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Spanish; Castilian Pages 442 Year 2023
Enrique Pato (ed.) Estudios sobre el español de Venezuela
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LINGÜÍSTICA IBEROAMERICANA Vol. 96 DIR EC TOR E S : Mario Barra Jover, Université Paris VIII Ignacio Bosque Muñoz, Universidad Complutense de Madrid, Real Academia Española de la Lengua Antonio Briz Gómez, Universitat de València Guiomar Ciapuscio, Universidad de Buenos Aires Concepción Company Company, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México Steven Dworkin, University of Michigan, Ann Arbor Rolf Eberenz, Université de Lausanne María Teresa Fuentes Morán, Universidad de Salamanca María Pilar Garcés Gómez (Universidad Carlos III de Madrid) Daniel Jacob, Albert-Ludwigs-Universität, Freiburg im Breisgau Johannes Kabatek, Universität Zürich Eugenio R. Luján Martínez, Universidad Complutense de Madrid Ralph Penny, University of London
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Estudios sobre el español de Venezuela Enrique Pato (ed.)
Iberoamericana l Vervuert l 2023
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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47) Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2023 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2023 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-362-6 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-453-5 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-454-2 (e-Book) Depósito Legal: M-23187-2023 Diseño de la cubierta: Carlos Zamora Impreso en España Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico blanqueado sin cloro
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ÍNDICE
Enrique Pato Sobre el estudio del español de Venezuela y su caracterización actual................
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Godsuno Chela-Flores El español venezolano: anomalías históricas y lingüísticas y sus repercusiones sociocomunales..............................................................................
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Alexis Graindorge La “esquiva” norma de Venezuela: algunas consideraciones recientes................
61
Enrique Obediente Sosa El español de los Andes venezolanos....................................................................
85
Enrique Pato Historia y caracterización general de la variedad guayanesa................................ 107 Laura Pérez Arreaza El español de Venezuela en situación de contacto: el caso de los jóvenes de Montreal.............................................................................................. 133 Jamelyn Wheeler y Manuel Díaz-Campos La variación fonológica en el español venezolano............................................... 161 Mercedes Sedano Las construcciones con verbo ser focalizador...................................................... 195 Krístel Guirado Nada más (que) y más nada: los operadores de exclusión como activadores de intensificación y atenuación en el habla de Caracas........................................ 225 Irania Malaver Arguinzones Caracterización sociodialectal de los adverbios en -mente en el habla caraqueña.............................................................................................................. 255
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Consuelo González Díaz Las expresiones de concreción y ejemplificación en el español hablado de Venezuela......................................................................................................... 285 María José Gallucci Las citas directas en el español de Caracas........................................................... 319 Alexandra Álvarez Muro e Irma Chumaceiro Arreaza La cortesía verbal en el español de Venezuela como expresión de la cultura y la identidad......................................................................................................... 347 Yarubi Sol Díaz Colmenares Estimad@s amigxs: una mirada a los usos inclusivos en Twitter de Venezuela.. 373 José Alejandro Martínez-Lara Léxico venezolano: análisis y propuesta metodológica desde el enfoque de la disponibilidad léxica......................................................................................... 405 Sobre los autores................................................................................................... 437
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SOBRE EL ESTUDIO DEL ESPAÑOL DE VENEZUELA Y SU CARACTERIZACIÓN ACTUAL Enrique Pato
1. Población y distribución geográfica de Venezuela Según los datos del último censo oficial publicado por el Instituto Nacional de Estadística, Venezuela contaba en 2011 con una población de 33 360 238 habitantes. Hoy en día el Banco Mundial estima que 28 709 947 personas viven en el país. La población urbana se acerca al 88 % (2021), con un 44 % de venezolanos que viven en barrios de tugurios. La tasa de alfabetización en personas mayores de 15 años es del 97 % (2016). La división administrativa de Venezuela consta de un distrito capital (Caracas), 23 estados (Amazonas, Anzoátegui, Apure, Aragua, Barinas, Bolívar, Carabobo, Cojedes, Delta Amacuro, Falcón, Guárico, Lara, Mérida, Miranda, Monagas, Nueva Esparta, Portuguesa, Sucre, Táchira, Trujillo, La Guaira —antiguo Vargas—, Yaracuy y Zulia, ver mapa 1) y una dependencia federal (cuya capital es Los Roques, con 72 islas). Las cinco ciudades más pobladas —con una densidad superior al millón de habitantes— son Caracas (2 956 813), Maracaibo (2 332 718), Valencia (1 619 470), Barquisimeto (1 240 714) y Maracay (1 229 520). A este respecto, no hay que olvidar que las grandes ciudades son siempre centros difusores de lengua. Por otro lado, el porcentaje de área selvática se estima en un 52,4 % del total del territorio (2020), una de las más altas de todo el continente americano.
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Mapa 1. Estados de Venezuela
2. Los dialectos del español de Venezuela Como indica Sedano (2001), el español de Venezuela, aunque presenta variación en las distintas regiones del país, “tiene como modelo fundamental el habla de Caracas”. Alvarado (1929, en Grases 1954) fue uno de los primeros autores en ofrecer una división dialectal de Venezuela, en la que distingue cuatro grandes zonas: Oriente, Occidente, Cordillera y los Llanos, a las que habría que sumar la zona Central. Años más tarde, Páez Urdaneta (1981) presenta una clasificación de siete variedades, que revisaremos más abajo. A su vez, Obregón (1981) propone otra división con cinco áreas: Centro, Suroccidente (Mérida y Táchira), Noroccidente (Maracaibo), Oriente (Nueva Esparta y Sucre) y Sur (Apure y Guárico). Por su parte, Obediente Sosa (1998, y en este mismo volumen), siguiendo a Rosenblat (1987), divide el país en tierras
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altas (los Andes venezolanos) y tierras bajas (el resto de Venezuela); es decir, hay una división clara entre una norma andina y otra caribeña (véase también Mora 1996, Sedano 1998, Orozco/Díaz-Campos 2016, Chela-Flores 2017, y las oportunas puntualizaciones de Chela-Flores en este mismo volumen). Por último, Castro y Malaver Arguinzones (2016) han mostrado una división perceptiva de los dialectos del país. La disparidad en el número de variedades se debe a que los rasgos que se han empleado para cada una de estas clasificaciones no son los mismos: fonéticos, léxicos, histórico-geográficos, etnográficos y antropológicos. Para los efectos de esta monografía, dado que tiene en cuenta algunos rasgos gramaticales, además de los fonético-fonológicos y léxicos de otras propuestas, y porque respeta e incluye toda la geografía del país, creemos que la clasificación más completa es la siguiente (basada en Páez Urdaneta 1981). Para cada variedad se indican los estados, con sus respectivas capitales: • Zuliano (marabino, occidental): Zulia (Maracaibo)1. • Andino (tachirense, gocho): Táchira (San Cristóbal), Mérida (Mérida), Trujillo (Trujillo) y algunas partes del estado Barinas. • Guaro (centroccidental, larense): Carora, El Tocuyo (Lara). • Llanero: Portuguesa (Guanare), Guárico (San Juan de los Morros), Cojedes (San Carlos), Apure (San Fernando de Apure) y Barinas (Barinas). • Central (costeño, caraqueño): Distrito Federal (Caracas), Miranda (Los Teques), Carabobo (Valencia), Aragua (Maracay), Lara (Barquisimeto), Yaracuy (San Felipe), Falcón (Coro), La Guaira (La Guaira). • Oriental (margariteño): Isla Margarita, Sucre (Cumaná), Monagas (Maturín), Anzoátegui (Barcelona), Nueva Esparta (La Asunción). • Guayanés: Delta Amacuro (Tucupita), Bolívar (Ciudad Bolívar), Amazonas (Puerto Ayacucho).
Una descripción reciente de la variedad zuliana puede verse en Pato/Casanova (2022).
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Mapa 2. Dialectos del español de Venezuela
3. Principales rasgos gramaticales del español de Venezuela Sin ánimo de ser exhaustivo, dado que el lector interesado puede profundizar en los trabajos que se han publicado de cada uno de los fenómenos gramaticales de esta variedad, recogidos en la revisión de Montes Giraldo et al. (1999) y en las 4674 referencias incluidas en el trabajo de Rivas Dugarte et al. (2013), a continuación, se presentan algunas de las características gramaticales más notorias del español de Venezuela. Dejamos la revisión de los rasgos fonético-fonológicos, ya que se pueden consultar en varios de los últimos trabajos publicados sobre esta variedad (Orozco/Díaz-Campos 2016, Wheeler/Díaz-Campos en este mismo volumen) y léxico-semánticos (entre otros, Tejera 1993, Núñez/Pérez 1994, Pérez 2013). Para ello, seguimos de cerca los estudios que figuran en las referencias finales, así como la gramática de Sedano (2011) y las notas que se recogen en la Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009) sobre este país. Lo primero que hay que mencionar, desde el punto de vista morfológico, es que el español de Venezuela hace uso intenso de varios sufijos para
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crear sustantivos y adjetivos. Entre ellos destacan los siguientes: i) adjetivos en -oso, como elegantoso (‘algo elegante’; ‘persona que causa molestia o es difícil de tratar’), lechoso (‘suertero’) y maloso (‘que no es malo del todo’); ii) sustantivos femeninos en -era, como calentera (‘indignación’), crespera (‘cabellera ondulada y abundante’), cluequera (‘afecto intenso, especialmente hacia los niños’), vaciladera (‘tomar el pelo’), mariquera (‘conducta que denota indecisión, capricho o cobardía’), chivera (‘establecimiento donde se compran y venden artículos usados’) y arrechera (‘indignación violenta’); iii) sustantivos y adjetivos masculinos en -ero (este es el sufijo que más destaca Sedano 2011: 130), como sangrero (‘cantidad grande de sangre’), desespero (‘desesperanza’; ‘impaciencia’), realero (‘cantidad grande de dinero’), ruletero (‘conductor de automóviles de alquiler que trabaja ilegalmente’), bastonero (‘rufián’), refistolero (‘persona amiga de novedades’), lengüetero (‘chismoso’), datero (‘persona que suministra datos o información’), sobrancero (‘que excede en tamaño, cantidad o peso’), reposero (‘persona que con frecuencia disfruta de permisos, descansos o licencias para ausentarse del trabajo’), golillero (‘persona inclinada a obtener las cosas gratuitamente’), machetero (‘hombre inculto y violento’) y burrero (‘cosa basta, grosera’); iv) sustantivos femeninos en -ción, como regimentación (‘régimen; conjunto de normas’) y dormición (‘adormecimiento de alguna parte del cuerpo; somnolencia’); v) sustantivos y adjetivos masculinos en -ón, como zancón (‘dicho de un traje, demasiado corto’), hambrazón (‘hambre excesiva’), coñamentazón (‘paliza’; ‘pelea callejera’), reilón (‘persona que se ríe mucho’), hombrón (‘hombre valiente y esforzado’), raspazón (‘despido, recorte’), echón (‘presumido’), palazón (‘ingestión excesiva de bebidas alcohólicas’), y algunos femeninos como negramentazón (‘conjunto de personas de raza negra’) y dormilón (‘camisa de dormir de mujer’); vi) adjetivos en -ado, como nariceado (‘obligado a hacer algo’), arrosquetado (‘de piel morena, de color canela o sonrosado’), copado (‘sobrecargado de trabajo’), tostado (‘de poco juicio e imprudente’), cuatriboleado (‘fuerte, decidido’) y aporreado (‘persona físicamente agotada’); y vii) sustantivos femeninos en -ada, como gentarada (‘multitud de gente’), -menta, como perramenta (‘grupo numeroso de perros’) y -eza, como maluqueza (de maluco); así como sustantivos masculinos en -azo, como arepazo (‘golpe dado con la mano’), y -aje, como perraje (‘gente de condición social humilde’). Entre los prefijos destacan los sustantivos masculinos en auto-, como autobusete (‘microbús’) y automercado (‘supermercado’).
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Otros sustantivos y adjetivos de interés son tracaleo (de tracalear, ‘hacer trampas’), guabineo (de guabinear, ‘huir de las situaciones difíciles’), repele (de repelar, ‘resto’), gastivo (de gastar, ‘derrochador’), jalador (de jalar, ‘adulador’), pupitrazo (de pupitre ‘protesta estudiantil’) y computista (‘técnico o estudiante de computación’). En cuanto a la formación de palabras, los patrones más empleados son: i) A+N, como buenamoza (‘mujer apuesta y bien parecida’), buenmozo (‘hombre de buena presencia y bien parecido’) y pitiyanqui (de petit y yanqui, ‘imitador del estadounidense’); ii) N+A, como pelizorrero (‘sospechoso’; ‘peligroso’); y iii) V+N, como guardacamisa (‘prenda interior’), pasapalo (‘bocado ligero que acompaña a una bebida’), pisapasito (‘persona que actúa con malicia y solapadamente’) y ruedapelota (‘escarabajo’). El género femenino de algunos sustantivos es analógico (+ -a), como en venada (‘hembra del venado’), tigra, liendra o actora. En cuanto a la negación, presenta algunas formas coloquiales, la mayoría de origen metafórico, como naiboa (‘no’, ‘nada’), míi, ni amarrado (a), ni matao (a) o a balazos. Por lo que respecta a los verbos, cabe mencionar los terminados en -izar/ -uzar, como liderizar (‘liderar’) y atapuzar (‘llenar algo en exceso y apretadamente’), así como los verbos en -ear, como manguarear (‘malgastar el tiempo sin hacer nada’), caribear (‘ejercer dominio sobre alguien’; ‘engañar con astucia o picardía’), curucutear (‘hurgar en cosas propias o ajenas’), taparear (‘ocultar o encubrir un asunto’), pescuecear (‘buscar con astucia una posición política’), tracalear (‘engañar o estafar’) y matear (‘actuar apresuradamente’). Entre los verbos pronominales podemos mencionar papelonear(se) (‘confundirse, enredarse al hablar o al actuar’; ‘acobardarse’) y los parasintéticos (enN-ear) empeparse (‘enamorarse intensamente de una mujer’), enguayabarse (‘sentir nostalgia por una persona o un lugar’), embromarse (‘molestarse’), empavarse (‘dar o tener mala suerte’) y encamburarse (‘encumbrarse por razones partidistas o de amistad’). En todos los niveles socioeconómicos se registra la terminación -s en la segunda persona del singular del pretérito perfecto simple de indicativo (tú salistes). Por otro lado, en el habla popular y en el registro conversacional (especialmente en la zona andina) se suprime la -s- en la segunda persona de plural del pretérito perfecto simple (vos perdistes > vos perdites). El uso de las formas en -ra es otro de los rasgos compartidos con otras variedades americanas, especialmente en la apódosis condicional “en la lengua popular”. El empleo de deber de + infinitivo con sentido de obligación (Lo que se debe de
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hacer es...) y la construcción motivado a (‘con motivo de, debido a’, Renuncia embajador de Colombia en Venezuela motivado a declaraciones de Robert Serra) son otros fenómenos de uso general. La Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009) también menciona el empleo de como atenuativo, precedido a veces de así (Mi hermano es [así] como bravo); el uso de cada que por cada vez/ ocasión que (Cada que escuchen algo investiguen si es cierto o no); el cuantificativo más aparece fuera de la subordinada (lo más que me gusta por lo que me gusta más), todos ellos rasgos que comparte con otras variedades americanas. En cambio, el uso de ahí cuando el hablante no quiere precisar la información (Salí con un muchacho ahí de la universidad); el adverbio enantes y enantito (‘antes, recientemente’, de empleo también en algunos países centroamericanos como Honduras y El Salvador); la exclamación ¡verdadita! (¡Verdadita que estoy molesta con ella!); y algunas locuciones como en bonche y en cambote (‘en masa’), por todo el cañón (‘sin reserva’) son rasgos más particulares del español venezolano. Por su parte, otros de los fenómenos gramaticales señalados por Sedano (2011) son los posesivos pospuestos (Es pa la casa mía); la concordancia de los cuantificadores medio, sendo y demasiado; las formas verbales siéntesen, estábanos (por estábamos) y querramos; las perífrasis vamos a e ir + gerundio; el empleo del pretérito perfecto simple y de la estructura condicional Si tuviera...; la pluralización del verbo hacer y del verbo haber; usos de estar por ser; el gerundio de posterioridad (Llamen llegando a casa); la omisión de la marca de objeto directo (Quiero conocer Ø tu papá); el uso de nada y de nadie (Nadie estamos armados); el empleo de pero y mas; el que galicado (Fue por eso que se lo dije); el ser focalizador (Esto lo compro es para mi familia, véase Sedano en este mismo volumen); y el cuantificador un poco de (‘mucho’). Para el caso de burda véase Pato y Casanova (2018). 4. Estudios previos sobre el español de Venezuela y propósitos de esta monografía Tras este somero repaso de algunos de los rasgos gramaticales del español venezolano, conviene contextualizar los estudios previos sobre esta variedad. Lo primero que hay que recordar es que Venezuela ha contado, y sigue contando a día de hoy, con una extensa y notable tradición filológica y lingüística.
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De hecho, es una de las más ricas y fructíferas en el continente americano. Baste recordar nombres como los de Andrés Bello (1781-1865), Rafael María Baralt (1810-1860), Arístides Rojas (1826-1894), Amenodoro Urdaneta (1829-1905), Julio Calcaño (1840-1919), Lisandro Alvarado (1858-1929), Ángel Rosenblat (1902-1984), Paola Bentivoglio (1932-2019) o María Josefina Tejera (1931-2021), entre otros muchos, así como los nombres de los autores y autoras que colaboran en este volumen colectivo2. En la actualidad, varios profesores e investigadores, algunos dentro y otros fuera del país, continúan publicando trabajos de gran interés para dar a conocer los rasgos fonético-fonológicos, gramaticales, léxicos y pragmático-discursivos característicos del español venezolano, así como de las variedades que lo componen. El objetivo de este volumen es ofrecer una muestra representativa —desde diferentes marcos teóricos y metodológicos— de esa actividad científica e investigadora de la mano de destacados especialistas y nuevas voces en estas disciplinas, pues, hasta la fecha, no contamos con un volumen multidisciplinar y renovado —publicado en el siglo xxi— sobre el español de Venezuela. El título de este monográfico puede recordar al de otros muchos que se publicaron a lo largo del siglo xx y se inscribe en esa misma tradición, pero actualizada: Estudios sobre el español de Nuevo Méjico (Espinosa, 1930), Estudios sobre el español de Cuba (López Morales, 1971), Estudios sobre el español de México (Lope Blanch, 1972), Estudios sobre el español de Colombia (Montes Giraldo, 1985) o Estudios sobre el español de la Argentina (Fontanella de Weinberg, Vallejos e Hipperdinger, 1992), por nombrar solo algunos de ellos. La diferencia con respecto a todos estos trabajos es que este volumen sobre el español de Venezuela quiere servir como ejemplo de renovación teórico-práctica y exploración colectiva y multidimensional. A este respecto, cabe recordar que contamos con una serie de trabajos individuales y colectivos sobre Venezuela, como los artículos publicados en el número 69 de la revista Español Actual (1998), monográfico dedicado especialmente al español de Venezuela: “Fonetismo segmental” (Enrique Obediente Sosa), “Interpretación y explicación fonológicas” (Godsuno Chela Flores), “La variación sociofonológica” (Paola Bentivoglio), “Entonación” Varias personas no han podido participar finalmente en este volumen colectivo. Desde aquí mi reconocimiento a Martha Shiro (Universidad Central de Venezuela), Melva Márquez Rojas (Universidad de Los Andes), Vanessa Casanova (Université de Liège) y Francisco Freites Barros (Universidad de Los Andes). 2
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(Elsa Mora Gallardo), “Morfología” (Irma Chumaceiro Arreaza), “Sintaxis” (Mercedes Sedano), “Léxico” (Francisco Javier Pérez) y “Lenguas indígenas de Venezuela: supervivencia y porvenir” (Marie-Claude Mattéi Muller). También hay que hacer mención del trabajo pionero de Julio Calcaño (1897), las tesis de Henri van Wijk (1946)3 y de Aura Gómez (1969) sobre el lenguaje popular y coloquial venezolano, los numerosos estudios de Ángel Rosenblat (Estudios sobre el habla de Venezuela. Buenas y malas palabras, 1987), el volumen colectivo El idioma español de la Venezuela actual (1992, con trabajos de Alexandra Álvarez Muro, Paola Bentivoglio, Enrique Obediente Sosa, Mercedes Sedano y María Josefina Tejera) y la monografía de Manuel Alvar (El español en Venezuela. Estudios, mapas, textos, 2001). La principal diferencia con el presente volumen colectivo es que este cuenta con trabajos más específicos, sobre fenómenos puntuales o variedades dialectales del país menos conocidas, y con datos también más actuales. El reiterado interés por la lengua española y la lingüística general, además de la necesidad de documentar, describir y analizar nuevos fenómenos lingüísticos y de revisar los previamente analizados, obliga al investigador a ofrecer nuevos materiales a la comunidad científica internacional, que sirvan, además, para la formación de futuros lingüistas y para el conocimiento del público general interesado. Con esta triple perspectiva damos a conocer los trabajos de este volumen. 5. Estructura y contenido de este volumen colectivo Este libro, que consta de catorce capítulos y esta introducción, está dividido en tres grandes secciones: el español venezolano ayer y hoy, cuestiones gramaticales y cuestiones léxicas y discursivas. El trabajo de Godsuno Chela-Flores (“El español venezolano: anomalías históricas y lingüísticas y sus repercusiones sociocomunales”) analiza el español venezolano desde la perspectiva de sus diferencias en el mundo hispánico, producto de anomalías en su desarrollo. En este sentido, la situación colonial marginal cambia multidimensionalmente entre los siglos xviii y xix, cuando Caracas se transforma en centro del movimiento independentista. Los Los tres fenómenos peculiares que señala van Wijk (1946: 236) son: “1º, la sobrevivencia del futuro de subjuntivo en todas las clases sociales del país, 2º, la curiosa expresión este que digo; 3º, el especial y reiterado uso del gerundio con el verbo estar”. 3
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significativos cambios adicionales no han alterado su naturaleza dialectal innovadora. La única variedad conservadora ha sufrido un permanente rechazo de origen capitalino, anomalía evidente, dado el prestigio usual del conservadurismo. Por otro lado, Venezuela y Colombia presentan una doble identidad geolectal caribeña-andina, pero con resultados opuestos. Colombia fue sede virreinal y Bogotá como capital siempre ha tenido una variedad conservadora. Venezuela, en cambio, no tuvo ese privilegio y ha conservado una variedad innovadora, extendida a casi todo el país, hecho anómalo porque el conservadurismo se asocia a las capitales. El desarrollo sociopolítico y cultural venezolano durante la colonia fue previsiblemente menor, comparado con los centros americanos de poder, pero una brillante generación de humanistas emerge en las décadas posteriores a la independencia. La escasez de diferencias lingüísticas con las otras variedades proviene del alto índice hispánico de inteligibilidad interdialectal. No obstante, continúa su desarrollo con diversas anomalías, que conllevan un perfil diferente al de otras variedades. El autor combina este análisis con propuestas sobre el reduccionismo-holismo y el fonema de distribución complementaria unidimensional, entre otros aspectos relevantes al español venezolano. Alexis Graindorge (“La ‘esquiva’ norma de Venezuela: algunas consideraciones recientes”) analiza nuevos datos sobre la norma perceptiva del español venezolano oral, y los compara con los trabajos previamente publicados. En particular, el autor se interesa por las racionalizaciones de los hablantes que explican la elección de una u otra variedad como más o menos correcta. Como es sabido, se puede ubicar una norma caraqueña —usualmente por motivos sociales y políticos—, además de otra norma andina —debido a la herencia histórica de la región—, sin que se identifique un consenso hacia una única norma perceptiva para Venezuela. Por ello, el trabajo sugiere que la identificación de la norma depende del origen de los encuestados, al menos en parte. De hecho, el autor halla una correlación estadística fuerte entre la región de origen y las respuestas proporcionadas. Sin embargo, nota que la cualidad de las actitudes difiere según la variedad venezolana de la que se trate. Por ejemplo, en el caso del habla andina, se suele destacar la pronunciación de la población local, tanto como su simpatía; mientras que al habla de Caracas se le atribuye un relativo prestigio social por ser la sede del poder. Acerca de las variedades menos prestigiosas, señala que la mayoría de las críticas que se emiten se basan en rasgos de la lengua más que en las características sociales de los hablantes o de la región. Finalmente, propone que la razón principal detrás de las
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críticas emitidas contra estas variedades menos prestigiosas podría encontrar sus raíces en la diversidad de usos lingüísticos a través del país. Enrique Obediente Sosa (“El español de los Andes venezolanos”) recuerda que Venezuela puede ser dividida en dos grandes áreas dialectales: un área andina, en el suroccidente, constituida por los estados cordilleranos de Táchira, Mérida y Trujillo, y un área caribeña, que comprende el resto de las regiones venezolanas, incluido, por tanto, el territorio donde se asienta la capital, Caracas. Después de reseñar algunos hitos históricos concernientes al territorio que hoy ocupa el área andina venezolana, el autor pasa a presentar la variedad de lengua usual en los Andes. Para ello, describe sucintamente lo más relevante del fonetismo segmental andino, aborda algunos rasgos de carácter morfosintáctico, presenta las formas pronominales de tratamiento con una discusión de carácter pragmalingüístico sobre este fenómeno dialectal y, finalmente, hace una aproximación al léxico que, en cierta medida, identifica al habla de los Andes. Esencialmente, el capítulo hace referencia al habla espontánea urbana del área dialectal, aunque sin dejar de citar fenómenos que se dan en el medio rural. El capítulo se cierra con una pincelada sobre la identidad andina, sobre lo que es y significa hoy ser venezolano andino. Enrique Pato (“Historia y caracterización general de la variedad guayanesa”) ofrece una primera aproximación histórica y actual a la variedad guayanesa, así como una caracterización general de su léxico y de algunos de sus rasgos gramaticales. Para ello, se resumen los datos históricos de la región, de los tres estados que la conforman y de su población. El autor defiende que la formación de un nuevo dialecto aplicado a la Guayana, vista como una variedad regional de la lengua estándar venezolana, es el resultado del contacto de varias normas y variedades lingüísticas con la norma general del país. Parece que el habla de las nuevas ciudades incorporó características de otras áreas regionales, pero esa nueva variedad de mezcla no reemplazó a los dialectos de origen de los inmigrantes. Por otro lado, hay que tener en cuenta que estamos ante un inmenso territorio prácticamente deshabitado, con núcleos de población pequeños, y que el río Orinoco es una frontera natural que hace que la Guayana sea una tierra alejada y mal comunicada. Además, los procesos de migración, tanto nacional como internacional, así como la nivelación de los diferentes (sub)dialectos, ha hecho que el habla de la Guayana sea más homogénea. Por último, se ofrece una selección de las voces más características de esta variedad, y algunos fenómenos gramaticales, en relación con el español de Venezuela y a las otras variedades americanas.
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Los diversos eventos políticos, sociales y económicos que ha vivido Venezuela desde finales del siglo xx e inicios del siglo xxi han creado un escenario propicio a la emigración. Diversos países de América y Europa han recibido a la población venezolana que ha dejado el país natal. Laura Pérez Arreaza (“El español de Venezuela en situación de contacto: el caso de los jóvenes de Montreal) se centra en el caso de Canadá, y más específicamente de la provincia francófona de Quebec, donde cerca del 85 % de los venezolanos que allí viven están en la región metropolitana de Montreal. En este contexto de diáspora se centra en el grupo etario juvenil en situación de contacto con el francés (lengua oficial de Quebec), el inglés (lengua oficial de Canadá) y otras variedades dialectales del español que conviven en Montreal, atendiendo a tres criterios: la herencia lingüística, el resultado del contacto y el devenir lingüístico de esta comunidad. La muestra empleada consta de 25 participantes entre los 14 y los 24 años de edad, y ha sido recogida a través de dos técnicas: el cuestionario y la conversación grabada en grupo. El estudio del español de este grupo se hace a la luz de una revisión teórica sobre el español coloquial, el lenguaje juvenil, el bilingüismo, el contacto de lenguas y las actitudes lingüísticas. Los resultados muestran que las marcas dialectales en el español de estos jóvenes siguen presentes en todos los niveles de análisis; pero mientras que los niveles fonético y morfosintáctico dejan ver una cierta influencia del francés, el nivel léxico se muestra como el más permeable a las dos lenguas de poder (francés e inglés). Por otro lado, los hablantes cuentan con una importante conciencia dialectal y muestran afecto por su norma de origen y por el español en general, por lo que están dispuestos a transmitir el español a futuras generaciones. Jamelyn Wheeler y Manuel Díaz-Campos (“La variación fonológica en el español venezolano”) proveen un panorama general acerca de la diversidad cultural de Venezuela que incluye información sobre las lenguas indígenas y las influencias africanas en el país. De igual forma, se ofrece una amplia descripción de los fenómenos fonológicos más estudiados y característicos de esta comunidad de habla, como la /d/ intervocálica y la /ɾ/ final de sílaba. En las últimas secciones, los autores proporcionan algunos detalles sobre la estratificación sociolingüística, la percepción de variables sociolingüísticas y su adquisición. Por último, el trabajo sugiere futuras investigaciones, en particular sobre las situaciones de contacto del español con lenguas indígenas. Mercedes Sedano (“Las construcciones con verbo ser focalizador”) analiza el uso de las construcciones de verbo ser focalizador (SF) (Juan llegó fue esta tarde), y determina que se empleaban en el país ya en la primera mitad
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del siglo xx, al menos en zonas colindantes con Colombia. La investigación se lleva a cabo, por un lado, en dos periódicos venezolanos, en los que tan solo se encuentra una SF. Por otro lado, la autora investiga el uso de estas estructuras en un corpus de habla de Caracas, Maracaibo y Mérida. Cada corpus proviene de 48 hablantes, distribuidos equitativamente por edad, sexo y nivel socioeconómico. El análisis determina que emplean las SF, en cada ciudad, aproximadamente la mitad de los hablantes entrevistados, y que el uso aumenta a medida que desciende la edad o el nivel socioeconómico. Se observa que la categoría gramatical más numerosa del constituyente bajo foco es la de frase preposicional, y que la función sintáctica más frecuente es la de complemento circunstancial. La investigación de los factores semántico-discursivos de las SF permite concluir que es relevante el contraste explícito o implícito, asociado con frecuencia a la presencia de negación en el contexto cercano; que el constituyente focalizado suele ser único y delimitado, pero también puede haber elementos que lo amplían o que continúan la línea temática de la SF; y que el modo verbal de la SF suele ser el indicativo (presente o pasado), pero no se excluyen otras posibilidades. Finalmente se considera que las SF, rodeadas de ciertas condiciones, pueden estar en variación con las seudohendidas. El trabajo de Krístel Guirado (“Nada más [que] y más nada: los operadores de exclusión como activadores de intensificación y atenuación en el habla de Caracas”) recuerda que el cuantificador existencial negativo nada funciona como sustantivo, pronombre indefinido, o adverbio. También puede usarse como partícula no dependiente del contenido proposicional, con fines de realce discursivo. Entre estos usos, en Venezuela destacan las formas nada más (que) y más nada, que pueden funcionar como operadores de refuerzo argumentativo. La autora los denomina operadores de exclusión y los analiza en el habla de Caracas, con el fin de describir su empleo como estrategias de refuerzo expresivo en la oralidad, gracias a los datos del Corpus Diacrónico del Habla de Caracas 1987/2013. Entre los resultados, cabe señalar que los operadores de exclusión funcionan como activadores de intensificación cuando focalizan referentes no clasificables, y como activadores de atenuación cuando el referente bajo foco pertenece a una clase semántica identificable. En cuanto a su variación, las mujeres de nivel socioeconómico bajo contribuyen al uso atenuador y las del alto al intensificador. Finalmente, los cambios registrados en ambos períodos parecen indicar una posible gramaticalización de la partícula nada más como marcador discursivo con fines enfáticos.
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Estudios previos realizados con datos de corpus orales relacionan el empleo de los adverbios en -mente con el grado de educación de los hablantes: los de mayor grado de instrucción emplean más adverbios que los de poca o ninguna instrucción. En esta línea de análisis, Irania Malaver Arguinzones (“Caracterización sociodialectal de los adverbios en -mente en el habla caraqueña”) estudia adverbios terminados en -mente, como realmente, absurdamente, totalmente, en el Corpus Sociolingüístico Preseea-Caracas 2004-2010 con el objetivo principal de conocer el modo en que el uso de estos adverbios caracteriza los sociolectos caraqueños. El corpus caraqueño está integrado por un conjunto de entrevistas estratificadas según la edad, el género y los años de escolarización de los informantes, factor este último que la autora toma como el más caracterizador de la comunidad de habla caraqueña. Además, toma en cuenta la dimensión individual analizando los líderes lingüísticos de cada uno de los tres sociolectos: educación primaria, educación secundaria y educación universitaria. Los 2100 casos se analizan según los factores sociales antes mencionados. Los resultados muestran que los hablantes de alto grado de instrucción emplean más formas en -mente que los de los otros sociolectos. Consuelo González Díaz (“Las expresiones de concreción y ejemplificación en el español hablado de Venezuela”) examina el tratamiento que la bibliografía especializada en el español general y en los marcadores discursivos ha dado a los ejemplificadores, principalmente en el habla caraqueña. Asimismo, describe los contextos de uso de la locución por ejemplo —la más frecuente en el discurso oral y escrito— y de las variantes innovadoras por lo menos y de repente, entre otras más o menos lexicalizadas, y expone las razones semántico-cognitivas y discursivas que parecen subyacer al uso de estos nuevos ejemplificadores en la variedad venezolana. La autora presta igual atención a las estrategias discursivas de concreción y ejemplificación, relacionadas con el tipo de caso introducido a modo de ejemplo en el discurso, y al comportamiento polivalente de algunos ejemplificadores, como conectores reformulativos de ejemplificación y como operadores enunciativos. Por último, teniendo en cuenta ambas estrategias y la multifuncionalidad de estas expresiones, considera conveniente la denominación expresiones de ejemplificación y concreción y la propuesta de criterios de análisis como los diferentes tipos de secuencias textuales y prácticas discursivas, los aspectos psicosociales de la actividad oral y otros concernientes a la interacción comunicativa que permitan explicar mejor la operación discursiva de la reformulación mediante la ejemplificación.
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El discurso referido es un mecanismo lingüístico a través del cual los hablantes reproducen enunciados que corresponden a una o varias voces que se evocan y se reconstruyen en un nuevo contexto de enunciación. Por tratarse de un universal del lenguaje, todas las lenguas cuentan con este recurso, aunque no con el mismo repertorio de citas y marcos introductores. El objetivo del trabajo de María José Gallucci (“Las citas directas en el español de Caracas”) consiste en describir y explicar el funcionamiento de las citas directas —las más empleadas en la interacción oral conversacional— en una muestra del PRESEEA-Caracas. Para tal fin, toma en cuenta las categorías de análisis propuestas en trabajo previos. Los resultados generales obtenidos muestran que los caraqueños prefieren las citas directas con marcador nulo seguidas de aquellas introducidas por un verbo dicendi. En cuanto a los marcos no canónicos, escogen sobre todo y + FN (frase nominal). Los datos indican, asimismo, que el empleo de los marcos no canónicos se asocia con la edad y el grado de instrucción de los hablantes. Las formas de relacionarse los pueblos surgen a partir de su visión del mundo y de su cultura, con ello también sus formas de cortesía. Alexandra Álvarez Muro e Irma Chumaceiro Arreaza (“La cortesía verbal en el español de Venezuela como expresión de la cultura y la identidad”) se detienen en la cortesía verbal de los venezolanos e intentan hacerlo desde la intención metafórica de la cortesía. Las autoras muestran cómo los usos corteses parten del entendimiento de que generalmente lo que se dice o no es totalmente cierto o es exagerado; sin embargo, el interlocutor interpreta lo dicho y queda gratamente agradado. La cortesía, en cierto modo, también define, imagina o concibe algo en términos de otra cosa, lo cual podría pensarse como una construcción conceptual, una estructura cognitiva cuya esencia entiende una cosa en términos de otra, es decir una construcción basada en lo metafórico y para la que la verdad de lo dicho tiene menos importancia que su impacto e implicación social. En los usos venezolanos, la amabilidad, la intensidad, el acercamiento y la vaguedad son formas de realizar una cortesía que se ha calificado como positiva. Con todo, la cortesía de los venezolanos refiere a una cultura y una visión del mundo de unión y contacto con el otro. La contribución de Yarubi Sol Díaz Colmenares (“Estimad@s amigxs: una mirada a los usos inclusivos en Twitter de Venezuela”) se enfoca en el lenguaje inclusivo no institucional en Twitter, con especial atención en la variación de los tipos de lenguaje inclusivo y el despliegue de la concordancia en sintagmas que lo contienen. Para este fin, selecciona sintagmas con la forma todo
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intervenida con cualquier tipo de lenguaje inclusivo en tuits venezolanos. La muestra se recopila con el software Netlytic y se constituye un corpus conformado por 1000 tuits publicados en 2021 y geolocalizados en Venezuela. La autora analiza un total de 1009 sintagmas con las características necesarias. Los resultados muestran que el 52 % de las ocurrencias de todo presentan algún tipo de desdoblamiento, mientras que el otro 48 % fueron intervenidas con distintos tipos de sufijos alternativos. Los desdoblamientos más usados son los dobletes completos en orden femenino-masculino. Por su parte, el sufijo alternativo con el mayor número de ocurrencias es -@, posicionándose como el tipo de lenguaje inclusivo preferido en el corpus. Respecto a la concordancia, el 81 % de los sintagmas que contienen alguna forma de lenguaje inclusivo en todo corresponden a casos de inclusión sencilla. Un 16 % está compuesto por casos de inclusión mixta y solo un 3 % presenta concordancias uniformes. Dado que los resultados muestran una superposición de sistemas de concordancia, la autora propone esta heterogeneidad como un rasgo característico del lenguaje inclusivo. Por último, José Alejandro Martínez-Lara (“Léxico venezolano: análisis y propuesta metodológica desde el enfoque de la disponibilidad léxica”) explora y describe el léxico venezolano, entendido como el caudal léxico que viene más rápido a la mente de un individuo cuando se activa una parcela léxico-semántica. Los objetivos del trabajo son conocer el léxico disponible, respecto a los actualizadores pandemia, comidas y bebidas; determinar, cuantitativa y cualitativamente el léxico disponible en relación con las variables sexo y dialecto; y, por último, evaluar el método digital utilizado en la recolección de los datos. Para ello, el autor analiza las listas de palabras de 227 venezolanos, hombres y mujeres, de cinco zonas del país (Central, Oriental, Occidental, Andina y Zuliana). Los resultados muestran que el mayor promedio de palabras lo tiene comidas, mientras que el centro de interés más compacto es bebidas. Por su parte, las mujeres y el dialecto Occidental tienen la media de lexías más alta. En cuanto al método, puede afirmarse que las plataformas electrónicas de acceso abierto ofrecen la ventaja de facilitar la obtención de datos léxicos de distintas variedades lingüísticas.
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6. Consideraciones finales Tal y como se ha señalado en la bibliografía previa, parece que hay más diferencias entre el habla culta y el habla popular que la que puede haber entre las hablas cultas de las distintas ciudades hispanohablantes (véase, por ejemplo, Lope Blanch 1997 para la situación de México). Por ello, se ha pensado que en la mayoría de los casos “las diferencias entre registros son más significativas que las que median entre continentes o áreas geográficas menores” (De Sterck 2000: 301). Estos dos hechos se pueden aplicar al caso venezolano. Como hemos visto, a lo largo de los años se han propuesto —con diversos criterios— varias clasificaciones para dividir el territorio de Venezuela en zonas dialectales. A este respecto, la macrodivisión andina frente a la caribeña parece mostrar que las variedades de las tierras altas siguen el camino de asimilación hacia las variedades de las tierras bajas, aunque todavía mantienen gran parte de sus rasgos definidores. Con otros datos gramaticales y léxicos, se pueden considerar asimismo otras variedades dentro de Venezuela. Con todo, esta monografía colectiva presenta una serie de estudios que ayudan a establecer un poco mejor las características del español venezolano (tanto oral como escrito), las semejanzas y diferencias que hay entre el estándar venezolano y las distintas variedades del país, así como las posibles conexiones entre el español venezolano y la norma académica, entre otros aspectos. Bibliografía Adames, José (1980): “Consideraciones sobre el uso enfático de -ero y -erio en el español coloquial de Venezuela: visión semántica”, en Letras, 36, pp. 187-191. Alvar, Manuel (2001): El español en Venezuela. Estudios, mapas, textos. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá/La Goleta, 3 vols. Alvarado, Lisandro (1929a): “Alteraciones fonéticas del español en Venezuela”, en Anales de la Universidad Central de Venezuela, XVII/3, pp. 349-378. — (1929b): “Alteraciones fonéticas del español en Venezuela”, en Anales de la Universidad Central de Venezuela, XVII/5, pp. 782-812. — (1929c): Glosarios del bajo español en Venezuela. Caracas: Lito-Tipografía Mercantil. — (1954): Obras completas de Lisandro Alvarado. Vol. II. Glosarios del bajo español en Venezuela. Primera parte. Caracas: Ministerio de Educación.
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EL ESPAÑOL VENEZOLANO: ANOMALÍAS HISTÓRICAS Y LINGÜÍSTICAS Y SUS REPERCUSIONES SOCIOCOMUNALES Godsuno Chela-Flores
1. Introducción Nuestro concepto de anomalía se traduce como irregularidad de origen exógeno y/o endógeno. Consecuentemente, no se trata de una revisión de los productos o desarrollos de los componentes del código lingüístico hispánico o de los que rigen otras actividades interaccionales (pragmáticas, estratégicas, socioculturales, discursivas), sino de la consideración de aquellas características que constituyen su diferente perfil dialectal a pesar de la impresionante inteligibilidad interdialectal hispánica. El calificativo “histórico” se traduce como referencia a cualquier fase del desarrollo sociocultural y se emplea aquí para distinguir todo lo que se califica de irregular o anómalo, en contraste con lo usualmente generado por los componentes de la lengua y la interacción sociocomunal. 2. Génesis y desarrollo coloniales 2.1. Marginalidad colonial venezolana y desarrollo posterior a la luz de anomalías y cuatro cambios de perfil Una revaloración de Isabel I de Castilla precede la aproximación al imperio español y la larga marginalidad venezolana. La reina proclamó que todos los habitantes del Nuevo Mundo eran sus súbditos, sin establecer diferencia entre ellos y los españoles. Ningún monarca involucrado en la colonización siguió su ejemplo, enteramente en discordia con el zeitgeist o espíritu de la época. Sin embargo, esa decisión tuvo repercusiones inusuales: España no intervino en la esclavitud racializada liderada por Portugal hasta el siglo xviii.
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Además, los pocos esclavos españoles fueron asistentes domésticos o trabajadores en las pequeñas granjas de los colonos españoles, y así tuvieron oportunidad de aprender español en mejores condiciones que otros esclavos. Esta situación explica, al menos parcialmente, el muy bajo índice de criollización del español venezolano y el de otras colonias hispánicas (McWhorter 2000). No se ha considerado la indirecta repercusión de esta situación como uno de los diversos factores que han incidido en la actual inteligibilidad interdialectal hispánica, pero puede ser una futura línea de investigación desde la perspectiva planteada aquí. El análisis de esa larga marginalidad (primera anomalía histórica) está parcialmente vinculada a su irregular estructura territorial y administrativa, y, paralelamente, a su naturaleza y organización dialectales. Frago-Gracia (1999: 2) describe las causas de la primera: “zonas demográficamente muy desproporcionadas entre sí [...] de colonización española [...] muy desigual y con dispares relaciones eclesiásticas, administrativas [...] judiciales [y] comerciales, etc. respecto de los territorios americanos y de la misma metrópoli”. Esta desigual territorialidad persiste en la lengua moderna, como el mismo Frago-Gracia añade, pero agregamos la anómala reacción capitalina hacia la variedad andina conservadora —desde luego, no oficialmente—, lo que conlleva una socionociva división entre las hablas andinas y las innovadoras. Estas circunstancias son calificables como “históricas” en nuestro sentido, porque no son totalmente atribuibles a realizaciones orales (las más frecuentes en la taxonomía dialectal venezolana y en la general, aunque la más notable en el estado Zulia, el voseo, es morfosintáctica), sino a la anomalía de su configuración territorio-dialectal, que ha arrinconado al conservadurismo, no geográficamente, sino por diferente, en un país casi totalmente cubierto por un manto innovador. Adicionalmente, existe fricción intervarietal entre la capital y la variedad zuliana, occidental e innovadora y adyacente a las andinas, lo cual conlleva una tendencia, no de línea, sino de curva, hacia un anómalo bloque occidental. Existen antecedentes administrativos de esta tendencia en los altibajos coloniales, por ejemplo, la fusión temporal Mérida-Táchira-Zulia. La despectiva actitud capitalina hacia la variedad conservadora no se presenta en ningún otro dominio lingüístico, ya que el conservadurismo siempre conlleva prestigio. En Venezuela ocurre todo lo contrario. La existencia de la marginalización venezolana colonial es requisito para comprender la magnitud y significación de diversas anomalías y de cuatro drásticos cambios históricos, el primero de los cuales es el logro de la
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i ndependencia del imperio español, cuando Venezuela adquiere prestigio multidimensional como centro de la rebelión contra el poder peninsular. Tres eminentes caraqueños se destacan: Francisco de Miranda (1750-1816, de padre canario), reconocido como el precursor del independentismo y por su distinguida intervención en las dieciochescas revoluciones norteamericana y francesa; Simón Bolívar (1783-1830), el Libertador, miembro de la élite caraqueña; y Andrés Bello (1781-1865), humanista y gramático, autor de la Gramática de la lengua española para el uso de los americanos (1847), plenamente vigente en la actualidad. Después de este histórico evento, Venezuela y su español son objeto de otros cambios: i) a pesar de haber quedado diezmada, extenuada e inerme tras la lucha por la independencia, Venezuela presenta la formación y surgimiento decimonónicos, de una pléyade de brillantes humanistas, con positiva repercusión en la lengua nacional; ii) la invasión andina de Caracas desde fines del siglo xix, que conduce al traslado del poder de la élite de habla innovadora a los hablantes conservadores, mayoritariamente de origen rural, pero con poder militar, lo que inicia una larga dominación andina; y iii) su transformación en primera exportadora mundial de petróleo desde 1920 por varias décadas con los previsibles concomitantes. 2.2. Declive de la norma andaluza y la estabilidad del español venezolano innovador La norma andaluza occidental —base del español venezolano no conservador (Sevilla es sede del estándar regional)— está en declive (Hernández-Campoy y Villena Ponsoda 2009, von Essen 2021: 111), pero su versión venezolana no se ha alterado significativamente en cinco siglos de permanencia innovativa. El declive proviene de convergencia hacia el estándar ibérico, de base centro-norteña de firme conservadurismo, que coloca las hablas meridionales como subestándares y a sus hablantes proclives a acomodación hacia el binomio poder-prestigio asociado a la estandaridad (Chela-Flores 2017: 125-127). Las variedades andaluzas que convergen más claramente hacia el estándar son las orientales y Málaga, geográficamente más central, lo hace parcialmente por medio de una variedad coinética intermedia, frecuente en casos similares entre el “techo” estándar y dialectos de base (Vida-Castro 2020: 129-130, 135, 142). Las circunstancias anómalas del español venezolano, con estándar innovador, en un país de mayoría innovadora, reducen convergencia
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significativa horizontal y/o vertical, hacia ese modelo, incluyendo a los hablantes conservadores andinos y a los innovadores zulianos (véase § 4). 2.3. El significativo peso de la canariedad en la identidad geolectal del español venezolano Frago-Gracia (2006: 773) indica que Venezuela ha recibido una significativa inmigración de ese archipiélago entre los siglos xviii, xix y xx, lo que significa que “el andalucismo [del español venezolano] es en buena medida canariedad. La emigración isleña fue decisiva para la colonización del país” (énfasis nuestro). Algunos datos disponibles (Malaver Arguinzones 2022: 395) son esclarecedores: En el período de 1500 al 1650, integraron las expediciones colonizadoras de los Andes, Coro y Cumaná [...] y fundaron numerosas e importantes ciudades: Caracas y La Guaira, principales ciudades de asentamiento en el período colonial, también Los Teques, San Antonio de los Altos, San Felipe, San Carlos, Calabozo, La Victoria y Maracay, San Sebastián de Los Reyes, Villa de Cura y San Juan de Los Morros, Curiepe, Barlovento y Río Chico. Entre 1832 y 1857, 8 115 canarios llegan al país (el 65,36 % de todos los inmigrados del período) y, entre 1874 y 1888, el 43 % de los inmigrados (de 26 090 inmigrados de 27 países) procede de Canarias. En el siglo xx, en un período de poco más de 10 años —entre 1946 y 1959— llegaron 139 898 canarios desde las islas occidentales de La Palma, La Gomera, Tenerife (de la que procedía el 30 % de todos los canarios) y El Hierro.
Este intenso flujo de ida y vuelta entre Venezuela y Canarias condujo a la interesante e infrecuente integración de la primera a la memoria histórico-cultural del Archipiélago como la octava isla (Malaver Arguinzones 2022). La excepción inicial a la inmensa entrada de la canariedad fue la región andina. Sin embargo, la masiva canariedad, principalmente léxica, ha llegado allí. Los colombianismos también han entrado al español venezolano, gracias a la cercanía fronteriza y la consecuente interacción. No obstante, Freites Barros (2007) ha demostrado que los andinos no muestran preferencia ni por los bogotanismos, ni por los colombianismos en general, ni por los caraqueñismos, sino afiliación afectiva por sus hablas, particularmente la merideña.
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2.4. La anómala diferencia entre la doble identidad geolectal venezolana y la colombiana Venezuela y Colombia tienen doble identidad geolectal caribeña-andina, pero no comparten la función social: el español estándar colombiano es conservador, mientras que la situación venezolana es opuesta y la anomalía se explica porque Bogotá fue capital del virreinato de la Gran Colombia, una de las sedes americanas de la corona imperial. Venezuela no tuvo esa función al no ser parte relevante del imperio y no pasó de ser una Capitanía General, vulnerable a acuerdos monárquicos en beneficio de la metrópoli y no de la colonia (arriendo temporal del centro-occidente a banqueros alemanes en el siglo xvi, sin ni siquiera exigirles reconocimiento de que era posesión española y en el siglo xviii, la fundación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, explícitamente para beneficio de vascos y la corona). Los que niegan cualquier efecto socionocivo de la estandarización argumentan que la lengua estándar es de todos, lo cual está muy lejos de la realidad. Nadie habla la lengua o variedad estándar, solo aproximaciones. El sistema educativo tiene como objetivo enseñar y educar a los alumnos a manejar esa variedad, aunque eso equivale a nivelar la modalidad lingüística de su región en el mejor de los casos o también a erradicarla. El objetivo inicial de la estandarización ha sido unificar el territorio nacional, pero sus efectos divisivos son difíciles de prever y evitar: la primera división dialectal es estandaridad y no estandaridad, con sus consecuencias sociocomunales (Chela-Flores 2022a y 2022b). Otra anomalía venezolana reside en que la norma caraqueña se extiende a casi todo el vasto y desintegrado territorio, con la excepción de los tres estados andinos (Mérida, Táchira y Trujillo) y la región occidental adyacente a los Andes, el estado Zulia, de habla innovadora, pero con significativas diferencias de la norma capitalina: fonéticas, prosódicas, morfosintácticas y léxicas. Estas diferencias, señaladas en los § 2.1, 4, 5, 7.2 y 7.3, se acentúan por un fuerte regionalismo.
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3. La problemática de la división dialectal venezolana y sus consecuencias nacionales 3.1. Reflexión y advertencia sobre la interpretación y uso de la oralidad en la actual división dialectal venezolana El hecho de que el análisis dialectológico tradicional del español venezolano, así como el de otras variedades, ha utilizado la oralidad como primer recurso —virtualmente el único— podría considerarse una irregularidad, dada la relevancia del léxico en ese sentido, pero esa estrategia oralista es comprensible por su primacía en la interacción sociocomunal y la relativa facilidad del trabajo de campo requerido (Chela-Flores 2022a y 2022b). La oralidad es la base de la polaridad conservadurismo e innovación, que en realidad es un continuo, frecuentemente visto como una dicotomía, recurso reduccionista, que aclara la problemática dialectal, pero la reduce dotándola de una simplicidad inexistente en la realidad sociocomunal (véase § 7 sobre reduccionismo y holismo). La relevante noción de continuo puede definirse adecuadamente como una secuencia de fases, cada una con tres perspectivas simultáneas; la previa o primera, así sea inexistente, porque su presencia o ausencia tiene efecto en la siguiente, la cual, tiene características propias que a su vez reflejan las de la siguiente. Proponemos la inclusión de variedades intermedias, que corresponde a la continuidad de la realidad interaccional de la comunicación oral y consecuentemente evita la polaridad categórica conservador-innovador/radical. Por lo tanto, se acepta que cuando en el análisis del español venezolano —o el de cualquier otra variedad o grupo de variedades— calificamos el habla andina, zuliana o caraqueña de conservadora o innovadora/radical o intermedia, estamos indicando aproximación —Zamora Munné y Guitart (1982) prefirieron hablar de radicalidad y no de innovación—. Presumimos —no he tratado el tema con los autores— que los impulsó el hecho de que lo que ocurre no es nuevo, sino previsible (aunque no ‘radical’) de acuerdo con la estructura silábica: la prenuclearidad o la ‘codalidad’ (o posnuclearidad) rigen los procesos de fortición o refuerzo del primero, y los de lenición o debilitamiento en el segundo (§ 5.4 con el marco teórico polisistémico del MPN). Las categorías dialectales requieren revisión acorde con la realidad sociocomunal, y además no son aristotélicas, puesto que solo existían en la visión asocial y reduccionista, ya superadas. Ahora es necesario aceptar que el panorama ha cambiado (Chela-Flores 2000: 54, 2022a y 2022b, respectivamente). Estamos
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t rabajando con categorías aproximativas o de límites difusos y variables, vale decir, que la naturaleza continua de las categorías dialectológicas es una realidad inescapable, pero todavía, no percibida o aceptada. La otra dificultad o incoherencia que asola la dialectología, no solo venezolana, sino de cualquier variedad hispánica o de otros dominios lingüísticos, es —con la necesaria reiteración, dada su importancia— que las estrategias taxonómicas concebibles descansan sobre una sola dimensión: la oralidad, que significa aplicar la fonetología (Chela-Flores/Chela-Flores 2007: 14 y n. 1). El otro marcador o elemento dialectal definidor es el léxico, puente entre la realidad ambiental y la lengua, que conlleva la interaccionalidad sociocomunal, que se traduce en inteligibilidad interdialectal, la virtud más resaltante del español, pero está infravalorado, porque la naturaleza del léxico no patrimonial ni fundamental, es cambiante e inestable y no ubica al hablante de manera firme o permanente, a una caracterización dialectal utilizable, en contraste con la oralidad. Le Page y Tabouret-Keller (1985: 14) procedieron a identificar los actos de habla como actos de identidad y a partir de esa iluminación de la interaccionalidad, se dio entrada a la concepción de la acomodación como actitud humana característica, en la búsqueda de la inteligibilidad interlectal requerida para lograr la aceptación sociocomunal. Moreno Fernández y Otero Roth definieron el español como sigue: Se trata de una lengua con un alto grado de homogeneidad, que hace que sus diferencias no sean extremas ni impidan gravemente la comunicación [...], la homogeneidad se fundamenta en la simplicidad de su sistema vocálico, la amplitud de su sistema consonántico compartido por todo el mundo hispánico, la dimensión de su léxico patrimonial (léxico fundamental) y la comunidad de una sintaxis elemental (2016: 32; el énfasis es nuestro).
Esta es una acertada definición de la hispanidad y hemos enfatizado lo referente al léxico porque esa homogeneidad es primeramente, que su léxico patrimonial (el fundamental) es muy amplio, lo que reduce el índice de dialectalidad en lo que se refiere a este marcador en contraste con la oralidad, el otro marcador. Esa significativa amplitud es factor clave de la inteligibilidad interdialectal, pero hace que su aplicación al trabajo dialectológico sea menos caracterizador, lo cual es otra irregularidad (véase § 6 sobre léxico venezolano, particularmente el conjunto de lexemas inapropiado para contextos formales y, consecuentemente, el más caracterizador).
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La explicación del empleo de la oralidad como marcador más frecuente, si no el único, se podría justificar, en principio, por su primacía en la interacción sociocomunal, lo que facilita el trabajo de campo, pero el léxico, puente esencial entre la realidad ambiental y la lengua, también tiene primacía inmediata y es asimismo de fácil acceso como instrumento en el trabajo de campo. Una ventaja del uso del léxico en ese trabajo reside en el hecho de que mientras las categorías fonetológicas y las léxicas necesariamente están sujetas a variación, la fluidez de la oralidad no alcanza el nivel superior de percepción de la polisemia léxica, sensible a la acomodación contextual e interaccional —no son necesariamente coincidentes entre sí— y cuya concreción es materialmente más perceptible que la de la oralidad normal. Sin embargo, esta ventaja se opaca cuando se trabaja con el léxico no patrimonial o no fundamental, por su carácter más cambiante en la interaccionalidad, pero en la investigación sobre cómo superar la infravaloración del léxico en dialectología venezolana y en la general, es preciso tomarla en cuenta. Los estudios sobre disponibilidad léxica tienen relevancia directa sobre dialectología hispánica (Villena Ponsoda/Ávila Muñoz 2012, Ávila Muñoz/Villena Ponsoda 2010, Samper Padilla/Samper Hernández 2007) y han creado un vigoroso y relevante movimiento en España e Hispanoamérica, incluyendo Venezuela. Otra reciente aproximación directa al tema, es la de Moreno Fernández y Ueda (2018) con la utilización de VARILEX, un instrumento léxico, creado por Ueda, para analizar las propiedades de particularidad y generalidad en el universo hispánico. 4. Normas o estándares regionales del español venezolano: zuliano y andino 4.1. La existencia de estándares o normas regionales en el español de Venezuela: el caso de la norma zuliana y el voseo Se han postulado dos estándares regionales (Chela-Flores 2017: 142-144): la variedad andina, conservadora como todos los asentamientos de esa cordillera (§ 5), y la zuliana, innovadora y caracterizada por el voseo, fenómeno morfosintáctico ausente del español ibérico, pero presente en la mitad de la América hispanohablante (Páez Urdaneta 1981), que consiste en el reemplazo del tú por el vos y las formas verbales de segunda persona del singular,
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aunque los zulianos lo concretan de manera significativamente diferente de otras variedades, por ejemplo, las rioplatenses. Con respecto a estas últimas, el español venezolano —en todas sus variedades— participa con todo el mundo hispánico en la desfonologización o simplificación conducente al yeísmo, fusión de los fonemas palatales lateral /ʎ/ y fricativa sonora /ʝ/ en detrimento de la primera (para su desarrollo histórico, véanse Ariza Viguera 2012: 159-169, Obediente Sosa 2007, y Samper Padilla en prensa, para su estado actual), pero difiere radicalmente de las rioplatenses en dos características posteriores a la fusión: i) el rehilamiento (mayor contacto palatobucal y tensión articulatoria, generalizado actualmente en Extremadura, Argentina y Uruguay ampliamente, y Colombia y Paraguay en menor extensión (Ariza-Viguera 2012: 169, n. 30); y ii) la fase siguiente de simplificación, esto es, un creciente ensordecimiento hacia [ʃ] particularmente entre jóvenes y mujeres en Buenos Aires y Montevideo (Fernández Trinidad 2010: 263-292). No hay señales claras de convergencia horizontal y mucho menos vertical en las variedades occidentales hacia el estándar innovador caraqueño, ni de parte de los hablantes andinos (véase § 5 sobre una sorprendente realización andina de /s/ posnuclear), ni de los hablantes zulianos, siempre innovadores, pero con características únicas del voseo hispanoamericano, ya que sus formas verbales son las únicas en la América hispanohablante, con las terminaciones verbales arcaicas:
(1)
Vos trabajaís demasiado.
(2) Vos sois radical en tu conducta.
(3)
Vos no me quereís realmente.
Además, este voseo venezolano arcaico, caracterizador del habla de Maracaibo —segunda ciudad del país y capital del estado Zulia— no ha conllevado la eliminación del tuteo, como ocurre en la zona rioplatense, sino que lo ha agregado conjuntamente con el ustedeo como una tercera forma de tratamiento interaccional de segunda persona en singular. El resultado es que ha enriquecido la interacción personal: el voseo es la forma más íntima y amable, el tuteo permanece como la forma interaccional en uso general y el ustedeo se fortalece como tratamiento formal y de respeto. Otras características d iferenciadoras
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del habla zuliana con respecto a la norma caraqueña (fonéticas, prosódicas y léxicas) se señalan en § 5.5. 4.2. El carácter arcaico y anómalo del estándar regional zuliano Esta característica del español venezolano es anómala en el sentido de que no existe en ninguna otra forma interaccional actual de las lenguas naturales, que solo disponen de dos formas, tuteo y ustedeo, o sus equivalentes. El resto del universo hispánico voseante ha eliminado el tuteo, como es el caso de las variedades rioplatenses mencionadas (von Essen 2021, para un tratamiento actualizado de estas variedades). Además, el voseo occidental venezolano del estado Zulia es el más arcaico de Hispanoamérica, al conservar las terminaciones verbales diptongadas, como se indicó en los ejemplos (1-3), lo cual es anómalo en una variedad claramente innovadora y solo comparable, aunque a la inversa, con [h], alófono glotal de /n/ implosiva en la variedad conservadora andina venezolana, esto es, rasgo innovador en variedad conservadora (§ 5). Un caso actual de restringida vigencia de dos formas de tratamiento de segunda persona en singular es el del inglés, que como remanente de sus orígenes germánicos posteriores al desmantelamiento del Imperio romano, muestra la sobrevivencia del pronombre thou y thee, como objeto directo, del inglés antiguo, aunque coexistente con el you actual en ambas funciones, y reservado en el inglés actual para interacción con Dios en oraciones o diálogos similares. Solo este uso puede compararse, a medias, con la coexistencia del voseo y el tuteo en la variedad zuliana venezolana. El voseo se ha convertido en señal de identidad regional, asumida con orgullo y como rasgo diferencial y de confrontación con el español hablado en la capital. Otras formas de voseo con formas verbales no arcaicas existen en algunas otras variedades venezolanas y americanas, coexisten con el tuteo y no como las rioplatenses, que lo han eliminado, y se acompañan con formas verbales no voseantes y no tienen el fuerte tinte identitario de la variedad zuliana.
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5. El sorprendente caso de la variedad andina venezolana 5.1. Dimensiones de la anomalía de la variedad conservadora andina La doble identidad geolectal se manifiesta con valores comunales opuestos por razones geográficas, culturales y dialectales. Esta circunstancia transforma el español de Venezuela en una anomalía múltiple, ya que la variedad andina conservadora nunca ha sido ni siquiera considerada como modelo para estandarización, caso excepcional en las lenguas de la posmodernidad, lo cual, sin embargo, podría explicarse parcialmente por ser Venezuela un país casi completamente innovador dialectalmente. Además, la anomalía se intensifica porque el dialecto andino causa un injustificado efecto de habla extraña por diferente, también rural, rústica o campesina o en muchos casos, señal de poca educación, y la reacción puede ser hasta causa de hilaridad. Esto no sucede en ninguna parte del mundo hispánico, ni en ningún otro dominio lingüístico con respecto a conservadurismo dialectal. Esta dicotomía ha sido cuestionada en Chela-Flores (2000: 54) por la relatividad terminológica y la realidad fonetológica, pero puede encontrar el argumento contrario, basado en la presencia no primigenia, sino generalmente posterior de las variedades conservadoras, resultado del aparejamiento de poder y prestigio con los virreinatos, entre otros probables factores, pero resulta insuficiente en la explicación de anomalías como las que se citan aquí. La postulación de variedades intermedias (no necesariamente coinéticas) flexibiliza la aproximación a la diversidad dialectal (Chela-Flores 1998a: 4-6). En cuanto al binomio citado, advertimos que el poder en cualesquiera formas es impuesto y puede tener origen endógeno en comunidades estratificadas donde las clases altas lo ejercen, o exógeno, como en el caso de Venezuela en el imperio español, mientras que el prestigio tiene generalmente un origen exógeno y hay que ganárselo. Esta simétrica definición puede tornarse asimétrica, ya que en ciertas situaciones hay prestigio generado internamente, pero no es el caso de las estructuras imperiales. Consecuentemente, el binomio en cuestión puede ser engañoso y superficial como las dicotomías —Chela-Flores (20012002) aclara la problemática de la “tentación dicotómica”, pero la simplifica o reduce peligrosamente, punto central de la controversia holismo-reduccionismo—.
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5.2. Algunas aproximaciones modificables a la situación andina venezolana Como ninguna otra variedad calificada de conservadora sobre base fonético-fonológica exclusivamente (ver objeción en § 3), la variedad andina muestra alofonía glotal de /s/ posnuclear. Lo aparentemente razonable es atribuir este alófono glotal a un proceso de acomodación a una variedad innovadora, en las cuales [h] es frecuente señal de debilitamiento codal de esa sibilante. Es relevante indicar la ausencia en el habla andina de la velarización nasal implosiva [ŋ], el segundo marcador de innovación dialectal. Dos distinguidos hispanistas, López Morales (1992: 300) y Lipski (1996: 383-384), han coincidido en explicar el origen del alófono glotal andino al apelar a la facilista —e inexacta— explicación de la presencia de solamente uno, [h], de los dos marcadores fundamentales, como señal de convergencia hacia la variedad innovadora estándar de Caracas, pero sin explicar la ausencia del otro, [ŋ]. Ambos dialectólogos están muy alejados de la realidad venezolana en lo que se refiere a la glotalidad alofónica andina de /s/ implosiva, ya que, como se muestra reiteradamente en este capítulo, existe un permanente desprecio o indiferencia de origen capitalino, sobre los cuales los hablantes andinos siempre han estado conscientes. Es irreal que esos hablantes entren en acomodación hacia una señal identificadora de quienes carecen de empatía varietal hacia ellos. Adicionalmente, si esa glotalidad fuera señal de debilitamiento codal, entonces la velaridad nasal [ŋ] estaría presente e indetenible y no lo está. En vista de esa situación, proponemos que ese alófono glotal es efectivamente producto de acomodación a una variedad innovadora, que no puede ser otra que la zuliana, muy cercana geográfica y afectivamente a la andina. La larga y estrecha relación geográfica de las dos variedades venezolanas occidentales estaba reforzada por común beneficio económico —las exportaciones agrícolas andinas salían por vía del lago de Maracaibo, capital zuliana— y por recíproco respeto varietal, lo que el resto del país, incluyendo principalmente la capital, nunca ha profesado hacia ninguna de las dos variedades occidentales, aunque la actitud negativa hacia la zuliana es algo menor que la manifestada hacia la andina (ver la explicación de la mencionada ausencia de [ŋ] en § 5.4).
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5.3. La revisión de resultados y sus repercusiones La alofonía glotal no fue detectada hasta que Longmire (1976) la presentó como resultado de su trabajo de campo en Mérida (sobre normalización de fonos de distinta naturaleza con objetivos sistémicos y de manera incompleta, la noción de tipología de alofonías, véase Lass 1984: 84, 107, n. 10). Sin embargo, este resultado sorprendente de Longmire no causó prácticamente repercusión alguna en la investigación dialectológica hispánica, teórica o práctica, por un largo tiempo, quizá por la aceptación intercontinental de que el debilitamiento glotalizante era segura señal de innovación dialectal. El dialectólogo venezolano Obediente Sosa (1997) presentó una revisión de Longmire, en la cual ratificó la presencia de la glotalidad andina y señaló diferencias cuantitativas y cualitativas. Longmire encontró los siguientes valores: realización alveolar 18 %, glotal 19 % y elisión 63 %, y procedió a concluir que “a pesar de su ubicación en los Andes, el español de Mérida tiene todas las características de las tierras bajas” (Longmire 1976: 176, traducción y énfasis nuestros). Esta conclusión fue apresurada y, por ende, errada e incompleta, ya que para empezar, la ausencia de la velarización de /n/ posnuclear no figuró entre sus resultados. Obediente Sosa encontró un rápido crecimiento en la pronunciación urbana del alófono glotal (54 %), un pequeño crecimiento tanto de la realización alveolar (23,4 %) y significativo decrecimiento de la elisión (20,8 %), mientras que en el habla rural, los porcentajes fueron 52 %, 39,7 % y 8,3 %, respectivamente. Sin embargo, el hecho fundamental fue la detección de la glotalidad andina por Longmire. 5.4. La postulación del Modelo Polisistémico Natural (MPN) Longmire estaba consciente de su falta de explicación del indetectado fenómeno glotal andino y sugirió que “lo que se necesita es un modelo dinámico del sistema de la lengua que defina claramente aquellas partes del sistema adulto que sean vulnerables al cambio y aquellas partes que sean invulnerables, un modelo que sea capaz de predecir debilidades o tendencias en el sistema” (1976: 179; traducción y énfasis nuestros). Es de notar que Longmire nunca sugirió que la glotalidad alofónica en cuestión proviniera de acomodación a la norma de Caracas.
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Ya anteriormente, en 1983, se había formulado el modelo dinámico que la investigadora había solicitado, pero con ecos neofircianos (Modelo Polisistémico Natural o MPN, Chela-Flores 1983a, 1983b, profundizado en 1998a, 1998b, 2000). Resumiendo las bases del MPN, se predice procesos opuestos en los márgenes silábicos: mantenimiento o refuerzo del prenúcleo con el concierto de gestos articulatorios anteriorizantes, y lenición o debilitamiento en el posnúcleo con movimientos posteriorizantes. Estos movimientos articulatorios son sistemas opuestos en la estructura silábica, un eco neofirciano concretado por el polisistemicismo del MPN, derivado de la sorprendente noción —en su época— de Firth (1948) en contra de la obsesión unisistémica y, por lo tanto, reduccionista de la era asocial. 5.5. Diferencias cualitativas y cuantitativas no explicadas La diferencia entre los resultados de Longmire (1976) y Obediente Sosa (1997) reveló un significativo crecimiento de la alofonía glotal de /s/ implosiva y una drástica reducción de elisiones en el habla urbana de Mérida. Se puede hipotetizar que [h] fue producto de acomodación a la innovación zuliana y está presente en al menos dos tercios de la zona andina (Freites Barros 2000, 2007 la detectó en el Táchira). Como no ha ocurrido en ninguna otra variedad conservadora, la explicación es multifactorial y polisistémica: no solo lenición codal posnuclear, prevista para variedades innovadoras, sino la acción de factores extralingüísticos, a saber, la actitud negativa caraqueña hacia las variedades occidentales y las positivas entre ellas. En la incómoda relación zuliano-capitalina entran en juego la distancia geográfica, la actitud capitalina de falta de comprensión de las características de la zulianidad, tanto fonéticas (fonación nasalizada inversamente proporcional a clase social) como prosódicas (la entonación zuliana con diferencias entre pretonemas con variantes tonales y tonemas con aumento de cantidad vocálica final y posible entonación circunfleja en variantes, Chela-Flores/Sosa 1999), el voseo, además de diferencias léxicas (tratadas en § 6), dentro de registros informales, los más caracterizadores.
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5.6. Explicación de presencia de [h] y ausencia de [ŋ] por dos vías: la sociolingüística y la del MPN La alofonía glotal de /s/ implosiva en las hablas andinas venezolanas y la notoria e inexplicada ausencia de velarización nasal implosiva [ŋ], pueden abordarse, primeramente, aceptando la existencia de casos intermedios y la coexistencia de dicotomías y tricotomías (como conservador-intermedio-innovador) y de policotomías fonetológicas variables o continuas (como /n/ con alófonos [n]-[h], [ŋ], [ɣ] en [íɣ.no] himno ([ɣ] transcripción del alófono terciario velar no derivado por asimilación) y [m] y [ɲ] (que sí lo son). Esta última categoría ya está prevista en nuestra propuesta de distribución complementaria polidimensional con alofonías primarias, secundarias y terciarias (§ 7.2) en español venezolano innovador y otras variedades de la misma naturaleza con realizaciones informales como circunstancia /sirkunstánsia/ [sir.kuh.tán. sja] [sir.kuŋ.tán.sja], no solo dentro del marco teórico del MPN, sino también como parte de la unión del cognitivismo con fonologías del uso lingüístico (Bybee 2001), con la aceptación de la gradiencia como factor estructural (ya lograda, Kugler et al. 2009) y con la innegable realidad de la interaccionalidad sociocomunal. El alud de teorizaciones, datos, realizaciones, niveles, unidades, distribución complementaria polidimensional, alófonos primarios, secundarios, terciarios, etc. enriquecen la investigación dialectal. Estas propuestas son reacción teórico-prácticas a la necesidad de admitir que la multidimensional realización de la oralidad —soporte primario, pero no único, de la interaccionalidad sociocomunal— no puede ser descrita, analizada, ni comprendida con visión e instrumentos reduccionistas. El trabajo reciente de Moreno Fernández (en prensa), que tiende el indetectado (hasta ahora) puente entre la Escuela de Kazan y el cognitivismo, formaría parte de este movimiento polimodélico acorde con este contemporáneo alud de datos e indetectados fenómenos que siempre nos ha rodeado sin estar conscientes de ellos. Regresando a las consideraciones estrictamente polisistémicas del MPN en busca de explicación fonetológica (Chela-Flores/Chela-Flores 2007: 14 y n. 1), el debilitamiento previsto para segmentos consonánticos codales, es evidente que ocurre más frecuentemente en las obstruyentes que en las sonantes, ya que las primeras están más lejanas de la naturaleza vocálica del núcleo y las sonantes evidentemente más cercanas a ella. En la rima (núcleo y coda), el concierto gestual tiende a acercar la coda —cuando existe— al núcleo y en el prenúcleo a alejarlo del núcleo. Como /s/, sibilante y obstruyente, está más
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lejana de la naturaleza vocálica nuclear, experimenta el cambio debilitante o posteriorizante antes que /n/, nasal y sonante, ya muy cercana al núcleo y que consecuentemente, no lo requiere obligatoriamente. 6. El léxico del español venezolano 6.1. Estudio del léxico venezolano Como en gran parte de Hispanoamérica, los marinerismos se constituyeron en el primer gran grupo de préstamos ibéricos al español del Nuevo Mundo, acompañados de cambios léxico-semánticos que aumentaron el léxico fundamental de América y eventualmente, el de España. Ante la eventual reducción de crecimiento de marinerismos, emerge la intensa investigación de las lenguas indígenas venezolanas, en la cual, entre otras orientaciones, Antonio de Nebrija, el gran gramático y lexicógrafo sevillano, mantenía cierta vigencia —medianamente adulterada— todavía en el siglo xix, en la búsqueda de orden en las enrevesadas lenguas autóctonas. El surgimiento de una pléyade de humanistas, con impacto directo en el español venezolano, es el gran hecho anómalo decimonónico en una Venezuela diezmada y extenuada por la guerra de independencia. José Luis Ramos, “[ilustre] Bellista antes de Bello, propugnó [...] una gramática [...] deslastrada de metafísica y de toda abstracción” (Pérez 2005: 52; inserción nuestra) y dos años después, Andrés Bello, inigualable gramático, publica su Gramática de la lengua española para el uso de los americanos (1847), seguido por Juan Vicente González y su Compendio de gramática castellana (1858), primera gramática sincrónica hispanoamericana (Pérez 2005: 52), a su vez, precedido por Rafael María Baralt y el Diccionario de galicismos (1855), primero de su tipo en el mundo hispánico que lo lleva a miembro de la Real Academia Española, primer hispanoamericano en lograrlo. Siguen Julio Calcaño y su prestigioso Castellano en Venezuela (1897) y Lisandro Alvarado, eximio pionero, quien publica sus esfuerzos decimonónicos como “Glosario de voces indígenas de Venezuela” (1921) y “Glosarios del bajo español de Venezuela” (1929). El camino queda abierto para Francisco Javier Pérez (1993, 2005) y Edgar Colmenares del Valle (1989, 1995, citado por Pérez 2005: 140-142) entre numerosos lexicógrafos y lexicólogos venezolanos.
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6.2. Algunos aspectos históricos del español de la Venezuela postindependentista y del léxico actual de los registros más informales Los marinerismos fueron parte de la época colonial y de la independiente Venezuela hasta las primeras décadas del siglo xx, cuando se reducen por el desarrollo del transporte aéreo y el crecimiento de intercambios internacionales. A continuación, se describirán y explicarán características del léxico venezolano de registros bajos e inapropiados para la formalidad, y consecuentemente más caracterizadores. En principio, se analizará la relación y las diferencias léxico-semánticas entre la presencia eclesiástica en Venezuela y España con aplicación a la generación del lenguaje inapropiado para contextos formales, aspecto poco tratado a pesar de su innegable frecuencia y caracterización de la venezolanidad y la contribución de la interacción nacional con su industria petrolera y el efecto del inglés como la lingua franca actual. Los préstamos del inglés se presentan con o sin hispanización, y además en Venezuela, y no en España, se generaliza su pronunciación (por ejemplo [si di] por C.D., [wai fai] por Wi Fi o [yi meil] por Gmail; también por interacción con el deporte nacional, baseball o ‘juego de pelota’, se genera un léxico anglo-hispánico; y finalmente, la muy venezolana y relativamente escasa, pero intensa, contribución al léxico de la vida político-gubernamental. Esta selección caracteriza a todo hablante de español venezolano sin restricciones de género o clase social en registros coloquiales. El español venezolano muestra algunos vocablos con muy amplia aplicación en registros coloquiales. El más empleado en todo el país es vaina y su acepción original es ‘envoltura vegetal de semillas’, aunque ha desarrollado una aplicabilidad amplísima a saludos, preguntas, objetos, situaciones, etc.: ¿Qué vaina es esa?, ¿Cómo está la vaina? Probablemente es el venezolanismo más frecuente, pero aún conserva cierta restricción en contextos muy formales. La presencia de las ideologías religiosas y políticas en la vida actual depende evidentemente del desarrollo del poder eclesiástico y del eje político-gubernamental de la nación. La intervención de la Iglesia católica a través de la historia hispánica ha sido clave en todas las interpretaciones por historiadores y sociólogos al largo, pero superado, atraso español —y parcialmente hispanoamericano— hasta la instalación y vertiginoso desarrollo de la democracia española actual en pocas décadas: “[el] surgimiento [de España] después de la guerra civil y la era franquista ha sido una de las más sorprendentes e impresionantes transformaciones en toda Europa” (Veebor 2006: xxx; traducción e
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inserciones nuestras). Adicionalmente, la Iglesia influía significativamente en la educación orientada a formar buenos católicos, como primer objetivo del sistema educativo y a mantener el statu quo, obstaculizando el progreso de España al ritmo de naciones como Inglaterra, Francia y Alemania. Ese poder ha ido decreciendo y, actualmente, la Iglesia se ocupa de defender la fe y sus dogmas sin intervenir en la vida pública. El nivel más bajo de las interacciones peninsulares, con elementos severamente censurados, ha generado lenguaje soez con referencia a elementos de la teología católica, reacción inevitable ante la permanente presión eclesiástica: hostia(s) es un claro ejemplo del uso de un símbolo sagrado del catolicismo aplicándose a ‘golpe(s)’, o la inclusión del nombre de Dios en frases agresivas e impropias para registros formales. Esta tendencia léxica o fraseológica no sucede en el español venezolano, que las reemplaza con términos de origen sexual, o referentes a la madre (nunca al padre, señal de machismo hispánico). La palabra soez coño ocurre con significativa presencia no solo en el español venezolano, sino en todo el universo hispánico y su frecuencia diluye la acepción original (‘zona genital femenina’) o la pierde, como en España, donde el término (o derivado fraseológico como estar de coña es usado sin problema en televisión, por ejemplo). Lo irregular en el español de Venezuela es que aunque el término ha perdido virtualmente su acepción original, retiene una fuerza expresiva, que suprime severamente su uso en los medios audiovisuales y en cierta medida hasta en contextos coloquiales. Tiene derivados frecuentes como coñazo (‘golpe’, presente también en España) con varias acepciones y derivados venezolanos como coñacear (‘golpear’, pero no coñear, por una restricción morfofonémica explicada más adelante) o coñiza (‘paliza’ o ‘golpiza’). La censura eclesiástica fue mucho más débil en Venezuela como generalmente en las colonias americanas. La sexualización de lo cotidiano es una actitud presente en otros dominios lingüísticos como el inglés con resultado híbrido (fuck es ‘relación sexual’ y a la vez, la expresión soez más frecuente, igualándola al coño hispánico). El uso frecuente ha blanqueado semánticamente estos términos con respecto a la sexualidad entre anglo- e hispanohablantes. Sin embargo, como se ha indicado, el blanqueo es virtualmente total en España, pero no en Venezuela donde retiene una fuerza expresiva que, aunque de uso frecuente, es inaceptable en contextos de cierta formalidad. La variedad zuliana parcialmente en virtud de la dispersión territorial y lingüística, expuesta por Frago-Gracia (1999), se caracteriza por su indudable preferencia por el término verga (originalmente con dos acepciones: i) ‘rama o
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palo delgado’ y ii) ‘órgano genital masculino’), y en su fase inicial, se limitaba o tenía el efecto malsonante de su segunda acepción, pero como ha sucedido con coño en el español peninsular, la frecuencia de su uso diluye su carácter malsonante y amplía su polisemia. En el español zuliano-venezolano tiene diversos derivados como vergatario(a), que describe excelencia, vergación, frecuente como exclamación, vergajazo (el sustituto zuliano de coñazo), etc. El primero es más frecuente y actúa como superlativo porque denota excelencia en alguna propiedad o actividad y no está limitado en uso a referencia o uso por género (por ejemplo, Teresa es una vergataria en Filosofía es aceptable en el lenguaje y contextos coloquiales) y el carácter malsonante se ha reducido aún más, desde que una reciente decisión presidencial le dio ese nombre al primer teléfono móvil ensamblado en Venezuela. Este término se encuentra también, aunque parcialmente en México y algunas partes de Colombia, pero el uso venezolano-zuliano no solo es polisémico, sino de creciente frecuencia, lo que naturalmente diluye su carácter soez. El segundo derivado, vergación, es probablemente más reciente, pero igualmente frecuente y su efecto malsonante es menor, dado su uso como exclamación de admiración o sorpresa. El otro derivado frecuente, vergajazo, mantiene también la acepción de castigo corporal con una vara o rama. Es de notar que en la exclamación citada se juntan de manera anómala, con la citada tendencia venezolana a reproducir la pronunciación inglesa en términos deportivos u otros, lo que resulta crecientemente en [ver.géi.ʃon] inicialmente entre jóvenes, pero se extiende a hablantes de más edad. El término verga, además de su carácter soez, puede expresar ternura intersexual como Lo que te quiero es verga, para denotar intenso cariño y más frecuente de hombres hacia sus parejas femeninas (nótese la labiodentalización opcional de /b/ prenuclear). Reiteramos su rol identitario en el habla zuliana dada la mayor frecuencia y la de sus derivados en esta región que en el resto del país. La industria petrolera, fuente de la riqueza inicial de Venezuela, comenzó bajo la dictadura andina de comienzos del siglo xx y fue organizada por las compañías petroleras estadounidenses. Como hemos indicado, Venezuela fue el principal exportador mundial de petróleo desde la segunda década del siglo xx hasta mediados de ese siglo. El léxico del español venezolano se incrementó significativamente con el vocabulario técnico y no técnico del inglés estadounidense. La transferencia léxica directa fue generalmente hispanizada, y algunos términos se venezolanizaron siguiendo vías léxicas naturales de esta variedad hispánica (velares sonoras en su mayoría): guaya (‘alambre’), de
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wire [waiər] (la semiconsonante labiovelar toma la vía de la velarización [g] preferida hispánica desde el siglo xviii o antes, cf. Rosenblat 1963) y el triptongo se divide en dos [a+iə⁆ generando una fricativa palatal sonora [y] hispánica [gwá.ya]. Otros ejemplos de hispanización son guachimán (‘vigilante’) de watchman, y otros ejemplos de la visita anglosajona no técnica como bunch (‘fiesta’) de bonche que conserva el rasgo de [+grupal], lunch box (lonchera), wild child (guircho) o corn to fry en etiquetas de sacos de maíz —cotufa(s) o palomitas de maíz—. El deporte y en particular el béisbol, muy por encima del fútbol, ha provisto neologismos y adaptaciones fónicas que han incrementado el léxico venezolano de varias maneras: préstamos que se venezolanizan cuando no se usa el término sin modificación (Él es un buen picher cuando ha tomado varios tragos, de pitcher, con la acepción de ‘generoso’) y adquieren nuevos significados o reemplazan vocablos del español venezolano. Los verbos como fildear, roletear, jitear, jonronear, pichar o quechar/cachar y frases-calco como estar en tres y dos (situación de incertidumbre), robar bases (aprovechar alguna oportunidad), coger la seña (comprender una insinuación) son frecuentes en los registros coloquiales. Hay restricciones fónicas (o fonetológicas) en los procesos de venezolanización. Cuando el término inglés termina en consonante palatal, la dicotomía morfológica hispánica para generar verbos de la primera conjugación (-ar y -ear) se reduce generalmente a crear el neologismo correspondiente solamente con la primera terminación. Por lo tanto, to pitch genera pichar y no pichear; to catch, quechar y no quechear; to manage, [‘mæ.niʤ] [ma.na.yár⁆ y no [ma.na.yeár]. La restricción morfofonológica en el español venezolano (y general) opera en sílabas de prenúcleo palatal oral (infrecuentemente nasal [a.ra.ɲár] y no [a.ra.ɲeár]) en el contexto [+consonante +palatal] [+vocal = -alta =˜baja + vocal baja]*, vale decir en esta formación verbal que opera la restricción en sílaba final con prenúcleo palatal y núcleo vocal media seguida de vocal baja (-ear), las muy escasas excepciones como martillear o niñear apenas superan el 5 % —de una muestra de 9638 verbos (Chela-Flores 1992: 55)—, y la productividad nula en el léxico espontáneo venezolano con derivados del deporte nacional terminados en -ar y ninguno en -ear, lo comprueba (Chela Flores 1992: 57). La jerga político-gubernamental y la corrupción administrativa han dado productos léxicos en el español venezolano de gran expresividad. La de mayor expresividad es cambur (‘banana’, de origen guanche, parte del legado canario) para significar ‘posición de funcionario civil poco exigente de
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d edicación’, generalmente asignada no por mérito, sino por conveniencia o como recompensa por servicios prestados, o por simple nepotismo. Las variedades venezolanas innovadoras y la conservadora, han producido derivados como encamburado o el diminutivo pluridimensional del hispanismo en su caracterización venezolana camburcito, derivado más caracterizador de una manera de pensar y de actuar (y de ser) —ver Rosenblat (1970: 2) sobre la hispanidad como “no solo una unidad de lengua hispánica, sino una unidad sustancial de modos de ser”—. Otros ejemplos son enchufe y enchufado (de uso también en España), mangüangüa y el descriptivo zamurear, derivado del venezolanismo zamuro (‘buitre’) para designar la expectativa de los posibles herederos de un cambur (como buitres al acecho) ante la también posible destitución o muerte del funcionario correspondiente. 7. Reduccionismo y holismo en dialectología 7.1. La relación de la lingüística y la dialectología durante la prolongada fase asocial y su estado actual Una tentación siempre presente en la investigación científica ha sido la de ofrecer soluciones o aproximaciones “elegantes” —cuando es posible— y esa actitud revela el deseo de no dejar residuos incómodos. El resultado a través de la historia de las ciencias del lenguaje, lingüística y dialectología, ha sido una clara tendencia al reduccionismo, vale decir a reducir el espacio investigable de la facultad de darle sentido y coherencia a la noción de interaccionalidad sociocomunal. Esta reducción deja fuera al ser humano tratando su conducta como auténticamente predecible y al lenguaje como una macroestructura abstracta divorciada de sus hablantes y, además, descarta las irregularidades comunicacionales como “accidentes” o formas “libres”. Todo esto cambió de manera bidimensional, primero con el manifiesto de Weinreich et al. (1968: 100), cuando se aclaró que la conducta comunicacional no era desordenada o una serie de “accidentes”, sino “heterogeneidad ordenada”, y segundo en paralelo, con el surgimiento de la sociolingüística, lo que para muchos de nosotros, es la heredera actualizada de la dialectología sistemática, nacida en la segunda mitad del siglo xix.
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7.2. Revisión del concepto tradicional del fonema y la distribución complementaria unidimensional Proponemos que el fonema tradicional y su base, la distribución complementaria, ambos instrumentos reduccionistas, sean redefinidos en esta época de la dimensión social con su avalancha de datos y énfasis en el continuo variación-cambio, el cual funciona en el terreno de la no-estandaridad, como se indica en Chela-Flores (2022b). Existen, al menos, tres tipos de distribución de los elementos, estructuras y actitudes lingüísticas y dialectales: contrastiva, complementaria y libre, la última es muy debatible entre dialectólogos, porque creemos que en la interacción sociocomunal y en la oralidad no hay nada realmente “libre”. La tradicional distribución complementaria es unidimensional y la alofonía es consecuentemente por definición, un nivel subfonémico único, resultado de la orientación reduccionista. El primer lingüista, y probablemente el único, en pensar en una tipología de “alofonías” fue Roger Lass, quien al tratar la normalización de datos fonéticos con objetivos sistémicos, formuló la pregunta sobre equivalencia: ¿cómo es que conjuntos de fonos de naturaleza diferente pueden ser considerados como iguales?, y luego sugiere algo como tipologías alofónicas (1984: 84, 107, n. 10), aunque la sugerencia estaba en una nota final y nunca completó la idea, que implicaba que la alofonía no era única. Nuestra respuesta a su pregunta es que mientras distintos fonos se agrupen en la misma posición sin interferir con el contenido, se mantendrán como alófonos del mismo fonema, la única objeción a esta concepción polidimensional es que representa una violación del requisito alofónico de “similitud fonética” (Jones 1950), lo que ya no invalida lo dicho. Veamos un ejemplo del español venezolano: absolutamente /absolutamente/ [aɣ.so.lu.ta.méŋ.te]. En las primera y quinta sílabas se incumple con ese requisito sin interferir con el contenido. Proponemos que la reacción previsible al nocivo reduccionismo es el holismo, esto es, ver la interaccionalidad sociocomunal en su multidimensionalidad. Lo que olvidan el reduccionista y el variacionista (ambos simplifican la realidad, pero difieren en que el segundo cae en la confusión entre datos y teoría, realzando los primeros y dando un segundo lejano lugar a la teorización; ver oportunas reacciones en Hinskens et al. 1997 y Villena Ponsoda 2016). La distribución complementaria unidimensional oculta la compleja realidad: el hablante maneja, consciente o inconscientemente, una estructura alofónica escalar, vulnerable al cambio de nivel de los elementos fónicos
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registrados como ejemplares, percibidos como primarios o secundarios (ver una versión inicial en Chela-Flores 2022a). La aplicación unidimensional del fonema tradicional a la realidad lingüístico-dialectal conduce a reconocer una alofonía única, que es en realidad el nivel alofónico primario, lo que ha llevado a distinguidos dialectólogos a atribuir la impresionante inteligibilidad interdialectal del español a que cada fonema de esta lengua tiene pocos alófonos, lo cual está muy alejado de la interaccionalidad. Ante la existencia de diversas realizaciones de cada fonema, proponemos una distribución complementaria de varios niveles: primario, secundario y terciario. En el primario figuran los escasos alófonos, que corresponden a la tradicional distribución complementaria unidimensional, pero toda otra realización que no coincida con los primarios, mientras se agrupe con estos y no se interfiera con el contenido semántico, será alófono secundario del mismo fonema y aquellas realizaciones que cumplan con los requisitos de los primarios y secundarios, e incumplan con la “similitud fonética” (Jones 1950), serán alófonos terciarios. Las realizaciones velares en el español venezolano de fonemas como /d/ (administrar [aɣ.mi.nih.trár]) o /b/ (observar [oɣ.ser.βár]) son claros ejemplos de ausencia de similitud fonética, pero aceptables como alófonos terciarios de esos fonemas sin ser causa de ininteligibilidad o estigma hasta en registros formales. Esta reconceptualización no es reduccionista, ya que toda realización percibida, registrada y reconocida durante la interacción sociocomunal al cumplir con los requisitos de la distribución complementaria como hemos indicado, cumplirá su función alofónica sociocomunal. Estos alófonos son la respuesta a la realidad multidimensional real, no ideal. Nuestra propuesta no requiere referencia ni ampliación de la incompleta idea de Lass (1984). 7.3. Otros ejemplos del español hablado en Venezuela en relación con cambios fonetológicos que no interfieren con la inteligibilidad (inter) dialectal Tomemos otros ejemplos del español hablado en Venezuela. Rosenblat (1963: 18) indicó que la velarización ha existido en este país desde, por lo menos, el siglo xviii y en la península desde mucho antes. Sus ejemplos de hablantes educados de ese siglo y todavía de la actualidad venezolana, escribiendo (y evidentemente pronunciando) excepto y apto como execto [e.séc.to] y [ák. to], sin perder inteligibilidad, y aquellos que labiodentalizan /b/ (Chela-Flores
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1987: 74 en Venezuela), en Andalucía (Salvador Caja 1987) y México (Lope Blanch 1988) tampoco la pierden. De acuerdo a nuestra propuesta, todas estas realizaciones están en distribución complementaria, que evidentemente nunca ha sido única. Ahora hemos establecido tres tipos de distribución complementaria. Se puede también agregar las consecuencias para la ortografía y pronunciación de la velarización de /n/ posnuclear, muy extendidas en las tierras bajas de la Venezuela innovadora: innovar [íɣ.no.βár]; columna [ko.lúɣ.na], etc. Sin embargo, labialidad y velaridad, lindes bucales —anterior y posterior respectivamente—, presentan una relación inversa: cuando el linde posterior es velar, por ejemplo, lactante, la realización generalmente no se intercambia por labialidad [lap.taŋ.te], pronunciación estigmatizada, sino que mantiene su articulación posterior [lak.táŋ.te] (previsibilidad hispánica velarizante postnuclear), ya que el MPN, con ecos neofircianos, predice gestos articulatorios codales de lenición y [k→p] es un movimiento de refuerzo, lo que el hablante percibe como inadecuado y así lo registra en su competencia interaccional, vale decir con estigma. El concierto gestual de refuerzo o fortición se emplea en el prenúcleo, dentro del marco del MPN. 8. Conclusiones El objetivo holista de este trabajo requirió seleccionar solamente aquellos aspectos que conforman el diferente perfil dialectal del español venezolano, ya que no se buscaba una descripción de características generadas por los componentes de la lengua, sino de analizar por qué esta variedad, o grupo de variedades, primariamente, tiene una génesis y existencia coloniales que conllevan su marginalización durante la mayor parte de la existencia del imperio español. Se evaluó su desarrollo posterior caracterizado por anomalías e irregularidades históricas, vivenciales y lingüísticas, así como de cuatro drásticos cambios de perfil. El primero de estos cambios fue la anómala transformación de una colonia marginal y cuasi invisible en el centro del movimiento independentista hispanoamericano. Consecuentemente, a pesar del muy alto índice de inteligibilidad interdialectal y cuasi homogeneidad en el universo hispánico, el español de Venezuela es analizable desde la perspectiva de sus diferencias. A través de su historia, el español venezolano es la lengua de una vasta nación dividida de manera anómala entre una variedad conservadora de tres
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provincias andinas en la región montañosa de los Andes, pero rodeada de tierras bajas que solo habla variedades innovadoras, que consideran a los andinos como gente de habla extraña y consecuentemente, venezolanos diferentes. En este análisis se ha demostrado que no solo los andinos son diferentes, sino que todos los venezolanos son diferentes en ciertas dimensiones dialectales, ya que este español efectivamente muestra claras anomalías, tanto históricas como lingüísticas. Entre las circunstancias históricas, algunas con tinte geográfico, la primera es que la Venezuela nacida en el seno del imperio colonial español no despertó el interés de la corona y adquirió una cuasi invisibilidad (su primera anomalía histórica) hasta la segunda mitad del siglo xviii. Es entonces cuando nacen Francisco de Miranda (1750) y Simón Bolívar (1783), precursor de la independencia y libertador respectivamente, y ya en vida independiente, surge Andrés Bello (1761), autor de la primera obra gramatical venezolana de impacto intercontinental vigente desde 1847. Estos tres caraqueños elevan la Venezuela de mayoría de habla innovadora a centro intelectual y activo del movimiento independentista. El resto de significativas anomalías y cambios drásticos de perfil hasta el siglo xx se analizan en su venezolanidad y se comparan con el desarrollo de España y se presentan propuestas teóricas sobre ambos escenarios. Entre estas contribuciones se trata lo concerniente a la controversia entre reduccionismo y holismo, la reconceptualización de ideas e instrumentos de un indetectado reduccionismo, como el fonema y la distribución complementaria unidimensional, acompañados de la tentación dicotómica y el cuestionamiento de aspectos de dialectología tradicional como la infravaloración del léxico enfrentado a la primacía de la oralidad. Se revaloró la actitud colonial inicial con respecto a los habitantes del Nuevo Mundo, demostrada y liderada por Isabel I de Castilla y sus importantes repercusiones sociales. Esta situación no ha sido rigurosamente analizada como uno de los diversos factores indirectos, pero relevantes para explicar la inteligibilidad interdialectal del español venezolano y otras variedades y, además, la escasez de criollos en Venezuela y el resto de las colonias americanas. En vista de las consideraciones de continuidad categorial presentadas en este trabajo, la polaridad entre conservadurismo e innovación o radicalidad está mediada por su posible concepción como continuo con sus polos definidos como conservador e innovador y la muy razonable existencia de variedades intermedias interpolares. Esta propuesta parece más cercana a la realidad o interaccionalidad sociocomunal que la propuesta de concebir la situación
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dialectal como tricotomías conservador-intermedio-innovador, formulada para no ceder ante la “tentación dicotómica” (Chela-Flores 2001-2002). Consecuentemente, el presente capítulo ha presentado una visión e interpretación del estado actual del español venezolano desde la perspectiva planteada en la cual predomina su diferencia en el universo hispánico, a pesar de reposar en un lecho de impresionante inteligibilidad interdialectal. No hay teorías antagónicas en juego y esta interpretación es fiable. Bibliografía Alvarado, Lisandro (1953): Glosarios de voces indígenas de Venezuela, en Obras Completas. Caracas: Ministerio de Educación, vol. I. — (1954): Glosarios del bajo español de Venezuela, en Obras Completas. Caracas: Ministerio de Educación, vol. II. Ariza Viguera, Manuel (2012): Fonología y fonética históricas del español. Madrid: Arco/Libros. Ávila Muñoz, Antonio Manuel/Villena Ponsoda, Juan Andrés (eds.) (2010): Variación social del léxico disponible en la ciudad de Málaga. Diccionario y análisis. Málaga: Sarria. Catalán, Diego (1960): “El español canario ente Europa América”, en Boletín de Filología, XIX, pp. 331-337. Chela-Flores, Godsuno (1983a): “Is There a Preferred State in Phonology?”, en Neophilologische Mitteilungen, LXXXIV, pp. 491-496. — (1983b): “Sound Change and Polysystemic Phonology”, en Karlsson, F. (ed.), Papers from the VII Scandinavian Conference of Linguistics. Helsinki: Universidad de Helsinki, pp. 365-370. — (1987): “El español antillano de Venezuela: problemas de fuerza segmental y norma formal”, en Neophilologische Mitteilungen, LXXXVIII, pp. 71-79. — (1992): “Dos problemas de morfología teórica contemporánea”, en Letras, 49, pp. 51-61. — (1998a): Orígenes y estado actual del español de Venezuela. Cumaná: Edición de la Comisión Regional “Macuro: 500 Años”. — (1998b): “Interpretación y explicación fonológicas”, en Español Actual, 69, pp. 19-28. — (2001-2002): “La tentación dicotómica: una propuesta para su revisión”, en Domínguez, C. L./Pietrosemoli, L., Álvarez Muro, A. (eds.), Homenaje a Paola Bentivoglio. Estudios lingüísticos. Mérida: Universidad de Los Andes, pp. 201-2014. — (2013): “The Situation of Dialectologists in the New Integrated Linguistics”, en Dialectologia et Geolinguistica, 21, pp. 107-122.
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LA “ESQUIVA” NORMA DE VENEZUELA: ALGUNAS CONSIDERACIONES RECIENTES Alexis Graindorge
1. Introducción El presente trabajo constituye la continuación de mi tesina de maestría (Graindorge 2022), por lo que se basa en el mismo conjunto de datos1. El objetivo principal es profundizar y matizar algunos de los hallazgos previos alrededor de la ubicación de la norma perceptiva venezolana, así como realizar un análisis con datos propios y recientes. En concreto, este trabajo propone investigar las justificaciones acerca de la localización de la norma, y exponer las racionalizaciones dadas por los hablantes del español de Venezuela a la hora de “criticar” sus variedades nacionales. El título hace referencia al artículo de Demonte (2004). Sin más preámbulos, empezaremos por ubicarnos en el marco teórico sociolingüístico, y más particularmente en el campo de la dialectología venezolana, y se revisan algunos trabajos previos sobre la(s) norma(s) de Venezuela. Seguiremos con una breve presentación de los datos obtenidos en nuestra encuesta, a partir de los cuales responderemos a las preguntas siguientes: i) ¿dónde se puede(n) ubicar la(s) norma(s) de Venezuela en la actualidad?; y ii) ¿en qué medida el origen de los participantes puede influir en su ubicación? Terminaremos sintetizando y discutiendo nuestras conclusiones en la última sección.
1 Mi agradecimiento a Daphné M. por sus comentarios. También extiendo las gracias a cada persona que se tomó el tiempo y la energía de participar en mi encuesta.
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2. Trabajos anteriores En esta sección, abordamos los temas de la sociolingüística, de la variación lingüística y de los conceptos más relevantes del estudio dialectológico. Con este fin, planteamos las nociones más importantes para proceder a nuestro análisis. Seguiremos con una revisión de la literatura con el fin de ubicar la(s) norma(s) oral(es) del español venezolano. 2.1. Contexto teórico Desde los años sesenta, con los trabajos clásicos de Labov (1963, 1964, 1969), se ha manifestado un creciente interés por la comunidad lingüística y específicamente por la variación en los usos. Desde entonces, dejó de entenderse la variación individual como un fenómeno disparatado, y apareció la idea de que esta podía brindar e indexar sentido identitario (Bright 1964). Dicha conclusión dio luz al análisis del sentido tanto literal como social de los elementos del discurso (Eckert 2012, 2018), un enfoque importante en el marco de nuestro trabajo. Este interés por la comunidad se encuentra de nuevo en el campo de la lingüística folk con la repetidamente expresada necesidad de hacer hincapié en las creencias, reacciones y demás comentarios metalingüísticos de las “personas reales” (real people), y no solamente en los razonamientos de los propios académicos y lingüistas (Preston 2002). Nos parece de suma importancia seguir adelante con los análisis situando el idioma en su contexto social y asegurándonos de retransmitir las voces de las comunidades con que trabajamos. No obstante, sigue siendo responsabilidad de los lingüistas interpretar los comentarios de los hablantes, reflexiones a las que Houdebine (2015) denomina “indicios subjetivos”, que traducen el denominado imaginario lingüístico, pero sin por ello tomar cada comentario al pie de la letra. Estos indicios, “cualificados regional, social, sexualmente, [...] constituyen indicios objetivos” (Houdebine 2015: 8-9) y con base en ellos sí se puede retratar las prácticas y normas lingüísticas tan fielmente como sea posible. Aparte del concepto de imaginario lingüístico, Silverstein (1979) añade el de las llamadas ideologías lingüísticas. Las define como el conjunto de creencias y racionalizaciones de los hablantes acerca del por qué se usa una determinada forma u ocurre un determinado fenómeno lingüístico. Pero,
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como indica Costa (2017: 118), resulta algo simplista estudiar los discursos metalingüísticos por sí solos. Por tanto, el autor propone resaltar “el vínculo entre la estructura lingüística y la estructura social”, es decir, el sentido social asociado con los usos, para complementar los hechos subjetivos con los objetivos y proponer un análisis más completo y refinado. El sentido social subyacente del uso lingüístico se ha identificado recientemente como una herramienta de construcción activa de la identidad en el discurso. A través de esta herramienta, a la que Eckert (2018) llama estilo, los hablantes pueden colocarse en la situación de comunicación con respecto a los demás (Bucholtz/Hall 2004, 2005, Butler 1990, Dyer 2006). Dicho de otro modo, el estilo de los individuos les permite no solamente indexar su identidad tras el discurso, sino también construirla de manera dinámica y continua (Benwell/Stokoe 2010). Cada intervención lingüística es diferente de las previas, y este marco teórico permite explicar y justificar el papel de la variación y de la evolución en la construcción de la identidad social. A esta perspectiva se le denomina Teoría de la performatividad. Sin embargo, no todas las variables que permiten la construcción de la identidad en el discurso se destacan con el mismo grado. Por ejemplo, Bucholtz y Hall (2004) distinguen cinco niveles de prominencia (salience), desde la más intencional y performativa hasta la menos consciente. Esto hace que no todos los hechos observables por los lingüistas tengan el mismo grado de conciencia entre los hablantes, lo que suele influir en sus actitudes lingüísticas. Así, un fenómeno menos prominente puede observarse con mucha frecuencia, pero los comentarios emitidos al respecto por los no-lingüistas reflejarán un déficit de conciencia del uso. Por ende, Le Page y Tabouret-Keller (1985: 207) distinguen tres tipos de uso: i) los usos observados o reales, basados en las observaciones de los lingüistas; ii) los usos relatados, con base en las ideologías lingüísticas; y iii) los usos ideales que tienen sus raíces en el imaginario lingüístico. Ya que trabajamos con datos de una encuesta en línea, los usos de los que hablaremos a continuación corresponderán a las dos últimas categorías, es decir, a los usos relatados e ideales. Con ello terminamos de alejarnos de “la” norma prescriptiva y normativa, a la cual no solamente podemos oponer “las” normas observables que corresponden a “lo normal” (Côté/Villeneuve 2017), sino también los usos relatados; esto es, lo que los hablantes creen que es correcto o incorrecto decir, imponiendo a la vez una suerte de norma perceptiva. Entonces, lo correcto ya no corresponde al estándar que puede dictarse en los libros de gramática o los
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manuales escolares: la corrección idiomática vuelve más bien a corresponderse con las normas fantasmas de la comunidad (Baggioni 1995, Houdebine 2015, Moreau 1997). Otra idea que hay que retener es que la norma de los hablantes solo vale para su propia comunidad. En efecto, sería complejo —por no decir idealista— tratar de determinar una norma única para un idioma que fuese compartido por una cantidad de comunidades distintas. En el caso del español, aunque se haya sugerido una norma para un español estándar, neutro o internacional, conviene admitir que no se ha hecho sin vicisitudes. A este respecto, basta con mencionar algunos trabajos, ya sean más críticos, como el de López (2010) que comenta las normas “polémicas” y sin utilidad de la Real Academia Española, o los que sí reconocen cierta existencia del español neutro, como el de Llorente Pinto (2013) en el caso de los doblajes de materiales audiovisuales para Latinoamérica. En todo caso, parece que esta norma no es la de ninguna comunidad de habla hispana, e incluso los trabajos que presumen su existencia reconocen que su definición tropieza con dificultades (Andión Herrero 2008, Demonte 2004). Dicho esto, nuestro propio trabajo se enfoca en una zona dialectal más delimitada, concretamente, en la variedad nacional de Venezuela y en los dialectos venezolanos, como los llaman Gallucci et al. (2013), Guirado (2021) y Obediente Sosa (2012), entre otros. Con respecto al concepto mismo de dialecto, nos toca precisar la definición que empleamos en nuestro estudio. Recuperamos la propuesta de Boberg et al. (2018), quienes definen lo que hace al dialecto, en relación con la variación —concepto clave del que discutimos más adelante—. Los autores introducen el dialecto como una acumulación de cambios sin difundir o parcialmente difundidos en una región o país debido a los obstáculos geográficos, culturales, económicos y sociales. Estos cambios, que no van compartidos por el conjunto de la población, permiten a los dialectos de un mismo idioma proveerse de unos cuantos rasgos prominentes sobre los que pueden discutir los hablantes. Ahora bien, el término dialecto no se emplea sin cierta connotación despreciativa o peyorativa (Boberg et al. 2018), y conlleva la idea de una falta de prestigio, de importancia social o de relevancia política. Estas consideraciones, aunque fueran más políticas o sociales que lingüísticas, nos llevan a preferir el término de variedad (regional o local, según los casos). Una vez planteados los conceptos más importantes, seguimos con una revisión de los trabajos dialectológicos en torno al español venezolano.
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2.2. La norma oral de Venezuela En las últimas décadas, el español se ha dotado de una creciente literatura acerca de sus variedades y de su(s) norma(s), lo cual ha permitido que se precise la descripción de los usos mayoritarios por el mundo hispanohablante. Esta descripción más exhaustiva, al alejarse de los antiguos modelos peninsulares prestigiosos y “norte orientadores”, ha dejado más espacio a la variación, ya sea léxica, fonológica o sintáctica (Demonte 2004: 11-15). En el umbral del siglo xxi, el estudio dialectológico de Bentivoglio y Sedano (1999) sobre las actitudes caraqueñas encontró una preferencia por la variedad de Bogotá (Colombia) por encima de la propia, y cierto desprecio hacia el habla de Madrid (España). Sus conclusiones no concordaban con la literatura previa —al menos en cuanto al área caribeña—, especialmente con los hallazgos de Alvar (1981, 1982) quien encontraba más bien una preferencia por la variedad madrileña en Guatemala y Puerto Rico, y proponía que la norma peninsular tenía una gran importancia en Hispanoamérica. Los estudios que siguieron encontraron diferentes resultados según las regiones de Venezuela en las que se realizaron. Entre ellos, Castro (2015) señaló entre los capitalinos una preferencia por el habla de los Andes antes que por la de Caracas, y al revés, Chinellato (2013) encontró en la ciudad de Mérida (Andes) una valoración “poco favorable” del habla caraqueña. Por el contrario, trabajos como el de Coello Millán (2014) indicaron actitudes favorables hacia la variedad propia en sus 400 participantes de Caracas. Finalmente, Álvarez Muro et al. (2001) contribuyeron a este panorama con el estudio de las actitudes en la misma ciudad de Mérida así como de Maracaibo (Zulia), y sugirieron que las variedades venezolanas de los Andes y del Zulia podían considerarse en estas zonas más prestigiosas que las de Caracas (tanto la culta como la malandra); esto los llevó a proponer que, en el caso de Venezuela y en contradicción con la situación de muchos otros países, la variedad con más poder político y económico no era la que tenía el mayor prestigio social. Con todo, parece que estos trabajos retratan una norma borrosa, elusiva del español venezolano —o, en palabras de Demonte (2004) “esquiva”—. En efecto, parece que la identificación de la norma (unas veces en Caracas por motivos sociales o políticos; otras veces en los Andes o el Zulia por razones históricas) depende, al menos en parte, del origen de los participantes en cada estudio. Así pues, la literatura no parece llegar a un consenso general sobre la ubicación de una norma venezolana compartida.
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2.3. Datos novedosos sobre la ubicación de la norma venezolana En este contexto replicamos algunos de los estudios previos (Graindorge 2022). Basándonos en nuestra propia encuesta en línea, preguntamos a 380 participantes cuáles eran las variedades “más correctas”, “menos correctas”, “mejores” y “peores” de Venezuela. En el siguiente apartado se detalla la muestra. Encontramos que el habla de Caracas se citó 122 veces (39,9 %), y la de los Andes, 106 veces (34,7 %) como la variedad venezolana más correcta. Aunque la variedad capitalina parece ser más valorada que la andina, notamos que la variedad caraqueña se citó 27 veces como variedad menos correcta (el 9,2 %), mientras que la de los Andes solo fue citada cuatro veces en la misma pregunta (1,4 %). Por tanto, concluimos que estas dos variedades se valoran más o menos en la misma medida en la escala del país. Estos resultados pueden ser sorprendentes si notamos que los caraqueños formaban el 43,2 % de los participantes (N=164), y que solo contamos con un 10,3 % de participantes originarios de los Andes (N=39). No obstante, este hallazgo parece ser coherente con las áreas dialectales que se han sugerido para Venezuela. Más específicamente, Henríquez Ureña (1921), Rosenblat (1989) y Obediente Sosa (1998a), entre otros, distinguen dos zonas dialectales dentro de Venezuela: la primera caribeña, en la que se sitúa Caracas y las tierras bajas del país; la segunda andina, abarcando todas las tierras altas del occidente venezolano. Aunque se haya discutido esta división dialectal de Venezuela y propuesto una mayor resolución (Chela-Flores 2001, Castro/Malaver Arguinzones 2016), la división del país en dos áreas dialectales nos permite justificar la norma bicéfala que encontramos: tenemos entonces una norma andina ubicable en los Andes, y otra no-andina que se puede localizar concretamente en la capital. De momento, esta conclusión permite responder a nuestra primera pregunta (¿dónde se pueden ubicar las normas de Venezuela?), de manera que se respetan las observaciones de la literatura existente, además de justificar los datos más recientes. 3. Investigando la “esquiva” norma de Venezuela Como acabamos de mencionar, en 2022 realizamos nuestra propia encuesta con el fin de ubicar las normas orales de Venezuela. A continuación, presentaremos el perfil sociodemográfico de la muestra para ilustrar los datos que presentaremos después; y expondremos los resultados sobre las variedades
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más y menos correctas del español venezolano. En concreto, se cuantifican las justificaciones dadas en relación con la localización de la norma del español venezolano oral, y se observa si el estado de origen de los participantes influye en las respuestas recibidas. Finalmente, se exploran algunos de los comentarios espontáneos que los participantes dieron acerca de lo que es o debería ser el español de Venezuela con el fin de ubicarlos con respecto a la norma del país. 3.1. Perfil sociodemográfico Antes de continuar con las preguntas a los informantes y las respuestas que entregaron, queremos retratar el perfil sociodemográfico de la muestra. En cuanto al género, como suele pasar en las encuestas sociolingüísticas, contamos con una leve sobrerrepresentación de las mujeres, que compusieron el 60,95 % de los 380 encuestados (N=231). También reportamos cuatro personas que expresaron la preferencia de no ir agrupadas ni con las mujeres, ni con los hombres. El 38 % restante eran varones (N=145). Como ya indicamos, contamos con una sobrerrepresentación de personas originarias de Caracas (N=164) y del Zulia (N=46). Otros 30 participantes eran del estado Miranda (región capital) y todos los demás estados cuentan con menos de 20 participantes. No recibimos ninguna participación desde los estados Amazonas y Cojedes, ni tampoco de las Dependencias federales. Además, hay pocos respondientes originarios del caribe oriental, los Llanos centrales y occidentales, y el área norte occidental. 121 personas declararon vivir en Venezuela y 138, en el exterior; el lugar de residencia actual de nuestra muestra está equilibrado entre los residentes en Venezuela y la diáspora venezolana. Con una edad media de 44 años, y respondientes entre los 18 y los 78 años, logramos obtener una representación etaria satisfactoria. Por el contrario, notamos un sesgo importante a favor de informantes con educación universitaria, ya que el 87 % declaró haber completado estudios superiores. 3.2. Ubicación de la norma del español venezolano oral Con el fin de replicar algunas de las encuestas previas, hicimos cuatro preguntas a nuestros informantes (1). Todas estas preguntas fueron inspiradas por las de Castro (2015), que les hacía las mismas preguntas a sus informantes. En cuanto a estas preguntas, la diferencia mayor entre su encuesta y la nuestra es
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que nosotros les hicimos las cuatro preguntas a todos los participantes. Castro había decidido hacer nuestras preguntas (c) y (d) solamente si no se entendían las dos primeras, explicando que serían más “objetivas”, ya que buscan respuestas basadas en la corrección de las variedades venezolanas, mientras que las dos últimas serían más “subjetivas” porque se basan en un criterio estético o de preferencia personal.
(1)
a. Entre todas las maneras de hablar español en los diferentes estados / áreas / regiones de Venezuela, ¿cuál dirías que es más correcta? ¿Por qué? b. Entre todas las maneras de hablar español en los diferentes estados / áreas / regiones de Venezuela, ¿cuál dirías que es menos correcta? ¿Por qué? c. ¿En qué estado / área / región crees que se habla mejor? ¿Por qué? d. ¿En qué estado / área / región crees que se habla peor? ¿Por qué?
Al momento de conducir nuestro análisis, encontramos que no había ninguna diferencia significativa entre las respuestas a las preguntas (1a-b) por un lado, y (1c-d) por otro. En otras palabras, hay una fuerte correlación entre las respuestas a las preguntas “objetivas” y a las “subjetivas”, lo que nos reveló una prueba χ2 (p < ,001). En tales circunstancias, realizamos el resto de nuestro análisis con las respuestas a las preguntas (1a-b), ya que recibimos más respuestas para ellas (306 y 292, respectivamente) que para las preguntas (1c-d) (290 y 286). En la tabla siguiente, presentamos de manera sintética las cinco regiones o los estados que aparecieron con mayor frecuencia en las respuestas recibidas, incluyendo la respuesta calificada como “no hay; todas las variedades se valen”, que apareció con frecuencia. Variedades más correctas Región/estado
N
Variedades menos correctas %
Región/estado
N
%
Región central
122
39,9
Oriente
104
35,6
Andes
106
34,7
Zulia
57
19,5
No hay variedad correcta
62
20,3
No hay variedad incorrecta
43
14,7
Centro occidente
12
3,9
Llanos
17
5,8
Zulia
3
1,0
Caribe oriental
17
5,8
Tabla 1. Regiones y estados de las variedades del español venezolano más y menos correctas
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Aunque los hallazgos representados en la tabla 1 en cuanto a las variedades más correctas no sean sorprendentes (encontramos la región de Caracas y los Andes, así como el Zulia —cuyas variedades generaron actitudes positivas en trabajos anteriores—), llama la atención la parte que presenta las variedades evaluadas como menos correctas. Entre ellas no se encuentra la variedad de Caracas, lo cual contradice los resultados de la encuesta realizada por Castro (2015) que encontraba la variedad caraqueña en tercera posición dentro de la misma categoría. 3.3. Justificaciones acerca de la ubicación de la norma oral Ahora que tenemos identificadas las regiones donde se juzga que se hablan las variedades más y menos correctas, toca explorar las justificaciones de los participantes a la hora de nombrar determinadas variedades. En las siguientes tablas presentamos estas respuestas de manera agrupada, desde la más frecuente hasta la menos frecuente. También juzgamos interesante diferenciar entre las justificaciones que tienen que ver con un rasgo lingüístico (pronunciación, léxico, etc. = L) y las que parecen corresponder a rasgos sociales (nivel de educación, consideraciones históricas, familiaridad, etc. = S). Empezamos con las razones dadas por la identificación de las variedades más correctas. Después de la tabla, presentamos unas observaciones cuantitativas y cualitativas, las cuales ilustramos con los comentarios de los participantes (con indicación del número adjudicado a cada uno y sin edición alguna). Seguiremos las mismas etapas para las variedades menos correctas. Región central
Andes
Total
Mejor pronunciación (L)
31
47
78
Mejor vocabulario (L)
15
11
26
Característica social del hablante (S)
1
15
16
Me es más familiar/ Es la mía (S)
11
4
15
Nivel educativo más alto (S)
10
4
14
Es más próxima al estándar (L)
12
0
12
Buen manejo de la gramática (L)
6
6
12
Está en la sede del poder (S)
3
0
3
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/.../ (continuación de tabla 2) Región central
Andes
Total
Herencia histórica (S)
0
1
1
Total
89
88
Tabla 2. Justificaciones sobre las variedades más correctas del español venezolano
Antes que nada, la prueba χ2 indica que las respuestas no se pueden atribuir al azar (p < ,001). La respuesta que fue dada con más frecuencia para cada región (Caracas y los Andes) tiene que ver con la buena pronunciación; sin embargo, este rasgo se le atribuyó más frecuentemente a los Andes, con una diferencia del 34 %. Esto se ilustra en respuestas como la siguiente (se mantiene la ortografía original).
(2)
Pues yo conozco diferente lugares en Venezuela donde se habla de maneras variadas y en mi opinión [la] zona de los andes (Táchira, Mérida y Trujillo) usa de manera mas adecuada la pronunciación de las palabras (58).
El segundo rasgo que aparece con más frecuencia también es un rasgo lingüístico, en este caso la corrección del vocabulario; esta vez, ambas regiones recibieron un número de respuestas parecido, con justificaciones muy similares.
(3)
La de Los Andes porque me parece que no tiene tanto slang como el español del oriente o el centro del país (71).
(4)
Caracas, tiene menos palabras que no son del diccionario (168).
En cuanto a los demás rasgos lingüísticos, la gramática de ambas variedades se valoró positivamente la misma cantidad de veces (6 para cada una), pero a la variedad caraqueña se le atribuye cierta proximidad con el “estándar”, lo que entendemos como la variedad culta del español que se aproxima a los modelos internacionales. Así aparece en los comentarios que recibimos.
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(5)
La Región central porque creo que es la más neutra (428).
(6)
Caracas. Más cercano al español internacionalmente aceptado (506).
Finalmente, a las dos variedades se le atribuyeron un número similar de rasgos sociales positivos (25 para Caracas y 24 para los Andes). El que con más frecuencia se recibió en el caso de Caracas es el criterio de familiaridad, lo que sin ninguna duda se debe al alto porcentaje de participantes caraqueños en nuestra encuesta; en el caso de los Andes, se trata de una valoración positiva de la población misma, sin relación con el idioma (lo que clasificamos como “característica social del hablante”), como se refleja en las siguientes respuestas.
(7)
Los Andes Venezolanos, por el respeto innato de sus habitantes (53).
(8)
Me parece que los andinos con el uso de ‘usted’ son más correctos (340).
Terminamos con las razones proporcionadas en cuanto a las variedades más correctas. Decidimos dejar de lado las justificaciones recibidas para las variedades del centro occidente y del estado Zulia ya que son muy pocas (5 y 2, respectivamente). Son muy pocos datos como para poder proponer un análisis interesante. Pasamos a las racionalizaciones acerca de las variedades menos correctas. Oriente
Zulia
Llanos
Caribe oriental
Total
Mala pronunciación (L)
67
10
10
12
99
Vocabulario pobre (L)
13
22
5
1
41
Mal manejo de la gramática (L)
12
10
6
0
28
Característica social del hablante (S)
1
6
0
0
7
Nivel educativo más bajo (S)
2
0
2
0
4
Total
95
48
23
13
Tabla 3. Justificaciones sobre las variedades menos correctas del español venezolano
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De nuevo, la prueba χ2 precisa que las respuestas tampoco se pueden atribuir al azar (p < ,001). Encontramos que los rasgos más prominentes, es decir, para los cuales recibimos más comentarios, son rasgos lingüísticos, y más particularmente la pronunciación (99 casos), la pobreza del léxico (41), o una gramática insuficiente (28). El oriente, identificado por casi una tercera parte de nuestros participantes como la región donde se habla el español menos correcto de Venezuela, también recibió la mayoría absoluta de comentarios que justifica su elección (95 vs. las tres otras regiones que acumulan 94). La pronunciación de las variedades orientales destaca claramente como el rasgo negativo más prominente entre nuestra muestra, como se evidencia en estos comentarios.
(9)
La oriental, se juntan todas las palabras y se sustituyen letras, L por R, R por S, entre otras (109).
(10) Si bien en toda Venezuela hay tendencia a eliminar la pronunciacion de las ultimas letras de las palabras creo que en la region oriental del pais se evidencia una mayor diferencia respecto al resto del país (146).
Entre las otras tres variedades (caribeña oriental, llanera y zuliana) hay una cantidad similar de respuestas que indican la pronunciación como rasgo justificativo de su designación como hablas menos correctas.
(11) Creo que la menos correcta son las áreas costeras, hacia el estado Sucre, su pronunciación suele variar mucho con respecto al resto de los estados. Allí es común el lambda[c]ismo y la pronunciación fuerte de la R (82).
(12) Si tendría que decir alguna sería los de la región de los llanos, sólo porque recortan mucho las palabras y cambian la pronunciación de algunas otras, sin embargo, les entiendo (313).
(13) Donde más hay cambios del idioma o pronunciación es en el zulia. La razón real la desconozco (522).
En cuanto a los rasgos sociales, el estado Zulia se distingue de las demás regiones ya que totaliza seis comentarios que critican directamente a los zulianos en vez de cualquier rasgo lingüístico, como ilustramos en los comentarios (14-15). Por comparación, las demás regiones obtienen cinco argumentos más
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sociales que lingüísticos entre sí. Además, se ha criticado mucho el vocabulario del zuliano, lo que viene a completar este retrato negativo de la variedad del Zulia, como aparece en los comentarios (16-17).
(14) Estado Zulia. Hay un mayor desparpajo e irrespeto marcado hacia/por el interlocutor (398).
(15) Maracaibo. De ahi salen los maracuchos (498).
(16) Zulia. Todo es esta verga (43).
(17) Los zulianos tienen la manera menos correcta de hablar el español, inventan vocablos y expresiones incorrectas para referirse a cualquier situación (432).
Finalmente, aunque los comentarios que no tratan la pronunciación son anecdóticos para el caribe oriental, falta comentar las explicaciones recibidas respecto a los Llanos. En efecto, aparte de la pronunciación, casi la mitad de los comentarios acerca de la variedad llanera son a propósito de la gramática o el léxico. Proporcionamos dos citas que mencionan la consideración gramatical (18) y el vocabulario (19).
(18) La de la región de los llanos (Guárico, Apure, Barinas) cometen muchos errores en la conjugación del verbo Haber, además de cambios vocálicos en algunas palabras (88).
(19) En el llano el uso de modismos propios de la región hace que sea difícil de entender (273).
En conclusión, aunque pueda parecer que son muchos los motivos por los que se identifica a una variedad u otra como la más o menos correcta entre las hablas venezolanas, podemos observar que la mayoría de las justificaciones recibidas (296 de 356, 83 %) se basa en tres rasgos lingüísticos: la pronunciación, la gramática y el léxico. A este argumento se ha añadido, en el caso de Caracas, el de la proximidad con un estándar más neutro o internacional. Sin embargo, según la descripción de ciertos rasgos fonético-fonológicos por Obediente Sosa (1998a) y otros gramaticales por Sedano (1998), Orozco y Díaz-Campos (2016: 347) indican que
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[e]l hecho de que Caracas, la capital del país, sea el centro de poder político, económico y social influye en la percepción de que el dialecto caraqueño constituye la variedad a la que se atribuye mayor prestigio. Caracas se caracteriza por poseer muchos de los rasgos lingüísticos típicos del Caribe hispánico.
Hemos de recordar el sesgo existente en los datos, con la alta proporción de personas originarias de la región de Caracas, lo que podría explicar la percepción del habla capitalina como “más estándar”, a pesar de sus varios rasgos caribeños; hecho que también indican Álvarez Muro et al. (2009: 18) en cuanto a la prosodia. Con el fin de registrar la influencia del origen de nuestros participantes en los resultados, a continuación, abordamos las correlaciones que tiene este factor. 3.4. Correlación con la región de origen Como se puede observar en la tabla 4, hay una correlación entre la región de origen de los informantes y la región donde se ubicó el habla más correcta del país; esta observación va respaldada por una prueba χ2 (p < ,001). En concreto, la mayoría de los respondientes originarios de la región capitalina identificaron su propia habla como variedad más correcta, lo que, con el elevado número de caraqueños que participaron, influye en las observaciones.
Región de origen
Variedad más correcta Región central
Andes
Ninguna
Total
Región central
89
60
46
195
Andes
6
21
5
32
Zulia
7
8
10
25
Caribe oriental
7
12
1
20
Centro occidente
8
4
0
12
117
105
62
Total
Tabla 4. Correlación entre el origen y la variedad del español venezolano más correcta
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Los datos de la tabla precedente permiten hacer un par de observaciones. En los Andes se observa la misma tendencia que en la región central hacia la preferencia por el habla propia. Además, desde un punto de vista cualitativo, en todas las regiones (menos en el centro occidente) se prefiere la variedad andina antes que la capitalina. Por otro lado, en el Zulia fueron más numerosas las personas que prefirieron no identificar ninguna variedad más correcta antes que nombrar la de la región caraqueña (por comparación, recordemos que la variedad zuliana solo se designó como variedad más correcta tres veces).
Región de origen
Variedad menos correcta Oriente
Zulia
Ninguna
Llanos
Caribe oriental
Total
Región central
75
30
30
15
9
159
Andes
16
8
1
0
3
28
Zulia
9
4
8
1
1
23
Caribe oriental
4
7
2
1
1
15
Centre occidente
6
5
1
1
2
15
110
54
42
18
16
Total
Tabla 5. Correlación entre el origen y la variedad del español venezolano menos correcta
En cuanto a las variedades identificadas como menos correctas, igualmente podemos ver una correlación entre el estado de origen de los encuestados y las respuestas recibidas (χ2, p = ,034). Menos en el caribe oriental, en cada región se observa que la respuesta más frecuente designa al oriente del país como cuna del habla más incorrecta de Venezuela. Finalmente, destaca el hecho de que la variedad llanera sea mayoritariamente nombrada por los respondientes originarios de la región capitalina, mientras que apenas fue mencionada por los participantes de las áreas más occidentales. Para acabar con las observaciones sobre el papel del origen de los individuos en sus actitudes y opiniones lingüísticas, quisimos averiguar si se podía encontrar una relación entre las regiones de origen y el tipo de justificación que se transmitió. Para las que se dieron en cuanto a las variedades más correctas, la prueba χ2 no encuentra ningún tipo de vínculo (p = ,964); ahora
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bien, en cuanto a las variedades menos correctas, encontramos una correlación inesperada (p = ,046). El detalle de las respuestas figura en la tabla 6.
Región de origen
Racionalizaciones (variedades menos correctas) Mala pronunciación
Vocabulario pobre
Mal manejo de la gramática
Característica social del hablante
Nivel educativo más bajo
Total
Región central
59
30
18
6
2
115
Andes
19
4
2
0
1
26
Zulia
8
2
2
1
1
14
Caribe oriental
7
1
2
2
0
12
Centre occidente
7
1
0
1
0
9
100
38
24
10
4
Total
Tabla 6. Justificaciones de la variedad venezolana menos correcta, por región de origen
Como se puede notar, el criterio que etiquetamos como “mala pronunciación” es el más frecuente en todas las regiones (100 casos). Esto coincide con las observaciones de Obediente Sosa (2012: 214), quien indica que “es, como se sabe, en el nivel fonético, nivel de la lengua más ‘superficial’ y evidente que se erige, por lo tanto, en el nivel identificador por excelencia”. Por lo tanto, dado que la dimensión fonética es la más prominente para el oyente que escucha el habla de una región distinta a la suya, tiene sentido que la crítica más común se haga al respecto. Entre los comentarios recibidos, aunque la mayoría trata de la velocidad o de la articulación de las consonantes finales que dificultan la comprensión (sobre todo en las variedades orientales), algunos comentan lo “diferente” que son ciertas hablas.
(20) Cumaná, porque hablan súper super rapidito y pronuncian muchas palabras muy diferente (220).
(21) La caraqueña, me parece que es la menos correcta porque a pesar de que conocen como se debe pronunciar una palabra, lo hacen a su manera para resaltar de los demás, además de que es el que más golpea el idioma (232).
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La segunda racionalización más frecuente tiene que ver con la supuesta pobreza del vocabulario; y sobre todo proviene de respondientes caraqueños. Con la documentación existente que enumera y analiza las especificidades regionales del país, este hecho tampoco es sorprendente (Tejera 1992, Obediente Sosa 1998b, entre otros). Sobre esta cuestión, Ramos (2000: 427-428) da el siguiente ejemplo. Hablas estas que necesariamente vemos vinculadas a factores identitarios, en tanto nos permiten como hablantes, identificarnos, en nuestro caso, como venezolanos [...]: nos reconocemos como caraqueños si decimos “camioneta”, como andinos, si “buseta” o maracuchos si el término empleado es “microbús”, por mencionar apenas un ejemplo en cuanto a algunas voces de uso común en diversas regiones de Venezuela para referirnos al transporte público.
Por tanto, tiene sentido que el vocabulario proveniente de otra región no suene familiar al hablante de a pie; ello explica algunos de los comentarios que recibimos.
(22) En la región llanera, utilizan jergas que solo ellos entienden (76).
(23) En el Táchira y en el Zulia, porque está llena de regionalismos, cada una por separado tiene un habla que parece casi un dialecto (79).
Finalmente, el último rasgo lingüístico más frecuente con el que los participantes justificaron sus respuestas tiene que ver con la gramática. Vimos anteriormente que esta crítica se daba principalmente en contra del estado Zulia y del oriente del país. En el caso del primero, parece que el uso del vos para el tratamiento informal de segunda persona resulte muy raro en el resto del país (24-25). En cuanto al segundo, la razón prominente en nuestros datos parece ser la construcción misma de las frases (26-27). Ilustramos estas observaciones con los siguientes comentarios.
(24) Zulia. El uso del pronombre vos y la conjugación de los verbos (506).
(25) Zulia, vos sabéis (551).
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(26) En la región Oriental, por las faltas gramaticales y de la construcción de las frases (131).
(27) Oriente. Tienen un orden peculiar en las palabras (332).
3.5. Lo que es y lo que debería ser el español venezolano Después de nuestras preguntas sobre las variedades más y menos correctas del país, terminamos la encuesta con la siguiente pregunta de ámbito general: ¿Tienes algún otro comentario acerca de lo que es el español venezolano, de lo que debería ser, o de la manera como tú hablas? Esta pregunta tenía como propósito observar la posición de los participantes respecto de las hablas del país en general. La manera como clasificamos las respuestas fue simple y directa: las agrupamos según si expresaban una actitud positiva o negativa frente al español venezolano. Etiquetamos como comentarios neutros/ambivalentes las respuestas que alababan y criticaban al español venezolano a la vez, y descartamos los comentarios en los que no quedaba claro si se comentaba sobre un rasgo de manera positiva o negativa. Como se nota en la tabla 7, una actitud positiva aparece en casi la mitad de los comentarios (49,2 %); la mitad restante se compone de actitudes ambivalentes y negativas en una medida similar. Después de la tabla, proporcionamos algunos de los comentarios para ilustrar el tipo de respuestas. Tipo de comentario
Positivo
Neutro/ Ambivalente
Negativo
Total
N
59
28
33
120
%
49,2
23,3
27,5
100
Tabla 7. Clasificación de los comentarios con respecto al español venezolano
Entre los comentarios que clasificamos como positivos, destacan algunas voces que manifiestan un cierto interés e incluso orgullo por su habla.
(28) El español venezolano es chévere, y sí, lo uso a propósito, porque, como todos los idiomas, tiene una carga léxica particular que le da un sabor especial, un ímpetu que lo hace propio, como el “vasié, este si es arrecho” larense de una de mis mejores amigas de la universidad, el “no pero es
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que mardita sea la hora” de una compañera de Monagas, el “¿Has visto el canarín de la cera?” de mi mamá, el “conchale vale pero es que tú nojombre” de cualquier persona que vaya por la calle. A veces, cuando hablo con gente de otros países y puedo, me veo en la necesidad de hablar en español venezolano para expresar un gran grado de excitación, de indignación o de risa, porque no encuentro otra forma mejor de expresarlo, aún con el recurso lingüístico del inglés, y lo uso a conciencia por esto mismo (104).
(29) El español de Venezuela canta con el ritmo del Caribe, del norte de Los Andes y las planicies del Orinoco. Es una mezcla preciosa (219).
(30) Mi español es rico y inmenso somos los mejores .me encanta como hablamos y somos únicos donde vayamos no tengo nada que decir de mi español. ya la real academia [lo ha] dicho todo naguará (477).
Por el contrario, son bastantes los comentarios negativos, y especialmente los que señalan un deterioro de la lengua o la necesidad de una mejor educación.
(31) Debemos mejorar el uso de las palabras, en las zonas mas populares utilizan un lenguage que dista mucho del español correcto, educacion y mas educacion (135).
(32) Suele ser un habla grosera, soez entre conocidos, amigos. Hay muchas palabras que se usan mal, no se usan o se inventan, habiendo como hay, un gran léxico disponible que la mayorìa desconoce. No se conocen ciertas conjugaciones (409).
(33) En todos los estratos, el lenguaje se ha deformado hasta tal punto que todos hablan como malandros. Desde la alta jerarquía política hasta el hombre más humilde, todos hablan con palabras obscenas sin preocuparse si se expresan en público o en privado (415).
Terminamos con los comentarios que muestran una relativa conciencia del uso, tanto propio como general. En concreto, balancean los aspectos que les parecen positivos y negativos, o contrastan su opinión individual con una observación más general.
(34) Creo que en términos de entonación, los venezolanos hablamos lindo, pero siento que se está poniendo de moda hablar como un malandro xd (220).
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(35) Puedo decir que hablamos mejor que en varios países latinoamericanos, pero sí hay cosas que corregir. Yo soy zuliana, hablo un español neutro; como zuliana al fin, hablo usando el “vos” (251).
(36) El venezuelano [sic] es muy particular, no usa los tiempos verbales correctos, ni las pronunciaciones adecuadas de consonantes. Pero es nuestro acento, así evolucionó del español colonial y es nuestra identidad. Es divertido, ligero y colorido. No le cambiaría nada (531).
A través de estos comentarios, notamos que existe una cierta conciencia de aquello en lo que los usos venezolanos difieren de los modelos internacionales y de los países vecinos; pero al mismo tiempo, en muchas voces aparece cierto orgullo por el hecho de ser y hablar venezolano. Con todo, vemos que el venezolano que reflexiona sobre su idioma tiene un pensamiento definidamente matizado y, en ocasiones, alejado de las consideraciones que emiten a la hora de consultarles sobre sus actitudes y opiniones lingüísticas. 4. Conclusiones Tras la revisión de los trabajos precedentes sobre las normas de Venezuela, y tomando en cuenta los datos obtenidos en nuestra investigación, propusimos que se pueden seguir identificando y ubicando dos normas concurrentes en Venezuela. La primera, en los Andes, parece ser la norma de las tierras altas, mientras que la segunda, la de Caracas, sería la norma norte orientadora para el resto del país. A través de las justificaciones proporcionadas por los informantes, logramos identificar algunas de las razones por las que las variedades de la región capital y de los Andes se suelen señalar como más correctas. En concreto, destacamos por una parte las actitudes positivas hacia la pronunciación andina y las características asociadas a los hablantes andinos y, por otra, el relativo prestigio social, económico y político del que goza la región de Caracas. También pudimos ver que eran los rasgos lingüísticos, más que los sociales, los que justifican la mayoría de las críticas hacia las hablas oriental y zuliana (así como llanera y caribeña oriental, aunque en menor medida). Notamos también que estas actitudes eran más frecuentes en los participantes occidentales.
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De manera global, propusimos que la razón principal detrás de las críticas emitidas en contra de las variedades venezolanas menos prestigiosas podría encontrar sus raíces en la diversidad de los usos lingüísticos a través del país, para los que contamos con una creciente y diversificada literatura. Con este trabajo tratamos de explorar algunas de las racionalizaciones alrededor de las actitudes lingüísticas. Con nuestras observaciones, esperamos haber contribuido a la descripción de las ideologías lingüísticas pertenecientes al español venezolano oral de hoy en día. Bibliografía Alvar, Manuel (1981): “Español, castellano, lenguas indígenas (Actitudes lingüísticas en Guatemala sudoccidental)”, en Logos semantikos. Studia linguistica in honorem Eugenio Coseriu 1921-1981. Berlin: De Gruyter, pp. 393-406. — (1982): “Español e inglés. Actitudes lingüísticas en Puerto Rico”, en Revista de Filología Española, LXII, pp. 1-38. Álvarez Muro, Alexandra/Martínez Matos, Hernán/Urdaneta, Lino (2001): “Actitudes lingüísticas en Mérida y Maracaibo: Otra cara de la identidad”, en Boletín Antropológico, II/52, pp. 145-166. Álvarez Muro, Alexandra/Obediente, Enrique/Rojas, Nelson (2009): “Subdialectos del español caribeño de Venezuela: Prosodia e identidad regional”, en Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana, VII/2, pp. 7-20. Andión Herrero, María Antonieta (2008): “Modelo, estándar y norma..., conceptos imprescindibles en el español L2/LE”, en Revista española de lingüística aplicada, XXI, pp. 9-26. Baggioni, Daniel (1995): “Normalisation/standardisation des langues nationales dans l’espace européen”, en Archives et documents de la Société d’histoire et d’épistémologie des sciences du langage, XI/1, pp. 73-86. Bentivoglio, Paola/Sedano, Mercedes (1999): “Actitudes lingüísticas hacia distintas variedades dialectales del español latinoamericano y peninsular”, en Perl, M./ Pörtl, K./Marín Presno, A. (eds.), Identidad cultural y lingüística en Colombia, Venezuela y en el Caribe hispánico. Berlin: De Gruyter, pp. 135-160. Benwell, Bethan/Stokoe, Elizabeth (2010): “Analysing Identity in Interaction: Contrasting Discourse, Genealogical, Narrative and Conversation Analysis”, en Wetherell, M./Talpade Mohanty, C. (eds.), The SAGE Handbook of Identities. London: SAGE, pp. 82-103. Boberg, Charles/Nerbonne, John/Watt, Dominic (2018): “Introduction”, en Boberg, Ch./Nerbonne, J./Watt, D. (eds.), The Handbook of Dialectology. Hoboken: Wiley-Blackwell, vol. I., pp. 1-15.
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1. Introducción Las investigaciones han demostrado que Venezuela puede ser dividida en dos grandes áreas dialectales; así lo hacen notar, entre otros, Canfield (1981), Lipski (1994), o Sedano y Bentivoglio (1996). Esas dos grandes áreas dialectales son las siguientes: 1) la andina, en el suroccidente del país, constituida por los estados cordilleranos de Táchira, Mérida y Trujillo, cuyas capitales son San Cristóbal, Mérida y Trujillo, respectivamente; y 2) la caribeña, que comprende el resto de las regiones venezolanas, incluido, por tanto, el territorio donde se asienta la capital, Caracas.
Mapa 1. Las dos grandes áreas dialectales de Venezuela (elaboración propia)
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Ciertamente, esta es una división poco detallada, aunque no por ello errada; se la podría considerar algo imprecisa por el hecho de tomar en cuenta entidades administrativas (los estados), siendo que los fenómenos dialectales no se circunscriben siempre y nítidamente a espacios delimitados por fronteras de esa naturaleza. No es menos cierto, sin embargo, que los rasgos de habla que se registran en cada una de esas grandes áreas sí se dan clara y predominantemente en esos dos espacios caracterizándolos. Hay, pues, dos grandes modalidades dialectales en la geografía lingüística venezolana, cada una de las cuales presenta una serie de elementos, particularmente fonéticos y léxicos, que contribuyen a que los hablantes de una y otra área sean fácilmente identificados. Cada modalidad no se presenta, por supuesto, como un todo absolutamente uniforme, dado que en esos extensos espacios dialectales afloran rasgos, particularmente prosódicos, que permiten hacer divisiones menores, o lo que es lo mismo, permiten delimitar subregiones o subáreas, tanto andinas como caribeñas (Álvarez Muro et al. 2009). Dicen Sedano y Bentivoglio (1996: 119) que la región andina “presenta rasgos propios de las llamadas ‘tierras altas’, el más relevante de los cuales es la pronunciación no relajada de las consonantes en posición implosiva”, pero —añaden— la “estructura sociopolítica del país, y el hecho de que las ciudades más importantes y/o populosas del país (Caracas, Maracaibo y Valencia) estén en las tierras bajas, ejerce sin duda influencia en el hablar andino, que en algunas zonas ha empezado a relajar sus consonantes”. De este asunto hablaremos más adelante, pues se impone hacer algunas matizaciones. Para comprender algunos hechos culturales y lingüísticos caracterizadores de la zona que nos ocupa, debemos recordar que los actuales estados andinos de Mérida y Táchira formaban parte del Nuevo Reino de Granada; así, durante la mayor parte de la época colonial, estuvieron sujetos a la jurisdicción de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá. El resto de lo que hoy es Venezuela junto con el estado andino de Trujillo eran parte integrante de diversas gobernaciones sujetas a la Real Audiencia de Santo Domingo. Esta era la situación hasta que a finales del siglo xviii se producen dos hechos político-administrativos importantes. En 1777 el territorio de la Gobernación (o Provincia) de Mérida —que comprendía buena parte del actual occidente del país— es desprendido de la Audiencia de Santa Fe para pasar en lo jurídico a la de Santo Domingo; en lo gubernativo y militar quedó anexado a la nueva Capitanía General de Venezuela, creada por real cédula del 8 de septiembre de ese año por Carlos III. Otra fecha relevante fue el año de 1786, en que por real cédula del
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6 de julio el mismo Carlos III crea la Real Audiencia de Caracas, bajo cuya jurisdicción quedaría la provincia de Mérida. A partir de entonces, esa provincia se integra totalmente1 a lo que hoy conocemos como Venezuela. Ahora bien, la adscripción de los estados andinos al territorio venezolano y el surgimiento, a principios del siglo xix, de la nación independiente que los incluyó no significó la incorporación automática del mundo andino a la esfera de Caracas, sede de los poderes centrales. No hay que olvidar que la Cordillera se interpone entre ambos mundos y que las vías de comunicación fueron hasta hace poco escasas y de baja calidad, lo que tuvo como consecuencia inmediata grandes dificultades para la comunicación (Freites Barros 2008: 39-40). Factores político-administrativos y geográficos explican, pues, en parte el que, en no pocas cosas, y particularmente en su habla, tachirenses y merideños se parezcan más a los serranos de la actual Colombia que a los otros venezolanos. Sin embargo, no hay que perder de vista que uno de los factores que define un dialecto es lo que los propios hablantes creen de su forma de hablar, porque en ello les va su identidad, contrapuesta, consciente o inconscientemente, a la del “otro”, aquel vecino que está fuera de su colectivo, de su comunidad y del que se siente distinto. Como señala Freites Barros (2008: 31), comentando un texto de Pottier, es de un valor incontestable “para el establecimiento de las zonas dialectales la percepción de la diferencia por los propios colectivos de hablantes, lo mismo que la importancia de estudiar esta autopercepción”. En lo que sigue, expondremos los rasgos lingüísticos más conspicuos que, juntos, le dan al español hablado en los Andes venezolanos su fisonomía particular. No está de más advertir que muchos de esos rasgos se encuentran también en otras áreas dialectales tanto de España como de América; tengamos presente que lo que hace la peculiaridad de una determinada variedad dialectal hispánica es, además de sus innovaciones, la coexistencia en ella, en un mismo espacio y tiempo, de elementos dispersos en otros espacios dialectales o que corresponden a usos que dejaron de ser generales en la lengua común (Obediente Sosa 2016: 32).
Excepto en el plano eclesiástico. La primera diócesis andina fue la de Mérida, creada el 17 de febrero de 1778 por Pío VI, sufragánea del arzobispado de Santa Fe de Bogotá hasta 1803, año en que Pío VII crea el arzobispado de Caracas, al que pasaría la diócesis emeritense. 1
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Agreguemos, además, el aspecto cuantitativo o de frecuencia de fenómenos que permite hacer distinciones dialectales tal como lo afirmó en 1993 Lope Blanch (apud Pottier 2001: 1168): Lo que permite establecer diferenciaciones dialectales no es, en muchas ocasiones, la presencia o ausencia de determinados fenómenos, sino la diferente frecuencia de su aparición en cada territorio. Todo, o casi todo, puede detectarse en todas o casi todas partes; pero en cada una de ellas, los hechos lingüísticos tendrán un diferente índice de realización.
En resumen, lo que hace la originalidad de cada variedad de la lengua española no es el que presente tal o cual característica individual, sino el hecho de exhibir al mismo tiempo una serie de elementos que en otros territorios hispánicos están dispersos en el tiempo o en los espacios dialectales, o se presentan con diversa frecuencia de uso. A eso se añaden, de más está decirlo, las aportaciones lingüísticas de otro origen y algunas innovaciones propias. Cada variedad de lengua en el mundo hispánico es, por tanto, una síntesis dialectal (Obediente Sosa 2009: 529-530). En los apartados que siguen describiremos muy sucintamente lo más relevante del fonetismo segmental andino, abordaremos algunos rasgos de carácter morfosintáctico, nos detendremos en las formas pronominales de tratamiento y, finalmente, le dedicaremos algunas líneas al léxico que, en cierta medida, identifica al habla de los Andes. Esencialmente nos referiremos al habla espontánea urbana, aunque no dejaremos de citar fenómenos que se dan principalmente en el medio rural. 2. Fonetismo segmental andino Entre los fenómenos fónicos segmentales, destacan en el español andino venezolano los que presentamos a continuación; de manera individual, ninguno de ellos es exclusivo de esta variedad de habla, pues se dan en otras áreas del inmenso espacio hispanohablante; es su presencia en conjunto lo que, como ya apuntamos, hace que esta variante se perciba como algo diferente, en cierta medida, única, en cuanto a pronunciación se refiere. En todo caso, lo que sigue no es sino una aproximación a la realidad fonética de la variante dialectal que aquí tratamos.
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2.1. No confusión de /-l/ y /-ɾ/ implosivas La no confusión o el no intercambio de las líquidas /-l/ y /-ɾ/ implosivas es un rasgo fónico que caracteriza al andino venezolano. El fenómeno contrario, manifestado —según los lugares— como lambdacismo o como rotacismo, sí se registra en el resto de Venezuela, aunque está fuertemente estigmatizado y asociado a sectores marginales de la población (Obediente Sosa 1998: 16). En los Andes venezolanos no existe, pues, trueque de líquidas, “no se oye nunca en el habla de ningún andino —con independencia de su procedencia, edad, género, educación o estrato— el intercambio entre consonantes laterales y vibrantes en posición implosiva” (Freites Barros 2008: 21). 2.2. Presencia de r asibilada Algo que llama la atención en la zona dialectal andina es la presencia, tanto en los centros urbanos como en el medio rural, de la llamada r asibilada (Obediente Sosa 1996) (transcrita [ř] en la tradición hispánica), sonido común, como se sabe, en muchos otros lugares de América. Este sonido, que en realidad no es una consonante vibrante, sino una fricativa sibilante ápico-alveolo-palatal (que el AFI transcribe [ɕ] y [ʑ], sorda y sonora, respectivamente), aparece en los siguientes contextos: 1) allí donde la lengua general tiene una vibrante múltiple (rama, parra, enredo), 2) como alófono de la vibrante simple /ɾ/ después de /t/ (detrás), y 3) en posición final absoluta (¡A comer!|). Nunca aparece como realización de la vibrante simple en su posición distintiva (i.e. en posición intervocálica), con lo cual se asegura la oposición entre los dos fonemas vibrantes del sistema. La r asibilada en los Andes es normalmente sonora —excepto en posición final—, breve o larga según el contexto fónico y la situación de comunicación. A diferencia de lo que ocurre en otras áreas dialectales americanas, la articulación de una r asibilada en los Andes venezolanos no tiene connotaciones de carácter social, es decir, ni está estigmatizada ni asociada a ningún grupo socioeconómico, educativo o de determinadas características biológicas (edad o sexo).
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2.3. No velarización del fonema nasal posnuclear En los Andes venezolanos, el fonema nasal en posición posnuclear tiende a articularse como alveolar en posición final de palabra seguida de vocal (jamó[n] y queso) y ante pausa (para Ramó[n]|), pero en los restantes contextos fónicos suele asimilarse al punto de articulación de la consonante siguiente (e[ɱ]fermo, a[n̪ ]tes, a[nʲ]cho, u[n̪ ] diente, co[ŋ] cariño, etc.). Sin embargo, no pocos hablantes ya comienzan a velarizar la nasal en posición implosiva, sobre todo en medio urbano, tal como se da en el resto del país: e[ŋ]fermo, a[ŋ]tes, a[ŋ]cho, jamó[ŋ] y queso. La posteriorización de la nasal no es todavía tan común2, hecho que percibe claramente el venezolano no andino, quien, al querer caricaturizar o remedar al gocho (como aquel suele designar jocosa o despectivamente al andino), trata de imitar su habla intentando reproducir la típica entonación regional y pronunciando distinta y enfáticamente toda nasal implosiva como alveolar: “Ramó[n], vaya y co[n]pre pa[n] y jamó[n]”. Estamos en presencia, pues, de lo que la sociología llama un estereotipo. 2.4. Variantes de la fricativa labial /f/ En el conjunto de los fonemas obstruyentes, cabe señalar la presencia en los Andes venezolanos de dos realizaciones de la fricativa labial /f/ además de la realización labiodental, sin duda la mayoritaria. Esas variantes son las aproximantes bilabial sorda [ɸ] y glotal [h]. Para la correcta descripción de este fonema, es necesario distinguir posición inicial y posición final de sílaba. En posición final (posición —recordémoslo— en la que la presencia de este fonema es excepcional), ocurre en el español venezolano de los Andes lo que se da también en muchos otros territorios hispanohablantes, a saber, que /-f/ suele realizarse como una glotal en registro coloquial, en habla más o menos relajada: a[h]gano (afgano), na[h]ta (nafta). En posición inicial de sílaba, por su parte, tenemos que la realización general es la labiodental; sin embargo, entre la población urbana de escaso La investigación de Freites Barros (2008: 177) revela ya un porcentaje global de realizaciones velares de 21 %, lo que lo lleva a considerar que, en el caso del estado Táchira, se trata de “un cambio lingüístico en marcha” propulsado por las jóvenes generaciones urbanas, afirmación que quizás pudiera hacerse extensiva al resto del área andina venezolana. 2
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nivel educativo, pero más particularmente en el medio rural, /f-/ en posición inicial de palabra o de sílaba interna puede realizarse como una bilabial sorda [ɸ] (por ejemplo, ca[ɸ]é café) o como una aspiración ([h]ue por fue). Este fenómeno suele llevar a los hablantes que practican estas realizaciones a confundir /f-/ y /h-/3: [h]amilia por familia, [f]ueves por jueves. 2.5. Yeísmo El español de los Andes, al igual que el del resto de Venezuela, es actualmente yeísta, el fonema lateral palatal /ʎ/ no forma parte de su sistema consonántico. Los grafemas y representan un mismo segmento fónico que se realiza normalmente como la fricativa palatal sonora [ʝ], aunque según el contexto, la situación de comunicación e incluso hábitos particulares pueden oírse distintas variantes que van desde una aproximante ([j]) hasta una africada tipo [ɟ]. Ocampo Marín (1968: 16), en trabajo de campo realizado en 1966 en poblaciones rurales del estado Mérida, señaló que, respecto a la lateral palatal, su pronunciación “no es sistemática en los lugares donde la encontramos; en una misma persona se dan los dos fonemas”, y agrega en nota que “cada día se va perdiendo más, en una misma persona se da como variante libre; en las jóvenes y niños es escasa”. Según algunos informantes de edad avanzada entrevistados a lo largo de nuestras investigaciones (muy posteriores a las de Ocampo Marín y enfocadas sobre todo en el medio urbano), en los Andes merideños “se pronunciaba la elle” hasta los años cuarenta del siglo xx. “Si les damos crédito a esas apreciaciones subjetivas deberíamos concluir que el yeísmo en territorio merideño es muy reciente” (Obediente Sosa 2007: 20). Tanto lo dicho por los informantes como la observación de los investigadores concuerdan en que es relativamente tardía la confusión de /ʎ/ y /ʝ/ en estos territorios, lo cual encaja con lo que revelan los documentos de siglos pasados que hemos estudiado. En efecto, en la documentación analizada producida en territorios de la antigua provincia de Mérida, documentación que se extiende desde 1564, los primeros casos de confusión aparecen apenas en el último cuarto del siglo xviii. Las cacografías que manifiestan la confusión se han encontrado en dos cartas privadas (1-2) que forman parte de un legajo relativo Venezuela, incluidos los Andes, forma parte del área dialectal con /h/, realizado sordo o sonoro según el contexto fónico. Para la discusión sobre dialectos con /h/ y dialectos con /x/, ver Obediente Sosa (2001: 318-319). 3
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a un matrimonio que reposa en el Archivo General del Estado Mérida (Protocolo Disenso, Matrimonio y Divorcio, Tomo I, ff. 5r-105r. Mérida, 1784). Los documentos constitutivos de ese legajo forman parte del Corpus de documentos históricos de Mérida bajo el identificador CDHM-0011 al CDHM-0020. Las cacografías a las que aludimos son las siguientes: (1) a. el sor Vicario lla Caso ȃ Manuela ‘el señor vicario ya casó a Manuela’. b. lo amonestaron Libre, lla te alvierto ‘lo amonestaron libre, ya te advierto’. (2) a. de lo qe probello ‘de lo que proveyó’. b. lograr se provellese ‘lograr se proveyese’. c. qe lo instrullan ‘que lo instruyan’.
Nótese que tenemos en todo el legajo solo dos apariciones de lla (por ‘ya’), dos ocurrencias de en formas del verbo proveer y una de instruir. Demasiado poco como para afirmar algo sustentable. La grafía de esos casos pudiera interpretarse como lapsus o como ultracorrección meramente gráfica, pero también podría pensarse que para los que escribieron dichas cartas esas fueran las formas correctas y las pronunciaban, en consecuencia, con lateral. Otra posibilidad (bastante inverosímil) es que el dígrafo reflejara una confusión pero de tipo lleísta, dicho de otro modo, que la simplificación fonológica fuera a favor de [ʎ]. Pero, insistimos, no hay suficiente material como para apoyar una u otra hipótesis. En todo caso, en ese legajo —que se extiende hasta alcanzar el folio 105r y cuyos documentos constitutivos son de plumas distintas— no se encontró ninguna por . 2.6. Peculiaridades relativas al fonema sibilante /s/ Como todas las variedades dialectales de América, el español de los Andes venezolanos es seseante, es decir, carece del fonema interdental /θ/. No profundizaremos sobre esto, pues los estudios sobre el seseo, tanto diacrónicos como dialectales, son abundantes y bien conocidos.
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En cuanto a la realización del fonema en cuestión, es necesario señalar que en el área dialectal andina este tiene dos realizaciones principales: una predorso-alveolar convexa, la más común y que comparte con el resto de las regiones venezolanas4, y otra ápico-alveolar, fono que está presente tanto en el medio urbano como en el rural, más abundante, sin embargo, en este último. Esta realización ápico-alveolar, que es otro de los estereotipos con que los demás venezolanos “retratan” al hablante andino, es un segmento bastante estridente, similar, hasta cierto punto, a la [s] que predomina entre los peninsulares del centro-norte de España o la que se encuentra, por ejemplo, en “los departamentos inmediatamente al oeste de Bogotá” (Lipski 1994: 232). Es de notar que, dentro de la misma área dialectal andina, el segmento ápico-alveolar presenta variaciones en su distribución espacial, siendo su presencia mayor en el estado Táchira y la zona sur del estado Mérida que en los demás territorios del área. En posición posnuclear, la realización más común actualmente es la glotal [-h], como en ['tɾeh 'kasah] (tres casas). Contrariamente a lo que se decía hasta hace poco (en, por ejemplo, Canfield 1981: 91, Zamora Munné/Guitart 1982: 182), ya no se puede seguir afirmando que [-s] en posición implosiva sea general en las tierras altas de los Andes; investigaciones posteriores “han demostrado que en la Cordillera andina las [-s] finales son cada vez más raras, inclusive entre hablantes de la tercera edad” (Obediente Sosa 2001: 309). No obstante, no es raro encontrar, sobre todo en las poblaciones rurales, hablantes que articulan claramente una alveolar en esa posición. Los estudios revelan que la retención de [-s] ocurre (de manera global) en aproximadamente un 30 % de los casos, frente a un 70 % de realizaciones glotales o elisiones. Al igual que en el caso de la posteriorización de la nasal implosiva, la variante glotal de /-s/ se ve favorecida por la juventud de las zonas urbanas. 2.7. /-p, -b/ y /-t, -d/ en posición implosiva interna Las consonantes /-p, -b/ y /-t, -d/ en posición final de sílaba interna suelen, en la mayoría de los casos, pronunciarse como segmentos aproximantes Obsérvese que en Venezuela encontramos otra realización de /s/, una ápico-dental de tipo ceceante [s̪ ], “común sólo en sectores de la región de Oriente, Falcón y los Llanos”, pertenecientes al área dialectal caribeña; en esos sectores alterna con la más general predorsal (Obediente Sosa 2001: 306). 4
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labiales ([β]) y dentales ([ð]), respectivamente, aunque no faltan hablantes que ya comienzan a posteriorizarlas, sobre todo las labiales, como ocurre en el área dialectal caribeña: ['akto] por apto, [ok'heto] por objeto, [aɣ'mosfeɾa] por atmósfera, [aɣmi'ɾaɾ] por admirar. Estamos en presencia de otro caso más en que se manifiesta cómo se está expandiendo el fenómeno de la posteriorización consonántica posnuclear. Algo que llama la atención es que desde hace unas cuatro décadas se está oyendo en Mérida, en esa posición, una labial allí donde la lengua tiene una velar, por ejemplo, [rep'toɾ] por rector, ['tapsi] por taxi. No se trata de un fenómeno general ni mucho menos, sino de algo muy minoritario y restringido a la población de más o menos 30, 40 años de edad. Lo observado no ha sido objeto aún de una investigación rigurosa que pudiera arrojar datos científicamente fiables, de modo que a día de hoy no se puede afirmar si se trata de ultracorrección, de una innovación en marcha o de simple moda destinada a desaparecer. 3. Algunos rasgos de carácter morfosintáctico Entre los hechos de morfología y sintaxis más notorios que se dan en el español andino venezolano destacamos los siguientes. 3.1. Uso de -nos por -mos Una característica de esta variedad dialectal en el terreno de la morfología es el uso de la terminación -nos en lugar de -mos en la primera persona plural del pretérito imperfecto (de indicativo y subjuntivo) y del condicional: íbanos, comíanos, fuésenos, estaríanos. Aunque se oye en otras partes del país en hablantes de nivel cultural bajo, en los Andes puede oírse en personas con un cierto nivel de instrucción, incluso universitaria, lo cual no impide que tal uso no sea bien visto. 3.2. Morfema aumentativo -ón Uso muy frecuente del sufijo aumentativo -ón para magnificar el tamaño, la cantidad, la calidad de lo designado. Este proceso, muy productivo dado
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su valor intensivo o expresivo, suele conllevar cambio de género de la base, manteniéndose, sin embargo, el sufijo inalterado, es decir, no pasa a *-ona: un cuevón (< cueva), una tronazón (< tronada), un lagunón (< laguna), una llovezón (< lluvia), un fiestón (< fiesta). No es rara la repetición del morfema para acrecentar aún más el valor aumentativo, intensivo o expresivo del vocablo: un lagunonón, un fiestononón, un piezononón (< pieza ‘habitación’). 3.3. El relativo genérico donde Encontramos en los Andes venezolanos un empleo frecuentísimo de donde con una función que me permito llamar de “relativo genérico”, es decir, como un conector sin que el antecedente sea un sitio o una localidad. De este uso hay testimonios de siglos anteriores y de muy diversos territorios hispanohablantes. Nuestras investigaciones en sincronía concuerdan con las de González Díaz (2009), quien encontró en su estudio diacrónico-regional5 casos en los que donde remitía: i) a “un objeto o entidad animada”, ii) a “un evento, entidad abstracta o expresión temporal”, y iii) a “una idea global contenida en una secuencia anterior” (González Díaz 2009: 33, n. 15). Veamos los siguientes ejemplos tomados del habla merideña6:
(3)
a. ahora hay buenos equipos [tecnológicos] donde uno se ahorra mucho tiempo (MDA3MA). b. el obispo, habló con ella, y [...] donde le dijo que ella estaba sana y salva (MDD3FB). c. porque es una época donde yo estoy bastante ocupado (MDA3MB).
El ejemplo de (3c) con antecedente temporal recuerda el cervantino “día vendrá donde veas por vista de ojos cuán honrosa cosa es andar en este ejercicio” (Quijote, I, 18). El ejemplo que sigue está tomado de un artículo de prensa de Mérida: 5 Abarca los siglos xvi a xviii en España, Cuba, Santo Domingo, México, Venezuela y Argentina. 6 Los ejemplos proceden del Corpus sociolingüístico de Mérida. Agradezco a la Dra. Carmen L. Domínguez el habérmelos facilitado. Parte de ese corpus está publicado en Domínguez/ Mora (1998).
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(4)
[...] el equipo de trabajadores entregó material didáctico, donde se puede apreciar el objetivo fundamental del Gabinete de Infraestructura [...] (“Infraestructura efectuó jornada informativa en Estanques”, Frontera, 27/03/2010).
3.4. Pluralización de haber impersonal Muchas son las investigaciones que sobre la pluralización de haber en su empleo como verbo impersonal se han hecho en los distintos países hispanohablantes. Sin entrar en detalles sobre el asunto, vale recordar que la posición de las Academias de la Lengua es la de que “se debe seguir utilizando este verbo como impersonal en la lengua culta formal, de acuerdo con el uso mayoritario entre los escritores de prestigio” (RAE/ASALE 2005: 331), de modo que una frase como *habían muchas personas en el sitio del accidente sería incorrecta. Esa posición ya se ve, sin embargo, matizada al afirmarse en el mismo diccionario que “lo más apropiado es que el verbo permanezca en singular”7. El español venezolano de los Andes no escapa a esta tendencia generalizada, manifiesta incluso en la lengua escrita, y no solo en carteles y avisos, sino en la misma prensa, como se ve en el siguiente ejemplo:
(5)
no pueden haber universitarios de primera o de segunda (Cambio de Siglo, 22/03/2010).
4. Formas de tratamiento En el ámbito de la pragmalingüística, lo más relevante del español de los Andes venezolanos es, ciertamente, el uso que hacen los hablantes de las formas de tratamiento. De manera general, podemos afirmar que una de las peculiaridades más resaltantes es el ustedeo, es decir, tratar de usted a todo interlocutor singular sin que ello implique necesariamente respeto o cortesía. Esta afirmación no exime de revisar detalladamente el uso de usted y el de otras formas de tratamiento —también usuales— en el habla andina, pues,
El subrayado es nuestro.
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como veremos enseguida, la praxis es más compleja de lo que pudiera parecer a simple vista y son muchos e importantes los matices que allí se verifican. En el estado Trujillo, aunque predomine el uso de usted, es frecuente el voseo familiar e informal. Allí donde la “lengua general” emplea tú, el trujillano puede servirse de usted o de vos. En el voseo de este estado andino prevalecen las formas verbales no diptongadas (vos tomás, vos comés), aunque no son raras las formas diptongadas (vos tomáis, vos coméis), sobre todo en la zona trujillana limítrofe con el estado Zulia. Las formas de futuro son en -rás (vos tomarás), mientras que en el imperativo alternan las formas de usted con las de vos (tome, coma ~ tomá, comé). En Táchira y Mérida prevalece el usted. Aunque el tú no está ausente, el uso de una y otra forma de tratamiento es totalmente distinto a lo que estipula la norma general hispánica. En efecto, tachirenses y merideños tratan de usted al familiar y al amigo de su propia comunidad: la madre al hijo, los esposos entre sí, al amigo de infancia, etc. Por el contrario, al “otro”, es decir, al que no forma parte del mismo colectivo, lo tratan de tú indistintamente del grado de amistad que pueda existir entre ellos y sin que tenga que ver el grupo generacional al que pertenezca ese “otro”. Por ello puede considerarse que el usted andino es, además de uno de los rasgos de identidad lingüística más característicos de la región (Freites Barros 2008: 292), un tratamiento que indica solidaridad regional (Álvarez Muro/Carrera de la Red 2006). En situaciones formales, no obstante, la mayoría de los hablantes trata a su interlocutor de usted, excepto los hablantes de ciertos estratos bajos que, como forma respetuosa, emplean tú para dirigirse al desconocido o al que consideran que merece deferencia. Álvarez Muro y New (2003: 60-61) explican este uso considerando que tú es forma marcada, contrariamente a usted: Lo singular es que este pronombre tú, parece tomarse como empleo novedoso y socialmente aceptado: se usa usted entre amigos íntimos, mientras que a los extraños se les tutea. Esto se da [...] por razones pragmáticas: por ser usted el pronombre de uso más frecuente, es el menos marcado [...]. [Y] se prefiere a menudo el empleo de tú para aquellas situaciones en las que se quiere expresar cortesía.
Pero hay también otro aspecto en el uso de tú. En efecto, desde hace algunos años, los andinos venezolanos, sobre todo los jóvenes, quieren imitar
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(o, hasta cierto punto, hacer suyo) el uso “central”8 dándoles tú a todos, sobre todo en situaciones de comunicación en que participan venezolanos de otras regiones, pero como se trata de un proceso de acomodación lingüística y no de un uso internalizado, aflora la interferencia al juntar pronombres y formas verbales correspondientes a personas gramaticales diferentes, sobre todo en el imperativo: siéntase por ‘siéntate’, ¿se viste con ella? por ‘¿te viste con ella?’. Los dos ejemplos que siguen están tomados de emisiones radiales merideñas:
(6)
a. Invitando al oyente a visitar un determinado restaurante, el locutor alaba, además de la buena cocina, el ambiente del local, en el que hay “...jardines que lo atraparán para que te sientas...” (FM 100.9, 29/08/2013). b. De manera similar, al ponderar los muebles de una tienda, no puede el locutor sino invitar al oyente a que la visite, y así le dice “Ve y conozca” (FM 100.9, 04/01/2015).
Esto aparece incluso en escritos, como el aviso visto en una tienda fotográfica de Mérida (7a) o el ejemplo —entre tantos— de un anuncio clasificado del diario La Nación de San Cristóbal (7b): (7)
a. Traiga su cámara donde quiera que vayas. b. Aprovecha. Necesita dinero para comprarte un carro [...] nuevo, usado? (en Freites Barros 2008: 319, n. 63).
Nótese igualmente la incongruencia de emplear ciertas fórmulas nominales de tratamiento deferente con formas correspondientes al tuteo, como en Profesora, ¿ya preparaste el examen? “Ello es signo de que el tuteo es fenómeno extraño a los hábitos lingüísticos tradicionales de la zona y que, aunque se está introduciendo en el uso popular, el modelo no ha sido aún convenientemente asimilado” (Freites Barros 2008: 22). Respecto al pronombre vos en Táchira, la investigación llevada a cabo por Freites Barros (2008: 290-291) lo lleva a afirmar que los datos apuntan hacia un “declive de los usos de vos” que quizás presagie su total extinción en el habla de la región. Zambrano (apud Freites Barros 2008: 310, n. 32) no es tan tajante al respecto, pues aunque el voseo esté muy restringido —admite—, no ha desaparecido, ya que se encuentra entre las personas mayores, que lo 8 Es decir, el de la Región Capital y los estados Miranda, Vargas (La Guaira), Aragua y Carabobo, conjunto llamado de modo general “el Centro”.
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emplean en la intimidad del hogar y con amigos de mucha confianza, y en boca de gente joven en situaciones de broma con familiares y amigos. Fuera de esos contextos no se da, y menos aún se espera recibir, un trato voseante por tener entre los propios andinos una valoración social baja. Lo expuesto aquí para el estado Táchira es extrapolable al estado Mérida. Ya vimos que en Trujillo la situación es parcialmente diferente. Uno de los retos más difíciles para cualquier persona no andina es manejar adecuadamente el uso regional de tratamiento. 5. Léxico En el vocabulario de los Andes venezolanos encontramos voces y acepciones que solo son usuales en esta región del país, entre las que destacan aquellas que designan realidades de la cordillera, tanto en su ser físico-geográfico como cultural. Podemos distinguir los siguientes tres grupos de elementos léxicos que se hallan en el habla de los andinos y que son parte de su peculiaridad lingüística. En primer lugar, encontramos elementos léxicos de origen amerindio, como chontal (adj.) ‘media lengua’, ‘tartamudo’, ‘tonto’9, mintoy (m.) ‘sepultura’, ‘cámara subterránea’, ‘cueva’, cucay (m.) ‘tapara pequeña con tapa para guardar el café tostado o la sal’. Muchas de estas palabras, sin embargo, están en vías de desaparición, incluso en el medio rural, “bien por extinción de sus referentes, bien por adopción de términos equivalentes de uso más general” (Obediente Sosa 2021: 137). Luego, están ciertas voces cuya forma o significado han caído en desuso en otros territorios hispanohablantes, pero que aún son usuales, en mayor o menor grado, en los Andes, tales como alevantar(se) por ‘levantar(se)’, depender por ‘colgar’, vusted por ‘usted’. Finalmente, tenemos otras palabras de uso general en los Andes que, o no están registradas en el Diccionario de la lengua española (DLE) o en el La palabra está en el DLE con una acepción para Venezuela que no es correcta; no es, como dice el diccionario académico, una persona “rústica e inculta”, sino una persona que tiene dificultades para expresarse. En la época colonial, indio chontal se oponía a indio ladino, es decir, hispanizado, tal como se revela en documentos de aquellos siglos; así, en los juicios, los chontales eran auxiliados por lenguas o intérpretes (criollos bilingües o indios ladinos). Ver, por ejemplo, en corpuscharta.es el documento merideño con el identificador CDHM-0003. 9
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iccionario de americanismos, o sí aparecen, pero con un significado, un uso D o una función total o parcialmente diferentes. Es de notar también que en esos repertorios académicos se da el caso de voces sin la marca diatópica Ven. a pesar de que las investigaciones revelan que son usuales en algunas regiones de este país; véase, por ejemplo, asistir en el DLE, cuya acepción 11 dice: “Col. Vivir, habitar”, siendo que la encontramos también en los Andes venezolanos. Dicho lo cual, no perdamos de vista que el grueso del vocabulario usual en los Andes es, por supuesto, el de la lengua española común y general al mundo hispanohablante. A continuación, presentamos una pequeñísima muestra de palabras que forman parte del vocabulario del andino venezolano, algunas de las cuales solo son usuales en el medio rural (véanse al respecto Obediente Sosa 1998 y Ocampo Marín 1969). En algunos casos damos ejemplos para apreciar correctamente su uso. alentado, -a. adj. Término que, aplicado a una persona, significa que se ha curado de una enfermedad / estar alentado: Encontrarse en buen estado de salud. Suele emplearse más en diminutivo y omitiendo la /d/: “Ella está bastante alentaíta”.
amañarse. prnl. Sentirse a gusto en un lugar.
anteabuelos. m. pl. Bisabuelos. asistir. intr. Residir, habitar. atenido, -a. adj. Persona que vive a costa de los demás. boqueto, -a. adj. Persona con labio leporino. brisar. intr. impers. Lloviznar. bueno. adv. Con los verbos saber y oler, indica que el referente es agradable al gusto o al olfato. Su antónimo feo significa ‘desagradable’ a esos sentidos: “Ese perfume huele bueno”, “Aquí huele feo”, “El jarabe sabe bueno”, “Esta carne sabe feo”. A veces van precedidos de a: oler a bueno / a feo. burusa. f. Partícula pequeña de alguna cosa, principalmente de alimentos. carabina. f. Bollito alargado y delgado hecho con masa de maíz. Se envuelven de a dos en hojas de una planta llamada piñuela y se cuecen en agua. Sirve como acompañante e incluso como cena ligera, con un trozo de queso, por ejemplo. cargar el chuco. fr. Acceder a lo que otra persona desea o solicita: “Me gusta salir con Juan porque él siempre me carga el chuco”. chareto, -a. adj. Dícese del que tiene los pies torcidos o deformes, o de quien camina con dificultad. chicuca. f. Excremento, particularmente el de aves. chino, -a. m. y f. Niño, -a. chorote. m. Vasija, por lo general de barro, para cocinar el cacao.
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cilindrar. tr. Quitar el pericarpio a la semilla del café. coto. m. Bocio. culear. intr. malson. Tener relaciones sexuales. empotar. tr. Meter a alguien en el pote, es decir, en la cárcel. entual. adv. Actualmente, en este momento. 2. Enseguida. Más usado en diminutivo: entualito: “No se preocupe, entualito lo hago”. fachoso, -a. adj. Presuntuoso, jactancioso. feo. Ver bueno. filo. m. Cerro, colina. furungo, -a. adj. Extranjero, principalmente el que no habla español. U.t.c.s. gocho, -a. adj. Aplicado a persona, andino. Es término de carácter despectivo equivalente a ‘bruto’, ‘torpe’, empleado por los no andinos para referirse al natural de esta región. El mismo andino puede utilizarlo como insulto. Según la situación de comunicación, el término puede ser bien recibido cuando, a través de la entonación, se descarga de su carácter despectivo. U.t.c.s. 2. Propio de los Andes: “Una costumbre gocha”. mal de madre. Ver pelota. mantenido, -a. adj. Persona adulta que vive a expensas de otra. marusa. f. Bolsa de tela. mezquino. m. Verruga pequeña. miche. m. Aguardiente de caña generalmente sazonado con anís. Por extensión, cualquier bebida alcohólica. michoso, -a. adj. Se dice de la persona dada a la bebida. mococoa. f. Melancolía, tedio, abulia. ovejo. m. Carnero, macho de la oveja. padrejón. Ver pelota. palito. m. Medida de capacidad para granos y tubérculos equivalente a unos 10 kilogramos. Hoy está prácticamente en desuso. paradura. f. Celebración tradicional católica en la que se representa la parada o levantada del Niño Jesús, o sea, el ponerse de pie (pararse) y dar sus primeros pasos. Se realiza entre el 26 de diciembre y el 2 de febrero, rito con el que se cierran las festividades navideñas. De trasfondo amerindio, sus elementos rituales incluyen rezos, música y cantos, comidas y bebidas, con mayor o menor solemnidad según las familias o los lugares. Esta fiesta se ha ido extendiendo en los últimos años a otras partes del país. páramo. m. Tierras de la cordillera andina ubicadas a partir de los 2.800 metros sobre el nivel del mar, caracterizadas por vegetación subarbórea escasa, lluvias y vientos, y con temperaturas inferiores a los 12º C. De junio a septiembre se cubren frecuentemente de nieve a partir de los 4.000 m. Es el paisaje geográfico-cultural por antonomasia de los Andes venezolanos. pecueca. f. Mal olor de los pies.
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pelota. f. En la cosmovisión del andino, particularmente del medio rural, órgano que regula el equilibro del cuerpo y, en el adulto, también la reproducción. La pelota es un ser móvil con vida propia que debe estar en equilibrio y a gusto, pues de lo contrario causa el padrejón en el hombre y el mal de madre en la mujer. Lo que en los Andes significan estos vocablos nada tiene que ver con la definición del DLE. En efecto, el padrejón es un malestar causado por cualquier tipo de abuso (comidas irregulares, exceso de fatiga o de alcohol, etc.), que se manifiesta por dolores de cabeza y de estómago, trastornos digestivos y escalofríos; se cura con sobas o masajes en el vientre y el consumo de ciertos alimentos específicos. El mal de madre, por su parte, es la enfermedad que sufre la recién parida originada por ciertos abusos cometidos en el período posparto; tiene las mismas manifestaciones que el padrejón y se cura de idéntica manera. pingo, -a. adj. Término despectivo equivalente a ‘tonto, -a’. Es voz malsonante. Puede también equivaler a ‘individuo’. prestar. tr. Pedir prestado: “Voy a prestar un libro en la biblioteca”. Repárese en lo problemático que resulta el uso andino de prestar, por lo que no es extraño que haya incomprensión cuando el interlocutor no es de esta región. puro, -a. Adjetivo que, empleado como adverbio, equivale a ‘solamente’: “¡Levántese, usted puro durmiendo!” (‘no hace otra cosa que dormir’). Aunque cumpla esa función adverbial, se comporta como un adjetivo, pues concuerda con el nombre: “Este caballo hay que tenerlo en pura calle lisa” (‘solo puede andar en calles lisas’). sol de los venados. m. Puesta de sol de un fuerte color entre naranja y rosado que tiñe de manera particular los picos de la cordillera, dándoles una tonalidad similar a la de la piel del venado. Es un fenómeno luminoso de corta duración (de unos cuatro minutos) y muy poco frecuente (unas tres veces al año). sute. m. y f. (~ zute). Niño o niña de corta edad. toche. adj. Tonto, bobo. 2. m. Órgano sexual masculino. Es voz malsonante. totazo. m. Golpe fuerte contra un cuerpo duro: “Se dio un totazo en la frente por no ver el poste”. vendimia. f. Venta popular de platos típicos, golosinas, bebidas y artesanías variadas que se hace en un lugar público, como parques o plazas, generalmente con fines benéficos. volcán. m. Derrumbe de tierra, deslave.
6. Consideración final Hemos expuesto sucintamente los rasgos lingüísticos más conspicuos que, juntos, como en ramillete, le dan al español hablado en los Andes venezolanos su fisonomía particular, fisonomía percibida por los propios hablantes de esta
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variedad geolectal que los identifica como comunidad única y solidaria, y a la vez como grupo distinto de los otros que conforman la realidad dialectal de Venezuela. La conservación de esos rasgos parece indicar que el andino quiere reafirmar su peculiar identidad en el mapa venezolano. Por una parte, no quiere que lo confundan con un andino colombiano, pero, por la otra, le interesa dejar claro también que es de los Andes y no de otra región venezolana. Hoy por hoy está en marcha un proceso de revalorización del ser andino dentro de la propia comunidad regional (Obediente Sosa 1999), revalorización que el natural de estas tierras proyecta hacia el resto del país. En efecto, aquel sentimiento más o menos velado o difuso de cierta inferioridad respecto a los otros venezolanos, patente hasta mediados del siglo xx, ha ido dando paso en el andino a un sentimiento de orgullo regional. Este cambio se debe quizás a diversos factores: 1) al mayor acercamiento entre las diversas regiones del país que le ha servido, por comparación, para valorar positivamente la suya; 2) al hecho de que muchos venezolanos de otras regiones hayan decidido establecerse en los Andes buscando precisamente una mejor calidad de vida, incluida una mejor educación dado el alto nivel de sus instituciones educativas; 3) a la afluencia cada vez mayor de turistas, tanto nacionales como extranjeros, que reconocen la excelencia de los Andes. Todo ello ha ido llevando al andino a sentirse orgulloso de serlo y, al mismo tiempo, y paradójicamente, a abrirse más a otras maneras de ser, asimilando incluso ciertas influencias externas con sus inevitables consecuencias, unas positivas, otras no tanto. Esta realidad regional se ha visto trastocada considerablemente a partir de la segunda década del siglo xxi por la inmensa crisis que desde entonces vive Venezuela en todos los ámbitos de la vida nacional. La emigración de parte de su población, que ha afectado particularmente a los sectores de educación y sanidad, aunada al decaimiento de la actividad turística habrán de reconfigurar seguramente la región de los Andes venezolanos en su ser y en su identidad, lo cual se reflejará, sin duda, en algún momento en su habla, en su manera de realizar la lengua española. Bibliografía Álvarez Muro, Alexandra/Carrera de la Red, Micaela (2006): “El usted de solidaridad en el habla de Mérida”, en Schrader-Kniffki, M. (ed.), La cortesía en el mundo hispánico. Nuevos contextos, nuevos enfoques metodológicos. Madrid/ Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert, pp. 117-130.
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1. Introducción La variedad guayanesa es uno de los siete dialectos propuestos por Páez Urdaneta (1981) para dar cuenta de la diversidad del español de Venezuela. Este (sub)dialecto se habla en los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro, al sur y este del país1. En este último se mezcla con el dialecto oriental o margariteño, y en los dos primeros con el dialecto llanero. Otros dialectólogos, en cambio, dividen Venezuela en dos grandes áreas: una andina (estados Táchira, Mérida y Trujillo) y otra caribeña, que iría “desde las zonas costeras caribeñas y atlánticas hasta Guayana y Amazonas, pasando por los valles interiores y la región de los Llanos” (Álvarez Muro et al. 2009: 8)2. Desafortunadamente, hasta la fecha contamos con muy pocos trabajos realizados sobre esta variedad lingüística, que, o bien ha pasado desapercibida, o bien no ha sido de interés general. Los estudios previos se han centrado especialmente en el léxico propio de algunas áreas, en ciertas expresiones idiomáticas de Delta Amacuro (Osca-Soriano 2010; Bruckner/Gómez, 2011), así como 1 Otros autores como Mora (1997: 99) establecen un dialecto suboriental común, basado en la prosodia, e incluyen los estados de Sucre, Nueva Esparta, Monagas, Anzóategui, Delta Amacuro, Bolívar y Amazonas. 2 Rosenblat (1970: 63) indica que los dialectos de Venezuela serían “dos por lo menos”. En el diccionario de Núñez y Pérez (1994: liii), por ejemplo, se establecen seis regiones dialectales: Zulia, Los Andes (Mérida, Táchira y Trujillo), Occidente (Falcón, Lara y Yaracuy), Oriente (Monagas, Nueva Esparta, Sucre y parte de Anzóategui), Los Llanos (Apure, Barinas, Cojedes, Guárico, Portuguesa y parte de Anzoátegui) y Guayana (Bolívar). “Las palabras no marcadas se consideran pertenecientes al habla estándar de Venezuela y comunes a Caracas y la zona central del país, estados de Aragua, Carabobo y Miranda” (Núñez/Pérez 1994: liv). Los estados Amazonas, Delta Amacuro y el centro y sur de Bolívar no se incluyen.
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en la influencia de las lenguas indígenas (González Ñáñez 1985), el español de los ye’kuanas (Biord Castillo 2006-2007), los waraos (Romero-Figueroa 2020) y el bilingüismo en Paria Grande y Santa María de Mavacal, Amazonas (Lamus Urbina 2007, Stantcheva Voutova 2017, respectivamente). En relación con estos últimos estudios hay que recordar que la gran mayoría de las poblaciones indígenas han aprendido el español como segunda lengua, por lo que se presenta como interlengua vacilante (Lipski 1996: 81). También hay algunos trabajos, aunque pocos, de carácter más normativo (Suárez Montoya 2008). El objetivo general de este trabajo, de corte descriptivo e interpretativo, es ofrecer una síntesis histórica de la Guayana y una caracterización léxica y gramatical de una de las variedades menos conocida del español de Venezuela (tanto dentro como fuera del país)3, que sirva de primera aproximación para futuros estudios de campo en la zona. Para ello, se tiene en cuenta una serie de trabajos históricos, antropológicos y sociológicos, así como los propiamente lingüísticos. Tras esta introducción, se presentan los datos históricos de la región Guayana, de los tres estados que la conforman y de su población (§ 2). Después, se resumen los principales trabajos teóricos sobre la formación de un nuevo dialecto y se aplica al caso de la variedad guayanesa (§ 3). En el siguiente apartado se ofrece una breve selección de las voces más características de esta variedad, por estados, para luego analizar algunos de sus fenómenos gramaticales, en relación al español de Venezuela y de América (§ 4). Unas consideraciones finales cierran el trabajo (§ 5). 2. Breve reseña histórica de la Guayana Tal y como ha sido descrito, la Guayana fue la “primera región en ser descubierta y una de las últimas en ser conquistada” (Amodio 1995: 69). La Guayana es una región selvática natural al sureste del río Orinoco, que limita con Colombia al oeste (departamentos de Vichada y Guainía), con Brasil
En el trabajo de Castro y Malaver Arguinzones (2016: 38), por ejemplo, se muestra que Bolívar y Amazonas son las zonas menos percibidas en Venezuela, por lo que “parecen constituir zonas dialectales borrosas para los entrevistados”. 3
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al sur (estados Amazonas y Roraima)4, con Guyana5 al este y con los estados venezolanos Apure, Guárico, Anzóategui y Monagas al norte. Hoy día es una entidad reconocida desde el punto de vista histórico, geográfico, político y económico, pero en el pasado ha conocido varias reestructuraciones. En efecto, en 1821, el llamado departamento del Orinoco, comprendía las provincias de Guayana (actuales estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro), además de Cumaná (estados Sucre y Monagas), Barcelona (estado Anzoátegui) y Margarita (estado Nueva Esparta). La región de Guayana fue creada en 1969 con los actuales estados Bolívar y Delta Amacuro, y en 1980 se unió el estado Amazonas (Escandell García 2010, Muñoz Ospino 2010, Rondón León 2010). Su sede administrativa ha sido y es Ciudad Bolívar. En la actualidad, esta región comprende la totalidad de los estados Amazonas y Bolívar y todo el sur de Delta Amacuro (más del 25 % de este estado), por lo que constituye el 46,7 % del territorio nacional venezolano. Sin embargo, su población tan solo representa el 6 % de la república (Siso Quintero 2012, INE 2014). 2.1. Estados de la región de Guayana En lo que sigue se lleva a cabo una breve revisión histórica de cada uno de los tres estados de la Guayana: Delta Amacuro, Bolívar y Amazonas. El estado Delta Amacuro fue proclamado Territorio Federal en 1901 y estado en 1991. En la actualidad cuenta con cuatro municipios y 20 parroquias civiles. Las ciudades más importantes son Tucupita (la capital, antigua Cuarenta y Ocho), Sierra Imataca, Pedernales y Curiapo, y se conecta por el río Orinoco con Ciudad Guayana y Ciudad Bolívar. La región fue descubierta por Vicente Yáñez Pinzón en 1500, pero el territorio no formó parte de Nueva Andalucía hasta 15686. En el siglo xviii, los intentos de las misiones católicas y algunos decretos gubernamentales para estructurar la población indígena, 4 Frontera que fue parcialmente fijada tras el tratado de San Ildefonso (1777) entre España y Portugal (Amodio 1995). 5 La Guyana, conocida como Guayana Esequiba (territorio que va del río Amacuro al río Esequibo), fue despojada por Gran Bretaña en 1899. Desde el acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966 es una zona en reclamación (Muñoz Ospino 2010: 615). 6 Desde 1591 hasta 1786 la provincia de Guayana dependió de las Audiencias de Bogotá y de Santo Domingo, fecha en la que pasó a ser jurisdicción de la Audiencia de Caracas (Morales Peña 2009).
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e specialmente warao, dieron varios frutos, pero muchos de los pobladores se desplazaron hacia otros territorios como la Guyana y la Guayana Neerlandesa (actual Surinam). Situación que se repite hoy en día, con la migración masiva hacia Brasil, Guyana y la isla de Trinidad, ante la falta de alimentos y medicinas7. Según los datos del último censo efectuado, en 2011 había 41 543 indígenas en el estado (INE 2014). El 98,7 % de la población ha nacido en Venezuela, de los cuales el 17,4 % procede de otro estado. Históricamente la población no indígena proviene de la isla de Margarita y de los estados Sucre y Monagas (Rondón León 2010). La tasa de analfabetismo es de un 15,8 %, y es especialmente alta entre los adultos mayores de 55 años (INE 2014). La inmigración exterior procede principalmente de Colombia (34,4 %) y Perú (4,0 %). El 76,8 % de las viviendas tenía televisión y un 11,6 % acceso a internet (INE 2014). El estado Bolívar, proclamado en 1881, no fija su extensión actual hasta 1901. Es el más extenso del país y cuenta con once municipios y 47 parroquias civiles. Las ciudades más importantes son Ciudad Bolívar (la capital, antigua Santo Tomé de Guayana de la Angostura del Orinoco), Ciudad Guayana, Upata, El Callao y Caicara del Orinoco. Los grupos étnicos son numerosos (54 686 personas): pemones, yekuanas, sanemás, panares, hois y piaroas8. La tasa de analfabetismo es del 3,9 % (INE 2014). El 97,1 % de la población ha nacido en Venezuela, de los cuales el 17,4 % procede de otro estado. La inmigración exterior llega principalmente de Colombia (42,4 %), Perú (9,6 %) y Brasil (6,3 %) (Muñoz Ospino 2010). El 91,9 % de las viviendas contaba con televisión y un 21,6 % con acceso a internet (INE 2014). Por último, el estado Amazonas, declarado Territorio Federal en 1864, no fija su extensión geográfica actual hasta 1936. En 1992 fue proclamado estado y consta de siete municipios y 23 parroquias civiles. Es el menos poblado de todo el país. Las ciudades más importantes son Puerto Ayacucho (la capital), San Fernando de Atabapo (antigua capital hasta 1928), La Esmeralda y San Carlos de Río Negro. La población indígena (76 314 personas) está dividida Sin mencionar los problemas actuales en el denominado arco minero, con la presencia del Ejército de Liberación Nacional colombiano, los grupos organizados de economía criminal y el ejército venezolano. 8 En el estado Bolívar se reconocen 15 lenguas indígenas: lokono, piapoko, akawayo, eñepá, kari’ña, pemón, wanai, ye’kuana, jivi, wótuja, sanemá, jodi, puinave, sapé, urak (Biord Castillo 2021: 159-160). 7
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en 20 grupos étnicos, con especial presencia de los yanomamis, yekuanas, piaroas y guahibos9. La tasa de analfabetismo llega al 13,1 %, y es especialmente alta entre la población de 55 años en adelante (INE 2014). El 97 % de la población ha nacido en el país, de los cuales el 13,5 % procede de otro estado, sobre todo de Apure, Bolívar y Guárico (Escandell García 2010: 213). La inmigración exterior ha llegado principalmente de Colombia (84,4 %) y Brasil (3,8 %). En 2011, el 77 % de las viviendas tenía televisión y solo un 5,5 % contaba con acceso a internet (INE 2014). 2.2. Población de la región de Guayana Teniendo en cuenta los diversos estudios de la época, en el siglo xviii la región de Guayana contaba con cerca de 40 000 habitantes (Chen/Picouet 1979: 17). Sin embargo, el primer censo de la República, el censo de 1873, da la cifra de 34 581 personas. Desde entonces, en 145 años el crecimiento poblacional en los tres estados ha ido en aumento —gracias, sobre todo, a la inmigración—, especialmente en el caso de Bolívar (Siso Quintero 2012, INE 2014), llegando a los 2 231 932 millones de habitantes, tal y como podemos comprobar en la siguiente tabla. Estados
1873
1950
2011
2018
Delta Amacuro
5766
33 648
165 525
201 612
28 287
127 436
1 413 115
1 837 485
Bolívar Amazonas Totales
528
10 582
146 480
192 835
34 581
171 666
1 725 120
2 231 932
Tabla 1. Crecimiento de la población en la Guayana, por años
En el estado Amazonas se reconocen 17 lenguas indígenas: baniva, baré, kurripako, piapoko, warekena, eñepá, yavarana, ye’kuana, jivi, maku, sáliva, wótuja, yeral, sanemá, yanomami, jodi, puinave (Biord Castillo 2021: 159-160). 9
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Para el caso concreto de Amazonas, el Censo de 1873 especifica que en San Fernando había 269 habitantes, en Maroa 36 y en San Carlos 223, más los indios reducidos y los independientes (unos 22 520), que no aparecen recogidos en el censo; es decir, solo se incluye a “las personas naturales ya civilizadas y de las que de otros puntos de la República han venido a domiciliarse” (Censo 1873: 71). En términos generales, la ocupación de este territorio fue muy lenta debido a las dificultades del terreno, el clima y la oposición indígena (especialmente caribe). Algo similar ocurre en los otros dos estados. Desde 1587 se habían levantado algunos bohíos en Parguaza, Caripo y Suapure. En 1595 se funda el primer poblado con presencia minoritaria de españoles y criollos, Santo Tomé de Guayana —consolidado solo en 1747—, a orillas del río Usupamo, tras los numerosos saqueos piratas debidos al mito de El Dorado (y el lago Parime), el bloqueo de los holandeses y la amenaza de los portugueses. En 1764 gran parte de su población fue trasladada a Angostura (actual Ciudad Bolívar) (Rodríguez 2010: 244). Desde finales del siglo xvii con la llegada de los misioneros capuchinos catalanes se fundan varios poblados, que se extinguen para finales de siglo. Ya en el siglo xviii los franciscanos observantes erigen unos 60 pueblos (desde 1724), los jesuitas cerca de 30 y los capuchinos andaluces otros 11. En 1762 se crean dos comandancias: Guayana y Nuevas Fundaciones del Alto y Bajo Orinoco y Río Negro, que se fusionan unos años más tarde, en 1768. Desde comienzos del siglo xix Guayana conoce varios tipos de poblamiento (Rodríguez 2010: 244-250): i) pequeños poblados fundados por misioneros en el Delta y Bajo Orinoco, el interior, el Caroní y Baja Guayana; ii) fortalezas militares en el Alto Orinoco, como Antigua Guayana; y iii) la ciudad de Angostura, con una población de blancos, mestizos, negros e indígenas de cerca de 6 600 habitantes. La guerra de Emancipación o de independencia de Venezuela (1810-1823) supone la muerte y dispersión de los misioneros españoles10 y trunca el posterior desarrollo poblacional de Guayana hasta mediados del siglo xx, con las fundaciones capuchinas de San Francisco de Guayo (1942) y Nabasanuca (1960). En la segunda mitad del siglo xx, con el Como ha mostrado Morales Peña (2009), la visión centralista de la historia omite que la integración política y territorial de Venezuela no estaba consolidada cuando se proclama la independencia (19 de abril de 1810). Por otro lado, la importancia de las regiones, frente a las decisiones tomadas desde la capital, ha sido largamente subestimada. Los historiadores hablan de una “contrarrevolución de Guayana” a favor de la regencia, ideada por los misioneros capuchinos, que duró hasta julio de 1817. 10
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d esarrollo de la industria siderúrgica e hidroeléctrica, se planifica y funda Ciudad Guayana (unión de San Félix y Puerto Ordaz), que atrajo una inmigración nacional e internacional muy importante11. En el estado Bolívar, el 75 % de la población vive en las dos ciudades más importantes (Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana). Por su parte, el poblamiento de Delta Amacuro también fue difícil por la selva, los pueblos indígenas y el ataque de los piratas. En la actualidad cuenta con 189 asentamientos indígenas y cerca del 28 % de la población es inmigrante (Rondón León 2010: 162 y 168). En resumen, las tierras guayanesas y amazónicas “enfrentaron un poblamiento muy lento, uno de los más tardíos en toda Venezuela. Ese proceso estuvo en manos de civiles, que solo lograron consolidar la primera ciudad de importancia en 1764, y por misioneros de diversas órdenes que jugaron un papel fundamental” (Rodríguez 2010: 243). En consecuencia, el poblamiento misional y cívico militar de la Guayana supone un incremento demográfico, pasando de los 19 616 individuos en 1780 a cerca de 40 000 habitantes a comienzos del xix (Rodríguez 2010: 247). Para comprender mejor el desarrollo de la variedad guayanesa resulta necesario conocer los principales núcleos, las fechas en que fueron fundados y su población, según los datos del último censo y los datos oficiales de algunos municipios.
En las décadas de 1960 y 1970 en Venezuela se produjo una redistribución masiva de la población para incentivar el desarrollo de la actividad industrial más allá de la región capitalina. El caso de Ciudad Guayana es uno de los mejores ejemplos (Ravuri 2001). Una de las consecuencias demográficas es que, para 1970, el 99,65 % de los jefes de familia que vivían en los suburbios de Ciudad Guayana había nacido fuera, el más alto de todo el país (Suárez/ Torreblanca 1980: 33). 11
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Tipo de núcleo
Fundación
Población
delta amacuro Tucupita (capital)
ciudad
1848
84 487 (2011)
Pedernales
población
1858
5874 (2018)
Sierra Imataca
población
1934
31 691 (2011)
Curiapo
población
1997
26 611 (2011)
bolívar Upata
ciudad intermedia
1762
98 274 (2011)
ciudad
1764 [1595]
567 953 (2018)
Caicara del Orinoco
ciudad intermedia
1771
66 315 (2011)
Santa Elena de Uairén
ciudad intermedia
1923
28 219 (2011)
Ciudad Piar
ciudad intermedia
1952
51 967 (2011)
ciudad
1961
820 780 (2020)
San Fernando de Atabapo
población
1758
12 404 (2011)
San Carlos de Río Negro
población
1765
3234 (2018)
ciudad
1924
125 840 (2011)
población
1940
8771 (2011)
Ciudad Bolívar (capital)
Ciudad Guayana amazonas
Puerto Ayacucho (capital) San Juan de Manapiare
Tabla 2. Tipo de ciudad, fundaciones y población en los principales núcleos de la Guayana
La tabla precedente muestra que las principales ciudades de Bolívar y Amazonas se fundaron desde la segunda mitad del siglo xviii: San Fernando de Atabapo, San Carlos de Río Negro, Upata, Ciudad Bolívar y Caicara del Orinoco. En Delta Amacuro las fundaciones se llevan a cabo en el siglo xix: Tucupita y Pedernales. El resto de los núcleos fueron creados a lo largo del siglo xx: Santa Elena de Uairén, Puerto Ayacucho, Sierra Imataca, San Juan de Manapiare, Ciudad Piar, Ciudad Guayana y Curiapo. Como analizaremos en el siguiente apartado (§ 3), estas circunstancias demográficas no han propiciado ni facilitado la formación de un dialecto “propio” en el sur del país. Por otro lado, es de interés conocer los datos relativos a la población indígena de la región. Según el censo de 2001 (Bolívar Chollett 2010: 69) la situación era la siguiente.
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Estados
No indígena
Indígena
Totales
Amazonas
58 411 (49,45 %)
59 718 (50,55 %)
118 129 (7,37 %)
Bolívar
1 303 736 (96,28 %)
50 361 (3,72 %)
1 354 097 (84,51 %)
Delta Amacuro
99 163 (76,13 %)
31 088 (23,87 %)
130 251 (8,12 %)
Totales
1 461 310 (91,20 %)
141 167 (8,80 %)
1 602 477 (100 %)
Tabla 3. Población no indígena e indígena en los tres estados de la Guayana
Como vemos, la mayor concentración de población está en Bolívar, que reúne el 84,51 % del total de la región de la Guayana. También es el estado con mayor número de población no indígena (96,28 %), frente a lo que encontramos en Delta Amacuro (76,13 %) y Amazonas (49,45 %), estados escasamente poblados. Las conexiones que se pueden establecer entre los datos presentados en este apartado y la descripción lingüística que llevaremos a cabo son directas: hay una mayor presencia de datos, estudios y descripciones para el caso del estado Bolívar. 3. La formación de un nuevo dialecto: el caso de la variedad guayanesa Como es sabido, el contacto prolongado entre hablantes de distintas variedades inteligibles puede tener como resultado la aparición de un nuevo dialecto. Casos de variedades que surgieron como resultado del contacto lingüístico entre diferentes dialectos son los llamados ‘dialectos coloniales’, así como en el establecimiento de nuevas ciudades (cf. Hickey 2003; Trudgill 2004, 2008, Britain/Trudgill 2005, entre otros). Por otro lado, la convergencia y el contacto de personas de distintos orígenes tiene como consecuencia la formación de vernáculos, variedades regionales o koinés (Kerswill 2013). En el caso concreto que nos ocupa, la variedad guayanesa no puede ser vista como un dialecto más venezolano sino, más bien, como una variedad regional de la lengua estándar venezolana, o norma culta, modelo de habla preferida y de referencia; es decir, el resultado del contacto de varias normas y variedades lingüísticas con la norma general del país (Chela Flores 2016). La diferencia entre esta lengua estándar con otras variedades del español todavía no ha sido estudiada. Estaríamos, por tanto, ante un dialecto terciario (Umgangssprachen, Coseriu
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1981: 94) dentro del complejo dialectal venezolano con algunos rasgos regionales, especialmente en el léxico12. Los estudios previos han señalado que la formación de un nuevo dialecto puede surgir cuando varios dialectos se combinan. El análisis de este proceso histórico ha sido bien estudiado para el caso del inglés por Trudgill (2004, 2008). Este autor postula los siguientes estadios en dicho proceso: i) nivelación rudimentaria (en la primera generación); ii) variabilidad extrema, mezcla y nivelación adicional (en la segunda generación); y iii) focalización o formación de un dialecto estable y relativamente uniforme (en la tercera generación). De este modo, el proceso tiene como origen la mezcla de varios dialectos y como resultado final un único dialecto nuevo. En la región Guayana la formación de una “nueva” variedad se llevó a cabo luego de la inmigración de hablantes de diferentes regiones de Venezuela. De ese proceso de mezcla y nivelación (procesos i y ii) podría haber surgido una variedad distinta (proceso iii), pero no fue el caso para la Guayana. El asunto resulta complejo y, por el momento, solo se puede ofrecer una primera aproximación. Por otro lado, la mezcla de dialectos (o koineización) es el proceso gradual por el que una nueva variedad se vuelve común en una comunidad tras la mezcla, nivelación y simplificación de diferentes dialectos (Kerswill 2013). En el caso de la región Guayana, el habla de las nuevas ciudades incorporó características de otras variedades regionales, especialmente de margariteños en Delta Amacuro (Rondón León 2010: 131 y 156) y caraqueños en Bolívar (Muñoz Ospino 2010: 617), pero esa nueva variedad de mezcla no pudo reemplazar a los dialectos de origen de la población migrante. Además, la convergencia dialectal suele implicar una unificación lingüística y la homogeneización del repertorio lingüístico de los hablantes. Los procesos de acomodación también se asocian con la convergencia (Hinskens et al. 2005, Britain 2018). En el caso de la Guayana, esta convergencia parece que habría sido ‘hacia arriba’, es decir, desde un incipiente (sub)dialecto geográfico guayanés — desde finales del siglo xviii— hacia una variante del español más estándar (especialmente la caraqueña); esta última con suficiente difusión geográfica y social, y con mayor prestigio en el país, como para convertirse en referencia. Esta naturaleza se debería, en buena medida, a que “la clase social impulsora Por supuesto, como señala Chela Flores (2016: 184) “todas las variedades del complejo dialectal tienen la misma capacidad de comunicación y de realización de todas las actividades de cualquier comunidad de habla”. 12
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del movimiento independentista fue la élite educada localizada en la zona central del país con Caracas como foco” (Chela Flores 2016: 186). Por otro lado, algunos estudios actuales sobre actitudes lingüísticas han señalado que Caracas es la “zona dialectal donde se habla de manera más correcta” (Castro 2015: 45), y que “las actitudes relacionadas con el prestigio están dirigidas hacia Caracas” (Coello Millán 2014: 145)13. Retomando el caso guayanés, como vimos en el apartado precedente, la extensión geográfica y los datos históricos y demográficos pueden ayudar a explicar mejor estos hechos. En primer lugar, nos encontramos con un inmenso territorio (de 428 369 km2, equivalente a casi toda Centroamérica), prácticamente deshabitado —sobre todo en los estados Amazonas y Delta Amacuro—, con núcleos de población pequeños y fundados hace menos de 145 años (salvo algunas ciudades coloniales, especialmente Angostura, actual Ciudad Bolívar). En segundo lugar, el Orinoco constituye una enorme frontera natural que provoca que la Guayana haya sido siempre una tierra alejada y mal comunicada con el resto del país. De hecho, cuenta con solo dos puentes que conectan el sur con los Llanos. El primero, el puente de Angostura, fue inaugurado en 1967 y une Ciudad Bolívar (Bolívar) con Soledad (Anzóategui). El segundo, el puente de Orinoquia, se abrió en 2006 y comunica Ciudad Guayana (Bolívar) con Guarampo (Anzóategui). Un tercer puente (el puente de Mercosur), entre Caicara del Orinoco (Bolívar) y Cabruta (Guárico), está en construcción desde 2006. Las rutas en Amazonas y Delta Amacuro siguen desasistidas por parte del Estado. Por último, debemos considerar los procesos de migración —tanto nacional como internacional (desde Colombia, Brasil, Perú y diversos países europeos, sobre todo España, Italia y Portugal)—, pues ha jugado un papel decisivo en la falta de creación de una variedad particular en la región, y que esa manera de hablar regional goce de prestigio. Mientras que Delta Amacuro pierde población de manera continua, Amazonas y Bolívar son dos de los estados que se han beneficiado de los procesos migratorios internos, especialmente desde Como recuerda Castro (2015: 51), “Caracas es el centro de la vida política del país y en esta ciudad se encuentran todos los entes públicos, la mayor cantidad de universidades, las mayores fuentes de trabajo y los medios de comunicación de mayor alcance del país”. Otros estudios como el de Chinellato (2013), en cambio, indican que “el prestigio lingüístico no parece situarse en la capital de la República, aunque en Caracas se concentran los poderes públicos y los medios de comunicación impresos y televisivos” (Castro 2015: 54). 13
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finales de la década de 1960 y principios de la de 1970. De hecho, el estado Bolívar se convierte en polo secundario de atracción, con una inmigración neta del 11,4 %, llegando a 157 350 las personas “nuevas” en 1990 (Ramos Ojeda 1999: 238). Con todo, la nivelación de los diferentes (sub)dialectos ha hecho que el habla de los individuos de la Guayana sea más homogénea, y que las posibles diferencias que pudiera haber en un origen se vayan eliminando con el paso del tiempo. Esa devaluación conduce a una convergencia lingüística con el centro de prestigio, a diferencia de lo que pasó con otras variedades como la zuliana o la andina. Todos estos hechos explican que la variedad guayanesa no se considere todavía, o no se presente, como un dialecto más del español venezolano (cf. Núñez/Pérez 1994, Mora 1997, Álvarez Muro et al. 2009, Sedano 2011, Chela Flores 2016, entre otros). 4. Algunas características léxicas y gramaticales de la variedad guayanesa Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, es fácil entender que la variedad guayanesa carezca de un léxico particular amplio, así como de rasgos gramaticales característicos. En lo que sigue se ofrece una síntesis (como primera caracterización general) de esta variedad14. La separación entre léxico y gramática se lleva a cabo por cuestiones de presentación de los datos, ya que entendemos que no son entidades aisladas. De hecho, algunos ejemplos que se incluyen como fenómenos gramaticales son rasgos léxicos. Las fuentes de datos son diversas, y los ejemplos proceden especialmente de la prensa escrita local y de la red social Twitter, con tuis geolocalizados en estos estados venezolanos15. Soy consciente de que estas dos fuentes no representan el conjunto de habla de la zona. La primera por ser textos escritos del ámbito periodístico, y la segunda por ser un canal de comunicación 14 Suárez Montoya (2008) lleva a cabo un estudio de corte normativo con datos de los medios Diario de Guayana, Correo del Caroní, Nueva Prensa de Guayana y El Guayanés, indicando los errores en las concordancias de género y de número, las perífrasis verbales, la subordinación y otras construcciones. 15 En un futuro trabajo se podrá analizar la lengua de varios autores como José Balza, Francisco Aniceto Lugo, Humberto Mata (oriundos de Delta Amacuro), Edgardo González Niño, Flor María Salazar de Arenas (de Amazonas) y José Manual Agosto Méndez (de Bolívar), entre otros.
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r estringido principalmente a los jóvenes. Sin duda alguna, la lengua hablada en la comunicación cotidiana es la que puede proporcionar datos interesantes. Esta fuente primaria se podrá analizar tras el trabajo de campo en el área. Desde el punto de vista léxico, reviso la información que contiene el Diccionario de venezolanismos (Tejera 1993), donde figuran algunas voces propias de cada uno de los tres estados, y el Diccionario del habla actual de Venezuela (Núñez/Pérez 1994), donde solo se recogen voces de Guayana (es decir, del estado Bolívar), sin indicación del origen ni la raíz de las mismas. Con todo, hay que tener en cuenta que son trabajos de hace tres décadas, y que el léxico ha evolucionado en 30 años. Algunas de estas voces aparecen registradas, asimismo, en el Diccionario de americanismos (ASALE 2010), pero como palabras de uso general en Venezuela o, con otro significado, de empleo en otros países americanos. Desafortunadamente, todavía no contamos con un diccionario o vocabulario propio de cada estado, labor que debería ser emprendida en los próximos años. En cuanto a los rasgos gramaticales, como quedó indicado en la introducción, tampoco hay estudios dialectales publicados, y las gramáticas, académicas (RAE/ASALE 2009) o no (Sedano 2011), no hacen mención de ningún rasgo gramatical particular a esta variedad, o en estos tres estados venezolanos. 4.1. Léxico El habla de Bolívar comparte algunos sustantivos con los estados Sucre y Nueva Esparta, como tarimba (‘cobertizo para guardar las redes de pesca’), escusa (‘cesto que se cuelga para guardar provisiones’), y otros con los estados Lara y Apure, como tarrabasquiña (‘pelea escandalosa’) y mogote (‘troncos, paja y ramas que arrastra un río en una crecida’). Entre las voces “propias” de este estado —en el sentido de voces diferenciales por las marcas de uso que aparecen en algunos diccionarios y la presencia exclusiva en las hablas de la zonas—, podemos señalar algunos nombres de animales como volador (‘papagayo’), güire (‘pato de color oscuro’, Diccionario de americanismos (DA), de empleo también en los Llanos), venado locho (‘venado matacán’, DA), utensilios como guayare (‘cesto minero’, DA), castrola (‘olla deteriorada por el uso’), y, en el campo de la alimentación, términos como guacharaca (‘infusión de café muy clara y sin azúcar’) y bola de nieve (‘raspado’, 1a).
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Otras voces se emplean en algunas de las actividades llevadas a cabo en este territorio, como color (‘trocitos de oro que se encuentran en el lavado minero’), chuzo (coloquial ‘dinero’, además del empleo general de ‘arma blanca rústica que fabrican los presos’, DA), morichal (‘casa de recreo a las afueras de la ciudad’), pistero (de pista, ‘taxi compartido’, y no como ‘persona que dispensa combustible’, DA), taparera (‘jaleo, alboroto’, de uso también en el Oriente) y bolón (‘desorden, alboroto’, voz usada también en el Caribe, DA). Entre los adjetivos destaca ñongo, que, si bien se registra en otras variedades venezolanas con el significado de ‘suspicaz, desconfiado’, en esta presenta otros significados añadidos (‘persona o animal peligroso’, ‘difícil de tratar’, 1b). También hay algunas locuciones características, como saltar (o brincar) la talanquera (‘morir’).
(1)
a. Y quien no ha ido a la Plaza Bolívar a disfrutar de una Bola de nieve? (Twitter, rmegustabolivar, 10/06/2016, Ciudad Bolívar). b. el prototipo del dirigente político (socialista) ñongo muy en boga dentro de esa izquierda sopeada en postmodernismo (La Guarura.org, 20/06/2013, Ciudad Guayana).
Por su parte, el Diccionario del habla actual de Venezuela (Núñez/Pérez 1994) incluye palabras con la marca regional de Guayana como bembe (‘boca grande, de labios gruesos’; como indica el DA, la forma bemba se registra en el Caribe, México, Centroamérica y los Andes), bomba (‘pantano que se forma en los caminos’), encujado (‘tejido de palma que se emplea para las paredes de las cabañas’), pachanguera (‘crisis nerviosa ocasionada por un disgusto’), palín (‘pala con borde recto y mango muy largo’), veguero (‘agricultor que cultiva las orillas de un río’) y yaraque (‘bebida alcohólica hecha de yuca amarga’). En el habla de Amazonas se registran varios nombres de animales autóctonos como cabeza de manteco (‘pez muy pequeño y amarillo’) y cabezón (‘tortuga de cabeza rojiza’), y de la flora como chiquichiqui (o chiquichique, ‘palmera de tronco robusto’, DA, 2a). Como vemos, los mecanismos de estas denominaciones son metafóricos. Otros términos hacen referencia a utensilios de trabajo, como guapa (‘cesta circular y plana para labores domésticas’, DA) y cacure (‘garlito para pescar’). Dos de los sustantivos más característicos son el nombre pariente para designar a una persona indígena, y el adjetivo peyorativo boliche (‘hombre afeminado’, DA, 2b).
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(2)
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a. Hicieron un muy buen trabajo de remodelación con techos de chiquichiqui, una palma preciosa que cae como unas greñas lisas (“Estado Amazonas”, mapadevenezuela.info.ve, Puerto Ayacucho). b. al medio día de hoy el ciudadano Patiño apodado “el Boliche” me hizo el comentario de que el vigilante en horas de las 11:20 de la noche aproximadamente se introducía a mi local (vLexVenezuela.com, Tribunal Penal de Control del Circuito Judicial Penal del Estado Amazonas, 20/10/2010, Puerto Ayacucho).
En el habla amazónica destacan también algunos nombres de origen indígena como hanipa (‘hambre’, de jhanipa) y cherekua (‘mujer’), así como los adjetivos payarita (‘desaliñado’, que quizá provenga de la localidad homónima del estado Apure) y sute (‘persona que molesta’, especialmente los niños de corta edad, DA, y no con el significado más general de ‘enfermizo’, DA). En el habla juvenil se registra, asimismo, una serie de locuciones de diverso significado, como che mácara (‘mentiroso’), pavito puej (‘chévere, bonito’), (si) tú juera ella (locución de comparación), ¡hija no! (de sorpresa), ¡jo tú! / ¡jo vale! (de sorpresa) y ¡pija pariente! (de sorpresa, de empleo también en Los Llanos y la vecina Colombia). La mayoría de estas expresiones no son exclusivas del estado Amazonas, pero sí caracterizan el discurso de los jóvenes (Bash 2019). En el habla de Delta Amacuro destacan los sustantivos bola de plátano (‘plátano verde asado envuelto en hoja de cambur’, de empleo también en Sucre, 3a), yaruma (‘fruto del moriche’, 3b), guarao (‘loro común’), bachaquero (de bachaco ‘hormiga’) empleado con el sentido de ‘revendedor’, y padrejón (‘dolor agudo en la boca del estómago, propio del hombre’, DA, de uso también en otros estados y en el Caribe).
(3)
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a. La dieta diaria que nos servía de sustento diario estaba basada en pescado del río; morocoto (fresco o salado) cachama (guisada en coco o frita en aceite) bagre (guisado en coco con bola de plátano) (Tane tanae.com, 28/01/2021, Tucupita). b. Del tronco se extraen una harina llamada yaruma con la cual se prepara Pan warao, es un pan tradicional de la zona (RegionGuyanaugma.blogspot.com, 02/11/2013).
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4.2. Gramática Sedano (2011) ha ofrecido una síntesis muy completa de los fenómenos más característicos del español venezolano. En esta ocasión me limito solo a numerarlos, para su interpretación remito directamente a la fuente. Entre ellos, esta autora destaca los siguientes: el sufijo -ero para crear sustantivos colectivos (muchachero), los diminutivos -ito e -ico (papelito, pelotica) y el uso de los posesivos pospuestos (Ese es el cuarto mío). En la categoría verbal, señala el empleo de la forma -nos en el pretérito imperfecto de indicativo (bebíanos), el empleo de querramos por queramos como presente de subjuntivo, del modo subjuntivo en la apódosis condicional (Si tuviera valor dejara el empleo), del pretérito perfecto simple para expresar acciones pasadas (El niño ya se durmió), de la perífrasis de conato ir + gerundio (Nos iba dejando el avión), de la pluralización de los verbos hacer (Hacen días que no llueve) y haber (Habían unas casas de ladrillos), de estar por ser (Cuando yo estaba chiquito) y del ser focalizador (Esto lo compro es para mi familia). En cuanto a la adjetivización de adverbios y cuantificadores destaca el caso de medio (media enferma concordancia femenina), sendo con el significado de ‘grande’ (Le mandaron sendo regalo), demasiado como superlativo (María es demasiado bonita) y un poco de para significar ‘muchos’ (un poco de niños), así como el uso de los negativos nada como reforzador (No vimos a María nada) y nadie (Nadie estamos armados), la conjunción mas (Quiero ir a ese bonche, mas no sé si iré) y el que galicado (Es en esa casa que vive Luisa). Como cabría esperar, todos estos rasgos aparecen documentados en la variedad guayanesa, tanto en la prensa escrita como en diversas entrevistas disponibles en línea. Como hemos señalado anteriormente, dada la falta de estudios, pareciera que esta variedad no presenta fenómenos gramaticales propios. En ninguno de los trabajos consultados, ya sean sobre el español venezolano ya sean sobre el español americano, se hace mención de alguna característica gramatical de los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro. Por ello, en lo que sigue, se ofrecen algunos usos concretos para caracterizar a esta variedad, en relación con el español de Venezuela y a algunas de las variedades americanas, por tipos de categorías gramaticales. Los ejemplos proceden de diversos medios de comunicación en línea, y han sido cotejados en otros corpus lingüísticos como el CORPES. Como quedó indicado anteriormente, la falta de homogeneidad en la configuración del corpus viene dada por la escasez de trabajos.
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En primer lugar, cabe mencionar que se mantiene el empleo del nombre humanidad (del latín humanĭtas) con el sentido de ‘cuerpo de una persona’ (DLE), y no solo como ‘conjunto de todos los humanos’ o ‘cualidad de humano’ (RAE/ASALE 2009: 501). Este nombre se emplea también en otras variedades americanas (Colombia, Perú, Centroamérica, cf. CORPES).
(4)
a. sin mediar palabras dispararon en 3 oportunidades en contra de la humanidad de la víctima quitándole la vida de inmediato (Waka Noticias.com, 19/10/2020). b. Al menos dos balazos impactaron en su humanidad. Uno en el tórax y el otro en la espalda cuando aparentemente intentó huir tras el primer disparo (El Diario de Guayana.com.ve, 10/07/2021). c. trabajan para dar con las causas de la muerte del hombre cuyo cuerpo localizaron descompuesto, con evidentes contusiones, magulladuras y heridas en su humanidad (Periódico del Delta.com, 20/03/2021).
Otro de los sustantivos que se registra es nicho (del italiano nicchio), empleado con el significado de ‘espacio que se tiene o se usa para un propósito determinado’ (el DA lo circunscribe a Colombia y Chile), y no como ‘hueco practicado en un muro’ (DLE, que es la acepción general). Como indica el DA, el uso de nicho (del inglés niche market) se registra en Honduras, Colombia, Ecuador y Paraguay, especialmente en el ámbito de la economía: nicho de mercado (‘mercado muy especializado’). Se trataría de una colocación del español actual.
(5)
a. el auge de este tipo de servicios ha despegado exponencialmente, pero en numerosos países del subcontinente lationamericano [sic] ha ido de la mano del flujo migratorio de venezolanos, que han descubierto este un nicho laboral en los países receptores (Waka Noticias.com, 20/09/2019). b. para conformar un nicho no es necesario una infraestructura como tal, sino que la enseñanza sea dada en el entorno donde se desenvuelven los niños y niñas, en cualquier patio, conuco o espacio al aire libre (El Luchador.info, 22/0/2020). c. Zona Educativa deltana propone incorporación de “nichos etnolinguisticos” [sic] en plan de la patria (Tane tanae.com, 25/01/2018).
Entre los numerosos sufijos, la forma -azo —con el sentido de manifestación o acto público y como aumentativo (RAE/ASALE 2009: 393)— es de empleo frecuente en voces como arepazo, que significa ‘evento en el que se
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reparten arepas’, además del nombre de golpe (‘golpe fuerte dado con la mano abierta’, registrado también en Colombia y Costa Rica, DA). Es de uso general en el país, pero el primer significado de evento no figura en el diccionario de Núñez y Pérez (1994).
(6)
a. fueron 53 los sectores atendidos solamente en el casco urbano de Puerto Ayacucho con un total de 3 mil niños agasajados con un arepazo y entrega de golosinas (Waka Noticias.com, 20/07/2021). b. Como ya es tradición, cada año los rotarios se unen para celebrar el Arepazo, esta actividad consiste en la venta del tradicional plato venezolano, con el fin de recaudar fondos (El Diario de Guayana.com.ve, 09/10/2020). c. José Antonio España, diputado al parlamento venezolano por el estado Delta Amacuro, compartió en sus cuentas de redes sociales haber llevado a cabo un “arepazo” en Tucupita (Tane tanae.com, 03/02/2020).
En los verbos llama la atención la falta del pronombre personal en perífrasis verbales como estar + gerundio, perífrasis aspectuales de fase de tipo cursivo “que aluden a los diversos estadios que se pueden considerar en un proceso” (RAE/ASALE 2009: 2114), es decir, expresa una de las posibles fases que corresponden a un proceso en curso o a un estado. En los siguientes ejemplos el verbo quedar no se emplea como pronominal, por lo que los pronombres nos (7a-b) y se (7c) se omiten. Este uso se registra asimismo en otros países como República Dominicana y El Salvador (cf. CORPES).
(7)
a. Estamos quedando sin nada, poco a poco se han robado los equipos y herramientas que con tanto esfuerzo hemos conseguido para la operatividad de la universidad (Waka Noticias.com, 03/02/2021). b. ya hoy se cumplen 2 días de huelga por falta de gas doméstico y comida, ya estamos quedando sin colchonetas, ni ropa, ni zapato y las entidades gubernamentales hacen caso omiso a nuestras quejas (Tane tanae.com, 01/10/2020). c. Los avances de investigaciones en casos de homicidios no están quedando sin resolver. Al menos, eso es lo que demuestran operativos de búsqueda de presuntos asesinos (El Diario de Guayana.com.ve, 05/05/2017).
Por otro lado, algunos verbos se emplean con acepciones menos frecuentes y comunes a las del español general. Es el caso de estar recluido no solo como ‘encerrar a alguien (en una prisión, una cárcel, un manicomio)’, la mayoría
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de las veces en contra de su voluntad, sino como ‘ingresar’ (8a-b), y el verbo comprometer como ‘poner en riesgo’ (8c-d). Estos usos se registran en otros países americanos como Ecuador, Chile y Uruguay (cf. CORPES).
(8)
a. La víctima, tuvo que ser trasladada de emergencia al Hospital José Gregorio Hernández y está recluida, sufrió lesiones que ameritaron su atención (Waka Noticias.com, 15/11/2020). b. detalló en un audio de una cadena de WhatsApp, que se trata de una mujer que está sintomática, con dificultades para respirar y está recluida en el CDI de Sierra Imataca (Tane tanae.com, 11/07/2020). c. la menor fue intervenida quirúrgicamente para amputarle los dos brazos. Además le extrajeron la piel quemada y parte de los músculos afectados por el alto voltaje eléctrico que recibió y que le comprometió gravemente gran parte de su cuerpo (Waka Noticias.com, 13/10/2020). d. Montoya había dicho que Dave Capella era un hombre sano, pero que años atrás había sufrido un accidente que le comprometió los pulmones (El Diario de Guayana.com.ve, 28/03/2021).
Entre los adverbios y locuciones adverbiales de cantidad se emplea, como en el resto de los países americanos (especialmente en las áreas andina y mexicano-centroamericana), un aproximado de ‘un número aproximado de’ (9a-b). Entre las locuciones de tiempo destaca hasta los momentos (9c-d), forma plural de hasta el momento (presente o actual ‘todavía, aun’), de empleo general en Venezuela (con 92 casos (86,68 %) de los 106 registrados y una frecuencia normalizada de 6,00, según los datos del CORPES).
(9)
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a. En más de 53 sectores, de acuerdo a la planificación previa de trabajo organizativo, el equipo de UNT logró atender a un aproximado de 3 mil niños, quienes compartieron desde tempranas horas de la mañana de este domingo bailes, juegos, actividades deportivas y recreativas (Waka Noticias.com, 20/07/2021). b. De acuerdo a la información suministrada, el embrión tenia [sic] un aproximado de tres meses de gestación (El Diario de Guayana.com.ve, 06/02/2021). c. en su condición de familiares de los detenidos, manifestaron a Waka Noticias su angustia y preocupación, ya que hasta los momentos no han tenido información del destino de los detenidos, ni de sus condiciones físicas y de salud (Waka Noticias.com, 07/02/2021).
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d. Hasta los momentos Protección Civil no se ha trasladado al lugar para auxiliar a las personas, según la asociación civil Kapé-kapé (Tane tanae. com, 19/07/2021).
También se registran algunos conectores discursivos adverbiales recapitulativos como en definitiva (RAE/ASALE 2009: 2361, Fuentes Rodríguez 2009: 119), pero con un significado más cercano a ‘en conclusión’. Este conector no aparece entre pausas (10a-b), y se percibe cuando el hablante aprovecha la información previa “para introducir una afirmación más rotunda” (RAE/ASALE 2009: 2368). Otro ejemplo es en franca + nombre femenino en -ción, con un significado cercano a ‘libre, patente’ (10c-d). Esta locución es de empleo frecuente en las áreas caribeña, centroamericana, así como en Venezuela (cf. los datos del CORPES).
(10) a. unos de los padres de 2 adolescentes preocupado por el avance de la situación, decidió llevar a sus hijas a un espiritista o vidente, quien en definitiva ha logrado que sus hijas vuelvan a la normalidad (Waka Noticias.com, 13/10/2020). b. serán los propios consejos comunales mediante el apoyo de las alcaldías, quienes en definitiva harán llegar este alimento para las familias bolivarenses (El Diario de Guayana.com.ve, 15/12/2018). c. fueron trasladadas al hospital José Gregorio Hernández de Puerto Ayacucho donde se encuentran en franca recuperación (Waka Noticias.com, 24/10/2019). d. La Autoridad Única Educativa Estadal Profa. Esp. Fanny Granadillo, en franca articulación con organismos gubernamentales y el Poder Popular realizaron unas jornadas de mantenimiento y preservación integral de la Unidad Educativa Bolivariana “Talento Deportivo” (Tane tanae.com, 23/01/2021).
Como hemos visto, este subapartado del trabajo constituye una relación descriptiva de algunos de los fenómenos morfosintácticos. Muchos de ellos no son exclusivos de la zona16.
16 Como, por ejemplo, la duplicación del adverbio ya: Mira, aquí en este sector aproximadamente ya tenemos ya ocho meses que no nos venden gas, hermano (Tane tanae TV.com).
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4.3. Sobre el contacto de lenguas Por último, cabe señalar, de manera muy breve, el contacto de las lenguas indígenas con el español, un campo de estudio muy poco explorado en el caso de la Guayana venezolana. Aunque para todos los estados del país la constitución de la república de 1999 declara la oficialidad regional de sus lenguas (junto al español), parece que la influencia de las lenguas indígenas ha sido muy limitada. En lo que sigue mencionaré dos casos concretos de interferencia entre la lengua warao y las lenguas de la familia arawak con el español. En el habla de los waraos bilingües (estado Delta Amacuro) se registran fenómenos de falta de concordancia (11a) y de uso de se impersonal (11b). Los siguientes ejemplos proceden de las entrevistas de un documental sobre los waraos emitido por televisión.
(11) a. Hay comunidades que se han quedao solitarios (Enrique Moraleda, bilingüe warao-español, cacique de Nabasanuka, Delta Amacuro, 13/03/2020, DW-TV). b. Aquí se muere a una temprana edad (Enrique Moraleda, bilingüe warao-español, cacique de Nabasanuka, Delta Amacuro, 13/03/2020, DWTV).
En el habla de los máwari bilingües y monolingües de castellano (Santa María de Mavacal, estado Amazonas) se documenta el empleo de algunos verbos con acepciones extendidas, como flechar (‘causar dolor’, ‘enfermar’), salir (‘encontrar en el río, en el monte’: Me salió una muchacha) y sacar (‘encontrar’: Voy a sacar pa mí una muchacha) (Stantcheva Voutova 2017). 5. Consideraciones finales Los trabajos de corte dialectal efectuados sobre el español venezolano se han centrado principalmente en cuestiones fonético-fonológicas, así como en el léxico regional. El presente trabajo, de corte básicamente descriptivo e interpretativo, debe entenderse como una primera aproximación histórica y actual a la variedad guayanesa, posible (sub)dialecto que, hasta la fecha, ha recibido escasa atención, sobre todo con relación a su léxico y su gramática. En cuanto al componente léxico se refiere, este deberá ser debidamente ampliado, con la elaboración de diccionarios particulares para cada estado.
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Respecto de las características gramaticales, únicamente podrán ser estudiadas con más detalle gracias a los datos de un trabajo de campo en terreno guayanés. Un proyecto de ese tipo resulta necesario, sobre todo para completar el trabajo de Alvar (2001), donde solo se encuestaron dos localidades del estado Bolívar (Upata y Mariño)17, y ninguna en los estados Amazonas y Delta Amacuro, para crear su perfil dialectal y para completar y corroborar la información aquí recogida. Las primeras conclusiones indican que solo habría algunos rasgos léxicos característicos del territorio, lo que no permite hablar de una variedad ‘independiente’. Bibliografía Alvar, Manuel (2001): El español en Venezuela. Estudios, mapas, textos. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá/La Goleta, 3 vols. Álvarez Muro, Alexandra/Obediente Sosa, Enrique/Rojas, Nelson (2009): “Subdialectos del español caribeño de Venezuela: prosodia e identidad regional”, en Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana, 2/14, pp. 7-20. Amodio, Emanuele (1995): “El Dorado Ilustrado: las expediciones españolas al Parime (Guayana). 1770-1777”, en Revista de Indias, 203, pp. 67-100. Asociación de Academias de la Lengua Española (2010): Diccionario de americanismos. Lima: Santillana. Bash, Francko (2019): “Palabras típicas de Amazonas, Venezuela”. YouTube. (18-09-2021). Biord Castillo, Horacio (2006-2007): “Elementos para un diagnóstico del español hablado por los Ye’kuanas del Alto Orinoco (estado Amazonas)”, en Boletín de la Academia Venezolana de la Lengua, 197/200, pp. 161-175. — (2021): “Lenguas indígenas en Venezuela: una aproximación político-sociolingüística”, en Káñina, XLV/1, pp. 157-182. Bolívar Chollett, Miguel (2010): “La población venezolana, su dinámica y su distribución espacial”, en Cunill Grau, P. (coord.), GeoVenezuela. Caracas: Fundación Empresas Polar, pp. 30-107. Britain, David (2018): “Dialect Contact and New Dialect Formation”, en Boberg, Ch./Nerbonne, J./Watt, D. (eds.), The Handbook of Dialectology. Hoboken: John Wiley & Sons, pp. 143-158.
17 En el atlas lingüístico figura como estado Ciudad Bolívar. Las dos informantes seleccionadas fueron una estudiante de 22 años (Upata) y una ama de casa de 85 (Mariño).
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1. Introducción Los diversos eventos políticos, sociales y económicos que ha vivido Venezuela desde finales del siglo xx e inicios del siglo xxi han creado un escenario de incertidumbre e inseguridad propicio a la emigración. Se calcula que hasta la fecha unos seis millones de venezolanos han dejado su país natal (ACNUR). Este movimiento migratorio ha alcanzado niveles que nunca antes se habían reportado en la historia de la nación y constituye “la segunda crisis de desplazamiento externo de mayor magnitud en el mundo” (Freitez 2011: 1, ACNUR). Un artículo de la BBC News Mundo indica que cerca del 60 % de estos migrantes tienen entre 15 y 50 años. Si bien son los países de América del Sur más cercanos a Venezuela los que han acogido un mayor número de migrantes venezolanos, Estados Unidos y Canadá también han recibido a un importante número de venezolanos tanto en condición de residencia o ciudadanía, como de refugio1. En el caso específico de Canadá, según el censo de 2016, en la provincia de Quebec residen cerca de 7500 venezolanos. El 85 % de este grupo (6100 venezolanos) se ubica en la región metropolitana de Montreal y el 16 % (970 venezolanos) son jóvenes cuyas edades oscilan entre los 15 y los 24 años (MIFI 2019). Es, entonces, dentro de este grupo etario y en este contexto de diáspora que me he propuesto revisar el español de Venezuela en situación de contacto con el francés (lengua oficial de Quebec), el inglés (lengua oficial de Canadá) y con otras variedades dialectales del español que conviven en Montreal2. De 2015 a 2019 el número de solicitudes de asilo de venezolanos aumentó en un 467 % y se pasó de 308 solicitudes a 1437 (Gouvernement du Canada). 2 Me refiero más específicamente a la región metropolitana de Montreal (RMM), que incluye en la actualidad 91 municipalidades. 1
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En cuanto al lenguaje juvenil, Zimmermann (2002: 140) señala que este se caracteriza por ser cambiante y dinámico, y que es este mismo dinamismo lo que lo convierte en una materia de gran interés, pues esta condición abre un espacio especial al estudio del cambio lingüístico. En el lenguaje de los jóvenes se reflejan a la vez una realidad de vida, una búsqueda de la propia identidad y una transgresión de las normas que se traduce en una forma propia de lenguaje que bien pudiera catalogarse de jerga o de lengua de especialidad (Moreno Fernández 2001: 1). Puede afirmarse que, en cada lengua y variedad específica, los jóvenes van creando sus propios sistemas. En este sentido, el estudio del español de Venezuela a partir de los jóvenes inmigrantes en Montreal podrá dar cuenta de las trazas más sólidas de esta variedad regional, de los aspectos más permeables y de las actitudes lingüísticas de este grupo de hablantes hacia su lengua de origen en un contexto en el que el español es lengua minoritaria y en el que el español de Venezuela comparte terreno con otras variedades dialectales del español. El presente trabajo consta de tres bloques. El primero estará dedicado a la revisión de los elementos teóricos relacionados con el grupo de hablantes en el que hemos estudiado el contacto lingüístico. En el segundo bloque presentaremos la caracterización del grupo estudiado y los instrumentos de investigación. En el tercero presentaremos el español de los jóvenes venezolanos de Montreal desde tres ángulos diferentes: la herencia, el contacto y el devenir. Cabe destacar que la caracterización del español de los jóvenes venezolanos de la ciudad de Montreal, así como los ejemplos que ofreceremos en el presente estudio se desprende de un corpus mayor recogido para una investigación doctoral titulada El lenguaje de los jóvenes hispanos de la ciudad de Montreal (Pérez Arreaza 2017)3 y de encuestas realizadas posteriormente para verificar ciertos fenómenos gramaticales que se registraron en la investigación doctoral. 3 La muestra para la investigación sobre el lenguaje de los jóvenes hispanos de Montreal quedó conformada por las entrevistas en grupo y los cuestionarios de 53 jóvenes de entre 14 y 24 años provenientes de las diversas normas del español (peninsular, caribeña, mexicana-centroamericana, andina, rioplatense y chilena). Para el presente trabajo, nos hemos concentrado en los datos obtenidos de la participación de 15 hablantes venezolanos: 13 pertenecientes a la norma caribeña y dos a la norma andina. Reportaremos, además, para ciertos aspectos gramaticales, los datos de 10 encuestas adicionales respondidas por jóvenes venezolanos de Montreal (norma caribeña) distintos a nuestros primeros encuestados. La muestra recogida totaliza 25 participantes.
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2. Revisión teórica y antecedentes 2.1. El registro juvenil dentro del español coloquial La naturaleza del lenguaje juvenil, así como la forma discursiva seleccionada para la recolección de la muestra en este estudio —la conversación grabada en grupo—, nos invitan a revisar el concepto y la caracterización del español coloquial. Si bien la conversación no es la única manifestación del español coloquial, sí podemos afirmar que es la forma discursiva donde más claramente se manifiesta. La conversación se define como una comunicación cara a cara, de carácter actual e inmediato, dinámica y cooperativa y sin tomas de turno predeterminadas (Briz Gómez 1996: 32). Señala Briz Gómez (1996: 29-31), asimismo, que el español coloquial es un registro determinado por la circunstancia de comunicación y que reúne las siguientes características: i) no está asociado a un grupo social específico; ii) varía según las características dialectales y sociolectales de los usuarios; iii) no es la simplificación del registro formal, sino un sistema de expresión independiente; iv) es espontáneo, informal, cotidiano y no planificado; v) puede aparecer en varios tipos de discurso, pero es la conversación donde se manifiesta más auténticamente; y vi) se ve favorecido por la relación entre iguales, por la afinidad social, vivencial y situacional de los hablantes, así como por los temas no especializados. La anterior caracterización del español coloquial deja ver una estrecha relación entre lo coloquial y el registro juvenil, pues el registro coloquial se caracteriza por tener una importante carga argótica y el grupo juvenil funciona como creador y propagador de este tipo de lenguaje (Briz Gómez 2003: 142). Podríamos entonces definir el lenguaje juvenil como una submodalidad o subregistro que surge en el contexto de la interacción coloquial entre jóvenes, que se correlaciona estrechamente con las marcas sociales y culturales del entorno del joven y que goza de características verbales y no verbales (Briz Gómez 2003: 142). Por todo lo anterior, el lenguaje juvenil se estudia dentro de la tradición oral. Creemos, por tanto, que un análisis de muestras de habla que forman parte de la conversación coloquial debe partir de una caracterización previa del registro al que pertenecen y, por tanto, las descripciones del lenguaje de los jóvenes venezolanos de Montreal que presentaremos en este trabajo se enmarcarán en este registro.
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2.2. Las lenguas de especialidad Moreno Fernández (2001) afirma que las lenguas de especialidad pueden definirse como un conjunto de caracteres lingüísticos propios de un grupo de hablantes que comparten una actividad determinada. Su uso constituye un medio para marcar la pertenencia a un grupo. El autor explica que se considera lengua de especialidad (o jerga) a los usos característicos de grupos gremiales, variedades sectoriales o tecnolectos (jerga militar, jurídica, médica), a los usos específicos de grupos sociales (estudiantes, deportistas, pescadores) y a los usos secretos de grupos sociales cuya actividad está fuera de la ley (grupos de delincuentes). Este autor plantea, asimismo, que las jergas o lenguas de especialidad, al igual que todas las lenguas, cuentan con características propias en todos los niveles de análisis lingüístico, y que en las jergas ocurren dos fenómenos que caracterizan el funcionamiento de la lengua común o general: i) la variación (que ocurre en cualquier nivel de análisis de la lengua), y ii) la polisemia (que ocurre en el nivel léxico), además de un fenómeno que podría distanciarla de la lengua general que es un relativo hermetismo. Si bien es cierto que el sistema juvenil no llega a tener un grado de hermetismo como el que puede caracterizar al lenguaje del hampa, hay que reconocer que es un lenguaje de naturaleza ‘cerrada’, pues, durante la primera fase de aparición de ciertas voces, o de ciertas estructuras, en los grupos jóvenes se genera un cierto grado de hermetismo que permitirá diferenciarse y distanciarse de los padres y de las generaciones adultas. El hermetismo del lenguaje juvenil constituye una de las principales características de este sociolecto y, en situación de bilingüismo y contacto lingüístico, como veremos más adelante, el mero uso de las lenguas extranjeras —que en muchas ocasiones los jóvenes utilizan con mayor dominio que los padres— es empleado para marcar una separación entre los jóvenes y el universo familiar adulto que los rodea. 2.3. Lenguas en contacto Hablamos de lenguas en contacto cuando los hablantes de una comunidad manejan lenguas distintas para comunicarse (Thomason 2001: 1-2). Este fenómeno no se reserva a las lenguas, sino que se extiende a las variedades de una lengua. El contacto lingüístico implica, entonces, que dos o más lenguas
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o variedades dialectales convivan en un mismo espacio geográfico y que estas sean usadas por parte de un mismo hablante para comunicarse con otros. Dado que en este trabajo abordaremos el tema del español de Venezuela en contacto con las lenguas de ‘poder’ de la zona —el francés y el inglés— y con otras variedades del español que conviven en Montreal, revisaremos los conceptos de bilingüismo, koineización y acomodación comunicativa. El bilingüismo se define como el uso de dos o más lenguas por un mismo hablante y los actores de esta diversidad lingüística se conocen como individuos bilingües (Mackey 1968, Romaine 1989, Grosjean 2008, Montrul 2013). En sentido amplio, el término bilingüismo apela no solo a los casos que implican el uso alterno de dos o más lenguas, sino también al uso alterno de dos o más variedades (Romaine 2001: 14). Es importante destacar que, si bien en un principio, el concepto de bilingüismo se asoció a un dominio nativo de las lenguas, posteriormente se consideró bilingües a los hablantes que usan dos o más lenguas con diferentes propósitos, en diferentes dominios de la vida y sin tomar en cuenta el nivel de ejecución en dichas lenguas (Grosjean 2008: 14). La situación de bilingüismo y contacto de lenguas favorecen el cambio lingüístico, ya que el contacto entre los distintos sistemas puede producir transferencias o interferencias4 que en un primer momento pueden verse como simples manifestaciones individuales, pero que más adelante pueden pasar a formar parte de un grupo. Dos fenómenos se asocian principalmente al habla bilingüe: la alternancia de códigos y la diglosia. La alternancia de códigos es un fenómeno relacionado con la idiosincrasia y la identidad etnolingüística que desempeña funciones discursivas y sociales (Payeras 1995) y consiste en cambiar de un sistema a otro dentro de la misma unidad interaccional (Blas Arroyo 2005: 662-663). La diglosia, por su parte, hace referencia a la asignación específica del uso de una lengua o de una variedad dialectal a un contexto determinado. En cuanto a la koineización, se conoce como tal al proceso de mezclas entre sistemas lingüísticos y como koiné al resultado estable de una mezcla de sistemas lingüísticos o dialectos (Siegel 1985). Si bien no todo escenario de contacto lingüístico lleva a la koineización, ocurre con frecuencia que entre los sistemas en contacto se dé un proceso de nivelación si el contacto entre A pesar de la disparidad de criterios en cuanto a la definición y alcance de estos términos, seguimos la propuesta de Silva-Corvalán (2001: 269) y los emplearemos para referirnos a las diferencias o desviaciones que muestra una lengua dada en relación con la norma monolingüe y que corresponden a estructuras de la lengua de contacto. 4
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dos dialectos o más motiva cambios entre ellos, sin comprometer el desarrollo del dialecto. Cualquier contexto de interacción invita a los interlocutores a hacer selecciones en el plano comunicativo, pues en la comunicación cara a cara el hablante se enfrenta a la necesidad de hacer ciertas selecciones de registro, código o modelo. Esta realidad de la comunicación se hace aún más evidente en escenarios de contacto lingüístico con el fin de acomodarse a la situación de comunicación. Giles et al. (1991: 7-8) plantean que las nociones básicas para abordar la acomodación comunicativa son la convergencia y la divergencia. La convergencia consiste en reducir las diferencias lingüísticas y en adaptar ciertos usos lingüísticos a los interlocutores y al contexto con el fin de aumentar la eficacia comunicativa, ganar aprobación social y mantener identidades positivas (Garret 2010: 106, Moreno Fernández 2012: 522-529). Con la divergencia, por el contrario, los hablantes buscan distanciarse socialmente de sus interlocutores y para ello buscan intensificar y marcar las diferencias lingüísticas (Giles et al. 1991: 8-10, Garret 2010: 106, Moreno Fernández 2012: 522-529). Ambos procedimientos parecen estar relacionados con la percepción de una lengua o variedad como prestigiosa y el de convergencia parece estar relacionado con factores sociodemográficos como la edad. La revisión de estos conceptos nos permitirá determinar hasta qué punto el bilingüismo de los jóvenes venezolanos de Montreal, su exposición frecuente a variedades diversas del español y su necesidad de adaptación comunicativa han dejado huella en el español hablado por este grupo. 2.4. Las actitudes lingüísticas El concepto de actitud ha sido estudiado desde numerosos campos del saber, y por tanto abarca numerosos matices. Quizá una de las definiciones más integradoras del término podría ser la ofrecida por Oppenheim (1982: 39, Garret 2010: 19) que presenta la actitud como un constructo, un componente de carácter mental e interno que es exteriorizado por el individuo a través de estereotipos, creencias, reacciones, afirmaciones, ideas, opiniones y emociones sobre aspectos diversos. Las actitudes pueden definirse como las distintas valoraciones que hacen los hablantes bien sea de una lengua, de una variedad regional o de un sociolecto (Malaver Arguinzones 2002, Blas Arroyo 1999, Almeida 1994). En tal
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sentido, su estudio es importante porque ellas permiten conocer lo que los hablantes piensan tanto de las lenguas como de las comunidades asociadas a estas lenguas, y porque podrían llegar a suponer una “apuesta” de identidad (Bourdieu 2001). Blas Arroyo (2005: 352), retomando la propuesta de Weinreich (1953), recuerda que las actitudes lingüísticas en situación de bilingüismo o contacto atienden seis categorías principales: i) la lealtad lingüística o defensa de la lengua; ii) la fidelidad o resistencia a la pérdida de usos particulares; iii) el orgullo; iv) el prestigio; v) la utilidad; y vi) el rechazo. En cuanto a la estructura, Hernández-Campoy (2004: 30) explica que las actitudes lingüísticas —desde el enfoque mentalista— han sido estudiadas en tres dimensiones: i) la cognitiva (relacionada con lo que los individuos piensan, saben o creen de las lenguas, las variedades y de sus hablantes); ii) la afectiva (relacionada con los sentimientos y las emociones hacia las lenguas y sus comunidades); y iii) la conativa (relacionada con la forma de actuar cuando se hace uso de una determinada lengua)5. El estudio de las actitudes lingüísticas hacia el español por parte de los jóvenes venezolanos de Montreal nos permitirá, por una parte, indagar sobre la conciencia lingüística de este grupo acerca de su variedad dialectal y hacernos una idea sobre el devenir del español en futuras generaciones en Montreal, una ciudad que se caracteriza por tener “el porcentaje más alto de distribución del grupo minoritario ‘latinoamericano’ de todo el país, con un 14,2 %” (Pato 2020: 267). 2.5. El español en contacto Lipski (2006) identifica tres contextos principales para el contacto del español de América con otras lenguas: i) el español en contacto con lenguas indígenas de América; ii) el español en contacto con otras lenguas europeas (los dialectos italianos en México, las lenguas germánicas en Paraguay y Argentina, el inglés norteamericano en Centroamérica, el español en Estados Unidos); y iii) el español en contacto con lenguas criollas de origen afro-europeo, especialmente en la región del Caribe. Moreno Fernández (2009a) nombra estas mismas tres dimensiones como dimensión competencial (cognoscitiva), dimensión valorativa (afectiva) y dimensión instrumental o de uso (conativa). 5
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Dentro de este último grupo, Lipski (2006: 323) hace especial mención del francés criollo de las Antillas menores. Este caso de contacto se da dentro del territorio venezolano en la península de Güiria, donde el español entra en contacto con el francés de Trinidad, y este contacto da origen a fenómenos tales como el uso de la doble negación como en Yo no estoy yendo no (Llorente 1994, Lipski 2006), o al uso más frecuente de preguntas no invertidas como ¿Qué tú piensas? En el contexto canadiense, y más específicamente quebequense, distintas variedades del español han sido estudiadas en situación de contacto con el francés, el inglés y otras variedades del español. Se trata de trabajos que abordan, desde diversos ángulos, esta situación de contacto en la ciudad de Montreal. Estas investigaciones han estudiado el voseo mixto verbal en hablantes chilenos residentes en Montreal (Fernández Mallat 2011), el habla de la comunidad cubana en Montreal (Cruz 2013), el habla de la comunidad paisa de Medellín en Montreal (López 2013), la conservación del español como lengua de herencia (DeMelo 2014), la cortesía verbal en la comunidad colombiana (Castrillón 2015), el lenguaje de los jóvenes de Montreal (Pérez Arreaza 2017), y el contacto del español y el francés en Quebec a partir del Corpus oral de la lengua española en Montreal (Pato 2020). De los estudios de Pato (2017, 2020 y 2022) y Pérez Arreaza (2017) se desprenden algunos rasgos caracterizadores del español de Montreal: i) Las diferentes variedades del español de Montreal conservan buena parte de sus rasgos caracterizadores y el nivel fonético es quizá el nivel en el que más se conservan estos rasgos. ii) El nivel léxico se muestra bastante permeable y admite nuevas voces provenientes del francés o del inglés como préstamos, calcos o adaptaciones. iii) La actitud de los hispanos de Montreal hacia el español es muy positiva por lo que puede esperarse que esta lengua se conserve en varias generaciones. iv) Aunque los casos de transferencia todavía no son numerosos, un caso de transferencia sintáctica comienza a asentarse en la comunidad hispana de Montreal. Se trata del uso de mismo si en el sentido de ‘aunque’ o ‘incluso’ (Mismo si llueve, iremos de excursión).
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3. El grupo estudiado y los instrumentos de investigación 3.1. Los jóvenes venezolanos de Montreal Como ya dijimos en la introducción, cerca del 16 % de la población de origen venezolano de Montreal está conformado por jóvenes. Si bien las condiciones sociales de cada grupo familiar son muy diferentes, hay dos aspectos que homogeneizan de cierta forma el grupo joven: i) la obligatoriedad de la educación hasta los 16 años, y ii) el francés como lengua de enseñanza primaria y secundaria en la provincia. Los datos que reportamos en el presente estudio corresponden a las entrevistas grabadas y las encuestas de 25 jóvenes venezolanos de entre 14 y 24 años de edad. Los jóvenes de la muestra han hecho la mayor parte de sus estudios (primaria y secundaria) en la provincia francófona y, por tanto, en francés, pues la Charte de la langue française (o ley 101) prevé que los niños y jóvenes deben frecuentar la escuela francófona hasta el final de la escuela secundaria. El grupo de jóvenes que participó en nuestro estudio está conformado por 13 hablantes de sexo femenino y 12 de sexo masculino. Estos jóvenes se dividen en tres generaciones de inmigrantes: 10 jóvenes pertenecen a la primera generación —nacieron en Venezuela y llegaron a Canadá después de los 11 años—; 12 jóvenes pertenecen a la generación 1.5 —nacieron en Venezuela y llegaron a Canadá entre los 5 y los 11 años—; y tres jóvenes pertenecen a la segunda generación —nacieron en Canadá o nacieron en Venezuela y llegaron a Canadá antes de los cinco años—6. Todos los jóvenes entrevistados tienen el español como lengua materna y se comunican normalmente en español en sus casas. Ninguno de los jóvenes de este grupo pertenece a hogares mixtos donde los padres hablen dos lenguas nativas diferentes. 3.2. Los instrumentos de investigación Los datos para el presente trabajo se recogieron mediante las técnicas de la conversación grabada en grupo y del cuestionario lingüístico. 6 Los jóvenes entrevistados han sido agrupados en tres generaciones de inmigrantes siguiendo la propuesta de Silva-Corvalán (1994) retomada por Potowski (2004).
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Como es bien conocido, uno de los grandes retos de la lingüística y de la sociolingüística ha sido obtener muestras de habla espontánea que conserven las características reales del habla natural. Una de las vías para conseguir estas muestras ha sido el uso de las entrevistas grabadas. Sin embargo, con esta metodología se presenta la conocida Paradoja del observador: “el objetivo de la investigación lingüística de la comunidad ha de ser hallar cómo habla la gente cuando no está siendo sistemáticamente observada; y sin embargo nosotros solo podemos obtener tales datos a partir de la observación sistemática” (Labov 1983: 266). Con el fin de solventar esta situación, hemos decidido observar a los informantes desde el interior mismo del grupo objeto de estudio y para tal fin recurrimos a la grabación de conversaciones en grupo en las que el entrevistador trató de propiciar una conversación y estar presente como un participante más. En estas conversaciones se trataron los siguientes temas: 1) la inmigración, 2) la adaptación a la nueva escolaridad, 3) la vida de los jóvenes en Montreal, 4) la moda, 5) los deportes, 6) los grupos de amigos, 7) el contraste con la cultura de origen, y 8) algunas anécdotas. Algunos de nuestros jóvenes participaron en conversaciones junto a jóvenes de la misma norma dialectal venezolana y otros participaron en grupos junto a jóvenes de diferentes normas dialectales. La otra técnica a partir de la cual recolectamos datos para el presente trabajo fue el cuestionario. Este cuestionario fue útil para estudiar el tema de las actitudes lingüísticas, para ampliar la información sobre el reconocimiento de voces dialectales y para confirmar algunos aspectos gramaticales que ya se dejaban ver en la entrevista. En el caso de las actitudes, el cuestionario consta de 24 preguntas relacionadas con el conocimiento, la afectividad y la conducta del hablante frente a su variante dialectal y frente a las diferentes normas del español. Para la parte dedicada al léxico, se ha seguido el modelo del proyecto VARILEX (Variación léxica del español en el mundo). En esta sección del cuestionario, se ofreció al informante un concepto o una definición, seguido de un ejemplo que contextualizaba dicho término, y un grupo de voces entre las que el joven podía escoger. También se le dio la posibilidad de que escribiera otra palabra —en la sección “otro(s)”— cuando empleaba otro término diferente a los sugeridos en el cuestionario.
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4. Rasgos caracterizadores del español de los jóvenes venezolanos de Montreal 4.1. La herencia En el grupo de jóvenes entrevistados, son muchos los rasgos del español de Venezuela que se registran en los diferentes niveles de análisis lingüístico: fonético, morfosintáctico y léxico. Este hecho nos permite afirmar que, aunque hay ciertas características generales que, como veremos más adelante, se alejan de la norma de origen, en general los rasgos regionales característicos prevalecen en el habla de los jóvenes venezolanos de Montreal. En el plano fonético, cabe destacar que, de manera general, cuando escuchamos a un joven venezolano —indistintamente de la generación de inmigrante a la que pertenezca— reconocemos inmediatamente su procedencia. El conjunto de los rasgos de este nivel de análisis en nuestros informantes nos lleva a ubicarlos sin duda alguna en su norma de origen. En el habla de estos jóvenes se registran evidencias de seseo o la articulación de z y c (ante /e/ o /i/) como “s” (1); de yeísmo, o fusión entre el segmento fricativo palatal sonoro /y/ y el lateral palatal sonoro /ll/ a favor del primero (2); de aspiración o elisión de “s” en posición final de sílaba o palabra (3-4); la elisión de “r” en posición final de palabra, especialmente en el infinitivo de los verbos (5); la velarización de /n/ en posición final (6); de debilitamiento o elisión de /d/ intervocálica, de elisión de /d/ en posición final de palabra (7); y de aspiración de /x/ (8).
(1)
“coño” es otra, también se [utilísa] mucho.
(2)
[éʝoh] me [aʝuðáɾoŋ] a comprender el francés.
(3)
quiero amejorar7 [máh] el [iŋgléh].
(4)
Me caía a [ɣólpe] con cualquiera.
(5)
Pa mí pa [apɾeŋdé] francés, yo no lo vi [pasá].
El hablante dice amejorar por mejorar.
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(6)
[koŋ] mis hermanas sí me peleo en [fɾaŋséh].
(7)
Yo siento la [nesesiðá] de hablar en español.
(8)
No se [fíhaŋ] en eso para [huhɣáɾte].
En cuanto a la /s/ implosiva, cabe destacar que entre los jóvenes venezolanos se registró fundamentalmente la aspiración en posición final de sílaba y palabra, pero se registraron también algunos casos de elisión en posición final de palabra como muestran los ejemplos anteriores. Este fenómeno no solo se registró entre los jóvenes venezolanos de la norma caribeña, sino también en los jóvenes venezolanos de la norma andina (9). Lipski (2002: 383) indica que este caso de debilitamiento, que se ha extendido por toda Venezuela y ha llegado incluso a la Venezuela andina, es de los pocos casos de debilitamiento en Hispanoamérica que constituye un modelo de prestigio.
(9)
No me [ɣúhta ehtáɾ] aquí.
En cuanto a la elisión de /r/ final, cabe destacar que este fenómeno se ha registrado únicamente en infinitivos y en infinitivos acompañados de se (10).
(10) Bueno, eso tiene que [ßolßése] a juntar.
Los infinitivos terminados en -er (tener, hacer, poner, ser, conocer, ver) parecen favorecer la elisión de /r/ implosiva, pues más del 80 % de los infinitivos con esta terminación presenta la elisión, mientras que en los grupos en -ar y en -ir la elisión apenas ronda el 30 %. Esta tendencia pudiera ser el resultado de la mezcla de un rasgo dialectal, como lo es la elisión de /r/ en infinitivos, con un rasgo del francés, lengua de escolaridad de estos jóvenes, en donde la /r/ de los verbos terminados en -er (manger, parler, aimer) no se pronuncia. Pasemos ahora a examinar el nivel morfosintáctico. El nivel morfosintáctico deja ver la presencia de fenómenos propios del español moderno, así como la herencia regional en el español de los jóvenes venezolanos de Montreal. En el plano de los fenómenos propios del español moderno, se registraron en este grupo el queísmo (11) y la pluralización de haber impersonal (12). Cabe destacar que en la muestra estudiada no se registraron casos de dequeísmo.
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(11) Yo me acuerdo Ø que salir en Venezuela a caminar en la noche era como un suicidio...
(12) Mira... mira, sí... lo que pasó fue que durante el almuerzo hubo... hubieron dos pegas.
Los casos de queísmo registrados aparecieron en jóvenes de primera generación y en las conversaciones en grupo junto a jóvenes de la misma norma dialectal. En el caso de la pluralización de haber impersonal, aunque fue más notorio el uso de la forma habían, también se registraron usos de hubieron y contamos incluso con un ejemplo de corrección de una forma no pluralizada por una pluralizada (12). La pluralización de haber es un rasgo que se mantiene en el español de los jóvenes venezolanos de Montreal, pues como señala Pato (2016: 383) este fenómeno ya no parece ser una excepción en el español moderno, sino un fenómeno legítimo ampliamente extendido. Cabe destacar, a propósito del uso del diminutivo -ito/-ita, que aunque en los jóvenes venezolanos se percibe un empleo abundante de los diminutivos, este uso no responde a un valor intensificador en las conversaciones8. En este sentido, casos como chiquito (13), de anteojito (‘muy claramente’) (14), pobrecita (15) y ahorita (16) constituyen formas lexicalizadas o semilexicalizadas, de hecho muchos de ellos no se emplean en su forma base (sin diminutivo). En cualquier caso, en la muestra no reflejan un fin intensificador ni exaltan una cualidad específica.
(13) Llegué a los once. Estaba chiquito, no hablaba francés.
(14) En francés sí es de anteojito.
(15) ¡Ay, pobrecita! [se refiere a una niña pequeña que en ese momento tuvo un accidente].
(16) Y ahorita estoy tratando de hacer mi grupo de venezolanos, con... ellos, con todo el mundo, con los de la Parrandita [grupo] y tal... todos lo que he conocido...
8 En los cuestionarios sí se registraron usos del diminutivo con valor de intensificación semántica.
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(17) Coño, no es el momento. Ahorita no la tengo.
En (13), como señalan De Stefano y Pérez Arreaza (2001-2002: 255), “el diminutivo chiquito ha sustituido la palabra de base chico y en cierta forma puede considerarse una lexicalización”. De manera semejante, en (14) la locución adverbial de anteojito, que figura en el Diccionario del habla actual de Venezuela (DHAV) con el significado de ‘muy claramente’, no funciona como marcador de intensidad, puesto que no alterna con de anteojo, locución que no aparece registrada ni en la Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009), ni en el Diccionario de la lengua española (RAE 2014), ni en el Diccionario de americanismos (ASALE 2009), ni en el Corpus de referencia del español actual (CREA). En (15), el uso del diminuto pobrecita más que intensificar la idea de desdicha asociada al interlocutor, parece involucrar afectivamente al hablante y acercarlo de forma solidaria a la situación del oyente. En cuanto a ahorita, una comparación entre los valores de ahora —que figuran en el Diccionario de la lengua española— y los valores de ahorita —reportados por el Diccionario de americanismos para el caso de Venezuela— deja ver la coincidencia de estas formas tanto para indicar la idea de ‘dentro de un momento, un poco más tarde’ como para la noción de ‘en este momento actual, ya, inmediatamente’. Sin embargo, en algunos enunciados la selección de una de estas dos formas podría reflejar la intención del hablante de querer marcar de manera específica uno de los valores reportados. De tal manera, un par como regreso ahorita/regreso ahora podrían ser interpretados en el contexto venezolano como ‘regreso ya’ en el primer caso y ‘regreso dentro de un momento’ en el segundo. La interpretación anterior pone en evidencia una forma de intensificación en el plano temporal, asociada a la inmediatez del evento. Sin embargo, los ejemplos registrados en el corpus, y en concreto los casos de (16 y 17), no dejan rastro de esta intensificación, pues tanto la forma con diminutivo ahorita como ahora daría la misma idea de ‘momento actual, presente’. En efecto, en un cuestionario posterior en el que quisimos corroborar el contraste ‘ya/inmediatamente’ y ‘dentro de un momento/un poco más tarde’ obtuvimos que un 77 % de los jóvenes encuestados asoció el enunciado Ahorita te lo traigo a ‘te lo traigo un poco más tarde’, y el 56 % asoció el enunciado Ahora te lo traigo también a ‘te lo traigo un poco más tarde’. Aunque queda claro que los jóvenes venezolanos emplean la forma de diminutivo en el adverbio, es evidente que la diferenciación sutil entre ahorita y ahora parece haberse perdido.
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Por lo que respecta a la posición de los pronombres posesivos, se documentan, aunque son poco frecuentes, usos del posesivo pospuesto (18). Este empleo pospuesto del posesivo, que según De Stefano y Chumaceiro Arreaza (1992) en un estudio realizado en Caracas, es más frecuente en la lengua hablada que en la escrita y en los niveles socioeconómicos bajos, aparece registrado entre los jóvenes venezolanos de Montreal.
(18) La profesora mía de accueil.
Otro rasgo que se mostró evidente en el nivel morfosintáctico fue el uso del verbo ser con función focalizadora (19-20). El uso de ser focalizador tiene la finalidad de marcar foco o de resaltar una parte del enunciado con el fin de que el interlocutor centre su atención en ella (Pérez Arreaza 2015: 46). Este fenómeno ha sido estudiado, entre otros autores, por Sedano (2010, y en este volumen) para el español de Venezuela. Entre los jóvenes venezolanos de Montreal este uso se ha registrado en hablantes de generación 1 y 1.5 casi en igual proporción, pero no en informantes de segunda generación. La presencia de este fenómeno vendría a corroborar la hipótesis de Pato (2010: 168) de que se trata de un fenómeno arraigado entre venezolanos y colombianos que se mantiene incluso en situaciones de contacto lingüístico y dialectal. Sin embargo, valdría la pena ampliar este estudio para verificar el debilitamiento o no de este uso en segundas generaciones.
(19) Yo ando es con puros latinos.
(20) Vieron que les convenía más era Montreal.
Pasemos ahora a examinar los rasgos dialectales que se mantienen en el nivel léxico. Una revisión de los datos en este nivel nos permite afirmar que fue evidente el reconocimiento y uso de voces dialectales venezolanas por parte de los participantes. Para los efectos de este trabajo, consideraremos como dialectalismo todas aquellas voces o expresiones propias de una variedad dialectal, bien porque solo se registran en esa variedad, bien porque presentan alguna diferencia con respecto al español general (Arnal Purroy 2008: 20). Para abordar el nivel léxico, se emplearon como instrumentos la conversación grabada en grupos de la misma norma dialectal y en grupos de normas
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dialectales diferentes, así como el cuestionario. Entre los jóvenes venezolanos, el uso de voces propias del español de Venezuela fue frecuente tanto en el cuestionario como en la conversación junto a jóvenes de la misma norma dialectal. Por el contrario, en la conversación junto a jóvenes de otras normas dialectales la aparición de voces dialectales propias fue mucho más baja. De manera general, podemos afirmar que, aunque los jóvenes venezolanos de Montreal reconocen las voces dialectales propias de su zona de origen, e incluso las proponen como formas correspondientes a un determinado significado, en la conversación con jóvenes de otras variedades dialectales estas formas disminuyen. La disminución del léxico dialectal en situación de grupo mixto evidencia una conducta lingüística particular por parte de los jóvenes y una forma de acomodación convergente que busca reducir las diferencias lingüísticas entre los interlocutores con el fin de garantizar al máximo la comunicación (Garret 2010: 106, Moreno Fernández 2012: 522-529). Asimismo, cabe destacar que los dialectalismos fueron más usados por jóvenes de la generación 1 y 1.5 que por jóvenes de la segunda generación, lo que nos invita a pensar que un desgaste en el uso de estas voces se profundiza en la medida en que la generación de inmigrante avanza. El dialectalismo se mostró productivo en todos los campos semánticos estudiados, salvo en los campos de las drogas y la moda para los que los jóvenes recurrieron, como veremos más adelante, mayormente al inglés. Entre los dialectalismos usados o reconocidos figuran arrocero, chévere, de pinga, maltripear, raspar (‘suspender un examen’), pelúo, arrecho (‘difícil’), fajarse, chamo, pana, echarse los perros (‘cortejar a alguien’), estar pendiente (‘gustarse dos personas’), coger (‘tener relaciones sexuales’), sifrina, mojoneado (‘aparentar alguien lo que no es’), rascarse (‘embriagarse’), pea (‘borrachera’), pelar bola (‘no tener dinero’) y vaina, entre muchos otros. 4.2. El contacto Junto a los rasgos regionales que se conservan en el español de los jóvenes venezolanos de Montreal, podemos identificar también diferentes rasgos propios del contacto con el inglés y el francés en los diferentes niveles de análisis lingüístico. En el plano fonético hemos registrado el debilitamiento de /t∫/:
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(20) ¿Con qué lo cortamos? ¿Con un [ku∫íʝo]? ¿Dónde está el [ku∫íʝo]?
(21) No me recuerdo [mú∫o] de lo... cuando estaba [∫ikíto].
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Mientras en el español del Caribe se documenta la alternancia bastante sistemática de [t∫] y [∫] (RAE/ASALE 2011: 207-208, Díaz-Campos 2014: 9697), en el español del Venezuela la africada rara vez pierde el rasgo oclusivo (Lipski 2002: 382). En nuestra muestra, se han registrado realizaciones debilitadas de /t∫/ en hablantes de las tres generaciones y parece ser más estable este debilitamiento en la segunda generación. Si bien este rasgo articulatorio está presente en muchas variedades del español caribeño, no parece ser el español venezolano uno de sus escenarios principales. Por tal motivo, asociamos la presencia de este rasgo más a la posible influencia del francés que cuenta con la articulación fricativa de la grafía ch, o hipotéticamente a la influencia de alguna de las variedades regionales del español donde se registra la alternancia sistemática entre el sonido fricativo y el africado. Otro rasgo fonético que pudiera ser producto del contacto es la inestabilidad en algunos jóvenes en la producción de la vibrante simple y de la vibrante múltiple (22). En uno de los hablantes se registró una alternancia de la vibrante simple en posición de coda silábica con una vibrante simple más posterior que se acerca a la /r/ uvular fricativa del francés (23). Otro joven de segunda generación tiene una articulación retrofleja de /r/ simple y múltiple (24). Esta articulación más posterior de la vibrante nos invita a pensar en una influencia de la /r/ uvular del francés.
(22) estoy [aßuɾído].
(23) [póxke] todos se ponen los pantalones casi hasta las rodillas.
(24) no nos entendemos muy bien [poɻ] no deja de [fahtiðjaɻ] así.
Examinemos ahora los fenómenos producto del contacto en el nivel morfosintáctico. En el plano morfosintáctico, el español de los jóvenes venezolanos refleja una tímida influencia de las lenguas de poder de la región de Montreal (el francés y el inglés). El campo más afectado pareciera ser el de las preposiciones en el que se registran usos que parecen darse por influencia del francés.
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Tal es el caso del empleo de la expresión a cada vez en lugar de cada vez; más facilidad a obtener en lugar de más facilidad para obtener; o Ø mis papás tampoco les gusta en lugar de a mis papás tampoco les gusta, con la ausencia de la marca de objeto. En el plano espacial también se ha registrado la alternancia a/en con verbos de movimiento para indicar direccionalidad. Como es sabido, los verbos de movimiento en español funcionan con una amplia gama de preposiciones según el aspecto que se quiera destacar. En efecto, para indicar direccionalidad suelen emplearse las preposiciones a, para o hacia (ir a París), para indicar no direccionalidad suelen emplearse por o en (correr por la plaza), el movimiento hacia el interior con ciertos verbos viene marcado por la preposición por (colarse por), para la marca de inicio u origen se utiliza de y desde (viene de París), y para indicar el medio de desplazamiento destaca el uso de la preposición en (viajar en carro) (RAE/ASALE 2009: 2742-2771). En nuestra muestra se ha registrado la sustitución de la preposición a, con verbos de movimiento para indicar direccionalidad, por la preposición en (25), que no cuenta con esta función en el español general.
(25) Me mudé aquí en Brossard.
El uso de en con complementos de destino (ir en casa de Juan), de herencia latina, permanece en ciertas construcciones dialectales (RAE/ASALE 2009: 2760) y se ha registrado en ciertas zonas del español de España por influencia del gallego y en el español paraguayo y argentino por influencia del guaraní (Klee/Lynch 2009: 74 y 163). Sin embargo, este uso no aparece reportado para el español de Venezuela, por lo que nos inclinamos a pensar que puede venir por influencia del francés, aunque no refleja un uso correcto de la gramática francesa. De hecho, en francés el punto de llegada puede estar marcado, de forma general, por la preposición à (Elle va à l’université; Elle arrive au Venezuela) y por la preposición en ante nombre de países femeninos o que comienzan por vocal (Ils vont en France; Ils vont en Uruguay) (Grevisse/Goosse 2016: 1455 y 1464). El caso anterior permite comprobar que el uso de la preposición en en español para indicar direccionalidad con verbos de movimiento no responde a la gramática del francés (en la que se usa mayoritariamente la preposición à), sino que en esta selección los jóvenes han generalizado el uso más restringido de en con valor de ‘direccionalidad’ (Pérez Arreaza 2017).
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Aunque de forma también muy tímida, se ha registrado en este grupo el uso de mismo con el valor de incluso y de mismo si con el valor de aunque.
(26) Yo sentía que estaba por regiones... mismo España.
(27) Mismo si nací aquí, tengo los valores de mis padres.
Según el Diccionario panhispánico de dudas (RAE 2005), no son propios de la norma culta general los usos del adverbio mismo con los sentidos de ‘justamente o cabalmente’ (Con ese traje parecía mismo un aristócrata) y de ‘hasta o incluso’9 (Mismo los jóvenes tuvieron que pagar la entrada). Indica esta misma obra, aunque sin especificación detallada, que estos usos parecen darse en algunas zonas de España y de América. En el francés, el adverbio même presenta dos usos: i) como modificador de adverbios (aujourd’hui même) cuando acompaña a otros adverbios de tiempo o lugar; y ii) cercano al de aussi (‘también’) cuando se quiere indicar un matiz ‘inesperado, no evidente’ (même les étoiles dansaient) (Grevisse/Goosse 2016: 905-906). Este último uso de même coincide con el uso no generalizado de mismo en español, con el sentido de ‘incluso’. Los dos empleos reportados en los párrafos anteriores fueron confirmados en la encuesta. En cuanto a mismo si, los resultados de la encuesta muestran que si bien la forma mismo si está en alternancia con aunque entre los jóvenes venezolanos, la elección de aunque ronda el 60 % frente a la de mismo si que ronda el 33 %. En cuanto al uso de mismo, los datos de la encuesta muestran que esta forma alterna con hasta y con incluso, pero su porcentaje de elección tan solo se acerca al 15 %. En el caso de mismo, podríamos afirmar que el poco uso de este elemento en español y la coincidencia de uso con el elemento homólogo en francés hacen pensar que nos encontramos frente a un rasgo no extendido en español que se activa por contacto con otro rasgo normativo y generalizado del francés. Es ligeramente diferente el caso de mismo si (con valor cercano a ‘aunque’), pues esta estructura no está registrada en el español general y su uso muestra una evidente relación con la estructura francesa même si que se utiliza para introducir una concesiva (Il est arrivé de bonne heure, même s’il s’est re9 La RAE/ASALE (2009: 1193) señala que en el español antiguo se usaba mismo con valor de ‘incluso’.
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veillé un peu tard). Pato (2017: 35, 2020 y 2022) plantea que este caso podría considerarse una transferencia directa del francés y lo que se transfiere de una lengua a otra no es la estructura sintáctica como tal (concesiva en este caso), sino la semántica de la construcción (Silva-Corvalán 2011: 308). Para cerrar el apartado de los fenómenos de contacto en el plano morfosintáctico, haremos mención del debilitamiento del presente y del pretérito imperfecto de subjuntivo en oraciones subordinadas introducidas por decir. Este fenómeno fue estudiado a partir del cuestionario y los resultados muestran que los hablantes jóvenes de Venezuela escogieron mayoritariamente enunciados como El entrenador nos dijo de venir frente a El entrenador nos dijo que viniéramos. La RAE/ASALE (2009: 2018) indica que el uso de decir de + infinitivo es característico del español coloquial europeo y rioplatense. En cuanto al francés, Grevisse y Goosse (2016: 1227) recuerdan que el verbo dire se construye sin preposición cuando el infinitivo retoma una enunciación indirecta (Elle disait Ø vouloir le faire), pero requiere la preposición de cuando hace referencia a una orden (Il m’a dit de le faire). La elección de este tipo de enunciados, por parte de hablantes de la norma caribeña donde no se registra este uso, podría estar asociada tanto al contacto con el francés como al contacto con variedades dialectales específicas dentro del contexto montrealés. Estudiaremos a continuación la influencia de las lenguas de poder en el plano léxico. Más permeable a las lenguas de poder que los dos niveles anteriores parece ser el nivel léxico. En este nivel se ha registrado un importante uso de préstamos, calcos y adaptaciones en los jóvenes venezolanos de Montreal10. Podemos afirmar que los procedimientos léxicos relacionados con la influencia de las lenguas de poder (francés e inglés), al contrario del uso de dialectalismos, tienen un mayor número de apariciones en la conversación que en el cuestionario. Entre los jóvenes venezolanos de Montreal se registran préstamos provenientes del francés principalmente en el área de los estudios y en la conversación general (accueil, pot, frencher, mode, québecois) y del inglés en las Consideramos préstamos aquellas voces provenientes del inglés y del francés que conservan la fonética y la morfología de la lengua original y que son empleadas por los informantes a la hora de hablar en español. Consideramos calcos las voces del español que conservan su significante y agregan el contenido semántico de una voz del inglés o del francés, cuyo significante se acerca a la voz española. Y consideramos adaptaciones a las voces que provienen del francés y del inglés y que se adaptan fonética y morfológicamente al español. 10
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áreas de las drogas y de la moda (joint, dank, fashion, swag). Los préstamos aparecen en todas las generaciones de jóvenes, pero son más frecuentes en las generaciones 1.5 y 2. En el caso de los calcos, cabe destacar que se registraron muy pocos. Son ejemplos de este procedimiento léxico populación con el significado de ‘población’ o realizar con el significado de ‘darse cuenta’ (término que entra al francés como calco del inglés). Los calcos, al igual que los préstamos, fueron más frecuentes en los jóvenes de las generaciones 1.5 y 2. En cuanto a las adaptaciones, encontramos ejemplos como quebeco por québécois, depanor por dépanneur o amejorar por améliorer. A diferencia de los dos procedimientos anteriores, las adaptaciones fueron más frecuentes en los jóvenes de la primera generación. La adaptación remite a un nuevo signo (significante/significado) en la lengua receptora que se crea a partir de la lengua extranjera —en este caso del francés o del inglés— y se hispaniza no solo en su pronunciación, sino en su constitución morfológica (Gómez Capuz 2009). Por tal motivo, la adaptación supone, frente al calco o al préstamo, un proceso lingüístico más complejo, pues no solo se suman significados a un significante del español como en el calco (realizar como ‘darse cuenta’) o se transfiere en bloque la unión significante/significado como en el préstamo (rendez-vous por ‘cita’), sino que se crea una nueva palabra de base extranjera que se adapta al sistema morfológico del español (clasamiento < fr. classement) (Pérez Arreaza 2017). La complejidad de este procedimiento podría exigir un dominio más afianzado de la morfología del español que parece estar más presente en hablantes de primera generación y que lógicamente parece ir disminuyendo en las generaciones siguientes. 4.3. El devenir El estudio de las actitudes lingüísticas nos ha permitido conocer lo que los hablantes venezolanos de Montreal saben (dimensión cognitiva), sienten (dimensión afectiva) del español y de su variedad dialectal, así como lo que hacen o prevén hacer (dimensión conativa) con esta lengua. En la primera parte, dedicada a la dimensión cognitiva, el grupo de los jóvenes venezolanos ha mostrado una cierta dificultad para ubicarse dentro de su propia norma dialectal. Esta dificultad de reconocimiento nos invita a
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preguntarnos si el joven venezolano residente en Montreal percibe la norma caribeña como una o si —ante el complejo dialectal11 que esta norma implica— no logra identificarse con lo caribeño en su conjunto (Pérez Arreaza 2017). A esto se suma el hecho de que estos jóvenes proceden de un país donde conviven dos grandes variedades (la andina y la caribeña) y esto podría inducir a una doble identificación con ambas normas. Sin embargo, a pesar de esta dificultad, estos jóvenes son capaces de reconocer como propias voces del español venezolano como chévere, vergación, pana, chamo, cambur, coño, full, grama, catire, pitillo, patilla, lechosa o lacreo. En cuanto a la dimensión afectiva, los jóvenes venezolanos reportaron ciertas ideas que tienen sobre el español de Venezuela:
(28) Se habla muy rápido, no lo articulamos bien.
(29) Muy rápido y cortado.
(30) Somos vulgares, pero tenemos el acento más bonito de Latinoamérica.
Solo cerca del 50 % de los jóvenes venezolanos manifestó sentir orgullo por su variedad dialectal. Algunos de los participantes expresaron el valor que tenía para ellos hablar español y relacionarse con hispanohablantes en general más allá del lugar hispano de procedencia:
(31) No. Uno siente como una fraternidad por el hecho de que hablan español.
(32) ...pero, ¿verdad, verdad que estar con latinoamericanos hace falta? A mí me hace full falta. O sea, yo estaba en un colegio donde no hay nada de latinos, este... nada más tengo latinos, este, con que los grados más abajo y no puedo comer al mismo tiempo que ellos... este... y hace falta.
En cuanto a la dimensión conativa, y más específicamente en cuanto a la transmisión de la lengua a futuras generaciones, casi todos los jóvenes venezolanos dijeron estar dispuestos a enseñar el español a sus hijos y a Como recuerda Moreno Fernández (2009b: 221-225), la homogeneidad del español caribeño ha sido objeto de debate, pues es el producto de un complejo proceso de contactos y mezclas. A pesar de ello, el español del Caribe es percibido como una unidad por los hablantes hispanos de otras normas. 11
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a lfabetizarlos en esta lengua. Solamente dos informantes masculinos condicionaron esta transmisión del español a futuras generaciones al aprendizaje previo del inglés y al criterio de la madre. En esta misma dimensión, los jóvenes venezolanos de Montreal eligen mantener el español por diversos motivos que podrían clasificarse en varias de las categorías relacionadas con la actitud lingüística que, según Blas Arroyo (2005: 352) y atendiendo a la propuesta de Weinreich (1953), aparecen en situación de bilingüismo, como la lealtad lingüística (33), la fidelidad (34), la utilidad (35) y el orgullo (36):
(33) Forma parte de mi cultura.
(34) No perder las raíces con las que nacimos.
(35) Tener varias culturas te hace ser más abierto. Más posibilidades laborales. Es la segunda lengua más hablada en el planeta.
(36) Es una riqueza de la cultura de todos los hispanos.
Los datos sobre el estudio de las actitudes entre los jóvenes venezolanos sugieren que, en este nuevo escenario de diáspora, y más específicamente en la ciudad de Montreal, el español podría mantenerse sólido, tal y como ha sucedido en otros lugares donde el español ha vivido en situación de contacto (Poplack 1983). 5. Consideraciones finales A partir del estudio realizado podemos afirmar lo siguiente: 1) Los rasgos regionales más característicos del español de Venezuela se conservan en el español de los jóvenes venezolanos de Montreal en los tres niveles estudiados. 2) En los niveles fonético y morfosintáctico comienza a observarse una influencia del francés que ha sido la lengua de escolaridad de estos jóvenes. 3) El nivel léxico, especialmente cuando se trata de los préstamos, se muestra permeable a las dos lenguas de poder de la zona: el francés y el inglés. Sin
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embargo, también en este nivel el francés parece ejercer una influencia mayor en mecanismos como los calcos y las adaptaciones. 4) El grupo de hablantes cuenta con una importante conciencia dialectal, pues los hablantes son capaces de reconocer voces propias y ciertas características de su norma. 5) Los jóvenes venezolanos muestran afecto por su norma de origen y por el español en general y se muestran dispuestos a transmitir el español a futuras generaciones. Bibliografía ACNUR. Agencia de la ONU para los refugiados. Disponible en: . Almeida, Manuel (1994): “Actitudes lingüísticas en comunidades plurilingües”, en Revista de Filología Románica, 11, pp. 39-50. Arnal Purroy, M.ª Luisa (2008): “Los dialectalismos en el léxico disponible de los jóvenes aragoneses”, en Arnal Purroy, M.ª L. (ed.), Estudios sobre disponibilidad léxica en los jóvenes aragoneses. Zaragoza: Institución Fernando El Católico, pp. 17-49. Bermúdez, Ángel (2021): “¿Cuánto se ha reducido la población en Venezuela y cómo impacta su desarrollo?”, en BBC News Mundo (9/08/2021). Blas Arroyo, José Luis (1999): “Las actitudes lingüísticas hacia la variación intradialectal en la sociolingüística hispánica”, en Estudios filológicos, 34, pp. 47-72. — (2005): Sociolingüística del español: desarrollos y perspectivas en el estudio de la lengua española en contexto social. Madrid: Cátedra. Bourdieu, Pierre (2001): Langage et pouvoir symbolique. Paris: Fayard. Briz Gómez, Antonio (1996): El español coloquial: situación y uso. Madrid: Arco/ Libros. — (2003): “La interacción entre jóvenes. Español coloquial, argot y lenguaje juvenil”, en Lexicografía y lexicología en Europa y América. Homenaje a Günther Haensch en su 80 aniversario. Madrid: Gredos, pp. 141-154. Cruz, Maura (2013): El habla de la comunidad cubana en Montreal. Montréal: Université de Montréal. DeMelo, Nicole (2014): ¿Cómo se conserva una lengua de herencia? El caso del español en Montreal. Montréal: Université de Montréal. De Stefano, Luciana/Chumaceiro Arreaza, Irma (1992): “Los posesivos de primera persona del singular y plural en el habla de Caracas”, en Luna Traill, E. (coord.), Scripta philologica in honorem Juan M. Lope Blanch. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, vol. 2, pp. 823-839.
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LA VARIACIÓN FONOLÓGICA EN EL ESPAÑOL VENEZOLANO Jamelyn Wheeler y Manuel Díaz-Campos
1. Introducción El español venezolano comparte varios rasgos fonológicos con otros dialectos de América Latina, especialmente con variedades caribeñas, pero también tiene rasgos únicos debido a la diversidad cultural y lingüística que existe en el país, como la presencia de más de treinta lenguas indígenas y la presencia de varias diásporas. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones en cuanto a la variación fonológica en Venezuela se han enfocado en el español monolingüe desde varias perspectivas que incluyen las diferencias fonéticas, morfosintácticas, léxicas y sociolingüísticas. Los procesos fonológicos más ampliamente estudiados en el dialecto son el debilitamiento o la elisión de las consonantes en contextos intervocálicos y en posición de coda. Las metas del presente capítulo son proveer una perspectiva general sobre la fonología del español venezolano y profundizar en algunos aspectos sociolingüísticos que se han estudiado recientemente. En la primera parte, se presenta una visión panorámica de los fenómenos más importantes referidos en los estudios previos. Luego se describen algunos estudios sociolingüísticos relacionados con la elisión de la /d/ intervocálica y elisión de la /ɾ/ final de sílaba. Después de analizar los factores lingüísticos y sociales que contribuyen a la variación, se presentan algunos datos sobre las actitudes hacia las variantes de la /d/ intervocálica y la /ɾ/ final de sílaba en tareas de percepción (Díaz-Campos/Killam 2012) y sobre la adquisición de la variación fonológica y sociolingüística en el habla infantil (Díaz-Campos 2001, 2005, 2006a). Finalmente, se presentan algunas conclusiones generales.
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2. La diversidad lingüística y social en Venezuela 2.1. La presencia de las lenguas indígenas Desde una perspectiva lingüística, Venezuela es un país con mucha diversidad, donde coexisten el español, la lengua nativa del 90 % de los venezolanos (Serrón 2007), las lenguas indígenas y las lenguas de varias diásporas. Aunque el español es la lengua oficial de Venezuela y se utiliza en el sistema educativo y legal, existen más de treinta lenguas indígenas, que típicamente se emplean en contextos familiares (Biord Castillo 2021). Álvarez Muro et al. (1992) describen esta situación de contacto entre el español y las lenguas indígenas como escenario diglósico. Según el censo del 2011, había 724 592 personas que hablaban una lengua indígena (el 2,7 % de la población). El número de personas que se identifica como indígenas ha aumentado en los cuatro últimos censos: 125,5 % entre 1982 y 1992, 61,9 % entre 1992 y 2001 y 41,7 % entre 2001 y 2011. La mayor parte de los pueblos aborígenes se localizan en los estados de Zulia al noroeste del país, Amazonas y Bolívar al sur del país y Delta Amacuro y Anzoátegui hacia el este del país (INE 2011). La literatura describe que hay desigualdades socioeconómicas y educativas que enfrentan estos grupos. Según el Instituto Nacional de Estadística (2014), los que se identifican como indígenas tienen el nivel de educación más bajo de todos los grupos étnicos que se encuentran en el país, y la mayoría (más del 60 %) ha completado la escuela primaria o nunca ha asistido a la escuela; también es el grupo étnico con el nivel más alto de analfabetas (21 %). Como consecuencia de las desigualdades educativas, los pueblos aborígenes forman parte de la población con un porcentaje mayor en condición de pobreza extrema (41,48 %) y de pobreza no extrema (28,25 %). Estas desigualdades surgen, en parte, del racismo, la discriminación lingüística y la presión de hablar español en los contextos profesionales y educativos. A pesar de la discriminación que enfrenta la población indígena, el reconocimiento de las lenguas y las culturas indígenas ha tomado importancia, que se aprecia en los varios estudios lingüísticos y antropológicos que se han enfocado en diversos aspectos de los grupos indígenas que se encuentran en Venezuela. Según Biord Castillo (2021), en los últimos 40 años, los pueblos indígenas han experimentado una creciente revalorización en la sociedad venezolana. Al sur del país, por ejemplo, se han estudiado el baniva (Álvarez 2004, Álvarez/Socorro 2005, González Ñáñez 1996a, 1996b, Mosonyi/Mosonyi 2000),
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el panare (Mattéi-Müller 1981), el pemón (Mattéi-Müller 2003, Nepomuceno Pessoa 2006) y el yanomami (Mattéi-Müller/Serowë 2007), y al norte se han estudiado el añú (también conocido como paraujano, Álvarez 2009), el kari ña (Álvarez 2008), el warao (Romero-Figueroa 2020) y el wayuunaiki (Álvarez 2015). Otros estudios se han enfocado en la diversidad lingüística en Venezuela en general (Mosonyi/Mosonyi 2000, Mosonyi 2007) y las lenguas en peligro de extinción (Mattéi-Müller 2006). Sin embargo, hay pocos estudios enfocados en la fonología de las lenguas indígenas (Álvarez 2015, Nepomuceno Pessoa 2006). El efecto que tiene la presencia de las lenguas indígenas en la fonología del español venezolano es un tema que no se han explorado mucho, pero estudios futuros sobre el tema contribuirían al campo. 2.2. La presencia de las diásporas afrohispánicas Otro grupo étnico que contribuye a la diversidad lingüística en Venezuela es la población de afrodescendientes, que consiste en 181 144 personas según el censo nacional de 2011. El censo define este grupo como “descendientes de africanos y/o africanas que sobrevivieron a la trata negrera, a la esclavitud y forman parte de la diáspora africana en las Américas y el Caribe” (INE 2014). La distribución de la población afrodescendiente es mayor en el norte del país, especialmente en los estados de Miranda, Aragua, Carabobo y Zulia, donde alcanza a ser más del 15 % de la población. En la costa norcentral, se identifican varias comunidades de afrodescendientes tales como Osma, Oritapo, Todasana, La Sabana, Caruao y Chuspa (Altez Ortega 2017). En cuanto a los rasgos lingüísticos de estas variedades, hay pocos estudios y descripciones que las toman en cuenta (Díaz-Campos/Clements 2008, Lipski 2005, 2007, Mosonyi et al. 1983). Algunos estudios atribuyen procesos fonológicos al contacto con las lenguas africanas. Lipski (2007: 95), por ejemplo, atribuye “la neutralización de /r/ y /d/ no solo en favor de [r] sino también como [d] oclusiva o [ð] fricativa” en las comunidades de habla afrohispánicas a la presencia de hablantes de la familia lingüística bantú. Estos fenómenos se han documentado en Barlovento (Miranda) en la variedad que se ha conocido como el loango, que se refiere a la región centroafricana Loango y se asocia con la presencia de esclavos fugitivos de las vecinas islas. Más recientemente, la variedad se ha conocido como el tambor coriano, marinero o cumarebense (Domínguez 1989). Mosonyi et al. (1983), con datos recogidos en el estado
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Miranda, encontraron que algunos hablantes mayores emplearon casos del cambio /r/ > [d]. Lipski (2007: 104) recogió datos del distrito Brión (estado Miranda) en 2006 y encontró pocos casos del cambio /r/ > [d]; lo cual interpreta de la manera siguiente: “el cambio en la acepción del vocablo loango, de su significado original de lengua hablada en una región africana a dialecto subestándar del español, se debe a un rasgo fonético estigmatizado que tiene su origen en el español adquirido por nativos del África central”. Aunque se ha propuesto que la presencia de las lenguas africanas en la costa caribeña ha influido en la fonología del español de estas regiones, aparte del fenómeno /r/ > [d], no hay estudios que se hayan enfocado en estas variedades. Aunque hay mucha diversidad lingüística en Venezuela debido a la presencia de varias comunidades indígenas y diásporas de herencia africana, no hay muchos estudios que se hayan enfocado en estas variedades, especialmente en la fonología. Como se verá en las siguientes secciones, la mayoría de los estudios que se acercan a la fonología del español venezolano se ha enfocado en el español monolingüe. 3. La variación fonológica en el español venezolano 3.1. Estudios descriptivos En general, el español venezolano, al igual que otras variedades americanas, refleja una influencia histórica del sur de España. De acuerdo con Mosonyi (1971), este predominio de los pobladores andaluces es particularmente prominente en las llamadas tierras bajas. Asimismo, se destacan influencias provenientes de las lenguas indígenas y de las lenguas africanas que se pueden observar mayoritariamente en el ámbito léxico. Mosonyi también señala que el contacto de lenguas propició procesos de nivelación lingüística. La variedad venezolana muestra claras semejanzas con el español meridional y su tendencia a la reducción de las consonantes al final de sílaba. Varios fenómenos fonológicos que se ven en el español venezolano (el yeísmo, el seseo, la elisión de la /d/ intervocálica) se han documentado y estudiado ampliamente en varios dialectos hispanoamericanos y peninsulares. La fonología del español venezolano en general es consistente con otras variedades caribeñas como Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, la costa colombiana y Panamá. Por ejemplo, la aspiración [h] y elisión de la /s/ en posición de coda y la
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elisión de la /d/ en posición intervocálica se han documentado en todos estos dialectos y la lateralización de la /ɾ/ a [l] ocurre en los dialectos de Puerto Rico, República Dominicana, el este de Cuba y en regiones rurales de Venezuela (Lipski 2011). Fenómenos como la aspiración [h] y elisión de la /s/ en posición de coda, la elisión de la /d/ intervocálica y la elisión de /ɾ/ en posición de coda, también se han documentado en Andalucía y en las Islas Canarias (Samper Padilla 2011). La neutralización de /ɾ/ y /l/, la velarización de nasales en posición final de sílaba y la lenición de /tʃ/) se han documentado en las Antillas y en la costa de Colombia y Panamá (Orozco/Díaz-Campos 2016). El seseo, o la producción de [s] para los grafemas , y , como en posición [po.si.sjón], también se ha documentado en ciertas regiones de Andalucía, como Sevilla, Granada (Villena 1997, Villena/Requena 1996) y Málaga (Moya/García-Wiedemann 1995, Melguizo 2007); es el mismo patrón que se observa en la mayoría de los dialectos hispanoamericanos. Hay varios fenómenos que son característicos de todos los dialectos venezolanos, como el alzamiento y la diptongación de las vocales medias, el seseo, el yeísmo y la posteriorización de las oclusivas anteriores /p b t d/, como [ak.ti.túð] en lugar de [aβ.ti.túð] (Obediente Sosa 1998, Orozco/Díaz-Campos 2016). La capital del país, Caracas, es el centro económico y político que tiene el mayor grado de prestigio en el país y presenta muchas características del español caribeño. Aunque hay fenómenos fonológicos que son característicos de todo el país, los dialectos del español venezolano se dividen en dos zonas principales: las tierras bajas y las tierras altas. Mientras que las tierras bajas son consistentes con el español caribeño y abarcan la mayor parte del país, las tierras altas incluyen la zona andina venezolana (Obediente Sosa 1998, Sedano 1998, Orozco/Díaz Campos 2016). Los fenómenos que se han documentado en las tierras bajas incluyen la elisión de la /d/ intervocálica y la de /d/ al final de palabra (tumbado [tum.báo], edad [e.ðá]), la aspiración de /s/ en posición de ataque, la velarización de nasales en posición de ataque, la elisión de la /ɾ/ en posición de ataque y la neutralización de /ɾ/ y /l/. En la zona andina, se ha notado la asibilación de la /r̆/ múltiple, y en las zonas rurales de los Andes, se ve la producción de una [s̺ ] con características semejantes a la variante ápico-alveolar. La aspiración y elisión de la /s/ en posición de coda son características de las tierras bajas, pero también se observan en la zona andina de Venezuela (Orozco/Díaz-Campos 2016). La tabla 1 incluye varios fenómenos que se han documentado en distintas regiones del país.
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Rasgo
Ejemplo
Región
Alzamiento y diptongación de vocales medias
[gol’pjan̻ do] en lugar de [gol’pean̻ do] golpeando
En todo el país
Seseo
[distin’sjon] distinción
En todo el país
Yeísmo
[‘aʝa] para haya y halla
En todo el país
Elisión de la /d/ intervocálica y de la /d/ final de palabra
[pes’kao] en lugar de [pes’kaðo] pescado; [siu’ða] en lugar de [siu’ðað] ciudad
Tierras bajas
Posteriorización de /p b t d/ en posición final de sílaba
[‘akto] en lugar de [‘aßto] apto
En todo el país
Lenición de /tʃ/
[mu’ʃaʃo] en lugar de [mu’tʃatʃo] muchacho
Zonas urbanas
Producción bilabial de /f/
[‘φuma] en lugar de [‘fuma] fuma
Zona central, los Andes y los Llanos
Producción de [s̺ ] ápicoalveolar
[‘s̺ ana] sana
Zonas rurales de los Andes
Producción de [s̻ ] dental semejante a [θ]
[s̻ i] sí
Oriente del país, Falcón, Llanos y Puerto Cabello
Aspiración de /s/ en posición inicial de sílaba
[he’ɲoɾ] en lugar de [se’ɲoɾ] señor
Zonas rurales del país
Aspiración y elisión de la /s/ final de sílaba
[ka’ɾakah] o [ka’ɾaka] en lugar de [ka’ɾakas] Caracas
Tierras bajas y zona andina
Velarización de nasales en posición final de sílaba
[paŋ] en lugar de [pan] pan
Tierras bajas
Asibilación de la /ř/ múltiple
[‘kařo] en lugar de [‘karo] carro
Zona andina
Elisión de /ɾ/ final de sílaba
[ko’me] en lugar de [ko’meɾ] comer
Tierras bajas
Neutralización de /ɾ/ y /l/
[‘tolta] en lugar de [toɾta] torta
Tierras bajas
Tabla 1. Rasgos fonético-fonológicos del español de Venezuela
Como se observa en la tabla precedente, el primer fenómeno que se destaca es el alzamiento y diptongación de vocales medias [gol’pjan̻ do]. En este caso particular, la vocal [e] se pronuncia como [i] y a la vez se restructura la sílaba en un diptongo [ja]. En un estudio sociolingüístico, Díaz-Campos y Scrivner (2012) encuentran que estas secuencias están condicionadas por los siguientes
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factores en el español hablado en Caracas: la frecuencia de la secuencia, la duración, la edad del hablante y la frecuencia léxica. La diptongación es más frecuente en las secuencias frecuentes, como [ea] y [eo] y cuando aparecen en un ítem léxico con una frecuencia léxica baja. Los diptongos son más frecuentes cuando la secuencia de vocales es parte de un morfema, como en surfear, y cuando la duración es más breve. En cuanto a las variables sociales, los hablantes menores (14-29) y los mayores (61+) utilizan más la diptongación que los hablantes de mediana edad, lo que indica que el fenómeno es innovador y parte del habla coloquial. Díaz-Campos y Scrivner señalan que el alzamiento y la diptongación de las vocales medias inicialmente fueron influidos por factores fonológicos, pero el proceso ha avanzado debido a la extensión analógica, lo cual explica el rol de la frecuencia léxica. El seseo es un fenómeno común en toda Hispanoamérica, el sur de España y las Islas Canarias. El dialecto venezolano manifiesta el uso del seseo que consiste en la existencia de un solo fonema /s/ predorsoalveolar fricativo sordo para la producción de los grafemas , y ([as] haz del verbo hacer, [as] has del verbo haber). Los venezolanos de casi todas las regiones emplean el seseo de manera consistente. De manera excepcional, también se manifiesta el ceceo en el oriente del país, particularmente en el estado Nueva Esparta donde se observa el uso de una variante dental con semejanzas al segmento [θ]. No hay estudios empíricos sobre esta variante y su origen en el español del oriente venezolano. El yeísmo, la producción de la palatal sonora [ʝ] para los grafemas y , se ha descrito como una característica del español venezolano en varios estudios descriptivos (Alvar 2001, Lipski 1996, Peña Arce 2015, Sedano/Bentivoglio 1996). El yeísmo diferencia el dialecto venezolano de otros en los que se distinguen la fricativa palatal sonora [ʝ] y la palatal lateral [ʎ] ([á.ʝa] y [á.ʎa] para halla y haya). Según Peña Arce (2015: 192), “la totalidad del territorio venezolano estudiado es plenamente yeísta, [pero] los estados amazónicos — poco poblados— no han sido tenidos en consideración”. La elisión o debilitamiento de la /d/ intervocálica es un fenómeno que caracteriza a la variedad de español que se habla en Venezuela. Es muy común escuchar pronunciaciones del tipo [kaʝaíto] calladito, [kalen̪taíto] calentadito. Como se describirá más adelante, este fenómeno muestra estratificación social y variación estilística. La elisión y el debilitamiento suelen ocurrir con frecuencia en los estilos informarles y en el habla vernácula.
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La posteriorización de /p b t d/ es otro fenómeno característico del habla venezolana. Pronunciaciones del tipo [péksi] frente a [pépsi] son comunes en el habla vernácula y en los estilos informales. Desde el punto de vista lingüístico, Brown (2006) propone que hay razones fonotácticas que permiten explicar la preferencia de la consonante velar en esos contextos. Según explica esta autora, las secuencias del tipo vocal + consonante velar son mucho más comunes en posición final de silaba ([aksjón] acción, [ákto] acto). En un trabajo sociolingüístico sobre el español de Caracas, Bongiovanni (2014) muestra que la posteriorización es favorecida por los grupos de nivel socioeconómico medio y bajo y los hablantes mayores de 30 años. La posteriorización alterna con la elisión según las características del punto de articulación del segmento que sufre el proceso. El segmento [t͡ ʃ] africado palatal sordo sufre lenición en varias regiones del mundo hispanohablante y algunos autores han descrito su existencia en dialectos caribeños entre los cuales se incluiría Venezuela. La lenición se describe como una reducción del período de oclusión (Cedergren 1973). En un estudio reciente, Cole et al. (2021) describen acústicamente las realizaciones de la africada palatal y presentan evidencia de que se observa un alargamiento de la parte fricativa del segmento en lugar de la reducción de la oclusión. En el estudio se reporta que el alargamiento del período fricativo se ve favorecido por la edad, la posición de [t͡ ʃ] en la palabra, el sexo del hablante, el segmento siguiente y el año de recolección del corpus. En este sentido, los grupos jóvenes, las mujeres, la posición inicial de palabra, las vocales altas y medias, así como el corpus del año 2004 favorecen las variantes alargadas en el análisis. Al tratarse de un fenómeno favorecido por los jóvenes y las mujeres, se prevé que siga avanzado y que adquiera valores sociolingüísticos en la comunidad. La producción bilabial de /f/ es un fenómeno que registra Obediente Sosa (1998) en algunas zonas rurales del país. Sin embargo, no hay ningún estudio sistemático sobre este fenómeno ni datos concretos referidos al español venezolano. La Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2011) documenta que el alófono bilabial sordo [ɸ] se documenta en muchas regiones de la Península (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Madrid, etc.) y de América (Oaxaca, México, América Central, Colombia, Ecuador, Chile, etc.). En trabajos descriptivos se ha documentado la producción de una [s̺ ] con cualidades parecidas a la de la variante ápico-alveolar que se escucha en el centro-norte de España. Estas producciones suelen aparecer en el español de la región andina venezolana. Sobre esta variante no hay trabajos sistemáticos,
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sino descripciones que se basan en observaciones del habla de la zona andina. En las zonas del oriente y de los llanos venezolanos, se escucha la producción de una [s̻ ] dental semejante al sonido interdental [θ]. La impresión que da a los oyentes que tienen contacto por primera vez con estos hablantes locales de estas zonas es la de oír una pronunciación ceceante como la que se da en el sur de España. Resultaría esencial la elaboración de investigaciones con datos para entender la naturaleza de estas variantes y de los usurarios que participan en estos patrones de variación. La aspiración y elisión de la /s/ final de sílaba es un fenómeno común y frecuente en el habla venezolana. Ruiz-Sánchez (2004) provee datos sobre este fenómeno en el español de Caracas y reporta que la elisión ocurre en este dialecto en un 20 %, mientras que los casos de aspiración y retención representan un 71 %. Los factores lingüísticos que favorecen la elisión según el análisis de esta investigadora son los siguientes: posición de la /s/ en la palabra, la categoría de la palabra, el número de sílabas y el contexto fonético. La /s/ suele elidirse con más regularidad cuando aparece en final de sílaba en las formas verbales de la primera persona del plural. En cuanto a las categorías de palabras que favorecen la elisión se incluyen los adjetivos, los adverbios y los verbos. En relación con el número de sílabas, las palabras de dos o más sílabas favorecen la elisión, mientras que, según el contexto fonético, una pausa siguiente en el entorno favorece la elisión. En cuanto a los factores sociales, el nivel socioeconómico fue estadísticamente significativo, pues los hablantes del nivel socioeconómico bajo favorecen la elisión en contraste con los participantes del nivel medio y alto que la desfavorecen. La aspiración de /s/ en posición inicial de sílaba se menciona como un fenómeno que ocurre en zonas rurales en Venezuela (Obediente Sosa 1998). Sobre la aspiración de /s/ en posición inicial de sílaba no hay trabajos basados en datos que provean una buena descripción. La Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2011: 308) documenta este fenómeno en zonas rurales de España y de América. Asimismo, se describe que en algunos casos la posición intervocálica ([la.he.má.na] la semana) es favorecedora de la aspiración. La velarización de nasales en posición final de sílaba es otro rasgo que caracteriza la fonología del español de Venezuela. En un estudio sobre la velarización y elisión de nasales en posición final de sílaba, D’Introno y Sosa (1988) reportan que la velarización ocurre en un 71 % de los casos, mientras que la elisión se registra en un 1 %. Los autores concluyen que en el español de Caracas la velarización es común. En los casos de elisión plantean la
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n asalización de la vocal precedente y señalan que tanto la velarización como la elisión se documentan en otros dialectos caribeños. Con relación a la asibilación de la /ř/ múltiple, el trabajo de Obediente Sosa describe que la asibilación ocurre en la zona andina venezolana. Sobre el proceso de asibilación no hay datos más allá de las descripciones no sistemáticas. Sin embargo, hay datos sobre las variantes de la vibrante múltiple en el español de Caracas. Díaz-Campos (2008) describe cuatro tipos de variantes: i) una vibrante múltiple con tres oclusiones, ii) una vibrante múltiple con dos oclusiones, iii) una aproximante con una oclusión, y iv) una aproximante sin oclusiones. En cuanto al efecto de los factores sociales, el estudio reporta que las variantes de dos oclusiones o más son favorecidas por los mayores de edad, los grupos socioeconómicos medios y las mujeres. En un trabajo reciente, Díaz-Campos et al. (2021) documentan que las variantes reducidas de la vibrante múltiple se ven favorecidas por los siguientes factores: la frecuencia léxica, la altura de la vocal siguiente y la duración. Específicamente, se encontró que las palabras más frecuentes favorecen las variantes reducidas. También se encontró que una vocal baja en el contexto siguiente favorece la producción de una variante reducida y se observó que estas variantes suelen tener una duración menor. En cuanto a la elisión de la /r/ final de sílaba y la neutralización de líquidas, se ha observado que en el español de Venezuela se manifiestan ambos fenómenos. La elisión suele ser frecuente en la zona central, incluida Caracas, y es particularmente común en las formas infinitivas de los verbos. Se trata de un rasgo vernáculo que se observa en el habla los hombres, los mayores y los grupos de nivel socioeconómico bajo (Díaz-Campos/Ruiz-Sánchez 2008). En cuanto a la neutralización de líquidas, los trabajos descriptivos reportan que se observan tanto el lambdacismo como el rotacismo. El lambdacismo ocurre con cierta frecuencia en los niveles socioeconómicos bajos y en la zona central y occidental del país. El rotacismo también se observa en los niveles socioeconómicos bajos y es más predominante en el oriente del país. Se han publicado algunos trabajos que describen la neutralización en regiones de oriente venezolano (Granados 2001, Pérez/Jáimez 2015). En esta sección se ha hecho una descripción general de los procesos más predominantes en el español venezolano y se han presentado algunos de los datos más relevantes de investigaciones que se han hecho sobre estos usos. En las siguientes secciones, nos enfocamos en algunos aspectos sociolingüísticos sobre fenómenos más específicos del español venezolano.
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3.2. Aspectos sociolingüísticos de la producción y la elisión de la /d/ intervocálica Uno de los fenómenos fonológicos más estudiados en el español caribeño y en el español venezolano en particular es la reducción y la elisión de la /d/ intervocálica. Se ha incluido en varios estudios descriptivos (Henríquez Ureña 1993, Lapesa 1981, Lipski 1994: 349, Navarro Tomás 1999) y estudios sociolingüísticos (Díaz-Campos/Wheeler 2021, D’Introno/Sosa 1979, 1986, Hernández-Campoy/Jiménez-Cano 2003, Malaver Arguinzones/Perdomo 2016, Navarro 1995, Samper Padilla 1996). Los estudios previos han encontrado que varios factores lingüísticos y sociales contribuyen a la variación. En cuanto a los factores lingüísticos, hay variables fonológicas y léxicas que se han identificado como significativas. En cuanto a las variables fonológicas, el contexto vocálico que precede y sigue la /d/ (D’Introno/Sosa 1986, Samper Padilla 2011, Díaz-Campos/Wheeler 2021) y el acento léxico (Navarro 1983) se han identificado como significativos. Varios estudios encuentran que el contexto que más favorece la elisión de la /d/ intervocálica es en el participio pasado, especialmente en el contexto -ado (Alba 1999, Cedergren 1979, D’Introno/Sosa 1986, Díaz-Campos/Gradoville 2011, Navarro 1983, Samper Padilla 1996). Navarro (1983) encuentra que la elisión es más frecuente cuando sigue una vocal tónica. En cuanto a los factores léxicos, la categoría gramatical de la palabra en la que aparece la /d/ intervocálica (D’Introno/Sosa 1986, Navarro 1995), la frecuencia léxica (Bybee 2002, Díaz-Campos/Gradoville 2011) y la frecuencia de tipo (Bybee 2002, Díaz-Campos/Gradoville 2011) son significativas. En el español venezolano, la /d/ intervocálica se ha estudiado a través de varios métodos. D’Introno y Sosa (1979, 1986), en un estudio del español de Caracas, toman en cuenta todos los casos de la /d/ intervocálica en los contextos internos de la palabra de un corpus de entrevistas sociolingüísticas. En el primer estudio (1979), el equipo encuentra que los miembros de la clase socioeconómica baja emplean la elisión más que los miembros de las clases media y alta. Los resultados del segundo estudio (1986) indican que la elisión se favorece en el contexto -ado y en los adjetivos. También encuentran que hay estratificación social, como se puede ver en los gráficos 1 y 2.
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Gráfico 1. Retención de la /d/ intervocálica según la clase social y el estilo
Como se ve en el gráfico 1, la elisión de la /d/ intervocálica se favorece en la clase socioeconómica baja, y es más frecuente en el estilo informal.
Gráfico 2. Retención y la elisión de la /d/ intervocálica según el género
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Como indica el gráfico 2, también hay estratificación social en cuanto al sexo: los hombres muestran una tendencia leve hacia la elisión. Navarro (1995) analiza datos orales de Puerto Cabello, al norte del país, y obtiene resultados similares; el contexto que más favorece la elisión es -ado, y es más frecuente en los adjetivos. En cuanto a las variables sociales, este autor encuentra que los hablantes menores, los hombres y los miembros de la clase socioeconómica baja favorecen la elisión. En un estudio más reciente, Díaz Campos et al. (2011) analizan un corpus sociolingüístico de Caracas (Bentivoglio/Sedano 1993) y corroboran los resultados de D’Introno y Sosa (1979) y Navarro (1995). Los resultados indican que los mayores y los miembros de la clase socioeconómica baja eliden más la /d/ intervocálica. Los autores atribuyen la diferencia entre el comportamiento entre los adultos y los jóvenes del nivel socioeconómico bajo al hecho de que los hablantes mayores tuvieron menos acceso a oportunidades educativas en comparación con los jóvenes. Estos patrones se pueden ver en los gráficos 3 y 4:
Gráfico 3. Retención de la /d/ intervocálica según la clase socioeconómica y la edad
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Gráfico 4. Retención de la /d/ intervocálica según la clase socioeconómica y el género
Como se ve en el gráfico 3, los miembros de la clase socioeconómica baja desfavorecen la retención de la /d/ intervocálica, especialmente los mayores (60+). Aunque hay estratificación social en cuanto a la clase socioeconómica, hay pocas diferencias entre las frecuencias de la elisión en el habla de los hombres y de las mujeres. Díaz-Campos y Gradoville (2011) se enfocan en los factores lingüísticos que contribuyen a la variación del fenómeno y encuentran que la frecuencia léxica favorece la elisión. También confirman los resultados de D’Introno y Sosa (1986) y Navarro (1995) y que la elisión es más frecuente en el participio pasado -ado. Malaver Arguinzones y Perdomo (2016) analizan un corpus sociolingüístico (Corpus del Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y de América, PRESEEA-Caracas) y hallan que varios factores lingüísticos y sociales influyen en la elisión de la /d/ intervocálica. En un análisis estadístico de GoldVarb X (Sankoff et al. 2005), encuentran que los factores lingüísticos relevantes son el acento léxico, el número de sílabas, la estructura acentual de la palabra, el contexto vocálico, la categoría léxica, la categoría gramatical, la homofonía y la difusión (frecuencia) léxica. En cuanto a las
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variables sociales, los hombres, los hablantes menores y los miembros de la clase socioeconómica baja favorecen la elisión. Díaz-Campos y Wheeler (2021) analizan datos del Estudio Diacrónico del Español de Caracas de dos épocas: 1987 y 2000 hasta 2004. Comparan dos metodologías: la inclusión de una variable dependiente categórica, como se había hecho en los estudios previos (D’Introno/Sosa 1979, 1986, Navarro 1995, Díaz Campos et al. 2011, Díaz-Campos/Gradoville 2011) y la inclusión de una variable dependiente gradual. Del primer análisis se desprende que el contexto fonológico y la frecuencia léxica son variables significativas en un modelo de efectos mixtos; y del segundo, que el contexto fonológico, el acento léxico y la frecuencia del lexema influyen en la elisión. La elisión es favorecida cuando aparece antes y después de una vocal baja [a], en las sílabas átonas y en los lexemas más frecuentes. Al comparar los árboles de inferencia condicional, el que se genera en el análisis continuo es más detallado e incluye factores sociales, la edad y el sexo. Los autores concluyen que los resultados del análisis gradual son más confiables y describen mejor el fenómeno y la distribución de los datos en el modelo estadístico. Los estudios previos sobre la elisión de la /d/ intervocálica son amplios e indican que varios factores influyen en el fenómeno. Los factores lingüísticos —fonológicos y de frecuencia léxica— y los factores sociales tienen un rol que condiciona su ocurrencia. La elisión de la /d/ intervocálica ocurre más frecuentemente en el contexto -ado y en los adjetivos; la frecuencia léxica y el acento léxico también son factores condicionantes. En cuanto a la estratificación social, los hombres, los mayores y los miembros de la clase socioeconómica baja la emplean más, lo que indica que es un fenómeno del estilo vernáculo. 3.3. La elisión de la /ɾ/ final de sílaba Otro fenómeno fonológico que se ha documentado desde varias perspectivas teóricas es la elisión de la /ɾ/ en posición de coda. Orozco y Díaz-Campos (2016) identifican que la elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba ocurre en las regiones costeras de Venezuela y, según Lipski (2011: 77), se observa que la elisión de la /ɾ/ al final de la palabra ocurre en el sur de España. Lipski señala que la elisión también se ve favorecida cuando ocurre al final de la frase en Cuba, Panamá y la costa caribeña de Colombia. El fenómeno se ha incluido en estudios descriptivos (Canfield 1981, Lipski 2011), en los cuales se señalan
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algunos condicionantes lingüísticos que pueden influir en su variación. Lipski (2011: 77), por ejemplo, dice que la elisión es más frecuente en los infinitivos verbales, como comer [ko.mé] y en sustantivos que terminan en una vocal tónica antes de la /ɾ/, como mujer [mu.xé]. En cuanto a los factores sociales, Lipski indica que la elisión de la /ɾ/ “siempre se asocia con el habla vernácula y es evitada por los hablantes educados en los registros más formales. En muchos dialectos rurales y de la clase obrera, por otro lado, la elisión de la /ɾ/ al final de la palabra es casi categórica” (2011: 77; traducción nuestra). Los estudios sociolingüísticos cuantitativos (Blanco Canales 2005, Carbonero Cano et al. 1992, Medina-Rivera 1996, 1999, Samper Padilla 1990) confirman la descripción de Lipski. Los resultados de los estudios indican que el fenómeno muestra estratificación social en varias comunidades de habla: Alcalá de Henares (Blanco Canales 2005), Caracas (D’Introno et al. 1979, Díaz-Campos 2006a, Díaz-Campos/ Ruiz-Sánchez 2008, Díaz-Campos et al. 2011), Jerez (Carbonero Cano et al. 1992), Las Palmas de Gran Canaria (Samper Padilla 1990) y Puerto Rico (Medina-Rivera 1996, 1999). En un estudio sobre la /ɾ/ al final de sílaba y palabra, D’Introno et al. (1979) encuentran que la elisión y la lateralización (/ɾ/ > [l]) son más frecuentes en el habla de los hombres y de los miembros de la clase socioeconómica baja. Otros estudios (Díaz-Campos 2006b, Díaz-Campos/Ruiz-Sánchez 2008) han analizado un corpus de entrevistas sociolingüísticas y han encontrado una estratificación social similar; los hombres y los que tienen un nivel de educación bajo favorecen la elisión. Los gráficos 5 y 6 muestran las tendencias sociales que señala Díaz-Campos (2006b). Como se ve en el gráfico 5, los miembros de la clase socioeconómica baja favorecen la elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba. Los miembros de la clase socioeconómica media emplean la elisión en algunos casos, y la clase socioeconómica alta desfavorece el uso de la elisión. En cuanto al género, en el gráfico 6, los hombres favorecen la elisión de la /ɾ/ más que las mujeres. Al ver los pesos en el modelo estadístico, la estratificación social es más prominente según la clase socioeconómica en comparación con el género. En otro estudio sobre la elisión de la /ɾ/ al final de la silaba, Díaz-Campos et al. (2011) analizan datos del corpus del Estudio sociolingüístico de Caracas (Bentivoglio/Sedano 1987) y encuentran que la edad y la clase socioeconómica son estadísticamente significativas a través de un análisis estadístico. El gráfico 7 muestra la relación que se ve entre las dos variables.
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Gráfico 5. Elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba según la clase socioeconómica
Gráfico 6. Elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba según el género
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Gráfico 7. Retención de la /ɾ/ al final de la silaba según la clase socioeconómica y la edad
Los miembros de la clase socioeconómica alta y media favorecen la retención de la /ɾ/ y los de la clase socioeconómica baja desfavorecen la retención. A pesar de la estratificación según la clase socioeconómica, se observa una tendencia hacia la retención en los hablantes jóvenes del nivel socioeconómico bajo, en comparación con los mayores del nivel socioeconómico bajo. Para interpretar estos resultados, Díaz-Campos et al. (2011) también analizan el acceso a la educación según la clase socioeconómica y la edad, como se ve en el gráfico 8. Según el gráfico, las generaciones menores reportan que han podido completar la educación secundaria o universitaria, y casi todos los hablantes de la clase media y la clase alta indican que se han graduado de la secundaria o de un programa postsecundario. El acceso a las oportunidades educativas puede explicar las tendencias a favorecer la retención en el habla de los menores y de las clases socioeconómicas media y alta. Estos resultados corresponden con uno de los mayores logros de Venezuela en los años setenta, la mejora del capital humano por medio de la educación (Velásquez 1979: 797).
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Gráfico 8. Acceso a la educación según la clase socioeconómica y la edad (adaptado de Díaz-Campos et al. 2011: 75) Año 1950-1951
Primaria 503
91,9 %
Secundaria 37
6,8 %
Universidad 7
1,3 %
Total 547
1960-1961
1 244
85,7 %
181
12,4 %
26
1,9 %
1 451
1970-1971
1 824
75,8 %
498
20,7 %
84
3,5 %
2 406
1975-1976
2 511
69,8 %
831
23,1 %
255
7,1 %
3 597
Tabla 2. Número (en miles) de estudiantes inscritos por nivel de educación en Venezuela
Entre los años 1950 y 1976, el número de estudiantes que se graduaron de la secundaria y de la universidad aumentó debido a las iniciativas del gobierno venezolano. Los resultados de Díaz-Campos et al. (2011) confirman los efectos de estas iniciativas e indican que el nivel de educación y el acceso a la educación formal influyen en la frecuencia de la producción de las variantes estigmatizadas. Los estudios sociolingüísticos que se enfocan en la elisión de la /d/ intervocálica y de la /ɾ/ en posición de coda muestran estratificación social de los fenómenos. Los dos fenómenos son favorecidos en el habla de la clase socioeconómica baja, los hombres y los mayores, patrones que indican que son parte del habla vernácula en las comunidades de habla venezolanas.
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3.4. Las actitudes lingüísticas hacia la /d/ intervocálica y la /ɾ/ final de sílaba Mientras que la elisión de la /d/ intervocálica y la /ɾ/ final de sílaba se han estudiado ampliamente desde la perspectiva de la producción, hay pocos estudios que se enfocan en la percepción de los fenómenos. Díaz-Campos y Killam (2012), por ejemplo, investigan las percepciones de los hablantes de Caracas mediante la técnica imitativa. En el estudio, se grabaron a cuatros hablantes de Caracas (dos hombres y dos mujeres) y cada hablante produjo cinco oraciones con la /d/ intervocálica y cinco oraciones con la /ɾ/ al final de la sílaba. Quince participantes (18 a 52 años) de Caracas evaluaron a los hablantes según varios criterios, como la inteligencia, el profesionalismo, la amabilidad y el atractivo. Las evaluaciones consisten en una escala del 1 al 6, y un valor más bajo indica una mejor evaluación. Cada participante evaluó 16 producciones de la retención y la elisión de la /d/ intervocálica y la /ɾ/ en posición de coda y, en total, hay 120 evaluaciones de la /d/ intervocálica y 120 de la /ɾ/ al final de la sílaba. En cuanto a la /d/ intervocálica, los autores encontraron que la retención recibió mejores evaluaciones (en un promedio de 3.702) en general que la elisión (un promedio de 4.408), pero no hay una diferencia significativa en el modelo estadístico. Díaz-Campos y Killam también encuentran que hay una gran diferencia entre las evaluaciones que recibieron los hablantes. El primer hablante, Juan, recibió evaluaciones más positivas en general que el otro hablante, David. Esta diferencia es significativa estadísticamente, pero los autores argumentan que la retención y la elisión todavía influyen en las evaluaciones. Sin embargo, también se observa un efecto en la cualidad de la voz. En el habla de Juan, el hablante que recibió evaluaciones más positivas, hay una diferencia pequeña entre las evaluaciones de la retención y la elisión de la /d/ intervocálica (0.285). La elisión (3.612) recibió evaluaciones un poco más negativas que la retención (3.327), pero esta diferencia no es significativa. En el habla de David, el hablante que se evaluó más negativamente en general, hay una diferencia más notable entre las evaluaciones de la retención y la elisión, pero tampoco resulta como significativa en el modelo estadístico. La retención recibió evaluaciones más positivas (4.077), y la elisión se evaluó más negativamente (4.484), con una diferencia de 0.407.
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Gráfico 9. Evaluación de los estímulos de la /d/ intervocálica según el hablante
Al incluir todas las producciones, los ítems que incluyeron la elisión se evaluaron como menos inteligentes, menos profesionales, menos amables y menos atractivos que los hablantes que mantuvieron la /d/ intervocálica. Aunque se pueden ver tendencias generales, las diferencias no son significativas en el modelo estadístico. Estos resultados muestran que la elisión de la /d/ intervocálica se evalúa más negativamente que la retención en el español venezolano. Las evaluaciones coinciden con los estudios previos que encuentran que la elisión de la /d/ intervocálica es favorecida por la clase socioeconómica baja y los hablantes que no tienen acceso a la educación postsecundaria (D’Introno/Sosa 1979, 1986, Díaz-Campos et al. 2011). También provee evidencia de que el fenómeno es menos prominente en comparación con la elisión de /ɾ/ al final de la sílaba.
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Gráfico 10. Evaluación de la retención y la elisión de la /d/ intervocálica según los atributos personales
Los resultados de la /ɾ/ al final de la sílaba también confirman que es un fenómeno socialmente estratificado. En general, la elisión de la /ɾ/ recibió evaluaciones más negativas en comparación con la retención. El promedio de las evaluaciones de casos con elisión es 2.96 y de los casos con retención es de 3.63. En cuanto a las diferencias entre los hablantes, las mujeres recibieron evaluaciones similares, como se ve en el gráfico 11. Los resultados indican que la cualidad de la voz no tuvo en efecto en las evaluaciones de la /ɾ/ al final de la sílaba. En el habla de María, la primera participante, hay una diferencia entre las evaluaciones de la retención y la elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba, pero no resultó significativa en el modelo estadístico. Mientras que la retención recibió un promedio de 3.041, la elisión se evaluó más negativamente, con un promedio de 3.62, una diferencia de 0.579 en la escala Likert. La diferencia entre las evaluaciones de la retención (2.88) y la elisión (3.64) es más marcada en el habla de Gaby y resultó como significativa en el análisis estadístico (p = 0.011). Hay una diferencia de 0.76 en la escala Likert.
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Gráfico 11. Evaluación de la retención y la elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba según el hablante
Al incluir las evaluaciones de los cuatro hablantes, la elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba se evaluó como menos inteligente, menos profesional, menos amable y menos atractivo. Las diferencias más prominentes se ven en las categorías de la inteligencia y el profesionalismo, en los que hay una gran diferencia (1.008 y 0.911, respectivamente) entre las evaluaciones de la retención y la elisión. Estas dos categorías, que se asocian con la clase socioeconómica, resultaron como significativas en el modelo estadístico (p = 0.015 y p = 0.031, respectivamente). Las diferencias entre las evaluaciones para la amabilidad y el atractivo, al contrario, no resultaron como significativas. Los participantes, en general, tienen evaluaciones neutras en cuanto a la elisión de la /d/ intervocálica y los resultados sugieren que la elisión es un fenómeno aceptable. Por otro lado, en las evaluaciones de la /ɾ/ al final de la sílaba, la retención se percibe como la variante prestigiosa y la elisión de la /ɾ/ es más prominente en términos del valor social. Estos resultados confirman los estudios previos que indican que la elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba es más frecuente en la clase socioeconómica baja (D’Introno et al. 1979, Díaz-Campos 2006b, Díaz-Campos/Ruiz Sánchez 2008).
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Gráfico 12. Evaluación de la retención y la elisión de la /ɾ/ al final de la sílaba según los atributos personales
El estudio de las actitudes lingüísticas complementa los estudios que se han enfocado en la producción e indican los valores sociales que se asocian con las variantes. En particular, la elisión de la /ɾ/ en posición de coda muestra estratificación social en los estudios de producción y los participantes caraqueños indican que la perciben como menos profesional y menos inteligente. 3.4. El habla infantil Otra perspectiva que se ha explorado en cuanto a la fonología del español venezolano es la adquisición de la estructura fonológica y la variación sociolingüística. Díaz-Campos (2001), en un estudio del habla infantil del español venezolano, examina la interacción entre la clase socioeconómica y la edad en relación con la elisión de la /d/ intervocálica y la /ɾ/ al final de la sílaba. En su estudio, encuentra que los niños de 42-53 meses del nivel socioeconómico bajo muestran patrones de variación que concuerdan con el habla de los adultos del mismo nivel socioeconómico, pero, al entrar en la escuela primaria, emplean más frecuentemente la retención de la /d/ intervocálica y de la /ɾ/ al
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final de la sílaba. Díaz-Campos (2005) analiza una colección de entrevistas con niños desde 42 meses hasta 71 meses y considera dos grupos de edad: 42-53 meses y 54-71 meses. Toma en cuenta la interacción entre la edad del niño y el estilo (cuidadoso y menos cuidadoso) en un análisis de la elisión de la /d/ intervocálica. En su análisis estadístico, encuentra que los niños de 5471 meses favorecen la retención de la /d/ intervocálica en el habla cuidadosa y desfavorecen la retención en el habla no cuidadosa. Los niños de 42-53 meses desfavorecen la retención, especialmente en el estilo cuidadoso, como se ve en el gráfico 13.
Gráfico 13. Retención de la /d/ intervocálica según la edad y el estilo
Según Díaz-Campos (2005), estas diferencias se atribuyen a la entrada: los niños del grupo menor están expuestos a los estilos de los miembros de la comunidad de habla que emplean más la variante casual (la elisión de la /d/), como sería en caso del contexto familiar. También encuentra que los niños del nivel socioeconómico bajo eliden más la /d/ intervocálica, como se ve en el gráfico 14.
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Gráfico 14. Retención de la /d/ intervocálica según el nivel socioeconómico
Mientras que la elisión ocurre en el 10 % de los casos producidos por los niños del nivel socioeconómico alto, la elisión ocurre en el 26 % de los casos producidos por los niños del nivel socioeconómico bajo. Estos hallazgos confirman los resultados de D’Introno y Sosa (1986, gráfico 1), que encontraron que la elisión es más frecuente en el nivel socioeconómico bajo y en un estilo informal. Según Díaz-Campos, “el hecho de que los niños de 54 a 71 meses de edad produzcan menos casos de elisión podría sugerir que se está operando un proceso de ajuste que refleja la variedad de lengua que se usa en la escuela” (2006a: 70), que favorece la retención de la /d/. La elisión también es un poco más frecuente en las interacciones largas que en las interacciones cortas. Estos resultados confirman, en parte, los estudios previos e indican la adquisición de patrones sociolingüísticos desde temprana edad. La mayoría de los estudios que se enfocan en la variación fonológica analizan datos del habla de los adultos, que participan en la vida de la comunidad de habla y tienen niveles de educación distintos. Los estudios de Díaz-Campos indican que los niños también participan de los fenómenos s ociolingüísticos que ocurren en la comunidad. Los niños menores emplean más la elisión de la /d/ intervocálica y la /ɾ/ al final de la sílaba más frecuentemente que los niños
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mayores, quienes han empezado a asistir a la escuela primaria. Los niños mayores también favorecen la retención en un estilo cuidadoso y en las interacciones breves. Estos resultados indican que, al entrar en la educación formal, los niños empiezan a emplear más la retención, la variante que se asocia con un mayor grado de prestigio en la comunidad. Los niños, aunque están en proceso de formación, también muestran patrones sociolingüísticos. 4. Consideraciones finales Este trabajo ha destacado algunas de las influencias provenientes de las lenguas indígenas y de la presencia africana en el español venezolano. Un área de investigación futura debería incluir las influencias por contacto lingüístico en las variedades del español donde se observan estas influencias. A pesar de la diversidad lingüística y social que existe en Venezuela, en muchos aspectos, la fonología del español venezolano es consistente con otras variedades del español caribeño y peninsular. Por ejemplo, comparte fenómenos con la costa colombiana, Panamá y las islas del caribe y las regiones del sur de España y las Islas Canarias, como el seseo, la aspiración y elisión de la /s/ al final de la sílaba y la elisión de la /d/ intervocálica. Además, el español venezolano muestra patrones de estratificación social únicos al país. Los estudios previos acerca de la producción de las variantes de la /d/ intervocálica y la /ɾ/ final de sílaba indican que ambos fenómenos están estratificados sociolingüísticamente. Las variantes elididas son favorecidas en los estilos vernáculos y por los hablantes del nivel socioeconómico bajo y, en algunos casos, por los hablantes mayores. Aunque la elisión se ha considerado como un fenómeno binario, Díaz-Campos y Wheeler (2021) muestran que la inclusión de una variable dependiente gradual contribuye al entendimiento de los procesos fonológicos y de los factores que los condicionan. Aparte de las investigaciones acerca de la producción, el estudio de la percepción (Díaz-Campos/Killam 2012) demuestra que la retención se asocia con la variedad normativa y se le atribuye un mayor prestigio particularmente en el caso de la /ɾ/ final de sílaba. La elisión es prominente y se puede considerar un marcador del nivel socioeconómico. Los resultados muestran que la elisión de la /d/ intervocálica es más aceptada que la de la /ɾ/ final de sílaba en Caracas, a pesar de las tendencias que favorecen la retención. Más generalmente, al utilizar la técnica imitativa, los investigadores pueden examinar las actitudes
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hacia los fenómenos fonológicos y determinar si un fenómeno es prominente en una comunidad de habla. Esa metodología provee evidencia concreta para entender los valores sociales dentro de la comunidad. La última sección ha mostrado que los niños también son sensibles a la variación fonológica y sociolingüística, aunque no hay muchos estudios que se hayan enfocado en la adquisición de este tipo de variación. Los niños menores que principalmente están expuestos a la variedad que se habla en casa emplean más la elisión de la /d/ intervocálica y de la /ɾ/ en posición de coda. Al entrar en la escuela primaria, donde están expuestos a los estilos más formales, emplean menos casos de elisión. Estos resultados también indican que la elisión de la /d/ intervocálica muestra patrones de estratificación en el habla de Caracas y que los niños cambian la forma de hablar para ajustarse al ambiente escolar. La variación fonológica en el español venezolano es un campo productivo que ha sido investigado desde varias perspectivas teóricas. Con los cambios sociales y políticos que ha experimentado el país en la última década, se podrían estudiar los nuevos significados sociales y las nuevas dinámicas que experimentan cambios en el país. Bibliografía Alba, Orlando (1999): “Elisión de la /d/ intervocálica postónica en el español dominicano”, en Morales, A. et al. (eds.), Estudios de lingüística hispánica. Homenaje a María Vaquero. Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, pp. 3-21. Altez Ortega, Yara (2017): “Afrodescendencia, tierra y olvido: en la costa central venezolana”, en Estudios sobre las culturas contemporáneas, XXIII (46), pp. 5580. Alvar, Manuel (2001): El español en Venezuela: estudios, mapas, textos. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá. Álvarez Muro, Alexandra et al. (1992): El idioma español de la Venezuela actual. Caracas: Cuadernos Lagoven. Álvarez, José (2004): “Intransitividad escindida y verbos seriales en el baniva del Guainía”, en Cuadernos de Lengua y Habla, 3, pp. 51-85. — (2008): “La oración condicional en ka riña: La morfología de la irrealidad y la contrafactualidad”, en Boletín de Lingüística, 20(30), pp. 7-39. — (2009): “La oración simple y la oración compuesta en añú o paraujano”, en Lingua Americana, 24, pp. 91-140.
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LAS CONSTRUCCIONES CON VERBO SER FOCALIZADOR Mercedes Sedano
1. Introducción El objetivo de este trabajo es conocer mejor el uso en Venezuela de las llamadas construcciones con verbo ser focalizador (SF), que se ejemplifican en (1):
(1)
Pedro vino fue a buscar un libro.
Estas construcciones, que parecen semánticamente cercanas a las oraciones simples correspondientes (Pedro vino a buscar un libro), ofrecen con respecto a ellas una diferencia importante y es que las SF cuentan con un verbo ser conjugado que precede a un constituyente (a buscar un libro) que el emisor desea focalizar, dar relevancia informativa. De ahora en adelante, ese constituyente focalizado se denominará CF. El empleo de una SF se justifica pragmáticamente cuando el emisor considera, por lo dicho en el discurso previo, por los conocimientos generales o particulares compartidos con el interlocutor o, simplemente, por razones personales, que se hace necesaria una aclaratoria o bien el realce informativo de una determinada información. En el caso de (1), la aclaratoria tiene su razón de ser si el emisor, por ejemplo, adjudica al oyente la falsa creencia de que Pedro vino a una actividad diferente a la de buscar un libro. Las SF se han relacionado no solo con las oraciones simples correspondientes sino sobre todo con las llamadas seudohendidas (de ahora en adelante, SH), ejemplificadas en (2):
(2)
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A lo que Pedro vino fue a buscar un libro.
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Aunque tanto las SH como las SF sirven para focalizar el constituyente situado inmediatamente después de ser, lo que las diferencia es que, mientras las SH cuentan con un pronombre o adverbio relativo inicial o casi inicial (a veces precedido de una preposición), que en el ejemplo anterior es A lo que, las SF carecen de ese elemento. La posible o imposible alternancia entre ambas construcciones ha sido estudiada por numerosos autores1. Dentro de la teoría generativa, ha habido diversos planteamientos sobre la estructura interna de las SF, en función de la cual se pueden predecir usos sintácticos gramaticales o agramaticales (Bosque 1998-1999, Toribio 1992, 2002, Camacho 2006, Castro 2014, Vázquez Larruscaín 2015, Méndez Vallejo 2009, 2019). Dentro del variacionismo, se han comparado varios aspectos de las SH y de las SF, entre ellos, la categoría gramatical o la función sintáctica del CF, con el fin de determinar en qué medida ambas construcciones pueden o no estar en competencia entre los hablantes, al menos en ciertos contextos2. Entre esos contextos, parece relevante, por ejemplo, el uso del proverbo hacer en las SH (Yo lo que hacía era rezar), que hasta ahora se había considerado inadmisible en las SF3. En los estudios sociolingüísticos se hace notar que el empleo de la SF es más frecuente en el habla de los jóvenes y también a medida que disminuye el nivel socioeconómico/educacional de los hablantes. Sin embargo, estas construcciones parecen emplearse en cualquier nivel, y esto tanto en la ciudad venezolana de Caracas (Sedano 1995) como en varias ciudades colombianas estudiadas por Curnow y Travis (2004), Pato (2008), Escalante y Ortiz López (2017) y Méndez Vallejo (2019). Tanto Pato (2010: 3) como Escalante y Ortiz López (2017: 380) afirman que las SF no están estigmatizadas, al menos, en las ciudades colombianas donde han realizado sus investigaciones. Méndez Vallejo (2019) ofrece los resultados de varios test (en versión escrita y auditiva) sobre la evaluación de la SF por parte de numerosos hablantes en varias ciudades de Colombia y de la República Dominicana. En los test 1 Cf. entre otros, Sedano (1995, 2003), Bosque (1998-1999, 1999), Toribio (2002), Curnow/Travis (2004), Escalante/Ortiz López (2017), González Támara (2017), Díez del Corral (2018), Pérez Saldanya/Hualde (en prensa). 2 A continuación, se ofrecen las SH extraídas de un corpus de Caracas que, según Sedano (2003: 183), no pueden convertirse en SF: Lo único que como es langosta; Yo lo que hacía era rezar; lo que pasa es que pelea mucho. 3 Para ayudar a entender la diferencia entre el proverbo hacer (Yo lo que hacía era rezar) y el verbo dinámico hacer (María hizo un dibujo), el proverbo se puede traducir al inglés como do y el verbo dinámico como make.
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se introducen también algunas construcciones seudohendidas. Los resultados muestran diferencias de opinión dependiendo de un test o de otro; también de un país u otro, e incluso de una ciudad u otra. De sus resultados, era esperable la evaluación favorable obtenida por las SF que focalizan una frase preposicional, y también la evaluación desfavorable de las SF negativas o interrogativas, pero llama la atención el ligero rechazo a las SF que tienen un foco adverbial. Este último resultado contrasta, como veremos más adelante, con el de otras investigaciones basadas en datos de habla. Además de los estudios sobre la relación entre SF y SH, basados en razones estructurales, funcionales, sociales o evaluativas, cabe mencionar un análisis semántico-pragmático realizado por González Támara (2017) dentro de la llamada Escuela de Columbia. Esta autora considera que las SF tienen un significado particular: el de presentar la información que contienen como “verídica y acotada” (2017: 105)4. La mencionada investigadora considera que las SF, por poseer un significado tan particular, se diferencian de las SH y también de las oraciones simples. Para corroborar su hipótesis, estudia rasgos del contexto de las SF coherentes, a su juicio, con el significado que les atribuye, y que contienen rasgos diferentes a los de los contextos en que se emiten las otras dos estructuras5. Actualmente, las SF se emplean en Venezuela (Rosenblat 1964, Sedano 1988, 1995, 2003, 2015, 2016, Pérez Saldaña/Hualde en prensa), pero también en otros países hispanoamericanos, fundamentalmente en Colombia (Cuervo 1847, Kany 1945, Curnow/Travis 2004, Albor, 1986, Pato 2008, 2010, 2013, Méndez Vallejo 2009, 2019, Arias Cortés 2014, Castro 2014, Díez del Corral 2018). Se utilizan asimismo en Ecuador (Entwistle 1936, Kany 1945, Toscano 1953, Lipski 1994), Panamá (Espino 1925, Kany 1945, Pato 2019) y República Dominicana (Toribio 2002, 2009, Méndez Vallejo 2015, 2019). La Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009: § 40.12h) ratifica el uso de las SF en los anteriores países. Si bien se usan en todos ellos, los 4 Por “acotada” entiende esta investigadora la capacidad de las SF para delimitar, para comunicar “de manera clara la presencia de una sola idea central y definitiva” (González Támara 2017: 26). 5 Seguidamente se mencionan los factores señalados por esa investigadora para apoyar el significado que atribuye a las SF: “1) A favor de la hipótesis de que el hablante tiene la intención de delimitar la información: a) los enunciados negativos previos; b) la contraposición de ideas; c) complementos de pocos elementos léxicos o sintácticos; 2) A favor de la hipótesis de que el hablante tiene intención de presentar la información como verídica: a) eventos narrados en presente o en pasado de indicativo” (González Támara 2017: 26).
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n umerosos estudios sobre el empleo de esas construcciones en Colombia dan una idea de su importancia en el mencionado país. Vale la pena señalar que las SF son ampliamente usadas en el portugués de Brasil (Braga et al. 2013) y, aunque en menor grado, en el de Portugal (Raposo et al. 2013, Sedano 2016: 44). Ante el empleo de esas construcciones en una lengua románica distinta al español, cabría estudiar el origen de las SF en ambas lenguas, así como sus semejanzas y diferencias de uso. La segunda parte de este trabajo se centra en el origen y extensión de las SF en el español americano y, en particular, en Venezuela. En la tercera, se ofrece la metodología seguida en la investigación. En la cuarta, se analizan los datos sometidos a estudio y se plantea una discusión de los resultados. En la quinta se ofrecen las conclusiones. 2. Origen y extensión de las SF, con especial referencia a Venezuela Se sabe muy poco sobre el origen de las SF en el español. Se ha apuntado la posibilidad de que estén relacionadas con alguna lengua occidental africana, poseedora de marcadores focales, que hubiera sido llevada a Suramérica por los esclavos en la época de la colonia, y que hubiera perdurado en alguna lengua criolla americana (Bosque 1999: 26, Pérez Saldanya/Hualde en prensa), pero estas hipótesis necesitan confirmación. Pato (2013: 5) ofrece un interesante ejemplo proveniente de una carta fechada en Lima en 1845: “Yo no lo había visto antes sino fue en los exámenes de San Carlos”; se trata de una construcción no... sino ser, con un fue aparentemente innecesario que se asemeja en todo al uso que se le da en una construcción SF. Sedano (2016: 46-48) encuentra asimismo algún ejemplo con no... sino ser en documentos históricos de Venezuela: “toda la culpa desto no la hechan en esta tierRa a nadie sino es al señor licenciado”. ¿Puede considerarse que no... sino ser está en el origen de las SF? Sedano (2016) se plantea la posibilidad de que esa estructura, o bien la de la conjunción si en condicionales retóricas (“Si te escribo hoy es para que te tranquilices”) y, sobre todo, el empleo de las SH, estuviera en el origen de las SF. El escaso uso de esos tres tipos de construcciones en épocas pretéritas la lleva a concluir que, si bien la relación de las SF con las SH es estructural y pragmáticamente evidente, no hay documentos que permitan establecer la causa de las SF.
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Sobre el origen de las SF en Venezuela se sabe muy poco, salvo que en ese país no se usaban en un pasado remoto a juzgar por los datos de que disponemos. Andrés Bello (1847), muy atento a los usos lingüísticos de su país, no menciona el empleo de las SF, lo que no deja de resultar significativo, sobre todo porque Cuervo (1847: § 419) sí se refiere al uso en Colombia de esas construcciones, que condena abiertamente. Lipski (1996) y Pato (2013) consideran que las SF del español americano podrían haberse iniciado en Colombia y, después, haberse extendido a otros países (Panamá, Ecuador y Venezuela) que, conjuntamente con Colombia, constituyeron, de 1810 a 1831 una unidad política: la Gran Colombia. La idea de que las SF se iniciaron en Colombia cobra fuerza si tomamos en cuenta el temprano comentario de Cuervo y también la existencia de numerosos trabajos sobre el uso de esas estructuras en el mencionado país, más que en ningún otro. Un factor más a favor del origen colombiano de las SF es que Rosenblat (1964: 224), que residía en Caracas y que también estaba muy atento a la forma de hablar de los venezolanos, no menciona el uso de las SF en Caracas y, por el contrario, atribuye su empleo a los Andes venezolanos, situados en una zona colindante con los Andes colombianos. En Venezuela hay pocas referencias a las SF en el siglo xx. Además del comentario ya mencionado de Rosenblat, vale la pena mencionar a Obregón (1983: 75), quien, al analizar los problemas de la enseñanza de la lengua materna en el país, hace una breve referencia a las SF al decir que construcciones como Salí fue ayer son propias del habla “popular” de Venezuela. La mayoría de los trabajos existentes sobre las SF han sido realizados por Sedano. Esta investigadora (1988) empezó por estudiar el uso de estas construcciones en Caracas basándose en un corpus del habla caraqueña, sociolingüísticamente estratificado, recogido en 1977. Observa en ese corpus que el 48 % de las personas entrevistadas usa las SF y que su empleo se da en los tres niveles socioeconómicos estudiados (alto, medio y bajo), aunque el mismo aumenta a medida que desciende el nivel social de los hablantes. La autora considera en ese artículo que el empleo de esas estructuras en Caracas podría haber sido estimulado por la presencia en la época de un gran número de inmigrantes de Ecuador y de Colombia, países en los que se usaban las SF. Vale la pena señalar que Sedano (2016: 42-43), con excepción hecha de los escasos ejemplos con no... sino ser, no encontró ninguna SF en los documentos históricos de Venezuela recogidos por Obediente Sosa (2003) y por Tejera y De Stefano (2006), en los cuales se reproducen cartas, peticiones,
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juicios, etc. desde el siglo xvi hasta el xviii. Esa conclusión permite suponer entonces que el uso de las SF no se daba todavía en esos siglos. Sin embargo, en ese mismo artículo, esta investigadora da cuenta de un hallazgo de gran interés: el empleo de 27 construcciones SF en el primer tomo del Diario de un Llanero, publicado en 1987 por la Universidad Central de Venezuela. El Diario, que originalmente contaba con cuarenta cuadernos manuscritos, surgió de la pluma de Antonio José Torrealba, nacido a finales del siglo xix. Este habitante de los Llanos venezolanos de Apure narró durante muchos años los acontecimientos y tradiciones de esa zona de Venezuela, que limita en parte con la región andina del país y en parte con Colombia. La proximidad con el país colombiano, y el hecho de que los cuadernos fueran escritos en la primera mitad del siglo xx (Torrealba murió en 1948), permiten suponer que el origen de las SF en Venezuela se debe, efectivamente, a la influencia del español de Colombia. 3. Metodología En esta investigación se analizó el uso de las SF en dos periódicos digitales venezolanos, El Nacional y Ciudad Caracas, durante cuatro días de febrero de 2022 escogidos al azar. Esta búsqueda en la prensa se justifica porque no es raro encontrar alguna SF en la lengua escrita de autores venezolanos, en particular, en obras narrativas6. La parte central de la investigación consistió en estudiar el empleo de las SF en tres corpus de habla de las ciudades venezolanas de Caracas, Maracaibo y Mérida. Las grabaciones, de estilo coloquial cuidado, fueron recogidas y transcritas durante un período de diez años (1986-1996) siguiendo patrones sociolingüísticos similares7. Para el presente estudio se seleccionaron 48 hablantes en cada una de las ciudades mencionadas, distribuidos de la manera siguiente: 1) por edad; cuatro grupos: 19-29 años (A); 30-45 años (B); 46-59
Mónica Montañés (2009), por ejemplo, en su novela Desconocidos emplea varias SF, como la siguiente: “Pero no es amor, Margarita, yo te amo es a ti”. 7 El corpus de Caracas fue recogido por el Instituto de Filología “Andrés Bello” de la Universidad Central de Venezuela durante 1987-1988 (responsables: Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano); el de Maracaibo, por la Universidad del Zulia en 1986 (responsables: Janet Gelman y Bertha Chela), y el de Mérida, por la Universidad de los Andes en 1990-1996 (responsables: Elsa Mora y Carmen Luis Domínguez). 6
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años (C); 60 años o más (D); 2) por nivel socioeconómico: alto, medio y bajo; 3) por sexo: masculino y femenino. No se pudo ampliar la investigación a otras ciudades venezolanas porque, lamentablemente, no existen en ellas registros de lengua hablada. En el corpus estudiado, se seleccionaron aquellas SF en las que el verbo ser estuviera conjugado como es, era y fue, que son las formas más frecuentes en este tipo de estructuras (Curnow/Travis 2004: 10, Pato 2010: 93, Sedano 2015: 123-1269, González Támara 2017: 23). El estudio de las grabaciones se hizo en tres etapas. En la primera, se estableció cuántos hablantes utilizaron una o más cláusulas SF durante la entrevista (de ahora en adelante se denominarán hablantes SF)8. El resultado se relacionó con la ciudad de la grabación, la edad del hablante, el nivel socioeconómico y su sexo. En la segunda etapa, se analizaron todos los casos de construcciones SF encontradas en el corpus tomando en cuenta dos características gramaticales del constituyente focalizado: categoría gramatical y función sintáctica. Para el estudio de la categoría gramatical del CF se consideró que este podría clasificarse como: 1) frase nominal; 2) pronombre; 3) infinitivo/subordinada sustantiva; 4) adjetivo; 5) adverbio; 6) gerundio/subordinada adverbial; 7) frase preposicional. Conviene hacer dos aclaratorias: i) en las categorías 3 y 6, no se hizo una clasificación especial para los casos en que el CF, siendo un verbo en infinitivo o en gerundio, se considerara el núcleo de una perífrasis verbal, porque en el corpus solo se encontró un caso de perífrasis, con el CF en gerundio, y separado por ser del auxiliar perifrástico estar (“estábamos era echando broma”, Ca3ma)9; y ii) en la categoría 7, se incluyó cualquier categoría precedida por una preposición; aunque en esos casos lo más frecuente es que el CF sea un complemento circunstancial, también puede ser un objeto directo o indirecto, o bien un complemento de régimen preposicional. Seguidamente se ofrecen ejemplos relativos a la categoría gramatical del CF:
Está de más decir que pudo haber algún hablante SF que no utilizó esa construcción durante la entrevista. 9 La posibilidad de que el CF, en infinitivo o en gerundio, pueda ser el verbo principal de una perífrasis ya fue contemplada por Pato (2008), Méndez Vallejo (2009) y Sedano (2015). Esta autora encuentra tan solo 16 casos de perífrasis en un corpus muy heterogéneo de 384 SF; en cambio, Díez del Corral (2018: 83), en un corpus de telenovelas colombianas, halla 40 casos para un total de 200 SF. 8
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(3)
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a. Frase nominal: se ponía era el pesebre (MAc1fa)10. b. Pronombre: No, no, yo quiero es eso (MDb1fb). c. Infinito/subordinada sustantiva: a mí me gustaba era leer (MDb3fb). d. Adjetivo: nosotros somos es andinos, sí (MDb5mb). e. Adverbio: y esos me pagaron fue ahorita (MDc5fb). f. Gerundio/subordinada adverbial: ella volvió fue cuando cumplió 20 años (MAc5fb). g. Frase preposicional: La otra gente no más que piensa es en ella misma (MAa1ma).
Para el análisis de la función sintáctica del CF, se consideró que ese constituyente podría ejercer alguna de las siguientes funciones; 1) sujeto; 2) objeto directo; 3) objeto indirecto; 4) predicado nominal; 5) complemento de régimen preposicional; 6) complemento circunstancial de lugar; 7) complemento circunstancial de tiempo; 8) complemento circunstancial de modo; 9) complemento circunstancial de causa; 10) complemento circunstancial de finalidad; 11) complemento circunstancial de compañía. No se incluyó la función de complemento predicativo porque no se halló ningún caso en el corpus. A continuación, se ofrecen ejemplos relativos a la función sintáctica del CF: (4)
a. Sujeto: El gas lo manda a comprar es mi mamá (Ca5fb). b. Objeto directo: se cobraba era un bolívar (Cb5ma). c. Objeto indirecto: No, a él no se lo quito, se lo quito es a ella (MAa3fa). d. Predicado nominal: más bien el término está es desgastado (MDa1mb). e. Complemento de régimen preposicional: yo me dedicaba era al turismo (Ca1mb). f. Complemento circunstancial de lugar: cada vez que buscaba a un malandro, lo buscaba era aquí (Cb5fa). g. Complemento circunstancial de tiempo: La mayoría de las veces vamos es los lunes (MAa3fa).
10 La interpretación del código entre paréntesis, yendo de izquierda a derecha, debe hacerse de la siguiente manera: 1) Ciudad, con letra/s en mayúscula (C: Caracas; MA: Maracaibo; MD: Mérida); grupo generacional del hablante: 19-29 años (a); 30-45 (b); 46-59 (c); 60 años o más (d); nivel socioeconómico: alto (1); medio (3); bajo (5); sexo: masculino (m); femenino (f). La última letra identifica a cada hablante dentro de su propio grupo. El código (MAc1fa) ha de interpretarte entonces como que ha sido emitido por un hablante de Maracaibo (MA) que es del grupo generacional de 46-59 años (c), tiene un nivel socioeconómico alto (1), es de género femenino (f) y se identifica como (a) dentro del reducido número de hablantes (4) con características similares.
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h. Complemento circunstancial de modo: la gente... andaba era de a caballo (MDd3fb). i. Complemento circunstancial de causa: se llaman tres bandas es por eso (MDb5mb). j. Complemento circunstancial de finalidad: usted sabe que uno nace es para vivir en pareja (MEc3mb). k. Complemento circunstancial de compañía: él vivía era con su mamá y su papá (Cb5fb).
En la tercera etapa se realizó un análisis semántico-discusivo de las SF, estimulado en parte por la tesis de González Támara (2017), pero que ha seguido criterios parcialmente diferentes, los cuales se enumeran a continuación: i) CF con contraste; ii) CF con información nueva no contrastiva; iii) características léxico-semánticas y de continuidad temática del CF; y iv) modo y tiempo de la conjugación del verbo matriz. 4. Análisis 4.1. Análisis de las SF en la prensa En los dos periódicos analizados, solo se encontró la SF que se muestra en (5), donde la articulista expresa su opinión sobre un determinado escritor:
(5)
Me identifiqué con él cuando al hablar de sus inicios en el campo literario “confesó” que primero fue poeta por conveniencia editorial. En Venezuela es más fácil que te publiquen un libro de poesía que una novela, dice sin ningún atisbo de rencor o crítica. Eso es así y punto. Venezuela es pura poesía pero él se siente del carajo es narrando (M. Chacín, “Entre la subjetividad y la ideología”, 11-02-2022).
En el párrafo anterior se dice que ese escritor fue primero poeta por cuestiones de trabajo, pero que a él lo que le gusta (a pesar de que, a su juicio, en Venezuela interesa sobre todo la poesía) no es hacer poesía sino narrar. La SF está en una adversativa con pero que indica contraposición. Aunque no es explícito, el contraste se percibe entre el foco narrando de la SF y lo dicho en el contexto previo: escribir poemas. Más adelante veremos cuánta relevancia tiene el contraste en el uso de las SF.
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4.2. Análisis de las SF en el habla de Caracas, Maracaibo y Mérida En el corpus de lengua hablada de estas tres ciudades se pudo establecer que, de las 144 personas entrevistadas, 72 usaron al menos una SF durante la grabación, lo que equivale a un 50 % de esas personas. 4.2.1. Hablantes SF y datos sociolingüísticos En esta sección se ofrecen los resultados sociolingüísticos relativos a los 72 hablantes SF, es decir, aquellos que utilizaron al menos una SF durante la grabación, en las muestras de Caracas, Maracaibo y Mérida. En la tabla 1 están los resultados obtenidos al tomar en cuenta la ciudad, la edad y el nivel socioeconómico de los hablantes SF. Edad
14 a 29
30 a 45
46 a 60
+60
Nivel
Caracas
Maracaibo
Mérida
Totales
Alto
2
1
3
6
Medio
2
4
3
9
Bajo
4
2
1
7
Alto
1
0
4
5
Medio
2
1
3
6
Bajo
3
2
2
7
Alto
1
1
2
4
Medio
2
1
4
7
Bajo
1
1
4
6
Alto
0
1
2
3
Medio
2
0
2
4
Bajo Totales
3
2
3
8
23 (32 %)
16 (22 %)
33 (46 %)
72
Tabla 1. Datos sociolingüísticos de los hablantes SF
Los resultados de la tabla 1 indican que el mayor porcentaje de hablantes SF se da en Mérida (46 %), seguido de Caracas (23 %) y Maracaibo (22 %). Ese resultado en la ciudad andina de Mérida parece confirmar la hipótesis
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de que, en Venezuela, las SF empezaron a usarse en zonas colindantes con Colombia, sobre todo en las montañas andinas. Aunque geográficamente Maracaibo está al noroeste de Venezuela, al igual que Mérida, su aislamiento a lo largo de la historia seguramente hizo que las SF se expandieran en Caracas incluso antes que en la ciudad marabina11. Las tablas 2-4 reflejan los resultados conjuntos de las tres ciudades sobre los factores sociolingüísticos de edad, sexo y nivel socioeconómico. Veamos ahora la tabla 2, relativa a la edad de los 72 hablantes SF. Edad
Casos de SF
Porcentajes
14 a 29
22
32 %
30 a 45
18
24 %
46 a 60
17
23 %
+60
15
21 %
Total
72
100 %
Tabla 2. Hablantes SF y edad
De la tabla anterior se desprende que, en la época en que se realizaron las grabaciones, el mayor porcentaje de hablantes SF estaba, en términos generales, en el grupo A (32 %), seguido de los grupos B (24 %), C (23 %) y D (21 %). El hecho de que el porcentaje más alto se registre en el habla de los jóvenes y el más bajo en el habla de las personas mayores, parece indicar que el empleo de las construcciones SF estaba, en el momento de las grabaciones, en un proceso de expansión (Silva-Corvalán 2001: 101-102). A continuación, se ofrece la tabla 3, relativa al nivel socioeconómico de los hablantes SF.
Ya se dijo que, según Sedano (1988: 122), en los en los años setenta del siglo de pasado, Caracas recibió un gran número de inmigrantes de Colombia y Ecuador, países donde se usaban las SF. 11
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Nivel
Casos de SF
Porcentajes
Alto
18
25 %
Medio
26
36 %
Bajo
28
39 %
Total
72
100 %
Tabla 3. Hablantes SF y nivel socioeconómico
Los datos de la tabla 3 indican que el empleo de las SF es inversamente proporcional al nivel socioeconómico: alto (25 %), medio (36 %) y bajo (39 %). El hecho de que los hablantes de nivel bajo fueran los que más usaban las SF no quiere decir que esa construcción estuviera estigmatizada en Venezuela. Lo cierto es que, aunque en menor grado, la empleaban también los hablantes de los otros niveles, incluso los de nivel alto. Esto también debe interpretarse como un cambio en expansión. Veamos ahora los datos relativos al sexo de los hablantes. Sexo
Casos de SF
Porcentajes
Masculino
33
46 %
Femenino
39
54 %
Total
72
100 %
Tabla 4. Hablantes SF y sexo
En la tabla anterior se observa que las mujeres entrevistadas usaban más las SF que los hombres (54 % vs. 46 %). Este dato puede interpretarse de nuevo como que esas construcciones no estaban estigmatizadas por la población, pues las empleaban más las mujeres, que, como señala López Morales (2004: 127), “son más conscientes de la valoración que su comunidad hace de los fenómenos del lenguaje”.
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4.2.2. Cláusulas SF y características gramaticales del constituyente focalizado En esta parte de la investigación se analizaron las dos características gramaticales del CF mencionadas anteriormente: la categoría gramatical de este constituyente, y la función sintáctica ejercida por el CF en relación con el verbo matriz de la construcción. Veamos la tabla 5. Categoría gramatical del CF
Casos de SF
Porcentajes
Frase nominal
32
21 %
Pronombre
3
2 %
Infinitivo/subordinada sustantiva
4
3 %
Adjetivo
5
3 %
Adverbio
10
6 %
Gerundio/subordinada adverbial
13
8 %
Frase proposicional
87
57 %
Total
154
100 %
Tabla 5. Categoría gramatical del CF
Los anteriores resultados indican que el CF es mayoritariamente una frase preposicional (57 %) y, después, una frase nominal (21 %). Los restantes porcentajes son poco elevados, aunque son más altos cuando el CF es un gerundio/subordinada adverbial (8 %) o un adverbio (6 %) que cuando es un adjetivo (3 %), un infinitivo/subordinada sustantiva (3 %) o un pronombre (2 %). La importancia cuantitativa de que el CF sea una frase preposicional es señalada por diversos autores12. Seguidamente se ofrecen los datos relativos a la función sintáctica del CF.
Sedano (2003: 191), Pato (2010: 158), Castro (2014: 134, 144-146), Escalante/Ortiz López (2017: 383) y Díez del Corral (2018: 79). Méndez Vallejo (2015: 73-74), en su estudio sobre valoración de las SF en la República Dominicana, hace notar que las SF que obtienen mejor valoración por parte de los hablantes son aquellas cuyo CF es una frase preposicional. 12
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Función sintáctica del CF
Casos de SF
Porcentajes
Sujeto
10
7%
Objeto directo
36
23 %
Objeto indirecto
1
1%
Predicado nominal
2
1%
Complemento de régimen
13
8%
CC de lugar
22
14 %
CC de tiempo
22
14 %
CC de modo
21
14 %
CC de finalidad
10
7%
CC de causa
9
6%
CC de compañía
8
5%
Total
154
100 %
Tabla 6. Función sintáctica del CF
Si en la tabla 6 sumamos todos los casos de complemento circunstancial (CC), se obtiene un total de 92 casos, que en porcentaje equivale a un 60 % del total. Esto quiere decir que la función sintáctica más frecuente del constituyente focalizado es la de complemento circunstancial (60 %), seguida por la de objeto directo (23 %). Estos dos resultados mayoritarios coinciden con los de Castro (2014: 145) y con los de Díez del Corral (2018: 82) en sus respectivos análisis de las SF en Colombia. 4.2.3. Factores semántico-discursivos de las SF Ya se había señalado en la metodología que uno de los propósitos de esta investigación es evaluar empíricamente ciertos elementos semántico-discursivos de las SF para determinar su pertinencia y, al mismo tiempo, establecer en qué medida se justifica la hipótesis de González Támara (2017), según la cual las SF tienen un significado particular que las diferencia de las SH y de las oraciones simples.
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CF con contraste Diversos autores hacen notar que una característica de las SF es la posibilidad de que el CF, en su relación con el contenido total de la construcción, marque contraste con respecto a otros elementos posibles13. En las investigaciones sobre el tema se dice que el contraste puede ser explícito o implícito, que a veces no es fácil determinar si una SF es contrastiva o no, y que en algunas SF no contrastivas el CF se presenta como información nueva. Se dice también que las SF comparten su capacidad contrastiva con las SH, que son las oraciones sintácticamente más cercanas. En relación con el contraste, Sedano (2015: 128-130) analiza los casos de negación en el entorno de las SF en un corpus amplio y heterogéneo, y afirma que “en todos los casos, la negación ayuda a establecer contraste entre el foco y el constituyente de la cláusula afectada por la negación” (2015: 128). Dice también que la cláusula negativa suele preceder a la SF, pero que también puede aparecer después. González Támara (2017) menciona asimismo la importancia de la negación en el entorno de las SF, pero no la relaciona tanto con el contraste como con el carácter delimitador, acotado, de esas construcciones. Asimismo, dice que el entorno negativo suele ir antes de la SF, pero que igualmente puede ser posterior. A continuación, se ofrecen unos ejemplos procedentes del corpus de las tres ciudades venezolanas estudiadas. En (6a), la oración negativa que contrasta con la SF la precede en el discurso, en (6b) la negación está pospuesta, y en (6c) los contextos negativos preceden y siguen a la SF.
(6)
a. Pero aquí en la ciudad no se rezaba el rosario ese cantado, eso lo utilizaban era en el campo (MDc3fb). b. ya es un problema que viene es para ti, porque para mí, no, para ti (Cb5fa). c. mi papá es una persona muy seria, bastante seria, seco, cien por ciento seco, es... el típico andino. El no... él habla muy poco con nosotros. Él con nosotros no tiene mucha comunicación. [...] se la vive viajando, casi nunca está en la casa, y nosotros siempre nos la pasamos es con mi mamá, o sea todo el tiempo la relación es con mi mamá y muy poco estamos con
Bosque (1999: 3), Curnow/Travis (2004: 7-9), Pato (2008: 7-8), Castro (2014: 146), Sedano (2015: 129-130) y Pérez Saldanya/Hualde (en prensa). González Támara (2017: 42) no menciona el contraste sino la contraposición de ideas temáticas. 13
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mi papá, de noche... y cuando hablamos, hablamos cosas poquitas, o sea, no hablamos mucho, no nos sentamos a hablar (MDa1fb).
Tantas negaciones en el contexto de las SF parecen coherentes con el significado de acotar una información y de presentar el CF como único, según señala González Támara (2017). Sin embargo, lo más relevante en estos casos de negación parece ser presentar el CF no solo como único sino sobre todo como contrastivo: en (6a) ciudad/campo, en (6b) para ti/para mí y en (6c) con mi mamá/con mi papá. En el corpus de habla de Caracas, Mérida y Maracaibo que, como ya dijimos, consta de 154 SF, se han encontrado 43 de estas construcciones en entornos negativos (30 %), no importa si la oración negativa precede a la SF o la sigue, ni si hay una negación o más de una, como sucede en (6c). Cabe pensar entonces que la negación está muy relacionada con las SF. Sin embargo, también puede darse contraste explícito sin que esté presente la negación. Véase al respecto (7).
(7)
Desde la ventana de mi cuarto, un... así, un huevo con pintura, así se lo tiré y se lo pegué, y ella, como tenía una bolsa de huevos de esos en la mano, pero sin batir, y todo me lo tiró, pero se lo pegó fue a la pared [risas] (Ca5fa).
De nuevo podría pensarse que hay un foco contrastivo entre a mí/a la pared, pero ahora no relacionado con la negación sino con la presencia de la conjunción adversativa pero. Obsérvese que en este ejemplo, a diferencia de los anteriores, en los que el CF contiene información dada, el CF a la pared contiene información nueva. Lo mismo sucede en (8).
(8)
Porque en las [fiestas] de San Benito... o sea, se... se ha... jugado, digámoslo así, con el santo. Se han basado en el nombre de un santo para... cambiar lo que fue su historia pues, en sí. Inclusive eh... lo sacan es para recolectar dinero y sin... o sea, para tomar, pues... para beber (MAa3ma).
En el ejemplo anterior, donde para recolectar dinero constituye información nueva, no parece que haya un contraste explícito. Podría darse, implícito, entre recordar al santo/recolectar dinero. Se trata, sin embargo, de un caso complejo, porque, aunque recolectar dinero se presenta como una actividad única, en realidad ese dinero no es un fin en sí mismo, sino que se utiliza para tomar, es decir, para beber.
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En nuestro corpus se han encontrado una cantidad significativa de cláusulas SF que pueden interpretarse como de contraste implícito o incluso sin contraste. Veamos al respecto el ejemplo de (9), donde la persona entrevistada explica cómo fue su niñez.
(9)
Sí, porque uno vivió, vivía tan bello, uno fue... empezando esos tiempos de Navidad, eso era la alegría más grande, que si uno haciendo el pesebre, que si haciendo el arbolito, que si la fiesta, que si... yo fui... muy en... muy en familia todo aquello, se... se divertía uno mucho, una niñez, una juventud... no, no digamos juventud porque ya está e... una niñez muy sana, que uno la pasaba era en su hogar y con su... la fami-... los familiares y los amigos más íntimos, y pasaba sus navidades muy divi-... muy diver-... muy divertidas y tranquilas... felices, felices, felices (MDd1fb).
En la SF anterior, el CF en su hogar podría considerarse que está en contraste implícito con en la calle, en discotecas, pero la hablante no lo dice. Es un caso límite, como otros más que hay en el corpus, los cuales permiten pensar que la idea de utilizar una SF como la de (9) es incitar al oyente a hacer una inferencia relacionada con contraste. También podría pensarse, sin embargo, que el CF, en ejemplos como el anterior, trasmite simplemente información nueva. CF con información nueva no contrastiva Aunque ya hemos mostrado que la barrera entre los enunciados contrastivos y no contrastivos es muy sutil y difícil de establecer, a continuación se ofrecen unos ejemplos que parecen carecer de contraste y que, a pesar de ello, señalan un constituyente a la derecha de ser que, a juicio del emisor, merece ser focalizado para llamar la atención del oyente. En (10), el encuestador le pide al entrevistado que hable de su juventud y este le responde lo siguiente.
(10) El primer ahogado lo saqué yo fue de trece años. En el muelle, un limosnero, un mocho de una pierna... y se fue para el agua. Yo lo saqué. Tenía trece años en ese tiempo (Md5ma).
El hablante hace énfasis en los trece años porque, a pesar de su temprana edad, sacó su primer ahogado del agua. Otro ejemplo es el de (11).
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(11) él estudió... en una escuela de Catia, pero después... nosotros lo pasamos pa’ la escuela aquí abajo; él estudió tercero con una maestra, le tocó cuarto con la misma maestra y siempre... trece... él siempre tuvo fue puro dieciocho, buenas notas (Cb5fb).
La persona entrevistada habla de la vida escolar de su hijo. El que el niño sacara puro dieciocho es muy relevante para ella, por eso lo focaliza. Un último ejemplo es el (12).
(12) yo fui a teatros, a mí... yo iba a, a... la ópera, yo fui a cuanta cosa hay, a restaurantes, yo me con... paseé a Londres fue a costillas del novio (MDb1fa).
La hablante dice que fue como turista a Londres y aclara que su estadía en esa ciudad fue a costillas de su novio; esta situación, por afortunada, también merece una focalización. Aunque eventualmente algún lector podría considerar que en los ejemplos anteriores se trata de casos de contraste implícito, lo cierto es que el CF en esas construcciones parece contener información nueva, remática. Las anteriores SF y otras del mismo tipo van en la misma línea de Curnow y Travis (2004: 9), según los cuales, en las SF cuyo CF trasmite información nueva, la novedad no solo abarca al CF sino a la construcción entera. Características léxico-sintácticas del CF y continuidad temática González Tamara (2017: 47) considera que el CF de las cláusulas SF “parece exigir la presencia de un solo elemento referencial”; en eso se opone, según la investigadora, al CF de las seudohendidas, que puede contar con “varios ítems léxicos o enunciados conectados sintácticamente, que amplían la información o que continúan una misma idea temática” (2017: 64). En el corpus de habla estudiado es frecuente que los constituyentes focalizados de las SF sean, efectivamente, breves y referidos a algo único. Véanse al respecto los ejemplos (13). (13) a. En sus casas hablan es dialecto (MDb3ma). b. yo digo para mí que me echaron algo en la bebida... porque cuando me vine a acordar me conseguí fue en un hotel (MAb5mb).
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c. El aceite sí lo vendían en las bodegas, pero no... la gente compraba era pura manteca (Cd5mb).
Veamos ahora en (14) algunos ejemplos con un CF en plural o en coordinación.
(14) a. y mi hermano... se encargaba de pagarle era los servicios: agua, luz, teléfono y todas esas cuestiones (MDa3ma). b. O sea, que él vivía era con su mamá y su papá, pero es que su papá no era así de carácter fuerte (Cb5fb). c. ¿El tipo de música que más me gusta? Si es para oír, tipo romántico. Y para bailar también, claro. Si es para... bailar en sí, me gusta mucho es merengue y pasodoble. A mí esa música de ahora, sí es verdad. Yo seré moderna, pero esa música de... norteamericana, de gritos y cuestiones, sí no me gusta (MAa3fa).
El CF en (14a) puede interpretarse como una entidad global, en (14b) el CF coordinado (con su mamá y su papá) podría sustituirse también por una sola entidad plural concebida como única (con sus padres). Más difícil es dar unicidad a la coordinación de merengue y pasodoble; sin embargo, en el discurso queda claro que esos dos tipos de baile se oponen a los de la música norteamericana. Los casos ilustrados en (14) permiten concluir entonces que, si bien hay una cierta unicidad en los CF plurales o coordinados, desde el punto de vista estructural no hay duda de que estos tipos de CF pueden aparecer también en las SF. Otro aspecto de las SF que vale la pena aclarar es que en el corpus hay casos en los que, inmediatamente después de la construcción SF, aparece una o más cláusulas que amplían el contenido de dicha SF. Uno de esos casos se ha ilustrado en (14b), pero hay otros más, como se observa en los siguientes ejemplos.
(15) a. Por lo menos Chanel se desarrolla es por esa época en que la gente estaba trabajando, porque era la guerra ¿entiendes? (Ca1fb). b. yo conocía era a una vecinita, en mi edificio, los demás todos eran señores y señoras así de lo más serios (Ca1fb). c. yo he llegado a pensar que yo no creo ni en la amistad ahí, ¿no?, porque la gente lo busca a uno es por un interés, porque si uno no tiene un cuaderno, porque si uno no tiene esto, porque si uno no tiene lo otro (MD a1fb).
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Esta continuidad de la información después de las SF, que se da con cierta frecuencia en el corpus, parece contradecir una de las hipótesis de González Támara (2017), quien atribuye la posibilidad de ampliar el tema presentado en las SF no ya a estas construcciones sino solo a las SH. 4.2.4. Modo y tiempo del verbo matriz de la SF González Támara (2017: 49-50) señala que una razón para demostrar que las SF transmiten una información presentada como verídica es que el verbo matriz de la construcción está conjugado en presente o en pasado (pretérito imperfecto o pretérito perfecto simple) de indicativo, que es el modo de la realidad. En el corpus de habla empleado en la presente investigación, el verbo matriz de las SF está conjugado en los ya mencionados verbos del modo indicativo: presente (16a), imperfecto (16b) y pretérito (16c). Solo hay una excepción, en la que el verbo matriz aparece también en indicativo, pero en pretérito perfecto compuesto (16d). (16)
a. Ahora te veo es una sombra (Cd5fb). b. yo vivía era en un pueblo (MDb1fa). c. pasé un mal rato fue con ese señor (MAa3fd). d. yo lo he visto es así (MDa5ma).
Cabe señalar, sin embargo, que Sedano (2015), en un corpus de 384 SF provenientes de muy variados materiales, si bien encontró mayoritariamente esos tiempos del indicativo, también encontró otros, entre ellos, el futuro perifrástico, el condicional, un caso que podría interpretase como imperativo, y lo que es más interesante, una SF con el verbo matriz en pluscuamperfecto de subjuntivo (Yo hubiera preferido era el college, ¿no?)14. No obstante, en relación con este ejemplo, a pesar de que el verbo está en subjuntivo, la información que contiene podría interpretarse, en términos de González Támara (2017), como “verídica”. El número de modos y tiempos verbales del verbo matriz parece variar en función del tamaño del corpus y quizá también de la muestra seleccionada por 14 Castro (2014: 146) también encuentra en su corpus un caso de condicional, otro de imperativo, y un tercero con el verbo en infinitivo.
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el investigador. Sin embargo, el que los hablantes empleen fundamentalmente el modo indicativo en el verbo matriz de la SF hace pensar que, tal y como sugiere González Támara (2017), la información contenida por la SF es presentada como verdadera. 5. Discusión de los resultados La casi nula presencia de cláusulas SF en la prensa venezolana indica que la expansión de estas construcciones no se ha extendido todavía a ese medio de difusión. En cuanto a la lengua hablada coloquial, los datos muestran que, aunque no todos los hablantes del corpus empleado utilizan una SF durante la entrevista, la mitad de ellos sí lo hace. Se observa además que, con diferencias dignas de interés, las SF son usadas en Caracas, Maracaibo y Mérida por hablantes de cualquier edad, sexo y nivel socioeconómico. Con respecto a la categoría gramatical del constituyente focalizado, en el corpus utilizado se observa que son las frases proposicionales las que ofrecen un uso considerablemente elevado en las SF. En cuanto a la función sintáctica del CF, los datos obtenidos hasta ahora indican que son los complementos circunstanciales los que obtienen el porcentaje de empleo más alto15. Llama la atención la semejanza de los resultados en varios de los corpus estudiados por los investigadores. ¿Por qué las SF se usan preferiblemente cuando el CF ofrece ciertas características gramaticales? ¿Hay alguna razón funcional para ello? Aunque el presente trabajo es sobre las SF y no sobre las SH, es inevitable establecer comparaciones entre estas dos construcciones para determinar cuál es la relación entre ambas. Aunque distintos autores han señalado la dificultad y, en algunos casos, la imposibilidad de que ciertas SH puedan convertirse en SF, esa situación, sin embargo, no invalida la posibilidad de que, en numerosos contextos, puedan emplearse cualquiera de las dos construcciones. Sobre la posible alternancia entre dos estructuras sintácticas, conviene recordar a Aaron (2007: 2), quien, entre muchos otros lingüistas, insiste en la idea de que, si bien dos formas o construcciones sintácticas, analizadas aisladamente, ofrecen matices semánticos diferentes, lo cierto es que esos matices pueden diluirse en un contexto dado, lo cual produce una “equivalencia textual”, una neutralización de los significados de cada una de ellas. 15 Cf. Sedano (2003: 191), Pato (2010: 158), Castro (2014: 144-145), Escalante y Ortiz López (2017: 382) y Díez del Corral (2018: 79).
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Los datos suministrados hasta ahora por los análisis basados en datos de habla reales apoyan la hipótesis de que las SF y las SH no están en variación libre, sino en una variación posible, siempre que esta sea coherente con las características estructurales y comunicativas de cada una de ellas. ¿Y cómo se sabe cuáles con estas características? El estudio de la variabilidad en las lenguas, realizado en la actualidad mediante análisis de frecuencias y análisis multivariados, toma en cuenta las distintas variables que pueden afectar las preferencias de uso por una determinada forma sintáctica en detrimento de otra alternativa. Una manera de demostrar la inherente variabilidad de las SF y de las SH es el ejemplo suministrado por González Támara (2017: 48), donde, curiosamente, una SH va seguida por una SF que contiene el mismo contenido: “y nosotros lo que decíamos era” / “nosotros somos Cristo”/ decíamos era” / “nosotros somos Cristo”. Con respecto a la posible alternancia entre las cláusulas SF y SH, vale la pena señalar que Sedano (2003: 191) analiza estadísticamente nueve variables que podrían afectar las preferencias de uso por una u otra cláusula. En su investigación, no todas las variables son significativas, pero la que ocupa el primer lugar de significatividad es la relacionada con la categoría gramatical del CF16. El estudio de esa variable indica que favorecen el empleo de las SF las categorías de adverbio, frase preposicional y subordinada adverbial17. La variable relacionada con la función sintáctica del CF está por debajo de otras variables, puesto que ocupa el sexto lugar de significatividad, pero, en esa La segunda variable en significatividad fue la relacionada con el tipo de verbo matriz. En la presente investigación no se ha estudiado esa variable por falta de espacio; además, seguramente la información suministrada por Sedano (2003: 193-196) podría extenderse también a los datos actuales. 17 Hay que distinguir los resultados cuantitativos de los estadísticos. En Sedano (2003: 191), por ejemplo, se analiza la alternancia entre las cláusulas SF y SH en un determinado corpus. Al tomar en cuenta la categoría gramatical del CF, los resultados cuantitativos indican que las SF son muy numerosas cuando el CF es una frase preposicional (92 SF vs. 134 SH) y bastante reducidas cuando el CF es un adverbio (11 SF vs. 12 SH). Sin embargo, al aplicar el programa estadístico GoldVarb a los resultados, la mayor significatividad estadística la obtiene la categoría de los adverbios (.932), seguida de las frases preposicionales (.827). Esto significa que si un hablante de ese corpus quiere focalizar, por ejemplo, un adverbio y debe escoger entre una SH y una SF, escogerá seguramente una SF (por eso el peso relativo de esa categoría es de .932). Los datos de Pato (2010: 93) también miden la significatividad de sus resultados y, en su corpus de estudio de las SF, las categorías del constituyente focalizado privilegiadas son la de los adverbios y de las subordinadas adverbiales, seguidas las frases preposicionales. 16
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v ariable, la mayor relevancia estadística se da cuando el CF es un complemento circunstancial. ¿A qué se deben esos resultados, que concuerdan en buena medida con los de otros investigadores y también con los del presente estudio? La respuesta está en la complejidad que reviste el uso de las SH, sobre todo cuando el CF no es un nominal18. Al respecto, Sedano (1995, 2003) ya hizo notar que el emisor de una SH debe saber, antes de iniciar su emisión, cuál es la categoría gramatical y, en muchos casos también, la función sintáctica del constituyente que desea focalizar (y que está al final de la construcción), con el fin de representarlo adecuadamente por medio el pronombre o el adverbio relativo inicial o casi inicial de la construcción. Las SH que focalizan nominales (sustantivos, adjetivos, frases nominales y subordinadas sustantivas) pueden representar al CF mediante varios pronombres relativos (lo/s que, el/la que, los/las que, quien/es) cuya selección parece en principio bastante compleja. Sin embargo, los datos indican que la forma mayoritariamente utilizada en este tipo de SH es lo que, lo cual facilita le selección casi automática del relativo (Sedano 1995: 64, Pérez Saldanya/ Hualde en prensa). El problema se da sobre todo en las SH que focalizan no nominales (frases preposicionales, adverbios y subordinadas adverbiales) porque, en esos casos, la selección del relativo inicial que representa al CF es muy complicada: si el CF se refiere a lugar, donde; si es de tiempo, cuando; si es de modo, como; si es de causa, por lo que; si es de finalidad, para lo que; si es de compañía, con el/la/los/las que, con quien/es. Además, si el CF, sea nominal o no, va precedido por una preposición, el relativo inicial ha de ir precedido por idéntica preposición. El esfuerzo mental que ha de realizar el emisor para seleccionar el relativo inicial adecuado cuando el CF no es un nominal, justifica los datos del presente corpus y los de los corpus estudiados por otros investigadores. Seguidamente se ofrece la tabla 7 con algunos datos extraídos de Curnow y Travis (2004), quienes al analizar comparativamente en su corpus la función sintáctica del CF en las SH y en las SF, observan la siguiente desviación en las preferencias por una u otra estructura19. 18 Como ya se señaló, en el presente estudio se considera que si un objeto directo va precedido por una preposición (a ella, al gato), se cataloga, desde el punto de vista de la categoría gramatical, no ya como un nominal sino como una frase preposicional. 19 Llama la atención el que la preferencia por las SF aumenta cuando el CF funciona como objeto directo (12 SF vs. 7 SH) o indirecto (3 SF vs. 0 SH). También en el presente corpus el
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Función sintáctica
SF
SH
Sujeto
1
11
Objeto directo
12
7
Objeto indirecto
2
0
Sujeto clausular
0
17
Objeto clausular
3
15
Adjunto (adverbio, subordinada adverbial, frase preposicional)
14
0
Tabla 7. Selección de la estructura SF o SH según la función sintáctica del CF
Todo hace pensar entonces que las SF “nacieron” para evitar el esfuerzo cognitivo de los hablantes a la hora de seleccionar un relativo inicial que representara adecuadamente la categoría gramatical y la función sintáctica del CF. Hemos visto que ese esfuerzo cognitivo puede darse, por supuesto, cuando el CF es un nominal, pero resulta particularmente complejo cuando el CF es un no nominal, por ello las SF se emplean sobre todo cuando es un no nominal. Esta misma idea es expuesta por Pérez Saldanya y Hualde (en prensa), quienes justifican el empleo de las SF por “la conveniencia de disponer de una construcción paralela para focalizar constituyentes que no suelen aparecer en las seudohendidas (FP o adverbios)”. Sobre la utilidad de evitar el empleo anticipado del relativo en una SH, usando en su lugar una SF, Pato (2008: 9) hace notar que el pronombre o adverbio relativo de las SH es un “repetidor formal” del constituyente focalizado, y añade que “cuando una forma no brinda información alguna para la compresión del mensaje, se puede suprimir del discurso”. Ahora bien, si suprimimos el relativo de una SH, lo que queda es una SF. ¿Es inútil entonces la presencia del relativo inicial de las SH y, por lo tanto, el uso de la propia SH? Sedano (2003: 198-201) argumenta que las SH tienen un gran poder conectivo, del que carecen las SF. Por consiguiente, no siempre se puede recurrir a una SF. Pato (2008: 9) aclara algo muy importante: “La omisión del relativo empleo de una SF es elevado cuando el CF es un objeto directo, como se muestra en la tabla 6. Esto seguramente se debe, por un lado, a que, a diferencia del sujeto, el objeto suele aparecer después del verbo y, por otro lado, a que el objeto directo puede ir precedido por una preposición, de manera que, desde el punto de vista de la categoría gramatical, si va precedido por una preposición se analiza como una frase preposicional, no como una frase nominal.
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se produce cuando la información se puede recuperar del contexto de manera fácil”. Es evidente que cuando dos estructuras sintácticas están en alternancia, hay muchas variables en juego, de manera que se trata de una situación dinámica que puede favorecer la preferencia por una de ellas en ciertos contextos, en detrimento de la otra, o viceversa. Si bien las SF se usan, en el corpus empleado en esta investigación, sobre todo cuando el CF es un no nominal, también se usan, aunque en menor grado, cuando el CF es un nominal. Esto significa que las SF pueden ir ganando terreno en el campo de la focalización de nominales. Incluso puede suceder que sea posible la emisión de una SF en un contexto hasta ahora “vetado” para esas construcciones. Es el caso de las SF con el proverbo hacer como verbo matriz, tal y como se muestra en (17).
(17) sí, bueno, nosotros a la... hacemos es rezar el rosario (MDc1fa).
La presente discusión de los datos nos lleva a pensar que las SF son unas construcciones que nacieron por una necesidad funcional de los hablantes, la de evitar el esfuerzo anticipativo de las SH siempre que no haya problemas para comprender la información. Ya se había dicho que, según González Támara (2017), el significado de una SF es presentar la información como verídica y acotada. Los datos del presente corpus apoyan esa hipótesis siempre que la misma sea interpretada con flexibilidad y sin que las SF se presenten en una oposición radical a las construcciones semánticamente más cercanas, las SH. Esa flexibilidad permite que las SF, aunque se emplean sobre todo en modo indicativo, pueden emplearse también en otro modo verbal si las circunstancias lo permiten. Y se requiere también flexibilidad con respecto al CF: si bien es cierto que este constituyente está normalmente dotado de un carácter único, también es cierto que, después del CF pueden aparecer elementos que, sin restringir ese carácter único, amplíen el contenido del propio CF o de la SF en su conjunto.
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6. Conclusiones Los resultados de la presente investigación sobre las construcciones con ser focalizador en Venezuela permiten llegar a las siguientes conclusiones: 1) Las SF, atribuidas en un principio a los Andes venezolanos, parecen haberse empleado en el país, desde la primera mitad del siglo xx, en zonas colindantes con Colombia. 2) Apenas se registran usos de las SF en la prensa escrita. 3) El estudio de las SF en la lengua hablada en tres ciudades venezolanas (Caracas, Maracaibo y Mérida) indica que, durante la entrevista, utilizan estas construcciones la mitad de las personas entrevistadas. Ese empleo es más frecuente en Mérida que en las otras dos ciudades de la muestra. De estas dos últimas, el uso es mayor en Caracas que en Maracaibo. 4) En las tres ciudades del corpus, las SF son utilizadas por los hablantes de cualquier edad y de cualquier nivel social, aunque su empleo crece gradualmente a medida que disminuye la edad o el nivel socioeconómico; las mujeres usan más las SF que los hombres. Los datos sociolingüísticos permiten pensar en una expansión en progreso. 5) La categoría gramatical más empleada del CF es la de frase preposicional, seguida de los casos en que es una frase nominal. 6) La función sintáctica más empleada del CF es la de complemento circunstancial, seguida de los casos en que funciona como objeto directo. 7) La idea de contraste se ve fortalecida por la presencia de la negación en alguna cláusula adyacente a la SF. 8) Aunque la evaluación del contraste en las SF puede ser bastante subjetiva, se observa que hay considerables casos de SF en que el CF contrasta explícita o implícitamente con otro constituyente. Cuando no hay contraste, el CF contiene información nueva, a veces referida a toda la construcción. 9) El CF suele presentarse como un elemento único, pero no siempre es así. 10) Después del CF, puede aparecer información sobre ese constituyente o bien algún sintagma que ofrece continuidad temática relativa a la SF. 11) El verbo matriz suele estar conjugado en tiempos del presente o del pasado de indicativo, pero no se descartan otras posibilidades. 12) Se considera que las SF están en variación con las SH en determinados contextos. Es tarea de las próximas investigaciones averiguar cuáles son los contextos que favorecen o desfavorecen esa variación.
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NADA MÁS (QUE) Y MÁS NADA: LOS OPERADORES DE EXCLUSIÓN COMO ACTIVADORES DE INTENSIFICACIÓN Y ATENUACIÓN EN EL HABLA DE CARACAS Krístel Guirado
1. Introducción Nada es una palabra del género neutro que se incluye dentro de los cuantificadores débiles, en la subclase de los existenciales (RAE/ASALE 2009: § 19.3e), y expresa la inexistencia de cosas: “en un sentido amplio, ya que no solo abarca entidades que se puedan individualizar, sino también materias, acciones, sucesos, situaciones o propiedades” (RAE/ASALE 2009: § 20.3b). Como cuantificador pronominal (‘ninguna cosa’) forma parte de la serie de los negativos, junto a nadie y ninguno. Adicionalmente, admite un uso adverbial (‘en absoluto’) cuando modifica adjetivos, adverbios y verbos. Por último, su empleo como sustantivo suele ser frecuente en las variedades americanas. En la versatilidad funcional de nada, es posible reconocer una fuerza ilocutiva propia de los fenómenos asociados al realce expresivo. Nótese que los mismos usos adverbiales, aunque dentro del marco de la predicación oracional, no dejan de tener un valor enfático, adicional al sentido de negación (no estoy cansada ~ no estoy nada cansada; no es tarde ~ no es nada tarde; no le gustó Ø ~ no le gustó nada). En la Nueva gramática de la lengua española (NGLE) se comenta la cercanía de los indefinidos existenciales al paradigma de los evaluativos, ya que este tipo de cuantificadores “más que expresar la existencia de cierto grado [...] cuantifica en función de una escala o una jerarquía” (RAE/ASALE 2009: § 20.3c). En consecuencia, nada también resulta útil en diferentes contextos para comunicar intenciones que trascienden el ámbito de la cuantificación negativa. Muchos de estos usos se registran en los diccionarios del español, especialmente en los de fraseología y partículas discursivas, así como en algunas tipologías dedicadas a clasificar los marcadores discursivos.
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Entre la dilatada bibliografía dedicada al estudio de partículas discursivas con funciones específicas, no abundan los estudios que analizan los usos de realce expresivo de nada más (que) y más nada (Miyoshi 1995, Navarro 1997, Montoro 2005a, 2011, 2012, Flores Treviño 2017). En esta investigación, estas expresiones se categorizan como operadores de refuerzo argumentativo1, específicamente como operadores de exclusión, y se analizan semántica, textual y discursivamente en un corpus de hablantes caraqueños, con entrevistas grabadas en dos períodos diferentes con el fin de establecer el tipo de inferencia que marcan y determinar su posible correlación con variables extralingüísticas diastráticas y diacrónicas2. 2. Antecedentes de estudio 2.1. Nada más (que): definición La NGLE define esta expresión como adverbio de foco de exclusión que se emplea para dejar fuera “algún conjunto (expreso o tácito) al referente de la expresión denotada por su foco, de manera que informan de la existencia de alternativas distintas de las que se manifiestan” (RAE/ASALE 2009: § 40.9a). En diversos inventarios léxicos se le considera equivalente a ‘solo/solamente’: tengo nada más siete pesetas; han estado tres o cuatro días nada más; nada más [que] lo sabía yo (Moliner 1967, Santos Río 2003, Seco et al. 1999, 2004, Fuentes Rodríguez 2009, Martínez/Jørgensen 2009, RAE/ASALE 2009, RAE 2014, Holgado 2017). A propósito de esta analogía, en el Libro de Estilo del Banco Central de Venezuela (BCV 2009) se recomienda el uso de nada más y de solo en lugar de los adverbios en -mente: únicamente, solamente, exclusivamente. Fuentes Rodríguez (2009: 222) lo registra como “operador argumentativo de insuficiencia” que permite enfatizar el elemento precedente y explica que el marcador limita la referencia a una opción porque “el hablante esperaba Estos operadores restringen el potencial argumentativo del miembro sobre el cual operan y, al mismo tiempo indican la orientación argumentativa de este. 2 Este trabajo da continuidad a un estudio más amplio sobre el realce expresivo y la negación enfática con nada en la transición del siglo xx-xxi (Guirado 2015, 2018, 2019a, 2019b, 2019c), microdiacronía relevante para el estudio de los marcadores discursivos (Pons Bordería 2014). 1
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más o podrían existir más elementos”. Adicionalmente, la autora documentó un caso de objeción antiorientada equivalente a ‘solo que’ (funcionaba antes con los conocidos comandos regionales, nada más que ahora se llamarán jefaturas regionales). 2.2. La alternancia nada más ~ más nada Cuervo (1907: § 432) hace referencia al uso “no normativo” del adverbio más antepuesto a los indefinidos nada/nadie y su distribución dialectal: “son modos de hablar comunes en León y Galicia, que tal cual vez se oyen en Bogotá, y más en otras partes de América”. Alvar (1948), Catalán (1964), Alonso (1967), Kany (1969), Álvarez Martínez (1987) y Meilán García (1998) confirman su empleo en el habla popular de Aragón, Canarias, Castilla, Galicia y León, respectivamente (El doctor no contestó más nada; Sin acordarse de más nada; No me dijo más nada; No se oyó más nada; No quiso saber más nada). Padrón (1949) registra la locución en el habla popular de Cuba y Quilis y Graell Stanziola (1992) en la de Panamá. Al respecto, Rosenblat (1956: 53) señala que, si bien más nada se emplea en gran parte de América, tal vez “en la región del Caribe sea donde ha alcanzado más extensión geográfica y social”; mientras que para Álvarez Martínez (1987: 23) constituye realmente una “tendencia general de la lengua”. La NGLE hace notar que más nada se documenta “en el registro coloquial de buena parte del español de América, pero sobre todo en el antillano, así como en el español hablado en las islas Canarias y en parte de Andalucía (España)” (RAE/ASALE 2009: § 48.8j). En el Diccionario panhispánico de dudas (RAE 2005) se reitera su frecuencia de uso en el habla coloquial de estas zonas y se ilustra, justamente, con un ejemplo de la narrativa venezolana: “«Y no oí más nada» (Carrera, Cuentos [Ven. 1980])”. Respecto a la alternancia nada más ~ más nada en Venezuela, Rosenblat (1956: 54) especifica que “se prefiere decididamente más nada”. Mosonyi (1971: 149) confirma esta predilección en hablantes caraqueños y aclara: nada más —frecuentemente reducido a na más— se usa como expresión conjuntiva, como expresión adverbial sinónimo de solamente, o simplemente como una muletilla. Ejemplos: na más que me río y se fue; tengo diez bolos na más, camine puáy na má.
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Bentivoglio y Sedano (1996) y Sedano (1998) mencionan que la alternancia nada más ~ más nada ha sido objeto de investigación en el habla de las ciudades de Caracas y Valencia, e incluyen estas construcciones como usos sintácticos caracterizadores del habla venezolana. Por último, Llorente (2000: 241) destaca la posición del adverbio más con relación a nada en la telenovela venezolana Peligrosa: “se coloca siempre delante [...] no quiero más nada” y advierte que este fenómeno es compartido por los personajes que recrean el habla de “todos los estratos socioculturales”. 2.3. El estudio de las partículas en los corpus de habla A continuación, se reseñan algunas investigaciones que abordan el estudio de estas partículas y se comentan los hallazgos pertinentes para el análisis propuesto en la presente investigación3. 2.3.1. Corpus del Habla Culta de Caracas 1968-1977 Entre otras alternancias de indefinidos pospuestos, Miyoshi (1995) estudia las locuciones nada más, nada más que y más nada en el habla culta de Caracas. La mayoría de los entrevistados usan estas formas, pero solo un porcentaje menor de hablantes las alterna. El rasgo generacional no resultó determinante en la elección de una forma u otra. En cambio, el autor verifica algunas diferencias respecto al sexo: nada más es empleada en frecuencias similares por ambos sexos, pero las mujeres prefieren más nada en un porcentaje que duplica el empleo de los hombres. Miyoshi advierte que la elección entre una y otra construcción está determinada por las distinciones en el valor semántico de las secuencias, a saber: i) nada más ‘solo/solamente’ (nada más lo conocía de vista); ii) nada más que ‘simplemente’ (eran nada más que los estudiantes de Ingeniería); y iii) más nada ‘ninguna otra cosa’ (salen de los trabajos o van a la casa o van a los bares, y no hacen más nada). Flores Treviño (2017) realiza un análisis cuantitativo de los contextos de aparición de los grupos focales de exclusión solo, solamente, nada más, nada más que en el habla de la ciudad de Monterrey (México). Lamentablemente los resultados no se discriminan por tipo de operador, por lo cual el estudio no se incluye en los antecedentes revisados. 3
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Por último, en cuanto a la posición, el autor señala que nada más y nada más que pueden aparecer antepuestas o pospuestas a su referente y que este puede ser o no un cuantificador: i) con referente cuantitativo anafórico (éramos tres muchachas nada más); ii) con referente cuantitativo catafórico (yo estoy cursando nada más que tres); y iii) con referente no cuantitativo anafórico (temblaba de pensar nada más... el día que me tocara a mí). 2.3.2. Corpus sociolingüístico de Valencia (Venezuela) Navarro (1997) hace un análisis sociolingüístico de las formas adverbiales que expresan la noción de ‘solo’ —nada más (que), únicamente, solamente, solo y puro— en un corpus de habla de la ciudad de Valencia (Venezuela), grabado entre los años 1984-1985. De todas, nada más (que) presenta el uso más relevante, desde el punto de vista cuantitativo (nada más pasaron doce del salón; iban a bailar nada más que samba)4. No obstante, esta forma muestra una preferencia reducida en un par de contextos: i) los hablantes se inclinan por solamente/solo en estructuras del tipo no solo [...] sino; y ii) cuando significa ‘ninguna otra cosa’, prefieren más nada “una construcción extendida, como es bien sabido, por diversas zonas en ambos lados del Atlántico” (Navarro 1997: 296): Uno los puede enseñar a valerse por sí mismos, pero más nada; No, no había más nada hasta llegar a Puerto Cabello. En este sentido, el autor se limita al análisis de los factores sociales en los contextos en los que nada más y nada más que alternan. Navarro advierte que el sexo no incide en la distribución de estos usos; asimismo, los factores escolaridad (educación primaria o menos) e ingreso (nivel socioeconómico bajo) contribuyen al empleo de nada más (que), aunque no significativamente. En cambio, el grupo etario muestra una correlación significativa, pues el uso desciende con la edad de los hablantes. Finalmente, presume que estos usos tienen su origen en la “analogía con estructuras del tipo más pronto, más tarde, más arriba, más hermoso, etc., puesto que, como bien se sabe, la ubicación de más después del adjetivo o adverbio (alguien más, ninguno más, mucho más, casi más...) ocurre solo excepcionalmente en español” (Navarro 1997: 263).
Navarro (1997) documentó un total de 56,3 % de usos entre 477 casos.
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2.3.3. Macrocorpus de la norma lingüística culta Montoro del Arco (2005a) advierte algunas inconsistencias en las categorizaciones de nada más (que) en diccionarios y obras gramaticales y aborda el estudio del segmento —y algunas de sus variantes formales— en el habla culta de Buenos Aires, Gran Canaria, Lima, La Paz, Madrid, México, Puerto Rico y Sevilla. El autor propone una clasificación que incluye usos nominales, adverbiales, relacionantes y discursivos, algunos de los cuales expresan, efectivamente, la noción de exclusión. Dentro de estos destaca el adverbial que incluye los casos en los que la partícula se ha gramaticalizado y cumple las mismas funciones del adyacente ‘solamente’ (Los sicoanalistas toman la realidad nada más que como una pantalla). En principio, Montoro encuentra una correlación general entre forma y posición: nada más que es más frecuente en posición preverbal (Yo llevo nada más que cuarenta horas al mes), mientras que nada más lo es en la postverbal (un matrimonio que tiene una habitación nada más). Sin embargo, el autor reconoce una variante “que prescinde del que en posición preverbal y que muestra un índice mayor de gramaticalización” (Montoro del Arco 2005b: 44), principalmente en las entrevistas hispanoamericanas (otros círculos sociales que no fueran nada más el Deportivo; nada más tienes en la mente la manera de pensar de un determinado núcleo de personas)5. Por último, documenta un uso adverbial de nada más al final del enunciado tras pausa, una posición inusual en el caso de ‘solamente’ (daban muy pocas clases al año. Cinco, seis u ocho, nada más). En cuanto al empleo pronominal de nada, el autor advierte que si este valor se relaja a favor del segmento más que, entonces la partícula “es susceptible de ser interpretada como una unidad funcional” (Montoro del Arco 2005b: 41) semejante a solo/solamente en la construcción no negativa (no me gusta nada más que para pasar unos días > no me gusta nada más que para pasar unos días > me gusta solo/solamente para pasar unos días)6. Cuando el autor habla de posición pre/postverbal se refiere a una función que incluye verbo y complemento, de forma que la partícula puede anteponerse al verbo o al sintagma que funciona como complemento del verbo. En ese sentido, se considera más ilustrativa la terminología usada por Miyoshi (1995): antepuestas o pospuestas a su referente. 6 Montoro del Arco (2005a) nos ofrece otros dos testimonios donde el distanciamiento del valor nominal, según el autor, es más evidente: no fui nada más que a unas justas intercolegiales; terminó la carrera y se dedicó a madre y nada más. El autor argumenta que, en ambos 5
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Montoro del Arco también menciona el empleo de nada más que con valor de adversatividad similar a ‘solo que’ y aunque categoriza estos casos de locución conjuntiva no deja de reconocer su naturaleza discursiva (estamos aprendiendo la lengua, nada más que ahora en lugar de estudiar gramática, estudiamos a los autores). Además de la equivalencia con ‘solamente’, el autor identifica otros contextos en los cuales la conmutación de nada más (que) corresponde a un adverbio de modalidad asertiva del tipo ‘sencillamente/simplemente’ (¡Huy! Allí no se puede llegar. Nada más no se puede llegar). Finalmente, menciona los usos que considera netamente discursivos —distinción que hace para reconocer que los empleos reseñados anteriormente también tienen un valor pragmático—, los cuales se caracterizan por su independencia funcional y prosódica respecto a la proposición en la que se insertan y por la fuerza ilocutiva que está implícita en su instrucción procedimental. De esta forma el autor incluye nada más (que) dentro de las locuciones marcadoras que pueden funcionar como marcadores del discurso, ya que hay contextos en los que su significado conceptual alterna con su valor procedimental: “contemplamos la posibilidad de que determinadas unidades, que hemos incluido prototípicamente en otras categorías, definidas a partir de criterios funcionales del marco intraoracional (adverbio, conjunción, preposición), participen de los rasgos característicos de la categoría marcadora” (Montoro del Arco 2005b: § 4.4.5). El autor volverá sobre estos valores en trabajos posteriores. 2.3.4. Corpus PRESEEA-Granada Montoro del Arco (2011) profundiza en el funcionamiento discursivo y sociolingüístico de los operadores de foco de exclusión solo, solamente, nada más y nada más que en el español hablado en Granada (España). El autor analiza los valores contextuales que suman connotaciones pragmáticas al valor básico de estas expresiones7. casos, la interpretación pronominal precisa la preposición de régimen (a nada) y señala que esta pérdida funcional constituye parte de un proceso de gramaticalización producto de un reanálisis. 7 El autor comparte con Fuentes Rodríguez (2002) que este tipo de operadores focales incluye un componente evaluativo que induce una interpretación escalar, cuantitativa o
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El primero es el valor enfático como operador de refuerzo argumentativo que orienta la conclusión del interlocutor (son cosas muy caras / nada más que el maletín para meter las cosas te cuesta ciento cincuenta euros). El segundo corresponde al operador de intensificación equivalente, según el autor, a ‘mucho’ o ‘demasiado’ (ahí no es tan fácil entrar / ahí nada más que hay ere- y luego si te das cuenta nada más que tienen a gitanos). En tercer lugar, están los usos conjuntivos de las partículas con valor adversativo o contrastivo ‘sino’ y un empleo del operador como partícula exceptiva ‘excepto, salvo’. Por último, con el valor escalar es posible agregar una intención atenuante para minimizar la fuerza argumentativa y restar importancia a lo expresado (es fácil / no tiene nada más que los ajos; y lo espesas una mijilla / y luego nada más / el lomo). El análisis cuantitativo muestra una clara tendencia de los hablantes al empleo de nada más que8. Entre las variables lingüísticas dependientes, el autor analizó la posición del operador focal con respecto al foco y la presencia de valores contextuales específicos. Respecto a la posición, confirma que las variantes fraseológicas se distribuyen de forma complementaria en el español peninsular: nada más que precede al foco, mientras que nada más se pospone. Aunque las diferencias entre las variantes no son significativas, se observa una preferencia de los hablantes por la anteposición de los focalizadores. En cuanto a la presencia de valores contextuales, los resultados indican que los usos expresivos que suman valores pragmáticos superan ampliamente el empleo restringido al significado básico ‘exclusión’; entre los usos ilocutivos de nada más que sobresale el valor de intensificación, mientras que el atenuante destaca con nada más. Finalmente, las formas nada más (que) se usan con más frecuencia en hablantes del nivel de instrucción bajo y en adultos mayores.
c ualitativa, próxima al límite inferior. Así, los usos comprenden tanto la interpretación objetiva ‘exclusión’ como la subjetiva ‘disminución de fuerza argumentativa’. No obstante, para Fuentes, el valor escalar constituye, indudablemente, un principio intrínseco y como tal denomina unicidad el carácter de ‘exclusión/disminución’ de estas formas; mientras que, para Montoro del Arco (2011, 2012) este valor es añadido, aunque reconoce que no es fácil distinguir el grado de prominencia en solo y nada más, y concluye: “Asumimos, pues, que el matiz subjetivo forma parte del valor básico tanto de las variantes léxicas (solo, solamente) como fraseológicas (nada más, nada más que)” (Montoro del Arco 2011: 237). 8 Montoro del Arco (2011) analiza un total de 287 casos: nada más (11,9 %), nada más que (46,3 %), solo (28,2 %) y solamente (13,6 %).
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2.3.5. Corpus PRESEEA-Granada y Corpus PRESEEA-Valencia (España) Esta investigación presenta un aporte al comparar los resultados obtenidos en el habla de Granada (Montoro del Arco 2011), con datos similares obtenidos del habla de Valencia (España), con el propósito de comprobar la presupuesta expresividad de las hablas meridionales. A diferencia de los resultados de Granada, la variante nada más que es la menos frecuente en la comunidad valenciana9. Al comparar los valores pragmáticos, las diferencias resultaron notables, especialmente entre los usos intensificadores y atenuantes: “puesto que los granadinos acompañan el valor intensificador a los operadores el doble que los valencianos, mientras que estos últimos atenúan, por su parte, en un porcentaje más elevado que el de los granadinos” (Montoro del Arco 2011: 88). Esto no descarta el hecho de que la variante que antecede al foco (nada más que) está asociada a la intensificación en ambas comunidades, lo que pudiera ser evidencia, para el autor, de un proceso de gramaticalización más complejo. 3. Realce expresivo: atenuación e intensificación Las reflexiones de Beinhauer sobre la expresión afectiva constituyen, sin duda, la inspiración para el estudio de lo que posteriormente Benveniste (1966) y la tradición llamaran la subjetividad en el lenguaje: “La expresión afectiva [...] refleja el afán del hablante por influir de un modo persuasivo sobre el interlocutor [...] imponerle todo su yo impregnado no solo de ideas, sino también de sentimientos e incluso de impulsos volitivos” (Beinhauer 1963: 162-163). Vigara Tauste (1992) señala el realce lingüístico como uno de los aspectos del lenguaje coloquial que muestra indicios claros de la expresión de la afectividad. En cuanto a los medios del realce, Meyer-Hermann (1988: 276) indica que “«atenuación» e «intensificación» pueden ser realizadas mediante una gran cantidad de formas lingüísticas, de categorías gramaticales muy distintas” y propone que “sería muy interesante de hacer un estudio sociolingüístico
Montoro del Arco (2012) analiza un total de 249 casos en las entrevistas de Valencia: nada más (12,4 %), nada más que (9,2 %), solo (47,4 %), solamente (26,5 %) y únicamente (4,4 %). 9
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p rofundizado de las formas”. El autor se refiere a estos recursos enunciativos como operadores de atenuación/intensificación. Briz Gómez (1998: 110) reconoce tres categorías pragmáticas: intensificadores, atenuantes y conectores; cada una realza un elemento del proceso comunicativo (hablante, oyente y relación entre enunciados, respectivamente): “atenuantes e intensificadores no son simples valores semánticos asignados a una serie de formas gramaticales. Son tácticas”. Albelda Marco y Álvarez Muro (2010: 82) advierten que intensificación y atenuación no se contraponen, “aunque gradúan la intensidad de la ilocución en diferentes direcciones de una escala comunicativa, las dos pueden apoyar un mismo propósito interaccional del hablante”. En el caso de la intensificación, los usuarios del español disponen de una serie de recursos para subrayar, fortalecer, o poner de relieve una idea. Vendryes (1925: 201), por ejemplo, insiste en la relevancia que el ordenamiento gramatical de las ideas tiene para expresar la emotividad: Ya no es el orden lógico de la gramática corriente; es un orden que tiene también su lógica, pero una lógica afectiva, sobre todo, en que las ideas están colocadas no según las reglas de un razonamiento seguido, sino según la importancia subjetiva que el sujeto parlante les da o quiere sugerir a su interlocutor.
Por su parte, Oster (1951) señala varios procedimientos de hervorhebung, especialmente estructuras focalizadoras. Herrero Moreno (1991) explica que el hablante usa procedimientos retóricos y estilísticos para focalizar uno o varios términos porque intenta poner en relieve las cualidades sin necesidad de cuantificarlas. Vigara Tauste (1992: 91-92) declara que “cualquier elemento no personal (independientemente de su función) parece convertirse, en virtud de su desplazamiento, en el activador sintáctico del enunciado y/o el foco sobre el cual polarizan hablante e interlocutor su atención”. Entre las reflexiones de Hidalgo Navarro y Pérez Giménez (2004: 227), cabe destacar que “efectivamente, las diversas estrategias de realce sintáctico y/o informativo determinan un orden de palabras no convencional, por lo que se ha de hablar de un orden pragmático”. Vergara-Heidke (2012: 174) también menciona el orden cuando intenta establecer algunas precisiones sobre la noción de realce: es la ubicación prominente perceptiva o semántica de uno o varios elementos relacionados entre sí en oposición a una mayoría no realzada, tanto a nivel sintagmático
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como paradigmático, la cual ejecuta (de manera consciente o inconsciente) el emisor y puede tener efectos en el texto, el emisor, el perceptor y la interacción.
Entre otros recursos de intensificación, Meyer-Hermann (1988) menciona adverbios y operadores metacomunicativos. Briz Gómez (2017) confirma que el uso de estos recursos constituye una estrategia (operación o función pragmáticas) que eleva el grado de fuerza ilocutiva de algunos actos de habla. Según el contexto de producción en la interacción coloquial, el autor reconoce tres funciones de la intensificación: i) (auto-)reafirmación, para reforzar lo dicho (persuadir), vinculada a contextos monológicos (del yo-hablante); ii) alo-reafirmativa, para reforzar el acuerdo (reconocer o valorizar); y iii) contra-reafirmativa, para reforzar el desacuerdo (imponer); estas últimas vinculadas al contexto dialógico (de hablante-oyente): “Entre estas tácticas intensificadoras se encuentran algunas partículas discursivas, las cuales desarrollan estos valores modalizadores de intensificación” (Briz Gómez 2017: 56). Los atenuantes, en cambio, son recursos tácticos de minimización y consiguiente distanciamiento del mensaje, como modificadores intra o extraproposicionales: “atenuación semántico-pragmática: afecta directamente a lo dicho minimizando su contenido proposicional, haciéndolo borroso; en este caso, afecta también indirectamente al decir [...]; atenuación pragmática: afecta directamente al decir y atenúa, sin más, la fuerza ilocutiva de un acto” (Hidalgo Navarro/Martínez Hernández 2017: 31). A partir de su incidencia en el enunciado, Briz Gómez (2011a, 2011b) propone tres funciones-estrategias de la atenuación: i) una social y afectiva, de acercamiento; ii) otra interactiva de reparación sobre marcha, para prevenir y curar; y iii) y otra política y egoísta, para curarse en salud. Villalba Ibáñez (2015) las puntualiza como i) autoprotectora; ii) reparadora; y iii) preventiva. Las dos primeras se relacionan con la cortesía y la tercera con la autoimagen o autoprotección de la imagen del hablante10. A propósito de esta relación entre cortesía y realce expresivo, Briz Gómez y Albelda Marco (2013: 292) establecen diferencias entre ambas nociones: Sin duda, la cortesía constituye un principio explicativo de la atenuación, pero no es el único. La atenuación lingüística tiene que ver siempre con la eficacia y con
10 Para una descripción más amplia y ejemplificada de estas funciones véase Albelda Marco et al. (2014).
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la actividad argumentativa [...] quizás con la imagen en general, pero no siempre con la cortesía.
En unos casos, el uso de los atenuantes puede explicarse a través del principio de cortesía, y en otros como efecto mitigador de algún desacuerdo en la negociación: “lingüísticamente, atenuación significa distancia; socialmente, atenuación significa acercamiento” (Briz Gómez/Albelda Marco 2013: 293). 4. Metodología 4.1. Corpus de estudio En la investigación se utilizó la totalidad de las entrevistas del Corpus Diacrónico del Habla de Caracas 1987/2013 (Guirado 2014). Los 72 hablantes cuyas grabaciones constituyen la muestra analizada son todos nativos de esta ciudad. Las entrevistas están distribuidas equitativamente por sexo (hombres y mujeres), grupos etarios (20-34 años, 35-54, 55 y +), nivel socioeconómico (alto, medio y bajo) y períodos de grabación (1987 y 2013). 4.2. Selección de casos y presentación de ejemplos Se extrajeron de la muestra todos los casos de aparición de la partícula nada. Luego se eliminaron de la búsqueda los casos que no aplican para el análisis, así como los enunciados incongruentes o inconclusos donde es difícil recuperar la intención ilocutiva del acto y las interrupciones y transcripciones dudosas por fallas en la grabación. Posteriormente, se identificaron y eliminaron los casos en los que nada funciona como cuantificador pronominal (‘ninguna cosa’) en la secuencia más nada11.
La búsqueda de concordancias, su análisis y selección, así como el estudio de casos en el contexto amplio fue posible con la opción de navegación del programa WordPilot Premium Edition 2002 v.3.0.1 (Milton 1999). 11
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a. Simplemente caminaba porque no había más nada. Caminaba y punto (cb2ma.87)12. b. ahí, donde ella vio que no había más nada, ella decidió hacer una casa (ca1mf.05).
Los ejemplos se extrajeron tal cual de la transcripción original, pero fueron editados posteriormente y adaptados a la ortografía convencional del español para su presentación, con el fin de facilitar la lectura en prosa, en la vana creencia de que con ello nos acercamos a la oralidad desde la escritura: “Cualquier transcripción, “genérica” o no, traiciona, de una u otra manera, el discurso oral. No hay forma de poner en el papel todos los matices, variaciones, énfasis e inflexiones del discurso oral” (Domínguez y Mora 1998: 349). Así, una buena parte del etiquetado se eliminó para evitar la interferencia que implican estas grafías en el seguimiento visual del texto leído; no obstante, se dejaron algunas y se sustituyeron con marcas mínimas:
pausa larga; risa; solapamiento; ininteligible; (...) pausa corta o vacilación; (::) alargamiento; (..) palabra cortada; ( ) transcripción dudosa; [...] continúa —en ejemplos de intercambios—; cursivas otro idioma; MAYÚSCULAS énfasis. Todos los supuestos explicativos están fundamentados con ejemplos, los cuales se interpretan y muestran en el contexto amplio de su emisión. En cada uno se marca en versalita el uso de las partículas con nada, en cursiva los contextos y se subrayan otros segmentos asociados a la interpretación. La codificación que permite identificar los rasgos extralingüísticos que caracterizan al hablante se coloca entre paréntesis, al final de cada ejemplo. 4.3. Procedimientos de análisis En este estudio, el diseño de variables explicativas se integró a la investigación como parte misma del análisis. Es decir, los rasgos, cualidades o modalidades de las categorías se determinaron no solo a partir de datos esperados El código alfanumérico describe de forma secuencial las características socioeconómicas del hablante encuestado: ciudad (Caracas); edad (A: 20-34 años; B: 35-54; C: 55 o más); nivel socioeconómico (1: alto; 2: medio; 3: bajo); sexo (H: hombre; M: mujer); referencia individual del hablante (A, B,... I); año de grabación: “para las grabaciones del primer período, se toma como referencia el año 1987 (87); en cambio, en las grabaciones más recientes, se ha optado por conservar la referencia a los dos últimos dígitos del año de grabación (04, 05, 06, ...13), en virtud de que el período que abarcan las entrevistas es más amplio” (Guirado 2014: 35). 12
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(interpretación y valores de exclusión, posición del operador), sino también a partir de los datos encontrados (tipo de referente focalizado, funciones pragmáticas). Por supuesto, se tomaron en cuenta procedimientos y variables de análisis usados en trabajos previos, pero se actualizaron con el acercamiento cualitativo a los datos y en atención a algunos criterios metodológicos diseñados para el estudio del español coloquial. Por ejemplo, para el análisis posicional fue determinante el apoyo en el modelo de unidades discursivas de la conversación (Grupo Val.Es.Co. 2014). Las variables socioculturales, en cambio, están prediseñadas para categorizar el entorno extralingüístico y se corresponde con los criterios de estratificación de los hablantes en la arquitectura del corpus. Son todas de naturaleza cualitativa y permiten validar cuantitativamente su influencia en los usos. Los datos obtenidos se analizaron a través de tablas de contingencia y de tabulaciones cruzadas; estas últimas para observar, especialmente, la distribución de los casos en la convergencia de algunas variables extralingüísticas. Debido al número de casos registrados y su distribución, no se aplicó la prueba de χ2 para determinar la relevancia de los datos; en su lugar, cuando las condiciones de la tabla fueron suficientes, se acudió al test de Fisher para calcular la significancia, ya que esta prueba siempre da el valor p exacto. 5. Análisis y resultados En la muestra analizada se documentaron casos de nada más, nada más que y más nada que funcionan como operadores de focalización informativa, que modifican el alcance de las expectativas creadas en un enunciado al restringir las posibilidades de una escala pragmática. Estas formas comparten esta función con las partículas análogas que funcionan como cierres excluyentes (Guirado 2019b); no obstante, se diferencian de aquellas en el valor conclusivo, ya que el operador de exclusión no compele el cierre de una secuencia y puede operar sobre el contenido de segmentos inferiores dentro de un enunciado. En esta categoría de operadores se diferencian tres usos: i) foco de exclusión con valor adverbial que admite paráfrasis con solo/solamente; ii) foco de exclusión que alterna el valor adverbial de ‘solamente’ con el sentido particularizador de los adverbios sencilla/simplemente con sentido intensivo; y iii) foco de exclusión con doble valor pronominal/adverbial próximos a ‘solo eso’
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~ ‘tan solo’, tal y como se muestra en la tabla 1. Interpretación
Variante Año
nada más
nada más que
más nada
∑
%
-
43
72
-
11
18
6
10
1987
04-13
1987
04-13
1987
04-13
‘solamente’
16
18
7
2
-
‘solamente’ ~ ‘sencilla/simplemente’
4
6
-
1
-
‘solo eso’ ~ ‘tan solo’ p 0,2293 > .05
N (p) ∑ (%)
-
-
-
-
3
3
20
24 (0.54)
7 (0.70)
3
3
3
44 (73)
10 (17)
6 (10)
60
Tabla 1. Valores de los operadores de exclusión con nada
Como vemos, la mayor frecuencia de uso corresponde a la forma adverbial nada más (73 %), la cual se emplea en la mayoría de los casos con la interpretación semejante a ‘solamente’, aunque también se registran usos que alternan con los adverbios particularizadores; asimismo se nota un leve incremento de uso en la muestra más reciente (0.54). Le sigue la variante nada más que (17 %), empleada principalmente para expresar exclusión, con excepción de un caso conmutable por ‘sencilla/simplemente’; la mayoría de estos usos se registran en las entrevistas del primer período (0.70). Por último, la variante menos frecuente es más nada (10 %), la cual se usa exclusivamente con doble interpretación pronominal y adverbial y presenta igual número de casos en ambos períodos. A continuación, se ejemplifican los usos de cada forma; los focos de exclusión con valor ‘solo/solamente’ se muestran en (2a-3a), los próximos a ‘sencilla/simplemente’ en (2b-3b) y los conmutables por ‘tan solo’ en (4):
(2)
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a. Y los que vendían carbón iban de casa en casa todos los días vendiendo el carbón. Entonces se compraban tantas bolsas de carbón. Había sitios que pasaban nada más dos veces por semana, pero yo me acuerdo de ver los carboneros, o sea, había carboneros en burro (cb2ma.87). b. Bueno ahí:: a donde yo vivo es:: mu:: más:: tranquilo:: que en el 23 de enero porque, claro en el ... ahí viven nada más cuatro familias:: en el ... allá donde yo vivía eh es un edificio de ciento cincuenta familias:: no es igual donde viví donde esta un:: poqui::to que donde es una cantidad tan:: (cc3md.08).
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(3)
(4)
a. y allá había una familia, unas muchachas D., ¿no las han oído nombrar tampoco? [E1: No]. Que el papá, probando una cámara, porque él era muy alegre, la cámara no le ... no ... no subió, se le reventó en la mano y le dejó nada más que estos dos dedos ... (cc3md.87). b. me ofrecieron la oportunidad de de concursar para para ser auxiliar docente, y bueno, me planteé que ... que no quería desperdiciar la oportunidad nada más que por tener miedo escénico, por pensar que iba a salir mal, entonces decidí aceptarlo como un nuevo reto y ver qué pasaba (ca2mb.04). Aquí no habían casi eh ... instituciones de secundaria, de educación secundaria, no habían casi. Existía ... el liceo Caracas, que tenía un cupo relativamente limitado, pero que era el único oficial, más nada. Lo demás eran escuelas privadas (cc1hd.87).
En el análisis de estos usos se examinaron dos variables: la posición del marcador en el subacto sustantivo (SS) en el cual se emplea, y la posibilidad de identificar el referente focalizado como miembro de una clase. 5.1. Posición del marcador La posición del marcador contempla tres variantes: inicio de SS, en mitad del SS y al cierre del SS; esto, indistintamente de que el subacto sustantivo fuera director o subordinado, y sin hacer diferencia innecesaria entre subacto sustantivo director y acto simple13. En la tabla 2 se observa la distribución:
Esta categoría incluye las variantes antes del verbo y posterior al verbo analizadas en otras investigaciones; solo que, desde la perspectiva del modelo Val.Es.Co., hablar de posición inicial, media o cierre de la unidad permite el análisis sin residuos de algunos casos, como por ejemplo “nada más mi hermana y yo, dos mujeres”, en el cual no está expresado el verbo; o la diferenciación de los casos de cierre, los cuales eran incluidos todos en la variante posterior al verbo y que luego eran motivo de un comentario obligado al margen, en virtud de las diferencias que estos usos presentan respecto a los que aparecen escindiendo el enunciado. 13
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Posición en SS
nada más
nada más que
más nada
∑
%
Inicio
12 (0.2)
1 (0.1)
-
13
22
Medio
18 (0.4)
9 (0.9)
-
27
45
Cierre
14 (0.3)
-
6 (1)
20
33
N (%)
44 (73)
10 (17)
6 (10)
60
Tabla 2. Posición del operador de exclusión en el subacto sustantivo
Por una parte, se aprecia que un porcentaje importante de usos se encuentran en posición media (45 %); en todos estos casos, el operador de exclusión se ubica entre el verbo y el complemento requerido por este: somos nada más dos; los ponen nada más a jugar. Le siguen en frecuencia los usos al final del SS (33 %)14: me raspé nada más; era el único oficial, más nada. Finalmente, muestran un porcentaje menor de uso los casos al inicio del enunciado (22 %): nada más mi hermana y yo, dos mujeres; porque nada más que había hasta cuarto año aquí. Por otra parte, resultan obvias algunas correlaciones entre la forma del operador y la posición: los usos de nada más parecen ser los no marcados, ya que se dan en todas las posiciones, acaso con un poco más de probabilidad de aparecer entre el verbo y su complemento (0.4). En cambio, de los pocos casos de nada más que, la mayoría aparece escindiendo la relación entre el verbo y su complemento (0.9), es decir, focalizando este último. Por último, todos los usos de más nada se emplean al cierre de la unidad. 5.2. Tipo de referente focalizado La otra categoría analizada fue la posibilidad de identificar la clase del referente focalizado. El diseño de esta variable parte de la premisa de que el alcance como inductor negativo del operador es mayor cuando el segmento focalizado le permite al interlocutor inferir los miembros excluidos y la clase a la cual pertenecen. En una buena parte de los casos, las partículas analizadas focalizan referentes que pertenecen a una tipología, algunas de las cuales son ampliamente 14 Ninguno en cierre absoluto de intervención, pues estos funcionan como anuladores de expectativas (Guirado 2019b).
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reconocidas (días de la semana, estaciones, entidades territoriales, clases sociales, relaciones familiares, partes del cuerpo, grupo humano-cultural), lo que facilitó la tarea de identificar el referente como miembro de una clase:
(5)
a. Yo no, yo me quiero ir pa’ mi casa, así sea a pasar nada más que el sábado (ca3ma.87). b. aquí tenemos nada más que una ... tenemos verano y invierno (cc1hf.10). c. hay mercados para latinos, donde van latinos nada más (ca1me.04). d. quiero conocer todo el mapa de Venezuela. Me faltan nada más Zulia y Bolívar (ca2ha.04).
Adicionalmente, la identificación de los miembros excluidos se puede establecer a partir de ciertas marcas que permiten al hablante presentar el referente como: i) una entidad medible (6a); ii) una entidad graduable (6b); iii) una etapa de un proceso (6c); y iv) una coordenada/punto de una comparación temporal o espacial (6d-e): (6)
a. yo lo que tengo son dos hijas nada más (cb3mc.87). b. estudié hasta sexto nada más (cb3md.87). c. Sí, nada más el noviazgo, después viene el matrimonio y esto (ca3ha.87). d. eso ha existido toda la vida, no es ahora nada más (cc3md.08). e. porque todos ... muchos quieren pelear nada más en la en la en la corta (cc3hc.09).
En cambio, hay casos en los cuales resulta difícil identificar la clase de miembros descartados en la operación de exclusión, como en los siguientes ejemplos:
(7)
a. no me dejaban ni ver ni la tele, puro nada más atenderle la niñita, cuidarla a e::lla y no me dejaban ni con el vecino (cb3ma.06). b. Yo sabía que el durazno se compra en el automercado y uno se lo come y es sabroso, más nada. Y tiene una pepa grande (cc1hf.10).
De esta forma, la variable tiene dos variantes: clase identificable y clase no identificable. En la tabla 3 se muestran los resultados de esta categoría:
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NADA MÁS (QUE) Y MÁS NADA
Variante nada más nada más que
Interpretación
Identificable
No identificable
‘solo/solamente’
34
-
~ ‘ simplemente’
-
10
‘solamente que’
9
-
~ ‘ simplemente’
-
1
más nada
~ ‘ninguna cosa más’
-
6
N: 60
∑ (%)
43 (72)
17 (28)
Tabla 3. Tipo de referente focalizado por el operador de exclusión
Los resultados de la tabla anterior revelan que los usos de nada más y nada más que conmutables por ‘solo/solamente’ están asociados a las formas que focalizan referentes de clase identificable, mientras que los usos de nada más que alternan su interpretación con ‘simplemente’ y los de más nada se ven favorecidos cuando no es posible la identificación de la clase a la que pertenecen los elementos excluidos. Se constata de nuevo la tendencia de las formas a especializarse en la transmisión de ciertos matices en el significado procedimental. Los operadores de exclusión con nada permiten reforzar el argumento que focalizan al advertir la irrelevancia de cualquier otro presupuesto de carácter similar. 5.3. Funciones pragmáticas El operador nada más está habilitado para funcionar con todos los sentidos y aparece en todas las posiciones; no obstante, su condición de forma no marcada contribuye a su empleo como estricto focalizador exclusivo, conmutable por solo y solamente. Funciona, así, como un activador de atenuación que anula el factor de expectación, especialmente en presencia de términos cuantificables, secuenciales o antagónicos, con el fin último de ponderar la información en estructuras principalmente no marcadas (VO). A continuación, se presenta un ejemplo ilustrativo:
(8)
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Entonces él me pide ... o sea, él me dice que quería hablar conmigo ¿no? “Okey —yo le digo— bueno, okey, vamos a hablar”. Entonces él me dice: “Mira ¿tú quieres ser mi novia?”. Y yo digo: “Ah, bueno, sí”, le dije yo ¿no? Entonces me dice: “Dame un besito”. Entonces yo llegué y nada más le doy
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así, una tocadita de labios, como quien dice ¿no? y duramos cinco días sin ... sin ... ¿cómo decirte? sin hablar, y que porque yo no le daba a él un beso, pues, como quién dice (ca3ma.87).
En (8) la hablante crea una secuencia de expectación respecto al momento de aceptar un compromiso de noviazgo y luego anula cualquier presupuesto sobre “el pacto”; nótese la diferencia entre decir beso o una tocadita de labios. Así, para anular la expectación, la hablante crea la categoría “tipos de beso” —la cual se esperaría que reconociera con facilidad cualquier interlocutor— e introduce el operador de exclusión con lo que reduce el ámbito de la inferencia. La activación de atenuación se verifica inmediatamente con el uso mitigador del adverbio así, del diminutivo -ita y la expresión modal como quien dice. En cambio, cuando nada más se usa con el sentido particularizador de los adverbios sencilla/simplemente, funciona como una fórmula simplificadora que refuerza el argumento no categorizable en el que opera, a partir de la reducción de su complejidad frente a otros posibles argumentos explícitos o no. En la mayoría de los casos analizados, nada más se usa en dos posiciones específicas, en mitad del enunciado cuando el verbo rige un complemento diferente al objeto directo (9a) o al inicio de un subacto subordinado (9b), en ningún caso al cierre:
(9)
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a. si yo he vivido feliz ¿por qué yo voy a amargarme la vida allá, allá adentro? No hay derecho ¿mm? Y ... si fueran ... por gente de mi casa, pero por extraños, que quién sabe de dónde vienen ... Pues opté nada más por agarrar, pedir mi baja y me fui. Lamentándolo mucho, porque... me gustaba, me gusta todavía (ca2hb.87). b. las historias de mi casa son con los pajaritos. Uno me toca la puerta y el otro tiene su casa en la mitad de la calle. Entonces para yo entrar y salir, él tiene que volar y quitarse porque si no me lo llevo por delante. Entonces él cuando ... hasta que él no ve la luz de la camioneta cerca de su nido, el pana no se mueve. Entonces ya todo el mundo va llegando a mi casa pendiente de que: “Cuidado con el pajarito que vamos a pisar al pajarito que está en la mitad de la calle”. Y el pana está nocturno. O sea, tú llegas en el día o llegas en la noche o a media tarde, el señor está ahí en su ... a mitad de la calle. Decidió que ese es un buen lugar para vivir y he ahí que yo he tenido que adaptarme a las condiciones de que el pajarito vive en la mitad de la calle y no de que ahí vivimos gente. [Todos: ]. Pero lo entiendo. Ese es un lugar donde nada más vive mi mamá.
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Entonces nos tocó adaptarnos a nosotros al pajarito. ¿Qué te parece? (ca1mf.05).
En estos casos, la sustitución por solo/solamente resulta forzada. En (9a) el hablante no se refiere a una opción entre varias, sino a una decisión. En (9b) es aún más evidente el empleo distanciado del sentido excluyente, pues la madre de la entrevistada no es la única habitante de la casa. La relación de estos usos se acerca más a los clásicos operadores de refuerzo argumentativo de hecho, en realidad, por los cuales resulta más adecuada la conmutación (opté de hecho por agarrar, pedir mi baja y me fui; es un lugar donde en realidad vive mi mamá). Algunos usos pueden, incluso, llegar a funcionar como operadores de concreción similares a por ejemplo:
(10) ahorita está bastante:: se siente bastante tranquilo y ... aunque él no es de los que te dice “hija te quiero” en un momento así de que “te adoro”, ni nada, pero:: él tiene su manera muy particular de de demostrarlo ¿no? De que:: no sé. De repente, nada más el hecho de que una vez dijo que que se sentía muy orgulloso de nosotros. Eso para él fue que llorar y llorar porque él no es así muy muy expresivo (ca2mc.04).
No obstante, los operadores generales de refuerzo carecen de la fuerza ilocutiva intensificadora ejercida por nada más. Si el primer empleo (‘solo/ solamente’) operaba como atenuante de la referencia remota a una clase más amplia, este otro funciona como un activador de intensificación que reduce y particulariza un argumento que presenta como único. La partícula nada más que se usa fundamentalmente como activador de atenuación. Debido a su forma no se emplea al final de los enunciados, de hecho, se usa casi exclusivamente en mitad de este, principalmente con verbos de existencia. Se diferencia de nada más atenuante porque el referente identificable sobre el cual opera está cuantificado siempre:
(11) Era muy ... muy pobre, pues, éramos pobres. De la ... de la clase ... necesitada. Habían nada más, se puede decir, que dos clases sociales ahí: ... la clase media ... eh ... es una clase media baja, y la clase media alta, porque, tampoco podía hablarse de ... de gente muy adinerada ni nada así (cc1hd.87).
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Finalmente, los usos de más nada funcionan todos como activadores de intensificación que se emplea en posición de cierre para realzar un referente previo:
(12) a. No, mi primer novio lo tuve a los quince años. Y ... nunca se me va olvidar. Era un ... amor platónico con agarraditas de mano y más nada, y “¡ah! ¡ah!”, y que no me vieran en la calle —aunque mi papá y mi mamá lo sabían— pero yo me moría si mi papá y mi mamá me veían con un novio (ca1ma.87). b. él tenía esa hacienda y entonces decidió como parcelarla, venderla en parcelitas pequeñas, porque él tuvo problemas. La esposa de él se murió, se enfermó, entonces él se regresó pa’ Boconó. Allá montaron un laboratorio para desarrollo de matas de café:: y:: y cosas, pero entonces él se dedicó fue a eso y más nada, y se quedó allá y la hacienda estaba ahí (cc1hf.10).
En (12a) se puede observar cómo más nada produce el efecto de un cenital que concentra la atención sobre un actor que ya ha salido a escena; sirva la metáfora, en este caso, para mostrar como el atributo un amor platónico con agarraditas de mano es objeto de realce por y más nada, el cual activa inmediatamente otros elementos que enfatizan la importancia del argumento para la entrevistada, como la vocalización de los suspiros ¡ah! ¡ah!, la partícula y que para introducir el siguiente comentario y el recurso reiterativo de hilar cada comentario con la conjunción y: y más nada, y “¡ah! ¡ah!”, y que no me vieran. El recurso de la secuencia encadenada con el ilativo se repite en (12b): y más nada, y se quedó... y la hacienda. En este ejemplo, el referente es focalizado previamente por una estructura enfática: se dedicó fue a eso. Ambas fórmulas se repiten en otros casos: y uno se lo come y es sabroso, más nada, y tiene una pepa grande. De esta forma, los referentes son doblemente focalizados por un operador de existencia que los introduce —a veces de forma enfática— y un activador de intensificación que busca la resonancia del argumento, la cual se produce de forma icónica en reiteraciones posteriores a su mención. La fuerza ilocutiva ejercida por la fórmula de simplificación nada más señala una inferencia valorativa que permite apreciar el sitio que ocupa el comentario para el emisor. De esta forma, es también un elemento que muestra la atención que el hablante presta a las expectativas del interlocutor.
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5.4. Caracterización de los hablantes A continuación, se comentan algunos datos sobre la distribución de los usos pragmáticos de los operadores de exclusión con nada (AI: activador de intensificación y AA: activador atenuación) según las características sociales de los entrevistados. Edad
Función
20-34
35-54
Nivel socioeconómico 55 o +
Alto
Medio
Sexo
Bajo
Hombre
Mujer
AI
N: 17 (28 %)
9
0.3
4
0.2
4
0.2
10
0.5
5
0.2
2
0.08
7
0.3
10
0.2
AA
N: 43 (72 %)
14
0.6
16
0.8
13
0.7
10
0.5
12
0.7
21
0.91
12
0.6
31
0.7
23
38
20
33
17
28
20
33
17
28
23
38
19
32
41
68
∑ (%) N: 60
p 0,370 > .05
p 0,010 < .05←
p 0,365 > .05
Tabla 4. Usos pragmáticos y caracterización de los hablantes
Los hablantes más jóvenes son los que incrementan la probabilidad de empleo de estas partículas, tanto en sus usos intensivos como los atenuantes (38 %); no obstante, la distribución de los grupos no es significativamente diferente (p > .05), lo que se aprecia no solo en el resultado del test de Fisher sino también al comparar las probabilidades internas de cada variante. En cambio, la contingencia de las variantes del nivel socioeconómico muestra algunas discrepancias que permiten asociar este factor al uso de pragmático de los operadores de exclusión (p < .05). Los hablantes del nivel bajo son los que contribuyen con mayor porcentaje al total de usos (38 %); destaca especialmente el empleo de los atenuantes por parte de los entrevistados de este nivel (0.91) y, en menor medida, del nivel medio (0.7). Por último, la mayor cantidad de casos analizados pertenecen a las mujeres (68 %), sobre todo los activadores de atenuación (0.7); pese a ello, la disposición de las probabilidades de ambos sexos no muestra relación alguna (p > .05). En vista de la asociación entre el nivel socioeconómico y la función pragmática de la partícula, se realizó un cruce de estas variables con el sexo de los entrevistados para distinguir con más rigor a los hablantes que las emplean:
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Grupo etario Alto Medio Bajo
Sexo
Activador Intensificación
Atenuación
N
%
H
0.23
0.09
8
13
M
0.35
0.13
12
20
H
0.17
0.13
9
15
M
0.11
0.13
8
13
H
-
0.10
2
3
M
0.11
0.44
21
∑
17
43
35 60
Tabla 5. Operadores de exclusión según nivel socioeconómico y sexo
En la tabla 5 se puede confirmar que las mujeres favorecen efectivamente el empleo de ambos usos en los niveles alto y bajo; en el nivel medio, la contribución de ambos sexos es similar. Se distinguen dos valores de forma especial, por una parte, las mujeres del nivel socioeconómico bajo favorecen el uso atenuador de las partículas (0.44), lo que redunda en el mayor porcentaje de usos en la correlación (35 %); por otra parte, las mujeres del nivel alto se distinguen en el empleo intensificador (0.35) y contribuyen a ampliar con un 20 % el total de casos. 6. A modo de conclusiones En el presente estudio se analizaron los operadores de exclusión nada más, nada más que y más nada desde una perspectiva cercana al contexto comunicativo de la enunciación, con la intención de describir el funcionamiento de los usos ilocutivos y de identificar la naturaleza de algunos procesos de cambio que permiten al hablante codificar la expresividad en la oralidad. Los resultados confirmaron que todos los operadores permiten reforzar el argumento que focalizan. Nada más ‘solamente’ registra la mayor frecuencia de uso, con lo cual se diferencia de los resultados de otras investigaciones previas. Nada más que no solo es menos frecuente en la muestra general, sino que la mayoría de los casos se restringen al primer período (1987). De este modo, la pérdida del que relacionante apoya la tesis de una especialización de la partícula como marcador discursivo.
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NADA MÁS (QUE) Y MÁS NADA
Los usos de nada más se dan en todas las posiciones. Mientras que la mayoría de los casos de nada más que se usa entre el verbo y su complemento, todos los usos de más nada se emplean al cierre de la unidad. Nada más y nada más que ‘solo/solamente’ focalizan referentes de clase identificable, mientras que nada más ‘simplemente’ y más nada lo hacen con referentes no identificables. Las formas que se usan como activador de atenuación (‘solamente’) de un referente son nada más en cualquier posición del enunciado y nada más que en posición inicial y media; como activador de intensificación (‘simplemente’) se usan nada más en posición inicial y media y nada más que solo en posición media —ambas con valor particularizador— y más nada en posición de cierre. La correlación de todas las variables estudiadas se resume e ilustra a continuación: Posición del operador Función
Inicio
Medio
Cierre
Referente
Activador de atenuación ‘solamente’
nada más (8) nada más que (1)
nada más (12) nada más que (8)
nada más (14)
clasificable
Activador de intensificación ‘simplemente’
nada más (4)
nada más (6) nada más que (1)
más nada (6)
no clasificable
Tabla 6. Operadores de exclusión: posición, referente y función pragmática
Más allá de estas generalidades, se observan algunas distinciones que inducen importantes conclusiones. Por una parte, los operadores conmutables por ‘solo/solamente’ se analizan como activadores de atenuación: i) nada más en posición de cierre atenúa solo referentes clasificables; y ii) nada más que se activa como atenuador solo con referentes clasificables cuantificados. Por otra parte, los operadores no conmutables por ‘simple/sencillamente’ y ‘tan solo’ se analizan como activadores de intensificación: i) los referentes clasificables no se intensifican, solo argumentos no clasificables; ii) es notable la preferencia por la partícula nada más en la intensificación; iii) como intensificador, nada más nunca se usa en posición de cierre; y iv) más nada solo intensifica argumentos no clasificables.
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KRÍSTEL GUIRADO
Por último, los resultados de las variables extralingüísticas confirman algunos datos de estudios previos; por ejemplo, los hablantes del nivel bajo y las mujeres son quienes más usan estos marcadores. Adicionalmente, la cuantificación de la variable pragmática y su cruce con los factores sociales revela correlaciones de uso que contribuyen a la caracterización de estos operadores: las mujeres del nivel socioeconómico bajo contribuyen al uso atenuador, mientras que las del nivel alto lo hacen con el intensificador. Para culminar, es pertinente mencionar que esta investigación constituye un aporte al estudio de la alternancia fraseoléxica y de la variación pragmático-discursiva, niveles en los que se dificulta, debido a su naturaleza, el análisis variacionista. Bibliografía Albelda Marco, Marta/Álvarez Muro, Alexandra (2010): “Los corpus discursivos en el estudio pragmático de la atenuación y de la intensificación”, en Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana, 8/2, pp. 79-100. Albelda Marco, Marta/Briz Gómez, Antonio/Cestero, Ana M.ª, Kotwica, Dorota/Villalba, Cristina (2014): “Ficha metodológica para el análisis pragmático de la atenuación en Corpus discursivos del español. ES.POR.ATENUAC1ÓN”, en Oralia, 17, pp. 7-62. Alonso, Amado (1967): Estudios lingüísticos. Temas hispanoamericanos. Madrid: Gredos. Alvar, Manuel (1948): El habla del Campo de Jaca. Salamanca: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Álvarez Martínez, M.ª de los Ángeles (1987): Rasgos gramaticales del español de Canarias. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios. Banco Central de Venezuela (2009): Libro de Estilo del BCV. Caracas: BCV. Beinhauer, Werner (1963): El español coloquial. Madrid: Gredos. Bentivoglio, Paola/Sedano, Mercedes (1996): “Venezuela”, en Alvar, M. (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de América. Barcelona: Ariel, pp. 116-133. Benveniste, Émile (1966): Problèmes de linguistique générale. Paris: Gallimard. Briz Gómez, Antonio (1998): El español coloquial en la conversación. Barcelona: Ariel. — (2011a): “Lo discursivo de las partículas discursivas en el Diccionario de partículas discursivas del español (DPDE). La atenuación como significado fundamental o uso contextual”, en Aschenberg, H./Loureda, Ó. (eds.), Marcadores del discurso: de la descripción a la definición. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert, pp. 77-108.
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NADA MÁS (QUE) Y MÁS NADA
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CARACTERIZACIÓN SOCIODIALECTAL DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE EN EL HABLA CARAQUEÑA Irania Malaver Arguinzones
1. Introducción El objetivo que nos ocupa en este trabajo es analizar el uso de los adverbios en -mente en el español de Venezuela, con especial referencia al habla de Caracas. Se trata de una aproximación sociolingüística con base en ejemplos como los que se ilustran a continuación:
(1)
justo ahí mi papá montó un mayor de licores porque ya había iniciado el negocio de licores ahí / pero mi papá realmente fue un hombre extremadamente tranquilo / (CARA_M33_103)1.
(2)
este / por otro lado / eeh se independizó de la / de la casa paterna pronto / es decir / compró su casa aparte / es decir / cosa que eso no se acostumbraba en esa época / el muchacho que se casaba se quedaba en la casa paterna y / y vivía allí hasta que / bueno / algún día conseguía / mi papá no / mi papá muy tempranamente se fue a vivir a otra casa // e incluso se fue a vivir a otra ciudad / (CARA_M33_105).
(3)
¿qué recuerdo? Mira / caminar (...) casi nunca agarramos taxi / preferíamos caminar y ver / conocer / los edificios / fuimos a algunos museos / eeh fui también / todas las como los clichés turísticos así eeh la Estatua de la Libertad / ¡ah! / también fui al World Trade Center y estuve en la / en la azotea / y bueno / que ahorita ya no existen las torres pues / eeh fui también al / al Empire State eeh sí / y al Museo de Ciencias / que es también impresionantemente grande (CARA_H13_076).
El código al final de cada ejemplo del habla caraqueña (CARA) se explica en la nota 7.
1
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IRANIA MALAVER ARGUINZONES
(4)
creo que es la luna / creo que es / que es la luna nueva cuando hay luna nueva ellos siembran / al día siguiente en la mañana / si no es luna nueva no siembran porque supuestamente la luna nueva es la que hace que / que el maíz se ponga bellísimo / según sus creencias / (CARA_H22_052).
De acuerdo con Kovacci (1999: 709), formas como realmente, impresionantemente o extremadamente “se originan en la construcción sintáctica latina, de valor adverbial, formada por mente, ablativo del sustantivo femenino mens, mentis, ‘mente, ánimo, intención’ y un adjetivo concordado antepuesto”. La Nueva gramática de la lengua española (NGLE) (RAE/ASALE 2009: § 30.1) plantea que las bases adjetivas a las que se une el sufijo son, principalmente, las de adjetivos calificativos (fríamente, limpiamente, públicamente), si bien se pueden formar adverbios en -mente con adjetivos relacionales: tratar a alguien diplomáticamente. Morfológicamente, son adverbios formados por derivación y pueden modificar verbos (pasear por la calle tranquilamente), adjetivos (sumamente satisfecho de los resultados), otros adverbios (irremediablemente lejos de su país natal) y oraciones (probablemente son ya las cuatro). Por su significado, expresan nociones de tiempo (antiguamente), de modo o manera (cortésmente). Los llamados adverbios oracionales son adverbios de enunciación, temáticos y del enunciado, que constituyen un grupo heterogéneo que sirven para sumar distintos contenidos (RAE/ASALE 2009: §§ 30.1-30.14). Además de la presente introducción, este artículo se estructura en tres partes. En la primera parte se comentan algunos estudios previos sobre otras variedades americanas y el español peninsular. Aquí se incluyen trabajos sobre el español venezolano. En la segunda, a continuación, se describe el corpus y los criterios de análisis. La tercera sección se dedica a la presentación y discusión de los resultados. Y, por último, las consideraciones finales.
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CARACTERIZACIÓN SOCIODIALECTAL DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE
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2. Estudios previos2 Las investigaciones que enmarcan el presente trabajo son de carácter sociodialectal. En primer lugar, se cuenta con los estudios de Rojas (1980-1981) sobre el habla culta de Santiago de Chile (cf. Rabanales 1992), Vigueras Ávila (1983) sobre el habla culta de Ciudad de México, y Arjona Iglesias (1991) sobre el habla popular mexicana, trabajo que compara los resultados con el habla culta estudiada por Vigueras. Estos trabajos ofrecen una caracterización sociodialectal fundamental para el estudio que nos proponemos. En segundo lugar, se expone el estudio de Kortschak y Hummel (2018), quienes analizan las formas en -mente en el registro formal e informal del español peninsular en el subcorpus español de C-Oral-Rom: Integrated Reference Corpora for Spoken Romance Languages. Este subcorpus contiene 2 Una línea de desarrollo sobre los adverbios en -mente corresponde a la serie de estudios diacrónicos y sincrónicos de Hummel (2007, 2008, 2013, 2014) sobre los adverbios cortos o adjetivos adverbiales y adverbios largos, adverbios en -mente, como dos tipos de adverbios con función atributiva. Hummel (2014: § 7.2.1.) plantea la tipología de lenguas según se organiza la función atributiva de modificación de acuerdo con Hengeveld: las lenguas rígidas, las lenguas flexibles y las lenguas especializadas. Las lenguas rígidas se distinguen por desarrollar la función atributiva con construcciones perifrásticas, como con rapidez, en la que se integra el nombre en una frase preposicional; las lenguas flexibles recurren a una sola clase de palabra, por ejemplo: la chica rápida/la chica corre rápido/la chica corre rápida; y las lenguas especializadas, a diferencia de los otros dos tipos, distinguen el adjetivo del adverbio, como en la chica rápida/la chica corre rápidamente. Al examinar en conjunto las estrategias flexibles y especializada, es decir, los adverbios cortos y largos, en materiales americanos, Hummel comprueba que en la oralidad predominan los primeros sobre los segundos y plantea: “En América, los adverbios en -mente siguen siendo la opción de prestigio frente al patrón estándar que conserva la tradición del sistema monocategorial” (2013: 71). Es esta línea de análisis conjunto de ambos tipos de adverbios la que desarrolla el trabajo de Medina Gómez y Alarcón Neve (2013) y Alarcón Neve, Medina Gómez y Rodríguez Sánchez (2014), del español de Ciudad de México, y el estudio de materiales chilenos, por Hummel (2007). Los investigadores mexicanos analizan la alternancia de quince pares de adverbios cortos y largos en el Corpus Sociolingüístico de Ciudad de México (CSCM) –que representaría el registro informal– y el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA). Las conclusiones plantean que en el español de México “existe una marcada preferencia de adverbios cortos en el registro informal-oral, mientras que en el registro formal-escrito ocurre lo contrario, tienen mayor presencia de adverbios largos” (Alarcón Neve/ Medina Gómez/Rodríguez Sánchez 2014: 218). Desde nuestra perspectiva, tal relación significa que un estudio de corte sociolingüístico sobre los adverbios en -mente en la oralidad caraqueña también debe hacerse en complementariedad con el estudio del adjetivo adverbializado. Conscientes de este planteamiento, en el presente capitulo nos centraremos en los adverbios en -mente como una primera etapa de investigación sobre el tema.
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IRANIA MALAVER ARGUINZONES
textos clasificados según la situación comunicativa, el tipo de comunicación, el medio, la edad (cuatro subgrupos generacionales), el sexo de los hablantes, la actividad profesional, la escolarización (tres subgrupos) y el origen geográfico (Kortschak y Hummel 2018: 6-8). Además del análisis del español peninsular del siglo xxi, los autores comparan sus resultados con los de Vigueras (1983), Arjona (1991) y Medina Gómez y Alarcón Neve (2013) sobre el español mexicano. Para los fines de esta investigación, tomaremos solo los resultados del corpus peninsular. Finalmente, se comentan los trabajos de Murguey (2008a, 2008b) con materiales orales y escritos del español venezolano. En la bibliografía especializada sobre los adverbios en -mente, Company Company ha desarrollado un conjunto de investigaciones diacrónicas fundamentales, entre las que tomamos los estudios de (2012) y (2014)3 para la comparación general de los datos caraqueños en cuanto a frecuencia y variedad léxica de las formas en -mente. 2.1. Las hablas cultas de Santiago de Chile y Ciudad de México, y el habla popular de Ciudad de México Los primeros tres trabajos tienen en común el hecho de que analizan los materiales del “Proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística culta del español hablado en las principales ciudades de Iberoamérica y de la Península Ibérica”, coordinado por Lope Blanch (1986). Vigueras Ávila (1983) estudió el corpus de la norma culta mexicana (Lope Blanch 1981) y Rojas (1980-1981) el de Chile. El proyecto de Norma Culta... contó con una metodología afín para la selección de los informantes cultos de las capitales que integraron los corpus, por lo que los hablantes cultos chilenos y mexicanos fueron seleccionados según los mismos perfiles educativos y socioeconómicos: se consideraron representantes del sociolecto culto tanto por la profesión como por las características y condiciones socioeducativas familiares. Así, debían tener estudios universitarios completos, conocer —como mínimo— una lengua extranjera, haber viajado fuera del país y tener un hábito de lectura constante (Aguirre de la Luz/Chico Montes de Oca 2011, Rabanales 1992). En el caso de la norma culta mexicana (El habla de la ciudad de México. Materiales para su estudio, 1971), la lengua extranjera fue el inglés, en un 77 % 3 Es fundamental mencionar también los trabajos de Kaul de Marlangeon (2002), Gonzalo Manzano (2010, 2013), Espinosa Elorza (2014) y Gerhalter (2020).
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CARACTERIZACIÓN SOCIODIALECTAL DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE
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de los informantes, y el francés, en un 52 % (Aguirre de la Luz/Chico Montes de Oca 2011: 6). En el caso de los santiagueños, los informantes eran en su mayoría médicos, abogados, ingenieros, profesores, nutricionistas, asistentes sociales y arquitectos (Rojas 1980-1981: 907). Contrastan radicalmente los informantes del habla popular mexicana (El habla popular de la ciudad de México. Materiales para su estudio, 1976) ya que la mayoría tenía estudios primarios incompletos o no contaban con dichos estudios, y los hombres estaban más escolarizados que las mujeres (Aguirre de la Luz/Chico Montes de Oca 2011). En nuestra opinión, la comparación de los resultados de Ciudad de México debe tomar en cuenta tal grado de diferenciación educativa puesto que son dos sociolectos absolutamente diferenciados: uno con un alto grado de instrucción y otro sin ninguno, es decir, hablantes con un alto nivel socioeconómico, bilingües, y hablantes casi analfabetos, con un nivel socioeconómico bajo. En cada una de las investigaciones, las autoras clasificaron los casos por la función sintáctica según el elemento modificado por la forma en -mente y ofrecen las frecuencias relativas de tales clasificaciones. Hay que señalar que el estudio de Arjona, posterior al del habla culta, incluye comparaciones generales entre ambas investigaciones. Veamos los resultados generales de cada corpus. En Santiago de Chile, al analizar 89 informantes, se encontraron 1425 casos correspondientes a 223 lexemas; la función principal fue la de modificador verbal, en el 59,29 % de los casos, como se ve en el ejemplo ofrecido por Rojas:
(5)
A mí me interesaba fundamentalmente la libertad frente a la organización estatal (18: 29H).
En cuanto a la función semántica, el 40,28 % (574 casos) correspondió a la función destacativa: “Con estas formas generalmente se destaca un rasgo determinado de algo o de alguien, haciendo implícita una desvalorización de otros, o bien se pone de relieve a una persona, objeto o situación” (Rojas 1980-1981: 917):
(6)
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La tecnología principalmente [...] es [...] la que ha empujado más al desarrollo científico (27: 29M).
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Además de la función destacativa, la función modal predominó en el 20 % del total de los ejemplos (285 casos). Rojas concluye que los adverbios en -mente son signos plurifuncionales y polisémicos, lo que se comprueba con las funciones que identifica en el habla chilena. Hay en este corpus 36 adverbios que se emplean más de 9 veces y 197 que aparecen menos de 10 veces. Las frecuencias son muy diferentes entre los lexemas del primer grupo, como se muestra en la siguiente tabla. Adverbio
N
%
realmente
144
10,1
solamente
77
5,4
totalmente
67
4,7
actualmente
47
3,3
justamente
47
3,3
especialmente
42
2,9
generalmente
40
2,8
inmediatamente
36
2,5
simplemente
35
2,5
absolutamente
32
2,2
prácticamente
32
2,2
fundamentalmente
31
2,2
precisamente
31
2,2
exactamente
28
2,0
seguramente
26
1,8
Tabla 1. Frecuencia y variedad léxica en el habla culta de Santiago de Chile
Realmente es la forma más empleada, el 10,1 % de los casos del corpus, duplicando la frecuencia del adverbio solamente. En el estudio del habla culta de Ciudad de México, Vigueras Ávila (1986) reportó 950 casos (de 42 informantes) correspondientes a 162 lexemas diferentes. La función sintáctica predominante fue la de modificador oracional (26,21 %), en especial, los adverbios de tiempo:
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CARACTERIZACIÓN SOCIODIALECTAL DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE
(7)
Llegará el momento en que se tenga que imponer la razón sobre la brutalidad, necesariamente.
(8) Posteriormente llegó un grupo de hermanos mexicanos.
En continuidad con el estudio de Vigueras Ávila, para el habla popular, Arjona Iglesias describió el comportamiento sintáctico y semántico de las mismas formas con los mismos criterios de clasificación del trabajo precedente. Este segundo trabajo termina por ser un estudio comparativo de ambos sociolectos, porque Arjona Iglesias describe las semejanzas y diferencias entre los dos trabajos. La investigadora identifica 299 casos, 651 ejemplos menos que el habla culta, en una muestra de 47 informantes. En este corpus predominaron los adverbios modificadores verbales (29,4 % del total), entre los que se distingue los que modifican solo al verbo (9-10) y los que modifican a un verbo y a otro elemento que va unido al verbo (11-12):
(9)
Tiene forzosamente que ir.
(10) Vienen personalmente por él.
(11) Al voltear a ver la luna, pensé inmediatamente que de ahí me podría... este... podría yo sacar [una canción].
(12) Quincenalmente me dan doscientos pesos.
Arjona Iglesias destaca la frecuencia de adverbios muletillas, con el 16 %, el segundo grupo después de los que modifican. Son 15 adverbios, entre los que se pueden ejemplificar:
(13) Hay muchos trabajos más que, desgraciadamente, pus... que aprender.
(14) Pero yo creo, fácilmente, eso jue.
Para la autora esta es la diferencia principal entre los resultados de ambos corpus: Muy significativo es, a mi parecer, este hecho, es decir, el que en el habla popular el segundo porcentaje en importancia lo ocupen las muletillas mientras que en el
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habla culta constituyen éstas únicamente un 5,6 % [...] esto refuerza, desde luego, creo yo, lo que arriba sostenía acerca de que los informantes del nivel sociocultural bajo cuya habla analizo no tienen idea clara de en qué momento o para qué se emplean los adverbios en -mente pero los usan porque se acercan con ello a la norma de prestigio (Arjona Iglesias 1991: 40).
La investigadora plantea distintas comparaciones entre ambos corpus que son relevantes para nuestro estudio, a saber: i) hay menor variedad de lexemas en el habla popular que en el habla culta; ii) hay mayor uso en el habla culta, puesto que son menos hablantes y se identificaron más casos; iii) hay 117 adverbios que solo aparecen en el habla culta y 14, solo en el habla popular. De este grupo (habla popular) solo juntamente no podría aparecer en el habla culta, dice la autora; iv) hay 45 compartidos en ambos corpus, lo que permite la diferenciación sociolectal en el uso de, por ejemplo, la forma realmente (ocho en el habla popular frente a 115 en el habla culta) y francamente (que aparece 35 veces en el habla popular y una vez en el habla culta). Sobre estos resultados dice: “Muy grandes son, en fin, las discrepancias que encuentro entre las dos modalidades de habla, tanto en lo que se refiere a la cantidad de ejemplos de tales adverbios que en ambas hablas se registran como por lo que toca a su variedad” (Arjona Iglesias 1991: 33). También es relevante su conclusión sobre el papel la dimensión idiolecto de sus hallazgos: [...] parece que los informantes del habla popular emplean los adverbios en -mente de una manera un tanto asistemática, como si consideraran que dichos adverbios no pertenecen cabalmente a su sociolecto, al tiempo que los hablantes cultos los usan en abundancia y parecen sentirse muy cómodos con su empleo (Arjona Iglesias 1991: 33).
Para Arjona Iglesias, es este aspecto el rasgo más relevante para la comprensión del fenómeno en el habla mexicana. En síntesis, los hablantes de nivel sociocultural bajo vacilan al usar los adverbios en -mente, no son asertivos con su empleo (por eso las muletillas son más frecuentes) y cuando los emplean, lo hacen para intentar acercarse a la norma de prestigio. Pero, en nuestra opinión, mientras los hablantes cultos conocen la norma de prestigio dado su nivel educativo, los del sociolecto bajo la desconocen (por las mismas razones), de manera que no necesariamente intentan emplear las formas en -mente por prestigio. Y si bien las diferencias son muy marcadas, son también relevantes las coincidencias: todos los adverbios que
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emplean los de habla popular son empleados por los informantes cultos, a excepción de juntamente. Llama la atención la forma suavecitamente, que solo aparece en el habla culta y que es un caso de diminutivo terminado en -mente, ejemplo de una adjetiva apreciada. Con todos, los dos sociolectos muestran las diferencias que cabría esperar entre hablantes tan diferentes en su nivel socioeducativo. 2.2. Registros formal e informal en el español peninsular Kortschak y Hummel (2018) exploran los adverbios en -mente en el español peninsular y comparan sus hallazgos con los del habla mexicana. Parten de que estas formas se han desarrollado en la tradición escrita (Company Company 2012, 2014), por lo que cabe esperar diferencias entre el registro formal e informal de la lengua hablada: “Dicho de otro modo, partimos de la idea de que la historia de la lengua ha dejado sus huellas en la variación sincrónica actual” (Kortschak/Hummel 2018: 5). Los datos se toman del corpus español de C-Oral-Rom, un corpus de habla espontánea, recogido durante 2001 a 2004, con informantes de distintas regiones de España y con una tipología muy variada de situaciones comunicativas (conversaciones, monólogos, conversaciones telefónicas), de registro y de contenido (conferencias de ciencia, cultura, homilías religiosas, discursos políticos)4 (Campillos Llanos et al. 2007). Destacaremos únicamente los resultados sobre el español peninsular dado que hemos reportado los datos del habla mexicana que estos autores también analizan en su trabajo. Se identificaron 1461 casos correspondientes a 233 lexemas distintos, lo que da una media de 6,3 para cada uno. Hay —como en los otros estudios reseñados— una diferencia notoria en la frecuencia de los adverbios, ya que 10 adverbios aparecen diez veces o más, y 140 lo hacen dos veces o menos. Los adverbios más frecuentes fueron: realmente (5,4 %), efectivamente (4,9 %), solamente (4,9 %), simplemente (3,9 %), normalmente (3,8 %), exactamente (3,2 %), prácticamente (2,9 %), absolutamente (2,7 %), evidentemente (2,5 %) y totalmente (2,5 %).
Procedentes de distintas regiones peninsulares: 118 de Madrid, 161 sin especificación y 61 hablantes oriundos de otras regiones de España o Hispanoamérica (inmigrantes residentes desde hace varias décadas). 4
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En cuanto al carácter formal e informal de los textos, los adverbios en -mente se dan tres veces más en los textos formales que en los textos informales. Respecto de estos resultados, es muy revelador que, si bien los textos formales se diferencian de los informales por una frecuencia tres veces más alta de adverbios, en ambos, los adverbios más frecuentes son los mismos. Kortschak y Hummel afirman haber confirmado en la variación sincrónica la evolución de los adverbios en -mente como cultismos que se han consolidado en la lengua mediante la tradición escrita. Para concluir señalan que “los adverbios más frecuentes, que suelen servir para presentar el discurso de manera subjetiva y para organizarlo, son exactamente los mismos en los textos formales e informales. Ello muestra que se trata de una propiedad general del habla que no cambia según el registro” (Kortschak/Hummel 2018: 38). 2.3. El español venezolano Las investigaciones conocidas del español de Venezuela no mencionan diferencias entre los registros y los niveles socioeconómicos de los hablantes, sino una descripción general de las formas en -mente. En este apartado se destacan sendas investigaciones de Murguey, desde la perspectiva funcionalista alarquiana. En 2008 presenta un estudio descriptivo de estas unidades en el plano oracional (como aditamento verbal o atributo), en el plano suboracional (como modificador de adjetivo) y en el plano extra-predicativo (incidentales). Para este análisis, el autor construyó un corpus con materiales orales de distintos subdialectos venezolanos (conversaciones, programas de radio y televisión, corpus de habla) y también incluyó textos en prosa literaria, textos periodísticos y artículos académicos. De todos estos materiales fueron seleccionados aleatoriamente 200 enunciados en los que se empleaba algún adverbio en -mente y de los cuales se analizaron solo 35 casos considerados enunciados ‘tipo’ con la función de aditamento verbal (15), de atributo (16), de modificador de adjetivo (17) y con funciones extrapredicativas (18):
(15) Se mostró solidariamente con la iniciativa expresada en la reunión.
(16) Estuvo inconscientemente durante mucho rato.
(17) Existen normas y métodos, [...], internacionalmente recomendados.
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(18) Desgraciadamente, no ha sido así.
Los usos descritos en la muestra venezolana coinciden con los del español general. El autor mantiene que “los pocos datos aquí estudiados nos permiten, reafirmar, aunque no de modo conclusivo, que estos mismos rasgos semántico-pragmáticos se evidencian en el uso de estos adverbios en el habla de Venezuela” (Murguey 2008a: 251). Murguey (2008b) analiza —en el mismo corpus ya descrito y con idéntico enfoque teórico— una muestra de 50 enunciados para profundizar en la función incidental de los adverbios, siguiendo el mismo esquema clasificatorio. Las conclusiones reafirman el planteamiento de la primera publicación en tanto que en el español de Venezuela el uso de las formas en -mente corresponde a las descripciones gramaticales generales de estas unidades lingüísticas, tanto en el plano sintáctico como en el plano discursivo. 3. Metodología El corpus para la presente investigación contiene muestras de las dos primeras décadas del siglo xxi del habla caraqueña recogidas en el Corpus PRESEEA-Caracas 2004-2010 (Bentivoglio/Malaver Arguinzones 2018, Moreno Fernández 2021). Organizada de acuerdo con los criterios sociolingüísticos más generales, la estratificación de la muestra tomó en cuenta el género, la edad y el nivel, dimensiones fundamentales para el estudio de las hablas urbanas atendiendo a la complejidad social que las caracteriza y que, además, son pertinentes para la descripción sociolingüística de la población caraqueña5. Son 108 personas, habitantes de distintos distritos de la ciudad capital (Bentivoglio/Malaver Arguinzones 2012), distribuidas en tres grupos de edad (20-34 años, 35-54 y 55 o más) y de tres grados de instrucción (estudios primarios concluidos, estudios secundarios concluidos y estudios universitarios o más). La muestra se recogió en el marco de la entrevista sociolingüística que se caracteriza por desenvolverse en una situación comunicativa semiformal, ya que es una situación no cotidiana para el entrevistado, es grabada y posee fines Los entrevistados no conocían el objeto del proyecto general y participaban siempre con la idea de que se trataba de un estudio sobre la ciudad de Caracas y sus habitantes. La cuota de 108 hablantes responde al criterio de representatividad general de 1/25 000 (para ciudades de dos o más millones de habitantes, siguiendo los lineamientos del PRESEEA). 5
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investigativos ajenos a su vida personal. Albelda Marco (2014) caracteriza la entrevista por su finalidad transaccional, el tono semiformal y la planificación diseñada. Como rasgos coloquializadores se tendrían relación de mayor o menor igualdad social entre los interlocutores, relación vivencial, temática no especializada. Para las entrevistas, se potenciaron estrategias coloquializadoras (Briz Gómez 2016), a saber: i) Mayor cotidianidad temática. Se propusieron temas de conversación de orden vivencial y familiar (anécdotas de la infancia, las relaciones con los amigos, los hobbies, los cambios en la ciudad); ii) Mayor relación de igualdad social o funcional. Los entrevistadores no tenían una diferenciación social jerárquica acentuada con el entrevistado; iii) Mayor relación vivencial de proximidad. Entre los entrevistados y el entrevistador existían saberes compartidos generales. Se intentó que el foco fuera el entrevistado, de modo de que la implicación del entrevistador fuera, estrictamente, la necesaria para favorecer la mayor producción discursiva del entrevistado; y iv) Mayor planificación sobre la marcha. La conversación se desarrolló sobre los tópicos que iba mencionando el informante a lo largo del encuentro. La perspectiva del presente estudio parte de los planteamientos generales de la lingüística de corpus (Rojo 2021) y de la sociolingüística, esto es, formular el análisis cuantitativo general, tomando en cuenta las dimensiones sociodemográficas, que nos permitan describir los mecanismos lingüístico-discursivos a la vez que la caracterización social que comportan: “La variación sociolingüística supone que los hechos de lengua tienen una significación social y pueden caracterizar a los hablantes de una variedad determinada” (Moreno Fernández 2012: 91). Nuestro estudio se caracteriza por examinar un continuo educativo escolarizado, ausente en los estudios del habla mexicana y chilena, de manera tal que podremos interpretar los resultados en el continuo sociolectal de la oralidad caraqueña, entendiendo por sociolecto, según la sociolingüística cognitiva (Moreno Fernández 2012), no la clase social sino el grupo social el cual, para nuestros fines, tiene en común un recorrido de escolarización formal6 que puede relacionarse con usos lingüísticos que distinguen a sus miembros y conforman el tejido sociolingüístico de la comunidad (Moreno Fernández 2009). 6 Este recorrido, tal como proponemos en este trabajo, coincide con la variable nivel de instrucción de los estudios sociolingüísticos de enfoque variacionista (Moreno Fernández 2009). Dicho recorrido se puede caracterizar tentativamente por un mayor o menor contacto con la lengua escrita en sus distintos géneros y una mayor o menor producción de textos escritos con fines escolares de menor a mayor complejidad según los requerimientos académicos.
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No partimos de relacionar usos estándares más prestigiosos con el grupo de mayor escolarización, sino de desvelar los usos sociolectales como caracterizadores de conjuntos de hablantes de la comunidad caraqueña, por lo que no se trata de comprobar la dependencia del grado de instrucción con el uso de los adverbios en -mente sino cómo esta estrategia de modalización y subjetivización es empleada por grupos con distintos recorridos de alfabetización formal en la comunidad de habla. Amén de que comprobemos las distribuciones apuntadas por los trabajos sobre las variedades mexicana y chilena, el examen de la oralidad caraqueña profundiza en el análisis de la variación individual del uso de las formas en -mente. Se espera aportar una caracterización de los sociolectos caraqueños, así como también su descripción en el conjunto de los estudios sociodialectales con los que ya se cuentan. Para identificar los casos se empleó el software independiente para el análisis lingüístico de textos, de libre acceso, Antconc. Solo se analizaron los casos producidos por los informantes. En una segunda etapa, una vez identificados con el Antconc, se revisaron las transcripciones en las que aparecían los casos. El análisis de frecuencia y los estadísticos se realizó con SPSS (2012). Los resultados se presentan en dos partes. Primero se ofrece la frecuencia general de los casos identificados, las unidades léxicas, y después la frecuencia de acuerdo con el grado de instrucción, edad y género. Para ahondar en esta descripción también se analiza la variación idiolectal. 4. Resultados generales 4.1. Los adverbios y sus frecuencias Se han obtenido 2100 casos de adverbios en -mente, correspondientes a 206 lexemas diferentes, lo que da una media de 19,4 adverbios. Tomando la frecuencia de 10 casos para cada adverbio, se encuentra que 45 formas son usadas más de 10 veces y 161 son usadas entre 1 y 10 veces, como se expone en la tabla 2, donde se aprecia que los 45 adverbios de más de 10 apariciones acumulan el 82 % de los casos, esto es, 1711 ejemplos, mientras que 161 corresponden a 389.
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Adverbio
Lexemas
%
Casos
%
Más de 10 casos
45
22
1711
82
Menos de 10 casos
161
78
389
18
Totales
206
2100
Tabla 2. Frecuencia y variedad léxica en el corpus de habla caraqueña
De este primer resultado general, hay que destacar que los 45 adverbios se distribuyen de forma muy diferenciada entre sí (con el porcentaje acumulado, %A), como a continuación se indica. Adverbio
F
%
%A
Adverbio
F
%
%A
realmente
193
9,2
9,2
directamente
22
1,0
65,7
solamente
134
6,4
15,6
igualmente
21
1,0
66,7
prácticamente
133
6,3
21,9
absolutamente
21
1,0
67,7
totalmente
111
5,3
27,2
afortunadamente
21
1,0
68,7
actualmente
92
4,4
31,6
relativamente
20
1,0
69,7
exactamente
66
3,1
34,7
independientemente
20
1,0
70,6
lamentablemente
62
3,0
37,7
definitivamente
20
1,0
71,6
normalmente
55
2,6
40,3
sumamente
19
0,9
72,5
anteriormente
52
2,5
42,8
nuevamente
18
0,9
73,3
simplemente
47
2,2
45,0
antiguamente
18
0,9
74,2
supuestamente
46
2,2
47,2
mayormente
18
0,9
75,0
completamente
44
2,1
49,3
perfectamente
16
0,8
75,8
básicamente
44
2,1
51,4
necesariamente
16
0,8
76,6
precisamente
40
1,9
53,3
extremadamente
13
0,6
77,2
justamente
34
1,6
54,9
tranquilamente
13
0,6
77,8
últimamente
32
1,5
56,4
eventualmente
13
0,6
78,4
generalmente
30
1,4
57,9
verdaderamente
11
0,5
79,0
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CARACTERIZACIÓN SOCIODIALECTAL DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE
obviamente
27
1,3
59,1
particularmente
11
0,5
79,5
aproximadamente
24
1,1
60,3
casualmente
11
0,5
80,0
inmediatamente
24
1,1
61,4
probablemente
11
0,5
80,5
sucesivamente
23
1,1
62,5
ciertamente
10
0,5
81,0
efectivamente
23
1,1
63,6
diariamente
10
0,5
81,5
sinceramente
22
1,0
64,7
Tabla 3. Adverbios con frecuencias mayores a 10 casos
El primer subgrupo es el de los adverbios más de 100 casos y son cuatro: realmente, solamente, prácticamente y totalmente. El segundo subgrupo está formado por cinco lexemas que se emplean menos de 100 y hasta 50 veces: actualmente, exactamente, lamentablemente, normalmente y anteriormente. El tercer subgrupo contiene los lexemas empleados menos de 50 y hasta 10 veces. Son 36 adverbios que, nuevamente, tienen frecuencias muy diferentes también entre sí y que van desde simplemente (2,2 %) hasta diariamente (0,5 %). Si se observa el porcentaje acumulado desde realmente hasta básicamente se tienen 13 lexemas que concentran el 51,4 % de toda la muestra. En el gráfico 1 se representa su distribución general: realmente posee el 9,2 % sobre el total, seguido de solamente con 6,4 %, tres puntos porcentuales por debajo.
Gráfico 1. Frecuencia de los adverbios más empleados en el corpus caraqueño
Los siguientes ejemplos ilustran los usos caraqueños que coinciden con los valores generales descritos para estas unidades:
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(19) hay que quitarse el sombrero / Italia es un país que / que realmente es la cuna del mundo (CARA_H33_098)7.
(20) eso queda vía La Unión hacia arriba / una montaña donde solamente vive mi madre / este donde los medios de transporte no llegan / donde prácticamente ves cuando papá Dios enchufa el sol (CARA_M13_084).
(21) sí porque eso es una lección sí / y yo solamente / yo digo / okey / yo lo mando pa’ donde su papá / para que su / para que su papá lo oriente como hombre / (CARA_M21_020).
(22) en la esquina de Gloria a Sucre / en esa parroquia de La Pastora / actualmente vivo en la parroquia Caricuao (CARA_H32_061).
(23) quería era que trabajaran // el problema es que anteriormente / a / cuando ya tú tenías sexto grado creían que ya uno sabía (CARA_ M31_032).
Realmente es el lexema con más casos, y su funcionalidad como adverbio focalizador se reconoce en (19) al destacar el modo como se describe Italia; con valor focalizador restrictivo aparece solamente (20), segmento discursivo en el que la informante caraqueña de estudios superiores también usa prácticamente, un focalizador de aproximación. El ejemplo de solamente (21) es producido por una mujer con estudios primarios. Los últimos dos ejemplos (22-23) poseen valor temporal, en este caso los hablantes sitúan cronológicamente los eventos narrados. Para completar lo que los datos muestran en cuanto a la distribución de las frecuencias, hay que decir que 161 adverbios aparecieron menos de 10 veces, de los cuales 77 tienen desde 9 hasta 2 casos. El resto (84 lexemas) apareció solo una vez.
Todos los ejemplos del PRESEEA-Caracas tienen un código entre paréntesis que indica las características sociodemográficas del informante: sexo (H: hombre; M: mujer), edad (1: Grupo etario 1; 2: Grupo etario 2: 3: Grupo etario 3) y grado de instrucción (1: estudios primarios; 2: estudios secundarios; 3: estudios universitarios). 7
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CARACTERIZACIÓN SOCIODIALECTAL DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE
Frecuencia
Lexemas
N
Total
9
especialmente, específicamente, felizmente, seguramente, personalmente, posiblemente.
6
54
8
recientemente.
1
8
7
naturalmente, rápidamente, únicamente.
3
21
6
económicamente, libremente, posteriormente, principalmente, regularmente, religiosamente, semanalmente.
7
42
5
aparentemente, exclusivamente, humildemente, mensualmente, propiamente.
5
25
4
coloquialmente, conjuntamente, espectacularmente, fácilmente, finalmente, físicamente, formalmente, inmensamente, laboralmente, lentamente, literalmente, obligatoriamente, originalmente, políticamente, sencillamente, psicológicamente, radicalmente, vulgarmente.
18
72
3
constantemente, esporádicamente, excesivamente, fundamentalmente, indiferentemente, inicialmente, inocentemente, intelectualmente, previamente, preferiblemente, sanamente.
11
33
2
académicamente, altamente, automáticamente, claramente, correctamente, culturalmente, emocionalmente, excelentemente, formalmente, francamente, históricamente, honestamente, honradamente, horriblemente, incondicionalmente, instantáneamente, intensamente, medianamente, milimétricamente, plenamente, profesionalmente, puntualmente, religiosamente, secretamente, técnicamente, voluntariamente.
26
52
Tabla 4. Adverbios con frecuencias entre 10 y dos casos
Como se ha visto, 13 adverbios de 206 se emplean con una frecuencia que representa el 51,2 % de los casos, resultado que comprueba, para el habla de Caracas, el fenómeno, propuesto por Company Company (2012, 2014) como la paradoja de la productividad entre la frecuencia léxica y la frecuencia en uso de las formas en -mente: “la productividad real está concentrada en unos mismos adjetivos y ello significa que los hablantes actualizamos esta zona de adverbios iniciales mediante mucha repetición léxica” (2012: 131). La
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a utora explica la falsa o engañosa productividad de los adverbios en -mente al distinguir productividad léxica y productividad en el uso: La primera remite a la capacidad de -mente para entrar en construcción con bases distintas, la segunda refiere a cuántos adverbios distintos se registran en el corpus; en otras palabras, la primera remite a la capacidad del sistema en abstracto, la segunda refiere a lo que hacen los hablantes-narradores con la lengua en uso real (Company Company 2014: 522).
Para Company Company (2014: 523), hay un desequilibrio en esta zona de la gramática dada la disparidad entre productividad en léxico y en uso. Esta es la tendencia que se encuentra en los estudios sincrónicos del habla culta chilena, mexicana, del habla popular mexicana y del corpus oral peninsular, a saber, una frecuencia muy alta de pocos adverbios (frecuencia léxica) en contraste con una frecuencia baja de muchos adverbios distintos (frecuencia en uso), con menos de 10 casos en cada corpus. En el gráfico 2 se comparan los datos de frecuencia léxica y de uso del habla caraqueña —Vigueras Ávila (1983) y Arjona Iglesias (1991) para Ciudad de México, Rojas (1980-1981) para Santiago de Chile, Kortschak y Hummel (2018) para el español oral peninsular, y Company Company (2014) para los siglos xiii al xxi del español escrito— con los datos de los estudios previos.
Sin título-2 Gráfico 2. Variedad léxica y dialectal de las formas en -mente
Se aprecia en todas las comunidades americanas las diferencias en la variedad de uso y de lexemas. Del mismo modo, en el corpus oral peninsular se constata mayor variedad léxica que en el habla caraqueña, lo que puede explicarse porque los adverbios en -mente, dicen Kortschak y Hummel (2018), son más comunes en el habla peninsular que en la americana.
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CARACTERIZACIÓN SOCIODIALECTAL DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE
273
4.2. Los factores sociales La distribución general de los casos por cada factor social se muestra en la tabla 5. Grado de instrucción
F
%
Estudios universitarios
1151
54,8
Estudios secundarios
531
25,3
Estudios primarios
418
19,9
Mujeres
1017
48,4
Hombres
1083
51,6
18-24
685
32,6
25-54
782
37,2
55 o más
633
30,1
Género
Grupo etario
Tabla 5. Distribución de los adverbios en -mente según los factores sociales
Los porcentajes son muy diferentes como se aprecia: los casos producidos por los hablantes con estudios universitarios son el 54,8 % de todos los ejemplos, es decir, la mitad de los casos documentados, lo que da un promedio de 31,9 adverbios por hablante en este grupo; esta frecuencia desciende a 25,5 % entre los de estudios secundarios, cuyo promedio por hablante es de 14,7, y termina en 19,9 % entre aquellos de menor instrucción, con un promedio individual de 11,6 lexemas. Las diferencias en los otros factores sociales se presentan menos marcadas. En cuanto a la edad, se puede destacar que los porcentajes de los más jóvenes y los mayores son cercanos, 32,6 % y 30,1 %, respectivamente, mientras que los del grupo intermedio alcanza 37,2 %. En cuanto al género, las mujeres (48,4 %) están ligeramente por debajo de los hombres (51,6 %). No obstante, la influencia de esta dimensión cambia y veremos más adelante el papel conjunto del género y educación. Hasta aquí se tiene que el uso de los adverbios en -mente es propio de los hablantes de nivel de educación superior, más frecuente entre los de 25 a 54 años, hombres y mujeres, prácticamente por igual. La sola distribución por
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frecuencia revela el panorama social del uso del adverbio en la comunidad caraqueña: hay más usos en el habla de aquellos que tienen un mayor grado de escolarización. La escolarización entraña mayor conocimiento y contacto con la lengua escrita, el uso de las formas estándares, mayor seguridad lingüística y con ello un despliegue particular de determinadas estrategias discursivas. En el caso del corpus oral sociolingüístico, la escolarización como variable diferenciadora se manifiesta en un continuo —ausente en los datos mexicanos— que bien representa tanto las diferencias como las continuidades de uso, de manera que pueden interpretarse los resultados como un síntoma de expansión de las formas en -mente entre los sociolectos y, por ende, en la comunidad de habla. En cuanto al número de lexemas empleado según el grado de instrucción (tabla 6), la diversidad léxica se distribuye así: los de nivel superior emplean 46 adverbios más que el grupo de secundaria y 64 adverbios más de los que emplean los de estudios primarios. Casos
Lexemas
Estudios primarios
418
88
Estudios secundarios
531
106
Estudios superiores
1151
152
Totales
2100
346
Tabla 6. Casos y variedad léxica según el factor educativo
Siendo el nivel educativo el factor que más diferencia aporta a la estratificación, a continuación, se comentan las frecuencias relativas por cada factor y se presenta el estadístico para mostrar la asociación significativa entre las tres variables sociales. En cuanto al género y la edad, la distribución de los casos se ofrece en la siguiente tabla. Grado de instrucción
18-24
25-54
55 o más
H
M
Total
H
M
Total
H
M
Total
Total general
Estudios primarios
68
61
129
105
62
167
68
54
122
418
%
53
58
100
63
37
100
56
44
100
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Estudios secundarios
42
101
143
126
106
232
95
61
156
%
29
71
100
54
46
100
61
39
100
Estudios universitarios
164
249
413
172
211
383
177
178
355
%
40
60
100
45
55
100
50
50
100
Total
274
411
685
403
379
782
340
293
633
531
1151
2100
Tabla 7. Frecuencia de adverbios en -mente según los factores sociales
Si se miran los datos en el grupo de estudios primarios, se aprecia un porcentaje sin marcadas diferencias de género entre los jóvenes, pero sí en el grupo etario siguiente: los hombres (63 %) tienen una diferencia notable con las mujeres (37 %). Entre los mayores, este contraste disminuye para quedarse en 56 % en los hombres y 44 % en las mujeres. Entre los de estudios secundarios, las mujeres jóvenes tienen 71 % de casos entre los jóvenes (muy diferentes a los de estudios primarios), pero en los otros dos grupos de edad, las frecuencias mayores corresponden a los hombres (54 % y 61 %, respectivamente). Las mujeres jóvenes con estudios universitarios producen 60 % de los casos del primer grupo etario, como también son, ligeramente, las más productivas en el grupo etario siguiente, con el 55 % de los casos. Entre el grupo de mayores de 55 años, las frecuencias son iguales entre hombres y mujeres. De las frecuencias de la tabla 7 obtenemos la estratificación de los datos por edad que se presenta en la tabla 8. El porcentaje acumulado entre los dos primeros grupos de edad suma el 69,9 % de los casos. Grupo etario
N
%
Acumulado
18-24
685
32,6
32,6
25-54
782
37,2
69,9
55 o más
633
30,1
100
Total
2100
Tabla 8. Frecuencia de los adverbios en -mente según la edad
Los datos de ambas tablas nos llevan a concluir que, entre los jóvenes, las mujeres destacan; entre los de edad intermedia, destacan de nuevo las mujeres
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con más escolarización. Entre los mayores, hombres y mujeres se igualan. Los resultados de la prueba de chi cuadrado confirman la asociación significativa del grado de instrucción con el género femenino en los primeros dos grupos etarios, significación que desaparece entre los hablantes de mayor edad. Grupo etario
18-24 Sexo
Grado de instrucción
25-54
55 o más
Sexo
Sexo
Chi-cuadrado
15.434
16.046
5.561
df
2
2
2
Sig.
,000
*
,000
*
,062
Tabla 9. Significación de las variables sociales con el uso de los adverbios en -mente
En síntesis, el análisis sociolectal de la comunidad caraqueña muestra que las mujeres jóvenes impulsan el uso de las formas en -mente entre los grupos de estudios primarios y secundarios. Además, son los dos grupos más jóvenes los que más las emplean (70 % de los casos). Por lo que respecta ahora a la variación individual, partiendo del hecho de los grupos educativos se muestran diferenciados en cuanto a la frecuencia de uso y variedad léxica, el análisis de la variación individual dentro de cada grupo muestra la otra cara: las elecciones individuales que desvelan los modos de construcción de discursos, narrativas y argumentaciones en las que se activan formas que incluyen el recurso lingüístico-comunicativo del adverbio en -mente. Para la descripción y análisis desde esta perspectiva, nos sirve la noción de líder lingüístico8 para caracterizar a aquellos hablantes que muestran la expansión de variantes lingüísticas (Labov 2006, Martín Butragueño 2005). En cada grupo educativo, se identifican los hablantes que destacan por frecuencia de uso y se mencionan los adverbios que emplean. Asimismo, se comentan las similitudes y diferencias en cuanto a variedad de adverbios entre los grupos educativos. A continuación, comenzamos por los hablantes de estudios primarios.
En este trabajo no se plantea el uso de las formas en -mente en variación con otras formas lingüísticas, ni se toman en cuenta todos los rasgos que caracterizan a los líderes de los cambios lingüísticos (redes sociales, modos de vida). 8
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Gráfico 3. Frecuencia de adverbios en -mente de los hablantes de estudios primarios
De acuerdo con el gráfico, 16 hablantes están por debajo de la frecuencia de 10 (siete hombres y nueve mujeres), de los cuales tres mujeres emplean una vez algún adverbio en -mente y, por otra parte, 19 informantes están por encima de 10. Destaca el informante que produce 40 casos, seguido por otro hombre que emplea 28, ambos de entre 25-54 años.
Gráfico 4. Frecuencia de adverbios en -mente de los hablantes de estudios secundarios
En cuanto a los de educación secundaria, hay 14 hablantes con menos de 10 adverbios (cuatro menos que en el grupo de estudios primarios) y 22 se sitúan por encima de 10. Los hablantes que producen solo un caso disminuyen notablemente en comparación con el grupo anterior. El número más alto es de 38 adverbios que pertenecen a una mujer del grupo de 18-24 años, número menor al de los estudios primarios, pero, hay en este sociolecto menos diferencias internas que en el grupo menos instruido. Así, vemos los efectos en el uso de -mente según el recorrido educativo de los grupos.
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Gráfico 5. Frecuencia de adverbios en -mente de los hablantes de estudios universitarios
En cuanto a los informantes con mayor grado de instrucción, como se puede interpretar del gráfico 5, el hablante que menos usa adverbios obtiene cinco casos, lo que contrasta con los otros dos sociolectos. El grupo muestra mucha homogeneidad interna y solo cinco hablantes están por debajo de 10 adverbios. El mayor número de casos es de 63 y son producidos por una mujer de edad mediana, seguida por otra mujer joven que apenas usa dos adverbios menos. Además, hay 17 informantes que producen el mismo número de casos que los líderes de los otros dos grupos. Internamente este grupo no muestra los contrastes en los otros dos, lo que resulta esperable ya que se ha confirmado que son ellos los que más usan las formas en -mente. Como se ve, los sociolectos muestran una distribución interna bastante homogénea. Ahora bien, en relación con los líderes, el gráfico 6 nos sirve para mostrar la productividad léxica de los tres hablantes que destacan en su grupo, la diversidad de adverbios que emplean y la frecuencia de realmente (el de mayor frecuencia en todo el corpus).
Gráfico 6. Frecuencia de adverbios en -mente en los líderes de cada grupo
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El gráfico muestra similitudes y contrastes: el informante 15 usa igual número de adverbios que la informante 95 (13 lexemas) y dos más que la informante 43 (11 lexemas). Tal como se aprecia, los tres usan realmente con frecuencias poco diferentes entre sí: el hablante 15 lo emplea 10 veces; la informante 43 lo emplea 14 veces; y la informante 95 lo hace 13 veces. A continuación, algunos ejemplos de cada informante:
(24) el no saber qué fue un juguete / el no saber qué fue un zapato nuevo / el tener que robar para comer / todo ese tipo de cosas que / aún siendo tan / tan niño / lo llevaron pues / a tomar esta vida / tener una pistola / a matar para conseguir dinero / a matar para ser / porque realmente ellos lo que quieren es hacerse ver / hacer ver que existen (CARA_H21_015).
(25) ellos primero te dan la parte / como decir la parte teórica / y luego esta es la práctica // pues este es el / el gran reto / este es / para ver si realmente tomaste lo que ellos te dijeron (CARA_H21_015).
(26) mira yo estudiaba Electricidad / pero a mi realmente la carrera nunca me gustó // y entonces // la dejé en el quinto año // cuando pasé para sexto / la dejé (CARA_M12_043).
(27) anorexia / bulimia / son enfermedades realmente / feas / oíste / feas / porque como te digo dañan más la parte psicológica de la persona / las llevan al suicidio (CARA_M12_043).
(28) ¡claro! Mi mama lavaba y planchaba afuera y / realmente / de repente / eso era lo que tenía que estaba como cansada (CARA_M23_095).
(29) a mí me parece que fue bastante diferente en ese sentido y / realmente / lo que yo más extraño es la parte esa de que nosotros podíamos salir en las noches / que podíamos ir todos los fines de semana a un sitio diferente y divertirnos (CARA_M23_095).
Realmente no es el adverbio que diferencia a los líderes. Como se ve en la tabla 10, acerca de los adverbios empleados por los tres informantes, predominan los adverbios modalizadores, los focalizadores y los evaluativos. Así, el hablante 15 ha producido 19 veces formas en -mente para focalizar y modalizar y, del mismo modo, la hablante 95 emplea 41 de estas formas como mecanismos evaluativo y modalizador. La tendencia individual y grupal se
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solapan, confirmando, por una parte, la variación social en la comunidad caraqueña y, por otra, que el uso de las formas en -mente se debe al engranaje mismo del discurso oral. Hablante 15: H, 35 años, estudios primarios
Hablante 43: M, 24 años, estudios secundarios
Hablante 95: M, 48 años, estudios universitarios
Adverbios
N
Adverbios
N
Adverbios
N
realmente
10
realmente
14
lamentablemente
18
posiblemente
9
completamente
8
realmente
13
actualmente
4
relativamente
5
solamente
10
simplemente
4
prácticamente
3
anteriormente
9
independientemente
2
precisamente
2
inmediatamente
3
lamentablemente
2
absolutamente
1
prácticamente
2
mensualmente
2
actualmente
1
simplemente
2
honradamente
1
afortunadamente
1
deliberadamente
1
inmensamente
1
generalmente
1
demográficamente
1
meramente
1
groseramente
1
exactamente
1
normalmente
1
simplemente
1
igualmente
1
principalmente
1
Total
38
normalmente
1
seguramente
1
supuestamente
1
solamente
1
Total
45
Total
40
Tabla 10. Frecuencia y tipos de adverbios en -mente en los líderes de cada grupo
Los líderes caraqueños, en definitiva, son las mujeres instruidas y jóvenes, como se ve del análisis grupal e individual. El género y la edad particularizan la característica social que estratifica las formas en -mente. Por otra parte, y ateniéndonos solo al examen de los factores sociales, al identificar los líderes por sociolecto, se traza la continuidad y expansión de estas formas adverbiales en la comunidad caraqueña.
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5. Consideraciones finales En relación con los objetivos propuestos, podemos exponer las siguientes conclusiones. 1) Se han analizado las formas en -mente en el vernáculo caraqueño mediante el análisis de 108 entrevistas sociolingüísticas con el fin de describir su estratificación en la comunidad caraqueña atendiendo al grado de escolarización, la edad y el género de los hablantes. En un segundo nivel de análisis, se han considerado los resultados por hablante, identificando aquellos que pueden representar a los líderes lingüísticos en el uso de los adverbios en -mente. 2) Se obtuvieron 2100 casos de adverbios en -mente, correspondientes a 206 lexemas diferentes. 45 formas son usadas más de 10 veces y 161 son usadas entre una y 10 veces. Esta distribución general es semejante a los resultados de Santiago de Chile, Ciudad de México y del español peninsular madrileño. Se confirma la diferencia entre la frecuencia léxica y la frecuencia de uso, tal como ha apuntado Company Company (2012, 2014). 3) En Caracas, el adverbio más empleado es realmente, forma que destaca con el 9,2 % de frecuencia, seguido por solamente (6,4 %). Al compararse los resultados con los de los estudios reseñados, se encuentra que los hablantes caraqueños no se diferencian del uso peninsular, chileno y mexicano culto. 4) A diferencia de los resultados mexicanos, caracterizados por la discontinuidad del factor educativo, el continuo educativo de la comunidad caraqueña ha permitido obtener datos de continuidad y expansión de las formas en -mente. 5) Los sociolectos caraqueños se distinguen en esta área de la gramática. El factor social de mayor significancia es el grado de escolarización: los hablantes con más años de escolarización formal mostraron más casos que los hablantes de estudios primarios y secundarios. Por edad, los hablantes mayores son quienes presentaron la frecuencia más baja, y los dos más jóvenes alcanzan el 70 % de los casos. Una conclusión relevante es que las mujeres jóvenes impulsan el uso de las formas en -mente entre los grupos de estudios primarios y secundarios. Tales resultados pueden interpretarse, con prudencia, como indicios de una extensión en el uso del
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adverbio en -mente en la comunidad de habla, puesto que las diferencias son significativas entre hombres y mujeres, jóvenes y mayores. 6) Todos los hablantes caraqueños emplean las formas en -mente. Todos los hablantes son creadores activos de su discurso e intentan resolver los escollos narrativos del mejor modo posible para alcanzar sus fines comunicativos. Bibliografía Aguirre de la Luz, Nazyheli/Chico Montes de Oca, Gustavo (2011): Perfil socioeducativo de los hablantes entrevistados en los proyectos “Norma culta del español de la ciudad de México” (1967-1971) y “El habla popular de la ciudad de México” (1972-1974). Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México. Alarcón Neve, Luisa J./Medina Gómez, Lorena/Rodríguez Sánchez, Ignacio (2014): “Preferencias de uso de adverbios de manera cortos y largos en distintos registros del español de México”, en Velázquez Patiño, E. P./Rodríguez Sánchez, I. (eds.), Estudios de Lingüística Funcional. Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, pp. 197-222. Albelda Marco, Marta (2014): “Ficha metodológica para el análisis pragmático de la atenuación en corpus discursivos del español (es.por.atenuación)”, en Oralia, 17, pp. 7-62. Arjona Iglesias, Marina (1991): “Los adverbios terminados en -mente”, en Estudios sintácticos sobre el habla popular mexicana. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 25-63. Briz, Gómez Antonio (2016): “Español coloquial”, en Gutiérrez-Rexach, J. (ed.), Enciclopedia de Lingüística Hispánica. New York: Routledge, pp. 463-476. Bentivoglio, Paola/Malaver Arguinzones, Irania (2012): “Corpus sociolingüístico de Caracas: Preseea Caracas 2004-2010. Hablantes de instrucción superior”, en Boletín de Lingüística, 37-38, pp. 144-180. — (2018): Corpus sociolingüístico PRESEEA-Caracas 2004-2010. CD-ROM. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Campillos Llanos, Leonardo/Gozalo Gómez, Paola, Moreno Sandoval, Antonio (2007): “El corpus C-ORAL-ROM en la enseñanza de ELE”, en Balmaseda Maestu, E. et al. (eds.), Las destrezas orales en la enseñanza del español L2-LE. XVII Congreso Internacional de la Asociación del Español como lengua extranjera (ASELE). Logroño: Universidad de La Rioja/ASELE, vol. 2, pp. 1115-1128. Company Company, Concepción (2012): “La engañosa productividad de los adverbios, en -mente en la lengua española”, en Béguelin-Argimón, V./Cordone, G./La
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LAS EXPRESIONES DE CONCRECIÓN Y EJEMPLIFICACIÓN EN EL ESPAÑOL HABLADO DE VENEZUELA Consuelo González Díaz
1. Introducción Este capítulo versa sobre las expresiones de concreción y ejemplificación (o ejemplificadores) en el español hablado de Venezuela. Nos interesa, en primer lugar, presentar los avances y resultados de algunos estudios que han tratado este tema en el español de Venezuela; en segundo lugar, examinar los contextos de uso de estas expresiones con el fin de determinar las estrategias que los hablantes emplean para introducir un ejemplo en el discurso; y, en tercer lugar, exponer las razones semántico-discursivas que subyacen al empleo de algunas formas innovadoras, como por lo menos y de repente en lugar de por ejemplo y otras formas menos lexicalizadas, en la variedad venezolana y, muy especialmente, en la caraqueña. Para esto se precisa, por un lado, describir brevemente el tratamiento de estos elementos en la bibliografía especializada en los marcadores del discurso y en algunos textos gramaticales y lexicográficos, y, por otro, informar sobre la multifuncionalidad de algunos ejemplificadores. El interés por los marcadores que introducen un ejemplo se debe a la existencia de una gran variedad de expresiones empleadas en la oralidad —las cuales, en su mayoría, no han sido inventariadas ni estudiadas— y, principalmente, al uso innovador de las locuciones por lo menos (1-2) y de repente (34) en contextos reformulativos propios de la forma canónica por ejemplo (5) y de otras más o menos lexicalizadas (6-7), en el habla caraqueña y venezolana.
(1)
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Bueno, a ella le prohíben varias cosas, por lo menos (/por ejemplo), el dulce no lo puede comer porque se... se le hace subir mucho la azúcar, el... Y, por
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CONSUELO GONZÁLEZ DÍAZ
lo menos (/por ejemplo, #al menos, #como mínimo), la papa, mm... cambur, le prohíben las pastas porque tienen mucha harina (CB5FC.87)1. (2) a mi hermanito le encanta ese sitio, yo en estos días le dije por lo menos (/ por ejemplo, #al menos, #como mínimo) “tú sabes que van a cerrar Top, ¿no?”, porque las mamás de [no se entiende el nombre] están reuniendo firmas para que lo cierren... (MDA1FA)2. (3) a todos los papás le encantaba salir con toda esa muchachera. Entonces... de repente (/por ejemplo, #repentinamente, #a veces, #quizás) mi papá tenía un sobrino que tenía una vaquera en Petare. Entonces decía: “Vamos a ir pa’ casa de F.” Y nos íbamos todos; nos íbamos toda esa muchachera (CD3FB.87).
(4)
y entonces a veces nos metíamos en los cuartos de ellos que estaban, bueno, con mil cosas, que tenían de todo, de repente, por ejemplo, a oír los Beatles [bitles] y a tomar güisqui, entonces en vez de ponernos a estudiar estábamos tomando... (MDB3MB)3.
(5)
mi papá era una persona muy severa, muy austera. Había la cuestión de que yo era... la única hembra. Y él nunca permitió ningún rasgo que era totalmente normal, por ejemplo, que una adolescente se pintara la boca, eso era normal para los demás, pero no para mí (CB1FA.87).
1 Este ejemplo fue tomado del Corpus Sociolingüístico de Caracas-1987 y forma parte de la muestra de estudio de González Díaz (2010, 2013). El código que acompaña a los ejemplos se lee así: la primera letra (C) alude a la ciudad de Caracas; la segunda, al grupo generacional (A, B, C y D); el siguiente número indica el nivel socioeconómico (1, 3 y 5); la letra siguiente codifica el sexo del hablante (F y M); y la última letra identifica al hablante dentro de un grupo de idénticas características extralingüísticas (A, B, C y D). La cifra 87 indica el año. El miembro que contiene la generalización aparece subrayado, el ejemplificador se resalta en negritas, el caso introducido va en cursivas y las formas en posible alternancia van después de una barra inclinada y entre paréntesis. El signo # indica que la expresión resulta inapropiada para la interpretación que se requiere. 2 Los ejemplos (2) y (4) provienen de entrevistas del Corpus Sociolingüístico de Mérida. El código se lee así: las dos primeras letras MD (Mérida); la tercera corresponde al grupo generacional y el número siguiente, al nivel socioeconómico; las letras F y M codifican el sexo del hablante y la última letra lo identifica dentro de su grupo. 3 La locución de repente introduce varios casos escogidos al azar (oír los Beatles y tomar güisqui) acordes con la conclusión (se podía hacer muchas cosas) que resulta de la generalización (mil cosas, que tenían de todo). La presencia de por ejemplo deja claro su uso ejemplificador.
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(6)
I: Pero el niño caraqueño, de toda clase social, [...] iban a... a la misa, todo mundo muy Comme il faut, como dicen, muy formal [...] la gente media clase, la gente alta clase y la gente de clase popular eran muy Comme il faut. E: ¿Y en los teatros? I: En los teatros también, pero particularmente (/en particular), [en un] acto público como era la misa, usted veía, ¿no? Como venían todos ellas, las madres con sus niñitos de... de las casas humildes, bien, ac... acicaladitos, bien arreglados. (CC1MA.87).
(7)
Dios te hace a ti para una faz ¿no? Pero si tú no lo sigues a él te vas por otro camino. Entonces, aunque tú quieras ser el que Dios te envió, o sea, por lo menos, vamos a poner [un ejemplo] que... que tú tengas que ir... que ser presidente, en este mundo ¿no? Pero entonces tú llegas y... te pones a... a vender drogas (CA5MA.87)4.
En la mayoría de estos casos, los ejemplificadores actúan como “conectores” vinculando una secuencia anterior que sirve de marco general a la información concreta introducida por ellos. Existe la posibilidad de que el ejemplificador solo focalice el asunto o hecho concreto que se quiere realmente decir (ese y no otro) y no lo vincule con una generalización anterior, tal como se ve en (6), donde particularmente actúa como “operador enunciativo”5 pues, en el discurso anterior, no solo se ha expresado ya una particularización (todo el mundo iba a misa arreglada Comme il faut, muy formal) sino que esta precede a la generalización (la gente media clase, la gente alta clase y la gente de clase popular eran muy Comme il faut). Asimismo, en (1), el segundo caso del ejemplificador por lo menos (le prohíben las pastas), si bien se vincula con una secuencia anterior que expresa una generalidad (le prohíben varias cosas), es un caso secundario de una enumeración y carece de valor aclarativo pues el primer ejemplo (el dulce no lo puede comer) ya ha particularizado la generalización. No hay duda de que se trata de un ejemplificador pues la enumeración de elementos resulta improbable con un focalizador restrictivo excluyente, como por lo menos (‘al menos’, ‘como mínimo’), debido a que resalta una opción mínima única pero suficiente y excluye el resto de alternativas posibles de una escala (Montolío 1999: 3656). De ahí la imposibilidad
La mención de vamos a poner [un ejemplo] después de por lo menos demuestra el uso de esta locución focalizadora como ejemplificador en la variedad venezolana. 5 En concreto y por ejemplo también actúan como operador enunciativo en contextos similares (Fuentes Rodríguez 2009: 117 y 260). 4
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de coordinar varios elementos (le prohíben varias cosas, por lo menos ‘como mínimo’ el dulce, la papa, el cambur...). Por lo menos, de repente y otras formas menos lexicalizadas como vamos a poner se documentan en contextos ilustrativos en el habla de Caracas, Mérida y otras regiones de Venezuela; sin embargo, los estudios realizados hasta el momento se centran en el habla caraqueña. En todo caso, los datos de las investigaciones desarrolladas hasta el momento (González Díaz 2010, 2011, 2013)6, además de la ausencia de reportes sobre este fenómeno en otras variedades del español, refuerzan la idea de que el uso de por lo menos y de repente en contextos de concreción/ejemplificación podría tratarse de un fenómeno propio de la variedad venezolana. Parte del contenido de este capítulo deriva de esos estudios previos, sin embargo, la referencia a las estrategias discursivas de concreción (caso concreto) y de ejemplificación (caso aleatorio) formuladas por Fuentes Rodríguez (2010) y la información que esta misma autora ha aportado sobre la “multifuncionalidad” de los ejemplificadores (Fuentes Rodríguez 2009: 11), así como la recodificación de los ejemplificadores de la muestra de González Díaz (2010, 2013) según el tipo de caso y la mención de ejemplos tomados del Corpus sociolingüístico de Mérida7, constituyen un aporte al estudio de estas expresiones. Consideramos, también, las estrategias de concreción/ejemplificación dentro de la operación discursiva de la reformulación, mediante la cual el hablante manifiesta el control de la comunicación y su intención comunicativa. 2. Los ejemplificadores en el ámbito de los marcadores del discurso La bibliografía especializada en los marcadores del discurso categoriza las expresiones de concreción y ejemplificación como conectores o relacionantes, y también como operadores, pues, como advierte Fuentes Rodríguez (2010: 713-714), muchas de estas expresiones son multifuncionales y pueden actuar como conectores (uniendo dos enunciados, la generalización y el ejemplo) u operadores (destacando solo el ejemplo cuando falta la generalización o está implícita en el discurso anterior).
González Díaz (2009a, 2009b, 2014) ha tratado previamente el tema en algunas ponen-
6
cias.
La información sobre este corpus puede leerse en Domínguez/Mora (1998).
7
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Estas expresiones, usualmente denominadas relacionantes reformulativos (Fuentes Rodríguez 1998), conectores de reformulación (Serrano 2006), conectores ejemplificativos, que combinan las relaciones de reformulación y argumentación (Fuentes Rodríguez 2009), y ejemplificadores (Fuentes Rodríguez 2010), se asocian a la operación discursiva de la reformulación y el control del mensaje por parte del hablante para presentar contenidos más adecuados a su intención comunicativa. Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999) no distinguen la doble funcionalidad de los ejemplificadores y los consideran a todos como operadores de concreción. Si bien hemos empleado este último término en trabajos previos (González Díaz 2010, 2011, 2013), en este capítulo hemos preferido los términos ejemplificadores y expresiones de concreción/ejemplificación para incluir, indistintamente, los conectores reformulativos y los operadores enunciativos ejemplificativos. 2.1. Comportamiento e inventario de los ejemplificadores Los ejemplificadores se asocian a la reformulación mediante la particularización/ejemplificación, la cual consiste en “explicar lo general a través de un caso particular” (Fuentes Rodríguez 2010: 731). Esta función se despliega mediante dos estrategias: la concreción o particularización (se presentan casos concretos escogidos expresamente por el hablante) y la ejemplificación (se introducen casos aleatorios escogidos dentro de un conjunto de alternativas). Para abreviar, de aquí en adelante nos referiremos a la relación generalización/ilustración para diferenciar la particularización por ejemplificación de la particularización focalizadora del adverbio por lo menos (‘al menos’). Las estrategias de concreción/ejemplificación se asocian, además, a la selección de determinados elementos dentro de la variedad de expresiones, más o menos lexicalizadas y gramaticalizadas, que provee la lengua. El repertorio aportado por distintos autores varía, aunque suele abarcar ejemplificadores más propios de la modalidad escrita, salvo el inventario de González Díaz (2010), el cual incluye formas menos lexicalizadas e, incluso, innovadoras como de repente y por lo menos, más propias del discurso hablado.
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Autores
Expresiones
Fernández Bernárdez (1994-1995)
a saber, así, como, ejemplo, esto es, por ejemplo y verbigracia.
Fuentes Rodríguez (1998)
a saber, así, como ilustración, concretamente, en concreto, más concretamente, pongo/pongamos por caso, por ejemplo, sin ir más lejos, valga como ejemplo, valga por caso y verbigracia.
Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999)
en concreto, en particular, por caso y por ejemplo.
Calsamiglia/Tusón (1999)
a saber, así, en concreto, pongamos por caso, por ejemplo y sin ir más lejos.
RAE/ASALE (2010)
así, así por ejemplo, así tenemos, por ejemplo y verbigracia.
González Díaz (2010)
de repente, digamos, eso es un ejemplo, particularmente, poniendo por ejemplo, poniendo por caso, ponte/le tú, por ejemplo, por lo menos, por poner (un ejemplo). Además de ¿qué te puedo decir?, suponte tú, te puedo decir, tú te pones a ver, un ejemplo, vamos a decir, vamos a hablar así, vamos a poner (un caso), vamos a suponer, vamos tú puedes ver.
8
Tabla 1. Inventario de ejemplificadores
2.2. Significado de procesamiento e instrucciones semánticas de los ejemplificadores Los ejemplificadores poseen propiedades gramaticales propias de los marcadores discursivos —invariabilidad, frecuente aparición entre pausas entonativas/signos de puntuación, movilidad sintáctica, incidencia en miembros de distinta categoría, entre otras— y significado de procesamiento relacionado con el nivel supraoracional donde operan; este significado es “una instrucción para el interlocutor sobre cómo tiene que procesar las informaciones que se plantean en los enunciados” (Montolío 2001: 29). Los ejemplificadores guían
Posteriormente Fuentes Rodríguez (2009) separa los ejemplificadores así, pongamos por caso, por ejemplo, un ejemplo, un poner de los reformuladores de concreción concretamente, en concreto, en particular, específicamente, particularmente, sin ir más lejos y verbigracia. 8
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al receptor para que interprete la secuencia introducida por ellos como una reformulación en la que se presenta un caso ilustrativo de una generalización usualmente formulada en el discurso anterior. Asimismo, las locuciones por lo menos y de repente expresan este mismo significado en contextos de concreción/ejemplificación en el español de Venezuela. Los ejemplificadores expresan, además, instrucciones sobre el significado de conexión, argumentativas (argumentos coorientados o antiorientados) y sobre la estructura informativa (introducción del mismo tópico u otro distinto) propias de los marcadores discursivos9. En (8), así por ejemplo introduce un segundo segmento que mantiene el mismo tópico del enunciado anterior y cuyo argumento coorientado sirve de evidencia o argumento probatorio (mi mamá tenía un carro, a diferencia de la mayoría) de una conclusión deducida de la generalización del enunciado anterior (mi familia tenía cierto nivel económico).
(8)
mi familia siempre fue una familia con ciertas comodidades, así por ejemplo, pa..., mi mamá en el año... en el año ‘12, yo creo que era de las excepcionales mujeres de Caracas que tenía un carro (CC1MA.87).
Esta evidencia se presenta como el argumento más fuerte pues informa sobre un caso concreto y experimentado por el hablante, tal como ha podido comprobar González Díaz (2010, 2011, 2013), por lo que el interlocutor no lo pondrá en duda. Asimismo, el caso concreto mi mamá era de las pocas mujeres de Caracas que tenía un carro es informativamente más relevante que la generalización porque responde a la verdadera intención del hablante: demostrar con hechos la buena posición económica de su familia. 2.3. Descripción metalingüística de los ejemplificadores La locución adverbial por ejemplo “sirve para aducir ejemplares concretos o hechos” (Santos Ríos 2003: 354), es decir, se usa “cuando se va a poner un ejemplo para comprobar, ilustrar o autorizar lo que antes se ha dicho” (RAE 2003). Según Fuentes Rodríguez (2009: 259), es un “conector reformulativo que introduce un elemento como representante tipo, ilustración del valor general de todo el grupo del que se predica algo”, aunque también puede actuar Instrucciones enunciadas por Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999: 4072-4077).
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como operador enunciativo que “marca” el miembro donde aparece a modo de “ejemplo de lo que se quiere decir” en contextos sin término genérico. Esta doble función es compartida por así, pongamos por caso, un ejemplo y un poner, y por los conectores reformulativos de concreción en concreto, en particular, particularmente y sin ir más lejos. Otros como concretamente, específicamente y verbigracia solo funcionan como conectores reformulativos de concreción o ejemplificación. 2.4. Descripción metalingüística del focalizador restrictivo por lo menos La locución por lo menos forma parte de los adverbios de foco escalares (RAE/ASALE 2010: 761) o de los cuantificadores focales o presuposicionales excluyentes (Sánchez López 1999: 1105). Su significado escalar resalta una alternativa o foco que ocupa la parte más baja de una escala establecida por el hablante (por lo menos quedó en el tercer puesto) y excluye, expresa o tácitamente, el conjunto de alternativas posibles que conforman dicha escala. Esta condición mínima, o “premio de consolación” según Anscombre y Ducrot (1994), se presenta como argumento suficiente y más fuerte respecto de la expectativa frustrada del argumento anterior (no ganó el concurso), aun cuando ocupe el grado más bajo de la escala (Montolío 1999: 3656). Por lo menos enfoca el elemento más bajo de una escala y lo presenta como salvedad, condición o límite mínimo10 respecto de una generalización anterior (I: hay mucho peligro en la calle... E: ¿Y es así? I: Por lo menos por donde nosotros vivimos sí, hay mucho peligro, CA5FA.87); la presencia de una generalización, el mantenimiento del tópico y la coorientación de los argumentos de ambos miembros pueden ayudar a explicar su uso ejemplificativo, tal como veremos más adelante. Cabe señalar también que los estudios y propuestas de los marcadores discursivos no incluyen los focalizadores restrictivos al menos y por lo menos, a excepción de Ruiz Gurillo (2001: 72) y Fuentes Rodríguez (2009: 35 y 266), quienes los consideran conectores coorientados de adición y operadores argumentativos, respectivamente.
10 Por lo menos comparte estos tres valores con lo menos, al menos y cuando menos (Valera/Kubarth 1994, Seco 2004, RAE 2005, Moliner 2007).
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2.5. Descripción metalingüística de la locución de repente La revisión de los significados de la locución adverbial de modo de repente permite contextualizar y explicar su uso como ejemplificador en el español de Venezuela. Rojas Gallardo (2008) señala tres valores léxicos para de repente: ‘súbitamente’11, ‘a veces’ y ‘quizá’ (‘a lo mejor’, según Pavón 1999). Este último valor pragmático discursivo de modalidad epistémica tiene su origen en una metáfora cognitiva y es empleado actualmente en Chile y otras regiones americanas para atenuar la fuerza argumentativa del enunciado modificado por quizá. Según Rojas Gallardo (2008: 207), el significado denotativo de poca frecuencia “de uno de sus valores léxicos (equivalente a ‘a veces’) se traspasa del dominio del dictum al dominio del modus, y termina aportando información sobre la creencia, por parte del hablante, en la poca probabilidad de que ocurra o sea cierto lo dicho”. Estos tres valores se documentan en el español de Venezuela y la cadena evolutiva ofrecida por el autor podría ampliarse con el valor ejemplificador que ha desarrollado de repente en esta variedad. 3. Estudios sobre los ejemplificadores en español actual Pons Rodríguez (2010: 592) no reporta estudios diacrónicos sobre los ejemplificadores gramaticalizados (por ejemplo), menos gramaticalizados (en concreto y en particular) y en desuso (por caso). Existen algunos estudios sincrónicos sobre estos marcadores en el español actual peninsular (Fernández Bernárdez 1994-1995) y sobre los ejemplificadores y el uso de por lo menos y de repente en secuencias ejemplificativas en la variedad venezolana (González Díaz 2010, 2011, 2013). El estudio de Beciri y Sablayrolles (2005) se centra en el criterio de los grados de “aclaración” (explicitation) del ejemplo en la lengua francesa y su relación con el carácter explicativo de la función de ejemplificación12 —introducir un ejemplo (comentario) para demostrar, ilustrar o dar una idea más clara de algo que se ha dicho antes (elemento glosado o comentado)—. Las ‘Súbitamente, sin preparación, sin discurrir o pensar’ (RAE 2003). Estos autores relacionan la función de ejemplificación con la reformulación y el control del mensaje (al igual que Rodríguez 1998, 2010) y la posición del emisor ante su enunciado (como hacen Calsamiglia/Tusón 1999). 11
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glosas explicativas, dicen estos autores, se ordenan en un continuo que va de la aclaración a la ausencia de esta, y se establece “cuando se va de lo desconocido a lo conocido”, de manera que “cuando el segundo elemento es poco esclarecedor en función de los conocimientos del lector [o interlocutor], se puede pensar que no se trata de una glosa aclaratoria” (Beciri/Sablayrolles 2005: 206). Dentro de este panorama poco fecundo, hay otros estudios que no abordan directamente el tema pero ofrecen información relevante sobre las estrategias de concreción y ejemplificación en el español (Fuentes Rodríguez 2010), la argumentación mediante el ejemplo (Perelman/Olbrechts-Tyteca 1989)13, los operadores pragmáticos, que incluyen los operadores modales focalizadores por lo menos y en concreto (Martí Sánchez 2008)14. Por limitaciones de espacio, solo especificaremos los estudios de Fernández Bernárdez (1994-1995), Fuentes Rodríguez (2010) y González Díaz (2010, 2011, 2013). 3.1. Estudios sobre el español actual peninsular Fernández Bernárdez (1994-1995) describe algunos marcadores con doble adherencia, es decir, que apuntan hacia el segmento ejemplificado y el ejemplificador, presentes en testimonios escritos y orales del español peninsular, a partir de siete criterios de análisis, de los cuales González Díaz (2010, 2013) consideró tres de ellos: pausas/signos de puntuación en la escritura, posición del marcador dentro del ejemplo y matices específicos derivados del valor general de ejemplificación (caso concreto focalizador o tematizador, enumeración de casos, casos elegidos al azar, suposición, petición y respuesta a una afirmación anterior).
Estos autores (1989: 536-546) explican la función del ejemplo y los tipos de papeles (ejemplo, ilustración y modelo) que se delinean según las funciones argumentativas expresadas (fundamentar una regla, reforzar la adhesión a una regla ya conocida e incitar a la imitación). 14 Estos OP comprenden tres tipos —modales, epistémicos e ilocutivos—. Los operadores modales focalizadores al menos y por lo menos y el operador ilocutivo en concreto comparten la función metarrepresentativa e intervienen en operaciones discursivas relacionadas con el control de la comunicación y el proceso de subjetivización mediante el cual el hablante explicita sus actitudes, percepciones y puntos de vista, y muestra “su relación con el interlocutor (intersubjetividad) y/o lo enunciado, estableciendo diversas relaciones dentro del acto comunicativo de acuerdo con diversos fines” (Martí Sánchez 2008: 85). 13
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Los resultados revelan que por ejemplo es el marcador propio de la lengua oral y el más frecuente en la escrita, y el más versátil pues puede aparecer o no entre pausas, ocupar todas las posiciones, intercalarse como un inciso en la secuencia ejemplificativa, presentarse en cualquier tipo de oración, coocurrir con algunas conjunciones y combinarse con otros marcadores de ejemplificación. Los marcadores textuales de ejemplificación expresan el valor general de ejemplificación —la relación entre lo general y lo particular— en la muestra analizada por Fernández Bernárdez (1994-1995: 141), sin embargo, es posible que la generalización no esté explícita, aunque se puede presuponer. Cuando aparece la generalización, los marcadores, en especial por ejemplo, pueden expresar todos los valores específicos. En su estudio sobre los marcadores del discurso, Fuentes Rodríguez (2010: 729) explica dos tipos de elementos que intervienen en las estrategias de ejemplificación: “ejemplificadores puros”, que introducen un caso al azar o “un elemento cualquiera que ilustra lo anterior”, y los ejemplificadores, “que introducen elementos de concreción o particularización (pasan de lo general al caso específico, concreto)”. Ambos tipos de conectores involucran distintas estrategias: “ejemplificar y concretar”. La autora advierte que la variante más frecuente por ejemplo permite ambas estrategias de ejemplificación y concreción. Respecto del resto de variantes, unas se emplean para la ejemplificación (un poner y un suponer, que expresan suposición y añaden valor modal al ejemplo), otras para la concreción (concretamente, en concreto, en particular y particularmente). 4. Estudios sobre el español actual de Venezuela El tema de los ejemplificadores en el español de Venezuela, más exactamente de Caracas, solo ha sido abordado por González Díaz (2010) en un extenso trabajo en el que examina el uso de por lo menos y de repente en contextos propios de por ejemplo y otros ejemplificadores u operadores de concreción (OC)15, y en dos artículos (González Díaz 2011 y 2013) a los que también haremos referencia en este apartado.
15 González Díaz empleó el término operador de concreción en trabajos anteriores (2009a, 2009b, 2010, 2011, 2013 y 2014), por lo tanto, se citan así en este apartado.
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4.1. Uso de por lo menos en lugar de por ejemplo en el español de Caracas González Díaz (2011) examina los casos de los OC por ejemplo y por lo menos de una muestra tomada de 24 entrevistas del Corpus Sociolingüístico de Caracas-198716, para determinar su frecuencia de uso y los aspectos que motivan el empleo del particularizador17 por lo menos (‘al menos’) en lugar de por ejemplo. La autora parte del supuesto de que “la presencia de ciertas características semántico-pragmáticas y discursivas comunes al OC por ejemplo y al particularizador por lo menos genera confusión en cuanto a sus usos concretos y favorece la alternancia de ambas formas como OC” (González Díaz 2011: 383). Además de los factores sociales18, el análisis se basa en tres criterios lingüísticos: i) valores de los OC —caso concreto y otros— y del particularizador por lo menos —valor de confirmación o ratificación19, de límite o cálculo mínimo, de enmienda (salvedad) y otros—; ii) evidencialidad (evidentiality)20 o modo de obtención del conocimiento —obtenido de primera mano y otras fuentes (contado, deducido, etc.)—; y iii) tópico tratado en el enunciado anterior y en la secuencia introducida por los OC y el particularizador por lo menos. Los criterios se aplican a por lo menos como OC y particularizador (P) con el fin de examinar la relación entre generalización-concreción y generalización-salvedad (donde aparece por lo menos ‘al menos’). Los resultados muestran un total de 184 casos documentados (156 casos con OC —por lo menos, por ejemplo y otros— y 28 casos con el P por lo menos). También evidencian un mayor número de casos de por lo menos como
La información sobre este corpus aparece en Bentivoglio y Sedano (1993). En este trabajo la autora emplea el término particularizador (Quirk et al. 1985) en lugar de focalizador restrictivo. 18 Los 24 hablantes están distribuidos según el grupo generacional –grupo A (14-29 años) y grupo B (30-44 años)–, el nivel socioeconómico –nivel alto (1), nivel medio (3) y nivel bajo (5)– y el sexo –hombres (M) y mujeres (F)–. 19 La autora añade este nuevo valor a los documentados en los textos lexicográficos (salvedad, condición mínima y límite mínimo); este valor resulta determinante para explicar el uso de por lo menos como OC. 20 La evidencialidad (evidentiality) abarca “cualquier ítem lingüístico que expresa las actitudes del hablante acerca del conocimiento” (Chafe 1986: 271) y se relaciona con la forma de obtención del conocimiento (García Negroni/Tordesillas 2001: 110-111). Los ejemplificadores se emplean generalmente para presentar casos reales que el hablante conoce de primera mano (Perelman/Olbrechts-Tyteca 1989: 536). 16 17
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OC (58/86 casos); dentro de los 156 casos de OC, por ejemplo es el más frecuente (43 %), seguido de por lo menos (37 %) y otros (20 %) —incluye la locución de repente (18 casos), vamos a poner (5) y otros OC menos lexicalizados—. Formas OC y P
OC
P
Total
N
%
N
%
N
%
Por lo menos
58
37
28
100
86
47
Por ejemplo
68
43
0
0
68
37
Otros
30
20
0
0
30
16
Total
156
100
28
100
184
100
Tabla 2. Distribución de los casos
El predominio de formas innovadoras y menos lexicalizadas (88 casos) frente a por ejemplo (68 casos) en esta muestra oral, en contraste con los datos de Fernández Bernárdez (1994-1995), revela que las formas lexicalizadas y gramaticalizadas son más frecuentes en la modalidad escrita, por tanto, consideramos que los estudios de estas expresiones en el habla venezolana no deben limitarse a las formas lexicalizadas, tal como hicieron Bentivoglio et al. (2014)21 en un estudio general sobre los marcadores discursivos en la variedad caraqueña. Los resultados revelan asimismo comportamientos similares de los OC por ejemplo y por lo menos en el habla caraqueña22. Ambos expresan valor de concreción en porcentajes altos (por ejemplo 91 % y por lo menos 93 %). En ambos casos (9-10), se materializa la relación generalización-concreción (Caracas es peligrosa — a mí me robaron, en 9; el colegio no acepta hijos de padres divorciados — a un amigo de padres divorciados lo sacaron de allí, en 10), por lo tanto, la conclusión del ejemplo es congruente con el argumento de la generalización. Aportan información vivencial y de primera mano en porcentajes elevados (por ejemplo 91 % y por lo menos 88 %). En (9-10), el informante introduce un ejemplo del que tiene evidencia (a mí me robaron; yo tenía un amigo que estudiaba ahí) y es invocado en calidad de elemento de prueba; la presencia de un pronombre personal de primera persona (mí, yo) refuerza la autenticidad del ejemplo: Estas autoras siguieron la clasificación de Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999). Las tablas con los datos pueden consultarse en González Díaz (2011).
21 22
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(9)
El peligro, tú sabes, salir en Caracas es horrible. El otro día yo salí, el otro día, por ejemplo, a mí me robaron... me rompieron el carro (CB1MA.87).
(10) (en el colegio del Opus Dei) no aceptan a hijos de... de padres divorciados [...] por lo menos (/por ejemplo, #al menos) yo tenía un amigo que estudiaba ahí y que se divorcia... o sea, le pusieron esa excusa para sacarlo del colegio (CA1MB.87).
Ambos OC mantienen el mismo tópico del enunciado anterior en la secuencia introducida por ellos en un 100 %. Por ejemplo, las ideas de peligro en la ciudad e intolerancia en el colegio, expresadas en la generalización de (9) y (10) respectivamente, se desarrollan en los casos concretos introducidos como ejemplos. El uso de los OC está condicionado, además, por factores sociales: los jóvenes menores de 30 años (56 %) y los hablantes del nivel socioeconómico bajo (54 %) prefieren el OC por lo menos, mientras que los hablantes de 3044 años (74 %) y del nivel socioeconómico medio (61 %) emplean el OC por ejemplo. “El uso de por lo menos en lugar de por ejemplo por parte de los hablantes jóvenes puede revelar un cambio lingüístico en marcha” (González Díaz 2011: 399). Asimismo, el empleo indistinto de por ejemplo y por lo menos (42 % y 43 %) por hablantes del nivel alto revela un uso no estigmatizado y la expansión de por lo menos. Los resultados acerca de los valores del P por lo menos y las características semántico-pragmáticas y discursivas compartidas con los OC, especialmente con por ejemplo, permiten explicar el uso de este particularizador en contextos de concreción/ejemplificación. El particularizador por lo menos y los OC presentan una generalización en el enunciado anterior. Según González Díaz (2011: 399), la generalización: puede ser matizada por una reformulación: ya sea una rectificación introducida por el particularizador por lo menos, ya sea una ejemplificación introducida por la locución por ejemplo u otro OC [...] una rectificación corrige o restringe el alcance de algo que se ha dicho antes, mientras que un ejemplo concreta o especifica una idea vaga y general.
El particularizador por lo menos suele introducir enunciados correctivos con valor de confirmación o ratificación (61 %, en 11), en menoscabo de los
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valores de límite o cálculo mínimo (14 %); enmienda o salvedad (14 %, en 12); y otros —matiz de causa— (11 %).
(11) es difícil llevarlo (el protocolo). Yo por lo menos (/al menos) no podría llevar un protocolo así (CA1MB.87).
(12) El bebé [...] le parte los lentes, le parte todo, pero mi mamá se deja. Pero conmigo, no, [...] Pero por lo menos (/al menos) a mí, en eso sí, en eso ya ha aprendido que con mis cosas no se puede meter (CB1FB.87).
De acuerdo con González Díaz (2011: 393), el uso predominante con valor de confirmación o ratificación “quizá lleve a interpretar erróneamente la secuencia introducida por la locución por lo menos como una muestra que apoya o ilustra una generalización previa, tal como lo haría un ejemplo. De ahí el empleo de por lo menos como OC” en secuencias reformulativas mediante un ejemplo23.
G: es difícil llevarlo [el protocolo] Argumento: el protocolo es difícil
R: yo por lo menos (/al menos) no podría llevar un protocolo así. Argumento: el protocolo es difícil la generalización (G) y la rectificación (R) presentan argumentos coorientados. La R confirma la G previa pues no la niega ni contradice.
G: es difícil llevarlo [el protocolo]
entonces el hablante interpreta la R como una prueba que apoya la G, tal como lo haría un ejemplo (E): E: yo, por ejemplo, no podría llevar un protocolo así.
Gráfico 1. Interpretación de la rectificación como un ejemplo
El P por lo menos también introduce información obtenida de primera mano (96 %) al igual que los OC por ejemplo (91 %) y otros (78 %). Esto se El gráfico 1 reproduce, con pequeñas variaciones, el presentado en González Díaz (2011:
23
393).
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explica porque “por lo menos es un mecanismo “evidencial” (Chafe 1986: 262) y los OC, al menos en la muestra estudiada, introducen ejemplos en los que se presentan hechos o situaciones reales de los que el hablante tiene certeza” (González Díaz 2011: 400); de allí la presencia de pronombres personales de primera persona (yo y mí/mis, en 11 y 12). El segmento introducido por el P por lo menos mantiene el tópico de la generalización anterior en un porcentaje similar (93 %) al de los OC por ejemplo (100 %) y otros (100 %). Este comportamiento “es congruente con la relación generalización-particularización observada en ambos casos” (González Díaz 2011: 400). Acerca de las propiedades argumentativas del P por lo menos, González Díaz (2011: 400) arguye que “el significado escalar de los particularizadores les permite destacar una condición mínima dentro de un conjunto de suposiciones que quedan excluidas, para presentarla como la más fuerte argumentativamente”. Asimismo, advierte que el hablante ofrece un ejemplo “en calidad de prueba” en la secuencia introducida por un OC, es decir, el caso es escogido “con el fin de reforzar la argumentación expresada en el enunciado anterior. Esta prueba compromete al orador con lo que dice, por lo que no existiría motivo alguno para poner en duda el argumento de la generalización”. Quizá los hablantes perciban que, en contextos de concreción/ejemplificación, por lo menos contribuye a destacar el caso concreto como elemento demostrativo y probatorio. 4.2. Los operadores de concreción en el español hablado de Caracas En un trabajo más extenso, González Díaz (2010)24 amplía el corpus a 72 entrevistas pertenecientes al Corpus Sociolingüístico de Caracas-1987 y examina una muestra de 540 casos —por ejemplo, por lo menos (OC y P), de repente y otras formas más o menos lexicalizadas— a partir de una serie de criterios lingüísticos y sociales (edad, sexo, nivel socioeconómico)25 que podrían estar correlacionados con la alternancia de estas formas en la variedad caraqueña. Asimismo, explica las razones que motivan el uso de por lo menos Parte del contenido de este trabajo puede leerse en González Díaz (2013). La autora incluye criterios sociales al igual que otros estudios sobre marcadores (Carbonero Cano/Santana Marrero 2010), sin embargo, no emplea los programas estadísticos de los estudios variacionistas pues se propuso detectar, primero, las posibles variables que podrían estar relacionadas con la alternancia de los OC. 24 25
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y de repente como OC en el habla caraqueña. De los 540 casos, se registran 479 casos de OC y 61 casos del P por lo menos. Tipo de OC
OC
P
N
%
N
%
Por ejemplo
242
100
0
0
Por lo menos
164
72,9
61
27,1
De repente
25
100
0
0
Otros
48
100
0
0
Subtotal
479
88,2
61
Total
540
11,8 100
Tabla 3. Distribución de los casos de OC y P registrados
Para el análisis se tomaron en cuenta tres criterios sociales y doce lingüísticos, cuya pertinencia se apoya en la revisión teórica y los antecedentes de estudio presentados de forma sucinta anteriormente. i) Valores de los OC (particularizador/ilustrativo, no ilustrativo y otros — demostrativo, modelo, etc.—) y del focalizador restrictivo por lo menos (enmienda, confirmación/ratificación, límite o cálculo mínimo, y otros valores). ii) Matices del valor particularizador/ilustrativo (aleatorio, concreto focalizador y tematizador, contrastivo, ejemplo de una serie, enumeración, situación imaginaria, respuesta a una petición)26. iii) Modo de obtención del conocimiento expresado en el ejemplo (vivencial/ de primera mano y otras fuentes). iv) Mantenimiento del tópico o introducción de uno distinto en el ejemplo. v) Grados de aclaración del ejemplo (explicativo, poco explicativo y sin valor explicativo). vi) Movilidad de los OC (posición inicial, intermedia y final). vii) Presencia/ausencia de pausas o signos de puntuación en el OC. viii) Posición del OC (interfrástica —entre dos miembros— o intrafrástica — como segmento de un enunciado donde el ejemplo cumple una función sintáctica—). Esta propuesta de los matices del valor ilustrativo fue incluida en González Díaz (2013).
26
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ix) Presencia/ausencia de deícticos de persona en el ejemplo. x) Forma de la secuencia anterior (oracional y no oracional). xi) Forma del ejemplo (oracional y no oracional). xii) Presencia/ausencia de SN (in)definido en la secuencia anterior. 4.2.1. Frecuencia de los OC De los 540 casos de la muestra, 479 corresponden a 22 tipos de OC —por ejemplo (242 casos), por lo menos (164), de repente (25) y 19 expresiones agrupadas en otros OC (48)—. Particularmente y otras expresiones con menor grado de lexicalización se incluyen en otros OC (ver tabla 4). La forma más frecuente es por ejemplo (50,5 %), seguida de por lo menos (34,2 %); ambas suman un 84,7 %. Otros OC (10 %) y de repente (5,2 %) presentan porcentajes mucho más bajos. Estas preferencias coinciden con los datos de González Díaz (2011: 384), aunque los porcentajes varían un poco (por ejemplo, 43 %; por lo menos, 37 %; y otros OC, 20 %). 4.2.2. Resultados de la correlación de los OC con los criterios lingüísticos Para este trabajo, hemos reagrupado los matices del valor ilustrativo en dos variantes —caso concreto (focalizador y tematizador) y caso no concreto (el resto de los matices)—, tal como aparece en la fila (2b) de la tabla 427. Así la información se ajusta a las dos estrategias discursivas de concreción/ejemplificación de Fuentes Rodríguez (2010: 729). Aunque no se ha tomado en cuenta el criterio de la multifuncionalidad de los ejemplificadores en este estudio, los casos que funcionan como operador enunciativo —cuando el ejemplo no se vincula a la secuencia anterior— corresponden básicamente al valor no ilustrativo y otros valores. De manera que la mayoría de los casos documentados (456/479 casos, 95,2 %) expresa valor ilustrativo y actúa como conector, vinculando el ejemplo con la secuencia anterior (filas 2a-2b). Esto coincide con los resultados de Fernández Bernárdez (1994-1995).
27 La tabla resumen fue tomada de González Díaz (2013: 75-76). Las tablas de contingencia con los resultados de cada uno de los criterios analizados se presentan en González Díaz (2010).
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Tipos de OC Criterios y variantes
Por ejemplo
Por lo menos
De repente
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Otros OC
Totales
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
Ilustrativo
231
50,7
158
34,6
24
5,3
43
9,4
456
95,2
No ilustrativo
9
50,0
4
22,2
1
5,6
4
22,2
18
3,8
Otros valores
2
40,0
2
40,0
0
0
1
20,0
5
1,0
Concreto focalizador
100
52,4
68
35,6
9
4,7
14
7,3
191
41,9
Concreto tematizador
50
60,2
26
31,3
3
3,6
4
4,8
83
18,2
Situación imaginaria
12
17,6
27
39,7
9
13,2
20
29,4
68
14,9
1. Valores de los OC
2a. Matices valor ilustrativo
Constrastivo
27
71,0
9
23,7
0
0
2
5,3
38
8,3
Respuesta a una petición
16
57,1
12
42,9
0
0
0
0
28
6,1
Enumeración
14
56,0
9
36,0
0
0
2
8,0
25
5,5
Ejemplos de un serie
10
55,6
6
33,3
1
5,5
1
5,5
18
4,0
Casual-aleatorio
2
40,0
1
20,0
2
40,0
0
0
5
1,1
2b. Caso concreto
150
54,7
94
34,3
12
4,4
18
6,6
274
60,1
No concreto
81
44,5
64
35,2
12
6,6
25
13,7
182
39,9
Primera mano
232
52,7
150
34,1
20
4,5
38
8,6
440
91,9
Otras fuentes
10
25,6
14
35,9
5
12,8
10
25,6
39
8,1
Mismo tópico
234
50,3
159
34,2
25
5,4
47
10,1
465
97,1
Tópico distinto
8
57,1
5
35,7
0
0
1
7,1
14
2,9
Carácter explicativo
223
50,0
157
35,2
23
5,1
43
9,6
446
93,1
Carácter poco explicativo
2
40,0
0
0
0
0
3
60,0
5
1,0
Sin carácter explicativo
17
60,7
7
25,0
2
7,1
2
7,1
28
5,9
3. Modo de obtención del conocimiento
4. Mantenimiento del tópico
5. Grado de aclaración
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6. Posición del OC Inicial
122
49,2
100
40,3
5
2,0
21
8,5
248
51,8
Media
102
49,5
63
30,6
20
9,7
21
10,2
206
43,0
Final
18
72,0
1
4,0
0
0
6
24,0
25
5,2
Interfrástica
211
50,8
145
34,9
20
4,8
39
9,4
415
86,6
Intrafrástica
31
48,4
19
29,7
5
7,8
9
14,1
64
13,4
7. Posición respecto de los segmentos
8. Signos de puntuación Entre signos
195
65,4
73
24,5
4
1,3
26
8,7
298
62,2
Precedido/seguido
30
24,3
65
52,8
11
8,9
17
13,8
123
25,7
Sin signos
17
29,3
26
44,8
10
17,2
5
8,6
58
12,1
Primera singular y plural
127
56,7
72
32,1
11
4,9
14
6,3
224
46,8
Segunda y tercera sin. y pl.
32
42,7
29
38,7
6
8,0
8
10,7
75
15,7
Ausencia de deíctico
83
46,1
63
35,0
8
4,4
26
14,4
180
37,5
No oracional
32
62,7
11
21,6
0
0
8
15,7
51
10,7
Oracional
210
49,1
153
35,7
25
5,8
40
9,3
428
89,3
No oracional
33
48,5
17
25,0
2
2,9
16
23,5
68
14,2
Oracional
209
50,9
147
35,8
23
5,6
32
7,8
411
85,8
Sintagma indefinido
182
53,5
114
33,5
18
5,3
26
7,6
340
71,0
Sintagma definido
31
37,8
29
35,4
5
6,1
17
29,7
82
17,1
Ausencia de SN
29
21,1
21
36,8
2
3,5
5
8,8
57
11,9
Totales
242
50,5
164
34,2
25
5,2
48
10,0
479
100
9. Deícticos de persona
10. Forma secuencia anterior
11. Forma del ejemplo
12. Presencia/ ausencia SN
Tabla 4. Correlación de los OC con los criterios lingüísticos y sus variantes
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4.2.3. Correlación de los OC con los criterios semántico-discursivos Los resultados revelan algunas semejanzas semántico-discursivas que posibilitan la alternancia de por ejemplo, por lo menos, de repente y otros OC en la variedad caraqueña, aunque se detectan algunas particularidades que requieren ser examinadas. Los OC por ejemplo y por lo menos expresan el valor ilustrativo propio de la reformulación mediante un ejemplo e introducen casos concretos con alto grado explicativo o de aclaración, es decir, se asocian a la estrategia de concreción. Sin embargo, por ejemplo expresa valor concreto tematizador en porcentajes más elevados (13), mientras que por lo menos suele manifestar el valor concreto focalizador más acorde con su significado propio de focalizador restrictivo (10). Por ejemplo también presenta casos sin grado aclarativo en un porcentaje alto pues, además de presentar una información conocida por el interlocutor (también vale carísimo el pescado, en 14), la generalización (todo está carísimo) ya ha sido especificada por otro ejemplo anterior (comer un buen bisté, eso vale ochenta bolívares un kilo).
(13) exceso de carro no había, porque la gente, por ejemplo: Vamos a dar una vuelta por el... por El Paraíso, La Florida, Sabana Grande, ¿ves?, tú alquilabas un carro, un alquiler, por una hora o dos horas alquilabas un carro; pero hoy en día tú alquilas dos horas de carro y te trancaste en... en el tráfico y no te vale de nada las dos horas (CD1FA.87).
(14) todo está carísimo, cónchale, entonces tú te quieres comer un... buen bisté, eso vale ochenta bolívares un kilo; eh... te ocurre comer un buen pescado, por ejem(plo)..., también vale carísimo el pescado (CB5MC.87).
Ambos OC pueden emplearse, de igual manera, para la estrategia de ejemplificación, que consiste en seleccionar un caso cualquiera, al azar; por lo tanto, pueden aparecen en contextos de enumeración (24), respuesta a una petición (15) o una serie de ejemplos (1 y 14). Si bien por ejemplo puede introducir casos hipotéticos o irreales, por lo menos aparece con mayor frecuencia en estos contextos (16); asimismo, por ejemplo es preponderante cuanto el ejemplo presenta un argumento contrastivo (17).
(15) E: Pero ¿cómo es... cómo es la cuestión de los valores? ¿tú nos puedes explicar?
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H: Bueno, por ejemplo, ah... que independientemente de que Jesús haya resucitado o no, por ejemplo, hay valores de un tipo que vino al mundo y dio una cuerda de [una serie de] valores en contra de una so... de una... situación injusta que había en ese momento (CA3MC.87).
(16) mi papá y mi mamá este ... han sido personas que para tener lo que hoy tienen han tenido que trabajar mucho, pero en medio de eso nos han dado todos los gustos a nosotras, [...] se han podido dar ese lujo y nos los han podido dar a nosotras, no sé si será ese apego por la familia, o que a uno lo consienten mucho o lo que sea, pero... por lo menos (/por ejemplo, #al menos) que a mí me diga mi “apá: «Mira ¿te quieres ir a est”diar?», así yo vea una perspectiva buenísima, yo vea que voy a conocer gente de todo ... no, no me voy (CA1FC.87). (17) Bueno, mira, uno tiende a criticar mucho como lo educaron a uno. Pero básicamente, por ejemplo, cuando yo me fui a Mérida, yo ahí fue cuando pude reconocer que mi papá y mi mamá no estaban tan equivocados, que como que me habían educado bien. (CB1FA.87).
Por ejemplo y por lo menos, asimismo, introducen ejemplos con información vivencial y obtenida de primera mano (17 y 19) y mantienen el tópico de la generalización (18 y 19), en consonancia con la relación generalización-concreción.
(18) [los parihueleros] iban entre cuatro hombres llevando una cosa muy [pesada]... un piano, por ejemplo ¿verdad? (CD1MA.87).
(19) pero a veces... hay un material impuesto, por lo menos (/por ejemplo) pa’ pegar madera, es una pega; y la más chiquita cuesta cuarenta y nueve bolívares, y la más chiquita no alca’za pa’ una escultura (CA1FA.87).
De repente y otros OC introducen ejemplos con valor ilustrativo y alto grado explicativo que preservan el tópico de la generalización, pero, a diferencia de por ejemplo y por lo menos, introducen ejemplos que reportan conocimiento obtenido de otras fuentes en porcentajes más elevados (20) y también casos no concretos conformes a la estrategia de ejemplificación, especialmente referidos a una situación imaginaria en la que se reportan hechos irreales o posibles escogidos al azar (20 y 21).
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(20) Y entonces no me están exigiendo, por ejemplo, a mí nada así de marca. Claro, si se las puedo dar de repente se las doy. Pero no me siento en obligación de estársela dando como otros padres, de repente (/por ejemplo) que tienen28 que dejar de comerse un pan pa’ comprarle unos zapatos que te cuestan quinientos, seiscientos bolívares (CB3MB.87).
(21) pasaremos a otro nivel, donde [...], el mundo que existe en este momento, será como la segunda órbita, poniendo por ejemplo, y estaremos más cerca del sol ¿ves? (CA5MA.87)29.
Otros OC muestran porcentajes elevados con valor no ilustrativo, valor ligado a contextos donde el ejemplificador actúa como operador, es decir, destaca solo el ejemplo sin vincularlo a una generalización anterior (22). El matiz suposición-situación imaginaria asociado a de repente y otros OC se relaciona con el significado modal epistémico (‘quizá’) que ha adquirido de repente en variedades americanas y, también, con el significado de ‘conjetura’ propio de otros OC como ponte tú, suponte tú y vamos a suponer. El hecho de que por ejemplo suela emplearse para introducir casos concretos explicaría el uso de formas no lexicalizadas en contextos hipotéticos y, sobre todo, de la locución de repente, pues esta presenta dos ventajas: está lexicalizada y expresa mucho más claramente la idea de probabilidad en contextos donde el caso invocado se refiere a un hecho irreal, supuesto, pero factible. 4.2.4. Correlación de los OC con los criterios formales y sintácticos La correlación de los OC con los criterios formales y sintácticos evidencian que por lo menos y de repente presentan ciertas peculiaridades formales y sintácticas que los distinguen de por ejemplo y otros OC. Asimismo, por lo menos, de repente y otros OC presentan un comportamiento sintáctico que los distingue de por ejemplo. Estas diferencias podrían deberse a que por lo menos y de repente no son OC propiamente dichos y las formas codificadas como
28 Si de repente expresara su significado modal epistémico propio, aparecería la forma verbal en subjuntivo (que quizá tengan). 29 La expresión será como expresa suposición, por tanto, no hay duda de que poniendo por ejemplo, en este caso y en otros similares, se asocia a casos en los que el hablante expresa una situación imaginaria o irreal de la que no tiene certeza.
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otros OC son, en su mayoría, no lexicalizadas, por lo que ofrecen muchas variaciones en cuanto a forma y uso. Por lo menos y de repente suelen ocupar la posición inicial o media, pero no la final, e ir precedidos o seguidos de pausas/signos o sin ellos (19-20). Contrariamente por ejemplo y otros OC tienen mayor movilidad pues, además de la posición inicial y media (6 y 17), pueden ocupar también la posición final (18 y 21); asimismo, por ejemplo y otros OC suelen aparecer entre signos, es decir, son parentéticos al igual que muchos otros marcadores discursivos (17 y 21). Todos los OC suelen ocupar la posición interfrástica, entre dos enunciados, uno anterior (generalización) y el introducido por los OC (concreción), aunque de repente y otros OC presentan porcentajes elevados en contextos intrafrásticos (20 y 22), donde el ejemplo es un constituyente de la oración y el OC marca que se va a expresar un ejemplo, sobre todo hipotético, sin vincularlo necesariamente a una generalización.
(22) y al final, seguro, pero seguro, que ese muchacho que tenga nombre llega... a por poner (/por ejemplo, por suponer), a... a General o algo así; y el otro no (CA1MB.87).
Todos los OC pueden aparecer en contextos en los que la secuencia anterior y la del ejemplo tienen forma oracional, sin embargo, a diferencia de por lo menos y de repente, los OC por ejemplo (23) y otros (22) presentan los porcentajes más elevados para la forma no oracional de ambas secuencias.
(23) el día de la fiesta del árbol iban todos los colegios a determinado sitio, por ejemplo, a El Calvario, a sembrar árboles (CD1MA.87).
Por ejemplo, por lo menos y de repente suelen aparecer en contextos con deícticos de primera persona como yo, me/mi y nos (4, 16-17), o también con deícticos de lugar referidos a la esfera del hablante (aquí, donde estoy yo) como en (24). Asimismo, por lo menos, de repente y otros OC son frecuentes en los contextos donde hay presencia de deícticos de segunda y tercera personas, como te y se, o ausencia de deícticos (20 y 22).
(24) Aquí se fabrican muchas cosas buenas. Para... por lo menos, (/por ejemplo, #al menos, #como mínimo) [el] calzado es excelente, el calzado de... de hombre y de mujer aquí son buenos. La ropa también, qué te digo yo, la
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tela... y como esos... el aluminio, eso no es importado, eso se hace aquí en Venezuela (CB3MB. 87).
Los deícticos de primera persona revelan, casi siempre, la participación directa del hablante en el hecho reportado como un caso concreto y real que ilustra una generalización. Contrariamente, la presencia de deícticos de segunda y tercera persona (tú, te y uno, usados generalmente de forma impersonal, y se) y la ausencia de deícticos se asocian, en parte, al reporte de hechos imaginarios o posibles, a hechos del pasado que no suelen relatarse tal y como sucedieron, o que han sido experimentados por otros; de ahí que el hablante no se presente como participante del evento reportado en el ejemplo (22 y 27). Todos los OC, en especial por ejemplo, aparecen en contextos donde hay un sintagma indefinido en el miembro anterior (ese muchacho, determinado sitio y muchas cosas buenas, en 22-24); comportamiento coherente con la relación generalización-concreción. Igualmente, por lo menos, de repente y otros OC aparecen con mayor frecuencia en contextos donde hay un sintagma definido en la generalización (la crianza, en 25); por lo menos aparece también en contextos donde el SN está ausente (Vamos a resolverlo, en 26).
(25) mi mamá no se metía tanto en la crianza de nosotros como mi papá. [...] Sí, él... él cuidaba, vamos a poner, hasta en la forma... en el modo de comer (CC3FB.87).
(26) Uno respeta cosas pero si el profesor da la clase mal uno debe decirlo [...] “Profesor, la clase de usted es aburrida ¿Cómo hacemos? Vamos a resolverlo”. Por lo menos (/por ejemplo) vamos a tratar de estimular la participación de la gente (CA1MB.87).
En cuanto a la alternancia de por ejemplo y por lo menos, que son las formas más frecuentes en la muestra analizada por González Díaz (2010), se observan muchas semejanzas semánticas y discursivas (introducción de casos concretos con alto grado explicativo congruente con la estrategia de concreción, información obtenida de primera mano y mantenimiento del tópico en la secuencia del ejemplo) y sintácticas (posición interfrástica del OC —entre enunciados—, forma oracional de la secuencia anterior y del ejemplo, presencia de un SN indefinido en la secuencia anterior). Las diferencias semánticas se hallan en el valor concreto tematizador de por ejemplo y el concreto focalizador de por lo menos, correspondientes a
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la estrategia de concreción, y en el valor contrastivo de por ejemplo y de suposición-situación imaginaria de por lo menos, relativos a la estrategia de ejemplificación. Las disparidades sintácticas se centran en la presencia de deícticos de primera persona en la secuencia introducida por la locución por ejemplo (presencia asociada a la estrategia de concreción/caso concreto) y de segunda y tercera persona, o su ausencia, en la secuencia donde aparece por lo menos (presencia asociada a la estrategia de ejemplificación/caso aleatorio). Las desemejanzas formales pueden explicarse pues por lo menos no es un OC propiamente dicho y manifiesta algunas características propias de un particularizador/focalizador restrictivo con el significado de ‘al menos’, es decir, por lo menos, sea ejemplificador o focalizador, posee menor movilidad ya que no suele ocupar la posición final en el miembro donde aparece y suele ir precedido de pausas/signos o sin ellos (González Díaz 2010: § 4.2)30. Por el contrario, por ejemplo sí puede ocupar la posición final, tiene mayor movilidad y suele ir entre pausas/signos de puntuación. 4.2.5. Relación generalización/ilustración y estrategias de concreción/ ejemplificación Los resultados muestran las dos estrategias de la operación discursiva de la reformulación que implica una relación generalización/ilustración: la estrategia de concreción, mediante la introducción de un caso concreto, suele estar asociada a por ejemplo y por lo menos, mientras que la estrategia de ejemplificación, caracterizada por la introducción de un caso escogido al azar, se relaciona con el uso de la locución de repente y otros OC, incluso con por lo menos. Ambas estrategias se bosquejan en el siguiente esquema.
En González Díaz (2010: § 4.2, cuadro 10) se presenta la correlación de este particularizador y el OC por ejemplo con los mismos criterios seleccionados para examinar la alternancia de los OC. 30
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Miembro 1 (Enunciado anterior) + Expresión de ejemplificación/concreción31 + Miembro 2 (Ejemplo) Ejemplificador (Fuentes 2010) Operador de concreción (Martín Zorraquino y Portolés 1999)
Estrategia 1 Estrategia 2 Caso concreto Caso escogido al azar Concreción Ejemplificación Generalización Particularización o ilustración
Gráfico 2. Proceso de reformulación por ejemplificación que opera en el plano enunciativo (del decir)
Ambas estrategias responden al proceso discursivo de la reformulación, la cual, según Fuentes Rodríguez (1998: 59), consiste en una “operación enunciativa que muestra el control de la comunicación por parte del hablante”, es decir, la reformulación se sitúa en el plano enunciativo (del decir). Así el hablante/emisor es el responsable directo de la creación del mensaje y debe hacer “un esfuerzo por asegurar la continuidad secuencial textual”. Cuando lo que pretende transmitir no es claro, o no expresa su intención comunicativa o las expectativas del interlocutor, el hablante puede recurrir a varios procedimientos —explicación, corrección, generalización, enumeración y particularización/ejemplificación— para reformular el contenido de su mensaje en una segunda enunciación (Fuentes Rodríguez 1998: 60). De acuerdo con Fuentes Rodríguez (1998), la explicación y la particularización/ejemplificación son formas distintas de reformular un enunciado, no obstante, a veces resulta difícil separarlas pues un ejemplo puede aparecer dentro de una secuencia explicativa, tal como se observa en (15), en la que el hablante responde con un ejemplo a la solicitud de aclaratoria del encuestador. Asimismo, la coocurrencia del reformulador explicativo o sea junto a por lo menos, vamos a poner [un ejemplo] en (7) confirma cuán allegados están ambos procesos.
31 Las expresiones de ejemplificación pueden aparecer al inicio, en medio o al final del miembro 2.
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4.2.6. Correlación de los OC con los criterios sociales Los resultados de esta correlación muestran algunas tendencias (tabla 5). Los hablantes de todos los grupos generacionales (salvo los jóvenes), de los niveles socioeconómicos alto y medio, y de ambos sexos usan preferentemente por ejemplo, pues es percibida como la variante canónica; de allí su alta frecuencia en el discurso oral y escrito. Por lo menos es usada preferentemente por los hablantes jóvenes y mayores, de nivel socioeconómico bajo, y de ambos sexos. Los hablantes de los grupos A y B, de los niveles socioeconómicos alto y medio, y de sexo masculino emplean la forma innovadora de repente con mayor frecuencia. Su uso se explica porque resulta más idónea que por ejemplo para introducir supuestos y hechos imaginarios. Criterios sociales
Operadores de concreción Por ejemplo N
%
Por lo menos N
%
De repente N
Otros OC
%
N
%
Totales N
%
Edad A: 14-29 años
43
30,3
70
49,3
11
7,7
18
12,7
142
29,7
B: 30-44 años
83
65,4
23
18,1
10
7,9
11
8,7
127
26,5
C: 45-59 años
60
58,3
27
26,2
1
0,9
15
14,6
103
21,5
D: 60 + años
56
52,3
44
41,1
3
2,8
4
3,7
107
22,3
Alto
93
56,0
46
27,7
9
5,4
18
10,8
166
34,7
Medio
113
62,4
39
21,5
12
6,6
17
9,4
181
37,7
Bajo
36
27,3
79
59,8
4
3,0
13
9,8
132
27,6
Nivel
Sexo Mujeres
121
53,5
79
35,0
8
3,5
18
8,0
226
47,5
Hombres
121
47,8
85
33,6
17
6,7
30
11,9
253
52,5
Totales
242
50,5
164
34,2
25
5,2
48
10,0
479
100
Tabla 5. Correlación de los OC con los criterios sociales seleccionados y sus variantes
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Los hablantes de sexo masculino, de todos los niveles socioeconómicos y grupos generacionales, salvo los hablantes mayores, usan otros OC con mayor frecuencia. Los resultados permiten constatar que la forma canónica por ejemplo ha sufrido un retroceso en favor de por lo menos y, en menor medida, de la locución de repente y otros OC. Asimismo, el uso de por lo menos por parte de los jóvenes y de los hablantes de todos los niveles socioeconómicos, en especial los de nivel bajo, quizá se deba a la necesidad de los hablantes de focalizar el ejemplo para destacarlo como el más idóneo. Asimismo, “muestra, de acuerdo con la hipótesis del cambio en tiempo aparente (Labov 2001), que se trata de un cambio lingüístico en curso” (González Díaz 2013: 80), y, más propiamente, un proceso de cambio desde abajo. En contraste, la preferencia de los hablantes de los niveles socioeconómicos medio y alto por la forma de repente podría indicar un cambio en sentido inverso. 4.2.7. Motivos que subyacen al uso de por lo menos y de repente como OC El valor correctivo de confirmación/ratificación32 expresado preferentemente por el particularizador/focalizador por lo menos (‘al menos’) influye en que sea interpretado por los hablantes caraqueños como un OC semejante a por ejemplo. Es decir, por lo menos pasa de los contextos propios de la particularización focalizadora restrictiva excluyente a los contextos de la particularización por ilustración. generalización-particularización focalizadora restrictiva (secuencia introducida por el focalizador por lo menos, entre otros) generalización-particularización por ilustración (secuencia introducida por los ejemplificadores por ejemplo, por lo menos, de repente y otros OC)
Gráfico 3. Tipos de particularización
Los datos de los distintos valores del particularizador/focalizador por lo menos en González Díaz (2010) son: i) valor de confirmación o ratificación (39/61 casos, 64,5 %); ii) de límite o cálculo mínimo (10/61, 16,1 %); iii) de enmienda (8/61, 11,3 %); y iv) otros (4/61, 8,1 %). 32
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Las características semántico-discursivas compartidas por este focalizador restrictivo y el OC por ejemplo, ya mencionadas más arriba, refuerzan la posibilidad de la alternancia por lo menos ~ por ejemplo en los contextos de particularización mediante un ejemplo. Sobre las razones que explican el uso de la locución de repente como OC, tenemos que esta locución suele introducir casos hipotéticos o supuestos (27) en la muestra de estudio, lo cual puede derivarse del sentido de modalidad epistémica (‘quizá, ‘posiblemente’). Según Fernández Bernárdez (19941995), los ejemplificadores, en especial por ejemplo, pueden expresar el matiz suposición-situación imaginaria, no obstante, en la muestra de González Díaz (2010) hay apenas 12/242 casos de por ejemplo, frente a 9/25 casos de la locución de repente en contextos con ese matiz.
(27) no te gusta tal cosa porque... de repente (/por ejemplo, #repentinamente, #a veces, #quizá) tú dices que no me gusta, por lo menos que no te gusta que te halen los cabellos (CA5MA.87).
La cadena de cambio semántico con tres valores (1, 2 y 3), presentada por Rojas Gallardo (2008), podría servir de referencia para explicar el valor particularizador de ilustración que ha desarrollado esta unidad léxica en la variedad venezolana. El significado de ‘quizá’ o ‘probabilidad de que algo ocurra’ podría haber dado paso al valor ‘ejemplificación de un caso hipotético o probable’. La cadena de cambio semántico experimentado por la locución de repente podría completarse de la siguiente manera. 1
2
3
4
Adverbio de modo >
Adverbio de frecuencia >
Marcador de modalidad > epistémica
Operador de concreción o ejemplificador
‘súbitamente’, ‘inesperadamente’
‘a veces’
‘quizá’, ‘probabilidad de que algo ocurra’
‘valor ilustrativo de un caso hipotético o posible’
Lo inesperado se interpreta como poco frecuente
La poca frecuencia se interpreta como baja probabilidad
El significado de ‘probabilidad de que algo ocurra’ se asocia a hechos posibles pero no reales
Gráfico 4. Cadena de cambio semántico a partir de Rojas Gallardo (2008)
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A modo de conclusión, el trabajo de González Díaz (2010) aporta datos interesantes sobre las estrategias de ilustración, los tipos de ejemplificadores y su frecuencia de uso en el español hablado de Caracas. Asimismo, el valor focalizador y el significado de probabilidad de por lo menos y de repente, respectivamente, los hacen idóneos para aparecer en ciertos contextos de concreción (concreto focalizador) y ejemplificación (situación imaginaria). No obstante, conviene examinar muestras de corpus más recientes de Caracas y otras regiones venezolanas para documentar mejor el fenómeno y los cambios semánticos que han venido experimentando por lo menos y de repente. 5. Consideraciones finales La revisión de la bibliografía especializada en los marcadores discursivos y las expresiones de concreción y ejemplificación ha puesto de manifiesto avances significativos y algunas necesidades. En primer lugar, se ha podido advertir la importancia de utilizar repertorios más amplios que incluyan otros ejemplificadores, además de los canónicos o lexicalizados. Esto ha permitido detectar los usos de por lo menos y de repente con valor ilustrativo en el español hablado de Venezuela; sin embargo, se requieren más estudios sobre la variedad caraqueña y de otras regiones para comprobar la extensión geográfica de este uso venezolano. En segundo lugar, ha evidenciado algunos vacíos en la descripción de los marcadores, pues muy pocas propuestas incluyen los focalizadores restrictivos al menos y por lo menos, a excepción de Ruiz Gurillo (2001) y Fuentes Rodríguez (2009). La descripción de sus valores contextuales permitirá explicar mejor el uso de por lo menos en contextos particularizadores de generalización/ilustración. Por último, teniendo en cuenta las estrategias discursivas y la multifuncionalidad de algunas de estas expresiones, se considera pertinente la denominación “expresiones de ejemplificación y concreción” que titula este capítulo. Asimismo, resultaría provechosa la inclusión de otros criterios de análisis — como los diferentes tipos de secuencias textuales y prácticas discursivas, los aspectos psicosociales de la actividad oral y otros inherentes a la interacción comunicativa— que permitan explicar mejor la operación discursiva de la reformulación mediante la ejemplificación.
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CONSUELO GONZÁLEZ DÍAZ
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LAS CITAS DIRECTAS EN EL ESPAÑOL DE CARACAS1 María José Gallucci
1. Introducción El discurso referido (DR) es un fenómeno lingüístico recurrente en la comunicación humana. De hecho, se trata de un universal del lenguaje, aunque, como señala Coulmas (1986: 23), no todas las lenguas cuentan con el mismo repertorio de procedimientos citativos. Mientras que la cita en estilo directo sí suele estar presente en todas las lenguas, no ocurre lo mismo con la cita indirecta. Como explica el lingüista alemán, en la lengua páez, el navajo o el amharic no es posible el estilo indirecto (Coulmas 1986: 40). La complejidad de la cita indirecta como estrategia comunicativa que exige la reelaboración (paráfrasis) del discurso frente a la cita en estilo directo, que se reproduce por imitación, además de otras circunstancias, podría estar detrás de esta situación. Quizá este mismo hecho esté relacionado con la preferencia de los hablantes por la cita directa2 cuando se trata de reproducir palabras o pensamientos propios o ajenos (Gallucci 2018b). A pesar de que en los últimos años se han desarrollado un número considerable de estudios empíricos sobre el DR en la oralidad, con especial referencia al español (§ 2.2 de este trabajo), llama la atención, como apunta De la Mora (2018), que las investigaciones específicas sobre las citas directas todavía sean escasas en esta lengua; sobre todo si se toma en cuenta, como queda evidenciado en todos los estudios previos sobre el tema, que, en términos de frecuencia, son el procedimiento citativo que más utilizan los hablantes. Por esta razón, aunada a los resultados sobre otras lenguas en los que se d ocumentan Este estudio se inscribe en el Grupo de Investigación sobre Oralidad (UNoral) de la Universidad de Navarra. 2 A lo largo de esta investigación se emplearán indistintamente los términos cita directa, discurso directo y estilo directo. 1
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marcos innovadores en cuanto a la forma de introducir este tipo de citas (De la Mora 2018: 146), el objetivo general de este trabajo ha sido describir y explicar el uso y la distribución de las citas directas en una muestra actual del español de Caracas estratificada socialmente. En consonancia con este objetivo, las preguntas que se han planteado en esta investigación son las siguientes: ¿cuáles son los marcos introductores que emplean los hablantes caraqueños cuando reproducen citas en estilo directo?, ¿se trata de formas innovadoras? ¿Estos marcos guardan relación con las variables extralingüísticas inherentes a la muestra de estudio? Por último, ¿los datos obtenidos coinciden con otras investigaciones específicas sobre la cita directa en español? 2. El discurso referido en español: categoría lingüística y continuo El discurso referido, independientemente de la lengua en cuestión, es el resultado de un acto de enunciación de carácter citativo en el que el emisor convoca, en su propio discurso, actos de habla proferidos por otro hablante (o por él mismo), en el marco de una situación enunciativa particular (Méndez-García de Paredes 2009: 483). Esta situación suele ser real, y generalmente pasada (Me dijo: “No vendré a la tutoría”), pero también puede ser imaginaria y proyectarse hacia el futuro (Me dirá: “No pude venir a la tutoría”) (Gallucci 2022). En el caso del español, y desde el punto de vista adoptado en esta investigación, el DR se concibe como una categoría lingüística organizada en torno a un continuo (Girón Alconchel 1988, 2006; Tannen 1989; Semino et al. 1997; Méndez-García de Paredes 2009; Fludernik 2013) que incluye desde la reproducción de citas “literales” (o al menos así presentadas) hasta la referencia general a otros actos de comunicación. En el marco de este continuo se identifican, en un primer nivel, citas propias —o propiamente de DR— e impropias (Gallucci 2018b). En las primeras, se manifiesta explícitamente el contenido citado y se incluyen el discurso directo (1) e indirecto (2) con todas sus variantes, la cita mixta (3), la cita de paralenguaje (4), la cita de gestos (5) y los ecos (6). En las segundas, de las que forman parte el discurso narrativizado (7) y la cita abstracta (8), se menciona un acto lingüístico, pero sin especificar lo dicho (Gallucci 2018a):
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LAS CITAS DIRECTAS EN EL ESPAÑOL DE CARACAS
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(1)
el Papa / con su sentido del humor / cuando terminamos nos dijo esa canción también la cantamos en mi país / pero en polaco (CARA_ M33_107)3.
(2)
cuando el niñito salió de sexto grado mi mamá dijo que cómo iba a hacer con ese niño porque ese niño ahora en el bachillerato se iba a perder y se iba a convertir en un malandro (CARA_M13_084).
(3)
entonces / nada / ella me dijo que / bueno terminas con ella y / nos empatamos y somos felices (CARA_H13_077).
(4)
y yo salía / rum / iba pa’ la compañía (CARA_H33_102).
(5)
entonces el tipo hacía así ¿no? (CARA_H33_101).
(6)
E2: no sé / ¿cómo celebran las Navidades allá? / I: ¿las Navidades? / bueno / son muy bonitas (CARA_H11_005).
(7)
Entonces me dijo algo ahí (CARA_H13_077).
(8)
y sale la palabra / egg para que ellos vayan asociando (CARA_M13_083).
2.1. La cita directa como manifestación prototípica del discurso referido En la concepción del DR como continuo que se ha mencionado en el apartado anterior, la cita directa (1) forma parte de las denominadas citas propias (o prototípicas) porque en ella se especifica un contenido citado, es decir, en la cadena verbal se representa de algún modo el objeto del discurso. El código que se incluye al final de los ejemplos debe leerse, de izquierda a derecha, de la siguiente forma: i) CARA= Caracas; ii) sexo o género: H = hombre, M = mujer; iii) edad: 1 = 20 a 34 años, 3 = 55 años en adelante; iv) grado de instrucción: 1 = analfabetos o sin estudios, 3 = enseñanza superior; v) identificación del hablante dentro del corpus: 005, 006, 036, 101, etc. Por ejemplo, el código CARA_M33_107 identifica a una mujer caraqueña, de 55 años o más, con instrucción universitaria, a la que se le ha asignado el número 107 en el corpus. 3
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MARÍA JOSÉ GALLUCCI
La descripción que se ofrece en gramáticas4 y diccionarios sobre la cita directa se centra sobre todo en las que son “canónicas”, es decir, en aquellas que van introducidas por un verbo de decir conjugado, como en (9):
(9)
Nos dijeron / mira / ya tienen la quincena depositada / (CARA_M11_011).
En la Gramática descriptiva de la lengua española, Maldonado (1999: 3551) define el discurso directo como la reproducción literal de palabras propias o ajenas e identifica su estructura sintáctica. La autora explica que en su estructura canónica suele estar constituido por una expresión introductora (EI) que contiene un verbo de reporte [generalmente conjugado], una cita directa (CD), marcada tipográficamente por guiones o comillas, y el contenido citado (CC), que siempre reproduce un enunciado. La EI y la CD están separadas por una pausa, que se marca tipográficamente con dos puntos (:).
(10) [DD [EI Me dijo: [CD “[CC Lo sé]”]].
A propósito de la sintaxis del estilo directo, Maldonado señala que han sido muchas las soluciones propuestas para establecer qué tipo de relación hay entre la expresión introductora y la cita directa. Por esta razón, aunque se centra en la teoría que define el estilo directo como una yuxtaposición de la EI y la CD, explica las otras hipótesis en este sentido: i) aposición de un deíctico, ii) uso metalingüístico del lenguaje y iii) complemento directo del verbo de decir. Además del debate a propósito de la relación sintáctica que se establece entre las cláusulas que conforman la cita directa tradicional, en las gramáticas del español contemporáneo también se señala la supuesta literalidad del estilo directo que es, a su vez, la característica de este tipo de citas que más se destaca tanto en diccionarios generales de español (Gallucci/Ruiz 2018) como en obras lexicográficas especializadas (Gallucci 2022). No obstante, tal como apunta Méndez-García de Paredes (2009: 489), al menos en la interacción oral, la literalidad no es un rasgo pertinente del ED [estilo directo] y, además, la citación es siempre, por su propia naturaleza, una segunda mención se haga en ED o EI. En la conversación aparecen constantemente fragmentos de reproducción directa y 4 Para un análisis detallado del tratamiento del discurso referido en la tradición gramatical hispánica, consúltese Gallucci (2017).
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nadie se para a pensar si son literales o no, ni siquiera cuando el fragmento es extenso, pues cumplen una función muy distinta que la de trasladar textualmente lo dicho por alguien [...] por ejemplo, construir una imagen sociodiscursiva [...]. La literalidad como rasgo definitorio del ED es sólo una ficción discursiva que hunde sus raíces en las convenciones literarias [...]. En el relato la cita directa siempre es cita al pie de la letra, pero de unas letras que se crean con la reproducción, esto es, con la cita.
En otras obras más centradas en el uso real que hacen los hablantes del DR en la interacción oral, se suele ir más allá de la sintaxis de las citas directas, ya no consideradas como la unión de dos cláusulas u oraciones sino como enunciados (Girón Alconchel 1989; Méndez-García de Paredes 1999, 2000, 2009), y de la supuesta literalidad —más bien verosimilitud— que supone este mecanismo citativo. Desde un enfoque pragmático-discursivo, los enunciados están vinculados con un contexto de producción específico, con la información que comparten los interlocutores y con los elementos paralingüísticos que lo acompañan (factores primordiales para interpretar su sentido). A diferencia del análisis meramente gramatical, el estudio de los enunciados permite establecer, entre otras cuestiones, su adecuación, efectividad y eficacia en contextos comunicativos reales (Gallucci 2018a: 220). Así pues, en lugar de cláusula y oración, a lo largo de este trabajo se hablará de enunciado de discurso referido (EDR), entendido como la secuencia textual que resulta de un acto de enunciación de carácter citativo (Méndez-García de Paredes 2009: 501). En consonancia con este planteamiento, es fundamental reconocer que en un EDR se ponen en contacto dos universos o partes del discurso: Por un lado, la que está integrada por elementos lingüísticos que tienen como referencia los contenidos proferidos por otro hablante en el marco de una situación enunciativa diferente: la cita. Y, por otro, la que tiene como función recontextualizar la cita y atribuir lo dicho a alguien: secuencia de contextualización (conocida también con los nombres de expresión introductora, contexto de reproducción o marco). Recontextualizar lo dicho es escenificar, a partir de elementos lingüísticos descriptivos, una situación de enunciación, y esto puede hacerse explicitando quién es el que habla y cuándo lo hace, a quién se dirige y con qué objetivo, y de qué manera lo hace (Méndez-García de Paredes 2009: 504-505).
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Aunque la cita directa como mecanismo tradicional del DR suele incluir claramente las dos partes del enunciado citativo que distingue Méndez-García de Paredes —cita y secuencia de contextualización—, como en (11), a veces el marco o la expresión introductora no suele estar presente, como en (12), y el enunciado consta de una sola parte, que es la cita (“vamos a ver cuánto hicimos y tal”) introducida por una pausa (/). En estos casos de estilo directo que Cameron (1998) denomina freestanding quotation, el cambio en la entonación (melodía, ritmo, pausa) origina un contraste con respecto al segmento anterior.
(11) yo le digo bueno / vamos a hacerle caso / como persona mayor que es (CARA_H11_005).
(12) y cuando llega la tarde Ø / vamos a ver cuánto hicimos y tal (CARA_H11_006).
Los usuarios de la lengua también pueden introducir citas directas a través de la conjunción y seguida de frase nominal (FN) (13), por medio de un marcador discursivo (14) o de y + que (15):
(13) y entonces con ese piquete y ese rollo y mis hijas también ¡no! esa es mi mamá que está con ese poco de libros ahí (CARA_H33_101).
(14) estuvimos años con ese policía de la Seguridad Nacional en la puerta / entonces / el señor se puede dar cuenta si oye el himno (CARA_ H33_101).
(15) mira / más de una vez nosotras estamos reunidas haciendo un trabajo teórico y los hombres están haciendo la / el material / y que tú recorta foami / recorta cartulina / recorta lo que tú quieras / pero recorta y haz algo / no me fastidies ahorita (CARA_M13_083).
A la par de los distintos tipos de marco introductor de estilo directo, en la interacción oral es posible reproducir cualquier aspecto de un discurso —lingüístico o no— que se pueda representar y que pueda ser reconocido por los destinatarios de la comunicación (palabras, prosodia, movimientos, gestos, postura, etc.). Clark y Gerrig (1990) consideran que a través de las citas se pone de manifiesto un uso especial del lenguaje que difiere de otros usos meramente descriptivos. Los autores desarrollan la idea de que las citas directas
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en la conversación son demostraciones y que, como tales, sirven para ejemplificar discursos, experiencias y sensaciones. Aunque excede los límites de esta investigación, pues las entrevistas objeto de estudio no han sido filmadas, el discurso referido, sobre todo cuando se trata de citas directas, es, en esencia, multimodal. En la reproducción de un EDR en estilo directo tiene lugar una teatralización que le otorga vivacidad y realismo a la narración. Como explica Buchstaller (2017: 402), mientras que a través del estilo directo se muestra y dramatiza lo que se cita, en el indirecto, en cambio, se describe el contenido citado. 2.2. Estudios previos sobre la cita directa En los últimos diez años se han llevado a cabo numerosos estudios sobre el discurso referido en muestras orales del español (Fernández 2012; Gallucci 2013, 2014, 2018a, 2019, 2021; San Martín/Guerrero 2013; Guerrero 2014; Benavent Payá 2015; Gallucci/Vargas 2015; San Martín 2015; Grajales 2017; Klee/Caravedo 2017; Repede 2017, 2019a, 2019b; Estévez Rionegro/Sampedro Mella 2020; entre otros). Sin embargo, como ya se ha comentado, llama la atención que sean pocos, en un margen temporal mucho más amplio, los trabajos centrados específicamente en el estudio de las citas directas en español; entre ellos los de Cameron (1998), Camargo Fernández (2011), Estellés Arguedas (2015), Estévez Rionegro (2016), De la Mora (2018) y Mondaca Becerra (2021). Por tratarse de investigaciones similares a la presentada aquí en cuanto a objetivos y metodología, y para favorecer la comparación entre los estudios, se recogerán los principales resultados obtenidos por Cameron (1998) y De la Mora (2018) sobre el español de Puerto Rico y de México, respectivamente. 2.2.1. El estilo directo en el español de Puerto Rico Desde una perspectiva variacionista, Cameron (1998) analiza las formas del estilo directo en una muestra de 62 hablantes nativos de San Juan de Puerto Rico estratificada según edad, sexo y clase social. El autor distingue tres usos variables para introducir el discurso directo en la conversación: i) verbo de decir, ii) y + frase nominal (FN) y iii) sin marco o freestanding quotation. Cameron obtiene un total de 1249 casos, de los cuales
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774 (62 %) se introducen mediante un verbo de decir, 310 (25 %), sin marca y 165 (13 %) mediante la conjunción y seguida de una frase nominal. Los verbos encontrados en la muestra y su frecuencia son los siguientes: decir (643 casos, 83 %); hacer (50,6 %); verbos de movimiento (22,2 %); gritar (9,1 %); preguntar y cuestionar (8,1 %); pensar (8,1 %); venir + así (7,1 %); y otros verbos (quedarse, avisar, predecir, contestar, llamar, empezar y responder) (26 casos, 3 %) (Cameron 1998: 70-71). Otros de los hallazgos de Cameron tienen que ver con la persona a quien se le atribuye la cita, su contenido, el contexto narrativo y el tópico como variables lingüísticas que inciden en el uso de los tres marcos introductores de estilo directo analizados por el autor. En lo que respecta al análisis de las tres variables extralingüísticas consideradas y sus respectivas variantes —edad (preadolescentes, adolescentes, de 20 a 39 años, y de más de 40 años); sexo (hombres y mujeres) y clase social (alta y baja)—, los resultados de Cameron indican que: i) los dos grupos de más edad favorecen la presencia de un verbo como marco introductor y desfavorecen tanto la presencia de y + FN como la cita sin marco; ii) la estructura y + FN y las citas directas sin marco se correlacionan con la edad de los hablantes, en este caso, con la de los jóvenes; iii) cuando se trata de y + FN la clase social de los hablantes no influye en la variación, mientras que la presencia de un verbo para introducir la cita y la cita sin marco sí lo hacen, y están en distribución complementaria, es decir, la clase baja contribuye a la presencia del verbo y la alta, a la ausencia, mientras que sucede lo contrario con la cita directa sin marco. En cuanto a la variable sexo-género, el autor llega a la conclusión de que esta no influye en la presencia de un verbo para introducir la cita directa, pero son las mujeres, y no los hombres, las que prefieren usar y + FN. El efecto contrario se observa con las citas directas sin marco introductor (Gallucci 2018a: 145-147). 2.2.2. Las citas directas en el español de Ciudad de México De la Mora (2018) estudia las citas en estilo directo en 54 entrevistas del Corpus sociolingüístico de la Ciudad de México (Martín Butragueño/Lastra 2011) estratificadas según edad (joven, adulto, mayor); sexo (hombres y mujeres) y nivel educativo (alto, medio, bajo).
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Los 4632 casos obtenidos fueron codificados en función del marco introductor de la cita directa. De la Mora distingue siete tipos de marcos: ‘dicendi’, ‘marcador nulo’, ‘(Y)FN’, ‘así’, ‘o sea’, ‘SER de que’ y ‘otros’. Según la clasificación propuesta por la autora, los dos primeros serían canónicos y el resto, no canónicos. Los resultados generales del análisis de frecuencias muestran que, en el español de la Ciudad de México, al igual que en otras variedades dialectales, predomina el uso de verbos ‘dicendi’ como mecanismo para introducir la cita (63 %) seguido del ‘marcador nulo’ (28 %) (De la Mora 2018: 157). Esto se traduce en que el 91 % de los datos de la muestra corresponde a marcos canónicos. El 9 % restante, a marcos no canónicos; categoría en la que predominan ligeramente ‘otros’ (4 %), seguido por las formas ‘(Y)FN’ (2 %) y ‘así’ (2 %). En cuanto a los marcos canónicos y al grupo etario, los datos obtenidos por De la Mora muestran predilección por los verbos ‘dicendi’ en los tres grupos de edad. En el caso de la forma nula, son los hablantes mayores quienes presentan una frecuencia de uso más alta. En cuanto al sexo de los hablantes, el empleo del verbo dicendi es mayor en las mujeres que en los hombres. La situación es inversa cuando se trata del marcador nulo. La distribución en función del nivel educativo es muy similar en los tres grupos. Con respecto al análisis de la distribución y las frecuencias de las formas no canónicas por grupo de edad, De la Mora (2018: 160) encuentra que, salvo en el caso de la forma ‘(Y)FN’, donde las distribuciones de porcentajes son similares entre los tres grupos, en todos los demás la distribución está estratificada según el grupo etario. La mayor variedad de estas formas se observa en los jóvenes. En lo que tiene que ver con la variable sexo, De la Mora (2018: 164) explica que los marcadores ‘así’ y ‘(Y)FN’ son las formas no canónicas preferidas por las mujeres, mientras que los marcadores ‘SER de que’ y ‘o sea’ parecen estar más asociados con el habla masculina. En el caso de los otros marcos objeto de estudio, no parece haber ningún patrón de preferencia por género. Por último, en cuanto al nivel educativo, los patrones de distribución de la mayor parte de las formas no canónicas sugieren que se trata de las preferidas por hablantes con un nivel educativo alto, ya que en este grupo se registran más casos.
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3. Metodología 3.1. Corpus y muestra Para llevar a cabo esta investigación sobre las citas directas, se ha seleccionado una muestra de 16 hablantes del PRESEEA-Caracas (Bentivoglio/ Malaver Arguinzones 2006, 2012; Gallucci et al. 2013) estratificados en cuotas de afijación uniforme según edad, sexo y grado de instrucción.5 Siguiendo a Silva-Corvalán (1989: 19), se ha procurado tener al menos dos hablantes por casilla (número mínimo imprescindible) y, a partir de Lavandera (1975), más de cinco hablantes en cada grupo, es decir, por cada variable extralingüística, para poder llevar a cabo, por un lado, análisis de frecuencias y, por otro, análisis de regresión a través de R (versión 4.0.5) (R Core Team 2021) que permitan conocer si el uso de la cita directa se correlaciona con alguna de las variables sociales consideradas (Labov 1972, 1982). En la tabla 1 se recoge el número de entrevistas seleccionadas por casilla: Edad
20-34 años
55 años y +
Totales
Instrucción/Sexo
Hombres
Mujeres
Hombres
Mujeres
Grado 1
2
2
2
2
Grado 3
2
2
2
Totales
8
2 8
8 8 16
Tabla 1. Distribución por cuotas de los hablantes de la muestra
Las 16 entrevistas analizadas suman un total de 12 horas de grabación. 3.2. Categorías de análisis Los casos extraídos de las entrevistas se codificaron a partir de un conjunto de variables lingüísticas y sociales.
Sobre el PRESEEA como macroproyecto panhispánico consúltese, entre otros, Moreno Fernández (1997, 2005a, 2005b, 2016). En cuanto a la metodología general del proyecto, ver Moreno Fernández (2021a, 2021b). 5
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Siguiendo parcialmente la propuesta de De la Mora (2018: 155-156), todos los casos de cita directa de la muestra se codificaron en función del marco introductor en cuestión. Por un lado, se identificaron los marcos canónicos, esto es, los enunciados de estilo directo encabezados por un verbo de decir (16) o sin marco —marcador nulo— (17):
(16) entonces / me dice / sí / tocayo / incluso me tuvieron que llevar para el Centro Médico Docente // (CARA_H11_005).
(17) por lo menos mi hermano que era manco / y lo dejaban quieto en la casa / Ø bueno / es que G. se queda aquí hoy porque no va a salir por ahí / pero tú sí / tú te vas a cortarle hierba al burro [...] (CARA_H31_029).
Por otro lado, los marcos introductores no canónicos: i) verbo no dicendi (18), ii) y + FN (19), iii) y + que (20) y iv) marcador discursivo (21)6:
(18) ahí todo el mundo anda / mira / si consigues otra cosa (CARA_M11_011).
(19) y yo / no / pinten ustedes / porque uno ya está como cansado (CARA_H31_029).
(20) ¡tenían / tenían como un año! / ¡dos años! / y que ¡son novios / pana! (CARA_H13_077).
(21) querían que fuera yo porque / pues / todos sabían que yo era muy / ¿sabes? / adepta a esas cosas / entonces / ya / ¡qué chévere que íbamos a conocer al Papa! (CARA_M33_107).
Como se muestra en la tabla 1, las variables sociales consideradas han sido tres: i) la edad (con dos variantes: 20 a 34 años, 55 años y más); ii) el sexo o género (hombres y mujeres); y iii) el grado de instrucción (sin instrucción o con instrucción primaria y con instrucción universitaria). En este punto es importante aclarar que, a diferencia de De la Mora (2018), se han integrado en una misma categoría los marcadores o sea y así, además de bueno, entonces, etc. Los casos introducidos por el verbo ser se han incluido en la categoría identificada como verbo no dicendi. 6
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4. Resultados y análisis En la tabla 2 se presenta la distribución general de las citas directas en la muestra de habla caraqueña (1205 casos) desglosada en función del tipo general de marco introductor. Tipo de marco
N
%
Canónico
938
78
No canónico
267
22
Total
1205
100
Tabla 2. Distribución de las citas directas en la muestra
Como se aprecia en la tabla anterior, 938 casos (78 % del total) corresponden a marcos canónicos y 267 (22 %), a marcos no canónicos. En el caso de los marcos no canónicos, se observa que el porcentaje de EDR (22 %) casi triplica al registrado para la Ciudad de México (9 %) en una muestra mucho más amplia que la analizada aquí (De la Mora 2018). 4.1. Marcos canónicos de cita directa en el español de Caracas En la tabla 3 se recoge la distribución de las citas directas canónicas: Marcos canónicos
N
%
Marcador nulo
502
54
Verbo dicendi
436
46
Total
938
100
Tabla 3. Distribución de las citas directas canónicas en la muestra
Los datos muestran que, de los 938 casos de citas directas canónicas, en 502, que representan el 54 %, se trata de citas con marcador nulo o zero quotative (Mathis/Yule 1994), y en 436 (46 %), de citas introducidas por un verbo dicendi. Contrariamente a los resultados de los estudios previos referidos (25 % en el español de Puerto Rico y 28 % en el de México), en el habla de Caracas se
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observa una ligera preferencia por reproducir el discurso a través de marcas prosódicas, y no mediante elementos gramaticales o léxicos. Esto obedece, probablemente, a las características de las muestras del PRESEEA-Caracas, que están a medio camino entre la conversación y la entrevista semidirigida, lo cual favorece, asimismo, la presencia de diálogos reconstruidos compuestos, sobre todo, por citas directas de este tipo (Camargo Fernández 2007-2008), como en (22):
(22) nada / me dijo y que no / pero es que tú / tú eres extraño / tú eres distinto a los / chamos que están en / en el salón y / broma y yo y que bueno ¿cómo que extraño? / ¡yo soy normal y corriente / pana! /¡normal y corriente! / ¡no! / sí que tú eres extraño / tú eres / no sé / distinto y yo ¿ah distinto? / sí / yo soy distinto / sí / es que eres medio lindo y vaina / y yo y que ah / ¿en serio? (CARA_H13_077).
En ejemplos como el de (22) el locutor-narrador —el entrevistado— representa y anima (Goffman 1981) los turnos de palabra propios y ajenos (enunciador 1 y enunciador 2, respectivamente) y, de esa manera, (re)presenta la conversación como un pequeño espectáculo (Goffman 1974). En los diálogos reconstruidos en general (Gallucci 2018b, 2021), los sujetos tienen voz propia; como si se tratara de los personajes de una obra de teatro. En ellos se distingue un doble plano de enunciación [yo-aquí-ahora [yo-aquí-ahora]]: locutores en uno y en otro plano son responsables de sus respectivas enunciaciones. No obstante, como subraya Benavent Payá (2000: 216), los límites entre la narración y el drama se desdibujan constantemente en virtud del continuo solapamiento entre el plano enunciativo de la interacción y el plano enunciativo del relato dramatizado. Es probable que en las citas directas sin marco la dimensión teatral (la puesta en escena inherente al relato dramatizado) y el histrionismo característico que le imprime vivacidad a la narración (Aikhenvald 2004: 315) permitan el desdoblamiento polifónico de los sujetos del relato; a diferencia de lo que ocurre en el estilo indirecto, donde el narrador asimila el plano enunciativo del relato a su propia enunciación y, en consecuencia, solamente se distingue un plano de enunciación: [yo-aquíahora]. En lo que respecta a las citas directas introducidas por un verbo dicendi, se han obtenido, como se ha visto, 436 casos que representan el 46 % del total. En este grupo, como era previsible, el verbo decir, “el más usual e incoloro de los verbos que introducen estilo directo” (Alonso 1973: 196), es el más
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empleado; resultado que coincide con todos los estudios previos sobre el DR, incluso más allá de la oralidad (discurso periodístico, literario, etc.)7. Cuando el verbo decir introduce citas directas suele estar conjugado en primera persona del singular y en presente —aunque para referir hechos pasados—. En los datos de Cameron (1998: 64) sobre el español de Puerto Rico también se observa que los hablantes privilegian el uso de la forma gramatical y el tiempo verbal señalados. 4.1.1. Marcos canónicos y edad En la tabla 4 se ofrece la distribución de las citas directas introducidas por marcos canónicos en los dos grupos etarios considerados: Marco canónico
20-34 años
55 años y +
Totales
Marcador nulo
50 % (253)
50 % (249)
100 % (502)
Verbo dicendi
61 % (266)
39 % (170)
100 % (436)
Totales
55 % (519)
45 % (419)
100 % (938)
Tabla 4. Distribución de marcos canónicos por grupo etario
Los resultados de la tabla precedente muestran que el empleo del marcador nulo se distribuye equitativamente entre jóvenes y mayores (50 % del total de casos de cada grupo). En lo que respecta al verbo dicendi, se trata de la forma preferida por los hablantes jóvenes frente a aquellos de más de 55 años (61 % vs. 39 %). En contraposición a estos datos, De la Mora encuentra que son los hablantes mayores quienes presentan una frecuencia más alta de marcador nulo; mientras que los tres grupos de edad que analiza registran una distribución más o menos equilibrada. Por su parte, Cameron indica que, en su muestra sobre el español de San Juan, los dos grupos de más edad favorecen la presencia de un verbo como marco introductor. 7 No obstante, no en todas las lenguas ni en todas las variedades se emplea este verbo de la misma manera. En el inglés de Estados Unidos, por ejemplo, los adolescentes californianos raramente usan el verbo to say para introducir una cita directa. Buchstaller et al. (2007: 23) han mostrado que, cuando se trata de citar, los espacios de to say han sido ocupados por like y otros intensificadores como really, so o totally.
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Como se puede apreciar, las tendencias en cuanto al factor edad en relación con las citas canónicas son divergentes en Caracas, México y Puerto Rico. 4.1.2. Marcos canónicos y sexo Los resultados sobre los marcos canónicos según el sexo de los hablantes (tabla 5) muestran la preferencia de los hombres por los marcadores nulos (61 % vs. 39 % de las mujeres). En cambio, la distribución entre mujeres y hombres es muy similar cuando se trata de un verbo dicendi (52 % y 48 %, respectivamente). Marco canónico
Mujeres
Hombres
Totales
Marcador nulo Verbo dicendi
39 % (198)
61 % (304)
100 % (502)
52 % (226)
48 % (210)
100 % (436)
Totales
45 % (424)
55 % (514)
100 % (938)
Tabla 5. Distribución de marcos canónicos por sexo
Cameron y De la Mora también señalan cierta relación entre el uso del marcador nulo y los hablantes de género masculino. En el caso de Ciudad de México, no ocurre lo mismo cuando se trata del verbo dicendi, que suele ser la forma preferida por las mujeres en la muestra del español mexicano. 4.1.3. Marcos canónicos y grado de instrucción La tabla 6 recoge el uso de los marcos canónicos en función de los dos niveles educativos considerados en la muestra de estudio: sin instrucción (grado 1) e instrucción universitaria (grado 3). Marco canónico
Grado 1
Grado 3
Totales
Marcador nulo
32 % (160)
68 % (342)
100 % (502)
Verbo dicendi
57 % (248)
43 % (188)
100 % (436)
Totales
43 % (408)
57 % (530)
100 % (938)
Tabla 6. Distribución de marcos canónicos por grado de instrucción
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Además de un mayor número de casos en el grado de instrucción 3 (530), los datos indican que el marcador nulo se ve ampliamente favorecido por los hablantes de este mismo grupo (68 %, es decir, 342 casos de 502). En este nivel se agrupan un poco más del doble de ocurrencias que las registradas en el grado 1 (160 casos). En cuanto al verbo dicendi, la situación es inversa, esto es, se observa cierta preferencia por este tipo de marco en el grupo 1, aunque no es tan marcada como en la categoría anterior (57 % vs. 43 %). Cameron explica, tal como parece ocurrir con el español de Caracas, que en el habla de San Juan la clase baja contribuye a la presencia del verbo y la clase alta, a la ausencia; mientras que sucede lo contrario con la cita directa sin marco. Por su parte, De la Mora, a pesar de que registra una distribución muy similar en los tres niveles educativos analizados en su muestra, observa, al igual que en el presente estudio, que los hablantes de nivel bajo emplean menos el marcador nulo. 4.2. Marcos no canónicos de cita directa en el español de Caracas En la tabla 7 se presenta la distribución de las citas directas introducidas por marcos no canónicos. Marco no canónico
N
%
y + FN
141
53
Verbo no dicendi
54
20
Marcador discursivo
48
18
y + que
24
9
Total
267
100
Tabla 7. Distribución de las citas directas no canónicas en la muestra
El desglose muestra que en el español de Caracas las 267 ocurrencias de citas directas no canónicas son, sobre todo, de y + FN (141 casos, que constituyen el 53 %), seguidas de verbo no dicendi, marcador discursivo e y + que con 54, 48 y 24 casos, respectivamente. Cuando las citas directas se introducen a través de la conjunción y seguida de frase nominal (FN), el núcleo del sintagma nominal suele ser, en su
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ayoría, un pronombre (111 casos). Esto se relaciona, sin duda, con el hecho m de que, frente al sustantivo, el pronombre se enmarca en los mecanismos de economía del lenguaje: dispensan a la memoria de retener una multitud de signos particulares cuyo empleo sería superfluo (Escavy Zamora 1987). El pronombre preferido por los entrevistados es yo. El empleo de este pronombre, así como de la primera persona en las citas directas con verbo dicendi es esperable, pues en las entrevistas del PRESEEA se recogen narraciones de experiencia personal. Cuando se trata de un sustantivo (30 casos), suelen ser comunes, colectivos (como gente) y, en menor escala, propios. Por la naturaleza de las entrevistas, no es de extrañar que los sustantivos comunes estén vinculados con el campo léxico semántico de la familia (hermana, hijas, mamá, prima, sobrinos), pues, de hecho, la primera pregunta que se les hace a los entrevistados tiene que ver con este tema. El caso de las citas directas introducidas por verbos no dicendi cuyo significado primario no está vinculado con el hecho de reproducir una actividad verbal es muy interesante, aunque solo se registren 54 ocurrencias (20 % del total de los marcos no canónicos). Véanse, a manera de ejemplo, los EDR (23), (24) y (25) con los verbos agarrar, estar y subir, respectivamente:
(23) entonces mi abuela agarró / ¿ah / usted es el señor Castro? (CARA_H33_101).
(24) pero estoy ¡mira / niña! (CARA_M11_011).
(25) y el hermano mío subió / ¡mira! / fueras bajado / fueras cantado / (CARA_H11_066).
Con agarrar (23), el sentido con el que se emplea el verbo es el de ‘reñir’, pero en este caso no hace referencia a una acción física sino verbal, como se apunta en el Diccionario de la lengua española (RAE/ASALE 2021) —14. Prnl. coloq. reñir (contender de obra o de palabra)—. Con estar (24), el significado es de atribución (‘tener calidad o condición’) y no de localización; mientras que subir (25) es un verbo de desplazamiento8.
8 Para información detallada sobre los verbos introductores de cita en la narración oral conversacional, consúltese Gallucci (2019).
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En lo que respecta a las citas directas introducidas mediante un marcador discursivo (48 registros), los hablantes de la muestra emplean sobre todo el conector consecutivo entonces (26), seguido del reformulador con función explicativa o sea (27), el metadiscursivo conversacional bueno (28) y el operador de concreción de repente (29) (Martín Zorraquino/Portolés Lázaro 1999):
(26) y entonces / ¿mi tío dónde está? (CARA_H33_101).
(27) todos cumplen un papel muy protector / o sea / yo estoy en ese salón / yo cuido mi salón / estoy en el colegio (CARA_M13_083).
(28) y / bueno / yo / que sepa yo / las niñas no juegan metras (CARA_H11_005).
(29) y de ahí / bueno / de repente / ¡familia! y / entonces / empezaron con esa vaina (CARA_H11_006)9.
Por último, se han registrado 24 casos de y + que que representan el 9 % del total de citas directas con marcos no canónicos. Las citas en estilo directo incluidas en esta categoría suelen formar parte de un diálogo reconstruido y cumplen una función narrativa, como en (30):
(30) en ese momento y que ¿quién te recibió? / bueno / como / como dicen / decían ellos ¿te recibió un gringo? y yo sí a ellos no / entonces / como que para ellos era mucho más fuerte y ruda esa / esa llegada a a ese país / esa fue una de las cosas que de verdad me impactó que dije Dios / okey / lo tengo que agradecer para él / las cosas que hay que valorar (CARA_M13_083).
9 Aunque el análisis pormenorizado de las citas directas introducidas a través de un marcador discursivo excede los límites de este trabajo, se trata un tema actual que se está investigando en distintas lenguas y que ha arrojado resultados muy interesantes (Schwenter 1996, Nord 2006, Etxepare 2007, Foolen 2008, Jørgensen 2009, Palacios Martínez 2014, Méndez Orense 2016, Fernández 2017, Catalá/Perdomo 2017, Borreguero Zuloaga 2020, Mihatsch 2020a y 2020b, Repede 2020, Grutschus 2021, Camargo Fernández/Grimalt Crespo 2022). En el caso del español, se han documentado en plan, entonces, o sea, tipo, entre otras formas, y se le ha prestado especial atención, sobre todo, a la primera de estas formas que, de momento, parece estar restringida a la variedad peninsular.
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4.2.1. Marcos no canónicos y edad En la tabla 8 se ofrece la distribución de los marcos no canónicos según el grupo etario: Marco no canónico
20-34 años
55 años y +
Totales
y + FN Verbo no dicendi
78 % (110)
22 % (31)
100 % (141)
54 % (29)
46 % (25)
100 % (54)
Marcador discursivo
56 % (27)
44 % (21)
100 % (48)
y + que
100 % (24)
0 % (0)
100 % (24)
Totales
71 % (190)
29 % (77)
100 % (267)
Tabla 8. Distribución de marcos no canónicos por grupo etario
Como se desprende de la tabla anterior, la variedad de marcos no canónicos aparece sobre todo en el grupo de los jóvenes (190 casos de un total de 267). Las mayores diferencias entre el tipo de marco no canónico y la edad se manifiestan en y + FN y en y + que. En el primer caso, se trata del marco introductor no canónico más empleado por los hablantes de la muestra, especialmente por los jóvenes (78 % vs. 22 % de los mayores de 55 años). En el segundo, a pesar de que son pocas ocurrencias, solamente se registran, de nuevo, en el grupo de 20 a 34 años. Las frecuencias absolutas de los otros dos tipos de marcos no canónicos (verbo no dicendi y marcador discursivo) son muy similares (29 casos vs. 25, y 27 vs. 21, respectivamente), aunque con una ligera tendencia a favor de los jóvenes. Los resultados de Cameron también indican que el empleo de y + FN como introductor de citas directas se correlaciona con el grupo etario de los jóvenes. Por su parte, en el estudio de De la Mora son, asimismo, los hablantes jóvenes los que registran mayor variedad de formas no canónicas y un número ligeramente mayor de ocurrencias de y + FN. El resto de los datos obtenidos en Ciudad de México no son comparables del todo con los ofrecidos aquí, pues tanto la clasificación de los marcos no canónicos (así, ser de que, y + FN, o sea, otros) como los grupos de edad considerados (joven, adulto y mayor) son diferentes.
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4.2.2. Marcos no canónicos y sexo La tabla 9 recoge la distribución de los cuatro marcos no canónicos analizados según el sexo de los hablantes: 146 casos (55 %) en los hombres y 121 casos (45 %) en las mujeres. Marco no canónico
Mujeres
Hombres
Totales
y + FN
45 % (63)
55 % (78)
100 % (141)
Verbo no dicendi
43 % (23)
57 % (31)
100 % (54)
Marcador discursivo
42 % (20)
58 % (28)
100% (48)
y + que
62 % (15)
38 % (9)
100 % (24)
Totales
45 % (121)
55% (146)
100 % (267)
Tabla 9. Distribución de marcos no canónicos por sexo
Los hombres emplean un poco más y + FN, verbo no dicendi y marcador discursivo (55 %, 57 % y 58 %, respectivamente); mientras que las mujeres hacen lo propio con y + que. Sin embargo, se trata de muy pocos casos, lo que impide establecer alguna tendencia más o menos concluyente en este sentido. Cameron llega a la conclusión de que la variable sexo-género no influye en la presencia de un verbo para introducir la cita directa y, al igual que De la Mora, sostiene que son las mujeres, y no los hombres, las que prefieren usar y + FN. 4.2.3. Marcos no canónicos y grado de instrucción La tabla 10 ilustra las frecuencias absolutas y relativas de los EDR con marcos no canónicos según el grado de instrucción. Marco no canónico
Grado 1
Grado 3
Totales
y + FN
37 % (52)
63 % (89)
100 % (141)
Verbo no dicendi
44 % (24)
56 % (30)
100 % (54)
Marcador discursivo
42 % (20)
58 % (28)
100 % (48)
y + que
4 % (1)
96 % (23)
100 % (24)
Totales
36 % (97)
64 % (170)
100 % (267)
Tabla 10. Distribución de marcos no canónicos por grado de instrucción
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El total general muestra que el 64 % de las ocurrencias (170/267) se concentra en el grado de instrucción universitario. Llama la atención la preferencia de este mismo grupo por todos los marcos no canónicos, sobre todo cuando se trata de y + FN (63 %) e y + que (96 %). Este último con una sola ocurrencia en el grado 1. Cameron apunta que cuando se trata de y + FN la clase social de los hablantes no influye en la variación. De la Mora también observa, como en el caso del presente estudio, que en los hablantes de nivel alto hay un uso considerable de las formas innovadoras. 4.3. Marco introductor como variable dependiente Siguiendo a San Martín (2015: 21), quien propone aplicar al estudio del discurso referido el concepto de variable sociolingüística en un sentido amplio del término, en este estudio se ha considerado, asimismo, el marco introductor como variable dependiente con las dos variantes apuntadas al inicio de esta investigación: marco canónico y marco no canónico. Aunque no se trate exactamente de paralelos semánticos, ambas variantes comparten dos características que están muy relacionadas: i) se emplean con la misma función general de reproducir palabras y ii) en su interior siempre se materializa un contenido citado. En la tabla 11 se presenta el análisis de regresión sobre el uso de los marcos introductores de cita directa (canónicos y no canónicos) y las tres variables extralingüísticas consideradas en este estudio (sexo, edad y grado de instrucción). Estimación
Error estándar
p valor
(Intercepto)
-1.17
0.14
0.01
Sexo
-0.13
0.14
0.38
Edad
-0.80
0.16
0.01
Instrucción
0.44
0.15
0.01
Tabla 11. Regresión sobre el uso de los marcos introductores y las variables sociales
La tabla 11 muestra que no hay relación entre el uso de los marcos introductores no canónicos y la variable sexo (p = 0.38). De igual manera, los datos
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indican que tanto la variable edad (p = < .001) como el grado de instrucción (p = < .001) sí están asociadas con el uso de las formas no canónicas en la muestra del español de Caracas. 5. Conclusiones El análisis desarrollado permite responder las preguntas planteadas al inicio de esta investigación. En primer lugar, ha quedado evidenciado que los caraqueños prefieren las citas directas con marcador nulo seguidas de aquellas introducidas por un verbo dicendi. En cuanto a los marcos no canónicos, se decantan sobre todo por y + FN. En segundo lugar, los datos indican que, aunque emplean en menor proporción los marcos innovadores, cuentan con al menos tres recursos en este sentido (verbo no dicendi, y + que y marcador discursivo). En tercer lugar, el análisis de regresión muestra que el empleo de los marcos no canónicos se asocia, como se ha visto, con la edad y el grado de instrucción de los hablantes. Por último, a pesar de que no es posible establecer una comparación estricta entre este estudio y los de Cameron (1998) y De la Mora (2018), puesto que algunas categorías y métodos de análisis estadístico son divergentes, en las tres variedades del español podría decirse que, en mayor o menor medida, son los hablantes jóvenes y los de mayor instrucción los que contribuyen al uso de formas innovadoras, es decir, aquellas con marco introductor no canónico, sobre todo cuando se trata de y + FN, lo cual podría ser indicador de cambio lingüístico. No obstante, sería necesario un estudio diacrónico de los marcos no canónicos de cita directa para poder comprobarlo empíricamente y, en consecuencia, poder afirmarlo con propiedad. Se hace necesario, igualmente, un estudio específico a propósito de la nueva función citativa que han empezado a adquirir algunos marcadores del discurso, tales como o sea, entonces, entre otros. Sin duda, ambas propuestas permitirían completar el panorama actual sobre el funcionamiento de los procedimientos de cita en el español oral contemporáneo.
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LA CORTESÍA VERBAL EN EL ESPAÑOL DE VENEZUELA COMO EXPRESIÓN DE LA CULTURA Y LA IDENTIDAD Alexandra Álvarez Muro Irma Chumaceiro Arreaza
1. Introducción Cada comunidad nacional comparte una base simbólica, histórica y de representaciones sociales que dan forma a su cultura y, por ende, la caracterizan. En razón de ello, cada sociedad posee una impronta particular que la hace diferente. Cambian las maneras de ver el mundo, las lenguas, las formas de comportamiento y la relación entre propios y extraños. De tal manera, es habitual que en los contactos interculturales nos llame la atención lo que los otros tienen por cierto o adecuado: sus creencias, conductas y costumbres. A veces encontramos fríos y displicentes a los habitantes del país extranjero o de otra región en nuestro propio país; en otras ocasiones nos parecen entrometidos, bullangueros y faltos de respeto. Sobre Venezuela, hemos visto alabar la alegría y la amabilidad de sus habitantes. También hemos oído que hablamos y nos reímos demasiado fuerte, o simplemente que no respetamos la distancia social y la distancia física en la conversación cara a cara. Somos entremetidos, entrépitos1 y damos señales de confianza a los extraños, como si los conociéramos. Todo parece comprensible si se mira desde una visión extranjera, con patrones de cortesía verbal y social producto de desarrollos no coincidentes. En tal sentido, creemos que la cortesía verbal, como una forma de interlocución, es producto de nuestra visión del mundo y, por lo tanto, de lo cognitivo. También sugerimos en este trabajo que la cortesía es una especie de gran metáfora pues define, imagina o concibe algo en términos de otra cosa. Este constructo podría interpretarse como una estructura conceptual y cognitiva DLE. adj. Ven. entremetido.
1
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cuya esencia significa entender y experimentar un tipo de cosa en términos de otra diferente (Lakoff/Johnson 1980: 19). Se trata, asimismo, de una estrategia discursiva, pues sirve para alcanzar un propósito preestablecido a través de la palabra. Más precisamente, por nuestra parte, sugerimos que la cortesía podría verse como un conjunto de macrometáforas construidas sobre bases cognitivas y culturales en el desarrollo de una comunidad social y lingüística2. empleo la denominación macrometáforas para denominar aquellos conceptos metafóricos muy amplios y semánticamente relacionados que son utilizados de manera repetida (en serie) en los textos de un determinado colectivo (generacional, ideológico, profesional, etc.). Se trata de redes de sentido con base en elementos que han adquirido carácter representativo o valor simbólico dentro de un amplio grupo social. Dichas construcciones se extienden más allá de los textos en que se utilizan, y se relacionan con la historia, la religión, las tradiciones populares, la política, etc. A cada macrometáfora subyace una representación social de alta difusión y arraigo (Chumaceiro Arreaza 2004: 96).
Varios estudios han mostrado que hay una relación entre el pensamiento metafórico y la cultura. La cortesía es parte de esa cultura, pues su función es social y por lo tanto específica de un grupo sociodialectal, en base a su historia, saberes y tradiciones; de ahí la contradicción inevitable entre universalidad y especificidad cultural. Se ha mostrado que las culturas difieren no solo en las formas, sino también en los significados sociales asociados a diversas formas. También se diferencian en las estrategias que emplean para relacionarse, en las expectativas de los hablantes sobre el comportamiento verbal de sus interlocutores y en la estructura interna de los actos de habla más comunes. 2. El sistema de la cortesía La cortesía es una manera de comportarse, de pensar y de ser, un habitus. Se trata de una práctica social sostenida, un juego estratégico electivo 2 Chumaceiro Arreaza (2004) define las macrometáforas como redes de metáforas. Según Adrián (2010) estas macrometáforas son persuasivas, pues su repetición las hace enfatizar lo ideológico, modelar comportamientos y contribuir a lo afectivo. Duarte (2016) aplica este concepto al discurso político y habla de “redes de metáforas” como los núcleos conceptuales que portan la carga semántica del conjunto de metáforas que la constituye.
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(Charaudeau 2012: 15) en el que se busca lograr equilibro en las relaciones sociales a través de un accionar que tiene consecuencias en el mercado simbólico, en el sentido de que se negocia el valor que le atribuimos al otro y el que nos reservamos para nosotros mismos. De tal manera, se simula ceder el poder, al tiempo que se halaga la imagen del otro con una intención recóndita de ensalzar la “cara” propia (Álvarez Muro/Espar 2002, Álvarez Muro 2005). Asimismo, la cortesía consiste en un conjunto de estrategias que crean un mundo simbólico en que las cosas son mejores, superiores o distintas de lo que son en la realidad. La cortesía verbal constituye asimismo un sistema que se manifiesta como una actitud de cuidado y respeto hacia los demás, que lleva al sujeto cortés a no menoscabar y a resaltar la imagen del otro y con ello indirectamente la suya propia. A través de estas prácticas los interlocutores construyen mutua y favorablemente su imagen. Se elige este sistema de significación con una intención estratégica de lograr una comunicación mejor con el otro y de tener éxito, que puede traducirse en la inclusión en el grupo y el reconocimiento social (Álvarez Muro 2014, 2021). El sistema de la cortesía se inserta en la función interpersonal de la lengua y se manifiesta no solo lingüísticamente, sino también a través de gestos, posturas y actitudes. Las realizaciones de dicho sistema son los actos de cortesía y de descortesía. Dichos actos son comportamientos marcados que llevan la intención explícita de ser corteses o descorteses3. Algunas veces estos actos conforman acciones automáticas aprendidas y ritualizadas, por ejemplo, dar el paso a alguien o saludar de determinada manera. Otras veces, dichos actos buscan hacerle llegar de manera más creativa un mensaje al interlocutor, por ejemplo, saludarlo con frases no rutinarias que comunican algo más como apareció un perdido, al fin te dejas ver, estabas de viaje, nos tenía tirados al abandono. Todas ellas constituyen metáforas que hablan de ausencia, desatención u olvido, sin mencionar tales términos. De lo antes expuesto, se infiere que en cuanto a su producción, podemos distinguir dos tipos de cortesía verbal: i) la ritualizada, basada en convenciones lingüísticas y culturales compartidas, parcialmente similares a las metáforas lexicalizadas de una lengua, como el cuello de botella o estar en la cúpula del poder; y ii) la creativa/interpretativa, basada en una elaboración cognitiva 3 Sobre el contorno entonativo de la frase cortés (Álvarez Muro/Blondet 2003, Álvarez Muro et al. 2011).
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compleja por parte del hablante (comparación, asociación, oposición, etc.) y que exige por parte del receptor un esfuerzo de interpretación. Este tipo de cortesía es parcialmente coincidente con las metáforas vivas, como la expresión frecuente en Chiguará, en los Andes cuando aparece alguien de visita que tenían tiempo sin ver: ¡Hasta misa le habíamos mandado a hacer!4 La descortesía, lo opuesto a la cortesía, ha sido definida por Kienpointner (1997) como un comportamiento comunicativo no cooperativo o competitivo y, siguiendo este razonamiento, Locher y Watts (2005) sostienen que se trata de un actuar que busca intencionalmente herir al receptor, aunque no siempre lo logre. La descortesía se sustenta, igual que la cortesía, en creencias sociales compartidas y suele tener consecuencias emocionales para el otro, cuando causa, o se presume que causa, ofensa (Culpeper 1996, 2011). En este sentido, la evaluación por parte del receptor tiene tanto peso como las intenciones del hablante que realiza el acto de habla. En todo caso, se trata de un comportamiento verbal o no verbal5 que lleva a los interlocutores a comprender lo que se le plantea de manera no literal, es decir, a entender más de lo que se dice, o a entenderlo de otra manera en función de los contextos. Son las rosas más lindas que he visto en mi vida dicho como agradecimiento probablemente no es cierto, pues es posible que yo haya visto rosas mucho más bonitas. Sin embargo, hay una intención social, simbólica, en la que quiero halagar al otro y a la vez llevarlo al topos de la cortesía, lo cual el interlocutor seguramente entiende y agradece, pues construye su imagen como persona cortés y de buen gusto. De ahí que pensemos que hay una intención metafórica en expresiones de cortesía como estas. 2.1. La cortesía: universal vs. local En este trabajo miramos el sistema de la cortesía en sus manifestaciones locales, en Venezuela. Hemos sostenido que la cortesía es un asunto social y, por lo tanto, específico de la cultura. Como consecuencia, los estudios de cortesía parecen haber caído en una contradicción inevitable entre universalidad y especificidad cultural. Brown y Levinson (1987) consideraron la cortesía como un universal; sin embargo, pronto surgieron críticas y se mostró la variación sobre todo en culturas orientales, tanto con respecto a la universalidad como Agradezco este ejemplo a la Dra. Olga Muñoz. En este trabajo nos referimos solo a lo verbal.
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en relación con la imagen6. Puede decirse, como lo afirmamos antes, que la cortesía es universal como sistema pero local en sus manifestaciones, pues se distingue en las distintas culturas y grupos sociales y en las diferentes épocas, por lo que se construye mediante su empleo además de la imagen individual, una imagen social7. El sistema de la cortesía colinda con la competencia comunicativa; por ello también cambian sus formas, de una época a otra y a lo largo de los territorios cuyos habitantes comparten una misma lengua. En Venezuela se apela con frecuencia a la metáfora (ritualizada o creativa) como estrategia de comunicación y socialización. En el habla coloquial, muchas expresiones corteses o descorteses proceden de metáforas abreviadas o incompletas. Desde el punto de vista del discurso, las metáforas se utilizan en la interacción cara a cara para suavizar la fricción del contacto entre individuos. En el modelo de cortesía de Brown y Levinson (1987), la metáfora es una estrategia off-record que minimiza la responsabilidad del hablante y se deja al oyente la responsabilidad de inferir las implicaciones metafóricas y la relevancia para la situación de comunicación. La lingüística cognitiva ha sostenido que las metáforas constituyen procesos cognitivos universales, pero en cada lengua y en cada comunidad dialectal se actualizan de modo diferente (Lakoff/Johnson 1980, Chilton/Ilyin 1993, Keown 2004, Kövecses 2010). Lo mismo sucede con la cortesía verbal: en todas las lenguas se emplean estrategias de cortesía verbal, pero cada grupo social las realiza de manera distinta. Una metáfora puede crear un terreno común apelando a un marco cultural, pero también puede actuar cognitivamente como un dispositivo heurístico para la exploración de nuevos conceptos y políticas. Por ello puede haber riesgos al asumir un terreno común cuando la comunicación se lleva a cabo entre hablantes de culturas e idiomas distintos.
Mao (1994) muestra que el concepto de face de Brown y Levinson no es aplicable al contexto chino. 7 Otras respuestas a estas dificultades fueron las de Bravo (2003) en sus conceptos de imagen de afiliación e imagen de autonomía referidos a las características que la identifican o al contorno que tiene dentro del grupo; o los de cortesía valorizante y cortesía mitigadora de Kerbrat-Orecchioni (2004) que enfatizan las características del mensaje. Briz Gómez (2004), por su parte, sistematiza los conceptos de cortesía codificada y cortesía verbal interpretada. La primera refiere a las formas rituales codificadas en la lengua; la segunda, a las formas que los hablantes entienden en la pragmática. A su vez, Fukushima (2015) entiende la cortesía no desde la imagen o cara (face) como en Brown y Levinson (1987) sino desde la atención, omoiyari en japonés. 6
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Entre las regiones andina y central de Venezuela, por ejemplo, se observan diferencias en la forma de ofrecer un café. En primer lugar, en los Andes no se le pregunta al invitado, sino que se le trae el café. La pregunta ¿Quieres café? le resulta descortés a los andinos, mientras ¿Quiere un cafecito? tiene un efecto de cortesía, no solo por el uso de usted, sino por lo implícito del pronombre y el uso del diminutivo (Álvarez Muro 2010). Es conocido que los andinos son más distantes que los centrales en su trato. En la región central, de manera contraria, ofrecer café no es un acto espontáneo, ni inmediato, se trata de una deferencia más que de un ritual. En Caracas, por ejemplo, tomar el café en la oficina y en los hogares es un compartir social que, normalmente, incluye una conversación. Es conocido que los andinos son más distantes aunque más corteses que los centrales en su trato, ello se evidencia tanto en el uso de las formas lingüísticas (pronombres y léxico) como en la gestualidad y acercamiento físico de los interlocutores. 3. Perspectiva metodológica Esta investigación se inscribe dentro de una visión teórica de la cortesía verbal, apoyada en la pragmática de la comunicación y, dentro de ella, en los estudios sobre la metáfora. Nuestras afirmaciones están basadas en los usos del español de Venezuela. Cabe destacar que en el país la cortesía se entiende generalmente como ‘amabilidad’ (Álvarez Muro 2005: 20). Además de los enfoques lingüísticos sobre la cortesía8, Escandell Vidal (1996) argumenta a favor de la posibilidad de un enfoque cognitivo, al señalar que las culturas difieren en los significados sociales asociados a diversas estrategias, en los actos de habla o en las expectativas sobre el comportamiento verbal. Lakoff y Johnson (1980) sostienen que las metáforas de la vida cotidiana refieren a la cultura y a la visión de mundo de los grupos que las emplean. En este mismo sentido Boves Naves (2004: 20) considera que: 8 Held (1995) asigna las formas de cortesía clásicas al sistema lingüístico; sin embargo, cree que juegan un papel en la relación interpersonal. Calsamiglia y Tusón (1999: 171) consideran que expresan cortesía los verbos de modalidad, de duda u opinión; también la atenuación a través de verbos de modalidad epistémica como creer, pensar, parecer (Ballesteros Martín 2002, Hidalgo Navarro 2013), o bien de marcadores epistémicos de posibilidad (Briz Gómez 1995, 1998) como es posible, los recursos desactualizadores como el modo subjuntivo (Ballesteros Martín 2002), los tiempos corteses como el imperfecto de cortesía o el condicional (Briz Gómez 1995, 1998).
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Las metáforas de la vida cotidiana suelen buscarse en determinados campos valorados según esquemas valiosos en las distintas etapas culturales; tienden a estereotiparse para facilitar su uso y tienden a ser convencionales, lo que significa que han sido admitidas en el uso general, han pasado a la competencia de los hablantes y comunican según códigos de valor social.
Hemos establecido cinco manifestaciones de la cortesía que podrían ser parte de una caracterización de nuestra lengua. En tal sentido, consideramos las siguientes categorías: la amabilidad, el acercamiento, la vaguedad y la intensidad. En la amabilidad vemos las expresiones de cariño y amistad; en el acercamiento abordamos los saludos, los saludos anticorteses, la toma de turnos y los pronombres personales; en la vaguedad, nos referimos a la indirección y la falsa promesa; y en la intensidad vemos las estrategias de atenuación e intensificación relativas a la cortesía. Los ejemplos que utilizamos proceden de la regiones andina y central. Hemos privilegiado estas zonas, pues entre ellas se hacen patentes diferencias dialectales caracterizadoras que marcan el trato cortés. De igual modo, los usos de la región central donde se ubica Caracas irradian frecuentemente hacia las otras zonas del país. La región andina (con Mérida como centro) por razones históricas e idiosincráticas ha mantenido sus usos lingüísticos. Los andinos suelen considerarse distintos en el hablar, a ello parece haber contribuido el aislamiento que tuvo la zona ya que, además de su topografía montañosa, fue incorporada tardíamente a las redes de carreteras y autopistas. Por otra parte, es notable la influencia diferenciada de lenguas indígenas del sustrato entre ambas regiones. Tomamos ejemplos del Corpus Sociolingüístico de Mérida (Domínguez/ Mora 1998) y del Corpus Sociolingüístico de Caracas (Bentivoglio/Sedano 1987). Estos son excelentes materiales, pero están previstos para los estudios de léxico, morfología y sintaxis. Se trata de entrevistas informales en las que el entrevistador, que no conoce a su interlocutor, habla lo menos posible para permitir que el informante desarrolle sus ideas; a veces, sin embargo, se dan instancias de mucha informalidad de las cuales nos hemos aprovechado. Otros ejemplos están tomados de artículos sobre cortesía en Venezuela y, muchos, fueron oídos en la calle o regalados por amigos. Hubiéramos preferido tener materiales conversacionales caracterizados por una relación vivencial de proximidad, un marco de interacción familiar y cotidiano donde habitualmente se relacionan los interlocutores, igualdad social y funcional entre los hablantes y el empleo de una temática no especializada,
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sino espontánea y cotidiana recogido específicamente para estudiar fenómenos pragmáticos, como el Corpus Val.Es.Co (Albelda Marco/Álvarez Muro 2010); algún día lo tendremos en Venezuela. 4. Análisis Desde el inicio de los estudios sobre cortesía en español se ha sostenido que los hispanohablantes pertenecen a la cultura de la afiliación y que por lo tanto emplean mayormente la cortesía positiva (Haverkate 1994) y valorizante (Briz Gómez 2012), la cual, como sabemos, sugiere la construcción favorable de la imagen del interlocutor (Álvarez Muro 2021). El tipo de cortesía empleado en una región puede definir la forma de ser de su población, o viceversa. García (1989) sostiene que los venezolanos pertenecen a una cultura de cortesía positiva en la que las reglas de rapport o compenetración refieren a ser amigable y no imponerse. Suelen, igualmente, ser igualitarios y propician con propios y extraños el trato amistoso9 y espontáneo. 4.1. La amabilidad Entre los hablantes merideños y en general los andinos se usan los vocablos cortesía y amabilidad como sinónimos, lo cual se desprende del hecho de que los criterios evaluativos son propios de cada cultura. En efecto, en entrevistas informales, los merideños definieron la cortesía como ser amable, ser gentil, saludar, dar los buenos días, etc.; en definitiva, lo referido a la amabilidad. En cambio, cuando se les preguntaba qué entienden por respeto, lo refirieron al concepto de educación y no al de la cortesía, de lo que se infiere que el respeto, en la comunidad andina, forma parte de otro tipo de competencias. En la región central, los hablantes igualmente equiparan los dos conceptos, aunque privilegian la espontaneidad y el trato igualitario antes que el comportamiento cortés. En este sentido, César Vera (2014, 2015), con grupos de estudiantes de Chile y Venezuela, sugiere que estos últimos atenúan más, pues frecuentemente neutralizan las distancias sociales, mientras que en Chile, los profesores y los estudiantes son conscientes y respetan la distancia que los separa. 9
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La cortesía positiva va de la mano en Venezuela con el trato cordial e igualizante, quizá irrespetuoso e iconoclasta. Al profesor universitario se lo llama “profe” y en la mayoría de los casos, a menos que se trate de una persona mayor, se les trata con el pronombre de solidaridad T (Brown/Gilman 1960) que difiere según las regiones, como veremos enseguida. La amistad es un valor quizá, en ocasiones, luce superficial; se califica de amigo a alguien aunque no se tenga relación frecuente con esa persona. Incluso, es común, en algunas regiones, sin tomar en cuenta la edad de los interlocutores, tratar de amigo al mesonero, al parquero y a, en general, a los desconocidos a quienes se solicita un favor o servicio. Se hacen o se logran favores a través de los amigos. En Venezuela son comunes los términos cariñosos, mi amor, mi cielo, no solo entre conocidos sino en las relaciones entre gente que no se conoce10. En el trato general, más allá de las diferencias generacionales o socioeducativas, una asistenta de tienda, tutea y trata de mi amor o cariño a una cliente que no conoce. Un empleado en una cafetería podría dirigirse a una asidua parroquiana como mi cielo. En Caracas, es usual el trato de madre o doñita a las mujeres de cierta edad. A los mayores de les trata de abuelo o de viejo. A los mesoneros, de amigo. A las mujeres jóvenes se les dice mi linda o linda. A los hombres en edad productiva en el trato con gente de servicios varios, se les dice jefe, esto también se usa con las mujeres: jefecitas. Se usa poeta entre hombres que se conocen. Se asocia poeta con verbo abundante, sensibilidad, incluso excentricidad. 4.2. El acercamiento El acercamiento podría describirse como una imagen afiliativa, la de la confianza que se da en la interacción (Bravo 1998, 2003, Keown 2004, Chang 2021). La similitud se traduce en cercanía tanto física como metafóricamente, al igual que la intimidad es cercanía de gente que es familia o se conoce. Es frecuente que en el país se invite a la visita a la cocina, para continuar la conversación, pues se considera un espacio familiar; con ello se le indica a la persona que es de confianza.
10 Lakoff (1973), Briz Gómez (1995), Calsamiglia/Tusón (1999), Ballesteros Martín (2002), Hidalgo Navarro (2007).
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4.2.1. Los saludos Los saludos representan actos de habla expresivos que denotan cortesía positiva (Haverkate 1994). En los Andes, los saludos se extienden en varios turnos y van acompañados a menudo de efusivos abrazos entre conocidos. En el centro del país son frecuentes las palmadas en la espalda entre hombres y de besos en la mejilla entre las mujeres y entre hombres y mujeres, pero no entre hombres, como ocurre en el sur del continente. En Venezuela la expresión verbal del saludo va acompañada de un gesto de acercamiento que generalmente implica tocar al otro, besarlo o abrazarlo, aunque simbólicamente, es decir, que es común no dar un beso real, ni un abrazo. Se hace el amago, a veces desde lejos. En el centro del país, los saludos son menos extendidos en turnos y menos efusivos; muchas veces se limitan verbalmente al Hola y otras expresiones cortas como Qué hubo, Qué tal, etc., unido a un gesto de acercamiento. La edad y la distancia social generalmente influyen en este tipo de intercambio ritualizado. 4.2.2. Los saludos anticorteses Incluimos los saludos anticorteses en el acercamiento, pues han sido considerados así por varios especialistas en el tema. Si bien los insultos son considerados por Brown y Levinson como actos amenazantes, son característicos los saludos anticorteses entre los jóvenes, con insultos entendidos como manifestaciones de afecto (Acevedo-Halvic 2008). Zimmermann (2005) estudia lo que llama la anticortesía en los jóvenes, entendida como una estrategia de afiliación donde lo importante es la construcción de la imagen del individuo como parte del grupo. En Venezuela, los más jóvenes suelen saludarse entre sí con expresiones y palabras originalmente soeces que han perdido este carácter, al menos en los contextos de encuentro, salutación y despedida (marico, güevón, pajúo) Se trata de un pacto implícito que permite este uso entre compañeros, en situaciones distensión social y camaradería. Tales voces se emplean también en su forma femenina e incluso en el trato entre mujeres jóvenes (marica, güevona). Martínez-Lara (2009a) encuentra que los insultos entre los jóvenes universitarios de Caracas se usan mayormente con la función discursiva de mostrar cercanía entre los interlocutores y que la mayoría de ellos son evaluados como
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poco amenazantes, es decir, que no atacan directamente la imagen positiva de los destinatarios específicos, sino que por el contrario muchas de estas palabras y frases se usan como formas de tratamiento de camaradería y crean vínculos cohesivos entre los interactuantes. Estos insultos aparentes son evidentemente una muestra de rapport y, como señalan estos trabajos, se entienden como manifestaciones de afecto y cercanía. Con los vocativos el emisor identifica al destinatario y lo reconoce como su par (Martínez-Lara 2009b). Si bien este autor encontró que en su mayoría los jóvenes usaban vocativos no estigmatizados, observó que el uso de insultos (marico, guevón) como vocativos anticorteses mantienen ese valor mientras el destinatario las acepte como muestra de amistad y camaradería y no como una amenaza u ofensa. Gutiérrez-Rivas (2016) opina al mismo tiempo que la expresión marico está en fase de transición y está perdiendo su carácter agraviador. La juventud la usa no solo para implicar lazos de amistad, sino para expresar emociones como sorpresa y enojo, crear efectos de intriga, hacer bromas, abrir y cerrar oraciones e, incluso, sustituir otras fórmulas de tratamiento pronominales que nunca han sido consideradas insultos en el español de Venezuela. 4.2.3. La toma de turnos Cordisco (2003: 162) analiza la interrupción en la toma de turnos no como un acto amenazante, como lo califican Brown y Levinson (1987), sino como “una secuencia discursiva que se inserta en el sistema de toma de turnos de forma previsible y ordenada y que era co-construida entre los participantes del encuentro”. De esta manera, lo considera un subsistema en la alternancia de los interlocutores. Esta idea sobre la toma de turnos, con la que coincidimos, es perfectamente aplicable al habla de toda Venezuela, menos en ocasiones en la región andina donde el interlocutor puede sentirlo como un obstáculo para el fluir de la conversación. Los hablantes se superponen en señal de aprobación y acuerdo y, por lo tanto, de acercamiento. Esto sucede no solo en el coloquio sino también en registros medianamente formales.
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4.2.4. Los pronombres personales Un aspecto que ha llamado la atención es el uso de los pronombres personales en el país, que puede resultar difícil de entender para quien no ha crecido con ellos11. En la actualidad se observa que el pronombre personal usted en los Andes es de empleo extendido, posiblemente en toda la cordillera12. En muchas regiones este pronombre es único, con una función afiliativa, por lo que se da entre amigos, en familia y en la intimidad. Se trata de lo que algunos lingüistas han llamado el usted de solidaridad (Álvarez Muro/Carrera de la Red 2006). En el centro del país se ha extendido el uso del tú, que se emplea incluso en situaciones en las que se esperaría se marque distancia, bien sea generacional (respeto) o jerárquica (laboral)9. Es común oír a empleados de atención al cliente en restaurantes y comercios usar inmediatamente el tú, aun desconociendo con quien se relaciona. Álvarez Muro y Chumaceiro Arreaza (2010) analizan en los pronombres personales, la identidad relacional en la interlocución entre hablante y oyente, que parte de la identidad personal para llegar a la identidad comunitaria. Los hablantes se identifican, o no, con sus interlocutores como pertenecientes a los mismos marcos socioculturales, con lo cual construyen las imágenes de autonomía y afiliación propuestas por Bravo (1998). De ahí que la otra función de los pronombres personales sea la de establecer la relación con el interlocutor: instaurar o no la relación simétrica, considerarlo o no como su par. Con ellos los hablantes se posicionan en un mundo determinado donde se comparten los valores porque se trata de un mismo contexto social y reiteran, repiten o subvierten, en la enunciación, el orden social. De los trabajos realizados sobre los pronombres personales de segunda persona en Venezuela se desprenden tres aspectos: El primero es que hay un debilitamiento progresivo de la dicotomía T-V de Brown y Gilman (1960), es decir, del pronombre de solidaridad T y del Sobre las formas de tratamiento en la época colonial y su evolución en Venezuela véase Páez Urdaneta (1990), Álvarez Muro/Barros (2001), Freites Barros (2001), Álvarez Muro/ Carrera de la Red (2006), Obediente Sosa (2009), Álvarez Muro/Chumaceiro Arreaza (2010), Álvarez Muro/Freites Barros (2010), Hummel et al. (2010). 12 Hacemos referencia a los trabajos de Bolívar (2001) sobre los pronombres personales en la política, y a los de Adrián (2010) y Chumaceiro Arreaza (2004) sobre la metáfora en la política. 11
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p ronombre de distancia V, a favor del primero. En el centro del país, el T está representado por tú, como vimos anteriormente, con una extensión de su uso. En los Andes, se usa el llamado usted de solidaridad de algunas regiones andinas, en las que se conserva usted ya sea como pronombre único o como una forma de cortesía afiliativa, esto significa que se usa usted con los amigos íntimos y lo emplean los niños en el juego (Freites Barros/Zambrano 2007). En Zulia se emplean tres pronombres, los dos estándares y además el vos que, como se sabe, perdió el matiz de respeto en América y se divulgó como pronombre de intimidad y pasó a formar parte de la esfera del T. El segundo aspecto es que los pronombres tienen una distribución regional que distingue las identidades sociales y regionales del país: tú para el centro y el oriente, vos para el estado Zulia y usted para los Andes. El tercero es que el cambio hacia el pronombre T indica acercamiento y hacia el pronombre V indica alejamiento. Así se observa la permanencia de las estrategias coloniales, esto es, del rasgo del acercamiento motivado y no gobernado por reglas fijas, observado por Bentivoglio (2002-2004) cuando señala que el cambio vuestra merced > vos y vos > vuestra merced estaría correlacionado con una variación de la actitud hacia el receptor. Asimismo, que el uso de vuestra merced pueda tener una función estratégica, lo que también encuentran Álvarez Muro y Obediente Sosa (2003) en la carta de Agostino a su mujer (1564), a quien trata de persuadir de venir a América reforzando el uso cortés. Es corriente también el cambio metafórico, una alteración momentánea de los pronombres de solidaridad tú/vos al pronombre de distanciamiento usted para expresar enojo o seriedad, o para bromear, pedir algo, o preguntar algo. Este uso se da posiblemente en toda la región andina y es una forma metafórica de desafiliación (Hummel et al. 2010). Si bien se usa el usted tanto en su empleo normativo, es decir, usted para la distancia y tú para la cercanía, en Venezuela es común el paso del pronombre V al T. Se puede iniciar una conversación telefónica en V con un desconocido y, después de un instante, seguir hablando de T o, simplemente, iniciar el diálogo con T. 4.3. La vaguedad Álvarez Muro y Joven Best (2010) consideran la vaguedad como un discurso perifrástico, donde se hacen rodeos para dejar entender algo al interlocutor que no conviene o no se quiere decir más claramente. Como muestra de
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esta tendencia a la indeterminación, los hablantes (en este caso, merideños, pero aplicable a todo el país) prefieren usar perífrasis como meter unos papeles por ‘presentar el currículum vitae’, o matizadores como “conocimientos bastante amplios”. Rosenblat (1989: 31) habla de la tendencia caracterizadora del venezolano a usar genéricos que no son otra cosa que indeterminación o vaguedad. 13 Una de las características del habla venezolana es la profusión de términos genéricos [...] Hay como un afán de englobar, de no dar a las cosas su nombre. [...] Y la misma tendencia a la designación genérica se observa en el orden personal, en la extraordinaria profusión de tercio, elemento o cifra. Hay en todo ello cierta tendencia al igualitarismo, a la indiferenciación un poco confusionista o empobrecedora frente al rico mundo de las cosas y las personas.
Por su parte, Aníbal Nazoa escribía en 2018: Si en uno de esos coloquios vía satélite que están de moda se me preguntara cual es a mi juicio el rasgo distintivo del venezolano, no vacilaría en responder que la imprecisión, la indeterminación es nuestro signo capital [...]. No aspiro a que me lo crean, pero en una ocasión oí decir a un locutor de una emisora radial de provincia anunciar la “hora legal de Venezuela: las cinco y media pasaditas14.
No hay que olvidar el uso de ahí y así como marcadores de conocimiento compartido entre los interlocutores, pero también de vaguedad, pues no se quiere decir más que lo que se dice, como en dame un cafecito ahí; un tipo ahí; una casucha ahí, una casa, bueno un perrero ahí (CARA, 1MH546). En estos casos ahí no tiene valor locativo. 13 Terraschke y Holmes (2007) analizan el uso de evasivas en alemán y en inglés neozelandés como una estrategia para crear cercanía (rapport) interpersonal y reportan el siguiente diálogo: Ich weiss echt nicht wo mir der kopf steht irgendwie mit den ganzen blöden assignments und essays und examinations und tralala (‘De veras no sé dónde tengo la cabeza, de alguna manera con todas las estúpidas tareas y ensayos y exámenes y tralala’, 2007: 208). Son los llamados general extenders que tienen multiplicidad de funciones, entre ellas las de cortesía (Overstreet 1999), pues indican que el hablante podría decir más, sin tener que hacerlo. En este caso connota también afecto, pues señala que hay conocimiento compartido que hace que la explicación sea innecesaria. Con ello, crean rapport y reducen la distancia social. Véase también Hyland (1998) y Cameron (2008), Vierke (2012) sobre el doble discurso en swahili para proteger la imagen. 14 En .
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Lo mismo ocurre con así, como respuesta a la pregunta ¿Te definirías como liberada? No, todavía no he llegado así a la liberación, no, me falta (CARA, 1MM560). Este así no funciona como adverbio, sino que es un marcador conversacional del español de Venezuela: llegar así, a algo, y no llegar, así, a algo como sería la entonación del español general. Se olvidaron de... de una pila de metas... no nada idealista ni nada, si tú crees, o sea metas así reales y quizás hasta vulgares que puede tener uno (CARA, 1AH550). Estos marcadores establecen un rapport entre los interlocutores, en un uso no estándar corriente en el país que da un matiz de indeterminación y vaguedad expresamente buscado (Álvarez Muro 1991)15. 4.3.1. La indirección Es común asumir que a mayor grado de indirección en la realización de un acto de habla corresponde un mayor grado de cortesía (Brown/Levinson 1987, Leech 1983, 2014). En los Andes venezolanos, una forma corriente de pregunta es ¿Será que? seguida de la pregunta o la petición. Por otra parte, Álvarez Muro y Blondet (2009) observan cómo a los caraqueños se les dificulta pedir disculpas —actos que lesionan la imagen— y prefieren sustituirlas por excusas, explicaciones o incluso dones, para evitarlas. La disculpa disminuye su poder frente a su interlocutor, por lo cual no es un acto que se realice frecuentemente, ni tampoco que se haga de manera fácil. En ello se evidencia también la incapacidad de tomar distancia y de pedir una disculpa formal, prefiriéndose el subterfugio de la excusa o del regalo para resarcir el daño. García (2002) analiza las estrategias de hablantes caraqueños para la solicitud de un servicio. Se muestra en estos casos cortesía solidaria, camaradería y movimientos de apoyo mitigantes; también aborda las reprimendas y las respuestas a reprimendas. Mientras los caraqueños prefieren las estrategias de solidaridad, con una actitud igualitaria, los peruanos mostraban respeto (García 2003)16.
Rivero D’Armas (2003) estudia las estrategias usadas por los entrevistadores de niños para reparar el daño causado a la imagen del interlocutor. Cuando el hablante no es cooperativo mantiene la cortesía negativa con negociaciones y concesiones, mientras que en el caso del hablante cooperativo lo hace mediante estrategias de acercamiento y actos de habla expresivos. 16 Sobre la cortesía en lengua de señas venezolana, ver Pietrosemoli (2001) y Domínguez Mujica (2003) y López/Álvarez Muro (2008, 2009, 2010) sobre la cortesía hacia personas con síndrome de Down. 15
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En resumen, estos trabajos muestran el predominio de la cortesía positiva, de acercamiento, de ignorancia de la falta y de perdón al incumplimiento. 4.3.2. La falsa promesa Como modo de ser amables, los venezolanos hacen promesas que saben no cumplirán. La despedida va frecuentemente acompañada por te llamo la semana que viene, o nos tomamos un café, o almorzamos pronto. Para un extranjero, resulta sorprendente que la llamada nunca llegue, mucho menos la invitación a comer. La intención no es incumplir, sino manifestar el agrado que significaría que la promesa llegara a cumplirse. Otra muestra de la tendencia a la indeterminación, es el uso de nos reunimos pronto, estamos en contacto, nos vemos, hablamos, te llamo, estamos al habla, como parte de los ritos tanto en presencia como por teléfono y comunicación vía mail o mensajes de texto. En la mayoría de estos casos, no hay medida de tiempo para el reencuentro, ni compromiso, se trata solo de una fórmula de cortesía para facilitar el cierre de la conversación. Al momento de la despedida entre amigos y conocidos, otro uso que es frecuente en la región capital es la advertencia amable por cuidarse: cuídate, cuídense, vayan con cuidado. El empleo de tales advertencias puede estar relacionado con la inseguridad personal en Caracas y más recientemente con la pandemia del coronavirus. 4.4. La intensidad Puede definirse la intensidad como una marca semántico-pragmática, para aumentar o mitigar los efectos de la comunicación. Lo no marcado sería la expresión objetiva de los hechos. La intensificación implica reforzar la imagen del otro, ya sea apoyando lo que dice explícitamente o colaborando en su producción (Álvarez Muro 2002, Albelda Marco 2003). En este caso, la investigadora y la informante hablan del marido de una amiga común:
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Hablante: Y todavía, yo le digo a M., todavía, yo veo por ahí... al tercio aquel y uh... que Dios me perdone, Santísima Virgen, pero es que a mí se me retuerce [...] ay, yo lo miro que... ni lo hab... yo no le hablo. Investigador: No, y qué le va a estar hablando uno a ese tipo.
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H: No, pero él sí, él sí, ay, a saludarlo a uno, y yo no, yo le volteo la cara y no lo saludo, que Dios me perdone chica, pero es que ese fue tan... canalla, tan malo, que uy... I: Tan muérgano. H: Uy, que Dios me perdone, pero es que ese bicho no tienen perdón de Dios, uy, uy, cómo sufrió M. con ese hombre [[suspiro]] y uno sí es bolsa... (MDB3FB).
En la Venezuela actual no parece suficiente decir que las flores estaban lindas; hay que decir que estaban preciosas, maravillosas o fantásticas. El término medio no es suficiente. Ya lo decía Rosenblat (1989: 33): Hay manifestación de la constante tendencia a la hipérbole, al barroquismo expresivo mucho mayor en el Centro que en los Andes. La afición al lenguaje figurado [...] su habla está llena de alusiones y elusiones.
La atenuación o mitigación, como ha sostenido Briz Gómez (2012), no es exclusiva de la cortesía, pero es una forma preferida por la cortesía mitigadora o de la cortesía negativa, según en cuál paradigma estemos trabajando17. Álvarez Muro (2002) presenta ejemplos del habla andina venezolana donde se atenúa con negativos (yo no sería tan fea cuando estaba más muchacha), con diminutivos (y tercer año lo estudié en La Inmaculada, allá éramos un poquito más traviesas), con expresiones como si supieras, supuestamente, con risas, o bien ocultándose como sujetos de la enunciación al pretender no recordar los hechos. La mitigación es una estrategia empleada muy frecuentemente en Venezuela18. Mendoza (2005: 164) señala la relación entre los diminutivos y la cortesía. Una forma de no imponerse es hablar con diminutivos. En Venezuela, el diminutivo es una forma frecuente de atenuación o acercamiento y preguntas como ¿Quiere una sopita? o ¿Le apetece un cafecito? se consideran corteses. Una hablante de Caracas cuenta su experiencia con el viejo tranvía, durante la época de lluvias y dice:
Para Keown (2004: 96), también en ruso, polaco y checo, lo grande es amenazador mientras que lo pequeño es afectuoso. 18 Ha sido estudiada por Caffi (1999, 2007) y específicamente para el español por Puga (1997), Briz Gómez (1998), Albelda Marco (2003, 2012), Albelda Marco/Barros García (2013). 17
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bueno / cuando llovía / cuando llovía era chévere / porque como era unas lonitas / que tenían las ventanas / bajaban esas lonitas / cuando venía el aguacero bajaban las lonitas y entonces era bueno / pues / y si había viento a mojarse todo el mundo todo el mundo bañado / ahí // (CARA_ M31_031).
En realidad, no se sabe si las lonas eran tan pequeñas que no cumplían su función o si los pasajeros se mojaban solo cuando había viento. En todo caso, la hablante se escuda, además de en el diminutivo, en la risa, que sirve de mitigador. Para atenuar la ilocución, es decir, la fuerza ilocutiva del enunciado, los hablantes venezolanos en el habla coloquial suelen dar impresión de inseguridad. Álvarez Muro Best (2005) dan los siguientes ejemplos: i) “pero... no sé si lo ha... pero a lo mejor si hubieran visto uno de esos proyectos a lo mejor hubieran escogido uno porque había muy buenos”; ii) usan matizadores: “y eso se... salió un libro... se puede decir que se... salió fue un libro”; iii) marcadores de interacción: “¿verdad? Parece mentira porque supuestamente por aquí y que es muy sano”; iv) dicen ¿no?; v) emplean el condicional: “Sí, él es demasiado complaciente, diría yo”; vi) evaden la respuesta con la risa: “Sí, claro, pero no, todavía no, eso... falta mucho [risas]”; vii) evaden las respuestas: “I: ¿Ah, no quieres ninguna hembra? H: No, no, sí quería hembra pero lo que pasa es que... la vida ya está muy complicada, a mí me gusta mucho trabajar, me gusta mucho viajar”; viii) dicen no saber: “Ay, quién sabe, eso hay que... hay que es... hay que verlo todavía... dialogar con el dueño, a ver si me da otro aumento más”; ix) dicen no haber estado: “yo no estaba en ese grupo”; x) aluden, incluso como profesionales, a razones emocionales para justificar una decisión: “ese patio me gusta ahí, yo quiero que ese patio... yo mi patio lo dejé hasta el final y nadie me tocó ese patio”. Para atenuar el origen del enunciado usan: uno, tú, se y sustantivos impersonales como la gente, las personas o alguien. 5. Consideraciones finales Cada comunidad de habla, como la venezolana, comparte también como nación una construcción imaginada, simbólica, además de representaciones sociales que dan forma a su cultura y la hacen diferente. En estos años de crisis migratoria, eso se hace palpable en el exterior.
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En este trabajo entendimos la cortesía como un sistema de significación que refiere a una manera de comportarse, de pensar y de ser, que busca el equilibrio en las relaciones. De ahí su importancia social, donde negociamos discursivamente el valor que atribuimos al otro y el que nos reservamos para nosotros mismos. El sistema de la cortesía se realiza lingüísticamente en la cortesía verbal, donde se dan tanto la cortesía, como la descortesía, su opuesto. Nuestra actitud fue no solo la de lingüistas y analistas del discurso, sino también etnográfica. Asumimos la posición del observador participante, que permite ver desde afuera, al tiempo en que participa en la cultura. Partimos del conocimiento de los datos naturales, tratando de alejarnos lo suficiente como para poder analizarlos. En este sentido, empleamos corpus venezolanos y ejemplos de amigos con una visión crítica. Recordamos, además, las anotaciones de otros observadores y críticos como Rosenblat y Aníbal Nazoa. Observamos ciertas implicaciones ideológicas de lo metafórico en el discurso. La cortesía es un lugar donde se construye una realidad en alguna medida alterada. Tus rosas no son seguramente las más lindas del mundo, pero me encantan y te lo hago saber para que te sientas bien; de paso, el decirlo me hace quedar bien a mí. La cortesía es un topos o lugar donde los interlocutores tienen a su cargo la tarea de fortalecer su imagen recíprocamente. De allí la importancia de evaluar esa intención metafórica de la cortesía que lleva a que esta podría concebirse como una construcción conceptual, una estructura cognitiva cuya esencia entiende una cosa en términos de otra. Se entiende lo dicho, añadiendo la construcción de la imagen y el valor social implicado. Para el análisis, consideramos categorías surgidas de nuestras observaciones cotidianas y de los corpus que teníamos disponibles. Estas fueron la amabilidad, el acercamiento, la vaguedad y la intensidad. En la amabilidad incluimos las expresiones de amistad; en el acercamiento abordamos los saludos, los saludos anticorteses, la toma de turnos y los pronombres personales; en la vaguedad, nos referimos a la indirección y la falsa promesa; y en la intensidad vimos las estrategias de atenuación e intensificación relativas a la cortesía. Los venezolanos parecen siempre amables y amigables. Cuando son corteses son amistosos, descartan las formalidades e inmediatamente se comunican con el extraño como con un amigo; lo llevan a su casa y le presentan a la familia. Esto es lo común en todo el país. Esta forma de pensar se traduce en el aprecio por la amabilidad, más que en la defensa del territorio. Asimismo, se observa un trato igualizante y la
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preferencia por la cercanía, con términos de cariño en el trato, incluso entre extraños. Además del empleo del usted de solidaridad, descubrimos el surgimiento de un tú de solidaridad en Caracas, que hace del pronombre de primera persona un pronombre único. Es un tema por estudiar. La vaguedad es otro rasgo analizado como una forma de rapport, común incluso entre profesionales; se hacen falsas promesas, se da la impresión de inseguridad para no enfrentarse al prójimo. Te llamo la semana que viene no me obliga a sentarme a esperar la llamada, ni a agendarla, ni desechar otro compromiso para esperarte. Comprendo solo que el encuentro ha sido grato, como se entiende la despedida de los andinos al visitante ¿Cuándo vuelve? La cortesía verbal es una estrategia discursiva que sirve para lograr un propósito, en la que la verdad de lo dicho tiene menos importancia que su impacto e implicación social. Hemos visto que la amabilidad, el acercamiento, la vaguedad y la intensidad son formas de realizar una cortesía que se ha calificado como positiva. En resumen, la cortesía de los venezolanos refiere a una cultura y una visión del mundo de la unión y el contacto con el prójimo. Bibliografía Acevedo-Halvic, Anna (2008): “¿Qué onda vos? ¿Cortés o descortés en la interacción verbal juvenil”, en Briz Gómez, A. et al. (eds.), Cortesía y conversación: de lo escrito a lo oral. Valencia: UVA-EDICE, pp. 72-79. Adrián, Thays (2010): “La metáfora conceptual en el discurso político venezolano: Rómulo Betancourt y Hugo Chávez Frías”, en Revista de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso, 10/1, pp. 9-33. Albelda Marco, Marta (2003): “Los actos de refuerzo de la imagen en la cortesía peninsular”, en Bravo, D. (ed.), Actas del primer Coloquio del Programa EDICE. Estocolmo: Stockholms Universitet, pp. 290-305. — (2012): “Recursos fónicos descorteses: datos acústicos y metodología para su identificación”, en Escamilla Morales, J./Vega Grandfield, H. (eds.), Miradas multidisciplinares a los fenómenos de cortesía y descortesía en el mundo hispánico. Barranquilla: Universidad del Atlántico, pp. 520-544. Albelda Marco, Marta/Álvarez Muro, Alexandra (2010): “Los corpus discursivos en el estudio pragmático de la atenuación y de la intensificación”, en Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana, 16, pp. 79-100. Albelda Marco, Marta/Barros García, M.ª de Jesús (2013): La cortesía en la comunicación. Madrid: Arco/Libros.
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ESTIMAD@S AMIGXS: UNA MIRADA A LOS USOS INCLUSIVOS EN TWITTER DE VENEZUELA1 Yarubi Sol Díaz Colmenares
1. Introducción La búsqueda de representaciones lingüísticas más equitativas para las mujeres abre el camino a la lucha por la feminización del lenguaje que hoy conocemos como lenguaje inclusivo (LI). En nuestros días, esta noción puede implicar la búsqueda de una reivindicación más amplia, al perseguir la inclusión lingüística del género entendido como construcción social (Butler 2014). Esto plantea un desafío particular para las lenguas de género gramatical marcado, como el español. En tal sentido, la evolución del LI se escribe a diferentes ritmos alrededor del mundo hispanohablante, donde puede observarse una diversidad de propuestas que surgen como alternativa al masculino usado como genérico. El incremento de publicaciones individuales sin intermediarios que se permite en las redes sociales provee espacios comunicativos con diversos niveles de libertad expresiva, donde usos no normativos (como el LI no institucional) pueden proliferar y ser puestos en práctica. Sin embargo, es importante también destacar que, en un ritmo de avance diferente, el LI institucional tiene un marco internacional con décadas de historia. De forma explícita, el lenguaje inclusivo es promocionado por la Unesco desde 1987 (resolución 14.1) cuando recomienda adoptar “una política encaminada a evitar el uso de términos que se refieran explícita o implícitamente a un solo sexo, salvo en el caso de Muchas gracias a mi tutor, David Heap, por su ayuda y apoyo en la preparación de este trabajo, y a la Facultad de Artes y Humanidades de Western University por el apoyo al proyecto “Inclusive Language and Variable Agreement in French and Spanish Twitter”. Extiendo mi agradecimiento a la profesora Pamela Palm (Universidad de Los Andes), por la provechosa información compartida, y agradezco también a mis lectoras leales por sus valiosas sugerencias: Bianca Moreno, Lorena Moncada y Zayra Marcano. 1
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medidas positivas a favor de la mujer” (Unesco 1987). En ese entonces, la Unesco publica un folleto de uso interno con recomendaciones para el empleo de un lenguaje no sexista, que se convertiría en la primera guía de LI reconocida en todos los idiomas oficiales de esta institución, incluido el español. Otras organizaciones internacionales de peso se unen a la promoción del LI, entre ellas el Consejo de Europa (1994) y la Unión Europea, a partir del Parlamento Europeo (2008). En contraste con este marco internacional, la Real Academia Española (RAE), la institución de referencia más importante de la lengua española, se opone, aún al día de hoy, a las propuestas de LI que se han ido desarrollando en distintos países de habla hispana. Uno de sus académicos, Javier Marías, afirma que: es absurdo, además de dictatorial, que diferentes grupos —sean feministas, regionales o étnicos— pretendan, o incluso exijan, que la RAE incorpore tal o cual palabra de su gusto, suprima del Diccionario aquella otra de su desagrado, o ‘consagre’ el uso de cualquier disparate o burrada que les sean gratos a dichos grupos (2008).
Dos textos de referencia resumen el posicionamiento de la RAE respecto al LI: el informe de Bosque (2012) y el informe sobre “el buen uso del lenguaje inclusivo en nuestra Carta Magna y cuestiones conexas” (RAE 2020). En ambos textos se considera el LI como ajeno a la morfología del español, además de innecesario. Sin embargo, se reconoce una actitud más conciliatoria que acompaña el texto de 2020. Una de sus autoras, Fernández-Ordóñez (2016), dice a la prensa que “deben ser respetados [quienes usan el LI]. La lengua supone cambio permanente y lo mismo que si antes no se podía convivir fuera del matrimonio y hoy solo el 20 % de la población se casa [...] debemos mostrarnos abiertos”. Más allá de los extensos debates que rodean este tema, los usos de LI representan un amplio campo para la descripción y el análisis lingüístico2. Es así como el presente estudio tiene como propósito hacer una aproximación a la descripción del LI no institucional en el español de Venezuela, con especial atención al despliegue de la concordancia. La elección de un corpus de Twitter responde al interés de recuperar publicaciones individuales de baja supervisión y normalización, contexto que Alpheratz (2018: 4) sitúa 2 Heap (en prensa) ofrece un recuento de los avances en investigaciones empíricas sobre las interpretaciones del masculino genérico en español y francés.
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en el c entro de las propuestas del lenguaje inclusivo. El estudio comienza por un panorama general sobre el LI en Venezuela, para luego presentar la metodología utilizada, seguida del análisis del corpus y de la discusión de los resultados. 2. El lenguaje inclusivo en Venezuela Debido a que este trabajo se centra en una muestra de lenguaje inclusivo en Twitter de Venezuela, es menester el reconocimiento de las particularidades relacionadas con el contexto que enmarca este fenómeno en el país. Esto se hace, por supuesto, desde el reconocimiento de que la noción de país no constituye una unidad lingüística homogénea y a su vez, de que el lenguaje inclusivo está influenciado por una multiplicidad de factores que sobrepasan los límites de este estudio. Además del posicionamiento del Estado y de diferentes entidades normativas, las personas pueden verse influenciadas por los usos del LI en los medios nacionales e internacionales (que pueden involucrar tanto la crítica como la promoción del LI); a través del contacto con el LI en otros idiomas y en otros países hispanohablantes; por variedades dialectales y por otros factores sociales como la edad, la diferencia urbano-no urbano, el género, etc. A la luz de todo ello, este apartado se limita a trazar algunos de los aspectos claves que constituyen el panorama general del LI en Venezuela, lo que incluye, entre otros, el posicionamiento de la Academia Venezolana de la Lengua, y el del Estado venezolano respecto al tema. 2.1. La Academia Venezolana de la Lengua y el lenguaje inclusivo La Academia Venezolana de la Lengua se pliega al discurso de la RAE, sin publicar aportes adicionales respecto al tema, como es el caso en otros países de Latinoamérica, como Argentina, México y Chile, donde, aunque los organismos de la ASALE ceden a dicha postura, publican comunicados con adaptaciones a la realidad de cada país (y con algunas gradaciones, en varios casos). A la par de esto, autoridades en investigación lingüística de Venezuela muestran también su adhesión a la postura de la RAE respecto a este asunto, como es el caso de Bolívar (2019), quien a su vez invita a su estudio desde el quehacer científico. Se encuentran también otras personalidades académicas que muestran una postura conciliatoria. Yradia Sánchez reconoce que el
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lenguaje inclusivo “forma parte de los mecanismos naturales de cambio y evolución del lenguaje y que, muy probablemente, las próximas generaciones terminarán por asumirlo de forma generalizada y natural” (apud Sola 2021). Del mismo modo, la autora está a favor del uso de desdoblamientos, sustantivos epicenos y colectivos; y en contra los neologismos, sobre todo por su pronunciación. Barrera Linares, miembro de la Academia Venezolana de la Lengua y miembro correspondiente de la RAE opina que “no importa cuál sea nuestro criterio respecto de su (im)pertinencia, hay que verlo como un asunto que se relaciona con ese valioso patrimonio comunitario que es el idioma. Todo lo que lo afecta debe ser visto con respeto y sin adelantar (pre)juicios que no conducen a nada” (Barrera Linares 2021). Se refiere también a los peligros de “proponer sin mucho fundamento, jugando a la arbitrariedad y a veces a la moda”, ya que lo considera un asunto que puede perjudicar la seriedad asociada a la reivindicación social de estas propuestas. Asimismo, defiende el principio de la libertad de las y los hablantes, por lo que considera que el LI no debe convertirse en una imposición por parte de ningún Estado. 2.2. Estudio del lenguaje inclusivo en Venezuela Además de los aportes publicados por Bolívar (2019) y Barrera Linares (2019, 2021), se enfatiza el valor de otros estudios que han ido mostrando el interés científico por el LI desde diversos enfoques. Destaca el trabajo de Aguiar et al. (en preparación), donde se busca determinar si existe o no una preferencia por el uso de las formas no canónicas (-e, -@, -x) en las referencias de género en cuentas de Twitter de organizaciones activistas LGBTIQ+ venezolanas. Por su parte, Guirigay (2011) realiza una investigación de actitudes lingüísticas a partir de una encuesta aplicada en Mérida, Venezuela. A partir de este instrumento, identifica y analiza dos usos distintos del género gramatical por parte de las personas encuestadas: i) la especificación de la forma en masculino y femenino, y ii) el masculino genérico. Ferrara-Bardille (2001) publica un análisis basado en los motivos, antecedentes y funciones del uso del lenguaje no sexista en la Constitución venezolana vigente. González y Delgado de Smith (2016), presentan la problemática del lenguaje sexista a partir de un recuento de la historia del LI. Y García Ramírez (2014) trabaja el tema desde el campo de la educación, y se enfoca en la permanencia de
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estereotipos de género en la escuela inicial, lo que analiza a partir del análisis de textos escolares, cuentos y documentos oficiales relacionados al quehacer docente, en conjunto con observaciones etnográficas. 2.3. El Estado venezolano y el lenguaje inclusivo El referente institucional de LI más destacado del ámbito venezolano es la Constitución venezolana de 1999. La Carta Magna está atravesada por una perspectiva de género visible no solo a nivel de lenguaje, sino también a nivel de derechos (Jiménez 2000). La Constitución venezolana sigue siendo, todavía hoy, el contraejemplo favorito de quienes se oponen (y en muchos casos se burlan) de cualquier intento inclusivo en el mundo de habla hispana. Así también, los dos informes de la RAE (2012, 2020) hacen referencia a la Constitución venezolana a manera de crítica. El LI que conforma este texto está compuesto básicamente por dobletes completos en orden masculino-femenino, tal como se observa en el artículo 32 citado por Bosque (2012: 11): Para ejercer los cargos de diputados o diputadas a la Asamblea Nacional, Ministros o Ministras; Gobernadores o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de Estados y Municipios no fronterizos, los venezolanos y venezolanas por naturalización deben tener domicilio con residencia ininterrumpida en Venezuela no menor de quince años y cumplir los requisitos de aptitud previstos en la ley.
Estos usos “recargados” son apoyados por el Estado bajo la premisa de que, como afirma Brito García, “al no incluirse los femeninos [en la Constitución] se estaría negando la existencia de funcionarias y mandatarias mujeres, por ello quien redactó la Carta Magna prefirió ser redundante antes que cometer una especie de genocidio de género” (Gibelli 2020). El debate sobre el LI en Venezuela se reaviva en 2021 cuando el Parlamento venezolano aprueba una ley para el uso de LI “en todas las comunicaciones orales y escritas de las autoridades públicas, así como en todos los niveles y modalidades del sistema educativo”. En cuanto a la promoción, esta ley indica que corresponderá a los medios públicos, privados y comunitarios seguir los lineamientos del “Manual para la Comunicación de carácter orientador y no vinculante” que servirá de referencia en esta materia. La elaboración de este manual está a cargo del Ministerio de Comunicación e Información y del Ministerio de la Mujer y la Igualdad de Género (Agencia EFE 2021). Para la fecha de publicación de este
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estudio, este manual aún no ha sido divulgado, lo que puede ser interesante para contrastar con el caso de otros países hispanos donde este tipo de iniciativas comenzaron hace años (Díaz Colmenares en preparación). 2.4. Lenguaje inclusivo y polarización política en Venezuela Para comprender la situación actual del LI en Venezuela, es necesario no solo señalar el posicionamiento del Estado y sus instituciones de lengua, sino también tomar en cuenta la polarización política que afecta a este debate. Así lo sustentan también las expertas consultadas, Magdymar León, psicóloga y coordinadora de la Asociación Venezolana de Educación Sexual Alternativa, y Susana Reina, periodista y creadora del portal Feminismo INC (Gibelli 2020). Estas especialistas indican que Hugo Chávez (1999-2013) fue el primer líder del país en utilizar LI, seguido por el actual presidente Nicolás Maduro. La asociación con estos líderes políticos generó, como dice León, mayor resistencia en Venezuela: “No solamente es la resistencia propia al uso no sexista del lenguaje, al reconocimiento, a la visibilidad de las mujeres en el lenguaje, como en todos los países, sino que acá se le añade un elemento adicional que es una discriminación vinculada a razones políticas” (Gibelli 2020). Para León, este hecho se convirtió más en una dificultad que en un punto a favor de los usos del LI, ya que la gente comenzó a asociar que nombrar “a todos y a todas” era un tema “chavista”. Para León, la falta de usos públicos y recurrentes del LI anteriores a los usos del equipo de Chávez contribuyó a construir esta creencia (Gibelli 2020), y señala que, por este motivo, muchas personas en el país aún no aceptan denominaciones profesionales femeninas, como médica, ingeniera o presidenta, así se trate de palabras incorporadas al diccionario de la RAE. Lo mismo ocurre con expresiones como niñas y niños o ciudadanos y ciudadanas, las cuales son consideradas como expresiones utilizadas por personas pro-gobierno. Así lo dice Rosaura Gómez, una contadora de 56 años entrevistada: “Yo no estoy de acuerdo con eso [el LI], porque suena extraño y es repetir una palabra sin necesidad, esas son modas del chavismo” (Gibelli 2020). Además, otros factores impiden el avance y la aceptación del LI en Venezuela. León argumenta que “no es solo que figuras políticas afines al chavismo utilicen el LI, sino que lo hacen de manera incorrecta, llegando incluso a sucumbir a errores que parecen intencionalmente humorísticos”, tal como
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se observa en algunas declaraciones de Maduro: “Tenemos una generación de oro brillando por el mundo, hoy tenemos millones y millonas de Bolívar” (2013) o “Vamos a poner en marcha gratuitamente 35 millones de libros y libras para las escuelas” (2013)3. A partir de esto, León declara la dificultad, como feminista venezolana, de mantener un discurso inclusivo y ser tomada en serio. Aunado a esto, se puede observar que las mujeres voceras de la oposición, hasta el momento, no han generado y desarrollado una agenda feminista propia, y que su trabajo sigua limitado a las ONG. Por esto, León considera necesario que las opositoras incorporen también el LI en sus discursos (Gibelli 2020). Este aspecto sería fundamental para que se rompiera el estigma político que asocia el LI a un solo lado de la polarización política de Venezuela. 2.5. Situación social en cuanto al género en Venezuela Es importante tomar en cuenta, para el estudio del LI, la situación social y de derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTIQ+. Aun cuando la influencia de estos factores no se puede medir en los parámetros de este estudio, vale mencionar que un abordaje interseccional de las luchas relacionadas con la igualdad de género implica a su vez la búsqueda de igualdad en el plano lingüístico, y, por ende, se relaciona con el uso del LI. La relación entre ambos es compleja, por lo que esta sección solo asoma información de base que podría contribuir a la discusión de los resultados de este estudio. Sobre este tema, León y Reina relacionan el poco avance del LI en Venezuela con la falta de avances en cuanto a los derechos de las mujeres y los grupos LGBTIQ+. Aunque los derechos de las mujeres han experimentado avances, también es cierto que queda mucho por hacer y por cumplir. A pesar de que la Revolución Bolivariana muestra entre sus logros una amplia participación comunitaria de las mujeres respecto a los gobiernos anteriores, esta realidad sigue necesitando transformaciones que modifiquen la desigualdad y las injusticias contra las mujeres (García/Valdivieso 2009: 147). Todavía son necesarias varias victorias clave en Venezuela, como la despenalización del aborto, el derecho y libre acceso a la interrupción voluntaria del embarazo, y Sobre este último, Maduro explica que ha usado la formulación “libras y libros” como una estrategia mediática para que sus opositores, al compartir el video para burlarse de su LI, promocionen a su vez, involuntariamente, la noticia sobre los 35 millones de libros gratuitos (Maduro 2013). 3
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sistemas más efectivos de resguardo de la igualdad y protección contra la violencia de género. De igual forma, aún no existe el reconocimiento de derechos de la comunidad LGBTIQ+, no es legal el matrimonio igualitario ni el acceso a la adopción por parte de parejas diversas (El Tiempo 2021), y tampoco existen políticas explícitas de inclusión y de protección de las diversidades de género. 3. Metodología Esta sección describe el tipo de estudio, la recolección y composición del corpus y las unidades de análisis. Se presenta una metodología que persigue dos objetivos relacionados: la descripción de formas inclusivas en la forma todo, y una aproximación a la descripción de la concordancia inclusiva en el sintagma con todo en tuits venezolanos. 3.1. Tipo de estudio El enfoque de este estudio se inspira en la sociolingüística variacionista laboviana (Labov 2001, Tagliamonte 2006) con el objetivo de resaltar los factores intralingüísticos y extralingüísticos que condicionan el uso del lenguaje inclusivo y sus concordancias en un contexto no-institucional, en Twitter Venezuela. Los factores intralingüísticos tomados en cuenta para este estudio son dos: i) el tipo de lenguaje inclusivo con el que interviene la palabra todo; y ii) el despliegue de la concordancia en el sintagma con la forma todo intervenida con LI. Los factores extralingüísticos son también dos: i) la geolocalización de los tuits; y (ii) la fecha de publicación. Todos los tuits tienen geolocalización en Venezuela y fueron publicados en 20214. La elección de Twitter como fuente de datos tiene algunas restricciones que impiden el estudio de variables sociolingüísticas tradicionales como la edad, el género, el nivel educativo y la profesión (Labov 2001). No obstante, el estudio de variantes lingüísticas innovadoras como el lenguaje inclusivo Lo referente a esto y otros detalles se presentan en mi tesis de doctorado (Díaz Colmenares en preparación), investigación que abarca la variación en la concordancia de LI en un conjunto de países hispanohablantes y francófonos, y donde se incluyen las variables de género aparente y grado de institucionalización. 4
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justifican la implementación de metodologías adaptables a la comunicación en redes sociales. Otros estudios basados en corpus de Twitter, como los de Bouzouita y Pato (2019), Marttinen Larsson y Bouzouita (2018) y Escalante (2015), demuestran la pertinencia del uso de esta plataforma para la realización de estudios de variación. 3.2. Recolección y composición del corpus Con el fin de describir las formas de LI y sus concordancias, una muestra de juicio resulta lo más adecuado puesto que el LI es un fenómeno de muy baja frecuencia en Twitter, como lo demuestran estudios de corpus LI en Twitter argentino (Kalinowski 2020) y, en general, en Twitter hispano (Fundéu 2021). Para la recolección de una muestra de juicio en Twitter, se selecciona como descriptor la palabra todo con sus variantes inclusivas: todas y todos, todos y todas, todas o todos, todos o todas, todoas, tod@s, todxs, todes. Se descartan otras formas de LI: el subrayado (todas) o negrita (todas) y las letras mayúsculas (todAs,) ya que son tipografías inexistentes en Twitter o sin valor distintivo en los motores de búsqueda. La elección de todo se justifica a partir de experimentos previos de recolección en redes sociales. Se testeó el uso de gentilicios con LI (tipo venezolanxs, venezolan@s, etc.) como descriptores de búsqueda en YouTube (Slemp et al. 2019, Díaz Colmenares 2021), y posteriormente se pusieron a prueba un conjunto de 105 descriptores con lenguaje inclusivo en francés, con la intención de detectar las formas más productivas para la recolección de datos de LI en Twitter en esta lengua (Díaz Colmenares/Heap 2020). Este segundo experimento, relatado con más detalle en Díaz Colmenares (2021: 8), indica que “la forma más intervenida con LI en el corpus fue la palabra tout (todo), seguida del determinante indefinido un (un, uno) y el pronombre relativo celui (aquel, este)”. Este resultado acerca del francés coincide con los resultados reportados por Kalinowski sobre el español. Su estudio indica que todo es una de las cuatro palabras más intervenidas con LI en el corpus de Twitter argentino, que cubre todos los tuits publicados entre 2007 y 2020 (Kalinowski 2020). Esto coincide además con un estudio de la Fundéu que muestra que todos es la palabra más intervenida con LI (77,84 %) en un corpus de 1,8 millones de tuits pertenecientes a 21 países hispanohablantes (Fundéu 2020: 5).
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Todos los tuits fueron recuperados a partir de estos descriptores y a través del software Netlytic. Los parámetros de búsqueda utilizados para los corpus fueron: idioma, fecha y geolocalización. La geolocalización de los tuits se realizó mediante los operadores “near/within” aplicados a un radio de 100 kilómetros en lugares de interés. Se utilizan un conjunto de topónimos venezolanos correspondientes a zonas con alta densidad de población. Después de eliminar duplicados, revisar geolocalizaciones y depurar errores, se seleccionan los más recientes según la fecha y hora de publicación, hasta conformar la cifra de 1000 tuits venezolanos del año 2021. 3.3. Unidades de estudio Este estudio se enfoca en sintagmas dentro de los tuits que conforman el corpus, más específicamente, aquellos en los que uno de sus constituyentes (la forma todo) presenta marcas explícitas de LI. Los objetivos de este estudio se centran en describir los distintos tipos de lenguaje inclusivo con los que se interviene la palabra todo y llevar a cabo una aproximación a la descripción de la concordancia inclusiva en el sintagma con todo en tuits venezolanos. En el caso de que un tuit contenga más de un sintagma de este tipo, cada uno es analizado y cuantificado por separado. Por esta razón, en un corpus compuesto por 1000 tuits, se analizan 1009 sintagmas. No se analizan relaciones de concordancia que, aunque mantengan el mismo referente, se extiendan más allá del sintagma. 3.3.1. Estrategias inclusivas en la forma todo Las intervenciones inclusivas se dividen en dos grandes grupos a partir de sus características formales: i) sufijos: la inclusión se realiza a partir de sufijos alternativos que sustituyen a las marcas tradicionales de masculino y femenino en español: todo@s, todxs, todes, en lugar de todas, todos; y ii) desdoblamientos: la inclusión se realiza a partir de dobletes o tripletes, que pueden a su vez ser completos o abreviados: todas y todos; todos y todas; todas, todos y todes; todas/os, etc.
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3.3.2. Concordancia inclusiva en el sintagma con todo Cuando se habla de LI en distintos contextos, varias preguntas surgen relacionadas a su uso a lo largo de un texto. ¿Cómo es la concordancia de formas inclusivas? ¿Qué sucede en la cadena sintáctica, una vez que uno de los elementos que deben ser concordados, es intervenido por una forma de LI? ¿Qué pasa con los demás elementos que deberían ser concordados según las reglas normativas del español? La elección entre las alternativas inclusivas y sus combinaciones tiene repercusiones directas en el sistema de concordancia en español, y aunque se menciona con regularidad como una ‘preocupación’ acerca de la factibilidad del uso del LI, la cuestión de la concordancia es poco o nada estudiada en la literatura sobre el lenguaje inclusivo en español, por lo menos en los estudios de corpus. Se propone así en este estudio observar si la palabra todo intervenida con LI se encuentra o no en relación de concordancia con otros elementos del sintagma, como un intento de abordaje a estas preguntas. Así pues, partiendo del principio de que la expresión de género puede significar la marcación de uno o más elementos en el sintagma, el interés es determinar si esto sucede también en los sintagmas inclusivos. Así se puede observar, en el caso de que la concordancia se componga de varios elementos, si estos usan un mismo tipo de LI siguiendo un despliegue tradicional de concordancia o si, por el contrario, se utilizan varios tipos de LI. La segunda opción significaría una ruptura del principio de concordancia donde una misma marca morfológica evidencia la relación de los elementos respecto a un mismo referente. Por todo esto, el estudio clasifica los sintagmas en tres grupos según el tipo de concordancia desplegada: inclusión sencilla, concordancia uniforme y concordancia mixta. Esta clasificación es propuesta y aplicada por primera vez en Díaz Colmenares y Heap (2020) y Díaz Colmenares (2021), y consiste en: 1) Inclusión sencilla: se refiere a los sintagmas donde un único elemento presenta una intervención de LI, sin relación de concordancia con otros elementos en el sintagma. En este estudio, la palabra todo es la forma intervenida con LI en todos los sintagmas seleccionados (por ser el descriptor utilizado y la palabra central de interés). 2) Concordancia uniforme: varios elementos en relación de concordancia presentan la misma intervención de LI. Se observa armonización de los elementos componentes de la concordancia a partir de una misma marca de género (inclusivo, en este caso).
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3) Concordancia mixta: los elementos concordados en el sintagma de interés en el tuit pueden contener cualquier tipo de combinación de marcas de género (inclusivas y no inclusivas). Por lo tanto, pueden contener, por ejemplo, la combinación de un elemento marcado con LI con otro elemento marcado en masculino o femenino. Asimismo, las combinaciones entre estos variados tipos de LI se pueden presentar en diferente orden. Es importante destacar que, para el análisis de concordancias mixtas, se toman en cuenta las formas neutras o invariables (sustantivos o adjetivos) que componen la concordancia y que tienen, por tanto, el mismo referente de los demás elementos intervenidos. Un estudio como este no permite saber si estas formas han sido utilizadas siguiendo una evitación voluntaria de formas marcadas, o si más bien obedecen a otras justificaciones lingüísticas (elección léxica, tipo de oración, etc.). Puesto que este tipo de formas puede, en efecto, pertenecer a un lenguaje que no es voluntariamente inclusivo, este estudio las tiene en cuenta solo cuando aparecen dentro del sintagma analizado y poseen el mismo referente que el elemento intervenido con LI. Los ejemplos, a continuación, presentan casos de inclusión sencilla, de concordancia uniforme y mixta. Estos ejemplos, y los demás utilizados a lo largo del artículo, son tomados del corpus de Díaz Colmenares (en preparación), y se presentan con su ortografía original, lo que incluye faltas ortográficas, de puntuación y de tipeo. La referencia entre paréntesis indica el país V(enezuela) y el número de tuit. Debido a que los aspectos conversacionales y referenciales de los tuits no son abordados en este estudio, los textos citados excluyen marcas de mención (@yarusol), hipervínculos e imágenes. En algunos casos y por restricciones de espacio, los ejemplos presentados se limitan al extracto que contiene los elementos de interés.
(1)
buenos días, que hoy sea un día cargado de energías super bonitas para todxs!! (V0687).
(2) Todes les lavanderes tenemos que hacer un video asi cuando tengas la laptop aaaaaaa te amo mucho maldición (V0351).
(3)
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Un abrazo inmenso para tod@s l@s trabajadores/as de nuestra hermana Sunagro. Agradecidos estamos que hoy #PDVALEstáDeAniversario, nos acompañen (V0711).
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El ejemplo (1) presenta un solo elemento susceptible de llevar marca de género, y este es intervenido con un tipo de LI. En este caso la marca de LI en todo se hace mediante el sufijo alternativo -x. El ejemplo (2) permite observar un despliegue de concordancia mediante un único tipo de LI que se repite en los tres componentes con marcas de género en el sintagma, todos intervenidos con el sufijo alternativo -e. En (3) se puede observar tres formas intervenidas con LI, con dos estrategias diferentes: el sufijo alternativo -@ y un doblete abreviado con barras, por lo que se clasifica como una concordancia mixta. 4. Resultados y discusión La presentación de los resultados se organiza en dos secciones. La primera expone los diferentes tipos de intervenciones de LI a la palabra todo. La segunda presenta una discusión sobre el despliegue de la concordancia dentro de los sintagmas con la palabra intervenida. 4.1. Tipo de lenguaje inclusivo (intervención de la forma todo*) Según sus características formales, se presentan las intervenciones inclusivas halladas en dos grandes grupos: los sufijos alternativos y los desdoblamientos. La tabla 1 resume los tipos de lenguaje inclusivo hallados organizados en estos dos grupos, además de la cantidad de ocurrencias y el porcentaje respecto al total de formas de todo* que conforman el corpus. Grupo de formas LI
Sufijos alternativos
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Total grupo 489 (48 %)
Tipo de intervención LI
Cantidad
%
Sufijo -@
434
43 %
Sufijo -x
36
3,6 %
Sufijo -e
18
1,8 %
Sufijo *
1
0,1 %
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Desdoblamientos
520 (52 %)
Doblete completo femeninomasculino
313
31 %
Doblete completo masculinofemenino
181
17,9 %
Triplete completo (orden diverso)
7
0,7 %
Doblete abreviado con uso de paréntesis
7
0,7 %
Doblete abreviado con uso de barra
12
1,2 %
Total de intervenciones LI en todo*
1009
100 %
Tabla 1. Tipos de LI en todo* en el corpus
Los resultados muestran un corpus dividido de manera casi equivalente: el 52 % de las intervenciones LI a la forma todo se hicieron a partir de desdoblamientos (520/1009), mientras que el 48 % restante se hicieron a partir de sufijos alternativos LI (489/1009). De forma general, los tres tipos de lenguaje inclusivo con más ocurrencias en el corpus son el sufijo -@ con un 43 % de los casos (434/1009), el doblete completo en orden femenino-masculino con 31 % (313/1009), y los dobletes completos en orden contrario (masculino-femenino) con un 17,9 % (181/1009). El resto de las alternativas sumadas en conjunto solo alcanza el 8 % del total del corpus, con 80/1009 formas distribuidas entre las diferentes opciones desplegadas en la tabla 1. La siguiente sección presenta cada uno de los dos grupos con sus especificidades y ejemplos tomados del corpus. 4.1.1. Uso de sufijos alternativos El 48 % de las formas de todo en el corpus presentan sufijos alternativos relacionados al lenguaje inclusivo (489/1009). El corpus muestra varios tipos de sufijos alternativos a los tradicionales -a y -o que marcan el femenino y el masculino en español, respectivamente. El gráfico 1 muestra los sufijos inclusivos hallados.
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Gráfico 1. Sufijos alternativos LI hallados en la forma todo
Los siguientes ejemplos ilustran cada uno de estos sufijos: (4) muestra el uso de -@, (5) presenta el empleo de -x y (6) el de -e. Se identifica una sola ocurrencia de uso de asterisco para reemplazar el sufijo de género, caso que se muestra en (7):
(4)
Gracias a tod@s por tomarse el tiempo para leer mi caso y hacerlo público (V0609).
(5)
todxs fallan (V0354).
(6)
Buenos días para todes, menos para los que dicen «la cosa bella de la marrina» para referirse al ahijade (V0003).
(7)
El 2020 fue un año inusual para tod*s. ¡Pero tenemos muchos recuerdos maravillosos! (V0073).
Se observa la presencia de sufijos alfabéticos (-x, -e) y no alfabéticos (-@, -*). El sufijo -@ es, por mucha ventaja, la forma de mayor presencia en el grupo de sufijos alternativos (434/489), el resto de alternativas solo conforma el 11 % de los sufijos alternativos hallados en todo en el corpus (55/489). 4.1.2. Uso de desdoblamientos El 52 % de las formas de todo presentan desdoblamientos relacionados al lenguaje inclusivo (520/1009). El gráfico 2 muestra varios tipos de desdoblamientos completos y abreviados hallados en el corpus.
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Gráfico 2. Desdoblamientos LI hallados en la forma todo
En el grupo de los desdoblamientos, los dobletes completos ocupan el 96 %, con 501/520 ocurrencias de dobletes y tripletes (o formas triples). Estos últimos conforman apenas el 1 % de desdoblamientos completos, con 7/501 ocurrencias. Los dobletes abreviados suman el 4 % de los desdoblamientos, con un total de 19/520 ocurrencias. Los siguientes ejemplos muestran tuis con intervención de todo con dobletes completos (8-11), mientras que (12) muestra un caso con triplete.
(8)
BUENOS DIAS A TODAS Y TODOS, CAMINANDO POR LA PLAYITA...... ASOMBRO (V0494).
(9)
Buenos días a todas y todos! El Esequibo es venezolano y punto!! (V0113).
(10) Feliz tarde a todos todas ...ya tomaron a café?? (V0229).
(11) Durante la Cuarentena Social: Está toralmente prohibida la venta de licores. Con la conciencia, la voluntad y la colaboración de todos y todas lograremos combatir y controlar el Corona virus ¡Vamos a cuidarnos! (V0179).
(12) Las feministas estamos aquí haciendo ruido y pidiendo justicia, mientras los demás están preguntando dónde estamos como si nosotras fuéramos los jueces, los fiscales, la policía o los abogados que pueden hacer JUSTICIA POR TODAS, TODOS Y TODES (V0364).
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Solo el 4 % de los desdoblamientos tienen la forma de dobletes abreviados (19/520). Estos se diferencian de los completos puesto que no desdoblan las alternativas de género de todo, sino que desdoblan únicamente el morfema de género. Así pues, se constituyen de palabras cortadas que dividen el morfema de género del núcleo, separándolo con algún carácter no alfabético, como puntos, guiones, paréntesis, etc. En el corpus de tuits se hallaron 12/19 dobletes abreviados donde se emplea la barra (13-14) y 7/19 donde se usa el paréntesis como elemento de separación entre el morfema de femenino y masculino (16-17):
(13) Excelente cobertura. Enhorabuena a todas/os (V0358).
(14) Uuuuffff no me alcanzan los caracteres para nombrarlos a todos/as (V0457).
(15) Feliz Y Bendecido Almuerzo Tengan Todas(OS) Les Dejo Este Cafecito Por Aquí Para Compartirlo Desde La Distancia (V0960).
(16) Y la primera ganancia que todos(as) escribamos correctamente como enseñaban las maestras «de antes» (V1000).
(17) Todas y Tod@s a organizarse para exigir nuestros derechos a la nueva Asamblea Nacional... Que no se rinda Nadie... (V0751).
(18) ESTA MI DIPUTADA CARAJOOOOO!!!!! Carola Chávez para todos, todas y toddys (V0454).
(19) Para que llegue a todas, todos y toditos (V0990).
En el contexto de los desdoblamientos (dobletes, tripletes, en su versión completa o abreviada), se observa el orden de los componentes. La tabla 2 muestra los hallazgos respecto a esto en el corpus.
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Género del 1er componente
Dobletes completos
Dobletes abreviados
Tripletes completos
Total
%
Masculino
181
14
2
197
38 %
Femenino
313
5
3
321
62 %
Inclusivo
0
0
2
2
0%
Total
494
19
7
520
100 %
Tabla 2. Orden de los componentes de los desdoblamientos LI usados en todo
La tabla 2 muestra que, en general, hay una mayoría de desdoblamientos donde se opta por poner la forma en femenino en primer lugar. El 62 % de los desdoblamientos presentan este orden, concentrados sobre todo en los dobletes completos. Solo el 38 % de los casos empieza por la forma en masculino, orden de preferencia de la mayoría de los dobletes abreviados (14/19). La cantidad de tripletes es demasiado baja para establecer una descripción válida, pero vale la pena indicar que dos tripletes presentaron una forma no binaria al inicio. De la totalidad de 520 desdoblamientos, únicamente 14 presentan en su contenido una alternativa no binaria: es el caso de dos tripletes (12) y de 12 dobletes que en su caso todos presentan la combinación femenino-sufijo -@ (14). Vale también destacar que algunas ocurrencias encontradas en los tripletes podrían no asociarse al lenguaje inclusivo (18 toddys y 19 toditos), pero solo un estudio con más ocurrencias y combinado con entrevistas semidirigidas podría ayudar a determinar si estas formas se asocian o no de forma recurrente al LI en el español de Venezuela. 4.2. Tipos de concordancia LI Esta sección presenta la variación en la concordancia en sintagmas con lenguaje inclusivo. En el caso del corpus de este estudio, se observa la concordancia entre todo (intervenido con LI) y los demás elementos en relación de concordancia en el interior de los sintagmas nominales que conforman el corpus. La tabla 3 presenta los tres tipos de concordancia de lenguaje inclusivo que se abordan.
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Tipo de concordancia de LI
Cantidad
%
Inclusión sencilla
816
81 %
Concordancia uniforme
27
3%
Concordancia mixta
166
16 %
Total
1009
100 %
Tabla 3. Tipos de concordancia de LI en tuits venezolanos
A partir de los datos presentados, se evidencia que el 81 % de los sintagmas que contienen alguna forma de LI en todo no presentan otros elementos que se encuentren en relación de concordancia con estas formas: 816/1009 ocurrencias son de inclusión sencilla. En los casos en que el sintagma presenta un despliegue de concordancia, a partir de varios elementos con marcas de género y con el mismo referente, se observa un mayor número de casos con inclusión mixta (165/1009, 16 %). Los casos de inclusión uniforme alcanzan apenas un 3 % (27/1009), lo que posiciona este tipo de concordancia como la menos frecuente en el corpus. 4.2.1. Inclusión sencilla Este grupo está conformado por los casos donde los sintagmas con la forma todo intervenida con LI no presentan ningún otro elemento susceptible de llevar marca de género. Los resultados muestran que el 81 % de los sintagmas corresponden a este grupo, lo que implica que, en el contexto de esta investigación, la mayoría de los tuits no muestran un despliegue de concordancia dentro del sintagma nominal de interés. El gráfico 3 muestra los tipos de LI hallados en las inclusiones sencillas.
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Gráfico 3. Inclusión sencilla en tuits venezolanos
Entre las formas con inclusión sencilla, la mayoría de las ocurrencias se concentran en tres formas de LI. El 42 % de las inclusiones sencillas se hicieron con el sufijo -@ (343/816); el 32,6 % con dobletes completos en orden femenino-masculino (266/816), y el 18,4 % con dobletes completos en orden masculino-femenino (150/816). La suma de los demás tipos de inclusión sencilla solo alcanza el 7 % de los casos, distribuidos en 34 inclusiones sencillas con otros sufijos, y 22 con otro tipo de desdoblamiento. Los ejemplos (1, 4-16) constituyen inclusiones sencillas, ya que no presentan elementos adicionales intervenidos con lenguaje inclusivo además de la forma todo. Así también puede observarse en (20-22), donde se presentan inclusiones sencillas a partir del uso del sufijo -@ y de dobletes en diferente orden:
(20) No deseo dinero..deseo mucha Salud para tod@s..! (V0065).
(21) Cuidarnos es tarea de todas y todos. #Cicpc (V0132).
(22) Es arrecho lo que se viene...Cuando estalle SUFRIREMOS TODOS y TODAS (V0355).
4.2.2. Concordancias uniformes Este grupo está conformado por los casos donde los sintagmas con la forma todo intervenida con LI presentan otros elementos en relación de concordancia, y estos también intervenidos con el mismo tipo de lenguaje inclusivo, lo que crea una armonización similar a la de un sistema de concordancia
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t radicional. Este tipo de concordancia es el menos común en el corpus, correspondiendo a solo el 3 %, con 27/1009 ocurrencias. El gráfico 4 muestra los tipos de LI hallados en las concordancias uniformes.
Gráfico 4. Concordancias uniformes en tuits venezolanos
Los resultados presentados en el gráfico 4 muestran una preferencia por el uso de sufijos en lugar de desdoblamientos. En este contexto, el sufijo -@ es utilizado en la mayoría de las concordancias uniformes halladas en el corpus (19/27). No se han encontrado casos de concordancias uniformes con desdoblamientos completos (dobletes o tripletes). Los siguientes ejemplos muestran casos de concordancias uniformes con el sufijo -@ (23), el sufijo -e (24), el sufijo -x (25) y con dobletes abreviados con paréntesis (26).
(23) Que manera de iniciar un miércoles vamos que si se puede les mando un a abrazo infinitos y las mejores vibras a tod@s mis tuiter@s preferid@s ojalá disfruten de un suministro ilimitado de cafe’s se lo merecen (V0949).
(24) Yo hoy caminando en 5 de julio. Que le pasa la gente de Maracaibo y pq todes estan tan belles??? (V0392).
(25) La verdad es que Katy Perry es la prueba y ejemplo de que la voz se entrena porque antes, todxs nosotrxs contábamos mejor que ella en vivo (V0422).
(26) debería en coordinar con su equipo, y dictar un Diplomado sobre Gestión, Gerencia y Políticas Públicas, destinado al resto de los Gobernadores y para TODOS (AS) Alcaldes(as) (V0319).
Otro aspecto por considerar es la cantidad de elementos con los que se despliegan las concordancias uniformes. Los sintagmas de este tipo en el corpus
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están compuestos por dos o por tres elementos, en una cantidad casi equivalente, 15 y 12 respectivamente. Los ejemplos (24-26) muestran dos elementos, mientras que (23) muestra tres. No se hallaron sintagmas con más de tres elementos en relación de concordancia uniforme en el corpus estudiado. 4.2.3. Concordancias mixtas El análisis de las concordancias mixtas implica múltiples factores. No solo es relevante el tipo de LI utilizado en cada elemento con que se despliega la concordancia, sino también el orden entre los mismos. Otros aspectos que pueden considerarse son la cantidad de elementos en relación, la categoría gramatical de los componentes, entre otros. Esta sección muestra una aproximación a este aspecto, enfocada en varios factores: el tipo de lenguaje inclusivo de la forma de todo, la forma de inicio y fin del esquema de concordancia, y la cantidad de elementos en juego. En el corpus analizado, 166/1009 concordancias son clasificadas como mixtas, lo que constituye el 16 % de los sintagmas con LI. La cantidad es muy baja para establecer cualquier tipo de patrón, pero el comentario de estas particularidades permite establecer bases para futuras investigaciones. Si bien la flexibilidad en cuanto a la cantidad de elementos concordables en un sintagma es inherente a la estructura formal del español, estos números son interesantes al tomarlos en cuenta en el despliegue de la concordancia con LI. Respecto a las concordancias mixtas encontradas, se observa que 74/166 casos (45 %) se componen de dos elementos (27 y 34), mientras que 71/166 (43 %) se componen de tres elementos (28-30 y 35). Se encontraron 21/166 sintagmas con más de tres elementos en relación de concordancia: los ejemplos (31-32) muestran cuatro, mientras que se puede observar una concordancia mixta con cinco elementos en (33).
(27) Me gustaría ayudar a todxs los que pueda, porque eso es lo que soy (V0353).
(28) La mala ortografía y lenguaje torcido, es sinónimo d todxs los ignorantes (V0510).
(29) Están tod@s l@s idiotas ya con foto? (V0930).
(30) No nos vamos a rendir. Seguiremos luchando con el propósito de reconquistar la democracia y la libertad de nuestra amada #Venezuela. Tod@s los venezolan@s estamos en la obligación de seguir adelante (V0367).
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(31) Buenas tardes a todos y todas los tuiteros Activos gracias por el apoyo y que mi señor Jesús nos colme de bendiciones Amén y a nuestra Patria Venezuela (V0511)
(32) EXCELENTE TU COMENTARIO ALLI SUPONGO QUE INCLUYES A TOD@S LOS FUNCIONAR@S PUBLIC@S INCLUYENDO AL PRESIDENTE, A QUE TE PONES GUABINOSO CON LA RESPUESTA ? (V0834).
(33) Buenos Dias VENEZUELA Bella a Todas y Todos los PATRIOTAS REVOLUCIONARIOS ANTI-IMPERIALISTAS Dios nos Bendiga Para Seguir Protegiendo con Mucha Fortaleza a la PATRIA de la Maldad Escualida y del COVID (V0029).
(34) gracias estoy siguiendolos a tod@s (V0720).
(35) no todos y todas las inscritas en PATRIA reciben bonos (V0948).
Una aproximación a la dinámica de estas concordancias mixtas puede hacerse desde la observación del primer y el último elemento que la componen, lo que permite asomar la posibilidad de patrones que se cumplan independientemente de la cantidad de elementos, o su función y posición en el sintagma con lenguaje inclusivo. El gráfico 5 muestra el tipo de LI usado en el primer componente de las concordancias mixtas halladas en el corpus.
Gráfico 5. Marcas de género en el primer componente de las concordancias mixtas
El gráfico 5 muestra que la mayoría (155/166) de concordancias mixtas presentan un primer elemento intervenido con LI (93 %), mientras que son
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muy pocos los casos donde el primer elemento es una forma en masculino (6/166) o una forma invariable (5/166). Independientemente de su combinación interna, 62 concordancias mixtas comienzan por un elemento intervenido con el sufijo -@ (29, 30 y 32), 44 concordancias mixtas comienzan por dobletes completos en orden femenino-masculino (33), y 32 comienzan por dobletes en orden masculino-femenino (31 y 35). Otras formas de lenguaje inclusivo conforman una minoría de apariciones en esta posición en concordancias mixtas (17/166), algunos casos pueden observarse en (27-28). Un ejemplo de concordancia mixta cuyo primer componente no contiene una forma inclusiva es (34). Por su parte, el gráfico 6 muestra el último componente de las concordancias mixtas encontradas.
Gráfico 6. Marcas de género en el último componente de las concordancias mixtas
El gráfico 6 presenta una especie de contraparte del gráfico 5, ya que se puede observar una tendencia opuesta. En efecto, el gráfico 5 muestra que la mayoría de los primeros componentes de la concordancia mixta están intervenidos por formas de LI, mientras que el 6 muestra que en la mayoría de los casos (139/166), el último componente de la concordancia mixta no está intervenido, y se presenta con una forma “no marcada”: 74/166 concordancias mixtas terminan con un componente en masculino (27 y 31), mientras que 65/166 terminan en una forma invariable (28, 29 y 33). Son pocas las concordancias mixtas cuyo último componente es inclusivo, solo 27/166 no cumplen con este patrón. En estos casos (como 30 y 34), se trata de un componente con el sufijo -@. Esto deja apenas ocho casos donde los mixtos terminan en otra forma de lenguaje inclusivo, incluyendo un caso que termina en femenino (35).
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En resumen, en la primera posición, la mayoría de las concordancias mixtas comenzaron por alguna forma de lenguaje inclusivo (155/166) y terminaron por una forma no marcada, es decir, con masculino o con un sustantivo o adjetivo invariable (139/166). Esta tendencia no se ve afectada por la cantidad de componentes de las concordancias mixtas halladas en el corpus. Una mirada a estos resultados permite mostrar, al menos de manera somera, el desdibujamiento de las marcas de género a lo largo del sintagma inclusivo. 5. Conclusiones y consideraciones finales Aunque otros estudios han afirmado que el sufijo -@ pertenece a épocas previas de lenguaje inclusivo, e incluso lo han catalogado como caduco, los resultados de este estudio coinciden con estudios de corpus donde se muestra su alta frecuencia de uso en Venezuela (Fundéu 2020) y otros países hispanohablantes (Fundéu 2020, Kalinowski 2020). Estos resultados son entonces relevantes para el estudio de la variación del lenguaje inclusivo en español. Vale agregar que estos resultados sobre el uso del sufijo -@ son ajenos a la discusión sobre la necesidad de formas inclusivas pronunciables, y del hecho de que se desaconseje su uso. Estudios de corpus y trabajos basados en entrevistas pueden demostrar que las elecciones y preferencias de las personas no van necesariamente de la mano de las recomendaciones hechas por diversas voces del LI, lo que implica a su vez que estas preferencias pueden variar y ajustarse a diferentes soportes, como sucede en las redes sociales, y específicamente en Twitter. De esta manera, cualquier alternativa está en concurrencia mientras intervenga y sustituya al masculino genérico tradicional. Si tomamos además en cuenta el carácter lúdico e informal de las publicaciones individuales en redes sociales, es de esperarse la permanencia de la variación, puesto que no necesariamente hay una búsqueda de uniformidad o la pronunciabilidad ni tampoco se persigue el establecimiento de nuevas normas que sustituyan a la tradición. Si bien los objetivos de este estudio son puramente descriptivos y la naturaleza del corpus utilizado no permite una discusión sobre las elecciones de las y los usuarios, la alta ocurrencia de desdoblamientos permite al menos reflexionar sobre la intención de asumir el masculino ya no como un genérico, sino en su acepción de especificidad. Además, el hecho de que prevalezca el orden femenino-masculino en este corpus es relevante en cuanto a su c omparación
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con estudios enfocados en la influencia de este ordenamiento para la interpretación de formas inclusivas (Gygax et al. 2019, 2021). Se parte del principio de que “el orden de los elementos no es anodino” (Gygax 2018), por lo que su uso no debe descartarse al abordar el tema. Es por esto que la preferencia por el orden femenino-masculino en la mayoría de los dobletes LI del corpus constituye un dato significativo para la descripción del LI en Venezuela. Otro aspecto por considerar en la discusión sobre los desdoblamientos en el LI se refiere a la posibilidad de que su uso abra paso a nuevas exclusiones. Es sustancial considerar que los resultados evidencian que la mitad del LI en el corpus (52 %, 520/1009) refleja un carácter estrictamente binario (los dobletes completos y abreviados), ya que, aunque prioriza el uso del femenino antes del masculino, no incluye otros géneros. Por esto, los dobletes pueden ser interpretados como una forma que visibiliza e invisibiliza a la vez, puesto que visibiliza a las mujeres (poniéndolas en primer o en segundo lugar), pero que excluye a las personas con identidad no binaria. Al contrario de otras formas de lenguaje inclusivo, se puede estimar que los dobletes completos o abreviados no dan espacio a una interpretación no binaria del LI. En contraposición a esto, el uso de formas triples es, generalmente, no binario, ya que propone un despliegue que va más allá del binomio masculino-femenino. El bajo uso de estas formas en la muestra recolectada podría asomar la posibilidad de que la mayoría de los usos no institucionales en Twitter de Venezuela se mantiene en un eje binario, ubicándose en la primera ola del lenguaje inclusivo, equivalente a la feminización del lenguaje. Sin embargo, los tipos de LI estrictamente binarios hallados en el corpus (desdoblamientos) estarían en competencia con otros tipos de LI de interpretación más amplia, como el sufijo -@. Si bien tienen su nacimiento en lo binario, pueden (al igual que los sufijos -e y -x), estar abiertos a interpretaciones más amplias, precisamente por su no pertenencia al sistema normativo de marca de género. Solo un estudio enfocado en la interpretación de estas formas de LI podría determinar el carácter binario o no binario del LI de Venezuela. Aun cuando este estudio se enfoca en los usos no institucionales, no debe dejarse de lado la influencia del contexto, compuesta no solamente por todo lo que implica Twitter y las redes sociales en el país, sino también lo propio al contexto histórico y social del lenguaje inclusivo en Venezuela. Vale en este sentido recordar que el uso del doblete masculino-femenino en la Constitución (1999), es el referente de LI más conocido en Venezuela. Esta forma de LI es la tercera más usada en el corpus estudiado, solo superada por los
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dobletes completos en orden femenino-masculino y por el sufijo -@. Esto podría implicar una actualización que parte de esta forma LI anteriormente propuesta, o también puede significar una contraposición de esta al poner en primer lugar el femenino, a la mujer. En un contexto más amplio, no deja de ser interesante la manera en que los usos no institucionales se pliegan o se desligan a lo propuesto por diversas instituciones, incluso en espacios no supervisados y de libertad expresiva como Twitter. Respecto a la concordancia, los hallazgos de este estudio coinciden, en líneas generales con estudios anteriores. Con pequeñas variaciones metodológicas, los corpus de Twitter utilizados en Díaz Colmenares y Heap (2020) y Díaz Colmenares (2021) enfocados en concordancias dentro de sintagmas con LI en lengua francesa, muestran también una mayor cantidad de casos de inclusión sencilla, y una prevalencia por concordancias mixtas sobre las uniformes. Un corpus más grande de tuits podría permitir determinar si efectivamente esta tendencia se confirma, y si puede considerarse como una característica del LI en Twitter, lo que a su vez permitiría explorar las concordancias en otros contextos y tipos textuales. A su vez, un estudio con entrevistas y encuestas a las personas que publican este tipo de tuits puede ayudar a determinar si, por ejemplo, los tuits con inclusiones sencillas constituyen una estrategia voluntaria bajo la premisa de una intención inclusiva, o si se debe a meras coincidencias. Este estudio no abarca la posibilidad de responder a estas preguntas, pero enfatiza la necesidad de tomar en cuenta este aspecto, ya que el ‘evitamiento’ de marcas de género es frecuentemente aconsejado en manuales de LI. Este evitamiento abarcaría no solo la estrategia de componer sintagmas con una o ninguna marca de género, sino también el uso de formas neutras o invariables tales como persona, todo el mundo, etc. Las concordancias uniformes podrían representar una emulación del sistema de concordancia tradicional, donde se persigue una armonización morfológica entre los elementos que se encuentran en relación (Chevalier 2013: 6). Se persigue así el principio de que todos los elementos dependientes se pueden reconocer a partir de una misma marca gráfica para la concordancia de género, un principio que se mantiene a través de las lenguas romances, entre otras. Es interesante resaltar que la emulación de este principio tiene muy baja incidencia en los resultados presentados aquí, a pesar de que existe una expectativa de que las elecciones de formas de LI se mantengan, sino en todo el texto, al menos dentro de los sintagmas donde ocurren.
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De ser confirmado en un corpus más amplio, la preferencia por concordancias mixtas en lugar de las uniformes corroboraría la existencia de un uso focalizador de LI, donde se interviene, sobre todo, el primer componente con marca de género en el SN. Esto puede relacionarse al “uso testimonial” del LI expuesto por Valdés (en López Rosell 2019), ya que consistiría en el uso de LI al inicio del discurso, como una marca de posicionamiento inclusivo que no necesita manifestarse a lo largo de todo el texto (de todo el tuit, en nuestro caso). De la misma manera, la variedad de tipos de LI encontrados y la preferencia por concordancias mixtas sobre las uniformes pone en evidencia la existencia de un conjunto de sistemas de concordancia superpuestos y opcionales que constituyen una alternativa a la norma. Sobre esa base, se propone la heterogeneidad en la concordancia de sintagmas con LI como rasgo morfosintáctico característico del lenguaje inclusivo. Bibliografía Agencia Efe (2021): “En Venezuela aprueban ley de uso del lenguaje con ‘enfoque de género’”, en Diariolibre.com (30/09/2021). Aguiar, Manuel/Montenegro, Génesis/Rivera, Lucía/Palm, Pamela (en preparación): “Referencias genéricas en seis cuentas de Twitter de movimientos LGBTIQ+ venezolanos”. Alpheratz, My (2018): “Français inclusif : conceptualisation et analyse linguistique”, en SHS Web of Conferences: 6e Congrès mondial de Linguistique française, 46, pp. 1-21. Asamblea General de las Naciones Unidas (1948): “Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Disponible en: Barrera Linares, Luis (2019): “Relación género/sexo y masculino inclusivo plural en español”, en Literatura y Lingüística, 40, pp. 327-354. — (2021): “Lenguaje: ¿inclusivo o excluyente?”, en Cooperativa: Opinión Educación (22/06/2021). Bolívar, Adriana (2019): “Una introducción al análisis crítico del ‘lenguaje inclusivo’”, en Literatura y lingüística, 40, pp. 355-375. Bosque, Ignacio (2012): “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, en BILRAE, 1, pp. 1-18. Bouzouita, Miriam/Pato, Enrique (2019): “¿Por qué no gustas de mí como yo gusto de ti? El verbo gustar y su complemento preposicional en español actual”, en Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación, 79, pp. 161-186. Butler, Judith (2004): “The End of Sexual Differences”, en Undoing Gender. New York: Routledge, pp. 174-203.
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1. Introducción Los hechos humanos no pueden verse separados de las palabras, puesto que estas son el núcleo y, a su vez, la lanza que atraviesa a muchos de ellos. Entonces, no cabe duda de que las unidades léxicas de la lengua cumplen un rol fundamental en la vida del hombre (Otaola 2004: 2). En consonancia con este planteamiento, en este trabajo exploratorio, descriptivo, mixto (cuantitativo y cualitativo), se analiza el léxico evocado por un grupo de venezolanos, hombres y mujeres, de distintas localidades del país, desde la perspectiva léxico-estadística de la disponibilidad léxica. En este orden de ideas, nos enfocamos en el vocabulario respecto a tres campos semánticos, a saber: i) Pandemia, ii) Comidas, y iii) Bebidas. Las razones que nos empujaron a seleccionar estas áreas nocionales (Pandemia, Comidas y Bebidas) se enumeran seguidamente. En primer lugar, debemos señalar que las tres guardan relación con las experiencias, individuales y colectivas, de la población. En segundo lugar, específicamente sobre Pandemia, este campo refiere a un hecho mundial que ha afectado a todos por igual, produciendo un cambio en el estilo de vida de las personas, por lo que sus efectos han sido de interés para los investigadores, no solo de la medicina, sino también de la filosofía, la psicología, la sociología y, por supuesto, la lingüística y la lexicografía (Ávila Muñoz et al. 2020). Y, en tercer lugar, comer y beber son dos funciones fisiológicas básicas de los seres vivos. En el caso de los seres humanos, estas actividades también llegan a estar cargadas de componentes socioculturales y emocionales, puesto que a través de dichos procesos naturales pueden exponerse las riquezas alimenticias de un territorio, las técnicas tradicionales en la cocina, la selección de los ingredientes, las
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a ctividades sociales que giran en torno a ellas, entre otras. Todos estos aspectos pueden diferir de una cultura a otra. Aunado a lo anterior, debe destacarse que todos estos aspectos pueden diferir de una cultura a otra. Sobre las investigaciones lexicográficas y lexicológicas, debe destacarse que Venezuela ha contado con una larga tradición de trabajos que han descrito las voces de los hablantes del país, desde la época colonial hasta la actualidad. Los registros léxicos pueden organizarse en dos grandes períodos, según los fines, técnicas y abordajes teóricos-metodológicos utilizados, a saber: el precientífico y el científico. El primero resalta porque la labor diccionarística fue realizada por hombres de letras e intelectuales sin un completo conocimiento acerca de la lingüística; ergo, sin un marco teórico y metodológico estrictamente lexicográfico (Chávez Fajardo 2015: 187). En esta etapa se encuentran los primeros manuscritos que recogieron las voces que referían a la realidad de las tierras recién conquistadas, como las obras de fray Pedro Simón (1627) y fray Jacinto de Carvajal (1956 [1648]), entre otros. Por su parte, ya en el siglo xix, empieza a haber un mayor foco sobre el carácter diferenciador del español de América frente al de España (Sánchez 1996: 22), por lo que se resaltan los detalles distintivos de las voces de cada país —en algunos casos, desde una perspectiva esencialmente purista de la lengua—. Entre las obras venezolanas de esta época pueden mencionarse las de Carmona (1858-1859) —considerada como el primer diccionario de venezolanismos (Pérez 1993: 140)—, Rivodó (1889), Calcaño (1897), entre otros. En esta misma línea, en el siglo xx vieron la luz los textos lexicográficos de Villalobos (1906), Guerrero (1960 [1915]) y Alvarado (1953 [1921], 1929); este último ha sido una de las grandes figuras de esa época, respecto a los trabajos lexicográficos. Por otro lado, la labor diccionarística considerada propiamente científica, por basarse en los conocimientos lingüísticos, lexicológicos y lexicográficos modernos, inicia en Venezuela a partir de la segunda mitad del siglo xx. Un dato importante para comprender las innovaciones científicas en este campo investigativo es la fundación —por encargo de Mariano Picón Salas— del Instituto de Filología “Andrés Bello” de la Universidad Central de Venezuela. Esta tarea estuvo a cargo del docto filólogo y lingüista Ángel Rosenblat. Uno de los propósitos del Instituto era la elaboración de un diccionario histórico del español de Venezuela. Los trabajos de Rosenblat y su equipo se cristalizaron con la publicación, en 1983, del primer tomo del Diccionario de Venezolanismos, el cual estuvo bajo la dirección de María Josefina Tejera. En 1993, sale a la luz la nueva edición de esta obra, compuesta por tres tomos. Por su parte,
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Rocío Núñez y Francisco Javier Pérez publicaron, en 2004, el Diccionario del habla actual de Venezuela, que contó con el apoyo de la Universidad Católica “Andrés Bello”. Estas dos obras siguen siendo hoy los referentes principales de los estudios lexicológicos y lexicográficos contemporáneos del país. No obstante, deben destacarse también Buenas y malas palabras (Rosenblat 1969), Lenguaje coloquial venezolano (Gómez de Ivashevsky 1969), Léxico del béisbol en Venezuela (Colmenares del Valle 1977), Léxico del habla culta de Caracas (Sedano/Pérez 1998), Diccionario venezolano para jóvenes (Pérez 2002), Diccionario histórico del español de Venezuela (Pérez 2016), entre otros. A estos, además, hay que sumarles las tesis y artículos sobre (meta) lexicografía y neología (Pericchi 2007, D’Aquino 2007 y 2008, D’Aquino et al. 2010, Martínez-Lara 2019). Este breve recorrido por la historia diccionarística venezolana demuestra el interés de los lingüistas por desarrollar obras lexicográficas. Además, permite afirmar que los estudios en este campo disciplinal han tenido un gran avance en el país. No obstante, el arqueo bibliográfico apunta a que pareciera haber un vacío respecto a los estudios léxico-métricos y, por ende, no existen diccionarios estadísticos, no definitorios, sobre la variedad venezolana, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes hispánicas (Valencia/Echeverría 1999, López Morales 1999, Murillo/Sánchez 2002, Castillo Fadić 2021, entre otros). Los diccionarios estadísticos se denominan así “no porque tenga como tema la estadística ni porque esté dirigido a expertos matemáticos, sino porque se basa en cálculos estadísticos y presenta, en vez de las definiciones que solemos encontrar en la mayoría de los diccionarios, índices estadísticos” (Castillo Fadić 2021: 19). En este punto, podríamos mencionar el trabajo de Gallucci (2005), quien determinó el número de palabras del Corpus sociolingüístico de Caracas de 1977 (Bentivoglio 1998), el Corpus sociolingüístico de Caracas de 1987 (Bentivoglio/Sedano 1993) y el Corpus de habla infantil de 1996 (Shiro 1998). No obstante, no se trata stricto sensu de una investigación léxico-estadística. Por el contrario, la lingüista se basó en la cuantificación de las palabras desde el enfoque de la Lingüística de Corpus. En el ámbito de la léxico-estadística resaltan tres tipos de diccionarios, a saber: léxico frecuente, léxico básico y léxico disponible. En consideración a su metodología, nos hemos decantado por la disponibilidad léxica (DL), puesto que es un terreno disciplinar bastante rico y con grandes avances en habla española (López Morales/Trigo Ibáñez 2019).
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En este contexto, el interés de esta investigación se centra en conocer las características estadísticas del léxico de un grupo de venezolanos, de manera que podamos describir el caudal léxico en relación con factores diastráticos y diatópicos. Para llevar a cabo esta pesquisa, nos hemos basado grosso modo en el enfoque de la DL. Sin embargo, debemos acotar que hemos realizado algunas adecuaciones metodológicas que difieren de las aplicadas en la mayoría de los trabajos de este campo disciplinar y, sobre todo, del Proyecto Panhispánico de Léxico Disponible (PPHLD)1. Específicamente, hemos cambiado el método de recolección de datos, para lo cual nos fundamentamos en la propuesta de Ávila Muñoz et al. (2020). Por lo tanto, sin grandes pretensiones, con el presente, queremos contribuir con la labor diccionarística de Venezuela desde la disponibilidad léxica, respecto a los tópicos Pandemia, Comidas y Bebidas. Además, esta pesquisa supone una evaluación a la técnica digital de recolección de datos léxicos que hemos empleado. En este orden de ideas, el objetivo general de este estudio es conocer el léxico disponible de un grupo de venezolanos, respecto a los centros de interés (CI) Pandemia, Comidas y Bebidas, con el fin de describir, cuantitativa y cualitativamente, el componente léxico en relación con variables diastráticas y diatópicas. Por su parte, los objetivos específicos son: i) describir las características estadísticas del caudal léxico de un grupo de venezolanos, según los factores Sexo y Dialecto; ii) describir las convergencias y divergencias del léxico disponible reportado por los participantes, según los factores Sexo y Dialecto; iii) determinar las palabras más disponibles del grupo, según los factores analizados; y iv) evaluar el método digital de recolección de datos léxico propuesto y utilizado en este trabajo. Este capítulo está organizado en cinco partes. En § 2 se reseñan los aspectos generales y los términos de la DL. En § 3 se expone la metodología puesta en práctica, se describen los informantes, con los cálculos descriptivos pertinentes, se especifican el diseño y característica del instrumento y recogida de datos, y la edición y procesamiento de los materiales. En § 4 se presentan los resultados cuantitativos generales, luego se detallan los resultados por variables, y, por último, se contrastan los índices específicos de disponibilidad léxica, tanto cuantitativa como cualitativamente. En § 5 se discuten los resultados del estudio, desde lo general hasta lo específico. Para terminar, en § 6 se exponen las conclusiones de la investigación. Para más detalles, véase .
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2. Consideraciones teóricas 2.1. Aspectos generales de la disponibilidad léxica Los estudios de disponibilidad léxica se iniciaron en Francia en la segunda mitad de siglo xx, con el objetivo de crear un vocabulario y gramática básico que permitiera la enseñanza-aprendizaje del francés de forma fácil. Asimismo, buscaba acelerar la difusión de la lengua gala en el mundo (López Morales 1999, Ávila Muñoz/Villena Ponsoda 2010). Gougenheim, junto con Michéa, Rivenc y Sauvageot, fueron los lexicógrafos encargados del proyecto del Francés fundamental, que se publicó por primera vez en 1956. Los investigadores empezaron utilizando la metodología aplicada en la confección de los diccionarios de frecuencia. Pero los primeros resultados no fueron satisfactorios, puesto que entre los vocablos más frecuentes se hallaban palabras de tipo funcional (preposiciones, artículos, conjunciones, pronombres), verbos y sustantivos de contenido general (ser, estar, hombre). Es decir, escaseaban las palabras de contenido léxico-semántico concreto, tan útiles en la comunicación diaria, como carta, metro, autobús, mesa, silla, etc. En consecuencia, Michéa diseñó y realizó un conjunto de experimentos en el que combinó la lexicología, la estadística y aspectos de la psicología experimental, los cuales le permitieron distinguir dos grandes grupos de palabras, a saber, las atemáticas y las temáticas. Estos términos serían la base de sus reflexiones para postular la caracterización del léxico disponible y proponer una metodología específica que fuera capaz de determinarlo. En este orden de ideas, las palabras atemáticas se refieren a aquellas que aparecen en la interacción, indistintamente del tema tratado, por lo que su frecuencia de uso en los corpus es muy alta y, por ende, aparecen en los primeros puestos de los listados léxicos. A este grupo pertenecen a, de, con, para, que, aquello, eso, el, la, él, ser, estar, entre otras. Por su parte, las unidades léxicas temáticas son las que poseen una carga léxico-semántica alta, por lo que emergen generalmente en contextos comunicativos concretos. Es decir, este tipo de unidades léxicas está condicionado por el tema específico y, por ende, su requerimiento en la interacción (Martínez-Lara 2021). A este conjunto pertenecen perro, gato, ornitorrinco, teleférico, pantalón, camisa, sostén, barbijo, inyectadora, cantar, caminar, comer, dormir, etc. A grandes rasgos, podría indicarse que las palabras atemáticas pueden catalogarse dentro del léxico frecuente, mientras que las temáticas pueden situarse dentro de la
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tipología de léxico disponible (Gougenheim et al. 1954, 1964, Ávila Muñoz/ Villena Ponsoda 2010, Gómez Devís 2019). 2.2. Léxico disponible: palabras, vocablos y centros de interés Teóricamente, el LD se refiere al caudal léxico que más rápido viene a la mente de un individuo cuando se activa una parcela léxico-semántica, como consecuencia de la presentación de un tópico específico en la interacción. Michéa (1953: 340) fue el primero en acuñar este término al afirmar que “un mot disponible est un mot qui, sans être particulièrement fréquent, est cependant toujours prêt à être employé et se présente immédiatement et naturellement à l’esprit au moment où l’on en a besoin”. En este sentido, se entiende que este conjunto de lexías está disponible en el lexicón mental de las personas, pero solo aparecerán cuando sean requeridas (Hernández Muñoz 2009, Hernández Muñoz y Tomé 2017). En los estudios de esta disciplina lingüística, el LD se activa mediante centros de interés2 (CI); es decir, mediante estímulos verbales que muevan cognitivamente la producción de palabras en la mente de los encuestados (Paredes García 2012, Hernández Muñoz/Tomé 2017, Sánchez-Saus 2019). Así pues, a los sujetos se les nombra un área nocional, por ejemplo, los animales, y ellos deben escribir todas las palabras que se asocian con el tópico nombrado, en el tiempo estipulado por los investigadores (el PPHLD sugiere dos minutos por actualizador). En virtud de que la DL forma parte de la línea de investigación léxico-estadística, los análisis se operativizan mediante el vocablo, entendido como la unidad mínima del léxico, y no sobre la palabra o unidad mínima textual (Castillo Fadić/Sologuren 2020). Así pues, un vocablo es la unidad léxica que agrupa a todas las variantes de una raíz derivada o flexionada (Lara 2006, Ávila Muñoz/Villena Ponsoda 2010). Por ejemplo, en un texto podemos encontrar la siguiente lista: gato, gata, gatos, gatas, gatico, gaticos. En esta secuencia hay seis palabras, pero solo un vocablo: gato. Esta síntesis nos ha brindado un panorama acerca de la DL, lo que nos permitirá adentrarnos en la metodología que se explica en el siguiente apartado.
2 Este término suele recibir otros nombres como eje temático, actualizador, área temática o área nocional, los cuales son utilizados como sinónimos en este texto.
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3. Metodología 3.1. Informantes Los informantes de esta investigación contestaron un cuestionario en formato digital a través de Google Forms. En total, se recibieron 239 encuestas. Empero, solo 227 cumplían efectivamente los requerimientos para el estudio: debían ser venezolanos —hombres y mujeres de distintas regiones del país—, mayores de edad, y que hayan cumplimentado toda la encuesta. Además, debían elaborar todas las listas de palabras3. Si bien son 12 los ejes temáticos analizados, expondremos únicamente los resultados de tres: Pandemia, Comidas y Bebidas. De los 227 participantes, la mayoría fueron mujeres (N = 152), lo que representa el 67 %; mientras que los hombres (N = 75) un 33 %. En cuanto a la edad, esta oscila entre 17 y 78, y la media es 43,14 años. Los sujetos fueron organizados en cuatro grupos etarios, esta distribución corresponde a una adaptación de la propuesta del Corpus Sociolingüístico de Caracas de 1987 (Bentivoglio/Sedano 1993). Así pues, las franjas de edad son: de 17 a 29 años, 30 a 45, 46 a 60, y de 61 años en adelante. En relación con las características diatópicas, hemos planteado cinco grandes zonas dialectales. Esta propuesta se concretó a partir de las reflexiones acerca de la ordenación dialectal de Páez Urdaneta (1981). Además de los resultados de Mora (1997) y Castro y Malaver Arguinzones (2016). Así pues, las cinco regiones dialectales que hemos considerado para los análisis son las siguientes4: • Central: constituida por los hablantes de Aragua, Carabobo, Caracas, La Guaira y Miranda. • Oriental: compuesta por los sujetos de Anzoátegui, Monagas, Nueva Esparta y Sucre. Asimismo, hemos agrupado aquí a los hablantes del estado Bolívar. • Occidental: integrada por los encuestados de los estados Apure, Falcón, Lara, Portuguesa y Yaracuy. Los 12 ejes temáticos de la encuesta fueron: La comida, El cuerpo humano, Bebidas, Insultos, Pandemia, Juegos y distracciones, Animales, Profesiones y oficios, La escuela: muebles y materiales, La ropa, Petróleo, Plantas y vegetación. 4 Se mencionan solo las entidades políticas-administrativas reportadas por los encuestados. 3
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• Andina: conformada por los participantes de Táchira y Mérida. • Zuliana: formada por los sujetos del estado Zulia. En la tabla 1, a continuación, se muestra la distribución del número de encuestados, respecto a las variables sexo y dialecto. Central
Oriental
H
M
H
M
H
49
97
9
38
9
146
47
Occidental
Andino
Zuliano
M
H
M
H
M
7
5
4
3
6
16
9
9
Tabla 1. Distribución de los informantes respecto a las variables sexo y dialecto
Con el objetivo de determinar la magnitud de significancia de la muestra, realizamos el cálculo de potencia estadística, mediante el programa G*Power 3 (Faul et al. 2007, 2009). Así pues, con base en los datos empíricos, aplicamos el análisis post hoc, considerando los siguientes valores: efecto de tamaño (d) = moderado; valor de alfa = 0,05; y número total de participantes válidos (227). G*Power 3 arrojó que para la variable sexo la potencia estadística es 0,97, mientras que para Dialecto es 0,99. Es decir, los cálculos desarrollados con los datos de ambas variables pueden considerarse confiables. 3.2. Instrumento y método de recogida de datos El diseño del instrumento y el método de recolección de datos se basó grosso modo en los postulados metodológicos de la DL, especialmente los concebidos por el PPHLD. Es decir, se aplicó un cuestionario que no solo recogía las listas de palabras, sino también la información diastrática y diatópica de los encuestados. No obstante, contrariamente al método ordinario, hemos empleado la plataforma digital de acceso libre Google Forms para recoger los materiales del estudio. Sin embargo, la aplicación de Google no contempla un cronómetro con límite de tiempo para la escritura de palabras, aspecto elemental en los estudios de disponibilidad léxica. La decisión de prescindir del tiempo de respuesta por campo semántico se fundamentó en el estudio de Ávila Muñoz et al. (2020), quienes recolectaron sus datos a través de la
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h erramienta de Google. Uno de los objetivos de estos investigadores era determinar la centralidad léxica de universitarios españoles. Entonces, el cuestionario léxico digital elaborado mediante Google Forms cumplía los siguientes parámetros: i) era de respuesta libre y abierta y ii) los individuos eran autónomos de reportar la cantidad de unidades léxicas que quisieran sin límite tiempo. No obstante, podían acceder y contestar solo una vez la prueba. El vínculo del test, generado por Google Forms fue enviado a través de distintos medios electrónicos, y se les pidió a los encuestados que lo compartieran entre sus allegados. El plazo de respuesta estuvo habilitado desde febrero a mayo de 2022. 3.3. Edición de los materiales Una vez vencido el plazo, se deshabilitó la cuenta, se bajaron los datos en un documento Excel y se procedió a su edición, lematización y codificación, como se realiza en todos los estudios de DL. El procedimiento de lematización se ejecutó conforme a los criterios generales de Samper Padilla (1998) y asumidos por el PPHLD. Sin embargo, se llevaron a cabo algunas adecuaciones, como, por ejemplo, tomar en cuenta todas las palabras evocadas, indistintamente de que fueran asociaciones individuales (Santos-Díaz 2020, Trigo Ibáñez et al. 2020, Castillo Fadić/Santos-Díaz 2021, Martínez-Lara 2021). 3.4. Procesamiento estadístico de los datos Las listas de palabras se codificaron —a tenor de las variables sexo y dialecto— en formato Salamanca, puesto que es el requerido para el análisis computarizado a través de Dispogen (Echeverría et al. 2005). Este programa calcula tanto los índices generales, como los específicos de DL. El más importantes es el índice de disponibilidad, que revela el grado de disponibilidad que tiene una palabra respecto a un tópico específico. Este se calcula al ponderar estadísticamente la frecuencia de aparición de un vocablo y su posición en las listas (Callealta/Gallego 2016). En la imagen 1, ilustramos la fórmula empleada por Dispogen (López Chávez/Strassburger 2001, apud Herranz 2018).
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Imagen 1. Fórmula López Chávez y Strassburger (1987, 1991) para el cálculo de la disponibilidad léxica de una palabra
En tanto que el índice de cohesión muestra el nivel de relación o coincidencia de los vocablos producidos por los sujetos en cada eje temático (Urzúa et al. 2006, Casanova 2017). Además, hemos empleado el programa SPSS para el análisis descriptivo de la muestra. En el siguiente apartado exponemos los resultados obtenidos. 4. Resultados 4.1. Resultados generales En el corpus se contabilizaron un total de 5295 unidades léxicas correspondientes a los centros de interés Comidas, Bebidas y Pandemia. El promedio de palabras por actualizador fue 1765; mientras que por sujeto resultó 23,33. El eje temático Comidas alcanzó el mayor número de palabras, 2134, lo que representa un 40,30 %, esto le acredita el mayor rango (1). Seguidamente, Pandemia registró un total de 1589 lexías, lo que se traduce en un 30 % del corpus, y el rango 2. Por último, el área nocional Bebidas tuvo un total de 1572 lemas, un 29,6 %, y rango 3. Como puede apreciarse en la tabla 2, no existen grandes diferencias porcentuales entre los centros de interés Pandemia y Bebidas, mientras que hay 10 puntos porcentuales de diferencias con Comidas5. Con el fin de sintetizar la información en las tablas, se utilizarán las siguientes siglas: Centro de interés (CI), Total de palabras (TP), Total de vocablos (TV), Promedio de palabras (PP) e Índice de cohesión (IC). 5
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CI
Rango
TP
TV
PP
IC
Comidas
1
2134
525
9,40
0,018
Pandemia
2
1589
445
7,00
0,016
Bebidas
3
1572
293
6,93
0,024
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Tabla 2. Resultados generales del LD sobre Pandemia, Comidas y Bebidas
Por su parte, se registraron 1263 vocablos, lo que se traduce en un promedio de 421 unidades léxicas distintas por cada eje temático. El mayor número de citas lo obtuvo el centro de interés Comidas, con 525 casos, lo que representa un 42 % del corpus. Luego, se encuentra el actualizador Pandemia, con 445 lemas, que se traducen en 35 %. Por último, el área nocional Bebidas tuvo 293 vocablos, un 23 %. En cuanto al promedio de palabras, puede apreciarse que se mantiene el mismo patrón de rangos. El actualizador de rango 1 (Comidas) es, justamente, el que tiene el mayor promedio de palabras, alcanzando 9,40. Por su parte, el centro de interés Pandemia (rango 2) obtuvo una media de unidades léxicas igual a 7,00; y, Bebidas (rango 3), 6,93. En este orden de ideas, la media de palabras por sujeto fue 7,78 lexías. Además, debe señalarse que el eje temático Comidas fue el único con un resultado por encima de la media por sujeto. Respecto al índice de cohesión —esto es el grado en que los vocablos de un CI están compactados o difusos para un grupo de informantes—, el eje temático Bebidas fue el que tuvo el valor más alto (0,024) y, por lo tanto, es el más cohesionado de los tres actualizadores bajo estudio. Por su parte, las áreas nocionales Comidas y Pandemia obtuvieron los índices 0,018 y 0,016, respectivamente. Considerando la categorización de Mateus-Ferro et al. (2018), Bebidas presenta un índice de cohesión alto, lo que lo ubica en el nivel compacto. En cambio, Comidas y Pandemia tienen IC medio, encontrándose ambos en el nivel de coincidencia media. No obstante, los tres estuvieron por debajo del límite de percentil de referencia, a saber, 0,05 (Serfati 2016). En los siguientes subapartados mostramos los cómputos por Sexo y Dialecto.
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4.2. Resultados por variables de estudio 4.2.1. Sexo Los estudios de disponibilidad suelen contar con el análisis social del léxico, por lo que tienen alta relación con la sociolingüística. Entre las diferentes variables diastráticas recurrentes en este tipo de pesquisa se encuentra el sexo. Como se indicó anteriormente, el 67 % de los informantes son mujeres, mientras que el resto (33 %) son hombres. Por esta razón, no resulta extraño que las mujeres tengan una mayor cantidad de palabras (3847, 73 %) y vocablos (1094, 87 %), en comparación con los hombres. El grupo masculino, por su parte, sumó un total de 1448 unidades léxicas (27 %) y 527 lemas (13 %). Tanto el total de palabras como el de vocablos dependen del número de informantes, por lo que no pueden entenderse, entonces, como índices per se; estos resultados tampoco pueden verse aisladamente (Serfati 2016, Martínez-Lara 2021). En la tabla 3 pueden apreciarse los resultados generales según Sexo. Centro de interés
Hombres
Mujeres
TP
TV
PP
TP
TV
PP
Pandemia
410
167
5,47
1179
390
7,76
Comidas
597
245
7,96
1537
443
10,11
Bebidas
441
115
5,88
1131
261
7,44
Tabla 3. Resultados generales de TP, TV y PP, respecto a la variable sexo
En cuanto al promedio de palabras, las mujeres tuvieron una media de 25,31 lexías, mientras que los hombres llegaron a un total de 19,31 unidades léxicas. Entre ambos grupos hay una diferencia de 6 palabras. El mayor valor se encuentra en el centro de interés Comidas, en el que las mujeres tuvieron una media de 10,11 palabras; 2,15 más que los hombres, quienes alcanzaron un promedio de 7,96 lexías. En el actualizador Pandemia, las mujeres tuvieron una media de 7,76 palabras, mientras que los hombres, 5,47; una separación de 2,29 lexemas. La menor diferencia de medias se halló en el eje temático Bebidas, en el que la distinción entre hombres (5,88) y mujeres (7,44) es de apenas 1,56 palabras.
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En relación con el índice de cohesión de los tres centros de interés y la variable sexo, puede observarse que los hombres presentaron los valores más altos en comparación con las mujeres. El actualizador Bebidas fue el que obtuvo el mayor cómputo en ambos sexos; los hombres alcanzaron un índice de 0,0511, mientras que las mujeres 0,0285. En cuanto a Pandemia, este fue el segundo con mayor cohesión: los hombres presentaron un IC de 0,0327 y las mujeres uno de 0,0228. Por su parte, en el eje temático Comidas, los hombres reportaron un IC de 0,0325, mientras que las mujeres 0,0228. Todos estos números ubican a los CI en un nivel de cohesión alto-compacto. Debemos afirmar que, en el caso de los hombres, el CI Bebidas fue el único en tener un valor por encima del percentil de referencia, a saber, 0,0511 > 0,05. En la tabla 4 se muestran estos datos. Hombres
Mujeres
IC
IC
Pandemia
0,0327
0,0199
Comidas
0,0325
0,0228
Bebidas
0,0511
0,0285
Centro de interés
Tabla 4. Índice de cohesión por centro de interés, según el factor Sexo
4.2.2. Dialecto Así como la DL tiene aplicaciones sociolingüísticas, también tiene aplicaciones dialectales. De hecho, el propio PPHLD contempla entre sus objetivos la comparación de los vocabularios entre las distintas zonas hispánicas. Modestamente, este trabajo ha considerado conocer las características cuantitativas del LD que evoca un grupo de venezolanos de distintas regiones geográficas, de manera que pudieran describirse las estadísticas léxicas de las variedades del español de Venezuela. A continuación, en la tabla 5, se muestran los resultados de los promedios de palabras evocadas por los sujetos según este factor.
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Central
Oriental
Occidental
Andino
Zuliano
PP
PP
PP
PP
PP
Pandemia
7,49
5,60
7,94
5,56
6,11
Comidas
9,86
8,00
10,56
7,67
9,00
Bebidas
7,18
6,11
7,13
7,67
5,33
Centro de interés
Tabla 5. Promedio de palabras por CI, respecto a la variable dialecto
Como puede observarse en la tabla 5, los hablantes de los distintos dialectos tuvieron mayor promedio de palabras en el área nocional Comidas, siendo la variedad Occidental la que alcanzó el cómputo más alto con 10,56 lexías, seguida por la Central con 9,86 lemas; luego están las variedades Zuliana, con 9 palabras, Oriental, con 8, y Andina con 7,67 unidades léxicas. La media de este actualizador fue 9,02, la cual es solo superada por los hablantes de los dialectos Occidental y Central. Por su parte, en el eje temático Pandemia —al igual que en Comidas— la zona Occidental fue la que mayor media de palabras alcanzó (7,94), frente a los dialectos Central (7,49), Zuliano (6,11), Oriental (5,60) y Andino (5,56). El promedio de esta área nocional fue 6,54 lemas, superado únicamente por los hablantes de las regiones Occidental y Central. Entonces, puede señalarse que se sigue el mismo patrón de distribución de medias tanto en el CI Comidas como en Pandemia. El eje temático Bebidas tiene el siguiente modelo de distribución de los promedios de unidades léxicas por dialecto. En primer lugar, se encuentra la variedad Andina, con un PP de 7,67; en segundo lugar, se ubica la región Central, con un PP de 7,18 unidades léxicas; en tercer lugar, está el dialecto Occidental, con una media de 7,13 palabras; en cuarto lugar, se encuentra la Oriental, con 6,11; y, por último, la Zuliana, con una media de 5,33 palabras. Las variedades Andina, Central y Occidental presentan los promedios por encima de la media del centro de interés (6,68). En el gráfico 1 se ilustran estos datos.
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Gráfico 1. Comparación dialectal de los promedios de palabras por centros de interés
En cuanto al índice de cohesión, puede observarse que las tres áreas nocionales exponen valores que las ubican en el nivel alto de compactibilidad en las cinco regiones dialectales venezolanas, puesto que todas alcanzaron índices superiores a 0,01 (Mateus-Ferro et al. 2018). En este orden de ideas, la variedad zuliana presentó los números más altos en los tres ejes temáticos, seguida de la Andina, Occidental, Oriental y, por último, Central. Bebidas fue el eje temático con el IC más alto, este lo tienen los hablantes zulianos (0,1905), seguidos por los andinos (0,1704), los occidentales (0,1295), los orientales (0,0481), y, por último, los hablantes del centro (0,0318). Este esquema se observa con los otros dos ejes temáticos. Pandemia y Comidas alcanzaron los IC más altos entre los hablantes zulianos (0,1852 y 0,1500, respectivamente). Debemos resaltar que estos datos superan el percentil de referencia para el índice de cohesión, por lo que puede afirmarse que los lexicones de este grupo por dialecto son altamente compactos. Estos datos pueden verse en la tabla 6. Centro de interés Pandemia
Central
Oriental
Occidental
Andino
Zuliano
IC
IC
IC
IC
IC
0,0203
0,0437
0,0956
0,1462
0,1852
Comidas
0,0235
0,0428
0,0952
0,1322
0,1500
Bebidas
0,0318
0,0481
0,1295
0,1704
0,1905
Tabla 6. Índice de cohesión por CI, según el dialecto
Como se indicó previamente, todos los actualizadores tienen valores altos de cohesión, siendo Bebidas el que expone el índice más elevado, seguido por Comidas y Pandemia. En el gráfico 2 se ilustran estos resultados.
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Gráfico 2. Contraste dialectal de los índices de cohesión por CI
4.3. Resultados específicos de índice de disponibilidad léxica: Pandemia, Comidas y Bebidas Uno de los objetivos de las investigaciones enmarcadas dentro de la DL es, justamente, elaborar un diccionario léxico-métrico, no definitorio, en el que se presenten, jerárquicamente de mayor a menor, las palabras de cada CI conforme al índice de disponibilidad léxica (IDL) de toda la muestra. En virtud de esto, en los siguientes apartados se describen las lexías más disponibles de cada eje temático: Pandemia, Comidas y Bebidas. Debido a las limitaciones, detallaremos solamente aquellos vocablos que hayan alcanzado un IDL≥0,1. Debemos acotar que no existe un corte estadístico único para la selección del LD de una comunidad de habla. Sin embargo, hemos considerado que IDL≥0,1 es el más adecuado para la muestra analizada (Santos-Díaz 2017, Martínez-Lara, 2021). Esto debido a que —para una muestra mediana como la nuestra— permite seleccionar un número idóneo de vocablos disponibles que represente el núcleo del centro de interés. 4.3.1. Pandemia Respecto al centro de interés Pandemia, diez vocablos resultaron con IDL≥0,1, siendo encierro el que obtuvo el valor más alto (0,3577), con 87 realizaciones y un porcentaje igual a 38,33. Los demás lexemas que siguen a encierro son COVID-19 —es decir, el nombre de la enfermedad pandémica—, muerte, enfermedad, vacuna, tapabocas, virus, miedo, cuarentena y mascarilla. En la tabla 7 se muestra detalladamente los datos cuantitativos (IDL, frecuencia, porcentaje y frecuencia acumulada) de cada lexía.
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Vocablo
IDL
Frecuencia
% aparición
Frec. acumulada
encierro
0,3577
87
38,33
0,0548
COVID-19
0,3441
82
36,12
0,1064
muerte
0,2618
68
29,96
0,1492
enfermedad
0,2412
60
26,43
0,1869
vacuna
0,1720
49
21,59
0,2177
tapabocas
0,1627
43
18,94
0,2448
virus
0,1569
41
18,06
0,2706
miedo
0,1221
33
14,54
0,2914
cuarentena
0,1145
30
13,22
0,3103
mascarilla
0,1116
28
12,33
0,3279
Tabla 7. Vocablos sobre Pandemia con IDL≥0,1
Según estos resultados, los 10 lexemas más disponibles de este actualizador son sustantivos. Estos pueden agruparse en tres categorías, a saber: i) sensación/ estado (encierro, muerte, miedo, enfermedad); ii) agentes patógenos (COVID-19, virus); y iii) medidas sanitarias (vacuna, tapabocas, cuarentena, mascarilla). En cuanto a las cinco palabras más disponibles por dialecto, en todos son coincidentes las lexías: encierro, COVID-19, enfermedad, muerte y tapabocas. Para los centrales, orientales y occidentales, encierro ocupa el primer puesto; mientras que para los andinos y zulianos son COVID-19 y muerte, respectivamente, las que dominan el primer lugar de la lista. No obstante, también se hallan tres unidades léxicas distintivas: vacuna, virus y peste. En la tabla 8 se ilustran estos resultados. Central
Oriental
Occidental
Andino
Zuliano
encierro
encierro
encierro
COVID-19
muerte
COVID-19
COVID-19
COVID-19
enfermedad
COVID-19
enfermedad
muerte
muerte
muerte
encierro
muerte
virus
enfermedad
peste
enfermedad
vacuna
enfermedad
tapabocas
encierro
tapabocas
Tabla 8. Contraste dialectal de los cinco vocablos más disponibles sobre Pandemia
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4.3.2. Comidas En el área nocional Comidas se hallaron 15 vocablos con IDL≥0,1, de los cuales arepa ocupa el primer lugar de la lista, ya que tiene el IDL más alto (0,3671), una frecuencia de 92 casos y 40,53 % de aparición. Debe señalarse que hay una diferencia de 0,1791 puntos de DL entre arepa y el segundo vocablo más disponible, carne (roja/blanca), que alcanzó un IDL = 0,1880; y 16,3 puntos porcentuales entre ambos. En la tabla 9 se muestran las lexías con sus respectivos IDL, frecuencia, porcentajes y frecuencia acumulada. Vocablo
IDL
Frecuencia
% aparición
Frec. acumulada
arepa
0,3671
92
40,53
0,04
carne (roja/ blanca)
0,1880
55
24,23
0,07
pasta
0,1742
50
22,03
0,09
pollo
0,1728
49
21,59
0,12
arroz
0,1721
49
21,59
0,14
almuerzo
0,1368
35
15,42
0,15
pabellón
0,1202
32
14,10
0,17
desayuno
0,1193
30
13,22
0,18
rico
0,1178
30
13,22
0,20
cena
0,1143
31
13,66
0,21
empanada
0,1119
31
13,66
0,23
sabroso
0,1109
29
12,78
0,24
hambre
0,1066
28
12,33
0,25
hamburguesa
0,1065
30
13,22
0,27
pescado
0,1007
33
14,54
0,28
Tabla 9. Vocablos más disponibles con IDL≥0,1 sobre Comida
De estas 15 unidades léxicas, 13 son sustantivos y dos adjetivos. Pueden agruparse en cinco categorías, como se indica seguidamente: i) base (arepa, pasta, arroz); ii) carnes/proteínas (carne (roja/blanca), pollo, pescado); iii) platos (pabellón, empanada, hamburguesa); iv) tiempo de comida (almuerzo, desayuno, cena); y v) degustación/sensación (rico, sabroso, hambre).
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Sobre las convergencias y divergencias entre las cinco palabras más disponibles del actualizador Comidas por regiones dialectales, se destaca que la palabra arepa es la que tiene el mayor índice en las cinco regiones y, por ende, ocupa el primer lugar en las respectivas listas. Además, son coincidentes las unidades léxicas: pasta, carne (roja/blanca), pollo, arroz y hambre. Por su parte, las variedades Oriental y Occidental registran un lexema distinto cada una: empanada, en la primera, y pescado, en la segunda. En tanto que en las listas de los dialectos andino y zuliano se hallaron dos palabras no coincidentes con los otros: papa y dulce (andino); pabellón y tequeño (zuliano), como se aprecia en la tabla 10. Central
Oriental
Occidental
Andino
Zuliano
arepa
arepa
arepa
arepa
arepa
pasta
pollo
hambre
papa
pasta
carne (roja/ blanca)
empanada
carne (roja/ blanca)
hambre
pabellón
pollo
carne (roja/ blanca)
pollo
arroz
tequeño
arroz
arroz
pescado
dulce
arroz
Tabla 10. Contraste de los cinco vocablos más disponibles sobre Comida por dialecto
4.3.3. Bebidas El centro de interés Bebidas fue el que menos vocablos tuvo con IDL≥0,1. Así pues, solo ocho lexías alcanzaron dicho valor. La palabra más disponible de este grupo fue agua con un IDL de 0,4945, una ocurrencia de 122 casos y 53,74 % de aparición. El resto de las unidades léxicas más disponibles, en orden jerárquico, fueron jugo (de fruta), cerveza, (re)fresco, ron, café, té, vino y güisqui. Los detalles cuantitativos de estas se ven en la tabla 11. Vocablo
IDL
Frecuencia
% aparición
Frec. acumulada
agua
0,4945
122
53,74
0,08
jugo (de fruta)
0,4312
109
48,02
0,15
cerveza
0,3751
94
41,41
0,21
(re)fresco
0,3167
79
34,80
0,26
ron
0,2517
66
29,07
0,30
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café
0,2338
62
27,31
0,34
té
0,2007
55
24,23
0,37
vino
0,1866
50
22,03
0,41
güisqui
0,1629
43
18,94
0,43
Tabla 11. Vocablos con IDL≥0,1 más disponibles sobre Bebidas
De este grupo, todas las lexías con IDL≥0,1 son sustantivos que pueden unirse en tres categorías: i) bebidas no alcohólicas (agua, jugo (de fruta), (re) fresco); ii) bebidas alcohólicas (cerveza, ron, vino, güisqui); e iii) infusiones (café, té). Central
Oriental
Occidental
Andino
Zuliano
agua
agua
agua
jugo (de fruta)
cerveza
jugo (de fruta)
jugo (de fruta)
(re)fresco
(re)fresco
agua
cerveza
cerveza
jugo (de fruta)
agua
(re)fresco
(re)fresco
(re)fresco
cerveza
té
jugo (de fruta)
ron
ron
café
café
vino
Tabla 12. Contraste de los cinco vocablos más disponibles sobre Bebidas por dialecto
Al revisar las cinco primeras palabras más disponibles de cada dialecto bajo análisis, se aprecia que agua ocupa el primer lugar en tres de las cinco regiones. El vocablo agua, si bien es compartido por todas las regiones, aparece encabezando únicamente las listas de las variedades central, oriental y occidental. Por su parte, jugo (de fruta) y cerveza preceden los glosarios de las variedades andina y zuliana, respectivamente. Estas tres lexías junto con (re)fresco, ron y café son recurrentes en los cinco dialectos. Sin embargo, té y vino son lexemas que alcanzaron a llegar a los primeros cincos puestos de los listados de LD de las regiones andina y zuliana. 5. Discusión En esta pesquisa hemos analizado, cuantitativa y cualitativamente, las listas de palabras elaboradas por 227 venezolanos de cinco áreas dialectales, con
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base en los postulados de la disponibilidad léxica. De los resultados obtenidos podemos señalar que, en cuanto a los centros de interés, estos corresponden a realidades concretas de la vida cotidiana, dos permanentes y con alta carga sociocultural (Comidas y Bebidas) y uno atingente al contexto actual (Pandemia), por lo que las personas, indistintamente del sexo y la región, tienen vinculación léxica estrecha con ellos. En este orden de ideas, pudo cotejarse que —a nivel cuantitativo— la oscilación de los promedios de palabras no fue alta, y los índices de cohesión revelaron el grado bastante homogéneo de los tres ejes temáticos. Sin embargo, como es de esperarse, hubo diferencias porcentuales entre ellos, particularmente en el número de palabras. Al respecto, el actualizador Comidas alcanzó el valor más alto, distinguiéndose de Pandemia y Bebida. Estos últimos, por su parte, mostraron porcentajes bastantes similares entre ellos. Así pues, el centro de interés Comida se ubicó en el rango 1, seguido jerárquicamente por Pandemia y Bebidas. Respecto a la variable sexo, las mujeres tuvieron un elevado porcentaje de número de palabras en comparación con los hombres, 73 % y 27 %, respectivamente. Esto se explica, porque el número de féminas doblaba al de los varones. Estos resultados, pueden compararse a grandes rasgos con los reportados por Trigo Ibáñez (2011) para el habla de los preuniversitarios sevillanos. De la misma manera, el promedio de palabras de las mujeres en cada CI estuvo por encima de los hombres, siendo justamente el campo nocional Comidas en el que el grupo femenino alcanzó el valor más alto (10,11). En relación con el índice de cohesión, si bien ambos grupos presentan valores altos de compactibilidad, fueron los hombres los que presentaron los mayores índices, lo que significa que el grupo masculino comparte muchos de los vocablos en las tres áreas nocionales. Por parte del factor Dialecto, la media de palabra más alta la tuvieron los hablantes de la región Occidental. Estos fueron los que más unidades léxicas aportaron por sujeto, específicamente en los CI Pandemia y Comida. Pero, el promedio más alto del actualizador Bebida lo obtuvieron los hablantes andinos. Sin embargo, debe acotarse que los datos mostraron que existen pocas diferencias en producción de palabras entre los sujetos de las diferentes variedades lingüísticas venezolanas, a pesar del número dispar de participantes por región. Asimismo, debe destacarse que las cinco zonas dialectales mostraron índices de cohesión bastante altos en los tres actualizadores, siendo las regiones zuliana y andina las que llegaron a valores por encima de 0,1. Esto confirma la intuición de que, ciertamente, Comidas, Bebidas y Pandemia son áreas
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nocionales tan ligadas al día de los hablantes que el léxico que las compone es altamente conocido y compartido por todos los individuos. Al referirnos ahora a los resultados específicos —estos son los de disponibilidad léxica por CI—, debe destacarse que la palabra más disponible y, por ende, la que ocupa el primer lugar en el eje temático Comida es, precisamente, arepa, tanto en los resultados generales como por dialectos. Este dato viene a corroborar el carácter de venezolanismo de dicho lexema. Además, muestra su primacía en la dieta de los venezolanos. Igualmente, entre las cinco primeras palabras de las listas por regiones, arepa ocupa el primer lugar en todas. Por lo que supone el alto grado de conocimiento, vigencia y disponibilidad a lo largo y ancho del territorio nacional de este vocablo. Asimismo, es importante señalar que —al contrastar las cinco palabras más disponibles por dialecto— se observó mucha coincidencia entre los lexicones de las cinco variedades analizadas. Las lexías convergentes fueron arepa, pasta, pollo, hambre, carne (roja/blanca) y arroz; mientras que las divergentes fueron empanada, pescado, papa, dulce, pabellón y tequeño. En el caso del actualizador Bebidas, el vocablo más disponible fue agua, el mineral más importante para la hidratación del ser humano, y base de muchos alimentos. Empero, este ocupó el primer lugar solo en tres de las cinco regiones, a saber, Central, Oriental y Occidental. En la región Andina, la lexía más disponible fue jugo (de fruta), mientras que, en la Zuliana, cerveza. Llama la atención que la mayoría de las unidades léxicas disponibles de este actualizador eran alcohólicas: cerveza, ron, vino y güisqui. Las dos primeras tienen tradición de producción y consumo en la población general, mientras que las otras dos suelen asociarse a las celebraciones importantes. En cuanto a la comparación de las cinco palabras más disponibles por variedad lingüística, se constató la alta compactibilidad léxica entre los hablantes venezolanos, pues tan solo hubo dos lexemas distintos, a saber, té y vino. En cambio, las palabras convergentes fueron agua, jugo (de fruta), cerveza, (re)fresco, ron y café. Estos datos cualitativos corroboran los resultados cuantitativos arrojados por el índice de cohesión. Por último, el virus SARS-CoV-2 ha calado en todo el mundo, por lo que Venezuela no fue la excepción. En este sentido, las palabras disponibles de este grupo de encuestados parecieran reflejar grosso modo las concepciones y experiencias vividas a raíz de este patógeno. En la lista general, la lexía con el mayor IDL fue encierro, seguida por el nombre de la enfermedad (COVID-19). En el contraste de las listas de las cinco palabras más disponibles
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por regiones dialectales, se aprecia que encierro ocupa el primer lugar en el Centro, Oriente y Occidente; mientras que los Andes es COVID-19, y en el Zulia muerte. Entre las cinco variedades, las unidades léxicas convergentes fueron encierro, COVID-19, muerte, enfermedad y tapabocas; por su parte, las diferentes fueron vacuna, virus y peste. Puntualmente sobre el actualizador Pandemia, en comparación con los resultados obtenidos por Ávila Muñoz et al. (2020: 88) —quienes analizaron el grado de centralidad léxica del área nocional Pandemia en un grupo de universitarios españoles, cuyos datos fueron recogidos también mediante Google Forms— podemos apreciar que, de las siete palabras más centrales de su muestra, tres de ellas coinciden con las 10 más disponibles de nuestro corpus, a saber, muerte, enfermedad y virus. Pero también hay que señalar que otras tres tienen coincidencia parcial por sinonimia, estas son terror con miedo; coronavirus con COVID-19; y confinamiento con encierro y cuarentena. No obstante, debemos tomar en cuenta que ambos estudios tienen objetivos y enfoque distintos, por lo que no pueden realizarse generalizaciones concretas con base en ellos, pero sí plantearse algunas hipótesis. En la tabla 13, a continuación, se muestran las semejanzas y diferencias de ambas muestras. Este estudio
Ávila Muñoz et al. (2020)
Vocablo
Vocablo
encierro
terror
COVID-19
muerte
muerte
enfermedad
enfermedad
virus
vacuna
confinamiento
tapabocas
coronavirus
virus
crisis
miedo cuarentena mascarilla
Tabla 13. Comparación de los vocablos más disponibles con las palabras más centrales
Por último, un aspecto a evaluar en esta pesquisa fue el método de recolección de los lexicones de los sujetos. Como apunta la literatura, los estudios
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de DL han tenido la tradición de aplicar las pruebas in situ en formato papel. Sin embargo, en esta época dominada por las tecnologías, no es extraño que se haya empezado a crear y utilizar recursos digitales para la recogida de datos léxicos. Al respecto, pueden mencionarse los trabajos de Blanco et al. (2020) y Martínez-Lara (2022), quienes tomaron sus respectivas muestras mediante novedosos instrumentos computarizados. El primero analizó el LD de las emociones de estudiantes de pedagogía, mientras que el segundo describió los lexicones producidos por estudiantes de Letras Hispánicas respecto al área nocional Pandemia. Igualmente, no pueden dejarse de mencionar a Ávila Muñoz et al. (2020), quienes abordaron la centralidad léxica de estudiantes españoles. Este último trabajo inspiró el modelo que diseñamos y utilizamos, puesto que ellos obtuvieron sus muestras a través de Google Forms.
Gráfico 3. Comparación de los promedios de palabras con instrumentos digitales y físicos
Los resultados de esta investigación mostraron que, cuantitativamente, la media de palabras por centro de interés fue relativamente parecida al de vila-Muñoz et al. (2020), cuyo número de informantes es similar al nuestro, Á 220 y 227, respectivamente. Sin embargo, ellos consideraron 1 eje temático más que nosotros. En el presente estudio, la media de palabras fue 7,78, mientras que en la pesquisa sobre hablantes españoles fue 4,17, una diferencia de 3,61 palabras entre ambos. No obstante, estos resultados distan mucho de las investigaciones en las que se tomaron los datos en papel, las cuales muestran
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promedios por encima de 10, superando en algunos casos las 20 palabras. Por ejemplo, en Herranz (2018), con un N = 591 y CI = 16, el promedio fue 18,8; en Santos-Díaz (2020), con un N = 171 y CI = 9, la media por estímulo fue 21,86; mientras que en Martínez-Lara (2021), con un N = 55 y CI = 3, el promedio fue 13,39. Por su parte, Marcos-Calvo et al. (2022) analizaron un N = 184 individuos y CI = 7, y encontraron una media de 25,9. En el gráfico 3, se ilustran estos resultados comparativos. 6. Conclusiones En este trabajo exploratorio y descriptivo, hemos querido contribuir con una descripción estadística del léxico producido por un grupo de venezolanos —hombres y mujeres— de distintas regiones del país. Para ello, hemos fundamentado el procesamiento y análisis de los datos en la metodología de la disponibilidad léxica, área léxico-métrica hasta ahora poco desarrollada en Venezuela. La DL es una línea de investigación fructífera que tiene una “alta capacidad diagnóstica en la detección de numerosos y diversos fenómenos lingüísticos” (Fernández Juncal/Hernández Muñoz 2021: 271). Asimismo, constituye una herramienta clave en los estudios sociolingüísticos y dialectales (López Morales 1995-1996, López Morales/Trigo Ibáñez 2019), por lo que su aplicación ha sido un criterio adecuado para conocer y determinar los vocablos referidos a la pandemia, a la comida y a la bebida, vigentes en la comunidad venezolana actual. En este sentido, puede señalarse que los resultados obtenidos brindan efectivamente una proyección —cuantitativa y cualitativa— acerca de las convergencias y divergencias del caudal léxico actual de los venezolanos, respecto de las áreas nocionales Pandemia, Comidas y Bebidas, en relación con el sexo y el dialecto. Estimamos que el análisis del caudal léxico sobre las tres áreas nocionales antes mencionadas ha resultado provechoso, puesto que son capitales y contingentes. Con base en los análisis cualitativos, puede afirmarse que las palabras de los CI Comidas y Bebidas remiten a elementos de connotación positiva. Por el contrario, las lexías del actualizador Pandemia refieren a aspectos negativos, dibujando un panorama desalentador. En virtud de esto, resulta necesario profundizar en este tipo de análisis, y complementarlos con estudios basados en grafos y con un enfoque socioantroponímico (Fernández Juncal/ Hernández Muñoz 2021).
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En consonancia con la realidad de nuestro tiempo, marcada por las nuevas tecnologías y el acceso a las redes, la disponibilidad léxica, así como las demás disciplinas lexicológicas y lexicográficas, debe aprovechar las herramientas digitales, en las medidas de sus posibilidades. Puesto que queda demostrado que las plataformas electrónicas de acceso abierto tienen la ventaja de llegar a un alto número de individuos, a pesar de las distancias geográficas. Asimismo, el uso de las tecnologías facilitaría la obtención de datos léxicos (en este caso) de distintas variedades lingüísticas con un mismo método e instrumento. Por último, esperamos que esta pesquisa motive y promueva la ejecución de proyectos léxico-estadísticos (frecuencia léxica, léxico básico y disponibilidad léxica) en Venezuela, de manera que siga afianzándose, con un aire innovador y vanguardista, la línea lexicográfica iniciada en el país hace cinco siglos. En este mismo orden de ideas, un nuevo estudio que considere: i) un mayor número de hablantes; ii) una distribución equitativa de los sujetos, según factores diastráticos y diatópicos; iii) un mayor número de centros de interés; y iv) la posibilidad de recolectar datos léxicos en papel y digital, ofrecería una descripción robusta acerca del caudal léxico de los hablantes venezolanos y, sobre todo, incluiría al país en la interacción con los grandes proyectos llevados a cabo actualmente en el mundo hispánico. Bibliografía Alvarado, Lisandro (1929): Glosarios del bajo español en Venezuela. Caracas: Lito. — (1953): Glosario de voces indígenas de Venezuela, en Obras completas. Caracas: Ministerio de Educación, Dirección de Cultura y Bellas Artes. Ávila Muñoz, Antonio/Villena Ponseda, Juan Andrés (eds.) (2010): Variación social del léxico disponible en la ciudad de Málaga. Diccionario y análisis. Málaga: Sarriá. Ávila Muñoz, Antonio/Santos-Díaz, Inmaculada/Trigo Ibáñez, Ester (2020): “Análisis léxico-cognitivo de la influencia de los medios de comunicación en las percepciones de universitarios españoles ante la COVID-19”, en Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación, 84, pp. 85-95. Blanco, Óscar/Salcedo, Pedro/Kotz, Gabriela (2020): “Análisis del léxico de las emociones: una aproximación desde la disponibilidad léxica y la teoría de los grafos léxicos”, en Lingüística y Literatura, 78, pp. 56-84. Bentivoglio, Paola (998): “La variación sociofonológica”, en Español Actual, 69, pp. 29-42.
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SOBRE LOS AUTORES
Alexandra Álvarez Muro es licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela, magister en Lingüística y doctora en Sociolingüística en la Universidad de Georgetown (Washington D.C.). Es profesora titular jubilada de la Universidad de Los Andes (Mérida). Es editora de la revista Lengua y Habla. Sus líneas actuales de investigación comprenden el análisis del discurso, el estudio de la cortesía y de la identidad, y el español americano, sobre lo que ha escrito numerosos artículos. Publicó Cortesía y descortesía: teoría y praxis de un sistema de significación (2005), Textos Sociolingüísticos (2007), Poética del Habla Cotidiana (2008, reedición) y (Des)Cortesía (2012) y El español, lengua de América (2005, con Irma Chumaceiro Arreaza). Godsuno Chela-Flores es ex catedrático encargado de Lenguas Ibero-Romances en el Departamento de Lenguas Romances de la Universidad de Helsinki (Finlandia), y profesor titular emérito de Lingüística y Dialectología Hispánicas en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia (Venezuela). Hizo sus estudios de pregrado y posgrado en la Universidad de Londres (1967) y un segundo posgrado en la Universidad de Essex (1972). Especialista en lingüística, historia y fonética y fonología (reformuladas como fonetología), ha fundado la Licenciatura en Educación, Mención Idiomas Modernos (1970), la Maestría en Lingüística y Enseñanza del Lenguaje (1979), la línea de investigación en Lingüística Teórica en el Doctorado en Ciencias Humanas (2009) y las revistas Phonos (1982-1985) y Lingua Americana (1997-presente). Vicepresidente de la International Society of Phonetic Sciences (1983-1987), la Universidad del Zulia le otorgó el doctorado honoris causa en 1999. Irma Chumaceiro Arreaza es licenciada en Letras y Magíster Scientiarum en Lingüística de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido jefe del Departamento de Lenguaje, profesora de la misma Escuela y de la Maestría en Lingüística en el postgrado de la Facultad de Humanidades y Educación. Fue
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directora de la Escuela de Letras de la misma universidad en distintas oportunidades. Es autora de numerosos artículos sobre análisis del texto literario y sobre el discurso político. En el 2001 publica Estudio lingüístico del texto literario y, con Alexandra Álvarez Muro, El español, lengua de América (2005). Manuel Díaz-Campos es profesor de Lingüística Hispánica en la Universidad de Indiana, Bloomington (Estados Unidos). Su investigación se enfoca en la adquisición de variables sociolingüísticas en el español como lengua materna, la variación sociolingüística, fonológica y morfosintáctica, la adquisición de lenguas adicionales y temas relacionados con la fonología basada en el uso. Sus trabajos aparecen publicados en las siguientes revistas: Language in Society, Probus, Lingua, Hispania, Spanish in Context y Studies in Second Language Acquisition, entre otras. Es el editor del Handbook of Hispanic Sociolinguistics (2011), del Routledge Handbook of Variationist Approaches to Spanish (2021) y del Aspects of Latin American Dialectology con Sandro Sessarego. También es el autor de la Introducción a la sociolingüística hispánica (2014) y la Introducción y aplicaciones contextualizadas a la lingüística hispánica (2017, con Kimberly Geeslin y Laura Gurzynski-Weiss). Yarubi Sol Díaz Colmenares es candidata al doctorado en Estudios Franceses de la Universidad Western y profesora adscrita al Departamento de Francés de la Universidad de Los Andes desde 2010. Su tesis doctoral en preparación se titula: Variación de las concordancias en lenguaje inclusivo en Twitter en español y francés. Yarubi es asistente de investigación en el proyecto “Inclusive Language and Variable Agreement in French and Spanish Twitter”, dirigido por el profesor David Heap (Universidad Western), y en el proyecto “Inclusive Languages”, dirigido por la profesora Diana Carter (Universidad de Columbia Británica). Sus publicaciones están relacionadas con el lenguaje inclusivo. María José Gallucci es doctora en Lingüística Hispánica por la Universidad de Zaragoza y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. Fue docente e investigadora del Departamento de Lenguaje de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela y del Instituto de Filología “Andrés Bello” de la misma institución. Ha sido investigadora principal del proyecto “Las citas conversacionales en estilo directo e indirecto en el habla de Caracas” y coinvestigadora, con la profesora Paola Bentivoglio, de
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SOBRE LOS AUTORES
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los proyectos “Estudio diacrónico del español hablado en Caracas en el período comprendido entre 1987 y 2011” y “Estudio sociolingüístico del español de Caracas, 2004-2007”, financiados por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela y enmarcados en el “Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y de América”. En la actualidad forma parte del Grupo de Investigación sobre Oralidad (UNoral), codirige el PRESEEA-Pamplona y coordina el Centro de Escritura del Departamento de Filología de la Universidad de Navarra. Sus estudios se inscriben fundamentalmente en el análisis del discurso y en la sociolingüística. Su línea de investigación actual se centra en el análisis de la polifonía en el español oral contemporáneo. Consuelo González Díaz es doctora en Lengua española y Lingüística general por la Universidad Autónoma de Madrid, Magister Scientiarum en Lingüística y licenciada en Artes por la Universidad Central de Venezuela. Se desempeña como docente-investigadora (asociada) en la Escuela de Letras y la Maestría en Lingüística de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. Actualmente está a cargo de la dirección del Instituto de Filología “Andrés Bello”. Sus estudios y publicaciones en diferentes revistas especializadas se centran en diversos temas de sintaxis del español y los marcadores del discurso. Alexis Graindorge es magíster en Lingüística por la Universidad de Montreal y trabaja en sociolingüística y dialectología. En la actualidad se interesa por la norma oral del español venezolano informal. Su tesis de maestría, titulada Identificación y relación con la norma del español venezolano: percepciones de hablantes nativos (2022), está basada en una encuesta en línea que recaudó datos y comentarios de la comunidad venezolana. Luego de estudiar la situación geográfica de la norma nacional de Venezuela y la relación de los hablantes con ella, Alexis está trabajando sobre el vínculo entre el orgullo venezolano y las actitudes lingüísticas. Krístel Guirado es licenciada en Letras y Magister Scientiarum en Lingüística de la Universidad Central de Venezuela. Actualmente es doctoranda en Lingüística Hispánica en la Universidad de Zaragoza. Está acreditada como Investigador “B” del Programa de Estímulo a la Innovación e Investigación. Obtuvo el Premio a la Investigación de la FHE-UCV y la Comisión de Estudios
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de Postgrado publicó su libro (De)queísmo: uso deíctico y distribución social en el habla de Caracas. Sus trabajos han sido publicados en revistas arbitradas y en volúmenes de contribución colectiva. Su investigación se ha centrado en los usos particulares del español hablado en Venezuela y se acerca a ellos desde distintas perspectivas (sociolingüística, corpus lingüísticos, pragmática y análisis del discurso). Irania Malaver Arguinzones es antropóloga. Magister Scientiarum en Lingüística por la Universidad Central de Venezuela y con Doctorado en Lingüística Aplicada, por la Universidad de Alcalá. Profesora de la Universidad de Granada, Departamento de Lengua Española. Fue directora del Instituto de Filología “Andrés Bello” y docente-investigadora de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Sus líneas de investigación y docencia son la variación dialectal, el español de América, el español de Venezuela, sociolingüística, dialectología y lingüística de corpus. Cuenta con más veinte artículos sobre estos temas. José Alejandro Martínez-Lara es candidato a doctor en Lingüística por la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en Lingüística y licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Actualmente se desempeña como profesor de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile). Sus líneas de investigación se centran en la léxico-estadística, sociolingüística, dialectología, semántica léxica y gramática del español. Ha publicado capítulos de libros, artículos de investigación y reseñas de libros en revistas científicas de corriente principal. Forma parte del equipo caraqueño del Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y América. Asimismo, fue profesor-investigador del Instituto de Filología “Andrés Bello” de la Universidad Central de Venezuela. Recibió el reconocimiento del Programa de Estímulo a la Innovación e Investigación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Venezuela). En 2019, se ganó la Beca ANID de Doctorado Nacional (Chile). Enrique Obediente Sosa es catedrático emérito del Departamento de Lingüística de la Universidad de Los Andes y miembro de número de la Academia Venezolana de la Lengua. Sus áreas de investigación son la fonética, la fonología y la historia del español, particularmente de su modalidad americana. Profesor invitado en universidades venezolanas, conferencista por el Instituto
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SOBRE LOS AUTORES
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Románico de la Universidad de Bergen (Noruega), la Universidad de Massachusetts (Amherst), la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Maguncia, el Instituto Iberoamericano de Berlín, El Colegio de México, la Universidad Laval (Quebec) y las universidades de Zaragoza, Salamanca y Alcalá de Henares. Ha publicado numerosos artículos en diversas revistas tanto nacionales como extranjeras. Entre sus libros destacan particularmente el manual Fonética y fonología, y el primer texto especializado de historia de nuestro idioma escrito por un hispanoamericano: Biografía de una lengua: Nacimiento, desarrollo y expansión del español. Igualmente relevantes son las publicaciones Documentos para la historia lingüística de Mérida, escritos producidos entre los siglos xvi y xviii (disponible en