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Spanish Pages [148] Year 2017
Investigaciones actuales en Lingüística
UAH OBRAS COLECTIVAS HUMANIDADES 62
Vol. IV: Sobre el discurso
Investigaciones actuales en Lingüística Vol. VI: Sobre el discurso Ana M. Cestero Mancera M. Eugênia Olímpio de Oliveira Silva (editoras)
SERVICIO DE PUBLICACIONES
El contenido de este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados. © Universidad de Alcalá, 2017 Servicio de Publicaciones Plaza de San Diego, s/n 28801 Alcalá de Henares www.uah.es I.S.B.N.:978-84-16599-43-1 Composición: Solana e Hijos, A. G., S.A.U. Impresión y encuadernación: Solana e Hijos, A.G., S.A.U. Impreso en España
Imagen Cubierta: Autor: Renoir «Luncheon of the Boating Party 1880-1881» https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/ea/Auguste_Renoir_-_Luncheon_of_the_ Boating_Party_1880-1881.jpg?uselang=es
Índice
PReSenTAciÓn
AnA M. Cestero MAnCerA y M. eugêniA olíMpio de oliveirA silvA (UniversidaddeAlcalá) .................................................................
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PARTe i capítulo 1.
Losverbosatípicosintroductoresdediscursodirectoen lostextosperiodísticos:lainterferenciadelniveldiscursivo doinA repede (UniversidaddeSevilla).......................................... capítulo 2. Discursoymodaenunarevistadealtagama:TELVA,2015 pilAr Fernández MArtínez (UniversidadSanPabloCEU)............ capítulo 3. Lafraseologíaeneldiscursodelcómic:elcasodelos cómicsdeIvà pelegrí sAnCho CreMAdes (UniversitatdeValència)..................... capítulo 4. Elproyecto“Lenguajeyculturadelasalud” viCent sAlvAdor liern (UniversitatJaumeI).................................
17 35
51 67
PARTe ii capítulo 5.
Antecedentesteóricosdelapragmáticalingüística:Grecia yEdadMedia M.ª isAbel lópez MArtínez y eulAliA hernández sánChez (UniversidaddeMurcia).............................................................................. capítulo 6. Unarevisióndela‘languediscursive’enSaussurey Guillaume AlFredo segurA tornero (UniversitédeLiège)............................ capítulo 7. Losusosdeluso lingüístico:unaperspectivahistoriográficadesdelosCuatro palmetazos deBartoloméJoséGallardo Alberto esCAlAnte vAronA (UniversidaddeExtremadura) ........... capítulo 8. Elcambiodiscursivocomoproblemateóricoydescriptivo MAnuel MArtí sánChez (UniversidaddeAlcalá).............................
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PReSenTAciÓn
AnA M. ceSTeRo MAnceRA universidad de Alcalá [email protected]
M. eugêniA olÍMPio de oliveiRA SilvA universidad de Alcalá [email protected]
E
staobraconstituyeelcuartovolumendelaserie investigaciones actuales en lingüística yrecoge,comoseindicaeneltítulo,unconjuntode trabajosqueatiendencuestionesrelativasaldiscurso.Porsunaturaleza,los estudiosreferentesalosfenómenosdiscursivossedistinguenporsudiversidadeinterdisciplinariedad.Enconsonanciaconello,loscapítulosqueintegranestelibrosecaracterizannosoloporlostemasespecíficosquetratansino,también,porlapluralidaddeperspectivasdeestudioadoptadasenlabase decadaaportación.Además,esposiblemencionarotrosdospuntosdeconvergenciaentrelostrabajosqueaquísepresentan:suactualidad,dadoqueen sugranmayoríasetratadeinvestigacionesqueseencuentranendesarrollo,y suclaravoluntadintegradora,presenteenlaarticulacióndeunenfoqueteóricoydescriptivoenmuchoscasos. Ellibroestáorganizadoendosgrandespartesycadaunadeellas,asu vez,estácompuestaporcuatrocapítulos.Estadivisiónsirveparadiferenciar, porunlado,aquellosestudiosque,ademásdeenmarcarsedeformamásdirectaenelcampodelanálisisdeldiscurso,trabajancon eldiscursodesdeun puntodevistaactualy,porotro,aquellostrabajosqueadoptanunaperspectivahistoriográficaenlaconsideracióndeaspectosque,enalgunoscasos,tocandemaneratangencialelniveldiscursivo.
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AnA M. CEstEro MAnCErA y M. EugêniA oLíMPio DE oLiVEirA siLVA
La primera parte de la obra se inicia con el capítulo “Los verbos atípicos introductores de discurso directo en los textos periodísticos: la interferencia del nivel discursivo”. En él, Doina Repede (Universidad de Sevilla) analiza el comportamiento de un grupo de verbos atípicos introductores de discurso directo, como abofetear, afilar, airear, atizar, atacar, hilar, etc., a partir de un corpus formado por 6 periódicos españoles actuales: 20 Minutos, Libertad Digital, La Voz Libre, Europa Press, Público.es y El Periódico.com, en sus ediciones digitales, en un período comprendido entre 2012 y 2014. Los resultados dan cuenta de la recurrencia de tales unidades, y permiten a la autora reflexionar sobre qué relación existe entre la posición del discurso directo y el sentido léxico atípico de los verbos estudiados, así como de qué modo se configuran estos lexemas verbales para que refieran la cita en discurso directo. Repede se centra en la forma en que se organiza el decir en el enunciado y señala que la ausencia del decir en el nivel léxico se suele sustituir por otros procedimientos, lo que lleva a la necesaria distinción entre el semantismo de un verbo y su función dentro del enunciado como discurso directo. Finalmente, indica que la organización sintáctica parece favorecer la aparición de verbos cuyos significados no conllevan la idea de referir la palabra del otro. En el capítulo 2, “Discurso y moda en una revista de alta gama: TELVA, 2015”, Pilar Fernández Martínez (Universidad San Pablo CEU) muestra cómo el “curioso idioma de la moda” se ha convertido en un “fasolecto”. Para llevar a cabo su estudio, la autora examina los textos sobre moda que aparecen, a lo largo del año 2015, en las portadas, en los sumarios y en las secciones TELVA.com, LO ÚLTIMO MODA y MODA. Los análisis cualitativos y cuantitativos que realiza le permiten identificar los modos enunciativos más habituales en este tipo de discurso (las modalidades declarativa, yusiva e interrogativa), así como los principales recursos expresivos y los procedimientos de creatividad léxica empleados. Su objetivo es demostrar que la lengua de la moda es una lengua sectorial en la que los recursos expresivos son manipulados para influir en el destinatario y, en consecuencia, que en este tipo de texto predomina una técnica persuasiva que poco tiene que ver, en muchas ocasiones, con el contenido del propio mensaje, y se trata, creemos, de un objetivo cumplido. Pelegrí Sancho Cremades (Universitat de València), en el capítulo 3, “La fraseología en el discurso del cómic: el caso de los cómics de Ivà”, analiza un conjunto de unidades fraseológicas extraídas de tres colecciones de cómics (¡Cagontó! y los dos volúmenes publicados dedicados a Makinavaja, “El último chorizo”), escritos por Ivà, seudónimo de Ramón Tosas. La muestra reunida, un total de 671 unidades, constituye un corpus de diferentes tipos de fraseologismos, ya que el autor parte de una concepción ancha de la Fra-
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seología, que incluye no solo locuciones, fórmulas oracionales, refranes y citas sino, también, marcadores discursivos. Además de clasificar las unidades fraseológicas encontradas, Sancho Cremades registra el número de ocurrencias y examina su marcación diafásica, teniendo en cuenta los datos suministrados en dos importantes diccionarios fraseológicos. Asimismo, ofrece una serie de consideraciones sobre el papel que desempeñan estos fraseologismos en el texto, cómo se configuran y qué representan, logrando presentar un retrato de la fraseología que aparece en las historietas de Ivà y una caracterización del uso de los fraseologismos en sus cómics. En el capítulo que cierra la primera parte, “El proyecto “Lenguaje y cultura de la salud””, Vicent Salvador Liern (Universitat Jaume I) presenta un proyecto de investigación de tipo “Explora”, desarrollado por un equipo interdisciplinar de 12 investigadores procedentes de distintas universidades, en el que se aúnan diferentes ámbitos de conocimiento, como el análisis crítico del discurso, la sociología, la teoría de la comunicación, la historia de la medicina y la antropología de la salud. El autor explica que, en este complejo marco de intereses epistemológicos, se pretende poner en tela de juicio las barreras entre las llamadas “dos culturas” (la científica y la humanística). Asimismo, informa de que, en el seno del proyecto, se examinan distintos temas (profesiones sanitarias, medicalización, gestión del riesgo, etc.) y se tratan diferentes cuestiones, como por ejemplo: la imagen del médico, del enfermo o la enferma y de la enfermedad en la literatura, el cine y otros medios de comunicación de masas; los conflictos suscitados por los avances tecnológicos, tanto en la biomedicina como en el mundo de la comunicación digital, o las transformaciones experimentadas en la configuración de las distintas profesiones sanitarias (medicina, enfermería, farmacia…). Además, expone de manera detallada el marco teórico en el que se inscribe el proyecto, los procedimientos metodológicos planteados para su desarrollo, así como los principales resultados que se espera conseguir. El capítulo 5, “Antecedentes teóricos de la pragmática lingüística: Grecia y Edad Media”, de M.ª Isabel López Martínez y Eulalia Hernández Sánchez (Universidad de Murcia), abre la segunda parte de este libro con una revisión de los antecedentes más remotos de la Pragmática. Las autoras consideran que existe un vacío teórico respecto a qué estudios han fomentado el desarrollo de esta disciplina e intentan remediar el problema rastreando sus posibles fuentes iniciales. Para ello, retoman algunos estudios filosóficos de la Antigüedad clásica y examinan las aportaciones de los sofistas, Platón, Aristóteles y los estoicos, centrándose, sobre todo, en los trabajos desarrollados en el ámbito de la retórica. Además, en esta labor de revisión historiográfica, rescatan, a partir del análisis de citas extraídas de diferentes tratados, algunas
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delascontribucionesdeSanAgustínquepuedenrelacionarseconlosorígenesdelaPragmática.Paralasautoras,esterecorridohistóricoreveladónde sehallanlasraícesdemuchasideasqueseencuentranpresentesnosoloenel desarrolloactualdeladisciplinasino,también,eneldelapropiaLingüística. En el capítulo 6, “Una revisión de la ‘langue discursive’ en Saussure y Guillaume”,AlfredoSeguraTornero(UniversitédeLiège)llevaacabouna cuidadosareflexiónsobrelaspropuestasteóricasinicialesdeestosdosgrandesmaestros.Sondoslosobjetivosquepersigueelautorensutrabajo:indagar en sus teorías fundadoras a fin de identificar aquellos elementos que abordan el discurso y averiguar la posibilidad de que la constitución de la Lingüística pueda verse más bien como un continuo, en el que se aprecia ciertacomplementariedad.Estavisión,deacuerdoconSeguraTornero,desplazaríalahabitualenlosestudioshistoriográficos,dondesehacehincapié enlaoposiciónentreteoríasyenfoques.Laperspectivaadoptadaconducea unarelecturadelalingüísticadeSaussureydeGuillaume,que,enpalabras delautor,“permitiríaentreverunasíntesisdeposicionesqueposibilitaríanreformularlalingüística,suobjetodeestudio,suestatutocientíficoysusinterrelaciones,enarasdeunarevisióndelosorígenesdelanálisisdediscurso”. AlbertoEscalanteVarona(UniversidaddeExtremadura),enelcapítulo7, “Losusosdeluso lingüístico:unaperspectivahistoriográficadesdelosCuatro palmetazos deBartoloméJoséGallardo”,examinalasaportacionesdeesteopúsculoenlacuestióndelusolingüísticofrentealanorma,apartirdelos principalesestudiosrealizadossobreestetexto,ydefuentescoetáneasyprevias.ElautorreflexionasobrelasideaslingüísticasdeGallardoponiéndolas en relación con una serie de factores, entre los que destacan determinadas concepcioneslingüísticas,filosóficas,políticasyculturalespresentesenlos siglosXVIIIyXIX.Comoresultado,logratrazarunbosquejodelasituación delosestudiosfilológicoshispánicosenelprimerterciodelsigloXIXysu interrelaciónconlasdinámicassociopolíticasquemarcanlahistoriadeEspañaduranteelreinadodeFernandoVII. Porúltimo,elvolumensecierraconelcapítulo“Elcambiodiscursivocomoproblemateóricoydescriptivo”,escritoporManuelMartíSánchez(UniversidaddeAlcalá),enelquesereflexionasobreelcambiodiscursivo.Elautortrabajadesdeunmarcointerdisciplinario,queaúnalaperspectivateórica yladescriptiva,yanaliza,endiscursomédicoespañoldelsigloXVIII,cómo semanifiestaelcambioenlaorganizacióndiscursiva,centrándosetantoen fenómenostextuales(comolosquesedanenlaestructurainformativaolos queatañenalasconstruccionesoaloselementoscohesivos,entreotros)comoenlosrasgostípicosdegénerosyentradicionesdiscursivasquenoson
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decaráctertextual(fenómenosfonológicos,gramaticalesoléxicospresentes encualquieragrupacióntextual). Lostrabajosreunidosenestevolumendancuentadelosdiferentescaminosquetransitanlasinvestigacionesactualessobreeldiscurso.Esperamos quelaobraquepresentamosabraunespaciodereflexiónenelqueloslectoresencuentrenrespuestasaalgunosdesusinterrogantesy,sobretodo,alicientesparaeldesarrollodenuevosestudios.
Parte I
Capítulo 1
los verbos atípiCos introduCtores de disCurso direCto en los textos periodístiCos: la interferenCia del nivel disCursivo
doina repede Universidad de Sevilla [email protected]
1.
introduCCión
Los textos periodísticos vertidos en los géneros de información son, normalmente, narraciones de hechos sucedidos y, de forma conjunta, descripciones de escenarios y personajes que intervienen en la acción (Méndez 2001). El periodista construye a menudo su artículo apoyándose en lo dicho de locutores citados y confrontando distintos puntos de vista sobre el tema evocado. Para introducir en su discurso esas citas ajenas, los medios informativos recurren con frecuencia a un gran abanico de unidades verbales. De acuerdo con de Lucas Vicente (2015), esta variedad responde, principalmente, a dos causas: por un lado, los verbos utilizados “permiten al periodista insertar en su discurso proferencias ajenas (incluidas las voces contrarias), manteniendo la apariencia de subjetividad y controlando la orientación ideológica y persuasiva del texto, al (des)autorizar dichas voces o a sus emisores” (ibídem 2015: 273) y, por otro, se cumple con la variación léxica que recomiendan normalmente las normas de estilo. El resultado de todo ello es que, en los periódicos españoles actuales, los verbos tradicionalmente llamados verbos de decir, como afirmar, decir, preguntar, responder, etc. cohabitan con otros verbos menos esperados, que, no solo están muy lejos de la noción del “decir”, esto es, no implican una transmisión de un acto lingüístico, sino que, a priori, son incompatibles con cual-
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quier noción de discurso. Es el caso de afilar, airear, atizar, cerrar, condescender, refrescar, vender, etc. y que aparecen como introductores de discurso directo, especialmente en posición final, como se refleja en los siguientes ejemplos: (1) Mariano Rajoy ejerció de torero viejo, recurrió al oficio de parlamentario antiguo. Oratoria fluida, tensión dramática, veneno. Era la réplica formal del discurso anorgásmico de Sánchez en la víspera, aunque el clamor incondicional de sus diputados requirió forzar el sarcasmo. Porque estuvo chuleta y faltón Mariano. Tan faltón estuvo que se recreó en la vacuidad intelectual de Pedro Sánchez. “Hasta ustedes lo entenderán”, condescendía una y otra vez el presidente en funciones cuando explicaba los motivos de su pasividad y los méritos bíblicos del Gobierno que nos sacó del pozo (El País, 2/03/16). (2) “TVE se ha convertido en un instrumento del PSOE, en una terminal de Ferraz”, atizó Carlos Floriano, miembro del Comité de campaña del PP y uno de los responsables del área de comunicación (20 Minutos, 13/09/11).
Las gramáticas clásicas afirman que los verbos de habla se presentan como una categoría particular, cuyo sentido léxico implica en cierta medida referir un discurso ajeno, según sean relativamente neutros o más descriptivos. No obstante, como hemos podido observar en los fragmentos anteriores, los verbos destacados no presentan relación alguna con los verbos clásicos de discurso: ninguno de ellos podría, a primera vista, funcionar como introductores1 de discurso ajeno. Asimismo, la presencia de estas unidades en el lenguaje periodístico es un fenómeno a la vez bastante recurrente y localizable: aparecen como referentes de discurso directo, en especial, en posición final. Este aspecto constituye el punto de partida de nuestro trabajo, que gira alrededor de las siguientes preguntas: ¿qué relación existe entre la posición del discurso directo y el sentido léxico de los verbos objeto de nuestro estudio? y ¿cómo se configuran estos lexemas verbales, a pesar de su contenido semántico, para que refieran la cita en discurso directo?
1 Consideramos que, teniendo en cuenta la particularidad de estos verbos, es más adecuado hablar de verbos introductores o incluso de verbos referentes. Esta opción se justifica por la voluntad de introducir un parámetro dinámico, ya que -ente y -or sugieren que referir la palabra de otro implica una acción. Por tanto, denominar estas unidades verbales verbos de decir o verbos de comunicación, expresiones muy utilizadas en español, resultarían menos pertinentes en este contexto.
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2.
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Corpus y metodología
En la selección de las publicaciones que constituyen el corpus, hemos optado, por una parte, por rótulos de mayor tirada nacional, El País, El Mundo, AbC y La razón, pero también por otros periódicos actuales, como 20 Minutos, Libertad Digital, Europa Press y Público. Todo ello con el fin de reflejar la información de medios con una línea editorial y unos destinatarios muy diferentes. Asimismo, utilizamos las versiones digitales de los diarios, con un período comprendido entre enero de 2011 y julio de 2016. La mayoría de los textos pertenecen a actos de habla que se atribuyen a personajes de la vida pública (política, económica, deportiva, nacional, etc.). Los datos recogidos fueron procesados mediante el programa Sketch Engine2, una herramienta diseñada para el análisis de datos lingüísticos y filológicos. La lista con la que trabajamos para este estudio está formada de lexemas verbales de diferentes categorías semánticas (abrazar, afilar, airear, ampliar, aplaudir, arrinconar, arropar, atizar, condescender, contemporizar, contextualizar, desmarcarse, escudarse, esperanzarse, explotar, minimizar, radiografiar, recoger, refrescar, reír, reventar, sonreír, sopesar, sortear, vender) que funcionan en el corpus manejado como introductores de palabra ajena. Así, para este estudio hemos extraído un total de 846 secuencias de discurso directo3, en géneros informativos y de opinión (noticia, crónica, artículo de opinión), pero como se sabe, “la trascendencia de los discursos de personajes relevantes en la vida política, cultural y social los constituye en noticias periodísticas y se refieren como actos de habla debidamente contextualizados” (Méndez 2001: 350). El número total de estructuras de discurso directo aparece distribuido de la siguiente forma entre los diarios utilizados para el análisis:
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No hemos incluido aquí todas las secuencias de discurso directo encontradas en nuestro corpus, ya que excedería sobremanera el espacio de que disponemos. Por tanto, del total de secuencias recogidas, hemos seleccionado para este estudio apenas un 3%. 3
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250 200 150 100 50 0
Secuencias de DD
El País
ABC
84
57
El La Libertad 20 Europa El Mundo Razón Digital Minutos Press Público 69
34
118
123
146
215
figura 1. frecuencia de estructuras de discurso directo en el corpus
Según los datos obtenidos, podemos observar que los verbos en cuestión suelen presentar un índice de frecuencia más alto en periódicos como Libertad Digital (13,95%), 20 Minutos (14,54%), Europa Press (17,26%) y Público (25,41%) que en los de referencia nacional: El País (9,93%), AbC (6,74%), El Mundo (8,16%) y La Razón (4,02%).
3.
sobre los inCisos: Cuestiones generales
La presencia de un enunciado en discurso referido con un verbo introductor forma parte, junto con las comillas, de criterios clásicos para identificar el discurso directo, tal como se ilustra en el siguiente fragmento: (3) Aguirre ha explicado que cuando saltó la trama, llamó al que era entonces su consejero de Cultura y Deportes, Alberto López Viejo, a su despacho y le preguntó sobre unas informaciones publicadas en una revista acerca de una empresa implicada en el caso y que él le dijo que a esa empresa no le daban nada. “Y resulta que se lo dábamos (la organización de los eventos) a hijas, sobrinas, y amigas de los mismos dueños que los otros”, ha exclamado Aguirre, quien ha revelado que el exconsejero se “resistió” a presentar su dimisión alegando que él sabía “mucho” de la financiación del partido en Madrid (ABC, 17/01/13).
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Como se sabe, los incisos suelen aparecer: a) en posición final. El discurso directo encabeza el enunciado con un verbo de habla que alude al discurso precedente: (4) Díaz Tejera ha explicado que Dívar quería sustituir la comparecencia ante la Comisión de Justicia por una “visita de cortesía y un almuerzo” en la sede del órgano que preside. “Le hemos dicho que no, que queremos que venga aquí”, ha proseguido el senador, para remarcar que debería “cumplir” con su obligación (El Periódico.com, 01/06/12).
b) en posición inicial. El verbo precede la cita textual: (5) Gómez ha evitado señalar si ha recabado el apoyo de otros líderes regionales en la exigencia del referéndum, del que ha señalado que “no solo lo piden sindicatos, lo piden muchas voces”. “Siempre hablo en mi nombre, y nunca en el de los demás”, ha comentado. Y ha añadido: “Yo no sé si el señor Rubalcaba y la dirección del partido van a decidir que la petición de referéndum sea la petición del partido”. Rubalcaba, en una rueda de prensa celebrada tras su reunión con Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, ha señalado que no había oído la propuesta. “Pero tendremos tiempo para discutirla” (El País, 06/09/12).
c) o intercalado. El discurso textual se descompone en dos partes, una parte precede al verbo y la otra lo sigue: (6) Cristina Aranda se preguntó que “¿quién se va a creer que con 1.100 profesores menos, que son los que la presidenta Cospedal y el consejero Marín han suprimido para este curso, y con más alumnos en las aulas, la educación en la provincia de Toledo será mejor?”. Por ello valoró el inicio de curso escolar 20122013 como “el peor de la Historia de Castilla-La Mancha”. “Son -afirmó Aranda- 700 maestros de Infantil y Primaria y 450 profesores de Secundaria, FP y enseñanzas en régimen especial los que en el curso que acaba de comenzar no educarán a los niños de la provincia de Toledo” (ABC, 15/09/12). (7) “El ‘¡que se jodan!’ es mucho más que una anécdota -refrescó Francisco Jorquera, portavoz del BNG-, es una imagen que nos retrotrae a tiempos pasados y que demuestra su falta total de sensibilidad” (Público.es, 19/07/12).
En cuanto a los verbos introductores de discurso directo, sus variaciones léxicas plantean distintos problemas y ponen en duda el concepto que se tiene de sus propiedades semánticas “clásicas”, esto es, que implican un semantismo relacionado con el habla, según el modelo prototípico del verbo decir. En los siguientes ejemplos
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(8) El dirigente socialista replicó así a las declaraciones de Ana Mato en las que afirmaba que los niños se sientan en el suelo en los colegios públicos andaluces como consecuencia de los recortes que está llevando a cabo la Junta de Andalucía en materia educativa. “Estamos ante otro ataque injusto y falso, ante otro tópico que quiere dañar a Andalucía y que desprecia e insulta a los padres y madres de esta comunidad. ¿Cabe mayor estupidez y desprecio?”, bramó Jiménez (La Voz Libre, 26/10/11). (9) Los ojos le lagrimean continuamente y mastica una a una todas las palabras. Sonríe con vergüenza y con las manos cubre continuamente su rostro. Su nombre es algo parecido a Laso: “Por favor, no lo escribas bien, me da mucha vergüenza que alguien pueda reconocerme”. Laso es un hombre de 55 años, nació en Hungría y ha trabajado en los mejores hoteles de medio mundo. Desde hace dos meses es uno de los indigentes que duerme en los parques y cajeros de la ciudad de Barcelona. “Mi casa es la calle, la misma por donde esta semana circulaban esas furgonetas negras del Mobile World Congress”, sonríe (El País, 26/02/16).
podemos ver que el verbo bramar ofrece indicaciones sobre los efectos sonoros asociadas a las palabras citadas y no puede aparecer en el mismo nivel que el verbo sonreír, que carece completamente de cualquier relación semántica con la palabra ajena. Por tanto, parece necesario que para seguir con nuestro estudio debemos tener en cuenta distintos grados de alejamiento que pueden presentar los verbos introductores de discurso directo con respecto al verbo neutro decir, tal como se refleja a continuación:
-
+
Otros verbos
radiografiar
Verbos de actos gestuales
abrazar
Verbos de reacción
explotar
Verbos de actos sonoros
sollozar
Verbo prototípico
decir
-
+
figura 2. escala de alejamiento de verbos referentes de discurso directo con respecto al verbo decir
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En primer lugar está decir, ya que es el verbo prototípico de comunicación. En segundo lugar aparecen los verbos de actos sonoros (sollozar, bramar, gritar, etc.), seguidos por los de reacción (explotar, reír, etc.) y los de actos gestuales (abrazar, aplaudir, etc.) y, por último, los verbos pertenecientes a distintas categorías semánticas (radiografiar, vender, atizar, etc.). Para ver qué es lo que propicia la aparición de estos verbos como introductores de discurso directo, debemos entender en primer lugar cuál es la función característica asumida por el verbo decir.
4.
Decir – verbo prototípiCo de habla
Es, de sobra, conocido que decir es el verbo de habla por excelencia (Maldonado 1999; Marnette 2005, entre otros) y supone la referencia léxica para todos los verbos de comunicación. Neutro desde el punto de vista semántico, su presencia implica una información mínima sobre las circunstancias que rodean el acto de habla. Permite simplemente señalar que estamos ante un discurso referido, así como explica Thompson (1994: 34): “the basic reporting verb is ‘say’. You use this as a neutral signal, to show simply that you are reporting what someone said and that you do not want to add any more information about the speaker’s purpose or manner”. La neutralidad del verbo decir le confiere, al mismo tiempo, no solo cierta invisibilidad, sino también la capacidad de repetirse en un texto, sin que esto moleste al lector (Poncharal 2006; Volsik 1993). Este lexema verbal presenta la posibilidad de adaptarse a todas las formas de discurso reproducido “comme s’il était davantage la marque […] d’une fonction plutôt que le véhicule d’un sens quelconque” (Poncharal 2006: 129). En otras palabras, decir desempeña un papel de relator entre el marco citativo y la cita propiamente dicha, ya que simplemente refiere o da a conocer las palabras ajenas. Al mismo tiempo, hemos podido observar en el corpus utilizado su aparición, sobre todo, en posición final, una tendencia empírica que parece llevar a los verbos referentes de discurso directo a alejarse cada vez más del decir. La función que cumple el verbo decir en el enunciado y el hecho de que tiende a ocupar la posición final pueden constituir un punto de partida fundamental para comprender la presencia de ciertos verbos utilizados como referentes de discurso directo en los textos periodísticos, a pesar de su sentido léxico.
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5.
Verbos de actos sonoros como referentes de discurso directo
Salvan (2005: 132) afirma que “L’incise, par son caractère quasi obligatoire […] était un élément du code d’écriture du discours direct; à partir du moment où cette fonction s’est restreinte, notamment par son caractère facultatif, l’incise a pu se charger d’une autre valeur, celle d’indiquer le mode de profération des paroles rapportées, dans ses dimensions vocales et gestuelles. On assiste alors à des variations lexicales des verbes possibles apparaissant dans l’incise”.
Por tanto, la serie canónica de verbos de habla se amplía considerablemente y abarca verbos intransitivos que implican el sema [locutivo], como balbucear, bramar, murmurar, sollozar, gritar, exclamar, etc.4: (10) En un ambiente relajado De la Vega se dejaba fotografiar junto a los periodistas y sus colaboradores cuando los responsables de prensa de la Moncloa se han acercado para informarle del atentado. “Parece que han tiroteado a un ex concejal socialista”, ha murmurado la vicepresidenta con la cara mudada (ABC, 07/03/08). (11) El nivel del Guadiana sigue siendo una amenaza para los vecinos de la localidad de Barbaño, en Badajoz, que han pasado su segunda noche fuera de sus casas, a refugio en un polideportivo. “Hoy mejor porque parece que hay calefacción, anoche pasamos frío, pero se sobrellevó”, asegura un vecino. Los vecinos llegan a la instalación deportiva, cargados con bolsas con sus enseres más necesarios y lamentando haber dejado sus hogares. “Me da mucha pena, porque hay niños pequeños”, solloza una mujer, mientras un joven asegura que están “con el alma en vilo” por lo que han dejado (ABC, 04/04/13). (12) Mientras el representante de ICV Joan Coscubiela interrogaba al presidente Mariano Rajoy precisamente sobre el drama de las ejecuciones hipotecarias, un diputado del PP ha denunciado la ausencia en el hemiciclo de Cayo Lara, presidente del grupo de Izquierda Plural y coordinador federal de IU. « ¿Dónde está Cayo Lara? No se le ve», ha gritado un parlamentario del Grupo Popular. «Le están desahuciando», han replicado igualmente desde la bancada del partido que apoya al Gobierno, provocando risas en esa parte del hemiciclo (ABC, 13/03/13).
4 Sobre los verbos intransitivos como introductores de discurso directo, véase Salvan (2005) para el francés y Repede (2015) para el español.
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Asimismo, podemos afirmar que en estos verbos decir es invisible, pero está presente. Implican “une dimension qualitative” (Hanote y Chuquet 2004: 33), donde el decir se carga de precisiones con respecto a los gestos o sentimientos asociados a las palabras expresadas. Banfield (1982) los denomina noise verbs o verbos de actos sonoros, que muestran precisiones sobre el tono, el volumen o la manera en que son proferidas las palabras ajenas. Para Rossier (1999: 249), estos verbos son muestras de que “la phrase à incise permet de condenser la parole et le geste et d’insister sur la vocalité”. En un primer momento, la ausencia del decir puede entenderse como una condensación, donde es más importante el parámetro cualitativo en detrimento del decir, que desde el punto de vista semántico se desplaza al segundo plano. Aunque cargado de precisiones circunstanciales, decir no está nunca muy lejos en este tipo de verbos y es recuperable inmediatamente por el sentido. A veces, es necesario un trabajo interpretativo, donde la relación semántica con el decir se recupera mediante la metáfora, tal como se refleja en los siguientes ejemplos: (13) “No estamos en nuestro mejor momento, pero ni me resigno ni me rindo”, ha admitido Navarro por dos veces, consciente de lo complicado del momento que atraviesa el PSC, al que las encuestas vaticinan entre 10 y 12 escaños menos de los 28 que ahora ostenta. Tal vez por eso, Griñán ha querido comenzar su intervención declarando su orgullo por la campaña que está firmando el PSC y exponiéndose como ejemplo palmario de la reversibilidad de la demoscopia: “hace ocho meses me invitaron a hacer las maletas y ahora soy presidente de Andalucía“, ha tronado (Público.es, 18/11/12). (14) “Boda en la España cañí”, ululaba La Gaceta. ¿Una guasa? Que se creen ustedes eso. Cañí, y a mucha honra. Vean la letra pequeña: “La España cañí, taurina, creyente y fervorosa ha recibido a la incomparable Cayetana, que ha bailado a sus 85 años descalza sobre la alfombra roja vestida de rosa y ha tenido su propia sevillana, camisetas conmemorativas y estampitas. A su lado, con chaqué y porte impecables, su tercer marido, el de ‘para toda la vida’. Palabra de Duquesa de Alba” (Público.es, 07/10/11).
Según estos criterios, los verbos anteriores pueden ser clasificados como verbos de decir en virtud de su único significado léxico. Sin embargo, no es el caso de las siguientes categorías de verbos en las que no podemos encontrar huellas del decir.
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6.
Análisis de verbos atípicos introductores de discurso directo
En los ejemplos que siguen, podemos observar la presencia de verbos introductores de discurso directo sin ninguna relación semántica con el decir: (15) “Te podría dar una larga lista de preocupaciones que pasan por mi cabeza”, dice sonriente alguien que al natural es igual de atractivo que cuando hace de esa divinidad nórdica llamada Thor que le dio la fama. “Por ejemplo, las broncas que me caen de Elsa [Pataky, su mujer] por no saber español. Es de vergüenza. Que conste que lo intento. Pero nada, que no se me queda”, añade mascullando un “perdona” con un pésimo acento. “De todos modos, no lo debo de hacer tan mal porque últimamente solo me han caído un par de broncas en español. Debo de estar portándome bien”, se ríe con picardía de su nirvana marital (El País, 26/04/16). (16) Los ojos le lagrimean continuamente y mastica una a una todas las palabras. Sonríe con vergüenza y con las manos cubre continuamente su rostro. Su nombre es algo parecido a Laso: “Por favor, no lo escribas bien, me da mucha vergüenza que alguien pueda reconocerme”. Laso es un hombre de 55 años, nació en Hungría y ha trabajado en los mejores hoteles de medio mundo. Desde hace dos meses es uno de los indigentes que duerme en los parques y cajeros de la ciudad de Barcelona. “Mi casa es la calle, la misma por donde esta semana circulaban esas furgonetas negras del Mobile World Congress”, sonríe (El País, 26/02/16).
En otras palabras, no son verbos de habla clásicos, ni versiones descriptivas de un decir subyacente como gritar o balbucear. No obstante, podemos constatar que funcionan como verbos de habla y todos pueden ser sustituidos por decir. Según Hanote y Chuquet (2004), es necesario distinguir entre el semantismo de un verbo y su función reproductora, si tenemos en cuenta el hecho de que introducen discurso directo. Los verbos que refieren la palabra ajena asumen funciones variadas dentro del discurso, según Huddleston y Pullum (2002: 921): “contain some kind of reporting verb, either a straightforward verb of speaking/ thinking (e.g. say, think) or a verb identifying the manner of speaking (e.g. mutter, shriek), the type of speech act (e.g. offer, promise), the phase of speaking (an aspectual verb such as begin, continue), etc.” (la negrita es nuestra).
La descripción que realizan estos autores de los verbos referentes de discurso reproducido nos remite a los actos de habla de Austin (1984). Es el caso de prometer o rogar, entre otros, que explicitan el valor ilocutorio de la cita:
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(17) El presidente del Gobierno regional, Ignacio González, ha repetido esta tarde, en el Pleno de la Asamblea de Madrid, las palabras de Lasquetty. “Si nos hacen llegar medidas de verdad de reducción del gasto manteniendo servicios las tendremos en cuenta”, ha prometido (Público.es, 13/12/12). (18) En este escenario, los comerciantes de textil miran “aterrorizados” una posible subida del IVA, que, en su opinión, “reventaría” el comercio y el consumo. Según detalló Oria, el incremento de tipos aplicado en julio de 2010 propició ese mes una bajada de ventas del 9,5% solo por el “efecto psicológico” en el consumidor, dado que el alza no se trasladó a los precios. “Pedimos encarecidamente al Gobierno que, por favor, no suba el IVA”, rogó el presidente de Acotex, quien estimó que una subida del impuesto podría tener un impacto en las ventas similar al de julio 2010 (20 Minutos, 23/05/12).
Podemos considerar, así, que la relación con el decir no desaparece completamente, ya que tanto prometer como rogar son actos que se realizan no exclusivamente, pero sí con bastante frecuencia, en el habla. Si nos fijamos en el siguiente ejemplo, notamos que la presencia de los verbos abrazar y arropar como referentes de discurso directo es todavía más sorprendente: (19) Para evitar la “propaganda” de una formación cuyas listas han sido anuladas por dar cobijo a “testaferros” de ETA, según justificó el presidente del Congreso. “La democracia se abre a todos aquellos que la abrazan, pero no puede dejarse engañar”, concluyó el presidente del Congreso para defender su postura, que PSOE y PP aplaudieron sin reservas. Es “claramente correcta”, abrazó el portavoz socialista, José Antonio Alonso. “Apoyo y secundo plenamente la decisión”, arropó a Bono la responsable de la bancada conservadora, Soraya Sáenz de Santamaría (Público.es, 04/05/11).
El significado léxico de estas unidades verbales no permite ninguna relación con las funciones citadas por Huddleston y Pullum (2002): no se trata de verbos de habla clásicos, ni de verbos aspectuales, no expresan una precisión acerca del acto lingüístico o del turno de palabra. Estos verbos no entran, por tanto, en el marco de descripción de los verbos introductores de discurso ajeno. No obstante, pueden referir el discurso ajeno como cualquier otro verbo de habla tradicional. En este caso, ¿cómo podemos interpretar la relación de nuestros verbos con la cita? Estos lexemas verbales implican un movimiento y, sobre todo, un gesto. Existen entre estos dos conceptos matices muy interesantes, evidenciados por Kotska (2000) y que permiten explicar el uso de estos verbos como referentes de discurso: el gesto puede definirse como un movimiento o una serie de
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movimientos determinados por cierta intencionalidad. Este conjunto realizado de manera consciente o inconsciente puede ser interpretado por el que los observa, de modo que adquiere un sentido, un significado. Asimismo, Kotska (2000: 1) afirma que esta noción puede ilustrarse analizando el sí occidental: “La configuration significative se compose de deux unités de mouvement, la flexion de la tête et l’extension. De là, nous pouvons mettre en évidence un langage gestuel où nous distinguerons différents gestes :- Les gestes descripteurs : l’index qui sert à désigner, la mimique qui ponctue le langage verbal (affirmation, négation). - Les gestes expressifs (ils expriment une émotion ou un sentiment) [...].”
Por tanto, verbos como abrazar, aplaudir, etc., pueden aparecer como referentes de discurso directo en la medida en que suponen un lenguaje gestual y transmiten cierta intencionalidad5. No obstante, no todos los verbos encontrados en nuestro corpus presentan una explicación satisfactoria desde el punto de vista léxico. En los ejemplos que siguen, podemos observan verbos muy peculiares que aparecen refiriendo la palabra ajena en forma de discurso directo: (20) “Sigue inasequible al desaliento”, definió a Rajoy un interlocutor directo. Su intención es que el partido asuma el coste de la crisis. El lunes, agradecerá a la secretaria general su esfuerzo, respaldará su gestión y le apuntalará en el cargo a ojos de todos, tras una semana en la que la brecha interna se ha hecho más evidente que nunca. Mientras, “él seguirá gobernando”, corroboran varias fuentes. “Como el que oye llover”, radiografió un alto cargo (Libertad Digital, 07/03/13). (21) Lo único bueno a destacar ha sido, en opinión de la número dos de los populares, el “importante” pacto con el PSOE para reformar la Constitución, aunque no cree que se pueda dar en otras áreas. “Queda muy poco tiempo de legislatura”, se escudó, para volver a atizar al Ejecutivo, en esta ocasión por su “demagogia” al anunciar una subida de impuestos a los más pudientes (Libertad digital, 22/07/12). (22) “El PP es un valor seguro”, vendió el presidente, para competir frente a quienes en el mercado de la política «juegan a una coalición». Y, como ejemplo, citó a Podemos, el PSOE y, sobre todo, los nacionalistas (El Mundo, 19/12/15). (23) “Ese recurso de inconstitucionalidad no es del Gobierno, sino del Grupo Popular, y no de este grupo, sino del anterior, y la doctrina del Tribunal Consti-
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Véase también Salvan (2005).
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tucional impide al grupo subsiguiente retirar un recurso que trae causa del anterior”, sorteó el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, la petición del PSOE de retirar su impugnación contra la ley que permite el matrimonio homosexual que presentó el PP en septiembre de 2005 (Público.es, 08/02/12). (24) “O se ejerce de expresidente o de lobista”, afiló el portavoz de ERC en el Congreso, Joan Ridao, calcando un argumento del diputado del PNV Aitor Esteban, que recuperó la misma frase. Ambos apoyaron como el resto de grupos, salvo PSOE y PP un cambio en el régimen que disfrutan los expresidentes para evitar que la dotación pública que perciben 80.000 euros anuales sea compatible con otros ingresos privados. ERC y UPyD impulsaron las iniciativas (Público.es, 24/03/11).
En estos ejemplos aparecen verbos introduciendo discurso directo, pero que en teoría excluyen cualquier producción articulada del discurso y, por ende, cualquier expresión de la palabra, como podemos observar en las definiciones de algunos de ellos: radiografiar6 “hacer fotografías por medio de los rayos X”, vender, “traspasar a alguien por el precio convenido la propiedad de lo que se posee”, afilar “sacar filo o hacer más delgado o agudo el de un arma o instrumento”, sortear “someter a alguien o algo al resultado de los medios fortuitos o casuales que se emplean para fiar a la suerte una resolución” o escudar(se) “amparar y resguardar con el escudo, oponiéndolo al golpe del contrario”. El significado léxico de las unidades anteriores no es compatible con la función introductora de discurso, pero permiten citar las palabras ajenas. Antes de pasar a la relación entre los verbos objeto de nuestro estudio y el discurso directo, nos parece importante ver si estos lexemas podrían funcionar de la misma manera cuando están situados delante del discurso directo. Como vemos en el siguiente fragmento (25) El debate parecía manido y enquistado. Pedro Sánchez intentó endurecer el duelo con alusiones constantes e interrupciones sobre la corrupción en el PP, Luis Bárcenas y Rodrigo Rato, pero Mariano Rajoy no quería entrar en ese fango. Hasta que el líder socialista espetó a su rival que debería haber dimitido hace dos años por no ser “decente”. El aspirante popular reventó: “¡Hasta aquí hemos llegado!”. Y acusó a Sánchez de “ruin, mezquino, miserable, deleznable” y “sin cuajo” (El País, 14/12/15).
6 Para las definiciones de estos verbos se ha utilizado el Diccionario de la lengua española (2014).
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ninguna restricción de orden gramatical o discursiva parece impedirlo. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con la posición final del inciso, el sentido léxico de estos verbos plantearía problemas en esta configuración: no están introducidos por un contexto citativo, no contienen ninguna referencia semántica al discurso y no se hallan en posición de “anunciar” el discurso directo. (26) [- contexto] El aspirante popular reventó [- contexto]
En este caso, es posible afirmar que la posición final del inciso es la que mejor se adapta, ya que la presencia de comillas crea, de antemano, un contexto favorable a la interpretación de estas unidades como verbos introductores de discurso. Por tanto, fuera del contexto y dado su significado léxico, no podemos considerar que estos verbos presenten relación alguna con el discurso referido, como se refleja en (26).
7.
La interferencia deL niveL discursivo:sugerir eL decir en ausencia deL verbo decir
Para intentar explicar la relación privilegiada que mantienen los verbos objeto de nuestro estudio con la posición final de inciso, debemos tener en cuenta: el uso de un discurso directo, en nuestro caso, en los textos periodísticos y la posición del verbo referente. Thompson (1994) habla de una relación entre el potencial dramático del discurso directo y la posición del elemento referente: cuando el verbo está situado antes de la cita, esta parece ser menos importante que cuando aparece antepuesta al verbo, ya que no ocupa el primer lugar en el orden lineal7. Así, se debe primero presentar las palabras ajenas como discurso, antes de referirse a ellas como reproducidas, donde las comillas cumplen un papel muy importante: permiten una identificación inmediata de la cita. Todo ello implica establecer de forma provisoria el enunciado desde el punto de vista pragmático, en torno al valor locutorio. En el lenguaje oral, este valor es claramente indisociable del carácter ilocutorio que se presenta simultáneamen-
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Si se colocan primero las palabras o los pensamientos ajenos, estos se convierten en el tema principal del enunciado y el inciso en un elemento secundario desde el punto de vista enunciativo: “if one puts the utterance (or thought) first, then one posits it as being the topic and the parenthetical is a secondary element” (Fludernik 1993: 166).
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te. Sin embargo, en la escritura no es posible dar cuenta de esta simultaneidad, ya que las informaciones léxicas con respecto al acto lingüístico, cuando se presentan en el verbo referente, se trasmiten por partes: (27) La tensión en el debate se elevó después de que Sánchez le reprochara a Rajoy que tras el mensaje que envió al extesorero del PP en febrero del 2013 debería haber dimitido. El próximo 20 de diciembre, dijo Sánchez, los españoles elegirán el presidente de España que tiene que ser una persona “decente y usted no lo es. Usted no es un presidente libre, está atado por lo pápeles de Bárcenas”, le ha espetado. “¡Hasta aquí hemos llegado!”, ha explotado su contrincante. Rajoy ha respondido muy ofendido por estas palabras y ha tildado en seis ocasiones esa acusación de “ruin, mezquina y miserable” y le ha avisado de que perderá las próximas elecciones y estas declaraciones le van a “perseguir toda su vida” (20 Minutos, 15/12/15).
En el ejemplo (27), es el sentido del verbo el que puede precisar el valor de la cita y marcar la reacción del hablante originario. En efecto, este tipo de información, en el lenguaje escrito, no siempre puede transmitirse a través de medios como los que dispone el lenguaje oral (tono de voz, gestos, etc.). A primera vista parece que todo esto ocurre como si los valores de los actos fueran disociados. Sin embargo, si nos fijamos detenidamente, es el verbo el que se encarga de precisar el acto ilocutorio que se realiza al mismo tiempo que las palabras (ruego, súplica, petición, etc.). Por tanto, el discurso directo y el verbo referente funcionan como un bloque y recrean un enunciado completo desde el punto de vista pragmático, lo que puede explicar la desaparición del decir de estos verbos que, según Huddleston y Pullum (2002), tienen como función precisar la naturaleza del acto lingüístico. Aunque estudiados de manera diferente, verbos como abrazar, afilar, bramar, explotar, reventar, reír, sonreír, etc. tienen un punto en común: el de manifestar una reacción a las palabras en el contexto en que se emplean. Su sentido léxico no les permite catalogarlos “a priori” como verbos de decir, pero pueden asociarse en un segundo nivel a las palabras de las que dependen. Por tanto, es la configuración sintáctica la que favorece un contexto que permite relacionar el gesto con el habla. Una vez que el enunciado se configura como discurso directo, verbos sin ninguna relación con el decir pueden asumir una función referente de discurso directo. Las distintas funciones de estos verbos, descriptivas, de reacción, etc. están mejor representadas cuando el discurso reproducido que es objeto de estas precisiones aparece antes en el texto, lo que explica la preferencia de estos verbos por la posición final. Asimismo, el uso del discurso directo en detrimento del indirecto está relacionado con el procedimiento mimético de la palabra de otro. El discurso
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directo ocupa un lugar privilegiado en la puesta en escena y produce efectos dramáticos que no son posibles con el discurso indirecto debido a su estructura restringida (Thomson y Martinet 1986)8.
8.
amodo de concLusión
Según los datos de nuestro análisis, hemos podido ver que resulta bastante difícil incluir los verbos referentes de discurso directo en el modelo clásico, ya que al igual que los verbos léxicos se hallan en constante reajuste o reordenación (Lapaire y Rotgé 2002). Un verbo introductor de discurso directo mantiene con el decir relaciones de tipo pragmático, y en menor grado semántico, propiciadas por la organización sintáctica del enunciado de discurso directo con el inciso en posición final. A partir de las diferentes funciones asumidas por los verbos introductores de discurso, la organización sintáctica permite relacionarlos con el decir y superar el nivel semántico. El uso de las comillas hace que el verbo y la cita funcionen como un conjunto, lo que permite, normalmente, que el lexema verbal no esté ligado semánticamente a la cita. En cuanto a los textos periodísticos, resulta frecuente la introducción del discurso directo mediante verbos cuyo significado léxico no implica la reproducción de un acto lingüístico. El periodista se convierte “en un auténtico productor textual que no se limita a recoger lo asertado por otros” (Mancera Rueda 2009: 57), sino que trata de reconstruir, a través de estos verbos, tanto su sentido primigenio, como la intencionalidad, la actitud o la modalidad del emisor originario.
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8 Banfield (1973: 12) afirma que el discurso directo posee gran cantidad de construcciones que no pueden aparecer en el discurso indirecto, entre otras, ciertos elementos y construcciones expresivas o emotivas, enunciados incompletos o frases nominales vocativas.
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Capítulo 2
DisCurso y moDa en una revista De alta gama: telva, 2015
pilar FernánDez martínez Universidad CEU San Pablo [email protected]
1.
introDuCCión
En los últimos años son muchos los intelectuales que se han acercado al mundo de la moda para estudiar su influencia psicosocial en el individuo, los aspectos antropológicos, sociológicos y culturales que subyacen en este fenómeno y las consecuencias económicas que lleva consigo toda esta industria. Por encima de aquellos que opinan que hablar de “moda” es hablar de algo frívolo y superficial, están los estudios realizados en las últimas décadas, estudios que hacen que recordemos aquellas famosas palabras de Lipovetsky que definían la moda como el “imperio de lo efímero” (Lipovetsky 1996). La moda es un reflejo de la sociedad de cada época; se convierte en catalizador del modo de sentir de distintas generaciones, de tal modo que hasta los posibles “detractores” de ella, no dejan de estar, de una manera u otra, influenciados por la misma. “La moda y el vestir no tienen nada de fortuito (…) se basan en profundas razones”, decía el autor anteriormente citado (Lipovetsky 2006: 24). Y, efectivamente, así es: los trabajos realizados por autores tales como Alison Lurie, Roland Barthes, Mª Antonia Zorraquino, Margarita Rivière, Isabel Montoya, Carmen Ávila, Rosario Torres, Mº Cruz Seoane, Hinojosa Mellado o Pilar Palomo (por citar solo algunos de los más conocidos), así lo han demostrado. El fenómeno de la moda goza de un prestigio que se hace explícito en las revistas y prensa que sirven de cauce para su difusión. De aquí que el estu-
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dio de la llamada “prensa femenina” sea algo ineludible cuando nos acercamos a este fenómeno social. Desde las primeras revistas femeninas en el S. XVII, al boom editorial de los SS.XX y XXI, son muchas las publicaciones que se han acercado al lector (mayoritariamente mujeres) para llevarle las tendencias y baremos del “buen gusto” por el que debía regirse. La manera de aproximarse a ese posible lector no es gratuita o espontánea, y el acercamiento a las revistas llamadas de “alta gama” (Garrido Rodríguez 2012: 44-48) nos ayudará a conocer este curioso modo de comunicación, que se ha convertido ya en un fasolecto. De entre las revistas de alta gama que existen en el mercado, nosotros hemos querido acercarnos a la revista Telva, ya que es la más veterana de nuestras publicaciones1. El objetivo del presente trabajo es poner de manifiesto que la lengua de la moda es una lengua sectorial en la que los recursos expresivos son manejados para incidir en el destinatario; una lengua caracterizada por un discurso en el que las modalidades declarativa, yusiva e interrogativa se aúnan para atraer la atención de la lectora y convertirla en compañera activa. Para ello hemos seguido una metodología basada en el análisis cuantitativo y cualitativo: tras el vaciado de la información relativa a la moda que aparece en la revista a lo largo de los doce números que constituyen la tirada anual, nos hemos centrado en el análisis de los mensajes que aparecen en la portada, en el sumario, así como en la página Telva.com, y en las secciones “LO ÚLTIMO” y “MODA”.
2.
La información de moda en La revista Telva
¿Dónde empieza, o dónde acaba, la moda en la época de la explosión de las necesidades y los media, de la publicidad y el ocio de masas, de las stars y los «superventas»? ¿Queda algo que, al menos parcialmente, no sea regido por la moda cuando lo efímero invade el universo de los objetos, de la cultura y del pensamiento discursivo, y mientras el principio de la seducción reorganiza a fondo el entorno cotidiano, la información y la escena política? Explosión de la moda: ya no tiene epicentro, ha dejado de ser el privilegio de una élite social, todas las clases son arrastradas por la ebriedad del cambio y las fiebres del momento (Lipovetsky 1996:174).
1
Nosotros hemos elegido para el presente trabajo su versión en papel, concretándolo en los doce números que constituyen el año 2015. Esta revista es la más vendida en quioscos según los datos de la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) .
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Podrían servirnos estas palabras de Lipovetsky para referirnos a las páginas de moda que llenan la revista objeto de estudio: en Telva la moda se hace presente en muchos de los reportajes realizados, en las entrevistas, en la sección “LO ÚLTIMO” (donde se incluye también belleza, gastronomía, o decoración), en “A-List” (La lista de Alejandra de Rojas, en la que se nos ofrecen sitios a los que viajar, atractivas escapadas de fin de semana, libros o camisetas luxury chic… ), en la publicidad, y, por supuesto, en las secciones dedicadas a mostrarnos las últimas tendencias propuestas para la temporada. La revista, que ofrece un esquema similar en todos sus números, conecta con sus lectores desde la portada, ofreciendo la imagen de una actriz, o modelo, que se presenta como icono del buen gusto o del glamour, rodeada de mensajes en los que el receptor se siente ya parte implicada, bien sea por el uso de un pronombre inclusivo2- “Vamos de fiesta” (julio), “Entramos en un congreso…” (agosto), “Estuvimos allí […] nos lo han contado” (junio)-, o por el tuteo con el que, desde el primer momento, se consigue borrar cualquier tipo de barrera para que podamos sentirnos parte integrante de una relación de complicidad: “Inspírate…” (agosto), “Todo lo que necesitas saber para estar al día…” (febrero), “20 piezas denim para tu armario” (marzo), “25 preguntas sobre tu salud” o “Crea tu marca digital” (mayo), “Elige look” (julio), “Atrévete con el color” (septiembre), “¿Cómo te lo vas a poner?” (octubre), “Una desconocida en tu armario: falda midi” (noviembre), “Estrena look” (diciembre)”, “Otros detalles punk que modernizan tu look” (enero)… El diseño, la fotografía, el papel couché, envuelven al lector en el mundo de “lo bello”, en un mundo de seducción del que quiere formar parte y en el que la lengua es una gran protagonista. Parafraseando a Lipovetsky (1996), podríamos decir que moda, publicidad y lengua se aúnan para convertirse en “cosmético de la comunicación”. El ambiente idealizado seduce al lector, maquilla la realidad, y, como veremos a continuación, las técnicas discursivas empleadas se convierten en un elemento clave para lograr este mundo de ensueño.
3.
técnicas discursivas
Cuando hablamos de las técnicas discursivas que la revista Telva emplea para hablar de moda, no podemos obviar el magnífico trabajo realizado por
2 En los ejemplos que iremos mostrando a lo largo de las siguientes páginas utilizaremos el subrayado con el fin de remarcar aquellos recursos a los que hacemos referencia.
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Hinojosa Mellado (2007) y que nos servirá, en gran medida, para realizar nuestro análisis. Trabajaremos en el marco teórico de la pragmática, partiremos de la existencia de tres clases de modalidades de la enunciación: declarativa, interrogativa y yusiva o imperativa, y veremos cómo estas se ponen de manifiesto en los mensajes que aparecen a lo largo de la revista. En Telva se cumplen las palabras de esta autora cuando aplica los análisis de la pragmática del discurso a los textos que, sobre belleza y moda, suelen escribirse en las revistas de alta gama: En las revistas femeninas de alta gama, comprobamos que el destinatario invocado es femenino, la fuente enunciadora se dirige siempre a una mujer, como queda de manifiesto en los morfemas de género. En cuanto al lector instituido, reflejado en el vocabulario, los temas etc., esta destinataria aparece como una mujer más bien instruida, que comprende las referencias al mundo del arte, el cine y la literatura y que ha atesorado previamente los conocimientos suficientes sobre moda y belleza para entender cualquier información proporcionada por la publicación sin precisar explicaciones muy detalladas; en este sentido, se trata de una lectora cómplice. […] se crea una unión entre los “iniciados” y la exclusión de los que no poseen los datos suficientes como para formar parte de ese grupo. Se configura una cultura de clase (Hinojosa Mellado 2007: 21).
Efectivamente, el discurso de Telva es un discurso dirigido a una mujer de clase media-alta que siente que se cuenta con ella desde la misma portada de la revista (como antes hemos comentado es fundamental en este sentido el uso del pronombre tú con el que se logra crear desde el principio un clima de familiaridad y empatía). Al mismo tiempo, ya en las primeras páginas, las lectoras ven que pueden formar parte de ese discurso, como si de un “diálogo” se tratase, gracias a la sección “Línea directa con Telva” en donde las mujeres escriben cartas (en los números consultados solo cuatro cartas fueron escritas por hombres –en los meses de julio, septiembre, octubre y noviembre–3) y pueden optar a conseguir un regalo relacionado siempre con la moda y la belleza y cuyo valor oscila entre los doscientos y novecientos euros. La afectividad y familiaridad que produce compartir experiencias llevarán a la lectora a sentir “la magia de la lengua oral” y se creará un clima de confianza entre las interlocutoras en el que será fácil sugerir, aconsejar o aleccionar sobre lo más chic en moda, decoración, gastronomía o viajes…
3 Curiosamente no ocurre lo mismo con la sección Facebook & Twitter donde seleccionan los mejores mensajes que llegan a TELVA vía redes sociales, y en los que es fácil encontrar mensajes enviados por los hombres, si bien siempre en menor número que el que envían las mujeres.
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Aunque todos estos temas (decoración, gastronomía, viajes, libros, premios…) serán objeto de interés en la revista que estamos analizando, podemos afirmar que el tema estrella es la moda. El discurso de la moda no solo lo encontraremos en aquellas páginas dedicadas exclusivamente a ello, sino que se desliza en los reportajes, entrevistas a distintas personalidades de la actualidad (con frecuencia se describe cómo van vestidos, convirtiéndose de este modo en modelos prestigiosos que deben ser seguidos), o en el propio sumario de la revista y en la página Telva.com. Partiremos del análisis de los mensajes que aparecen en el sumario de los doce números de Telva estudiados (año 2105), para acercarnos después al discurso empleado en la página Telva.com, en los reportajes de moda o en la secciones LO ÚLTIMO y MODA, sección esta en la que, como veremos, el texto es, en ocasiones, un descriptor denotativo y connotativo de la fotografía.
3.1. Análisis discursivo de los sumarios4 El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE 2014) define sumario como ‘resumen, compendio o suma’, es decir, lo específico del sumario es la brevedad, la concisión. Todos sabemos que en una revista, el sumario es aquella sección que nos anticipa lo que el lector podrá encontrar en las páginas de la publicación que tiene entre manos. En muy pocas palabras el receptor puede conocer el contenido temático de la revista y, en esas pocas palabras, se pueden ver claramente muchas de las técnicas disuasorias del discurso empleado. Al acercarnos a los sumarios de los doce números de la revista objeto de nuestro estudio, y tras la elaboración de un corpus con las informaciones relativas específicamente al tema de la moda, hemos podido comprobar que en esas brevísimas informaciones se encuentran ya ejemplos que corresponden a las tres modalidades discursivas que constituyen las modalidades de la enunciación: declarativa, yusiva e interrogativa. Son ejemplo de modalidad declarativa los siguientes textos en lo que predomina el uso del indicativo como modo verbal y en los que se producen aserciones categóricas en las que parece predominar cierta neutralidad distanciadora:
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Ante la imposibilidad de mantener en los ejemplos citados el cuerpo y tipo de letra que aparecen en la revista, trataremos, al menos, de reflejar el uso de mayúsculas y minúsculas. Somos conscientes de la enorme importancia que el diseño tipográfico tiene en el significado global del texto.
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“Nuevo punk” (enero). “Lo último en moda: EL ANTE REGRESA A TU ARMARIO esta primavera. Lo declinamos en versión 60’s y 70’s” (mayo). “Se lleva el biquini blanco y calado” (julio). “Se lleva el crochet y los tejidos superpuestos” (septiembre). “Moda: TELVA lleva a la calle las tendencias de la PASARELA” (septiembre). “Moda: los códigos estéticos de LOS 70’S toman el armario de la temporada” (octubre).
No obstante, en ocasiones, esa aparente objetividad se llena de adjetivos valorativos, o de afirmaciones enfáticas. Este tipo de mensajes, en los que se prima la bondad y la novedad del producto, (se lleva, fiebre, gran tendencia, sí importa, nos apasiona, revelación, irremplazables, look 10…) provoca en la mente de la lectora el deseo de adhesión, con la seguridad de que los artículos que allí se describen deben ser compartidos por ella: “En Moda, el VAQUERO se lleva a todas horas: pitillos, anchos tipo seventies o en versión boyfriend. La fiebre jean está aquí” (marzo). “Lo último en moda: de encaje, satén, colores empolvados... LA LENCERÍA sí importa” (abril). “El patchwork, la gran tendencia de la temporada” (septiembre). “Biquinis étnicos, collares zíngaros…un LOOK 10 PARA LA PLAYA” (junio). “Moda: descubrimos los irremplazables jerséis de cashmere de la firma CRUCIANI” (septiembre). “Lo último en moda: FALDA MIDI. La prenda revelación de la temporada” (noviembre).
Otras veces, se recurre a un tercer enunciante, que será quien se haga responsable del mensaje. Este enunciante será siempre alguien de marcado prestigio en el mundo de la moda, de tal manera que aunque se consolide una aparente distancia entre el enunciador habitual y el receptor, esos mensajes tendrán una gran carga persuasiva, pues el valor de auctoritas de quien los emite los convierte en una verdad casi inapelable: “Lo último en moda: MICHELLE JENNER nos cuenta sus claves de estilo” (enero). “Moda: viajamos a Miami para descubrirte a JONATHAN W. ANDERSON, el diseñador que ha revolucionado Loewe” (mayo). “El espíritu hippy de los 70 reinterpretado por la actriz CLÉMENCE POÉSY” (agosto). “Aplicaciones metálicas, exquisitos tejidos... Así es la nueva colección cápsula de JORGE VÁZQUEZ para Síntesis, de El Corte Inglés” (septiembre).
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“Lo último en moda: nos colamos en el diario de viaje a Seúl de KRISTEN STEWART, con motivo del desfile Crucero de Chanel” (diciembre).
La modalidad yusiva o imperativa -aunque en principio pudiera parecer chocante ya que los sumarios se prestan más a un lenguaje informativo-denotativo con el que se adelanta la información que se desarrollará a lo largo de la revista-, también se hace presente: el uso del imperativo (vístete, súmalos, apunta, te pondrás…) junto al empleo de voces como “obligatorio” interpelan al lector en un discurso donde la función apelativa es la dominante: “Moda: cómo mezclar el ESTAMPADO VICHY. Especial tendencias: así viste el NUEVO ARMARIO de temporada. Obligatorio: UN TOQUE AMARILLO” (febrero). “Vístete de flores” (abril) “Moda: BOLSOS CON NOMBRE PROPIO. Súmalos a tu lista de deseos de temporada” (abril). “MODA: minis de volantes, pareos de algodón, biquinis y shorts. Apunta las prendas que triunfan este verano” (junio). “MODA: la chica del momento, ALMA JODOROWSKY, con los vestidos que te pondrás en tus fiestas de verano (julio).
También la modalidad interrogativa se hace presente en el corto y pequeño espacio de un sumario: “Son frecuentes las preguntas. El hecho de interpelar a la receptora como si estuviera presente contribuye poderosamente a crear la sensación de una comunicación cara a cara” (Hinojosa Mellado 2007: 301). Ejemplos de esto lo encontramos en: “¿Te imaginas hacer la Primera Comunión con un BALENCIAGA? (febrero). “Moda: ¿sabes ya lo que te vas a poner el próximo otoño-invierno?” (agosto).
3.2. telva. com Tu web de referencia para estar al día en lo que se lleva En las páginas que invitan a entrar en la versión on line de la revista hay un predominio de la función apelativa y del discurso yusivo propio del lenguaje publicitario. Enmarcados entre un “TELVA.com. Tu web de referencia para estar al día en lo que se lleva5” y el exclamativo “¡Síguenos!” (delante de las redes socia-
5 A partir del mes de octubre este lema cambiará parcialmente: “Para estar al día de lo que se lleva y lo que se dice, esta es tu web”.
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les en las que está presente), hallamos mensajes de carácter exhortativo en los que predominan los verbos en imperativo. Son mensajes que animan o convencen a la mujer de la conveniencia de seguir los mandatos, o consejos, que allí aparecen. Mensajes en los que la destinataria se siente interpelada a realizar compras: “COMPRA EN UN CLIC LAS PRENDAS IT”, (leemos en la sección “Shopping online”), a seguir consejos de belleza (“Consigue el look beauty del verano” [julio]), o a ver el lugar idóneo para pasar las vacaciones (“LAS MEJORES VACACIONES. Éste es tu destino, éste es el equipaje” [julio]). Frente a la sensación que, aparentemente, pudieran dar estos textos de fuerte obligatoriedad en la receptora, debemos señalar que el enunciador emplea las palabras de tal modo que la enunciataria siente que tales mandatos, lejos de constituir una orden, son solo consejos bienintencionados que persiguen un único fin: su bienestar. Para ello: • Los mensajes y preguntas se presentan como una hoja de ruta elaborada con la finalidad de proporcionar ayuda a la destinataria: “El vestido perfecto, ¡trendy y a buen precio!, lo encontrarás en TELVA.com.” “Descubre los accesorios que te hacen el look ¿cuál elijo para acaparar todas las miradas?” “¿Sabes cómo reinterpretar tu outfit de invitada en diferentes eventos de verano? las claves para sacar el máximo partido a tus compras” (junio).
• Las tendencias presentadas por los expertos en moda se ofrecen como una valiosa ayuda, entendiendo que son ellos los que trabajan por y para ella: “Lo quieres, lo tienes […] Este mes, busca tus outfits de fin de año en nuestra tienda online. Las estilistas de TELVA y nuestras bloggers declinan la tendencia para ti” (enero). “Frío, frío ¡abrígate con estilo! Elige, combina y crea tus looks con ayuda de nuestras estilistas y bloggers de moda” (febrero). “¡Nueva temporada! Erea Louro nos descubre sus looks fetiche de primavera en el Shopping Online by TELVA ¡Entra y compra los outfits preferidos de nuestras blogueras” (marzo). “¿Qué les compro? […] las estilistas de TELVA han rastreado todas las tendencias” (septiembre).
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• Los consejos, los mensajes, los enunciados yusivos se enmarcan en unas condiciones pragmáticas en las que la mujer siente la bondad de lo que se le ofrece: “…nos quitamos los tacones y nos ponemos las deportivas […] porque creemos que una vida activa y sana te hará más feliz y más guapa…” (abril). “En TELVA. com encontrarás el mejor especial de los Premios Oscar 2015: todos los vestidos de alfombra roja, el análisis beauty más completo […] Si te lo pierdes ¿de qué hablarás con tus amigas?” (marzo). “VOLVER NUNCA FUE TAN EMOCINANTE Estrena armario de otoño. Resetea tu piel y tu pelo […] ¡Porque aunque estés de vuelta, este otoño será especial con TELVA.com!” (septiembre).
Y todo para que –parafraseando uno de los mensajes que aparecen en el mes de diciembre– “no te preocupes de nada y disfrutes”. Al transmitir datos en los que siempre se muestra la bondad de lo explicitado, la lectora jamás sentirá estos mensajes como órdenes impositivas: muy al contrario, sentirá esa relación directa que se entabla con ella y se mostrará satisfecha de formar parte de ese entorno que se le ofrece en el que alguien se preocupa por su bienestar.
3.3. lO ÚlTIMO moda y la sección MODa En las páginas centrales de la revista hallamos la sección telva lo Último. En ella el lector puede hallar las últimas tendencias en moda, sociedad, belleza, aventura, humor, viajes, gastronomía, trabajo, motor, etc. lo Último moda presenta en sus páginas reportajes en sentido estricto, en los que un periodista analiza y muestra la labor llevada a cabo por los grandes diseñadores de firmas ya consagradas en el mundo de la moda y nos acerca también a aquellos otros autores noveles que van abriéndose un hueco en este complejo mundo del diseño: desde la firma Coach que abre un nuevo espacio en Los Ángeles (febrero), hasta las palabras de Paul Marciano, fundador de Guess, quien nos explica el éxito de los jeans en la última década del S. XX (marzo), pasando por el análisis de los últimos desfiles donde los influencers eligen para nosotros las colecciones que más les han emocionado. Dejando a un lado este reportaje stricto sensu en el que se nos muestra el acervo léxico que conforma este fasolecto de la moda –y cuyo análisis abordamos en otro trabajo (Fernández Martínez en prensa)–, quiero acercarme a
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los mensajes que tanto en este apartado como en la sección moDa6 encontramos, mensajes en los que “texto” y “fotografía” van de la mano: Es el texto el que funciona como apoyo de una fotografía extraordinariamente rica en contenidos connotativos. De hecho, los comentarios se han vuelto más lacónicos y asépticos. Se limitan muchas veces a consignar el nombre de el o la modelo, seguido de los verbos lleva o viste y la enumeración de las prendas, con precios y puntos de venta a continuación. Los textos reutilizan un léxico de moda que se sirve de unas cuantas expresiones recientes (vintage, básico, black short, dress) pero muchas otras tomadas del mismo vocabulario que analizó Barthes, asumido ya con un significado más preciso que evocador. Las únicas concesiones «literarias» están confinadas al título y al párrafo de encabezamiento pero, a menudo, el texto no pasa de ser una «visualización en segundo grado» de los contenidos de la imagen (Abad-Zardoya 2011: 37).
Efectivamente, tanto en lo ÚLTIMO MODA como en las páginas que conforman la sección específica de MODA es fácil encontrar “comentarios lacónicos y asépticos” al lado de “concesiones literarias”. Al acercarnos a estas últimas, podemos observar, de nuevo, un predominio de la función apelativa y de la modalidad yusiva del discurso. Los mensajes son claramente persuasivos y esto se logra (como ya hemos visto en puntos anteriores) con la implicación del receptor y con la exaltación del producto del que se habla. Volvemos a encontrar verbos en imperativo o en infinitivo (“Rescata los clásicos que funcionan, como unos mocasines, una cazadora vaquera, o un jersey de canalé, y actualízalos mezclados con piezas de tendencia” [marzo]); verbos con un alto valor connotativo que seducen al lector y le llevan más allá del estricto valor significativo (“La pasarela rinde homenaje ...” (mayo), “Por qué amamos estos relojes” [junio]), y que utilizan el plural para referirse a una destinataria que siempre está presente en el discurso, compartiendo realidad con el emisor (“Los 14 magníficos. Las pasarelas han dictado sentencia y nos proponen un viaje con las piezas que nos transportarán desde los 70 hasta el lejano Oriente. España brilla con fuerza” [junio]). Hallamos, de nuevo, interrogaciones directas, con las que se logra recrear la magia de la lengua oral (“El poder de las gafas de sol alcanza todos los territorios ¿Cuál eliges?” (febrero), “¿Y ahora qué? [agosto]), y nos enfrentaremos a un discurso que se engalana con todos los recursos de la prosa poética:
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Después de la sección LO ÚLTIMO, la revista Telva dedica unas páginas exclusivamente a la MODA, páginas en las que hay un predominio de la fotografía sobre el texto.
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• Imágenes, símiles, metáforas: “Misteriosas criaturas invaden de ironía bolsos y sudaderas…” (febrero). “El dress code de fiesta se depura y relaja” (diciembre). “Navegamos en las fragatas de Rodarte, Chloé o Givenchy para evocar este intrépido universo en clave femenina” (abril). “El cashmere como segunda piel” (enero).
• Personificaciones: “Aquí están los bolsos con nombre propio que incluimos en nuestra lista de deseos de la temporada” (abril). “Este otoño la falda es la reina de la calle” (noviembre). “El denim vuelve a ser el rey y las rayas y el ante los protagonistas” (junio).
• Sinestesias: “Tierno toque de encaje” (julio). “Dulce y tan suave” [referido al tono que predomina en las prendas]” (diciembre).
• Hipérboles: “Hoy, las curvies lideran una revolución a la que se unen las firmas, agencias de modelos e influencers que claman a los cuatro vientos que las curvas son tendencia” (agosto).
• Exclamaciones: “¡Escatima centímetros al tacón!” (junio). “¡Que vienen las curvas!7 […] (agosto).
• Antítesis: “Lo (in)visible […] lo que se ve... y lo que no” (abril). “Los nuevos clásicos” (abril).
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Para hacer referencia a las tallas grandes.
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• Juegos de palabras, paronomasias: “Ante todo ante” (mayo). “NUEVA LENCERÍA Mejor que nada” (julio). “No dar puntada sin hilo. Siempre imprevisibles, nunca aburridos. Así son los desfiles de Prada […] (junio).
Un discurso que evoca el mundo de la literatura, con mensajes en los que existe un predominio de la construcción nominal: “Mi himno a la camisa”; “Radiografía de UNA PRENDA 10” (febrero); “20 vestidos y una noche” (diciembre)”8, y que nos ofrece estructuras propias de una novela: “CAPÍTULO 1/ EL MONO” (julio); “CAPÍTULO 2/ ALGO SALVAJE” (noviembre)9. Un discurso que argumenta en femenino (“Aparte del todopoderoso pitillo (que todas sabemos cómo llevar), la metamorfosis del vaquero se amplía esta temporada” [marzo]), y que utiliza los recursos de la lengua literaria para seducir, sugerir…transportar al lector a un mundo de belleza, lujo y exclusividad: “Collares y pendientes que evocan al mundo marino, blusas de volantes y pantalones de piel visten a una mujer conquistadora” (abril). “REINA DE LOS MARES[…] nuevo estilo romántico del verano…” (junio). “Un lujo posible [referido a los diseños de Jorge Vázquez]” (septiembre).
El léxico de este discurso presenta también unas marcas que lo definen: – Adjetivos con un fuerte valor laudatorio: “ROMÁNTICO. Estampados florales, sandalias de tejidos rústicos y tonos sutiles como el nude, impulsan un estilo bohemio y muy femenino” (febrero).
– Adjetivos que, utilizados a menudo en sus grados comparativo y superlativo, inciden y multiplican dicho valor: “Entalladísimos trajes con pantalones de campana, americanas lánguidas, […] un estilo absolutamente cool” (febrero).
8 Son mensajes que podrían constituir el título de cualquier obra literaria, de cualquier canción o de cualquier película. Pensemos si no, en títulos como “Himno de mi corazón” de Mercedes Sosa o el poema “Himno a la claridad” de la poetisa Raquel Lanseros, o la conocidísima obra de Pablo Neruda, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. 9 Aparecen como “entregas” de TELVA 20’S.
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“El año de la falda. La prenda más femenina vive su edad dorada […]” (noviembre). “Unas sandalias o zuecos con plataforma serán tus mejores aliados para conseguir un look sofisticado en clave retro” (mayo). “Así son las cuñas de Salvatore Ferragamo, ¡lo más!” (abril).
– Voces que evocan bienestar, placer, belleza: “Deseado verano. Cuando hagas la maleta para perderte en tus merecidas vacaciones, no olvides las chanclas […] Estilo para desconectar. UN BIQUINI Y…ALGO MÁS” (junio).
– Y un altísimo porcentaje de tecnicismos y neologismos que transmiten indudables connotaciones positivas pues “impregna[n] de un halo de seguridad científica, y esto prestigia el mensaje, aunque por otro lado lo convierte[n] en críptico” (Hinojosa Mellado 2007: 220): “Faldas de broderie conviven con jerséis amplios y esponjosos, en un cuidado ejercicio de mix casual-lujoso” (junio). “Desde su versión más minimalista, con el slip dress como prenda icono de toda una época, a la vuelta de la logomanía. Estos son los hits que no te puedes perder” (noviembre). “Vestido cut-out de encaje con motivos florales, […] y joyas vintage” (diciembre). “Llegan aires frescos para la tendencia ladylike. […]. Apuesta por jerséis oversize (y muy rústicos) sobre vestidos livianos” (diciembre). “FLORES: MIX & MATCH” (abril).
Todas estas características logran conformar un lenguaje altamente seductor, ya que, incluso en aquellos ocasiones –pocas– en las que predominan los enunciados de marcado carácter asertivo, estos tienen una gran fuerza persuasiva pues se presentan como verdades objetivas, verdades irrefutables, ante las cuales no se plantea ninguna posible objeción. Son mensajes en los que es frecuente el uso del “se reflexivo” con el que se consigue cierta distancia (tan solo aparente, pues los enunciados tienen una enorme fuerza ilocutiva) entre el enunciador y la enunciataria: “SHORT De talle alto, con dobladillo o deshilachado, el pantalón mini se lleva con zapato plano o sandalias de tiras” (marzo). “Estampado, masculino u oversize, el pantalón Capri de cintura alta se convertirá en tu básico para esta temporada” (junio). “EL TOQUE RETRO se consigue con los accesorios. El bolso de mano con boquilla de cocodrilo y las gafas de madera y piel” (junio).
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No quiero terminar este repaso por el discurso de la moda empleado en la revista Telva sin acercarme a esos comentarios lacónicos –de los que hablaba Abad-Zardoya (2011)– que enumeran “prendas, con precios y puntos de venta”. En ellos hallamos un léxico propio de la lengua sectorial de la moda, con un predominio de la función representativa: “Vestido blanco, VEROMODA, 29,95 € Bolso de ante, MIRA LA MARELA, 195 €. Sandalias camel con tacón de madera, EXE SHOES” (septiembre). “Pantalón de seda estampado (195 €) PEDRO DEL HIERRO” (noviembre).
Son ejemplos caracterizados por una economía del lenguaje, que contrasta severamente con el lenguaje empleado en el resto de las informaciones sobre moda. Un lenguaje “aséptico” en el que, sin embargo, no podemos dejar de ver una cierta carga valorativa pues, como Carmen Ávila y Francisco Linares señalan, el mero hecho de indicar lo que se va a llevar, lo que va a “estar de moda”, implica que el lector vea ese mensaje como algo positivo: “…el discurso verbal sobre la moda y sobre el seguimiento de la moda […] es fundamentalmente un discurso valorativo, es decir, discrimina comportamientos y objetos de un modo positivo y negativo, califica y descalifica. […] Basta pensar que la mera descripción, en principio neutral, de un traje en una revista de moda está ya valorando positivamente al mismo como ejemplo de moda” (Ávila Martín y Linares Alés 2006: 38).
Un discurso positivo en el que, como páginas atrás comentábamos, la mujer se siente partícipe y protagonista, ya que, de forma explícita se le hace ver que ella es la destinataria del trabajo realizado por unos profesionales que quieren convertir en realidad (vestido-real) (Barthes 2005) lo que es un mundo de fantasía en las pasarelas: “De la pasarela a la realidad. El equipo de moda de TELVA aceptó el reto de trasladar las tendencias a nuestro día a día. Y este es el resultado: desglosamos las siete claves de la temporada y traducimos el tweed retro de Prada, el patchwork absoluto de Etro o el vestido victoriano de Valentino al lenguaje de la calle” (septiembre).
Un mundo en el que, como leemos en el último ejemplar de las revistas objeto de nuestro análisis, “el cielo es el límite” (diciembre).
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4.
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a moDo De ConClusiones
Lurie (1994) señalaba que si la indumentaria es una lengua, esta debe tener un vocabulario y una gramática como el resto de las lenguas. En el presente trabajo hemos querido acercarnos a ese vocabulario, a esa gramática, a ese discurso que se ha convertido en un verdadero lenguaje sectorial en el que tanto los profesionales de la moda, como todos aquellos que quieren acercarse a ella, de un modo u otro, participan. Un lenguaje que ha evolucionado al mismo tiempo que la realidad sociocultural lo ha hecho. Para ello nos hemos servido de una muestra muy concreta: los doce números que constituyen el año 2015 de la revista de alta gama más veterana del panorama actual español, la revista TELVA. Tras el estudio de los mensajes que aparecen en las portadas, en los sumarios, y en las secciones TELVA.com, LO ÚLTIMO MODA y MODA, podemos afirmar que nos hallamos ante un discurso que se ha convertido en un fasolecto donde los recursos expresivos son manejados para incidir en el destinatario y donde la creatividad léxica parece no encontrar barreras y hace gala de un incremento constante de neologismos. Un discurso que desde el principio atrae la atención de la lectora y la convierte en compañera activa; un discurso en el que la modalidad yusiva es la predominante y en el que impera la función apelativa del lenguaje. Un discurso en el que las palabras adquieren una potencia evocadora particular y reinterpretan el mundo de la moda en la España contemporánea como clave cultural de una época.
reFerenCias bibliográFiCas Abad-Zardoya, Carmen (2011): “El sistema de la moda. De sus orígenes a la postmodernidad”, Emblemata, 17, pp. 37-59. Ávila Martín, Carmen y LinaresAlés, Francisco (2006): “Valoración de la conducta en las expresiones sobre seguimiento de la moda. Léxico y discurso de la moda”, Revista Comunicar, 27, pp. 35-41. Barthes, Roland (2005): El sistema de la moda y otros escritos, Barcelona: Paidós. Garrido Rodríguez, María (2012): Revistas femeninas de alta gama. Crónica de un desdén, Salamanca: Comunicación Social. Fernández Martínez, Pilar (en prensa): “Estudio lexicográfico de la lengua de la moda en una revista de alta gama: mecanismos de creación y formación
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léxica”, Diálogo de la lengua. Revista de investigación en filología y lingüística, 9. Hinojosa Mellado, M.ª Paz (2007): La persuasión en la prensa femenina. Análisis de las modalidades de la enunciación, Madrid: Vision libros. Lipovetsky, Gilles (1996): El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas, Barcelona: Anagrama. Lipovetsky, Gilles (2006): Los tiempos hipermodernos, Barcelona: Anagrama. Lurie, Alison (1994): El lenguaje de la moda. Una interpretación de las formas de vestir, Barcelona: Paidós. RAE-ASALE (2014, 23ª ed.): Diccionario de la Lengua Española, Barcelona: Espasa Revista TELVA (2015), nº 909 (enero); nº 910 (febrero); nº 911 (marzo); nº 912 (abril); nº 913(mayo); nº 914 (junio); nº 915 (julio); nº 916 (agosto); nº 917 (septiembre); nº 918 (octubre); nº 919 (noviembre) y nº 920 (diciembre). Unidad Editorial. Madrid: Ediciones Cónica, S.A.
Capítulo 3
la fraseología en el disCurso del CómiC: el Caso de los CómiCs de ivà
pelegrí sanCho Cremades Departament de Teoria dels Llenguatges i Ciències de la Comunicació Universitat de València [email protected]
1.
introduCCión
En el presente trabajo vamos a analizar la fraseología empleada en los cómics de Ivà (Ramón Tosas, Manresa, Barcelona, 1941-Briones, La Rioja, 1993). Los cómics de Ivà, en especial los publicados en El Jueves, que representan la etapa de madurez del autor, se caracterizan por un uso peculiar del lenguaje1. Cabe tener la prevención de que nos encontramos ante una muestra de oralidad fingida (Brumme 2012), es decir, un género escrito que imita ciertas marcas de la oralidad, entre las cuales se encuentra el uso de unidades fraseológicas coloquiales y vulgares, así como la estructura dialógica; sin embargo, presenta características específicas, impuestas por el hecho de que el cómic emplea una expresión escrita2. El objetivo del trabajo es contabilizar las unidades fraseológicas empleadas y clasificarlas según diferentes parámetros, sobre todo de acuerdo con las categorías o tipos de unidades fraseológicas (locuciones, fórmulas oraciona-
1
Sobre las peculiaridades de la grafía de los cómics de Ivà se puede consultar Rebollo Torío (1998). 2 Sobre la conveniencia, e incluso necesidad de partir de textos orales para caracterizar el registro coloquial desde el punto de vista de la fraseología, cf. Ruiz Gurillo (1996).
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les, refranes, etc.) y según la marca diafásica (sin marca, coloquial, vulgar, etc.) con el fin de establecer las generalizaciones pertinentes en la caracterización del uso de la fraseología por parte del autor, en especial por lo que respecta al estilo. El trabajo se organiza en las siguientes partes: en primer lugar, especificamos el corpus analizado y los resultados obtenidos en la contabilización de las unidades fraseológicas, por lo que atañe a la categoría de las unidades fraseológicas empleadas y a su marcación diafásica (§ 2); en segundo lugar, ofrecemos una caracterización del uso de las unidades fraseológicas en los cómics de Ivà a partir del corpus analizado (§ 3); finalmente, presentamos las conclusiones (§ 4).
2.
el Corpus analizado. resultados
Se han analizado tres recopilaciones del autor. Por una parte, la recopilación que resume su trayectoria, ¡Cagontó! (168 páginas) y los dos volúmenes publicados hasta el momento dedicados a Makinavaja, “El último chorizo” (143 páginas y 151 páginas). En total, se han analizado 464 páginas. Se han extraído las distintas unidades fraseológicas y se ha contrastado su presencia en distintas obras lexicográficas; así, para el español, hemos consultado el Diccionario fraseológico documentado del español actual. Locuciones y modismos españoles, de Seco Reymundo, Andrés Puente y Ramos González (2004) (en adelante, DFDEA), el Diccionario fraseológico del español moderno de Varela y Kubarth (1994) (en adelante, DFEM) y el Diccionario de uso del español de Moliner (1998) (en adelante, DUE); para el catalán, el Diccionari de sinònims de frases fetes de Espinal (2004) (en adelante, DSFF). Además, se ha contabilizado el número de ocurrencias de cada una de las unidades fraseológicas, es decir, el número de veces que aparecen en el corpus, y se han establecido los porcentajes, especialmente, respecto a la categoría y la marca diafásica con el fin de realizar un análisis cuantitativo, para después llevar a cabo generalizaciones de carácter más cualitativo y estilístico. En las obras analizadas se han encontrado 671 unidades fraseológicas, entendiendo la fraseología en sentido amplio, tanto las locuciones, como las fórmulas oracionales, refranes y citas. Para la clasificación de las unidades fraseológicas, se ha seguido un criterio categorial y, en ocasiones, más bien funcional, ya que dicho criterio funcional podía arrojar datos más esclarecedores respecto a la caracterización del uso de la fraseología en el cómic. Esencialmente, seguimos la clasificación de Corpas Pastor (1996), con algunas excepciones. Por ejemplo, se ha preferido el término fórmula oracional
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al de enunciado fraseológico, consagrado el primero en diversas obras lexicográficas. Por otra parte, se han incluido los marcadores discursivos, cuya pertenencia a la fraseología sostienen algunos autores (cf. Ruiz Gurillo 1996, 2010), pues presentan algunos de los rasgos más importantes de las unidades fraseológicas (polilexicalidad, significado idiomático y, sobre todo y al igual que muchas unidades fraseológicas, valor funcional pragmático-discursivo) y resultan pertinentes en la caracterización del estilo (organización y gestión de la conversación en un género por definición dialogal). Por lo que respecta a la identificación de los extranjerismos, estos en ocasiones no aparecen en las obras lexicográficas específicas dedicadas a la fraseología, pero sí en otras de carácter general (DUE). En relación con los calcos del catalán, se trata de unidades fraseológicas que no aparecían en las obras lexicográficas dedicadas al español, pero que hemos registrado en catalán en obras lexicográficas centradas en dicha lengua (DSFF); conviene advertir que en ocasiones ha sido difícil dilucidar si se trataba de un préstamo del catalán o de un fraseologismo de creación, ya que determinados fraseologismos no aparecen en las obras lexicográficas, a pesar de ser de uso común. Las unidades fraseológicas encontradas y el número de ocurrencias que presentan, de acuerdo con los diversos tipos o categorías, son los siguientes: (1) LoCUCIonES: Nominales: 47 (81 ocurrencias); Adjetivas: 34 (47 ocurrencias); Verbales: 215 (373 ocurrencias); Adverbiales: 107 (188 ocurrencias); Pronominales: 8 (15 ocurrencias); Preposicionales: 3 (6 ocurrencias). CoMPARACIonES FRASEoLóGICAS: Como: 14 (14 ocurrencias); Más… que: 46 (55 ocurrencias). FóRMULAS oRACIonALES: 127 (539 ocurrencias). MARCADoRES DEL DISCURSo: 8 (96 ocurrencias). REFRAnES: 48 (52 ocurrencias). CITAS: 13 (13 ocurrencias). CALCoS o PRéSTAMoS DEL CATALán: 12 (17 ocurrencias). ExTRAnjERISMoS: 4 (4 ocurrencias) Presentamos a continuación algunos ejemplos de los diversos tipos: (2) a. Locuciones nominales: alma de cántaro, años de Maricastaña, baño de sangre, buena fe, cabeza de turco, carta blanca, el año Catapún, el oro y el moro, espíritu de contradicción, lujo asiático, pasta gansa, putón verbenero, trampa y cartón, etc. b. Locuciones adjetivas: con oficio y beneficio, de bombero, de buen corazón, de caballo, de cojones, de copón, de la hostia, de mala muerte, de muerte, de no te menees, de pasta de boniato, del otro mundo, que ni pintado, podrido de dinero, que te cagas, visto y no visto, etc.
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c. Locuciones verbales: abrir los ojos, caérsele el pelo a alguien, cruzarse los cables a alguien, dar alas, dar a alguien vela en este entierro, dar caña, dar por el culo, dar por el saco, dejarlo correr, echar el ojo, echar un polvo, echar leña al fuego, enterarse de lo que vale un peine, hacer la vista gorda, hilar fino, irse a tomar por el culo, matar la araña, meter un puro, pasarlas putas, salir de los cojones, ser culo y mierda, ser coser y cantar, tener la fiesta en paz, tener la sartén por el mango, etc. d. Locuciones adverbiales: a bocajarro, a bulto, a diestro y siniestro, a lo mejor, a sangre fría, a mano armada, a toda leche, a voz en grito, al baño de María, al loro, al tanto, cagando leches, codo con codo, como Dios, como un cabrón, con la punta del capullo, de buena tinta, en Babia, en chino, en el machito, entre pitos y flautas, la tira de, para trotes, patas arriba, por barba, sin ir más lejos, etc. e. Locuciones pronominales: ni Dios, ni pío; quien más, quien menos; todo Dios, todo el mundo, un pelín, una (puta mierda). f. Locuciones preposicionales: a base de, a + posesivo + costa, a punta de g. Comparaciones fraseológicas: como en jauja, como la piedra, como a una reina, como una Magdalena, como una marmota, como una patena, como una tumba, (más antecedentes) que el bidé de la Priley, (más viejo) que el cagar agachado, (más hambre que) el Carracuca, (más camellos que) en la cabalgata de los reyes magos, (más hambre) que la madre que me parió, (más seca) que la madre Teresa de Calcuta, (más rácano) que la virgen del puño, (más falsos) que un duro sevillano, (más nocivo) que una lechuga de Chernobil, (más fresco) que una rosa, etc. h. Fórmulas oracionales: a lo hecho, pecho; a sus órdenes, a tomar por el culo, allí fue Troya, anda ya, arrieros somos, arriba los corazones; cagon, cagüen, cachis; ¿con que esas tenemos?, cruz y raya, dale que te pego, de perdidos al río, Dios los cría y ellos se juntan, el señor nos coja confesados, esto está hecho, faltaría más, gracias a Dios, habrase visto; lo pasado, pasado está; las cosas como son, lo que faltaba, mejor no meneallo, menos lobos, no jodas, no se hable más, otro que tal, que en gloria esté, qué le vamos a hacer, que nos quiten lo bailado, tanto gusto, un día es un día, (y) una mierda, ya está dicho todo, ya será menos, y dale, y tanto, etc. i. Marcadores del discurso: a propósito, al fin y al cabo, de todas formas, desde luego, en fin, en realidad, por cierto, tanto mejor. j. Refranes: A enemigo que huye, puente de plata; A las penas, puñaladas; Afortunado en el juego, desgraciado en amores; Cría cuervos; Dentro de cien años, todos calvos; Donde pone el ojo, pone la bala; La excepción que confirma la regla; La pela es la pela; La vida son cuatro días; Las cuentas, claras; Mal
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de muchos, consuelo de tontos; Más vale tener que desear; no hay mal que cien años dure; Quien tiene boca, se equivoca; Todo lo bueno se acaba. k. Citas: Allí será el crujir y el rechinar de dientes; El proletariado tiene que ser como un virus maligno; La imaginación al poder; Más cornadas da el hambre; no le des un pez al hambriento, enséñale a pescar; Sed realistas, pedid lo imposible, etc. l. Calcos o préstamos del catalán: Calcos: a parir panteras (cat. a parir panteres), con el lirio en la mano (cat. amb el lliri a la mà), encontrar a faltar (cat. trobar a faltar), estar a la guai (cat. estar a l’aguait), hacer un pensamiento (cat. fer un pensament), llamar el nombre del puerco (cat. dir el nom del porc), sabérsela muy larga (cat. saber-se-la (molt) llarga), tener los cojones pelados (cat. tenir el cul pelat), tener por la puta y la Ramoneta (cat. tenir per la puta i la Ramoneta), etc.; Préstamos: si fa no fot (cat. si fa no fa); Al pa, pa i al vi, vi etc. m. Extranjerismos: dolce far niente, grosso modo, in situ, la crème de la crème. Si clasificamos las unidades fraseológicas según el número de ocurrencias, es decir, atendiendo al número de veces que aparecen las distintas unidades fraseológicas (ocurrencia 1, significa que son unidades que aparecen una sola vez; ocurrencia 2, unidades fraseológicas que aparecen dos veces, y así sucesivamente) obtenemos los siguientes resultados: (3) ocurrencia 1: 497; ocurrencias 2: 72; ocurrencias 3: 27; ocurrencias 4: 22; ocurrencias 5: 11; ocurrencias 6: 9; ocurrencias 7: 5; ocurrencias 8: 3; ocurrencias 9: 2; ocurrencias 10: 4; ocurrencias 11: 3; ocurrencias 12: 2; ocurrencias 13: 2; ocurrencias 15: 1; ocurrencias 16: 1; ocurrencias 17: 1; ocurrencias 20: 1; ocurrencias 21: 1; ocurrencias 23: 1; ocurrencias 25: 1; ocurrencias 31: 1; ocurrencias 33: 2; ocurrencias 42: 1; ocurrencias 63: 1; ocurrencias 66: 1; ocurrencias 475: cagon, cagüen, cachis. Por otro lado, respecto a la variedad diafásica3, nos hemos basado en el DFDEA y, en su defecto, en el DFEM; cuando no aparecían las unidades fraseológicas en ninguno de estos diccionarios, hemos intentado marcarlas.
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Penadés Martínez (2013, 2015) propone una serie de criterios para la marcación diafásica. En el DILEA, en preparación, propone marcar las locuciones como formales, informales y vulgares, más la ausencia de marca que indicará que la locución en cuestión puede emplearse en un amplio grupo de textos.
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Las unidades fraseológicas encontradas están marcadas en el DFDEA y en el DFEM de la siguiente manera: (4) LoCUCIonES: Nominales (47): col.: 16, vulg.: 7 (en total, 23) vs. sin marca: 24. Adjetivas (34): col.: 13, vulg.: 10 (en total, 23); econ.: 1 vs. sin marca: 10. Verbales (215): col.: 112, vulg.: 40, jerg.: 2, juv.: 2 (en total, 156) vs. sin marca: 56. Adverbiales (107): col.: 39, vulg.: 13 (en total, 52) vs. sin marca: 55. Pronominales (8): col.: 5, vulg. 1 (en total, 6) vs. sin marca: 2. Preposicionales: sin marca: 3. CoMPARACIonES FRASEoLóGICAS: como (14): col.: 2, vulg.: 1 (en total, 3) vs. sin marca: 11; más… que (46): col. 31, vulg.: 14 (en total, 45) vs. sin marca: 1. FóRMULAS oRACIonALES (127): col.: 61, vulg.: 15, pop.: 2 (en total, 78); mil.: 1 vs. sin marca: 48. MARCADoRES DEL DISCURSo: sin marca: 8. CALCoS o PRéSTAMoS DEL CATALán (12): col.: 8, vulg. 2 (en total, 10) vs. sin marca: 2. Por ejemplo, entre las fórmulas oracionales, tenemos: (5) a. col. a parir panteras, a saber, anda + Sn / (que), anda ya, aquí donde nos ve, arrieros somos, aunque (me) esté mal el decirlo, cargarlas el diablo, ¿con que esas tenemos?, cruz y raya, dale que te pego, dale que te dale; de eso, nada (monada); ¿de qué vas?, di que sí, Dios dirá, Dios los cría y ellos se juntan, dónde se ha visto; el que vale, vale; el Señor nos coja confesados, esa es otra, habrase visto, hasta ahí podríamos llegar, hay que ver, la madre que + pronombre + parió, las cosas como son, lo que faltaba, lo que/el que faltaba para el duro, lo que yo te diga, menos lobos, etc. b. vulg. a tomar por el culo, a tomar por el saco; cagon, cagüen, cachis; la madre que + pronombre + ha cagado, la puta de oros, manda cojones, etc. c. Mil. a sus órdenes d. Pop. a mandar e. Sin marca: a lo hecho, pecho; a lo que íbamos; a vivir, que son dos días, ahí es nada, al pa, pa i al vi, vi, allá + pronombre personal, allí fue Troya, arriba los corazones, buenas tardes, con mucho gusto, de nada, de perdidos al río, el placer ha sido + posesivo, encantado de conocerle, eso sí, esto está hecho, faltaría más, gracias a Dios, hacer el favor, ha sido un placer, haya paz, hombre de Dios; lo pasado, pasado está, mejor no meneallo, etc.
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la fraseología en los CómiCs de ivà: CaraCterístiCas generales
En primer lugar, constatamos una relativa baja frecuencia de las unidades fraseológicas. Un buen número de ellas tienen una sola ocurrencia (497 sobre 671). Entre 15 y 475 ocurrencias, salvo en un caso, encontramos una única unidad fraseológica. Estos resultados coinciden con los que han encontrado otros autores en el análisis de textos coloquiales, como Penadés Martínez (2004), en relación con las locuciones verbales4. En todo caso, aunque no sean muy frecuentes, son prominentes o relevantes desde una perspectiva cognitiva (Hanks 2000: 320, citado por Penadés Martínez 2004: 2232). no obstante, por otro lado, cabe destacar que se emplea una amplia variedad de unidades fraseológicas, pues todos los tipos están representados, desde las locuciones a los refranes, pasando por las fórmulas oracionales. En segundo lugar, por lo que respecta a la marca diafásica, se observa un predominio de unidades fraseológicas coloquiales y vulgares, lo cual se adecua al estilo del cómic (dialogal, marcadamente coloquial y, por momentos, vulgar, pues refleja el lenguaje de la marginalidad). Los porcentajes de unidades fraseológicas coloquiales y vulgares, en relación con las unidades fraseológicas sin marca, son los siguientes: (6) LoCUCIonES: Nominales: 48, 9 %. Adjetivas: 67 %. Verbales: 72 %. Adverbiales: 48, 5 %. Pronominales: 75 %. Preposicionales: 0 % (100 % sin marca). CoMPARACIonES FRASEoLóGICAS: Como: 21, 4 %. Más… que: 97, 8 %. FóRMULAS oRACIonALES: 61 %. MARCADoRES DEL DISCURSo: 0 % (100 % sin marca). CALCoS y PRéSTAMoS DEL CATALán: 81,8 %. Con todo, hay que señalar también la presencia de unidades fraseológicas sin marca, lo cual denota la mezcla de registros que caracteriza la serie. En tercer lugar, entre las unidades fraseológicas con mayor frecuencia, hemos tomado en consideración aquellas que presentan un número de ocurrencias igual o superior a 95. Aquí encontramos, por una parte, unidades fra-
4 La misma autora ha señalado también la relativa baja frecuencia de los refranes en el discurso oral, a partir del análisis de textos conversacionales coloquiales. Cf. Penadés Martínez (2006). 5 La decisión es convencional. Hay que tener en cuenta que para averiguar la frecuencia habría que contrastar, para cada tipo de unidad fraseológica, el número de unidades fraseológicas con el conjunto de las categorías en cuestión, por ejemplo, el número de locuciones nominales en comparación con el conjunto de sintagmas nominales. no hemos llevado a cabo esta operación.
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seológicas marcadas como coloquiales y, sobre todo, vulgares. Estas caracterizan un cómic que se define por su carácter iconoclasta, malsonante y transgresor, un cómic que imita el lenguaje de la marginalidad, caracterizado por los usos muy coloquiales y vulgares: cagando leches (10), de cojones (11), irse a la mierda (12), dar por el culo (16), no te jode (13), hijo de puta (20), (y) una mierda (25), la madre que + pron + parió (31)6, de puta madre (33); cagon, cagüen, cachis: (475). Estas unidades fraseológicas suponen un daño a la imagen pública de emisor y/o receptor o de la tercera persona. Penadés Martínez (2013: 35) cita a Brown y Levinson, cuando consideran que una manera directa de evitar el daño a la imagen pública, con cortesía positiva, consiste en fomentar la familiaridad hacia el interlocutor, y esta idea conduce a considerar la utilización de locuciones informales como una estrategia abierta más. Los autores citados se refieren, en relación con la variación lingüística, al uso de una lengua de grupo o dialecto y al de términos jergales o propios de un argot como dos de los procedimientos abiertos. Por otra parte, en relación con la frecuencia, contamos con unidades fraseológicas que organizan y gestionan la conversación; el cómic es un género dialogal que, en especial en este caso, imita la conversación coloquial. Aquí encontramos marcadores del discurso y algunas fórmulas oracionales, que expresan diversos valores ilocutivos en relación con el contexto anterior (rechazo, desacuerdo, aceptación cortés, etc.). Estas unidades fraseológicas, en todo caso, contribuyen a la oralidad fingida del cómic. (7) MARCADoRES DEL DISCURSo: a propósito (10), en fin (12), desde luego (66). FóRMULAS oRACIonALES: hacer el favor (10), esto está hecho (15), faltaría más (17), menos mal (23), (y) una mierda (25), anda ya (33). Entre las unidades fraseológicas más frecuentes, se hallan también las que tienen una función intensificadora. La intensificación es una de las características del registro coloquial, en relación con la expresividad de dicho registro (Briz Gómez 1997, 1998; Ruiz Gurillo 1997). Son, pues, también recursos de la oralidad fingida del cómic. Encontramos, en primer lugar, las comparaciones fraseológicas (cf. Ruiz Gurillo 1997). En conjunto, presentan un alto grado de frecuencia, no así considerando las unidades fraseológicas particulares. A partir de esquemas fijos (… como…, más… que, menos… que),
6 La única marcada por el DFDEA en este grupo como coloquial; el resto se marcan como vulgares.
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permiten un margen a la creatividad (Luque Durán 2005). De hecho, la mayor parte de las unidades fraseológicas formadas con el esquema más… que son invenciones del autor, y a menudo aparecen personajes y situaciones de la actualidad contemporánea. Muchas de ellas tienen un carácter marcadamente vulgar. Por otra parte, son los casos más evidentes, junto con la modificación creativa, de uso humorístico de la fraseología7. Luque Durán denuncia el carácter de “humor fácil” de estas comparaciones fraseológicas: Las comparaciones son también un recurso humorístico usado por algunos profesionales del humor, contadores de chistes televisivos, etc. La calidad de estas comparaciones no suele ser alta ya que van dirigidos a un público fácil y entregado que va a reír antes la sal gruesa y la alusión coyuntural más zafia. (…) Las comparaciones proverbiales, por tanto, han degenerado en un género de humorismo grosero y poco talentoso. (…) Las características de tales comparaciones humorísticas son su coyunturalidad, su grosería y su irrelevancia. (Luque Durán 2005: 420)
Asimismo, emplean a menudo como base de la comparación lo vulgar y lo escatológico. Se relacionan, por último, con la exageración y la hipérbole; en efecto, para Luque Durán (2005) los símiles pueden tener una gran fuerza expresiva ya que suelen ser una expresión hiperbólica y exagerada. El hablante se acostumbra a enfatizar sus aseveraciones con un refuerzo que puede llegar a convertirse en una muletilla. (8) a. CT , p. 200, v. 3-4 – y el Guerra contando chit-tes… – no veas tú. – … ma viejos quel cagá gachao, pero la gente, tú… ca ves cabría la boca, riéndose como si fueral Ugenio. b. CT , p. 226, v. 10 Po será chino, pero e ma negro que lo cojone dun mono, oiga. c. M2, p. 20, v. 5 Lan quedao ma esparsido que los diputao de usedé.
7 Las unidades fraseológicas son unidades marcadas que, como tales, infringen la máxima de manera de los principios conversacionales establecidos por Levinson; en este sentido, se prestan especialmente a un uso humorístico (Ruiz Gurillo, 2013). Es probable que la relación entre fraseología y humor sea más amplia, pues muchas de las unidades fraseológicas tienen una marca humorística o reciben un tratamiento contextual humorístico. Por poner un ejemplo, el empleo de faltaría más, una fórmula cortés, resulta incongruente en un contexto en el que se emplea un lenguaje más bien vulgar y, por momentos, agresivo. Además, resulta incongruente en boca de algunos de los personajes, que en general emplean un lenguaje poco cortés.
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d. M2, p. 146, v. 3 yal margen que tiene ma años quel Matusalén, y que ta má tocao quel culo la obregón (…). e. M2, p. 54, v. 1 Coño, pirata… jodé, queta ensaladilla ta ma pasá que la teología del Papa… otras unidades fraseológicas que tienen un carácter intensificador y elativo son las siguientes: como Dios (9), anda + Sn / (que) (10), cagando leches (10), de cojones (11), hay que ver (20), de puta madre (33), no vea(s) (63). Entre las unidades fraseológicas más frecuentes, encontramos también aquellas que presentan un carácter gramaticalizado, lo cual justifica su frecuencia8. Además, algunas de ellas tienen una función organizadora de la conversación, caso de los marcadores del discurso, y en estas habría que incluir también algunas de las intensificadoras: anda + Sn / (que) (10) (intensificador), hacer el favor (10), a propósito (10) (marcador del discurso), lo que faltaba (11), en fin (12) (marcador del discurso), hay que ver (20) (intensificador), no vea(s) (63) (intensificador), desde luego (66) (marcador del discurso). También resultan muy frecuentes las unidades fraseológicas periféricas, como hacer caso (13), que según otros estudios presentan una frecuencia más alta (Penadés Martínez 2004). Es una unidad periférica porque se emplea un verbo soporte (hacer) más un sintagma nominal (caso), el significado global es parcialmente deducible de los componentes (sobre todo, de caso) y además admite la inclusión de complementos: hacer mucho caso, hacer poco caso, no hacer ningún caso. Hay que señalar, por otra parte, que las unidades fraseológicas con mayor frecuencia contribuyen a caracterizar el estilo del autor. Así, Conca Martínez y Guia Marín (2014: 201) señalan: D’altra banda, una UE no de creació o una UF, que siguen molt usades en el corpus en qüestió, també tindran un alt valor caracteritzador d’estil, però menor que les del supòsit anterior [i.e. las unidades fraseológicas de creación].
8 El aumento de la frecuencia es una de las consecuencias de los procesos de gramaticalización. Sobre las relaciones entre fraseología y gramaticalización, cf. Ruiz Gurillo (2010), que estudia precisamente el caso de desde luego, y Sancho Cremades (1999); concretamente, para la relación entre la gramaticalización y las unidades fraseológicas intensificadoras, véase Sancho Cremades (2006a, 2006b, 2008). Ruiz Gurillo (2010) señala que la teoría de la gramaticalización puede explicar las características de la fijación y la idiomaticidad de las unidades fraseológicas.
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Es decir, a pesar de que para los autores citados las unidades fraseológicas de creación son las que hacen una mayor contribución a caracterizar el estilo del autor, pues no se encuentran fuera del autor en cuestión, aunque no sean excesivamente frecuentes, como se verá a continuación, una alta frecuencia de una unidad fraseológica no de creación es también un índice, si bien menor, de la caracterización del estilo. El caso más evidente es el de cagon, cagüen, cachis (475), fácilmente observable a poco que se lean algunas páginas del cómic. otros casos remarcables son los siguientes, con un número de ocurrencias igual o superior a 15: (9) oCURREnCIAS 15: 1, esto está hecho (fórmula oracional). oCURREnCIAS 16: 1, dar por (el) culo (locución verbal). oCURREnCIAS 17: 1, faltaría más (fórmula oracional). oCURREnCIAS 20: 2, hay que ver (fórmula oracional), hijo de puta (locución nominal). oCURREnCIAS 23: 1, menos mal (fórmula oracional). oCURREnCIAS 25: 1, (y) una mierda (fórmula oracional). oCURREnCIAS 31: 1, la madre que + pronombre + parió (fórmula oracional). oCURREnCIAS 33: 2, de puta madre (locución adjetiva), anda ya (fórmula oracional). oCURREnCIAS 42: 1, a sus órdenes. oCURREnCIAS 63: 1, no vea(s) (fórmula oracional). oCURREnCIAS 66: 1, desde luego (marcador del discurso). oCURREnCIAS: 475, cagon, cagüen, cachis (fórmula oracional). La mayor parte de estas unidades fraseológicas con mayor número de ocurrencias son fórmulas oracionales. En cuarto lugar, en un discurso caracterizado por la libertad creativa, que atañe a todos los niveles de la gramática, es de esperar que el autor invente unidades fraseológicas. Estas unidades fraseológicas de creación, por otra parte, son al parecer de Conca Martínez y Guia Marín (2014) altos indicadores de estilo, pues caracterizan el estilo de un autor en exclusiva, si aparecen repetidas; sin embargo, no son recurrentes, salvo algún caso aislado, como veremos. Por otro lado, algunas de ellas tienen un carácter humorístico y contribuyen a la comicidad del cómic (ladilla culera, ni con receta, etc.). Las unidades fraseológicas de creación que hemos encontrado son las siguientes:9 ladilla culera (1), trampa seducea (1), bajarse del árbol (¿De qué árbol te has bajado?) (1), ni con receta (2), pasar un Cristo (1), pillar con el caga-
9 Recordemos que, además, gran parte de las comparaciones fraseológicas estudiadas anteriormente son de creación.
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rro en el culo (1), pillar con los meos en el vientre (4), como dijo Mahoma, las cosas del joder con calma se toman (1). Finalmente, también es frecuente la modificación creativa de unidades fraseológicas. Las más de las veces es una muestra de la libertad creativa del autor, del carácter transgresor del cómic, con una finalidad humorística. Por otra parte, se relaciona con la frecuencia de la modificación creativa en el lenguaje periodístico10. Hay un total de 32 modificaciones creativas. Presentamos algunos ejemplos. Lujo oriental y pompa asiática, modificación creativa de lujo asiático. En el segundo caso aparece junto a la unidad fraseológica original. (10) a. M2, p. 10, v. 9 Mira, nel “Capilla del Mar” de Cartagena dindias, te sale por sei mil pelas noche, habitación doble y dun lujo oriental. b. M2, p. 37, v. 6 Mientra tanto, el Papa, el representante de Dió en la tierra, viviendo de futa madre en medio dun lujo y duna pompa asiática, (…). Como una magdalena, que el DFDEA define como “Constr de sent comparativo para referirse a una pers que llora intensamente”. La modificación creativa en (9) consiste en emplear el masculino en vez del femenino: se hace concordar el elemento de la unidad fraseológica comparativa con el género del sujeto. (23) CT , p. 321, vc. 6 yes camí, las pelis que van de revolusionarios buenos que joden al capitalit-ta malo, y las del Bambi, me emosionan cantidad y lloro como un magdaleno… De manera similar, se emplea como un marmoto en vez de como una marmota, que según el DFDEA es una locución coloquial: “Constr de sent comparativo usada para ponderar lo profundamente que duerme una pers. Gralm con el v dormir”. (11) CT , p. 229, v. 11 ¿Con que clapando como un marmoto en ves de cumplí con su deber, ein? La expresión más tiesos que el palo de una escoba es modificación creativa de más tieso que un palo. DFDEA “Constr de sent comparativo usada para ponderar la tiesura, la seriedad o la inmovilidad. Frec con los adjs tieso, serio o quieto.”
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El autor trabajó también en el periodismo gráfico, dibujando viñetas para diversos periódicos.
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(12) CT , p. 45, v. 3 Disciplina, mucha disciplina… Van a ir conmigo más tiesos, que el palo de una escoba… Se trata, como señala Vigara Tauste (1998), de un uso metalingüístico: se cuestiona el carácter fijo de la unidad fraseológica (la improductividad y, a menudo, el significado idiomático) y, de esta manera, se llama la atención sobre la expresión lingüística. Por su parte, Grunig (1998) ha insistido en la importancia que tiene en el éxito de este recurso la presencia en la memoria de la unidad fraseológica original. Esta autora explica el proceso mediante la teoría de la información: la presencia de una palabra en el interior de una unidad fraseológica es muy poco informativa, porque es muy probable. Al introducir cambios en la estructura interna de la unidad fraseológica, se produce un efecto de sorpresa, que llama la atención sobre la propia expresión lingüística. Desde la teoría de la relevancia, Corpas Pastor (1996) señala que la modificación creativa, interna y externa, constituye un estímulo óptimamente relevante.
4.
ConClusiones
Como conclusiones, cabe señalar, en primer lugar, la baja frecuencia de las unidades fraseológicas; respecto a la marca diafásica, reseñamos la presencia destacada de unidades fraseológicas coloquiales y vulgares y, respecto a la frecuencia de las unidades fraseológicas, las más frecuentes son unidades fraseológicas coloquiales o vulgares, las que organizan y gestionan la conversación, las intensificadoras, las que son resultantes de un proceso de gramaticalización y los fraseologismos periféricos. Se constatan, por otro lado, como marcas de estilo, las unidades fraseológicas con mayor frecuencia, así como los fraseologismos de creación y la frecuencia de la modificación creativa de las unidades fraseológicas. Así, con mayor detalle podemos señalar las siguientes conclusiones: 1) En primer lugar, se constata una baja frecuencia de las unidades fraseológicas, como han demostrado otros estudios sobre el registro coloquial. Sin embargo, se emplea una amplia variedad de unidades fraseológicas, de todas las categorías (locuciones, fórmulas oracionales, refranes, citas). 2) Por lo que respecta a la marca diafásica, se observa un predominio de unidades fraseológicas coloquiales y vulgares, como es propio de un cómic que emplea un lenguaje marcadamente coloquial y, a menudo, vulgar, junto a un número significativo de unidades no marcadas.
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3) Entre las unidades fraseológicas, con un número igual o mayor que 9, encontramos, en primer lugar, las unidades fraseológicas coloquiales y, sobre todo, vulgares, que contribuyen al carácter iconoclasta, transgresor y malsonante del cómic. En segundo lugar, se encuentran las unidades fraseológicas que organizan y gestionan la conversación, como es propio del carácter dialogal del cómic. En tercer lugar, se observan las unidades fraseológicas intensificadoras, propias de la expresividad del registro coloquial, entre las que destacan las comparaciones fraseológicas como un recurso de comicidad. En cuarto lugar, encontramos las unidades fraseológicas que han experimentado un proceso de gramaticalización y, por tanto, han visto aumentada su frecuencia. Finalmente, son frecuentes las unidades fraseológicas periféricas. 4) Las unidades fraseológicas empleadas con mayor frecuencia constituyen marcas del estilo del autor. 5) Se observa un cierto número de unidades fraseológicas de creación, marca de estilo, y también constituye una marca de estilo la frecuencia de la modificación creativa de unidades fraseológicas como recurso de comicidad.
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PELEGRÍ SANCHO CREMADES
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Capítulo 4
El proyECto “lEnguajE y Cultura dE la salud”
ViCEnt salVador Universitat Jaume I [email protected]
“A la ciencia hay que ordeñarla, no temerla” Jesús Mosterín “Peut-être l’éducation réside-t-elle dans ses objets plus que dans les méthodes: les objets privilégiés requièrent les méthodes et en quelque sorte les choisissent” François Rastier La realidad tiene problemas; la Universidad, departamentos” Adela Cortina (cita aproximativa de un discurso oral)
1.
lEnguajE y Cultura dE la salud
El proyecto de investigación que lleva ese nombre surgió como fruto de un inconformismo cultivado por un grupo de colegas universitarios que no se resignaban a la compartimentalización plana de los saberes institucionalizados ni a las rutinas esterilizantes de las áreas de conocimiento establecidas, que a menudo se sujetan a una lógica gerencial (Rastier 2013). Lo que denominamos cultura de la salud es un tema candente, un tema de nuestro tiempo que reclama atención especial desde un punto de vista plural y que ha de abordarse con una metodología compleja, que en nuestro caso pretende combinar la perspectiva lingüística centrada en el discurso con la de las ciencias de la salud.
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VICENT SALVADOR
El proyecto del MINECO que aquí presentamos1 inició su andadura en septiembre de 2015 y tiene prevista una duración de dos años. Como es sabido, este tipo de proyectos de investigación se caracteriza por una resistencia a ubicarse en las casillas tradicionales de las áreas epistemológicas consolidadas y, correlativamente, por una decidida vocación de transversalidad. He aquí la nómina de sus miembros. Investigadores: – Vicent Salvador (Filología, Universitat Jaume I). Análisis del discurso. Investigador principal – Juan Vicente Sánchez Andrés (Medicina, Universitat Jaume I). Neurolofisiología, Teoría de la medicina. – Vicent Montalt (Traducción, Universitat Jaume I). Traducción médica. – Cecili Macián, (Podología, Universitat de València). Antropología de la salud, Profesiones sanitarias. – Martí Domínguez (Biología, Periodismo, Universitat de València). Periodismo científico. – Oscar Zurriaga (Medicina, Universitat de València / FISABIO). Medicina preventiva y salud pública. – Antonio Bañón (Filología, Universidad de Almería). Análisis del discurso, Enfermedades poco frecuentes – Josep Bernabeu (Medicina, Universitat d’Alacant). Historia de la medicina, Nutrición Equipo de trabajo: – Aránzazu Grau (Enfermería, Universitat de València). Sociología de la salud. – Javier Nespereira (Veterinaria, Retórica. Universidad de Valladolid), Análisis del discurso, Epidemiología. – Ignasi Clemente (Antropología, The City University of New York). Antropología de la salud, Cáncer en niños y adolescentes. – Adéla Koťátková (Lingüística, Universidad Carolina de Praga / Universitat Jaume I). Becaria predoctoral.
1
Proyecto MINECO: CSO2014-61928-EXP.
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En nuestro caso, la composición del equipo ya es muy reveladora, pues cuenta con miembros procedentes de las ciencias de la salud y otros provenientes de las ciencias del lenguaje (en especial del análisis del discurso), sin olvidar la dimensión de los estudios antropológicos. Sus trayectorias intelectuales, además, presentan de manera generalizada inquietudes transversales que les han hecho compaginar, por ejemplo, la biología con el periodismo científico, la podología con la antropología, o bien la veterinaria con los estudios de retórica. En un proyecto de tipo “Explora”, los objetivos no suelen concretarse excesivamente, ya que no pretenden tanto la consecución de unos entregables específicos como la exploración de fronteras interdisciplinares, y así mismo el diálogo productivo entre áreas de conocimiento con larga tradición, que tienden a instalarse en ámbitos académicos fuertemente pautados por esquemas procedimentales. Sin menoscabo de la legitimidad de esos ámbitos, que han construido sus propios marcos epistemológicos, protocolos metodológicos e incluso distintos mecanismos retóricos que les garantizan la credibilidad social como disciplinas científicas, un proyecto como este aspira a deconstruir algunas líneas fronterizas y hacer permeables ciertas membranas que las inercias han generado. Por encima, pues, de objetivos más determinados, conviene precisar desde el principio que existe un metaobjetivo fundamental: cuestionar las barreras entre las dos culturas de las que hablaba Snow (1959) hace más de medio siglo. Se trata de establecer un diálogo entre los saberes considerados habitualmente científicos y los humanísticos, y en nuestro caso, entre la medicina y la lingüística, a través del puente que constituye el análisis del discurso, si entendemos esta etiqueta en un sentido amplio y epistemológicamente flexible (Charaudeau y Maingueneau 2002; Van Dijk 2011). En general estas dos grandes culturas constituyen dominios del conocimiento cuyos practicantes tienden a vivir de espaldas los unos a los otros, con una actitud de ignorancia recíproca. Y ello a pesar de los propósitos de fomentar una tercera cultura sinérgica que permita la valoración real de las humanidades entre los miembros de la comunidad científica y, como contrapartida, concienciar a los estudiosos de las “letras” de la necesidad de atender a los conocimientos científicos de nuestra época, sin los cuales la comprensión del mundo y de la vida resultaría un ejercicio insuficiente y radicalmente obsoleto (Mosterín 2013). Una perspectiva integradora es la que adoptan autores relacionados con las teorías del pensamiento complejo en defensa de una transdisciplinariedad que, con todo, no es fácil llevar a la práctica salvo que se habite en una universidad ideal como la que diseñó programáticamente Edgar Morin (1999).
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Por un lado, existe una concepción bastante generalizada de las ciencias de la salud como un estudio aséptico de las enfermedades pero mucho menos de los enfermos como personas (véase la conocida distinción que el inglés permite establecer entre illness y disease), es decir, una mera biomedicina que prescinde de las características psicosociales de los enfermos y de su entorno. Y que, por supuesto, prescinde también del papel que el lenguaje desempeña para el desarrollo de la praxis comunicativa en el marco sanitario. Del otro lado, encontramos una lingüística, y en general unas disciplinas humanistas, que demasiado a menudo se recluyen en la descripción de estructuras internas de los sistemas de signos o se entretienen en trazar la evolución diacrónica de hechos pertenecientes a series de sucesos aisladas entre sí (como la lingüística diacrónica, la historia económica, de las religiones o del arte…), sin aspirar a una historia global que permita observar el complejo fenómeno de los cambios sociales a través del tiempo y la emergencia de nuevas relaciones humanas. Además, sin duda estos planteamientos de la lingüística y las humanidades se resisten con empecinamiento a integrar en sus explicaciones las consecuencias profundas de los avances científicos de la medicina (radiología, neurociencia, genética, microbiología…) y su papel, no solo en los resultados curativos inmediatos, sino, más profundamente, en las transformaciones operadas en la vivencia colectiva de la salud y la enfermedad. Como es obvio, toda iniciativa de ruptura o cambio de paradigma (hablar de “revolución científica” o de “giro copernicano” sería aquí pretencioso) tiende a destacar interesadamente las diferencias con la situación anterior y subraya la novedad de su aportación, aunque no esté falta de precedentes. El intento de este proyecto es el de contribuir seriamente al crecimiento de un nuevo movimiento que viene gestándose durante años, y que a veces adopta la etiqueta de “humanidades médicas” o “medicina humanística”, pero que no es, de ningún modo, la postura dominante, ni en el ámbito académico –donde las resistencias son numantinas– ni tampoco en la opinión pública general, que mantiene a menudo una percepción viciada por la ideología y por la configuración mediática del imaginario colectivo. Para acometer esta tarea con realismo y rehuir las declaraciones vacías, especificaré ahora una serie de núcleos que vertebran nuestra indagación, con firme propósito de afrontar algunos de los puntos conflictivos más relevantes en la praxis sanitaria actual.
2.
tEmas dE Estudio
La constatación inicial, que cualquier observador sociológico percibe fácilmente, es que en estos años se está produciendo un cambio profundo en el
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mundo de la sanidad, en el proceso de construcción social de la salud y la enfermedad. Esta transformación afecta a la modificación de las instituciones sanitarias y su función (hospitales, ambulatorios, medicina privada, sanidad preventiva…), a la configuración del imaginario sobre la medicina y a las prácticas de los ciudadanos en ese ámbito. Todos estos aspectos se relacionan en un grado u otro con el lenguaje, en la medida que este modela las percepciones y orienta los comportamientos individuales y colectivos. Los objetivos que se propone el proyecto corresponden al análisis de los siguientes ejes temáticos: 1.- Las transformaciones por lo que respecta a las profesiones sanitarias (medicina, enfermería, farmacia…). Y ello desde la historia de la constitución y desarrollo de estas profesiones –que ha sido generalmente larga y no exenta de conflictos– hasta su situación actual y sus perspectivas de futuro (Vilardell 2009). Así, por ejemplo, la conquista de determinados avances competenciales en algunas profesiones consideradas tradicionalmente menores como la podología (prescripción de medicamentos, por ejemplo, o capacidad para realizar operaciones quirúrgicas) ha sido una de las metas largamente perseguidas. Algo semejante puede decirse de la defensa de una creciente autonomía respecto a la profesión dominante en este ámbito, que es sin duda la de médico, una reivindicación que ha ocupado parte de la trayectoria de la enfermería y de la farmacia. En el caso de la enfermería, además, se asiste actualmente a un proceso de desfeminización que intenta desvincular la profesión de una adscripción de género que ha sido determinante desde sus orígenes. Por otro lado, la misma profesión médica se enfrenta hoy a retos diversos relacionados con el prestigio social o con la necesidad de fijar las pautas del trabajo en equipo en el marco del moderno hospital tecnologizado, tan diferente de la antigua medicina rural (Cavicchi 2010). Las tensiones y los retos de este colectivo –categoría en la que se engloba una serie de subcategorías profesionales bastante heterogéneas y con dinamismo transformador– son un sugestivo campo de trabajo para el estudio de las identidades profesionales en los contextos sanitarios. La imagen social de los profesionales de la salud constituye, además, un aspecto capital que debe estudiarse en tanto que representación discursiva (multimodal) en el ámbito de las (auto)biografías de los profesionales, en la literatura (piénsese en las novelas sobre médicos rurales o sobre la práctica de la enfermería en escenarios bélicos) o en medios multimodales como el cine y la televisión (por ejemplo, las series sobre hospitales, que permiten la larga secuencia de capítulos alrededor de un mismo espacio institucional) (Polo y Ferrer 2012; Herreros 2011; Icart-Usern el al 2014).
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Todos estos aspectos relacionados con las profesiones sanitarias reclaman, más allá de la sociología de las profesiones (Champy 2011), un tratamiento complejo que incluya las tres vías principales de construcción discursiva de dichas profesiones: – La historia de su constitución y los discursos regulativos que la configuran en la actualidad (textos legales, reglamentaciones, planes de estudio de las correspondientes carreras…). – Discursos de autoidentificación (autobiografías, reivindicaciones públicas, simbología gremial, revistas especializadas…). – Elaboración externa de sus diferentes imágenes sociales (obras literarias y audiovisuales, estereotipos periodísticos, representación humorística…). 2.- Un segundo objeto de análisis es la evolución de la representación social de las enfermedades (en cuanto illness y en cuanto desease) y de la salud. En este campo son especialmente relevantes los siguientes factores: – La transformación de ciertos estereotipos tradicionales que vinculaban la enfermedad con la culpabilidad e incluso con el castigo divino (tuberculosis en el siglo XIX, SIDA en las décadas finales del siglo XX) y una renovación de la confianza en los avances científico-tecnológicos de la biomedicina (especialmente en prácticas como la cirugía o la radiología y en los nuevos horizontes planteados por la genética, que encuentran a veces antecedentes imaginativos en la ciencia-ficción). – Cambios en la concepción y la gestión del riesgo y de la seguridad, por ejemplo en situaciones de epidemia (donde la alarma social y las decisiones de política sanitaria pueden retroalimentarse con los intereses de los lobbies farmacéuticos). En cualquier caso el tema del riesgo, del que se han ocupado distintos pensadores contemporáneos, tiene un lugar central en los estudios sobre sanidad (Jones 2013). – Los procesos de medicalización creciente de nuestra sociedad (Illich 1975), que comportan un cambio en los hábitos de la relación con los servicios médicos y con el consumo de fármacos (en ámbitos como la cirugía estética, la dietética y nutrición, la hospitalización de enfermos terminales, la tendencia actual al pronóstico genético de enfermedades asintomáticas, etc.) y, en consecuencia, una remodelación del concepto de salud y unas demandas frente al sistema sanitario que pueden no resultar sostenibles.
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– Losintentosdeconcienciación social sobrelaproblemáticabioética (Lolas2003;Callahan2004),laimportanciadelasempresasmédicofarmacéuticas, el coste de la investigación y la dialéctica entre la explotacióndepatentesylasnecesidadessociales(enpaísesdeltercer mundo o en el caso de las llamadas enfermedades raras o poco frecuentes,queafectanagruposreducidosdesujetos). 3.-Otrocapítulodelainvestigacióneseldelarelación de los profesionales de la salud con sus pacientes, loqueimplicaunreexamendealgunos puntosclave: – Ladialécticaentreelnecesarioejerciciodeladivulgacióndeconocimientosporpartedelprofesionalyloimprescindibledeunaescucha alpacienteenelsenodelainteracciónclínica(Groopman2007). – Los cambios de un paradigma paternalista a un nuevo horizonte de autonomíadelpaciente(consentimientoinformado,tomadedecisionesensituacionescríticas…). – Ventajaseinconvenientesdelaautoinformación delenfermo(oinclusoelautodiagnósticoolaautomedicación)pormedioscomointernet enelcontextodelactoclínico(Lupiáñez-Villanueva2010). – Conflictosentreunavisiónestrictamentebiomédicayunaconcepción humanizadoradelainteracciónconelpaciente(Camps2007).
3.
Marco teórico-Metodológico y resultados
Porloqueatañealmarco teórico enelqueseinscribeelproyectoyala metodologíaseguida,sepodríaseñalar,deunlado,elaprovechamientodel instrumental elaborado por el análisis del discurso (especialmente en su orientación de teoría crítica del discurso) y, por otro lado, la adopción de unospresupuestosbásicamenteconstruccionistas. Nosadherimos,pues,aunaperspectivaconstruccionista (oconstructivista)enelestudiodelasprofesionessanitarias,ie.,laconcepcióndelarealidadsocialcomounaconstrucción,enelsentidoenelqueesteconceptoha sidodesarrolladoporlosestudiososapartirdellibrofundamentalsobrela construcción de la realidad publicado en su día por Berger y Luckmann (1966).Deacuerdoconestepuntodevistaepistemológico,elconocimiento y las concepciones (y creencias) de las personas sobre qué es la realidad socialensusdistintasáreasseinscribenenesquemasinstitucionalesquetie-
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nen un efecto entificador. Una profesión ha de contemplarse, desde esta perspectiva, como el producto de convenciones históricas y actuales producidas por medio de discursos verbales y multimodales. Además de estos supuestos, nuestro marco se basa en el análisis crítico del discurso (Wodak y Meyer 2001; Weiss y Wodak 2003) como interpretación de las prácticas sociales (significados implícitos, la transmisión de las ideologías, las relaciones de poder y la solidaridad...), así como un repertorio de herramientas metodológicas para aplicarse a las tareas analíticas. Ello implica un examen de los mecanismos discursivos mediante los cuales se han construido la imagen social, el estatus simbólico y las funciones efectivas de la profesión y así mismo de los conceptos de enfermedad y salud en la sociedad contemporánea. En cierto sentido, se trata de desmontar el marco nocional dominante, que no está desprovisto de condicionamientos ideológicos. El concepto de marco (frame) ha dado mucho juego en los estudios sociocognitivos en el sentido de que condiciona de una manera trascendental, y a veces poco perceptible, la comprensión de los acontecimientos y las inercias comportamentales. Toda revolución cognitiva o de comportamiento social ha de modificar los marcos conceptuales si quiere ser efectiva y no limitarse a modificaciones circunstanciales. Dentro de la pluralidad de planteamientos diferentes y a veces opuestos, creemos que existen unos rasgos que caracterizan, aunque sea a nivel de tendencia, el modelo dominante en nuestra sociedad respecto a la salud y la enfermedad. Articularíamos ese marco alrededor de cuatro grandes ejes: – Idealización del progreso científico en la biomedicina, un progreso, a veces vertiginoso, que tiende ilusoriamente a considerarse indefinido. En efecto, el mito fáustico de la conservación perpetua de la juventud y la creación de la vida, o bien el nuevo mito de Frankenstein sobre la clonación humana son ilusiones muy enraizadas en la psicología social, sin considerar la contrapartida del coste económico, la desigualdad de clases o incluso fantasías espeluznantes como la de la isla del Dr. Moreau, que hoy se manifiesta como verosímil a la luz de las noticias sobre el tráfico de órganos humanos. Pero la ideología dominante oculta esta faceta para destacar la dimensión optimista del progreso. – El paradigma biomédico es claramente protagonista hoy, frente a una consideración más humanista y personalizada de la medicina. Ello propicia la automatización de los diagnósticos y de los tratamientos terapéuticos, lo que aboca en cierto grado a la autodiagnosis y la automedicación en detrimento del cumplimiento tradicional del acto clínico.
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Por otra parte, la hiperespecialización prima la solución inmediata de problemas y la aplicación a partes aisladas del paciente, frente al respeto a una concepción holística del cuerpo del individuo e incluso a los aspectos contextuales de su socialización. La figura clásica del médico de cabecera está hoy en declive, e incluso en algunos sistemas sanitarios se tiende a excluirla de la seguridad social, en el ámbito de una dinámica donde la comunicación entre las distintas especialidades no está en absoluto garantizada. Además, el paradigma actual procura desviar hacia los psicólogos el viejo deber socrático de acompañar al enfermo, en ocasiones como el trance de dar “malas noticias”. – Los criterios economicistas, e incluso electoralistas, tienen prioridad de paso en muchas ocasiones. Así, las epidemias graves, que disparan las alertas de las multitudes, tienen un seguimiento mediático y político que puede tender a minimizar la sensación de riesgo (ocultación de la gravedad, como en Muerte en Venecia, de Thomas Mann) o bien a fomentarla en beneficio de las multinacionales farmacéuticas. Por el contrario, las enfermedades “raras” o poco frecuentes han necesitado de un persistente activismo asociacionista (que a menudo federa a los afectados por los distintos tipos de dolencias) para ganar un mínimo espacio público. – Se da también una tendencia a la eufemización ocultadora del riesgo (los “monstruos” han de presentarse a veces bajo una apariencia “amable”) y también al uso de metáforas configuradoras de la percepción y de la emotividad (en el tratamiento mediático del cáncer o del SIDA, por ejemplo). Estos son aspectos lingüísticos que conviene analizar críticamente y con lucidez ajena a todo maniqueísmo. Se trata, pues de someter a juicio crítico este marco dominante. Ciertamente los temas detectados son complejos, a veces ambivalentes, y deben someterse a un debate racional. Así, por ejemplo, los avances tecnológicos en biomedicina o los de la información tienen una doble y antagónica dimensión. Efectivamente, los pacientes se empoderan mediante el acceso tecnológico a la información y a las posibilidades de interacción grupal (todo eso es particularmente relevante en el caso de las enfermedades “raras”), pero a cambio se desdibuja la figura de un profesional de la salud y la propia naturaleza del acto clínico, la interacción médico-paciente (o enfermero-paciente, educador-educando, etc.), que es indispensable para una atención que vaya más allá de la mera divulgación del conocimiento unidireccional.
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En efecto, la práctica sanitaria no debe confundirse con una simple divulgación de conocimientos y con unas prescripciones terapéuticas. El paciente también ha de comunicar su dolor y sus preocupaciones. Y el profesional ha de saber escucharle, interpretarlo y reaccionar adecuadamente, con empatía. La profundización de estos aspectos en la formación de los futuros profesionales, todavía insuficiente, implica también una modificación de las pautas más generalizadas en la actualidad. Por otro lado, la configuración de las identidades profesionales de cada especialidad a través de las entidades colegiadas y de las revistas especializadas (Morales 2010; Salvador et al., 2013; Macián 2015) es un fenómeno clave que conviene abordar de cara a la formación permanente y al debate sobre la función de cada especialidad (odontología, medicina deportiva, enfermería, etc.) y su deseable coordinación con el resto de especialidades. Hay que insistir, de paso, en que las revistas estrictamente profesionales contribuyen a reforzar lo que se llama una comunidad de práctica (Wenger 1998; Sanz Martos 2012) con intercambio de experiencias y transmisión “horizontal” de conocimientos entre los profesionales. El caso clínico es, en este contexto, una modalidad utilísima de texto instructivo que permite, además, estudiar la relación entre oralidad y escritura (la versión escrita por el médico del relato del paciente) y que ejemplifica algunos principios de la medicina narrativa (Charon 2006). La metodología planteada para el desarrollo del Proyecto puede sintetizarse en los siguientes puntos: – Debate epistemológico mantenido por los miembros del equipo entre sí y con miembros externos. – Entrevistas focales con profesionales sanitarios y -a partir de los resultados extraídos de estas entrevistas abiertas- elaboración, aplicación y procesamiento de una macroencuesta en la Revista de neurología.com. – Análisis de muestras textuales significativas en la literatura y los medios de comunicación de masas en la línea de las directrices expuestas más arriba, con el propósito de caracterizar las representaciones sociales más extendidas por lo que respecta a los ejes temáticos seleccionados como objeto de estudio. Los principales resultados que se esperan de la culminación del proyecto se inscriben en las directrices siguientes: – Toma de postura en la dialéctica entre el empoderamiento tecnológico de los pacientes y la necesidad de no desvirtuar el acto clínico.
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– Importancia de la comunicación bidireccional y empática en la interacción médico/paciente. – Implementación de estos principios en la enseñanza de las ciencias de la salud. – Elaboración de identidades profesionales sanitarias y propuestas de mejora. – Propuestas para la racionalización de la praxis en el mundo de la salud y la humanización de la práctica social de la medicina. Algunos avances de estos resultados se muestran en las siguientes publicaciones y presentaciones realizadas por miembros del equipo o en preparación actualmente, de las que podemos ofrecer las muestras siguientes (artículos, capítulos en obras colectivas y publicaciones en preparación; no se incluyen presentaciones en congresos).
4.
publiCaCionEs dEl Equipo
Bañón, Antonio y Solves, Josep A. (2016): “The debate on rare diseases. A look at media response”, Mètode, 6, pp. 2019-213. Domínguez, Martí y Sapiña, Lucía (2016): “Cancer Metaphors in Sports News: The Match that Must Be Won”, Ordóñez, Pilar y Edo, Nuria (eds.), Medical discourse in Professional, Academic and Popular Settings, Bristol/ Buffalo / Toronto: Multilingual Matters, pp. 149-172. Montalt, Vicent y García-Izquierdo, Isabel (2016): “Exploring the Links Between the Oral and the Written in Patient–Doctor Communication”, Ordóñez, Pilar y Edo, Nuria (eds.), Medical discourse in Professional, Academic and Popular Settings, Bristol/ Buffalo / Toronto: Multilingual Matters, pp. 103-124. Salvador, Vicent (2015a): “Un nuevo modelo de discurso biográfico: los casos clínicos literaturizados de Oliver Sacks”, Balaguer, Enric, et al. (eds.), Aproximació a l’altre / An approach to the other, Amsterdam: J. Benjamins, pp. 9-16. Salvador, Vicent (2015b): “Autorrelato e identidades profesionales. Sobre autobiografías de científicos y médicos”, Annali di Ca’ Foscari. Serie occidentale, 49, pp. 57-74. Salvador, Vicent (2016): “The Clinical Case Report as a Discourse Genre in the Context of Professional Training”, Ordóñez, Pilar y Edo, Nuria (eds.),
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VICENT SALVADOR
Medical discourse in Professional, Academic and Popular Settings, Bristol/ Buffalo / Toronto: Multilingual Matters, pp. 31-54. Salvador, Vicent y Macián, Cecili (en preparación): La construcción discursiva de las profesiones sanitarias,València: Tirant lo Blanc.
5.
a modo dE ConClusión
El proyecto se encuentra aún en una primera fase, pero ya ha producido, además de las publicaciones citadas y algunas presentaciones a congresos, un primer resultado sugestivo aunque difícilmente tangible: la apertura de un diálogo estimulante entre los miembros de ambos gremios académicos. El mundo de la medicina y de la sanidad está experimentando cambios relevantes y en previsible aceleración: los avances espectaculares de algunas áreas de la biomedicina aplicada; los problemas que la medicalización progresiva provoca a la sanidad pública donde esta existe; las modificaciones experimentadas en la comunicación social y en las tecnologías de la información; la complejidad creciente de las relaciones entre los distintos colectivos implicados (las diferentes profesiones sanitarias, los pacientes, a menudo agrupados en defensa de intereses específicos, como en el caso de los afectados por enfermedades raras o poco frecuentes), etc. Por supuesto, este panorama solo puede abordarse desde una perspectiva profundamente interdisciplinar, donde las ciencias del lenguaje tienen reservado un cometido que no se limita al estudio sistemático de la terminología médica o a la descripción de estructuras oracionales o textuales en el discurso especializado. Nuestro papel –el de los lingüistas que participamos en estas tareas– es, además de todo eso, el de analizar los mecanismos discursivos, los estereotipos injustificados, la retórica que enmascara intereses poco confesables, los engranajes de una comunicación interpersonal y macrosocial que a menudo entorpece la eficacia de las tareas de promoción de la salud. Todo ello con la finalidad última de contribuir a mejorar el intrincado funcionamiento de la praxis sanitaria en la sociedad de nuestro siglo.
rEfErEnCias bibliográfiCas Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas (1966): The Social Construction of Reality: A Treatise in the Sociology of Knowledge, Garden City, NY: Anchor Books.
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Parte II
Capítulo 5
anteCedentes teóriCos de la pragmátiCa lingüístiCa: greCia y edad media
m.ª isabel lópez martínez Universidad de Murcia [email protected]
eulalia Hernández sánCHez Universidad de Murcia [email protected]
1.
introduCCión
La Pragmática Lingüística hay que entenderla como la ciencia que se centra, principalmente, en determinar las estrategias que los hablantes, tanto emisor como receptor, llevan a cabo en un acto conversacional; es decir, en estudiar todos los elementos, lingüísticos y extralingüísticos, que proporcionan al receptor la información necesaria para no sólo descodificar el mensaje, sino también para descubrir el sentido intencional del hablante. La mayoría de los tratados que abordan el estudio de esta disciplina se ocupan, sobre todo, de delimitar su campo de investigación, así como de hacer una recopilación de los principales autores y teorías que han ido surgiendo a lo largo de su trayectoria; sin embargo, hemos podido comprobar que existe un vacío a la hora de referenciar las fuentes originales que han servido de base al desarrollo de las teorías actuales. No obstante, cuando dedican un espacio a su estudio (Escavy Zamora 2009: 30-31), por lo general se limitan, o bien a citar solo a Peirce y a Morris dentro del ámbito lingüísticosemiótico, o, los menos, a tomar como referencia a Ferdinand de Saussure, basándose en su dicotomía lengua/habla ya que con ella el ginebrino preconizaría la existencia de dos lingüísticas: la de la lengua y la del habla; una
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encargada del estudio de la lengua como sistema y la otra de la utilización individual del sistema. Como dice Saussure (1971: 64-66): El estudio del lenguaje comporta, pues, dos partes: la una, esencial, tiene por objeto la lengua, que es social en su esencia e independiente del individuo; este estudio es únicamente psíquico; la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del lenguaje, es decir, el habla, incluida la fonación, y es psicofísica… Se puede en rigor conservar el nombre de lingüística para cada una de estas dos disciplinas y hablar de una lingüística del habla; pero con cuidado de no confundirla con la lingüística propiamente dicha, esa cuyo objeto único es la lengua. Nosotros vamos a dedicarnos únicamente a esta última, y si, en el transcurso de nuestras demostraciones, tomamos prestada alguna luz al estudio del habla, ya nos esforzaremos por no borrar nunca los límites que separan los dos terrenos.
Ante este vacío, hemos sentido curiosidad por descubrir si, en realidad, existían indicios más remotos que nos hicieran pensar en teorías o reflexiones que, de alguna manera, preconizaran la existencia de esta nueva ciencia. Nosotras en este estudio pretendemos dar a conocer otros antecedentes más lejanos, pero no por ello menos importantes; de esta manera partiremos de los filósofos griegos e iremos deteniéndonos en aquellos autores que, de alguna manera, se pudieran conectar, más o menos explícitamente, con esta disciplina. Con ello pretendemos contribuir a un conocimiento más exhaustivo de las raíces de la Pragmática Lingüística.
2.
greCia
2.1. los sofistas Será necesario remontarnos a la interpretación de la postura de los sofistas; actualmente sus afirmaciones sobre el lenguaje nos son mucho más próximas que en períodos precedentes gracias a la gran cantidad de estudios que han ido apareciendo en torno a su pensamiento. Al margen de su planteamiento lingüístico, la visión negativa que de los mismos se ha mantenido a lo largo de la historia como corruptores de la juventud, nos resulta, incluso, excesivamente injustificada; a esta visión contribuyó Platón, sobre todo en sus primeros diálogos. Platón los criticó de manera despiadada, dejándonos de ellos una imagen absolutamente negativa, ya que él los consideraba, a diferencia de los filósofos cuyo fin era dar a conocer la verdad, portadores de
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argumentaciones engañosas y, por lo tanto, el panorama que nos ofrece de ellos es bastante parcial y distorsionado1. Los sofistas no creían en el ideal de la verdad absoluta y priorizaban el concepto de utilidad, enseñando la virtud como la capacidad de ser eficaz en política; en su opinión, era necesario cambiar las teorías abstractas, que preconizaban filósofos anteriores como es el caso de Parménides, por argumentos concretos próximos al hombre. Para el sofismo toda moral y cultura proviene del hombre y este concepto los llevó a romper con el pensamiento tradicional cayendo en un escepticismo y relativismo subjetivo. Creían en el carácter funcional del lenguaje y en que no existe un conocimiento válido y necesario; para el pensamiento sofista la verdad depende del sujeto, de la interpretación y visión de cada persona. El bien y el mal, lo verdadero y lo falso, dependen de la perspectiva personal con la que se valora algún hecho o situación; su actitud ante la vida, por tanto, es puramente pragmática. Por otro lado, a pesar de que no nos legaron una teoría filosófica valiosa, no se les puede negar el interés que demostraron por el estudio del lenguaje, ya que el lenguaje era el instrumento que utilizaban para persuadir a través de sus argumentaciones. Para ellos, las palabras más que representar la realidad y ser vehículos de nuestros pensamientos, eran el medio útil y necesario para conseguir unos propósitos; en definitiva, para hacer cosas. Las ideas implícitas en el pensamiento sofista de la necesidad de utilizar el lenguaje como medio para hacer cosas podrían haber servido, sin duda, de inspiración a la teoría de Austin (“pareció conveniente, por ello, volver a cuestiones fundamentales y considerar en cuántos sentidos puede afirmarse que decir algo es hacer algo, o que al decir algo hacemos algo, o aún porque decimos algo hacemos algo”)2. De la misma manera, nos podría acercar a la teoría wittgensteiniana, que concibe, igualmente, el lenguaje como un instrumento. Con ello, no pretendemos afirmar que los sofistas hayan sido un antecedente claro y directo de la Pragmática Lingüística, pero, indudablemente, estos puntos de contacto nos hacen pensar que el pensamiento sofista no es desdeñable desde el punto de vista de la filosofía del lenguaje cotidiano y, por
1
Melero Bellido (1996: 10-14) explica el antagonismo entre el modelo de enseñanza de los sofistas y la posición tradicional de Platón, basándose en el enfrentamiento entre el pensamiento aristocrático, defendido por Platón, y la incipiente democracia reflejada en la labor pedagógica de los sofistas; para ellos, el conocimiento útil para que el hombre pueda vivir en sociedad no es innato sino que hay que adquirirlo mediante la enseñanza y de ahí que cobraran por ello. 2 Austin, J. (1996: 153).
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lo tanto, no podemos pensar que hay que rechazar el sofismo como un pensamiento carente de todo valor científico. Los dos sofistas más destacados son Protágoras (485-411 a.C.) y Gorgias (483-375 a.C.). En la visión de estos autores acerca del lenguaje no existe una identificación clara entre lengua, conocimiento y realidad; todas las instituciones, leyes, costumbres y palabras, una vez que se han liberado de las imposiciones divinas como justificación de la naturaleza, son de origen humano, por ello estas no son copia analógica para dar cuenta de la razón (logos), sino que una cosa es la lengua y otra la realidad, por lo que tanto las mismas cosas son nombradas de distinto modo por las diferentes lenguas, como una misma cosa puede ser nombrada en el hablar de diferente forma. Protágoras de Abdera fue el primero en llamarse a si mismo sofista, o maestro de sabiduría. Su doctrina se basaba en el principio del relativismo que lo refiere todo a la medida humana. Entre sus célebres sentencias se encuentran: “Todo es relativo”, “el hombre es la medida de las cosas”, “la verdad no existe”, “existen sólo opiniones no verdades”, “cada individuo percibe el mundo a su modo y conveniencia”3. Este sofista, de forma clara, sienta las bases para diferenciar las palabras de la realidad a la que remiten, con ello se desvanece la idea de una estructura natural inamovible; sin embargo, lo más novedoso de su teoría es que declara que el significado léxico4 del signo ha de buscarse en el uso que de él hace un hombre o grupo. Para Rodríguez Adrados (1975: 241): … un signo tiene una forma y un contenido o significado, no idéntico al referente; pero este significado varía en función de quien enuncia el signo y quien lo recibe. Protágoras, igualmente, acepta… que el significado del signo está en función de aquel individuo o grupo humano que lo enuncia. Esta es la traducción lingüística de la famosa frase según la cual “El hombre es la medida de todas las cosas”.
Podemos concluir, destacando que con Protágoras se desvanece la concepción naturalista del lenguaje, porque la razón no forma parte de la naturaleza, sino que es un recurso ideado para expresar sensaciones tras la aprehensión sensorial del mundo. La función sígnica, para él, no consiste en la
3
Estas sentencias han sido repetidas de manera insistente por Platón y Aristóteles, entre otros. Gracias a ellos podemos conocerlas, ya que el acceso a las fuentes es inaccesible. 4 El relativismo de Protágoras hay que entenderlo en base a la percepción que cada individuo tiene de la realidad y no a su funcionamiento como código (Cf. González Pereira, 2008: 50-51).
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identidad entre lo significado lingüísticamente y lo existente en el mundo; es decir, no se trata de buscar equivalencias entre el signo y el objeto designado por él, sino más bien habrá que buscar correspondencias entre lengua y experiencias subjetivas y, así, el significado del signo dependerá siempre del individuo que lo enuncia. De esta manera, Protágoras prestará más atención al ámbito comunicativo y, en este sentido, se mueve dentro de la pragmática, recordándonos la teoría de Wittgenstein, para quien el lenguaje no se entiende ni puede estudiarse separado de los actos comunicativos de los hablantes; para Protágoras, por lo tanto, un signo sería eficaz, admitiendo su carácter social, si al utilizarlo un emisor es entendido por el receptor. Según Gonzáles Pereira (2008: 52-53): … el único principio causal del carácter sígnico de las expresiones lingüísticas sería que el emisor consiga que el receptor comparta su experiencia cognoscitiva, inicialmente subjetiva. Ese principio causal, fundado en la eficacia comunicativa, podría decirse que Protágoras lo intuye como presente en dos tipos de procedimientos sígnicos que tienen una diferente función en el propósito comunicativo. Por un lado, las expresiones lingüísticas que significan las experiencias cognoscitivas de los hombres, entendidas como opinión (Doxa) antes que como verdad (Aletheia), han de utilizarse y han de ser interpretadas de forma dinámica, variable y pragmática, adecuándose al contexto y a los propósitos de su emisión. Estamos ante la intuición del signo abierto, triádico, de carácter pragmático, que responde a un fundamento semiótico de carácter implicacional...
Otro sofista fue Gorgias de Leontini que residía en Atenas en el 427. Si bien comparte con Protágoras algunas de sus propuestas, a través de sus obras, que, aunque de manera indirecta y no completa, han llegado a nosotros, podemos percibir que va más allá en sus reflexiones. Para Gorgias, las palabras son distintas de las cosas existentes y el lenguaje es incapaz de representar significativamente la naturaleza de las cosas; concretamente, en su tratado Sobre el no ser expresa que “Nada existe;… aún en el caso de que algo exista, es inaprehensible para el hombre;…aún cuando fuera aprehensible, no puede ser comunicado ni explicado a otros” (Sofistas: 175-176). Este razonamiento le lleva a la siguiente conclusión: “En consecuencia, la palabra no da cuenta de la mayoría de las cosas que existen con un fundamento real, al igual que tampoco éstas revelan su recíproca naturaleza” (Sofistas: 183). Para Gorgias no existía nada pero, además, consideraba que, si existiera alguna cosa, no se podría conocer y, si se llegara a conocer, el lenguaje humano no podría comunicar ese conocimiento a nadie más; sin embargo, defendía el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. Gorgias
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decía que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos para que las palabras estén no al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla y, para ello, deberá tener en cuenta el contexto, la situación comunicativa y los recursos que la lengua le ofrece. En definitiva lo que hay que resaltar del pensamiento sofista, sobre todo con Protágoras y Gorgias, es que las palabras son distintas de las cosas existentes y que el lenguaje es incapaz de mostrar significativamente esa determinada naturaleza de las cosas. No se puede hablar en sentido estricto de una atención al carácter semiótico del logos, aunque sí se ocupan con fuerte intensidad de analizar el carácter ontológico y epistemológico que se vincula a la capacidad significativa de las palabras. Lo que se hace evidente con el pensamiento sofista es la dimensión perspectivística de cómo el emisor puede mostrar las cosas de forma diversa al destinatario, pensamiento que nos resulta muy valioso si lo analizamos desde un punto de vista pragmático; según Alberto Bernabé (1998: 328-329) surge el interés por el discurso convincente, esto es, el producto de la actividad de los oradores y de los teóricos de la retórica, que abordan la lengua de una manera instrumental, considerándola como herramienta de convicción en la lucha política o en el ámbito forense. Se descubre el hecho fundamental de que las cosas se pueden decir de muchas maneras y de que cabe al orador escoger aquella que se adapta mejor a sus propósitos. De alguna manera descubren una especie de embrión de la pragmática. Pese a sus intereses prácticos, el análisis de la lengua llevado a cabo por oradores y teóricos de la retórica da lugar a interesantes principios. Lamentablemente estamos mal informados sobre los primeros tratadistas, ya que nuestra fuente casi única de información sobre ellos es una obra colosal, la Retórica de Aristóteles. El autor es consciente de que está inaugurando una forma nueva de aproximación a la retórica y no se muestra muy clemente con los logros de sus antecesores. Conviene señalar… que la búsqueda del discurso convincente no sólo lleva a logros fundamentales de la lingüística como el estudio de la sinonimia por parte de Pródico. En el tratado aristotélico al que acabo de referirme, se llega mucho más allá y hallamos incluso esbozada toda una teoría de la comunicación, en que aparecen emisor, receptor y mensaje y se analizan las condiciones y variables que atañen a cada uno de los tres para lograr los efectos deseados.
El carácter semiótico del lenguaje se desplaza del signo al enunciado, por lo que el poder significativo de las palabras opera en el enunciado al expresar a otros nuestras experiencias y manifestar opiniones. De aquí la modernidad de su pensamiento señalada por Rodríguez Adrados (1975: 245):
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… sus puntos de partida (de los sofistas) sobre el significado de las palabras, aunque exagerados y en cierta medida desenfocados, presentan rasgos de modernidad asombrosa. Un cierto escepticismo y una teoría del conocimiento un tanto cómoda y facilona han sido el resultado. El acierto de ciertas intuiciones lingüísticas, por lo demás en parte imprecisas, no garantiza, por supuesto, el acierto de todas las consecuencias filosóficas de ellas deducidas. Pero es cierto que esos aciertos en la concepción de la lengua, si hubieran tenido más eco y hubieran sido perfeccionados todavía, habrían evitado el retroceso que es desde el punto de vista lingüístico el esencialismo platónico, que hubo de ser luego matizado por su propio autor.
Tras el pensamiento sofista nos cabe ahora ocuparnos de las obras más representativas en las que, tanto Platón como Aristóteles, manifiestan su preocupación sobre el lenguaje y, en concreto, por aspectos semánticos.
2.2. platón Platón en su diálogo crátilo se ocupa del estudio de las palabras, tanto en su origen como en su relación con la realidad; con relación a su origen, Platón se ha considerado el defensor de la postura naturalista; sin embargo, la diversidad de opiniones manifestadas en el diálogo que mantiene con Sócrates y Hermógenes ha llevado a numerosos comentaristas y críticos a un análisis profundo de dicho diálogo para, así, sacar a la luz toda la riqueza que, sobre el análisis del signo y su relación con las cosas, encierra este diálogo. Platón no sólo se enfrenta con la tradición sofista sino que se ve obligado a una continuidad de acción en ese mismo terreno e, incluso, avanzando en él llega a postulados tan valiosos que, de alguna manera, van a marcar el camino de cuestiones que se dilucidarán siglos más tarde en corrientes actuales de los estudios lingüísticos. Según González Pereira (2008: 80) la aportación del crátilo a los estudios semánticos del siglo XX se centra en dos aspectos. Por un lado, la defensa que Platón hace de la palabra como reflejo simbólico de la realidad y, por otro lado, la consideración de la palabra como transmisora de una intencionalidad subjetiva5. Consideramos, así, que el reflejo de la teoría de Platón se
5 En este sentido González Pereira (2008: 80, nota 26) nos dice que “estas dos vías principales para acercarse a la significación están claramente presentes en el pensamiento semántico del siglo XX desde los influyentes trabajos de Frege y la distinción entre el “contenido proposicional” de una
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manifiesta explícitamente en la distinción que hace entre el significado y el sentido de las palabras; entre el valor de la palabra como designadora de la realidad en su esencia y el valor de la palabra como transmisora de esa realidad pero desde el punto de vista subjetivo, esto es, su sentido. Por lo tanto, según Platón (crátilo 387e…388b-c), habría que distinguir entre el valor verdadero de las palabras consideras éstas en un lenguaje ideal de la razón y las palabras utilizadas en el lenguaje ordinario; es decir, en nuestra comunicación cotidiana. Su pensamiento queda explícitamente reflejado en el ejemplo que trae a colación comparando el nombre como instrumento para nombrar con la lanzadera para tejer: Sóc.: Veamos, pues. Lo que teníamos que cortar decíamos que había que cortarlo con algo? ¿Y, entonces, lo que había que nombrar, había que nombrarlo con algo? Herm.: Así es. Sóc.: ¿Y qué sería aquello con lo que habría que taladrar? Herm.: El taladro. Sóc.: ¿Y qué, aquello con lo que habrá que tejer? Herm.: La lanzadera. Sóc.: ¿Y qué, aquello con lo que habría que nombrar? Herm.: El nombre. Sóc.: Dices bien. Luego el nombre es un cierto instrumento… Sóc.: ¿Qué hacemos cuando nombramos con el nombre en calidad de instrumento? Herm.: No sé decirte. Sóc.: ¿Acaso, en realidad, no nos enseñamos algo recíprocamente distinguimos las cosas tal como son? Herm.: Desde luego. Sóc.: Entonces el nombre es un cierto instrumento para enseñar y distinguir la esencia, como la lanzadera lo es del tejido.
De estas palabras también se puede extrapolar la idea de que Platón se adelanta a la corriente funcionalista del lenguaje en el siglo XX, en el sentido de que el lenguaje no sólo cumple una función representativa como vehículo de nuestros pensamientos, sino que cumple, igualmente, una función comunicativa, desde un punto de vista social y práctico, al dar a conocer nuestros pensamientos a otros. Coseriu en El hombre y su lenguaje recoge claramente esta doble funcionalidad cuyo germen, como hemos dicho, podríamos encontrarlo en el crátilo y, el mismo Coseriu (1991: 17, 28, 31-32), nos dice que su teoría tiene sus raíces ya en la Antigüedad: La designación es, pues, una posibilidad del lenguaje que se funda en el lenguaje como significación. Y la designación es lo que nos conduce al mundo de las cosas que, en consecuencia, como mundo “estructurado”, sólo puede alcanzarse mediante el lenguaje. El lenguaje posibilita, por tanto, el acceso a lo extralin-
preferencia lingüística y su modo o fuerza, usando el término que haría fortuna después de los trabajos de Austin”.
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güístico, a las cosas mismas. Por ello puede ser también instrumento de la vida práctica, que es, precisamente, el manejarse en el mundo extralingüístico. Pero aún más importante y esencial es que el lenguaje hace accesible las cosas a la investigación objetiva, por lo cual puede considerarse como principio y base primera de la ciencia… Pero el lenguaje tiene también otra dimensión que está dada por la “alteridad” del sujeto, por el hecho de que el sujeto creador de lenguaje presupone otros sujetos, o sea, por ser la conciencia creadora de lenguaje una conciencia abierta hacia otras… El lenguaje está siempre dirigido a otro, incluso como creación lingüística primaria. Los significados y los signos no se crean sólo “para que sean” (como el arte), sino que se crean para que sean también para otros; más aún: como siendo ya también de otros… En este sentido, pues, el lenguaje es fundamental para la definición del hombre. Por una parte, es logos, aprehensión del ser; por otra, es logos intersubjetivo, forma y expresión de la historicidad del hombre. El hombre vive en un mundo lingüístico que crea él mismo, como ser histórico. Éstas son las dos dimensiones esenciales del lenguaje: la dimensión sujeto-objeto y la dimensión sujeto-sujeto.
Queda claro que las palabras, en opinión de Platón, en su función comunicativa, son portadoras de una intencionalidad; es decir, las palabras transmiten aquello que el hablante quiere decir: sus opiniones, sentimientos, estados de ánimo… Esta funcionalidad se detecta expresamente cuando Sócrates le pregunta a Crátilo (crátilo, 435a) si entiende sus palabras cuando éstas manifiestan algo diferente a lo que piensa. De nuevo, el entronque con la pragmática se manifiesta claramente ya que de manera implícita Platón alude a la necesidad de que el receptor infiera del discurso del emisor su intencionalidad aunque ésta no se manifieste de manera inequívoca: “Sóc.: Veamos, pues, Crátilo. Reflexionemos: si uno busca las cosas dejándose guiar por los nombres –examinando qué es lo que significa cada uno–, ¿no comprendes que no es pequeño el riesgo de dejarse engañar?” (crátilo: 436b).
2.3. aristóteles Tras Platón, no podemos pasar por alto la figura de Aristóteles (384-322 a. de C.) y sus reflexiones acerca del lenguaje. En varios de sus tratados (Política, Metafísica, Poética, Retórica o Sobre la interpretación) manifiesta sus ideas lingüísticas con claridad; respecto al origen del lenguaje y a la relación entre la palabra y su significado, en principio, se han enfrentado estos dos autores como representantes de posturas antagónicas: naturalismo frente a convencionalismo, sin embargo, posteriormente y tras estudios y lec-
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turas detenidas de las obras más representativas al respecto de ambos autores, se han encontrado determinados puntos de contacto que vienen a acercar ambas teorías. Aristóteles como Platón desconfía de las palabras como portadoras únicamente de un conocimiento verdadero, dado que una misma palabra puede tener distintos significados; sin embargo, Aristóteles va más allá y defiende una postura –más práctica que teórica– que hace hincapié en la naturaleza social del hombre, para quien el lenguaje es el instrumento que va a favorecer la intercomunicación entre los individuos. En realidad, lo que hace Aristóteles es resaltar el valor instrumental de las palabras, ya que, el lenguaje, por su carácter social, es la herramienta de la que nos valemos para dar a conocer a los demás tanto, de manera objetiva, la realidad que nos envuelve como para implicarnos en esa realidad al ser capaces de enjuiciarla y manifestarla de manera subjetiva. Como tal, nos diferenciamos de los animales. Entendido así el planteamiento aristotélico, el lenguaje no sólo hay que considerarlo como instrumento comunicativo de lo verdadero, sino también de lo opinable de acuerdo con la voluntad humana de entenderse y a pesar del uso que, de manera cotidiana, hacemos de la homonimia, cuya presencia en el discurso podría interferir en una interpretación unívoca. En Metafísica Aristóteles, en el capítulo quinto del libro IX y, a propósito de la “Refutación de los que niegan el principio de no-contradicción”, nos dice que si una palabra tiene más de un significado, el emisor deberá aclarar a cuál de ellos se refiere con el fin de facilitar la comprensión del mensaje y que la comunicación no se interrumpa: Pues bien, los que pretenden participar conjuntamente en una discusión tienen que estar de acuerdo en algo. En efecto, si esto no se produce, ¿cómo les será posible participar conjuntamente en una discusión? Cada palabra, por tanto, ha de ser comprensible y ha de tener un significado, no muchos, sino uno solo. Y en caso de que tenga más de un significado, ha de aclararse a cuál de ellos se refiere la palabra…
Estas palabras de Aristóteles podrían considerarse, tal como venimos defendiendo, el germen de teorías pragmáticas del siglo XX reguladoras del ámbito conversacional, tales como las de Grice. Grice (1975: 516) defenderá una postura similar en su principio de cooperación: “Haga usted su contribución a la conversación tal y como lo exige, en el estadio en que tenga lugar, el propósito o la dirección del intercambio que usted sostenga. A este principio podríamos bautizarlo el Principio de Cooperación”. Este principio se manifiesta en cuatro máximas (cualidad, cantidad, relación y manera), de las que la de modo o manera vendría a conectar de forma
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más directa con el precepto aristotélico ya que, en ella, Grice (1975: 517) nos recomienda evitar la ambigüedad al expresarse “evite usted ser oscuro al expresarse, evite usted ser ambiguo al expresarse, sea usted escueto y proceda usted con orden”. En el Libro III de Retórica (1403b, 1404b, 1407a), cuando nos aconseja cómo debe ser el discurso de los oradores, Aristóteles reincide en la misma idea, puesto que insiste en la necesidad de que, no solamente debemos saber de lo que vamos a hablar, sino que también lo debemos hacer de manera adecuada: … nos queda ahora por hablar acerca de la expresión, dado que no basta con saber lo que hay que decir, sino que también es necesario decirlo como se debe, y esto contribuye mucho a que se manifieste de qué clase es el discurso… Propongamos por definición que una virtud de la expresión es la claridad (pues un signo de esto es que si un discurso no hace patente algo, no cumplirá su función). Ni debe ser vulgar ni más pretenciosa de lo debido, sino la adecuada… Así, pues, el discurso se compone de estos elementos. Pero el principio de la expresión es hablar correctamente.
En el libro II de Metafísica (II 994b y 995a) vuelve sobre lo mismo: El éxito de las lecciones depende de los hábitos del auditorio. Exigimos, desde luego, que las cosas se digan como estamos habituados, y las que se dicen de otra manera no parecen las mismas, sino más difíciles de conocer y más extrañas, al no ser habituales. Y es que lo habitual, en efecto, es más fácilmente cognoscible.
Por otra parte, en de interpretatione (17a), ya en sus primeros capítulos, podemos descubrir un cierto adelanto de la teoría de los actos de habla de Austín: Todo enunciado es significativo, pero no como un instrumento natural, sino por convención, como ya se ha dicho; ahora bien, no todo enunciado es asertivo, sino sólo aquel en el que se da la verdad o la falsedad: y no en todos se da, v.g.: la plegaria es un enunciado, pero no es verdadero ni falso. Dejemos, pues, de lado esos otros –ya que su examen es más propio de la retórica o de la poética–, ya que el objeto del presente estudio es el enunciado asertivo.
Con estas palabras Aristóteles anuncia, aunque de manera muy somera, la distinción que la Filosofía del lenguaje ordinario, en contraposición al atomismo lógico, desarrollará posteriormente al diferenciar entre el lenguaje ideal y el lenguaje ordinario o lenguaje en uso. Wittgenstein, como ya hemos dicho, abrirá el camino para la concepción del lenguaje como
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acción; vía que será desarrollada por Austin y Searle, entre otros. Si Aristóteles nos ha dicho que, aparte de los enunciados asertivos –verdaderos o falsos– existen otros no descriptivos, de los que se ocupará en otros tratados, como, por ejemplo la Retórica, en realidad está asentando las bases para el desarrollo de la teoría de los juegos lingüísticos de Wittgenstein y la diferenciación entre enunciados constativos y realizativos de Austin. Según Austin (1996:43): Se ha llegado a advertir que muchas palabras especialmente desconcertantes, incluidas en enunciados que parecen ser descriptivos, no sirven para indicar alguna característica adicional, particularmente curiosa o extraña, de la realidad, sino para indicar (y no para registrar) las circunstancias en que se formula el enunciado o las restricciones a que está sometido, o la manera en que debe ser tomado, etc. Pasar por alto estas posibilidades, tal como antes era común, es cometer la llamada falacia “descriptiva”. Quizás esta no sea, empero, una buena denominación, puesto que “descriptiva” es, en sí misma, una palabra específica. No todos los enunciados verdaderos o falsos son descripciones; por esta razón prefiero usar la palabra “constatativo”.
González Pereira (2011: 189), basándose en el trabajo del filósofo alemán Apel, y tras un estudio muy valioso acerca de la teoría semántica de Aristóteles, extrae la siguiente conclusión: El pensamiento de Aristóteles sobre el lenguaje humano se convierte así en origen de la bifurcación de caminos entre semántica y pragmática y del privilegio del análisis formal de los componentes semánticos –aquéllos que explican la capacidad referencial de las palabras– sobre cualquier consideración de las condiciones concretas de su uso intersubjetivo para la comunicación como vía para acceder al significado. La posibilidad de un estudio objetivo y científico de la significación lingüística queda circunscrita a la perspectiva semántica y a su análisis lógico-formal de las condiciones de verdad de los enunciados. La perspectiva retórico-pragmática carece de validez para aportar nada de conocimiento sobre la capacidad significativa del lenguaje y su cultivo quedaría relegado a un propósito más normativo que descriptivo o explicativo: establecer las formas correctas de los usos lingüísticos para alcanzar el propósito comunicativo adecuado. Esta forma de separación de caminos entre la perspectiva semántica y la pragmática tiene así en el aristotelismo un punto de arranque crucial y la valoración que hace Apel es sin duda afortunada como vindicación de los orígenes de esa doctrina tradicional que ha promovido la aproximación de la semántica analítica como único camino hacia el significado y hacia la elucidación del conocimiento verdadero de la realidad.
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2.4. los estoicos Tras Aristóteles, los estoicos nos ofrecen, igualmente, su pensamiento acerca del signo lingüístico, que vino a ser una de las primeras teorías más completas; sin embargo, su conocimiento nos ha llegado muy fragmentado y de forma indirecta, principalmente a través de Sexto Empírico y Diógenes Laercio.6 Todorov (1993: 19) nos presenta uno de los fragmentos más importantes recogido en contra los matemáticos de Sexto Empírico (VIII, 11-12): Los estoicos dicen que tres cosas están ligadas: el significado, el significante y el objeto. De esas cosas, el significante es el sonido, por ejemplo “Dión”; el significado es la cosa misma que es revelada y que aprehendemos como algo que subsiste como dependiente de nuestro pensamiento, pero que los bárbaros no comprenden, aunque sean capaces de oír la palabra pronunciada; mientras que el objeto es lo que existe en el exterior: Por ejemplo, Dión en persona. Dos de esas cosas son corpóreas: el sonido y el objeto, mientras que una es incorpórea, es la entidad significada, lo decible (lekton), lo que es verdadero o falso.
De esta cita nos interesa el concepto de ‘lekton’ interpretable como sinónimo de enunciado asertivo; sin embargo, Todorov7 (1993: 21), al comentar las palabras de Sexto Empírico, ya nos advierte de la existencia de otros tipos de enunciados como los mandatos, juramentos, preguntas… En este sentido, encontramos vestigios de lo que después Austin denominará enunciados constatativos y enunciados realizativos.
6 Miguel González Pereira (2011) nos ofrece un estudio muy detallado sobre la corriente filosófica estoica. 7 Sperber y Wilson (1994: 17) sitúan el origen del modelo del código de la comunicación verbal en San Agustín; según estos autores, S. Agustín “abordó el estudio de la gramática, la lógica, la retórica y la hermenéutica dentro del marco unificador de una teoría de los signos. Se consideraba que no sólo la normal comunicación verbal de los pensamientos, sino también los efectos poéticos de los tropos, la comunicación por gestos, los símbolos y los ritos religiosos y la interpretación de los textos sagrados se regían por sistemas de símbolos”.
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3.
edad media
En la Edad Media destaca la figura de San Agustín, quien, al definirnos la palabra: “Una palabra es un signo de cualquier cosa, proferido por el hablante, que puede ser entendido por un oyente” (Cp. V de la dialectica), pone de manifiesto la relación existente entre el emisor y el receptor, entrando de lleno ya –a diferencia de los estoicos– en el ámbito de la comunicación. Mas adelante, con motivo de la distinción entre dicibile (lo expresable) y dictio (la expresión), concibe el primer término dentro del acto de la comunicación: primero el hablante concibe el sentido, después enuncia sonidos, por fin el oyente percibe primero los sonidos y después el sentido. En del orden (II, XII, 35) reincidirá en lo mismo: Porque la potencia razonadora que usa (el hombre), sigue o imita lo que es racional, pues por un vínculo natural está ligado el hombre a vivir en sociedad con los que tiene en común la razón, ni puede unirse firmísimamente a otros, sino por el lenguaje, comunicando y como fundiendo sus pensamientos con los de ellos. Por eso vio la necesidad de poner vocablos a las cosas, esto es, fijar sonidos que tuviesen una significación, y así, superando la imposibilidad de una comunicación directa de espíritu a espíritu, valiese de los sentidos como intermediarios para unirse con los otros.
Situado San Agustín en el ámbito de la comunicación, en el cap. VII de de la dialéctica, aludirá a la fuerza que adquieren las palabras en contexto, para él, la palabra en uso; es decir, en el acto de la comunicación no sólo deberá expresar con claridad un pensamiento, sino que, además, desde el ámbito de la retórica y cuidando el ornato, tendrá que ser adecuada: La fuerza de la palabra es la que permite conocer cuánto vale. Vale tanto cuanto es capaz de estimular al oyente. Ahora bien, la palabra estimula al oyente o por sí misma o por lo que significa, o por lo uno y lo otro conjuntamente… Así pues la fuerza de las palabras, que hemos tocado de forma improvisada, breve y sumaria, se manifiesta tan grande y tan variada. De esta consideración nace un doble aspecto, uno orientado a la exposición de la verdad; otro, al mantenimiento del decoro.
Igualmente, habría que tener en cuenta su obra de la doctrina cristiana, ya que el autor se centra, en gran parte, en teorizar en torno a la interpretación de los enunciados, así como en determinados aspectos que pueden entorpecer esa interpretación, tales como la ambigüedad. Según Todorov (1993: 46):
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Se trata de una obra consagrada a la teoría de la interpretación y, en menor grado, de la expresión de los textos cristianos. El desarrollo de la exposición se articula en torno de varias oposiciones: signos-cosas, interpretación-expresión, dificultades que provienen de la ambigüedad o de la oscuridad.
Reincide en lo mismo, cuando, páginas más adelante, nos presenta una clasificación de los signos en la que, según la naturaleza de su relación simbólica, nos dice que pueden ser propios (“cuando se emplean para designar los objetos a propósito de los cuales fueron creados”) y transpuestos (“cuando los objetos mismos que designamos mediante sus términos propios son empleados para designar otro objeto”). En esta clasificación, habrá que entender que, para San Agustín, los signos transpuestos son signos intencionales puesto que pueden tener un doble sentido que, en ocasiones, daría lugar a la ambigüedad y a la mentira y, así, dificultar la interpretación del acto comunicativo. Tras estas citas extraídas de diferentes tratados de San Agustín, podríamos encontrar en sus palabras ciertos vestigios que, de alguna manera, nos conectarían con la actual pragmática; concretamente, con los actos ilocucionarios y perlocucionarios de Austin y el principio de cooperación de Grice. En de la dialéctica (IV, XIII, 29) podemos leer: Por causa de aquellos a quienes hastiados no agrade la verdad si no se les dice de tal modo que aun agrade el discurso del que habla, se dio en la elocuencia no poco lugar a la delectación. Y aun esto no basta a ciertas gentes duras, a quienes no les aprovecha ni el entender y el haber sido deleitadas con la elocuencia del orador ¿qué valen, en efecto, estas dos cosas para el hombre que confiesa la verdad y alaba la elocuencia, pero no da su asentimiento, siendo así que a esto solo mira la intención del orador en las cosas que dice para persuadir? Cuando la enseñanza versa sobre cosas que basta creer o conocer, no se pide más del auditorio que confiese ser verdad lo que se propuso. Cuando se enseña lo que ha de hacerse, y se enseña para que se haga, en vano se inculca que lo que se dice es verdadero, en vano se le agrada con el modo de decirlo, si no lo aprende para practicarlo. Conviene, pues, que el orador sagrado, cuando aconseja alguna cosa que debe ejecutarse, no solo enseñe para instruir y deleite para retener la atención del auditorio, sino también mueva para vencer. Porque a quien ni la verdad demostrada hasta llegar a confesarla, ni la amenidad del lenguaje le movió, no queda otro remedio para reducirle al asentimiento que la majestad de la elocuencia.
En del orden (II, XIII, 38) nos dice: Pero como muchas veces los hombres, cuando se les persuade de las cosas buenas, útiles y honestas, no siguen el dictamen de la verdad pura, que brilla a los ojos de muy pocos, sino se van en pos del halago de los sentidos y de la propia
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costumbre, era necesario no solo instruirlos según su capacidad, mas también muchas veces enardecerlos para la práctica.
Como vemos, San Agustín, tanto en una como en otra cita, deja claro que cuando nosotros decimos algo lo hacemos con la intención de producir algunos efectos en el receptor obteniendo una respuesta práctica. Con ello, nos situamos ante dos elementos que intervienen en cualquier acto comunicativo: la cooperación y la persuasión. Respecto a la cooperación, no sólo en estas dos citas, sino también en otras que hemos traído a colación anteriormente, se manifiesta cómo el emisor debe transmitir al receptor una información clara, adecuada y verdadera, y, por otro lado, aparte de conseguir esta cooperación, el emisor va más allá tratando de conseguir del receptor una respuesta acorde con su intencionalidad. A modo de conclusión, podemos decir que en este recorrido a través de la historia desde la antigüedad clásica hasta S. Agustín, lo que hemos pretendido es poner de manifiesto cómo ya desde Grecia y, después, en la Edad Media con San Agustín, se erigieron unos cimientos decisivos que, de alguna manera, constituirían el embrión de movimientos actuales dentro del ámbito de la Lingüística; en concreto, de la Pragmática Lingüística.
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Capítulo 6
una revisión de la ‘langue disCursive’ en saussure y guillaume
alfredo segura tornero Université de Liège [email protected]
1.
introduCCión
A veces ocurre que, a pesar de los esfuerzos de los grandes especialistas, la Lingüística no acierta a contar de forma fidedigna su historia. La vertiente historiográfica de la misma nos enseñó en los manuales al uso que las teorías discursivas nacieron principalmente después del agotamiento de un estructuralismo caído cada vez más en desgracia, analizado desde lecturas que soslayaban tanto los enfoques enunciativos como todo atisbo de análisis textual. No obstante, el pasado se reescribe constantemente sea por nuevos hallazgos, sea porque se sacan a la palestra antiguos planteamientos que vistos con una mayor distancia adquieren un carácter nuevo. Releer a los grandes lingüistas que nos precedieron es un ejercicio que altera en ocasiones el pasado y nos hace comprender mejor el presente. Coseriu declaraba con acierto que sólo “quien dice algo nuevo, no dice nada nuevo” (Mairal y Santana 1990: 165). Saussure y Guillaume, ambos fundadores de escuelas influyentes de largo recorrido aunque hoy día de poco impacto en los estudios lingüísticos en boga, son buena prueba de ello. Pero, ¿por qué recuperar a estos dos grandes gramáticos cuya herencia no deja de ser un recuerdo presente difuso? Cabe preguntarse si el considerado fundador de la lingüística moderna, Ferdinand de Saussure, por una parte, y, por otra, el creador de la psicomecánica del lenguaje se interrogaron más de lo que es moneda común sobre el discurso. Es
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de justicia hacer una historiografía fiel a sus fundadores haciendo hincapié en aspectos hasta ahora pasados por alto como el discurso y las teorías enunciativas, puntos que parecían soslayados en sus propuestas teóricas iniciales. Los dos objetivos principales que recorren nuestra reflexión son la búsqueda en las teorías fundadoras de elementos que aborden el discurso, y, segundo, la hipótesis probable de que la Lingüística no se haya conformado a base de espacios estancos sino de vasos comunicantes entre las más conocidas teorías, a las que se tiende por comodidad operativa a parcelar las más de las veces. Al fin y al cabo, si esto fuera así, ¿qué consecuencias tendría esto en la construcción de las teorías discursivas hoy día? ¿Sería posible ver la ciencia de la lengua más como un continuo sin los cortes o enfoques opuestos a los que tanto nos tienen acostumbrados las descripciones historicistas?
2.
SauSSure a la luz de loS Écrits de linguistique gÉnÉrale
Empecemos, pues, con el padre de la lingüística del que conocemos tres fuentes de sus textos: el Cours de linguistique générale (CLG), las notas de sus alumnos y sus notas autógrafas. El Cours de linguistique générale ha conocido innumerables ediciones y traducciones desde hace ahora un siglo. El texto considerado como una vulgata de la ciencia del lenguaje se sabía que no era de su mano y, desgraciadamente, se ha prestado poco interés a los cuadernos de estudiantes y a las escasas notas autógrafas sobre las que el curso está supuestamente basado. Bally y Sechehaye, que nunca asistieron a las clases, se encargaron de redactarlo así como de sofocar el intento de Meillet, allá por los años sesenta, que desde París proponía hacer una nueva revisión de los contenidos al calor de los cuadernos de notas de un alumno, Engler, que sí estuvo presente en las clases. Este ya había mostrado su desacuerdo con los contenidos del CLG al considerar que este no hacía justicia a las enseñanzas del maestro. Estos y muchos más argumentos hacen que hoy en día algunos críticos como Bouquet o Rastier lo consideren un texto apócrifo. No solamente no aborda los aspectos epistemológicos del segundo curso de Saussure en la Universidad de Ginebra sino que minimiza su aporte a una lingüística del habla. Buena prueba de ello es la cita con la que termina el libro, cita apócrifa también de Bopp fechada nada menos que en 1816: “la langue en elle-même et pour elle-même”. Daba a entender esta frase categórica que el ginebrino era un lingüista que dejaba de lado todo aquello que no fuera la lengua entendida como entidad científica en su autarquía. A día de hoy ya sabemos que nada hay más lejos de la verdad.
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El texto preparatorio de un libro sobre la Lingüística General que el propio Saussure había declarado que estaba escribiendo se creía definitivamente perdido hasta que en 1996 fuera encontrado en el invernadero de naranjos de la casa familiar de Ginebra, a un tiro de piedra de allí donde impartió sus clases. Las cien páginas de notas encontradas fueron publicadas en 2002 con el título de Écrits de linguistique générale (ELG), reagrupados con todos los otros escritos ya aparecidos en las ediciones de Engler de 1968 y 1974 que ahora cobraban una nueva dimensión. ¿En qué consistiría una vuelta a Saussure a la luz de los ELG de 2002? Dejando de lado la evidencia ya constatada de que el CLG distorsiona, oculta y contradice el pensamiento de Saussure en conceptos tan clave como ‘arbitrariedad del signo’ o ‘valor lingüístico’, podemos adelantar que, yendo más lejos, elimina todo el aspecto social de la lengua, ocultado por los editores de la obra. A la luz de los últimos descubrimientos se constata que el lado social e intersubjetivo, el campo del discurso, era indisociable de una lingüística de la lengua. Saussure define la ciencia por venir que denomina Semiología como la unión inseparable de la Morfología, Gramática, Retórica, Estilística y Lexicología. Aun colocando la lengua en el centro de su programa de investigación, Saussure se interrogó mucho más de lo que se cree entre lo que separa la lengua del ‘langage discursif’ (2002: 95). En una Note sur le discours1, encontrada en un cuaderno de un alumno cuya fecha todavía no se ha datado con exactitud y publicada por primera vez por Jean Starobinski en Tel Quel 37, en 1969, Saussure se interesa por la operación que permite abstraer el sistema de la lengua a partir de hechos de discurso: La langue n’est créée qu’un vue du discours, mais qu’est-ce qui sépare le discours de la langue, ou qu’est-qui, à un certain moment, permet de dire que la langue entre en action comme discours. (Ms. Fr 3961:16)2
La definición del discurso como relación entre conceptos revestidos de una forma lingüística deja abierta la cuestión de la naturaleza y de la forma de interrelacionarse. La nota sólo hace alusión a la relación entre signos que esperan ser relacionados entre ellos. En el Cours de linguistique générale será donde dará una descripción reteniendo, como es bien sabido, las relaciones paradigamáticas, relaciones asociativas, y las relaciones sintagmáticas
1
Ms.Fr 3961, cuaderno de la biblioteca pública de Ginebra. Las traducciones son nuestras: La lengua solo se crea a la vista del discurso, pero qué separa el discurso de la lengua, o qué es lo que permite decir en un momento determinado que la lengua entra en acción como discurso. 2
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pertenecientes a la parole. Definida la frase como la unidad máxima de las relaciones sintagmáticas y sometidas dichas relaciones a variaciones individuales, Saussure se pregunta hasta qué punto pertenecen a la lengua. En el Cours de linguistique générale: Mais il faut reconnaître que dans le domaine du syntagme il n’y a pas de limite tranchée entre le fait de langue, marque de l’usage collectif, et le fait de parole, qui dépend de la liberté individuelle. (CLG 1967:173)3
Así, la relación entre lo sintagmático y la parole-discours queda finalmente no resuelta ya que toda frase será un sintagma y la frase pertenece al habla y no a la lengua. Sin embargo, la objeción de no mezclar las dos esferas langue-parole persiste, estableciéndose una cuestión difícil de discernir y que Saussure no aborda en su integridad. El gran maestro ginebrino no sólo se interrogó sobre las fronteras de langue-parole sino que, a tenor de los últimos descubrimientos de textos y relecturas, son muchos los que ven en él un interés por el texto hasta ahora soslayado. Históricamente el padre de la lingüística moderna ha sido denostado, particularmente con la llegada de las teorías sociales marxistas en las ciencias sociales, por dejar de lado el estudio de los textos. Bien conocido es por ejemplo que L’école française d’Analyse du discours, con excepción de Culioli, lo despreciaron por esas ideas que Saussure probablemente nunca estableció de forma tan tajante ni enseñó jamás. Y es que para Saussure, la parole es el elemento decisivo en la dualidad langue-parole. En su discurso con motivo de la creación de la cátedra de Bally de Estilística declara que la lingüística: Elle comporte deux parties : l’une qui est plus près de la langue, dépôt passif, l’autre qui est plus près de la parole, force active et véritable origine des phénomènes qui s’aperçoivent ensuite peu à peu dans l’autre moitié du langage. (ELG:273)4
Rastier (2006) plantea la tesis de que Saussure prestó atención especial al análisis de obras con un método comparativo y sigue siendo revolucionaria porque es una lingüística del texto y no una lingüística del signo. Considera
3
Pero habrá que reconocer que en el campo del sintagma, no hay límite establecido entre el hecho de lengua, marca de uso colectivo, y el hecho de habla, que depende de la libertad individual. 4 Comporta dos partes: una que está más cerca de la lengua, depósito masivo, la otra que está más cerca del habla, fuerza activa y verdadero origen de los fenómenos que se perciben enseguida más o menos en la otra mitad del lenguaje.
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el crítico francés que no es que el suizo hubiera buscado hacer una gramática del texto, sino que la definición misma de las unidades gramaticales se envía a la dimensión del texto donde estas unidades, por otra parte, vacías e indefinibles, toman otro valor. Considera que este Saussure no ha sido comprendido. A falta de una lingüística que una los signos y los textos, la mayoría de los lingüistas no han podido entender el papel de los estudios textuales de Saussure en la edificación de una lingüística general. Rastier (2006: 20) añade un elemento más de gran trascendencia para la relectura de la obra. Datos biográficos podrían esclarecer el proyecto de Saussure. Según los comentarios convergentes de sus amigos H.Möller y A.Cuny el maestro ginebrino habría estado tentado de abandonar al principio de los años 1880 la lingüística para orientarse hacia el estudio de la epopeya germánica. Aunque parece que no se decidió completamente a ir por ese camino, en una carta a Meillet, Saussure le declaraba en 1894: C’est, en dernière analyse, seulement le côté pittoresque d’une langue, celui qui fait qu’elle diffère de toutes les autres comme appartenant à certain peuple ayant certaines origines, c’est ce côté presque ethnographique qui conserve quelque intérêt pour moi.5 (Rastier 2006: 20)
A la vista de los últimos descubrimientos de citas en cuadernos y reflexiones a partir de estos, podemos interrogarnos sobre hasta qué punto las teorías de Saussure encuentran un fundamento semiótico de mayor amplitud al que se le ha concedido hasta ahora. Permitirían entrever una síntesis de posiciones que posibilitarían reformular la lingüística del maestro ginebrino, su objeto de estudio y su estatuto científico.
3.
El sentido En GuillaumE
Otro gran lingüista que sería necesario recuperar para hacer una historiografía de la Lingüística que nos permitiera ahondar en los verdaderos orígenes del discurso es François Gustave Guillaume, autor a veces no leído con la atención que mereciera o cuya exégesis no se ha hecho con el rigor que hubiera sido deseable, sofocado además por la rápida extensión
5 En última instancia, solamente el lado pintoresco de la lengua, aquel que hace que difiera de todas las demás como pertenecientes a un cierto pueblo y ciertos orígenes, es el único que conserva algún interés para mí.
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del estructuralismo que acaparó durante décadas los estudios. Guillaume fue alumno del gran comparatista Antoine Meillet, quien siguió las enseñanzas de Saussure de 1889 a 1891 en Ginebra. No obstante, Guillaume desarrolló sus teorías al margen de la corriente dominante, sin referirse ni positiva ni negativamente a Saussure. Sucedió a su maestro en la École Pratique des Hautes Études de la Sorbonne y allá por los años 40 introdujo en el estudio de la lengua una manera de pensar que la gramática comparada aplicaba a la historia de las lenguas. Fundó la teoría conocida como la Psychomécanique du langage, situándose en consonancia con una de las filosóficas de la época, el bergsonismo, una de las dos grandes corrientes finiseculares, junto a la Fenomenología, que intentaban dar una salida a una psicología varada. Guillaume se presenta sin lugar a dudas como uno de los primeros grandes nexos de unión entre lengua y discurso desde una vertiente psicológica y cognitiva. La originalidad de Guillaume fue la de aplicar el mismo método comparatista que se hacía entre diversas unidades en una misma lengua al interior de cada unidad. Así, por ejemplo, el pretérito imperfecto en sus diferentes usos en francés, señalar una acción habitual, simultaneidad, la eventualidad no realizada.... (L’année dernière il faisait de la moto tous les matins. Quand je suis allé le voir, il jouait aux échecs) se producen todos a partir de una única significación abstracta. A este único valor de la unidad lingüística lo llama signifié de puissance y considera como effets de sens los valores concretos con los que se manifiesta en el discurso. La lengua es por naturaleza una representación del pensamiento y todo pensamiento se efectúa en el tiempo. No solamente la combinación de las ideas en frases, sino la concepción incluso de las ideas es una operación intelectual que necesita un cierto espacio de tiempo. Se opone a la visión cartesiana según la cual las ideas son eternas, situadas fuera del tiempo. La psicomecánica se sitúa en la filosofía del movimiento de Bergson en la que éste es esencial para el pensamiento. Pensar una noción es construirla y Guillaume llama temps opératif el tiempo necesario para ello. El pensamiento humano no construye la noción de tiempo como lo hace con la de cantidad, por ejemplo. La mente sólo tiene la experiencia del tiempo, todo lo que puede hacer la mente para pensar el tiempo es construir una imagen sobre el modelo del espacio, pensándolo como una línea –tema bergsoniano por excelencia. Así los sistemas temporales de los verbos son representaciones de una metaforización. El sens de una palabra no puede alojarse directamente en el discurso, porque debe describirse como un movimiento del pensamiento, como el desarrollo progresivo de una noción, movimiento en el que el discurso opera con cortes instantáneos. El tiempo, y por extensión el discurso,
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así son actos de creación que sólo se manifiestan en el movimiento definido como duración, al igual que lo hiciera Henri Bergson. Asimismo, se interroga por la diferencia entre langue y parole. En un curso fechado en el 26 de noviembre 1948 retoma esta distinción: Les faits de discours ont pour caractéristique d’appartenir à l’acte de langage, d’être ce qui est manifesté dans le moment où un acte de expression se produit, un fait de discours continuel quand on parle, et d’assembler des mots pour former des phrases. La syntaxe dans son ensemble à part quelques prolongements qui lui font rejoindre la morphologie s’intérésse à peu près exclusivement aux faits de discours. Le grammairien préoccupé d’une manière particulière pour les arrangements syntaxiques est donc un linguiste du discours. Les faits de langue sont des faits plus profonds que les faits du discours, c’est-à -dire des faits déjà accomplis dans la pensée.6 (Guillaume 1990: 150)
Significativo es la inclusión de la sintaxis en el discurso, delimitando la gramática a un nivel inferior. Si Saussure había creado una gran dificultad a la frase, Guillaume lo resuelve incluyéndola en el nivel discursivo. Para Guillaume lengua y discurso tienen un estatuto epistemológico claramente diferente. En el curso del 19 de noviembre 1948 establece que la frase es la unidad del lenguaje. Guillaume establecerá una relación sistemática al oponer en la sincronía el plano de la lengua –faits de langue, langage en puissance– al plano del discurso –le langage effectif–. Estos planos los separa un breve intervalo de temps opératif, las milésimas de segundos que requiere el paso de la lengua al discurso. Esta distinción le llevará a pensar que existen dos tipos de lingüísticas, ocupándose cada una de ellas de un tipo de relación.
6
Los hechos de discurso tienen por característica la de pertenecer al acto del lenguaje, la de ser lo que es manifiesto en el momento en que un acto de expresión se produce, un hecho de discurso continuo cuando se habla, la de unir palabras para formar frases. La sintaxis en su conjunto aparte de algunos enlaces que la acercan a la morfología se interesa más a menos por los hechos del discurso. El gramático que se preocupa de una manera particular de las uniones sintácticas es por tanto un lingüista del discurso. Los hechos de lenguas son hechos más profundos que los hechos del discurso, es decir, hechos ya realizados en el pensamiento.
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4.
aLfredo segUra tornero
impliCaCiones de una releCtura
¿Qué consecuencias tendría esto en la construcción de las teorías discursivas hoy día? A modo de conclusión podemos señalar la necesidad de una relectura profunda tanto de Saussure como de Guillaume. En primer lugar, si bien el CLG perfiló a Saussure equivocadamente como un lingüista de la lengua, el maestro ginebrino es tanto o más un lingüista del habla. Si se tienen en cuenta las diversidades efectivas de los géneros discursivos, el núcleo invariable que se puede denominar lengua se reduce drásticamente al inventario de los morfemas ya que el resto desde la estructura del sintagma en adelante son fenómenos del discurso. ¿No está muy cerca esta concepción de las teorías enunciativas que vendrán después a partir de Benveniste? Ningún texto se escribe exclusivamente en una lengua, está escrito en un género y en el seno del discurso que tiene en cuenta, como es natural, las limitaciones de una lengua. Estas nuevas relecturas también influirían en la forma de leer a teóricos como Benveniste, que se integra mucho más de lo que se creía en la herencia estructuralista. En segundo lugar, con respecto al signo lingüístico encontramos en los ELG: “Il est aussi vain de vouloir considérer l’idée hors du signe que le signe hors de l’idée” (ELG 2002: 44), lo que implicaría que el signo fue más amplio de lo que se creía hasta ahora. De hecho establece que el signo tiene dos caras, en una está la Fonología y en la otra la Semiología, que incluiría entre otras disciplinas la estilística y el estudio de los textos. Por otra parte, la Estilística debería ser una base fundamental del análisis del discurso. Es el punto de partida de muchos críticos literarios y lingüistas que desde hace alguna década trabajan juntos. Por su parte, la lingüística cognitiva es ampliamente deudora de Guillaume, valga de ejemplo que existe un único valor para una unidad lingüística. Guillaume debería recuperarse mucho y más y estamos convencidos que así será en lo que tiene que ver con teorías de anclaje didáctico. El intento de la descripción de la lengua francesa cuyo punto de partida es la definición abstracta de las unidades gramaticales ayudaría mucho a una metodología de una gramática pedagógica del francés como lengua materna, segunda o extranjera. Huelga decir que este enfoque es de fácil aplicación a otras lenguas. En todo caso, sea como fuere, asistimos a una nueva lectura de la obra de grandes lingüistas facilitada sin duda y en parte por las debilidades de la teoría práctica chomskiana, y la imposibilidad de la pragmática de categorizar sistemáticamente. Las voces y los ecos en permanente diálogo que se alimentan sin cesar, es ahí donde ese tiempo bergsoniano se une, tiempo en el
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que el pasado, el presente y el futuro son uno. Un tiempo puro de fusión cuya historiografía se contempla por un instante ausente de grandes rupturas, como un eje continuo donde las bases de la Lingüística siempre han tenido más similitudes que diferencias. referenCias bibliográfiCas Guillaume, Gustave (1990): Leçons de linguistique de gustave guillaume tome 1. structure sémiologique et structure psychique de la langue française (1), série A, 1948-1949, París: Klincksieck. Mairal, Ricardo y Santana, Pedro (1990): “Entrevista a Eugenio Coseriu”, C.I.F., T.XVI, fasc.1 y 2, pp. 159-170. Rastier, François (2006/1): “Saussure au futur. Ecrits retrouvés et nouvelles réceptions. Introduction à une relecture de Saussure”, La linguistique, vol. 42, pp. 3-18. Saussure, Ferdinand de (1995): Cours de linguistique générale, París: Payot. Saussure, Ferdinand de (2002, 1ª ed.): Écrits de linguistique générale, París: Gallimard. Starobinski, Jean (1969): “Le texte dans le texte, extraits inédits des Cahiers d’anagrammes de Ferdinand Saussure”, tel Quel 37, París: Éditions du Seuil, pp. 1-30.
Capítulo 7
los usos del uso lingüístiCo: una perspeCtiva historiográfiCa desde los Cuatro palmetazos de Bartolomé José gallardo
alBerto esCalante varona Grupo de Investigación Literaria “Barrantes – Moñino”1 Universidad de Extremadura [email protected]
1.
introduCCión: oBJetivos del estudio
El opúsculo Cuatro palmetazos bien plantados por el Dómine Lúcas a los gazeteros de Bayona, de Bartolomé José Gallardo, destaca como una de sus obras más sobresalientes, tanto por ser un destacable ejemplo de su actitud polemista e irónica, como por recoger buena parte de sus innovadoras ideas lingüísticas que por diversos azares no cristalizaron en obras mayores. Sin embargo, su vinculación con la polémica en torno a la traducción de la Historia de la literatura de Bouterwek, si bien no ha sido desconocida para la crítica, aún está pendiente de un estudio más exhaustivo que encuadre las ideas de Gallardo en el contexto filosófico y lingüístico de su época, y en los diferentes bandos críticos que toman posiciones antagónicas en dicho debate. Liberales y absolutistas intercambian acusaciones y reproches explícitos, en un vaivén de opúsculos y artículos en los que la postura erudita de cada uno de ellos queda supeditada a su ideología política, más que a la rigurosidad científica. A día de hoy, tenemos acceso a casi todos los textos que conformaron este episodio, de modo que tal estudio puede llevarse a cabo. Por tanto, en este
1 Este trabajo se encuadra dentro de las actividades financiadas por las Ayudas a la Formación del Profesorado Universitario (FPU14/00928), del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
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trabajo comenzaremos por trazar el estado de la cuestión de la literatura científica que ha tratado este opúsculo; a continuación, se realizará una aproximación a la evolución del concepto de “uso lingüístico” a través de diversas autoridades en los estudios lingüísticos de los siglos XVIII y XIX, que conforman un panorama cultural en el que localizamos a Gallardo; después, se ofrecerá una breve reseña de cada uno de los textos que conforman la mencionada polémica; por último, trataremos la recepción de las ideas lingüísticas de Gallardo, encuadrándolas en dicho panorama y contrastándolas con las airadas respuestas de otros eruditos de ideología absolutista.
2.
estado de la Cuestión
Aparte de su impresión original (1830, Cádiz, Imprenta de Esteban Picardo), Ramírez y de las Casas-Deza (1852) publicó fragmentos escogidos de los Cuatro palmetazos en su panegírico dedicado a Gallardo y publicado en el Semanario pintoresco español. Posteriormente, Menéndez Pelayo incluyó una breve mención al opúsculo en su Historia de los heterodoxos españoles (Libro VII, nota 2645; 1880-1882). No encontramos un estudio más detallado hasta las aportaciones de Sáinz y Rodríguez. En primer lugar, su elogioso comentario en Bartolomé J. Gallardo y la crítica literaria de su tiempo (1921): alaba los “profundos conocimientos” (1921: 117), el “amplio criterio” y la “acertada orientación” (1921: 118) que muestra Gallardo en sus análisis de la lengua castellana; señala igualmente que la “originalidad” de tales planteamientos reside en su “elemento castizo” (1921: 151). Parte Sáinz y Rodríguez de una concepción nacionalista de la cultura, la lengua y la literatura: ve el influjo francés del primer tercio del siglo XIX como una corriente perjudicial para el mantenimiento de “las ideas características y genuinas” de cada “raza” (1921: 151), y a Gallardo y al “pequeño núcleo” de moderados liberales (1921: 152) como el grupo de intelectuales que acertadamente intentaron aunar los beneficios de las ideas extranjeras con las virtudes de la cultura patria. Más adelante, en 1928, edita el opúsculo completo en el primer volumen de sus Obras escogidas de don Bartolomé José Gallardo (Gallardo, 1928: xv). Es Rodríguez Moñino (1994) quien firma un completo estudio y una destacable edición de la obra, aunque de nuevo esta sea solo parcial. El investigador cacereño, admirado ante “uno de los opúsculos de Gallardo más logrados en todos los sentidos” (1994: 124), reproduce el contenido del texto desde la página 3 hasta la 7 (“Ya no hai Pirinéos [...] galanas y significativas”). A partir de entonces, y salvo menciones aisladas, las aproximaciones académicas a los Cuatro palmetazos son muy escasas. Pérez Vidal (1999) establece con preci-
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sión el proceso de composición del texto gracias al epistolario de Gallardo (1999: 343-345), así como un pormenorizado recorrido documental a través de la polémica sobre la traducción de Bouterwek (1999: 337-343). Morange (2004) estudia el opúsculo en relación con la enemistad que se desarrolla entre Gallardo y Miñano (responsable en 1830 de la Gaceta de Bayona), y si bien su comentario específico sobre los Cuatro palmetazos no es muy extenso, sí resulta de interés la relación que establece con otras producciones satíricas del extremeño. Calero Vaquera (2005) sitúa el opúsculo en la producción lingüística de Gallardo a lo largo de su vida, señalando cómo estos pequeños textos, junto al epistolario, conforman las fuentes sobre las ideas lingüísticas del autor, en las que destaca su interés por las cuestiones del uso y la norma.
3.
el ConCepto de “uso lingüístiCo” en el panorama lingüístiCo de los siglos Xviii y XiX
Conviene situar con mayor precisión este texto en el contexto de las ideas lingüísticas y filosóficas de la época; ello implica acudir tanto a fuentes primarias anteriores, coetáneas o posteriores a Gallardo. Sáinz y Rodríguez (1921: 160) cita las obras de Capmany (1777), Garcés (1791), Salvá (1830), Muñoz (1831) y Bello (1847) como textos que revelan el estado de la cuestión en tal periodo, y que pueden servirnos para precisar las opiniones de Gallardo acerca del “uso lingüístico”. Capmany, en Filosofía de la elocuencia (1777), ya mencionaba la condición de la palabra como signo dotado de un valor abstracto y consensuado; la palabra estará mejor utilizada cuanto más se acerque a la intención comunicativa del hablante y respete el contenido atribuido a su forma. Si bien no se trata de un concepto original (podemos rastrear sus antecedentes en la lingüística clásica y medieval), su formulación en este momento da cuenta del interés que esta cuestión suscita para los gramáticos dieciochescos. […] las palabras no tienen otro valor que aquel que se les da. Y como ellas son los signos representativos de muestras ideas, deben nacer de éstas […]. Sería, pues, un grande error creer que se hubiesen de buscar fuera del asunto: lo que importa es saberlas escoger, y emplear cada una en su lugar.
Garcés, en Fundamento del rigor y la elegancia de la lengua española (1791), sobre la misma idea del lenguaje como representante de ideas inmateriales, aporta dos planteamientos interesantes para nuestro estudio: en primer lugar, expone antecedentes al concepto de la doble articulación del lenguaje, y
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su progresiva perfección a partir de una serie limitada de sonidos; en segundo, reconoce la autoridad atribuida a los doctos y eruditos, quienes refrendan el uso legítimo y permitido de las palabras, limitado exclusivamente a cada patria particular, y establecido como marca de la variación diacrónica de una lengua. […] abundante manera de articular cada una [cada nación] á su modo una casi inmensa extensión de ideas simples y compuestas de la mente, y los innumerables movimientos del corazón mostrando, combinando y extendiendo cuanto conocen […] y todo aunque tanto y diverso reducido á pocos generales principios de sonido y articulación. […] Pero tuvo al fin esta voz la buena suerte de agradar á los doctos, los quales fueron poco á poco recibiéndola hasta concederle á votos conformes en el uso común patria, y legítima posesión. Ved pues la práctica del justo reprobar ó aprobar nuevas voces, que hace el uso docto en una nación; y á este modo podeis discurrir de la variación que se ha parecido en la lengua Española hasta que llegó á su perfeccion.
Jovellanos, en sus rudimentos de gramática general de 1795 (que forman parte de su curso de Humanidades castellanas2), plantea otro concepto fundamental: el doble origen natural y arbitrario de las reglas por las que se rige el lenguaje. De este modo, acepta la artificialidad de tales normas, basadas en la observación de los fenómenos lingüísticos, sin por ello negar la idea de un valor inherente a las lenguas, establecido por la naturaleza, y que las normas también deberán reflejar. En cualquier caso, lo arbitrario y natural del lenguaje queda patente en su uso, por donde se debe establecer la norma. Sobre esta formulación establece una división entre gramática universal (las reglas comunes a todas las lenguas) y gramática particular (específicas para cada lengua). [...] Estas reglas, establecidas por el uso, y reunidas por la observacion, fueron en parte derivadas de la naturaleza, y en parte de combinaciones arbitrarias; y por eso hay algunas que son comunes á todas las lenguas del mundo, y otras que son propias y peculiares de cada lengua particular. Al conjunto de reglas de la primera clase darémos el nombre de gramática general, y al de la segunda, de gramática particular.
Salvá, en su Gramática de la lengua castellana3 (1786), también plantea la arbitrariedad del lenguaje como condicionante indispensable para el establecimiento de la norma, basada igualmente en el uso de la lengua. Nos inte-
2 Citamos a partir de la edición de 1858 de las obras publicadas e inéditas del Jovellanos (véase la Bibliografía final). 3 Citamos por la segunda edición, de 1835 (véase la Bibliografía final).
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resa más otra idea: esta arbitrariedad reside en el uso que el “vulgo” hace de la lengua; un uso determinado en el contacto entre lenguas y situaciones comunicativas diferentes, y definido igualmente por el sustrato nacional de las mismas, que las diferencia entre sí. En esta tónica, la intervención de los doctos y literatos es sustancial, pero no determinante por sí sola: las reglas de buen empleo de la lengua deben amoldarse a los cambios establecidos por el “uso corriente” de la misma; a la intervención del “vulgo”, que es en quien una lengua se desarrolla plenamente. “[…] tanto el que escribe en una lengua, como su gramática, no pueden desviarse del uso, el cual no es siempre filosófico, sinó que tiene mucho de caprichoso. […] Este uso no está sujeto á leyes: es hijo del habla del vulgo; fórmale también el roze que nos proporcionan con otros países el comercio, los nuevos descubrimientos y las mismas reglas. Contribuyen á él igualmente, así el gusto que domina entre los literatos, como las ciencias que suele cultivas con especialidad cada una de las naciones. Por eso no debe estrañarse que esté espuesto á continuas vicisitudes, si bien apoyadas siempre en un fondo nacional. No faltará quien diga, que siendo la gramática el cuerpo de las reglas observadas por los doctos, no es tan desacertado llamarla el arte de hablar y escribir bien y correctamente, que es el modo mas comun de definirla. Pero entiendo que hai en esto una grave equivocación […]. En las lenguas vivas es necesario renovar cada cincuenta años este capítulo del estilo, para atemperarlo al uso corriente.”
Muñoz, en su Gramática filosófica de la lengua (1831), también insiste en el trasfondo inmaterial de las palabras: de las necesidades pasamos a los conocimientos, y de ahí a su materialización en signos lingüísticos articulados. Esto es, las propias necesidades surgidas del uso de la lengua llevan a su desarrollo y perfección: las lenguas aspiran a una equiparación total entre la idea y su expresión, libre de ambigüedades. Muñoz presupone un orden en la estructuración inconsciente del habla, en el uso que hacemos de las lenguas. Estas reglas han de ser observadas y posteriormente planteadas por el arte de la Gramática. […] la sociedad se va formando de dia en dia nuevas necesidades. Estas preceden á los conocimientos, porque son las que nos determinan á adquirirlos. Los conocimientos preceden á las palabras, porque no formamos voces sino para significar ideas que ya hemos adquirido. […] Las lenguas se perfeccionan á proporción que van analizando el pensamiento con mas exactitud. Asi como los objetos son simultáneos para la vista porque se pintan á un mismo tiempo en las pupilas de nuestros ojos; asi nuestras ideas son simultáneas para el alma, porque las percibe juntamente; pero el lenguaje de sonidos articulados va presentándolas sucesivamente, y las va distribuyendo con cierto orden […] en la
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análisis, ó descomposición del pensamiento, que se hace con palabras, seguimos un método y guardamos ciertas reglas […] Gramática el arte que enseña los principios y reglas del lenguaje.
Por último, Bello, en su Gramática de la lengua castellana (1847), vuelve a los conceptos de gramática universal y gramática particular que hemos visto antes. Insiste en la artificialidad de la lengua y en su constitución mediante signos que representan ideas. Las reglas que establecen el uso de estos signos son universales, si bien no todas las normas de una lengua parten de tal universalidad; esta solo establece los principios mínimos de ordenación de los signos según el pensamiento. Por tanto, la lengua no precisa de autoridades que rijan su funcionamiento: su autoridad emana de ella misma, y solo requiere de aquellas reglas que particularmente le dan forma. En otras palabras, el “uso por el uso”, la lengua como entidad autosuficiente, basta para establecer las reglas de funcionamiento del habla. El habla de un pueblo es un sistema artificial de signos, que bajo muchos respectos se diferencia de los otros sistemas de la misma especie; de que se sigue que cada lengua tiene su teoría particular, su gramática. Obedecen, sin duda, los signos del pensamiento a ciertas leyes generales, que derivadas de aquellas a que está sujeto el pensamiento mismo, dominan a todas las lenguas y constituyen una gramática universal. Pero […] si exceptuamos esta armazón fundamental de las lenguas, no veo nada que estemos obligados a reconocer como ley universal de que a ninguna sea dado eximirse. No he querido, sin embargo, apoyarme en autoridades, porque para mí la sola irrecusable en lo tocante a una lengua es la lengua misma. Yo no me creo autorizado para dividir lo que ella constantemente une, ni para identificar lo que ella distingue. No miro las analogías de otros idiomas sino como pruebas accesorias. Acepto las prácticas como la lengua las presenta; sin imaginarias elipsis, sin otras explicaciones que las que se reducen a ilustrar el uso por el uso.
Por tanto, en esta breve selección comprobamos cómo cuestiones como el origen natural o arbitrario del lenguaje, la influencia de lo vulgar y lo docto en el establecimiento de las normas de uso de una lengua, y la existencia de universales y particulares que configuren gramáticas de tipo universal o nacional, perduran a lo largo de todo este periodo, y constituyen los principales pilares del estudio lingüístico. Gallardo, quien proyectó la realización de una Gramática filosófica que nunca terminó, no fue ajeno a estas cuestiones. Y, si bien lo fragmentario de sus escritos dificulta saber cuáles serían sus fuentes en tal proyecto, las coincidencias entre algunos de sus planteamientos y los que acabamos de exponer nos permiten suponer que estaba plena-
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mente imbuido en el debate sobre conceptos como la nación, la autoridad y la arbitrariedad como condicionantes del uso lingüístico4.
4.
los Cuatro palmetazos en la “polémiCa Bouterwek”
En 1827, José Justo Gómez de la Cortina y Nicolás Hugalde y Mollinedo acometen la traducción al castellano de Geshichte der Poesie und Beredsamkait seit dem Ende des Dreizehnten Jahrhunderts, de Friedrich Bouterwek (1804), volumen de su Historia de la literatura europea dedicado a la literatura española. Tras anunciarlo en el Diario Mercantil de Cádiz, en diciembre de 1828 publicaron un Prospecto, que a día de hoy no se ha localizado, en el que se aportaban fragmentos y contenidos de la obra. Finalmente, a comienzos de 1829 vio la luz el primer volumen de la Historia de la literatura española; los otros dos volúmenes previstos nunca llegaron a completarse (Narganes 2010: 190). Se iniciaba así una encendida polémica, en la que cuestiones sobre la pertinencia de una traducción dan paso a un debate sobre el concepto de uso lingüístico en el que liberales y absolutistas tendrán mucho que aportar.
4.1. los primeros pasos en la polémica Ante la publicación del Prospecto, Gallardo comenzó la elaboración de un opúsculo de respuesta en el que criticaba la labor de los traductores, desaprobando algunas de sus ideas lingüísticas: el Desengaño anticipado, un polémico texto conservado en manuscrito y hasta hace poco inédito5. Poste-
4
Según Sáinz y Rodríguez (1921: 158-160): “A pesar de que Hervás había, puede decirse, fundado la filología comparada con una genial intuición de los modernos métodos, los estudios lingüísticos, a fines del siglo XVIII en España estaban en franca decadencia [...]. Nótese, posteriormente, la necesidad de dar un nuevo impulso a estos estudios y a este ambiente responden los escritos, bastante empíricos todavía, aunque a veces con pretensiones filosóficas, de los Capmany y de los Puigblanch. [...] No tuvo dos épocas Gallardo como su amigo Capmany y fué siempre casticista, pero con el criterio amplio que hemos visto. No escribió, o por lo menos no ha llegado a nosotros, a pesar de habérselo propuesto, ninguna obra grande de lingüística, y todo lo publicado se reduce a observaciones sueltas dispersas por sus obras, muy especialmente en los Cuatro palmetazos.” 5 Aunque el texto se creyó perdido durante años, David Narganes (2010) lo localiza y analiza su estructura retórica; aun así, su edición completa aún está pendiente. Previamente, Pérez Vidal (1999) había realizado un completo trazado de la redacción del texto a partir del epistolario de Gallardo.
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riormente, en los números 112, 113 y 114 de la Gaceta de Bayona6, Félix José Reinoso, absolutista, criticó la opinión de Bouterwek sobre el romance y la canción popular como orígenes de la poesía castellana, así como la opinión del alemán a favor de una “especie de democracia literaria” que impidió la introducción de innovaciones extranjeras en la poesía; achaca tal retraso a la “falta de ilustracion”. Gómez de la Cortina no tardó en contestar: en el opúsculo anónimo Diálogo entre él y yo (1830) refuta las opiniones sobre historia de la literatura que proponía Reinoso, y puntualiza su posicionamiento sobre el concepto de “democracia literaria”: “Bouterwek quiso expresar con aquel pensamiento que la ilustracion llegaba á cierto término de donde no pasaba [...]: aquella democracia no era efecto de la voluntad de los literatos, sino consecuencia del estado de las luces [...]”. Reinoso, a fin de cuentas, se limitaría a ofrecer una “divergencia de opiniones literarias que nada importan al público ni á la historia de la literatura española” (1830: 14), y a exponer sus gustos literarios, sin méritos como para asentar cátedra. La Gaceta responde en seis artículos (1845a, 1845b) en los que subyacen las mismas motivaciones políticas anti-democráticas, aunque rebaja su actitud combativa desde una pose victimista.
4.2. el regreso de gallardo: los Cuatro palmetazos Las críticas de la Gaceta serán motivo suficiente para que Gallardo regrese a esta polémica. En este caso, no será contra la labor de los traductores, sino contra las posturas lingüísticas adoptadas por los gaceteros para censurar la traducción, que Gallardo considera carentes de todo fundamento y que refuta concienzudamente. El resultado de esta respuesta es el opúsculo que nos ocupa: los Cuatro palmetazos. Comienza con un ataque a la lengua francesa, que Gallardo considera usurpadora de las funciones y dominios de la castellana; esto deriva a una crítica a quienes por desconocimiento de la historia de la lengua castellana señalan supuestos galicismos en estructuras sintácticas en realidad asentadas en la tradición lingüística española: “Ya no hai Pirinéos. […] Mil y mil plumas parece como que á competencia trabajan en España, mas ha de un siglo, en amoldar la lengua Española á la Francesa” (1830: 4), exclama un furibundo Gallardo.
6 No he encontrado estos ejemplares, pero se recopilaron en 1845 en recopilatorios de la revista de Madrid, dentro de la sección “Opúsculos del señor don Félix José Reinoso”; por tanto, cito los textos a partir de esta edición.
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Con este texto, por tanto, pretende probar el escaso conocimiento de los gaceteros, autores de una “pieza suelta de esos géneros de extranjería, que tan activamente hace hoy correr por nuestra España la factoría Literaria, conocida con el título de Gazeta de Bayona” (1830: 6-7), sobre cuestiones de lengua y literatura española; para ello, Gallardo citará fragmentos de clásicos españoles para probar que determinados usos lingüísticos que se critican en la Gaceta como incorrectos, en realidad se justifican en usos registrados en el canon: Cervantes, Lope, Quevedo, Quintiliano, González de Valdés, Granada, Ribadeneyra, Iriarte, Pedro Gutiérrez, Santa Teresa, Pérez de Heredia, Valbuena, el marqués de Villena, el marqués de Santillana, Pineda, Juan de Espinosa, Francisco de la Torre, Luis Zapata, Alfonso X, don Juan Manuel, Alejo Venegas y la propia Real Academia aparecen en los Cuatro palmetazos como ejemplos de autoridad para las opiniones de Gallardo, y sostén para sus críticas contra los gaceteros. Para el extremeño, estos son aún más reprobables por su filiación galicista y desconocedora de la tradición, así como absolutista. Los “cuatro palmetazos”, pues, provienen fundamentalmente de un fragmento de la respuesta de la Gaceta que Gallardo refuta en cuatro puntos: nos interesan el tercero y el cuarto, en los que remite tanto a numerosísimas fuentes áureas y medievales como a textos populares (proverbios y refranes), la gramática de las lenguas clásicas y las opiniones de la Academia para demostrar que las estructuras lingüísticas criticadas por los gaceteros son propias de la lengua castellana desde prácticamente sus orígenes. Gallardo reconoce el valor de las autoridades doctas a la hora de establecer usos correctos del lenguaje, asentados igualmente en la tradición patriótica y castiza del mismo: son buenos usos porque los refrendan grandes nombres de las letras españolas. Aparte de esta exhibición de conocimiento, son aún más interesantes las ideas lingüísticas que se adivinan en la siguiente parte del opúsculo, y que denotan una enorme modernidad; esta es la parte más puramente filosófica, y que interesa para un estudio de los planteamientos filológicos del autor. Para Gallardo, el uso de una lengua predomina sobre la norma (1830: 21): En buena filosofía, es decir, en razón y verdad las lenguas son anteriores á las reglas: las gramáticas se han hecho de las lenguas, y para las lenguas; y así en materias de lenguaje el derecho está en el hecho. [...] Las lenguas llevan siempre una enorme delantera á las gramáticas; y como la palabra no puede seguir el vuelo al pensamiento, bien así el arte de la palabra se queda siempre muy zaguero á la palabra fugaz. [...] No hay idioma, por rudo y pobre que sea, cuya gramática dé reglas seguras para construir ni la décima parte de las frases que son encanto del alma y del oído en la expresion de los pensamientos y los afectos.
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Por tanto, ninguna gramática puede abarcar la continua y veloz mutabilidad de las lenguas, imposibles de enclaustrar en reglas preestablecidas. Según Gallardo, el uso tradicional es quien impone la norma (1830: 22): [...] si una expresión cualquiera tiene á su favor un uso inmemorial, aun cuando no la alcancemos otra razon que el uso, el uso es bastante para autorizarla. -¿Se dice? –Sí: ¿pero por qué razon se dice? –Si se dice no se necesita mas razon: se dice porque se dice: en el hecho está el derecho: el mas privilegiado de las lenguas mas sabias no pasa mas allá del hecho de una convención. Por eso en las lenguas, mas que en nada, es absoluto el poder de la autoridad: sobre su fé se hacen los Diccionarios, apoyando sus voces con autoridades; es decir, acudiendo en última apelación al hecho, para probar el derecho.
Sin embargo, esto no abre la puerta a un relativismo total que acepte como válido todo uso. Gallardo sostiene la necesidad de (1830: 22): [...] saber discernir, de entre las razones, las que emanan de la primitiva institucion del lenguaje, de las que resultan ya de actos secundarios, mas reflejos y correlativos: distinguir en fin las verdades de hecho de las verdades de raciocinio.
Esto es: la razón es la única guía en el establecimiento correcto de cuáles son los usos correctos del lenguaje y cuáles no. Gallardo, ante el posicionamiento que ha establecido antes a favor del uso, debe compaginar tal innovación con el hecho de que no todo uso puede ser válido, desde su punto de vista: por tanto, la legitimación de la validez de un uso recae en que provenga de la potencialidad misma de la lengua; esto es, hay que estudiar las lenguas teniendo en cuenta su naturaleza, y qué usos pueden provenir de ella (y, por tanto, correctos), frente a otros usos “secundarios” e impuestos. La brevedad de este opúsculo impide que Gallardo elabore más pormenorizadamente este planteamiento. De igual modo, le sirve principalmente como engarce con un comentario sobre la complejidad de la forma “que” (es conjunción, también pronombre relativo, entre otros usos). Rastrea el origen de esta pluralidad hasta el castellano medieval, derivado directo del latín: para Gallardo, y he aquí lo importante, este uso medieval (que diferenciaba entre “qui”, “que” y “ca”) debería ser recuperado para evitar confusiones. Sin embargo, y atendiendo a sus opiniones sobre el uso, este no puede ser impuesto por una norma (lo que en sí es otro planteamiento muy innovador); por tanto, la labor de instauración de este nuevo uso debe sostenerse en los “buenos Escritores”. La escritura legitima el uso; el buen escritor es aquel que rastrea en la naturaleza de la lengua para discernir qué usos innovadores
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son correctos, pues la norma imperante puede ser incorrecta si dificulta la comprensión del mensaje. Con una recapitulación de los cuatro “palmetazos”, y una aceptación del previsible fracaso de su crítica, que los gaceteros no aceptarán, Gallardo concluye su aportación. Hay espacio para un apéndice que titula Cuestión logosófica: un pequeño texto en el aporta una defensa razonada de fenómenos que hoy denominamos como laísmo, loísmo y leísmo (y que escapa a los objetivos del presente trabajo).
4.3. la segunda respuesta de Bayona La contestación de Reinoso, objeto de las críticas de Gallardo por ser quien atacó sin fundamento la traducción de Bouterwek, no se hizo esperar. Publicó en la Gaceta un pequeño artículo titulado “Última derrota del Dómine Lucas”, donde los exabruptos contra Gallardo están a la orden del día (“folletista y jubilado”, “plumista y pendenciero”, “estropeada memoria”, “pedante”, “lerdo”, “perro”, “torpeza con que escribe”). Adoptando el seudónimo de “Bachiller Carrasco”, Reinoso, sin mencionar explícitamente a Gallardo, le retrata como un polemista mediocre y descalificado en muchas ocasiones, lo que no ha mermado su voluntad crítica y su injusta aceptación por parte de los liberales (a quienes Reinoso desprecia). No es casual, por tanto, que rechace este opúsculo por considerarlo fruto de las “reliquias de la célebre libertad de imprenta que mantienen cuidadosamente algunos escritores, amantes de la cultura nacional”. Merma igualmente la autoridad de los escritores clásicos y prefiere la impuesta por las reglas, despreciando así la posición gallardiana de “lenguas anteriores a la norma” (1845b: 37-38): […] todo lo que garla el folletista sobre que las lenguas son anteriores á las reglas, y que no han de sujetarse á estas los giros de espresion usados en el idioma, además de ser vulgarísimo, lleno en su boca de inexactitudes, é impertinente sobre manera, destruye, como se verá, su mal forjada obreja, coronada, según él dice, de chapiteles.
Sostiene, por tanto, que tales conclusiones deben refrendarse con ejemplos suficientes, y no solo los que Gallardo propone (sobre todo en caso de expresiones tan supuestamente excepcionales, como las que la Gaceta denuncia y Gallardo defiende). A partir de aquí, refuta todas las críticas que el extremeño realiza sobre expresiones lingüísticas erróneas utilizadas por los gaceteros, y que hemos señalado previamente. Y en lo referente a su esti-
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lo, desprecia su “culteranismo”, sus construcciones y formas recargadas y afectadas, y sus expresiones populares y jocosas. Menosprecia las citas de autoridades que emplea, considerándolas simple ejemplo de erudición vacía, impostada y efectista, y señala que Gallardo “de nuestros prosistas y poetas clásicos nada ha leído”, denostando por tanto explícitamente el gusto del extremeño por los usos áureos7; desecha también la predilección de Gallardo por los usos populares, carentes a juicio de Reinoso de autoridad: […] rara menestra de su erudición española. Refrancetes ó coplillas vulgares, equívocos pueriles, versecillos de alguna jácara popular ó de poetas de fines del siglo XVII y principios del siguiente (época favorita de su literatura), y tal vez por extraordinario algún dicho de un mamotreto carcomido […].
En suma, la respuesta de Reinoso abunda en prejuicios y posturas subjetivas, adscritas a la mala recepción dieciochesca de la literatura áurea y a la postura elitista de determinados eruditos, en este caso de corte absolutista, que en nombre de la patria ningunean todo atisbo de liberalismo, y toda consideración positiva hacia la autoridad del vulgo, igualada a la del docto.
4.4. Los últimos coletazos de la polémica El público lector de la Gaceta se sintió sin duda harto de la extensión y virulencia de esta polémica omnipresente en aquel momento en el diario: la súplica a la redacción de un lector8, “Por Dios, Sres. editores, no más Bouterwek”, parece confirmarlo (Morange 2004: 246). Más adelante, en 1832, Antonio Puigblanch se hace eco de la obra de Gallardo. Sus palabras, sin ser completamente malintencionadas (aunque sí provocativas), constituyeron más tarde en una de las piedras fundacionales de la leyenda negra sobre el extremeño: Tenemos pues tambien aquí en campaña al Dómine Lucas, i envainada en su cuerpo el alma de Gallardo, con mas vanidad literaria, que tenía montañesa el D. Lucas de Cañizares; sinembargo no apruebo que D. Bartolo maneje todavía,
7 Especialmente se burla del gusto de Gallardo por la obra de Santa Teresa, y le sorprende; pero, como señala Pérez Vidal (1999: 348), “Reinoso ignoraba u ocultaba así que, como ya se ha mostrado, escritores como Santa Teresa habían constituido siempre una referencia fundamental para Gallardo, que no se había privado de citarlos”. 8 Nº 166, 3 de mayo de 1830.
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conociéndose i queriéndose mui mal, los bártulos de la Gramática Castellana; déjelo para otros i otros que lo harán mejor que él. Créame le quiero bien, pues aunque me ha hecho algunas, tambien me ha hecho algunos. Dénos cuanto antes su Diccionario de la Lengua Castellana i su Bibliografia, en la cual última no faltará dilijencia, ni se echará de menos la imparcialidad, salvo si se trata de algun afrancesado, o de álguien que le haya dicho alguna verdad amarga, porque en este caso no doi por ella un cornado. No nos tenga mas en pena, sino sús, i a ello, i Dios delante i S. Cristóval jigante; si ya no es que en Sevilla perdió, cuando el embarque de las Cortes para Cádiz, como acá se dijo, sus papelotes; pues entonces no hai sinó hjacerles una cruz larga, i desearles muchos años de ventaja.
Pronto esta polémica Bouterwek desaparece, y lo que quedan son las ideas de Gallardo y sus enemistades particulares con los que entonces eran gacetistas de Bayona. Ideas que cristalizarán posteriormente en obras publicadas9, y que pudieron hacerlo en otras que lamentablemente nunca vieron la luz. Pero fuera de esta controversia, es destacable cómo el devenir de la producción satírica de Gallardo demuestra cómo la polémica Boutwerk puede verse como una “excusa” más con la que tratar sus particulares obsesiones: en los Cuatro palmetazos, Gallardo plantea sus ideas lingüísticas y literarias, aprovecha para contradecir a sus enemigos acérrimos, y aspira a alcanzar la misma notoriedad que otros eruditos mucho menos capaces. Otros temas seguramente estarían destinados a un tratamiento más pormenorizado en su proyecto encargado de una Gramática filosófica (Rubio Hernández 1988: 1347), nunca completada10.
9 En Las letras letras de cambio (1834) Gallardo recupera algunas de las críticas que alimentó durante la polémica Bouterwek, al destinar sus ataques a los “traductores”, “compiladores” y los encargados de “una quisquicosa que no es traducción y compilación, inventada para hacerse gran escritor sin escribir”. Hermosilla, sobre quien recayeron (junto a Reinoso) las críticas de Gallardo en los Cuatro palmetazos, también vuelve a ser blanco de sus iras por el mismo motivo, esto es, ser escritor “oficial” del Gobierno; y Miñano, encargado de la Gaceta de Bayona y que se libró de ataque en los Cuatro palmetazos, aquí no se libra de un “palmetazo” por sus trabajos geográfico-estadísticos (Álvarez Barrientos 2004: 253-257). Tres críticas de aspecto literario, que desprecian todo uso mercantilista de la escritura; pero ello no lograría ocultar el verdadero motivo de Gallardo: su personal inquina hacia Francisco Javier de Burgos, contra quien pugnaba por un puesto en la Biblioteca Nacional. El interés profesional prima sobre la integridad literaria, y el Gallardo que menosprecia a quienes buscan el beneficio económico con sus escritos, está buscando al mismo tiempo un oficio que institucionalice su labor bibliográfica (Álvarez Barrientos 2004: 264-267). 10 Curiosamente, Puigblanch (1829: 316; vol. 2) se jacta con posterioridad del fracaso en el empeño de Gallardo de crear tal gramática, y se atribuye dicho “mérito”: “En cuanto á gramática, aunque por tiempos hablaba de escribir una á cuyo efecto decía haber leido treinta ó más de ellas, se le quitaron las ganas de resultas de una disputa que tuvimos los dos acá en Londres en la otra emigración... Del primer embión quedó patas arriba, ni volvió á hablar de gramática, alomenos delante de mi”.
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5.
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Gallardo, erudito: los Cuatro palmetazos en su contexto
En cualquier caso, y pese a las críticas de los gaceteros y Puigblanch, no podemos negar a Gallardo su pericia a la hora de fundamentar sus opiniones lingüísticas en numerosas fuentes tradicionales, que manejaba con soltura (pese a las situaciones de exilio y destierro que tuvo que sufrir; Narganes 2010: 197-198). Ante la falta de tal gramática filosófica, y puesto que nuestra aproximación a su obra sigue siendo incompleta, objetivamente no podemos tachar a Gallardo como incapaz de acometer tal proyecto. Su erudición, sin embargo, queda fuera de toda duda. Desconoceremos sus opiniones completas, fundamentadas y argumentadas sobre la ortografía, fonética histórica, uso y norma, e influencia de los extranjerismos; pero, por otra parte, los planteamientos que introduce en los cuatro palmetazos remiten directamente al panorama de estudios lingüísticos que se venía desarrollando en la España del último tercio del siglo XVIII y el primero del XIX, lo da fe de su integración dentro de este ambiente. Gallardo parte de la concepción de la lengua como constructo en el que la palabra actúa como expresión de ideas inmateriales, tal y como veíamos en Capmany, Garcés y Muñoz; no obstante, recordemos cómo Gallardo da más relevancia a la arbitrariedad de las lenguas en tal proceso, de tal manera que considera que no hay idiomas “cuya gramática dé reglas seguras para construir ni la décima parte de las frases que son encanto del alma y del oído en la expresion de los pensamientos y los afectos”. La Gramática, por tanto, parte de la observación de los fenómenos del habla, pero estos son tan complejos y vastos (“los giros infinitos de una lengua”; 1830: 21) que tal labor es muy compleja, y aún está incompleta (“En nuestro Castellano, v. g. la sintáxis está por hacer”). De ahí su defensa más polémica para los gaceteros, profundamente anti-liberales: “en el hecho está el derecho”. Las expresiones recogidas por autoridades de la literatura no expresan sino cristalizaciones de usos que existen en el habla real. Gallardo se apunta así a una idea ya planteada, como vimos, por Jovellanos y Salvá (y que Bello retomaría más adelante), aunque no la desarrolla; del mismo modo, es apreciable su interés por el concepto de autoridad, basada especialmente en figuras de la literatura medieval y áurea que los gaceteros menosprecian. Estas son cuestiones de perdurabilidad del canon literario que se escapan a los límites de este trabajo, pero que nos interesan para plantear hasta qué punto el uso legitima la corrección de una voz, para mucho que una autoridad la refrende. El estudio de las lenguas, para Gallardo, es aquel que “pide mas criterio”, y por lo tanto debe asentarse sobre unos principios básicos de universalidad.
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Gallardo observa la necesidad de diferenciar entre “las razones [...] que emanan de la primitiva institucion del lenguaje” y “las que resultan ya de actos secundarios, mas reflejos y correlativos”. La parquedad de esta nota nos impide desentrañar el razonamiento del extremeño: sí podemos esbozar semejanzas con lo ya expuesto por Jovellanos, esto es, el doble valor natural y arbitrario de las lenguas, manifestado en el uso; de este modo, aunque los usos autorizados establezcan la norma, y estos partan del habla real (en la cual reside “el derecho”), la norma ha de tener en cuenta también la constitución natural de las lenguas. Un último tema, tratado por los autores que hemos abordado, trasluce en todas las opiniones de Gallardo: la cuestión nacional de corte liberal. Su “casticismo”, ya apreciado por la crítica, toma tintes virulentos en su crítica anti-galicista, más motivada por su desprecio hacia los absolutistas de la Gaceta que por un inquina fundamentada10. Si bien no trata la distinción entre gramática universal y gramática particular en este opúsculo, la continua comparación entre las lenguas francesa y castellana sobre la que se construyen sus argumentaciones sirven, en última instancia, para suponer que Gallardo, ante las ideas sobre el uso lingüístico que acabamos de ver, sí consideraría tal separación entre particulares y universales.
6.
ConClusiones
De la crítica erudita a la calidad de una traducción, a un opúsculo que superó la polémica de la que surgió para perdurar, lamentablemente, ligado a una nueva polémica: la leyenda negra sobre Gallardo, de la mano de críticos que vieron en este texto un material perfecto para tergiversar el carácter combativo de su autor y desprestigiar sus conocimientos lingüísticos y literarios.
10
Gallardo no escapó al uso de galicismos en sus escritos, después de todo. Su patriotismo fue mal recibido por la crítica; recogemos a continuación la opinión de Gómez de Baquero (1926: 16-17): “Gallardo, que fue un liberal, un librepensador y un revolucionario en muchas cosas, menos en las Letras, es español por los cuatro costados; español hasta el tuétano en su estilo, en sus aficiones literarias, en su vida pública y hasta en las exageraciones del patriotismo. Su galofobia, por ejemplo, explicable en un hombre que pertenecía a la generación de la Guerra de la Independencia, y que era de un casticismo extremado, llega a exageraciones inconcebibles. Muestra de ellas es el disparatado juicio, o más bien arrebato, contra la lengua francesa, que aparece en los Cuatro palmetazos bien plantados. [...] Su patriotismo no sólo era extremado, sino agresivo. Su estilo literario, castizo y rancio, tenía aroma de vieja solera castellana y marcada propensión arcaica.”
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No obstante, fuera de su contexto original los Cuatro palmetazos multiplican así sus lecturas posibles: y si bien su contenido lingüístico ha sido ya convenientemente analizado, en la actualidad contamos con los materiales necesarios para elaborar una edición completa del texto y un estudio que abarque todas sus particularidades de composición, transmisión y recepción. En el caso de los Cuatro palmetazos, se puede ahondar aún más en la naturaleza del opúsculo como pieza de una amplia polémica a la que finalmente supera para adquirir entidad propia dentro de otras circunstancias de interpretación; folleto que además entronca directamente con cuestiones lingüísticas candentes en el ambiente político y cultural de la época, así como con otros textos compuestos por Gallardo a lo largo de su vida. Hasta aquí, en este trabajo, quedan unas breves aportaciones en ese sentido.
referenCias BiBliográfiCas [Gómez de la Cortina, José] (1830): Diálogo entre el y yo, Madrid: Imprenta de Eusebio Aguado. [Reinoso, Félix José] (1845a): revista de Madrid. Segunda época, tomo VII, Madrid: Imprenta de la Sociedad Literaria y Tipográfica. [Reinoso, Félix José] (1845b): revista de Madrid. Segunda época, tomo VIII, Madrid: Imprenta de la Sociedad Literaria y Tipográfica. Álvarez Barrientos, Joaquín (2004): “Las letras letras de cambio (1834), de Bartolomé José Gallardo, o la literatura como poder”, La razón polémica. Estudios sobre Bartolomé José Gallardo, Cádiz: Fundación Municipal de Cultura, Ayuntamiento de Cádiz (Biblioteca de las Cortes de Cádiz, 3), pp. 253-270. Bello, Andrés (1847): Gramática de la lengua castellana, destinada al uso de los americanos, Madrid: Imprenta de la Biblioteca Económica de Educación y Enseñanza. Bouterwek, Friedrich (1829): Historia de la literatura española, Traducción de José Gómez de la Cortina y Nicolás Hugalde y Mollinedo, Madrid: Imprenta de Eusebio Aguado. Calero Vaquera, María Luisa (2005): “De ‘dardos’ y ‘palmetazos’. Algunas ideas lingüísticas de Bartolomé J. Gallardo (1776-1852)”, Palabras, norma, discurso. En memoria de Fernando Lázaro Carreter, Universidad de Salamanca, pp. 225-237.
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Capmany y de Montpalau, Antonio de (1777): Filosofía de la elocuencia, Madrid: Imprenta de Antonio de Sancha. Gallardo, Bartolomé José (1830): Cuatro palmetazos bien plantados por el Dómine Lucas a los Gazeteros de Bayona, Cádiz: Imprenta de Esteban Picardo. Gallardo, Bartolomé José (1834): Las letras letras de cambio, Madrid: Imprenta de M. Calero. Gallardo, Bartolomé José (1928): Obras escogidas, edición y notas de Pedro Sáinz Rodríguez, Madrid: Compañía Iberoamericana de Publicaciones (Los Clásicos Olvidados. Nueva Biblioteca de Autores Españoles, I y II). Garcés, Gregorio (1791): Fundamento del vigor y elegancia de la lengua castellana, Madrid: Viuda de Ibarra. Gómez de Baquero, Eduardo (1926): “Gallardo y su tiempo”, De Gallardo a Unamuno, Madrid: Cervantes. Jovellanos, Gaspar Melchor de (1858): Obras publicadas é inéditas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, tomo I, Biblioteca de Autores Españoles, Madrid: M. Rivadeneyra. Menéndez Pelayo, Marcelino (1967): Historia de los heterodoxos españoles, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. Morange, Claude (2004): “De palos, bofetones, palmetazos y demás zurribandas: Gallardo y Miñano”, La razón polémica. Estudios sobre Bartolomé José Gallardo, Cádiz: Fundación Municipal de Cultura, pp. 221-252. Muñoz Capilla, Fray José de Jesús (1831): Gramática filosófica de la lengua española, Madrid: Imprenta de J. Espinosa. Narganes, David (2010): “Notas a un opúsculo inédito de Bartolomé José Gallardo: el Desengaño anticipado”, anuario de Estudios Filológicos, 33, pp. 189-203. Pérez Vidal, Alejandro (1999): Bartolomé J. Gallardo. Sátira, pensamiento y política, Badajoz: Editorial regional de Extremadura. Puigblanch, Antonio (1832): Opúsculos gramático-satíricos del Dr. D. antonio Puigblanch contra el Dr. D. Joaquín villanueva, Londres: Imprenta de Vicente Torras, 2 vols. Ramírez y de las Casas-Deza, L. M. (1852): “D. Bartolomé José Gallardo (conclusión)”, Semanario pintoresco español, vol. 18. Rodríguez Moñino, Antonio (1994): Don Bartolomé José Gallardo (17761852), Estudio bibliográfico, Edición facsimilar del original (1955), Badajoz: Unión de Bibliófilos Extremeños.
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Rubio Hernández, Olimpia (1988): “La lengua de Bartolomé José Gallardo”, actas del I Congreso Internacional de Historia de la lengua española, vol. II, Madrid: Arco Libros, pp. 1345-1354. Sáinz y Rodríguez, Pedro (1921): Don Bartolomé José Gallardo y la crítica literaria de su tiempo, Nueva York-París, revue Hispanique, LI. Salvá, Vicente (1830): Gramática de la lengua castellana según ahora se habla, París: Garnier Hermanos.
Capítulo 8
El Cambio disCursivo Como problEma tEóriCo y dEsCriptivo1
manuEl martí sánChEz Universidad de Alcalá [email protected]
Las intuiciones sin categorías son ciegas, las categorías sin intuiciones, vacías (Kant)
1.
introduCCión
El trabajo filológico en la diacronía de las lenguas ha venido desde hace mucho acompañado de una importante reflexión teórica de la que tenemos grandes muestras en los campos hispánico y románico (Catalán 1956; Coseriu 1968). En los últimos tiempos este impulso de la lingüística teórica histórica se ha fortalecido con nuevos marcos como la Gramática emergente, la Sociolingüística histórica, la Lingüística de la variación coseriana o la Biolingüística. En estas páginas vamos a aprovechar esta teorización para reflexionar sobre el cambio discursivo y así dar algún paso en el examen de la evolución de los
1 Esta publicación forma parte del proyecto de investigación: “Estudio de las tradiciones discursivas y su evolución en un corpus textual de obras médicas del siglo XVIII” (FFI201570721-P MINECO/FEDER), Proyecto de I+D, del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, Subprograma Estatal de Generación del Conocimiento.
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textos médicos del siglo XVIII, objeto de nuestra investigación. Desde el corpus discursivo con el que contamos (de textos que van desde fines del XVII a otros de principios del XIX. Cfr. Gómez de Enterría, 2015), creemos que es posible vislumbrar el cambio discurso. Solo posible, pues, cuando se pisa este terreno, la prudencia es imprescindible, sabedores de que, casi siempre, a lo más que puede aspirarse es a observar tendencias evolutivas en medio de variantes: el cambio “escapa a la observación”, (...) es propiamente un epifenómeno de la lengua, en el sentido de que solo es observable por el lingüista en una larga perspectiva temporal. Es, pues, la variación lo que puede observar el investigador, y de ahí el desarrollo de una metodología variacionista, surgida en la sociolingüística y que es la orientación más fecunda para entender cómo cambian las lenguas (Sánchez-Prieto 2015).
En el corpus, el caso de además con su variante a más de es un ejemplo de la presencia de la variación y de la condición no lineal de los cambios, si se observa la fecha de las muestras: (1) A más, que ya no avrá ninguno diga, que la Chymica es mala (Cabriada 16861687: 37). (2) A más de estas virtudes, que a todos son conocidas, son ellos los que introducen la fermentación en los cuerpos (Juanini 1689: 6). (3) …y tiene, además, poder para expelerlo fuera de las venas, que es lo más (Cabriada 1686-1687: 176). (4) Pues a más de contener infinidad de documentos saludables…; No obstante a más de la muchedumbre de Autores, que alegan en su favor (Menós y Lena 1773: 17). (5) Además de estos cuatro grandes vasos, tiene el corazón otros propios que se distribuyen por su sustancia, y la de las aurículas, y son nervios, arterias y venas sanguíneas, y limphaticas, los nervios son el plexo cardiaco, al qual forma el octavo par, y el intercostal de cada lado (Corbella y Fondevila 1795: 126-127). (6) Los comilones o tragones (así llamados vulgarmente porque comen con exceso), ademas de la cacoquilia, a que suele sumergirles el temperamento de que están dotados, padecen por lo regular acumulo de materiales putrefactos en el estómago (Corbella y Fondevila 1795: 126-127). (7) El tumor se hace desde luego doloroso; no se le puede tocar sin excitar la sensibilidad del enfermo: el dolor se fixa en el mismo sitio del anillo, se extiende por todo el tumor y el vientre, que además se hincha (Pérez 1797: 81).
No extrañan ejemplos como este, puesto que “el cambio existe cuando una propuesta individual pasa a ser adoptada por otros y cuando pasa a ser
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un hecho colectivo en la comunidad de los hablantes” (Kabatek 2016: 48). Y seguir este proceso muchas veces exige, en efecto, contemplar un periodo más amplio de textos del cubierto por el corpus. Armados de estos objetivos y presupuestos, el punto de mira de estas páginas va a ponerse en el cambio discursivo. Esto supone conocer lo que es la unidad textual y, dentro de ella, lo que puede cambiar, así como las condiciones que lo permiten. La máxima relevancia de nuestras indagaciones teóricas lo fijará la comprensión del cambio en la organización discursiva de estos textos médicos dieciochescos.
2.
lo quE puEdE Cambiar En los tExtos
El texto o discurso2 es la unidad comunicativa fundamental, correspondiente a la noción intuitiva de mensaje completo. Frente a la oración y como el enunciado, no es una unidad estructural3, sino pragmática, esto es, dependiente siempre de una situación comunicativa. Pensando en su prototipo, podría definirse el texto como una serie no arbitraria de enunciados, consecuencia de “las relaciones entre las intenciones informativas locales del locutor y su intención informativa global”; por tanto, consecuencia de la intención de este de “comunicar en el conjunto de su discurso” (Reboul y Moeschler 1998: 157-159). Desde el punto de vista del oyente/ lector, el texto no existe si aquel no lo reconoce como tal. La unidad textual presenta una serie de propiedades esenciales que lo definen: coherencia, cohesión, intencionalidad, aceptabilidad, situacionalidad, intertextualidad e informatividad (De Beaugrande y Dressler 1997[1981]: 35-46). Estas propiedades son reflejo de un saber expresivo que hace posibles las distintas muestras de textos4.
2 Desde Bonilla (1997: 9-10), en la lingüística española es bastante común usar ambos términos como sinónimos. Así haremos en estas páginas, lo que se aplicará también a sus adjetivos derivados discursivo y textual. Esta decisión responde un deseo de sencillez, no a la convicción de que distinguir texto y discurso carezca de interés. Una prueba de las ventajas que se siguen de la distinción es lo que están haciendo últimamente J. Garrido, E. Duque o J.L. Girón Alconchel (cfr. Girón Alconchel 2016: 215-216). 3 Este hecho no es óbice de que sean posibles detectar en ella macroestructuras y superestructuras, y de que existan, en un nivel inferior. estructuras propias del nivel textual como la estructura informativa y determinadas relaciones a las que iremos haciendo referencia. 4 Los textos se sitúan en el plano concreto o particular del hablar. Siguiendo con el pensamiento de Coseriu, tal plano se manifiesta como saber y como producto, esto es, como texto (cfr. Coseriu
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Este saber expresivo universal es objeto de diversas modulaciones históricas, de modo destacado, las que constituyen la gramática del texto de cada lengua. Esta es la rama de la lingüística del texto coseriana (con el texto como nivel de estructuración lingüística), centrado en “los procedimientos idiomáticos que están orientados hacia la construcción de los textos” (Coseriu 2007: 307. Cfr. Acín 2009: 181), entre los que ocupan un papel fundamental –añadimos nosotros– las señales de las relaciones discursivas (Duque 2016: 47-49). Además, en estos procedimientos idiomáticos para la construcción e interpretación de los textos, hay que contar asimismo con los derivados de otras historicidades, hablamos del género discursivo elegido y, dentro de este, de las tradiciones discursivas (ver, seguidamente, § 3). El cambio discursivo se encuentra en estas modulaciones históricas, que representan la superficie del texto5. Así, de modo fundamental, el cambio discursivo afecta a la gramática del texto de cada lengua o, si es el caso, de un género o de una tradición discursiva. De este modo, el cambio discursivo puede darse en a) La macroestructura y superestructura, con las distintas maneras de organizar los textos por medio de las diversas relaciones del discurso (Duque 2016). a. A este respecto, se observa una interesante tendencia en los textos de nuestro corpus a la desaparición de la estructura dialogada, históricamente anterior, por la ensayística con un solo enunciador o, por lo menos, dominante. El último texto de nuestro corpus construido dialógicamente es de 1753, las Instrucciones chirurgicas y anatómicas de Blas Beaumont. Como es lógico, tal tendencia no puede establecerse linealmente, el cambio es siempre el resultado de la variación con una forma que acaba imponiéndose a las demás. b) Operaciones diversas, como ejemplificaciones, reformulaciones, argumentaciones, reproducción de pensamientos y palabras ajenas…
2007: 142-146, 320-321). En buena lógica, el cambio discursivo afecta a ambos modos, el saber y el producto, pero se visibiliza en este, de tal manera que un cambio en el texto como producto refleja un cambio en el saber que lo hace posible. 5 Aunque compartiendo distintos presupuestos, coincidimos con Mendívil (2015: 306) en situar el cambio lingüístico –en este caso, discursivo– en lo externo de la lengua. También, desde luego, con Coseriu (2007: 115, 307) cuando señala la existencia no necesaria de estos procedimientos de estructuración textual, de modo que pueden aparecer en una lengua, pero en otra, no.
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c) La estructura informativa, mediante la que se expresa “qué parte del contenido constituye la información nueva que el mensaje aporta, cuál se considera información presentada o supuesta, qué informaciones se contrastan con otras, etc.” (Leonetti 2014). a. Vinculada a la estructura informativa están el orden de palabras y esos marcadores que introducen el tópico discursivo (Girón Alconchel 2014a: 17). d) Construcciones, entendidas –al modo cognitivista- como pares convencionales de expresión / contenido, cuya función se explica por cumplir una función pragmático-discursiva. a. En las construcciones ocupan un papel importante ciertas expresiones que funcionan a modo de claves interpretativas o de fórmulas, como prefieren decir algunos pensando en su fuerza ilocutiva6. e) Los elementos cohesivos, signos de las relaciones discursivas. Todos estos fenómenos, susceptibles de cambio discursivo, cubren tanto lo que trasciende lo oracional (Coseriu 2007: 111) como lo vinculado a la actividad enunciativa del hablante (Girón Alconchel 2014b: 217). En otras palabras, lo interoracional y lo supraoracional (Girón Alconchel 2014a: 14 y 2014b: 217; Girón Alconchel 2016: 216)7. Además de en estos fenómenos textuales, el cambio discursivo se manifiesta en los rasgos propios de géneros y tradiciones discursivas que no son de carácter textual (Coseriu 2007: 111, 308-309). Pensamos en fenómenos fonológicos, gramaticales o léxicos característicos de cualquier agrupación textual. De lo dicho en este apartado puede concluirse que, cuando entre las gramáticas del texto u otros elementos característicos de dos series de textos sucesivos en el tiempo y relacionados, se observan diferencias, se está en la pista de un posible cambio discursivo.
6
Sobre la importancia de las construcciones y, dentro de ellas, de estas expresiones, dan una idea la creencia de que “toda gramaticalización se origina en una colocación léxica y da lugar a una nueva pieza que se lexicaliza” (Girón Alconchel 2014a: 15). 7 A partir de la relación del enunciado con la actividad enunciativa, es decir, a partir de lo supraoracional, lo discursivo se abre a la pragmática, de modo que sea habitual hablar de lo pragmático-discursivo como realidad conjunta. Si el texto es una unidad pragmática (ver, arriba, § 2), esta apertura a la pragmática tiene un carácter obligatorio.
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3.
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tradiCionEs disCursivas y variaCión ConCEpCional
Como ámbito de posibles cambios discursivos, acaba de hablarse de géneros y tradiciones discursivas. Es difícil dudar de la centralidad de estas últimas, como categoría que agrupa un conjunto de textos y sede de los cambios que luego se extienden a la lengua general (Kabatek 2016: 7). Introducido el concepto en los años ochenta por Coseriu y su discípula B. Schlieben-Lange (Coseriu 2007: 138-139, 201 n. 98. Cfr. Sáez Rivera 2007: 89), son legión los trabajos que últimamente se han ocupado de las tradiciones discursivas tanto en el orden teórico como en el descriptivo. Sin entrar en más disquisiciones, las tradiciones discursivas son series históricas “de discursos individuales” (Koch 2008: 55), caracterizadas por “la repetición de un texto o de una forma textual o de una manera particular de escribir o de hablar que adquiere valor de signo propio” (Kabatek 2005). Estos elementos que caracterizan una tradición discursiva son de cualquier naturaleza. Como ya se ha señalado y sin salirnos de lo verbal, no tienen que ser necesariamente textuales, pueden ser fonológicos, léxicos o gramaticales. Es igual en cierto sentido, puesto que todo lo que aparece en un texto está sujeto a su dominio (Ferrari y Borreguero 2015: 18-19), el común denominador de todos estos elementos es su función dentro de un texto. Para cerrar esta presentación de las tradiciones discursivas, estas no tienen por qué limitarse a una sola lengua, pueden atravesar varias. Es muy normal que así suceda, es lo que ocurre en nuestros textos médicos, en cuya conformación, al menos a partir de la segunda mitad del XVIII, son fundamentales las traducciones (Gómez de Enterría 2012). La potencia explicativa de las tradiciones discursivas se complementa con la teoría de la concepción comunicativa. Con ella, el neocoserianismo se refiere a un factor de variación solapado entre los habituales (tiempo, espacio, nivel sociocultural y situación), y asociado a otros factores como el medio (oral o escrito), la relación entre los interlocutores, así como el contexto y la referencia (cfr. Koch y Oesterreicher [1990] 2007: 26-30). En síntesis, podría decirse que, con el adjetivo concepcional, se alude a la distinta percepción de los hablantes respecto a lo hablado y a lo escrito, y a su manifestación verbal (López Serena 2007: 372, 374 Cfr. Koch y Oesterreicher 2007 [1990]: 20-22). Gracias a la concepción comunicativa, se libera la teoría y descripción de lo hablado y lo escrito de la atadura física de ambos soportes.
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De acuerdo con Koch y Oesterreicher y en palabras de B. Frank-Job (2010), la variación permite distinguir: la lengua de proximidad (proximidad en el espacio y tiempo, privacidad de la comunicación, intimidad de los participantes, alta emocionalidad, integración en una situación o acción, estructura de diálogo, espontaneidad, etc.) de la lengua de la distancia (distancia en el espacio y tiempo, publicidad, falta de intimidad de los participantes, baja emocionalidad, falta de integración en una situación o acción, estructura de monólogo, alto grado de reflexión y elaboración)8.
La presencia de una variación concepcional dentro de los discursos médicos del siglo XVIII, manifestada en un alejamiento de la inmediatez en favor de la distancia, nos pondrá ante un posible cambio de tradición discursiva.
4.
naturalEza y sEntido dEl Cambio disCursivo
4.1. Factores Según Coseriu (apud Frank-Job 2010), las condiciones para el cambio lingüístico son exclusivamente culturales y funcionales9. Tal posición es coherente con la idea del lenguaje como actividad creadora, ligada –decimos nosotros– a necesidades muy profundas del hombre (fundamentalmente, la búsqueda de sentido y de relación con los otros). Como señalan Coseriu y sus discípulos, “el cambio de la lengua como algo abstracto ‘no existe’” (Kabatek 2016: 3). Aun con alguna importante crítica recibida (Mendívil 2010), esta posición de Coseriu es un buen punto de partida para encarar el cambio discur-
8 Directamente relacionada con la distancia, está la lengua elaborada, referida “al conjunto de recursos pertenecientes a los diversos niveles lingüísticos (de las grafías al léxico pasando por la organización discursiva) que se tienen como propios de la distancia comunicativa y que suelen ser empleados por productores textuales que, por su grado de formación, rango de lecturas, esfera social, conocimientos metalingüísticos o tema que abordan en sus escritos, pueden representar para el resto de los hablantes una síntesis de elecciones lingüísticas valoradas como poco comunes. Entendemos que esta es una variedad concepcional que está gobernada por condiciones diafásicas de conveniencia y que tiende a ser percibida como fuente de elementos escriturales que pueden o bien permanecer restringidos a la propia variedad o bien transmitirse hasta incorporarse a la lengua estándar” (Loureda y Pons Rodríguez 2015: 338, n. 6). En un futuro es posible que consideremos hasta qué punto el discurso médico del XVIII pudo constituirse en la lengua elaborada respecto a otros discursos especializados. 9 Desde unos presupuestos distintos, esto mismo es lo que sostiene el Análisis histórico discursivo en su defensa del estudio contextualizado de los textos (Navarro 2008).
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sivo, en general, habida cuenta de la naturaleza pragmática de los textos (ver, arriba, § 3 y n. 7); y lo es, en particular, en los textos de nuestro corpus, en los que la evolución de la Medicina acompaña sin duda a la de sus textos. Naturalmente, partir de esta postura no implica un funcionalismo esquemático y radical que explique todo cambio por factores culturales y funcionales. También están, aunque en un lugar distinto e interactuando con los primeros, los factores internos debidos a los ajustes y desajustes del sistema lingüístico. La existencia de factores externos e internos del cambio lingüístico encuentra un apoyo en las tres grandes dimensiones de Sapir, presentes todas las lenguas: formal, mental y sociocultural (cfr. Fernández Casas 2004: 70-74), siendo la primera de ellas, la más autónoma y cerrada a la influencia cultural y funcional, aunque en su origen puedan estar estas10. La autonomía (parcial) de la dimensión mental también existe, pero solo en otro sentido11. Las tradiciones discursivas son fundamentales para relacionar estos factores externos e internos: las tradiciones discursivas proporcionan el necesario eslabón heurístico entre los factores externos a la lengua (sociales, culturales) y fenómenos de cambio internos a la lengua. Su estudio permite integrar a la descripción del cambio lingüístico las instancias que participan en los actos de comunicación, sus intereses y necesidades que se modifican en el proceso social histórico, y también su deci-
10 Por eso, coincidimos aquí con J.L. Mendívil (2015: 324), cuando reconoce que el lenguaje “aun siendo un órgano mental como cualquier otro, es peculiar en un sentido crucial: es un órgano que está profundamente influenciado por la cultura y por la historia”. El lenguaje y sus lenguas son realidades tan complejas que es imposible agotarlas en un único enfoque. Existe esta coincidencia, incluso a pesar de representar Mendívil (2015: 64-68) la postura prototípicamente opuesta a la nuestra con ideas como la exclusión del hablante del cambio lingüístico y la restricción del cambio a la fonología y a la morfología (Mendívil 2015: 39). Tal complementariedad de posturas, aparentemente contradictorias, se fortalece si se acude a la distinción debida al propio Mendívil y J. C. Moreno Cabrera entre lenguas naturales y cultivadas y que no puede entenderse como una distinción aplicable para separar las lenguas del mundo entre sí (Mendívil 2015: 18-19), sino para llevarse al interior de las lenguas. En cada lengua, frente a la resistencia de la lengua natural ante la intervención consciente humana, está la apertura de la cultivada a los factores culturales. Cuando el foco se pone en la lengua natural es cuando resulta más admisible que el cambio se deba a la condición de sistemas autorreplicantes imperfectos de las lenguas (Mendívil 2010: 2). 11 Para Mendívil (2015: 38-39), no varía lo determinado “por factores biológicos (anatómicos, fisiológicos y cualesquier otros) o por principios generales (de forma orgánica, de economía, de simetría, de computación eficiente, etc.), dado que, en principio, estos dos tipos de factores serán comunes a todos los seres humanos e invariables en tiempo histórico”.
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sión en favor de formas culturales específicas. En consecuencia, permite obtener elementos esenciales para la explicación de procesos de cambio lingüístico. El papel de las tradiciones discursivas para la divulgación y generalización de innovaciones lingüísticas empieza ya con el hecho [de] que la elección de una variedad lingüística determinada o de una lengua histórica determinada está siempre ligada a tradiciones discursivas (Frank-Job 2010).
Si, como creemos, está en lo cierto B. Frank-Job, examinar el cambio discursivo en tradiciones discursivas concretas ayudará a la comprensión de aquel con la identificación de sus factores.
4.2. proceso de discursivización Interesados por el proceso constitutivo de las partículas discursivas (Girón Alconchel 2005: 182; Onodera 2011: 616-617; Loureda y Pons Rodríguez 2015: 336-337), los historiadores de la lengua han propuesto denominaciones tales como discursivización, pragmaticalización, gramaticalización o lexicalización. El criterio han sido la identidad de lo que crea el cambio (unidades discursivas, pragmáticas, gramaticales o léxicas), las características de este y, en fin, los presupuestos de cada investigador. Estamos ante un proceso complejo, por lo que cada una de estas denominaciones se fija en un aspecto de la realidad dejando los demás en la penumbra. Personalmente, vemos en la discursivización –propuesta por J. Elvira (2015: cap. 9) para los marcadores discursivos, pero extensible a los demás cambios mencionados en § 2– la perspectiva más adecuada para referirse al producto del cambio discursivo. Es cierto, como señala Elvira (2015: 191), que el proceso presenta propiedades comunes con la gramaticalización como “la convencionalización de estrategias discursivas” (Company 2016: 516). Es lógico habida cuenta de la existencia de una gramática del texto12. Sin embargo, otras propiedades de la discursivización divergen de las de la gramaticalización (Elvira 2015: 192), consecuencia lógica también de la peculiaridad de la gramática del texto y de la unidad textual. Desde hace tiempo, venimos postulando una estado intermedio entre la gramática y la pragmática, la
12 En el paso de lo discursivo a lo sintáctico, observamos la conversión de un simple hábito discursivo, cancelable, en algo mucho más automatizado y monótono, en una regla (Moreno Cabrera 2002: 18).
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pragmagramática (Martí Sánchez 2011), para estos fenómenos de la gramática del texto, en los que vemos una gramática imperfecta, insuficientemente convencionalizada13. En el proceso de discursivización que afecta a los fenómenos señalados más arriba (§ 2), observamos tres importantes procesos: a) Reanálisis de constituyentes libres (mayoritariamente, locuciones adverbiales. Cfr. Elvira 2015: 185-191) convertidos en recursos lingüísticos mediante los que se construyen las relaciones del discurso (Duque 2016: 47). a. Estos constituyentes dejan de cumplir funciones sintácticas para pasar a cumplir funciones discursivas b. Frente a la gramaticalización estándar donde hay integración, los marcadores discursivos, prototipo de estas nuevas unidades, funcionan aislados. b) Reanálisis de unidades gramaticales (conjunciones, determinantes o preposiciones) convertidos en constituyentes discursivos. a. Dejan de cumplir las funciones gramaticales propias para cumplir funciones intersubjetivas. c) Reanálisis de segmentos libres devenidos en construcciones (ver Elvira 2015: 190-191). a. Posibilitan este último proceso, de carácter metonímico, la relevancia del contenido asociada a su frecuencia (Elvira 2015: 1619)14.
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La naturaleza del proceso se complica terminológicamente con la gramaticalización secundaria (Girón Alconchel 2014a: 12) o en sentido amplio (Company 2016) de la que hablan algunos. Lo importante, en nuestra opinión, para hablar de discursivización son las diferencias entre oración, como sede de lo gramatical, y el texto, como sede de lo pragmático-discursivo (ver, arriba, n. 7). Las relaciones de coordinación y cosubordinación se dan dentro de las oraciones compuestas y entre los enunciados independientes que se suceden en el discurso. Sin embargo, la relación de subordinación es privativa de las oraciones, por tanto, de lo gramatical. De las diferencias estructurales entre oraciones y textos nos hemos ocupado en Martí Sánchez (2013). 14 Ejemplos de estas construcciones de nuestro corpus son: Adviértase/ es de advertir/ es preciso advertir/ se advierte + COMPLETIVA, para cumplir una función intersubjetiva, y De donde + verbo + COMPLETIVA, especializada en la introducción de conclusiones (Gómez de Enterría y Martí Sánchez 2016).
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En los tres casos hablamos de reanálisis, entendido este en el sentido genérico al que apunta Elvira (2015: 116) para referirse al análisis descodificador inusual e imprevisto que tiene lugar como consecuencia de algún cambio en las condiciones contextuales de enunciación y que provoca la asignación a una expresión de una estructura diferente de aquella con la que fue inicialmente producida.
Estos tres procesos de reanálisis cubren casi todo el conjunto de fenómenos susceptibles de experimentar el cambio discursivo mencionados en § 2.
5.
El disCurso médiCo dEl siglo xviii
5.1. Evolución epistemológica y discursiva En la literatura médica del XVIII se distinguen tres corrientes que, en gran medida, son también tres etapas: a) la medicina tradicional, marcada por el aristotelismo, que conecta con la medicina de los siglos pasados y se extiende hasta las tres primeras décadas del siglo XVIII; b) la renovación novatora, que va desde 1680 hasta 1730, marcada por el antigalenismo y la iatroquímica; y c) la medicina renovada, que perdurará hasta finales del siglo, ligada a los Reales Colegios de Cirugía, las traducciones del inglés y del francés, y la divulgación médica. La evolución en el terreno de la ciencia médica guarda de alguna forma correspondencia con la que sucede en el discurso. Según Girón Alconchel (2003: 348-350), el paso a la organización formal del discurso propia del español moderno, aplicable, pues, a estos textos, se manifiesta por un aumento de la expresión de la causalidad a costa de la de la adición, con un incremento de los conectores discursivos argumentativos, progresivamente convencionalizados y, por tanto, ya aislados en el enunciado15.
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En esta evolución parece que ocupó un papel decisivo la aparición del ensayo (político-social y científico-técnico), al menos, en lo que respecta a los marcadores discursivos: “el enriquecimiento del repertorio de los marcadores discursivos que se localiza en los siglos XVIII y XIX no puede desligarse del desarrollo de nuevas formas textuales: el texto ensayístico, que crece notablemente a raíz de la obra de la Ilustración” (Garachana 2014: 964).
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5.2. sentido de la evolución 5.2.1. Planteamiento general Así considerada, esta evolución recuerda conocidas dicotomías mediante las cuales se ha explicado el cambio como el progreso de un estadio primitivo, desordenado, inmaduro, apegado a lo concreto, a otro más evolucionado, maduro, ordenado y abstracto. Son varios los ejemplos de estos esquemas dicotómicos aplicados a las lenguas. Entre los más generales está el representado por los dos grandes usos del lenguaje, científico y salvaje, establecidos por el antropólogo anglopolaco Malinowsky. En el uso salvaje, el primero filogenética y ontogenéticamente, el lenguaje aparece como modo de actuar, dependiente del contexto cultural; en el uso científico, el lenguaje se emplea para idear y transmitir pensamientos independientes de este contexto cultural (Gellner 2002[1998]: 232-238). Más neutra ideológicamente y más interesante para nuestros intereses es la distinción de Givón (2001: 13-15) entre los dos modos de procesar el discurso: el pregramatical y el gramatical, interpretables en términos filogenéticos y ontogenéticos. Finalmente, está la distinción lengua natural y cultivada (Mendívil 2015: 18-20. Ver, arriba, n. 10), en parte, solo en parte, solapable con las anteriores.
5.2.2. De la proximidad a la distancia Aunque demasiado abstractos y dependientes de ciertos a priori16, estos grandes planteamientos prestan alguna luz a la evolución del discurso del XVIII y, de modo más concreto, a la sucedida con los textos médicos del siglo de las Luces. Todos ellos apuntan a un alejamiento de la inmediatez comunicativa con la consiguiente aproximación a la distancia comunicativa (ver, más arriba, § 3.2). En los textos de nuestro corpus encontramos ejemplos donde la oralidad va mitigándose: (8) Sin amilanarme a la Eminencia de tan sabios (Cabriada 1686-1687: 16). (9) Y que aya de parecer delito en Madrid, que los médicos moços procuren adelantarse, y que sepan más, que algunos, que están llenos de canas! Que aya de
16 Basados, a su vez, en ciertas homologías lengua y pensamiento (cfr. Mendívil, 2015: 85-86; 313-317) o lengua y sociedad (cfr. Elvira 2015: 271-274).
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parecer delito, que estos inquieran los secretos de la naturaleza, procurando anatomatizarla, ap en lo Vegetal, como en lo demás! Que aya de parecer delito, que en las juntas discurran por caminos nuevos, fundando su dictamen en los modernos experimentos físicos, anatómicos, y chímicos! Y que aya de ser delito, que con libertad filosófica propongan su sentir! Y que estos motivos, absolutamente laudables y cordiales, lo han de convertir (Cabriada 1686-1687: 34). (10) Y Galeno oliendo algo de esto, en el margenado dize... (Cabriada 16861687: 36). (11) … y la plenitud particular de la cabeza de ningún modo se disminuye mejor que por la sangre de narices y por ello se advierte, que en las calenturas ardientes exquisitas esta evaquación de por sí sola no las quita si tras de ella no se sigue un sudor de todo el cuerpo (Corbella y Fondevila 1794: prólogo). (12) No hay cosa más útil en toda República que aquella ciencia cuyo objeto se dirige únicamente a la conservación de la vida humana, á precaver unas enfermedades, que según sus señales primeras seria, dificultosa su curación, y a cortar otras que principiando con los síntomas más crueles y nocivos, inspiran desde luego unas funestas conseqüencias (Piquer 1751: 72). (13) Con este método de curar, las hilas se hallan humedecidas por los jugos que la naturaleza derrama en la superficie de la herida. No limpia el pus de la circunferencia hasta que con suavidad ha cubierto la herida con una nueva planchuela evitando por este medio el contado del aire, que todos los Prácticos han tenido por muy dañoso a las heridas. La tardanza de una curación a otra, entre las quales dexa muchas veces intervalos de dos, tres y aun quatro días, concurre mucho a la pronta curación. Además, este método es también muy ventajoso, porque evita los dolores, que causan la aplicación de los medicamentos (Cascarón 1782: 4)17.
J. Elvira (2015: 262-271) ha señalado algunos aspectos que marcan la transición de lo oral a lo escrito, bastante pertinentes en la interpretación de la evolución que nos ocupa. Elvira habla de densidad léxica, manifestada en una mayor variedad de léxico que, en este caso, sería terminológico; de densidad informativa, de modo que la expresión se hace más eficiente (mayor información con menor coste); ensanchamiento de frases y sintagmas; menor dependencia del contexto, así, las circunstancias propias de la escritura “hacen que el discurso escrito tienda a ser mucho más explícito que el oral y no deje al lector la tarea de recuperar los contenidos no expresos” (Elvira 2015: 267).
17 Naturalmente, estos ejemplos son solo eso: ejemplos, no pruebas concluyentes, al menos, en los textos médicos. Para ello, habría que hacer un análisis comparativo exhaustivo de los textos de los tres periodos distinguidos en § 5.1. Algo que no vamos a hacer en este escrito, pero que sí nos proponemos en otro futuro.
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Concluye Javier Elvira su relación con la trabazón sintáctica. El sentir general es que “la lengua escrita se caracterizaría por dar cabida a un discurso más interconectado y fluido, diferente del discurso oral, mucho más fragmentado” (Elvira 2015: 268). Echando mano de la oposición parataxis/ hipotaxis, cuyo ámbito no se limita a la oración18, Elvira señala (2015: 220): La configuración paratáctica es más frecuente en la modalidad oral y conversacional. Tiene también un carácter más temprano en el proceso de adquisición del lenguaje. Por el contrario, el discurso más formal, especialmente en el medio escrito, favorece la expresión hipotáctica.
Evidentemente, las palabras de J. Elvira nos ponen ante la vieja hipótesis de la parataxis como signo de primitivismo, de la que ha vuelto a ocuparse recientemente R. Cano Aguilar. Este afirma que con motivo del castellano primitivo, dicha hipótesis carece de sólido fundamento real, y que las relaciones paratácticas (sindéticas y asindéticas) e hipotácticas se reparten en los textos según parámetros que no tienen que ver con mecanismos evolutivos (de una lengua “primitiva” a otra “madura”) (Cano Aguilar 2015: 92).
A pesar de que todo esquematismo en tan compleja cuestión es una generalización abusiva, la hipótesis del primitivismo de la hipotaxis encierra su verdad. No solo porque lo diga la intuición, sino porque la comparación de los textos apunta en esta dirección que habrá que verificar con el necesario análisis exhaustivo del que hablábamos más arriba.
6.
ConClusionEs
La lingüística descriptiva –diacrónica y sincrónica– necesita de la teoría lingüística y, viceversa. La primera precisa de las categorías de la teoría para ordenar y dar sentido a los fenómenos; la teoría lingüística requiere, por su
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Como explica que la hipotaxis se haya entendido como subordinación semántica (Portine 2001: 242), relación interoracional entre la independencia y la subordinación (Espinosa 2010: 292-296), o, directamente, como relación pragmático-discursiva (López García 1999: 3517-3518). Extendida la hipotaxis al ámbito discursivo, queda excluida de ella la subordinación, al tratarse de una relación privativa de la oración (ver, arriba, n. 13). Por tanto, cuando habla Girón Alconchel del aumento de las relaciones de causalidad en el discurso del siglo XVIII se refiere a las relaciones argumentativas (adición, contraargumentatividad, consecución…) que se dan entre dos miembros discursivos.
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parte, del trabajo empírico porque solo se falsa y perfecciona en contacto con los hechos. Lo dijo Kant mucho mejor: “las intuiciones sin categorías son ciegas, las categorías sin intuiciones, vacías”. En estas páginas se ha intentado fundamentar el cambio discursivo a fin de entender la evolución habida en los textos médicos del siglo XVIII. El cambio discursivo afecta a la gramática del texto (§ 2) y a los elementos característicos de un texto en relación fundamentalmente con la tradición discursiva a la que pertenece (§ 3). El cambio que se observa en los textos de nuestro corpus responde a lo observado en el discurso escrito del siglo XVIII en general (§ 5.1), de modo que se detecta en estos textos un progresivo acercamiento a lo que en términos de la Lingüística de la variación se conoce como distancia comunicativa (§§ 3 y 5.2.2). Detrás de ello ha sido inevitable acudir a los viejos esquemas que explican la evolución de las lenguas en términos del paso de lo salvaje a lo científico (Malinowsky), de lo pregramatical a lo gramatical (Givón), de lo natural a lo cultivado (Moreno Cabrera y Mendívil), en fin, de la hipotaxis a la parataxis (§ 5.2.1 y 5.2.2). rEFErEnCias bibliográFiCas Beaugrande, Robert-Alain de y Dressler, Wolfgang Ulrich (1997[1981]): Introducción a la lingüística del texto. Versión española y estudio preliminar de S. Bonilla, Barcelona: Ariel. Bonilla, Sebastián (1997): “Estudio preliminar”, Robert-Alain de Beaugrande y Wolfgang Ulrich Dressler (1997[1981]), Introducción a la lingüística del texto. Versión española y estudio preliminar de S. Bonilla, Barcelona: Ariel, pp. 7-26. Catalán, Diego (1956): La escuela lingüística española y su concepción del lenguaje, Madrid: Gredos. Cano Aguilar, Rafael (2015): “Yuxtaposición oracional: ¿sintaxis o discurso?”, Esme Winter-Froemel et al. (eds.), Diskurstraditionelles und Einzelsprachliches im Sprachwandel/ Tradicionalidad discursiva e idiomaticidad en los procesos de cambio lingüístico. Tubinga: Narr Franke Attempto Verlag, pp. 91-112. Company Company, Concepción (2016): “Gramaticalización y cambio sintáctico”, Javier Gutiérrez-Rexach (ed.), Enciclopedia de Lingüística Hispánica, 2, Londres/N. York: Routledge, pp. 515-526. Coseriu, Eugenio (1968): Sincronía, diacronía e historia. El problema del cambio lingüístico, Madrid: Gredos.
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