Esquema de morfosintaxis histórica del español. 9788498308396, 8498308399


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Presentación
Advertencia a la segunda edición
Advertencia a la tercera edición
Indice
Capítulo 1 Introducción
1.1.Introducción
1.2.Morfosintaxis y lexicología
1.3.Los signos morfosintácticos
1.4.Los signos léxicos
Capítulo 2 Morfosintaxis histórica del nombre
2.1.Rasgos generales
2.2.¿Qué determinó la pérdida de las desinencias casuales en el sustantivo?
2.3.¿Cómo las formas del nominativo y acusativo dan una sola?
2.4.Restos fonéticos de las formas casuales perdidas
2.5.Análisis de los aspectos más importantes del cambio del sistema flexional latino al preposicional romance
Bibliografía
Capítulo 3 Morfemas de género y número en el nombre
3.1.Introducción
3.2.Análisis del morfema de género
3.3.Constitución del morfema de número
Bibliografía
Capítulo 4 El adjetivo: género, número, gradación y colocación
4.1.Clasificación de los adjetivos en latín
4.2.Latín vulgar
4.3.Romance
4.4.Género del adjetivo
4.5.El número en el adjetivo
4.6.Gradación del adjetivo calificativo
4 7.Colocación del adjetivo calificativo
Bibliografía
Capítulo 5 La aposición
5.1.La aposición
5.2.Tipos de aposiciones
5.3.Aposiciones unimembres
5.4.Aposiciones bimembres
5.5.Aposición en conexión indirecta
5.6.Otras aposiciones
Bibliografía
Capítulo 6 Los numerales
6.1.Cardinales
6.2.Ordinales
6.3.Fraccionarios
6.4.Múltiplos
BibliografíaA
Capítulo 7 Lexicogenesia nominal
7.1.Habilitación
7.2.Derivación sufijal
7.3.Derivación prefijal
7.4.Composición
7.5.Otros procedimientos lexicogenésicos
Bibliografía
Capítulo 8 Los elementos pronominales
8.1.Pronombres personales
8.2.Leísmo, laísmo y loísmo
8.3.Formas átonas apocopadas
Bibliografía
Capítulo 9 Pronombres interlocutivos, expresiones de tratamiento y desplazamientos
9.1.Usos enfáticos y sustitutos de «yo»
9.2.Usos enfáticos y sustitutos de «tú»
9.3.Otros sustitutos del tú
9.4.Desplazamiento de «yo» y «tú» en el texto literario
9.5.«El», «ella» como sustitutos de tú
9.6.Mostración genérica e indefinida con el pronombre de 2.ª persona
9.7.Los orígenes del voseo
Bibliografía
Capítulo 10 Los posesivos
10.1.Antecedentes
10.2.El posesivo de tercera persona
10.3.Análisis específico de los pronombres posesivos
Bibliografía
Capítulo 11 Pronombres demostrativos y de identidad
11.1.Uso de tales formas
11.2.Desgaste y confusión de los demostrativos. Tránsito a las lenguas romances
11.3.Análisis específico de los pronombres demostrativos
11.4.Sintaxis del demostrativo
BibliografíaA
Capítulo 12 El artículo
12.1.Estudio diacrónico
12.2.Estudio sincrónico
Bibliografía
Capítulo 13 Pronombres relativos e interrogativos
13.1.Paradigma básico
13.2.Procesos que han sufrido estos pronombres en su evolución
13.3.Análisis de las formas que perduran
Bibliografía
Capítulo 14 Pronombres indefinidos
14.1.Veamos los conservados del latín vulgar
14.2.Elementos nuevos o series romances frecuentes:
14.3.Locuciones usadas como indefinidos
14.4.Variaciones morfemáticas en los indefinidos
14.5.Terminación de algunos indefinidos
14.6.Los indefinidos actuales
Bibliografía
Capítulo 15 El verbo
15.1.Introducción: cuestiones generales
15.2.La conjugación. Evolución y resultados en romance1
15.3.El acento verbal
15.4.Las desinencias de número y persona
15.5.La apócope en las desinencias verbales
15.6.Evolución de las formas verbales latinas que se conservanen romance
15.6.1.Formas del tema de presente
15.7.El Futuro y el Condicional
15.7.1.Origen de estas formas
15.7.2.Formas sintéticas y formas analíticas romances
15.8.Los tiempos compuestos
15.8.1.Cómo, cuándo y por qué surgen las estructuras HABERE + pp. y ESSE + pp.
15.8.2.Los tiempos compuestos con «aver» y con «ser». Sus diversos tipos
15.9.Valor y uso de los tiempos verbales
15.9.1.Valor y uso de los tiempos verbales. El Modo Indicativo
15.9.2.Valor y uso de los tiempos verbales. El Modo Subjuntivo
15.10.Las perífrasis verbales
15.10.1.Clasificación de las perífrasis
15.11.La voz
15.12.Otras cuestiones de interés
15.12.1.Haber y Tener como verbos transitivos que indican «posesión»
15.12.2.El uso de «haber» como verbo impersonal: Haber impersonal + SN83
15.12.3.Uso de Ser y Estar en estructuras atributivas
Bibliografía
Capítulo 16 Derivación verbal
Bibliografía
Capítulo 17 Adverbios, preposiciones, conjunciones e interjecciones
17.1.Los adverbios
17.2.Las preposiciones
17.3.Las conjunciones
17.4.Las interjecciones
Bibliografía
Bibliografía general
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Esquema de morfosintaxis histórica del español.
 9788498308396, 8498308399

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Hernán Urrutia Cárdenas, Manuela Alvarez Alvarez

Esquemas de morfosintaxis histórica del español 3.ª edición

Universidad de Deusto •















Esquema de morfosintaxis histórica del español

Hernán Urrutia Cárdenas Manuela Álvarez Álvarez

Esquema de morfosintaxis histórica del español 3.ª edición

2001 Universidad de Deusto Bilbao

Serie Letras, vol. 6

Pablo Buitrón ha redactado los Capítulos 11.º y 12.º e Iñigo Nagore los Capítulos 3.º y 7.º de la segunda parte del libro

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Publicación impresa en papel ecológico © Universidad de Deusto Apartado 1 - 48080 Bilbao e-mail: [email protected] ISBN: 978-84-9830-839-6

A Rafael Lapesa Melgar, nuestro maestro

Presentación

Este texto, como lo indica su título, tiene como rasgo principal su carácter de esquema didáctico, sin otra pretensión. Pensamos que puede ser de utilidad para los alumnos que deben estudiar estas materias y también para quienes deseen introducirse en la morfosintaxis diacrónica del español. El trabajo desarrolla los aspectos fundamentales de cada tema, con la indicación de la bibliografía pertinente para profundizar su estudio. Obviamente, el lenguaje y exposición se han subordinado a la comprensión de los que se introducen en estas materias. Toda obra, al margen de su valor y alcance, implica el justo agradecimiento a las personas que con sus aportes configuran el fundamento de lo que se presenta. Hemos de agradecer, en primer lugar, a Rafael Lapesa, por sus enseñanzas y trabajos, cuyas huellas se hacen patentes en este texto: especialmente, en el análisis de los restos y sustitutos en español de los casos latinos, el tratamiento de género y número, y en el estudio de aposición; junto al suyo, los nombres de Manuel Alvar y Antonio Quilis, por las enseñanzas recibidas, también en este ámbito; a Francisco Marcos Marín y Maite Echenique, por sus ampliaciones bibliográficas. Casi no hace falta decir que, sin las orientaciones y ayudas citadas, este texto no hubiera podido ser una realidad. Hernán Urrutia Cárdenas

9

Advertencia a la segunda edición

Agotada la primera edición del Esquema, mera síntesis didáctica para nuestros alumnos, y sin otra pretensión, nos hemos animado a sacar esta segunda edición para seguir cumpliendo los propósitos iniciales de ayudar a los estudiantes, haciendo posible que tengan, dentro de las urgencias de un curso, una visión inicial y global de la morfosintaxis del español que, en alguna Filología de otra de las lenguas peninsulares, sólo dispone de dos horas semanales para su enseñanza. En una comunidad como la nuestra, el estudiar la historia de las lenguas es conocer la interdependencia de los pueblos. Y saberse integrante de una muy amplia comunidad lingüística y cultural. Esperamos que en los futuros planes de estudios aumenten las horas de dedicación a estas materias, en todas las Filologías de lenguas peninsulares. Sabemos que esta opinión no es compartida por algún sector, pero no podemos abstenernos de defender lo que nos parece justo y necesario, aunque esto pueda acarrearnos molestias. En esta edición hemos atendido a los reparos y valiosas sugerencias hechos en reseñas y comunicaciones personales. A todos, nuestros agradecimientos. Los más críticos le exigieron al texto, resumen orientativo, formas y contenidos que no correspondían a su índole. Esperamos que las innovaciones y las ampliaciones bibliográficas, más nuestros modestos frutos, hayan mejorado en algún grado el texto, corrigiendo deficiencias advertidas, y dentro de los límites previstos. Los estudiantes deben recordar que, con el fin de aumentar la información y superar la fase introductoria y orientativa, conviene consultar y estudiar las fuentes y la bibliografía recomendada. Los autores 11

Advertencia a la tercera edición

La acogida que han tenido las ediciones anteriores nos ha movido a presentar esta tercera. La revisión ha sido prolija. Se ha actualizado la bibliografía y se ha desarrollado y reorganizado el contenido de varios apartados. En concreto, el dedicado al verbo ha exigido una completa reelaboración que incluye una ampliación de la materia tratada y una presentación más adecuada. La recepción del libro y las sugerencias, que agradecemos, nos hacen mantener el propósito inicial del texto, esto es, presentar en forma sucinta y didáctica la morfosintaxis histórica del español. Los autores

13

Indice

11. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

17

12. Morfosintaxis histórica del nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

21

13. Morfemas de género y número en el nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

47

14. El adjetivo: género, número, gradación y colocación . . . . . . . . . . . . . . .

85

15. La aposición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

101

16. Los numerales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

107

17. Lexicogenesia nominal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

117

18. Los elementos pronominales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

151

19. Pronombres interlocutivos, expresiones de tratamiento y desplazamientos

163

10. Los posesivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

171

11. Pronombres demostrativos y de identidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

177

12. El artículo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

187

13. Pronombres relativos e interrogativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

203

14. Pronombres indefinidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

207

15. El verbo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

211

16. Derivación verbal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

331

17. Adverbios, preposiciones, conjunciones e interjecciones . . . . . . . . . . . .

335

Bibliografía general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

345

15 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Capítulo 1

Introducción

1.1. Introducción El estudio de las leyes fonéticas no es suficiente para el estudio diacrónico de una lengua. Es imprescindible estudiar la morfología y la sintaxis. Aunque, por la íntima relación entre forma y función, es mejor manejar el término de morfosintaxis. Los fenómenos de la declinación, la conjugación, los mostrativos, etc. serían incomprensibles con sólo el estudio fonético, sin tomar en cuenta la tendencia analítica y la influencia analógica. La tendencia analítica del romance tiene sus antecedentes en el latín vulgar y se manifiesta de muchas formas (perífrasis verbales, uso de preposiciones, proliferación de mostrativos, etc.). La influencia analógica, esto es, la tendencia a la uniformidad de las palabras según la afinidad paradigmática, tiene su principal incidencia en la morfosintaxis. Así, por ejemplo, en la reducción de las declinaciones, fijación de los paradigmas verbales, igualación de las terminaciones de género y de número. También encontramos la tendencia a la diferenciación en los casos de homonimia formal o funcional. Así la forma eris (futuro) sirve para diferenciar, en el presente, las formas tu es, ı˘lle est; en el romance: tú eres, él es. *Tú es es sustituido por tú eres. Este texto Esquema de Morfosintaxis Histórica del Español se organiza en 17 temas que tienen una estructura didáctica. Su finalidad es servir de mera guía al estudiante. No puede reemplazar a las clases teóricas y prácticas, consulta de bibliografía y a la realiza17 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

ción de los trabajos prácticos que se asignen, a nivel individual o de grupo. 1.2. Morfosintaxis y lexicología Dentro del sistema de la lengua solemos distinguir dos tipos de fenómenos lingüísticos que estudiaremos en este curso: la morfosintaxis y la lexicología. Son signos morfosintácticos aquellos que constituyen un sistema cerrado, mientras que los léxicos constituyen inventarios abiertos. La función de estos tipos de signos es distinta en el enunciado, mientras que los morfosintácticos hacen patente las relaciones entre los morfemas, los léxicos hacen referencia a una sustancia sémica delimitadora de la realidad. El uso de los elementos léxicos es más consciente que el de los morfosintácticos, que configuran una competencia más profunda en el hablante. 1.3. Los signos morfosintácticos Los signos morfosintácticos están constituidos por expresión y contenido, como todo signo. En el plano de la expresión el significante se expresa por una secuencia de elementos fónicos que pueden modificarse en el eje diacrónico, ya sea por fusión o escisión. Un ejemplo de fusión es la identificación formal de rosa˘ (nominativo) con rosa- (ablativo) por la evolución fonética del latín vulgar. Un caso de escisión es la evolución de ı˘lla que, por la evolución fonética, permite diferenciar entre ella y la (pronombre y artículo, respectivamente). Pero no olvidemos que si las modificaciones fonéticas del significante pueden variar el significado, también las relaciones o semejanzas de los significados influyen para que no haya modificaciones en los significantes. Esta fuerza es la analogía, según hemos visto. En el estudio diacrónico de los sistemas gramaticales se deben estudiar las dos caras del signo pero teniendo en cuenta que lo esencial es la variación de los contenidos. Así, por ejemplo, el sistema latino de los demostrativos tenía tres paradigmas: el de hic (1.ª persona), el de iste (2.ª persona) y el de ı˘lle (3.ª persona). Si lo comparamos con el castellano actual, tenemos este, ese, aquel. En el contenido no ha habido cambio, lo que ha variado son los significantes de estos signos. Otras veces puede ocurrir lo contrario: un significante que casi no se ha modificado pero que en el contenido sí tiene muchas variaciones. Un ejemplo típico es el uso de la preposición de en latín y en castellano. 18 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

1.4. Los signos léxicos Los signos léxicos son estudiados por la lexicología (o mejor lexicogenesia), dentro de las tendencias anteriores, y tienen como objeto de estudio principal el delimitar las magnitudes lexicogenésicas (prefijos, infijos, sufijos, lexemas) como elementos para formar nuevas palabras, atendiendo al nivel del significante y del significado en el eje diacrónico, según el objetivo central de este curso.

19 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Capítulo 2

Morfosintaxis histórica del nombre

2.1. Rasgos generales En latín, los nombres —sustantivos y adjetivos— tenían su declinación sintética, esto es, manifestaban las variantes propias de sus funciones sintácticas por medio de cambios en la terminación de la palabra. Las desinencias del nombre apuntaban a tres valores: el del número reducido a singular y plural, con residuos del dual en duo y ambo; el del género en sus tres formas: masculino, femenino y neutro; y finalmente, el del caso, que apuntaba al oficio del nombre en la oración. Los casos en latín eran seis con algunos restos del instrumental y del locativo. Por su declinación los nombres latinos se agrupaban en cinco clases, sistemas o declinaciones. De este conjunto latino, el español redujo las cinco clases a tres, conservó reajustados los números, suprimió en los nombres el género neutro, perdió el sistema desinencial de los casos y lo sustituyó por el procedimiento analítico de las preposiciones, conservó algún resto del neutro en los adjetivos, postergó los comparativos sintéticos y desarrolló los de carácter analítico. 2.2. ¿Qué determinó la pérdida de las desinencias casuales en el sustantivo? Las causas que dan los gramáticos son: a) Fonéticas: difundidas por los neogramáticos en el siglo XIX. Las modificaciones fonéticas sufridas por el latín hablado en la época posclásica contribuían a borrar los límites entre determinados casos: —Desaparición de la nasal final -M del caso acusativo. 21 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—Desaparición de las diferencias cuantitativas y de ciertas distinciones de timbre en la vocal de la sílaba final. ˘ que el acusativo Así sonaban igual el nominativo y vocativo ROSA ˘ (M) y el ablativo ROSA ROSA (1.ª declinación); o el acusativo AMI˘ (M) que el dativo y ablativo AMICO CU , con los que confluyó, en determinadas áreas geográficas y niveles sociales, el nominativo AMI˘ (S), cuya /-s/ omitían el latín arcaico y rústico (las inscripciones CU hispanas ofrecen, generalmente en fin de línea, nominativos sin /-s/ interpretados como descuidos o simples abreviaciones por Carnoy: Le latin d’Espagne (1906); tal explicación es, según Lapesa, insatisfactoria para omisión tan repetida; se han encontrado unos 60 ejemplos). Sería, sin embargo, erróneo suponer, según Joseph Herman: Le latin vulgaire, que la descomposición del sistema casual no es sino consecuencia de los cambios fonéticos. No hay que olvidar, nos dice, que había toda una serie de formas que habrían podido preservar perfectamente su individualidad a pesar de los cambios fonéticos: la -ı- final se mantuvo en gran parte de la Romania; por lo tanto, el genitivo en -ı- de la segunda declinación y el dativo de la tercera no tenían ninguna razón fonética para asimilarse a otras formas. En el plural casi todas las distinciones casuales eran fonéticamente estables. Hay que suponer que factores de orden funcional volvían caducas las distinciones casuales cuando, fonéticamente, no estaban amenazadas. b) Funcionales, (Cfr. Joseph Herman: Le latin vulgaire). El uso de las preposiciones fue aumentando cada vez más en latín imperial y vulgar para evitar las confusiones. Así, por ejemplo, el genitivo iba cediendo ante otras construcciones y particularmente ante ablativo con de. Ejemplo: corium de tauro por tauri corium, cupiditas de triumpo por triumpi cupiditas, etc. Lo mismo ocurrió con el dativo. La tendencia a reemplazarlo por el acusativo con ad se venía preparando desde el latín arcaico y acabó por vencer en el latín vulgar. Ejemplos: por carnifici se dijo ad carnificem; por mihi, ad me; ad propinquos restituit por propinquis, etc. La semejanza que ordinariamente tenían el dativo con el ablativo favorecía más aún la tendencia a sustituirlo por acusativo con preposición, para evitar las confusiones. El ablativo se enriqueció con varios usos al sustituir con sus preposiciones a otros casos; pero al propio tiempo se debilitó como tal, pues la preposición atacaba la esencia misma del sistema casual. Además, las preposiciones que podían unirse con acusativo y ablativo, se unían 22 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

más con el acusativo. Esto, más la igualdad fonética de ambos casos, determinó que las preposiciones se constituyeran también, en la función de ablativo, con el acusativo: cum suos discentes, cum epistolam, de terrentem, etc. En suma, en latín vulgar pronto se confundieron algunos casos como el nominativo, vocativo, acusativo, dativo y ablativo. El genitivo cesó de tener vida y uso en el habla desde principios del siglo III. Sólo quedó en la lengua especializada. El dativo quedó en Dacia; hasta el siglo XIII en Francia; en Rumanía se mantiene con su oficio propio y el de genitivo en la 1.ª y en los adjetivos femeninos; en el resto desapareció del uso hacia fines del Imperio, a excepción de los pronombres. El ablativo desapareció prácticamente a fines de la época del latín vulgar. La declinación quedó reducida al nominativo y acusativo pero esta oposición duró muy poco. En Italia y Dacia la pérdida de -r y -s la borró ya casi del todo a fines de la época imperial. En Francia duró sólo hasta el siglo XIV, aproximadamente. c) Sistemáticas: difundidas por los estructuralistas. Con las desinencias necesitamos una distinción para cada grupo de palabras según los casos que se usen, mientras que con las preposiciones es el mismo instrumento o nexo el que señala la relación sintáctica sin que cambien las palabras en su estructura. Lo anterior implica un principio de economía: las preposiciones son finitas. En suma, las razones anteriores explican cómo la pluralidad de casos latinos se redujo en latín vulgar. Esta reducción en la mayor parte de la Romania fue tal que sólo quedaron el nominativo como «casus rectus» (con sus funciones antiguas) y el acusativo como «casus obliquus» (con las funciones de genitivo, dativo, acusativo y ablativo). En castellano, al igual que en otros romances como el catalán, portugués, sardo, italiano y retorromano, esta «flexión bicasual» desapareció antes ya de la época literaria.

2.3. ¿Cómo las formas del nominativo y acusativo dan una sola? Aunque ambos casos, nominativo y acusativo, se distinguían por su . forma en el plural de la 1.ª y 2.ª declinación (-ae, -as; -ı-, -o- s), se confundían en los demás plurales y en el singular de la 1.ª (-a, -a(m)) y tendían a confundirse en todos los otros singulares porque, como ya he23 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

mos visto, al lado del nominativo con /-s/ se usaba ya en latín arcaico otro sin /-s/ y porque en los sustantivos imparisílabos se tendía a igualar las sílabas del nominativo con las del acusativo («mentis» por «mens», «bovis» por «bos»...), nominativos que hechos sin /-s/ se confundían también con los acusativos que perdían su -m final. Contribuían, además, a tal confusión el osco, el umbro y el celta que hacían el nominativo plural de la 1.ª y 2.ª declinación en -as y -os, conservando la desinencia del indoeuropeo, que el latín había alterado. Hay que añadir que la necesidad de marcar claramente la oposición singular/plural robusteció la posibilidad del acusativo como elemento base del léxico nominal romance. 1.ª declinación -a/-as

< -AS acusativo

  

plural

-o/-os

-I nominativo < -OS acusativo

  

plural

  

plural

  

plural

  

 nominativo -A sing.   acusativo -AM >

plural

-AE nominativo

2.ª declinación  nominativo -US sing.   acusativo -UM >

3.ª declinación  nominativo -/-S sing.   acusativo -EM >

-ES nominativo -e/-es

< -ES acusativo

4.ª declinación  nominativo -US sing.   acusativo -UM >

-US nominativo -o/-os

< -US acusativo

5.ª declinación  nominativo -ES sing.   acusativo -EM >

-ES nominativo -e/-es

< -ES acusativo

La distinción entre desinencias casuales de un mismo número podía desaparecer sin gran daño para la comprensión, gracias sobre todo a las 24 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

preposiciones; pero la oposición singular/plural no contaba con más instrumentos que las desinencias. En suma, en la 1.ª declinación los casos nominativo y acusativo se fundieron fonéticamente no sólo en singular (musa-musa(m)), sino también en plural; ya fuera por analogía de la tercera declinación ya por influjos dialectales, es lo cierto que aun antes de la época imperial se usaba un nominativo plural en -as igual al acusativo: Filias matri fecerunt. En la 2.ª, el nominativo singular tendía a perder la -s, tal vez por influencia de los neutros con pérdida de sus consonantes finales no sibilantes o con terminación vocálica: templu(m) > templo; cornu > cuerno. Y el nominativo plural, por influencia dialectal, terminaba en -os, como el acusativo plural: Filios et nepotes salvos memoria patri posuerunt. Los fenómenos anteriores hicieron coincidir los resultados de los nominativos y acusativos singulares y plurales, respectivamente: N. sing. A. sing. amicu(s), amicu(m) > amigo N. pl. N. pl. A. pl. amici → amicos, amicos > amigos En la 3.ª, no hubo diferencia en ambos casos en plural: N. pl. A. pl. nubes, nubes > nubes Y en el singular, por la pérdida de la -s en el nominativo, se dio una coincidencia fonética entre ese caso y el acusativo: N. sing. A. sing. nube(s), nube(m) > nube La 4.ª declinación, con los cambios fonéticos, la pérdida de los casos y del género neutro, se confundió con la 2.ª declinación: cornu > cuerno, etc. La 5.ª, fonéticamente, había de ir a la 3.ª, pero se repartió entre la 1.ª, que se llevó la mayor parte y la 3.ª, que mantuvo muy pocos ejemplos: luxurie(m) > luxuria; specie(m) > especie. Además de este trasvase de declinaciones enteras, hubo cambios parciales por la pérdida del género neutro y los cambios fonéticos, principalmente: pectus > pechos; caput > cabo, etc. D. Gazdaru, frente a los que privilegian un determinado caso latino como antecedente de los resultados romances, señala que la forma resultante deriva de un sincretismo de casos que, como hemos visto, tiende teleológicamente a mantener, pese a los cambios, la sistematicidad en la oposición morfemática de número. 25 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Hay que destacar que el francés y el provenzal mantuvieron durante más tiempo la «flexión bicasual»; así tenemos en francés antiguo: sujeto: emperére sing. régimen: empereéur > empereur (francés moderno) sujeto: empereéur plural régimen: empereéurs > empereurs (francés moderno) Pero tal situación de bicasualidad desaparece en estas lenguas a lo largo de la Edad Media (siglo XIV), de ahí que en el francés y provenzal modernos no quede ya más que un único caso, generalmente el oblicuo. Los cinco paradigmas nominales del latín se reducen a tres tipos de sustantivos en castellano con oposición de género y número: 1.º Los terminados en -a procedentes de la 1.ª declinación latina. 2.º Los terminados en -o provenientes de la 2.ª y 4.ª declinación latina. 3.º Los terminados en -e o en consonante procedentes de la 3.ª y 5.ª declinación latina. Y al desaparecer las diferencias casuales los valores que expresaban los casos serán indicados por otros procedimientos: 1.º Uso de preposiciones. 2.º Orden de los elementos. 3.º Uso de artículos. 2.4. Restos fonéticos de las formas casuales perdidas Aunque la inmensa mayoría de los sustantivos en castellano proceden de la forma del acusativo latino, hay otros que proceden de la forma fónica de otros casos. Ejemplos: Ablativo: sólo con valor adverbial hallamos supervivencias de este caso: HAC HORA > agora HOC ANNO > hogaño ˘ CO > luego LO IPSA HORA > essora TOTA VIA > todavía MENTE > miente, mientre, -mente (castellano moderno) Del ablativo plural no hay resto alguno. 26 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Dativo: no hay supervivencias de este caso en las lenguas neolatinas, salvo en rumano. Genitivo: no se conservan de este caso más restos que en: a) Ciertos topónimos, en los que se perdió algún sustantivo, como MONASTERIUM o ECCLESIA. Sancti Emeteri > Santemder, Santander Sancti Justi > Santiuste Sancti Quirici > Sanquirce Castrum Sigerici > Castrogeriz Villa Gotthoru > Villa Otoro, Villatoro Gu˘ndemari > Gondomar b) Algunas frases petrificadas: Forum Judicum > Fuero Juzgo ← es un fósil lingüístico que sólo tiene sentido cuando va con la palabra «Fuero». Comite Stabu˘li > condestable ← unidad significativa que ha dejado de ser compuesta. Fil(iu) ecclesiae > filigrés, feligrés. Auri fresu > orfrés, ant. (luego rehecho: orofrés) c) Los días de la semana:

  

Dies Martis > martes Dies Jovis > jueves Dies Veneris > viernes

Contagian la -s final a los otros dos días de la semana que no la tenían en su origen y por:

Dies Lunae se dijo *Lunae-s, de donde «lunes». Dies Me rcu-rii se dijo *Mércuri-s, de donde «miércoles». «Domingo» no proviene originariamente de un genitivo. Viene de DOMINICUS, que es un adjetivo que significa ‘día del Señor’. «Sábado» < SABATUM, ‘día de descanso’. Puede haber, pues: 1. Aposición en: dies sabato. 2. Sustantivo + Adjetivo en: dies dominicus. 3. Sustantivo + Genitivo en el resto de los días. Vocativo: no expresa relaciones sintácticas, de ahí que no necesite forma especial; en latín era igual al nominativo, salvo en la 2.ª declinación. De ésta, sólo algún nombre propio muy usado en vocativo conservó su forma: Yagüe < Jacobe. 27 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Sancte Jacobe (como grito de guerra) > Santi Yagüe en el siglo XIII, mod. Santiago. San Sixte (aparece en el refrán andaluz: «San Sixte, busca las uvas donde las viste»). Jesucriste, vocativo que aparece en el Poema de Fernán González. Nominativo: los restos de este caso son esporádicos. Podemos agruparlos en: a) Los acabados en -s por influencia eclesiástica o gálica: Dios < Dieos < DE˘US Jesús, Longinos, Marcos Carlos < CAROLUS Los nombres rústicos: Domingos, Pabros, Toribios... El toponímico Roncesvalles < RUMI˘ CIS VALLIS (un genitivo y un nominativo); y el anticuado «res» (= nada). b) También por influencia francesa tenemos: 1. PRE˘SBYTER > fr. ant. preste

prête (fr. mod.) prete (it.) preste (cast.)

2. Nominativo CANTOR > chantre (fr.) Acusativo CANTOREM > chantour > chanteur Nuestro «chantre» viene de la forma francesa proveniente del nominativo latino. 3. Nominativo SARTOR > sartre (fr.) > sastre (provenzal), de donde nuestro «sastre». Estos préstamos son términos eclesiásticos. En el caso de «sastre» ¿por qué no tenía el español una palabra para ella? Existía «alfayate», palabra de origen árabe. En esta época hubo mucha inmigración francesa y la profesión de «sastre» fue preferentemente de judíos, árabes y francos; de ahí su nombre franco, «sastre». maestre 4. MAGI˘ STER maese «Maestre» se usa en las órdenes militares de origen islámico. La institución de órdenes militares en España se hace según el modelo musulmán, aunque sus términos sean de origen románico. En el siglo XII y XIII se funda Alcántara, Santiago, Calatrava, 28 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Montesa. Estas órdenes de caballeros religiosos, con voto de castidad y obediencia llamaban a sus miembros «fraires» cuando aún los miembros de órdenes monacales no se designan ni «frailes» ni «fraires». Por lo cual no es de extrañar que se introduzca «maestre» con una -e extranjerizante. «Maese» junto a «maestre» aparece como título para designar al menestral que ha adquirido el grado máximo en su oficio. También se ha designado así a gentes que enseñan ciencia. c) El caso de VIRTUS, del lenguaje eclesiástico y jurídico: Nominativo: VIRTUS > virtos, ant. (‘ejército, tropa’): «Virtos del Campeador». Junto a esto se usa «virto» como ‘fuerza, violencia’ («fuerza nin virto»). Acusativo: VIRTUTEM > vertud, virtud (semicultismo). Existen ambas palabras: virtud y virto. d) Los imparisílabos: JU DEX > júdez (ant.) > juez ˘ MEX > pómez PU e) Los terminados en -o, -onis: ˘ LIO > gorgojo CURCU AVIS STRUTHIO > avestruz TI-TIO > tizo (junto a TITIONEM > tizón) BU BO > búho ... El tener la terminación -on un valor especial de aumentativo, contribuyó a que se conservasen tantos nominativos en -o, pues se tomaron como positivos de un aumentativo. f) Vocablos cultos más tardíos: cráter, vértigo, prefacio, crisis, tórax, etc. 2.5. Análisis de los aspectos más importantes del cambio del sistema flexional latino al preposicional romance 2.5.1. Un hecho relevante para los resultados nominales romances fue la nivelación de los radicales imparisílabos latinos. El parisilabismo de las otras declinaciones y aun de no pocos temas de la 3.ª declinación misma (canis, vitis, mare, rete, nubes, etc.), favo29 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

recido con restos arcaicos de varios temas antes parisílabos, produjo la tendencia a uniformar los radicales imparisílabos: a) haciendo extensivo a toda la declinación el radical o lexema del genitivo; b) extendiendo a toda la delinación el lexema del nominativo. De este modo podíamos tener: a) carnis por caro bovis por bos stirpis por stirps plebes por plebs

b) erem por eredem sangue por sanguinem serpem por serpentem inguem por inguinem

Estas tendencias analógicas produjeron en la práctica la coexistencia de variados temas. Así, por ejemplo, nominativos en -is, -es y genitivos -is, -inis, -itis. Veamos algunos paradigmas resultantes:  -es

  

 -is

—

, gen. -is e -inis:

sanguis - sanguem (ital. sangue) - sanguinem - sangre nubes - nubem - nube - nubinem - (port. nuvem) vermis - vermem - (rum. vierme) - vierven —-es, gen. -itis, -inis: tripes - tripitem - trébede - tripinem (port. trempe, sard. trebini) lendes - lendinem - liendre - lenditem (fr. lente) limes - limites - linde - liminis (tirol. lim) inguem - inguinem - ingle - inguitis (tarent. éncida) —-es, gen. -is, -inis, -itis: fames - famem (ital. fame) - faminem - hambre - famitem (rum. foamete). Se regularizaron primero los que tenían siempre el acento en la misma sílaba. Los que no cambiaban el lugar del acento tardaron más en hacerse parisílabos, aunque al final también lo hicieron. Algunos de éstos han dejado ejemplos de ambos temas: serpes - serpem - sierpe serpentis - serpentem - serpiente Las tendencias anteriores se desarrollan a lo largo del latín vulgar, aunque tienen antecedentes en el latín clásico. En cada lengua romance se marcaron las preferencias. El castellano, en general, afirmó las formas más evolucionadas: sangre, hambre, ingle, vierven, etcétera. 30 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Sin perjuicio de lo anterior, en la época romance primitiva, por influencia culta, se desarrollaron algunas formas imparisílabas como sacrista-sacristanis, scriba-scribanis, etc. En castellano este fenómeno no tuvo gran relevancia y sólo sirvió para el paso a la 3.ª de algunos sustantivos masculinos terminados en -a de la 1.ª declinación. 2.5.2. El fenómeno más importante al comparar el latín con el romance es la pérdida en la declinación de los casos desinenciales que fueron sustituidos por el sistema preposicional, orden de elementos y el artículo. 2.5.2.1. El vocativo era ya en latín literario generalmente igual al nominativo; en el habla vulgar se le igualó del todo y no dejó más huellas que en algunas formas literarias, como ya hemos visto en el caso de algunos textos medievales o en el refranero (Jacobe, Jesucriste, Sixte). 2.5.2.2. El genitivo cedió ante el ablativo con de (Ampullam in qua de oleo continebatur), aunque quedaron formas petrificadas en el léxico (Santander, feligrés) y en la historia del idioma encontramos restos sintácticos sin preposición en el romance, como ha destacado R. Lapesa (1964): Privigna: filia sua muliere (Glosas Silenses). En algunos casos, la preposición de ha sido sustituida en el castellano moderno por otras construcciones. Así, por ejemplo, en las construcciones partitivas indefinidas: Bebió del agua → Bebió agua. Bebió un poco de agua. En la literatura medieval encontramos con frecuencia, en los nombres geográficos, ejemplos de genitivo en simple aposición: París la cibdat. Pese a la restricción del uso anterior, en el castellano moderno hallamos la aposición con frecuencia en topónimos, expresiones cronológicas o delimitadores de instituciones y calles: Río Guadalquivir. Año mil novecientos ochenta. Instituto Gabriel Aresti. Aunque los rasgos semánticos pueden influir, la pérdida de la preposición está en consonancia con la relajación y supresión de la consonante dental, en posición intervocálica, en el castellano moderno, en el registro popular y coloquial. 31 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Pese a la sustitución del genitivo por la preposición de, no toda presencia de esta preposicion es marca de genitivo. En muchas ocasiones introduce elementos que corresponden a otros casos, o mejor complementos; así, por ejemplo, puede aparecer introduciendo a un complemento circunstancial o a un suplemento: Viene de Madrid. Habló de boyas, veleros y mares. En esta misma línea hay que destacar ciertos genitivos no adnominales que al complementar en latín a verbos y adjetivos tienen resultados romances con un régimen peculiar. Veamos algunos ejemplos: a) Verbos de recuerdo y olvido: en latín arcaico regían acusativo o genitivo, pero se generalizó este último. En castellano configura oposiciones como: me acuerdo de algo - recuerdo algo me he olvidado de algo - he olvidado algo. b) Adjetivos de abundancia y privación: en latín el adjetivo plenus regía genitivo. Este esquema se extendió a otros adjetivos. En castellano encontramos ejemplos como: lleno de odio - parco en palabras. c) Adjetivos de deseo: tienen su origen en las construcciones de genitivo con el adjetivo cupidus. En castellano: deseoso de saber. d) Adjetivos de semejanza: aunque con mucha pérdida encontramos en castellano ejemplos como: Igual de hermoso que... Ellos son diferentes de cara. Es muy elegante de ademanes. Finalmente, hay resultados romances de genitivo latino cuya sustitución por de + ablativo no tiene testimonios en latín vulgar. Entre ellos destacamos: 1. Genitivo de lugar y tiempo: sirve para expresar diversas relaciones en el espacio y en el tiempo. En el castellano actual se profieren otras preposiciones en algunos casos: a) b) c) d)

duración: alimentos de tres meses (‘para’) dirección: el viaje de América (‘a’) punto de partida en el tiempo: al día siguiente de aquel situación en el espacio: el crimen de Atocha (‘acaecido en’).

32 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

2. Genitivo libre de tiempo: este genitivo libre no depende de verbos ni de nombres. Ejemplos: nox (< noctes) y dius, restos adverbiales de genitivos antiguos, tienen sus equivalentes romances en de noche y de día. 3. Genitivo libre de finalidad: la construcción latina de genitivo + + gerundio o gerundivo posee una significación de finalidad: Exercitus oprimendae libertatis (‘el ejército de (= ‘para’) la represión de la libertad’). Esta construcción sigue vigente en castellano actual: el Ejército de Salvación (= ‘para’). A los anteriores podemos agregar el genitivo de concepto o rúbrica: hacerlo de favor; de cantidad: viaje de tres semanas; de nombre reiterado o ponderativo: valiente de valientes, reina de las reinas, etc. 2.5.2.3. El dativo fue más estable que el genitivo, pero la tendencia antigua de sustituirlo por AD + Acusativo terminó por triunfar en el latín vulgar (Ait ad me; dicens ad eum). La preposición ayudó a evitar las confusiones por la pérdida de nitidez en las terminaciones de los sustantivos. Fuera de la construcción de ad + acusativo, hubo otras que, en menor grado, reemplazaron al dativo latino: PRO + Ablativo e IN + Acusativo: Morir por la patria. Temer por su vida. Venir en auxilio. Entrar en el pueblo. En romance la preposición A < AD se hizo cada vez más disponible y frecuente para marcar la finalidad y destino del dativo latino, aunque también se emplea la preposición para + sustantivo o pronombre («Carlos estudia para abogado»). En la Edad Media la construcción de A + sustantivo es ambigua en algunos casos, ya que puede interpretarse la A como proveniente de AD o de A o AB, estos últimos con sentido de procedencia, origen o ablativo agente: AD = a todos sus hombres. ⇓ «Ordenó levantar una tienda a todos sus hombres» ⇓ A, AB = por todos sus hombres. 33 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

2.5.2.4. El acusativo, según ya hemos visto, perdura con los desgastes señalados de su terminación y es la base de la oposición singular/plural del romance (rosa(m)/rosas). Su sincretismo con el nominativo se dio no sólo en el singular, sino también en el plural. Hay antecedentes latinos de coexistencia del acusativo con el nominativo: Totam curationem haec est; Potionem (Potio) ad eos qui sanguinem meient. En los resultados del castellano llama la atención el objeto directo de persona con la preposición a: Veo a Juan. Esta marca se da sólo cuando el objeto directo se refiere a un referente personal definido o a un grupo de personas consideradas en su específica y concreta individualidad: necesita a la secretaria; necesita secretaria. La ley general anterior tiene sus excepciones en algunos casos puntuales como son la personificación (respeta (a) la libertad), la posibilidad de equívoco (el arenal desvía al río), o la necesidad de subrayar un determinado régimen verbal y valor de contenido (tiene un hijo listo; tiene a su hijo en Canarias). Este rasgo, coincidente con otros romances, aunque en éstos sin la extensión del castellano, se encuentra atestiguado desde muy temprano en los textos medievales. Pero con menos frecuencia que en el castellano moderno. Desde el siglo XVIII encontramos la normalización vigente, aunque todavía con algunas excepciones en el XIX. El origen de esta construcción, sustituto normal del dativo nominal latino, como expresión del acusativo de persona romance, se ha explicado desde diversos ángulos (cf. R. Lapesa, 1964). Las principales interpretaciones son: a) Algunos autores (Díez, Brauns, Hills) subrayan el papel desambiguador para evitar la confusión entre sujeto y objeto directo, dado el carácter más libre de los elementos oracionales en el castellano: A Juan vio Pedro. b) Otros explican la presencia de la preposición a como una marca especial para el objeto de persona, destacando ya su relación con el dativo latino (Meyer-Lübke) o enfatizando el carácter peculiar del objeto personal, que se diferencia del de cosa por poseer un ámbito o «esfera de autonomía». La preposición a indicaría la agresión de ese ámbito (L. Spitzer) o el respeto al mismo (A. Hatcher). c) Frente a las explicaciones anteriores, coincidentes en afirmar que el uso de a + objeto directo de persona tiene su origen en la necesidad de marcar una nueva categoría de persona/no persona en el objeto, hay otra línea de análisis que ve el empleo de a, en este caso, como efecto de otros hechos lingüísticos que favore34 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

cieron el que a posteriori se diera sistemáticamente la oposición entre objeto personal y el de cosa. Así H. Meier subraya que el origen está en la confluencia en una sola forma de los pronombres átonos de 1.ª y 2.ª persona, en casi toda la Romania, para representar el dativo y el acusativo.

Latín: acusativo ME ⇒ cast. me

me llevó a casa (Acusativo) me dio un libro (Dativo)

La fusión anterior pasó a los pronombres tónicos que usaban a como sustitución habitual del dativo latino: Latín: dativo mı hı- ⇒ cast. mí

a mí me gusta el cine (Dativo) a mí me vio Juan (Acusativo)

De este modo los pronombres tónicos por influencia de los átonos pasaron a funcionar también como objeto directo con la misma forma que empleaban para el indirecto, esto es, con la preposición a. La situación anterior de los pronombres, ya en las tres personas gramaticales, se hizo extensiva al paradigma nominal, en los nombres propios y apelativos de persona, en un proceso gradual, mediante las estructuras paralelas entre pronombres y nombres, comparaciones con la a aclaratoria o inserciones de igual índole, hasta llegar a la generalización del castellano moderno. d) Desde otra perspectiva, Reichenkron subraya que la preposición a en los textos medievales versificados cumplía, ante los nombres propios y los pronombres tónicos que carecían de artículo, la misma función rítmica que éste desempeñaba ante los nombres comunes. Posteriormente este recurso se extendió a los nombres apelativos con artículo o determinativo, cuando éstos implicaban «individuos portadores de nombre propio» (Llaman a nuestros hijos; visitó al padre). Este hecho, más otros concomitantes, según Reichenkron, afirmaría la preposición a ante el objeto de persona o de elementos personificados. Todas las explicaciones citadas tienen su parte de razón, aunque ninguna explica en exclusiva el fenómeno. 35 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Según R. Lapesa (1964), lo anterior hay que verlo en el contexto que configuran «tres hechos indudables»: a) La relación de a + objeto directo de persona con el esquema latino de Ad + acusativo, que sustituyó al dativo desinencial latino. b) El uso de una secuencia típica de dativo para expresar el acusativo de persona se inserta en la misma línea que los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo, que implican confusión, en los pronombres átonos de tercera persona, en la distinción formal entre acusativo y dativo. c) El castellano ha creado de hecho una categoría especial que distingue persona/cosa en el objeto directo. Fenómeno que, entre otros, permite hablar de una «forma interior» del español como lengua. No sólo los fenómenos de laísmo, leísmo y loísmo tienen que ver con la confusión de acusativo y dativo y la puesta en relieve del rasgo [+ persona] en el objeto. Hay otras construcciones latinas que en sus resultados romances reflejan las mismas tendencias. Así, por ejemplo, el sujeto de algunos infinitivos subordinados, las construcciones latinas de doble acusativo y las construcciones con objeto directo de persona y un complemento predicativo referido a éste. 2.5.2.5. El leísmo es el empleo de le(s) en vez del uso etimológico lo(s) en el acusativo o complemento directo. Se dan diversas modalidades de leísmo: singular y plural; masculino y femenino, e incluso en neutro. La Real Academia Española sólo acepta el leísmo masculino, singular de persona. El laísmo consiste en utilizar la(s) en vez del uso etimológico del dativo o complemento indirecto: le(s). El laísmo no es aceptado por la RAE. El loísmo consiste en emplear lo(s) en vez del uso etimológico le(s) en el Dativo o Complemento Indirecto. Todas las modalidades del loísmo son rechazadas por la RAE. En el diasistema de la lengua se da una variedad de usos del pronombre átono de tercera persona que refleja el desarrollo variado seguido desde el latín, y que se manifiesta en las diferencias actuales, en el plano diatópico, diastrático y diafásico. Veamos algunas de estas variedades: 1. Uso etimológico (en general, en Andalucía, América, Navarra, La Rioja, etc.) 36 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Singular Masculino + per

– per

Plural

Femenino + per

Neutro

– per

Masculino + per

– per

Femenino + per

C.D. (Ac.)

lo

la

lo

los

las

C.I. (Dat.)

le

le

le

les

les

– per

2. Sistema leísta (masculino, singular) para distinguir persona/no persona: nivel culto, escrito u oral (España y América). Singular Masculino

Plural

Femenino + per

Neutro

– per

Masculino + per

– per

Femenino

+ per

– per

+ per

C.D.

le

lo

la

lo

los

las

C.I.

le

le

le

le

les

les

– per

Este sistema de leísmo masculino de persona se extiende frecuentemente al plural e incluso al femenino. De este modo resulta el esquema siguiente: 3. Sistema leísta para distinguir persona/no persona en masculino y femenino, singular y plural (nivel coloquial, en el País Vasco, noroeste de Navarra y el oriente cántabro). Singular Masculino

C.D. C.I.

Femenino

+ per

– per

+ per

le

lo

le

le

Plural Neutro

– per

la le

lo le

Masculino

Femenino

+ per

– per

+ per

– per

les

los

les

las

les

les

Este sistema sirve, a veces, para la oposición [+ animado]/[– animado]: —Le saca a pasear (le = el perro). —Le deja en el veterinario (le = la gata). —Lo deja en el garaje (lo = el coche). —La pone en el comedor (la = la mesa). 37 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Los esquemas leístas anteriores reflejan la tendencia de extender el dativo para el objeto directo personal e incluso, en algunos casos, al objeto directo animado. En diacronía, también ha habido otra tendencia que ha tratado de privilegiar la distinción genérica y la de discontinuidad/continuidad frente a la casual. Aunque no se haya objetivado en una sistematización acabada, explica, a nivel coloquial, en Castilla el uso de laísmo y, a nivel popular, el de loísmo, en ciertas zonas: — La dije que viniera. —El coche lo compré usado y lo puse una chapa nueva. —La leche lo vendió bien. Diacrónicamente, la confusión de dativo y acusativo pronominales masculinos fue favorecida por el fenómeno de la apócope: dixol estas cosas (le) matól (lo) El análisis de estos ejemplos puede ser doble: a) la forma apocopada procede de le; b) la forma reducida es lo. Con todo, la tendencia que aparece primeramente es la de distinguir la persona y la cosa. Así se explica el uso del pronombre dativo para marcar el rasgo [+ persona], con un procedimiento igual al que vimos en a + acusativo de persona. Para no perder la distinción genérica, esta tendencia, en general, según vimos, ha quedado reducida al masculino singular, con menor extensión al femenino singular y al plural, masculino y femenino. De ahí la característica peculiar del leísmo extensivo de persona (masculino y femenino, singular y plural) que encontramos a nivel coloquial en el País Vasco, oriente cántabro y noroeste de Navarra. Hay que destacar que en vasco la oposición morfológica de género no existe. Así, por ejemplo, la oposición el perro/la perra sólo tiene cabida en la forma vasca txakurra, donde la -a es el artículo pospuesto, no una marca morfológica de género. La oposición genérica, cuando se marca, sólo se da por oposición lexemática: neska/mutila: chica/chico. En esta línea es posible encontrar, incluso, en hablantes bilingües (vasco/castellano), con poco dominio del romance, una tendencia a marcar sólo la oposición de número, en la estructura superficial: 38 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

4. Leísmo total sin oposición de género Singular

Plural

C.D.

le

les

C.I.

le

les

No cabe duda de que la innovación del castellano del País Vasco ha estado determinada, en el sistema de clíticos y en el de otros fenómenos, por la secular situación de lenguas en contacto. Por una parte, su sistema pronominal se distingue del «etimológico» de sus vecinos: de gran parte de Navarra (excepto la zona norte bilingüe), Aragón y La Rioja; por otra, de los sistemas pronominales del antiguo dominio lingüístico astur-leonés. En estos, a la distinción casual se le agrega la oposición de referentes continuos (no contables) y discontinuos (contables). Las viejas formas en su evolución y adaptación al castellano han mantenido las oposiciones de contenido anteriores. En el español oral, en la zona central y oriental de Asturias, comprendida entre el río Nalón y el Deva, como ha destacado I. Fernández Ordóñez (1999: 1.356), el paradigma actual de los clíticos de 3.ª persona es el siguiente: Discontinuos Singular

Continuos

Plural

Masculino Femenino Masculino Femenino Masculino Femenino

Acusativo Dativo

lo

la le (se)

los

las

les (se)

lo

lo le (se)

Ejemplos de la oposición [+ continuo]/[– continuo]: a) La leche lo ponían en una marmita [+ continuo]. b) La pera se la comió [– continuo]. c) La pera lo venderá bien este año [+ continuo]. Al oriente de Asturias, en el español general de Cantabria, aunque se mantienen los rasgos del sistema astur-leonés, se encuentra una importante variante: el acusativo masculino contable y singular lo se sustituye por le. Este leísmo singular se detecta desde el río Deva hasta la cuenca del Agüera. 39 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

No cabe duda de que este leísmo se explica por el contacto multisecular del oriente cántabro con la zona vasca. A diferencia del sistema clítico vasco que privilegia la distinción [+ animado]/[– animado], mediante el leísmo y el uso etimológico o supresión, respectivamente (Urrutia y Fernández, 1997: 863-880), el español cántabro en su uso más general privilegia las distinciones de género y de continuidad o discontinuidad de los referentes. Al leísmo anterior se le agrega en el centro-oriente de Cantabria el uso de los pronombres la/las como dativos con referentes femeninos y el lo como dativo con referente continuo. La eliminación o debilitamiento de las distinciones casuales etimológicas se hace más evidente al avanzar hacia el sur. El paradigma referencial (oposición genérica y de continuidad/discontinuidad) se hace patente en los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo que se detectan en ambas Castillas (I. Fernández, 1999: 1.360-1.363). La tendencia de privilegiar la oposición genérica y de discontinuidad/continuidad en desmedro de la distinción casual, favoreció el leísmo de cosa que, en la historia de la lengua, tuvo una altísima frecuencia y disponibilidad en la literatura castellana en el género masculino, desde el siglo XV al XVIII inclusive. Otra expresión de esta tendencia es el laísmo que ha tenido una vigencia literaria esporádica y una extensión diatópica limitada a las dos Castillas. Finalmente, el loísmo no ha tenido más que una aparición escasa en la literatura medieval y del Siglo de Oro; en la lengua actual es un rasgo diastráticamente vulgar. 2.5.2.6. La incidencia del rasgo [+ persona] y las interferencias entre acusativo y dativo se pueden apreciar también en la evolución de las construcciones latinas de doble acusativo hasta el resultado castellano. Veamos los casos más relevantes: a) Verbos que rigen dos acusativos externos, uno de persona y otro de cosa. Se trata de verbos como pedir, preguntar, rogar, enseñar, etc.: Roga me viginti minas (Plaut. Pseud.) Te similem sortem rogo (Mart.) En castellano los resultados muestran una coexistencia en la misma oración de un objeto directo de cosa e indirecto de persona: Enseña retórica a los estudiantes. Les ruego que vengan. El proceso anterior es temprano, aunque en el siglo se había consumado. 40 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

XII

todavía no

b) Verbos que rigen un complemento directo y una determinación predicativa. En este caso la naturaleza de ambos acusativos es diversa: el segundo manifiesta el resultado a que llega el primero a causa del proceso verbal. Uno es un complemento acusativo externo y el otro su complemento (acusativo) predicativo. Rigen dos acusativos de este tipo los verbos que significan atribuir o asignar a alguien una cualidad determinada. En esta línea encontramos verbos como elegir, designar, nombrar, decir, llamar, hacer, etc. Is me heredem (Plaut. Poen.) Ancum Marcium regem populus creavit (Liv.). En castellano se encuentra desde muy temprano la preposición a ante el objeto de persona. Aunque la gramática normativa describe estas construcciones en el apartado de verbos con acusativo y un sustantivo predicado, lo cierto es que en el español actual, a la vez que la preposición es imprescindible ante nombres de persona, existe vacilación entre dativo y acusativo en el uso de los pronombres átonos en zonas no leístas:  Le   Lo

  

 Les   Las

nombraron delegado.

llaman señoras.

  

c) Acusativo doble de parte y todo. En latín existían verbos que regían dos acusativos, de los cuales uno indicaba el todo y el otro la parte de este todo que específicamente era afectada por la acción verbal. Quae Coryntum arcem altam habetis Te Venus ... eradicet caput. En este caso, los resultados romances con un objeto de persona y otro de cosa presentan la coexistencia en la oración de un complemento directo de cosa (la parte) y un complemento indirecto de persona (el todo). A Juan le cortaron el pelo. A María le maquillaron la cara. d) Sujeto del infinitivo subordinado. En latín el sujeto de una oración subordinada de infinitivo se expresaba en acusativo en verbos como facere, videre, audire, vetare, sinere, iubere, etc. Otros, como imperare, permittere, concedere, etc., iban en dativo. 41 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Desde el latín tardío se encuentra el dativo en las construcciones que antes iban con acusativo. En castellano las secuencias simples como te oigo cantar llevan un acusativo te que a la vez es el sujeto del infinitivo cantar. Cuando el objeto de persona funciona con un infinitivo que tiene un objeto directo propio se transforma en dativo o complemento indirecto: Le oí declamar dos poemas. En las construcciones nominales de persona es imprescindible, en el castellano moderno, el uso de la preposición a, independientemente del hecho de que el infinitivo lleve o no objeto directo. a) (C.D.) A Carlos le veo venir. b) (C.I.) A Jorge le veo preparar la comida. En el castellano medieval la preposición «a» se usa con menos regularidad, en los infinitivos sin objeto directo propio (caso a)). 2.5.2.7. El Acusativo Adverbial perdura en romance en una serie de resultados. Los principales son: a) acusativo de complemento interno: pero ovo en cabo mala muert a morir (Alex.). b) acusativo de distancia, duración, medida, peso y precio: andan los días y las noches (Cid) dista cuatro kilómetros pesa un quintal no vale un higo cuesta cuatro mil pesetas. Todos los ejemplos de b) no son complementos directos, sino circunstanciales. En latín alternaban el acusativo y ablativo en estas construcciones: vixit decem annos; longo spatio distare. 2.5.2.8. El Ablativo. En latín hubo competencia entre el ablativo y las construcciones con preposición + ablativo o acusativo, siendo este caso el más frecuente en la sustitución. El ablativo de procedencia se fue marcando con las preposiciones de, ex y ab, prevaleciendo de en romance (Cerasium de Ponto). De y la forma que sustituyen al ablativo de comparación (melior de aliquo = «mejor que alguno»; «miglior di alcuno» (it.); Plus facitis di nobis). De, con y por reemplazan al ablativo de instrumento (Laetor de aliqua re; Cum medicamento ungeto; Per nomen vocavit). Y las preposiciones en, a, sustituyen al ablativo local (ad domum ire). 42 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

2.5.2.8.1. En cuanto al rico paradigma del ablativo de modo, encontramos la sustitución por medio de varias preposiciones: entre, con, en, etc., junto al sufijo -mente (< mentem). Veamos algunos ejemplos: a) De estado físico: animo audaci = con ánimo audaz. b) De vestimenta: regio ornatu = con regio ornato. c) Circunstancia concomitante: pace tua dixerim = Si tú me lo permites, con tu venia. d) Modo de verificarse la acción: ioco dicere = decir en broma; astu fabulare = hablar astutamente. Aunque mayoritariamente el uso preposicional caracteriza los resultados del ablativo latino, encontramos también restos sintácticos del recurso latino, esto es, complementos circunstanciales romances sin preposición. Algunos casos son: a) Ablativo Temporal: Esta tarde iremos. Aquella mañana lo hizo bien. b) Ablativo de Lugar: Fueron río abajo. Marchó cuesta arriba. c) Ablativo de Modo: Ir viento en popa. Espera mano sobre mano. 2.5.2.9. El ablativo absoluto. Aunque las construcciones equivalentes a Cicerone Consule no se conservan en romance, encontramos secuencias de sustantivo con participio pasivo o adjetivo que expresan, como el ablativo absoluto, una circunstancia previa de la acción principal. La missa dicha, pensemos de cavalgar (Cid). Terminada la ceremonia, todos se dirigieron a sus coches. Hecha la ley, hecha la trampa. 2.5.2.10. El ablativo agente. En latín para expresar el sujeto agente de los verbos pasivos se usa el simple ablativo si se trata de un nombre de cosa: miles telis conficitur, pinus vento agitatur; en caso de que el sujeto agente sea persona o ser viviente se emplea la preposición ab o a: miles ab hoste conficitur. En latín vulgar la preposición de, sustituto creciente de A — AB, se generaliza para toda construcción de sujeto 43 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

agente en la pasiva. Tal situación continúa en castellano. Así, hasta principios del siglo XVII, predomina de en estas construcciones: Fueron dél muy bien recibidos (Quijote, II). Conocido de todos. El que a muchos teme, de muchos es temido (Saavedra, Empresa). La lengua moderna ha ido aumentando el uso de por en desmedro de de. Esta ha ido quedando reducida a la construcción pasiva de verbos del ámbito afectivo y cognoscitivo (amar, conocer, apreciar, llorar, aborrecer, anhelar, etc.). Por tiene su origen en las construcciones de PER + Acusativo que indicaban en latín el agente con carácter instrumental o intermediario: Sacra per mulieres confici solent (‘los sacrificios suelen hacerse por (medio de) las mujeres’). A partir del siglo XVII el uso de por ha ido creciendo hasta su generalización actual que, salvo las construcciones con los verbos de valor afectivo y de conocimiento ya señalados, es casi absoluta. 2.5.2.11. Nominativo o predicado nominal con preposición. a) En castellano, el nominativo de sujeto puede combinarse con las preposiciones entre, hasta y según; también con fuera o fueras en castellano antiguo. Son los resultados o sustitutos de esquemas latinos: 1. Inter y secundum se combinaban con acusativo en latín (inter ipsos, secundum me); las preposiciones resultantes entre y según se pueden construir en castellano con formas de sujeto: Entre mi oficial y yo hicimos este retablo (Caballero, C.A.). Tomáronme entre quatro de aquellos (Luna, 1146). Según tú, vamos por mal camino. Según él, lo hace muy bien. Entre y según pueden encontrarse, naturalmente, precediendo a complementos: entre oro y plata, tendrían varios millones; según las circunstancias, presentaré la solicitud. 2. Hasta y fuera, en estos usos, sustituyen, respectivamente, a las preposiciones latinas Ad y Praeter seguidas de nominativo (ad Aurelius et Flavinius; praeter amici). Hasta proviene del árabe hatta (> fasta, hasta); fuera(s) deriva del latín foras. Ejemplos: Hasta tú lo viste. Hasta Juan irá a la manifestación. 44 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Diéronse todas las cibdades..., fueras ende dos cibdades (Prim. [Cr. Gen.). no la entendió nadi esta so cavalgada fuera Dios a qual sólo non se encubre nada. (Berceo, Milagros, 742). Con hasta se subraya el carácter extraordinario de la predicación referida al sujeto. El adverbio fuera(s), usado en el sentido preposicional señalado, es característico sólo del español antiguo, como hemos anticipado. b) Finalmente, el predicado nominal puede ir precedido de las preposiciones de y por. El antecedente se encuentra en latín: in timore esse, pro nihilo habere (M.L., Gr. III, 436). Veamos algunos ejemplos romances: Se halló de capitán. La tienda es de mi sobrino. Paulo era por señor dellos (Cr. G.290a).

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Capítulo 3

Morfemas de género y número en el nombre

3.1. Introducción Por incidir en los morfemas de género y número, recordemos que en la reducción a tres de las cinco declinaciones hay que puntualizar los siguientes aspectos: 3.1.1. La 4.ª declinación se confundió con la 2.ª. Ya en latín clásico había nombres que vacilaban entre la 4.ª y la 2.ª: domus, laurus, primus, etc.; en latín vulgar se multiplicaron: cornum, gelus, genum, etc. 3.1.2. La 5.ª, fonéticamente debería ir a la 3.ª, pero se repartió entre la 1.ª, que se llevó la mayor parte y la 3.ª, que retuvo muy pocos. La 1.ª tenía como puente de paso con la 5.ª la existencia de formas dobles en -ies y en -ia desde el latín clásico: effigies y effigia, luxuries y luxuria, materies y materia, etc. En latín vulgar se multiplicaron estas formas en -ia: dies y dia, Romania, barbaria, especia, malitia, planicia, etc. Los pocos nombres de la 5.ª, que no tuvieron la forma en -ia y los que por influjo culto conservaron la forma en -ies no pudieron distinguirse de los en -e de la 3.ª: fidem - fe; faciem - faz, haz; ant. res, ren, etc.; especie junto a especia son ambos cultos. 47 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

3.1.3. Además de lo anterior, hubo cambios entre las tres que quedaron: a) Los neutros en -us de la 3.ª. Al principio quedaron por la evolución fonética: pectus - pechos, pignus - peños, tempus - tiempos, etc.; pronto, sin embargo, la pérdida del neutro y la semejanza de su terminación con la de los plurales de la 2.ª declinación hizo tomar por plural su antigua forma singular y darles otro singular nuevo en -o, con lo cual los antiguos neutros en -us de la 3.ª quedaron masculinos en -o de la 2.ª: IMPIGNUS > empeños, empeño; CORPUS > cuerpos, cuerpo; LATUS > lados, lado; TEMPUS > tiempos, tiempo; PECTUS > pechos, pecho; etc. Todavía en el Arcipreste de Hita encontramos «cató contra sus pechos» y en el habla popular actual se escucha «el Cuerpos Cristi»; como en toda la Edad Media conservaron su antiguo singular en -os algunas voces de mucho uso: uebos < opus; pechos, peños, etc. Hoy perduran algunos en frases hechas: «tomar a pechos», «en tiempos de Alfonso XII», «en mis buenos tiempos», etc. b) Al perderse las consonantes latinas finales, los que quedaron acabando en -o pasaron a masculinos de la 2.ª: caput > cabo, etc. c) Más numerosos fueron los en -o, -onis que conservaron el nominativo, porque su acusativo se tomó como aumentativo: BUBO, BUBONEM > búho, bobón (arag.); TITIO, TITIONEM > tizo (ant.), tizón; COMPANIO, COMPANIONEM > compaño, compañon; y así «gorgojo» de CURCULIO, «esperteyo» (ast.) de VESPERTILIO, etc. d) En cambio la 1.ª declinación recibió generalmente los terminados en -a en sus varias clases: los neutros en -ma quedaron por su final femeninos de la 1.ª; epitema > bizma; phlegma > flema; apostema, diadema, cima, etc. e) Los neutros del plural, como acabados en -a, se hicieron singulares femeninos de la 1.ª, generalmente con sentido colectivo: LIGNA > leña, FOLIA > hoja, FESTA > fiesta, PIGNORA > pendra, prenda, etc. La correspondencia leño-leña, brazo-braza, huevo-hueva, etc. hizo que se formaran, al lado de antiguos masculinos en -o, femeninos colectivos en -a: fruto-fruta, ramo-rama, huerto-huerta, lomo-loma, río-ría y aún se formaron otros independientes de los en -o: «la buena» (‘conjunto de bienes’), «la dona» (‘conjunto de regalos’), etc. Aún los cultos usan estos nombres en -a como femeninos: vestimenta, nómina, etc. f) Los nombres griegos de la 3.ª usados en latín con forma griega por tener su acusativo en -a, se incorporaron también a la 1.ª declinación como femeninos: lámpara, sirena, Iliada, etc. 48 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

g) Otros nombres se rehicieron con cambio de declinación: 1. Ya en latín VASA hizo nacer el singular VASUM > vaso por VAS; OSSA produjo el singular OSSUM > hueso, por OS, etc. 2. En la decadencia latina los nombres propios femeninos y los que señalaban persona tuvieron (por influjo de la declinación consonántica de los vocablos griegos, que estaban entonces muy de moda) una declinación varia. Para el español la importante es la en -a, -anis, a favor de la cual salieron de la 1.ª y pasaron a la 3.ª algunos masculinos de oficio, cambiando su terminación antigua en -a por la nueva en -an: SACRISTA, SACRISTANIS > sacristán; CAPELLA, CAPELLANIS > capellán, etc.; SCRIBA, SCRIBANIS cedió el puesto a SCRIBANUS > escribano. 3. En latín vulgar y en la Edad Media hubo cambios de declinación provocados por la influencia del género gramatical, pero no en clases enteras sino en nombres aislados, tanto sustantivos como adjetivos; desde el Appendix Probi hallamos: palumbes non palumbus > palomo; nurus non nura > nuera; socrus non socra > suegra; tristis non tristus > tristo (arag.), etc., a los cuales se añaden otros como gruem > grua, grulla; puppium > popa y en la Edad Media amı˘ tes > las andes, las andas; cocleare > la cuchar, la cuchara; smaragdus > esmeralda, etc. 4. En otros, el cambio de declinación fue fruto de leyes fonéticas: apóstol, ángel, prez, etc. 3.1.4. En suma, como marco hay que destacar los siguientes puntos en la reducción de las declinaciones: 1. La declinación española en -a comprende: a) el conjunto de nombres en -a de la 1.ª declinación latina: dominam > dueña, b) nombres en -ia sustitutos de los de la 5.ª latina en -ies: sanies, sania > saña, c) neutros plurales hechos singulares y femeninos colectivos: ligna > leña, d) antiguos neutros en -ma, femeninos si son populares, masculinos si son cultos: cima, reuma, e) nombres sueltos atraídos a ella por la terminación griega: lampada > lámpara o por el género gramatical: andes (ant.) > > andas, 49 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

f) formas femeninas de adjetivos sustantivados: manzana, media, gruesa, etc., g) formas verbales en -a sustantivadas: vista, junta, fecha, cura, etc. 2. La declinación española en -o abarca: a) masculinos de la 2.ª latina: dominum > dueño, b) neutros de la 2.ª latina, hechos masculinos: templum > tiemplo, templo, c) femeninos de la 2.ª hechos masculinos: fraxinum > fresno, d) nombres de la 4.ª latina hechos masculinos todos menos: manum > mano, e) neutros en -us de la 3.ª, hechos masculinos traspuesto el singular en plural: pectus > pechos, pecho, f) nombres sueltos que por leyes fonéticas acabaron en -o: caput > cabo, g) nombres que conservaron en uso su nominativo en -o: curculio > gorgojo, h) otros rehicieron su singular por varias causas: os, ossum > > hueso. 3. La declinación tercera contiene: a) el conjunto de nombres en consonante y en -e de la 3.ª latina: leonem > león; pellem > piel; patrem > padre, etc., b) algunos nombres de la 5.ª latina: faciem > faz, haz, c) nombres de la 1.ª y 2.ª latinas hechos consonánticos por la pérdida de la vocal final: apóstol, ángel, etc. o por la metátesis del nominativo: presbiter > preste; magister > maestre, d) nombres forasteros en -á, -ó, -í, -ú, sobre todo árabes: alfaquí, maravedí, tetuaní, tisú, sofá, rondó, ambigú, etc., e) nombres masculinos de la 1.ª, pasados a la declinación del bajo latín -a, -anis: sacristanem > sacristán, f) nombres cultos en -u: espíritu, tribu, ímpetu, etc., g) formas verbales de final vario, sustantivadas: trueque, pagaré, levante, etc. 3.2. Análisis del morfema de género En latín se distinguían tres géneros gramaticales: masculino, femenino y neutro. La distribución de los sustantivos en uno u otro género estaba basada, al parecer por herencia del indoeuropeo, en una concep50 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

ción naturalista que distinguía los seres animados de los inanimados, y dentro de los animados, los masculinos de los femeninos.

Inanimados

/

Masculino/Femenino

      

    

Neutro

Animados

A esta distribución obedece, por ejemplo, aunque resulte extraño a nuestra mentalidad, la consideración de las plantas como femeninas, por ser generadoras de fruto, mientras que éste era considerado inanimado, y por lo tanto, gramaticalmente neutro (PIRUS «peral» femenino y PIRUM «pera» neutro). No obstante, género gramatical y género natural coincidían con poca frecuencia. Así, por ejemplo, sustantivos como FOCUS, VENTUS... eran masculinos, mientras que AQUA, TERRA... eran femeninos, aunque todos designaban objetos asexuados. Por tanto, es difícil saber a priori cuál es el género de un sustantivo dado. En realidad, el género gramatical no se reconocía por el examen del sustantivo mismo, sino que era indicado, sobre todo, por el comportamiento sintagmático (es decir, por la concordancia con los elementos adyacentes): así un sustantivo masculino era aquel que iba acompañado de la forma masculina del adjetivo con el que se relacionaba y un sustantivo femenino aquel que pide la forma femenina del adjetivo, por ejemplo: «Bonus nauta», «alta fagus»... Sin embargo, no siempre el adjetivo indicaba de una manera clara el género del sustantivo, ya que había adjetivos como ATROX que tenían la misma forma para los tres géneros en el nominativo singular y otros como FORTIS que confunden el masculino y el femenino. En cuanto al género neutro sabemos que se caracterizaba por tener formas especiales en el nominativo, vocativo y acusativo de ambos números, pero también se confundía con los casos correspondientes del masculino. Por todo esto, y además porque la distinción de los géneros correspondía a diferencias semánticas no claramente sentidas por los latinos, había confusiones entre los tres géneros. Además, puesto que en la mayoría de los casos el género estaba determinado por el cambio de lexema, las oposiciones de género tenían un rendimiento funcional muy reducido. Así la oposición masculino/femenino se limitaba a un escaso número de seres sexuados. Ejemplos: Dominus/domina; lupus/lupa. 51 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En definitiva, «para los latinos el mantenimiento del género es en la mayoría de los casos una supervivencia sin objeto» (Meillet, Linquistique historique et linguistique générale). En castellano, con la desmitologización de la naturaleza, desaparece la distinción genérica fundamental del latín: animado/inanimado, perdiéndose la categoría del neutro. Quedan, pues, para el sustantivo dos géneros: masculino/femenino. Salvo en los nombres sexuados el género romance se va a entender como mero indicador de una categoría gramatical privado de cualquier referencia semántica. 3.2.1. Origen de los morfemas genéricos (-O/-A) a) En latín la mayoría de los sustantivos de la 1.ª declinación eran femeninos, de ahí que el fonema -a se haya habilitado como morfema indicador de género femenino en castellano. Ejemplos: PORTA(M) fem. > puerta, fem. MENSA(M) fem. > mesa, fem. Naturalmente, habría que incluir aquí a los sustantivos de la 5.ª declinación que pasaron a la 1.ª. MATERIES → MATERIA > madera (fem.) RABIES → RABIA > rabia (fem.) Dentro de la 1.ª declinación había, no obstante, sustantivos masculinos en -a: POETA, NAUTA, PROPHETA, PATRIARCHA... La influencia culta, que mantiene la estructura fonética de la palabra, ha favorecido también el mantenimiento del género etimológico, en contra incluso de la distribución según la terminación. Se han mantenido, pues, como masculinos. Sin embargo, la lengua medieval y clásica utilizaba estos sustantivos como femeninos. Ejemplos: «David la profeta», «las patriarcas»... Se documentan como masculinos ya desde Berceo. b) Del mismo modo el fonema -o < -U(M) de los sustantivos de la 2.ª declinación (y los asimilados a ella) se propagó como morfema genérico del masculino. Ejemplos: ˘ MINU(M) > dueño DO 2.ª declinación

MAGI˘ STRU(M) > maestro ME˘TU(M) > miedo

4.ª declinación

˘ RTU(M) > puerto PO

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Se asimilan a este tipo también los sustantivos neutros de la 2.ª declinación en -UM y de la 3.ª en -US, que estudiaremos más adelante. Los sustantivos masculinos y femeninos de la 3.ª declinación con acusativo en -EM, dan lugar a formas españolas en -e y, si ésta se pierde, a formas en consonante. ˘ MINE(M) > hombre, masc. masc. HO fem. MULIERE(M) > mujer, fem. También entrarían en este grupo algunos sustantivos de la 2.ª declinación por apócope o cambio de -o en -e. Ejemplos: ˘ LUS > apóstol APOSTO ˘ ˘ ˘ PUS (1. vulgar) > golpe. COLAPHUS (1. clásico) > *COLU c) Conservación del género etimológico y cambios de género en las terminaciones -a, -o. Normalmente los sustantivos conservan el género etimológico. No obstante, se han producido cambios en el género y ello por dos razones: —fonéticas —semánticas. En general se observa una fuerte tendencia a distribuir los sustantivos según su terminación en masculinos (-o) y femeninos (-a). Cuando el sustantivo escapa a esta norma general se produce el cambio: o bien se acomoda el género a la forma o bien la forma al género. Sólo dos sustantivos: mano (fem.) y día (masc.) escapan espontáneamente a este doble proceso analógico; los estudiaremos más adelante. 1. Acomodación del género a la forma a) En primer lugar tenemos los sustantivos neutros en -UM (2.ª declinación), en -US (3.ª declinación) y en -U (4.ª declinación) que pasaron al masculino y los plurales neutros en -A que pasaron al femenino de acuerdo con su terminación. Ejemplos: TEMPLUM > templo CAELUM > cielo

  

CORPUS > cuerpos TEMPUS > tiempos

luego por su apariencia de plurales dieron un singular analógico, como luego veremos al estudiar el neutro.

FOLIA > hoja FESTA > fiesta 53 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

b) Los nombres de árboles y plantas eran generalmente femeninos en latín clásico. Por acomodación a la forma se hicieron masculinos. Ejemplos: FRAXINU(M) fem. > fresno (masc.) ULMU(M) fem. > olmo (masc.) PINU(M) fem. > pino (masc.) 2. Acomodación de la forma al género Se produce sobre todo con sustantivos sexuados. a) Algunos nombres de parentesco como SOCRUS (fem.) y NURUS, -US (fem.) de la 4.ª declinación habían pasado en latín tar RA de donde los resultados «suegra dío a la 1.ª: SOCRA y *NO y nuera». Lo mismo ocurrió, por ejemplo, con el sustantivo de la 3.ª declinación NEPTIS, -IS (fem.): NEPTA > nieta. b) Este segundo proceso analógico también se observa en algunos nombres de piedras preciosas: Latín SMARAGDUS, -I (masc. y fem.). En latín la vacilación entre masc. y fem. se debía a la aposición con LAPIS (masc.) o con GEMMA (fem.). En castellano, en cambio, la tendencia al femenino se debe sin duda a la aposición con «piedra». De este modo hubo una acomodación de la forma al género: castellano «esmeralda». Sin embargo, SAPHIRUS, -I (fem.) en castellano antiguo fue utilizada a veces como femenino («de las piedras las çaffires» Alfonso X). Finalmente se acomodó, siguiendo el anterior proceso analógico, al masculino por la terminación: «el zafiro». Hay que tener presente que los nombres de piedras preciosas están sometidos a influencias extrañas. En latín eran helenismos, y al griego habían llegado desde el cercano Oriente. c) Otros sustantivos que han variado su terminación por mantener el género original son: PU LEX, -ICIS (fem.) → *PULICA, -AE → «pulga» GRUE(M) → GRUA(M) > grua > grulla TURTURE(M) → TURTURA(M) > tórtola ... Fuera de este doble proceso analógico, que representa la fuerza reguladora del sistema, hay algunas voces que han pasado del masculino en -u (> -o) al femenino en -a y viceversa, cambiando a la vez de géne54 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

ro y terminación. Los casos son realmente pocos y las causas no siempre claras. Ejemplos: Latín TALPA, -AE era tradicionalmente masculino, pero por acomodación a la forma se hizo femenino ya en el mismo latín. En latín vulgar se desarrolló analógicamente un masculino *TALPUS, -I de donde se explica el castellano «topo» (masc.). Latín CALCEUS masc. (‘calzado’) ha dado en castellano «la calza»; hay que suponer un latín vulgar *CALCEA fem. (‘media’) quizá como cree Meyer-Lübke por influencia de SOLEA (‘sandalia’). El primer proceso analógico que hemos visto, es decir, el de acomodación del género a la forma es el que tiene, con mucho, la primacía en la evolución del latín al español. Tal acomodación, se ha producido también en los cultismos; así por ejemplo, en latín eran femeninos sustantivos como CATHETUS, DIALECTUS, DIPHTHONGUS, PHARUS... mientras que en español son masculinos: cateto, dialecto, diptongo, faro... 3. La mano y el día Como hemos dicho son las únicas formas que se han salvado del doble proceso analógico visto. Para explicar tal irregularidad se han aducido argumentos diversos. a) lat. MANUS, -US (fem.) → MANU(M) > mano (fem.) Esta forma anómala no presenta vacilación en toda la historia de la lengua. Meillet: «la mano en general se designa en femenino porque sirve para recibir los objetos». mano (fem.)/pie (masc.) b) Lat. clásico DIE S, -EI → lat. vulgar *DI A, -AE → *DI A(M) > > día (masc.). Parece ser que este sustantivo fue originalmente masculino. En latín alternaba en el singular con el femenino, sin duda por analogía con los dobletes ya existentes MATERIES/MATERIA, LUXURIES/LUXURIA... pero en plural seguía siendo masculino. El mantenimiento de «el día» es, pues, más extraño que el de «la mano» ya que en latín - clásico existió vacilación de género y porque el paso a *DI A hace pensar en una acomodación inequívoca al femenino. Es posible que la persistencia del masculino se haya visto favorecida por el frecuente uso proclítico (en el nombre de los días de la semana). 55 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Otra interpretación que se ha dado es que «el día» ha conservado su masculino por oposición a «la noche». Oposiciones de este tipo (el día/la noche, el pie/la mano, el sol/la luna, el cuerpo/el alma...) tienen su origen lejano en las creencias de los indoeuropeos primitivos. La oposición de género se mantendría así como un elemento más de la oposición semántica. Es decir, la morfología como elemento de oposición expresiva, sicológica. Por otra parte, cabe observar que la anomalía de «el día» se ha mantenido en el diminutivo «el diíta» y en el compuesto «mediodía» mientras que la irregularidad desaparece en los diminutivos: «la manita», «la manecilla», «la manilla»... y en el aumentativo «la manaza». No obstante, en parte del dominio hispánico (en gran parte de Hispanoamérica y en Andalucía) junto a «la manita», se usa «la manito», y aun en el habla culta. c) El resto de los sustantivos que podamos encontrar con este grado de anomalía, es decir, femeninos en -o y masculinos en -a, se deben a influencia culta o extranjerizante: no pertenecen propiamente al fondo lingüístico del castellano. Se trata de préstamos ajenos a la evolución espontánea de la lengua. 4. Algunos ejemplos de femeninos en -o —«La nao» < cat. nau (< NAVEM) se ha usado en castellano desde el siglo XIII hasta el período clásico sistemáticamente como femenino; hoy es voz limitada al lenguaje retórico. «La seo» < cat. seu (< SEDEM) está documentado desde Calderón, pero es de uso muy limitado y casi con valor toponímico (la Seo de Urgel). «La libido» (< LIBIDO), es un latinismo introducido recientemente por la literatura psicoanalítica; con mucha frecuencia se lee y se oye en España y América «la líbido» con falsa acentuación esdrujulista, favorecida sin duda por la anomalía morfológica. Hay que agregar algunos más, de vida circunstancial o efímera como: «la sínodo», «la método», «la cartílago»... que han terminado por acomodarse al masculino. —Otros femeninos en -o: «la moto», «la foto» formas abreviadas de «la motocicleta» y «la fotografía», en los que la conciencia etimológica mantiene inalterable el género. En otros casos como «la radio» (abreviación de la radiotelefonía), «la dinamo» o «la dínamo» (de la «máquina dinamoeléctrica») «la magneto» (de la «máquina magneto-eléctrica»)... no es vivo el sentimiento etimológico. Además, es probable que las formas reducidas hayan llegado a algunas regiones hispánicas ya hechas, como aportaciones del francés o del inglés. 56 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—Otro grupo de femeninos en -o lo constituyen los nombres de ciudades, regiones...: en latín eran generalmente femeninos, aun los terminados en -O, -US, sin duda porque presuponían URBS, CIVITAS... Ejemplo: CARTHAGO → CARTHAGO NOVA Algunos de ellos acomodaron su forma al género, como: lat. TARRACO, hoy Tarragona; lat. BARCINO, hoy Barcelona. No obstante, en castellano son usados con frecuencia como femeninos, sin esa acomodación de la forma al género, por prevalecer la tradición latina o el sentimiento implícito de «ciudad» o «villa». Ejemplos: «En Toledo la buena, essa villa real» (Berceo) «Assí fue destruyda Tiro, la muy preciada» (Alexandre) También en el uso literario actual el femenino es bastante frecuente: «la mercantil Cartago», «la antigua Corinto», «la histórica Sagunto»... Asimismo se da el masculino analógico: «el Toledo de hoy», «el rodeado Leningrado»... —Hay un importante femenino en -o de uso popular: «la sinhueso», forma de carácter eufemístico en la que se siente todavía la palabra eludida («la lengua»). —Y por último, podríamos citar un cultismo femenino en -u que ha presentado vacilaciones: «la tribu» < TRIBUS fem. En español antiguo y clásico era frecuentísima la acomodación al masculino: «todos los doce tribos» (Alexandre). La lengua culta moderna ha impuesto el femenino. 5. Algunos ejemplos de masculinos en -a —Helenismos en -MA (-MATIS). Los neutros griegos en -µα se incorporaron en general al neutro latino. Pero al pasar al habla popular, algunos, arrastrados por la terminación, se hicieron femeninos. En romance, la atracción hacia el femenino por influencia de la -a ha sido mucho más decidida que en latín popular. Ejemplos: «la calma» (< lat. CAUMA) «la cima» (< lat. CYMA) «la coma», signo de puntuación (< lat. COMMA). Estos femeninos se apoyan en una serie de sustantivos en -ma de diversa procedencia, que son originalmente femeninos: cuaresma (< lat. ˘ MMA), grima (de origen germáQUADRAGESI˘ MA), goma (< lat. GU nico), crema (fr. crème), rima (prov. rima)..., una cantidad de arabismos como: retama, tarima, maroma... y voces de origen desconocido como: 57 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

sima, redoma, carcoma... Son en general nombres de mucho uso, de las esferas más variadas de la vida del lenguaje. Para el hablante español no podía haber un criterio que los distinguiera de los helenismos en -ma. Con todo, la erudición moderna trató de imponer en los helenismos el género masculino, más afín con el neutro etimológico y lo logró en una serie de voces que eran femeninas en el uso medieval y clásico. Ejemplos: «el aroma», «el cisma», «el enigma»... voces documentadas como femeninas: «suavísimas aromas» (Calderón) «la mala cisma» (Alexandre) «enigmas obscuras» (Góngora) A esa reacción se debe que la mayoría de los helenismos en -MA, que son de uso casi exclusivamente culto, se hayan impuesto en la lengua con el género masculino (algunos han presentado vacilación o la presentan en el habla regional): axioma, diafragma, diagrama, drama, dilema, diploma, dogma... Han surgido así, por el doble juego de la tendencia analógica y del respeto erudito a la etimología, dos grandes grupos de helenismos en -ma. Ambos grupos de sustantivos en -ma (masc. y fem.) ejercen atracción recíproca y a eso se debe una serie de vacilaciones en el habla popular y culta de todas las regiones hispánicas. Tal vacilación llega, incluso, hasta las gramáticas y diccionarios, que manifiestan a veces un criterio muy divergente. No obstante, la analogía se manifiesta a favor del masculino, que indudablemente tiene más prestigio en la lengua culta. —Helenismos en -TA. En griego eran masculinos y también en latín. En castellano -anti˘ NE TA, guo la acomodación al femenino -fue general: la planeta (← PLA ˘ ME TA, -AE). -AE masc.), la cometa (← CO El uso erudito de la época clásica logró imponer el masculino en los dos casos, si bien se siguen utilizando ambos nombres como femeninos, por influencia de la -a (tendencia analógica). Tal vacilación de género se ha resuelto con una diferenciación semántica: el cometa / la cometa ↑ ‘astro’ ↑ ‘juguete infantil’ el planeta / la planeta ↑ ‘astro’ ↑ ‘una especie de casulla’ Además de estos masculinos en -a, podríamos mencionar otros muchos, como los nombres de origen oriental: el nirvana, el karma..., términos de las ciencias naturales: el puma, el gorila..., nombres de mon58 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

tes: el Himalaya...., nombres de ríos: el Volga, el Sena...; todos ellos estudiados por A. Rosenblat en «Morfología del género en español: comportamiento de las terminaciones -o, -a». En el mencionado trabajo solamente se estudian los nombres en que no hay referencia al sexo. No obstante, también hay nombres de persona femeninos y masculinos terminados en -o y -a respectivamente. Ejemplos: Femeninos en -o: la reo, la testigo, la modelo, la soprano... Nombres de profesiones ejercidas en su generalidad por varones: médico, abogado... Hoy día cabe esperar que precisamente por el hecho de que estas profesiones son ejercidas por mujeres, habrá que terminarlas en -a: la médica, la abogada... Ya hay: la bibliotecaria, la farmacéutica... Masculinos en -a: el poeta, el atleta... sustantivos de origen culto. También hay masculinos en -a de formación popular a través de toda la historia de la lengua: el cabecilla, el recluta, un gallina, un calavera, el corneta... Asimismo hay masculinos en -a en nombres de oficios ejercidos por varones o mujeres, pero predominantemente por varones: el electricista, el taxista... 3.2.2. Cambios de género en los sustantivos de la tercera clase Lo dicho hasta ahora hace referencia a los sustantivos de las clases I y II (femeninos en -a y masculinos en -o). En lo que concierne a los sustantivos de la tercera clase, procedentes de la 3.ª declinación y de la 5.ª no asimilados a la 1.ª hay que advertir que, dado que en latín tales sustantivos eran masculinos o femeninos —sin que se diera un predominio claro de uno de los dos géneros— la terminación -e o consonante no se asoció a ningún género en particular quedando los sustantivos habitualmente con el género etimológico. No obstante, como es de suponer, fue en este terreno donde se produjeron las mayores vacilaciones y cambios en cuanto al género. A. Rosenblat en «Género de los sustantivos en -e y en consonante» (E.D.M.P.) trata de llevar a cabo una sistematización del género de tales sustantivos, teniendo en cuenta no solamente la significación y la terminación, sino también un tercer criterio: el proceso formativo. Y además en el estudio de las terminaciones va a considerar, no la simple -e o la -r, o la -d, etc. como ha hecho la gramática tradicional, sino terminaciones más determinantes como -aje, -ción, -ón, -ar, -al... A través de la multiplicidad de vacilaciones que estos sustantivos tienen respecto al género y que a primera vista dan impresión de anarquía, se percibe una tendencia de la lengua a construir en sistema, a reducir lo individual a lo general: las palabras que terminan del mismo modo se atraen las unas a las otras analógicamente, evolucionan de manera semejante. 59 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Para ver cómo esto ocurre así, estudiaremos algunos sufijos y terminaciones: 1. -UMBRE, -AMBRE, -EMBRE, -IMBRE. Los neutros latinos en -MEN -*MINEM han vacilado en español en cuanto al género. Ejemplos:

  

VIMEN > mimbre STAMEN > estambre

  

LUMEN > lumbre LEGUMEN > legumbre

  

ARAMEN > arambre, ant. > alambre EXAMEN > enjambre NOMEN > nombre

son masculinos

son femeninos

vacilan

Tales sustantivos debían ser masculinos por su procedencia neutra, no obstante algunos han pasado al femenino y otros vacilan. Rosenblat trata de documentar y sistematizar todos estos cambios y vacilaciones: a) El sufijo latino -TUDO, -TUDI˘ NEM (fem.) se confundió ya en latín vulgar con el sufijo UMEN -*UMINEM (neutro) y se hizo -TUMI˘ NEM > -dumbre. Ejemplos: CERTITUDINE(M) → *CERTITUMI˘ NE(M) > certidumbre MULTITUDINE(M) → *MULTITUMI˘ NE(M) > muchedumbre El sufijo -TUDINE(M) (> -dumbre) tuvo además en latín vulgar y en castellano gran valor formativo: podredumbre, pesadumbre, dulcedumbre... y los desusados: espesedumbre, gravedumbre, libredumbre... Es el sufijo más productivo. También el sufijo -umbre (< *-UMINEM) tuvo valor formativo en español: quejumbre, techumbre, salumbre... Los femeninos etimológicos en -dumbre atrajeron analógicamente a las formas en -umbre procedentes de neutros latinos, por considerar la terminación -umbre como sufijo: lumbre, cumbre... Solamente dos sustantivos con esta terminación «alumbre» y «cazumbre» son masculinos. Pero ha habido o hay vacilaciones en otros casos. Así, por ejemplo «lumbre» era masculino en el Alexandre alternando con el femenino; es femenino en el Arcipreste de Hita y Lope de Rueda... No obstante, podemos decir que dentro del conjunto de femeninos en -umbre las vacilaciones son escasas. En gallego, por el contrario, el proceso analógico parece que se ha producido en sentido contrario, a favor del masculino; así, aun al hablar 60 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

castellano, se da a esas palabras el género gallego: el lumbre, el costumbre, el legumbre... A estos femeninos han venido a agregarse analógicamente las formaciones nuevas en -IMBRE: urdimbre (que figura como masculino en el Diccionario de Autoridades; hoy es femenino), curtimbre... Sin embargo, conserva sus vacilaciones «mimbre» (< VIMEN, neutro): el mimbre/la mimbre, hoy es ambiguo; no obstante, parece generalizado el masculino en la lengua culta. b) En -ombre sólo tenemos «nombre» que se ha mantenido invariablemente como masculino, ya que la terminación no se ha sentido como sufijo (-ombre no ha tenido valor formativo). c) Los sustantivos en -ambre, son los que han sufrido mayor vacilación. De estos sustantivos hay que destacar «hambre» que conservó el femenino de FAMES (antiguo español «fame» o «fambre») y en el que no hubo, sin duda, sentimiento de sufijo (la vacilación moderna se debe a la á-). A parte de este sustantivo, en general, mantienen el masculino (como: alambre, fiambre ...) aunque casi todos han vacilado o vacilan por influencia analógica de los sustantivos en -UMBRE, -IMBRE. En resumen, a pesar de todas las vacilaciones puede verse cierta tendencia a un orden: 1. Los sustantivos en -umbre se han hecho femeninos o han conservado el femenino etimológico. 2. Han sido atraídos al femenino los sustantivos en -imbre. 3. Los sustantivos en -ambre, aunque casi todos han vacilado por atracción analógica hacia el femenino, mantienen en general el masculino. El proceso analógico sigue hoy en curso y no sólo vacila en muchos casos la lengua culta, sino la misma norma académica, que oscila de una edición a otra del Diccionario. No obstante, a pesar de todas las vacilaciones, puede hablarse de una tendencia a considerar -umbre como femenino y -ambre como masculino. Y quizás sea significativo en este sentido que «azumbre» de origen árabe, haya pasado al femenino, y «calambre», de origen germánico, al masculino, y que en Bogotá al cambiar «quejumbre» por «quejambre», sin duda por confusión de terminaciones, el cambio de terminación haya implicado un cambio de género. 2. Abstractos en -OR. Los abstractos en -or (CALOR, COLOR, LABOR...) eran masculinos en latín. Pero al parecer en el latín vulgar de Galia e Iberia se desarrolló 61 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

una fuerte tendencia a hacerlos femeninos, quizá, como dice Väänänen, para diferenciar estos abstractos de los concretos masculinos en -or: auctor, censor, suasor... De ahí la gran vacilación que presentan todos estos sustantivos abstractos en castellano antiguo y clásico. La vacilación más persistente, hasta en un mismo autor, es la de «calor» y «color». Tal vacilación llega hasta hoy, pero ya con tendencia al equilibrio; tiende a generalizarse la creencia de que el femenino de «calor» y «color» es incorrecto y va quedando relegado a los campos o al habla vulgar de las ciudades. La lengua culta ha impuesto el masculino en todos los abstractos en -or, a excepción de «labor» (que se ha incorporado como femenino a la lengua culta) procedente de LABORE(M) (masc.). Si la tendencia al femenino no triunfó, más probablemente que a reacción culta (un autor tan cultista como el Marqués de Santillana usa regularmente el femenino y además hay voces muy populares en que abunda tempranamente el masculino: sudor, sabor...) se debe posiblemente a un deseo de establecer una distinción genérica entre los dos tipos de abstractos en -or y -ura (a menudo participan del mismo lexema):

  

  

dulzor / dulzura amargor / amargura blancor / blancura Masc.

Fem.

Esta alternancia era mayor en la lengua antigua: ardor/ardura, calor/ calura, horror/horrura... Quizás haya contribuido a fijar este sentimiento diferenciador el hecho de que los demás sustantivos en -or (tambor, alcanfor, babor.., y entre ellos el grupo de los agentes verbales como: prendedor, mostrador..., sin contar los muchísimos de persona como: actor, autor...) son exclusivamente masculinos. Así pues, «labor, color, calor» serían el resto de una vieja tendencia contra la cual ha reaccionado la lengua moderna en un intento no enteramente logrado de diferenciación morfológica. 3. Sustantivos en -AL, -AR. En latín los sufijos -ALIS, -E (→ «al» o «ar» por disimilación) y -ARIS, -E (→ «ar» y «al» por disimilación) servían para formar adjetivos a partir de sustantivos: DI˘ GI˘ TUS → DI˘ GI˘ TALIS, -E 62 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Estos adjetivos, a su vez, podían sustantivarse en neutro: BRACHI˘ UM → BRACHIALIS, -E (adj.) → BRACHIALE, -LIS (sust. neutro). En castellano este tipo de adjetivos sustantivados se emplearán en masculino: el dedal, el puñal, el brazal, el collar... No obstante, algunos sustantivos en -al o -ar conservan su femenino etimológico, bien porque se trate de sustantivaciones recientes o bien porque la conciencia del hablante siente el sustantivo implícito al que se ha aplicado: la catedral (de «la iglesia catedral») la circular (de «la carta circular» o «la orden circular») la moral (de «la ciencia moral», «la filosofía moral», sustantivado ya en femenino en la Edad Media; en cambio «el moral» ‘árbol de la mora’) ˘ PI˘ TALEM/«el la capital (de «la ciudad capital»)/«el capital» < CA caudal» antiguamente adjetivo «cabdal» = «principal»). Algunos de estos sustantivos presentan vacilación en la historia de la lengua. Así por ejemplo: «decretal», femenino en la lengua moderna, era masculino en castellano antiguo. En resumen, puede decirse que los sustantivos en -al, -ar son en general masculinos; quedan como femeninos algunos adjetivos sustantivados de uso relativamente reciente en la lengua o con recuerdo aún del sustantivo femenino que les servía de base. En definitiva, se puede decir que además de la oposición -o, -a hay una tendencia organizativa en las otras terminaciones. La forma tiende a determinar el género; el género tiende a organizarse en español como un complejo sistema de oposiciones formales. 3.2.3. Desaparición del género neutro latino Según Iordan, la desaparición del género neutro se debe a la acción de factores diversos: 1. Factores extralingüísticos: el abandono de la concepción animista. 2. Factores fonemáticos: la caída de las consonantes finales y la identidad de tratamiento de la mayoría de las vocales finales contribuyeron a la nivelación de las diferencias entre los formantes del masculino y del neutro; el proceso se cumplió antes en singular que en plural. 3. Factores morfemáticos: al reducirse la declinación tendió a imponerse el tipo flexivo masculino para conseguir el fortaleci63 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

miento de la distinción de los nuevos casos: sujeto y régimen, de modo que se borró toda diferencia de comportamiento entre los temas neutros y masculinos. La generalización posterior de la forma del acusativo (sincretismo acusativo/nominativo) hizo que desapareciera la principal distinción entre sustantivos neutros y masculinos o femeninos (es decir, la identidad formal del nominativo y acusativo). Además la desinencia específica del neutro plural [a] fue sustituida la mayoría de las veces por los formantes de los sustantivos masculinos o femeninos [s] porque [a] se identificaba con el formante femenino singular (1.ª declinación). El refuerzo de las distinciones entre singular y plural se produjo a costa de las diferencias de género. Entonces, al perderse la categoría del neutro en el sustantivo, los neutros latinos pasaron en romance al masculino o al femenino de acuerdo a su estructura morfológica: se acomodaron al género de los sustantivos de igual terminación (-o → masc./-a → fem.). Los que no tenían ninguno de estos fonemas se les atribuyó cualquiera de los dos géneros, según razones que dependen de la historia especial de cada palabra. 1. NEUTRO SINGULAR a) Los acabados en -U(M): coincidían con el acusativo de los masculinos de la 2.ª declinación cuyo género adoptaron. Algunos están documentados como masculinos ya en latín: VINUS, MOMENTUS... Ejemplos: TEMPLUM > templo PRATUM > prado GAUDIUM > gozo ... Lo mismo ocurre con CAPUT (3.ª declinación) > cabo y CORNU (4.ª declinación) > cuerno. b) Los acabados en -MA (-MATIS) de origen griego. SCHISMA > cisma CLIMA > clima CAUMA > calma ... Como estos nombres tenían una forma igual a los de la 1.ª declinación se hicieron femeninos en un principio y como tales se emplearon hasta finales del siglo XVI. 64 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En general esos helenismos llegaron al castellano a través del latín. Algunos se incorporaron en seguida al habla popular que tendió a considerarlos como femeninos y aún subsisten como tales: calma, cima (< CYMA)... Otros, en cambio, son de penetración reciente y erudita → tendencia a hacerlos masculinos por considerar que este género refleja mejor la categoría del neutro (es decir, la indeterminación sexual). Así, se dieron vacilaciones (según el uso culto o vulgar) que subsisten hoy día: el/la reúma (fem. incluso en el habla culta de algunos países hispano-americanos) el/la fantasma (fem. en la lengua antigua y clásica; hoy tiende a utilizarse como masc. aunque lo emplean como fem. Baroja, Valle-Inclán...) el/la asma (indistintamente en tratados de Medicina «los asmas parasitarios», «asma contagiosa»...). c) Los acabados en -US (3.ª declinación). ˘ RPUS, O ˘ PUS...: en castellano antiguo conPE˘CTUS, TE˘MPUS, CO servan la -s etimológica haciendo «pechos, tiempos, cuerpos, huebos»; a pesar de la terminación (que hubiera podido identificarse con el morfema de plural) conservaban su valor original de singulares. Así la frase latina ˘ PUS EST MIHI» corresponde a la del castellano antiguo «uebos me «O es» (nunca «uebo»). En el Poema de Fernán González se escribe: «escudo contra pechos, en mano su espada...». Hoy quedan restos de este tipo en expresiones como: «en tiempos del rey Alfonso», «abierto de pechos»... Pero naturalmente, la -s acabó por identificarse como morfema de plural, creándose entonces singulares analógicos: tiempo, pecho, cuerpo, huevo... d) Los acabados en -R y -N: presentaban gran vacilación de género; en castellano, fijando definitivamente su género han pasado terminando en -e (aunque en la Edad Media vacilan). Esta terminación -e puede tener dos explicaciones: 1. Dentro del latín vulgar este tipo de neutros terminados en -R y -N crearon un acusativo analógico de los masculinos o femeninos acabados en -EM. 2. Las formas originarias latinas presentaron una metátesis de la consonante final -R o -N que pasan a posición interior. Ninguna de las dos explicaciones está atestiguada, son hipótesis. Ejemplos: ˘ RIS: Latín ROBUR, O ˘ RE(M) > robre > roble a) *ROBO 65 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

b) *ROBRU > rubro > robre > roble U BER, RIS: a) *UBERE(M) > ubre b) *UBRE > ubre NOMEN, -I˘ NIS: a) *NOMI˘ NEM > nomne > nombre b) *NOMNE > nombre INGUEN, -I˘ NIS: a) *INGUI˘ NE(M) > *ingne > ingle b) *INGNE > ingle Otros ejemplos: LEGUMEN > legumbre, LUMEN > lumbre, CULMEN > cumbre, VIMEN > mimbre, EXAMEN > enjambre... e) Neutros de varias terminaciones: ˘ CHLE˘ARE > cuchar, cuchara fem. CO PUTEALE > pozal masc. Los monosílabos: ME˘L > miel, FE˘L > hiel... probablemente ya eran femeninos en latín vulgar. MARE > mar ha vacilado a lo largo de la historia del español y aún hoy se sigue empleando con ambos géneros. La tendencia culta al masculino se deja sentir ya en Nebrija que emplea «mar Oceanum» frente a Juan de Mena: «mar Océana». Hoy se emplea habitualmente en masculino, mientras que el lenguaje marinero tiende al femenino, así como los tecnicismos: «mar gruesa», «bajamar», «mar rizada»... Neutros que tenían dos formas en el nominativo/acusativo, una monosílaba y otra bisílaba. Junto a VAS, VASIS se decía también VASUM, -I (el plural siempre VASA, -ORUM) de donde procede «vaso». ˘ S, - O ˘ SIS había OSSUM, -I de donde «hueso». Y en vez de Junto a O LAC, LACTIS se usaba en latín arcaico LACTE > leche (aunque hay quien supone un acusativo analógico *LACTE(M). 2. NEUTRO PLURAL El plural castellano de los neutros se formó sobre el singular y no según la terminación -A del plural latino. Ejemplos: PRATUM > prado/prados CAPUT > cabo/cabos 66 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Las formas del plural en -A que se conservaron lo hicieron con valor de femeninos singulares y no plurales como en latín. A este respecto hay que recordar que ya en latín junto al neutro plural ARMA, -ORUM había ˘ PERA, -UM había O ˘ PERA, -AE, esun femenino ARMA, -AE y junto a O ˘ PE˘RARI. pañol antiguo «huebra» → «obra» por influencia de «obrar» < O Así hay neutros que dejaron doble descendencia de sus formas singular y plural: PI˘ GNUS > peños PI˘ GNORA > prenda BRACHIUM > brazo / BRACHIA > braza. —En general, los femeninos procedentes de neutros plurales en -A, dado su valor original de plurales, conservan en castellano un sentido plural o colectivo: ˘ LIA > hoja (‘la caída de la hoja’) FO GESTA > gesta (‘conjunto de hechos o hazañas’) ˘I NTERANEA > entraña (‘conjunto de vísceras’) ˘ NA > buena, ant. «la buena» (‘conjunto de bienes’) BO DONA > dona, ant. «la dona» (‘conjunto de regalos’). —En algunos casos se opone masc./fem. procedentes de neutro sing./plural en el sentido de concreto/colectivo. Ejemplos: brazo/braza (BRACHIUM, -A); leño/leña (LIGNUM, -A) Sobre este esquema se formaron otros dobletes analógicos no procedentes del neutro, en que el femenino designa, frente al masculino, idea de pluralidad, colectividad o tamaño mayor. Ejemplos: FRUCTUS, -US (masc. 4.ª declin.) → fruto *FRUCTA (analógico, lat. vg.) → fruta ˘ RTUS, -I (masc. 2.ª decl.) → huerto HO ˘ RTA (analógico) → huerta. *HO En el mismo caso están: saco/saca, cesto/cesta, bolso/bolsa... (el femenino es mayor). A veces la distinción cuantitativa originaria ha podido acentuarse hasta llegar a una diferenciación semántica, a una lexicalización: manto/manta, cubo/cuba, cuenco/cuenca, anillo/anilla, barco/barca, río/ría... Merece atención especial el caso de los nombres de fruta. En latín el nombre del árbol era habitualmente femenino, mientras que el fruto, de igual raíz, era neutro. Así, son abundantes los nombres de fruta terminados en -a procedentes del plural neutro latino, en que la terminación ha impuesto el género femenino, frente al nombre del árbol en -o, 67 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

procedente del singular femenino de la 2.ª declinación en que, también por la terminación, se han convertido en masculinos. Ejemplos: cerezo/cereza, manzano/manzana, tilo/tila, avellano/avellana... Esta oposición se extendió luego a nombres indígenas de América: taparo/tapara, guayabo/guayaba... De este modo, en cuanto a la función semántica del género se puede observar la desaparición de la oposición animado/inanimado, perdiéndose la categoría del neutro, y la aparición de distinciones de tipo cualitativo (árbol/fruto) y cuantitativo (sing.-concreto/colectivo-dimensional), manteniéndose con pleno vigor la distinción cualitativa de sexo. 3.2.4. Variación formal y función semántica en los sustantivos con respecto al género Los sustantivos, según su modo de variación en la forma de la expresión, pueden ser: heterónimos, comunes, variables, heteróclitos, ambiguos, invariables, epicenos. Los invariables y epicenos no tienen variación de género, frente a los demás, y los heterónimos, comunes y variables tienen función semántica, frente a los demás, que no la tienen. Cfr.: Ana M.ª Echaide, «El género del sustantivo en español...» (l969).

Con variación genérica

Con función semántica

Sin función semántica

Heterónimos Comunes Variables

Heteróclitos Ambiguos

Sin variación genérica

Invariables Epicenos

1. Sustantivos con variación genérica a) Heterónimos Son los que tienen diferente lexema para el masculino y el femenino. Ejemplos: padre/madre fraile/monja toro/vaca yerno/nuera

La terminación, en los casos en que es propia de masc. o de fem. (-o/-a), es una marca redundante.

La hoteronimia no es un procedimiento productivo de formación genérica. La tendencia de la lengua es la de diferenciar el género a tra68 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

vés de los morfemas regulares -o/-a aplicados al mismo lexema. Siguiendo esta tendencia, que A. Martinet denomina la «economía paradigmática», el español ha formado «nieto» por moción de «nieta» y «suegro» por moción de «suegra», y no ha continuado las formas latinas NEPOTEM y SOCEREM. En el terreno de la expresividad, la moción genérica de heterónimos es una de las posibilidades de mayor eficacia. Así, se encuentran ejemplos como «ovejo», «macha» o «tora». Ana M.ª Echaide recogió en Orio: «se puso como una tora», ‘se puso furiosa’. La aparición de la forma «recordwoman» procedente del inglés, opuesta a «recordman», que se ha empleado como común, da lugar a una nueva pareja de heterónimos, es decir, se da un proceso contrario a la moción genérica; sin embargo, esta nueva pareja no está fijada en la lengua. b) Comunes (referidos a personas) Tienen idéntica forma para el masculino y el femenino. La variación genérica se establece gracias al género del artículo y elementos adyacentes. Una gran parte de estos sustantivos son los formados con sufijos del tipo: -ista, -ante, -ente, -iente: el/la novelista, el/la dependiente, el/la estudiante, el/la combatiente...; otros son adjetivos sustantivados que terminan en -e o consonante: el/la intelectual, el/la joven, el/la salvaje...; y por último, algunos terminados en -a: el/la aristócrata, el/la atleta, el/la camarada... Por razones sociológicas algunos sustantivos de terminación regular en -o, o en -a entran también dentro de esta categoría; nombres de oficios desempeñados tradicionalmente por hombres: médico, abogado, ingeniero, o por mujeres: la modista... De ser considerados exclusivamente de un género pasan a ser comunes por la variación del adjunto: el/la médico el/la abogado... Pero la tendencia regularizadora del sistema hace que tales sustantivos adquieran moción genérica, es decir, adquieran variación formal según el género: modisto/modista médico/médica abogado/abogada

voces admitidas ya por la Academia

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La misma tendencia se observa para los acabados en -e y consonante; habitualmente es el femenino el que adquiere forma regular. Ejemplos: el estudiante/la estudianta el comediante/la comedianta el vendedor/la vendedora c) Variables Son los sustantivos más regulares en cuanto al género: el masculino y el femenino tienen idéntico lexema pero se distinguen en el morfema. En cuanto a la función semántica de tales sustantivos: 1. el mayor número de ellos varía con respecto al sexo: niño/niña, lobo/loba, abuelo/abuela... 2. algunos pueden establecer una oposición cualitativa del tipo árbol/fruto: cerezo/cereza, avellano/avellana, manzano/manzana... 3. otros pueden establecer una oposición cuantitativa: cesto/cesta, huerto/huerta, fruto/fruta... En cambio, los heterónimos y los comunes sirven únicamente para la distinción del sexo. d) Heteróclitos Son sustantivos con variación genérica a través del morfema, pero sin que tal variación conlleve alteración semántica. La única función que tiene la variación de forma es sintáctica: capucho/capucha, paraguayo/paraguaya (los dos hacen referencia al fruto), fregadero/fregadera, azucarero/azucarera... e) Ambiguos Son sustantivos sin variación de género, pero que pueden llevar adjuntos masculinos o femeninos, sin corresponder esta variación en la forma de la expresión a una diferencia en la substancia del contenido: el/la color, el/la calor... No obstante, ciertos sustantivos ambiguos han especializado uno u otro género para acepciones diversas: el cometa/la cometa, el margen/la margen (de un río). 2. Sustantivos sin variación genérica (ni en el morfema ni en el adjunto) a) Epicenos Referidos a seres sexuados. Normalmente se trata de nombres de animales cuyo sexo se desconoce por caer fuera del interés de la comunidad lingüística: ruiseñor, atún, rinoceronte... 70 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

No obstante, en el plano del habla pueden adquirir variación genérica: atuna, elefanta, cotorro... En el lenguaje científico se suele recurrir a la posposición de sustantivos que designan sexo, como «macho» y «hembra», en algunos casos «madre». También hay ejemplos de epicenos referidos a personas: criatura, persona, vástago... b) Invariables Designan a seres asexuados: armario, pared, camino... Constituyen el 84% del total de los sustantivos. Pueden ser considerados invariables aquellos sustantivos con moción genérica cuyas acepciones masculina y femenina no tienen relación lexicológica entre sí: coso/cosa, libro/libra... 3.2.5. El neutro en el adjetivo y en los determinativos Olvidado en los sustantivos y perdido como categoría gramatical, se conserva el neutro en el artículo y en los pronombres, con terminación propia en varios de ellos. También se mantiene en ciertos usos del adjetivo. Así, por ejemplo, cuando el calificativo, el posesivo o algunos indefinidos se usan en función sustantiva conservan valores que eran propios del neutro latino. En la misma línea destacan las construcciones con el llamado artículo lo, destacando la secuencia de lo + calificativo. Ejemplificaremos los fenómenos anteriores: 1. Construcciones con lo: el artículo específicamente neutro, lo < < ILLUD, que se agrupa con adjetivos y con palabras, locuciones y oraciones de valor adjetivo ha sido un tema polémico en cuanto a su naturaleza. Así, se ha discutido si es portador de la noción sustantiva, en su forma pronominal como en latín, o mera marca de que el adjetivo está sustantivado. Andrés Bello, Hanssen, García de Diego, Salvador Fernández, Lázaro Carreter, etc., son favorables al carácter sustantivo de lo: lo de antes, lo del león, lo que tú gustes, etc. Sin embargo, otros autores, como César Hernández, estiman, aun reconociendo que hasta cierto período el lo pudo tener función sustantiva, que actualmente lo es un mero artículo, «sin que su presencia suponga un valor sustantivador ni que sea imprescindible en el sintagma nominal»1. En la historia de la lengua encontramos una gran riqueza de construcciones con lo, que van desde la presencia de calificativos, participios, posesivos, adverbios e indefinidos hasta oraciones. Ejemplos: lo bueno, lo ajeno, lo agudo, lo mío, lo nuestro, lo uno, lo más, lo menos, 1 C. HERNÁNDEZ ALONSO, «Lo, ¿artículo o pronombre?», en Anuario de Lingüística Hispánica, Universidad de Valladolid, n.° 1, 1985, pp. 115 y ss.

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lo mejor, lo perdido, lo que tú traigas será aceptado, etc. Desde el Siglo de Oro, los usos con lo aumentan considerablemente no sólo en frecuencia sino también en variedad funcional. Así, por ejemplo, en las construcciones modales: a lo valiente, a lo moro, a lo letrado, a lo columpio, etc. En estas construcciones de carácter adverbial se encuentran no sólo adjetivos calificativos sino tambien cuantitativos, ordinales y otros determinativos: «Lo primero eres hombre y de claro ingenio» (La Celestina); «Lo mismo me le he figurado» (Moratín, La Comedia Nueva); por lo menos, a lo sumo, lo bien que escribe, lo mal que lo hace, etc. Desde entonces —fuera de la construcción típica: el artículo en neutro y el adjetivo en una forma no diferenciada del masculino singular por la coincidencia fonética— surgen formas en femenino y/o plural: detesto esos fonetismos por lo perversos que son; las mantas las apreció por lo abrigadoras; ¡Cuántos en lo insolentes fundan su valentía! Se observa que la concordancia se da, en estos casos, con el antecedente referencial del adjetivo. Por otra parte, los matices significativos de las construcciones con lo, como han subrayado Herzog y Cuervo, son principalmente los siguientes: a) Valor colectivo: se abarca en la construcción un conjunto, una totalidad: lo suyo no lo presta; «lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo» (Gracián). b) Valor delimitativo: se acota la parte de un todo mediante la cualidad o condición general del adjetivo: «Subió a lo alto de la casa» (El Lazarillo). «Le falta contar lo amargo desta hasta aquí dulce historia» (El Quijote). c) Caracter intensivo o ponderativo: se pone de relieve una cualidad o aspecto de una realidad: «en lo inteligente y justo parecía un Salomón»; «por lo liviano parecía pluma». d) Equivalente a una cualidad abstracta, reemplazable por un sustantivo de tal tipo: «lo cortés no quita lo valiente» (la cortesía no quita la valentía); «lo áspero y duro de su autoridad» (la aspereza y dureza de su autoridad). 2. Artículo el ante calificativos y determinativos: desde muy temprano se registran en castellano las construcciones del artículo el + calificativos o determinativos con valor sustantivo y de sentido colectivo o abstracto equivalentes a un neutro latino: «...Yo, que veo/ el contrario e non lo creo» (Santillana); «nin saben quál es el blando, menos de saber quál es el áspero», (Buenos proverbios). Con el Siglo de Oro, por influencia del italiano, se observa un aumento de estas construcciones: «En el debuxo del desnudo ciertamente yo 72 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

seguiría a Micael Angel» (Pacheco, Arte de la pintura); «Que los que miran en guardar el arte/ nunca del natural alcanzan parte» (Lope de Vega, Lo fingido verdadero). En el siglo XVIII favorece también tal estructura la abundancia de galicismos: el sublime, el ridículo, el patético, etc. Posteriormente se tiende a rechazar esta construcción que se reemplaza por la secuencia de lo + adjetivo, aunque todavía perduran secuencias como el infinito, el absoluto, el largo y el ancho de algo, el físico (cuidarse el físico), el descubierto, el contrario, el presente, etc., con sentido abstracto o colectivo, siendo muchas veces la estructura parte de locuciones adverbiales. En la actualidad la riqueza y pujanza de lo es manifiesta en relación con el, en este sentido abstracto y colectivo. 3. Artículos, pronombres y adjetivos femeninos sin sustantivo expreso, con un valor indefinido equivalente del neutro. Desde los primeros tiempos, como en las demás lenguas románicas, encontramos ejemplos: «Nos vengaremos aquesta por la del león» (El Cid); «Faz de las tuyas que yo callaré» (La Celestina); «Es condición de villanos querer siempre salir con la suya», (Hermosilla, Diálogo de pajes); «a todas éstas no decía ni pío»; «en buena se ha metido»; «esa es otra»; «se las tendrá que haber con Juan»; «las está pasando moradas». Aunque algunos autores han explicado estas construcciones por el fenómeno de la elipsis de sustantivos como «ocasión», «situación», «cosa», etc., la solución más aceptable es vincular el fenómeno románico con un antecedente latino. Esta perspectiva ha sido asumida por M. Sandmann2, quien señala como origen del fenómeno los plurales neutros illa, ipsa, ista, altera, etc., cuyas formas coinciden con las del singular femenino. Las construcciones neutras, integradas en el paradigma singular femenino, sirvieron de esquema para las abundantes creaciones románicas de este tipo. Y como en los sustantivos en -a, resultantes de plurales neutros, desarrollaron una -s del plural, de carácter analógico: «se las compuso sin ayuda». Como en las secuencias de lo + adjetivo, las construcciones de forma femenina, aunque de origen neutro, adquieren muchas veces un valor adverbial: a la ligera, a la castellana, a las claras, por las bravas, de veras, por la tremenda, a ciegas, a derechas, etc.3. 2 M. SANDMANN, Zur Frage des neutralen Feminimuns in Spanischen, Vox Románica, 1956. 3 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario histórico de la Lengua Española, 1.er fascículo; H. KENISTON, The Syntax of Castilian Prose. The Sixteenth Century, Universidad Chicago Press, 1938; R. LAPESA MELGAR, Historia de la lengua española, Gredos, Madrid, 1980. Algunos ejemplos proceden de Keniston, Cuervo, Fernández y Lapesa, en el apartado 3.2.5.

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4. Calificativo neutro sin artículo: en este caso el adjetivo adquiere un valor sustantivo de sentido genérico. Se encuentra la construcción desde la Edad Media aunque desde el siglo XVIII sin la pujanza de antaño: «Quanto aquí vivimos en ageno moramos» (Berceo, Los Milagros); «Sin perdonar profano ni sagrado» (Hurtado de Mendoza, Carta VI); «Discierne bueno y malo en la armonía» (Iriarte, La música). La construcción adquiere muchas veces el carácter de locución adverbial: en serio, en limpio, de firme, etc. También aparece en secuencias partitivas: «Nada de nuevo»; «¿Qué tiene de particular?»; «Nada de raro». A veces se da la concordancia en femenino y/o plural: «No tienen nada de estrambóticas sus ideas». 5. Determinativos neutros sin artículo: encontramos también posesivos, indefinidos y cuantitativos sin artículo, funcionando con valor de neutro. Con excepción de las formas cuantitativas, el resto es más propio del castellano antiguo o del Siglo de Oro, aunque algunas construcciones pueden aparecer en el uso literario o dialectal del español actual. Veamos algunos ejemplos: a) Posesivos: aparecen con la preposición de y con valor de complementos partitivos de procedencia: «Sy lo dixiese de mío sería de culpar / dízelo grand filósofo...» (J. Ruiz); «No le des nada de tuyo». La construcción «de suyo» aún perdura pero con el significado de ‘por sí mismo’, ‘de por sí’: «El problema es complejo de suyo»; «Esa soprano es de suyo exigente». b) Indefinidos: «Uno piensa el bayo y otro el que lo ensilla» (Santillana, Dezir contra los aragoneses); «Haré otro tanto contigo»; «Tal fizo, tal aya» (J. Ruiz); «No digas tal». c) Cuantitativos: «Hizo poco»; «Estudia tanto»; «Trae harto»; «Bastante hace con lo que tiene»; «...ca razones avia asaz por lo que devian fazer» (J. Manuel, Libro de las Armas). Harto y asaz abundan antiguamente, aunque en la actualidad sólo perdura harto en usos dialectales. 3.3. Constitución del morfema de número 3.3.1. En latín la mayoría de los sustantivos tenían la posibilidad de entrar en la alternancia singular/plural, por lo que esta categoría gramatical era de un rendimiento funcional mucho mayor que el del género. La expresión formal de la categoría de número en el sustantivo era de carácter sincrético y por lo tanto los formantes eran muy variados ya que dependían no sólo de la declinación sino también de los morfemas de género y caso. 74 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Ejemplos:

      

ROS-AE ↑ Nominat. plural 1.ª decl. PUER-I ↑ Nominat. plural 2.ª decl. TEMPL-A ↑ Nominat. plural 2.ª decl.

No había uniformidad en la expresión del plural.

3.3.2. En romance, con la reducción de los casos latinos, se dio una tendencia a acentuar la diferencia formal entre singular y plural. Así en el grupo occidental (portugués, español, catalán, provenzal, francés, italiano septentrional y retorrománico) la generalización de las formas correspondientes al caso régimen (< acusativo) dio como resultado la habilitación de la marca -s del acusativo plural como morfema exclusivo (no sincrético) de plural, creándose la oposición: Ø/-s. Ejemplos: CASA(M) > casa/casas < CASAS LUPU(M) > lobo/lobos < LUPOS ˘ MINE(M) > hombre/hombres < HO ˘ MINES. HO En consecuencia las marcas del castellano para expresar la pluralidad son -s cuando el singular termina en vocal átona y -es cuando el singular (debido a la apócope de -e tras N, L, R, S, Z, D) termina en consonante o en algún tipo de diptongo. En los casos en los que el singular acaba en vocal tónica hay vacilación. (-s y -es son variantes contextuales). —Cuando el sustantivo tiene una -s etimológica en el singular pueden darse varias soluciones: a) Crear un plural analógico. Ejemplo: sing. DE˘ US > dios → resto fonético del nominativo sing. plural DE˘ OS > dios → evolución regular del acusat. plural Antiguamente se decía «los dios» como plural. Posteriormente se creó un plural analógico redundante: dios + -es → dioses. En oposición a esto, los judíos de Turquía reconstruyeron un singular analógico: «dio». b) Tomar la forma etimológica del singular como plural y crear un singular analógico. Es el caso de los neutros de la 3.ª en -us: TEMPUS, PECTUS... TEMPUS > tiempos → †tiempo, sing. analógico. 75 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

c) Los cultismos en -s generalmente hacen uso de la misma forma para el singular que para el plural. Ejemplos: la crisis/las crisis el brindis/los brindis (extranjerismo ← alemán). No obstante, con el intento de diferenciar formalmente el número se han producido vacilaciones: En ocasiones la lengua técnica ha adoptado la variación -is (sing.)/-es (plural) sobre el modelo de los nominativos griegos -ιζ/-εζ. Ejemplo: antíthesis/antítheses Otras veces se formó un falso singular: antíthesi/antíthesis necrópoli/necrópolis. Esta última solución ha perdurado en el sustantivo «metrópoli». —Cuando el singular acaba en diptongo con -i final, se añade -es para formar el plural.   

REGE(M) > ree > rey + -es > reyes BOVE(M) > *boe > buee > buey + -es > bueyes

plurales analógicos

En la Edad Media, sin embargo, la oposición singular/plural era: rey/reys, buey/bueys. Tales plurales se explican desde la etimología latina: REGES > rees > reys ˘ VES > *boes > buees > bueys BO No obstante, la norma actual no está completamente fijada, decimos «convoyes», «ayes»... pero también «jerseys», «guirigays», es decir, añadiendo simplemente -s al singular según el esquema etimológico que se seguía en castellano medieval. —Sustantivos acabados en vocal tónica: desde la Edad Media han vacilado en la formación del plural. En principio la solución más espontánea es añadir simplemente -s al singular: jabalís, bambús, sofás... Pero por analogía a los sustantivos terminados en -s en singular, con acento en la última sílaba, del tipo país/países o monosílabos en -s como mes/meses se generalizó la terminación -es para los acabados en vocal tónica: ja76 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

balí/jabalíes. La segunda solución es considerada como más culta y la primera de mayor espontaneidad. Así: -á: sofás/sofaes -é y -ó: según la Real Academia Española estos sustantivos ya han consolidado el plural en -s: cafés, canapés, dominós, gachós... No obstante, en castellano antiguo se encuentran formas como: cafees, corsees... -ú: vacilación bambús/bambúes. Los sustantivos de mayor uso se emplean casi siempre con -s: champús, canesús... A veces encontramos plurales redundantes del tipo: cafeses, champuses.., plurales que la Real Academia Española considera vulgares, excepto en el caso de «maravedises», que se encuentra frecuentemente en textos antiguos y clásicos junto a «maravedís». —Sustantivos compuestos: como norma podemos decir que el plural tiende a expresarse una sola vez. a) Compuestos de elemento verbal + elemento nominal: la variación con respecto al número se da en el nombre: pasacalle → pasacalles quitasol → quitasoles Algunos sustantivos de este tipo son invariables: tocadiscos, guardagujas, picapleitos... b) Compuestos de dos elementos nominales (sustantivo + sustantivo, adjetivo + sustantivo, adjetivo + adjetivo): generalmente sólo pluraliza el segundo término: agridulces, sordomudos. No obstante, algunos admiten el plural en los dos términos: mediascañas, ricoshombres. Hay otros que vacilan: «guardiaciviles» o «guardiasciviles». c) Compuestos de elementos unidos en régimen (sustantivo + elemento determinante): plural único. Ejemplo: hidalgo/hidalgos. Cast. ant. fijodalgo/fijosdalgo (aunque también se encuentra «fijosdalgos»). —Acomodación al sistema morfológico castellano de voces de origen extranjero. El problema se plantea con los préstamos acabados en consonante (o grupos de consonantes extraños al sistema castellano). La Real Academia Española se empeña en ajustarlos al sistema y así propone para «club» el plural «clubes». Sin embargo, la tendencia del hablante es añadir una -s al singular «clubs». Este tipo de fenómenos ha hecho pro77 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

poner a Emilio Lorenzo en El español de hoy, lengua en ebullición, un nuevo esquema de plural para el español: consonante + -s para todas las voces de apariencia extraña. Ejemplos: boicot/boicots (no boicotes) soviet/soviets vermut/vermuts

somier/somiers coñac/coñacs ...

En castellano medieval podían darse situaciones irregulares en la formación del plural a causa de la modificación de la consonante que quedaba en situación final tras producirse la apócope. Así: sing. plural naf / naves ↑ ensordecimiento → posteriormente se restituye la consonante etimológica: nave/naves, por analogía con el plural. piel/pielles → piel/pieles CALLE(M) > cal/calles → calle/calles En el primer caso el plural perdió posteriormente la palatal por analogía con el singular y en el segundo caso el singular recupera la palatal por analogía con el plural. 3.3.3. Morfosintaxis y semántica del número La oposición entre singular y plural ofrece en la práctica una notable variedad de interferencias. Las causas de estos fenómenos están en la significación y alcance que se le dé al sustantivo o en la representación del referente, que puede verse como una unidad o como una pluralidad por sus rasgos, composición, variedad o discontinuidad. 1. Según señalan muchos gramáticos, los nombres apelativos o comunes se pueden dividir en dos grupos semánticos diferenciados4: 1.1. Los que designan seres o cosas discretas, discontinuas, esto es, que se pueden contar. El sustantivo de esta clase puede ir en singular o plural según sean uno o más de uno los entes desig4 ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español. Ed. Gredos, Madrid, 1983, pp. 39 y ss.; FERNÁNDEZ, S., Gramática española, Revista de Occidente, Madrid, 1951, pp. 149-187; HANSSEN, F., Gramática histórica de la lengua castellana. Ed. Ateneo, Buenos Aires, 1945, pp. 172-175; ALARCOS LLORACH, E., Estudios de gramática funcional del español. Ed. Gredos, Madrid, 1972, pp. 207 y ss.; HERNÁNDEZ ALONSO, C., Gramática funcional del español. Ed. Gredos, Madrid, 1984, pp. 424 y ss.; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1973, pp. 186-187.

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nados. Cuando el referente está pensado en sentido genérico o colectivo, la preferencia por el singular o plural depende de que prevalezca la visión de unidad de la clase o conjunto, o la representación de la suma de sus unidades integrantes: «el hombre es mortal»; «las águilas son aves impresionantes»; «la reivindicación del obrero»; «los estudiantes obtuvieron rebajas». Por otra parte, como destaca la R.A.E., en el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, los llamados nombres colectivos, como ejército, tropa, son en realidad nombres de entes numerables que tienen formas distintas para el referente individual y el colectivo. Cabe destacar, no obstante, la opinión de E. Alarcos, según la cual los rasgos pertinentes de contenido en la oposición singular/plural no son la «unidad» frente a la «pluralidad» sino que son la «pluralidad» frente a la «no pluralidad», siendo señalada la verdadera indicación de la unidad mediante el cuantificador léxico «un». 1.2. Los que designan cosas continuas, como materias, sustancias, fenómenos, cualidades, acciones, sentimientos, etc., se usan normalmente en singular. A este grupo se asimilan los nombres abstractos. Pero si el referente son variedades de una materia o sustancia, resultados de ella o manifestaciones diversas de un fenómeno, el sustantivo se formaliza en plural: «las lluvias de otoño», «las prisas de Juan», etc. En latín se daba el mismo procedimiento: pluvias, furores, vina, etc. Los referentes con sentido de movimiento o renovación se expresan normalmente en plural «los tiempos que corren», «corrientes aguas, puras, cristalinas» (Garcilaso); «los aires del monte», etc. En latín: aquae «fuentes», aeres, etc. En estas ocasiones se reúne el plural para manifestar expresamente la extensión, cantidad o intensidad de algo: «se aventuró por esos mundos», «estar por los suelos», «...e perdí los sudores» (Berceo). Hay que destacar que muchos sustantivos de sustancia o de singular colectivo y muchos abstractos, pueden funcionar también como nombres contables y numerables: a) «Un edificio de ladrillo ⇒ Un edificio de ladrillos». b) «Mucho interés ⇒ Muchos intereses». En los abstractos, normalmente, se da el cambio de significado con el plural, según observamos en el ejemplo b). 79 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

2. Los nombres propios, cuando se refieren a dos o más individuos u objetos, llevan el plural. En los nombres de dinastías y familias aunque la lengua culta prefiere la pluralidad del artículo pero no la del apellido (los López), se dan como habituales usos como los siguientes: «Los Austrias», «Los Pizarros», etc. Lo mismo ocurre en los nombres de individuos agrupados sólo por su homonimia (los Gonzalos, las Marías); en los que han resultado apelativos y valorativos (los quijotes, los tenorios, etc.); en los de carácter metonímico (los Goyas, los Quevedos, los Zurbaranes, etc.); y en los nombres geográficos de grupo (las Canarias, las Antillas, las Asturias, etc.). Una realidad histórica o geográfica que normalmente se expresa en singular puede tomar el plural para poner de relieve la diversidad de sus componentes (las Américas, las Españas, las Europas, etc.) o de sus épocas, aspectos, manifestaciones, etc. (las Grecias, las Italias, etc.). 3. Sentido distributivo y de reciprocidad. Cuando varias personas realizan una misma acción o les afecta conjuntamente, el sustantivo que les concierne puede ir en singular o en plural. Diacrónicamente, el castellano antiguo prefería el plural: «se lavaron y refrescaron sus caras» (Pérez de Hita). El singular aparece desde antiguo y predomina en el español actual: «Se lavaron la cara». Dialectalmente, el plural distributivo todavía es frecuente en el español de América: «se presentaron los hombres, las caras alegres». Muchas expresiones se explican desde un origen distributivo: «tener mientes», «parar mientes», aunque luego se hayan usado con un sujeto singular. La misma argumentación se ha dado en el análisis del plural en las fórmulas de saludo: «buenos días», «buenas noches», «buenas tardes», etc. Pero también se ha dicho que estas expresiones obedecen al carácter abierto y sumativo de los deseos de ventura, lo cual explicaría el plural. Cuando el sustantivo implica una vinculación recíproca el plural es lo usual: «las bodas», «las preces», «los esponsales», etc. La oposición singular/plural lleva consigo, muchas veces, una diferencia semántica que subraya la reciprocidad: «tener amor (sentimiento amoroso)», «tener amores (relaciones correspondidas)». 4. El plural y la neutralización de género. El plural masculino marca la neutralización de la oposicion de género masculino/femenino en una serie de sustantivos de personas: los reyes, los padres, los hermanos, los sobrinos, etc. Aunque se haya pensado en un influjo árabe, hay antecedentes latinos muy frecuentes y variados: reges (el rey y la reina); filii (los hijos y las hijas); frates (el hermano y la hermana), etc. 80 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

5. El plural en términos de objetos físicos compuestos. Van normalmente en plural los nombres de objetos de piezas o partes simétricas: espaldas, bigotes, pantalones, tijeras, gafas, esposas, etc. Sin perjuicio de lo anterior, el singular se da con pujanza en el uso coloquial: la tijera, el pantalón, el bigote, etc., aunque algunas formas se resisten a este cambio: las fauces. 6. Oposición singular/plural con cambio semántico léxico. Algunos sustantivos poseen significados distintos en singular y plural. Ejemplo: letra-letras (actividad literaria, humanidades); arma-armas (oficio militar). El antecedente latino es claro en éste y otros casos. Otros plurales con acepción distinta al singular son en español: restos (restos mortales), cenizas, horrores, ruinas, celos, humos, lares, vísperas, contornos, cercanías, luces, derechos, etc. También encontramos singulares con acepción peculiar: seso, entraña, etc. 7. Pluralia Tantum y Singularia Tantum. Los sustantivos que carecen de singular configuran la clase de los pluralia tantum. Hay muchos ejemplos: enseres, maitines, fauces, bártulos, víveres, comestibles, vituallas, afueras, entendederas, prismáticos, etc. En latín encontramos muchos antecedentes: annales, nuptiae, penates, manes, etc. La exclusividad del plural la encontramos también en una serie de locuciones que tienen un sustantivo o adjetivo sustantivado en su construcción: con creces, de bruces, hacer trizas, a veces, dar largas, echar las muelas, a horcajadas, por las bravas, a oscuras, a sabiendas, etc. El caso contrario caracteriza a los singularia tantum, esto es, los sustantivos que carecen de plural: salud, oeste, tez, cenit, caos, etc.5.

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Capítulo 4

El adjetivo: género, número, gradación y colocación

4.1. Clasificación de los adjetivos en latín 1. Atendiendo a la declinación se pueden distinguir dos clases de adjetivos en latín: a) Los que siguen la 1.ª y 2.ª declinación. Ejemplos: BONUS, -A, -UM NIGER, -GRA, -GRUM b) Los que siguen la 3.ª declinación. Ejemplos: FORTIS, -E PRUDENS, -NTIS 2. Atendiendo al número de formas que presenta el nominativo para la distinción de género se pueden distinguir tres clases de adjetivos: a) Los que tienen tres terminaciones (una para cada género). Ejemplos: BONUS, -A, -UM NIGER, -GRA, -GRUM ACER, ACRIS, ACRE b) Los que tienen dos terminaciones (una para el masc. y fem. y otra para el neutro). Ejemplos: FORTIS (masc. y fem.), FORTE (neutro) TRISTIS (masc. y fem.), TRISTE (neutro) 85 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

c) Los que tienen una terminación (para los tres géneros): PAUPER, -RIS PRUDENS, -NTIS Los adjetivos de dos terminaciones y los de una realizaban sólo la oposición animado/inanimado. Incluso los de una terminación distinguían dos formas en el acusativo singular: pauperem (masc. y fem.)/pauper (neutro) prudentem (masc. y fem.)/prudens (neutro) Así como en el nominativo, vocativo y acusativo plural: prudentes (masc. y fem.)/prudentia (neutro) Además, los adjetivos de tres terminaciones de la 3.ª declinación en -er, -ris, -re (ACER, ACRIS, ACRE; CELER, CELE˘RIS, CELERE; SILVESTER, SILVESTRIS, SILVESTRE...), que constituían un número reducido (13), sólo distinguían el masculino del femenino en el nominativo singular, si bien se confundían con frecuencia. Ejemplos: «acer hiems» (fem.) «acris somnus» (masc.) 4.2. Latín vulgar En latín vulgar, al igual que veíamos en el sustantivo, se produce también en el adjetivo una tendencia a regularizar los paradigmas. Esta tendencia regularizadora trae como consecuencia la extensión del tipo flexivo -US, -A, -UM, extensión que probablemente se explica tanto por el carácter regular de las declinaciones primera y segunda como por la mayor importancia que los hablantes concedieron a la oposición masc./fem. en detrimento de la de animado/inanimado. Esta hipótesis está confirmada por el hecho de que en ninguna lengua románica se realiza la oposición animado/inanimado. Así aparece en el Appendix Probi: «acre non acrum» «tristis non tristus» «sacer non sacrus» «pauper mulier non paupera mulier» No obstante, en español los adjetivos de la 3.ª declinación presentan, en general, un carácter más conservador que en otros romances, pues no admitieron extensiones analógicas («triste hombre»-«triste mujer»; sin embargo, en aragonés medieval «tristo»). 86 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

4.3. Romance En Romance, al ser adjetivo un elemento adyacente al sustantivo, no autónomo, su evolución se desarrollará siguiendo las pautas marcadas por éste. En cuanto al caso y al número lo único que cabe señalar es que el adjetivo deriva siempre del caso acusativo, sin que muestre, como hace el sustantivo, rastro alguno del nominativo u otro caso. Al perderse la concordancia casual (la más importante en latín) bastó con una única forma del adjetivo que acompañaba al sustantivo independientemente del papel de éste en la sintaxis de la oración. 4.4. Género del adjetivo Es en esta categoría morfológica donde se dan las mayores diferencias entre el sustantivo y el adjetivo. Como hemos visto, frente al sustantivo latino que apenas manifestaba variación genérica (excepto unos pocos, como dominus/-a, lupus/-a...), el adjetivo poseía normalmente la posibilidad de alterar su terminación en función del sustantivo al que acompañaba. Ejemplo: puer bonus/ puella bona/ templum altum No obstante, con la desaparición del género neutro en el sustantivo, no quedará en romance ningún resto de la forma neutra del adjetivo, si bien se conserva el sentido neutro en los abstractos sustantivados. Ejemplos:

  

BONUM → «lo bueno» MALUM → «lo malo»

el artículo es lo que indica el cambio de significado: el bueno (masc. = concreto)/ lo bueno (neutro = abstracto).

En consecuencia los adjetivos latinos de tres terminaciones pasarán a tener dos y los de dos, una: 1. Adjetivos latinos de tres terminaciones:   

BONUS, -A, -UM los dos tipos de flexión confluyen en el NI˘ GER, -GRA, -GRUM acusativo: ˘ NUM > bueno NI˘ GRUM > negro BO ˘ NAM > buena NI˘ GRAM > negra BO Estos adjetivos de tres terminaciones son el origen de los adjetivos regulares en cuanto al género en castellano: -o/-a y -os/-as. 87 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

No obstante, excepcionalmente, hay un reducido número de adjetivos que en latín eran regulares, de tres terminaciones, y han pasado al castellano como invariables respecto al género. Ejemplos: ˘ PLUS, -A, -UM → «doble» DU ˘ SI MPLUS, -A, -UM → simple (culto) FI˘- RMUS, -A, -UM → firme (culto) LI BER, -RA, -RUM → libre Sin embargo, lo más normal es la tendencia contraria, es decir, dotar de distinción genérica entre masculino y femenino a los adjetivos que en latín no lo diferenciaban. No se ha de contar como excepciones los derivados de los doce o trece adjetivos de la 3.ª declinación que en latín hacían el masculino en -ER, el femenino en -RIS, y el neutro en -RE, ya que estos no distinguían el masculino del femenino más que en el nominativo, y no siempre (-RIS se usaba también para el masculino); así que en el acusativo no tenían más que -REM para ambos géneros. Ejemplos: SILVESTREM > silvestre ˘ CREM → lat. vg. ALECREM > alegre ALA 2. Adjetivos latinos de dos terminaciones quedan con una sola, por tanto dan como resultado adjetivos invariables respecto al género en castellano. Ejemplos: FORTIS, -E → fuerte BREVIS, -E → breve Sin embargo, hay una tendencia a crear formas analógicas para el femenino (aunque menos fuerte que en otras lenguas romances. Así, italiano povero/-a ← PAUPER; 3.ª declinación → 1.ª/2.ª). Casos en que se ha creado un femenino analógico: 1. Los adjetivos terminados en -or < lat. -ORE(M) que antiguamente eran invariables. Ejemplos: «espada traidor» (Mio Cid) «alma sentidor» Pero a partir del siglo XIV comienza a generalizarse la terminación femenina, que hoy es obligatoria salvo para los comparativos. 2. Los adjetivos terminados en -on < lat. -ONE(M): Poema de Fernán González: «gentes españones» (< *HISPANIONES) ... Pero después se dijo: español/-a (disimilación de nasales), bretón/-a, ladrón/-a... 88 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

3. Los adjetivos terminados en -es < lat. -ENSE(M). Aunque ya desde el siglo XII se dan ejemplos como «burgeses e burgesas», «cortesana»... todavía en época clásica se decía «provincia cartaginés», «la leonés potencia». Actualmente es preceptivo el femenino en -a para los gentilicios (francesa, portuguesa, cordobesa...). En otros casos se vacila: montés/-a y queda invariable en «cortés». La tendencia a crear femeninos analógicos es mayor en otros romances, así por ejemplo en aragonés antiguo se dice: simpla, granda, dolienta... y en español coloquial y popular: cuala, granda. 4.5. El número en el adjetivo Como en el sustantivo persiste la diferencia entre singular y plural, según lo visto en el sustantivo. 4.6. Gradación del adjetivo calificativo A) En latín, como en castellano, el adjetivo calificativo admite tres grados de significación (tres grados de intensidad en la cualidad expresada por el lexema): positivo, comparativo, y superlativo. 1. Comparativo: tenía en latín construcciones que han continuado en español: a) Superioridad: para expresar el comparativo de superioridad lo más común era un procedimiento de tipo sintético u orgánico, es decir, a través de desinencias específicas: -IOR para el masculino y femenino e -IUS para el neutro. Ejemplo: FORTIS, -E → FORTIOR, FORTIUS (= más fuerte) Comparativos irregulares:     

BONUS → MELIOR MALUS → PEIOR PARVUS → MINOR MAGNUS → MAIOR

El cambio de grado implica además de un cambio de terminación, un cambio de lexema.

Un segundo procedimiento para expresar el comparativo de superioridad era la construcción analítica por medio de perífrasis: en latín clásico se utiliza el adverbio MAGI˘ S y a partir de la época imperial también PLU S. 89 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

El empleo de la perífrasis era obligatoria con adjetivos que terminaran en -EUS, -IUS, -UUS. Ejemplos: IDONEUS → MAGIS IDONEUS DUBIUS → MAGIS DUBIUS ARDUUS → MAGIS ARDUUS b) Igualdad e Inferioridad: para expresar los comparativos de igualdad e inferioridad el latín utilizaba exclusivamente el procedimiento analítico: Igualdad: TAM ... QUAM Inferioridad: MI˘ NUS ... QUAM El segundo término de la comparación: —Va en el mismo caso que el primero precedido de QUAM. —Si el primer término va en nominativo o acusativo el segundo puede ir simplemente en ablativo. Ejemplos: «Petras est fortior quam Paulus» «Petrus est fortior Paulo» No obstante, la construcción con QUAM es obligada cuando el segundo término es un adjetivo. Ejemplo: «Petrus est prudentior quam fortis» 2. Superlativo Puede ser: a) Absoluto: expresa una cualidad poseída en el más alto grado, sin comparación ni referencia a término alguno. El latín, para expresarlo, podía utilizar un procedimiento sintético, es decir, por medio de desinencias: -ISSIMUS, -A, -UM y en casos especiales: -ERRIMUS (< -ER + SIMUS) -ILLIMUS (< -IL + SIMUS) Superlativos irregulares:     

BONUS → OPTIMUS MALUS → PESSIMUS PARVUS → MINIMUS MAGNUS → MAXIMUS

cambio de lexema.

Otro procedimiento para expresar el superlativo absoluto es por medio de perífrasis: se utilizan adverbios como MA XIME (de uso más clásico), VALDE , BENE, MULTUM, FORTITER... (más de uso vulgar). 90 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Como ocurría en el comparativo, también en el superlativo el procedimiento analítico es obligatorio para los adjetivos terminados en: -IUS, -EUS, -UUS. Ejemplo: MAXIME IDONEUS... b) Relativo: expresa una cualidad poseída en alto grado, pero en comparación o referencia a un término que designa el conjunto del cual sobresale el individuo al que se atribuye la cualidad («el más ... de»). En latín se podía expresar: 1. La forma del superlativo + genitivo en plural: «Cicero eloquentissimus oratorum» 2. La forma del superlativo + acusativo con INTER: «Felicissimus inter imperatores» 3. La forma del superlativo + ablativo con E o EX: «Felicissimus ex imperatoribus» B) Romance Comparativo a) Superioridad En castellano se generaliza el uso del procedimiento analítico con el adverbio más < maes < MAGI˘ S y la conjunción que. No obstante, en Berceo y en las Glosas Emilianenses aparece también la forma «plus» (PL- > pl-, forma navarro-aragonesa) y alguna vez «chus» < PLUS (PL- > c^, forma gallego-portuguesa). Del otro procedimiento utilizado en latín para expresar el comparativo de superioridad solamente han sobrevivido cuatro formas: MELIOREM > mejor MINOREM > menor PEIOREM > peor MAIOREM > mayor Además, hay una serie de adjetivos introducidos por vía culta: anterior, posterior, inferior, superior, interior, exterior... que presentan el morfema -ior de comparativo, pero que, sin embargo, no pueden ser considerados comparativos ya que: —Mientras todos los comparativos en español sean perifrásticos u orgánicos tienen un régimen sintáctico con QUE, estos llevan A. —Todos los comparativos se refuerzan con MUCHO, mientras que estos lo hacen con MUY. 91 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—Todos los comparativos, si se les pone delante un artículo, toman valor de superlativo relativo; esto no se puede hacer con los adjetivos mencionados. —Salvo «inferior» y «superior», que aparte de su significación locativa («el estrato inferior», «la planta superior») pueden funcionar como comparativos de «malo» y «bueno» (inferior = peor; superior = mejor), los demás no tienen absolutamente ningún sentido comparativo: más interior que..., más exterior que... b) Igualdad o Inferioridad Continúa vigente el modelo latino. Igualdad: TAM ... QUAM sustituido por tan ... como. Tan < adv. TAM o del adjetivo TANTUS, -A, -UM en uso proclítico y como < QUOMODO. Inferioridad: MINUS ... QUAM → Menos ... que. El segundo término de la comparación. En castellano medieval y clásico es frecuente que el segundo término de la comparación sea introducido por la preposición «de». Ejemplo: «Non avie dél más rico en esa vecindad». Asimismo es frecuente que algún término de la comparación no esté mencionado o esté sobreentendido, sobre todo en el caso de TAN, por ejemplo: «Si don Adam oviesse de tal fructo comido, De tan mala manera non serie decibido» (Berceo). Berceo da por entendido que el lector sabe de qué manera fue castigado Adán. Por otra parte, en castellano actual lo normal es que el segundo término de la comparación de inferioridad o superioridad vaya introducido por la conjunción comparativa QUE. El «que» comparativo parte de la partícula latina QUAM, que debió dar «ca» en su origen y así lo atestiguan textos leoneses hasta el siglo XIV. Posteriormente se confundiría con la conjunción «que» < QUI˘ D (pronombre indefinido neutro) o con el pronombre relativo homónimo procedente del acusativo QUE˘M (en posición inacentuada no diptonga y pierde la -m final). Hoy subsiste algún resto de la preposición «de» como introductora del segundo término de la comparación, cuando éste es «lo + adjetivo». Ejemplos: «es mayor de lo conveniente» «es mejor de lo que esperaban» 92 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Asimismo se debe usar «de» en las oraciones afirmativas, si después de «más» viene un numeral. Ejemplo: «Se perdieron más de trescientos hombres». En las oraciones negativas podemos emplear «que» o «de». Ejemplo: «no se fue a pique más de la mitad de la flota» o «no se fue a pique más que la mitad de la flota». Superlativo a) Absoluto: para expresar el superlativo absoluto se pueden utilizar dos tipos de procedimientos: 1. Procedimiento analítico: con el adverbio muy < MULTUM más el adjetivo en grado positivo. En el Mio Cid aparece en ocasiones la forma plena del adverbio, sobre todo con participios adjetivados. Ejemplos: «mucho acordado», «mucho repisos»... En castellano antiguo el superlativo absoluto puede formarse asimismo con la partícula «tan», propia del comparativo, seguida del adjetivo en grado positivo, pero sin segundo término de la comparación. Ejemplos: «Unos tan grandes colpes» (= muy grandes) «Fabló bien e tan mesurado». No han subsistido perífrasis con VALDE o con MAXIME , pero sí con BE˘NE. Ejemplos: «bien frías» (Berceo) «bien pensativo» (Cervantes) Otra forma analítica de expresar el superlativo absoluto, y que ya se da desde los primeros textos del idioma, consiste en anteponer el artículo a la forma comparativa del adjetivo: Bueno → mejor → el mejor. «La mayor cuita que aver un amador» (Santillana). A veces, hay en lugar de artículo otro determinante. Ejemplos: «su peor defecto», «su mejor amigo»... 2. Procedimiento sintético: es siempre culto. Podemos distinguir tres tipos: a) Superlativos cuyo lexema es diferente al del grado positivo del adjetivo: OPTIMUM > óptimo PESSIMUM > pésimo 93 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

MAXIMUM > máximo MINIMUM > mínimo. Estos adjetivos tienden a perder su valor de superlativos, empleándose como positivos en construcciones analíticas, por ejemplo: «lo más mínimo». Además, hay una serie de adjetivos que supuestamente están en grado superlativo, pero que no tienen tal valor: ínfimo, supremo, íntimo, extremo, postremo, sumo, último, próximo. Solamente «ínfimo» puede funcionar como superlativo de «bajo» (en su acepción estimativa) o de «malo», y «sumo» de «alto» (en su acepción estimativa) o de adjetivos análogos. b) Superlativos creados a través de la desinencia: -ísimo (y su variante -érrimo). Tales superlativos apenas fueron empleados en la Edad Media (así, por ejemplo, en el Mio Cid no hay ningún ejemplo); solamente aparecen esporádicamente en textos latinizantes, así, por ejemplo, Berceo, Sancho IV... los emplean al referirse a la Virgen y a Dios. El uso de tales superlativos se incrementó durante el Renacimiento, por influencia culta, para decaer en siglos posteriores. Es sobre todo a partir de finales del siglo pasado cuando su empleo se hace abundante. El carácter culto de estas formas sufijadas se observa en el hecho de que frecuentemente el sufijo se aplica a la forma no evolucionada del adjetivo. Ejemplos: FIDE LIS → FIDE LE(M) > fiel → fidelísimo Otros ejemplos: paupérrimo, amabilísimo, sacratísimo... c) Superlativos construidos con prefijos: En latín la cualidad de un adjetivo podía reforzarse mediante los prefijos PER-, SUPER-. Ejemplos: ELOQUENS → PERELOQUENS GRANDIS → PERGRANDIS En castellano conservamos adjetivos derivados de tales formas, pero sin conciencia de su formación, por ejemplo: «perdurable». En leonés, sin embargo, es un procedimiento vigente: perbobo, perciego, perblanco... En cuanto al prefijo SUPER: 1. Resultado vulgar → «sobresaliente». 2. Resultado culto → «superbueno», «superfino». 94 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

También en castellano se usan otras partículas para insistir en la cualidad expresada por un adjetivo: «rebueno», «requetemalo», «archipobre», «archipícaro»... y frecuentemente se dan formas que expresan el grado superlativo a través de una acumulación de procedimientos, por ejemplo: «requetebuenísimo». —También es un procedimiento vigente para expresar el superlativo absoluto, si bien ya no un procedimiento orgánico o sintético, el uso de diversos adverbios ante el positivo: «extraordinariamente bueno», «increíblemente malo»... —Asimismo puede expresarse el superlativo mediante una reiteración: «hay muchas, muchas almas». A veces, se da la reiteración con la conjunción copulativa «y»: «sufre muchas y muchas y muchas flaquezas» b) Relalivo: rige con «de»: «el mejor de»... Ejemplos: «el mejor de la clase» «el más alto de los dos». 4 7. Colocación del adjetivo calificativo El adjetivo calificativo incide funcionalmente sobre el sustantivo. Dependiendo de que esta incidencia se realice directamente, o indirectamente a través de un término de relación, distinguimos el adjetivo calificativo atributivo (o adjunto) del predicativo (o conexo). Naturalmente hablar de posición del adjetivo calificativo implica diferenciar entre la anteposición y posposición del adjetivo atributivo al núcleo nominal. 4.7.1. Posición del adjetivo calificativo atributivo en el SN En latín clásico lo normal era la anteposición del atributivo al nombre (summa prudentia), adquiriendo el adjetivo un carácter enfático en el orden inverso. En latín vulgar, en cambio, lo habitual será la posposición de todo adjetivo no cargado de expresividad o valoración. En castellano, si a nivel teórico es posible que el adjetivo atributivo preceda o siga al sustantivo, hay, sin embargo, una forma interior del lenguaje (factores lógicos, estilísticos y rítmicos) que hace preferir al hablante una u otra colocación. Veamos, pues, estas circunstancias: a) Sust. + Adj.: orden lineal de determinado más determinante. La función del adjetivo es restrictiva, definitoria de la significación del sustantivo. 95 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En esta situación, sustantivo y adjetivo pueden mantener relación lógica de género y especie (máquina electrónica, arquitectura civil, gobierno militar). Si no la mantienen, la cualidad atribuida al sustantivo procede a la exclusión de los sustantivos que no participen de ella (pintura flamenca, familia real). Por ello el adjetivo pospuesto, sin pausa, especifica la extensión del sustantivo (coche deportivo, camisa estampada, cabello rizado). De lo que se deduce que no suele ir tras el sustantivo un adjetivo que comporta una cualidad unida a la imagen del sustantivo. b) Adj. + Sust.: orden anticipador o envolvente de determinante más determinado con función explicativa. La anteposición indica que la cualidad incluye previamente a la cosa calificada (mansas ovejas, verde hierba). Por la actitud valorativa o afectiva que suele conllevar este orden y el deseo de realzar la cualidad, es frecuente verlo en las oraciones exclamativas (¡Bonita casa!) o en la expresión de las cualidades susceptibles de valoración subjetiva (Tiene mala fama). La anteposición es, además, habitual en aquellos adjetivos que por su significado y función se asemejan a los adjetivos determinantes que, comúnmente, se anteponen al sustantivo (la referida historia, la siguiente estación). c) Posición fija de algunos adjetivos: a veces, sustantivo y adjetivo se unen para construir sintagmas estereotipados de sentido único (el libre albedrío, la pura verdad). La lexicalización puede alcanzar el nivel de la composición (camposanto, hierbabuena). d) Unos pocos adjetivos tienen un significado diferente según su posición (un hombre pobre/un pobre hombre; un simple problema/un problema simple; cierto negocio/negocio cierto; y otros como triste, nuevo...). En ocasiones el orden del adjetivo varía según la acepción que se pretende conferir al sintagma, aunque esto no es norma general (un gran edificio/un edificio grande). e) A todo lo mencionado cabría añadir los gustos literarios de cada época y los factores sintácticos, como principales causas que favorecen o impiden uno u otro orden del adjetivo atributivo: 1. El epithetum ornans es el adjetivo explicativo usado con intención artística. El relieve expresivo con que se utiliza define su normal anteposición al sustantivo. Su campo principal se halla en la lengua literaria, si bien en los autores modernos no es rara la posposición del epíteto (mediante una pausa para no perder su expresividad explicativa) Es en el siglo XV cuando la anteposición del epíteto alcanza mayor auge fomentada por el influjo retórico y latinizante (las sonoras melodías, el blanco lirio y colorada rosa). 96 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

2. Las circunstancias sintácticas contextuales: —Si varios adjetivos modifican a un sustantivo podrán ir delante o detrás de él, pero cuanto mayor sea el número de adjetivos resultará más conveniente la posposición (negro y poderoso toro bravo). —Cuando el adjetivo va modificado por un adverbio (sobre todo de cantidad y modo) podemos ver sintagmas en que la anteposición es forzada (el tarde arrepentido amigo). —Cuando además del adjetivo hay un complemento preposicional, el calificativo podrá ir tras el nombre junto al complemento (los velos incoloros del oriente), o ante él alejado del complemento (una delgada tortilla de cera. Lazarillo) —En diferentes etapas históricas de nuestra lengua vemos, además, diversos órdenes en los que entre el calificativo y el sustantivo se interponen otros elementos. En el Poema de Mio Cid por espontánea expresividad no es extraño un orden como: Gentes se le allegan grandes; posteriormente como imitación de hipérbaton latino: Largas se sufren tristezas (La Celestina). 4.7.2. Adjetivo calificativo no atributivo a) Adjetivo calificativo predicativo. Modifica al sustantivo (sujeto u objeto directo) a través de un verbo (copulativo o no): 1. Predicativo del sujeto: desde los primeros textos romances con el verbo «ser» como nexo (Antes fu minguado, agora rico so. Mio Cid). Verbo «ser» más adjetivo que puede comportarse como perífrasis en castellano antiguo (ser recibidor = ‘recibir’; Todo ombre que sea tenient = ‘que tenga’). Si el verbo no es copulativo puede conservar su valor semántico (Espantáronse todos porque tan triste veníe (Apolonio), Llegó cansado); o atenuarlo convirtiéndose casi en mero nexo (Su hijo cayó enfermo; Iffantes de Carrión mucho alegres andan. Mio Cid). 2. Predicativo del OD: designando cualidad o estado no provocado ni mantenido por la acción verbal (El cuerpo ha bien largo; Lo cogieron desapercibido), o a la inversa (Por siempre vos faré ricos, que non seádes menguados; Me han vuelto loco). El orden de colocación del adjetivo predicativo puede ser muy variado: tras el verbo, entre el verbo y el sujeto (Sube alegre la serrana), 97 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

entre el verbo y el objeto (Tiene azules los ojos), tras el sujeto u objeto pospuestos al verbo (Entró Sancho en la sala todo asustado; Puso a la marquesa tan angustiada). Orden de carácter literario se considera su anteposición al sujeto, objeto y verbo (Inquieto don Juan estaba). Pero el predicativo no puede situarse entre un sustantivo y su determinante (*Estaba el bochornoso tiempo; *Vi al hombre cambiado aquel), lugar que corresponde al adjetivo atributivo. Debemos notar que también el sustantivo puede cumplir una función predicativa (sin preposición: Yo las he fijas; hoy con preposición: Yo las tengo por hijas). El adjetivo predicativo (y sustantivo) puede ir con una preposición (Se jactaba de hábil), con conjunción (Está como loco), o en dobletes (del tipo juzgar por/juzgar). b) Adjetivo adverbial: como su nombre indica se usa con valor de adverbio y por ello no lleva marcas de género y número En latín se empleaba el acusativo neutro del adjetivo (inmanis, -e/inmane: ‘horriblemente’), o adverbios (falso, subito) cuyo resultado romance coincide fonéticamente con el de los correspondientes adjetivos. Entre las adverbializaciones las hay consolidadas (primero, pronto, claro (Hablar claro)), y ocasionales (Fermoso sonrisava. Mio Cid; Sus ojos grises nos miraban fijo (A.M. Matute)). La adverbialización más común del adjetivo se desarrolla en los denominados adverbios de modo acabados en -mente. Asimismo tenemos las locuciones adverbiales (Lat: preposición más un adjetivo neutro en acusativo o ablativo (ad ultimum, de improviso). Por ejemplo: a derecho (‘según justicia’, Mio Cid), a menudo, a salvo, de seguro, en vano. c) Adjetivo en cláusulas absolutas: adjetivos o participios adyacentes de sustantivos en construcciones herederas del ablativo absoluto o del ablativo de circunstancia concomitante (Cfr. R. Lapesa, «Los casos latinos: restos sintácticos y sustitutos en español»): Las espadas desnudas, a la puerta se paravan (Mio Cid). En ellas se prefiere hoy la anteposición del adjetivo al sustantivo. d) Adjetivo incidental: es el adjetivo cuya relativa autonomía del sustantivo y del verbo se marca en su libertad de colocación, y por su separación mediante pausas, sin constituir cláusulas absolutas (Don Endrina es entrada, bien loçana e orgullosa (Juan Ruiz)). Pueden precederle las conjunciones «aunque», «mientras», «como», «si», y en castellano antiguo «maguer», «maguera», «pero que» (Metióse Apolonio, maguer mal adobado / con ellos al trebeio (Apolonio)). 98 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español, Ed. Gredos, Madrid, 1983. ERNOUT, A., Morphologie historique du latin, Librairie C. Klincksieck, París, 1953. GARCÍA, J., Contribución al estudio de la sintaxis histórica del adjetivo en español, Universidad Complutense de Madrid, 1990. Tesis doctoral. HERNÁNDEZ, C., Gramática Funcional del Español, Ed. Gredos, Madrid, 1984. IORDAN, I. y MANOLIU, M., Manual de lingüística románica, tomo I, Edit. Gredos, Madrid, 1979. LAPESA, R., «La colocación del calificativo atributivo en español» en Homenaje a la memoria de D. Antonio Rodríguez Moñino, Edit. Castalia, Madrid, 1975. —, «Sintaxis histórica del adjetivo calificativo no atributivo» en Homenaje al Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas, «Dr. Amado Alonso» en su cincuentenario 1923-1973, Buenos Aires, 1975. —, Estudios de Morfosintaxis histórica del Español, tomo I, Gredos, Madrid, 2000. MENÉNDEZ PIDAL, R., Manual de gramática histórica española, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1977. RAE, Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, Espasa-Calpe, Madrid, 1979. TÚRREZ, I., La lengua en el Siglo de Oro, Universidad de Deusto, Bilbao, 1987. VÄÄNÄNEN, V., Introducción al latín vulgar, Bibl. Universitaria, Ed. Gredos, Madrid, 1972.

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Capítulo 5

La aposición

5.1. La aposición El término aposición se utiliza para señalar que un sustantivo explica o especifica el significado de otro sustantivo, sin acudir a elementos prepositivos. Algunos autores al privilegiar al aspecto semántico del fenómeno han indicado que el sustantivo en aposición desempeña una función secundaria, comparable a la del adjetivo. Otros al atender más a los fenómenos formales y funcionales subrayan que «nombre propio y común son sustantivos y lo siguen siendo en la aposición...»1. Las aposiciones se han clasificado tradicionalmente en especificativas y explicativas, atendiendo a la determinación semántica; también en unimembres y bimembres, según exista o no pausa entre sus componentes. Las unimembres favorecen las construcciones de mayor disponibilidad y cohesión léxicas, mientras que las bimembres reflejan generalmente delimitaciones o precisiones menos estables. El resultado fónico también está determinado por la extensión léxica de cada uno de los componentes de la aposición. 5.2. Tipos de aposiciones La distinción de aposiciones especificativas y explicativas ha sido relacionada con la de unimembres y bimembres, pero la casuística demuestra que hay aposiciones especificativas en un tipo como en otro: 1 J.A. MARTÍNEZ, «Las construcciones apositivas en español», en Homenaje a Manuel Alvar, Ed. Gredos Philologica Hispaniae, tomo II, p. 462.

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«David rey»; «Suárez, el político». En los dos ejemplos los términos se especifican recíprocamente. Sólo puede haber aposiciones explicativas cuando los términos se refieren a «un individuo único en su género», como en el ejemplo de A. Bello: «La luna, el satélite de la tierra». Al ser un solo individuo, no es necesaria la especificación o restricción de su referencia2. Por otra parte, los grupos de aposiciones unimembres y bimembres son muy variados en sus estructuras.

5.3. Aposiciones unimembres Se distinguen tres clases principales, según los sustantivos que integran la aposición: a) Constituida por dos sustantivos comunes: Rey profeta. Zapatero filósofo. Dama duende. Clérigo cerbatana. Destacan en este grupo aquellas secuencias en que uno de los sustantivos tiene un significado traslaticio, de carácter valorativo, como ha destacado R. Lapesa: «... toros leones para Hércules cavalleros», (Lope de Vega, El marqués de las Navas, 883). En el español actual se da una gran cantidad de ejemplos en el lenguaje técnico y en los medios de comunicación de masas: hombre orquesta, ciudad dormitorio, hombre masa, hombre rana, etc. La disponibilidad léxica por la frecuencia de uso hace que muchas de las construcciones anteriores se consideren lexías compuestas: buque escuela, hombre mono, pez gato, etc. b) La integrada por un nombre propio y otro común o título: La calle Preciados. El río Duero. El señor Martínez. San Pedro. Fray Pedro. Maese Carlos. Don Rodrigo. 2

J.A. MARTÍNEZ, art. cit., p. 457.

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En las unimembres de este tipo con artículo, el análisis sería «El + río Duero», donde el artículo es morfema de «todo el grupo o, mejor dicho, del nombre propio». Su anteposición se explica por un desplazamiento que evita la reiteración del valor de «identificación» del nombre propio3. c) La formada por nombres, apellidos y apodos característicos. El carácter especificador o distintivo, incluso cuando hay un elemento calificativo en la estructura, prevalece funcionalmente. Ejemplos: Castilla la Vieja. Pedro el Cruel. Alfonso el Sabio. Angélica la bella. La presencia de determinantes actualizadores subraya el carácter individualizador de la construcción: Salomón el justo, Dios nuestro Señor, Santa María nuestra madre.

5.4. Aposiciones bimembres Tienen una variada composición. Veamos las más destacadas: a) Nombre propio + nombre común o título: Carlos, tío de Julia... Iuan de Beriayn, Abad de Verga... Ramiro Basterrechea, soldado navarro... b) Nombre común o título + nombre propio: El Arcediano de Table, don Ramiro de Goñi... El estudiante, Gonzalo Romero. c) Nombre común + nombre común o equivalente: El caballo, noble animal... Su coche, el que compró este año... Las aposiciones bimembres también pueden formalizarse con un carácter enumerativo o totalizador. En una aposición enumerativa, los elementos se presentan como la expansión de los integrantes del núcleo que los incluye: «Dándome Señor las virtudes, fe, esperanza, caridad, humildad, obediencia y castidad...». 3

J.A. MARTÍNEZ, art. cit., pp. 449-450.

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En la aposición totalizadora se presentan en primer lugar los elementos integrantes y después, como remate, aparece el elemento globalizador: «El primer curso, el segundo y el tercero, todo el primer ciclo...»; «... cuerpo y sangre, alma y divinidad, todo está junto...». 5.5. Aposición en conexión indirecta Al privilegiar el criterio de la «co-referencia» de los términos de la aposición, algunos autores consideran que construcciones como «la calle de Preciados», «el mes de febrero», «la virtud de la justicia», etc., deben considerarse aposiciones. Si consideramos que la aposición es un tipo peculiar de yuxtaposición de elementos, que se diferencia de la coordinación y de la subordinación, no podemos considerar como estructuras apositivas a las que se relacionan mediante la preposición «de», ya que ésta establece una relación de subordinación entre los términos. 5.6. Otras aposiciones En el marco de la «co-referencia» y la «yuxtaposición» de elementos, se han distinguido las aposiciones adverbiales: Está allí fuera. Regresará ahora, a las cinco. Cuando se yuxtapone un sustantivo al adverbio, aquél debe estar adverbializado, con o sin preposición: Vendrá mañana sábado. Corría así: a la pata coja. En este tipo de aposición, como ha sido destacado, la «co-referencia» de los términos se mantiene cuando éstos se separan. Tal fenómeno se debe al valor deíctico de los adverbios. Llegó entonces, a las cuatro. ⇓ Entonces llegó: a las cuatro. Bibliografía ALARCOS, E., «Grupos nominales con /de/ en español», en Studia Hispánica in Honorem R. Lapesa, Ed. Gredos, Madrid, 1972. BELLO, A., Gramática de la lengua castellana, Ed. Sopena, Argentina, S.A., Buenos Aires, 1964. 104 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

BLECUA, J.M. y ALCINA FRANCH, Juan, Gramática Española, Ed. Ariel, Barcelona, 1975. FUGIER, H., «L’apposition en latin. Pour une étude des rélations a l’intérieur du syntagme nominal», en La lingüistique, 9 fascículos, 1.º, 1973. GILI y GAYA, Curso superior de Sintaxis Española, Ed. Vox, 8.ª ed. Barcelona, 1961. HOCKETT, Ch., Curso de Lingüística moderna, Ed. Universitaria, Buenos Aires, 1979. LAPESA, R., «Sobre las construcciones “con sola figura, Castilla la gentil” y similares» en Ibérida, tomo 3, 1961. —, Historia de la Lengua Española, Ed. Gredos, Madrid, 1986. —, Estudios de Morfosintaxis Histórica del Español, tomo I, Gredos, Madrid, 2000. LÓPEZ, M.ªL., Problemas y métodos en el análisis de las preposiciones, Ed. Gredos, Madrid, 1970. MARCOS MARÍN, F., Aproximación a la Gramática Española, Ed. Cincel, Madrid, 1975. MARTÍNEZ, J.A., «Las construcciones apositivas en español» en Homenaje a Manuel Alvar, Ed. Gredos Philologica Hispaniae, tomo II, 1986. NAVARRO TOMÁS, Manual de entonación española, 3.ª ed. Málaga, México 1966. PAUL POMBAR (DE), M.ªN., Contribución al estudio de la aposición en español actual, Verba Anuario Gallego de Filoloxia, Anexo 20, Univ. Santiago de Compostela, 1983. POTTIER, B., Introduction a l’étude de la Morphosyntaxe espagnole, Ed. Hispanoamericanas, París, 1966. —, Gramática del español, Alcalá, 2.ª ed., Madrid, 1970. QUILIS, A., Curso de fonética y fonología españolas, CSIC, 5.ª ed., Madrid, 1971. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Esbozo de la Gramática Española, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1931. —, Esbozo de una nueva Gramática de la lengua española, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1978. SALVA, M., Gramática de lengua castellana según ahora se habla, 1.ª ed. París, 1830, 6.ª ed., Valencia, 1844. TABOADA, M., Relaciones sintácticas en el interior de la frase nominal: la aposición, Verba 5, Universidad de Santiago de Compostela, 1978.

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Capítulo 6

Los numerales

Desde el punto de vista funcional eran adjetivos en latín. El que se agrupasen separadamente entonces y ahora se basa en el valor semántico que tienen en relación con los calificativos. Mientras que éstos expresan cualidades, los numerales limitan el contenido semántico del sustantivo, al que añaden un valor numérico más o menos preciso. Se dividen en: 6.1. Cardinales Limitan el contenido semántico del sustantivo de modo preciso. En latín, solamente los tres primeros y los plurales de CENTUM eran declinables: 1. UNUS, -A, -UM En castellano, solamente en este cardinal se da la oposición de género masc./fem., por influjo de los adjetivos calificativos de tres terminaciones (BONUS, -A, -UM) en cuya flexión fue incluido. U NUM > uno/una < U NAM Cuando está en posición proclítica se da la apócope de «uno» («He comprado un libro»). Asimismo la forma «una» pierde la -a final, cuando se halla en posición proclítica y le sigue una palabra que empieza por atónica («no ví ni un alma»). Es importante el hecho de que UNUS, UNA hayan asumido en romance la función de artículo indeterminado. No obstante, esta opinión no es compartida por todos los lingüistas. Así, hay algunos autores que piensan que «uno», «una» no son más que adjetivos numerales. 107 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Otros, sin embargo, señalan que si sólo actualizan un elemento desconocido tendríamos un artículo, mientras que si hay una idea de orden dentro de un subconjunto o conjunto mayor tendríamos un numeral. Estas formas «uno», «una», carecen de plural si se limitan a significar la unidad. No obstante, hay formas en plural que mantienen el significado de unidad («unos pantalones», «unas gafas»), es el llamado «pluralia tantum» (forma plural, contenido singular). 2. DUO, DUAE, DUO ˘ OS > *doos > dos. Tiene una sola forma para ambos géneros: DU En castellano antiguo existía la forma femenina: DUAS > duas, dues, donde la «a» se cierra por asimilación a la «u». Esta distinción desaparece a lo largo del siglo XIII. En el siglo XIV ya no se encuentra. 3. TRE S, TRIA Tiene una sola forma. TRE S > tres. 4. Del 4 al 10 ˘O ˘ R > cuatro. QUATTU Pérdida del 2.º wau por disimilación. Metátesis de la consonante final. Simplificación de la consonante geminada. Conservación del 1.er wau porque le sigue una vocal tónica y abierta. QUI NQUE > cinco. Pérdida del 1.er wau por disimilación (oclusión velar seguida de una labio-velar semiconsonante), que ya parte del latín vulgar; es absorbida por la consonante velar pues no va seguida de vocal de media o máxima abertura. El 2.º wau también se pierde por la misma razón. Esto es: [kwiη Kwe] > [kiη kwe] «cinque» > cinco. La -o final se explica por analogía con el resto de los numerales que acaban en -o. SE˘X > seis. Desarrollo normal del grupo «ks» en posición implosiva. La «k» ha generado una «i» semivocal que ha impedido la diptongación de E˘ breve tónica. SE˘PTEM > siete. Diptongación de E˘ breve tónica. -PT- > -TT- > -t-. En la Edad Media se da la variante «siet» apocopada. ˘ CTO > *oito > ocho. O ˘ breve tónica no diptonga por el grupo KT > t La O i > c^ . 108 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

˘ VEM > nueve. NO ˘ breve tónica. Diptongación de O DE˘ CEM > *dieze > diez. 5. Del 11 al 19 Presentaban irregularidades en su formación. Hasta el 17 el procedimiento empleado era la composición directa (yuxtaposición): cardinales del uno al siete y la forma DE˘ CIM. Este procedimiento es reemplazado en el caso del 18 al 19 por la composición no directa a través de- un elemento de unión («de»): procedimiento de resta y no - de suma: VI GINTI : DUODEVI GINTI = 20 – 2 = 18. UNDEVI GINTI = 20 – 1 = = 19. Junto a estas formas se empleaban variantes analíticas como: de˘cim et sex, de˘cim et septem, etc., que explican los cardinales modernos del 16 al 19. ˘ NDE˘CIM (lat. vg. U ˘ NDECE˘). Pérdida de la nasal final -M. Once < U ^ e -k > [z] «z» dento-alveolar africada sonora: *ondeze → z^ = s^ → s^ > θ, interdental fricativa sorda. Pérdida de la vocal postónica: *ondze. Eliminación de la consonante intermedia: onze → once. Otra explicación sería que ke haya evolucionado después de la pérdida de la vocal postónica, dando un resultado sordo [s^ ] «ç», que posteriormente se sonorizó por influencia dialectal: los alomorfos «dolze, trelze» (formas leonesas usadas también en castellano antiguo) han podido influir para sonorizar analógicamente la sorda. Doce < DUODE˘CIM (lat. vg. DODE˘CE). Pérdida de la nasal final -M. Eliminación del wau desde el latín vulgar para deshacer el hiato. Pérdida de la vocal postónica: *dodçe > > dolze, trueque de la dental en líquida y sonorización de la dento-alveolar africada sorda [s^ ] al quedarse en posición intervocálica, ya que las líquidas para los efectos funcionan como vocales. Otra explicación sería que -ke hubiese evolucionado antes de la caída de la vocal postónica: *dodeze > dodze > doze > doce. Trece < TREDE˘CIM. Pérdida de la nasal final -M. Pérdida de la vocal postónica: *tredçe > > trelze, trueque de la dental en líquida y sonorización de la dento-alveolar africada sorda [s^ ] al quedarse en posición intervocálica, ya que las líquidas para los efectos funcionan como vocales. Otra explicación sería que -ke hubiese evolucionado antes de la vocal postónica: *tredeze > tredze > treze > trece. 109 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Catorce < QUATT(U)ORDE˘CIM. Desaparece el wau por no seguirle una vocal tónica. Reducción de la consonante geminada. Eliminación del 2.º wau desde el latín vulgar para deshacer el hiato. No se produce metátesis de la vibrante, pues no va en posición final como en QUATTUOR. Pérdida de la «e» postónica. Sonorización de la dento-alveolar africada sorda. Quince < QUI NDE˘CIM. Pérdida del wau por no seguirle una «a» o una «o» tónica (la «u» es sólo grafía). Pérdida de la vocal postónica. Sonorización de la dento-alveolar africada sorda. Dieciséis- < DE˘CIM ET SEX lat. vg. (la forma del lat. clásico no prosperó: SE DE˘CIM > sedze, seze, formas que se dan en castellano antiguo). Esta tendencia analítica invadió en castellano antiguo hasta el número 12, y así se dijo en algunas regiones: «diez e dos», «dizedós», «dizetrés»... pero en la lengua moderna solamente se usa desde el 16 al 19, y en vez de SEPTENDE˘CIM se adoptó la forma analítica DE˘CEM ET SEPTEM, y lo mismo, por OCTODE˘CIM y NOVENDE˘CIM se dijo DE˘CEM ET OCTO, DE˘CEM ET NOVEM. En castellano antiguo se reduce el diptongo de «diez» diciendo «dizesiete», «dizeocho»... 6. Las decenas Se conservan los numerales latinos correspondientes: Véinte < VI GI˘ NTI . La velar sonora en posición intervocálica se pierde. La -I inflexiona la vocal tónica de tal modo que -I˘ - que debería dar «e» se conserva como «i»: - veínte. La I da «e» por disimilación: veínte > véinte, desplazamiento del acento a la vocal más abierta, destruyéndose el hiato y formándose un diptongo. Formas del cast. antiguo: veínte, veente, vente, veyente. - ˘ -Tréinta < TRE GI NTA o TRI GINTA alomorfos del latín vulgar. I > e por analogía con «tres» o por disimilación con la segunda «i». -G + i- velar sonora que en posición intervocálica se pierde. ˘I > i por analogía con «véinte». Dialectalmente encontramos formas como: treínta, trenta. Cuarenta < QUADRAGI˘ NTA. No desaparece el wau por analogía con «cuatro». -DR- > -r-, desaparición de la oclusiva sonora. Desaparición de la velar sonora -G-. ˘I > e; la 110 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

secuencia «ae» («quaraénta», variante del castellano antiguo) pasa a ser un diptongo *ai por la ley antihiática del castellano y posteriormente se reduce a «e»: ae (hiato) → *ai (diptongo) > e. La explicación que da M. Pidal es que «a» se reduce a «e» (variante: «quareénta») y posteriormente se suprime por el frecuente uso proclítico (cuarenta y dos, cuarenta y tres...). Cincuénta < QUI NQUAGI˘ NTA. Pérdida del primer wau, lo que implica que el sonido velar se asibile y después dé el mismo resultado que el dígito (cinco). Desaparición de la velar sonora -G-. Mantenimiento del segundo wau, -waénta, porque el acento se desplaza a la «a»: -wáenta y así iría ante vocal «a» tónica. Posteriormente, reducción -wáenta > -wénta, como en cuarenta. Sesenta < SEXAGI˘ NTA. Pérdida de la velar sonora -G-. Evolución anómala del grupo -KS«x», que tendría que dar la velar fricativa sorda [x] *sejenta, y da [s] por influencia de «seis». Variantes del cast. ant.: sesaenta, seseenta. Setenta < SEPT(U)AGI˘ NTA. -PT- > -TT- > -t-, asimilación de la consonante bilabial y simplificación de la geminada. El wau se pierde. Asimismo se pierde la velar sonora -G-. La ˘I > e: setaenta > setenta por la ley antihiática. Ochenta < OCT(U)AGI˘ NTA. Evolución normal del grupo kt > c^ palatal africada sorda. Desaparición del wau y de la velar sonora -G-: ochaenta > ochenta por la ley antihiática. Noventa < NONAGI˘ NTA: en castellano medieval «nonaenta». En cast. actual «noventa», forma que se explica tomando como base el dígito. Finalmente, en cast. medieval se encuentran restos de un sistema de numeración vigesimal. Ejemplo: «tres vent» (60), Berceo. Puede ser por influjo del euskera o del celta. 7. Las centenas Ciento < CE˘NTUM. En muchos textos medievales encontramos ya apócope de la vocal final «cient» y más tarde «cien» con la pérdida de la dental final. Para formar el resto de los numerales se utiliza la forma «ciento» sin apocopar y sin nexo copulativo, por yuxtaposición: ciento uno, ciento dos... 111 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

De los otros numerales de las centenas solamente conservan la forma latina: ˘ CE˘NTOS, -AS > dozientos, -as, rehechos en «doscientos, -as». DU TRE CE˘NTOS, -AS > trezientos, -as, rehechos en «trescientos, -as». QUINCE˘NTOS, -AS > quinientos, -as. SEXCENTOS, -AS > seiscientos, -as. Para el resto de las centenas, el español siguió el mismo procedimento, aunque sin antecedente latino: cuatrocientos, setecientos, ochocientos y novecientos. 8. - Mil MI LLE > mill > mil. La palatal lateral /l / final se transforma en al veolar lateral /l/. Esta despalatalización probablemente ocurrió mucho antes que se reflejara en la grafía. Hasta el siglo XVI se encuentran ejemplos de «mill». Junto a esta forma tenemos un derivado de «mille»: MILLIARIUS (‘piedra que indica mil pasos’). MILLIARIUM > mijero (forma popular), millar (forma culta), donde se observan dos fenómenos: a) En lugar del sufijo -ARIU > -ero tenemos el final -ar. Explicaciones: —que venga del sufijo -ARE (para formar sustantivos): MILLIARE, —que sea una reducción culta y consciente de -ARIU. b) LY > /l / palatal lateral, cuando tenía que haber dado la prepala tal fricativa sonora [z ]; es un fenómeno culto. Los demás numerales a partir del «mil» se forman también por yuxtaposición; ahora bien, en los siguientes millares, a diferencia de lo que ocurre en las centenas, tenemos la invariabilidad: dos mil, tres mil, cuatro mil, etc. La voz «millón» es relativamente moderna y deriva del italiano «milione»; de ahí se sacaron «billón» y «trillón». 9. Cero El número «cero» fue creado por la matemática india y fue introducido en Occidente por los árabes. La voz árabe «s.ifr» ‘vacío’ como denominación de ‘cero’ y de ‘cifra’ se extendió por Europa en dos formas básicas: a) en su forma plena, en español «cifra», b) en una forma reducida, en italiano «zero» (siglo XV), que modernamente penetra en los demás idiomas europeos: español, «cero» (s. XVII). 112 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

6.2. Ordinales Sitúan dentro de un principio convencional de orden al sustantivo al que acompañan. La mayoría de los ordinales son resultados cultos. PRIMARIUM, -AM > primero, primer; primera. ˘ NDUM, -AM > segundo, -a. La forma «según» enclítica, apoSECU copada de «segundo», en la Edad Media tenía valor latino ‘el que sigue’, hoy tiene valor preposicional. TERTIARIUM, -AM > tercero, tercer; tercera. QUARTUM, -AM > cuarto, -a. QUINTUM, -AM > quinto, -a. A partir del siguiente ordinal la lengua moderna usa las formas cultas: SE˘ XTUM > sexto. SEPTIMUM > séptimo. OCTAVUM > octavo. NONUM > nono, forma que coexistió con «noveno», siendo ésta última la que prosperó. DECI˘MUM > décimo. Las formas populares de estos ordinales (del 6.º al 10.º) se perdieron o se conservaron sustantivadas: SE˘ XTUS, vulgar SE˘ STU > siesta, con desplazamiento semántico. SE˘ PTIMUM > sietmo en la Edad Media. OCTAVUM > ochavo, voz que en el Siglo de Oro adquiere el valor de moneda. DE˘CI˘MUM > diezmo, forma que coexistió hasta el Siglo de Oro con «décimo» como ordinal, pero al revitalizarse la culta se desplaza la forma «diezmo». También se usa el recurso de la composición para expresar algunos ordinales: decimotercero, decimocuarto, etc. La lengua hablada, también frecuentemente la literaria, evita los ordinales y emplea en su lugar los cardinales: el capítulo dieciséis. En algunos textos medievales hay formas como: seteno, noveno, centeno, - dezeno, veynteno..., formas en las que se aplicaba el sufijo ordinal -E NUS a todos los números desde el 2, especialmente desde el 7 en adelante. Todas estas formas se perdieron salvo «noveno», si bien este paradigma se emplea en la actualidad para expresar algunos sustantivos colectivos: docena, centena, decena, etc. De las formas cultas latinas (del 11.º en adelante) encontramos dos resultados, sólo como sustantivos: 1. Cuaresma, quaraesma < QUADRAGE SI˘ MA. Todavía perdura. Se conserva el wau por analogía con «cuatro». Pérdida de la dental. También de la oclusiva sonora intervocálica. Por la ley 113 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

antihiática se desplaza el acento de la «e» a la vocal más abierta «a»: aé > *ae > *ai > e. Pérdida - de la vocal postónica. 2. Cinquaesma < QUINQUAGE SI˘ MA. Sólo en la lengua antigua. Pérdida del 1. er wau por no seguirle una vocal tónica («ó» o «á»). Pérdida de la velar intervocálica. También de la vocal postónica. Conservación del 2.º wau por desplazamiento del acento de «é» a la «á».

6.3. Fraccionarios El latín no tenía forma especial para expresar los fraccionarios salvo DIMIDIA (fraccionario de «dos» o de «segundo» en cuanto la unidad tiene dos partes divididas); esa forma se sustituyó en latín vulgar por MEDIETATEM > mitad (meedad, metad, meitad: variantes del castellano medieval). /dj-/ se pierde junto a vocales anteriores o palatales, y así se produjo regularmente en castellano antiguo: «meedad» y con disimilación «meadad», pero estas formas no prevalecieron, vencidas por el semicultismo «meetad», que de una parte se disimiló en «meatad» y de otra redujo el hiato a diptongo, «meitad», forma desde la que se explica el castellano actual «mitad». Para los demás fraccionarios usaba el ordinal, sobreentendiendo «pars»: TERTIA, QUARTA, de donde se tomaron «tercia» (cultismo por su -cia), «cuarta». En castellano se usan asimismo los ordinales: dos quintos, tres séptimos... Pero a partir del décimo (ordinal y fraccionario) se ha generalizado el sufijo -avo < -AVUM como terminación fraccionaria: doceavo, treceavo, etc.

6.4. Múltiplos En general siguen el esquema del latín. SIMPLUM > simple. DUPLUM > duplo (forma culta) y doble (forma popular). TRIPLEX > triple (for. culta) y treble (for. popular que dura hasta el siglo XVIII). QUADRUPLEX > cuádruplo. En castellano medieval hay también formas perifrásticas, hoy desaparecidas: «cuatro doblado», «cinco triplicado»... 114 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

La perífrasis latina con el adverbio numeral «BIS TANTUM», «QUINQUIES TANTUM», es la que da el múltiplo vulgar más usual: «eran diez tanto de ellos», «cuatro tanto», que hoy son anticuadas. Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español, Ed. Gredos, Madrid, 1983. CANO, R., El español a través de los tiempos, Arco/libros, Madrid, 1988. ECHENIQUE, E., M.T. y M.J. MARTÍNEZ, Diacromía y gramática histórica de la lengua española, Tirant lo Blanch, Valencia, 2000. IORDAN, I. y MANOLIU, M., Manual de lingüística románica, Ed. Gredos, Madrid, 1972. LAUSBERG, H., Lingüística románica, tomo II, Ed. Gredos, Madrid, 1973. MENÉNDEZ PIDAL, R., Manual de gramática histórica española, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1977. PENNY, R., Gramática histórica del español, Ariel, Barcelona, 1993.

115 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Capítulo 7

Lexicogenesia nominal

Todos los romances han aumentado considerablemente el caudal de sustantivos y adjetivos, modificando de diversas formas las palabras latinas para crear otras nuevas. Los procedimientos seguidos para formar los nuevos nombres del romance son: 7.1. Habilitación Mediante el cambio de la función originaria de una palabra. Veremos este procedimiento en el enriquecimiento del paradigma nominal romance. a) La sustantivación: el recurso más frecuente es la anteposición del artículo: el valiente, el pésame, el comer, el yo, el contra, el bien, etc. Fuera de lo anterior, destaca el paso de adjetivos a sustantivos: tempus hibernum, aestivum, veranum > el invierno, estío, verano; malum persicum > priesco, prisco; Abellana nux > la avellana; Mattiana mala > > la manzana, etc. Algunos adjetivos, participios e infinitivos, aunque sustantivados, recuerdan algo de su primitiva función: llano, cirio, ribera, hoguera; dechado, respuesta, posada, armada, herida, falso, venta, levante; poder, placer, pasar, haber. Encontramos también el paso de sustantivos propios a comunes: lázaro, quijote, quevedos, adán, simón, perillán, rioja, málaga, tenorio, etcétera. b) Aunque sin la vitalidad anterior, la adjetivación de sustantivos y participios tiene una gran variedad de ejemplos: ciccus > chico (peque117 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

ño); fundus > hondo (profundo); acetum > acedo (agrio); vermiculus > > bermejo, etc. Por otra parte, un gran número de nombres de animales se usan como adjetivos para mostrar metafóricamente una cualidad que resalta en una persona: lechuzo, lince, burro, zorro, tortuga, etc. Y muchos participios han devenido adjetivos en la historia de la lengua: tensus > tieso; strictus > estrecho; quaesitus > quisto; erctus > yerto; tortus > tuerto; exsuctus > enjuto, etc. 7.2. Derivación sufijal Es el recurso más abundante en la formación de palabras nuevas. Para que en romance un sufijo pueda vivir productivamente, esto es, producir nuevas palabras necesita ser tónico; los sufijos inacentuados fueron sustituidos por otros; así -u lus fue sustituido por -e llus, -e lla; en vez de anu lus, ane llus > anillo. El sufijo diminutivo se une al nombre a veces mediante una -c-, cuyo origen es latino: navicella > navecilla, monticellus > montecillo, avicella > avecilla. El sufijo viviente tiende a hacer resaltar la forma propia de la palabra a que se une; así frente a pedrezuela y ternezuelo, tenemos piedrecilla, tiernito. La forma del sufijo puede ser alterada por confusión con otro: así el sufijo -udine (consuetudinem, mansuetudinem) fue reemplazado por -umine (m’n = mbr, costumbre, mansedumbre). La casi totalidad de los sufijos romances son procedentes del latín. Algunos revisten doble forma por haberse introducido por el doble camino de la tradición oral y de la escrita. Así el sufijo -ariu, -aria, con resultados populares como somero, saetero, monedero, usurero, y otros cultos como primario, sumario, monetario, etc., y aún hay otra tercera forma galicista en -er o -el (ésta por disimilación): lebrel, mercader, bachiller, vergel, cuartel. El sufijo -áticu tiene también dos formas, una popular: portazgo, montazgo, almirantazgo, hallazgo, y otra procedente del provenzal o del francés: salvaje, portaje, ramaje, viaje, etc. Algunos sufijos no son de origen latino: así, por ejemplo, el sufijo -iccu, diminutivo, no lo es. Parece ser de origen ibérico el sufijo -ecu -aecu: andariego, labriego, veraniego, etc. Es de procedencia germánica el sufijo -engo: realengo, abolengo, etc. El sufijo -arro, -orro, -urro parece ser ibérico o vasco: cachorro, etc. La terminación sufijal -anco, enco: barranco, potranco, etc., se atribuye a procedencia ligúrica. El sufijo patronímico -ez, -iz, -z parece ser que es una evolución, a través del vasco, de la terminación latina -onis (genitivo). 118 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

7.2.1. Los sufijos más característicos son: 1. -us, -a > -o, -a: se usan en la formación de sustantivos deverbales: luctare > lucta; probare > proba, prueba; computare > computus > > cómputo (cuenta); dubitare > dubita > duda. Y muchos más: habla, ayuda, acierto, almuerzo, agobio, adorno, abrazo, etc. 2. El sufijo -e contiende con los anteriores en la formación de sustantivos deverbales: saque, descarte, toque, desgaste, apunte, desarme, goce, detalle, acorde, etc. 3. También encontramos sustantivos deverbales en -eo: saqueo, carreteo, devaneo, tanteo, etc. 4. Aunque pocos, encontramos adjetivos deverbales en -o: descalzo, desnudo, etc. 5. -eo, -ea < -eus, -a, -um: forman adjetivos relativos a elementos físicos: férreo, ígneo, agrio (evolución popular). En muchos casos, al ser sufijo átono, los resultados se han sustantivado: vidrio, cirio, corteza (corticea). 6. El sufijo -ia, átono, ya en latín ha servido para formar sustantivos abstractos de adjetivos: fuerza (fortia), amenaza, vergüenza, etc. También encontramos nombres de países o regiones: Hispania, Bretania. 7. El sufijo -ía, de origen griego, se ha usado con gran productividad en la formación de sustantivos abstractos procedentes de adjetivos o de otros sustantivos: sabiduría, maestría, alegría, cercanía, cortesía, etc. Cuando se une a nombres de cualidad adquiere un sentido colectivo: compañía, baronía. También se puede unir a lexemas verbales: mejoría, valía, etc. Se encuentra también en la designación de zonas o países: Normandía. Cuando ocurre en la secuencia -ariu + -ía > -aría, adquiere un valor de lugar y cantidad referidos al lexema: hornería, pollería, tintorería, etc. Cuando se une a adjetivos, toma un sentido peyorativo: duendería, gitanería, etcétera. 8. El sufijo -bilis, -bile(m) > -ble expresa, como en latín, posibilidad: plegable, amable, atendible, adorable, etc. 9. El sufijo -bula, -bulum permanece en las formas cultas: vocablo, establo, etc. 10. El sufijo -aco, -eco es de origen incierto. Tiene un sentido peyorativo: libraco, hombraco, leseco, recoveco, etc. 11. El sufijo -ico, no latino, tiene un carácter diminutivo: sobrinico, mujercica, hermanico, etc. 12. La forma -uco, también de origen desconocido, tiene un valor peyorativo o irónico: frailuco, compañeruco, etc. 13. El sufijo -aceus, -acea: fornaceu > hornazo, setaceu > cedazo, filacea > hilaza. En muchos casos adquiere un sentido aumentativo o peyorativo: cachazo, animalazo, etc. También puede designar el golpe 119 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

inferido con un objeto o instrumento: portazo, navajazo, naranjazo, etc. En las formas cultas, permanece la terminación -aceo: herbáceo. 14. La forma -uceus, -ucea tiene un significado peyorativo: gentuza, testuzo. 15. El sufijo -icius forma adjetivos o adjetivos sustantivados: huidizo, hechizo, colgadizo, atajadizo, pasadizo. 16. Con -ac(u)lum se construyen sustantivos deverbales que designan instrumentos: espantajo, rendajo, escobajo, tendajo. También conlleva en éstos y otros ejemplos un sentido peyorativo. 17. La forma -ic(u)llus, -a es un sufijo diminutivo que, aunque vital en el castellano antiguo, ha perdido tal valor en el uso actual: abeja, clavija, lenteja, parejo, artejo, vallejo, portalejo, etc. Se usa, en muchos casos, con valor despreciativo: animalejo, portalejo, baratija, caballejo, etc. 18. El sufijo -cellus, -a ha conservado en sus resultados el valor diminutivo que tenía en latín. Se formó por la combinación de -culus + + ellus > -ciello, -cillo: avı cella, avecilla; navice lla > navecilla. 19. -acho, -ucho, de origen incierto, sirve para formar aumentativos y peyorativos: ricacho, casucha, medicucho, poblacho, etc. 20. -ignus, -a sirve para formar adjetivos que indican una relación de semejanza o pertenencia con el lexema primitivo: aguileño, brasileño, isleño, etc. 21. -(i)ego, -a, de origen ibérico, según algunos autores. Forma adjetivos o adjetivos sustantivados: labriego, veraniego, manchego, gallego, etc. 22. -ulus, -a, unido a sustantivos, formaba diminutivos en latín; unido a verbos, nombres de instrumentos: saccus > sacculus; cingere > > cingulum. Al ser átono fue sustituido por formas tónicas (e llus): astu la > > aste lla > astilla; rotu la > rote lla > rodilla. A veces, se dan los dos resultados, el popular y el culto: mancilla (mance lla), mancha (mancu la). 23. -ellus, -a forma tónica que, como hemos visto, sustituyó a -ulus, -a. De gran vitalidad, la forma antigua romance es -iello y la moderna -illo: aniello, anillo; castiello, castillo; martiello, martillo. 24. -eolus, -iolus, -a. Sirve para formar diminutivos: filiolu > hijuelo; abuelo; chicuelo, etc. 25. -alis, usado para construir adjetivos denominales con sentido de pertenencia y similitud: real, mortal, invernal, mundanal, etc. También se encuentran adjetivos plenamente sustantivados: catedral, rival. 26. -ale. Entra en la formación de sustantivos y adjetivos. Aporta el sentido de instrumento; parte del vestuario; colectivo (lugar plantado o mera abundancia de algo). Ejemplos: puñal, dedal; brazal; manzanal, maizal; dineral, pedregal. 27. -alia. Sirve para formar sustantivos femeninos singulares, pese a su origen neutro plural. Ejemplos: ventaja, migaja. En su forma -alla 120 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

aparece en palabras como antigualla, batalla. Puede, entonces, tomar un sentido peyorativo: canalla, clerigalla. La variante -ajo también se encuentra: cascajo, bebistrajo. 28. -ilis. Forma adjetivos denominales de pertenencia o semejanza: pastoril, varonil, mujeril, señoril. Su forma neutra -ilia > -ija: baratija. 29. -ile. Designa lugar relacionado con el sentido del lexema primitivo: frontil, carril, bracil. 30. -amen, -imen, -umen. Forma sustantivos de verbos y sustantivos, aportando un sentido colectivo o de abundancia: pelambre, curtiembre, techumbre, pesadumbre. 31. -mentum. Sirve para formar sustantivos deverbales abstractos: acabamiento, acercamiento, aburrimiento, acaecimiento. 32. -menta. Su origen, neutro plural, determina su valor colectivo: herramienta. Se encuentran formas cultas: osamenta, cornamenta, vestimenta. 33. -anus, -a. Forma adjetivos con valor de pertenencia u origen: serrano, cercano, urbano, valdiviano, romano. 34. -inus, -a. Entra en la derivación de adjetivos que significan pertenencia, semejanza o pequeñez: alabastrino, leonino, palomino, pollino. 35. -unus, -a. Sufijo característico de la península ibérica. Forma sustantivos con valor peyorativo: caballuno, medicuno. 36. -one. Se puede unir a lexemas verbales y nominales. Tiene varios sentidos, segun la índole del lexema primitivo. Ejemplos: a) persona que realiza una acción: mirón, peleón; b) instrumento con que se realiza algo: tapón; c) la acción misma, nominalizada: apretón, encontrón; d) aumentativo de un nombre: narigón, patón, hombrón. 37. -aneus, -a. Se usa para formar adjetivos y sustantivos: tacaño, extraño, montaña, campaña. 38. -oneus, -a. En la formación de adjetivos y sustantivos: halagüeño, risueño, terruño. 40. -andus, -endus, -undus. Sirve para formar sustantivos y adjetivos derivados de lexemas verbales: doctorando, educando, hacienda, molienda. 41. -ensis. Forma gentilicios: leonés, aragonés. 42. -antia, -entia. Deriva sustantivos abstractos deverbales. Las formas -anza (popular) y -ancia (culta) se dan con los verbos de la 1.ª conjugación: confianza, esperanza, abundancia, asonancia. El alomorfo -encia (culto) se encuentra en verbos de 2.ª y 3.ª conjugación: creencia, avenencia. 43. -entus, -a. Forma adjetivos que indican algo poseído en alto grado: hambriento, polvoriento, soñoliento. 44. -arius. Construye sustantivos que indican oficio: portero, molinero, librero, carpintero. También el femenino aporta resultados, aun121 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

que el valor de «persona que se ocupa en» no se da en estas formas invariables en cuanto al género: manera, cartera, escalera, ribera. El neutro arium > ero da resultados con valor de lugar o envase: gallinero, azucarero, brasero. Se encuentran también la forma culta y otras de origen extranjero: planetario, mercader, vergel. 45. -aris. Forma adjetivos y sustantivos: mular, collar, pulgar. El uso más frecuente es con el sentido de lugar donde abunda o se encuentra el referente del lexema: cebollar, espinar, palomar. 46. -osus. Como en latín, expresa la idea de abundancia; en adjetivos procedentes de sustantivos, de otros adjetivos o de verbos: bondadoso, amistoso; ebrioso; resbaloso. 47. -iscus (de origen griego) > -esco (popular), -isco (culto). Deriva adjetivos y adjetivos sustantivados: burlesco, morisco; soldadesca, parentesco. 48. -ista (de origen griego). Forma nombres, aportando un valor agentivo: guitarrista, artista, legista, bolsista. 49. -aster. Deriva sustantivos con valor peyorativo en la mayoría de los casos: poetastro, medicastro, padrastro. 50. -eto, -a; -ete; -ito, -a. De orígenes inciertos, sirven estos sufijos para formar diminutivos: lobato, regordete, niñito, manzanita. A veces, se interpone el interfijo -c-: mujercita, avecita. La forma -ote puede tener valores apreciativos diversos, desde matiz afectivo al sentido despreciativo: amigote, picarote, animalote, alcaldote. 51. -atus, -a. Forma con el masculino sustantivos abstractos que indican condición o dignidad: obispado, ducado, reinado. También puede referirse al lugar del cargo o dignidad: el obispado es un hermoso edificio. Este sufijo con el femenino forma sustantivos de varios significados: cuchillada, mesnada, nevada. El alomorfo culto -ato se da en varios sustantivos: cardenalato, califato, comisariato. 52. -utus, -a. Indica una cualidad o característica extraordinaria, aunque con sentido peyorativo: orejudo, peludo, patudo. 53. -etum. Señala un lugar plantado en abundancia con el referente del lexema: olmedo, castañedo. 54. -itia, -ities. Forma sustantivos abstractos de adjetivos: dureza, riqueza; avidez, niñez. 55. -aticus. Construye adjetivos. Encontramos la forma popular (-azgo), la culta (-ático) y una extranjera (-eje), de origen francés o provenzal. Ejemplos: portazgo, acuático, abordaje. 56. -tor. Entra en la formación de sustantivos deverbales con valor agentivo: vendedor, actor, pagador, receptor, supervisor. Como vemos, tiene varios alomorfos: -dor, -tor, -sor, -or. También puede indicar instrumento o el lugar donde se realiza la acción del lexema verbal: destilador, comedor. 122 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

57. -torius, -a. Forma adjetivos deverbales, indicando posibilidad: venidero, duradero. De su forma neutra, se han formado sustantivos que indican el instrumento o el lugar donde se cumple la acción del verbo. Pueden darse la forma culta (dormitorio, escritorio) o la popular (atadero, invernadero). 58. -tura, -sura. Sirve para formar sustantivos abstractos de lexemas verbales o adjetivales: altura, mesura, ternura, finura. 59. -tate(m). Entra en la formación de sustantivos abstractos: brevedad, soledad, parquedad. Tiene otro alomorfo, menos evolucionado: caridad, claridad, seguridad. 60. -tute(m). Forma también sustantivos abstractos como virtud, juventud. 61. -tudine(m). Se encuentra en sustantivos abstractos: aptitud, gratitud. 62. -tione(m), -sione(m). Sirve para formar sustantivos abstractos: razón, sazón, división, estación, consolación. Como se aprecia, se dan alomorfos variados. 63. -ivus, -a, -um. Forma adjetivos. Presenta dos alomorfos: -ío (popular) e -ivo (culto). Ejemplos: bravío, tardío, sombrío; nativo, altivo, reflexivo. También ha devenido en formador de colectivos y abstractos: gentío, caserío, labrantío, señorío, poderío. Hay muchos más sufijos en castellano pero los anteriores son los de mayor frecuencia y disponibilidad lexicogenésica. 7.2.2. Los diminituvos 1. Los apreciativos son formas derivativas que no crean palabras distintas de la original a nivel del lexema de base, a no ser cuando tienen una peculiar evolución semántica. En pañuelo tenemos un buen ejemplo de independencia semántica: en paño-pañuelo, no se siente al segundo sustantivo como diminutivo. Mientras que en hombre-hombrón-hombrecito tenemos variaciones formales y apreciativas de la palabra original. Los sufijos no representan una categoría gramatical como las de género, número, persona, etc. Son variaciones de orden semántico, con o sin cambio de la función de la palabra: casa-casita/seco-secante. Los sufijos diminutivos, aumentativos, despectivos aportan valores semánticos muy variados a la palabra primitiva. En este apartado, veremos los diminutivos: a) nocionales: casita ‘casa pequeña’, b) afectivos, c) imaginativos: «como en casita no se está en ninguna parte» (aunque sea una casa grande y destartalada). 123 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Durante mucho tiempo se creyó que la idea empequeñecedora o agrandadora de los apreciativos era el origen de su connotación afectiva. Amado Alonso lo ha puesto en duda, y hace notar, por ejemplo, que el diminutivo destaca la cualidad del hombre, mediante la individualización interesada del ser u objeto y el relieve afectivo del mismo. En esta línea los apreciativos deben analizarse en el eje de las funciones del lenguaje que deslindó Karl Bühler: Apreciativos —nocionales-función representativa, —afectivos o imaginativos-función manifestativa, —de captación-función apelativa. El contenido afectivo es evidente en los apreciativos. Los matices pueden ser variados: «ancheta de caderas» (‘regusto sensual’) (J. Ruiz) «¡qué asuntito me ha caído!» (‘ironía’) «Por sus cosillas no dejo yo las importantes» (‘desprecio’) «¡mal geniete!», «picarillo» (‘reproche afectuoso’) Los matices anteriores no sólo pueden afectar a una palabra (sustantivo, adjetivo o adverbio) sino también a toda la oración: «Ya tendremos que aguardar unos añitos». Obviamente, lo imaginativo puede tener un fuerte papel en el uso de los apreciativos: «está como nuevecito» «oler a pino y a pan calentito» Lo apelativo es patente en algunos apreciativos. Así, por ejemplo, en los diminutivos que prodiga el mendigo: «¡Una limosnita!» (‘captatio benevolentiae’). La función activa de la cortesía se aprecia en estos ejemplos: «espera un momentito» «Venga deprisita». 2. Los sufijos diminutivos más empleados en castellano antiguo son: a) -e llu > -iello > -illo b) -olu > -uelo. 124 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

El primero es más frecuente en castellano desde sus orígenes, atestiguado en los documentos más antiguos, ora en latín, ora en romance. Ejemplos: nombres propios: Lapiello nombres comunes: ribiella La reducción de -iello > -illo es temprana en la parte septentrional de Castilla (la Montaña, norte de Burgos) pues encontramos ejemplos desde el siglo X. No obstante, la generalización tardó mucho: la literatura de los siglos XII, XIII e incluso parte del XIV emplea casi exclusivamente -iello. El sufijo -illo empieza a usarse en la literatura con cierta frecuencia desde Juan Ruiz. Entre éste y D. Juan Manuel, el último permanece fiel a -iello, forma aristocrática en su tiempo; Juan Ruiz alterna -iello, -illo con predominio del segundo. A lo largo del siglo XIV va cundiendo el uso de -illo. Así en el siglo XV su dominio es absoluto. Hoy -iello queda sólo en el dominio leonés (Asturias, O. de León, O. de Zamora) y en el Alto Aragón. El sufijo -olu > -uelo solía aplicarse a bases terminadas en yod: filíolu (fi-lí-o-lu) avíolu Auríola Esta acentuación originaria, con o átona, cambió en latín vulgar, al pasar de hiato a diptongo y convertirse la i en semiconsonante: filjólu > hijuelo avjólu > abuelo Aurjólu > Orihuela Este sufijo pierde su vitalidad en la lengua moderna. c) El sufijo -ı c(u )lu > -ejo es un diminutivo latino atestiguado también desde los tiempos más antiguos: vallı cu lum > vallejo [bal éz o] ˘ Actualmente -ejo ha tomado sentido peyorativo. Pero todavía en tiempos de Berceo funcionaba como diminutivo. En la Vida de Sta. Oria dice «en su portalejo» (‘en el portalito de su casa’). Ahora bien, cuando en otra parte habla de «lugarejo» no sabemos si es diminutivo o despectivo. d) Los sufijos -ito e -ico son sufijos de origen discutido, aunque están atestiguados desde la épica latina. Desde los ejemplos más antiguos presentan un carácter afectivo: Julitta, karika, Bodicca. 125 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

e) El sufijo -ino, -in no es en principio un sufijo diminutivo: palumbus (‘palomo’) palumbinus (es un adjetivo ‘perteneciente o relativo al palomo’) cicaninus (‘perteneciente o relativo a la cigüeña’). Los derivados pasan a sustantivos y así coexisten dos valores: a) palomino ‘de palomo’ adjetivos cigoñino ‘de la cigüeña’ b) palomino ‘palomo pequeño’ sustantivos cigoñino ‘cigüeña pequeña’ con diminutivo El valor diminutivo se extiende por toda la Romania. En la Península adquiere relevancia en el Noroeste y Oeste: Asturias, León: -in, -ino, -ina. Gallego-port.: -iño, -a. -inho, -a. f) El sufijo -ı˘ttu, ˘ı tta > -et; -ete, -eta (en castellano) tiene preferencia en Cataluña, Valencia y Baleares: blanquet > blanquete. g) En el Norte (Santander) también se da el sufijo -uco, de origen ibérico, probablemente. 3. La repartición actual de los diminutivos peninsulares se puede representar en el esquema siguiente:

126 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Como puede apreciarse, en el centro predominan -ito e -illo. En Aragón -ico, también en Murcia y Granada. En Murcia y Granada toma la variante -iquio. En Andalucía hay -ito e -illo, con mayor abundancia de -illo que en Castilla. En los orígenes del idioma castellano la situación fue muy variada: -uelo: pronto queda como uso literario y en usos ya fijados. Junto a -iello > -illo tiene cierto valor en la Edad Media y en el Siglo de Oro. -illo: es muy frecuente en el habla y literatura hasta el Siglo de Oro. -ito e -ico: irrumpen en la segunda mitad del siglo XV en la literatura, cuando ésta refleja el habla popular. Ejemplos hay en Gómez Manrique (poquito, chiquito), Encina, Nebrija, La Celestina, etc. El sufijo -ico aparece como más popular y menos frecuente en el castellano del Siglo de Oro. -ito sigue creciendo pero no supera a -illo hasta el siglo XIX. -ino, -iño: aparecen esporádicamente en algún texto castellano como rasgo regional. No han tenido vigencia en castellano. -et > -ete, -a: se usan más bien con sentido irónico o despectivo en castellano moderno. En general, el diminutivo no se ha prodigado en la literatura castellana, a excepción de la popular y el romancero. Es notoria la parquedad de Boscán en el uso de diminutivos frente a Castiglione por citar un ejemplo ilustre. 4. El infijo -c- en algunos diminutivos. Como sabemos, el sufijo diminutivo se une al nombre a veces mediante una -c-, cuyo origen es latino, sin duda; la terminación diminutiva latina era -u lus en los nombres de las dos primeras declinaciones, a la cual se anteponía generalmente una -c- en los nombres de las otras tres, y como el vulgar reemplazaba -u lus por -e llus u - olus (tónico), antepuso la -c- también a estos derivados. La situación de partida es entonces:

      

-(ı)cu lu > -(ı)ce llus, ı colu analogía Esta -c- se generalizó a otros sufijos: dolorcito, avecica, etc. En general, -cillo, -cito y -zuelo, precedidos de una e interfijada, se aplican a los monosílabos acabados en consonante, a los disílabos terminados en ia, io y a los terminados en a, o con ei, ie, ue en el tema, como florecilla (con e interfijada o variante ec), geniecillo, huertecillo, etc. -cillo, -cito, -zuelo, sin e interfijada o infijada, se aplican a los terminados en e, n, o r, como especiecita, cañoncito, mujerzuela, etc. 127 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

7.3. Derivación prefijal Al contrario que los sufijos, los prefijos en romance son átonos; la mayoría son de origen latino; pueden ser preposicionales o adverbiales, según la función secundaria que aporten a la nueva palabra que, como nueva unidad léxica, tiene un carácter nominal: anteiglesia, entreacto, sotavento, deshora, rebueno, bizcocho, compadre, contraorden, deshonra, disgusto, sinrazón, etc. Los compuestos de prefijo y sufijo a la vez se llaman parasintéticos: desalmado, soterraño, trasnochador, pordiosero, embolado, etc. El artículo árabe al-, a-, aunque no tiene valor de prefijo, se encuentra en muchas palabras de origen árabe: alcalde, adarga, alquería, alcázar, azúcar, etc. En la diacronía muchas veces se pierde la motivación del prefijo o cambia de forma: incincta > encinta; inodiu > enojo; absinthiu > açenso, ençenso, ajenjo, enjenzo; abscondere > asconder, esconder, escondite; examen > enxambre, enjambre. 7.3.1. Prefijos más usados en castellano y su valor semántico En la composición, según la RAE, puede darse la unión de dos lexemas o de un prefijo más un lexema. Como la primera posibilidad es hipotéticamente infinita, nos referiremos al segundo procedimiento de carácter sistematizable, destacando el valor semántico de tales partículas: los prefijos. Para sistematizar, aunque sin deformar los criterios del Diccionario de la RAE, partiremos del concepto de modificación, que Bernard Pottier usa para esta clase de fenómenos: La modificación. Se trata de relaciones espaciales, temporales o nocionales integradas. (B. Pottier, Gramática del Español, p. 84).

Tales relaciones no son incompatibles. En algunos casos sólo se da el predominio de una, quedando las otras latentes. Esta polivalencia sirve también para que una misma forma pueda usarse en dos o tres campos. A continuación analizaremos el valor de los prefijos del español, destacando, cuando sea pertinente, las relaciones espaciales, temporales o nacionales que puedan aportar: a- (Del gr.), denota privación o negación Dominios:

Espacial acromático

Temporal atemporal

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Nocional ateísmo

abs- (Del lat.), indica separación Dominios:

Espacial abstersión

Temporal —

Nocional abstraído

ad- (Del lat.), prep. inseparable que ya tiene el valor de junto a, como en adjunto; ya denota proximidad, como en adyacente, o encarecimiento, como en admirar. Dominios:

Espacial adyacente

Temporal —

Nocional admirado

ana- (Del gr.), prep. insep. que significa contra, o sobre; también, de nuevo. Este prefijo apunta a lo nacional principalmente. Dominios:

Espacial —

Temporal anacrónico

Nocional anabaptista

anfi- (Del gr.), prep. insep. que significa alrededor. Dominios:

Espacial anfiteatro

Temporal —

Nocional anfibología

anti- (Del gr.), elemento compositivo que entra en la formación de algunas voces españolas con el significado de oposición o contrariedad. Dominios:

Espacial antiaéreo

Temporal —

Nocional anticristo

archi- (Del gr.), ser el primero. Voz que sólo tiene uso como prefijo de vocablos compuestos. Con sustantivos denota preeminencia o superioridad. Dominios:

Espacial archilaúd*

Temporal archiantiguo

Nocional archidiácono

bis o biz- (Del lat.), prep. insep. que significa dos veces. Dominios:

Espacial bisagra

Temporal bisemanal

Nocional bisexuado

cata- (Del gr.), su significación es la de hacia abajo. Dominios:

Espacial catacumba

Temporal —

Nocional catabolismo

* La oposición espacial puede ser horizontal o vertical. En este caso, la oposición vertical (altura) es la base de la oposición laúd/archilaúd.

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centi- (Del lat.), aporta la significación de cien o de centésima parte. Dominios:

Espacial centimano

Temporal —

Nocional centiloquio

circun- (Del lat.), significa alrededor. Dominios:

Espacial circunnavegación

Temporal —

Nocional circunspección

cis- (Del lat.), de la parte o del lado de acá. Dominios:

Espacial cismontano

Temporal —

Nocional —

Temporal —

Nocional —

citra- (Del lat.), del lado de acá. Dominios:

Espacial citramontano

deca- (Del gr.), con la significación de diez, funciona en los compuestos. Dominios:

Espacial decámetro

Temporal —

Nocional decálogo

deci- (Del lat.), incorpora la significación de décima parte. Dominios:

Espacial deciárea

Temporal —

Nocional decibelio

des- (Del lat.), denota negación o inversión del significado del simple. Dominios:

Espacial descamino

Temporal destiempo

Nocional desconfiado

di-1 (Del lat.), denota oposición o contrariedad; origen o procedencia; extensión o dilatación. Dominios:

Espacial dimanante

Temporal —

Nocional difundido

Temporal —

Nocional diteísmo

di-2 (Del gr.), dos. Dominios:

Espacial dimorfo

dia- (Del gr.), significa separación, a través de; entre. Dominios:

Espacial diámetro

Temporal diacrónico

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Nocional diatónico

dis- (Del lat.), denota negación o contrariedad. Dominios:

Espacial distendido

Temporal —

Nocional disconforme

en- (Del lat.), apunta en qué lugar, tiempo o modo. Dominios:

Espacial encerrado

Temporal empezado

Nocional encarnizado

Temporal —

Nocional epílogo

Temporal —

Nocional equilibrio

epi- (Del gr.), significa sobre. Dominios:

Espacial epicentro

equi- (Del lat.), denota igualdad. Dominios:

Espacial equiángulo

es- (Del lat.), denota fuera o más allá. Dominios:

Espacial estirado

Temporal —

Nocional esperezo

ex- (Del lat.), denota fuera o más allá de cierto espacio o límite de lugar o tiempo. Antepuesta a nombres de dignidades o cargos, denota que los tuvo y ya no los tiene la persona de quien se habla. Dominios:

Espacial excéntrico

Temporal extemporáneo

Nocional excanciller

extra- (Del lat.), significa fuera de. Dominios:

Espacial extramuros

Temporal extratémpora

Nocional extraordinario

hecto- (Contracc. irreg. del gr.), significa cien. Dominios:

Espacial hectómetro

Temporal —

Nocional —

hiper- (Del gr.), significa superioridad o exceso. Dominios:

Espacial hipermetía

Temporal —

Nocional hipercrítico

hipo- (Del gr.), denota inferioridad o subordinación. Dominios:

Espacial hipocentro

Temporal —

Nocional hipofunción 131

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in-1 (Del lat.), se convierte en im delante de b ó p; en i, por il, delante de l, y en ir delante de r. Por regla general equivale a en. Dominios:

Espacial infiltrado

Temporal —

Nocional impuesto

in-2 (Del lat.), prefijo negativo. Sufre los mismos cambios que el anterior. Dominios:

Espacial inabarcable

Temporal intemporal

Nocional inadecuación

inter- (Del lat.), entra en la formación de voces españolas con el significado de «entre», o «en medio», o «entre varios». Dominios:

Espacial interandino

Temporal intervalo

Nocional interdependiente

Temporal —

Nocional kilovatio

kili- (Del gr.), mil. Dominios:

Espacial kilométrico

meta- (Del gr.), denota junto a, después, entre o con. Dominios:

Espacial metacarpo

Temporal —

Nocional metafísica

Temporal —

Nocional —

mili- (Del lat. mille), mil. Dominios:

Espacial milímetro

miria- (Del gr.), con la significación de diez mil, entra en composición de palabras en el sistema métrico decimal. Dominios:

Espacial miriámetro

Temporal —

Nocional —

mono- (Del gr.), significa «único» o «uno solo». Dominios:

Espacial monocromo

Temporal —

Nocional monótono

ob- (Del lat.), significa por causa, o en virtud, o en fuerza. Dominios:

Espacial —

Temporal —

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Nocional obduración

para- (Del gr.), significa junto a, a un lado. Dominios:

Espacial parámetro

Temporal —

Nocional paraestatal

per- (Del lat.), aumenta la significación de las voces españolas. Dominios:

Espacial peralto

Temporal —

Nocional perturbado

peri- (Del gr.), significa alrededor. Dominios:

Espacial pericardio

Temporal —

Nocional perífrasis

pos- (Del lat.), significa detrás o después de. Dominios:

Espacial posmeridiano

Temporal postdiluviano

Nocional pospuesto

pre- (Del lat.), denota antelación, prioridad o encarecimiento. Dominios:

Espacial prefijado

Temporal precedente

Nocional preconcebido

pro- (Del lat.), denota por, o en vez de; también impulso o movimiento hacia adelante; sustitución. Dominios:

Espacial promovido

Temporal —

Nocional propuesto

proto- (Del gr.), denota prioridad, preeminencia o superioridad. Dominios:

Espacial protórax

Temporal protohistoria

Nocional prototipo

re- (Del lat.), denota repetición, oposición o negación. Dominios:

Espacial —

Temporal —

Nocional recaída

res- (Del lat.), atenúa la significación de la voz simple a la que se halla unida; también puede significar encarecimiento. Dominios:

Espacial resquebradura

Temporal —

Nocional resguardado

sin- (Del gr.), significa unión o simultaneidad. Dominios:

Espacial sintópico

Temporal sincrónico

Nocional síntesis 133

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sub- (Del lat.), significa debajo, o, en sentido figurado, acción secundaria, inferioridad, atenuación, disminución, etc. Dominios:

Espacial subterráneo

Temporal —

Nocional subjefe

super- (Del lat.), denota preeminencia, grado sumo, exceso o demasía. Dominios:

Espacial superhumeral

Temporal —

Nocional supernumerario

trans- (Del lat.), significa del otro lado, o más allá. Dominios:

Espacial transpirenaico

Temporal —

Nocional transubstancial

ultra- (Del lat.), significa más allá de, al otro lado de. Dominios:

Espacial ultramar

Temporal —

Nocional ultravirus

Hay que hacer notar que se han analizado los cincuenta y tres prefijos que distingue la RAE en su Gramática. Por otra parte, no todas las relaciones son cubiertas por tales formas. Así, se puede apreciar que 51 prefijos sirven para señalar relaciones espaciales; 48 para relaciones nocionales y sólo 19 para las relaciones temporales. 7.3.2. Oposiciones antonímicas básicas mediante prefijos Partiendo de los paradigmas verticales y horizontales que forman los constituyentes lexicogenésicos prefijos se pueden establecer los posibles opuestos lógicos que sirven de base a las oposiciones antonímicas de los prefijos del español*. 11. separar / abs12. sin / an-, a13. hacia arriba / ana-

acercar adcon Ø hacia abajo cata-

* Se indicará sólo un ejemplo en cada posible oposición. No consideramos los antónimos aislados de una determinada disciplina científica por su carácter terminológico: braqui-/doli-; filo-/miso-; orto-/caco-, etc. Aunque se indican otros por estar incorporados al lenguaje más general y por corresponder a intuiciones más claramente aprehensibles para un usuario culto normal. De las oposiciones nocionales, separamos las cuantitativas por su relieve especial.

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14. antes / ante15. en contra / anti16. acción contraria / des17. fuera / ex18. fuera de / exo19. sobre lo normal / hiper10. grande / macro11. solo / mono12. nuevo / neo13. todo / omni14. hacia adelante / pro15. sobre / supra16. uno solo uni-

después posa favor proacción positiva emen indentro de endobajo lo normal hipopequeño micronumeroso poliviejo paleounounihacia atrás retrobajo inframuchos multi-

La virtualidad antonímica anterior tiene una realización lingüística variada y diversa, según ya hemos podido apreciar. En el plano de esta virtualidad lógica vemos también que las oposiciones espaciales predominan sobre las demás. La distribución es la siguiente: Antonimia espacial: Antonimia nocional: Antonimia cuantitativa: Antonimia temporal:

6 parejas 5 parejas 3 parejas 2 parejas

En suma, el estudio de los prefijos demuestra que los elementos funcionan como lexemas subyacentes, pero se distinguen de ellos porque se encuentran en una lista cerrada que configura diversos paradigmas semántico-funcionales. 135 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En un plano semántico-lexemático, los prefijos implican determinaciones sémicas en el plano espacial, nocional, cuantitativo y temporal. Las isotopías básicas en que se apoyan permiten distinguir una serie de microsistemas semántico-formales, donde se destacan las posibilidades antonímicas. Finalmente, la virtualidad de las isotopías básicas (espacialidad, temporalidad, cuantificación, negación y afirmación), implícitas en todo lexema, permite que tales rasgos sémicos se puedan explicar mediante un modelo actancial predicativo. De este modo, los prefijos aparecen como elementos que integran en la lexía aspectos semántico-sintácticos, subyacentes como virtualidad en el semantema del lexema.

7.4. Composición Se da cuando dos o más palabras que conservan en la lengua su significado aparte se unen formando una nueva unidad léxica; el acento cae generalmente sobre el segundo elemento; el plural afecta de ordinario sólo al segundo formante. Hay compuestos por yuxtaposición de carácter endocéntrico: vinagre, musaraña, pezuña, hidalgo, casatienda, etc. Otros son exocéntricos, ya que no son una simple suma de dos términos, sino que expresan un sentido que trasciende a los elementos manifiestos; se sobreentiende una relación con un elemento ausente: pelirrubio (persona con el pelo rubio); patitieso, piel roja, boquiabierto, etc. También se distinguen otros tipos como los coordinados, los sintagmáticos o prepositivos y los parasintéticos. Daremos algunos ejemplos de cada tipo: 1. Yuxtapuestos: como hemos anticipado, son aquellos que resultan de la fusión de dos o más términos que tienen una determinada relación semántica y sintáctica. Los esquemas más productivos son: a) Sustantivo + adjetivo: re(s) pública, vinagre, rabopelado, picoverde, etc. En algunos casos, el adjetivo precede al sustantivo: vanagloria, ricohombre, gentilhombre, etc. Como se aprecia, la delimitación distintiva la aporta el adjetivo en este tipo de compuestos sustantivos. b) Sustantivo + sustantivo: uno de los sustantivos funciona como un complemento determinante del otro: aguamanos, acueducto, pezuña. En algunos casos, la relación es de mera aposición: casatienda, tren correo, etc. 136 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

c) Verbo + sustantivo: es una estructura de gran vitalidad en romance para formar sustantivos: cortaplumas, matamoros, quitasol, pasacalle, paraguas, etc. d) Verbo + verbo: esquema que forma nombres, aunque intervengan dos verbos en la composición: chupachupa, tencontén, duermevela, tejemaneje, etc. e) Adjetivo + adjetivo: se forman nuevos adjetivos por la integración de dos adjetivos simples: grecorromano, anglosajón, hispanoamericano, sordomudo, claroscuro, etc. f) Adverbio + adjetivo: esquema productivo para formar adjetivos: malquisto, bienaventurado, maldispuesto, malherido, bienhablado, etc. 2. Coordinados: presentan la conjugación copulativa «y», grafía -ien el compuesto, como nexo de los elementos del compuesto. Ejemplos: a) Sustantivo + sustantivo: carricoche, gallipavo, coliflor, perrigalgo, arquibanco, etc. Todos los resultados son sustantivos. b) Adjetivo + adjetivo: esquema formador de nuevos adjetivos: agridulce, verdinegro, blanquiazul, tontiloco, verdiseco, etc. No hay que confundir este esquema con el de sustantivo + i + adjetivo que sirve también para formar adjetivos, pero donde la -ies un elemento compositivo interfijo, y no conjunción, en sentido estricto: carilampiño, alicorto, boquiabierto. Es preferible llamar a este último esquema compuesto interfijado. c) Verbo -i- + verbo: secuencia que forma sustantivos: correveidile, quitaipón, rompirrasga, subeibaja, bativoleo, etc. 3. Sintagmáticos o prepositivos: son aquellos que formalmente no se diferencian de los sintagmas de libre ocurrencia de sus elementos (la casa de Pedro), formados por dos sustantivos unidos por la preposición «de», aunque la disponibilidad y la frecuencia léxicas del compuesto sintagmático se da como una unidad: a) Sustantivo + de + sustantivo: resultan sustantivos como tocino de cielo, mesa de noche, patas de gallo, caballo de mar, casa de huéspedes, mozo de espadas, etc. b) Sustantivo + de + sustantivo: resultan básicamente adjetivos en que se dan procesos semánticos de metonimia y metáfora: alma de Dios, cabeza de chorlito, pico de oro, etc. 4. Parasintéticos: aunque el procedimiento no es muy productivo, se encuentran variados ejemplos: sietemesino, ropavejero, cadañero, misacantano, capigorrón, etc. 137 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

7.5. Otros procedimientos lexicogenésicos 7.5.1. Formación regresiva de lexías En los capítulos anteriores hemos tratado de la formación «progresiva» de lexías, esto es, del aumento morfemático para la creación de nuevo léxico. Pero la lengua tiene también un procedimiento «regresivo» que consiste en la reducción morfemática de una lexía en la constitución léxica. Llamaremos a este último procedimiento derivación regresiva. La podemos definir como la reducción de una lexía o una de sus partes. Tal reducción no implica que fuera de las razones de economía implícitas haya una sinonimia absoluta entre la forma primitiva y la derivada. En primer lugar hay que señalar que la reducción puede implicar cambio en la categoría (legislador → legislar). En este caso la reducción opone formas heterogéneas. El carácter regresivo de la formación sólo tiene importancia diacrónica, pues para el análisis sincrónico la ecuación legislar → legislador es equivalente a vender → vendedor. Así este tipo de derivación regresiva, fuera de un interés etimológico, no afecta la correlación normal de la derivación «progresiva» en el plano sincrónico. Este procedimiento de gran vitalidad sincrónica aporta matices estilísticos y gramaticales en el habla, aunque la forma abreviada y la primitiva tengan el mismo contenido lógico. La derivación regresiva sólo existe cuando se tiene conciencia de la reducción. Cuando se pierde tal conexión deviene la lexicalización de la forma abreviada y debe analizarse como una lexía simple primitiva. 7.5.1.1. Reducción de una lexía con pérdida de sílabas y morfemas fnales (apócope) Profesor → Profe Televisión → Tele Progresista → Progre

Universidad → Uni Cablegrama → Cable Policía → Poli

La diferencia en los semas estilísticos se comprueba en que las formas primitivas y derivadas no son intercambiables en el mismo tipo de habla (situación o contexto). En los nombres propios reemplazados por hipocorísticos: María → Mari Orietta → Ori Josefina → Jose El carácter efectivo y de confianza que aportan los hipocorísticos es manifiesto. 138 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

7.5.1.2. Reducción con pérdida de sílabas y morfemas iniciales (aféresis) teléfono → fono ómnibus → bus violoncello → cello En hipocorísticos: Teodora → Dora Cristina → Tina Hernán → Nan Osvaldo → Valdo 7.5.1.3. Reducción con pérdida inicial y final de la lexía (apócope y aféresis, simultáneamente) Son poco frecuentes, pero en los hipocorísticos tiene cierta vitalidad este tipo: Dolores → Lola En este ejemplo, junto con la pérdida final, hay reemplazo de fonemas: r > l; e > a. 7.5.1.4. Reducción de las lexías compuestas (síncopa) Europa + visión > *Europavisión > Eurovisión Europa + Asia > *Europaasia > Eurasia Microscópico + filme > *Microscopicofilme > Microfilme Morfología + Sintaxis > *Morfologiasintaxis > Morfosintaxis La diferencia entre las formas íntegras y las reducidas se da, en el interior del sistema, por la diferente distribución sintagmática y contextual. Se puede establecer una gradación desde las formas más naturales y usuales hasta las arbitrarias y especializadas. En base de estas diferencias, algunas formas, como «microfilme», se sienten ya no como reducción de lexías compuestas, sino como lexías cuya base es modificada por un elemento prefijoide. La reducción de lexías para formar otras, con nuevos valores estilísticos y lingüísticos, aunque sin diferencias lógico-representativas, es un fenómeno moderno, en cuanto a su campo de aplicación y frecuencia, y antiguo, en cuanto se explica por el fenómeno de la elipsis gramatical. Las reducciones tienen su origen en el uso de grupos especiales de hablantes, en un medio particular de vida. Esta explicación general se completa al agregar que los medios de difusión y de publicidad divulgan la innovación hasta incorporar la re139 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

ducción en el uso general. Las formas de origen más prestigioso y expresivo pasan a la lengua escrita. Hay otro tipo de reducción que no afecta a lexías simples ni compuestas, sino a grupos de palabras cuyos elementos son separables e intercambiables, sin afectar al significado básico en el uso independiente. Las secuencias pueden reducirse según dos procedimientos: a) Integración en una nueva lexía de las partes de otras. motor + hotel = motel en francés, restaurant + route = restoroute (con variación alográfica del primer elemento). en español, restaurante + stop = restop. Esta reducción se denomina acronimia ya que se produce por la unión de los extremos de dos palabras. También puede unirse el extremo de una palabra con la secuencia entera de otra. Los esquemas más productivos son: 1. teleñecos (televisión + muñecos) informática (información + automática) 2. telecine (televisión + cinematógrafo) Mexicali (México + California) 3. docudrama (documental + drama) credicoche (crédito + coche) Este tipo es escaso en el lenguaje común. En el lenguaje literario no faltan los ejemplos, aunque sin generalizarse. b) Formación de una lexía por el procedimiento de la sigla. ONU = Organización de las Naciones Unidas. RAE = Real Academia Española. UA = Universidad Austral. LAN = Línea Aérea Nacional. LUZ = La Universidad de Zulia. El progreso de las ciencias, la creación de organismos internacionales, el desarrollo de los medios de difusión, han estimulado en esta época la proliferación de siglas (incorporación de los elementos de un grupo de palabras dentro de una lexía artificial). La eficacia de las siglas se pierde cuando la secuencia de fonemas no es congruente con las reglas de estructuración de la sílaba: IPPM = Influencia Psico-Fisiológica Mutua. DBO = Demanda Biológica de Oxígeno. 140 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

DQO = Demanda Química de Oxígeno. CSIC = Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La estructura fónica de estas siglas no se presta para la pronunciación, ni aporta la base de una lexía que pueda entrar en expansión lexicogenésica. Por otra parte, el primer ejemplo sólo es funcional y representativo para las lenguas en que «fisiología» comienza con «ph». Según la motivación y la claridad del referente las siglas pueden ser: a) Sigla transparente: tiene un mero carácter de abreviatura gráfica. En el registro oral se pronuncia la forma desarrollada: NU = Naciones Unidas. RNE = Radio Nacional de España. UE = Unión Europea. b) Sigla opaca: no se hacen patentes los lexemas integrantes de la secuencia lexicalizada. Pueden ser de dos clases: 1. De lectura secuencial: se pronuncia como cualquier otra palabra del idioma: CAP = /káp/ UNED = /unéd/ 2. Deletreada: se articula el nombre de cada una de las letras que la integran: LP = /elepé/ UHF = /uachéfe/ Cuando las siglas se lexicalizan plenamente, posibilitan la derivación: OTAN = otanista. PC = pecero. UGT = ugetista. Cuando se retiene más de un fonema o letra en la formación, tenemos un sigloide. Ejemplo: Renfe. Red Nacional de Ferrocarriles de España

= RE (se mantienen dos fonemas) =N =F =E 141 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

7.5.2. Otros tipos de motivación interna al sistema Hasta ahora hemos analizado la formación de lexías por expansión o reducción, ya sea de C. I. lexicogenésicos o de lexías. La clasificación de los medios y características de tales procedimientos ha sido el objetivo principal de este trabajo. Corresponden a los tipos de la motivación morfológica de Ullmann*. 7.5.2.1. La motivación fónica Pero también existe otro procedimiento de formación léxica que no se estructura por expansión de morfemas o adjunción de lexías. Además, no hay una separación tajante entre significante y significado, porque los sonidos, que forman la lexía, imitan la impresión auditiva que constituye el contenido. Es la motivación fónica. Esta imitación directa (onomatopeya) Ullmann la sintetiza así: El significante y el significado se encuentran en el mismo plano: el de las sensaciones acústicas. (P. 138).

También distingue otra imitación fónica indirecta. Es el caso de lúgubre, sombrío, honor, roca, etc. En estos casos no existe imitación directa, significado y significante se encuentran en planos diferentes. Los sonidos representan impresiones sensoriales distintas de las acústicas o incluso nociones abstractas, fenómenos psíquicos, etc. Se trata de palabras expresivas. (P. 139).

Esta tendencia lingüística de objetivar sensaciones por medio de otras es la fuente de innumerables imágenes, metáforas y sinestesias. Este tipo de motivación no lo abordamos por su carácter indirecto respecto de la motivación fónica. La motivación fónica directa se puede subclasificar en simple (arrítmica) y compleja (rítmica). 7.5.2.2. Motivación fónica simple (arrítmica) En este tipo, el significante no presenta contrastes sonoros entre dos o más sílabas. Se trata de imitar un sonido simple de la realidad. * S. ULLMANN, Introducción a la semántica francesa, página 36. El sistema tiene también un recurso formal —no C.I.-lexicogenésico— para formalizar algunas oposiciones sémicas con una base semántica y formal común. La diferencia específica se da formalmente por la marca de género y semánticamente por la oposición entre lo pequeño y/o concreto y lo grande y/o abstracto: masculino: femenino:

leño leña

cesto cesta

saco saca

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Ejemplos: a) b) c) d)

Voces de animales: Fu, Gua, Miau, Mu, Pío. Ruidos: Choz, Tic, Tric, Tris. Ruido de golpe: Chas, Paf, Pus, Zas, Zis. Ruido de caída: Paf, Pum, Zas.

7.5.2.3. Motivación fónica compleja (rítmica) La motivación fónica compleja se basa en el efecto rítmico producido por la secuencia de dos o más elementos lingüísticos. Para entendernos podríamos llamarlos «seudocompuestos» por la unión de dos o más formas iguales o que se diferencian sólo por un rasgo fónico. No son compuestos en sentido estricto porque sus elementos no se pueden analizar dentro de la relación determinado/determinante, pues tienen el carácter de interdependientes. Todo signo tiene dos caras: significante y significado. Secuencias como «casaquinta», «bocacalle», etc., están motivadas semántica y morfológicamente. Pero en el caso de «ping-pong» y «din-don» la motivación se da sólo en el significante. Podría dudarse en un ejemplo como «chupa-chupa», si tiene una motivación fónica o morfosemántica. Creemos que la incidencia morfológica del verbo «chupar» está al servicio de la motivación fónica. Incluso el infinitivo del verbo tiene una motivación fónica en la secuencia /c^ + u/. De este modo la motivación fónica compleja (rítmica) puede darse por: a) Secuencia de dos signos preexistentes en el sistema: chupa-chupa b) Secuencia de elementos inéditos: pif-paf ping-pong quiquiriquí runrún tictac tintineo chacachaca cataplún trapa trapa Los recursos de la motivación fónica constituyen un importante potencial expresivo de la lengua. Pero hay que tener claro que tal potencial tiene sus limitaciones. 143 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

La motivación fónica es siempre aproximada, parcial. La reproducción no se preocupa nada de la fidelidad: lo que se busca, incluso en el caso de las onomatopeyas puras, es la evocación de una vaga analogía, de una impresión más o menos parecida. Cuando se trata de traducir sensaciones no acústicas o conceptos abstractos, la correspondencia se hace forzosamente aún más impresionista. Además, no todos los sonidos de la palabra entran en ella con el mismo valor. En la mayoría de los ejemplos citados anteriormente, la expresividad se concentra en uno sólo o en varios sonidos, mientras que los demás son neutros: su potencial expresivo no se realizaría si no estuviera adecuado al tono general del significante (S. Ullmann, op. cit., p. 149).

Estas restricciones tienen su fundamento en una más general. No se puede aceptar que, a priori, existan sonidos o secuencias de sonidos que sean expresivos y motivados en sí mismos. Los homónimos son una buena prueba para demostrar que la exigencia básica de la motivacion fónica se funda en la «armonía entre el significante y el significado». Al considerar «tintinear» y «entintar», sólo estimamos «tintinear» como onomatopéyica, pues el significado imita la percepción acústica que designa. Por el contrario, «entintar» tiene un significado que resulta totalmente arbitrario en relación con su significante. E. de Bustos ha señalado varias posibilidades de transición entre la motivación fónica a la morfológica o de ésta a la primera. Así se pueden distinguir los siguientes tipos intermedios: a) Lexías con base onomatopéyica y sufijo gramaticalizador: balbucear, sisear, bisbiseo. b) Lexías con un elemento onomatopéyico y una palabra no motivada: tartamudo, tatarabuelo, papanatas. c) Lexías compuestas que han devenido motivadas fónicamente: tiquismiquis, tejemaneje, toca teja. En suma, todos los tipos son de motivación mixta. En unos casos predomina la motivación fónica y en otros la morfológica, pero siempre están presentes las dos. Cfr. Algunas observaciones sobre la palabra compuesta, pp. 260-261. Los ejemplos son de E. de Bustos. 7.5.2.4. La motivación semántica También es un procedimiento de formación léxica que no implica una expansión de la lexía base. «Grabador» (magnetófono), en el español de Argentina y Chile, es una motivación de «grabador» (persona que se dedica al arte del grabado). En este caso el contenido de la lexía se ensancha y deviene polisémica. 144 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Otro ejemplo: Mouche (soplón) es motivada por una especie de analogía entre el insecto y el soplón. En este caso, una transposición metafórica proporciona el vínculo entre el significado y significante: se trata de un empleo figurado de la palabra mouche. El hecho de que el significante del insecto sea inmotivado no tiene nada que ver con el análisis del significante del soplón (S. Ullmann, op. cit., p. 137).

Eugenio de Bustos, traductor y anotador, da el ejemplo de moscón en español: «Aplicado al hombre que corteja a una mujer. La base de la motivación está en el revolotear de las moscas, semejante al movimiento del hombre en torno a la mujer». En la actualidad hay muchos ejemplos que tienen su causa en la creación de nuevos objetos que hay que designar: Album: «Conjunto de hojas encuadernadas, generalmente con pastas decoradas, destinado a coleccionar fotografías, sellos y también autógrafos, composiciones breves, etc.» (M. Moliner, Diccionario, I, p. 116).

Esta lexía sirve también para señalar una modalidad de presentación y venta de discos. En una especie de libro hay muchos discos separados por pequeñas fundas; una secuencia de fotografías con la fotografía del o de los cantantes o compositores; la letra de las canciones o una explicación del contenido de las obras. Este sentido ampliado de «álbum» no se encuentra en las definiciones, aunque no se niega. Cassette (préstamo, galicismo): «cofrecito». (Diccionario Moderno Langenscheidt, francés-español, p. 95). En español, como en francés de donde proviene la lexía, hay un cambio de sentido cuando se usa en el ámbito magnetofónico de «cajita donde se enrolla una cinta radiofónica grabada o para grabar». Copiadora: en el lenguaje conversacional se usa esta lexía para designar una máquina fotocopiadora. En las definiciones escritas sólo aparece en relación con una persona. Rebeca: Especie de jersey con botones usado por las mujeres. Sólo se usa esta lexía en el español de la península. Su origen está en el uso de dicha prenda por un personaje cinematográfico de tal nombre. Este ejemplo es un grado extremo de extensión del significado, pues el sustantivo propio ha devenido común. 7.5.3. Motivación externa al sistema. Los préstamos En el aumento del caudal léxico no sólo influyen las motivaciones internas al sistema como las estudiadas anteriormente, sino también las 145 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

externas. Es el caso de los préstamos externos: lexías o C.I. lexiogenésicos que provienen de otra lengua. La formación de léxico, mediante el fondo común greco-latino, no la consideramos como préstamo externo del tipo de los extranjerismos, pues son recursos tradicionales del español y de todas las lenguas europeas. El aditamento de externos sirve para diferenciar esta clase de préstamos de los internos al sistema, que son, por una parte, los tipos estudiados anteriormente, y, de otra, los que provienen de zonas dialectales o de niveles populares o especializados. Es el caso de «guateque» (fiesta juvenil, en el español de Madrid), que proviene del español del Caribe. Por corresponder esta clase de préstamos al perfil idiomático del sistema, no los analizaremos, pese a su indudable valor dialectológico y sociolingüístico. El préstamo extranjero y la formación de lexías dentro del sistema tienen su causa en una misma situación: la ausencia de un significante para designar un significado. Cuando el contenido apunta a objetos y conceptos inventados y creados en una cultura con lengua diferente se tiende a incorporar el significado con el significante. Otra posibilidad es «calcar» el significante extranjero con formas del sistema vernáculo: balompié (foot-ball). Este último tipo no ofrece mayores peculiaridades de análisis, pues se incorpora dentro de los esquemas lingüísticos del español. Gran número de estos neologismos reproducen o calcan usos extranjeros. Aunque el galicismo sigue suministrando muchos, la novedad consiste en el gran auge del anglicismo. Traducción del inglés son aire acondicionado, discos de alta fidelidad, conferencia de alto nivel o en la cumbre, autoservicio, desempleo, perros calientes, supermercado, tercer programa, indeseable, etc. (R. Lapesa, La lengua desde hace cuarenta años, p. 196). En todos estos casos la forma exterior es española e inglés el contenido nuevo... (Ibidem, p. 197).

Ahora bien, el problema surge cuando se prefiere en el uso, aunque no se sancione oficialmente, el préstamo con significante foráneo. En algunos campos semánticos del español se prefiere el uso del préstamo externo a la creación lexicogenésica propia. El fenómeno puede obedecer a varias causas: la lexía existe en otra lengua como una relación fija entre un significante y un significado; el usuario, al apropiarse del significado, se apropia del significante; muchas veces el manejo de la lengua extranjera le ayuda en la manipulación de los objetos de la civilización extraña, lo que condiciona cierta subordinación cultural y psicológica que favorece la dependencia lingüística; el prestigio 146 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

que da el usar términos extraños al común de los mortales; la falta en el usuario de una conciencia reflexiva sobre las posibilidades lexiogenésicas de su lengua. El estudio de los préstamos externos es un capítulo interesante y complejo. Dentro de nuestros objetivos vamos a destacar sólo algunos aspectos. Los necesarios para ver la diferencia entre los procedimientos internos de creación lexical, objetivo principal de nuestro afán, y los externos que tienen su expresión en los préstamos. Escogeremos como ejemplificación el caso de los anglicismos. Como todo préstamo externo, pueden incorporarse al español de dos maneras. a) Manteniendo su estructura original: snob, club, flash, etc. b) Asimilándose al español: mitin, filme, confortable, tique, etc. En relación con b) hay posibilidades de hacer una gradación. Así se pueden señalar formas ya castellanizadas como «cóctel», «líder», «bistec», «overol», «grumete», «pijama», etc., o formas que sólo en la expresión lexicogenésica y morfológica se han incorporado al sistema, manteniendo la base de la lexía con estructura foránea, como «jazzista», «sandwichito», «snobismo», etc. El anglicismo, como todo préstamo externo, «de origen no grecolatino, suele ofrecer estructuras fonológicas extrañas a los hábitos españoles». Así, por ejemplo: a) ... no tenemos sustantivos llanos que acaben como el claxon, nylon, rayon, barman y no es probable que el cambio de acento consolidado en rayon y aconsejado para nylon por la Academia se extienda a los otros casos. b) Hay además muchos anglicismos terminados en consonantes o grupos consonánticos que la fonología española no tolera como finales en su léxico hereditario: clip, flirt, flash, gong, jeep, etc. (Ibidem, 197).

El extranjerismo también puede afectar a la estructura morfológica. R. Lapesa señala al respecto: Con las muchas voces adoptadas que se usan sin modificar sus finales duros se está haciendo posible en español un tipo de palabra rechazado desde el siglo XIV, cuando fueron eliminados los últimos restos del apócope extrema (duc, naf; noch, part, puent, romanz) favorecida hasta mediar el siglo XIII, por influjo francés y provenzal. Además, aquella apócope no afectaba a los plurales, que eran duques, naves, noches, partes, puentes, romanzes; por el contrario, hoy no encuentran resistencia clips, clubs, coñacs, tests, stocks, trusts, etcétera. Con ellos se van 147 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

creando hábitos que pueden consolidar la adición de simple -s como desinencia de plural tras consonante, en vez del -es, tradicionalmente exigido en tales condiciones fonéticas. (Ibidem, 199).

La frecuencia de los anglicismos está permitiendo que algunos sufijos o terminaciones sean actualmente sentidos en español como auténticos elementos lexicogenésicos, aunque sin un valor preciso para la mayoría de los usuarios: Ejemplos: -ing -matic camping filomatic marketing automatic travelling Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español. Edit. Gredos, Madrid, 1983. ALEMANY BOLUFER, J., Tratado de la formación de las palabras en la lengua castellana. La derivación y la composición. Victoriano Suárez, Madrid, 1920. ALMELA, P., Procedimientos de formación de palabras en español, Ariel, Barcelona, 1999. ALONSO, A., «Para la lingüística de nuestro diminutivo», Humanidades (La Plata), 1930, XXI, pp. 35-41. —, El artículo y el diminutivo, Edit. Universidad de Chile, Santiago, 1937. —, «Noción, emoción, acción y fantasía», en Estudios Lingüísticos: temas españoles. Gredos, Madrid, 1951. BUSTOS TOVAR, E., «Algunas observaciones sobre la palabra compuesta», Revista de Filología Española, XLIX, pp. 255-274. BUSTOS GISBERT, E., La composición nominal en español, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 1986. CRESSEY, W., Spanish Phonology and Morphology: A Generative View, Georgetown Univ. Press., Washington D.C., 1978. FERNÁNDEZ, S., La Derivación nominal, Real Academia Española, Anejo XL, Madrid, 1986 (texto preparado por Ignacio Bosque). GARCÍA DE DIEGO, V., Gramática Histórica Española, Gredos, Madrid, 1970. GONZÁLEZ OLLE, F., «Los sufijos diminutivos en castellano medieval», Revista de Filología Española, Anejo LXXV. HANSSEN, F., Gramática Histórica de la lengua castellana, El Ateneo, Buenos Aires, 1945. HARRIS, J., Spanish Phonology. MIT Press, Mass., 1969. LAPESA, R., «La lengua desde hace cuarenta años», en Revista de Occidente, año I, 2.ª época, n.os 8 y 9. —, Historia de la lengua española, Edit. Gredos, Madrid, 1986. 148 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

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149 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Capítulo 8

Los elementos pronominales

Los pronombres son palabras que se usan en sustitución del nombre. Como sucedáneos que son del nombre pueden usarse desempeñando el papel de sustantivos o adjetivos, con la excepción de los pronombres personales, que se usan sólo como sustantivos y de los posesivos que tienden a comportarse más como adjetivos. Atendiendo al tipo de mostración, pueden ser: a) Situacionales: identifican una persona u objeto en el espacio circundante, equivaliendo a un gesto (mostración «ad oculos», lenguaje + situación extralingüística). b) Anafóricos: la identificación no rebasa la esfera textual, señalando una persona o cosa ya mencionada (anáfora) o que va a mencionarse (catáfora). En latín, los pronombres personales son situacionales; el relativo, los demostrativos IS, IDEM, IPSE son anafóricos. Los restantes pueden asumir ambas acepciones. Aunque funcionalmente equivalen al nombre, normalmente se comportan de modo extraño a lo nominal: a) El pronombre tenía en latín una flexión algo diferente que el nombre, diferencia que se acentúa en romance. b) El nombre sólo mantuvo el caso acusativo (excepción hecha de los restos fonéticos, formales o desinenciales de los casos latinos), mientras que el pronombre además del acusativo mantuvo otras desinencias casuales. c) A diferencia del nombre el pronombre conservó el género neutro singular. 151 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

d) El pronombre distingue con el caso régimen, dos formas: una acentuada o tónica y otra inacentuada o átona (distinción que no se daba en latín). 8.1. Pronombres personales A) Latín clásico 1. No reflexivos     

1.ª pers. singular E˘GO 2.ª pers. singular TU 1.ª pers. plural NO -S 2.ª pers. plural VOS

No Reflexivos

—Tienen variaciones de caso: N. E˘GO TU NO VO -S -S Acs. ME TE NOS VOS 1-I 1-I VESTRUM, G. MEI TUINOSTRUM, - - D. MI˘-HI TI˘-BI NO BI S VO BI S - - Abl. ME TE NOBI S VOBI S —No tienen diferencias de género. —Tienen diferencias de número. La diferencia sing./plural se expresa con el cambio de raíz: - E˘GO/NOS TU /VOS y tiende a no significar lo que significa el número gramatical, - es decir, el singular repetido un número indeterminado de veces, así, NOS = yo + tú o yo + él, no yo + yo. 2.- SE reflexivo y apersonal SE Reflexivo y apersonal es decir, no tenía clasificación dentro de la persona. —Tiene variaciones de caso: Acs. SE G. SUI sing. = plural D. SIBI Abl. SE     

NOSTRUM y VESTRUM se emplean con acepción partitiva (‘de entre vosotros’). NOSTRI y VESTRI se usan con sigdo. objetivo (‘de vosotros’).

1

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—No tiene diferencias de género. —No tiene diferencias de número. B) Latín Vulgar Se producen una serie de cambios en el plano formal y funcional: —Se crea la 3.ª pers.: en realidad SE es apersonal, indefinido, pero se parece más a la 3.ª pers. que a ninguna otra, y además como la 3.ª pers. es también indefinida, a este pronombre se le llama de 3.ª persona. Latín clásico: 2 personas → latín vulgar: 3 personas. —El valor no reflexivo alcanzará a la 3.ª persona, por lo tanto las tres personas podrán expresar este valor. Por analogía el valor reflexivo también se extiende a las otras personas. ¿Cómo se expresarán estos valores? • La 1.ª y 2.ª pers., para expresar ambos valores (reflexivo-no reflexivo) usarán formas de su propio paradigma. • Por el contrario, la 3.ª persona recurre a formas diferentes de su paradigma original para expresar el valor no reflexivo. —Para el valor reflexivo usará: SE , SI˘ (BI ), 3.ª pers. reflexiva. —Para el valor no reflexivo y por carecer de formas propias, usará cualquiera de estos demostrativos:

  

IS ˘ILLE ˘IPSE

el romance castellano especializará ˘ILLE.

Después de todos estos cambios producidos en latín tardío tendremos tres personas, que pueden utilizarse con ambos valores: reflexivo/no reflexivo. C) Análisis específico de los pronombres personales 1. Formas tónicas o acentuadas Pueden tener dos comportamientos diferentes: sujeto y forma transpreposicional. El nominativo es la etimología de las formas que funcionan como sujeto y el dativo lo será de las formas transpreposicionales en castellano (en oposición a otras lenguas románicas). 153 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

1.ª Y 2.ª PERSONA DEL SINGULAR Nominativo —E˘GO > 2 e˘o > *ieo > 3 ío > 4 ió5 6 ˘ 7 8 9 E GO - > eo > *ío > ió —TU > tú Dativo - 10 —MI˘HI > MI > mí —TI˘BI > 11 tı- > ti - En español primitivo tenemos los alomorfos: tive, tibe (< TI˘BI ); -I inflexiona la vocal tónica precedente (I˘ > e → i), pero a su vez por estar en posición final se transforma en -e (todas las vocales finales palatales o de la serie anterior dan «e»). Por analogía con estas formas- (tive, tibe) se crean: mive, mibe (correspondientes a la 1.ª persona MI˘HI ). Aunque en romance tuvieron uso ambas formas, ni una ni otra han dejado descendencia. Estos 2 pronombres: mí y ti, procedentes del dativo latino, tendrán siempre un comportamiento transpreposicional, es decir, se usarán siem˘ M) pre precedidos de preposición. Cuando es la preposición «con» (< CU la que les precede, estos pronombres se funden con ella, formando una sola palabra: «conmigo» y «contigo», formas que proceden de las lati˘ M y TECU ˘ M, a las que se le ha antepuesto de nuevo la prenas MECU ˘ posición CUM: ˘ M → MI- CU ˘ M > migo → CU ˘ M- migo > conmigo MECU ˘ M → TI- CU ˘ M > tigo → CU ˘ M- tigo > contigo TECU Hay que destacar: 1. El cambio de las formas procedentes del acusativo latino por las que tienen por etimología el dativo, ya que el romance castellaSe abrevia en lat. vg. El diptongo «ié» se reduce a «i» cuando está en hiato con otra vocal, probablemente por simplificación del diptongo. 4 Desplazamiento acentual. 5 Explicación dada por M. Pidal, en la que supone los pasos intermedios anteriores. 6 Reducción de la forma latina, base del desarrollo posterior. 7 La vocal intensiva (tónica) en hiato con otra vocal tiende a cerrarse. 8 Desplazamiento acentual. 9 Explicación dada por Lausberg, en la que reduce los pasos intermedios. 10 Contraído en latín clásico. 11 Contraído en lat. vg. a imitación de MI . 2 3

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no reservó aquellas para usos átonos, prefiriendo estas últimas para un uso intensivo como es el transpreposicional. Este cambio ya se verifica en los documentos vulgares. 2. En castellano, el orden de colocación de la preposición respecto del término que rige, es más fijo que en latín: ésta deberá siempre anteponerse. Hasta tal extremo llega esta rigidez que en el caso de estos pronombres se antepone de nuevo la preposición que va pospuesta. Con el tiempo se pierde conciencia de que la partícula pospuesta a estas formas pronominales funciona como preposición, de ahí que la evolución fonética dé como resultado: «-go». Una variante de «conmigo» en castellano antiguo es: «comigo». 1.ª Y 2.ª PERSONA DEL PLURAL Nominativo-Acusativo formas usuales hasta el S. XIV; a partir de entonces —NO - S > nos —VOS > vos comienzan a ser reemplazadas por:   

    

NOS + ALTEROS, -AS > nosotros, -as VOS + ALTEROS, -AS > vosotros, -as

estas formas se encuentran por 1.ª vez en las obras de Juan Manuel y Juan Ruiz.

Tenían en un principio carácter de exclusividad, es decir, se empleaban sólo enfáticamente para poner la 1.ª ó 2.ª pers. en contraste con otra, algo parecido a lo que ocurre en francés: Nous ~ Nous autres Vous ~ Vous autres Pero generalizadas en el siglo XVI, se utilizan en todo caso como formas únicas, perdiendo ese carácter de exclusividad. Dativo-Ablativo - - Las formas de dativo y ablativo: NOBI S y VOBI S desaparecen. Al igual que ocurría en el singular, estas formas de dativo-ablativo plural ˘ M pospuesta: también podían llevar la preposición CU - ˘ M → 13 CU ˘ M-NO ˘ ˘ M → 12 NO SCU NO - SCU˘ M > connosco - BI- SCU ˘ M → 13 CU ˘ M-VO SCUM > convosco VOBI SCU M → 12 VOSCU 12 En latín vg. se tendió a construir todas las preposiciones con acusativo, olvidando el ablativo (pérdida de las desinencias casuales). 13 Se duplica la preposición CU ˘ M por la misma causa que en la 1.ª y 2.ª pers. sing.

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En castellano antiguo también aparecen otras formas como: connusco, convusco. M. Pidal explica la «u» como disimilación de las dos o...o contiguas, sugerida por la vocal cerrada de -migo, - tigo. García de Diego piensa que esa «u» en ambas formas aparece a imitación de la «u» de «tú». Ninguna de las variantes ha dejado descendencia. PRONOMBRE REFLEXIVO Carece de nominativo y tiene el plural igual al singular. Dativo —SI˘ BI > 14 SI > sí Del mismo modo que los pronombres de 1.ª y 2.ª pers., éste tam˘ M en latín: bién podía ir unido a la preposición CU - ˘ - ˘ 15 ˘ M-sigo > consigo M > sigo 16 → CU SE CU M → SI CU Variante: consico (aparece ya en las Glosas Silenses). 3.ª PERSONA DEL SINGULAR Como ya hemos visto, en latín vg. se crea la 3.ª persona, cuyas formas de expresión en romance español proceden del demostrativo latino ˘I LLE, -A, -UD, demostrativo que en latín seguía la 1.ª y 2.ª declinación, de ahí que dé como resultado formas variables y además regulares en cuanto al género y al número. Nominativo —Masculino: ˘I LLE > él, forma apocopada que se impuso como general desde el siglo XIII. Variante: elle (usada en Mio Cid y textos de la 1.ª mitad del S. XIII: Berceo, Alexandre y Fuero Juzgo). Esta variante delante de vocales se halla en castellano antiguo a veces ell, elli (usada por Berceo). La terminación en -i, M. Pidal la explica por dialectalismo. Hanssen y García de Diego por analogía con «qui». —Femenino: ˘I LLA > ella —Neutro: ˘I LLUD > ello 14

Contraído al igual que MI y TI . Se producen los mismos cambios que con los pronombres de la 1.ª y 2.ª pers.

15, 16

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3.ª PERSONA DEL PLURAL Procede del acusativo latino: —Masculino: ˘I LLOS > ellos —Femenino: ˘I LLAS > ellas Mientras que la 1.ª y 2.ª pers. del sing. tienen formas diferentes para la expresión de los comportamientos sujeto y transpreposicional (yo-mí; tú-ti), la 3.ª pers., así como el plural de la 1.ª y 2.ª, tienen las mismas formas para expresar ambos comportamientos. nosotros/as vosotros/as

él ella/ellos ello/ellas

2. Formas átonas o inacentuadas Estas formas procederán del acusativo latino, la otra desinencia casual que conservan los pronombres. 1.ª Y 2.ª PERSONA DEL SINGULAR —ME - > me —TE > te 1.ª Y 2.ª PERSONA DEL PLURAL —NO - S > nos —VOS > vos, forma que empezó a reducirse a «os» a finales del siglo XV en algún caso de enclisis verbal con el imperativo (levantadvos > levantados > levantaos). Esta forma se propaga hasta hacerse general en el siglo XVI. Variantes: mos → «m-», en vez de «nos», por influencia de la consonante inicial de «me», variante que aún hoy se conserva en el habla vulgar general; tos → «t-», en vez de «vos» u «os», por influencia de «te», variante que aún hoy se usa en parte de Aragón; sos (= os) pertenece al castellano vulgar. Mientras que en latín las funciones objeto directo y objeto indirecto eran desempeñadas por formas diferentes: Acus. ME- → Objeto directo Dat. MI˘HI → Objeto indirecto En romance castellano ambas funciones van a tener una forma de expresión única en la 1.ª y 2.ª pers., tanto del singular como del plural, 157 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

ya que como hemos visto la forma de dativo se reservó para el comportamiento transpreposicional.     

1.ª pers. sing. me 2.ª pers. sing. te 1.ª pers. plural nos 2.ª pers. plural os

caso acusativo y dativo.

PRONOMBRE REFLEXIVO Acusativo —SE > se, sing. y plural 3.ª PERSONA DEL SINGULAR A diferencia de lo que ocurre en la 1.ª y 2.ª pers., en la 3.ª se dan formas diferentes para expresar las funciones de objeto directo y objeto indirecto, por lo tanto los casos acusativo y dativo sólo se diferencian entre sí en el pronombre de 3.ª persona sing. y plural. Para diferenciar ambas funciones se recurre al acusativo y dativo latinos. Estos casos no se utilizan para expresar el comportamiento transpreposicional como en la 1.ª y 2.ª pers. ya que en esta persona las formas de sujeto pueden expresar el comportamiento transpreposicional. Acusativo —Masculino: ˘I LLUM > *ello, lo —Femenino: ˘I LLAM > la —Neutro: ˘I LLUD > lo Dativo —Masculino y Femenino: ˘I LLI > *ille, le (dialectal «li») 3.ª PERSONA DEL PLURAL Acusativo —Masculino: ˘I LLOS > los —Femenino: ˘I LLAS > las Dativo —Masculino y Femenino: ˘I LLIS > les, lis (← dialectal, Alta Rioja, patria de Berceo). 158 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En todos los casos. • Se pierde la vocal inicial, por efecto de la posición enclítica. • La -ll-se redujo a -l- por el uso átono y por influencia de la forma tónica «él». —Cuando se juntan 2 pronombres de 3.ª persona átonos y no reflexivos llegan a una solución no regular sino especial. Ejemplos: «dédit - ı lli/ı lla» carta ← hay dos grupos tónicos «dédit- ı lli- ı lla» ← hay un grupo tónico De ahí el diferente resultado en español. En el primer ejemplo: ı lli/ı lla son elementos inacentuados y pertenecen a dos grupos tónicos diferentes; así «illi» se apoya enclíticamente en «dédit», mientras que «illa» lo hace proclíticamente en «cárta»: resultado español → «diole la carta» En el 2.º ejemplo: ı lli/ı lla son elementos átonos y pertenecen a un mismo grupo tónico; ambos se apoyan enclíticamente en «dédit»: resultado español → «diósela» Ahora bien, el «se» no procede del reflexivo latino SE (ya que ambos pronombres- pertenecen al mismo grupo intensivo) sino que resulta del grupo: ˘I LLI -I˘ LLUM (I˘ LLAM, ˘I LLOS, ˘I LLAS) > (i)lliello (-a, -os, -as) > 17 gello (-a, -os, -as) > 18 gelo (-a, -os, -as) > se lo (-a,-os, -as). «Gelo» se propagó por analogía al plural, así en lugar de decirse «... les lo» (< «dédit ı llis ı llum») se dijo como en sing. «...gelo». Esta forma «gelo» prevalece hasta el siglo XV empezando a partir de entonces a ser sustituida por la forma moderna «se lo». Según Hanssen no se puede decir el por qué de esta sustitución. Sin embargo, M. Pidal piensa que se dio gracias a la influencia analógica de expresiones reflexivas como «echóselo» (a sí mismo) sobre «echógelo» (a otro). Esta analogía morfológica fue apoyada por la analogía fonética entre g y s que se ve en formas como «tigeras, quijo, vijitar» en vez de las etimológicas con «s». En estos casos «se» es una variante del dativo «le» (les), empleada únicamente cuando precede inmediatamente a otro pronombre que empieza por l-: se lo, ...; es común al sing. y al plural. 17 18

-llj- > g. -ll- > -1- reducción analógica y g- > s-.

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8.2. Leísmo, laísmo y loísmo Las formas átonas o inacentuadas de la 3.ª pers. no siempre tienen un uso etimológico; cuando esto ocurre se producen los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo. Leísmo: ˘I LLI (-S) > le (les) funcionando como acusativo. Laísmo: ˘I LLAM (-AS) > la (las) funcionando como dativo. Loísmo: ˘I LLUM (-OS) > lo (los) funcionando como dativo. El uso no etimológico de estas formas aparece ya en los primeros textos de la Edad Media; esto representa una tendencia de la lengua a introducir en el pronombre de 3.ª pers. una diferenciación genérica: «le» para el acus. masculino; «la» para el fem. y «lo» para el neutro, a costa de la diferenciación casual.

8.3. Formas átonas apocopadas M. Pidal nos habla de: —formas tónicas, —formas átonas, dentro de éstas distingue: • plenas • apocopadas. Todas las formas átonas en sing. pueden perder su vocal final, sobre todo si es «-e» (las acabadas en «-o», «-a»... también pueden apocopar, pero esto es menos normal), cuando se apoyan enclíticamente en una palabra acabada en vocal, independientemente de que la palabra siguiente empiece por vocal o por consonante. La apócope de «le» es siempre obligatoria, excepto cuando le sigue una palabra que empieza por «l-» (no se apocopa en este caso para evitar la unión de ambas «l»). Esta tendencia, a no apocopar «le» ante «l-» parece ser un rasgo propio del Mio Cid y del Apolonio, pero no se observa ni en Berceo, ni en el Poema de Fernán González, ni en la Primera Crónica General (hacia 1298), aun en su parte más vieja, semejante en la apócope a los poemas de mediados del S. XIII. La apócope de «me, te y se» sólo es obligatoria tras un verbo. No obstante, cuando el mismo verbo puede sufrirla es preferida la apócope verbal a la pronominal. Ejemplos: «valme», «plazme». Asimismo el verbo no se apocopa cuando hay encuentro de consonantes iguales. Ej.: «metistet», etc. 160 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

El estado de la apócope en el Mio Cid es en lo que más se distingue de las otras obras en prosa y en verso posteriores a él en un siglo. Sólo un texto medieval es comparable en la apócope al Cantar del Cid, y es la Disputa del Alma y el Cuerpo (fines siglo XII-principios XIII) en cuyas pocas líneas conservadas, todos los pronombres átonos están apocopados. Además el Cantar de Mio Cid también revela arcaísmo, superior a los demás textos medievales conocidos, en la serie de cambios fonéticos que hace sufrir a los pronombres apocopados, sin preocuparse de mantener la semejanza de la forma apocopada con la plena. Así -m y -t (finales) se tratan como consonantes finales y se hacen -n y -d. Cuando se agrupan dos enclíticos solamente puede apocoparse el 1.º. «tovos lo»... La apócope del pronombre de la 1.ª y 2.ª persona fue cayendo en desuso, así como la de «se», desde fines del siglo XIII. Sin embargo, la del pronombre de 3.ª persona subsistió hasta fines de la Edad Media, aunque en circunstancias mucho más limitadas que en lo antiguo. Las formas que se apoyan enclíticamente en una palabra pueden sufrir otras alteraciones: a) La asimilación de un infinitivo: mostralla, serville, adobasse, etc. La -r desaparece también en combinación con otras formas pronominales: matate, echanos, etc. De mucho uso, subsiste en la lengua literaria hasta fines del S. XVII. b) Antiguamente la -d del imperativo podía sufrir transposición: dandos, dezildes. Se hallan formas de esta clase hasta la mitad del S. XVII.

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Capítulo 9

Pronombres interlocutivos, expresiones de tratamiento y desplazamientos En romance, debido a valores semánticos y expresivos, se da una serie de interferencias en los usos de las personas y números gramaticales. También funciona en este sentido la ausencia o presencia del pronombre personal o la expresión de tratamiento (Cf. R. Lapesa, Personas gramaticales y tratamientos en español, 1970). 9.1. Usos enfáticos y sustitutos de «yo» a) Usos enfáticos. Al hablar lo hacemos desde las coordenadas básicas e intuitivas de persona (yo, tú, él/ella), de tiempo (ahora, entonces) y de espacio (aquí, ahí, allí). El nombrarlas expresamente suele resultar enfático, cuando están consabidas o manifestadas por otros medios. Así, por ejemplo, yo está contenido, cuando conjugamos, en la desinencia verbal de la 1.ª persona de singular (como los otros pronombres en sus desinencias respectivas). Am-o no puede confundirse con amas, ama, amamos, etc. Por eso, a diferencia de otras lenguas, como el francés, o el inglés, nuestro pronombre personal no es necesario que acompañe a la forma verbal. Por tanto, si hacemos expreso el pronombre, sin necesidad gramatical (homomorfia), es para reforzar y enfatizar el referente con el pleonasmo. Ejemplo: Pregunta: —¿Tienes dinero? Respuesta 1: —Yo no tengo = «Yo y yo no tengo». Respuesta 2: —No tengo = «Yo no tengo». La situación concreta le dará el pleno sentido al uso pleonástico (yo no tengo pero otros sí; yo ahora no tengo, etc.). 163 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

De gran riqueza es el uso enfático del nombre propio en vez del simple yo gramatical o desinencial. Deja de señalar al que habla en un momento determinado para mostrar toda la historia de la persona: Daos prisa, que aquí os espera otra vez Don Juan Tenorio. El desplazamiento de 1.ª a 3.ª persona, esto es, al nombre propio enfático, sirve para reforzar el orgullo desmedido del hablante. El yo también puede desplazarse a una 3.ª persona con forma nominativa apelativa para reducir el egocentrismo que puede marcar el pronombre. La desgraciada de tu prima espera que le ayudes = «Yo espero que me ayudes». Este gaucho matrero te lo advierte = «Yo te lo advierto». En la misma línea tenemos expresiones como el suscrito, el abajo firmante, el poeta, el autor, etc. b) Otros sustitutos del pronombre «yo» 1. Plural mayestático. El nos mayestático por ego, usado en el latín, tiene igual expresión y sentido en el nos protocolario castellano: Nos, don Carlos...; Nos el Presidente de la República, etc. 2. Plural de modestia. El nosotros en este caso sustituye al yo para reducir el protagonismo del que habla o escribe: Nosotros opinamos que la solución es reducir la burocracia. 3. Plural sociativo. Sirve como recurso para incorporar al tú en lo que se dice, o para insertarse, fantásticamente, el yo en el hacer del tú: avancemos en la historia (en una narración, incorporando expresivamente al lector en la acción); llegamos tarde, ¿eh? (el yo no ha llegado tarde, aunque irónicamente se incluye en la acción). 9.2. Usos enfáticos y sustitutos de «tú» a) Uso enfático. Sirve para oponer o contrastar la acción o actitud del tú frente a otro u otros. El recurso más usual es el pleonasmo estilístico: —Tú no lo hiciste a tiempo = «Tú y tú no lo hiciste a tiempo». —No lo hiciste a tiempo = «Tú no lo hiciste a tiempo». b) Sustitutos de «tú» 1. Vos (lat. vos ‘vosotros’). En castellano, desde el siglo XII al XIV, conserva esta forma el valor de plural que tenía en latín, aunque desde los orígenes se encuentran ejemplos de su uso como pronombre singular de carácter reverencial (Cid, en el nuestro mal vos non ganades nada (Cid, 47)). 164 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Esta forma reverente para designar al tú perdura hasta fines de la Edad Media. En el Siglo de Oro ya se había banalizado y sólo se usaba para indicar confianza entre iguales y para marcar la falta de respeto a los inferiores. De ahí su restricción en el uso y posterior desaparición en la Península. El valor de confianza o intimidad perduró en América, en las zonas de voseo. El vos de respeto, en vez del tú, resistió algo más en las zonas rurales de la Península. 2. Usted y Ustedes. Ante la crisis de vos surgen otras manifestaciones de respeto. En la corte madrileña de los Habsburgo, cuando forcejean la llaneza eficaz y el engolamiento y la ingeniosidad corteses, se desarrolla una forma como vuestra merced que, de afirmar explícitamente una cualidad del interlocutor en el siglo XVI y aun antes, termina reduciéndose por el uso extensivo: vuasted (1617), vuested (1635), vusted (1619), usted (1620). Todo lo anterior explica que la lengua española terminara por crear una especial 3.ª persona de índole expresiva y cortés para designar al interlocutor. En su origen, el usted, lo mismo que otros desplazamientos y formas (vuestra excelencia > vuecencia; vuestra señoría > usía), manifiesta una cualidad por la persona. La merced, según la forma originaria. Se ve claro, por tanto, que usted es una tercera persona que enmascara al tú por necesidades de cortesía. En el español actual, usted-ustedes han retrocedido en el trato de los jóvenes y en las situaciones de amistad, camaradería y de trabajo. Se mantienen, sustituyendo al tú o al vosotros, cuando el trato no es personal y se quiere subrayar el matiz de cortesía o la distancia en la relación. El paradigma de usted-ustedes, aunque designe al tú, es el de la tercera persona: Singular

Verbo: Pronombre personal: Nominativo Dativo Acusativo Caso preposicional Pronombre posesivo

Pronombre reflexivo

Plural

canta, ha cantado, etc.

cantan, han cantado, etc.

usted Masc. le, se fem. le, se masc. lo, le fem. la usted su, suyo, suya (pueden ir precedidos de preposición) se pre + sí

ustedes masc. les, se fem. les, se masc. los, les fem. las ustedes sus, suyos, suyas (pueden ir precedidos de preposición) se pre + sí 165

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Es interesante destacar que cuando el hablante tiene como destinatario a un grupo, en el que hay individuos en que a algunos tutea o vosea y a otros designa con vuestra merced, su merced o usted, tiende, en la historia de la lengua, a darles el tratamiento de mayor cortesía o respeto: sus mercedes, ustedes, etc. En los siglos XVII y XVIII, como ha destacado R. Lapesa (1970), se encuentran construcciones en que hay vacilación en el uso de vosotros/ustedes. De tal modo, que ustedes fue sustituyendo al vosotros (tú + + tú + tú, etc.), en ciertas zonas. Esta situación terminó por marcar algunas diferencias en el paradigma de tratamiento en el eje diatópico. En este sentido podemos distinguir: 1. Uso de la oposición vosotros-as/ustedes, paralela a la de tú/usted. Es la distinción más extendida en España. 2. Sustitución de vosotros-as por ustedes, junto con la eliminación de las formas verbales de 2.ª persona del plural, y los pronombres pertinentes, reemplazándolos por las formas verbales y pronombres de tercera persona de plural (ustedes se cartean; a ustedes les traigo un libro). Esta solución es la usual en Andalucía occidental, Canarias y en toda la América de habla española, incluyendo las zonas de voseo y de tuteo. 3. Mezcla de las soluciones anteriores: en la Andalucía occidental, y en la zona salmantina de La Ribera (Cf. A. Llorente, El habla de la Ribera), se une ustedes con las formas verbales en 2.ª persona de plural: ¿Ustedes habéis visto...? (Muñoz Seca, El Roble de la Jarosa, III). Este carácter mixto se refleja, en algunos casos, en el uso de los pronombres: ustedes os levantáis, ustedes se levantáis. 9.3. Otros sustitutos del tú a) Al igual que en la primera persona, existen desplazamientos del tú a una 3.ª persona expresada en forma de nombre propio o común de persona: Sepa el buen Antonio que yo le quiero mucho (Cervantes, Persiles, I, 5); Le solicito al señor doctor que me explique el dictamen. En los nombres comunes encontramos formas genéricas de tratamiento como señor, señora, compañero, colega, etc.; o específicas, relativas a una profesión, título, graduación, etc., como doctor, rector, conde, teniente, etc. Pueden darse en el uso secuencias de ambos tipos: ¿me lo traerá el señor conde? 166 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

b) Perdura la fórmula de designar el tú con un nombre abstracto femenino que realza alguna cualidad o facultad de la persona: majestad, señoría, reverencia, etc. El posesivo que le antecede presupone el paradigma de vos (voseo): vuestra excelencia, vuestra majestad, etc. En algunas fórmulas se ha dado una gradual sustitución del posesivo de 2.ª persona al de 3.ª: su señoría no está de acuerdo; su reverencia está en lo cierto, etc. 9.4. Desplazamiento de «yo» y «tú» en el texto literario La robusta mostración del hablante y del interlocutor está sujeta a una serie de trasposiciones de persona y número por razones expresivas y sociales, según ya hemos visto. Esta posibilidad llega a su más alto nivel, en los textos literarios donde el «yo», y el «tú» pueden desplazarse a una tercera persona de singular o plural, mediante la mostración fantástica, a la que pertenecen la metáfora, la metonimia, la comparación, etc. Vemos algunos ejemplos a través de un texto: Cómo surges de antaño, llegando, encandilada, pálida estudiante, a cuya voz aún piden consuelo los meses dilatados y fijos. Sus ojos luchaban como remeros en el infinito muerto con esperanza de sueño y materia de seres saliendo del mar. De la lejanía en donde el olor de la tierra es otro y lo vespertino llega llorando en forma de oscuras amapolas. En la altura de los días inmóviles el insensible joven diurno en tu rayo de luz se dormía, afirmado como en una espada. Mientras tanto crece a la sombra del largo transcurso en olvido la flor de la soledad, húmeda, extensa, como la tierra en un largo invierno. (Fantasma, P. Neruda) 167 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

El tú aparece traspuesto a la tercera persona en las formas nominales de las metonimias pálida estudiante, a cuya voz, sus ojos, mientras que el yo se desplaza por la metonimia los meses dilatados y fijos y por la secuencia nominal de carácter metafórico el insensible joven diurno. Como se aprecia, la relación predicativa, en todo el texto, se manifiesta en las oposiciones: yo-tú; ahora-entonces; tener soledad-tener amor. Y los desplazamientos de las formas del emisor y receptor están al servicio del sentido global del texto. Cada transposición refuerza el contenido de las oposiciones correlacionadas.

9.5. «El», «ella» como sustitutos de tú En el siglo XVI y XVII el uso de él, ella por el tú, en vez de vuestra merced o sus equivalentes, no tenía un sentido respetuoso. Aunque en judeoespañol se conserva como tratamiento de respeto. Quizá refleja, en este caso, un valor más antiguo. Lo mismo ocurre en algunas zonas dialectales de la península. En el español general sólo aporta su uso valores expresivos: ¡Ella es la más lista! 9.6. Mostración genérica e indefinida con el pronombre de 2.ª persona En la historia de la lengua, como ha subrayado y ejemplificado R. Lapesa (1970), los pronombres de 2.ª persona singular tú, vos y la forma de cortesía usted han servido para mostrar fantásticamente a un sujeto general, indefinido e incluyente del interlocutor y el hablante1: Tú te fías de ese programa y luego te llevas una sorpresa. Ud. trabaja todo el año para lograr estos resultados. Este uso del español se explica por los antecedentes latinos y árabes semejantes. 1 También tiene un carácter incluyente del hablante más otras personas, el uso de esquemas impersonales con SE: Se le recibe a Ud. con los brazos abiertos. En otros casos la construcción sirve para mostrar elípticamente al destinatario: Ahora se debe entregar el examen. Finalmente es interesante señalar la elipsis pronominal y su sustitución por mostrativos coexistentes del eje espacial: aquí dice que no está de acuerdo; allí se van, acá decimos; éste dice, etc. En general, estas sustituciones se consideran populares o rústicas. Cf. R. Lapesa, 1970.

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9.7. Los orígenes del voseo Con el fin de tener una información necesaria, aunque sucinta, haremos una breve síntesis de los orígenes del voseo que perdura en América. El vos americano se usa como forma de familiaridad e intimidad en la vida social. Como hemos anticipado, el voseo implica unas desinencias específicas en determinadas formas de los modos indicativo, subjuntivo e imperativo. Ejemplos: tú bailas-vos bailás tú bailes-vos bailés (o vos bailes) tú hayas bailado-vos hayás bailado (o vos hayas bailado) baila tú-bailá vos. En el voseo el vos se usa sólo como sujeto, complemento preposicional y en la comparación. Su paradigma pronominal se completa en las demás funciones con las formas del paradigma del tú: vos te quedás hasta mañana. Su origen está en la coexistencia de TU/VOS como expresiones de confianza en el siglo XVI. Y en que la homomorfia de singular, plural (vos cantas, tú cantás), en los testimonios antiguos, influyó, según Rafael Lapesa, en la «formación y consolidación» del voseo hispanoamericano, proyección del español que llegó a América en el siglo XVI (Cf. R. Lapesa. Las formas verbales de persona y los orígenes del voseo (1970)2. Suelen distinguirse dos modalidades verbales en el voseo: la argentina y la chilena. Ambas con fuerte tendencia a la monoptongación, y la chilena con tendencia al uso de la i tónica final (tomaí(s), comís, vivís...). En general, donde la influencia de la Península o de la metrópoli fue mayor, se ha perdido el voseo, frente a las zonas más alejadas donde se mantiene: a) Zonas de voseo: Argentina, Uruguay, Paraguay, América Central (Guatemala, Salvador, Honduras, Nicaragua). 2 En esta línea hay que destacar que la cronología de las desinencias de vos/vosotros en la península es:

—cantá, tené, salí (formas imperativas): fines del siglo XIV al XVI. ás: 1460-1560

—atis > -ades > -aes

áis: 1420

—etis > -edes > *-ees

-és 1330-1560 -éis: 1420

—itis > -ides > *-íes > ís: 1420

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b) Zonas de tuteo-voseo: Venezuela, Colombia, Ecuador, Chile, Perú. c) Zonas de tuteo: Méjico, Perú, Bolivia, Antillas, Puerto Rico, Santo Domingo..., etc. Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español. Ed. Gredos, Madrid, 1983. CANO, R., El español a través de los tiempos, Arco/Libros, Madrid, 1988. GARCÍA, S., Estudios gramaticales (III), Buenos Aires, 1986. LAPESA, R., «Personas gramaticales y tratamientos en español», Rev. de la Univ. de Madrid, XIX, Madrid, 1970. —, «Las formas verbales de segunda persona y los orígenes del voseo», Actas del Tercer Congreso Internacional de Hispanistas, El Colegio de México, México, 1970. —, Estudios de morfosintaxis histórica del español, I, Gredos, Madrid, 2000. PENNY, R., Gramática histórica del español, Ariel, Barcelona, 1993.

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Capítulo 10

Los posesivos

10.1. Antecedentes Tenía el latín clásico tres posesivos de un poseedor: meus, tuus, suus, y había en latín antiguo para la tercera persona otra más breve: sus, sa, sum, que aparece en Ennio, Festo y en las inscripciones, y que no dejó de emplearse en latín vulgar; a su lado existió también, para la 1.ª persona, mus, ma, mum, usada por Ennio; de estas dos se podría ya entrever que habría de darse la correspondiente para la 2.ª persona en tus, ta, tum, y de hecho el gramático Virgilio nos ofrece la declinación de los tres posesivos abreviados y los tres han dejado descendencia en las lenguas romances. Al mismo tiempo meus produjo por analogía teus y seus, bastante usados durante el Imperio. Todas ellas se declinaban como bonus, bona, bonum. En la evolución del romance castellano se conserva básicamente el esquema clásico meus, tuus, y suus. Para los posesivos de varios poseedores tenía el latín clásico noster en la 1.ª persona, vester en la 2.ª, y la 3.ª carecía de posesivo propio y lo suplía con el suus de un sólo poseedor; noster y vester seguían la declinación de liber, libera, liberum. En latín arcaico había además de vester también voster. El latín vulgar conservó noster y perdió vester. En latín vulgar fue también suus el de 3.ª persona de varios poseedores. 10.2. El posesivo de tercera persona No tiene el castellano, ni las tuvo, formas distintas, en la tercera persona, que las del posesivo de un sólo poseedor, siguiendo en esto el 171 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

esquema latino. En otras lenguas se sacó en la época romance primitiva un derivado del genitivo plural ı˘llorum. Hállase en aragonés y, probablemente, por él entró en Navarra y la Rioja (se lee en las Glosas de Silos, de autor riojano), y en documentos de los tiempos de Alfonso VII, el hijastro del Batallador, que lo introdujo en el Fuero de Avilés. En todo caso, escasea la forma fonética aragonesa lor y abundan las secuencias lure-lur, pl. lures, por lo cual se ve que el aragonés mismo la debió tomar del catalán o provenzal.

10.3. Análisis específico de los pronombres posesivos El español mantuvo 2 series de formas: tónicas/átonas. Las fronteras entre unas y otras no estaban nada claras en la lengua antigua y, si bien hoy se ha llegado a distinguir con mayor claridad, es más exacto hablar de formas largas y cortas o como dice Menéndez Pidal, formas de pronombre sustantivo y formas de adjetivo, pues en varias regiones (Asturias, Santander y en general en León y Castilla la Vieja) se pronuncian como tónicas, formas que por evolución fonética tenían que ser átonas (mí padre). A) Para un sólo poseedor 1.ª PERSONA a) Formas largas o de pronombre sustantivo —Masc. sing. y plural: ˘ M > 1 me/o > 2 miéo > 3 mío ME˘ U ˘ ME OS > 1 me/os > 2 miéos > 3 míos Alomorfos: que se dan en la lengua antigua:   

mió miós

desplazamiento acentual para formar un diptongo de dos vocales en hiato, tendencia que ya se da en lat. vulgar.

Variantes ortográficas: myo, myos. 1 2 3

Paso del latín clásico al latín vulgar. E˘ > e/ > ié. El diptongo «ié» se reduce a «i», probablemente por simplificación de triptongo.

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—Fem. sing. y plural: ME˘ AM > 4 me. a > 5 mía ME˘ AS > 4 me. as > 5 mías Variantes: míe (-s): formas que se explican por asimilación, cerrándose la «a» para acercarse a la «i» precedente. mié (-s): desplazamiento acentual, para reducir el hiato a diptongo. b) Formas cortas o de adjetivo —Masc. sing. y plural: se usan, en español antiguo, las mismas formas que hemos visto para el pronombre sustantivo: mío(-s), mió(-s). —Fem. sing. y plural: se usan, en español antiguo, las formas largas mía(-s) (rara vez), míe(-s) y mié(-s) y las formas apocopadas mi(-s), que parecen proceder de míe, donde se ha producido la apócope de la «e» por el uso proclítico. Las formas reducidas prevalecieron (mi, mis). Desde muy antiguo había confusiones entre las formas masc. y fem. y así a principios del S. XIII, y en Castilla, se prefirieron las formas femeninas para ambos géneros, frente a León, donde se prefirió el masculino para todos los usos. Según M. Pidal la causa de la confusión de género se debe principalmente a que éstos no se expresaban mediante la -o y la -a habituales. 2.ª Y 3.ª PERSONA a) Formas largas o de pronombre sustantivo —Masc. sing. y plural: ˘ UM > 6 tu/o > 7 too > 8 to TU ˘ SUUM > 6 su/o > 7 soo > 8 so ˘ OS > 6 tu/os > 7 toos > 8 tos TU ˘ SUOS > 6 su/os > 7 soos > 8 sos M. Pidal: disimilación de «e/» ante «a». G. de Diego: el resultado fonético tendría que ser *miea. La oposición entre mieo y mía en lo antiguo ha hecho pensar que el fem. tendría distinto vocalismo que el masc., admitiéndose que en latín «mea» tendría e. por disimilación de «e/» ante «a», aunque cabría admitir un latín *MIA. 5 E en hiato se hace «i». . 6 Paso del latín clásico al latín vulgar. ˘ > u/ > o. 7 U 8 Simplificación de 2 vocales iguales. 4

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Variantes:

† tuyo(-s) † suyo(-s)

formas analógicas con las del femenino.

      

  

† tuo(-s) † suo(-s)

Estas son las variantes que se han conservado en español moderno. Estas formas se explican por analogía con las femeninas, las cuales parece ser que fueron las primeras en ser rehechas a imitación del pronombre posesivo-relativo CUIUS > cuyo, para deshacer el hiato (tua) mediante la consonante antihiática «y».

—Fem. sing. y plural:     

˘ AM > 9 tu. a > túa > † tuya TU ˘ AM > 9 su. a > súa > † suya SU ˘ AS > 9 tu. as> túas > † tuyas TU ˘ SUAS > 9 su. as> súas > † suyas

Variantes que se han conservado en español moderno.

Variantes: túe(-s) súe(-s)

  

formas que, al igual que en la 1.ª persona se explican por asimilación, cerrándose la «a» para acercarse a la «u» precedente.

tué(-s) sué(-s)

  

desplazamiento acentual, para reducir el hiato a diptongo.

b) Formas cortas o de adjetivo Las formas tuo(-s) tua(-s) suo(-s) sua(-s) así como las modernas de pronombre sustantivo o largas son raras veces usadas como adjetivos. En romance la forma corriente para el masc. era: to, so y para el femenino:

9

    

tue tu o sue su

formas que según Hanssen no se derivan de las variantes sincopadas que presenta el latín vulgar (TUM, SUM) sino que son de procedencia castellana (al igual que ocurría en la 1.ª pers.).

Por disimilación de «u/» ante «a», al igual que en la 1.ª persona.

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Algunos manuscritos castellanos de los siglos XIII y XIV distinguen con regularidad los géneros, sin embargo otros no; al fin prevalecieron por completo las formas femeninas para ambos géneros, en oposición al asturiano en el que se prefirió la forma masculina para todos los usos, como ocurría en la 1.ª persona. B) Para varios poseedores 1.ª Y 2.ª PERSONA

—Fem. sing. y plural: ˘ STRAM > nuestra NO ˘ STRAM > vuestra VO ˘ STRAS > nuestras NO ˘ STRAS > vuestras VO

        

—Masc. sing. y plural: ˘ STRUM > nuestro (VESTER) NO ˘ (VESTER) VOSTRUM > vuestro ˘ STROS > nuestros (VESTER) NO ˘ (VESTER) VOSTROS > vuestros

estas formas aunque se explican desde una situación tónica, pueden usarse indistintamente como sustantivo o como adjetivo.

Variantes: ˘ STRUM «nuesso» < 10 NO 10 ˘ STRUM «vuesso» < VO «muesso» ← por influencia de la inicial del posesivo de un poseedor. En la Edad Media también se usaba, aunque rara vez, la forma «nuestre» femenino con final analógico al de mie, tue, etc. 3.ª PERSONA Como ya hemos visto, el español no tiene en la 3.ª persona formas diferentes para aludir a uno o varios poseedores. Asimismo hemos visto cómo el paradigma de CUIUS ha influido en gran medida en la evolución de estos pronombres. Mientras que las formas tónicas de la 1.ª pers. sing. son las antiguas, en las otras personas nos encontramos con todo un paradigma analógico a CUIUS. 10

STR > ss. Estas formas se usaron en la lengua antigua, hoy son voces desusadas.

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C) Formas átonas con artículo En castellano medieval podemos encontrarnos construcciones como: Artículo + Posesivo + Sustantivo (la mi casa) El uso del artículo con formas átonas llega hasta el siglo XIV y luego progresivamente se va perdiendo, hasta que desaparece completamente en el siglo XVI; solamente se ha conservado dialectalmente. Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español, Ed. Gredos, Madrid, 1983. BASSOLS DE CLIMENT, M., Sintaxis latina, tomo I, CSIC, Madrid, 1963. CANO, R., El español a través de los tiempos, Arco/libros, Madrid, 1988. GARCÍA DE DIEGO, V., Gramática histórica española, Edit. Gredos, Madrid, 1961. HANSSEN, F., Gramática histórica de la lengua castellana, Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1945. IORDAN, I. y MANOLIU, M., Manual de lingüística románica, Edit. Gredos, Madrid, 1972. LAPESA, R., Estudios de morfosintaxis histórica del español, I, Gredos, Madrid, 2000. LAUSBERG, H., Lingüística románica, tomo II, Edit. Gredos, Madrid, 1973. MENÉNDEZ PIDAL, R., Manual de gramática histórica española, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1952. —, Orígenes del español, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1950. —, Cantar de Mio Cid (Gramática), tomo I, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1954. PENNY, R., Gramática histórica del español, Ariel, Barcelona, 1993. POTTIER, B., Introductión à l’ètude de la morphosyntaxe espagnole, Edic. Hispanoamericanas, París, 1966. VÄÄNÄNEN, V., Introducción al latín vulgar, Bibl. Universitaria, Edit. Gredos, Madrid 1975. WAGNER, Cl., «Sobre el posesivo nuestro en el español de Chile», Anuario de Lingüística Hispánica, vol. XII-XIII, 2000, pp. 855-861.

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Capítulo 11

Pronombres demostrativos y de identidad

Estudiaremos dentro de este grupo las siguientes formas: son los pronombres propiamente deícticos.

pronombre anafórico.

IDEM - EADEM - IDEM IPSE - IPSA - IPSUM

  

  

IS - EA - ID

  

HIC - HAEC - HOC ISTE - ISTA - ISTUD ILLE - ILLA - ILLUD

pronombres de identidad.

11.1. Uso de tales formas HIC = éste Indica lo que está cerca de la persona que habla, en el espacio (aquí) y en el tiempo (ahora). Pero además de significar deixis espacial y temporal, en el habla popular se utilizó, a veces, con otro significado deíctico: la persona, pudiendo aparecer en tales casos en lugar del pronombre personal de 1.ª persona, es decir, E˘ GO. También, se utilizó con valor anafórico o catafórico, es decir, señalando una persona o cosa ya mencionada o que va a mencionarse. Y por último, en latín clásico, pudo usarse como antecedente del relativo, conservando en tales casos su significado deíctico. Ejemplo: Hic qui = éste que 177 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

No obstante, en el período posclásico o decadente se usó, a veces, sin valor deíctico, apareciendo entonces como sinónimo de IS. Hic qui = is qui ‘el que’ ISTE = ése Indica lo que está cerca del interlocutor en el espacio (ahí) y en el tiempo (señala época cercana en el pasado o en el futuro). Al igual que HIC también pudo utilizarse con otro significado deíctico: la persona, pero en tales casos (y a diferencia del anterior pronombre), no señala tan claramente su relación con la 2.ª persona, de ahí que lleve con frecuencia como determinantes los adjetivos posesivos TUUS o VESTER. Ejemplo: «ista tua soror» Además podía referirse a una 3.ª persona (id isti (= ellos) vituperant) o a aquello que está cerca de la persona que habla («iste liber = hic liber»). Es muy poco usado con valor anafórico y generalmente sólo para señalar algo mencionado por el interlocutor. ˘ILLE = aquél Indica lo que está más o menos alejado de la persona que habla y de la que escucha en el espacio (allí) y en el tiempo (señala época lejana en el pasado o en el futuro). Respecto a su empleo con significado deíctico de persona, ˘ILLE es todavía más ambiguo que ˘ISTE, por no existir en latín clásico la 3.ª persona. Bassols nos dice que solamente en contraposición con las otras dos personas ˘ILLE se usaba, a veces, con un significado análogo al que tiene un pronombre de 3.ª persona en español. Así pues, podemos decir que ˘ILLE no es un pronombre propiamente deíctico, hasta que en latín vulgar la deixis se reorganiza en tres grados, de modo paralelo a la reorganización que sufre la persona. También podía usarse con valor enfático designando a personas o cosas muy conocidas. Ejemplo: ILLA MEDEA = la famosa Medea. Con esta acepción puede aparecer unido a elementos pronominales de 1.ª y 2.ª persona. Asimismo podía usarse con valor anafórico o catafórico señalando lo ya mencionado o enunciando lo que sigue. 178 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Y por último, aunque poco frecuente, podía usarse también como sinónimo de TALIS, TANTUS, ALIQUIS, llegando incluso a adquirir un significado de absoluta indeterminación (‘uno cualquiera’, ‘tal o cual’...), así pues emparentado significativamente con los indefinidos. IS Este pronombre tiene un valor puramente anafórico, sin indicar proximidad o lejanía, es decir, hace referencia a algo que no se halla en relación con la persona que habla. Se utiliza para reproducir un término ya mencionado (anáfora) o bien para introducir un elemento del que se hablará a continuación (catáfora). Así, por ejemplo, se usa frecuentemente como antecedente del relativo. Ejemplo: Is qui = el que. IDEM Este pronombre está formado por dos elementos: el anafórico IS y la partícula -DEM, que insiste en la idea de identidad. Corresponde, en líneas generales, al pronombre español «el mismo». IPSE Además de expresar identidad conlleva un cierto matiz adversativo o de oposición ‘él mismo (y no otro)’. Sería más enfático que el anterior pronombre. En francés se ve clara la diferencia entre la simple identidad y la identidad con matiz de exclusividad: le même / lui même (diferencia a nivel sintagmático). el mismo / él mismo (diferencia a nivel suprasegmental).   

Nous / nous autres (franc. mod.) Nos / nos-alteros (cast. ant.)

formas que también se diferencian por el matiz de exclusividad.

11.2. Desgaste y confusión de los demostrativos. Tránsito a las lenguas romances La misma fuerza expresiva de los pronombres demostrativos provocó su rápido desgaste, con las consiguientes confusiones y sustituciones. De ahí las discrepancias entre el latín clásico y las lenguas romances. 179 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

El primer pronombre que se perdió fue el anafórico IS. Ya desde el latín posclásico o decadente IS podía ser sustituído por HIC (Hic qui = Is qui ‘el que’), lo cual conlleva la pérdida del valor deíctico originario de este pronombre. Tal desvalorización semántica, unida a su escaso cuerpo fónico hace que este pronombre HIC desaparezca también, dejando únicamente huellas en los restos lexicalizados del tipo:     

ahora < HAC HORA hogaño < HOC ANNO pero < PER HOC etc.

que se conservaron gracias a su gran frecuencia de uso.

Esta doble desaparición (de IS e HIC) trajo como consecuencia una reestructuración del sistema latino, que esquemáticamente y sin precisiones cronológicas1 podríamos resumir así: 1. El valor anafórico de IS y de HIC será asumido por ILLE, cuyo paradigma se especializará para 2 funciones: a) Del uso intensivo de ILLE deriva el pronombre personal de 3.ª persona: él, ella, ello... b) Del uso no intensivo de ILLE surgirá el artículo romance: el, la... 2. Al pasar ILLE al campo de la anáfora, la casilla del tercer grado de la deixis quedó vacía, pero sólo aparentemente, ya que en el mismo latín, sobre todo en latín hablado (recogido en obras de Plauto) existía la tendencia a reforzar los demostrativos: a) Bien utilizando junto al deíctico el pronombre enfático IPSE (ya en Cicerón encontramos la secuencia «iste ipse»). b) Bien, en la mayoría de las veces, anteponiendo al deíctico la partícula ECCE (originariamente adv. ‘he aquí’). Así junto a ISTE existía la forma ECCISTE y junto a ILLE había ECCILLE. La elección entre una u otra forma se debía a razones de mayor o menor expresividad. De este modo el deíctico reforzado ECCILLE pasó a ocupar el lugar de ILLE como expresión del tercer grado del demostrativo, o mejor dicho, la forma ECCILLE, que originalmente alternaba con ILLE, se gramaticalizó (antes se entendía su uso por razones estilísticas o expresivas) como única forma para expresar la deixis, frente al anafórico ILLE. 1 No se trata de una evolución lineal, resultando extremadamente difícil de establecer la situación lingüística de un período dado, teniendo en cuenta que los textos a nuestra disposición no reflejan sino muy incompletamente la lengua hablada.

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Junto a esta partícula se utilizó también *ACCU formada por: ATQUE + ECCUM (< ECCE EUM). De ahí las formas castellanas: aquel < *ACCU - ˘I LLE 3. Por otra parte, la desaparición de HIC en el primer grado de deixis hace que ˘I STE se desplace del 2.º al primer grado, con lo que en esta etapa de la evolución, común a todas las lenguas románicas, tenemos un sistema deíctico bimembre: ˘I STE / ˘I LLE (con el refuerzo ECCE o *ACCU) ↑ ↑ cercanía lejanía En esta fase de la evolución se detienen algunas lenguas románicas, sin embargo otras, entre ellas el español, tienden a restituir la situación latina: sistema trimembre (aunque ambiguo el tercer grado). Para ello el castellano habilitará el enfático IPSE como expresión del 2.º grado deíctico. Así el sistema castellano es: 1.º grado: éste < ˘I STE. 2.º grado: ése < ˘I PSE. 3.º grado: aquél < *ACCU-I˘ LLE. 4. Para expresar la identidad en latín clásico teníamos 2 pronombres: ˘I PSE e IDEM. Ya en el siglo II IPSE reemplaza a IDEM en este uso. Además como, por otra parte, hemos visto que ˘I PSE va a servir para expresar el 2.º grado deíctico en castellano, habrá que recurrir a otros procedimientos que expresen el valor que estos pronombres, IPSE e IDEM, expresaban en latín clásico: a) ˘I PSE conservó su significado clásico en algunos compuestos arcaicos, que se hallan en textos de los siglos XI al XIII. ˘I LLE + ˘I PSU(M) > eleiso [eléso] que en grafía del siglo XIII sería *elexo deriv. de ille *icsu por ille ipsu (comp. en aragonés exe [ese] < *icse < ipse). SE + ˘I PSE > sese SIBI + ˘I PSE > sise SUU(M) + ˘I PSE > súyose ˘I N + ˘I PSE > enés ˘I N + ˘I PSOS > enesos. b) Un 2.º procedimiento, que es el que ha perdurado, consiste en el refuerzo de IPSE mediante la partícula MET, usada ya en latín sobre todo tras los pronombres personales: Egomet (‘yo mismo’) o Egomet ipse. 181 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Posteriormente esta partícula MET ya no funciona en forma enclítica al pronombre sino en forma proclítica a ˘I PSE: MET-I˘ PSE > medés MET-I˘ PSU(M) > medipso > *meisso > misso (forma que sólo aparece en la Crónica General). Esta forma no se ha propagado más que en el superlativo absoluto: MET-I˘ PSI(SSI)MUM (-AM, -OS, -AS) > 2 *medipsimu (-a, -os, -as) > 3 medesmo (-a, -os, -as) > 4 meesmo (-a, -os, -as) > 5 meismo (-a, -os, -as) > 6 mesmo y mismo. La variante «meismo» aparece en los primeros documentos. Durante algún tiempo, el idioma vacilaba entre mismo (variante, con la vocal «i» de difícil explicación) y mesmo hasta que la Real Academia elige como culta la variante «mismo», quedando «mesmo» reducida al ámbito dialectal y popular. «Misme» es una antigua variante, invariable en cuanto al género, con -e analógica de este, ese. La forma MISMO tomó los dos sentidos, el de IDEM y el de IPSE. el mismo rey = rex idem el rey mismo = rex ipse: en este caso, va generalmente, pospuesto al sustantivo que modifica. 11.3. Análisis específico de los pronombres demostrativos Estos pronombres no tienen formas de expresión diferentes para un uso tónico/átono, diferencia formal que se perdió antes del siglo X, explicándose las formas que se conservan desde un uso tónico, pues se mantiene la silabicidad. Primer grado deíctico Singular —Masc. ˘I STE > este. Variantes: est, esti (dialectal) —Fem. ˘I STA > esta —Neutro ˘I STUD > esto 2 3 4 5 6

Latín vulgar, por disimilación, que ha llevado a la pérdida de una sílaba entera. I˘ > e. Pérdida de -d- intervocálica. Transformación de un hiato en diptongo. Monoptongación del diptongo «ei».

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Plural —Masc. ˘I STOS > estos —Fem. ˘I STAS > estas Segundo grado deíctico Singular —Masc. ˘I PSE > ese. Variantes: es, essi (dialectal) —Fem. ˘I PSA > esa —Neutro ˘I PSUM > eso Plural —Masc. ˘I PSOS > esos —Fem. ˘I PSAS > esas Tercer grado deíctico Singular —Masc. *ACCU-I˘ LLE > aquel —Fem. *ACCU-I˘ LLA > aquella —Neutro *ACCU-I˘ LLUD > aquello Plural —Masc. *ACCU-I˘ LLOS > aquellos —Fem. *ACCU-I˘ LLAS > aquellas En la Edad Media el elemento de refuerzo *ACCU se extiende también a los otros grados deícticos, de tal manera que tenemos formas como: aqueste < *ACCU + ˘I STE aquese < *ACCU + ˘I PSE Asimismo pueden reforzarse con ALTER pospuesto; de tal combinación resultan formas como:  estotro < ˘I STE + ALTERU(M) el primer elemento  esotro < ˘I PSE + ALTERU(M)  queda sin flexión quillotro, aquelotro < *ACCU +  aquellotro,  + ˘I LLE + ALTERU(M)

XVI

Todas estas formas comienzan a perderse en el siglo se pierden completamente.

XIV

y ya en el 183

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Como hemos visto la etimología de las formas singulares es el nominativo latino, mientras que las plurales proceden del acusativo; ésta es la opinión sostenida por M. Pidal y Lapesa entre otros autores. Sin embargo, Pottier piensa que tanto el singular como el plural parten del acusativo. I˘ STUM habría dado originalmente *esto (masc.), por apócope se reduciría a «est» y posteriormente se restituiría la vocal antietimológica -e «este» para diferenciar la forma del masculino de la neutra «esto» procedente de I˘ STUD (que no había apocopado, por ser siempre su función pronominal). El argumento de Pottier es rebatible ya que en documentos anteriores a la generalización de la apócope encontramos formas con -e. 11.4. Sintaxis del demostrativo En el castellano medieval de los primeros siglos la diferencia entre el demostrativo y el artículo no es todavía clara. En algunos casos los demostrativos ofrecen tan atenuada su significación propia, que funcionan como simples artículos, restos, sin duda, de la época anterior al triunfo completo de I˘ LLE para el artículo. Ejemplos: «estos caualleros quel siruen» (Mio Cid) ↑ «los» «con essa yent christiana» (Santo Domingo, Berceo). ↑ «la»

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Capítulo 12

El artículo

12.1. Estudio diacrónico A) Origen y formación del artículo Antes de adentrarnos en el problema del artículo, debemos señalar que éste es una creación romance, ya que en latín no existía. ¿Cómo se originó? Hay diferentes interpretaciones: 1. Autores como Bassols de Climent entre los latinistas, M. Pidal, García de Diego entre los hispanistas y Bourciez entre los romanistas piensan que el artículo se originó por el debilitamiento significativo que sufrieron algunos demostrativos. 2. Una 2.ª interpretación es la de Amado Alonso, quien piensa que la aparición del artículo está íntimamente unida a la pérdida de la flexión nominal. Así pues, este autor no entiende el artículo desde el demostrativo, sino desde lo nominal. En latín la significación del sustantivo estaba fundida con la función sintáctica. Sin embargo, en romance se puede expresar el significado del sustantivo en sí, independientemente de su significado en la sintaxis. Así: «pater» en latín

  

significado léxico valor sintáctico (sujeto de frase)

«padre» en romance

  

significado léxico.

Las relaciones sintácticas las expresan elementos adjuntos. El artículo viene a separar los valores formales y funcionales (sintácticos) 187 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

del sustantivo de su significado y a destacar el significado independiente del sustantivo. La independencia significativa del sustantivo puede expresarse en romance en diferentes grados: —con artículo, —sin artículo. El artículo sirve para expresar el significado independiente del sustantivo en el máximo grado. 3. Otra interpretación de cómo se originó el artículo es la de Rafael Lapesa: En latín tardío aumenta en gran manera el uso de los demostrativos. El estudio de Trager, sobre el uso de los demostrativos latinos hasta fines del siglo VI, no deja lugar a dudas: desde los últimos años del siglo IV se registra un gran aumento de demostrativos, que llega casi a duplicarse. Pero tan significativo como el aumento de frecuencia es el hecho de que, con el transcurso del tiempo, el empleo adnominal (unido al sustantivo) y pronominal de los demostrativos llegara a hacerse en una proporción más igualitaria, si bien el uso pronominal es casi siempre más alto. En otras palabras, se incrementa el empleo adnominal de los demostrativos. La multiplicación de elementos señaladores responde, según Lapesa, a un deseo de mayor expresividad. Con el abundante uso de estos instrumentos se hace referencia a las realidades presentes en el espíritu del hablante y no a abstracciones, de ahí que la literatura cristiana, por su afán de ser asequible a las gentes, utilizase este recurso, equiparable a los gestos en el coloquio popular. Aunque, si bien es cierto, no hay absoluta correspondencia entre la religión del escritor y la aceptación o repulsa del empleo abundante de demostrativos, que en último término obedece al gusto de cada uno. En un principio, para poner de relieve las realidades vistas o vividas por el hablante (es decir, las realidades presentes en su espíritu) se utilizaron unos u otros demostrativos, pero después se especializó para esta función ˘I LLE o ˘I PSE, ya que eran los que más fácilmente podían dejar sus funciones antiguas: ˘I LLE: no relacionado con la 1.ª ó 2.ª persona dejó de indicar lejanía, para hacerse puro signo de referencia anafórica. ˘I PSE: que ya en el siglo II reemplaza a IDEM, pasó de expresar la identidad de una persona o cosa, a indicar simplemente que la persona o cosa había sido mencionada (uso anafórico, por tanto). 188 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Dentro de la anáfora, ˘I LLE e ˘I PSE podían tener un uso adnominal (empleo que, como ya hemos visto, se incrementó en latín vulgar); también, acompañar a un sustantivo que anuncia lo que se dirá más tarde, sobre todo con el antecedente de un relativo (catáfora). Pero además, al mismo tiempo que el demostrativo aumentaba en frecuencia se capacitaba para nuevas funciones: se extendió el uso de ˘I LLE y de ˘I PSE fuera de la anáfora, para evocar cosas no mencionadas antes, sino implícitas en lo dicho o relacionadas con ello, es decir, pasan a señalar lo consabido o habitual. Así la presencia o ausencia de ˘I LLE o ˘I PSE junto al sustantivo fue progresivamente marcando la distinción entre realidades actuales y conceptos virtuales; sólo desde entonces existió propiamente artículo. Como conclusión, podemos decir que Lapesa no entiende el artículo desde el desgaste significativo de algunos demostrativos, sino desde nuevas funciones de las antiguas formas. Cfr. R. Lapesa, 1961. ¿Cuándo se originó? Aquí también encontramos discrepancias. Así mientras Quintiliano (muerto hacia el año 95) decía que el latín no sentía necesidad de artículo («Noster sermo articulos non desiderat»), en el último cuarto del siglo XIX y primeros decenios del XX se rastrearon presuntos indicios de artículo en textos de Plauto (lat. preclásico), Horacio (lat. clásico), Petronio o Apuleyo (lat. posclásico). Bourciez da el siglo II como época en que empezó la «debilitación» de los demostrativos ˘I LLE e ˘I PSE. Grandgent sitúa en el siglo IV la difusión del artículo. En 1932 Trager afirmaba que en el siglo VII la evolución seguía inconclusa. En 1929 y luego en 1945 Muller sostuvo, que si bien desde el siglo VI hay vestigios de las nuevas funciones que el demostrativo podía desempeñar, la manifestación del artículo no es clara hasta el siglo VIII. Por último, en 1942 Löfstedt sostiene que el artículo se forma en la época en que cada lengua romance sigue su rumbo particular. Como hemos podido observar, según unos u otros autores, el artículo nace en diferentes épocas, que distan varios siglos entre sí. Así pues, tal diversidad de opiniones se aparta mucho de situar el nacimiento de este nuevo elemento en un período de tiempo más o menos concreto. Según Lapesa, es difícil precisar cuándo deben interpretarse como demostrativos los ˘I LLE o ˘I PSE adnominales que aparecen en anáforas y cuándo han de interpretarse como artículos. Es más, nos dice, que la mayoría de los ejemplos que se han interpretado como artículos, admiten las dos posibilidades. No obstante, piensa que probablemente en la lengua hablada se desarrolló el artículo antes de la época en que lo sitúan los estudios basados en testimonios escritos. 189 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

B) Análisis formal del artículo Como se ha señalado, la debilitación del sentido demostrativo podía ocurrir en cualquier forma, así, en casi todos los romances hubo sus vacilaciones (en el Mio Cid no son escasos ese y aquel con sentido de artículo). En todo caso, por una tendencia antigua, sin duda, en casi todos los romances prevaleció ı lle y sólo mantuvo su pujanza ı pse en Cerdeña y Gascuña. Aunque entre los Alpes y el Ebro hubo más vacilaciones, según los romanistas, y aún parece que tendieron algunos dialectos al ı pse y sólo triunfó ı lle por influjo de la lengua culta y escrita. Quedan, con todo, restos de ı pse en el Ampurdán, en mallorquín y puntos aislados de Gerona. Evolución planteada por M. Pidal Singular —Nominativo masc.: ˘I LLE > ell, el (← variante ésta última que prospera a partir de Alfonso X). ↑ variante que se mantiene hasta el siglo XIII y que aparece cuando le sigue una palabra que empieza por vocal («ell estudio»). Castilla es la región en que la evolución se ha realizado más rápida y decididamente logrando pronto una mayor fijeza lingüística, de ahí que no se dé vacilación entre los derivados del nominativo ILLE y los del acusativo ILLUM como en navarro-aragonés y leonés; desde los documentos más antiguos aparece el artículo completamente formado, en su estado moderno (los restos de ILLUM son muy raros). —Nominativo fem.: ˘I LLA > 1 ela > 2 la —Nominativo neutro: ˘I LLUD > elo > lo Plural —Acusativo masc.: ˘I LLOS > ellos > elos > los —Acusativo fem.: ˘I LLAS > elas > las 1 Se produce la simplificación de la «ll» por influencia del masc. «el». Forma que subsiste hasta el siglo XII, aunque todavía después se hallan restos. 2 Abreviación: «la» salvo ante nombres que empiezan por vocal, especialmente si ésta es «a-», con los cuales se abrevia en «el» o «ell». Pero luego se admitió la variante «el» sólo cuando le sigue una «á-» tónica (el alma/las almas). ↑ forma aparente de masc. pero sentido etimológico de fem.

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En la evolución de las formas destaca el cambio de -ll- a -l/l- (el, la, lo). Mientras se conservaron ambas vocales la -ll- sonaría [l ], pero desde que empezó a perderse la vocal inicial, por el carácter átono˘ del artículo y fonética sintáctica, en la, lo comenzó también a pronunciarse [l]; tras consonante con mayor razón, pues el castellano no tuvo [l ] prece˘ dida de consonantes en las formas no cultas: la casa, tras la montaña, pero ella cort, ellas yfantes. Hasta principios del siglo XIII encontramos asimilaciones de l a n y r: enna eglesia; polla casa, etc. Después, sin fundirse, se escriben juntos, durante mucho tiempo, preposición y artículo: enla torre, delos otros, etc. Posteriormente, la l se extendió a la posición entre vocales: a los fijos. Si el femenino y el neutro perdieron la ll por el carácter átono de la forma y la pérdida de la vocal inicial, el masculino la perdió por el carácter átono y la pérdida de la vocal final -e. Al quedar ell ante consonante, no podía sonar sino [l] en castellano, y así fue desde muy temprano. De aquí se extendió a la posición intervocálica: el prado, ell yfante ⇒ el yfante. La pérdida de la ll en plural se debió en el femenino y neutro a las mismas causas que en el singular. Y en el masculino al influjo del singular y del femenino plural por la fuerza regularizadora del idioma que tiende en los paradigmas morfológicos a dejar claras las distinciones. Tal regularidad tardó tiempo ya que, según Nebrija, todavía en su época se escribía (y sonaba) la ll del artículo aplicado a sustantivos femeninos que empezaban por vocal a-: ellalma, ellaçada, aunque libre ante e-: ellespada y el espada. La regularidad del final en el artículo femenino se logró en el Siglo de Oro. En la Edad Media se perdía muchísimas veces la vocal -a ante toda palabra que empezara por vocal: el ora, el una, el alma, etc. Luego se perdía sólo ante a- y era alternante ante e-. Desde el siglo XII hasta el XVI encontramos: el arrancada, el albergada, el alma, etc., pero el espada, la espada, etc. Posteriormente la -a sólo se pierde ante á-: el alma, el águila, el agua, etc. Sin razón histórica, por una falsa analogía, se ha extendido este «aparente masculino» a otras formas: esta área ⇒ este área. Evolución planteada por B. Pottier En oposición a lo que hemos visto, Pottier piensa que el artículo viene del caso acusativo, tanto en singular como en plural. —Acusativo masculino: ˘I LLUM > *ello, ell ante vocal (que se ha convertido en «el» ante consonante). La antigua forma «elo» (LL > l por proclísis) confirma la derivación del acusativo y explica las formas aragonesas o portuguesas («lo» y «o»). 191 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—Acusativo fem.: ˘I LLAM > *ella, ela que ha dado luego: la ante consonante ela el ante vocal («el espada») Los gramáticos han decidido luego que «el» no se empleara más que delante de «á-». Respecto del orden de colocación: en todas las lenguas románicas, excepto en rumano, el artículo aparece en situación proclítica, es decir, está subordinado al acento de la palabra que le sigue. En caso de que le precediera una preposición, el artículo se fundía con ella, si ésta acababa en vocal. Ejemplo: contra el → contral para el → poral ante el → antel Si la preposición acababa en consonante, como ocurre con «en, con» se produce fusión y asimilación de consonantes: enna, ennos, connos, connas... Pero esta tendencia fonética deformante se fue abandonando en el siglo XIII, hasta desaparecer por efecto de la influencia normativa de Alfonso X. Solamente quedan algunos residuos: las formas «al» y «del», así como a nivel familiar y popular: pal(para el), col(con el)... C) Demostrativos y Artículo en la literatura narrativa medieval El uso frecuente de demostrativos no cesó con la creación del artículo, sino que continuó vigente hasta muy avanzada la Edad Media. Indudablemente esta insistencia en el señalamiento no responde al gusto moderno; hoy día bastaría con usar el artículo. Pero esto no quiere decir, según Lapesa, que los demostrativos tuvieran papel de artículos en la lengua antigua. Al hablar de los demostrativos, hemos visto que en algunos casos presentan su significación tan atenuada que funcionan como meros artículos, arcaísmo que arrancaría de una época anterior al triunfo de ILLE como artículo; ésta es la explicación que nos da M. Pidal. Sin embargo, Lapesa piensa que el arcaísmo no consiste en valerse de los demostrativos como artículos, sino en emplearlos en un campo mucho más amplio que el que hoy se les concede, dando lugar a algunas interferencias con el área del artículo. 192 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En resumen, Lapesa nos dice que casi todos los demostrativos a los que se ha atribuido valor de artículo tienen función deíctica claramente perceptible: señalan seres o cosas que: a) se hallan a la vista o se dan por presentes; b) o bien han sido mencionadas antes; c) o se relacionan con circunstancias de la situación. A veces los demostrativos tienen clara intención evocadora o son un procedimiento para dar por consabido lo que no lo está. Cfr. R. Lapesa, 1961. 12.2. Estudio sincrónico A) Definiciones La Gramática de Port-Royal (1660), que es de donde arranca la caracterización tradicional del artículo, lo define como una palabra que se coloca delante del nombre para marcar que éste es tomado en sentido completo o incompletamente determinado. En esta misma línea la gramática tradicional considera el artículo como una parte de la oración que determina completa o incompletamente al nombre y expresa su género y número. Los lingüistas estructuralistas (y modernos) han ampliado tal definición; como ejemplo de ello citaremos las definiciones que dan autores como: B. Pottier: el artículo es el índice habitual de la integración del sustantivo de la lengua en el discurso. A. Alonso: es un elemento formal sin contenido. Este vaciamiento de la significación va acompañado de un vaciamiento fonético, que consiste en la pérdida del acento de intensidad y muchas veces en un extremado acortamiento fonético, lo mismo en las lenguas modernas que en las antiguas. E. Alarcos Llorach: es un morfema intenso, ya que caracteriza siempre al S. N. (sintagma nominal). B) Estudio formal y funcional del artículo Con Port-Royal (1660) se introdujo por primera vez la distinción entre artículos definidos e indefinidos. Según estos gramáticos la oposición EL/UN se establece de acuerdo con el siguiente criterio: determinación completa / determinación incompleta 193 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Una variante de esta doctrina adopta como criterio distintivo entre EL/UN el hecho de que el objeto nombrado sea conocido o no por el oyente. La Gramática de la Real Academia puntualiza que el objeto determinado ha de ser conocido del que habla y del que escucha, mientras que la indeterminación, marcada por UN, puede referirse a objetos no consabidos («he visto una casa») o imprecisos para el hablante («alárgame un libro»). La doctrina de la determinación, en cualquiera de sus versiones, ha sufrido numerosos ataques. La misma Academia señala que, en algunas circunstancias, es tan determinante UN como EL; por tanto, en tales casos, las funciones de UN y UNA, UNOS y UNAS se parecen mucho a las de EL y LA, LOS y LAS e incluso en singular llegan a veces a ser idénticas. Juana canta como un ruiseñor = Juana canta como el ruiseñor Estos y otros argumentos han movido a algunos autores, como G. Guillaume y B. Pottier..., a negar la determinación como base de la distinción entre EL y UN, e incluso a retirar a esta última forma el carácter de artículo (A. Alonso, E. Alarcos, así como Lázaro Carreter y Bello, aunque por razones diferentes a las de los dos primeros autores). 1. Autores que niegan la determinación como base de la distinción entre EL y UN: G. Guillaume y B. Pottier. Según ambos autores hay dos artículos: EL y UN. a) El sistema del artículo EL es: Sing.

Plural

el la

los las

Masc. Fem.

Variantes formales combinatorias: —la + STVO á-: el (el alma) —a + el > al —de + el > del b) El sistema del artículo UN es:

Masc. Fem.

Sing.

Plural

un una

Ø Ø

Variante formal combinatoria: —una + STVO á-: un (un ave). 194 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Para ambos lingüistas la presencia del artículo delante de un sustantivo que no tenga otro determinativo es una regla de la lengua, y cuando no se manifiesta en la expresión dicen que éste aparece bajo la forma «cero». Hay 2 niveles en el artículo en grado cero: a) Nivel de lengua: se encuentra cuando el sustantivo está usado síquica y semánticamente con el verbo: «tener confianza» ← apunta a un concepto claro en el sistema castellano «confiar». b) Nivel de habla o de discurso: se encuentra en el dominio de UN o en el de EL, cuando el sustantivo está ya determinado por el contexto, por ejemplo: «voy a casa» ← «casa». Desde un punto de vista estrictamente formal, la teoría de estos autores se diferencia de la gramática tradicional (que como ya hemos visto arranca de la gramática lógica de Port-Royal) en que no consideran a UNOS y UNAS como artículos sino como adjetivos de cuantificación no exacta, ya que sus lexemas presentan afinidades semánticas con adjetivos como: algunos, ciertos, varios..., solamente UNOS y UNAS son considerados artículos por estos autores, cuando van con objetos que se hallan por pares, como por ejemplo: «tenía unos ojos hermosos». Pero, ¿qué valor o valores son los que diferencian EL/UN según ambos autores? Para explicar esto vamos a partir de los enunciados que el mismo Pottier utiliza con tal fin. 1. «Un caballero español nunca miente». 2. «El caballero español nunca miente». 3. «Entró un hombre joven; el mozo tendría unos veinte años». Tal y como puede observarse, en los dos primeros casos se hace referencia a «todos los caballeros españoles», mientras que en el tercero se designa un solo ser. Por tanto, la determinación no es exclusiva de ninguno de los dos elementos (EL, UN) pudiendo ambos, según los casos, comunicar al sustantivo que se les pospone un valor determinado o indeterminado. Muy al contrario, la diferencia entre EL y UN estriba en el hecho según el cual cuando se utiliza UN se parte de la suma de todas las individualidades designadas por el sustantivo en el que incide (en nuestros ejemplos todas las individualidades «caballeros» y «hombres») considerando uno cualquiera de ese conjunto. En cambio, cuando se usa EL, el punto de partida es la unidad, pudiendo aplicarse ésta con todas las extensiones deseables, siendo posible alcanzarse la generalización máxima (como se da en el ejemplo 2). En definitiva, mientras que UN, partiendo de la generalización, nos permite llegar hasta la concretización máxima, EL nos permite realizar 195 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

el proceso inverso, es decir, partiendo de lo particular podemos alcanzar lo general. Estos dos procesos mentales realizados en la utilización del lenguaje no siempre aparecen expresados explícitamente en el discurso. El primero de ellos señalado por UN no es necesario cuando el sustantivo al que el artículo acompaña es suficientemente conocido por todos o es único (por ejemplo, «el sol era brillante»). 2. Autores que retiran a UN el carácter de artículo a) Amado Alonso Este autor piensa que el paradigma de UN nunca es artículo, sino que debe incluirse entre los adjetivos indefinidos. Las razones que da son: 1. Salvo en alguna región española (como Galicia y Murcia) UN y UNA, UNOS y UNAS se pronuncian con acento, siendo por tanto, núcleos de intensidad, frente al paradigma de EL, que es siempre proclítico. 2. Alterna con sinónimos: cierto, algún: un o cierto día; un o algún hombre. 3. El paradigma de UN es correlativo del paradigma de OTRO, e incluso admite artículo, lo que sería imposible si UN lo fuera. «Un hijo le ha salido listo y el otro tonto» «el uno es listo y el otro tonto». 4. UN forma pareja de opuestos con NINGUNO. «Pedro es un tonto» / «Pedro no es ningún tonto». 5. UN se encadena con QUE para formar frases ponderativas: «una blancura que deslumbra» 6. Al contrario de EL, UN se puede usar desprendido de su sustantivo, como cualquier otro adjetivo: los niños se marcharon; unos se fueron a sus casas y otros al parque. 7. UN es sustantivable. «Uno ha traído esta carta para usted» Todos estos argumentos se resumen, según A. Alonso, en que el paradigma de UN tiene significación pronominal y que está cercano al paradigma de alguno, ninguno, cierto, etc., y no al paradigma del artículo EL. 196 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Así pues, para este autor, solamente EL es artículo, cuya función esencial y constante no es la determinación, como opina la gramática tradicional. Sus argumentos son: 1. El artículo se utiliza con nombres individuales, por tanto no necesitan ser determinados: el sol, la luna, etc. 2. Se utiliza, asimismo, con nombres abstractos como: la virtud, la bondad, etc., que no necesitan determinarse, pues no tiene sentido preguntar de qué virtud o bondad se trata, por ejemplo. 3. De igual manera se emplea el artículo con nombres comunes: «se quitó el sombrero» «dame el libro» donde el artículo no es el que determina o precisa cuál es el sombrero o el libro que se quitó o ha de darse, respectivamente, sino que es la situación dada (extralingüística) la que nos dice que es precisamente el sombrero que tenía en la cabeza el que se quitó o el libro que tengo el que he de darle. El artículo tiene, para Amado Alonso, los siguientes valores: 1. Valores formales: el artículo en los orígenes del español sólo aparecía con los sustantivos en función de sujeto, después ha ido extendiéndose paulatinamente hacia los otros sintagmas nominales de la oración (complemento directo, circunstanciales). Esta extensión gradual del uso del artículo responde a la tendencia a enfatizar las representaciones autosemánticas, es decir, el significado del sustantivo en sí (mientras que en latín la significación del sustantivo estaba fundida con la función sintáctica). Situado el sustantivo en el sintagma nominal uno de sus valores es el de repetir —anticipándolos— los morfemas de género y de número. 2. Valores expresivos: en enumeraciones de nombres el utilizar un único artículo para toda la serie o un artículo ante cada elemento de la misma dependerá del sentido unitario o de realidades separadas que se quiera aportar a la sucesión nominal. Lo que mueve al hablante o escritor a deslindar o englobar las representaciones enumeradas son motivos estilísticos y no lógicos u objetivos. En términos generales, y hasta la época clásica inclusive (Siglo de Oro), la repetición del artículo en las enumeraciones se interpreta como un acto de realce expresivo: encarecimiento, valoración, énfasis. Como el artículo destaca en un principio la articulación de la frase en Sujeto y Predicado y luego en Sujeto, Verbo y Objeto, un nuevo deslinde dentro de estos elementos supuso un acto de estilo. Pero el valor expresivo de 197 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

la repetición se fue perdiendo a medida que se generalizaba su uso, así hoy la no repetición se interpreta, contrariamente a lo que ocurría hasta la época clásica inclusive, como un acto expresivo (giros de la lengua literaria) o como una manifestación de economía en el mensaje, también literaria. 3. Valores significativos: el artículo es un antiguo pronombre demostrativo reducido en su cuerpo fonético, despojado de su originario acento de intensidad y de cuyo funcionamiento se ha borrado toda asociación implícita con sus antiguos compañeros de sistema (proceso de gramaticalización). Evadido de su antiguo sistema pronominal, el artículo en español ha ingresado en un sistema nuevo, que esta vez es bilateral, siendo su pareja no UN (pues, como ya hemos visto, A. Alonso no lo considera artículo) ni ningún otro signo de la lengua, sino la ausencia de artículo, es decir, este nuevo sistema está formado por la presencia y ausencia de artículo. Así pues, a la oposición tradicional EL/UN, basada en los conceptos de determinación/indeterminación, A. Alonso enfrenta otro par: EL/Ø. presencia/ausencia de artículo

  

oposición basada en los conceptos filosóficos de: existencia-esencia.

Y así, siempre que la lengua admite la alternancia presencia-ausencia de artículo, el sustantivo aparece con artículo cuando se quiere hacer referencia al objeto real y sin artículo cuando se quiere hacer referencia no a la existencia del objeto nombrado, sino a su esencia, añadiéndose a la referencia objetiva una subrayada valoración del objeto. b) E. Alarcos Llorach La teoría que E. Alarcos presenta del artículo en español está íntimamente relacionada con la de A. Alonso, ya que asume las dos afirmaciones de mayor alcance teórico que éste formuló: 1. UN no puede ser considerado artículo (aduce las mismas razones que Amado Alonso). 2. EL, dentro del sistema, no entraría, por tanto, en oposición con UN, sino con su ausencia (Ø). Así pues, Alarcos, al igual que A. Alonso, a la oposición tradicional EL/UN (basada en los conceptos determinación/indeterminación) enfrenta otro par: EL/Ø, oposición basada en los conceptos filosóficos existencia/esencia. 198 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Si hasta aquí, la teoría de estos dos lingüistas es igual, Alarcos se separa de A. Alonso al afirmar que la sustantivación es otra de las funciones del artículo; en efecto, según Alarcos, el artículo transpone a función nominal los segmentos que originariamente desempeñan otra función (en esto coincide con la gramática tradicional). Volviendo de nuevo a la primera función que hemos visto, es decir, presencia/ausencia de artículo, hay que distinguir 2 tipos de contextos: a) contextos en los que pueden alternar significativamente presencia/ausencia de artículo: se puso las gafas/se puso gafas b) contextos en los que no se da tal alternancia, porque: —forzosamente hay artículo. —forzosamente no hay artículo. —la aparición o ausencia de artículo son indiferentes, equivalentes, variantes puramente estilísticas. La variación o inmovilización del artículo depende de las características léxicas o morfológicas del SN y no de las funciones que puedan tener esos sintagmas. Así, mientras que con los nombres comunes (tanto continuos como discontinuos) se da la alternancia presencia/ausencia de artículo, no podemos decir lo mismo de los nombres propios, con los que tal variación se suprime. 1. Unos aparecen siempre sin artículo: «María canta». 2. Otros aparecen forzosamente con artículo: «Las Hurdes». 3. Algunos se usan indiferentemente con o sin artículo: «China/la China». En los tres casos se trata de un mismo hecho funcional: el nombre propio carece de la posibilidad de variación entre forma con artículo y forma sin artículo, que posee el nombre común. Esto es debido, según Alarcos, a que el nombre propio contiene en sí los valores que el artículo confiere al nombre común. Así pues, podemos decir que el artículo convierte al nombre común (o CLASIFICADOR, como lo llama Alarcos, ya que clasifica diferencialmente unas realidades respecto de otras) en nombre propio (o IDENTIFICADOR, ya que identifica sin posible ambigüedad, en una situación dada, una realidad determinada). En definitiva, el artículo en español presenta dos valores: a) Convierte el nombre clasificador en nombre identificador. b) Transpone a nombre cualquier otro elemento funcional. 199 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Por último, habría que ver qué sentido tiene el que se distingan varios significantes de artículo, cuyas diferencias se atribuyen a distinciones de género y número. Estos morfemas son rasgos redundantes en el artículo (ya que son impuestos por el nombre al que acompaña o por el adjetivo nominalizado), no obstante como ocurre con otros rasgos redundantes de la lengua, pueden ser, en algunas ocasiones, pertinentes: a) Cuando el SN carece de expresión formal diferenciada de género: el artista/la artista. b) Cuando el SN carece de expresión formal de variación numérica: la crisis/las crisis. c) Cuando es necesaria la expresión del neutro: lo bueno, lo verde... c) Lázaro Carreter-Bello Al igual que A. Alonso y Alarcos, estos dos lingüistas retiran a UN el carácter de artículo, pero por razones diferentes: EL y UN no pertenecen a la misma clase funcional de signos, por cuanto contrastan, pero no se oponen, es decir, no pueden alternar en un mismo acto de discurso, ya que el primero sólo precede a nombres consabidos, previamente actualizados. Así: EL → pertenece a la clase de los presentadores ulteriores. UN → pertenece a la clase de los primeros presentadores o actualizadores. Desde un punto de vista funcional, Lázaro Carreter, siguiendo a Bello, incluye al artículo en el sistema de los pronombres, a lo que Alarcos presenta varias objeciones, todas ellas rebatidas por Lázaro Carreter: 1. El artículo es siempre signo dependiente. En efecto, lo mismo opina L. Carreter, pero, como el propio Alarcos reconoce, el pronombre es independiente en unos casos (él) y sin embargo en otros es dependiente («le»), no poniéndose en duda la identidad categorial de «él» y «le». Estos dos autores (L. Carreter y Bello) consideran como variantes distribucionales de un mismo signo, formas que son siempre dependientes («mi, tu, su, tan, muy») y formas que pueden ser dependientes e independientes («mio, tuyo, suyo, tanto, mucho»). Las primeras, junto con EL, forman la clase de palabras «fronterizas», es decir, aquellas que son inmóviles respecto de la palabra que les sigue y que pueden ir separadas de ésta por secuencias insertas. 200 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

2. El artículo carece de acento en la expresión: a lo que responde L. Carreter diciendo que esto mismo sucede con las series pronominales átonas: /le, la.../ y /él, ella.../ /este, esta.../ y /éste, ésta.../ y nadie puede negar la identidad categorial que hay entre los signos (le y él, este y éste...). 3. Sólo presenta variación de género y número: esto enfrenta el artículo con el pronombre de 3.ª pers., ya que éste tiene además variación de caso. No obstante, esta objeción no tiene demasiado peso, si tenemos en cuenta que la función adnominal del artículo le impide tal variación, pues el mismo sustantivo no la experimenta. 4. Los contextos de uno y otro son diferentes: objeción que según L. Carreter y Bello no es obstáculo para identificar categorialmente los signos /el/ y /él/. El que no puedan aparecer en un mismo contexto quiere decir que se hallan en distribución complementaria, por tanto, son alomorfos o variantes de un mismo signo. Se trataría del mismo argumento que los fonólogos aplican para agrupar alófonos. Ahora bien, la relación que hay entre «él-el» no es la misma que existe entre «ello» y «lo». Mientras que el pronombre tónico masc. funciona como signo nuclear, el artículo lo hace como adjunto, sin embargo, «ello» y «lo» son siempre nucleares. E. Alarcos opone a esta tesis la tradicional de que en: «el blanco» «lo bueno»

  

existe una metábasis del adjetivo, que se ha sustantivado.

Para L. Carreter: «el blanco» «lo bueno»... no son sintagmas equiparables, pues mientras el 1.º cuenta en la estructura profunda con la existencia de un nombre consabido, elíptico en la superficie (el papel, pan... blanco), no podemos decir lo mismo del 2.º sintagma; «lo» recibe la incidencia de un adjetivo o de un sintagma preposicional en cuanto que es núcleo que traduce un concepto latente como «las cosas», «el conjunto de las cosas»... Así pues, LO posee el rasgo categorial neutro, funciona siempre como término primario (a diferencia de lo que ocurre con el artículo) y está en distribución complementaria con ELLO. Este signo y LO constituyen con algunos otros, como ALGO, la CLASE FUNCIONAL DE 201 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

LOS SUSTANTIVOS NEUTROS claramente diferenciada de la del artículo y la del pronombre personal. Bibliografía ALARCOS LLORACH, E., Estudios de gramática funcional del español, Edit. Gredos, Madrid, 1973. —, Gramática de la lengua española, Espasa, Madrid, 1994. ALONSO, A., Estudios lingüísticos. Temas españoles, Edit. Gredos, Madrid, 1961. ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español, Edit. Gredos, Madrid, 1983. ÁLVAREZ MARTÍNEZ, M.ªA., El artículo como entidad funcional en el español de hoy, Edit. Gredos, Madrid, 1986. BASSOLS DE CLIMENT, M., Sintaxis latina, 2 tomos, CSIC, Madrid, 1963. BOURCIEZ, E., Éléments de linguistique romane, Librairie C. Klincksieck, París, 1967. CANO, R., El español a través de los tiempos, Arco/libros, Madrid, 1988. GARCÍA DE DIEGO, V., Gramática histórica española, Edit. Gredos, Madrid, 1961. GRANDGENT, C.H., Introducción al latín vulgar, CSIC, Madrid, 1952. GUILLAUME, G., «Particularisation et généralisation dans le système des articles français» en Langages et science du langage, Presses de L’université Laval, Quebec, 1966. HANSSEN, H., Gramática histórica de la lengua castellana, Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1945. LAPESA, R., «Del demostrativo al artículo» en NRFH, 15, Madrid, 1961. —, Estudios de morfosintaxis histórica del español, I, Gredos, Madrid, 2000. LÁZARO CARRETER, F., «El problema del artículo en español: una lanza por Bello» en Homenaje a Rodríguez Moñino, Edit. Castalia, Madrid, 1975. LÖFSTEDT, E., «Zur Vorgeschichte des romanischen Artikels», en Syntactica, I, Lund-Leipzig-London, 1942. MENÉNDEZ PIDAL, R., Manual de gramática histórica española, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1952. —, Orígenes del español, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1950. —, Cantar de Mio Cid (Gramática), tomo I, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1954. MULLER, F.H., A chronology of vulgar Latin, Beiheft 78 zur ZRPh, Halle, Tübungen, 1929. —, L’époque mérovingienne, New York, 1945. PENNY, R., Gramática histórica del español, Ariel, Barcelona, 1993. POTTIER, B., Introductión à l’etude de la Morphosyntaxe espagnole, Edic. Hispanoamericanas, París, 1966. TRAGER, G.L., The use of the Latin demonstratives (specially «ille» and «ipse») up to 600 a.D., as the source of the Romance article, New York, 1932.

202 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Capítulo 13

Pronombres relativos e interrogativos

13.1. Paradigma básico En el latín clásico el paradigma básico de estos pronombres era el siguiente: a) Pronombres relativos. Singular

quo-

Fem. quae quam ← cu-ius → ← cuı- → qua-

Neutro

Fem. quae qua-s qua-rum ← quibus → ← quibus →

Neutro

  

Nominativo Acusativo Genitivo Dativo Ablativo

Masc. quıquem

quod quo-

Plural Masc. quıquo- s quo- rum

  

Nominativo Acusativo Genitivo Dativo Ablativo

quae quo- rum

b) Pronombres interrogativos. Singular Fem. quae quam

Neutro   

Nominativo Acusativo

Masc. quis, quıquem

quid, quod 203

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Las restantes formas de este pronombre interrogativo son las mismas que las del relativo quı- , quae, quod. El paradigma de uter, utra, utrum fue sustituido tempranamente por el de quis. 13.2. Procesos que han sufrido estos pronombres en su evolución Desde el período preclásico latino, qui fue sustituyendo al interrogativo quis y en latín vulgar se perdió quis, asumiendo su función qui. En el relativo, la forma masculina invadió el campo del femenino y ya en el siglo IV ésta desaparece. Por la misma época quid reemplaza a quod. Así, por las confusiones de género, número y caso, el paradigma del relativo e interrogativo quedó básicamente reducido a qui, quem, quid, a fines del período imperial. El dativo cui se conservó en otras zonas de la Romania. En este sentido hay que destacar la neutralización de número a favor del singular: el relativo e interrogativo, singular y plural, en función sustantiva o adjetiva, se expresaron con las formas singulares (qui, quem, quid). La diferenciación numérica y genérica iba o podía ir determinada con claridad por el antecedente de éste. Para la distinción numérica del pronombre interrogativo en función adjetiva se introdujo el pronombre qua- lis, -e que permitía tal distinción. Dada la identidad del pronombre interrogativo adjetivo qui con el relativo qui y el interrogativo en función sustantiva qui, la forma qualis, -e pudo funcionar también como pronombre relativo e interrogativo sustantivo. Del genitivo cuius, había resultado en latín un relativo de posesión cuius, -a, -um, de mucho uso en el latín jurídico y de gran extensión en el latín vulgar. De aquí pasa al romance con formas variables y regulares en cuanto al género y número (cuyo, cuya, cuyos, cuyas). 13.3. Análisis de las formas que perduran —Qui < quı- : se usó hasta finales del siglo XIV como pronombre de persona, sin distinción de género, número y caso. Podía ir precedido de preposición: con qui. —Quien < que m: sustituye completamente a qui en sus funciones; a partir del siglo XVI origina un plural analógico: quienes. Aunque coloquialmente puede darse todavía: «aquellos en quien confiamos». —Que < quı d: invariable, sirve para persona y cosa. Podía ir precedido de artículo: «ella era la su muger la que tenía...». En español anti204 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

guo sufre su -e una serie de asimilaciones y fusiones con la vocal siguiente: que al ⇒ cal; que han ⇒ can; que es ⇒ ques, etc. Algunos autores (García de Diego, Corominas, por ejemplo) piensan que esta forma (que) proviene del caso acusativo, masculino y singular (que m), no del interrogativo neutro, singular (nominativo, acusativo: quı d): que m > que, con pérdida de -m (ley general) y no diptongación por ser proclítico en este caso. En la Edad Media, las formas qui y quien tuvieron una importante influencia en otras formas. Así, por ejemplo: De qui: illi por ille isti por iste otri por otro De quien: alguién, álguien por alguno ninguién por ninguno —Cuyo, cuya, cuyos, cuyas < cuius, -a, -um. Como hemos anticipado proviene de un adjetivo relativo de posesión latino que, a su vez, tuvo su origen en el genitivo relativo cuius. —Cual, cuales < qualem, quales: estas formas de valor adjetivo relativo e interrogativo latino se convierten en romance en mero interrogativo o relativo, sin valor cualitativo (‘de qué clase’), sustituyendo en muchos contextos a los otros pronombres relativos e interrogativos. El significado latino sobrevive en pocos usos en español y en italiano. Cuando estas formas se usan como pronombres relativos van precedidos de artículo: el, la cual; los, las cuales. Antiguamente podían ir sin artículo: «una casa, cual dicen del conde». —Combinaciones especiales: en español antiguo encontramos las siguientes combinaciones: quien quier; quien se quier; qual quier; qui quier que; que quier que; qui quier qui. La mayoría no tiene resultados modernos. Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español, Edit. Gredos, Madrid, 1983. BASSOLS DE CLIMENT, M., Sintaxis latina, tomo I, CSIC, Madrid, 1963. CANO, R., El español a través de los tiempos, Arco/libros, Madrid, 1988. GARCÍA DE DIEGO, V., Gramática histórica española, Edit. Gredos, Madrid, 1961. HANSSEN, F., Gramática histórica de la lengua castellana, Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1945. IORDAN, I. y MANOLIU, M., Manual de lingüística románica, tomo I, Edit. Gredos, Madrid, 1972. 205 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

LAUSBERG, H., Lingüística románica, tomo II, Edit. Gredos, Madrid, 1973. MENÉNDEZ PIDAL, R., Manual de gramática histórica española, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1952. —, Orígenes del español, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1950. —, Cantar de Mio Cid (Gramática), tomo I, Edit. Gredos Madrid, 1954. PENNY, R., Gramática histórica del español, Ariel, Barcelona, 1993. POTTIER, B., Introductión à l’etude de la morphosyntaxe espagnole, Edic. Hispanoamericanas, París, 1966. VÄÄNÄNEN, V., Introducción al latín vulgar, Bibl. Universitaria, Edit. Gredos, Madrid, 1975.

206 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Capítulo 14

Pronombres indefinidos

Los pronombres indefinidos experimentaron una profunda transformación al pasar al romance. Muchos de ellos se perdieron sustituyéndose por otros de formación nueva. 14.1. Veamos los conservados del latín vulgar a) Simples: al < alid, aliud; otro < alter; cierto < certus; nul nulla (antiguos) < nullus; uno < unus; todo < totus; cada < cata; tal, atal < talis; tanto, atanto < tantus; cuanto < quantus; hombre < homo (hasta el siglo XVI: «...para vencer hombre a sí mismo...» (San Ignacio); mucho < multus; poco < paucus; quisque < quisque. b) Compuestos: alguien, alguién (dial.) < aliquem; alquanto, alcuanto < aliquantus; alguno < alicunus; ninguno, nenguno < nec, nin + unus. 14.2. Elementos nuevos o series romances frecuentes: a) Distributivos nuevos: destacan las combinaciones de unus, cata y quisque: cadauno, quiscadauno, cascuno (cruce de cataunum y quisqueunum). Son muy frecuentes en la Edad Media. b) Los de sustitución de una forma latina: la serie de los relativos combinados con quaesit sustituyó a los latinos con libet: quiquiere, quiquier, quequiere, quequier, quiquiera, quequiera, en usos con valor neutro; quienquier, quienquiera, con valor masculino o femenino; cualquier, cualquiera, con el masculino y el femenino. De los anteriores con distinción de plural: cualesquiera, quienes quiera. También hay que señalar las 207 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

variedades del reflexivo inserto entre el relativo y el verbo: cualsequiera, cualsequier, quiensequier, quisequiera, quisequier, etc. Todos documentados en la Edad Media. Hay que destacar que Berceo, junto a estos compuestos con quaere re, usa formas pronominales con vole-re: sivuelqual, sivuelque (cualquiera, quequier), sivuelquando (cuando quiera). 14.3. Locuciones usadas como indefinidos En esta línea hay que señalar la forma arcaica ya cuanto, ya cuantos con el valor de ‘algo, algunos, un poco, un tanto’: «fue de la tristeza ya cuanto amansado», «ya cuanto tiempo después». De nemo natus, res nata, etc., resultan locuciones romances como hombre nado, mugier nada, nada cosa, nada otra cosa que, al final, resultan en nado (ant.) y nada. También es un uso peculiar el de yentes, gentes en secuencias como todas las yentes: todos; las gentes: todos; pocas de gentes: pocos; gentes: algunos, alguien. Parecido es el caso de ome, hombre, aunque solo, sin el nado, por nadie o alguien. También cristiano, solo o en la construcción moros y cristianos, con valor de todos, y de nadie en nin moros nin cristianos. 14.4. Variaciones morfemáticas en los indefinidos La terminación en estos pronombres aparece con resultados variados en español: a) Con variación de género y número: otro, uno, mucho, poco, alguno, cierto, todo, tanto, cuanto, alcuanto. b) Con variación de género y sólo con el singular: nado, nada; nul, nulla; cascuno, cascuna; cadauno, cadauna. c) Con oposición entre masculino/femenino y el neutro: quienquier; qui que, que quier, quiquiera, etc. Como vimos los de significado masculino/femenino pueden tener plural. d) Con singular y plural, sin oposición manifiesta de género: tal, atal, cual, quien, cualquier. e) Invariables: al, algo, alguien, nadie, otri, otrien. 14.5. Terminación de algunos indefinidos Algunos indefinidos han sido datados en la historia de la lengua con terminaciones de otros pronombres por la fuerza de la analogía. Así, por ejemplo, la i de qui pasó a otri, en vez de otro, y a nadi, por 208 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

nado, nada; la -e de este, ese pasó a otre; estas vocales (i, e), más la terminación -ien de quien, dieron otrie, nadie, naide, otrien, alguien, ninguién. En la lengua moderna sólo perduraron alguien y nadie. 14.6. Los indefinidos actuales De toda la variedad de indefinidos antiguos, los de mayor vigencia son: uno, otro, algo, nada, alguno, ninguno, alguien, cierto, poco, mucho, todo, tanto, cuanto, tal, nadie, cada uno, cada cual, cada cuanto, cada quisque (coloquial), quienquiera, cualquiera. Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español, Edit. Gredos, Madrid, 1983. BASSOLS DE CLIMENT, M., Sintaxis latina, tomo I, CSIC, Madrid, 1963. CANO, R., El español a través de los tiempos, Arco/libros, Madrid, 1988. GARCÍA DE DIEGO, V., Gramática histórica española, Edit. Gredos, Madrid, 1961. HANSSEN, F., Gramática histórica de la lengua castellana, Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1945. IORDAN, I. y MANOLIU, M., Manual de lingüística románica, tomo I, Edit. Gredos, Madrid, 1972. LAUSBERG, H., Lingüística románica, tomo II, Edit. Gredos, Madrid, 1973. MENÉNDEZ PIDAL, R., Manual de gramática histórica española, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1952. —, Orígenes del español, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1950. —, Cantar de Mio Cid (Gramática), tomo I, Edit. Gredos Madrid, 1954. PENNY, R., Gramática histórica del español, Ariel, Barcelona, 1993. POTTIER, B., Introductión à l’etude de la morphosyntaxe espagnole, Edic. Hispanoamericanas, París, 1966. VÄÄNÄNEN, V., Introducción al latín vulgar, Bibl. Universitaria, Edit. Gredos, Madrid, 1975.

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Capítulo 15

El verbo

15.1. Introducción: cuestiones generales Siguiendo el mismo planteamiento expositivo que en temas anteriores vamos a partir, también en este caso, del paradigma del latín clásico. De los rasgos que caracterizan este paradigma podemos destacar, desde nuestra perspectiva, la importancia que se le concede al tema o raíz, la presencia de las principales categorías gramaticales que perduran en nuestro sistema (modo, aspecto, tiempo, número y persona) y, por último, el escaso número de formas que lo constituyen. En efecto, la conjugación del verbo latino descansa sobre dos temas1, el de PRESENTE («infectum») y el de PERFECTO («perfectum»), entre los que se establece una oposición: acción que se está realizando/acción que se ha realizado. En un principio, estos dos temas eran independientes uno del otro, de tal manera que partiendo del «infectum» no se podía deducir el «perfectum» y viceversa. Ejemplos: SCI VI- es perfecto de dos verbos distintos: SCIO y SCISCO2 STE˘TI es también perfecto de dos verbos diferentes: SISTO y STO3 Además, los verbos latinos podían ser temáticos o atemáticos. En los primeros, los más regulares, la desinencia se une al tema por medio 1 A. ERNOUT, Morphologie historique du latin, troisième édition, revue et corrigée, Paris, 1953, pp. 113-114 y 117. 2 SCIO, -I RE, SCI VI, SCI TUM ‘saber, conocer’ y SCISCO, -E ˘ RE, SCI- VI, SCI- TUM ‘intentar saber, averiguar, informarse de’. - 3 SISTO, -E ˘ RE, STE˘TI-, STATUM, tr. ‘colocar, poner, establecer, apostar’ y STO , -ARE, ˘ STETI , STATUM, intr. ‘estar de pie’, ‘estar erguido’.

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  

  

de una vocal llamada «vocal temática» o «vocal final de la raíz» (según algunos autores como Iordan y Manoliu, 1972), por ejemplo: CANT - A - RE } desinencia Tema vocal (raíz) temática Sin embargo, en los segundos la desinencia se une directamente al tema. Ejemplos:   

Tema desinencia (raíz)

Tema (raíz)

desinencia

  

  

FER - RE

  

ES - SE

En otro orden de cosas, el verbo latino presenta diversas categorías gramaticales: —El modo4. Un criterio ordenador de las formas verbales anterior a la clasificación del modo es atender a la cuestión de «formas verbales personales» y «formas verbales no personales». Las primeras, las más importantes, comprenden los tres modos provistos de desinencias personales: • Indicativo: modo de la realidad, de la afirmación. • Subjuntivo: modo de la subordinación, que expresa la voluntad y la previsión, lo optativo, el deseo, la posibilidad y la condición. • Imperativo: modo que sirve para dar órdenes (es en el verbo lo que el vocativo es en la declinación). Las segundas son declinables o indeclinables y, por su origen o morfología, están ligadas al sustantivo (infinitivo, gerundio y supino) y al adjetivo (participios). Son los sustantivos y adjetivos verbales, respectivamente. En latín la oposición indicativo/subjuntivo corresponde a la diferencia semántica ‘real’/‘posible’ o ‘irreal’. Esta oposición se manifiesta con mayor claridad en las oraciones simples, ya que en las compuestas se dan, con bastante frecuencia, interferencias entre el modo de la realidad (indicativo) y los modos de la representación mental (subjuntivo e imperativo). Así, la mayoría de las veces el modo de las oraciones subordinadas depende del significado del verbo principal y de la conjunción que las introduce. 4 A. ERNOUT, op. cit., pp. 116-117; M. BASSOLS DE CLIMENT, Sintaxis latina, tomo I, 6.ª reimpresión, Madrid, 1981, pp. 307-309, 313-315 y 333; y I. IORDAN y M. MANOLIU, Manual de Lingüística Románica, tomo I, Madrid, 1972, pp. 335-338.

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Respecto a los modos «no personales» aparecen como variantes posicionales de los «personales» en ciertas oraciones subordinadas. Así, las diferencias entre estas dos categorías de modos no son, en realidad, nunca modales, sino que se localizan en el plano sintagmático. —El aspecto, tiempo inmanente de la acción, era una de las categorías semántico-gramaticales fundamentales sobre la que descansaba el verbo latino (aspecto imperfectivo ‘acción que se considera en su desarrollo’ y aspecto perfectivo ‘acción que se considera en su término’) y una de las que más cambios va a experimentar. En romance la categoría del aspecto no se pierde pero va a ser menos pertinente que en latín. —El tiempo5. La expresión de la idea de tiempo (presente, pasado y futuro en sus diferentes momentos) es una creación relativamente reciente y fue resultado de una larga evolución. En latín clásico, según Ernout, únicamente se distinguen con claridad los tres tiempos: presente, pasado y futuro en el infectum y dentro del modo indicativo. Sólo más tarde esta distinción se generalizó al perfectum en el modo mencionado. En el subjuntivo no hay más que presente y pasado y en el imperativo, presente y futuro. Las formas no personales presentan también en función del tiempo variaciones morfológicas. —El número y la persona. En latín estas dos categorías se expresan a través de desinencias sincréticas y así se expresarán en romance. La categoría de la persona se organiza en un sistema trimembre (1.ª, 2.ª y 3.ª persona) mientras que la del número en uno bimembre cuyos componentes son singular y plural. La combinación de las anteriores categorías gramaticales y las variaciones en función de los dos temas, infectum y perfectum, originan toda una serie de formas que constituyen el sistema verbal latino. Formas Personales6 Infectum (tema de presente)

Perfectum (tema de perfecto)

I. Modo Indicativo:

I. Modo Indicativo:

AM -O AM -ABAM AM -ABO

AMAV -I AMAV -ERAM AMAV -ERO

REG -O REG -EBAM REG -AM

REX -I REX -ERAM REX -ERO

5 A. ERNOUT, op. cit., pp. 114 y 116; M. BASSOLS DE CLIMENT, op. cit., pp. 285-286; y I. IORDAN y M. MANOLIU, op. cit., pp. 346 y 347. 6 Para no alargarnos demasiado hacemos referencia a cada una de las formas utilizando solamente la primera persona del singular y recurrimos a un verbo de la primera conjugación, AMARE, y a otro de la tercera, REGE˘RE, para que pueda verse con mayor claridad la importancia del tema en la constitución de la flexión verbal latina.

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Infectum (tema de presente)

Perfectum (tema de perfecto)

II. Modo Subjuntivo:

II. Modo Subjuntivo:

AM -EM AM -AREM

AMAV -ERIM AMAV -ISSEM

REG -AM REG -EREM

REX -ERIM REX -ISSEM

III. Modo Imperativo: AM -A

REG -E

Las anteriores formas junto a las no personales (infinitivos -amare, amavisse, amaturum, -am, -um esse-, gerundio -amandi...-, participios -amans, -tis, amatus, -a, -um...- y supino -amatum-) forman la flexión del verbo latino7. Como puede verse llama la atención el menor número de formas en contraposición con el romance. Este sistema verbal comienza a sufrir ya en latín clásico, pero sobre todo en latín vulgar, una serie de cambios que van a desencadenar una reestructuración muy profunda hasta llegar al sistema del español actual. Entre estos cambios estarían los de tipo fonético y los de tipo morfosintáctico. Los primeros, los fonéticos, se originan como consecuencia de fenómenos como, por ejemplo, la confusión del fonema bilabial /b/ y el labiodental /v/; como la confluencia de las vocales /e/ e /i/; como la pérdida de las sílabas «-VE-» y «-VI-» (en el futuro perfecto «amavero», el pretérito perfecto de subjuntivo «amaverim», etc.); etc. Estos cambios que ocasionan, en general, la homonimia entre formas antes diferenciadas, contribuyen, también en cierta medida, a la pérdida de alguna de ellas y a la consiguiente reestructuración del sistema. En esta misma línea y como resultado de la desaparición de las sílabas antes mencionadas, las formas del «perfectum» se igualan a las del «infectum», perdiéndose en romance la diferencia entre ambos temas en la mayor parte de los verbos. Cabe citar además dentro de este apartado la tendencia a que desaparezcan las formas que se acentúan en el lexema o raíz, tendencia que iniciada en latín vulgar continúa viva hoy día y que ha traído como consecuencia, incluso, la pérdida de todo un tipo flexivo latino (la tercera conjugación)8. Con los segundos, los cambios de tipo morfosintáctico, nos referimos no sólo a la creación de formas nuevas (el condicional, los tiempos 7 Dejamos para más adelante cualquier referencia a las variaciones morfológicas en relación a la voz pasiva. Tan sólo nos referimos al sistema verbal en voz activa. 8 R. LAPESA, Estudios de morfosintaxis histórica del español, Madrid, 2000, tomo II, pp. 735-736.

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compuestos), a la sustitución de otras (el futuro), etc. sino también a las transformaciones que experimentan las categorías semántico-gramaticales del verbo. Estas categorías se mantuvieron en el sistema romance pero considerablemente modificadas. Así, en latín tardío9 las relaciones sintagmáticas del modo se hicieron menos estrechas. Partículas que en latín clásico regían un modo determinado ahora pueden regir otro (por ejemplo, «cum» causal ya no se construye de manera constante con subjuntivo). No obstante, en la evolución románica, a pesar de las transformaciones producidas en la sintagmática del modo, se destacan algunas constantes: —Subjuntivo: • Las oraciones subordinadas que dependen de verbos que expresan significados ligados al subjuntivo (deseo, temor, posibilidad,...) vuelven a encontrarse en este modo cuando el sujeto de la oración subordinada no es el mismo que el de la principal (por ejemplo: «quiero que vengas»), sin embargo cuando es el mismo la subordinada va en infinitivo (por ejemplo: «quiero venir»). • Las construcciones negativas e interrogativas tienden a ir también en subjuntivo, ya que en tales casos se atenúa la idea de probabilidad. Ejemplo: «no creo que venga» (pero «creo que tiene razón»). • Como en latín, un grupo bastante numeroso de conjunciones (aunque, por más que, antes que,...) rigen subjuntivo en las oraciones subordinadas. No obstante en español, si el predicado expresa una acción indudable ésta va en indicativo, incluso después de tales conjunciones (por ejemplo: «he venido aunque llueve»). —Gerundio y participio: • Ya en latín tardío el gerundio en ablativo comenzó a reemplazar al participio de presente. Así, el gerundio en español, al igual que ocurría en latín, tiende a funcionar como verbo, pudiendo sustituir a una oración subordinada circunstancial y tener sujeto y objeto (por ejemplo: «faltándoles los víveres, los sitiados se rindieron»), mientras que el participio de presente perdió su valor verbal y cuando se conserva su forma da origen a adjetivos (por ejemplo, «doliente» significa ‘doloroso’, 9

I. IORDAN y M. MANOLIU, op. cit., pp. 338-345.

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‘dolorido’, pero nunca ‘que está sufriendo’, ‘que sufre’; el uso del participio de presente con este carácter activo es un latinismo poético en español). • En el lenguaje culto, un tanto enfático, se sigue manteniendo la posibilidad de los «participios absolutos» (por ejemplo, «pasado el primer instante, la curiosidad vence al terror») o incluso una construcción con gerundio («pasando el primer instante, la curiosidad vence al terror»). —Potencial o condicional: • En todas las lenguas romances el uso del subjuntivo disminuyó con la aparición del condicional. Así, en las oraciones condicionales, mientras que el latín usaba el imperfecto de subjuntivo, las lenguas románicas prefieren el condicional. No obstante, algunas de ellas, como el español, conservan el subjuntivo (por ejemplo, «si le dijéramos esto cometeríamos un error imperdonable», donde el imperfecto de subjuntivo tiene el valor de ‘condicional hipotético’). De los cambios que se producen en las categorías del verbo los más llamativos son quizás los que afectan al tiempo y al aspecto. Ya en latín tardío se inicia una tendencia —que pasará luego a las lenguas románicas y permanece viva todavía hoy— a desarrollar matices temporales a costa de valores aspectuales (perfectivos o incoativos) y modales (‘necesidad’, ‘voluntad’, ‘deseo’, ‘finalidad’). El aspecto es cada vez menos importante y el tiempo lo es más, por eso formas que originariamente indicaban diferentes valores ‘perfectivo-resultativos’ pasan a expresar predominantemente ‘anterioridad’, es decir, acaban significando tiempo más que terminación o acabamiento. Pero puesto que la categoría del aspecto no se pierde, el cambio anterior provoca la necesidad de crear nuevas formas que, también con el paso del tiempo, se convertirán en la expresión de diversos matices temporales (anterioridad, proximidad o distancia en el tiempo, etc.). Como decíamos líneas más arriba, esta tendencia permanece viva todavía hoy. En esta primera parte introductoria hemos abordado aquellas cuestiones de tipo general que determinan qué contenidos van a ser incluidos en esta aproximación histórica al sistema verbal romance y cuál va a ser la secuenciación de éstos. —Los tipos flexivos. —El acento verbal. 216 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—Las variaciones morfológicas de número y persona. —La apócope en las desinencias verbales. —Las formas verbales conservadas: • Formas del tema de presente («infectum»). • Formas del tema de perfecto («perfectum»). —El futuro y condicional. —Los tiempos compuestos. —Las perífrasis verbales. —La voz pasiva. —Otras cuestiones de interés (las nociones de existencia, posesión, etc.). 15.2. La conjugación. Evolución y resultados en romance10 Contrariamente a lo que va a pasar en romance, en latín clásico, como ya hemos indicado líneas más arriba, el aspecto («infectum»-«perfectum») es más pertinente y el tipo flexivo o conjugación lo es menos, de ahí que sea difícil encontrar una clasificación satisfactoria de- los verbos latinos. La - agrupación de éstos en cuatro conjugaciones (-ARE, -E RE, -E˘RE e -I RE, imaginadas por los gramáticos y usadas en la enseñanza de esta lengua) no da cuenta más que de las formas del tema de presente («infectum») e incluso puede encubrir dos formaciones diferentes: LEGO-, LE-GI, LECTUM (3.ª conjugación) CAPIO, CE PI, CAPTUM (3.ª conjugación) Así pues, hablar de cuatro conjugaciones es impropio, ya que no atañe a las formas del tema de perfecto11. Por todo ello y para una exposición histórica, como la que estamos haciendo, es preferible clasificar los verbos por el tema de presente, 10 A. ERNOUT, op. cit., pp. 117-118 y 124; I. IORDAN y M. MANOLIU, op. cit., pp. 358359 y 360-361; R. MENÉNDEZ PIDAL, Manual de gramática histórica española, decimoquinta edición, Madrid, 1977, pp. 277, 283-286 y 324-327; V. GARCÍA DE DIEGO, Gramática histórica española, 2.ª edición revisada y aumentada, Madrid, 1961, pp. 224-226 y 278-281; F. HANSSEN, Gramática histórica de la lengua castellana, pp. 91-92, 100-104, 108 y 156-160; y J. COROMINAS, Diccionario Crítico Etimológico de la lengua castellana, edición tercera, Madrid, 1976, pp. 861-864. 11 Paul M. LLOYD, Del latín al español. I. Fonología y morfología históricas de la lengua española, Madrid, 1993, pp. 159-162.

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para lo que se tiene en cuenta la vocal final del tema de la primera persona del singular del presente de indicativo o del infinitivo de presente activo: —A - RE: 1.ª conjugación —E RE: 2.ª conjugación ˘ —E - RE: 3.ª conjugación (la más heterogénea de todas) —I RE: 4.ª conjugación Así se justifica más o menos bien la distribución de los verbos en cuatro conjugaciones. En latín tardío se intensificó el proceso de reagrupación de los verbos, y así, en virtud de la tendencia de la lengua a regularizar los paradigmas, se produjeron una serie de procesos analógicos: —A partir de entonces todos los verbos son temáticos (los restos de la conjugación atemática aparecen como anomalías y no forman un sistema vivo y coherente). —Con la pérdida de las sílabas «-VE-» y «-VI-» las formas del «perfectum» se igualan a las del «infectum» en lo que respecta al tema o raíz. Se produce un acercamiento analógico de ambos temas hasta quedar indiferenciados en la mayor parte de los verbos romances. Como consecuencia de los cambios anteriores, en romance podemos saber mediante la vocal final del tema del infinitivo cuál es la conjugación a la que pertenece cualquier verbo y además, si éste es regular, cuál es su comportamiento tanto en las formas del tema de presente («infectum») como en las formas del tema de perfecto («perfectum»). Primera conjugación latina -A RE > -ar (primera romance) De las cuatro conjugaciones latinas, la primera era la más rica y productiva y continúa siéndolo en romance: —Recibe verbos de otras conjugaciones, si bien estos son casos raros y comunes a los romances. Ejemplos: TORRE RE torrar, turrar FIDE˘RE - fiar MOLLI RE mojar 218 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—La mayoría de los verbos de origen germánico se adoptan en latín tardío y pasarán en romance a la primera conjugación los acabados en -AN, -EN y -ON. Ejemplos: WÎTTAN guiar TROTTEN trotar RAUBON robar ... —En esta conjugación -ARE se formaron y se siguen formando cuantos verbos nuevos crea la lengua; excepto el sufijo incoativo -SCE˘RE, todos los demás forman verbos pertenecientes a esta conjugación. Los más importantes son: a) -ICARE > -gar, sufijo de gran desarrollo en latín vulgar, pero de escasa vitalidad en romance. Ejemplos: *AUCTORICARE otorgar CABALLICARE cabalgar MATURICARE madrugar b) -NTARE > -ntar. Ejemplos: SEDENTARE sentar EXPAVENTARE espantar ... c) Los dos sufijos más productivos en los romances eran desconocidos en latín clásico y provienen del griego -izei;n. El latín vulgar de la época imperial lo acogió bajo la forma -I˘ DIARE > -ear, sufijo muy empleado en español, a veces junto al derivado inmediato y sin diferencia de significado: colorar/colorear..., o con diferencia de significado: pasar/pasear, plantar/plantear... El mismo sufijo griego interpretado por los autores eruditos de la decadencia fue -IZARE > -izar. Ejemplos: martirizar, latinizar, legalizar... —Los verbos formados a través de la derivación inmediata (es decir, los constituidos por el nombre del que se quiere sacar el verbo más las terminaciones de la flexión - verbal, sin sufijos intermedios) también ingresan en la conjugación -ARE, salvo aquellos derivados en -I RE en los que no se advierte tal derivación. Ejemplos: COLORARE colorar FIDE˘RE - fiar STUDE - RE estudiar ˘ RDUS + -I RE FINI RE finar/(a)turdir < TU Subsiste -ir porque no se advierte la derivación. 219 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Segunda y tercera conjugación latina:-E RE y -E˘ RE > -er (segunda romance) Ya en el latín vulgar de España se verificó la fusión completa de las dos conjugaciones, fusión que se vio favorecida por la similitud de las vocales desinenciales (E , E˘): -E RE -E RE ˘ -ERE El triunfo en castellano de la segunda conjugación y no de la tercera (contrariamente a lo que pasó en catalán) Iordan lo explica por el hecho de que las demás conjugaciones tenían el acento sobre la vocal temática. El mismo autor nos dice que quizás haya intervenido también la norma acentual, ya que la mayoría de las palabras terminadas en consonante tienen acentuación oxítona. Por el contrario, en catalán lo que desempeñó un papel decisivo fue la riqueza de la conjugación, de ahí que la tercera absorbiese a la segunda, la más pobre de todas las conjugaciones. LA CONJUGACIÓN EN -E RE (NEUTRALIZACIÓN DE LA SEGUNDA Y TERCERA DEL LATÍN CLÁSICO) —No ha adquirido verbos de las otras conjugaciones, salvo el raro ˘ SSI- RE > toser (según autores como M. Pidal y Corominas). caso de TU Para García de Diego, sin embargo, «toser»- es una innovación sobre el ˘ SSI RE. sustantivo «toses» en vez de *tusir < TU —Ha perdido - numerosos verbos que- pasaron en corto número a la conjugación -ARE y en abundancia a la -I RE. —No se presta a ninguna formación nueva, salvo con el sufijo -SCE˘RE > -çer > -cer, sufijo de significación incoativa, que fue de gran vitalidad sobre todo en el período primitivo del idioma. Así en castellano medieval encontramos paradigmas duplicados como: Fallir/falleçer Pudrir/podreçer ... En general la forma incoativa hizo olvidar la forma simple en -ir. Así, por ejemplo: Edad Media

Hoy

Bastir/basteçer Establir/estableçer

(a)bastecer establecer

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Obedir/obedeçer Padir/padeçer ...

obedecer padecer

Esto mismo se extiende a verbos de origen germánico; así tenemos oposiciones como: Edad Media

Hoy

Escarnir/escarneçer Guarir/guareçer Guarnir/guarneçer ...

escarnecer guarecer guarnecer

RESTOS DE LA TERCERA CONJUGACIÓN DEL LATÍN CLÁSICO: -E˘ RE El único resto de la conjugación -E˘RE lo ofrecen en español tres verbos: —FACE˘RE: en la Edad Media el infinitivo de este verbo tenía dos formas: «fer» y «far». Según Corominas la forma «fer», así como la del francés y occitano «faire», tiene probablemente una base vulgar *FAGE˘RE que pronto se contraería en fáy(e)re > > faire y de ahí regularmente fere > fer (forma que aparece ya en las Glosas, siglo X). En todo caso, dice Corominas, hay que partir en todas las lenguas ibero y galorrománicas de una base común *fáire, que proviene de FACERE de una forma u otra y probablemente relacionada con el participio faitu (< FACTUM). La otra forma medieval del infinitivo, «far», procede de la abreviación de FACE˘RE > *FARE del latín coloquial tardío y ha dejado huella en el futuro y condicional («haré» y «haría»). Otras formas de este verbo que se explican como restos de la tercera conjugación latina con acento en la raíz o lexema son: Femos < FACI˘ MUS Feches < *factis < FACI˘ TIS Fech < *facte < FACI˘ TE —VADE˘RE vamos < VADI˘ MUS vais < vades < VADI˘ TIS —TRAHE˘RE tred (< TRAHI˘ TE), imperativo arcaico. Todas estas formas están hoy anticuadas, salvo «vamos» y «vais». 221 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Cuarta conjugación latina: I RE > -ir (3.ª romance) Esta conjugación, la segunda en riqueza después de -ARE, se caracteriza por tener una yod en la primera persona del presente de indicativo, en todo el imperfecto de indicativo y presente de subjuntivo, razón por la que atrajo a los verbos en -E˘RE que presentaban esta misma yod. Ejemplos: FUGE˘RE huir RECIPE˘RE recibir ˘ PARERE parir ... Asimismo recibió algunos verbos en -E RE, ya que la «e» en hiato sonaba en latín vulgar como yod. Ejemplos: PUTRE IMPLE RE henchir - RE pudrir RIDE RE reír ... También pasaron a la conjugación en -ir otros verbos que no tenían yod, paso que se justifica por la preponderancia de esta conjugación en castellano. Ejemplos: DICE RE decir PETE RE pedir SUFERRE sufrir ... En algunos casos se produjeron vacilaciones entre las formas -er e -ir, prevaleciendo con el tiempo las en -ir en castellano a diferencia de otros dialectos. Ejemplos: Combater/combatir Render/rendir

Herver/hervir ...

Esta preferencia del castellano por la conjugación -ir se muestra en los verbos cultos en -ERE que pasaron generalmente a dicha conjugación: dimitir, admitir, remitir, etc., frente a los que por su significado más vulgar parecen populares: someter, cometer, remeter, etc. Esta conjugación se incrementó también con los verbos de origen germánico acabados en -JAN. Ejemplos:     

WARJAN guarir *WARNJAN guarnir RÔSTJAN rostir ...

Algunos de ellos tiene un duplicado en -ecer (cfr. 2.ª conjugación romance)

Todos estos aumentos los recibió en el período antiguo de la lengua, para después quedar como conjugación completamente estéril para la formación de nuevos verbos. 222 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En conclusión, la anterior distribución del léxico verbal por conjugaciones y los procedimientos lexicogenésicos que cada uno de los tres tipos flexivos del romance tiene para incrementar el número de sus verbos encuentran un perfecto reflejo en los resultados que aporta el estudio de la obra de Gonzalo de Berceo. Como se vio en su momento «la primera conjugación es la más fértil, no sólo porque a ella se adaptan verbos tomados de otras lenguas sino también porque las nuevas creaciones por alguno de los procedimientos formales de expansión lexicogenésica se acomodan la mayoría de las veces a los comportamientos flexivos propios de ella. Asimismo se constata que la productividad de la segunda y tercera conjugación se localiza en unos momentos muy concretos de la historia de la lengua. La derivación mediante el sufijo -SCE˘RE en un caso y la introducción de germanismos en otro»12. 15.3. El acento verbal13 El acento puede recaer en el tema o raíz (ama, vino, teme,...), es el caso de las llamadas formas fuertes, o en la desinencia (amamos, vinimos, decía,...), llamadas entonces, formas débiles. En líneas generales, la posición del acento en las formas verbales castellanas es la misma que en latín, aunque hay también excepciones: ˘ 1. Los verbos - de la conjugación -ERE uniformaron su acento con el de la -E RE (infinitivo; en 1.ª y 2.ª pers. del plural del presente de indicativo y en la 2.ª pers. del plural del imperativo). Ejemplos: VÉNDE˘RE > vender VÉNDI˘ MUS > vendemos VÉNDI˘ TIS > vendéis VÉNDI˘ TE > vended 2. Las formas fuertes que en latín tenían acento movible a causa de la yod derivativa, quedan uniformadas en romance en cuanto al lugar del acento, unas veces prescindiendo de la yod, por ejemplo: APE˘RIO > †ábro, uniformándose con ÁPE˘RI˘ S > ábres..., y otras veces tomando como norma las formas con yod, por ejemplo: RECÍPIO > recíbo, sirvió de norma a RÉCI˘ PIS > †recíbes... 12 M. ÁLVAREZ, Estudio de la flexión verbal en la obra de Gonzalo de Berceo (siglo XIII), Universidad de Deusto e Instituto de Estudios Riojanos, Bilbao, 1991, p. 21. 13 R. MENÉNDEZ PIDAL, R., op. cit., pp. 280-283; R. LAPESA, op. cit., pp. 737-741.

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3. Los verbos que en latín tenían esdrújulas las formas fuertes perdieron la postónica interna. Ejemplos: RE˘CU˘´PE˘RO > recobro, ´˘ LLO ˘ CAS > cuelgas, VI´˘ NDI˘ CANT > vengan. CO Los verbos de procedencia culta, influidos por las anteriores formas, que vinieron a quedar llanas en el verbo español, dislocaron el acento para hacer también llanas las formas latinas esdrújulas. Así encontramos ya en castellano antiguo formas como: recupéro (no recúpero), colóco (no cóloco), vigíla (no vígila)... El romance castellano ofrece la particularidad importante de no respetar a menudo la acentuación latina y esto, pese a la crítica de algunos autores, tiene en muchos casos una finalidad de clarificación gramatical y lógica. Así, por ejemplo, el desplazamiento del acento en formas homónimas como «solícita» y «solicíta», «incómoda» e «incomóda»... evita la confusión; estos y otros cambios sirven para destacar las funciones gramaticales con mayor claridad, diferenciando el verbo de otras categorías. Pero estos cambios acentuales no se hicieron siempre en castellano de modo que podemos encontrar en la Edad Media y en el Siglo de Oro formas como: sacrífica, signífica... A partir del siglo XVII, no obstante, se elige el esquema llano o grave. Ciertos verbos compuestos de prefijo llevaban en latín el acento en el prefijo (si la penúltima sílaba era breve): RÉCI˘ TO > rézo, ˘ CAT > cuélga, CÓMPU ˘ TAT > cuénta... CÓLLO Ahora bien, la tendencia a acentuar no el prefijo sino la raíz es tan natural que la encontramos hasta en los derivados cultos: recíto, colóca, compúta..., sobre todo cuando se conserva el valor significativo de la voz simple. También en latín vulgar, en muchos casos, se disloca de igual modo el acento, y así en vez de RÉNE˘GO se dijo «renégo» > re˘ VO se dijo «renóvo» > renuevo; por RÉTI˘ NET niego; en vez de RÉNO se dijo «reténet» > retiene. En suma, hay que recordar que en estos casos no estamos ante una palabra simple, lo que hace que el acento se apoye sobre la parte esencial o lexema. Los verbos en -iar generalmente conservan el acento latino en el tema, pero no solamente los terminados en -iar procedentes de -IARE, sino también los procedentes de -IGARE. Así, al lado de RÚMI˘ GO > rúmio, LÍTI˘ GO > lídio, tenemos ABBRÉVI˘ O > abrévio, CÁMBI˘ O > cámbio... Pero en muchos de estos verbos terminados en -iar hay formas sin el diptongo «io». Para explicarlas M. Pidal y R. Lapesa vienen a coincidir, aunque haya una tendencia en el primer autor a considerar la acción de la analogía como causa principal, quedando así reducido a un simple efecto la diferenciación entre verbo y nombre que esa ruptura del diptongo origina. 224 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

M. Pidal nos dice que del infinitivo -iár se sacó una forma sin diptongo, acentuando -ío, a imitación de los verbos en -ear, que hacen -éo, con lo cual se hace resaltar más la derivación verbal, diferenciando fuertemente el verbo del nombre que le sirve de base. En cambio, R. Lapesa, sin aludir para nada a la posible influencia de los verbos en -ear, explica el fenómeno partiendo de la tendencia a diferenciar verbo y nombre, tendencia que da como causa no como efecto. Durante mucho tiempo se ha dicho en castellano «él se glória»... en que se mantenía la conexión con el sustantivo «la gloria», pero al lado se han desarrollado formas como «él se gloría», quedando «gloria» para el sustantivo. Como éste, hay muchos ejemplos: vácio (esta es la acentuación clásica) junto a vacío; ánsio junto a ansío... Sigue habiendo formas que en lenguaje literario y oral todavía admiten el diptongo átono: reconcílian, auxílias..., junto a otras que no admiten sino el hiato con acento en la «í»: varío, amplío, envía..., aunque a veces coincida con el acento del nombre, por ejemplo: «el espía»/«él espía». No se acepta hoy «yo contrario» y en algún caso la duda todavía no ha sido resulta, pues incluso en niveles cultos se manejan indistintamente: delínea y delinéa. Los verbos en -ear ( huméo, DELI NE˘O > delinéo... Entre las terminaciones -iar y -ear hay vacilaciones ya desde la Edad Media. Así en el Mio Cid se dice «camear» en vez de «cambiar» (< CAMBIARE). Esta confusión, prefiriendo en unos casos -iar y en otros -ear todavía está vigente dialectalmente. 15.4. Las desinencias de número y persona14 En latín las categorías de «persona» y «número» se expresaban a través de desinencias sincréticas y así lo harán en romance. El conjunto de estas desinencias se subdivide en tres subsistemas complementarios: —Uno, el que se verifica en todas las formas que constituyen el paradigma de un verbo dado, salvo en el perfecto (o pretérito indefinido de indicativo) y en el imperativo. Las llamadas desinencias generales. —Otro, el que se encuentra en el perfecto. Desinencias de perfecto. —Y el tercero que se halla en el imperativo. Desinencias de imperativo. 14

MENÉNDEZ PIDAL, R., op. cit., pp. 277-280.

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Desinencias generales —1.ª pers. Sing.: -O > -o se mantiene -M se pierde. —2.ª pers. Sing.: -S > -s se mantiene. —3.ª pers. Sing.: -T se pierde; esta pérdida no es general en la etapa medieval de los siglos XII y XIII. Por influencia gálico-provenzal se introducen muchos extranjerismos y se explica que en la literatura aparezca la -t etimológica e incluso la -t que no era final en latín, a través de la apócope. A veces se da la alternancia t ~ d. —1.ª pers. Plural: -MUS > -mos. La -s final de -mos se pierde al unirse el pronombre enclítico «nos»: vámonos, hicímonos, salímonos,... —2.ª pers. Plural: -TIS > -des en la etapa medieval > -is, etapa moderna, por pérdida de la -d- en posición intervocálica. En el siglo XV las formas llanas perdían la -d-. Ejemplos:

  

AMATIS > amades > amaes *SUTIS > sodes > soes FACITIS > facedes > facees

Al perderse la -d- se forman hiatos de vocales iguales o diferentes.

En virtud de la tendencia de la lengua a eliminar los hiatos (bien diptongándolos o bien reduciendo las vocales a una cuando son iguales) se originan las siguientes formas:

  

Amaes → amáis Soes → sois Facees → facés

Estas formas influyen unas en otras. Fruto de esta doble influencia surgirán:

Amáis (1420...) Amaes Amás (1460-1560) Sois (1420...) Soes Sos (1460-1560) Facéis (1420...) Facees Facés (1330-1560) En España y América no voseante perdurarán las formas con diptongo (amáis, sois, hacéis) mientras que en la América voseante se manten226 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

drán las otras (amás, sos, hacés). La preferencia, en algunas zonas, de las formas con diptongo debió iniciarse en unos pocos verbos (ir, estar, ver, ser y dar), pero de uso muy frecuente, para evitar la confusión entre la 2.ª pers. del singular y la 2.ª pers. del plural del presente («tú estás»«vos estás», etc.). Luego, esta preferencia se extendió a verbos en los que no era posible esta confusión. En cambio, en América a partir del empleo dominante de las formas sin diptongo se fomentó el «voseo». Las formas esdrújulas (amávades, hubiéssedes,...) mantienen durante más tiempo la -d-, en concreto hasta el siglo XVII; no obstante, hay ejemplos sueltos anteriores de tal pérdida, citándose los primeros de 1555, 1572... Las causas que explican por qué la -d- pervive durante más tiempo en las formas esdrújulas son varias, aunque la más importante debemos situarla una vez más en la necesidad de evitar la confusión de estas formas con las de la segunda persona del singular: vosvosotros «amávades > *amávaes > *amavas (forma que coincidiría con la 2.ª pers. del sing.). Una vez que se imponen las formas con diptongo (amáis, sois, hacéis...), mantener la -d- en las formas esdrújulas ya no tiene sentido, de modo que poco a poco se extienden hasta su generalización formas como: amabais, hubieseis, etc.15. —3.ª pers. Plural: -NT > -n. Solamente en muy antiguos documentos se hallan escritas formas como «sabent», «dant»,... probablemente por influencia culta o latina.

Desinencias del perfecto —1.ª pers. Sing.: -I →- -é, -í. —2.ª pers. Sing.: -STI > -ste. Como esta desinencia no lleva la -s que caracteriza la desinencia general se le añadió diciendo: †tomastes, †dijistes...; ya hay ejemplos de esta práctica vulgar en el siglo XVIII. —3.ª pers. Sing.: -T, se mantiene hasta el siglo XII, quedando a partir de entonces como desinencia de esta persona una -ó, la cual es etimológica en los perfectos débiles y analógica en los fuertes. Ejemplos: AMAV (I) (T) > am -ó AUDIV (I) (T) > oy -ó NASCI (T) > naci -†ó 15 R. LAPESA, op. cit., pp. 743-746; R. PENNY, Gramática histórica del español, Barcelona, 1993, pp. 155-157; Steven N. DWORKIN, «The Interaction of Phonological and Morphological Processes: The Evolution of the Old Spanish Second Person Plural Verb Endings», en Romance Philology, volume XLII, n.º 2, november 1988, pp. 144-155.

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—1.ª pers. Plural: -MUS > -mos. —2.ª pers. Plural: -STIS > -stes, que en el siglo XVII se generalizó -steis con «i» analógica a la desinencia general de 2.ª persona de plural. —3.ª pers. Plural: -RUNT > -ron. Desinencias de imperativo —2.ª pers. Sing.: ninguna desinencia. —2.ª pers. Plural: -TE > -d. En castellano medieval podía darse -t con pérdida de la -e (sabet, audat,...), o incluso la pérdida de la desinencia (cantá, pagá, vení,...) o también -de (dade, salide,...). Estas son las dos únicas personas que se mantienen del imperativo latino, las demás se toman del subjuntivo. 15.5. La apócope en las desinencias verbales16 La -e de la tercera persona se conserva hoy en la conjugación española en muchos más casos de los que según la fonética histórica deberían conservarse. Así, debería perderse tras R, L, N, S, D y Z.

Presente Indicativo 3.ª persona Presente Subjuntivo 1.ª y 3.ª persona Perfecto 1.ª persona Futuro Subj. 1.ª y 3.ª pers. Imperfecto Subj. 1.ª y 3.ª pers.

R

L

N

D

Z

S

hiere

vale

tiene

puede

place

cose

cure

vele

sane

quede

cruce

pase

vine

pude

hice

quise

amare partiere amase partiese

En el imperativo a veces se pierde: sal, pon, ten..., pero lo general es la conservación. Este es un fenómeno que permite hoy la regularidad sincrónica de la conjugación, aunque a costa de la irregularidad desde el punto de vista diacrónico. 16 R. MENÉNDEZ PIDAL, op. cit., pp. 274-277; RAE, Esbozo..., pp. 258-259 y 327-334; R. LAPESA, Historia de la lengua, Madrid, 1980.

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Pero esta situación no era la de la Edad Media. Entonces la acción de la fonética se sobreponía a la regularidad gramatical, de ahí que en castellano medieval sean frecuentes formas como: «quier, fier, tien, pued, plaz, quis, pus, fiz, pud, (-ar, -ier en el futuro de subjuntivo)...». Absolutamente frecuente en la Edad Media llega con más o menos intensidad hasta el siglo XV. Queda una supervivencia en el español de América: «diz». Dicha forma verbal ya no se encuentra desde finales del siglo XV más que en su forma plena: «diçe» (dice), pero como uso impersonal si se halla «diz» a lo largo del Siglo de Oro. En subjuntivo también se puede encontrar alguna vez la apócope de la -e en la Edad Media, pero no es frecuente. Ejemplo: «Dios le perdon» (Berceo). ¿A qué se debe esa conservación en el subjuntivo? En la oposición indicativo/subjuntivo, según la terminología lingüística, el subjuntivo es el término marcado, ya que la acción es mirada desde el punto de vista subjetivo y en el indicativo desde el no subjetivo (ausencia de marca). Al ser el subjuntivo el término marcado tiene que poseer alguna señal. Se dirá que ésta podía haber sido el signo cero (es decir, supresión de la -e), pero sería menos representativo. Y así el morfema que expresa ese carácter del término marcado se conserva con fuerza. 15.6. Evolución de las formas verbales latinas que se conservan en romance 15.6.1. Formas del tema de presente Pertenecen a este grupo tanto los presentes de indicativo y de subjuntivo como sus tiempos afines, es decir, aquellos que etimológicamente también formaban parte del infectum latino: el imperfecto de indicativo, el imperativo y las formas no personales: infinitivo, gerundio y participio de presente. EL PRESENTE17 La evolución de este tiempo verbal (presente de indicativo y subjuntivo) es realmente compleja. Por una parte, el cambio fonético ordinario produce resultados diferentes entre miembros de un mismo paradigma, es decir, produce abundante variación morfofonológica y, por otra, los efectos de la analogía se dejan ver muy claramente en paradig17 R. MENÉNDEZ PIDAL, op. cit., pp. 46-47 y 286-305; V. GARCÍA pp. 227-228 y 236-247; F. HANSSEN, op. cit., 93-105.

DE

DIEGO, op. cit.,

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mas tan organizados e integrados como el que nos ocupa. Una y otra fuerza impregnan el desarrollo de estas formas de manera que es preciso llegar hasta el siglo XVII para ver consolidarse un paradigma tan consistente como éste en castellano moderno. Son tres los grupos que podemos establecer cuando se trata de examinar la evolución del presente: —Presentes que tienen una consonante velar como final del tema o raíz. ˘ en la raíz. —Presentes que tienen E˘, O —Presentes que tienen una yod derivativa18 o flexional en la primera persona del presente de indicativo y en todo el presente de subjuntivo. 1. PRESENTES CUYA RAÍZ TERMINA EN CONSONANTE VELAR: -K-, -GEn los verbos en -ar el subjuntivo ofrece a la consonante velar condiciones diferentes que el indicativo, ya que en éste la velar va seguida de «a», mientras que en aquél de «e». Por esta razón, en el subjuntivo dicha consonante debiera palatalizarse, pero no lo hace por analogía con el indicativo (donde esa velar se mantiene como tal por no ir seguida de vocal palatal). Ejemplos: PLI˘ CO > llego PLI˘ CAS > llegas PLI˘ CAT > llega ...

PLI˘ CEM > †llegue PLI˘ CES > †llegues PLI˘ CET > †llegue ...

AD-PLACO, APLACO19 > aplaco AD-PLACAS, APLACAS > aplacas AD-PLACAT, APLACAT > aplaca ... AD-PLACEM, APLACEM > †aplaque AD-PLACES, APLACES > †aplaques AD-PLACET, APLACET > †aplaque ... 18 Yod derivativa es la que no forma parte del tema o raíz, sino que es elemento flexional. Según Menéndez Pidal, esta yod de los verbos -ERE, -IRE, presionada por la analogía de otras formas verbales, siguió caminos muy apartados tanto en la inflexión vocálica como en la palatalización de las consonantes. 19 AD-PLACARE > aplacar, se trata de un cultismo ya que no se produce la sonorización de la -K- en posición intervocálica y la de -PL-.

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Pero en los verbos en -er e -ir la situación es más compleja porque no siempre se produce la analogía y, a veces, cuando ésta ocurre no se produce siempre ni en la misma dirección ni en la misma época. En estos verbos, el subjuntivo presenta en contacto con la consonante velar una -a y el indicativo una de las vocales palatales, -e, -i, excepto la primera persona del singular que presenta una -o. Ante esta situación y de acuerdo con los resultados de una evolución fonética regular, debiéramos de tener unas formas con consonante velar y otras con palatal (modernamente interdental). En efecto, así ocurre en algunos verbos, por ejemplo: DI- CO > digo DI- CAM > diga DI- CIS > dizes (dices) DI- CAS > digas DI CAT > diga DI CIT20 > dize (dice) ... ... Lo mismo ocurre en FACIO > hago, FACIAM > haga..., FACIS > > fazes, hazes, etc. Sin embargo, en otros muchos verbos, aunque en un principio tenemos ambos resultados (formas con consonante velar y formas con consonante palatal), acaba imponiéndose la uniformación de los paradigmas por la fuerza analógica ejercida, en general, por las formas con consonante palatal (hoy interdental). Ejemplos: ˘ CO > cuego Lat. Vg. CO ˘ COCIS > cuezes (cueces) ˘ CIT > cueze (cuece) CO ...

˘ CAM > cuega CO ˘ COCAS > cuegas ˘ CAT > cuega CO ...

Con el tiempo (a fines de la Edad Media) se uniforman los paradigmas tomando como base las formas con consonante palatal: †cuezo, cuezes, cueze,... †cueza, †cuezas, etc. Dentro de esta línea uniformadora de los paradigmas merecen mención aparte por sus peculiares características los verbos que terminan en -NGO, -NGA. PLANGO21 > plango > †plaño PLANGIS > plañes PLANGIT > plañe ...

PLANGAM > planga > †plaña PLANGAS > plangas > †plañas PLANGAT > planga > †plaña ...

En el caso de la tercera persona del plural DI CUNT → †DI CENT: el latín vulgar de España, al contrario de la generalidad de los romances que usan la terminación -UNT, introduce la terminación -ENT; esto se da también en la conjugación -IRE en vez de -IUNT. 21 Se trata de un semicultismo ya que hay mantenimiento del grupo PL-. 20

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También, CINGO > cingo, CINGAM > cinga, CINGAS > cingas, etc. CINGIS > ciñes, CINGIT > ciñe, etc., que acaba uniformando su paradigma tomando como base la palatal nasal, surgida originariamente en las formas con velar sonora seguida de vocal anterior o palatal: †ciño, †ciña, †ciñas, etc. igual que «ciñes», «ciñe», etc. No obstante, las secuencias -NGO, -NGA prevalecieron lo suficiente como para contagiar la -g- a otros verbos que etimológicamente no la tenían. Esta velar sonora /g/ se inserta en la primera persona del singular del presente de indicativo y en todo el presente de subjuntivo, fenómeno que se dio en toda la Romania22. Ejemplos: TE˘NEAM > tena > †tenga 1. TE˘NEO > teno23 > †tengo ˘ TENES > tienes TE˘NEAS > tenas > †tengas ˘ TENET > tiene TE˘NEAT > tena > †tenga ... VALEAM > vala > †valga 2. VALEO > valo > †valgo24 VALES > vales VALEAS > valas > †valgas VALET > vale VALEAT > vala > †valga ... FE˘RIAM > fera 3. FE˘RIO > fero25 FE˘RIS > fieres > hieres FE˘RIAS > feras FE˘RIT > fiere > hiere FE˘RIAT > fera ... fero → †fiergo: doble analogía é → +ié (analogía con las personas restantes) -ero → †iergo (analogía con verbos en -NGO) Lo mismo ocurre en todo el presente de subjuntivo: fera > †fierga > †hiera; feras > †fiergas > †hieras,... En este verbo la velar sonora /g/, analógica con los verbos en -NGO, desapareció también por analogía pero, en este caso, con las restantes personas del presente, donde tal consonante no se inserta al igual que ocurre en los verbos que podríamos llamar modelos (los en -NGO). 22 Esta extensión analógica no parece que partió solamente de los verbos en -NGO (verbos poco usados, en realidad) sino también de otros más frecuentes que presentaban por otros motivos la alternancia entre una consonante velar y una sibilante (digo/dizes; fago/fazes...), en R. LAPESA, op. cit., p. 757. 23 Pérdida de la yod derivativa después de inflexionar la vocal tónica anterior. 24 Se pierde la yod derivativa, sin haber inflexionado la vocal tónica anterior y después se crean formas analógicas con los verbos en -NGO. 25 Por pérdida de la yod derivativa después de inflexionar la vocal tónica anterior.

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A los ejemplos anteriores podríamos añadir también formas verbales como «suelgo», «duelgo», «haiga»,... formas documentadas en la lengua antigua, hoy vulgares o dialectales. En todos los casos se trata de verbos que han venido a sustituir una yod latina por la consonante velar -g-. Al igual que sucede con los verbos en -NGO, se produce también la uniformación de los paradigmas en verbos de muy similares características: los verbos que terminan en -RGO, -RGA. Ejemplos: —SPARGO > espargo SPARGIS > esparzes > esparces SPARGIT > esparze > esparce ...

SPARGAM > esparga SPARGAS > espargas SPARGAT > esparga

espargo > †esparzo esparga > †esparza espargas > †esparzas esparga > †esparza ... formas todas ellas analógicas a todo el resto de la conjugación. Pero a diferencia de lo que vimos para los verbos en -NGO, la uniformación en estos otros verbos no se produce siempre en el mismo sentido. —ERGO > yergo ERGIS > yerzes ERGIT > yerze ...

ERGAM > yerga ERGAS > yergas ERGAT > yerga

yerzes > †yergues yerze > †yergue ... Si bien las formas con dental [z^ ] «z» (que pasaría luego a ser interdental) superan en número a las siete formas con velar, no las superan en frecuencia y disponibilidad de empleo, de ahí que prevalezcan las formas con velar. Estas formas tienen el suficiente uso como para competir con las demás. Los motivos que explican la unificación en uno u otro sentido son: —O bien las formas más numerosas contagian a las que son menos. —O bien las formas más numerosas son contagiadas por las que tienen mayor frecuencia de empleo. 233 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Por último, dentro de los verbos en -er e -ir podemos establecer otro grupo, también muy particular, el de los llamados verbos incoativos, verbos con el sufijo -SCE˘RE. Ejemplos. —NASCO (R)26 > nasco *NASCIS > naçes *NASCIT > naçe ...

*NASCAM > nasca *NASCAS > nascas *NASCAT > nasca

A partir de esta situación se generan formas como «nasçes», «nasces», «nasçe», «nasce», «conosçes», «conosces», «conosçe», «conosce», etc., formas en las que la grafía medieval «sç» o «sc» no corresponde a una realidad fonética, es decir, no se pronunciaba ningún grupo consonántico sino tan sólo [s^ ]. Se trata por tanto de una serie de grafías latinizantes que se ven apoyadas en formas como «nasco», «nasca», «nasca», «conosco», «conosca», «conoscas», etc. y que se mantienen hasta el siglo XVII. A parte de este influjo analógico que se manifiesta solamente en el nivel puramente grafémico, se produce también la analogía en otro sentido: de las restantes personas hacia las otras siete (primera del singular del presente de indicativo y todo el presente de subjuntivo). Nasco > †nazco Nasca > †nazca Nascas > †nazcas

Nasca > †nazca ...

En todos estos casos se generaliza la consonante [s^ ] por analogía con las restantes personas y se produce, en consecuencia, una uniformación parcial de los paradigmas. La extensión de la grafía Z (nazco) en vez de S (nasco) se debe a lo insólito de la secuencia gráfica ç + c o c + c y a la distensión de la consonante sorda ante consonante que la acercaba a la sonora. En español medieval «[s^ ] era sorda y apretada, [z^ ] sonora y floja» (Lapesa, 2000: 755). El comportamiento de los verbos incoativos se va a extender, por analogía, a otros verbos terminados en «-cer» que, sin embargo, no llevaban en latín el sufijo «-SCE˘RE», por ejemplo: IACEO > yago IACES > yazes > yaces IACET > yaze > yace ...

IACEAM > yaga IACEAS > yagas IACEAT > yaga

yago → †yasco, como si fuese incoativo yaga → †yasca, como si fuese incoativo 26

Verbo deponente en latín.

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yago → †yasco, como si fuese incoativo yaga → †yasca, como si fuese incoativo yagas → †yascas, como si fuese incoativo yaga → †yasca, como si fuese incoativo porque: yaces = naces yace = nace ...

    

†yasco → †yazco †yasca → †yazca †yascas → †yazcas †yasca → †yazca ...

Formas éstas últimas analógicas a las restantes personas del mismo presente. La «z» entró en lugar de la «s» para asemejar la terminación de todas las personas por las razones ya indicadas (s → z).

El influjo analógico de los verbos incoativos también alcanzó a los verbos terminados en «-ucir», a pesar de no tener en su formación el sufijo en cuestión y no seguir la conjugación en -er, por ejemplo: ADDUCO > adugo ADDUCIS >aduzes > aduces ADDUCIT > aduze > aduce

ADDUCAM > aduga ADDUCAS > adugas ADDUCAT > aduga

Adugo → †adusco → †aduzco Aduga → †adusca → †aduzca Aduga → †adusca → †aduzca ... Adugas → †aduscas → †aduzcas Se sigue el mismo proceso analógico que los verbos terminados en «-cer» porque: aduces = naces; aduce = nace, etc. La velar sonora [g] de los verbos en -NGO contagia también a los verbos incoativos y a los verbos analógicos a estos (los terminados en -cer y -ucir), de manera que podemos encontrar hasta fines del siglo XVII y principios del XVIII formas como: †nazgo, †nazga..., †conozgo, †conozga..., †padezgo, †padezga..., †yazgo, †yazga..., †aduzgo, †aduzga..., etc. 2. PRESENTES QUE TIENEN «E˘ », «O˘ » EN LA RAÍZ Y OTROS ANALÓGICOS El presente tiene nueve formas fuertes, es decir, nueve formas que llevan el acento en la raíz (1.ª, 2.ª y 3.ª persona del singular y 3.ª del plural del presente de indicativo y subjuntivo y la 2.ª del singular del imperativo), mientras que las siete restantes son débiles, ya que llevan el acento en la desinencia. Este cambio no tiene importancia cuan- - ˘ acentual do la vocal de la raíz es E , ˘I , I , O, U , U, pues estas vocales dan el mismo resultado en romance cuando son tónicas que cuando son átonas. Sin em˘ , porque, bargo, no ocurre lo mismo cuando la vocal de la raíz es E˘ y O 235 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

como ya sabemos, éstas en situación tónica diptongan («ie», «ue»), mientras que en situación átona no lo harán. Así, formas fuertes/formas con diptongo y formas débiles/formas sin diptongo. Ejemplos: TE˘NTO > tiento TE˘NTAS > tientas TE˘NTAT > tienta TE˘NTANT > tientan

    

Indicativo

TE˘NTEM > tiente TE˘NTES > tientes TE˘NTET > tiente TE˘NTENT > tienten

    

     ´ ˘ E > ie      

Subjuntivo

TE˘NTA > tienta → 2.ª persona del singular del imperativo TE˘NTAMUS > tentamos TE˘NTATIS > tentades > tentáis

  

Indicativo

TE˘NTEMUS > tentemos TE˘NTETIS > tentedes > tentéis

  

     ˘ E>e      

Subjuntivo

TE˘NTATE > tentad → 2.ª persona del plural del Imperativo TE˘NTANTEM > tentante → Participio de presente TE˘NTANDUM > tentando → Gerundio

˘ en la raíz: CO ˘ LLO ˘Lo mismo pasaría con los verbos que tienen O ˘ ˘ CO > cuelgo, COLLOCAMUS > colgamos..., etc. Esta alternancia de formas con diptongo y formas sin diptongo da lugar a que se produzcan contagios e interferencias. Así puede ocurrir que —Las siete formas débiles sin diptongo y todos los otros tiempos de la conjugación influyan sobre las nueve formas con diptongo para que lo pierdan. Ejemplos: EXPE˘NDO de decía en la Edad Media: espiendo, espiendes, espiende, espendemos, espendedes, espienden, pero las formas débiles atrajeron a las fuertes y así hoy se dice: †expendo, †expendes, †expende, expendemos, expendéis, †expenden. Lo mismo sucede con: PRAESTO > priesto > †presto; PRAESTAT > priesta > †presta... ˘I NTE˘GRO > entriego > †entrego; ˘I NTE˘GRAT > entriega > †entrega... 236 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Parece ser que es en el siglo XVI cuando se da la regularización de tales formas. No obstante, en este siglo todavía se decía: VETAT > > vieda → hoy †veda; TEMPERAT > tiempla → hoy †templa... —El caso contrario de que las nueve formas con diptongo influyan sobre toda la conjugación es más raro. Solamente hay ejemplos de verbos derivados de un nombre con diptongo, cuya forma está presente en la memoria del que pronuncia el verbo. Ejemplos: El sustantivo «diezmo» o el adjetivo «grueso» influyen para que se diga «diezmar», «engruesar», verbo éste último que tiene un doblete «engrosar». De igual modo, «deshuesar» («hueso»), «amueblar» («mueble»), «adiestrar» («diestro»), etc. En la lengua literaria se puede señalar uno especial, LE˘VARE, que en la Edad Media se conjugaba etimológicamente: lievo, lievas, lieva, levamos, levades, lievan. La «Lj» > [l ] de algunas personas se extendió a todas las formas del verbo: llevo, llevas, lleva, †llevamos, †lleváis, llevan, †llevar... La abundancia de estos verbos con doble forma, con y sin diptongo ˘ LLO ˘ CO,...), atrajo a otros que no tenían en su raíz E˘ (como TE˘NTO, CO ˘ ni O. Ejemplos: SE- M(I˘ )NANT > sembran > †siembran PE- NSAT > pensa > †piensa CO - LAT > cola > †cuela CONSTAT > costa > †cuesta FRI˘ CAT > frega > †friega (frega se mantiene en el habla rústica) 3. PRESENTES CON YOD DERIVATIVA O FLEXIONAL Los verbos en -ARE no tienen yod derivativa; si hay yod, ésta forma parte de la raíz y entonces sigue el desarrollo fonético ordinario. Sin embargo, en muchos verbos en -ERE, -IRE se presenta una yod no como parte de la raíz sino como elemento flexional, sólo en siete personas: en la primera persona del singular del presente de indicativo y en todo el presente de subjuntivo; estas siete formas con yod fueron influidas por la gran mayoría que no tenía tal yod y así podemos decir que en español la yod flexional desapareció en muchos casos sin dejar rastro de sí. —Casos en los que la yod flexional desaparece sin influir en la consonante precedente TYOD, KYOD cuando no forman parte de la flexión de un verbo o se hallan en un nombre, la yod palataliza la consonante precedente originando los fonemas dento-alveolar africada sonora (/z^ / «z») y dento-alveolar afri237 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

cada sorda (/s^ / «ç») dependiendo de si a la oclusiva le precede una vocal o una consonante respectivamente. Con el tiempo tales fonemas africados se igualarán y se originará el actual fonema interdental fricativo sordo (/θ/). No obstante, cuando la yod es flexional desaparece sin influir en la consonante precedente. Ejemplos ˘ TIO > recudo, RECU ˘ TIAM > recuda... RECU VE˘STIO > visto, VE˘STIAM > vista... PETIO > pido, PETIAM > pida... PARTIO > parto, PARTIAM > parta... La desaparición de la yod no ha sido contenida ni siquiera en FACIO > hago, FACIAM > haga... y IACEO > yago (†yazco), IACEAM > > yaga (†yazca)... y no *hazo, *yazo que conservarían así analogía de consonante con las restantes personas: haces, hace,...; yaces, yace,... BYOD cuando no forma parte de la flexión de un verbo o se halla en un nombre el resultado puede ser «bj» o «y» (palatal fricativa sonora). Sin embargo, la evolución es distinta cuando se trata de una yod flexional, en cuyo caso esta yod desaparece sin ejercer ningún tipo de influencia en la consonante precedente. Ejemplos DE BEO > debo, DE BEAM > deba... ˘ ˘ VEAM > mueva... MOVEO > muevo, MO ... Un caso excepcional es el del verbo HABEO, HABEAM,... según veremos más adelante. RYOD, aquí también desaparece la yod sin influir en la consonante. Ejemplos APE˘RIO > abro, APE˘RIAM > abra... FE˘RIO > †hiero, FE˘RIAM > †hiera... ˘ RIO > †muero, MO ˘ RIAM > †muera... MO —Casos en los que la yod flexional desaparece sin influir en la vocal anterior La yod flexional desaparece siempre sin ejercer influencia en la vocal anterior si se -trata de verbos que siguen la conjugación en -er, salvo el caso de «TE˘NE RE» («tener»). TE˘NEO > tengo TE˘NEAM > tenga Formas en las que la yod TE˘NEAS > tengas impide la diptongación de TE˘NEAT > tenga E˘ breve tónica. ...     

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No hay ninguna razón de tipo fonético para que en los verbos en -er no influya la yod flexional y sí lo haga en los verbos en -ir. Este comportamiento diferenciado viene dado por tratarse de una peculiaridad de la conjugación en -ir el hecho de que la yod inflexione en ella27. A pesar de los casos anteriores, a veces, la yod flexional antes de desaparecer ejerce su influencia tanto en la consonante anterior como en la vocal que le precede si el verbo sigue la conjugación en -ir. —Casos en los que la yod flexional influye en la consonante anterior DYOD, GYOD y también BYOD (en el caso de HABEAM > > haya...). En estos casos la yod se funde con la consonante anterior y da, como cuando no es flexional, la medio palatal [y], que se acabará perdiendo si le precede una vocal palatal (e, i). Ejemplos: *CADEO > cayo *CADES > cades > caes *CADET > cade > cae ... VI˘ DEO > veyo > veo VI˘ DES > vedes > vees > ves VI˘ DET > vede > vee > ve ...

*CADEAM > caya *CADEAS > cayas *CADEAT > caya VI˘ DEAM > veya > vea VI˘ DEAS > veyas > veas VI˘ DEAT > veya > vea

En este caso la medio palatal [y], al precederle la vocal también palatal «e», desaparece. RI- DEO > riyo > río RI- DEAM > riya > ría RI- DES > rides > ríes RI- DEAS > riyas > rías RI DET > ride > ríe RI DEAT > riya > ría ... En este caso también desaparece la medio palatal [y] por precederle ahora la vocal palatal «i». ˘ GIO > fuyo > huyo ˘ GIAM > fuya > huya FU FU ˘ ˘ FUGIS > *foes FUGIAS > fuyas > huyas ˘ GIT > *foe ˘ GIAT > fuya > huya FU FU ... AUDIO > oyo AUDI˘ S > odes > *oes AUDI˘ T > ode > *oe 27

AUDIAM > oya AUDIAS > oyas AUDIAT > oya

LAPESA, R. (2000), op. cit., tomo II, p. 748.

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El estado primitivo de DYOD y GYOD > [y] sufrió dos alteraciones analógicas (prescindiendo de la etimológica apuntada en veo, río,...): —Los verbos «oír» y «huir» propagaron la palatal [y] a otras formas que no tienen yod:

  

Fuyo > huyo *foes > †huyes *foe > †huye *foímos > †huímos *foídes > †huís *foen > †huyen

formas en las que no se propaga la palatal [y] por seguirle una «-í-».

Analogía desde la primera persona del singular a las restantes, tanto respecto de la palatalización de GYOD como respecto de la inflexión de la vocal velar temática en -u- por ser un verbo en -ir. Siguen la conjugación de «huir» todos los verbos cultos terminados en -uir: destruir (< DESTRUERE), destituir (< DESTITUERE), restituir (< RESTITUERE), distribuir (< DISTRIBUERE), refluir (< REFLUERE)...

  

oímos oís

formas en las que no se propaga la palatal [y] por seguirle una «-í-»

*oen > †oyen

        

Oyo *oes > †oyes *oe > †oye

formas analógicas con la primera persona del sing.

—Otros verbos que por no tener «e» o «i» ante la palatal [y ] no debían de perderla, tomaron la velar [g] que caracteriza a cierto tipo de verbos. Ejemplos:

  

Oyo, oya, oyas,... Cayo, caya, cayas,... Trayo, traya, trayas,... 28

formas usuales en la Edad Media; perduran hasta fines del siglo XVI.

Pero luego se generalizaron:     

†oigo, †oiga, †oigas,... †caigo, †caiga, †caigas,... †traigo, †traiga, †traigas,...

Formas contagiadas una vez más por la velar [g] de los verbos en -NGO y los analógicos a éstos. Son las formas que perviven.

28 En el caso de TRAHE ˘ RE por una palatal antihiática (TRAHO > trayo → †traigo) nos encontramos con la misma situación que en los otros dos verbos.

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Este hecho influye aún en verbos que en subjuntivo tienen la palatal [y] (subjuntivos especiales en los que no hay necesariamente una coincidencia formal con el indicativo): HABEAM > haya → †haiga (perdura entre el vulgo). VADAM > vada > vaa → †vaya (por analogía con «haya») → †vaiga (no ha quedado más que en rincones provinciales). Asimismo en la lengua antigua el verbo «huir» y los cultos terminados en «-uir» eran contagiados por los verbos en -NGO, de ahí que aparezcan formas como: †huiga, †destruigo, †restituigo,... Por último, habría que añadir a los verbos contagiados por los terminados en -NGO, el verbo «asir» (probablemente del germánico «sazjan») que hasta el siglo XVI era: aso, ases,... y hoy es †asgo, ases, etc. NYOD, RYOD, en estos casos la yod dejó intacta la consonante precedente, no resultando la palatal nasal [n] o la velar fricativa sorda  excepción la constituye [x] como cuando la yod no es flexional. Una ˘ NEO, ya que generalizó la yod a todas las formas, miránel verbo MO dola, no como flexional, sino como propia del tema; de ahí que tengamos como resultado de este verbo las formas: †muñir (< MO˘ NE RE), muño (< MO˘ NEO), †muñes (< MO˘ NES)... muña (< MO˘ NEAM), muñas (< MO˘ NEAS)... No obstante, hay unos cuantos verbos en que la yod desarrolló una velar sonora [g] a imitación de los verbos en -NGO. Ejemplos: TE˘NEO > > tengo, TE˘NEAM > tenga...; VE˘NIO > vengo, VE˘NIAM > venga,... etc. En latín vulgar se asimiló a estos verbos el único verbo en -N-: PONO > †pongo, PONAM > †ponga, PONAS > †pongas,... A imitación de los verbos en NYOD, e influyendo quizá cuelgo < CO˘LL(O˘ )CO, se hicieron los del grupo LYOD. Ejemplos: VALEO > valo > †valgo VALEAM > vala > †valga VALEAS > valas > †valgas ... SALIO > salo > †salgo SALIAM > sala > †salga SALIAS > salas > †salgas ... ˘ LEO), †duelA los que primitivamente se añadieron: †suelgo (< SO ˘ ˘ go (< DOLEO), †fiergo (< FERIO) etc., formas ya mencionadas con anterioridad con motivo del estudio de los verbos en -NGO. 241 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

APYOD, la yod es atraída por la «a» como cuando ésta no es flexional CAPIO > *caypo > quepo29 CAPIS > cabes CAPIT > cabe

CAPIAM > *caypa > quepa CAPIAS > *caypas > quepas CAPIAT > *caypa > quepa

SAPIO > saipo > sepo → †sé30 SAPIAM > saipa > sepa31 SAPIS > sabes SAPIAS> saipas > sepas SAPIT > sabe SAPIAT > saipa > sepa Parecido comportamiento lo ofrece el verbo PLACE RE > placer. PLACEO > plaico > plaigo32 > plego → †plazco PLACES > plazes > places PLACET > plaze > place PLACEAM > plaica > plaiga > plega → †plazca PLACEAS > plaicas > plaigas > plegas → †plazcas PLACEAT > plaica > plaiga> plega → †plazca Este es realmente un verbo anómalo, ya que no sigue la evolución ordinaria de los verbos terminados en «-cer», como «yacer», que pierden su yod derivativa o flexional, sino que supone la metátesis como los verbos que tienen APYOD. —Casos en los que la yod flexional influye en la vocal precedente33 Como decíamos unas páginas más atrás, la yod flexional solamente influye en la vocal precedente de los verbos que siguen el modelo en -ir (excepto el verbo «oír» que no ha alterado su vocal de la raíz). Y todo esto sucede a pesar de que los tipos flexivos que originan las conjugaciones en -er e -ir presentan no sólo una yod flexional sino también unos elementos fonéticos idénticos y, por tanto, unas condiciones contextuales análogas. De este modo, los verbos en -er preservan en general las vocales medias como resultado de la no inflexión de la yod, mientras que por la 29 La oclusiva sorda en posición intervocálica -P- > -p- se mantiene sin sonorizar tras el diptongo «ai». 30 Forma analógica con «he» de «haber». 31 Al igual que en el caso anterior la -p- en posición intervocálica no sonoriza por impedírselo el diptongo «ai». 32 El diptongo «ai» no impide la sonorización de la -K- en posición intervocálica como impide la de la -P-. 33 Para un tratamiento muy exhaustivo de esta cuestión en particular y del vocalismo radical átono en general véase la rigurosa obra de M.ª Jesús LÓPEZ BOBO (1998), El vocalismo radical átono en la conjugación castellana. Etapa medieval y clásica, Departamento de Filología Española, Universidad de Oviedo.

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operatividad de ésta en los verbos en -ir nos encontramos con unos subsistemas muy distintos. Por otra parte, esto es así para todos los verbos en -ir (salvo la excepción ya señalada) pues, aunque en sus orígenes no tengan yod, conforman siempre su vocalismo como si realmente la hubieran tenido. —Casos en los que la vocal de la raíz es una E , I˘ : el influjo de las 34 formas con yod alcanza sólo a las formas fuertes Ejemplos: ME- TIAM > mida ME- TIAS > midas ME- TIAT > mida ME TIAMUS > midamos ...

Formas sin Yod ME- TIS > *medes > †mides ME TIT > *mede > †mide ME- TIMUS > medimos (**) ME TITIS > medides > medís ME TIUNT → †ME TENT > *meden > †miden

        

Formas con Yod ME TIO > mido

(*)

  

(*) Formas fuertes sin yod analógicas con la primera persona del singular. (**) Las formas débiles sin yod (primera y segunda del plural del presente de indicativo) llevan una «í» tónica, que impidió, por disimilación, el cambio analógico de la «e» protónica en «i».

  

†midimos †midis

Variantes en las que se generalizó, por analogía con la primera persona del singular la vocal palatal temática inflexionada en -i-. Variantes hoy en desuso.

En igual caso se encuentran verbos como RI˘ NGE˘RE, riño, †riñes, reñimos... CI˘ NGE˘RE, ciño, †ciñes, ceñimos, etc. A este paradigma se afiliaron analógicamente muchos verbos con E˘ y algunos con I ; los de E˘ quizá a veces mediando un antiguo diptongo «ie» reducido a «i», y en todo caso sugerida esa «i» por coincidir 34 Recordemos que son siete las formas con yod. La primera del singular del presente de indicativo y todo el presente de subjuntivo.

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estos verbos en la primera y segunda persona del plural con los de E , ˘I , coincidencia que sirvió de base a la asimilación. Ejemplos: Formas con Yod     

SE˘RVIO > †sirvo (*) SE˘RVIAM > †sirva SE˘RVIAS > †sirvas SE˘RVIAT > †sirva ...

Comportamiento igual que el de la 1.ª pers. del presente de indicativo.

(*) La yod cierra la vocal precedente E˘ > e¸ > e, que a su vez se cierra en «i» por analogía con los verbos que tienen E , I˘ como vocal de la raíz.

Formas sin Yod

    

SE˘RVIS > sierves > †sirves SE˘RVIT - > sierve > †sirve SE˘RVI- MUS > servimos SE˘RVI TIS > servides > servís SE˘RVIUNT → †SE˘RVENT > sierven > †sirven

Formas fuertes analógicas con la 1.ª pers. del sing. como en los verbos anteriores.

Igual comportamiento es el presentado por otros verbos con E˘ como por ejemplo: VE˘STIO > †visto, VE˘STIAM > †vista,...; PE˘TO > †pido, PE˘TAM > †pida,...; INVE˘STIO > †embisto, INVE˘STIAM > †embista..., etc. En el caso de los verbos con I , algunos que la debieran - mantener se igualaron a estos que nos ocupan por disimilación de la I > i ante «í» acentuada. Ejemplos: DI- CO > digo DI- CAM > diga DI- CIS > dizes > dices DI- CAS > digas DI CIT > dize > dice DI CAT > diga ... - DI- CI- MUS > dizimos > †decimos i + í > e + í DI CI TIS > dizides > †decís DI CUNT → †DI CENT > dizen > dicen - ˘ Así pues, al igual que ocurre - con los verbos que tienen E , I como vocal de la raíz, los que tienen I , mantienen la palatal «i» en las formas fuertes y en las dos personas débiles ofrecen la palatal «e» por disimilación. Otros ejemplos podrían ser los de los verbos RI DEO >- río, RI DEMUS > †reímos, - RI DETIS > †reís,...; FRI GO > frío, FRI GEMUS > > †freímos, FRI GETIS > †freís..., etc.   

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Antiguamente este comportamiento se daba en un mayor número de verbos, así se decía †vevimos, †vevir, †escrebimos, †escrebir, etc., pero estas formas analógicas no prosperaron más que en el lenguaje popular. —Casos en los que la vocal de la raíz es una I : la vocal «i» se mantiene en todas las formas Ejemplos: SCRI BO > escribo SCRI- BAM > escriba SCRI- BAS > escribas SCRI BAT > escriba ... SCRI- BIS > escribes SCRI- BIT > escribe SCRI- BIMUS > escribimos SCRI- BITIS > escribides - > escribís SCRI BUNT → †SCRI BENT > escriben Así, por evolución fonética regular este verbo presenta como vocalismo radical una «i» en todas sus formas; lo mismo ocurre con otros verbos como, por ejemplo, vivo, vives, vive, vivimos, vivís, viven. No obstante, como estos verbos son pocos y los que tienen en su origen una E , ˘I , ofrecen tantas formas con vocal «i» (por efecto de una yod etimológica o analógica) tendían a confundirse.- Fruto de esta confusión es que algunos verbos con «i» procedente de I se acabaron comportando como aquellos tal y como se -ha expuesto anteriormente. El caso- contrario de verbos con E , I˘ que se comportan como los que tienen I ofreciendo, en consecuencia, todas sus formas con «i» es muy raro. Un ejemplo lo encontramos en el caso del verbo RECI˘ PE˘RE que tiene siempre como vocal radical una «i»: †recibir, †recibimos, †recibís,... (antiguamente junto a estas formas se daban también las etimológicas recebir, recebimos,...). —Casos en los que la vocal de la raíz es una O , U˘ : el influjo de las formas con yod alcanza no sólo a las formas fuertes sino también a las formas débiles El influjo de las formas con yod a todas las demás es algo que ya se manifiesta como tendencia desde comienzos del romance, pero su triunfo definitivo no sucede hasta bastante más tarde, de manera que hoy contamos con la uniformación del paradigma a excepción del ver˘ TREO. Este verbo guarda entera analogía con los que en su oribo PU gen tienen como vocalismo radical una E , ˘I , haciendo: pudro, †pudres, †pudre, podrimos, podrís, †pudren. 245 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Formas con yod ORDIO(R) > urdo

*ORDIAM > urda *ORDIAS > urdas *ORDIAT > urda ...

Formas sin yod *ORDIS > †urdes *ORDIT - > †urde *ORDI- MUS > †urdimos *ORDI TIS > †urdís *ORDIUNT → †ORDENT > +urden Otros verbos de este mismo grupo son, por ejemplo, subir, confundir, incurrir, huir, etc. Por otra parte, este comportamiento atrajo a mu˘ como vocalismo de la raíz. chos verbos que presentaban en latín una O Ejemplo: Formas con yod ˘ PERIO > †cubro CO

˘ PERIAM > †cubra CO ˘ PERIAS > †cubras CO ˘ PERIAT > †cubra CO ...

Formas sin yod ˘ PERIS > †cubres CO ˘ PERIT > †cubre CO ˘ PERIMUS > †cubrimos CO ˘ PERITIS > †cubrís CO ˘ PERIUNT → †CO ˘ PERENT > †cubren CO Igual que cubrir se conjugan analógicamente otros verbos como cumplir (COMPLEO), mullir (MOLLIO), etc. en lo que respecta al vocalismo radical. Al uniformar la vocal de la raíz en «u», - todos estos verbos se confundieron con los que en su origen tenían U . —Casos en los que la vocal de la raíz es una U : la vocal «u» se mantiene en todas las formas Ejemplos de este subsistema vocálico serían: aducir, aducimos, aducís,...; sumir, sumimos, sumís,... etc. Pero en la lengua - ˘ antigua, cuando todavía los verbos que tienen en su origen una O, U no habían 246 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

generalizado la vocal «u» a todas sus formas, los verbos con U se comportaban como ellos con cierta frecuencia (†adocir, †adocimos, †adocides, †somir, etc.). La lengua moderna, sin embargo, desechó la vocal «o». Incluso la única excepción «podrir» se va perdiendo, generalizándose el analógico †pudrir. —Casos en los que la vocal de la raíz es una E˘ , O˘ : estos son los que presentan una complejidad evolutiva mayor —En los presentes con E˘ radical la yod derivativa debiera impedir su diptongación en los casos en los que ésta es tónica (1.ª pers. Sing. del presente de indicativo y 1.ª, 2.ª y 3.ª del sing. más 3.ª del plural del presente de subjuntivo) e inflexionarla en «i» en los que es átona (1.ª y 2.ª pers. plural de presente de subjuntivo). Pero esto no se produce en todos los verbos de este grupo. a) En el caso del verbo VE˘ NIO la yod flexiva influye sólo cuando la E˘ es tónica. VE˘NIO > vengo VE˘NIAM > venga ˘ VENIS > vienes VE˘NIAS > vengas ˘ VENIT > viene VE˘NIAT > venga ˘ VENIMUS > venimos VE˘NIAMUS > vengamos ˘ VENITIS > venides > venís VE˘NIATIS > vengades > vengáis ˘ VENIUNT → VE˘NIANT > vengan ˘ → †VENENT > vienen De este modo se amolda a su gemelo el verbo en -er TE˘NEO. b) En los restantes verbos35 la yod flexiva influye sólo cuando la E es átona, consiguiéndose de este modo la igualdad de las formas fuertes, hecho que también habían conseguido, aunque por otra vía, los verbos que en su origen tenían como vocal radical una E , ˘I y los asimilados a ellos. Ejemplos: SE˘NTIO >*sento > †siento SE˘NTIAM > *senta > †sienta ˘ SENTIS > sientes SE˘NTIAS > *sentas > †sientas ˘ SENTIT SE˘NTIAT > *senta > †sienta - > siente ˘ SENTI- MUS >sentimos SE˘NTIAMUS > sintamos ˘ SENTI TIS > sentís SE˘NTIATIS > sintáis ˘ SENTIUNT → SE˘NTIANT > *sentan > †sientan ˘ → †SENTENT > sienten 35 A excepción, claro está, de los verbos que se comportan como los que presentan en su origen el vocalismo radical E , I˘ .

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Igual que este verbo se comportan otros como ME˘ NTIO (†miento, mientes, mentimos, mintamos,...), FE˘ RVEO (†hiervo, hierves, hervimos, hirvamos,...), etc. —En los presentes con O˘ radical la yod derivativa solamente ejerce su influencia cuando aquella es átona (en la 1.ª y 2.ª pers. del plural del presente de subjuntivo), de manera que se comportan de forma paralela a, por ejemplo, «sentir». Este subsistema del vocalismo radical en realidad solamente lo presentan dos verbos: dormir y morir, ya que los demás se comportan, tal y como hemos - ˘visto, según el modelo de los que tienen como vocal de la raíz una O, U . ˘ RMIO > *dormo > †duermo DO ˘ RMIS > duermes DO ˘ RMIT > duerme DO ˘ RMIMUS > dormimos DO ˘ DORMITIS > dormides > dormís ˘ RMIUNT → DO ˘ RMENT > duermen → †DO

˘ RMIAM > *dorma > †duerma DO ˘ DORMIAS > *dormas > †duermas ˘ RMIAT > *dorma > †duerma DO ˘ RMIAMUS > durmamos DO ˘ RMIATIS > durmáis DO ˘ DORMIANT > *dorman > > †duerman

˘ RIO(R) > *moro > †muero MO ˘ MORIS > mueres ˘ RIT > muere MO ˘ MORIMUS > morimos ˘ RITIS > morís MO ˘ RIUNT → MO ˘ RENT > mueren → †MO

˘ RIAM > *mora > †muera MO ˘ MORIAS > *moras > †mueras ˘ RIAT > *mora > †muera MO ˘ MORIAMUS > muramos ˘ RIATIS > muráis MO ˘ RIANT > *moran > †mueran MO

Para terminar con este ya muy extenso capítulo dedicado al estudio del tiempo PRESENTE (presente de indicativo y subjuntivo) vamos a referirnos a continuación a aquellos verbos que tienen un comportamiento irregular desde el punto de vista diacrónico. PRESENTES IRREGULARES —El verbo SER tiene formas procedentes del verbo ESSE y del verbo SE˘DE RE. Veamos su evolución. ˘ M > son, forma que perdió su nasal, por ser ésta muy extraña a SU toda primera persona y además porque se presta a confusión con la tercera persona del plural. Así quedó la forma «so», usada hasta el siglo XVI, siendo reemplazada a partir de entonces por «soy», forma que aparece 248 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

por primera vez en antiguo leonés y que se ha formado por analogía con «hay». E˘S, E˘ST > es, no se ha producido la diptongación, por ser una voz empleada átona (contrariamente a lo que pasa por ejemplo en astur-leonés). Para evitar la homomorfia entre la segunda y tercera persona del singular se ha tomado para aquélla la forma de futuro ERIS > eres (2.ª pers. del singular). ˘ MUS > somos. SU E˘STIS, forma que no subsistió ya que podía confundirse con el demostrativo. En su lugar se recurrió a la analógica *SUTIS > sodes > > sos/sois → sois. ˘ NT > son. SU Para este tiempo verbal la lengua antigua poseía además un derivado completo del SEDERE: SE˘DEO > seyo > seo SE˘DES > siedes, siees, sees, sies SE˘DET - > siede, siee, see, sie SE˘DE- MUS > sedemos, seemos, siemos SE˘DE TIS > seedes, siedes SE˘DENT > sieden, sieen, seen, sien Las formas procedentes de SE˘DE RE tenían necesariamente un valor de situación local (parecido al de estar), derivado de su significado originario ‘estar sentado’. En cambio, las formas que tienen como origen ESSE eran más abstractas, el existir no conllevaba necesariamente determinación espacial. En un - principio predominaron las formas de ESSE- y después las de SE˘DE RE, hasta que finalmente las formas de SE˘DE RE se oscurecieron y muchas se perdieron por el crecimiento avasallador de «estar», verbo que tiene un sentido de ‘existir’ en un determinado espacio. La procedencia del Presente de Subjuntivo es, sin embargo, del verbo SE˘DE RE. El clásico SIM, SIS, SIT,... se perdió en todo el territorio romance, donde se dijo *SIAM, *SIAS, *SIAT,... formas que pervivieron en España solamente en Aragón: «sia, sias, sia,...» y antiguo leonés: «sia y sie, sien,...» SE˘DEAM > seya > sea SE˘DEAS > seyas > seas SE˘DEAT > seya > sea SE˘DEAMUS > seyamos > seamos SE˘DEATIS > seyades > seáis SE˘DEAN > seyan > sean 249 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—El verbo HABER (< HABE RE) también tiene los presentes irregulares: HABEO, esta persona sufre una evolución especial por su empleo como auxiliar. HABEO > heo (*haio), forma antigua influida por la proclítica «hai» (< *haio, que perdió la terminación por síncopa sintáctica): hai > he; he/heo → he, con pérdida de la «-o» por ser una forma eminentemente proclítica, ya que se utiliza con frecuencia para formar compuestos y perífrasis en general y muchos participios empiezan por vocal, siendo en castellano muy rara una secuencia de tres vocales. HABES > aves HABET - > ave HABE- MUS > avemos HABE TIS > avedes HABENT > aven Además de estas formas tenemos otras, las que subsistieron, que derivan de una contracción que en latín vulgar sufría este verbo, cuyo frecuente uso como auxiliar le daba carácter átono. En esa contracción sólo se conserva la vocal acentuada y la desinencia. HABES → *HAS > as. La h- se regulariza a partir del siglo XVIII. HABET → *HAT > a, ha, construcción personal. Ha + y (< IBI) > hay, construcción impersonal. HABE MUS → *HE MUS > hemos (/ avemos). Variantes etimológicas de una misma forma latina. «Hemos» es la forma única en el futuro («amaremos»), pero con el participio se usa «habemos» en la lengua antigua, «habemos o hemos» en la clásica y «hemos» en la moderna; lo mismo sucede con la conjugación perifrástica: «avemos de andar» (Mio Cid), «habemos o hemos» en la clásica y «hemos» en la moderna. HABE TIS → *HE TIS > hedes > heis (/avedes, habéis). Variantes etimológicas de una misma forma latina. «Hedes o heis» sólo se encuentra en castellano antiguo en los futuros perifrásticos («otorgar nos hedes»). En los demás casos se usa siempre «habéis». Por lo tanto, en esta persona a diferencia de lo que ocurre en las demás se impuso «habéis» sobre «heis». Su empleo como tratamiento de respeto debió de provocar el mantenimiento de la forma plena, con cierto valor enfático36. HABENT → *HANT > (h)an 36

LAPESA, R. (2000), op. cit., p. 762.

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Para el Presente de Subjuntivo tenemos las siguientes formas:

      

HABEAM > haya HABEAS > hayas HABEAT > haya HABEAMUS > hayamos HABEATIS > hayades > hayáis HABEANT > hayan

Formas modernas en las que la [y] procede de BYOD.

—El verbo SABER (< SAPERE) es irregular solamente en la primera persona del singular del Presente de Indicativo. SAPIO debiera haber evolucionado a *sepo, como ya se dijo anteriormente, pero, sin embargo, esta persona sufrió la influencia del verbo «haber» y lo mismo que «he» se dijo «sé». Vulgarmente se dice «sabo» por analogía con el resto de las personas. —Los verbos DAR (< DARE) y ESTAR (< STARE) tienen una primera persona del singular del Presente de Indicativo que en principio no parecen ofrecer ninguna dificultad (DO y STO). Sin embargo, estas formas han debido de convertirse en latín vulgar en *DAO y *STAO (en vista de formas como las del gallego «dou, estou»), de donde provienen las del castellano antiguo «do» y «estó», formas usadas aún en el siglo XVI, siendo reemplazadas a partir de entonces por «doy» y «estoy», formas influidas por «soy». Las formas del Presente de Subjuntivo son: DE- M > dé STEM > esté DE- S > des STES > estés DE- T (forma arcaica, por el clásico DE˘T) > dé STET - > esté DE- MUS > demos STE- MUS > estemos DE- TIS > dedes > déis STE TIS > estéis DE NT > den STENT > estén Pero- también se - formaron otros subjuntivos analógicos en latín vulgar *DE AM, *STE AM, formas que son el origen de las leonesas «día, estía»; de «dea, estea», que perduran en gallego y en el castellano de algunos gallegos. —El verbo IR (< IRE), por su escasa consistencia morfológica fue sustituido casi enteramente por VADE˘RE, salvo actualmente tres formas: id, yendo e ir. El Presente de indicativo procede de VADO → *VAO > vo, voy a partir del siglo XVI VADIS → *VAS > vas 251 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

VADIT → *VAT > va VADIMUS → *VAMUS > vamos VADITIS → *VATIS > vades > váis VADUNT → *VANT > van Al lado de estas formas el castellano antiguo conservaba algunos restos del paradigma de IRE para varias personas:

  

-IS > is -I MUS > imos I TIS > ides

Formas usadas aún algo en el período clásico del idioma.

Para el Presente de Subjuntivo tenemos: VADAM > vaa, va VADAS > vaas, vas (frecuente en el período medieval y clásico) VADAT > vaa, va VADAMUS > vaamos, vamos (todavía se emplea hoy en las exhortaciones) VADATIS > vaades > váis (usado aún en el siglo XVII) VADANT > vaan, van Posteriormente se creó un presente analógico: †vaya, †vayas, †vaya, †vayamos, †vayáis, †vayan, formas analógicas con «haya». EL IMPERFECTO DE INDICATIVO37 El imperfecto de indicativo latino tenía como característica temporal la bilabial intervocálica «-b-» en las desinencias: Los verbos en -A - RE hacían -A - BALos verbos en -E RE hacían -E BA˘ RE hacían -E- BALos verbos en -E Los verbos en -I RE hacían -IEBA-, que en latín arcaico y vulgar hacían -IBA-, forma que perduró en España. Al reducirse a tres las- cuatro- conjugaciones latinas quedan las siguientes terminaciones: -A BA, -EBA, -I BA. En romance la bilabial sonora se conserva entre vocales iguales: -aba, escribiéndose hasta el siglo XVII «-aua». Su pérdida pondría en contacto dos vocales iguales «aa» que terminarían fundiéndose en una, resultado 37 MENÉNDEZ PIDAL, R., op. cit., pp. 305-308; GARCÍA DE DIEGO, V., op. cit., pp. 228-229; HANSSEN, F., op. cit., pp. 105-107.

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que no permite distinguir este tiempo del presente. Sin embargo, en las otras conjugaciones dicha consonante se pierde, hecho que puede suceder ya que no se produce esa posible confusión. Así, al perderse la bilabial entre vocales -E (B) A, surge un hiato *-EA > -ía, por cierre de «e» en hiato con «a», viniendo a coincidir con la terminación -ía procedente de -IBA. En definitiva, para el imperfecto romance quedan sólo dos terminaciones: una para los verbos en -ar (-aba) y otra para los verbos en -er e -ir (-ía). Esta última terminación experimentó una serie de alteraciones en su vocal más abierta, la «a», hecho que caracterizó al castellano medieval de los siglos XII, XIII y XIV. -í (cuatro alomorfos)

-ía > -íe -ié

-ía : se pronunciaba también -íe por una asimilación de la «a» para acercarse a la «i» precedente38. -íe : lleva etimológicamente el acento en la «i» y a veces perdía la «e» diciéndose «aví, tení, sedí, etc.». Esto era raro; el medio más común para deshacer el hiato era formar un diptongo con la transposición del acento a la vocal más abierta, «-ié» («tenién, comién, venién»,...). El aspecto más conflictivo está en determinar en cada caso ante que forma estamos: -íe o -ié. Casi con seguridad, se trata de -ié cuando se produce la inflexión de la vocal de la raíz («tinié»), inflexión que no se daría si no es por el influjo de la yod que se ha formado en la terminación39. Los diferentes alomorfos se podía dar en todos los verbos y en todas las personas, a excepción de la primera del singular, que mantuvo casi siempre la terminación -ía, sin duda por el énfasis propio de ésta, que se resistía a relajar la pronunciación de la «a» asimilándose a la de la «i». Las formas con «-íe» o «-ié» dominaron en el siglo XIII40, pero ya en el XIV comenzó a disminuir su uso; así, en los textos de Juan Ruiz aunque se da con gran fuerza -íe, domina -ía. En el siglo XV es casi general -ía pero los casos de -íe se dan todavía alguna vez, y en el siglo XVI son ya vulgares o dialectales y se consideran un defecto de pronunciación41. 38 Para una explicación no fonetista de este fenómeno, véase MALKIEL, Y., «Toward a Reconsideration of the Old Spanish Imperfect in -ia/-ie», Hispanic Review, 27, 1959, pp. 435-481. 39 LAPESA, R. (2000), op. cit., p. 765. 40 Véase como ejemplo lo que sucede en la obra de Gonzalo de Berceo. Cfr. ÁLVAREZ ÁLVAREZ, M. (1991), op. cit., p. 130. 41 Los imperfecto y condicionales en «-ie» subsisten hoy en León y Toledo. Cfr. MORENO FERNÁNDEZ, F., «Imperfectos y condicionales en -íe. Arcaísmo morfológico en Toledo».

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Si hasta ahora se ha hecho referencia a la evolución de la parte desinencial del imperfecto, vamos a centrarnos, a continuación, en ver cómo se comporta este tiempo verbal en lo que respecta al vocalismo radical (verbos en -ir). Lo más esperable es que el imperfecto hoy sea igual a las formas débiles del presente de indicativo (1.ª y 2.ª persona del plural). No obstante, antiguamente la vocal de la raíz «-o-» o «-e-» por influjo del diptongo «ie», «ia» sufría inflexión de modo que el tema resultaba ser igual que el de las mismas formas débiles del presente de subjuntivo: sirvien, diciemos, murien, sirvia, etc.42. IMPERFECTOS IRREGULARES Las irregularidades desde el punto de vista diacrónico alcanzan solamente a tres verbos: —El verbo IR, que conserva la bilabial sonora «-b-». -I BAM > iba -I BAMUS > ibamos -I BAS > ibas -I BATIS > ibades > ibais I BAT > iba I BANT > iban Si realmente la bilabial sonora «-b-» se hubiera perdido, la forma resultante *ía se confundiría con el imperfecto contracto del verbo «haber». —En el verbo SER no diptonga la E˘ del imperfecto al igual que observábamos en la tercera persona del singular del presente de indicativo. E˘RAM > era E˘RAT > era ˘ERAS > eras ... —El verbo HABER, como auxiliar de un infinitivo para formar el condicional, conserva sólo la vocal acentuada y la terminación. (HAB)E- (B)AM > -ía Terminación -ía que podía sufrir (HAB)E- (B)AS > -ías las alteraciones características (HAB)E- (B)AT > -ía del castellano de los siglos XII, (HAB)E- (B)AMUS > -íamos XIII y XIV fundamentalmente, (HAB)E- (B)ATIS > -íades > -íais como ya hemos visto. (HAB)E (B)ANT > -ían

      

42 Para un estudio más exhaustivo de esta problemática, véase LÓPEZ BOBO, M.ªJ. (1998), op. cit.

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EL IMPERATIVO43 También en el imperativo, los cuatro modelos latinos quedaron reducidos a tres. Ejemplos: —Primera conjugación: 2.ª pers. del singular AMA > ama 2.ª pers. del plural AMATE > amad —Segunda conjugación: 2.ª pers. del singular TI˘ ME > teme 2.ª pers. del plural TI˘ METE > temed ˘ MPE > rompe 2.ª pers. del singular RU ˘ MPETE (por RU ˘ MPITE) > romped 2.ª pers. del plural *RU —Tercera conjugación: ˘ RMI- > †duerme 2.ª pers. del singular DO ˘ RMITE > dormid 2.ª pers. del plural DO Como tiempo afín al presente su comportamiento respecto a la raíz será el mismo que el de éste. En definitiva, su evolución vendrá marcada por las pautas que se han ido señalando al hablar de los tres grupos de presentes: presentes cuya raíz acaba en consonante velar -K ˘ en la raíz y, finalmente, presentes o -G, presentes que tienen una E˘ o O con yod derivativa o flexional. Y más concretamente, el comportamiento de la segunda persona del singular del imperativo es coincidente con el de las formas fuertes sin yod del presente de indicativo y el de la segunda persona del plural con el de las formas débiles del mismo tiempo, ya que se da la presencia, en unos casos y otros, de unos elementos fonéticos idénticos y, en consecuencia, de unas circunstancias contextuales análogas. IMPERATIVOS IRREGULARES —En el verbo SER las formas procedentes de ESSE-(E˘S, E˘STE) se perdieron, prevaleciendo las que tiene su origen en SE˘DE RE: 2.ª persona del singular SE˘DE - > see > sei (hasta princ. del XVI) > †sé. 2.ª persona del plural SE˘DE TE > seed > sed. 43 MENÉNDEZ PIDAL, R. (1977), op. cit., pp. 298-299 y 302-304; GARCÍA (1961), op. cit., p. 232; HANSSEN (1945), op. cit., pp. 107-108.

DE

DIEGO, V.

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—En el verbo HABER 2.ª persona del singular HABE > ave forma poco usada en la Edad Media. 2.ª persona del plural HABE TE > habed, forma usada muy poco actualmente. —En el verbo IR las formas del imperativo proceden cada una de ellas de paradigmas distintos. → *VAE → *VAI > ve (el imperati2.ª-persona - del singular VADE vo de I RE, I , se perdió). Además hay una forma vulgar del imperativo «ves» que, según Menéndez Pidal, aparece en el siglo XV y procede de VA(D)IS (indicativo) con valor de imperativo. 2.ª persona del plural I TE > id. El plural VADI TE (de VADE˘RE) se perdió. EL INFINITIVO44 Sobre los tres tipos flexivos del latín vulgar se formaron los tres infinitivos. Ejemplos: —Primera conjugación AMARE - > amar —Segunda conjugación TIME RE > temer ˘ RUMPE - RE > romper —Tercera conjugación PARTI RE > partir Esta forma no personal del verbo se comportará respecto a la raíz igual que el presente de indicativo por ser afín a éste y, en concreto, igual que sus formas débiles, es decir, primera y segunda persona del plural. INFINITIVO IRREGULAR —Es el caso del verbo SER cuyo infinitivo no procede de ESSE sino de SEDERE. SE˘DE RE > seer > ser Hoy en día tiende a matizarse esta idea ya que- se supone que hubo en el Norte y Oeste de la Península una forma *ESSE RE que daría la forma «ser». Junto a esta forma existió en Castilla y en el Occidente hasta muy tarde la forma «seer» que no puede proceder de la supuesta ESSE RE sino 44

GARCÍA DE DIEGO, V. (1961), op. cit., p. 232; HANSSEN, F. (1945), op. cit., p. 109.

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de la mencionada SE˘DE RE. Por tanto, - se podría pensar que - «ser» procede de la confluencia de «seer» (< SE˘DE RE) y «ser» (< *ESSE RE)45. EL GERUNDIO46 El latín clásico distinguía tres tipos: el correspondiente a la primera conjugación (AMANDUM), el común a la segunda y tercera (TIME˘NDUM, RUMPE˘NDUM) y el propio de la cuarta (PARTIE˘NDUM). En latín vulgar los gerundios de la cuarta conjugación del latín clásico debieron asimilarse al segundo grupo, por reducción de «i» (PARTE˘NDUM, SERVE˘NDUM...) y así ambos quedaron igualados en castellano por la diptongación de «e» abierta. AMANDUM > amando TEME˘DUM > temiendo, RUMPE˘NDUM > rompiendo PARTE˘NDUM > partiendo Por otra parte, el comportamiento de esta forma no personal del verbo en lo que respecta a la raíz es igual al que veíamos en referencia a la anterior forma, el infinitivo. GERUNDIOS IRREGULARES —El verbo SER tomó su gerundio de SE˘DE RE, puesto que ESSE no contaba con esta forma. SEDE˘NDUM > sediendo > seyendo > siendo —El verbo IR tomó el gerundio del paradigma de IRE, mientras que VADENDUM (de VADERE) se perdió. EUNDUM se sutituyó por la creación analógica *IENDUM > yendo EL PARTICIPIO DE PRESENTE47 Al igual que en el gerundio, el latín clásico distinguía tres tipos de participios de presente: el correspondiente a la primera conjugación (AMANTEM), el de la segunda y tercera (TIMENTEM; RUMPENTEM), y el de la cuarta (PARTIENTEM). LAPESA, R. (2000), op. cit., p. 758. MENÉNDEZ PIDAL, R. (1977), op. cit., pp. 301-302 y 305; GARCÍA DE DIEGO, V. (1961), op. cit., p. 233; HANSSEN, F. (1945), op. cit., pp. 108-109. 47 MENÉNDEZ PIDAL, R. (1977), op. cit., p. 301; GARCÍA DE DIEGO, V. (1961), op. cit., p. 233; HANSSEN, F. (1945), op. cit., pp. 109 y 259. 45

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En latín vulgar se produjo una asimilación de los verbos de la cuarta conjugación a los del segundo grupo por reducción de «i» (PARTENTEM), de manera que en castellano ambos quedaron igualados por la diptongación de «e» abierta. —Primera conjugación amante. —Segunda y tercera conjugación doliente, rompiente, hirviente. Hoy en día el participio de presente no se emplea, pues su valor verbal fue absorbido ya en latín vulgar por el gerundio. Existen, sin embargo, adjetivos y sustantivos que originariamente fueron participios: ausente, sirviente, amante,... No ocurre lo mismo en castellano medieval. Entonces, con cierta frecuencia y un marcado carácter culto, se emplea como equivalente a la forma no personal que lo reemplazó. Ejemplos48: «Entrante de la glesia, enna somera grada, cometiólo de cabo la tercera vegada» (Berceo, Los Milagros, 473, a-b) «Quando vino la noche del sábbado ixient, por velar al sepulcro vino y mucha yent» (Berceo, Santo Domingo, 565, a-b) 15.6.2. Formas del tema de perfecto - Pertenecen a este grupo el perfecto (AMAVI ) y sus tiempos afines, es decir, aquellos que etimológicamente también formaban parte del perfectum latino: la forma -ra del imperfecto de subjuntivo (procedente del pluscuamperfecto de indicativo latino, AMAVERAM), la forma -se del imperfecto de subjuntivo (procedente del pluscuamperfecto de subjuntivo latino, AMAVISSEM) y el futuro imperfecto de subjuntivo (procedente de la confluencia del futuro perfecto de indicativo y del pretérito perfecto de subjuntivo, AMAVERO + AMAVERIM). A estas formas personales hay que añadir el participio de pasado. EL PERFECTO49 Dentro del perfecto se distinguen dos tipos: —El llamado perfecto débil que se -caracteriza porque entre la raíz y la desinencia intercala la vocal A o I propia de los verbos deriCitados por M. ÁLVAREZ ÁLVAREZ (1991), op. cit., p. 145. MENÉNDEZ PIDAL, R. (1977), op. cit., pp. 308-309 y 313-319; GARCÍA DE DIEGO, V. (1961), op. cit., pp. 229-230 y 247-250; HANSSEN, F. (1945), op. cit., pp. 110-118. 48 49

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vados, es decir, de los verbos -A-RE, -I -RE, los cuales a causa de esta vocal tienen acentuación débil en todas sus formas. Por tanto, la acentuación de estos perfectos recae en dicha vocal temática o en la desinencia. Además, este perfecto presenta otra- particularidad: la de tener - en toda la flexión el infijo «-V-» (AMAVI , AMAVI˘ MUS, AUDI VI , etc.). —El perfecto fuerte es, por el contrario, el propio de los verbos primitivos de la conjugación -E˘RE, que, careciendo de vocal derivativa, tienen en latín la 1.ª y 3.ª persona del singular y del plural con acentuación fuerte, y, por tanto, en ellas el- acento recae en la raíz. A estos hay que añadir los verbos en -E RE que también mantenían la primitiva forma fuerte del perfecto. Por otra parte, este tipo de perfecto se caracteriza por indicar «tema de perfecto» con una cambio de raíz (DIC- ere/DIX- i; FAC- ere/FEC - i; etc.). PERFECTOS DÉBILES Los verbos de la- 1.ª y-4.ª conjugación latina tenían, por lo general, perfectos débiles (-AVI, -I VI). Algunos verbos de estas conjugaciones que tenían perfectos fuertes desarrollaron uno débil en latín vulgar (VETARE - VETUI → †vedé; DOMARE- - DOMUI → †domé). Así, ningún perfecto fuerte de la conjugación -ARE se conservó en castella- no y de la -I RE solamente VE NI . —Primera conjugación. Conjugación -ARE La terminación latina ordinaria -AVI fue olvidada, como ya dijimos en las páginas introductoras de este capítulo, en latín vulgar, el cual contrajo en una las dos sílabas, como ya hacía a veces el latín literario. O lo que es lo mismo, la pérdida de la wau ocasiona toda una serie de contracciones que originan los resultados que veremos a continuación. —CANT- A- VI > -AI > -é —CANT- AVISTI > -ASTI > -aste, †-este terminación que domina en el siglo XIII y que es analógica con «e» tónica tomada de la primera persona del singular a imitación de «dormí», «dormiste»; luego prevaleció la etimológica -aste para uniformar la vocal con las demás personas del plural y tiempos afines; †-astes (forma que no se extendió hasta mientras duró esta misma terminación para la segunda persona del plural), -esti (forma dialectal, riojano), -est (forma apocopada). 259 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—CANT- AVIT > -AIT o -AUT, de estas contracciones la que triunfó fue esta-última, de donde procede -ó, (variantes -ot, -od). —CANT- AVIMUS > -AMUS > -amos, †-emos, forma analógica con la primera persona del singular (esta analogía se ve favorecida por el hecho de que así se evita la coincidencia con el presente de indicativo «cantamos», coincidencia que sería más peligrosa que la que pueda darse con el presente de subjuntivo «cantemos» dado que este tiempo 50 no suele aparecer - en el mismo contexto que el pretérito) . —CANT- AVISTIS > -ASTIS > -astes (forma muy usada hasta el siglo XVII), -estes (forma usual sobre todo en el siglo XIII), †-asteis (forma analógica con la desinencia general, la propia de todos los tiempos a excepción de éste que nos ocupa y del imperativo; se generaliza en el siglo XVIII-), †-esteis. —CANT- AVERUNT > -ARUNT > -aron, †-oron (forma analógica con la tercera persona del singular), †-aren (forma analógica con la desinencia general de tercera persona del plural). —Cuarta Conjugación. Conjugación -I RE - En este caso también la terminación latina ordinaria -I VI se contrajo en latín vulgar. Ya en latín literario dicha terminación sufría, con la pérdida de la wau, una serie de contracciones, incluso más que en los verbos anteriores. - -—DORM- I-VI > -I- I > -í - —DORM- I VISTI > -I STI > -iste, -ieste (forma analógica con las otras personas y de uso muy frecuente en la Edad Media), -ist, -iest (formas apocopadas), -isti (forma dialectal), -istes (forma analógica con la desinencia - general).—DORM- I VI˘ T > -I I˘ T o -I UT. De -I I˘ T > -íe > -ié. De -I UT > > -ío > -ió (desplazamiento acentual por analogía con «amó».); variante -iot. —DORM- I VI˘ MUS > -I MUS o -I I˘ MUS > -imos (la única que ha triunfado) o -iemos en castellano medieval). - (muy frecuente —DORM- I VI˘ STIS > -I STIS o I I˘ STIS > -istes, -isteis (forma analógica con la desinencia general) o -iestes (forma muy frecuente en castellano medieval). —DORM- I VERUNT > -I ERUNT o -I RUNT > -ieron (forma que sobrevivió) o -iron (forma medieval pero de poco uso en Castilla); -ioron, -ieren (otras formas analógicas). 50

LAPESA, R. (2000), op. cit., p. 767.

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PERFECTOS FUERTES51 ˘ Los verbos -E RE - y -ERE - -no ofrecían a las lenguas romances un perfecto análogo a -A-VI, -I -VI . No obstante, ya en latín había tendencia a uniformar los paradigmas y así junto a SAPUI (de SAPE˘RE) se - dijo SAPI VI . Dicha tendencia a favor de los perfectos débiles continuó en romance, de tal manera que los verbos en -er tomaron el perfecto - débil de los en -ir; de ahí que en castellano se diga «cayó» por CECI DIT, «temió» por TIMUIT,... Por lo tanto, la tendencia general del romance es sustituir los perfectos fuertes latinos por débiles analógicos. Sin embargo, el gran arraigo de éstos, que dominaron no sólo en la segunda y tercera conjugación, sino que también se hallaban en varios verbos en -IRE (SALUI, APERUI, VENI,...) y en algunos en -ARE (TONUI, VETUI,...) hizo que se mantuvieran aún en un romance como el español que perdió toda la flexión fuerte -E˘RE. No obstante, se conservaron con mucha pérdida, pues, como ya se ha dicho, la mayoría de los verbos rehicieron un perfecto débil y en los pocos fuertes conservados, aunque el latín tenía débiles sólo la segunda persona del singular y del plural, los romances hicieron también débil la primera persona del plural y el español tomó, además, para la tercera persona del plural la forma de los perfectos débiles de la conjugación en -ir. Quedan, por tanto, como únicas formas fuertes castellanas la primera y tercera persona del singular del perfecto de indicativo; la tercera con -o final analógica de los débiles, para evitar la homonimia con la primera persona del singular. La única excepción es «fue». El plural del perfecto se uniforma al paradigma de los verbos en -ir. Sólo en el habla vulgar se halla la forma fuerte de la tercera persona del plural, sacada de la tercera persona del singular más -n: pudon, hizon, vinon,... Los perfectos fuertes conservados en castellano se dividen en los siguientes grupos: —Perfectos de reduplicación Los perfectos de los verbos latinos DARE y STARE, DE˘ DI y STE˘ TI , son los únicos de este grupo que subsistieron en castellano. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la «a» no es vocal temática sino que 51 ÁLVAREZ ÁLVAREZ, M. (1991), op. cit., pp. 131-134.; URRUTIA CÁRDENAS, H. y ÁLVAREZ ÁLVAREZ, M., «El perfecto fuerte medieval (siglo XIII)», en Actas del II Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, pp. 859-871.

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forma parte de la raíz y, por tanto, no pertenecen a la primera conjugación latina, de la que no se conserva ningún perfecto fuerte.

    

—DE˘DI → *DEDI > *dei > *dii > di —DEDI˘ STI > *deiste > diste —DE˘DIT > diéo > dío > dio

Las formas fuertes originales dan como resultado formas débiles al quedar reducida la raíz a una consonante «d-».

El plural es como en todos los perfectos fuertes idéntico al paradigma débil de los verbos en -ir. Así en vez de • deemos (< DE˘DI˘ MUS) se dijo dimos, (diemos) • deestes (< DE˘DI˘ STIS) se dijo disteis, (diestes, distes) • deeron (< DEDERUNT) se dijo dieron —STE˘TI > estide ˘ —STETI-˘ STI > estidiste —STE˘TI T > estido El plural se construye, como en todos los perfectos fuertes, con la raíz de las otras personas y las desinencias analógicas a los perfectos débiles en -ir. - ˘ STE˘TI˘ MUS > estid -imos, -iemos (< -I VI MUS) STE˘TI˘-STI S > estid -istes, -iestes (< -I-VI˘ STIS) STE˘TE RUNT > estid -ieron, -iron (< I VERUNT) Como estos dos verbos52 hacen su infinitivo en -ar, atrajeron a unos cuantos acabados en -dar o -tar (andar hizo andide; catar, catide; demandar, demandide, etc.). Todos se han perdido a excepción del verbo «dar»: di, dio. En definitiva, la presencia de este tipo de perfectos en castellano ha sido muy escasa. Si exceptuamos los casos de los dos verbos indicados todos los perfectos con reduplicación - latinos rehicieron un perfecto débil (TOTONDI, CUCURRI, CECI˘ DI ,...). —Perfectos en -UI Este tipo de perfectos es muy frecuente tanto en la segunda como en la tercera conjugación latina. Se perdieron muchos (TIMUI, FERVUI,...); incluso algunos conservados en otros romances (DOLUI, DE52

La evolución fonética que experimentan estos dos verbos no es del todo clara.

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BUI, VALUI,...) se hicieron débiles en castellano, lengua que como el portugués es especialmente reacia a la flexión fuerte. No obstante, como veremos a continuación bastantes dejaron descendencia: SAPUI, HABUI, POTUI,... Se pueden distribuir en tres subgrupos: —Los que tienen una A como vocal de la raíz, vocal que hacen «o» por atracción de la U postónica. Ejemplos: HABUI > haubi- > -ove *CAPUI (por CE PI de CAPIO) > caupe > cope PLACUI > plauci > plogue —Los que tienen una O como vocal de la raíz que al mezclarla con la U postónica la hacen «u». Ejemplos: POTUI > *pouti > pude POSUI > *pousi > puse *CONOVUI (por CONOVI de COGNOSCO) > *conouvi > conuve El castellano vacila entre la sonorización y la conservación de la oclusiva sorda en posición intervocálica (sope/plogue): el wau del diptongo «au» impide la sonorización de -p- pero no la de -k- y -t-. —Los que tiene una E como vocal de la raíz prescinden de ella para asimilarse a OVE o a PUDE, según su consonante final sea V o D, y, a veces, incluso prescinden de su consonante etimológica, para adoptar bien -OV-, bien -UD-. Ejemplos: *CREVUI (por CREVI de CRESCO) > crove SEDUI (por SEDI de SEDEO) > sove TENUIT > tovo *STETUIT (junto a STETIT) > estovo o estudo Sobre las inflexiones53 anteriores hay dos teorías: a) García de Diego y Hanssen piensan que la inflexión se debe a influencias fonéticas. La vocal radical de estos perfectos fuertes se inflexiona por la «-i» de la primera persona del singular o por el diptongo «-ie-» de la tercera persona del plural o por las dos a la vez. La posterior unificación de la vocal de la raíz en todas las personas se debe a la analogía. 53 Sobre esta cuestión puede verse también la obra ya citada de M.ª Jesús LÓPEZ BOBO, El vocalismo radical átono en la conjugación castellana. Etapa medieval y clásica.

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b) Menéndez Pidal piensa que la inflexión de la vocal de la raíz se debe a que en castellano la «u» de los perfectos en -UI puede afectar por metátesis a la vocal radical. Es el caso de POTUI, que por metátesis transforma la vocal radical O en «u» («pude», «pudo»). En el paradigma de HABUI explicaría «ove» y «ovo». En el caso de las formas débiles la /u/ se pierde en latín vulgar, lo cual explica el doble paradigma de fuertes y débiles: HABUI > ove HABUISTI > HABISTI > aviste HABUIT > ovo

  

Formas fuertes a > o Formas débiles a > a

POTUI > pude POTUISTI > POTISTI > podiste POTUIT > pudo

  

Formas fuertes o > u Formas débiles o > o

En castellano moderno hallamos siempre vocal «u» en la raíz de los perfectos fuertes en -UI, tanto en las formas fuertes como en las débiles. Este uniformidad (causada por la mezcla de «o» y de «u» y por la preferencia de la lengua moderna por la «u» postónica, según Menéndez Pidal) se debe a la analogía y en tal sentido hay que distinguir dos procesos: 1. Consiste en una asimilación del tema de las formas débiles al de las fuertes. Así «podiste» es reemplazada por «pudiste» por analogía con «pude» y «pudo»; y «aviste» se sustituye por «oviste» por analogía con «ove» y «ovo». Esta tendencia se manifiesta muy temprano, ya en el siglo XI, en el que se encuentra «ovisti» (1061, occidente de León). El uso de este tipo de perfectos analogizados es ya general en el Poema de Mio Cid, donde las formas débiles fonéticas casi han desaparecido. Por último, las formas de perfecto en -UI se regularizan según el esquema de «pude», «pudiste», «pudo» respecto de la vocal radical. Así en Cervantes no se encuentran ya más que las formas: hubo, hubieron, supo, tuvo,... que en el siglo XV eran todavía ovo, ovieron, tovo, sopo,... 2. En el otro proceso el tema de las formas fuertes se regulariza según el modelo de «podiste». Las formas «pude» y «pudo» se reemplazan por «podí» y «podió», resultando: podí, podiste, podió ... (Berceo usa este esquema). Pero en la mayoría de los textos medievales castellanos el tipo analógico «podí», «podiste»... es bastante raro, mucho menos frecuente que el proceso anterior, «pude», «pudiste»... 264 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En definitiva, la «u» es la única vocal que conocen los perfectos en -UI que hoy se conservan. Los otros verbos abandonaron su tema fuerte y se rehicieron ateniéndose al débil: conocí, crecí, etc. —Perfecto en -SI (también llamados sigmáticos o aoristos) Se perdieron también en gran número. Por ejemplo, de -E RE existían ARSI, TORSI,... de -E˘RE, PLANXI, STRINXI, SUMPSI, FINXI,... Los que se conservaron no resistieron mucho, olvidándose casi todos en la época moderna. En la actualidad sobreviven DI-XI > dixe > dije DU XI > -duxe > -duje (con-, re-, a-, in-duje) TRAXI > traxe > †traje54 QUAESI (por QUAESII de QUAERO) > †quise No obstante, en castellano antiguo existieron otros perfectos fuertes en -SI. Ejemplos: CI- NXIT > cinxo → †ciñó SCRIPSIT > escriso → †escribió RI SIT > riso → †rió TI NXIT > tinxo → †tiñó Como la mayoría de estos verbos tenían U o I como vocal de la raíz se asimilaron a ellos los que no tenían ninguna de esas vocales. Es el caso, por ejemplo, del verbo «querer», cuyo perfecto †quise es analógico con ellos. A parte debe citarse el perfecto del verbo VI VE˘RE, VIXIT, que dio una forma fuerte culta, trastocando la doble consonante «x» [ks] en «sc»: visque, visquiste, visco,... (hoy «†viví»...). A semejanza de éste también se dijo antiguamente: nasco, nasquiestes,... —Perfectos con inflexión vocálica También se les llama perfectos en -I, sin sufijo, generalmente - - con simple alternancia de la vocal de la raíz respecto al presente (FE CI /FA- - CIO; VI DI /VI˘DEO; VE NI /VE˘ NIO, etc.). Solamente cuatro de ellos se transmitieron a los romances,- los - cuales - subsisten en castellano moderno. Son los procedentes de FE CI , VE NI , - -VI DI y FU I . - FE- CI > fize FE CI˘ STI > feziste 54 Por analogía con «traer», pues fonéticamente por inflexión de la yod cuarta debiera ser *treje.

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FE- CIT > fezo FE- CI˘ MUS > fezimos/fiziemos FE- CI˘-STIS > fezistes/fiziestes FE CE RUNT > fezieron Pero ya en el siglo XII se practicaba la uniformación en «i», como hoy día: fize, †fiziste, †fizo,... Sin embargo, la generalización de estas formas analógicas con «i» no se consumó hasta bastante más tarde, y aún Nebrija usa las formas etimológicas expuestas. - Como en el caso anterior, al VE- NI > vine lado de estas formas etimoVE- NI˘ STI > veniste lógicas se usaron desde anVE- NIT > veno ˘ tiguo las formas analógicas VE- NI MUS > venimos/viniemos ˘ con «i», como hoy: vine, VE- NI-STIS > venistes/viniestes †viniste, †vino... VE NE RUNT > venieron

             

- VI- DI > vide > vid > vi VI- DI˘ STI > *vidiste > viiste > viste VI- DIT > vido > vío > vió VI- DI˘ MUS > vimos/viemos VI- DI˘-STIS > visteis/viestes VI DE RUNT > vieron

Por su I originaria no tuvo las vacilaciones de los anteriores verbos.

FUI ofrece un desarrollo muy complicado ya que, por una parte, supone dos etimologías: al lado de la forma literaria existía otra contracta vulgar, salvo para la primera persona del singular. Y por otra parte, contamos con derivados- de formas que tenían como vocal radical ˘ y de formas con una U . una U En realidad, la raíz de FUI tenía U, pero era habitual en latín que una vocal larga en contacto con otra vocal se abreviara. Además, según Mattoso Cámara mientras que el latín vulgar mantuvo la U originaria en ˘ 55. todas sus formas, el latín culto y clásico generalizó las formas con U Formas Literarias —Formas Latinas Originarias FU fúe, fu) - I˘ > fúi - > fui (otras soluciones ˘ - > -i- por influjo de -I- . FU I STI > fuiste, con -I FU I˘ T > fúe > fue 55

MATTOSO CÂMARA, J., «Una alternancia portuguesa: Fui-Foi», en RFH, I, pp. 257-261.

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-˘ FU > fuemos > †fuimos, forma analógica a fui, fuiste. - I˘ MUS ˘ S > fuestes > †fuistes, forma analógica a fui, fuiste. FU I STI FU E˘RUNT > fueron —Formas en las que se abrevia la vocal de la raíz ˘ I- > fúe > fué, con -U ˘ - > -u- por influjo de -I- -. FU ˘ I˘ STI > *foiste > †fueste FU ˘ I˘ T > *foe > fúe, fu, fue FU ˘ I˘ MUS > foemos > fuemos FU ˘ I˘ STI˘ S > *foestes > fuestes FU ˘ FUE˘RUNT > *foeron > fueron La forma de tercera persona del singular fue, tiene una -e etimológica, pero excepcional. La causa es, según Menéndez Pidal, ˘, que este diptongo «-ue» se confundió con los procedentes de O muy arraigados, por lo que éste también se conservó. —Formas contractas ˘ STI- > fuste, fust FU FU STI > foste, fost ˘ T > fu FU FU - T > fo ˘ MUS > fumos FU FU > fomos - MUS ˘ STI˘ S > fustes ˘ S > fostes FU FU STI ˘ RUNT > furon FU FU RUNT > foron En general, mientras que las formas plenas, las procedentes de -U ˘ -, confluyeron, no ocurrió lo mismo con las contractas, las y las de -U cuales, por otro lado, no sobrevivieron más allá del siglo XV. Por último, en el habla vulgar y dialectal se confunden, a veces, el tema del perfecto fuerte y el del presente. El gerundio toma el tema del perfecto fuerte: supiendo, hiciendo, quisiendo, fuendo,... En el habla culta hay sólo un caso: pudiendo (en vez de «podiendo»), donde hay atracción de «pude». LOS TIEMPOS AFINES AL PERFECTO56 La evolución de los tiempos afines al perfecto es menos compleja que la que hemos visto para el propio perfecto. En ellos la tendencia reguladora es más fuerte, de manera que la analogía alcanza a todos. Incluso los verbos que conservan perfectos fuertes rehicieron los tiempos derivados siguiendo el modelo de los verbos en -ir. 56 MENÉNDEZ PIDAL, R. (1977), op. cit., pp. 309-313; GARCÍA DE DIEGO, V. (1961), op. cit., pp. 231-232; HANSSEN, F. (1945), op. cit., p. 113.

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PRIMERA CONJUGACIÓN. CONJUGACIÓN -ARE Pluscuamperfecto de indicativo latino → Imperfecto de subjuntivo romance: forma -ra CANTAVERAM > CANTARAM > cantara CANTAVERAS > CANTARAS > cantaras CANTAVERAT > CANTARAT > cantara ... Pluscuamperfecto de subjuntivo latino → Imperfecto de subjuntivo romance: forma -se CANTAVISSEM > CANTASSEM > cantase (cantasse/cantás) CANTAVISSES > CANTASSES > cantases (cantasses/cantases) CANTAVISSET > CANTASSET > cantase (cantasse/cantase) ... Futuro perfecto de indicativo (+ Pretérito perfecto de subjuntivo) latinos → Futuro imperfecto de subjuntivo romance CANTAVERO > CANTARO > cantaro, cantar, †cantare CANTAVERIS > CANTARIS > cantares CANTAVERIT > CANTARIT > cantare ... Tal y como se indicaba en las páginas iniciales de este capítulo, en el paso del latín clásico al latín vulgar se produce la pérdida de la sílaba -VE- o -VI- de las formas del Perfectum latino. Este hecho queda claramente reflejado en los tiempos que nos ocupan. A partir de esa situación, como podemos ver, la evolución es totalmente normal. CUARTA CONJUGACIÓN. CONJUGACIÓN -IRE Pluscuamperfecto de indicativo latino → Imperfecto de subjuntivo romance: forma -ra DORMI E˘RAM > durmiera - ˘ DORMI VERAM DORMI RAM > dormira DORMI E˘RAS > durmieras - ˘ DORMI VERAS DORMI RAS > dormiras      

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  

DORMI VE˘RAT

DORMI E˘RAT > durmiera DORMIRAT > dormira

... Pluscuamperfecto de subjuntivo latino → Imperfecto de subjuntivo romance: forma -se DORMI I˘ SSEM > durmiese (durmiesse, DORMI VI˘ SSEM durmiés) DORMI SSEM > dormisse DORMI I˘ SSES > durmieses (durmiesses, - ˘ durmieses) DORMI VI SSES DORMI SSES > dormisses DORMI I˘ SSET > durmiese (durmiesse, durmiés) DORMI VI˘ SSET DORMI SSET > dormisse ...               

Futuro perfecto de indicativo (+ Pretérito perfecto de subjuntivo) latinos → Futuro imperfecto de subjuntivo romance DORMI VE˘RO > DORMI E˘RO > durmiero, durmier, †durmiere DORMI E˘RIS > durmieres DORMI VE˘RIS DORMI RIS > dormires DORMI E˘RIT > durmiere - ˘ DORMI VERIT DORMI RIT > dormire ...      

Los futuros imperfectos de subjuntivo presentan en la primera persona del singular una -o final etimológica que fue usada hasta el siglo XIV, junto a las formas con -r, -re; esta última es la que prevaleció, para uniformar con «-e» la terminación a las demás personas del tiempo y al imperfecto de subjuntivo: cantase, durmiese... Por otra parte, como se ha podido observar, los verbos de la conjugación en -ir presentan más contracciones que los verbos en -ar; luego en ese caso la alternancia de formas es mayor. 269 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

EL PARTICIPIO DE PASADO57 Forma no personal del verbo que, como ya se ha indicado, entra dentro del Perfectum latino. Hay que diferenciar dos tipos: los participios regulares que se acentúan en la vocal temática (participios llamados débiles) y los participios cuyo acento recae en la raíz (los participios fuertes). PARTICIPIOS DÉBILES En el participio de pasado, los verbos en -ar e -ir siguen los tipos latinos: -ATUM, -ITUM. CANT- ATU(M) > cant- ado DORM- ITU(M) > dorm- ido Estas dos terminaciones, -ado -ido, se aplican hoy sin confusión alguna entre sí, pero en los textos de los siglos XIII o XIV se hallan algunos verbos en -ar con participio en -ido: robido, amodorrido,... También para los verbos en -ar, Menéndez Pidal nos habla de participios sin sufijo, que hoy día todavía se conservan en el habla vulgar y dialectal de algunas regiones: pago/pagado; corto/cortado; nublo/nublado; abrigo/abrigado, etc. Pero algunas de estas formas sin sufijo no deben considerarse formaciones regresivas de los participios ya que proceden ˘ RTUS, NU ˘ BI˘ LUS, APRI- CUS). No de un adjetivo latino originario (CU ocurre lo mismo, sin embargo, en otros casos como el de «pago» para el que no hay un adjetivo latino originario58. Los verbos en -ERE carecían, igual que en el -perfecto, de la correspondiente forma débil de participio de pasado -E TUM; los pocos que la tenían la perdieron en romance. Por ello el participio de -er se tomó de la conjugación -ir, lo mismo que el perfecto. Ejemplos: MI˘ SSUM → †metido VENDI˘ TUM → †vendido CURSUM → †corrido ... La forma propia de la conjugación -ERE es -UTUM, que correspondía en latín a algunos verbos en -E˘RE con perfecto en -UI. Ejemplos: TRIBU-TUM > (a)trevudo BATTU TUM > batudo ... 57 MENÉNDEZ PIDAL, R. (1977), op. cit., pp. 320-322; GARCÍA DE DIEGO, V. (1961), op. cit., pp. 233-234 y 253-254; HANSSEN, F. (1945), op. cit., pp. 119-121. 58 LAPESA, R. (2000), op. cit., p. 775.

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y los analógicos a estos: vençudo, ardudo, ascondudo,... Esta forma -udo, muy común en el siglo XIII y que en otros romances se mantiene como la terminación regular de los verbos en -er, vino a ser desusada en español, manteniéndose solamente en ciertos niveles: «suertudo», sufijo de formación de adjetivos, no ya una desinencia verbal. PARTICIPIOS FUERTES Los participios fuertes conservados en romance pueden dividirse en dos clases: —Los terminados en -SU > -so, escasos en español. PRE NSUM > preso EXPE NSUM > espeso DEFENSUM > defeso IMPRESSUM > impreso (junto a «imprimido») Como simples adjetivos viven:- enceso (< I˘ NCE NSUM), raso (< RASUM), teso y tieso (< TE NSUM),... y como sustantivos: dehesa y remesa. —Los terminados en -TU(M) > -to. ˘ SI˘ TU > puesto • S’TU PO VISTU (por VISUM) > visto ˘ LU • L’TU VO TU → *VOLTU > vuelto ˘ LU TU > suelto SO • RTU APE˘RTU > abierto ˘ RTU > muerto MO • PTU SCRIPTU > escrito RUPTU > roto • KTU DI CTU > dicho FACTU > hecho • NCTU TI- NCTU > tinto Subsisten como sustantivos CI NCTU > cinto o adjetivos. JUNCTU > junto

  

• Vocal + TU ITU(M) > ido NATU(M) > nado, anticuado, usual antes junto al moderno «nacido». En la etapa medieval hay más participios fuertes que en el español de hoy. La tendencia analógica es más fuerte en los participios que en 271 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

el perfecto. Dicha tendencia se manifiesta en la creación de los participios débiles modernos, en vez de los fuertes arcaicos y en la admisión de duplicados: rompido/roto, freído/frito, proveído/provisto, corrompido/corrupto, etc., que pueden llegar a desterrar a los fuertes correspondientes. 15.7. El Futuro y el Condicional59 15.7.1. Origen de estas formas El futuro sintético latino presentaba una estructura morfológica muy heterogénea. Al margen de los verbos irregulares, tenía dos formaciones distintas: una para los verbos de la primera y segunda conjugación (amabo, amabis,...; monebo, monebis,...) y otra para los de la tercera y cuarta (legam, leges,...; audiam, audies,...). Y, en opinión de algunos autores, está en esta estructura heterogénea la raíz de la pérdida en el lenguaje hablado latino del futuro sintético. Aunque no son las causas fonéticas las únicas aducidas para explicar tal pérdida, podemos decir que éstas sí han tenido gran eco. En el paradigma verbal del latín literario ya se producían coincidencias formales (la primera persona del futuro legam, audiam, etc. era igual a la primera del presente de subjuntivo en los verbos de la tercera y cuarta conjugación), que fueron en aumento en latín vulgar cuando, por ejemplo, se pronuncian igual la E˘, ˘I breves finales (leges, leget (futuro) y legis, legit (presente de indicativo)). Dichas circunstancias dificultaban, sin duda alguna, el uso del futuro sintético pero, en opinión de Bassols, no determinaron su pérdida en el lenguaje hablado. Para este autor la desaparición de tal forma está relacionada con el deseo de disponer de una forma adecuada para expresar ‘futuro respecto del pasado’ (condicional) —que el latín no tenía—. Este hecho impulsó el uso de la forma perifrástica AMARE HABEBAM, que una vez afianzada en la lengua se utilizó también en los restantes tiempos. De una de esas construcciones AMARE HABEO es 59 MENÉNDEZ PIDAL, R. (1977), op. cit., pp. 322-324; GARCÍA DE DIEGO, V. (1961), op. cit., pp. 234 y 251-252; HANSSEN, F. (1945), op. cit., pp. 118-119; BASSOLS DE CLIMENT, M. (1948), Sintaxis histórica de la lengua latina, Escuela de Filología, Barcelona; COMPANY, C., «Los futuros en el español medieval. Sus orígenes y su evolución», NRFH, 34, pp. 48-107; KENISTON, H. (1937), The Syntax of Castilian Prose: the Sixteenth Century, The University of Chicago Press; MEIER, H. (1965), «Futuro y Futuridad», Revista de Filología Española, XLVIII, pp. 61-77.

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de donde surgió con el tiempo la forma que sustituiría a los futuros sintéticos. Este modo de concebir el origen del futuro nos orienta hacia una concepción lineal de su evolución, perspectiva que adoptan autores como Bassols de Climent y romanistas e hispanistas clásicos (MeyerLübke, etc.). Forma sintética: AMABO, LEGAM → Giros perifrásticos → RomanLatín clásico

Baja latinidad

ce: Hasta s. XVI-XVII Futuro sintético/Futuro analítico → Castellano actual: Futuro sintético → Futuro analítico «ir a + infinitivo» Sin embargo, otros autores como H. Meier o Concepción Company parten de la idea de que el latín contaba con diversas expresiones para indicar «futuridad» además del futuro sintético. Entre esas expresiones estaba por ejemplo: —Praesens pro futuro (frecuente en el diálogo cotidiano). —Futuro sintético (usual en el monólogo o en contextos solemnes). —Participio de futuro o presente + verbo copulativo («lecturus sum», «legens ero»). —... —Formas perifrásticas como las formadas por • Verbo modal (velle, debere, posse) + infinitivo. • Infinitivo + formas de Habere: DARE HABEO; habeo dare, habeo ad dare, habeo de dare. Todas estas formas son expresiones que no han sido creadas para sustituir al futuro sino que coexistían para expresar los aspectos varios de la «futuridad», estando su uso determinado por la situación concreta de comunicación (intención comunicativa, tipo de registro, etc.), con diferencias regionales y de época. Dare habeo se diferencia de las otras formas perifrásticas mencionadas en su evolución hacia una nueva forma sintética. En su origen esta estructura era usada para indicar ‘obligación, intención, necesidad’ dirigidas al futuro (por ejemplo en Cicerón, siglo I a. C.). Sin embargo, Tertuliano (siglo III d. C.) la utiliza ya, en opinión de diversos estudiosos, con la simple acepción temporal de futuro («dare habeo» ‘daré’). El primer testimonio románico de futuro sintético se encuentra en una crónica francesa del año 613 (la Crónica de Fredegario): «Et ille respondebat: Non dabo. Iustinianus decebat: Darás». Los testimonios para otras lenguas románicas son más tardíos. En concreto, para el castellano no hay datos anteriores a las Glosas Silenses (s. X). 273 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Ahora bien, ¿cómo se implantan estas nuevas formas sintéticas en las diferentes lenguas románicas?. Se han formulado diversas hipótesis al respecto. —Hay autores (como Meyer-Lübke, Vidos, Rohlfs, etc.) que piensan que la nueva forma sintética se irradia a partir del Norte de la Galia (siglo VII) hacia el sur y hacia el este, de manera que penetra en las diversas lenguas románicas. Esta ola de expansión llega a la Península muy debilitada y en un período tardío razón por la que dicha forma no consigue eliminar del todo a las formas analíticas hasta el siglo XVII en castellano. Más tardía, todavía, es la entrada de la forma sintética en la antigua Lusitania donde la lucha entre «darabeo» y «abeo dare» sigue viva hoy en día. —Por el contrario, otros autores (H. Meier, C. Company, etc.) consideran que las formas sintéticas son fruto de desarrollos paralelos en la mayoría de las lenguas de la Romania Occidental.

15.7.2. Formas sintéticas y formas analíticas romances En la parte más occidental de la Romania, en un pequeño número de lenguas entre las que está el castellano, se han conservado o se conservan60 junto al futuro y condicional sintético los llamados futuros y condicionales analíticos: «darvos he» (Mio Cid, 272); «aver la yemos» (Mio Cid, 2663), giros perifrásticos que están constituidos por el infinitivo del verbo que se conjuga y el presente o imperfecto del verbo «aver» más uno o varios clíticos interpuestos entre ambos. Pero, ¿por qué han existido en español antiguo estas estructuras analíticas? Son diferentes las explicaciones que se han dado. —Hay autores que piensan que estas formas, los futuros y condicionales analíticos, son restos arcaizantes o fosilizados. Quienes sostienen esta postura son autores como Meyer-Lübke, Vidos, Rohlfs, etc. que consideran que la nueva forma sintética se cristalizó en el siglo VII en el norte de la Galia y a partir de aquí se irradió al resto de la Romania. Remarcan de esta manera el carácter conservador del castellano (y más todavía del portugués) frente al francés, lengua especialmente innovadora. 60 Como ocurre en el portugués peninsular de los registros muy cuidados o de la lengua literaria.

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Si realmente los futuros y condicionales analíticos fueran restos fosilizados, su uso sería más elevado que el de los futuros y condicionales sintéticos en los orígenes del español y progresivamente éstos suplantarían a aquellos a medida que van transcurriendo los siglos. Pero esta suposición no se constata en ningún estadio de la lengua61. —Otros autores como Menéndez Pidal, Keniston, Cano Aguilar, H. Meier, etc. consideran que las formas sintéticas y las analíticas son variantes sintácticas, cuya variación está ligada a las condiciones de la posición de los pronombres átonos62. De todos ellos es H. Meier quien nos habla de forma mucho más detallada y explícita sobre la escisión de los constituyentes del futuro para que el clítico se apoye en el infinitivo dada la imposibilidad de que los pronombres átonos inicien la oración o el grupo fónico en castellano antiguo. —Concepción Company va por otros derroteros al partir de la idea de que las formas sintéticas y las analíticas, salvo en el nivel semántico en el que ambas aportan valores verbales semejantes, no son construcciones equivalentes. Tienen el mismo origen (la frase verbal obligativa con «habere») pero el desarrollo morfosintáctico de unas y otras fue distinto. Esta autora llega a conclusiones tan interesantes como el hecho de que las formas analíticas se especializaron como formas restringidas para indicar procesos de topicalización. Estas inician, casi siempre, la oración y cuando no lo hacen sólo admiten constituyentes oracionales topicalizados lo que le permite caracterizarlas con dicha especialización sintáctica. En contrapartida, las formas sintéticas pueden aparecer o no en posición inicial de frase y además cubrir los mismos procesos sintácticos. Además, mientras que las formas de «haber» en las estructuras de futuro he, has, ha, hemos, etc. son las mismas que aparecen en otras construcciones (he cantado, he de cantar, etc.), no ocurre lo mismo en las estructuras de condicional. En éstas la forma que tiene el auxiliar ía, ías, ía, etc. no aparece en ningún otro tipo de

61 No se constata ni en la obra de Gonzalo de Berceo ni en ninguna de las estudiadas por C. COMPANY en «Los futuros en el español medieval. Sus orígenes y su evolución», en NRFH, 34, p. 68. 62 «En el Çid (...) si el futuro o condicional encabezan la frase, es regular la separación», MENÉNDEZ PIDAL, Cantar de Mio Cid, Gramática, vol. I, p. 411; en términos muy semejantes se expresa CANO AGUILAR en El español a través de los tiempos; asimismo Keniston se refiere a estos giros como «split future» y «split conditional».

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estructura. Son formas de ocurrencia única. En definitiva, el futuro y el condicional analíticos no son simétricos internamente. Precisamente esta falta de simetría morfológica y la escasa productividad de las formas analíticas dada su elevada especialización sintáctica han sido factores decisivos, según C. Company, para la desaparición de estas últimas formas hacia finales del siglo XVI. Otro aspecto de importancia es el que se refiere a la evolución morfológica de los futuros y condicionales. Las formas sintéticas sufren una serie de transformaciones fónicas que afectan tanto al infinitivo que precede al auxiliar «haber» como a éste de modo que ambos pierden su autonomía sintáctica y morfológica. El infinitivo pasa a ser la raíz léxica de una nueva palabra y el auxiliar «haber» de verbo independiente se convierte en un morfema gramatical de un nuevo tiempo, el futuro o el condicional.

Dichos cambios no afectan, claro está, a las formas analíticas; tampoco a las formas sintéticas de los verbos que siguen la primera conjugación. En el futuro y el condicional de los verbos en -ar el infinitivo se une simplemente al auxiliar. Cantar (< CANTARE) + -é (< HABEO) -ás (< HAS) -á (< HAT) ... Cantar (< CANTARE) + -ía (< HABEBAM) -ías (< HABEBAS) -ía (< HABEBAT) ... Tales cambios se producen sólo en los verbos de la segunda y tercera conjugación. Las vocales palatales de los verbos -er e -ir al encontrarse en las nuevas formas en situación protónica se perderán. Esta pérdida se produce de manera casi sistemática hasta fines del siglo XIV: vivré, concibredes, perdrás, consintrá,...; habría, podría, perdrías, etc., formas en las que la consonante final del verbo podía unirse simplemente a la -r del infinitivo. En otros casos la unión de ambas consonantes exigía algún otro cambio como epéntesis, metátesis, asimilación, etc. que desfiguraba el tema: M’R: com-b-ré/comré N’R: pon-d-rá/ponrá/porná/porrá L’R: dol-d-rá/dolrá 276 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Z’R: se usaba —la simple unión: yaz-remos, dizré... —la epéntesis de la dental sonora (como sonora era la [z^ ]): yazd-rá, bendiz-d-ré... —la supresión de la africada [z^ ] «z»: diré, adurá... Ç’R: se usaba —la simple unión: creçrá, pareçredes,... —la epéntesis de la dental sorda (pues sorda era la «ç» [s^ ], aunque luego se hiciese sonora al quedar en posición final de sílaba): conoz-t-rá, fallez-t-rá,... Pero la tendencia a mantener entera la forma del infinitivo hizo ir olvidando todas estas contracciones a partir de fines del siglo XIV; así en la mayoría de los casos se recupera la «e» de -er y la «i» de -ir. La lengua moderna conserva estas transformaciones sintetizadoras en once verbos: habré, sabré, cabré, querré, podré, vendré, pondré, tendré, valdré, saldré y diré; este último verbo no es comparable con «haré», porque no está formado sobre el infinitivo «hacer» sino sobre el contracto «far», usual en castellano antiguo junto a «fer». Además, en el siglo XIII coexistía junto a la contracción la tendencia a mantener entero el infinitivo, de ahí que se dijese también: saliré, haberé, saberás,... Ni que decir tiene que el condicional estuvo sujeto a los mismos cambios que el futuro y que mantiene para los mismos once verbos las transformaciones de síntesis mencionadas. 15.8. Los tiempos compuestos63 Una de las innovaciones de mayor transcendencia dentro del sistema verbal es la creación de los tiempos compuestos. Cómo, cuándo y 63 ALARCOS LLORACH, E. (1973), Estudios de gramática funcional del español, Gredos, Madrid; ÁLVAREZ ÁLVAREZ, M. (1992), «Una primera aproximación filológica a un documento guipuzcoano del siglo XVI: “Las ordenanzas de la Cofradía de Mareantes de San Pedro de Fuenterrabía (1361-1551)”», Mundaiz, 43, pp. 5-22; Ibídem, (1993), «La estructura Haber + pp. en la documentación municipal del País Vasco Húmedo (siglos XIV-XVI)», Mundaiz, 45, pp. 5-18; ANDRÉS-SUÁREZ, I. (1994), El verbo español. Sistemas medievales y sistema clásico, Gredos, Madrid; BASSOLS DE CLIMENT, M. (1948), op. cit.; COMPANY, C. (1983), «Sintaxis y valores de los tiempos compuestos en el español medieval», NRFH, 32, pp. 235-257; PELLEN, R. (1984), «Les temps composés et le traitement du participe avec HABER dans le poeme de Mio Cid», Cahiers de Linguistique hispanique médiévale, 9, pp. 49-97; YLLERA, A. (1980), Sintaxis histórica del verbo español. Las perífrasis medievales, Universidad de Zaragoza, Zaragoza.

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por qué surgen las estructuras que acabarán expresándolos son preguntas cuya respuesta nos ayudará a comprender mejor el funcionamiento y desarrollo histórico de esta parte importante de la conjugación. 15.8.1. Cómo, cuándo y por qué surgen las estructuras HABERE + pp. y ESSE + pp. Para dar respuesta a estas preguntas es necesario que nos detengamos en analizar el papel que juega el «perfecto» en la conjugación latina. Este tiempo es el resultado de la fusión de dos tiempos del primitivo indoeuropeo: el perfecto y el aoristo, lo que ocasiona que, entre otras cosas, aquél no tenga significado unitario. En efecto, el perfecto latino tiene acepciones que proceden del primitivo aoristo (enuncian los hechos pasados considerados como terminados) y acepciones que derivan del primitivo perfecto (indican acción previa y resultado que de ella deriva). Esta circunstancia originaba constantes confusiones que trataban de remediarse ya en el mismo latín al recurrir a formas perifrásticas para expresar ‘la persistencia en el presente de los resultados de una acción verbal previa’. Esas formas perifrásticas estaban formadas por HABEO ‘estado presente’ + Participio ‘acción pasada’ La idoneidad de esta estructura es evidente para expresar ‘estado presente de una acción pasada’; pero es que, además, cambiando el tiempo del verbo auxiliar permite construir todo un sistema para expresar tales matices también referidos al pasado y al futuro, como efectivamente así ocurrió. Ahora bien, para que esta estructura pudiera expresar las acepciones derivadas del primitivo perfecto era necesario que estuviera al menos parcialmente desemantizada. Esta desemantización surge en contextos en los que «Habeo» se utiliza con doble acusativo, por ejemplo: «habeo scriptam epistolam» ‘tengo una carta escrita’. En un principio «habeo» que indica posesión tiene un sujeto distinto del de «scriptam». Después, «habeo» se desemantiza parcialmente y su sujeto y el agente de la acción expresada por el participio es el mismo. De esta manera, la acción indicada por el participio repercute en forma de estado sobre el complemento: «tengo escrita una carta» (‘resultado de la acción previa de escribir’). 278 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

El debilitamiento significativo de «habeo» se producía con más frecuencia con participios que expresaban ‘actividad intelectual’, como por ejemplo cognitum, compertum, deliberatum, invitatum, etc. «Rationes cognitas habeo» ‘tengo conocido, estoy en posesión del conocimiento’ (Illud) «Compertum habeo» ‘tengo averiguado, sabido, sé’ De esta manera, «habeo + pp.» poco a poco se va utilizando para expresar las acepciones propias del primitivo perfecto y el «perfecto latino» se va reduciendo a su función de aoristo ‘pasado absoluto, remoto sin conexión con el presente’. Aunque ya se encuentra algún ejemplo de «habeo + pp.» en latín arcaico, es en la prosa clásica donde su empleo es frecuente (es usual en autores como César y Cicerón). No obstante, va a ocurrir que entre los siglos I y VI d. de C. su uso disminuye notablemente hasta casi desaparecer del lenguaje literario (y de la lengua hablada según Thielmann) para luego a partir del siglo VI resurgir sobre la base de «habeo + pp.» de verbos que expresan actividad intelectual, los cuales habían resistido la crisis mencionada. La reaparición de esta forma se produce sobre todo en el latín de las Galias, mientras que en el latín de la Península Ibérica y en el de alguna extensión de Italia no se produjo con la misma intensidad. Esto explica, según Alarcos, que en los primeros textos literarios castellanos se haga poco uso de «habeo + pp.» con valor de pretérito indicando no una acción pasada sino ‘un estado duradero o un resultado presente’, circunstancia que, además, está relacionada con el hecho de que se documente la conservación de «haber» como verbo independiente que indica ‘posesión’. Por otra parte, teniendo en cuenta que el origen de «habeo + pp.» está en las estructuras de «habeo + doble acusativo» es lógico pensar que dicho participio únicamente sea posible cuando se trate de verbos transitivos. En un principio, se documentan verbos transitivos que llevan un «acusativo- objeto»; luego, con la mecanización de la forma se extiende también a verbos transitivos sin objeto directo, empleados absolutamente («compertum habeo» ‘tengo averiguado’). Está claro que «habeo» no era apto para la formación de las estructuras paralelas correspondientes a los verbos intransitivos, los cuales en su origen, y por analogía, utilizaban todos el verbo intransitivo de estado ESSE. También influyó el hecho de que los verbos deponentes y semideponentes latinos recurrieran al mismo auxiliar ESSE para la expresión del tiempo «perfecto» (Natus est, hortatus sum), auxiliar que transmi279 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

tieron a los verbos próximos a ellos en tipo semántico: los intransitivos y pronominales («voz media»). De esta manera y ya en latín clásico a partir de Habere + pp. y Esse + pp., variando el tiempo y el modo del verbo auxiliar, surge todo un sistema estructurado para expresar los viejos valores perfectivo-resultativos indicados en su origen por las formas del «perfectum latino». 15.8.2. Los tiempos compuestos con «aver» y con «ser». Sus diversos tipos Si hay algo que caracteriza al castellano medieval en relación con las estructuras Aver + pp. y Ser + pp. es precisamente el hecho de que ofrezcan diversas posibilidades formales que son expresión de diversos valores semánticos. Forma y significado están en íntima relación de manera que a mayor estabilización formal menor variabilidad significativa (construcción de los diversos tiempos compuestos de la conjugación). Son varias las variables que ocasionan que en una misma época se documenten diversos tipos de las estructuras que nos ocupan, «diversos tipos de normas en una misma gramática» como señala C. Company64. —Doble sistema de auxiliaridad: «Aver» para los verbos transitivos y «Ser» para los verbos intransitivos y reflexivos. —Concordancia o no del participio con el objeto directo en el caso de los verbos transitivos y con el sujeto en el de los verbos intransitivos y reflexivos. —Interposición o no de otros constituyentes oracionales entre el auxiliar y el participio. —Orden de los constituyentes de la estructura: Auxiliar + pp. o pp. + Auxiliar. I. DOBLE SISTEMA DE AUXILIARIDAD Como se ha indicado anteriormente, en la lengua antigua los verbos transitivos recurrían al auxiliar «Aver», mientras que los intransitivos y reflexivos al auxiliar «Ser». Ejemplos: «esto me an buelto mios enemigos malos» (Mio Cid, v. 9) «La oraçión fecha, la missa acabada la an» (Mio Cid, v. 366) «Dixo Venus a Paris grant cosa as pedida» (Alexandre, 389 a) 64 COMPANY, C. (1983), «Sintaxis y valores de los tiempos compuestos en el español medieval», NRFH, 32, pp. 235-257.

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«Entrados son a Molina, buena e rica casa» (Mio Cid, v. 1550) «Passada es la noche, venida es la mañana» (Mio Cid, v. 1540) «Quiérote por maestro, por esso so venido» (San Millán, 16d) «Si estonçe fuesse muerto nol debiera pesa» (Apolonio, 3d) «non era el aún apoderado de todo el regno» (Crónica General, 723 a, 45) «éranse ya los otros mucho alongados» (Crónica General, 428b, 26) Pero esto no sucedía en todos los casos. Es más, con frecuencia se producían interferencias entre un sistema y otro, de manera ya desde los primeros textos se encuentran empleos de «Aver» como auxiliar de verbos intransitivos. Ejemplos: «Arribado an las naves, fuera eran exidos» (Mio Cid, v. 1629) «Tórnanse con las dueñas, a Valençia an entrado» (Mio Cid, 2247) «quando ovo corrido, todos se maravillauan» (Mio Cid, v. 1590) Se da la circunstancia de que verbos de movimiento como entrar, correr, passar, allegar, etc., también pueden emplearse como transitivos. Sin embargo, esto no explica el hecho de que halla verbos intransitivos de movimiento que tienden a recurrir al auxiliar «Ser» mientras que otros al auxiliar «Aver». La explicación hay que buscarla, según A. Yllera65, en el significado propio del verbo, de manera que los intransitivos semánticamente imperfectivos (andar, correr, etc.) se construyen con «Aver» y los semánticamente perfectivos (ir, venir, llegar, entrar, etc.), con «Ser». Con verbos reflexivos o medios el uso de «Aver» es muy posterior a lo visto para los verbos intransitivos. No hay ningún caso claro en el Poema de Mio Cid66. En el siglo XIII junto a la estructura «Ser + pp.» comienza a utilizarse por analogía con las formas simples la estructura «se Ser + pp.». El tercer procedimiento perifrástico para expresar los tiempos compuestos de los verbos que nos ocupan supone recurrir al auxiliar «Aver», «se Aver + pp.», procedimiento que ya para el siglo XV era el más frecuente de los tres. Ejemplos: «Disieles a las gentes que se oviesen quedadas» (Alexandre, 414c). «Se avié levantado» (Crónica General, 58b, 10) 65 YLLERA, A. (1980), Sintaxis histórica del verbo español. Las perífrasis medievales, Universidad de Zaragoza, Zaragoza. 66 En dicha obra hay un ejemplo muy discutido, el verso 1.113: «Al terçer dia todos iuntados son» (edición paleográfica), ejemplo que Menéndez Pidal alteró en su edición crítica «Al terçer dia todos juntados s’an» por necesidades de la asonancia y por parecerle más correcto ya que el copista cambió «s’an» por «son» sin pronombre.

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En definitiva, la diferenciación «Aver» transitividad ⇔ «Ser» intransitividad comienza a perderse ya desde los primeros textos literarios. Según los datos que nos proporciona Concepción Company se produce desde entonces un aumento progresivo del uso de «Aver» con verbos intransitivos y reflexivos hasta tal punto que a partir del siglo XV «Ser» es auxiliar de un número reducido de verbos: los deponentes nacer y morir y los verbos intransitivos de movimiento como ir, venir, tornar, pasar, etc., verbos que muestran cierta resistencia de perder el régimen de dicho auxiliar. En el siglo XVI se consolida ya «haber» como único auxiliar de las formas compuestas, aunque hay algún autor que lo retrasa hasta el siglo XVII. II. CONCORDANCIA/NO CONCORDANCIA. OBJETO DIRECTO → SUJETO En castellano medieval era muy frecuente que el participio presentase variaciones morfológicas -o, -a, -os, -as en concordancia con el objeto directo o con el sujeto según se tratase de las estructuras «aver + pp.» o «ser + pp.». Junto a esta norma se documentan casos ya desde los primeros textos de no concordancia. Ejemplos: «La lança a quebrada» (Mio Cid, 68) «Quando ouo leydas las cartas el notario» (Alexandre, 142c) «Si estos cinco gozos que dichos vos avemos / a la Madre gloriosa bien gelos ofrecemos» (Milagros, 122 a, b) «Entrados son a Molina, buena e rica casa» (Mio Cid, 1550) «Passada es la noche, venida es la mañana» (Mio Cid, 1540) «Sodes caydos todos en una rason mala» (Alexandre, 139b) «Secund esta noticia qe avemos contado» (San Millán, 364 a) «e prouo una cosa que non auie prouado» (Alexandre, 880c) «... quando fuero transido» (Santo Domingo, 758d) Según los datos que nos proporciona Concepción Company, durante los siglos XII y XIII son más frecuentes los casos de concordancia. Sin embargo, ya a partir del XIV y hasta mediados del siglo XV el participio permanece invariable en la mayor parte de ellos, hasta que a fines del siglo XV desaparece por completo la sintaxis concordante. Keniston señala, no obstante, algún caso aislado para el siglo XVI. Esta disminución progresiva de la variación morfológica del participio es posible que se iniciara en aquellas circunstancias en las que se tenía como referente el masculino singular, por ser ésta la forma neutra, la forma no marcada. Lo que sí está comprobado es que dicha disminución afecta en primer lugar al femenino singular y luego al masculino o 282 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

femenino plural, casos que son más resistentes al cambio hacia la invariabilidad del participio. III. INTERPOSICIÓN DE CONSTITUYENTES ORACIONALES ENTRE AUXILIAR Y PARTICIPIO

En castellano medieval era posible y además relativamente frecuente que se intercalasen entre el auxiliar y el participio otros constituyentes oracionales: objeto directo, complementos circunstanciales (expresados generalmente por adverbios de modo, tiempo, lugar, etc.), sujeto, objeto indirecto, la negación, etc. Ejemplos: «tierras de Borriana, todas conquistas las ha» (Mio Cid, 1093) «Asaz te he ya dicho, non puedo más estar» (Libro de buen amor, 647 a) «en él fallarás fablas que l’ove yo mostrado» (Libro de buen amor, 429b) «Lo que en muchos años rrecabado non as» (Libro de buen amor, 579c) «Fueron luego llegados a un buen lugareio» (Apolonio) «Somos mucho fallidos en el Criador» (Alexandre, 1143 a) La frecuencia de los elementos interpuestos entre el auxiliar y el participio varía notablemente en el transcurso de los siglos. Así, y siempre teniendo en cuenta los datos que proporciona Company, nos encontramos con que en el período comprendido entre el siglo XII y XIII no sólo se intercala todo tipo de elementos sino que además se realiza esta práctica de manera reiterada. Pero ya para el siglo XIV y hasta finales del XV los constituyentes intercalados no sólo quedan reducidos a unos pocos tipos (objeto directo, sujeto enfático y elementos adverbiales) sino que además disminuyen en uso. En las estructuras en las que se utiliza el verbo «ser» como auxiliar la frecuencia de los elementos interpuestos es ligeramente más elevada que cuando se recurre a «aver». De acuerdo a los estudios realizados hasta el momento es muy posible que la práctica de intercalar constituyentes oracionales entre el auxiliar y el verbo en participio sea característica de normas más elaboradas como la literaria, ya que se ha constatado en estudios de textos notariales que esta variable ofrece una frecuencia de uso muy baja. IV. ORDEN DE LOS CONSTITUYENTES DE LA ESTRUCTURA En castellano medieval el participio podía posponerse o anteponerse al verbo auxiliar: Auxiliar + pp. o pp.+ Auxiliar, orden este último que nunca llegó a predominar. Ya para el siglo XIII su presencia en los textos es poco representativa, aunque tenemos que esperar al siglo XV 283 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

para que la posibilidad de anteponer el participio desaparezca. Cuando es «ser» el auxiliar es todavía menos frecuente este orden. Los casos de anteposición encontrados en materiales del siglo XV revelan que hay tendencia a su localización en contextos muy específicos: —En oraciones exclamativas y en construcciones breves. —En oraciones que recopilan todo lo expresado con anterioridad en el discurso. Menéndez Pidal señala también para el Mio Cid la peculiaridad de que el Auxiliar nunca se sitúa en el inicio absoluto de un grupo fónico. En cambio, si el participio se antepone, el verbo puede ocupar todas las posiciones. «cogida han la tienda do albergaron de noch» (Mio Cid, 2706) «Sempronio cóseme esta boca, que no lo puedo sofrir ¡Encaxado ha la saya!» (Celestina, p. 205/7). «El pintor fue muy byen pagado e pintólo, como dicho he, en casa del hermitaño» (Corbacho, p. 239). Pero salvo en casos como los anteriores no parece que se dé ningún condicionante contextual que propicie la anteposición o posposición del participio. Como hemos podido ver, las cuatro variables anteriores ocasionan que las estructuras «aver + pp.» y «ser + pp.» ofrezcan una gama de posibilidades formales que precisamente es lo que caracteriza al castellano medieval frente al moderno en el que el Auxiliar + pp. ha sufrido un proceso de cohesión que trae como consecuencia y según hemos visto: —El uso de «haber» como auxiliar para todo tipo de verbos. —La pérdida de la concordancia: neutralización del participio en -o, marca neutra, indiferente al género y número. Esta no referencia del participio al objeto directo o al sujeto determina que la estructura forme una única unidad significativa. —Imposibilidad de intercalar elementos oracionales entre el auxiliar y el participio. —Orden fijo de los elementos: Auxiliar + pp. Va a ser precisamente en el transcurso del siglo XVI cuando se produzcan de manera decisiva estos cambios y, en consecuencia, la gramaticalización absoluta de «haber + pp.» integrándose definitivamente en 284 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

el sistema verbal para la expresión de los tiempos compuestos, hecho que a su vez está relacionado con las circunstancias siguientes: —Pérdida de «aver» como verbo predicativo que indica ‘posesión’. —Uso de «tener» para indicar ‘posesión’. —Uso de «tener» como auxiliar de estructuras con valor ‘resultativo’. 15.9. Valor y uso de los tiempos verbales67. Aspectos introductorios La organización temporal del castellano medieval no se puede equiparar a la del castellano moderno pues los valores y usos de las formas verbales no se han mantenido inalterables. Son varios los aspectos que provocan que el paradigma verbal atraviese diversas etapas hasta llegar a la instauración de la norma moderna. Entre ellos podemos citar: —Las formas simples podían asumir funciones temporales múltiples y conservaban a veces los valores aspectuales etimológicos de sus correspondientes formas latinas. —Las formas compuestas conservaron durante mucho tiempo el valor aspectual que tenían en latín, hasta que poco a poco el ‘resultado de la acción verbal’ deja paso a un lento proceso de temporalización, lo que supuso una reorganización del sistema temporal medieval. —Además, las formas simples y las compuestas coexistían como expresión de iguales contenidos, lo que suponía una duplicidad antieconómica que terminaría exigiendo una reestructuración. —Otra divergencia destacable entre el sistema verbal del castellano antiguo y el actual es el uso de los modos. Se produce con relativa frecuencia el trasiego entre el indicativo y el subjuntivo. Por otra parte, se constata un avance progresivo del subjuntivo a expensas del indicativo. En este sentido, la evolución de la forma -ra es un claro ejemplo. Etimológicamente del modo indicativo se desliza desde mediados del siglo XIII hacia la esfera del subjuntivo desempe67 ANDRÉS-SUÁREZ (1994), El verbo español. Sistemas medievales y sistema clásico, Gredos, Madrid; BELLO, A. (1978), Gramática de la lengua castellana, Col. Edaf Universitaria, Madrid, pp. 199-227; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1978), Esbozo de una Nueva Gramática de la lengua española, Espasa-Calpe, Madrid, pp. 464-482; GILI GAYA, (1976), Curso superior de sintaxis española, Bibliograf, Barcelona, pp. 155-184; HANSSEN, F. (1945), op. cit., pp. 224-245; ALARCOS LLORACH, E. (1973), Estudios de gramática funcional del español, Gredos, Madrid; COMPANY, C. (1983), «Sintaxis y valores de los tiempos compuestos en el español medieval», NRFH, 32, pp. 235-257; YLLERA, A. (1980), Sintaxis histórica del verbo español. Las perífrasis verbales, Universidad de Zaragoza, Zaragoza.

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ñando desde entonces funciones de ambos modos, hecho que también le va a suceder a su forma compuesta correspondiente «hubiera amado» —En realidad, el paradigma de los tiempos de la conjugación no estaba aún fijado en castellano antiguo lo que provocaba numerosas irregularidades. Pero además, a esto hay que añadir la existencia de una mayor flexibilidad en el uso de las formas verbales, sobre todo en los textos épicos, que se caracterizan por la alternancia de éstas en el mismo plano temporal68. Según Szertics, y de acuerdo sobre todo con Rafael Lapesa, la mezcla de los tiempos del verbo se utiliza sobre todo en función del estilo y los cambios que el juglar efectúa corresponden a un cambio del punto de vista narrativo; tan pronto enuncia los hechos como lejanos a él (pretérito indefinido), como los acompaña en su realización, describiéndolos (pretérito imperfecto) independientemente del valor temporal que pueda tener lo narrado. A parte de lo anterior, la mezcla de los tiempos obedece a múltiples razones: 1. La rima: influye en muchos casos en las irregularidades temporales, haciendo que aparezca un tiempo en lugar de otro. 2. El requisito del metro de ocho sílabas puede favorecer igualmente el empleo de uno u otro tiempo. 3. La búsqueda de variedad se cuenta entre las razones fundamentales, pues el uso constante de un solo tiempo resultaría muy monótono. 4. Las construcciones paralelísticas que repiten un mismo verbo en diferentes tiempos; fenómeno que se da ya en el Mio Cid y que aparece mecanizado en el Romancero Viejo. 5. Además gracias a la alternancia, el poeta anónimo podía llamar la atención sobre la acción o personajes singulares, acelerar el ritmo del relato, acentuar la intensidad afectiva... Entre los tiempos verbales es sin duda el presente histórico el que interviene no sólo en el mayor número de combinaciones, sino también en las más significativas. La mezcla de los tiempos verbales es muy variada en el Poema del Cid, pues el presente alterna no sólo con el pretérito indefinido y el pretérito perfecto compuesto sino también con el imperfecto. A su vez, 68 SZERTICS, J. (1974), Tiempo y verbo en el Romancero Viejo, Gredos, Madrid; GILMAN, S. (1961), Tiempo y formas temporales en el «Poema del Cid», Gredos, Madrid; LAPESA, R. (1980), Historia de la lengua española, Gredos, Madrid, pp. 223-224.

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el pretérito indefinido se mezcla con el imperfecto y el pretérito perfecto compuesto. No obstante, es en el Romancero Viejo donde la alternancia de los tiempos logra su mayor difusión, ya que a parte de los tiempos referidos a propósito del Cantar, la forma en -ra, el pluscuamperfecto y hasta el pretérito anterior se mezclan con otros tiempos. Esquematizando se podría hablar de dos combinaciones fundamentales: —En la primera se mezcla el presente, y en grado menor, el imperfecto con los tiempos perfectos (entre los que se incluyen también el pretérito indefinido y la forma en -ra). —En la segunda los tiempos perfectos alternan entre sí: canté/ha cantado/cantara (y sus compuestos). De los dos grupos es el primero el que se revela como el más importante, por tratarse de una verdadera oposición aspectual entre los tiempos verbales y muy a menudo entre los verbos empleados con ellos. En cambio, en el segundo grupo el contraste aspectual se debilita en la alternancia del pretérito y de la forma en -ra con los tiempos compuestos y desaparece casi por completo en la mezcla de los dos primeros. La alternancia Presente-Tiempos Compuestos es un fenómeno típico de la antigua poesía épica y obedece más bien a razones estilísticas que puramente gramaticales. Uno de los rasgos fundamentales de esta combinación radica en oponer acciones en pleno desarrollo a acciones concluidas, lo que permite expresar la acción brusca. Para lograr este efecto se prescinde generalmente de los vínculos gramaticales entre las oraciones y las acciones se siguen sin transición alguna, por ejemplo: «Ya cabalgan los infantes y se van a sus posadas; hallaron las mesas puestas y viandas aparejadas» (Romancero) Asimismo esta alternancia permite realzar ciertos hechos, función que corresponde casi siempre a los tiempos perfectos, mientras que el presente sirve más para prestar fondo, decoración, agregando detalles informativos o explicativos a la acción principal, por ejemplo: «Vanse el conde y la condesa a dormir donde solían: dejan los niños de fuera que el conde no los quería: lleváronse el más chiquito, el que la condesa cría: cierra el conde la puerta, lo que hacer no solía» (Romancero) Stephen Gilman muestra que el uso del presente y del pretérito en el Poema del Cid depende más del sujeto de la oración que del orden cronológico de las acciones. Cuando el Cid es el sujeto de la frase se 287 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

usa el pretérito aproximadamente cuatro veces más que el presente; en cambio cuando el sujeto es anónimo el presente reemplaza al pretérito por un margen casi igual. Ejemplos: «Viólo mio Çid Roy Díaz el Castellano acostós a un aguazil que tenié buen cavallo, diol tal espadada con el so diestro braço, cortól por la çintura, el medio echó en campo» (Mio Cid) «Repuso Minaya: «fer lo he de veluntad». Yas espiden e pienssan de cavalgar, el portero con ellos que los ha de aguardar; por la tierra del rey mucho conducho les dan» (Mio Cid) Según este autor los tiempos del Poema se usan aspectualmente: el pretérito es perfectivo y conviene al héroe y el presente a los sujetos anónimos, ya que no indica de ningún modo acabamiento. Si el Cid inicia o completa hechos en su propio nombre, éstos se efectúan en tiempos perfectos y con verbos perfectivos. A su vez, los sujetos anónimos tienen predilección por verbos imperfectivos y tiempos imperfectos. Otras veces el presente actualiza los hechos y los tiempos perfectivos (sobre todo los compuestos favorecidos de ordinario por la asonancia) los indican en sus resultados y ponen en evidencia o subrayan la perfección, por ejemplo: «Del emperador se despiden, a sus posadas se van. Don Roldán quedó enojado, más no lo quiso mostrar» (Romancero) Los tiempos perfectos simples (el pretérito y la forma en -ra) sirven a menudo para hacer constar hechos (función informativa), el presente los vivifica y hasta dramatiza ocasionalmente. Los dos se hallan a menudo en oraciones adverbiales y el presente en la principal. La alternancia Imperfecto-Tiempos Perfectos: el imperfecto al mezclarse con los tiempos perfectos aparece frecuentemente con su valor normal (es decir, denotando una relación de coexistencia con una cosa pasada); sin embargo, en algunas ocasiones expresa la acción en su desenvolvimiento y a su vez los tiempos perfectos la indican como consumada, por lo cual los hechos se siguen bruscamente sin transición alguna (matiz semejante al que se obtiene en la combinación presentetiempos perfectos). En esta alternancia el imperfecto puede asumir también el valor de pretérito, proporcionando elementos descriptivos al relato e incluso puede adquirir el peso narrativo. La nota descriptiva y evocativa se da parti288 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

cularmente en los trozos extensos, donde el imperfecto, favorecido por la asonancia, nos permite seguir los acontecimientos en su desarrollo. La alternancia Presente-Imperfecto: en el estilo narrativo la mezcla de estos dos tiempos no sirve tanto para avanzar el relato como para describir. En el primer caso el presente actualiza los acontecimientos y el imperfecto, con valor de pretérito indefinido, hace entrar en ellos elementos descriptivos. De este modo el poeta parece evocar los sucesos delante del público en vez de contarlos objetivamente, como en las crónicas. Cuando dicha alternancia desempeña una función descriptiva, el uso del imperfecto es normal, mientras que el del presente se debe a un artificio literario. En este caso, la mezcla de estos dos tiempos sirve ante todo para animar la descripción e impregnarla de lirismo; asimismo permite al poeta no sólo destacar ciertos hechos sino también una gradación de la intensidad afectiva. Pueden ser varias las alternancias entre tiempos perfectos. Alternancia Pretérito-Forma en -ra. Estos dos tiempos aparecen frecuentemente como variantes estilísticas. La forma en -ra asume significado de pretérito y hace avanzar el relato. Así, por ejemplo, cuando intervienen conjuntamente en escenas de lucha y pelea, suelen esbozar con rapidez el desenlace final. En otras ocasiones su alternancia consiste en la reiteración de un mismo verbo que adopta carácter enumerativo en los trozos largos. Esta combinación permite que se ponga de relieve la acción de mayor importancia. También entre tiempos perfectos, alternancia Pretérito-Tiempos compuestos: todos los tiempos compuestos asumen con frecuencia valor narrativo y figuran como variantes estilísticas del pretérito. En otros casos la forma simple se halla en oraciones adverbiales de tiempo y las compuestas caen en la rima rematando la acción, con lo que parecen acelerar el tiempo narrativo. Lo mismo que en el caso anterior, en la alternancia Forma -raTiempos compuestos, estos, indicadores de hechos más perfectivos, pueden terminar la acción iniciada por la forma en -ra, o pueden servirle de variante estilística. Alternancia múltiple: la mezcla de varios tiempos proporciona gran rapidez a la narración. Su empleo más peculiar se registra en duelos y peleas cuando se cuenta con ritmo rápido la muerte de los participantes; también se mezclan varios tiempos en las descripciones dinámicas. Alternancia Presente-Imperfecto descriptivos: mientras que el presente esboza escenas de batalla colectivas, el imperfecto se utiliza de ordinario en los duelos o en la lucha de un individuo contra varios ad289 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

versarios. Los dos tiempos, y sobre todo el imperfecto, intervienen también en la evocación de escenas de dolor y llanto, donde el cambio del tiempo verbal contribuye, a veces, a la intensificación del dolor. Imperfecto de irrealidad. El imperfecto refiriéndose al momento presente en el estilo directo proporciona un rasgo de irrealidad. Se presta asimismo a la idealización y suaviza la fuerza de palabras de sentido desfavorable. También puede tener valor anticipador en los pasajes en que una persona se halla en trance de muerte. De igual manera que en español moderno podemos encontrar imperfectos con valor de cortesía, pero existen algunos casos diferentes del uso actual, donde interviene el verbo «ser», por ejemplo: «allí habló la condesa llorando con gran pesar: ¿Quién érades, los romeros, que al conde fuiste matar?» (Romancero) Hoy no sería posible la utilización del verbo «ser» con este valor. Este verbo se muestra no sólo como el más usado en función de presente sino también el más interesante por hallarse siempre fuera de la asonancia. Imperfecto narrativo. Con el uso del imperfecto con significado de pretérito indefinido (tiempo narrativo por excelencia) no se produce un cambio real de tiempo, sino más bien un cambio de enfoque. En vez de comunicar objetivamente hechos pasados, el poeta anónimo prefiere participar afectivamente de ellos, trasladándose mentalmente a la época en que éstos ocurrían. En todo caso, este tiempo, aparte de impregnar la narración de matices afectivos, impone un ritmo más lento que el pretérito indefinido. La forma en -ra. Si en el Mio Cid esta forma está utilizada casi exclusivamente con su valor originario (es decir, con valor de pluscuamperfecto de indicativo), en el Romancero también se conserva su significado de indicativo, pero desplazado hacia el pretérito indefinido, al que le sirve de variante estilística, por ejemplo: «La reina, cuando lo supo, vistierase muy de priesa» (Romancero) En el estilo directo, empleado en la primera persona gramatical se muestra más enfático que el pretérito, y tiene por objeto dar fuerza a una afirmación. Su uso como pluscuamperfecto de indicativo también se da en el Romancero, aunque no es tan frecuente como sería de esperar y resulta raro con valor de imperfecto. Con sentido de subjuntivo no está muy generalizado fuera de la prótasis de las oraciones condicionales. Pretérito perfecto. En el Romancero, cuando se halla inserto en el diálogo tiene ya su valor moderno, no obstante adquiere en ciertos ca290 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

sos significado de presente y valor profético (dando por terminado un hecho mientras que éste subsiste todavía). En la narración asume con frecuencia sentido de pretérito, sobre todo en los romances asonantados en «a-o». Las diferencias entre este tiempo y el pretérito indefinido no son tan claras como actualmente, ya que la forma simple puede expresar un pasado inmediato o en relación con el presente. Pluscuamperfecto y Pretérito Anterior. Los dos tiempos, y sobre todo el pluscuamperfecto, se prestan a menudo para expresar la acción brusca que se produce después de diálogos y escenas descriptivas. El efecto se logra por la contraposición de acciones en curso a acciones consumadas que se siguen sin transición alguna. Fuera de lo expuesto existen aún otros usos de los tiempos verbales; nos hemos limitado a señalar solamente los más expresivos y significativos.

15.9.1. Valor y uso de los tiempos verbales. El Modo Indicativo 15.9.1.1. PRESENTE Es un tiempo imperfecto, por lo tanto mira la acción en su transcurso, sin atender a sus límites temporales. Es, además, un tiempo absoluto que denota coincidencia de la acción con el momento en que se habla. Usos. —Puede expresar verdades generales sin relación a un tiempo definido, por ejemplo: «París es la capital de Francia». —Presente actual, cuando el momento en que hablamos coexiste total o parcialmente con la acción expresada por el verbo. Ejemplo: «Este que viene es Amadís de Gaula». —Presente habitual, cuando se refiere a actos discontinuos que no se producen en este momento, pero que se han producido antes y se producirán después. Ejemplo: «cuentan los naturales que el armiño es un animalejo que tiene una piel blanquísima» (El Quijote). —Presente histórico: utilización del presente en lugar del pretérito; de esta manera se actualizan hechos pasados. Ejemplo: «abbat, diz, so mal trecho» (Berceo, Santo Domingo, 165). —El aspecto imperfectivo del presente hace que podamos utilizarlo también para designar acciones futuras, por ejemplo: «María se casa». Esto sucede particularmente cuando la referencia al tiem291 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

po venidero está expresada por medio de un adverbio, por ejemplo: «mañana voy a tu casa». —Presente de mandato, uso del presente con significación de imperativo. Con él describimos la acción que otro ha de llevar a cabo por orden nuestra. Ejemplo: «Hydes vos, Minaya, a Castiella la gentil» (Mio Cid). —Como tiempo relativo, medido desde el futuro adquiere significado futuro. Este uso es especialmente frecuente en oraciones temporales y condicionales. Ejemplo: «cuando percibas que mi pluma se envejece...». Por eso en las condicionales, el presente de indicativo sustituye obligatoriamente al futuro en la prótasis. Ejemplo: «si vienes, te daré lo que pides». 15.9.1.2. PRETÉRITO IMPERFECTO Expresa una acción pasada cuyo principio y fin no nos interesan, por tanto es un tiempo imperfectivo, de ahí que dé a la acción un aspecto de mayor duración que los demás pretéritos, especialmente con verbos permanentes, cuya imperfección refuerza. De esta manera, esta forma conserva en lo esencial el mismo valor que tenía en latín. Se emplea en narraciones y descripciones como un pasado de gran amplitud, dentro del cual se sitúan otras acciones pasadas, de aquí su valor de pretérito coexistente, es decir, como presente del pasado. Ejemplos: «Sospiró myo Çid, ca mucho auie grandes cuydados» (Mio Çid); «En logar de la regla todos a él catavan, / en clausura o en coro por él se cabdelavan» (Berceo, Santo Domingo, 121 a,b). Dado que es un tiempo relativo, la limitación temporal que pueden señalar otros verbos o expresiones temporales del contexto llega a veces a anular su carácter imperfecto. Por ello, la lengua literaria lo emplea a veces como un pretérito cualquiera, por ejemplo: «Al amanecer salió el ejército, atravesó la montaña, y poco después establecía contacto con el enemigo». Cuando se trata de verbos desinentes el imperfecto les comunica un aspecto reiterativo, habitual, por ejemplo: «Decía él, y decía bien» (El Quijote). Si sustituimos el imperfecto por otro pretérito («dijo», «ha dicho») se entendería que la acción se produjo una sola vez. De tal manera se sobrepone el aspecto a la significación temporal que a veces se emplea el imperfecto para acciones pasadas que no han llegado a consumarse. Es el llamado imperfecto de conato, por ejemplo: «le dio un dolor tan fuerte que se moría». El aspecto de acción verbal inacabada explica también que se use este tiempo en lugar del presente, en el llamado imperfecto de cortesía. 292 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Ejemplos: «Yo, que esto vos gané, bien mereçía calças» (Mio Çid); «¿Qué deseaba usted?»69 En el habla popular moderna el imperfecto sustituye con frecuencia a la forma -ría en la apódosis de las oraciones condicionales y aun a las formas -ra y -se en la prótasis. Ejemplos: «Si tuviera dinero compraba esta casa» «Si tenía dinero compraría (compraba) esta casa» Otro uso del imperfecto es su empleo como presente con una función estílística desrealizadora, es decir, enunciando acciones como de cumplimiento muy poco probable. Aparece ya en el Mio Çid y es muy frecuente en el Romancero Viejo. Ejemplo: «Otro Santo Oficio es el que hacía falta para limpiar el país de esta contaminación» (Valle-Inclán). 15.9.1.3. PRETÉRITO PERFECTO SIMPLE Como ya se indicó anteriormente con motivo del desarrollo de los «tiempos compuestos», el perfecto latino sólo mantuvo en latín vulgar la posibilidad de expresar las acepciones propias de aoristo, de indefinido («enunciado de hechos pasados considerados como terminados»), y éste valor se perpetuó en castellano expresado por el pretérito perfecto simple. De este modo, el pretérito perfecto simple es un tiempo pasado, absoluto y perfecto. Con los verbos desinentes por su significado (es decir, aquellos que expresan una acción que por el hecho de haber llegado a la perfección termina) expresa la anterioridad de toda la acción, por ejemplo: «Juan abrió la puerta» (la acción de «abrir» es anterior al acto de la palabra). Con los verbos permanentes por su significado (es decir, aquellos que expresan una acción que a pesar de haber llegado a la perfección subsiste durando) expresa la anterioridad de la perfección, por ejemplo: «ayer supe la noticia» (nos referimos al momento en que mi saber llegó a ser completo o perfecto, lo cual no se opone a que ahora y después siga sabiéndola). Ejemplos en los que se indican hechos pasados: «Reciviólo de grado, metio en él missión, / demostroli los psalmos por fer su oración» (Berceo, San Millán, 21 a, b) «En grant cueta uisquieron, / nunqua den se quitaron» (Alexandre, 207) No obstante, en castellano medieval se usa todavía esta forma verbal para indicar el resultado presente de una acción anterior: «vos agora llegastes, e nos viniemos anoch» (Mio Çid, 2048). 69 Se enuncia modestamente la pregunta o el deseo en imperfecto como algo iniciado cuya realización se hace depender de la voluntad del interlocutor.

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Por otra parte, la significación perfectiva y absoluta, desligada de toda relación temporal con el momento en que hablamos, da aptitud al pretérito para sugerir una idea de negación relativa al presente (decir que una cosa «fue» equivale a decir que «no es»). Gili Gaya piensa que éste es un recurso estilístico basado en el contraste del pasado con el presente, y que el mismo efecto se obtiene con cualquier otro pretérito («quería, ha querido, había querido»). No obstante, hay preferencia por el pretérito, lo que se debe quizá a la mayor lejanía temporal que sugiere (así se resalta con más viveza ese contraste). El pretérito es también el tiempo de la narración, compitiendo en este terreno con el presente histórico y con el imperfecto. Pero además, hasta el siglo XVII se producen frecuentes interferencias entre el perfecto simple y el compuesto hechos que, sin embargo, según Alarcos son ya raros desde fines del siglo XV. 15.9.1.4. FUTURO SIMPLE Como ya se ha explicado con anterioridad, el infinitivo del verbo que se conjuga más el presente contracto de HABEO constituyen una perífrasis que expresaba en su origen ‘la obligación presente de realizar un acto futuro’. Así, por ejemplo «amarlo hedes» significaba primitivamente ‘habéis de amarlo’. Pero a medida que se fue sintiendo únicamente el valor de tiempo futuro, con pérdida del sentido de obligación, se tuvo que recurrir a otros medios para expresar la obligación en cualquier tiempo y así se extendió, entre otras posibilidades, el uso de «haber de» más infinitivo frente a «lo amaréis» («amarlo hedes»). Ya desde comienzos del romance este tiempo verbal puede designar un simple acontecimiento venidero. Ejemplos: «Agora avemos riquiza, más avremos adelant» (Mio Çid) «Quita ya essa enojosa aldava: entrará essa honrrada dueña en cuya lengua está mi vida» (La Celestina). Pero además, igual que el futuro latino clásico, puede expresar diversos matices modales, pues, como nos dice H. Meier, el campo de la futuridad pura es «casi una abstracción»70. Estos valores son: —Futuro de mandato (resto del sentido obligativo): muy frecuente en la segunda persona, en sustitución del imperativo. Ejemplos: «Quando esto ovo fecho, odredes lo que fablava» (Mio Çid, 188) «Bien oiréis lo que ha hablado» (Rom., 155) 70

MEIER, H. (1965), art. cit., pp. 62-82.

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—Futuro de probabilidad: expresa suposición, conjetura o vacilación referidas al presente. Ejemplos: «Serán las ocho» (supongo que son las ocho) «Hacaneas querrás decir» (El Quijote) «Madre, pues que assí es, gran pena ternás por la edad que perdiste» (La Celestina) —Futuro de sorpresa: frecuente en oraciones interrogativas y exclamativas. No indica una acción venidera, sino que expresa asombro, sorpresa o inquietud ante un hecho conocido, por ejemplo: «¿se atreverá Vd. a negarlo?» (después de que el otro lo ha negado ya). Por otra parte, el uso del futuro en castellano medieval estaba determinado por reglas sintácticas distintas a las actuales71. Por ejemplo, entonces abundan los casos de empleo de futuro («cuando los gallos cantarán») cuando hoy se recurre al presente de subjuntivo. La incertidumbre que envuelve a toda acción que además de venidera es eventual entra en conflicto con la seguridad expresada por el futuro y determina su sustitución. 15.9.1.5. EL CONDICIONAL SIMPLE Como ya hemos visto anteriormente, la perífrasis que se creó para expresar este tiempo significaba en su origen ‘la obligación en el pasado de realizar la acción designada por el infinitivo’, por ejemplo: «sabía que no se la negaría» (El Quijote), donde «negaría» equivale al moderno «había de negar». Pero tras la pérdida del sentido de obligación, pasó a expresar acción futura en relación con el pasado, que le sirve de punto de partida (es el futuro del pasado), por ejemplo: «dijo que asistiría a la reunión». No obstante, como se trata de un tiempo imperfecto, aspecto que proviene del imperfecto originario «había», queda indeterminado el término de la acción, la cual medida desde el momento en que hablamos puede ser pasada, presente o futura, por ejemplo: «prometió que me escribiría» (y recibí su carta - pasada; o bien, y ahora recibo su carta - presente; o bien, y espero recibir pronto su carta - futura). Así pues, la relación del condicional con el presente es indeterminada y variable, mientras que la relación con el pretérito es fija. Véase la exposición detallada que sobre esta cuestión nos ofrece Irene ANDRÉS-SUÁen su monografía El verbo español. Sistemas medievales y sistema clásico, pp. 178-186.

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También la forma en -ría se puede usar como forma independiente y desprovista de su valor temporal expresando: —La probabilidad referida al pasado o al futuro. Ejemplos: «Serían las diez» (probablemente eran) «Me gustaría verle otra vez» (probabilidad futura) —El condicional de cortesía o modestia. Ejemplos: «Del pleito de Teófilo vos querría fablar» (Berceo, Los Milagros) «Desearía hablar con Vd.» Con el condicional se refuerza la modestia de la expresión y se hace más patente aún, que con el imperfecto de cortesía, nuestra sumisión a la voluntad del interlocutor. —Con los verbos «querer» y «poder» se hace visible el eufemismo y a veces la ironía, por ejemplo: «deberías trabajar» (por «debes»). Los verbos «querer», «deber» y «poder» admiten también con este significado el pretérito imperfecto de subjuntivo en -ra, por ejemplo: «Juan pudiera ser más discreto». Esta es la primera equivalencia entre las formas -ra y -ría, equivalencia explicable a causa del carácter dubitativo que deliberadamente damos a tales oraciones. La mayor o menor intensidad de la duda que aparentamos regula la preferencia por el subjuntivo o por el indicativo: Intención dubitativa + ————————————→ – «Debieras, deberías, debías trabajar» Con la forma plenamente subjuntiva «debieses» tendríamos que emplear necesariamente un adverbio de duda. Por esto «debieras» se halla aquí en una zona indeterminada entre el subjuntivo y el indicativo, del cual históricamente procede. Son también equivalentes las formas -ra y -ría en la apódosis de las oraciones condicionales. Ejemplos: «si quisieran (o quisiesen) escucharme, les diría (o dijera) la verdad de lo ocurrido»; «Si vos uiesse el Çid sanas e sin mal, todo serie alegre (Mio Çid, 1402); «Sy esto te negasemos fariamos muy grant mal» (Berceo, Santo Domingo, 137). La forma -ra raras veces se emplea fuera del estilo literario. Esta equivalencia se explica fácilmente si se tiene en cuenta que -ra es en ella indicativo, supervivencia del modo al que históricamente perteneció, como lo prueba el hecho de no poderse sustituir, como en la prótasis, por la forma -se, históricamente subjuntiva. 296 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

A medida que -ra ha ido afianzando en la evolución del idioma su nuevo valor subjuntivo en las oraciones subordinadas, y alejándose del indicativo originario, se hace cada vez más raro su empleo en la apódosis. Así hoy en la lengua hablada corriente ha sido eliminado y sustituido por -ría. 15.9.1.6. EL PERFECTO COMPUESTO Como ya se ha señalado, en sus orígenes indicaba el resultado presente de una acción anterior, por ejemplo: «he guardado mucho dinero» equivalía a la expresión moderna «tengo guardado mucho dinero». Este empleo nació en la época prerrománica, cuando el verbo «haber» conservaba su acepción de ‘tener, poseer’. Ejemplos: «Los de Valençia çercados nos han» (Mio Çid, 1119) «las armas avién presas e sedién sobre los cauallos» (Mio Çid, 1001) Según Alarcos72 todavía hoy hay restos de este valor («ahí tienes lo que yo he hecho por ti», ‘resultado de una acción o el resumen de una acción continuada’). Pero al mismo tiempo esta forma verbal, sobre todo en los primeros textos literarios, podía usarse indicando una acción en el pasado absoluto y, por tanto, como doblete morfológico de la forma simple. Ejemplos: «Myo Çid gañó a Xérica e a Onda e Almenar tierra de Borriana todas conquistas las ha» (Mio Çid, 1094) «Fabló Martín, odredes lo que ha dicho» (Mio Çid, 70) Este valor se presenta con relativa frecuencia en el Poema de Mio Cid, pero luego su uso resulta esporádico hasta que en el siglo XV, según A. Yllera, resurge en el verso cortesano y en la prosa por influjo latinizante. A partir del siglo XVII ya se considera como un arcaísmo afectado o como un empleo que responde a necesidades poéticas (de rima, de cómputo silábico o, simplemente para variar el estilo narrativo). A parte de esta función como variante estilística de la forma simple, el perfecto compuesto comenzó a indicar no sólo el resultado sino la acción continuada (durativa o iterativa) que ha producido un estado presente. Ejemplos: «Hay uso sabedes la ondra que es cuntida a nos Cuemo nos han abiltados yfantes de Carrion» (Mio Cid, 2941-2) 72

ALARCOS LLORACH, E. (1973), op. cit.

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«Veemos qe mereces en cielo grant soldada, / ca aves en est sieglo fiera pena levada» (Berceo, San Millán 85 c,d) Se produce, por tanto un deslizamiento hacia el pasado llegando a designar acción momentánea, puntual y anterior al presente gramatical pero sentida en relación con éste. Ejemplos: «Dixo: “santigua e beve pues que lo as traído”» (Libro de Buen Amor, 536b) «Cuanto vos me habéis dicho es santo y bueno, mas mirá bien mi respuesta» (Loçana, XLII, 178). Dado el proceso de temporalización que experimentó esta forma compuesta (y las restantes), en castellano moderno nos servimos de ella para expresar el pasado inmediato ocurrido en un período de tiempo que no ha terminado, por ejemplo: «este año ha habido buena cosecha». Se emplea también para acciones alejadas del presente, cuyas consecuencias duran todavía, por ejemplo: «la industria ha prosperado mucho». A veces la relación o conexión con el presente es afectiva, por ejemplo: «mi padre ha muerto hace tres años», repercute sentimentalmente en el momento en que hablamos; sin embargo, si decimos «mi padre murió hace tres años», la noticia está desprovista de emotividad. Por lo tanto, «ha muerto» sería la forma subjetiva del pasado, frente a «murió» que sería la forma objetiva. 15.9.1.7. PRETÉRITO PLUSCUAMPERFECTO Paralelamente a lo que hemos visto para el perfecto compuesto, el pluscuamperfecto fue en un principio un imperfecto resultativo equivalente a «tenía amado», por ejemplo: «Las armas auien presas e sedien sobre los cauallos» (Mio Çid, 1001) En la Edad Media también se producía el uso del pluscuamperfecto como variante estilística del imperfecto e incluso del perfecto simple, por ejemplo: «Parientes e vecinos aviélos oblidados,/ nol’ membrava si eran o vivos o pasados» (Berceo, San Millán, 35 a, b). Con el tiempo se produce el deslizamiento temporal del que hablábamos anteriormente de manera que los hablantes fijaron la atención en la idea de acción previa implícita y olvidaron el resultado de tal acción. Así se pasa de significar ‘tenía amado’ a ‘había amado’, por ejemplo: «Yuan les tolliendo lo que auien tomado» (Alexandre, 755b) 298 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Esta forma perifrástica significa una acción pasada y perfecta, anterior a otra también pasada. Entre los dos hechos pasados la sucesión puede ser mediata, es decir, haber transcurrido un largo tiempo, o inmediata con la añadidura de un adverbio de tiempo adecuado. Ejemplos: «Vieron los edificios que habían construido en aquel barrio» (sucesión mediata) «Todos los días, en cuanto había terminado su trabajo, daba un paseo» (sucesión inmediata) «Luego que había salido el sol partieron» (sucesión inmediata) Sucesión inmediata → había salido = hubo salido, salvo en los casos en que se exprese una acción reiterada, como el segundo ejemplo. La mayor amplitud del pluscuamperfecto unida a su posibilidad de significar la anterioridad inmediata ha hecho retroceder el uso del pretérito anterior en la lengua escrita y ha provocado su desaparición de la lengua hablada. 15.9.1.8. PRETÉRITO ANTERIOR Paralelamente al pretérito pluscuamperfecto, significaba en su origen ‘tuve amado’ y luego ‘hube amado’, forma que en castellano moderno expresa como valor fundamental una acción pasada inmediatamente anterior a otra también pasada. Hoy se emplea sólo en oraciones temporales (precedido de adverbios o locuciones temporales). Ejemplos: «Apenas hubo terminado se levantó» «Cuando hubieron comido emprendieron el viaje» En realidad, el pretérito anterior está en desuso progresivo puesto que con otro pretérito perfecto (y especialmente con el pluscuamperfecto) acompañado de un adverbio de tiempo, se expresa la inmediata anterioridad, sin necesidad de usar para ello un tiempo especial del verbo. Por otra parte, «canté» y «hube cantado» coinciden en expresar tiempo pasado y aspecto perfectivo. Por consiguiente, al quedar igualadas, o muy próximas, las categorías de tiempo y aspecto de estas dos formas, el idioma tiende a eliminar la forma compuesta, por ser menos frecuente que la simple. Pero en los textos medievales, igual que el pluscuamperfecto, podía funcionar como variante estilística del perfecto simple. Lógicamente en este contexto no es un tiempo relativo sino simplemente un tiempo de pasado que indica una acción puntual terminativa. Ejemplos: «Non les ouo provecho esso mas que lo al» (Alexandre, 231 a) 299 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

«yo vos daría buen cavallo e buenas armas et una espada a que dicen Joyosa, que me ovo dado en donas aquel Bramant» (Crónica General) «El diablo en esto de balde no’s estido,/ ovo un mal consejo aína bastecido» (Berceo, Santo Domingo, 164 a, b) Como tiempo relativo el pretérito anterior podía también expresar la anterioridad inmediata con respecto a otro pasado («Luego que me ovieron esta raçón contada, / tolliéronseme d’ojos, non podí veer nada», Berceo Santo Domingo, 244 a, b) o, incluso, indicar una relación de anterioridad mediata, como ocurre por ejemplo en «Desen uieno a Troya la mal auenturada, / la que sus auelos ouieron assolada» (Alexandre, 322 a, b), donde prodría ser sustituido por un pluscuamperfecto. 15.9.1.9. FUTURO PERFECTO Es un tiempo perfecto y relativo, que denota acción venidera anterior a otra también venidera, por ejemplo: «cuando lleguéis habremos cenado» (la acción de «cenar» es anterior a vuestra llegada). Su uso es raro en los primeros documentos literarios. La lengua encontraría dificultad para utilizarlo debido a que para entonces no se había producido la fusión de los componentes del futuro simple en todos los contextos. No obstante, ya se encuentran algunos ejemplos en los textos del siglo XIII: «Quando desto te avrás partido nos te daremos buen marjdo» (Egipciaca, 111-112). Desprovisto de su valor temporal puede expresar: —La probabilidad referida al pasado perfecto, por ejemplo: «habrán dado las diez» (supongo que han dado las diez). —El mismo desplazamiento hacia el pasado tiene lugar en el futuro perfecto de sorpresa: expresa maravilla o asombro ante un hecho pasado, por ejemplo: «¿Habráse visto cosa igual?» (= ¿Se ha visto...?) 15.9.1.10. CONDICIONAL PERFECTO Sus valores son paralelos a los de su correspondiente forma simple, llegando incluso a funcionar como sinónimo o variante estilística de ella, por ejemplo: «Disso que a los XXX dias serie transido» (Berceo, Los Milagros, 266c). Expresa una acción futura en relación con un pasado (que le sirve de punto de partida) si bien aquella es anterior a otra acción, por ejemplo: «nos prometieron que cuando volviésemos habrían estudiado». 300 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Por otra parte, y paralelamente a la forma simple, se emplea en la apódosis de las condicionales hipotéticas irreales, pero nunca en la prótasis, y se puede sustituir por el pluscuamperfecto de subjuntivo en -ra; el empleo de la forma -se es considerado incorrecto. Ejemplo: «Si non fuesse por ella enfogado serie» (‘me habría ahogado’), Berceo, Los Milagros, 608d. Desprovisto de su valor temporal puede expresar también como su forma simple paralela: —Probabilidad o suposición con valor temporal equivalente al del pluscuamperfecto de indicativo, por ejemplo: «Habrían dado las diez» (supongo que habían dado...); «Yo fecho lo avría esso de muy buen grado, ca qísilo e quierolo complir el tu mandado» (Berceo, El Martirio de San Lorenzo, 82, a,b). —Modestia o cortesía, especialmente con verbos modales, con la particularidad de que puede sustituírsele por el pluscuamperfecto de subjuntivo, tanto en la forma -ra como en la forma -se, ejemplo: «Habría (hubiera, hubiese) querido hablar con Vd. un momento». Los gramáticos censuran el empleo de «hubiese», pero de hecho de usa, a diferencia de lo que ocurre con la forma simple, donde no cabría decir «Juan pudiese ser más discreto», sino precisamente «podría» o «pudiera». Para finalizar, diremos que esta forma verbal comienza a usarse en el siglo XII aunque su empleo no se intensifica hasta mediados del XIII, atraída por el desarrollo de los tiempos compuestos del modo subjuntivo, también muy escasos hasta entonces. No obstante, su frecuencia disminuye durante los siglos XIV y XV y habrá que esperar hasta el Siglo de Oro para que se generalice.

15.9.2. Valor y uso de los tiempos verbales. El Modo Subjuntivo El carácter irreal de las acciones expresadas por las diferentes formas del subjuntivo hace que las relaciones estrictamente temporales de sus «tiempos» sean mucho menos claras que las del indicativo. Además todos los tiempos son relativos, lo que hace inseguras las relaciones de anterioridad, posterioridad y coexistencia. Por estos motivos la denominación de tiempo es con frecuencia inadecuada para explicar el significado y los usos de las distintas formas. Sin embargo, el aspecto imperfectivo de las formas simples y el perfectivo de las compuestas se mantiene en general con todo vigor. 301 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

15.9.2.1. PRESENTE Dado el carácter irreal del subjuntivo y el necesariamente eventual de las representaciones temporales del futuro es natural que el presente y el futuro se confundan en una sola forma, por ejemplo: «no creo que hablen» (lo mismo podemos referirnos a que no creemos que la acción de hablar se esté produciendo ahora, como a que no se producirá en tiempo venidero). Pero como se trata también de un tiempo imperfecto, no importa el momento presente o futuro en que se realice la acción. La identificación del subjuntivo con el futuro ha sido la causa de que en las oraciones temporales el presente de subjuntivo sustituya al futuro de indicativo, por ejemplo: «Cuando llegue el tren serán ya las once» (en vez de «cuando llegará...»). También el futuro de probabilidad establece contacto entre ambos tiempos, por ejemplo: «estará enfermo» = «supongo que está enfermo» = «es probable que esté enfermo». A veces en la subordinación usamos el presente de subjuntivo en sustitución del presente o el futuro de indicativo para denotar un matiz de mayor eventualidad o incertidumbre, uso que aparece principalmente en la lengua literaria, por ejemplo: «el espectáculo que descubramos (descubriremos) desde arriba nos compensará de las fatigas del camino» (Azorín). Asimismo, en castellano antiguo puede usarse el presente de subjuntivo con valor de imperativo atenuado o cortés en las segundas personas. Ejemplos: «Lieves el mandado» (Mio Çid) «Criador —disso— valas a la pobre lazrada» (Berceo, San Millán, 135c) «Non vos miento, desto bien seguro seyades» (Apolonio, 237c) 15.9.2.2. PRETÉRITO IMPERFECTO Expresa una acción pasada, presente o futura, cuyos límites temporales no nos interesan; es, por tanto, un tiempo imperfecto. Su diferencia esencial con el presente de subjuntivo consiste en que éste expresa acción necesariamente presente o futura pero no pretérita. Por ejemplo: «Le mandaron que estudiara o estudiase», partimos del pasado (mandaron), pero la acción de «estudiar» puede cumplirse ahora (... y por eso estudia) o antes (... y por eso ayer estudió todo el día), o después (... y estudiará hasta fin de curso). Así pues el significado temporal depende del contexto y de la intención del hablante. Aunque por su significado las formas -ra y -se son equivalentes en la lengua moderna, no siempre pueden sustituirse entre sí. La primera procede, como ya hemos visto, del pluscuamperfecto de indicativo latino (AMAVERAM) y la segunda del pluscuamperfecto de subjuntivo 302 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

(AMAVISSEM). Una y otra absorbieron además significados propios de otros tiempos del indicativo y del subjuntivo respectivamente. Al fundirse -ra y -se en el imperfecto de subjuntivo, los significados de ambas formas han quedado identificados; tal identificación es el resultado de un largo proceso histórico que los ha ido aproximando progresivamente. No obstante, la forma -RA ha conservado algunos empleos procedentes del indicativo originario, en los cuales no se identifica con -se: —La forma -ra como pluscuamperfecto de indicativo equivalente a «había amado» predomina en los textos literarios primitivos. Ejemplos: «Fizo embiar por la tienda que dexara allá» (Mio Çid, 1570) «Vidieron que viniera esto por la Gloriosa, / ca otri non podrié fazer tamanna cosa» (Berceo, Los Milagros, 114 a,b) «Cesar oyera dezir en fazannas que bien auenturado era aquel a quien los agenos periglos fazien apercebudo (Primera Crónica General, 83 a, 33) A medida que va adquiriendo significación subjuntiva, la forma -ra es sustituida por «había amado», la cual, como tiempo compuesto, hace más visible el carácter perfectivo de la acción. Hasta mediados del siglo XIII dicha forma desempeña únicamente valores del modo indicativo, fecha a partir de la que sufre un desplazamiento hacia el subjuntivo de modo que en el XIV el número de casos de éste se equilibra con los del indicativo. Esta situación se mantuvo hasta finales del siglo XV, pues a partir de entonces la forma -ra desaparece del uso escrito como pasado del indicativo. Ya en Nebrija se atestigua la desaparición de este valor. No obstante, los escritores de fines del XVIII y los románticos, por imitación de los textos antiguos y especialmente del Romancero, restauran este uso primitivo en muchos casos, sin que por ello se debilite el empleo subjuntivo fuertemente consolidado. Esta restauración literaria, ajena a la lengua hablada, persiste hasta nuestros días, especialmente en escritores gallegos, cuya lengua regional conserva vivo, como el portugués, el sentido latino de AMAVERAM. —La forma -ra con valor de simple pasado, equivalente a un pretérito indefinido o un imperfecto. No siempre se puede determinar con precisión a cual de los dos tiempos es asimilable su significación. Ejemplos: «Luego que Millán ovo la oraçión finida, / ovo toda la fuerça el diablo perdida; / fue la sue grant sobervia en el polvo caída, / tanto que non ganara nada enna venida» (Berceo, San Millán, 120). «Pero todos asmauan que dixera verdat» (Apolonio, 27d) 303 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—Otro valor indicativo de la forma -ra es su empleo en la apódosis de las oraciones condicionales como equivalente del condicional simple o compuesto. Tal equivalencia no se da en castellano antiguo, donde se distingue rigurosamente entre «si oviesse daría» (presente del modus irrealis) y «si oviesse diera» (pretérito del modus irrealis). No obstante, se encuentran algunos casos en los cuales la primera combinación envuelve la idea de anterioridad, por ejemplo: «non serié tan viçioso si ioguiesse en vaño» (Berceo, Los Milagros, 152) Asimismo, se han encontrado ejemplos de la segunda construcción con valor de presente a partir del siglo XIV. La apódosis de las oraciones condicionales puede tener también, en lugar de «daría» y «diera», el imperfecto de indicativo. Ejemplos: «Si el tu mal supieses, deviés aver dolor» (Apolonio, 69) «Queriélo si podiesse, escusar de bon grado» (Berceo, Santo Domingo, 122) —Otro valor indicativo de la forma -ra es su empleo como condicional de modestia, equivalente a -ría. Fuera de estos casos la identificación de -ra y -se es completa, lo cual equivale a decir que ambas formas pueden sustituirse entre sí siempre que sean subjuntivas. En efecto, de su empleo en la apódosis de los períodos hipotéticos pasó desde mediados del siglo XIII a la prótasis haciéndose equivalente de la forma -se. Ejemplos: «fiziéramos meior seso si nos oviéramos tornados» (Primera Crónica General, 394 b, 29). «Señor, yo escusara de muy buena voluntat esta razon si pudiera» (Don Juan Manuel, Libro de los Estados, 218, 48-49). Desde entonces, se usaba «si supiese daría» al lado de «si supiera dixera», construcción esta última que se va a generalizar en el siglo XIV para la expresión de la hipótesis irreal pasada. Pero a partir de finales del XV tal esquema amplía su campo funcional a la expresión de cualquier hipótesis irreal sea pasada, presente o futura. Por otra parte, de la confusión de ambas construcciones han nacido las variantes que admite el castellano moderno: si tuviese daría; si tuviera daría; si tuviera diera y si tuviese diera, estando las dos últimas en decadencia, especialmente en el lenguaje corriente. 304 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Por lo que respecta a la forma -SE, desde los orígenes literarios asume predominantemente el valor de imperfecto de subjuntivo sustituyendo al imperfecto latino AMAREM. Ejemplo: «Si vos uiesse el Çid sanas e sin mal, todo serie alegre» (Mio Çid, 1402) No obstante, arrastró consigo reminiscencias de su primitivo significado pluscuamperfecto sobre todo en la prótasis de las oraciones condicionales que expresan hipótesis irreal pasada. Ejemplos: «Sabet, si ellos le uidiessen, non escapara de mort» (Mio Çid, 2774) «Si a Millan croviessen, fizieran muy meior» (Berceo, San Millán, 288c) Además, el desuso creciente de los futuros de subjuntivo ha hecho que buena parte de su significación haya pasado al imperfecto y al pluscuamperfecto de subjuntivo respectivamente, los cuales han adquirido así un valor de futuro que históricamente no tenían. Ejemplos: «Si acaso vieses o vieras que mi enfermedad se agrava, no me lo ocultes» «Si para fin de año no hubiera o hubiese pagado, denúnciale». 15.9.2.3. FUTURO En castellano antiguo podía presentar alguno de los siguientes valores: —La posibilidad referida al presente o al futuro. Ejemplos: «Et cras como quisieres partiremos» (Infancia y Muerte de Jesús, 126) «El que poder ouo de pobre te tornar / Puede te si quisiere de pobreza sacar» (Apolonio, 137 a, b). —La anterioridad con respecto a otros hechos futuros, por ejemplo: «Quando viniere la mañana, que apuntare el sol,/ verán a sus esposas a don Elvira e a doña Sol» (Mio Çid, 2180-2181) En realidad, el futuro de subjuntivo no se distinguía con claridad de los otros tiempos de dicho modo. Todos ellos son aptos para expresar acción futura y por consiguiente han ido haciéndose innecesarios los futuros. Ya desde mediados del siglo XIII va perdiendo terreno en la lengua, pudiendo ser sustituido en principio por el presente de subjuntivo y algunas veces, incluso, por el presente de indicativo. Su empleo aumenta, sin 305 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

embargo, en los siglos XV, XVI y parte del XVII, para a partir de Cervantes entrar en decadencia de manera rápida e inevitable. Sólo se conservan rastros de este tiempo en el lenguaje petrificado de las legislaciones. 15.9.2.4. PRETÉRITO PERFECTO En los primeros textos literarios significaba ‘tenga amado’ y después evolucionó hacia ‘haya amado’. Es la primera forma compuesta que se usó dentro del modo subjuntivo. Los primeros ejemplos documentados se encuentran en oraciones independientes con una significación temporal futura o pasada. Ejemplos: «La uostra lealtad que auedes bien complida / del Criador del sieglo la ayades gradida» (Alexandre, 1657 a, c). «Digas me omne bueno sí a Dios ayas pagado / Por qual razon Antioco me anda demandando» (Apolonio, 71 b,c). El aspecto perfectivo de este tiempo, a veces, se neutraliza en el contexto, de modo que puede ser sustituido por una forma imperfecta sin que se altere el sentido temporal, por ejemplo: «es dudoso que Marco Antonio fuera (fuese o haya sido) un hombre tan disoluto y abandonado como Cicerón le pinta». Lo mismo ocurriría si el pretérito perfecto expresara acción futura, en cuyo caso podría ser reemplazado por un mero futuro, por ejemplo: «estamos aguardando a que se levante (o se haya levantado) el bloqueo para poner nuestros equipajes a bordo». En ambos casos la preferencia por la forma simple o la compuesta está determinada por el interés que pongamos en enunciar la perfección del acto. Existe, por lo tanto, en el habla real una neutralización posible y relativa de aspectos, análoga a la relatividad de las representaciones temporales que el contexto establece en cada caso. 15.9.2.5. PRETÉRITO PLUSCUAMPERFECTO Cuenta en castellano moderno con dos formas totalmente equiparables: «hubiera amado» que tiene su origen en el modo indicativo y «hubiese amado» que lo tiene en el modo subjuntivo, razón por la que en la Edad Media asumen funciones diferentes. —Hubiera amado: forma perfecta del indicativo, creada a partir de AMARA y que junto a ella funcionó en los primeros textos de nuestra literatura como doblete de «había amado». Así, Amara - Había amado - Hubiera amado podían en el sistema verbal medieval asumir la expresión temporal ante-pretérito en el indicativo. Por ello no es ex306 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

traño que cuando «amara» se deslizó hacia la zona del subjuntivo arrastrara consigo a su forma compuesta correspondiente de modo que ésta, desde un principio, asumió funciones de ambos modos: «(Dixo) cómo por la Gloriosa cobro aquel dictado, / el qe con su seyello oviera seellado» (Berceo, Los Milagros, 836 a, b). En este caso «oviera seellado» expresa anterioridad en el indicativo, valor que le corresponde tanto a «seellara» como a «había seellado». «Si muerta me oviessen, oviéranme guarida» (Berceo, Duelo, 17). En este caso «oviéran guarida» se adscribe al modo subjuntivo. Por otra parte, desde mediados del siglo XIII «hubiera amado» se documenta en los dos miembros de las oraciones condicionales irreales pasadas. Su uso es, sin embargo, mucho más frecuente en la apódosis alternando con «habría amado», lo que pone de relieve su origen indicativo. En cambio «hubiese amado» hasta el español clásico sólo aparece en la prótasis, nunca en la apódosis. Ejemplo: «Si ante lo sopiessen lo que después sopieron, / no li ovieran fecho eso que le fizieron» (Berceo, Los Milagros, 148 c, d) —Hubiese amado: durante el período medieval, como ya se ha indicado, nunca aparece en la apódosis de las oraciones condicionales irreales pasadas, indicio evidente de su pertenencia al modo subjuntivo. Es en el español clásico en el que hace su aparición en esa posición, hecho que ha sido posible tras la total equiparación en el subjuntivo de «hubiera/hubiese amado». En el momento en que la forma -ra comienza a alternar libremente con la forma -se en la prótasis de las oraciones condicionales, esto arrastra a la confusión primero (confusión que comienza a finales del siglo XVI) y a la equiparación después de las formas compuestas paralelas: hubiera/hubiese amado. Así, la frase si hubieras tenido, hubieras dado (uso escaso en la Edad Media, pero se intensifica en el período clásico) se convierte en el siglo XVIII en: si hubieras/hubieses tenido, hubieras dado. La confusión se extendió después al segundo miembro de la condición. Desde finales del siglo XIX abundan los ejemplos. 15.9.2.6. FUTURO PERFECTO Forma perifrástica que asumió el papel de indicar anterioridad respecto a otros hechos futuros, valor que en su origen era propio del futuro de subjuntivo. Ejemplo: «Después que uno uviere elegido la manera de vivir, puédele su amigo avisar (Guevara, Menosp., 75, 7). 307 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Al igual que en el caso del futuro simple, el uso del futuro compuesto estaba limitado en la lengua antigua y clásica a las oraciones condicionales, temporales y relativas. Pero además de lo limitado de su uso, éste decrece hasta su práctica desaparición en la lengua moderna. Como ya se ha dicho anteriormente, hay que tener en cuenta que todos los tiempos del subjuntivo son aptos para expresar acción futura, y por consiguiente han ido haciéndose innecesarias las formas «amare», reemplazada por el presente y el imperfecto, y su forma compuesta correspondiente «hubiere amado», por el perfecto y el pluscuamperfecto. 15.10. Las perífrasis verbales73 Las perífrasis verbales son unidades semántico-funcionales constituidas por un núcleo binario indisoluble (aun cuando ambos constituyentes mantengan la posibilidad de funcionar, en otras circunstancias, como verbos plenos), formadas por una forma no personal del verbo y un auxiliar o verbo que ha experimentado un proceso de deslexicalización. En tales perífrasis o frases verbales74 se dan dos modificaciones formales respecto a las estructuras perifrásticas que hemos visto hasta ahora: 1. Posibilidad formal de verbo auxiliar más verbo principal en infinitivo, gerundio y participio. 2. Los principales verbos auxiliares que dan lugar a estas construcciones son: estar, ser, haber y tener, que en esta función están enteramente gramaticalizados, es decir, pierden total o parcialmente su significado propio. Además de éstos, existen en español una larga serie de verbos que se pueden utilizar como auxiliares y que para ello han sufrido paulatinamente procesos de gramaticalización más o menos profundos. Así pues, hay tendencia a que muchos verbos en español puedan funcionar como auxiliares. Ahora bien, como todos los verbos (a excepción de «haber») conservan en la lengua moderna su significado pro73 REAL ACADEMIA DE LA LENGUA (1978), Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española, Madrid; FENTE, R., FERNÁNDEZ, J. y otros, Perífrasis Verbales, SGEL, Madrid; GILI GAYA, S. (1976), Curso Superior de sintaxis española, pp. 103-119; YLLERA, A. (1980), Sintaxis histórica del verbo español: las perífrasis verbales, Zaragoza; LAPESA, R. (2000), Estudios de morfosintaxis histórica del español, pp. 878-885. 74 Unidades semántico-gramaticales que distinguiremos de las construcciones pasivas, de los tiempos compuestos y de las formas perifrásticas de futuro y condicional, aunque tal distinción no pueda ser tajante en la lengua medieval.

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pio, habrá que decidir en cada oración, si su significado se ha perdido u oscurecido en grado suficiente como para estimarlos verbos auxiliares. Este concepto de «perífrasis» del que partimos presenta problemas de índole semántica y funcional. La exigencia de que el auxiliar pierda o atenue su significado concreto es muy vaga e imprecisa. Por otra parte, hay verbos como «comenzar» o «seguir» que podrían formar perífrasis desde el punto de vista funcional y, sin embargo, no pierden su significación propia75. Los criterios funcionales tampoco están exentos de objeciones. Algunos lingüistas utilizan, por ejemplo, el procedimiento de la conmutación para comprobar si la suma de los dos verbos constituye una perífrasis o no. De esta manera, se supone que perífrasis verbal es la combinación de dos verbos, uno fijo (el auxiliar) y otro variable (el auxiliado). La ligazón entre estos dos elemenos puede no ser directa, sino por medio de una preposición (como en el caso de «ir a + infinitivo»; «llegar a + infinitivo», etc.) o por medio de «que» («tener que + infinitivo»). El primer procedimiento a que hay que someter a las perífrasis verbales para determinar si lo son o no es el análisis de la fijeza de su estructura. Así, no es posible *«anda decir», ni *«anda que decir», sino sólo «anda diciendo». En «empezar a + infinitivo», por ejemplo, el auxiliar conserva su significado pero la estructura es fija. Otro procedimiento para poder aislar a las perífrasis verbales es comprobar si el supuesto verbo auxiliado se puede pronominalizar o no. Por ejemplo: «¿lograste hablar?» «lo logré», en la respuesta a la pregunta el supuesto auxiliado se puede pronominalizar, luego no hay perífrasis. En cambio, en «¿debo volver?» no cabe como respuesta *«lo debo» y, por tanto, sí hay perífrasis. 15.10.1. Clasificación de las perífrasis 15.10.1.1. LAS PERÍFRASIS DE INFINITIVO Existen dos grandes grupos: —Perífrasis que afectan esencialmente al modo. Expresan necesidad, obligación, ruego, conjetura, probabilidad, conveniencia, etc. En general, la realización de la acción es vista como posterior, futura. Incluso, en ocasiones, el carácter modal es muy tenue y presentan un valor esencialmente temporal. 75

Estructuras que A. Yllera denomina «perífrasis verbales léxicas».

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En la lengua antigua es muy frecuente encontrar el paso de una intención, suposición, conjetura, etc. a indicar una acción sentida como inminente, y de ahí una acción inminente, futura sin más. Existe una estrecha relación entre los valores modales y los temporales, provocándose con frecuencia interferencias o transiciones de unos a otros. Así, salvo casos reducidos que expresan un valor modal intemporal, en la mayor parte de los casos se indica «dicho valor» cuya realización se supone posterior al tiempo expresado por el auxiliar (posterioridad indicada por el infinitivo). Dentro de este grupo podemos señalar perífrasis como «deber + inf.», «tener que + inf.», «poder + inf.», etc. Casos controvertidos son los de verbos como «querer» y «soler». Si aplicamos los diferentes procedimientos para aislar las estructuras perifrásticas a «querer + inf.» y «soler + inf.» el resultado pone de relieve la dificultad de considerarlas perífrasis. Por jemplo: «¿quieres comer?» «lo quiero», en la respuesta se puede pronominalizar el supuesto auxiliado, hecho que no ocurre en, pongamos por caso, «ahora, ¿tienes que comer?»; tampoco admite la pasiva del tipo «esto quiere ser hecho por mí», frente a lo que ocurre en «esto tiene que ser hecho por mí». Un grupo especial dentro de este tipo de perífrasis son las obligativas, perífrasis que se caracterizan entre otras cuestiones por: —Tener el mismo origen que las que dieron lugar a los futuros sintéticos y analíticos. —Admitir la interposición de preposiciones: «a», «de» y la conjunción «que». —Indicar los siguientes valores: valor modal obligativo y valor temporal (de acción inminente o de acción posterior, futura). 1. Haber + infinitivo Se ha supuesto que esta es la construcción más primitiva indicando ‘necesidad’, ‘obligación’ implantada en zonas de temprana romanización en oposición a la estructura que dará origen al futuro y condicional. La proximidad entre aver + inf. y inf. + aver es la razón por la que según A. Yllera en algún caso del catellano primitivo resulta imposible saber si estamos realmente ante una perífrasis o ante un futuro con el auxiliar antepuesto. «El Campeador a los que han lidiar tan bien los castigó» (Mio Cid, 3523)76 76 Caso que, sin duda, sería perífrasis para C. Company, para quien la estructura de futuro es siempre clítica pronominal: inf. + clítico + aver.

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La escasez de ejemplos de «aver + inf.» ha llevado a pensar en la posibilidad de una «a» embebida por una vocal idéntica contigua. Pero esta explicación no es válida en muchos casos. Ejemplos seguros serían «ovo ganar» (Poema de Fernán González, 6c); «non podieron los moros por los puertos passar,/ e ovyeron por tanto las Asturyas fyncar» (Poema de Fernán González, 88 c, d). Los casos registrados con posterioridad al siglo XVI se interpretan como de supresión de «de» y no de mantenimiento de la vieja fórmula. Sin embargo, el leonés, el asturiano y el aragonés conservan hasta hoy la perífrasis modal sin preposición. 2. Haber a + infinitivo Hoy esta estructura no se conserva en beneficio de «haber de + inf.». Sin embargo, era muy frecuente en los orígenes e, incluso, superaba a «haber de + inf.», pero desde fines del siglo XIII ésta poco a poco se va imponiendo de manera que no se registra ningún caso de aquélla en el siglo XVI. Razones de fonética sintáctica han provocado, según diversos autores, la sustitución de «a» por «de». La preposición «a» con un cuerpo fónico más reducido que «de» corre más peligro de ser absorbida por la vocal final del auxiliar. También se señala la posible influencia de otras estructuras formadas por «sustantivo + de + infinitivo» y que expresan obligación o posibilidad, por ejemplo: «Non abría fijas de casar, respuso el Campeador / ca non han grant hedad e de días pequeñas son» (Mio Cid, 2082-3). 3. Haber de + infinitivo Está documentada desde los primeros textos y puede expresar matices significativos muy variados, desde indicar ‘necesidad u obligación’ causada por agentes externos al hombre (semejante a «verse obligado a», «no tener más remedio que») o por razones de orden moral hasta ‘futuro general o futuro inminente’, equivaliendo a «estar a punto de + inf.». Ejemplos: «Pero sin grado lo houo ella de consentir» (Apolonio, 7c) «ca todo ha asy de venir e non puede otra cosa ser, pues que a los dios plaze» (Historia Troyana, 3, 7-8). «Quando la reyna, su madre, ovo de morir,..., pidió por merçed al rey Don Jayme, su marido» (Don Juan Manuel, Libro de las armas, 81, 58-60) El uso de «aver de + inf.» para señalar futuro inminente se diferencia fundamentalmente de «querer + inf.» cuando expresa este valor en que la primera estructura se emplea casi siempre con sujeto de persona, 311 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

mientras que la segunda con sujeto de cosa y para indicar un fenómeno de la naturaleza, por ejemplo: «el sol quería salir». 4. Haber que + infinitivo Reducida hoy a la forma impersonal (hay que...), su origen se encuentra en la estructura «habere + que + infinitivo» en la que «habere» es un verbo predicativo que indica ‘posesión’ y «que» relativo que funciona como objeto del infinitivo. Ejemplos: «Avié qué vistir, avía qé calzar» «tenía con qué vestirse, tenía con qué calzarse» (Berceo, Los Milagros, 805 a) Los casos verdaderamente perifrásticos no aparecen hasta el siglo XV en los que «que» es conjunción y aparece el objeto directo del infinitivo, por ejemplo: «segúnd las otras cosas que avía que fazer en sus reynos» (Crónica de D. Alvaro de Luna..., 212, 15-6). 5. Tener (a, de, que) + infinitivo Este verbo, «tener», también se introduce en el terreno de «haber» en lo que respecta al uso como auxiliar. Ahora bien, esta intromisión es más tardía y se produce de manera más debilitada que lo que ocurre en el ámbito de la indicación de la ‘posesión’. Estas estructuras no han conseguido hacer desaparecer a «haber de + inf.». De todas ellas, la más antigua es «tener de + inf.» cuyo primer ejemplo se documenta en el Apolonio («Maestro, diz, albriça te tengo de demandar,/ Guarida es la duenya, bien lo puedes prouar» (320, c, d). En el siglo XIV aparece «tener a +inf.» y «tener + inf.» en la poesía del XV. Este orden, inverso si lo ponemos en relación con lo que sucede cuando el auxiliar es «haber», hace pensar a A. Yllera que ya en el siglo XIII y en la lengua hablada se usaría la estructura «aver de + infinitivo» de manera que cuando se sustituye «aver» por «tener» se recurre a la fórmula más empleada en la lengua hablada. Los valores que estas estructuras expresan son los mismos que hemos visto con el auxiliar «haber». Ejemplos: «e non se me es olvidado el pequeño bien que me feziste e yo lo tengo de pagar doblando» (Libro de los Exenplos por A.B.C., 37, 321-2). «E respondió la madre e dixo: Fijo, si en la avenidera te tengo a ver, non te quiero ver en esta» (El espéculo de los legos, 287, 22-4). Por otra parte, «tener que + inf.» tiene un origen análogo a «aver que + inf.» aunque su aparición es más tardía. Los ejemplos verdadera312 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

mente perifrásticos no aparecen hasta la segunda mitad del siglo Ejemplos:

XV.

«Lo que tiene que ser, e lo que agora es ya pasó» (Las Bienandanzas e Fortunas I, 81, 50, 1, 36-37). «¿Qué tiene que hazer tu galardon con mi salario, tu soldada con mis mercedes» (La Celestina, 221, 3-5). —Perífrasis que expresan valor aspectual. Carecen de valor prospectivo, de futuro y pueden agruparse en diversos tipos según como presenten la acción verbal. Veamos algunos tipos: 1. Perífrasis que expresan un fase de la acción: a) Perífrasis ingresivas (señalan el comienzo de la acción): darse a + infinitivo; ponerse a + infinitivo, echar(se) a + infinitivo, etc. b) Perífrasis inceptivas (señalan el comienzo de la acción): comenzar a, empezar a, pensar de (de uso muy frecuente en castellano medieval, pero desaparece totalmente hacia la mitad del siglo XV). c) Perífrasis perfectivas (señalan que la acción está acabada): acabar de, terminar de, concluir de, etc. d) Perífrasis terminativas (suponen cese de la acción): dejar de, cesar de, etc. e) Perífrasis que expresan la acción como reiterada o habitual: tornar(se) (a) (de); volver a; soler + inf. f) Perífrasis que expresan la acción no realizada: fincar por + inf.; estar por + inf.; ser por + inf., etc. 15.10.1.2. LAS PERÍFRASIS DE GERUNDIO Tienen como característica común el presentar la acción vista en su desarrollo, en su transcurso. En este grupo entran perífrasis como: —Estar + gerundio; en el siglo XII no está totalmente constituida. Es en el s. XIII en el que se produjo su evolución fundamental, desarrollándose los principales usos modernos, de manera que los siglos posteriores acrecentarán su empleo sin modificar radicalmente la situación del s. XIII. Sólo su introducción con verbos que suponen movimiento físico o en sentido figurado será posterior a la Edad Media. Ejemplos: «las tres partes del dia bien estido callando» (Alexandre, 23 c) «Al buen rey está fablando» (Poema de Alfonso XI, 168 a) «fabrando estava quando me firió» (Corbacho, 223) 313 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—Ir + gerundio. Su valor general es el de indicar una acción vista en curso, en sus fases, realizada gradualmente. Es la más empleada en los textos primitivos, especialmente en la épica y mester de clerecía, que nos ofrecen un estado de cosas bastante semejante al actual, aunque ir + gerundio es más frecuente que hoy día. Ejemplos: «creçiendo va riqueza a mio Çid el de Bivar» (Mio Cid, 1200) «fuélo de fiera guisa el suenno apesgando,/ apremió la cabeça, fose adormitando» (Los Milagros, 10 c,d) «fue saliendo afuera la luz del coraçon» (Santo Domingo, 40d) —Venir + gerundio: «venir» ha llegado a un empleo perífrástico a través de su empleo figurado para indicar no movimiento en el espacio sino en el tiempo. Pasó de indicar movimiento espacial a indicar acercamiento al presente del que habla. En su empleo con gerundio nunca ha llegado a una avanzada gramaticalización, por eso aparece, conservado su significado, en contextos que indican un movimiento temporal hacia el presente o bien cierto acercamiento hacia el sujeto. Ejemplos: «Dios ayude los africanos / Ya sse viene llegando la fin / e la muerte de los cristianos» (Poema de Alfonso XI, 988 b, d) «Es una observación que vengo haciendo desde largo tiempo» (Palacio Valdés, Tristán, 222) Otras perífrasis de este grupo: andar + gerundio (documentada desde los primeros textos, pero en franca minoría frente a «ir» y «estar»), seguir + gerundio, continuar + gerundio, etc. 15.10.1.3. PERÍFRASIS DE PARTICIPIO Expresan la acción acabada, igual que algunas perífrasis de infinitivo, pero a diferencia de ellas añaden la consideración del estado resultante. La mayor o menor consideración de la acción verbal que causó el estado depende del auxiliar empleado. Un grupo con ciertas características diferentes lo consituyen las perífrasis formadas por «quedar, dexar, y fincar + participio» en la lengua antigua, ya que ponen de relieve el termino de la acción y el comienzo del estado resultante. Ejemplos: «perdién piedes e manos e fincavan contrechos» (Los Milagros, 386 b) «Casty(e)lla quebrrantada quedara syn sennor» (Fernán González, 543 a) «Con tu fablar eloquente / algo me dexas turbada» (Cancionero de Juan Fernández de Ixar I, 201, 21, 557-8) 314 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Otras perífrasis de participio serían por ejemplo. —Tener + pp.: su evolución hacia un empleo plenamente perifrástico se dio a partir de un uso copulativo, posesivo en sentido propio, o a partir de un uso conservando su significado propio de «mantener», «retener», «llevar». Los ejemplos son muy numeros en el siglo XIII pero es raro que exista un empleo totalmente perifrástico. En el siglo XIV solamente se produjo un lento avance de lo atestiguado con anterioridad. En el XV se decide su empleo moderno. Ejemplos: «la guerra que tenía començada contra los rreyes de Aragón y Navarra» (Refundición de la Crónica del Halconero, 98, 15-6) «E el rrey de Persia tenia çercado la cibdat onde hera obispo» (Libro de los Exenplos por A.B.C, 257, 8902-3) «Tener + participio» fue de uso muy frecuente en el siglo XV, sobre todo en la segunda mitad. Se emplea para indicar el resultado de una acción perfecta, esencialmente de una acción perfecta reciente o indicando una acción durativa que arrancó en el pasado y sigue en curso en el presente, una acción iterativa que llega hasta el presente e, incluso, con participios claramente imperfectivos una acción presente que se supone que comenzó anteriormente. Por tanto, su empleo no está limitado a la expresión del resultado. —Traer + participio. Documentada en el siglo XIII, esta perífrasis se desarrolla en el XIV con participios que denotan esfuerzo, insistencia, apremio, etc., en general con un carácter de opresión. Este carácter intensivo lo diferencia de «tener», de valor neutro. Puede indicar el resultado o la acción reiterada, añadiendo un matiz de insistencia o de interés por la acción. «Asy´ lo trae(n) engañado el mundo e el diablo» (Corbacho, 197) —Llevar + participio Constituye en la lengua moderna una perífrasis que expresa el estado resultante de una acción anterior con un carácter continuativo: llevo escritos cuatro capítulos (se prevé la continuación de la acción). Este empleo es totalmente desconocido en la lengua medieval. Otras perífrasis: ir + participio, venir + participio, salir + participio, etc. Ejemplos: «oye tu, Virgen Maria / los mis lloros e gemidos; / non vayan asy perdidos / pues son de triste memorya» (Cancionero de Baena, III, 1134-5, 567, 43-6) 315 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

«bien gelo entendieron que non vinié pagado» (Santo Domingo, 131d). «e vna fija que avía metiógela monja en el tenplo por que della non quedase generaçion, e salió preñada e non sopieron de quién» (Las Bienandanzas e Fortunas I, 345, 196, 2,35-8) 15.11. La voz77 En indoeuropeo existían tres voces: activa, media (o reflexiva) y pasiva, con la particularidad de que, por lo general, el mismo sistema de desinencias servía para las dos últimas. En latín clásico subsisten la voz activa y la pasiva; la media se halla en trance de extinción. La voz deponente no es más que una derivación de la voz media sin contenido semántico propio. El sistema de desinencias varía según se atribuya al verbo significado activo o mediopasivo. —La voz activa se usa para expresar que el sujeto realiza la acción verbal o que se halla en el estado o proceso que enuncia el verbo. Esta es la más antigua y el sistema de desinencias que se creó en indoeuropeo para expresarla continúa, con las naturales modificaciones, hasta nuestros días. —La voz media se usaba en indoeuropeo para expresar que el sujeto se beneficiaba de la acción verbal (= sibi) o que ésta racaía total o parcialmente sobre el sujeto o un objeto de su pertenencia (= se o suum); también podía usarse para destacar el carácter intransitivo del verbo. Estas tres acepciones se distinguen con los nombres de media indirecta, directa o intransitiva. En latín se produjeron notables modificaciones en relación con el indoeuropeo: —Aspecto formal: sustitución de las primitivas desinencias por formas en -r (desinencias de la pasiva). —Aspecto conceptual: se perdió la posibilidad de expresar la acepción media indirecta y se redujo el número de verbos cuyas desinencias en -r podían seguir usándose con las restantes acepciones propias de esta voz. 77 BASSOLS DE CLIMENT, M. (1981), op. cit., pp. 265-274; YLLERA, A. (1980), op. cit., pp. 244-246; NAVAS RUIZ, R. (1963), Ser y Estar. El sistema atributivo del español, Acta Salmanticensia, Salamanca; URRUTIA CÁRDENAS, H. (1980), La voz pasiva en español: formas perifrásticas, Deusto, y (2001), La construcción pasiva perifrástica en español. Análisis de un corpus.

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Para suplir estas pérdidas aumentó el uso del pronombre reflexivo «se» más la forma activa («se abstinere», «se accomodare», «se continere»...), estructura que terminó por asumir todas las acepciones de la antigua voz media. En romance primitivo, con la pérdida de las formas en -r, se impuso «se» para los tiempos simples y «ser + pp.» (sin el pronombre reflexivo) para los compuestos. Esta es la construcción normal en el Mio Cid y está documentada a lo largo de toda la Edad Media, pero retrocede a partir del siglo XIV y en el XV «se + aver + pp.» es ya más frecuente aunque existan ejemplos posteriores de «ser + pp.» con este valor. Ejemplos: «Aun era de día, non era puesto el sol» (Mio Cid, 416) «si non fuesse por ella aufogado sería» (Berceo, Los Milagros, 608d) En el siglo XIII, por analogía con los tiempos simples que conllevan el pronombre reflexivo «se», aparece la construcción «se + ser + pp.» para formar los tiempos compuestos de los verbos reflexivos. Esta construcción triunfó en diversas lenguas románicas. En castellano antiguo gozó de cierto favor en el siglo XIII (aunque siempre fue mucho menos empleada que «ser + pp.» e incluso que «se + aver + pp.»). En el siglo XIV decayó sensiblemente, en el XV la utilizan esporádicamente autores castellanos, en algunos casos tal vez por influencia italiana, catalana o aragonesa, etc., y aún existe algún ejemplo en el siglo XVI, aunque probablemente debido a la influencia de otras lenguas románicas. Nunca fue muy empleada en Castilla ya que incluso en el siglo XIII fue muy minoritaria. Ejemplos: «A tu sse es rendido» (Apolonio, 646b) «mucho más li valiera si se fuesse quedado» (Berceo, Los Milagros, 776d) La fórmula que triunfó en la lengua moderna, «se + aver + pp.» no parece haber sido totalmente ignorada en el siglo XII puesto que el autor del Mio Cid la utilizó probablemente en una ocasión siendo «se» complemento directo; aparece en otros ejemplos cuando «se» es dativo. En el siglo XIII es menos frecuente que «ser + pp.», aumenta su empleo en el XIV aunque «ser + pp.» sigue predominando y se impone en el XV, pero en este siglo existen todavía numerosos ejemplos de «ser + pp.» con este valor y la construcción está documentada posteriormente. Ejemplos: «e la muger avia una mançeba que se avia enamorado de un ome» (Libro de Calila e Digna, 62, 1176-7) «e todos los suyos d’el se han partido» (Cancionero de Baena, II, 760, 339, 136). 317 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—La voz deponente. Los deponentes eran verbos que originariamente tenían una acepción media. Esta acepción se fue debilitando hasta extinguirse por completo. Así, quedaron equiparados a los verbos activos por el significado y a los pasivos o medios por la forma. —La voz pasiva. En latín la voz pasiva (y la media) tenía formas sintéticas en los tiempos del Infectum (formas en -r: laudor, laudabor,...) y formas analíticas (constituidas por el auxiliar Esse y el participio pasivo del verbo que se conjuga) en los tiempos del Perfectum, que serán el esquema desde el que surgirán las perífrasis romances. Las formas analíticas llegaron a eliminar a las sintéticas, tanto por la tendencia a la simetría sistemática, como por ser más regulares y expresivas. Así, en romance la voz pasiva de todos los tiempos se expresará mediante el auxiliar «ser» más el participio del verbo que se conjuga. No obstante, hasta el siglo XIV esta voz carecía de formas específicas para los tiempos compuestos, de ahí que con gran frecuencia con participio perfectivo la construcción tomara valor de perfecto (es dicho = «ha sido dicho»). Este empleo decrece a lo largo de la Edad Media, pero sin llegar a desaparecer, pues existen aún numerosos ejemplos en el siglo XV, a pesar de que ya está en competencia con «aver seydo + pp.» (o las formas de pasiva refleja). Asimismo, en los siglos XII y XIII se emplea «ser + pp.» para expresar el estado resultante de una acción pasiva, cuando existe verdadera relación con la acción verbal que lo causó. En el siglo XIII aparece ya «estar + pp.», cuyo empleo irá aumentando a lo largo de la Edad Media y sobre todo en la segunda mitad del XV, aunque existan ejemplos posteriores de «ser + pp.» con este valor. En tales perífrasis el sujeto no es agente o productor de la acción verbal, sino paciente o receptor de la acción que otro realiza. Por tanto, tales construcciones no expresan sólo una modificación semántica del concepto verbal (como las perífrasis en función de la modalidad) sino que producen además modificaciones en la estructura de la oración en que se hallan. En efecto, el auxiliar y el auxiliado al unirse pierden o modifican su independencia para formar un complejo verbal con un matiz significativo nuevo, construyéndose una unidad significativa. —El auxiliar en la perífrasis es un modificante pleno, ya que lleva todas las características morfemáticas. —El auxiliado es un participio de pasado, en la generalidad de los casos. La excepción la constituye el auxiliar «dejarse» (en construcción refleja) que requiere un infinitivo, cuya significación 318 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

adquiere un carácter pasivo en estas construcciones, aunque sin perder totalmente su carácter activo. Si bien el auxiliado de la perífrasis es formalmente un participio, el cual puede funcionar como un adjetivo, la diferencia entre una oración atributiva monoactancial (es decir, una oración copulativa, en términos de la gramática tradicional) y una oración biactancial (es decir, una oración pasiva) es clara, pese a la base común. Basándonos en Gili Gaya destacaremos las siguientes diferencias: 1. En la construcción biactancial, el auxiliar y el auxiliado constituyen un complejo verbal funcional y significativamente. 2. En la construcción monoactancial, verbo y atributo tienen función propia. 3. La construcción biactancial admite sólo participios (o infinitivos) cuya terminación es rígida (-do, -to). 4. La construcción monoactancial admite adjetivos de «x» terminaciones (o sustantivos o enunciados que cumplan una función nominal). 5. La construcción monoactancial alude, semánticamente, a determinadas cualidades y características del sujeto, lo que no se da en la construcción pasiva. 6. La metábasis entre participio y adjetivo se verifica en una sola dirección, de participio a adjetivo. Si hubiese semejanza entre ellos, la dirección sería doble. 7. La construcción pasiva se puede volver en activa, lo que no es posible en una construcción atributiva monoactancial. —Estructuras típicas de la voz atributiva biactancial en español Se han destacado dos esquemas básicos: 1. Se caracteriza por tener una perífrasis: sujeto pasivo + forma verbal perifrástica (auxiliar + pp.) + (complemento agente). 2. Tiene como característica la forma «se» y la exigencia de la tercera persona del verbo (proposición cuasi-refleja para Bello y pasiva refleja para Gili Gaya): se + forma verbal en 3.ª persona + sujeto pasivo + (complemento agente). Las posibilidades formales de las formas perifrásticas son: 1. Estar + pp.: —En los tiempos imperfectos de acciones perfectivas: está o estaba prohibido, acabado, resuelto,... 319 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—En los tiempos imperfectos de muchos verbos reflexivos con sentido incoativo: está o estaba sentado, dormido, avergonzado, enfadado,... 2. Ser + pp.: —En los tiempos perfectos de acciones perfectivas o imperfectivas: fue abierta, ha sido cerrada, había sido observada,... —En los tiempos imperfectos de acciones imperfectas: es querido, era estimado, será solicitado, sea conocido,... 3. Hallarse + pp. 4. Quedar + pp. 5. Tener + pp. Llevar + pp. Traer + pp. Las tres últimas construcciones son límites, pues en muchos casos sólo el valor semántico y el contexto pueden determinar su carácter pasivo. Debemos a Rafael Lapesa la importante observación de que en algunos casos, si hay complemento agente en estas construcciones, no hay perífrasis, por ejemplo: «tengo dos cuadros pintados por Juan». Hay perífrasis activa con objeto directo, «tengo corregidos veinte ejercicios»; pero entonces no hay complemento agente. Por otra parte, cabe «tengo corregidos veinte ejercicios por mí y diez por mi ayudante». 6. Dejarse + infinitivo Esta última construcción no es totalmente pasiva, pues implica cierta participación del sujeto en la acción: «Se dejó vencer por el enemigo». Este tipo de construcción sería más acertado llamarla «medio-pasiva». El actante o complemento agente puede estar o no presente en estas construcciones pasivas. Este elemento que la tradición llama ablativo agente, al modo latino, tiene una estructura bimembre: relator y término. Los relatores reconocidos por la gramática tradicional son «por» y «de», pero se han encontrado otros: «con» y «en». En castellano antiguo es casi general el empleo de la preposición «de» con el complemento agente. Ejemplos: «Non priso lisión ca fue de Ti guardado» (Berceo, Los Milagros, 455c) «Sepas certeramente eres de Dios oído» (Berceo, Santo Domingo, 655b) «¿Qui uos podrie contar las alegrias que aquel dia fueron fechas, tanbien de moros como de cristianos? (Crónica Genral, II, 595b,40-42). 320 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Sin embargo, hoy se prefiere la preposición «por». Una concepción semántica de la «voz» nos obliga a hablar en los términos que lo hemos hecho hasta ahora, es decir, concebirla como una categoría gramatical que denota si el sujeto de la oración es agente o paciente de la acción expresada por el verbo (voz activa y pasiva respectivamente). Hay, no obstante, autores que mantienen una postura formalista. Entre éstos cabe destacar a R Lenz78, C. Hernández Alonso79, E Alarcos Llorach80, etc., autor este último que ha tratado el tema que nos ocupa en varias ocasiones. En esta nueva línea y dada la no diferenciación formal entre las estructuras que expresan los citados contenidos, hemos de concluir señalando la inexistencia de morfemas de voz o diátesis en español. Ello no nos obliga, sin embargo, a negar la existencia de los contenidos de pasividad y actividad. En este sentido, E. Alarcos Llorach ofrece una serie de argumentos que demuestran la identidad formal entre las llamadas, por algunos, «oraciones atributivas» y las «oraciones pasivas»: 1. Idéntico comportamiento del participio y del adjetivo: —Ambos, participio y adjetivo, admiten los morfemas nominales de género y número. —Dados por consabidos, participio y adjetivo, dejan como referente pronominal LO. 2. El tradicionalmente llamado complemento agente funciona como término adyacente del participio. 3. En algunas ocasiones, fuera de contexto, hay ambigüedad: «la edición del libro fue reducida», donde no sabemos si hay contenido pasivo o no. 4. Tanto en las «oraciones pasivas» como en las «oraciones atributivas» el verbo «ser» puede ser conmutado por los llamados copulativos («resultar, parecer, quedar»). Hay que destacar, finalmente, que F. Lázaro Carreter81 no admite la identificación entre ambos tipos de estructura, «pasivas» y «atributivas»; al respecto da una serie de razones para rebatir los argumentos de E. Alarcos. LENZ, R. (1935), La oración y sus partes. Publicaciones de la REF, Madrid. HERNÁNDEZ ALONSO, C. (1984), Gramática funcional del español, Gredos, Madrid. 80 ALARCOS LLORACH, E. (1973), «La diátesis en español» y «Pasividad y atribución en español», en Estudios de gramática funcional, Gredos, Madrid. 81 LÁZARO CARRETER, F. (1980), «Sobre la pasiva», en Estudios de Lingüística, Barcelona. 78 79

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15.12. Otras cuestiones de interés 15.12.1. Haber y Tener como verbos transitivos que indican «posesión»82 Los rasgos comunes de estos dos verbos (tanto en el ámbito semántico como en el funcional e, incluso, en el formal) y el hecho de que la expresión del concepto ‘tener’, ‘poseer’ se encontrara gastada por la excesiva instrumentalización de HABERE (frecuente uso como auxiliar) es lo que provocó la sucesiva sustitución de HABER por TENER. Tal sustitución cuya base e impulso es latino no se zanja definitivamente hasta el período clásico de la lengua (s. XVI-XVII), salvo restos en lenguajes muy formularios como el jurídico o el eclesiástico. Pero hasta entonces, ¿se delimitan con claridad los usos de estos dos verbos? Se barajan diferentes criterios distintivos según los autores. R. Lapesa, haciéndose eco del trabajo de E. Seifert, nos dice que estos dos verbos aún siendo prácticamente sinónimos presentaban, sin embargo, diferencias de matiz. Mientras que «aver» indicaba la posesión incoativa (‘obtener, conseguir, adquirir’), «tener» expresaba la posesión durativa (‘mantener, retener’). Se manifiesta también una diferencia en cuanto al campo semántico del objeto directo de uno y otro verbo. En líneas generales, «haber» se prefería con objeto directo abstracto («haber miedo, menester, esperanza, gozo»,...); en cambio, «tener» se reservaba para seres y objetos concretos, como por ejemplo «tener buena espada». A decir verdad, estos criterios no se nos presentan como delimitadores absolutos del uso de «aver» y «tener» sino tan sólo como tendencias diferenciadoras de uno y otro verbo que con el tiempo se hacen cada vez más borrosas, invadiendo «tener» la expresión de nociones abstractas y las acepciones incoativas (‘obtener, procurar’). Este hecho comienza ser notorio en el siglo XIV en Castilla y León (mientras que Aragón muestra una evolución más lenta) de acuerdo a la cronología que nos proporciona E. Seifert. Abandonando las citadas tendencias diferenciadoras, Mauricio Molho es más tajante en la formulación de las diferencias entre «ha82 LAPESA, R. (1980), Historia de la lengua española, Gredos, Madrid, pp. 398-399; SEIFERT, E. (1930), «“Haber” y “Tener” como expresión de la posesión en español», en Revista de Filología Española, XVII, pp. 233-276 y 345-389; MOLHO, M. (1975), Sistemática del verbo español, Gredos, Madrid, pp. 187-190; CHEVALIER, J.C. (1977), «De l’opposition “AVER-TENER”», en Cahiers de Linguistique Hispanique médiévale, 2, pp. 5-48; URRUTIA, H. y ÁLVAREZ, M. (1995), «Haber/Tener y su valor de ‘posesión’ en castellano medieval», en Revista de Lingüística Teórica y Aplicada, 33, Concepción (Chile), pp. 209-218.

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ber» y «tener» como expresión de la posesión en la lengua antigua. El principio explicador que rige el uso de un verbo y otro es según sus palabras el de indicarnos dos imágenes contrastivas de la posesión: —Una posesión radical que se interioriza en la persona sujeto de la que no puede salirse. El significante es «haber». —Una posesión contingente, transitoria, que se concibe como pudiendo ser o no «ser». El significante es «tener». La relación de posesión se matiza de distinta manera, según sea el verbo que se use: «haber» indica la «adquisición» que se puede prolongar y ser permanente como posesión, mientrasa que «tener» focaliza lo «adquirido», sin más. De ahí, la diferencia que hacía el derecho antiguo entre: —De haber: heredad (bienes, derechos y obligaciones de una persona que no se extingen por su muerte); propiedad, derecho o facultad de disponer de una cosa y reclamar la devolución de ello si está en poder de otro. —De tener: tenencia (ocupación y posesión de una cosa); feudo (contrato por el cual a un individuo le eran concebidos ciertos derechos de posesión por el que tenía la soberanía). En esta misma línea, J.C. Chevalier parte de la existencia de dos tipos de bienes o propiedades: —El bien transmisible, la heredad, la propiedad → HABER. —El bien no transmisible, la tenencia, el feudo, aquello que se tiene sólo por delegación → TENER. Sea como fuere, lo cierto es que en el siglo XV ya parece que se ha hundido «haber» como verbo transitivo que indica posesión. Valga como lema de esta época lo que nos dice Juan Valdés: «aya y ayas por tenga y tengas se decía antiguamente y aún lo dizen algunos, pero en muy pocas partes quadra. Usanse bien en dos refranes, de los cuales el uno dize: Bien aya quien a los suyos se parece, y el otro: Adonde quiera que vayas, de los tuyos ayas». En el siglo XVI se hacen juegos de palabras con «haber» y «tener». Así por ejemplo, bromea Garcilaso al enviarle a un médico, en vez de dinero, una bolsa vacía y una nota que decía: La bolsa dice: yo vengo como el arca do moré que es el arca de Noé (no he) que quiere decir no tengo. 323 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En otro texto del siglo XVI se dice: Come el rico cuando ha gana / y el pobre cuando lo tiene. Desde la segunda mitad del siglo XVI tenemos más o menos el estado actual: fuera de los restos en lenguajes muy formularios como el jurídico o el eclesiástico (que poco a poco se fueron diluyendo), el uso de «haber» como transitivo para indicar posesión sólo se puede detectar en algún rincón dialectal: «¡ai, que fambre que é». 15.12.2. El uso de «haber» como verbo impersonal: Haber impersonal + SN83 Como hemos visto anteriormente, en latín clásico HABERE era un verbo transitivo, personal que significaba ‘tener, poseer’. Luego el origen de la estructura que nos ocupa hay que buscarlo según Bassols y otros autores como Bastardas Parera o Moreno Bernal en frases como las siguientes en las que se produce un cambio de significado y de construcción del verbo en cuestión. «Dominus habet multum vinum» (‘el dueño tiene mucho vino’), frase en la que el verbo «habet» expresa posesión. «Domus habet multum vinum», frase idéntica a la anterior, pero al tener el verbo «habet» un sujeto inanimado y, por tanto, no apto para ejercer la posesión, aquel pasa a evocar ‘existencia’, resultando la frase análoga a «Domi est multum vinum» (‘en casa hay mucho vino’). Al asumir HABERE la acepción de ‘existir’ el complemento por él regido pasa a ser el sujeto lógico. No obstante, como históricamente era el complemento de la acción verbal, por la fuerza de la tradición, muchas lenguas románicas, entre ellas el castellano, han continuado considerando a este término como el objeto directo (había fiestas/* habían fiestas). Esta interpretación también es recogida en sus líneas fundamentales por C. Hernández. Sin embargo, Luque Moreno discrepa de estos planteamientos. Para él el desplazamiento del verbo HABERE hacia el campo de lo existencial y, por tanto, la aproximación entre HABERE y ESSE era mucho más amplia que los casos señalados por Bassols. Era algo que no sólo se producía en los sintagmas «habet» impersonal, sino 83 BASSOLS DE CLIMENT, M., «Origen de la construcción impersonal del verbo “haber”», en Revista de Estudios Clásicos, 3, pp. 215-225; LUQUE MORENO, J. (1977), «En torno al sintagma haber impersonal + sustantivo y sus orígenes latinos», en R.E.L., 7, 2; MORENO BERNAL, J. (1978), «El uso impersonal de haber en un texto del siglo XIII», en B.R.A.E., tomo LVIII, Madrid; HERNÁNDEZ ALONSO, C. (1984), Gramática funcional del español, Gredos, Madrid.

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que tales estructuras se enmarcan en una larga tradición en la que dicho verbo se ha ido empleando cada vez más con un sentido y unas funciones parecidas o idénticas a las del verbo ESSE. De esta manera, tal autor no considera un hecho aislado el que aparezca en latín tardío la estructura «habet impersonal + acusativo». Entonces, nos dice, son numerosos los verbos que empiezan a usarse en expresiones impersonales, por ejemplo: cogit = necesse est; capit = licet, etc. En definitiva, HABER es impersonal e indica ‘estado, existencia’. Realmente lo anómalo en esta estructura es la presencia de un acustivoobjeto unido a un verbo de «estado» y, por tanto, intransitivo. Para Luque Moreno tal acusativo-objeto, tal sustantivo no pudo ni debió tener categoría de auténtico complemento directo. Se mantuvo la forma del acusativo porque se construyó una especie de sintagma fosilizado, anomalía sintáctica que se ha mantenido en las lenguas romances como el español. Estas diferentes visiones del uso impersonal del verbo «haber» originan también análisis diversos de la estructura: —La mayoría de las gramáticas españolas actuales la considera verbo impersonal + objeto directo. Las razones que aducen son de diferente tipo: 1. Comparativo: la existencia de expresiones similares en otras lenguas románicas (fr. «il y a»). 2. Sincrónico: no concordancia del verbo con el sustantivo; referente pronominal de O. D. (lo, la, los y las); orden oracional V - OD. 3. Diacrónico: supervivencia de una construcción que se desarrolló en latín tardío: «habet impersonal + sustantivo en acusativo». —Otros autores por equivalencia semántica con las frases intransitivas de SUM la consideran verbo + sujeto oracional. Las razones de este análisis son también de diferente tipo: 1. Comparativo: expresiones semánticas equivalentes a la que nos ocupa se indican en otras lenguas con «verbo de existencia + sujeto» (por ejemplo, en latín). 2. Sincrónico: tendencia cada vez más fuerte y que arranca ya desde hace siglos a pluralizar el verbo cuando el sustantivo va en plural («habían, habrán muchos hombres»,...); rechazo a la transformación en pasiva; etc. Además añade Luque Moreno: el hecho de que al verbo «haber» indeterminado, en cuanto que es impersonal, le siga siempre un sustantivo indeterminado es un indicio de que dicho nombre se siente como sujeto (p. 135). 325 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—Por último, hay quienes defienden una postura intermedia: «hay un toro» (verbo + sujeto) y «hay unos toros» (verbo + objeto directo). 15.12.3. Uso de Ser y Estar en estructuras atributivas84 Otro de los procesos peculiares en la diacronía del castellano es el desplazamiento que sufre el verbo «ser» por «estar» en las estructuras atributivas. Hoy día el uso de «estar» es más frecuente que el de «ser», pero no siempre ocurrió así. «Stare» que significaba en latín ‘estar de pie’ pierde parte de su significado originario y pasa a significar simplemente ‘estar’, es decir, pasa a indicar la ‘existencia en un determinado espacio’, de modo que a partir de entonces comienza a invadir las antiguas funciones y usos de «esse + adjetivos». Según estudiosos como Vañó-Cerdá «estar» comienza a reemplazar a «ser» de manera patente desde el siglo XII. Ahora bien, esta irrupción de «estar» en terrenos reservados en principio a «ser» no se produce por igual ni con la misma intensidad con todo tipo de adjetivos. —Los adjetivos extrínsecos, al estar semánticamente más próximos a la idea de ‘existencia circunstancial’ designada por «estar», son los que favorecen el empleo y posterior desarrollo de este verbo en las estructuras atributivas. Este tipo de adjetivos no indican una cualidad constitutiva o esencial del sujeto al que se refieren, sino más bien una situación circunstancial o accidental en la que se encuentra el sujeto en un momento dado. Ejemplos: «Firme estido Per Vermudoz, por esso nos encamó» (Mio Cid, 3629) «Guiava bien su grei, non como soldadero,/ mas como pastor firme que esta bien facero» (Berceo, Los Milagros, 314 c,d). «Quando estas yrado as fiera catadura» (Alexandre, 233 d) —Los adjetivos intrínsecos al expresar una cualidad que es vista por el hablante como algo esencial del sujeto al que hace referencia parecen favorecer en principio el uso de «ser». En efecto, la presencia de «estar» con este tipo de adjetivos, sin dejar de ser 84 VAÑÓ-CERDÁ, A. (1982), Ser y Estar + adjetivos: un estudio diacrónico y sincrónico, Tübingen, Narr; NAVAS RUIZ, R. (1963), Ser y Estar. El sistema atributivo del español, Acta Salmanticensia, XVII, Salamanca; URRUTIA, H. y ÁLVAREZ, M. (1993), «Uso de estar + adjetivo en castellano medieval» en Mundaiz, 46, pp. 5-11.

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significativa, es muy inferior a la alcanzada con los extrínsecos en diferentes obras del siglo XIII. Ejemplos: «El prado que vos digo avie otra bondat:/ por calor nin por frío non perdié su beltat,/ siempre estava verde en su entegredat» (Berceo, Los Milagros, 11 c) «Si Adam non ouiesse estado tan gloton» (Alexandre, 2382 a) «desso creo que estades amarilla e magrilla» (Buen Amor, 757 c) —Los adjetivos de sentido activo hacen referencia a un comportamiento ocasional y particular. El uso de «estar» con este tipo de adjetivos es de aparición más tardía y además menos frecuente. Ejemplos: «ca quiso a su padre obediente estar» (Apolonio, 162 d) «Armados estemos mucho contra acidia, mala cosa» (Buen Amor, 1600 a) Como puede observarse, los adjetivos anteriores usados con «estar» indican comportamientos ocasionales de los sujetos a los que se refieren. El estudio diacrónico de las estructuras atributivas refleja la progresión del uso de «estar» en ámbitos semánticos de «ser». Por otra parte, la extensión de «estar», detectada desde los primeros textos en castellano ha estado condicionada por los valores semántico-pragmáticos de los adjetivos. Así, la progresión se ha iniciado con los adjetivos extrínsecos (s. XII), para continuar con los intrínsecos y activos (s. XIII-XVI). Pero el desplazamiento de «ser» por «estar» no ha concluido todavía ya que el uso de éste se proyecta incluso en empleos actuales de sentido clasificatorio relacionado con «ser», por ejemplo: siempre está muy bueno el bacalao en ese restaurante». Bibliografía ALARCOS LLORACH, E., Estudios de gramática funcional del español, Edit. Gredos, Madrid, 1973. ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español, Edit. Gredos, Madrid, 1983. ÁLVAREZ ÁLVAREZ, M., Estudio de la flexión verbal en la obra de Gonzalo de Berceo (siglo XIII), Universidad de Deusto e Instituto de Estudios Riojanos, Bilbao, 1991. —, «Una primera aproximación filológica a un documento guipuzcoano del siglo XVI: “Las ordenanzas de la Cofradía de Mareantes de San Pedro de Fuenterrabía (1361-1551)”», en Mundaiz, 43, 1992, pp. 5-22. 327 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

—, «La estructura Haber + pp. en la documentación municipal del País Vasco Húmedo (siglos XIV-XVI)», en Mundaiz, 45, 1993, pp. 5-18. ANDRÉS-SUÁREZ, I., El verbo español. Sistemas medievales y sistema clásico, Gredos, Madrid, 1994. BASSOLS DE CLIMENT, M., Sintaxis latina, 2 tomos, CSIC, Madrid, 1963. —, Sintaxis histórica de la lengua latina, Escuela de Filología, Barcelona, 1948. —, «Origen de la construcción impersonal del verbo “haber”», en Rev. de Estudios Clásicos, 3, pp. 215-225. BELLO, A., Gramática de la lengua castellana, Col. Edaf Universitaria, Madrid, 1978. COMPANY, C., «Los futuros en español medieval. Sus orígenes y su evolución», en NRFH, 34, pp. 48-107. —, «Sintaxis y valores de los tiempos compuestos en español medieval», en NRFH, 32, 1983, pp. 235-257. COROMINAS, J., Diccionario Crítico Etimológico de la lengua castellana, Edit. Gredos, Madrid, 1976. COROMINAS, J. y PASCUAL, J.A., Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, vol. 5, Edit. Gredos, Madrid, 1980-1983. CHEVALIER, J.C., «De l’opposition “AVER-TENER”», en Cahiers de Linguistique Hispanique médiévale, 2, 1977. ERNOUT, A., Morphologie historique du latin, Libraire C. Klincksieck, París, 1953. FENTE, R., FERNÁNDEZ, J. y otros, Perífrasis verbales, Edit. SGEL, Madrid, 1972. GARCÍA DE DIEGO, V., Gramática histórica española, Edit. Gredos, Madrid, 1961. GILI GAYA, S., Curso superior de sintaxis española, Edit. Bibliograf, Barcelona, 1976. GILMAN, S., Tiempo y formas temporales en el «Poema del Cid», Edit. Gredos, Madrid, 1961. HANSSEN, F., Gramática histórica de la lengua castellana, Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1945. IMBS, P., L’emploi des temps verbaux en français moderne, Librairie C. Klincksieck, París, 1960. IORDAN, I. y MANOLIU, M., Manual de lingüística románica, tomo I, Edit. Gredos, Madrid, 1972. KENISTON, H., The Syntax of Castilian Prose: the Sixteenth Century, The University of Chicago Press, 1937. LAPESA, R., Historia de la lengua española, Edit. Gredos, Madrid, 1980. —, Estudios de morfosintaxis histórica del español, Edit. Gredos, Madrid, 2000, tomo II. LÓPEZ BOBO, M.ª Jesús, El vocalismo radical átono en la conjugación castellana. Etapa medieval y clásica, Departamento de Filología Española, Universidad de Oviedo, 1998. LUQUE MORENO, J., «En torno al sintagma haber impersonal + sustantivo y sus orígenes latinos», en REL, 7, 2, 1977. LLOYD, Paul M., Del latín al español, I. Fonología y morfología históricas de la lengua española, Edit. Gredos, Madrid, 1993. MARCOS MARÍN, F., Introducción plural a la gramática histórica, Edit. Cincel, Madrid, 1983. 328 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

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Capítulo 16

Derivación verbal

La formación de verbos derivados puede ser inmediata o sin sufijo, o mediata por medio de sufijos y prefijos especiales. En forma inmediata, el latín derivaba de sustantivos y adjetivos nuevos verbos mediante la unión al lexema nominal de la terminación sufijal de las cuatro conjugaciones; cura > curare, regnum > regnare, invida > invide-re, fides > fidere, finis > finire, etc. Pero los romances no admitieron la derivación en -ere; sólo crearon derivados en -are, -ire, prefiriendo -are; en vez de fidere el latín vulgar hizo fidare > fiar; en vez de stude-re > estudiar, y de invide-re > envidiar. De modo mediato, el latín derivaba nuevos verbos mediante prefijos y sufijos especiales, fuera de las características de los infinitivos de las cuatro conjugaciones. Podías derivar de lexemas nominales o verbales; vanus > evanesce re, caballus > caballicare; flore-re > floresce re, dice re > dicta-re, gere re > gestare, dormire > dormitare, etc. a) El latín aplicaba los sufijos especiales a todas las conjugaciones, pero ya la mayoría seguían la conjugación -are. El español sólo forma derivados en -er con el sufijo -esce re > -ecer. Este sufijo es de significación incoativa y forma verbos a partir de adjetivos principalmente: emblanquecer, blanquecer, embellecer, oscurecer, etc. También los hay de sustantivos: favorecer, enmohecer, encallecer, amanecer, etc. Los sufijos especiales más importantes en la formación de verbos romances son: 1. -iare, -tiare: unido a adjetivos, participios y nombres: similiare > semejar, dominiare > domeñar, acutiare > aguzar, etc. 2. -icare: integrado a nombres, principalmente: auctoricare > otorgar, caballicare > cabalgar, maturicare > madrugar. 331 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

3. -ntare, -tare: unido a lexemas o temas verbales, aportaban un valor frecuentativo o intensivo al nuevo verbo: cane re > cantare > > cantar; sedentare > sentar, levantare > levantar, crepantare > > quebrantar, etc. 4. -fícare: se unía a adjetivos terminados en -ficus: apaciguar, amortiguar, santiaguar. 5. -idiare: da el español -ear. De gran vitalidad: colorear, plantear, pasear, etc. En muchos casos, aporta un valor frecuentativo a la acción verbal. Tiene un alomorfo culto: -izare (difundido por el cristianismo). Ejemplos: baptizare > bautizar; latinizare > latinizar; exorcizare > > exorcizar, etcétera. 6. -escere: da -ecer en castellano. Aporta un valor incoativo a los verbos resultantes de lexemas verbales o nominales. En latín: tume-re- > tumesce re; durus > obduresce re, etc. En castellano se une principalmente a lexemas nominales (atardecer, favorecer, emblanquecer, oscurecer, etc.), aunque en la historia de la lengua encontramos variados ejemplos de base verbal. Así, por ejemplo, muchos verbos en -ir tuvieron su paralelo en -ecer: establir, establecer; adormir, adormecer; aburrir, aborrecer; cuntir, contecer, acontecer; bastir, bastecer, abastecer; padir, padecer; enflaquir, enflaquecer. Las formas en -ecer prevalecieron mayoritariamente sobre las en -ir. Además la terminación -ecer se integró en verbos de origen germánico que también tuvieron su forma paralela en -ir, en castellano antiguo: warjan > guarecer, guarir warnjan > guarnecer, guarnir skernjan > escarnecer, escarnir. b) En la derivación prefijal, hay que recordar que en el latín clásico los prefijos verbales acentuados modificaban la vocal temática (a > ı , e ; e > ı ; ae > -ı ; au > u-, o- ): sacro > conse cro, ca do > concido; le-go > colligo; quaero > inquı- ro; claudo > inclu-do, etc. Esta situación, en el mismo latín, tendió en época posterior a regularizar la identidad del lexema: sacrare > consacrare; conquaerere por conquirere; rehacer, de refacere, en vez de refice re; retener no se explica de retı ne-re (re + tene-re), etc. Fuera de esta regularización, también se tendió a trasladar el acento al lexema verbal: rétinet > reténet > retiene; ímplicat > implicat > implica; récipit > recípit > recibe. En los casos en que el prefijo no se percibió como tal, el acento no se desplazó; co- lloco > cuelgo; re-cı to, rezo; co- mpu tat > cuenta, etc. 332 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

En la lengua coloquial y popular, se usaron las secuencias de varios prefijos en una lexía: encomendar < in + com + mendare; despertar < < de + ex + pergitare; etc. Los prefijos más usados en la formación verbal son: 11. ad-: pervive con dos alomorfos en castellano: a- (popular), ad(culto): acrecer, acoger; admirar, adjuntar, etc. 12. ante-: anteponer, anteceder, etc. 13. cum-: combatir, comenzar, concomer, etc. 14. contra-: contrahacer, contradecir, contraponer, etc. 15. de-: deponer, decaer, etc. 16. dis-: tiene dos alomorfos: des- (popular); dis- (culto): deshacer, descoser; disentir, disputar, etc. 17. ex-: da es- (popular) y ex- (culto): escoger, explotar, etc. 18. in-: da dos resultados en castellano, en- (popular) e in- (culto): envolver, encumbrar, indicar, etc. 19. inter-: resultan dos alomorfos en castellano, entre- (popular) e inter- (culto): entrecortar, entrever, intervenir, interpretar, etc. 10. per-: perdonar, percatar, perseguir, etc. 11. re-: recalcar, recalentar, rebuscar, renovar, etc. 12. sub-: resultan varios alomorfos en castellano: sofreír, sonreír, sahumar, zambullir (subbu llire), chapuzar (subputeare). Pervive también el alomorfo culto: subscribir, subrayar, subvertir. 13. super-: da dos alomorfos en castellano, sobre- (popular), super(culto): sobrecargar, sobresalir, superabundar, superponer, etc. 14. trans-: trascordarse, trasponer, trastornar, etc. En general, los prefijos anteriores conservan el significado originario en sus resultados romances. c) También encontramos resultados parasintéticos en la formación de nuevos verbos. Veamos algunos ejemplos: ad-: abordar, acabar, acercar, agradar, aportar, etc. de-: decolorar, derramar, etc. dis-: descabalgar, etc. ex-: escaldar, escapar, escorrer, etc. in-: enojar, emborrar, encaminar, empeorar, etc. post-: postergar, etc. re-: repatriar, retrasar, etc. trans-: trasconejarse, trasnochar, etc. En muchos casos, cuando no es sentido en su motivación, el prefijo desaparece: escalentar > calentar, encabalgar > cabalgar, etc. 333 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

d) Composición: es el procedimiento más escaso, aunque encontramos ejemplos: a) adverbio + verbo: menoscabar, menospreciar, bendecir, maldecir, malgastar, etc. b) sustantivo + verbo: mantener (manu + tenere), maniatar, alicortar, perniquebrar, fementir, etc. c) nombre + nombre: justipreciar, mancornar, machihembrar, etc. Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español, Edit. Gredos, Madrid, 1983. GARCÍA DE DIEGO, V., Gramática histórica española, Edit. Gredos, Madrid, 1961. HANSSEN, F., Gramática histórica de la lengua española, Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1945. MENÉNDEZ PIDAL, R., Manual de gramática histórica española, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1977. URRUTIA CÁRDENAS, H., Lengua y discurso en la creación léxica, Edit. Planeta, Barcelona, 1978.

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Capítulo 17

Adverbios, preposiciones, conjunciones e interjecciones

Veremos a continuación las palabras que carecen de toda flexión. En este grupo se encierran cuatro clases bien diferentes entre sí, según las cuales se dividirá este capítulo también en cuatro partes: adverbios, preposiciones, conjunciones e interjecciones.

17.1. Los adverbios La cantidad de adverbios que caracterizaba al latín clásico sufrió una reducción notable en el latín vulgar, dejando paso a nuevas formaciones. Sus resultados castellanos y las creaciones romances se verán a continuación: a) Adverbios de tiempo: 1. Provenientes del latín clásico: quando > cuando; hodie > hoy; heri > (a)yer; jam > ya; adhuc > aú(n); nunquam > nunca; semper > > siempre y sólo hasta la Edad Media cras > cras; aliquando > alguandre; post > pues ‘después’. 2. Provenientes del latín vulgar: in-tunce > entonces; ex-tunc > estón; ex-tunce > estonce, estoz; in ante > enantes; de in ante > denante, delante, denantes; de post > depues; de ex post > después; jam magis > > jamás; dum interim > domientre, el cual fue influido por formas con de-: demientre, demientres, y después, debido a los pares como más-demás, etc., se separó la de-, resultando mientres y por fin se hizo mientras, donde la -a- y la -s se explican por analogía con otros adverbios. 335 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

3. Formas sustituidas: a cras le sustituyó un derivado de mane: maneanam > mañana; anoche casi sustituye a ayer, al ser usado aquel, en la Edad Media, con el mismo sentido de éste; nunc cede ante hac hora > > agora y ad horam > ahora; alim desapareció y se sustituyó por ante-annum > antaño; junto a hoc anno > hogaño, que recibió parte de los usos de nunc y modo. Otros fueron sustituidos por giros nuevos y algunos por formas en que se repetía el mismo sentido del latín: ilico → luego; statim → en pie, etc. Entre las formas romances merecen destacarse por su uso medieval: alora, essora ‘el punto, entonces’; desí ‘después’ < de sic. b) Adverbios de lugar: Se redujeron y confundieron en latín vulgar. Como fundamentales quedaron hic, hac para la cercanía e illic, illac, illoc para la lejanía. Se salvaron también algunos adverbios matizadores y sobre todo se multiplicaron los compuestos nuevos para rellenar los vacíos: 1. Adverbios que, desde el latín, llegaron hasta la Edad Media: ab ante > abante; sursum > suso; desursum > desuso; deorsum > yoso, yuso; ad deorsum > ayuso (algunos de los anteriores se conservan todavía en la toponimia y en la antroponimia); ad retro > arriedro; ibi > i; ubi > ove, o; unde > onde, ond, on; prope > prob; inde > > ende, end, en; de inde > dende (hoy vulgar); de ubi > do; in ante > enantes; longe > lueñe; ad longe > alueñe; de in ante > denantes (hoy vulgar), aunque queda en su derivado: delante. 2. Conservados hasta el español actual: circa > cerca; de trans > > detrás; de intro > dentro; foras > fuera; ad (i)llic > allí; ad (i)llac > allá; de foris > defuera (dialectal); ad hic > ahí; la partícula reforzativa accu(m) + hic dio aquí; accu(m) + hac > acá; accu(m) + inde > aquende; con (i)llac > acullá (dialectal); de-u nde > donde. c) Adverbios de cantidad: 1. Conservados: tantum > tanto; quantum > cuanto; multum > mucho, muy, much (ant.); magis > más; minus > menos. 2. Sustituidos: satis fue sustituido por ad-satiem > asaz; nimis por de-magis > demás y su derivado demasiado sustituyó a nimium; fere dejó paso a quasi > cuasi, casi; del contenido de parum sólo quedó paucum > poco. d) Adverbios de comparación, afirmación y negación. De los comparativos sólo se salvó quomodo > cuomo, como. Los de afirmación se perdieron mayoritariamente todos, con la excepción de 336 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

sı- c >sí. De los negativos pervive únicamente non > non, no, y por los de duda se formó qui sabe > quisab > quizá. e) Otros adverbios. Tenían el latín clásico y vulgar bastantes terminaciones para formar adverbios. Así, por ejemplo, -ter, -iter, -tus, -itus, -im, -tim, muy abundantes al principio en el latín vulgar pero que fueron olvidados posteriormente ante la difusión de mente, de gran vitalidad en romance para formar adverbios de modo. Sin embargo, quedaron resultados de los terminados en -e latinos: bene > bien; male > mal; tarde > tarde; en -ice: romanice > romance; vasconice > vascuence; algunos en -o: cito > cedo (ant.). Como se hacía en latín, el romance recurrió al uso adverbial de cualquier adjetivo: bueno, bravo, fuerte, etc. También con participios: recién, mediante, durante, etc. Del latín se han heredado muchas locuciones adverbiales y que han sido enriquecidas con creaciones romances en diversas épocas: adiestro y siniestro, de firme, a una, en uno, de so uno (ant.), de con so uno (ant.), consuno, aparte, enseguida, de vuelta, de balde, de frente, a ciegas, a tontas, a horcajadas, a hurtadillas, a la castellana, etc. Como indicamos, el sustantivo miente, mientre, mente < me ntem se une desde el latín vulgar con cualquier adjetivo y forma con él un adverbio; de la misma manera se usó, en la Edad Media, el germánico guisa < < wisa: fea guisa, buena guisa, etc., y con menor frecuencia el sustantivo cosa: fiera cosa. Al final sólo perduró el esquema con mente: buenamente. f) Otros usos medievales. Fuera de los ya señalados, hay que destacar otras formas adverbiales peculiares del castellano medieval. Sin señalar los latinismos que perviven como pos, ibi, señalaremos algunas formas destacadas por su uso: por luenga ‘prolijamente’; ta mientre y sus variedades: tan mientre, tan demientre, tan de mientra, tan amientra, de tan amientra, tan demientras (usado por Sta. Teresa); aliubi > ajubre; aliunde > ajondre; alquieras; cabadelante; a cabo de; por cabo; ad aviesas; faz a; odie, die, odie in die (formas medievales latinadas); a suso, a sus, ayuso; kanale arripa; otrosí ‘también, además’. g) La terminación de los adverbios. En los adverbios también encontramos interferencias analógicas en muchos de ellos. Así, por ejemplo, la -s que tienen menos, más, tras, jamás, etc., y que tenían otros perdidos como cras, abes (ad vix), apres (ad pressum), etc., se agregó a ante(s), entonce(s), quizá(s), mientra(s), como a los antiguos nunca(s), sine(s), y a muchas locuciones a ciega(s), a loca(s), 337 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

a tonta(s), a pie(s) juntilla(s), etc. La r de domientre influye en mente > > mientre, como también alguandre, ajubre, ajondre. La -a de nunca, fuera, contra, etc. se inserta en domientr(a), mientr(a), etc. La -n de non, sin contamina a ni(n), ni(n)guno, au(n), so(n), (sonsacar), así(n), otrosí(n), etc. A veces la inserción es compleja: ahi(na), asi(na), dom(ie)ntre, etc. h) Adverbios árabes. Tenemos los siguientes: he^ > fe, afé, he (he aquí), en la Edad Media y aun en el siglo XVI se usaba he solo, sin aquí; márra «una vez» y marras «en otro tiempo». 17.2. Las preposiciones Al remontarnos a la lengua latina hemos observado que la flexión casual y la distinción de los casos estaban disminuidas desde el latín clásico; esta flexión casual tendía a perder su utilidad y desde la época clásica las formas con preposiciones existían al mismo tiempo que la formas casuales simples y a menudo se las prefería. De hecho el empleo de las preposiciones hacía superfluas, en numerosas ocasiones, las formas casuales; esto junto con la alteración de las consonantes finales de las palabras, lo que les quitaba claridad, contribuyó a la eliminación progresiva del sistema casual y a la tendencia a precisar el valor de las relaciones contextuales por medio de preposiciones. Al utilizarse las preposiciones para precisar las relaciones contextuales se hizo innecesaria la aparición de los morfemas de caso y la economía de la lengua fue eliminándolos. Favoreció este proceso la tendencia de la lengua coloquial hacia lo concreto y hacia la rapidez, lo que colaboró a la aceleración del fenómeno de desaparición de la flexión casual. Las preposiciones, que habían ido especializándose en sus usos y fijando sus relaciones con los casos a los que normalmente acompañaban, pasaron a desempeñar su función de elementos de relación, prescindiendo de los casos, que habían ido desapareciendo. En un principio eran más usadas en el lenguaje popular que en el literario, aunque su uso fue extendiéndose mucho y las construcciones con preposiciones fueron adquiriendo cada vez más la función que antes correspondía a los casos, de ahí la desaparición de éstos y la sustitución de algunos de ellos por giros con preposición. El genitivo partitivo fue sustituido por la preposición de. El genitivo de todo por ex, de y con superlativos por inter, ante. El genitivo de cantidad aparecía con de al ir con el verbo «llenar» y con «pensar, recordar» se encontraba con ad, in, aunque su sustitución por giros con preposición era poco frecuente. El genitivo 338 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

adverbial partitivo fue reemplazado a veces por de y en algunas ocasiones por ex, procedente del griego. El genitivo objetivo fue sustituido por erga, adversum, in. El dativo fue reemplazado por ad + acusativo. El ablativo fue canjeado por giros con diversas preposiciones, así el ablativo instrumental lo fue por in, de, ex, cum, per, ab, ad; el ablativo de modo por cum; el ablativo comparativo por ab, prae, ante, super; el ablativo de materia por la construcción con de. Las funciones de las preposiciones se extendieron mucho en latín vulgar; algunas pasaron a las lenguas romances y otras se perdieron. Sin embargo, se han salvado algunas del latín clásico y desde el latín vulgar se multiplicaron los grupos que acabarían por configurar meras preposiciones, sobre todo para precisar matices de lugar, tiempo y noción. 1. Las preposiciones conservadas: ad > a; ante > ante; cı rca > cerca; contra > contra; cu m > con; de > de; ı n > en; ı nter > entre; pro > por; secundum > según; sine > sin; su b > so; su per > sobre; trans > tras. 2. Preposiciones perdidas y sustituidas: ab y ex por de, desde (< de ex de); apud por caput > cabo (ant.), cabe; cis por aquén (< *acc(u) hinc), aquende (aquén + de), de...acá (< *acc(u) hac): de Bermeo acá; erga por contra (ant.), faz a, faza, fazía, hacia (< faciem, de facie ad); extra por yestra (ant.), fuera (< fo ras); intus por dentro (< de intro): dentro de la ciudad, dentro en Roma (Keniston, 41.32); iuxta por junto a (< iunctum ad), cerca (de) (cı rca (de)): cerca de la torre, cerca de la mar; ob, propter por por, por causa de (< pro causa(m) de); prope por prob (ant.); cerca (< cı˘rca); per por por (per influido por pro); praeter por fuera (de) (< foras (de)); tenus por la forma árabe fatta > hatta > hasta; ultra por allende (< allen + de < a + ı llinc + de): allende el mar, allende del monte; versus por cara a (< kara ad), faz a, luego fazia, hacia, también se encuentra carra, carria por influencia de carra [«camino»]. 3. Hay que destacar las formas medievales pora, hoy para (< pro ad); escuentra, escondra (< ex contra); y la ya señalada yestra (< extra). Tuvieron una frecuencia apreciable. Y la confluencia de las dos preposiciones latinas pro y per en por. En latín pro > por expresaba la causa, el motivo de una acción, sustituyendo a ob y propter en disponibilidad. Y per, por su parte, indicaba el lugar, el instrumento o la duración de una acción. La preposición resultante por asumió, en romance, los significados latinos. Veamos algunos ejemplos: a) Lugar donde se desarrolla algo o la dirección de una acción: «vino por Lequeitio»; «entraré por la puerta grande». b) El lugar o la parte por donde se coge algo: «el cavallo priso por la rienda» (Mio Cid). c) Tiempo en que se realiza una acción: «estudiará por la tarde». 339 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

d) e) f) g)

Medio con que se realiza algo: «lo verán por sus propios ojos». Agente, como en latín: «premiado por su tutor». Motivo de una acción: «por ti lo he hecho». En juramentos: «juro por Dios». En la lengua antigua, seguramente por influencia francesa, se usa también por: «...por la cabeza mía» (Berceo). h) Para expresar la finalidad, el propósito, en el castellano preclásico: «muchos se juntaron... por ver esta lid» (Mio Cid). El castellano moderno usa la preposición para < pora < pro + ad.

4. La habilitación de nuevas preposiciones. Uno de los recursos del romance para aumentar las formas preposicionales fue la habilitación de otras categorías para tal función. Así tenemos preposiciones de variada procedencia. —De adverbios: «dentro cierto tiempo» (F. Hanssen, 1945:314); «debajo los pies» (Cuervo, D. II, 799); «fuera Dios» (Berceo, Milagros, 742); «a derredor del cuerpo sedien muy doloridos» (S. Millán, 347 d, citado por M. Alvar y B. Pottier, 1983:310). —De sustantivos: «cara al mar»; «cabo Burgos» (Cid, V. 56); «arriba del río» (de ripa «ribera» > *ad ripam > arriba (adverbio) > arriba de (preposición)); «byen encima del puerto fazia orilla dura» (J. Ruiz, 1006c, citado por M. Alvar-B. Pottier, 1983:305). —De participios: «durante la función», «mediante la ayuda de mi primo», «embargante sus sentimientos». En este proceso de habilitación algunos adverbios se han convertido en partículas pospuestas (posposiciones): «río abajo», «una semana después», «mar adentro», «cuesta arriba», etc. También se aprecia en la diacronía que muchas locuciones se habilitan como preposiciones funcionales: en atención a, respecto a, encima de, frente a, a guisa de (ant.), delante de, a virtud de, etc. Finalmente, como en latín vulgar, el romance permite la secuencia de dos preposiciones en determinados contextos: «por entre unas matas seguido de perros»; «por sobre las mesas»; «quiero las casar con de aquestos myos vasallos» (Cid, 1765); «es el mejor de entre sus amigos»; «su filantropía para con los necesitados»; «fue a por una escalera», etc. 17.3. Las conjunciones Algunas del lat. clásico se conservaron, aunque evolucionadas, pero otras fueron sustituidas. Y se formaron otras en romance. 340 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

1. Las conservadas. Et > e, ye, y, i. En castellano primitivo era normalmente átona y daba e, pero seguida de un enclítico, se acentuaba y daba ye (cuendes e reyes pero los cuendes ye los reyes), luego ye se redujo a y, principalmente ante otra e, (el uno y el otro); por otro lado, también e se hacía y (i) ante vocal para evitar el hiato (en vez del más antiguo uno e otro, se dijo uno y otro). Así, y vino a quedar como normal y e sólo cuando le sigue i-. Desde fines del siglo XV, el uso anterior tiende a quedar fijado, aunque hay excepciones notables hasta el siglo XVII, en escritores que emplean y ante otra i-. Nec > nen (ant.), ni, nin (ant.). Por influencia de non se explican las variantes con nasal final. En castellano antiguo equivale, a veces, a e o y: «el meior cristiano nin más onrrado» (Cr. General, 628b, 13; ejemplo de F. Hanssen, 1945:289). Aut > o. Es u cuando le sigue otra o. La regla de esta alternancia aparece ya clara en Juan de Valdes (Diálogo de la lectura), como señalan M. Alvar y B. Pottier (1983:326): «... siempro scrivo o, diziendo: O rico o pinjado, o muerto o descalabrado. Bien es verdad que, cuando el vocablo que se sigue comienza en o, yo uso u diziendo: Esto u otro lo hara, pero, mientras puedo excusarme de que la necesidad me fuerce a poner u, escusame, porque no me suena bien» (pp. 67-68).

Si > si (si quid = si algo). Conjunción condicional de función similar al latín. Entra en la composición de la conjunción adversativa sino que resulta de la composición de la secuencia si no. Antes de la integración las dos formas podían tener elementos intercalados: «... una razón en que non ha ssi verdat non (Vida de Sta. María Egipciaca, 1; ejemplo citado por F. Hanssen, 1945:291). Quia > ca, etimología de J. Corominas, aunque también se asocia su origen con quam y qua. En los textos de Berceo aparece la forma qua. Su función más general es como conjunción causal: «non se abre la puerta, ca bien era cerrada» (Cid, 39). También puede aparecer con un valor adversativo (F. Hanssen, 1945:280): «besad las manos, ca los pies no» (Cid, 2028). La forma car (< quare) funciona como sinónimo de ca. Aparece en textos navarro-aragoneses. 2. Las perdidas. Etsi fue reemplazada por aunque (< adhunc + quid) y el antiguo maguer (< macare < makárie, makários). Ut por que (< quid): volo ut = quiero que. Sed por mas (< magis), pero (< per hoc), empero (< ı nde per hoc). En el romance medieval se observa la oposición inicial entre mas y pero. 341 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Mas tiene un valor claramente opositivo, mientras que pero (y pero que) aportaba un valor restrictivo equivalente a «aunque» o «sin embargo»: «pesol muy de corazon, pero que se encubrio» (Cr. General, 633a, 44). En el romance medieval se encuentra también la composición mas pero con un valor restrictivo o concesivo: «... mas pero que despreciada de Narciso, apegosse le ell amor del e cresciol mas con el dolor de lo que fue repoyada» (General Estoria, 2.ª parte, XXXVIII, líneas 80-86, este fragmento se recoge en la Crestomatía del español medieval de R. Menéndez Pidal, Universidad Complutense de Madrid, I, 1971, p. 242). Nam, namque por pues (< post): «no viajo, pues se suspendió el vuelo», porque (< pro + quı d). Igitur y ergo por luego: «Pienso, luego existo». 3. Otras creaciones romances. El romance, siguiendo una tendencia del latín vulgar, consolida una serie de nuevas conjunciones, locuciones conjuntivas o conectores equivalentes, mediante la habilitación de otras formas, principalmente de adverbios y preposiciones, solos unas veces o con otra partícula: ahora bien, ya que, puesto que, por consiguiente, sin embargo, por lo tanto, etc. Se configuran correlaciones como: ahora-ahora; ora-ora; ya-ya; bienbien; etc. Incluso encontramos habilitaciones de verbos en estas series conjuntivas: sea-sea; quier-quier; «ca es vil muert, quier pora qui la toma, quier poral qui la da» (Cr. General, 72b, 3; ejemplo de F. Hanssen, 1945:291). 17.4. Las interjecciones Muchas interjecciones son palabras de diferentes categorías que, mediante la entonación, se transfieren de categoría y función: qué, toma, vaya, anda, hombre, diablo, caracoles, etc. La interjección ya, por ejemplo, tiene su origen en el adverbio temporal ya. Ca, como interjección, es tal vez de común origen con la particula ca < quia. Como en latín, muchas interjecciones son representaciones de sonidos de manifestación expresiva paralingüística: oh, ah, huy, etc. Así, en latín, tenemos testimonios como: heu!, eho! = ¡hola!; proh!, pro! = ¡oh!; ei!, heu!, eheu! = ¡ay!; vae! = ¡ay de ... (con dativo); o = ¡oh!, etc. Fuera de los ejemplos de habilitación de otras palabras como interjecciones: Hercle! = ¡Por Hércules!; Edepol! = ¡Por Pólux!, etc. Algunas provienen del árabe: ojalá; he (ant. fe), del adverbio mostrativo; evad. 342 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

La interjección guay, anticuada, aunque usada en la actualidad en ambientes juveniles, es el resultado de vae (lat.) y wai (gótico). Algunas interjecciones se combinan con el de exclamativo: ¡Diablo de jugador! Bibliografía ALVAR, M. y POTTIER, B., Morfología histórica del español. Edit. Gredos, Madrid, 1983. GARCÍA DE DIEGO, V., Gramática histórica española, Edit. Gredos, Madrid, 1961. HANSSEN, F., Gramática histórica de la lengua castellana, Edit. El Ateneo, Buenos Aires, 1945. MENÉNDEZ PIDAL, R., Manual de Gramática histórica española, Edit. Espasa-Calpe, Madrid, 1952.

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348 © Universidad de Deusto - ISBN 978-84-9830-839-6

Hernán Urrutia Cárdenas, Manuela Alvarez Alvarez Esquemas de morfosintaxis histórica del español Manteniendo su propósito inicial, presenta de manera sucinta y didáctica los cambios morfológicos y sintácticos que han sufrido las diversas clases de palabras. A lo largo de sus diecisiete capítulos, el estudiante que se inicia en el estudio diacrónico de nuestra lengua puede obtener, dentro de las urgencias de un curso, una visión global y detenida de la morfosintaxis histórica del español. La acogida que han tenido las ediciones anteriores nos ha movido a presentar esta tercera. En ésta se ha desarrollado y reorganizado el contenido de varios capítulos y se ha actualizado la bibliografía.

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