donde se fabricaría el tejido; del ár. ant. fussat, ‘tienda de tejido de algodón’, entre otros orígenes. “Tejido natural o sintético, de algodón, lino, seda o lana, tramado, que tiene el revés liso y el derecho en relieve” (Houaiss, 2004). Gadolínio. s. m. Del antr. Johann Gadolin (1760-1842), químico finlandés, pionero en el estudio y aislamiento de los elementos de las tierras raras, homenajeado por Jean Charles Galissard de Marignac (1817-1894) y Paul Émile Lecoq de Boisbaudran, descubridores del elemento. Elemento químico, núm. atómico 65, símb. Gd, de la familia de los lantanídeos, usado como absorbente de neutrones en reactores nucleares, entre otros (Houaiss, 2004). Galénico. adj. Del antr. Galeno de Pérgamo (131-200), célebre médico griego, + -ico. “Relativo a los productos farmacéuticos de origen vegetal” (Houaiss, 2004).

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Galeno. s. m. Del antr. Galeno de Pérgamo (131-200), célebre médico griego. Infrm. cualquier médico (Faria, 1943, p. 8; Houaiss, 2004). Galeria. s. f. “Del it. galleria, ‘pasillo subterráneo de una vía férrea, carretera o canal’, este del fr. galerie, ‘atrio de iglesia’, tal vez del b. lat. galeria y este de la alteración de galilaea, ‘atrio o claustro de una iglesia’, empleo fig. de Galilaea, región considerada en las Escrituras como la región de los gentiles, por oposición a Judea, cuna del pueblo elegido; así también el atrio de la iglesia era el lugar donde se impelía al pueblo a convertirse, por oposición a la iglesia propiamente dicha. 1 pasillo ancho y largo dotado de amplias ventanas o con el techo de cristal. 2 p.ext. establecimiento para la exposición de cuadros y otras obras de arte. 3 p.ext. colección de obras de arte” (Houaiss, 2004). Galimatías. s. m. “Del fr. galimatias, de origen incierto; quizá de Barimatía o Galimatía, empleado popularmente como nombre de un país exótico, de donde procedería José de Arimatea”. “Discurso verborreico, extraño, hermético, ininteligible” (García y García, 1997, p. 66; Houaiss, 2004; PR, 2009). Gálio. s. m. Del lat. gallium, ‘de la Galia’, “por haberse descubierto en Francia y por ser la patria de su descubridor Paul Émile Lecop de Boisbaudran (1838-1912), en 1875. Núm. atómico 31, símb. Ga. Metal muy raro de la familia del aluminio, que se suele encontrar en los minerales de cinc” (García y García, 1997, p. 156; PR, 2009). Galvanismo. s. m. Del antr. Luigi Galvani (1737-1798), científico italiano. 1 “electricidad producida por una reacción química. 2 producción de fenómenos fisiológicos mediante corrientes eléctricas” (DRAE; PR, 2009). Galvanizar. v. Del antr. Luigi Galvani (1737-1798), científico italiano “quien observó el primer fenómeno eléctrico registrado por el estremecimiento de las ancas de rana en contacto con una barandilla metálica. Aplicar el galvanismo a un animal vivo o muerto”, en 1780 (García y García, 1997, p. 173; PR, 2009). Galvanómetro. s. m. De galvano y este del antr. Luigi Galvani (1737-1798) científico italiano, + -metro, por influencia del fr. galvanomètre. “Instrumento usado para detectar o medir corrientes eléctricas de baja intensidad” (García y García, 1997, p. 91; Houaiss, 2004). Gamboa. s. f. De origen oscuro, tal vez del top. que se encuentra en las provincias de Álava y Vizcaya donde tal especie prosperó. “Variedad de membrillo injerto, más blanco, jugoso y suave que los comunes” (García y García, 1997, p. 119; PR, 2009). Gardénia. s. f. Del antr. Alexander Garden (1730-1791), naturalista escocés, en cuyo honor Linneo creó esta variedad. “Arbusto originario de Asia Oriental de la familia de las rubiáceas” (García y García, 1997, p. 119; PR, 2009). Garibáldi. s. m. Del antr. Giuseppe Garibaldi (1807-1882), político y general italiano, “cuyo uniforme, como el de sus subordinados, se singularizaba por el color rojo de sus camisas. 1 camisa roja usada por fuera de los pantalones. 2 p.ana. abrigo ancho femenino” (Houaiss, 2004). Germânio. s. m. Del lat. germania, Alemania, donde se descubrió en 1886 por C. Winkler. Núm. atómico 31, símb. Ge. Metal blanco que se oxida a temperatura elevada (García y García, 1997, p. 156; PR, 2009). Gêiser. s. m. Del isl. Geysir, ‘pozo que brota’, nombre de un geyser en Haukadal, Islandia. “Fuente termal que lanza al aire chorros de agua o vapor en intervalos regulares”. Geyser (Houaiss, 2004).

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Gibbsita. s. f. Del antr. George Gibbs (m. 1833), estadounidense, mineralogista y coleccionador de minerales, + -ista, mineral al que se le dio el nombre en su honor. “Hidróxido de aluminio monoclínico, principal constituyente de las bauxitas” (Houaiss, 2004). Gilbert. s. m. Del antr. William Gilbert (1540-1603), médico y físico inglés, en cuyo honor se nombró este fenómeno. “Unidad de fuerza magnetomotriz en el sistema c.g.s. de unidades”, símb. Gb (Houaiss, 2004). Gilete. s. f. Del ant. King Camp Gillette (1855-1932), el americano, presidente de la compañía Gilette Industries, que inventó y fabricó la hoja y el aparato de afeitar, en 1902. “Cualquier hoja desechable de afeitar, usada para ese u otros fines, con el soporte de la maquinilla” (Houaiss, 2004). Gobelino. s. m. Del antr. gobelin, apellido de un familia de curtidores de Biève (Francia), en cuya casa se instalaron los tapiceros que Enrique IV hizo venir de Flandes, en 1601. “Tapices o tapicería hechos a partir del siglo xvii con ricos tejidos ilustrados con notables composiciones de la Manufactura Nacional de los Gobelins, aún hoy día en funcionamiento. p.ext. tapiz o tapizado que imita los gobelinos originales”. Gobelin (Houaiss, 2004). Goethita. s. f. Del antr. Johan Wolfang von Goethe (1749-1832), escritor, poeta y naturalista alemán, + -ita, a quien se dedicó este mineral. “Óxido de hierro e hidrógeno ortorrómbico, de brillo adamantino o metálico”. Goetita (Houaiss, 2004). Goliardo. s. m. Del lat. goliardus, ‘religioso vacante’. De origen oscuro, tal vez relacionado con el lat. gula, ‘gula’ por el gusto que tenían por “comer y beber en exceso; o con el antr. lat. Golīas, ‘gigante filisteo, muerto por el rey David en combate singular, enemigo de Dios, símbolo de los enemigos de la Iglesia” y este del hebr. Golyat, ‘gigante Goliat’. Tal vez esta relación tenga que ver con que muchos de estos eran religiosos que habían abandonado sus órdenes, tenían una vida disoluta y vagaban sin fijarse en ninguna población; o quizá porque hacían poesías satíricas anticlericales que recitaban. Se dice del estudiante nómada de condición religiosa que en los siglos xii y xiii vivía de limosna. “Se dice del individuo de vida desreglada o disoluta” (Houaiss, 2004). Górgone. s. f. Del lat. gorgǒnes, ‘gorgonas, hijas de Gorgón’ y este del gr., referente a las Gorgónes, pl. de Gorgō, a su vez de gorgós, ‘vehemente, impetuoso, terrible’. Cada una de las tres hermanas, Esteno, Euríale y Medusa, con serpientes en la cabeza, en vez de cabello, que podía petrificar con la mirada. 1 “p.ext. mujer monstruosa, tanto por la fealdad física, como por la perversidad de carácter. 2 elemento decorativo en forma de cabeza o rostro de gorgone” de cuya boca mana agua (Houaiss, 2004; PR, 2009). Granadina. s. f. Del top. Granada + -ina. “Tejido calado que se hace con seda retorcida” (García y García, 1997, p. 60; PR, 2009). Gravata. s. f. “Del fr. Cravate, forma afrancesada de croate, ‘croata’. “Los caballeros croatas constituyeron un regimiento de mercenarios en el reinado de Luis XIII, de brigada ligera”, que llevaban un pedazo de tela atado al cuello. “Accesorio generalmente de uso masculino que consiste en una tira de tejido de seda, lana, etc., alrededor del cuello bajo el de la camisa, atado con un nudo o lazo delante” (Houaiss, 2004). Gray. s. m. Del antr. Louis Harold Gray (1905-1965), radiólogo inglés, autoridad en la enfermedad del cáncer, a quien, en su honor, se dedicó esta medida. “Unidad de dosis absorbida durante una irradiación de rayos ionizante” (Houaiss, 2004).

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Gregoriano. adj. s. m. Del antr. Gregorio I (c. 540-604), papa, + -ano. “Canto religioso reformado por Gregorio I (García y García, 1997, p. 73). También del antr. Gregorio XIII (reinado 1572-1585). “Dícese del año, calendario, cómputo y era que reformó” (García y García, 1997, p. 105; PR, 2009). Grindélia. s. f. Del antr. David Hieronymus Grindel (1776-1836), botánico estonio, planta creada en su honor. De la familia de las compuestas, del noroeste y sur del continente americano, algunas cultivadas como ornamentales. Género de plantas asteráceas de efecto medicinal. Malmequer do campo (Houaiss, 2004; PR, 2009). Grogue. s. m. Del ing. Grog, ‘bebida alcohólica, especialmente ron disuelto con agua, servido caliente, con limón y azúcar’; y este del antr. Old Grog, sobrenombre de sir Edward Vernon (1684-1757), almirante inglés, apodado así por la costumbre de usar un viejo gabán de grogram (tipo de tejido grueso de lana, seda o algodón). Fue él quien ordenó que el ron para los marineros se diluyera con agua. 1 “bebida alcohólica (ron, coñac, aguardiente, etc.), disuelta en agua caliente con azúcar y cáscara de límón”. adj. 2. “Estar grogue, estar atontado, como si hubiese ingerido mucha bebida alcohólica” (Houaiss, 2004). Guadameci. s. m. Del ár. Gadāmisīī, del top. Gadamés, ciudad de Trípoli, donde se hacía este trabajo. “Antigua tapicería de cuero pintado y dorado”. Guadamecil, guadamecim (Houaiss, 2004; PR, 2009). Guilherme. s. m. Del fr. guillaume, ‘llana’, y este, por uso figurado, del antr. Guillaume. Cepillo estrecho usado por los carpinteros para rebajar puertas, junturas o frisos (Faria, 1943, pp. 44 y 49; Houaiss, 2004; PR, 2009). Guilhotina. s. f. Del fr. guillotine y este del antr. Joseph-Ignace Guillotin (1738-1814), médico y diputado francés, ilustrado al que, erróneamente, se le atribuye la creación de esta máquina, cuando lo que propuso fue su utilización en Francia para abreviar el sufrimiento de los condenados. “Instrumento destinado a decapitar a los condenados a muerte” (Houaiss, 2004). Guinéu. s. m. Del ing. guinea y este del top. Guiné (África), supuesta fuente de oro. 1 “moneda de oro inglesa acuñada para el tráfico africano. 2 moneda inglesa con el valor de 21 chelines que se usó para efecto de cálculo, en la fijación de honorarios y salarios profesionales, de precios de obras de arte, de caballos de pura sangre, etc.” (Houaiss, 2004). Guingão. s. m. Origen incierto. De origen mal. quingong, ‘tejido de algodón’ “para algunos investigadores; aunque podría derivar del nombre Guingamp, ciudad de Bretaña. Especie de tela de algodón, aunque a imitación de ella también las había de hilo y de seda” (García y García, 1997, p. 60; (Houaiss, 2004; PR, 2009). Habanera. s. f. Del top. Habana, capital de Cuba. 1 “Baile de origen cubano en compás de dos por cuatro y de movimiento lento. 2 música y canto de ese baile” (García y García, 1997, p. 73; PR, 2009). Háfnio. s. m. Del top. lat. Hafnia, nombre antiguo de Copenhague, donde descubrieron, en 1923, el elemento Dirk Coster (1889-1950) y Givon Hevesy de Heves (1885-1966). “Núm. atómico 72, símb. Hf, usado en reactores nucleares, electrodos, cristales especiales, etc.” (Houaiss, 2004). Halloysita. s. f. Del antr. Jean-Baptiste-Julien Omalius d’Halloy (1783-1875), geólogo belga, + -ita, a quien Pierre Berthier (1782-1861) dedicó el mineral. “Silicato básico de aluminio monoclínico, usado en cerámica” (Houaiss, 2004).

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Hamburguer. s. f. Del ing. hamburguer y este del top. al. Hamburg, ciudad de Alemania. “Filete generalmente de forma redonda, aglomerado de carne picada y otros elementos que suele servirse dentro de un pan también redondo” (Houaiss, 2004). Hedenbergita. s. f. Del antr. M. A. Ludwig Hedenberg, químico sueco del siglo xix, primero que la descubrió y analizó, + -ita. “Silicato de calcio y hierro monoclínico, del grupo de los proxenios, formador de grandes cristales verdes o marrones”. Hedembergita (Houaiss, 2004). Hélio. s. m. Del gr. hélios, ‘Sol’, porque lo descubrieron, en 1868, los astrónomos, el francés Pierrre Jules César Janssen (1824-1907) y el inglés sir Joseph Lockeyer (1836-1920), en el espectro solar. “Elemento químico, núm. atómico 2, de la familia de los gases nobles, símb. He, usado en la refrigeración de los reactores nucleares”, etc. (Houaiss, 2004). Henry. s. m. Del antr. Joseph Henry (1797-1878), físico norteamericano. Unidad de medida eléctrica, símb. H. (Houaiss, 2004). Hércules. s. m. Del antr. lat. Hercŭles, personaje mitológico, hijo de Júpiter, célebre por su gran fuerza; corresponde al gr. Hēraklês. 1 “individuo con fuerza fuera de lo común; hombre fuerte y valiente” (Faria, 1943, p. 11; Houaiss, 2004). Hermafrodita. adj. y s. Del lat. hermaphrodita, ‘andrógino, de ambos sexos’; y este del gr. Hermaphróditos, ‘hijo de Hermes y de Afrodita’, representado con los atributos de los dos sexos. “El que tiene concomitantemente los órganos reproductores de ambos sexos o presenta características sexuales secundarias masculinas y femeninas” (Houaiss, 2004). Herodes. m. Del “antr. Herodes I, el Grande, rey de Judea, conocido por su crueldad y falta de escrúpulos”; a quien se atribuye, de acuerdo con los Evangelios, la matanza de los inocentes con el objetivo de eliminar a Jesús recién nacido. “Individuo cruel, feroz, tirano, especialmente con los niños” (Faria, 1943, p. 9; Houaiss, 2004). Hesperídio. adj. m. “Del lat. moderno hesperidium + -eo, del lat. clásico Hespérides y este del griego. Probablemente aludiendo al jardín de las Hespérides, lugar mitológico donde se criaba el maravilloso manzano de frutos de oro, que se suponía situado, según la mitología griega, en el extremo occidental del mundo. Baya de las aurancioideas, carnosa, de corteza gruesa y dividida en gajos por telillas membranosas” (García y García, 1997, p. 119; Aulete, 2007). Hobby. s. m. “Del ing. hobby y este de hobbyhorse, ‘bufón, caballo de madera; un tópico al que siempre se vuelve”. “Tal vez se creó en recuerdo de Robin Hood (Hobby y Robin son hipocorísticos de Robert); por uso tropológico, hobby designaba en el italiano antiguo a un caballito de juguete, y por extensión a toda afición”. “Actividad realizada por gusto o divertimento” (García y García, 1997, p. 73; PR, 2009). Holanda, s. f. Del top. “Holanda de donde procede esta tela. Lienzo muy fino de que se hacen camisas, sábanas y otras cosas” (García y García, 1997, p. 60; PR, 2009). Holandilha. s. f. Del top. Holanda + -ilha. “Tejido grueso, de lino, propio para entretelas” (Houaiss, 2004). Hortênsia. s. f. Del antr. Hortense Lepaute (1723-1788), astrónoma francesa, en cuyo honor, Philibert Commerson (1727-1773), médico y naturalista, atribuyó su nombre a esta planta cuando la importó de China. “Arbusto exótico de la familia de las saxifragáceas, con tallos ramosos de un metro de altura aproximadamente, hojas elípticas, agudas, opuestas, de color verde brillante, y flores hermosas” (García y García, 1997, pp. 119-120; PR, 2009).

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Índigo. s. m. Del “lat. indĭcum, ‘tinta negra de la India, añil’; sustantivación de indĭcus, ‘índico, de la India’, porque de allí se traía la sustancia, este derivado del gr. indikós, ‘de la India’”. “Materia colorante desde azul a purpúreo, el más antiguo e importante de los colorantes orgánicos (García y García, 1997, p. 157; Houaiss, 2004). Iperita. s. f. Del top. Leper, nombre flamenco de la ciudad de Ypres + -ite. “Sulfuro de bis(2-cloroetilo) invención francesa, fue usado con fines bélicos por los alemanes en la Primera Guerra Mundial y utilizado por primera vez en las cercanías” de la citada ciudad (García y García, 1997, p. 157; Houaiss, 2004). Itacolomito. s. m. Del top. Itacolomi, Brasil + -ito. “Arenisca cuyos granos de cuarzo están engarzados de una forma poco ajustada y articulada, lo que le confiere cierta flexibilidad. Roca excepcional conocida en Brasil y en la India”. Itacolumite, Itacolumito (García y García, 1997, p. 143; Houaiss, 2004). Itérbio. s. m. Del top. Ytterby, Suecia, + -ium, “ciudad cercana a la cantera en la que se encontró el mineral del que se aisló este elemento”. “Metal del grupo de las tierras raras, cuyas sales son incoloras. Descubierto en 1878 por Jean Charles Galissard de Marignac (1817-1894). Núm. atómico 70, símb. Yb” (García y García, 1997, p. 157; Houaiss, 2004). Ítrio. s.m. Del top. Ytterby, Suecia, + -io. Descubierto por Johann Gadolin (1760-1842), químico finlandés, en 1794. Núm. atómico 39, símb. Y. “Metal que forma un polvo brillante y negruzco” (García y García, 1997, p. 157; PR, 2009). Jalapa. s. f. Del top. Jalapa (Xalapa), ciudad de México, de donde proviene la planta, traída a Europa por los españoles en 1609. “De la familia de las convolvuláceas, semejante a la enredadera de campanillas. Se emplea como purgante drástico” (García y García, 1997, p. 120; Houaiss, 2004). Jeans. s. m. Del ing. jeans “que traduce el fr. Gênes (Génova), famosa por sus driles. La expresión blue jeans viene de Estados Unidos, donde Levi Strauss, en la segunda mitad del siglo xix, pensó fabricar fuertes pantalones para los buscadores de oro en California” (García y García, 1997, p. 52; PR, 2009). Jeffersónia. s. f. Del antr. Thomas Jefferson (1743-1826), estadista norteamericano, + -ia. “De la familia de las berberidáceas” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Jeremiada. s. f. Del antr. Jeremias + -ada. “Lamentación insistente, inoportuna, vana” (Houaiss, 2004). Jeremias. s. m. Del “antr. Jeremias (siglos vii-vi a.C.) profeta bíblico, a quien se le atribuye la autoría” del Libro de las lamentaciones. “Aquel que se queja mucho” (García y García, 1997, p. 30; Houaiss, 2004). Jérsei. s. m. Del top. Jersey, isla inglesa donde se fabricaba este tipo de tejido. “Tejido de punto, muy maleable y escurridizo, confeccionado en lana, seda, algodón o hilo sintético. Prenda de vestir, de punto, que cubre desde los hombros hasta la cintura y se ciñe más o menos al cuerpo” (García y García, 1997, p. 30; Houaiss, 2004). Joanete. S. m. Del antr. esp. “Juan, nombre rústico frecuente, pues se atribuía a rústicos ser juanetudos”. “Bolsa serosa recubierta de piel y de epidermis espesa, que se desarrolla en la articulación del pie, causada por la comprensión del zapato” (García y García, 1997, p. 48; Houaiss, 2004). Joaninha. s. f. Del antr. Joana + -inha. Insecto de la familia de las cocinélidas, de pequeño tamaño, cuerpo semiesférico (Faria, 1943, p. 32; Houaiss, 2004). João-Fernandes. s. m. Pey. Del antr. João Fernandes. “Individuo sin importancia; joão-ninguém” (Faria, 1943, p. 19; Houaiss, 2004).

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João-Pestana. s. m. Del antr. João Pestana. Infrm. “Ganas de dormir, sueño” (Faria, 1943, p. 48; Houaiss, 2004). Josezinho. s. m. Del ant. José + -z + -inho. “Capote sin mangas, con capucha y con poco vuelo” (Faria, 1943, p. 40; Houaiss, 2004). Joule. s. m. Del antr. Jacob Prescott Joule (1818-1889), físico inglés, a quien se dedicó esta medida. Unidad internacional de energía, calor y trabajo (García y García, 1997, p. 165; PR, 2009). Judas. s. adj. m. Del antr. Judas Iscariote, discípulo que traicionó a Jesucristo. 1 “individuo que traiciona la confianza de otro; traidor”. 2 p.ana. “muñeco hecho a la imagen del apóstol traidor o de persona (generalmente político) que cae en la antipatía del pueblo, golpeado y quemado el sábado de gloria” (Faria, 1943, pp. 8, 49; Houaiss, 2004). Julho. s. m. Del antr. Julio César, emperador romano. Séptimo mes del año civil en el calendario juliano y gregoriano (Houaiss, 2004). Juliana. s. f. Quizá del antr., Julienne, “de su creadora, documentado en ing. desde el siglo xviii”. “Sopa que se prepara con vegetales y hortalizas picados” (Faria, 1943, p. 46; García y García, 1997, p. 110; Houaiss, 2004). Kelvin. s. m. Del antr. William Thomson, barón de Kelvin (1824-1907), físico y matemático inglés. “Unidad de temperatura en el Sistema Internacional de Medidas” (García y García, 1997, p. 165; Houaiss, 2004). Kimberlito. s. m. Del top. Kimberley, ciudad de África del Sur, + -ito. “Peridotito alcalino rico en olivina y flogopita”, principal fuente de diamantes (García y García, 1997, p. 143; Houaiss, 2004). Labirinto. s. m. Del lat labyrīnthus y este del gr. laburinthos, ‘laberinto, edificio dividido internamente en numerosos compartimentos que se comunican por pasajes tortuosos’. 1 “vasta construcción o una red de salas y galerías, subterráneas o en superficie. 2 p.ext. estructura, conjunto que forma una complicada red de elementos (alamedas de jardines, trazado de calles, caminos, pasillos, etc.), en medio de los cuales es posible perderse; dédalo. 3 fig. cosa muy enredada, complicación inextricable. 4 sistema de canales y cavidades que se comunican entre sí y forma el oído interno” (Houaiss, 2004). Laurêncio. s. m. Del antr. Ernest O. Lawrence (1901-1958), físico norteamericano, elemento químico, sintetizado en 1961, por A. Ghiorso, T. Seekland, A.E. Larsh y R.M. Catimer. Núm. atómico 103, símb. Lw. Elemento radioactivo artificial de la familia de los actínidos (García y García, 1997, p. 157; Houaiss, 2004). Labradorite. s. f. Del top. Labrador, península al este de Canadá, donde antes se halló este mineral. “Feldespato plagioclasa laminar de color gris, translúcido, indiscente y que entra en la composición de diferentes rocas. Lavradorite (García y García, 1997, p. 143; PR, 2009). Lacónico. adj. Del lat. laconĭcum, del top. Laconia, región de Grecia. “En los baños termales, lugar destinado al baño de sudor”. En sentido meton. ‘sobrio o breve en el hablar o decir’ (García y García, 1997, p. 99; Houaiss, 2004). Landó. s. m. Del top. “al. Landau, nombre de la ciudad donde empezó a fabricarse, en Baviera. Coche de caballos, de cuatro ruedas con doble capota abatible” (García y García, 1997, p. 86; PR, 2009).

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Lázaro. s., adj. m. Del antr. lat. Lazarus, mendigo cubierto de úlceras al que se refiere el Evangelio, pronto usado con la acepción de ‘leproso’. 1 aquel que tiene lepra; leproso. 2 aquel que tiene pústulas, llagas. Fig 3 aquel que está fuera de toda categoría social; desgraciado, miserable (Faria, 1943, p. 8; Houaiss, 2004). Lazareto. s. m. Del it. Lazzareto y este del antr. Lázaro + -eto. “Establecimiento para control sanitario, donde están en cuarentena las personas que llegan a un puerto o aeropuerto y que pueden ser portadores de molestias contagiosas” (Houaiss, 2004). Lésbica. s., adj. f. Del top. Lesbos, patria de la poeta Safo, cuyos poemas describían el amor apasionado hacia sus compañeras, ‘lesbia, lesbiana, safista’, + -ica. “Mujer que tiene preferencia sexual o mantiene relación afectiva o sexual con personas del mismo sexo”. Lesbiana (Houaiss, 2004). Levita. s. f. “Del esp. levita y este del fr. lévite, ‘nombre de la tribu sacerdotal de Levi’, por causa de la semejanza entre esta vestimenta y la usada por los levitas en las representaciones teatrales y pictóricas. Casaca masculina que llega hasta la pantorrilla (Houaiss, 2004). Liceu. s. m. Del lat. lycēum o lycīum, ‘Liceo, gimnasio de Atenas donde enseñó Aristóteles’. 1 establecimiento en el que se imparte enseñanza de segundo grado. 2 enseñanza impartida en ese establecimiento. P. ext. 3 gremio cultural con fines didácticos (Houaiss, 2004). Lidita. s. f. Del top. Lidia, antiguo país de Asia Menor, + -ita. “Variedad de jaspe muy fina, compacta, negra o gris oscura” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Lila. s. f. Del top. Lille, “ciudad de Flandes de donde se importó esta tela. Otros autores aseguran que no es un caso deonomástico sino que procede del persa lilak o nilak, ‘azulado, cárdeno’, diminutivo de nîl, de donde viene también el añil. Tela de lana de varios colores” (García y García, 1997, p. 60; PR, 2009). Limusina. s. f. Origen oscuro. Del fr. limusine, ‘especie de capote de lana grosera usada por los pastores de Limoges (Francia)’, ‘antigua carrocería del automóvil en que solo la parte de atrás era cerrada’. En la acepción de ‘vehículo’ tal vez se deba a una evolución semántica de su significado primero, por la comparación entre el manto que protege de la lluvia y el automóvil que está bien cerrado; o tal vez un homenaje a Charles Jeantaud (1843-1906), a quien se atribuye la invención de este tipo de carrocerías, por ser oriundo de Limoges. “Automóvil de paseo, enteramente cerrado, del tipo cupé, pero con cristales laterales y con espacio para seis personas. Limosina (Houaiss, 2004). Linchar. v. Del antr. Charles Lynch (1736-1796), juez de Virginia, + -ar, que presidió de forma irregular un jurado. “Ejecutar sumariamente, sin juicio regular y por decisión colectiva a un criminal o alguien sospechoso de serlo” (García y García, 1997, p. 173; Houaiss, 2004). Liparito. s. m. Del top. Lípari, islas Lípari (Italia). “Variedad de riolita (roca magmática) pobre en vidrio, con cuarzo, sanidina, oligoclasa, biotita y diópsido”. Riólito (García y García, 1997, p. 144; Aulete, 2007). Lona, s. f. Del top. Olonne, ciudad francesa, donde se fabricaba. “Tejido fuerte, de lino grueso, de algodón o de cáñamo, utilizado en sacos, velas de embarcación, toldos, tiendas de campaña, etc.” (Houaiss, 2004). Luís. s . m. Del antr. Louis, del rey francés, Louis XIII (1601-1643) que primero mandó acuñar esta moneda. “Antigua moneda francesa de oro o de plata con la efigie de los reyes de Francia, que empezó a circular en 1640” (Faria, 1943, p. 44; Houaiss, 2004).

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Lutécio. s. m. Del lat. Lutécia, ciudad de la Galia, hoy París. “Elemento químico descubierto en 1907 por Georges Urbain (1872-1938),” tal vez “aislado e identificado con anterioridad por Carl Auer von Welsbach (1858-1929), que lo nombró como casiopeo”. Núm. atómico 71, símb. Lu (García y García, 1997, p. 157; Aulete, 2007). Maçã. s. f. Del lat. (mala) matīana, quizá relacionado con Caius Matius (siglo i a.C.), tratadista de agricultura; o tal vez con mattianus derivado del top. Mattĭu, ciudad germana. Fruto del manzano (Houaiss, 2004). Macadame. s. m. Del antr. John London Mac Adam (1758-1836), ingeniero escocés que inventó el pavimento. “Proceso de revestimiento de calles y carreteras que consiste en una mezcla de piedras trituradas, pez, y arena, sometidos a grande presión” (Faria, 1943, p. 43; Houaiss, 2004). Macedónia. s. f. Del top. Macedonia, “designación metafórica por alusión al imperio macedónico de Alejandro Magno, compuesto de territorios totalmente distintos y sin conexión alguna”. 1 “alimento que consiste en la mezcla de diferentes frutas o verduras cortadas. 2 p.ext. amalgama de diferentes géneros o temas en una obra literaria. 3 p.ext. conjunto de cosas desordenadamente mezcladas” (García y García, 1997, p. 110; Houaiss, 2004). Madalena. s. f. Del antr. María Madalena, personaje del Evangelio, simbólicamente ‘pecadora arrepentida’. Infrm. “mujer llorosa y triste; pecadora que expresa arrepentimiento sincero de sus faltas” (Faria, 1943, pp. 8 y 13; Houaiss, 2004). Madapolão. s. m. “Del top. Mādhavapalan, barrio de la ciudad de Narasapur, estado de Madrás, en la costa oriental de la India, donde se fabricaba. Tejido encorpado de algodón, blanco y liso” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Magnésia. s. f. Del top. gr. Magnēsía, ‘piedra de imán, piedra de Magnesia’, ciudad situada en Asia Menor’, Macedonia. “Óxido de magnesio (MgO), usado en mecheros, reflectores de instrumentos ópticos, etc., también en medicina especialmente como laxante y antiácido” (Houaiss, 2004). Magnetite. s. f. Origen oscuro. Tal vez derivado del top. Magnesia, en Macedonia. O también, a partir de la fábula narrada por Plinio, en la que se le atribuye el nombre al antr. del pastor “Magnes, que fue quien descubrió el mineral en el monte Ida, al notar que los clavos de sus zapatos y la contera de hierro de su cayado se adherían al suelo. Mineral del grupo de las espinelas. Óxido de hierro que se caracteriza, principalmente, por su fuerte magnetismo, su color negro y su dureza” (García y García, 1997, p. 144; PR, 2009). Magnólia. s. f. Del antr. Pierre Magnol (1638-1715), botánico francés, + -ia, que lo acuñó. De la familia de las magnoliáceas, nativas del Himalaya al Japón y regiones tropicales (Houaiss, 2004). Maiô. s. m. Del fr. maillot, ‘malla usada por los bailarines’, del antr. “Maillot, empleado de la Ópera de París, a quien se le atribuye la sustitución del pantalón por esta prenda”. “Traje de baño femenino” (García y García, 1997, p. 53; Houaiss, 2004). Majólica. s. f. Del it. maiolica, ‘cerámica esmaltada’, del lat. medv. Majolica, alteración del top Majorica, la isla de Mallorca (Baleares). “Cerámica del tipo de la loza, cuyos más bellos ejemplares se crearon en la Italia del siglo xvi”. Maiólica (Houaiss, 2004). Malabar. adj. Del top. Malabar, llamada así la costa occidental de la India, donde tales juegos se practicaban. “Espectáculo en que artistas circenses ejercitan su destreza, agilidad y habilidad,

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equilibrando objetos, lanzándolos a lo alto y recogiéndolos sucesivamente, en posiciones a veces acrobáticas” (Houaiss, 2004). Malaguenha. s. f. Del top. Málaga (España), ciudad andaluza, + -enha. “aire popular propio y característico de la provincia de Málaga, algo parecido al fandango” (García y García, 1997, p. 74; PR, 2009). Malagueta. s. f. Origen oscuro. Tal vez del top. Malagueta, “en la costa de Guinea, conocida como Costa de los Granos”; también “relacionado con el it. meleghetta, ‘planta de Asia y África que produce fruto o granos secos picantes’. Hierba aromática y rozomatosa de la familia de las cingiberáceas, nativa de África occidental (Houaiss, 2004). Malpíghia. s. f. Del antr. Marcello Malpighi (1628-1693), médico y naturalista italiano a quien se le dedicó el nombre, + -ia. “Árboles y arbustos de la familia de las malpigiáceas, nativas de las regiones tropicales de América, especialmente del Caribe” (Houaiss, 2004). Malthusianismo. s. m. Del antr. Thomas Malthus (1766-1834), ingeniero y economista inglés, + -ismo. “Doctrina que exhorta la práctica de la continencia sexual voluntaria, invocando la disparidad entre el crecimiento demográfico y la producción de alimentos” (Houaiss, 2004). Malvasia. s. f. Del top. Malvasía, forma romance del top. gr. Monembasía, ciudad griega. 1 “uva muy dulce y fragante, producida por una variedad de vid procedente de los alrededores de la ciudad que le dio el nombre. 2 vino que se hace de esa uva” (García y García, 1997, p. 121; PR, 2009). Maniqueu. s. adj. m. Del lat. manichaei, ‘maniqueos, herejes, sectarios de Manes (líder religioso persa del siglo iii), que creían en la existencia de dos principios, el del bien y el del mal’. “Aplícase al que sigue las doctrinas de manes, por extensión, dogmático, intolerante. Maniqueista (García y García, 1997, p. 32; PR, 2009). Manola. s. f. Del antr. esp. Manola, hipocorístico Manuela. “Joven española, especialmente madrileña, de humilde extracción social” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Mansarda. s. f. Del antr. François Mansar (1598-1666), arquitecto francés “responsable por introducir este tipo de construcción. Tipo de tejado en cada una de las aguas se rompe en dos aberturas (la inferior, casi vertical, y la superior casi horizontal) de manera que permite más aprovechamiento del espacio” (Houaiss, 2004). Maquiavélico. adj. m. Del antr. Nicolás Maquiavelo (1469-1527), estadista y escritor florentino, + -ico. Fig. Individuo que se caracteriza por “la astucia, la doblez, mala fe” (Houaiss, 2004). Maratona. s. f. Del top gr. Maratón, distancia de cuarenta y dos kilómetros y 195 cms., recorrida por el soldado griego Fidípedes para llevar la noticia a Atenas de que la ciudad de Maratón había derrotado a los persas (Houaiss, 2004). Maravedi. s. m. “Del ár. murābitī, nombre de la dinastía almorávide. Moneda española que ha tenido diferentes valores, era de oro y de cobre” (García y García, 1997, p. 83; PR, 2009). Março. s. m. Del antr. “lat. Martĭus, Marte, dios romano de la guerra”. “Tercer mes del año civil en los calendarios juliano y gregoriano” (García y García, 1997, p. 105; Houaiss, 2004). Maria-da-Fonte. s. f. Del antr. y top. originario en el Miño, en el levantamiento militar, en 1846, encabezado por Maria, natural de Fontarcada, Maria da Fonte. “Tumulto, desorden, confusión; motín” (Faria, 1943, pp. 7 y 41; Houaiss, 2004; PR, 2009).

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Marialva. adj. m. Del antr. Marialva, marqués, famoso jinete del siglo xviii, galante y seductor. Escribió un tratado de montar a caballo, conocido como Arte de Marialva, base del rejoneo. Hombre conquistador de mujeres, donjuan (PR, 2009). Maricas. s. m. Del hipocorístico Maricas, y este del antr. María + -ica + -s expresivo. 1 “individuo del sexo masculino que se comporta con las maneras femeninas. Afeminado”. 2 miedoso, medricas, cagarolas (Faria, 1943, pp. 17 y 23; Houaiss, 2004; PR, 2009). Marimacho. s. m. Del antr. Mari (a), apócope de María, + -macho. “Mujer masculinizada” (Faria, 1943, p. 20; Houaiss, 2004). Marioneta. s. f. Del fr. marionnette, ‘instrumento musical’, ‘especie de danza’, ‘muñeco que se mueve gracias a la articulación de hilos presos a la mano de alguien’, ‘persona manipulable’; derivado del antr. “Marion, que lo es de Marie. Títere que se mueve por medio de hilos”. Marionete (García y García, 1997, p. 78; Houaiss, 2004). Marroquim. s. m. “Del ár. Marrukus, relacionado con el antr. de la ciudad de Marrakech, famosa por su industria de cuero, y con el de Marruecos, quizá influenciado por el fr. maroquin. Cuero bruñido más delgado que el cordobán” (García y García, 1997, p. 61; PR, 2009). Martinica. s. f. Tal vez del top. Martinica, isla ultramar francesa. Bras. “Ciertos pantalones anchos usados por la gente del pueblo” (Houaiss, 2004). Masoquismo. s. m. Del antr. Leopold von Sacher-Masoch (1836-1895) novelista austriaco, + -ismo, término acuñado por el psiquiatra alemán, Dr. Richard von Krafft-Ebing (1840-1902) para definir la enfermedad del escritor. “Perversión caracterizada por la obtención del placer sexual a partir del sufrimiento o humillación a que el propio individuo se somete” (Houaiss, 2004). Matusalém. s. m. “Del antr. Matusalém, patriarca bíblico cuya longevidad (969 años) se hizo proverbial. Individuo de edad extremadamente avanzada; longevo, anciano (Faria, 1943, p. 9; Houaiss, 2004). Máuser. s. f. Del antr. Paul Mauser (1838-1914), armero alemán, inventor de un fusil. “Tipo de fusil usado por el ejército alemán (1870-1945) y también adoptado, más tarde, por ejércitos de otros países” (Houaiss, 2004). Mausoléu. s. m. Del gr. mausōleion, túmulo de Mausoleo, rey de Caria, antigua ciudad de Asia Menor, en Halicarnaso, hacia 353 a. C, fue considerado una de las siete maravillas del mundo. “Monumento funerario, generalmente imponente o de dimensiones considerables” (Houaiss, 2004). Mazurca. s. f. Del pol. mazurke, ‘danza de Mazuria’, provincia polaca. “Baile polaco de compás ternario” (Houaiss, 2004). Meandro. s. m. Del top. gr. Maíandros, río muy sinuoso de Caria (Asia Menor). p.ext. ‘sinuosidad, rodeo’. 1 “camino tortuoso de un curso de agua. 2 p.ext. serie de curvas en el trazado de un recorrido cualquiera. 3 fig. el que actúa por vías sinuosas” (Houaiss, 2004). Mecenas. s. m. Del antr. lat. Caio Cilino Mecenas (60 a.C.-8 d.C.), estadista romano, benefactor de artistas, como Virgilio y Horacio. “Individuo rico que protege a artistas, hombres de letras o de ciencia, proporcionando recursos financieros, o que patrocina, de modo general, un campo del saber o de las artes” (Faria, 1943, pp. 5 y 7; Houaiss, 2004; PR, 2009).

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Mechoação. s. m. Del top. Michoacán, ciudad del estado de Méjico. “Raíz de una planta de la familia de las convolvuláceas, oriunda de Méjico. Su fécula se ha usado en medicina como purgante” (García y García, 1997, p. 122; PR, 2009). Melindre. s. m. “Del esp. melindre, ‘nombre de varios dulces, bizcochos y frutas, tomó también p. ext. el sentido de delicadeza’”. Quizá del top. fr. Melide, ‘lugar o situación deliciosa’, y este del lat. Melĭta, ‘la isla de Malta’, nombre que se asoció con el lat. mĕl, ‘miel’. “Sentimiento de vergüenza; pudor, recato, escrúpulo” (García y García, 1997, pp. 67 y 110; Houaiss, 2004). Mendelévio. s. m. Del antr. Dimitri I. Mendeléyev (1834-1907), químico ruso al que se dedicó el elemento, identificado por A. Ghiorso, B. G. Harvey, G. R. Choppin, S. G. Thompson y G. T. Seaborg, a principios de 1955. Núm. atómico 101, símb. Md. “Elemento químico de la familia de los actinídeos” (Houaiss, 2004). Mentor. s. m. Del antr. lat. Mēntǒr y este del gr. Méntōr, personaje de la Odisea, de Homero, siglo viii a.C., amigo y consejero de Ulises. “Persona que sirve a alguien de guía, de sabio y experimentado consejero orientador de otra persona” (Houaiss, 2004). Mercerizar. v. Del antr. John Mercer (1791-1866) químico inglés + -izar, inventor de un procedimiento químico para tratar los hilos y tejidos. Solución de sosa caústica en los materiales referidos para que resulten brillantes (García y García, 1997, p. 173; PR, 2009). Mercúrio. s. m. Del lat. medv. mercurĭus, ‘metal’, del antr. Mercurio, mensajero de los dioses, dios de los viajeros, los mercaderes y los ladrones. Varias propuestas para explicar la interpretación de la elección del nombre. Para unos tendría que ver con la movilidad que el metal muestra a la manera de la tradicional ligereza del dios. Para otros estaría relacionada con el planeta del mismo nombre, pues según estos, los alquimistas habrían representado con el mismo símbolo al planeta y al metal. Elemento químico, núm. atómico 80, símb. Hg, blanco y brillante (García y García, 1997, p. 158; Houaiss, 2004). Merengue. s. m. Del esp. merengue, y este tal vez del fr. meringue, ‘pasta de clara de huevos y azúcar’, de origen incierto, quizá del top. Mehringen, comarca alemana del Alto Saboya, de donde parece que se exporta mucha repostería. Dulce hecho con claras de huevo batidas con azúcar y llevado al horno (García y García, 1997, p. 110; PR, 2009). Merinaque. s. m. Del cast. miriñaque, ‘joya de poco valor’, ‘falda balón’, de origen desconocido. Tal vez tenga una fuente en el top. fr. Mérignac y Marignac, del sur de Francia, origen a considerar teniendo en cuenta que se trata de moda femenina, aunque es voz que no está registrada en esa lengua ni en occitano. “Zagalejo interior de tela rígida o muy almidonada y a veces con aros, que usaron las mujeres” (García y García, 1997, pp. 53-54; Houaiss, 2004). Messalina. s. f. Del antr. Valeria Messalina (22-48 d.C.), mujer del emperador romano Claudio I, esposa disoluta que fue mandada ejecutar por su marido después de que esta se casara con C. Silio, con la intención de ocupar el puesto del emperador. Mujer lasciva y libertina (Houaiss, 2004). Messias. s. m. Del antr. lat. messīas, este del gr. messías, a su vez del aram. mexīhā, ‘ungido, consagrado’, el redentor de los judíos. p.ext. fig. individuo aceptado como líder, reformador social, salvador. p.ext. fig. persona ansiosamente esperada (Houaiss, 2004). Millerite. s. f. Del antr. William H. Miller (1801-1880), mineralogista inglés, en su honor, por ser el primero que estudió los cristales de ese mineral, + -ita. “Sulfuro de níquel con brillo metálico y color

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amarillo latón pálido, caracterizado por sus cristales capilares” (García y García, 1997, p. 144; DLP, 2011). Mitrídato. s. m. Del antr. lat. Mithridātes, y este del gr. Mithidátēs, ‘Mitrídates VI, el Grande (123 a.C. a 63 a.C. ), rey de Ponto Euxino’, a quien se le atribuía la invención de tal mezcla. “Electuario compuesto de gran número de ingredientes, que se usó como remedio contra la peste, las fiebres malignas y las mordeduras de los animales venenosos” (García y García, 1997, p. 158; Houaiss, 2004). Moeda. s. f. Del top. Moneta. En la Roma antigua Moneta era el templo de la diosa Juno, donde se acuñaban las monedas; del verbo monēre, ‘avisar, advertir’, porque la diosa Juno en una ocasión advirtió de un terremoto a los romanos. “Pieza de oro, plata, cobre u otro metal, acuñada con el busto del soberano o el sello del gobierno” (García y García, 1997, p. 83; Houaiss, 2004). Moisés. s. m. Del antr. heb. Moxeb, a través del lat. Moyses o Moses, personaje bíblico que fue encontrado en un cesto en el río Nilo. Bras. “Cesta para transportar a los recién nacidos” (García y García, 1997, p. 93; Houaiss, 2004). Monzonito. s. m. Del top. Monte Monzoni, en los Alpes italianos. Roca magmática, granuda, leucrocata, que es una sienita calco-alcalina con tanta ortosa como plagioclasa. Como transición entre las sienitas y las dioritas, las monzonitas están presentes como variedad de facies en los grandes macizos” (García y García, 1997, p. 145; DLP, 2011, con otro origen). Morfina. s. f. Del antr. gr. Morpheús, lat. Morfeus, ‘Morfeo, dios del sueño’, + -ina. Alcaloide del opio (García y García, 1997, p. 158; Houaiss, 2004). Morse. s. m. Del antr. Samuel Finlay Breese Morse (1791-1872), ingeniero norteamericano inventor del código de señales. “Aparato telegráfico y código de señales” (García y García, 1997, p. 103; PR, 2009). Mosaico. s. m. Origen incierto. Del it. mosaico, ‘cubierta decorativa compuesta de placas de colores variados’; del lat. medv. musaicum por alteración del sufijo del lat. cl. musivum (opus), ‘obra inspirada por las Musas’. “Imagen o modelo visual creado por la incrustación de pequeñas piezas de colores (de piedra, mármol, vidrio, esmalte o cerámica) sobre una superficie, aglomeradas o fijadas por un cemento” (Houaiss, 2004). Moscovite. s. f. Del top. Moscóvia, hoy Moscú, capital de Rusia, + -ita. “Se empleó en la antigua Rusia en sustitución del vidrio de Moscovia. Filosilicato del grupo de las micas que contiene aluminio y potasio”. Vidro de moscóvia (García y García, 1997, p. 145; PR, 2009). Museu. s. m. Del gr. mouseîon, ‘templo de las Musas, lugar donde las Musas residen’; p.ext., lugar en el que se ejercita la poesía; escuela; a través del lat. musēum, ‘templo de las Musas; museo, biblioteca; academia’. 1 “institución dedicada a buscar, conservar, estudiar y exponer objetos de interés duradero o de valor artístico, histórico, etc. 2 p.met. lugar se exponen tales objetos” (Houaiss, 2004). Musselina. s. f. Del fr. mousseline, ‘tejido de oro y seda fabricado en Mossoul’ top. de la ciudad de Mesopotamia, hoy en Irak. “Tejido leve y transparente de fibra de algodón” (García y García, 1997, p. 61; Houaiss, 2004). Nanquim. s. m. Del top. Nanquim (China). “Tela fina de algodón, de color amarillento, muy usada en el siglo xviii y aún en el xix, que se fabricada en la población china del mismo nombre” (García y García, 1997, p. 61; PR, 2009).

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Napoleão. s. m. Del antr. Napoleão Bonaparte (1769-1821), emperador francés. “Moneda francesa de oro con la efigie de Napoleón Bonaparte, equivalente a 20 francos. 2 moneda francesa de plata con el valor de cinco francos” (Faria, 1943, p. 44; Houaiss, 2004). Narciso. s. m. Del lat. narcissus y este del antr. gr. Narkissos, ‘Narciso, personaje mitológico que se enamoró de su misma imagen reflejada en las aguas de una fuente; la incapacidad para aproximarse a dicha imagen lo llevó a la desesperación y a la muerte, y se convirtió en la flor que lleva su nombre’. “Planta herbácea, exótica, de flores blancas o amarillas” (Faria, 1943, p. 11; García y García, 1997, p. 122; Houaiss, 2004). Narcisismo. s . m. Del antr. Narciso + -ismo. “Amor por la propia imagen” (Houaiss, 2004). Nicotiana. s. f. Del lat. renacentista nicotiana y esta del antr. Jean Nicot (1530-1600), embajador francés en Lisboa, que introdujo el tabaco en Francia en 1560. “Planta de la familia de las solanáceas que tienen el alcaloide nicotina” (García y García, 1997, p. 122; Houaiss, 2004). Nicotina. s. f. Del fr. nicotine y este de nicot + -ina del antr. Jean Nicot, (1530-1600), embajador francés en Lisboa, que introdujo el tabaco en Francia en 1560. “Alcaloide encontrado en el tabaco” (García y García, 1997, p. 158; Houaiss, 2004). Nióbio. s. m. Del antr. “Niobe, hija de Tántalo, por semejanza química con el tántalo. Descubierto, en 1801, por Charles Hatchett (1765-1847), químico inglés, núm. atómico 41, símb. Nb. Metal polvurulento de color gris que se asemeja al tántalo y lo acompaña en ciertos minerales”. Colômbio, (García y García, 1997, p. 158; PR, 2009). Níquel s. m. De la forma reducida “al. Kupfernickel, ‘cobre de Nicolasín’. Nickel, ‘Nicolasín’, ‘genio astuto, engañador’, es el nombre con el que se conocía al diablillo de las minas de donde se extraía este mineral”, descubierto en 1751 por el mineralogista sueco, Axel Fredrik Cronstedt (1722-1765), núm. atómico 28, símb. Ni. “Metal de color y brillo semejantes a los de la plata” (García y García, 1997, p. 158; Houaiss, 2004). Nónio. s. m. Del antr. latinizado Pedro Nunes (1492-1577), Petrus Nonius, matemático y cosmógrafo portugués, inventor de ese instrumento. “Pieza que forma parte de varios instrumentos matemáticos y se aplica contra una regla o un limbo graduados, para apreciar fracciones pequeñas” (García y García, 1997, p. 93; PR, 2009). Nontronite. s. m. Del top. Nontron, Aquitânia + -ite (Francia), donde se descubrió. “Mineral arcilloso del grupo de las esmectitas” (García y García, 1997, p. 145; DLP, 2011). Náilon. s. f. Del ing. nylon, palabra genérica inventada, en 1938, por la DuPont Co. No hay consenso en cuanto al origen de la palabra; para los creadores del tejido “no existe cualquier significado ni etimológico ni de otra naturaleza”; para otros la terminación –on, estaría relacionada con otros tejidos que terminan así como el algodón; para unos terceros, probablemente, con las siglas de Nueva York, NY, y Londres, LON; por último, al tratarse de un producto sustituto de la seda, hasta ahora importada de China, pero entonces ocupada por los japoneses, representaría las iniciales de la frase Now you, lousy old Nippon”. “Denominación de diversos materiales sintéticos derivados de poliamida”. Náilon (García y García, 1997, p. 61; Houaiss, 2004). Obsidiana. s. f. Del lat. obsidiāna, ‘vasos de Obsius ’, romano que habría descubierto la roca en Etiopía; se trataría de una lectura equivocada de obsiāna, incluida en el libro de Plinio y según este escritor

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romano, Obsio, sería el descubridor de este metal. “Roca magmática efusiva totalmente vítrea, negra, de fractura lisa” (García y García, 1997, p. 145; Houaiss, 2004). Oceano. s. m. Del lat. Oceănus y este del antr. gr. Ōkeanós, del mítico Océano, uno de los doce titanes, “personificación del agua que, en las leyendas helénicas, rodea el mundo”. “Vasta extensión de agua salada que cubre tres cuartas partes de la tierra” (García y García, 1997, pp. 151-152; Houaiss, 2004). Odisseia. s. f. Del gr. odusseía, a través del lat. odyssēa, y este del antr. gr. Odusseús, lat. Ullyxes; obra de Homero que narra las aventuras de Odiseo/Ulises. “Viaje marcado por las aventuras, acontecimientos imprevistos y singulares” (Houaiss, 2004). Oersted. s. m. Del antr. Hans Cristian Oersted (1777-1851), físico danés “Unidad de medida de intensidad de campo magnético del sistema” (Houaiss, 2004). Onanismo. s. m. Del antr. Onán, personaje bíblico, que se vio obligado a casar con la viuda de su hermano, muerto sin descendencia, pero se negaba a consumar el acto, + -ismo. “Práctica del coito interrumpida antes de la eyaculación. p.ext. automasturbación manual masculina” (García y García, 1997, p. 172; Houaiss, 2004). Orfeão. s. m. Del fr. orpheon, vocablo introducido por Guillaume Louis Bocquillon-Wilhelm (17811842), en 1830, y este del antr. gr. Orphée, ‘Orfeo’, célebre músico y poeta de la mitología griega, que simbolizaba el espíritu de la música, “con la terminación de Odeón, lugar destinado a ensayos musicales”. 1 “sociedad recreativa de canto coral”. 2 “coro sin acompañamiento instrumental” (García y García, 1997, p. 90; Houaiss, 2004). Organdí. s. m. De origen dudoso. Del fr. organdi, tal vez del top. Organzi, hoy Urgensh (Turkestán), famoso mercado de seda. “Especie de muselina (generalmente de algodón pero también de seda)” (García y García, 1997, p. 61; PR, 2009). Óscar. s. m. Del antr. Óscar, incluido en la frase que se supone que, en 1931, dijo una secretaria de la organización sobre la estatuilla que le recordaba a su tío Óscar. “Evaluación de una obra realizada en determinado dominio (arte, en general, ciencia, etc.) como excepcional y premiable” (Houaiss, 2004). Palácio. s. m. Del top. lat. Palatium, ‘palatino’, colina de Roma donde estaba la residencia de los Césares. En la poesía de la época imperial y en la prosa de la baja época pasó a designarse ‘palacio’. 1 “vasta y suntuosa residencia de un monarca, de un alto dignatario del poder eclesiástico, de un jefe de estado, etc.”. 2 mansión suntuosa, generalmente residencia de familia noble o importante; castillo. 3 edificio que alberga la de sede de un gobierno o del poder ejecutivo” (Houaiss, 2004). Paládio. s. m. Del lat. Palladĭum y este del gr. Palládion, estatua de Palas, santuario de Palas en Atenas. El motivo del nombre del elemento tiene que ver con que fue descubierto, en 1803, por William Hyde Wollaston (1766-1828), el mismo año que el asteroide Palas. Elemento químico, núm. atómico 46, símb. Pd. “Metal bastante raro cuyas cualidades participan de las de la plata y el platino” (García y García, 1997, p. 159; Houaiss, 2004). Palagonito. s. m. Del top. Palagónia, Sicilia (Italia) + -ito. Roca piroclástica, que consiste en fragmentos angulares de palagonita” (Houaiss, 2004). Palatina. s. f. Del sobrenombre Palatina, que se dio a la princesa Carlota Isabel de Baviera (1652-1722), hija de Carlos Luís, elector palatino de Reno, que introdujo la prenda femenina. “Piel usada por las señoras sobre los hombros y alrededor del cuello” (Houaiss, 2004).

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Panfleto. s. m. “Del ing. pamphlet, alteración de Pamphile, título de una comedia popular y de un escrito satírico del siglo xvi. Libelo difamatorio” (García y García, 1997, p. 103; PR, 2009). Pânico. s. m. Del gr. Panikós, relativo al antr. Pan, dios protector de rebaños y pastores; a esta divinidad se le atribuían los ruidos que se oían por montes y valles; los atenienses creían que este dios había inspirado a los persas, durante las guerras médicas, un ‘terror pánico’. “Susto o miedo generalmente sin fundamento” (Houaiss, 2004). Pantalão. s. m. Del antr. Pantalon, forma veneciana de Pantaleone, “personaje de la farsa italiana que lo mismo puede ser un hombre bondadoso, que avariento, crédulo, libertino… siempre víctima de otro personaje”; “el bobo en las farsas italianas” (Faria, 1943, p. 17; Houaiss, 2004; PR, 2009). Pantalonas. s. f. pl. Del it. pantalone y este del antr. Pantalon personaje de la farsa italiana. 1 “pantalones largos y anchos con boca amplia que cae sobre los pies. 2 pantalones de media pierna usados por bailarines, acróbatas, etc.” (Houaiss, 2004). Pântano. s. m. Del it., quizá voz prerromana relacionada con el top. Pantānus, lago en la Apulia de la época romana. 1 “ribera cubierta con aguas paradas. 2 planicie inmunda” (Houaiss, 2004). Panteão. s. m. Del lat. panthĕon, templo de Roma consagrado a Júpiter Vengador’, y este del gr. pántheion, templo de todos los dioses. “Monumento erigido para recibir los restos mortales de los héroes y/o ciudadanos más ilustres de una nación” (Houaiss, 2004). Parnaso. s. m. Del top. lat. Parnāsus, y este del gr. Parnasós, ‘monte de Grecia donde habitaban Apolo y las musas’. En el siglo xvii algunos escritores franceses, como Boileau y La Fontaine, usaron Parnasse en el sentido de ‘morada simbólica de los poetas, los poetas, la poesía’; este sentido se amplía en el mismo siglo a ‘colección de poemas’. 1 “lugar simbólico donde vivían los poetas. 2 arte poético, poesía. 3 conjunto de poetas” (Houaiss, 2004). Pascal. s. m. Del antr. Blaise Pascal (1623-1662), científico y pensador francés. “Unidad de medida de presión, perteneciente al Sistema Internacional” aprobada en 1971 (García y García, 1997, p. 166; Houaiss, 2004). Pasquim. s. m. Del it. pasquino, torso de una estatua de Roma en la que los romanos solían fijar textos satíricos. 1 “texto satírico colocado en lugar público. 2 periódico o folleto calumnioso. 3 p.ext. periódico sin repercusión, sin importancia, o mal redactado” (Houaiss, 2004). Pasteurizar. v. De fr. pasteuriser y este de antr. Louis Pasteur (1822-1895), químico y biólogo francés, inventor del procedimiento de esterilizar los líquidos, por el calor y el frío, sin que pierdan sus propiedades (García y García, 1997, p. 173; Houaiss, 2004). Paulina. s. f. Del antr. Paulo III (1468-1549), papa que promulgó cartas de excomunión, + -ina. 1 “carta conminatoria de excomunión. 2 fig. infrm. fuerte reprimenda” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Pavana. s. f. Del it. pavana, ‘danza italiana en cuatro tiempos’, forma vulgar de padovana, ‘de Padua’. “Danza renacentista procesional, de origen italiano” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Pavês. s. m. Del it. pavese, ‘escudo de las milicias medievales’, perteneciente a Pavía (Italia), donde se supone que se fabricaron. “Escudo largo y ancho que protegía completamente el cuerpo de los combatientes” (Houaiss, 2004).

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Pentlandite. s. f. Del antr. Joseph B. Pentland (1797-1873), el científico irlandés que primero la describió, + -ite. “Sulfuro de hierro y níquel que se cristaliza en el sistema cúbico, de amarillo claro a marrón claro” (Houaiss, 2004). Persiana. s. f. Del fr. persienne, der. del top. Persia, de donde es oriundo el objeto. “Especie de cortina, de placas fijas o móviles por medio de cuerdas, usada para ventilar el ambiente sin abrir totalmente, o para reguardar del sol” (Houaiss, 2004). Perú. s. m. Del top. Perú, país de América del Sur, de donde se piensa que venían estas aves en el siglo xvi a Portugal. “La fama del Perú era tal que, metonímicamente, entre los portugueses pasó a significar la América española”. “Ave de la familia de los meleagridídeos”. Pavo (Houaiss, 2004). Pierrô. s. m. Del fr. pierrot y este del hipocorístico del antr. Pierre, ‘Pedro’, tal vez, por influencia del it. Pedrolino, como nombre del personaje de la Commedia dell’ Arte. “Personaje ingenuo y sentimental, creado en la comedia italiana y transportado al teatro francés donde se fijó en la pantomima (Houaiss, 2004). Pigeonite. s. f. Del top. Pigeon Cove (Minnesota) + -ita. “Silicato de magnesio, hierro y calcio monoclínico del grupo de los piroxenos” (Houaiss, 2004). Pio-Nono. s. m. Del antr. Pío IX (1792-1878), papa. “Especie de capa corta, sin capucha, para hombre” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Pireneíta. s. f. Del top. Pireneus + -ita, de los Pirineos (España). “Variedad de granate cálcico”. Pireneíte (García y García, 1997, p. 145; PR, 2009). Pitão. s. m. Del antr. Pythão, ‘serpiente mitológica que mataba a hombres y animales’. Apolo la mató a flechazos. “Designación común” (García y García, 1997, p. 132; Houaiss, 2004). Plutocrata. s. m. Del antr. Pluto, ‘dios de la riqueza’, + -crata, ‘persona muy rica que por causa de su dinero ejerce influencia política’. “Miembro de la plutocracia” (Houaiss, 2004). Plutónio. s. m. Del antr. Plutão, ‘dios de los infiernos’, y este del lat. pluton + -io. Elemento sintetizado, en 1940, por G. Seaborg, E. M. Mc Millan, J. W. Kennedy y A. C. Wahl. Elemento químico núm. atómico 94, símb. Pu, usado en armas nucleares (Houaiss, 2004). Plutonismo. s. m. Del antr. Pluton + -ismo. “Sistema que atribuye la formación del globo a la acción del fuego interior” (García y García, 1997, p. 150; PR, 2009). Poise. s. m. Del antr. Jean Louis Marie Poiseuille (1799-1869), fisiólogo francés. “Unidad de viscosidad dinámica en el sistema CGS de unidades” (García y García, 1997, p. 166; Houaiss, 2004). Polaina. s. f. Del fr. ant. polaine, actual poulaine, ‘piel de Polonia’, porque ese tipo de zapato o la piel que recubría su punta venían de Polonia. “Piezas del vestuario que recubren la parte inferior de las piernas y la parte superior de los pies” (García y García, 1997, p. 54; Houaiss, 2004). Polichinelo. s. m. Del antr. Polichinelo, y este de Paolo Cinelli, comediante italiano del siglo xvi, ‘personaje característico de la Commedia dell’Arte’ “Individuo sin comportamiento adecuado, sin dignidad; payaso” (García y García, 1997, p. 35; Houaiss, 2004). Polonesa. s. f. Del top. Polonês + -a, desinencia femenina, ‘danza nacional de Polonia’. 1 “danza originaria de Polónia, en compás ternario. 2 composición instrumental con las características de esta danza” (Houaiss, 2004; PR, 2009).

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Polónio. s. m. Del lat. medv. Polonĭa, ‘Polonia’. Elemento descubierto por el matrimonio de Pierre (1859-1906) y Marie Curie (1867-1934), en 1898; como Polonia, era el país nativo de Madame Curie, en su honor se le dio al elemento dicho nombre. Elemento químico de núm. atómico 84, símb. Po (Houaiss, 2004). Popelina. s. f. Del top. Poperinghen, ciudad de Flandes. “Tejido de calidad superior, de algodón, hecho con hilos finos y con trama muy apretada, suave y con buena caída, indicada para camisas, vestidos, blusas, etc. Popeline (Houaiss, 2004; PR, 2009). Potosi. s. m. Del top. Potosí, “ciudad de Bolivia, famosa por sus minas de plata, las más ricas de América. fig. riqueza fácil y en gran cantidad; tesoro” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Pozolana. s. f. Del top. it. pozzolana, ‘tierra de Pozzuoli’. “Material de origen piroclástica, que se mezcla con cal y se emplea como cemento hidráulico” (Houaiss, 2004). Prehnita. s. f. Del antr. de von Prehn, coronel holandés, que trajo el mineral del cabo de Buena Esperanza (África del Sur) + -ita. “Silicato básico de calcio y aluminio ortorrómbico de color verdoso” (Houaiss, 2004). Priápico. adj. m. Del antr. Príapo, ‘dios de la fecundación’, + -ico. “Que agrede las normas y convenciones sociales, especialmente en cuanto al comportamiento sexual; licencioso, indecoroso, libertino” (Houaiss, 2004). Proteu. s. m. Del antr. Proteus, famoso por sus oráculos y sus metamorfosis, dios que mudaba frecuentemente de parecer. 1 “ser susceptible de cambios, de forma o estructura. 2 p.ext.vindividuo que cambia fácilmente de opinión” (Houaiss, 2004). Proustita. s. f. Del antr. Joseph L. Proust (1755-1826), químico francés, + -ita. “Sulfuro de plata y arsénico de color rojo bermellón y brillo adamantino” (García y García, 1997, p. 146; Aulete, 2007). Prussiato. s. m. Del top. Prússia, el mayor estado que dio origen a la nación alemana, donde se descubrió, + -iato. “Sales formadas por la reacción del ácido cianídrico con diferentes bases” (García y García, 1997, p. 159; PR, 2009). Quássia. s. f. Del antr. Graman Quassi, esclavo negro de Surinam, descubridor en 1730, de las propiedades medicinales de la planta. Arbusto de la “familia de las simarubáceas, de la que se extrae una sustancia amarga” (García y García, 1997, p. 117; Houaiss, 2004). Quixote. s. m. Del antr. esp. Don Quixote, personaje cervantino de la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cevantes (1547-1616), individuo generoso pero ingenuo que lucha contra las injusticias (Faria, 1943, p. 10; Houaiss, 2004). Rénio. s. m. Del top lat. Rhenus, Rin (Alemania) de donde eran sus descubridores, Walter Noddack, Ida Tacke y Otto Berg, en 1925. “Metal blanco, brillante, muy denso y difícilmente fusible, núm. atómico 75, símb. Re. Sus compuestos son parecidos al manganeso” (García y García, 1997, p. 159; PR, 2009). Rigodão. s. m. Del fr. regaudon y rigodon, de su inventor Mr. Rigaud (siglo xvii). “Danza barroca francesa, en compás cuaternario, con saltos característicos, en boga durante los siglos xvii y xviii) (García y García, 1997, pp. 75-76; Houaiss, 2004; PR, 2009). Rímel. s. m. De la marca registrada de la perfumería Rimmel de Londres. “Cosmético usado para dar color y/o acentuar la curva de las pestañas” (Houaiss, 2004).

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Robínia. s. f. Del antr. Jean Robin (1550-1629), botánico francés de la corte de Enrique IV de Francia, + -ia, que trajo la planta a Europa. De la familia de las leguminosas, originarias de América del Norte, cultivadas generalmente como ornamentales (García y García, 1997, p. 123; Houaiss, 2004). Rocinante. s. m. Del esp. Rocinante, nombre del caballo de Don Quijote de la Mancha, personaje creado por Miguel de Cervantes (1547-1616). “Caballo sin vigor”. Rocim (García y García, 1997, p. 132; Houaiss, 2004; PR, 2009). Roentgen. s. m. Del antr. Wilhelm Conrad Röntgen o Roentgen (1845-1923), físico alemán, descubridor de los actuales rayos X. “Unidad de medida de exposición a una radiación ionizante” (Houaiss, 2004). Romeu. s. m. Del antr. Romeu, personaje de la tragedia Romeu e Julieta, del dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare (c.1564-1616). Individuo muy enamorado (Houaiss, 2004; PR, 2009). Ruão. s. m. Del top. “Ruão (Rouen), ciudad francesa donde se fabricaba esta tela. Tejido de lino o algodón” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Ruténio. s. m. Del top. en lat. medieval Ruthenia, ‘Rusia’, en honor a la patria de su descubridor. El hallazgo tuvo lugar, en 1844, por K.K. Klaus. “Metal muy parecido al osmio y del que se distingue por tener óxidos de color rojo, núm. atómico 44, símb. Ru” (García y García, 1997, p. 159; PR, 2009). Sadismo. s. m. Del antr. Marqué de Sade (1740-1814), escritor francés, + -ismo. “Perversión caracterizada por la obtención de placer sexual con la humillación o sufrimiento físico del otro” (Houaiss, 2004). Safismo. s. m. Del antr. Safo, del gr. Sapphō, poeta griega de la isla de Lesbos, que vivió hacia el año 600 a.C., y que se cree que fue homosexual, + -ismo. Lesbianismo. Homosexualidad femenina (Houaiss, 2004). Salmonela. s. f. Del antr. Daniel Elmer Salmon (1850-1914), patólogo norteamericano. “Bacterias en forma de bastón, móviles, Granm-negativas, anaerobias y flageladas” (Houaiss, 2004). Sambenito. s. m. Del esp. sambenito, quizá de san Benito, ‘escapulario benedictino’, por extensión ‘escapulario que se ponía a los condenados por la Inquisición’ (García y García, 1997, p. 68). “Hábito en forma de saco, que se metía por la cabeza, usada por los penitentes que iban a ser quemados en las hogueras de la Inquisición” (Houaiss, 2004). Sanduíche. s. f. Del ing. sandwich y este del antr. John Montagu, conde de Sandwich (m. 1792), gran aficionado al juego, que durante una partida pidió que le prepararan rebanadas de pan con carne asada, que comía mientras jugaba (García y García, 1997, p. 111; PR, 2009). Sansão. s. m. Del antr. Sansão, personaje bíblico célebre por su fuerza, según se narra en el Libro de los Jueces. Hombre fuerte, hercúleo (Faria, 1943, p. 8; Houaiss, 2004). Sardinha. s. f. Del lat. sardīna, ‘sardinha’, pez abundante en las costas de Sardenha. Para otros se relaciona con Sarra, ant. n. de Tiro. Pez teleósteo (Houaiss, 2004). Saturnal. adj. f. Del antr. Saturnus, dios de la agricultura, luego asociado a Cronos, ‘dios griego del tiempo’, al que los romanos dieron el nombre del séptimo planeta y el séptimo día de la semana, como en ing. Saturday. Relativo al dios Saturno y a las fiestas que se hacían en su honor. “Fiestas en que predomina lo licencioso; orgía” (Houaiss, 2004). Saturnismo. s. m. Del lat. Saturnus, en la Edad Media, nombre que los alquimistas daban al plomo, + -ismo. “Intoxicación aguda o crónica por plomo o por alguna de sus sales” (Houaiss, 2004).

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Saussurite. s. f. Del antr. Horace Bénédict de Saussure (1740-1799), geólogo suizo a quien se dedicó el mineral. “Mineral constituido por una mezcla de albita (u oligoclásico) y zoisita o epídoto” Saussurita (Houaiss, 2004; PR, 2009). Saxofone. s. m. Del antr. Antoine-Joseph ‘Adolphe’ Sax (1814-1894), músico belga, inventor, en 1848, del instrumento, + el gr. -phono. 1 “instrumento músico de viento, de metal, con boquilla de madera y con caña”. 2 p.met “persona que ejecuta el instrumento” (García y García, 1997, p. 80; PR, 2009). Scheelite. s. f. Del antr. Carl Wilhelm Scheele (1742-1786), químico sueco, descubridor del wolframio. “Wolframato de calcio con brillo vítreo adamantino y de color blanco, amarillo, verde o pardo; en ocasiones puede ser fluorescente. Se emplea como mena de wolframio, sobre todo en los Estados Unidos” Scheelita (García y García, 1997, p. 146; PR, 2009). Sedã. s. m. Del top. Sedan. Origen oscuro. En los siglos xvii y xviii designaba una silla de ruedas como las de Sedán (Francia). Berlina. Vehículo con lugares delante y atrás y gran maletero (García y García, 1997, p. 87; PR, 2009). Sefardim. adj. Del top. Sefarad, ‘Hispania’ en lengua hebrea, en la Edad Media. Judíos expulsados de España y Portugal y dispersos, a continuación, por varias regiones. Sefardi (García y García, 1997, p. 44; Houaiss, 2004). Selénio. s. m. Del gr. selēnē, ‘Luna’. Elemento nombrado así, en 1817, por Jöns Jacob von Berzelius y G. Hahn para indicar su semejanza con el teluro. Elemento químico, núm. atómico 34, símb. Se, usado en semiconductores (García y García, 1997, p. 159; Houaiss, 2004). Selenite. s. f. Del gr. Selēnítē, ‘relativo a la Luna, Selenita. “Yeso cristalizado en láminas brillantes” (García y García, 1997, p. 146; PR, 2009). Sequóia. s. f. Del antr. George Guess Sequoiah (1770-1843), indio cherokee, inventor de un alfabeto para la lengua de su tribu, al que el botánico Stephen Ladislaus Endlicher (1804-1849), dedicó este árbol. De la familia de las taxodiáceas, oriunda de Estados Unidos, de Oregón a California (García y García, 1997, p. 124; Houaiss, 2004). Sevilhana. s. f. Del top. Sevilha, ciudad andaluza (España) + -ana. 1 “navaja grande, de hoja curva y estrecha. 2 variedad de aceituna. 3 canto popular de Sevilla. 4 ant. tejido de Sevilla” (García y García, 1997, p. 76; Houaiss, 2004). Siciliana. s. f. Del top. Sicilia, isla de Italia, + -ana. 1 “pequeña composición poética de tipo sentimental, destinada a la música. 2 danza o canción de carácter pastoril, originaria de Sicilia” (Houaiss, 2004). Siemens. s. m. Del antr. Werner von Siemens (1816-1892), físico alemán que lo formuló. “Unidad de medida de la conductancia, susceptancia y admitancia eléctrica” (Houaiss, 2004). Sífilis. s. f. Del antr. Siphylus, héroe del poema que comienza “Syphilis sive de morbo gallico” (‘Sífilis o el mal gálico’), de Girolamo Fracastoro (1483-1553), médico, poeta y astrónomo de Verona, donde el protagonista, pastor, cuyo nombre está inspirado en el Syphilus de las Metarfomosis de Ovidio, fue castigado con dicha enfermedad venérea. Enfermedad infecciosa, generalmente transmitida por contacto sexual (Houaiss, 2004). Silhueta. s. f. Del antr. Étienne de Silhouette (1709-1767), ministro de Luis XV, famoso por sus acciones mal conducidas e incompletas, ‘à la silhouette’, así como por sus diseños contorneados. Dibujo que es apenas el perfil de una persona o un objeto (Faria, 1943, p. 42; Houaiss, 2004).

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Sillimanite. s. f. Del antr. Benjamín Silliman (1779-1864), profesor de química de la Universidad de Yale, en su honor + -ite. “Silicato de aluminio de color pardo, verde pálido o blanco que se presenta como un constituyente de las rocas arcillosas metamórficas de alta temperatura”. Sillimanita (García y García, 1997, p. 146; DLP, 2011). Simonia. s. f. Del ant. Simón el Mago que quiso adquirir de los apóstoles el don de conferir el Espíritu Santo, + -ia. “Compra o venta ilícita de cosas espirituales” (Houaiss, 2004). Smithsonita. s. f. Del antr. James Smithson (1765-1829), químico inglés, + -ita. Carbonato natural de zinc cúbico (Houaiss, 2004). Sodomia. s. f. Del top. Sodoma, ciudad bíblica donde se realizaban dichas prácticas, + -ia. Coito anal (Houaiss, 2004). Sósia. s. m. Del antr. lat. Sosĭa, personaje de la comedia de Plauto (235 a.C.-184 a.C.), el Anfitrión, de quien el dios Mercurio copió sus rasgos temporalmente haciéndose pasar por él. Probablemente se divulgó a través de la comedia francesa, Amphytrion, inspirada en la anterior, de Jean-Baptiste Poquelin (1622-1673), Molière. “Individuo muy parecido a otro” (Houaiss, 2004). Stockes. s. m. Del antr. de sir George Gabriel Stokes (1819-1903), físico y matemático inglés. “Unidad de medida de viscosidad cinemática” (Houaiss, 2004). Sucre. s. m. Del antr. Antonio José de Sucre (1795-1830), militar y político “venezolano, que tuvo gran participación en la independencia de la América española”. 1 medio por el cual se efectúan transacciones monetarias en Ecuador. 2 p.ext. la cédula y la moneda (Houaiss, 2004). Tabasco. s. m. Del top. Tabasco (México). “De origen americano a base de pimientos rojos, vinagre, sal y especias” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Tancredo. s. m. Del antr. Tancredo López, valenciano de inicios del siglo xx. “Suerte de toreo bufo introducido en España por un novillero llamado con ese nombre, quien la vio ejecutar en La Habana, y que consiste en permanecer sobre un pequeño pedestal, resistiendo con absoluta inmovilidad la aproximación y las acometidas del toro. Se prohibió en 1908, pero se ha repetido con frecuencia hasta los años treinta o incluso más” (Faria, 1943, p. 43; García y García, 1997, p. 76; PR, 2009). Tântalo. s. m. Tal vez del antr. alt. Tantălus y este del gr. Tántalos, hijo de Zeus, célebre por el castigo que, según se cuenta en la Odisea, sufrió. Dentro de un lago de aguas cristalinas y muerto de sed, no conseguía beber pues el agua se retraía cuanto Tántalo intentaba humedecer los labios en ella; así le sucede al elemento que no absorbe los ácidos en los que se le bañan. Elemento químico, descubierto en 1802 por el químico sueco Anders Ekeberg (1767-1813, núm. atómico 73, símb. Ta. “Metal poco común, difícil de separar de sus combinaciones; de color gris, tan pesado como la plata, inflamable e inatacable por los ácidos diluidos, excepto el fluorhídrico” (Faria, 1943, p. 46; García y García, 1997, pp. 159-160; Houaiss, 2004). Tarantela. s. f. Del top. Taranto, ciudad del reino de Nápoles (Italia) + -ella. 1 “danza popular y composición musical original de Nápoles asociada a una manifestación histérica colectiva de tipo convulsivo atribuida, según creencia popular, a la sustancia tóxica de la picadura de la tarántula” (Houaiss, 2004). Tarântula. s. f. Del top. Tarento (Italia) + sufijo -ola. “Araña de la familia de los licosídeos, que se mueven rápidamente y poseen coloración marrón o negra” (Houaiss, 2004).

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Tarasca. s. f. Del fr. tarasque y este del prov. Tarasco, ‘animal fabuloso, especie de dragón de las leyendas provenzales’, del top. Tarascon, ciudad del sur de Francia. “Animal legendario monstruoso que se decía que habitaba las márgenes del río Ródano” (Houaiss, 2004). Taylorismo. s. m. Del antr. Frederick Winslow Taylor (1856-1915), ingeniero norteamericano, que inventó el método, + -ismo. “Sistema de organización del trabajo con el cual se pretende alcanzar el máximo de producción y rendimiento con el mínimo tiempo y esfuerzo” (Houaiss, 2004). Telúrio. s. m. Del lat. tellus, ‘Tierra, suelo’ + -io, elemento descubierto, en 1782, por Franz-Joseph Müller von Reichestein (1740-1825), químico húngaro. “Elemento químico, núm. atómico 52, símb. Te, usado en semiconductores” (Houaiss, 2004). Tennantite. s. f. Del antr. Smithson Tennant (1761-1815), químico inglés, + -ita. “Sulfoarseniato de cobre y hierro cúbico, importante mineral-minerio de cobre, plata y arsenio” (Houaiss, 2004). Tertúlia. s. f. Del esp. tertulia. Probable origen en Tertuliano (c 160–c 220), abogado y orador, nacido en Cartago, “por la costumbre de citar a Tertuliano en los sermones y reuniones del siglo xvii. Reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar o recrearse” (García y García, 1997, p. 69; PR, 2009). Tesla. s. m. Del antr. Edison Nikola Tesla (1856-1943), ingeniero físico nacido croata, luego norteamericano, uno de los promotores de la electricidad industrial, inventor de la medida. “Unidad del Sistema Internacional para medidas de inducción magnética y densidad de flujo magnético” (Houaiss, 2004). Tílburi. s. m. Del antr. Tilbury (siglo xix), apellido de su inventor, el ingeniero inglés. “Coche de dos ruedas y dos asientos, con capota, tirado por un único animal” (Houaiss, 2004). Tocaio. s. m. Del esp. tocayo y este tal vez relacionado con el ritual del Derecho Romano “Ubi tu Cajus, ibi ego Caja” (donde tú seas Cayo, a mí me llamarán Caya), frase que la esposa dirigía al novio. Dial. bras. “Aquel que tiene el nombre igual al de otra persona; homónimo” (Houaiss, 2004; PR, 2009). Tonalito. s. m. Del top. Tonale, Tirol (Italia) + -ito. “Variedad de diorita cuárcica con biotita y anfilobio” (Houaiss, 2004). Topázio. s. m. Del lat. topazĭon y este del gr. topázio, del top. de la isla de Topazos, en el mar Rojo, hoy Zabargad, en la costa de Egipto. “Piedra fina, amarilla, muy dura, compuesta generalmente de sílice, alúmina y flúor” (García y García, 1997, p. 147; Houaiss, 2004). Tório. s. m. Del antr. Thor, dios escandinavo del trueno, + -io. Elemento descubierto, en 1828, por Jöns Jacob von Berzelius. “Elemento químico, núm. atómico 90, símb. Th, de la familia de los actinídeos, usado como combustible nuclear” (Houaiss, 2004). Travertino. Del it. travertino, del lat. tiburtiinus, ‘cierta cualidad de piedra de Tíburi’, ciudad cercana a Roma, hoy Tívoli. “Roca calcárea, dura, compacta, densa” (Houaiss, 2004). Tremolite. s. f. Del top. del valle de Tremola, cerca de St. Gothard, en Suiza, donde fue encontrada. “Silicato de calcio y magnesio monoclínico, del grupo de los anfíboles”, tremolita (Houaiss, 2004). Trípoli. s. m. Del top. Trípoli (Líbano), de donde procedía el minerio. “Roca sedimentaria, silícea y friable” (Houaiss, 2004). Tritão. s. m. Del antr. Tritāo, semidios, hijo del dios marino, Poseidón, mensajero de las profundidades marinas. “Batracio urodelo de unos 12 cms. de longitud” (García y García, 1997, p. 133; Houaiss, 2004).

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Tule. s. m. Del top. Tulle, ciudad francesa en Lemosín (Francia), donde se comenzó a fabricar esta tela. “Tejido leve y transparente, de hilos de seda, nylon o algodón, que forma una red de mallas redondas o poligonales extensibles” (Houaiss, 2004). Túlio. s. m. Del top. “Thule, región hiperbórea de Europa. En relación con el mito sobre el país legendario Thule, el cual se encontraba en el extremo del mundo. El nombre hace referencia a que la separación del tulio resultó tan difícil como alcanzar el Thule lejano” (García y García, 1997, p. 160). Aunque Thule es también el “nombre latino de Escandinavia donde se encontró el mineral, descubierto, en 1879, por Per Teodor Cleve, núm. atómico 69, símb. Tm. Elemento químico de la familia de los lantanídeos” (Houaiss, 2004). Turmalina. s. f. Del fr. tourmaline; de origen incierto, tal vez del cingalés toramalli, ‘cornalina’. Otros abogan por un origen en el top. Turmali (Ceilán, Sri Lanka) de donde llegaría a Europa. “Silicato de alúmina con ácido bórico, magnesio, cal, óxido de hierro y otras sustancias que se encuentran en los granitos. Sus variedades verdes y encarnadas suelen emplearse como piedras finas” (García y García, 1997, p. 147; Houaiss, 2004). Turquesa. s. f. Del top. Turquía porque las primeras piedras llegaron a Europa de Persia, a través del referido país (García y García, 1997, p. 147). Otras fuentes refieren un origen en Turquestán, donde habrían sido encontradas. “Mineral triclínico, isomorfo de la calcosiderita, de color azul, verdeazulado” (Houaiss, 2004). Turrão. s. m. De origen incierto, tal vez del apellido Turrons, de un pastelero barcelonés que ganó con este dulce un concurso de repostería en 1703. “Dulce, por lo general, en forma de tableta, hecho de almendras, piñones, avellanas o nueces, tostado todo y mezclado con miel y azúcar”. Adj. “el que es testarudo, obstinado” (García y García, 1997, p. 112; Houaiss, 2004). Urânio. s. m. Del top. Urano, en honor al planeta descubierto en 1789, por el químico alemán, Martin Heinreich Klaproth (1743-1817), unos años antes que el citado elemento, + -io. “Elemento químico, núm. atómico 92, símb. U, de la familia de los actinídeos” (García y García, 1997, p. 160; Houaiss, 2004). Valenciana. s. f. Del top. Valenciennes (Francia). “Puntilla de encaje con motivos florales realizados sobre un fondo de red con mallas regulares” (García y García, 1997, p. 55; PR, 2009). Vanádio. s. m. Del antr. noruego ant. Vanadīs, en honor de ‘la diosa escandinava del amor y la belleza’, + -ium. Descubierto, en 1830, por el químico sueco, Nils Gabriel Sefström (1787-1845). “Elemento químico, núm. atómico 23, símb. V., usado en aceros, reactores nucleares y tubos de rayos X” (García y García, 1997, p. 160; Houaiss, 2004). Vaudeville. s. m. Del fr. vaudeville, ‘canción de circunstancia, generalmente, de carácter satírico’, más tarde ‘canción inserida en pieza teatral’, después ‘pieza teatral de intrigas’; quizá del top. “Vau (Val) de Vire, región de Calvados, en Normandía (Francia), de donde era originario el cantante, Olivier Basselin, cuyas canciones gozaban de gran reputación en el siglo xv”, Ville por alteración de Vire. “Comedia ligera y divertida, de enredo fértil en intrigas y maquinaciones” (Houaiss, 2004). Venera. s. f. A través del esp. venera. Del “lat. venerĭa, ‘cierto tipo de concha’, así llamada por la semejanza entre la concha de los peregrinos y la que simboliza a Venus, saliendo de las aguas”. 1 “concha

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que los romeros, especialmente los de Santiago de Compostela, usaban como insignia. 2 p.ext. medalla condecorativa de caballeros o de cualquiera de los grados de las órdenes militares” (Houaiss, 2004). Verniz. s. m. “Del lat. veronix, -icis, y este del top. Beronice, ciudad de Egipto donde fue elaborado primitivamente. Disolución de sustancias resinosas” (García y García, 1997, p. 154; PR, 2009). Verónica. s. f. Del “antr. lat. Verónica, santa mujer que, según la leyenda, habría dado a Jesús el velo que cubría su cabeza, camino del Calvario, para que enjugase la cara; como recompensa, Jesús habría dejado en el velo la impresión de su rostro. 1 imagen de Cristo, estampada, gravada o pintada sobre un tejido. 2 suerte en que el torero provoca el arranque del toro con la capa extendida con ambas manos” (Houaiss, 2004), “en recuerdo de los grabados que representan a la Verónica cuando muestra el paño con la efigie de Cristo” (García y García, 1997, pp. 76-77). Vitória. s. f. Del ing. victoria y este del antr. Vitória, en homenaje a la reina Victoria de Inglaterra (18371901), que lo inauguró. “Carruaje para dos pasajeros, con cuatro ruedas, capota dobladiza” (Houaiss, 2004). Vivianite. s. f. Del antr. J. G. Vivian, mineralogista inglés que la descubrió en Cornwall (Inglaterra). “Fosfato de hierro hidratado monoclínico, incoloro, azul o verde cuando alterado, usado como gema o como pigmento azul”, Vivianita (Houaiss, 2004). Vulcão. s. m. Del antr. lat. Vulcānus, ‘Vulcano, dios del fuego’. 1 “abertura en la costra terrestre, a través de la cual el magma y sus gases asociados se lanzan a la superficie. 2 fig. persona o cosa que denota o actúa con ímpetu o violencia” (Houaiss, 2004). Xantungue. s. m. Del top. Changtong (China). “Tipo de seda de superficie áspera, con hilos irregulares y parcialmente torcidos” (Houaiss, 2004). Zarzuela. s. f. Del esp. zarzuela; probablemente del top. donde se llevó a escena inicialmente en el siglo xvii, en el Real Sitio de la Zarzuela o Palacio de la Zarzuela, cerca de Madrid. “Tipo de ópera cómica española con canciones y piezas instrumentales mezcladas con diálogos, generalmente basados en melodías folklóricas y libreto satírico” (Houaiss, 2004). Zoilo. s. m. Del antr. lat. Zoĭlus y este del antr. gr. Zóilos, ‘Zoilo’ (400 a.C.-320 a.C.), gramático, filósofo, célebre crítico detractor de Homero. “Crítico que en su mordacidad, revela envidia, incompetencia o aversión personal injustificada” (Houaiss, 2004).

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María Victoria Navas Sánchez-Élez

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

María del Carmen Bravo Llatas

En este capítulo se analiza la variación y el cambio antroponímicos de Diana y de Jessica, el primero de ellos introducido en España en los años 60 y el segundo en los años 80. Este trabajo es continuación de estudios previos de la variación y el cambio antroponímicos relacionados con los nombres Isabel y Elizabeth en las poblaciones española e hispanoamericana de Madrid (Bravo Llatas, 2009). En primer lugar se describe la fuente de datos original de la que partimos y de la que obtenemos las variantes y derivados de Diana y de Jessica que clasificamos en varios modelos antroponímicos. Seguidamente, el estudio estadístico de estos derivados en españolas e hispanoamericanas de Madrid para analizar su variación y la influencia que la procedencia y la edad tienen en esta. Analizamos también la multiplicidad del nombre y señalamos las diferencias de españolas e hispanoamericanas. Se presentan, primero las conclusiones de estos análisis para Diana, seguidas de las de Jessica.

Fuente de datos La fuente de datos de la que partimos se compone de las modificaciones e incorporaciones al padrón municipal de Madrid, en el periodo que va desde enero de 1996 a enero de 2006; dicha fuente la ha proporcionado el Ayuntamiento de Madrid, y de ella procede la información sobre los nombres de los españoles e hispanoamericanos de la que partimos. Las cifras son las siguientes: 845.698 españoles (el 65,24% de los cuales ha nacido en la Comunidad de Madrid) y 448.588 hispanoamericanos, que representan el 63,88% de los extranjeros de la fuente original1. Por tanto, la base de datos utilizada en este capítulo consta de 1.294.005 registros, el 65,33% corresponde a personas nacidas en España y el 34,67% a nacimientos en Hispanoamérica. En la tabla 1 puede verse la distribución de ambas procedencias por grupos de edad. 1

La mayoría de las incorporaciones al padrón municipal de Madrid (67,61% del total) se debe a cambios por traslados de personas desplazadas desde otros lugares, o bien a modificaciones de empadronamiento por cambio de domicilio, o a nuevas incorporaciones de los nacidos en el periodo 1996-2006 (17,26% del total). El resto se debe a otras cuestiones administrativas (Bravo Llatas, 2007).

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María del Carmen Bravo Llatas

España Hispanoamérica Total

Joven Hasta 20 años 359.287 42,50% 68.733 15,32% 428.020 33,08%

Adulto De 21 a 50 años 348.874 41,27% 336.097 74,92% 684.971 52,93%

Anciano Mayor de 50 años 137.256 16,24% 43.758 9,75% 181.014 13,99%

Total 845.417 (65,33%) 448.588 (34,67%) 1.294.005

Tabla 12. Distribución de personas por grupos de edad según lugar de origen. Incorporaciones al padrón en el periodo 1996-2006 (Frecuencia y distribución porcentual)

Cabe destacar en el conjunto de los nuevos madrileños una mayor presencia de adultos hispanoamericanos. Este rango de edad es predominante en la totalidad de inmigrantes de dicha procedencia (INE). De esta fuente de datos se han seleccionado aquellas personas cuyos antropónimos, simples o múltiples, se componen de alguna de las formas Diana y Jessica, o de otros nombres derivados de los anteriores. Para describir la variación antroponímica, es decir, la diversidad formal que el uso de estos nombres ha producido, ha sido necesario el reconocimiento de los diferentes modelos, españoles o extranjeros. Se han identificado tres modelos antroponímicos: el nombre y sus variantes, las variaciones hipocorísticas y las creaciones hispanoamericanas. De la base de datos de españoles e hispanoamericanos 4.425 personas portaban algún nombre, simple o múltiple, vinculado a Diana: 3.139 (70,94%) nacidas en Hispanoamérica y 1.286 (29,06%) nacidas en España (Tabla 4). El número de personas con algún nombre vinculado a Jessica son 2.187, de ellas 1.581 (72,29%) proceden de Hispanoamérica y 606 (27,71%) son españolas (Tabla 10). Estos dos conjuntos de datos constituyen las bases de estudio del presente trabajo3. La fuente no incluye el lugar de nacimiento de los padres, así que es probable que algunos nombres de los niños nacidos desde 1996 correspondan a hijos de residentes madrileños que han nacido en América Latina.

DIANA El nombre mitológico Diana podría ser contracción del latín *Diviana, de, divius o dius ‘divino’. Diana es la diosa romana de la caza emparentada con la diosa griega Artemisa. Es nombre de personajes literarios del Renacimiento, si bien no llegó a la población, probablemente por motivos religiosos.

2 3

En este capítulo los rangos de edad que se han establecido son referenciados al año 2006. No podemos asegurar que la extracción de la base de datos de estudio sea completa, debido a la búsqueda automatizada que debe realizarse en la base de datos original y a la dificultad que presenta la determinación del origen de algunas formas antroponímicas encontradas en la base de datos.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Algunas referencias literarias de Diana se encuentran en obras de Garcilaso de la Vega: Poesías, 157, Égloga II (1534); Ercilla (1533-1594), Araucana I, 159; Jorge de Montemayor (Coimbra, 1520-1561), autor en castellano de los Siete libros de la Diana (1559), género pastoril que se extendió después con la aparición en el año 1564 de Diana de Alonso Pérez y Diana enamorada de Gaspar Gil Polo, que son continuaciones de la obra de Montemayor, la segunda de ellas ambientada en el paisaje valenciano: Tú conociste bien una doncella de mi sangre y agüelos decendida, más que la misma hermosura bella; en su verde niñez siendo ofrecida por montes y por selvas a Diana, ejercitaba allí su edad florida, Garcilaso de la Vega

Algunas referencias literarias de autores españoles posteriores pertenecen a Lope de Vega: Arcadia, Las fortunas de Diana, primera de las Novelas de Marcia Leonarda (16211624), El robo de Diana, pieza teatral; Diana es la condesa y personaje principal de El perro del hortelano, El baño de Diana en Laurel de Apolo (1630); Góngora (1561-1627): Soledad II, Poesía al marqués de Ayamonte, determinado a no ir a México (1607) (“Donde la Ninfa es Febo y es Diana”); Quevedo (1580-1645): soneto Diana y Acteón. En el mundo anglosajón Diana es usada regularmente desde el Renacimiento, si bien es más común desde la publicación de la novela de Sir Walter Scott Rob Roy (1817), cuya protagonista es Diana Vernon. En el año 1885, George Meredith publicó la novela Diana en la encrucijada. Diana se introduce en España en los años sesenta y es nombre de moda en las décadas siguientes, quizás por la popularidad de algunas mujeres extranjeras: Diana Ross (1944-), cantante americana de rock, o Diana Spencer (1961-1997), princesa de Gales. Hoy sigue siendo uno de los más frecuentes. Formas del nombre: -Español: Diana. -Inglés: Diana, Diane4 y las variantes de Diana: Dianna y Deanna5 y de Diane: Dianne, Dyan y Diann. -Hipocorístico inglés: Di. -Francés: Diane y la variante Dianne. 4 5

Diane es la forma francesa de Diana, que se utiliza popularmente en el mundo anglosajón. La variante Deanna no ha sido considerada en la fuente ya que este nombre es también la forma femenina del nombre inglés Dean. Tampoco se han considerado sus variantes Deana, Deanne, Deeann, Deena y Dena. El nombre Deanna se popularizó gracias a la actriz y cantante canadiense Deanna Durban (1921-), que transformó su nombre original Edna en Deanna porque contenía las mismas letras. La variante Dena es posiblemente también un hipocorístico de nombres que terminan en -dena.

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María del Carmen Bravo Llatas

-Otros idiomas: Diana (catalán, alemán, holandés, italiano, lituano, portugués, rumano, ruso, lituano); Diána (húngaro); Dijana (croata, macedonio, serbio, esloveno); Dajana (croata), Kiana (hawaiano). Su escritura en ruso, serbio y macedonio es Диана.

Variación y cambio antroponímicos por el uso del nombre DIANA. Hipocorísticos y creaciones hispanoamericanas vinculados a él Los tres modelos antroponímicos identificados en el uso de Diana incluyen las variaciones ortográficas propias de los antropónimos de Hispanoamérica donde se constatan dos corrientes: los partidarios de la ortografía extranjerizante (Dayana) y los partidarios de la castellanización del nombre (Daiana). 1. Hemos agrupado variantes de Diana con los nombres que derivan de este antropónimo. Los resultados son los siguientes: Diana (3.408)6, Dianne (11), Diane (10), Dianna, Dyana (4)7, Dajana (3), Dian (2) y Dyannah. Las variaciones ortográficas de Diana y sus variantes son: Dayana (581), Dayanna (91), Dahiana (43), Daiana (37), Dayan8 (33), Dayhana (8), Dayane (7), Dahianna, Dahyana, Dayanne (4), Daihana (3), Dianee (2), Dahyanna, Daian, Dayann, Dayhanna, Dayyana, Deyana, Dhahiana, Dhaiana y Dhayana. 2. Forman otro grupo las variaciones hipocorísticas de Diana, entre las que se incluyen las españolas con las terminaciones –ita, –ina y las prestadas del inglés con las terminaciones –y, –et, –eth y sus variaciones ortográficas. Los antropónimos encontrados son: Diany (8), Dianny (5), Dianet (4), Dianeth, Dianita (3), Dianneth (2), Dianina, Dianith, Dianney, Diannie, Dihanet y Dyanin. Las variaciones ortográficas encontradas son: Dayani (4), Dayanis, Dayanny, Dayany (2), Dayanet, Dayaneth y Dayanni. 3. Por otra parte se encuentran las creaciones antroponímicas de carácter interno. Generalmente son nombres compuestos o acrónimos por fusión de dos elementos antroponímicos que contienen la forma plena de Diana o una variación hipocorística9. Entre ellas se encuentran: Dianelys (7), Didiana (3), Dianelba, Dianelis, Dianelly (2), Claridiana, Dadiana, Dadyana, Dianamyle, Dianeyanni, Dianeyanny, Dianisbel, Elidiana, Eneridiana, Ludiana, Myradyan, Tidiane, Yiridiana, Yudianny, etc. Algunas variaciones ortográficas encontradas son: Dayanara10 (63), Dayanira (4), Dayanai, Dayanaira, Dayanana, Dayanelys y Meylandayana.

6

Los valores numéricos corresponden al número de personas que portan en su nombre simple o múltiple el antropónimo al que hace referencia el número. 7 Cuando varios antropónimos tienen la misma representatividad se indica su frecuencia una única vez que asocia todos los nombres anteriores. 8 Se eliminan algunos varones portadores de Dayan, Dayann, Daian y Dian. 9 No se incluyen nombres cuya procedencia no está clara, por ejemplo aquellos que pudieran provenir de Ana: Mediana, Leydiana, Lidiana, Lidian o Claudiana, entre otros. 10 No se incluyen Deyanaira, Deyaneira y Deyanara por su cruce con Deyanira.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

En la tabla 2 se muestra la clasificación según modelo antroponímico al que pertenecen de los 101 antropónimos diferentes encontrados en la base de datos. La mayor variación se produce en las creaciones internas, la mayoría de las cuales adoptan variaciones ortográficas extranjerizantes (Meylandayana). Modelo antroponímico

Frecuencia

Porcentaje

Diana

22

21,8%

… con variación ortográfica Variación hipocorística … con variación ortográfica Creación interna … con variación ortográfica Total

8

7,9%

7

6,9%

13

12,9%

9

8,9%

42

41,6%

Porcentaje acumulado 29,7% 19,8% 50,5%

101

Tabla 2. Antropónimos diferentes derivados de Diana, según modelo antroponímico (frecuencias y distribución porcentual)

El gráfico sectorial de la figura 1 muestra las frecuencias de los 101 antropónimos diferentes según el modelo antroponímico al que pertenecen.

Figura 1. Antropónimos diferentes derivados de Diana según modelo antroponímico (frecuencias)

La tabla 3 muestra el número de formas antroponímicas diferentes derivadas de Diana encontradas en la base de datos de españoles e hispanoamericanos. Entre las españolas hay 27 antropónimos diferentes, la mayoría de ellos variantes de Diana (65,38%). Las hispanoamericanas con mayor creatividad en los nombres portan 76 variantes. Entre ellas destacan las creaciones internas (43,42%) seguidas de las variantes de Diana (34,21%) y de sus

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María del Carmen Bravo Llatas

variaciones hipocorísticas (22,37%). En la figura 2 pueden verse estas frecuencias en un diagrama de barras. El 51,85% de los antropónimos diferentes elegidos por las españolas adopta alguna variación ortográfica extranjerizante o de castellanización del nombre. Esto ocurre en el 56,57% de los antropónimos diferentes elegidos por las hispanoamericanas. Modelo antroponímico …con variación …con variación Creación …con variación Hipocorístico Total ortográfica ortográfica interna ortográfica

Procedencia

Diana

España

11

6

1

3

1

5

27

Hispanoamérica

19

7

7

10

7

26

76

Tabla 3. Antropónimos diferentes derivados de Diana según modelo antroponímico, por procedencia (frecuencias)

Figura 2. Antropónimos diferentes derivados de Diana según modelo antroponímico y procedencia (frecuencias)

La base de datos de estudio de los antropónimos derivados de Diana está compuesta casi exclusivamente por personas del género femenino, por lo que adoptaremos este género en el presente trabajo. Las formas más frecuentes de las españolas (1.286) son: Diana (1.102, 85,69%), Dayana (124, 9,72%), Dayan (9, 0,69%), Dayanara (8, 0,62%), Dayanna (7, 0,54%), Daiana, Dianne (5, 0,39%), etc. Las formas más frecuentes de las hispanoamericanas en Madrid (3.139) son: Diana (2.306, 73,46%), Dayana (456, 14,53%), Dayanna (84, 2,67%), Dayanara (54, 1,72%), Dahiana (41, 1,3%), Daiana (32, 1,02%), Dayan (24, 0,76%), Dayhana, Diane, Diany, Dianelys (7, 0,22%), etc.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Descripción de la fuente de datos que incluye las variantes de DIANA y sus derivados Como hemos dicho anteriormente, la base de datos de estudio la forman 4.425 registros, 1.286 (29,06%) son españolas y 3.139 (70,94%) hispanoamericanas en Madrid. La tabla 4 muestra la distribución por procedencia y grupos de edad, y la figura 3 un diagrama de barras con las frecuencias de estos grupos. Dado que el número de mujeres mayores de 50 años que portan Diana o alguno de sus derivados representa menos del 1,5% (el 0,47% de las españolas y el 1,35% de las hispanoamericanas) las interpretaciones que en lo sucesivo se realicen derivadas de la edad se reducirán por lo general a las jóvenes y adultas. Grupo de edad Procedencia

Hasta 20 años

De 21 a 50 años

Mayor de 50 años

Total

España

884 68,74%

396 30,79%

6 0,47%

1.286 (29,06%)

1.252 39,89% 2.136 48,27%

1.845 58,78% 2.241 50,64%

42 1,34% 48 1,08%

3.139 (70,94%)

Hispanoamérica Total

Tabla 411. Distribución de antropónimos derivados de Diana por grupos de edad y procedencia (frecuencias y distribución porcentual)

Figura 3. Distribución de antropónimos derivados de Diana por grupos de edad y procedencia (frecuencias)

11

Los rangos de edad que se han establecido son referenciados al año 2006.

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4.425

María del Carmen Bravo Llatas

La tabla 5 detalla la representatividad de Diana y sus derivados en la base de datos original. El 1,5‰ de los antropónimos españoles contiene un antropónimo derivado de Diana mientras que esto sucede en el 7‰ de los hispanoamericanos de Madrid. Estas cifras indican que aproximadamente uno de cada 650 españoles y uno de cada 140 hispanoamericanos de Madrid se nombra por una variante de Diana o alguno de sus derivados. La mayor representatividad de las variantes de Diana se da en los jóvenes: por cada adulto español que porta una forma Diana algo más de dos jóvenes lo hacen, y por cada adulto hispanoamericano algo más de tres jóvenes lo hacen. Para los jóvenes la diferencia de representatividad es superior a los adultos: por cada joven nacido en España que porta una forma de Diana hay más de siete hispanoamericanos de Madrid que lo hacen, y por cada adulto español menos de cuatro hispanoamericanos. No podemos dar datos referentes al género de los individuos puesto que la fuente original carece de dicha información. Grupo de edad Procedencia

Hasta 20 años

De 21 a 50 años

Mayor de 50 años

Total

España

2,5‰

1,1‰

0,044‰

1,5‰

Hispanoamérica

18,1‰

5,5‰

0,9‰

7‰

Tabla 5. Representatividad de las formas derivadas de Diana por procedencia y grupos de edad (tantos por mil sobre el total de antropónimos españoles e hispanoamericanos)

Estas diferencias cuantitativas entre españoles e hispanoamericanos ocurren en todos los grupos de edad, si bien en los ancianos son más significativas. En este grupo, donde la presencia de Diana es minoritaria solo uno de cada 22.700 españoles portan una de sus variantes, mientras que casi uno de cada mil hispanoamericanos lo llevan. La ventaja de los antropónimos derivados de Diana en los hispanoamericanos puede deberse principalmente a que el 75,64% de estos12 son portadores de nombres múltiples, mientras que solo lo son el 30,09% de los españoles13; por tanto, aquellos bautizan con un mayor número de nombres. Los antropónimos derivados de Diana tienen mayor representatividad en las jóvenes: el 2,5‰ de los españoles lo llevan, número que se incrementa al 18,1% en el caso de los hispanoamericanos. En el grupo de los adultos, las representatividades de españoles e hispanoamericanos bajan y son 1,1‰ y 2,5‰, respectivamente.

12

En la base de datos general de hispanoamericanos de Madrid los porcentajes de nombres múltiples son 80,59% en los jóvenes, 66,63% en los adultos y 75,8% en los ancianos. 13 En la base de datos general de españoles los porcentajes de nombres múltiples son 19,44% en los jóvenes, 41,8% en los adultos y 28,74% en los ancianos.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Modelos antroponímicos en España e Hispanoamérica

Los datos de la tabla 6 y de la figura 4 nos permiten comparar las preferencias de españolas e hispanoamericanas. Ambas poblaciones prefieren en su mayoría alguna de las variantes de Diana, el 98,68 % de las españolas y el 95,57 % de las hispanoamericanas en Madrid, si bien estas últimas prefieren más que las españolas las adaptaciones ortográficas: un 21,41 % frente a un 11,98%. El 3,16% de las hispanoamericanas optan por una creación de carácter interno frente al 1,01% de las españolas. El uso de variaciones hipocorísticas es también minoritario, pues optan por ellos el 1,27% de las hispanoamericanas y el 0,31% de las españolas. Modelo antroponímico … con variación … con variación Creación … con variación Hipocorístico Total ortográfica ortográfica interna ortográfica 1.115 154 3 1 5 8 1.286 86,7% 11,98% 0,23% 0,08% 0,4% 0,6%

Diana España Hispanoamérica Total

2.328 74,2%

672 21,4%

28 0,9%

12 0,4%

36 1,2%

63 2%

3.139

3.443 77,8%

825 18,7%

31 0,7%

13 0,3%

41 0,9%

71 1,6%

4.425

Tabla 6. Distribución de modelos antroponímicos de formas derivadas de Diana por procedencia (frecuencias y distribución porcentual)

Figura 414. Distribución de modelos antroponímicos de formas derivadas de Diana por procedencia (distribución porcentual)

14

En los gráficos sectoriales de distribución porcentual de este capítulo no se etiquetan sectores con frecuencia menor del uno por cien por lo general.

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María del Carmen Bravo Llatas

Las adaptaciones ortográficas extranjerizantes o de castellanización son superiores en las hispanoamericanas de Madrid, un 23,8% frente a un 12,67%. Son las jóvenes las que portan un mayor número de variaciones ortográficas, el 49,84% de las hispanoamericanas y el 18,44% de las españolas. Entre las hispanoamericanas adultas, un 6,87% también tienen estas adaptaciones ortográficas. En las adultas y ancianas españolas y en las ancianas hispanoamericanas estas adaptaciones son inexistentes (Figura 5).

Figura 5. Variación ortográfica de antropónimos derivados de Diana por grupos de edad y procedencia (porcentajes referidos a los grupos de edad)

Nombres simples y múltiples vinculados a DIANA en España e Hispanoamérica Los antropónimos derivados de Diana que estamos estudiando combinan para formar un nombre múltiple más que otros nombres. Al no tener información en la base de datos del género, ser los antropónimos derivados de Diana casi exclusivamente femeninos y desconocer la proporción de nombres múltiples en ambos géneros se debe tener cuidado con las interpretaciones derivadas de los resultados estadísticos que se exponen en estos párrafos. En el caso español el 30,09% de los antropónimos españoles de la base de datos original son nombres múltiples, mientras que en la base de estudio este porcentaje crece hasta el 40,44% gracias a las jóvenes, ya que en las adultas la formación de nombres con Diana es inferior a la población general. El 19,44% de los jóvenes españoles tienen nombre doble mientras que para aquellas que portan una forma derivada de Diana este porcentaje sube al 46,72%. Por el contrario, en los adultos el porcentaje de nombres múltiples baja del 41,58% de la población general al 26,52%15. En cuanto a los hispanoamericanos, el 75,6% de los antropónimos son múltiples en la base de datos original, mientras que cuando portan un antropónimo derivado de Diana este porcentaje sube al 91,19%. En cada uno 15

En los ancianos españoles el número de nombres múltiples sube del 28,74% de la base de datos original al 33,33%.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

de los grupos de edad estos porcentajes suben del 80,59% de la base original al 91,53% en los jóvenes, del 75,8% al 89,65% en los adultos y del 66,63% al 73,81% en los ancianos. El 75,7% (3.351) de los antropónimos españoles e hispanoamericanos que portan alguna forma derivada de Diana son múltiples y el 24,3% son simples. Con los nombres múltiples se dan varias combinaciones: D. + N. (excepto María) (56,7%); N. (excepto María) + D. (14,3%); D. + María (4,3%); María + D. (0,4%). Hemos utilizado la denominación de “nombre múltiple” siguiendo la terminología de Boyd Bowman (1970), aunque gran parte de los casos la constituyen nombres dobles. Hemos de precisar que solo ocho de ellos son triples. En la tabla 7 pueden verse estas frecuencias y porcentajes, así como la distribución de los nombres simples o múltiples de españolas e hispanoamericanas (Figura 6). Nombre simple o múltiple

España Hispanoamérica Total

D.

D.+.N.

D.+.M.

N.+.D.

M.+.D.

766 59,5% 308 9,8% 1.074 24,3%

300 23,3% 2.211 70,44% 2.511 56,75%

62 4,8% 127 4,1% 189 4,3%

146 11,3% 487 15,5% 633 14,3%

12 0,9% 6 0,2% 18 0,4%

Total 1.286 3.139 4.425

Tabla 7. Distribución de nombres simples y múltiples16 de formas derivadas de Diana por procedencia (Frecuencias y distribución porcentual)

Las españolas optan con más frecuencia por el nombre simple (59,6%) en comparación con las hispanoamericanas (9,8%), que prefieren anteponer una variante de Diana a otros nombres diferentes de María (70,44% de las hispanoamericanas frente al 23,3% de las españolas) y en menor medida seguir un nombre diferente de María por una de las variantes de Diana (15,5% frente al 11,3% de las españolas). La formación de nombres con María es parecido en ambos grupos, en torno al 4,3% la anteposición de Diana y un 0,4% la anteposición de María (Figura 6).

16

Las categorías de la tabla son: D.: nombre simple; D.+.N.: D.+. N. (excepto María); D.+.M.: D. + María; N.+.D.: N. (excepto María) + D.; M.+.D.: María + D. Los 8 nombres triples encontrados en la base comienzan por un antropónimo derivado de Diana (6 D.+.N.+.N. y 2 D.+.M.+.N.) y se asignan a la categoría D.+.N.

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María del Carmen Bravo Llatas

Figura 6. Distribución de antropónimos simples y múltiples de formas derivadas de Diana por procedencia (distribución porcentual)

Como puede apreciarse en la figura 7, las jóvenes españolas tienen más nombres dobles que las adultas (46,72% frente al 26,52%), con preferencia por el uso de nombres diferentes de María en ambos grupos de edad. Casi el 30% de las jóvenes antepone Diana o uno de sus derivados a otro nombre y la mitad en número tienen una variante de Diana o un derivado suyo en segundo lugar. En las adultas, estas composiciones para formar nombres se dan en un 10% y 3%, respectivamente. La formación de nombres con María es minoritaria siendo preferida por las adultas, el 10,86% antepone Diana o una de sus variantes a María frente al 2,15% de las jóvenes. El 2,27% de las adultas antepone María a una de las formas de Diana. Las jóvenes y adultas hispanoamericanas en Madrid portan nombres dobles con la misma frecuencia, mayoritariamente anteponiendo Diana a un nombre diferente de María (el 63,66% de las jóvenes y el 75,39 de las adultas). La anteposición de un nombre diferente de María es preferida por las jóvenes (27,08% frente al 7,68%). Las adultas combinan más que las jóvenes con María en la formación de sus nombres, en particular el 6,12% antepone Diana o su variante a María (Figura 7).

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Figura 7. Distribución de antropónimos simples y múltiples de formas derivadas de Diana por procedencia y grupos de edad (distribución porcentual)

Se encuentran en la fuente de datos 33 variaciones de Lady Diana. Estas variaciones son: Lady Diana (20), Lady Dayana (3), Laydi Diana, Leydi Diana (2), Lady Dayan, Laidy Dayana, Ledy Diana, Leidi Diana, Leydi Dayana y Leydy Diana. Han nacido 22 en Ecuador y 6 en Colombia, y únicamente una de ellas es madrileña de menos de 20 años. Son jóvenes y adultas en igual proporción. Solo encontramos una persona portadora de dos nombres derivados de Diana: Diana Dayana lo que indica que Diana y Dayana son vistos como dos nombres diferentes en lugar de como variantes de un mismo nombre. Los nombres simples preferidos de las españolas17 son Diana (731, 56,84%)18 y Dayana (22, 1,71%). Los nombres dobles preferidos son: Diana María (62, 4,82%), Diana Carolina (19, 1,5%), María Diana, Diana Isabel (12, 0,93%), Diana Elizabeth (11, 0,85%), Diana Estefanía, Diana Nicole (9, 0,7%), Diana Patricia (7, 0,54%), Diana Belén (6, 0,47%), Dayana Alexandra, Dayana Estefanía, Diana Alexandra, Diana Beatriz (5, 0,39%)19, etc. Los nombres simples más frecuentes de las hispanoamericanas20 en Madrid son Diana (184, 5,86%)21, Dayana (49, 1,56%) y Dahiana (12, 0,38%). Los nombres dobles más frecuentes son: Diana Carolina (227, 7,23%), Diana Patricia (151, 4,81%), Diana Marcela 17

Las 1.286 españolas forman un corpus de 319 antropónimos diferentes. Los porcentajes referidos en este párrafo lo son al total de antropónimos de españolas con alguna forma derivada de Diana, ya sean estos simples o dobles. 19 Los 15 nombres de este párrafo agrupan el 74,17% de las españolas portadoras de una forma derivada de Diana. Es posible que algunas niñas nacidas en Madrid desde 1996 sean hijas de padres procedentes de América Latina. 20 Las 3.139 hispanoamericanas en Madrid forman un corpus de 1.067 antropónimos diferentes. 21 Los porcentajes referidos en este párrafo lo son al total de antropónimos de hispanoamericanas con alguna forma derivada de Diana, ya sean estos simples o múltiples. 18

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María del Carmen Bravo Llatas

(138, 4,4%), Diana María (125, 3,98%), Diana Elizabeth (96, 3,06%), Diana Milena (79, 2,52%), Diana Lorena (45, 1,43%), Diana Paola (41, 1,3%), Diana Alexandra (39, 1,24%), Diana Lucía (36, 1,48%), Diana Isabel (30, 0,95%), Diana Cristina (23, 0,73%), Diana Estefanía (21, 0,67%), Lady Diana (20, 0,64%), Diana Cecilia, Diana Gabriela (19, 0,61%), Diana Margarita, Diana Mercedes, Diana Vanessa (18, 0,57%), Diana Karina (16, 0,51%), Diana Alejandra (15, 0,48%), Diana Fernanda, Diana Maritza, Diana Pilar, Diana Rocío (14, 0,45%), Diana Michelle, Diana Beatriz, Diana del Pilar (13, 0,41%), Diana Katherine, Diana Marisol, Diana Verónica (12, 0,38%)22, etc.

JESSICA El nombre Jessica es una adaptación del hebreo bíblico Yiska, derivado de s-j-h ‘mirar’, nombre de una sobrina de Abraham. La forma Jescha se encuentra en la biblia medieval inglesa de Wycliffe (1395). Su forma actual Jessica identifica al personaje de la hija de Shylock en la comedia titulada El mercader de Venecia (1596) de Shakespeare. Hasta mediados del siglo xx no comienza su popularización. Actualmente es nombre de moda, tal vez porque las portadoras son actrices conocidas, entre ellas Jessica Tandy (1909-1994), Jessica Lange (1949-), Sarah Jessica Parker (1965-) y personajes de series de televisión (Faure, 2002). La variación del nombre: -Nombre inglés: Jessica y más modernamente su variante Jessika. -Hipocorísticos: Jess23, Jessa, Jessie y las variantes de Jessie24: Jessye y Jessi. -Creaciones internas: Jessalyn (combinación de Jessie con el sufijo –lyn), Jennica (combinación de Jennifer y Jessica). -Jessika, alemán y Iekika, hawaiano. Este préstamo se popularizó en España en los años ochenta, coincidiendo con el ingreso de nuestro país en la Unión Europea, cuando los viajes al extranjero dejan de ser algo extraordinario y los españoles se interesan más por el aprendizaje de los idiomas. La elección de nombres extranjeros fue una manera de expresar su adhesión a la causa del multiculturalismo (García Gallarín, 2007a). En la fuente se advierten las vacilaciones de los españoles e hispanoamericanos cuando han de transcribir el anglicismo: Yessica, Yesica, Jesica, etc. Unos han adaptado parcial o plenamente el antropónimo al español y otros han preferido el extranjerismo.

22

Los 34 nombres de este párrafo dan nombre a la mitad de las hispanoamericanas de Madrid portadoras de una forma derivada de Diana. 23 El hipocorístico Jess es también una forma corta del nombre masculino de origen hebreo Jesse. En la fuente no hay mujeres que porten este hipocorístico. 24 El hipocorístico Jessie es también una variante del nombre masculino Jesse. Se han eliminado de la fuente algunos varones portadores de Jessie y de Jessy, así como los portadores de Jess, Jesi y Jhesy precisamente por ser varones. Algunas de estas variaciones hipocorísticas las atribuimos a variaciones ortográficas hispanoamericanas. Originariamente Jessie fue un hipocorístico escocés de Jane.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Variación y cambio antroponímicos por el uso del nombre JESSICA. Hipocorísticos y creaciones hispanoamericanas vinculados a él Los tres modelos antroponímicos en el uso de Jessica que hemos identificado incluyen las variaciones ortográficas propias de los antropónimos de Hispanoamérica en los que volvemos a constatar las dos corrientes manifestadas con anterioridad: los partidarios de la ortografía extranjerizante admiten el cambio de la “c” por la “k” y, en menor medida, por “ck” y “cs” (Jessika, Jessicka25, Jessicsa26), mantienen la “ss” o la sustituyen por “sh”27 o “x”. Estos cambios o añadidos ortográficos se derivan de la personalización del nombre propio para hacerlo exclusivo del individuo que lo porta. Los partidarios de la adaptación al español prefieren la simplificación de “ss”, a veces interpretada como interdental (Yecica, ultracorrección hispanoamericana) y en el trueque de la palatal inicial (Yesica, Giesica). Pensamos que los nombres castellanizados tienen acentuada la primera vocal. Debido a que la fuente de datos carece de palabras acentuadas, hemos optado por no acentuar ninguna de las variantes de Jessica. En lo sucesivo consideraremos estos cambios para el análisis estadístico: -Supresión de la doble consonante “ss” por “s”, “x”, “sh”, “c”, “z”. -Cambio ortográfico de la “J” por las grafías “Y”, “G”, “Jh”, “Yh”, “Sh”. -Cambio de la consonante con sonido velar “c” por “k”, “ck”, “cs”. 1. En un primer modelo consideramos Jessica y sus variantes. Las variantes encontradas en la base de datos son: Jessica (1.636), Yessica (210), Yesica (94), Jesica (86), Jessika (26), Yesika (9), Yessika (7), Jesika, Jessyca (3), Gesica, Gessica, Yexica (2), Giesica, Gesica, Jhexika, Yecica28, Yessicka, Yezika, Yersica29, Yhesika, etc. 2. Variaciones hipocorísticas de Jessica: Jessie (25), Jessy (9), Yessy (6), Jessi (5), Gessy (4), Yessi (2), Gesi, Jessa, Jesy, Shesy, Yesina, Yessina y Yesy. 3. Creaciones antroponímicas de carácter interno (nombres compuestos o acrónimos por fusión de dos elementos antroponímicos)30: Jessinia (3), Yesire, Yeslin (2), Jecibel, Jesibell, Jessibeth, Yesibel, Jessicsa, Jeslie, Jeslin, Jessly, Yesli, Yesly, Yeccinia, Yesinia, Yessinia, Yessynie, Ginica, Jenica, Yenica, etc. 25

Jessicka es una variante o derivado de Jessica de influencia eslava. Pensamos que la “c” que precede a la “k” es, en realidad una “č”, utilizada en varios idiomas eslavos: checo, eslovaco, esloveno, serbocroata, lituano, letón y otras lenguas como el estonio y el finés, que debido a sus vínculos con Rusia tienen palabras de origen ruso. Este grafema suena aproximadamente como la “ch” castellana, a veces más palatal y otras algo más velar. 26 Jessicsa es una variante o derivado de Jessica de influencia húngara siendo precisamente “cs” el dígrafo que se utiliza en húngaro para representar el sonido “č”. 27 El dígrafo “sh” suena como el signo “š” que es utilizado varios idiomas europeos eslavos: checo, eslovaco, esloveno, serbocroata, lituano, letón, y otros como el finés y el estonio. 28 Aparecen en la base de estudio con cierta frecuencia el cambio de la letra “s” por las letras “c” o “z”. Pensamos que esto se debe más a una hipercorrección lingüística de poblaciones seseantes que a un fenómeno de ceceo (García Gallarín, 2007b). 29 Yersica es un vulgarismo, por epéntesis o adición de un fonema. 30 Se eliminan todos aquellos nombres que empiezan por Jas-, Yas- ya que no podemos atestiguar su origen, con la excepción de Jashica y Yaxica. Otros nombres de los que no podemos atestiguar su origen también han sido eliminados, como por ejemplo: Yerica o Yerika, entre otros.

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María del Carmen Bravo Llatas

En la tabla 8 se muestra la clasificación según modelo antroponímico al que pertenecen de los 70 antropónimos diferentes encontrados en la base de datos. La mayor variación se produce en las variantes de Jessica y en las creaciones internas. Modelo antroponímico

Frecuencia

Porcentaje

Jessica

27

38,6%

Variación hipocorística

17

24,3%

Creación interna

26

37,1%

Total

70

Tabla 8. Antropónimos diferentes derivados de Jessica según modelo antroponímico (frecuencias y distribución porcentual)

El gráfico sectorial de la figura 8 muestra las frecuencias estos 70 antropónimos diferentes según el modelo antroponímico al que pertenecen.

Figura 8. Antropónimos diferentes derivados de Jessica según modelo antroponímico (frecuencias)

La tabla 9 nos informa del número de antropónimos diferentes encontrados de españolas e hispanoamericanas en Madrid: 24 y 59 respectivamente. En las españolas el mayor número de formas diferentes son variantes de Jessica (54,2%), seguidas de las creaciones internas (25%) y de las variaciones hipocorísticas (20,8%). La mayor creatividad en variantes de las hispanoamericanas se produce en las variantes de Jessica (40,7%), seguida de las creaciones internas (33,9%) y de las variaciones hipocorísticas (25,4%). En la figura 9 se muestran estas frecuencias en un diagrama de barras.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Modelo antroponímico Procedencia

Jessica

Hipocorístico

Creación interna

Total

España

13

5

6

24

Hispanoamérica

24

15

20

59

Tabla 9. Antropónimos diferentes derivados de Jessica, según modelo antroponímico y procedencia (frecuencias)

Figura 9. Antropónimos diferentes derivados de Jessica según modelo antroponímico y procedencia (frecuencias)

Como se observa en la figura 10, el 89,5% de los derivados de Jessica diferentes comienzan por “J”31 o por “Y”32 en la misma proporción y uno de cada diez por “G”. La figura 11 muestra que el 85,1% de estas formas utilizan la doble consonante “ss” o la “s” en la misma proporción, un 9% la “c” o la “z” y un 6% la “sh” o la “x”. De las formas que utilizan el sonido velar /k/ algo menos de dos tercios utilizan la “c” y algo menos de un tercio utilizan la “k” (Figura 11).

31 32

Entre ellos hay tres que comienzan por “Jh”. Entre ellos hay una que comienzan por “Yh”.

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María del Carmen Bravo Llatas

Figura 10. Antropónimos diferentes derivados de Jessica según la primera consonante (frecuencias)

Figura 11. Antropónimos diferentes derivados de Jessica según variaciones de los sonidos /s/ y /k/ (frecuencias)

La base de datos de estudio de los antropónimos derivados de Jessica está compuesta casi exclusivamente por personas del género femenino, por lo que adoptaremos este género en el presente trabajo. Las formas más frecuentes de las españolas (606) son: Jessica (450, 74,25%), Jesica (54, 8,9%), Yessica (41, 6,8%), Yesica (30, 4,95%), Yessie (9, 1,5%), Jessika (3, 0,5%), etc. De las hispanoamericanas en Madrid (1.581): Jessica (1.186, 75%), Yessica (169, 10,7%), Yesica (64, 4,05%), Jesica (32, 2,02%), Yessika (23, 1,45%), Jessie (16, 1,01%), Jessy (9, 0,57%), Yesika (8, 0,5%), Yessika (6, 0,38%), Jessi, Yessi (5, 0,32%), Gessy, Jessinia (3, 0,19%), etc.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Descripción de la fuente de datos que incluye las variantes de JESSICA y sus derivados Como hemos dicho anteriormente, la base de datos de estudio la forman 2.187 registros, 606 (27,71%) son españolas y 1.581 (72,29%) hispanoamericanas en Madrid. La tabla 10 muestra la distribución por procedencia y grupos de edad y la figura 12 un diagrama de barras con las frecuencias de estos grupos. Los derivados de Jessica son inexistentes en el grupo de las mujeres mayores de 50 años: solo dos hispanoamericanas de Madrid lo llevan, por lo que las interpretaciones que en lo sucesivo se hagan derivadas de la edad se realizarán para el grupo de las jóvenes y el de las adultas. Grupo de edad Procedencia España Hispanoamérica Total

Hasta 20 años

De 21 a 50 años

475 78,38% 689 43,58% 1.164 48,27%

131 21,62% 890 58,29% 1.021 50,64%

Mayor de 50 años

2 0,13% 2 1,08%

Tabla 1033. Distribución de antropónimos derivados de Jessica por grupos de edad y procedencia (frecuencias y distribución porcentual)

Figura 12. Distribución de antropónimos derivados de Jessica por grupos de edad y procedencia (frecuencias)

33

Los rangos de edad que se han establecido son referenciados al año 2006.

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Total 606 (27,71%) 1.581 (72,29%) 2.187

María del Carmen Bravo Llatas

La tabla 11 detalla la representatividad de Jessica y sus derivados en la base de datos original. El 0,72‰ de los antropónimos españoles contiene un antropónimo derivado de Jessica mientras que esto sucede en el 3,52‰ de los hispanoamericanos de Madrid. Estas cifras indican que aproximadamente uno de cada 1.400 españoles y uno de cada 280 hispanoamericanos de Madrid portan una variante de Jessica o de alguno de sus derivados. No podemos dar datos referenciados al género de los individuos puesto que la fuente original carece de dicha información. Grupo de edad Procedencia

Hasta 20 años

De 21 a 50 años

España

1,32‰

0,38‰

Hispanoamérica

10,02‰

2,65‰

Mayor de 50 años

Total 0,72‰

0,046‰

3,52‰

Tabla 11. Representatividad de las formas derivadas de Jessica por procedencia y grupos de edad (tantos por mil sobre el total de antropónimos españoles e hispanoamericanos)

Estas diferencias cuantitativas entre españoles e hispanoamericanos ocurren en jóvenes y adultos. Como en el caso de los derivados de Diana, la ventaja de los antropónimos derivados de Jessica en los hispanoamericanos puede deberse a que bautizan con un mayor número de nombres34. Los antropónimos derivados de Jessica tienen mayor representatividad en los jóvenes: el 1,32‰ de los españoles lo llevan incrementándose este número al 1,02% en el caso de los hispanoamericanos. En el grupo de los adultos, las representatividades de españoles e hispanoamericanos bajan y son 0,38‰ y 2,65‰, respectivamente. En el grupo de ancianas la presencia de Jessica es testimonial, pues solo uno de cada 21.900 hispanoamericanos porta una de sus variantes. Modelos antroponímicos en España e Hispanoamérica

Casi la totalidad de las españolas y de las hispanoamericanas se nombran por una de las variantes de Jessica: el 96,7% y el 95,4% respectivamente. El 4,2% restante de los nombres se reparten en la proporción de dos tercios para las variaciones hipocorísticas (2,8%) y un tercio para las creaciones internas (1,4%). En la tabla 12 se muestran las frecuencias y porcentajes de estos modelos de las españolas e hispanoamericanas de Madrid.

34

El 75,64% de los hispanoamericanos de Madrid portan un nombre múltiple frente al 30,09% de los españoles. En la base de datos general de hispanoamericanos de Madrid los porcentajes de nombres múltiples son 80,59% en los jóvenes, 66,63% en los adultos y 75,8% en los ancianos. Para los españoles estos porcentajes son 19,44% en los jóvenes, 41,8% en los adultos y 28,74% en los ancianos.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Modelo antroponímico

España Hispanoamérica Total

Jessica

Variación hipocorística

Creación interna

586 96,7% 1.509 95,4%

13 2,15% 49 3,1%

7 1,16% 23 1,5%

2.095

62

30

95,8%

2,8%

1,4%

Total 606 1.581 2.187

Tabla 12. Distribución de modelos antroponímicos de formas derivadas de Jessica por procedencia (frecuencias y distribución porcentual)

En la figura 13 puede verse que la primera consonante predominante es la “J” sobre la “Y” en ambas poblaciones35: el 84,47% de las españolas y el 81,9% de las hispanoamericanas36. Las adultas españolas llevan la “Y” el doble que las jóvenes: 21,37% frente al 10,53%. En las hispanoamericanas no hay diferencias importantes según la edad (Figura 14).

Figura 13. Antropónimos derivados de Jessica según la primera consonante, por procedencia (Distribución porcentual)

35

La utilización de la “G” como primera consonante es muy minoritaria, aproximadamente el 5‰ en ambas poblaciones. 36 En el conjunto de las hispanoamericanas, hay cuatro cuya variación comienza por “Jh”, una por “Yh” y otra por “Sh”.

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María del Carmen Bravo Llatas

Figura 14. Antropónimos derivados de Jessica según la primera consonante por procedencia y grupos de edad (distribución porcentual)

El cambio de la “ss”37 por la “s” es el doble en las españolas, el 15,54% frente al 7,92% de las hispanoamericanas (Figura 15); siendo el grupo de las adultas donde se presenta con mayor frecuencia. Una de cada cinco españolas adultas cambia la “ss” por la “s”, cuando esto sucede en una de cada siete jóvenes. En el caso hispanoamericano, algo más de una de cada diez adultas y casi una de cada diecisiete jóvenes lo realizan (Figura 16).

Figura 15. Antropónimos derivados de Jessica según variaciones del sonido /s/ por procedencia (distribución porcentual)

37

El cambio de la “ss” por “x”, “sh”, “c” y “z” es minoritario: solo una mujer española y algo más del 6 ‰ de las hispanoamericanas lo realizan.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Figura 16. Antropónimos derivados de Jessica según variaciones del sonido /s/ por procedencia y grupos de edad (distribución porcentual)

La utilización de la consonante velar “c” es muy mayoritaria en ambas poblaciones: el 98,63% de las españolas y el 97,09% de las hispanoamericanas. El cambio de “c” por “k” es doble en las hispanoamericanas38: el 2,83% frente al 1,36%. Por cada joven española que tiene este cambio, hay entre 3 y 4 adultas que lo tienen (0,87% frente al 3,1%). En las hispanoamericanas este cambio es similar en ambos grupos de edad.

Nombres simples y múltiples vinculados a JESSICA en España e Hispanoamérica Los antropónimos derivados de Jessica se combinan para formar un nombre doble algo menos que otros nombres (26,73% frente al 30,09%) en el caso de las españolas. Estas combinaciones suben en el caso de las jóvenes (28% frente al 19,44% de la base de datos original) y bajan a la mitad en el caso de las adultas (22,14% frente al 41,58%). El número de combinaciones para formar nombres múltiples de las hispanoamericanas es algo mayor en sus combinaciones con los derivados de Jessica, del 75,6% de la base original pasa al 85,64%, produciéndose esta subida en el caso de las jóvenes –que sube del 80,59% al 84,62%– pero sobre todo en las adultas, ya que se eleva del 75,8% al 86,52%. Como comentamos anteriormente, no disponemos de la información de género en la base de datos. El 69,32% (1.516) de los antropónimos españoles e hispanoamericanos que portan alguna forma derivada de Jessica son múltiples y el 30,68% son simples. Con los nombres múltiples se dan varias combinaciones: J. +N. (excepto María) (59,85%); N. (excepto María) +J. (6,58%); J. +María (2,1%); María +J. (0,78%). Todos estos nombres son dobles, salvo tres que son triples. En la tabla 13 pueden verse estas frecuencias y porcentajes, así como la distribución de los nombres simples o múltiples de españolas e hispanoamericanas (Figura 17). 38

Solo hay dos mujeres hispanoamericanas con cambio de “c” por “ck” y “cs”.

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María del Carmen Bravo Llatas

Nombre simple o múltiple

España Hispanoamérica Total

J. 444 73,27% 227 14,36% 671 30,68%

J.+.N. 113 18,65% 1.196 75,65% 1.309 59,85%

J.+.M. 12 1,98% 34 2,15% 46 2,1%

N.+.J. 24 3,96% 120 7,59% 144 6,58%

M.+.J. 13 2,15% 4 0,25% 17 0,78%

Total 606 1.581 2.187

Tabla 13. Distribución de nombres simples y múltiples39, de formas derivadas de Jessica por procedencia (frecuencias y distribución porcentual)

Las españolas optan con más frecuencia por el nombre simple (73.27%) en comparación con las hispanoamericanas (14,36%), que prefieren anteponer una variante de Jessica a otros nombres diferentes de María (75,65% de las hispanoamericanas frente al 18,65% de las españolas) y en menor medida seguir un nombre diferente de María por una de las variantes de Jessica (7,59% frente al 3,96% de las españolas). La formación de nombres con la anteposición de una variante de Jessica a María es parecido en ambos grupos, en torno al 2,1%; igual porcentaje de nombres españoles que anteponen María a una variante de Jessica, algo que es prácticamente inexistente para las hispanoamericanas de Madrid (Figura 17).

Figura 17. Distribución de antropónimos simples y múltiples de formas derivadas de Jessica por procedencia (distribución porcentual)

Las jóvenes españolas tienen más nombres dobles que las adultas (28% frente al 22,14%). En las jóvenes predomina los nombres dobles formados por una variante de 39

Las categorías de la tabla son: J.: nombre simple; J.+.N.: J.+.N. (excepto María); J.+.M.: J.+ María; N.+.J.:N. (excepto María) + J.; M.+.J.: María + J. Los 3 nombres triples encontrados en la base de datos tienen la forma: J.+.N.+.N., J.+.M.+.N. y M.+.J.+.N.; se asignan a las categorías J.+.N., J.+.M. y M.+.J., respectivamente.

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Jessica anepuesta a un nombre diferente de María (22,32%), seguida de la formación de nombres que anteponen un nombre diferente de María a una forma Jessica (3,79%). La formación de nombres con María es minoritaria: un 1,26% antepone María a una forma Jessica y la mitad de estas lo hace al contrario. La combinación de nombres de las adultas se reparte de forma homogénea en estas cuatro combinaciones, con un ligero predominio de los nombres que anteponen María a una forma Jessica. Los porcentajes de nombres dobles son: 5,34% para J.+.N., 4,58% para J.+.M. y N.+.J. y 7,63% para M.+.J. (Figura 18). Las jóvenes y adultas hispanoamericanas de Madrid tienen proporciones parecidas de nombres múltiples (84,62% y 85,62%, respectivamente). En ambos grupos predomina la anteposición de una forma Jessica a un nombre diferente de María, con mayor relevancia en las jóvenes (el 79,68% de estas frente al 72,58% de las adultas); seguido de las combinaciones de nombres diferentes de María con las formas Jessica, con mayor número en las adultas (el 10,79% de estas frente al 3,48% de las jóvenes). La combinación de nombres de una forma Jessica seguida de María, aun siendo minoritaria, es casi el triple en las adultas que en las jóvenes (2,92% frente al 1,16%) (Figura 18).

Figura 18. Distribución de antropónimos simples y múltiples de formas derivadas de Jessica por procedencia y grupos de edad (distribución porcentual)

Los nombres simples preferidos de las españolas40 son Jessica (329, 54,29%)41, Jesica (44, 7,26%), Yessica (34, 5,61%), Yesica (22, 3,63%) y Jessie (4, 0,66%). Los nombres dobles 40 41

Las 606 españolas forman un corpus de 141 antropónimos diferentes. Los porcentajes referidos en este párrafo lo son al total de antropónimos de españolas con alguna forma derivada de Jessica, ya sean estos simples o dobles.

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María del Carmen Bravo Llatas

preferidos son: Jessica María (9, 2%), María Jessica (7, 1,15%), Jessica Alejandra, Jessica Fernanda (4, 0,66%), Jessica Carolina, Jessica Elizabeth, Jessica Paola (3, 0,5%)42, etc. Los nombres simples más frecuentes de las hispanoamericanas43 en Madrid son Jessica (149, 9,42%)44, Yessica (44, 2,78%) y Yesica (15, 0,95%). Los nombres dobles preferidos son: Jessica Paola (51, 3,23%), Jessica Alexandra (47, 2,97%), Jessica Elizabeth (29, 1,83%), Jessica Patricia, Jessica Tatiana (23, 1,45%), Jessica Karina (21, 1,33%), Jessica Alejandra (20, 1,26%), Jessica Katherine (18, 1,14%), Jessica Fernanda (17, 1,07%), Jessica Andrea, Jessica María, Jessica Pamela, Jessica Viviana (14, 0,88%), Jessica Estefanía, Jessica Lorena (13, 0,82%), Jessica Johanna (12, 0,76%), Jessica Johana, Jessica Maribel, Yessica María (11, 0,7%), Jessica Gabriela, Jessica Vanessa (10, 0,63%), Jessica Carolina, Jessica Cristina, Jessica Valeria (8, 0,51%), Jessica Daniela, Jessica del Carmen, Jessica del Pilar, Jessica Jacqueline, Jessica Maricela, Jessica Mariuxi, Jessica Milagros, Jessica Paulina, Yessica Alexandra (7, 0,44%), Jessica Isabel, Jessica Lisbeth, Jessica Marcela, Jessica Marisol, Jessica Marlene, Jessica Natalia, Jessica Roxana, Jessica Verónica, Jessica Yesenia (6, 0,38%)45, etc.

Anexo: Distribución de antropónimos por países Modelo antroponímico Diana Argentina Bolivia Chile Colombia Cuba Ecuador España México Paraguay

43 72,9% 27 44,3% 5 38,5% 955 87,1% 15 37,5% 962 67,7% 1.115 86,7% 33 97,1% 28 87,5%

… con variación ortográfica 15 25,4% 31 50,8% 7 53,8% 122 11,1% 10 25% 402 28,3% 154 12%

Hipocorístico

… con variación ortográfica

Creación interna

… con variación ortográfica

1 1,7% 1 1,6%

10 0,9% 2 5% 5 0,4% 3 0,2% 1 2,9%

4 12,5%

42

2 3,3%

3 0,3% 4 10% 3 0,2% 1 0,1%

1 7,7% 4 0,4% 8 20% 1 0,1% 5 0,4%

3 0,3% 1 2,5% 49 3,4% 8 0,6%

Total 59 (1,9%) 61 (1,9%) 13 (0,4%) 1.097 (34,9%) 40 (1,3%) 1.422 (45,3%) 1.286 34 (1,1%) 32 (1%)

Los 13 nombres de este párrafo aglutinan el 78% de las españolas portadoras de una forma derivada de Jessica. Las 1.581 hispanoamericanas en Madrid forman un corpus de 638 antropónimos diferentes. 44 Los porcentajes referidos en este párrafo lo son al total de antropónimos de hispanoamericanas con alguna forma derivada de Jessica, ya sean estos simples o múltiples. 45 Los 45 nombres de este párrafo dan nombre al 47,18% de las hispanoamericanas de Madrid portadoras de una forma derivada de Jessica. 43

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Modelo antroponímico Diana Perú República Dominicana Uruguay Venezuela Otros46 Total

168 82,8% 35 41,7% 8 47,1% 31 56,4% 18 81,6% 3.443 77,8%

… con variación ortográfica 24 11,8% 26 31% 8 47,1% 20 36,4% 3 81,6% 825 18,7%

Hipocorístico 4 2% 4 4,8%

… con variación ortográfica 1 0,5% 1 1,2%

1 1,8%

31 0,7%

13 0,3%

Creación interna 5 2,5% 13 15,5% 1 5,9% 2 3,6%

41 0,9%

… con variación ortográfica 1 0,5% 5 6%

1 1,8% 1 4,5% 71 1,6%

Total 203 (6,5%) 84 (2,7%) 17 (0,5%) 55 (1,8%) 22 (0,7%) 4.425

Tabla 14. Distribución de modelos antroponímicos vinculados a Diana por países (frecuencias y distribución porcentual. En total, porcentaje referido a Hispanoamérica)

La tabla 14 muestra el número de antropónimos derivados de Diana por países y modelos antroponímicos. El porcentaje de la columna Total de los países hispanoamericanos se refiere al total de hispanoamericanos en la base de estudio de Diana (Figura 19). Como puede apreciarse en esta tabla, las variaciones ortográficas extranjerizantes o de castellanización del nombre se dan con mayor frecuencia entre las mujeres procedentes de los siguientes países: más de una de cada cuatro de las nacidas en Argentina y Cuba; casi una de cada tres de las de Ecuador; más de una de cada tres de las de Venezuela y República Dominicana y aproximadamente la mitad de las nacidas en Bolivia, Chile y Uruguay.

46

Otros agrupa las frecuencias: 1 Costa Rica y Puerto Rico, 2 El Salvador, 4 Nicaragua y Panamá, y 5 Guatemala y Honduras.

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María del Carmen Bravo Llatas

Figura 19. Distribución de antropónimos vinculados a Diana por países de Hispanoamérica (porcentajes)

La tabla 15 muestra el número de antropónimos derivados de Jessica por países y modelos antroponímicos y en la figura 20 un gráfico sectorial de países de procedencia: Modelo antroponímico Jessica Argentina

32

Bolivia

58 90,6%

Chile

35

Colombia Cuba Ecuador España México

Variación hipocorística

160 96,4% 11 84,6% 829 95,8% 586 96,7%

Creación interna

5 7,8%

1 1,6%

3 1,8% 2 15,4% 21 2,4% 13 2,15%

3 1,8%

15 1,7% 7 1,16%

Total 32 (2%) 64 (4%) 35 (2,2%) 166 (10,5%) 13 (0,8%) 865 (54,7%) 606 25 (1,6%)

25

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

Paraguay Perú República Dominicana Venezuela Otros47 Total

14 255 94,1% 35 97,2% 32 91,4% 22 91,6% 2.095 95,8%

12 4,4% 1 2,8% 3 8,6% 2 8,3% 62 2,8%

4 1,5%

30 1,4%

14 (0,9%) 271 (17,1%) 36 (2,3%) 35 (2,2%) 24 (1,5%) 2.187

Tabla 15. Distribución de modelos antroponímicos vinculados a Jessica por países (frecuencias y distribución porcentual. En total, porcentaje referido a Hispanoamérica)

Figura 20. Distribución de antropónimos vinculados a Jessica por países de Hispanoamérica (porcentajes)

La figura 21 es un gráfico sectorial de la distribución de hispanoamericanos en la base de datos original de la que partimos. Esta figura, junto a las figuras 19 y 20, permite comparar las diferencias de representatividades de las formas derivadas de Diana y de Jessica de los hispanoamericanos en Madrid según sus países de origen. Comparativamente con otros países hispanoamericanos, la representatividad de las formas derivadas de Diana es superior sobre todo entre la población procedente de Colombia y en menor medida entre 47

El total de Otros se corresponde con las frecuencias: 2 Guatemala y Puerto Rico, 3 El Salvador y Nicaragua, 4 Panamá, 5 Uruguay y 6 Honduras.

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María del Carmen Bravo Llatas

la procedente de Ecuador. La mayor representatividad de las formas derivadas de Jessica se produce entre la población procedente de Perú y Ecuador. Al no tener información del género y desconocer si hay homogeneidad en la distribución de ambos géneros en los países de procedencia debemos ser cautos en estas conclusiones.

Figura 21. Distribución de personas nacidas en Hispanoamérica (porcentajes)

   En la antroponimia madrileña está bien representada la creatividad hispanoamericana, que se distingue por la aplicación de numerosas variantes del nombre, variaciones hipocorísticas y creaciones internas, muchas de ellas debidas a cambios ortográficos de sus formas originales. Las variantes de Diana y de Jessica tienen mucha mayor representatividad que sus variaciones hipocorísticas o las creaciones hispanoamericanas. La mayor multiplicidad de nombres en Hispanoamérica se refleja sobre todo en la anteposición de las variantes de Diana o de Jessica a otros nombres diferentes de María y, en mucha menor medida, de la anteposición de un nombre diferente de María a estas variantes. Las jóvenes españolas con un menor número de nombres dobles que las mujeres hispanoamericanas incrementan la multiplicidad de nombres con respecto a las adultas y

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Variación antroponímica: Diana y Jessica

copian el modelo hispanoamericano. Las adultas españolas reparten fundamentalmente la multiplicidad del nombre con la anteposición de las variantes de Diana a María y otros nombres, y reparten la multiplicidad de las variantes de Jessica con María y otros nombres, tanto en primer lugar como en segundo lugar. La oficialización del hipocorístico, las creaciones internas o la multiplicidad de combinaciones en los nombres dobles son tendencias que confirman la mayor libertad del hispanoamericano al elegir un antropónimo. Desde ahora habrá que observar hasta qué punto su influencia traerá cambios de frecuencia y nombres hasta ahora inexistentes en la antroponimia española.

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María del Carmen Bravo Llatas

Bibliografía Bravo Llatas, M.C., “Descripción estadística de los datos del padrón municipal, periodo de 1996-2006”, en C. García Gallarín (coord.), Los nombres del Madrid multicultural, Madrid, Parthenon, 2007. —, “Variación y cambio antroponímicos: Isabel y Elizabeth”, en K. Cid Abasolo (coord.), Los nombres de persona en la sociedad y en la literatura de tres culturas, Madrid, Sílex, 2009. Faure Sabater, R., Diccionario de nombres propios, Pozuelo de Alarcón, Espasa Calpe, 2002. García Gallarín, C., “Tradición e innovación antroponímicas (Madrid, 1996-2006)”, en C. García Gallarín (coord.), Los nombres del Madrid multicultural, Madrid, Parthenon, 2007a. —, “La evolución de la antroponimia hispanoamericana”, en C. García Gallarín (coord.), Los nombres del Madrid multicultural, Madrid, Parthenon, 2007b. http://www.ine.es/ INE, Los extranjeros residentes en España 1998-2002, explotación estadística del padrón municipal, España, INE, 2003.

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Braquigrafía de los antropónimos en la documentación manuscrita moderna y contemporánea Juan Carlos Galende Díaz

Para cualquier especialista y estudioso que precise consultar las fuentes escritas, sean de la especialidad científica que sean, a las dificultades inherentes a su investigación se sumarán tanto las relativas al reconocimiento de las formas gráficas manuscritas que ha presentado la escritura a lo largo de la historia, como a la resolución de las cuestiones braquigráficas. Al igual que la morfología escrituraria ha ido evolucionando, pudiendo establecerse diferentes ciclos paleográficos hispanos (romano, visigótico, carolino, gótico, humanístico moderno y humanístico contemporáneo), las abreviaturas, desde sus inicios, también lo han hecho. Las abreviaturas forman parte de la escritura y aparecen desde los primeros momentos que surgen signos escritos. Desde la antigüedad, cada pueblo ha empleado un sistema braquigráfico específico en cada época concreta, por lo que su discernimiento permite datar cronológica, e incluso tópicamente, las fuentes documentales. Desde la aparición de las conocidas y célebres “notas tironianas” –deben su nombre al liberto Tulio Tirón, escriba de Cicerón que recogía al dictado sus discursos–, las abreviaturas se han ido conformando técnicamente con mayor libertad, en especial a partir de la era moderna, lo que conlleva un oscurecimiento de la claridad del texto, pues su comprensión es más dificultosa.

Muchas veces se ha formulado la siguiente pregunta: ¿cuál es el motivo del empleo de las abreviaturas? Realmente no se puede establecer una razón única, aunque, sin duda, hay dos causas que son las más aceptadas: ahorro de tiempo y espacio; es decir, emplear el menor tiempo a la hora de escribir el mayor número de palabras posibles y ocupar

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Juan Carlos Galende Díaz

menos espacio en la materia escrituraria (recuérdese que han existido materiales costosos, tanto económicamente como en su proceso de elaboración: papiro, pergamino, tablillas de cera…). Además, el doctor Floriano Cumbreño propone que también obedecen a motivos meramente psicológicos, siendo una estilización de la escritura que expresa el pensamiento escrito mediante sus rasgos significativos más esenciales, o formulado de otra manera, la repetición de una palabra de uso frecuente en un texto facilita su percepción y reconocimiento solamente por aquellos elementos que impresionan de forma primordial, no por la visión total de sus componentes, y esto ocasiona que su expresión pueda ser simplificada mediante la supresión de todo lo que no es estrictamente necesario, por no ser básicamente significativo.

Tipología de las abreviaturas A modo de nociones introductorias y generales, cabe recordar que toda abreviatura consta de dos elementos: simbólico y básico. El primero es el signo braquigráfico y el segundo corresponde al armazón de la palabra, es decir, a las letras constituyentes de la abreviatura.

En cuanto al elemento simbólico, se pueden diferenciar dos modelos distintos: generales y específicos. Los “generales” son signos que indican la existencia de una abreviatura, aunque no concretan las letras que faltan; estos símbolos pueden ser desde un punto –que es el más antiguo, utilizándose ya en textos epigráficos–, hasta una línea –que se utiliza desde el siglo i d.C, y puede ser más o menos caprichosa en su trazado–. Por su parte, los signos abreviativos “específicos”, también denominados “especiales”, sí representan las grafías ausentes, colocándose por lo general junto a determinadas letras, aunque a veces estos símbolos adquieren forma o silueta propia. En referencia al elemento básico, cabe significar que tres son los sistemas de abreviación empleados a lo largo de la historia. El primero es el de suspensión o apócope, consistente en elidir las letras finales de una palabra, consecuentemente para que una abreviatura lo sea

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Braquigrafía de los antropónimos en la documentación manuscrita moderna y contemporánea

por este motivo, al menos, tiene que faltar su última letra. En caso de que solo aparezca la primera grafía se denomina “sigla” (etimológicamente proviene de littera singula). A su vez, en este sistema se pueden advertir dos modalidades: suspensión simple, que son aquellas abreviaturas que dan la parte compendiada del vocablo con sus letras consecutivas (por ejemplo: cleric = clericus; prov = provincia; etc = etcétera; pers = persona; liq = liquidación; red = redondo; orde = orden; Vat = Vaticano; act = activación; facs = facsimilar) y suspensión mixta, que son las que, además de la primera, consignan alguna letra intermedia, (por ejemplo: qn = quando; alld = alcalde; caplla = capellán; sc = sección; nr = número; tgr = telegrama; sl = sueldo; Drc = Derecho). El segundo de los sistemas braquigráficos es el de contracción o síncope. Esta forma de abreviar consiste en acortar la palabra eliminando caracteres intermedios, pero siempre aparecen, por lo menos, la primera y la última letra de la palabra extractada. Del mismo modo que en el anterior método, en este también se pueden observar dos procedimientos: contracción pura o máxima, que es cuando únicamente aparecen la primera y la última letra del vocablo abreviado (por ejemplo: dr = doctor; as = años; ms = maravedís; Gz = Gómez, González, Gutiérrez; cs = céntimos; ne = nombre; md = merced;) y contracción impura, cuando en la abreviatura además de las anteriores, se incluyen otras grafías intermedias (por ejemplo, dne = domine; tfno. = teléfono; allde = alcalde; dha = dicha; mzo = marzo; tpo = tiempo; gliosa = gloriosa; rdo = recuerdo; snia = sentencia; dpto. = departamento). Aunque muy poco frecuente, y localizado principalmente durante el período medieval, el tercer sistema abreviativo es el denominado aféresis, consistente en la desaparición de la primera o primeras letras en la palabra sintetizada (por ejemplo: n = enim; l = vel; go = ergo).

Materialidad de las abreviaturas Según la manera de disponer las letras incluidas en las abreviaturas se pueden diferenciar varias formas de conformar estas en cuanto a su apariencia externa. Además de la más tradicional, y utilizada de manera profusa en todos los momentos históricos, cuál es la acomodación de las letras en la misma caja del renglón, unas al lado de otras (nro = nuestro; ilmo = ilustrísimo; geom = geometría; cia = compañía; sacficio = sacrificio; octre = octube; condizio = condizión), también ha sido empleada con cierta reiteración la modalidad denominada letras sobrepuestas. Este procedimiento, surgido durante el período carolino, consiste en configurar las abreviaturas disponiendo una o varias letras en la parte alta del renglón sobre otra u otras grafías colocadas debajo (por ejemplo: vo = vero; so = seminario; puca = pública; lima = limosna; novta = noventa; eo = enero; magtds = magestades; ho = hermano; g l= general; Cama = Cámara; defectsa s= defectuosas). Con carácter excepcional también se han conformado las formas abreviadas mediante letras encajadas (en la que una grafía de módulo superior engloba otras de inferior) y signos monogramáticos (en las que las letras de la palabra abreviada se disponen formando una figura o silueta propia).

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Juan Carlos Galende Díaz

Las abreviaturas de los nombres propios Antes de que existiesen las pilas bautismales o los registros civiles, la imposición del nombre al recién nacido era una práctica espontánea, sin que estuviera reglamentada por el protocolo de santorales, tradiciones familiares ni legislaciones, conforme apunta José María Albaigés (1984). De ahí que la preferencia a la hora de elegir el nombre atendía a algún atributo, la mayoría de las veces laudatorio, que a los progenitores les gustaría que tuviese su retoño. Ese antropónimo es el que acompañará a todo ser vivo durante su existencia, pues es propiedad suya y, en consecuencia, deberá convivir con él. En todos los tiempos ha existido la necesidad de imponer un nombre personal, pues para referirse a un sujeto en particular, como individuo determinado de la especie, es indispensable atribuirle un signo que lo diferencie de los demás; así lo expresa Adolfo Pliner (1966).

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Braquigrafía de los antropónimos en la documentación manuscrita moderna y contemporánea

El nombre nace como una necesidad del lenguaje. Hasta la actualidad, en los convenios sobre derechos humanos siempre se ha reconocido la prerrogativa de toda persona a un nombre, a “un signo verbal estable, empleado para la designación de las personas en la generalidad de sus relaciones jurídicas y sociales, de obligada constatación registral, al que el derecho otorga la adecuada protección por razón del interés público y privado en la individualización de las personas”, conforme definición propuesta por el profesor Luces Gil. El sistema braquigráfico de los nombres propios no difiere, sustancialmente, del resto de vocablos y términos, manteniendo unos parámetros similares. Tanto los métodos abreviativos por suspensión y contracción se han empleado en su configuración. De forma genérica, a continuación se sistematizarán las principales características que adopta la problemática de las abreviaturas respecto a este capítulo, en el que también desde la Edad Moderna se observa una mayor libertad a la hora de conformarse. Edad Moderna

Durante el período moderno los nombres propios, cuando se abrevian, lo suelen hacer por el método de contracción, es decir, elidiendo letras intermedias: Alfonso = Alfso; Alonso = Also; Ángeles = Angels; Benedicta = Benedcta; Benito = Bto; Christóbal = Xpal, Xptobal; Christóval = Xpoval; Clemente = Clemte; Diego = Dgo; Dolores = Dolors; Elvira = Elvra; Fátima = Fatma; Felipe = Fpe; Fernando = Fdo; Francisco = Fco; García = Gra; Hernando = Hdo; Inmaculada = Inmacda; Josepha = Jpha; Juan = Jn; Lucs = Lucas; Marcos = Marcs; Mercedes = Merceds; Min = Martín; Melquíades = Melqds; Nicolás = Nicols; Nicomedes = Nicomeds; Nieves = Nievs; Quintín = Qntin; Raquel = Raql; Reyes = Reys; Rufo = Rufino; Santiago = Stgo, Sgo; Tomás = Toms.

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Juan Carlos Galende Díaz

No obstante, es característico que, en cuanto a su materialidad, se adopte la técnica de letras sobrepuestas. En este caso, lo habitual es que se superponga la última letra o la última sílaba, conformando el elemento básico varias grafías de su raíz, variables en cuanto a su número: Adoración = Adon; Agustín = Agn, Agtin; Alejandro = Alejdro, Alejo; Alfonso = Alfo, Alfso; Alonso = Ao, Alo; Álvaro = Ao, Alvo; Amparo = Ampo; Andrés = Ands; Ángela = Angla; Antolín = Antlin; Antonio = Ao, Anto; Anunciación = Anuncion; Armengol = Armengl; Baldomero = Baldro; Baltasar = Baltsar; Bartholomé = Barthe; Bartolomé = Barte, Bartme; Bme; Bautista = Bauta, Bta; Benito = Bo, Bto; Bernardino = Bernarno; Bernardo = Berndo; Brígida = Brigda; Cathalina = Cathala, Cathna; Ceferino = Ceferno; Christóval = Xptl, Xptovl; Cipriano = Cipno; Concepción = Concepon; Conrado = Conrdo; Constanza = Constza; Cristóbal = Cristovl; Daniel = Danl; David = Davd; Diego = Dio; Dorotea = Dorota; Eduardo = Eddo; Emiliano = Emilno; Encarnación = Encarnacn; Encarnazión = Encarnazn; Epifanio = Epifo; Enrique = Enriqe; Esperanza = Esperza; Estrella = Estla; Eulogio = Eulogo; Ezequiel = Ezeqel; Felicidad = Felicidd; Felipe = Fpe; Fernando = Fdo, Ferdo, Ferndo; Francisco = Fco, Frco, Franco; Franzisco = Franzco; Gabriel = Gabel; García = Ga, Gra; Gerardo = Gerdo; Gerónimo = Germo, Geronmo, Geromo; Gonzalo = Gonzo, Gonzlo; Gregorio = Grego; Guadalupe = Guadpe; Guillermo = Guillo; Ignacio = Igcio, Igno; Ildefonso = Ildefo; Isidro = Isido; Inocente = Inocte; Isabel = Isabl; Jacinto = Jacto; Jimeno = Jimo; Joaquín = Joaqn; Josefina = Josefa; Joseph = Jh; Juan = Jn; Julio = Jo, Julo; Laureano = Laurno; Leocadia = Leocada; Leopoldo = Leopdo; Leovigildo = Leovigdo; Lorenzo = Lorzo; Madalena = Mada; Manuel = Manl; Margarita = Magta; María = Ma, Maa, Mara; Mariano = Marno, Mno; Mateo = Mato; Matheo = Matho; Miguel = Migl; Melchor = Mor; Modesta = Modto; Moisés = Moiss; Natividad = Nativd, Nativdd; Núñez = Nuñz; Octaviano = Octavno; Olegario = Olego; Pablo = Pabo; Paloma = Palma; Pedro = Po, Pedo; Peregrino = Peregno; Prudencio = Prudenco; Rafael = Rafl; Raymundo = Raymdo; Renato = Rento; Ricardo = Ricdo; Roberto = Robto; Rodolfo = Rodfo; Rodrigo = Ro, Rodro; Sagrario = Sagro; Santiago = Santo; Sancho = So; Segundo = Segdo; Silvestre = Silveste; Teodora = Teodra; Trinidad = Trindad; Ulpiano = Ulpno; Valentín = Valtin; Verónica = Verca, Veronca; Vicente = Victe; Xavier = Xavr; Xerónimo = Xermo; Ximeno = Ximo. Por el contrario, aunque no son infrecuentes, aparecen en menor porcentaje los antropónimos abreviados por el sistema de suspensión: Adrián = Adria; Alberto = Alb; Ascensión = Asc; Celestino = Celest; Encarnación = Encarn; Enrrique = Enrriq; Gerónimo = Geron; Gonzalo = Gonz; Julio = Jul; Leocadia = Leoc; Lope = Lop; Manuel = Man; Manrrique = Manrriq; Rodrigo = Rodr; Roque = Roq; Santiago = Sant; Sofía = Sof; Valentín = Val. Obsérvese cómo en este caso de apocopar, prima la modalidad de suspensión simple. También hay que significar que el empleo de siglas es utilizado con bastante frecuencia en las suscripciones, aunque ya en el periodo medieval se había desaconsejado su empleo. Alfonso X, el Rey Sabio, en la Partida III, título XIX (De los escribanos), ley 7.ª (De cómo los escribanos deben guardar que non pongan una letra por nombre de home, o de logar o de cuenta), advertía sobre esta particularidad: “Escrebir deben también los escribanos de la Corte del rey como los de las cibdades et de las villas en los previllejos et en las cartas

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Braquigrafía de los antropónimos en la documentación manuscrita moderna y contemporánea

que ficieren, cosas sennaladas que mostraremos en esta ley por guardar que non venga yerro nin contienda en sus escriptos; et esto es que en los previllejos et en las cartas que ficieren, de qual manera quier que sean, que non pongan una letra por nombre de home o de muger, así como A por Alfonso, nin en los nombres de los logares, nin en cuenta de haber nin de otra cosa, así como C por ciento; esa mesma guarda deben haber en la era que posieren en la carta. Et qualquier de los escribanos que dotra guisa ficiese sinon como en esta ley manda, decimos que el previllejo o la carta que ficiese que non valdríe, et el danno et el menoscabo que la parte rescebiese por esta razón, que seríe tenudo de lo pechar”. No obstante, conforme se acaba de apuntar, su uso siguió siendo habitual: Alfonso, Alejandra, Antonio= A; Carlos, Cecilia= C; Francisco, Felipa, Fernando= F; Gonzalo, Genoveva, Gregorio= G; Juan, Josefa= J; Luis, Lucía= L; Manuel, Mercedes= M; Pablo, Presentación, Pedro= P; Rafael, Rosario, Ricardo= R; Santiago, Sacramento, Sebastián= S; Vicente, Verónica= V. Respecto al elemento simbólico, cabe apuntar que los signos abreviativos de carácter general suelen adquirir la forma de un rasgo, generalmente una línea o raya, más o menos convencional, colocado horizontalmente encima del vocablo compendiado:

También se ha utilizado el punto, emplazándolo en la parte baja de la caja del renglón, a continuación, sobre todo, de las abreviaturas por suspensión máxima (siglas).

Pero tampoco es inhabitual que los antropónimos abreviados solo contengan las letras de su forma braquigráfica, sin elemento simbólico. Esta peculiaridad es más localizable en las abreviaturas constituidas por letras sobrepuestas:

Asimismo, durante este periodo histórico, todavía se utilizan en ocasiones los signos abreviativos de carácter especial. Los más característicos son los que sirven para conformar la abreviatura de las sílabas “con”, “per” y “ser”:

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Juan Carlos Galende Díaz

Edad Contemporánea

La contemporaneidad ha supuesto, respecto a la braquigrafía de los nombres propios, una mayor subjetividad, de tal modo que en múltiples ocasiones un mismo antropónimo se pueda compendiar de combinadas maneras: Alejandro: A = Alej, Alejdro, Alejando, Alejo, Alejro; Francisco = F, Fco, Fco, Fran, Francco, Franco, Frco; Gonzalo = G, Glo, Go, Gonz, Gonzlo, Gonzo; Jerónimo = J, Jermo, Jero, Jero, Jeronio, Jerónmo, Jeromo; Manuel = M, Manel, Manu, Manl, Ml; Verónica = V, Vera, Verca, Vero, Veroa, Verona, Veronca.

Al igual que en el periodo anterior, las abreviaturas de los nombres propios se configuran siguiendo tanto el sistema de contracción como de suspensión, aunque bien es verdad que existe una preponderancia del segundo. De este modo, respecto al método de contracción, cabe señalar que priman las abreviaturas conformadas materialmente por letras sobrepuestas: Abel = Abl; Adela = Adla; Aldonza = Aldza; Alexandro = Alexdro, Alexo; Álvaro = Alvo; Ángel = Angl.; Aurelio = Auro; Beatriz = Beatz; Bienvenido = Bienvdo; Bustamante = Bustamte; Carmen = Carmn; Catalina = Catala; Cayetano = Cayno, Cayeto; Ceferino = Ceferno; Crisóstomo = Crisosto; Cristóbal = Cristl, Cristobl; Cristóval = Cristovl; Damián = Damn; Daniel = Danl; Diego, Domingo = Do; Elvira = Elvia; Ernesto = Erno; Esteban = Estebn; Estíbaliz = Estibaliz; Eugenio = Eugo; Ezqeuiel = Ezequl; Fabián = Fabn; Federico = Fedco; Felipe = Fele; Félix = Felx; Fermín = Fermn; Fidel = Fidl; Francisca = Franca; Fulgencio = Fulgo; Gabriel = Gabl; García = Gra, Germán = Germn; Gregorio = Gro; Guzmán = Guzmn; Héctor = Hectr; Helena = Helea; Hernán = Hernn; Ignacio = Igo; Imanol = Imnl; Isidro = Iso; Israel = Isrl; Jaime = Jme; Jerónimo = Jermo; Leonardo = Leondo; Leonor = Leonr; Leopoldo = Leopo; Libertad = Libtad; Manuel = Manul; Marcial = Marcl; María = Ma; Maribel = Maribl; Marina = Maria; Martina = Marta; Maximiliano = Maximilio; Natalia = Natala; Nicasio = Nicaso; Pascual = Pascl; Ramón = Ramn; Roberto = Robto; Román = Romn; Rosa = Ra;

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Braquigrafía de los antropónimos en la documentación manuscrita moderna y contemporánea

Rosalía = Rosala; Rubén = Rubn; Rufino = Rufo; Salvador = Salvadr, Salvr; Sandra = Sanda; Sebastián = Sebastn; Serafín = Serafn; Sergio = Sergo; Teresa = Terea; Urbano = Urbo; Ventura = Ventra; Vicenta = Victa; Victoria = Victa; Walter = Waltr. Se puede advertir que, conforme avanza la historia, la tendencia es sobreponer un reducido número de letras del nombre, adoptándose la costumbre de que generalmente sea la última. Por el contrario, en el sistema de suspensión predomina la conformación de las abreviaturas en los antropónimos mediante siglas: Adolfo, Adrián, Alba, Ana, Alfredo, Amaranta, Aranzazu, Aurelio= A; Bárbara, Basilio, Blas, Brígida= B; Camilo, Carmen, Celestina, Constantino= C; Demetrio, Dolores= D; Eduardo, Elvira, Ernesto, Esperanza= E; Félix, Fe, Fidel= F; Gabino, Gala, Germán, Graciela, Guadalupe, Guido= G; Helga, Hilario, Hilda, Hugo= H; Igor, Inés, Inmaculada, Irene, Isabel, Isidoro, Israel, Iván= I; Jesús, Joel, Judit, Justo= J; Laura, Leonor, Lorenzo, Lucas, Lourdes, Luis= L; Magdalena, Marcos, Matilde, Mónica, Moisés, Montserrat= M; Narciso, Nicolás, Nieves, Noemí, Nuria= N; Olga, Onésimo, Óscar= O; Paloma, Pascual, Purificación= P; Quintín, Quiteria= Q; Ramón, Raquel, Reyes, Rocío, Rodolfo, Rosalía, Rubén, Rut= R; Sabino, Silvestre, Silvia, Socorro, Sofía, Soledad, Susana= S; Tania, Teodoro, Teresa, Toribio= T; Ubaldo, Úrsula= U; Venancia, Virtudes, Vicente, Víctor, Visitación= V; Wenceslao= W; Yolanda= Y; Zacarías= Z. No obstante, también se ha utilizado este sistema de apócope mediante la inclusión de varias letras en la forma braquigráfica: Adán = Ad; Andrés = And; Agustín = Agus; Alexandro = Alex; Alonso = Al; Antonio = Ant; Bartholomé = Barth; Beltrán = Belt; Daniel = Dan; Domingo = Dom; Enrique = Enriq; Esteban = Est: Fernando = Fer; Guzmán = Guz; Ifi = Ifigenia; Inma = Inmaculada; Javier = Jav; Lucas = Luc; Magdalena = Magda; Marcos = Marc; Mateo = Mat; Maximiliano = Max; Oliver = Oliv; Ramiro = Ram; Rafael = Rafa; Samuel = Samu; Santiago = Sant; Sebastián = Sebas; Teodoro, Teófilo = Teo; Teresa = Tere; Ventura = Vent; Vicente = Vic. En lo referente a los signos abreviativos de carácter general, paulatinamente se observa una disminución de los mismos, consolidándose el punto a continuación de las siglas o de otras formas nominales abreviadas por suspensión. Ello no es óbice para que no se olvide definitivamente esa raya o línea caprichosa colocada encima del vocablo extractado:

Mucho menos habitual es la inclusión de símbolos braquigráficos específicos para abreviar los nombres propios; quizás, convenga traer a colación el signo que elide a las letras “er” en la conformación de la sílaba “per”:

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Juan Carlos Galende Díaz

Pero antes de terminar, quiero retomar las palabras del citado catedrático de Paleografía y Diplomática, Antonio Floriano, quien con acierto expuso que aún no ha podido formarse el diccionario de abreviaturas apetecible, pues siempre surge en los textos esa forma braquigráfica “duende”, que resiste toda interpretación analítica y que solo se rinde a la intuición o a la audacia interpretativa del transcriptor. De ahí que, fundamentalmente, en la documentación de naturaleza “oficial” –“pública”, “semipública” o “privada”– se tienda a desarrollar los nombres propios, con la finalidad de que no induzca a error su interpretación.

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Braquigrafía de los antropónimos en la documentación manuscrita moderna y contemporánea

Bibliografía Albaigés i Olivart, J.M., Diccionario de nombres de persona (3.ª ed.), Barcelona, Publicaciones de la Universidad de Barcelona, 1993. Alvar Ezquerra, M. y Miro Domínguez, A., Diccionario de siglas y abreviaturas, Madrid, Alhambra, 1983. Bas i Vidal, J., Diccionario de los nombres de persona, Barcelona, De Vecchi, 1988. Carlin, R., A Paleographic guide to Spanish Abbreviations 1500-1700: una guía paleográfica de abreviaturas españolas, Puerto Rico, Centro de Investigaciones Históricas, 2003. Capelli, A., Lexicon abbreviaturarum. Dizionario di abbreviature latine ad italiane (6.ª ed.), Milán, Ulrico Hoepli, 1985 (1899). Carretero Melo, A., Antroponimia en la Edad Moderna: el nombre de pila del varón, París, Societé française d’onomastique, 2001. Christin, A.-M., El nombre propio: su escritura y significado a través de la historia en diferentes culturas, Barcelona, Gedisa, 2001. Díaz Donate, R., El significado de los nombres: significado, procedencia, onomástica, Ciudad Real, Perea, 1991. Faure Sabater, R., Diccionario de nombres propios, Madrid, Espasa Calpe, 2006. Fernández Galiano, M., La transcripción castellana de los nombres propios, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos, 1961. Fernández Moreno, L., La referencia de los nombres propios, Madrid, Trotta, 2006. Galende Díaz, J.C., Diccionario braquigráfico del siglo XIX español, Gráficas Torremocha, 1994. —, Diccionario general de abreviaturas españolas (2.ª ed.), Madrid, Verbum, 2000 (1994). —, “El sistema braquigráfico decimonónico en España”, en Homenaje a Tomás Quesada Quesada, Granada, Universidad de Granada, 1998, pp. 707-718, 1998. García Gallarín, C., Los nombres de pila españoles, Madrid, Del Prado, 1998. —, (coord.), Los nombres del Madrid multicultural, Madrid, Parthenon, 2007. —, Galende Díaz, J.C., et alii, Antroponimia madrileña del siglo XVII. Historia y documentación, Madrid, PatRom, 1997. —, (dir.) y Cid Abasolo, Karlos (coord.), Los nombres de persona en la sociedad y en la literatura de tres culturas, Madrid, Sílex, 2009. López de Toro, J., Abreviaturas hispánicas, Madrid, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1957. Maíz Arévalo, C. (ed.), Nombre propio e identidad cultural, Madrid, Sílex, 2010. Méndez Víar, M.V., “Abreviaturas ¿necesidad de una revisión metodológica?”, Signo, IV (1997), pp. 57-66. Mirecki, G., S.O.S.: El libro de las abreviaturas y las siglas, Madrid, Playor, 1995. Molina García, A., Abreviaturas usadas en los documentos hispanoamericanos de los siglos XVI y XVII, Maracaibo, Universidad de Zulia, 1998. Moreu-Rey, E., Antroponimia: història dels nostres prenoms, cognoms y renoms, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1991. Murcia Grau, M., Diccionario de abreviaturas, siglas y acrónimos, Barcelona, Península, 1998. Pliner, A., El nombre de las personas: legislación, doctrina, jurisprudencia, derecho comparado, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1966.

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Juan Carlos Galende Díaz

Riesco Terrero, A., Diccionario de abreviaturas hispanas de los siglos XIII al XVIII, Salamanca, Imprenta Varona, 1983. VV.AA., Las abreviaturas en la enseñanza medieval y la transmisión del saber, Barcelona, Universitat de Barcelona, 1990.

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Aspectos gráficos del nombre propio de persona en la Edad Media: abreviaturas María Simón Parra

La variedad de abreviaturas empleadas en la escritura de los nombres de pila y de los apellidos durante la Edad Media nos ha animado a analizar las diferentes formas en las que un mismo nombre de pila y un mismo apellido puede aparecer abreviado. El objetivo del presente trabajo es, por tanto, conocer cómo durante la Edad Media aparecían escritos, desde un punto de vista gráfico, los nombre de pila y los apellidos que eran frecuentes en dicho marco cronológico. Son varias las cuestiones que nos planteamos y que nos gustaría resolver a lo largo del presente trabajo. ¿Cuándo estamos ante una abreviatura, cómo saber si está abreviando a un nombre y no a otro? ¿Se emplean los mismos métodos en los nombres de pila que en los apellidos? ¿Son los mismos procedimientos los que se emplean en el nombre propio de persona que los que se emplean en el resto del léxico de la lengua? El trabajo que se presenta aquí aparece estructurado en dos partes bien diferenciadas. Por un lado, se ofrece un estudio teórico que recoge los aspectos básicos o más generales sobre las abreviaturas y, por otra parte, este estudio teórico va acompañado de un análisis de los diferentes tipos de abreviaturas que se emplean en los nombres de pila y apellidos más frecuentes durante la Edad Media según los resultados que nos ha revelado el análisis del Corpus de Documentos Españoles anteriores a 1700 (CODEA), que presentaremos más adelante.

Aspectos generales sobre las abreviaturas Un primer acercamiento al estudio de las abreviaturas requiere tener una buena definición de estas. Si acudimos al DRAE, podemos leer: “Tipo de abreviación que consiste en la representación gráfica reducida de una palabra mediante la supresión de letras finales o centrales, y que suele cerrarse con punto”. Además de tener una buena definición sobre este aspecto gráfico, conviene destacar que la valoración de las abreviaturas a menudo no recibe la atención que merece. Su empleo era usual durante la Edad Media, sin embargo tuvieron su origen en el periodo clásico romano, aunque en esa época la utilización de las abreviaturas no era tan frecuente.

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María Simón Parra

Entre los motivos que favorecen el empleo de las abreviaturas encontramos principalmente dos: la economía de la materia y la economía del tiempo, pues permitían escribir más rápido y aprovechar en mayor medida el pergamino, material de alto coste (Ostalaza, 1990, p. 253). Por ejemplo, las abreviaturas que aparecen en las rúbricas y al final de una línea están condicionadas por factores externos. En estos casos el escribano se ve obligado a utilizarlas porque el hueco del que dispone no es muy amplio. Por otro lado, la costumbre de abreviar no se da solo en las inscripciones, sino también en otros campos como el administrativo, jurídico y judicial, donde comenzaron a emplearse abreviaturas diferentes de las utilizadas en el ámbito epigráfico. Por ejemplo, en el ámbito hispánico, según Ostalaza (1990), predominan las abreviaturas por contracción, que se caracterizan por ser sobre todo consonánticas, ya que las letras que tienden a abreviarse son más bien las vocales; también en los manuscritos visigóticos encontramos un predominio del sistema de la contracción consonántica, sin que se representen las vocales salvo que estén a comienzo o final de palabra. El estudio de las abreviaturas se ha considerado una parte propia de la paleografía. Sin embargo, desde un punto de vista lingüístico también tiene su importancia, pues el problema de valorar lingüísticamente las abreviaturas afecta a todos los niveles de la lengua (fonética, morfología, lexicografía, etc.). Además, la interpretación de los sistemas abreviativos no es en absoluto unívoca sino que viene determinada por las preferencias lingüísticas de un copista entre el latín, el romance o entre las soluciones vernáculas coexistentes o contiguas en determinado ámbito geográfico (Sánchez-Prieto, 1998). Los elementos empleados como signos de abreviación son muy variados, contamos con: a) una lineta más o menos amplia encima de la palabra que sirve para abreviar, entre otros signos, una e o una n1, por ejemplo q > que, dho > dicho; b) el bucle que aparece al final de una palabra y se trascribe como raya si se aprovecha para abreviar, por ejemplo por > por; c) letras voladas, como por ejemplo franco > Francisco, licdo > licenciado; d) palabras cruzadas por una raya, por ejemplo la letra p que puede abreviar per > perpetuo, par > para, etc. Por último, otro elemento de abreviación es la letra o al final de una palabra, lo vemos en casos como Juº > Juan, Aº > Alonso. Cuando se abrevian sílabas que contienen una a se hace de diferentes formas, si es abierta se transcriben como (ω), en la escritura gótica libraría se trascribe como ua y en las escrituras más cursivas se utiliza un signo similar a un (⁶). La terminación latina us se abrevia con un signo similar a un (₉), abreviatura que también marca la terminación romance os2. Por último, la sílaba er se abrevia con una lineta colocada bajo la letra en la escritura gótica y con una línea que cruza la letra en la cursiva. En latín solo se utilizaba 1

2

La falta de lineta en palabras en las que se abrevia una nasal no es tampoco extraño y ocasiona dificultades de evaluación cuando ambas soluciones son posibles, por ejemplo mançana-maçana. Ejemplos de este tipo hacen que podamos hablar de dos soluciones, falta de lineta o bien falta de epéntesis. Por tanto una misma estructura abreviada sirve tanto para representar una realización latina dentro de un contexto latino, como la correspondiente forma evolucionada en el seno de un texto vernáculo, cambiando en cada periodo de la historia de una lengua su valor fonético.

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Aspectos gráficos del nombre propio de persona en la Edad Media: abreviaturas

para abreviar la sílaba per, en romance además de esta sílaba también se abrevia la preposición para y por, lo que hace que muchas veces surjan problemas de interpretación. En el empleo de las abreviaturas podemos encontrar una misma palabra abreviada de diferentes formas, por ejemplo per aparece con un bucle o con la p cruzada, aunque todo depende del tipo de letra. En la Edad Media era común utilizar dos abreviaturas distintas para la misma palabra. Por una parte, a partir del siglo xiv e incluso antes, el uso de la lineta cambia porque en muchas ocasiones aparece encima de la palabra sin indicar ningún tipo de abreviación, lo que puede deberse a que en esta época la cursividad de las letras era mayor. A finales del siglo xvi vemos un descenso bastante considerable de la lineta y del bucle como forma de abreviación frente a otras marcas como las letras voladas.

Abreviaturas en el CORPUS DE DOCUMENTOS ESPAÑOLES ANTERIORES A 1700 (CODEA) Nuestro estudio sobre las abreviaturas en los nombres propios de persona se ha realizado tomando como fuente de estudio el Corpus de Documentos Españoles anteriores a 1700 (CODEA). Se han seleccionado los documentos de toda la Edad Media, porque además de permitirnos conocer el tipo de abreviaturas existentes, permite también comprobar el predominio de unas abreviaturas sobre otras. El análisis de las abreviaturas en los nombres de pila y en los apellidos nos ha revelado que es común encontrar múltiples casos en los que un mismo nombre de pila puede aparecer abreviado de diferentes formas, lo que provoca, en muchas ocasiones, dificultades para interpretar de qué nombre se trata. Esto es lo que nos sucede con abreviaturas como Dº, Jº y Pº, y para ello buscamos la forma que más se repite dentro del mismo documento. Por ejemplo, si nos encontramos con la abreviatura Dº no sabemos qué forma tenemos que transcribir, si Domingo o Diego, pues ambos nombres pueden presentar la misma abreviatura; además dentro del nombre nos sabríamos si representar la forma latina o la romance. Para resolver estas dificultades actuamos de la misma manera, viendo qué forma es la que figura y predomina en el documento. A continuación presentamos un estudio estadístico que recoge las distintas abreviaturas que muestran algunos nombres de pila y apellidos. Hemos seleccionado para este estudio los nombres Domingo, Martín, Juan y Pedro y los apellidos Sánchez, Martínez y Fernández porque son los más frecuentes en los documentos analizados, además de ser los nombres y apellidos más empleados en la denominación de las personas en época medieval. Con este estudio queremos conocer cuáles eras las distintas formas que podían presentar un mismo nombre de pila y un apellido cuando aparecía abreviado y cuál era la forma más frecuente. Las tablas que adjuntamos presentan los porcentajes totales de cada abreviatura en cada siglo abarcando todas las zonas estudiadas.

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María Simón Parra

El CORPUS DE DOCUMENTOS ESPAÑOLES ANTERIORES A 1700 (CODEA) Este corpus de documentos nació del trabajo de un grupo de investigadores de la Universidad de Alcalá y fue dirigido por Pedro Sánchez-Prieto Borja. Dicho corpus se puede consultar actualmente en la siguiente dirección electrónica: www.textoshispanicos.es. El codea está constituido por más de 1500 documentos clasificados y editados. De cada documento se ofrece una transcripción paleográfica, una presentación crítica y un facsímil. Los documentos que constituyen dicho corpus proceden de diferentes archivos. La mayoría de ellos pertenecen a la sección de Clero del Archivo Histórico Nacional3. Pero también contamos con documentos del Archivo General de Simancas, de los fondos de la catedral de Toledo y de los archivos de Alcalá de Henares y de Guadalajara. Desde un punto de vista cronológico, la mayor parte de los documentos del codea comprenden desde el siglo xii hasta el siglo xvii. En cuanto a la geografía de los documentos, contamos con material de todo el espacio peninsular ocupado hoy en día por el español, exceptuando las distintas zonas bilingües. Respecto a la lengua de los documentos, encontramos una gran diversidad dialectal, por lo que además del castellano tenemos los distintos dialectos históricos. Desde el punto de vista de la tipología documental, se ha pretendido acoger toda la variedad posible. Se han incluido privilegios rodados, documentos privados y documentos públicos (cartas de donación, cartas de compra-venta, testamentos, etc.). Entre las finalidades del Corpus…, está la de ofrecer a los investigadores muchas posibilidades de estudio, además de favorecer un acercamiento integral al documento antiguo, pues la interdisciplinaridad es, en este caso, una exigencia del objeto de estudio.

Tipos de abreviaturas en los nombres propios de persona de el CORPUS DE DOCUMENTOS ESPAÑOLES ANTERIORES A 1700 (CODEA) Abreviaturas de los nombres de pila en la Edad Media Domingo

siglo xiii

siglo xiv

siglo xv

60 (42,5%) 43 (30,5%) 35 (24,8%) 3 (2,1%)

6 (54,5%) 4 (36,3%)

f. romance Domigo Dgo D Domingo Dng Dmgo Do 3

153 (37,3%) 109 (26,5%) 63 (15,3%) 37 (9%) 24 (5,8%) 15 (3,6%) 1 (0,2%)

1 (9%)

El Archivo Histórico Nacional es riquísimo en fondos monásticos medievales, lo que le da un valor impagable para la dialectología histórica.

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Aspectos gráficos del nombre propio de persona en la Edad Media: abreviaturas

Domingo

siglo xiii

siglo xiv

siglo xv

f. latina Dominic

6 (1,4%)

Esta tabla recoge los datos del nombre de pila Domingo y en ella comprobamos que la forma Domigo es la que registra el mayor número de casos. En el siglo xiii tenemos 153 casos y un porcentaje del 37,3% y en el siglo xiv encontramos 60 apariciones que nos llevan a un 42,5%. Siguiendo a esta forma tenemos D con un total de 109 casos en el siglo xiii y 43 en el siglo xiv. martín Marti M Martín Mrt Mi Min Mrtin Mn Martin

siglo xiii f. romance 130 (39,6%) 74 (22,5%) 70 (21,3%) 21 (6,4%) 6 (1,8%) 5 (1,5%) 2 (0,6%) 1 (0,3%) f. latina 19 (5,7%)

siglo xiv

siglo xv

11(11%) 73 (74,4%) 8 (8%)

2 (3,8%) 17(32,6%) 5 (9,6%) 1 (1,9%) 1 (1,9%) 24(46,1%)

2 (2%)

3 (3%) 1(1%)

3 (5,7%)

En cuanto a Martín, vemos que las formas abreviadas más destacadas en el siglo xiii son M con 74 casos y un porcentaje del 22,5% y Marti con el mayor número de apariciones 130 y un 39,6%. Después de estas dos formas es el nombre de pila sin abreviar el que registra un número de casos también importante, con un total de 70 casos (21,3%). Las 130 apariciones que registra la forma Marti descienden en el siglo xiv a un total de 11 casos, sin embargo, la forma M presenta una media similar ya que el número de apariciones del siglo xiii se mantiene en el siglo xiv siendo esta la forma más común en este siglo. juan Joha John Juan Joh Johan Jn Jn Ju

siglo xiii f. romance 190 (39,2%) 90 (18,6%) 47 (9,7%) 45 (9,3%) 35 (7%) 8 (1,6%)

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siglo xiv

siglo xv

38 (16,1%) 153 (65,1%) 4 (1,7%) 2 (0,8%) 25 (10,6%) 4 (1,7%)

126(43,7%) 75 (26%) 32 (11,1%) 10 (3,4%) 2 (0,6%) 15 (5,2%) 7 (2,4%) 20 (0,6%)

María Simón Parra

juan

siglo xiii

siglo xiv

siglo xv

f. latina Johs J

55 (11,3%) 5 (1%)

1 (0,4%) 6 (2,5%)

El tercer nombre de pila elegido es Juan. En la tabla, vemos que la forma Joha es la más frecuente en el siglo xiii ya que registra un total de 190 casos (39,2%), que desciende en el siglo xiv, pues solo registramos una media de 38 apariciones con un porcentaje del 16%, sin embargo vuelve a subir la cifra en el siglo xv con 126 apariciones y un 43,7%. Después de esta forma, contamos con John, de la que se registra también un número elevado de casos en el siglo xiii con un total de 90 que nos llevan a un 18,6%, que experimenta una subida considerable en el siglo xiv con 153 apariciones que nos hablan de un porcentaje del 65% y que, por último, en el siglo xv sufre un descenso porque solo registramos 75 casos. Después de estos resultados comprobamos que estas dos formas son las más frecuentes para abreviar el nombre de pila Juan. Pedro Pedro Pet P Po P Peidro Petro Pero Per Petr

siglo xiii f. romance 234 (36,2%) 101 (15,6%) 73 (11,3%) 67 (10,3%) 53 (8,2%) 37 (5,7%) 19 (2,9%) 5 (0,7%) 2 (0,3%) f. latina 55 (8,5%)

siglo xiv

siglo xv

5 (4,3%)

56 (29%)

11 (9,4%) 84 (72,4%) 3 (2,5%)

4 (2%) 117 (60,6%) 3 (1,5%) 1 (0,5%) 1 (0,5%) 8 (4,1%)

3 (2,5%) 7 (6%) 2 (1,7%) 1 (0,8%)

3 (1,5%)

Por último, la cuarta tabla recoge las abreviaturas localizadas del nombre de pila Pedro. En dicha tabla vemos que la abreviatura más frecuente es Po con un total de 67 apariciones en el siglo xiii. Esta abreviatura experimenta un importante aumento en el siglo siguiente con 84 casos y un porcentaje de 72,4%, y continúa creciendo porque en el siglo xv la cifra llega a 117 casos y un 60,6%. Después de esta forma, encontramos las abreviaturas Pet y P con una media de 50 apariciones en cada ocasión4. La forma plena del nombre, Pedro, es de la que se registra el mayor número de casos. Por ejemplo en el siglo xiii contamos con un total de 234 apariciones que nos llevan a un 36,2%. Este número de casos sufre un descenso muy importante en el siglo xiv, ya que se recogen únicamente 5 casos, lo que puede deberse a que en esta época predominaba más alguna forma abreviada; 4

Llama la atención que, aunque se presentan muchas formas abreviadas del nombre de pila Pedro, la forma que aparece con más frecuencia es la forma plena.

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Aspectos gráficos del nombre propio de persona en la Edad Media: abreviaturas

sin embargo, en el siglo siguiente vuelven a subir el número de apariciones de Pedro a 56 casos y un porcentaje del 29%. Abreviaturas de los apellidos en la Edad Media sánchez sánchez Sanchz Schz Saz Sachez Sz Sanch Shez Sachz

siglo xiii 47 (73,4%) 14 (21,8%) 1 (1,5%) 1 (1,5%) 1 (1,5%)

siglo xiv 5 (2,8%) 127 (72,1%)

siglo xv 27 (21%) 84 (66,1%)

41 (23,3%) 3 (1,7%)

9 (7%) 1 (0,7%) 1 (0,7%) 5 (3,9%)

Entre los resultados del estudio del apellido Sánchez vemos que en los siglos xiii y xiv las formas Sánchez y Sanchz son las más frecuentes: de la primera contamos con 47 casos y un 73,4% en el siglo xiii que descienden a 27 y un porcentaje del 21% en el siglo xv, y de la segunda forma tenemos 14 apariciones y un 21,8% en el siglo xiii que pasan a 84 y un porcentaje del 66,1% en el siglo xv. Es en el siglo xiv donde tenemos una variación, pues las formas más frecuentes son Sanchz con 127 casos y un porcentaje del 72,1% y Sz con 41 apariciones y un 23,3%. Martínez Martínez Mz Minez Mnz Mrnz Mrz Martinz Matinez Mtinez Mrinez Mrtinez Marnez Mart Martz Mrnez Mrtin Martin Martiz

siglo xiii 140 (43,8%) 87 (27,2%) 1 (0,3 %) 7 (2,1%) 3 (0,9%) 22 (6,9%) 4 (1,2%) 4 (1,2%) 8 (2,5%) 3 (0,9%) 8 (2,5%) 1 (0,3%) 10 (3,1%) 5 (1,5%) 1 (0,3%) 1 (0,3%) 11 (3,4%) 2 (0,6%)

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siglo xiv 22 (9,4%) 181 (78%)

siglo xv 6 (6%) 85 (85%)

2 (0,8%)

1 (1%)

13 (5,6%) 2 (0,8%)

1 (1%)

1 (0,4%)

María Simón Parra

Martínez Martiez Miz Maz Martnez Minz Mez

siglo xiii 1 (0,3%)

siglo xiv

siglo xv

4 (1,7%) 3 (1,2%) 4 (1,7%) 2 (2%) 5 (5%)

En cuanto a Martínez, vemos que son más las formas abreviadas que encontramos. En el siglo xiii comprobamos que la forma plena Martínez era la que registraba el mayor número de apariciones con un total de 140 casos y un porcentaje del 43,8%. Después contamos con las formas M, que registra 87 apariciones que nos llevan a un 27,2%, y Mr con 22 casos y un 6,9%. En el siglo xiv los resultados son similares: la forma más frecuente es Mz, que pasa de 87 casos en en el siglo anterior a 181 y un porcentaje del 78%, y después tenemos la forma plena Martínez con 22 casos y un 9,4% y Mrz con 13 apariciones y un 5,6%. Por último, en el siglo xv tenemos que hablar de un predominio absoluto de la forma Mz, pues registra un total de 85 apariciones que nos llevan a un porcentaje del 85%. Fernández fnandez Frnez Fernadez Fernadz Fernández Frnz Fnz Fernz Fernand Ferez Fernaz Faz Ferz Fernad Fernandz Frnez Fr Fz Frnadz Frne Frnandez Fernez Fernnz Frnadez

siglo xiii 9 (3,8%) 3 (1,2%) 95 (40,6%) 3 (1,2%) 85 (36,3%) 12 (5,1%) 2 (0,8%) 11 (4,7%) 1 (0,4%) 1 (0,4%) 1 (0,4%) 1 (0,4%) 1 (0,4%) 5 (2,1%) 3 (1,2%) 1 (0,4%)

siglo xiv

siglo xv

171 (56%) 1 (0,3%) 52 (17%) 1 (0,3%) 23 (7,5%)

8 (3,2%) 10 (4,1%) 22 (9%) 81 (33,2%) 43 (17,6%)

4 (1,6%) 3 (0,9%) 1 (0,4%) 5 (1,6%) 10 (3,2%) 1 (0,3%) 2 (0,6%) 4 (1,3%) 5 (1,6%) 1 (0,3%) 1 (0,3%)

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8 (3,2%) 3 (1,2%)

38 (15,5%)

Aspectos gráficos del nombre propio de persona en la Edad Media: abreviaturas

Fernández Frnndz Frnanz Frnndz Fnz Frnaz Fdez Frnnz

siglo xiii

siglo xiv 20 (6,5%) 2 (0,6%) 3 (0,9%)

siglo xv 1 (0,4%) 7 (2,8%) 3 (1,2%) 3 (1,2%) 11 (4,5%)

En tercer y último lugar estudiamos las abreviaturas del apellido Fernández. Entre los resultados que registramos en la tabla, vemos que las formas Fernadez y Fernández son las más frecuentes en el siglo xiii con 95 y 85 casos respectivamente; en el siglo xiv tenemos la forma Frnz con 171 casos en total seguida de la forma plena Fernández, con 52 apariciones y Fernz con 23 casos. Por último, en el siglo xv las formas más frecuentes son Frnz con 81 apariciones, Fernz con 43 casos y Fernnz con 38.

   El estudio de los aspectos gráficos y, concretamente, de las abreviaturas ha revelado que su interpretación puede estar determinada por la propia interpretación del lingüista, que puede verlas como latinas o romances. Muchos de los nombres de pila y apellidos estudiados permiten comprobar que un mismo nombre o apellido puede abreviarse de diversas formas. Las abreviaturas de algunos nombres y apellidos justifican que en una época el uso de las mismas fue más elevado que en épocas siguientes. Es probable que el empleo de las abreviaturas disminuya según vaya descendiendo la escritura cursiva. Por ejemplo, el nombre de pila Domingo aparece abreviado de ocho formas distintas. En el siglo xiii recogemos un total de 408 abreviaturas, de estos datos la forma Dgo registra un total de 109 casos y un porcentaje del 26,5%. En el siglo xiv obtenemos un total de 141 abreviaturas de dicha forma, la diferencia está en que la forma Dgo desciende a 43 apariciones y un 30,5%. Por último, en el siglo xv el descenso es aún más fuerte, pues solo registramos 4 casos de la abreviatura comentada. Esta evolución es similar a la que se encuentra con las abreviaturas de otros nombres de pila y apellidos5.

5

Para ver la evolución que tienen las abreviaturas remitimos a las tablas que se presentan en el apartado de ortografía.

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María Simón Parra

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Denominativos árabes con forma de expresiones idiomáticas* Francisco Ruiz Girela

Entre los recursos del sistema denominativo de la lengua árabe existe uno algo particular, de gran antigüedad y noble ascendencia, que ha dejado importantes huellas en el léxico y que, aunque relegado en la actualidad a espacios reducidos ante el empuje de los sistemas precisos y fácilmente codificables que exigen las necesidades actuales de las administraciones estatales, se mantiene vivo y conserva intacto el prestigio de sus orígenes. Formalmente son estructuras nominales bimembres, rígidas en su formulación y con exigencias gramaticales específicas para cada uno de sus miembros, ubicuas en árabe y existentes, aunque con menor desarrollo, en todo el ámbito semítico1. Y cuando estas estructuras, llamadas ‘de anexión’ (en árabe idāfa), tienen como primer elemento los nombres abū ‘padre’, umm ‘madre’, ajū ‘hermano’, sāhib ‘compañero’ ‘dueño’ o dhū / dhāt ‘poseedor/a’ se generan expresiones aptas para su utilización como denominativos, a veces personales y otras, más frecuentemente, para designar plantas, animales, enfermedades o términos comunes aunque siempre con características específicas que se apreciarán en los ejemplos que ofrecemos.

*

Dado que este artículo va dirigido a un público amplio en el que no cabe suponer conocimientos de árabe ni estar habituado a sistemas de transcripción fonética, en la trascripción de los términos hemos utilizado uno que trata de obviar las dificultades tipográficas que presentan los signos diacríticos y procura reflejar con suficiente fidelidad los fonemas árabes inexistentes en el español actual. Los que son idénticos se transcriben obviamente por el correspondiente grafema español. Y para el resto debe tenerse en cuenta que: - la negrita indica sonido enfático (así s representa una s enfática, esto es con resonancia laringal). - z representa una s sonora (la francesa intervocálica, p. ej. en maison). - q representa una k pronunciada en la zona profunda de la cavidad bucal. - t representa el sonido de la θ griega o el de la z española en su realización castellana. - c (una c como superíndice) representa un fonema inexistente en lenguas indoeuropeas que se realiza por medio de una constricción de la glotis. - ’ representa una parada glotal (como la del hiato al pronunciar claramente ‘la anormalidad’). - los dígrafos se presentan siempre unidos por el subrayado. De ellos: dj representa el sonido de la j en francés (jeudi) o inglés (job). dh, el de la th inglesa en this, that, those… sh, el de ese mismo dígrafo en inglés (por ejemplo en she o ship). - un guión sobre la vocal indica que esta es larga. 1 Cf. Moscati, S., et alii, An Introducción to the Comparative Grammar of the Semitic Languages, Wiesbaden, 1969, pp. 100 y ss.

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En estas expresiones, los nombres mencionados pierden o difuminan su sentido propio para adquirir uno más amplio que recoge la idea de ‘promotor’, ‘generador’, ‘poseedor exclusivo o principal’ de lo que el segundo nombre significa, algo semejante al sentido que en español tiene la expresión ‘el de…’ ‘la de…’. La antigüedad de estas formaciones se puede documentar en el ámbito semítico en época preislámica ya que, entre los dioses del panteón nabateo2 se menciona a Dhū l-Sharā, literalmente ‘el poseedor de Sharā’, es decir ‘el dios de Sharā’, en referencia a una montaña, la más elevada de la cadena que corre al sudeste del mar Muerto. Este dios, mencionado en la historiografía antigua como Dusares, transcripción –primero al griego y de este al latín– de la forma aramea de su nombre, fue adorado también por pueblos árabes del norte de la península arábiga como los tamudeos3, e identificado por los griegos con Diónisos4. En el Corán aparecen tres nombres propios con esta misma formación, es decir con dhū como primer elemento: Dhū l-Nūn5, Dhū l-Kifl y Dhū l-Qarnayn. El primero, literalmente ‘el (poseedor) del pez’ es el nombre que se da con mayor frecuencia al profeta Jonás en alusión a que, según el relato bíblico recogido también en el Corán, fue tragado por la ballena y luego devuelto a la tierra6. Dhū l-Kifl, literalmente ‘el (poseedor) de la doble retribución’, esto es ‘al que se le asignó doble retribución’, entendiéndose que fue Dios quien lo hizo, es un profeta que la exégesis musulmana no ha identificado con seguridad. Según algunos se trataría de Elías, mientras que para otros es Zakarías, Ezequiel o uno de los hijos de Job. Se le menciona dos veces en el Corán –XXI, 85 y XXXVIII, 48– junto a Ismael, Idris7 y Eliseo, de todos los cuales se afirma que fueron ‘de los pacientes’ o ‘de los mejores’. Por último, el tercero de los personajes coránicos que usan este tipo de denominativo, con un primer elemento dhū, es Dhū l-Qarnayn, literalmente ‘el (poseedor) de los dos

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Pueblo árabe, aunque su lengua de comunicación fuese el nabateo, una forma de arameo que alcanzó su mayor esplendor entre los siglos iii a.C. y i d.C. Pueblo que habitó en la zona septentrional de la península arábiga y cuya existencia está atestiguada desde el siglo ix a.C. En la época de la revelación del Corán ya había desaparecido, y como tal se le menciona en el libro sagrado del islam en numerosos pasajes, por ejemplo en Corán, XXVI, 141-159. Heródotos (Hist. III, 8) dice que los árabes solo reconocen, de entre los dioses griegos, a Diónisos y a Urania.Y otro autor afirma expresamente que ‘Dusares es el Diónisos de los nabateos’ (Δουσάρης τόν Διόνυσος Ναβαταίοι). Corán, XXI, 87-88. En otros pasajes (IV, 163; VI, 86; X, 98 y XXXVII, 139-148) se le llama Yūnus, forma árabe de Jonás. Y en LXVIII, 48, se le denomina sāhibu l-hūt ‘el (compañero) del pez’. Véase infra la parte dedicada al término sāhib. En Corán XXXVII, 139-148 se cuenta así su historia: “139Jonás fue, ciertamente, uno de los enviados. 140Cuando se escapó a la nave abarrotada. 141Echó suertes y perdió. 142El pez se lo tragó, había incurrido en censura. 143Si no hubiera sido de los que glorifican 144habría permanecido en su vientre hasta el día de la Resurrección. 145Le arrojamos, indispuesto, a una playa desnuda 146e hicimos crecer sobre él una calabacera. 147Y le enviamos cien mil o más. 148Creyeron y les permitimos gozar por algún tiempo”. (trad. de Julio Cortés). Compárese con el relato bíblico recogido en el libro dedicado a este profeta. Otro profeta citado con frecuencia en el Corán. Se le suele identificar con Elías, aunque otros exégetas lo hacen con Enoch o con Esdras.

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cuernos’, ‘el Bicorne’, epíteto que se aplica antonomásticamente a Alejandro Magno8 y sigue siendo en la actualidad el término común para referirse a este personaje, aunque también se emplee la forma al-Iskandar, transcripción del nombre griego. Esta formación fue sumamente prolífica en época antigua y son muy abundantes los personajes árabes conocidos solamente por su apelativo de este tipo. Por ejemplo Dhū lrumma ‘el de la cuerdecita’ (por la que llevaba siempre en el cuello con un amuleto), un célebre poeta de la época omeya, en la primera mitad del siglo viii. También los reyes de la zona del Yemen en época preislámica y en la de los primeros tiempos del islam9 llevaban todos un nombre de este tipo, por ejemplo Dhū Nuwās ‘el del mechón en la frente’ o Dhū Yazan ‘el del sable afilado’, por lo que se les conoce como los adhwā’, esto es, ‘aquellos cuyo nombre comienza por dhū’. Dentro del campo de los apelativos, aunque no se trata propiamente de nombre propios de persona, la formación a la que nos venimos refiriendo es también muy abundante. Solo como ejemplos citaremos: - dhū jamsa asābīc ‘el de los cinco dedos o apéndices’, nombre con el que se conoce al agnocasto o sauzgatillo (vites agnus castus), planta verbenácea arbustiva conocida también como pimienta loca. - dhāt al-kursiyy ‘la del trono’, nombre de Casiopea10. - dhāt al-cumrayn ‘la de las dos vidas’, nombre que se da a los animales anfibios. Digamos por último que este procedimiento mantiene una extraordinaria vitalidad dentro de la lengua y son numerosísimos los conceptos expresados por medio de esta estructura nominal11 que mantiene viva toda su capacidad productiva; y que los nombres de dos últimos meses del calendario islámico –dhū l-qacda ‘el (mes lunar) del reposo’ y dhū l-hidjdja ‘el (mes lunar) de la peregrinación ritual’– también presentan esta forma. El término ajū es, de entre los mencionados, el menos productivo para la formación de este tipo de denominativos. Los de uso más frecuente son seguramente: ajū cayla ‘pobre’ (‘hermano de la pobreza’); ajū l-mawt ‘el sueño’ (‘hermano de la muerte’); y el curioso ajū l-jayr ‘el mal’ ‘el malo’, que literalmente significa ‘hermano del bien, del bueno’ y donde obviamente hay que interpretar el termino ‘hermano’ en el sentido de ‘contraparte’ ‘compañero antitético’. Mucho más abundantes son los denominativos construidos con sāhib, término antiguo en la lengua árabe, de uso frecuente en el Corán y que cubre un campo semántico 8

La mención coránica se refiere a un Alejandro mitificado. Y los cuernos son símbolo de poder en el mundo semítico (cf. Números, XXIII, 22 y Deuteronomio, XXXIII, 17), aunque el origen sea posiblemente egipcio. 9 En esa época la lengua hablada en la zona no era el árabe, ya formado con suficiente estabilidad, sino diversas formas de otra lengua semítica denominada comúnmente sudarábigo. Sin embargo el término dhū era compartido por ambos grupos y, con pequeñas variantes, por otras varias lenguas semíticas. 10 La constelación boreal situada entre las de Cefeo y Andrómeda y cuyas estrellas más brillantes forman la figura de un trono o sillón. 11 Por ejemplo dhū caql ‘poseedor o dotado de inteligencia’ [‘inteligente’ ‘razonable’]; dhū lisānayn ‘poseedor de dos lenguas’ [‘mendaz’ ‘falso’]; dhū rabw ‘el de respiración fatigosa’ [asmático].

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amplio dentro del que se han concretado significados como ‘compañero’ ‘amigo’, ‘camarada’, ‘socio’, ‘seguidor’, ‘dueño’, ‘soberano’, ‘autor’, ‘compositor’, ‘creador’, ‘inventor’, ‘patrocinador’. También se denomina sāhib al jefe de una cofradía sufí. Entre los muchos denominativos construidos con este término hemos elegido algunos ejemplos que nos parecen significativos o curiosos: - sāhib l-amr ‘patrón’ (‘señor de la autoridad’) - sāhib l-balad ‘gobernador’ (‘señor de la ciudad’) - sāhib l-hadīt ‘protagonista’ (‘señor del relato’) - sāhib l-dacwa ‘anfitrión’ (‘señor de la invitación’) - sāhib l-dayn ‘acreedor’ (‘señor de la deuda’) - sāhib l-tās wa-l-ka’s ‘borracho’ (‘señor [aquí ‘asiduo’] de la taza y la copa’) - sāhib l-karāmāt ‘taumaturgo’ (‘señor de las curaciones’) En la España musulmana este tipo de formaciones generó nombres de diversos cargos (por ejemplo: sāhib l-ahkām ‘juez’, ‘señor de las decisiones’), algunos de los cuales pasaron al español y se mantienen en nuestra lengua como arabismos como sāhib l-sūq ‘señor [aquí ‘inspector’] del mercado’, que pasó al español como ‘zabazoque’; o sāhib l-madīna ‘señor de la ciudad’, título con el se designaba al jefe de la policía municipal y que pasó al español como ‘zalmedina’ o ‘zabalmedina’. Pero los elementos más productivos en la generación de este tipo de denominativos son sin duda abū ‘padre’ y umm ‘madre’. Con el segundo de ellos se forman los nombres propios - Umm Habība ‘madre de la bien amada’ - Umm Salama ‘madre de la mimosa’ - Umm Kultūm ‘madre de [aquí simplemente ‘la de’] los carrillos abultados’, de uso frecuente entre las mujeres árabes, especialmente el tercero de ellos. Los dos primeros fueron sobrenombres elogiosos de dos de las mujeres de Mahoma, y Umm Kultūm era el de una de sus hijas. Otros denominativos formados con ese nombre, elegidos entre los numerosísimos ejemplos que recogen los diccionarios y otros elencos lexicográficos, son los siguientes, que damos sin más comentario y sustituyendo en ocasiones la palabra ‘madre’ por ‘el de’, ‘la de’ u otros semejantes que resulten apropiados: - umm bashar Eva (‘la madre de la humanidad’) - umm hubāhib luciérnaga (‘la madre de la lucecita’) - umm al-hibr jibia (‘la de la tinta’) - umm al-ra’s el cerebro / las meninges (‘el [elemento más importante] de la cabeza’) - umm qarn rinoceronte (‘el del cuerno’) - umm al-qurà La Meca (‘la madre de los pueblos’) - umm al-nudjūm La Vía Láctea (‘la madre de las estrellas’) - umm al-nūr La Virgen María (‘la madre de la luz’)

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- umm al-qirà el fuego (‘la madre de la hospitalidad’) - umm al-nidāma la precipitación (‘la madre del arrepentimiento’) - umm al-kabā’ir el vino (‘la madre de los pecados graves’) - umm al-djanā’ib el vino (‘la madre de las torpezas’) La palabra abū ‘padre’ es sin duda la más productiva de todas las mencionadas ya que, seguida del nombre propio de un hijo varón12, forma la llamada kunya (de donde proviene el español ‘alcurnia’), que es una de las partes constituyentes del nombre árabe en tiempos pasados y sigue siendo en la actualidad el elemento más común como denominativo personal en el uso social ordinario. Dentro de este ámbito, el nombre propio y los apellidos oficiales son desplazados y sustituidos por la kunya, que se convierte así en el nombre único del individuo y desempeña el mismo papel que los apodos en amplios espacios sociales dentro de nuestra cultura. Son numerosos los personajes históricos conocidos principal o exclusivamente por su kunya, como, por ejemplo, Abū Hurayra (‘el [padre] de la gatita’), un famoso tradicionista, Abū Nuwās (‘el [padre] del mechón rizado en la frente’), el célebre poeta báquico, y otros muchos. Y en algunos casos, este elemento constituyente del nombre árabe antiguo pasó a utilizarse como nombre propio, y así se mantiene en la actualidad. Ejemplos de esta transformación son Abū Bakr, Abū Turāb o Abū Madyan13. Pero aunque no haya habido ese paso formal y oficializado de kunya a nombre propio, la kunya es con frecuencia el denominativo identificador de la persona, el único por el que es conocido en su medio social y el único que ha conservado la historia política, literaria, científica, etc., de muchos personajes relevantes. Por otra parte, con frecuencia las pseudo-kunyas –esto es, las expresiones construidas con ese esquema formal– han lexicalizado, convertidas en expresiones idiomáticas, y han adquirido el valor de denominativos específicos, y como tales se usan en la lengua árabe, tanto en el registro literario supradialectal como en el de comunicación. Estos son algunos ejemplos: - abū bashar Adán (‘el padre de la humanidad’) - abū Ayyūb camello (‘el padre de Job’ [es decir, ‘el prototipo de la paciencia’]) - abū burayd salamanquesa (‘el [padre] de las manchitas’) - abū barāqish pinzón (‘el [padre] de los múltiples colores’) - abū djirāb pelícano (‘el [padre] de la bolsa’) 12

Generalmente el del primogénito, pero no necesariamente. Además, se conoce el caso de personajes que fueron cambiando de kunya a lo largo de su vida según iban naciendo sus hijos. Posteriormente, una vez constituido el esquema, el nombre del hijo varón se pudo cambiar por un nombre común con el que se establecía la relación de propiedad, pertenencia, cualidad antonomástica, particularidad específica o algo semejante. Ese fue el origen de estas pseudo-kunyas, utilizadas profusamente en la lengua árabe como denominativos. 13 Abū Bakr (lit. ‘el [padre] de la joven camella’), suegro de Mahoma y primer califa del islam. Abū Turāb (lit. ‘el [padre] del polvo’), sobrenombre de cAlī, primo y yerno de Mahoma, y cuarto califa. Abū Madyan (lit. ‘el [padre] de Madyan’). Santón andalusí del siglo xii natural de Cantillana (Sevilla). Tras hacer la peregrinación a Meca, se estableció en el norte de África donde adquirió gran fama como místico. Murió y fue enterrado en Tremecén, en la actual Argelia, donde su nombre es de uso frecuente.

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- abū djicrān escarabajo pelotero (‘el [padre] del excremento’) - abū l-hārit león (‘el [padre] del surco’ [es decir, ‘el que desgarra’]) - abū fāris león (‘el devorador’) - abū daqīq mariposa (‘el [padre] de la delicadeza’) - abū riyāh la veleta (‘el [padre] de los vientos’) - abū sayf pez espada (‘el [padre] de la espada’) - abū mitraqa pez martillo (‘el [padre] del martillo’) - abū l-nawm la adormidera (‘el [padre] del sueño’) - abū l-hawl ‘el padre del terror’ [nombre que se da a la esfinge de Egipto] En el árabe actual este sistema denominativo está plenamente vigente y, además de los casos, relativamente poco numerosos, en los que expresiones de esta estructura se han convertido en nombre propios oficiales, es mucho más frecuente el uso informal de las mismas que, aunque no quede reflejado en los documentos oficiales, es el único denominativo que la persona usa y por el que es conocida. En el caso de nombres de animales, plantas, enfermedades, etc., la situación es variable, y mientras que en unos casos el denominativo en forma de expresión idiomática es el comúnmente utilizado, en otros se trata de expresiones retóricas propias del lenguaje culto, poético en ocasiones y otras simplemente rebuscado, algo a lo que son muy proclives algunos autores árabes.

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