296 147 9MB
Spanish Pages [327]
Puede visitarnos, contactar y seguir nuestro trabajo en: www.corchea69.com
III JORNADAS DE ESTUDIO REFLEXIÓN Y OPINIÓN SOBRE VIOLENCIA
VIOLENCIA DESENFOCADA TERCERA EDICIÓN DE LAS JORNADAS DE ESTUDIO, REFLEXIÓN Y OPINIÓN SOBRE VIOLENCIA Producidas en su totalidad por A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES y realizado bajo convenio con la UNIVERSIDAD DE SEVILLA (U.S.). Días 20, 21, 22 y 23 de noviembre de 2007 Edificio Expo (Isla de la Cartuja, Sevilla)
Padilla Libros Editores & Libreros Sevilla
© De los autores © De la presente edición: A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES D.LEGAL SEISBN: 978-84-8434-448-3 PADILLA LIBROS EDITORES & LIBREROS C/ Feria no 4 –local uno– 41003 SEVILLA (ESPAÑA) Impreso por
—4—
SALUDO A LOS CONGRESISTAS
D
ESDE CORCHEA 69 PRODUCCIONES y en nombre de todas aquellas personas que componen el equipo de trabajo y la secretaría técnica de las Terceras Jornadas Violencia Desenfocada, te damos la bienvenida y te agradecemos habernos confiado un pequeño porcentaje de tu formación académica. Esperamos sinceramente que esta aportación te resulte gratificante y productiva, y que contribuya, aunque sólo sea también en una pequeña porcentualidad, a tu crecimiento y evolución como ciudadano crítico e independiente.
—5—
AVISO AMISTOSO
D
ESDE A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES queremos pedirle perdón por adelantado. Experiencias pasadas nos dicen que estas jornadas son realtivamente problemáticas y alterán, en gran medida, la tranquiliadad espiritual y moral de los asistentes. Por todo, nuevamente pedimos disculpas. En este último año, y esperemos que por muchos otros, a los miembros de A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES se nos está poniendo cara de Morfeo (The Martrix, 1999) con una pastillita roja y otra azul en cada mano, lastima el Sr. Fishburne no destaque precisamente por su belleza para desgracia nuestra. La diferencia fundamental entre usted y el joven Neo, es que usted ya se ha tragado la pastillita roja antes, incluso, de haberles preguntado, ya que se encuentra sentado haciendo tiempo para empezar a sufrir, o disfrutar, durante 30 horas lectivas. Esta pastilla con forma de jornadas de libre configuración tiene una serie de indicaciones para su correcta asimilación que más vale que aprenda puesto que ya es tarde para echarse atrás (aunque siempre puede renunciar a su plaza su certificado y su dinero). 1.– Muchas de las cosas que le hacían feliz y que le reconfortaban pueden verse puestas en duda de aquí en adelante. 2.– A partir de ahora, cada vez que le llegue una información nueva, de esas que hasta hoy cuadraba con su manera de pensar y con la de su entorno, automáticamente se encenderá una alarma en su cabeza iniciándose un proceso en el que cuestionará, quién y porqué ha emitido esa información, qué medio, en qué contexto, con qué antecedentes y antes de qué acontecimientos ha ocurrido.
—7—
3.– Este ejercicio malévolo le generará estrés y ansiedad, en distintos grados. La organización no se hará cargo de su terapia ni de las costas judiciales o clínicas producto de cualquier enagenación. 4.– Se dará cuenta de que tiene en su propiedad unas acciones de la compañía Poder S.A. que fueron heredadas de sus padres, y que apenas tienen reparto de beneficios, ya que las juntas de accionistas son cada cuatro años y aunque en ellas tiene voto, no tiene voz. 5.– Esta situación le generará nuevamente estrés y ansiedad, por lo que le remitimos al punto 3. 6.– Si desea dejar de experimetnar estas sensaciones le recomendamos la visualización intesiva de futbol, programas del corazón y/o realities, quemar los libros que tenga a su alrededor, la no lectura ni visualización de periódicos e informativos, y por supuesto limitar el uso de internet al Meseenger, y algún que otro juego on line. El desarrollo del pensamiento crítico no es más que crecer y descubrirse como mosca cojonera de todo aquel que le necesite para su lucro personal. En cierta forma es retomar la actitud del infante que pregunta todo y lo cuestiona todo, ansioso de consumir información, aprender y crecer. Si la naturaleza nos ha dado esa herramienta para sobrevivir es deseable conservarla el máximo tiempo posible. Desarrollar un pensamiento crítico hace que a un político no le baste con un par de inauguraciones oportunistas para defender su gestión, ni a su opositor llenarse las barbas de esputos para derrocarlo. Sirve para que no se use la mentira como herramienta de poder que se asienta en la incultura, la indolencia y la pasividad del pueblo. Sirve para ser menos vulnerables ante la manipulación a la que estamos sometidos con total impunidad. La Violencia Desenfocada, concepto que vamos a tratar estos días, deja de ser violencia en el momento que somos conscientes de ella.
—8—
Es por eso que os pedimos perdón, porque si todo sale bien habremos conseguido regalaros (a buen precio) unas décimas de libertad en forma de actitud crítica ante lo que os rodea y eso, amigo, es un fastidio, ya lo veréis.
FRANCISCO ANAYA BENÍTEZ A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES
—9—
NORMAS GENERALES
L
A Organización de este evento se sitúa dentro de la línea de trabajo que, A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES como productora de actividades culturales, tiene programada para esta temporada. Las características de este evento, como todo acto que sume más de 500 personas, nos hacen exponer, para su obligado y riguroso cumplimiento, una serie de normas que habrán de ser observadas y respetadas por todos los asistentes: •La Organización se reserva el derecho de alterar o cambiar el programa. No se admiten devoluciones o cambios en la inscripción. •La Organización podrá denegar el acceso o expulsar del recinto a aquellas personas de las que pueda racionalmente presumirse, que van a crear una situación de riesgo o peligro para él mismo u otros congresistas, de alboroto, o aparenten estados de intoxicación o conmoción, o que incumpla esta relación de normas. • Cualquier daño o desperfecto ocasionado por un asistente en el Edifico Expo conllevará la denuncia del mismo por La Organización a la Dirección del Edificio Expo para que esta inicie los trámites pertinentes, no haciéndose La Organización responsable del mismo ni del daño cometido. • El uso de la placa acreditativa es obligatorio. Por motivos de seguridad no se permitirá el acceso al auditorio a quien no la presente o le sea requerida y no estuviese en posesión de ella. Si se olvidara, o perdiera, acudan a La Organización para solventar el problema lo antes posible.
—11—
• Está terminantemente prohibido fumar, beber o comer dentro de las instalaciones del Edificio Expo salvo en los sitios debidamente especificados para ello. Les recordamos que el Edificio Expo es una edificación en régimen de propiedad privada estatal, esto incluye escaleras y jardines exteriores como zonas propias del inmueble de carácter privado. • Queda prohibida cualquier filmación, grabación o reproducción en el interior del recinto salvo autorización expresa de La Organización (esto incluye cualquier soporte de reproducción de música, radio, videojuego o similar). • Rogamos desconecten sus teléfonos móviles durante las conferencias, comunicaciones, mesas redondas u otras actividades. • Se ruega silencio durante las exposiciones. • Se ruega máxima puntualidad a los asistentes para no interrumpir el desarrollo de la actividad congresual. • Toda conferencia, debate, charla o mesa redonda no termina hasta que concluya el turno de preguntas y respuestas. • Todo asistente tiene la obligación de respetar estas normas para el buen funcionamiento del evento. Control de asistencia La asistencia a las jornadas no es obligatoria salvo, lógicamente, para aquellas personas que deseen recibir un certificado de asistencia. Aquellos que deseen recibir el certificado de asistencia y así beneficiarse de la convalidación del mismo por 3 créditos de libre configuración reconocidos por la Universidad de Sevilla, tendrán que demostrar su asistencia a un mínimo, del 80% de las jornadas tal y como exigen dicha entidad (7 medias jornadas de las 8 medias jornadas totales). El sistema de control de asistencia redunda en el propio interés del asistente por demostrarla. Cada asistente se responsabiliza de demostrar su asistencia a las jornadas. A cada asistente se le ha entregado una placa acreditativa con un código de barras personalizado que tendrá que llevar siempre consigo y en lugar visible, durante los 4 días de
—12—
actividad. En la entrada de la sala se dispondrán lectores de códigos de barras. El registro de su código de barras por un ordenador hará las veces de firma. Siga las indicaciones de la Organización para agilizar esta operación. Al termino del congreso, previo a la entrega de certificados un programa informático hará el recuento de la asistencia de cada cual y dispondrá quienes de ellos son aptos para recibir el certificado de asistencia y cuales no. La organización tendrá preparado además el clásico sistema de firmas que será usado si aparece algún problema técnico. Todo asistente que habiendo sido declarado no apto desee inspeccionar su computo de asistencia deberá dirigirse a La Organización durante la entrega de certificados. Para retirar el certificado de asistencia debe entregarse a la Organización la placa acreditativa y la respuesta a una pregunta que se hará pública mediante carteles en la tarde del jueves y en la página web www.corchea69.com. Esta pregunta forma parte de un sistema de evaluación que nos solicita la Universidad de Sevilla y que acredita el aprovechamiento de la asistencia. Esta entrega se hará el día y hora fijado en el programa, no pudiéndose solicitar con anterioridad o posterioridad a esta fecha (salvo por causa “muy justificada”). Ante cualquier duda consulte al personal autorizado.
—13—
PRESENTACIÓN
III EDICIÓN DE LAS JORNADAS DE ESTUDIO, REFLEXIÓN Y OPINIÓN SOBRE VIOLENCIA
Q
UÉ pasaría si desde los medios o desde una plataforma mucho más poderosa se intentara ensombrecer la realidad? ¿Qué tácticas usarían? ¿Qué noticias esgrimirían, y qué argumentos, para desviar la atención de la población hacia asuntos aparentemente mucho más importantes y relevantes pero en el fondo conocidos, tratados y estudiados? ¿Podríamos definir a esta acción como violencia? Creemos que sí, y a esto lo vamos a dar a llamar en estas jornadas Violencia Desenfocada. Introducción Las víctimas de la violencia desenfocada somos nosotros, los ciudadanos, los consumidores conscientes e inconscientes de información. Nosotros somos, a fin de cuenta los engañados. Y tristemente engañados por nuestra pasividad. Los flujos de información y desinformación que pululan en los medios son el cebo que nos atrae. El fin de engañarnos aún está por descubrir. Pero debemos estar despiertos, listos y ágiles. Los grandes temas de actualidad son el caldo de cultivo de la desinformación, la rumorología y la superchería barata. Modas que nos obligan a actuar de una forma u otra, supuestos estilos de vida que han de ser nuestra única meta y bienes de mercado sin los cuales estamos perdidos. El bombardeo es constante y nosotros somos, muy a nuestro pesar, agentes, sin saberlo, de estrategias que nos superan.
—15—
Si apoyamos lo defendido en las Segunda edición de las Jornadas Violencia; Violencia Desenfocada, debemos investigar de forma seria y rigurosa cuáles son los ámbitos más cotidianos desde los cuales se ejerce esa distorsión, ese ensombrecimiento. La violencia es una acción puramente humana y, por ende, también la violencia desenfocada es una forma de manipulación, una acción direccionada y precisa. Cruel como solo el ser humano es capaz de concebir, sutil y cegadora. Quizá la verdad esté al alcance de nuestros dedos, pero quizá los árboles que se levantan ante nuestro ojos nos impiden ver el bosque. Violencia desenfocada Años cuarenta, a una hora imprecisa de la tarde una mujer cae por la fachada del hotel Genesse. Una persona uniformada habla con un par de personas en la puerta abierta del hotel. En otro plano un hombre cómodamente sentado está ensimismado en sus pensamientos en la cafetería del hotel mientras otro, posiblemente un camarero, se le acerca por detrás. En no más de un segundo la mujer llegará al suelo y, de una forma u otra, afectará a todas las personas que en el preciso momento de la foto no tiene conciencia de lo que está sucediendo. Estos son los hechos planteados de forma objetiva. Pero qué podría estar sucediendo aquí: podría ser una suicida, o una empleada de la limpieza que en un exceso de celo se resbaló y cayó por la ventana, podría ser la víctima de un asesinato. No nos son suficientes los datos que aporta la fotografía para saber qué ha ocurrido. El hombre uniformado puede ser un policía alertado por una llamada de auxilio, o por los empleados del hotel que han visto a la suicida. El hombre sentado en el café podría ser el marido que tras una pelea acalorada bajó a la cafetería a pensar mientras su mujer optó por tirarse por la ventana desesperada, podría ser el cómplice del asesino que acaba de arrojarla por la ventana... o podría no tener relación ninguna con la mujer que cae. Pero sea cual sea la versión que se plantee el espectador la va a aceptar casi sin plantearse la veracidad del discurso. ¿Por qué de este exce-
—16—
so de credulidad? ¿No nos damos cuenta de que podemos ser engañados deliberadamente para posicionarnos en una u otra dirección? Ante la violencia desenfocada todos somos víctimas, no sólo la mujer que cae es la víctima en esta foto, nosotros, al no ser informados verazmente, también somos victimas. Nuestro reto en las Jornadas Violencia Desenfocada es precisamente el desenmascaramiento de estas mentiras, o mentiras a medias. Objetivos del proyecto Intentemos aportar ejemplos y argumentaciones bajo los que estudiar, reflexionar y opinar sobre las diferentes manifestaciones de la VIOLENCIA y, sobre todo, las formas en las que estas manifestaciones nos son presentadas o simplemente llegan a nosotros o nosotros llegamos a ellas. En esta ocasión, y por que la actualidad lo demanda, prestaremos especial atención al uso que de las ciencias se hace. El cambio climático, el calentamiento global, las especulaciones pseudo-científicas sobre temas esotéricos, curanderismos y demás. Son el bombardeo diario de los noticieros, ¿es esta otra forma de violencia desenfocada? Ser meros espectadores pasivos no deja de ser un divertimento fútil para mentes poco propicias a pensar, al igual que las vacas ven pasar el tren junto a su pastizal sin capacidad ninguna de especular o decir nada más sofisticado que un mugido, se nos invita a ser meros espectadores de la locomotora de los hechos. Invitemos a pensar, invitemos a criticar y a ser capaces de juzgar, ante nosotros mismos primero qué papel queremos adoptar para luego, con plenitud de capacidades, decidir en conciencia. Los objetivos, pues, de las jornadas VIOLENCIA no son otros que los de ayudar de alguna forma a proporcionar parte de esas herramientas y útiles necesarias a un auditorio que, presumiblemente, ha se ser hábil en el manejo de estas para considerarse ciudadanos integrados, pero críticos, del siglo XXI. A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES
—17—
PARTICIPANTES EN EL PROYECTO
Organización La preproducción, producción y postproducción de las jornadas corre a cargo de A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES. Así como la elección del tema, la disposición de los bloques temáticos y la elección de los conferenciantes. Las Jornadas VIOLENCIA DESENFOCADA es una actividad que se acoge a convenio con la UNIVERSIDAD DE SEVILLA, reconociendo esta a los asistentes que así lo demanden y acrediten su asistencia a las Jornadas con tres créditos de libre configuración curricular. Patrocinio El principal patrocinador de las Jornadas VIOLENCIA DESENFOCADA es la empresa estatal AGESA. Debemos destacar también las enormes facilidades que desde la UNIVERSIDAD DE SEVILLA se nos brindan y la generosa ayuda que siempre nos dan a la hora de publicitar nuestros eventos. Siendo los alumnos de la misma los que en su casi total mayoría copan el aforo del congreso nos sentimos en la obligación de reconocer a la UNIVERSIDAD DE SEVILLA, si no bien patrocinador directo del evento, sí copatrocinador y agente propiciador del mismo. Colaboración A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES, en su esfuerzo por mantener los máximos de calidad que en otras actividades pasadas se marcaron, ha puesto todo su interés, y mejor hacer, en la producción de las Jornadas VIOLENCIA DESENFOCADA consiguiendo nuevamente dar a los asistentes una herramienta única de estudio y trabajo y de memoria de todo lo que pase. El libro que tienes entre tus manos es el trabajo de meses de antelación a la inauguración de las jornadas
—19—
para poder ofrecer un testimonio de primerísima mano sobre lo que durante estos días sucederá, sobré qué se dirá y cómo. Pero esta labor habría sido nuevamente imposible sin la inestimable colaboración de la editorial PADILLA LIBROS EDITORES Y LIBREROS, y su principal responsable el maestro editor MANUEL PADILLA BERDEJO. Esperamos que siempre podamos seguir contando con sus inestimables artes en el mundo del libro y la cultura y con su desinteresada amistad, y que Sevilla siempre pueda beneficiarse de la existencia de personas como él y su familia.
—20—
COMITÉ CIENTÍFICO
Director DAVID PASTOR VICO Secretario FRANCISCO ANAYA BENÍTEZ Vocales JESÚS GARCÍA CALDERÓN CLARA GÓMEZ MORA EVA GONZÁLEZ LEZCANO SUSANA MARTÍNEZ RESÉNDIz
—21—
PROGRAMA Martes 20/XI/2007 9.30-11.00h. Acreditaciones. 11.30-13.30h. Acto inaugural Inauguración a cargo de: JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ, Vicerrector de Ordenación Académica de la US; CARMEN RODRÍGUEZ ARES, Presidenta Ejecutiva de AGESA y DAVID PASTOR VICO, Director de las Jornadas Conferencia inaugural: FEDERICO GARCÍA MOLINER Tema: “El riesgo del progreso”. 16.30-18.15h.Conferencia: MANUEL BARRERO RODRÍGUEZ Tema: “La desenfoque mediático o la mentira sostenida”. 18.30-20.15h.Conferencia: JUAN PÉREZ MERCADER Tema: “¿Qué debemos saber del universo y qué debemos olvidar?”. Miércoles 21/XI/2007 10.00-11.45h. Conferencia: RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA Tema: “La realidad del consumo diario”. 12:00-13.45h. Conferencia: ANTONIO MONTERO Tema: “Publicidad y Poder”. 16.30-18.15h. Conferencia: JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS Tema: “Violencia, poder y comunicación”. 18.30-20.15h. Conferencia: LUIS ALFONSO GÁMEZ Tema: “¡No permitas que te engañen!”.
—23—
Jueves 22/XI/2007 10.00-11.45h. Ponencias. JOSÉ A. CANO DEL RÍO Tema: “Realidad contra ficción” VICENTE RAMÍREZ JURADO Tema: “Violencia. Manga y anime” MANUEL JOSÉ SIERRA HERNÁNDEZ Tema: “No es compatible ser cínico en el siglo XXI” 12.00-13.45h. Conferencia: JESÚS GARCÍA CALDERÓN Tema: “La automarginalidad de la violencia” 16.30-18.15h. Proyección académica de la película: Una verdad incómoda (EE.UU., 2006). 18.30-20.15h. Proyección académica del documental: The Great Global Warning Swindle (UK., 2007). 16.00-17.45h. Reflexión: DAVID PASTOR VICO Viernes 23/XI/2007 10.00-11.45h. Proyección académica de la película: Ciudadano Kane (EEUU, 1941) 12.00-13.45h. Conferencia: JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ Tema: “Ciudadano ¿quién? (la mística del materialismo capitalista)”. 16.00-17.45h.Conferencia de clausura: JAVIER ARMENTIA Tema: “El retorno a la cordura, la razón Crítica” 18.00-19.30h. Entrega de certificados de asistencia.
—24—
CONFERENCIAS
EL RETORNO DE LA CORDURA, LA RAZÓN CRÍTICA. APUNTES PARA UNA REFLEXIÓN por JAVIER ARMENTIA
JAVIER ARMENTIA FRUCTUOSO, nacido en Vitoria-Gasteiz en 1962. Astrofísico (licenciado en Ciencias Físicas) por la Universidad Complutense de Madrid (1985). Entre 1985 y 1990 desarrolla labores de docencia e investigación en el Departamento de Astrofísica de la UCM, realizando publicaciones y presentaciones a congresos. Paralelamente comienza una carrera en la divulgación científica con colaboraciones en prensa y radio. A partir de noviembre de 1990 dirige el proyecto del Planetario de Pamplona, que se inaugura en 1993. Su labor al cargo del Planetario se convierte en la gestión de un centro cultural en un sentido muy amplio, con especial dedicación a la ciencia y específicamente a la astronomía: cada año pasan por el “pamplonetario” más de 200.000 visitantes, realizándose numerosas proyecciones de planetario, exposiciones, ciclos de conferencias y congresos. Ha dirigido, escrito o colaborado en más de treinta diferentes producciones audiovisuales de planetario, que han sido proyectadas en Pamplona, en el Planetario de Madrid, el Planetario de la Casa de las Ciencias de La Coruña, el Planetario del Parque de las Ciencias de Granada, el Planetario del Museo de las Ciencias de CastillaLa Mancha de Cuenca, el Hayden Planetarium de Nueva York, el McAuliffe Planetarium de Pittsburgh o el Europlanetarium de Gante. Es representante de la Asociación Española de Planetarios en la International Planetarium Society desde 2001. Actualmente es miembro del consejo científico de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Colabora asiduamente en medios de comunicación como periodista científico y columnista. Actualmente realiza una columna semanal de opinión en Diario de Noticias, un espacio de ciencia en el programa “Vive la noche” de Radio 1 RNE, y en Onda Cero Euskadi. Es colaborador de las revistas El Escéptico y QUO y colaborador del programa de TV “Pásalo” de ETB-2. En medios digitales, mantiene secciones en quo.es y elmundo.es, además de una bitácora probia titulada “Por La Boca Muere El Pez”. Ha publicado varios libros de divulgación científica. Es director ejecutivo de ARP (Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico), una asociación que defiende una visión racional y científica de muchos temas en los que, habitualmente, sólo nos cuentan misterios insondables. Buscando las respuestas, si es posible, y denunciando las manipulaciones y los fraudes. Dirige la colección de libros “¡Vaya Timo!” editada por esta asociación y la Editorial Laetoli.
—28—
La nueva Edad Media LGUNOS autores (por ejemplo, Umberto Eco en el libro que compila, titulado, precisamente, La nueva Edad Media, Ed. Alianza) han avisado de que muchos aspectos de la civilización actual reproducen mecanismos que corresponden más a la sociedad medieval europea. En los esquemas de poder, un nuevo feudalismo adquiere dimensiones mundiales en lo económico y en lo político: privatización del poder, conflictos entre grupos competidores. En lo social, la ruptura de los consensos, la multiplicación de identidades culturales, la vuelta al principio de autoridad, son movimientos que se dan además en un entorno altamente tecnificado, en eso que llamamos “sociedad de la información”, en donde el mismo fenómeno se amplifica. La ciencia y la tecnología, en general, están pasando, de un papel que se veía como liberador y de progreso, a ser parte del armamento de control social. Los ciudadanos, sometidos a vivir en una “sociedad del riesgo” en la que difícilmente podemos percibir qué es realmente peligroso, aunque nos estancamos en la inseguridad permanente, valoramos la ciencia, pero no llegamos a comprenderla ni a sentirla como parte de nuestro quehacer diario. Así nos enfrentamos a una situación paradójica: por un lado podemos recoger numerosos indicadores de la creciente importancia (y necesidad) de la ciencia y sus tecnologías en la sociedad actual, de la cada vez mayor relevancia de la llamada comunicación social de la ciencia (periodismo, divulgación, museos o centros de ciencia, mundo educativo... que constituyen los enlaces actuales entre la investigación científica y los ciudadanos); por otro, la valoración o apreciación social de esta misma ciencia no se ajusta con el papel que tiene en la sociedad. Pero además, podemos percibir un creciente irracionalismo, asociado normalmente con lo que podemos llamar pseudociencias.
A
—29—
La paradoja estriba en que si ahora mismo se obviaran los productos de la tecnociencia la civilización humana colapsaría. A pesar de que se desconozca o se minusvalore, la ciencia (que también es cómplice de los sistemas económicos y de poder) es el sustrato base de nuestro presente y la única vía factible de futuro. El problema deriva en una percepción de la ciencia como una especie de iglesia con sus rituales y sus oficiantes: los ciudadanos llegamos, por lo general, a disfrutar de los dones de la ciencia pero sin llegar a comprenderlos ni a analizarlos. El que esto sea erróneo y equívoco no quita para que algo así suceda. Cuando por una razón u otra se hurta o evita el debate, la libre crítica que está en el fondo del método científico, queda la liturgia. Y las pseudociencias aprovechan este abismo entre ciencia y sociedad para aparecer como ciencias cuando realmente no lo son. Como comentaba Ignacio Ramonet en su libro Un mundo sin rumbo, crisis de fin de siglo (Ed. Debate, 1997): «En sociedades presididas en principio por la racionalidad, cuando ésta se diluye o se disloca, los ciudadanos se ven tentados a recurrir a formas de pensamiento prerracionalistas. Se vuelven hacia la superstición, lo esotérico, lo ilógico, y están dispuestos a creer en varitas mágicas capaces de transformar el plomo en oro y los sapos en príncipes. Cada vez son más los ciudadanos que se sienten amenazados por una modernidad tecnológica brutal y se ven impelidos a adoptar posturas recelosas antimodernistas».
Pensamiento Crítico En una entrevista realizada por el periódico La Voz de Galicia en septiembre de 2005 a Eudald Carbonell, arquéologo, geólogo y codirector de las excavaciones de Atapuerca, éste comentaba: “la humanización no es sinónimo de hominización. La primera aún está por conseguir y sólo se alcanzará con el pensamiento crítico”. Una gran frase de un gran científico humanista, que cuando le preguntan si es creyente contesta que no, que él es “pensante”. A este respecto comenté en una columna el 17 de noviembre de 2005 en el periódico Diario de Noticias:
—30—
«Nos creemos humanizados, reyes y reinas de la Creación, pero convivimos tan tranquilos en nuestra ficción con las realidades de los cuatro jinetes: la muerte, el hambre, la peste y la guerra campan a sus anchas con impunidad. Realmente pasamos por la vida sin preguntarnos apenas los porqués, ni los cómos, y menos los paraqués. Tragamos con lo que nos venden, sobre todo si lo presentan en la televisión, ese objeto de culto que llena nuestras vacías vidas (salvo cuando vamos a disfrutar del ocio a los centros comerciales a que nos vendan otras cosas, más bien las mismas). Somos corderitos sumisos y complacientes, monos hominizados, pero no verdaderamente humanizados. Para eso hay que trabajar y no basta con la fe, por más que nos dijeran que movía montañas. Para levantar edificios, el edificio de una civilización realmente humanizada, hay que apostar por el pensamiento crítico. Lo demás, son creencias, ideologías y adoctrinamientos varios con que nos someten. Así que ¡a pensar!, que no produce enfermedades, salvo el dolor de saber cuánto nos queda por mejorar antes de podernos sentir orgullosamente humanos».
Defender la razón y la racionalidad, reivindicar un pensamiento crítico que permita la discusión y el análisis de las realidades, frente al pensamiento único y los dogmas de la autoridad, la corrección o la moda, no resulta tarea sencilla. El filósofo Peter Facione, en su ensayo Critical Thinking: What It Is and Why It Counts (originalmente escrito en 1992, pero con actualizaciones posteriores. La última, de 2007, se puede encontrar en: http://ctac.gmu.edu/ documents/facione%20what&why2007.pdf) presenta una definición casi canónica de lo que se entiende por “pensamiento crítico”: «Entendemos el Pensamiento Crítico como un juicio autorregulado y con propósito que conduce a interpretación, análisis, evaluación e inferencia; así como a la explicación de la evidencia, concepto, metodología, criterio o contexto sobre el que se basa ese juicio».
El Pensador Crítico ideal es habitualmente inquisitivo, bien informado, de raciocinio confiable, de mente abierta, flexible, evalúa con justicia, honesto en reconocer sus prejuicios, prudente para emitir juicios, dispuesto a reconsiderar, claro con respecto a los problemas, ordenado en materias complejas, diligente en la búsqueda de información relevante, razonable en la selección de criterios, enfocado en investigar y persistente en la búsqueda de resultados que
—31—
sean tan precisos como lo permitan el tema, la materia y las circunstancias de la investigación”. En nuestro país, desde hace más de 20 años, ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (www.escepticos. org), una asociación sin ánimo de lucro que proviene de lo que se llamó originalmente Alternativa Racional a las Pseudociencias, intenta, precisamente, defender esta forma de analizar la realidad. Gran parte de nuestro trabajo se ha venido realizando en la crítica a la proliferación de pseudociencias, pero también de otros fenómenos sociales y mediáticos. La revista El Escéptico recoge contribuciones en este sentido, y en los dos últimos años hemos lanzado una colección de libros con la Editorial Laetoli (www.laetoli.net) bajo el título de “¡Vaya Timo!”, en la que muchos de estos temas son presentados, específicamente para un público juvenil, como un alegato en contra de que nos vendan fraudes y nos quieran hacer comulgar con ruedas de molino. Paralelamente, intentamos ir produciendo materiales (una publicación denominada escolARP) que faciliten en la escuela la reflexión crítica sobre temas controvertidos (algo que ha sido precisamente el meollo) de estas III Jornadas de Reflexión. Nadie duda de que las necesidades educativas que tiene una sociedad tan tecnológicamente desarrollada como la nuestra requieren dar un aporte de conocimiento y divulgación de la ciencia cada vez mayor, específicamente pensando en el mundo de la educación. A la vez que se realizan importantes inversiones públicas y privadas para investigación, y aunque siga pareciendo que debe ser mayor el esfuerzo en este sentido, es cierto que cada día hay más medios para hacerla más fácil a los estudiantes; por otro lado, gente que apenas ha tenido acceso a una educación puede hoy día disfrutar de los numerosos experimentos que ofertan los museos de la ciencia, y de un creciente sector de la divulgación e información sobre ciencia y tecnología en los medios de comunicación. Tanto dentro de la enseñanza formal como de la no reglada, comienza a haber una oferta amplia de posibilidades con las que acercar los mundos, demasiado separados, de la ciencia y la sociedad en general.
—32—
Sin embargo, de forma paralela, sigue existiendo una amplia comunicación sobre cuestiones que tienen una muy dudosa fiabilidad desde el punto de vista de la ciencia. Podríamos catalogar estos temas como pseudocientíficos, irracionales o “paranormales” incluso, en un sector temático que abarca en cualquier caso muchos más ámbitos de los que solemos asociar a esas palabras. Pero no sólo estamos hablando de chifladuras como las visitas de extraterrestres en platillos volantes o apariciones fantasmales en edificios abandonados, sino que también vemos una amplia acogida anticientífica en temas de mayor relevancia, como los relacionados con la salud o el medio ambiente. Estamos convencidos de que no hay que olvidar que la enseñanza de las ciencias está unida al fomento del pensamiento crítico, tanto para conocer cómo funciona el método científico como para llegar a entender cuándo se está infringiendo el mismo hasta el punto de llegar a un fraude. Así, se da la paradoja de que enseñamos el número de átomos que debe haber en una disolución mientras se le da pábulo a una homeopatía cuyos números no cuadran. En el aula se habla de amplitud, periodo, y longitud de onda mientras en la calle cunde el pánico a las antenas de telefonía móvil; y aún se nos pide respeto por las teorías creacionistas cuando aparece en los libros la teoría de la evolución. Estamos dando una formación científica que debería aplicarse en los colegios de médicos, o en las reuniones de vecinos; y cuyo desconocimiento deja a enfermos en las peligrosas manos de un curandero o impide la correcta aplicación de un bien necesario como es la red de telefonía móvil. Y no sólo en el mundo educativo. El principal elemento que impide un análisis crítico, esa discusión honesta que defendía Facione, es la propia avalancha de información que nos llega dirigida desde los medios de comunicación. La cultura veraz Hace ahora dos años, en noviembre de 2005, ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico promovió un MANIFIESTO POR LA CULTURA VERAZ en el que los más de quinientos firmantes de nuestro país hacían una reflexión desde el pensamiento crítico a lo que nos venden
—33—
los medios de comunicación, a veces bajo el marchamo de “entretenimiento”. Reproduzco unos cuantos párrafos del mismo porque estimo que es conveniente este apunte para una reflexión que aspira el retorno a la cordura. La evolución de la sociedad depende de su cultura y, en nuestros tiempos, buena parte de esta depende de los medios de comunicación, que deben, por tanto, presentar la realidad de forma correcta, utilizando los hechos y razonando a partir de ellos. Evidentemente, los razonamientos relativos a la política, a las actuaciones de los gobiernos y, en general, los hechos relativos a la sociedad, son incompletos y su análisis suele llevar incorporado un cariz subjetivo que depende de la persona que hace el análisis. Sin embargo, cuando se seleccionan los hechos y se mezclan con la finalidad de obtener una conclusión, el resultado es manipulación. Cuando hablamos de otro tipo de conocimientos, como los históricos, los técnicos o los científicos, la actitud ante los hechos cambia: la ciencia, la tecnología, la historia o la lingüística se basan en el análisis sin prejuicios de los hechos. Pero, de igual forma que el análisis debe realizarse sin prejuicios tampoco debe hacerse desde la especulación: los métodos planteados por las distintas ramas del conocimiento han permitido, permiten y permitirán que nuestro conocimiento crezca. En los últimos años hemos ido descubriendo cómo muchos medios se desviaban hacia la manipulación política, hacia programas pseudocientíficos que no sólo no aportan cultura a la población sino que la proveen de datos o análisis manifiestamente erróneos o contrarios a los hechos conocidos, de los que se deducen teorías evidentemente falsas. Estas falsas especulaciones basadas en datos seleccionados y manipulados son una de las fuentes de la incultura. La mayoría de los medios de comunicación han caído en la creación de programas o secciones pseudoculturales o pesudocientíficas: secciones de ocultismo o astrología, programas o documentales pseudocientíficos, en los que no se salva ninguna de las ramas del conocimiento. Así, asistimos a programas que manipulan la historia, periódicos que dan pábulo a las predicciones de los astrólogos –no sólo en
—34—
secciones sino en artículos– pseudohistoriadores que falsean o se inventan datos para obtener beneficios, programas televisivos que con el fin de crear un misterio son capaces de obviar la realidad. [...] En este país tan carente de formación científica, con una clara pérdida de cultura media en la población y con una carencia crónica de programas de divulgación del conocimiento entretenidos, la existencia de este tipo de programas no sólo no incrementa la cultura media de la población sino que la disminuye a través de datos erróneos o de especulaciones absurdas. La finalidad de este mundillo de lo misterioso, lo paranormal, la ciencia o la medicina «alternativas» necesita de una población desinformada para obtener de ella lo que pretende: beneficios económicos. En estos programas habría que recordar el principio de economía que enunció Hume hace mucho tiempo y que puede resumirse como: «las afirmaciones extraordinarias necesitan pruebas extraordinarias». ¿Qué significa esto? Pues que si en uno de estos programas se afirma haber visto una vaca, no hace falta aportar prueba ninguna pues es un hecho cotidiano; si se afirma haber visto una vaca corriendo a 60 km/h, es necesario aportar pruebas porque probablemente esa vaca tenga el récord de velocidad vacuno; y si lo que se afirma es haber visto una vaca volando por sus propios medios, hay que aportar pruebas extraordinarias que respalden tal afirmación. Así se ha comportado siempre el avance del conocimiento. Una frase para la reflexión sería: “el conocimiento os hará libres”. En esta conferencia de clausura de las III Jornadas de Estudio, Reflexión y Opinión sobre Violencia, quiero, precisamente, defender esos criterios de racionalidad –y razonabilidad–, hacer apología de una cultura veraz, crítica, que nos permita, como ciudadanos de este nuevo siglo, defendernos de esa violencia desenfocada de la que somos víctimas. No podemos permitirnos el aborregamiento y caer,
—35—
como se dice en la Introducción a estas jornadas, en “la desinformación, la rumorología y la superchería barata”. Ahora bien, ¿estás dispuesto a trabajar por recuperar esa cordura ciudadada, democrática y de progreso? El trabajo que tenemos por delante es arduo, pero estoy convencido de que merece la pena intentarlo. Las alternativas son demasiado odiosas...
—36—
CAMBIO CLIMÁTICO EN LOS MEDIOS. VERSIONES EN LA CULTURA POPULAR. por MANUEL BARRERO RODRÍGUEZ
MANUEL BARRERO, nació en Zamora en 1967. Licenciado en Ciencias Biológicas y doctorando de Ciencias de la Comunicación, por la Universidad de Sevilla en ambos casos. Actualmente desarrolla una tesis sobre Prensa satírica, humor gráfico e historieta en Andalucía. Es funcionario público, labor que ha compaginado con la de redactor y asesor editorial –y eventual editor– en el departamento de cómics de Planeta DeAgostini (1989-2002). Ha sido coordinador de la publicación El Tebeo Veloz (2000-2001, Madrid) y dirige y gestiona la revista electrónica www.tebeosfera.com desde 2001, única publicación especializada en textos académicos sobre historieta y humor en español en la actualidad y referente internacional para estudiosos e investigadores. También coordina el weblog de noticias Tebeosblog (http://tebeosfera. blogspot.com) desde 2005. Viene pronunciando conferencias y escribiendo textos de crítica y estudio de la historieta y el humor gráfico desde 1988 en diferentes medios nacionales e internacionales: International Journal of Comic Book Art, Revista Latinoamericana de Estudios sobre la Historieta, Mundaiz, Quevedos, Criminoticias, Erebus, Yellow Kid, Trama, etc. Entre los libros en los que ha colaborado o escrito destacan: El señor del tiempo por Alan Moore (Global, Valencia, 1996), La mirada infinita por Barry Windsor-Smith (Planeta, Barcelona, 2000), Homenaje por Víctor de la Fuente (Recerca, Mallorca, 2003), El terror en el cómic (Pedro J. Crespo: Comunicación Social, Sevilla, 2003), Gran enciclopedia andaluza (Universidad de Sevilla, 2004), Tebeosfera (Astiberri, Bilbao, 2005) y Reinos Heroicos: El cómic de fantasía heroica (en prensa).
—38—
Resumen
E
L debate sobre el cambio climático que tiene lugar hoy en los medios de comunicación responde a una evolución de un paradigma no resuelto, en el cual los propios agentes autorizados para emitir dictados (los científicos) no han llegado a un consenso. Precisamente por esta razón la cuestión ha generado corrientes ideológicas de presión que han adoptado posturas encontradas, los que defienden una visión cerrada y pesimista sobre las condiciones climáticas en nuestra atmósfera y los que abren una puerta a la esperanza refutando los datos de los anteriores. En los medios, también se opera esta dicotomía, pero multiplicada por los voceros alarmistas y las ficciones o dramatizaciones exageradas, que en la novelística y el cine alcanza cotas de elevado pesimismo y, en los cómics, de ingenuo optimismo. La hipótesis del cambio climático En los últimos años el clima y sus transformaciones a escalas regional y global han despertado gran interés entre la comunidad científica y, también, entre la población, lo que se denomina opinión pública. Tal es así que cualquier episodio meteorológico no ajustado a la normalidad admitida en un contexto de población, urbano o social, viene siendo adjudicado al llamado “cambio climático”, un constructo semántico que tiene un significado sencillo pero que se acompaña de un nutrido y complejo paquete de connotaciones. Entre estos elididos tenemos los referidos a escala global, como el “efecto invernadero”, el “manto contaminante”, el “agujero de ozono”, el “fenómeno El Niño, el huracán Paulina y otros”, la llamada “desertización”, inundaciones, desprendimientos de iceberg en la Antártica, la retirada de las morrenas glaciares, el acusado calor veraniego, el “invierno templado”, las heladas tardías, los aguaceros y granizadas recientes, etc., etc.
—39—
El debate social se ha agudizado tanto que se han separado dos ramales de opinión finalmente situados en polos opuestos: están los que conciben la presencia del hombre en la tierra como un cáncer que está convirtiendo el planeta en un infierno inhabitable, algunos de los cuales militan en asociaciones ecologistas, y están los que adoptan una postura de pasividad convencidos de que el futuro no será en absoluto desastroso. La responsabilidad de arrojar luz sobre la dicotomía ha recaído en los científicos, que incapaces de aportar, en ocasiones, conclusiones rotundas sobre la relación causa-efecto tras analizar un enorme volumen de datos, simplifican sus mensajes de modo que los medios de comunicación y, luego, el público los entiendan, pero eso ha generado la convicción de que existe una estrecha relación entre los gases emitidos por el hombre a la atmósfera y el calentamiento incrementado de la misma, por citar el caso más conocido. De otro lado, el ecologismo mal entendido, el politizado y mediatizado, bordea la consideración de fundamentalismo, pues defiende contra viento y marea unos asertos, casi dogmas, no demostrados científicamente. Finalmente, los medios de información y comunicación social, sobre todo la televisión, han alzaprimado el alarmismo y las manifestaciones meteorológicas espectaculares poniéndolos en relación con el supuesto cambio global del clima. Las razones que impulsan a los informadores a establecer estas comparativas parten generalmente de un desconocimiento general de los mecanismos que gobiernan el clima, la geomorfología, las transformaciones de la ecosfera y las implicaciones reales, medidas, de las emisiones humanas a la atmósfera. De un análisis de la evolución del conocimiento científico sobre lo que llamamos cambio climático se alcanza a comprender la postura de los comunicantes de los medios sobre este tema particular, tanto en su vertiente informativa como en su aprovechamiento para el divertimento y la dramatización. El hecho científico y los informes oficiales. La definición de “cambio climático” adoptada en Nueva York, en la ONU, en 1992, es la de cambio en los climas de la Tierra atribuido exclusivamente a la actividad humana.
—40—
Es una expresión redundante, porque el clima en sí mismo es un proceso complejo que implica cambio y gracias a ese cambio existen los climas; de hecho, la climatología es la ciencia que estudia los variados cambios climáticos zonales en el seno del sistema atmosférico. Para ser más concretos habría que hablar de cambio en el balance energético del planeta, pues climas hay muchos y diferentes en nuestra atmósfera, y los cambios no se producen de modo globalizado sino por sectores y de forma fluctuante. Los cambios climáticos en el seno de nuestra atmósfera son muy variados y de muy diferentes entre los ámbitos local y global. No es correcto, entonces, hablar de “cambio climático” como una posibilidad singular, sino como un sumatorio de transformaciones climáticas cuyo origen puede deberse a razones naturales o a la intervención de los seres vivos. El cambio climático más sorprendente y radical del que tenemos conocimiento fue ocasionado por unos pequeños organismos, los cianofitos o algas verdeazuladas, que durante el período precámbrico (eón proterozoico), hace más de 3.000 millones de años, contribuyeron al desarrollo de la vida al transformar la atmósfera primitiva terrestre. Aquella atmósfera se hallaba muy cargada de dióxido de carbono y las constantes emisiones de oxígeno resultante de la fotosíntesis operada por estas cianofíceas aumentó la tasa de concentración de oxígeno atmosférico, lo cual permitió la creación de una capa superior de ozono, más densa, que posibilitó un calentamiento de la atmósfera. No olvidemos, también, que casi todo el oxígeno que en la actualidad se encuentra libre en el aire procede de la combinación fotosintética de dióxido de carbono y agua. Hace unos 570 millones de años, el contenido en oxígeno de la atmósfera y los océanos aumentó lo suficiente como para permitir la existencia de la vida marina y, 150 millones de años después, la vida terrestre de animales y plantas –que a su vez produjeron más oxígeno-, pues la tasa de oxígeno respirable era saludable y la temperatura media se había estabilizado gracias a una suerte de efecto invernadero generado por la combinación de la presencia de vapor de agua en la atmósfera junto a los gases emanados de las cianofíceas y otros seres fotosintéticos. Es decir, que la atmósfera comenzó a
—41—
comportarse como un espacio cerrado, que permitía la entrada de parte de la radiación solar y acumulaba radiación de onda larga en forma de calor. Gracias a ello, disfrutamos de una temperatura media de entre 15 y 17ºC en la superficie terrestre; de no ser por todo este proceso descrito, sería de -18ºC. Con la evolución de la biosfera y debido al reparto de masas de tierra y agua sobre la superficie del planeta, fue generándose un sistema estabilizado en el que interactuaban un ciclo del carbono (las plantas lo toman del CO2 y expelen oxígeno, los animales captan C de las plantas y consumen oxígeno, y gran parte acaba sumido por absorción en suelos y fosas oceánicas), un ciclo del oxígeno (los animales y plantas lo intercambian por CO2), un ciclo del vapor de agua (que por evaporación y condensación forma nubes y se precipita como nieve o agua de nuevo), también ciclos asociados al metano, el nitrógeno y otros gases, y ciclos en los que intervienen el movimiento de masas gaseosas debido a su diferente densidad y temperatura (vientos) y al desplazamiento de volúmenes de agua (por diferente densidad, salinidad y temperatura). Los cambios climáticos más acusados provienen de las perturbaciones que este sistema sufre por razones globales, a escalas planetaria y extraplanetaria: los ocasionados por la posición del planeta con respecto al sol, en su excentricidad orbital (en la eclíptica en torno al astro rey), en su albedo (la inclinación del eje de rotación) y en su precesión (o giro en torno a su propio eje). Estos fenómenos astronómicos han afectado y afectan enormemente al clima sobre la tierra, y aparte de ser los responsables de los períodos y eras glaciares, también lo son de las franjas temporales de estío o de enfriamiento a lo largo de los siglos, de la formación localizada de zonas desérticas, tropicales o polares y, lo más importante para nosotros, del surgimiento de la especie homo sapiens (las migraciones de los póngidos del género homo o próximos a este género que hallaron ecotopos más benignos para la evolución de nuestra especie con posterioridad fueron posibilitadas por cambios climáticos ocurridos en la zona ecuatorial). Hace 8.000 años concluyó el último máximo glaciar, y en aquel entonces la estirpe
—42—
humana se localizaba en la zona tropical debido a que las temperaturas medias del planeta eran del orden de siete grados centígrados inferiores a la actualidad (casi toda Europa se hallaba cubierta de hielo). Durante el llamado Período Atlántico (años 6.000 a 4.000 a.d.C.) se produjo un calentamiento global y un aumento de la humedad. Los paleólogos y antropólogos han estimado que por entonces, al implantarse el anticiclón de las Azores, el Sahara se desertizó pero al mismo tiempo se reorganizó la circulación atmosférica de modo que los primitivos agricultores adoptaron técnicas de regadío y mejoraron la explotación, todo lo cual permitió el florecimiento de las civilizaciones del valle del Nilo. Desde entonces hemos experimentado un incremento de la temperatura global constante sólo interrumpido por algunas pulsaciones frías. Por ejemplo, entre los años 900 y 350 a.d.C., cuando se revitalizaron los glaciares alpinos. Por ejemplo durante la llamada Pequeña Edad de Hielo (de 1550 a 1850, aproximadamente), período durante el cual la temperatura descendió hasta 2ºC, experimentándose veranos cortos y húmedos y sequías e inundaciones de carácter extremo. Desde que en 1880 comenzara la etapa instrumental (llamada así por disponer datos analíticos sobre el clima) se ha estimado que hemos sufrido un calentamiento global de hasta 0,6ºC hasta 1950, un enfriamiento entre ese año y 1970, y un calentamiento desde 1970 hasta la actualidad. Pero a escala geológica y según los registros paleoclimáticos nos corresponde, a continuación, vivir un nuevo período glacial de 100.000 años, que no sabemos exactamente cuándo va a comenzar. Otros factores a tener en cuenta a escala global son los del incremento de la fuerza magnética que está implicada en el desarrollo de la cobertura nubosa de la Tierra, la variación de la actividad solar en los periodos en los que aparecen manchas solares y la actividad volcánica y la asociada a la dinámica de placas tectónicas. Por lo que se refiere a los océanos, más susceptibles de sufrir una intervención no ligada a los procesos naturales, en ellos se operan un conjunto de corrientes dependientes de la salinidad de las aguas, su temperatura y su contenido en dióxido de carbono, lo cual genera “oscilaciones” climáticas como el fenómeno tristemente conocido como El Niño.
—43—
La intervención del hombre en los cambios climáticos se refiere fundamentalmente a sus aportes de gases a la atmósfera, sobre todo dióxido de carbono, que han contribuido al llamado efecto invernadero, contando a partir de 1975 aproximadamente. Las mediciones de la concentración de CO2 en la atmósfera arrojan unos datos de 280 partes por millón en un volumen de aire para el período justamente anterior al inicio de la revolución industrial en Europa. Esta cantidad se incrementó hasta 315 ppmv en 1958, y hasta 355 ppmv en 1998; hoy se toman como referencia las 379 ppmv medidas en 2005. Aunque el CO2 sólo constituye el 0,0355% del volumen total de aire en nuestra atmósfera (o sea, que el 97’5% de ese volumen no recibe agresiones por nuestra parte), la aportación de CO2 que el hombre realiza anualmente es de un billón de kilogramos, y aumentando. Veamos cómo hemos ha evolucionado nuestra preocupación por estos registros: Svante Agust Arrhenius publicó en 1896 un trabajo científico en la revista Philosophical Magazine que ya advertía de la quema masiva de combustibles fósiles, que había comenzado a usarse de manera sistemática desde 1870, fecha tomada como arranque de la Revolución Industrial y que marca el inicio de la era moderna de nuestra civilización. En aquel trabajo, “On the Influence of Carbonic Acid in the Air upon the Temperature of the Ground”, Arrhenius advertía sobre un hipotético “efecto invernadero” que podría alterar el equilibrio radiactivo de nuestra atmósfera, donde se mantiene una temperatura media en función de que una capa de gases alojados en la troposfera permiten la entrada de cierta cantidad de radiación solar pero sólo permiten la salida de un 30% con posterioridad. Pero su estimación precedía un aumento de la temperatura a escala global a 3.000 años vista y no trascendió a la opinión pública. En 1957, la Organización Meteorológica Mundial, en el marco del Año Geofísico Internacional, tras el descubrimiento de una menor densidad de ozono estratosférico (por GORDON DOBSON, en 1956), estableció un programa de vigilancia atmosférica de las medidas de ozono estratosférico y del porcentaje de dióxido de carbono en el aire, todo ello desde el observatorio de Mauna Loa y durante la década si-
—44—
guiente. Sus datos recogidos durante un decenio generaron cierta alarma entre un grupo de científicos y consejeros de la seguridad nacional americana. En 1964, el gobierno estadounidense creó la Task Force, una comisión especial para estudiar el ciclo de carbono a escala global y su incidencia sobre la biosfera. 1974, la UNESCO editó un libro en el que Hubert H. Lamb recordaba que la tendencia de las temperaturas totales en nuestro planeta derivaban hacia un enfriamiento, no hacia un calentamiento. Incluso la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia alertó a los poderes públicos sobre un posible tránsito rápido a una nueva glaciación. El mismo año, los científicos Sherwood Rowland y Mario Molina alertaron sobre la destrucción del ozono estratosférico e impulsaron a la Organización Meteorológica Mundial a publicar una declaración sobre aquel trastorno de la denominada “capa de ozono”. En 1975, el satélite Nimbus 7 detectó el mal llamado “agujero de ozono” y, tras algunos experimentos dirigidos a detectar la razón de este bajo porcentaje de ozono atmosférico, la OMM emitió un informe en 1978 culpando a algunos productos tales como los hidrocarburos policlorados o polifluorados (freones o TFC), que liberados en la atmósfera reaccionan con el ozono destruyéndolo. En 1978 se creó el Programa Mundial del Clima para conocer mejor el comportamiento y evolución de la climatología del planeta. En mediciones tomadas a partir de 1982, el investigador japonés Sigeru Chubachi detectó una disminución de 70 unidades Dobson en la capa de ozono, de 300 a 230 unidades. 1985 fue el año en que se firmó el Convenio para la Protección de la Capa de Ozono. También, se alertó en la Conferencia de Villach sobre la duplicación de la concentración de CO2 en la atmósfera para el año 2030, de lo cual se derivaría un aumento de temperaturas entre 1,5 y 4,5 grados centígrados y una elevación del nivel del mar entre 20 y 140 centímetros. En el Protocolo de Montreal, celebrado en 1987, los asistentes se comprometieron a reducir a la mitad la emisión de
—45—
CFCs y halones a la atmósfera, lo cual se reforzaría en 1990 con el compromiso a dejar de fabricar estos productos hasta 2005 (para los países del Tercer Mundo hasta 2015). En 1987 los medios de comunicación comenzaron a mostrar mayor interés por el cambio climático como algo “noticiable”. Time puso al calentamiento global (global warming) en portada, convirtiendo lo que era una hipótesis de trabajo científica en un aserto incuestionable para los ciudadanos y en eslogan para grupos ecologistas. En 1988 tuvo lugar un punto de inflexión en Ginebra, en noviembre, en el marco del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA. Si hasta entonces los que habían investigado sobre las transformaciones del clima habían sido científicos no ligados a los gobiernos, desde la ONU se impulsó la creación de un organismo científico de evaluación de todo lo publicado sobre el cambio climático con participación activa de los gobiernos, el Intergovernmental Panel on Climate Change (Simposio Intergubernamental sobre el Cambio Climático podría ser una traducción ajustada; en adelante, IPCC). Se marcaron como objetivo elaborar un informe consensuado por científicos para 1990-1991, y en este Primer Informe de Evaluación se advertía un incremento de las temperaturas globales entre 0,2 y 0,5 grados centígrados por decenio (IPCC, 2000). En 1992, se celebró la una segunda conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro, la Cumbre de la Tierra, que emitió una declaración de intenciones sobre la necesidad de estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero (GGEI) en la atmósfera. Se quedó en declaración de intenciones como pasó con otra conferencia similar celebrada en Berlín en 1995, donde quedó en evidencia la posición encontrada de los países industrializados (sobre todo EE.UU, Alemania y Reino Unido), que no admitían una reducción mayor del 10% en sus plantas industriales. También chocó con los intereses de los grupos ecologistas, que exigían una reducción mínima del 20% de las emisiones para el año 2005. En 1995, el IPCC emitió un segundo informe sobre el cambio climático desde Suiza en el cual reforzaba la hipótesis del origen antropogénico. No obstante, revisaban las
—46—
cifras de su informe anterior y ahora estimaban la tasa de calentamiento en 2 grados para el año 2100, en vez de los 3,5-4 antes predichos, y el aumento del nivel del mar en 50 centímetros para esa fecha (de mantenerse el ritmo de emisiones de GGEI entonces vigente). Al año siguiente, en un avance del que sería su próximo informe, el IPCC alertó sobre la desaparición de playas e islas en todo el globo y sobre el deshielo de los casquetes polares, lo cual tuvo gran repercusión en los medios de comunicación social. La III Conferencia de las partes de la Convención del Clima en Kyoto, Japón, celebrada en 1997, se planeó para adoptar una decisión final sobre las emisiones de GGEI. Pero los países más industrializados se mostraron reticentes a firmar un acuerdo de no emisión, sobre todo EE.UU, por considerar inaceptables las condiciones y los porcentajes de reducción (de un 5% a un 15% para 2010, dependiendo del país). Un documento que ayuda a comprender de forma elemental lo adoptado por la ONU y en Kyoto es el emitido por el PNUMA (1999), que evidencia la falta de certezas sobre la peligrosidad de las previsiones y muestra que su apoyo por el llamado “desarrollo sostenible”, o desarrollo económico posible de mantener a largo plazo, no establecía modos para atajarlo. Con el informe de evaluación emitido por el IPCC en 2001 la consideración general cambió, fundamentalmente porque implicaba en su valoración aspectos socio económicos políticamente relevantes. Si antes no se admitía como rotunda la elevación global de la temperatura y tampoco se aceptaba al pie de la letra la relación entre el aumento de GGEI y el aumento térmico del planeta, ahora existía más unanimidad sobre ciertas variaciones ocurridas hasta hoy: 1, aumento de la temperatura global durante el siglo XX en 0,6ºC, siendo 1998 el año más cálido del siglo; 2, disminución de la extensión de nieve, un 10%, y ascenso del nivel del mar entre 0,1 y 0,2 metros, a la par que se observa un incremento calorífico del mar; 3, las precipitaciones han aumentado entre un 0,5 y un 1% en latitudes meridionales. Hasta un 0,3% en los trópicos. Fenómenos como El Niño se han intensificado; 4, siguen aumentando las concentraciones de GGEI. Las de CO2 en torno a un 0,4% anual, si
—47—
bien han descendido las de los CFC y han aumentado las de ozono en la troposfera; 5, poca influencia del volcanismo y marcada influencia antropogénica (IPCC, 2001a y 2001b). El mismo grupo de trabajo del IPCC elaboró un Cuarto Informe de Evaluación con correcciones que abarcaban hasta febrero de 2007, en el cual estas cifras adquirieron un carácter más marcado y se expusieron unas tendencias futuras siempre dentro de un marco probabilístico: A, calentamiento medio global de más de 1ºC previsto para 2100 B, intensificación de la retracción de los glaciares, del deshielo polar, de las precipitaciones en general y de los ciclones tropicales C, ralentización de la circulación termosalina en el Atlántico Norte. D, en caso de que se adoptaran las medidas propuestas en Kyoto, en 2100 podría estabilizarse el aumento de temperatura en 0,5ºC y la elevación del nivel del mar entre 0,3 y 0,8 metros. Este último informe del IPCC ha presidido el debate público y político sobre el cambio climático, quedando todos emplazados hasta la emisión de un nuevo informe previsto para noviembre de 2007. Interpretación y posturas científicas encontradas Durante los primeros años del siglo XXI e incluso hasta recientes fechas se ha insistido en que es necesario redefinir el cambio climático desde su conceptualización como paradigma científico (THIELEN, D.R. y LAIRET CENTENO, R., 2007: 173). Es decir, de los informes del Nacional Research Council de 1980 a 1999 y los más vinculantes de el IPCC de 1990 a 2007, se obtiene la conclusión general de que el clima está cambiando y continuará haciéndolo, con o sin influencia del hombre. Lo que nos interesa valorar, evidentemente, es si ese cambio será lo suficientemente gradual como para reajustar nuestro modelo de vida a él. Gran parte de las alarmas despertadas entre la comunidad científica en lo relativo al cambio de la vida en la tierra como consecuencia de un desbarajuste climático proceden del informe de Schwartz y Randall presentado en octubre
—48—
del año 2003 ante el Departamento de Estado de los EE. UU, en el que se advertía sobre las gravísimas implicaciones de los cambios en los climas del todo el mundo para la seguridad nacional de ese país en concreto; definieron, en realidad, un escenario de guerra. Esta visión era, y es, consecuencia de analizar los impactos climáticos o meteorológicos como cambios drásticos, cuando en realidad los patrones climáticos de antaño se observan delimitados por nuestra experiencia y por nuestra historia ecológica, con lo que adquieren un nuevo rango o relevancia. Así, un fenómeno como El Niño puede parecernos más violento que antes no solamente por la ocurrencia de un desfase del clima, también por la percepción que sobre su actuación tenemos y en función de los diferentes asentamientos humanos que hoy hay donde antes no existían. Existe una correlación muy clara entre la cuantía y efectos de los desastres y el número de pobladores o poblaciones nuevas en lugares antes no habitados; la vulnerabilidad aumenta en tanto el territorio está más ocupado y más alejado se halla de los núcleos de población mejor urbanizados (VIÑAS, 2005: 80). Algo similar pasa en lo relacionado con la extinción de especies. La alarma entre los ecologistas salta cuando una especie de mamífero o ave muere a causa de la actividad humana. Se ha estimado que en los últimos dos milenios han desaparecido una cuarta parte de todas las especies avícolas. Mas en este recuento no se tienen en cuenta las bajas en otros órdenes animales, desde hongos y bacterias hasta insectos, pues parece no preocupar tanto la desaparición de medusas y otros celentéreos, anélidos o platelmintos, los octópodos, y no digamos ya los protozoarios, tan importantes o más que los demás del ecosistema global. No obstante, Swartz y Randall (2003) afirmaban en su informe que la especie más vulnerable del planeta era la homo sapiens debido a la superpoblación, que resentía la capacidad de carga del sistema. La resistencia a cambiar de opinión en el seno de la comunidad científica es más fuerte que el habitual inmovilismo del humano en general. Los académicos que han construido sus reputaciones sobre estudios y afirmaciones que han alcanzado cierto reconocimiento se resisten fuertemente
—49—
a cambiar de opinión; más si ven los trabajos de los que opinan de manera contraria a ellos como un repudio de sus propias investigaciones. Esto, que es lo que ha generado la gran disensión sobre el cambio climático, nos afecta negativamente en el sentido de que no se lucha por llegar a un objetivo común sino por afianzarse en posturas radicales. Merece la pena recordar también el factor asociado a otro paradigma, el de la exención del ser humano, estudiado por disciplinas nuevas como la sociología ambiental. Tradicionalmente se ha entendido que nuestra especie, por sus excepcionales características, ha estado “exenta” de constricciones ecológicas, cuyos procesos sociales han quedado “aparte” o “por encima de” la biosfera. El nuevo paradigma ambiental o ecológico surgió tras los estudios de Dunlapp y Catton a finales de los años setenta (AYESTARÁN ÚRIZ, 2004: 113), francamente tarde, y coincide con las primeras alarmas importantes sobre el cambio climático. He aquí una de las razones por las que se impulsa la investigación en este sentido y se potencia la presencia de la ecología en los medios de comunicación. Uno de los pronósticos más graves hace referencia a la desertización (que no desertificación, un barbarismo) de ciertas zonas antes templadas, lo cual se contempla como una hipotética secuela del cambio climático. Además, medios y algunos científicos han asociado a este proceso, ya de por sí complejo, otros que no necesariamente le acompañan, como la erosión eólica, la degradación por arroyamiento, la salinización, incluso la contaminación de aguas residuales. Así las cosas, las conclusiones de las conferencias de los primeros años noventa, como la de Naibori, apuntaban hacia un futuro aterrador que prevenía que para el año 2200 no quedaría suelo agrícola utilizable sobre la superficie de la tierra (GARCÍA FERNÁNDEZ, 1995, citado en TOHARIA CORTÉS et al., 1998: 83). Los modelos matemáticos que se han propuesto para estudiar el imparable proceso de desertización de la franja templada de nuestro planeta exige estudios más centrados en las dinámicas de poblaciones de los territorios localizados. De hecho, la superficie forestal de ciertas zonas que se consideran desertizadas no sólo no ha disminuido sino que ha aumentado (en Alicante, Almería,
—50—
Granada o Murcia si nos ceñimos al territorio español, por poner un ejemplo llamativo) bien que colonizado por otro tipo de ecotopo, el matorral mediterráneo (MARCO MOLINA et al., 1996). Otro paradigma a tener en cuenta es el del incremento de las evidencias en función del incremento de datos. El número de ciclones computado hasta la fecha ha ido en incremento, pero ha sido así porque los sistemas de medición también han sido más numerosos. Si comparamos una cifra de magnitudes con una escala no existente de medidas previas siempre se obtendrá una predicción al alza. En términos matemáticos, mediciones que no pueden compararse con otras tomadas en períodos similares, o mediciones realizadas en periodos cortos de tiempo sólo arrojan “ruido estadístico” cuando se extrapolan a fenómenos desarrollados a escalas más dilatadas; los datos parecen ser ciertos pero están soportados por escaso o nulo rigor matemático. Los datos obtenidos hasta finales del siglo XX no aportan suficientes evidencias como para afirmar que estábamos implicados en un proceso de cambio climático, o al menos no para sostener los argumentos catastrofistas que ciertos científicos enarbolaban, si bien eran suficientes como para adoptar medidas preventivas. Las reservas sobre los contenidos de los informes del IPCC se fundamentan sobre todo en que se trata de predicciones basadas en modelos matemáticos, en los cuales se tienen en cuenta muchas variables pero que no por ello son adaptables a cualesquiera de las situaciones o regiones del planeta; y más por cuanto esos modelos trabajan con patrones extraídos solamente del hemisferio norte del planeta, con lo que desestiman el efecto de realimentación que la gran masa oceánica de la mitad sur del globo tiene sobre el clima del globo terrestre. Uno de los factores que han impulsado a los detractores del cambio climático a rechazar las estimaciones de otros científicos es el de los datos sesgados por el llamado efecto “urban isle”, o efecto urbano, que previene que los registros de temperaturas con los que se valora el incremento global de la temperatura no han tenido en cuenta el principio de incertidumbre de Heisemberg, dado que se tomaron en observatorios sitos en núcleos urbanos, donde el crecimiento
—51—
inmobiliario y el tráfico rodado, así como la actividad humana e industrial, genera un incremento de la temperatura sensiblemente distinto del de zonas no urbanizadas. De ahí que no admitan que desde estos registros puedan extrapolarse datos para establecer conclusiones generales. De igual modo, los datos obtenidos por encuestas en núcleos urbanos no deben compararse alegremente con otros obtenidos en el ámbito rural. Diferentes científicos que trabajaron con este tipo de muestreos han concluido que las percepciones acerca de cómo se han modificado las distintas variables climatológicas coinciden en gran medida con las evidencias científicas, pero siempre tamizadas por la propia experiencia y, lo que es más importante, por la información que les llega a través de los medios de comunicación, preferentemente de la televisión (vid. BERK, 1994 y BENITO et alii, 2004). Por lo que respecta a la disminución de los hielos y la consecuente elevación del nivel del mar, el tema sigue en discusión. Hay científicos que admiten el retroceso de los glaciares alpinos, pues puede explicarse por causa naturales, pero no la reducción de los casquetes polares al ritmo descrito. Además, existen evidencias de que determinados movimientos orogénicos que se producen bajo la masa oceánica pueden elevar el nivel medio del mar a las cotas que supuestamente alcanzarían los deshielos masivos, un caso en el que no hay intervención humana. Acaso el científico más obstinados por demostrar que las series de mediciones de temperaturas y su correlación con los deshielos y otras presumibles consecuencias del discutible calentamiento de la tierra ha sido John Daly, cuyos comentarios y gráficas, tan convincentes como las de el IPCC, pueden consultarse en www.john-daly.com y demuestran lo contrario, el enfriamiento de la Tierra. Sobre el CO2, que es el gas más polémico de todo este asunto, es cierto que la humanidad arroja a la atmósfera una cantidad de 6 petagramos de CO2 al año, que se suman a los 700 petagramos que aproximadamente contiene toda la capa atmosférica. Pero éstos 700 petagramos sólo contribuyen al incremento del calor global con un 21%, con lo cual el aumento de temperatura debida a la presencia de CO2
—52—
arrojado por el hombre sería de un 0,5%, o sea de 0,036ºC anuales, cifra lejana de los escenarios dantescos que nos relatan algunos voceros del calentamiento global. Claro que esto es tomar un dato aislado y aplicarlo a una generalidad. La deforestación también se tiene como un factor de primer orden en este proceso dado que reduce la actividad fotosintética, pero no hay cálculos precisos sobre si esta merma en la fotosíntesis queda compensada por la que aporta la extensa propagación de cultivos de regadío y la proliferación de rutáceas en ecotopos anteriormente boscosos. Y tampoco se ha calculado que incidencia sobre los GGEI tendría el incremento del aporte de oxígeno en el caso de forzar la presencia de agentes fotosintéticos. Todo este balance incierto contribuye al panorama de incertidumbre que sigue flotando sobre el conjunto de agentes implicados en el cambio climático. Sea como fuere, los trabajos desarrollados por investigadores en ámbitos locales o regionales y que contemplan la aplicación de las exigencias del protocolo de Kyoto estiman como inviable la estrategia pactada para Europa sobre la emisión de GGEI, independientemente de cuestiones geopolíticas, en función del cómputo meramente aditivo entre la reducción extraterritorial de las emisiones (un 7%) y la previsión de emisiones brutas interiores (24%), que no está en consonancia con los datos del escenario básico de referencia para el caso de España, por ejemplo (Yábar Sterling, 2004: 247). Es decir, que incluso unas pautas a escala europea, ya no global, son de muy difícil aplicación por las características zonales concretas de cada país emisor. Para el caso de España, el objetivo de tributación y comercialización de emisiones marcado por Kyoto es poco factible y supondría una “ecotasa” de entre 1.800 y 3.600 millones de euros anuales en el año 2010 (BONELL COLMENERO, 2007: 92). Otro campo de trabajo en el que se han esforzado los científicos desde finales del siglo XX ha sido el de las corrientes termosalinas (mejor que el anglicismo termohalinas) de los océanos, en parte responsables de templar el continente europeo, y que podrían verse interrumpidas por un descomunal vertido de agua dulce en el mar en cotas
—53—
del Atlántico Norte (si se “funde” Groenlandia). Desde la Universidad de Princeton se ha advertido que de duplicarse la concentración actual de CO2 atmosférico podría frenarse este ramal de la circulación oceánica tal y como lo conocemos. Pero los trabajos desarrollados sobre este proceso se circunscriben a un modelo matemático reconstruido sobre contextos virtuales cuyo comportamiento, en la realidad, depende de la evolución de muchos factores en las zonas vecinas. Así, no puede afirmarse tajantemente si un trastorno en las circulaciones termosalinas en el hemisferio norte quedarían mitigadas o aplacadas por procesos físicos de retroalimentación que se dan en la atmósfera y responden ante cambios de gran magnitud como éste. Por ejemplo, las células de Hadley implicadas en la transmisión y reparto de calor mediante circuitos de aire y vientos podrían redistribuir la temperatura resultante. Sobre los informes de carácter alarmante del IPCC hay que precisar que los científicos integrantes del equipo que valora las mediciones de variaciones en la temperatura, concentraciones de gases, salinidad y nivel del mar, etc., comenzaron considerando conjuntamente en sus registros tanto la aportación del hombre al llamado efecto invernadero como la variabilidad natural del clima, disponiéndolo todo en el mismo saco (LEGGET, 1996: 19-52). Pese a las advertencias de que esto podría sesgar los cálculos probabilísticos con los que se trabajaba para establecer predicciones de futuro, el IPCC ha seguido utilizando este criterio, contrariamente a lo que se hace en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (IPCC, 2007: 2). Esto confunde a los propios científicos, que entrelazan los datos emitidos desde diferentes fuentes dependiendo de su mayor o menor interés por destacar una cota o un riesgo concretos; como ejemplo pongamos el caso de Nieto Sainz cuando cita incrementos de medias de temperatura para Europa de 6,3ºC a 5,8ºC globales manejando los informes del IPCC (NIETO SAINZ, 2005: 28). Algunos Entomólogos, paleoclimatólogos, oceanógrafos, físicos y otros científicos han ido sumándose con el tiempo al bando de los descreídos del cambio climático global, considerados hoy los “rebeldes de la ciencia”,
—54—
paradójicamente. Estos autores piden mayor mesura en la interpretación de los datos y la extracción de conclusiones, a sabiendas de que hay otro ciclo de realimentación que contribuye al incremento de posturas a favor del cambio climático: el interés de los estados por reactivar la energía nuclear y el de los laboratorios por lograr subvenciones. Algunos de estos científicos avalan los informes del IPCC, pero ya no forman parte del simposio ginebrino por desacuerdos de fondo con sus colegas, y les acusan, a ellos y a los “periodistas medioambientales” de contribuir a una alarma global que puede ocasionar mayores catástrofes de la pronosticadas para el hipotético calentamiento del globo. Interpretación y difusión en los medios de información El contraste de datos y opiniones en el seno de la comunidad científica confunde a los medios de comunicación, que por no ser científicos y por considerar el universo de sucesos climatológicos y meteorológicos en una misma sección de sus informativos o periódicos, han terminando asociando cualquier episodio atmosférico excepcional (un temporal, una helada, una inundación) con el cambio climático y como consecuencia de él, sin necesidad de argumentarlo. De otra parte, obligado es recordar que el informe del IPCC trabaja constantemente con aproximaciones y verbos condicionales. Las expresiones “es muy probable”, “elevado grado de incertidumbre”, “son estimaciones de”, “hay una certeza grande”, etc., son traducidas por los medios informativos como certezas absolutas ya que provienen del consenso de un gran grupo de científicos. La “probabilidad de tendencia futura” se convierte en la prensa y en los boletines emitidos en “amenaza indudable”. Para la prensa y las televisiones, la hipótesis del cambio climático se ha convertido en un producto del mercado científico que encierra intereses económicos (TOHARIA CORTÉS: 1998, 76). Igualmente para el cine y otros medios para el entretenimiento. Hay científicos que han convertido en axioma la relación efecto invernadero-cambio climático o la de cambio climático-desertización, y debido a su posición entre los gremios universitarios, o por corporativismo,
—55—
no cambiarán de idea incluso ante datos y análisis correctos que demuestren lo contrario. Todo lo concerniente al especto medioambiental es, hoy, un generador de iconos de fuerte inserción social. Lo “verde”, que antaño se asociaba a lo picante o lo erótico, desde mediados de siglo ha pasado a tener connotaciones ecológicas, que por un lado actuaba en detrimento de la producción industrial de bienes para el consumo pero que por otro ha adquirido el carácter de etiqueta distintiva de productos de calidad y del agrado de los consumidores. Estos nuevos productos “respetuosos con el medio ambiente” se siguen fabricando usando sistemas contaminantes y en mayores cantidades, así que su presunto efecto munífico queda eclipsado por la imparable producción en cadena. Se han puesto de manifiesto numerosos problemas hallados en el análisis económico convencional aplicado en la evaluación de las políticas de mitigación del cambio climático causado antropogénicamente, denunciando que las recomendaciones de una menor agresividad en las políticas de mitigación se han exagerado (PADILLA ROSA, 2002: 28-30). El análisis económico convencional se ha utilizado para legitimar y justificar de modo seudocientífico la no regulación del sector energético. Para el manoseado concepto de “desarrollo sostenible” no se puede dar una respuesta, ni aproximada, usando solamente una ciencia aislada, hay que implementar un conjunto de factores y herramientas. De otro lado, las políticas económicas de aplicación para cada zona o Estado difieren. Esto es así porque un calentamiento a pequeña escala no tendría un impacto económico relevante en los países ricos, pero en un país pobre las pérdidas son mayores debido a sus periclitados sistemas de producción de alimentos, mucho más dependientes del clima. Así, los análisis económicos emitidos desde las universidades de los países ricos concluyen que no es necesaria una intervención inmediata ante el cambio climático (op. cit., 9). No obstante, los modelos empleados en estos estudios suponen que los individuos del futuro serán más ricos, colocándolos a todos en un plano de equidad, cuando los países que están provocando el efecto invernadero son los ricos y los que lo sufrirán más directamente serán los pobres. Aquí podrían
—56—
aplicarse criterios de compensación (los que ganan compensan a los que pierden) pero esto no puede ponerse en práctica en un sistema que implica a varias generaciones de poblaciones o para individuos que no tienen claro el valor de los ecosistemas. Así, para un africano del tercer mundo, su horizonte es el desarrollo basado en la explotación de los recursos más inmediatos; su percepción de lo ecológico se difumina ante el hambre y le será incomprensible cualquier mecanismo de autorregulación destinado a “proteger”a sus generaciones futuras puesto que él debe preocuparse por las presentes. Siempre ha sido injusto que los países pobres tengan que sufrir los efectos contaminantes de los ricos, pero ahora se impone la gabela de que además deben estos preocuparse por contribuir a la preservación mundial que incumbe a aquellos, ya que según distintos estudios, para alcanzar la “eficiencia” global, la mayor reducción en las emisiones de GGEI debe operarse en los países pobres (ibídem, 22). La aplicación del descuento por descompensación en problemas intergeneracionales sobre estas poblaciones carece por completo de sentido. Los programas de control para el sostenimiento económico del planeta no deben, pues, ceñirse únicamente a las emisiones de CO2, sino tener en cuenta muchos otros factores y, sobre todo, implicar como responsables a los países que han ido acumulando la “deuda” del desarrollo sostenible desde 1870: los países industrializados. Los países ricos tienen la obligación moral de satisfacer la deuda ecológica contraída al haber expropiado y destruido el derecho de los países pobres, y desde luego no tienen fuerza moral para reprimir a otros países en vías de desarrollo (China, India) en sus emisiones a la atmósfera. Un aspecto llamativo de la evolución de la idea de “tributación ambiental” a lo largo del tiempo es que el cambio climático y sus secuelas han ido desplazando en importancia y urgencia a los objetivos trazados desde la ONU. Si para el programa de acción de 1993-2000, los fines eran, por este orden: la protección del medio ambiente, la protección de la salud, el uso racional de los recursos naturales, y la solución de problemas regionales relacionados con el medio ambiente, para el programa de acción de 2001-2010
—57—
eran: el cambio climático, la biodiversidad, la salud, y la gestión de los residuos (BONELL COLMENERO, 2007: 86). Obsérvese cómo la escala global suplanta la problemática zonal, pasando la salud de la humanidad a tercer lugar de importancia por añadidura. Para no pocos teóricos de la filosofía de la ciencia, estas tomas de posición por parte de los grupos políticos avalados por científicos y la emisión de impuestos de alcance internacional con carácter jurídico de “tratado internacional” (que es el que tiene el Protocolo de Kyoto) tienen como finalidad la coacción social. Lo preocupante de los informes es subrayado por los medios y comienza a ser utilizado por los políticos, sobre todo por los aspirantes al poder, como moneda de cambio para elaborar sus mítines, practicar populismo, atacar al oponente en el gobierno (todos los defectos eran entonces susceptibles de denuncia) y, finalmente, incorporarlo a sus programas políticos con no disimuladas dosis de entusiasmo. La lucha ecologista no sólo se ha vivido entre los colectivos de izquierdas radicales, también se ha incorporado al discurso de los aspirantes a gobernantes, primero de la izquierda y, luego, también los conservadores en cuanto que observan que la opinión pública ha sido mayoritariamente conveniencia de la “bondad” de transformar los hábitos contaminantes. De hecho existe cierta controversia por las empresas y lobbys que respaldan posturas a favor y en contra el cambio climático. No está de más meditar de dónde proceden las campañas más fieras en defensa de las tesis catastrofistas, generalmente de sectores de las ideologías de centro-izquierda estadounidenses que pretenden un pedazo de la tarta de poder en el territorio. No está de más plantearse porqué la ONU establece una definición de cambio climático muy concretada en la intervención humana y porqué el IPCC amplía los márgenes del concepto y, además, se instala en un país como Suiza, precisamente para no emitir la imagen de que se halla influido por los holdings o los políticos norteamericanos, que son los que más CO2 expelen a la atmósfera. Uno de los mayores impulsos para el uso propagandista del cambio climático es el éxito obtenido en la gestión de las emisiones de CFC. El logro de los acuerdos tomados en
—58—
relación con el Sistema Mundial de Observación del Ozono se fundamenta en dos casos. Uno, que no hay una evidencia directa y concluyente de que la disminución de la concentración de ozono estratosférico sea debida a la intervención humana, porque aunque es cierto que las moléculas de fluorocarbonos reaccionan con el ozono de esa capa desintegrándolo, también lo es que ese decremento en ppm de las moléculas de ozono no era tan importante como fue descrita por muchos medios de comunicación. Dos, no hubo mediciones elaboradas con anterioridad a 1987 para poder comparar si en el pasado ocurrieron otros episodios en los que ciertas regiones de la atmósfera sufrieron una disminución de la concentración de este gas. De hecho, hubo científicos que calificaron de “episódica” la reducción de la capa de ozono, atribuyendo su origen a una disminución de la actividad solar y su fin a la autorregulación natural del sistema atmosférico; otros recordaron que no conocemos con exactitud los procesos de activación del cloro y de desnitrificación que se producen en las nubes estratosféricas polares, los cuales explicarían la disminución local de la proporción de ozono en la atmósfera de las latitudes polares el mar aporta 600 millones de toneladas de cloro al año mientras que los CFC sólo 0,7 millones (TAPIA y TOHARIA, 1995: 203). Es conveniente subrayar que estos acuerdos fueron tomados con la suficiente celeridad porque la fabricación de CFC se concentraba en un puñado de países y de fabricantes, y los avances tecnológicos que sustituyeron las aplicaciones de este tipo de gases favorecían positivamente a las industrias implicadas en la fabricación de CFCs, tanto en inversión como en estrategias de promoción y difusión de sus productos. De hecho, los medios de comunicación no han reafirmado la evidencia de que “ya no hay agujero de ozono” y el temor, o un ligero temor, sigue existiendo entre la población, lo que beneficia a una industria de aerosoles que aún venden sus productos como “ecológicos”, “no dañinos para el medio ambiente”, haciendo hincapié en que son “respetuosos con la atmósfera y la capa de ozono”. Esta simplificación semántica que se opera en los medios de información se debe a que las características del
—59—
medio en sí son muy distintas a las de los canales de difusión de noticias científicas o los de decretos gubernamentales. Si el emisor científico lanza un mensaje complejo que llega a un receptor capacitado para comprenderlo, el periodista no emite ciencia sino divulgación. La finalidad es que su mensaje disponga que una arquitectura explicativa antes que rigurosamente descriptiva, que lo haga inteligible para el receptor, quien ya no recibe un análisis científico sino una “noticia” o un “reportaje”. Además, este tipo de informaciones son recogidas en contextos de crispación, en condiciones extremas, por profesionales de la información que para emitir con rapidez un suceso suplen el contraste de datos (que no tienen) con la emisión de impresiones que permiten compartir la incertidumbre con los receptores de su reportaje. Este acto, el de compartir la incertidumbre no garantiza gran cosa ni ayuda a solventar las crisis producto de impactos meteorológicos, pero los medios de comunicación directa, radio y televisión, han logrado convertir en noticia la percepción social de la incertidumbre (LOZANO ASENCIO, 2004: 2). La ignorancia es uno de los factores que no deja de estar presente en la comunicación sobre estos eventos. Suele citarse como ejemplo para ilustrar eso la catástrofe de Consuegra sucedida en 1891, en Castilla-La Mancha y parte del litoral mediterráneo. Por entonces, el único telégrafo cercano a un lugar bruscamente anegado por las aguas torrenciales se estropeó y, como al día siguiente no se tenía perfecto conocimiento de lo ocurrido, algunos periódicos asociaron la tormenta a un terremoto que había hecho brotar agua a borbotones del suelo. La tendencia de los medios, aunque ya no como en el ejemplo anterior, es a simplificar las razones y polarizar los significados debido a la necesidad de comprimir e ilustrar la información. Los periodistas que acuden a un lugar donde se ha producido algún tipo de siniestro medioambiental suelen, en primer lugar, describir lo superficial, lo llamativo, utilizando para ello expresiones reiterativas y de semántica hiperbólica. Tienden a agrupar los acontecimientos en categorías como “bueno”, “malo”, “catastrófico”, “idílico”, antes de detenerse a considerar los múltiples factores de
—60—
orden racional que pueden haber influido en los procesos, que por lo general son abundantes, muy variados y actuando con una compleja mecánica sinérgica. Es por esta razón que existen tantas reticencias a aceptar como “buena” la energía de origen nuclear (fusión o fisión) por cuanto se tiene asociada desde 1945 a la destrucción masiva (el hongo atómico como imagen de cataclismo es un icono que permanece en nuestras retinas a raíz de la multiplicación del mensaje y su asociación constante con el holocausto), o aceptar como adecuada la tala de árboles o la roturación en un determinado nicho con el fin de favorecer a otras especies o practicar cultivos. Por desconocimiento, los periodistas y los publicistas han generado un conjunto de imágenes asociadas a lo ecológico que carecen de verdadera entidad y sentido. Una de las más extendidas es la de la idealización de los ecotopos. Es muy habitual, todavía hoy, asociar el paisaje idílico con la montaña de pico nevado y el bosque de coníferas en su falda. En realidad la variabilidad ecológica del bosque de matorral de nuestras latitudes es mucho mayor, en número de especies y en aportación de oxígeno neto a la atmósfera, que la del mitificado bosque frío, cuya imagen nos llega multiplicada y amplificada por los medios de comunicación estadounidenses y anglosajones. El bosque de pinos, o peor aún, de especies caducifolias, no son precisamente los mejor capacitados para reconquistar el equilibrio térmico atmosférico, pero se siguen teniendo como el símbolo de “lo verde”. Un árbol cuyas hojas caen en otoño es un gran esqueleto de madera muerta que apenas fotosintetiza; un bosque de pinos cuyas acículas se amontonan en torno a su tronco no permite que crezca ninguna otra especie a su alrededor, ni siquiera las hierbas. También cabe detenerse en otra cuestión que no es baladí: la del uso continuado de conceptos que los científicos usan como metáforas para hacerse comprender y que luego adquieren connotaciones propias. El caso más evidente es el del “agujero” de ozono. Es impropio denominar así a lo que en realidad es un adelgazamiento estacional y localizado de una capa gaseosa, lo cual implica una menor densidad de moléculas, pero en ningún caso un agujero bruscamente
—61—
practicado sobre una estructura más o menos densa, que es la imagen que reciben los sujetos de la comunicación. La asociación de estos fenómenos a palabras con connotaciones de ruptura, disolución o quiebra es constante, poniendo la semántica al servicio de intereses más sensacionalistas que científicos: “agujero”, “brecha”, “derrumbe”, “arrastre”, “desolación”, cuando no se utilizan figuras literarias que constituyen enmiendas a la totalidad: “dantesco”, “tragedia”, “caos”, “holocausto” “Apocalipsis”. Cualquier periodista, sea cual sea la circunstancia meteorológica, escogerá los aspectos más llamativos del hecho para noticiarlo, preferirá las imágenes impactantes antes que las equilibradas, lo más llamativo como lo más estético, llegándose a dar el caso incluso de modificar el escenario para así emitir un reportaje más impactante. Recurrir constantemente a informar sobre récords meteorológicos es otra costumbre ampliamente descrita (VIÑAS, 2005: 29-32). El periodista no aporta, pues, conocimientos, sino infraestructura para facilitar el acceso sensorial al hecho, es decir, llega más lejos que el científico. Podemos postular pues que si la ciencia traza un puente entre “lo que es” y “lo que se sabe”, practicando un análisis para el que usa el lenguaje matemático, el periodista añade a lo anterior “lo que se dice o divulga de lo que se sabe” y “lo que se comprende de lo que es”, todo ello mediante un lenguaje periodístico con una retórica propia que habitualmente está desprovista de rigor analítico. Y si tenemos en cuenta que el registro de la información cada vez obedece más a criterios comerciales se comprende que los medios de comunicación prefieran la descripción antes que la explicación y, sobre todo, la reconstrucción social de un hecho en el que reina la incertidumbre y cuya dimensión como noticia se define en función del miedo que puede desatar. Si una catástrofe, tenga la importancia que tenga, admite una rápida racionalización causal y una consiguiente solución, se apaga como noticia rápidamente. Si la información se aporta con fragmentos narrativos deshilvanados, ribeteada de incertidumbres, apoyada en el miedo a lo desconocido, entonces se mantiene el interés por la noticia (GIL CALVO, 2003: 145 y ss.)
—62—
La retórica periodística recurre al fomento del interés para difundir sus noticias y cuando la difusión de informaciones comienza a ser repetitiva o del mismo tono, el receptor termina por saturarse. El valor de lo noticiable se refuerza mediante el llamado “síndrome del desastre” (PARRATT, 2006: 21). Como lo gradual termina por cansar a los lectores, sólo cabe reactivar la atención confiriéndole importancia a lo repentino, a lo inesperado. Y si este tipo de acontecimientos se muestran reiteradamente hay que acudir a lo catastrófico. En este punto es donde entran en confluencia lo dramático con lo real, pues el periodista buscará, además de los datos objetivos, la dimensión “humana” de la noticia, lógicamente manifiesta en un drama humano ya que el contexto es un infortunio. De esta guisa, la información eficiente es la que solventa los tres problemas que surgen en el consumidor de noticias ante un hecho catastrófico: La no comprensión de lo ocurrido, El escaso interés por algo a lo que se ha acostumbrado La no implicación personal con el suceso. Las soluciones que aporta el periodista serán, respectivamente: 1) la especialización de los redactores, 2) la recurrencia al catastrofismo, y 3) la intensificación del dramatismo de la noticia. Si representáramos gráficamente el interés por el tema del cambio climático en función del tiempo en las sociedades occidentales del primer mundo, se observaría un crecimiento continuo que alcanza una estabilización en los años noventa, por saturación. A partir de ese momento y hasta hoy, la prensa y sobre todo la televisión incrementa el interés del público por este tema apoyándose en episodios catastróficos; episodios que han connotado cada vez mayor dosis de alarma con el fin de no saturar a los espectadores. En ayuda de esta estrategia han intervenido las técnicas publicitarias, que idealizan el mundo natural y polarizan las posiciones frente a los trastornos. Desde una perspectiva de índole semiótica, los medios de información actúan sobre la base de textos que son utilizados como artefactos dialógicos y polémicos (LOZANO, PEÑA-MARÍN y ABRIL, 1989: 46). Así, pese a la coherencia que
—63—
un texto presente de acuerdo con el rigor científico del que pretendidamente emana, se impone la coherencia de tipo lógico / semántico (la preconizada por semiólogos como Eco o Greimas) que contiene un alto grado de coherencia interna. A este nivel es el lector es el que adjudica sentido (coherencia) al texto tras haber asimilado el mensaje. Este puente semántico entre texto y contexto, y entre mensajes y realidad termina generando un intercambio social de sentido y una realidad social modelada constantemente por los medios de comunicación. Se ve claramente esta propuesta con ejemplos, como la inflación informativa que se generó con el luctuoso accidente del petrolero Prestige en las costas gallegas en 2002, marcadamente desenfocada dependiendo del medio de comunicación que emitía informaciones sobre el siniestro y las respuestas políticas y sociales al mismo (vid. LOZANO ASENCIO, 2003 o RUANO GÓMEZ, 2004). Con la intervención de los medios sobre aquella u otras catástrofes, naturales o accidentales, se ha venido configurando una creciente posibilidad de catástrofes y accidentes en el imaginario general. Como pronosticaba Beck (2001: 62), no está ya claro si ha crecido la intensidad de los riesgos o si lo que ha medrado es nuestra percepción de la posibilidad de padecer riesgos. Tanto es así que a la contemporaneidad se le ha denominado “sociedad del riesgo”, sobre todo a raíz de los accidentes en el ramo industrial ocurridos en el canal californiano de Santa Bárbara en 1969, la localidad italiana de Seveso en 1976, en la estadounidense Three Mile Island en 1979, en la soviética Chernóbil en 1986, en Alaska cuando se derramó la carga del Exxon Valdez en 1989 y un largo etcétera. Las coberturas de informaciones de este tipo prima la inmediatez frente a la necesaria valoración de los hechos, pero por lo común se reconstruye la catástrofe por acumulación de información antes que por una organización jerárquica de los hechos y posibles causas. Las prácticas con las que se mediatiza a los receptores intentan no sólo informar sobre los riesgos, también implican a los espectadores en los mismos. De ahí que, en la búsqueda de una retórica comunicacional más efectiva, los medios de información intenten asociar rápidamente “culpables” a la
—64—
incertidumbre canalizada a través del miedo. Mientras que la respuesta racional a un desastre pasa por la búsqueda de información, soluciones y formación para el futuro, la respuesta periodística pasa por la incertidumbre y la culpabilización en primera instancia. De hecho, algunos estudios culturales estiman que la humanidad evolucionó en función de la búsqueda de culpables de los fenómenos no comprendidos, precisamente a través del atavismo, la impersonación de fuerzas naturales o la culpabilización de contrarios o enemigos de “su” cultura. Podría pensarse que en los entornos sociales contemporáneos eso ha cambiado. Por el contrario, el progreso tecnológico ha generado nuevos estados de incertidumbre intensificados por nuevas percepciones sociales de peligro, como la invasión alienígena (desestimada hoy tras la superación del estado de crispación de la Guerra Fría), la guerra atómica (aún presente en el subconsciente colectivo), la degradación ambiental (por agentes contaminantes), el terrorismo internacional (como causante de aparatosos atentados), las nuevas plagas (SIDA y otras producto de manipulaciones genéticas) o, por fin, el cambio climático. Para todos los males anteriores se busca un culpable personificado (los “rojos”, Ahmadinejad, Ben Laden, etc.) y también a víctimas representativas (niños con mutaciones, la sepultada Omayra Sánchez, tullidos tras los atentados terroristas). Y, en función de las hipótesis sobre la proliferación de “pornografía letal” en los medios, cada vez es más habitual contemplar escenas de gran crudeza a las que el público se aficiona y acostumbra de modo que exigen aún mayor dosis de dolor, destrucción y dramatismo en las informaciones recibidas. La sangre y la carnaza, está comprobado, contribuye tanto a los niveles de audiencia como el sexo y se mercadea con ello en un panorama en el que hay que competir por los índices de audiencia. Y no sólo se seleccionan las estampas más dramáticamente llamativas para la prensa o la televisión, también los informadores hacen uso de recursos técnicos para acentuar el dramatismo de lo expuesto: la aplicación de teleobjetivos, la cámara lenta, la utilización de bandas sonoras acuciantes, etc. Con todo ello, los periodistas, en vez de colaborar a paliar los efectos de las catástrofes, en ocasiones contribuyen
—65—
a dificultarlas. El efecto multiplicador de los medios logra conceder importancia a un hecho cotidiano o hasta circunstancial y elevarlo por encima de su umbral de importancia. Esto se ha inflado inconmensurablemente a partir de la implantación de internet a escala global, que no sólo ha contribuido a extender cualquier noticia en miles de foros y bitácoras, también a la proliferación de ciertos tratamientos de la información a través de canales que los periodistas utilizan como fuentes, tenga mayor o menor credibilidad. No son pocos los que afirman que los medios de comunicación, desde que se financian con publicidad, tienen delegada su autonomía y soberanía a las corporaciones económicas, todas ellas implicadas en las decisiones que competen al cambio climático. Si a eso añadimos que los medios de masas ya no practican una verdadera “comunicación”, o sea una puesta en común o intercambio, sino que contribuyen a una Sociedad del Espectáculo (Guy Debord dixit) en la que los mensajes son unidireccionales, llegamos a la constatación de que, en efecto, como pronosticó Marshall McLuhan, cultura y negocio se funden en un medio cuyos mensajes conforman el propio medio. Se puede decir que, por lo común, los periódicos, radios, televisiones y sitios web han optado por practicar la vulgarización del conocimiento científico y tienden a dar por ciertas las previsiones más extremas. En este orden de cosas, fomentan los miedos de la población para incrementar sus índices de audiencia que se traducen en ingresos, con lo que las teorías de la Conspiración defendidas por autores como Taguieff, Cooper o Coston adquieren cierta credibilidad. La cuestión radica en que hoy el periodista es el garante de la existencia de los hechos para la mayoría de los ciudadanos, hasta el punto de que la representación mediática de la realidad es más atrayente que la realidad misma. Esto no sería grave si no conociéramos la tendencia al tremendismo informativo que reina en los medios de comunicación, que prefieren escoger la peor parte de la realidad como ilustrativa del conjunto de toda la realidad. La solución a todo esto pasa por la especialización de los informadores en cuestiones científicas, la exigencia de claridad por parte de los divulgadores en espacios más
—66—
amplios, la sensibilización de los medios a la hora de emitir contingencias catastróficas, y la evitación de la tendenciosidad y la búsqueda de culpables. Es algo harto difícil. A ningún periodista se le ocurre culpabilizar al albedo terrestre de un presumible calentamiento o enfriamiento, pero lo verá claro si se trata de un fabricante de celuloso o de una masa obrera que procesiona en automóvil a su lugar de trabajo. Si establecemos la certeza científica de que el cambio climático obedece mayormente a nuestra posición con respecto al sol y a su comportamiento en una escala temporal muy amplia, entonces no habría negocio. Porque el Sol no es noticia. Del cine de catástrofes a Una verdad incómoda En los medios de comunicación de carácter narrativo y destinados al entretenimiento sí es lícito ejercitar la dramatización de contenidos y hacer protagonista al individuo de fenómenos globales o de escala planetaria. En cualquier ficción narrativa todo gira en torno a un personaje, y es el desarrollo del drama que ese personaje u otros ligados a él sufren el que da crédito y dimensiona la magnitud del desastre que ha acontecido. Por lo general, en la ficción dirigida al consumo, los desastres vividos son “superados” por los personajes, que adquieren rango de héroes. Tras contemplar una producción de este tipo, el espectador resulta aliviado y con optimista por no haber sufrido o no estar expuesto a los terribles peligros que acecharon a los protagonistas de un relato o guión cinematográfico. Cualquier producción de ficción suele basarse en circunstancias reales exageradas o prediciones basadas en sospechas fundadas en un aspecto de la actualidad. Ya había periodistas que informaban sobre el medio ambiente en los años cincuenta, como el New York Times, y algunas obras que llamaban la atención sobre la importancia de preservar la naturaleza durante los años sesenta (por ejemplo el libro de Rachel Carson Silent Spring), pero es sobre todo en la década de los setenta cuando comienzan las manifestaciones ecologistas y
—67—
la organización de estos grupos en pro del medio ambiente y en contra del sistema capitalista e industrializado. También el cine sobre catástrofes data de antiguo, del período mudo, y es un esqueje genérico del cine de aventuras o de acción, que se caracteriza por conjugar dramatismo con espectacularidad. La marca de fábrica es, pues: grandes presupuestos, decorados fastuosos, varios actores de renombre rescatados para protagonizar muertes dramáticas y/o heroicas, y finales aleccionadores, dejando un regusto a esperanza donde reina la devastación por lo general. Quizá la producción que mejor representa el comienzo del subgénero la sublimación de de la crisis personal a través de la contemplación del sufrimiento colectivo sea Deluge (1933, Felix E. Feist), que narraba la inundación de New York por una ola gigante y su práctica destrucción. Esta imagen impregnará el subconsciente popular y permanecerá en variados medios de comunicación durante mucho tiempo. A mediados de los años 1970 la tendencia en Hollywood a apostar por nuevas fórmulas de lenguaje y argumentos densos se vio trastornada por el gran éxito de taquilla que supuso Airport (George Seaton, 1970) y que siguió produciendo beneficios durante toda la década de los setenta. Tanto es así que la industria recuperó en 1979 el título Hurricane, un remake que no estuvo a la altura de su predecesor, Hurricane (John Ford, 1937), y a continuación se reprodujeron otros filmes de este tipo de cine como San Francisco (W.S Van Dyke, 1936), sobre el terremoto que asoló la ciudad californiana, o Jet over the Atlantic (Byron Haskin, 1959), que de hecho fue el antecedente de Aeropuerto. El análisis de contenido de estas producciones y subsiguientes revela que el interés de estos filmes no radica en la ciencia que explica los fenómenos sino en la misma estética de la destrucción, importada de la industria japonesa que la estaba explotando con gran éxito durante los años cincuenta y sesenta (otra gran ola destructora apareció en la cinta de Shiro Moritani Nippon Chimbotsu, de 1973). Lo interesante de estas producciones radica en que: revelan un colapso de la tecnología mediante protagonistas corales pertenecientes a la sociedad civil. Según algunos críticos, la lectura subyacente de estos guiones revela cierto temor a la descomposi-
—68—
ción social por causa de la amenaza del holocausto nuclear y la incertidumbre generada por la gran crisis del petróleo de 1973. Así, durante esa década se sucedieron abundantes títulos del subgénero: Earthquake (Mark Robson, 1974), que inauguró el efecto sensurround en las salas de cine, la menos pretenciosa The day the Earth Moved (Robert M. Lewis, 1974), las de 1979 Flood! (Eral Bellamy), Meteor (Ronald Neame), o la de 1980 When Time Ran Out... (James Goldstone). En todas estas películas el mensaje que se transmite es el de que hay que agruparse y rearmarse para repeler una amenaza de carácter internacional. Los desastres nucleares, con alguna ramificación climática, fueron los que acapararon la atención del público en los ochenta. Son dignos de recuerdo algunos de estos filmes: producciones como The Day Alter (1983, Nicholas Meyer), Testament (1983, Lynne Littman) o Threads (1984, Mick Jackson). Pero como el pesimismo es peor recibido por los espectadores que la esperanza, durante esta década, muy probablemente debido al gran éxito de Star Wars y a que los escenarios caóticos del gusto del público pasaron a ser los bélicos, el subgénero de catástrofes se trasladó al espacio sideral y no regresaría a nuestro tiempo y a nuestra Tierra hasta la década siguiente, cuando se reavivó ante la masiva difusión de fenómenos como el adelgazamiento de la capa de ozono, los ciclones tropicales recalcitrantes o las advertencias sobre el calentamiento global mismo. Otros han apuntado que la popularidad mundial de Titanic (James Cameron, 1997) aceleró el interés por historias en las que uno de los pilares argumentales era de corte catastrófico. Es innegable que a la sombra del inconmensurable éxito titanic se estrenó Tidal Wave: No Escape (George Millar, 1997), una cinta sobre una ola gigante devastadora. Debido a la política de competencia que reina ahora en Hollywood, las nuevas películas del subgénero catastrófico nos han llegado por pares: Dante’s Peak (de Roger Donaldson) y Volcano (de Mick Jackson) son de 1997 y ambas tratan de erupciones, Asteroid (1997, Bradford May) halló su reflejo en Doomsday Rock (1997, Brian TrenchardSmith) y ambas versan sobre un meteorito que se precipita sobre nuestro planeta. El mismo tema es el que da pie a
—69—
Armageddon (1998, Michael Bay), que tuvo su clon en Deep Impact (1998, Mimi Leder). Earthquake in New York (1998, Terry Ingram) y Aftershock (1999, Mikael Salomon) son ficciones sobre sendos movimientos de tierra con Nueva York como zona catastrófica, y al año siguiente rodaron Epicenter (2000, Richard Pepin), sobre un argumento parecido. The Core (2003) nos presenta una improbable amenaza procedente del núcleo de la Tierra y se adhiere a la tendencia renovada de este cine que responde a planteamientos muy distintos a los de los setenta: si entonces se pone en evidencia la disgregación del tejido social ahora lo que se patentiza es la rebelión de la naturaleza.1 Ciñéndonos a los problemas atmosféricos o climáticos que han intervenido el en debate internacional sobre los peligros de las modificaciones antrópicas de la atmósfera los ejemplos cinematográficos son más escasos. El temprano conocimiento de la amenaza que podía suponer el adelgazamiento de la capa de ozono se filtró en algunas producciones cinematográficas, en las que el tema se introdujo más bien como aderezo y no caló entre el público como advertencia ecológica. En la inverosímil cinta de aventuras Day of the Animals (William Girdler, 1977), el problema con el ozono pone en fuga a ciertos animales salvajes con el consiguiente peligro para los humanos de la zona. En The Billion Dollar Threat (Barry Shear, 1979), una película para la televisión, se nos cuenta cómo un científico loco planea destruir la capa de ozono pero es rápidamente detenido. En la desafortunada Highlander II: The Quickening (Russell Muncahy, 1991) se sitúa al espectador en el año 2025, en un plantea Tierra que carece por completo de capa de ozono y hay que construir un escudo protector para proteger a la población. En la producción televisiva Thirst (1998), una bacteria se desarrolla en el agua debido a la incidencia de los rayos que deja pasar la “agujereada” capa de ozono y se pone en peligro la seguridad de una población. Como se puede ver, todos estos argumentos pecan de escasa o nula verosimilitud y los juegos argumentales con el ozono se detuvieron 1 Para más información sobre el subgénero del cine de catástrofes, consúltense: KEANE, S. (2001): Disaster Movies: The Cinema of Catastrophe, Wallflower Press o Battle CAMINAL, J. (1998): Catrastorama, Glènat: Biblioteca Dr. Vértigo, Barcelona.
—70—
ahí, sobre todo tras el conocimiento de que el “agujero” se estaba recuperando. Si nos centramos en el cambio climático como germen de una verdadera amenaza solamente hallamos un antecedente temprano y oscuro, un filme italiano titulado Il pianeta degli uomini spenti (Antonio Margheriti, 1961) que es francamente olvidable. En lo que respecta a otro tipo de amenazas globales podríamos citar como producciones seminales: la recordada Voyage to the Bottom of the Sea (Irwin Allen, 1961), donde se inventaban un problema con el cinturón Van Halen que obligaba a buscar refugio bajo las aguas oceánicas, y Our Man Flint (Daniel Mann, 1966), una parodia del ciclo de James Bond en la que el villano amenazaba con producir terremotos indiscriminadamente. La utilización del paradigma del calentamiento global en el cine pertenece ya a nuestro tiempo, sin duda debido a la escasa información que sobre sus causas e implicaciones tenía la población en general y los guionistas cinematográficos en particular. Las primeras filmaciones de este tipo fueron en su mayor parte documentales o producciones televisivas: Tras el avance que supusieron la oscura Året 2048 (Torbjørn Morvik, 1987) y el episodio After the Warming (Mike Slee, 1989), llegó The Fateful Balance (Philip Jackson, 1990), The March (David Wheatley), del mismo año (donde atendemos a una gran migración de africanos hacia Europa cruzando los mares secos debido al calor globalizado), y al poco Greenhouse Gamble (Leslie Reinherz, 1992). Pero todas estas producciones pasaron desapercibidas en su advertencia sobre los peligros de potenciar el efecto invernadero de la Tierra. Luego la temática paso a formar parte del arsenal de argumentos que manejaban los guionistas de cintas de ciencia ficción de serie B o Z (como la productora Troma), para el consumo fácil de un público crédulo, y cuyos planteamientos científicos o seudo científicos se deslizaban a un segundo plano tras plantearse la excusa argumental y comenzar la acción. Tenemos varios ejemplos de esto: la historia en la que Londres está anegada como consecuencia de un calentamiento global que ha elevado el nivel del mar, que es lo que nos cuentan en la introducción de la cinta de acción futurista Split Second
—71—
(Tony Maylam, 1992); el relato sobre un mundo completamente cubierto por el mar en el que los humanos siguen sobreviviendo a duras penas (Waterworld, Kevin Reynolds, 1995), o la historia de una invasión extraterrestre en la que el efecto invernadero tiene un papel importante, The Arrival (David Twohy, 1996). En un cine dominado por la espectacularidad, la debilidad del tejido social y el temor a los ataques terroristas, que es el que ha primado en los cines desde que se inauguró el siglo XXI, el clima como núcleo del guión de las producciones cinematográficas ha escaseado, con la salvedad de producciones como Twister (Jan de Bont, 1996), en la que se exageraban hasta el límite las capacidades destructivas de los tornados habituales en el centro del bloque continental norteamericano. El problema del cambio climático no aparece claramente como trasfondo de las películas de Hollywood hasta que no llegan obras como la de ciencia ficción Artificial Intelligence: AI (Steven Spielberg, 2001) o la infantil Ice Age: The Meltdown (Carlos Saldanha, 2006), por ejemplo, y luego más claramente en los guiones de Oil on Ice (Bo Boudart y Dale Djerassi, 2004) y Crude Impact (James Jandak Word, 2006), dos documentales que apenas si tuvieron repercusión fuera de los Estados Unidos. El gran éxito comercial de The Day After Tomorrow (Roland Emmerich, 2004) abrió las puertas a producciones inspiradas en la amenaza del cambio climático global, lo cual halló respaldo en el inesperado éxito de la producción disfrazada de documental An Inconvenient Truth (Davis Guggenheim, 2006), que además se llevó dos premios Oscar. Una verdad incómoda, que es como se tradujo aquí, obtuvo rápida respuesta con la oscura producción americana titulada The Great Warming (Michael Taylor, 2006), una escurridiza española titulada 2050 (Javier Silva y Ruth Chao, también de 2006) y un documental para la televisión producido este mismo año como reacción a los postulados de Una verdad incómoda bajo el título The Great Global Warming Swindle (Martin Durkin, 2007) y que aún no ha conocido traducción al español. Naturalmente el tema está en boca de todos y, por lo tanto, sobre la mesa de los productores de Hollywood. Por lo que sabemos hoy, ya se han gestado
—72—
algunas cintas más que explotan este asunto, ninguna de ellas estrenadas en el momento de la redacción del presente ensayo: You Never Bike Alone (2007), Weather Movie, Belyaev, The Happening, Shelter y Seed Hunter, todas previstas para 2008. De nuestra cantera es necesario citar Mortadelo y Filemón: Misión salvar la Tierra, anunciada para el año que viene también, y que es una secuela de la más taquillera de nuestras películas en la que los agente de la TIA deben combatir nada menos que a la sequía provocada por el malvado Botijola y sus esbirros, que pretenden dejar a la población sin agua potable para obligarles a comprar la bebida que ellos fabrican. Es innegable que el gran debate público sobre el cambio climático se intensificó desde 2004 a raíz del éxito comercial de la producción The Day after Tomorrow, cuyo argumento coincidía en parte con los postulados catastrofistas del informe de Schwartz y Randall pues predecía un cambio climático abrupto que transformaría la geopolítica internacional pero con fuerte protagonismo en la zona norte del continente americano. El guión de la película utiliza una glaciación que ocurre a velocidad de vértigo y otros cataclismos (no falta la ola gigante sobre Nueva York) que se usan con fines exclusivamente dramáticos y con escaso sostén científico. Irónicamente, los productores vieron “reforzada” su producción por una serie de acontecimientos catastróficos que tuvieron lugar durante el rodaje en 2002: el desmoronamiento de la barrera helada Larsen B en la Antártida en marzo, la tremenda granizada ocurrida en China en julio, las inundaciones centroeuropeas de agosto, y los 75 tornados desatados en los EE.UU a lo largo de aquel año. Todo ello lo aprovechó la productora para ejercitar una promoción en la que atribuía al calentamiento global el origen de estos sucesos. La fuerte impregnación del cine en general sobre el inconsciente colectivo se materializó en un efecto multiplicador del mensaje de la película, el cual fue meticulosamente planificado para influir sobre la acción política en esta materia en los EE.UU, según reconoció el mismo productor, Mark Gordon (vid. www.elcato.org). Sus postulados argumentales pueden ser refutados con la física elemental y un
—73—
puñado de conceptos básicos de meteorología, según demostró el profesor del MIT Carl Wunsch en la prestigiosa revista Nature;2 y además hay una lectura política de la producción que relaciona al grupo activista MoveOn.org, al millonario George Soros, al que fuera vicepresidente Al Gore, y a los senadores John McCain y Joe Lieberman, obstinados por relacionar la sequía que sufrió la zona Oeste de EE.UU entre 2001 y 2003 con el cambio climático (las sequías de 1934-1936 y 1952-1954 fueron igualmente terribles pero no se han relacionado con el cambio climático). Por más que se trate de una ficción, si una producción de este tipo goza de popularidad y se crea un vínculo en la opinión pública con una circunstancia real, entonces trasciende lo ficticio para convertirse en probable. Esto ocurrió en el pasado con la producción alarmista sobre la energía nuclear The China Sindrome (James Bridge, 1979), que tras su estreno obtuvo imprevisto refrendo con el accidente ocurrido en la central de Three Mile Island, en Pennsylvania. La cantidad de radicación liberada fue mínima y controlada, pero la histeria colectiva cundió y eso bastó para detener el programa nuclear estadounidense durante más de veinte años. A lo cual contribuyó otra ficción catastrofista inspirada en la energía nuclear, The Day After (1983). El accidente de Chernóbil en 1986 acabó por convencer a la opinión pública de que la energía nuclear no era aconsejable. El día de mañana, en un análisis del discurso narrativo, lo que nos propone es un desarrollo dramático ligado a un grupo humano nuclear, una familia, aspecto éste que no es casual, como no lo es la elección de una zona concreta de los EE.UU. Guionista y director quisieron reflejar en el filme el tema universal de toda narrativa: el triunfo del espíritu humano, que en la película se observa en cada uno de los miembros de una misma familia, reunida finalmente pese a las inclemencias. La película era más admonitoria que aleccionadora, pues muestra como reales una serie de datos manejados por todos como lejanamente posibles y se exageran algunos postulados hasta el límite de lo físicamente probable (el enfriamiento del norte del globo tiene lugar en un lapso de semanas). Pero todo quedaba diluido con el 2 WUNSCH, C.: “Gulf Stream Safe if Wind Blows and Earth Turns,” en Nature, abril del 2004.
—74—
tratamiento dramático de la acción, es decir, no la respuesta del planeta a la crisis sino la de las personas sometidas a los rigores del frío. Esto conlleva el subrayado de actitudes heroicas para que el espectador sublime los miedos propios observando como los resuelven otros. Por supuesto, al final de la película se adivina un futuro esperanzador para una humanidad conducida por héroes americanos. Y hablando de héroes norteamericanos: uno de los golpes de efecto más logrados en la carrera de un político fue el que dio el vicepresidente demócrata Al Gore en 2006 protagonizando el docudrama An Inconvenient Truth, una suerte de estremecedor documental que se apoya en los datos más extremos de las tablas manejadas por el IPCC, dejando de lado la varianza probabilística. El economista Xavier Sala Martín desmontó con ocho argumentos la visión catastrofista de Gore en su día (en el diario La Vanguardia)3: 1, no existe unanimidad entre los científicos del mundo; 2, es falso que la Antártida se esté deshelando; 3, el nivel del mar no subirá tantos metros como se afirma; 4, el frenado de la corriente termosalina atlántica es casi imposible; 5, la ola de calor de 2003 no se puede extrapolar al futuro ni relacionar con el incremento de los niveles de CO2; 6, ninguna de las plagas actuales están relacionadas con el calentamiento global; 7, las compañías aseguradoras se están enriqueciendo, no arruinando; 8, ni Katrina ni otros ciclones son consecuencia directa del calentamiento global, de lo cual se lamenta Al Gore. Uno de los responsables de los diques no reparados de Nueva Orleáns, los que no evitaron la inundación, fue precisamente el gabinete de Gore, pero eso no fue óbice para que su circense puesta en escena no calara entre una población muy receptiva y sensibilizada ante el paradigma climatológico. Tan exagerada fue para algunos Una verdad incómoda que en los EE.UU se produjo rápidamente un documental orientado a refutar todo lo expuesto por Al Gore: The Great Global Warming Swindle, traducible como El gran timo del calentamiento global. Esta producción no trascendió tanto como la de Gore, y desde luego no recibió un Oscar de la academia hollywoodense; además podría se calificada de 3 Artículo disponible en Internet en: http://www.columbia.edu/~xs23/catala/articles/2007/canvi_climatic/gore_LV.pdf
—75—
heterodoxa porque se oponía a la nueva ortodoxia encaminada a considerar como dogma el origen antropogénico del calentamiento global. También se teoriza en esta última sobre el carácter propagandístico de las campañas en defensa de la hipótesis del calentamiento como encubridoras de una maniobra para evitar el desarrollo de los países del tercer mundo con el fin de que sigan siendo el sumidero de mano de obra barata que son actualmente. Los teóricos de la comunicación han observado que, en efecto, toda oposición al “consenso” general sobre la hipótesis del calentamiento global se considera disidente. Y es que abrazar la teoría ecologista significa para la población más progresista y joven adoptar una postura antisistema, y por lo tanto viene a sustituir al referente ideológico que era la filosofía marxista y el comunismo teórico, e incluso sirve de asidero para los que ven debilitados los ideales de paz o los religiosos. Sin duda la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Rusia soviética significó mucho para las izquierdas políticas, pero también supuso la incorporación a la “causa” ecologista de muchos militantes de izquierda que jamás habían oído hablar de climatología. Esta vinculación con la propaganda o la religión que se sirve en el antedicho documental no es desatinada del todo. Al Gore, ya en su libro Earth in the Balance (Houghton Mifflin, 1992) emitía un mensaje en el que responsabilizaba a toda la Humanidad del estado de la Tierra y nos concitaba a todos a adoptar una conciencia de corte panteísta: «We must make rescue of the environment the central organizing principle for civilization. (... ) [we need] a worldwide education program (and a) panreligious perspectiva [based on] the wisdom distilled by all faiths.»4 (GORE, 1992: 355 y 258-9). En Una verdad incómoda un mínimo análisis retórico de a cinta revela que está construida, en principio, en torno al culto a la personalidad de Gore, que sobreactúa en una serie de insertos en los que relata un accidente de su hijo, la muerte de su hermana, su “lucha” en el campo político, su pena por la devastación del Katrina o el 11-S y su 4 «Debemos hacer del rescate del medio el principal objetivo organizado de la civilización (necesitamos) un programa de educación a escala global (y una) perspectiva panreligiosa (basada en) la sabiduría que destilan todas las creencias».
—76—
felicidad ante un paisaje bucólico de su niñez. En el resto del documental, Gore, el político, actúa como valedor de los datos expuestos y, también, como carismático conductor de un circo divulgativo que consigue amedrentar al espectador con cifras que se dan por ciertas y cuya veracidad se refuerza con efectos dramáticos diversos: la utilización de planos silentes, el uso de la banda sonora, la vinculación con esquemas afectivos, la dramatización documental, las secuencias animadas adecuadamente intercaladas, la puesta en escena espectacular de gráficos y para ciertas cifras, y un montaje muy planificado. Hasta los detractores de esta meticulosa puesta en escena documental han contribuido a promocionar el filme y la presencia de Al Gore en los medios. Así ha ocurrido en octubre de 2007 con la pequeña polémica suscitada en el Reino Unido a raíz de la sentencia emitida por el juez Michael Burton, por la que se oponía a la difusión de este video en los colegios públicos británicos. Este veredicto surgió a raíz de una demanda interpuesta por el director de una escuela de Kent ante la decisión del Ministerio de Educación británico de incluir el documental dentro de un paquete de filmaciones a proyectar en las escuelas de Inglaterra y Gales con las que mostrar a los alumnos la importancia del problema del cambio climático. Burton falló a favor del denunciante, identificando nueve puntos conflictivos en el filme coincidentes por los descritos por Sala en La Vanguardia: 1, el deshielo no ocasionará una subida del nivel del mar de 9 metros en un futuro inmediato; 2, no hay pruebas de que los atolones del Pacífico evacuados se inundaran debido al calentamiento global; 3, la correlación entre temperatura y CO2 no está totalmente probada; 4, no se sabe si la desaparición de nieves en el Kilimanjaro obedece a causas antrópicas exclusivamente; 5, el lago Chad mermó debido al excesivo pastoreo y la variabilidad climática regional, pero no por una influencia del clima global; 6, nada indica que el Katrina u otros ciclones o tifones hayan sido alimentados por el cambio climático; 7, es falso que los osos polares estén muriendo ahogados a causa del deshielo polar; 8, es más bien la pesca o la contaminación lo que está acabando
—77—
con los arrecifes de coral; y 9, es muy improbable que la Corriente del Golfo desaparezca.5 El mensaje de Gore ya ha cundido entre la población y los medios, y más tras haber recibido el premio Nobel de la Paz junto al IPCC el día 13 de octubre de 2007, precisamente por sus contribuciones a divulgar los peligros que la intensa actividad industrial y humana tiene sobre la climatología global y el medio ambiente, siempre siguiendo al dictado los informes emitidos desde Ginebra por esa peculiar congregación de expertos. Todo lo cual redundaría beneficiosamente sin duda sobre el proyecto de reelección para Gore que ha planeado un grupo de inversores en los EE.UU, los integrantes del colectivo Draft Gore, si bien hasta la fecha Gore ha manifestado que no desea ser candidato a la presidencia de los EE.UU. De no presentarse, el globo promocional revertirá en un mayor éxito para el plan The Climate Project que el mismo Gore tiene previsto presentar en Sevilla a finales de octubre de 2007 y con el que planea implicar a instituciones, representantes y otras personas en una campaña “verde” con tintes proselitistas que sigue asentada sobre un conjunto de datos sujetos a discusión. La ficción narrativa ecológica. De la utopía a la hecatombe Un género literario que se ha mantenido atento a la evolución y posibles consecuencias de todos los aspectos implicados en los procesos de trastorno meteorológico a escala global es el de la ciencia ficción, ramal de la literatura adscrito durante la primera mitad del siglo XX a la llamada “cultura popular” por entenderla como literatura de perfil bajo. La ciencia ficción no es narrativa popular que se apoye en la ciencia pretende hacer predicciones, en realidad es un tipo de literatura que trata de las respuestas humanas a los avances de la ciencia. El tiempo ha puesto en su justo lugar este género de lo fantástico, en el que han brillado plumas de calidad literaria muy superior a la media. Pero, debido a sus características como género, la ciencia ficción tiende a proponer buenos desarrollos de argumentos y personajes, bien descritos, pero aferrados a postulados exagerados o llevados al extremo. 5 Esta noticia fue publicada en diarios de todo el mundo el 12 de octubre de 2007.
—78—
El género ha evolucionado en paralelo a los avances científicos y se ha adaptado a ellos proponiendo nuevas ficciones en función de los conocimientos presentes. Es cierto que en sus inicios, sobre todo en los productos servidos en pulps y otras publicaciones de carácter efímero, jugaban con ideas ingenuas, a veces disparatadas, pero en su madurez a partir de los años 1950 devino género con propuestas menos caducas y con un conglomerado de ideas que se refrescaban constantemente. Como es lógico, este tipo de ficción se ha beneficiado de las transformaciones sociales y de las implicaciones que el calado de la actualidad tiene sobre el ser humano. Así, las problemáticas globales como el peligro nuclear o los cambios perniciosos climáticos se han alimentado con ideas extraídas de la propia cultura popular y de las llamadas “leyendas urbanas”, o apoyándose en estructuras virtuales de gran calado, como las teorías de la conspiración o las consecuencias del milenarismo. De este modo, la explosión de las primeras bombas atómicas quedaron asociadas durante mucho tiempo a transformaciones radicales del futuro de la humanidad, independientemente de las medidas de paz adoptadas a posteriori. Catástrofes como la de Chernóbil o Three Mile Island fortificaron más argumentos del estilo, que se nutrieron también de las constantes cifras de tasas de contaminación en las grandes ciudades, que es donde viven por lo general los escritores de ciencia ficción. Y no olvidemos la implicación de las alarmas disparadas por las plagas de escala global: el SIDA desde el primer caso clínico de 1981, la hepatitis y la tuberculosis renacidas en 1988 y otras que se han publicado recientemente. La ciencia ficción ha caminado de la mano de todos estos miedos y turbaciones. A esta altura es conveniente insistir en que en la literatura y otros medios narrativos de difusión masiva, como el cine o los cómics, se ha sobrevalorado la importancia del hombre en el ecosistema de la biosfera, donde es sólo un elemento más. Esta tendencia responde a la tendencia al antropocentrismo de los creadores de ficciones y a sus conocimientos. Es decir, pocos científicos han escrito ciencia ficción pero lo que es seguro es que la mayoría de los escritores de ficción no han sido científicos. Aquí cabe hacer el
—79—
mismo paralelismo con los conceptos ecólogo y ecologista. Es fácil que un ecólogo desarrolle intereses ecologistas pero, por el contrario, es difícil hallar ecologistas que hayan tenido una sólida formación científica ecológica. Han sido muy abundantes los escritores de ciencia ficción que han desarrollado complejas ecologías alternativas a la nuestra de la Tierra usando para ello escenarios planetarios lejanos en el tiempo o en el espacio. El problema del reparto de los recursos en el futuro ya interesaba a escritores pioneros del género como H.G. Wells (The Food of the Gods), y la preocupación por buscar un equilibrio en la naturaleza también produjo algunas obras relevantes en los años cincuenta, como las de John Wyndham (The Day of the Triffids, 1951), Marion Zimmer Bradley (The Climbing Wave, 1955), o Robert Sheckley (The Deaths of Ben Baxter, 1957). Mas, fue al terminar la década de los años cincuenta cuando los autores comenzaron a imbricar cuestiones ecológicas en sus argumentos fantásticos, justo después de que la épica y la aventura siderales se difuminar tras ver ascender el Sputnik en los receptores de televisión. Un referente de esta época es la obra Hot House (Brian W. Aldiss, 1961), en la que una gran planta recubre toda la tierra y los humanos se ven obligados a adaptarse al nuevo orden ecológico. The Wind from Nowhere (J.G. Ballard) fue una novela ofrecida por entregas desde 1961 y describe un mundo en el que se producen catástrofes naturales en serie provocadas por un fuerte viento. The Drowned World (1962), del mismo autor, aun propone un futuro más terrible: el acercamiento del sol a la tierra genera una serie de cataclismos que terminan con casi toda la superficie sumergida bajo el mar, con lo que la vida sobre la tierra cambia radicalmente. Esto son algunos apuntes sobre los peligros que acechan a nuestro mundo, sin apenas mensajes relacionados con los ecosistemas. En esto que llegó Frank Herbert, autor con formación en ecología que aportó una obra basal para la historia de la ciencia ficción, Dune, la cual comenzó a narrar por entregas en la revista Analog desde diciembre de 1963. En el planeta donde tiene lugar la acción, Arrakis, se ha producido una desertización a escala global que obliga a los seres que viven sobre y bajo la tierra a economizar las reservas de
—80—
agua. Pese a que la obra era magnífica y presenta una enorme complejidad dramática, Dune mostraba un desarrollo simplista de la cuestión ecológica, olvidando por completo la directrices básicas de la ecología de poblaciones y acudiendo a un surtido de paralelismos con nuestro presente que estaban fuera de lugar. Igualmente simple, pero fresca y entretenida, fue su obra The Green Brain, iniciada en 1965 en la revista Amazing, en la que unas entidades como plantas se adueñan del mundo. Durante los finales años sesenta surgieron otros argumentos vinculados a un futuro de la humanidad dependiente de los recursos agotados en un planeta estéril debido a la polución. Harry Harrison solventaba el problema de la alimentación en Make Room, Make Room! (1967) recurriendo al canibalismo institucionalizado. Harlan Ellison visionaba en I see a man sitting on a chair... (1968) una humanidad hacinada que se alimentaba de un micro plancton mutado. Las autoras Joanna Russ, con su relato Initiation, Ursula K. Leguin con su espléndida novela The Left Hand of the Darkness, obras ambas de 1970, o Memories of a Space Woman, de Naomi Mitchison (1980), inauguraron una corriente en la que demostraron mayor sensibilidad por los problemas ecológicos y, lo que es más importante, insistían en los conceptos de diversidad y de variabilidad climática en un ambiente concreto, algo en lo que hasta la fecha no se había reparado lo suficiente. Otras obras de este tipo de literatura en las que los autores han mostrado preocupación por el medio ambiente han sido: Mundo tenebroso, de Daniel F. Galouye, donde la quimiosíntesis predomina sobre la fotosíntesis; En un vacío insondable, de Javier Redal y Aguilera, donde la pirámide ecológica supone la base de una religión extraterrestre; Más verde de los que creéis, de Ward Moore y La muerte de la hierba, de John Cristopher, que profundizaban en la idea de la necesidad de establecer un equilibrio con el reino vegetal porque puede “reaccionar” si se siente agredido; o Ecotopia, de Ernest Callenbach, una utopía ecológica. Más recientemente, acumulados más conocimientos sobre los peligros que entraña la contaminación y la emisión de GGEI, han surgido obras en las que se profundiza en el tema climatológico,
—81—
trazando paralelismos con ecosistemas alienígenas o reflexionando sobre nuestro futuro: Invernáculo, de B.W. Aldiss, Ciclo de fuego, de Hal Clement, Tiempo de fuego, de Poul Anderson, Los árboles integrales y El anillo de humo, de Larry Niven, Hijos de la eternidad, de J.M. Aguilera y Javier Redal, o Semilla estelar, de James Blish, que insiste en que es preferible la adaptación al medio que doblegar el ambiente a nuestros intereses. Entre las últimas aportaciones importantes, ahora ya inspiradas por ideas o datos científicos que hacen referencia a los problemas implicados en el calentamiento global destacamos: Tierra, de David Brin, donde el autor predice para 2038 graves desastres ecológicos, ecoterrorismo, especies extinguidas y un calentamiento global que transforma la vida sobre el planeta, y Las torres del olvido, de George Turner. El título de esta última obra hace referencia a unos gigantescos y ruinosos restos urbanos que son el último testigo en pie de una civilización que se autodestruyó a mediados del siglo XXI. En sus inmediaciones, un actor intenta reconstruir lo que fue nuestra vida y el proceso que nos llevó al cataclismo. En otro orden genérico se sitúan libros de la corriente llamada política ficción, de los que citaremos sólo un ejemplo, pero muy representativo: State of Fear de Michael Crichton (en España, Estado de miedo). Esta novela, publicada en 2004, trata sobre una amenaza ecoterrorista y se apoya en una abundante bibliografía para repudiar la feroz politización de la ciencia en lo concerniente al cambio climático. Evidentemente se trata de una ficción y así debe entenderse, pero por sus implicaciones con temas de actualidad State of Fear ha causado una gran conmoción y polémica en variados foros de opinión, sobre todo por apoyarse en la obra de científicos contrarios a la creencia ciega en el cambio climático, como el afamado Björn Lomborg, cuya obra El ecologista escéptico (Madrid, Espasa Calpe, 2005) ha recibido gran acogida. Sus detractores esgrimen la idea de que el autor es un habitual confeccionador de thrillers catastróficos sobre la base de temas de actualidad que rápidamente se convierten en best sellers o incluso en películas.
—82—
Lo interesante del libro de Crichton es que exagera el “consenso mediático-científico” hasta el punto de definir una “tiranía ecológica” e identificar el ecologismo actual con una “nueva religión” para poner en evidencia la falta de rigor de los medios y el ansia de alarmismo de algunos políticos y agrupaciones. Está claro que a través de la literatura es difícil sostener un discurso convincente sobre el alcance real y las amenazas más probables del cambio climático. La tendencia a la exageración en los argumentos utilizados se debe a la necesitad de originalidad que buscan los autores, por lo tanto lo establecido en estas obras no debe tomarse como punto de partida para hacer estimaciones ni siquiera probables, aunque sin duda son un buen vehículo para reflexionar sobre los problemas que nos acechan. Catástrofes globales en los cómics. El PNUMA hacía hincapié en la necesidad de informar al público acerca del cambio climático, con interés por fomentar este conocimiento desde parámetros pedagógicos y educativos orientados a la prevención (PNUMA, 1999: 18). Es probable que uno de los medios más eficaces para lograr estos objetivos sean los tebeos, productos asequibles, fácilmente digeribles por la población juvenil e infantil de cualquier país alfabetizado y, durante mucho tiempo, lectura habitual de los niños hasta que fue suplantada por otros medios para el ocio, sobre todo los videojuegos. Entre los millones de tebeos existentes hemos escogido una alícuota de obras representativas de diferentes décadas para observar su peculiar modo de acercarse a la ciencia en general y a las catástrofes meteorológicas, en particular. Se ha practicado este repaso sobre cómics publicados en EE.UU, en el eje Bélgica-Francia y en España. Existen otras “tebeografías” muy amplias en las industrias japonesa, coreana, argentina, brasileña, italiana, alemana y británica, pero bastará con estos tres grandes grupos para observar las pautas de evolución del tratamiento de estos temas. Ya en una de las primeras colecciones de tebeos estadounidenses, el comic book pionero More Fun Comics, se mostraban el interés de los guionistas y editores por las amenazas
—83—
de carácter global que podría sufrir nuestro planeta. Esta colección de DC nacida en 1936 mostró en su número 71 la historieta “The Great Drought”, escrita por Gardner Fox, a la sazón también escritor de ciencia ficción, en la que el héroe de turno, el Dr. Fate, investiga las razones que hay detrás de una implacable sequía. Descubre que un villano científico ruso pretende detener la órbita de la tierra y de ahí surgen los problemas. Las amenazas de este tipo eran habituales en las historietas de entonces. Estos guiones de corte extremadamente ingenuo no estaban exentos de mensajes ideológicos, como se puede comprobar, pero también hay que reconocer que en paralelo se ofrecían secciones didácticas dirigidos a los muchachos para que comprendiesen mejor el mundo que les rodeaba. Así ocurría en Real Fact Comics, serie del mismo sello que la anterior donde se incorporaban páginas con breves lecciones ilustradas sobre, por ejemplo, la mecánica celeste o la vuelta de la Edad de Hielo. Este propósito alcanzó su pleno apogeo en colecciones como Strange Adventures, donde guionistas como G. Fox, E. Hamilton y H. Reed insistieron en representar las maravillas de la astronáutica y la pasión por la ciencia a la vez que la plasmación de los temores al avance de la tecnología. Ya en el número uno de esta serie, de 1950, se nos narraba un segundo diluvio universal que genera grandes olas que engullen ciudades, una imagen muy característica del imaginario de horrores del público. En el núm. 20 se emitían lecciones sobre una nueva edad de hielo a la que, sorprendentemente, contribuía el dióxido de carbono, al contrario de lo que ahora creemos. En el 79, un cometa que pasa al lado de la tierra perturba su atmósfera de manera radical. Tras el estallido de las bombas en Hiroshima y Nagasaki y las pruebas de Alamogorco, el hongo atómico se instaló en el subconsciente colectivo y el miedo al holocausto radiactivo será un tema constante en los tebeos. Con todo, en Strange Adventures todavía se publicaban historietas en los 1960 sobre un diluvio originado desde otro planeta. Durante los años sesenta la carrera espacial (en el mundo real) alcanzó su apogeo, y varias naves circundaron el planeta o llegaron a posarse en la luna, hasta con un vuelo
—84—
tripulado en 1969. En los cómics los viajes interplanetarios adquirieron otro sesgo a partir de entonces, ciñéndose a los conocimientos científicos más acordes con la modernidad. De hecho, en la misma colección Strange Adventures descubrimos con alborozo cómo las nuevas amenazas ya no proceden del espacio exterior, sino del interior de nuestro planeta: en el número 120, fechado en el año 1960, unos “demonios de crudo” atacan a la humanidad surgiendo de los pozos petrolíferos. Y las lecciones que se insertaban en los tebeos dirigidas a los chavales miraban también hacia nuestro ombligo: en los números de 1961 de la misma serie se instruía a los jóvenes lectores sobre la variedad faunística y botánica y lo aconsejable que resultaba crear reservas naturales. La editorial Charlton, así como DC, mostró también criterios similares en su colección Space Adventures. Pero con los años sesenta surgió un nuevo sello editor de comic books, Marvel Comics, que cambió las tendencias narrativas en el género de superhéroes al convertirlos en mártires y seres con taras. En los primeros números de Fantastic Four, por ejemplo, se especulaba sobre la acción de los rayos cósmicos sobre los seres humanos y se proponen graves cataclismos en todo el orbe procedentes del fondo de la tierra o de lo más lejano de los espacios. En el arranque de The Incredible Hulk, otro de los títulos punteros de la casa en 1962, se especula sobre unos extraterrestres que pretenden distorsionar el sistema de campos magnéticos terrestre. Pocos años más tarde, en el núm. 109 de esta misma colección, un supervillano denominado Umbu pretende desestabilizar la rotación de la tierra con un ingenio atómico con el fin de sembrar el caos a escala global. Otra colección emblemática de esta editorial fue la de Avengers, que a la altura de 1969, en su núm. 61, publicaba la historieta “Some Say the World Will End in Fire, Some Say in Ice”, en la cual los héroes peleaban con dos impersonaciones de la destrucción por fuego o por hielo, como en un regreso al atavismo que aunque funcionaba muy bien sobre el papel, poco advertía sobre el peligro real del calentamiento o del enfriamiento global.
—85—
La autocensura que se practicaba en los cómics estadounidenses por entonces, heredera de la época de la “Caza de brujas”, seguía imponiendo los criterios de lo políticamente correcto en la mayoría de las historietas que se publicaban. Únicamente se escapaban de este ánimo censor los tebeos desprovistos del sello “Comics Code Authority”, los dirigidos a un público más maduro por contener más violencia, desnudos o argumentos terroríficos, y los cómics underground, que estaban desprovistos en principio de espíritu comercial y por lo tanto gozaban de completa libertad. Ejemplos de cómics para el mercado adulto fueron las publicaciones de sellos como Warren o Skywald, en cuyas revistas se servían cortas historietas de horror. En los finales sesenta, por ejemplo, en Eerie 41, la historieta “Heir Pollution!” narraba cómo un industrial acababa con la vida de un inspector que denunció los vertidos que su empresa hacía a un río vecino; cometió el error de tirar el cadáver al mismo río porque regresó como un zombi redivivo por los productos tóxicos. La serie de Skywald Nightmare, de mimbres similares a las revistas de Warren, arrancó con la historieta “The Polution Monsters”, también una venganza contra los que contaminan. Los cómics de tipo marginal o underground proliferaron lo bastante como para mantener varias colecciones en pie durante gran parte de la década de los setenta. Hubo varios títulos en los que los jóvenes autores underground, muchos de ellos procedentes o comulgantes con movimientos pacifistas o del hyppismo, trataron el tema del ecologismo, como Tales from the Ozone, de 1970, o Teenage Trash, de 1972. Empero, fue Slow Death el título más implicado con la militancia ecologista, desde su primer número, de 1970, y hasta los que publicó a finales de los setenta, en los que el nombre de Greenpeace figuraba en la cubierta del tebeo. Slow Death, que gozaba de total libertad de contenidos, mostró algunas de las historietas más crudas de entonces y posiblemente las críticas más acerbas que pudieran hacerse al sistema desde un medio de comunicación, precisamente por la ausencia de autocensura. En el primer número se hizo un brutal alegato contra los manejos de las industrias y el futuro contaminado de la tierra, con Nixon emitiendo una
—86—
declaración de “guerra contra el pueblo” por considerarlos los causantes de la contaminación. En otra historieta, de Irons, la basura y la contaminación devoran el planeta. Otro de los autores que descollaron en este título fue el luego afamado Richard Corben, que publicó aquí algunas de sus obras más trágicas, como “How Howie made It in the Real World”, para el núm. 2, donde se propone un mundo roído por la basura donde los humanos viven recubiertos con caparazones, o como “The Awakening”, donde la superpoblación es tal que los ciudadanos deben “vivir” por turnos e hibernar el resto del tiempo, para así poder repartirse sobre la superficie de un mundo estéril. Lo más interesante es que Slow Death dejó sitio para la autocrítica, y resulta gozoso contemplar una historieta de Rick Veitch y Irons para el núm. 4 en la que se propone un mundo futuro semidestruido por la polución en el que los hippies controlan el poder y se manifiestan con el mismo ímpetu represor que los policías y políticos de los setenta. En España la preocupación por los desastres ocasionados por los humanos afloró también en las viñetas. Esto ocurrió a lo largo de los años sesenta, primero tímidamente en colecciones como El Capitán Trueno o en los semanarios de humor de Bruguera y luego, ya adoptando una clara postura de denuncia, en las historietas de Dani Futuro para Gaceta Junior. Hay dos historietas largas de esta serie, escritas por Víctor Mora, que resultan interesantes: en “El planeta de las catastrofes” una compañía explotadora de madera en otro planeta tala tanto que modifica el clima global hasta entrar en un período glacial; una vez sometidos los explotadores, la solución pasa por dejar proliferar cierta planta autóctona que recicla el oxígeno de la atmósfera. En “El fin de un mundo”, Dani Futuro viaja a otro planeta en el que dos facciones compiten por explotar más y más recursos. En ambos casos se trata con inteligencia el problema de las causas antrópicas de la transformación climática, pero el guionista se condujo entonces con más conciencia política y de denuncia del imperialismo yanqui que con ánimo ecologista. Evidentemente España vivía un clima político que marcaba los pasos a seguir.
—87—
La historieta tomó rumbos similares en el ámbito de la historieta infantil francobelga, que comenzó a manifestar sus sensibilidad por las cuestiones medioambientales en los tempranos años setenta. Una de las series pioneras en enarbolar esta bandera fue Yakari, de Derib y Job, publicada por ediciones de Lombard en Bélgica. Las aventuras de Yakari, un pequeño indio, están impregnadas de un profundo respeto por la naturaleza y desde 1973 mezclaba en sus guiones ideas para la conservación del entorno y la defensa de las especies animales. De hecho este espíritu fue intensificándose con el tiempo y en los últimos álbumes publicados el personaje hace frente a inundaciones inesperadas, tornados y deshielos que aluden, desde su siglo XIX ficticio, a la problemática del cambio climático planteada en el presente siglo XXI. La crisis del petróleo de 1973 reavivó las ideas catastrofistas de los guionistas de cómics, que en EE.UU acudieron constantemente al argumento del futuro postapocalíptico, sobre todo si atendemos a que al bloque comunista se había sumado, como enemigo, el mundo árabe, que controlaba la mayor parte de la producción de petróleo en el mundo. Visto que la carrera especial había sido un fracaso y que los movimientos pacifistas eran acallados por el sistema, no quedaban muchas opciones para plantearse guiones. En 1976, la editorial Marvel renovó un grupo de superhéroes mutantes llamado X-Men. Una de sus integrantes era la africana Ororo, capaz de modificar el clima a su antojo. Su principal poder consistía en alterar las variaciones de la temperatura en diferentes volúmenes atmosféricos. Con esto generab gradientes de densidad que le permitían la ascensión o descenso de masas de aire y la generación de tormentas con gran aparato eléctrico. Lo que nunca ha aclarado Marvel era porqué se mostraba incapaz de modificar la evolución de la climatología en un volumen atmosférico a escala global (KAKALIOS, 2006: 180-181), aunque intuimos que por razón de los fenómenos de realimentación, que dejarían las intentonas de la mutante de pelo cano a la altura de los esfuerzos de un insecto. Acaso sus guionistas no se molestaron en extenderse sobre esto precisamente porque la contaminación ambiental y el calentamiento de la atmósfera
—88—
dejó de ser un tema noticiable y de interés durante las décadas siguientes para el público americano, más interesado por conciliar expansión imperialista con mercado global que preocupado por las consecuencia de la gigantesca producción de desechos asociada. En Europa siguió siendo de interés para autores y público de cómics, sobre todo en la historieta gala y la española. Franquin, un genio del humor francés, insertó algunos gags ecologistas en su afamada creación Gaston la Gaffe, y en 1977 comenzó a publicar sus Idées noires, historietas de corte muy pesimista en las que ironizaba sarcásticamente sobre los vertidos de crudo, el progreso aniquilador, el urbanismo incontrolado y sobre la constante extinción de especies animales. En España, el autor Alfonso Font inició dos series de historietas de tipo similar, Historias negras (1979) y Cuentos de un futuro imperfecto (1980), cargadas de un terrible pesimismo. En una de las entregas de la segunda obra mencionada, los humanos reconocen que después de hacer inhabitable el planeta en el que viven deben abandonarlo... como ya habían hecho antes con la enferma y vieja Tierra. La obra Basura, de dos argentinos, Carlos Trillo y Juan Giménez, pero elaborada para el mercado español y francés en los primeros ochenta, describía un futuro en el que las corporaciones y los estados utilizan el tercer mundo como basurero y eso transforma radicalmente las sociedades humanas. Durante los años ochenta, la historieta norteamericana ya no pudo desasirse de la conciencia ecologista, que comenzaron a manifestar algunos personajes especialmente. Para el caso del sello Comico, los Elementals, para Dark Horse, Wacky Squirrel, para Eclipse, Xanadu, y para DC, Superman y Swamp Thing, no en vano este último personaje era una suerte de planta consciente cuyo espíritu se hallaba en comunión con el resto de vida vegetal mundial. Desde Marvel se mostraron contrarios a las transformaciones del planeta los Fantastic Four, que combatieron amenazas de este tipo (como Terminus en 1984), Daredevil, que peleaba contra quienes contaminaban su ciudad, o Namor, el príncipe submarino, que comenzó a protagonizar bastantes historias en las que su pueblo se sentía agredido por los desechos vertidos en el mar por los humanos.
—89—
En los años noventa, cuando el tema del calentamiento global no estaba aún en boca de todos, los tebeos siguieron alimentándose de los miedos a la contaminación o a los desastres meteorológicos, surgiendo obras como “La cochinadita nuclear” (1988), una historieta de Mortadelo y Filemón, “Los ladrones de ozono”, una aventura del paródico Súper López, y otros. Del mercado francobelga destacó por entonces La Broussaille, una obra intimista y extraña en la que un muchacho pasea y contempla un entorno idílico plagado especies animales y paisajes en equilibrio. Fue en los finales noventa, sobre todo a partir del caluroso 1998, cuando el asunto del cambio climático comenzó a copar los titulares de prensa e informativos televisados. Entonces, de nuevo, la historieta retomó el tema para sus argumentos, tanto burlescos (Ibáñez lanzó dos aventuras de Mortadelo y Filemón sobre el particular: “Desastre” en 1997 y “Los Verdes” en 1998), como aventureros (en EE.UU uno de los ramales de Marvel, el descrito en la serie X Universe, la Tierra ve reducida su masa y eso cambia la órbita y precesión del planeta, lo que ocasiona un cataclismo climático), como dramáticos (las obras en francés Le Transperceneige, de Legrand y Rochette, y Période glaciaire, de Nicolas de Crécy, se ambientan en un planeta Tierra en el que el hombre ha acelerado el enfriamiento global). Por fortuna, toda la alarma reinante ha contribuido a que algunas instituciones insistan en propagar consejos de conservación y uso racional de la energía dirigidos a los más jóvenes, usando para ello los cómics. Ha habido muchos y variados ejemplos en propuestas lanzadas desde ayuntamientos o gobiernos autonómicos, pero citaremos un caso reciente, Palmira e Marcial. Odisea medioambiental, de F. Sóñora y Fran Bueno, como ejemplo de un tebeo de gran calidad, interesante y divertido, que al tiempo tiene una elevada carga didáctica. Con todo, sus pronósticos de futuro son muy exagerados, contagiado su guionista sin duda por las últimas previsiones y visiones catastrofistas. En la historieta, el problema de la contaminación y los trastornos meteorológicos de carácter antropogénico han sido tratados con cierta ingenuidad durante los cincuenta y los sesenta. En los setenta, el cómic underground emitió las
—90—
críticas más certeras y duras contra el ritmo impuesto por el progreso, pero sus voces fueron acalladas por una industria, la de los tebeos, que pertenecía en parte a los accionarios de la mismas empresas contaminantes. Sólo en Francia y España, por razones políticas fundamentalmente, se desarrolló una crítica constante a los abusos de las industrias y de los capitalistas que las impulsaban. Tras el paréntesis de los años noventa, actualmente se están produciendo de nuevo tebeos con mensajes admonitorios y argumentos desarrollados sobre los conocimientos difundidos por la IPCC y otros, emitiendo mensajes pesimistas pero también de esperanza, aunque muchos de ellos pecan de arquetípicos. Conclusiones En el cambio climático se dan muchas interacciones entre complejos sistemas naturales acerca de los cuales no lo sabemos todo y tampoco su desarrollo y magnitud futuros. De ahí que se tenga por un paradigma a este fenómeno de fenómenos, cuya base científica sigue siendo una hipótesis de trabajo, pero que se ha manejado como tesis admitida y “probada” desde mediados de los años noventa por gran parte de los medios de comunicación, incluso los destinados al entretenimiento de la población. No reconocer los niveles de incertidumbre en los modelos que juegan un papel en el cambio climático lleva a resultados erróneos, a posturas catastrofistas por un lado y, por el otro, a prospecciones demasiado optimistas tanto en la protección de la salud como en el mantenimiento y desarrollo de la riqueza, que no puede ser igual en los países ricos que en los pobres. La inserción del miedo a una catástrofe de grandes dimensiones en el subconsciente colectivo ha generado nuevos intereses políticos, nuevos modelos de propaganda que se han valido de los medios de comunicación, sobre todo el cine, para perpetuar ese temor y validar tesis que en ningún caso están demostradas fehacientemente. A la hora de emitir informaciones, los medios de comunicación social, fundamentalmente la televisión, han manejado esta incertidumbre aún con menos tacto, utilizando para sus informaciones y reportajes muy habitualmente la
—91—
semántica simbólica que tiene como ejes el terror, la catástrofe y la antiutopía, con postulados basados en posturas simplistas y en asociaciones dicotómicas. En torno al miedo del espectador / consumidor gravita toda la promoción industrial y publicitaria asociada a la conservación del clima y es el eje sobre el que se mueven todos los argumentos de las producciones cinematográficas y novelísticas que usan este fenómeno a escala planetaria como escenario de sus ficciones. Por lo que hemos observado, en los tebeos y en los medios de comunicación dirigidos a la infancia y a la juventud, el tono varía sensiblemente para adoptar posturas pedagógicas, didácticas o de una ingenuidad rayana con cierto optimismo que persigue, posiblemente, la mitigación de mensajes de alarma y amedrentadores con el fin de patrocinar la prevención. Ejemplo que podrían seguir en otros medios para el entretenimiento y, sobre todo, en los de información, destacando los televisivos. BIBLIOGRAFÍA AYESTARÁN ÚRIZ, I.: “De la historia y la sociología ambientales a la ecología política”, en Norba. Revista de Historia, vol. 17, 2004. BECK, U.: La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Madrid, Paidós, 2001. BENITO, A. et alii: “Percepción pública de las variaciones climáticas recientes”, en XXVIII Jornadas Científicas : la meteorología y el clima atlánticos, Universidad de Extremadura, Badajoz. Disponible en Internet en: http://www.ame-web.org/ JORNADAS/benito.pdf (2004). BERK, R.: “Public Perceptions of Global Warming”, en Elements of Change, AGCI Science Program. Disponible en Internet en www.gcrio.org/ASPEN/science/eoc94/EOC2/EOC2-2.html. (1994). BONELL COLMENERO, R.: “El protocolo de Kioto y la tributación ambiental”, en Anuario Jurídico y Económico Escurialense, XL. 2007. GARCÍA FERNÁNDEZ, J. (dir.): Medio ambiente y desarrollo rural, Universidad de Valladolid. Valladolid, 1995. GIL CALVO, E.: El miedo es el mensaje. Riesgo, incertidumbre y
—92—
medios de comunicación. Alianza. Madrid, 2002. GORE, A.: Earth in the Balance: Ecology and the Human Spirit, Houghton Mifflin, Boston, 1992. IPCC: Escenarios de Emisiones. Resumen para responsables de política. Informe especial del Grupo de Trabajo III del IPCC. En http://www.ipcc.ch. 2000. — Climate Change 2001: The Scientific Basis: Contribution of Working Group. http://www.ipcc.ch — Climate Change 2001: Impacts, Adaptation and Vulnerability Contribution of Working Group II to the Third Assessment Report. Sumary for Policymakers. En http:// www.ipcc.ch — Cambio climático 2007: La base física de las ciencias, consultable en línea en: http://www.mct.gov.br/upd_ blob/0012/12595.pdf KAKALIOS, J.: La física de los superhéroes, Robinbook: Ma non troppo, Barcelona, 2006. LEGGET, J.: “Índole de la amenaza de invernadero”, en Legget, J. (dir.): El calentamiento del planeta: informe de Greenpeace, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1996. LOZANO ASENCIO, C.: comunicación social y catástrofe del Prestige. Reflexiones en torno a la imagen de un petrolero partido en dos, actas del V Congreso Nacional de Periodismo Ambiental, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid, 2003. LOZANO, J., Peña-Marín, C. Y Abril, G.: Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual, Cátedra, Madrid, 1989. — Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual, Cátedra, Madrid, 1989. MARCO MOLINA, J.A. et alii: “Abandono de terrazas de cultivo: recolonización vegetal y erosión en el sureste peninsular”, en las actas de GRANDAL D’ANGLADE, A. y PAGÉS VALCARLOS, J. (eds.): IV Reunión de Geomorfología, Sociedad Española de Geomorfología. 1996. NIETO SAINZ, J.: “Cambio climático y protocolo de Kyoto: efectos sobre el empleo, la salud y el medio ambiente”, en ICE, 822 (monográfico Protocolo de Kioto). 2006. PADILLA ROSA, E.: “Revisión crítica de las limitaciones y sesgos del análisis económico convencional de las políticas de cambio climático. Hacia un análisis coherente con el desarrollo sostenible”, en Working papers, Universitat Autònoma de Barcelona. Departament d’Economia Aplicada, 6. 2002. PARRATT, S.F.: Medios de comunicación y medio ambiente, Fragua: Comunicación, 33, Madrid, 2006.
—93—
PNUM: Para comprender el Cambio Climático: Guía elemental de la Convención Marco de las Naciones Unidas y el Protocolo de Kyoto, Châtelaine, Internacional Environment House. Disponible en Internet en http://www.oei.es/decada/portadas/ guia_protocolo_Kioto.pdf 1999. RUANO GÓMEZ, J.: El Efecto Prestige: La producción mediática de una realidad interesada, en VARA MIGUEL, A. : XIX Congreso Internacional de Comunicación, Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra. 2006. SCHWARTZ, P. Y RANDALL, D.: “An Abrupt Climate Change Scenario and its Implications for United Status Nacional Security: Imagining the Unthinkable”, en www.ems.org/climate/pentagon_climate_change.pdf 2003. TAPIA, F. Y TOHARIA, M.: Medio ambiente ¿alerta verde?, Acento Editorial, Madrid, 1995. THIELEN, D.R. Y LAIRET CENTENO, R.: “Gradual vs. Abrupto: Necesidad de definir mejor el paradigma del cambio climático y los de los procesos naturales y sociales”, en Interciencia, vol, 32, 3. 2007. TOHARIA CORTÉS, M. et alii: “Certezas e incertidumbres sobre la hipótesis del cambio climático por efecto invernadero y sus posibles consecuencias en la península ibérica”, en Investigaciones geográficas, 20, pags. 63-98. 1998. VIÑAS, J.M.: ¿Estamos cambiando el clima?, Equipo Sirius: Millenium, Madrid, 2005. YÁBAR STERLING, A.– “La extraterritorialidad en el control de emisiones de CO2, y el Plan Nacional de asignaciones de España (2005-2007)”, en Observatorio Medioambiental, 7, 2007. VV.AA. Los libros, filmes y tebeos citados.
—94—
¡NO PERMITAS QUE TE ENGAÑEN! SÉ ALGO QUE USTEDES NO SABEN por LUIS ALFONSO GÁMEZ
LUIS ALFONSO GÁMEZ, (Bilbao, España; 1962) es periodista del diario El Correo, donde cubre la información científica. Es profesor de Redacción en el Máster de Periodismo de El Correo y la Universidad del País Vasco. Licenciado en Historia y máster en Periodismo, es consultor del Comité para la Investigación Escéptica (CSI) y de la revista hispanoamericana Pensar. Es vicepresidente del Círculo Escéptico (circuloesceptico.org) y representante en España del Center for Inquiry Transnational. Tiene una bitácora dedicada exclusivamente al análisis crítico de los presuntos misterios, Magonia (blogs.elcorreodigital. com/magonia), la única web escéptica que forma parte de la oferta informativa de un medio de comunicación, coordina desde hace un año un proyecto de la Universidad del País Vasco, el Círculo Escéptico y El Correo para la difusión del pensamiento crítico.
—96—
S
É algo que ustedes no saben. Tengo información de una conspiración de alcance mundial y algunos de sus protagonistas están en esta sala.6 Me ha costado casi veinte años darme cuenta. Dos décadas en las que he interpretado el papel de tonto útil, de colaboracionista, por ignorancia. Ahora, sólo espero que lo que les voy a contar sirva para que la gente conozca la verdad y para que otros como yo –que creen de buena fe en lo que hacen, a pesar de encontrarse en el bando equivocado– se den cuenta del engaño. Muchos de ustedes se encuentran en la misma situación que yo hasta hace poco; otros, los menos, son conscientes de lo que hacen, son algunos de los ideólogos y estrategas de la conspiración que voy a denunciar. Todos conocen la historia oficial del moderno movimiento escéptico. Nació en la primavera de 1976 en Buffalo (Estados Unidos), a instancias de Paul Kurtz, profesor de Filosofía de la Universidad del Estado de Nueva York y organizador de un encuentro sobre Los nuevos irracionalismos: la anticiencia y la pseudociencia. En aquella conferencia, se presentó el Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal (CSICOP), entre cuyos fundadores estaban Isaac Asimov, Martin Gardner, Philip J. Klass, James Randi y Carl Sagan. Tres décadas después de aquel encuentro, el CSICOP –considerado por algunos la Policía de la Ciencia– es el más poderoso de una red mundial de grupos creadores de opinión que se extiende desde Japón hasta el Reino Unido, desde Canadá hasta Argentina, desde Egipto hasta Sudáfrica... ¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Acaso es creíble que algo surgido de la nada y por iniciativa de un simple profesor universitario extienda sus tentáculos por el mundo de esa manera y atraiga a destacados científicos y pensadores que colaboran en sus proyectos por amor al arte?
6 Intervención del autor en la Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento Crítico, celebrada en Buenos Aires (Argentina) en septiembre.
—97—
Se entiende mejor todo si uno se para a pensar sobre los orígenes del CSICOP. ¿Creen que es accidental que esta organización naciera en Estados Unidos y que participaran en su creación personajes como Klass y Sagan? ¡Abran los ojos! ¡Piensen un poco! Klass fue durante décadas un destacado periodista de Aviation Week & Space Technology que estaba al tanto de los principales avances aeronáuticos de Estados Unidos y al que, desde mucho antes de su implicación en las actividades del CSICOP, se relacionaba con la CIA por su tendencia a explicar prosaicamente las observaciones de ovnis. ¿Y Sagan? ¿Qué les voy a contar a ustedes de este influyente astrofísico que no sepan? No sólo tuvo la sospechosa fortuna de que la televisión pública estadounidense, la PBS, emitiera en 1980 su serie Cosmos, con la que saltó a la fama en todo el mundo, sino que además mantuvo siempre –incluidas las épocas de mayor tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética– fluidas relaciones con sus colegas del otro lado del Telón de Acero. Señoras y caballeros, el CSICOP es una tapadera, un instrumento creado para abortar cualquier progreso del conocimiento científico que pueda cuestionar el orden establecido. Lo venía sospechando desde hace tiempo y me lo confirmó hace poco una fuente que no puedo identificar. Esa persona me llamó la atención sobre lo que les estoy diciendo y luego me pidió que escribiera el nombre del CSICOP al revés, POCISC, porque ahí se escondía su auténtica denominación: Plan of Censorship and Infiltration in the Scientific Community (Plan de Censura e Infiltración en la Comunidad Científica). Uno lo ve claro si echa una ojeada a la lista de miembros del CSICOP: hay destacados representantes de todos los campos de la ciencia, que actúan como caballos de Troya en sus respectivas disciplinas para desacreditar cualquier idea innovadora que vaya contra el dogma. Y lo mismo sucede con el resto de las llamadas organizaciones escépticas. Todas ellas forman parte de una estructura que tiene como objetivo mantener el statu quo y evitar que la opinión pública sea consciente del enorme potencial de lo paranormal, una trama que me acabo de inventar y que no aguantaría el mínimo análisis crítico, tal como sucede con todas las conspiraciones en las que están de por medio
—98—
los platillos volantes y lo que en general etiquetamos como enigmas, así como con algunas ideadas extravagantes formuladas a partir de hechos reales. Toda teoría de la conspiración descansa en la idea de que una o varias personas o entidades maquinan en secreto, y generalmente al margen de la ley, para alcanzar unos fines. En la historia reciente, hay numerosos ejemplos de conspiraciones demostradas, como el intento de asesinato de Adolf Hitler del 20 de julio de 1944, la manipulación del tabaco por parte de la industria para hacer los cigarrillos más adictivos, el caso Watergate, la implicación de la CIA en el golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile, la guerra sucia contra el terrorismo vasco alentada por el Gobierno español entre 1984 y 1986, el hundimiento del Rainbow Warrior por los servicios secretos franceses... Seguro que cada uno de ustedes puede hacer una lista de hechos recientes relacionados con una conspiración. Hasta los Gobiernos democráticos sujetos a un más ferreo control popular recurren al secreto para actuar fuera de ley y a espaldas de sus ciudadanos, escudándose en la denominada seguridad nacional. Y, en ocasiones, alimentan la idea de una conspiración ficticia, como cuando la CIA aprovechó la fiebre por los platillos volantes para camuflar como naves extraterrestres aviones espía como el U-2 y el SR-71, aparatos que –según los expertos de la agencia de inteligencia– llegaron a suponer en su época cerca de la mitad de los ovnis vistos en el país. Las conspiraciones reales son la base de otras, indignas de crédito, en las que están implicados los extraterrestres, los templarios, el Opus Dei, la NASA, la trilateral, los jesuitas, los judíos y un largo etcétera de colectivos reales e imaginarios. Hay quien cree que todas las conspiraciones demostradas y por demostrar tienen el mismo fundamento, que –como los Gobiernos, las multinacionales y algunos colectivos han hecho a veces cosas ilegales para lograr sus objetivos– prácticamente todo lo que sucede en el mundo –desde la elección de papa hasta el tsunami del Índico de diciembre de 2004– responde a intereses ocultos. Como hay quien quiere creer, hay quien fabrica el producto a la medida de ese consumidor. Así, entre las cenizas de las Torres
—99—
Gemelas, surgieron todo tipo de tramas que apuntaban a que la planificación de los atentados había corrido a cargo no del terrorismo islámico, sino del presidente de Estados Unidos, que habría implicado en los ataques al Pentágono. Se han publicado en esa línea varios libros en los que no se aporta ni una prueba de tan extraordinaria afirmación y se nos quiere hacer creer, por ejemplo, que ningún avión se estrelló aquel día contra el cuartel general del Ejército de Estados Unidos; pero no se nos explica qué pasó entonces con los 64 pasajeros y tripulantes del Vuelo 77 de American Airlines. El escritor que asumió en España como propias las disparatadas ideas del francés Thierry Meyssan, autor de La gran impostura (2002), es Bruno Cardeñosa, un ufólogo metido desde entonces en el negocio conspiranoico. Un mes después de los atentados del 11-M, Cardeñosa firmó un libro de “investigación periodística” en el que sostiene “que los atentados de Madrid están enmarcados dentro de un plan internacional que apunta directamente a Estados Unidos, cuyos gobernantes han resultado beneficiados por lo ocurrido en Madrid”. No sé para qué pierden el tiempo los servicios secretos, la Policía y los jueces de medio mundo investigando el entramado del terrorismo internacional cuando un perseguidor de platillos volantes da él solito con la verdad en unos días. Cuando se une a fenómenos traumáticos y en ella se implica a gobernantes o grupos de poder, la conspiración es un buen negocio para el periodismo basura y, además, puede llegar a tener un efecto tranquilizador sobre la población. Hay asesinos de masas que viven camuflados entre nosotros, pueden haberse educado en nuestras escuelas y ser seguidores del mismo club de fútbol que nosotros; en nada se diferencian exteriormente de quienes estamos aquí hasta que actúan. Ante esa amenaza oculta –cuyos hechos resultan difícilmente comprensibles para una mente sana–, el periodismo basura identifica a los culpables –poco importa que no lo sean– de desgracias como la de las Torres Gemelas con personajes, colectivos y países con mala imagen entre los destinatarios del mensaje. Es más fácil –y, por supuesto, más rentable– achacar en el mundo árabe las
—100—
270.000 muertes del maremoto del Índico a pruebas secretas de armas hechas por Israel, Estados Unidos e India que admitir que la Tierra es un planeta vivo y que, ante lo imprevisible de algunos fenómenos, lo que falló hace un año fueron los sistemas de alarma y de protección civil de los países afectados. Según la teoría de la conspiración, el mundo está dividido en tres clases de personas: los que manejan los hilos, la masa ignorante y los valientes que lo revelan todo. En esta sala, los conspiradores son Joe Nickell, Benjamin Radford, Alejandro J. Borgo –director de la revista Pensar–y las otras figuras destacadas del movimiento escéptico. La mayor parte de ustedes ignoraban lo que los primeros persiguen hasta que yo –el arrepentido de turno que ha visto la luz cual Pablo de Tarso– se lo he contado hace unos minutos. Lo que pasa es que tampoco les he dado muchas pruebas, ¿verdad? Digamos que difícilmente convencería de la verosimilitud de mi teoría a un jurado, porque lo que he hecho es reunir un conjunto de pruebas circunstanciales basadas en interpretaciones mías y he dejado de lado todo aquello que no casaba con mi historia. Siguiendo ese principio, puede demostrarse cualquier cosa. Así, podía haber dicho que las siglas de Alternativa Racional a las Pseudociencias (ARP) –asociación cuyos estatutos redacté en 1986– ocultaban en realidad a la Asociación para la Represión del Pensamiento, pero hubiera sido tirar piedras contra mi propio tejado porque me hubiera situado en el mismo corazón de la conspiración, y –que quede claro– yo soy el bueno en esta historia. Como contrapartida a su fácil elaboración, este tipo de montajes no aguanta la mínima reflexión. Veamos un ejemplo. Prácticamente un tercio de la población estadounidense duda de que Neil Armstrong, Buzz Aldrin y otros diez hombres pisaran la Luna entre 1969 y 1972. Para esas personas, los seis alunizajes del proyecto Apollo fueron rodados en un estudio cinematográfico porque las imágenes son demasiado nítidas, en ellas no se ven las estrellas y, si hubiera sido realidad, se habría vuelto al satélite hace tiempo. Sin embargo, casi cuarenta años después, lo que tenemos es problemas para que unos astronautas vuelvan sanos y salvos de la Estación Espacial Internacional (ISS), que se
—101—
encuentra a 400 kilómetros de altura, una milésima parte de la distancia que separa la Tierra de la Luna. ¿Cómo se explica en 2005 que el transbordador espacial pueda desintegrarse durante la maniobra de reentrada en la atmósfera terrestre y que con ninguna de las cápsulas del proyecto Apollo pasara algo parecido hace más de treinta años? Muy sencillamente: el proyecto Apollo fue un montaje de principio a fin y las naves se dejaban caer desde un avión a gran altura sobre el Pacífico como parte de una escenografía ideada nada menos que por Stanley Kubrick. La conspiración lunar es, por desgracia para sus promotores, fácil de desmontar. Para empezar, hay un argumento, que nada tiene que ver con la ciencia, que resulta demoledor: ¿cómo es que los soviéticos no denunciaron el engaño?, ¿es posible que el departamento de efectos especiales de la Casa Blanca engañara al Kremlin? Existen numerosas incongruencias en el discurso conspiranoico sobre las misiones Apollo y pruebas –en forma de rocas, de espejos dejados en la Luna, de grabaciones y de partes de naves que se quedaron allí– que demuestran la realidad de los alunizajes. Sin embargo, una exposición mediocre y sesgada –como la de Bill Kaysing en We never went to the Moon (1974) o la mía del comienzo de esta charla– puede llevar a la gente a olvidarse de la realidad y dar crédito a la ficción. Como ocurre habitualmente cuando hablamos de fenómenos paranormales, en las conspiraciones, el infiltrado arrepentido no suele haber trabajado en donde dice que lo ha hecho. Así, Kaysing no sólo nunca fue empleado de la NASA, sino que no tuvo nada que ver con el proyecto Apollo. Es cierto que trabajó en la compañía Rocketdine, la firma que desarrolló los motores del Saturno 5, pero como bibliotecario y, además, abandonó la empresa en 1963, antes de que se implicara en la conquista de la Luna. Un caso aún más descarado es el del periodista español Santiago Camacho, quien sostiene, en su libro 20 grandes conspiraciones de la Historia (2003), que Maria Blyzinsky, astrónoma del Observatorio de Greenwich, no se explica por qué no se ven las estrellas en ninguna foto lunar. Cuando leí la primera vez las declaraciones de la astrónoma, pensé que se trataba un personaje inventado. No es así. Maria Blyzinsky existe, es astrónoma
—102—
y trabaja en el Observatorio de Greenwich. Ahora bien, jamás ha dicho lo que afirma Camacho y considera un disparate la teoría de la conspiración. ¿Qué podemos concluir de todo esto? Que hay conspiraciones y conspiradores, sin duda, y que los ha habido siempre; pero que no hay ninguna prueba –más bien todo lo contrario– de que tramas del estilo de la de El código Da Vinci –una novela que pretende hacer pasar por históricos hechos de nunca han ocurrido–, We never went to the Moon, La gran impostura y El incidente (1980) tengan la mínima base real. Lo razonable no es ni negar que hay conspiraciones ni afirmar que vivimos en un mundo regido por ellas. Nos guste o no, las hay; pero eso no significa que tengamos que creer que todo lo que nos cuentan y lo que nos pasa es producto de contubernios. Claro que es más fácil y psicológicamente tranquilizador culpar, por ejemplo, de nuestro estancamiento profesional a un malvado colega que a nuestra incapacidad o falta de entrega. Con las grandes conspiraciones –ésas que ocultan secretos impensables y en las que participan decenas de miles y hasta centenares de miles de personas sin que ninguna sea capaz de filtrar la menor prueba–, basta en la mayoría de los casos con aplicar el sentido común para derribar el castillo de naipes. Quizá sea eso en lo que tengamos que centrarnos los escépticos de cara al gran público porque, simplemente, puede ser lo más efectivo.
—103—
ALGUNOS EJEMPLOS DE VIOLENCIA DIFERIDA por JESÚS GARCÍA CALDERÓN
JESÚS GARCÍA CALDERÓN, Nacido en Badajoz, en 1959, curso estudios de Derecho en la Universidad Hispalense de Sevilla, especializándose en Derecho Público en 1981. Ingresó en la Carrera Fiscal en 1985, cubriendo su primer destino en la Audiencia Provincial de Huelva y, en 1986, fue nombrado Fiscal de la Audiencia Territorial de Sevilla. En 1995 fue nombrado Fiscal Jefe de la Audiencia Provincial de Lugo y en 2001, Fiscal Superior de Andalucía, siendo renovado para el cargo el pasado mes de septiembre, por unanimidad de todos los miembros del Consejo Fiscal. Consejero Consultivo de Andalucía, ha promovido desde el año 2003 la creación de las primeras redes especializadas de Fiscales en materia medioambiental, de lucha contra los siniestros laborales y para combatir la violencia de género. Ha publicado mas de más de una veintena de trabajos jurídicos y ha desarrollado actividades docentes en varias universidades españolas y extranjeras. Desde 2001 ha desarrollado trabajos como Consultor Internacional para la protección legal del Patrimonio Histórico en Colombia, Bolivia, Ecuador, Argentina, Méjico y Uruguay. También ha desarrollado funciones de apoyo institucional al Ministerio Fiscal en las repúblicas de Honduras y Panamá, donde recientemente ha elaborado un informe sobre la situación de la justicia juvenil. Es autor, además, de nueve libros de poesía y prosa, diversos textos sobre literatura española contemporánea y de otras publicaciones.
—106—
«Esto es lo primero que he comprendido: el tiempo es el eco de un hacha dentro de la madera». PHILIP LARKIN El Barco del Norte (T. de Jesús Llorente Sanjuán)
La indiferencia oficial para el examen de las fuentes de la violencia AS reflexiones que desarrollan anualmente las instituciones policiales y judiciales en España no suelen incidir en el análisis y examen acerca de cuales sean las causas generadoras de la violencia. Se alude –en todo caso– al incremento o descenso puramente numérico de los actos delictivos de mayor gravedad y, con una cierta timidez y reserva, a las causas genéricas que pueda presentar la evolución de la criminalidad, así como a las dificultades que comporta su adecuado tratamiento jurisdiccional, proponiendo algunas reformas legislativas o algunas nuevas formas de organización y coordinación institucional. Lo cierto, como acabamos de señalar, es que no hay alusión alguna para el examen científico de sus fuentes por parte de quienes tienen en sus manos, precisamente, el grueso del material empírico almacenado oficialmente sobre los actos relevantes de violencia social. La materia que pretendo abordar en esta ponencia es la que se refiere a distintas formas masivas de la que podríamos llamar violencia social sobrevenida, una forma de violencia que según se desarrolla en nuestro tiempo, a mi juicio, se encuentra relacionada con algunos fenómenos criminales recientemente tratados por la doctrina penal.
L
—107—
Por violencia social, aunque todas las violencias cuentan con esa elemental condición, podemos entender, entre otras, aquella que, de una forma injustificada, se dirige al entorno próximo y urbano del agresor, no a las personas, con la finalidad de exponer una protesta difusa y relacionada con las dificultades que sufre el agente para el ejercicio cotidiano de sus derechos fundamentales. La falta de vivienda, el trabajo precario, la elevación abusiva de precios, la asistencia social como remedio ingrato a la continuidad de una vida familiar, son algunas de las razones que se esgrimen por estos grupos para justificar sus excesos. No se trata de una forma de violencia política Esta forma de violencia social no suele encontrar arraigo en las zonas rurales y cuenta con un habitual ingrediente juvenil, aunque el límite de juventud en todas las sociedades occidentales y, muy especialmente, en la sociedad española, se encuentra con magnitudes cada vez más generosas y preocupantes, porque preocupante es tener jóvenes de cuarenta años que no quieren serlo o, mejor dicho, que quieren serlo desde una perspectiva biológica pero no desde una perspectiva social y profesional. En principio, la tradición judicial española ha sido la de considerar que este examen ha pertenecido de forma exclusiva al ámbito académico, olvidando que la atenta observación de la realidad y su análisis nos permitiría entablar un diálogo enriquecedor con la comunidad científica y encontrar un cúmulo de razones para avanzar en la persecución legal de los actos violentos y en su erradicación. Una de las razones que podrían explicar esta falta de atención es que el estudio de la realidad criminal requeriría, cuando menos, una aproximación real hacia el número de actos violentos con los que convivimos, un material bien sistematizado para el análisis por el estudioso y completado con las anotaciones pertinentes. Esa información, sin embargo, tampoco existe. Las estadísticas policiales o judiciales son muy defectuosas y los son por varias razones difíciles de erradicar y, aunque nos resulte paradójico, de comprender. La presente ponencia pretende reflejar la relación interior que puede existir entre algunas formas muy graves de criminalidad y algunos brotes generalizados de violencia
—108—
diferida que aparecen en el curso del tiempo y ante la insatisfacción de las expectativas jurídicas de algunos nuevos colectivos sociales. No nos referimos a la responsabilidad personal derivada de estos brotes de violencia social, sino al hecho de que esta violencia social derive de aplicar la lógica de comportamientos delictivos, en especial de la lógica del maltratador, a algunas de nuestras habituales relaciones sociales. Sociedad occidental y violencia Uno de los fenómenos recientes que contempla el jurista comprometido y con una mayor preocupación por la defensa de los derechos fundamentales, es la explosión frecuente de lo que podríamos llamar formas de violencia social injustificada y sorprendente; sorprendente por imprevisible, por generarse sin un concierto previo pero de forma organizada, por estar protagonizada por jóvenes que no han tenido serios problemas legales con anterioridad y que nos envían un mensaje contradictorio y, en algunas ocasiones, mal definido. Por todo eso hablamos de formas de violencia social sobrevenida, tanto por las circunstancias de su aparición como por un cierto carácter remoto en sus causas. Tienen lugar estas manifestaciones violentas, además, en zonas de una relativa marginalidad7 pero que no pueden considerarse, en modo alguno, como lugares sin derecho. Se podría indicar –incluso, sin temor a incurrir en ninguna exageración– que son lugares con ciudadanos integrados. Estas nuevas formas de violencia injustificada, aún muy incipientes en la sociedad española, en definitiva, sobrevienen de forma periódica sin que exista razón concreta para ello, como una forma de militancia o protesta que se extiende de manera muy preocupante pero sin que nuestra sociedad, al margen del foro puramente académico, promueva un debate profundo para encontrar sus raíces y afrontar sus posibles soluciones. 7 El profesor Juan Valencia ya se pronunció, en cierta medida, sobre el particular al analizar en su conferencia Violencia y Terrorismo la violencia en barrios marginales y la situación de desesperación de poblaciones condenadas a no tener presente ni futuro. Resumen de la conferencia en el libro Violencia editada con motivo de las I Jornadas de Estudio, reflexión y opinión sobre violencia por Padilla Libros y Corchea 69 Producciones, Sevilla, 2005.
—109—
En apariencia, las sociedades occidentales presentan un equilibrio sostenido que permite inferir una sociedad de bienestar económico y de justicia social, pero esta apariencia (más bien creencia) choca con la dificultad de llevar a cabo un ejercicio suficiente y responsable de los derechos que son esenciales para el desarrollo personal y para la integración laboral de nuestros jóvenes. La falta de alternativas reales es un axioma en la sociedad de nuestro tiempo y se agudiza, como ejemplo paradigmático, en la crisis permanente y artificial de la vivienda, una crisis que impide, quizá por primera vez en la historia reciente, el desarrollo de nuevas unidades familiares entre las clases medias con ingresos estables. No se impide pero se dificulta el acceso de los jóvenes al trabajo bien remunerado, a la cultura independiente y crítica, al crédito en condiciones ventajosas, se dificulta –en definitiva– un desarrollo primario y aceptable de las condiciones de igualdad de los ciudadanos. La idea de igualdad de los ciudadanos ante la ley plasmada en los textos jurídicos clásicos ya no es un atributo que permita, por sí mismo, proclamar la existencia del Estado de Derecho. La igualdad ante la ley no basta porque la igualdad tiene que enfrentarse más tarde al mercado, al consumo y al orden socioeconómico. Hoy en día, por tanto, lo relevante no es la consagración de una igualdad formal ante la ley, sino de una igualdad desarrollada sobre la ley, es decir, de una igualdad que comienza a ejercerse, realmente, a la hora de fijar en la realidad social y no en la realidad jurídica el ejercicio práctico de nuestros derechos. Nos encontramos, por tanto, ante un sistema jurídico que no ofrece una calidad suficiente en este ejercicio cotidiano de nuestros derechos fundamentales y ello teniendo en cuenta que es el nuestro, el de las sociedades nacidas del viejo modelo liberal, el territorio de libertad más perfeccionado que se ofrece (y que probablemente se ofrecerá en mucho tiempo) en nuestro planeta8. Modelo liberal, dicho sea de paso que en modo alguno debe confundirse con las fauces del creciente neoliberalismo. 8 Siendo un reconocido ignorante en materia filosófica, no me resisto a recordar la afortunada frase de Ortega en La rebelión de las masas cuando nos recuerda que el liberalismo es la suprema generosidad: es el derecho que la mayoría otorga a las minorías y es, por tanto, el más noble grito que ha sonado en el planeta. Proclama la decisión de convivir con el enemigo; más aún, con el enemigo débil.
—110—
Cabría pensar que estas formas de violencia enfrentan a una parte de la sociedad con el Estado pero no es así: Se trata de una violencia ejercida por algunos ciudadanos contra otros que, en general, destruyen sus bienes y no atacan a las personas. En la mayor parte de las ocasiones, con la quema de vehículos utilitarios o del mobiliario urbano, lo que resulta agredido es un sistema socio económico que es considerado injusto, que se fortalece porque es aceptado por la mayoría y al que no se ofrece ninguna alternativa viable. Se ataca la integración, la convivencia, la prestación normalizada de los servicios públicos, se ataca una normalidad aparente porque su mera existencia promueve una aplicación del derecho desde la discriminación y ello tiene lugar porque el orden socioeconómico que regula, inspirado en la doctrina fracasada de la globalización, no es un orden distributivo sino un desorden acumulativo de la riqueza. Un nuevo territorio virtual para el ejercicio de nuestros derechos Decíamos que otra importante seña de identidad en la aparición de estas nuevas formas de protesta que, en ocasiones, conllevan distintas modalidades de violencia social, es la utilización masiva de las nuevas tecnologías de la comunicación en su organización: Por eso hablamos de una violencia imprevisible pero organizada. Todo ello es consecuencia, en buena medida, de una nueva sociedad que se viene construyendo en estas últimas décadas mediante el desarrollo creciente de la informática y que requiere, para ser adecuadamente comprendida, valorar el cambio sustancial que se opera, de una parte, en la idea de territorialidad y, de otra, en el desarrollo enorme del anonimato como forma aceptada de relación y de protesta social. Parece adecuado que, para entender estos nuevos valores jurídicos asociados a una idea de territorialidad, utilice-
—111—
mos el ejemplo del derecho penal9. Hablamos de una nueva territorialidad virtual que, lejos de configurarse como una mera hipótesis de trabajo, permite que cualquier actividad delictiva realizada a través de la red produce su efecto en múltiples lugares y a un mismo tiempo y ello genera serias dudas, por ejemplo, acerca de cual sea el órgano jurisdiccional competente para su investigación y para su posterior enjuiciamiento. Esta y otras decisiones jurisdiccionales no sólo deben ser consideradas como simples fórmulas para la solución de un problema práctico de investigación criminal ya que la delincuencia informática, por su enorme complejidad, se podrá desarrollar con mayor o menor facilidad y eficacia según cual sea el órgano jurisdiccional finalmente elegido para su investigación. Esta decisión o juicio de territorialidad se debe relacionar, por lo tanto, con algunos aspectos sustanciales de la ciencia jurídica, como ocurre con las reglas de proporcionalidad que inspiran el proceso penal, porque tiene que valorar distintas situaciones que son trascendentales para el curso de la investigación criminal y que merecen ser adecuadamente motivadas, ya que pueden incidir de una manera directa en el derecho sustantivo aplicable y en el legítimo ejercicio del derecho de defensa. 9
Ha sido, como en otras ocasiones, el Consejo de Europa la institución que primero ha procurado la creación de un instrumento jurídico internacional y uniforme que sea propio del ciberdelito y que lo afronte como un creciente fenómeno criminal que es preciso conocer y controlar, aunque –insistimos– siempre con las debidas garantías, diseñando un marco jurídico homogéneo por los Estados firmantes y con una vocación de universalidad. Con fecha 23 de noviembre de 2001 se afronta por primera vez el problema de una manera global, al margen de algunas Directivas y Decisiones Marco adoptadas con anterioridad y que afectaban a diversas cuestiones jurídicas particulares vinculadas con la Informática, tiene lugar en Budapest la firma del Convenio ETS 185 sobre Cibercriminalidad, elaborado por los países de la Unión Europea con la colaboración de los Estados Unidos de América, Japón y Canadá y África del Sur. En su Preámbulo se pone de manifiesto que tiene lugar ante la necesidad de prevenir, de un lado, los actos atentatorios de la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad de los sistemas informáticos, de las redes y de los datos y, de otro lado, el posible uso fraudulento de tales sistemas y de los datos allí almacenados. Para ello se propone la atribución de poderes suficientes para permitir una lucha eficaz contra estas infracciones penales facilitando la detección, la investigación y la persecución tanto a nivel nacional como internacional, y previendo algunas disposiciones materiales al objeto de una cooperación internacional rápida y fiable. Con la firma de esta Convenio se pretende, por tanto, tras establecer un catálogo cerrado de infracciones delictivas especialmente vinculadas a la informática, la formulación de un procedimiento eficaz al que debieran adaptarse las legislaciones nacionales reguladoras del proceso penal de manera respetuosa con las garantías procesales. Sobre el particular, se puede consultar mi trabajo, Algunas notas sobre la investigación del ciberdelito y proporcionalidad, Centro de Estudios Jurídicos, Madrid, 2006 (en imprenta).
—112—
Se ha generado en nuestro tiempo la necesidad de establecer unos nuevos postulados metodológicos y una serie de nuevos criterios político-criminales que tengan en cuenta, integrados en los códigos procesales nacionales, los nuevos riesgos inherentes a la llamada Sociedad de la Información y, en particular, la consumación frecuente y masiva de delitos invisibles o delitos a distancia que comportan una nueva dimensión jurídica espacio temporal del derecho penal y que favorecen enormemente la impunidad del infractor, principalmente en los países de menor riqueza. Estos nuevos territorios son territorios virtuales en los que se libra, en buena medida, la batalla de la libertad. Debemos considerar –por tanto– que comienza a gestarse, en cierta medida, un nuevo paradigma de derecho penal, afirmación que también puede ser socorrida, como ahora veremos, con la delimitación de un nuevo concepto de intimidad que debe ser valorado y ordenado por el derecho. Una nueva frontera para la intimidad El temor a ver nuestra privacidad quebrantada es un temor masivo y extra procesal, de naturaleza más sociológica que jurídica por cuanto la ciudadanía comprende (sin excluir en este temor a las propias víctimas del ciberdelito10) que las peculiaridades criminológicas de estas infracciones exigen actuaciones oficiales de naturaleza invasora de la intimidad. Por regla general, este temor se refiere a que las intromisiones públicas sean estandarizadas y debiliten excesivamente la posición del ciudadano frente al Estado y en su relación con los demás convirtiéndolo, como ya expuso el Tribunal Constitucional de la extinta República Federal de Alemania en su día, en un hombre de cristal, en un espíritu que puede ser diseccionado mediante el cruce selectivo de datos e informaciones que el mismo sujeto ha generado al desarrollar su libertad y construir una identidad informática. Hay que recordar que este temor de la ciudadanía tiene un reconocimiento legal11 por cuanto, en términos análogos
10 Es frecuente que algunas víctimas de delitos informáticos, principalmente pequeños fraudes económicos, no colaboren con los investigadores al descubrirse actividades privadas que son perfectamente lícitas pero que pueden tener, en su opinión, algún carácter vergonzante. 11 Sobre el particular, puede consultarse la reciente ponencia del Fiscal David Calvo
—113—
a las legislaciones de nuestro entorno, el artículo 12 de la Ley 34/2002, de 11 de julio de Servicios de la Sociedad de la Información y del Comercio Electrónico establece una importante limitación al deber de retención de los datos de tráfico relativos a estas comunicaciones electrónicas, al señalar que los operadores de redes y servicios de comunicaciones electrónicas, los proveedores de acceso a redes de telecomunicaciones y los prestadores de servicios de alojamiento de datos deberán retener los datos de conexión y tráfico generados por las comunicaciones establecidas durante la prestación de un servicio de la sociedad de la información por un periodo máximo de doce meses. Por servicio de la sociedad de la información nunca podemos entender, conforme a lo establecido en la Disposición Adicional 1ª de la propia Ley 34/2002, el intercambio de información por medio de correo electrónico u otro medio de comunicación electrónica equivalente para fines ajenos a la actividad económica de quienes lo utilizan. Al margen de esta significativa limitación temporal, el mismo precepto señala, siendo consciente el legislador de que cualquier almacenamiento masivo de datos personales comporta siempre un riesgo para la intimidad, que los datos almacenados serán únicamente los necesarios para facilitar la localización del equipo terminal empleado por el usuario para la transmisión de la información. En el caso de los prestadores de servicios de alojamiento de datos deberán retenerse los que resulten imprescindibles para identificar el origen de los datos alojados y el momento en que se inició la prestación del servicio. Cabría añadir una tercera, quizá la más importante, limitación legal por cuanto los datos retenidos sólo pueden serlo con una finalidad previamente establecida y en determinadas condiciones de custodia y almacenamiento, para su utilización en el marco de una investigación criminal o para la salvaguardia de la seguridad pública y la defensa nacional, poniéndose a disposición de los Jueces o Tribunales o del Ministerio Fiscal que así los requieran. López presentada en el Curso sobre Protección penal de Consumidores y Usuarios, celebrado en Granada en octubre de 2006, con el título Defraudaciones a través de Internet. El delito informático: Cuestiones penales y procesales y pendiente de publicación por el Centro de Estudios Jurídicos.
—114—
Ya en 1999, antes de la promulgación del Código Penal español de 1995, el profesor José Cuervo Álvarez12, en su trabajo Delitos Informáticos: protección penal de la intimidad, establecía un contenido mínimo del derecho a la intimidad, con marcado carácter reivindicativo o filosófico, que se concretaba en la adopción de distintas decisiones negativas sobre la vida personal que inciden sobre nuestra relación con un entorno social, un entorno cada día más difuso y menos territorializado que presenta algunos caracteres que parecen hostiles si tenemos en cuenta la enumeración de esas decisiones. En concreto, textualmente, según el autor citado, se integraba o construía este nuevo modelo de intimidad por siete manifestaciones de un derecho personal para diseñar nuestra intimidad y que se concretaba en el derecho a: No participar en la vida colectiva Aislarse de la comunidad Establecer una llamada relación-cero Disfrutar de un espacio para respirar Ejercer un derecho al anonimato Un circulo de vida exclusivo No ser conocidos, en ciertos aspectos, por los demás. El ejemplo anterior ilustra una nueva tendencia en la manera de entender la privacidad y nos obliga a formular un nuevo concepto de intimidad virtual o de ciberintimidad que está caracterizado, de una parte, por su carácter siempre relativo o cambiante y, de otro, por la imposibilidad de referirlo a un espacio físico concreto que pueda ser materialmente protegido por el derecho. En realidad el cambio del concepto de intimidad viene determinado por un hallazgo tecnológico como es la capacidad, prácticamente infinita, para el almacenamiento de información personal y su capacidad de relación. La propia Exposición de Motivos de la Ley Orgánica 15/99, de 13 de diciembre, de protección de datos de carácter personal se refiere al concepto de privacidad, que englobaría al más estricto de intimidad, y que se integraría por el conjunto
12 Alfa Redi. Revista Electrónica de Derecho Informático, número 6, 1999. Puede consultarse en http://www.informaticajuridica.com
—115—
más amplio, más global de facetas de la personalidad que, aisladamente consideradas, pueden carecer de significación intrínseca pero que, coherentemente enlazadas entre sí, arrojan como precipitado un retrato de la personalidad del individuo que este tiene derecho a mantener reservado. Este nuevo concepto de intimidad viene determinado por una especie de libertad personal, la de ejercer libremente nuestra voluntad para la construcción de una identidad informática propia que permita al sujeto decidir qué informaciones o contenidos que posee pueden ser compartidos por terceras personas en otros terminales o sistemas, otorgándoles un carácter de datos públicos y accesibles y aquellos otros, sin embargo, respecto a los cuales decide mantenerlos al margen de cualquier injerencia externa de manera total o limitada y estableciendo, en definitiva, un acceso restringido que depende, en mayor o menor medida, de su propia voluntad. No hay una coincidencia necesaria, por tanto, con los datos sensibles de cada individuo, aunque será lo más frecuente, ya que basta que sean datos personales que superen el concepto de lo inocuo y respecto de los cuales exprese el sujeto, incluso de una forma tácita, su deseo de preservarlos u ocultarlos, con independencia de cual sea su contenido, al conocimiento de los demás, para que así merezcan una protección diferenciada por el derecho. Decimos que es un concepto cambiante porque puede operar en distintos lugares o situaciones o modificarse con el paso del tiempo utilizando como medida de protección unas simples claves de acceso o acudiendo a centros colectivos de conexión para trazar este derecho fundamental. No puede, por tanto, limitarse a un espacio físico concreto y decimos que es relativo porque requiere lo que podríamos llamar una legitimación cibernética inicial para que pueda operar su eficacia y desplegarse desde este nuevo derecho su protección de tal manera que si, por ejemplo, la intimidad informática se despliega en un centro de trabajo y sobre contenidos no autorizados en la relación laboral existente, no existe un derecho absoluto a la incolumidad de esa información. Una preocupación fundamental entre los ciudadanos
—116—
de nuestro tiempo, como decíamos anteriormente, es la de ver invadida su intimidad virtual porque se da una extensa situación paradójica que sirve para delimitarla conceptualmente. Y es que, efectivamente, siendo fortalecida por el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación, también resulta más debilitada y más difícil de proteger; siendo consecuencia de nuestra relación con los demás, es una relación muchas veces anónima y realizada desde una soledad justamente por ello acentuada; siendo propia es una intimidad compartida con desconocidos. Por todo eso, la relación de las reglas de proporcionalidad que deben ser respetadas en cualquier proceso de investigación por la comisión de hechos delictivos con este derecho a una intimidad informática, es más que evidente. Las autorizaciones judiciales que permitan cualquier acceso oficial a estos datos deben contar una motivación suficiente y siempre respetuosa con la finalidad perseguida en la investigación, debiendo tratarse de delitos graves y con suficiente trascendencia social13. Todo ello determina que este espacio virtual se configure como un nuevo espacio de reivindicación social y, en muchas ocasiones, como un lugar de encuentro, como la antesala misma de la violencia. El anonimato como forma de relación social. Las nuevas tecnologías de la comunicación nos permiten el desarrollo intenso de una militancia social ejercida desde el anonimato, permiten una organización de nuestras actividades de protesta desde la mera transmisión de mensajes más o menos elementales, sin que sea precisa para ello ninguna forma de identificación previa. Esta utilización del mensaje anónimo no tiene, como en otras épocas históricas, ningún carácter vergonzante sino que, muy al contrario, se configura como una de las reglas básicas de la nueva comunicación. La expresión de opinio13 El Tribunal Supremo ha utilizado como criterio orientativo para estas autorizaciones el que se trate uno de los delitos que permiten, conforme a lo señalado en el artículo 282 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la actuación de los llamados agentes encubiertos (STS 588/02, de 4 de abril). Se trata de aquellas formas delictivas que presentan mayores dificultades para su investigación y que se vinculan. Como regla general, a las formas más complejas de criminalidad organizada.
—117—
nes anónimas se ha convertido en la forma más habitual de participación política y en una magnitud valorada a diario para establecer el contenido de la opinión pública. Nunca se ha ejercido tanto y con tanta intensidad como en estos días el anonimato, hasta el punto de señalar que habitualmente ejercemos un anonimato trivializado en contra del devenir histórico que asociaba el mensaje anónimo, por regla general, con la gravedad o con el ocio, pero nunca con la relación social. La idea de conseguir el desarrollo de una democracia verdaderamente participativa como superación natural de la democracia representativa parece encontrar un cauce adecuado y, de hecho, esta participación impersonal se promueve a diario en la red por toda clase de organizaciones y empresas. Los ciudadanos, sin embargo, no valoran tan positivamente una participación canalizada y manejada al antojo de entidades y corporaciones porque lo importante no es tanto la transmisión de opiniones sin limites espaciales ni temporales sino la transmisión masiva de esa información sin el sometimiento a los criterios de oportunidad que favorezcan los intereses de cualquier intermediario: Lo importante radica en el dominio mismo del mensaje y en su envío anónimo a la colectividad, no en su interpretación. La incidencia, aunque indirecta, de esta nueva Sociedad de la Información en la generación de algunas formas de violencia social es patente. La posibilidad de comunicar y compartir una experiencia crítica de manera tan rápida y efectiva permite una acentuación de los resortes o mecanismos generadores de la protesta pública masiva, permite, en definitiva, la posibilidad de una movilización casi inmediata y más proclive, justamente, entre quienes encuentran mas dificultades para el ejercicio de sus derechos en la realidad cotidiana. Varias concepciones del ciberespacio debaten sobre la naturaleza de este lugar reclamando en ocasiones el respeto a una comunicación que no comporte, prácticamente, a ninguna limitación o injerencia por parte del Estado. Como ha señalado expresivamente el profesor Miguel Castells14, entre las razones oficiales para desencadenar una 14 Así, en La experiencia española de la regulación en Internet, lección inaugural de la UOC, curso académico 2001-2002 que puede consultarse en http://www.uoc.edu
—118—
normativa propia que regule de manera suficiente el ciberespacio la encontraríamos en el considerable nerviosismo de las administraciones, alentado desde las burocráticas instituciones europeas, sobre su posible pérdida de control de las actividades en la red, nerviosismo favorecido por el desconocimiento y la falta de familiaridad con el medio Internet. Posteriormente, recuerda algunos comentarios del conocido abogado Carlos Sánchez Almeida15 que, por su contundencia, parece oportuno reproducir cuando nos recuerda, al comentar la posible existencia de una normativa propia sobre Internet, que ya existen suficientes normativas para proteger los derechos de los ciudadanos y penalizar las conductas delictivas, dentro y fuera de la red. Basta con aplicarlas. El mismo autor nos señala que el problema puede tener una naturaleza técnica originada por la dificultad de aplicar esas sanciones por actividades ilícitas realizadas en la red y ello requiere una modernización de las instituciones judiciales y policiales. Pero ante la dificultad de esa modernización –añade– se intenta resolver el problema descentralizando la censura previa a la estructura de prestadores de servicios y haciéndolos responsables de las excepcionales infracciones que puedan representar algunos contenidos. Es como hacer responsables a los propietarios de las imprentas por las consecuencias que pudieran resultar de la publicación de ciertos artículos en la prensa. O a los operadores de telecomunicaciones por las conversaciones telefónicas entre mafiosos que planean un robo. Cualquier intento legislativo, por tanto, sobre el particular se configura para un extenso sector de la comunidad de internautas que mantiene una firme posición de militancia reivindicativa, como un serio ataque a sus derechos más fundamentales y, especialmente, a la libertad de expresión y al reconocimiento y respeto a su intimidad más estricta. La comunidad virtual se configura, en definitiva, como un enorme territorio de libertad que debe ser preservado 15 En su libro República de Internet con un tono de intensa militancia para la defensa de los derechos de los internautas, nos manifiesta este autor que a lo largo de la campaña que protagonizaron los internautas españoles, desde cientos de organizaciones, en contra de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI), me harté de repetir un mensaje: no debía legislarse Internet como si se tratase de un gueto, no a las leyes especiales para Internet. Internet debía legislarse como el mundo real, modificando las leyes existentes en aquello que fuese necesario, para adaptarlas a la nueva realidad. Se puede consultar el texto en http://www.sanchezalmeida.com
—119—
por las reglas imperantes en el proceso y por una efectiva persecución de las actividades delictivas pero nunca limitado por un nuevo derecho penal y procesal marcado por una intensa dosis de injerencia estatal en las relaciones personales, injerencia que no siempre encontraría una justificación suficiente y que se convertiría, en definitiva, en una consolidación de la censura estatal o en un régimen legal de autoritarismo virtual. Contrariamente a las expresiones anteriormente expuestas, el desarrollo desmesurado del cibercrimen y del ciberterrorismo viene determinando una movilización internacional para llevar a cabo una regulación procesal suficiente en la red. Ya he tenido oportunidad de indicarlo con anterioridad16 en algún trabajo reciente y en los siguientes términos: Algunos autores, como el profesor Enrique Anarte Borrallo, nos recuerdan17 la estrecha vinculación del ciberdelito con la llamada Sociedad de la Información o Sociedad del Conocimiento que ha sido equiparada en el conocido Informe Bangemann a una nueva revolución industrial basada en la posibilidad casi infinita de procesar y conjugar toda clase de informaciones, de manera que pueda ser utilizada por cualquier usuario sin ninguna limitación espacial o temporal y que pueda, a su vez y como consecuencia de ello, generar toda clase de servicios de comunicación, comerciales o intelectuales, así como toda clase de beneficios de contenido material, moral, social o económico. Lo importante es saber si, como manifiesta acertadamente el profesor Enrique Anarte Borrallo, podemos considerar que la irrupción de la informática en nuestras relaciones sociales genera una nueva sociedad caracterizada por ser una sociedad de riesgo incrementado o de riesgo global y si ello requiere una respuesta jurídico penal propia y que esté caracterizada por una fuerte demanda de seguridad ante el incremento evidente de una serie de riesgos, que son advertidos –justamente y en buena medida– por la ciudadanía 16 Algunas notes sobre ciberdelito y proporcionalidad pendiente de publicación por el Centro de Estudios Jurídicos, Madrid, 2006. 17 Merece destacarse su extenso y certero trabajo Incidencia de las nuevas tecnologías en el sistema penal. Aproximación al derecho Penal en la Sociedad de la Información, en Derecho y Conocimiento, volumen 1, Facultad de Derecho, Universidad de Huelva, 2002.
—120—
más comprometida con la defensa de los derechos fundamentales. De manera muy resumida podríamos establecer que esta nueva Sociedad de la Información produce, siempre desde una perspectiva jurídico penal, una serie de nuevas condiciones para el ejercicio básico de nuestros derechos y que podrían cifrarse, sin ningún ánimo exhaustivo y en lo que aquí concierne, en los siguientes: Un notable incremento del riesgo potencial de agresión a los derechos fundamentales y una demanda creciente de seguridad jurídica para evitar las actuaciones públicas arbitrarias o injustificadas, siempre desarrolladas con la excusa de llevar acabo una mejor gestión pública de la información o de formalizar actuaciones de prevención y eficaz persecución del ciberdelito18 y, más recientemente, del ciberterrorismo internacional. La necesidad de establecer unos nuevos postulados metodológicos y una serie de nuevos criterios político criminales que tengan en cuenta, integrados en los códigos procesales nacionales, estos nuevos riesgos inherentes a la Sociedad de la Información y, en particular, la consumación frecuente y masiva de delitos invisibles o delitos a distancia que comportan una nueva dimensión jurídica espacio temporal del derecho penal y que favorecen enormemente la impunidad del infractor. La aparición de nuevos territorios de aplicación de la ley penal que exigen una nueva formulación de las normas de competencia territorial y una mayor y más intensa cooperación internacional, al margen de la posible aplicación de criterio de persecución universal de algunos de estos delitos. La uniformidad legislativa internacional, cuando menos de aquellas sociedades articuladas como verdaderas sociedades democráticas, se configura como un postulado axiomático e infranqueable, como un horizonte de legalidad internacional directamente aplicable en cada uno de los 18 Sobre el particular, sirva como ejemplo, puede consultarse el análisis que realiza María Encarnación Iglesias Frías en su artículo previamente citado, acerca del impacto de las nuevas tecnologías en la publicación de datos oficiales electrónicos, incluidos los contenidos en sentencias judiciales firmes que se contienen en los nuevos repertorios de jurisprudencia, que se vienen limitando para adaptarlos a fórmulas respetuosas con la privacidad mediante la protección de algunos datos personales.
—121—
Estados, conforme a los postulados que han sido ya desarrollados por el Consejo de Europa. La actuación del derecho penal, por último, debe tener en cuenta antes de cualquier decisión limitadora de derechos fundamentales, todos los llamados riesgos colaterales (Enrique Anarte) que comporta la utilización de los instrumentos informáticos para la persecución del delito y no debe verificarse en ningún caso como una actividad indiscriminada y sometida a controles posteriores, siempre limitados, de la actuación oficial. Esta posible adaptación de una realidad criminal particularizada al ámbito del proceso penal cuenta con algunos precedentes (aunque ciertamente muy limitados) y no sería extraño, teniendo en cuenta el formidable incremento de la actividad delictiva desarrollada a través de la red informática, que esta tendencia se incrementará en el futuro, como ha ocurrido recientemente –aunque por razones bien diferentes–19 con la violencia de género. En tales casos la discriminación legislativa se legitima por la especial facilidad comisiva del hecho delictivo y con un argumento puramente cuantitativo ante el sostenimiento de unos niveles inaceptables de impunidad. Ha sido, como en otras ocasiones, el Consejo de Europa la institución que primero ha procurado la creación de un instrumento jurídico internacional y uniforme que sea propio del ciberdelito y que lo afronte como un creciente fenómeno criminal que es preciso conocer y controlar, aunque –insistimos– siempre con las debidas garantías, diseñando un marco jurídico homogéneo por los Estados firmantes y con una vocación de universalidad. Con fecha 23 de noviembre de 2001 se afronta por primera vez este problema de una manera global, al margen de algunas Directivas y Decisiones Marco adoptadas con anterioridad y que afectaban a diversas cuestiones jurídicas 19 Conforme a lo señalado en el artículo 68 de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de Diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, bajo la rúbrica de Garantías para la adopción de las medidas se indica que las medidas restrictivas de derechos contenidos en este capítulo deberán adoptarse mediante auto motivado en el que se aprecie su proporcionalidad y necesidad, y en todo caso, con intervención del Ministerio Fiscal y respeto de los principios de contradicción, audiencia y defensa. Conforme al precepto anterior, cabe hablar, por tanto, de una necesidad de adaptación de la proporcionalidad en la adopción de medidas de protección a las víctimas a los nuevos postulados establecidos para los casos de violencia de género.
—122—
particulares vinculadas con la Informática, tiene lugar en Budapest la firma del Convenio ETS 185 sobre Cibercriminalidad, elaborado por los países de la Unión Europea con la colaboración de los Estados Unidos de América, Japón y Canadá y África del Sur y que inicia una. Un ejemplo paradigmático de violencia desenfocada: La inmigración como camino hacia la ciudadanía Al margen de las anteriores afirmaciones, la inmigración irregular puede promover un ejemplo paradigmático de violencia desenfocada. Lo hace en numerosos sentidos, mostrando –por ejemplo– de una forma engañosa toda la intensidad y complejidad de este intenso problema. Los ciudadanos europeos sienten de alguna forma un ligero temor, cuando miran el televisor desde sus confortables cuartos de estar, ante la contemplación de algunas imágenes de inmigrantes que alcanzan nuestra costa en condiciones de peligro extremo. Estas imágenes debieran promover, sin embargo, un sentimiento de piedad, aunque ya no sea la piedad el motor que deba guiar el impulso institucional para el respeto de los derechos fundamentales sino el sentimiento de igualdad. No nos preocupan en la misma medida otros riesgos más sutiles y menos visibles pero de mucha mayor importancia para el respeto de nuestros derechos fundamentales, como ocurre con el dictado de leyes específicas y extraterritoriales que pueden suponer graves intromisiones en nuestra intimidad e incluso en nuestra seguridad personal. Pero no es este el único ejemplo de violencia desenfocada vinculado con la inmigración irregular. Muchas actividades criminales que se desarrollan durante un largo período de tiempo y que son especialmente crueles y peligrosas, no presentan a los colectivos de inmigrantes irregulares como víctimas, que es lo que realmente son, sino como contumaces infractores. Ello ocurre porque tiene lugar una distorsión deliberada en la transmisión del mensaje y porque se enfatiza solamente el momento de llegada hasta la sociedad de destino, esto es, el momento del cruce clandestino de la frontera. La sensación que se obtiene es que queda reflejado sólo aquello que le conviene a quien procura mostrar el fenómeno migratorio como un conflicto esencial y cierta-
—123—
mente lo es pero por otras razones muy diferentes a las que se nos exponen con tanta frecuencia. El tráfico de seres humanos constituye un claro ejemplo de una actividad delictiva focalizada o, dicho de otra forma, de una actividad desenfocada. No solía explicarse hasta hace muy poco tiempo que ha sido una forma de criminalidad organizada en la participan quienes desarrollan su actividad a uno y a otro lado, que se inicia mucho antes, a veces incluso años, del cruce clandestino de un frontera y que, normalmente, tampoco termina una vez que esta ha sido cruzada, sino que persiste con el sometimiento del trabajador a distintos abusos y a condiciones ilegales de trabajo para mejorar su explotación. La focalización del largo proceso migratorio nos ha mostrado durante mucho tiempo el aspecto infractor del inmigrante y, en ocasiones, hasta nos oculta su condición de víctima, una víctima sostenida en el tiempo a través de una situación de anticiudadanía que se conjuga, queramos o no, con el desarrollo precario del trabajo en condiciones inadmisibles. Sólo la crudeza del fenómeno y la denuncia constante de los medios de comunicación, nos han permitido que podamos advertir las dimensiones de este abismo social. No reparamos habitualmente en el carácter provisional de la inmigración que, en definitiva, no tratándose de un fenómeno estático, debe conducir naturalmente a la adquisición de una nueva ciudadanía. Este acceso a la ciudadanía, tan necesario como inevitable, es trascendental para la sociedad que albergará nuestro futuro y puede tener lugar en la primera o en la segunda generación asentada en la sociedad de destino. Es un error de dimensiones imprevisibles, por tanto y desde una perspectiva eminentemente práctica, permitir que un defectuoso tratamiento legal del problema migratorio permita un ámbito social de impunidad tan extenso para fenómenos criminales tan importantes como la violencia de género, el tráfico de seres humanos o la siniestralidad laboral, situaciones que pueden incidir de manera muy significativa entre colectivos de inmigrantes que aparecen como víctimas frecuentes de estas y de otras actividades delictivas.
—124—
La violencia diferida y su tratamiento institucional. Conforme a todo lo que hemos señalado con anterioridad, entendemos que la violencia diferida es aquella que se genera de forma diacrónica y ante el incumplimiento consentido y sostenido en el tiempo de los derechos fundamentales de algún colectivo social, apareciendo el brote violento cuando, por distintas razones socioeconómicas, los integrantes de ese colectivo reclaman el cumplimiento efectivo de sus derechos fundamentales. Es posible que uno de los problemas más graves a la hora de enfrentar estas formas de violencia tenga que ver con la excesiva focalización de los comportamientos delictivos que las originan y a la que acabamos de aludir. La violencia desenfocada nos otorga, ciertamente, una visión limitada de las cosas que nos impide afrontarlas con rigor, que nos conduce al error sistemático y nos conduce a la búsqueda de soluciones tan egoístas como inapropiadas. Como se ha puesto de manifiesto, esta verdad se contiene en la afirmación de que perseguimos la esclavitud de la inmigración castigando precisamente a los esclavos y omitimos el castigo o incluso –en ocasiones– omitimos la simple reprobación moral de quienes aprovechan la extrema situación de necesidad que padecen aquellos a los que sometemos. La inmigración recibe desde la sociedad occidental un mensaje francamente contradictorio. El manido efecto llamada no es consecuencia del reconocimiento puntual de algunos derechos fundamentales o, más bien elementales, que puede generar una reforma legislativa. El efecto llamada no es más que ese brillo constante que emana de ese filón de un empleo precario, irregular e injusto, que sigue abasteciéndose del tráfico ilícito de mano de obra con voracidad. El problema de la violencia diferida es consecuencia de aplicar a esa relación laboral degradada lo que podríamos llamar la lógica del maltratador. El estudio reciente de la violencia de género y, más especialmente, de la violencia psíquica o psicológica ejercida sobre la mujer, nos revela que aquello que distingue el maltrato del simple comportamiento inmoral es el deseo cons-
—125—
ciente del agresor de crear con la víctima o con el círculo de víctimas una relación estable de subordinación. En un principio, la doctrina penal estimó muy difícil la prueba de esta intencionalidad, pero la aplicación práctica del derecho penal ha demostrado que la realidad es tan cruel que desborda la estrategia de cualquier defensa legal. Los avances de la medicina forense, la tutela integral de las víctimas de violencia doméstica y el estudio de las relaciones de convivencia, nos revelan que la crueldad cotidiana y sistemática cuenta con una finalidad muy clara que es la de producir una voluntad desmoronada. La persistencia en el maltrato no es una finalidad en sí misma, tiene lugar para determinar la voluntad, para apoderarse del futuro de la víctima, para decidir por ella, para sentenciarla a convivir con la arbitrariedad y con la privación más enérgica de sus derechos. Hay que tener en cuenta que hablamos, además, de una víctima selectiva y que es perfectamente conocida por el maltratador que sabe cuales son sus debilidades y temores, de qué manera puede dañarla con mayor vigor y como puede obtener, con mayor facilidad, su propósito criminal.20 Lo que hace el empleador ilegal, salvando las distancias, es reiterar de forma cotidiana una privación de derechos y lo hace para crear, como hace el maltratador doméstico, una relación estable de subordinación. Exigimos al inmigrante, al que no paramos de dar buenos consejos, que desarrolle su integración social entre el temor a la expulsión y el sos20 Convendría recordar la compleja situación de la mujer inmigrante irregular y víctima de maltrato que se encuentra sometida a una serie de hechos discriminatorios. Efectivamente, tienen lugar hasta cuatro, y no tres como suele indicarse por la doctrina, hechos discriminatorios que afloran en muchas situaciones y que impiden el normal desarrollo de los derechos fundamentales de estos colectivos. En primer término hay que reiterar el hecho discriminatorio básico de ser mujer. En segundo lugar el de ser una mujer inmigrante, con incremento de su debilidad cuanto mayor es la distancia cultural que la separa de la sociedad de destino. En tercer lugar, el hecho de ser una mujer inmigrante en una situación administrativa de irregularidad que le provoca una situación generalizada de ocultación social y que puede comportar, sin haber cometido infracción penal alguna, su privación de libertad y su expulsión de nuestro territorio y, por último, en cuarto lugar, el hecho de sufrir en muchas ocasiones la persecución e incomprensión más feroz justamente en su país de origen y en el círculo familiar más estricto por cuanto a veces, en amplias zonas geográficas de origen y en estados confesionales, tienen lugar situaciones de una total desigualdad que están institucionalizadas. Tiene lugar en estos casos, en definitiva, una forma superlativa de desarraigo o, lo que podríamos llamar de desarraigo por insolidaridad ya que la falta de generosidad institucional de la sociedad de destino, es la que materialmente imposibilita a la víctima la huida del delito hasta límites totalmente inadmisibles y contrarios al derecho.
—126—
tenimiento de unas condiciones laborales que nos son respetuosas con la ley. Ciertamente, es un infractor pero su infracción está moralmente justificada y es, en definitiva, una simple infracción administrativa; vive –sin embargo– en un estado de permanente cuestionamiento y tensión y, lo que es mucho más importante, es víctima de delitos graves que debieran ser perseguidos con una mayor eficacia. He tenido oportunidad de señalar que el origen de la movilización institucional en la lucha contra la violencia doméstica y de género, se encuentra en la actualización de los derechos fundamentales que tiene lugar a consecuencia del movimiento de liberación femenino que se desarrolla en las sociedades occidentales en el último cuarto del siglo XX. Esta relación de la violencia de género con el desarrollo de los derechos fundamentales es evidente si consideramos que aquellos estallidos de violencia que producen agresiones más graves o incluso el asesinato de las víctimas, tiene lugar, justamente, cuando estas procuran o pretenden ejercer algún derecho básico como una simple separación o plantear el divorcio o se atreven a pedir ayuda a la red asistencial pública. En el caso de la inmigración irregular que está sometida a condiciones de explotación ocurre algo parecido: Es cuando este colectivo de ciudadanos reclama sus derechos cuando descubre un déficit inaceptable para ejercer la igualdad y cuando afloran estas formas de violencia diferida que se dirigen indiscriminadamente contra el entorno urbano más próximo. La diferencia esencial que encontramos es que, en estos casos, la violencia primaria se ejerce desde el colectivo maltratado y ello ocurre porque, así como la víctima de género encuentra una manera clara de canalizar su liberación a través de una legislación que la protege y que lo hace, además, desde una perspectiva integral, este colectivo social sin futuro, sin alternativas y sin oportunidades reales para resolver sus carencias, no encuentra ese mismo apoyo legal o incluso se encuentra por lo contrario, con una legislación poco permisiva y hostil a sus intereses que se preocupa de recordarle continuamente el riesgo de la expulsión. Este complejo proceso acontece, en muchas ocasiones, durante la segunda o tercera generación en la sociedad de
—127—
destino. Tiene lugar, por lo tanto, entre ciudadanos teóricamente integrados que rechazan el sistema que los acoge y que han venido forjando durante años lo que hemos llamado una sociedad multicultural. Mucho se ha escrito, en un sentido u otro, acerca de los riesgos de la llamada multiculturalidad pero este concepto, en mi opinión, aún reconociendo que se trata de una idea positiva, también es un concepto –en buena medida– inoperante. El respeto a los valores culturales de cualquier colectivo inmigrante en la sociedad de destino debe partir de una premisa elemental: Debe tratarse de una conducta, ya sea individual o colectiva, plenamente compatible con nuestros valores constitucionales. Una vez aclarado este extremo, la salvaguarda de la cultura propia no comporta ningún riesgo y no cuenta con mucha dificultad. Cualquier sociedad democrática procura la salvaguarda del llamado Patrimonio Inmaterial y es totalmente respetuosa con la costumbre. Realmente, el problema de la multiculturalidad es que le otorguemos un valor fundamental cuando, en realidad y pese a toda su importancia, tiene un valor puramente accesorio. El problema de la multiculturalidad es, en definitiva, que se convierta en un aliado de la discriminación porque lo importante es reconocer el libre ejercicio de los derechos en condiciones de igualdad y esto sí supone un sacrificio importante para nuestro sistema jurídico, económico y asistencial. La actuación institucional como fórmula elemental de respuesta: La globalización invertida. No incurrimos en ninguna falsedad si comentamos que la respuesta ordinaria de muestras autoridades (entre las que me incluyo) ante estos estallidos puntuales de violencia diferida puede ser una respuesta insuficiente por elemental. Al margen de la intervención policial para reponer el orden y de la identificación y detención de los responsables, poco se desarrolla desde las instituciones para el análisis de las raíces profundas de estas y otras formas de violencia social.
—128—
Con ello no formulamos una crítica indiscriminada a las instancias oficiales: El problema es que la estructura de nuestro sistema, tanto policial como judicial o incluso penitenciario, en la persecución de estos delitos no cuenta con muchas alternativas legales diferentes al señalamiento de una sanción proporcionada e impuesta después de un proceso tramitado con garantías. En todo caso y en algunas situaciones muy concretas, el sistema legal adopta algunos ajustes de carácter meramente individual teniendo en cuenta la personalidad del autor y las circunstancias que rodearon la infracción. No se relacionan, las correcciones que debe imponer el derecho penal con la intervención social en los territorios de marginación en los que germina el problema y se considera que ello es una situación inevitable que no puede ser corregida con facilidad. Quizá podamos establecer, por el contrario, un foro conjunto de reflexión y comprender la relación de estas formas de violencia social, en mi opinión, con algunas carencias asistenciales o en la persecución eficaz y suficiente de algunas formas graves de delincuencia. No cabe señalar que asistimos, de otra parte, a la contemplación de ninguna especie de rencor social ante el ejercicio de la violencia. Muchas veces, el ciudadano agredido acepta la gravedad de la situación que genera el comportamiento agresor y reclama una reacción moderada desde el poder. No quiere vengarse, quiere obtener una completa satisfacción moral y una incompleta satisfacción económica. Le basta con saber que la razón asiste a sus intereses y que la norma y el derecho siguen imperando con cierta comodidad en la sociedad en la que convive. Lo que realmente teme no es el estallido puntual de la violencia sobre las cosas, sino la certeza de un caos, la convicción de estar definitivamente indefenso, lo que realmente teme es un salto cualitativo de la violencia social hacia el daño personal. El ciudadano, por tanto, cuando es respetuoso con la ley o cuando menos con la ley penal, comprende que el problema de su entorno –quizá– no pueda resolverse de una forma definitiva pero sí mitigarse con un razonable ejercicio de la autoridad que no se limite a sancionar y que busque una solución estructural al comportamiento agresor. El problema, sin embargo, se aborda reconduciendo los
—129—
síntomas hasta límites razonables pero no es objeto de una profunda investigación que aborde sus causas, hay por ello un cierto fatalismo institucional que parece considerar que existe una solución imposible para la erradicación de estas formas de violencia. Es preciso relacionar las fuentes de la violencia social con la actividad delictiva y, más extensamente, con las situaciones limitativas de los derechos fundamentales que son, directa o indirectamente, consentidas por el colectivo social y por una oficialidad abrumada ante otras inseguridades más próximas. Para hacerlo, para concienciarnos de esta necesidad, hemos de incrementar la argumentación a favor de una igualdad no retórica sino real, aunque sea con esta visión un tanto egoísta del derecho pero, al fin y al cabo, imprescindible para enfrentar el futuro con un mínimo de garantías. Mucho se escribe actualmente acerca de los riesgos de la famosa globalización. El proceso –sin embargo– sigue creciendo y se instala entre nosotros una permanente sensación de fracaso. El mundo globalizado, dicho en términos ciertamente elementales, produce con bajos costes en los países pobres para vender su producción en los países más ricos conforme a las reglas del mercado. Hay, sin embargo, una ingente actividad laboral, caracterizada por su penosidad y por su precariedad, que no puede ser exportada y que se nutre, en su mayor parte, a través del colectivo de inmigrantes irregulares. La razón es tan elemental como injusta: Es preciso crea un tejido social de infraderecho para abastecer esta engorrosa nómina del trabajo denostado. Por eso tiene lugar una forma de lo que quiero llamar globalización invertida, porque atraemos trabajadores que son explotados y sometidos, además, a estrictas reglas de control administrativo y hasta policial. Hay que reconsiderar esta situación y combatirla con la mayor firmeza porque si es discutible que podamos producir en los países pobres sólo para obtener mayores beneficios, mucho más discutible o, mejor dicho, inaceptable sería que trasladáramos a nuestro entorno situaciones generalizadas de discriminación y pobreza.
—130—
Colofón He recordado al comienzo de esta humilde exposición un viejo poema de mi admirado Philip Larkin (1922–1985), fechado en los años cuarenta del pasado siglo, que nos muestra una especie de verdad revelada al gran poeta inglés, en mitad del camino de aquel tiempo agitado. El autor de Un engaño menor nos decía en el que fuera su primer libro21 y con su sencilla lucidez que el tiempo es el eco de un hacha \ dentro de la madera. Al trasladarnos estos dos versos memorables, quizá el poeta vaticina un futuro para el hombre de occidente de creciente aislamiento emocional. Con su misteriosa afirmación, nos abre una sensación de ceguera, una forma de torpeza inevitable, una incapacidad para comprender aquello que nos afecta, que nos parece algo excesivamente remoto pero que –sin embargo– está tan cerca de nosotros que puede destruirnos con bastante facilidad. Cuando analizamos la violencia social no parece que nos preocupe su origen y aquellas razones verdaderas que la motivan. El problema de la sociedad de nuestro tiempo es que, bajo su aparente fortaleza tecnológica, se esconde su fragilidad. De la misma manera, bajo estas nuevas formas de violencia social se esconde la fuerza de una injusticia generalizada y que debemos procurar corregir. Son los más jóvenes quienes tienen el derecho y el deber de hacerlo o, cuando menos, de intentarlo, reclamando el respeto para sus más nobles inquietudes y el respeto de aquellas otras inquietudes legítimas para la actualización de los derechos de los colectivos sociales menos favorecidos. Esta lucha por comprender las causas verdaderas de algunas formas de violencia social, es la que puede redimir nuestros errores anteriores y ayudarnos a construir una sociedad que cuente en el futuro con una razonable esperanza.
21 Poema sin título publicado por primera vez en el libro The North Ship en 1945. En España, publicado con el título de El barco del norte, publicado por Acuarela Libros, Madrid, 1999 con traducción de Jesús Llorente Sanjuán.
—131—
LOS RIESGOS DEL PROGRESO por FEDERICO GARCÍA MOLINER
FEDERICO GARCÍA MOLINER, nació en Burriana (Castellón) en 1930. Licenciado en Ciencias Físicas. Universidad Complutense, Madrid, Doctor en Física (Ph.D.).Universidad de Cambridge, Inglaterra y Doctor en Ciencias Físicas. Universidad. Complutense, Madrid. Ha sido Profesor de Investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, profesor en la Universidad de Illinois (EE.UU), en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universitat Jaume I de Castellón de La Plana (Cátedra de Ciencia Contemporánea, de la Fundación Caja de Ahorros de Castellón. Bancaja). Ha trabajado en problemas de superficies e intercaras sólidas y fluidas y en distintos campos de la física del estado sólido (teoría de transporte en metales y en semiconductores; fricción interna, metales y semiconductores; estadística de quimisorción; teoría de pseudopotenciales; física de superficies y heterouniones, metálicas y semiconductoras: teoría física y formalismos matemáticos para empalme). En los últimos años trabaja en heteroestructuras semiconductoras cuánticas (estructura electrónica, modos vibracionales y respuesta dieléctrica) y heteroestructuras cuasiregulares. En la actualidad se dedica al estudio de aspectos sociales, culturales y éticos de la ciencia, es profesor invitado y conferenciante invitado en numerosos centros científicos, universidades y reuniones internacionales, realiza numerosas publicaciones en forma de artículos en revistas científicas internacionales, monografías didácticas, artículos invitados, capítulos invitados de libros, monografías científicas y libros así como publicaciones sobre aspectos sociales de la ciencia. Es asesor, como evaluador, o como miembro del consejo editorial, de diversas revistas científicas internacionales y miembro de comisiones internacionales diversas. Premio “González Martí” al mejor estudiante de Física y Accesit al Premio Nacional de Ciencias. Premio Extraordinario de Doctorado, Universidad Complutense, Madrid. Miembro Fundador del Comité de Materia Condensada, Centro Internacional de Física Teórica, de las Naciones Unidas. Miembro Fundador del Patronato del “Cambridge European Trust”. Editor General, Real Sociedad Española de Física (1993-1997 ). Vicepresidente, Unión Internacional de Física Pura y Aplicada. (1991-1999) Diploma “Sursum Verus”, Universidad Autónoma de Sinaloa (México) Diploma de Honor por Servicios Distinguidos, Universidad S. Antonio Abad, El Cuzco (Perú). Medalla de la Universidad de La Habana, Cuba. Medalla de la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba). “Visitante Distinguido” de la Ciudad de Santiago de Cuba. Socio Emérito, Asociación Española de Vacío. Medalla de la Real Sociedad Española de Física. Socio de Honor de la Real Sociedad Española de Física. XVI Simposio Latinoamericano de Física del Estado Sólido dedicado a su homenaje y actas publicadas en un número especial de la revista internacional Microelectronics Journal. Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de La Habana. Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de Lille I. Francia. Académico de Honor. Real Academia Sevillana de Ciencias. Honorary Fellow, Fitzwilliam College, Universidad de Cambridge. Distinción de la Generalitat Valenciana al Mérito Cultural. Premio “Príncipe de Asturias”, de Investigación Científica y Técnica.
—134—
L
OS avances de la ciencia en nuestros tiempos son absolutamente fantásticos. La íntima fusión entre ciencia y técnica (que llamaremos tecnociencia) ha resultado en un desarrollo acelerado de nuevas tecnologías de vanguardia que se han convertido en el primer factor de cambio del mundo y nuestras vidas. Aquí nos referimos exclusivamente al progreso científico-técnico, que por supuesto no garantiza el progreso humano y social. Este tipo de progreso abre nuevas posibilidades con las que se puede hacer mucho bien o mucho daño. En una reflexión realista tenemos que partir de la base de que no hay progreso sin riesgo y no podemos optar selectivamente sólo por las buenas consecuencias del progreso tecnocientífico. Conviene aclarar la diferencia entre peligro (que suele ser debido a causas naturales) y riesgo, que se debe a decisiones tomadas por alguien. Es un problema sobre el que es necesario reflexionar, porque el proceso en si es acelerado e imparable, pero sus consecuencias dependen de la relación de la sociedad con la tecnociencia y de cómo ésta sea usada. En último término dependen de opciones y decisiones; algunas de éstas son estrictamente personales, pero en las cuestiones más importantes de carácter general son de los que tienen el poder de decidir y en ello entran sus preferencias, objetivos y valores. Estas opciones no son inocentes, pero sus consecuencias nos alcanzan a todos. Limitarnos a admirar este asombroso progreso tecnocientífico ignorando los riesgos que ello conlleva es una ingenuidad y limitarnos a esperar sus bienes (que podrían ser muchos) sin entrar como ciudadanos conscientes en una reflexión sobre estos riesgos sería una inhibición imperdonable. Lo primero es entrar en contacto con la realidad. Hemos dicho que no hay progreso sin riesgo. ¿Es realmente tan arriesgado el rumbo intensamente tecnificado que ha tomado el mundo? La verdad es que sí que puede serlo y a veces
—135—
mucho. Dejando claro que no se trata en absoluto de una incitación a alarmismo ni al pesimismo, conviene constatar algunos datos y hechos sobre los que la ciudadanía suele tener escasa y a menudo contradictoria información. Comentaremos algunos riesgos reales de diversa índole que resultan de los avances científico-técnicos. Empezaremos por discutir el caso de las ciencias de la vida, campo importantísimo de progreso científico del que en principio puede derivarse mucho bien para la propia vida humana. Pero tampoco se deben ignorar los riesgos que puede entrañar la posibilidad de manipular genes. Están las armas biológicas. Veremos con un caso real cómo a veces los riesgos de su manipulación pueden llegar a ser mayores para el que las produce que para las futuras víctimas, porque el riesgo de un accidente imprevisto descontrolado existe siempre. Al tratar de riesgos es ineludible hablar del armamento nuclear, caso que también discutiremos. Que nadie se asombre si incluimos los desarrollos armamentísticos en una reflexión sobre consecuencias del progreso: las nuevas y terribles armas (de muchos tipos) son un ejemplo de progreso científico-técnico, su desarrollo es un ejemplo máximo de consecuencia directa de decisiones que, tomadas por unos pocos, someten a todos a enormes riesgos. Una de las grandes revoluciones tecnológicas de nuestra época proviene de la nanotecnología. Con sólo que se realice una fracción de lo que ya es técnicamente posible, la humanidad entera sufrirá unos cambios sin precedentes en toda su historia previa. Esto hace albergar fundadas esperanzas de grandes avances beneficiosos en campos como salud, agua potable y energía por citar solamente unos pocos ejemplos. Pero no hay que ignorar los riesgos ya previsibles y en algunos casos documentados; son tan grandes que a estas horas el tema debería estar a la luz pública y ser objeto de intenso debate social. En realidad sobre esto hay abundante información, pero el público general suele estar muy poco informado. Los posibles riesgos de los avances en nanotecnología pueden llegar parecer fantasías a la mayoría de la gente, pero no a muchos expertos. Discutiremos también los posibles riesgos de algunas nuevas tecnologías energéticas.
—136—
En algunos campos los riesgos del progreso son muy sutiles, lo que los constituye en ejemplos contundentes de temas ignorados por el gran público. Un caso más importante de lo que parece es el de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, que también discutiremos. Es un ejemplo muy adecuado para ver cómo la percepción pública puede estar a veces muy equivocada. En todas estas cuestiones es fundamental el papel de la información. En general ésta existe, como hay también muchos debates sobre estos problemas, pero suelen estar restringidos al ámbito de los expertos. ¿Qué información le llega o se oculta al público? ¿Quién se la da? ¿Cuál es la percepción de la gente? Por supuesto, la opinión pública a menudo está desinformada y equivocada. Por otra parte, aun cuando se pone genuino interés en informar, es muy difícil acertar en la comunicación de riesgos al público general. Es prácticamente imposible conseguir el equilibrio justo de modo que se informe debidamente sin crear pánico e histerismo y eso es ya un problema de cultura social. Los estados de ánimo son siempre más influidos por las malas expectaciones que por las buenas. Además, sería demasiado ingenuo pensar que siempre se procura informar adecuadamente. Dedicaremos bastante atención a estos problemas. Se discutirá otro problema general relacionado con todo lo anterior. La sociedad no puede asimilar el progreso tecnocientífico a un ritmo parejo con su avance. El resultado es un progreso mal asimilado. Por citar sólo un ejemplo, las nuevas situaciones creadas por éste tardan mucho en ser incorporadas en las normas de convivencia y funcionamiento de la sociedad. Esto es una forma de atraso. En esta reflexión no puede faltar una referencia, aunque sea muy breve, al tema de la educación. Para terminar, hay una consideración muy importante en relación con las opciones tecnológicas. Se tiende a pensar que sólo hay que escuchar a los expertos; idealmente las decisiones las toman quienes tienen el poder después de escuchar a los que tienen los conocimientos. Aún ignorando que ni este esquema funciona siempre idealmente, entraña un principio inaceptable: la ciudadanía es contemplada como un mero sujeto pasivo. Sería hora de que España se
—137—
incorporase a lo que se hace en muchos países en los que esta idea ya está rebasada. En resumen, todo lo anterior no es una incitación al pesimismo, sino a la reflexión. La humanidad ha vencido muchos peligros y dificultades. No somos menos capaces ni tenemos menos medios que nuestros antepasados. Nos hemos creado un mundo mucho más rico en posibilidades, pero también más complejo, con nuevas dificultades, problemas y riesgos. El bien o el daño que nos hagamos depende, en última instancia, de todos nosotros pues al final el mundo lo hacemos entre todos. A continuación se relacionan algunos recursos con los que los que lo deseen pueden informarse sobre estos temas. Algunos portales de interés en internet: General: ●http://w3.cnice.mec.es/enlaces/cientecsoc.htm Portal del Ministerio de Educación y Ciencia, en el que se pueden encontrar enlaces de interés general. ●http://www.oei.es/salactsi/index.html Portal de la Organización de Estados Iberoamericanos en el que se encuentran abundantes trabajos sobre temas muy variados de ciencia y sociedad. Algunos tienen relación directa con las cuestiones debatidas en esta charla ●http://www.royalsoc.ac.uk/ Un ejemplo de fuente de la máxima autoridad: Información sobre novedades científicas y sus posibles aplicaciones o consecuencias. Varias Academias de Ciencias de los países más avanzados tienen portales semejantes. Se encuentran con facilidad en Internet. ●http://www.publications.parliament.uk/pa/ld199900/ ldselect/ldsctech/38/3803.htm#a2 House of Lords Session 1999-2000 Publications on the internet. Science and Technology Committee Publications. Science and Technology - Third Report Un documento público muy interesante sobre el problema general de la percepción pública de la ciencia y la relación entre la ciencia y la sociedad. Nótese el índice de materias:
—138—
REPORT. SUMMARY CHAPTER 1: INTRODUCTION A crisis of trust Science and uncertainty Trust and ambivalence Does it matter? The approach of this report CHAPTER 2: PUBLIC ATTITUDES AND VALUES Much interest, little trust Durant/Bauer study 1996 Sir Robert May’s evidence Better Regulation Task Force/MORI study on risk Public Consultation on the Biosciences New Scientist/MORI study on animal experiments Royal Society of Chemistry: the Huddersfield experiment More data from MORI Value of survey evidence A crisis of trust Attitudes to life sciences Attitudes to engineering Purpose of the science Questioning authority Source of the science A culture of secrecy Framing the problem Ignorance or understanding? Values Conclusion CHAPTER 3: PUBLIC UNDERSTANDING OF SCIENCE A new mood for dialogue COPUS Research Councils Research Assessment Exercise Science museums and science centres Internet Special initiatives for women ● Conclusion CHAPTER 4: COMMUNICATING UNCERTAINTY AND RISK Openness: the May guidelines Communicating risk Independence Conclusion CHAPTER 5: ENGAGING THE PUBLIC
—139—
A new mood for dialogue Consultations at national level Consultations at local level Deliberative polling Standing consultative panels Focus groups Citizens’ juries Consensus conferences Stakeholder dialogues Internet dialogues Foresight Engaging the public: towards democratic science Lay involvement in scientific advisory groups Research Councils Early warning, or no publication before review? A new institution? CHAPTER 6: SCIENCE EDUCATION IN SCHOOLS Quality Curriculum CHAPTER 7: SCIENCE AND THE MEDIA What is science journalism? Science journalism in the United Kingdom today GM food on the front page Conclusion Guidelines for the media in dealing with science Recommendations for scientists dealing with the media Conclusion APPENDIX 1—MEMBERSHIP OF SUB-COMMITTEE II APPENDIX 2—WITNESSES APPENDIX 3—VISIT TO THE USA—17-22 OCTOBER 1999 APPENDIX 4—VISIT TO DENMARK—2-5 NOVEMBER 1999 APPENDIX 5—GM FOODS AND THE MEDIA APPENDIX 6—SURVEY DATA ON PUBLIC ATTITUDES TO SCIENCE ●http://www.isis-online.org/ De la página de inicio: “ISIS (Institute for Science and International Security) is a non-profit, non-partisan institution dedicated to informing the public about science and policy issues affecting international security...Throughout its history, ISIS has maintained a commitment to the wide dissemination of its major findings” ●http://www.genevasecurityforum.org/ Iniciado en junio de 2007, reúne a un nutrido grupo de expertos distinguidos en estudios de riesgos. ●http://www.rcn.no/servlet/Satellite?blobcol=urldata&blobheader
—140—
=application%2Fpdf&blobkey=id&blobtable=MungoBlobs&blobwh ere=1175177866298&ssbinary=true“ Explaining risk perception. An evaluation of the psychometric paradigm in risk perception research. Lennart Sjöberg, Bjørg-Elin Moen, Torbjørn Rundmo” Para los que estén interesados en las metodologías empleadas en los estudios de evaluación de riesgo. ●http://www.campus-oei.org/salactsi/cerezolujan.htm El título del trabajo (La convivencia cotidiana con la incertidumbre) habla por si mismo. ●http://www.qualitative-research.net/fqs-texte/1-06/06-1-19-e.htm Discute un ejemplo paradigmático (la energía obtenida del hidrógeno como combustible) que ilustra el alto grado de complejidad objetiva y riesgos posibles sobre los que hoy por hoy se tiene muy escaso control y hay una ingenuidad general muy extendida en la percepción pública del asunto. Nanotecnología: Foros: Euroresidentes: ●Uno de nanotecnología : http://80.34.125.99/phpBB2/viewforum.php?f=5 Centre for responsible nanotechnology. Información: ● http://www.crnano.org/ ●http://www.euroresidentes.com/futuro/nanotecnologia/nanotecnologia_responsable/nanotecnologia_responsable.htm Concretamente para riesgos: ●http://www.euroresidentes.com/futuro/nanotecnologia/nanotecnologia_responsable/riesgos_nanotecnologia.htm Polémica del determinismo tecnológico: ●http://www.uoc.edu/web/esp/art/uoc/0107026/aibar_imp.html Rebate la tesis del determinismo tecnológico apoyándose en argumentos basados en recientes estudios de la dinámicas sociales de los cambios tecnológicos. Carrera armamentística, especialmente nuclear (pero también químico, biológico y diversas formas de terrorismo) Riesgos varios: ●http://www.thebulletin.org/ ●http://www.fas.org/main/home.jsp ●http://www.pugwash.org/
—141—
Hay varias ONG de científicos que se ocupan de informar públicamente sobre cuestiones de interés público relativas a la seguridad del mundo y sus habitantes y a veces de denunciarlas vigorosamente. En general éstas son fuentes de información fiables. La organización PUGWASH, obtuvo el Premio Nobel de la Paz, está entre las que cubren un espectro más amplio de temas. Existe un Grupo Pugwash España. La información se encuentra con facilidad entrando en este portal. ●http://www.johnstonsarchive.net/nuclear/wrjp159u.html Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación. Riesgos asociados: ●http://www.lunchoverip.com/2006/11/mikko_hypponen_.html ● http://www.lunchoverip.com/2007/06/gsf07-small-lin.html Algunos libros: ●JONES, RICHARD A. L. Soft Machines: Nanotechnology and Life. Oxford University Press, 2004. ●LOVELOCK, JAMES. The revenge of Gaia. Allen Lane, London, 2006 ● LUJÁN, JOSÉ LUIS Y ECHEVERRÍA, JAVIER (Eds.). Gobernar los riesgos. Ciencia y valores en la sociedad del riesgo. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). Biblioteca Nueva. 2004. ● MARTÍN GORDILLO, MARIANO (coord.) Controversias tecnocientíficas. Diez casos simulados sobre ciencia, tecnología, sociedad y valores. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), Octaedro. Colección: Educación en Valores, 2006. Un libro de propósito didáctico cuyo objetivo (enseñar a participar) está directamente relacionado con el tema de la participación ciudadana en las opciones tecnológicas. Ver también: http://www.rieoei.org/ rie32a08.htm, donde se exponen unas ideas generales muy interesantes sobre la educación en tecnociencia y lo que se ha dado en llamar alfabetización tecnocientífica general. ● MULHALL, DOUGLAS (Edit.) Our Molecular Future: How Nanotechnology, Robotics, Genetics, and Artificial Intelligence Will Transform Our World. Prometheus Books, Amherst, New York, 2002. ● POLLACK, HENRY N. Uncertain Science... Uncertain World. University of Michigan, Ann Arbor, 2003.
—142—
PUBLICIDAD Y PODER por ANTONIO MONTERO
ANTONIO MONTERO, Licenciado en Publicidad por la Universidad Complutense de Madrid. 47 años, 23 de ellos trabajando en Publicidad. En 1984 empieza en McCann Erickson, y después de pasar por varias agencias, llega a Contrapunto en1995 donde desde hace 7 años es Director Creativo General. Ha trabajado y trabaja, entre otros, para clientes como: Mercedes Benz, Smart, Chrysler Jeep, Grupo Guinness, Amnistia Internacional, Digital +, WWF/ Adena, Metro de Madrid, Green Peace, Diario El País, Vodafone, Renfe y Barclays Bank. Ha ganado 29 Leones en Cannes y otros numerosos premios en festivales como New York Festivals, Clio, Fiap, Epica, Eurobest, One Show, Communication Arts, El Sol (San Sebastián), etc.
—144—
L
A publicidad no es un acontecimiento aislado y es muy importante ser consciente de su conexión con otros fenómenos de gran relevancia como el mundo cultural, económico, social, político, etc., por lo que resultaría equivocado señalar únicamente a un mensaje publicitario sin tener en cuenta el contexto en el que se enmarca dicho mensaje. La Publicidad, como sabemos no se sitúa sólo en un ámbito restringido, sino que al ser multidisciplinar la podemos encontrar en cualquier lugar por lo que no sería lo mismo juzgar publicidad para un partido político que para un refresco o publicidad de una ONG, por esto nunca se puede generalizar. Por ello cuando decidamos quién transgrede más o quién manipula más o quién tiene más o menos poder tendremos que decir “quién” con nombre y apellidos y no echar la culpa a la publicidad en general. Todo lo anteriormente expuesto no es sino para que fijemos la idea de que la publicidad es un instrumento, un arma, pero no es, al menos en la mayoría de las ocasiones, el origen ya sea público o privado que la contrata y utiliza para conseguir unos fines determinados. Digo esto porque, las responsabilidades de la comunicación publicitaria siempre compartidas por Anunciante y Agencia, una vez que esta comunicación está en el aire, recaerían únicamente sobre el emisor, ya sea el Estado, un Ayuntamiento, un coche, una crema antiarrugas o un helado de limón, etc. Es decir que el abuso de poder si lo hay, la manipulación si existe, o la desinformación si se llega a
—145—
producir, pertenecería al emisor y no al mensaje. Otra cosa es que los medios quieran saber quién hizo tal o cual campaña, como así sucedió por ejemplo con una de las últimas campañas para el Metro de Madrid, desde Internet, donde un hincha del Atlético de Madrid salía muy mal parado frente a un hincha del Real Madrid que se le veía como un ciudadano irreprochable e ideal. Lo anecdótico era que el creativo era hincha del Atlético de Madrid y lo menos anecdótico y por tanto la responsabilidad de que se maltratara a una parte importante de ciudadanos de Madrid y del resto de España, recayó en otras personas que no estaban precisamente en la Agencia de Publicidad. Por eso creo que el poder no está en mí ni en nosotros, publicitarios, está en otros lugares, concentrado en sitios muy concretos y sin embargo y al mismo tiempo todos participamos y asumimos partes de ese poder. Porque hoy existe más información que nunca, pero hay menos conocimiento que en cualquier otra época de la Historia. O por decirlo de otra manera, el conocimiento se utiliza en la mayoría de las ocasiones para desinformar aún más. Por supuesto que este exceso de información se puede contrastar, pero sería imposible que aún estando de acuerdo todas las fuentes en que la noticia es una y solamente una, todo el mundo diera por válido la objetividad del dato y ¿por qué?, pues porque hoy el hecho en sí, es decir, la verdad verdadera no importa, lo fundamental es la forma y el tratamiento que se le da. Los medios, lejos de buscar la objetividad, quieren adeptos a su causa, a su ideología, y a su capital para aumentar aún más su poder social y político. Como ejemplo, imaginemos a un señor de derechas que lea la misma noticia con diferentes tratamientos en La Razón, en El Mundo, en el ABC, en El País y en El Público, ¿alguien piensa que lo que a este hombre le interesa es la verdad de lo que ha sucedido? ¿o que va a ser lo suficientemente juicioso o equilibrado para pensar que los políticos a los que él vota, en caso de que hubieran metido la pata, van a cambiar su manera de pensar? Nunca. Este hombre buscará las excusas que sean para relativizar la noticia si es, como decimos, algo que no ha hecho
—146—
bien la derecha y además pondrá a parir a la izquierda e incluso la culpabilizará por ello, por lo que como vemos, este hombre no hará sino reafirmarse aún más en su pensamiento e ideología. De la misma forma, pero al contrario, actuaría un hombre de izquierdas. En esto se ha quedado el famoso “Power to the People” que ahora sería más “Dime cómo eres y yo te daré lo que deseas”. Por eso ¿quién tiene el poder? ¿el demandante? ¿el ofertante?... no lo tengo nada claro. Antes de declararse la Guerra de Irak y mucho antes de que Bush comenzara a introducir informaciones en la prensa estadounidense y mundial de posibles ataques preventivos, muchos ciudadanos norteamericanos sentían ganas de aniquilar al pueblo árabe.
—147—
REFLEXIONES SOBRE VIOLENCIA DESENFOCADA por DAVID PASTOR VICO
FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA Título: Una verdad incómoda (An Inconvenient Truth, USA, 2006) Dirigida por: Davis Guggenheim Guión: Davis Guggenheim Fotografía: Davis Guggenheim Música: Michael Brook Intérpretes: Al Gore Sinopsis argumental El realizador Davis Guggenheim dirige este filme, que cuenta la historia de la apasionada entrega de un hombre decidido a exponer los mitos e ideas equivocadas acerca del calentamiento global y de su prevención. Este hombre es el ex vicepresidente Al Gore, que después de perder las elecciones de 2000 decidió cambiar de rumbo y dedicarse a ayudar a salvar el planeta. Este conmovedor retrato de Al Gore y de su “espectáculo itinerante de calentamiento global” muestra a un hombre divertido, abierto y dispuesto a todo para hacer llegar a la mayor cantidad de gente posible la sorprendente verdad acerca de lo que él llama “la emergencia planetaria” antes de que sea demasiado tarde. Las peores tormentas conocidas en Norteamérica tuvieron lugar en 2005 y Al Gore no se muerde la lengua a la hora de explicar lo que está pasando. El documental, además de exponer claramente los hechos y de hacer algunas predicciones, cuenta la historia personal de Al Gore, desde el universitario idealista que empezó a preocuparse por la crisis medioambiental a escala mundial, pasando por el joven senador que debió enfrentarse a una terrible tragedia familiar, hasta el hombre que casi llegó a presidente pero que
—151—
regresó a su primera pasión, el medioambiente, convencido de que aún se podía hacer algo. El documental explora la información y las predicciones relativas al cambio climático entrelazados con experiencias del propio Al Gore. Por medio de las notas y exposiciones que ha presentado por todo el mundo, Al Gore revisa la evidencia científica del calentamiento global, discute sus aspectos políticos y económicos y describe las consecuencias que cree que el cambio climático global provocará si los gases de efecto invernadero producidos por el hombre no son drásticamente reducidos en un periodo de tiempo muy corto. También se intenta concientizar a la humanidad de los peligros que esto causa mediante la exposición de impactantes vídeos que muestran lo que sucederá. Por la autoría de este documental Al Gore ha ganado el premio Nobel de la Paz en octubre del 2007, premio que comparte con el Grupo Intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas. Al Gore ya había ganado en 2007 el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, así como el Oscar en 2006 a Mejor Documental y Mejor Canción Original para “I Need to Wake Up”.
—152—
FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA Título: El gran timo del calentamiento global (The Great Global Warmng Swindle, UK, 2007) Dirigida por: Martin Durkin Guión: Martin Durkin Producido por: Chanel 4 TV Sinopsis argumental Tras el posicionamiento del ex vicepresidente del gobierno norteamericano Al Gore sobre “la realidad e inminente catástrofe” del cambio climático y, lo que es más alarmante, de la absoluta culpa que el ser humano tiene en este cambio climático, otras voces se plantean qué hay de cierto en esto, y qué hay de propagandístico. Las emisiones de CO2, que desde la revolución industrial está exhalando la industria, y el desmesurado despilfarro de energía del hombre occidental son los culpables de la catástrofe que se avecina. A quedado una y mil veces claro que la subida global de la temperatura está ligada al aumento del CO2 en la atmósfera y cualquiera que niegue lo contrario blasfema por que más de dos mil científicos de todo el mundo así lo ha afirmado y rubricado. Luego ¿qué nos queda? Quizá regresar a una economía de subsistencia y renunciar a nuestro modo de vida. Quizá impedir que los países subdesarrollados mejoren su calidad de vida a costa de sus recursos naturales, y así evitar nuevas potencias contaminadoras. Debemos también invertir el máximo para fomentar el estudio de todas las particularidades del cambio climático... o quizá... ¿Pero y si la teoría antropogénica del cambio climático es una falacia, una mentira, un engaño consensuado? ¿Y si los niveles de CO2 aumentan al aumentar la temperatura del planeta y no al contrario como divulga Al Gore? ¿Y si tras todo este movimiento se esconden intereses particulares y maniqueos?
—153—
El gran timo del calentamiento global (The Great Global Warmng Swindle) es una producción del Chanel 4 británico y que nada más salir a luz se convirtió en un molesto alegato contracultural políticamente incorrecto. Actualmente es imposible encontrarlo en los canales comerciales españoles y aún menos conseguir una versión doblada al español, pero sí es posible conseguirlo en ingles en portales de venta online, curiosamente Amazon ofrece este documental en un paquete promocional junto a Una verdad incómoda. Realmente la maquinaria comercial es un monstruo implacable e omnívoro.
—154—
N
O es por capricho que tengamos que ahondar en el término violencia desenfocada y sus ramificaciones. Pasado un año desde la gestación de este neologismo, o lo que es igual, de esta forma de denuncia de la realidad, es cada día más importante que etiquetemos y llamemos a las cosas por su nombre. Sabemos que no es fácil imponer un nuevo término o una nueva concepción, pero en el fondo muchos somos los que antes de marcar el epígrafe nos hemos quejado de cómo somos manipulados y nos hemos preguntado qué podemos hacer. ¿Qué es verdad y qué es mentira? Desde época inmemorial la filosofía ha estado buscando denodadamente la clave que le permitiera tener acceso a la verdad en sí de las cosas, a sus principios motores, a su esencia, a su arjé. Algunos plantearon esta búsqueda desde enseñanzas míticas y relatos heredados más o menos fantasiosos. Otros encontraron en la razón más sesuda una herramienta a priori óptima, que después, con los siglos y el advenimiento de la ciencia como panacea epistemológica del conocimiento, se vio necesitada de la experimentación sensible. La duda metódica, la razón especulativa, los juicios sintéticos a priori, todos ellos son herramientas que no buscan otro principio que el de la verdad y el qué puedo saber. Pero el mundo que intentaba comprender la filosofía, sus límites, se expandió exponencialmente de tal modo que allí donde ahora tenía que ser infinito el conocimiento necesario para la comprensión del nuevo mundo, se tornó, en un ejercicio perverso, hosco, extremadamente complejo, y poco útil para aquellos que viven rápido, como con miedo a que todo se acabe.
—155—
Algunos pueblos antiguos, como los egipcios o los mayas, eran concientes de la mínima huella que un individuo podía provocar en el paso de los siglos. Trabajaban en proyectos comunes y elaboraron sus mundos alrededor de lugares para los demás. Creo que esto hoy es impensable. Hoy todos reivindicamos nuestra individualidad y nuestra unicidad en el cosmos del mercado global. Es curioso, pero reivindicamos una individualidad falsa e inexistente. Nunca hubo tantos patrones comunes en la historia de la humanidad que en el siglo XXI. Podemos comer la misma hamburguesa en China y en Ecuador. Podemos vestirnos con las mismas marcas de ropa, usar las mismas gafas, ver las mismas películas, navegar en el mismo mundo virtual, y consumir la misma información. Y he aquí un grave problema. La información es poder, pero ya no es poder para el que la consume, como podría pasar en la edad media con los libros. Es poder para el que la fabrica y para sus colaboradores-patrocinadores-promotores. Es totalmente cierto que los canales de información se han multiplicado al mil por mil con la llegada de la era digital, pero no es menos cierto que también nuestra comodidad, nuestra falta de curiosidad y nuestra indolencia, reduce nuestro ámbito de información a lo meramente anecdótico, al pantallazo rápido, al telediario de la sobremesa y al mal llamado periódico gratuito que nos regalan en la calle esos chicos y chicas tan simpáticos vestidos con chubasqueros de colores por las mañanas cuando nos movemos por la ciudad. Así pues es esta información cómoda, barata, poco contrastada y completamente sesgada, nuestro único nexo de unión con la “realidad”. No será difícil inferir entonces que nuestra situación es de total exposición. ¿Es posible que nos estén engañando deliberadamente en algunas cuestiones? ¿Es posible esto sin ser descubiertos? ¿Qué medidas existen para vigilar que yo no sea engañado, que yo no sea una víctima de la violencia desenfocada? ¿A quién le interesa engañarme o violentarme? ¿No será esto una mera paranoia, una idea descabellada y fruto de alguna especulación fruto del aburrimiento? Merece la pena que pensemos un rato.
—156—
¿Qué es la violencia desenfocada? Yo no creo, o por lo menos creo no creer en la existencia de complots mundiales de hombres grises, o en superestructuras de poder con base en el espacio, o archi-enemigos que se dedican a acariciar el lomo de gatos persas mientras sueñan con el fin del mundo. Pero si sé de la existencia de lobbies de poder. De organizaciones más o menos conocidas que dominan, con artes que se nos escapan de nuestros limitados recursos, las economías de imperios. Empresas internacionales que son capaces de poner y quitar presidentes de gobierno y dictar leyes que sólo favorezcan su enriquecimiento pasando por encima del bienestar de la mayoría. En definitiva, no es un secreto que la democracia occidental es en muchos casos un espejismo para ilusos... ¿o alguien creía que me refería a países tercermundistas y sometidos a regímenes dictatoriales? Día a día, si uno está un poco atento a las noticias, se puede ir trazando en una estadística virtual las fluctuaciones y las oleadas de información sesgada que, tristemente, consumimos como positiva y cierta. No hay que irse a ejemplos de libro como las imágenes de las aves llenas de petróleo que emitieron durante la guerra del golfo haciéndonos creer que sufrían por causa de los vertidos de crudo del satanisimo Sadán en el golfo Pérsico cuando en realidad los pobres pájaros morían en las costas de Canadá (si no me engaña la memoria). No, no hace falta, los ejemplos son mucho más comunes y sutiles. Los telediarios, que debieran ser ejemplo de rectitud y de rigurosidad (Urdaci lo sabe bien) son, si no estamos atentos, un asalto a nuestra paciencia y nuestra cartera. Pareciera que el año no pudiera empezar sin que las rebajas no se anuncien en todos los noticieros, pero claro nunca nos percatamos que siempre emiten estas noticias desde el mismo negocio de banderita verde triangular. Esta marca es quien está detrás de la noticia, pero sólo salen sus tiendas en épocas de festejo y para cosas buenas y divertidas, porque si nos anuncian que sube el pan, la leche o el aceite de oliva siempre saldrá en pantalla otras tiendas de la competencia, o lo que aún es más injusto, los pequeños negocios de barrio. Así que no hay que ser Aristóteles para inferir el resultado del silogismo, ¿verdad? Este es un ejemplo
—157—
un poco simple, pero, en contra de lo que las telenovelas nos intentan vender, nuestra vida, la del ciudadano de a pie, suele ser mucho más simple de lo que deseamos ¿Pero a qué vienen esas ganas de complicarnos la vida? Parece que no somos felices, y no nos encontramos a gusto, si no nos complicamos la vida. Así que nos encanta mortificarnos. Los telediarios ya descubrieron esta extraña adicción nuestra así que la primera tanda de información siempre será una buena dosis de miserias, guerras y catástrofes naturales, y cuanto más lejos mejor. En estas noticias las cifras de muertos bailan como ristras de chorizos y nunca existe ni la menor inflexión en la voz del presentador que denote emoción. Después las noticias nacionales, que por supuesto deben ser sobre cómo el político de turno despelleja a su contrario y cómo esto ya nos suele aburrir nos vamos directos a los sucesos nacionales donde encontraremos la carnaza que necesitamos. Aquí un anciano muerto ahogado por un corte de digestión en una piscina en Benidorm es mucho más importante que los diez mil de una inundación en China, y no faltarán los testimonios suculentos de la esposa, las hijas, las vecinas y si el perro hablara pues ya sabemos quien cerraría el espacio. Pero si el noticiario acabara aquí no habría espacio para que metieran anuncios antes de las noticias de deportes, así que hay que sacarse de la manga algunas noticias medio simpáticas como la feria de corbatas hechas con queso de Moscú, o el nuevo macroparque acuático de Pekín, y aunque inauguraran este en mitad de las inundaciones del primer bloque de noticias eso ya no importa por que nadie se acuerda. Y después los deportes, o el fútbol que es lo mismo. Y aquí ancha es Castilla. Al final y resumiendo, de todo lo que nos han contado, poco o nada nos sirve. Tan sólo nos queda la sensación de que cada día hay más catástrofes naturales por culpa del famoso “cambio climático” y que la inseguridad ciudadana es el pan de cada día, así que como no podemos viajar a la feria de corbatas lo único placentero y que podemos “controlar” por su futilidad que nos queda por ver es el fútbol. ¡Todos somos unos expertos en fútbol gracias a lo bien informados que nos tienen!
—158—
Me parece que más o menos se deja entrever en este planteamiento tragicómico a qué nos referimos, en parte, con violencia desenfocada. Si queremos hacer un símil es como si cada vez que viéramos un noticiario (o un documental a pie de calle, o una película con miras críticas, o una revista de actualidad, o un programa de madrugada en radio) nos patearan el cráneo haciéndonos papilla las neuronas. Creemos que el mundo es lo que vemos, pero en verdad no vemos más que lo que quieren que veamos, y ¿quiénes son ellos, los malos?. Esto es lo mejor de todo, porque los malos somos nosotros mismos porque queremos y creemos que nuestra vida y el mundo es tan complicado que al final nuestro refugio es nuestra casita y nuestra televisión y demandamos que nos engañen sin darnos cuenta de que realmente es eso lo que está pasando. Yo soy de la generación que nació en plena transición democrática. Durante los años ochenta me crié en la calle como todos mis amigos hijos de padres de clase obrera (por que antes existía eso de la clase obrera, a la que ahora la llaman clase media y que no deja de ser el mismo perro pero con distinto collar). Durante los ochenta el consumo de heroína inyectada y fumada era tal que en los bajos de nuestras barriadas los yonkis se inyectaban en pleno día y sin ningún pudor. Las jeringuillas salían por de bajo de las piedras y los tirones de bolso eran el pan nuestro de cada día. Durante mi infancia jugábamos en grupo al “bote”, al “cielo cielito voy”, a la lima, al tropo, a las canicas y cuando queríamos marcha nos juntábamos en pandilla y en mitad de un descampado de obras, entre las jeringuillas y las revistas porno de nuestros hermanos mayores nos partíamos la cabeza a golpe de lluvia de piedras... y aún así conseguí llegar a ser un adulto y no morir en el intento. ¿Qué harán mis hijos?, lo mismo sufrirán vouling en la escuela, quizá salgan a la calle y lo rapten, tendré que conocer a sus amigos no sea que alguno sea un abusador o sus padres unos pervertidos pedófilos. Por supuesto lo mejor que puedo hacer es comprarle la playstation y que se quede en casita jugando y así me evitaré problemas. Y si veo que está deprimido o estresado le apuntaré a equitación, judo y piano... que triste se me está haciendo hacerme mayor, por que creo que, o me
—159—
estoy haciendo un viejo cascarrabias, y por eso se me está agriando el carácter y veo como la sociedad se entumece e idiotiza o es que, que creo es lo más trágico, realmente nos estamos idiotizando. Aceptamos sin rechistar todo lo que nos dicen y no nos preocupamos en lo más mínimo en contrastarlo. Que la tierra se calienta por nuestra culpa... será verdad. Que la delincuencia aumenta de forma alarmante y ni en casa estamos seguros... será verdad. Que los productos con la palabra bio son mejores... será verdad. Que es más importante conocer la vida de la famosa de turno que saber quién fue Newton... será verdad. Que las fajas con imanes son lo mejor para perder peso... será verdad. Que el Amazonas es el pulmón del planeta, que el hombre nunca llegó a la Luna, que la Virgen de Punta Gorda llora sangre... Y al final todos idiotizados y encerrados en nuestras casas no sea que al cruzar la calle nos caiga un meteorito o nos abduzca un ovni. Hemos conseguido invertir el eje del consumo, ya no nos venden lo que necesitamos si no que hemos aceptado sin tapujos que necesitamos lo que nos venden. ¿Para qué quiere mi abuelo de noventa años un móvil con 3G si de toda la vida usa el mismo viejo papel para apuntar los números de teléfono, nunca sale de casa, y cuando le llamamos grita desde lejos “ya va, ya va” antes de descolgar la manija del teléfono? Cualquier día volverán a decirnos que la tierra es plana y seguro que más de uno se lo creerá y no dejará a su hijo motar en avión al viaje de fin de carrera a Cancún. ¿Esto parece una broma verdad? También parecía una broma que quisieran sustituir dos mil quinientos años de estudios de biología y el desarrollo de la teoría de la evolución de las especies por la simplista teoría creacionista en algunos estado norteamericanos, pero hoy ya ha surgido la polémica en Polonia y algunas universidades y escuelas francesas e inglesas, por que ¡oh, sorpresa! Se niega a aceptar la teoría darwiniana por que es más lógico pensar que Dios nos hizo tal cuales que ahora... o sea idiotas. ¿Qué podemos hacer? Fundamentalmente creo que podemos hacer dos cosas. Una, la primera y más cómoda, quedarnos como estamos.
—160—
Podemos seguir así, tal cuales y emitir discursos y juicios manidos, repetidos y manufacturados. Al fin y al cabo todo el mundo actúa así y no nos van tan mal las cosas. Y es cierto, no soy yo nadie para sembrar la semilla de la sospecha y hacer despertar al durmiente y además, quien nos asegura que nuestro planteamiento no es más que otro fruto de la contracultura subvencionada por los que todo lo mueven... puede ser. Pero por si las moscas yo prefiero la opción dos. Aunque menos cómoda, más sacrificada y condenada al ostracismo familiar y de los amigos, es para algunos la mas reconfortante. Y es que en aquellas cuestiones que uno crea que pueden ser determinantes para nuestra vida diaria, en aquellos anuncios alarmistas que nos asaltan de forma repetitiva y machacona desde las administraciones públicas, en todos aquellos mensajes que, aparentemente inocuos, nos generen sospecha y recelo, pongamos un par de signos de interrogación. Nunca está de más darse una vueltecita por la red y hacer algunas búsquedas, preguntar a un amigo, charlar y debatir sobre los temas. Buscar una fuente que nos sea más creíble que un simple hombrecillo gris en la pantalla de la televisión. Ojear algún libro o revisar un artículo. En definitiva, pensar en otras posibilidades, especular sobre qué repercusiones tiene eso que están intentando hacerme creer que es verdad. Es cierto que al principio cuesta, y que puede que te señalen con el dedo como el raro. Pero hay cierta erótica en eso de darle vueltas a la cabeza, de saber que quizá manteniendo una postura crítica sí se sea uno totalmente único, y no una copia tonta y hueca que repite como un papagayo un eslogan viciado que no favorece más que a unos pocos. Pensar es, sin lugar a dudas, la única herramienta que nos puede ayudar a denunciar que somos victimas, todos nosotros, de la violencia desenfocada, y que aunque tristemente nosotros hemos sido quienes la hemos alentado, también somos nosotros los que podemos reírnos y decir “¡te pillé!”.
—161—
¿QUÉ DEBEMOS SABER DEL UNIVERSO Y QUÉ DEBEMOS OLVIDAR? por JUAN PÉREZ MERCADER
Nacido en Alcalá de Guadaira (Sevilla) en 1947, creció en Huelva, en donde vivió hasta los dieciocho años. Es Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla, Master of Science in Mathematics and Theoretical Physics por el Trinity College of Dublín, así como Master of Philosophy por el City University of New York. Su título de Doctor of Philosophy in Physics es por el City College of New York, y está convalidado por el de Doctor en Física por la Universidad Complutense. Tras sus estudios de licenciatura, pasó un año como Ayudante en la Universidad de Barcelona, marchándose a Irlanda en 1973. En 1975 ganó una Beca Fulbright y se trasladó a EE.UU donde permaneció hasta finales de 1983, fecha en la que regresó a España para incorporarse al CSIC, donde presta sus servicios como Profesor de Investigación. Desde 1989 es Laboratory Consultant del Los Alamos National Laboratory, en New Mexico, USA. En 1990 comenzó a colaborar con INTA, iniciando el Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental (LAEFF), en el cuál prestó servicio hasta 1999. En 1994 inició el Departamento de Ciencias Básicas e Instrumentación de INTA, del cual fue su Director hasta 1999. Desde Abril del 2000 es Director del Centro de Astrobiología (Centro Mixto INTA-CSIC) que se ha puesto en marcha en España en Asociación con el NASA Astrobiology Institute, y del cual es su fundador y principal impulsor. En la actualidad trabajan en él unos 100 ingenieros y científicos. Su investigación se centra en la Física y su interés fundamental está en la aplicación de la Física Teórica al conocimiento del universo, desde las escalas más grandes a las más pequeñas y, especialmente, la Vida. Ha trabajado en la desintegración del protón, el grupo de renormalización, supercuerdas, en el problema de la constante cosmológica, el problema de la materia oscura, los orígenes físicos de la irreversibililad del tiempo, en aspectos teóricos y experimentales de la teoría general de la gravitación, en el origen de las leyes de escala en astrofísica, geología y biología, y un largo etc. que incluyen la evolución de virus de RNA y procesos estocásticos no lineales. También ha participado como teórico principal en el Proyecto EURD (Espectrómetro Ultravioleta de Radiación Difusa), un instrumento embarcado en el primer minisatélite español lanzado en 1997. Participa como Adjunct Scientist del Beagle-2, una nave que fue lanzada (¿infructosamente?) hacia la superficie de Marte en el 2003, y también como miembro del equipo del ESS (Environmental Sensor Suite), un grupo de instrumentos a bordo del Beagle-2. Es miembro del equipo de
—164—
SOLID (Signs Of LIfe Detector), un instrumento que aplica técnicas avanzadas de biotecnología y Chips de ADN a la búsqueda y estudio dinámico de vida en cualquier contexto. Ha predicho la desintegración del protón. Ha explicado la distribución fractal de galaxias, extendiendo la física de los fenómenos críticos al Universo. Es co-descubridor del Gravito-Magnetismo, una propiedad del espacio-tiempo predicha por Einstein y otros en 1918 y que ha detectado y medido en 1998. Recientemente ha explicado, a partir de primeros principios, la estructura jerárquica del Universo usando ideas que también son útiles para describir el Origen de la Vida en la Tierra y su posible existencia en otros lugares como Marte o Europa. Cuenta con más de un centenar de trabajos originales publicados en las más prestigiosas revistas científicas internacionales: Science, Physical Review Letters, Proceedings of the Nacional Academy of Sciences of the USA, etc. y una patente en Biotecnología. Actualmente investiga intensamente en la búsqueda de las bases teóricoexperimentales necesarias para establecer un Puente entre el Big-bang y la Vida que nos permitan comprender los eventos que han tenido lugar en la evolución del Universo y que han desembocado en la aparición de la Vida en el planeta Tierra. Sus estudios sobre estos temas están sirviendo para ayudar a entender algunos de los problemas más recalcitrantes de la astrobiología, y van dirigidos a comprobar si la Vida es una consecuencia de la evolución del Universo. También está profundamente involucrado en el desarrollo de nueva instrumentación para la detección de Vida en otros lugares del Universo y en generar oportunidades para la Ciencia y Tecnologías españolas que permitan volar instrumentos españoles con NASA y con ESA en un futuro próximo; esto ya se ha visto en la aceptación por parte de NASA de un instrumento español a bordo de su misión a Marte de 2009. Ha enseñado Física, dirigido tesis doctorales y/o realizado investigación en Trinity College (Dublin), en el City College of New York (New York), en la Louisiana State University (Baton Rouge), en el Los Alamos National Laboratory (New Mexico), en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en el Instituto Nacional de Técnica Aerospacial (Madrid) y en el Santa Fe Institute, de New Mexico. Es Secretario del Comité que representa a España en la International Union for Pure and Applied Physics, Fellow (electo) de la Dublin Mathematical Society. En 1996 recibió un premio de investigación otorgado por la prestigiosa Gravity Research Foundation (EE.UU) por su explicación de la estructura fractal del Universo en la escala de las galaxias. Ha sido designado Miembro de la Joint Astrophysics Division de las European Astronomical Society y European Physical Society. Es Miembro designado del prestigioso International Mars Exploration Working Group (Enero 1999). Es Miembro Fundador y Vicepresidente del European Astrobiology Network Association (1999). En 1997 fue galardonado con la Cruz al Mérito Aeronáutico. En 1998 le fue otorgada la Medalla de Andalucía en su calidad de Oro. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Huelva (el primero en la historia de esta Universidad) (1998). Es Medalla de la Ciudad de Huelva (2000). También hay un centro en La Rinconada (Sevilla) que lleva el nombre de Centro de Formación Municipal “Juan Pérez Mercader”, inaugurado en Noviembre de 1998, así como un Instituto de Enseñanza Secundaria “Juan Pérez Mercader” en Corrales (Huelva) que fue inaugurado en Mayo del 2000. En su pueblo natal, existe una Escuela-Taller “Juan Pérez Mercader”. Es Presidente de la Junta Rectora del Parque Natural de Doñana (1998). Es Miembro del Consejo de Ciencia y Tecnología de la Comunidad Autónoma de Madrid (Enero de 1999) y del Consejo Consultivo del Círculo
—165—
de Bellas Artes de Madrid (Febrero del 2000). Es Miembro del Fundamental Physics Advisory Group de la ESA (Junio 2000). Ha sido nombrado Miembro fundador de la ESA Planetary Exploration Initiative (Enero 2001) y elegido Vice-Presidente del European Exo/Astrobiology Network (Mayo 2001). En el año 2002 ha sido nombrado por NASA Miembro del MEPAG (Mars Exploration Payload Assesment Group), el grupo consultivo sobre Marte de más alto nivel en NASA. También desde 2002 es Miembro de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes en Aviación Civil. En 2002 ha sido elegido Científico del Año por los oyentes de Canal Sur Radio. En 2003 ha sido condecorado por el Gobierno de España con la Gran Cruz al Mérito Aeronáutico con Distintivo Blanco. En 2003 los aficionados a la astronomía de Almonte (Huelva) han creado la Asociación Astronómica “Juan Pérez Mercader”. En 2004 ha sido nombrado “Hijo Adoptivo” de La Rinconada por toda su Corporación Municipal; también ha sido elegido Miembro del Comité Consultivo Académico de la Universida “Pablo de Olavide”. En 2005 la Asamblea de Madrid, por acuerdo unánime de todos los Partidos, ha renovado su pertenencia al Consejo Asesor en Ciencia y Tecnología de la Comunidad de Madrid. El diario “El Mundo” le ha identificado como una de las personas que más podrán contribuir en 2005 a la Ciencia y Tecnología en España. En 2002 ha sido propuesto y elegido Vice-Presidente de la Acción COST D-27 de la Unión Europea dedicada a “Prebiotic Chemistry and the Origin of Life” En 2004 ha sido propuesto y elegido Miembro de la International Commission on Planetary Atmospheres and their Evolution (ICPAE) de la International Union of Geodesy and Geophysics (IUGG). Ha sido seleccionado en 2005 por la European Physical Society y por la Academia de Ciencias de Suiza para dar una de las dos charlas magistrales en Berna como celebración del Año de la Física y del Centenario de los trabajos de Einstein en 1905 en Berna. También en 2003, y como reconocimiento a sus contribuciones científicas, a la Astrobiología y a su implantación tanto dentro como fuera de los EEUU, NASA le ha concedido la Public Service Medal, la distinción más alta que confiere NASA a una persona que no es un empleado suyo. En 2003 ha sido Elegido por la Académie Internationale de Médecine Aéronautique como “Allard Lecturer” de la misma. En noviembre de 2003 ha sido elegido Académico de Número de la European Academy of Sciences and Arts. Es miembro del Consejo Editorial de las revistas “Astrobiology” (Mary Ann Liebert, EEUU) e “International Journal of Astrobiology” (Cambridge University Press, Reino Unido). Es ornitólogo aficionado y ha realizado co-producción y co-dirección artísticas de música de canta-autor, contando con un CD en el mercado. Practica la divulgación científica, habiendo publicado ¿Que sabemos del Universo? De antes del Big-bang al Origen de la Vida, que ha necesitado siete re-ediciones en cuatro años, y colabora en Radio Nacional de España (Radio 1) con espacios semanales (de madrugada) dedicados a la Ciencia. Además se ha involucrado en tareas de traducción que incluyen, como servicio público a la Ciudad de Santa Fe y al Estado de New Mexico, la traducción al castellano local, desde el tewa, de cuentos de los personajes del mundo infantil de los indios Hopi y Anasazi. Algunas de sus publicaciones: — “New Renormalization Program for Broken Gauge Theories” (with N. P. Chang and A. Das) Phys. Rev. D22, 1414 (1980). — “Proton Decay” (with N. P. Chang and A. Das) Phys. Rev. D23, 132 (1981).
—166—
— “Is Spontaneous Breaking of R-Parity Feasible in Minimal - Low - Energy Supergravity?” (with B. Gato, J. León and M. Quirós), Nucl. Phys. B260, 203 (1985). — “The Cosmological Constant and Asymmetric Orbifolds” (with N. P. Chang and D. X. Li) Phys. Rev. Lett. 60, 882 (1988). — “Wormholes and Scalar Masses” Phys. Lett. B223, 300 (1989). — “Composite Higgs and the Reduction of Couplings” (with M. Bastero) Phys. Lett. B247, 346 (1990). — “Quantum Gravity and the Dark--Matter Problem” (with F. Cooper, T. Goldman and M. M. Nieto), Phys. Lett. B281, 219 (1992). — “Gravitational Critical Phenomena in the Realm of the Galaxies and Ising Magnets” (with David Hochberg), Gen. Rel. and Grav. 28, 1427 (1996). — “¿Que sabemos del Universo? De antes del Big-bang al origen de la Vida”, Editorial Debate (1996). — “Test of General Relativity and Measurement of the Lense-Thirring Effect with Two Earth Satellites” (with I. Ciuffolini, E. Pavlis, F. Chieppa and E. Fernándes-Vieira), Science, 279 (1998) 2100. — “Scaling Phenomena and the Emergence of Complexity in Astrobiology”, in “Astrobiology: the Quest for the Conditions of Life”, edited by G. Horneck and C. Baumstark-Khan, Springer-Verlag, 2002. — “The renormalization group and fractional Brownian motion”, (with D. Hochberg), Phys. Lett. A296 (2002) 272. — “Resistance of virus to extinction on bottleneck passages: study of a decaying and fluctuating pattern of fitness loss” (with E. Domingo, C. Escarmis, E. Lázaro and S. Manrubia), Proceedings of the National Academy of Sciences (USA) 100 (2003) 10830-10835. — “Fitness Distribution in Exponentially Growing Asexual Populations” (with E. Domingo, C. Escarmis, E. Lázaro and S. Manrubia), Phys. Rev. Lett. 90 (2003) 188102 — “Noise-controlled self-replicating patterns”, (with D. Hochberg, F. Lesmes and F. Morán), Phys. Rev. Lett. 91 (2003) 238301. — “Coarse-graining, Scaling and Hierarchies”, in “Non-extensive Entropy. Interdiscipli-nary Applications”, M. Gell-Mann and C. Tsallis editors, Oxford University Press, 2004. — “Physical Phenomena underlying the Origin of Life”, Opening Lecture in “Life in the Universe: From the Miller experiment to the search for life on other worlds. A Conference Honoring Stanley Miller on the 50th Anniversary of his experiment”, J. Seckbach and J. Chela-Flores editors, Kluwer Academic Publishers, (2004).
—167—
CIUDADANO ¿QUIÉN? (LA MÍSTICA DEL MATERIALISMO CAPITALISTA) por JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ
JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ llegó a esta, en ocasiones triste, realidad ontológica, una tarde de abril de 1970, en la más que dudosa, volteriana y maniquea ciudad mariana de Sevilla, hecho el cual le sirvió de condición de revulsiva posibilidad existencial para moldear un carácter contestatario que lo impulsó al estudio de la filosofía y la antropología. Admite que se destetó intelectualmente con el taoísmo de Lao Tsé y el metarrelato de Milán Kundera durante una adolescencia más que reprobable. Se licenció licenciosamente en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla, evitando, como peatón atónito, la lluvia constante de prejuicios germanófilos, metafísicos y camineros que pudiera haberlos habido, aprovechando aquello que menstrualmente le daba alas para volar con el maltrecho pensamiento. Amplió sus estudios con la licenciatura de Antropología Social e inició un sisífico estudio de doctorado sobre la estimulante figura de Carl Gustav Jüng. Participó con la comunicación La emergencia de los nuevos mitos en la sociedad eléctrica en el XL Congreso de jóvenes filósofos celebrado en Sevilla y en las Jornadas de reflexión sobre la violencia, también en esta ciudad y repitió estrado con la comunicación La filosofía como profesión poco recomendable en las Jornadas sobre Morfología del humor. Trabajó durante una exhausta década en diversos medios de comunicación radiados e irradiantes a nivel local y nacional, ganándose casi el ostracismo con los espacios de reflexión crítica El hombre silencioso y El bombero del atardecer en la utópicas y desaparecidas Radio América, Radio España, y como asesor musical del programa El lobo estepario de Jesús Quintero para Onda Cero Radio. Ha publicado asiduamente en las revistas Engranajes y Bóreas, evocando estudios sobre M. Foucault, W. Reich y E. Swedenborg. Es miembro fundador y forma parte del consejo editorial de la revista para la quimérica difusión de la cultura Al-marchar donde publica habitualmente crónicas sobre el pasado clásico del pueblo y el Aljarafe en general, en un arrebato histórico-museísticomonumental (¡Si Nietzsche levantara la cabeza!). Colabora con la emergente publicación Lepe urbana, con un espacio sobre filosofía aplicada a la vida cotidiana, de ímprobo e ingrato nombre, Filosofía para todos. En la actualidad, y mientras se cuestiona su condición de ser-arrojado-en-el-mundo ejerce como profesor de filosofía, ética e historia para las bases, en el agitado y alienante mundo de la educación secundaria, además dirige como puede, en su inexistente tiempo libre, un taller de creación literaria y de técnicas de estudio en Umbrete, la ciudad del mosto.
—170—
FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA Título: Ciudadano Kane (Citizen Kane, USA, 1941) Dirigida por: Orson Welles Guión: Orson Welles, Herman J. Makiewicz Fotografía: Gregg Toland Música: Bernard Herrmann Interpretes: Orson Welles, Joseph Cotten, Everett Sloane, George Coulouris, Dorothy Comingore, Ray Collins, Agnes Moorehead, Paul Stewart, Ruth Warrick, Erskine Sanford, William Alland, Alan Ladd Sinopsis argumental El magnate de la prensa Charles Foster Kane fallece solo en su gran mansión de Xanadú pronunciando una única palabra: Rosebud. Con la intención de averiguar su significado un periodista comienza una investigación con las personas que vivieron y trabajaron con Kane. Las entrevistas se suceden y con cada persona afloran vivencias y recuerdos que ayudan a modelar la compleja imagen del fallecido millonario, pero, que no aportan datos sobre la misteriosa palabra. Solo el espectador conocerá su origen y significado que engloba temas como el anhelo de las cosas perdidas y los valores realmente importantes. Ciudadano Kane ha sido catalogada como la mejor película de la historia, esto hace que la información sobre la misma abunde de forma tan variada que, para no viciar al alumno, hemos preferido tan solo dar unas pinceladas del argumento. Hoy, más de sesenta años después de su estreno, podrá no parecernos tan novedosa ni tan excepcional, pero eso se debe, en gran medida, a que precisamente esta
—171—
película fue la inspiradora del resto de producciones cinematográficas a las que hoy consideramos como el cine moderno y, que sin esta obra maestra, no existiría.
—172—
A mi hijo Luís, que ojalá disfrute del cine y la filosofía.
U
N cartel anuncia el acceso restringido a Xanadú, la brumosa mansión donde reposa en silencio un universo de descontextualizados objetos. No se trata del mítico reino del KuBlaKhan, sino la desmesurada creación entregada a la “hybris”, endemoniada por la mística de los objetos. La descontextualización de esta colección de formas y materias, que incluye desde un zoológico privado, pasando por, en otro tiempo, dorados puentes levadizos, abandonados campos de golf y críquet, casuales glorietas para ensimismados paseantes solitarios, hasta embarcaderos con varadas góndolas venecianas, posee un contexto concreto, un contexto humano que ha originado ese apilamiento caótico de cosas, de entes aparentemente inconexos. Un hombre agoniza en el escondido lecho del sancta sanctorum colosalista de la casa señorial que es el egocéntrico cosmos de un tirano, un hombre que deja caer, junto con el último aliento de su maltrecho cuerpo, un objeto infantil fruto de una personalidad antojadiza y caprichosa, una bola de cristal que contiene encerrada el paisaje nevado que sufre la eterna condena de una falsa ventisca y una ráfaga preñada de falsos copos de nieve. “F” de fraude. El moribundo, agarrado materialmente a esta vida material por este ingenuo e infantil clavo ardiendo que es el juguete, pronuncia un enigmático nombre: Rosebud. Al final sólo quedan los objetos, las cosas, la materialidad de un cuerpo muerto abandonado a una cáscara inanimada que nos hace herederos del sempiterno enigma de la existencia de un alma que no sabemos si residió alguna vez en ese despojo, detenidas en el silencio de un devenir que se torna perpetuo como la condena de Sísifo. Ha fallecido Charles Foster Kane, paradigma del sueño americano decimonónico, místico de la materialidad, mago
—173—
de los “trust” y sumo sacerdote de la ética protestante y del espíritu del capitalismo. Pero también ha fallecido William Randolph Hearst, el personaje real que se esconde tras la máscara de la recreación de Orson Wells, el controvertido cineasta, para el film Ciudadano Kane, obra maestra de la violencia desenfocada. Aunque las licencias artísticas tomadas por Welles son abundantes, la identificación del hombre-Kane de la pantalla con el hombre-Kane real son copiosas e incómodas, tal es así que Welles sufrió un tortuoso proceso creativo y fílmico, provocando que la maldición de un decadente Hearts y los coletazos de su poder omnípodo desestabilizase para siempre su carrera como artista, pero viéndose impotente para perturbar o perjudicar su coherencia. Hearts, como veremos más adelante, atacó a Welles y se vengó de sus proyectos creativos, más por la desidia de convertirse en “carne de prensa amarilla” que por la deformante y distorsionada imagen proporcionada por la épica cinematográfica. La misteriosa referencia a Rosebud, aunque ficticia, señala un objeto, el primero de una lista de objetos que definen la vida de un hombre, no importa si real o no. Sin ningún tipo de duda racional. Muchos piensan que somos lo que acumulamos. Muy posiblemente se equivoquen. Si parece cierto que todo objeto tiene significado, ya sea literal o simbólico. Sin embargo, los objetos tienen una dimensión que va más allá de lo simbólico y que roza lo místico para aquel que los adquiere y los posee, una mística material que tiene su origen en la impronta cultural del individuo, formándolo y complementándolo. Y aunque el joven-Kane rechaza en principio la abstracción material de las riquezas bursátiles, terminará por transformar la realidad material de las cosas a través del ejercicio periodístico de violentar la realidad proporcionándole una falsa racionalidad, sin permitir que la realidad le estropee una buena noticia. La realidad es racional y lo racional es real, si la realidad no es racional ¡peor para la realidad!, profetizaba G. W. F. Hegel. Aunque su intención coquetea descaradamente con el idealismo hegeliano, desde el devenir de su propio protagonismo como Némesis de la transformación materialista-dialéctica pregonada en la revolución rusa hasta su personalista construcción
—174—
del mundo de las cosas a golpe de rotativa y presunto idealismo periodístico, el anciano-Kane hará de la religiosidad pietista inculcada por su madre, la causa inconsciente de la acumulación de trofeos y el coleccionismo desmedido de cosas como signo del éxito laboral propiciado por el Todopoderoso. In God we “trust”. Charles Foster Kane, el padre del Cuarto Poder, cuyo cuerpo inanimado ha quedado arrinconado y que comienza a acumular polvo como los objetos que le rodearon en vida, terminará fagocitado por ese poder pseudópodo y violento que ha creado. El Cronos de ojos desorbitados que devoró a sus hijos desde las imprentas de los periódicos, la primitiva producción radiofónica y la impredecible industria cinematográfica, es ahora castrado por el Zeus de la nueva prensa, propiciando una nueva cosecha de malsano amarillismo periodístico. Las mismas hienas que se reparten los trozos desmembrados de ese cadáver exquisito, aparecen en la penumbra claroscura de las redacciones y las salas de edición de noticias, creando una realidad racional a la medida de sus mandatos racionales. Welles-Kane se adelanta a la cultura de los papparazzis que hoy nos tortura, iniciando la vana investigación del sentido de su “famosas últimas palabras”, Rosebud, el místico mensaje por descifrar de una Pitia cuyo templo de Delfos es la Bolsa de Wall Street. Su vida muy bien podría haber sido uno de aquellos experimentos positivistas decimonónicos que planteara Comte o Malthus, un niño tutelado por un banco ante la impasible, no sabemos si impotente, mirada de una madre que hace del casual éxito laboral, el motor metafísico de la vida de un hombre, el niño-Kane que será movido en una ascendente cadena de causas y efectos por un primer motor inmóvil, determinando su destino y arrebatando lo que más quiere. Su libertad, enterrada en la nieve de la nostalgia junto con Rosebud. En rebeldía al universo protestante capitalista que lo ha arrebatado de un femenino mundo de natural mediocridad, el joven-Kane muerde la mano que le da de comer como un joven e inconsciente Edipo odia el principio masculino que lo ha modelado a la imagen y semejanza de las oscilaciones de los mercados y las acciones, y lejos de la rebeldía
—175—
romántica que inspiraría las luchas de clases, abraza el único camino posible para el american way of life y su impronta moral de sacrificio y reconocimiento, el materialismo-dialéctico a través de la violencia periodística, transformar la realidad que no se muestra lo suficientemente razonable con las necesidades, los resultados y las previsiones de la venta de periódicos. “No hay guerra en Cuba”, “usted proporcione poemas, yo proporcionaré guerra” dice sonriendo Hearts-Kane, dictando un telegrama al requerimiento de un corresponsal del periódico. Los ecos del hundimiento de acorazado Maine y del inicio del desastre de la guerra entre España y Estados Unidos gracias a la manipulación periodística del dueño y señor de monopolio periodista sólo se denuncian taimada y circunstancialmente al principio y al más puro estilo festivo y de vodevil que caracterizaría a la cultura hollywoodiense, haciendo de la política puro espectáculo para la masa alienada que se deja manipular hasta la sangre que terminará por ser vertida, no se sabe en nombre de qué presuntos ideales. Tras tanta teatralidad se ocultará uno de los más flagrantes casos de violencia desenfocada de la historia de las estrategias geopolíticas. El joven-Kane procesa un idealismo aparente, apasionado ejemplo de un modelo de periodismo interesado que sólo se justifica a sí mismo en lo teleológico de su carácter, su propio fin material justifica sus medios. Ni siquiera el crack del 29 detiene este falso altruismo del “pueblo quiere saber” cuando ese objeto de conocimiento obedece los intereses de los magnates del “New Deal”. La falsa lucha idealista del periodista norteamericano por los oprimidos de América que han bebido el amargo zumo de las uvas de la ira durante las primeras décadas del siglo XX, sólo puede devenir en la ironía manipulativa de los intereses materialistas y capitalistas del monopolio de la prensa de Kane-Hearst. Y la búsqueda incesante de Rosebud continua como ese fin absurdo marcado por la jauría de sabuesos de la prensa que autoriza cualquier medio a su alcance, lejos de cualquier código deontológico que reste grasa y lubricante al, cada vez más veloz, proceso de la presunta inmediatez informativa. Cambien Rosebud por cualquier de los nombres de la “prensa rosa” que invaden los medios de comunicación,
—176—
busquen a Rosebud entre la fotogénica e inservible nobleza, la inútil y estival aristocracia, la parasitaria burguesía que succiona sus beneficios de la falsa fama. En el film de Welles, Rosebud tomará el rostro de las ilusiones de juventud emprendedora y falsificada, una esposa formalista y ausentes, de amantes fugaces de difícil rastreo. Pero por encima de todo, Rosebud es el rostro cambiante de miles de objetos distintos, una procesión interminable de cosas que van sustituyendo ese impulso hegeliano idealista para declarar la comunión mística con la materialidad. “Siempre utilicé el dinero para comprar cosas”, reconoce melancólicamente el anciano-Kane, como si en el reconocimiento de esta verdad oculta se desatase un bálsamo que suavice toda la irritación social, política y económica que ha provocado su continua violencia desenfocada ejercida desde sus periódicos. Cuando Hearts-Kane presenta su declaración de principios como periodista, su figura, en plano americano, que estaba perfectamente iluminada, queda sumida en una inquietante penumbra fotográfica, un juego de luces que denuncia que el journalist se encuentra en una zona crepuscular de la realidad; su capacidad para modificar y editar las noticias escritas emerge como su capacidad para dar una realidad incuestionable para un público que cree real la racionalidad impresa que aparece en los rotativos. HeartsKane es una imagen especular e inquietantemente real del Winston Smith de 1984 de George Orwell, que desde su siniestro puesto funcionarial borra la realidad escrita de los noticiarios o los adapta a la “neolengua”, borrando de la racionalidad desplegada a disidentes y enemigos del sistema, los fantasmas del Gran Hermano que lo vigila constante e impune. No acaban aquí, en la manipulación de la realidad editorial, los puntos en común entre Ciudadano Kane y la antiutopía orweliana. Hearst-Kane también es un mago violentador de la “neolengua”, al igual que los dictados seguidos por Winston Smith para pasar a los hombres y los hechos por el lecho de Procustros del totalitarismo. El fascismo periodístico del Inquirer o el Chronicle se autoriza a sí mismo en la libertad de prensa fundamentada en la propiedad privada que alimenta la impronta estadounidense, erigiéndose como defensor de los lectores y ampliando
—177—
esta prensa apologética y belicista hasta la misma esfera de los derechos humanos, nutriendo la mascarada de una falsa democracia occidental. El personaje encarnado por Joseph Cotten guarda celosamente esta esperpéntica declaración periodística que jocosamente iguala a las ilustradas declaraciones de los derechos universales del hombre. Los periodistas y los inversores del “Trust” retratado por Welles hacen gala de la misma inercia que conduce la actual política norteamericana que propició la lamentable foto de la Azores, “si no estáis conmigo, estáis contra mí”, si la realidad no se deja transformar, está plagada de inútiles anarquistas sin proyección política y económica. “Hearts-Kane” se convierte a sí mismo en hombre-espectáculo, retroalimentando la corriente informativa que él mismo ha creado, inaugurando uno de los santos mandamientos de todo medio de comunicación: “todo es noticia”. El demiurgo de las crónicas pasa a ser crónica y se violenta a sí mismo con intención, premeditación y delicadeza, ocultando su auténtica faz tras un simulacro de sí mismo, con un primer matrimonio igualmente falso, punto arquimédico de los universos paralelos de los rumores y la doxa y un segundo matrimonio que rozaba la ilegalidad por la edad de la jovencísima consorte. Su fracaso político, que parte de la estética electoral de los fascismo europeos con un descaro retórico que se apoya en las promesas a los hambrientos y los desheredados de la tierra. Pero Estados Unidos es un pueblo donde la grandilocuencia de los discursos electoralistas de Hearts-Kane, inspirados por la cartelería inspirada en los megalomaniacos discursos del Reichstag hitleriano (que tienen una primera expresión artística de Welles en la compañía Mercury Theatre con la representación de Julio Cesar de William Shakespeare, con una escenografía que imitaba los discursos de Benito Mussolini) se escandaliza ante la doble moral de los poderosos, condenando en las urnas ya sean las amantes cantantes de ópera, las esposas despechadas o el sexo oral en despachos ovales. Nada puede en ocasiones el Cuarto Poder contra el Poder Político en estado puro, combatiendo la manipulación con la misma manipulación que no sólo sufren los ciudadanos sino los políticos profesionales; un
—178—
poder político igualmente violentado en silencio por el curso de los acontecimientos. “Victoria o Fraude”, las rotativas del Kane-político caen ante la falta de peso ontológico de una realidad que se adelanta a la impostura desenfocada de la prensa que dice a los ciudadanos en qué consiste la realidad cuando siempre ha sido la realidad la que acudía a la lectura de la prensa para autodeterminarse. El cesarismo decimonónico amparado en las masas ciudadanas que ignoraban cómo Kane-Hearst provocaba la guerra hispanoestadounidense se veía perjudicado por el giro copernicano de una sociedad que se detenía a contrastar aquello que se ofrece, sabedora del fraude que anida en la misma Teoría de la Acción Comunicativa. Una suerte de “Fear to Fake” o miedo al fraude del que Kane-Hearst sale con más vueltas de tuerca en su universo creado a base de rotativas. Al igual que la locura, inconsciente o no, del rey Jorge inducida por la pérdida de las colonias americanas, que reducía a la monarquía a una fotogénica institución testimonial, Charles Foster Kane sabe reconocer que su vida se transforma en prensa, su existencia en papel impreso, su peripecia moral en doxa. Y la doxa no entiende de justicia ni de declaraciones de principios. El Kane-anciano perecerá como un antiguo faraón, rodeado de un sin fin de esculturas lujosas pero escéptico en la creencia de la supervivencia de una alma materialista. El misterio de Rosebud se esconde enterrado en la imagen fragmentada de un puzzle inacabado, ¿tal vez el nombre del autor de la imagen del puzzle, la desengañada acompañante que realiza el puzzle y custodia al también frustrado Kaneanciano que busca su supervivencia en la torpeza material que le rodea? ¿sigue la convicción protestante y capitalista del utilitarismo que explica la identidad de un hombre según su lista de propiedades? Si es así, el malestar de la cultura del Ciudadano Kane lo muestra como un ser incompleto, abierto, prisionero de un miedo a la soledad que lo convierte paradójicamente a su vez en un ser aislado, necesitado de una “cura” en el sentido heideggeriano, arrojado en el mundo de la materialidad ontológica más reaccionaria y conservadora. Ahí está sepultado el secreto de Rosebud, el Hocus-Pocus faraónico del Kane-cadáver. Sabedor de su fin,
—179—
el acumulador de objetos, entregado a la existencia caída y la autodestrucción del mundo que le rodea (en una secuencia donde Welles-Kane se mueve como un torpe monstruo de Frankenstein que derriba y rompe todo lo que tiene a su alrededor) evoca el primer objeto que poseyó. Tras su muerte, Thompson, el periodista que busca el misterio del hombre buceando en un pasado en forma de acertijo hecho pedazos, no acierta a descubrir la hermenéutica oculta en el nombre y en el hombre, pero el Welles-director es claro, Rosebud es el inicio de una nada precipitada en forma de traición material, el primer motor inmóvil de un universo de entes actualizados en el desasosiego de su propia decadencia y pena. Rosebud es la nostalgia de un camino mal tomado, del “dolor de hogar” más inservible, del peso de una ciclópea esfera del mundo representada en la forma de un juguete infantil sobre unos hombros envejecidos y hastiados. Sólo un trineo y nada menos que un trineo, el símbolo de una niñez nunca recuperada en el afán museístico de un Kane-Hearst que violentó la realidad material como ajuste de cuentas con la misma realidad donde residía en su propia tiranía. El ritmo de los tambores de la jungla se acompasa con el latido, cada vez más intenso, del corazón de Charles Marlowe, un marino contratado por la compañía del comercio del marfil para buscar en la profundidad del río Congo a uno de sus más importantes agentes productores, de nombre Kurtz. Río arriba, Marlowe, siente el desasosiego del hombre civilizado que deja atrás la cordura, adentrándose en el atractivo y absorbente misterio del salvajismo más absoluto, el corazón de las tinieblas. Inicialmente adaptada para la radio, la obra de Joseph Conrad inspiró la trayectoria profesional de Welles, siendo uno de sus famosos proyectos inconclusos. Muy bien tanto su vida personal como el guión y el enfoque de Ciudadano Kane podrían corresponder con las peripecias de los héroes conradianos. Orson Welles nació en Wisconsin en 1915, huérfano temprano, es el prototipo de hombre hecho a sí mismo, uno de los clichés morales y éticos más genuinamente americanos. Su formación teatral tiene lugar sin embargo en Irlanda, a la sombra de la genialidad literaria del genio shakesperiano,
—180—
regresando a Estados Unidos para “importar” una nueva visión del teatro y el arte. Testigo de la crisis del 29 y del hundimiento social del hombre desubicado de entreguerras y consciente de un sentido del capitalismo salvaje que derivará en los fascismos, siempre se vio a sí mismo como un emigrante de los muchos que entraban en riadas humanas por Ellis Island, un joven artista con nuevas ideas en el país de las condiciones de posibilidad. Welles ha llevado a gala jugar con el universo de la apariencia, inicialmente con las tablas y las candilejas menos intelectuales y exquisitas hasta el mundo de la magia, cuya base principal es el engaño, engaño al que rinde culto en todos sus trabajos más mediáticos, desde la radio, el cine dramático, el documental y la televisión. Todo en la actividad de Welles tiene un aire de experimentación, jamás se aburguesó e industrializó con totalidad. La famosa emisión radiofónica en la cadena CBS de la adaptación de la novela de H. G. Wells “La guerra de los mundos” por la compañía de teatro Mercury Theatre, fundada por él mismo, tuvo una conmoción mundial. Aunque se obligó a Welles, por parte de la dirección de la CBS, a pedir públicamente disculpas por los tumultos y la histeria colectiva desplegada la noche de la emisión, éste demostró al mundo entero la dimensión del engaño y del mundo de la apariencia que subyacía y subyace a los modernos medios de comunicación. Innovador implacable comparable a Dalí, Buñuel o Hichckoc, supo ver el cine el siguiente paso lógico para su expresividad artística. Pero ¿hacia dónde o hacia quién dirigir esta energía creativa? Welles conoció al guionista hollywoodiense Herman J. Mankiewicz, que propuso un guión inicial sobre la vida de Howard Hughes, para acabar decidiéndose sobre otro de los grandes personajes americanos venidos a menos, William Randolph Hearts, se titularía “Ciudadano Kane”. Hearts, explícitamente representado en la pantalla, recurrió a todo tipo de artimañas para impedir el rodaje, el estreno de la película y su distribución, desde el chantaje, el sabotaje, hasta volcar todo el peso de la maquinaria mediática de la prensa y la radio que, ya en decadente influencia, consiguió tocar de muerte al proyecto y a la carrera de Welles que siempre fue considerado como un director controvertido y problemático. Candidata a los
—181—
premios Oscar, Ciudadano Kane sólo fue premiada con el oscar al mejor guión original compartido entre Mankiewicz y Welles, aunque fue declara en 1986 la mejor película de la historia del cine por la Asociación Cinematográfica Americana. The magnificent Ambersons, El extraño, La dama de Shanghai, Sed de Mal o El proceso fueron los más destacados ejemplos de este arte que entró directamente en las listas del cine de culto pero no del éxito. Una de sus últimas propuestas fue F de fraude, extravagancia cinematográfica de corte posmoderno que juega con la figura de un conocido falsificador de cuadros y de su propia imagen de prestidigitador de las imágenes cinematográficas. Con una carrera tan personal y revulsiva, quedó condenado en varias ocasiones al exilio cinematográfico negándosele el privilegio de la dirección y obligado a participar como actor secundario en películas y producciones de serie B, dando la réplica en ocasiones a hieráticos actores como el mismo Víctor Mature, haciendo una consciente o tal vez inevitable parodia de sí mismo. Orson Welles solía aparecer como un orondo y carismático individuo que daba cierto aire pintoresco, bohemio y misterioso a producciones hollywoodienses como The Tartars, La Isla del tesoro, o Casino Royal. Un film de la profundidad y perfección no se fabrica sino que “deviene”. Si aplicamos un método de análisis dialéctico y epistemológico a la historia de la cinematografía norteamericana, y por extensión a la soviética y alemana, nos damos cuenta que ciertas películas han acontecido en el despliegue racional del Séptimo Arte. Mientras que Eisenstein inauguraba el montaje cinematográfico auspiciado por los dirigentes rusos movidos por el motor del emergente estalinismo en sincrónica competencia con directores Fritz Lang, que huiría finalmente del nazismo, y D. W. Griffith, jóvenes valores como Welles gestaban un nuevo aprovechamiento de los recursos artísticos y una innovación narrativa y fotográfica de un medio que ya parecía rozaba los límites del agotamiento industrial en una pérdida del “aura”, en palabras de Walter Benjamin, fruto de la reproductibilidad técnica en la que había derivado. Si la industria mata el arte, como parece que ocurre, la propuesta de Welles, que innova en cada medio que es contratado industrialmente,
—182—
es un uso formal de los medios de rodaje que se habían acomodado a la velocidad productiva de un Hollywood que reclamaba beneficios y dejaba de lado la creatividad. Pero Ciudadano Kane no sólo era atrevida en lo técnico, sino también en su temática y en su semántica. Hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, ciertas figuras públicas, dueñas y señoras de los recursos petrolíferos, la industria y la prensa continuaban siendo intocables para la mayoría del alienado pueblo americano y Welles, demócrata revulsivo para el patriotismo y el conservadurismo del “New Deal” roosveliano de la foto de Yalta, origen del fascismo y el machismo intrínsecos del American way of life, hacía un llamamiento a la “democratización” de la historia, mostrando la galería de personajes que manejan los hilos del destino violentado según sus intereses. La apuesta de Welles lo marcaría para siempre como el enemigo de los poderosos. Inicialmente pensada para retratar la misteriosa y obsesiva vida del multimillonario dueño de la TWA, Howard Hughes, Welles y Mankiewicz, planearon una primera película con casi desconocido Joseph Cotten como réplica carnal del mundialmente estrafalario héroe de la aviación, al que se relacionaba sentimentalmente con actrices como la intelectual Katherine Herburph o la voluptuosa Jane Russell. Pero el magnate, superviviente económico de dos guerras mundiales y amigo personal de Edgar Hoover, fundador del FBI y el hombre más poderoso del país, y Allan Dulles, fundador de la institución que más tarde sería la CIA, consiguió detener el proyecto en seco, retrasando su historia más de medio siglo, hasta que el ítaloamericano más poderoso del cine, Martin Scorcese retomase la revisión del proyecto para el film El aviador. Welles sabría reconocerse como un Quijote luchando contra unos molinos de viento insuperables, así que propuso al decadente William Randolph Hearst, el poco conocido demiurgo del Cuarto Poder que malvivía el aislamiento decimonónico de una vejez con la que apenas comprendía el curso de los acontecimientos que estaban por venir. Marlowe encontraba por fin a su Kurtz en el corazón de la selva industrial de la meca del cine. ¿Verdad o fraude? Hearst no supo superar la dicotomía fílmica, al ser un hombre anclado en el abismo del pasado, y sucumbió al
—183—
reconocimiento con el Ciudadano Kane, iniciando una cruzada contra el arte y la industria que terminaría por señalarle y perjudicarle. Como si del mismo Hoover se tratara, contrató detectives para seguir y registrar la vida sexual de los directivos de Warner Bros. y la RKO Pictures, con la intención de extorsionarlos para detener el rodaje, cambiar el montaje final y provocar que la película no llegase a las salas comercias, incluso recurrió a agentes ocultos en el equipo de rodaje para sabotear los decorados, provocando accidentes mortales. Nada detuvo a Welles y al devenir que suponía su película. La violencia desenfocada iniciada por Randolph Hearst tuvo su reacción por parte de Welles, sólo cambia su intencionalidad moral y política. El Ciudadano Kane de Orson Welles, como producto semántico y fílmico terminado ha impulsado proyectos de denuncia sobre la violencia desenfocada como Bowling for Columbine, Supersize Me, Fahrenheit 9/11, Gracias por fumar o Una verdad incómoda. Ciudadano Kane aunque posee una estructura narrativa sólida y clásica, arranca como un falso documental, conceptos ambos que fascinan a Welles. Por una parte la ironía infantil de la falsedad representacional o su condición de “simulacra”, asumida en sus propios mecanismos teatrales exportados a lo cinematográficos, se asienta en una tradición demócrata que, mal entendida desde la idiosincrasia republicana, se contempla como un ejercicio de izquierdismo desmedido. Más de una voz acusó al Welles-director de pertenecer al Partido Comunista, siendo observado muy de cerca por el Comité de Actividades Americanas fomentado por el senador Macarthy, bajo la recomendación de un Howard Hughes entregado a los delirios conspiranoicos. Hoy vivimos en la técnica y en la temática y hemos cambiado la genialidad de los Welles que puedan caminar anónimamente entre nosotros, para despertarnos del sueño dogmático de la violencia desenfocada que nos envuelve, por la normalización del arte fílmico. Sólo experimentamos revulsivos políticamente correctos para un pensamiento, más que único y laxo, laxante. Un universo donde la materialidad de ha reivindicado a sí misma en silencio, venciendo y convenciendo, donde los nuevos Charles Foster Kane o William Randolph Hearst nos han
—184—
inclinado a afirmar en el vacío su inexistencia y se ocultan en los pliegues de nuestra falsa historia, una historia que les pertenece más a ellos que a nosotros ¿Dónde estará escondido el Rosebud de nuestros días?
—185—
LAS AGRESIONES CONTRA LOS CONSUMIDORES por RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA
RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA es responsable de Comunicación de FACUA.
—188—
E
L mercado, el sistema capitalista y lo que en los países de nuestro entorno se ha venido a llamar la sociedad de la opulencia se perpetúan gracias a la invitación al despilfarro irracional, la manipulación de los consumidores para que conciban la felicidad y el éxito como sinónimos de consumo, compra, acumulación de bienes y ostentación de los mismos. En nuestro momento histórico y entorno socioeconómico, el mercado ya no se limita a fabricar productos para satisfacer las necesidades de los consumidores. Más bien, su objetivo es “fabricar” consumidores que adquieran los productos. Cuando (y donde) las necesidades básicas están colmadas, el mercado crece y se enriquece haciendo creer a los consumidores que necesitan más productos, más servicios, para alcanzar una felicidad utópica a la que nunca llegarán porque siempre seguirán “necesitando” comprar, acaparar y ostentar más bienes. Pero para lograr esa manipulación en la conciencia y por ende en el comportamiento de los ciudadanos, es necesario montar una estructura comunicacional en la que, a todos los niveles, el Dios Consumo sea venerado sin que se surja la más mínima noción de pérdida de libertad. Se trata de hacer creer a los consumidores que sus decisiones son suyas y que nada ni nadie les ha teledirigido hacia ellas. Un sistema que se nutre de los grandes medios de comunicación de masas, que difunden no sólo la publicidad de los productos y servicios, sino también un discurso claramente socializador en el que la felicidad siempre está aparejada al consumo y ostentación de productos y servicios.
—189—
Este modelo de sociedad basado en la invitación al consumo irracional resulta de por sí una agresión, un acto de violencia, contra el individuo, ya que su discurso tiene tanta fuerza que logra privarlo de libertad real y le aporta una falsa noción de libertad. El ciudadano, el consumidor, cree que es él quien toma las decisiones libremente, sin percibir que éstas son fruto de una manipulación tanto puntual (la que le lleva al acto concreto de compra, con una publicidad que ensalza virtudes, algunas falsas, del producto, mientras que oculta ciertos defectos), como global (la que le hace creer que los bienes le aportan felicidad sin advertirle que el gasto excesivo conlleva falta de ahorro, endeudamiento y, finalmente, angustia e infelicidad). Pero junto a la manipulación global que sufren los consumidores en esta sociedad de la opulencia, están los actos concretos, cotidianos, en los que padecen abusos y fraudes de empresas y la desprotección por parte de los poderes públicos ante éstos. Ésta otra agresión es, quizás, más perceptible por el consumidor de a pie, más frustante, sobre todo si no se decide a responder a la violencia del mercado, del sistema, entrando en acción, rebelándose y luchando por que sus derechos sean respetados. La tipología de agresiones del mercado contra los consumidores es muy amplia y variada. Pongamos algunos ejemplos: Junto a las cometidas por las empresas (o administraciones públicas que también prestan servicios), están las agresiones de los poderes públicos en el ámbito del Consumo: Agresiones mediante la falta de un control suficiente del mercado, para evitar o actuar contra los abusos y fraudes garantizando la protección de los consumidores. Agresiones fruto de la lentitud y ausencia de respuesta a las denuncias que plantean los consumidores contra las empresas que cometen irregularidades. Agresiones basadas en negar a la sociedad civil y sus organizaciones representativas niveles importantes de participación en la vida política, en las decisiones sobre la elaboración y aprobación de normas que regulen el mercado, así como en el control del mismo.
—190—
Agresiones mediante la promulgación de normas (leyes, reales decretos..) en las que la protección de los consumidores resulta insuficiente. Agresiones a través de la falta de medidas que garanticen el control del cumplimiento de las normas que regulan el mercado. Agresiones a través de la discriminación y la negativa a potenciar a organizaciones ciudadanas combativas, críticas e independientes del poder y del mercado, en paralelo al apoyo a otras que son complacientes con los gobernantes y que se pliegan a sus intereses. La respuesta necesaria a los abusos, las agresiones, del sistema, es la toma de conciencia del ciudadano de que debe ser un consumidor crítico, reflexivo, que debe intentar evitar la manipulación y, sobre todo, que ha de actuar contra esas prácticas autoorganizándose. Si la respuesta de los trabajadores a los abusos de las empresas son los sindicatos de clase, la de los consumidores son, o deben ser, las asociaciones de consumidores. Se trata del mismo ciudadano que se autoorganiza en dos modelos de organizaciones, una para proteger sus intereses como trabajador, otra para protegerlos como consumidor. En los próximos capítulos expondremos la historia de ese movimiento de consumidores en el mundo y en España, el caso concreto de FACUA-Consumidores en Acción y su modelo e ideario, así como algunas nociones sobre lo que para esta organización debe ser un consumidor crítico y reflexivo.
ORÍGENES E HISTORIA DE FACUA Y SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO DE CONSUMIDORES Para hablar de los orígenes y la historia de FACUA es necesario hacer una aproximación a los propios orígenes y al desarrollo del movimiento consumerista en el mundo y en España, todo ello para situar el marco en el que se produce el nacimiento de nuestro proyecto consumerista y las
—191—
condiciones que han podido influir en su propio origen y desarrollo. Orígenes del movimiento consumerista en el mundo y en España Las organizaciones de consumidores nacen como un movimiento social natural de autodefensa de los propios ciudadanos para intentar hacer valer sus derechos de forma colectiva frente a productores y comerciantes. La teoría económica ha ido denominando como consumerismo a todo movimiento social que lucha por incrementar los derechos y el poder de los consumidores en relación con los medios de producción y distribución, es decir, el mercado en cualquier sistema económico. El origen o el punto de comienzo de estos movimientos hay que situarlo en el siglo XIX y nace ligado a las distintas teorías que cuestionaban o planteaban la reforma del sistema capitalista vigente en Europa en dichas fechas. Se puede decir que las primeras formas de organización de los consumidores como tales toman cuerpo en torno a cooperativas y se cita como la primera conocida a la formada en 1844 en la ciudad de Rochdal, ciudad situada a 20 kilómetros de Manchester, en Inglaterra. Al final del siglo diecinueve comienzan a aparecer en Estados Unidos las primeras Ligas de Consumidores, que reivindicaban la protección de los consumidores por medio de reglamentaciones apropiadas para los distintos productos o servicios que se ofertaban en el mercado. Sin embargo, no es hasta el siglo pasado y acompañando el proceso de industrialización y la aparición de la sociedad de consumo de masas que se desarrolla en Estados Unidos y en algunos países de Europa (consumismo, despilfarro, multinacionales, producción en masa y sofisticación) cuando aparecen las organizaciones de consumidores como hoy las conocemos y que tuvieron su origen en la defensa del poder adquisitivo o de compra de los consumidores y en el deseo de obtener más bienes. Aunque dichas organizaciones, surgidas tras la segunda guerra mundial, no adquieren un papel importante hasta la década de los sesenta.
—192—
Es por tanto a partir de esa década, y una vez cubiertas las necesidades cuantitativas generales por los trabajadores, cuando surgen las nuevas aspiraciones o reivindicaciones de tipo cualitativo. Es el surgir del movimiento específico de los consumidores de una forma separada del movimiento sindical. Aparece el movimiento denominado consumerista y las organizaciones surgen y se desarrollan en todos los países industrializados, alcanzando un poder importante en cada país e incidiendo ante sus gobiernos para mejorar las leyes de protección de los consumidores, utilizando diversas formas de presión a través de las revistas que publican y organizando boicot a productos o servicios, a la vez que comienzan a coordinarse internacionalmente. Para atender las aspiraciones cada vez más sentidas de la sociedad europea y norteamericana, el Presidente de los EE.UU, J. F. Kennedy se ve obligado a promulgar los Derechos del Consumidor en la década de los sesenta, el Consejo de Europa proclama la “Carta Magna del Consumidor” en el año 1973 y la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) elabora un “Programa Preliminar” en el año 1975. En España, si bien el movimiento de defensa de los consumidores no comienza a desarrollarse y a cobrar cierto protagonismo hasta la década de los ochenta, se pueden citar como antecedentes del mismo al surgimiento de las Asociaciones de Amas de Casa a finales de la décadas de los sesenta (que luego adoptarían también el nombre de consumidores y usuarios), a las Asociaciones de Vecinos surgidas masivamente en la década de los setenta, a la vez que en 1973 se comienza a publicar una revista especializada en temas de consumo con el nombre de “Ciudadano” y en 1975 surge la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). También se crea en dicho año el Instituto Nacional del Consumo dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo. El marco legal de protección a los consumidores se desarrolla en Europa a partir de los años 60, en un intento de dar un marco jurídico a los derechos e intereses de los consumidores y de sus organizaciones, en consonancia con el desarrollo económico de los países europeos de la zona
—193—
capitalista. En España este nuevo marco legal se retrasa hasta la década de los ochenta, con la promulgación de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios de 1984. En América Latina y en Asia el movimiento de protección y defensa de los consumidores surge y se desarrolla generalizadamente en una etapa más tardía y en consonancia con el desarrollo político y económico de dichos países, aunque como en el caso de México los primeros movimientos de defensa de los consumidores surgieron con bastante antelación al resto de los países de la zona. Sus leyes de protección a los consumidores se promulgan en la década de los 90 y a principios de este siglo. Condiciones y elementos precipitantes Observando el proceso de desarrollo de las organizaciones de consumidores a partir de la década de los 60 en Estados Unidos y en Europa occidental, es decir, las llamadas sociedades industrializadas se puede afirmar que dicho fenómeno se había producido en un caldo de cultivo favorable o condiciones determinadas por las siguientes características: Desarrollo económico del país y un nivel de renta determinado que permiten hablar de Sociedad de Consumo. Nivel cultural ampliamente extendido en las distintas capas que componen la sociedad. Oferta masificada en cantidad y variedad de productos y precios. Avalancha de la publicidad en apoyo a la oferta. Sistema político en el que sea posible ejercer la libertad de reunión y expresión a cualquier persona y grupo que lo desee. Sin embargo, además de estas condiciones objetivas generales existen otras condiciones objetivas-subjetivas concretas que son las que provocan el “parto” en un momento determinado o las que permiten el desarrollo acelerado.
—194—
Podríamos llamarlas condiciones-provocadoras o detonadores sociales o elementos precipitadores y entre estas se podrían señalar las siguientes: Las crisis económicas inciden de tal forma de los intereses económicos del consumidor que provocan la necesidad de aglutinarse y autodefenderse. El fenómeno del fraude tanto en el precio como en la calidad de los productos o servicios originan la reacción de tipo consumerista. Los medios de comunicación de masas al alcance de los consumidores pueden sensibilizar a amplios sectores. La desprotección tanto legal como administrativa provoca los resortes de autodefensa entre los consumidores. El posicionamiento de gobiernos, gobernantes o partidos políticos sensibilizados en favor de los intereses de los consumidores. Probablemente existan otras condiciones y características propias en otros países. Hay que señalar también que no todas las condiciones descritas tienen la misma fuerza de influencia, ni que se hayan dado todas las condiciones en todos los países o en un solo país. Tipología del movimiento de consumidores Para clasificar los movimientos de consumidores y diferenciarlos se han tenido en cuenta dos criterios básicos y esquemáticos utilizados por buena parte de los analistas y estudiosos, es decir, sus objetivos y sus actividades. Según los objetivos que pretendan alcanzar las distintas organizaciones de defensa de los consumidores nos encontramos con dos modelos claramente diferenciados: Hay asociaciones cuyos objetivos son solamente el colocar al consumidor en mejor situación dentro del seno de las estructuras del mercado. En este caso, se trataría de organizaciones enclavadas en el actual sistema de mercado y que sólo persiguen corregir los desmanes o abusos de éste. En
—195—
este bloque se encontrarían la mayoría de las organizaciones de consumidores de Europa, Estados Unidos y demás países desarrollados. Otro modelo lo representarían las asociaciones cuyo objetivo sea el cambio social, la transformación de las actuales estructuras económicas. En este otro caso se trataría por tanto de organizaciones que sin renunciar a defender una mejor posición de los consumidores en el mercado y combatir los desmanes y abusos de éste, también se proponen contribuir a cambiar el actual modelo de producción, distribución y consumo. En este segundo bloque se encontrarían algunas organizaciones de Europa y buena parte de las organizaciones de América Latina y otros países del denominado Tercer Mundo. Según las actividades que desarrollen las organizaciones de consumidores nos encontramos también con dos modelos diferentes: En un primer modelo se incluirían las organizaciones que se encuadran en el campo exclusivo de la defensa del consumidor y las llamaremos específicas. En este caso se encontrarían la mayoría de las asociaciones de consumidores y usuarios. En un segundo modelo se encuadrarían aquellas organizaciones cuyas actividades y campos de actuación son más amplias y que en un momento determinado también asumen la defensa del consumidor y a éstas las llamaremos no específicas. En este caso se encontrarían los movimientos vecinales, de mujeres, cooperativas, etc.
ORÍGENES DEL PROYECTO FACUA Para conocer los orígenes de FACUA – Consumidores en Acción hay que remontarse a finales de los 70, unos años antes de la aparición de decenas de organizaciones de consumidores por todo el país a raíz del escándalo del síndrome tóxico provocado por la comercialización fraudulenta de aceite de colza desnaturalizado que causó centenares de
—196—
muertes y secuelas que aún son padecidas por miles de españoles. En los años previos a la democracia el movimiento de defensa de los consumidores en España se reducía a una cierta actividad que en el ámbito del consumo desarrollaban las asociaciones de vecinos con un carácter abiertamente progresista, junto a la recién nacida Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y la incipiente labor también consumerista que desarrollaban las asociaciones de amas de casa. En el momento álgido del envenenamiento por el aceite de colza, en 1980, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Madrid creó una Asociación de Consumidores de ámbito estatal que se denominó “La Defensa” y propuso en la Asamblea Estatal de AA.VV. celebrada en Madrid en los días 6 y 7 de diciembre de dicho año, donde participaron la inmensa mayoría de las Federaciones y Coordinadoras vecinales del conjunto de las provincias o comunidades del Estado, la creación de delegaciones de dicha Asociación de Consumidores en todas las provincias españolas. Sin embargo, el proyecto propuesto por la Federación vecinal madrileña, si bien fue aprobado en la Asamblea Estatal, sólo fraguó en la capital andaluza, en Baleares y Murcia, aunque pocos meses después y ante la paralización del proyecto inicial por imposibilidad de los propios promotores la delegación sevillana de “La Defensa” pasó a convertirse en el mes de noviembre de 1981, con el apoyo de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos de Sevilla, en la Asociación de Consumidores y Usuarios de dicha provincia, con el nombre de ACUS “La Defensa”, adoptando personalidad jurídica propia y carácter independiente de la Asociación de ámbito estatal. Tras la constitución de la Asociación de Consumidores de Sevilla este proyecto se fue extendiendo al resto de las provincias andaluzas, dando lugar al nacimiento de la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía (FACUA).
—197—
HISTORIA DE FACUA CONSUMIDORES EN ACCIÓN: 1980-2007 La historia de FACUA ha estado llena de momentos de dificultades y de avances a lo largo de los más de 26 años de andadura de un proyecto consumerista que sin lugar a dudas es en la actualidad uno de los más activos y dinámicos de los que funcionan en España. Cinco periodos conforman estos primeros 26 años de la historia de FACUA – Consumidores en Acción. La primera asociación y su extensión por Andalucía: 1980-1983 Una vez constituida la Asociación de Consumidores y Usuarios de Sevilla (ACUS “La Defensa”) en 1981 se produjo un acuerdo en el seno del movimiento vecinal andaluz para extender dicho modelo al resto de las provincias andaluzas. La denominada Coordinadora de Asociaciones de Vecinos de Andalucía (embrión de lo que fue a convertirse en la hoy Confederación de Asociaciones de Vecinos de Andalucía - CAVA) valora que tras el rechazo de la Junta de Andalucía a reconocerle su carácter de organización representativa de los intereses de los consumidores y usuarios andaluces, sólo le queda el camino de apoyar la iniciativa puesta ya en marcha por el movimiento vecinal sevillano y acuerda en el V Encuentro Andaluz de Asociaciones de Vecinos, celebrado en Sevilla el día 3 de octubre de 1982, el fomentar la creación de Asociaciones de Consumidores, en las otras siete provincias andaluzas y articular posteriormente una Federación con todas ellas y así fomentar la aparición de un movimiento específico de defensa de los consumidores y usuarios, en base al espíritu democrático, progresista e independiente que inspiraba al propio movimiento vecinal, que pudiera aspirar a ser un interlocutor legal y aceptado por la Administración Autónoma y con el que pudiera mantener vínculos de estrecha colaboración. De este forma y durante los años 1982 y 1983 se fueron creando asociaciones de consumidores en las provincias de
—198—
Cádiz, Granada, Huelva, Málaga y Jaén, todas ellas con el patronímico de “La Defensa”. Se constituye FACUA Andalucía, nace la revista Consumerismo y comienzan los contactos con el movimiento de consumidores en España: 1984-1985 Estas nuevas Asociaciones de Consumidores, junto a la que ya funcionaba en Sevilla desde 1981, acordaron constituir en una reunión celebrada en Sevilla el día 31 julio de 1983 la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía (FACUA), con una implantación territorial en seis de las ocho provincias andaluzas y con el apoyo del movimiento vecinal andaluz. Con el fin de completar la estructura de FACUA en las provincias de Almería y Córdoba y ante la falta de decisión del movimiento vecinal de dichas provincias a crear asociaciones de consumidores se tomó contacto con dos organizaciones que estaban relacionadas con la defensa de los consumidores y se establecieron acuerdos de colaboración con las mismas, aunque no se pudo lograr que se integraran en el seno de FACUA Andalucía y posteriormente desaparecieron. Para resolver la falta de afianzamientos de estos dos procesos unitarios FACUA inició nuevas gestiones para llenar este vacío existente en las dos provincias citadas y así, en 1986, logramos fomentar la creación de una Asociación de Consumidores y Usuarios en Almería y posteriormente en el año 1989 en Córdoba con lo que se pudo completar la implantación en las ocho provincias andaluzas. En esta primera fase del camino se produjo una pequeña crisis como consecuencia del acuerdo adoptado por el Partido Socialista Obrero Español en Andalucía de crear en 1984 una organización de consumidores cercana a sus tesis políticas: la Unión de Consumidores de Andalucía (UCA), siguiendo así los acuerdos adoptados a nivel estatal y que propiciaron la creación, en el mismo año, de la Unión Federal de Consumidores (UFC), que posteriormente adoptó el nombre de Unión de Consumidores de España (UCE). Esta crisis se produjo en la provincia de Huelva, donde la Asociación integrada en FACUA adoptó el acuerdo de
—199—
integrarse en la nueva organización de consumidores auspiciada por el PSOE, provocando así la pérdida de la presencia de FACUA en dicha provincia, lo que motivó nuevas actuaciones para constituir en dicha provincia una Asociación de Consumidores y Usuarios que con el nombre de “La Unidad”, pues no pudo adoptar el patronímico de “La Defensa”, se integró en FACUA en 1985. Tras la constitución de la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía (FACUA) este movimiento mantiene unos vínculos de colaboración muy estrechos con el propio movimiento vecinal hasta que progresivamente y a medida que FACUA y sus Asociaciones provinciales comienzan a cobrar protagonismo propio se va produciendo una separación lógica, aunque manteniendo en diversas provincias lazos estrechos de colaboración entre ambos movimientos sociales. Una característica constante que ha marcado la actividad de FACUA durante todos estos años ha sido sin lugar a dudas su carácter independiente y su deseo de actuar unitariamente con otras organizaciones del conjunto del Estado, con el fin de articular una gran confederación de consumidores y usuarios de ámbito estatal. Para avanzar en este objetivo, FACUA se suma al proceso iniciado en 1982 de vertebración y de unidad entre un importante número de organizaciones progresistas de consumidores que funcionaban en distintas provincias o comunidades del conjunto del Estado y que se estaban nucleando en torno a la Asociación de Consumidores de Cantabria (ACC) y a la Organización de Consumidores de Cataluña (OCUC), con el fin de coordinar esfuerzos para organizar una alternativa a las opciones que representaban la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y la Confederación Española de Amas de Casas, organizaciones éstas de corte más conservadora y que contaban con todo el apoyo y reconocimiento del gobierno de UCD para “hegemonizar” la representación institucional del emergente movimiento de consumidores español. Fruto de estas actuaciones se constituye en marzo de 1984 a una Coordinadora Estatal de Asociaciones de Consumidores en la que se integraron la Asociación de
—200—
Consumidores de Cantabria, la Organización de Consumidores y Usuarios de Cataluña, la Federación de Consumidores del País Vasco, la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía, la Asociación de Consumidores de Navarra, la Asociación de Consumidores de Valladolid y la Asociación de Consumidores del País Valenciano. Se procedió a nombrar unos representantes con carácter rotatorio para comenzar su interlocución con el gobierno central, una vez alcanzado unos ciertos niveles de reconocimiento de nuestra representatividad por parte de éste, que era uno de los principales objetivos de la citada coordinadora estatal. Sin embargo, la irrupción en la escena consumerista española por parte de la Unión Federal de Consumidores, organización auspiciada por UGT y el PSOE, provocó la ruptura de este bloque progresista al integrarse o ser ganados para el mismo a una buena parte de las organizaciones participantes en el mismo. Como consecuencia de ello se produce una grave crisis en la recientemente creada Coordinadora Estatal de Consumidores y Usuarios. Junto con este fuerte deseo de participar en proyectos progresistas de ámbito estatal, por entender que los problemas de los consumidores no podían defenderse exclusivamente desde el marco de la comunidad autónoma de Andalucía, FACUA apostó decididamente por fomentar en las ocho provincias andaluzas un movimiento consumerista fuerte y representativo en torno a las Asociaciones de Consumidores que la integraban. Con estas dos premisas fundamentales, fomentar organizaciones fuertes y activas y ampliar sus objetivos más allá de Andalucía, FACUA ha venido a lo largo de estos años desarrollando su propio proyecto consumerista y dotándolo de contenidos y capacitad de actuación. Una de las primeras metas a lograr fue sin lugar a dudas el dotarse de unas oficinas donde poder desarrollar su creciente actividad y poder coordinar el trabajo de sus Asociaciones federadas. Esta necesidad fue resuelta desde el mismo momento de su constitución en 1983 gracias al acuerdo unánime de su Junta Directiva de ubicar a FACUA en el local de la Asociación provincial que ostentara la
—201—
presidencia de la Federación. Por ello, la Federación comparte sede con la Asociación sevillana. Otra de las metas importantes que era necesario alcanzar para lograr los objetivos de FACUA era el dotarse de una publicación propia que le permitiera mantener un contacto permanente con sus asociados y que a la vez pudiera ser el vehículo y portavoz de la Federación hacia el conjunto de la sociedad. Este nuevo reto se logra alcanzar en el año 1984 tras la publicación de Consumerismo, una modesta revista de sólo ocho páginas impresa a dos colores, que en 23 años de edición se ha convertido en la revista de consumo de mayor calidad, por su presentación y contenidos, de las que se publican en España. Junto a estas dos primeras metas FACUA siempre entendió que era necesario dotarse de un amplio equipo de personas con capacidad y experiencia en distintas disciplinas profesionales, con el fin de poder atender eficazmente el conjunto de las actividades que una Federación de consumidores tiene que abordar para cumplir bien sus objetivos. De esta forma se fue produciendo un reforzamiento de la Junta Directiva con nuevos compañeros y compañeras de las distintas Asociaciones provinciales, que progresivamente fueron asumiendo distintas responsabilidades, a la vez que se inició un proceso de incorporación de jóvenes profesionales del derecho, del periodismo, de la educación y de otras disciplinas para asumir tareas de responsabilidad en los distintos departamentos o gabinetes de la organización, los cuales permitieron articular una estructura amplia y permanente capaz de asumir los distintos retos que se nos han ido presentando hasta hoy. Se constituye el proyecto CECU bajo la dirección de FACUA Andalucía y se sigue avanzando en la consolidación del proyecto FACUA: 1986-1998 Guiados por el deseo de romper el aislamiento en el que había quedado FACUA tras el rompimiento de la coordinadora estatal que durante un tiempo habían liderado las organizaciones de Cantabria y Cataluña y con la pretensión de apostar nuevamente por articular un proceso unitario entre las asociaciones de consumidores progresistas que no
—202—
habían sido fagocitadas por la Unión de Consumidores de España, el día 3 de octubre de 1986 se celebró una reunión en Sevilla, donde acudieron junto a FACUA, cinco organizaciones de consumidores de otras tantas comunidades autónomas: la Organización de Consumidores y Usuarios de Cataluña (OCUC), la Federación de Consumidores del País Vasco (EKE), la Asociación de Consumidores de Navarra (IRACHE), la Asociación de Consumidores y Usuarios de Murcia (ACU) y la Asociación de Consumidores y Usuarios de Baleares (La Defensa), estas dos últimas creadas también al calor del movimiento vecinal de sus respectivas comunidades. En esta reunión se puso en evidencia la necesidad de seguir manteniendo el espíritu unitario y progresista que inspiró a la coordinadora estatal que funcionó hasta 1984 y se adoptó el compromiso de trasladar a las respectivas organizaciones la propuesta de poner en marcha una nueva organización estatal bajo el nombre de Coordinadora Estatal de Consumidores y Usuarios (CECU), esta vez bajo el liderazgo de la Federación anfitriona y promotora de la idea, a la cual se le encargó la toma de las iniciativas necesarias para legalizar la nueva organización y tratar de ampliarla a otras comunidades del Estado. De esta forma y como una respuesta a los intentos hegemonistas de UCE y ante la falta de referentes progresistas entre las organizaciones de ámbito estatal que funcionaban en el país, surgió el proyecto que luego se transformaría en febrero de 1988 en la Confederación de Consumidores y Usuarios – CECU, organización a la que FACUA dedicó una gran parte de sus esfuerzos hasta que tuvo que abandonarla en 1998 a causa de los estilos poco democráticos en su funcionamiento interno que se habían impuesto en su último periodo y en los nuevos objetivos que se estaban persiguiendo por dicha organización estatal, lejos de la independencia frente a los poderes políticos y económicos. Al margen de estas circunstancias la Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía (FACUA) siguió trabajando en la comunidad andaluza para seguir fortaleciendo un proyecto consumerista independiente de los poderes económicos y políticos, progresista
—203—
en sus alternativas y democrático y participativo en su funcionamiento interno. Una organización con una estructura organizativa que cuenta con una red de locales abiertos en el conjunto de la comunidad en los que trabajan en su conjunto cerca de 200 personas entre directivos, técnicos y socios colaboradores con carácter remunerado y voluntarios y que cuenta con activos departamentos y gabinetes de trabajo que hacen posible que FACUA desarrolle una activa y eficaz labor en las actividades de denuncias de los abusos y fraudes que sufren los consumidores, que fomenta la concertación con sectores empresariales para abrir vías de diálogo y mediación y que participa en numerosos órganos consultivos de la Administración andaluza. Una organización que se ha situado dentro de la corriente progresista y alternativa al actual modelo de producción y consumo, aunque desde una opción claramente independiente del resto de las organizaciones políticas o sociales situadas en dicho frente ideológico. Nos asociamos al proyecto ASGECO y comienza un periodo de reflexión: 1999-2003 Tras nuestro abandono de CECU se produce un nuevo aislamiento de nuestra Federación en el marco del movimiento de consumidores del conjunto del Estado y fue por ello y siguiendo la línea unitaria y de participación en ámbitos superiores al andaluz, que FACUA ha seguido desde sus propio inicios, estableció nuevos acuerdos para unirse a una organización de ámbito estatal y así, en su Asamblea General celebrada en 1999, adoptó el acuerdo de asociarse a la Asociación General de Consumidores (ASGECO), junto con la Asociación Regional de Consumidores y Usuarios de Castilla y León y la Asociación de Consumidores y Usuarios de Castellón, ambas provenientes también de CECU. Con este acuerdo estas tres organizaciones de consumidores apostaron por transformar ASGECO en una Confederación más amplia y activa en la que pudieran participar junto con las organizaciones procedentes del cooperativismo de consumidores (las cuales conforman la base de
—204—
ASGECO-UNCCUE) y organizaciones de consumidores generalistas como FACUA. Lamentablemente los dirigentes históricos de ASGECO sintieron preocupación por el creciente papel de FACUA (ya como organización de ámbito nacional desde junio de 2003 tras la unificación de las tres organizaciones generalistas) y su capacidad creciente de actuación y nos pidieron que abandonáramos la organización por entender que nuestro proyecto y el tradicional de ASGECO no eran compatibles. FACUA no podía frenar su capacidad de actuación ni su propio crecimiento en pro de mantener una unidad que sería de dudoso beneficio para los consumidores españoles y por ello, nos vimos obligados a abandonar la Confederación ASGECO en 2004 y dejar que UNCCUE siguiera sola en dicho proyecto. Nace Consumidores en Acción y el proyecto FACUA se extiende por toda España: 2004-2007 Superadas las dos décadas desde su nacimiento y consolidada como la federación de consumidores más fuerte, activa y representativa de Andalucía y una de las más importantes del país, FACUA Andalucía decidió en su IV Congreso celebrado en marzo de 2003 dar un nuevo e importante paso en su proyecto consumerista y extender su organización al conjunto del Estado español. Por ello en junio de ese mismo año nace FACUA España - Consumidores en Acción como una organización de estructura federal y con aspiración a estar presente en todas las comunidades autónomas. FACUA España surge fruto de la unión de la Federación andaluza con dos veteranas organizaciones de la Comunidad Valenciana y Castilla y León a las que le unen históricos lazos de colaboración. Posteriormente nuevas organizaciones de consumidores de Murcia, Extremadura, Baleares, La Rioja y Castilla-La Mancha se fueron sumando al proyecto. FACUA es una organización de carácter marcadamente progresista, democrático, plural y participativo que se sitúa
—205—
en posiciones alternativas ante el actual modelo de producción y consumo. Sus organizaciones territoriales celebran cada año asambleas de socios que periódicamente eligen a sus juntas directivas. Asimismo, la Federación organiza anualmente una Asamblea General y cada tres años el Congreso designa a su Junta Directiva. El organigrama de FACUA está compuesto por un equipo amplio de hombres y mujeres que combinan veteranía y juventud. Veteranos que, en muchos casos, sufrieron la represión del franquismo al jugar un activo papel en la defensa de las libertades y la democracia en las diferentes etapas de la dictadura; hombres y mujeres provenientes del movimiento sindical, vecinal y de padres de alumnos y jóvenes que han visto en el movimiento consumerista la forma de contribuir a mejorar la sociedad desde posiciones democráticas y progresistas. La independencia frente a gobiernos, poderes públicos, partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales es otra de las señas de identidad que han marcado claramente la trayectoria de FACUA, que junto a su constante actividad en defensa de los intereses de los consumidores la han llevado a convertirse en una de las organizaciones más activas y dinámicas de las que funcionan en España. Frente al rancio clientelismo político y a la búsqueda de sumisión que ejercen determinados gobiernos o administraciones FACUA no sólo no se ha arrojado nunca en los brazos del poder, sino que ha sufrido y sigue sufriendo importantes obstáculos por parte de ciertos políticos e instituciones públicas que no consienten la crítica y la independencia y tratan de marginar a nuestra Federación negándole la participación en determinados foros o recortándole subvenciones públicas, en pro de otras organizaciones tristemente afines o dóciles. En sus relaciones con los empresarios, aunque siempre ha defendido la búsqueda de vías de diálogo para la solución de conflictos, nunca excluye la necesaria confrontación con aquellos que vulneren las leyes o mantengan actitudes opacas y de falta de diálogo. FACUA siempre se destacó por trabajar por un consumo responsable y por defender un desarrollo sostenible,
—206—
confrontando por ello con el actual modelo de sociedad consumista. EL MODELO DE ORGANIZACIÓN CONSUMERISTA QUE DEFIENDE FACUA Desde sus propios inicios FACUA ha ido articulando y defendiendo un modelo de organización que sirviera para los fines y objetivos perseguidos, un modelo que se fue articulando de manera federal en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía y que tras dos intentos de articularse unitariamente con otras organizaciones de consumidores de diferentes comunidades autónomas en confederaciones estatales diferenciadas de nuestra organización se procedió a poner en marcha un proceso de extensión del propio proyecto FACUA al ámbito del conjunto de toda España, a través de la puesta en marcha de un nuevo modelo de organización consumerista. FACUA – Consumidores en Acción: un nuevo modelo de organización consumerista Los niveles alcanzados por el proyecto FACUA tras la puesta en marcha de Consumidores en Acción en el ámbito de toda España nos han indicado claramente la necesidad de realizar un nuevo impulso que permita alcanzar nuevas e importantes metas y entrar en lo que podríamos definir como proceso de consolidación de un nuevo modelo de organización de los consumidores que afronte las nuevas necesidades de la sociedad española y europea. Para responder a las nuevas necesidades de los consumidores y a las nuevas formas de organización de los ciudadanos FACUA ha puesto en marcha un nuevo modelo de organización de consumidores, dinámico y flexible, capaz de integrar y articular la participación de decenas de miles de consumidores y usuarios en defensa de sus intereses y derechos. Un modelo que se ha articulado en torno a tres pilares o instrumentos básicos interconectados y funcionando como
—207—
una sola organización de consumidores: organizaciones territoriales, asociados individuales y la Red de Consumidores en Acción. Primer instrumento: Organizaciones Territoriales Las organizaciones territoriales integradas en FACUA representan la columna vertebral y el primer instrumento de la estructura federal y sobre ellas recae la mayor responsabilidad para garantizar la estructura organizativa de los órganos de gobierno y de los equipos de trabajo, así como una parte de la financiación de los gastos corrientes de la organización a través de cuotas anuales. Consumidores en Acción está abierta a las posibles integraciones de asociaciones de consumidores que funcionen en las diferentes comunidades autónomas y que acepten el código ético que FACUA tiene establecido con el fin de garantizar que las organizaciones no reciban ninguna ayuda económica por parte de los sectores empresariales ni actúen a favor de ninguna empresa o sector empresarial. En la actualidad las organizaciones territoriales que están integradas en FACUA son las siguientes y agrupan a cerca de 45.000 asociados individuales y a más de un centenar de colectivos, que a su vez agrupan a más de 20.000 ciudadanos. Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios en Acción - FACUA Andalucía. Asociación Regional de Consumidores y Usuarios de Castilla y León - FACUA Castilla y León. Asociación de Consumidores y Usuarios de la Comunidad Valenciana - FACUA Comunidad Valenciana. Asociación de Consumidores y Usuarios de Murcia FACUA Murcia. Asociación de Consumidores y Usuarios de Calviá - FACUA Baleares. Asociación de Vecinos, Consumidores y Usuarios “Nueva Ciudad” de Mérida - FACUA Extremadura. Asociación Riojana de Defensa de los Consumidores y Contribuyentes – FACUA La Rioja. Asociación de Vecinos y Consumidores – Almonacid de Castilla-La Mancha.
—208—
Este conjunto de organizaciones de consumidores tienen en funcionamiento diecisiete oficinas en quince provincias, donde se atienden miles de consultas y reclamaciones de los consumidores y usuarios de toda España y desarrollan de manera autónoma sus propios programas de actividades. FACUA – Consumidores en Acción fomenta y quiere integrar las Asociaciones de Consumidores fuertes y representativas que estén abiertas a todos los ciudadanos, sin discriminación alguna por razones de condiciones económicas, creencias ideológicas o religiosas, sexo, edad, raza o nivel de compromiso en el seno de la Asociación. Hacen falta Asociaciones en las que se afilien miles de consumidores y que estén dotadas de mecanismos democráticos para que dichos asociados puedan participar en el desarrollo del movimiento consumerista y en la toma de decisiones de dichas asociaciones, desechando criterios elitistas de que es mejor pocos socios, pero buenos y activos, que muchos con bajo o nulo nivel de participación, pues entendemos que sólo con organizaciones que aglutinen a decenas de miles de consumidores se podrá lograr una intervención eficaz en el mercado y lograr unos niveles de autofinanciación que permita la total independencia de la Asociación frente a las Administraciones públicas u otros intereses políticos o económicos. Por ello es necesario impulsar un modelo de Asociación que sepa compaginar su carácter abierto y su alto nivel de participación para los socios con la existencia de una Junta Directiva estable y activa que sea capaz de ser el motor que empuje al conjunto de la organización hacia adelante y de tomar las decisiones necesarias para lograr dichos objetivos. Tenemos que apostar, por tanto, por un modelo de Asociación que sepa articular la defensa de los intereses individuales de los consumidores y usuarios afectados por abusos o fraudes con la defensa de los intereses colectivos de la población y para ello se doten de los instrumentos necesarios para el desarrollo de una actividad eficaz en los distintos campos de actuación en los que deben intervenir las Asociaciones de Consumidores. Para ello deben estar dotadas de
—209—
departamentos o equipos de trabajo bien delimitados en los que participen personal voluntario y retribuido para poder atender eficazmente las actividades relacionas con la tramitación de las reclamaciones, actividades administrativas, relación con los medios de comunicación, la participación institucional, la contabilidad, la formación, etc. Hay que impulsar un modelo de Asociación que, desde su posición de independencia, sepa jugar su papel de representante de los consumidores en el ámbito de las instituciones públicas y sepa asumir los compromisos y las posiciones de colaboración con las Administraciones públicas, sectores empresariales y sindicatos, junto con las necesarias posiciones reivindicativas y de confrontación según las situaciones y cuando ellas sean necesarias para defender más eficazmente los intereses de los consumidores y usuarios. Finalmente, es necesario impulsar un modelo de Asociación que sin renunciar a la defensa de su propio protagonismo entienda como una necesidad el encontrar y propiciar fórmulas de unidad de acción con otras organizaciones que defiendan a los consumidores. Segundo instrumento: Asociados individuales FACUA tiene en funcionamiento una oficina virtual a través de Internet para atender a todos los consumidores y usuarios que desean recibir una información, tramitar una reclamación o un asesoramiento sobre sus problemas de consumo o quieran asociarse directamente a la organización nacional. Los asociados individuales que FACUA tiene en todas las comunidades autonómicas son un segundo instrumento de vertebración de los consumidores y usuarios y un complemento de la estructura que conforman las organizaciones territoriales, logrando también con el abono de las cuotas de dichos asociados la financiación de una parte de nuestros gastos corrientes. FACUA mantiene asociados individuales en todas las comunidades autónomas al margen de la existencia de organizaciones territoriales integradas. Dichos asociados son la base para la constitución de Delegaciones Territoriales
—210—
en las comunidades donde no existan dichas organizaciones, con la finalidad de ir articulando la participación de los asociados. Al inicio del ejercicio 2007 FACUA tiene constituidas Delegaciones Territoriales en las comunidades autónomas de Aragón, Asturias, Canarias, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Cataluña y Madrid. En esta última comunidad, FACUA tiene en funcionamiento un local social donde se atienden las consultas y reclamaciones de los asociados y consumidores en general y coordinamos las actividades de la Delegación Territorial. Tercer instrumento: Red de Consumidores en Acción La Red de Consumidores en Acción es el tercer instrumento que permite y facilita la colaboración de los consumidores y usuarios, asociados y no asociados, en las actuaciones de FACUA. Este tercer instrumento para la acción consumerista que FACUA ha puesto en marcha tendrá su base de funcionamiento fundamentalmente a través de nuestro portal www. facua.org en Internet, donde existe un espacio propio para el fomento de la colaboración de los consumidores, sobre todo jóvenes, en las actividades de denuncia, de reivindicación, de estudios de mercado, de fomento de la afiliación, etc. FACUA está impulsando fórmulas flexibles de colaboración y de participación de los consumidores y por ello creemos que la Red de Consumidores en Acción es un instrumento de gran utilidad para lograr vías de información a sus integrantes, así como para fomentar la colaboración de éstos en la realización de actividades de control de mercado y realización de campañas de denuncias, por citar algunas de las actividades que se están realizando. A través de esta vía todos los miembros de la Red reciben información sistemática a través de sus direcciones de correo electrónico, a la vez que son invitados a participar en las actividades de la organización en calidad de voluntarios y sin necesidad de realizar aportaciones económicas a FACUA.
—211—
V. FACUA y la cooperación internacional En un mundo donde el mercado se encuentra cada vez más globalizado se hace necesario establecer vínculos de colaboración y solidaridad mutua entre la parte más débil de dicho mercado, es decir, los consumidores. Para ello, FACUA viene desarrollando desde hace unos diez años una política de fomento de la cooperación internacional con las organizaciones de consumidores de América Latina y el Caribe, a la vez que tratamos de fomentar lazos de colaboración con organizaciones de consumidores de la Unión Europea. Como resultados prácticos de esta política de cooperación nuestra organización mantiene desde 1996 un convenio de colaboración con la Fundación “Antonio Núñez Jiménez” de la Naturaleza y el Hombre de Cuba mediante el cual venimos desarrollando, desde 1998, proyectos de cooperación en materia de protección al consumidor en dicho país con el fin de impulsar actuaciones que ayuden a avanzar en dicha dirección, a través de la realización de actividades formativas y edición de publicaciones. Dichas actuaciones de FACUA y la citada Fundación se vienen realizando en colaboración con la Universidad de La Habana y con la Dirección de Protección al Consumidor del país, así como con las corporaciones de comercio minorista, CIMEX, Cubalse y Habaguanex. También se ha contado con la colaboración de la Oficina Regional de Consumers International para América Latina y el Caribe para la realización de las jornadas o encuentros internacionales celebrados en La Habana. Desde 2002 y gracias especialmente a nuestro proyecto de cooperación en Cuba, pudimos ampliar nuestras relaciones de amistad y colaboración con organizaciones de consumidores de Chile, República Dominicana, Uruguay, Nicaragua, Guatemala, Perú, Costa Rica, Argentina, El Salvador, Bolivia, Panamá y Colombia, con cuyas organizaciones de defensa de los consumidores tenemos firmados convenios de colaboración. Durante estos diez últimos años hemos colaborado en la financiación de proyectos dirigidos a la protección de los consumidores que se han realizado en Cuba, Chile,
—212—
República Dominicana, Guatemala, Perú, El Salvador, Argentina, Uruguay, Costa Rica y Panamá, que han sido patrocinados además de por FACUA, por la Junta de Andalucía, los Ayuntamientos de Sevilla y Almería, las Universidades de Sevilla y Almería, las Diputaciones Provinciales de Sevilla, Cádiz y Almería, la Asociación de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Andalucía (ASA), las Fundaciones El Monte y Caja Granada y las Obras Sociales de las Cajas San Fernando y Unicaja, así como otras instituciones. Nuestras líneas de actuación Para el desarrollo de sus actuaciones en el terreno de la cooperación internacional FACUA ha establecido tres líneas de actuación: Ayudar al fortalecimiento y consolidación de las organizaciones de consumidores en los países latinoamericanos donde colaboramos a través de la aportación de ayudas económicas o en especie gestionadas a través de las distintas administraciones públicas o instituciones españolas que destinan fondos para la cooperación internacional para el desarrollo. Ofrecer nuestro apoyo y colaboración en las acciones que las organizaciones de consumidores latinoamericanas desarrollan frente a los abusos de las empresas multinacionales europeas que operan en dichos países, sirviendo de altavoz a sus denuncias o reivindicaciones y lograr que éstas sean conocidas en Europa por parte de la opinión pública y las propias instituciones. Intercambiar experiencias para el enriquecimiento mutuo por parte de nuestra organización y de las organizaciones hermanas de América Latina y trabajar así por el fortalecimiento de organizaciones de consumidores más fuertes y unidas, que puedan estar en mejores condiciones para enfrentarse a un mercado cada vez más globalizado y agresivo. FACUA se integra en Consumers International FACUA – Consumidores en Acción se integró en noviembre de 2004 como asociado en Consumers International, una federación de organizaciones de consumidores
—213—
de carácter independiente dedicada a la protección y a la promoción de los intereses de los consumidores de todo el mundo a través de la creación de instituciones, la educación, la investigación y la representación ante los organismos internacionales, que cuenta en la actualidad con unos 250 miembros en más de 115 países. Partiendo del compromiso de actuar colectivamente con el resto de las organizaciones de consumidores del mundo, FACUA ha querido formar parte de Consumers International y con ello redoblar sus esfuerzos en la solidaridad internacional con los consumidores de los países pobres y en desarrollo hoy víctimas de atropellos y abusos de todo tipo por parte de muchas empresas multinacionales que operan en dichos países, muchas de las cuales son europeas e incluso españolas, a la vez que actuar unido con las organizaciones de los países de la Unión Europea para reforzar la defensa de los derechos de los consumidores europeos. Frente a una globalización de los mercados que está provocando nuevas desigualdades entre los consumidores de los distintos países hay que globalizar la acción de las organizaciones de consumidores para defender nuestros intereses y derechos por encima de las fronteras y de los intereses locales de los países poderosos y de las empresas transnacionales, que son las que más se benefician del actual modelo de globalización. Las organizaciones de consumidores debemos globalizar la solidaridad y enarbolar la bandera de la justicia social y del reparto equitativo de la riqueza de nuestro planeta. Los consumidores de los países ricos y desarrollados debemos entender que nuestro bienestar y el consumismo insostenible en el que estamos inmersos no puede ni debe mantenerse a costa de las desigualdades y de impedir el acceso al mercado a millones de consumidores en buena parte del mundo que carecen de los más elementales medios para vivir con dignidad. La internacional de los consumidores deberá apostar con más fuerza que nunca por la necesidad de que todas las empresas adopten conductas de responsabilidad social y se acaben los dobles estándares y la doble moral que las mismas aplican en los países europeos, Japón, Canadá o
—214—
Estados Unidos, donde sus marcos legales son bastante satisfactorios y muy diferentes a los que están aplicando en los países de Asia, África o América Latina, donde se producen gravísimos abusos contra los consumidores y usuarios, muchas veces con la complicidad de los gobiernos locales. LA SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO CONSUMERISTA EN EL MUNDO Y EN ESPAÑA En la actualidad, el movimiento consumerista o de defensa de los derechos de los consumidores se encuentra ampliamente extendido por casi todos los países del mundo y agrupados en su mayoría en una organización internacional denominada Consumer International (antes IOCU). Dicha internacional está subdividida en oficinas territoriales en Europa, América del Norte, América Latina y el Caribe, Asia y África. Si bien es cierto que las organizaciones más ampliamente desarrolladas y con mayor número de afiliados se encuentran en Europa y Estados Unidos, la realidad demuestra que en el conjunto de los países del mundo las organizaciones de consumidores se consolidan, se extienden y aumentan su capacidad de intervención en el mercado en defensa de los intereses de los consumidores, aunque cada una de ellas con características diferenciadas y adaptadas a las realidades y necesidades de los consumidores de sus respectivos países. La mayoría de dichas organizaciones, sobre todo las más desarrolladas, editan publicaciones especializadas en temas de consumo con amplias tiradas de ejemplares y cuentan con equipos de profesionales (abogados, economistas, periodistas, etc.) para desarrollar buena parte de los trabajos que realizan las mismas, a la vez que han logrado ciertos niveles de participación institucional en sus países. En el caso de las organizaciones de América Latina y el Caribe el movimiento de consumidores, si bien no cuenta en general con ayudas institucionales ni económicas por parte de los respectivos gobiernos, está en una fase de clara expansión y desarrollo y cuenta con equipos de voluntarios muy comprometidos y con gran capacidad de iniciativa.
—215—
En Europa funciona, junto a la Oficina de Consumers International que está situada en Londres, una organización que agrupa a un importante número de asociaciones de consumidores, cuyo nombre es BEUC (Bureau Européan des Unions de Consommateurs) y cuya sede está en Bruselas. Atomización y mucho maquillaje en España El desarrollo de nuestro movimiento de consumidores ha ido parejo, en general, al propio progreso de nuestra democracia y hoy nos encontramos con un abanico muy amplio de organizaciones que asumen entre sus fines la defensa y representación de los intereses de los consumidores y usuarios, desde posiciones ideológicas o filosóficas diferentes y que están reconocidas a través de su inscripción en el Registro de Asociaciones de Consumidores del Instituto Nacional del Consumo -INC, organismo dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo y en los propios registros existentes también en las distintas comunidades autónomas. Los varios centenares de asociaciones de consumidores, que en la actualidad tienen el reconocimiento de tal, mayoritariamente se encuentran integradas o aglutinadas en torno a un grupo formado por una docena más o menos de federaciones, confederaciones u organizaciones de ámbito estatal o nacional que en su mayoría, aunque no todas, forman parte del Consejo de Consumidores y Usuarios de España, máximo órgano de representación y consulta de los consumidores españoles, al menos formalmente según establece la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios. En este conjunto de federaciones, confederaciones u organizaciones de consumidores, que están “reconocidas” por el INC como organizaciones de ámbito nacional, podemos señalar o destacar por el orden alfabético en el que aparecen en la web de dicho organismo a las siguientes: Asociación de Consumidores en Acción – FACUA. Asociación de Impositores de Bancos y Cajas de Ahorro de España – ADICAE. Asociación de Usuarios de la Comunicación – AUC.
—216—
Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios – AUSBANC Consumo. Asociación de Usuarios y Consumidores de España – Plaza Mayor. Asociación General de Consumidores – ASGECO. Confederación de Consumidores y Usuarios – CECU. Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios – CEACCU. Federación de Usuarios y Consumidores Independientes. Federación Unión Cívica Nacional de Consumidores y Amas de Hogar de España – UNAE. Organizaciones de Consumidores y Usuarios – OCU. Unión de Consumidores de España – UCE. Unión de Consumidores Europeos – Euroconsumo. A este listado hay que añadir diversas organizaciones de cooperativas de consumo como la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios – HISPACOOP y la Unión Nacional de Cooperativas de Consumidores y Usuarios de España – UNCCUE, que también cuentan con el reconocimiento de ser asociaciones de consumidores, aunque en una modalidad distinta a la de las anteriores. La situación actual del movimiento de los consumidores en España se destaca claramente por la gran atomización existente y por la debilidad de la mayoría de las organizaciones que lo integran. Este conjunto de organizaciones están desarrollando, en general, una actividad de gran importancia en la protección de los derechos de los consumidores y, al margen de sus debilidades, pueden representar un claro contrapoder en el mercado frente a los intereses y abusos de la empresas, todo ello gracias al esfuerzo de cientos de hombres y mujeres, muchos de ellos/as con actividades voluntarias, que con pocos medios y pocas ayudas públicas mantienen unas estructuras organizativas capaces de atender consultas y reclamaciones de los consumidores, participar en cientos de órganos consultivos, editar publicaciones, realizar cursos de formación y otras muchas actuaciones en defensa de los intereses de los consumidores. Todos estos méritos no deben
—217—
ocultar la necesidad de hacer los esfuerzos necesarios para superar las debilidades actuales y con ello seguir avanzando y acumulando fuerzas. Asimismo, hay que señalar que al no existir una norma clara, rigurosa y exigente que establezca los requisitos que deben reunir las Asociaciones de Consumidores para ser reconocidas como tales y poder disfrutar de los derechos que la Ley les otorga en materia de representación institucional y en la recepción de subvenciones económicas, se ha ido produciendo en los últimos años un proceso de “maquillaje” en los datos declarados por las distintas asociaciones en relación a su número de asociados, a las sedes en funcionamiento, al número de consultas y reclamaciones atendidas, etc., que dificultan en gran medida el conocimiento objetivo de la representatividad de cada organización, a la vez que se ha facilitado que se hayan podido presentar como organizaciones de consumidores, entidades que en realidad son empresas de servicios, como el caso más destacado de AUSBANC. FACUA ha defendido siempre la necesidad de que las organizaciones de consumidores sean celosas defensoras de su independencia en relación a todos los partidos políticos y administraciones públicas, por entender que es necesario superar la etapa en la que los partidos políticos promocionan sus propias asociaciones de consumidores, impidiendo así y distorsionando el normal desarrollo del movimiento de defensa de los consumidores. El proyecto actual y futuro de facua: nuestra intervención en el mercado El proyecto consumerista que FACUA representa ha cumplido ya algo más de veinticinco años y llegados a este punto es preciso que nos preguntemos para quÉ nos estamos dotando de esta estructura. ¿Cuál es el objetivo que se persigue con el modelo de organización consumerista que defiende FACUA?, pues dicho modelo no es ni debe ser un fin en sí mismo, no se agota con su formulación, sino que tiene una finalidad concreta: intervenir eficazmente en el mercado buscando conseguir el equilibrio entre fuerzas e
—218—
intereses contrapuestos, los derechos e intereses de los consumidores y usuarios y los intereses del sector empresarial. Pero para desarrollar el proyecto consumerista que FACUA propugna es necesario contar con organizaciones de consumidores fuertes y representativas, organizaciones de consumidores del siglo XXI que sean capaces realmente de intervenir y de actuar como contrapoder con capacidad de influir en las relaciones de mercado. Con este proyecto de presente, pero sobre todo con vocación de futuro, FACUA asume el compromiso con la sociedad de ser un instrumento para la acción, para la rebelión frente a los abusos y fraudes que se producen en el mercado. Durante estos más de veinticinco años se ha avanzado bastante y hemos conseguido muchos éxitos a favor de los derechos e intereses de los consumidores, pero a la vez hemos comprobado que es necesario que, junto con la acción de FACUA como organización que aglutina ya a varias decenas de miles de consumidores, es necesario que los propios ciudadanos se rebelen frente a las irregularidades del mercado y adopten posiciones más activas en favor de la justicia y del derecho. Aspiramos no sólo a ser una organización de consumidores representativa y con influencia sino que queremos avanzar más y por ello apostamos por ser un movimiento social, capaz de promover cambios, de remover conciencias, de movilizar a la sociedad y de generar transformaciones en la sociedad. FACUA mira hacia el futuro apostando por una dinámica de crecimiento y avance, una dinámica que evite el estancamiento y el atrincheramiento en posiciones cómodas y poco exigentes con nosotros mismos, con nuestros objetivos, pero también con la sociedad con la que nos hemos comprometido y a la que queremos comprometer. El modelo de Asociación que promueve FACUA Para avanzar en el proceso de vertebración de la sociedad civil y para el necesario equilibrio en el funcionamiento del mercado es necesario que la sociedad apueste claramente por el desarrollo de Asociaciones de Consumidores fuertes
—219—
y representativas, que estén abiertas a todos los ciudadanos, sin discriminación alguna por razones de condiciones económicas, creencias ideológicas o religiosas, sexo, edad, raza o nivel de compromiso en el seno de la Asociación. Nuestra capacidad de intervención en el mercado pasa por ser capaces de movilizar a miles de consumidores y usuarios, por ser capaces de influir en su toma de decisiones. Hacen falta asociaciones en la que se afilien miles de consumidores y que estén dotadas de mecanismos democráticos para que dichos asociados puedan participar en el desarrollo del movimiento consumerista y en la toma de decisiones de dichas asociaciones, desechando criterios elitistas de que es mejor pocos socios, pero buenos y activos, que muchos con poca o casi ninguna participación, pues entendemos que sólo con organizaciones que aglutinen a decenas de miles de consumidores se podrá lograr una intervención eficaz en el mercado y lograr unos niveles de autofinanciación que permita la total independencia de la Asociación frente a las administraciones públicas u otros intereses políticos o económicos. Por ello es necesario impulsar un modelo de Asociación que sepa compaginar su carácter abierto y su alto nivel de participación para los socios con la existencia de una Junta Directiva estable y activa que sea capaz de ser el motor que empuje al conjunto de la organización hacia adelante y de tomar las decisiones necesarias para lograr dichos objetivos. Tenemos que apostar, por tanto, por un modelo de asociación que, alejada de concepciones benéfico-asistenciales, promueva la autodefensa del consumidor y sepa articular la defensa de los intereses individuales de los consumidores y usuarios afectados por abusos o fraudes con la defensa de los intereses colectivos de la población. Para ello, nuestras Asociaciones tienen que dotarse de los instrumentos necesarios para el desarrollo de una actividad eficaz en los distintos campos de actuación en los que deben intervenir y deben estar dotadas de departamentos o equipos de trabajo bien delimitados y profesionalizados en la medida necesaria en los que participen personal voluntario y retribuido para poder atender eficazmente las actividades relacionas con la tramitación de las reclamaciones, actividades administrati-
—220—
vas, relación con los medios de comunicación, la participación institucional, la contabilidad, la formación, etc. Hay que impulsar un modelo de asociación que desde su posición de independencia sepa jugar su papel de representante de los consumidores en el ámbito de las instituciones públicas y sepa asumir los compromisos y las posiciones de colaboración con las administraciones públicas, sectores empresariales y sindicatos, junto con las necesarias posiciones reivindicativas y de confrontación según las situaciones y cuando ellas sean necesarias para defender más eficazmente los intereses de los consumidores y usuarios. Es necesario impulsar un modelo de asociación que sin renunciar a la defensa de su propio protagonismo entienda como una necesidad el encontrar y propiciar fórmulas de unidad de acción con otras organizaciones que defiendan a los consumidores. Legitimación social como base del proyecto La legitimación social es una de las piezas claves en el futuro del movimiento de consumidores al que aspiramos. Debemos conseguir el apoyo de los consumidores y usuarios y un mayor grado de compromiso buscando fórmulas flexibles que faciliten la integración de los mismos. Si FACUA aspira a ser un movimiento social, ello implica compromiso con la sociedad y establecer las vías para que los consumidores puedan acercarse e integrarse en nuestras Asociaciones. FACUA quiere ser un instrumento útil para que decenas de miles de consumidores intervengan en el mercado. Tenemos que conseguir un mayor nivel de legitimación por parte de los consumidores y lograr que miles de ellos entiendan y asuman que es necesario unirse al proyecto FACUA y lo puedan hacer de diferentes maneras y avanzar con nosotros en la lucha por una sociedad más justa, solidaria y sostenible y por un mercado menos agresivo. Afiliación y autofinanciación Las organizaciones de consumidores y usuarios debemos plantearnos la necesidad de fomentar la afiliación y con ello nuestros recursos propios no como un fin en sí
—221—
mismo, sino como instrumento imprescindible para la consecución de los objetivos de vertebración de la sociedad civil, independencia, representatividad y sobre todo legitimación de nuestra acción. FACUA siempre ha entendido que para avanzar en el proceso de vertebración de la sociedad civil y para el necesario equilibrio en el funcionamiento del mercado es necesario que la sociedad apueste claramente por el desarrollo de organizaciones de consumidores fuertes y representativas, que estén abiertas a los ciudadanos, pues el fomento de la afiliación debe ser siempre nuestro primer reto. Como ya se ha dicho, hacen falta asociaciones en las que se afilien miles de consumidores y que estén dotadas de mecanismos internos de participación que propicien un funcionamiento democrático y posibiliten la participación de sus asociados en el desarrollo del movimiento consumerista, en el marco de federaciones o confederaciones fuertes, pues sólo con organizaciones que aglutinen a decenas de miles de consumidores se podrá lograr la fuerza y representatividad suficiente para lograr una intervención eficaz en el mercado y alcanzar unos niveles de autofinanciación que nos permitan la total independencia ante las administraciones públicas y de otros intereses políticos y económicos. Mientras que nuestros presupuestos estén sustentados básicamente por subvenciones y ayudas públicas, difícilmente podremos ser y actuar como una organización realmente independiente. La apuesta clara por avanzar por la autofinanciación de nuestros gastos corrientes no significa que FACUA renuncie a su derecho constitucional de recibir ayudas públicas para seguir reforzando y ampliando nuestras actuaciones en defensa de los consumidores y usuarios, al igual que la reciben otros agentes económicos y sociales (sindicatos y empresarios), pero ello no debe desvirtuar nuestro objetivo de impulsar la afiliación y comprometer a los ciudadanos en su autodefensa y por tanto esto debe ser prioritario y no entendido como una vía subsidiaria y marginal de financiación. Desde cada asociación provincial o territorial integrada en FACUA tenemos que encontrar las vías que nos permitan
—222—
acercar a nuestro proyecto a miles de consumidores y usuarios a través de todas las posibilidades existentes, incluyendo también las que nos ofrece la nueva sociedad de la comunicación. En la década de los ochenta y noventa el acercamiento de los consumidores a nuestra organización sólo era concebida de manera clásica a través de nuestros locales sociales y a través de las reclamaciones; hoy en día, si bien es preciso reforzar dichas vías tradicionales y mejorarlas, es necesario también aprovechar la sinergia que crea la cada vez mayor presencia mediática de FACUA y las nuevas tecnologías, desarrollando campañas de información y mejorando la profesionalización de nuestros colaboradores para estar en cada vez mejores condiciones de atender los retos que tenemos que afrontar y hacerlo desde posiciones de total independencia ante las administraciones públicas, partidos políticos y sectores empresariales. Partimos de la creencia y el compromiso de que sólo con organizaciones fuertes y suficientemente representativas podremos asumir una eficaz defensa y protección de los consumidores, rechazando las apuestas políticas paternalistas que sólo consiguen debilitar al movimiento de consumidores, imposibilitando su crecimiento. Para FACUA, el futuro que queremos pasa, por tanto, por desterrar definitivamente aquellas posiciones partidistas que han tratado y tratan de impedir las apuestas serias y coherentes por vertebrar a la sociedad, desde el error de pensar que organizaciones débiles servirían en mejores condiciones a sus intereses de partido y que tanto daño han ocasionado al movimiento de los consumidores en España al contribuir claramente a su debilitamiento y a su atomización. Representatividad Pero, además, tampoco podemos obviar que la afiliación es un elemento objetivo que nos permite medir con garantías el nivel de representatividad de cada organización de consumidores y en este sentido también es preciso que tengamos la valentía de construir un futuro partiendo del reconocimiento de lo que somos, desde la transparencia y
—223—
la realidad de lo que representa el movimiento de consumidores y cada una de las organizaciones que lo integran. Sin hacernos trampas los unos a los otros, sino con lealtad y transparencia, pero también con coherencia. Si queremos ser la organización más representativa tenemos que ser la organización con mayor respaldo social. No basta sólo con decir que lo somos, sino que tenemos que trabajar diariamente en conseguirlo. Nuestra actividad diaria tiene que dar fruto y ese fruto es la legitimación social que nos permite influir e intervenir en el mercado como contrapoder. En este sentido, consideramos que hay que avanzar en la articulación de normas legales que permitan contabilizar con garantías suficientes el número de asociados que cada organización tiene. Conocer y reconocer la realidad, medir y evaluar de forma rigurosa qué somos y qué y a quién representamos son herramientas imprescindibles para fijarnos objetivos y retos claros de futuro que nos permitan progresar. Por tanto, podemos afirmar que para nosotros el número de asociados con el que cuente cada organización es una manera de medir el grado de legitimación y de representatividad que los propios consumidores le han dado, es una manera de medir nuestra representatividad y nuestra utilidad y por ello tenemos que asumir el claro compromiso de establecer como actividad prioritaria el avanzar en el número de asociados buscando, para ello, nuevas fórmulas y nuevas posibilidades de comunicación y de interrelación con los ciudadanos. Nuestra intervención en el mercado Con el restablecimiento de la democracia en nuestro país y con la aprobación de la Constitución de 1978 se comienza un proceso para establecer un marco legal que garantice el derecho que los consumidores deben tener en el mercado, partiendo del principio de que éstos son la parte más débil del mismo y que por ello los poderes públicos tenían que garantizar el respeto de sus derechos, la protección por medios eficaces, de la seguridad y la salud de éstos y la defensa de sus intereses económicos, así como a fomentar a
—224—
las Asociaciones de Consumidores como instrumentos que contribuyan a equilibrar el funcionamiento del mercado. Este principio constitucional se basa en el hecho de que la promulgación de nuevas leyes y disposiciones para la protección de los derechos, si bien contribuyen a frenar abusos y fraudes, o al menos los tipifica, no puede ser nunca suficientes, ya que para lograr un cierto equilibrio entre los distintos sectores que conforman el mercado, es decir entre fabricantes y productores, distribuidores o prestadores de servicios por un lado y la gran masa de consumidores por otro, se tiene que producir un hecho fundamental: Que el consumidor entienda que de forma individual o aislada no puede hacer frente al poder de fabricantes o distribuidores, ni pueden exigir con éxito la promulgación de nuevas leyes que le protejan y que sólo con el agrupamiento de los consumidores, a través de la creación y desarrollo de Asociaciones de Consumidores fuertes y representativas, se podrán crear las condiciones para que esa gran masa de ciudadanos que compran productos o utilizan servicios puedan intervenir como un agente económico activo e influyente en el mercado. Para FACUA el movimiento de consumidores debe evolucionar hacia la conquista real de nuestro papel como equilibrador del mercado, de un mercado claramente inclinado hacia intereses económicos. Un mercado donde el beneficio y los intereses económicos e incluso especulativos tienen más peso que los derechos y garantías de los ciudadanos, de los consumidores y usuarios. Agentes económicos y sociales Para la consecución de ese reto las organizaciones de consumidores tenemos que conseguir realmente intervenir en el mercado de forma eficaz, tenemos que conseguir el reconocimiento de lo que somos, auténticos agentes económicos y sociales, pero para ello no basta sólo con reivindicarlo sino que es preciso conquistarlo. Tenemos que ganarnos dicho reconocimiento rompiendo el actual estatus quo. Somos conscientes de que en el camino de dicha conquista nos vamos a encontrar resistencias, obstáculos, muchos
—225—
de ellos ya anunciados. Así como toparnos con la oposición del sector empresarial, de los sindicatos, de los propios poderes públicos. Oposición que se planteará desde distintas posiciones de salida y que tendremos que ir venciendo sobre la base del apoyo y el respaldo social. El éxito de esta “pelea” va a descansar en la legitimación social, en el compromiso y apoyo social que debemos también conquistar las organizaciones de consumidores y para ello tenemos que actuar como un auténtico contrapoder que contribuya a equilibrar los intereses existentes en el mercado. Acentuar el carácter reivindicativo del movimiento de consumidores FACUA ha entendido que la acción consumerista debe ser combativa y por tanto es preciso rebelarse ante los abusos y ante los sistemas que sitúan las reglas del mercado por encima de los derechos ciudadanos, pero otras organizaciones de consumidores representan a un movimiento acomodado que ha entrado en una dinámica continuista y poco exigente, que sólo persigue “corregir” ciertos desmanes del mercado pero que no se plantea realmente remover estructuras y conciencias ni se cuestiona el actual modelo de producción, distribución y consumo en el que se integra, un movimiento de consumidores anclado en posiciones de los años 80. Partiendo de este presente, y de cara al futuro, este estatismo y conformismo que mayoritariamente existe debe romperse y por ello debe acentuarse nuestro perfil reivindicativo y combativo. Tenemos que tener claro que la intensificación de las reclamaciones y la denuncia sistemática de los abusos y fraudes que genera el mercado en nuestra sociedad nos permitirá intervenir en él y además hacer intervenir a los propios consumidores afectados y a la vez estaremos provocando una mayor intervención de las administraciones públicas que deben reforzar sus labores de inspección y sanción. Por tanto, tenemos que asumir que un elemento esencial de la actividad que deben jugar las Asociaciones de Consumidores para ir equilibrando los intereses contrapuestos en el mercado es, sin lugar a dudas, la defensa de sus
—226—
reclamaciones o denuncias individuales frente a los productores o distribuidores. Es necesario suplir la debilidad del consumidor individual frente al empresario y sus equipos de asesores y de ejecutivos con el poder de los servicios jurídicos y técnicos de las Asociaciones de Consumidores, equipos formados con un alto grado de profesionalización y especialización que nos permitan ejecutar con seriedad y rigor las múltiples tareas que debemos desarrollar y fundamentalmente la defensa de los derechos e intereses de los consumidores y usuarios, tramitando sus reclamaciones de la forma más eficaz y con ello ganarnos el reconocimiento como interlocutores frente al sector empresarial. Completando esta actividad de atender y tramitar las denuncias y reclamaciones de los consumidores frente a los empresarios causantes del abuso o fraude, las Asociaciones de Consumidores debemos asumir también la defensa de los intereses colectivos de los consumidores frente a grandes empresas o la Administración. Para ello deberán realizar una serie de actividades de información y de formación, de control y análisis del mercado, que permitan avanzar en dicha defensa. La información y formación de los consumidores Para poder avanzar en esta dirección es necesario asumir que una de las principales causas que facilitan o contribuyen a la existencia del fraude y al abuso contra el consumidor es, sin lugar a dudas, el bajo nivel de conocimiento que éstos tienen acerca de sus derechos y obligaciones legales. Por ello es fundamental que una Asociación de Consumidores sitúe también entre sus actividades principales las de información y formación de los consumidores en relación a dichos derechos y deberes. Esta actividad informativa debe desarrollarse desde cada una de las asociaciones integradas en FACUA mediante un buen aprovechamiento de nuestra revista Consumerismo, de nuestro sitio en Internet www.facua.org y de otras publicaciones monográficas y garantizando también una presencia activa en los medios de comunicación. Asimismo, es necesario completar esta labor informativa hacia el conjunto de los consumidores con otra actividad
—227—
más selectiva de carácter formativo dirigida a cuadros directivos, líderes de opinión, etc. Esta labor sistemática de formación a través de cursos, seminarios, conferencias, etc. permitirá elevar el nivel de conocimiento y capacitación de dichos cuadros o generadores de opinión, logrando con ello que éstos sean elementos dinamizadores y organizadores de la sociedad y contribuyan a facilitar una más rápida organización de los consumidores. Junto con estas actuaciones indicadas las Asociaciones de Consumidores deben articular otras fórmulas para reforzar la información de los consumidores acerca de los productos o servicios que se ofertan en el mercado. Para ello es necesario que intensifiquemos la realización de análisis o estudios comparativos de aquellos productos o servicios de mayor consumo o uso, o de aquellos que se puedan presuponer que representen riesgo, peligro o engaño a los consumidores, pues dicha actividad es una herramienta clave en nuestra intervención en el mercado. El control del mercado es otra de las tareas a desarrollar en el marco de nuestra acción combativa y reivindicativa, tanto a través de nuestra propia organización, realizando estudios y analizando y comparando bienes y servicios, como demandando a la Administración su intervención en estas materias, pues es a ella a quien más directamente le corresponde el control y la inspección del mercado. Las Asociaciones no sólo deben estar preparadas para atender las reclamaciones o denuncias que les lleguen a sus locales u oficinas, sino que además tienen que salir al mercado a la búsqueda de las irregularidades o incumplimientos legales que se produzcan y proceder a su denuncia. Desde FACUA entendemos que sólo con una acción sistemática en las distintas direcciones señaladas se podrá garantizar el logro de los siguientes objetivos que permitan fomentar consumidores racionales y críticos: Promover la mayor libertad y racionalidad en el consumo de bienes y en la utilización de servicios ofertados en el mercado. Facilitar la comprensión y utilización por parte de los consumidores de la información obligatoria que tienen
—228—
que ofrecer todos los productos o servicios para su correcto consumo o uso. Difundir el conocimiento de los derechos y deberes del consumidor o usuario y las formas más adecuadas para ejercerlos. Fomentar la prevención de riesgos que puedan derivarse del consumo de productos o utilización de servicios. Adecuar las pautas de consumo a una utilización racional de los recursos naturales para preservar el medioambiente. Potenciar la formación de educadores en el campo de la protección de los derechos de los consumidores. Concertación con el sector empresarial Junto con la denuncia de los fraudes y abusos que se producen en el mercado, FACUA y sus organizaciones provinciales o territoriales debemos asumir que la concertación con el sector empresarial es un instrumento clave en la consecución de nuestros objetivos. La concertación debe ser entendida como la vía complementaria a nuestro enfrentamiento diario en defensa de los intereses de los consumidores, que permita resolver los conflictos de intereses que se producen en el mercado. La denuncia, la reclamación, el boicot si cabe deben seguir siendo la palanca, el motor que nos lleve necesariamente a la concertación y por ello debemos situarnos en la clave de que nuestra actividad diaria de tramitación de reclamaciones potencialmente representa la posibilidad de llegar a acuerdos de concertación con el sector empresarial. El nivel de concertación, nuestra capacidad de diálogo con el sector empresarial tiene también una incidencia directa en nuestro propio reconocimiento como agentes económicos y sociales. Ello nos lleva a situarnos en mejores posiciones frente al mismo y a ser reconocidos como los interlocutores válidos que representamos a los consumidores, jugando así nuestro papel de contrapoder. Avanzar por este necesario camino supone, por tanto, impulsar la acción consumerista apostando por organizaciones
—229—
más dinámicas, con una presencia real e indiscutible en la sociedad, organizaciones con las que los ciudadanos se identifiquen y que den respuesta a sus necesidades y expectativas. REPRESENTACIÓN Y PARTICIPACIÓN INSTITUCIONAL La Constitución Española establece como principio general que los poderes públicos están obligados a escuchar a las Asociaciones de Consumidores en todas las cuestiones que afecten a los consumidores y usuarios. En dicho sentido se estableció en la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y correspondientes normas autonómicas un apartado concreto para regular la participación, representación y audiencia en consulta. En dicho sentido, y con carácter generalizado, la legislación vigente establece que las Asociaciones de Consumidores y Usuarios serán oídas, en consulta, en el procedimiento de elaboración de las disposiciones de carácter general relativas a materias que afecten directamente a los consumidores o usuarios y por ello será preceptiva dicha audiencia en los siguientes casos: Reglamentos que desarrollen la Ley General. Reglamentos sobre productos o servicios de uso y consumo. Ordenación del mercado interior y disciplina de mercado. Precios y tarifas de servicios en cuanto afecten directamente a los consumidores y usuarios y se encuentren legalmente sujetos a control de las administraciones Públicas. Condiciones generales de los contratos de empresas que prestan servicios públicos en régimen de monopolio. En los casos en que una ley así lo establezca. Complementando este derecho a la participación ya señalado se contempla también la creación de un Consejo integrado por representantes de las Asociaciones de Consumidores que actuará como órgano de representación y
—230—
consulta a nivel nacional, también existentes en distintas autonomías. De esta forma y por imperativo legal se constituyó en el año 1992 en España el Consejo de Consumidores y Usuarios en el que se integran las organizaciones denominadas como más representativas de los consumidores. En el ámbito de la Comunidad andaluza se constituyó en 1997 el Consejo de los Consumidores y Usuarios de Andalucía, que durante dos mandatos fue presidido por FACUA. Participación Si queremos participar en el diseño de las políticas de consumo, si queremos influir en las relaciones de consumo actuando como auténtico grupo de presión frente a los intereses económicos, es fundamental nuestra presencia en órganos consultivos, asumiendo así el papel que la Ley nos atribuye de representantes de los ciudadanos en dichos órganos y lograr con ello el reconocimiento institucional de lo que somos. Sin embargo, es preciso tener en consideración que nuestras fortalezas y por tanto también nuestras debilidades determinarán nuestro nivel de representatividad y nuestra participación tanto en órganos consultivos como en el propio proceso de audiencia en consulta que la ley nos reconoce, donde no sólo tenemos que “estar”, sino que debemos actuar de manera activa y eficaz. Ayudas públicas El nivel de representatividad de una organización de consumidores sirve también para medir las ayudas públicas a las que tenemos derecho. El principio constitucional de apoyo y fomento a las organizaciones de consumidores y usuarios, recogido en el artículo 51 de la Constitución Española, debe ser asumido desde el compromiso y la coherencia de lo que significa el haberlo integrado en la denominada constitución económica, ya que dicho artículo se enmarca entre los principios rectores de la política social y económica y representa la apuesta teórica de que una economía de mercado como la nuestra sólo puede funcionar
—231—
adecuadamente si se protege a los consumidores y se apoya y fomenta a sus organizaciones representativas, como elemento equilibrador del mercado. La administración debe entender y asumir la obligación de contribuir a una financiación suficiente de las organizaciones de consumidores, superando estadios como el actual en el que los apoyos económicos institucionales que se nos destinan son insuficientes, muy alejados de los que reciben otros agentes económicos y sociales y no permiten desarrollar de manera efectiva las funciones que nos encomienda la Ley y la propia Constitución para un correcto funcionamiento del mercado y de la economía. Sin embargo, en vez de asumir esta obligación sigue manteniendo políticas de ayudas económicas a las organizaciones de consumidores con criterios paternalistas, a la vez que legitima que dichas organizaciones puedan ver financiadas algunas de sus actividades por parte del sector empresarial, tal como ha ocurrido con la aprobación en 2006 de la Ley de Mejora de la Protección de los Consumidores. Legitimación que abre una peligrosa puerta por la que el sector empresarial podrá influir de manera clara y legal en las actuaciones y decisiones de las organizaciones de consumidores que entren por dicha puerta. FACUA seguirá exigiendo su derecho a recibir las subvenciones necesarias para seguir trabajando con eficacia en la defensa de los intereses individuales y colectivos de los consumidores y usuarios, si bien ello nunca deberá significar que sustentemos nuestra propia financiación en dichas subvenciones, pues como ya hemos señalado de manera reiterada, el fomento de la afiliación y con ello el fomento de ingresos propios debe ser un primer reto para ganarnos la necesaria legitimación de la sociedad y el reconocimiento institucional. El papel de la administración Este apoyo de los poderes públicos pasa también necesariamente por una revisión del papel que debe desempeñar la Administración, con el fin de superar etapas paternalistas en las que la protección al consumidor es entendida desde concepciones benéfico-asistenciales y debe reorientarse ha-
—232—
cia políticas que propicien una mayor corresponsabilidad del ciudadano en su autoprotección y que refuercen el papel preventivo y de inspección y control que tiene reconocido la Administración. Es preciso hacer una verdadera revisión de sus funciones, cometidos y competencias y lograr que se asuma el papel cada vez más determinante que le corresponde jugar a la sociedad civil. Un ejemplo de la necesidad de esta actualización de funciones lo tenemos en el papel que deben jugar los ayuntamientos en la protección a los consumidores, evitando actuaciones que entren en una cierta “competencia desleal” con las organizaciones de consumidores, como sigue ocurriendo con el actual funcionamiento de las Oficinas Municipales de Información al Consumidor (OMIC), que representan un ejemplo claro de políticas paternalistas del pasado reciente y un grave inconveniente para fomentar la afiliación de los consumidores.
CONVERGENCIA CON OTROS MOVIMIENTOS SOCIALES Por último, tenemos que decir que FACUA considera necesario que en la consecución del objetivo último de aspirar a un mundo mejor nuestra organización no puede ni debe estar sola, pues el desarrollo de nuestra acción consumerista debe tener también vocación de convergencia con otras organizaciones de consumidores y movimiento sociales. Es una realidad que el movimiento de consumidores se encuentra en la actualidad atomizado, realidad que refuerza su debilidad y es por ello por lo que es necesario la búsqueda de alianzas sociales. Junto con la apuesta por nuestro fortalecimiento y con ello superar situaciones de debilidad debemos propiciar la búsqueda de alianzas estratégicas con otros movimientos sociales (ecologistas, movimientos por la paz, organizaciones de consumidores, asociaciones de inmigrantes, sindicatos, etc.). Es preciso ampliar las relaciones de colaboración con diferentes entidades de carácter social ampliando no sólo con ello nuestra fortaleza como movimiento social a través de dichas alianzas, con el fin de
—233—
seguir avanzando hacia nuestro objetivo último de conseguir una sociedad más justa y solidaria. El futuro del movimiento de consumidores debería sustentarse sobre un modelo que, sin renunciar al propio protagonismo de las organizaciones de consumidores que lo integran, entienda como una necesidad el encontrar y propiciar fórmulas de unidad de acción con otras organizaciones que defienden también los intereses de los ciudadanos en relación al mercado. No obstante, esa unidad de acción debe ser el resultado de un proceso, de una evolución paralela y convergente de aquellas organizaciones que caminamos por sendas semejantes y que compartimos objetivos y retos de futuro pero también un mismo código ético de funcionamiento.
EL CONSUMO SOSTENIBLE Y EL CONSUMO SOLIDARIO El desarrollo de las sociedades industriales propias del sistema capitalista de producción y consumo conllevó, junto a las mejoras de las condiciones de vida de una buena parte de la población de una parte del planeta, a la aparición de fenómenos nuevos que propiciaron la aparición de la sociedad de consumo y sus efectos negativos para la conservación del medio ambiente. Consumo sostenible Hablar de consumo sostenible o responsable en la vida diaria de los consumidores es hablar también del modelo de sociedad imperante en España, en la Unión Europea y una parte del mundo y es hablar de nuestro modelo de producción y consumo y de su relación con el medio ambiente, con nuestra forma de vida y con la salud de los propios consumidores. Frente al consumismo y al despilfarro que se ha impuesto en la denominada “sociedad de consumo”, FACUA – Consumidores en Acción propugna hábitos responsables en la producción y en el consumo.
—234—
Problema del consumo y el medio ambiente El problema global del medio ambiente puede considerarse fundamentado en tres pilares: superpoblación, consumo y tecnología. Somos muchos, consumimos en exceso en los países desarrollados y disponemos de una tecnología ineficiente e inadecuada para garantizar el equilibrio ecológico. La naturaleza no puede procesar los cambios que el hombre ha introducido en estos dos últimos siglos. La Cumbre de Río de Janeiro de 1992 señaló que la modificación de las actuales pautas de consumo en el mundo industrializado como una de las tareas principales de la humanidad para el próximo siglo. Nuestro planeta no dispone de los medios suficientes para garantizar que todos sus habitantes puedan disponer de un nivel de consumo y despilfarro como el existente en los países desarrollados. Por tanto, tenemos que admitir que nuestra forma actual de vida sólo se puede mantener si la mayoría de los habitantes del planeta, es decir el 80%, siguen viviendo como hasta ahora en la pobreza utilizando el 20% de los recursos disponibles. La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios de España consagra y desarrolla el derecho del consumidor a la educación y formación en materia de consumo. Contempla entre sus objetivos el promover la libertad y racionalidad en el consumo y adecuar las pautas del consumo a un uso racional de los recursos naturales. Asimismo, consagra el derecho de los consumidores a disponer de una información veraz, eficaz y suficiente y establece los principios generales para la adecuada protección de la salud y la seguridad. Por su parte, el Programa comunitario de política y acción en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible, elaborado por la Unión Europea, preconiza la reducción de un consumo excesivo de recursos naturales y reconoce el consumo como un fenómeno determinante de las políticas de protección ambiental. Además, establece que la relación entre industria y medio ambiente debe sustentarse, entre otros aspectos, en la gestión de recursos encaminados a racionalizar su consumo y en la información que permita a los consumidores elegir mejor.
—235—
Sin embargo, buena parte de los aspectos relacionados con el consumo es a veces objeto de silencio, pues no podemos olvidar que nuestro modelo de desarrollo económico y el éxito de nuestros gobernantes se basa fundamentalmente en incentivar el consumo. Este silencio no es sorprendente pues para romperlo se requiere que la sociedad se pregunte sobre su propio estilo de vida y ponga en entredicho y cuestione la idea imperante de que tener más y consumir más conlleva ser más feliz y disfrutar de una mayor calidad de vida. Los consumidores de las economías industrializadas nos afanamos por consumir más y mejores bienes de consumo. Sufrimos una dependencia casi paranoica de todo tipo de bienes (electrodomésticos, automóviles, ropa de vestir, alimentos sofisticados, cuerpos modélicos, etc.), no sólo para satisfacer nuestras necesidades reales, sino que también se persiguen símbolos de posición social, alcanzar más felicidad, estar más sanos, mejorar nuestras relaciones con los demás, es decir, los valores que nos “vende” la publicidad. Consumimos para imitar a los sectores de la sociedad que nos presentan como modelos, los ricos, los famosos, etc. y al imitarlos perdemos nuestra capacidad de definir aquello que es digno y necesario de verdad. El consumo de bienes normales satisface necesidades físico-objetivas y, en consecuencia, tiene un punto de saturación. Por el contrario, el bienestar y la satisfacción de los bienes de posición o relacionales se miden en comparación con los de otros consumidores y otros momentos históricos, lo que implica la ausencia de un límite, pues el afán de diferenciarse de los demás es interminable. Hablar de consumo de bienes normales para satisfacer nuestras necesidades es hablar de nuestra alimentación, es hablar de nuestro vestir, es hablar en definitiva de nuestra forma de vivir. Sin embargo, la publicidad no nos ofrece mensajes informativos para darnos a conocer las calidades de los productos; la publicidad nos vende sensaciones, valores, metas que se pueden conseguir consumiendo dichos productos, que en la mayoría de los casos son falsos.
—236—
La reducción del consumo, ¿es cosa de otros? Sin embargo, siempre que pensamos en evitar o limitar los daños al medio ambiente generados por la producción, distribución y consumo de bienes adicionales estamos de acuerdo en que habría que introducir técnicas y productos menos perjudiciales, pero no pensamos en reducir la producción y el consumo. En este sentido, la promoción del consumismo a través de la publicidad, la televisión comercial y los grandes centros comerciales debe tener una respuesta activa por parte de los consumidores. Los modelos o patrones de felicidad que nos están “vendiendo” no sólo están produciendo un grave deterioro de nuestro medio ambiente como consecuencia de la superproducción provocada por la puesta en el mercado de cada vez más productos y del mayor consumo de energía, sino que también estamos sufriendo un proceso de degradación de nuestra salud como consecuencia de los nuevos patrones alimentarios o sociales y algunos ejemplos los tenemos en el aumento del colesterol y de las enfermedades cardiovasculares, el aumento de la obesidad y en el otro polo, de la bulimia y de la anorexia, y multitud de nuevas patologías. El modelo anglosajón imperante en el mundo ha impuesto a través de la publicidad, del cine, etc. sus propios patrones alimentarios y está rompiendo nuestro propio modelo de alimentación saludable, como es la dieta mediterránea o dieta variada. El consumo de la llamada comida rápida se está imponiendo de forma progresiva y ello está provocando el aumento de la obesidad y de la aparición de diversas patologías entre la población (estreñimiento, colesterol, etc). Junto a ello están apareciendo cientos de productos de todo tipo que son ofrecidos para ayudarnos a no engordar o para mantener nuestra salud, es decir, para contrarrestar los efectos de lo anterior. Todo un negocio que se acabaría si adoptamos nuestro modelo tradicional de alimentación variada. Gobiernos, industria y consumidores somos responsables de la crisis ecológica y a todos involucrará la estrategia para alcanzar un consumo y una producción sostenibles. Los gobiernos tienen la responsabilidad de crear políticas
—237—
de protección ambiental que apunten hacia una producción limpia y hacia la racionalización del consumo. La industria, por su parte, como responsable directa de la mayor parte de la degradación ambiental debe asumir esa responsabilidad y transformar sus modos de producción y comercialización. Y los consumidores también tenemos que asumir nuestra cuota en la responsabilidad colectiva y adoptar pautas de conductas más responsables y racionales en relación al consumo y disfrute de bienes y servicios, a la vez que exigir mayor nivel de información en relación a los mismos. El papel que deben jugar los consumidores En ambas direcciones, los consumidores podemos desempeñar un papel determinante. Por un lado, los consumidores debemos asumir, como ya se ha indicado, nuestra parte de responsabilidad en la degradación ambiental y el agotamiento de los recursos. Al fin y al cabo somos nosotros los que consumimos lo que produce la industria y sostenemos con nuestros votos la política de los gobiernos. Por ello, ser conscientes de nuestra responsabilidad y de nuestra fuerza potencial es tan importante para evolucionar hacia un mundo ecológicamente (ambiental y socialmente) sostenible. Así, la disminución del consumo debe plantearse como un objetivo clave. Una prueba de la fuerza potencial del consumidor la tenemos en el hecho de que al estar lo ecológico y lo saludable de moda, numerosas empresas se disfrazan de verde o de salud para vender más y nos ofrecen productos que se presentan como ecológicos o saludables. Por ello es necesario que el consumidor esté bien informado y preparado para desenmascarar la manipulación y el engaño que se esconde detrás de la mayoría de tales prácticas y sepa elegir de forma consecuente. Por todo ello, es desde cada uno de nosotros como consumidores y desde las Asociaciones de Consumidores donde la lucha por proteger el medio ambiente y nuestra salud cobra un sentido más claro, apuntando a las causas y no tratando de poner parches a las consecuencias. El objetivo será alcanzar una modalidad de consumo sostenible que no hipoteque la supervivencia de las generaciones venideras.
—238—
Los medios para alcanzarlo son, de una parte, la educación y concienciación para un consumo responsable y por otra, el trabajo de denuncia para conseguir producciones menos dañinas para el medio ambiente y para los consumidores y denunciar los mensajes publicitarios o los modelos que limitan nuestra libertad de elección. El consumo responsable y sostenible debe empezar por un consumo consciente y responsable. Para ello el consumidor debe exigir una información clara, sencilla y actualizada acerca de las connotaciones ecológicas y sociales de los productos ofertados en el mercado y hoy, a pesar de que el nivel de conciencia va aumentando, aún existe una considerable carencia de información precisa y de fácil acceso al público en general de estos temas. Por ello, la carencia de información no permite una correcta compresión del problema, ni la participación pública activa en defensa del medio ambiente y de la salud humana por parte de la mayoría de los consumidores. Sin embargo, el consumo sostenible supone mucho más que cambiar un producto perjudicial para la tierra o para los humanos por otro más respetuoso: implica ante todo, cuestionar nuestro consumo y nuestro modo de vida; conlleva examinar nuestro papel ante las desigualdades de la economía mundial; significa retar a los gobernantes para que realicen políticas que favorezcan un cambio en el estilo de vida de los ciudadanos. EL CONSUMISMO: UNA NUEVA FORMA DE EXPLOTACIÓN Las formas clásicas de explotación del hombre por el hombre ya denunciadas por los pensadores del socialismo desde hace varios cientos de años, si bien perduran de forma general, unas veces maquilladas y otras en su expresión natural y cruel, están siendo acompañadas con otras formas de explotación y alienación que se vienen desarrollando e imponiendo fundamentalmente en las llamadas sociedades desarrolladas. Nos referimos a esa nueva forma de explotación del individuo y de la sociedad que representa el consumismo. Una forma nueva de explotación surgida en el
—239—
siglo XX y cuyas consecuencias van mas allá de los efectos negativos y dolorosos que siempre tuvo y sigue teniendo la explotación de los trabajadores bajo el sistema capitalista de producción. Consumismo igual a destrucción del planeta La Cumbre de Río de Janeiro de 1992, como ya se ha indicado, señaló que la modificación de las actuales pautas de consumo en el mundo industrializado, es decir, la eliminación del consumismo debería ser una de las tareas principales de la humanidad para el próximo siglo, pues sólo así se podría salvar al planeta de la catástrofe que se avecina. Han pasado ya quince años desde la celebración de la famosa cumbre convocada por Naciones Unidas y quitando los cientos de discursos, los compromisos incumplidos y las miles de promesas de los gobernantes de los países ricos e industrializados, muy poco se ha hecho. Mientras tanto, la conciencia del peligro mortal crece y los efectos del deterioro medioambiental se multiplican. Sin embargo, a nadie se le escapa que los primeros en sufrir las consecuencias del grave deterioro en el medio ambiente son los habitantes pobres de los países menos desarrollados y esto lo vemos todos los días. Ellos no poseen masivamente automóviles, ni aparatos de aires acondicionado, posiblemente ni siquiera frigoríficos; ellos no son los que contaminan y, sin embargo, sobre ellos caen más directamente los efectos de las grandes emanaciones de dióxido de carbono causantes del calentamiento de la atmósfera y del efecto invernadero y cuando se enferman, bien sabemos todos que no existen para ellos y sus familiares, hospitales, médicos ni medicamentos suficientes, como los que existen en la otra parte del planeta causante del grave y alarmante proceso de contaminación. Tampoco podemos olvidar que la población mundial tardó decenas de miles de años en llegar a la cifra de 1.000 millones de habitantes, cantidad que se alcanzó en torno al año 1800. Sin embargo, tan sólo en los últimos dos siglos la población mundial ha alcanzado una cifra superior a los 6.000 millones de habitantes, sin olvidar que los datos de los expertos establecen que para el año 2050, esta cifra podría
—240—
llegar a los 9.000 millones. Esta gran explosión demográfica, unida a la acelerada degradación de las condiciones naturales elementales para la supervivencia de la humanidad, está provocando una gran preocupación en muchos países, sobre todo en lo menos desarrollados, ya que casi el total del crecimiento de la población indicada se está dando y se dará en los países pobres del denominado Tercer Mundo. Habrá que preguntarle a los dirigentes políticos de los países más ricos e industrializados si van a seguir mintiéndonos a todos los habitantes del planeta. Habrá que preguntarles si van a seguir diciéndonos que es necesario consumir más para garantizar nuestro desarrollo y bienestar y con ello ayudar al desarrollo de los países pobres, cuando todos los estudios rigurosos que se están realizando por instituciones prestigiosas demuestran que no es posible que todos los habitantes de nuestro planeta puedan alcanzar algún día el mismo nivel del llamado desarrollo y bienestar que tenemos los habitantes de los países desarrollados; y no es posible porque el planeta llamado Tierra no tiene suficientes recursos como para que 6.000 millones de habitantes, y no digamos 9.000, puedan consumir y despilfarrar de la misma manera que lo hacemos los que vivimos en la parte privilegiada de este mundo. Harían falta tres planetas como La Tierra para poder disponer de los recursos necesarios para que los 6.000 millones de habitantes vivieran con este mismo nivel de consumismo insostenible. Globalizar la solidaridad y la justicia social Hay que decir la verdad, aunque sea muy cruda. Por ello, los ciudadanos, los consumidores de los países ricos e industrializados no podemos cerrar los ojos ante esta terrible realidad, pues la verdad es que para que el 20% de la población mundial pueda seguir viviendo con este nivel de consumismo y despilfarro de los recursos naturales será necesario que el otro 80% siga viviendo en las condiciones de pobreza actual. El funcionamiento de la economía de los países ricos se apoya en el consumismo y en la existencia de esas grandes desigualdades. Se ha globalizado la desigualdad y por ello cada vez hay mayores diferencias entre los países ricos y pobres. Pero
—241—
esto no es inevitable y hay que decir que esta situación se puede cambiar, pues otro mundo es posible, otros sistemas son viables y es posible globalizar la cultura, la sanidad, el respeto al medio ambiente y, sobre todo, que es posible globalizar una alimentación justa para todos los habitantes del planeta, porque para ello sí hay recursos en este planeta llamado Tierra. Pero ello sólo se podrá llevar a cabo si se pone freno a la carrera armamentística, al dominio de unos países sobre otros y a la destrucción de los recursos naturales. Hay que optar por un consumo racional y sostenible en una sociedad justa y sostenible y el logro de esos dos objetivos debe ir unido. Hay que decir no a este nuevo sistema de explotación de la humanidad que representa el consumismo actual y hay que defender frente a esa explotación un consumo sostenible, entendiendo que dicho nuevo modelo supone mucho más que cambiar un producto perjudicial para el medio ambiente o para los humanos por otro más respetuoso o seleccionar los residuos urbanos en nuestro hogares; implica, ante todo, cuestionar nuestro sistema de sociedad, conlleva examinar nuestro papel ante las desigualdades de la economía mundial y significa retar a los gobernantes para que realicen políticas que favorezcan un cambio en el actual sistema de producción y consumo. Y sobre todo, conlleva el asumir que el mantenimiento del modo de vida actual de las sociedades consumistas sólo se podrá hacer a costa de mantener también el actual modo de vida de las poblaciones de los países pobres, llegando incluso a justificar guerras e invasiones para seguir apropiándose de los recursos naturales que aún les queda a los países pobres. En este sentido hay que destacar los pronunciamientos que se están haciendo públicos desde países como Cuba, Venezuela y otros en los que se está señalando un cuestionamiento claro de la reconversión de inmensas extensiones de tierras de cultivo para ser dedicadas a la producción de biocombustible, una energía que bajo el pretexto de ser limpia y menos contaminante que el petróleo y con el fin de satisfacer las necesidades consumistas del mundo desarrollado, supondrá la destrucción de la superficie agrícola que garantiza hoy la alimentación de buena parte de los habitantes de una parte del planeta.
—242—
El consumismo representa explotación Podemos afirmar, por tanto, que el consumismo afecta de manera negativa a todos los ciudadanos del mundo, independientemente del lugar donde habiten. A unos, los que habitamos en las llamadas sociedades desarrolladas, nos afecta a través de una doble explotación, la que sufrimos como trabajadores y la que sufrimos como consumidores, provocando conductas generalizadas de consumo irracional y casi compulsivo con el señuelo de que cuanto más tengamos y más consumamos, seremos más felices y nos acercaremos más a los patrones y conceptos de vida que nos imponen los poderosos que gobiernan la Tierra. Y por otro lado, la que sufren los ciudadanos de los países pobres que como consecuencia del consumismo y de la sobreexplotación de los recursos del planeta. Ellos no podrán salir de la pobreza y del subdesarrollo para así poder mantener el consumismo y despilfarro de recursos existentes en el mundo rico. Junto con los efectos que el consumismo está teniendo para la destrucción del medio ambiente y por ello para la propia supervivencia del planeta tenemos que señalar los efectos que dicho modelo de comportamiento de los consumidores están teniendo para su propia calidad de vida y para su propia situación económica. Este aspecto relacionado con el consumo es objeto de silencio y este silencio no es sorprendente, pues para romperlo se requiere que la sociedad se pregunte sobre su propio estilo de vida y ponga en entredicho la noción de que tener más conlleva ser más feliz y disfrutar de una mayor calidad de vida. Denunciar los efectos negativos del consumismo debería ser una de las actividades fundamentales de las distintas organizaciones de consumidores, pero en la actualidad la mayoría de ellas se dedican a tratar de resolver los abusos que provoca el sistema actual de producción y consumo y no cuestionan el propio sistema. Consumidores en Acción – FACUA es una organización que sí mantiene unas posiciones claramente contrarias al actual modelo neoliberal y por ello desarrolla una actividad en la que confluye la labor de defensa de los intereses individuales y colectivos de los consumidores frente a los abusos cometidos por las empresas
—243—
y administraciones públicas y, a la vez, la de cuestionar y denunciar el consumismo y el modelo de sociedad que lo genera. La sociedad de consumo, y como consecuencia de ello el consumismo, es una etapa de la historia que desaparecerá. Lo que no se puede prever es si será por un cambio de mentalidad inspirado en la necesidad de supervivencia o por un apocalipsis de la sociedad capitalista industrializada que lo sustenta como consecuencia del agotamiento de los recursos y la destrucción del medio ambiente. EL COMERCIO JUSTO Y SOLIDARIO En los últimos años se viene observando que una parte importante de la sociedad civil está asumiendo un papel cada vez más activo en la vida pública de sus países respecto a problemas relacionados con el medio ambiente y con las discriminaciones sociales o económicas, que se está expresando a través de protestas públicas contra la globalización, de grandes campañas para defender aspectos fundamentales sobre el medio ambiente o por medio de la puesta en marcha de redes mundiales de lucha contra la pobreza. Movimiento por un comercio justo y solidario En este último contexto de apoyo a la población de menos recursos del planeta está destacando también una forma de compromiso social y solidario bajo la denominación de movimiento por un comercio justo y solidario, que progresivamente viene incrementando constantemente su presencia en numerosos mercados de países de Europa, Japón o Canadá y también, aunque en menor nivel, en España, donde los primeros establecimientos comerciales que promocionaron el comercio justo se abrieron en 1986. En la actualidad funcionan más de 3.000 tiendas de comercio justo en 15 países de Europa. El denominado “comercio justo”, tal como lo definen sus promotores, es un tipo de comercio que surge de una nueva relación, libre, directa y honesta –no fraudulenta– entre tres nuevos sujetos económicos: los productores en vías de
—244—
empobrecimiento, los consumidores solidarios y los intermediarios sin ánimo de lucro. Unos nuevos sujetos que han aprendido las lecciones de la historia y quieren introducir unas nuevas relaciones de mercado más justas y distributivas que las actuales. El actual mercado mundial no es neutral, ya que es un instrumento económico que está sirviendo para generar cada vez más diferencias entre los países pobres y los ricos. El mercado puede servir para construir o destruir y aunque es un medio generador de grandes diferencias puede llegar a ser también un medio para el reparto de la riqueza, según afirman los promotores del “comercio justo”, de la misma manera que la ciencia y la tecnología puede ser dirigida para la paz o para la guerra. Todo dependerá de la voluntad de los que controlen el mercado y de la acción de los consumidores solidarios y conscientes. Las tiendas de comercio justo Repitiendo los argumentos de los defensores de este tipo de nuevo mercado, el comercio justo implica a esos tres nuevos sujetos económicos y la misión de las organizaciones que lo promueven debe limitarse a ser facilitadora. En el movimiento de comercio justo hay que distinguir entre tiendas e importadoras, que desarrollan dos funciones imprescindibles. La tienda o el grupo de distribución se pone en contacto con el consumidor y actúa como agente de los productores y de los consumidores: es un facilitador de primer orden que emplea la sensibilización como un poderoso medio de conciencia. La tienda compra el producto a la organización de comercio justo importadora lo procesa, lo transforma y lo comercializa, ayudando a que dichos productos puedan llegar al consumidor de los países más ricos y desarrollados. Para que este comercio pueda recibir el calificativo de “justo y solidario” tiene que existir una condición también imprescindible: el sobreprecio, es decir, la compra del producto en origen con un porcentaje por encima del precio fijado por el mercado. Desde el principio de su nacimiento el sobreprecio acompaña al comercio justo y ello no podría ser de otra manera, pues no constituiría novedad alguna si
—245—
un supuesto mediador-facilitador comprara a los productores de los países pobres determinados productos al mismo precio que impone el mercado mundial, precios que están arruinando cada vez más a los pequeños productores de los países del Tercer Mundo. En este contexto es fundamental la existencia de consumidores solidarios que estén dispuestos a pagar dicho sobreprecio y consumir los productos que nos llegan de dichos países a través de las tiendas de comercio justo y así contribuir de una forma consciente para poder ayudar a salir de la extrema pobreza a dichos productores. Sólo con la existencia de este sujeto, es decir, el consumidor solidario, puede funcionar con éxito este nuevo sistema de comercio más justo y distributivo. Por ello FACUA debe apostar por el fomento de estas nuevas formas de comercio y de distribución de la riqueza.
—246—
VIOLENCIA, PODER Y COMUNICACIÓN por JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS
JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS Profesor titular del Área de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Sevilla. Comenzó su trayectoria investigadora con temas relacionados como la Filosofía del Derecho y aspectos relacionados con la cultura política, siendo su primera publicación: ¿Hay obligación moral de obedecer al Derecho? (Tecnos, 2001). Por su posterior dedicación docente en la Facultad de Comunicación, se ha especializado en temas relacionados con la ética de los medios de comunicación y aspectos de interés social que permiten valorar la importante función y distorsión social de los medios de comunicación. En este ámbito cuenta con publicaciones como Análisis ético de la publicidad o la publicidad al desnudo (con Ángeles Pérez Chica). Destaca también su obra de ética práctica centrada en una justificación filosófica de la ética profesional: Principios de ética profesional, Tecnos, 2001. Ha dirigido cursos monográficos sobre la responsabilidad de los medios de comunicación, ha cursado estudio en La Sorbona de París y ha pasado estancia breve de investigación en Oxford, Bolonía y Padua. Ha sido también profesor invitado en la Universidad Internacional del Ecuador. Es responsable en Andalucía de la Asociación de Usuarios de la Comunicación y ha elaborado distintos documentos sobre deontología de los medios de comunicación, como el decálogo para tratar mejor a los jóvenes en los medios de comunicación.
—248—
Anotaciones para la conferencia
—249—
PONENCIAS
REALIDAD CONTRA FICCIÓN LOS MECANISMOS DE LA DIVULGACIÓN AL SERVICIO DEL BULO Y LA PSEUDOCIENCIA. por JOSÉ A. CANO DEL RÍO
JOSÉ A. CANO DEL RÍO, estudiante de 5º curso de Periodismo.
—254—
O
CULTISTAS, ufólogos, parapsicólogos, autoproclamados periodistas de investigación, fundamentalistas religiosas... tratan de ampararse bajo el manto de la ciencia y apropiarse de sus lenguajes para que sus discursos reciban una legitimidad ante el público que, de por sí, son incapaces de sostener. La apropiación sistemática por su parte de los modos y canales reservados tradicionalmente a la divulgación científica está consiguiendo desvirtuar dicha labor de servicio para convertirla en un circo de monstruos donde el criterio brilla por su ausencia. Será labor de los ciudadanos, tantos expertos como no, combatir estas prácticas, que, en apariencia inofensivas, pueden acabar viciando el discurso público de la ciencia. En el año 2002 el canal de televisión francés Arte produjo un documental dirigido por William Karel y titulado Opération Lune. The dark side of the Moon. La película desvela como las históricas imágenes del alunizaje del Apolo XI no pertenecen realmente a la misión tripulada que pisó por primera vez nuestro satélite, sino que fueron rodadas en un estudio por parte del mismísimo Stanley Kubrick, seleccionado para la tarea a causa de lo realistas que parecieron a la NASA los efectos especiales de 2001: A Space Odissey. Los astronautas de la expedición –que sí pisaron la Luna, pero no llegaron a poder grabar nada que sirviese a los propósitos propagandísticos de la administración Nixon– colaboraron en el rodaje y Amstrong leyó de un guión su célebre frase, para nada improvisada: “un pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para la humanidad”. Nixon decidió, al poco tiempo, eliminar o inhabilitar a todo el que tuviese conocimiento de la falsedad de las cintas, y ello fue una de las razones por las que Kubrick acabó mudándose a Gran
—255—
Bretaña y viviendo recluido los últimos años de su vida, sin conceder entrevistas o hacer apariciones públicas. El documental cuenta con los testimonios de Donald Rumsfeld, Henry Kissinger, el astronauta Buzz Aldrin o Christianne Kubrick, viuda del director, aportando numerosa documentación desclasificada acerca de los hechos. Los cuales, por supuesto, son una sarta de mentiras. Opération Lune. The Dark Side of the Moon, avisa ya desde el título de su carácter humorístico. Con la colaboración de las figuras antes mencionadas, que aparecen incapaces de aguantar la risa en tomas falsas tras los títulos de crédito, la cadena francesa diseñó una broma muy elaborada buscando señalar lo fácil que es engañar a la gente si se da a una mentira el formato adecuado. El documental se apoya en la conocida leyenda acerca de la falsedad de las imágenes del alunizaje y utiliza para desautorizar éstas los argumentos ya conocidos: las sombras de extrañas perspectivas, la bandera que ondea cuando en la Luna no hay viento, etc. Al mismo tiempo parte de algunos datos conocidos, como la colaboración de Kubrick con la NASA para documentarse en varias de sus películas y la reclusión a la que se entregó en los últimos años de su vida. Por último, aprovecha algunos prejuicios más o menos fundados, como la mala imagen de Nixon o el aura “conspiratoria” que siempre ha rodeado a su vicepresidente, Henry Kissinger, que además se prestó a colaborar en el rodaje. Es necesario destacar que la película se encuentra llena de chistes y guiños que intentan avisar al espectador. Se afirma que Reagan llegó a presidente como favor a Hollywood por los servicios prestados, que la primera palabra real de Amstrong en la Luna fue un taco, o que Nixon no tomaba decisiones importantes si no había ingerido previamente un par de vasos de whisky bien cargados. Al mismo tiempo, la mayoría de los “confidentes” inventados poseen nombres de personajes aparecidos en películas de Kubrick. Con todo, lo relevante del documental es la demostración consciente y humorística de que los formatos informativos que consideramos “serios” y “fiables”, si se ayudan convenientemente de los prejuicios y la ignorancia de los espectadores, pueden servir para vender las mayores estafas.
—256—
Un precedente directo es una de las últimas películas dirigidas por Orson Welles, F for Fake, de 1974, otro falso documental, lleno de ironía y algo de autoparodia, acerca del fraude en el mundo del Arte. En el trailer comercial el director afirmaba que su célebre versión radiofónica de La guerra de los mundos formaba parte de un pacto con los extraterrestres para hacer creer a la población mundial que eran una ficción y así facilitar la conquista del planeta. Welles miraba a cámara con una sonrisa malévola que se alternaba con planos de ovnis de carón piedra y afirmaba: “¿Piensan que es un broma? Bien. Eso es lo que queremos que crean... Por ahora”. Un ejemplo más cercano en su formato al de Opération Lune, y que tuvo cierta repercusión en España, fue Alternative 3, emitido en junio de 1977 por el canal de televisión británico Anglia TV en el programa científico Science Report. Se supone que estaba prevista su aparición en el día de los inocentes británico, en abril, cuando la broma se hubiese aceptado más fácilmente, pero hubo varios cambios en la programación y se retrasó. El reportaje trataba sobre una supuesta conspiración de los gobiernos de EE.UU y la U.R.S.S. para establecer colonias en Marte –que no sería el desierto inhóspito que siempre se había creído, sino un planeta habitable muy parecido al nuestro– porque habían descubierto que a los recursos naturales de la Tierra les quedaban menos de 20 años para agotarse definitivamente. Ocultaban todo a la opinión pública para evitar que cundiese el pánico y al mismo tiempo seleccionar ellos mismos a los pocos que se salvarían de la inminente catástrofe. El proyecto, que contaba con los científicos más brillantes del planeta, se desarrollaba desde una base situada en la cara oculta de la Luna. Aunque los autores del documental llegaron incluso a sacar un libro sobre el tema, la cadena avisó desde el principio que era un montaje surgido de la imaginación de los guionistas y en el reparto se incluían varios actores británicos del momento más o menos conocidos. Pues bien, éste reportaje fue emitido, doblado al castellano, por TVE1 en febrero de 1983, en el programa La puerta del misterio, presentado por el difunto Fernando Jiménez del Oso. Sin decir que era mentira.
—257—
Parecido es el caso de la desaparición del cosmonauta ruso Ivan Istochnikov. Éste, un supuesto oficial del Ejército Rojo en tiempos de la Guerra Fría, fue inventado por el fotógrafo Joan Fontcuberta en 1997 para un proyecto de la Fundación Telefónica. El montaje, en forma de exposición titulada Sputnik: La odisea de la Soyuz 2, narraba la desaparición del ruso –junto a su perro– en una misión en el espacio en 1968 y la posterior operación del gobierno U.R.S.S. para borrar todo rastro de dicho fracaso. Se deportó a su familia y silenció a sus amigos, se lo eliminó de los registros e incluso de las fotografías, al más puro estilo del estalinismo. La exposición pretendía hablar de la manipulación de la información, y efectivamente así era, ya que al finalizar el recorrido los visitantes descubrían que todo era una gran mentira. Las fotos supuestamente manipuladas, llenas de personalidades de la carrera espacial rusa pero sin Istonchnikov, eran las auténticas, y las supuestamente originales estaban manipuladas añadiendo al “cosmonauta”, en realidad imágenes del propio Fontcuberta disfrazado para la ocasión. En el programa de televisión Cuarto Milenio, presentado por Iker Jiménez, se emitió en junio de 2006 un reportaje sobre éste caso, presentándolo como si fuese cierto y provocando al poco tiempo las comprensibles e inevitables burlas desde los círculos escépticos, sobre todo en Internet. Una vuelta de tuerca al montaje de Fontcuberta, que más allá de lo que el autor había previsto, continuó denunciando la manipulación informativa. Pragmática, lector modelo y pacto de lectura La Pragmática, atendiendo a la definición Victoria Escandell Vidal,22 es la disciplina dentro de los estudios lingüísticos y comunicativos que estudia el comportamiento de los mensajes en un contexto y condiciones determinados que influyen tanto en la forma en la que el emisor codifica éste como en la manera en que el receptarlo lo interpreta y asimila. Por tanto, atiende y analiza, sobre todo, las desviaciones del lenguaje que podríamos considerar “normal”, como la ironía o los dobles sentidos, los factores extralingüísticos que en cada situación concreta ayudan a
22 ESCANDELL VIDAL, M.V. (1993): Introducción a la Pragmática, Barcelona, Anthropos, 1993.
—258—
que un texto –escrito o audiovisual– determinado reciba una interpretación determinada, supuestamente prevista por el autor. Así, la Pragmática se dedicaría a la identificación y clasificación de las “marcas textuales” que en diversas situaciones pueden dar a enunciados de significado literal idéntico muy distintas interpretaciones. En los casos antes presentados nos encontramos con una suerte de juego de muñecas rusas de la interpretación. Si nos centramos en el primer ejemplo, Opération Lune, podemos inferir que para su correcta “descodificación” son necesarios una serie de conocimientos previos sobre el contexto en que se produce, como las leyendas acerca de la falsedad de las imágenes del Apolo XI. Estos “anclan” el mensaje para indicar al espectador cual es el entorno interpretativo en el cual debe enmarcarlo. Pero, como obra de doble sentido, también presenta “pistas” que indican que el significado literal de lo que allí se presenta no se corresponde con la lectura “correcta” prevista por los autores. El mismo título sería una de ellas, ya que cruza dos referencias pop que buscan claramente un fin humorístico. Opération Lune remite a las aventuras de Tintín, el reportero de cómic creado por el dibujante belga Hergé, y más en concreto al álbum traducido al castellano como Objetivo: La Luna. El subtítulo, The dark side of the Moon, es el nombre de una de las más célebres canciones del mítico conjunto británico Pink Floyd. Con estos elementos, el documental ya presupone un determinado perfil de receptor que posee los conocimientos previos necesarios para desentrañar su significado. Es el concepto que Umberto Eco bautizó como “el lector modelo”,23 aquel que cada texto tiene previsto como intérprete ideal de sus contenidos. Sin embargo el semiólogo italiano también advertía que cada texto no sólo adelanta a este lector preparado, sino que además lo instituye. Es decir, va proporcionando por sí mismo los datos necesarios de tal forma que, aunque ciertos conocimientos previos faciliten la comprensión, la simple lectura atenta del texto baste para su correcta comprensión. Un ejemplo funcional serían las digresiones explicativas de una novela histórica. 23 ECO, U. (1992): Los límites de la interpretación, Barcelona, Lumen, 1992. — (1979): Lector in fabula, Barcelona, Lumen, 1993.
—259—
Retomando el documental lunar y prescindiendo del posible bagaje cultural del espectador, el mismo tono de la película avisa de que hay algo que “no funciona”, como la afirmación de un ex-agente de la CIA de que la llegada de Reagan a la Casa Blanca se produjo como resultado de un pacto con Hollywood para acallar el montaje, lo excesivamente teatral de las reuniones con los confidentes secretos o las declaraciones de implicados directos como Rumsfeld o Kissinger. ¿De verdad estas personalidades –sobre todo el primero, aún activo en política cuando se estrenó la película– desvelarían su participación en una estafa de tal calibre? ¿Qué hay de las consecuencias que se derivarían de ello? Además, no se negaba la mayor, es decir, el aterrizaje en la Luna, no haciendo la historia tan inverosímil que resultase del todo increíble. Para curarse en salud, el documental incluía un aviso junto a los créditos finales y las tomas falsas de los entrevistados, pero la intención parece ser que al menos un buen puñado de espectadores ya sospechen a esas alturas de la falsedad del documento. Las mismas reglas se aplicarían a Alternative 3, que adoptaba un tono irónico de película de ciencia-ficción de “serie B”, o para la exposición de Joan Fontcuberta. Sin embargo, la descontextualización de ambos mensajes, introducidos en entornos de emisión que en el caso de Alternative 3 contradijeron las “marcas textuales” y en el de cosmonauta ruso las hicieron desaparecer, desvirtuó las intenciones originales de sus autores –quizás no tanto en el segundo caso– al sugerir una interpretación contraria a la propuesta por estos. De esta forma, al presentar como veraces unos hechos completamente falsos, –quizás, aunque tampoco se puede afirmar, intencionadamente-, se rompió lo que podríamos llamar el “pacto de lectura” preestablecido entre dichos programas de televisión –que, al menos en la retórica de sus respectivas presentaciones, presumían de rigor informativo– y sus potenciales “lectores modelo”. Se produce una distorsión en la interpretación última de las intenciones del emisor original, lo que Eco llamaba una aberrancia en la lectura, no tanto debido a la falta de pericia del lector como a la intromisión de un intermediario –nuestros
—260—
egregios ocultistas patrios– que introduce una “interferencia” en la comunicación por motivos difíciles de clarificar. El “pacto de lectura”24 antes mencionado se entiende como un acuerdo tácito entre autor y lector por el cual se establecen unos mínimos referentes comunes que permitan la comunicación, una hoja de ruta para la interpretación del texto. El análisis del discurso lo define como el mecanismo por el cual el criterio individual de lectura se somete al social, es decir, el modo en el que al reconocer unos determinados indicios en el texto el lector opta por la interpretación socialmente admitida, la “discursiva”. El discurso se entendería como un conjunto de proposiciones relacionadas entre sí que proporcionan una determinada visión del mundo. Adaptarse a los criterios de éste permite una lectura más cómoda, más fácilmente reconocible socialmente. Al mismo tiempo el “pacto de lectura” también puede entenderse en una tercera dimensión, pragmática, paralela a las dos anteriores, que consiste en el acuerdo entre emisor y receptor sobre el contexto en el que se produce la comunicación y el carácter que esta recibe, y que depende de diversos factores. En el caso de la historia del cosmonauta, el contexto de la exposición presuponía un “pacto de credibilidad”. En las obras de ficción se podría decir que el “pacto” funciona en sentido inverso. Se trataría de la llamada “suspensión de la credibilidad”: los espectadores o lectores aceptamos que Superman pueda volar, que el doctor House sea capaz de curar enfermedades desconocidas sin ni siquiera ver a sus pacientes o que los personajes de un culebrón se acuesten con su propia abuela sin saberlo porque, al sentarnos frente al televisor, en la sala de cine o al abrir un libro o un tebeo, sabemos que lo que vamos a recibir ni es ni pretende ser real, aunque a veces se disfrace. Nuestro conocimiento previo del funcionamiento del mundo real nos indica que no existe ningún planeta llamado Krypton y que los seres humanos no pueden volar, que un médico necesita, cuando menos, examinar personalmente a un paciente si quiere diagnosticar de manera fiable una enfermedad, más si esta es muy rara y de difícil curación, o que las relaciones interpersonales y familiares no son –o al menos, no siempre– 24 CHILLÓN, A. (1999): Literatura y periodismo, Barcelona, UAB, 1999.
—261—
tan complicadas como en los seriales televisivos. Pero ignoramos estos “fallos de lógica” porque sabemos que aquello que aparece en la obra de ficción es precisamente eso, ficción. El “pacto” varía cuando a lo que nos enfrentamos no es una película o un libro, sino un telediario o un periódico25. Ahí se podría afirmar que existe un “pacto de credibilidad”, un voto de confianza hacia los periodistas. En realidad, aunque por razones ideológicas a veces la misma información al ser recogida por dos diarios o cadenas de televisión distintas pueda parecer completamente diferente, los receptores sabemos que es precisamente por eso no se pueden “inventar”. El hecho en sí, por ejemplo que un político determinado hizo unas declaraciones determinadas, no se puede cambiar. Es interpretable lo que el hecho pueda significar –que se va a destituir a un ministro, que el Gobierno está más unido que nunca, que piensa pactar con la oposición, etc.-, y eso ya dependerá del “pacto particular” de, por ejemplo, cada periódico con su audiencia, que lo que compra realmente al entregar su euro diario es una determinada “catalogación” de la realidad en base a unas referencias ideológicas, no necesariamente políticas, compartidas. Al enfrentarnos a un medio de comunicación, sabemos que, si mienten o faltan a la verdad, ya sea de mala fe o por equivocación, los periodistas profesionales se arriesgan a pagar multas relativamente cuantiosas o incluso ir a la cárcel, perjudicar la empresa para la que trabajan, ser despedidos y perder todo su crédito profesional de manera que difícilmente podrían volver a ejercer. Así que otorgamos la categoría de “verdadero” a lo que se nos ofrece. Si esto no fuese así, no existirían ni la prensa ni los telediarios ni las radios... ni siquiera los programas del corazón o los deportivos, o los dedicados al ocultismo antes mencionados. Divulgación y legitimidad Philippe Roqueplo, ostiene que la divulgación científica funciona como una suerte de institucionalización del “saber objetivo” y de legitimación e interpretación de la realidad en torno a unos parámetros establecidos. Sin entrar en las 25 URRUTIA, J. (1997): La verdad convenida, Madrid, Ed. Biblioteca Nueva, 1997.
—262—
polémicas políticas del ensayo, podemos afirmar que enlaza con los conceptos discursivos anteriormente expuestos. El “relato” de la divulgación científico construye un pacto de lectura según lo cual el saber producido en torno a unas determinadas vías es científico, “verdadero” y por ello dotado de autoridad. Roqueplo habla del “terrorismo” cultural de las ciencias: Nos hallamos aquí ante una asombrosa paradoja cultural: la ciencia nace oponiéndose al dogmatismo de la metafísica y de las creencias religiosas; su discurso es vivido por los científicos, aún hoy en día, como necesariamente aproximativo, provisorio, sin cesar cuestionado. Sin embargo, ello no obsta para que sea recibido en nuestra sociedad como un magisterio apodíctico e incontrovertible: el magisterio de la exactitud y la eficacia, que cierra la boca a los ignorantes, trazando la frontera entre lo normal y lo patológico, entre lo real lo ilusorio... 26
Es decir, la institucionalización del discurso científico acaba imponiéndose de tal manera que se vuelve contra su propia función, y en lugar de alentar el pensamiento crítico, lo maniata. Esto se visualiza a través de la aparición de unas determinadas normas de adecuación a los cauces de la comunicación científica divulgativa. El lector o espectador asume de tal forma que aquello que recibe es un texto “valido” y verdadero que no se plantea la posible manipulación a la que esta aceptación, este “pacto de fiabilidad”, lo expone. Sobre este punto volveremos más adelante. El documental de divulgación científica es el género cinematográfico y televisivo que quizás mejor se adapte a la doble dimensión de la previsión del “lector modelo” de la que hablaba Eco. Por una parte el documental va a prever un receptor con ciertas competencias, para empezar la capacidad de distinguir un documental, institucionalizado como forma de transmisión del conocimiento científico al común de los mortales, de otros géneros. También admite cierto grado de ignorancia; el documental restringe su público intencionadamente, sabe que aburrirá al experto, o al menos, que no le aportará nueva información. Por otra parte, la misma naturaleza de su construcción didáctica hace que 26 ROQUEPLO, P. (1974): El reparto del saber. Ciencia, cultura, divulgación, Buenos Aires, Gedisa, 1983.
—263—
conforme el documental avance “instituya” al lector modelo, al proporcionarle escalonadamente la información que irá necesitando para interpretar los datos nuevos. Cercano al documental se encuentra el reportaje de divulgación. Sin entrar en las discusiones terminológicas sobre los límites de ambos géneros, podemos identificar al documental como un formato más cinematográfico, de mayor duración –entre una hora y media y dos horas, como cualquier película comercial-, que se permite mayores licencias artísticas y estéticas, con cierta voluntad de permanencia –es decir, de poder ser visionado varias veces a lo largo del tiempo sin que se resienta su contenido– y desligado de la actualidad en la medida en que esto es posible. Su realización es llevada a cabo preferentemente por científicos y cineastas. El reportaje, por contraste, sería más periodístico y televisivo, de menor duración y envergadura, siempre a raíz de sucesos de actualidad, como descubrimientos o polémicas –y que por ello mismo queda mucho más fácilmente anticuado-, y llevado a cabo por profesionales de la información que se apoyan en la opinión de expertos pero rara vez lo son ellos mismos. En lo que se refiere a sus características divulgativas, y a efectos tanto pragmáticos como de aplicación del “lector modelo”, podemos considerar que operan a un nivel muy parecido. Bienvenido León,27 en su trabajo sobre las características de los documentales de divulgación científica, clasifica en varios tipos las técnicas de acercamiento al espectador para provocar su interés. Dos muy usuales, contrapuestas y también propias de cualquier tipo de ficción o informativa –por ejemplo, de los telediarios– son la cercanía, por una parte, y lo inusual o exótico, por otra. La cercanía puede ser física o también psicológica. León recoge las consideraciones del teórico del periodismo científico Manuel Calvo Hernando y el cineasta David Attenborough, quienes hablan de la metáfora como puente típico de los productos de la divulgación científica, al relacionar un elemento lejano al espectador con otro más cotidiano y reconocible. También puede ocurrir que, aunque un documental se desarrolle en selva del Amazonas, si el tema que trata es el cambio 27 LEÓN, B. (1999): El documental de divulgación científica, Barcelona, Paidós, 1999.
—264—
climático, sea percibido como cercano al tratarse de un problema que el espectador considera como propio. En cuanto a lo exótico y lo inusual, no necesita más explicación la célebre máxima periodística: “no es noticia que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro”. León también desarrolla y analiza las técnicas narrativas y dramáticas empleadas por los divulgadores. La narrativización de los hechos o datos que quieren presentarse es una técnica muy común, sobre todo en la divulgación histórica, que busca hacer más amena la información al espectador y al mismo tiempo ayudar a una presentación más sencilla para su mejor comprensión. Entre las técnicas narrativas que León selecciona destaca la simplificación de los contenidos, método más que polémico que el teórico relaciona con, en ocasiones, el empobrecimiento de conceptos altamente complejos y la eliminación de controversias –pues las cuestiones de actualidad en ciencia rara vez lo son por estar completamente resueltas–. La reducción de dimensiones, sobre todo temporales, en producciones sobre Geología o Historia Natural, está muy extendida, principalmente por motivos funcionales, ya que es imposible desarrollar el movimiento de, por ejemplo, las placas tectónicas, en el espacio de una película de apenas una hora y media. En cuanto a los recursos dramáticos, estos inciden en la “ficcionalización” de los modos de acercamiento al espectador, como la construcción de relatos, la consideración de seres reales como personajes –el ejemplo que León utiliza es una de las obras fundacionales del género, Nanook el esquimal, de Robert Flaherty, que escogía a un solo individuo para mostrar el modo de vida de toda una etnia– o la introducción de elementos de conflicto y suspense. Historia virtual Uno de los campos más sensiblemente afectados por este proceso de difuminación consciente de las fronteras entre ficción y realidad en aras del negocio es la Historia. Acercarse a cualquier quiosco basta para comprobar la proliferación relativamente reciente de publicaciones dedicadas a la divulgación histórica. En las listas de los más vendidos,
—265—
ya es costumbre encontrar novelas históricas y ensayos de diverso pelaje. La lógica de las ventas impulsa a buscar el tema polémico y el titular impactante, la reseña que empuja la curiosidad del comprador. El público de las revistas, en un examen somero y superficial, parece estar compuesto por unos lectores habituales que, poseyendo cierta formación, no son ni mucho menos expertos. Escritas por periodistas especializados e historiadores, siguiendo un criterio que tiende a recurrir a “ganchos” de actualidad como efemérides o apariciones de libros o películas –muchos reportajes vienen motivados por la aparición de polémicas concretas en torno a una adaptación-, el rigor divulgativo, si bien convenientemente recubierto de cierta espectacularidad que ayude a las ventas, suele estar lo suficientemente sujeto al menos a algún ala de la ortodoxia académica para evitar el descrédito. En la misma línea caminan los libros de divulgación histórica, que en tiempos recientes, a propósito de temas polémicos como la Guerra Civil o el Imperio español, se han visto convertidos en campo abonado a la discusión. Excepto afirmaciones muy puntuales, ha sido un debate centrado más en la interpretación de ciertos hechos innegables que en la invención de datos o la negación de situaciones probadas. Esto quiere decir que, estemos o no de acuerdo con las afirmaciones de César Vidal, Santos Juliá, Pío Moa, Justo Serna, Paul Preston, Henry Kamen o Ian Gibson, sabemos que siempre argumentan aquello que sostienen, y que lo hacen utilizando una base documental y un trabajo riguroso como respaldo. Aunque determinados trabajos se realicen más de cara al gran público que al mundo académico, el “pacto de lectura” o el sentido común nos indican que “mentir” equivale a una suerte de suicidio profesional para un historiador. El éxito de la divulgación histórica, aunque centrada en épocas muy concretas y apuntando a un lector de cierta formación, comienza a constituir, en un momento de precariedad en la enseñanza de las Humanidades en las escuelas, el discurso establecido de la “Historia oficial”. Aunque el ruido de fondo del mismo siempre se asentará sobre la ficción histórica.
—266—
Aunque en la oscarizada Gladiator (2000) de Ridley Scott, cualquier historiador o incluso aficionado podría encontrar una serie de errores desde anecdóticos a directamente graves, su virtud divulgativa –más allá de sus logros comerciales o propagandísticos– responderá a poner en conocimiento de público la existencia de un emperador romano llamado Marco Aurelio que fue sucedido por su hijo Cómodo, el cual dilapidó su herencia espiritual y dio comienzo a la decadencia del Imperio al olvidarse de la política y centrarse en los espectáculos circenses que mantenían distraído al pueblo. Es, por supuesto, un resumen simplista y que obedece en determinados aspectos a una interpretación muy concreta con la que no todos los historiadores están de acuerdo, pero constituye una base sobre la que construir. No se puede exigir a todos los productos, literarios o audiovisuales, la habilidad y certeza de, por ejemplo, El Gatopardo, ni tampoco, probablemente, sería bueno que así fuese. Según György Lukács28 la novela histórica ha de responder a la voluntad de una reproducción verosímil de la época retratada, que pese a usar personajes o situaciones de ficción parte siempre de hecho verídicos que se presentan con fidelidad. Sus dos extremos, siempre según el crítico húngaro, son la novela de aventuras, en la que el trasfondo histórico es una simple excusa para que al héroe le ocurran cosas, y la historia novelada, que roza el ensayo y presenta con la retórica de la ficción hechos históricos. Isabel de Castro29 recoge como en las últimas décadas del siglo XX, la tendencia del exemplum –la ortodoxa de Lukács– comienza a compartir espacio con visiones más transgresoras del género, que buscan la parodia, la fabulación o la transgresión de la verdad histórica manejada. La autora cita como ejemplos, entre otros, dos novelas de Manuel Vázquez Montalbán, Galíndez y Autobiografía del general Franco, y una de Antonio Gala, El manuscrito carmesí. El propósito de todas ellas, según recoge, resulta aportar la visión contrapuesta a la de la versión oficialista de la Historia, en una suerte de propuesta de revisión. El caso de las dos primeras responde 28 LUKÁCS, G. (1937): La novela histórica, Barcelona, Grijalbo, 1976, 29 DE CASTRO, M.I. (1996): “El cuestionamiento de la verdad histórica. Trasgresión y fabulación”. en ROMERA, J.; GUTIÉRREZ, F., Y GARCÍA-PAGE, M. (eds) (1996): La novela histórica a finales del siglo XX, Madrid, Visor Libros, 1996, págs. 167-175.
—267—
a un determinado revisionismo, digamos, necesario, pero que se sitúa en el contexto de una revisión mayor, la del franquismo por parte de los historiadores de la democracia, dentro del marco de un referente compartido en la historia de España. Por su parte, la biografía ficticia de Boabdil en El manuscrito carmesí introduce, por así decirlo, la mirada de “el otro” en un relato nacional. El contrapunto real en ese contexto sería, por ejemplo, A la sombra del granado, de Tariq Alí: la verdadera visión ficcionalizada de “el otro bando”. De este modo vemos como en ocasiones la “historia novelada” sobre la que advertía Lukács se cuela entre las rendijas del exemplum, buscando el debate, incluso en las obras de escritores de cierto prestigio. En cualquier caso, la novela histórica no pretende –o no debe pretender– sentar cátedra acerca de los hechos o la época que retrata, como si lo hace, en parte, la divulgación. Aunque podría defenderse la ficción como una forma de divulgación, nunca resulta un sustituto pleno. Además, el “pacto de lectura” ayuda a que la ficción permanezca en su adecuado contexto. El problema propósito de este ensayo surge en el momento en que autores y editores deciden traspasar las fronteras que consideran necesarias y transgredir los “pactos de lectura” correspondientes. La pseudohistoria se apropia de las marcas textuales de la historia: formatos, presentación, prólogos... Un dato inquietante es el movimiento es la localización de estos tomos dentro de las librerías. La inevitable –y, ¿por qué no?, necesaria– estantería dedicada al “ocultismo” esta siendo abandonada por la historia virtual, que ha dado un rodeo por el espacio de la novela para empezar a instalarse entre las publicaciones a las que se les supone criterio y credibilidad. No es tampoco raro encontrar una pila de estos best-sellers coronada por la correspondiente fotografía del autor componiendo un gesto de perspicacia y mundo. La estrategia comercial va perdiendo escrúpulos en la medida en que no se resiste a anunciar “sorprendentes revelaciones”. El caso paradigmático, al que será injusto proclamar culpable de todo el fenómeno, pero que sirve muy bien para ilustrarlo, es de El Código da Vinci, novela de Dan Brown. Aquello que podría considerarse más grave del asunto no
—268—
son las afirmaciones polémicas en la novela vertidas, ninguna excesivamente original, sino el empeño, implícito en el texto, más tarde sostenido en entrevistas y promociones y prolongado a través de documentales y adaptaciones cinematográficas –aunque la productora Sony se desvinculó en su momento de ello-, en que dichas afirmaciones están basadas en una documentación rigurosa que pretende plantear un debate académico serio y una revisión historiográfica profunda. La documentación de Dan Brown algunas malas lenguas la atribuyen al buscador Google, y las leyendas que recoge –el código oculto en la obra del pintor italiano, la dinastía merovingia, la existencia del Priorato de Sión30– no son precisamente originales ni desconocidas, sobre todo para los lectores aficionados a las novelas de misterio o ficción histórica –que suelen ser, por ello mismo, los menos crédulos-, y funcionan, dentro de la propia novela de aventuras, como un recurso, un macguffin: una excusa para tener acción y que el chico conozca a la chica. Si se tratase de valorar el perjuicio que en ese “ruido de fondo” del discurso establecido ha podido provocar la aureola de legitimidad que se ha intentado crear a la popular novela, habría que situarlo, quizás, no tanto en los bulos que difunda como en el confusionismo creado en torno a ciertos debates que quedan, más allá de ciertos círculos inmunes a su influencia, irremediablemente viciados. Utilizando un ejemplo especialmente sangrante, el uso desinformado del Opus Dei para encarnar al villano de su thriller por parte de Dan Brown no hace sino conseguir lo contrario a aquello que supuestamente se proponía. Si el autor, tanto en las notas como en el propio discurrir de la novela –y, por supuesto, en entrevistas de promoción-, parece arrogarse un cierto papel de desfacedor de entuertos que denuncia el sectarismo de la Prelatura, al encarnar su crítica en un monje albino homicida que lleva permanentemente en atado el muslo un cilicio de clavos se deslegitima por sí solo. Es más, su entrada en cualquier tipo de debate que pretenda abordar en virtud del éxito de la novela –y quizás para prolongar este lo más posible– es el equivalente al del proverbial elefante en una cacharrería, arramblando él y los voceros interesados 30 BROWN, D. (2003): El código da Vinci, Madrid, Umbriel, 2004,
—269—
con todo y, finalmente, siendo ignorados por la comunidad científica, probablemente indignada y hastiada con que sus investigaciones cobren relevancia pública en medio de semejante espectáculo. Llegaron del espacio exterior Aunque Dan Brown sea el ejemplo más llamativo a nivel internacional, en España tenemos nuestro propio best-seller mesiánico nacional, que lleva ya varios años sacando entrega tras entrega de su serie y que además antes de empezar a escribir novelas era más conocido como ufólogo. Se trata de Juan José Benítez y su obra es la saga Caballo de Troya, que alcanza ya la octava entrega –novena en preparación-, y presenta, nada más y nada menos, que la narración, por parte de un astronauta estadounidense viajero en el tiempo, de la vida y hechos de Jesús de Nazaret y sus discípulos. Caballo de Troya en la actualidad no resulta tan polémico como El Código da Vinci, quizás porque en lugar de insinuar que Jesús mantenía relaciones sexuales simplemente afirma que era un extraterrestre llegado del espacio exterior.31 En la primera entrega, que narra la semana de la pasión en sí –Caballo de Troya, al igual que La Guerra de las Galaxias, empieza por el final y luego efectúa, literalmente, varios saltos hacia atrás en el tiempo-, durante la escena de la oración en el huerto aparece un ovni. El evangelio de San Marcos recoge que mientras Jesús oraba, un ángel descendió de los cielos y lo reconfortó. Según la novela, el ángel era un astronauta que bajó de un platillo volante. El narrador, un antiguo astronauta conocido simplemente como “el mayor” o “Jason”, supuestamente filtró sus escritos al ufólogo español, que simplemente se dedica a traducirlos a nuestro idioma. Aunque en las primeras ediciones de la novela original incluían agradecimientos y notas del autor que admitían claramente que se trataba de una ficción que nació de los estudios del autor sobre los efectos médicos de la crucifixión, Caballo de Troya se ha convertido en un monstruo que ha ido creciendo hasta, aparentemente, devorar al propio J.J. Benítez, que se ha ido arrogando de un aura espiritual y casi new age mientras añadía nuevos 31 BENÍTEZ, J.J. (1984): Caballo de Troya, Barcelona, Círculo de Lectores, 1987.
—270—
títulos a su haber como El Testamento de San Juan o Mi dios favorito, que le han valido sus rifirafes con la justicia por acusaciones de plagio, además. Producida por DeAPlaneta en 2002, comprada por RTVE, emitida por TVE1 y respuesta poco después por TVE2 entre 2003 y 2004, se pudo ver la serie de documentales dirigidos y protagonizados por el conocido ufólogo y novelista Planeta encantado. Constó de 13 programas, de temática variada pero con un hilo conductor común que le daba cierta coherencia estructural: los extraterrestres. El autor de Caballo de Troya, visita, ataviado con el chaleco de corresponsal indianajonesco de rigor, las principales “rutas del misterio”: las piedras de Ica, los dibujos de Nazca, las pirámides de Keops, los avistamientos de Los Villares, las pinturas de Tassili en el Sahara, la cara oculta de la Luna... ofreciendo toda suerte de nuevas perspectivas y datos desconocidos acerca de los mismos de tal forma que acaba llegando a la única solución lógica posible para todos: los extraterrestres. El episodio que más polvareda consiguió levantar fue el dedicado, precisamente, a Jesús de Nazaret. Básicamente repetía gran parte de las grandes revelaciones de Caballo de Troya, pero existe una que llamó particularmente la atención de los espectadores. Al revelar los novedosos datos de fuentes desconocidas sobre la vida oculta de Jesús, Benítez narraba los viajes de éste por todo el Mediterráneo antes de comenzar su predicación en Palestina. En la parada de Jesús en Roma, este asistía a los espectáculos del Coliseo. Benítez aparecía paseándose por las ruinas del monumento, evocando las sensaciones que debió experimentar “el maestro de Galilea”. Al día siguiente de la emisión saltaba el clamoroso fallo, tan sencillo de detectar como como consultar una enciclopedia. El Coliseo de Roma se comenzó a construir en el año 70, cerca de cuatro décadas más tarde de la fecha aproximada que calculaba Benítez en base a documentos desconocidos. El problema es que ya no se trataba de una novela de ciencia-ficción, donde las licencias históricas se disculpan, sino de un documental, en una cadena pública y un horario privilegiado, donde se estaba dando un hecho como verídico sin citar la fuente documental y verificable
—271—
de la que provenía. Al parecer, la cita fue eliminada del tomo correspondiente en la colección de libros aparecida posteriormente sobre Planeta encantado. Aparta de mí este cáliz La vida y hechos de Jesús de Nazaret se presentan como un filón a la especulación. Leonardo Sciascia ponía en la boca del sacerdote protagonista de Todo modo la admisión de que los años oscuros de su biografía constituían un misterio más atractivo que el de su más que conocida vida pública. Además, los historiadores señalan que los documentos que nos informan sobre esta, entre ellos los evangelios canónicos, son poco fiables, tanto por su carácter teológico o propagandístico como por las fechas lejanas en que fueron escritos. Así, la literatura ha intentado rellenar esos huecos. La Última Tentación de Cristo, de Niklos Kazantzakis, causó polémica con su adaptación cinematográfica, pero admitía su carácter especulativo. El Evangelio según Jesucristo, de Saramago, presenta la visión del ateo sobre la epopeya teológica cristiana, y también recibió numerosos ataques desde círculos eclesiásticos. La Teología y la Historia se dedican igualmente a la búsqueda de respuesta cada una en atención a su propio idiosincrasia, y siempre surgen unos manuscritos del Mar Muerto o un Evangelio de Judas, manteniendo vivo un debate fácilmente actualizable y que, al atender a las más firmes convicciones de parte del público –y a la más firme oposición a estas de otra parte– siempre recibirá atención mediática. La ficción y el arte –de fronteras difusas entre sí– se alimentan de los puntos muertos y crean sus historias a partir de ahí. Al igual que en los cuentos y las fábulas –funcionando como uno con todo lo que ello implica-, la narración iterativa de un relato ya conocido busca la novedad, en los tiempos de la cultura-espectáculo, en el impacto de nuevos datos o en nuevas formas de narración. La verdadera polémica aparece con la llega de documentales como el antes citado o los ensayos que defienden desvelar las grandes verdades ocultas. Durante una época estuvieron de moda los manuscritos del Mar Muerto, pero esos documentos ayudan a comprender el contexto religioso en que se movió Jesús
—272—
de Nazaret, sin aclarar si estaba casado o era gay, ni si realmente resucitó o emigró a Cachemira. Que los autores afirmen o desmientan la resurrección en sus novelas, de poco sirve, dado que, a efectos prácticos, es indemostrable. O puede que no. The Lost Tomb of Jesus, de Simcha Jacobovici, es un documental producido por James Cameron, el afamado director de películas de ciencia-ficción como Alien, Terminator, o Abyss y multipremiado con Titanic. El film afirma que la verdadera tumba donde descansa el cuerpo de Jesús de Nazaret ha sido localizada en Jerusalén, y que en la misma descansan no sólo sus restos, sino los de su esposa María Magdalena, su madre María, su hermano José, su hijo Judas y el apóstol Mateo. Pese a que recuerde al argumento de The Body, película que protagonizó en su momento Antonio Banderas, este film fue emitido por Discovery Channel en 2007 y, en su presentación, Cameron sostuvo que el propósito del mismo era lanzar el debate a más que demostrar lo que se afirmaba. Amos Kloner, el arqueólogo israelí que descubrió la tumba a principios de los 80, el primero en analizarla y que no participó en el documental, ha aparecido en diversos medios de comunicación lamentando las teorías expuestas por el dúo de cineastas, que no acometía su primera aventura de éste tipo. Ya en 2006 Cameron y Jacobovici colaboraron en otro documental, The Exodus Decoded, que intentaba demostrar la historia del Éxodo y la huida de Egipto de los israelíes como una realidad histórica comprobable. Lo curioso es que, al atribuir la separación de las aguas del Mar Muerto a la erupción del volcán de Thera en lugar de a la intervención divina, provocó casi tantas iras en los círculos fundamentalistas cristianos como el anterior. A un periodo menos sensible a despertar las iras de los religiosos responden las afirmaciones de 1421: el año en que China descubrió el mundo, del marino británico jubilado Gavin Menzies. Usando como base hechos históricos como las expediciones chinas al Índico del siglo XV y documentos como el mapa de Piri Reis,32 Menzies sostiene que una gran flota procedente de China recorrió prácticamente todos los océanos de la Tierra arribando a América 70 32 MENZIES, G. (2002): 1421: El año en que China descubrió el mundo, B a r c e l o n a , DeBolsillo, 2005.
—273—
años antes que Colón y estableciendo colonias en Australia, Nueva Zelanda o África. No puede negarse al autor inglés la dedicación, la documentación y los conocimientos sobre el imperio chino, pero sus conclusiones han sido refutadas por numerosos historiadores y prácticamente ningún círculo académico, europeo o chino, las apoya. Las observaciones de Menzies sobre los mapas de la época, sosteniendo que la mayoría de los utilizados por los descubridores tenían como base los que realizaron los navegantes chinos, se basan en su propia experiencia como marino, carencia que atribuye a los historiadores ortodoxos para ser capaz de descifrarlos, pero a cambio incurre en errores comunes como suponer la existencia de perezosos gigantes en América del Sur miles de años después de su extinción o situar el primer contacto de los chinos con la religión Sij de la India casi un siglo antes de la fundación de esta por el Gurú Nanak. Realidad contra ficción Los ejemplos presentados intentan ilustrar un problema de dimensiones más amplias de las que este breve ensayo o la capacidad de su autor pueden abarcar, el de la indefensión en que nuestra ignorancia puede sumirnos ante la manipulación, la torpeza o la falta de escrúpulos. La amplitud de la ciencia impide “saber de todo” y siempre hará necesaria la mediación de los expertos o los comunicadores. Sin embargo, es necesario el espíritu crítico para permanecer atento a los intereses que se cuelan por las rendijas de nuestro desconocimiento. Ya se ha señalado como esta clase de propuestas consiguen viciar y anular debates legítimos que muchas veces ven complicado llegar a soluciones satisfactorias. Uno de los documentales mencionados, el referido al Éxodo, al igual que otros experimentos pasados y presentes –y probablemente futuros– para tratar de demostrar la veracidad de milagros aparecidos en la Biblia u otros textos sagrados no aportan realmente nada a una posible discusión entre ateos y creyentes. La tendencia reciente de los fundamentalistas religiosos –y los no tan fundamentalistas– por dotar de validez científica a sus creencias revela, más que adaptación a los tiempos, la necesidad imperiosa de encontrar la mane-
—274—
ra de imponerlos como la verdad absoluta. El Museo de la Creación situado en Petersburg, Kentucky, responde al mismo sistema de vampirización de las marcas de legitimidad de la ciencia señalado anteriormente. Igualmente será poco útil a los escépticos o los laicos basarse en afirmaciones tan ligeras y banales como las de Dan Brown o el propio Cameron en su documental sobre la tumba de Jesús, que son fácilmente desacreditables. Pero los expertos, historiadores y científicos, que rápidamente son conscientes de esta clase de engaños, deberían intentar disputarles quizás el terreno del discurso público, pues es la formación de los ciudadanos, en una época en que la educación pública parece decidida a retroceder a unos mínimos escandalosos, la que está en juego. Aunque es evidente que las bibliotecas están abiertas y la ignorancia, en ocasiones, parece cuestión de voluntariedad, aquellos que poseen las armas para desmantelar estos entramados de intereses cruzados y falta de escrúpulos son los más capacitados para recuperar su función divulgativa e impedir que proliferén las engañifas. No se puede descartar, claro, que ha determinado nivel el consumidor fiel de “esoterismo” y naves del misterio sepa perfectamente que está viendo ficción y disfrute de su propio pacto de lectura, pero quizás al final de cada programa de ocultismo debería incluirse la célebre frase con la que el ilusionista Anthony Blake despide todas sus actuaciones: “y recuerden que todo cuanto han visto ha sido producto de su imaginación”.
—275—
VIOLENCIA. MANGA Y ANIME por VICENTE RAMÍREZ JURADO
VICENTE RAMÍREZ Jurado ha realizado la carrera de magisterio con la especialidad en lengua extranjera en la universidad de Sevilla, es redactor desde hace más de 7 años de la revista de tirada nacional especializada en manga y anime Minami, también distribuida en México y Argentina. Es además autor del libro La Biblia de Dragon Ball, editado por Dolmen Editorial, que también edita obras manga, convirtiéndose en el libro que mayor éxito ha obtenido de la mencionada empresa. Por otra parte lleva toda su vida dedicándose a la composición y producción musical, colaborando con algunos de los más importantes productores de nuestro país y viajando para ampliar sus estudios a capitales mundiales como Nueva York y Londres. También ha producido adaptaciones musicales para la empresa Jonu Media, especializada en editar anime en dvd, y colaborado en la banda sonora de la película La Máquina de Bailar, producida y co-protagonizada por Santiago Segura. Puedes conocer su música en; www.vitekmusic.net
—278—
INTRODUCCIÓN
V
IVIMOS en un mundo lleno de violencia. A lo largo de toda la historia de la Humanidad, la violencia no sólo ha sido un medio de defensa y una herramienta de autoridad sino también un objeto de comunicación y expresión muy comúnmente utilizado por el arte, y es precisamente en esta línea en la que intentaremos aportar algo de luz, limitando el contexto al campo del manga y el anime o, lo que es lo mismo, el comic y la animación japoneses; nuestro objetivo es despejar dentro de nuestras posibilidades cuánto hay de mito y cuánto de verdad en todo lo que, hasta ahora, se ha dicho y escrito sobre la violencia dentro de estos fenómenos artísticos tan presentes hoy en día en el mundo occidental a pesar de su génesis tan lejana, tanto en lo geográfico como en lo cultural. En nuestro país, como en muchos otros, existe la creencia popular de que el manga y el anime están íntimamente relacionados tanto con perturbadas historias de carácter violento y/o sexual, como con un tipo de público bastante inmaduro y “raro” que encajaría a la perfección dentro del moderno concepto de “friki”. Hoy en día llamamos “friki” a distintas y variadas formas y estilos de vida en las que muchos ciudadanos de todas las edades desarrollan su actividad cotidiana. En esencia, la palabra “friki” o “raro” describe, por lo general, a una persona de aspecto extraño y tendencia a la soledad, que desarrolla una serie de aficiones y actividades de ocio que generalmente están mal vistas y son objeto de burla por parte del gran público. Esta sencilla descripción es la que podría hacer, en principio, cualquier persona de forma superficial.
—279—
Estamos hablando de “frikis” porque es uno de los términos más comunes con los que la sociedad denomina al aficionado al manga y al anime. Éste se encuentra tremendamente marginado por el carácter que los medios de comunicación atribuyen a la naturaleza de sus aficiones y que, de muchas formas, perjudica a este tipo de público y/o consumidor, encasillándolo como un individuo de características grotescas de cara a gran parte de la ciudadanía. Hoy en día la sociología sigue estudiando y preguntándose los distintos comportamientos que tienen lugar dentro de la sociedad y, entre ellos, los derivados de las “tribus urbanas”. El impacto que el arte, y en definitiva, cualquier mensaje al que se expone a la gran masa tendrá consecuencias que acabarán determinando el curso de nuestra historia diaria, la cual, a gran escala, se convierte en la historia de nuestra sociedad. Esto lo conocen perfectamente no sólo los sociólogos sino también los políticos y, en definitiva, el resto de ciudadanos a los que les importa y preocupa que el flujo de información que recibimos a diario lo haga dentro de una normalidad controlable y de un baremo sano para el conjunto de individuos con los que compartimos entorno y costumbres. Somos lo que vemos.. En el arte todo vale, exceptuando, claro está, todo aquello que comprometa la seguridad o el bienestar de nuestros similares. Por ello, es injusto limitar y poner restricciones al artista sin ningún tipo de fundamento; ello supone, al fin y al cabo, la extensión de esas limitaciones y restricciones al resto de los individuos que componen nuestra sociedad. Pero hacerlo, además, bajo la excusa de la influencia que dicho arte pueda tener sobre ésta es doblemente injusto. En ese sentido, la afirmación de que “somos lo que vemos” tiene unas connotaciones francamente terribles y posee un carácter restrictivo impropio de las sociedades que viven en democracia. Si vemos películas de acción, ¿tendremos por ello tendencia a realizar una vida llena de riesgos? ¿Hasta qué punto ver escenas violentas puede forjar en nosotros un carácter violento? Estas sencillas preguntas han sido planteadas de
—280—
mil formas distintas por psicólogos y sociólogos y si algo surge con evidencia de todas ellas son las continuas contradicciones entre las respuestas y teorías de unos y otros, resultando francamente difícil sacar alguna conclusión absoluta en el tema. Es entonces cuando debemos pararnos a pensar si es o no el propio individuo quien debe ser el responsable de decidir su consumo de ocio, tanto en la cantidad como en la naturaleza de éste, y también sus consecuencias, debiendo ser capaz de distinguir entre la realidad y la ficción, lo posible y lo imposible, lo bueno y lo malo, etc. De ninguna de las maneras podemos consentir que estudios de ninguna índole atenten contra la propia libertad de expresión de los artistas y el derecho del consumidor usando la moralidad como arma de fuego, máxime cuando la constante en la mayoría de estos estudios es la confusión y la arbitrariedad. GÉNEROS Y SUBGÉNEROS EN EL MANGA Y EL ANIME Aventuras, violencia y sexo. Algunos de los aspectos más populares y polémicos. El shonen Shonen significa en japonés “joven” (en masculino) y es un término utilizado en Japón para las revistas que publican series manga dirigidas a adolescentes masculinos y, por extensión, también para los anime derivados de dichos comics y a aquéllos con características similares. En general, se puede considerar un género en el que las historias suelen tener una gran dosis de acción, aunque también son comunes las comedias y los romances, pero siempre vistos desde el punto de vista del hombre. Algunos ejemplos de series shonen muy populares en nuestro país serían: Dragon Ball, Saint Seiya (Los caballeros del Zodiaco), Pokemon, One Piece, Mazinger Z, Digimon, Meteoro o Naruto. Existe tal multitud de series de este género que es difícil encontrar originalidad en el mismo. Suele repetirse constantemente el patrón del chico protagonista que, con un desmesurado afán de superación, lucha constantemente por
—281—
ser más y más fuerte. Aunque esto, en principio, se puede interpretar como una meta de naturaleza violenta, también se puede considerar como un símbolo de la importancia de los objetivos en la vida de un joven. Es absurdo pensar que el público infantil lo interpretará literalmente, ciñéndose únicamente al aspecto de la violenta y no a los valores que representan el tesón y la constancia para conseguir nuestros propósitos, como pueden ser la lucha por la justicia y la lealtad a nuestros amigos, unos valores constantes en todas las historias shonen. Entre los aspectos más criticados de este género destaca el de machista, considerándose que fomenta la competencia masculina y el uso de la fuerza como herramienta para conseguir los objetivos planteados a lo largo de la trama. Dentro de los subgéneros, por así llamarlos, que ha generado el shonen, tenemos el llamado “seinen”, una subcategoría cuyo objetivo es atraer a una audiencia masculina de 18 o más años de edad. O sea, estaría dirigido a una franja de público cuya edad está sensiblemente por encima del consumidor medio de shonen. Es común clasificar obras de este estilo también como shonen, aunque el seinen posee una variedad más amplia en cuanto a estilos artísticos, con tramas más adultas que van desde lo vanguardista hasta lo pornográfico. Los ingredientes más frecuentes en sus tramas son el sexo, la violencia y la política. Existe un equivalente femenino al seinen, denominado “josei”. Una forma común de identificar a un manga como seinen es observando si éste contiene furigana (uso del japonés simplificado) sobre el texto original kanji (los caracteres utilizados en la escritura de la lengua japonesa). La carencia de furigana puede indicar que el texto está dirigido a una audiencia adulta. Otro indicador importante, es el nombre de la revista donde se publica el manga o la audiencia a la que va dirigida dicha revista. Usualmente las revistas antológicas de manga seinen en Japón, incluyen las palabras, “young”, “seinen” o cualquier otro término que hace referencia al público al que va dirigida. Algunas publicaciones seinen importantes son Ultra Jump, Afternoon, Young Jump, Young Animal y Big Comic. En occidente se suele vender junto con el shonen como si fueran una misma cosa;
—282—
sin embargo, aunque en esencia son muy similares, no lo son. El “shonen-ai” (del japonés: -/shōnen/, chico y -/ai/-, amor) y el “bishonen-ai” son géneros de manga y anime cuyas historias versan sobre relaciones homosexuales entre hombres adultos o adolescentes, aunque mayormente se da entre jóvenes adolescentes. Suele ser considerado un subgénero del shojo (género de manga para chicas, explicado más adelante). Ambos géneros se diferencian del “yaoi” (manganime de temática homosexual, explicado más extensamente más adelante) por mostrar las relaciones sexuales de forma menos explícita, es decir, sin la dimensión pornográfica. Pero, mientras que la historia del shonen-ai se centra en la relación entre los personajes principales, el bishonenai pone la temática homosexual en segundo plano. Al igual que el Shōjo-ai, el shonen ai se centra principalmente en las emociones de los personajes, generándose comúnmente relaciones dramáticas (aunque no siempre es el caso). Como comentábamos, el shonen-ai, al igual que el shojo-ai, son subgéneros del manga shojo, dirigido a chicas. En Japón, el shonen-ai también es conocido como Boy’s Love (del inglés: amor de muchacho) y abreviado “BL”. El shojo Shojo significa en japonés “joven”(en femenino) y se denomina así a un género de manga y anime dirigido principalmente a chicas, aunque también goza de un amplio público masculino. Junto al shonen (manga y anime para chicos) es uno de los géneros más conocidos y extendidos. Algunos ejemplos de series shojo muy populares en España son Sailor Moon, Sakura, cazadora de cartas o Kare Kano. Este género contiene en su estilo todos los parámetros estéticos que se asocian tanto a manga como a anime en general, principalmente en la temática y en el aspecto de los personajes. Las visiones de flores, destellos, ojos grandes y figuras estilizadas son muy frecuentes. Los temas giran en torno a conflictos, desavenencias, aventuras y desventuras referentes a la vida de pareja, el enamoramiento, la amistad y el amor, generalmente en el ambiente de la escuela
—283—
secundaria (lo cual ha contribuido a difundir la imagen en la cultura otaku de que en todas las escuelas de Japón se lleva uniforme). Los personajes principales son mujeres de cualquier edad, aunque por lo general son chicas jóvenes cursando secundaria. Exponen completamente sus emociones y sentimientos con una búsqueda de lo más profundo de su interior, visión y pensamiento. No obstante, con el tiempo los temas se han ido actualizando, orientándose incluso a la exposición de relaciones entre personas del mismo sexo. Entre los aspectos más criticados de este género, también se le atribuye un desarrollo sexista de sus tramas, aparte de que las historias personales se centran en superficiales aspectos sentimentales basados en problemas de inmadurez. Mientras el shojo puro se centra en historias de amor y tiene un fuerte protagonismo femenino, algunas de sus tramas desarrollan más la acción, pretendiendo así atraer a grupos lectores y telespectadores más variados; el ejemplo más típico es el subgénero llamado “maho shojo” (literalmente, chica mágica). Otro género comúnmente asociado al shojo es el llamado “simulador de citas”, aunque éste se da más en los videojuegos. También el subgénero denominado “harén” es una adaptación del anterior donde gran cantidad de chicas compiten por el mismo chico, la mayoría de las veces ajeno a los conflictos que crea entre ellas. El hentai La palabra japonesa hentai quiere decir “pervertido/perversión” o “transformación”, pero no tiene exactamente el significado que se le ha dado en occidente, el de manga y anime pornográfico. Dicho significado proviene del uso japonés de la letra etchi (la letra H japonesa), utilizada normalmente para referirse a cualquier contenido o actividad sexual, equivalente en cierto modo a la clasificación X occidental. Así, “H manga” es manga con contenido sexual. Aunque el origen de este uso de la letra H no está del todo claro, ni siquiera en Japón, existe la creencia extendida de que es la inicial de “hentai”, utilizada a modo de eufemismo en los años sesenta. No obstante, “H” y “hentai” no son sinónimos.
—284—
En el hentai, es común encontrar imágenes de chicas teniendo relaciones sexuales de manera salvaje con seres monstruosos de grandes tentáculos que habitualmente sustituyen a los genitales. La cantidad de viñetas o escenas que ilustran tal actividad sexual puede variar enormemente de un título a otro, pero también varía la naturaleza de dicha actividad y de los personajes implicados; esta variedad en cantidad y calidad rara vez se somete a restricciones ya que se trata de personajes de animación. Ejemplos famosos de hentai son Akiba Girls, Angelium, New Angel, Angel of Darkness, Can Can Bunny Extra o Urutsukidoji. Conviene detenerse un momento en la legislación japonesa sobre el hentai y en las extravagantes paradojas que ha desencadenado su aplicación. El artículo 175 del código penal japonés prohíbe la publicación de material “moralmente perjudicial”; tal como se interpreta actualmente, dicho material incluye la exposición de genitales, así que es frecuente ver un parche cubriéndolos, o bien éstos aparecen en la imagen borrosos. Hasta aquí, una consecuencia esperable. Sin embargo, antes de 1994 esta ley incluía la prohibición de exponer vello púbico. Pues bien, para eludir dicha norma, se dibujaba a los personajes desnudos sin vello púbico, lo que originaba un problema inesperado cuando los vídeos hentai se distribuían a Europa y Estados Unidos: dado que los personajes del anime suelen parecer mucho más jóvenes que los de los dibujos animados occidentales, la ausencia añadida de vello púbico otorgaba a los occidentales un sorprendente espectáculo de pornografía infantil. Es interesante saber que para el sentido estético del japonés medio, los personajes femeninos de los dibujos animados aparentan entre cinco y diez años más de edad de lo que éstos aparentan para el occidental medio. Al menos eso dicen ellos en las encuestas... Otra extravagante consecuencia de la aplicación estricta de la censura japonesa se da en lo referente a la zoofilia, es decir, la actividad sexual entre humanos y animales, pues se considera como algo a perseguir el sexo con animales... al menos, animales existentes en el mundo real. Como consecuencia, se permite la libre circulación (y su consiguiente proliferación) de dibujos y escenas donde tienen lugar
—285—
monstruosos actos sexuales entre chicas humanas y seres imaginarios entre cuyas características fisiológicas están los consabidos tentáculos fálicos diseñados a fin de evitar la ley relativa a los genitales. Estas disparatadas consecuencias de la censura dentro de la expresión artística nos pueden recordar a los españoles la anécdota sobre la distribución en nuestro país de la película Mogambo y la aplicación de la censura franquista al realizar el doblaje: a fin de evitar que el adulterio que se daba en el matrimonio protagonista fuera tan evidente, se cambiaron los diálogos para que él y ella figurasen como hermanos... convirtiendo así una simple historia de triángulo amoroso en una morbosísima trama con incesto de por medio, todo ello en los años cincuenta. No obstante, existen también producciones con historias y secuencias más convencionales, incluso tiernas, que no hacen gala de argumentos y escenas tan “escandalosos” que hacen que mucho se lleven las manos a la cabeza. Al margen de todo esto, en la actualidad, son muchas las obras hentai o de otro género sexual en el que la representación de las escenas es del todo explícita. Una táctica común para que este tipo de producciones pueda eludir la ley es realizarlas fuera de Japón. En nuestro país parece existir un gran interés por este género de manga y anime. Prueba de ellos es la existencia de veteranas revistas especializadas en hentai que incluyen, además de información y noticias sobre las nuevas producciones japonesas, un CD o DVD con videos, audios y videojuegos de temática parecida. El canal español Buzz, emitido dentro de la parrilla de varias televisiones digitales, se dedica principalmente a la emisión de anime y, desde hace algún tiempo, sus madrugadas suelen estar programadas con películas y series hentai dobladas a nuestro idioma. Entre los aspectos criticados de este género destacan las extremas situaciones que suelen tener lugar, basadas en sexo salvaje que mezcla placer, sangre, violencia y seres monstruosos en muchos casos. Pero, sobre todo, lo más criticado es el aspecto tremendamente infantil que suelen tener muchos de los protagonistas.
—286—
El yaoi La palabra japonesa yaoi, que procede de las siglas de yama-nashi ochinashi imi-nashi, (literalmente, “sin clímax, sin resolución, sin sentido”), designa un género de manga y anime muy popular en Japón y otros países del mundo. La característica principal de un manga o serie yaoi es el amor entre personajes masculinos. El género suele estar englobado dentro del shojo o manga orientado a chicas, puesto que su público es principalmente femenino. Existe una gran cultura en la creación de doujinshis (historias no oficiales creadas por fans aficionados a determinadas series que crean estos fan-arts dejando volar su imaginación) de género yaoi. Muchas provienen de animes que no son yaoi, como Naruto, Fullmetal Alchemist o Bleach, por citar algunos ejemplos. Pero el número de publicaciones profesionales de yaoi editado oficialmente también es bastante alto en Japón. Algunos conocidos títulos yaoi son Ai no Kusabi, Zetsuai 1989, Bronze (continuación de Zetsuai 1989), Gravitation, Level-C o Reverse. En el yaoi suele haber dos personajes principales, cada miembro de la pareja en este caso. Cada uno lleva un rol (variable, pero casi siempre estable) en la consumación de su amor. Éstos son los seme y los uke. Los sukes son personajes que pueden adoptar el rol de seme o de uke según la situación. Seme proviene de la palabra semeru (“atacar” en japonés) y designa al personaje que desempeña el papel dominante. El seme suele ser un hombre muy sensual y atractivo de mayor edad que el uke, que va detrás de su amado y está obsesionado con él, hasta tal punto que a veces lo acosa o llega a agredirle. Esto puede llegar a ocasionar que el uke se enoje y viva molesto con él, aunque en realidad lo ama. El seme representa el papel activo y lleva las riendas de la relación. Siempre está pendiente de lo que hace el uke y lo protege aunque éste no lo note. Por su parte, el uke lleva el papel tradicionalmente femenino. Suele ser una persona activa y feliz de menor edad que el seme, sumamente tierno. Los ukes tienden a sonrojarse con facilidad. El personaje que lleva el papel del uke cambia de humor muy fácilmente, lo que lo hace atractivo
—287—
hacia el seme. En cualquier manga yaoi, siempre intervienen otros personajes que encuentran atractivo al uke, e intentan tener sexo con él siempre que el seme no esté. Pero finalmente, como siempre, el seme se enfurece y lo salva. Aquí es importante resaltar la diferencia entre el yaoi y el shonen-ai arriba descrito. No son lo mismo. La diferencia estriba en que el shonen-ai, aunque también retrata el amor entre personajes masculinos, nunca muestra relaciones sexuales entre ellos, cosa que sí hace el yaoi. El shonenai sólo muestra expresiones de amor o afecto tanto verbales como abrazos o caricias. Lo más explícito que suele mostrar el shonen-ai son besos entre ambos personajes. De ahí que el shonen-ai se considere un género netamente dentro del manga shojo. En Japón se publican cada año varias series (de manga y/o anime) con esta temática. El yaoi es uno de los géneros más populares entre las chicas jóvenes y se han publicado obras desde los años sesenta. Existen revistas especializadas, tomos recopilatorios, OVAs... En la mayoría de quioscos y centros comerciales se vende yaoi. Durante mucho tiempo, la editorial Biblos capitalizó allí las ediciones de obras yaoi, pero su reciente bancarrota (debido al fracaso de sus publicaciones no yaoi) ha dejado paso a un espacio comercial más compartido. Sólo un pequeño porcentaje de estas historias publicadas es importado, traducido y publicado en otros países. Pero en España el yaoi parece despertar cada vez más el interés del aficionado al manga y el anime; tanto es así que ya son varias las obras disponibles, como es el caso de la obra Zetsuai 1989, todo un clásico en Japón y con mucho éxito también en España. El aspecto más criticado en este género es la visión de la homosexualidad tan completamente estereotipada y manipulada donde el uso de la masculinidad y la fuerza física es un distintivo clave en las parejas. Sin embargo, para muchos otros, la dedicación al tema ya supone un insulto en sí dado el rechazo moral y la consiguiente repulsión intelectual que en ellos despiertan los homosexuales.
—288—
MITO O REALIDAD Lo objetivo y los subjetivo dentro de las interpretaciones. Para despejar un poco la reflexión en la que sociólogos y analistas de medios de comunicación se afanan por llegar a alguna conclusión sobre lo que nos conviene y lo que no, nos centraremos en el análisis de varias obras clásicas dentro del arte del manga y el anime que, por su contenido, han sido fuente de controversias y polémicas en todo el mundo. Todos ellos son referentes clásicos para el aficionado medio español. Akira, uno de los mayores clásicos de la historia de la animación japonesa. Akira es un manga que también dispone de versión anime en forma de largometraje. Ambos formatos tuvieron un reconocimiento instantáneo como clásicos. El monumental manga, de más de dos mil páginas, fue escrito y dibujado por Katsuhiro Otomo entre 1982 y 1993 obteniendo un éxito significativo en Japón y en el resto del mundo. Fue premiado con el prestigioso Kodansha al mejor manga en 1984, en la categoría general. La historia está ambientada en 2019: el mundo está al borde de la destrucción absoluta. La tecnología avanzada fue la causa de una terrible explosión que desencadenó una guerra nuclear y devastó las grandes ciudades del planeta. Treinta años después, sobre las ruinas de Tokio, se alza la megalópolis de Neo-Tokio, una ciudad opresiva e inhumana cargada de problemas como el paro, la violencia, la droga y el terrorismo. (La ciudad está representada con profundo detalle en el anime, destinándose cerca de seis millones de euros sólo para la realización de sus decorados). Las sectas religiosas y los grupos extremistas, aprovechándose de la insatisfacción de los ciudadanos, cultivan el mito de AKIRA, un “niño cobaya” depositario de la “energía absoluta” cuya resurrección significaría para Japón el amanecer de una nueva era. Respecto a la trama, (el largometraje se separa de la línea argumental del manga debido a que se estrenó cinco años antes de la conclusión de éste) la ciudad es reconstruida tras sufrir los devastadores efectos de la explosión,
—289—
causante de la tercera guerra mundial. Kaneda y Tetsuo son miembros de una banda que tiene entre otras aficiones participar en peleas callejeras contra otras bandas montados sobre potentes motos. En una de estas peleas, Tetsuo sufre un accidente causado por un extraño niño. A partir de ese accidente, Tetsuo no vuelve a ser el mismo. Por otro lado, se encuentran Key y Ryu, miembros de la resistencia, y dirigidos por su jefe Nezu, intentan averiguar qué ocurre en las instalaciones del ejército situadas en la ciudad antigua, en el cráter donde explotó la bomba, donde parece que se están realizando experimentos con niños de extraño aspecto bajo la dirección del Coronel. A su vez, el Coronel comienza a interesarse por los cambios experimentados en Tetsuo. En 1989 se estrenó la película animada, como decía, antes de finalizar el manga; supuso un salto cualitativo en la animación japonesa al dotarse de un gran presupuesto gracias al Comité Akira que se formó a propósito para producir el filme. Fué dirigida por Katsuhiro Otomo. Esta película marcó el inicio de la difusión del manga y el anime fuera de Japón, gracias al impacto que provocó en los espectadores de todo el mundo, generando un interés mundial a gran escala como nunca antes se había apreciado. Es considerada por muchos como la mejor película de animación japonesa, junto a las dirigidas por Hayao Miyazaki. Los más prestigiosos críticos del mundo sucumbieron a sus pies. Ghost in The Shell, un clásico del Ciber Punk. Ghost in the Shell (1989) es originalmente un manga de ciencia ficción cuyo autor es Masamune Shirow. En 1995, se estrenó la película animada basada en la obra original y dirigida por Mamoru Oshii, y en 2004 se estrenó la secuela a la primera película: Ghost In The Shell: Innocence. En la actualidad continúa en realización una serie de televisión basada en el universo desarrollado en esta saga. La ambientación de Ghost in the Shell es innegablemente cyberpunk y nos recuerda a la famosa Trilogía del Sprawl de William Gibson. Sin embargo, a diferencia de Gibson, Shirow se interesa más en las consecuencias éticas y filosóficas de la popularización de la unión entre hombre y
—290—
máquina, el desarrollo de la inteligencia artificial y una red de computadoras omnipresente, temas enfocados en especial a la identidad del ser humano y lo particular de su existencia. El manga trata más extensamente estos temas, pues Kusanagi, la agente protagonista, y sus colegas se enfrentan tanto a peligros y acertijos externos como a conflictos internos acerca de su propia naturaleza, debido a que son más máquinas que seres humanos. El tema principal del manga (y la única historia presente en la película) es la persecución de un criminal de los medios electrónicos, conocido como el “Puppet Master” (el Maestro de Marionetas, en la traducción oficial), y cuya identidad se desconoce. El Puppet Master ha cometido varios crímenes con un único modus operandi: el ghost hacking, que consiste en irrumpir y tomar control de la mente de un ser humano. Al desvelar el misterio del Puppet Master, los agentes de la Sección 9 comprenden que no se trata de un criminal común y corriente, sino de un proyecto de inteligencia artificial autónoma que pertenece al gobierno, el mismo gobierno al que la Sección 9 presta servicios, y se ha fugado a la espera de un cuerpo de verdad y una identidad humana. Si bien en principio Kusanagi se muestra escéptica, finalmente cede para que el “Puppet Master” se una a su conciencia y comparta su cuerpo, lo que hace con la intención de sacar a relucir aún más dudas acerca de la naturaleza de la identidad humana, en un mundo donde la conciencia humana ya no es algo tan particular. El manga es conocido por la gran cantidad de notas al pie de página y comentarios del propio Shirow referentes tanto al contexto socio-tecnológico como al político de la obra. A diferencia de la novela grafica, la cinta animada de 1995 dirigida por Mamoru Oshii se convirtió en una referencia obligada del genero cyberpunk en los medios audiovisuales bien sea por la calidad de su animación o por el enfoque que tomó la trama de Shirow (no muy centrada en los problemas culturales y éticos que creó en su obra) cosa que en manos de Oshii se diferenció notablemente; seria, trascendental, y con estilo narrativo propio, casi poético, y es que no hay ningún diálogo o imagen dejado al azar
—291—
o que desmerezca atención por parte del espectador, que busque en él un asomo de conciencia. Pues si bien Ghost in the Shell deja en un primer visionado un sinnúmero de ideas sueltas, es en la recolección de las mismas donde se encuentra su originalidad y belleza acompañada por una banda sonora sobria e inquietante que acompaña un sentido de la fotografía oscuro, pesumbroso pero acongojador. Si bien su ambiente puede asemejarse a Blade Runner es innegable que Ghost in the Shell se aleja demasiado de toda idea sentimental y nos introduce a ese mundo de carácter virtual que pone en peligro no solo nuestra identidad como simples humanos, sino como absolutos individuos. La originalidad e inteligencia de su guión está acompañada por un look completamente rompedor. El punto de vista adulto en el que toda la trama está enmarcada va de la mano de sus escenas de desnudo y violencia explícita, que no dejan de ser completamente artísticas. La obra está considerada como una obra maestra del estilo Cyberpunk, que es un subgénero de la ciencia ficción, conocido por su enfoque de “alta tecnología y bajo nivel de vida” (High Tech, Low Life) y toma su nombre de la combinación de cibernética y punk. Mezcla ciencia avanzada, como las tecnologías de la información y la cibernética, con algún grado de desintegración o cambio radical en el orden social. Rainma ½, artes marciales y dos sexos. Ranma ½ es un manga y anime humorístico de Rumiko Takahashi que nos cuenta la historia de un chico llamado Ranma Saotome que sufre una peculiar maldición al caer en unos estanques malditos durante un entrenamiento de artes marciales. Desde aquel día, cada vez que se moja con agua fría se convierte en chica y al tener contacto con agua caliente vuelve a su estado original de chico. Esto causó gran controversia en occidente pero, ya sea por esta razón o no, la serie gozó de un gran éxito en su emisión internacional. Takahashi ha afirmado en entrevistas que quería producir una historia que fuera popular entre los niños, y que su objetivo no era crear interrogantes en ellos o dilemas paradójicos.
—292—
El manga se publicó en la revista Shonen Sunday en Japón entre 1987 y 1996. Ha sido publicada íntegramente en España por Glénat. El personaje principal y protagonista es Ranma Saotome, hijo único de Genma y Nodoka Saotome. Su padre se fue de su casa junto con Ranma cuando éste sólo era un bebé para convertirlo en un maestro de las artes marciales y es por esto que es un estudiante consumado de artes marciales bastante hábil, ya que en muchas ocasiones vence a rivales mucho más expertos que él. Su fuerza, velocidad y resistencia en el combate son excelentes, siendo sólo claramente vencido por Happosai, antiguo maestro de artes marciales de su padre y de Soun Tendo. Además, aprende muy rápido y es capaz de improvisar con facilidad. Es tenaz, terco, cabezota y no se rinde con facilidad, además de ser algo prepotente. Su vida siempre ha sido un sinfín de viajes y anécdotas con su padre, entre las que destaca su viaje a los lagos encantados de Jusenkyo, donde, al no escuchar las indicaciones del guía, su padre y el caen en los lagos durante un entrenamiento, forjándose así una maldición para ellos. Ranma cae a la “Fosa de la chica ahogada”, por lo que, al mojarse con agua fría se convierte en una jovencita muy atractiva de pelo rojo como el fuego, aunque su personalidad y mente sean los mismos, y al mojarse con agua caliente vuelve a la normalidad. Curiosamente Ranma Saotome no fue el primer personaje manga en poder cambiar de sexo. En 1980 aparece Ranma Hinamatsuri del manga Cinderella Boy de Monkey Punch, siete años antes de que Rumiko Takahashi publicara su manga. La serie debutó por primera vez en 1989 por el canal Fuji Television, cerrando su ciclo tras 161 episodios, aunque la serie como tal termina realmente en el manga. Animax la presentó en Japón y varias regiones asiáticas en sus primeros años de vida. Su emisión en España por primera vez, tuvo lugar en 1993 en la cadena de televisión Antena 3. También tuvo emisión en varios canales como América TV (Perú), Chilevisión (Chile), Canal 10 (Nicaragua), Locomotion (España y Portugal), XHGC Canal 5 (México),”Telemetro” Panamá, Cartoon Network (en toda Latinoamérica), canal 4 en Costa Rica, y otras.
—293—
Este anime causó polémica en varios países del mundo por la incorporación del concepto de que un chico como Ranma se transforme en chica al caerle agua fría y vuelve a su normalidad al caerle agua caliente. En algunas partes de Estados Unidos fué prohibida su emisión. No fueron pocos los países en los que padres y madres de familia no querían que sus hijos vieran la serie, por lo que muchos de los fans tuvieron que verla a escondidas. Otras controversias fueron las escenas de desnudos, sobre todo de los personajes de Ranma en forma de chica, Akane y Shampoo cuando aparecían escenas en el baño, las cuales fueron censuradas en muchos países. En la versión presentada por el poderoso canal Cartoon Network, la mayoría de las escenas nudistas tuvieron ajustes menores, como los consabidos parches borrosos en las zonas erógenas de las chicas; otras escenas fueron íntegramente eliminadas, como la de Ranma al salir del agua del estanque tranformado en mujer por primera vez, enseñando los senos. Otra polémica sobre la serie es que algunos personajes visten ropa del otro sexo, tal es el caso de Tsubasa que se viste de mujer, o el caso de Ukyo que se hizo pasar por varón y vistió ropas masculinas; y también se presenta el caso de Genma y Soun que a veces también aparecen disfrazados de mujer. Una vez más la polémica estaba servida en una serie de éxito de procedencia japonesa; ambigüedad sexual, en este caso de aspecto, escenas de desnudo y casos de situaciones y temas supuestamente inapropiados. Saint Seiya La serie Saint Seiya es conocida en España como Los Caballeros del Zodiaco. Narra la historia de un grupo de jóvenes guerreros denominados Santos que luchan por proteger a la diosa Atenea de las fuerzas del mal. Para luchar, los Santos sólo utilizan su cosmoenergía, sus puños y armaduras que les sirven de protección y que además están inspiradas en constelaciones o seres de la mitología griega. El manga en Japón fue escrito y dibujado por Masami Kurumada y fue publicado en la revista Shonen Jump de la editorial Shueisha desde enero del 1986 hasta diciembre de 1990.
—294—
El anime se emitió en la cadena televisiva TV Asahi desde el 11 de octubre de 1986 hasta el 1 de abril de 1989 en tres temporadas de 114 episodios. Inicialmente, la serie de televisión tenía planeados 52 capítulos que finalmente se extendieron hasta los 73, convirtiéndose en la primera temporada de la serie y que se corresponden con el primer arco argumental del manga, denominado Santuario, aunque con algunos añadidos en la historia y, por lo tanto, en personajes. Antes de que se venciera el contrato fue pactada una segunda temporada, Asgard (episodios 74 a 99), que no estaba basada directamente en el manga, sino que fue inspirada en el episodio “Hyōga” en el país de los hielos que se encuentra al final del tomo 13 del manga. Posteriormente siguió una tercera temporada correspondiente a la segunda saga del manga, la denominada Poseidón (episodios 100 a 114). Lamentablemente, la productora decidió no continuar con el tercer arco argumental del manga, denominado Hades, dejando de esta manera la historia inconclusa en esa época. No obstante, ha sido retomada hace pocos años y continúa en la actualidad. En Saint Seiya, hay muchas referencias y menciones a numerosos sucesos de la mitología griega en la cual está basada. También existen referencias mitológicas y religiosas al budismo, al cristianismo y a la mitología nórdica. En este sentido, la serie presenta un sincretismo religioso y mítico sin cuyo conocimiento los diálogos pueden volverse un tanto incomprensibles previo conocimiento de estas cosas: las conversaciones que Shaka mantiene con Buda o la compleja estructura psicológica de Saga, el Caballero de Géminis, le dan una riqueza y gran originalidad a la serie. No es la clásica lucha eterna entre el bien y el mal, sino que es una guerra por el futuro del planeta, una guerra por arrebatar el ideal de justicia al competidor. La amistad, el amor, la justicia y la vida humana son valores que se ponen a prueba en esta historia. Una vez más, nos encontramos con una serie japonesa duramente criticada por la abundancia de luchas y combates en los que la sangre se hace absolutamente explícita e incluso llegan a tener lugar amputaciones. También se ha criticado mucho la forma en la que se mezclan la mitología
—295—
y la religión de distintas culturas, sin olvidar el aspecto psicológico de algunos personajes, bastante trastornados por el ansia de poder y satisfacción personal. Como era de esperar, también muchas de las escenas y diálogos de la versión distribuida en Europa fueron censurados y, aún así, no fue bastante para algunas asociaciones que, en todo momento, pidieran la cancelación de su emisión por la violencia de sus escenas. Dragon Ball Dragon Ball (Bola de Dragón) fue creado por Akira Toriyama. El manga fue publicado en la revista semanal Shonen Jump entre el nº 51 de 1984 y el nº 25 de 1995, editándose posteriormente en 42 tomos individuales. Además ha gozado de todo tipo de reediciones y formatos en numerosos países. Las artes marciales, la amistad y el afán de superación son las bases del argumento de esta serie que incrementó espectacularmente el interés por el manga en todo el mundo. Sin embargo, la violencia de muchos de sus episodios ha provocado que, en occidente, se haya pedido muchas veces la retirada de las pantallas del anime e incluso su prohibición. A pesar de esto, o tal vez precisamente por esas polémicas, el éxito de la serie la ha llevado a alcanzar 508 capítulos animados (una de las series más largas de la historia del manga y el anime), y una veintena de películas, además de una extensa oferta comercial que, aparte de los mangas y las películas, incluye decenas de videojuegos y juguetes, entre otros elementos de merchandising. En el anime la historia se divide en dos sagas: la Dragon Ball propiamente dicha (con 153 capítulos) y Dragon Ball Z (con 291 episodios); más tarde se realizó Dragon Ball GT (con 64 episodios más) exclusivamente en formato anime. Ya desde su salida de Japón, la serie se ha visto envuelta en diversas polémicas. Para su difusión internacional, la serie fue comprada inicialmente por una cadena de televisión francesa (TF 1) que se encargó de su distribución en toda Europa. Dicha cadena censuró muchas escenas debido al carácter presuntamente violento o erótico de algunas de ellas. Un ejemplo es el momento en el que el maestro
—296—
Mutenroshi le pide a Bulma que le enseñe las bragas y ésta se levanta el vestido sin saber que no las llevaba puestas; huelga decir que, en la escena, ella está de espaldas a la cámara y únicamente se leve el trasero, teniendo al maestro de frente. En otra ocasión, el mismo personaje le pide a Oolong (que se hace pasar por Bulma) que le deje verle los pechos y éste se ofrece a algo más. En la traducción sólo le pide “un beso”. Otros momentos suprimidos de la versión distribuida en Europa fueron los “pedos” de algún que otro personaje. La censura continuó en Dragon Ball Z. En España, la única cadena que censuró los capítulos aún más de lo que ya estaban para su versión europea fue Antena 3, llegando a originar tal casos en el que un capítulo pasaba a durar sólo 13 minutos (de los casi 20 que duran normalmente). Un ejemplo de este caso es el que se dio durante la emisión del capítulo 79, en el que el super-villano Freezer atraviesa explícitamente con una de sus astas el cuerpo de Krilín. El anime había llegado a España el año 1989, emitiéndose inicialmente en la televisión autonómica gallega y en lengua gallega, con el título de As Bólas Máxicas, con bastante éxito. La adquisición de los derechos se hizo conjuntamente entre todos los canales autonómicos y pronto se extendió su fama. Así fue como comenzó a emitirse en otras emisoras autonómicas como Canal Sur o Telemadrid, con el título de Bola de Dragón, en lengua castellana, lógicamente; también en la Televisió de Catalunya con el título de Bola de Drac, en catalán, y en el Canal 9 de la Comunidad Valenciana, con el mismo título pero doblada en valenciano; en las Islas Baleares vieron la serie en las versiones catalana y valenciana, ya que no hubo ninguna cadena en esa comunidad que quisiera hacer la versión en balear; finalmente se emitió en euskera en Euskal Telebista, en el País Vasco, con el título de Dragoi Bola. Tras el éxito que tuvo la serie en Cataluña, comunidad autónoma donde tuvo más repercusión, Canal Sur emitió en horario nocturno las películas de la serie, Planeta DeAgostini editó el manga, tanto en castellano (con varias reediciones) como en catalán, y años después, casi finalizada la serie en los canales autonómicos, se emitió en el resto de España como Bola de Dragón a través
—297—
de Antena 3, con la censura añadida que hemos comentado anteriormente. España fue el primer país de habla hispana donde apareció el anime y el manga. Recientemente ha salido a la venta una edición en DVD del anime y ha sido repuesto por el canal Cuatro, siendo emitida las tres partes de la serie varias veces. En Cartoon Network emiten la serie por la noche, dentro de su sección Toonami, que se supone que es un espacio para series más adultas. Aunque durante su emisión en las cadenas autonómicas españolas ya había levantado cierta polémica, fue tras su llegada a Antena 3 cuando levantó muchas protestas por parte de diversas asociaciones de espectadores, que consideraban que esta serie exalta la violencia, la competitividad y el sexismo, por lo que exigieron insistentemente su retirada. En 2005, la Universidad de Valladolid hizo un estudio comparativo entre esta serie y David el Gnomo. Según la investigación, “mientras los participantes no tuvieron ninguna dificultad para señalar las motivaciones de los personajes de David el Gnomo, y dónde y en qué momento de la historia se encontraban, eran incapaces de situar correctamente a sus homólogos de Bola de Dragón y de explicar sus acciones e intenciones”. Según dijo uno de los responsables del estudio, Jesús Bermejo, esto puede contribuir a que el niño entienda la vida como un collage. El estudio fue realizado con 500 niños, desconociéndose sus edades. Por su parte, los seguidores de la serie, respondieron a este estudio alegando que Dragon Ball es una serie juvenil, por lo que su comparación con series infantiles como David el Gnomo es incluso ridícula. LA OTRA CARA DE LA PELÍCULA Ternura, educación, fantasía... A continuación tan sólo algunos ejemplos de la heterogeneidad que abarca el mundo del manganime y que, por su buen hacer, igualmente gozan de gran éxito internacional, tanto de crítica como de público. Es la otra cara de la película, que no se limita a los aspectos anteriormente tratados.
—298—
Doraemon: la educación Doraemon es probablemente uno de los mangas y animes más exitosos de la historia; de tal magnitud es este éxito que en Japón nunca se ha dejado de emitir por televisión a la largo de la friolera de 38 años. Fue creado entre 1969 y 1970 por Fujimoto Hiroshi y Motoo Abiko bajo el pseudónimo conjunto de Fujiko F. Fujio y su sencilla historia trata sobre un gato robot cósmico llamado Doraemon que llega del futuro para ayudar a un despistado y torpe niño llamado Nobita; Doraemon le proporciona una serie de inventos futuristas que saca de su bolsillo mágico con el propósito último de evitar que sus descendientes malvivan en el siglo XXII por culpa de los problemas que éste ha provocado en la línea de tiempo original. La serie Doraemon no es sólo un clásico en Japón, su país natal, sino también en España. Cerca de dos décadas de transmisión ininterrumpida avalan su éxito en nuestras televisiones y continúa siendo una de la series estrellas en la programación infantil. Su estilo de dibujo es bastante sencillo, con formas muy ovaladas y colores llamativos, perfectos para la recreación de un mundo atractivo para los niños más pequeños. Sus episodios son auto conclusivos y en todos ellos se repite un esquema básico: Nobita se ve envuelto en algún problema en el colegio o con sus amigos; Doraemon siempre está ahí para ayudarle con sus inventos mágicos y, sobre todo, aconsejarle; Nobita siempre termina saliendo airoso de sus apuros siguiendo la mejor lección de valores universales como la amistad, el amor, la perseverancia. Aunque algunos puedan no creerlo, estamos hablando de un manga y un anime en los que en ningún modo caben el sexo o la violencia y ninguno de ellos ha sido necesario para el gran éxito de que ha disfrutado. Estudio Ghibli: la ternura y la fantasía Las producciones del Estudio Ghibli han alcanzado a lo largo de los años un prestigio fuera de toda duda, tanto por la sensibilidad de sus tramas y personajes como por la altísima calidad de los dibujos, la música y todos los elementos artísticos empleados en sus creaciones.
—299—
Fundado en 1985, está dirigido por el altamente galardonado director Hayao Miyazaki junto a su colega y mentor Isao Takahata. Sus orígenes datan de 1983, con la película Nausicaä del Valle del Viento, que empezó como un manga en una publicación de la revista Tokuma Shoten. Precisamente fue Tokuma la compañía “madre” del Estudio Ghibli, y terminó cediendo a la compañía Walt Disney los derechos de video y distribución de varias de sus películas, entre ellas, La Princesa Mononoke (1997) y El Viaje de Chihiro (2001). La más famosa y alabada película del Estudio que no fue dirigida por Miyazaki es La tumba de las luciérnagas (1988), dirigida por Isao Takahata, una tristísima historia acerca de dos huérfanos durante el final de la Segunda Guerra Mundial en Japón. Si algo nos enseñan en el estudio Ghibli eso es ternura, amor y fantasía. Sus películas siempre cuentan historias muy originales desde un prisma fantástico en el que priman tanto el afán de ayudar a los demás como el afán de superación personal. ANÁLISIS FINAL La pregunta que nos surge de toda esta polémica es si es justo o no asumir como premisa que el espectador y consumidor de manga y anime no puede distinguir lo que es real y ficción ni controlar siquiera esas diferencias sin que el disfrute de este arte tenga consecuencias negativas en su personalidad. Determinados sucesos acaecidos en España a mediados de los noventa y relacionados con muertes y violencia infantil fueron objeto de gran polémica justo en el momento en que Dragon Ball gozaba de una gran popularidad y repercusión mediática en nuestro país; no faltaron asociaciones que apuntaron a la serie como responsable de aquellas desgracias. Esta especie de caza de brujas salpicó despiadadamente al aficionado al manganime, iniciándose un proceso de encasillamiento despectivo que, agravado por otros sucesos no menos terribles protagonizados por personas desequilibradas como el famoso “asesino de la catana”,
—300—
ha terminado desembocando en la situación actual: la firme convicción de un gran sector de la sociedad del carácter inmoral del manga y el anime y la perversa influencia que éstos pueden ejercer sobre el público por su alto contenido en sexo, violencia y perversión, obviando por completo cualquier otro tipo de elementos que también se dan en ellos. Una opinión desde fuera. Considerando de especial interés la opinión que puede aportar sobre este tema una persona totalmente desvinculada del mundo del manganime pero formada en alguno de los campos que estudian el comportamiento humano, transcribimos la opinión que nos brindó personalmente el doctor Ignacio Díaz Carvajal, médico y psicoanalista sevillano, durante una entrevista concedida a tal efecto. Preguntado sobre lo que conocía y opinaba acerca del manga y el anime y los efectos que éstos pueden provocar en la personalidad de sus consumidores y seguidores, nos respondió: «Conocí Dragon Ball cuando lo pasaron por televisión hace unos diez o doce años y, sobre todo, por la repercusión que tuvo en los niños que yo conocía, especialmente en mis pacientes pequeños. Estaban muchas veces absorbidos por esos personajes y les encantaba dibujarlos y desarrollar escenas de la serie durante las sesiones. Me traían a la consulta los cromos y cartas con las descripciones de dichos personajes para comentarlas, pues muchos de sus compañeros en el colegio las tenían. Recuerdo por aquel entonces la gran polémica que hubo acerca de su violencia, sobre todo porque la veían muchísimos niños pequeños que se veían impactados por escenas que no alcanzaban a comprender. Creo que el problema consistía en que muchos padres consideraron erróneamente la serie como algo estrictamente infantil, y no lo es. A los niños y a los adultos les gusta identificarse con personajes que luchan, son poderosos y vencen al mal, que encarnan ideales como la perseverancia, la astucia o la verdad. Esta serie juega mucho con todo eso, por lo que entusiasma. Lo malo es la persona que, no habiendo madurado lo suficiente, no asimila adecuadamente las cosas que le gustan e impactan. A los niños les gusta ver violencia, pues les ayuda a descargar sus propias frustraciones y aun más cuando es evidente que ésta pertenece a un mundo irreal e inexistente. La discriminación debe estar clara y cuando no lo está es cuando produce daño. Referente al fenómeno
—301—
de masas que este tipo de entretenimiento es capaz de crear, opino que serán sanas e incluso beneficiosas siempre que, como ya he dicho, lo que se viva de forma individual esté metabolizado con la suficiente madurez por parte de cada uno de esos seguidores. Algo que no siempre pasa».
—302—
NO ES COMPATIBLE SER CÍNICO CON EL SIGLO XXI por MANUEL JOSÉ SIERRA HERNÁNDEZ
Manuel José Sierra Hernández, Arquitecto.
RESUMEN En 1992, el filósofo norteamericano Francis Ford Fukuyama, ante el final de la Guerra Fría, predijo el fin de la historia como una situación en la que gracias a la democracia todos los seres humanos verían sus necesidades resueltas. La complejidad, la amplísima gama de servicios y de productos que podemos contemplar si vamos al interior de nuestras ciudades o en Internet puede ser un síntoma de ello. Pero en estos lugares contemplamos algo más, el público no sólo se dedica a consumir, sino que también produce. No es ya exclusivo de los gobiernos y de las grandes corporaciones el delimitar los límites de la producción. La complejidad, de este modo, aumenta hasta límites insospechados, tanto que marea, tanto que nuestra mirada es incapaz de contemplar de una manera holística todo el universo a su alrededor; tanto que los gobiernos y las grandes corporaciones pierden su capacidad de control de la realidad. La mayor violencia que se puede ejercer en la actualidad es aquella destinada a reducir esta complejidad, y eso sólo se consigue regresando al estado anterior al fin de la historia, al enfrentamiento entre grandes bloques. Aunque en realidad, la historia no finalizó con Fukuyama, quizás la gran historia de los grandes acontecimientos, pero queda la historia de lo pormenorizado, de la producción de la complejidad. Por tanto, la complejidad no es un estado que tiene que abatirse por la dificultad del control, sino una rebelión que desde abajo, que desde los seres individuales, se acomete.
—304—
S
UPE que había llegado a la metrópoli porque al bajar del tren tenía seis dedos en la mano izquierda. Con el paso de las horas, la calle, el metro, el trabajo,..., el apéndice mutante fue disolviéndose; pero la impresión ya estaba ahí. Intenté cavilar qué era lo que había ocurrido, y pronto descubrí que la razón se debía a lo mismo por lo que mi mirada de repente había perdido profundidad. En el tren observaba a lo lejos y veía bosques, montañas, prados,... un paisaje legible en definitiva. Ahora ya no era así; si me atrevía, como un friki más paseando por el ancho bulevar, a mirar a la avenida con profundidad, lo que contemplaba era un sinfín de mundos distintos, de detalles tras cada esquina, de colores, de texturas, de razas, de credos, de composiciones, de productos comerciales, de marcas, de tiendas de moda, de cines, de teatros, de museos, de expresiones, de estatus divergentes, de revistas, de periódicos deportivos, de turistas con cámara, de vagabundos, de pordioseros, de estrellas porno y no tan porno, de deseos, de aspiraciones, de novedades, de revivals, de pastas de libros, de carátulas de discos y de DVDs, de zapatos, de estatuas vivientes y no tan vivientes, de quioscos, de profesiones, de vidas paralelas,... en conclusión, un sinfín de estímulos. Eran tantas las vibraciones que recibía que conforme desviaba la vista de lo inmediatamente adyacente el aire temblaba e incluso se volvía turbio. Aún más puesto que a veces tenía la sensación de que incluso me mareaba. No tenía ni que moverme, tan solo mirar hacia otro lado y era como si en un segundo me hubiera desplazado por una montaña rusa cientos de kilómetros. Cuanto esto sucedía echaba de menos la incorporación del sexto dedo mutante como ampliación del control de la situación. Pero éste no regresó y con ansias de ayuda cuando vi en un escaparate el libro Las leyes de la simplicidad, de John Maeda,33 el título inmediatamente me sedujo. Sobre 33 Maeda, John, 2006. Las leyes de la simplicidad. Editorial Gedisa, Barcelona, 2007. Traducción de Iñaki Ogallar. 100 páginas.
—305—
todo cuando descubrí que la base de la teoría del tecnólogo del MIT descansaba en el hecho de que en un mundo tan complejo, con tanta información, mejor dicho, con tanto exceso de información a veces innecesaria e inconveniente, una rama del nuevo diseño había comenzado a especializarse en la cuestión de que el público había empezado a pagar porque por favor le redujesen parte de esa información. Un ejemplo se encontraba en el Ipod de Apple, que a pesar de haber reducido funciones y posibilidades frente a parte de sus competidores, su diseño sencillo e inmediatamente abarcable le había asegurado un éxito sin igual. Otro ejemplo se hallaba en los equipos de visión y de sonido de Bang & Olufsen, los cuales sin tener mayor calidad de sonido ni más funciones que otros equipos más baratos, su estilo y configuración exclusiva que invitaba a “olvidarse de todo y limitarse a contemplar y a escuchar” permitía que las sucursales de la marca se extendiesen a lo largo y ancho del globo. Expresado con otras palabras, ¿cuántas veces no habremos deseado ante el catálogo de móviles con tantas funciones que si les azuzas un poco incluso hasta podrían volar, un aparato que se limite a las llamadas y a los mensajes y si acaso a hacer fotos? No obstante, con el paso de los días y las semanas en la metrópoli descubrí que de ningún modo estos diseños que simplificaban la comprensión del aparato, reducían la complejidad en el extenso viario de la ciudad. Si acaso respondían a una pauta de comportamiento que el ser humano había establecido, y era que frente a la inmensa complejidad, a la inmensa diversidad de situaciones y de aspectos, con el tiempo el individuo tiende a especializarse momentáneamente en una sola cosa. Si uno se mete en Internet, tras horas navegando por extensísimos universos, por ingentes variedades de datos y de contenidos, al final termina reivindicando lo simple: el sexo, para una vez satisfechos sus instintos volver a enfrentarse a lo diverso. Los aparatos que señala Maeda, su éxito, más que reducir la información innecesaria, se basa en que encauzan el camino tras un instante de embotamiento; pero no reducen la complejidad. Como deja intuir el propio autor en otro apartado, la simplicidad sólo implica un momento transitorio en la vida de la
—306—
persona. La simplicidad no tiene sentido si antes o después el individuo no se enfrenta con lo diverso para poder elegir entre sus muchas facetas. Dicho de otro modo, que en cuanto nos hartemos del minimalismo japonés sea posible que incluso reivindiquemos lo rococó. Y que cuando nos cansásemos del rococó tengamos la opción de redecorar nuestro piso con muebles de Ikea o con cuadros de Mondrian. Pero que siempre tengamos la opción. Que nadie nos dispense de la posibilidad del embotamiento. Que nadie nos elimine la posibilidad del enfrentamiento con la complejidad. Sólo desde ella podremos ejercer nuestra prerrogativa hacia lo simple. Sólo desde ella podremos considerar tener capacidad de elección. Y la única violencia posible hacia nuestras personas en estas circunstancias es que alguien trate de simplificarnos tanto la situación que de repente podamos volver a mirar con profundidad. En eso consiste ahora nuestra historia, en lidiar con lo infinitamente diverso, y en proteger dicha posibilidad. BAJO LA SOMBRA ATENAZADORA DEL SIGLO XX CUARENTA SIGLOS NOS CONTEMPLARÁN. Caminando por las calles de la metrópoli y siendo ya consciente de mi nuevo papel ante la historia, comencé a cavilar en aquello que podría negarme mi capacidad de elección. Así, cierto día encontré en una revista de divulgación un artículo que me llamó bastante la atención. Lo leí de cabo a rabo detenidamente, varias veces, y la única conclusión a la que llegue fue que no sabía si reírme o en cambio echarme a llorar. El artículo era un recordatorio del atentado de las torres gemelas, de aquel once de septiembre donde el mundo cambió definitivamente dando paso al siglo XXI de una manera dramática, al igual que el asesinato del archiduque Francisco Fernando y de su esposa a manos del estudiante serbio Gavrilo Princip en 1914 supuso el amanecer del siglo XX. Tengo mi propia opinión sobre el tema. En 1992, tras la caída del muro de Berlín y la guerra de Irak, hubo un pensador americano, un tal Francis Ford Fukuyama, que proclamó el fin de la historia como una situación
—307—
a la que podría llegar en breve y en la que todos, gracias al triunfo de la democracia sobre el resto de los sistemas de gobierno, verían pronto sus necesidades resueltas. Si esto era así, entonces de ningún modo el atentado a las torres gemelas había significado el paso al siglo XXI, más bien supuso un retroceso al estado anterior al fin de la historia, una continuación del siglo XX. Si acaso, porque consideraba y sigo considerando que no hemos entrado todavía en el siglo XXI, como primer acto se podrían argumentar las manifestaciones que en todo el mundo se sucedieron contra la guerra de Irak, o si me apuran, en 1998 a favor de la liberación de Miguel Ángel Blanco. La mayoría estuvimos allí. Y comprobamos por nosotros mismos cómo por primera vez el pueblo en su conjunto, sin divisiones, sin consideraciones como nosotros somos los pacifistas, o los fascistas, o los comunistas, o los socialistas, o los populares, o los hippies, o los culturetas alternativos, se echó a la calle con el grito “Basta ya”; no queremos bloques, lo que queremos es vivir en paz, no más atentados, no más secuestros, no más miedo, no más el pánico nuclear de los ochenta, no más guerras colonialistas o por el aseguramiento del poder mundial como la de Vietnam. El atentado de las torres gemelas supuso una escalada del miedo y del terror en todo en el mundo. En Estados Unidos incluso se plantearon ciudades camufladas en medio de bosques para que los aviones no se estrellaran contra ellas. Como Wim Wenders mostró en su película “Tierra de abundancia”, el estado de paranoia que se generó recordaba francamente bien a la situación que se vivió cuando la crisis de los misiles en Cuba. Pero en vez de bombas nucleares, los refugios se protegían contra las armas químicas y bacteriológicas; y el enemigo, en vez de tratarse de una nación entera e identificable que como Estados Unidos se extendía entre el Atlántico y el Pacífico, descansaba en un ente sin límites definidos, englobado en un afán religioso e ideológico, y cuyo poder radicaba en la dificultad de detección de sus células. El siglo XX había vuelto con toda su potencia. El enfrentamiento entre bloques se había retomado: Francia e Inglaterra contra Alemania, el Eje contra los Aliados, el capitalismo contra el comunismo, el capitalismo contra Al Qaeda, la democracia contra el eje del mal. Sí, el
—308—
siglo XX había regresado en toda su plenitud, mejor dicho, nunca había desaparecido del todo, la vieja idea occidental de tú eres malo y yo soy bueno, tú debes desaparecer y yo debo prosperar. Alguien, un iluso, un soñador que no tiene los pies sobre la tierra, diría que una solución a todo esto se encontraría en la “alianza de las civilizaciones”. Pero el problema sigue existiendo: yo soy yo y tú eres tú, yo tengo mi espacio y tú tienes el tuyo. Hoy nos aliamos, momentáneamente, pero mañana podríamos enfrentarnos. La solución, en cambio, es bastante clara: consiste en disolverse, como desde hace décadas viene ocurriendo en las metrópolis, en los escenarios polifacéticos y multiculturales de las grandes urbes. Nada de caracteres contrapuestos, todos formando parte de la misma complejidad. Nada de parapetarse tras un muro de tópicos, sino lanzarse al mundo y fomentar lo infinitamente diverso como respuesta a la simplicidad del siglo XX, o como diremos más adelante, fomentar la posibilidad de lo simple complejo frente a lo simple simple. La nueva historia se halla ahí, el paso al siglo XXI se encuentra en la disolución. Y aunque tengan que pasar cuarenta siglos, todos bajo la denominación de siglo xx, todos bajo el signo de la lucha entre bloques, que al final se acabará consiguiendo. NO ES COMPATIBLE SER CÍNICO CON EL SIGLO XXI. Cierto día, envuelto por el anonimato de mi blog personal, redacté el siguiente chiste/reflexión. Un padre explicándole a su hijo las maravillas de “Google Earth”: — Puedes ver cualquier lugar del mundo, incluso tu casa, desde el cielo. Puedes ver Nueva York, puedes irte a Dubai y comprobar las barbaridades que los principes de los Emiratos están montando en medio del mar. Puedes contemplar la plaza Catalunya de Barcelona, la Sagrada Familia, la Giralda en Sevilla, la Alhambra en Granada, la torre Eiffel en París,... En general, puedes ir a cualquier parte del mundo, comprobar lo que allí existe, e incluso comprobar de qué color son los coches y los camiones.
—309—
A lo que el hijo contesta: — Y si enfoco hacia Bagdad, ¿podré ver el humo de los atentados suicidas? Los comentarios que siguieron a este chiste/reflexión directamente a mi correo personal fueron muy variados, desde “muy bueno”, pasando por “una manera curiosa de reflejar la tragedia de nuestros días”, hasta alguien que compaginó la palabra “inmoral” con “cínico” en la misma frase. Pensé sobre esto último y caí en la conclusión sobre lo fácil que resulta ser cínico en estos días. El primer paso hacia la disolución consiste precisamente en lo fácil y rápido que uno podría llegar a convertirse en un cínico en apenas un suspiro. A la paranoia global sobre el peligro terrorista sigue la otra aún más grave acerca de la conciencia en la gran conspiración que se cierne sobre la sociedad al completo, acerca de la imagen que todos se han conformado de una manera u otra sobre un capítulo de decenas de caracteres del estilo Monty Burns que periódicamente se reúnen en sus mansiones para elucubrar cómo podrán a continuación manipularnos. Resulta demasiado fácil ser cínico, tan solo hay que pensar que tras las supuestas buenas intenciones de los gobiernos y de los medios de comunicación se encuentra una razón maquiavélica. Si Bush dice blanco, nosotros pensamos negro; si Bush dice que huele a flores nosotros pensamos que se encuentra en un cementerio. Demasiado fácil, tanto que sin duda el primer paso hacia la disolución se encuentra en esta extrema facilidad con que podía mostrarse cínico. Pero con ello nunca entraremos en el siglo XXI. El “Google Earth” es una posible herramienta de disolución. Tanto se puede ver desierto como selva, tanto se puede contemplar una ciudad cosmopolita como el perfil de una aldea en un valle perdido del Himalaya. Pero mientras se pueda formular una afirmación cínica, tanto más da; los bloques siguen en conflicto, siguen en lucha, siguen considerando que una broma, que un determinado comentario pueda resultar inmoral y peligroso. Sigue existiendo el uno contrario al otro, “¿cómo puedes decir esas barbaridades? ¿Acaso no eres “uno de los nuestros”?” El programa “Google Earth” nos muestra las maravillas del mundo mientras compatriotas de
—310—
quienes lo hicieron posible siguen haciendo de las suyas en países tan alejados de su propio hogar como el sol o la luna. Mientras puedan argumentarse este tipo de chascarrillos el siglo XXI no podrá darse; mientras se siga pensando que uno se encuentra en el interior de una conspiración, tal paso no podrá realizarse; mientras los políticos en las Cortes, en el Congreso, en el Senado, etc., no se dignen a ser capaces de acoger los argumentos del otro como suyos propios, lamentablemente el progreso de la historia se habrá detenido. Si la solución para llegar al siglo XXI se halla en la disolución, el cinismo no podrá darse porque formará parte de esa disolución. No se considerará inmoral, se considerará un afecto más. No será destrucción como algunos podrían querer ver, no resultará necesariamente peyorativo. Con una afirmación que hoy puede resultar exclusivamente cínica, con la disolución en el futuro llegaríamos a crear algo ambiguo, diverso, que se puede ver desde muchos puntos de vista. Si desde la perspectiva del siglo XX, de los grandes bloques que se enfrentan, el cinismo implica perversión, desestabilización,... desde el siglo XXI este sentimiento de perversión desaparecerá puesto que la misma perversión devendrá contenida dentro de la complejidad. AHORA BIEN ¿POR QUÉ EL SIGLO XXI? Esa es una buena pregunta: ¿por qué insistir tanto en el siglo XXI? Quizás me esté sobrepasando al suponer que el siglo XXI debiera ser algo y no lo otro. Al fin y al cabo no es más que una división arbitraria del tiempo. Pero llevo tantos años soñando, la humanidad lleva tanto tiempo elucubrando cómo será, fabricando novelas, artilugios, aparatos, suposiciones,... que defrauda que sea esto, una continuación de la gran historia de los imperios y de los personajes semidivinos. Simplemente me niego a que sea esto, no puedo admitir que el compendio de todos aquellos productos de la fantasía y de la imaginación quedase en algo tan burdo y tan simple. Es cierto, muchas novelas de ciencia ficción consideran que la lucha entre bloques continúa en el siglo XXI. Arthur C. Clarke en 2001, una odisea en el espacio,
—311—
representaba la realidad en la Tierra desde Saturno como una continuación de la tensión entre el capitalismo y el comunismo. George Orwell, en 1984, quizás no más allá del 2001, pero sí con vistas hacia ese futuro, plasmó una realidad bastante pesimista donde las libertades de los seres individuales estaban coartadas por motivo de la lucha entre tres grandes bloques. Pero como a menudo se ha dicho, la buena ciencia ficción es aquella que a pesar que habla del futuro es capaz de explicar y de contener el presente. En este sentido el siglo XXI representa para nosotros lo que el mito del oeste para la cultura clásica: en el oeste más allá de las columnas de Hércules se encontraba el fin del mundo, así como el Hades, así como el jardín de las Hespérides, así como el enemigo atlante, así como el país del oro y de la plata de Tartessos. El oeste era un espejo donde se reflejaban todos los miedos y todas las aspiraciones de los ancianos romanos, griegos y egipcios. E igual ocurre con el siglo XXI, una proyección, un esperpento, una pesadilla que sin embargo atrae mucho más que el reflejo de Narciso en el agua. Como dijo Stanislaw Lem en su obra Solaris, el ser humano no busca extraterrestes, se busca a sí mismo deformado por el espejo de sus propios deseos. Y eso era lo que suponía el inicio del tercer milenio, la proyección de todos los miedos y todas las aspiraciones, la conformación de un inconsciente colectivo tergiversado en el horizonte. Y eso es lo que trataremos que sea. Y si no puede ser así, si los bloques siguen luchando, tendremos que inventarlo. ¿Por qué el siglo XXI? Porque es la consecuencia lógica y posterior a lo que buena parte de la humanidad aspiró durante el XX ¿Y en qué se diferenciará una época de otra? En que si en una se dedicó a soñar, en la otra sus esfuerzos se encaminaron a materializar dichos sueños en su mundo alrededor. El siglo XXI supone el amanecer de la nueva historia. Si Fukuyama teorizó sobre el fin de ésta, en realidad lo hacía sobre la “gran historia”, pero se olvidó de la pequeña, aquella conformada con pequeños gestos a raíz de las aspiraciones de cada cual. A menudo se ha criticado al tiempo en el que vivimos, a la era que desde mediados de los noventa se ha continuado hasta la actualidad, por el agotamiento de ideas que se
—312—
está viviendo. Puede que las composiciones musicales sean cada vez más perfectas, de combinaciones de sonidos más elaboradas; pero no ha habido un grupo de música que haya ofrecido algo medianamente original desde los ochenta. Es cierto, no se puede comparar el alarde de ingeniería musical de grupos como Chemical Brothers, Daft Punk, Air o Fatboy Slim con los primitivos sonidos electrónicos de Kraftwerk, pero sin embargo fue el grupo alemán el que abrió el camino. Lo mismo ocurre con la pintura, con la escultura, con el cómic. No tanto a priori con la arquitectura de la que se dice que es el único arte que todavía es capaz de ofrecer una revolución ¿En serio? Rem Koolhaas, uno de los arquitectos vivos más influyentes, no deja de argumentar que él no hace otra cosa que recuperar los “restos olvidados sobre el campo de batalla”, en otras palabras lo que ya hicieron otros pero que quedó relegado al olvido porque en su momento las autoridades o la élite no supieron considerarlo ¿Y qué decir del cine? ¿Del agotamiento de ideas de la industria? Ya extinto el verano del 2007, resulta que los mayores éxitos han sido Transformers (una colección de juguetes de los ochenta), La Jungla de Cristal 4.0 (enésima parte de un clásico de los ochenta-noventa), y Los Simpsons (después de diecinueve temporadas). “Menos mal”, y digo menos mal entre comillas, que nos queda el cine de autor que nos llega desde Asia, desde Oriente Medio, desde Europa del Este,... Aquel sin aspavientos, de planos sencillos, minimalistas, que recalca el intimismo y el paso del tiempo, tanto que casi se pudiera decir que se es capaz de observar cómo crece la hierba. Pero cineastas como Wim Wenders o Jim Jarmusch ya desarrollaron este tipo de lenguaje fílmico hace décadas. En definitiva, la novedad radical brilla por su ausencia, por la cada vez mayor dificultad de ser conformada. Lo que surge hoy en día son recuperaciones, revitalizaciones, reinterpretaciones, combinaciones y recombinaciones, pero no novedad; en definitiva, producir sobre lo ya producido, variar sobre lo ya existente. Y sin embargo he aquí la clave de la disolución. Recuperamos, no dejamos de recuperar y de variar sobre lo ya existente, pero variamos. No es alguien que desde su estudio particular inventa una nueva concepción del arte, no
—313—
es otra persona quien indique qué es lo que tenemos que hacer o que seguir, soy yo que en este momento recupero algo del pasado, lo reinterpreto y lo convierto en un objeto del presente para mi propio provecho y disfrute. Soy yo el que adquiere cultura, el que hace cultura, el que publica en un blog sus opiniones, el que como un periodista gonzo al estilo Hunther S. Thompson observo algo, lo transcribo por mi particular manera subjetiva de ver, y lo transformo en cultura. Esta es la clave de la disolución, la apropiación de la cultura y la multiplicación de la misma. Ésta es la llave que permitirá el paso al siglo XXI, si las novelas de ciencia ficción hablan del futuro para expandir la comprensión del presente, entonces el siglo XXI como el verbo hecho carne, se basa en esta amplificación de la cultura, en la proliferación de la complejidad hasta límites inabarcables donde lo cínico desaparezca porque en vez de destrucción, lo que produzca sea un objeto más a tener en cuenta dentro de lo infinitamente diverso. Pero para ello hace falta un agente, un catalizador cultural. Y discúlpenme si parezco cínico cuando digo que dicho catalizador se halla en la persona del friki porque éste es el único momento en el que no lo soy.
O
ELOGIO DE LO EXTRAVAGANTE “NACIDOS EL VEINTICINCO DE MAYO”.
Normalmente se suele atender al término friki un sentido peyorativo. Proveniente del inglés “freak” que viene a significar raro, extravagante, grotesco,... este vocablo era utilizado para designar aquellos fenómenos de feria que como la mujer barbuda o el hombre elefante viajaban de pueblo en pueblo para satisfacer la curiosidad y la pasión por lo extraordinario de las gentes. Más tarde, con el advenimiento de los medios de comunicación, el término freak, y así llegó al castellano, servía para categorizar a aquellos personajes inclasificables con una afición tan desmesurada por algo que ésta llegaba a deformar su aspecto y su modus operandi hasta incluso aparecer en algunas ocasiones estrafalario. Con el paso del tiempo el término se amplió, cualquier
—314—
especialista en un tema, cualquier aficionado a algo que le puede llevar desde ser un simple coleccionista hasta conformar un modo de vida, es un friki de ese tema. En cualquier caso, hay que distinguir al friki del mero consumidor, hay que implementar una diferencia providencial entre ambos. La señalamos anteriormente, al friki su afición llega a transformar su propio comportamiento, su acción no es solamente consumir un producto, ya sea música, cine, comic, arte,... al hacerlo ha subjetivizado previamente el entorno que le rodea, ha denotado de él lo que más le interesaba, se ha apropiado de ello, del hecho cultural que supone, lo ha trascrito y lo ha convertido en algo tangible, en algo que ha devuelto al mundo, aunque sea únicamente un aspecto de sí mismo, un reconocimiento de cara al exterior, como que se trata de un coleccionista, ¿no es esto acaso lo que se propone en la disolución? La creación de nueva información que redunda en la complejidad. No son ya las circunstancias del entorno las que conforman la cultura, sino que es la cultura a través del friki lo que da de sí lo que va a ser la realidad. En este momento en el que se ha llegado a una situación en el es francamente difícil desarrollar una novedad radical, en este momento en el que todas las circunstancias posibles han sido absorbidas y han dado de sí una plasmación estética en la sociedad, es el friki como digestor cultural, que digiere cultura y la transforma en cuerpo, el nuevo adalid del progreso. El progreso, una vez anunciada la nueva historia como aquella de lo pormenorizado, no es tanto inventar como variar sobre lo ya realizado y aumentar el catálogo de piezas, de posibilidades, de diversidad de datos sin conformar nuevos movimientos. De este modo, es normal que uno comience a desear la conformación de un sexto dedo mutante. Paseamos por la ciudad, o por el propio Internet, y es tal la cantidad de información en tan poco espacio, la densidad que la actividad del friki, del nuevo digestor cultural, comete, que resulta imposible de abarcar. Ante esto, la conspiración como tal no puede darse, ¿quién es capaz de acoger tanta información? ¿Quién es capaz de tener en cuenta tantos propósitos, tantas aspiraciones? El objetivo de las empresas ante el siglo XXI, siguiendo la lógica de John Maeda, ya no es tanto producir objetos como
—315—
ofrecer una organización que nos permita gestionar eficazmente y de una manera sencilla toda la información que podamos desear. El Ipod de Apple es un modo de organizar la información, los equipos de Bang & Olufsen son modos de organizar la información, las páginas web son modos de organizar la información. Curiosamente, el Hotmail cada vez pierde más adeptos en contra del Gmail ¿Y cuál es la diferencia? Que Gmail no cambia su formato de eficacia contrastada, mientras que Hotmail no hace más que ofrecer actualizaciones cada vez más complejas y absurdas. Es por ello que si me hablan de la conspiración diría que no existe tal conspiración ¿Quién podría querer retomar tal? La creación de cultura, la ampliación de la información existente, desvaría las estructuras del poder. Si los grandes señores, si las grandes firmas, quieren controlar esta situación, adelante, que se compliquen la existencia. Ellos mismos han acabado siendo esclavos de lo infinitamente diverso en el presente. La sencillez de los diseños no sólo responde a las necesidades de la gente, sino a elucubrar un diseño que sea amoldable a la mayoría de los caracteres. Tal es la diversidad que ni ellos mismos pueden controlarla. Cada vez consumiremos menos y produciremos más. Cada vez esta producción conllevará menor gasto de energía y de recursos puesto que derivará de productos materiales a ideas. Cada vez más esta producción redundará en la calidad de vida de los ciudadanos más desfavorecidos o del tercer mundo puesto que la complejidad, como la selva o el bosque que trata de invadir los prados alrededor, se expande, tiende a esparramarse, incitándoles a tener una identidad propia con la que defenderse, con la que constituir una cultura, un modo de ser y de prosperar. Ante esto, la conspiración, si es que existe tal puesto que los hechos actuales pueden ser sencillamente un producto de las circunstancias, cada vez se halla más enfocada, cada vez es más clara. La única violencia que hoy en día se puede denotar como producto de una conspiración, es aquella que se empeña en afirmar y en recomponer la situación como un enfrentamiento entre bloques. Esto es, una vuelta al pasado, un alargamiento del siglo XX; la situación se les va de las manos y por ello no pueden retrotraer otra cosa
—316—
que el terror como excusa. Regresemos a lo simple, pero no a lo simple tras el embotamiento, sino a lo simple simple, lo simple sin alternativa compleja: el miedo, el tú eres tú y yo soy yo, hoy me alío a ti pero mañana podremos enfrentarnos. Lo negativo no es Estados Unidos ni es el islamismo radical, o los comunistas, o los israelitas, o los palestinos, o los rusos, o los chinos, o los hindúes, o los paquistaníes, o los norcoreanos,... sino que todos estos grupos se dispongan enfrentados, que simplifiquen del modo como lo hacen. Por ello, concluyo reafirmándome en el orgullo de ser un “nacido el 25 de mayo”, con el derecho y el deber de seguir produciendo cultura e información, con el derecho y el deber de seguir siendo cínico hasta que ya no se pueda seguir siéndolo cuando el sarcasmo, en vez de destrucción, lo que haga sea realmente construir cultura. Por ello, con la mirada al frente y trasponiéndome a cualquier intento de tragedia simplificadora, afirmo con total convencimiento que frente al signo de la violencia que se pretende ejercer sobre nosotros, “hoy día ser friki resulta mucho más subversivo que ser anarquista, comunista o revolucionario”.
—317—
149
ÍNDICE Saludo a los congresistas Aviso amistoso Normas generales Presentación Participantes en el proyecto Comité científico Programa
5 7 11 15 19 21 23
CONFERENCIAS El retorno de la cordura, la razón crítica. Apuntes para una reflexión JAVIER ARMENTIA 27 Cambio climático en los medios. Versiones en la cultura popular. MANUEL BARRERO RODRÍGUEZ
37
¡No permitas que te engañen! Sé algo que ustedes no saben LUIS ALFONSO GÁMEZ
95
Algunos ejemplos de violencia diferida JESÚS GARCÍA CALDERÓN
105
Los riesgos del progreso FEDERICO GARCÍA MOLINER
133
Publicidad y poder ANTONIO MONTERO
143
Reflexiones sobre violencia desenfocada DAVID PASTOR VICO
149
¿Qué debemos saber del Universo y qué debemos olvidar? JUAN PÉREZ MERCADER
163
Ciudadano ¿quién? (La mística del materialismo capitalista) JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ
169
Las agresiones contra los consumidores RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA
187
Violencia, poder y comunicación JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS
247
—319—
PONENCIAS Realidad contra ficción los mecanismos de la divulgación al servicio del bulo y la pseudociencia. 253 JOSÉ A. CANO DEL RÍO Violencia. Manga y anime VICENTE RAMÍREZ JURADO
277
No es compatible ser cínico con el siglo XXI MANUEL JOSÉ SIERRA HERNÁNDEZ
303
—320—
N
O
T
—321—
A
S
N
O
T
—322—
A
S
N
O
T
—323—
A
S
N
O
T
—324—
A
S