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Spanish Pages 184 Year 2022
PERSPECTIVAS ACTUALES SOBRE EL ANÁLISIS DEL DISCURSO DEL ESPAÑOL Y SU ESTUDIO BASADO EN CORPUS
COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES Manuel Asensi Pérez
Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València
Ramón Cotarelo
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
M.ª Teresa Echenique Elizondo Catedrática de Lengua Española Universitat de València
Juan Manuel Fernández Soria
Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València
Pablo Oñate Rubalcaba
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València
Joan Romero
Catedrático de Geografía Humana Universitat de València
Juan José Tamayo
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid
Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
PERSPECTIVAS ACTUALES SOBRE EL ANÁLISIS DEL DISCURSO DEL ESPAÑOL Y SU ESTUDIO BASADO EN CORPUS Autores
KIM COLLEWAERT RAÚL DÍAZ ROSALES NOELIA ESTÉVEZ-RIONEGRO LAURA LÓPEZ CALONGE LAURA MATEOS CANDELARIO DANIEL ORTUÑO CENTENERO ANDREJA TRENC AN VANDE CASTEELE Editores
MARÍA DEL CARMEN GARCÍA MANGA SERGIO RODRÍGUEZ-TAPIA
tirant humanidades Valencia, 2022
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Índice PRESENTACIÓN................................................................................................ 9 María del Carmen García Manga y Sergio Rodríguez-Tapia
DISCURSO Y CONTEXTO Capítulo 1 La inferencia en Lingüística: cuatro vías de estudio aplicadas al español...... 17 Laura Mateos Candelario
Capítulo 2 El apartado «USO» del diccionario Clave. Una sistematización heterogénea de indicaciones pragmáticas....................................................................................... 33
Raúl Díaz Rosales
Capítulo 3 La difusa frontera entre la sintaxis y el discurso. El caso del estilo directo en español............................................................................................................................... 75
Noelia Estévez-Rionegro
ESTUDIOS BASADOS EN CORPUS Capítulo 4 Reflexiones en torno al beso en una perspectiva contrastiva y romanística: interfaz morfosemántica y estudio de sustantivos, verbos y construcciones equivalentes con verbos de apoyo.............................................................................. 93
Daniel Ortuño Centenero
Capítulo 5 El uso de los corpus orales para el análisis de los fenómenos semántico-pragmáticos en español: el caso del estilo indirecto libre y del estilo cuasi indirecto en el discurso oral......................................................................................... 113 Andreja Trenc
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Índice
Capítulo 6 El relato coloquial en la conversación: propuesta de una definición gradual a partir del análisis de un corpus oral de Cuba...................................................... 135
Laura López Calonge
Capítulo 7 La referencia y la interfaz sintaxis-pragmática: mantenimiento y cambio de tópico con referencias plurales. Un estudio de corpus con aprendices neerlandófonos de ELE y nativos españoles.................................................................... 161
Kim Collewaert y An Vande Casteele
PRESENTACIÓN María del Carmen García Manga Sergio Rodríguez-Tapia Universidad de Córdoba (España)
El presente volumen constituye una valiosa contribución en lo que respecta a la constatación en la investigación actual de la existencia de límites difusos entre las diferentes disciplinas lingüísticas. Tal hecho propicia el interés por parte de los especialistas en destacar la importancia de analizar los hechos lingüísticos desde una perspectiva integral. De este modo, el análisis de los diversos objetos de estudio de las disciplinas limítrofes han de mirar hacia el contexto de la realidad del uso lingüístico como principio relevante que permite alcanzar resultados sólidos. Aquí presentamos una selección de trabajos que plantean esa necesidad de trasladar las investigaciones acerca del lenguaje al contexto y al discurso, de manera que los resultados obtenidos propongan nuevas perspectivas en el tratamiento de aspectos concretos que manifiestan el estado difuso de los límites trazados entre las tradicionales disciplinas: morfología, sintaxis, semántica y pragmática. Así, el primer bloque del presente volumen se centra en el estudio de diversos aspectos de la semántica, la pragmática, la morfología y la sintaxis del español y su interacción en relación con el uso concreto y el discurso en el que se producen. En este sentido, en el primer capítulo, titulado «La inferencia en Lingüística: cuatro vías de estudio aplicadas al español», Laura Mateos Candelario (Universidad Autónoma de Madrid/Universidad Complutense de Madrid) analiza los mecanismos inferenciales presentes en el futuro simple de indicativo en español como ejemplo para describir los problemas que se detectan en cuanto a su trata-
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miento no diferenciado desde una perspectiva epistemológica y temporal. Se aboga por la necesidad de una separación disciplinar de los mecanismos evidenciales en su contexto real para obtener una visión sistematizada a partir de cuatro posibles vías: la morfológica, la semántico-formal, la semántico-cognitiva y, finalmente, la léxico-pragmática. A continuación, Raúl Díaz Rosales (Universidad de Huelva) en su aportación, que lleva por título «El apartado “USO” del diccionario Clave. Una sistematización heterogénea de indicaciones pragmáticas», estudia el apartado «USO» de Clave. Diccionario de uso del español actual (2012), en tanto que parte de la microestructura que recopila diversos contenidos que configuran un conjunto variado de indicaciones pragmáticas, fundamentales en la consideración del diccionario como herramienta valiosa para su uso en español. Se describe cómo el diccionario Clave muestra una voluntad clara de ofrecer al lector las coordenadas de interpretación del acto comunicativo en el que se integran las voces que el diccionario recoge. De esta forma, pese a la heterogeneidad del apartado analizado, destaca que la amplitud de orientaciones que presenta supera los contenidos pragmáticos que otras obras del mismo segmento muestran, en una sistematización muy pertinente en cualquier proceso de aprendizaje que exija una explicitación de los condicionantes del hecho lingüístico. Por su parte, Noelia Estévez-Rionegro (Universidade de Santiago de Compostela) se adentra en el análisis de «La difusa frontera entre la sintaxis y el discurso. El caso del estilo directo en español», estudio que cierra el bloque I. Efectivamente, el estilo directo no encuentra en la perspectiva gramatical una explicación contundente que describa adecuadamente la relación que opera entre los miembros de las construcciones de estilo directo (expresión introductora y secuencia citada). De esta forma, la autora sostiene que es necesario realizar un estudio de corpus con la finalidad de constatar si las teorías estrictamente sintácticas o aquellas que incluyen ciertos aspectos del análisis del discurso para complementarlas realmente describen el uso real que los usuarios hacen de este tipo de construcciones. Los resultados obte-
Presentación
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nidos llevan a la autora a proponer una reorientación de la caracterización de este fenómeno lingüístico hacia los postulados de la Gramática de construcciones. El segundo bloque usa la información obtenida a partir de corpus para analizar las relaciones entre la morfología, la sintaxis, la semántica y la pragmática del español. Los cuatro estudios aquí incluidos se centran en el análisis de la oralidad, en el contraste entre lenguas a través de la diacronía y en el contraste de usos a partir de corpus de aprendices de español como lengua extranjera y nativos. El cuarto capítulo del volumen, de Daniel Ortuño Centenero (Sorbonne Université, París/Universitat d’Alacant) lleva por título «Reflexiones en torno al beso en una perspectiva contrastiva y romanística: interfaz morfosemántica y estudio de sustantivos, verbos y construcciones equivalentes con verbos de apoyo». El autor analiza el verbo besar y el sustantivo beso desde una perspectiva cognitivista, contrastiva y multilingüe (en catalán, español, francés y latín), atendiendo a un enfoque que pretende combinar los diferentes niveles lingüísticos y que considera los factores contextuales. La reflexión principal del trabajo se halla en los diversos procedimientos morfosemánticos que han tenido lugar desde el nacimiento de la lexía en el latín hasta la actualidad en cada una de las lenguas estudiadas. Para ello, emplea los principales diccionarios y corpus de referencia, tanto sincrónicos como diacrónicos. Le sigue el trabajo de Andreja Trenc (Univerza v Ljubljani, Liubliana), que aborda «El uso de los corpus orales para el análisis de los fenómenos semántico-pragmáticos en español: el caso del estilo indirecto libre y del estilo cuasi indirecto en el discurso oral». En él, la autora se plantea un objetivo instrumental, de forma que pretende presentar la utilidad metodológica del uso de corpus orales, particularmente el CORPES XXI, en el análisis de fenómenos pragmático-discursivos, como son el estilo indirecto libre y el estilo cuasi indirecto. Los dos aspectos centrales del trabajo tienen relación, por una parte, con la posibilidad de que las relaciones pragmáticas pueden ser estudiadas mediante los criterios formales de búsqueda
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en el corpus, y, por otra, con la relación de los objetos discursivos anteriormente mencionados con su interpretación como principios semántico-pragmáticos universales integrados en el propio sistema de la lengua. Por otra parte, en el marco del uso de corpus orales, Laura López Calonge (Universitat de València) aporta una contribución titulada «El relato coloquial en la conversación: propuesta de una definición gradual a partir del análisis de un corpus oral de Cuba». En este trabajo, la autora presenta una propuesta con cinco parámetros para definir el relato en el marco de la conversación coloquial. Estos parámetros, en el marco de las variables como la contextualización y la integración, se aplican al estudio de un corpus de doce conversaciones coloquiales del español de La Habana (Cuba) y permiten el diseño de una escala que establece el grado de prototipicidad del relato y que justifican la concepción de la narración no como un único género. Cierra el volumen el trabajo de Kim Collewaert y An Vande Casteele (Vrije Universiteit Brussel, Bruselas), dedicado a «La referencia y la interfaz sintaxis-pragmática: continuidad y cambio de tópico con referencias plurales. Un estudio de corpus con aprendices neerlandófonos de ELE y nativos españoles». En este capítulo, las autoras analizan un problema para los aprendices de lenguas extranjeras que corresponde a la interfaz sintaxis-pragmática del español, específicamente la referencia a entidades expresadas en plural. Siguiendo los principios de la teoría cognitiva de la accesibilidad y la hipótesis de la posición del antecedente, el objeto de estudio de este capítulo consiste en analizar el empleo de diferentes recursos sintácticos, como son el sintagma nominal, el pronombre personal o el pronombre nulo, e identificar en qué contextos pragmáticos específicos (ya sea el de mantenimiento o el de cambio de tópico) tienen lugar, así como si existen diferencias significativas entre el uso de los aprendices neerlandófonos de español con nivel A2-B1 y los hablantes nativos de español.
Presentación
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Querríamos aprovechar este capítulo de introducción para agradecer la extraordinaria labor de evaluación y revisión ciega por pares de los trabajos que recopila este volumen al comité científico que ha colaborado con nosotros, que relacionamos a continuación: – Adela González Fernández (Universidad de Córdoba) – Eduardo José Jacinto García (Universidad de Córdoba) – Elena Felíu Arquiola (Universidad de Jaén) – Esteban T. Montoro del Arco (Universidad de Granada) – Eugenia Sainz González (Università Ca’Foscari Venezia) – María Luisa Calero Vaquera (Universidad de Córdoba) – María Tadea Díaz Hormigo (Universidad de Cádiz) – Matteo de Beni (Università degli Studi di Verona) – Miguel Casas Gómez (Universidad de Cádiz) – Salvador López Quero (Universidad de Córdoba) – Susana Pastor Cesteros (Universidad de Alicante)
DISCURSO Y CONTEXTO
Capítulo 1
La inferencia en Lingüística: cuatro vías de estudio aplicadas al español Laura Mateos Candelario Universidad Autónoma de Madrid Universidad Complutense de Madrid [email protected] RESUMEN: Este artículo profundiza en la necesidad de separación disciplinar para comprender los mecanismos evidenciales en su contexto real. Concretamente, trabaja en los problemas del tratamiento de la inferencia en español. El propósito del estudio es mostrar esquemáticamente un problema metodológico y epistemológico existente en torno a los significados de inferencia. No se pretende el ambicioso objetivo de prescribir los métodos a cada disciplina, sino solo describir cuáles son los problemas del tratamiento no diferenciado y los argumentos pertinentes para cada fenómeno. Para una visión sistematizada, se ejemplifica utilizando el futuro simple de indicativo en su consideración inferencial ante cuatro posibles vías: morfológica, semántico-formal, semántico-cognitiva y léxico-pragmática. ABSTRACT: This paper goes deep in the need of a disciplinary distinction to understand the mechanisms of Evidentiality in a real context. Specifically, it deals with the problems of the treatment of inference in Spanish. The aim of this research is to show a methodological and epistemological problem around the meanings of inference. It is not meant the ambitious goal of proposing the methods for every discipline but just of describing which ones are the problems of the non-distinguishable treatment and of appropriate arguments for every phenomenon. In order to have a systematized view this is typified by using the «futuro simple de indicativo» in its inferential consideration in front of four possible ways: morphological, formalsemantic, cognitive-semantic and lexical-pragmatic.
1. LA EVIDENCIALIDAD EN LAS LENGUAS DEL MUNDO Señalar la fuente de información es un recurso comunicativo esencial a nivel cotidiano para el ser humano. La Lingüística, como ciencia
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humana, plantea buscar en las lenguas mecanismos que se relacionen con la expresión de contenidos relacionados con esta función. La Evidencialidad se ha definido, de este modo, como la categoría lingüística o dominio semántico encargado de codificar contenidos relacionados con la fuente de información de los enunciados y el punto de vista de los hablantes, así como el modo de acceso a esta que tienen los usuarios (Bybee, 1985; Bybee et al., 1994; Chafe y Nichols, 1986, etc.). Los evidenciales son, por tanto, definidos por Bybee (1985: 184) como las marcas lingüísticas que indican la fuente del conocimiento de la información de la proposición del hablante. Existen distintos tipos de contenidos evidenciales. Mientras que las evidencias directas señalan que el hablante ha tenido contacto directo empírico con lo que expresa, las marcas evidenciales indirectas indican una adquisición de la información por otros medios (Faller, 2004). Pueden distinguirse, en segundo lugar, para las evidencias indirectas, dos subtipos: inferenciales y citativas. La fuente de información para los inferenciales consiste en un proceso mental del hablante, que puede ir desde la deducción estricta a meras suposiciones y conjeturas (De Haan, 2001). Un evidencial indirecto citativo, por su parte, indica que la información ha sido adquirida a través de otras personas (Escandell Vidal, 2010). Siguiendo a Escandell Vidal (2010: 20), se muestra a continuación un gráfico que organiza el sistema lógico de distinciones evidenciales:
Figura 1: (Escandell Vidal, 2010: 20)
La inferencia en Lingüística: cuatro vías de estudio aplicadas al español
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Los estudios de la evidencialidad se han especializado en los recursos evidenciales de ciertas lenguas amerindias poco conocidas. Estas lenguas han llamado la atención de muchos estudiosos desde su perspectiva evidencial, no porque sean las únicas del mundo que expresan estos contenidos, sino porque los codifican en su sistema gramatical. Se añade a continuación un ejemplo del sistema evidencial del tuyuca, reflejado en Barnes (1984: 258): (1)
D’iiga ap’e-yi
Fútbol-jugar-3.ª PERS. PAS. INFERENCIAL
‘Tuve indicios de que jugaba al fútbol, pero no lo vi.’
La Evidencialidad se encuentra en la conformación de la morfología, la sintaxis, la semántica y la pragmática de las lenguas, incluso de aquellas que no han sido descritas como lenguas evidenciales. El trabajo que se presenta a continuación en esta ocasión no consiste en describir cómo se manifiestan estos contenidos en las lenguas no evidenciales, sino en debatir acerca de ciertos problemas metodológicos existentes para la caracterización de los fenómenos evidenciales en sus distintas disciplinas.
2. PROBLEMAS GENERALES DE LOS ESTUDIOS EVIDENCIALES DE LAS LENGUAS ROMANCES EN SU METODOLOGÍA Y PROBLEMAS CONCRETOS DE LA INFERENCIA EN ESPAÑOL Como se mencionaba en el apartado anterior, numerosos estudios han buscado mecanismos evidenciales en las lenguas romances. La Evidencialidad es un campo grande, complejo, interdisciplinar y abordable desde múltiples perspectivas. Es por ello por lo que los lingüistas se encuentran con tópicos comunes que dificultan la investigación, y alrededor de los cuales se han reunido muchos trabajos. No se mencionan todos en esta ocasión, por cuestiones de espacio.
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El problema al que dedicaremos el trabajo es el siguiente: el plan metodológico que se establece para encontrar los contenidos evidenciales en las lenguas donde no existen evidenciales1 y, por tanto, no se puede buscar directamente en los paradigmas morfológicos es impreciso y desigual. En resumen: no parece estar claro dónde hay que buscar los mecanismos ni cuáles son las pruebas que se deben usar para justificar que estos significados están presentes. Las teorías que trabajan sobre los contenidos inferenciales en español se han especializado en diferentes dominios. Algunas proponen morfemas específicos para la recogida de estos; otras estudian los textos para extraer significados léxico-semánticos en contextos inferenciales. Por su parte, algunas pretenden trasladar la inferencia a la estructura y convertirla en proyección y, por último, algunas insisten en la necesidad de consideración de la inferencia para la caracterización cognitiva de ciertos tiempos verbales. Son varias las maneras en que esto se intenta llevar a cabo. Se puede proponer que algunos morfemas verbales existentes para la expresión de tiempo, aspecto, modo y voz cuentan, en realidad, con un contenido añadido: el evidencial. Se puede, en segundo lugar, afirmar que es posible que existan lenguas evidenciales cuyos contenidos sistemáticos estén recogidos por la semántica, y no por la morfología. También pueden forzarse las apariciones de significados evidenciales hacia dos caminos: si puedo imaginar un contexto evidencial, la lengua lo estará reflejando. Un segundo camino: si uso esta pieza del lenguaje con funciones evidenciales, entonces es probable que la pieza tenga un uso evidencial más allá de este uso individual o compartido, esto es, en su propia idiosincrasia. Pueden advertirse numerosos errores de procedimiento en estos métodos, pero, sin duda, el más grave de todos ellos es el siguiente: estas prácticas están construidas sobre dos falacias. La primera de ella es
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Se suele distinguir en la bibliografía entre evidenciales (marcas morfológicas que sí son sistemáticas) y contenidos evidenciales (otros significados laxos relacionados con la fuente de información).
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que todas las inferencias que se encuentran en español son similares, pero cada una escoge un lugar de la lengua donde manifestarse. La segunda de ellas dicta así: si mi razonamiento humano puede advertir la presencia de un mecanismo, significado o movimiento evidencial, eso significará que la lengua ha codificado, en mayor o menor medida, ese proceso. Nos centramos en la primera en esta ocasión. Para desmentir este discurso, se trata la inferencia desde dos perspectivas: una de índole filosófica, que ofrezca una definición ontológica y epistemológica para unificar todos los casos, y una de tipo lingüístico, que aporte una explicación especializada y que diferencie las distintas acepciones para cada disciplina. De esta forma, se mantendrá la unificación fenomenológica, quedando toda inferencia definida por un mismo rasgo (el filosófico), mientras se ofrece un rasgo secundario (el lingüístico) capaz de diferenciar cada inferencia y de cribar los argumentos y las preguntas de investigación, con el fin de no crear un falso crecimiento científico en el campo de la evidencialidad en español. A nivel filosófico, la inferencia se ha definido como el modo de acceso indirecto a la información obtenido a partir de premisas. Esta definición tiene la capacidad de, desde una perspectiva epistemológica, dar un sentido que abarque todas las posibles manifestaciones de esta fuente de información presentes en las lenguas del mundo, indiferentemente del mecanismo que active la interpretación de los contenidos. Sin embargo, este uso de carácter filosófico ha demostrado provocar problemas en la concepción teórica que se mencionaba en esta misma introducción. La falacia, de nuevo, es la siguiente: si todas las manifestaciones lingüísticas de la inferencia participan de la definición filosófica y parecen adaptarse a ella, entonces todas estas manifestaciones tendrán la misma idiosincrasia y, por lo tanto, las teorías lingüísticas podrán acercarse a ellas desde el mismo punto de vista, visualizando la diferencia solamente en la forma superficial de aparición (un morfema, un significado, una estrategia léxico-pragmática), variable de una a otras lenguas del mundo o de una a otra disciplina.
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No consistiría, de este modo, en comprender la inferencia en su totalidad y después escoger cuál es la forma en la que se manifiesta en la lengua española; cabría preguntarse qué manifestaciones de la inferencia se encuentran realmente en la estructura interna de las lenguas, cuáles en el léxico y cuáles provienen solamente del contexto. Más tarde, convendrá distinguir cuáles de estas manifestaciones son lingüísticas y cuáles tienen que ver con procesos individuales o grupales no sistemáticos, cuestión que no se tratará en esta ocasión, pues se relaciona estrechamente con el marco teórico a través del que se estudie. Antes de presentar un ejemplo lingüístico de la inferencia adaptada a cada disciplina, se ofrece una tabla que ilustra el orden epistemológico de la perspectiva tomada en la mayor parte de los estudios para la inferencia y, debajo, el propuesto en este trabajo:
ORDEN DE APLICACIÓN ESTABLECIDO
ORDEN DE APLICACIÓN PROPUESTO
Definición empleada
Paso 1
Simultánea
Uso de la definición filosófica para la creación de una definición lingüística
Distinción superficial basada en las distintas manifestaciones
Disimilada
Distinción interna para cada manifestación disciplinar y creación lingüística de definiciones
Uso de la definición filosófica para la unificación y estudio de correspondencia entre fenómenos
Paso 2
Tabla 1: Metodologías en contraste
Resumidos los conceptos con los que se trabaja, se proporciona a continuación un marco explicativo para la comprensión de estos problemas en las teorías sobre las manifestaciones de la inferencia en la lengua española. Las ejemplificaciones serán en los cuatro bloques para la etiqueta «futuro inferencial» en español.
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3. LA INFERENCIA EN CADA DISCIPLINA. UN EJEMPLO MÚLTIPLE PARA EL ESPAÑOL: EL «FUTURO INFERENCIAL» Este apartado se ofrece para abordar tres objetivos. El primero de ellos es proporcionar un ejemplo sobre cómo los estudiosos diseñan teorías evidenciales para las lenguas romances, en este caso, inferenciales para el español. En segundo lugar, pretende asimismo conseguir una ejemplificación de las consecuencias más inmediatas de los errores metodológicos que se señalaban en los apartados anteriores. En tercer lugar, también a modo de ejemplo, se examina de una manera general la forma en que cada disciplina ha abordado el estudio de la inferencia2. El futuro simple de indicativo (comer: comerá) es un tiempo muy trabajado en español. Lejos del significado temporal y de los estudios relacionados con su uso frente a otras formas de expresión de posterioridad, sus valores modales son múltiples en varios sentidos: se encuentran en el español actual muchos significados diferentes, variables en cuanto a lo diatópico, lo diastrático y lo diafásico. Debido a esta complejidad (aún sin las suficientes respuestas), son muchas las teorías que abordan la caracterización de esta forma. Algunas de ellas han apuntado que el futuro es un tiempo relacionado precisamente con la expresión de contenidos evidenciales. El hecho de que existan tantas teorías dispares para su consideración ha creado una falsa sensación de unión entre los autores que proponen esta relación del futuro con la evidencialidad, cuando lo cierto es que no todos ellos señalan los mismos significados evidenciales, trabajan sobre la misma pregunta de investigación, la misma disciplina ni bajo los fundamentos del mismo marco teórico. De estas investigaciones
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Lo cierto es que la separación disciplinar no ha existido por parte de los autores, a rasgos generales. Lo que se intenta hacer no es mostrar una clasificación ya obtenida, sino reclasificar los casos encontrados.
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ha surgido una etiqueta erróneamente compartida por los autores: el «futuro inferencial». La propuesta inferencial para la caracterización del futuro puede entenderse, sirviendo de ejemplo, hasta de cuatro modos distintos3. Las teorías que ofrecen explicaciones de determinado tipo son a menudo reinterpretadas por otros autores para esbozar teorías que se sostienen sobre otros principios. En los siguientes subapartados se expande este ejemplo para una ilustración más amplia de todos los puntos mencionados hasta el momento.
3.1. La inferencia en la Morfología La mayor parte de los trabajos que estudian la evidencialidad en lenguas romances ponen de manifiesto y dejan claro explícitamente en las primeras páginas que no se puede esperar de estas lenguas un marcado morfológico, es decir, la existencia de una categoría evidencialidad en el paradigma verbal, cuya alteración incurra en agramaticalidades o procesamiento nulo4. Esto provoca que muchos autores nieguen de antemano que estas sean lenguas con sistema evidencial, basando su conclusión solamente en que no existe marcado desinencial. Los estudios de la evidencialidad prueban, como ya se ha señalado en este trabajo, la existencia de lenguas donde existen morfemas específicos que expresan contenidos inferenciales. Se ilustra aquí de nuevo con un ejemplo de la lengua qiang, hablada en Sicuani, China (La Polla, 2003: 66):
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Este trabajo no quiere acceder a cuestiones epistemológicas de interfaz y terminología de la Disciplina ni del Marco teórico. Si el lector quiere, puede eliminar las referencias de este campo y sustituirlas por «vías». No se entra en este trabajo en cuestiones relacionadas con los límites entre las distintas disciplinas, la existencia de estas o el campo que abarcan. Se utilizan los términos tradicionales.
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(2) Mi ʐ bə ʐete-k’! PERSONA TAMBOR GOLPEAR-INF ‘Alguien está tocando el tambor (me parece a mí, pues escucho un sonido como el que producen los tambores).’
Las teorías que relacionan, volviendo a la lengua española, el tiempo futuro con la inferencia podrían, desde una perspectiva prelingüística, preguntarse si existen procedimientos similares en español. Podría postularse, a priori, que –rá en «comerá» nunca fue un morfema dedicado solamente a la expresión de tiempo y modo, sino que tiene claros valores evidenciales que contribuyen a la expresión morfológica de contenidos inferenciales. Algunos autores (Bermúdez, 2006; Escandell Vidal, 2010; Cornillie, 2016) denuncian que muchos investigadores se han aferrado a la interpretación de los tiempos verbales como deícticos temporales con la tarea básica de ubicar eventos en el tiempo cuando, en realidad, es probable que esa no sea su función principal: «La caracterización tradicional de ciertos morfemas flexivos ha pasado por alto (o ha trivializado su significado evidencial, como en el caso de los tiempos verbales» (Bermúdez, 2006: 3). Esta vía de investigación tiene sentido en su origen, pero no en su aplicación metodológica: es cierto que muchos tiempos verbales del español pueden expresar valores muy distintos a los que originalmente se esperan por sus condiciones temporales, pero estos sentidos no tienen por qué formar parte de su estructura interna ni han de responder al mismo tipo de mecanismo lingüístico para cada tiempo verbal ni para cada significado en un mismo tiempo. No se puede defender, además, en español que la inferencialidad del futuro sea morfológica por cuatro razones principales: no es paradigmática, no comparte características temporales con otros morfemas de su tipo y el morfema es ambiguo para otros valores temporales y también para otros valores evidenciales. En conclusión: la inferencialización de morfemas verbales para el español no supone un crecimiento científico del estudio de lenguas evidenciales en su morfología, sino una práctica metodológica erró-
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nea sobre la que se construyen ciegamente otros discursos lingüísticos sobre la inferencia y el futuro.
3.2. La inferencia en la Sintaxis y en la Semántica formal La Gramática Generativa proporciona un conjunto de reglas que predicen correctamente las combinaciones que aparecen en las oraciones de las lenguas. Los elementos en el léxico cuentan con propiedades formales que han de cotejar en la sintaxis; la estructura sintáctica dicta el comportamiento sintáctico y semántico de las construcciones y, por tanto, una teoría generativa sobre la inferencia podría predecir que existan ítems léxicos con el rasgo +inferencial, así como sintagmas y proyecciones con la capacidad de ofrecer el cotejo de estos rasgos. Dicho esto, se puede construir una teoría que implique la presencia de los contenidos inferenciales en la estructura. Esto conllevaría la creación de proyecciones que alberguen los operadores modales dependiendo de los rasgos evidenciales que estos tuvieran que cotejar. A modo de esquema sintáctico a priori:
La consideración del futuro inferencial en español a nivel formal tendría que suponer un paso donde se considere que este futuro es un verbo modal funcional (con esto se quiere hacer referencia a una posible similitud formal del Futuro Conjetural con los demás verbos modales del español) y, por lo tanto, un operador con un rasgo +inferencial que tuviera que cotejar en algún lugar de la estructura. Para ello, habría que probar la validez de un SInferencia o SEvidencia. No entraremos en el problema teórico en cuestión.
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Lo importante en esta ocasión es lo siguiente: que el futuro sea inferencial a nivel formal significa que es un operador que tiene una serie de rasgos cotejables en cierto lugar de la sintaxis, lo que le haría participar de ciertas restricciones sintácticas y semánticas. Estas, en principio, no tendrían absolutamente ninguna relación con el significado léxico del futuro ni con la propuesta de un morfema –rá con valor inferencial. Por su parte, un contenido semántico inferencial no constituiría una estrategia comunicativa, ni voluntaria ni involuntaria, así como tampoco se podría reconocer como interpretable. La inferencia en el futuro de conjetura, de este modo, no podría ser comprendida como una lectura; formaría parte de su estructura semántica y sintáctica. La propuesta de la inferencia en una proyección permitiría, por otra parte, la asociación de otros fenómenos sintácticos y semánticos en tanto en cuanto se pudiera atribuir al rasgo +inferencial su comportamiento, características y restricciones formales.
3.3. La inferencia en Semántica cognitiva La semántica cognitiva estudia, entre otros muchos asuntos, los diferentes campos de abstracción y conceptualización a los que el cerebro humano vincula los distintos mecanismos, elementos y fenómenos de la lengua. De esta forma, un juicio a nivel semántico-cognitivo no puede pretender responder a preguntas formales. No se puede justificar un estudio dedicado al futuro como modal inferencial añadiendo que el futuro es, como tiempo cognitivo, un tiempo que no ha accedido a la experiencia, razón por la cual los contenidos inferenciales cuadran en sus funciones gramaticales. Son varios los autores que afirman que en la forma de futuro sintético parece estar presente la necesidad de representación de un proceso interno: es probable que lo que esta implique sea el hecho de que el hablante no cuenta más que con sus propias consideraciones internas para referirse al hecho; se muestra, por otra parte, que la fuente de donde se obtiene la información es el hablante mismo, y su modo de acceso a esta es indirecto (Escandell Vidal, 2010).
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El futuro inferencial de Escandell Vidal (2010, 2014, 2019) es un ejemplo de la inferencialización del futuro en términos cognitivos. Para Escandell Vidal (2010), la consideración de la evidencialidad es la línea que permite unir los diferentes empleos del futuro en español. La idea que defiende la autora es que la evidencial no es simplemente una lectura o una interpretación más, apoyada por el contexto, sino que constituye el significado básico de este tiempo verbal (Escandell Vidal, 2010: 23). La base semántica del futuro no constaría, en consecuencia, de una información de tipo temporal, lo que no aseguraría que el acontecimiento se produjera siempre en el porvenir; tampoco expresa que el acontecimiento sea fruto de una hipótesis o una conjetura, sino que codificaría una indicación mucho más abstracta: que la fuente de la información que se expresa es el hablante y su modo de acceso a ella es indirecto. Según esta perspectiva, parecería en esta ocasión que los contenidos inferenciales no constituyen procesos comunicativos voluntarios, pero sí serían interpretables desde la mente humana. Esta teoría no constituye, de nuevo, una base para argumentar a favor de la existencial de –rá en español como un morfema inferencial ni de la inferencia en la estructura para comprender el funcionamiento formal de los verbos modales. Tampoco debe usarse para argumentar a favor de los contextos inferenciales que rodean a los verbos modales en los textos, puesto que los significados de tipo cognitivo-conceptual no han de buscarse mediante contextos superficiales a nivel léxico. Se han mencionado solamente tres formas en que se ha utilizado en la bibliografía el término «futuro inferencial». Solamente con tres perspectivas la confusión teórica es alta.
3.4. La inferencia en Léxico y Pragmática Un último campo para estudiar las teorías propuestas en español para el estudio de contenidos relacionados con la fuente de información es el relacionado con los significados léxicos y pragmáticos. Unimos estas dos disciplinas porque la metodología del estudio de la inferencia es similar: en ambos casos deben proponerse argu-
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mentos relacionados con el contexto. Con la presencia de contenidos inferenciales a nivel léxico nos referimos a aquellos para los que se puede encontrar un sema de la familia léxica de los contenidos evidenciales. Puede ejemplificarse de manera simple con marcadores del discurso que han sido propuestos por algunos autores para una función evidencial (no todos son ejemplo de inferencia): «evidentemente», «según se dice», «por lo visto», etc. Con la inferencia pragmática se quiere hacer alusión a aquellos contextos a partir de los cuales puede estudiarse que se realiza una inferencia, sin que existan marcas explícitas que informen de la instrucción procedimental. Para esta disciplina se puede ofrecer el ejemplo de teorías que han considerado también que algunos marcadores discursivos cumplen esta función, tales como «en teoría» o «generalmente». De nuevo, cabe proponerse para este nivel la siguiente afirmación: «el futuro es inferencial». Hennemann (2014) estudia el uso inferencial del futuro sintético en español. Para ello, obtiene ejemplos de los diarios españoles El País y El Mundo. Solamente un sustantivo ya puede darnos una clave crucial para la diferencia con otras disciplinas: «uso». Uno de estos ejemplos es el siguiente: (3) Para muchos será sin duda un descubrimiento [de] la belleza por dentro y por fuera del colegio y residencia A Nosa Señora dos Milagres de Baños de Molgas (Ourense... (El País, 25 abril, 2010).
La autora habla de un proceso de pragmatización de un tiempo verbal: «This definition of pragmaticisation process may be perfectly applied to the development of the use of the Spanish synthetic future form; for instance, it must be highlighted that these are markers of subjectivity that increased in pragmatic force» (2014: 25). Al nivel de esta teoría, existen otras que postulan que también el condicional llamado periodístico tiene valores evidenciales. No se trata en esta ocasión. Hennemann (2014) nombra el futuro sintético del español como un «marcador de inferencia». La pregunta que no parecen hacer los
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que citan su artículo para fundamentar sus teorías relacionadas con el futuro y la inferencia gira, de nuevo, en torno a la no discreción metodológica: ¿qué significa que un elemento es un «marcador de inferencia»? Que existan items léxicos cuyo significado superficial se relacione con fuentes de información o que ciertas piezas se usen productivamente para que en determinados contextos lingüísticos se puedan extraer inferencias no es un argumento válido para afirmar que la lengua española cuenta con mecanismos inferenciales a nivel interno. Estas inferencias, de hecho, no son lingüísticas para muchos autores. Si se quiere postular la existencia de los contenidos inferenciales en español con recurrencia y productividad a través del léxico y la pragmática no habría razón para que no se pudiera también, por ejemplo, proponer que existen los del pensamiento, los de la persuasión, los de la emoción. Es válido y valioso estudiar la forma en que los sentimientos y procesos mentales están insertados en el discurso a través del léxico y de la estructura discursiva, pero no puede afirmarse que estos recursos constituyan una parte estructural interna de la lengua, puesto que son procesos aleatorios y de introducción voluntaria y secundaria y, por tanto, de interpretación activa, cancelable y no sistemática. Como se puede comprobar, incluso dentro de la misma división disciplinar pueden surgir confusiones sobre la idiosincrasia de la inferencialidad en los verbos modales y el futuro: ni siquiera está claro si «expresar» contenidos inferenciales tiene que ver, en la teoría que se ha revisado, con la presencia en los modales de semas relacionados con las fuentes de información o con la capacidad de estos para reconstruir procesos pragmáticos de inferencia. Mucho más alejada está, de este modo, la urgente distinción entre las teorías que vinculan la inferencia a elementos que se proponen como contextuales y las que se mencionaban en §3.1 y §3.2.
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4. CONCLUSIONES Y FUTURAS INVESTIGACIONES Este estudio ha revisado el trato metodológico de los contenidos inferenciales para el español en las teorías que existen en la actualidad: estas son confusas en los argumentos y las preguntas de investigación, pues no se criba adecuadamente en cuanto a las disciplinas ni se especifica en cuanto a los campos de trabajo. Centrados en el ejemplo que se ofrece, es probable que todas estas aplicaciones de la etiqueta inferencial se englobaran bajo el mismo crecimiento teórico. Para una posible solución, se ha propuesto una hipótesis de diferenciado epistemológico y temporal para la comprensión de «inferencia» y su uso consciente en Lingüística, que pretende ser extrapolable para las aplicaciones de «inferencial» en otros fenómenos del español. El objetivo consistiría, una vez más, en subsanar este error metodológico para poder seguir creciendo ordenadamente y elaborando teorías cada vez más rigurosas sobre la evidencialidad en las lenguas romances. En estudios futuros se puede comprobar desde una perspectiva formal si realmente las manifestaciones morfológicas de las lenguas amerindias reaccionan sintácticamente igual a las mismas pruebas experimentales que las manifestaciones semánticas no desinenciales. Por su parte, como se ha señalado, cabe reformular cualquier consideración sobre otros procesos evidenciales en español, así como toda asimilación teórica hacia distintas lenguas romances.
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Capítulo 2
El apartado «USO» del diccionario Clave. Una sistematización heterogénea de indicaciones pragmáticas Raúl Díaz Rosales Universidad de Huelva [email protected] RESUMEN: En este capítulo se estudia el apartado «USO» del Diccionario Clave. Diccionario de uso del español actual (2012). Esta parte de la microestructura recopila diversos contenidos que configuran un conjunto variado de indicaciones pragmáticas, fundamentales en la consideración del diccionario como herramienta valiosa para la utilización del español. Tras la lectura minuciosa del texto, se ha conformado el corpus de voces que recogen este apartado, cuyo estudio permite articular una propuesta de clasificación de este grupo diverso de anotaciones sobre registros, lenguajes de especialidad, variación diatópica, neologismos, incorrecciones… El análisis de esta información muestra que esta obra, siguiendo la tendencia cada vez más mayoritaria de ampliar la información contenido en los diccionarios desde el significado al uso, supone una ayuda fundamental para el aprendizaje del español (codificación y decodificación). ABSTRACT: This chapter focuses on the section «USO» in Clave. Diccionario de uso del español actual (2012). This part of the microstructure contains a varied set of pragmatic indications, fundamental to considerer the dictionary as a valuable tool for the use of Spanish language. After a close reading of the text, we have been able to build the corpus of the voices that includes this section, whose study allows to articulate a proposal of classification of this diverse group of registers, specialty language, diatopic variation, neologisms, errors… The analysis of this information shows that this work, following the increasingly majority trend of enlarging the information of the dictionaries from the meaning to the use, constitutes a fundamental support for the learning of Spanish (coding and encoding).
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1. LA PROPUESTA DE CLAVE: LA ORIENTACIÓN EN EL USO En 1997 se publica el diccionario Clave. Diccionario de uso del español actual, propuesta integrada en un proyecto global de diccionarios de la editorial SM, bajo la dirección de Concepción Maldonado González1. Con un formato que se distancia de otros modelos hegemónicos (el diccionario académico; el Diccionario de uso del español, de Moliner [2016]; y el Diccionario del español actual, Seco, Andrés y Ramos [2011], cuya primera edición vio la luz dos años después de la aparición de Clave), obtiene una valoración positiva de la crítica lexicográfica, siendo, además, un volumen de referencia en los estudios metalexicográficos sobre diccionarios actuales del español2.
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Maldonado González, Hernández Hernández y Almarza Acedo (2012, citado en el capítulo como Clave). Bajo Pérez (2000: 159) lo contextualiza «en una serie de seis diccionarios publicados todos por la misma editorial y llevada a cabo bajo la dirección de C. Maldonado; los otros cinco son diccionarios escolares para distintas edades, de modo que con este último ya destinado a usuarios adultos, se da fin a un proyecto lexicográfico tan ambicioso como coherente» (Bajo Pérez, 2000: 159). Cruz Espejo lo incluye en su panorama de la lexicografía no académica del siglo xx y principios del xxi, valorando sus definiciones como «sencillas, claras y precisas», además de señalar cómo «cada artículo se concibe como una unidad independiente que contiene toda la información precisa para la correcta precisión del término» (2003: 294). Hanesch y Omeñaca (2004: 165) lo consideran «Un buen diccionario didáctico […]. La obra tiene todos los rasgos de un verdadero diccionario didáctico y puede servir incluso como diccionario de sinónimos para adultos. Tiene definiciones claras, ofrece ejemplos, sinónimos, locuciones, e incluso da etimologías […]». Bosque y Barrios Rodríguez (2018: 639) indican cómo «non-academic lexicography has produced very good dictionaries, including VOX (expanded and updated as LEMA and DUEAE), CLAVE, DSAL, or LAROUSSE among others, almost all accesible online». Ha sido objeto de estudio, en cotejo con otros volúmenes, su utilidad para los hablantes no nativos de español (Sala Caja, 2001), la marcación diatécnica (Almansa Ibáñez, 2007); la neología, a través del estudio de la inclusión de acortamientos y siglas (Sanmartín Sáez, 2019) o el tratamiento de los adverbios en – mente (Acín Villa, 2014). Centrados ya únicamente en Clave, Hériz Ramón (1999) estudia la presencia en este diccionario del español actual a partir del análisis de las entradas, las acepciones y los ejemplos, mientras que Carriscondo Esquivel (2018)
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Clave introduce una innovación que ya se podía observar en el resto de las obras que formaban parte de la serie de SM: la incorporación, al final del artículo lexicográfico, de una serie de apartados en que se amplían los contenidos tradicionales3: […] el éxito de Clave consiste en que proporciona toda la información necesaria para conocer, no solo el significado de una palabra, sino también sus peculiaridades de uso. En Clave se matizan y explican las diferencias de significado que existen entre palabras que el hablante a menudo confunde en su uso oral y escrito del idioma. Y todas las dudas de uso de una palabra quedan resueltas en notas de pronunciación, ortografía, morfología, sintaxis, semántica y uso. (Clave, 2012: 13)
Más adelante incluirán en el listado de «notas» otro componente, el etimológico: «La inclusión de notas de etimología, pronunciación, ortografía, morfología, sintaxis, semántica y uso permite completar la información gramatical que, de forma implícita, impregna todo el diccionario» (Clave, 2012: 20). Se afirma en las páginas preliminares, respecto a las notas, cómo «en todas ellas, pero especialmente en las de uso, se aclaran diversas cuestiones relativas a los enfoques prescriptivo y descriptivo en el tratamiento del lenguaje» (Clave, 2012: 20). Sobre estas últimas, indica cómo «en ocasiones, se ha incluido información relativa a la realidad designada por el lema. Por ejem-
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reivindica la pertinencia de la marca «En zonas del español meridional» (véase nota 66). La recepción del volumen había quedado abierta justo el año de su publicación con el texto de Hernández (1997b), asesor y revisor del volumen: alaba la originalidad de las definiciones, la utilidad de la marca «En zonas del español meridional» —en el propio diccionario aborda esta cuestión (Hernández, 1997a) había abordado la realidad lingüística que conformaban la norma castellana y norma meridional, a la que el volumen otorgaba un reconocimiento pleno— y, de manera general, la utilidad del volumen como diccionario de uso que se comporta como un diccionario de dudas que, en muchas ocasiones, incluso consigue superar en riqueza a manuales de estilo. En la «Presentación» de la obra ya se reivindicaba esa novedad como valor diferencial: «En 1997, Ediciones SM presentaba a la sociedad una obra lexicográfica que prometía ser distinta a las ya existentes, sin ceder por ello un ápice de rigor y de exhaustividad».
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plo, en la palabra coma, en la nota de uso, se explica el uso del signo ortográfico y el uso del término coma» (Clave, 2012: 20). Las de uso, junto con el resto de las notas, conforman una de las bazas de mayor interés para la reivindicación del diccionario como obra de referencia en la codificación (no solo en la decodificación), valor que se resalta en la página web de la obra: «Accede al mejor diccionario de uso del español» (para el concepto de diccionario de uso, véase Hernández, 1992). Se trata de una etiqueta heterogénea que pretende ayudar a una correcta codificación y decodificación de la voz. Los contenidos de la marca uso se recogen en todas las letras del diccionario a excepción de ñ y x: a (114), b (106), c (215), d (73), e (104), f (57), g (45), h (46), i (41), j (17), k (7), l (60), m (134), n (38), o (36), p (150), q (5), r (54), s (83), t (80), u (7), v (34), w (9), y (6), z (9). La indicación de «USO» podrá abarcar toda la entrada (igualmente) o bien dirigirse únicamente a alguna o algunas de las acepciones (aceleración). No se trata, en cualquier caso, de una aportación exclusiva de este diccionario. Como ejemplo, se puede señalar cómo la 1.ª ed. del Diccionario del español actual recogía, con esta misma denominación («USO»), una serie de indicaciones en diversas entradas. Este tipo de contenidos tiene, además, una mayor presencia en el diccionario dedicado al aprendizaje de la lengua, ya sea como primera lengua o como lengua extranjera4. Responde a la tendencia progresiva que 4
Véase, por ejemplo, el análisis que del Diccionario Salamanca de la lengua española realizan Guerra Salas y Gómez Sánchez (2005), o la propuesta de Forgas Berdet (2014) de un diccionario pragmático futuro, que incluiría, a partir de una Base de Datos Pragmática del Español (BDPE), «Palabras o combinaciones de palabras con un uso restringido a ciertos ámbitos específicos» (tecnicismos, palabras en desuso y aquellas en las que sea preciso explicitar la situación contextual específica que necesitan), «Palabras o combinaciones de palabras que expresen una intencionalidad concreta ligada a la subjetividad del emisor», «Palabras o combinaciones de palabas con carga social o sociolectos, como aquellas que reciben marcas como malsonante, vulgar, grosero, etc., al igual que las que son consideradas como poéticas o literarias», «Una completa distinción pragmática de los sinónimos, categorizados convenientemente desde la praxis social», «Una tipologización de las unidades fraseológicas de base conceptual, que defina las frases hechas no solamente desde una perspectiva morfosintáctica […], ni tampoco temática […], sino que las agrupe también por el valor metafórico de su sig-
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se observa en los diccionarios (y que ejemplifica con el diccionario Clave) a «satisfacer cualquier necesidad expresiva del usuario», por lo que «pueden recoger otro tipo de informaciones normativas, más o menos explícitas, que los convierten en verdaderos diccionarios de dudas» (Garriga Escribano, 2003: 125); se trata de superar la información semántica para ofrecer una información fiable sobre el uso de las voces (Forgas Berdet y Fernández García, 1998). Para este trabajo, tras la lectura del diccionario se ha elaborado un listado exhaustivo de todas las apariciones de la indicación «USO» en las diferentes entradas que conforman la obra. A continuación, se presenta una propuesta de clasificación de los mismos en la que se incorporan ejemplos tomados de la obra (por motivos de espacio, ha sido preciso realizar una selección de los mismos). Se escriben en cursiva los términos que se registran en la obra, mientras que se citarán en redonda las voces para las que el apartado «ORTOGR.» indique como preceptivas la «cursiva u otra diferenciación gráfica» (al ser formas de otras lenguas).
2. NOTAS PRESCRIPTIVAS: LA SANCIÓN SOBRE USOS LINGÜÍSTICOS La labor codificadora se puede apoyar en las notas en las que se indican los usos lingüísticos incorrectos, que van desde la incorrec-
nificado traslaticio» y «Unos comentarios pragmáticos a las entradas (Notas de uso) en la que no solamente se informe sobre el significado del término y sus connotaciones, sino que se atreva a dar un paso más allá y opere selectivamente, recomendando unos usos o avisando de los problemas de otros». Estas «notas de uso» darían cuenta de «situaciones enunciativas posibles y no posibles de la entrada correspondiente», desde la convicción de que «el conocimiento compartido del mundo que poseen los hablantes de una lengua dentro de una misma sociedad (el español de España o le inglés en EEUU frente al español de Hispanoamérica o el inglés de Gran Bretaña), que da lugar a las presuposiciones pragmáticas ligadas al proceso inferencial, debe quedar reflejado mediante explicaciones de tipo cultural y pragmático ligadas a las distintas categorías y etiquetajes» (Forgas Berdet, 2004: 296).
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ción a la recomendación, incluyendo el carácter innecesario con el que se marcan ciertas voces.
2.1. Los extranjerismos: usos innecesarios y no recomendados Una constante en este apartado es la apuesta por formas patrimoniales o adaptadas, en detrimento de los extranjerismos, latinismos o ciertas adaptaciones propuestas para el español, lo que muestra la voluntad normativa de la obra (Hériz Ramón, 1999)5. En «Características del diccionario» explicita el criterio para la inclusión de estas voces: «Los extranjerismos que no están adaptados ortográficamente al español, se registran en este diccionario si son de uso frecuente y se remite a una palabra española equivalente cuando es posible, o se indica en las notas alguna cuestión sobre su uso» (Clave, 17). Estas indicaciones pueden aparecer tanto en la voz recomendada («puede usarse») como en aquella cuyo uso se censura6, y consistirán en la indicación de alternativas o únicamente el rechazo de la forma. Aun con una presencia mayoritaria de anglicismos, los resultados abarcan distintos idiomas. Se recogen a continuación ejemplos de las formas que se consideran innecesarias o de las que se ofrecen alternativas que evitan su empleo. Se clasifican según el idioma (en algunos casos, aparecen con entrada propia, en otros, como indicación dentro de otra; el origen de la voz puede marcarse tanto en el apartado «USO» como en el dedicado a la etimología, o bien en ambos)7:
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Sí se admiten algunas de las formas, como ante meridiem o el anglicismo aquaplaning (aunque, como se verá más adelante, se incluye el uso de la forma acuaplaning). Así, en aberzale, se indica que «Es innecesario el uso del término euskera abertzale»; mientras que en ace, recoge que «Su uso es innecesario y puede sustituirse por saque ganador». Clave escribe todos los elementos de la macroestructura en redonda, aunque indica en el apartado «ORTOGR.» la necesidad de utilizar la cursiva en aquellas formas que no pertenecen al español (extranjerismos, latinismos…). Ya había advertido en el apartado «Características de Clave» que «Aunque la norma indica que estos extranjerismos deben escribirse de alguna manera diferenciadora, en el diccionario se han mantenido sin resalte tipográfico para mejorar la legibilidad del
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Afrijaáns: apartheid. Alemán: baekeder, kindergarten, kokotxa. Árabe: fatwa, henna, muyahid, niqab. Catalán: blaugrana8. Checo9: polka. Euskera: abertzale, bertsolari, bizkaitarra, euskaldún, euskara, harrijasotwaile, jai alai, kale borroka, lehendakari, maketo, patxaran, sokatira, txikito, txistulari. Francés: amateur, amour fou, atelier, attaché, avant-grade, beauté, benedictine, biscuit, boîte, brasserie, cabaret, chapeau, confort, coupé, croissant, déshabillé, dossier, entourage, fané, foie-gras, foulard, frappé, glamour, gourmet, grand prix, impasse, limousine, lutier, marrón, meublé, pailette, petit chau, placard, rappel, reprise, rouge, routier, savoir fare, sioux, sommelier, tailleur, tête à tête, tour, trompe-l’oeil, varietés, vedette, vermouth, wagon-lit, yogourt. Hebreo: álef, tallit. Hindú: khmer. Húngaro: forint. Inglés: aftershave, aftersun, all right, aparthotel, baby-sitter, background, boom, burn-out, cash, crash, curator, cycling, dancing, DJ, do it yourself, dumper, eagle, e-commerce, editing, e-learning, feedback, firewall, frame, full time, gin, gore, grill, gymkhana, hacker, headhunter, hi-fi, hobby, ibertext, in, input, interface, jeans, joint venture, joker, kickar, kit, knock-out, krill, lambswool, lead, lob, lunch, medley, microfilm, mobbing, net, new wave, nightclub, office, on the rocks,
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contenido. No obstante, los extranjerismos no adaptados ni fonética ni ortográficamente al español llevan una nota indicando esta norma» (Clave, 17-18). En estos casos no se indica en el apartado de ortografía que es un extranjerismo, como ocurre en otras voces («ORTOGR. Por ser un extranjerismo debe escribirse con cursiva u otra diferenciación gráfica»), sino que se indica que «Debe escribirse con cursiva u otra diferenciación gráfica». En la entrada polka no se marca como extranjerismo, sino que simplemente remite a polca, donde se indica que «Es innecesario el término polka», aunque en el apartado sobre etimología se remite la indicación «Quizás del checo polka». El DLE sí confirma ese primer origen, con el francés como vía inmediata de llegada: «Del fr. polka, y este del checo polka; propiamente ‘polaca’».
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output, pack, pedigree, pick-up, quark, quasar, rally, remake, road book, rookie, sampling, speech, smash, timing, top-model, ufo, unplugged, videojockey, videotext, walking, week-end, workaholic, zapping, zoom. Italiano: broccoli, a cappella, concertó, cello, chianti, espresso, graffiti, guetto, líbero10, mozzarella, ossobuco, paparazzi, spaghetti, sparring. Japonés: origami, shogum. Latín: addenda, aquarium, compluvium, exequatur, homo erectus, homo sapiens, impluvium, quadrivium, quorum, trivium. Noruego: slalom, troll. Polaco: zlaty. Ruso: borsch, karakul.
No solo los extranjerismos serán considerados inapropiados: algunas de sus adaptaciones también serán prescindibles, según esta obra. Así, adaptaciones desde el inglés (botar, resetear) o el francés (demodé, en dégradé [en la voz dégradé], epatar, morgue). Estas voces de «uso innecesario» pueden ser, además, «formas castellanizadas» del inglés (espónsor, ranquear) o el francés (bonhomía, derrapaje). Asimismo, los mecanismos productivos del español también propician voces que no son bien recibidas: en ecologismo y ecologista, se proponen como sinónimos conservacionismo y conservacionista, considerándose innecesarias ambientalismo y ambientalista, respectivamente. En algún caso la recomendación hace referencia al desuso de la voz, como ocurre en armonio: «No se recomienda el término desusado harmonio». Finalmente, en algunos casos, con la enunciación «no debe usarse», se dictamina el abandono de voces deformadas: así, en plastilina, se recoge la siguiente indicación, que incluye la vitalidad de la forma rechazada: «No debe usarse la forma plastelina, aunque su uso está muy extendido». Las indicaciones sobre los extranjerismos no se ciñen a una aceptación o no aceptación, sino que englobarán indicaciones de uso de estas formas, sus equivalentes y adaptaciones:
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Se marca como italianismo, pero la tilde indica la adaptación al español.
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a) Se reivindica la forma castellana que surge de la adaptación, como sucede en puenting («Se recomienda el uso del término puentismo en lugar de puenting»); maqueto, ta («En la acepción 111, es innecesario el uso del término euskera maketo») o pelota («Es innecesario el uso del término euskera jai alai en lugar de pelota vasca» (pelota). b) Se rechazan tanto el extranjerismo como la adaptación (aceptada) en favor de un término patrimonial, desechando la adaptación: así, audición («En la acepción 312, es innecesario el uso del anglicismo casting y, aunque se admite la forma adaptada castin, no se recomienda»), golaveraje («1. Es innecesario el uso del anglicismo goal average. 2. Aunque se acepta la adaptación ortográfica golaveraje, se recomienda sustituirla por diferencia (de goles, puntos, tantos, etc.) o mercadotecnia («Es innecesario el uso del anglicismo marketing y, aunque se admite la adaptación márquetin, no se recomienda). c) Se rechaza el extranjerismo y se propone un término patrimonial: así, en scroll, «Su uso es innecesario y puede sustituirse por barra de desplazamiento, botón de desplazamiento o expresiones semejantes». d) Se rechaza el extranjerismo, y, aunque se acepta la adaptación ortográfica del mismo, se recomienda su sustitución: así, en ranquin es innecesaria la voz ranking, y, pese a la existencia de una adaptación ortográfica aceptada se prefieren las formas «lista, tabla clasificatoria, clasificación, escalafón, etc.»13. e) Se rechaza el extranjerismo, se ofrecen equivalentes en español, pero se informa de la vigencia en el uso de la adaptación
11 «1 desp. Referido a una persona, que ha emigrado al País Vasco desde otra zona española». 12 «Prueba que hace un artista ante el director del espectáculo o ante el empresario». 13 En las entradas para las voces scroll y ranquin no se ofrece un listado cerrado de adaptaciones, sino que se abre la posibilidad de que se ofrezcan alternativas similares a las propuestas.
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ortográfica, como sucede en la entrada de la voz flyer: «Su uso es innecesario y puede sustituirse por volante o pasquín, aunque se usa mucho la adaptación ortográfica fláyer». f) Se rechaza el extranjerismo sin que se ofrezca una alternativa léxica, como se observa en aftershave, beautiful people o lambswool: «Su uso es innecesario». g) Se ofrecen indicaciones sobre las limitaciones de su uso. Puede hacerse referencia a la flexión singular/plural: así, en el latinismo sine qua non, donde se sanciona que «Se recomienda evitar su uso en plural ya que qua es singular: condiciones sine qua non > condiciones necesarias»; en el caso de la forma pin (ya asumida como española), no se recomienda el plural anglicista pins; también será objeto de atención la flexión de género: «Se recomienda su uso como femenino» (en internet). La propuesta de alternativas puede realizarse para todas las acepciones o bien especificar algunas en concreto14: background (ingl). s.m. 1 En una imagen, segundo plano: En esta foto apareces en el background. 2 Formación, preparación o instrucción: Algunas obras teatrales requieren un cierto background cultural. 3 Orígenes o antecedentes de una situación: Para entender este problema, deberíamos conocer el background. PRON. [bakgráund]. ORTOGR. Por ser un extranjerismo debe escribirse con cursiva u otra diferenciación gráfica. USO Su uso es innecesario y puede sustituirse, en la acepción 1, por fondo, segundo plano o trasfondo, en la acepción 2, por formación o bagaje y en la acepción 3, por antecedentes.
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screening (ing.) s.m. 1 En medicina, examen riguroso de un grupo de individuos para diagnosticar enfermedades, anomalías o factores de riesgo. 2 Proyección cinematográfica o emisión televisiva que se realiza como prueba o para hacer estudios de mercado. PRONUNCIACIÓN [eskrínin]. ORTOGR. Por ser un extranjerismo debe escribirse con cursiva u otra diferenciación gráfica. USO En la acepción 1, su uso es innecesario y puede sustituirse por cribaje. En la acepción 2, su uso es innecesario y puede sustituirse por pase o emisión de prueba.
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2.2. Otras limitaciones No son los extranjerismos los únicos vocablos sobre los que se proyecta la orientación prescriptiva (en una amplia gradación: desde la prohibición a la preferencia). También alcanzan las recomendaciones a voces que puedan herir la sensibilidad, como discapacitado, da («Es preferible usar persona con discapacidad en lugar de un discapacitado»); en algunas de ellas, se informa del matiz despectivo, como en deficiente cuando hace referencia a quien tiene alguna deficiencia física o psíquica («En la acepción 3, tiene un matiz despectivo, y por ello es preferible el uso de la expresión persona con discapacidad»); disminuido («Tiene un matiz despectivo y por ello es preferible usar la expresión persona con discapacidad»); invalidez («Tiene un matiz despectivo, y por ello resulta preferible el término discapacidad»; minusvalidez («1. Tiene un matiz despectivo. 2. Es preferible el uso del término discapacidad»); o minusválido «1. Tiene un matiz despectivo. 2. Es preferible el uso de persona con discapacidad». En discapacidad la recomendación no corresponde al equipo lexicográfico, sino a la ONU: «Las normas de Naciones Unidas recomiendan la utilización genérica de la expresión personas con discapacidad frente a expresiones despectivas como deficientes, disminuidos, minusválidos y otras». Sobre el número, se registran también indicaciones para la formación del plural de voces adaptadas: «No se recomienda el plural manises» (en maní) o «No se recomienda el plural mediaspuntas» (mediapunta). Se ofrece orientación sobre la preferencia de ciertas formas por encima de una que goza de extensión en el uso, y que, aunque no sea la preferida, se censura: respecto a la expresión a día de hoy (en día), se indica que «En la acepción 3, está muy extendida la expresión a día de hoy, pero es preferible el uso de otras expresiones, como en la actualidad, hoy por hoy, hasta ahora, u otras expresiones equivalentes»15. También en pistola indican cómo «es innecesario el uso de la expresión a punta de pistola, que puede sustituirse por pistola en mano».
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«Momento u ocasión en los que sucede algo: El día que decida hacerlo, te avisaré».
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Por último, como cuestión de estilo, pueden observarse algunas entradas en las que se orienta al usuario para dotar su uso del español de una riqueza léxica. Frente a la recomendación con el término «preferible» en la expresión a día de hoy (en día): «[…] es preferible el uso de otras expresiones, como en la actualidad, hoy por hoy, hasta ahora, u otras expresiones equivalentes», más explícitas son las entradas que advierten de la pobreza de lenguaje en que se incurre al emplear ciertos términos o acepciones: echar […] 22 Seguido de un sustantivo, realizar la acción expresada por este: Me echó una mirada que me dejó petrificada. […] USO El empleo abusivo de la acepción 22 en lugar del verbo correspondiente indica pobreza de lenguaje. hacer […] 2 Fabricar, construir o dar forma: En ese solar harán casa. El carácter se hace ante los problemas. 3 Componer o formar, esp. referido a un producto de la mente: El poeta hace versos. No te hagas ilusiones. 4 Causar o producir: El zapato le hizo una herida. Sus críticas me hacen daño. […] 28 Seguido de un sustantivo, realizar la acción expresada por este: Siempre está haciendo bromas. Los indios hacen señales de humo. […] USO El empleo abusivo de las acepciones 2, 3, 4 y 28 en lugar del verbo correspondiente indica pobreza de lenguaje. poner […] USO El empleo abusivo de este verbo como palabra comodín indica pobreza de lenguaje.
Otra posibilidad es el rechazo (al considerarse usos innecesarios) de aquellas voces que surgen como extensión de una marca comercial: Airbus, avecrem, bamba, beeper, bíper, brick, casera, climalit, clínex, coca (cola), cola cao, danone, dodotis, espóntex, gillette, gresite, kleenex, lycra, maicena, martini, minipimer16, nescafé, nylon, ouija, palm, ping-pong, potito, pyrex, salvaslip, scalextric, skai, sonotone, spóntex, támpax, tippex, tupper, túrmix. En ciertas voces se indica la etimología como marca comercial, sin que se especifique, en el re-
16 Se recoge sin tilde, aunque con pronunciación llana, según indica el apartado de pronunciación.
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chazo al que son sometidas, que esta sea la razón del mismo: sucede con aftersun, avecrem, bamba, brick, climalit, coca (cola) o cola cao. El contexto de uso también es relevante para la censura de algunos gentilicios: así, quedan marcadas como formas no aceptadas para textos oficiales ciertas formas que hacen referencia a países. Se indican como no aptas («no debe usarse») para ese contexto las formas ceilandés, –a y cingalés, –a (para la referencia a Sri Lanka, antes Ceilán, la «preferible» sería esrilanqués, –a); finés, –a (para Finlandia, finlandés17); hindú (para la India, indio); y holandés, –a (para Holanda, neerlandés, –a). También en los topónimos se propone la forma española frente a la extranjera: «Los topónimos deben usarse en su forma española siempre que esta exista» (topónimo).
2.3. (In)correcciones: forma y sentido En algunas entradas, la información señala la incorrección de algunas formas, con la formulación «Incorr. *[voz en cursiva]», en forma desarrollada («Es incorrecto el uso de…»), o, simplemente, el uso del asterisco (*). Puede indicar cuestiones de coaparición, como en etcétera: «Incorr. *y etcétera»»; moción: «Es incorrecto el uso de *moción de confianza, aunque está muy extendido: {moción > cuestión} de confianza», o sida: «Las expresiones *transmisión del sida, *vacuna contra el sida y *prueba del sida son incorrectas, ya que lo que se transmite es el virus, no la enfermedad». En el caso de jersey, se indica la incorrección de una propuesta de plural: «Incorr. el plural *jerseises». En otras ocasiones, se ofrece la forma correcta (en el esquema binario del Appendix Probi): «Incorr. *la práctica totalidad > {casi/prácticamente/…} la totalidad» (se recoge esta información en las entradas totalidad y práctico, ca). En algunas voces, Clave desecha sentidos concretos: en la entrada inmovilización, se indica que «No debe usarse con el sentido de prohibición o paralización del traslado:
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No se marca en este caso (al igual que en el de indio) la alternancia genérica.
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Las autoridades ya han levantado la {*inmovilización > prohibición de traslado} del [sic] la partida de aceite. Se recomienda la {*inmovilización > paralización del traslado} del ganado hasta saber las causas del problema». La consideración de vulgarismo será también motivo de utilización del asterisco: «2. Su uso para designar personas se considera un vulgarismo: {*Aquí > Este hombre} me lo contó todo» (en aquí). En otras ocasiones, tan solo se indicará la incorrección del sentido que se asigna y la construcción que introduce: «No debe usarse para indicar un talante o una postura» (en desde). Es puntual la inclusión de entradas en las que se sancione un uso correcto: en por, como segundo punto (de los tres que recoge) del apartado «Uso», se indica que «Con verbos de movimiento son correctas las construcciones con la preposición por y con la combinación de las preposiciones a por: Voy por agua o Voy a por agua».
3. NOTAS DESCRIPTIVAS En el segundo bloque de esta clasificación de contenidos propuesta sobre el apartado «USO» de Clave pueden integrarse todas las indicaciones sobre el uso de ciertas formas, que orientan para el empleo y la interpretación adecuados.
3.1. Apelativos Se indican apelativos: amigo, ga; chato, ta; chico, ca; macho; mujer; niño, ña; prenda; rey; rico, ca; tesoro. Se introduce en ocasiones una especificación, como la de «apelativo cariñoso»: cariño, titi, tronco18; hijo, ja; ricura. En ocasiones, se delimita la persona a la que se designa: así, macaco, ca es apelativo cariñoso si es «referido a niños»: macaco, ca. También se indicará si este uso como apelativo se produce
18 En la acepción 5: «col. Amigo o compañero: Te voy a presentar a un tronco muy majillo».
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en la lengua coloquial: colega. O se aclarará que este uso como apelativo se da en la voz en ciertos contextos: «En expresiones como alma mía o mi alma, se usa como apelativo: Es que ya no puedo vivir sin ti, alma mía» (en alma). En algunos casos se matizará la frecuencia de uso: «La acepción 5 se usa mucho como apelativo» (en prenda: «5 Lo que es muy querido, esp. si es una persona»).
3.2. Morfología flexiva y derivativa La información descriptiva relativa al uso incluye consideraciones sobre la flexión de número. «Se usa más en plural» aparece en diversas voces, tanto para la forma completa (andrómina, ápside; berrete; cachón, carantoña, colgadura, deshilado, gañil, homeless, lesera, llar, meninge, metadato, miente, pelángano, requilorio, vicisitud, yero, zurrapa) como para algunas de sus acepciones, como la 2.ª acepción de calzonaria («En zonas del español meridional, tirante: Uso siempre calzonarias en lugar de cinturón»), la 1.ª acepción de colorín («col. Color vivo y llamativo, esp. si contrasta con otros: Cuantos más colorines tenga algo, más alegre y atractivo resulta a los niños») o la 4.ª acepción de lana («col. Cabello, esp. si es largo y está revuelto: ¡A ver si te cortas esas lanas que llevas!»); se podrá especificar, asimismo, en el caso de formas que puedan funcionar como sustantivo o adjetivos, con qué categoría gramatical se da esta circunstancia, como en berengario, ria («Se usa más como sustantivo masculino plural»). En cocinilla la realidad de uso es distinta a la de los casos anteriores, como se observa en la sustitución de más por mucho: «Se usa mucho la forma cocinillas». Será posible también indicar la equivalencia de significado tanto en singular como en plural, como en calzonaria: «1 En zonas del español meridional, braga: Me compré unas calzonarias nuevas», pues se afirma que «En la acepción 1, en plural tiene el mismo significado que en singular». Los extranjerismos italianos, que presentan una variación de número distinta al español (alternancia vocálica), también son tratados: «Aunque el singular italiano es paparazzo, en español paparazzi se usa mucho también como singular» (en paparazzi). El significado de la voz, al contrario de lo que ocurre
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en calzonaria, puede estar sujeto a variación si se altera el número: en felicidad, se indica que «En plural se usa para expresar una felicitación: ‘¡Felicidades!’, iban diciendo los invitados a los novios». Se indica también la mayor frecuencia de uso de la forma en plural para alguna acepción, como en chorra: «En la acepción 1, se usa más la forma chorras, invariable en número» («1 Referido a una persona, que es tonta o estúpida: No seas tan chorra y date cuenta de una vez de que te están engañando»). También la función y significado distintos que adquieren en plural, como sucede con felicidad («En plural se usa para expresar una felicitación») o naranja («En plural se usa como interjección o para expresar negación rotunda: Me preguntó que si iba a ir a la fiesta y le dije que naranjas»). Puede indicarse la utilización exclusiva en un único número, como en hazmerreír: «Se usa solo en singular, esp. en la expresión ser el hazmerreír». Serán también pertinentes las indicaciones sobre concordancia, con la posibilidad de que el adjetivo pueda ser invariable: «Como adjetivo, debe concordar en número con el sustantivo al que se refiere (pueblos fantasmas), aunque a veces se usa como invariable (pueblos fantasma)» (fantasma). Podrá también señalarse la forma coloquial del plural: «Se usa mucho el plural coloquial cacahueses» (cacahuete). Finalmente, el número podrá relacionarse con la frecuencia de uso, como en dummy: «En la acepción 2, se usa más en plural». Respecto al género, la casuística de indicaciones es amplia: formas que son sustantivos comunes19, la posibilidad de que algunas formas también se utilicen en femenino (autorradio, milhojas, motoesquí, pulidor), voces que «se usa[n] más en femenino» (bermudas, [la] dependienta, newsletter, resultante), e, incluso, casos en que ese uso más frecuente en el femenino está relacionado con un grupo específico de hablantes: así, en mar, se señala que «Entre personas muy relacionadas con el mar (marineros, pescadores,…) es más frecuente el
19 En una, varias o todas sus acepciones, como bebé, que en la acepción «1 Persona recién nacida o de pocos meses, que aún no anda» es una voz que «se usa mucho como sustantivo común: el bebé, la bebé».
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femenino»; usos más frecuentes de ciertas acepciones en masculino (nomeolvides20). También se relaciona el cambio de género con matices más importantes sobre el registro, como sucede con calor: «Su uso como sustantivo femenino es característico del lenguaje poético. Fuera de este contexto, se considera un arcaísmo o un vulgarismo»; o cantante: «Se usa también el femenino coloquial y humorístico cantanta y cantatriz»; voces que se usan más como masculino (condicionante); o formas que admiten ambos géneros (cabecero y cabecera, para designar tanto al mueble como a la cama). El ámbito coloquial propicia que términos que se refieren solo a un sexo puedan abarcar a ambos (así titi, que significa «Mujer»). La lectura de las entradas de verbos revela cómo en algunos se indica la forma verbal concreta con la que se utilizan ciertas acepciones. Así, en volar se lee la siguiente indicación: «En la acepción 8, se usa más en gerundio»21, mientras que en carro será el imperativo la forma tratada, indicando también cuestiones de coaparición: «Parar el carro se usa más en imperativo», al igual que en descuidar, entrada en la que se especifica el contenido pragmático: «Se usa en imperativo para dar tranquilidad o seguridad sobre algo: Descuida, que mañana estoy aquí sin falta», o donde, «Por donde se usa, generalmente precedido de un imperativo, para expresar un hecho inesperado: Creíamos que no volverías y, mira tú por donde, no pudiste estar sin nosotros ni un día». Algunas entradas indican la distribución complementaria en el uso de participios regulares e irregulares (como participios y como adjetivos): contracto, ta («Se usa solo como adjetivo, frente al participio regular contraído, que se usa en la conjugación»); frito, ta («En la acepción 122, se usa más como adjetivo, frente al participio regular freído, que se usa más en la conjugación»); impreso, sa («La acepción 123 se usa más como adjetivo, frente al participio regular 20 «1 Flor de una planta herbácea de tallos angulares con pequeñas espinas vueltas hacia abajo. ■ SINÓN. raspilla. 21 «Referido a una acción, realizarla muy deprisa: Me peino volando y bajo contigo». 22 «1 part. irreg. de freír». 23 «1 part. irreg. de imprimir».
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imprimido, que se usa más en la conjugación»); incurso, sa («Se usa más como adjetivo, frente al participio regular incurrido, que se usa más en la conjugación»), inserto, ta («Se usa solo como adjetivo, frente al participio regular insertado, que se usa más en la conjugación»); manumiso, sa («Se usa como adjetivo, frente al participio regular manumitido, que se usa en la conjugación») o reimpreso, sa («Se usa más como adjetivo, frente al participio regular reimprimido, que se usa más en la conjugación»). También se ofrecen consideraciones sobre los diminutivos, como en vivo, va («1. La expresión vivo y coleando se usa más en diminutivo: vivito y coleando. 2. En la acepción 924, se usa mucho el diminutivo vivillo». Y sobre los aumentativos: así, en pulla se indica que «Se usa también puyazo», mientras que en puto, ta, se recoge la siguiente información: «En la acepción 225 se usa mucho el aumentativo putón».
3.3. Categoría gramatical La adscripción categorial de la voz (única o diversa) puede matizarse en el apartado «Uso», como en los adjetivos variables semejante: la 1.ª acepción («Que es casi igual o se parece mucho») recibe las siguientes indicaciones: «1. En la acepción 1, se usa mucho con valor intensificador: Nunca pensé cosa semejante. 2. En la acepción 1, puede funcionar como determinante con el significado de ‘tal’26»; o suficiente: «Se usa mucho como adverbio de cantidad». Otro ejemplo sería el de los sustantivos caballero: «1. La acepción 127 se usa como adjetivo en expresiones como caballero, poco caballero… para resaltar las características consideradas propias de un caballero», hombre: «2 La acepción 128 se usa como adjetivo en expresiones como más hombres que…,
24 «9 Que se da cuenta de las cosas con facilidad y sabe aprovecharse de ello». 25 «2 vulg. prostituto, ta». 26 «Que es casi igual o se parece mucho: Estos dos pintores tienen un estilo semejante». 27 «1 Hombre cortés, generoso y de buena educación» 28 «1 Persona de sexo masculino».
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poco hombre… para resaltar las características propias de un hombre», madre: «La acepción 129 se usa como adjetivo en expresiones como muy madre, poco madre… para resaltar las características consideradas propias de una madre», mujer: «2. En la acepción 130 se usa como adjetivo en expresiones como más mujer que…, poco mujer… para resaltar las características consideradas propias de una mujer», padre: «La acepción 331 se usa como adjetivo en expresiones como muy padre, poco padre… para resaltar las características consideradas propias de un padre». La voz puede tener un uso como sustantivo y adjetivo en el que esta última categoría gramatical sea la más utilizada, como ocurre con bínubo, ba («Se usa más como adjetivo»).
3.4. Vigencia de las voces La orientación diacrónica es relevante en algunas de las acepciones, con menciones a voces «anticuadas» o «términos desusados», aunque no incluyen las indicaciones prescriptivas de otras formas tratadas anteriormente (harmonio como término no recomendado). alcaide s.m. 1 Director de una prisión: La película trataba de la fuga de unos presos de la cárcel, que tomaban al alcaide como rehén. 2 En la Edad Media, hombre que tenía a su cargo la guarda y la defensa de un castillo o fortaleza: Desde el puente levadizo, los caballeros solicitaron ver al alcaide del castillo. ETIMOL. Del árabe alqa’id (el general, el que conduce las tropas). USO Ambas acepciones se consideran anticuadas, aunque la 1 ha vuelto a cobrar actualidad a partir de los doblajes de películas estadounidenses.
En diversas ocasiones, la vigencia de una forma se limita al lenguaje poético, obteniendo la valoración de arcaísmo en otros contextos: así, calor («Su uso como sustantivo femenino es característico del lenguaje poético. Fuera de este contexto, se considera un arcaísmo o 29 30 31
«1 Hembra que tiene uno o más hijos». «1 Persona de sexo femenino». «3 Macho que tiene uno o más hijos».
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un vulgarismo») o cuitado, da («Es característico del lenguaje literario, y su uso fuera de este contexto se considera un arcaísmo»). En otros casos, el uso que tenía en épocas pasadas se incluye aunque no tenga vigencia en el español actual, como se observa en bien hallado (recogida en hallado, da, «Solía usarse para corresponder al saludo de ¡bienvenido!»), merced («La acepción 332 se usaba más en la expresión {su/vuestra} merced.»), servidor, –a («En la acepción 1, se usaba como expresión de cortesía para contestar cuando se era llamado: Cuando decían en clase mi nombre, yo contestaba con un ‘servidora’») o vos, que añade, además, la nueva utilización de la forma, alejada de su uso original y marcada diatópicamente: «1 Se usaba como tratamiento de respeto, frente a tú, que se usaba con los iguales o inferiores. 2. Hoy es muy frecuente en algunas zonas del español meridional (voseo)».
3.5. Matices y sentidos Hay una amplia variedad de indicaciones sobre el «matiz» de la voz («Tiene un matiz…»). Así, «cariñoso»: bribón, –a; mama; nene, na; pichón, pichona; pitufo, fa; renacuajo; sinvergonzón, –a; tito, ta; tontorrón; yayo, ya; «cariñoso o despectivo»: comino; «coloquial»: casi («Se usa con un matiz coloquial para expresar indecisión o duda»); «despectivo»: aburguesamiento; aburguesar; aldeano, na; capilla; cegato, ta; chacho, cha; chapa; culibajo; deficiente; diletante; disminuido; dominguero, ra; empollón, –a; ese, sa; esnobismo; espadón; este, ta; festivalero, ra; frailuno, na; gato; gramática parda; guitarrero, ra; hatajo; hocico; imitamonas; invalidez; invertido; jovenzuelo, la; latinajo; libresco; lisiado, da; listillo, lla; llorica; medrar; mitinesco, ca; naco, ca; oficinesco, ca; pacto a la griega; paternalista; pedinche; satélite; tartajoso, sa; trinidad, verborrea; tullido, da; «humorístico»: apropincuarse; bebestible; bwana33; cantatriz;
32 «3 ant. Tratamiento de cortesía que se usaba para dirigirse a una persona considerada superior en algún sentido, y que equivale al actual usted». 33 ¿Sería actualmente adecuado marcar como humorística esta voz, o sería despectiva o un insulto?
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chalete; comercio; cubalibre; de adorno; dedazo; dedocrático, ca; desbeber; fígaro; fofo; gordinflas; gordinflón, –a; hacerse notar; latiniparla; ley de Murphy; mamitis; muslamen; piernamen; pío, a; pitopausia; sapientísimo, ma; sillón-ball; sillonbol; sirviente; tropecientos, tas; «humorístico o literario»: cuita, viejales; «despectivo y humorístico»: cornúpeta; franchute, ta; suripanta; «despectivo o humorístico»: guindilla, maría, maruja, marujear, marujeo, marujil, matasanos, pitagorín; «despectivo o irónico»: edecán; «humorístico o despectivo»: antiparras, italianini, neoludita; novelear; sentimentaloide; «irónico: lindeza, mandamás»; «irónico o cariñoso»: damisela. Pueden señalarse dos excepciones a la formulación «matiz…»: en la primera, se restringe la amplitud del sustantivo: «cierto matiz despectivo» (canarión, –a); mientras que, en la segunda, se incorpora como sujeto «su uso», en sustitución del propio término: «Su uso tiene un matiz despectivo o humorístico» (marujil). Se podrá precisar también el grupo con el que se emplea esa forma con matiz cariñoso. Así, en: bribón, –a («Aplicado a los niños tiene un matiz cariñoso»); mico, ca («En la acepción 2, aplicado a un niño tiene un matiz cariñoso»34); mocoso, sa («En la acepción 2, aplicado a niños tiene un matiz cariñoso»35) y zascandil («Aplicado a niños, tiene un matiz cariñoso»). En ocasiones, el matiz despectivo vendrá relacionado con la construcción sintagmática: en ese, sa, se indica que «Pospuesto a un sustantivo precedido del artículo determinado suele tener un matiz despectivo: No soporto a la niña esa»; en aquel, aquella, se especifica que «Como demostrativo, pospuesto a un sustantivo precedido del artículo determinado, suele tener un matiz despectivo: ¿Volviste a ver al hombre aquel?». Podrá circunscribirse ese matiz a un tipo de lengua, como en libar: «La acepción 3, en la lengua coloquial, suele tener un matiz humorístico36».
34 Limitada a una acepción: «2 col. Persona pequeña en edad o estatura». 35 «2 col. Referido esp. a un niño, que muestra el atrevimiento o la inmadurez propios de su poca edad aunque intente comportarse como un adulto». 36 «3 poét. Referido a un licor, probarlo o degustarlo: Os invito a libar esta exótica bebida que he traído de mi viaje a Oriente».
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El marbete «sentido irónico» aparece, en el apartado «USO» del diccionario, en voces como genialidad («La acepción 3 se usa mucho con un sentido irónico»37) y lucir («La acepción 9 se usa mucho con un sentido irónico»)38. Tan solo una se ofrece del «sentido despectivo», en pío, a: «En la acepción 1, se usa a veces con sentido despectivo, en oposición a piadoso, para indicar una religiosidad externa»39. El «sentido humorístico» se observa en voces como malandrín u omnipresencia.
3.6. La especificación de lenguaje y lengua En diversas ocasiones, es ofrecen especificaciones sobre el tipo de lenguaje. A continuación, se incluyen las designaciones de estas indicaciones diatécnicas o diafásicas, con una variada formulación («Su uso es característico del lenguaje …», «Se usa mucho en el lenguaje …», «El uso de la acepción … es característico del lenguaje …», «Es característico del lenguaje …» o en «En el lenguaje …», «En la acepción …, es característico del lenguaje …»): Lenguaje científico: «En la acepción 1, es característico del lenguaje científico» (mama40); «Su uso es característico del lenguaje científico» (humus) Lenguaje cinematográfico: «En el lenguaje cinematográfico, se usa para advertir a actores y técnicos que comienza una toma: ‘¡Luces!, ¡cámara!, ¡acción!’, dijo la directora con el megáfono») (acción)41.
«Hecho o dicho geniales: Otra de sus genialidades fue vender el coche nuevo y quedarse con el viejo». 38 «Quedar muy bien o causar buena impresión: Cocino tan bien que siempre me luzco cuando doy una cena. Te has lucido al decirle esa impertinencia…». 39 «1 Devoto, manifiestamente inclinado a la piedad o al culto religioso». 40 «En anatomía, órgano glandular de los mamíferos que en las hembras segrega la leche que sirve para alimentar a las crías: Las mamas de las personas están situadas en el pecho». 41 Se recoge la nota de uso íntegra al tratarse del único caso en el que la adscripción a un lenguaje no es general, sino a un contexto determinado. 37
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Lenguaje coloquial: «Se usa mucho en el lenguaje coloquial» (mini-) Lenguaje culto: «El uso de la acepción … es característico del lenguaje culto» (conocer, acepción 642; cortesano, na, acepción 343); «Es característico del lenguaje culto»: miserando, da; «Su uso es característico del lenguaje culto» (advenir; coercer; dubitación; empero; gualdo, da; ínclito; mácula; proceloso, sa; punición; punir; senescencia; ubérrimo, ma; vacuidad). Lenguaje culto o escrito: «Su uso es característico del lenguaje culto o escrito» (ora). Lenguajes diplomático, militar y comercial: «Su uso es característico de los lenguajes diplomático, militar y comercial» (canje, canjear). Lenguaje escrito: «El uso de la locución si bien es característico del lenguaje escrito» (bien); «En las acepciones 1 y 2, su uso es característico del lenguaje escrito» (parvo, va44); «Su uso es característico del lenguaje escrito» (acullá; palmense). Lenguaje filosófico: «Su uso es característico del lenguaje filosófico» (ergo). Lenguaje filosófico o culto: «Su uso es característico del lenguaje filosófico o culto» (cognición). Lenguaje jurídico: «La acepción 2 es propia del lenguaje jurídico» (agravante45, atenuante46 y eximente47) y «El uso de la acepción 1 es característico del lenguaje jurídico» (usufructo48). Lenguaje jurídico y eclesiástico: «Su uso es característico de los lenguajes jurídico y eclesiástico» (óbito). Lenguaje jurídico o coloquial: «Su uso es característico del lenguaje jurídico o coloquial» (prima facie).
«Referido a una persona, tener relaciones sexuales con ella: Hasta el día de su boda no conoció varón». 43 «El uso de la acepción 3 es característico del lenguaje culto». 44 «1. Escaso en cantidad o en número: Nos ofrecieron una parva comida que nos dejó con hambre» y «2. De pequeño tamaño: La letra de tu carta es parva e ilegible». 45 «2 circunstancia agravante». 46 «2 circunstancia atenuante». 47 «2 circunstancia eximente». 48 «Derecho a usar de un bien ajeno y a obtener los beneficios que este produzca con la obligación de conservarlo, o de acuerdo con lo que la ley establezca y sin realizar ningún pago ni contraprestación al dueño: La viuda tiene el piso en usufructo, y así los hijos no podrán venderlo hasta que ella también muera». 42
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Lenguaje infantil: «El uso de la acepción … es característico del lenguaje infantil (ajuntar49, pupa50); «Su uso es característico del lenguaje infantil» (mami, papi, repe). Lenguaje legal y taurino: «Su uso es característico del lenguaje legal y taurino» (apoderado, da). Lenguaje literario: «El uso de ambos a dos es característico del lenguaje literario» (ambos); «El uso de la acepción 1 es característico del lenguaje literario» (eritreo, a51, lid52); «El uso de la acepción 2 es característico del lenguaje literario» (égida53); «En la acepción 1, su uso es característico del lenguaje literario» (can54); «Es característico del lenguaje literario» (mundanal); «Es característico del lenguaje literario, y su uso fuera de este contexto se considera un arcaísmo» (cuitado, da); «Su uso es característico del lenguaje literario» (allende; amado, da; aquende; citerior; intitular; morador, –a; morar; príapo; yantar). Lenguaje médico: «Su uso es característico del lenguaje médico» (colutorio). Lenguaje periodístico: «El uso de la acepción 2 es característico del lenguaje periodístico (ultimar55). Lenguaje poético: «El uso de color como sustantivo femenino es característico del lenguaje poético; fuera de este contexto, se considera un arcaísmo o un vulgarismo» (color). Lenguaje poético y científico: «El uso de la acepción 1 es característico del lenguaje poético y del científico» (grávido, da56). Lenguaje poético o eclesiástico: «Su uso es característico del lenguaje poético o eclesiástico» (cenobio).
49 «2 col. Ser amigo: Ya no te ajunto». 50 «2 Cualquier daño o dolor corporales: hacerse pupa». 51 «1 El uso de la acepción 1 es característico del lenguaje literario». 52 «1 Lucha, combate o enfrentamiento: Los caballeros medievales eran diestros en las lides. ■ SINÓN. liza». 53 «2 Amparo o protección, esp. los que una persona poderosa concede a otra menos importante: Escribió todos sus poemas bajo la égida de su mecenas». 54 «Mamífero cuadrúpedo, doméstico, con un olfato muy fino, y que se suele emplear como animal de compañía, de vigilancia o para la caza. ■ SINÓN. perro» 55 «En zonas del español meridional, matar o asesinar: Se difundió la noticia de cómo el asesino ultimó a su víctima con un puñal». 56 «Lleno, cargo o abundante: El poeta cantaba con el pecho grávido de amor a su dama».
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Lenguaje técnico o formal: «Su uso es característico del lenguaje técnico o formal» (ante meridiem, post meridiem).
Frente al concepto de lenguaje culto, se empleará también el marbete lengua culta en las formas periclitar («Su uso es característico de la lengua culta») y sevicia («Su uso es propio de la lengua culta»). Lo mismo sucede con lengua coloquial, sintagma utilizado en seudo– («Se usa mucho en la lengua coloquial»). En ciertas voces, es relevante la consideración de la adscripción a un lenguaje concreto para determinar el valor de la forma, como sucede en haber: «La acepción 857, fuera del lenguaje poético, se considera un arcaísmo». Muy presente en este diccionario es la especificación sobre la «lengua coloquial», con la que se marcan las voces adelante (en adelante), anarco (en anarquista), bocata (en bocadillo), cacahueses (en cacahuete), cubata (en cubalibre). La información sobre este carácter coloquial se recoge en la voz no marcada, y no en la entrada propia (en los casos en que los coloquialismos dispongan de la misma). En algunos casos, no se marcará como coloquial toda la voz, sino ciertos usos, como se observa en colega («En la lengua coloquial, se usa como apelativo»).
3.7. Riqueza léxica Si bien existe un apartado específico para los sinónimos, el apartado dedicado al uso da cuenta, en ocasiones, de las variantes de formas, con el argumento «se usa también», que incluye coexistencia de la adaptación y el extranjerismo, como en anglicismo acuaplaning (para aquaplaning), dos extranjerismos, como la voz francesa boogy (para bodyboard), o la sigla y los términos a los que hace referencia, como CD (para compact disc). Otras variantes son bandó (para la voz francesa bandeau), bahnirí (para bareiní), calimoche (para calimocho); comorano (en comorense); paraolímpico
57 «8 poét. Referido a un período de tiempo, haber transcurrido».
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(en paralímpico)58; patogenia (en patogénesis); puyazo (para pulla); ruqueta (en rúcula); surfing (en surf); vaporárium y vapórium (en vaporario); zurraspa (en zurrapa). Esta variación puede estar limitada, como ocurre con maqui, la variante para maquis limitada a la 1.ª acepción de la voz: «Persona que se rebela y mantiene una oposición armada contra el sistema establecido, y vive escondida en los montes: Los maquis utilizaban la táctica de la guerrilla». A diferencia de lo señalado anteriormente para algunos gentilicios, cuyo uso no se recomendaba en textos oficiales, las anteriores propuestas no incorporan limitaciones. Alguna adaptación también será reivindicada en su uso extendido, como la propuesta para la forma inglesa ray-grass: «Se usa mucho la adaptación ortográfica raigrás». En otros casos sí será posible apreciar una delimitación en la extensión de uso. Es relevante el registro, como se aprecia en las voces drogadicto («En la lengua coloquial se usan mucho las formas drogata y drogota»), masoquista: «En la lengua coloquial, se usa mucho la forma masoca»; traumatizar: «En la lengua coloquial se usa mucho la forma traumar», o tocadiscos: «1. En la lengua coloquial se usa mucho la forma tocata». También la referencia concreta del término podrá habilitar el uso de ciertas variantes, como se observa en la forma pamplonés, –a: «Cuando se refiere a las personas de Pamplona se usa más la forma coloquial pamplonica» o en por: «3. En la lengua coloquial, se usa mucho como forma abreviada de ¿por qué?». Otra variante será la de la abreviatura: tanto en ante meridiem como en post meridiem se indica que «se usa mucho» la abreviatura de la forma, señalando que «Su uso es característico del lenguaje técnico o formal». No solo se utilizan las fórmulas «se usa también» o «se usa mucho», sino que se puede marcar la opción menos frecuente, con la fórmula «se usa menos» («En la acepción 3, potencial se usa menos que condicional»59); «término menos usual», que acompaña a mísil
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Clave se enfrenta, en este caso, a la sanción académica del DPD, que marca como incorrecta la forma Uparaolímpico –ca. En gramática, condicional: El potencial de ‘bailar’ es ‘yo bailaría’, tú bailarías…’».
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(misil), onomancía (onomancia) y ornitomancía (ornitomancia). Las lenguas de especialidad marcan usos concretos (la formulación empleada es «en círculos especializados»): así, se indica en choque que «En la acepción 5, en círculos especializados se usa mucho el anglicismo shock» («5. Estado de profunda depresión nerviosa y circulatoria, sin pérdida de la consciencia, que se produce después de intensas conmociones o de una impresión fuerte de carácter físico o psíquico: La noticia de la muerte de su madre le produjo un choque nervioso»), mientras que en tensón se indica que «En círculos especializados se usa también tensó». Otras formas que se vinculan a círculos especializados son códex (en códice), heterozigótico (en heterocigótico, ca), homozigótico (en homocigótico, ca) o el italianismo legato (en ligado). La distribución complementaria de y/e y o/u es tratada en el apartado «USO»: «Como conjunción: 1. Ante palabra que comienza por i– o por hi– se usa la forma e» (en y), «Como conjunción, se usa ante palabra que comienza por –i o por hi, con dos excepciones: ante palabras que empiezan por hie– (flores y hierbas), y en inicio de oraciones interrogativas o exclamativas (¿Y Isabel?)» (en e), «Como conjunción, ante palabra que comienza por o– o por ho–, se usa la forma u» (en o) y «Como conjunción se usa ante palabra que comienza por o– o por ho-» (en u). A medio camino entre determinación de significado y variante, se indican las posibles interpretaciones y variantes de las formas entonces: «En la acepción 160, equivale a en aquel entonces, para entonces o por aquel entonces», o pues, «En la acepción 361, entre pausas, equivale a por tanto».
3.8. Insultos Es extenso el listado de voces que «se usa[n] como insulto»: anormal; asqueroso, sa; babieca; bambarria; bastardo, da; bestia; berzas; berzotas; bobo, ba; bocas; bocazas; bodoque; bolo, la; boludo, da; cabri60 61
«1. En aquel tiempo o en aquella ocasión». «3 Enlace gramatical con valor consecutivo».
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to; cabrón, –a; cafre; calientabraguetas; calientapollas; chupótero; cojudo, da; comemierda; cochudo, da; cornudo, da; cretino, na; estúpido, da; gili; gilipollas; güevón, –a; hijo de {perra/puta}; hijo de su {madre/ tal}; hijueputa, huevón, –a; idiota; imbécil; lelo, la; lerdo, da; malaleche, mal nacido (en nacido, da); malnacido, da; mamón, –a; maricón, –a; mariquita; marmolillo; marrano, na; mastuerzo; memo, ma; meningítico, ca; menso, sa; meretriz; miserable; mongólico, ca; pedorro, rra; pelotudo, da; pendejo, ja; piojoso, sa; puerco, ca; puto, ta; putón; soplagaitas; vacaburra; zopenco, ca; zorro, ra, o zorrón. En algunos casos, esa consideración de insulto queda restringido a registros concretos, así, meningítico, ca, «En la lengua coloquial, se usa como insulto». Se marca, también, la evolución de la voz que ha dejado de ser un insulto para adquirir otro sentido: «Aunque antiguamente se usaba como insulto, hoy tiene un sentido humorístico» (malandrín). No hay una ningún tipo de valoración sobre la conveniencia del empleo de estas voces, si bien la definición de la voz insulto orienta sobre sus implicaciones: «Lo que se dice o se hace para ofender a una persona, esp. si son palabras agresivas», sin ahondar en la complejidad del insulto en el acto comunicativo.
3.9. Variación diatópica Se marcan algunos usos propios del español meridional (voces o acepciones), con una variada formulación sobre índices de frecuencia. Así, «[S]e usa en algunas zonas del español meridional» se utiliza en beige, comandanta62, coronela, fiscala, generala63, sargenta, tenienta; «[E]n zonas del español meridional se usa mucho» en circunscripto (variante de circunscrito, ta), inscripto (variante de inscrito, ta), prescripto (variante de prescrito, ta), proscripto, ta (variante de proscrito, ta) y transcripto (variante de transcrito, ta); «en zonas del español meridional se usa» en sustentable; «Se usa mucho en zonas
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Forma femenina para la acepción de comandante. Forma femenina para la acepción de general.
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del español meridional» en plática; y «Hoy es muy frecuente en algunas zonas del español meridional» el uso de voz (voseo). Formulaciones idénticas encontramos para sintagmas pluriverbales, como en flauta («La expresión flauta traversa es propia del español meridional»), hora pico («La expresión hora pico es propia del español meridional»). En calzonaria, se indica el significado concreto del español meridional: «1 En zonas del español meridional, braga». En algunas voces, la restricción geográfica a «zonas del español meridional» se observa en la propia definición, a la que se hace referencia en el apartado USO, como en cuero («5 col. En zonas del español meridional, prostituta», huevón, –a («2 vulg. malson. En zonas del español meridional, imbécil»), pelotudo («2 vulg. malson. En zonas del español meridional, imbécil»), placar («1 En zonas del español meridional, armario empotrado»), ultimar («2 En zonas del español meridional, matar o asesinar»)64. Sin marcación concreta de la zona, pero sí del ámbito, se recoge la indicación de tío, –a, en uno de sus usos: «2. En algunas zonas rurales se usa como fórmula de tratamiento».
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Para una defensa de esta (controvertida) marca —propuesta por el asesor y revisor de la obra, Humberto Hernández Hernández (1997a)—, véase Carriscondo Esquivel (2018). La generalización del español meridional con una sola marca distancia entre este diccionario y RAE (este último recoge 21 marcas de zonas del español americano, 18 correspondientes a países, incluyendo a Estados Unidos, y tres dedicadas, respectivamente, a América, América Central y América Meridional). La lexicografía didáctica académica, en sus diccionarios del siglo xxi (Real Academia Española, 2016, y Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2012) coinciden en la voluntad de simplificación: «Esp.» (España), «Am.» (América) y «frecAm.» (frecuente en América); la anterior propuesta escolar (RAE, 1996) recogía íntegra la amplia marcación diatópica americana del diccionario usual. En su libro de estilo, las academias (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2018) amplían la variedad de la marcación sin que se alcance, por otro lado, la exhaustividad del DLE (Real Academia Española, 2020a): entre las marcas utilizadas, pueden citarse «En algunas zonas de Am.», «En algunos países de Am.», «Se usa en amplias zonas de América», «En Andalucía y algunas zonas de América»…). En el horizonte de publicaciones de las academias destaca el Diccionario escolar panhispánico, para alumnos de entre 8 y 12 años, y que se aleja de esta dicotomía España/América, al establecer cinco zonas geográficas (Muñoz Machado, 2020).
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3.10. Cuestiones de significado Sirven también las anotaciones del apartado «USO» para indicar cuestiones semánticas: «Es muy frecuente, en las religiones cristianas, su uso referido a Dios como hacedor del mundo. En este sentido, como sustantivo, se usa como nombre propio» (creador, –a), «Como pronombre, se usa mucho para indicar una cantidad grande e indeterminada» (millón), «Es un tratamiento honorífico» (pandit). En algunos casos, será el contexto sintagmático el que permita establecer la interpretación correcta: «2. Precedida y seguida de una misma palabra, denota idea de repetición indefinida» (en y). La lengua coloquial también posibilita interpretaciones concretas: «2. Bigotes se usa mucho en la lengua coloquial, como sustantivo singular, para designar a una persona que tiene bigote» (bigote). Se ofrecen, asimismo, indicaciones para señalar usos frecuentes que especifican el valor de la voz: así en billetero («Se usa más para designar los monederos o carteras de mujer»), procaz («Se usa esp. referido a todo lo relacionado con la moral sexual») o profundo, da («En la acepción 365, hondo se aplica esp. a objetos pequeños o a concavidades cuyo fondo dista poco de la superficie»). La interpretación de algunas voces puede estar relacionada con el número y el registro, como en melenas: «Melenas se usa mucho en la lengua coloquial, como sustantivo singular, para designar a un persona [sic] que tiene el cabello largo: un melenas; ese melenas». Como indicación para una serie de medidas, se recoge la delimitación de su uso a España («Es una medida tradicional española»): arroba, azumbre, cántara, celemín, cuarterón, cuartillo, dedo, fanega, jarro, legua, libra66; onza, quintal, vara. Este tipo de indicación quizás
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«3 Referido a un recipiente o a una cavidad, con el fondo muy distante del borde superior»). «[…] 3 Unidad monetaria irlandesa hasta la adopción del euro. 4 Unidad de peso que tenía distinto valor según las zonas. 5 Unidad de capacidad que contenía ese peso de un líquido. […] USO En las acepciones 3 y 4, es una medida tradicional española.
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linda con el contenido enciclopédico que observamos también en copyright («1. Su uso es innecesario y puede sustituirse por derechos de autor o derechos de edición. 2. Como convención internacional, su símbolo es ©»), década («Las décadas terminan con las decenas de siglo y, por tanto, la última década del siglo xx empezó el 1 de enero de 1991 y acabó el 31 de diciembre del año 2000 (y no el 31 de diciembre del año 1999)») o siglo («El siglo xx acabó el 31 de diciembre del año 2000 (y no el 31 de diciembre de 1999)»).
3.11. Contextos de aparición En ocasiones, se incorpora la información relativa a los contextos de aparición, indicando que la voz (o bien en una o varias acepciones concretas) «Se usa más en la expresión …»: echar un trepe (trepe), ensaladilla rusa (ensaladilla), estar de rodríguez (rodríguez), hacer el paseíllo (paseíllo), y las voces fulano, mengano, zutano y perengano (en las entradas fulano, mengano, perengano, zutano); «Se usa más la expresión»: bien timbrado (timbrado, da); «Se usa mucho en la locución …»: tierra de promisión (promisión); «Se usa más con el artículo el: el disloque (disloque); aunque también estará vinculada a una acepción: «La acepción … se usa más en la expresión …»: dar una batida (batida67), {su/vuestra} ilustrísima (ilustrísimo, ma). Otras formulaciones son «se usa más la expresión…»: bruto, ta (en bruto); despellejar vivo a alguien (despellejar); «se suele utilizar también la expresión…»: ful de Estambul (ful); «se usa mucho en la expresión…»: coger el tranquillo (tranquillo), darse el gustazo (en gustazo); entonar el mea culpa (mea culpa); estar cantado (en cantado, da); nugget de pollo (nugget); qué caramba (caramba); ¡válgame Dios! (en válgame); «se usa mucho la expresión…»: naranjas de la China (naranjas); «se usa mucho la expresión intensificadora»: tela marinera (en tela); «se usaba más en la
67 «1. Registro o reconocimiento minucioso de un lugar: Dieron una batida por la zona para encontrar a los niños perdidos».
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expresión…»: {su/vuestra} merced (merced); y «se usa más repetido»: trapa trapa (trapa). Existen indicaciones sobre el orden de aparición, indicando la frecuente anteposición del adjetivo al sustantivo («se usa más antepuesto al nombre») en determinadas acepciones (bueno, na68, pobre69) o en todas ellas (tamaño, ña). En algún caso, se indica que la aposición al sustantivo se produce mediante posposición (high-tech). La posición también indicará un significado, como en cero («Se usa mucho pospuesto a un sustantivo con el significado de nulo o inexistente: tolerancia cero, pobreza cero, crecimiento cero») o cuatro («Cuando va antepuesto a ciertos sustantivos, se usa para indicar una cantidad pequeña e indeterminada: Apenas llovió, cayeron solo cuatro gotas»). En otros casos, la distinción entre el uso del artículo el y el determinante un tiene implicaciones semánticas, como se indica en tres de los palos de la baraja palos de la baraja: basto, ta; espada y oro («un … designa cualquier carta de … y el … designa al as»70. En el caso de doña, se recoge cómo «Seguido de una expresión que expresa una cualidad, indica que una persona de sexo femenino se caracteriza por esa cualidad»). La modalidad «interrogativa» y «negativa» de los enunciados será otra cuestión que defina apariciones. En algunos casos, son ambas, como en cabal («La acepción 3 se usa más en expresiones interrogativas y negativas»71) o perro, rra («La locución atar los perros con longaniza se usa más en expresiones interrogativas y negativas»). En otros casos, solo la expresión interrogativa es señalada, como en estar («1. Se usa mucho en forma interrogativa para pedir conformidad al oyente o para dar por terminada una cuestión: He dicho que no sales,
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«Que sobrepasa lo normal en tamaño, cantidad o intensidad». «4 Infeliz, desdichado, triste o que inspira compasión». La entrada copa no incluye esta indicación de uso (se alude a «baraja», y no a «baraja española», como en los restantes casos». 71 «3 || estar alguien en sus cabales. loc.verb. Tener normales sus facultades mentales: Si estás en tus cabales, ¿por qué dices esas tonterías?».
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¿estamos?)». Dentro de las voces que «se usa[n] más en expresiones negativas» se encuentran, entre otras, empecer, estar por la labor (en labor), inmutar y óbice. En rechistar, la formulación es distinta: «Se usa mucho en expresiones negativas». En algún caso, será la construcción preposicional la destacada, como en estar: «2. La expresión estamos a, conjugada en los distintos tiempos, se usa para indicar fechas o temperaturas: Estamos a 9 de mayo». En algunos casos, será la aparición en expresiones negativas la que permita identificar, como uso frecuente, un valor intensificador (parecido, da). Alguna entrada hace referencia a estructuras comparativas, como en centella: «La acepción 272 se usa más en expresiones comparativas». De algunas voces se señala el reducido empleo: «Se usa solo en las expresiones esfera terráquea y globo terráqueo» (terráqueo, a), mientras que en otros se explica la construcción general en que se engloba: «En la acepción 173, se usa siempre en contraposición a contra: Los pros y los contras de una cuestión» (en pro), «En tercera persona del singular, en la lengua coloquial puede preceder a oraciones independientes» (en resultar). En algunos casos, orden, contexto de aparición y registro serán indispensables para la correcta interpretación, como en señor, –a: «1. Se usa antepuesto al apellido de un hombre o de una mujer, o al cargo que una persona desempeña […]. 2. En la lengua coloquial se usa mucho antepuesto al nombre de pila […]». En ser también se observa cómo el registro es relevante para la interpretación contextual de un uso: «2. En la lengua coloquial, puede preceder a oraciones independientes: Es que no he llegado a ese capítulo todavía. ¿Cómo es que te vas?». La forma voz también incorpora indicaciones sobre su interpretación en un contexto determinado: «Seguido de una expresión que expresa una cualidad, indica que una persona de sexo masculino se caracteriza por esa cualidad». En el caso de por, se ofrece también una especificación sobre la construcción preposicional
72 «2 col. Lo que es muy veloz». 73 «1 Ventaja o aspecto favorable que presenta un asunto».
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de ciertos verbos: «2. Con verbos de movimiento son correctas las construcciones con la preposición por y con la combinación de las preposiciones a por».
3.12. Nombres propios y comunes En determinadas voces, se marcan ciertos usos como nombres propios: administración; adviento; barroco, ca; bolsa; buda; cabildo; constitución; defensor del pueblo; dios, –a; edad; eneolítico; epifanía; evangelio; falla; gobierno, hacienda; helicón; iglesia; imperio; internet; justicia de Aragón; luna; medievo; ministerio; neolítico; nobel; occidente, orden, oriente, óscar; paleolítico, ca; paraíso; policía; premio; providencia; ramadán; renacimiento; reconquista; romanticismo; senado; sindic de greuges; sol, tierra; valedor, –a do pobo galego o virgen… Se podrá especificar la frecuencia de uso mayor entre las dos alternativas, como en seltz (que remite a agua de Seltz) «Se usa más como nombre propio». En el caso de internet, se señala que «1. Se usa también como nombre propio».
3.13. Palabras comodín y usos eufemísticos y despectivos Son varias las palabras que se identifican como «palabras comodín». Se asocian a locuciones eufemísticas, o expresiones vulgares malsonantes. Así, «Bemoles se usa mucho en la lengua coloquial como palabra comodín para formar locuciones eufemísticas: tener bemoles significa ‘ser complicado o difícil’» (bemol), «Narices se usa mucho en la lengua coloquial como palabra comodín para formar locuciones eufemísticas: estar hasta las narices significa ‘estar muy harto’» (nariz), «Se usa mucho como palabra comodín en expresiones vulgares malsonantes» (carajo, chingada, cojón, hostia, leche). La palabra comodín también permitirá la expresión eufemística: «1 Se usa mucho en la lengua coloquial como palabra comodín para expresiones eufemísticas: de bigotes significa ‘muy grande o extraordinario’» (bigote).
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De manera explícita, con la inclusión de las etiquetas eufemismo o locuciones eufemísticas, se marcan voces como la mencionada bemoles, eme («Se usa como sustitución eufemística de mierda: ¡Vete a la eme, tonto!»), excedente («En la acepción 2, está muy extendido el uso eufemístico de la expresión excedente empresarial con el significado de beneficios empresariales»74), flexibilidad («Está muy extendido el uso eufemístico de flexibilidad de plantillas con el significado de facilidades de despido») o narices (en nariz se indica que «Narices se usa mucho en la lengua coloquial como palabra comodín para formar locuciones eufemísticas: estar hasta las narices significa ‘estar muy harto’»). En algún caso, la consideración de eufemismo se articula como marca antes de la definición, mientras que el apartado «USO» explicita el uso que las personas supersticiosas realizan del término para sustituir al marcado negativamente, como se observa en bicha: «El uso de la acepción 2 es frecuente entre personas supersticiosas para evitar términos como culebra o serpiente, que se consideran de mala suerte»75). Relacionado con el especial cuidado que ha de tenerse en la elección léxica se puede citar el caso de inuit («Aunque esquimal no es un término despectivo en español, este pueblo prefiere ser designado con la palabra inuit») y esquimal («Aunque esquimal no es un término despectivo en español, este pueblo prefiere ser designado con la palabra inuit»). Relacionada con el tabú, encontramos la entrada lagarto, ta: «Lagarto se usa para ahuyentar la mala suerte». En otras voces, se indicará que su uso es despectivo: anormalidad («Su uso referido al desarrollo físico o intelectual es despectivo»), o bien tiene un matiz despectivo: autismo («2. col. Aislamiento o incomunicación»), autobombo, bastardía; blandengue; cabezota; cincuentón, –a. En el caso de subnormalidad, la valoración es global: «Es despectivo».
74 «Lo que excede o sobra: Los excedentes agrícolas han originado una caída de precios». 75 «Culebra: He visto una bicha meterse entre las piedras».
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3.14. Indicaciones pragmáticas Otra información que recoge el diccionario es la relativa a indicaciones pragmáticas sobre voces. Muchas de ellas orientan sobre el uso de voces en la conversación. Así, por ejemplo, en abrazo: («La expresión un abrazo se usa mucho como fórmula de despedida»), anda («En el lenguaje coloquial, combinada con otras expresiones, se usa mucho para indicar desprecio, burla o rechazo (¡Anda ya!, ¡Anda y que te zurzan!), o para indicar sorpresa (¡anda la osa!, ¡Anda mi madre!)»), atención («Se usa como aviso o como señal de advertencia»), beso («La expresión un beso se usa mucho como fórmula de despedida»), conque («Se usa para introducir frases exclamativas que expresan sorpresa o censura al interlocutor», qué (1. Se usa para responder a un interlocutor dándole a entender que no se ha oído o que no se ha entendido […] 2. Se usa como fórmula de contestación»), silencio («Se usa para mandar callar»), estamos a («2. La expresión estamos a, conjugada en los distintos tiempos, se usa para indicar fechas o temperaturas»), evidente («Se usa para indicar asentimiento o conformidad», manera («De todas maneras se usa mucho para retomar un tema que ya ha salido en la conversación»), permiso («Con permiso se usa mucho como expresión de cortesía»), o torero, ra («En la lengua coloquial se usa como elogio»). Se recogen indicaciones sobre fórmulas de tratamiento: como en usted («Se usa como tratamiento de respeto») o vos («1. Se usaba como tratamiento de respeto, frente a tú, que se usaba con los iguales o inferiores. 2. Hoy es muy frecuente en algunas zonas del español meridional (voseo)». En algún caso, se recoge la restricción de uso al ámbito rural: tío, –a («2. En algunas zonas rurales se usa como fórmula de tratamiento»). Algunas indicaciones recogen los valores como conectores de ciertos sintagmas, como se observa en las entradas forma («De todas formas se usa mucho para retomar un tema que ya ha salido en la conversación») o modo («De todos modos se usa mucho para retomar un tema que ya ha salido en la conversación»). También se señala el uso de
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alguna voz como muletilla, como sucede con no: «En la acepción 3, se usa mucho como muletilla»76. En algún caso, esta indicación pragmática viene delimitada el tipo de lenguaje, como en aquí («1. En el lenguaje coloquial se usa como fórmula de presentación de una persona a otra»), o por el matiz que adquiere la voz, como en casi: «Se usa con un matiz coloquial para expresar indecisión o duda». También serán relevantes las indicaciones sobre el medio en que se realiza la comunicación: «Lo usa el emisor en algunas emisiones de radio, para dar paso al receptor» (cambio), «Su uso es frecuente en conversaciones escritas, textos de internet y mensaje de teléfonos móviles» (en lol), «Se usa en textos escritos, generalmente entre paréntesis, para dar a entender que una palabra que pudiera parecer un error es textual» (en sic); o el contexto profesional, ya sea el deporte, «En deporte, se usa mucho antepuesto a un número para indicar que se tiene una edad igual o inferior a la que indica el número» (en sub-); el ejército: «En el ejército se usa para mandar a la tropa disparar las armas de fuego» (en fuego); el espectáculo: «En la acepción 377, lo usa el público en espectáculos y reuniones para expresar desaprobación» (en fuera) o las matemáticas: «La expresión igual a se usa para indicar una igualdad matemática» (igual), «Se usa para indicar la operación matemática de la suma» (más) o «En la acepción 1978, para separar los decimales puede utilizarse el punto o la coma, pero se recomienda el punto por ser de uso internacional: 5.2 o 5,2» (punto). La influencia de otras lenguas también influirá en la adopción de ciertos usos, como en apóstrofo: «Por influencia del inglés, se usa mucho en la indicación de un año: 96 (1996)».
76 «3 En contextos interrogativos, se usa cuando se espera una respuesta afirmativa o cuando se pide el consentimiento o la conformidad de alguien». 77 «3 Expresión que se usa para ordenar a alguien retirarse de un lugar». 78 «19 En matemáticas, signo gráfico que se coloca a la derecha de un número para separar las unidades de los decimales».
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3.15. Otras cuestiones Las aportaciones pueden, en algunos casos, necesitar una actualización que incorpore el matiz normativo de instituciones relevantes, como son RAE y ASALE. Ocurre en la entrada de arroba: «2. El símbolo de la arroba en internet (@) se usa mucho como recurso gráfico cuando no se quiere marcar el género gramatical en palabras que designan seres sexuados», de la que no hay información sobre el rechazo académico. En otros casos, la información exige un conocimiento del lector que abarque cuestiones lingüísticas, como en fijar («El uso de fíjate como una interjección está muy gramaticalizado»).
4. LA HETEROGENEIDAD DEL APARTADO La revisión del apartado «Uso» permite observar una amplia y útil selección de contenidos que facilitan la codificación y decodificación de la lengua. Una tipología muy variada de aportaciones que, pese a la división articulada anteriormente no deja de ser índice de la complejidad de la lengua, donde se suman diversos condicionantes para la determinación del uso. Como ejemplos, aquellos que unen posición y número (en pingüe, «Se usa más antepuesto a un nombre en plural»); uso como fórmula de tratamiento y ámbito (en tío, –a, «2. En algunas zonas rurales se usa como fórmula de tratamiento»); pragmática y registro (en ahí, «Su uso para designar personas se considera un vulgarismo»); número, registro y categoría gramatical (en cuerno y diablo, «En plural, se usa mucho en la lengua coloquial como interjección»); coaparición y número (en quid, «Se usa solo en singular y precedido del artículo el»), orden e intención (en pajolero, ra, «Cuando va antepuesto a ciertos sustantivos, se usa para indicar desprecio o rechazo»); categoría gramatical, posición y matiz (en este, ta, «Como demostrativo, pospuesto a un sustantivo precedido del artículo determinado suele tener un matiz despectivo»). Resulta complejo, en ciertas ocasiones, discernir en qué apartado debería recogerse la información: en asistente, el apartado dedicado
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a morfología recoge que «La expresión asistente social es común en cuanto al género: un asistente social, una asistente social; el femenino asistenta social no se recomienda en el uso culto», información que quizás podría tener cabida en la sección de uso en lo relativo al registro culto. Otro ejemplo sería la entrada permisividad: «Dist. de permisibilidad (posibilidad de ser permitido)», que quizás podría relacionarse con el apartado dedicado a la semántica. Otras observaciones a la obra que pueden señalarse son las inherentes a cualquier producto lexicográfico: si bien se indica, para esta edición de 2012, la actualización al criterio ortográfico académico publicado en 2010, el hecho de que no se revise la macroestructura y la microestructura impide que este español actual mantenga una vitalidad que sí puede encontrarse en el diccionario usual, que desde su publicación en 2014 ha tenido ya cuatro actualizaciones, anuales desde 2017, a las que se une la indicación sobre voces aún no recogidas en el DLE en el libro de estilo (como las voces URL, wasap, wasapear o wiski). Precisamente podrían ser relevante marcar en este apartado los posibles distanciamientos de la norma académica (como en el caso de paraolímpico, que Clave admite frente al rechazo académico de esta forma), estableciendo la distancia que en ocasiones separa el uso de la sanción académica. La marca «En zonas del español meridional», pese a la impecable defensa de Carriscondo Esquivel (2018), quizás también podría ser objeto de revisión. Ciertamente, no es el único diccionario de español en el que se regula desde esa falta de especificidad la variación diatópica, pero quizás podrían ser interesantes propuestas que delimitasen con mayor claridad los usos según las zonas, evitando la dicotomía como única aproximación al léxico79. Sobre la pertinencia o no de los contenidos
79 Es necesario tener en cuenta, a la hora de ponderar el acierto de esta sugerencia, las indicaciones que Hernández (1997: 7) ofrece sobre la pertinencia de la marca «En zonas del español meridional», basada en dos apreciaciones: «las coincidencias existentes entre esos usos léxicos generales en América con los del español de parte de Andalucía y Canarias» y el hecho de que «no es un diccionario de uso el lugar apropiado para reflejar el léxico diferencial del español americano, sino el léxico común a la mayoría de los países del nuevo continente».
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de este apartado, así como de las posibilidades de mejora de los mismos, es difícil establecer un criterio estricto por su carácter misceláneo: se trata de orientar al lector en la comprensión y utilización del léxico, desde una perspectiva que no viene determinada, de manera estricta, por una categorización etimológica, de pronunciación, ortográfica, semántica o sintáctica, sino por otros condicionantes de uso que han de ser explicitados. Es aún más dificultosa la tarea de selección de contenidos cuando el diccionario se dirige a un público general: se debe satisfacer una necesidad amplia, que no restringen la edad o la adscripción geográfica. Enseñar el uso parece una empresa abocada al fracaso si el objetivo es la exhaustividad: retomando el concepto de «conocimiento compartido del mundo que poseen los hablantes de una lengua dentro de una misma sociedad» que indicaba Forgas Berdet (2014), parece muy difícil conseguir un consenso claro sobre ciertas realidades a las que hace referencia la lengua. La vinculación de este tipo de contenido lexicográfico con los diccionarios de dudas que proponía Garriga Escribano (2003) revela la dificultad de construir un paradigma unívoco de interpretación. En cualquier caso, el cotejo con las características que Forgas Berdet (2014) indicaba para un diccionario pragmático arroja un muy alto grado de cumplimiento del paradigma teórico propuesto. El diccionario Clave muestra una voluntad clara de ofrecer al lector las coordenadas de interpretación del acto comunicativo en el que se integran las voces que un diccionario recoge. La incorporación del contenido pragmático al diccionario es fundamental (Pérez Lagos, 1999), puesto que habilita una propuesta que entiende las voces en su uso, y no como formas sin relación alguna con todos los elementos que componen el acto comunicativo. La amplitud de orientaciones supera los contenidos pragmáticos que otras obras del mismo segmento presentan, en una sistematización muy pertinente en cualquier proceso de aprendizaje que exija una explicitación de los condicionantes del hecho lingüístico. Frente a la ausencia de estas orientaciones en obras como la académica o la de Seco, Andrés y Ramos (2011), es necesario reivindicar la riqueza y utilidad de este apartado del diccionario.
El apartado «USO» del diccionario Clave. Una sistematización heterogénea...
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Capítulo 3
La difusa frontera entre la sintaxis y el discurso. El caso del estilo directo en español Noelia Estévez-Rionegro Universidade de Santiago de Compostela [email protected] RESUMEN: El estilo directo no solo es objeto de estudio de todas las gramáticas del español, sino también de muchos estudios gramaticales más específicos, que lo analizan aisladamente o en parangón con otras construcciones de cita. Sin embargo, pese a las prolíferas investigaciones en torno a la cuestión, no termina de hallarse una explicación contundente para la relación que opera entre los miembros de las construcciones de estilo directo (El acusado negó con rotundidad: «yo no cometí ningún delito»), esto es, la expresión introductora (El acusado negó con rotundidad) y la secuencia citada («yo no cometí ningún delito»). Las hipótesis sostenidas hasta ahora pasan, en su mayoría, por explicaciones estrictamente sintácticas o toman en consideración ciertos aspectos del Análisis del discurso para complementarlas. Solo en algún caso se acude únicamente a este último para caracterizar un tipo de construcción tan particular. A propósito de esta disparidad de ideas, parece oportuno realizar un estudio de corpus con la finalidad de verificar si alguna de las hipótesis anteriores retrata el uso real que los usuarios de la lengua hacen de estas construcciones. Los resultados revelan datos semánticos y discursivos novedosos que permiten reorientar la caracterización del estilo directo hacia los postulados de la Gramática de construcciones. ABSTRACT: The direct style is not only the object of study of all Spanish grammars, but also of many more specific grammatical studies, which analyse it in isolation or in comparison with other quotation constructions. However, despite prolific investigations on this subject, no convincing explanation can be found for the relationship between the members of the direct style constructions (El acusado negó con rotundidad: «yo no cometí ningún delito»), being the introductory expression (El acusado negó con rotundidad) and the quoted sequence («yo no cometí ningún delito»). The previous hypotheses held, for the most part, through strictly syntactic explanations or consider certain aspects of Discourse Analysis to
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Noelia Estévez-Rionegro complement them. Only in some cases the latest is used only to characterize such a particular type of construction. Regarding this disparity of ideas, it seems appropriate to conduct a corpus study in order to verify whether any of the above hypotheses depicts the actual use that language users make of these constructions. The results reveal novel semantic and discursive data that allow to redirect the characterization of the direct style towards the postulates of the Construction Grammar.
1. INTRODUCCIÓN El estilo directo es una construcción formada por dos miembros: una expresión introductora y un discurso reproducido, cada uno de los cuales mantiene las características gramaticales y deícticas de momentos y contextos discursivos diferentes (vid. Estévez-Rionegro, 2017). De este modo, el discurso reproducido no se adapta gramaticalmente a la expresión introductora del discurso principal, como sí ocurre en el estilo indirecto. Esta particularidad es una de las principales complicaciones a la hora de determinar la relación que existe entre dos miembros de una misma construcción cuyos elementos no están trabados gramaticalmente entre sí. Obsérvense los siguientes ejemplos: a) «No lo recuerdo con claridad» —declaró el testigo dubitativo. b) «De acuerdo» —confirmó Luis. c) «Es todo, señoría» —finalizó el fiscal. d) «¡Qué cosas pregunta usted!» —elude el hombre. e) «Nombre, apellidos y dirección» —le espetó el policía. f) «¿Pero no lo va a probar?» —se sorprendió el camarero.
La mayoría de los estudios, como se verá en el apartado siguiente, parten de su proximidad al estilo indirecto y a la posibilidad de conversión en el mismo; sin embargo, solo con observar los enunciados anteriores, se aprecia que, para que esto sea factible, el verbo introductor ha de presentar unas características muy específicas, como ser transitivo y portar un valor semántico de dicción o de pensamiento (en el caso de la reproducción de enunciados pensados y no
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verbalizados) que posibilite su ligazón semántica y sintáctica con el discurso reproducido. Atendiendo a los ejemplos anteriores, solo el primero de ellos respondería a estas características y permitiría sustentar esta teoría (El testigo, dubitativo, declaró que no lo recordaba con claridad). El segundo, sin embargo, no cumple el requisito de la transitividad y exige un complemento regido y no un complemento directo, como el anterior; pero, además, los elementos que conforman la cita hacen que la conversión al estilo indirecto resulte en un enunciado poco natural en la lengua (¿? Luis confirmó que de acuerdo). En el tercer caso, la transposición al estilo indirecto no sería posible con los elementos que conforman ambos miembros del estilo directo y solo con la forzosa inclusión de nuevos elementos podría parafrasearse una secuencia equivalente (El fiscal finalizó [diciendo a] su señoría que [eso] era todo). En el resto de los casos, ni siquiera con estas operaciones sería posible la transposición al estilo indirecto. Con este punto de partida, se aborda, en este trabajo, la cuestión del estilo directo, entendiéndolo como un fenómeno que traspasa los límites de la sintaxis y se sitúa entre esta y el discurso.
2. ESTADO DE LA CUESTIÓN En los siguientes apartados se recoge una somera aproximación al tratamiento del estilo directo en las gramáticas de referencia y los principales estudios gramaticales del español, que resulta representativa de la contrariedad de hipótesis vertidas en torno a la a la relación que existe entre los dos miembros de la construcción.
2.1. Gramáticas de referencia del español En la gramática tradicional, el estilo directo, al igual que el indirecto, se concibe como una oración subordinada sustantiva en función de complemento directo. Así lo sostiene la Real Academia
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Española, en su gramática, en 1917 y lo refrenda en las sucesivas de 1920, 1924, 1928, 1931, 1973 y 2009-2011. Esta misma idea es la que se recoge en los tratados de Rafael Seco (1930), Marcos Marín (1980) o Hernández Alonso (1984). Sin embargo, Manuel Seco (1953) rectifica esta teoría en su revisión del Manual de gramática del español (R. Seco: 1930), adelantando una hipótesis que retomará en la Gramática esencial del español (1972): en el estilo directo no se da una relación sintáctica entre el introductor y el discurso reproducido, sino lógica, de modo que ambos enunciados son independientes y se unen en la construcción a través de un mecanismo de yuxtaposición, donde el introductor puede convertirse en inciso.
Por su parte, Pérez-Rioja (1954), Gili Gaya (1961), Criado de Val (1972) o Alcina y Blecua (1975) también comparten la idea de la yuxtaposición entre los miembros del estilo directo, pero entendida como una ausencia de nexo subordinante. Así, mantienen la nomenclatura de «oración subordinada» y «oración subordinante» para los miembros del estilo directo, como reflejo de aquella dependencia lógica que señalaba Manuel Seco (1953).
2.2. Otros estudios gramaticales del español Junto a las gramáticas de referencia, de corte más tradicionalista, conviven otros estudios gestados en la denominada gramática moderna, que aportan un componente descriptivo basado en el uso y contribuyen a enriquecer, desde otra perspectiva, la caracterización del estilo directo en español.
2.2.1. La hipótesis de la subordinación Podría citarse a Gutiérrez Ordóñez (1986) como uno de los mayores exponentes de la hipótesis de la subordinación en la considerada gramática moderna. El autor concibe, en el estilo directo, el enunciado reproducido como elemento que puede transponerse a la categoría de
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los sustantivos, es decir, que se subordina al introductor y que funciona como su implemento o, en determinados casos, como su suplemento. Se basa en la idea de que solo los verba dicendi pueden introducir secuencias de estilo directo. Se trataría de verbos que semánticamente aluden a un acto de habla y sintácticamente muestran unas características muy concretas como la transitividad (decir, declarar, comentar…) o la regencia de un complemento preposicional (informar, insistir, quejarse…). Sin embargo, acaba admitiendo la existencia de casos en los que la transposición al estilo indirecto no es posible y en los que, por tanto, no encaja la teoría anterior: a) Enunciados en los que la cita carece de núcleo verbal: «De acuerdo» —confirmó Luis. (?) Luis confirmó que de acuerdo. b) Enunciados que son infrecuentes en secuencias de estilo indirecto: … y habló con cadencia afectuosa: —Tira la escopeta. (?) … y habló que tirasen la escopeta.
2.2.2. La hipótesis de la yuxtaposición Maldonado (1991 y 1999) recalca la idea de que solo los verbos de comunicación que mantienen el esquema actancial SUJ [+humano] + (CIND [+humano]) + CDIR [producto del acto verbal] pueden introducir una secuencia de estilo directo, y rechaza aquellos mencionados por Gutiérrez Ordóñez donde el segundo actante se llena con un complemento preposicional, así como todos los que seleccionan otro tipo de complemento. Se ciñe, por tanto, a los verbos transitivos que semánticamente refieren un acto declarativo y encajan en la concepción tradicional de la estructura de cita: la formada por una «expresión introductora que contiene un verbo de decir flexionado, una cita directa marcada tipográficamente por guiones o comillas, y el contenido citado, siempre reproducción literal de un enunciado» (Maldonado, 1991: 29).
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En cuanto a la relación sintáctica que opera entre los miembros de estas construcciones, defiende que, en el estilo indirecto, la relación entre los segmentos es hipotáctica, mientras que el directo se caracteriza por la parataxis, es decir, la expresión introductora y el discurso reproducido se yuxtaponen en la secuencia. Sin embargo, la autora no utiliza el concepto en el sentido tradicional recogido en las gramáticas citadas anteriormente, sino como lo que denomina ‘adyacencia discursiva’. López García (1999) coincide con este planteamiento, pero lleva la explicación a la difusa frontera entre la sintaxis y el discurso. Partiendo de los conceptos de cohesión textual y filiación oracional discursiva del Análisis del discurso, considera el estilo directo como un hecho sintáctico en el que se produce una filiación oracional y discursiva simultánea, al unirse (o yuxtaponerse) dos enunciados pertenecientes a dos momentos discursivos diferentes mediante elementos cohesionadores, como las relaciones temporales, los deícticos, los predicados adaptados semántica y estilísticamente al contexto, etc.
2.2.3. Otras hipótesis Paralelamente a las hipótesis de la subordinación y la yuxtaposición, siempre han existido otras interpretaciones que se oponen a ambas. Resulta especialmente ilustrativa la idea que, ya en los años setenta, es divulgada por Verdín Díaz. Verdín (1970) afirma que, en el estilo directo, «frase introductora y frase reproducida se complementan y se necesitan para componer una unidad de sentido, pero ambas se pueden considerar como frases independientes» (Verdín, 1970: 139). Ello se verifica en que, en muchas ocasiones, la frase reproducida aparece sin frase introductora. Concibe como introductores todos los verbos que, independientemente de su significado, pueden introducir, en un contexto determinado, la reproducción de un enunciado. Reconociendo, además, la posibilidad de prescindir de él sin que la construcción pierda su estatus, pues la mayoría de las veces el introductor «se sobreentiende
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fácilmente; incluso en ocasiones ha quedado atrás un verbo o palabra que podría desempeñar a la perfección» su papel. Pero también podría no existir ni sobreentenderse, lo que complica la ligazón de la narración (Verdín, 1970: 141).
2.3. El concepto de incorporation El concepto de incorporation procede de la gramática del inglés y es empleado por algunos autores, que se citarán a continuación, para explicar el tipo de relación que se da entre los miembros del estilo directo. Quirk (1972) afirma que, en el estilo directo, se da la «incorporación» de un enunciado en otro, sin que ninguno de ellos sea jerárquicamente superior al otro, sino que cada uno mantiene su autonomía y carácter de oración principal; en oposición a la relación de subordinación que se produce en el estilo indirecto. Partee (1973) y Munro (1982) sostienen, por su parte, que la expresión introductora del estilo directo constituye un enunciado independiente del discurso reproducido, y este no forma parte ni sintáctica ni semánticamente de la misma, sino que su fusión supone una propiedad meramente discursiva. Además, Munro (1982) pone en tela de juicio la transitividad que siempre se les ha atribuido a los verbos de estilo directo, y afirma que es, precisamente, en el discurso directo donde se manifiesta su intransitividad; pues, aunque la estructura nocional de las construcciones de cita equivale a SUJETO + VERBO + COMPLEMENTO, en ningún caso este último corresponde a un complemento directo, sino a un complemento diferente a todos los demás y exclusivo de este tipo de secuencias, que contiene características propias del lenguaje (concretamente, de la conversación) y, por tanto, está contaminado de rasgos que son indicadores de la personalidad e intención de los hablantes. En una línea similar, Li (1986) sostiene que las diferencias sintáctico-semánticas entre la cita directa y la indirecta son mínimas, y ninguna de ellas parece realizar la función sintáctica de complemento directo o paciente del verbo introductor, sino que desempeñan un
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papel semántico de «Comunicación» donde la información transmitida descansa en el discurso citado, sea este directo o indirecto. En este sentido, Coulmas (1986) llega a afirmar que, incluso en el estilo indirecto, la secuencia que sigue al nexo que es potencialmente independiente de la oración principal. También Banfield (1993) defiende la independencia de los enunciados en el estilo directo, en oposición al indirecto, basándose en una serie de diferencias expresivas existentes entre unas construcciones y otras, como el hecho de que las primeras puedan contener expresiones exclamativas. El concepto de incorporation no es ajeno a la gramática española. Fuentes (1998) adapta el término y denomina integración discursiva al fenómeno que se da entre los miembros del estilo directo. Para la autora, el estilo directo introduce «un enunciado marco de otro, una síntesis de dos enunciados en uno, [donde se establece una] relación que no podría igualarse a la coordinación o subordinación» (Fuentes, 1998: 148). Se da una «polifonía de forma marcada», una integración discursiva: «[...] hay dos enunciados, en que uno retoma al otro y lo integra dentro de él, y una diferencia de hablantes» (Fuentes, 1998: 149). Esta es la principal característica del estilo directo y la que lo distingue del indirecto, donde se ha producido una mayor gramaticalización, trabando en un único enunciado lo que en su origen discursivo eran dos diferentes. La expresión introductora tiene, muchas veces, un carácter incidental cuyo predicado señala, bien a través de su modalidad o bien a través de su valor semántico, el contexto discursivo o conversacional en que se produce el enunciado citado; apunta, por tanto, a la macroestructura. Por este motivo, son posibles en determinados contextos secuencias en estilo directo introducidas por verbos que están adaptados estilística y pragmáticamente a la situación comunicativa concreta en la que se emiten y que tratan de precisar el acto ilocutivo, pues se inscriben en un nivel supraoracional y se conciben como información marginal, sin conexión sintáctica con la secuencia de cita.
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Así, la expresión introductora de la secuencia de cita, perteneciente al plano textual, solo realiza una función «macroestructural», por lo que no existe conexión sintáctica entre ambos segmentos: «Es la inserción de dos enunciados en uno para un fin comunicativo: la precisión y la indicación de los factores modales, enunciativos y de jerarquización informativa del texto» (Fuentes, 1998: 172).
3. El estilo directo en la lengua en uso A la vista de la divergencia de hipótesis entre los estudiosos del tema, surge la necesidad de explorar la lengua real a partir de un amplio corpus de ejemplos que recoja el uso real que los hablantes hacen de las construcciones de estilo directo en diferentes manifestaciones lingüísticas orales y escritas. Con este objetivo, se ha realizado un estudio empírico a partir de los corpus Archivo de Textos Hispánicos de la Universidad de Santiago (ARTHUS) y Corpus de Estilo Directo Atípico en Español (CEDAE), aplicando una metodología que pasa por un doble análisis de los enunciados de estilo directo. En primer lugar, se han clasificado los verbos introductores en función de su valor semántico en el contexto concreto de la citación (sin discriminar ninguno y sin restringir el estudio a una clase concreta) y, en segundo lugar, se ha atendido a la influencia del tipo de discurso en la configuración de la construcción. Entre los materiales que conforman los corpus analizados, se recogen muestras de discurso oral, teatral, periodístico y narrativo. En los apartados siguientes se exponen los principales resultados de la investigación.
3.1. La semántica de los verbos introductores A grandes rasgos, el análisis de los corpus permite establecer cuatro macroclases verbales1 en función del valor semántico de los ver-
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Para una mayor profundización en el tema, se recomienda la lectura de Estévez-Rionegro (2017), donde se explica e ilustra cada clase y subclase semántica más detalladamente.
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bos introductores de estilo directo en el contexto concreto en que se registran. Se trata de las siguientes: a) Verbos de proceso verbal: suponen el 78,9 % de los registrados en los corpus analizados. Engloba las formas verbales con valor semántico declarativo (del tipo contar, anunciar, pronunciar, etc.), de pregunta y petición (como rogar, suplicar…), de orden o mandato (como dictaminar o urgir), de valoración (alabar, celebrar, elogiar...) y de modo de dicción (cacarear, cantar, gruñir, etc.). b) Verbos de proceso mental: constituyen el 10,6 % de los registrados en los corpus. Acoge las formas de percepción (como escuchar, entender u oír, entre otros) y de cognición, donde entran tanto los verbos de creencia u opinión (del tipo estimar, sospechar, etc.) como los de pensamiento (decidir, razonar, recapacitar...). c) Verbos de actitud: se trata del grupo minoritario, con apenas un 2,1 % de presencia en los corpus analizados. Se distinguen, dentro de él, los asociados a un proceso verbal (presumir, rezongar, cachondearse) y los asociados a un proceso mental (extrañarse, indignarse, desesperarse). d) Verbos contextuales: son el 8,2 % de los casos registrados en los corpus. Se incluyen en este grupo los verbos discursivos (aquellos que hacen referencia a un momento o punto del discurso, como empezar, continuar, finalizar, etc.), los verbos polisémicos que pueden designar actos de habla (verbos cuyo significado básico no remite a un acto de habla, pero que pueden adoptar un sentido figurado que favorezca su interpretación como tal: aventurar, defender, descubrir, escaparse(le)) y los verbos denominados por Estévez-Rionegro (2017) narrativos (formas que no expresan un acto declarativo, pero que pueden transmitir un mensaje verbal cuando se emplean en el contexto concreto del estilo directo: mirar, sonreír, reír, recobrarse, gozar, soñar). La existencia de las clases y macroclases semánticas mencionadas es reveladora del gran número de verbos que pueden introducir
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citas en estilo directo. El hecho de tomar en cuenta todos los verbos (al margen de su valor semántico y sintáctico), y no solo los prototípicos, como ocurría en los estudios esbozados en el estado de la cuestión, permite elaborar un estudio no solo más amplio sino, sobre todo, más profundo sobre el estilo directo, y contribuye a reforzar su concepción como un fenómeno lingüístico que se sitúa entre los límites de la sintaxis y el discurso, pues muchos de los predicados registrados no admitirían a priori un complemento del tipo de la cita en su estructura sintáctico-semántica y, sin embargo, pueden habilitarse en un determinado contexto como introductores sin perder su significado básico (por ejemplo, el verbo mirar no pierde su valor de percepción aunque introduzca un acto declarativo en un enunciado del tipo: Se paró a mi lado y me miró con la ceja levantada: —¿Qué haces, Antinea?2).
3.2. La influencia del tipo de discurso El tipo de manifestación discursiva en que se generan las construcciones de estilo directo también resulta muy significativo a la hora de retratar este fenómeno lingüístico. En todos los tipos de discurso analizados (lengua oral, teatral, periodística y narrativa) se advierte la existencia de construcciones prototípicas y una serie de variantes propias de cada tipo de discurso3. Además, también tiene influencia en la clase de verbos empleados como introductores, que difieren de unos tipos de manifestaciones discursivas a otras. A la vista de los resultados, se puede afirmar que es en el discurso narrativo donde se produce un mayor enriquecimiento de las construcciones de estilo directo. No es extraño encontrar, en el ámbito literario, secuencias en las que el enunciado citado es introducido por predicados diferentes a los de dicción, que poseen una conexión semántica con el contexto discursivo en el que se desarrollan, pero 2 3
Extraído de la obra Recuerda, cuerpo. Para mayor detalle, véase Estévez-Rionegro (2017).
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que no expresan en sí mismos el acto de habla que implica la cita que introducen. Véase, por ejemplo, el siguiente caso con el verbo eludir: «¿Cómo quiere que le conteste sin ver a ese paciente? ¡Pregunta usted unas cosas...!», elude el médico, ya totalmente a la defensiva (La sonrisa etrusca).
Este tipo de construcciones son reveladoras del fenómeno discursivo que se da en el estilo directo y contribuyen en buena medida a describir sus características sintácticas y funcionales. La existencia de estos enunciados invalida la teoría de la transposición, pues en ningún caso sería posible producir secuencias correlativas en estilo indirecto. También anulan la idea de que los segmentos se hallen subordinados, pues no guardan entre sí una relación semántica ni sintáctica. Obsérvense los siguientes enunciados: a) El viejo la mira: «¿Qué vida habrá llevado? Desde luego, tiene mundo». (La sonrisa etrusca). b) ¿Pero no lo va a probar siquiera? —se sorprendió Juan—. Le ha salido estupendo. (Los aires difíciles). c) «En la frente es un beso de hermano, o de enfermo», le dijo Gloria, y Helena se echó a reír: «Claro, es que mi padre es médico». (La larga marcha). d) Doña Sofi se incorporó en la butaca: —¡Carmiña! Trae el pulverizador y cierra las persianas, que están entrando moscas. (Recuerda, cuerpo).
En estos casos, parece existir un valor comunicativo implícito, un acto de dicción que se sobrentiende. Esto lleva a considerar que es la propia estructura, la suma de los dos miembros, la que porta el contenido de dicción, ya que cuando esta se emplea, el receptor reconoce inmediatamente la reproducción de un acto de dicción o de pensamiento. El proceso verbal se sobrentiende en el estilo directo, en tanto que siempre supone la reproducción de una secuencia comunicativa. Así, la suma de la expresión introductora (sea cual fuere la naturaleza semántica del predicado que contiene) y la secuencia de cita remite en sí misma a un acto de habla (o de pensamiento) y el verbo
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introductor no hace sino otorgar fuerza ilocutiva al mensaje y adaptarlo estilísticamente al contexto en que se inserta.
4. HACIA LA APLICACIÓN DE LOS PRECEPTOS DE LA CONSTRUCTION GRAMMAR A LAS CONSTRUCCIONES DE ESTILO DIRECTO EN ESPAÑOL Para explicar el fenómeno del estilo directo, cabría acudir a los principios construccionistas de la lengua inglesa. La Construction Grammar parte de la idea de que las construcciones, como tales, son unidades simbólicas, asociaciones de significante y significado. Una de sus principales exponentes, Goldberg (1995), afirma que las construcciones tienen significado por sí mismas, independientemente de las palabras que compongan la secuencia. Sostiene, además, que un verbo no se restituye en una construcción en la que está latente, sino que es la estructura misma la que porta el significado, y el predicado introductor no hace sino matizar su sentido. Estas consideraciones son extrapolables a las construcciones de estilo directo, donde el verbo introductor tiene un valor semántico que apunta al contexto discursivo, y no por ello la secuencia deja de poseer un sentido comunicativo. Lo que ocurre es que ese significado declarativo está implícito en el propio enunciado, por lo que no es necesario reponer un supuesto verba dicendi omitido. La fijación semántica que se da en ciertas estructuras se fundamenta en la existencia de verbos que aparecen con mayor frecuencia en determinadas construcciones. Estas están instauradas en la memoria de los usuarios de la lengua, de modo que se puede variar su sentido cambiando el verbo, sin que por ello la construcción pierda su significado básico. Las construcciones de estilo directo con verbos distintos a los dicendi podrían ser producto de un proceso evolutivo, en el que el uso sistemático de verbos de lengua termina generando una estructura,
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la cual se desarrolla cada vez más, se enriquece y llega a portar ella misma ese valor comunicativo. Autores como Goldberg (2006) o Croft (2001) conciben las construcciones como formas comunicativas, formas de uso del lenguaje, y destacan los factores cognitivos, semánticos y pragmáticos como medios para identificar y generalizar tales construcciones. Se trata de conocimientos que todo hablante de una lengua posee y que le permiten interpretar y generalizar secuencias comunicativas. El hecho de que ciertas construcciones existan en la mente de los hablantes explica que enunciados como el estilo directo sean fácilmente reconocibles en el discurso, de modo que la forma se asocia al significado, pudiendo variar la naturaleza de los elementos léxicos que conforman la secuencia. Las ideas vertidas desde la Construction Grammar son aplicables al estilo directo en cuanto a su carácter de construcción que contiene en sí misma un significado propio. Además, resultan muy oportunas para apoyar la explicación de que el significado de la secuencia no depende del verbo introductor y, por ello, parece pertinente emplear como fórmula introductora de un enunciado de habla un predicado que tenga poco o nada que ver con la comunicación verbal.
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ESTUDIOS BASADOS EN CORPUS
Capítulo 4
Reflexiones en torno al beso en una perspectiva contrastiva y romanística: interfaz morfosemántica y estudio de sustantivos, verbos y construcciones equivalentes con verbos de apoyo Daniel Ortuño Centenero Sorbonne Université, RELIR-CLEA Universitat d’Alacant, GRIELE-XXI [email protected] RESUMEN: El presente trabajo pretende abordar el verbo español besar desde una perspectiva contrastiva y romanística (centrada especialmente en el español, el francés, el catalán y el latín). Para ello, resulta necesario partir de un enfoque que permita dar cuenta del fenómeno del lenguaje de una manera más integral, capaz de vertebrar todo lo anterior, superando cualquier barrera limitada al estudio de un nivel concreto. Así pues, se partirá desde la interfaz de la morfología, la sintaxis, la semántica y la pragmática, al mismo tiempo que se recuperarán ciertos elementos de la lingüística diacrónica. Para ello, trabajaremos principalmente con los principales diccionarios y corpus de referencia. ABSTRACT: The present work aims to approach the Spanish verb besar from a contrastive and romanistic perspective (focused especially on Spanish, French, Catalan and Latin). For this, it is necessary to start from an approach that allows to account for the phenomenon of language in a more comprehensive way, capable of structuring all of the above, overcoming any barrier limited to the study of a specific level. Thus, the starting point of this project will be the interface of morphology, syntax, semantics and pragmatics, at the same time it will be recovered some elements of diachronic linguistics. For this, the work will lean on the main dictionaries and reference corpora.
1. INTRODUCCIÓN El beso es un acto llevado a cabo principalmente por los seres humanos, que consiste en un movimiento de labios «como expresión de
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amor, deseo o reverencia, o como saludo» (Diccionario de la lengua española). Del mismo modo, puede ser «el ademán de besar a alguien o algo, sin llegar a tocarlos con los labios» (Diccionario de la lengua española). Este puede darse de forma unilateral, es decir, de una persona a otra (persona o también cosa) o puede ser recíproco, esto es, mutuo, entre dos personas, como un saludo o como un afecto interpersonal. Lejos de pretender llevar a cabo un estudio antropológico o sociológico sobre esta cuestión, sí que identificamos que el verbo besar y el sustantivo beso son sumamente interesantes desde el punto de vista lingüístico, tanto por su origen y evolución como por el comportamiento de los individuos en contextos multilingües a la hora de emplear estas unidades léxicas y sus equivalentes. De hecho, en otras lenguas románicas como el francés o el catalán, las palabras utilizadas o las construcciones que se utilizan no son enteramente coincidentes, por lo que pueden darse problemas de equivalencia que, sin lugar a duda, resultan interesantes si los analizamos bajo el prisma de la lingüística aplicada a la enseñanza de lenguas, la lexicografía o la traductología. De este modo, este trabajo se enmarca en la disciplina de la lingüística románica, puesto que su objeto de estudio se compone de un corpus de un grupo de unidades léxicas en distintas lenguas emparentadas con el latín (el español, el catalán y el francés). Su objetivo se origina de la necesidad y la utilidad de partir desde un enfoque que combine niveles lingüísticos (fonética/fonología, morfología/ sintaxis y semántica), al mismo tiempo que tiene en cuenta factores externos o contextuales (sociolingüística y pragmática), y que nos permite profundizar más allá de las barreras de la dicotomía sincronía/diacronía. En esta perspectiva, nuestro enfoque será cognitivista, precisamente por superar todas las fronteras entre disciplinas, niveles y métodos, al mismo tiempo que se centra en los diferentes estados a los que se ve enfrentado el individuo en un contexto multilingüe. Nuestro objeto de estudio, como decíamos, serán las unidades léxicas relacionadas con el beso en las diferentes lenguas románicas anteriormente mencionadas. Dicho esto, señalaremos que en francés nos encontramos con un verbo (embrasser) que no comparte origen
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con el verbo español, mientras que existe otro con el que sí que comparte origen etimológico y que, además de hacer referencia al beso (baiser), tiene una carga semántica vulgar relacionada con el acto sexual. En contraste con el catalán percibimos que, a nivel verbal, sí que existe un equivalente exacto (besar), pero, si nos centramos en el sustantivo beso, reconocemos varios equivalentes (bes, besada, besar y petó). Otro aspecto interesante es cómo funcionan las construcciones con verbos de apoyo equivalentes a dar un beso, dado que, en algunas ocasiones, nos encontramos con estructuras compuestas con el equivalente del verbo hacer (se faire la bise, en francés; fer una besada/fer un petó, en catalán). En definitiva, reflexionaremos sobre los diferentes procedimientos morfosemánticos que se han dado desde que nace la lexía en lengua latina (verbo basiare y sustantivo basium) hasta nuestros días, basándonos en estrategias de búsquedas propias de la lexicología y la lingüística de corpus, como puede ser buscar en diccionarios bilingües, monolingües, etimológicos y en corpus históricos.
2. ENFOQUE ROMÁNICO E INTERFAZ MORFOSEMÁNTICA Nuestra propuesta de estudio parte de un enfoque romanístico y del concepto de interfaz. En el Diccionario de lingüística moderna, se nos dice que una interfaz, término procedente de la electrónica, «se aplica a la zona de comunicación o acción de un sistema sobre otro» o a «un plano o superficie, que por ser fronterizo a dos entidades, pertenece por igual a las dos», es decir, hablamos de «zonas fronterizas o de coincidencia en la investigación de [...] dos disciplinas» (2004: 352). Partiendo de esta noción, parece plenamente razonable que los lingüistas actuales acaben centrándose en estudios de niveles combinados, abarcando diferentes interfaces lingüísticas: La idea de interacción entre las diversas dimensiones de la gramática está ampliamente documentada y totalmente aceptada en la literatura
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lingüística. Fonética, fonología, morfología, sintaxis, semántica y pragmática interactúan para generar lenguaje, dando lugar a diferentes interfaces lingüísticas de las que se han ocupado numerosos lingüistas (Jiménez López, 2008: 378).
Dentro de este marco, consideramos que un enfoque que parta de un estudio que nada más tenga en cuenta uno de los niveles resulta incompleto, puesto que, además de entrar en juego el nivel morfológico y sintáctico, partimos de la información semántica de los diferentes componentes y del uso que se hace de la lengua, es decir, del componente pragmático. Del mismo modo, para responder a las numerosas hipótesis que nos pueden ir surgiendo al respecto, vamos a tener que analizar ciertos aspectos de otras épocas o, en la actualidad, de otras lenguas, superando así los límites de la diacronía y de la sincronía y dándose, como ya veníamos adelantando, un enfoque integrador, cognitivista y que combina las diferentes interfaces presentes en nuestro interés científico. Llegados a este punto, resulta necesario mencionar el objeto de estudio en el que nos centraremos. El beso, pese a ser algo profundamente estudiado por la pragmalingüística y los estudios en comunicación no verbal, además de la sociología y la antropología, resulta un elemento sumamente interesante. Así, podemos preguntarnos cómo, desde el punto de vista lingüístico, pueden surgir unidades léxicas comprometidas y de cierta dificultad, sobre todo si hablamos de las lenguas en contraste. Por ello, el interés de este trabajo consiste en abordar las siguientes preguntas: ¿Qué unidades léxicas se utilizan en las distintas lenguas románicas objeto de nuestro estudio para materializar el beso? ¿Están relacionadas etimológicamente? Encontramos dar(se) un beso, frente a se faire une bise o fer un petó/una besada. ¿Por qué las expresiones verbales no se construyen igual en todas las lenguas romances con las que trabajamos? ¿Qué problemas se presentan en los procesos de enseñanza/aprendizaje de las lenguas y en la traducción? Veamos qué mecanismos cognitivos intervienen en cada una de las lenguas para la formación de los verbos y expresiones relacionados con el beso comenzando por definir el concepto y su origen en las lenguas románicas.
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3. LAS UNIDADES LÉXICAS EN TORNO AL BESO EN LATÍN: BASIA, OSCULUM, SAUIA/SUAUIA, BASIARE, DARE BASIA... 3.1. Los besos en latín Para analizar con propiedad la lexía beso, hemos de retroceder hasta el siglo I a.C., cuando Catulo, el poeta neotérico por excelencia en la lengua latina, daba (o pedía) los primeros basia de la historia a su amada Lesbia (Poema 5) y a su querido Juvencio (Poema 48): Viuamus, mea Lesbia, atque amemus, rumoresque senum seueriorum omnes unius aestimemus assis! Soles occidere et redire possunt: Mellitos oculos tuos, Iuuventi, nobis, cum semel occidit breuis lux, si quis me sinat usque basiare, nox est perpetua una dormienda. usque ad milia basiem trecenta Da mi basia mille, deinde centum, nec nunquam uidear satur futurus, dein mille altera, dein secunda centum, non si densior aridis aristis deinde usque altera mille, deinde centum. sit nostrae seges osculationis. Dein, cum milia multa fecerimus, conturbabimus illa, ne sciamus, aut nequis malus inuidere possit, cum tantum sciat esse basiorum.
En este sentido, resulta necesario recuperar la afirmación de Luque Moreno sobre este asunto: Nuestros «besos», nuestro «dar besos», nuestro «besar» se los debemos a Catulo. Catulo es, en efecto, el primer autor donde aparecen el sustantivo basium —de donde «beso» y sus correspondientes en otras lenguas romances—, la expresión dare basia y el verbo basiare (Luque Moreno, 2018: 71).
Esto mismo queda reflejado en el Nuevo Valbuena (Diccionario latino-español, 1843), puesto que la búsqueda de basium o de basio (basiare) nos reenvía a Catulo. Hasta el momento, para el concepto de ‘beso’, existían otras unidades léxicas que, en mayor o menor medida, permanecen en las lenguas actuales, siendo palabras poco
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comunes o relegadas a un nivel culto de la lengua, como pueden ser osculum o suauium (y sus derivados). Si nos centramos en el osculum latino, es importante mencionar que su significado sería, aproximadamente, un beso respetuoso o una muestra de afecto desde el respeto y su origen está en el étimo os (‘boca’) y el sufijo diminutivo –culum, «boquita, boca pequeña» (Nuevo Valbuena). Por su parte, el suauium (también sauium, suavior o suaviolum), emparentado con el adjetivo suavis (‘suave’), se refería más bien al «beso tierno, amoroso» (Segura Munguía, 2013). No obstante, una de las características de estos poetae noui, tildados en su origen de forma despectiva como «neotéricos», era la de refinar la lengua, jugar con las palabras y renovar los géneros líricos, siendo más que común la introducción de neologismos o la adaptación de terminología griega o dialectal al latín clásico. Esta unidad léxica, tomada «quizá de la lengua de su tierra natal» (Luque Moreno, 2018: 73), ha acabado siendo el étimo original de los besos en la gran mayoría de la Romania actual (beijo, en portugués, bacio en italiano, el bisou, la bise y el baiser francés, el bes o la besada catalanes y el beixo gallego, menos frecuente que el bico). Por el contrario, en gallego encontramos bico o biquiño (del latín beccu, ‘pico’ o ‘boca’), en catalán oriental tenemos petó, al igual que en occitano poton o punet y en francés coloquial poutou, con una clara raíz provenzal o incluso euskera, formas ajenas, en un principio, al étimo basium. No obstante, Michiel de Vaan apunta a un posible origen celta de basium, coincidiendo, entonces, con numerosas formas en lenguas anglosajonas (en inglés, los verbos kiss and buss; kuss, en alemán; kyss, en noruego y sueco; kys, en danés; kus, en holandés), eslavas (pusa, en polaco) o semíticas (en árabe, سوب َ ةoب َ سْو َ ‘ • ةbūsa’ o ‘bawsa’; en persa, هسوب, ‘buse’) (de Vaan, 2008). La intensidad del basium para Catulo es mucho más fuerte que las otras palabras utilizadas en latín clásico, de forma que tiene, a nuestro juicio, un componente altamente erótico, ligado, como en la frase siguiente, al mordisco acompañado del beso:
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quem basiabis? cui labella mordebis? (Poema 8).
Lo que nos queda claro es que los basia de Catulo eran para sus dos amores: por un lado, para Lesbia, presuntamente Clodia, y por otro para Juvencio, el joven al que le dedicó algunos poemas, entre ellos, el 48 y el 99: Mellitos oculos tuos, Iuuenti, siquis me sinat usque basiare. quam quoiniam poenam misero proponis amori, nunquam iam posthac basia surripiam.
Aunque, al fin y al cabo, los basia no son sino una cosecha de osculos, pues lo utiliza al final del mismo poema: sit nostrae seges osculationis (Poema 48).
Algo que sí que queda claro es que a un amigo no le da basia ni utiliza el verbo basiare, sino que emplea derivados de sauium, eso sí, también en la cara y en la boca: ut mos est tuus, applicansque collum, iucundum os oculosque sauiabor (Poema 9).
También utiliza sauium o derivados en los carmina 78B, 79 y 99: quod purae pura puellae sauia comminxit spurca saliua tua. sed tamen hic pulcher uendat cum gente Catullu, si tria notorum sauia reppererit. Surripui tibi, dum Iudis, mellite Iuuenti, sauiolum dulci dulcius ambrosia.
Asimismo, si nos centramos en las construcciones con verbos de apoyo, vemos que ya Catulo empleaba el verbo dare, al igual que, en la actualidad, el castellano, el italiano o el portugués. No obstante, no termina de quedar claro si esta construcción ya estaba fijada en la época o no, puesto que, primero, en el poema 5, en imperativo, le pide da mi basia mille (verbo dare), aunque después, para hacer referencia a estos, dice cum milia multa fecerimus (verbo facere), algo que
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desarrollaremos más adelante y que puede resultar significativo para la situación actual en las diferentes lenguas románicas. Por último, cabe señalar que las unidades léxicas osculum y sauium se han ido diluyendo a lo largo de los años, terminando por desaparecer, en el caso del segundo, y originando el cultismo ósculo en español y òscul en catalán. No obstante, en francés, no existe tal unidad léxica con una carga semántica que haga referencia al beso, pero sí a su primer origen, el de boca pequeña, para el mundo de la zoología (al igual que en el resto de lenguas románicas): Oscule : ZOOL. Orifice arrondi par où l’éponge rejette l’eau absorbée par les pores. Chez les Éponges lamelliformes, les oscules peuvent présenter trois dispositions différentes (E. Perrier, Zool., t. 1, 1893, p. 540). TLFi.
Otro aspecto interesante es la reflexión que podemos extraer de Alfonso de Palencia (año 1490) en su Universal vocabulario en latín y en romance, quien nos informa de la carga semántica de estas lexías: Osculor. Es verbo comun […] beso que demuestra prenda de caridad: & señal de amor. Y es osculum beso que se da alos fijos. & paz alos amigos. & basium ala muger. & suauio ala manceba. Por que representa suaue & halagüeña deletaçion: nombra se de suauidad: como osculum de boca (extracto de basium en el CORDE).
Así pues, vemos que, al menos en época medieval, ya se daban dudas en cuanto a las diferencias semánticas en lengua latina entre las diferentes unidades léxicas que acabamos de comentar.
3.2. Los besos en español En la lengua de Cervantes, la acepción ‘beso’ está registrada, según Coromines (1961), desde el siglo XIII (1220-1250) y tiene su origen, como ya habíamos anunciado, en el latín basium. De igual modo, tenemos el verbo besar, derivado del basiare latino, cuya fecha sería, según este lingüista, aproximadamente en 1140. En este sen-
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tido, la información que nos ofrece el Corpus diacrónico del español (CORDE) nos envía al Poema de Mío Cid, en 1140 y, más adelante, a otras obras como la Vida de Santo Domingo de Gonzalo de Berceo (sobre el 1236), a la primera recopilación del Fuero de Aragón redactada por el obispo de Huesca Vidal de Canellas, Vidal Mayor (aproximadamente el año 1250) y a los trabajos de Alfonso X (después del 1250): Mio Cid en el cavallo adelant se llegó, fue besar la mano a so señor Alfonso, Poema de Mío Cid. fueron al padre sancto por besar las sus manos, Gonzalo de Berceo, Vida de Santo Domingo. et eill et aqueillos omnes li deuen besar la mano, Vidal Mayor (ca. 1250). Pero emperador ni Rey no les deuen a ellos dar a besar la mano. cuemo a otros omnes, Alfonso X (1256-1263).
De igual manera, el sustantivo beso también está presente a lo largo del siglo xiii, tal y como podemos comprobar con los siguientes ejemplos, igualmente extraídos del CORDE: El beso del altar signífica el beso el que dio a don Christo Judas el malapres, Gonzalo de Berceo (1228-1246) El sacrificio de la misa. o muriere por uentura fechas las desposayas, & el beso dado & e las arras dadas, Fuero Juzgo (1250-1260). muriere la esposa, si quier sea dado el beso, si quier non, Fuero Juzgo (1250-1260). Béseme con beso de la su boca, Alfonso X (1280) General Estoria.
Por otro lado, si buscamos los equivalentes del verbo besar castellano en otras lenguas románicas, vemos que este existe en catalán (besar), al igual que en italiano (baciare), en portugués (beijar) o en gallego (beixar, que convive con bicar), esto es, se dan diferentes unidades léxicas con un origen común. No obstante, en la actualidad, el francés nos ofrece el verbo embrasser, frente a la evolución etimológica esperada y a la que todo aprendiente podría llegar, esto es, baiser, con un significado sumamente diferente, tal y como apunta Coromines (1981):
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és sabut que des del període clàssic embrasser va envair per aquesta raó el domini semàntic de baiser, avui considerat tabú en el francès correcte.
Por último, cabe destacar que es sumamente frecuente utilizar una construcción con verbo de apoyo en lengua española con esta misma carga semántica: dar un beso. No obstante, podemos estar frente a un problema de uso o de traducción cuando el español está en contraste con otras lenguas románicas, dado que no en todas las lenguas se forma esta estructura con el derivado del dare latino.
3.3. Equivalencia de beso y besar en francés: baiser, bisou, bise, embrasser... Como derivado del basiare latino, encontramos el verbo baiser que, en un principio, hacía referencia el hecho de «imprimer ses lèvres en signe d’affection ou de respect sur le visage, une partie du corps d’une personne, ou sur un objet quelconque», es decir, compartía una carga semántica similar a la lengua castellana: Du lat. basiare « donner un baiser » attesté aussi bien pour désigner un baiser entre amants qu’un baiser de politesse ou de respect (TFLi).
No obstante, con el tiempo, este verbo ha acabado derivando en «faire l’amour avec, posséder» o incluso en «Attraper, tromper, battre», (TLFi). En la misma línea, en el DHLF, encontramos lo siguiente: Son emploi dans un contexte amoureux (XIIe s.), en construction transitive et absolue (1461) a conduit à un emploi érotique par euphémisme pour «posséder charnellement». Cet emploi est attesté aux XVIe et XVIIe s., notamment chez les burlesques, mais il est alors ambigu, le sens «décent» étant encore très usuel. Néanmoins, le «baiserai-je, mon père ?», dans Molière, faisait déjà rire. L’emploi érotique a conduit au replacement de baiser au sens initial par embrasser.
Así pues, estamos, en palabras de Coromines (1981), frente a un «desastre estilístic», puesto que la evolución de la lengua trajo la confusión entre bai (del latín badium, ‘de color alazán’ o ‘de color canela’),
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que hacía referencia al caballo y que, por una «confusió fónica amb el nom d’un èsser que servia per muntar», acabó derivando desde el punto de vista morfofonético y morfosemántico en las definiciones anteriormente expuestas, teniendo una carga semántica vulgar. Por esta razón, tal y como señala Coromines en su diccionario etimológico catalán (1981), es normal que el verbo baiser se dejase de utilizar como equivalente de besar («hom s’afanyés a retirar de l’ús un terme que donava peu a tants jocs de mots maliciosos, a tantes frases ofensives o desconsiderades per a la dona»). De hecho, en el TFLi, se nos dice que «Il n’est pas toujours aisé, lorsque le contenu n’apporte pas la précision, de discerner si l’étreinte s’accompagne ou non d’un baiser». De este modo, nos encontramos en primer lugar con el verbo embrasser, que ha seguido una construcción similar a la del verbo abrazar en español y gallego, abraçar en catalán y en portugués y abbracciare en italiano, por citar algunos ejemplos. Esta palabra deriva del latín brachĭum y del griego βραχίων y, mediante un proceso de parasíntesis, con el prefijo em– y el sufijo deverbal –er, acaba dando esta forma. Este verbo, existente en francés desde aproximadamente el año 1100, significa «tenir entre ses bras» con una connotación evidente de muestra de afecto, ocupando, como decíamos, el espacio semántico del verbo baiser ya que este «évoluait vulgairement». En segundo lugar, observamos también una preferencia por las construcciones con verbos de apoyo (en francés formal, donner un baiser; en francés coloquial, faire la bise / donner un bisou). Tal y como señala Pico Graña, se trata de un hecho que Littré (segunda mitad del siglo XIX) aborda en su diccionario, quien afirma que la expresión il lui embrasse la main «c’est mal parler», siendo lo correcto il lui baise la main, de forma que «embrasser c’est non appliquer la bouche, mais serrer dans ses bras». Esto no impidió que los autores acabaran sustituyendo la carga semántica de un verbo por otro. Finalmente, en «1932, [...] el diccionario de la Academia admitió la expresión embrasser la main» (Pico Grana, 1985: 155), así
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como los otros usos relacionados con el abrazo con un beso y con el propio acto besar: ese empleo eufemístico [...] debió de generalizarse en el siglo XIX de tal modo que en nuestros días Le Robert señala que «baiser qqn., et. abslt., baiser ne sont plus d’usage décent comme ils étaient à l’époque classique». De este modo, paralelamente a esta evolución vulgar, y provocada por ella, se produjo la sustitución de baiser por embrasser ya indicada (1985: 156).
Por consiguiente, el significado original de embrasser, esto es, el equivalente a abrazar, ha acabado originando construcciones específicas como «prendre quelqu’un dans ses bras», «serrer quelqu’un dans ses bras» y, más recientemente, «faire un câlin». Del mismo modo, aunque con un uso más reducido, también existe el verbo étreindre (del latín stringere, ‘apretar’). Si nos centramos en baiser como sustantivo, aunque su uso sigue presente en la lengua de Molière, en la actualidad, este es poco común en los registros coloquiales y en la lengua oral, en favor de bise o bisou. Su origen, tal y como aparece reflejado en el TFLi, se remonta aproximadamente a los años 950-1000 con el significado similar al español beso («action d’appliquer ses lèvres sur une partie d’un être ou d’une chose en signe d’affection ou de respect»), algo que se da en la Passion de Clermont, un poema anónimo sobre la vida de Jesús escrito en una lengua híbrida del occitano y el francés antiguo (Jhesus li bons nol refuded, al tradetur baisair doned).
3.4. La variedad léxica en catalán en torno al concepto de beso: besar, bes, besada y petó Coromines, en el Diccionari etimològic de la llengua catalana (1981), menciona que ni en catalán ni en castellano se ha dado una homonimia como la existente en francés, si bien es cierto que en catalán clásico se siguió dando una tendencia a evitar esta palabra por ser monosilábica (bes), en favor de otras variantes (un besar, en Ra-
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mon Llull; una besada, en Joanot Martorell) y, más recientemente, en catalán oriental, (un petó, unidad emparentada con hablas occitanas). El verbo besar, según el Diccionari català-valencià-balear, con un significado similar al de la lengua castellana, está presente en la lengua catalana desde el año 1204: E si el respon et yo o creu be, bes primerament la crou qui es el manteyl (Miret Templers 547, 1204). Com hom s’ajonolla e besa la terra e leva ses mans (Ramon Llull, siglo XIII). Se feu venir tots sos libres dauant e besà’ls tots e’ls abraçà (Eiximenis, siglo XIV). E null temps vos basta lo cor que’m besàsseu a vostra requesta (Bernat Metge, finales del XIV). E lançarense tots als seus peus per besarloshi (Joanot Martorell, Tirant lo Blanch, finales del XV). Te faria pudir la sua boca la qual ir, venint ab mi a dinar, sé besist (Curial e Güelfa, finales del XV). E de açò, Senyora, bese la ma, a vostra altesa (Isabel de Villena, Vita Christi, finales del XV).
De este modo, tras las búsquedas en el Corpus Informatitzat del Català Antic (CICA), aunque se ofrecen pocos datos sobre el uso de este verbo, podemos afirmar que ya en los siglos XIII y XIV se trataba de un verbo comúnmente utilizado, empleado, por ejemplo, en la Crònica de Bernat Desclot (segunda mitad del siglo XIII) y en el Llibre dels fets (de esa misma época, pero cuyos manuscritos nos reenvían al siglo XIV). Quant lo senescalc hac conegut lo rey, sí li volc besar la mà, mas lo rey non ho volc (Crònica de B. Desclot) ab los frares que y eren, e volgueren –nos besar la mà, e nós no la donam a él (Llibre dels fets del rei en Jaume I).
Si hacemos referencia a las construcciones con los verbos de apoyo en contraste, por ejemplo, con el castellano, vemos que en la normativa actual de la lengua catalana hay una preferencia por las
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construcciones con el verbo fer (‘hacer’) frente al donar (‘dar’), algo que encontramos en un artículo prescriptivo de Optimot (motor de búsqueda y recursos del Departament de Cultura de la Generalitat Catalana): El verb donar tampoc es fa servir en les expressions següents: —Fer un petó (i no donar un petó): Au, fes-li un petó. —Fer una abraçada (i no donar una abraçada): Es van fer una abraçada.
3.5. Construcciones con verbos de apoyo en las lenguas románicas Partiendo del planteamiento de La nueva gramática de la lengua española (2010), los verbos de apoyo son un grupo de verbos que están parcialmente desemantizados, de naturaleza perifrástica, que, con la ayuda de un sustantivo, crean una estructura particular. Otras nomenclaturas posibles para este tipo de verbos son verbos con soporte, estructuras con verbo ligero o estructuras con verbo liviano, entre otras muchas1, aunque en este trabajo utilizaremos la denominación construcciones con verbos de apoyo (CVA). De este modo, podemos decir que los verbos de apoyo más frecuentes son dar, tener, tomar, hacer y echar (2010: 14). Si nos centramos en el campo semántico que nos ocupa, el del beso, vemos que algunas lenguas románicas tienen una clara predilección por el verbo evolucionado del dare latino: dar un beso (español). dare un bacio (italiano). dar um beijo (portugués). dar un bico (gallego).
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En la tesis doctoral de Iván Martínez Blasco (2014) se abordan en el capítulo introductorio las diferentes nomenclaturas de los últimos setenta años.
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No obstante, vemos cómo en francés los besos «se pueden dar» (donner un bisou / donner un baiser) o «se pueden hacer» (se faire la bise / faire un bisou), mientras que la normativa de la lengua catalana nos indica que se emplea fer una bes / fer una besada / fer un petó, con el verbo fer (‘hacer’), en detrimento de donar (‘dar’). No obstante, es importante señalar desde el punto de vista sociolingüístico que, en registros coloquiales y en ambientes de diglosia o de falta de alfabetización, podemos encontrarnos con construcciones con el verbo donar (donar un bes / donar una besada – besà / donar un petó). Sobre estas bases, consideramos que estamos frente a un hecho sumamente interesante para los estudios en lingüística contrastiva, ya estén enfocados en la descripción, en la enseñanza de lenguas o en la traducción, dado que encontramos un problema de equivalencia y son múltiples los factores que posibilitarán la existencia de calcos. De este modo, en lengua catalana, se nos dice que «el verb donar es pot fer servir per indicar alguna mena de transferència d’una entitat a una altra provocada per algú que generalment controla l’esdeveniment» mientras que «no es fa servir [...] quan el subjecte no controla l’acció» (Optimot – consultes lingüístiques). En este sentido, podemos preguntarnos si acaso el hecho de besar implica que el sujeto pierde el control del acto o si, en según qué lenguas, no se entiende el beso como una «transferencia», tal y como ocurre en las lenguas hermanas. Sobre este tema, la profesora Montserrat Buendia afirma que en catalán el verbo fer predomina sobre el donar: Els verbs fer i donar en català actual formen part d’un seguit de construccions que descriuen escenes diverses. Com en la majoria de llengües gal·loromàniques, en català el verb fer predomina enfront de donar en aquestes seqüències, així com també, quan es combina amb altres substantius. En contrast amb el castellà, per exemple, diem em fa por, em fa cosa, em fa fàstic però, també, farem un passeig i vull fer-te un petó, enfront de me da miedo, me da cosa, me da asco, daremos un paseo i quiero darte un beso (2014: 158).
De esta manera, para Montserrat Buendía, el verbo donar se utilizará más bien para la idea de transferencia física, es decir, «com un
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objecte que es trasllada, que es transfereix d’un lloc a un altre». Lo que nos permite presuponer que, a lo largo de la historia, las construcciones con el verbo fer se han ido imponiendo sobre las construcciones con el verbo donar, de forma que, si alguna vez hubo una diferencia marcada, esta ha ido desapareciendo en favor del verbo fer. Dicho lo cual, vemos cómo comienza a romperse «aquesta dualitat a favor de fer», dándose cada vez más una «freqüència més alta» de este tipo de construcciones (2014: 180). Otra cosa es lo que pase más allá de los límites de la lingüística prescriptiva, donde las realidades sociolingüísticas desarrollan formas diferentes a la norma. Partiendo de estas evidencias, vemos que en catalán el principal verbo soporte es fer (‘hacer’), frente al español dar. No obstante, no siempre fue el caso y en los textos medievales podemos encontrar construcciones con verbos de apoyo con el antiguo verbo dar catalán y con el actual verbo donar. El caso del francés, en contraste con el castellano o el catalán, es diferente, dado que parece que ha habido una semantización (fijación) de las construcciones, por lo que será común encontrarnos con el verbo donner en expresiones como «donner un baiser» y «donner un bisou», pero igualmente puede aparecer el verbo faire en «se faire la bise» o «faire une bise». De este modo, se faire la bise se utilizará para hacer referencia al hecho de saludar amistosamente a alguien mediante la acción mutua de besarse (una, dos, tres o cuatro veces, según la zona), es decir, con un efecto bilateral o recíproco. Por el contrario, el verbo donner sí que tendrá un valor de transferencia, unilateral, de una persona hacia otra. Además, el verbo embrasser se mantendrá ambiguo y será el contexto el que nos indicará si estamos frente a un beso o a un abrazo.
4. CONCLUSIONES A modo de conclusión, es posible afirmar que la lingüística románica, como disciplina paraguas, todavía tiene muchos frentes pendientes, dado que cuenta con numerosos enfoques y es heredera de
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una gran tradición. Desde este planteamiento, hemos podido analizar la evolución morfosemántica del beso en los últimos milenios, viendo cómo la palabra sauium acaba desapareciendo, el osculum sigue presente pese a que tenga un uso sumamente reducido al registro culto y el basium, como apuntaba Luque Moreno (2018), es el origen de la gran mayoría los besos que actualmente existen en las lenguas románicas. Si nos centramos en el verbo, pese a que todas las lenguas tienen un origen común, como es el caso del español y del catalán (besar), la evolución fonética ha provocado que, en el caso del francés, hoy se prefieran otros verbos (embrasser frente a baiser) o sea necesario utilizar una construcción con verbo de apoyo (donner un baiser / donner un bisou). El motivo no es otro que la carga semántica que, según el contexto, puede resultar extremadamente vulgar. Si nos centramos en el sustantivo, vemos que, para el francés, seguimos encontrando baiser, relegado a un registro culto o literario y, como decíamos, pendiente de una construcción especial, por lo que se preferirán otros sustantivos como bise o bisou. El caso del catalán es complejo, porque según la zona encontraremos derivados de basium, como bes, besar o besada, mientras que en otras zonas se dará una preferencia por la palabra petó, de otra raíz. Cabe señalar que algunos autores como Coromines explican que bes tiene un uso menor por tratarse de una palabra monosílaba. En el caso del español, tanto el sustantivo (beso) como el verbo (besar) se han mantenido prácticamente intactos desde el siglo XII. Por ello, en contextos multilingües relacionados con los procesos de enseñanza/aprendizaje o de traducción, es necesario que se tengan en cuenta los diferentes usos y problemas que estos pueden suponer para los diversos actores participantes en lo referente a la equivalencia. Algo similar ocurre con el uso de los verbos de apoyo, dado que, mientras que en español (y en la mayoría de lenguas románicas) hay una clara predilección por el verbo dar en este tipo de construcciones, no es el caso para el francés (que tiene dos, donner y faire, según el uso que se haga) o para el catalán (donde la normativa prescribe
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el verbo fer). Por ende, creemos que en estos casos el contexto, los ejemplos y la información adicional que se le proporcionen al individuo, en base a sus propias necesidades y conocimientos, serán cruciales para proveer un uso efectivo de cada uno de los términos.
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Diccionario de términos clave de ELE Institut d’Estudis Catalans (IEC): Corpus textual informatitzat de la llengua catalana Diccionari català-valencià-balear Diccionari de la llengua catalana Diccionari descriptiu de la llengua catalana Real Academia Española: Corpus diacrónico del español Diccionario de la lengua española Real Academia Galega – Xunta de Galicia: Dicionario de Galego Dicionario de la Real Academia Galega < http://academia.gal/dicionario> Otros: Corominas, J. y Pascual, J. (1997). Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Madrid: Editorial Gredos. Coromines, J. (1983). Diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana. Barcelona: Curial Edicions Catalanes i la Caixa. Corpus Informatitzat del Català Antic Salvá, V. (1843). Nuevo Valbuena o Diccionario latino-español. Formado sobre el de Don Manuel Valbuena, con muchos aumentos, correcciones y mejoras. Valencia: Librería de Mallen y sobrinos. Segura Munguía, S. (2013). Nuevo diccionario etimológico Latín-Español y de las voces derivadas. Deusto: Universidad de Deusto. Rey, A. (2012). Dictionnaire historique de la langue française. Paris: Le Robert. (de) Vaan, M. (2008). Etymological Dictionary of Latin and the Other Italic Languages. Leiden: Brill.
Capítulo 5
El uso de los corpus orales para el análisis de los fenómenos semántico-pragmáticos en español: el caso del estilo indirecto libre y del estilo cuasi indirecto en el discurso oral Andreja Trenc Univerza v Ljubljani [email protected] RESUMEN: El objetivo de la presente propuesta es presentar la aplicabilidad metodológica de los corpus orales, en general, y el CORPES XXI (RAE, 2016) en particular, para el análisis de los fenómenos pragmático-discursivos: el discurso indirecto libre (DIL) y el discurso cuasi indirecto (DQI) en el español peninsular oral. El presente estudio se propone investigar dos aspectos. El primero se refiere a la posibilidad de estudiar las relaciones pragmáticas entre la perspectiva discursiva adoptada por el hablante en la enunciación con los criterios formales de búsqueda en el corpus. El segundo aspecto versa sobre si el discurso indirecto libre y el cuasi indirecto se pueden interpretar como dos principios semántico-pragmáticos universales inscritos en el propio sistema de la lengua, es decir, en el significado semántico de ciertas categorías gramaticales, como el verbo, cuando estas se usan en el contexto para evocar la coincidencia de diferentes puntos de vista, y por tanto, trasgreden las clasificaciones tradicionales de los recursos estilísticos literarios. En relación con la primera pregunta, se ha aplicado el criterio de búsqueda por categorías gramaticales en el CORPES XXI, y en relación con la segunda, se han analizado las relaciones semántico-pragmáticas entre las categorías gramaticales que coaparecen en el DIL/DQI. ABSTRACT: The present paper is centered on demonstrating general methodological applicability of the oral corpora, and Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES), in particular as resources for the analysis of discourse-pragmatic phenomena in the oral discourse of the European variety of Spanish: el discurso indirecto libre (DIL) and el discurso cuasi indirecto (DQI). Two central aims persued by the present investigation are: promoting the possibility to analyze with formal criteria offered by the selected corpus pragmatic relations of the adopted discourse point of view and accounting for a systematization of DIL and DQI as universal semanticpragmatic principles operating on the level of semantic meanings adhered
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El objetivo de la presente propuesta es presentar la aplicabilidad metodológica de los corpus orales, en general y el corpus general Corpus del Español del Siglo XXI, CORPES (Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, 2016), en particular, para el análisis de los fenómenos pragmático-discursivos del discurso indirecto libre y el discurso cuasi indirecto en español peninsular oral. El presente estudio se propone investigar dos aspectos; el primero se refiere a la posibilidad de valorar empíricamente la validez del corpus oral para analizar con los criterios formales las relaciones pragmáticas entre la perspectiva discursiva adoptada por el hablante en la enunciación y los mecanismos lingüísticos que la codifican en los enunciados correspondientes al DIL y el DQI1. El segundo versa sobre si el DIL y DQI se pueden entender como dos principios semántico-pragmáticos generales en el discurso, inscritos en el propio sistema de la lengua, es decir, en la semántica de ciertas categorías formales, como es el verbo, cuando estas se usan en el contexto de la enunciación para evocar la coaparición de varias voces discursivas coincidentes. De acuerdo con los puntos de partida expuestos, este trabajo está dividido en tres partes: en la primera se propone definir los fenómenos DIL y DQI desde las perspecti-
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Se usarán a partir de aquí las siglas DIL y DQI para referirse al discurso indirecto libre y el discurso cuasi indirecto, respectivamente. La terminología adoptada sigue la propuesta de Maldonado (1991, 1999).
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vas sintáctica, basada en la estructura oracional y enmarcadas en las correlaciones con los fenómenos del estilo (in)directo canónico, y desde la perspectiva discursiva, relacionada con el uso del DIL y DQI como recursos estilísticos propios a ciertas formas del discurso escrito. La complejidad taxonómica de clasificar los fenómenos estudiados, debido a la ausencia de ciertas marcas formales propias a las dos formas prototípicas del discurso referido: el discurso directo y el discurso indirecto canónico o estándar, junto con la hibridez formal y ambigüedad discursiva de atribuirles a dos procedimientos estilísticos de cita en varios contextos discursivos (textos narrativos) motiva la necesidad de proponer, en la segunda parte del trabajo, una clasificación basada en los significados pragmáticos que se extienden desde los valores semánticos básicos de los constituyentes gramaticales que los componen, capaces de dotarles de una interpretación polifónica. En la tercera parte se corrobora la validez del criterio de análisis semántico-pragmático propuesto para describir exhaustivamente los mecanismos polifónicos híbridos del DIL y DQI al nivel de enunciación (más allá del enunciado) y al nivel del valor semántico de algunos de sus constituyentes (más allá de las clasificaciones estilísticas del DIL o DQI), analizando, para ello, las ocurrencias del DIL y el DQI en el corpus de textos no literarios con la metodología adoptada. La corroboración de la hipótesis de la articulación de la coincidencia de voces polifónicas correspondientes al DIL y DQI fuera del marco discursivo al que están comúnmente adscritos del contexto narrativo/escrito, podría contemplar estos dos fenómenos como procedimientos absolutamente generales, atribuidos a las propiedades semánticas del sistema de la lengua en comunicación.
1. RASGOS DEFINITORIOS DEL DISCURSO INDIRECTO LIBRE Y EL DISCURSO CUASI INDIRECTO En relación con la primera pregunta de investigación se ha intentado definir qué lugar ocupan el DIL y el DQI en el discurso; apoyándose tanto en la norma (Maldonado, 1991; NGLE, 2009) como también en
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las definiciones acuñadas en el seno de la teoría literaria y la estilística del texto narrativo (Bally, 1912; Bahtin, 1929, Banfield, 1993), y la pragmática (Reyes, 1993, 1994; Rajić, 2012). El objetivo del presente capítulo es precisar los rasgos que definen estos dos tipos de enunciado, por lo que se ha dividido en dos subepígrafes: en el primero se exponen los rasgos sintácticos que clasifican el DIL y el DQI entre las formas (híbridas) del discurso referido, y en el segundo se versará sobre la función de estos dos mecanismos lingüísticos en la enunciación comunicativa; las condiciones ligadas a la relación epistémica del hablante ante el contenido de las palabras y la selección correspondiente de un mecanismo discursivo frente al otro, es decir, las relaciones existentes entre el discurso polifónico y las codificaciones lingüísticas correspondientes al enunciado del DIL o el DQI.
1.1. El discurso indirecto libre y el cuasi indirecto desde la perspectiva sintáctica La estructura de la doble enunciación polifónica del discurso indirecto libre y el discurso cuasi indirecto representa unas ambigüedades difíciles de interpretar desde el punto de vista estrictamente sintáctico u oracional: por un lado, el DIL abarca los límites sintácticos entre el discurso directo y el discurso indirecto, excluye del marco citador el verbo declarativo en forma personal que indique explícitamente la entidad a la que se atribuye el contenido del texto citado, mantiene, además, los adverbios y las locuciones temporales que están ancladas en el momento de la enunciación correspondiente a la inmediatez situacional del enunciador (efectivo) del texto, a la vez que la información descrita por el predicado en uno de los paradigmas del pasado, (el imperfecto de indicativo o condicional), marcan un distanciamiento del locutor frente al enunciador. El tiempo gramatical del predicado, correspondiente al momento de enunciación alejado del momento de la realización exacta de la acción descrita por el predicado y definida, además, por las referencias temporales (los adjuntos temporales) establecen las discrepan-
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cias de sentido. Los rasgos formales del discurso indirecto libre que lo relacionan con el discurso indirecto canónico son, por tanto: el verbo en el paradigma del imperfecto de indicativo o el condicional simple, el centro deíctico en tercera persona anclado en el locutor que cita (Maldonado, 1999: 3552). Otros rasgos, propios del discurso directo, ponen el foco en la entidad del enunciador efectivo del discurso citado: los adjuntos temporales del presente o futuro, además de la posibilidad de incluir los vocativos o el idiolecto de la entidad hablante (ibid.). El discurso cuasi indirecto representa una distribución formal de la información diferente del discurso indirecto libre, lo que posibilita, entre otros rasgos específicos, que este mecanismo pueda atribuirse también a las tipologías discursivas no literarias, como es el lenguaje periodístico, según afirman Hickmann (1993: 65), Karam (2006: 191), Maldonado (1999: 3553), Rajić (2012: 298) y Reyes (1984: 267). A pesar de la ausencia de las marcas sintácticas formales en forma del verbo discursivo en la oración principal para desambiguar a la entidad discursiva, se mantiene en esta estructura siempre el eje deíctico en la tercera persona y en el pasado mediante la codificación correspondiente: los pronombres en tercera persona y el predicado en uno de los paradigmas del pasado, como es, por ejemplo, el condicional simple. La ausencia de las marcas formales explícitas al nivel oracional del DIL y del DQI imposibilitan una traslación unívoca y literal de los constituyentes sintácticos en una de las formas del discurso reproducido canónico, a no ser que se produzcan los cambios o las ambigüedades del sentido. Una consecuencia lógica que se deriva de la hibridez formal de los enunciados polifónicos analizados, junto a muchas manifestaciones pragmáticas del discurso polifónico que son, según Rajić (2010: 519), las expresiones de la negación presupuesta, la ironía, la parodia, etcétera, es que las relaciones enunciativas entre las entidades polifónicas, los locutores o las «voces» enunciativas quedan excluidas del análisis al nivel de la estructura oracional. Por la ausencia de un contexto discursivo más amplio en el que se analizarían las estructuras oracionales en cuestión, sin el verbo discursivo en forma personal y las relaciones sintácticas de la concordancia temporal en la subordinada, resulta
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difícil precisar cuándo ocurre el momento de enunciación (dada la incompatibilidad del sentido entre el adverbio del tiempo y el paradigma del pasado; como en el ejemplo El tren llegaba a las ocho), quién(es) habla(n) en la enunciación que podemos atribuir también a un solo locutor (en un discurso no polifónico, por ejemplo, cuando habla sobre los acontecimientos habituales; El tren llegaba a las ocho.), y a quién le corresponden las percepciones y la conciencia descritas. La concepción del DIL como un proceso discursivo general, que determina las relaciones entre el locutor y los enunciadores según los grados de la actualización del momento de la enunciación puede justificar una distribución temporal en la estructura oracional que no siempre corresponde a la consecutio temporum. Las implicaciones pragmáticas coherentes con la articulación del DIL o el DQI sugieren una interpretación desde el contexto de enunciación, en el que, según los preceptos teóricos de Bahtín (1963: 297), se ponen de manifiesto las relaciones epistemológicas dentro del discurso polifónico, que representa «discurso sobre el discurso» además del «discurso dentro de otro (discurso)». La concepción del DIL y DQI como dos procedimientos semántico-pragmáticos generales provienen de la capacidad de cada enunciado, según O. Ducrot (1988) de referir su propio contexto de enunciación, la capacidad de autorreferencia, ampliando sus valores semánticos básicos con los significados pragmáticos polifónicos. Un análisis semántico-pragmático, propuesto por este investigador, puede, por tanto, indicar una fuente de enunciación secundaria en contextos, en los que el enunciador no esté explícitamente indicado, mediante el sujeto en primera persona y el predicado con el verbo discursivo correspondiente.
1.1. El discurso indirecto libre y el discurso cuasi indirecto desde una perspectiva semántico-pragmática Dada la imposibilidad de clasificación de los mecanismos polifónicos híbridos entre las sistematizaciones sintácticas tradicionales, por su incompatibilidad formal con las estructuras del discurso refe-
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rido canónico, junto con la adhesión al contexto de la enunciación, desvinculó estas dos formas de la posibilidad de interpretación en cualquier contexto discursivo, limitando, por tanto, su uso a los contextos estilísticos, al uso de la lengua literaria que permitía la tergiversación de las voces discursivas coaparecidas, solapadas o dialogadas. De ahí que Reyes sostenga que «en los textos no literarios, el estilo indirecto libre es un préstamo literario, una figura usada como tal figura, que tiñe de una ligera «ficcionalidad» las afirmaciones del locutor» (Reyes, 1984: 264). Si bien es incuestionable la contribución de los trabajos citados al corpus de los (con)textos para el análisis pragmático-discursivo de los fenómenos citados, en el trabajo propuesto se argumenta a favor de un modelo de análisis más general o complementario al primero, según el que la forma discursiva adoptada por el hablante se deriva de las relaciones semánticas alteradas del contenido procedimental de algunas formas gramaticales presentes en DIL o DQI que se deben a las extensiones pragmáticas (polifónicas) de sus valores básicos. Esta definición del DIL y DQI como dos procedimientos generales, que proceden de los valores semánticos básicos de ciertas categorías lingüísticas, imposibilita una clasificación taxonómica uniforme, lo que dio pie a diferentes interpretaciones de los fenómenos, que se enmarcaron con frecuencia en el seno de la estilística y la teoría literaria, a saber: la modalidad del estilo directo en los textos literarios narrativos, el monólogo interior narrado, etc. La naturaleza contextual de las posibilidades de interpretar el significado polifónico implícito del DIL y el DQI en el marco de la enunciación, o, en palabras de Oswald Ducrot quien definió los postulados de la polifonía lingüística: «los propios enunciados determinan [las condiciones de] su enunciación» (Ducrot, 1988: 174). Las marcas de polifonía que permiten la interpretación de las formas del discurso referido y son capaces de dotarles a las formas sintácticamente híbridas de los enunciados del sentido de una confluencia de distintas voces discursivas (o el «entramado polifónico», en las palabras de Ducrot, 1984), dependen de la semántica de los constituyentes formales que componen el enunciado y tienen el potencial
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de extender los propios valores básicos, como es el aspecto o el modo verbal, gracias al contexto de enunciación en el que se proyectan. La capacidad de los enunciados para generar los significados en una enunciación forma parte, según Ducrot, de la «pragmática lingüística»: Dicho de un modo general, cada enunciado ya determina su enunciación, y el hecho de determinarla constituye, en mi opinión, el sentido de este enunciado. La tarea de la pragmática semántica (lingüística) consiste, en mi opinión, en explicar, qué hace cada discurso —desde el punto de vista del enunciado. Para poder hacer esto, sería necesario describir sistemáticamente las imágenes de la enunciación que lleva el enunciado (Ducrot, 1988: 172).
Las conclusiones al respecto de los preceptos propuestos por Ducrot acentúan la relevancia del contexto en el que se encuentra la estructura polifónica y la importancia del significado polifónico de algunas categorías formales por sí mismas2. Además, corroboran la propiedad absolutamente general de algunas categorías formales para denotar los valores polifónicos en el contexto de enunciación con las ampliaciones de sus significados básicos. La metodología de análisis del corpus oral elegido está en consonancia con los preceptos teóricos de la semántica-pragmática de los fenómenos de la polifonía lingüística, que, además de ofrecer una búsqueda formal del DIL y DQI basándose en la combinación de diferentes categorías formales en cada una de las estructuras (las secuencias) oracionales, se destaca también por una mayor precisión de la selección de los datos relevantes en el corpus basados en unas categorías formales en vez de la búsqueda «clásica» por los lexemas aislados en otros corpus generales disponibles en línea, que resultan
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En este sentido habría que diferenciar el potencial de algunas categorías formales de crear en ciertos contextos los significados de la doble enunciación polifónica como extensión de su semántica básica (en castellano), de las marcas epistémicas codificadas en la morfología de la lengua que es propiedad de algunos idiomas indoeuropeos.
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menos apropiados para un análisis semántico-pragmático. Si, según las hipótesis planteadas, DIL y DQI se pudieran analizar (detectar) mediante la aplicación del corpus oral elegido también fuera del marco del texto escrito (literario), eso es, en el discurso oral, gracias al análisis de los procesos semántico-pragmáticos de la dotación del sentido relevante a la información ligada a los enunciados polifónicos, se podría argumentar, de hecho, a favor de los dos principios derivados del propio sistema de la lengua, y, además, corroborar la hipótesis de partida sobre la relevancia de la aplicación de un análisis semántico-pragmático para una descripción exhaustiva del DIL y DQI.
2. EL MODELO METODOLÓGICO DEL ANÁLISIS DEL CORPUS La naturaleza contextual de la articulación del DIL y DQI, respectivamente, a ausencia de las marcas formales de la codificación al nivel del enunciado, da pie a una interpretación que depende exclusivamente del contexto de enunciación, como implicatura, emprendiendo unos procesos cognitivos para descifrar sus significados polifónicos. Si el sentido de los dos mecanismos polifónicos se enmarca entre los procedimientos entendidos como implicaturas conversacionales, sería interesante observar el proceso de la (de)codificación del significado citativo desde el punto de vista de las condiciones que apoyan su correcta interpretación en un intercambio comunicativo en el que se barajan los significados epistémicos a mayor coste interpretativo o cognitivo requerido por parte de los interlocutores implicados. Para la debida atribución del significado implícito a las formas del DIL y DQI y para poder ser capaz de argumentarla con los principios válidos en un contexto de conversación en la que se usan, habría que contemplar una serie de incumplimientos de las máximas conversacionales (Grice, 1975) en la semántica del DIL y el DQI. Veamos los ejemplos del DIL y el DQI en el contexto de las máximas conversacionales, o, mejor dicho, en relación con el incumplimiento
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de los principios de conversación para que se dé lugar a la creación del significado implícito (polifónico). La máxima de cantidad supone que la «contribución sea todo lo informativa que requiera el propósito de la información» (Grice, 1975: 45), que no contenga ni más ni menos información de los necesario para que los interlocutores puedan hacerse con el mensaje intencionado de la conversación. Puesto que tanto el DIL como el DQI presentan una estructura tergiversadora (Reyes, 1984) o híbrida (Rajić, 2012), sin incluir una referencia explícita al autor efectivo de la información mediante el marco citador o el verbo discursivo en forma personal, queda obvio, pues, que el sentido explícito de los enunciados polifónicos no proporciona información suficiente para que el significado polifónico sea claro. La máxima de calidad se basa en los principios ontológicos de la verdad y obliga a que los interlocutores transmitan «información verdadera» (Grice, 1975: 46). Desde el punto de vista de la doble enunciación polifónica, cualquier mecanismo imposibilita una traslación unívoca de la información citada por la transferencia entre los locutores; el enunciador que produce y el locutor que reproduce la información. En el caso del DIL, por ejemplo, la selección del paradigma verbal del predicado (pasado) no corresponde a las condiciones vigentes en el momento de enunciación que pueden ser, en efecto, anteriores, posteriores o simultáneas, sino que estas se describen desde el momento en el que se recupera el contenido del texto original. La realidad de la experiencia, anclada en el enunciador y marcada por los adjuntos temporales actuales (ahora, en este momento, mañana, etcétera) no corresponde a las circunstancias válidas en el momento de la citación, por lo que solo puede crearse una imagen discursiva ilusioria de dos puntos de vista superpuestos, incapaces de darse dentro de las condiciones de una conversación «real». La máxima de la relación o la relevancia, vinculada con la máxima de cantidad, determina la articulación de unos «enunciados pertinentes o relevantes» (Grice, 1975: 47) a la conversación para poder contemplar el principio de cooperación. Se trata del cumplimiento de
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unos criterios lógicos de los argumentos incluidos en la conversación; el inclumplimiento de esta máxima y la contribución al significado implícito como su último resultado supone, según este principio, caer en el absurdo o producir significados contradictorios, a no ser que los participantes en la conversación busquen estrategias para suplir los conflictos comunicativos manteniendo la inversión cognitiva mínima en la resolución de los conflictos, forzando una lectura explícita de la información o recurriendo al contexto. Este principio, conocido como el Segundo Principio de Relevancia, supone que: «todo acto de comunicación ostensiva comunica la presunción de su propia relevancia óptima» (Sperber y Wilson, 1995: 260). Las incompatibilidades semánticas en las estructuras del DIL y DQI que sugieren una lectura implícita polifónica se pueden resumir, siguiendo el modelo propuesto por Vidall y Leonetti (2005), en las discrepancias entre el significado semántico de las categorías del verbo (el aspecto y el tiempo3) y el entorno enunciativo en el que se insertan; los conflictos semánticos entre el predicado télico y el valor aspectual del paradigma verbal del predicado (el imperfecto de indicativo o el condicional, en este estudio), que presenta la acción descrita por el verbo como imperfectiva, aspectualmente abierta o presentada en el curso del desarrollo. La propuesta de analizar el DIL y el DQI desde la perspectiva de la interpretación de las incompatibilidades semánticas entre los valores prototípicos de las categorías del verbo y el contexto de la enunciación en el que se insertan para ganar un contenido relevante de la doble enunciación, parece, en primer lugar, estar en consonancia con la función metadiscursiva de las propias categorías gramaticales que determinan su estructura y, en el segundo lugar, ofrecer un marco de análisis que consolida la
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El valor polifónico del imperfecto que expresa una enunciación anterior presupuesta en relación con el valor (temporal) básico del imperfecto en contexto del presente (el co-pretérito de A. Bello), puede aceptar la extensión de sus valores temporales, de una proyección hacia el presente, además de los estrictamente aspectuales, si se tienen en cuenta las propuestas teóricas más novedosas, como es, por ejemplo, la hipótesis de focalizador de una enunciación (Zamorano y Martínez Atienza, 2014).
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semántica y la pragmática, el potencial significativo de los elementos formales para referir las fuentes de información del enunciado en la enunciación, como asevera Ducrot (1988). Con el cambio del enfoque metodológico para el estudio de las funciones discursivas del enunciador y el locutor desde una perspectiva semántico-pragmática, la polifonía lingüística de Ducrot da cuenta de los tipos de enunciaciones en las que la coincidencia de diferentes «voces» discursivas no viene marcada explícitamente en la estructura oracional, es decir sin «una marca explícita ni la instrucción implícita de la primera persona, y por ello sin atribución de la responsabilidad de la enunciación a ninguna entidad determinada» (Ducrot, 1988: 194), sino a través del significado de los elementos lingüísticos que conforman los enunciados. La laguna metodológica existente en el análisis de las formas discursivas polifónicas que, a ausencia de las marcas sintácticas explícitas, no pueden ser sistematizadas entre las modalidades del discurso indirecto canónico, parece ser justificada a favor de la introducción de un criterio alternativo para poder descifrar las relaciones semánticas y, en consecuencia, el sentido de los enunciados polifónicos (híbridos). Escandell Vidal y Leonetti (2005: 10) proponen una vía de resolución estratégica y cognitiva de las interpretaciones de los tipos de los enunciados mencionados cuando se dan en la propia estructura del enunciado (polifónico) las incompatibilidades entre el significado semántico de las categorías lingüísticas y el entorno contextual en el que se insertan, como consecuencia de la compensación de una interpretación pertinente4 de la información referida a la doble enunciación polifónica (la coincidencia de las «voces») que encierra los significados evidenciales: «Hemos comprobado que, en el caso del uso del indicativo en español, las inferencias que conducen hacia el estatuto citativo o interpretativo no están gobernadas por elementos gramaticales, sino que surgen como vías de resolución de incompatibilidades semánticas» (Escandell Vidal y Leonetti, 2005: 10).
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De acuerdo con el Segundo Principio de la Relevancia (Sperber y Wilson, 1995: 260).
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Parece que la coincidencia del locutor y los enunciadores no se manifiesta al nivel de la estructura oracional, como ocurre en las dos formas del discurso referido, a saber: el discurso directo y el indirecto, sino que se obtiene a través de la semántica de algunas categorías formales (en el caso del verbo, extendiendo los valores básicos de las categorías del aspecto y el modo), eso es, como consecuencia de compensación del conflicto semántico entre el significado (básico) de las categorías formales mencionadas y el significado contextual que obtienen al ser insertadas en el contexto de enunciación5. Una sistematización adecuada de los enunciados, como el DIL y DQI, cuya marca formal polifónica (el sentido de la referencia de información «de segunda mano») depende de la compensación del significado semántico de las categorías lingüísticas, se puede corroborar, en efecto, con la inherencia del significado polifónico al sistema del (aspecto) verbal, que procede, como tal, de la naturaleza semántica o procedimental de algunas formas verbales. El procedimiento descrito está en consonancia con los principios de la semántica-pragmática de Ducrot (1988), porque pone en relación los usos citativos (Reyes, 1984, 1990), la intertextualidad discursiva (Escandell Vidal y Leonetti, 2005) y el potencial del sistema lingüístico para codificar mediante el valor de las categorías formales la doble enunciación discursiva. De este modo la polifonía lingüística del DIL y DQI no se limita a la sistematización (tradicional) estilística entre los tipos específicos de organización discursiva.
3. LOS RESULTADOS DEL ANÁLISIS DEL CORPUS De acuerdo con la tercera pregunta de investigación se ha analizado, con los criterios estadísticos disponibles del corpus, la ocurrencia
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Algunos de los usos citativos o evidenciales que siguen la estrategia semántica de resolución de la incompatibilidad del significado entre la categoría formal y el entorno enunciativo, que se mencionan en el estudio de Escandell Vidal y Leonetti (2005: 3-10), abarcan también los usos pragmáticos de algunos paradigmas verbales; el imperfecto y el condicional citativos y algunos usos del modo subjuntivo.
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de las manifestaciones del DIL y el DQI en el discurso oral, pese a su circunscripción general a las tipologías de la comunicación escrita, para poder argumentar a favor de la universalidad del principio semántico-pragmático de la polifonía lingüística en el discurso en general y para poder ampliar sus contextos del análisis más allá del marco del lenguaje literario; como se defiende por las clasificaciones tradicionales del DIL.
3.1. El criterio de la obtención de las muestras del DIL y el DQI La selección metodológica de la base de datos para la investigación empírica del DIL y el DQI está apoyada en la objetividad del análisis facilitada por la herramienta de búsqueda sobre una base de datos aleatorios (CORPES XXI se enmarca entre los corpus generales, de acceso libre), extensos y actuales (contiene más de 8.300 000 muestras del discurso oral en la versión publicada en el 2016)6, la posibilidad exclusiva de combinaciones simultáneas de unos criterios de búsqueda abstractos (la secuencias de las categorías gramaticales, como es, por ejemplo, por la categoría del tiempo, el modo o el aspecto verbal) y la exhaustividad de las tipologías discursivas incluidas entre las muestras para un análisis pragmático o el estudio de los factores contextuales (que amplían las posibilidades de investigación de los resultados más allá del marco del análisis formal). La aplicación del criterio de búsqueda en el corpus oral a través de las relaciones entre las categorías formales (el tiempo y el aspecto verbal) sobre la base de datos del corpus oral CORPES XXI podría, efectivamente, corroborar, en primer lugar, la presencia de los fenómenos polifónicos estudiados —el DIL y el DQI— en los tipos de comunicación oral, ya que la herramienta de búsqueda permite no solo buscar por lemas aisladas, sino también analizar las relacio-
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La objetividad de la metodología basada en los corpus de la lengua se argumenta en los trabajos de Briz (2009: 128) y Rojo (2016: 285).
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nes entre los constituyentes en las estructuras oracionales complejas (López Alonso, 2016: 105) y respaldar el modelo de sistematización de los fenómenos polifónicos estudiados desde una perspectiva más compleja que consolida los principios de la semántica y la pragmática (y los principios cognitivos de gestión de la conversación). La aplicación de los procesos generales de la creación del significado polifónico podría demostrar, efectivamente, que la interpretación de estos dos fenónemos corresponde a la naturaleza semántica de sus constituyentes y no al entorno específico del discurso literario en el que tradicionalmente se enmarcaba. En la primera versión del corpus CORPES XXI fueron incluidos los 277 millones de lemas7, de los que el 30 % correspondía a los textos de la variedad europea del español, y, de estas, el 8 300 000 de muestras pertenecían al discurso oral, lo que se incluyó en la base de datos de la presente investigación empírica. Otra ventaja metodológica del corpus seleccionado para esta investigación que ha motivado una de las razones de su selección, es también el alcance de las posibilidades del análisis en varios niveles a la vez, a saber: el morfológico, el sintáctico, el semántico, lo que parece idóneo para la aplicación de un modelo de análisis complejo, basado en los principios de la semántica y la pragmática. Además, las herramientas de la interfaz informática del CORPES XXI permiten la posibilidad adicional de aplicar en la búsqueda la combinación de varios criterios simultáneos distribuidos en la secuenciación, lo que resulta especialmente relevante para un análisis de las relaciones entre las categorías del verbo coaparecidas: el aspecto (imperfectivo) y el tiempo (el imperfecto de indicativo, el condicional simple), junto con los adjuntos temporales
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En comparación con otros corpus orales del español más extendidos según los números de concordancias incluidas: el Corpus de Referencia de Español Actual – CREA (RAE, 2008), con las 4,5 de muestras incluidas en el español oral europeo, el corpus confeccionado por el grupo Val.Es.Co con 341 horas de grabaciones de conversaciones orales y el Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y de América (PRESEEA), con aproximadamente 53 horas de grabaciones de las muestras orales en castellano.
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que caracterizan el enunciado del DIL (ahora, en este momento, mañana, etcétera), algunos deícticos correspondientes al locutor (aquel) y la marca de tercera persona, secuenciados a distancia en la misma secuencia de búsqueda. Con este filtro metodológico, se ha reducido el corpus entero a las 3499 muestras en total correspondientes a diferentes tipos del discurso polifónico, a excepción de las muestras que en esta fase de búsqueda han dado resultados aleatorios, es decir, las coapariciones de las categorías verbales que no establecieron una relación polifónica (sino que coaparecieron a cierta distancia estimada en la secuencia). Las muestras del DIL y DQI equivalían a menos del uno por ciento de las 3499 concordancias correspondientes a una de las formas del discurso polifónico, con lo cual se podía valorar positivamente el potencial aplicativo de la base de datos general para la búsqueda o análisis de estos dos fenómenos en el marco de la polifonía lingüística.
3.2. El análisis de las muestras Se analizan, a continuación, estos principios aplicados a las cuatro8 muestras correspondientes al DIL y el DQI del corpus CORPES XXI. En el ejemplo estudiado (1) la incompatibilidad semántica se da entre el significado aspectual télico de los predicados asesinaba y se suicidaba, que presentan dos acciones perfectivas o terminadas en su proceso, mientras que la forma del imperfecto de los predicados parece contradecir su contenido, puesto que se representa una acción en curso. (1) Los hechos se remontan a la tarde de ayer, cuando Mariano Arroyo, de 43 años, asesinaba a sus dos hijos de seis y ocho años, y seis horas más tarde se suicidaba […] (CORPES XXI, La brújula del mundo: noticias 20:00 h, 04/02/2002).
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Por razones de extensión y la organización del trabajo, no se han podido analizar todas las muestras (nueve en total) del análisis del corpus, incluidas en un estudio original que forma parte de una investigación doctoral más amplia.
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El efecto generado parece compatible, pues, con muchos de los otros usos pragmáticos del imperfecto, como es el iterativo9, sin embargo, el propio significado del contexto en el que aparece junto con referencias a las aciones perfectivas (asesinar, suicidarse), esto es, delimitadas en su curso, parece restringir una posible lectura iterativa. La única interpretación factible, pues, parece la polifónica, la de una noticia facilitada «de segunda mano» o de que el locutor basa su evidencia en una noticia escuchada, testimoniada o facilitada antes por otro(s) enunciador(es) (quizás los testigos de la acción central que conforma la noticia). (2) Oye, cuéntanos, ¿qué tal el niño que ayer, precisamente, podía ya participar en una prueba del Campeonato del Mundo? Giorgio Lorenzo, que ayer mismo cumplía sus 15 añitos [...] (CORPES XXI; En marcha: noticias deportivas, Onda Cero, 05/05/2002). (3) Pero, ese sí, efectivamente tiene visos de verosimilitud lo que nos contaba lo que nos contaba Paco. Si efectivamente desertan los padres de las criaturas de los gases que habían preparado los soviéticos, entonces soviéticos, a los Estados Unidos, los Estados Unidos tendrían esa información ahora mismo, y la estarían manejando [...] (CORPES XXI, Herrera en la onda: tertulia de colaboradores, Onda Cero, 29/10/2002).
Las muestras (2) y (3) son correspondientes al discurso cuasi indirecto. Los predicados aparecen en las formas del condicional y el imperfecto (de indicativo), respectivamente, estableciendo incompatibilidades entre el valor aspectual del paradigma (imperfectivo) y el contenido télico del predicado (‘cumplir’), en la muestra (2), lo que evoca una opinión de la fuente de información externa o previa a la
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Para los estudios que establecen la relación entre el aspecto Imperfecto y el valor habitual que perfila el hábito expresado por la acción verbal en una serie de microeventos sin delimitar la acción descrita, permitiendo que la acción descrita en el enunciado se entienda como iterativa, véase Martínez Atienza (2004: 346-378). En el caso estudiado del DQI la acción no se puede interpretar como secuencia de microeventos porque presenta dos acciones completas en sí dentro de un período de tiempo determinado (la tarde de ayer).
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transmisión de la noticia. La muestra (3) es diferente, porque incluye el condicional, que, contrario a su semántica contrafactual, coincide con la idea de presentar una idea posterior al momento de la enunciación pasado (que corresponde al momento cuando se produjo la idea de que los cuerpos de seguridad manejarían u obtendrían la información). La inclusión de los predicados télicos, a diferencia de los que se presentan en el caso estudiado, darían el mismo efecto polifónico expresando un grado de responsabilidad discursiva menor por parte del locutor ante la información referida: este significado ecoico de la información obtenida «de segunda mano» es propio del condicional de rumor (NGLE, 2009: §23.15m, 1782), o el condicional con interpretación citativa (NGLE, 2009: §23.15f, 1779). (4) […] a mí en el banco me dijeron ya que todos los pagos a partir de hoy mismo tenían que ser realizados en euros […] (CORPES XXI; Llegó el euro: programa especial, 02/01/02, Onda Cero, 2002); (5) […] iban a ser necesarios, porque habían avisado que había una patera por la bahía de Cádiz más o menos perdida. Pero había unas olas, un viento horroroso. Y realmente pues había un helicóptero, había lanchas buscándolos, era de noche ya […] (CORPES XXI; Protagonistas: entrevista a Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, Onda Cero, 04/11/2003)
Las muestras (4) y (5) representan los usos del DIL, en el que la información citada solo puede ser referida directamente (en forma de experiencias y percepciones testimoniadas por las personas presentes al acto descrito). En la muestra (4) la información se presenta en forma de instrucciones dadas por el funcionario bancario, mientras que en la (5) aparece, sin embargo, en la forma del imperfecto, en el contexto con los adjuntos temporales actuales hoy mismo, de manera que solo se puede interpretar como aseveración polifónica, escuchada u obtenida de otra fuente de información anterior a su reproducción en la conversación. En resumidas cuentas, se puede argumentar, a partir del análisis de los ejemplos enumerados, a favor del modelo del análisis propuesto que consolida los principios generales de la semántica y la prag-
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mática. Su lógica está relacionada con el principio conversacional de la relevancia y se basa en la compensación de las incompatibilidades del significado metalingüístico en la estructura del enunciado polifónico, de modo que puede darse independientemente del tipo del texto y puede atribuirse a todo tipo de (con)textos en los que haya una doble enunciación polifónica, inscrita en el valor aspectual de la categoría del verbo.
4. CONCLUSIONES En lo referente a las preguntas de investigación sobre la relevancia teórica del principio de polifonía como un conjunto complejo de los factores morfológicos, contextuales y cognitivos que se articulan en torno a la semántica de algunas categorías formales a través de las que el locutor muestra su relación epistémica con el enunciado, se puede, en efecto, confirmar su validez, debida a la posibilidad de aplicación del modelo del análisis semántico-pragmático sobre los datos del corpus en general, y sobre los casos correspondientes al DIL y DQI, en particular. Por último, el marco metodológico adoptado y basado en el procedimiento metadiscursivo de la polifonía, en el que el significado pragmático o citativo es el efecto implícito de la semántica de las categorías verbales, transgrede las limitaciones que impone la adscripción de las formas polifónicas del DIL o DQI al tipo de discurso único y exclusivo de ficción literaria y puede dar lugar a los estudios de estos dos fenómenos, entre otros mecanismos polifónicos lingüísticos, también en los textos orales. El presente estudio en el que se corrobora la aplicación del corpus oral para el estudio de los mecanismos polifónicos no solo complementa las investigaciones disponibles en el campo que se centraron en el análisis de las formas híbridas del discurso referido como fenómenos sine qua non del discurso escrito, sino que abren la perspectiva metodológica de posibles estudios relacionados de los fenómenos de, sobre la base de los principios de la relevancia generales y no adscritos a los límites tipológicos o estilísticos (el tipo del (con)texto en el que se encuen-
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tran). Las futuras aplicaciones de las herramientas del corpus en los análisis sincrónicos podrían, en efecto, arrojar luz sobre los procesos semánticos y pragmáticos subyacentes a la generación del sentido en otros mecanismos intertextuales o del discurso referido no canónico (el discurso directo libre, el discurso pseudoindirecto10), sin marcas oracionales explícitas (el valor citativo del imperfecto el condicional de rumor, valores de ironía11 y algunos usos del modo subjuntivo presuposicional12).
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10 Véase una sistematización más extensa en el trabajo de Éstevez Rinegro (2017). 11 Para una aproximación metodológica desde el punto de vista de la metapragmática y semántica procedimental de la ironía en español véase los trabajos de Reyes (2004), Ruiz Gurillo y Padilla García (2009), Escandell Vidal y Leonetti (2015) que se enmarcan en la teoría más general de Sperber y Wilson (1981) y Curcó (2000). 12 Un punto de partida interesante para el estudio de la relación entre la polifonía y la categoría del modo verbal se recoge en el trabajo de Donaire (2004) y en el estudio de Rodríguez Rosique (2008).
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Capítulo 6
El relato coloquial en la conversación: propuesta de una definición gradual a partir del análisis de un corpus oral de Cuba Laura López Calonge Universidad de Valencia [email protected] RESUMEN: Frente al patrón cronológico casi exclusivo que predomina en los estudios clásicos, en este capítulo se proponen cinco parámetros para definir el relato en el marco de la conversación coloquial, a saber: 1. la reacción evaluativa, 2. la secuencia temporal, 3. el papel de la audiencia, 4. la contextualización de los elementos del relato y 5. su integración en la conversación. La metodología empleada se basa en un análisis de corpus de conversaciones coloquiales del español de La Habana, Cuba. La aplicación de los parámetros mencionados permite establecer una escala en la que se determina el grado de prototipicidad del relato, lo cual resulta fundamental y necesario para su estudio en un contexto interaccional conversacional. La inclusión de estos cinco rasgos permite una definición más completa y abarcadora del relato, que supera las limitaciones surgidas del estudio en contextos escritos del ámbito literario. Los resultados muestran que la definición de relato no responde a un único criterio y que la evaluación se erige como un elemento estructurador necesario que otorga sentido a la narración. ABSTRACT: As an alternative to the chronological model that we can find in traditional studies, this essay presents a five-variable proposal to define the storytelling concept in the frame of colloquial conversation, which includes the following: 1. the evaluative reaction, 2. the time sequence, 3. the audience, 4. the contextualization of the storytelling components and 5. the narrative’s embeddedness within the conversation. Our methodology is based on a corpus analysis of colloquial conversations from the Spanish variety spoken in La Habana, Cuba. Applying the mentioned variables determines the position of the narrative in the prototypical scale, which becomes essential and necessary for a talk-in-interaction research. Including these five features will allow us to set up a more comprehensive definition of storytelling, which will surpass the limitations that have often appeared in studies within written contexts from literary fields. The results show, therefore, that the definition of storytelling cannot be based on one unique variable and that the evaluation
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Laura López Calonge becomes a necessary, structuring element that provides the narrative a meaning of wholeness.
1. INTRODUCCIÓN Cuesta creer que el ser humano sea capaz de pasar por esta vida sin contarles a los demás lo que le ocurrió en este u otro escenario o lo que les sucedió a los otros; o sin imaginar narraciones hipotéticas en el futuro, que, aunque no hayan ocurrido ni tal vez ocurran nunca, dotan de estabilidad y de coherencia a nuestra vida. Las maneras de contar son muchas y muy variadas, porque nuestras vidas son complejas. Este artículo pretende indagar, a través de una escala gradual, en las partes constitutivas que estructuran las bases del relato coloquial, es decir, de esas narraciones que tienen lugar en nuestras conversaciones cotidianas, en las que buscamos la manera de crear universos compartidos, relatos que nos vinculen con nosotros mismos y con los demás. Los elementos clásicos de argumento, tiempo o personajes en las narraciones escritas han dejado paso a la experiencia vivida a través de los eventos a veces caóticos y efímeros del relato coloquial (Fludernik, 1996, 2003; Herman, 2009). En el presente estudio, nos proponemos, en primer lugar, establecer un marco teórico del relato dentro del discurso y de la conversación coloquial. La conversación como sistema básico de interacción oral ha sido una idea señalada por múltiples autores y en ella se ha fraguado esa «narración natural» (Van Dijk, 1978: 239; Sacks et al., 1974, Tuson, 1995; Ochs, 1997) que constituye el objeto de nuestra investigación. En segundo lugar, revisaremos algunas definiciones prototípicas y periféricas del relato que aportan conceptos fundamentales para nuestro estudio. En tercer lugar, expondremos nuestra propuesta basada en cinco parámetros graduales de análisis, a saber: la evaluación, en una escala de mayor a menor globalidad, según el alcance que tenga sobre el relato en general o sobre elementos específicos de este; la secuenciación cronológica más o menos fuerte y más o menos ordenada,
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de acuerdo con el número de acciones que se narran y su correspondencia con el orden real en el que sucedieron; la audiencia y su participación en la construcción de la historia; la contextualización de los personajes en un escenario espacio temporal; y, finalmente, la mayor o menor integración del relato dentro de la conversación en curso. Por último, cada uno de estos puntos será analizado a la luz de los relatos extraídos de nuestro corpus de conversaciones coloquiales de una variedad concreta del español, el español de La Habana, Cuba (Corpus de conversaciones Ameresco-La Habana, ver § 4).
2. EL RELATO DENTRO DEL DISCURSO CONVERSACIONAL La narratología clásica se ha encargado del estudio de la narración fundamentalmente escrita, primero, con el formalismo ruso (Propp, 1968) y, más tarde, con el estructuralismo francés (Greimas, 1983; Genette, 1980). Estas corrientes estaban basadas en conceptos como la unidad de acción, el tiempo o el argumento, categorías retóricas cerradas que implican un acercamiento muy diferente al surgido de los contextos interaccionales. Es la aparición del interés en la conversación, sus reglas, sus unidades y sus fines, la que trae un cambio en el modelo de acercarse al relato y a la lingüística en general (Ray, 2003; Noya, 1999; Gregorio, 2007; Pérez, 2007). Las escuelas europeas aportaron un punto de vista lingüístico basado en unidades estructurales, mientras que las escuelas norteamericanas centraron su atención en las unidades surgidas en el plano social entre los interlocutores de la conversación. En cuanto a la estructura de la conversación desde una óptica lingüístico-pragmática, la escuela de Birmingham (Sinclair y Coulthard, 1975) describió una organización conversacional prototípica jerárquica, descripción desarrollada posteriormente por investigadores de la escuela de Ginebra (Roulet et al., 1985) y de la lingüística interaccional (Kerbrat-Orecchioni, 1990) en un tipo de enfoque que se ha llamado pragmática dialógica (Gallardo, 1996). Estas
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propuestas siguen las líneas perfiladas por la Lingüística Sistémico Funcional (Halliday, 1985) en su aplicación puramente gramatical en donde existiría una unidad suprema que sería la oración. Aunque los analistas del discurso de las escuelas europeas no diseñaron su sistema de unidades para la conversación coloquial (sino más bien para contextos educativos y transaccionales), su propuesta resulta fundamental para comenzar un análisis más profundo en cualquier disciplina. La aplicación de este análisis al contexto coloquial ha sido profundamente desarrollada por los miembros del grupo Val.Es.Co. Su propuesta (Briz et al., 2003, revisada en Albelda et al., 2014) señala ocho unidades (subacto, acto, intervención, intercambio, turno, alternancia de turno, diálogo y discurso), tres dimensiones (estructural, social e informativa) y dos niveles (dialógico y monológico): NIVEL
Dialógico
Monológico
DIMENSIONES ESTRUCTURAL discurso diálogo intercambio
SOCIAL
intervención acto
turno
INFORMATIVA
alternancia de turnos subacto
Tabla 1. Sistema de unidades (Albelda et al., 2014)
Esta teoría de las unidades es importante para nuestro estudio porque el relato puede definirse estructuralmente como un intercambio de, al menos, una historia + una o varias reacciones, produciéndose estas reacciones tanto en el plano del narrador como del oyente. El estudio de la conversación desde un plano social comenzó su andadura en disciplinas no necesariamente lingüísticas: la etnografía de la comunicación (Hymes, 1974), la sociología (Sacks, 1992), el interaccionismo simbólico (Goffman, 1967) o la etnometodología (Garfinkel, 1967). El modelo del análisis de la conversación etnometodológico (Sacks et al., 1974) coloca a la conversación como una actividad social gobernada por reglas, cuya unidad básica es el turno
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(en un plano monológico) y su alternancia (en un plano dialógico). La aparición de un turno puede explicarse por los turnos precedentes o siguientes y las relaciones que se establecen no son aleatorias; surge así un concepto clave en el Análisis de la conversación, el par adyacente, que también sirve como soporte estructural para el relato entendido como un par de historia-reacción (Briz, 2016). A mitad de camino entre estos dos enfoques lingüístico y social pueden colocarse las corrientes sociolingüísticas teorizadas por Gumperz y Labov y especialmente interesantes para nuestro estudio resultan las narraciones de experiencias personales (PEN), que colocan, por primera vez, el relato en un contexto oral, aunque no interaccional ni coloquial. Labov (1972) centra su trabajo en entrevistas, por lo que las narraciones extraídas de estas tienen un carácter monológico que no se corresponde con las características de la conversación. De estas investigaciones centradas en narraciones orales aisladas y fuera de contexto, comienzan a surgir estudios de relatos insertados en contextos conversacionales reales y así es como la definición canónica de relato comienza a tambalearse y a moverse de un extremo a otro del continuum (Ochs y Capps, 2001). Van Dijk afirma que «natural narratives are those narratives which occur in our normal, everyday conversation, in which we tell each other our personal experiences». Esta narración sencilla y natural es, si tenemos en cuenta el contexto de la situación conversacional, primariamente oral y única en su tipo (1978: 153-154). Los rasgos del registro coloquial han sido ampliamente estudiados por los miembros del grupo Val. Es.Co (Briz y Grupo Val.Es.Co, 2002), quienes proponen dos vertientes: los rasgos primarios y los rasgos situacionales. Teniendo en cuenta ambos tipos de rasgos, la variedad coloquial se caracterizará prototípicamente por las siguientes particularidades: relación social y/o funcional de igualdad entre los interlocutores, relación vivencial de proximidad, marco de interacción familiar o cotidiano, temática no especializada y/o cotidiana, finalidad interpersonal, ausencia de planificación y tono informal (Albelda y Fernández Colomer, 2006). Esta variedad coloquial constituye el marco en el que se inserta nuestro estudio del relato.
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3. HACIA UNA DEFINICIÓN DE RELATO COLOQUIAL Los primeros acercamientos al relato proceden, como hemos adelantado ya, de una óptica formal (Propp, 1968) aplicada a un análisis literario (Barthes, 1977; Greimas, 1983; Todorov, 1968; Genette, 1980) que indaga en las relaciones entre la estructura y el significado de las narraciones. La lingüística de texto ha proporcionado criterios útiles para caracterizar el relato, pero, de nuevo, algunas veces vagos: «los textos narrativos son formas básicas globales muy importantes de la comunicación textual» afirma van Dijk (1978: 153) o «el relato constituye un modo particular de organización de los enunciados (...) una unidad compleja y heterogénea» (Adam y Lorda, 1999: 35) y, sobre todo, centrados en el plano escrito. Los usos terminológicos para referirse al relato han sido variados. Por un lado, existe una distinción entre lo que algunos autores (Bremond, 1980; Genette, 1980) han llamado récit, discourse (Todorov, 1968) o narrative (Labov, 1972; Blum-Kulka, 1993; Juzwik, 2012; Polanyi, 1985), términos que se refieren a cómo se cuenta la historia: significante, enunciado, discurso o texto narrativo; lo que para nosotros sería el relato. Por otro lado, la histoire (plot), es decir, qué se cuenta (significado o contenido narrativo); lo que para nosotros sería la historia. Otros autores (Gallardo, 1993: 115) proponen una clasificación diferente y sugieren la historia para «contar algo con carácter cerrado (perfectivo)», el relato para «contar algo pasado» y la narración para el «relato literario». También hay quienes consideran el relato y la historia como sinónimos (Guerrero, 2014: 80; Adam y Lorda, 1999; Riessman, 1993). Como ya se ha señalado, el estudio de las narraciones orales comienza con los trabajos de Labov (1972), Labov y Waletzy (1997), quienes definen «Narrative as one method of recapitulating past experience» (Labov, 1972: 355). Sin embargo, no toda recapitulación de la experiencia pasada constituye una narración, sino que es necesaria una secuencia de, al menos, dos proposiciones que estén temporal-
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mente ordenadas y contengan un nexo temporal (Labov, 1997: 13). Este criterio cronológico ha sido repetido, con mayor o menor énfasis, por la mayoría de los autores (Ricoeur, 1990; Weinrich, 1968; Van Dijk, 1978; Herman, 2009; Gallardo, 1996; Adam y Lorda, 1999; Cheepen, 1988). Lo que implica esta secuenciación cronológica es un cambio de estado, una transformación: los eventos o sucesos que ocurren en el relato producen una modificación desde un estado inicial a uno final. Sin embargo, una vez abandonadas las teorías más canónicas, se produce un giro o turn (Fludernik, 1996) desde acercamientos centrados en los eventos (event-centered) hacia aquellos centrados en la experiencia (experience-centered). Surgen, así, propuestas que afirman que los relatos describen más que un simple orden de sucesos (Ochs, 1997) o que el tiempo es un componente necesario, pero no suficiente para que pueda hablarse de relato (Adam y Lorda, 1999: 131; Georgakopoulou, 2003: 689, Herman, 2009). Estudios más recientes consideran no solo la secuencia de acciones, sino «sus consecuencias» como los pilares fundamentales de la narración: «What makes such diverse texts narrative is sequence and consequence: events are selected, organised, connected, and evaluated as meaningful for a particular audience» (Riessman, 1993: 1). Así, el criterio cronológico, por ejemplo, está en realidad supeditado al criterio de interés: muchas veces, se reserva para el final la relación de una acción que ha precedido a otras, si permite mantener la curiosidad y asegurarse así una escucha atenta (Adam y Lorda, 1999: 134). Este criterio de interés (muy desarrollado en Van Dijk, 1975, Polanyi, 1985), también llamado motivación por los formalistas rusos, justifica, en última instancia, los turnos y se materializa en las reacciones evaluativas de los hablantes y oyentes. Está relacionado con diferentes parámetros, como la integración del relato en la conversación, la perspectiva de los participantes sobre los eventos y su conocimiento sobre estos, así como el interés por circunstancias socioculturales (Karatsu, 2012: 36). El criterio de interés está, por tanto, conectado con la evaluación, elemento que tiene una vital importancia en nuestro estudio, porque
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la consideramos como el verdadero motor del relato, su razón de ser. Labov ya había señalado su preeminencia en su estudio al decir que «las narraciones de experiencias personales pueden servir a dos funciones: referencial y evaluativa», superándose así las teorías referencialistas (Labov y Waletzky, 1997). Otros autores como Ochs (1997: 282) identifican claramente el relato con la evaluación: «El relato es un tipo de género narrativo, que tiene como objeto la evaluación moral de un hecho acaecido. No es tanto una descripción como una interpretación». Pero ¿a qué se refiere exactamente este «narrative with a point» (Polanyi, 1985)? En el ejemplo (1), un hablante A está contando una historia sobre algo que le pasó a su primo y la reacción de B manifiesta que la historia no termina de estar completa para él, necesita algo más que le dé sentido (point) y, por ello, pregunta «¿y qué pasa con eso?»: (1) A: ¡ah! no espérate a mi primo esto es– esto es basado en hechos reales // a mi primooo mi primito // el– el deee Santa Cruz / lo cogieron con un microgüei // que se lo compró a un socio mío de aquí de Santa María del Rosario B: ¿y qué pasa con eso? A: y le dijeron = B: los papeles A: = ¿qué tú llevas ahí? / y dícele es un «microgüei» /// y dícele el tipo ¿qué es eso? / y dice no compadre eso es un microondas // dice el policía // continúe C: A: él dijo ¿para qué me voy a meter en eso? // = si no sé ni lo que es. RISAS C: de madreee
Labov afirmaba que «los mecanismos de evaluación nos dicen: esto es terrible, peligroso, raro, una locura, etc. O nos dicen esto es espectacular o cómico o maravilloso; más generalmente, que es extraño o inusual; en cualquier caso, que merece la pena ser contado» (Labov, 1972: 371). La evaluación es lo que relaciona la historia con la conver-
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sación en curso, y justifica así su aparición (Gallardo, 1993: 127-128). Esto convierte al relato coloquial no solo en un objeto semántico (Polanyi, 1985), sino también en un objeto pragmático, en el que la historia está al servicio de un fin interaccional (Briz, 2016). Para Norrick (2000: 69) la historia es una reconstrucción (reconstruction) más que un simple recuerdo (recall). También Tannen (1989: 107) afirma que «oral stories are created rather than reported» o Riessman (1993: 6), «narratives do not mirror, they refract the past». Esta misma autora pone el acento en la necesidad de ampliar el modelo de Labov de oral narrative: cuando escuchamos historias esperamos una serie de elementos como protagonistas, provocaciones o eventos culminados. Pero no todas las narraciones se presentan de esta forma: «Some other genres include habitual narratives (when events happen over and over and consequently there is no peak in the action), hypothetical narratives (which depict events that did not happen), and topic‐ centred narratives (snapshots of past events that are linked thematically)» (Riessman, 1993: 18).
Otros autores (Bamberg, 2006; Georgakopoulou, 2006, 2007, 2015; Bamberg y Georgakopoulou, 2008) también proponen una perspectiva más amplia que incluya las small stories, que surgen como un contramovimiento a la narración tradicional bajo la etiqueta de narratives-in-interaction. Sus características (Georgakopoulou, 2015: 260) pueden resumirse en: ausencia de linealidad (o multilinealidad) narrativa o cronológica; narración de eventos ordinarios o cotidianos; vaga contextualización y co-construcción de la historia entre los participantes. Este interés en el relato coloquial ha supuesto un cambio desde las tradicionales narraciones personales, dirigidas por un único narrador, sobre eventos pasados y no compartidos, hacia «a gamut of under-represented and ‘a-typical’ narrative activities, such as tellings of ongoing events, future or hypothetical events, shared (known) events, but also allusions to tellings, deferrals of tellings, and refusals to tell» (Georgakopoulou, 2006: 130). En el contexto hispánico, se han desarrollado estudios que van desde perspectivas más estructurales basadas en el modelo de La-
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bov (Silva Corvalán, 1987; Guerrero, 2014) hasta propuestas que han aportado una perspectiva pragmática y dialógica dentro de la conversación coloquial (Gallardo, 1993, 1996; Baixauli, 2000; Briz, 2016). Asimismo, algunos autores han profundizado en aspectos concretos del relato, como el discurso referido (Camargo, 2004; Benavent, 2015), las partículas discursivas (Borreguero, 2017) o el desarrollo de la narración en edad infantil (Shiro, 2007). Siguiendo la división tripartita de Johnstone (2001) para acercarnos al relato (punto de vista estructural, interaccional y sociocultural), nuestra investigación ha comenzado cubriendo aspectos del plano estructural e interaccional con el fin de llegar al análisis de mecanismos lingüísticos y pragmáticos.
4. METODOLOGÍA La necesidad de recurrir a muestras de lengua procedentes de la conversación coloquial ha supuesto uno de los grandes giros a la hora de abordar las narraciones orales. Nuestro estudio parte de un corpus de 12 conversaciones coloquiales grabadas entre los años 2012 y 2017 en el área geográfica de La Habana, Cuba. El corpus seleccionado forma parte del proyecto AMERESCO (América y España español coloquial), todavía en expansión, coordinado por la Universidad de Valencia con el objetivo de contar con muestras de conversaciones coloquiales de las principales ciudades de España y América. Las 12 conversaciones del corpus de La Habana constan de unos 200 minutos de grabación y sus participantes son hombres y mujeres de diferente edad y nivel sociocultural. El corpus, accesible en línea, cuenta con archivos de audio y sus transcripciones y con la posibilidad de alinear ambos formatos a través del programa ELAN. De nuestro corpus de conversaciones de La Habana se ha extraído un subcorpus con los relatos que constituyen el objeto de nuestro análisis. Los criterios empleados para esta selección se detallan en § 5 y con ellos se pretende validar la propuesta de definición que presentamos a continuación.
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5. PROPUESTA DE UNA DEFINICIÓN GRADUAL DE RELATO COLOQUIAL El estudio del relato en el marco de la interacción coloquial ha supuesto aceptar dos fundamentos básicos que han cambiado por completo la manera de abordarlo: uno es que la narratividad es una cuestión de grado (Fludernik, 1996; Gallardo, 1996; Ochs y Capps, 2001; Abbott, 2002: 22; Herman, 2002; Ryan, 2007; Georgakopoulou, 2015) y otro es que, posiblemente, no exista una definición que pueda englobar todas las narraciones (Hyvärinen, 2008: 448). Siendo conscientes de estas limitaciones, Ochs y Capps (2001) proponen un acercamiento dimensional hacia el relato, que está en la base de la propuesta que presentamos a continuación: R. Prototípico
R. Periférico
Reacción evaluativa
+ global
– global
Secuenciación
+ ordenado/fuerte
– ordenado/fuerte
Audiencia
+ ausencia
– ausencia
Contextualización
+ específico
– específico
Integración
+ aislado
– aislado
Tabla 2. Parámetros para caracterizar el relato coloquial
Así, definimos el relato coloquial como el evento comunicativo surgido del acto de contar una historia con carácter cerrado —perfectivo— (Gallardo, 1993) y particularizado (Polanyi, 1985; Herman, 2009; Georgakopoulou, 2013). Esta historia supone una sucesión cronológica de, al menos, dos acciones, y una(s) reacción(es) evaluativa(s) (RE), a veces del propio narrador, pero sobre todo por parte del oyente, lo que implica también su aceptación. Esta inclusión del oyente dentro del concepto de relato es fundamental, también porque permite entender la narración como una negociación (Polanyi, 1985: 63; Norrick, 2000; De Fina y Georgakopoulou, 2008: 381; Koven, 2015: 392).
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Nuestra hipótesis de partida pasa por analizar el papel de la RE, sobre todo por parte del oyente, en la (co)construcción de la historia para ver si podemos considerarla como un elemento estructurador del relato.
5.1. Reacción Evaluativa (RE): +/– GLOBAL La RE es definida por Gallardo (1993: 36) como –inicial, –predictiva, ±final, –predicha, características que la hacen aparecer después de intervenciones iniciativas y después de respuestas. Teniendo en cuenta nuestra hipótesis sobre la evaluación como elemento estructurador del relato, todos los relatos van a contener evaluación (que sería, como la secuenciación cronológica, necesaria, pero no suficiente), en mayor o menor medida, tanto por parte del hablante como del oyente. Si no la contienen, entonces no es relato —ver ejemplo (3). Su alcance, más global (externo, en forma de moraleja para algunos autores) o más particular (interno) es lo que va a determinar el grado de prototipicidad del relato. La RE, como se ha señalado más arriba, está relacionada con el criterio de interés y este —en estudios tradicionales— con el carácter extraordinario de los eventos. Sin embargo, algunos autores han señalado que el criterio de interés no está directamente relacionado con «the sensational nature of events» (Ochs y Capps, 2001: 34) o con la capacidad del narrador en una composición retórica. Por el contrario, el criterio de interés de la historia también reside en cómo se introduce y en las propias dinámicas interaccionales (Norrick, 2000), en los intereses comunes de los participantes y en los valores compartidos de sus vidas cotidianas (Georgakopoulou, 2007; Ochs y Capps, 2001; Sacks, 1992). En el ejemplo (2) que sigue a continuación, el oyente (B) emite una evaluación más global (en negrita) tras la historia que cuenta (A), en lo que sería un relato más prototípico: (2) A: ella nada más que tenía una prima /// una prima nada más que vivía en San Cristóbal / y esa prima tiene un casón
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///↑ ¡que deja eso! /// y la prima / el único hijo que tiene– // que tenía /// terminó de estudiar Medicina //↑ se fue pa’ Venezuela /// se casó //↑ se fue pa’ Venezuela con la mujer ///↓ vino ///↑ estaba estudiandooo quería hacerse cardiólogo o algo de eso /// le dijo al profesor tengo un dolor lo ingresaron /↑ y cuando lo ingresaron (2’’) ¡se murió! /// dice que tenía una enfermedad /↑ que nunca lo supo ni la madre en el corazón /// y el chiquito no tuvo ni hijos (...) B: hay gente que no tiene suerte hay familias [que se acabannn al momento]
5.2. Secuenciación cronológica (SC): +/– ORDENADA y +/– FUERTE La sucesión de acontecimientos debe suponer una alteración (disruption) del equilibrio o del estado normal de las cosas (Van Dijk, Adam, Gallardo, Polanyi, Ochs, Herman y otros muchos). Existe una dilatación en el tiempo desde una situación inicial a una final. Aquí se podría hablar de dos parámetros: 1) Secuenciación +/– ORDENADA. La alteración de este orden produciría un cambio en la historia, algo que no ocurriría con la descripción. Otra diferencia con respecto a esta sería el carácter particularizado de los eventos (Georgakopoulou, 2013; Herman, 2009: 2; Polanyi, 1985: 13), que apela a su carácter único (solo ocurrió una vez). Tomamos este criterio metodológico ante la necesidad de distinguir los eventos narrativos de modos enunciativos habituales (habitual narratives de Riessman, 1990) o simples descripciones o relaciones de eventos (Adam y Lorda, 1999). En definitiva, no es un proceso rutinario el que da lugar a una narración (Guerrero, 2014). 2) El patrón cronológico puede ser +/– FUERTE atendiendo al número de acciones que se suceden en el relato. Labov señaló que es necesario un mínimo de dos acciones unidas por un nexo temporal para que podamos hablar de narración: «Mi-
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nimal narrative is a sequence of two clauses which are temporally ordered and contain a temporal juncture; if there is not temporal juncture, then it’s not a narrative clause» (Labov, 1972: 360). Cuantas más acciones cronológicamente secuenciadas se presenten, más fuerte y más prototípico será el relato. Una SC más fuerte y más ordenada no siempre significa que exista relato. El patrón cronológico no es suficiente si la RE es nula y no existe una aceptación por parte del oyente. En (3), este continúa con su historia sin reparar en lo que (A) acaba de relatar (abajo, en negrita), por lo que, a pesar de una SC fuerte y ordenada, no podríamos considerarlo como relato: (3) B: ¿qué hiciste hoy limpiaste? / el día entero limpiando (...) A: [no no] na’ má que limpié pa’ aquí atrá // yyy saqué to’ lo de abajo de la caaama le quité tooodo / laaas pintura de uña las pasé pa’ otra caaaja // la colección esa vieja de Rebelde la metí en una gaveeeta // a to’ le pasé un paaaño a lo zapato tambiéeen / metí todo los tacones en la zapaterí– en la zapatera de adentro deeel / del escaparaaate B: nos soltaron temprano hoy
5.3. Audiencia: +/– AUSENCIA El papel de la audiencia como «co-autor» del relato ha sido señalado ampliamente en la bibliografía (Ochs, 1997: 292; Duranti, 1986; Goodwin, 1997: 77; Gergen, 2004: 280; Hyvärinen, 2016; Gallardo, 1993: 128-129, etc.). En nuestro caso, la importancia del papel de la audiencia se ve claramente en su alta participación (high involvement, Tannen, 2005) que se manifiesta en 4 de los 5 casos que señalamos a continuación: I) AUDIENCIA: + AUSENCIA. Historia con narrador único + RE NARRADOR: si la RE es + global suele aparecer al final a modo de moraleja (abajo, en negrita). Este sería un patrón clásico.
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(4) A: compramos la batidora / y la mujer siempre me pedía la batidora // y un DÍA ↑/ se nos olvidó porque yo no hacía nada con la batidora // no me gustaba hacer batido ni ná /// y yo ¿ey? / ¿y la batidora? /// le dije a la mujer ven acá ¿y la batidora? / nooo yooo yo me compré una y yo más nunca te la pedí /// se perdió la batidora /// (...) /// dice ella que no la tenía / que ella tenía una que su marido le había comprado una batidora / como yo no entraba en su casa ↑/ no sé si era la mía (...) nos quedamos sin batidora (...) A: ¿VISTE? / no se puede prestar ná /// y después más nunca tuve batidora
II) AUDIENCIA: – AUSENCIA. Historia con narrador principal + RE OYENTE: la RE suele ser + GLOBAL y aparecer al final a modo de moraleja. Los roles activos y reactivos de los participantes están diferenciados. El ejemplo (2) seguiría este modelo. III) AUDIENCIA: – AUSENCIA. Co-construcción de historia + pregunta/apreciación oyente + respuesta… La pregunta o apreciación del oyente (RE – GLOBAL, abajo en negrita) comporta diferentes fines y, normalmente, cambia el curso del relato, lo cual lo diferencia del caso II; a veces provoca también un cambio de roles. (5) A: el vecino mío [] (...) él heredó una casa de una viejita que él cuidó // y tiene ¡esa sí es más grande que la mía! (...) aparte de eso tiene una casa en la playa ¡grandísima! (...) hoy digo voy a vender una y me quedo con una pa’ qué quiero tanta casa en la playa (...) B: [] vende una casa y se compra un carro A: ¡no no! si la difunta dejó un carro / que lo compró cuando el oro y la plata / compró un Lada // ese Lada / se le quemó en el garaje que él estaba mecaneando y seee cogió candela / y él seguro le dio otro Lada B: compra otro Lada nuevo y ya y lo pone a botear A: ¡ah! ¡y compró un barco!
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IV) AUDIENCIA: – AUSENCIA. Co-construcción de historia real/ficticia. En estos casos, el oyente ayuda a la construcción de la historia a través de reacciones que son inferencias más o menos imaginarias que constituyen una alternativa a la historia oficial. Estas secuencias, que Norrick (2000: 130) ha llamado collaborative fantasy (CF), tienen la particularidad de situar los acontecimientos en un mundo hipotético, bien en el pasado o en el futuro. A veces, estos casos son sencillas aportaciones en las que el oyente se adelanta al evento oficial que el narrador cuenta que sucedió: (6) A: papi ¿y tu jeva mijo? B: no papa ahora tuvo un problema asere ahí con la pura todos estos días // estaba sin hablarle / y yaaa me cogió ya fula ya eso seee– se saló yyy na’ problemas y problemas //era una talla yaaa de dos años lo que llevábamos nosotros (...) A: ¡ay! Dios ¿pero qué pasó mijo? / te cogieron en el brinco
Otras veces, son propuestas sobre lo que sucederá en el futuro: (7) B: ya estuve todo el día entero trabajando ahí / raspando pareeed porque abajo tiene pintura de esa mural / que es comooo pintaban así antiguamente / ya esta gente rasparon to’ la pintura qué sé yo no sé cuánto ¿ah? / Mandy con la cámara ahí normal ahí tirando foto pa’ tos lao’ no sé qué A: él se está buscando que la cámara esa se le pierda B: mija / dé[jame– déjame decirte] que él la primero la dejó en el contén ahíii eeeh dentro de laaa el estuche ahí [yyy] A: [que la siga llevando ((por)) to’ lao’] / [¿y él la pagó ya?] B: no todavía eeel– el jueves // el jueves es que la paga A: tú vas a ver que eso se le va a perder y le va a durar poco ten cuidao’ Selene no se la meta hasta en un cubo de agua
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Otras veces, son auténticas recreaciones imaginarias sobre lo que el oyente sospecha que podría haber pasado: (8) A: y tú vas co– [vaya parece] = ... A:= que estás sentado arriba = ... A: = arriba de un fogón ahí que se va quemando ahí y ahí tú dices [qué va] = ... A: = [tú-] tú dices qué va yo tengo deseos que llegue a la parada para bajarme [porque llevo el culo en candela] (...) A: y tú dices // ay qué va me voy a levantar / y dices no no si todavía falta poquito / no no pero el gentío ese que hay en la guagua levantarse estar tropezando con la gente / no pero vamos a esperar– [vamos a aguantar un poquito] =
A veces, la secuencia de CF constituye el relato en sí. Aunque imaginario y en un escenario futuro, su carácter perfectivo le otorga condición de relato: (9) B: y ahora tenemos el gao de Teo solo A: ¡ahí ahí ahí! nos metemos en el gao de Teo y ya se formóoo // olvídate de eso y a Teo bueno a Teo lo dejamos durmiendo en el piso // ((de pinga)) // ño hermano B: asere ¿qué tanto hará ese chamaco solo aquí en el gao? [yo no sé] (...)
V) AUDIENCIA: – AUSENCIA. Co-construcción de historia compartida: cada narrador-oyente aporta la información relevante. Existe un dinamismo dialógico, así como una alternancia de roles.
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(10) B: mija ¿si tú no viste que– que– que l– que lo queee lo queee estaba en el video / o como sea era una lagartija? A: [¡ah! ¡sí sí! verdad una lagartija] B: [] yo pensé que ese muchacho se había– que er– que lo que se había convertido era en una lagartija ¿tú viste que le– se acostó a dormir y se grabó? / yo dije ahora tú vas a ver que van a traer va a ver la cámara y que en vez de convertirse en un lobo se convirtió en una [lagartija] A: [] ¡me da algo! / al final se convirtió en nada B: nada porque parece que como le dijo Derek que el cuerpo de él estaba luchando era que– [que no– que no ] A: [fíjate que cuando él miró la cámara] así empezó a gritar ¡nooo! no sé qué dije / ¡ah! una lagartija! // [] ¿ahora ahora de dónde van a decir que salió la lagartija esa? B: yo no sé mija / ¡está fea! // ¡está fea! / se parece ¿tú sabes a quién se parece?
5.4. Contextualización: +/– ESPECÍFICO Este parámetro hace referencia a la ubicación espaciotemporal y a la presentación de los personajes en el relato. La usual inmediatez del relato periférico hace que, normalmente, la contextualización del relato sea vaga o no explícita a través, por ejemplo, del uso de deícticos. En estos casos, el contexto se construye a la vez que el discurso (Duranti y Goodwin, 1993), en un proceso dinámico (Goffman, 1974, 1981). La estrecha relación e imbricación del relato en la conversación en (11) permite al analista tan solo intuir las referencias contextuales (en negrita) que se señalan a través de los deícticos. (11) – CONTEXTUALIZACIÓN: A: yo estuve hablando hoy con ella le dije lo de Marcela B: [ajá]
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A: [dice] que si tú lo habías mirao con tremenda mala cara B: no mija no porque es verdad eeeh A: que si Marcela que si no quería estar– que si toda laaa / la– to’l lío ese que tú le formaste / dice que ella vio a Selene / y que Selene le diiijo / que si por qué había vueeelto / ((dice)) con lo mal que estaba la otra con el otro
En otros casos, la descripción del contexto es perfectamente clara y precisa: (12) + CONTEXTUALIZACIÓN: A: [está]bamos en la parada de de Hijas de Galicia C: ¿cuándo? A: hoy cuando veníamos [para acá] [esperando el] pe siete pero yo estoy mirando tengo un hombre delante de mí y yo estoy ahí mirando para ver si // veo una lucecita a ver si era el pe siete a ver qué era lo que venía / a ver qué guagua era la que venía / y Marcos está conversa conversa conversa y en una de esa él está mirando al frente (...) tú sabes que ahí está eeel (...) [la] Casa de la Trova tú sabes que los fines de semana la alquilan // y eso estaba lleno de geeente / y entonces Marcos D: un borracho (...) / un hombre joven (...) / [bien ve]stido y todo
5.5. Integración: +/– AISLADO El último parámetro de nuestra propuesta se refiere a la relación que mantiene el relato con el momento de la enunciación, es decir, su integración en la conversación. Son importantes los prefacios (Sacks, 1974, 1992) o prólogos (Gallardo, 1996), o sea, cómo se inserta el relato. Según Ochs y Capps (2001), la integración (embeddedness) hace referencia a la aislabilidad (detachment) del relato con respecto a la conversación; esto estaría muy relacionado con cómo se construye el relato (por ejemplo, si la audiencia hace preguntas o interrumpe, etc.). Un relato más aislado (más prototípico) significa que el inter-
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cambio interaccional entre los participantes es menor o nulo —ejemplos (2) y (4); por el contrario, un relato menos aislado (menos prototípico) demuestra una integración mayor en la conversación, como ocurre en (11).
6. CONCLUSIONES Los ejemplos expuestos más arriba, a la luz de la revisión bibliográfica sobre el tema, han permitido mostrar que no se puede hablar de la narración como un único género diferenciado ni homogéneo, sino de dimensiones que colocan al relato en una escala de más a menos prototipicidad. Tradicionalmente, desde los estudios de Labov, ha habido un énfasis por considerar las narraciones como eventos únicos desarrollados en una secuencia lineal, con un comienzo, nudo y desenlace claros, cuando en realidad la mayoría de los relatos coloquiales son messy, es decir, incompletos, desordenados y co-construidos (Georgakopoulou, 2015: 257-258; Fludernik, 1996; De Fina y Georgakopoulou 2008). Por una parte, se ha mostrado que las variables de contextualización e integración son fundamentales porque gracias a ellas el relato puede enmarcarse en un discurso más amplio, no solo el referido a la historia (story realm), sino también al de la conversación. Por otro lado, la insuficiencia cronológica ha de compensarse con la RE por parte de los interlocutores. Una RE que puede ser más o menos global, recaer tanto en el plano del narrador como del oyente, pero que, en cualquier caso, otorga sentido al relato —como hemos visto en (1). Constituye una evidencia de las expectativas, tan importantes a la hora de construir un relato (Hyvärinen, 2016), y su ausencia convierte a la secuencia en una mera relación de eventos desestructurada, que carece de relevancia, de interés —como ocurre en (3)— y puede entorpecer la consecución de los fines pragmáticos del relato en la conversación. Dado que se confirma nuestra hipótesis de partida de considerar la evaluación y la reacción del oyente como elementos estructuradores del relato, nuestro estudio pretende abrir futuras vías para un
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análisis más exhaustivo del concepto de evaluación. Se trata de un término que ha recibido enfoques muy diversos y sus delimitaciones, a veces, no se han expuesto con claridad. Es, además, un concepto muy amplio, por lo que nuestra investigación determinará pautas y signos de reconocimiento, características que den validez a nuestro modelo, pero también puedan aplicarse a otros estudios sobre evaluación en el campo del relato coloquial.
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Capítulo 7
La referencia y la interfaz sintaxis-pragmática: mantenimiento y cambio de tópico con referencias plurales. Un estudio de corpus con aprendices neerlandófonos de ELE y nativos españoles Kim Collewaert An Vande Casteele Vrije Universiteit Brussel [email protected] [email protected] RESUMEN: Situada en la interfaz sintaxis-pragmática, la referencia a entidades humanas generalmente resulta ser un constituyente de la lengua que le pone problemas al aprendiz de una lengua extranjera. Por lo tanto, el presente artículo investiga la referencia a entidades expresadas en plural en un corpus de narraciones orales producidas por aprendices neerlandófonos de ELE (nivel A2-B1) y nativos españoles. A través del estudio de dos contextos referenciales específicos —el mantenimiento y el cambio de tópico— demostraremos que el uso de las expresiones referenciales españolas en esos contextos resulta más variado de lo que se asume en la teoría. Además, comprobaremos que la adquisición de la vertiente pragmática de la referencia en español, de hecho, resulta complicada para los aprendices neerlandófonos de ELE. ABSTRACT: Situated at the syntax-pragmatics interface, reference to human entities generally is a complicated linguistic feature for language learners. Therefore, the current paper studies reference to plural entities in a corpus of oral narratives produced by Dutch-speaking SFL-learners (A2B1 level) and Spanish native speakers. By studying two specific referential contexts —topic continuity and topic shift— we will demonstrate that the use of the Spanish referential expressions in both contexts appears to be more varied than often assumed in reference theories. Moreover, the acquisition of the pragmatic rules that govern reference in Spanish will indeed prove to be complicated for the Dutch-speaking language learners of Spanish.
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1. INTRODUCCIÓN El presente artículo se dedicará a un tema relacionado con la interfaz sintaxis-pragmática, es decir, la referencia a entidades humanas plurales en el español de aprendices neerlandófonos de ELE y nativos españoles. Referirse a entidades humanas en un discurso requiere el uso de distintas expresiones referenciales, o sea, recursos sintácticos como, por ejemplo, el sintagma nominal, el pronombre personal o el pronombre nulo, expresiones referenciales analizadas en nuestro estudio. Sin embargo, estas expresiones referenciales no se utilizan de forma aleatoria, sino que suelen emplearse en contextos pragmáticos específicos. En el presente trabajo nos centraremos en dos contextos: el de mantenimiento y el de cambio de tópico. En la siguiente sección, comentaremos algunas teorías e hipótesis relacionadas con el tema de la referencia en la interfaz sintaxis-pragmática.
2. MARCO TEÓRICO En primer lugar, situamos el concepto de referencia en el marco de una teoría cognitiva, la Teoría de la Accesibilidad (Ariel, 1990). Según esta teoría, la recuperación de un referente depende de su grado de activación o su «accesibilidad». En consecuencia, el emisor de un mensaje debe señalar a su interlocutor en qué medida la recuperación de un referente resulta fácil o difícil. Así, cada expresión referencial se correlaciona con cierto grado de accesibilidad, que indica el esfuerzo de procesamiento requerido para la recuperación de una entidad. Estas correlaciones se ilustran en la Escala de Accesibilidad (Ariel, 1990: 73), adaptada al español por Figueras (2002).
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Menos accesible Nombre propio + complemento no restrictivo Artículo definido + modificador largo Artículo definido `modificador corto Apellidos Nombre de pila Demostrativo aquel + complemento Demostrativo ese + complemento Demostrativo este + complemento Demostrativo neutro aquello Demostrativo neutro eso Demostrativo neutro esto Demostrativo aquel Demostrativo ese Demostrativo este Pronombres personales contrastivos Pronombres personales tónicos no omisibles Pronombres tácitos Más accesible Figura 1: La escala de Accesibilidad (Figueras 2002)
Las expresiones de accesibilidad baja —como el nombre propio— suelen correlacionarse con la introducción de información nueva y, así, se emplean para mencionar a entidades que todavía no están activadas en la memoria del interlocutor. Las expresiones de accesibilidad alta —los pronombres explícitos y tácitos—, al contrario, sirven para referirse a entidades ya activadas en la mente del interlocutor. En español, esos pronombres tienen una división laboral («division of labor») particular, que se ve regulada por factores sintácticos y pragmáticos (Fernández Soriano, 1999; Luján, 1999) y que se relaciona con los dos contextos discutidos en el presente artículo, es decir, el mantenimiento y el cambio de tópico. Según la «Hipótesis de la Posición del Antecedente» (Alonso-Ovalle et al., 2002), el pronombre nulo se emplea para mantener la referencia a un antecedente que se
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encuentra en la posición de sujeto, la cual es la más prominente. El pronombre explícito, en cambio, se utiliza para la referencia a antecedentes en posiciones sintácticamente inferiores y puede, por tanto, emplearse para cambiar el tópico. Por cierto, la noción de «prominencia» también aparece en la Teoría de la Accesibilidad, lo que nos permite relacionar las dos teorías. El referente más prominente —en general, el sujeto— se expresa con la expresión referencial de accesibilidad más alta, el pronombre nulo. Otros referentes menos prominentes se expresan por expresiones referenciales de accesibilidad más baja. El pronombre explícito, por tanto, puede utilizarse para referirse a referentes menos prominentes que se convierten en el tópico de la oración. Así pues, se puede afirmar que el pronombre nulo se relaciona con contextos de mantenimiento de tópico, mientras que el pronombre explícito se utiliza en contextos de cambio de tópico. Como afirma White (2011), la adquisición de ciertos conceptos que se encuentran en una interfaz le puede resultar más dura al aprendiz de una lengua extranjera y, además, provocar errores o dificultades persistentes, aun cuando tiene un nivel casi nativo. Esa misma idea también fue expresada por Sorace y Filiaci (2006) en la Hipótesis de la Interfaz, en la que se propone que, al adquirir una lengua extranjera, no resulta posible adquirir al completo y de forma totalmente nativa las propiedades que se encuentran en la interfaz entre la sintaxis y otros dominios cognitivos, como la pragmática. Más específicamente, significa que los aprendices de una lengua extranjera adquieren la sintaxis de aquel idioma, pero fallan en la adquisición de la pragmática. Si lo relacionamos con los pronombres españoles, significaría que los aprendices de ELE saben que se pueden utilizar tanto pronombres nulos como explícitos, pero no alcanzarán un nivel nativo en los usos pragmáticos de dichos elementos. Aunque Sorace y Filiaci (2006) suponían que el sistema de la lengua materna de los aprendices influye en las producciones de los aprendices, varios estudios posteriores han refutado esa idea. Para el español como lengua extranjera, por ejemplo, se ha comprobado que tanto aprendices con una lengua materna pro-drop (García-Alcaraz y Bel, 2011; Judy, 2015; Lozano, 2018; Margaza y Bel, 2006); —como
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el español— como aprendices con una lengua materna non-pro-drop (Bel et al., 2016; Blackwell y Quesada, 2012; Georgopoulos, 2017; Jegerski et al., 2011; Lozano, 2009, 2016; Montrul y Rodríguez-Louro 2006, Quesada y Blackwell, 2009; Rothman, 2009) presentan dificultades en la aplicación pragmática del pronombre nulo y del pronombre explícito en contextos de mantenimiento y cambio de tópico. Así pues, en la «Hipótesis de la Violación de Principios Pragmáticos», Lozano (2016, 2018) concluye que se presentan déficits pragmáticos generales en la adquisición del sistema referencial en una lengua extranjera. Basándose en los estudios de Grice (1975) y Geluykens (2013), distingue dos tipos de violación de los principios pragmáticos: la redundancia y la ambigüedad. La redundancia, por un lado, consiste en el uso de más información de lo que sea necesario. La ambigüedad, por otro lado, implica la falta de información suficiente para la identificación del referente. Se considera un tipo de violación más grave que la redundancia, visto que puede impedir la identificación del referente. Según Lozano (2016), cada aprendiz de una lengua extranjera produce expresiones referenciales tanto redundantes como ambiguas, aunque las producciones ambiguas desaparecen más temprano en el proceso de adquisición que las producciones redundantes.
3. PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN E HIPÓTESIS En base al marco teórico presentado en el apartado anterior, se han formulado las siguientes preguntas de investigación. PI 1: ¿Qué formas se emplean para el mantenimiento y el cambio de tópico en el discurso? ¿Concuerdan las preferencias de los participantes con las premisas de la teoría de la Accesibilidad y de la Hipótesis de la Posición del Antecedente? De acuerdo con ambas teorías, el mantenimiento de tópico debería expresarse con el pronombre nulo, mientras que el cambio de tópico debería marcarse con el pronombre explícito.
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PI 2: ¿Difieren significativamente los aprendices del español de los nativos de español en su selección de formas referenciales? Cabe investigar si las elecciones referenciales de los aprendices de ELE son significativamente diferentes de las de los nativos españoles, a fin de verificar si los aprendices de ELE experimentan dificultades con la adquisición de la referencia en la lengua extranjera. PI 3: ¿Están los resultados en consonancia con las premisas de la Hipótesis de la Interfaz? ¿En qué medida se encuentran formas redundantes y ambiguas en las producciones de los aprendices neerlandófonos del español? Según esta hipótesis, los aprendices de ELE adquirirían la sintaxis de los pronombres españoles, pero darían prueba de dificultades con su uso adecuado en distintos contextos pragmáticos, llevando así a producciones ambiguas y redundantes.
4. METODOLOGÍA Las referencias plurales que se analizan en el presente estudio forman parte de un corpus más largo de referencias (Collewaert y Vande Casteele, 2018), compilado en el marco de una investigación doctoral. Este corpus cuenta con narraciones realizadas por aprendices neerlandófonos del español y por hablantes nativos del español. Más específicamente, participaron 36 aprendices neerlandófonos1 — estudiantes del segundo año de la carrera de Lingüística y estudios literarios en la Vrije Universiteit Brussel (VUB), que tienen un nivel A2-B12 de acuerdo con el Marco Común Europeo de Referen-
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Naturalmente, a causa del contexto multilingüe bruselense también participaron alumnos que eran bilingües (neerlandés-francés u otra combinación) o tenían otra lengua materna única (por ejemplo, el francés). Las narraciones de estos participantes no se tomaron en cuenta para nuestra investigación. En lo que concierne a la competencia lingüística de los participantes en español, se puede asumir que tienen un nivel A, visto que se estipula en los objetivos de
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cia— y 21 nativos españoles. Cada participante tuvo que producir una narración oral semiespontánea, basada en una compilación de fragmentos de la telenovela española Yo soy Bea. El género narrativo, según Kibrik (2011: 13), se presta bien a la investigación de la referencia: « narrative is among the most fundamental and universal types of discourse […] they are convenient for referential studies because referents typically recur in narratives more consistently than in many other discourse types ». Como los distintos referentes siguen apareciendo, el hablante continuamente debe buscar la expresión referencial más adecuada para mencionarlos, de acuerdo con sus estatus cognitivos. En el fragmento de la telenovela aparecen seis protagonistas (Beatriz, Álvaro, Gonzalo, Diego, Cayetana y Francisco), así que hemos investigado las referencias —singulares, coordinadas y plurales— consecutivas a cada uno de estos protagonistas. Optando por este diseño, nuestro estudio se inscribe en la línea de varios otros estudios que han empleado narraciones escritas u orales para estudiar las expresiones referenciales (para L2 español, por ejemplo, Blackwell y Quesada, 2012; García-Alcaraz y Bel, 2011; García-Alcaraz, 2015; Georgopoulos, 2017; Lozano, 2009, 2016; Margaza y Bel, 2006; Montrul y Rodríguez-Louro, 2006; Quesada y Blackwell, 2009). Ahora bien, la prueba a la que sometimos a los participantes consiste en cuatro partes. Primero, explicamos el procedimiento de la tarea a los participantes, proporcionándoles también información suplementaria escrita, como un resumen del procedimiento, una breve lista de vocabulario y una descripción de los personajes y sus nombres. Somos conscientes de que la revelación de los nombres de los personajes puede haber constituido un sesgo en la producción de las expresiones referenciales. En segundo lugar, los participantes miraron el vídeo con el sonido puesto. Luego, volvieron a ver el vídeo,
aprendizaje de la formación que se debería alcanzar ese nivel después del primer año de estudios. Pruebas DIALANG —realizadas por algunos estudiantes— lo confirman. Estas pruebas también mostraron que ciertos alumnos ya tenían un nivel B1 para algunas competencias.
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pero sin sonido esta vez. Al mismo tiempo, tuvieron que contarle la historia a la investigadora-entrevistadora en sus propias palabras, a fin de evitar que utilizaran citas literales del vídeo, y simultáneamente con las imágenes. Al final, los participantes rellenaron un cuestionario sobre su perfil lingüístico. Después de las grabaciones, las producciones fueron transcritas y, luego, fueron etiquetadas y analizadas por medio de un esquema analítico en la herramienta UAM CorpusTool (O’Donnell, 2008). En su conjunto, el corpus de los aprendices consiste en 3.123 expresiones referenciales, mientras que el corpus de los nativos cuenta con 4.323 referencias.
5. RESULTADOS Como ya se ha mencionado antes, presentaremos aquí los resultados de nuestro análisis del mantenimiento y del cambio de tópico con referentes plurales en narraciones de aprendices neerlandófonos de ELE y de nativos españoles. En general, se encuentran 719 casos de mantenimiento de tópico en el corpus no nativo y 1081 casos en el corpus nativo. De estos casos, 87 (A) y 107 (N)3 ocurrencias expresan el mantenimiento de tópico con un referente plural4. En lo que concierne al cambio de tópico, se hallan 443 casos en el corpus de los aprendices y 527 en el corpus nativo. Cuando nos limitamos a las referencias plurales, se trata de 82 (A) y 88 (N) casos respectivamente5.
5.1. El mantenimiento de tópico con referentes plurales A continuación, nos fijaremos en el mantenimiento de tópico con referencias plurales, distinguiendo dos tipos, según el número del antecedente: por un lado, plural y, por otro lado, singular y coordinado. 3 4 5
A = aprendices, N = nativos Respectivamente constituye, por tanto, el 12,1 % y el 9,89 % de todos los casos de mantenimiento de tópico. Se trata, pues, del 18,5 % y del 16,69 % de todos los casos de cambio de tópico.
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5.1.1. El mantenimiento de tópico con referentes plurales con antecedente plural Empezamos nuestro análisis con las producciones plurales cuyos antecedentes tienen el mismo número. A título de ilustración: (1)
«y ahora entran los dos chicos Álvaro y Gonzaloij/y no comprenden no Øij comprenden lo que pasa porque no Øij sabían que ellak fue en el aseo» (A1314206).
La siguiente figura muestra la distribución de las formas para ese tipo de mantenimiento de tópico.
Figura 2: Mantenimiento de tópico. Sujetos plurales con antecedentes plurales y en función de sujeto
Se observa que el pronombre nulo es la expresión referencial más empleada en ambos corpus, aunque se presenta una diferencia significativa entre el porcentaje no nativo (85,06 %) y nativo (97,20 %)6.
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Cabe señalar que existe aquí la posibilidad de un efecto de perseverancia, visto que el porcentaje de antecedentes nulos es más alto que en el caso de los sujetos singulares con antecedentes singulares (A: 72,41 % ⇔ 42,28 %, A: 77,98 % ⇔ 51,82 %). Esto se explica por el funcionamiento de las referencias plurales, es decir: la referencia introductoria a menudo es coordinada (ej. Álvaro y Gonzalo) o dos singulares que se convierten después en plural (ej. Álvaro se acerca de Gonzalo y se ponen a hablar). Esas referencias introductorias suelen seguirse de un pronombre nulo en plural, el cual funciona como antecedente para otra referencia en plural con el pronombre nulo. Justamente estos últimos casos constituyen la mayoría de los ejemplos de la presente categoría de mantenimiento de tópico (véase también el ejemplo 1).
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También está presente una diferencia significativa, pero de manera inversa, para el sintagma nominal, que se utiliza más frecuentemente en el corpus de los aprendices. De los pronombres personales explícitos solo se halla un caso en el corpus, así que no se discutirá en más detalle. Ahora bien, conviene comprobar la felicidad pragmática de las referencias realizadas para continuar el tópico plural. En primer lugar, todas las ocurrencias del pronombre nulo se consideran pragmáticamente felices. Notamos, además, que la mayoría se encuentra en contextos discursivos parecidos. Es decir, primero, sus antecedentes se encuentran mayoritariamente a distancia corta, o sea, de 0 a 10 palabras, como ilustrado en (2). En segundo lugar, no suelen intervenir competidores, pero cuando intervienen uno o dos competidores, desempeñan o bien una función no sujeto (3) —es decir, una función menos prominente, que no amenaza el mantenimiento de tópico— o bien se consideran sujetos pasivos. Los sujetos pasivos son sujetos sin papel activo en la narración, debido a la referencia a un hecho anterior o al uso de un verbo/conector que implica la presencia de otro referente, como preguntar en (4). (2) «ah y los dos hombresij entren/y [silencio] saben Øij saben algo ha pasado con Beak» (A1415208). (3) «En el momento llega Álvaroi con Gonzaloj/y Øij se sorprenden de verlak así/lek Øij preguntan qué pasa» (N151604). (4) «llega Álvaroi a la oficina con Die– con Gonzaloj/y Øij preguntan cómo Øk está que si qué Øk tiene [pausa]/y lek Øij sugieren si le hace o por tal vez lek hace falta comer algo» (N161704).
Pasamos a los sintagmas nominales7, de los que se encuentran 12 casos en el corpus no nativo y 3 en el corpus nativo. A diferencia de los pronombres nulos, se califican todos como pragmáticamente infelices, visto que dan lugar a referencias redundantes. En la mayoría
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Cabe observar que son todos sintagmas nominales definidos, como los chicos o los hombres.
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de los casos se trata de producciones del tipo [sn_cuando_nulo]8: constituyen el 83,33 % (10/12) de los casos en el corpus no nativo y el 100 % de los casos en el corpus nativo. Cabe mencionar que, en todos los casos, el antecedente se encuentra a distancia corta o media de la anáfora y, además, no intervienen competidores. Por lo tanto, también hubiera sido exitoso el empleo del pronombre nulo. Ese tipo de redundancia se ilustra en el siguiente ejemplo, en que el sintagma nominal los hombres se repite en vez de que se emplea un pronombre nulo para continuar la referencia a estos referentes: (5) «los hombresij van a hacer una cosa uhm ilegal creo uhm/los hombresij van a hacer uhm esta cosa/porque ellosij no quieren que Diegok uhm es el nuevo jefe de la revista» (A1415206).
5.1.2. El mantenimiento de tópico con referencias plurales con antecedente singular o coordinado A continuación, presentaremos los resultados para el mantenimiento de referencias sujeto y plurales con un antecedente de otro número, es decir, singular o coordinado. Nos centramos, primero, en los casos en que aparece un antecedente coordinado, ilustrado en el ejemplo (6). (6) «uhm Álvaroi y Gonzaloj hablan todo el tiempo/y Øij tienen buenas ideas» (A1617201).
El análisis muestra que hay poca variación en las formas empleadas para realizar el paso de un antecedente coordinado a una referencia en plural. Los aprendices solo emplean el pronombre nulo, el cual es también utilizado por los nativos en el 95,12 % de los casos. En el corpus na-
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Etiqueta empleada en el análisis para marcar los casos en que el sintagma nominal se emplea en un contexto donde el pronombre nulo hubiera sido pragmáticamente feliz.
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tivo también se registran dos usos del sintagma nominal. Todas esas expresiones referenciales se han calificado como pragmáticamente felices9. Nos centramos, por último, en los casos en que se pasa de un antecedente singular a una referencia en plural. Ese tipo de mantenimiento de tópico constituye un tipo particular, visto que el paso de singular a plural implica la presencia de otro referente en el contexto discursivo. En (7), por ejemplo, además de referirse a Diego, también se refiere a Cayetana10 —en posición de oblicuo—, por lo que se puede inferir que la referencia plural incluye los dos referentes activados. (7) «y Diegoi entra/y Øi habla con Cayetanaj/sí/uhm y no no sé qué se qué Øij dicen» (A1516206).
La distribución de las formas es muy parecida en ambos corpus, como se puede ver en la Figura 3. En la gran mayoría de los casos los hablantes emplean el pronombre nulo para marcar el paso de un antecedente singular a una referencia plural. También se utilizan algunos sintagmas nominales y en el corpus nativo aparecen, además, tres pronombres personales explícitos.
Figura 3: Mantenimiento de tópico. Sujetos plurales con antecedentes singulares y en función de sujeto
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También es el caso de los dos sintagmas nominales, dado que se trataba de una reformulación de lo dicho anteriormente. Nótense que la referencia a Cayetana constituirá un ejemplo de una referencia singular que se convierte en tópico con un pronombre nulo en plural.
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Discutimos, primero, las ocurrencias del pronombre nulo, de las cuales la mayoría se consideran pragmáticamente felices11. Tal y como se puede esperar cuando se emplea un pronombre nulo, los antecedentes se encuentran mayoritariamente a distancia corta. (8) «uhm Álvaroi va a Diegoj/y Øij se disputen» (A1617207).
En cuanto a los competidores, ya mencionamos que suele intervenir un competidor, que luego se convierte en uno de los referentes al que se alude con la forma plural. Este competidor siempre desempeña un papel sintáctico no sujeto, como en el (7) arriba. Sin embargo, también se presentan casos en los que no interviene ningún competidor. El otro referente activado necesario para poder construir exitosamente la forma plural se pone entonces delante del antecedente. Lo ilustramos con el ejemplo (9): al inicio, Gonzalo es el tópico, pero se produce un cambio de tópico a Álvaro. No obstante, se mantiene activado el referente Gonzalo, que se integra en la referencia plural deberían de llamar. (9) «entonces uhm Gonzaloi dice que no debe de ser importante/pero Álvaroj dice que a lo mejor Øij deberían de llamar a un médico» (N151602).
Pasamos ahora a las ocurrencias del sintagma nominal (A: 3, N: 6). Se observa que en 7 de los 9 casos aparece el mismo sintagma nominal definido, o sea, los dos. Parece funcionar como una estructura estilística subrayando la pluralidad, por lo que estos sintagmas nominales se han calificado como pragmáticamente felices12. Véase el ejemplo (10). (10) «y luego el nuevo jefe Álvaroi entra con con con Gonzalo el hombre con quien tenía esa conversaciónj/y los dosij están sorprendido del hecho que ellak está en una condición rara» (A1314202).
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Con excepción de dos casos ambiguos en cada corpus, en los que no está presente un segundo referente activado, por lo que la referencia plural resulta ambigua. 12 Otras dos referencias se han calificado como pragmáticamente infelices, porque resultaban ambiguas.
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Por último, cabe señalar la ocurrencia de tres pronombres personales explícitos en el corpus nativo. El pronombre en (11) se considera pragmáticamente feliz, visto que el antecedente del segundo referente involucrado, Gonzalo, se encuentra a distancia larga (más de 20 palabras), por lo que cabe reactivarlo. (11) «luego en la siguiente escena uhm Álvaroi y Gonzalo que es su amigoj y es su amigo están discutiendo en el baño/y Álvaroi lej dice que ya no no Øi puede continuar con la farsa que no Øi soporta uhm despertarse cada día/o Øi sabiendo que Øi está involucrado con Beak/y Bea/ellosij no saben que Bea está escuchando» (N151601).
Los otros dos pronombres personales explícitos se califican como redundantes, es decir, no son necesarios para una interpretación unívoca de la referencia. Sirva de ilustración el ejemplo (12). (12) «uhm Beatrizi está con Álvaroj en un ascensor/y al final Álvaroj la la acaba besando/entonces en este punto parece que ellosij tienen una una relación sentimental/y que son pareja» (N161702).
5.2. El cambio de tópico con referentes plurales Después de analizar el mantenimiento de tópico con referentes plurales, nos centraremos ahora en el cambio de tópico con una referencia plural. Dividiremos otra vez los diversos cambios de tópico según el número del antecedente: plural, coordinado y singular. Antes de pasar a la discusión, cabe recordar que el corpus contiene 82 (A) y 88 (N) casos de cambio de tópico con referentes plurales.
5.2.1. El cambio de tópico con referencias plurales con antecedente plural En primer lugar, estudiamos el cambio de tópico con una referencia plural a partir de un antecedente plural. Se presenta la distribución de las formas en la Figura 4.
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Figura 4: Cambio de tópico. Referencias plurales con antecedentes plurales
Se observa, ante todo, que la expresión referencial típica para realizar el cambio de tópico en español, el pronombre personal explícito, solo se emplea en ocho casos (A: 2, N: 6), que todos se consideran pragmáticamente felices. A título de ilustración: (13) «y ahora Álvaroi está hablando con Gonzaloj en el baño/y Beatrizk losij está escuchando/pero ellosij no saben que Beatrizk está escuchando» (N171802).
Sin embargo, resalta también el número considerable de pronombres nulos en ambos corpus (A: 9, N: 20, dif. sign.). Como el pronombre nulo teóricamente se utiliza en contextos de mantenimiento de tópico, decidimos marcar las ocurrencias del pronombre nulo en contextos de cambio de tópico como pragmáticamente infelices13. Sin embargo, en varios ejemplos se observa que suele ser posible resolver la referencia plural. Se puede explicar, primero, por la intervención de competidores singulares, o sea, con otro número que el referente, por lo que no se crea ambigüedad cuando se emplea una forma verbal en plural. En (14), por ejemplo, contrastan las referencias plurales a Álvaro y Gonzalo con la referencia singular a Beatriz,
13 Con la excepción de un caso en que un oblicuo plural se convierte en uno de los referentes incluidos en el tópico plural que sigue: «Álvaro es feliz con el speech y con sus padres y hablan un poco sobre su trabajo pienso» (A1314206).
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por lo que resulta posible resolver la referencia nula dicen como una referencia a los dos chicos. (14) «Álvaroi y Gonzaloj entran uhm/y Øij preguntan a uhm Beatrizk qué pasa/pero ellak no no dice nada/Øk está enfadada/y uhm Øij dicen que ellak tiene estrés/o pero no no no Øij saben qué ha pasado» (A1516206).
En segundo lugar, la composición de la escena que se está describiendo parece desempeñar un papel en la resolución de las referencias. Es decir, 18 de los 20 casos nativos (90 %) y 4 de los 9 casos (44,44 %) no nativos se registran en una escena particular. En esta escena se alternan imágenes de una conversación entre Álvaro y Gonzalo, por un lado, y de Beatriz escuchando la conversación desde un cuarto distinto. Así pues, las imágenes mismas oponen la referencia plural a la referencia singular, lo que parece reflejarse en las producciones de los participantes por el uso de expresiones referenciales menos informativas, que pueden resolverse gracias al contexto en que se hallan. Se muestra un ejemplo en (15). (15) «[Álvaro y Gonzalo] Øij bromean sobre la situación [pausa]/y Beak sigue escuchando mientras Øk está sentada en en uno de los aseos/finalmente Øij salen de del aseo de hombres» (N171801).
Por último, cabe mencionar que de las ocho ocurrencias del sintagma nominal (A: 7, N: 1, dif. sign.), siete resultan redundantes. Es decir, se podrían sustituir por una expresión referencial menos informativa, como el pronombre personal explícito. En (16), por ejemplo, el sintagma nominal los dos personas podría reemplazarse con el pronombre personal ellos. (16) «y entonces uhm dos hombresij hablan en los servicios/y uhm Beatrizk uhm escucha/pero uhm los dos personasij uhm hablan sobre secretos» (A1516202).
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5.2.2. El cambio de tópico con referencias plurales con antecedente coordinado El corpus también contiene casos en que una referencia plural es precedida por un antecedente coordinado como, por ejemplo, Álvaro y Gonzalo. Aparecen mayoritariamente en el corpus de los aprendices, en que se presentan 20 casos, mientras que solo se hallan dos casos14 en el corpus nativo. En el ejemplo nativo se emplea el pronombre personal explícito para realizar el cambio de tópico, como se ilustra en (17). (17) «y en la siguiente escena aparecen uhm Gonzaloi y Álvaroj hablando en un baño/y Beak parece estar en uno de los baños también/pero sin que ellosij sepan que ellak está ahí» (N151606).
Los aprendices, en cambio, optan por el pronombre nulo en 16 de los 20 casos (80 %) y por el sintagma nominal en otros cuatro casos. En cuanto a los pronombres nulos, cabe mencionar que se observa una similitud con los casos discutidos arriba en que había un antecedente plural. Es decir: 13 de los 16 pronombres nulos (81,25 %) se realizan cuando se está describiendo la escena en que se contrastan imágenes de Álvaro y Gonzalo con otras de Beatriz. Por lo tanto, la composición de la escena otra vez parece desempeñar un papel en la posibilidad de resolver las referencias. Véase un ejemplo en (18). (18) «uhm aquí uhm Beatrizi uhm quiero uhm uhm tratar su he– uhm su herida/pero uhm Øi oya un una conversación entre Álvaroj y Diegok/uhm pero no sé qué se pasé/pero es chocanto para Beatrizi/uhm sí Øi es sorprendo [pausa]/pienso que Øjk quieren uhm abusar a alguien» (A1314203).
14 En realidad, se trata de una sola referencia plural, pero como se refiere a dos personajes (Álvaro y Gonzalo) se ha etiquetado dos veces como un caso de cambio de tópico.
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5.2.3. El cambio de tópico con referencias plurales con antecedente singular La última categoría de cambios de tópico con referencias plurales son las referencias que tienen un antecedente singular (A: 43, N: 59). Se trata de casos en que un referente singular en una posición sintáctica inferior se integra en una referencia plural que asume la función de tópico15. Así, la referencia a Gonzalo como parte de la referencia plural quieren saber en (19) se etiqueta como un caso de cambio de tópico, a partir de la referencia singular que funcionaba como oblicuo. (19) «y uhm Álvaroi uhm entra con Gonzaloj/uhm y Øij quieren saber que se ha pasa» (A1314204).
Se observa que la mayoría de estos casos de cambio de tópico se realizan por medio del pronombre nulo (A: 33, N: 44). La mayoría de esos pronombres nulos empleados se han calificado pragmáticamente felices. Más específicamente, se trata de 25 ocurrencias en el corpus de los aprendices (75,76 %) y de 35 ocurrencias en el corpus nativo (79,55 %). Presentamos otro ejemplo, ahora del corpus nativo: (20) «ah vemos que Álvaroi ha visto a Diegoj/y Øij se saludan con la cabeza» (N151602).
Sin embargo, el uso del pronombre nulo también puede resultar ambiguo, cuando están activos varios referentes y no resulta posible identificar de forma unívoca a los referentes a los que se alude con la referencia plural. Así, la referencia plural preguntan en el siguiente ejemplo podría referirse tanto a Álvaro y Gonzalo como a las secretarias que están ayudando a Beatriz.
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Se trata, pues, de los referentes mencionados como competidores en el caso de un mantenimiento de tópico con un referente plural que tiene un antecedente singular (véase el apartado 5.1.2.)
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(21) «y la otra mujeri pregunta lo que pasó/uhm por qué uhm Øj le desmayo/uhm pero Beatrizj no dice nada uhm uhm/Álvarok y Dieg– Gonzalol entran/y Diego ja Álvarok quiere saber lo que pasó también/uhm pero Beatrizj no dice nada/uhm lej uhm le Ø¿? preguntan otra vez» (A1617202).
Además de los pronombres nulos, también se encuentran siete sintagmas nominales en el corpus de los aprendices y cuatro en el corpus nativo. Se trata casi exclusivamente del sintagma nominal los dos, que parece tener un funcionamiento estilístico, por lo que se consideran pragmáticamente felices estos sintagmas nominales16. Presentamos un ejemplo abajo. (22) «Luego están en el ascensor Beai y Álvaroj/y Álvaroj quiere– lai va a besar/parece que están enamorados los dosij» (N161707).
Por fin, cabe mencionar las cinco ocurrencias del pronombre personal explícito en el corpus (A: 1, N: 4). Dos de estos pronombres en el corpus nativo se consideran redundantes, o sea, también hubiera sido exitoso recurrir al pronombre nulo17. A título de ilustración, el siguiente ejemplo: (23) «y al final Álvaroi la laj acaba besando/entonces en este punto parece que ellosij tienen una una relación sentimental/y que Øij son pareja» (N161702).
6. SÍNTESIS: MANTENIMIENTO Y CAMBIO DE TÓPICO CON REFERENCIAS PLURALES La división de labor entre el pronombre nulo y el pronombre explícito en español se ve relacionada con factores sintácticos y pragRecuerda que el sintagma nominal los dos también se utilizaba de manera pragmáticamente feliz en contextos de mantenimiento de tópico con referentes plurales después de un referente singular. Véase el apartado 5.1.2. 17 Otros tres pronombres resultan pragmáticamente felices, lo que se explica por la ausencia de referencias activas a uno de los referentes implicados en la referencia plural durante más de 20 palabras.
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máticos. Basándonos en la «Hipótesis de la Posición del Antecedente» (Alonso-Ovalle et al., 2002) y la Teoría de la Accesibilidad (Ariel, 1990), afirmamos que el pronombre nulo suele emplearse en contextos de mantenimiento de tópico, mientras que el pronombre explícito suele aparecer en contextos de cambio de tópico. Sin embargo, el análisis de un corpus de narraciones orales realizadas por aprendices neerlandófonos de ELE (nivel A2-B1) y nativos españoles ha demostrado que la expresión del mantenimiento y del cambio de tópico con referentes plurales es más variada de lo que se ha asumido en estudios teóricos. Con respecto al mantenimiento de tópico, el pronombre nulo, de hecho, resultaba ser la expresión referencial más empleada. Sin embargo, constatamos que los participantes —y sobre todo los aprendices— también optaron por otra expresión referencial, el sintagma nominal, para marcar el mantenimiento de tópico. En general, estos usos del sintagma nominal se calificaron como pragmáticamente infelices, visto que se trataba de usos redundantes. Estos resultados confirman, por tanto, que los aprendices neerlandófonos de ELE todavía no han adquirido la vertiente pragmática de la referencia, por lo que nuestros resultados corroboran la premisa de la «Hipótesis de la Interfaz» (Sorace y Filiaci, 2006) según la cual, los aprendices de una lengua extranjera pueden adquirir la sintaxis de aquel idioma, pero que les resulta más difícil la adquisición de la pragmática. Los resultados del cambio de tópico con referentes plurales resultan aún más variados. No solo se observa que el pronombre explícito —la expresión referencial esperada— no es la opción más empleada, sino también llama la atención el número elevado de pronombres nulos en esos contextos. Además, en la mayoría de los casos, no se trata de usos ambiguos del pronombre nulo, sino de usos pragmáticamente felices. Esos resultados demuestran que también debemos tener en cuenta la influencia de factores contextuales en el proceso de referencia. Así, los usos pragmáticamente felices del pronombre nulo aparecían cuando interviene un competidor singular entre el antecedente plural o coordinado y la referencia plural. Además, constatamos que esos contextos se producen sobre todo en una es-
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cena específica de la historia. En segundo lugar, el pronombre nulo puede calificarse como pragmáticamente feliz cuando un antecedente singular se incluye en una referencia plural y, así, se convierte en el tópico de una oración. Además de los pronombres nulos, se hallan también pronombres personales explícitos y sintagmas nominales en ambos corpus. El uso del pronombre personal explícito resulta pragmáticamente feliz. El uso del sintagma nominal, en cambio, suele ser redundante, a no ser que desempeñe un papel estilístico, como ocurre con el sintagma nominal los dos. En suma, nuestro estudio está en línea con la premisa de la «Hipótesis de la Interfaz» (Sorace y Filiaci, 2006), visto que —para varios contextos— las elecciones referenciales de los aprendices dan prueba de redundancia o ambigüedad y difieren significativamente de las de los nativos, lo que confirma que todavía no han adquirido la pragmática de la referencia en español. En cambio, la división de labor de los pronombres españoles, propuesta en la «Hipótesis de la Posición del Antecedente» (Alonso-Ovalle et al., 2002) y la Teoría de la Accesibilidad (Ariel, 1990), parece ser demasiado limitada por lo que se refiere a las referencias que pueden aparecer en contexto. Ese contexto puede permitir que se resuelvan referencias expresadas con expresiones referenciales que, según la teoría, hubieran sido redundantes o ambiguas.
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