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Spanish Pages [616] Year 2013
UAH OBRAS COLECTIVAS HUMANIDADES 32
Escrituras Silenciadas: el paisaje como historiografía
Escrituras Silenciadas: el paisaje como historiografía José F. Forniés Casals Paulina Numhauser, Eds
El contenido de este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados. ©Universidad de Alcalá, 2013 Servicio de Publicaciones Plaza de San Diego s/n 28801 Alcalá de Henares www.uah.es I.S.B.N. 978-84-15595-84-7 Depósito Legal M-1231-2013 Maquetación: Vicente Fernández Calvillo Impresión y Encuadernación: Ulzama Digital Impreso en España
ÍNDICE
PRESENTACIÓN José F. Forniés Casals y Paulina Numhauser
11
PARTE I Mucha memoria y pocos recuerdos: la literatura silenciada en la escuela franquista. Miquel Izard
15
El rabino Marshall Meyer, la dictadura militar argentina y sus enfrentamientos con la dirigencia comunitaria judía. Isaac Caro
33
Las memorias no escritas de un general fusilado en 1939. Paz Cabello Carro y Javier García Fernández La censura cinematográfica en España y en Portugal: una primera aproximación. Ana Bela Morais La voz que nos es dada. Censura de guión e Iglesia durante el Franquismo. Ricardo Colmenero Martínez
47
61 67
La censura editorial en la España de Franco: el último expurgo en la biblioteca de Alonso Quijano. Eduardo Ruiz Bautista
79
¿Qué ha cambiado en la censura al teatro en los años cincuenta en Portugal?. Ana Cabrera
87
El crimen del Pozo, la ciudad que produce un gran crimen puede generar una gran literatura. Maria Cristina Castilho Costa
99
–7–
Fog Computing: Introduction to a New Cloud Evolution. Jonathan Bar-Magen
111
Memorias clandestinas: la sublevación de Badajoz de 1883. Eduardo Higueras Castañeda
127
Censura inquisitorial de libros. El bello Gusto de la Moda de Francisco Santos (1722-¿?), discípulo declarado de Feijoo. Leonor Zozaya Montes
143
PARTE II En Brasil, la batalla histórica y silenciosa de la destrucción del paisaje tropical primitivo. Maria Luiza Marcilio
157
Presencia indígena en el Brasil colonial: cartografia y Cartas Alfabéticas del siglo XVII. Bartira Ferraz Barbosa
165
Moneda, sociedad y estado. El Salvador a mediados del siglo XIX. Antonio Acosta
179
San Juan de la Frontera de Paspaya: La Compañía de Jesús, la Inquisición y el pobre mercedario Escobar. Paulina Numhauser
203
Domingo de Santo Tomás o el extrañamiento de un precursor. Julio Calvo Pérez
225
El Nican Mopohua y sus voces silenciadas. Hernán Fernández-Meardi
237
¿Liturgia política o discurso musical?: reflexiones en torno a la silenciada producción musical indígena en las reducciones jesuíticas de América meridional. Javier Matienzo Castillo
245
El paisaje de una patria perdida. Juan Ignacio Molina y el patriotismo criollo como origen cultural de la independencia. Nicolás Ocaranza
263
Productos de lujo en la colonia peruana del siglo XVI: un panorama social todavía silenciado. Giorgia Ficca
273
Los dibujos de Palacio del cronista Fernández de Oviedo. Una América escondida y reinterpretada en el siglo XIX. Paz Cabello Carro
287
–8–
El paisaje como el ancla de la identidad entre los mayas yucatecos de México. Denise Fay Brown
305
PARTE III La “palabra de Dios” amordazada: biblias castellanas y censura. Moisés Orfali
315
Drawing Between the Lines: Ekphrasis and the Subversion of Inquisitorial Prohibition in Don Quixote. Massimiliano Adelmo Giorgini
337
Lugares paralelos: moros pero cristianos. Gennaro Varriale
361
Memoriales de excautivos: una mirada española de Constantinopla tras Lepanto. Cristina Tejada Carrasco
381
La Sicilia di Filippo III in un Discorso militare occultato: uomini, città, territorio. Maurizio Vesco
395
Pinceladas sobre la literatura silenciada de los jesuitas expulsos a través de la Biblioteca jesuítico-española de Hervás y Panduro. Antonio Astorgano Abajo
411
La réplica silenciada: las apologías de los jesuitas contra el antijesuitismo del marqués de Pombal. Mar García Arenas
431
El otro lado del paraíso: la memoria perdida de Fernando Poo. Juan José Díaz Matarranz
447
El contexto de producción de la primera Historia de las islas Marianas (París, 1700). Alexandre Coello de la Rosa
459
PARTE IV La situación política de España en 1822 según un papel silenciado del Quai D´Orsay. José Antonio Ferrer Benimeli Introducción a la protección de la información: “criptografía”. José Manuel Huidobro –9–
479 495
Los silencios de la causa judicial. El crimen de la calle de la Justa (Madrid, 1861). Raquel Sánchez García Representaciones pictóricas de la naturaleza: el paisaje como protagonista. Mª Esperanza Macarena Ruíz Gómez En el principio era el Logos: el desierto en el imaginario de la generación de 1880 argentina. La conquista semiótica y la conquista real. Análisis de Una excursión a los indios ranqueles de Lucio V. Mansilla. María Lydia Polotto Sabaté El paisaje del faro como referencia literaria en la pintura de Eduardo Sanz: Virginia Woolf, Joseph Conrad y Julio Verne. Ruth Miriam Cereceda Gatón
515 527
537
547 557
Místicas: silenciadas por amor. Alicia Silvestre Miralles. Nación, paisaje y gobernabilidad en Peregrinación de Alpha (1853) de Manuel Ancízar. Philippe Colin
567
Compenetrados con el mito. Beatriz Alzate Angel
577
El paisaje más allá de la estética ¿paisajes invisibles?. María José Ortega Chinchilla
591
Un paisaje imaginario en la obra literaria de Guillermo Prieto Cuernavaca, Morelos, México. Félix Alfonso Martínez Sánchez y Armando Alonso Navarrete
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PRESENTACIÓN José F. Forniés Casals y Paulina Numhauser
R
esulta para nosotros muy grato presentar este tercer libro dedicado a las Escrituras Silenciadas, serie de publicaciones que con el auspicio de la Universidad de Alcalá venimos editando desde el año 2006.1 Estas nuevas Escrituras Silenciadas las hemos dedicado al tema particular del Paisaje como Historiografía, conscientes del interés existente actualmente en el estudio de los silencios y claroscuros que han rodeado y rodean a los testimonios relacionados al medioambiente, su conservación y/o su destrucción. En el presente volúmen hemos reunido los artículos de cuarenta y tres investigadores quienes desde sus respectivas disciplinas y a través de diferentes miradas, exponen estudios basados en el material silenciado que han encontrado durante sus más recientes pesquisas. Al hablar de Escrituras Silenciadas nos referimos a todos aquellos textos y testimonios que han sido censurados, ocultados, prohibidos o en pocas palabras acallados a lo largo del tiempo y los que al ser descubiertos e integrados en sus respectivas investigaciones, permiten al estudioso romper discursos construidos de larga data y replantear viejos problemas. Precisamente esta capacidad de innovación resulta ser el mayor atractivo que tiene el presente libro, donde por primera vez hemos querido incorporar artículos que plantean problemas desde la perspectiva de las nuevas tecnologías, de sus silencios y prohibiciones, sin olvidar el impacto que ellas tienen en las investigaciones en curso, al facilitar el acceso a textos – hasta ahora- fuera del alcance de los investigadores. Las Escrituras Silenciadas pertenecen a ese tipo de temas primarios y esenciales que nadie desconoce pues están presentes de manera persistente y clara en nuestra vida cotidiana. Baste recordar cómo, día a día, la prensa nos informa de nuevos documentos que salen a luz y que nos demuestran- ante nuestro estupor- que detrás de la idea que nos habíamos construido de la realidad se esconden grandes espacios vacíos, que el poder en sus diferentes manifestaciones, nos ha querido ocultar. Curiosamente, esta política de cercenación de nuestros derechos y capacidades a documentarnos sin trabas sobre los problemas que nos afectan, resulta ser un asunto poco analizado y discutido en la academia donde en muy escasas ocasiones se ha explorado en toda su dimensión y trascendencia. 1 Ver, Manuel Casado Arboniés, Antonio Castillo Gómez, Paulina Numhauser, Emilio Sola, Escrituras Silenciadas en la Época de Cervantes, (Alcalá de Henares, UAH,2006) y Manuel Casado Arboniés, Alejandro Díez Torre, Paulina Numhauser, Emilio Sola, Escrituras Silenciadas: Historia, Memoria y Procesos Culturales, (Alcalá de Henares, UAH, 2010).
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José F. Forniés Casals y Paulina Numhauser
Por esta razón no queremos dejar pasar esta oportunidad y recordar que este libro se publica en momentos en que la comunidad internacional está inmersa en una acalorada discusión relacionada a las Escrituras Silenciadas.2 Mientras redactamos estas palabras, en la Embajada de Ecuador en Londres, se encuentra asilado e imposibilitado de salir de sus dependencias Julián Assange, ciber-activista y periodista que ha hecho públicos, en su página web WikiLeaks,3 una serie de documentos silenciados por Estados Unidos de América, provocando con estas revelaciones una situación internacional incómoda para este país. Los ecos que nos llegan de esta disputa en torno a la divulgación de este material y a la figura de Assange, dejan en evidencia que los problemas relacionados a la publicación de documentos silenciados han afectado de manera parecida a aquellos que se han atrevido a impugnar las trabas del poder y sacar a la luz pública este material oculto a lo largo de la Historia. Del mismo modo que numerosas reacciones sobre este particular demuestran la falta de conciencia pública que todavía existe en torno a las Escrituras Silenciadas. Como ejemplo podemos citar al premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, quién ha opinado que la acción de Julian Assange es condenable porque según escribe, “Nosotros nunca sabremos la manera como las revelaciones de WikiLeaks sirvieron para que se deshicieran las redes de información laboriosa y peligrosamente montadas por los países democráticos en las satrapías que amparan el terrorismo internacional …” 4, mientras el escritor Salman Rushdie, distingue entre lo que “supuso WikiLeaks [que alaba] y el personaje,” 5 al cual critica. Recordemos, frente a estos ejemplos, que en el origen de las reuniones académicas relacionadas a las Escrituras Silenciadas, que venimos celebrando desde el año 2005 en la Universidad de Alcalá, se encuentra un caso especialmente polémico acontecido a finales del siglo XVI y comienzos del XVII en el virreinato del Perú. Me refiero a la trágica historia de un jesuita mestizo llamado Blas Valera, quien junto a su compañero Gonzalo Ruiz (también jesuita y mestizo) compusieron una obra monumental: La Primera Nueva Corónica y Buen Gobierno6. Estos religiosos para evitar la censura y la represión proveniente tanto de su Orden religiosa como de las autoridades reales, que habían prohibido estrictamente este tipo de publicaciones, debieron esconderse bajo el pseudónimo de un indígena llamado Guamán Poma de Ayala. Debieron transcurrir muchos años, hasta que a fines del siglo XX y gracias a una serie de documentos denominados Miccinelli y descubiertos accidentalmente en Nápoles, Italia7 2
La Aventura del Saber el TVE2 sobre las Escrituras Silenciadas. http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-aventura-delsaber/aventura-del-saber-15-12-11/1273650/ 3 WikiLeaks saltó a la actualidad el 16 de julio de 2010 al develar un grave incidente nuclear ocurrido en Irán. En Suelette Dreyfus y Julian Assange, Underground, (Barcelona, Seix Barral, 2011),455. 4 Mario Vargas Llosa, “Julián Assange en el balcón”, El País, 26 de agosto de 2012. Dejemos que el mismo Assange le responda a Vargas Llosa,“Quizás estas tendencias autoritarias no sean universales pero sí son inherentes a los éxitos de las democracias libres. No queremos un mundo donde la opinión pública y los periodistas estén “entusiastamente institucionalizados” por las burocracias gubernamentales. Dependemos de aquellos que están dispuestos a desafiar al sistema.” Dreyfus y Assange, Underground, 454. Donde se remite al artículo de James C. Thompson, Jr. “How could Vietnam Happen? - An autopsy” The Atlantic, abril de 1968: http://www.theatlantic. com/past/docs/issues/68apr/vietnam.htm. En este interesante artículo el autor expone como el gobierno de los Estados Unidos silenció a los disidentes de la guerra de Vietnam. 5 Jesús Ruíz Montilla, “Entrevista a Salman Rushdie”, en El País Semanal, 23 de septiembre de 2012, nº 1878, 33. 6 Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva Crónica y Buen Gobierno, (Madrid, Historia 16, 1987) 3 vols. 7 Laura Laurencich Minelli (ed) Exsul Immeritus Blas Valera populo Suo e Historia et Rudimenta Linguae Piruanorum, (Bologna, CLUEB, 2007), Paulina Numhauser, “Los documentos Miccinelli, un estado de la cuestión” en, Per Bocca d'altri. Indios, gesuiti e spagnoli in due documenti segreti sul PerÛ del XVII secolo. (Bologna, CLUEB, 2007), 45-74.
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Presentación
se pudo comenzar a develar el secreto que se escondía detrás de la obra y vida de sus autores. Actualmente pocos dudan que La Nueva Corónica y Buen Gobierno es obra de miembros de la Compañía de Jesús y de otros colaboradores eclesiásticos y no del indio ladinizado Guaman Poma.8 Estas revelaciones, en un primer momento, causaron escozor en los medios académicos y políticos del Perú – ya que ponían en entredicho uno de los pilares sobre los cuales se había construido la versión oficial e ideológica de la historiografía del Perú -, por lo que se intentó acallar, ahora en el siglo XXI, a los investigadores que estudiaban estos documentos y sus implicancias, con toda suerte de amenazas e improperios. Lo esencial, sin embargo, es que estas pesquisas lograron dejar claro que en 1583, Blas Valera fue encarcelado durante seis años por orden del General de la Compañía de Jesús, Claudio Aquaviva. La acusación oficial para sustentar la condena fueron las de fornicación y solicitación en el confesionario, aunque todo indica que las causas reales de semejante castigo fueron de orden político.9 Una vez terminado este período Valera fue expulsado del Perú y enviado a España en 1593, donde fallecería unos años después. Este conjunto de revelaciones han abierto nuevos cauces de investigación que han permitido avanzar considerablemente en los estudios del período colonial peruano. Todo esto nos lleva a plantearnos en toda su crudeza, la situación paradójica a la que se encuentra enfrentado el trabajo académico, que llevado hasta sus últimas consecuencias, puede en determinadas circunstancias, dejar en estado de indefensión a los investigadores que se implican en la búsqueda y publicación de documentos silenciados, que son – al mismo tiempo- la materia esencial de su oficio. Por otro lado, la excelente acogida que han tenido estos encuentros académicos sobre Escrituras Silenciadas y los notables artículos que publicamos en este libro, permiten comprobar que cada día más y más investigadores están decididos a trabajar y reflexionar sobre las circunstancias que rodearon y rodean el silenciamiento de parte del material con que elaboran sus trabajos, lo que augura un futuro esperanzador a este tipo de estudios. Antes de finalizar estas breves palabras queremos agradecer a todas aquellas personas e instituciones que con su apoyo y ayuda hicieron posible el éxito del tercer Congreso de Escrituras Silenciadas. Primeramente a la Universidad de Alcalá que nos ha otorgado, por tercera vez, su apoyo incondicional. En especial al Vicerrector de Innovación y Nuevas Tecnologías José Antonio Gutierrez de Mesa, por el entusiasmo con que acompañó esta actividad, lo mismo que a la Vicerrectora de investigación, María Luisa Marina Alegre por su apoyo logístico y financiero, (ORG2012-003). Al Vicegerente económico de la Universidad, Francisco J. Hernández Gonzalez, a Los Amigos de la Universidad de Alcalá, a CRUSA y sobre todo a Chelo Rodríguez que nos allanó tantos problemas, lo mismo que a Laura Ariza Martin, directora de Protocolo. Deseamos también expresar un agradecimiento especial al señor Saadi Cohen y
8 Numhauser, Los documentos Miccinelli, Blas Valera, nació en Chachapoyas, Perú en 1544, siendo su padre al parecer Luís Valera, conquistador de Chachapoyas y su madre la indígena Francisca Pérez. 9 Sabine Hyland, The Jesuit and the Incas. The extraordinary life of padre Blas Valera s.j, (USA, University of Michigan Press, 2004). 183-236. Esta autora hace un estudio detallado de los cargos y del castigo que se le impusieron a Valera y llega a la conclusión que las verdaderas causas de la férrea persecución a la que se sometió a Valera debieron ser otras, pues los supuestos cargos que se le imputaron no se corresponden a la dureza de la pena.
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José F. Forniés Casals y Paulina Numhauser
a la Universidad de Bar Ilán, Israel, sin cuyo importante aporte financiero y académico seguramente los resultados no hubieran sido los mismos. A Feliciano Montero y a los demás profesores de Historia II que nos acompañaron durante el transcurso del Congreso. Al Ayuntamiento de Alcalá de Henares, y sobre todo a José María Nogales Herrera quien nos abrió las puertas del Archivo y Biblioteca de la ciudad. A la Concejalía de Turismo que una vez más se volcó con entusiamo en apoyo de esta actividad. A Ricardo Baso Escudero por el hermoso y creativo diseño gráfico del Congreso y del libro que tenéis en vuestras manos. Al Canal de TVE2 por el interés mostrado en nuestra actividad que permitió darle una mayor difusión. Cuando se organiza una actividad de esta índole la ayuda y colaboración de personas que con su esfuerzo permiten implementar el plan logístico del evento sin un solo tropiezo, resulta esencial. Por eso no podemos menos que agradecer a Jonathan Bar-Magen, quien no sólo diseñó y todavía hoy mantiene activa la página web de Escrituras Silenciadas, (www.escrituras-silenciadas.com) sino que estuvo alerta ante cualquier problema de último momento que surgiera relacionado al Congreso, siempre pronto a solucionarlo. Agradecemos igualmente a Giorgia Ficca, a Alexander Bar-Magen y a Víctor Manuel Redondo por su importante ayuda. Este libro forma parte de las actividades que realiza el Grupo de Investigación de la Universidad de Alcalá, Escrituras Silenciadas (CCHS2012/F50)
Alcalá de Henares, septiembre de 2012
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PARTE I
Mucha memoria y pocos recuerdos: la literatura silenciada en la escuela franquista Miquel Izard Universidad de Barcelona
P
uede ser el azar pero en las últimas novelas que he leído hay referencias al tema que ahora me ocupa. Protagonista y colegas de L’home de la maleta,1 fueron abandonados en la Casa de Caridad de Barcelona, igual que dos personajes centrales de Marco en el sueño,2 con más detalles sobre disciplina, represión o violencia en este asilo. Es más emblemática Per un sac d’ossos,3 el padre del protagonista es encerrado casi hasta su muerte en el campo de prisioneros de Miranda de Ebro; por ello su hijo ingresó en dicho hospicio y se detalla, todavía mejor, su modelo casi esclavista o carcelario, que podía llevar a una situación peor, el Asilo Durán. Además, un amigo del progenitor, trabajó para Antonio Vallejo Nágera, comandante de los Servicios Psiquiátricos Militares que organizó cárceles de mujeres y robo de sus hijos. Memora la retirada, medio millón de personas huyendo de Cataluña ametrallados desde el aire o miles de fosas de asesinados por toda la Península. Y culmina con dos frases lapidarias: “Oblidar un mort és fer-lo morir dues vegades” y “per arribar a perdonar és imprescindible no oblidar”. También me maravilló Mala gente que camina4 en la que un erudito, descubre una novela, Óxido, que le da pie, apoyándose en muchas pistas literarias, a detallar canalladas de los franquistas, demasiados encarcelados en condiciones dantesca, violación sistemática de mujeres o robo de hijos, sin olvidar la presencia constante de Vallejo Nágera. Exordio Con diez años y pasando buena parte del día en los Escolapios de Sarriá, el 13 de abril de 1945, vigilia de la fecha que ignorábamos y no celebraríamos, entró repentinamente el Hermano Ángel en el salón y nos soltó, “Niños, ha muerto el demonio”. Dado el bombardeo ideológico que llevábamos padeciendo desde casi seis años, el ex abrupto nos dejó amedrentados y estupefactos. Tardé unas horas en averiguar que el fallecido era el presidente Franklin D. Roosevelt. 1
Ramon Solsona, L’home de la maleta (Barcelona: Proa, 2011). Antonio Rabinad, Marco en el sueño (Barcelona: Galaxia Gutemberg, 1999). 3 Lluís-Anton Baulenas, Per un sac d’ossos (Barcelona: Planeta, 2005). 4 Benjamín Prado, Mala gente que camina (Madrid: Alfaguara, 2006). 2
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Miquel Izard
Porfío de nuevo en la dificultad, suelo añadir imposibilidad, de recuperar el pasado. Sobre un suceso pretérito hay, por supuesto, visiones antagónicas, pero me sorprenden juicios de quienes supuestamente estaban en la misma orilla. Parte de este trabajo habla de colegios religiosos y dice Josep Espar de los jesuitas de la calle Caspe de Barcelona, “era bastant sòrdid [...]. Però jo m’hi trobava bé”.5 Otro coetáneo, Joaquim Maluquer, tras prevaricar exagerando: “Catalunya havia perdut la guerra”, añade “Anàvem cap a un totalitarisme feixistoide, que només topava amb l’obstacle d’alguns sectors de l’exèrcit tradicional i l’Església catòlica, molt dretana però que es negava a ser controlada pel poder civil”. Él, que también estuvo en las Escuelas Pías, emite un veredicto, que no comparto en absoluto, “dels millors establiments pedagògics de Barcelona, sense altre rival que el dels jesuïtes [... era] summament acreditat [...]. Mai, però mai, va produir-se la més mínima pressió contra l’ús del català [...]./ ambient de tolerància que irradiava dels escolapis i que mai no agrairé prou […]. La formació i la pràctica religiosa tenien un lloc important al Col·legi, però sense embafar-nos ni fer-nos-les avorrir”.6 En todo caso diría que hay algo innegable, Franco recuperó un sistema punitivo que venía perpetrándose en la Península desde la época de los Reyes, bien llamados, Católicos, basado en el terror y la delación. Cualquiera era sospechoso y culpable mientras no demostrara lo contrario. Curas, policías y militares castigaban siempre y sólo mudaba el grado de represión, de condena a muerte a multa, pasando por torturas; el método se extendía, insisto, a todos los niveles, así él escolar, maestros y religiosos mortificaban de forma física y psíquica y sancionaban, lo primero degeneraba con frecuencia en sadismo, gozaban abusando de su potestad incuestionable, lo segundo llegaba al extremo de culminar la penitencia en quedarse en el centro fuera de las horas lectivas, evidenciando ser un correccional. Experiencia republicana Sin duda alguna fue afán, y a la vez logro incuestionable, de la República extender por todo el país una escuela nueva, laica, libre, instructiva y no represora. Lo que ilustra perfectamente alguna obra de creación, La lengua de las mariposas de Cuerda, film resultado de agrupar varios cuentos de Manuel Rivas; Historia de una maestra de Josefina Aldecoa;7 Mi vida en España de Carmen de Zulueta,8 recreando tareas de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), las Misiones Pedagógicas o la Universidad de Madrid en los años republicanos o la opinión del novelista Paco Candel, diálogo con Vila Casas, recordando el contraste en cuanto a la sexualidad entre la escuela republicana y la parroquial del Port, aquí les dijeron que era pecado, “transformando todo lo relativo al sexo, en viscoso, repugnante, peligroso, culpable e infamante [...]. Siempre te hablaban de la pureza y los símiles eran los lirios y las azucenas [...]. Las chicas eran como una raza apestosa a la que no debías acercarte, pues contaminaban”.9 En Cataluña el contraste fue aún mayor pues en octubre de 1936 se había puesto en marcha el arrebatador programa del Comitè de l’Escola Nova Unificada (CENU). La rápida y magnífica tarea que se había expandido desde 1931 y más aún des de 1936 fue posible por tantas iniciativas, más o 5
Josep Espar i Ticó, Amb C de Catalunya, Memòries 1936-1963 (Barcelona: Edicions, 62, 1994), 53. Joaquim Maluquer, Memòria amb figures (Barcelona: Thassàlia, 1997), 65-6, 71-2 y 78). 7 Josefina Aldecoa, Historia de una maestra (Barcelona: Anagrama, 1990). 8 Carmen de Zulueta, Mi vida en España 1916-1936 (Barcelona: Plataforma Editorial, 2011). 9 Enric Vila Casas i Paco Candel, Memòries d’un burgès i d’un proletari (Barcelona: Columna, 1996), 118-20. 6
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Mucha memoria y pocos recuerdos:la literatura silenciada en la escuela franquista
menos individuales y entorpecidas por el poder y la Iglesia, ensayadas hacía ya tiempo, así la labor, por citar sólo un par de pedagogos, de Giner de los Ríos o Ferrer i Guàrdia. El engendro de la Nueva España De nuevo un escritor, José María Carandell, es rotundo sobre lo ocurrido tras la guerra, “lo que el régimen implantó desde su victoria, no fue tanto una Nueva Cultura (con mayúsculas, para sugerir su raíz fascista), cuanto la tradicional incultura. Resulta paradójico decir que el cultivo de las nuevas generaciones fue la incultura, pero quienes lo hemos vivido sabemos algo de lo que es pasar diez años en una institución pedagógica sin haber aprendido prácticamente nada, ni siquiera los principios del nuevo régimen o de la religión […] la mejor manera de entender lo que ha sido la educación de la juventud española, consiste en enterarse de lo que fue la escuela de las cuatro primeras décadas del siglo. Frente a la inquietud de aquellos años por aprender, por inventar y adoptar sistemas pedagógicos avanzados, por alcanzar a la mayoría de los niños del país, desde la Escuela Moderna […] hasta el CENU, y desde la ILE hasta las escuelas de la República, el leit motif de la pedagogía franquista repite el sonsonete: Lejos de nosotros la funesta manía de pensar”. Añadía que “el régimen no tuvo ni ideólogos ni intelectuales, o, si se prefiere […] el régimen no podía segregar ni ideología ni pensamiento”. Podía ser más rotundo, “No, los formadores de educación política del régimen no hicieron nada porque no tenían nada práctico que hacer. Se limitaron a negarlo todo, como última escapatoria: la libertad, la democracia […], Marx […], Unamuno, Lorca, Machado, sin poder poner nada en su lugar. Porque, dicho sea con afán de ofender, ni Pemán […] ni Galinsoga, ni la poesía imperial son nada: oratoria sobre el vacío absoluto./ De acuerdo: la Iglesia si impuso sus enseñanzas. La Iglesia triunfó, llenó los huecos dejados por la anterior educación. ¿Pero es esto verdad? […] un servidor, educado durante once años en un colegio de hermanos religiosos, atiborrado de misas, primeros viernes, rosarios, vía crucis, ejercicios espirituales, meses de María, […] y todo lo demás, debo decir que no observo más que efectos negativos en mi espíritu […]. Casuística, moralina pasada por agua, represión de los instintos corporales e intelectuales, eso sí. Pero con eso no se va a ninguna parte. Ni siquiera al cielo, estoy seguro. El objetivo único de tanta liturgia manual y mental era sólo uno: distraer a la gente de otras cosas”.10 Enrique Herrera Oria, jesuita y falangista, hermano de Ángel, el obispo creador de la Asociación Nacional de Propagandistas, era rotundo hablando de la religión en la enseñanza primaria “debe ser el cimiento y el coronamiento de toda la educación normal […]./ El examen de religión debe ser muy riguroso. Además el ideal es que todos los maestros antes de sacar su título obtengan su certificado de catequista […]./ Punto esencialísimo en las Escuelas normales de la Nueva España es la organización seria y profunda de la educación espiritual de los futuros maestros. En manera alguna puede tolerarse el que sean éstos de malas costumbres y poco piadosos”.11 Y Eslava cita una pastoral de Pla y Daniel de 1938, “Los delitos del pensamiento y los falsos ídolos intelectuales”, que denunciaba “los pecados del entendimiento” y exigía el expurgo de las bibliotecas públicas, implicando que la quema de libros perniciosos deviniera espectáculo cotidiano.12 10 José María Carandell, “Lejos de nosotros la funesta manía de pensar”, Cuadernos de Pedagogía (Barcelona), Suplemento 3(IX/1976): 30-1. 11 Enrique Herrera Oria, Historia de la educación española (Madrid: Veritas, 1941), 396. 12 Juan Eslava Galán, Los años del miedo (Barcelona: Planeta, 2008), 58.
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Miquel Izard
Manuel Tuñón, en prólogo a Ramón Navarro Sandalinas, enfatizó que el ministro Ibáñez Martín, 1939-1951, ferviente militante de Acción Católica y promotor de la teológica Ley de Educación Primaria de 1945, rezando en el preámbulo, “La Escuela española, en armonía con la tradición de sus mejores tiempos, ha de ser, ante todo, católica”, dio a la Iglesia “el derecho preeminente e independiente de toda potestad terrena sobre la Educación”, así como él de fundar escuelas de cualquier grado. Al cesar, 1951, había conseguido que disminuyera el número de centros, que el presupuesto del Ministerio fuera menor que el de la época republicana y que sólo la mitad de la población en edad escolar estuviera atendida.13 Adolfo Maillo, Inspector de primera enseñanza y uno de los culpables de la nueva pedagogía, enfatizó que le movía “El amor a España y la convicción de que se encuentra ahora ante la mejor coyuntura de renovación y resurgimiento que se le haya ofrecido durante los últimos 300 años”.14 Y según otro de sus panfletos “La escuela de España tenderá a formar héroes, con los resortes del alma tensos para dispararse hacia los blancos inmortales. Los hijos de una raza que muere porque no muere precisan de un modelo vital pletórico de eternas ejemplaridades. No artesanos, ni profesionales; ni incluseros del mundo; ni pioneros; nuestra escuela formará caballeros a la española. Caballeros andantes del ideal nuevo, Quijotes de la gran Caballería que se va a formar para dar la batalla definitiva a los credos abstractos, desustanciadores y esterilizantes que amenazan de muerte a las fuerzas eternas y divinas que mantienen, prolongan y acrecientan los maravillosos fenómenos de la vida y de la cultura”. Mª Teresa Gallego recoge otras sentencias del Inspector, “Se impone, como una necesidad urgentísima, un tipo de educación inspirado en principios netamente medievales” y uno concreto mandaba suprimir “esta inmundicia moral y pedagógica que se llamaba coeducación”, ya habían dado los primeros pasos “hacia una verdadera formación de la mujer […]. En primer lugar, se impone una vuelta a una sana tradición que veía en la mujer la hija, la esposa y la madre, y no la intelectuala pedantesca que intenta en vano igualar al varón en los dominios de la Ciencia”. Gallego, en esta línea, recoge de los Estatutos del Sindicato Español del Magisterio: “El maestro se esforzará porque en las primeras luces de la infancia se inculque la idea de un Dios a quien adorar, una Patria a quien servir y en ella un imperio que restaurar”.15 Luis Alonso Tejada cita la Orden prohibiendo la coeducación, 1 de mayo de 1939, “para que la educación de los niños y las niñas responda a los principios de sana moral y esté de acuerdo con todos los postulados de nuestra gloriosa tradición”. La medida afectaba también a los maestros que sólo podían atender alumnos de su sexo. Más tarde decían los artículos 26 y 27 del Concordato de 1953: “En todos los centros docentes de cualquier orden y grado, sean estatales o no estatales, la enseñanza se ajustará a los principios del dogma y de la moral de la Iglesia católica”. Y “El Estado español garantiza la enseñanza de la religión católica, como materia ordinaria y obligatoria, en todos los centros docentes”.16 Esta misoginia contaminó la entera sociedad, para Paco Candel, “El odio a la mujer [...] era general. Se la deseaba y se la odiaba, pareciendo que se la odiaba porque se la deseaba”.17
13
Ramón Navarro Sandalinas, La enseñanza primaria durante el franquismo (1936-1975) (Barcelona: PPU, 1990), 20-1. Adolfo Maillo, Educación y revolución. Los fundamentos de una educación nacional (Madrid: Editora Nacional, 1943), 7. Mª Teresa Gallego Méndez, Mujer, Falange y Franquismo (Madrid: Taurus, 1983), 150, 154-55 y 152. 16 Luis Alonso Tejada, La represión sexual en la España de Franco (Barcelona: Luis de Caralt, 1977), 98 y 96. 17 Vila Casas, Memòries, 130. 14
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Mucha memoria y pocos recuerdos:la literatura silenciada en la escuela franquista
Añado que la segregación de género no obedecía sólo a la obsesión con el sexto mandamiento; se quería que niñas o muchachas padecieran una concreta formación a fin de que interiorizaran un complejo de inferioridad y aún de sumisión, pues deberían limitarse a fungir de esposas o madres. Establecer el nuevo sistema exigía depurar y/o domesticar al magisterio, uno de los grupos laborales con más asesinados por los nacionales y se procedió a deformar a los nuevos de forma sistemática y concienzuda. Jaime Ministral Masià, me parece caso paradigmático; maestro católico miembro de la Federació de Joves Cristians y enfermizo, estuvo guardando cama toda la guerra. Cuando, apoyado por su tío, clérigo reaccionario y franquista, fue en septiembre de 1939, a la Inspección de Primera Enseñanza, lo primero que vio fue un rótulo, “Si eres español, habla el idioma del Imperio”. La atmósfera era de temor, con muchas medallas, cruces y alguna joven con velo. Presenció arremetidas a los profesores de la Escuela Superior de Magisterio, las Misiones Pedagógicas, sus institutos y bibliotecas. Mentaba la Comisión Depuradora del Magisterio, septiembre de 1939, formada por elementos oficiales y representantes del obispado y Falange. Cualquier pedagogo acusado podía responder con un Pliego de descargo y, es curioso, mucho depurado fue acogido por colegios religiosos.18 Salomó Marquès señala que un primer decreto franquista, 8 de noviembre de 1936, significaba “El hecho de que durante varias décadas el Magisterio, en todos sus grados y cada vez con más raras excepciones, haya estado influido y casi monopolizado por ideologías e instituciones disolventes, en abierta oposición con el genio y tradición nacional [… exige] se lleve a cabo una revisión total y profunda en el personal […] extirpando así de raíz esas falsas doctrinas que con sus apóstoles han sido los principales factores de la trágica situación a que fue llevada nuestra patria”.19 Raimon Portell y Marquès insisten en las características del nuevo plan: desde 1940 los maestros debían participar en ejercicios espirituales de pago o asistir a misa domingos y fiestas de guardar, como confirmaban aún una orden ministerial de 1952 y un decreto de Presidencia de 1957. Circulares, periódicos y revistas machacaban que se querían lograr santos antes que sabios, pero santos españoles, para lo que había un estrecho contacto o, mejor, subordinación con la parroquia. Dada la cantidad de excluidos, se recurrió en su lugar a curas, militares, huérfanos, viudas, ex cautivos o ex combatientes del bando vencedor, lo que ellos llaman tétrica corte de los milagros, formada por fanáticos, resentidos con, en la mayoría de los casos, escasa formación y ninguna vocación. Otra característica era la enorme brecha entre el discurso triunfalista sobre la victoria y el futuro y la realidad de unos mentores casi pordioseros; lamentaba la editorial de una circular de la Inspección que dilapidaran “su prestigio, al tener que ir a mendigar de casa en casa algo con que satisfacer el hambre de sus hijos”. Uno de los acuerdos del nuevo Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), 30 de enero de 1938, dirigido por Sainz Rodríguez, fue suprimir la red de bibliotecas escolares y centros de cultura ambulantes que consideraban subversivos, medidas punitivas en las que la Iglesia tuvo rol destacado. Se declararon obligatorias, 16 de octubre de 1941, la educación política, física y deportiva, según las normas y programas que dictase la Delegación Nacional del Frente de Juventu18
Jaume Ministral Masià, Nosaltres els mestres (Barcelona: Pòrtic, 1980), 230-32. La humiliació. El 16 d’agost de 1939 del mestre Josep Vilanova i Arqué, Presentació de Salomó Marquès (Barcelona, Ploion, 2008), 9. 19
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des; pero la nueva Ley de Enseñanza Primaria, 17 de julio de 1945, evidenció la victoria de la Iglesia sobre Falange, y una nota en Eclessia (Madrid), 30 Jun. 1945, precisó “en cuestión de principios no podemos ceder un ápice: La educación corresponde antes a la familia y a la Iglesia que al Estado […]. La Iglesia puede vigilar la enseñanza y la educación religiosa y moral dentro de las escuelas privadas o estatales”.20 Para Navarro la Ley de 1945 implicaba volver a planteamientos anteriores con pocas variantes, fue para la muchachada “una escuela de himnos y rezos; de crucifijos, Franco y José Antonio; […] de las ‘copias y de las cuentas’, de memorismo y miedo a la palmeta del maestro, de rutina y tiempo perdido”. Y para los maestros supuso regresar a la tenebrosa penuria material y espiritual, el pluriempleo, la desgana y falta de estímulo profesional. Contraste brutal con el período previo esperanzador y enardecedor.21 Y Feliciano Blázquez pormenorizó la cuestión; en primer lugar sostiene “la Iglesia española no participó directamente en la sublevación de 1936”, si bien hay evidencias como la de muchos curas u obispos de Cataluña vinculados al carlismo comprometidos en el desacato, y me parece llamativo que, como el mismo Blázquez señala, las primeras medidas se tomaran en septiembre del 36, cuando una Orden del 4 ya establecía “la necesaria separación de sexos en las escuelas”, y otra del 22, que hasta se resolvía “la extensión y carácter que han de tener la enseñanza de la Religión y Moral, suprimidas por gobiernos revolucionarios, se dará una conferencia semanal sobre temas fundamentales de cultura religiosa a los alumnos de 1º y 2º de bachillerato”. Otra Orden, 6 de diciembre, declaró fiesta nacional el 8 de este mes “interpretando el espíritu tradicional del pueblo español”. Nuevas disposiciones, 9 de abril de 1937, de la Comisión de Cultura y Enseñanza, ordenaban que en todas las escuelas habría una imagen de la virgen, “preferentemente en la españolísima advocación de la Inmaculada”; ante ella, en mayo, se harían los ejercicios del mes de María de acuerdo a “la inmemorial costumbre española”; diariamente la entrada y la salida se saludaría con el “Ave María Purísima”. Otros acuerdos daban honores militares al Señor y a su Iglesia o equiparaba los cardenales a generales de brigada (12 de noviembre de 1937); las Reales Academias se reorganizaron bajo los auspicios de la Inmaculada “en homenaje a la veneranda tradición española” (8 de diciembre de 1937); el día de Santo Tomás de Aquino se declaró festivo en todos los centros docentes con una sesión sobre la filosofía católica (25 de febrero de 1938); se reubicó, con carácter honorario, al cardenal Segura en el escalafón del magisterio con el número uno (16 de marzo de 1938). Se prescribió (1 de marzo de 1939) libro de texto para las escuelas el delirante Catecismo patriótico español de Albino Menéndez-Reigada. De más enjundia fue reformar el bachillerato (20 de septiembre de 1938), enfatizando en el Preámbulo querer anular la decadencia debida a la “formación doctrinal y moral, el mimetismo extranjerizante, la rusofilia y el afeminamiento, la deshumanización de la literatura y el arte, el fetichismo de la metáfora”; pues todo ello estaba “en contradicción dolorosa con el viril heroísmo de la juventud en acción, que tan generosa sangre derrama en el frente por el rescate definitivo de la auténtica cultura española”. Y “la revalorización de lo español, la definitiva extirpación del pesimismo antihispánico y extranjerizante, hijo de la apostasía y de la odiosa y mendaz leyenda negra, se ha de conseguir mediante la enseñanza de la historia universal [… para] 20
Raimon Portell i Salomó Marquès, Mare de Déu, quina escola! Els mestres contra Franco (Badalona, Ara Llibres, 2008), 49, 52-4, 64-5, 71-2 y 75. Navarro, La enseñanza primaria, 141 y 155.
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poner de manifiesto la pureza moral de la nacionalidad española: La categoría superior universitaria de nuestro espíritu imperial, de la Hispanidad, según concepto felicísimo de Ramiro de Maeztu, defensora y misionera de la verdadera civilización, que es la Cristiandad”. Por añadidura, la Ley de Ordenación Universitaria (29 de julio de 1943) imponía la religión católica como asignatura obligatoria en todas las carreras; sobre ello opinó el jesuita Eustaquio Guerrero, Razón y Fe (1944), “no es mayor atentado contra la conciencia que obligarle a estudiar historia o literatura de España”, añadía, si “la totalidad moral de la población universitaria es católica […] el pensamiento científico debe sujetarse a la dirección del magisterio divino ejercido por la Iglesia”.22 En resumen, se organizó una escuela clerical, autoritaria, dogmática, purgativa, ultramontana, misógina, mojigata, subordinada, estéril, ágrafa, zafia, yerma, monótona, regresiva, militarista, segregadora, humillante, avasalladora, patriótica y nacionalista. A la banalización de la cultura y la alienación política, se añadía una ética aterradora, punitiva, penitente, avasalladora, prohibitiva y resignada. Escuela pública Gregorio Cámara Villar enfatizaba, en exhaustiva aportación sobre el tema, que, en una sociedad rural poco industrializada, interesada sólo en trabajadores no cualificados, se quería, con la enseñanza elemental, adoctrinar en valores concretos imprescindibles para la estabilidad, permanencia y reproducción del régimen. Una Circular de Romualdo de Toledo, Jefe de Enseñanza Primaria (5 de marzo de 1938) era diáfana, “La Escuela […] fervorosamente fundida con este épico movimiento de resurrección patriótica, ha de marcar su rumbo categórico hacia las glorias futuras, preparando a nuestra infancia por derroteros nacionales. Nuestra hermosísima historia, nuestra tradición excelsa, proyectadas en el futuro, han de formar la fina urdimbre del ambiente escolar, cobijando amorosamente el espíritu de los niños españoles”. La instrucción sería, en primer lugar, católica, ante la “laica del régimen soviético”. “Es preciso que en las lecturas comentadas, en la enseñanza de la Historia, de la Geografía, se aproveche cualquier tema para deducir consecuencias morales y religiosas”; debían asistir “en corporación” a misa los días de precepto, leer con frecuencia el Evangelio e “ineludiblemente” los sábados. Además se exigía inculcar “obediencia, disciplina, autoridad indiscutida, caridad, temor a Dios”. Pero así mismo un ideario patriótico, mediante efemérides, para que pasado español y religión católica, ayer y hoy “constituyesen la trama en que se están tejiendo las glorias nacionales bajo estas dos banderas que son, en realidad, una sola. [… Sería] una historia de reyes, de santos, de guerre22 Feliciano Blázquez, La traición de los clérigos en la España de Franco. Crónica de una intolerancia (1936-1975) (Madrid: Trotta, 1991), 13, 36-37, 39, 41-44. Sobre la participación de eclesiásticos catalanes en el golpe del 17 de julio Miquel Izard, Que lo sepan ellos y no lo olvidemos nosotros (Barcelona: Virus, 2012), en especial apartado, “Depuración, purificación o martirio”. Del Catecismo hay una reedición (Barcelona: Península 2003) con excelente prólogo de Hilari Raguer. En cuanto a la Hispanidad he mentado más de una vez el rol que la agresión al Nuevo Mundo tuvo en el orto del capitalismo corrupto y explotador. Pero el caso de la futura España es más trágico; hallar grandes yacimientos de metales llamados preciosos y el contubernio de Corona con Iglesia degeneraron en una sociedad que, por un lado, se acostumbró a funcionar a partir del saqueo de recursos indianos, atropello que trajo aparejados expolio y estafa –y lo que está ocurriendo en la actualidad sería una prueba fehaciente- y por otro lado el imperio de una ideología homófoba y patriarcal basada en la exclusión por razones identitarias o racistas, de la que fueron víctimas gitanos o nativos de Indias, moriscos o códices mayas quemados por Landa, mujeres y cualquiera que no acatara la ortodoxia de usos y costumbres. Por ello no sorprende lo más mínimo el ditirambo franquista a éste pasado que querían restaurar, ahora sobre un buen porcentaje de compatriotas.
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ros, de místicos, de mártires, de gestas, de glorias, de buenos y malos”. Josefina Álvarez, inspectora de Primera Enseñanza proponía en Atenas, comparar a Moscardó con Guzmán el Bueno, el Alcázar con Sagunto, Numancia, Zaragoza o Gerona; en breve, una visión maniquea, el bien contra el mal y un ideario cívico negando las clases sociales, desterrando cualquier óptica conflictiva, pues ahora imperaban la armonía, el orden y el equilibrio. Ibáñez Martín, al inaugurar el curso 1942-1943, significó que en la escuela bastaba con exigir para ser español el conocimiento y amor de Dios y de la Patria y poco antes, 1941, había dicho que en primer lugar, la Universidad sería católica, “inspirará todas sus actividades en el dogma y la moral cristiana; que, en el orden de la formación científica, serán obligatorios para todos los alumnos los cursos de cultura superior religiosa, que no podrá faltar el ambiente de piedad en la educación de la juventud. A este principio, habrá que ir unido otro fundamental, la Universidad española habrá de servir el alto espíritu de obediencia, los ideales de la Falange, que son base del Nuevo Estado, y que han venido a renovar en nuestros días, el viejo concepto tradicional de la Hispanidad”. José Maria Pemán sostuvo en discurso de 1937, “Formemos en las Escuelas hombres sanos, con alegría de obediencia, sin recelo para la autoridad, sin rencor para la jerarquía”.23 Ministral opositó, junio de 1941, a Director de Grupos Escolares, el primer tema fue “Franco”, el segundo “El Bautismo”, sólo el último se refería a Didáctica y Pedagogía. De la biblioteca de la escuela, con miles de libros, unos falangistas se llevaron todos los escritos en catalán, incluso los Evangelios y expurgaron el resto. Cuando Juan Ramón Jiménez recibió el Nobel, el Ministerio mandó leer fragmentos en clase, pero no pudieron pues se habían quemado por nefastos. Abundaban maestros forasteros, paracaidistas, ex combatientes, mutilados, camisas viejas o dirigentes de Acción Católica, pocos procedentes de la Normal. El Gobierno había decretado que cualquier sargento o alférez provisional, tras un cursillo de tres meses, obtendría el título de Maestro Nacional y podría solicitar plaza en propiedad sin oposición o concurso, bastando que en la instancia constaran los méritos. Como el sueldo era nimio recurrían a clases particulares, pero los paracaidistas obtenían representaciones o prebendas sindicales, si bien la mayoría soñaba con ir a Madrid. Precisaba que el decreto de Romualdo de Toledo había sentado las bases de una enseñanza católica, única en el mundo, girando sobre la preparación de la navidad, la cuaresma o los ejercicios espirituales; recordaba a un inspector sacerdote diciendo que se podía expulsar a un alumno si faltaba dos domingos a misa; rezaban miles de jaculatorias, así “¡Antes morir que pecar!”, plegarias, rosarios y memorizaban como loros el catecismo, lo que culminó en un campeonato, idea del obispo Modrego, con coronación de emperador y príncipe.24 Candel recordaba la escuela republicana, gratuita, “modélica que imprimió carácter a los chicos que pasamos por ella, un carácter de serenidad y comprensión, un algo especial que todavía conservan quienes asistieron a sus clases [...] una escuela laica, mixta, con mesas en lugar de pupitres, sin cartillas, sin deberes en casa, sin lecciones de memoria, lúdica, bien dotada de material didáctico, higiénica, con un excelente profesorado y una dirección magnífica”. Les alimentaban y les enseñaban a comer; había revisiones médicas y vacunaciones; gimnasia, danza y un huerto en el patio que cultivaba cada clase; iban de veraneo a colonias. “Otra cosa 23 Gregorio Cámara Villar, Nacional-Catolicismo y escuela. La socialización política del franquismo (1936-1951) (Madrid: Hesperia, 1984), 85-7, 112-13, 88-93, 123, 114-15 y 125. 24 Ministral, Nosaltres els mestres, 241, 252-54.
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que me inculcó con ahínco esta escuela fue el amor a la lectura. Gozábamos de maravillosos libros [... en] una surtida biblioteca”. Finalizada la guerra la escuela estuvo mucho tiempo, demasiado, cerrada, y él pasó al Colegio del Port; fue la época del Auxilio Social, el racionamiento y la miseria, logró plaza de monaguillo lo que supuso la gratuidad y propinas de bodas y bautizos. El colegio del Port, llevado por el párroco, implicaba himnos y mucho rezo, crucifijos y cantidad de imágenes; la asignatura troncal, la Religión, se limitada a “recitar cantando de un modo cansino y monocorde el Credo, la Salve, el Señor Mío Jesucristo y el Yo Pecador” y a tragarse la Historia Sagrada. Iban con frecuencia a la iglesia, más las misas dominicales, misiones, novenas, primeros viernes, rosarios, mes de María o de los fieles difuntos. Por primera vez en su vida tuvo que aprender lecciones de memoria. “Fue como un desmoronamiento de toda mi sabiduría”.25 Escuela privada Pero el grueso de la enseñanza cayó en manos de las órdenes religiosas. Lo narra Eslava de forma amena: los preceptores se aprovechaban, por adultos, de su preeminencia entre jóvenes aún muy vulnerables, para pervertir, en lugar de educar, no sólo a nivel cultural sino incluso moral; eran frecuentes los abusos de pedofilia o como mínimo de sadismo en sanciones físicas o psíquicas, ninguneando o humillando; llegaban a ser inconsecuentes con las normas por ellos establecidas, había alumnos preferidos y estigmatizados y se ensañaban con los más indómitos, los correctivos podían ser corporales, muy dolorosos, o fastidiosas reincidencias, así las sopotocientas copias de frases absurdas; incluso durante los recreos obligaban a juegos concretos, fútbol sin ir más lejos o prohibían charlar. Su método era clasista y competitivo, torneos entre romanos y cartagineses. Alardeaban de espiritualidad pero obtenían notorios ingresos con los libros de texto y el material escolar o escandalizaban con zafias escenas de celos, envidias o peleas entre ellos.26 Varios escritores recordaron sus experiencias; Carlos Barral padeció los jesuitas de la barcelonesa calle Caspe, allí muchas familias “debieron de pensar que la tradicional disciplina de los educadores ignacianos volvería a la razón sus crías mal educadas, disipadas en el libertinaje de los años de guerra […]. Durante tres años, desde los siete hasta los diez, no había visto cura alguno y los había olvidado casi por completo. [… Pero] enseguida cobraron un lugar importante […]. Los curas de la victoria no tenían apenas matices. Eran curas en el poder, seres providenciales, que venían, investidos de una autoridad sin límites y una razón sin fronteras, a restablecer el quebrado orden de las cosas […]. Hablaban todos ellos en castellano y parecían impregnados de guerra civil, como hechos a propósito para las ceremonias de izar y arriar las banderas y dirigir los cantos patrióticos cotidianos. Cumplían no sólo ésta, sino casi todas sus funciones con un aire extremadamente marcial […]. Aquellas oscuras y raras personas estaban allí, sobre todo, para introducirnos en una nueva legalidad, eterna, pero que tenía manifestaciones inmediatas: la estricta obligatoriedad de la vida y las prácticas religiosas […]. A lo largo de los seis interminables cursos escolares que hube de soportar en el lóbrego colegio […], los profesores de las distintas disciplinas del lenguaje o literarias fueron siempre seglares y siempre particularmente penosos. Bueno, no eran sólo la gramática, la métrica […] las disciplinas des25 26
Vila Casas, Memòries, 94-6 y 99-102. Juan Eslava Galán, Escuela y prisiones de Vicentito González (Barcelona: Muchnik, 2000), 19-24.
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deñadas por los curas, eran la mayor parte de las humanidades, prácticamente todas, con la excepción de las asignaturas de religión y los cursos de latín […] aprendí lógica a caballo de la teodicea y no en las horas de filosofía”.27 Armand Carabén fue encerrado en las Escuelas Pías, también barcelonesas, de Diputación, que recordaría con terror toda su vida. “Escaleras oscuras que debían subir y bajar en silencio; clases rebosando niños asustados ante la novedad de las sotanas; el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo y, para que pareciera más negro, las penas eternas del infierno, con el suplicio de un fuego activo y devorador”. Otra tortura era el recreo; un mogollón en el espacio reducido de un terrado donde, tras una pelota de papel, había una desenfrenada batalla campal de empujones, pisotones y puñetazos. Para un niño que acababa de vivir las vacaciones más excitantes imaginables, con una libertad que le abría cada día espacios nuevos, la disciplina “concentracionaria” de los Escolapios fue un golpe insuperable y le resultó tan insoportable, que perdió apetito y sueño. Y empezó a tener trastornos estomacales; lo que además de notársele en la cara, supuso que perdiera peso cuando ya le quedaba poco por dilapidar. Sólo aguantó allí hasta Navidad.28Luis Carandell recordando la farragosa letra del himno de Acción Católica afirmó “Estos versos contenían la síntesis de lo que fue básicamente la educación de los niños en aquella época. La clave estaba en unir el inmortal título de nuestra sangre joven española con la fe del creyente. El laurel venía por añadidura y, así, estábamos llamados a aplicarnos desde el primer día al logro de esta difícil y victoriosa combinación. […] Nos hacían estudiar un Manual de Urbanidad […] Valentín o el niño bien educado que incluía un apartado de ‘deberes patrios’”; así un padre decía a su hijo “El buen español es ante todo buen católico; quien no lo sea difícilmente conocerá ni comprenderá a España pues todo en ella está impregnado del espíritu cristiano”. Seguían “las cinco grandes jornadas españolas, las cinco flechas de su misión inmortal, la Reconquista redimió a Europa del mahometismo; el descubrimiento y evangelización de América; la jornada de Lepanto cuando libra a Europa del peligro turco; la Contrarreforma, salvación del catolicismo en media Europa y, finalmente, el Movimiento Nacional que liberó a Europa del marxismo”. El espíritu nacionalcatólico se veía en todas las materias o poco menos. “El profesor de Filosofía se concentraba en Aristóteles y en Santo Tomás de Aquino y refutaba a casi todos los demás filósofos sin explicarnos sus teorías. A un cura le oí decir en la clase de Filosofía que Kant no había sido un gran pensador porque, de haberlo sido, le habrían hecho santo. En la clase de Matemáticas se nos ponían problemas en los cuales brillaba la virtud de la caridad”. También tenía trascendencia la materia que ellos llamaban moral, “Se puede decir que la piedra angular de la educación de la época era la consideración de que el cuerpo era el peor enemigo del alma. […] Todo o casi todo lo que se le ocurría hacer al cuerpo estaba mal o dejaba mucho que desear […]. Los niños de entonces asistíamos atónitos al despliegue del fervor religioso sin saber muy bien qué habíamos hecho nosotros para tener que hincarnos de rodillas e implorar el perdón del Cielo. Los cuarenta fueron años penitenciales. El bando de los vencedores de la Guerra Civil era el bando de las rogativas […]. Nunca he sabido muy bien si era que les remordía la conciencia por lo que habían hecho o, por el contrario, pretendían imponer a la España vencida el arrepentimiento de sus pecados”.29 27 28 29
Carlos Barral, Años de penitencia (Madrid: Alianza, 1975), 15-24 y 85. Armand Carabén, Catalunya és més que un club? (Barcelona: Edicions 62, 1994), 25-7. Luis Carandell, Las habas contadas (Madrid: Espasa, 1997), 17-20, 63-5.
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Alfonso C. Comín penó en los jesuitas de Sarriá y cató como “pilares de la época, misa y comunión diaria, confesión semanal en la que el pecado y el escrúpulo eran una misma cosa, ejercicios espirituales cada año, dirección espiritual basada en el infantilismo de la conciencia y en unas relaciones insanas de las que el psicoanálisis podría explicar múltiples aspectos, devoción infantil y bobalicona a la Virgen cargada de concepciones edípicas […]. Y sobre todo, gobernándolo todo, el 6º mandamiento./ ¿Cómo no íbamos a crecer como personajes pusilánimes y estultos?”. Reputó los ejercicios espirituales “terrorismo espiritual para muchachos a los que había que conducir al bien por el camino del terror y del temblor […]. Todo supeditado al temor –el infierno nos esperaba al menor descuido- y a los ‘horrendos sentimientos’ que inspiraba el nacimiento de la sexualidad […]. La caridad bien entendida empieza por uno mismo […] nada de aventuras colectivas […]. Apenas éramos conscientes, pero estábamos siendo labrados ‘en la fe’ de los años más negros del catolicismo español de post guerra. Las bases de aquella intolerancia, del espíritu represivo, del insano favoritismo que practicaban los padres entre los alumnos –la figura del enchufado hacía contrapunto con la del fámulo- procedían tanto de la vieja tradición inquisitorial del pensamiento católico peninsular, como del impuso dado por la guerra civil que había hecho subir todavía más, si cabe, el nivel de las aguas de la intolerancia y de la represión. La religión era apologética y moral”. A los catorce años su director espiritual le prohibió leer a Alarcón o incluso al jesuita Coloma, contra el parecer de su madre. Al confesarle haberlos leído, “Montó en santa cólera [y] me dedicó no se cuantos anatemas”. Se exaltaba algún pensador que se proponía como modelo, mientras otros eran condenados o, como mínimo, silenciados. Entre los primeros estaban Balmes, Donoso Cortés o Maeztu. Unamuno “era la figura misma del demonio, también Ortega y Gasset y todo autor agnóstico”. Había más, no constaba Machado entre los poetas de la antología, los protestantes eran un relapso e incluso no les dejaban leer la Biblia. Añade, “De esta época tengo pocos recuerdos de reflexión autónoma y libre […]. La fe, reducida a una moral antifornicadora, era un peso insoportable”. Detalla otra nota pedagógica, la represión dominaba las relaciones entre profesores y alumnos y “la rígida disciplina escolar, se orientaba a la ‘emulación’; no se trataba tanto de aprender como de ser “mejor que los demás`’”. Las virtudes más loadas eran sumisión y obediencia. “El concepto represivo de una obediencia ‘a ciegas’ tenía una importante base ideológica […] obedecer, simplemente […]. Si ves negro y tu superior dice blanco, has de ver blanco”. Había más normas: el dogma era inalterable; moral la dictada; Dios existía por real decreto; se debía obedecer y no pensar por cuenta propia. Para obtener buenas ovejas rechazaban toda discrepancia herética, una duda o cuestionamiento era un signo de flaqueza y debilidad. Exigían tener la mente siempre ocupada en cosas dignas, jamás caer en la ociosidad, pues la pereza era la madre de todos los vicios, y el diablo estaba siempre al acecho, como un león rugiente. “Se nos orientaba hacia la ganancia y el dinero; la profesión era meramente un medio de enriquecerse”. Al final de su estadía hubo un curso de orientación profesional, “El eje central del ciclo fue las posibilidades de enriquecimiento que ofrecía cada una de ellas” caso de no escoger entrar en la Compañía.30 Es extenso el dictamen de Antoni Tàpies sobre los escolapios de Balmes. Se malgastaba tiempo y energías en cuestiones secundarias, negligiendo al contrario y con frecuencia, la for30
Alfonso C. Comín, Fe en la tierra, (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1975), 32-42.
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mación humana fundamental. Todo, por supuesto, enfocado desde un ángulo católico militante, que les presentaba el resto del mundo como tierra abonada por el demonio al que debía vencerse. Las asignaturas se aprendían de forma inconexa, de memoria, no recuerda que vez alguna les hicieran leer o analizar, por ejemplo, el Quijote; jamás oyó citar a Bach o a Beethoven; la música, sencillamente, no existía, y de pintura, sólo les contaban algún aspecto anecdótico. Cuanto evoca de aquellos años está mas vinculado a la divagación mental, el ensueño, el tedio y hasta a la lectura de novelas de forma clandestina, que no al estudio de libros de texto. Excepto el profesor de matemáticas, los otros padres se ponían el libro de texto delante para recitarlo sin apenas ninguna explicación.31 Carlos Lomas enfatiza lo que ocurría en estos colegios, se castigaba para domesticar en un ámbito de monotonía en el que no se aprendía absolutamente nada de nada, sólo religión; los pocos que no comulgaban con ruedas de molino sabían que cuanto se decía era mentira o exagerado y que les escamoteaban la verdad. Afirmó Muñoz Molina lapidariamente, “del mismo modo que la educación religiosa fue una espléndida cantera de librepensadores precoces, la educación literaria era, y en ocasiones sigue siendo, una manera rápida y barata de lograr que los adolescentes se mantuvieran obstinadamente lejos de los libros”.32 Y según Luis Goytisolo la formación franquista recibida era reaccionaria, ultramontana y mojigata.33 El franquismo fue una brutal chapuza salvo a nivel represor; mandó asesinar o ejecutar a miles de gentes, llenó las cárceles de inocentes, robó hijos de presas, mantuvo un sistema dictatorial hasta su muerte. Pero en el resto fue un fiasco, como estratega no habría ganado la guerra sin la ayuda, imprescindible, de italianos y, en especial, germanos. En cuanto a coerción moral, bastaba que la jerarquía prohibiera una película, un libro o una pieza teatral, Gilda o La blanca doble, para que hubiera avalanchas de lectores o espectadores. A nivel económico trajo atraso, hambre y restricciones. Falló la autarquía, ensayando producir lo que antes se importaba, el nivel de renta por habitante de 1935 no se recuperó hasta 1954, el frustrante y sórdido racionamiento se inició el 14 de mayo de 1939 y ni él, ni la Fiscalía de Tasas, desde 1940, evitaron los acaparamientos. Sólo se logró cerrar las fronteras a la perniciosa influencia de las democracias, como Felipe II, hizo frente a la Reforma. En lo cultural se regresó a la tenebrosa y pía época imperial; retroceso que se podría describir enfatizando que se pasó de las fascinantes Misiones Pedagógicas a las clericales y oscurantistas Santas Misiones y añadiré un caso concreto, en la Universidad, ya lo dije, era obligatoria la asignatura de religión y el canónigo que la impartía en la Facultad de Letras era un singular personaje, ignorante y patético, que provocaba escenas grotescas. Debíamos memorizar unos apuntes de los que aún recuerdo una frase: “Los católicos tienen prohibido asistir a las fiestas que los masones organicen en cuanto a tales”. Apéndice La creación estética debe ser tan antigua como la humanidad. A partir del Neolítico, con el excedentarismo surgió el Estado y, a partir de este momento, se pusieron a su servicio la mayoría de artistas, mientras algunos, pocos, se valieron de su ingenio para criticarlo, satirizar31
Antoni Tàpies, Memòria personal (Barcelona: Critica, 1977), 126-31. Carlos Lomas (edición), La vida en las aulas. Memoria de la escuela en la literatura (Barcelona: Paidós, 2002), 60. Luis Goytisolo, “Un recuerdo triste”, Cuadernos de Pedagogía (Barcelona), Suplemento 3(IX/1976): 45-46.
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lo o escarnecerlo y, por lo mismo, a más poder le acompañó más censura y, a la vez, mayor sutileza para burlarla.36Los libros de texto de la época, al margen de omisiones y olvidos pasmosos, traían referencias insólitas y peregrinas, patrioteras y más que clericales, abusando de adulación o ditirambo. Olvidando que se dirigían a adolescentes eran farragosas tabarras con expresiones crípticas y altisonantes, abusando del pleonasmo. Cito en primer lugar el diccionario del jesuita Antonio Garmendia que, sin duda alguna, fue el baremo por el que debían guiarse cuantos escribían compendios de filosofía, literatura o similares.37 No incluía a Azaña, Giner de los Ríos o Miguel Hernández, pero si al escolapio Castelltort; extraña la extensión de algunas entradas y cito varias emblemáticas. Manuel Aznar, Historia militar de la guerra española: “Magnífico monumento de aquella gesta inmortal” (334). Azorín concluye “su ideología moral y religiosa […] no es católica y, generalmente, Dios está ausente de su obra” (34-5). Pío Baroja, “Antiespañol, anticatólico, antihumano […]. La lucha por la vida. Novela folletinesca completamente rechazable […]. La casa de Aizgorri […]. Quizá la más inofensiva […] no obstante tiene escenas sensuales y algún detalle irrespetuoso con la Religión. Lectores formados (44-6). Balmes, “Recomendamos efusivamente todas las obras de este gran español” (38). Blasco Ibáñez, “Alborotador, irreligioso, anticatólico, clerófobo, revolucionario” (70-1). Anatolio France, “Muy malo en ideas y en moral. Ama al paganismo y aborrece al cristianismo” (210-13). Francisco Franco Bahamonde, “Padre de la Patria, Caudillo, Generalísimo, Jefe de la Falange Española, Salvador de la cultura occidental. De gran inteligencia y corazón, entregado por completo a la gobernación de España […]. Uno de los aspectos de su completa personalidad es, indudablemente, el de escritor […]. La adecuación del pensamiento a la palabra es también otra condición preceptiva de su obra literaria” (21314). Kant, “Crítica de la razón pura. En el Índice de libros prohibidos” (301). Antonio Machado, “Sumido en una intensa melancolía por el dolor de una pérdida irreparable, su espíritu, que tantas veces parece encontrar el camino de lo religioso, no supo hallarlo cuando más necesario le era” (352). Ramiro de Maeztu, “murió derramando su sangre generosa por Dios y por España. Mucho y bien se ha escrito ya sobre La Defensa de la Hispanidad. Sólo queremos llamar la atención sobre un punto […] un aspecto que ha de ser ejemplar en la Nueva España: la disciplina de pensamiento, de sentimientos y de estilo que caracteriza a Maeztu escritor. La Defensa de la Hispanidad es una obra de amor ardiente, apasionado, no tiene resbalones de ardor, no busca efectismos para contagiar con el propio celo, no sacrifica en aras de lo emotivo la profundidad del pensamiento” (354). Menéndez y Pelayo, “Lumbrera de España, prez de la Iglesia, recta conciencia española que ha buscado en el esclarecimiento de las tradición la senda más firme y segura […]. Dotado por Dios de facultades prodigiosas” (398-99). Ortega y Gasset, “ídolo fabricado por la estulticia de los demás. No es que él se sea ‘grande’, es que los demás se han achicado […]. Mientras no prueben lo contrario, y ya costará resmas de papel y tinta negrísima, Ortega y Gasset ha sido, es y será un enemigo de España y de la Iglesia” (44849). Rousseau, “Sofista impío, contradictorio […]. En sus escritos tiene a veces pensamientos 36
En mis últimos años como docente en la Facultad de Geografía e Historia dicté un curso de doctorado “Nuevas pistas para recuperar la memoria” sobre la cuestión. Un apretado resumen en "Creación, poder y pasado", Relaciones sociales e identidades en América, IX Encuentro Debate "América Latina. Ayer y hoy" (Barcelona: Universitat de Barcelona, 2004), 201-16. 37 A. Garmendia de Otaola, Lecturas buenas y malas. A la luz del dogma y de la moral (Bilbao: El Mensajero del Corazón de Jesús, 1949).
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de sentido común y otros de loco” (543). Unamuno, “El constante afán que tuvo de traer a primer plano su preocupación religiosa como tema literario no responde a una actitud esencialmente española” (625-27). Emilio Zola, “Antes de enjuiciar sus obras conviene tener en cuenta que las obras completas […] están incluidas en el Índice […]. Todos los seres que estudia Zola son abyectos, viles, incapaces de albergar el menor sentimiento de nobleza” (690-92). Lecturas escolares, con Nihil Obstant y Imprime potest, reunía varias obras pías de escolapios pero prevalecían las patrióticas.38 De Antonio Machado recogía sólo la poesía “En abril, las aguas mil”, pero se hacía mención a “Fiesta de la Raza”; “Tres carabelas”, de Juan M. Iraburu; “Padre de las Indias: el misionero”; “Francisco Franco”; “La bandera”, de Manuel Machado; “El dos de mayo”, de José Mª Salaverría. O piezas religiosas, “La fiesta de Todos los Santos”; “La fiesta de los Santos Reyes”; “Domingo de Ramos”; “Leyenda de San Jorge”; “Infancia de Santa Teresa”, de Navarro y Ledesma; “Jesús a los doce años”; “Carta de Santa Teresa”. Citaba también obras de Marquina, Pemán, Darío, Fray Luis de Granada, Santa Teresa o Verdaguer y dos lecturas curiosas “Niño y conquistador” sobre Jaime I, de Víctor Balaguer o “El llanero”, de José Mª Samper sobre los habitantes de esta comarca colombo-venezolana. Díaz-Plaja, catedrático del barcelonés Instituto Balmes, dedicaba un apartado a “Didáctica religiosa: Ascética y mística”. Decía en “Didáctica filosófica”, “Voltaire convierte el escepticismo y el racionalismo de los filósofos citados anteriormente, en un odio sarcástico hacia la Religión, a la que combate filosóficamente y por medio de su sátira demoledora. Rousseau, de apariencia menos peligrosa, mantiene una ideología análoga, uniéndola a un blando sentimentalismo, que le hace añorar la inocencia del estado salvaje frente a la ‘pérfida’ civilización, así como combate la propiedad y la autoridad. Para él, los sentimientos deben predominar por encima de la razón, y la sociedad sólo puede constituirse mediante pacto o voto de todos sus componentes”. “La filosofía española” se centraba en Menéndez y Pelayo “todo este inmenso tesoro de saber [literario, filosófico, lingüístico] fue puesto al servicio de España. Él construyó, para siempre, la historia espiritual de nuestro pueblo. Pero, además, puso todo su entusiasmo y sabiduría en defender a España contra los ataques de que era objeto por parte de las naciones extranjeras […]. Toda la labor de Menéndez y Pelayo está destinada a valorar la enorme importancia que el espíritu español ha tenido en la historia del mundo”.39 Lecturas graduadas. Libro tercero, también con Nihil Obstat y Imprimatur, incluye expresamente en el Índice General 36 lecturas referentes al Movimiento Nacional de un total de 118, más de un 30%.40 “Dios y Patria” (6); Antonio Ricardos, “Los caídos por Dios y por la Patria”; Franco, “La grandeza de los pueblos no es cosa cómoda ni fácil. No es un regalo” (38); J. M. Monterde, “Así hablan los amantes de España” (39); “La España de José Antonio”, Oración fúnebre […] pronunciada por el Excelentísimo Señor Arzobispo de Valladolid, noviembre de 1938 (58); Palabras del Caudillo ante el monumento a Mola (67); José Ibáñez Martín, “Servicio, sacrificio, hermandad. He aquí la trilogía que el Jefe supremo de nuestro Movimiento prescribe como lema de la juventud” (75); Eduardo de Ory, “Caer venciendo” (78); Frases célebres de Fernando el Católico, Hernán Cortés, Franco, José Antonio, Calvo Sotelo o Maeztu (81); 38
Lecturas escolares, Grado tercero (Barcelona: Imprenta Elzeviriana, 1945). Guillermo Díaz-Plaja, Lengua española y literatura, 4º curso, Teoría e Historia de los géneros literarios (Barcelona: La Espiga, c 1950), 196, 197 y 201-02. 40 Lecturas graduadas. Libro tercero (Zaragoza Edelvives, c 1952). 39
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Palabras del Caudillo (90); Franco, “Redención de presos por el trabajo” (95); Franco, “Todos a una por la grandeza de España” (114); Palabras del Caudillo, “La familia y el taller han de ser las células vitales de la nueva sociedad española” (120); Mensaje de Franco, desde Tetuán, 19 de julio de 1936 (124); Manuel Machado, “Toledo blasón de España” [poema] (137); Franco, “España grande” (140); Cardenal Gomá, “Catolicismo y patriotismo” (160-61); “La última lección de José Antonio”, otro fragmento de la Oración fúnebre del Arzobispo de Valladolid (169); Franco, “Unión y paz” (181); Voz del Caudillo, “El Alcázar de las gestas caballerescas ha sido destruido por el materialismo de los bárbaros modernos” (215); José Mª Pemán, “Las esencias de la civilización cristiana son el alma y la vida de nuestra Historia” (227); Radio Aragón “Oviedo, la mártir, (18 de octubre de 1936) (234); El Generalísimo en Valladolid, “Elogio de Castilla” (249-50); Oración del Caudillo ante el altar de la Virgen de Atocha, Madrid, 20 de mayo de 1939 (265); E. la Orden Miracle, “Paso y triunfo del Estrecho” [poema] (267). Francisco Escolano, catedrático del barcelonés Instituto Menéndez y Pelayo, publicó un manual para Cuarto curso, con una antología, en la Segunda parte, de Literatura extranjera y española del siglo XVII al XX. Decía de Rousseau, su vida “es una lamentable serie de debilidades y perturbaciones morales, espirituales y materiales, que culminan en la manía persecutoria que perturbó los últimos años de su existencia […]./ Las ideas sociales de Rousseau parten del principio falso y anticristiano, de que el hombre es bueno por naturaleza y de que la sociedad le pervierte y le hace desdichado”.41 Eugenio de Bustos, catedrático de Historia de la Lengua en la Universidad de Salamanca y miembro de la Real Academia, recoge en Vela y ancla lecturas de literatura universal y española. Empieza con una frase de José Antonio, lleva retratos de éste y de Franco; hay textos de clásicos y frases de José Antonio, Unamuno, Antonio Machado, Baroja o Azorín. En el apartado “España”, otro batí burrillo, los hay, sin orden ni concierto, de San Isidoro, Cela, Maragall, en catalán, Pemán, Darío, Maeztu, José Antonio de nuevo y acaba con un fragmento de Idea de la Hispanidad de Manuel García Morente, que concluye “la imagen intuitiva que mejor simboliza la esencia de la hispanidad es la figura del caballero cristiano”.42 Historia de la literatura, obra de los Maristas, también con Imprimatur y Nihil Obstat, dedicaba el capítulo XXXVIII a “Literatura Contemporánea en España. La generación del 98”.43 De ésta sostenía “El pesimismo político les lleva a despreciar nuestra tradición, considerándola causante de la decadencia y fracaso nacional […]. Como remedio creyeron lo más acertado volver los ojos a otros países de los que se importan ideas filosóficas. (Surgen fervorosos discípulos del mediocre filósofo alemán Krause, cuyas teorías nos trae el profesor Sanz del Río, de más daño que provecho)”. Obvia o maquilla hechos relevantes, García Lorca “fue una de las víctimas de la guerra civil española” (419) o a Antonio Machado “En 1936 la guerra le sorprende en Madrid, de donde con su madre, enfermos ambos, después de penosa odisea, van a Francia, y allí muere, en 1939” (405). Pla y Dalmau, autor y editor, decía en el Prólogo de su libro de ejercicios de lectura para alumnos de 2º ciclo de Enseñanza elemental, querer “conseguir otras dos finalidades: primera, despertar en el lector el gusto estético en el difícil arte del bien decir y de la exposición correc41
Francisco Escolano, Lengua y literatura (Cuarto curso) (Barcelona: Editorial Barna, c 1958), 163-65. Eugenio de Bustos, Vela y ancla (Madrid: Delegación Nacional de Juventudes, 1958). Historia de la literatura (Zaragoza: Edelvives, 1958).
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ta; y segunda, aficionar a los alumnos a la lectura de textos selectos. Este último propósito lo consideramos también esencial pues estamos convencidos que hay que ofrecer a la adolescencia y a la juventud lecturas escogidas, bellas y seleccionadas, para contrarrestar, en lo posible, el fárrago de vulgaridades desgraciadamente tan difundidas en nuestros días”. Porfiaba, por si cabían dudas, “Enfocamos primordialmente este libro hacia el campo de la belleza literaria [… con una] selección de trozos literarios cortos y amenos”. Y son paradigmáticas algunas propuestas: Infancia de Jesús, Leyenda religiosa, con milagro; Marcelino Pan y vino de Sánchez Silva; El heroísmo de los numantinos, Leyenda histórica; Poemas de Pemán; Biografía de San Ignacio; Españoles que llegaron a ser emperadores romanos, Comentario histórico; Atila, el llamado azote de Dios, Tradición histórica; Campos Cataláunicos, Dios hizo que la victoria en esta grandiosa acción se inclinara a favor de las armas occidentales; Santa Catalina de Siena; San Francisco de Asís, de Pardo Bazán; Los nacimientos navideños; tradición popular; Don Pelayo, primer héroe de la reconquista (Anécdota de un héroe); La religiosidad de Pasteur, Anécdota de un sabio; Roncesvalles, Leyenda histórica; San Vicente Ferrer, ya de pequeño comenzó a obrar milagros […] sus sermones promovieron la conversión de muchos judíos; Santiago en la batalla de Clavijo, Leyenda religiosa; ¿Quo Vadis?, Leyenda religiosa; San Francisco Javier; Las Navas de Tolosa, Gesta histórica; Santa Isabel de Hungría; Coplas de Santa Teresa de Jesús; Santo Domingo de Guzmán; Conversión de San Pablo, Narración religiosa.44 Lengua y literatura españolas. Cuarto curso, del jesuita Ignacio Elizalde, al margen de sostener que la novela “Debe narrar una acción verosímil, es decir, posible” (73), contenía increíbles errores, así “Robinsón Crusoe es la novela del escritor Jonathan Swift. Su protagonista visita 1º el país de los enanos” (87). De poetas contemporáneos sostenía que “algunos tienden hacia la liberad expresiva: los ultraístas y surrealistas, como Guillermo de la Torre y Rafael Alberti; otros tienden a lo popular y a lo clásico como García Lorca y Gerardo Diego; otros, finalmente, cultivan una poesía pura, intelectual, como Jorge Guillén y Pedro Salinas (176).45
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José María. Pla Dalmau, Floresta, Iniciación a la lectura literaria (Gerona-Madrid: Dalmáu Carles, Pla, 1959). Ignacio Elizalde, Lengua y literatura españolas. Cuarto curso (Zaragoza: Hechos y dichos, 1961).
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El rabino Marshall Meyer, la dictadura militar argentina y sus enfrentamientos con la dirigencia comunitaria judía 1
Isaac Caro Universidad Alberto Hurtado Universidad Arturo Prat, Santiago de Chile
Introducción ste capítulo investiga en la labor realizada por el Rabino Marshall Meyer (1930-1993) en su lucha en contra de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar argentina de 1976 a 1983, así como en su enfrentamiento con la dirigencia comunitaria judía. Se inscribe en un libro de Escrituras Silenciadas, puesto que estamos en presencia de un fondo documental, actualmente resguardado en el Seminario Rabínico Latinoamericano, “donde fue hallado oculto en varios grupos documentales dispersos, evidentemente con el fin de conservar el material y preservarlo de la destrucción”2. Parte de este material ha sido rescatado y digitalizado por el Archivo de Derechos Humanos de la Biblioteca de la Universidad de Duke, a través de 23 documentos digitalizados, que sirvieron de base a este estudio, al igual que otros trabajos sobre la vida y obra del rabino. El archivo de la Biblioteca de la Universidad de Duke es una colección digital que cubre desde 1919 hasta el 2004, esto es desde antes que naciera Meyer y hasta después de su muerte. Este material “documenta la actividad del rabino Marshall T. Meyer en el campo de los derechos humanos durante las décadas de los 70 y 80 en Argentina”. Esta compilación, escrita en español, inglés y hebreo, incluye las actividades realizadas por Meyer en la Comunidad Bet El de Buenos Aires y en la sinagoga B’nai Jeshurun de Nueva York. El material es testimonio de su importante compromiso en la lucha contra las violaciones a los derechos humanos en Sudamérica y Centroamérica durante las décadas de 1970 y 1980, y luego su compromiso con la paz en el Medio Oriente, Israel y Palestina en la década de 19903. Además, la Asamblea Per-
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1 Este capítulo se inscribe Proyecto FONDECYT Nº 1120401, concurso 2012: Conflicto y Diálogoen Argentina y Chile: los casos del judaísmo, el islam y el hinduismo en el periodo 2001-2011. 2 Memoria Abierta. “Fondo Marshall Meyer”. s.f., consultado enero 17, 2012, http://www.memoriaabierta.org.ar/bases/opacfondos/meyer/index.html. 3 Duke University Libraries Digital Collections. “Marshall T. Meyer Papers” s.f., consultado enero 6, 2012, http://library.duke.edu/digitalcollections/meyermarshall/about/.
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manente por los Derechos Humanos (APDH) aportó miles de denuncias que había reunido en los años de la dictadura, cuyos legajos habían sido escondidos por Meyer en los sótanos de la sinagoga Bet El4. Otra fuente importante corresponde al trabajo realizado por el periodista e investigador argentino, Diego Rosemberg, quien destaca, entre otras actividades, por haber sido entrevistador de Survivors of the Shoah Visual History Foundation, dirigida por Steven Spielberg. Rosemberg nos presenta la vida y obra de Meyer, desde su nacimiento hasta su muerte, en siete capítulos que describen su lucha en pro de los derechos humanos en Argentina, sus amenazas de muerte durante la dictadura militar, su enfrentamiento con la dirigencia comunitaria judía, su rol en la formación del movimiento conservador judío, su rechazo a la política exterior del gobierno de Reagan, sus críticas a la política exterior israelí. El libro de Rosemberg, titulado Marshall Meyer, el rabino que le vio la cara al diablo, fue presentado en la Comunidad Bet El, que fue la congregación de Meyer, por el rabino Baruj Plavnick, seguidor y discípulo de Meyer, quien enfatizó en la validez de este documento, señalando que Meyer no dejó libros escritos, su enfoque no está plasmado en un documento, “su testamento no está escrito, sino actuado”. En palabras del rabino Plavnick, “el libro de Diego Rosemberg es un valiosísimo aporte a la visión histórica de una etapa determinante del judaísmo argentino y latinoamericano. Es una contribución extraordinaria al recuerdo desmitificado que alumbra sobre como la sensibilidad espiritual, la inteligencia y el coraje moral fueron reunidos en un hombre”5. Antes de pasar al análisis de algunas problemáticas en torno al rabino Meyer, cabe destacar algunos hitos significativos en lo que se refiere a su biografía y las principales personalidades que lo influyeron. y las institucionales centrales en las que trabajó. Meyer nace en 1930 en Nueva York, una ciudad en donde existe una importante comunidad judía; viaja a Argentina en 1959, donde se encuentra la comunidad judía más importante de la región y es testigo importante de las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura militar argentina; regresa a Estados Unidos en 1984, durante la segunda administración del Presidente Ronald Reagan; muere en 1993 producto de un cáncer. Dos de las grandes personalidades que influyen en el rabino son Martín Buber (18781965) y Abraham Joshua Heschel (1907-1972). El primero es un filósofo judío, fundador de una filosofía del diálogo, en donde se establece una relación igualitaria entre el Yo y el Tú, que se caracteriza porque ambos son importantes actores dialogantes. El segundo es un rabino estadounidense de origen polaco y uno de los principales filósofos y teólogos judíos del siglo XX, quien trabajó activamente a favor de los derechos civiles de las minorías, se opuso a la Guerra de Vietnam, y negoció con los líderes de la Iglesia Católica en el Concilio Vaticano II para eliminar pasajes de la liturgia católica contrarias a los judíos. Uno de los mejores amigos de Heschel fue Martin Luther King y cuando éste fue asesinado en Memphis, en el Estado de Tennessee, aquél se encontraba marchando a su lado6. La influencia de Heschel en Meyer es trascendente. Cuando Meyer se inscribió en la escuela rabínica del Jewish Theological Seminary tuvo como maestro a Heschel. Meyer deci4
Diego Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo (Buenos Aires: Capital Intelectual, 2010). Anajnu. “Rabino Baruj Plavnick presenta el libro ‘Marshall Meyer, el Rabino que le vio la cara al diablo’", consultado enero 11, 2012, http://anajnu.cl/barujplavnick.htm. 6 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 5
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El rabino Marshall Meyer, la dictadura militar argentina y sus enfrentamientos con la dirigencia comunitaria judía
dió llevar a Argentina la experiencia de los campamentos Ramah por sugerencia de su mentor Heschel. En la experiencia inaugural, el verano de 1959, participaron 49 jóvenes. Muchos de los rabinos latinoamericanos fueron formados en Ramah, entre ellos el rabino Ángel Kreiman7 , que, posteriormente, fuera conocido como “Gran Rabino de Chile” y tuviera un rol importante en la dirigencia comunitaria judía durante la dictadura militar chilena. Además, ya instalado en Argentina, Meyer daba clases en su propia oficina del Seminario Rabínico Latinoamericano, delante de un escritorio que tenía la foto de Heschel y Luther King caminando por Alabama. Tanto Buber como Heschel tuvieron una decisiva influencia para que Meyer permaneciera en Argentina. En 1962, después de tres años de haber llegado al país, el rabino pensó en volver a Estados Unidos, tras renunciar a la Congregación Israelita de la República Argentina (CIRA) por problemas con la dirigencia comunitaria. Sin embargo, ambas personalidades lo convencieron de permanecer en Argentina. Además, con la crisis de los misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética, se veía con buenos ojos “la existencia de una escuela rabínica en una parte lejana del mundo que pudiera garantizar la supervivencia de la cultura y la tradición judía ante una eventual hecatombe bélica”, a solo unos 20 años del holocausto8. En 1973, cuando se inaugura un nuevo edificio de Bet El, se decide nombrar a la sinagoga como Abraham Joshua Heschel. A partir de las ideas de Buber y Heschel, y de las suyas propias, Marshall Meyer elabora una teología judía de la liberación y del diálogo, que tomará como base los elementos más progresistas del judaísmo moderno. En el ámbito judío, Meyer es un importante protagonista de a lo menos seis instituciones, que comprenden en Estados Unidos el Jewish Theological Seminary (JTS), donde se formó como rabino; la University of Judaism, de la cual fue vicepresidente; y la sinagoga B’nai Jeshurun, que dirigió a partir de su regreso a Nueva York en 1984. En Argentina, fue dirigente de la Congregación Israelita de la República Argentina (CIRA), fundó el Seminario Rabínico Latinoamericano y la comunidad Bet El, todas ellas organizaciones pertenecientes al judaísmo conservador. En todas estas organizaciones, el rabino Meyer tuvo una destacada participación, dejó una huella trascendental y en el seno de muchas de ellas se caracterizó por su defensa de los derechos humanos y sus enfrentamientos con la dirigencia comunitaria judía. En este capítulo, colocaremos el énfasis en tres puntos que nos parecen trascendentales para definir el perfil y especificidad del rabino Meyer en el mundo judío argentino y estadounidense: primero, su rol en la formación del judaísmo conservador argentino, que se inicia con su llegada a Buenos Aires en 1959; segundo, su lucha a favor de los derechos humanos y, en especial, su relación con el periodista, Jacobo Timerman durante la dictadura militar argentina de 1976 a 1983; tercero, su rechazo a la política exterior de Estados Unidos y de Israel, a partir de su llegada a Nueva York en 1984. Adicionalmente, existe un enfrentamiento constante con la dirigencia comunitaria judía argentina, el que abarca diferentes etapas y está relacionado con sus intentos de modernización judía, su compromiso inter-religioso y su lucha por los derechos humanos. Mantenemos como una hipótesis central que en el judaísmo argentino estamos en presencia de un “conflicto intracomunitario”, que se expresa de manera manifiesta a partir de las actividades realizadas por Meyer, y que continuará hasta nuestros días, con la expresión de corrien7
Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 60.
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tes, pensamientos y agrupaciones que son antagónicas entre sí, que tendrán un hito fundamental en la victoria de los sectores religiosos ortodoxos en las elecciones de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) los años 2007 y 2011, periodo y tema que será abordado con detalle en otro estudio, en el marco del proyecto de investigación arriba citado. Meyer y la formación del judaísmo conservador en Argentina Meyer se formó en instituciones del judaísmo conservador estadounidense y él mismo fundó algunas instituciones que dieron inicio a esta rama del judaísmo en Argentina. El JTS es una institución del judaísmo conservador, con sede en Nueva York, que fue creado en 1886, con la finalidad de preservar el conocimiento y la práctica del judaísmo histórico. Una de sus misiones centrales es servir al judaísmo conservador estadounidense, formando líderes espirituales e intelectuales, rabinos, cantores, académicos, inspirados en la visión de la Torá9. El ingreso de Meyer al JTS se produce en 1952, cuando comienza a estudiar como alumno regular, teniendo como maestro a Heschel, para ordenarse como rabino de esa organización en 1958. Para el JTS, la presencia de Meyer significó un hito importante de esta organización. El primer semestre del 2011, en la sede del JTS se presentó una exhibición sobre la vida y obra del rabino, denominada “No tengo derecho a estar en silencio”, organizada por el Centro de Derechos Humanos y la Biblioteca de la Universidad de Duke10. Otra institución judía donde el paso de Meyer fue importante es la CIRA, la entidad judía más antigua de Argentina, conocida como el Templo de la calle Libertad, establecida como agrupación religiosa en 1862, con la misión de contribuir al desarrollo de los judíos de origen francés, inglés y alemán. Sus autoridades participaron en la creación de otras instituciones, como la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA)11. La conexión del rabino Meyer con la CIRA se produce cuando el rabino que oficiaba en la sinagoga de esta comunidad, Guillermo Schlesinger, buscó contratar un nuevo rabino a través del JTS, ya que hasta esa fecha no existía un lugar de formación rabínica en la región. De este modo, el JTS propuso a Marshall Meyer, quien aceptó viajar por dos años a Argentina12, llegando en 1959 y quedándose por un cuarto de siglo. Desde que llegó a Argentina y durante todo su paso por la CIRA, el rabino estaba desconcertado al ver que había muchos judíos asimilados, que los servicios religiosos estaban vacíos y que los jóvenes no iban a la sinagoga. Para tratar de cambiar esta situación e incentivar la participación de los jóvenes, él comenzó en el verano de 1960 con el campamento Ramah, lo que permitió que cientos de familias se unieran a la CIRA13. Desde su llegada a Argentina, Meyer captó la realidad de la comunidad judía argentina, que en ese momento comprendía unas 400.000 personas, “lo que la posicionaba dentro de las cinco más grandes del mundo”14. Casi un centenar y medio de instituciones estaba adherido a la AMIA, que era la entidad comunitaria central. Desde su creación las instituciones centrales de la comunidad judía argentina fueron conducidas por dirigentes laicos. La corriente ortodo9 Jewish Theological Seminary. “JTS Hosts Exhibition on Life and Work of - Jewish Theological”, consultado marzo 29, 2011, www.jtsa.edu/Documents/pagedocs/Communications/.../happenings28.docx. 10 Jewish Theological Seminary. 11 José Liebermann, Los judíos en la Argentina (Buenos Aires: Libra, 1966). 12 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 13 Duke University Libraries Digital Collections. 14 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 45.
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El rabino Marshall Meyer, la dictadura militar argentina y sus enfrentamientos con la dirigencia comunitaria judía
xa era minoritaria y casi marginal, situación que cambia el año 2007 cuando la ortodoxia gana las elecciones de la AMIA y experimenta un crecimiento sostenido15. En el periodo de la llegada de Meyer, los movimientos conservador y reformista no existían en el país y los askenazíes no se mezclaban con los sefaradíes. Existía en todos una afinidad al movimiento sionista. En este contexto, Meyer pensaba que había que trabajar para que la sinagoga se convirtiera en el lugar central de la vida judía argentina. El secularismo no podía garantizar el éxito en la lucha contra la asimilación, por lo que cuestionaba la forma de organización de la vida comunitaria judía argentina, basada en un sistema de partidos que reproducía las corrientes existentes en Israel, y estaba sustentada en una vida recreativa basada en clubes deportivos e instituciones de ayuda social16. El rabino fue dirigente de la CIRA hasta 1962, en que renunció a esta organización por problemas internos, tras lo cual creó la comunidad Bet El y fundó el Seminario Rabínico Latinoamericano, dos de las entidades más importantes del llamado “judaísmo conservador” en Argentina y, en cuyo seno el rabino desarrollaría una importante labor en la lucha contra las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar argentina. En palabras de Meyer: “No tengo dudas que el judaísmo conservador tal como lo entendemos puede tener un gran atractivo en Sudamérica”17, aunque agregaba que este tipo de judaísmo debía ser emancipador y no reaccionario. La Comunidad Bet El es actualmente dirigida por el rabino Daniel Goldman, considerado sucesor y discípulo de Meyer. Durante la dictadura militar, la sinagoga de Bet El servía como refugio, tanto a personas judías como no judías. El periodista Rosemberg nos señala que el rabino solía invitar a alguien del público a subir al púlpito y así pasaron los más diversos personajes, como el escritor Jorge Luis Borges, el periodista Jacobo Timerman, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. Meyer participaba en acciones públicas, firmaba solicitadas, asistía a actos, organizaba conferencias de prensa, y todas estas acciones las relataba en las prédicas de los viernes en la noche en la sinagoga, donde a veces llegaban hasta 1.500 personas. La sinagoga era un refugio, incluso para personas no judías. En la primera fila se sentaban las Madres de Plaza de Mayo, con sus pañuelos blancos. También había miembros de organismos de derechos humanos, ateos confesos y representantes de otras religiones18. En 1984, con motivo de la partida de Meyer a Estados Unidos, Bet El organizó un masivo acto de despedida al que asistieron unas 1.500 personas, entre ellas Adolfo Pérez Esquivel, Ernesto Sábato, Hermán Schiller, Renée Epelbaum, Jacobo Timerman. El presidente Alfonsín envió un telegrama de saludo. No estuvieron representantes de la DAIA ni de la Embajada de Israel. En 1987, cuando Bet El cumplía 25 años, el rabino fue invitado a los actos de celebración. Entre los invitados estaban el presidente Alfonsín y Meyer cuestionó duramente las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, promulgadas por el gobierno radical19. El seminario Rabínico, por su parte, que desde 1994 recibe el nombre de Marshall Meyer, es considerado como el centro académico, cultural y religioso más importante del movimiento 15
Isaac Caro, Islam y judaísmo contemporáneo en América Latina (Santiago: Ril, 2010). Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 17 Adolfo Weil, Orígenes del judaísmo conservador en la Argentina (Buenos Aires: Seminario Rabínico Latinoamericano, 1988). 18 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 19 Duke University Libraries Digital Collections. 16
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conservador judío. Su objetivo principal es formar y ordenar a rabinos de toda la región para difundir la religión judía en las comunidades latinoamericanas20. En agosto de 1960, en una convención de rabinos latinoamericanos, se decidió crear una escuela pre-rabínica, de manera complementaria a los estudios universitarios. Cuando Meyer llegó a Argentina no había ningún rabino nacido ni educado en Sudamérica. La fundación de este Seminario, la primera escuela rabínica no ortodoxa en la región, constituye un acontecimiento importante para el mundo judío. Las clases se iniciaron en 1962, en el templo de la calle Libertad, donde las diferencias entre su vicerrector, el rabino Marcos Edery, y Meyer, quienes trabajaron juntos hasta 1981, eran notorias, pues Edery pensaba que Meyer quería imponer el judaísmo reformista21. En 1964, el Seminario abrió su propia sede en la calle 11 de Septiembre. En la inauguración participó el vicepresidente de la Nación, Carlos Perette, en tanto que el presidente Arturo Illia envió como representante a su hermano Ricardo. El 13 de diciembre de 1972 egresaron los dos primeros rabinos del Seminario, Ángel Kreiman y Rubén Nisembom, quien después fuera líder de la comunidad reformista Emanuel22. Hasta el 2010 se habían graduado del Seminario 83 rabinos, entre ellas seis mujeres23. Una de las dificultades del Seminario Rabínico fue la escasez de libros en español sobre historia y liturgia judía. Meyer aprovechó su relación con León Berenstein, director de la Editorial Paidós y miembro de Bet El, para publicar obras de judaísmo dentro de la serie Biblioteca del Hombre Contemporáneo. Después, Meyer creó y dirigió una colección llamada Biblioteca de la Ciencia e Historia de las Religiones, que duró 15 años y editó cerca de 80 volúmenes, publicando por primera vez en el país las obras completas de Martin Lutero. Meyer conoció a muchos intelectuales, entre ellos a Gino Germani, quien fundó las carreras de sociología y psicología en Argentina24. Cabe señalar que durante todo este periodo, el rabino Meyer realizó una importante labor de diálogo inter-religioso, que continuará luego a su regreso a Estados Unidos. Su mayor apuesta ecuménica llegó en 1967, al crear el Instituto Superior de Estudios Religiosos, un espacio de reunión para católicos, protestantes y judíos, que tenía por finalidad fomentar la convivencia y comprensión mutua, al tiempo de analizar la realidad nacional desde una perspectiva teológica. Algunos de sus participantes fueron los pastores José Miguez Bonino, Ricardo Petrantonio, Peter Clark, Ricardo Couch, y los sacerdotes José Barrientos y Jorge Mejía, quien más tarde se convertiría en cardenal. En la década de 1970 ese espacio se convirtió en un lugar de resistencia a la dictadura militar. En palabras del rabino Daniel Goldman, discípulo de Meyer: “Funcionaba como una especie de Asamblea Permanente por los Derechos Humanos paralela, sólo que allí no estaban los representantes de los partidos políticos”25. Su lucha a favor de los derechos humanos y su relación con Jacobo Timerman El rabino Meyer desempeñó una importante lucha en contra de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar argentina que gobernó desde 1975 hasta 1983. Algu20
Caro, Islam y judaísmo contemporáneo en América Latina. Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 22 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 23 Caro, Islam y judaísmo contemporáneo en América Latina. 24 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 25 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 24. 21
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nas estimaciones de organismos de derechos humanos hablan de unos 30.000 desaparecidos, de los cuales un 10% aproximadamente eran judíos. La Secretaría de Derechos Humanos del gobierno argentino baja esta estimación a 13.000, en tanto que la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (Conadep), encargada del Informe Nunca Más, donde participó el Rabino Meyer, la reduce a 8.961 casos26. Estas cifras son difíciles de determinar, pero lo cierto es que se trató de miles de personas. El rabino, junto con visitar a presos políticos, tanto judíos como no judíos, trabajó con importantes organizaciones defensoras de los derechos humanos. Meyer estaba en contacto constante con las Madres de Plaza de Mayo y también con el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) fundado en 1980 por Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz. Además, fue un miembro fundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Dadas estas actividades, el rabino fue amenazado de muerte en varias oportunidades e instado a irse del país27. En 1984, cuando Meyer estaba de visita en Estados Unidos, explicó cómo operaban los escuadrones de la muerte a través del secuestro de personas sospechosas de pertenecer a organizaciones subversivas. Entonces, se suponía que habían existido 20.000 personas secuestradas, llevadas a prisiones militares secretas. En este periodo, el Rabino Meyer fue uno de los dos rabinos en Argentina (el otro fue Roberto Graetz) que intentó visitar a los secuestrados, buscando ayudar, tanto a personas judías como no judías, que sufrieron violaciones a los derechos humanos. Al mismo tiempo, Meyer denunció a la jerarquía de la Iglesia Católica por haber ignorado el problema de los desaparecidos28. El prisionero más famoso de la dictadura, el periodista Jacobo Timerman (1923-1999), padre del actual canciller argentino Héctor Timerman, dedicó su libro Prisionero sin número, celda sin número (publicado en Nueva York en 1981) al rabino Meyer, con estas palabras: “A Marshall Meyer, un rabino que llevó consuelo a presos judíos, cristianos y ateos en las cárceles argentinas”29. Timerman fue acusado de conexiones con David Graiver a quien la dictadura le señalaba que era el “banquero de los Montoneros”. Con ese argumento clausuraron y expropiaron el diario La Opinión, dirigido por el periodista, y Timerman permaneció detenido por dos años y medio, tras lo cual, en 1979, fue expulsado del país y emigró a Israel30. Timerman conoció a Meyer en 1962, cuando después de fundar la revista Primera Plana, envió a uno de sus cronistas a hacer una nota sobre el rabino. Ambos intensificaron su relación poco después de la Guerra de los Seis Días, ya que el periodista aceptó traducir un libro sobre el conflicto que había aparecido en Estados Unidos. Durante la prisión, el rabino asistió al periodista y también a otros presos, que no eran judíos. Meyer visitó la Casa Rosada e interpeló a los miembros de la junta militar, Rafael Videla y Emilio Massera, pero no consiguió que se liberara a Timerman. Entonces, invitó a personalidades extranjeras para que presionaran por la libertad del periodista31. La presión internacional por el caso Timerman incluyó al presidente Carter quien en una reunión con Videla exigió su libertad. Luego de ser expulsado y emigrar a Israel, la relación entre 26
Pablo Calvo, «Una duda histórica: no se sabe cuántos son los desaparecidos», Clarín (Buenos Aires), 6 Oct. 2003. “ Duke University Libraries Digital Collections. 28 Duke University Libraries Digital Collections. 29 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 115. 30 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 31 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 27
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ambos continuó: en algunas cartas, Meyer le pedía a Timerman que cuando encontrara a un judío con buena situación económica le solicitara ayuda para la comunidad judía argentina, señalándole que la situación del Seminario era muy mala. En 1984, Timerman regresó a Argentina y continuó la amistad con Meyer, visitándolo en Bet El, hasta que éste viajó a Estados Unidos32. En 1982, a un año del término de la dictadura, el rabino Meyer, junto al periodista Herman Schiller, fundó el Movimiento Judío por los Derechos Humanos, el cual llegó a convocar a más de 2000 personas, siendo la única forma organizada de resistencia a la dictadura dentro de la comunidad judía. El primer acto organizado por el Movimiento fue el 24 de octubre de 1983, cuando en el Obelisco de Buenos Aires, y con el rechazo de la dirigencia comunitaria judía, convocaron una marcha en “contra el antisemitismo y por la plena vigencia de los derechos humanos”33. El 10 de diciembre de 1983 Alfonsín asumió la Presidencia y el 15 de diciembre, creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Ese mismo día, el presidente Alfonsín llamó a Meyer para pedirle que integrara la Comisión, junto a otras 12 personas, que incluían a Ernesto Sábato, que la presidía. Este nombramiento vino cuando Meyer ya había tomado la decisión de irse a Estados Unidos para asumir un cargo en la Universidad del Judaísmo en Los Ángeles. Sin embargo, el rabino decidió aceptar el cargo ofrecido por el presidente Alfonsín y permanecer en Argentina. La Comisión se encargó de investigar, grabar y compilar un informe de todos los abusos cometidos a los derechos humanos desde 1976 a 1983. El trabajo de Meyer consistió en tomar nuevos testimonios de exiliados argentinos en Estados Unidos y Europa, para lo cual visitó París, Ginebra, Los Ángeles, Nueva York, Washington, entrevistando a docenas de exiliados que relataron sus historias de detención, tortura y encarcelamiento34. El 20 de septiembre de 1984 los miembros de la Comisión entregaron el informe final que tenía 50 mil fojas con las peores formas de terrorismo de Estado: 8.960 desaparecidos, 340 centros clandestinos de detención, entierro de cadáveres en fosas comunes. La Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) realizó una síntesis de ese trabajo en el libro Nunca Más, frase que Meyer se ufanaba de haber aportado para denominar al informe, recordando además que ese fue el grito del ghetto de Varsovia35. Este completo informe, en el que participó el rabino, tiene amplios capítulos dedicados al secuestro; a los centros clandestinos de detención, algunos dependientes de la Fuerza Aérea, de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, del Ejército y de distintas provincias; a la muerte y el exterminio como arma política; al funcionamiento de los esquemas represivos; a la coordinación represiva en América Latina36. El mismo año, esto es 1984, el presidente Alfonsín le otorgó al rabino Meyer la Orden del Libertador San Martín por haber servido a la nación argentina. Rechazo a la política exterior de Estados Unidos e Israel Al volver a Estados Unidos en el año 1984, Meyer no dejó atrás su lucha por los derechos humanos, sino que ahora continuó criticando fuertemente la intervención de Estados Uni32
Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 34 Duke University Libraries Digital Collections. 35 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 36 Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas-Conadep. Nunca Más (Buenos Aires: Eudeba, 1984). 33
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dos en Centroamérica y la política exterior israelí, especialmente su venta de armas a los regímenes militares de la región. En 1985, se convirtió en el rabino de la sinagoga más antigua de Nueva York, B’nai Jeshurun, fundada en 1825. La teología desafiante de Meyer, su agenda de acción social, el trabajo ecuménico con el clero cristiano y musulmán, y un papel preponderante en el proceso de paz árabe-israelí, condujeron al rápido crecimiento de la congregación, “que se convirtió en un modelo para muchas otras sinagogas en los Estados Unidos”37. La sinagoga contaba con programas de ayuda social para los pobres, enfermos de Sida y refugiados centroamericanos de las guerras civiles de los 80. Al igual que en Bet El, ahora en la sinagoga neoyorquina, durante las prédicas de shabat subían distintos personajes, como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el presidente de Haití Jean Bertrand Aristide, y defensores de los derechos civiles y de las minorías38. En 1985, el rabino aceptó viajar a Managua con una comitiva de 10 judíos, entre ellos Héctor Timerman, hijo de Jacobo, para desactivar las acusaciones de antisemitismo que el gobierno de Reagan lanzaba en contra del sandinismo, buscando apoyo de la comunidad judía norteamericana para una intervención militar en Nicaragua. A su regreso de Nicaragua, Meyer denunció fuertemente las armas israelíes existentes en Centroamérica y el apoyo de Israel a “dictaduras fascistas”. El rabino enumeró dos razones para la intervención de Israel: primero, el precio que tiene que pagar por el apoyo de Estados Unidos y segundo, Israel debe mantener su industria militar39. Así como en Argentina trabajó en contra de las violaciones a los derechos humanos, “continúo sintiendo esa misma motivación para trabajar por la paz de Medio Oriente”, para combatir a favor de los derechos humanos de los ciudadanos árabes. Invitó a su sinagoga a oradores palestinos y manifestó el derecho de ese pueblo a fundar su propio Estado. Escribió el prefacio de un libro Caminando por la Línea Roja, editado por Deena Hurwitz, profesora en derechos humanos de la Universidad de Virginia, destacando la importancia de que los israelíes buscaran justicia para Palestina. En 1991, mientras se llevaba a cabo un desfile por la independencia de Israel, Meyer organizó una contra manifestación frente a su sinagoga para protestar contra la ocupación israelí, diciendo: “Ninguna nación puede basar su existencia en la opresión y la explotación de otros”40. Meyer también compartió con su amigo Timerman las críticas a Israel. En 1982, en el contexto de la intervención de Israel en Líbano, el periodista escribió un libro titulado La guerra más larga. Cuando estaba terminando la obra se produjo la masacre de palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Shatila, ante lo cual Timerman agregó un epílogo en donde acusaba fuertemente a las Fuerzas de Defensa de Israel y la política exterior del gobierno israelí41. Cuando el periodista estaba de visita en Estados Unidos, Meyer le pidió que lo acompañara al desfile anual por un nuevo aniversario del Estado de Israel, pero no fueron al desfile oficial, sino que fueron a uno alternativo, donde marchaban los judíos gays, y asistieron allí, según el rabino, porque a ellos no se les permitía participar en el acto oficial. En esa misma época, realizó una ceremonia de compromiso a dos judías lesbianas. Al tiempo de defender los dere37
Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 165. Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 39 Duke University Libraries Digital Collections. 40 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 170. 41 Raanan Rein, «Timerman en Israel», Perfil (Buenos Aires) 14 May. 2011. 38
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chos de las minorías sexuales, Meyer denunciaba el antiarabismo existente entre los judíos y señalaba que “nos duele admitir que abusamos de los derechos humanos de los palestinos”42. Meyer también llevó a B’nai Jeshurun un espíritu de diálogo interconfesional. Creó una olla popular junto a la iglesia metodista. Una vez que se derrumbó el techo de la sinagoga, la congregación metodista le prestó su templo para la ceremonia del shabat. En 1990 el rabino sentó las bases de Jews for Racial & Economics Justice (JFRE), organización de judíos que apoya a negros e inmigrantes para alcanzar la igualdad económica y promover sus derechos. “Me niego, pese a que soy un rabino, a limitar mis preocupaciones solamente a los judíos”43. Tras su muerte, la JFRE implementó el premio Marshall Meyer. Enfrentamientos con la dirigencia comunitaria judía argentina Desde que llegó a Argentina, el rabino Meyer se caracterizó por tener enfrentamientos importantes con la comunidad judía. A pesar de representar la línea del judaísmo conservador, el rabino parecía más cerca de la rama reformista del judaísmo. De hecho, con ocasión de una reunión del Congreso Latinoamericano del Movimiento Conservador, en julio de 1984, Meyer señaló que este tipo de judaísmo debía cambiar de nombre si se consideraba de avanzada, puesto que la palabra “conservador” suele estar asociada con “reaccionario”44. Los enfrentamientos de Meyer con la dirigencia comunitaria tenían tres fuentes principales: primero, sus intentos de reformar y modernizar las ceremonias religiosas judías; segundo, su fuerte compromiso interreligioso, lo que era visto como opuesto a los intereses de los principales líderes del judaísmo argentino; tercero, su decidido compromiso por los derechos humanos. Intentos de modernización judía. El periodista Diego Rosemberg nos relata que desde que llegó a Argentina Meyer se enfrentó con todos los sectores de la comunidad judía: con la izquierda secular porque él prefería una comunidad centrada en la sinagoga, con la ortodoxia religiosa porque él proponía una modernización del culto. La llegada de Meyer fue un verdadero choque cultural, ya que veía una serie de contradicciones en la práctica ritualista, como que en los servicios religiosos se tocaba el órgano, pero los hombres y mujeres debían sentarse separados; las plegarias se realizaban en hebreo, cuando la mayoría de los fieles no lo hablaban. Meyer comenzó un servicio religioso exclusivo para los jóvenes, en que hombres y mujeres se sentaban juntos, entregaba selecciones bíblicas en español, y sus prédicas estaban relacionadas con la actualidad política y social45. Este proceso de modernización en los rituales judíos, llevado a cabo por Meyer, no cayó bien en algunos dirigentes de la CIRA. En noviembre de 1962 debían llevarse a cabo elecciones en esta Congregación, pero los comicios no se realizaron, frente a lo cual 24 personas partidarias de la modernización de la vida judía, lideradas por Meyer, decidieron abandonar la entidad y fundar la comunidad Bet El. Esta fue la primera sinagoga en incorporar la justicia social a sus programas, se hablaba castellano mientras se rezaba, se reunían tanto a sefaradíes y ashkenazíes, la lectura de los salmos era alternada, leída por el rabino y por el público46. 42
Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 168-69. Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 167. 44 Duke University Libraries Digital Collections. 45 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 46 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 43
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A medida que sumaba adeptos, Meyer incrementaba enemigos en todo el arco comunitario: en los sectores religiosos ortodoxos, que consideraban que no practicaba el judaísmo y no lo reconocían como rabino; en los sectores seculares ligados al Partido Laborista, que lo veían como un religioso, de origen estadounidense. Los mayores cuestionamientos vinieron de la dirigencia comunitaria y de medios de comunicación judíos, los que marcaron un hito fundamental que tendrá repercusiones importantes en los años venideros para la trayectoria del rabino Meyer. El periodista Rosemberg relata de manera detallada las acusaciones que Meyer sufre, desde 1969, por parte de la revista judeo-argentina La Luz, que lo convirtió en un blanco habitual, de modo que en los párrafos siguientes presentaremos los planteamientos del periodista sobre este caso47. Antes de pasar a revisar estas acusaciones, cabe señalar que La Luz, fundada en 1931 en Buenos Aires, tenía como principales objetivos promover los valores históricos y morales del judaísmo, las ideas sionistas, la unidad de las comunidades askenazíes y sefaraditas, la difusión de noticias de todo el mundo judío48. ¿Cuáles eran las acusaciones de La Luz al rabino Meyer? En 1969, el periódico judeoargentino lanzó una fuerte denuncia: aseguraba que el rabino Meyer aprovechó los campamentos Ramah realizados en enero y febrero del mismo año en Córdoba para mantener relaciones homosexuales con sus discípulos. Estas notas, que aparecieron en varias ediciones, eran suscritas por Joni Benda, el mismo que utilizó las páginas de La Luz para criticar durante la dictadura militar a Renée Epelbaum, Madre de Plaza de Mayo, por una carta que ésta le había enviado a la DAIA, donde comparaba la situación argentina con la vivida en la Alemania nazi. Después de estas denuncias, los dirigentes de Bet El decidieron publicar una carta manifestando su solidaridad con el rabino y anunciar que Adolfo Weil, presidente de Bet El, había decidido iniciar una demanda por calumnias en contra del entonces director de La Luz, Nissim Elnecavé49. A partir de ese momento, la publicación empezó a hablar del “affaire Bet El” y acusar en forma directa a Meyer y sus directivos, los que hasta ese momento no eran nombrados de manera explícita. Debido a las crecientes denuncias de La Luz, según nos relata detalladamente el periodista Rosenberg, algunos miembros de Bet El decidieron dejar la institución. Es más, un plenario interinstitucional, que estaba integrado por los presidentes de las máximas organizaciones judías, como la DAIA, la AMIA y la Organización Sionista Argentina, declaró en agosto de 1970 que Meyer había sufrido “una pérdida de su autoridad como rabino”50. Esta sucesión de denuncias afectó a Meyer de tal modo que él decidió viajar a Israel por seis meses. No obstante su viaje, el juicio de Weil seguía adelante y estaba a cargo del juez Eduardo Malbrán, quien el 11 de agosto de 1972 emitió un fallo de primera instancia, el cual era favorable a la libertad de prensa, absolvía al director de la publicación y acusaba al rabino de haber “mancillado los honores de su cargo religioso”51. Weil apeló al fallo, el que fue ratificado por la Sala 5 de la Cámara del Crimen. En la sentencia, el tribunal afirmaba que los artículos periodísticos partieron de hechos ciertos, como las renuncias a Bet El, la realización del 47
Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. Caro, Islam y judaísmo contemporáneo en América Latina. 49 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 50 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 73 51 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 74. 48
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campamento veraniego y señala que las autoridades de Bet El, en vez de investigar los hechos, guardaron formal silencio hasta después de la publicación52. El periodista Rosenberg es enfático al señalar que este fallo fue interpretado por sectores dentro y fuera de la comunidad judía como una condena a Meyer. Desde entonces, la entrada del rabino a las instituciones centrales de la comunidad quedó vedada de hecho y, durante la dictadura militar, al tiempo que su trabajo en la defensa de los derechos humanos prosperaba, los más acérrimos defensores de la dictadura utilizaron aquellas sentencias con la finalidad de desprestigiarlo53. De este modo, fotocopias de los artículos periodísticos que dieron cuenta de la noticia del fallo se incluyeron en los archivos de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires cuando Meyer comenzó a activar en la APDH. Esos mismos recortes fueron mostrados cuando el presidente Alfonsín decidió condecorar a Meyer, en 1984, por su labor en la defensa de los derechos humanos. Entonces, el general de división Osiris Villegas presentó un escrito ante el juez federal Néstor Blondi solicitando el procesamiento de Alfonsín y de su canciller, Dante Caputo, como responsables por la condecoración a Meyer. Villegas recordó el fallo de 1972 y argumentó que la condecoración “vulnera el orden jurídico”. El juez Blondi entendió que en la causa de 1972 no existió condena judicial contra Meyer, por lo cual sobreseyó definitivamente a Alfonsín y a Caputo54. Compromiso inter-religioso. El sentido ecuménico de Meyer también le trajo más de un problema dentro de su propia comunidad. En uno de los campamentos de Bet El en Córdoba, la pareja encargada del mantenimiento del lugar le dijo al rabino que su hijo, que era católico, quería casarse allí, puesto que consideraba que tenía gente conocida a la que estimaba. Marshall sugirió que le consultaran al sacerdote local, Guillermo Mariani. Sin embargo, muchos jóvenes judíos que participaban en el campamento no querían permitir una ceremonia católica en el mismo lugar en que rezaban. Meyer les respondió de manera directa: “El aire libre pertenece a toda la humanidad, no hay árboles judíos, un cielo judío o bancos judíos”55. De este modo, el sacerdote Mariani llevó a cabo la ceremonia el 25 de febrero de 1967. Tanto Mariani como Meyer fueron duramente cuestionados por las respectivas dirigencias católica y judía. El padre Mariani, perteneciente a la teología de la liberación, perseguido político durante la dictadura militar, publicó en junio de 2004 su libro autobiográfico titulado Sin tapujos, la vida de un cura, donde cuestiona el celibato, revela historias de su propia vida sexual y critica fuertemente a la Iglesia Católica56. Por su parte, el rabino Meyer, después de aquel campamento, a su regreso a Buenos Aires, fue recibido con críticas enérgicas por parte de diferentes sectores de la comunidad judía, que le acusaban de haber permitido ese casamiento. El periodista Diego Rosemberg señala que las críticas eran de tal envergadura que incluso las “autoridades lo amenazaron con quitarle los subsidios para Bet El y comenzaron a exigirle que conteste por escrito y en idish, los requerimientos que antes respondía en castellano”57. Es más, hubo gente que apedreó la sinagoga y 52
Clarín, 22 Ago.1972. Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 75. 54 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. 55 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 24. 56 Marina Artusa, «José Guillermo Mariani: el cura que quería vivir». Clarín (Buenos Aires) 11 Jul. 2004. 57 Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 25. 53
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decía que Meyer no podía seguir siendo rabino. Estos hechos coinciden en el tiempo con las acusaciones realizadas por La Luz, que hemos considerado anteriormente. Hay que agregar que la tradición ecuménica de Marshall fue heredada por su hijo Gabriel, quien fundó en Israel una ONG pacifista denominada “Proyecto de Paz Sulha”, que continúa vigente hasta hoy, y que ha tenido como objetivo reunir a israelíes y palestinos, y contribuir al proceso de paz en el Medio Oriente y otras regiones del planeta58. Lucha por los derechos humanos. Durante la dictadura, Meyer se debió enfrentar nuevamente a los órganos centrales del judaísmo argentino. Antes, el enfrentamiento era por su firme compromiso ecuménico y deseos de modernizar y transformar la vida judía argentina. Ahora, su lucha a favor de los derechos humanos era fuertemente rechazada por los órganos centrales de la comunidad judía, en especial la DAIA, la que sostenía una “política de no confrontación con la dictadura, argumentando que enfrentarse a los militares podía ocasionar aún más daño a la comunidad”. La DAIA argumentaba que en la política oficial del régimen no había antisemitismo, que la vida judía era normal y que no habían cerrado ninguna organización, posición que no era compartida por Meyer59. La relación entre Meyer y la DAIA se tornó cada vez más tensa a medida que se prolongaba la dictadura militar argentina. Meyer escribía cartas pidiendo la colaboración del Congreso Judío Mundial y de B’nai Brith, para presionar al gobierno militar a liberar a los presos políticos. En una reunión en el Congreso Judío Mundial, Meyer señaló que no entendía que hubiera judíos que no quisieran hablar de los escuadrones de la muerte, ni de Pinochet, ante lo cual las autoridades de la comunidad judía argentina “pidieron que se le quitara el micrófono y que se hiciera callar al rabino”. En general, los familiares de desaparecidos coinciden en señalar que “cuando acudían a la DAIA a pedir ayuda eran maltratados y recibidos por funcionarios insensibles que demostraban escasa o nula solidaridad”60. Cabe señalar que el tema del rol de la dirigencia comunitaria judía frente a las violaciones a los derechos humanos constituye una polémica que se prolonga hasta nuestros días. En diciembre de 2009, el periodista Herman Schiller, cofundador, junto a Meyer, del Movimiento Judío por los Derechos Humanos, publicó un artículo en la prensa nacional en donde señalaba que la alta jerarquía de la Iglesia Católica y las fuerzas armadas habían pedido perdón por su complicidad con la dictadura militar, cosa que no han hecho ni las comunidades judías argentinas ni los gobiernos israelíes, los que han desatado “una feroz ofensiva de autoblanqueo para ocultar su complicidad”. Schiller agregaba en esta carta que en otra época, recordando los sucesos antisemitas de la Semana Trágica de 1919, cuando sus miembros eran obreros o de clase media baja, la comunidad judeo-argentina había mostrado una tradición de lucha y confrontación. En cambio, ahora, “obnubilada y manipulada por su dirección burguesa y reaccionaria, ha estado mimetizada con el poder de turno”61. Conclusión El legado del rabino Marshall Meyer ha sido seguido por otros rabinos, los que han enarbolado las banderas de la defensa de los derechos humanos, el sentido ecuménico, el diálogo 58
Sulha Peace Project. “Welcome To Sulha Site”, consultado enero 11, 2012, http://sulha.com/. Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo. Rosemberg, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo, 87 61 Schiller, Herman, «El judaísmo oficial, la dictadura y el “Pirkei Avot”». Página 12 (Buenos Aires), 27 Nov. 2009. 59 60
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inter-religioso, estando representados principalmente por Daniel Goldman y Baruj Plavnick, los que conocieron a Marshall y trabajaron con él. Meyer fue pionero no sólo en hacer significativos cambios en el judaísmo argentino, encaminados a una mayor igualdad entre hombres y mujeres, sino también en reconocer los derechos de las minorías sexuales, un tema que en la actualidad cobra fuerte importancia y es objeto de debate al interior del judaísmo argentino. La actividad de Meyer, desde su llegada a la Argentina, primero tratando de modernizar la vida judía y luego luchando en pro de los derechos humanos durante la dictadura militar, contó con un fuerte rechazo de la dirigencia comunitaria judía, y muestra que, al interior del judaísmo argentino y latinoamericano existen profundas brechas que se mantienen hasta hoy. La victoria de los sectores ortodoxos en las elecciones de la AMIA el año 2007, y luego el 2011, junto a debates sobre el tema de la conversiones al judaísmo, son puntos culminantes de estas brechas que separan al mundo judío argentino. En un contexto de amenazas, persecución y complot que el rabino experimentó entre 1969 y 1972, años antes de la dictadura militar, que incluyó un fuerte rechazo de parte de la dirigencia comunitaria judía contraria a su labor de modernización y diálogo ecuménico, podría entenderse el interés de determinados sectores, representados de alguna manera por el diario La Luz, que buscaban desprestigiar al rabino, acallar su liderazgo y alejarlo de la vida comunitaria judía. Meyer fue uno de los pocos rabinos que luchó activamente a favor de los derechos humanos, buscando apoyo tanto interno como externo. Al realizar estas actividades, no contó con la colaboración de las organizaciones techos del judaísmo argentino, como la DAIA, la AMIA o la Federación Sionista Argentina, sino más bien con una crítica que fue constante y permanente. La discusión sobre la poca participación de la dirigencia comunitaria judía argentina en la lucha en contra de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar es un tema que se mantiene pendiente hasta la actualidad, siendo motivo de discusión, polémica y disensos. En suma, más que ser un fundador y el representante principal del denominado judaísmo conservador argentino, el rabino Marshall Meyer es un hombre que representa una corriente de un judaísmo emancipador que, teniendo como mentores a Buber y Heschel, construye una teología judía de la liberación, cuyos ejes centrales son la justicia, la libertad, el diálogo y la fraternidad.
Bibliografía Caro, Isaac, Islam y judaísmo contemporáneo en América Latina (Santiago: Ril, 2010). Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas-Conadep, Nunca Más (Buenos Aires: Eudeba, 1984). Liebermann, José, Los judíos en la Argentina (Buenos Aires: Libra, 1966). Rosemberg, Diego, Marshall Meyer. El rabino que le vio la cara al diablo (Buenos Aires: Capital Intelectual, 2010). Weil, Adolfo, Orígenes del judaísmo conservador en la Argentina (Buenos Aires: Seminario Rabínico Latinoamericano, 1988).
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Las memorias no escritas de un general fusilado en 1939 Paz Cabello Carro Jefe de Conservación de Patrimonio Nacional Javier García Fernández Universidad Complutense de Madrid
1. Un general relativamente desconocido uando el General Martínez Cabrera1 fue fusilado al fin de la Guerra Civil en junio de 1939 su memoria murió, a pesar de que había escrito mucho. ¿Cómo recuperar la figura del General que, enterrado en el silencio de los archivos y en el miedo de largos años, había llegado a un punto muerto que su hoja de servicios solo ocupaba tres folios? Esa hoja de servicios se detenía en 1931, coincidiendo con el periodo de la Segunda República y de la Guerra Civil. Aunque su caso quedó especialmente silenciado, no fue el único. Como decimos, esa hoja de servicios se detenía al comienzo de la República obviando los años más relevantes e indicadores de su trayectoria pública por la que, al final fue fusilado. Las exhaustivas indagaciones bibliográficas tenían resultados un tanto frustrantes ya que las escasas menciones repiten otras anteriores o reflejan una visión negativa originada ya en época de la Guerra, que le costó a él y a otros la cárcel, en la pugna que el Partido Comunista y parte del P.S.O.E. sostuvieron con Largo Caballero y que le arrastró a él y al General Asensio Torrado. Por tanto, para salir del punto muerto de la carencia de datos, había que buscar nuevas formulas que partiendo del silencio llevasen a los escritos. 1. La primera, buscar a partir de lo evidente: lo ya escrito y publicado en la prensa, incluida la oficial. 2. La segunda, buscar en archivos. Fundamentalmente en aquel cuyo acceso era denegado por haber sido sufrido las inundaciones del Turia en 1957 desbloqueando así el sumario del Consejo de Guerra al conseguir que su expediente fuese llevado al Instituto del Patrimonio Cultural de España para su restauración. Aunque se pensó encontrar aquí papeles todavía hoy en paradero desconocido, el acceso a esta documentación empezó a contextualizar los escasos
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Sobre Martínez Cabrera, la única biografía de cierta extensión publicada hasta ahora es la Paz Cabello Carro y Javier García Fernández: “Toribio Martínez Cabrera. General de Brigada”, en Javier García Fernández (ed.): 25 militares de la República (Madrid: Ministerio de Defensa, Madrid, 2011), 611-674.
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escritos localizados en otros archivos y la prensa. Aunque restaurado en el expediente hay partes y fragmentos, perdidos. 3. Finalmente, a través de la familia, buscando inicialmente la tradición oral para enseguida intentar encontrar una documentación gráfica o escrita; logrando acceso parcial a papeles reunidos por el propio General. Hubo algunas dificultades: no en vano habían pasado muchas décadas de silencio y de opresión administrativa y de baldón social, (la confiscación de bienes duró hasta después de 1965 debiendo la familia comprar todo lo confiscado) especialmente activo en localidades pequeñas. El interés por el personaje, vivo a lo largo de años, desembocó en la publicación de un libro con las biografías de veinticinco militares profesionales republicanos en la que pudiera tratarse al General Martínez Cabrera2. A partir de las gestiones para recuperar la Memoria Histórica, ha habido algún intento de rescatar el personaje, que no fue más allá de algún artículo de prensa con sus variantes en Internet. Y el más importante, la rehabilitación del General en un acto solemne en la Escuela de Guerra de la que fue profesor y Director, organizado por el militar en la reserva García Bañales, en la que se colgó su retrato, el único que faltaba en la galería retratística de Directores. Toribio Martínez Cabrera nació en una familia de arrieros maragatos, en la provincia de León. Joven se trasladó a estudiar a casa del hermano de su madre, Capitán de Infantería de Marina en Ferrol, donde se alistó como soldado voluntario. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo siendo destinado a la guerra de Cuba, donde estuvo un año. Antes de partir Toledo se había examinado para ingresar, y sido aceptado, en la recién creada Escuela de Guerra, cuyos alumnos se incorporaban, tras los estudios, al Cuerpo de Estado Mayor, un cuerpo de élite3. Al acabar dos años de estudio, con 23 años, se casó con su prima de Ferrol con la que mantenía largo noviazgo y, tras los años de prácticas y varios destinos en Comisiones Topográficas, quedó en la Escuela como profesor durante trece años. Tras varios destinos administrativos en Menorca, Huesca y Madrid, en 1922, con un Gobierno del Partido Conservador, fue nombrado Gobernador Civil de Badajoz donde estuvo un año (único cargo público no militar que desempeñó a lo largo de su vida), y luego pasó a Bilbao durante cuatro años como Secretario del Gobierno Militar de Vizcaya y Jefe de Estado Mayor de la División allí acantonada, donde enviudó. Tuvo otros destinos en La Coruña y Ferrol regresando por concurso a la Escuela Superior de Guerra en 1930. La hoja de servicios que se conoce acaba prácticamente en esta fecha, con una mención de 1934 al cargo de Director de la Escuela de Guerra y la sentencia de muerte de 1940. Era físicamente grande y más alto que la media. Estos eran los datos conocidos que hubo que completar y encajar. 2. Familia y papeles personales: recuperación de la memoria silenciada y luz en un proceso de cambio de una minoría social Aunque interesa el personaje, nos importa ahora el método utilizable para recuperar a una figura silenciada desenterrando escritos suyos y de otras personas en archivos, hemerotecas y viejos papeles familiares. Empezaremos por la memoria y papeles familiares, aunque para lle2
El resultado fue la obra coordinada por García Fernández: 25 militares de la República. Sobre esta Escuela, véase VVAA: Las Escuelas de Estado Mayor y de Guerra del Ejército, su contribución a doscientos años de Estado Mayor (Madrid: Ministerio de Defensa, 2009). 3
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gar a ellos hubo que pasar antes por entrevistas personales e indagaciones familiares, amables pero no siempre fáciles. Hubo una recogida en la familia de datos objetivos que fueron contrastados entre sí y con imágenes que incluyeron un breve vídeo grabado durante la recuperación de los restos del General del nicho donde yació tras su fusilamiento. Todo ello se contrastó luego con informaciones de archivo como el recuperado certificado de defunción. Así llegamos hasta reconstruir el momento de su muerte, despojándolo de suposiciones: en el campo de tiro de Paterna, Valencia, a la caída del sol de un 23 de junio de 1939 (las ocho de la tarde hora solar) y en zapatillas que se conservaron en la tumba, por disparos de un arma de pequeño calibre. Es decir, humillado sin uniforme ni zapatos, sin su uniforme ni sus ropas que le quitaron al detenerle junto con demás pertenencias, ya que su hija cuando llegó a Valencia hubo de comprarle las zapatillas, muda y algo de ropa, lo que implica que una parte importante de la prisión debió transcurrir con las ropas prestadas por un carcelero, de menor tamaño que el alto y corpulento General. La muerte producida “por [ilegible] de fuego de pequeño calibre en [¿cabeza?] y tórax”, indicaría el tiro de gracia y parece coincidir con una versión familiar que decía que los soldados lloraban y no se atrevían a dispararle, siendo el marido de la hermana del General el que se hizo cargo del cadáver para su entierro y que al parecer estuvo presente en la ejecución. Cuando la hija y a la hermana abogaban por su vida, le prometieron una muerte rápida con un tirador de élite y sus descendientes pensaban que así pudo ser; el tiro en el tórax certificado por el médico indica un tiro al corazón, ya que la palabra “cabeza” aparece borrada o borrosa por el agua. Cuando sus descendientes exhumaron sus restos, no se encontró ninguna bala entre los huesos y la calavera parecía intacta. Poco sentido tiene recuperar su muerte si no se tratara de uno de los pocos Generales fusilados al acabar la guerra por Franco, que había prometido un “trato justo” a los que no estuvieran acusados de delitos, razón que llevó al General a quedarse en España explicando que ese era su caso, que él solo había servido al régimen al que prestó juramento de fidelidad. Y poco sentido tendría si no hubiera una coincidencia casi literal con las palabras conservadas en todas las ramas de la familia y en el propio sumario de su juicio; aunque el sumario añade por boca del General que apoyó y fue parte activa del golpe de Estado de Casado para acabar con la Guerra Civil. En cualquier caso, no huyó habiendo podido salir al exilio ya que era el Subsecretario de la Guerra en el Gobierno formado tras el golpe de Casado, con los cuales se desplazó desde Madrid a Valencia, donde permaneció y fue capturado el 4 de abril de 1939. Las indagaciones en la familia llevaron a los autores a la casa de los padres del General, conservada como la dejó éste, donde se localizaron intocadas una serie de papeles, básicamente cartas y algunas fotos, del joven militar Toribio desde sus primeros destinos a su prima y también novia, escritas en cualquier parte, en alta mar, en Cuba, sensibles y delicadas; cartas a sus padres y hermanas; otras a su cuñado y a su padre tratando asuntos patrimoniales; cartas al hermano de su madre y futuro suegro, oficial de Infantería de Marina, con el que convivió en Ferrol mientras estudiaba y se labraba un futuro fuera de la arriería familiar; correspondencia de negocios mineros entorno a 1923 que debieron dar escaso éxito, y papeles sobre las casas donde habitó; peticiones de libros y correspondencia con maragatos ilustres emparentados o con colegas y políticos cuyo nombre queda oculto en papeles membretados con el cargo y una firme poco legible. Llama la atención alguna misiva indicativa del carácter y forma de trabajo del General como la del Obispo de Badajoz de octubre de 1922, cuando Toribio estaba ya en Bilbao tras – 49 –
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haber sido gobernador civil de Badajoz, en la que el prelado muestra un contenido afecto y describe al personaje: “Hay corazones que en la guerra serán bravos pero que por la delicadeza de sus sentimientos, actuando en la dirección social podrían evitar muchas guerras y entre un hombre que sabe hacer la guerra y otro que tiene el secreto de evitarla no sé si haré injuria a alguien afirmando que, para mí, más vale el segundo que el primero.” Prosigue el Obispo que Toribio se ha exigido mucho, porque “no ha juzgado su actuación en Badajoz con serenidad y ha visto faltas donde no las hubo ni las pudo haber. Ha marchado de Badajoz sin que ni uno solo con razón, pueda decir yo te acuso. Tengo también para mí que Dios Nuestro Señor tampoco le acusa, antes por el contrario, le bendice y quiere que con esa bendición y gracia continúe actuando en la vida como actuó en Badajoz.” En el sumario constan cartas de curas y personas de derechas que, intentando salvarle de la muerte, se arriesgaron a describir a una persona de sentimientos finos, honrado y de actuaciones humanas que contrastaban con un físico y carácter aguerridos, como se aprecia en muchas fotos. El que Toribio hubiese guardado tantas cartas desde épocas muy temprana, muchas dobladas y atadas en pequeños paquetes nunca abiertos, algunos periódicos, papeles diversos, telegramas de felicitación y cartas de condolencia por su viudez envueltos en si mismos y guardados en sobres, nos indica la voluntad del General de conservar toda su correspondencia y la parte de documentación relacionada con episodios de su vida. Aunque las primeras cartas y correspondencia con la que fue su mujer las guardara por sentimiento, conservar todo lo demás nos muestra a un hombre que quería escribir sus memorias y que no llegó a hacerlo. Los papeles diversos y la correspondencia más personal con su familia nos sorprenden al mostrarnos por dentro a una familia arriera maragata, cuya importancia valorarán los estudiosos de esta sociedad, investigada por antropólogos como una de las raras minoría étnicas españolas que sobrevivieron hasta el siglo XX. Según la familia, Vicente Martínez Crespo, padre de Toribio, era hombre duro que se hizo a sí mismo como arriero conduciendo caballerías hasta tener una recua de siete mulas, lo que implicaba una cierta capacidad económica y de comercio. Lecturas muy atentas hechas con el conocimiento de la estructura y características familiares y de la idiosincrasia maragata, nos muestran a un arriero que decidió cambiar drásticamente el tradicional destino de la familia como transportistas y comerciantes y pasar de la muy centenaria burguesía de arrieros ligados a una comarca con ancestrales costumbres que le permitían adaptarse y prosperar, a una burguesía urbana con destinos burocráticos e intelectuales, alejada del comercio y el transporte4. En las familias numerosas de la burguesía arriera, solo los miembros no destinados a mantener o ampliar los negocios familiares estudiaban Derecho, y a veces Medicina, para asentarse como abogados, magistrados, políticos y médicos y ser así un apoyo al resto del clan. Esta decisión se advierte en los hechos y en pequeños fragmentos de la correspondencia del padre de Toribio y de una de sus dos hermanas. No parece tratarse solo de una decisión personal de Toribio y su hermana Herminia, de estudiar y ejercer profesiones a las que dieron una fuerte carga intelectual, sino de una decisión del padre que cerró la centenaria tradición arriera que tanto esfuerzo le había costado para aventurarse a invertir sus recursos no en negocios, sino 4 Sobre la arriería y la burguesía maragata, véanse Laureano M. Rubio Pérez: La burguesía maragata (León, Universidad de León, 1995) y Laureano M. Rubio Pérez y Roberto Cubillo de la Puente: Arriería y transporte, (León:Diario de León, 2009).
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en las carreras de su único hijo y heredero de sus asuntos y de su hija pequeña; cuando su hija intermedia se prometió y luego casó con un primo cuya dedicación al comercio y la banca permitía el tradicional apoyo al clan. Sin duda era una notable rareza que personas nacidas en un lugar tan aislado y sin medios de formación tuvieran la voluntad y constancia para estudiar, pasar exámenes y ejercer con brillantez sus carreras. En una carta durante los últimos días de su padre, la madre cuenta como éste se atormentaba por la desigualdad producida con sus hijos al haber invertido en los estudios de dos, por lo que compensaba con unas tierras a la hija mediana, casada en Astorga con un primo comerciante cuya posición permitía el tradicional apoyo al clan5. Una carta con letra muy infantil [hacia 1894] de la hermana pequeña a su hermano Toribio, trece años mayor, le recuerda que éste le apoyaría para estudiar y dedicarse a la enseñanza, lo que ambos hicieron. Residente el padre de Toribio en Andiñuela, en las faldas de los Montes de León que separan Castilla de Galicia, el último pueblo de la comarca desde donde se emprendía un agreste camino de herradura que llevaba al norte gallego hacia Lugo, La Coruña y Ferrol. En el siglo XVIII el Camino Real a Galicia que desde La Bañeza cruzaba la comarca maragata sin pasar por Astorga, se desvió siguiendo la traza actual por Astorga y Ponferrada. Los pueblos más alejados de la nueva vía como Andiñuela, continuaron con la arriería de mulas y compitieron, como también lo hicieron los pueblos del llano con carros y mulas. El ferrocarril de la segunda mitad del siglo XIX redujo el comercio arriero y en el siglo XX el tráfico rodado a motor acabó con él, quedando solo los establecimientos comerciales que habían ido creando en las ciudades de su tránsito. Pero hacia 1890 Vicente Martínez cerró la arriería y los negocios a ella asimilados y apostó por el cambio a las profesiones liberales urbanas al permitir a su único hijo emprender la carrera militar y diseñar la carrera docente de su hija. La ruptura con la forma de enfocar y ganarse la vida del arriero al que tanto esfuerzo le costó labrarse su hacienda, implicaba una valoración de la sociedad del siglo XX donde la arriería y sus derivados comerciales tradicionales carecían del suficiente futuro; por lo que se atrevió a arriesgarse invirtiendo una parte de su capital en la formación intelectual como fuente de ingresos y posición, alejando de la arriería y comercio a sus hijos que de esta manera solo podían llevar una vida urbana y ligada a la Administración del Estado. Apostaron por el individuo que debía cultivarse para desarrollar una carrera profesional más que por el clan familiar, y al producirse el cambio en una sola generación fomentó la profesión de individuos con una fuerte personalidad y voluntad. Lo que quizás sea una adaptación habitual, entre maragatos era inhabitual y no se hizo más que mucho después y obligados por las circunstancias. De hecho Toribio fue el primer militar de graduación maragato y su hermana Herminia una de las primeras catedráticas de la Normal y la primera de la comarca. La documentación del Centro de la Memoria Histórica, Salamanca6 sobre la expropiación en 1944 de los bienes del General tras su muerte hasta su compra por su hija más de veinte años después, incluye un listado de tierras en la Maragatería e incluso de los muebles de lo que parece la casa familiar, es indicativa de lo que podía ser la hacienda que respaldaba las actividades de un arriero como su padre, ya que la muerte de su madre, ocurrida dos meses antes del inicio de la Guerra Civil, impidió cambios 5 Sin hijos, esta hermana, abandonando el tradicional sistema de hospedaje arriero invirtió en la novedad de un hotel en Astorga. 6 TRP 75/154.
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en la cuota testamentaria que le tocaba, a los que posiblemente se añadieran sus propias inversiones. Los papeles personales nos indican muchas más cosas. Se detecta el espíritu comerciante del arriero en la correspondencia del militar sobre un negocio minero en los años veinte que no fructificó y en la que aparentemente quiso usar sus conocimientos y experiencia. Aunque una documentación inesperada del Archivo Histórico Nacional7 nos muestra también en 1916 el final de un negocio de máquinas de escribir, cuyo elevado número parece señalar las máquinas portátiles con principios de linotipia que acababan de introducirse en el mercado hacia 1912. Las cartas nos muestran también a un Martínez Cabrera haciendo insistentes y, al final, infructuosos trámites en 1925 en defensa de una variación del trazado de la carretera de Astorga a Ponferrada, lo que nos hace pensar en una defensa de los intereses maragatos y en una vía que tendría pasar por el norte de la comarca cruzando el puerto de Foncebadón. Se trata de un camino que él debía conocer bien por sus orígenes arrieros y actualizó en las conocidas y publicadas maniobras que el Ejército de Tierra realizó en 1934 que él diseñó, consiguiendo poner en el punto de mira de todo el país una zona olvidada, hecho todavía recordado por comarcanos. También nos indican los movimientos políticos de José Calvo Sotelo en León en 1925 o el intento de implantación de la Unión Patriótica del dictador Primo de Rivera en Astorga y en la Maragatería. Las cartas a Lerroux en 19318 nos muestran su apoyo a éste, aunque no llegó a presentar su candidatura por Lugo. Sí lo hizo, en cambio, en las elecciones de 1936 por el Partido Centrista, de Portela Valladares y de Alcalá-Zamora pero fue derrotado por el candidato agrario, más conservador, que era tío político de su hermana pequeña. A partir de 1931 con el inicio de la República, una época de especial interés y cuya memoria documental fue escasamente respetada en la larga Dictadura posterior y en la que el General tuvo cargos y actuaciones más relevantes, se acaba la Hoja de Servicios y su rastro oficial se borra. En este momento, República e inicios de la Guerra Civil, la Gaceta de Madrid y las hemerotecas, sobre todo del ABC y La Vanguardia nos proporcionan datos que permiten reconstruir su historia. Mientras que para los meses de su breve pero intenso gobierno militar en Cartagena, donde impidió la sublevación en 1936 y desde donde tomó Albacete y avanzó hacia Guadix para cercar Granada, el ABC y la prensa de Cartagena son fundamentales. Algunos datos fragmentados sobre las Unidades de la Guerra Civil del Archivo General Militar de Ávila completan esta parte de la biografía de Martínez Cabrera que él mismo pudo haber redactado en prisión y destierro si hubiera hecho como su compañero en el Ministerio y en el proceso, y además amigo, el General Asensio Torrado, con el que compartió trabajos y cárcel en plena guerra. No habría podido describir su muerte ni las acusaciones y enconos de algunos militares de Cartagena que no le perdonaron que impidiese a los sublevados hacerse con este puerto permitiendo que la República mantuviese el control del Mediterráneo y del Sureste. Esta parte, el sumario del Consejo de Guerra, se encontraba dañada por las inundaciones en el archivo militar de Valencia. 3. Atisbos de unas memorias no escritas Como hemos ido viendo, durante la Guerra Civil Martínez Cabrera ostentó importantes responsabilidades, fue encausado y encarcelado por la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo 7
A.H.N., FC-Tribunal Supremo Civil, 840, exp. 970. Centro de la Memoria Histórica Salamanca, PS, Madrid, 811.
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de la República, vivió meses de ostracismo en un pueblo de la provincia de Barcelona, y en los meses finales de la Guerra volvió a ostentar cargos político-militares como Comandante General de Madrid y Subsecretario de Defensa Nacional en la Junta que nació tras el golpe de Estado de Casado. La vida pública de Martínez Cabrera durante la Guerra es como un tobogán, que subía y bajaba para acabar bajando hasta la muerte, juzgado y ejecutado por sus compañeros de armas. Es sabido que en la zona rebelde miles de personas fueron asesinadas y sus cuerpos nunca fueron entregados a sus familiares ni la muerte fue inscrita en ningún Registro Civil. Con todas estas víctimas es difícil hacer historia científica. Con el general Martínez Cabrera no ocurrió así. Todos los Generales y Almirantes que los rebeldes asesinaron lo fueron en Consejo de Guerra. No era por garantismo (los Generales ejecutados estaban condenados antes de sentarse ante un Tribunal militar no imparcial) sino por destacar y difundir la ejemplaridad de los castigos para los compañeros que no se sublevaron. Mola lo ordenó en sus instrucciones previas al golpe de Estado y Franco y todos sus implicados en el golpe lo practicaron de manera habitual. Sin embargo, para la historia, ese proceder inmoral tiene utilidad porque un sumario es una fuente riquísima de información. Y en el caso de Martínez Cabrera esa información es aún más valiosa pues probablemente nunca se sabrá si había escrito sus memorias o pensaba hacerlo. Por testimonios familiares no escritos se sabe que cuando Martínez Cabrera se refugió en la Legación de Panamá el 29 de marzo de 1939 portaba dos baúles y que a su muerte devolvieron solo uno. Se sabe por indagaciones posteriores por parte de la familia que en esos baúles llevaba al menos un manuscrito de lo que parecía ser una historia de la Maragatería que el General estaba redactando. Ese borrador de historia encajaría con los planos de la comarca aparentemente dibujados por el propio Martínez Cabrera que estaban en el único de los dos baúles confiscados luego devuelto a la familia. ¿Estaba redactada total o parcialmente la historia de la Maragatería? Además de ese hipotético texto histórico, ¿Martínez Cabrera escribió algún texto autobiográfico? Si no lo hizo, ¿pensaba hacerlo? Dado que solo uno de los dos baúles fue restituido tras su muerte a su familia, los planos de la futura historia de la Maragatería llegaron a manos de la familia9 pero ésta no recibió ningún otro texto escrito. Dado que solo devolvieron un baúl y la familia conoció la existencia de un manuscrito que por su tema maragato debía tener escasa importancia para sus captores, es muy probable que hubiera más documentación y apuntes personales de los que nunca más se supo y cuyo volumen, a juzgar por lo devuelto, debía corresponderse con la capacidad del baúl. Hemos dicho más arriba que la acumulación de documentos familiares, profesionales y de negocios, de correspondencia, de recuerdos de viajes (facturas, direcciones, planos, etc.) hace pensar que Toribio pensaba redactar algún tipo de memorias y la desaparición del baúl hace pensar no solo en documentos desaparecidos, sino también en memorias. Pero lo cierto es que en el presente no hay rastros de ellas. Más aún, si es verdad que pudo escribir cuando estuvo entre octubre de 1937 y mayo de 1938 en prisión junto con su amigo el general Asensio Torrado que escribió entonces un libro con documentación defensiva sobre un procesamiento en el que estaban ambos incursos; también tuvo tiempo cuando, sobreseído el caso, estuvo hasta diciembre de 1938, refugiado y sin ninguna ocupación profesional en Sant Quirce de 9 Esos planos acabaron perdiéndose muchos años después y pudieran ser o estar relacionados los que publicó en su obra sobre las maniobras militares de 1934.
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Sajafa, Barcelona, cuando tenía tiempo para hacerlo. No es menos cierto que Toribio sabía que cualquier documento que cayera en manos de los sublevados se utilizaría en su contra o en el mejor de los casos le sería incautado. De modo que si escribió algo quizá lo confió a alguien de confianza en Cataluña o en Madrid, durante los pocos meses que residió en la capital antes de acabar en Valencia; o bien confió sus documentos y su vida a una incumplida promesa de benevolencia por parte de Franco. En cualquier caso, la conclusión es simple: porque no se escribieron o porque se perdieron, no existen memorias escritas de Toribio Martínez Cabrera. Pero el sumario instruido por la autoridad militar suple en parte esas inexistentes memorias. 4. Los tres años más intensos de su vida [y de otros muchos españoles] Tras las elecciones de febrero de 1936 y a los pocos días de formarse el Gobierno del Frente Popular que presidía Manuel Azaña, el Consejo de Ministros aprobó el 27 de febrero una amplísima remodelación de mandos militares que incluyó, quizá con poca vista, a varios Generales que se sublevaron pocos meses después. En esa remodelación Martínez Cabrera, que acababa de dimitir como Subsecretario del Ministerio de la Guerra, fue designado Comandante Militar de la Plaza Marítima de Cartagena, en sustitución de otro General muy vinculado al caciquismo cartagenero y que se sublevó en su siguiente destino (Cádiz). Lo que hace pensar en una intencionada designación del Gobierno para dirigir una plaza que controlaba el sureste peninsular y el Mediterráneo y que corroboran las declaraciones de los militares afectos a la sublevación de Franco en el transcurso del Consejo de Guerra. Entre marzo y noviembre de 1936 Martínez Cabrera fue la primera autoridad del Ejército de Tierra que compartía autoridad con las autoridades de la Armada, concretamente el Vicealmirante (de superior empleo) que mandaba la Base Naval Principal10. Por consiguiente, Toribio estaba destinado en Cartagena cuando una parte muy relevante de los mandos de la Base Naval Principal y de la Aeronáutica Naval que tenía como base a San Javier intentó sublevarse11. Como es conocido, Martínez Cabrera no sólo no se sublevó sino que contribuyó muy decisivamente a sofocar el golpe de Estado sin derramamiento de sangre con apoyo del Aeródromo de los Alcázares que sí estaba a sus órdenes por tratarse de la Aviación adscrita al Ministerio de la Guerra. Después de impedir el golpe de Estado, Martínez Cabrera permaneció en su mismo destino pero al ser el militar de más alto empleo que había en la Provincia de Murcia participó activamente sofocando la rebelión tanto en la provincia de Albacete, tomando la ciudad, como en Andalucía oriental aunque no logró tomar la ciudad de Granada. 10 Durante la Segunda República, la Armada estaba organizada en tres Bases Navales Principales que eran Ferrol, Cádiz y Cartagena. 11 Sobre la fracasada sublevación de la Plaza de Cartagena, la obra más reciente, con carácter sintético, es la de Francisco Alía Miranda: Julio de 1936. Conspiración y alzamiento contra la Segunda República (Barcelona: Crítica, 2011). La más completa es la de Jesús Martínez Leal: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939) (Murcia: Ayuntamiento de Cartagena - Universidad de Murcia, 1993) 155-212. Además, deben citarse; Michael Alpert: La Guerra Civil española en el mar (Barcelona: Crítica, 2008) 51; y Daniel Sueiro: La Flota es roja. Papel clave del radiotelegrafista Benjamín Balboa en julio de 1936 (Barcelona, Argos Vergara, 1983) 20, 59-64, 140-149 y 165. En tonos favorables a la rebelión, José Cervera Pery: Alzamiento y revolución en la Marina (Madrid, Ed. San Martín, 1978) 84-105 y 378; y Manuel Ruiz Sierra: El alzamiento en las Bases Navales Principales (Valladolid: Galland Books, 2011) 101-113. Con menos detalle, los fragmentos de las memorias del Teniente de Navío José Ruiz de Ahumada recogidas en Manuel Ruiz Sierra: Así empezó todo. Memorias de un marino de la República, (Valladolid: AF Editores, 2005) 25-33. Además, Paz Cabello y Javier García Fernández: “Toribio Martínez Cabrera. General de Brigada”, 629-649.
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Durante su destino al frente de la Comandancia de Cartagena, y especialmente a lo largo del mes de agosto de 1936, muchos Jefes y Oficiales de la Armada que habían estado implicados en el golpe de Estado y estaban detenidos en acuartelamientos fueron concentrados en el mercante adscrito a la Armada España nº 3 o bien enviados a Almería, en uno y otro caso para protegerlos de asaltos descontrolados. En uno y otro caso, sin embargo, muchos de esos mandos fueron asesinados por la marinería y grupos descontrolados. En el primer caso, cuando arribó a Cartagena el acorazado Jaime I con marineros muertos y heridos tras un ataque rebelde y en el segundo caso cuando ocurrió lo mismo en Almería. Por uno y otro motivo se responsabilizó de aquellos asesinatos a Martínez Cabrera que, como ocurrió tantas otras veces en la zona republicana, ni pudo impedirlo ni menos aún lo deseó. Todavía permanecería Toribio en Cartagena algunos meses. En septiembre de 1936 cambió el Presidente del Consejo de Ministros y José Giral fue sustituido por el socialista Francisco Largo Caballero que asumió también la cartera de Guerra. En esta última condición de Ministro, Largo Caballero efectuó importantes cambios en los altos cargos del Ministerio y propuso como Subsecretario del Departamento a un militar de indudable fidelidad republicana aunque hasta entonces poco significado: el todavía Coronel José Asensio Torrado, pronto ascendido a General de Brigada. Dos meses después, en noviembre de 1936, Largo Caballero, que había ido reorganizando el Ministerio de la Guerra, nombró a Martínez Cabrera Jefe del Estado Mayor Central del Ministerio, conservando él mismo el mando supremo del Ejército12. El mando de Martínez Cabrera como Jefe del Estado Mayor Central del Ministerio fue breve pero no inane. Su principal mérito fue poner en funcionamiento, por primera vez, una organización sólida de la que carecía el nuevo Ejército Popular. Su segundo mérito (y como es obvio, nadie resalta) es haber impedido que los rebeldes entraran en Madrid. Cuando Toribio fue nombrado Jefe del Estado Mayor Central los rebeldes estaban en la Casa de Campo, en el Puente de los Franceses y en la Ciudad Universitaria. El nuevo equipo de Largo Caballero, con Martínez Cabrera a la cabeza, logró parar al Ejército rebelde fijándolos en unas posiciones que no se movieron el resto de la guerra. Lo mismo puede decirse del llamado Frente Norte, es decir, la franja litoral que iba desde la provincia de Vizcaya hasta Galicia y que mientras que Toribio fue Jefe del Estado Mayor Central aguantó sin problemas. Sin embargo, dos circunstancias concurrentes determinaron el cese de Martínez Cabrera a mediados de marzo. Por un lado, una circunstancia permanente desde casi el mismo día en que se produjo el nombramiento de Largo Caballero como Presidente del Consejo: la enemistad del Presidente del Consejo con los comunistas y con el ala centrista del P.S.O.E. [Indalecio Prieto]. Esta enemistad, jaleada por la paranoia de algunos asesores soviéticos [no todos], se canalizó al principio no contra Largo Caballero sino contra sus colaboradores: primero el General Asensio Torrado, que cesó unas semanas antes, y luego Toribio. La segunda circunstancia fue más coyuntural: la caída de Málaga a mediados de febrero de 1937 donde al hecho mismo de la pérdida de la ciudad se añadió el comportamiento erróneo de altos mandos profesiona12 Sobre la reorganización del Ministerio de la Guerra por Largo Caballero y el nuevo Estado Mayor Central, Ramón Salas Larrazábal: Historia del Ejército Popular de la República (Madrid: La Esfera de los Libros, 2006); Gabriel Cardona: “Largo Caballero y la dirección política de la guerra”, en Santos Juliá (coord.): Socialismo y guerra civil (Madrid: Ed. Pablo Iglesias, 1987), 247-255; y Fernando Puell de la Villa: “José Asensio Torrado. General de División”, en Javier García Fernández (ed.): 25 militares de la República, 67-98.
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les. A Martínez Cabrera se le responsabilizó del comportamiento del General Martínez Monge y del Coronel Villalba pero también del Diputado comunista Bolívar aunque la acusación más directa, el no haber enviado suficientes armas, probablemente no era responsabilidad suya sino del Subsecretario Asensio Torrado. La Orden Circular de Largo Caballero que formalizó el cese contenía también un encargo para Martínez Cabrera: “y se traslade a Bilbao como Inspector Delegado de mi autoridad para informar sobre el mando de las operaciones y situación del Ejército de la república en el Norte de España”13. Poco tiempo ocupó ese nuevo destino pues en junio de 1937 se perdió la Provincia de Vizcaya que era el único territorio de la recién creada Región Autónoma del País Vasco que seguía en manos de la República. También aquí aparecen fragmentos de unas memorias no escritas, pues hay un muy citado informe que redactó a petición del Presidente de la República a su regreso a Valencia. Sobre este informe se conoce su origen porque el propio Azaña en sus cuadernos de La Pobreta el 12 de julio cuenta como “el general Martínez Cabrera, que ha regresado del norte. Le he encargado que me haga una relación sucinta de lo que allí ha visto”14. Doce días después, Azaña dice que ha cumplido el encargo, un informe en tamaño de folio apaisado, con 30 folios, titulado La lucha en el Norte, firmado y fechado sólo tres días después del encargo de Azaña15. Aparte del interés militar, el informe tiene interés biográfico: denota, además de elegancia en la redacción, dos factores: buena capacidad analítica de una situación y, en segundo lugar, buenos conocimientos estratégicos y tácticos. Cuando Martínez Cabrera regresó a Valencia, sede del Gobierno, se inició un sumario que acabó tramitándolo la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo en el que Toribio, junto a los Generales Asensio Torrado y Martínez Monge y el Coronel Villalba, acabó procesado, acusado de traición y encarcelado en una prisión de Valencia. Concretamente, Martínez Cabrera estuvo encarcelado en Valencia entre el 18 de octubre de 1937 y febrero de 1938; y el día 18 de este último mes fue trasladado a Barcelona, donde siguió encarcelado hasta el 10 de mayo en que la causa fue sobreseída, sin llegar a juicio. Como también veremos, a falta del sumario [que han manejado algunos historiadores militares pero nosotros no lo hemos encontrado], Toribio no escribió memorias o alegaciones o se perdió lo que escribiera, pero otros lo hicieron por él pues su compañero de sumario Asensio Torrado sí redactó y publicó un libro [estando todavía encarcelado] que es la principal fuente sobre ese procesamiento. Al salir de la prisión Martínez Cabrera no fue reincorporado a su Ejército. Por el sumario del Consejo de Guerra a que fue sometido sabemos que se quedó en Cataluña [ya era más difícil retornar a Madrid] y aunque su asistente declaró que recorrieron diversos lugares de Cataluña16 sólo nos consta que vivió en Sant Quirce Safaja, pedanía de Castellterçol, cerca de Barcelona, al que se habían desplazado vecinos de barceloneses que huían de los bombardeos y de la escasez. Nunca sabremos qué habría hecho Toribio cuando el Ejército rebelde avanzó 13
Gaceta de Madrid., n° 72, de 13 de marzo de 1937. Manuel Azaña: La Pobleta, 1937, en Obras completas (Madrid: Ministerio de la Presidencia – Centro de estudios Políticos y Constitucionales, 2007), t. VI, 384. 15 El ejemplar que obra en el Archivo General Militar de Ávila lleva una portada manuscrita intitulada Informe sobre el frente Norte; por el Gral. D. Toribio Mz. Cabrera (AGMAV, C.2133,Cp.22/carpeta). 16 Declaración del testigo L.C.C., Valencia, 22 abril 1939 (fol. 26 vta. del Sumario, Causa 3-V-39 contra Toribio Martínez Cabrera. Archivo Histórico de Defensa, Fondo Valencia, Sig. AHD: 18.572. 14
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por toda Cataluña hasta Barcelona. ¿Se habría marchado, como hicieron todas las autoridades republicanas? ¿Se habría quedado? No podemos suscitar estos interrogantes porque a finales de 1936 fue nombrado Comandante Militar de Madrid, tomando posesión el 30 de diciembre17. Este dato objetivo se complementa con lo que manifestó Martínez Cabrera en el propio sumario del Consejo de Guerra: que el Gobierno quería nombrarle Gobernador Militar de Albacete, a lo que se resistió. El puesto no tenía ninguna relevancia militar ni política pero sirvió para que, tras varios meses de estar aislado en un pueblo catalán, Toribio estuviera en el sitio adecuado en el momento adecuado. Y, en este caso, el momento adecuado eran los primeros meses de 1939 cuando la República ha perdido Cataluña, el Jefe del Estado ha dimitido y algunos políticos y ciertos militares llegan a la conclusión de que es necesario negociar con los rebeldes el final de la guerra. Y el lugar adecuado es Madrid pues ese intento de negociación lo impulsan, sobre todo, políticos y militares ubicados en Madrid, en contacto con los agentes rebeldes que actúan en Madrid y con representantes dela Embajada británica que no disimuló su simpatía hacia esos mismos rebeldes. De la información de que se dispone se pueden desprender dos hipótesis quizá opuestas quizá complementarias. No se sabe si, al igual que ocurrió con el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, hubo en Madrid varios intentos de golpe de Estado que convergieron en uno solo o bien, desde sus principios, se preparó un único golpe. En el primer caso, es posible que Martínez Cabrera tuviera un papel relevante de iniciativa y de preparación en uno de los golpes, el de los militares profesionales que creían que podrían entenderse con sus compañeros del otro bando. En el segundo caso, Toribio quizá tuvo menos protagonismo. En ambos casos, lo cierto es que Toribio no sólo no se opuso al golpe de Estado que dieron Besteiro, Casado, Miaja y Mera los primeros días de marzo de 1939 sino que aportó las pocas fuerzas de que disponía y, además, pasó a ser el Subsecretario de Defensa de la Junta que se constituyó para negociar con los rebeldes. No conocían [o no querían ver] la extremada crueldad de Franco y de sus mandos, que hacía imposible toda negociación y, menos aún, la posibilidad de que los republicanos salieran libremente de su país. Mientras los vencedores entraban en Madrid, Martínez Cabrera, junto a otros dirigentes de la Junta, marchó a Valencia pero no intentó huir, como hizo Casado, sino que se refugió, junto a otras muchas personas, en la Legación de Panamá. Dado que entre las decenas de personas refugiadas en esta legación estaba también el General de la Guardia Civil Aranguren, fue este Cuerpo el que, quebrantando el asilo diplomático y la propia inmunidad de la Legación, asaltó el 4 de abril de 1939 la sede diplomática y detuvo todos los allí refugiados. Toribio no volvió a disfrutar de libertad. Detenido y, parece ser, maltratado, fue encarcelado y puesto a disposición de la Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación que instruyó el sumario correspondiente para aclarar las responsabilidades que, por otra parte, ya eran sabidas pues se habían practicado con muchísimas militares y civiles antes que Martínez Cabrera: rebelión militar que es la aberración jurídica que utilizaron los sublevados acusando de rebelión militar a quienes no se sublevaron. Tras una tramitación relativamente lenta para la época [casi dos meses], se celebró la vista oral del Consejo de Guerra Sumarísimo el 30 de mayo de 1939. El Fiscal Militar calificó, efectivamente, la conducta como rebelión militar, pidió la pena 17 Comandancia Militar de Madrid. Orden de la Plaza del día 30 de diciembre nº 364. (Archivo General Militar de Ávila, C773, 4, 4/54).
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de muerte y el Tribunal, presidido por el General Varela, la dictó ese mismo día. Aunque la familia hizo todas las gestiones y ruegos que estaba en sus manos, nada consiguieron y el 23 de junio de 1939, en el Campo de Tiro de Paterna, se ejecutó la sentencia. 5. Las memorias no escritas que emergen en un sumario judicial El artículo 299 de la vieja Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1882, todavía vigente, define al sumario de la siguiente manera: “Constituyen el sumario las actuaciones encaminadas a preparar el juicio y practicadas para averiguar y hacer constar la perpetración de los delitos con todas las circunstancias que puedan influir en su calificación…”. Desde el mismo día en que se dio el golpe de Estado, los rebeldes [militares pero también falangistas, monárquicos y afiliados a la CEDA y, en Navarra, carlistas] emplearon dos procedimientos represivos distintos. Si se trataba de ciudadanos de poca relevancia pública pero había interés en asesinarlos se les “paseaba” sin más trámites, sacándoles de sus domicilios o de los lugares a donde habían sido previamente conducidos. En cambio si se trataba de militares profesionales [especialmente Generales, Jefes y Oficiales] o de políticos conocidos o cargos representativos, se les sometía a un Consejo de Guerra cuya sentencia estaba predeterminada [pena de muerte] con objeto de solemnizar la represión y que ésta sirviera de ejemplo. Al acabar la Guerra se siguió mayoritariamente la pauta segunda, es decir, el sometimiento a Consejos de Guerra a los vencidos, militares o civiles. Con Martínez Cabrera, como acabamos de ver, se siguió también esa práctica y desde el primer día de su detención fue puesto a disposición de la Auditoría del Ejército de Ocupación y se le incoó un sumario jurídicamente inicuo pero históricamente muy valioso. La historia que Martínez Cabrera no pudo escribir [en el caso de que quisiera escribirla] está parcialmente recogida en dos sumarios: el que incoó la Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación, y también el que incoó la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo de la República que no conocemos18 pero del que dio alguna información su compañero en el Ministerio de la Guerra, el General Asensio Torrado, en el libro que, para reivindicar su persona y su obra, publicó en plena Guerra cuando aún estaba encarcelado, El General Asensio. Su lealtad a la República19, donde se le cita bajo la forma de puntos suspensivos. ¿Qué “escribió” Toribio en ambos sumarios? En primer lugar, sus propias declaraciones, especialmente ante las autoridades judiciales rebeldes y vencedoras. Es obvio que cuando una persona sabe que puede ser ejecutada [¿en qué momento descubriría que sus antiguos compañeros de armas estaban dispuesto a ejecutarlo? ¿Cuándo comprobó la rudeza del asalto a la Legación de Panamá? ¿Cuándo supo de la rápida ejecución de su compañero de refugio, el General Aranguren?], las declaraciones ante sus posibles verdugos están condicionadas por una necesidad de exculpación ante los que tiene el poder sobre la vida y sobre la muerte. Pero en todo caso esas declaraciones contienen mucha información que el historiador debe tamizar e interpretar pero no desdeñar. Y más allá de lo que expresó el propio protagonista están los testigos. Testigos que buscan exculpar al militar procesado y testigos que quieren inculpar al procesado.
18
Ramón Salas Larrazábal, Historia del Ejército Popular de la República, parece haberlo manejado. José Asensio: El General Asensio. Su lealtad a la República (Barcelona: Artes Gráficas C. N. T., s.f. [1938]).
19
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Cuando el sumario empezó a acumular declaraciones favorables o al menos declaraciones neutras, no comprometidas, el Juez instructor tuvo la idea de publicar un anuncio en la prensa de Cartagena pidiendo que declararan quienes tuvieran información sobre el encausado. Y ahí le estaban esperando pues en Cartagena confluían tres circunstancias negativas para Martínez Cabrera. En primer lugar, los intereses caciquiles de la ciudad no le perdonaban haber desplazado como Comandante de la Plaza al General López-Pinto, de una significada familia cartagenera, quien se hubiera sublevado sin duda, como lo hizo en Cádiz. En segundo lugar, todavía se le perdonaba menos que hubiera sofocado el levantamiento y sin apenas pérdidas de vidas humanas. En tercer lugar, en fin, en la ciudad seguían viviendo viudas, hijos y familiares de los militares [Ejército de Tierra y Armada] que preferían tener una persona a la que responsabilizar del asesinato de sus familiares, aun cuando Toribio procuró ayudarles. De esta manera, el sumario empezó a engordar con las declaraciones de los familiares que querían venganza, familiares previamente concertados por alguien, pues todos declaran lo mismo. Hay que decir que los rebeldes que en 1939 se apoderaron del Estado español no necesitaban muchos pretextos para matar pues asesinaron desde el primer día de la rebelión como había ordenado Mola. Sin embargo, con los militares de más elevado empleo quisieron cargarse de razón: necesitaban testigos que probaran la maldad del acusado y lo justificada que estaba su ejecución. Y como necesitaban esa justificación, el sumario sólo se detuvo allí donde el acusado era fácilmente vinculable con otras justificaciones que en el caso de Toribio era Cartagena. Lo demás importaba poco: ¿qué mayor agravante que haber sido Jefe del Estado Mayor del Ejército que combatía a los alzados? ¿Qué mayor eximente que haber participado en el golpe de Estado que entregó la España republicana a Franco? Pero ni esa agravante ni esa eximente importaban porque había que hacer de Martínez Cabrera el jefe del supuesto “soviet” de Cartagena que impidió la sublevación y asesinó a tantos militares sublevados. Por eso el sumario es rico en información sobre la actuación de Toribio en Cartagena y no lo es sobre su actividad como Jefe del Estado Mayor Central ni, menos aún, sobre su papel durante el golpe de Estado de Casado. El instructor no pudo impedir, sin embargo, que los testigos más proclives [y, en aquel ambiente, más valientes] dieran información de cierto valor sobre la estancia en Sant Quirce Safaja y sobre su comportamiento como Comandante Militar de Madrid acosada por el hambre. Nada podía evitar la ejecución, decidida ya por los vencedores, pero al menos aportaron datos para la historia, para las memorias que no le dejaron escribir. 6. Conclusiones Al analizar los problemas de la heurística, el historiador alemán Wilhelm Bauer apuntaba que el valor de las memorias está muy relacionado con el tiempo transcurrido entre lo que vivió el autor y lo que contó20. Y otro historiador francés, Marc Bloch [que murió igual que Martínez Cabrera, fusilado por los ocupantes alemanes], escribió en una obra póstuma que los testimonios históricos están condicionados por las experiencias anteriores y los prejuicios de sus protagonistas21. Señalamos estas dos ideas de unos historiadores eminentes para resaltar cómo ciertos documentos históricos se pueden transmutar para convertirse en las memorias, en 20 Wilhelm Bauer: Introducción al Estudio de la Historia (trad. L. García de Valdeavellano) (Barcelona: Bosch, 1944), 436437. 21 Marc Bloch: Apologie pour l’histoire (París: Armand Colin, 1974, 7ª ed.) 62-63.
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los testimonios de una persona que nunca los llegó a escribir. Si el testimonio es coetáneo a los hechos [o casi], si conocemos las experiencias anteriores [y casi los prejuicios] del protagonista, podemos decir que hemos alcanzado unas cuasi-memorias. Así hemos actuado con el General Martínez Cabrera: a partir de las fuentes objetivas más comunes [documentos públicos y privados, prensa, testimonios orales] hemos podido extraer un cierto discurso personal, discurso que se hace personalísimo cuando leemos lo que el propio protagonista declaró ante sus juzgadores [por muy condicionado que estaba ese tipo de testimonio] y que logró trasmitir en los mismos términos en la familia. Así resulta posible presentar unas memorias silenciadas que no por silenciadas son menos útiles para escribir una biografía.
Bibliografía citada Alía Miranda, Francisco: Julio de 1936. Conspiración y alzamiento contra la Segunda República (Barcelona: Crítica, 2011). Alpert, Michael: La Guerra Civil española en el mar (Barcelona: Crítica, 2008). Asensio, José: El General Asensio. Su lealtad a la República (Barcelona: Artes Gráficas C. N. T., Barcelona, s.f. [1938]). Azaña, Manuel: La Pobleta, 1937, en Obras completas (Madrid: Ministerio de la Presidencia – Centro de estudios Políticos y Constitucionales, 2007), t. VI. Bauer, Wilhelm: Introducción al Estudio de la Historia (trad. L. García de Valdeavellano) (Barcelona: Bosch, 1944). Bloch, Marc: Apologie pour l’histoire (París: Armand Colin, 1974, 7ª ed). Cabello Carro, Paz y García Fernández, Javier: “Toribio Martínez Cabrera. General de Brigada”, en García Fernández, Javier (ed.): 25 Militares de la República, 611-674. Cardona, Gabriel: “Largo Caballero y la dirección política de la guerra”, en Santos Juliá (coord.): Socialismo y guerra civil (Madrid: Ed. Pablo Iglesias, 1987), 247-255. Cervera Pery, José: Alzamiento y revolución en la Marina (Madrid: Ed. San Martín, 1978). García Fernández, Javier (coord.): 25 militares de la República (Madrid: Ministerio de Defensa, 2011). Martínez Leal, Juan: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939), (Murcia: Ayuntamiento de Cartagena - Universidad de Murcia, 1993). Puell de la Villa, Fernando: “José Asensio Torrado. General de División”, en García Fernández, Javier (ed.): 25 Militares de la República, 67-98. Rubio Pérez, Laurena M.: La burguesía maragata (León: Universidad de León, 1995). Rubio Pérez, Laureano M. y Cubillo de la Puente, Roberto: Arriería y transporte, (León: Diario de León, 2009). Ruiz Sierra, Manuel: Así empezó todo. Memorias de un marino de la República (Valladolid: AF Editores, 2005). Ruiz Sierra, Manuel: El alzamiento en las Bases Navales Principales (Valladolid: Galland Books, 2011). Salas Larrazábal, Ramón: Historia del Ejército Popular de la República (Madrid: La Esfera de los Libros, 2006). Sueiro, Daniel: La Flota es roja. Papel clave del radiotelegrafista Benjamín Balboa en julio de 1936 (Barcelona: Ed. Argos Vergara, 1983). VVAA: Las Escuelas de Estado Mayor y de Guerra del Ejército, su contribución a doscientos años de Estado Mayor (Madrid: Ministerio de Defensa, 2009).
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La censura cinematográfica en España y en Portugal: una primera aproximación Ana Bela Morais Universidade de Lisboa
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ste estudio se enmarca en un proyecto de investigación con el título: “Censura y mecanismos de control de la información en el cine y en el Teatro antes, durante y después del Estado Novo”. Es una investigación financiada por la Fundación para la Ciencia y Tecnología portuguesa. Nuestro enfoque es un abordaje comparativo sobre la censura al cine en Portugal y España. La cuestión que planteamos es: ¿Cuáles son las diferencias y las similitudes entre los regímenes censorios? Esta es la principal cuestión a que intentaremos conocer y explicar. Ante todo y para allá de estudiar los procedimientos de la censura durante el Estado Novo y el Franquismo, nos proponemos estudiar y analizar la jerarquía de las prohibiciones: cuáles eran las temáticas más censuradas y qué criterios aplicaban las comisiones de censura en ambos países. En Portugal la Comisión estaba dependiente directamente del SNI (Secretariado Nacional de Información) y era constituida por una decena de censores momeados pelo Presidente del Consejo que visionaban y sancionaban (o non) todas las películas e otros espectáculos públicos. Pero, tal como en España, también en Portugal toda la producción destinada a las pantallas tenía que superar el visto bueno de los censores. Así, uno de los principales objetivos será indagar, a través de un estudio pluridisciplinar de las mentalidades y del contexto socio-político y cultural, sí existía o non semejanzas entre lo modo de censurar las películas nacionales y extranjeras por parte de los dos países. En verdad, en el año de 1935, tras el intermedio del Secretariado de la Propaganda Nacional (que después se llamará Secretariado Nacional de la Información, de la Cultura Popular y de lo Turismo), el estado portugués empezó a producir un cine nacional, y simultáneamente, a censurar-lo. Lo mismo sucedió con las películas extranjeras. Todavía, la primera indicación de existir una censura cinematográfica en Portugal data de 1919, producida por la Secretaría de la Guerra, 1ª Dirección 4ª Repartición, haciendo alusión a un decreto de 1917 (Dec. nº 3354, de 10 de septiembre de 1917).1 1
Lauro António, Cinema e censura em Portugal (Lisboa: Biblioteca Museu República e Resistência, 2001), 16.
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Mientras en el caso español, la censura empezó mucho más temprano: en el ano de 1913, más precisamente el 19 octubre, si a tornado oficial tras una decisión del gobernador de Barcelona. A partir de 1921 si a tornado tan rigorosa que el historiador Juan Antonio Cabrero afirmó que: “ella llegó al punto de poner en peligro el propio cine.”2 Las autoridades franquistas pensaban que el cine tendría una influencia determinante sobre la difusión del pensamiento y la educación de masas. La nueva ordine moral, inspirada por el fascismo, el nazismo e, también, por el Vaticano, la Falange e el ejército, impuso un código de censura que victimó, sobretodo, las películas extranjeras – y, de entre ellas, las americanas. Después de 1939 la España quedaba dividida entre los que vencerán y los vencidos. Esta será quizás una idea que quedará indispensable para comprender los sucesivos códigos de censura en marzo de 1941, noviembre de 1942, junio de 1946, febrero de 1963 y febrero de 1975. Cuanto al funcionamiento de la censura era constituido por dos momentos, tanto en Portugal como en España: la censura previa sobre el guión y la censura definitiva después de haber terminado la película. Los temas interdictos en los dos países ibéricos incluían: la representación de las alegadas perversiones sexuales, el aborto, el alcoholismo, el suicidio, el adulterio, la presentación sin respecto de la religión y sus prácticas, la violencia como solución para los problemas sociales, la prostitución y el criticismo a todos las instituciones y a la ideología nacional. Según el testimonio oral de Lauro Antonio, un director portugués, las cuestiones eróticas, han empezado a intensificar-se, en Portugal y en el mondo, durante el período marcelista portugués (1968-1974). En Portugal los censores cortaban cenas eróticas / amorosas, pero cortaban sobretodo cuestiones políticas, relacionadas con el socialismo y el comunismo. Este director portugués considera que en España ha sucedido lo inverso: la cuestión erótica si ha acentuado cada vez más en España, reprimiendo-se mucho más esa temática do que la cuestión política. Un aspecto marchante de la censura española franquista era la existencia de una voluntad superior que recusaba toda otra interpretación de la historia recenté que no fuera la suya misma. Por eso, el cine español no podría nunca mostrar la guerra civil representada según el punto de vista republicano. Lo mismo sucedió en el régimen del Estado Novo, en Portugal: los cineastas portugueses tenían que se restringir à la representación exclusiva de temáticas convencionales, evitando toda la alusión a las realidades sociales. En el tiempo de Marcello Caetano, por ejemplo, todas las películas que abordaban el tema del ultramar han sido censuradas. En el caso español el director Luis García Berlanga ha sido uno de los más (sino lo más) censurado por la dictadura franquista. Los amores adolescentes de Novio a la vista (1954), la ironía hacías la religión en Los Jueves, milagro (1957), diez guiones recusados, duce cortes en la película El verdugo (1963) son algunos ejemplos de sus problemas con la censura franquista. El facto de mostrar un burrito haciendo pi en su sketch de Les quatre vérités (1964) ha conducido a graves problemas en el Consejo de Ministros. Según la Comisión de Censura: ¿quién podría ser verdaderamente este burrito incontinente, sino alguno político realmente doliente de la próstata? El ministro Carrero llegó mismo ha protestar junto a Franco respecto a este asunto. 2
Jean-Luc Douin, Dictionnaire de la censure au cinéma. Images interdites (Paris: Quadrige /PUF, 2001), 150.
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La Censura Cinematográfica en España y en Portugal: una primera aproximación
La película Viridiana (1961), de Luis Buñuel ha sido otro caso muy grave de censura: toda la película podría ser obyecto de apuntes por la parte de los censores pero la última parte de la película ha sido mismo víctima de un pedido de modificación. Buñuel la transforma muy hábilmente de modo que se subentiende un mènage à trois, precisamente en cuesta línea de dialogo: “Ya sabía que acabaría jugando al tute con mi prima Viridiana.” En castellano la expresión popular “jugar al tute” significa “hacer amor”. Pero el mayor escándalo sucedió cuando la película ha recibido la Palma de oro en el Festival de Cannes: todos los documentos administrativos que atestaban la existencia de la película han desaparecido; llegamos así a “una situación totalmente absurda: la inexistencia de una película española señalada por uno de los más prestigiados realizadores españoles, saludada en todas las partes del mundo como una obra maestra, pero sobre la cual no existe oficialmente ningún trazo de que exista.”3 En Portugal la película Vidas sem rumo, de Manuel de Guimarães (1956), ha sufrido innumerables cortes por representar un barrio pobre de Lisboa, con una grande influencia del neo-realismo italiano. La película de Faria de Almeida, Catembe (1965), semis-ficción, semisdocumentario acerca de la colonización portuguesa en Mozambique, ha sido gravemente mutilada y, por fin, prohibida la suya exhibición. Por esta razón, los cineastas de los dos países ibéricos han comprendido el mensaje, empezando a contornar la censura recorriendo a la metáfora, más que enfrentando explícitamente los censores. En los dos países la censura encera un carácter profundamente arbitrario, como se puede comprobar por decisiones completamente aleatorias. Por detrás de esas decisiones acercamosnos del modo de pensar de los censores acerca del publico que juzgaban infantil y mayoritariamente inculto. En el código español de Febrero de 1964, una disposición a previsto que los censores tenían el poder arbitrario de “libre interpretación”, que podrían “resolver casos non previstos y proponer las modificaciones que considerasen oportunas.” Como refiere Neuschäfer: “Las leyes de prensa de 1938 y 1966 legitimaron la censura. Sin embargo, nunca existieron criterios objetivos ni normas concretas de aplicación; tal vez ni siquiera podía haberlas. En la práctica, la censura se orientaba de acuerdo con unos cánones que permanecieran invariables durante las casi cuatro décadas de la dictadura de Franco.”4 Lo mismo se aplica a lo que sucedió en Portugal durante el Estado Novo. En seguida lo referido autor jerarquiza los cánones que parecían orientar la censura: “1. ¿Choca el proyecto presentado con las buenas costumbres, sobre todo con la ‘moral sexual’, es decir, con la ley de la pureza de la venerable opinión? 2. ¿Repugna al dogma católico u ofende a las instituciones religiosas y a sus servidores? 3. ¿Socava los principios políticos fundamentales del régimen? ¿Ataca a las instituciones o a sus colaboradores?”5 La prioridad y la orden de estas preguntas estándar se modificaron a lo largo de los anos, pero se mantuve su validez básica. Ambos los países tenían un cine oficial. En Portugal existen dos películas de propaganda política; António Ferro, director del Secretariado de la Propaganda Nacional, escribió el mismo el guión de una película oficial glorificando el golpe de Estado de 1926 que ha condu3
Douin, Dictionnaire de la censure, 153. Hans-Jörg Neuschäfer, Adiós a la España eterna. La dialéctica de la censura. Novela, teatro y cine bajo el franquismo (Barcelona, Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores y Anthropos Editorial del Hombre, 1994), 49. 5 Neuschäfer, Adiós a la España eterna, 49-50. 4
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cido el General Carmona à interpelar Salazar para que el ordenase las finanzas del Estado: A revolução de Maio, de António Lopes Ribeiro (1937). La otra película es O feitiço do Império (también de António Lopes Ribeiro, 1940). La mayoría del cine producido en Portugal estaba de acuerdo con las virtudes del Estado Novo, pero no era de propaganda: este es el caso de la película Pateo das cantigas, dirigida por Francisco Ribeiro (1942), por ejemplo. Existían documentarios de carácter propagandístico pero no propiamente películas ficcionales (solamente las dos mencionadas arriba). Según el testimonio de lo realizador António Lopes Ribeiro, dado en una entrevista en que tenía ya una edad mucho avanzada (“Conversas em familia com Nuno Rogeiro”, in O Diabo, 22 de septiembre de 1992), cuasi afirmaba que “Salazar era un cinéfilo…” En esa entrevista habló de las sesiones que él y António Ferro organizaban de propósito para Salazar en el Círculo Eça de Queirós, diciendo: “Él no tenía tiempo para ver las películas extranjeras, pero las portuguesas las veía todas. Y las veía porque las quería ver.”6 Añadió en esa entrevista o cuanto Salazar se interesaba por lo cine en cuanto fenómeno público, refiriendo: “[Salazar] visitó varios estudios, y para que lo cine portugués prosperase, adopto una medida hoy olvidada: nosotros non pagábamos derechos de película importada de 35 mm, tal como los profesionales de cine no pagaban cualquier especie de imposto.”7 De este modo, podemos constatar que Salazar (bien como Marcello Caetano después) consideraba el cine como una forma increíble de difusión de ideas y, por esa razón, el Estado Novo lo ha utilizado muy hábilmente en su propaganda, tras cineastas como Antonio Lopes Ribeiro o até Leitão de Barros. También Alberto Gil habla de pocos testimonios que quedan de las sesiones de cine reservadas a Franco, que cuentan “que el dictador, siempre discreto, expresaba su desagrado con una leve tosecita. Poco más se sabe sobre los gustos y debilidades de Franco, salvo que era un apasionado cinéfilo. Y que mientras en la obscuridad de la sala apenas exteriorizaba su disgusto con un mínimo golpe de tos, puso en marcha una de las maquinarias censoras más implacables, extensas y arbitrarias del siglo XX.”8 Por su parte, el sistema español fornecía los medios para favorecer la producción de películas favorables al régimen. Las películas de interese nacional, que encarnaban la ideología franquista, defendían la propagación de la fe católica o que exaltaban la historia eran subvencionadas y protegidas. Películas como Cerca de la Cuidad (Luis Lucia, 1952), La Guerra de Dios (Rafael Gil, 1953) o Un día perdido (José María Forqué, 1954), son algunos buenos ejemplos. Pero el doblaje es probablemente la mayor diferencia entre la censura portuguesa y la española. En el caso portugués, la práctica de la legendagen permitía controlar la traducción, lo que no sería posible se había sido institucionalizada la doblaje, que ha sido únicamente impedida por las deficientes condiciones técnicas de lo país – no existían laboratorios suficientes que permitiesen una constante e rápida doblaje de cerca de cuatrocientas películas que estrenaban anualmente en salas portuguesas. En Portugal cuando se trataba únicamente del corte de legendas, esos cortes eran indicados en la lista de legendas y la suya traducción non se hacía, o que originaba, por veces, en pelí6
Luís Reis Torgal, O cinema sob o olhar de Salazar (Lisboa: Temas e Debates, 2001), 34. Torgal, O cinema , 35. Alberto Gil, La censura cinematográfica en España (Barcelona, Bogotá, Buenos Aires (…): Ediciones B / Grupo Zeta, 2009), 9.
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La Censura Cinematográfica en España y en Portugal: una primera aproximación
culas de lengua extranjera, longos excretos de diálogos sin cualquiera tipo de legendagen, o que justificaba, muchas veces, justos protestos de lo público. Por veces lo espectador versado en lenguas conseguía entender lo dialogo original – lo que muestra que los cortes eran dirigidos, sobretodo, a bajos escalones sociales. Todavía, cuando se trataba de películas de lo director sueco Ingmar Bergman, por ejemplo, longas tiradas legendadas eran cortadas y solamente uno o otro turista o el personal de la Embasada Sueca podría comprender lo que decían las personajes. A pesar de todo, las películas no eran traducidas tal cual, pero su lenguaje era suavizado para que pudiesen ser exhibidas. Algunas palabras y expresiones quedaban por traducir, mientras que otras eran substituidas por equivalentes más dulces. Un ejemplo de esto es el proceso de la película Rosie (Los milionários), datado de 11 de marzo de 1969, dirigido por David Lowelbrich. En cierta parte de la legendagen traducida con el guíon de la película, el traductor risca “eres una cabra” e substituí por “eres una bellaca”. El traductor substituí siempre el tratamiento de la segunda persona de lo singular por lo de la segunda de lo plural: el “tu” por el “usted”. El traductor se llamaba José Maria Marques da Silva. En España las personajes de películas extranjeras, decían, gracias a la doblaje, o que la censura de ese país quería. El doblaje conducía muchas veces a efectos mucho más perversos do que aquellos que se pretendían prohibir. Ejemplo de esto es la película Mogambo (de John Ford, 1953) en la cual el casal – Donald Sinden / Grace Kelly sí han transformado en hermanos, facto que los tornaba incestuosos sí atendremos a las imágenes de los dos juntos… También en Senso (de Luchino Visconti, 1954), el marido de la protagonista, más viejo que ella, se ha transformado en su padre, lo que torna sus sentimientos celosos y desconfiados mucho sospechosos en relación à su pretensa hija enamorada por el guapo oficial. En lo film Muerte a Vienesa (de Luchino Visconti, 1971), los censores hicieran dijere a Gustav von Aschenbach “hijo mío” à Tazio, en lugar de “ti amo”. Por razones económicas les coproducciones originaran versiones dobles de las películas: una para ser visionada por los españoles, más rigorosa e otra, más liberal, para exportación. En Portugal la censura a las películas nacionales era mucho más rigorosa que la ejercida a las películas extranjeras, inclusive varias películas eran estrenadas en Lisboa y Porto de una manera, y pasaban después pela provincia debidamente censuradas en otras cenas, porque consideradas impropias para el poco esclarecido público provinciano. No que toca a la evolución de la censura, tanto en Portugal como en España la situación es idéntica: esa evolución se caracterizó más por las contradicciones y vaivenes que por la permanencia en un status quo. En los dos países suele admitirse que la censura en su principio se aplicó con el máximo rigor. En el caso Español debido a concretizarse en la etapa inmediatamente posterior à la guerra civil, como consecuencia de la ley marcial; en seguida fue cediendo lentamente y, cuando Fraga, a partir de 1966 fue nombrado ministro de información, no es verdad que inició una “apertura”, promulgando una nueva ley de prensa. Según investigaciones como las de Gubern, esa supuesta “apertura” y liberalización fue un mito. Lo mismo ha sucedido en Portugal: cuando Marcello Caetano substituí Salazar en la Presidencia del Consejo de Ministros, algunas primeras medidas más liberales inducirán a pensar que la censura había terminado, pero este primero período, denominado por algunos como “Primavera Marcelista”, ha sido un equívoco… Podemos así concluir de esta primera aproximación que, a pesar de las semejanzas entre la censura cinematográfica portuguesa y la española, pocos países atingirán un grado de cen– 65 –
Ana Bela Morais
sura tan triunfante y rigorosa como a de la España sobe el dominio franquista. Este sistema censorio que, como observamos arriba e también ahí semejante al portugués, estaba leño de contradicciones, asentaba en tres fuerzas políticas: el ejército, el clero y la aristocracia terrateniente. En ambos los países ibéricos, la censura y sus especificidades arbitrarias, que dependían más de las circunstancias locales que de una reglamentación codificada, era favorecida por lo analfabetismo de una grande parte de la populación, hasta mucho tarde. En el caso español podemos pensar que se ha desarrollado segundo los reflejos alimentados por una longa tradición inquisitorial. Quizás este fragmento de lo diario de Goebbels servirá como metonimia de una idea común a todos los regímenes autoritarios e dictatoriales, incluso Portugal y España: “(…) Yo a dado ordine para que, de momento, los franceses produzcan apenas películas ligeras y vacías, y, se posible, estúpidas. Pienso que los franceses se han de contentar con eso. No es necesario desarrollar suyo nacionalismo.”9 – Considero que es muy importante no olvidar que un día muchos pensaban así acerca de nosotros.
Fuentes de archivo Archivo Nacional de la Torre del Tombo en Lisboa: Fundo de los Procesos de la Dirección General de los Servicios de los Espectáculos; procesos de la Censura al cine: 1968-1971.
Entrevistas Entrevista hecha a lo director portugués Lauro António, por mi misma, en Lisboa a 24 de julo de 2011.
Bibliografía consultada António, Lauro, Cinema e censura em Portugal (Lisboa: Biblioteca Museu República e Resistência, 2001). Buñuel, Luis, O meu último suspiro (Lisboa: Distri Editora, 1983). Douin, Jean-Luc, Dictionnaire de la censure au cinéma. Images interdites (Paris: Quadrige /PUF, 2001). Gil, Alberto, La censura cinematográfica en España (Barcelona, Bogotá, Buenos Aires (…): Ediciones B / Grupo Zeta, 2009). Gubern, Román, Un cine para cadalso: 40 años de censura cinematográfica en España (Barcelona: Euros, 1975). Hans-Jörg Neuschäfer, Adiós a la España eterna. La dialéctica de la censura. Novela, teatro y cine bajo el franquismo (Barcelona, Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores y Anthropos Editorial del Hombre, 1994). Reis Torgal, Luís, O cinema sob o olhar de Salazar (Lisboa: Temas e Debates, 2001).
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António, Cinema e censura em Portugal, 27.
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La voz que nos es dada. Censura de guión e Iglesia durante el franquismo Ricardo Colmenero Martínez Universidad de Alcalá
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a Historia de la Iglesia española durante el franquismo alude al Concilio Vaticano II como un claro punto de inflexión en su devenir. De este modo, la postura nacionalcatólica comenzará a dar paso a una jerarquía abierta a las ideas procedentes del extranjero, un proceso que había comenzado con lentitud a principios de los 60, pero que gracias a este concilio pastoral se acelerará. Este fenómeno tiene especial repercusión en el cine de índole carismático, que pretenderá evolucionar desde unas producciones de corte clásico a otras que plasmen una nueva idea de lo que la Iglesia es y se cuestiona. Por tanto, y al margen de si son interpretaciones correctas o no del Magisterio, los viejos creadores de este subgénero y aquellos que se incorporan a él buscarán un nuevo enfoque de la Fe y sus dilemas, una cuestión que se enfrentará a la Censura cinematográfica y sus férreas normas. Así mismo, se producirá un debate entre las viejas y nuevas percepciones religiosas, el cual se verá especialmente reflejado en los guiones de cine y sus correspondientes supresiones. Unos cortes que no en pocas ocasiones llevarán a la prohibición completa de las películas y a la condena del olvido. En esta ponencia se pretendió rescatar parte de esa producción y observar así las mutaciones a nivel cultural, artístico y social del cine carismático que llenó buena parte de las pantallas durante los años de la Dictadura. A este factor se une además el deseo de reflexionar sobre la supuesta relajación de la censura tras la proclamación de la Nuevas Normas de Censura Cinematográfica en 1963, comprobando que tal afirmación es errónea. 1. Introducción al género. En múltiples ocasiones los medios audiovisuales han divulgado los efectos provocados por la censura cinematográfica impulsada por Franco en el desarrollo de las películas. Desde un “Mogambo” cuyos protagonistas en España eran hermanos y no un matrimonio divorciado, hasta el recurso fácil del sueño propuesto por la Junta censora a “Los Jueves… milagro”. Todos estos testimonios han sido compilados en documentales y reportajes con frecuente éxito.1
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Quizás la más famosa de ellas es la serie Imágenes prohibidas, producida por Televisión Española en 1994.
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Ricardo Colmenero Martínez
Sin embargo, tanto en papel como en imagen se ha citado menos otro tipo de censura, ajena a la de supresión de cortes o cambios en el doblaje. Se trata del proceso inquisitorio que los guiones sufrían antes de poder iniciar los rodajes. Un mecanismo que no solamente violaba la libertad creativa del artista mediante la supresión, sino que intervenía en ella aconsejando ciertas tramas argumentales. El resultado era, en ocasiones, el nacimiento de una nueva película con diferente mensaje. Esta cuestión es especialmente importante si además uno se sumerge en el cine católico elaborado en la España franquista. Una producción heredera de los principios básicos del cine de cruzada falangista, pero en el que se buscaba transmitir un mensaje moral o evangelizante conforme a lo que la Iglesia propugnaba. Susodicho subgénero comenzó a fraguarse en los años 40 a través de las películas misionales. “Forja de almas”, sobre las Escuelas Ave María, “Aquellas palabras”, “La misión blanca” o la famosa “La mies es mucha”, establecieron una serie de estereotipos y características que mantendrían este cine durante los 50. Precisamente este decenio citado se puede considerar la Edad de Oro del cine católico-carismático, gracias fundamentalmente a la productora ASPA Producciones Cinematográficas (ASPA P.C.) y a los éxitos de taquilla de cintas como “Balarrasa”, “Marcelino Pan y Vino” o “Un día perdido”. El secreto fue aunar ese mensaje católico con el componente cotidiano, incluso suburbial, de las ciudades que cada vez acogían a más vecinos. Estos años cincuenta fueron también unos tiempos en los que la Iglesia audiovisualmente comienza a cuestionar su Doctrina Social. Generalmente en estos productos los protagonistas eran niños pobres de los extrarradios de Madrid, pero la industria llegará incluso a cuestionarse la jerarquía de clases presentes desde la II República con cintas como “La guerra de Dios”. Esta conciencia se perderá en los años 60 cuando se elaboren fundamentalmente películas hagiográficas (“El hombre de la Salle”, “San Isidro Labrador”, “Santa Teresa de Jesús”…) y películas de corte cómico como las famosas “Sor Yeye” o “Sor Citröen”. Esa búsqueda de lo cómico evolucionará en los 70 de una comedia blanca a una más morbosa. Quizás por una mala interpretación del aperturismo que el Concilio Vaticano II proclamó al mundo desde 1965 o una errónea sensación de que la censura se había relajado en los temas de Iglesia fueron los agentes principales de esta tendencia. Lo cierto es que en esta breve comunicación se mostrarán expedientes de guión que incluso hoy crearían polémica a la hora de ser estrenados. Son guiones prohibidos que hoy salen a la luz, la escritura silenciada del cine.2 Otras películas en los albores de la muerte de Franco comenzaron a realizar introspectivas entorno a la figura de Cristo. Quizás la más famosa es “Proceso a Jesús”, que recrea un juicio en el que se busca al culpable de la muerte del Mesías, pero hubo otros productos que cuestionaron o renovaron las aproximaciones a su figura (“Jesucristo Superstar” o el fallido “Jesucristo 85” son también exempli gratia). 2. La Iglesia puesta a examen. La censura. La rigurosidad de las Órdenes y Normas en torno a la censura sufrieron una metamorfosis junto al Régimen de Franco. Es cierto que la censura de los primeros tiempos, comandada 2
Ricardo Colmenero Martínez, “Cruces de un celuloide roto” (PhD diss., Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2012).
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La voz que nos es dada. Censura de guión e Iglesia durante el franquismo
por Falange y la Iglesia, no es igual a la de los últimos años que tuvo a los propagandistas y católicos en sus filas. Sin embargo hay que establecer un hiato en la actitud que todas familias tuvieron de cara a la proyección de la religión Católica en el cine, francamente inmutable en los años de la Dictadura.3 Los aparatos jurídicos que regularon la censura (ya sea de películas realizadas o de guiones) no hacen una mención explícita a la protección de la Iglesia hasta la Orden del 9 de febrero de 1963 que promulga las Nuevas Normas de Censura Cinematográfica4. Este hecho no debe llevar al error y hacer entender que esta institución no gozó de una escrupulosa atención. Es más, al margen de la cuidada aparición en la pantalla de las jerarquías eclesiásticas y de las gentes de vida consagrada, hay que tener en cuenta que la censura actuó siempre conforme a la llamada “moral natural del hombre”, la cual es conforme con la propugnada por la Iglesia Católica. Si a ello se añaden los privilegios que el Vocal Eclesiástico de los diferentes organismos de censura tuvo hasta los años cincuenta5, como por ejemplo el derecho de veto, se puede desterrar totalmente cualquier idea que desvincule hasta 1963 a la Iglesia de la censura cinematográfica. Volviendo a las Nuevas Normas de Censura Cinematográfica cabe recordar dos normas: la decimocuarta que prohíbe “la representación irrespetuosa de creencias y prácticas religiosas”, y la decimoséptima que específicamente se detiene en la prohibición de todo aquello que atente contra la Iglesia Católica, los principios fundamentales del Estado y la figura del propio Franco. Ambos principios tendrán vigencia hasta la Orden del 19 de febrero de 1975, cuando se deroguen las normas del 1963 por otras menos estrictas que permitirán una mayor presencia de conductas amorales y desnudos justificados.6 Ese progresivo aperturismo se hará más incidente una vez muerto Franco e iniciado el proceso de Transición democrática, algo que en la cuestión aquí tratada puede verse en cintas tan provocadoras como “El sacerdote” (1978). Ateniéndose exclusivamente a la censura de guión, el franquismo fue desde sus comienzos muy vigilante. Tal es así que desde prácticamente la conformación del Estado franquista, la obtención de un permiso de rodaje dependía del veredicto que sobre el guión diese la institución censora de turno7. El procedimiento era sencillo, bastaba con enviar tres copias que eran devueltas con las tachaduras o los cambios de guión aconsejados. Si la película era prohibida podría recurrirse el veredicto, un recurso que fue utilizado en infinidad de ocasiones, pues frecuentemente a base de insistir se lograba que el rodaje se llevase a cabo legalmente.8 3
Juan Antonio Martínez Bretón, Influencia de la Iglesia Católica en la cinematografía española (Madrid, Harofarma, 1987) 54-56 Teodoro González Ballestero, Aspectos jurídicos de la censura cinematográfica en España (Madrid, Universidad Complutense, 1981) 172-76 5 Estos privilegios fueron obtenidos al salir a la luz las Normas provisionales de censura cinematográfica. En ellas se establecen dos instituciones para ejecutar la censura: La Comisión Nacional de Censura Cinematográfica y la Junta Superior de Censura Cinematográfica para los recursos interpuestos por los productores y autores de las películas censuradas. Ambas instituciones contaban por primera vez con un vocal eclesiástico entre sus filas. Orden Ministerial del 23 de Noviembre de 1942. 6 Orden Ministerial del 09 de febrero de 1963 por la que se aprueban las “Normas de censura cinematográfica”. 7 Con ello se pretende reseñar que el aparato institucional que controlaba la censura a lo largo del franquismo fue tremendamente mutable. En efecto, existieron unas series de refundaciones de las instituciones de censura, sin que sus criterios o comisiones se transformasen de forma severa. 8 Entre julio y septiembre de 1939 se creo el aparato básico para la censura previa de guión. De este modo la Dirección General de Propaganda establece una Orden Ministerial el 15 de julio que obliga a un control de los mismos por parte del Estado. Dos meses después el mismo organismo establece las instrucciones oportunas con el procedimiento a seguir por directores y guionistas. 4
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No obstante hasta la Orden Ministerial del 22 de mayo de 19539, que regulaba el procedimiento y los contenidos sensibles de censura del guión, la labor de permitir o prohibir películas fue muy arbitraria y reducida exclusivamente al criterio del censor. A partir de este momento esas irregularidades seguirán existiendo en menor medida progresivamente, sobre todo con la reforma hecha al respecto dentro de las Nuevas Normas de Censura Cinematográfica de 1963. Esta, salvo ciertas correcciones en torno al proceso de apelación, permanecerá en vigencia en todas las leyes hechas durante el tiempo que Francisco Franco permaneció con vida. Una vez iniciado la Transición Española la censura comenzó su progresiva desaparición hasta la derogación definitiva en 1978. Cabe destacar que desde 1976, concretamente desde una Orden ministerial del 14 de febrero, la presentación de guiones para obtener un permiso de rodaje dejará de ser obligatoria, dejando a voluntad del director y el productor la posibilidad de pasar a examen su creación.10 3. Los proyectos que lograban pasar la censura previa de guión. Si hay una palabra que se debe destacar en todas las recomendaciones hechas, tanto a priori como a posteriori, en los expedientes de censura cinematográfica destinados a películas religiosas, es el término “cautela”. En efecto, el contenido de los informes elaborados por los vocales de las diferentes juntas de censura lleva implícita la necesidad de cuidar las formas de representación escenográficas en torno a los personajes de vida consagrada. Más aun cuando estos se trataban de personajes reales de vital importancia en el seno de la Iglesia. Entre las cintas hagiográficas más representativas de esta circunstancia, Forja de almas es quizás el ejemplo más claro. Realizada en 1943, narra la vida del padre Andrés Manjón y Manjón, quien en los años 80 del siglo XIX fundó las Escuelas Ave María, obra pedagógica y evangelizadora de gran relevancia en España.11 En su expediente de censura del guión12, elaborado por Ricardo Mazo e Inocencio Guzmán, puede destacarse la necesidad de “cuidar que las fiestas que se describe en la página 12 y 13 no acaben en actitudes impropias del fin benéfico en cuyo motivo se celebran. Máxime asistiendo a ellas el Padre Manjón”. Así mismo hay ciertas tachaduras de carácter sexual en las páginas 4 y 29, una en la 24 que suprime la lección de Manjón sobre la patria que es “evolución y no revolución”, y una última en la página 29 que representa una bofetada a un niño propiciada por Andrés Manjón. La resolución final marca que la película tiene el permiso de rodaje, aunque hay un informe previo a esta, del 10 de octubre de 1942, en el que “se teme que una vez realizada, todavía resulte inferior al guión presentado” y, en consecuencia, la película no debería llevarse a cabo. Esta frase y actitud titubeante será otra circunstancia muy presente en las películas hagiográficas: ningún esfuerzo técnico o artístico es capaz de representar la magnanimidad de los santos. Incluso cuando la censura es menos crítica y se limita sólo a recordar la discreción antes cita9
“Orden ministerial del 22 de mayo de 1953 sobre permisos de rodaje de películas cinematográficas”. “Orden ministerial del 14 de febrero de 1976 por la que se suprime la obligatoriedad de presentación de guiones como trámite previo al rodaje de películas españolas.” 11 Andrés Manjón y Manjón, Hojas históricas del Ave María (Granada, Imprenta Escuela Ave María, 1915). 12 “Expediente de censura de guión de “Forja de Almas”, 1943, AGA, Caja 36/04561, expediente 964-42. 10
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da. En ese sentido, cabe recordar el expediente de censura de guión de la película “San Ignacio de Loyola” (1943), en el que se afirma que llevar a la pantalla la vida del fundador de la Compañía de Jesús es una empresa difícil.13 Esa rigurosidad en torno al escrutinio de estas obras cinematográficas se trasladaba también a la prensa. Tal es así, que en el propio expediente de censura de guión de “Forja de almas” fueron añadidos con posterioridad algunos recortes de varios periódicos (Diario de Ávila, Servicio Informativo de los Jóvenes de Acción Católica o el Ideal de Granada) se tilda a la película de artísticamente mala, a pesar de celebrar la iniciativa de llevar la vida de Andrés Manjón a la pantalla. Cuestión aparte son las cintas de la que quizás fue la más celebérrima productora de cine católico de la edad dorada del género, Aspa Producciones Cinematográficas14. La iniciativa del guionista y productor Vicente Escrivá, quien posteriormente se haría famoso por su contribución a la ficción televisiva hasta los años 90, tiene en los fondos del Archivo General de la Administración (AGA) una copia integra de los guiones, pero no se localizó en la investigación expediente alguno que dictaminase la aprobación o prohibición de los mismos. Otra circunstancia es la censura posterior a la elaboración de la película, que si que está presente e incluso incluye alguna apelación destinada a conseguir la categoría de Película de Interés Nacional o una calificación por edades que permitiese acceder a los niños al visionado de las mismas. Más allá de estos proyectos consumados, en las entrañas de los expedientes de censura de guión se pueden encontrar también algunas películas que jamás llegaron a ver la luz por motivos ajenos a la censura. Las causas que solían envolver a la cancelación o paralización de los rodajes eran frecuentemente económicas, sobre todo relacionadas con la falta de subvenciones y de protección crediticia. Por consiguiente, este factor demuestra una vez más la dependencia que la industria del cine español tuvo, y en cierta medida sigue teniendo, de la intervención estatal en los asuntos relacionados con la financiación de las cintas. Las condiciones han cambiado, antes con una motivación propagandística y ahora bajo el halo de la “inversión cultural”, pero es en estos momentos cuando la dependencia cine español-estado nace para quedarse y mantenerse ajena a otras industrias europeas en las que priman las cuestiones mercantiles o de competitividad (por ejemplo nuestra vecina Francia o el Reino Unido). Una película que destaca en los expedientes de censura de guión es “Nochebuena en los suburbios”15, cuyo guión es de 1954 y está realizado por el Padre Franciscano Laureano de las Muñecas, aunque jamás llegó a materializarse en celuloide. La relevancia de esta cinta es doble: En primer lugar por su temática de carácter social, que compartiría con otras joyas del género como “Sin la sonrisa de Dios”, “Día tras día”, “Cerca de la ciudad” o “La Guerra de Dios”, empero cabe destacar que en esta ocasión el guión parte de un religioso que dedica su vida a la atención de los más desfavorecidos en las entonces villas obreras de Vallecas y Vicálvaro. Aquí es cuando entra en juego el segundo aspecto destacable, y es la propia figura de Laureano de las Muñecas, en cuya biografía puede reseñarse el haber sido un importante dirigente 13
Expediente de censura de guión de “San Ignacio de Loyola”, 1943, AGA, Caja 36/04561, expediente 954-42. “Balarrasa” y “La señora de Fátima” fueron los primeros títulos, y quizás los más conocidos por el gran público de esta iniciativa empresarial. Para la Iglesia, cuyos miembros jerárquicos eran asesores religiosos, encontraron en Aspa P.C. el canal ideal de difusión de la Fe, a falta de una productora propia que funcionase con éxito y a base de suscriciones de los feligreses. 15 Expediente de censura de guión de “Nochebuena en los suburbios”, 1954, AGA, Caja 36/0473, expediente 79. 14
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en Falange durante la Guerra Civil16 y el director de la Campaña de Humanización de los Suburbios en los años 50. Su ideología se identifica, por tanto, con la rama social de la Falange y con el clero más combativo y a favor de la mejora de las condiciones de vida de los extrarradios. Dentro del mundo cinematográfico habrá otro falangista destacado, José Antonio Nieves Conde, quien en su película “Surcos” denunciará las condiciones infrahumanas de los ghettos madrileños, concretamente en aquellos que se instalaban la mano de obra excedente del campo. Ahora bien, el guión de “Surcos” poco o nada tiene que ver con el de “Nochebuena en los suburbios”. Sí al primer largometraje la censura y el propio gobierno de Franco le tildó de peligroso y de demasiado crudo, los vocales de la Junta de Censura Cinematográfica califican al guión de Laureano de las Muñecas de ser demasiado simple y dulzón en sus planteamientos. No es la primera vez que ocurren estas críticas en una película de similares características, más si cabe teniendo en cuenta que los problemas de marginalidad en las ciudades eran un asunto delicado para una dictadura que anunciaba a bombo y platillo haber brindado el bienestar a todos los españoles. Por ello no se encuentra un posicionamiento oficial entorno al tema que sea bien definido entre los censores y, en general, dentro de todo el aparato de las instituciones culturales. La consecuencia esencial de esta absoluta subjetividad es que la censura o aprobación de los proyectos estaba atada íntimamente al vocal censor de turno y a su criterio personal. Es cierto que ocurría así con todas la películas, pero era en estos casos cuando los artistas no poseían de aquellos recursos argumentales que permitiesen obtener el favor de las autoridades de la Censura. Con todo ello, el contenido final del expediente es una sucesión de frases muy duras hacia el guión que bien definen la ideología de los vocales. “Pretender que los ricos solucionen un problema social tan grave pensando en la doctrina de Cristo, en su infinita caridad, es algo así como aspirar a suprimir la guerra contando las maravillas de la paz” es sin duda un segmento que refleja la ideología falangista del vocal, mientras que otros mucho más cercanos a la familia católica preservan más por los contenidos religiosos o morales del cine. Así Antonio Fraguas Saavedra, escritor y uno de los censores más prolíficos de la institución, habla de un “Nulo, seguramente, valor cinematográfico del guión. Nulo valor literario, quizás contraproducente valor moral y religioso y contraproducente matiz político y social”. Por último, y esto sería un factor casi habitual en muchos expedientes de censura previa y posterior, se destaca la larga duración de la historia. Esto demuestra que a los censores se les hacía bastante pesadas las lecturas o visionados de los productos católicos, pensando que podían resolverse con unos argumentos mucho más directos y carentes de una redundancia en las bondades de las personas dedicadas “en cuerpo y alma” a Cristo. Más extraño aun era cuando el proyecto no gozaba de éxito a pesar de no solamente gozar de la buena opinión de la cúpula censora, sino que incluso remitían protección especial que otorgase beneficios económicos públicos para la elaboración de la producción cinematográfica. Se puede ignorar si finalmente los consiguió o tan solo fue una propuesta caída en saco roto, lo cierto es que en el Archivo AGA se pueden encontrar proyectos escritos por reconocidos guionistas que finalmente no salieron a la luz. Así pasó con la adaptación de la obra del Padre 16
ABC (Sevilla), 10 dic. 1937, p. 21. “Aniversario de los mártires del Alfonso Pérez, asesinados en la bahía de Santander”.
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La voz que nos es dada. Censura de guión e Iglesia durante el franquismo
Isla, “Fray Gerundio de Campazas”17, la cual estaba elaborada por el guionista mexicano Benito Alazraki. En efecto, palabras como las del vocal Marcelo Arrelta, que definían al escrito como “un guión que recoge la esencia del famoso libro, que intenta plasmar en el cine el problema didáctico” no son suficientes, como tampoco la petición de protección estatal expendida en junio de 1967. Nada se sabe de la película, y en la filmografía del guionista no aparece ningún contenido que le vincule a una versión de este clásico de la literatura española. En definitiva, y recapitulando las ideas básicas de este apartado, el cine basado en gentes de vida consagrada no tuvo siempre el beneplácito de la censura y tuvo que soportar fuertes críticas. El peso de narrar historias de Fe en un Estado cuya ideología dependía del arraigo a las ideas católicas provocaba que cada fotograma fuese mirado con lupa, que cada producción contuviese correcta doctrina acorde al Nacionalcatolicismo imperante y, sobre todo, que se huyese de la banalización de contenidos. Susodicha vulgarización de lo divino incidió especialmente en el continuo aviso de que la comedia no podía aparecer en estas cintas. Sin embargo, la historia del cine español nos demuestra que no fue así, y que finalmente aparecieron productos con cierto tono de guasa incluso en los propios tiempos del franquismo. Véase sino la cinta de Vicente Escrivá, Un curita cañón. 4. Comedias y blasfemias para un cine inmaculado. Si en el anterior epígrafe se han analizado productos que obtuvieron la gracia de las sucesivas juntas de censura, en este episodio se tratarán en su mayoría de películas prohibidas o que cuya aprobación final resultó compleja y no exenta de varias versiones del guión. Todo este grupo de películas puede entenderse como una nueva manera de entender los dogmas de la fe católica, un intento de evangelizar a una sociedad que mutaba de una forma rápida y errática; o simplemente savia nueva para una cinematografía católica que en los años 60 había entrado en declive y que en los 70 no encontraba mercado alguno ante las sugerentes curvas femeninas que, poco a poco, se hacían con la cuota de la taquilla española ¿El Destape mató al cine católico? Seguramente no, pues ya era un género moribundo antes de que la censura llegase a unas cotas en las que se permitiese mostrar e insinuar explícitamente sexo en el cine. No obstante, la escueta capacidad creadora que los cineastas tenían entorno a los temas sacros si que pudo ser la causante de su desaparición. En otras palabras, los argumentos permitidos por la censura se acabaron o se repitieron hasta la saciedad, mientras que las nuevas formas de ofrecer el mensaje de salvación y redención eran, cuanto menos, escandalosas para los dueños de la tijera. Con ello se entró en la eterna cuestión de si el supuesto fin de estas películas, que era mostrar las bondades del catolicismo y su mensaje, justificaba unos medios que en ocasiones se sumergían en aspectos tabú (mayormente el voto de castidad del clero). El resultado fue claro: la censura se relajó, pero ante los temas de Iglesia siguió habiendo grandes dilemas y dificultades. En el terreno de la censura de guión, el AGA ofrece varios ejemplos documentales para ilustrar esta situación de una forma clara. Su seno contiene numerosos guiones prohibidos y algún caso particular, tanto por el autor del escrito como por el proceso, en el que obtuvo el permiso para materializarse en largometraje. 17
Expediente de censura de guión de la película “Fray Gerundio de Campazas”, 1967, AGA, caja 36/04605, expediente 730.
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De esta última naturaleza es destacable “Un curita cañón”, una película estrenada en el año 1974, pero de la que ya existen dos guiones previos siete años antes. Escritos ambos prohibidos por la censura, ya que las actitudes mostradas por el sacerdote protagonista y la representación de un reverendo americano en actitudes mucho más positivas que un cura católico español eran inaceptables para la censura. Así las dos versiones presentadas para deliberación de la Junta de Censura son prohibidas en las sesiones del 7 y el 12 de diciembre de 1967 respectivamente18. En una de ellas cabe destacar las palabras del censor eclesiástico, Reverendo Luis Fierro, quien pide cambios en el guión y dignidad en el rodaje. Hasta aquí se podría presenciar otra película más que pretende ofrecer una visión burlesca y cómica del oficio sacerdotal, tan de moda a finales de los 60 como se ha dicho en las primeras páginas. Sin embargo cabe remarcar varios aspectos importantes, empezando por la autoría del guión y terminando por la deriva del guión hasta el producto final. “Un curita cañón” fue una película producida por ASPA P.C., y su guión escrito por Vicente Escrivá. La dirección sufrió cambios, pues si en un primer momento el director iba a ser Ramón Fernández, finalmente la cinta sería dirigida por Luis María Delgado. El guión perdería acidez, aunque conservaría ciertos aspectos que en los setenta ya si tenían cabida en el conjunto temático de la cinematografía española. En 1974 ya se podía, por ejemplo, mostrar un número musical de mujeres ligeras de ropa en una cinta cuyo protagonista es un sacerdote. Atrás quedan los días de “Balarrasa”, la película en la que Fernando Fernán Gómez salvaba a su familia, y entre ellos a su hermana, del mundo de la noche. En apenas 20 años la sociedad española cambió de una forma radical, y con ella también las iniciativas de productoras que en su origen habían pretendido transmitir las bondades de una vida pulcra católica, pero que finalmente tuvieron que adaptarse a los nuevos gustos de los espectadores. En 1967 la comedia blanca católica tenía cabida, quizás casi de forma crepuscular, en los setenta ya no era posible. Si “Un curita cañón” fue una cinta mal vista por los censores, aun peores fueron los veredictos en aquellas películas que partían de iniciativas ajenas a lo que había sido el cine católico de los años 50. Ese es el caso de “Un cura en el infierno”19, producción de 1970 que, en palabras de su autor, pretendía demostrar las bondades del voto de castidad ofreciendo un crudo retrato de lo que sería la jerarquía católica sin el mismo. El argumento comienza cuando el sacerdote Casto Casado atropella accidentalmente a Encarna y en su auxilio existe un flirteo que hace caer al consagrado en un sueño. En este ambiente onírico la Iglesia Católica suprime el voto de castidad y Casto se casa con Encarna, teniendo cinco hijos. Sin embargo, la labor de pastor de hombres comienza a ser irreconciliable con la vida familiar, terminando este sueño con la figura de Casto Casado estrangulando a Encarna y asesinándola. Como se puede observar para este argumento su quema era insalvable, pero no solamente era la historia principal lo que hacían saltar chispas en la Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos, sino también ciertos episodios como la presencia de obispos casados y escenas de tipo sexual que implicaban verbal y de facto a miembros de la jerarquía católica. Por todo ello, en las reuniones del 15 de junio de 1970 y en otra celebrada con breve posterioridad, la película es prohibida al violar los artículos 14, 17 y 18 de las Nuevas Normas de Censura 18
Expediente de censura de guión de “Un curita cañón”, 1969, AGA, caja 36/04609, expediente 760-67. Expediente de censura de guión de “Un cura en el infierno”, 1970, AGA, caja 36/04629, expediente 976.
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Cinematográfica. En otras palabras, por hacer trato irrespetuoso de unas creencias y normas que exigen cierto orden, por atentar contra la Iglesia Católica y por contener demasiadas escenas que crean un contexto vulgar y sin valor artístico. Esto conllevó a que la película no haya visto la luz hasta el día de hoy. 5. La Sagrada Biblia y sus preceptos erróneamente interpretados. En este último apartado se pretende traer a colación ciertos intentos de interpretar libremente la Sagrada Escritura, fundamentalmente trasladándola a contextos cronológicamente situados en el siglo XX. Tal recurso temático ya se había llevado con verdadero éxito en el cine de Hollywood desde prácticamente sus orígenes, como por ejemplo en la primera versión de los “Diez Mandamientos” de Cecil B. De Mille. Estrenada en noviembre de 1923 en EEUU, esta película se divide en dos segmentos: el primero destinado a reflejar de una forma épica la historia bíblica de Moisés, y una segunda parte en la que se desarrolla la parábola contemporánea de un constructor corrupto de templos. Otro ejemplo sería la cinta “Los verdes prados” (1936), en la que la Biblia es interpretada y visualizada desde una óptica afroamericana de un pastor rural. En España hubo intentos para emular, siempre desde las posibilidades materiales y los gustos locales, este tipo de historias bíblicas, las cuales siempre se toparon siempre con el no rotundo de la censura, que las consideraba irreverentes y perjudiciales para la salud espiritual de los católicos. Un primer vestigio sería el guión de “Los Diez Mandamientos”, elaborado en 1949 y prohibido por la censura el 31 de diciembre del mismo año20. En él se desarrollaba la historia de Nicolasa, una sirvienta que seguía las leyes de Dios allá por donde iba y que pretendía ser icono de la bondad en su tiempo. Sin embargo hubo dos factores que fueron decisivos para que jamás viese la luz. El primero de ellos fue el propio título, que podría llevar a equívocos y que supone una interpretación ajena a la Iglesia de los diez preceptos básicos para el buen católico, mientras que un segundo contrapunto sería la propia clase de la protagonista. En efecto, el hecho de ser sirvienta y papel principal no parece que cuaje para los vocales de una censura que, como ya se ha citado en este y otros textos, contiene mayores matices políticos que en expediente posteriores a los años 40. Un hecho que puede parecer paradójico teniendo en cuenta la mayor presencia de la Falange en las instituciones de censura de los 40. Un partido único interclasista que quería acoger en su seno a todas las capas sociales, pero que en este caso aconseja sustituir a la sirvienta por una señorita de familia bien avenida ¿Mayor efecto del mensaje en las masas? ¿Mejores posibilidades en la taquilla? ¿Demasiado arriesgado el sustraer un tema tan elevado en las clases bajas? Posiblemente una conjunción de estas tres causas permite responder a la petición de este cambio en el guión. En la primera mitad de los 50 sería la historia de “Barrabás” la que se intentaría adaptar a los tiempos de entonces, aunque también fue condenada y prohibida. Si en “Los Diez Mandamientos” se apelaba a la clase como fact totum de la censura total, en este caso el grupo de vocales, entre los que se destacaba el ya citado Antonio Fraguas Saavedra, el Reverendo Padre Mauricio de Begoña y Juan Fernández Rodríguez, destacan que el guión es de “escaso valor, 20
Expediente de censura de guión de “Los Diez Mandamientos”, 1949, AGA, caja 36/04570, expediente 00014.
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osado, lleno de irreverencias e inaceptado por la sociedad española”21. En otras palabras, asumen que un público acostumbrado a los sermones y prácticas de una de las iglesias más conservadoras de Europa, no vería con buenos ojos susodicha profanación de los textos bíblicos. Y en cierta medida tienen razón, pues hay que contar el mensaje transmitido a los feligreses contenía un fuerte componente destinado a la vigilancia de las herejías y deformaciones del dogma, así como a la figura de España entorno al liderazgo de la cruzada espiritual en occidente. Una idea que aquellos que habían vivido la Guerra Civil habían visto nacer del aparato ideológico franquista y que en los primeros tiempos de la dictadura fue continuamente rescatada para remarcar el carácter anticomunista del franquismo. Los dos últimos expedientes estudiados contienen una serie de películas que trasladan la figura de Cristo no solamente al presente, sino al futuro. Esta circunstancia no solamente radicaba un peligro de carácter religioso, sino también de cara a la representación del mañana en términos sociopolíticos. El primero de ellos se trata de “Alfa y Omega”, escrito por José María Oliveira Aldamiz y prohibido el 20 de marzo de 196922. En sus páginas se sumerge al espectador en un futuro lejano, donde a través de un moderno televisor conectado al cerebro las personas pueden conectarse con Dios. En ese contexto se sitúa Johan Elías, quien se convertirá en el nuevo redentor de un mundo corrupto y abandonado al libre albedrío por la deidad. Evidentemente esta historia no fue del gusto de los vocales de la censura. Con presencia de dos vocales eclesiásticos y tres laicos, cabe sustraer las palabras del Padre Villares, quien afirma que “el único que puede revisar los conceptos sagrados es el Magisterio”. A su vez, el laico Pedro Rodrigo afirma que se trata de una “interpretación libérrima de la Biblia, entremés moderno, pirueta teológica”. El descontento es palpable y por unanimidad “Alfa y Omega” jamás verá la luz. Años más tarde, con el subtítulo de “Evangelios adaptados a la vida actual” y con un aviso de que la película crea “episodios imaginados” de la vida del Mesías, es llevado a escrutinio el guión de “Jesucristo 85”23. La revisión en los años setenta de Jesucristo fue acogida tanto a la derecha como a la izquierda del marco político-ideológico. Y no sólo fue una circunstancia acaecida en España, donde el espíritu del Concilio Vaticano II había abierto las mentes de una buena parte de la Iglesia, que miraba su rumbo hacia unas vías mucho más aperturistas y donde el papel del apostolado laico fuese más relevante. Quizás el ejemplo más relevante, y génesis de estos guiones tan arriesgados, fue la película estadounidense “Jesucristo Superstar”. En ella se traslada la figura de Jesucristo a una clave acorde al movimiento hippie, acompañada por una serie de escenas musicales en clave pop-rock. Sin embargo la Dirección General de Cinematografía española no vio en estos cambios ningún efecto positivo, es más, los criticó y acusó de blasfemias irrespetuosas a la Fe. En consecuencia, “Jesucristo 85” fue prohibido en sus dos versiones del guión. La primera sería la presentada en el informe del 28 de septiembre de 1974, mientras que la segunda es juzgada el 25 de marzo de 1975; ya bajo las nuevas normas de censura de febrero del mismo año24. No 21
Expediente de censura de guión de “Barrabás”, 1954, AGA, caja 36/04573, expediente 00080. Expediente de censura de guión de “Alfa y Omega”, 1969, AGA, caja 36/04618. Expediente de censura de guión de “Jesucristo 85”, 1974-75, AGA, caja 36/04655, expediente 571. 24 “Orden de 19 de febrero de 1975, del Ministerio de Información y Turismo, por la que se establecen normas de calificación cinematográfica·. 22 23
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obstante, el veredicto solo cambió de artículo, en 1974 se aludía al ya familiar artículo 17 de las normas de 1973 y en 1975 al articulo 5f. Los dos decían lo mismo: no se permitirá el rodaje de ninguna película que no respete las creencias religiosas católicas. 6. Conclusiones. A través de este breve recorrido por varios de los juicios emanados a películas de índole religiosa, se puede apreciar el conflicto entre autores y censores es constante, tanto en los años en los que los guiones se podían permitir menos licencias como en aquellos en los que una falsa relajación de la censura aventuró a realizar proyectos más arriesgados. De este modo, la censura se demostró como una institución de otro tiempo, y que si en aspectos morales o de naturaleza sexual evolucionó tímidamente, en lo referente a lo sagrado fue inmutable y rígida. Por otra parte es normal, los directores de cinematografía cambiaban al mismo tiempo que muchos de los vocales de censura se mantuvieron en el puesto durante largos periodos del franquismo. De este modo la sociedad derivó hacia rutas en las que las reflexiones acerca de las creencias religiosas fuesen permitidas, pero la evolución ideológica de los que juzgaban a la cinematografía fue inmutable o poco acusada. El aparato jurídico tampoco ayudó. Hasta la muerte de Francisco Franco apenas se aprecia el aperturismo en términos legales, forzados todos ellos por un proceso de Transición democrática imparable. Así, tras el fallecimiento del dictador y con un bunker resistiendo a los envites demócratas, era inevitable la modificación de la norma censora si se quería asegurar alguna posibilidad de supervivencia. La circunstancia histórica, la demanda política y los gustos populares no lo permitieron. La jerarquía eclesiástica también vio diezmada su influencia a la hora de decidir que podía o no ver en los cines. Su criterio moral y artístico comenzó perder relevancia y a quedar relegado a los organismos propios de la Conferencia Episcopal, si bien condenó muchas de las producciones que comenzaron a aflorar en la época y que se declaraban abiertamente combativas o anticlericales. Es en estos momentos cuando ya la comedia pudo reírse abiertamente del clero y los ritos, o cuando los dramas finalmente abarcaron la tensión humana ante el voto de castidad. A la luz de los hechos muchas de estas nuevas cintas se pueden calificar de sensacionalista o bajo el flujo del exploitation, un subgénero que se recreó en muchas ocasiones en los aspectos sexuales y violentos que la condición humana posee (o que al menos el público apoyó con éxito por entonces). En todo caso no es deseo de este ensayo entrar a juzgar la cinematografía de antes y de después de la censura, empero lo cierto es que todas estas películas no se podrían entender si no hubiese existido la coacción y el tijeretazo del Estado, unos cortes que no han podido ser sepultados por el tiempo y el estudio de la historia del cine español. Tarea de los historiadores es rescatarlos del olvido y preguntarse por sus matices políticos (su reacción o no contra el discurso gubernamental), económicos (relación de costes y subvenciones) o sociales (oferta y demanda del público).
Bibliografía Añover Díaz, Rosa, La política administrativa en el cine español y su vertiente censora (Madrid, Universidad Complutense, 1992). – 77 –
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C
uando el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha tornó de su primera salida postrado y maltrecho, no les cupo la menor duda ni al señor cura, ni a maese Nicolás, el barbero, ni por supuesto, a su sobrina y su ama, sobre quién debía recaer la culpa de aquella desventura. Habían sido las obras que nutrían la biblioteca de Alonso Quijano las que habían trastornado su entendimiento y habían llenado su seso de quimeras. Por ello, y para evitar que el mal se prolongase o se cobrara nuevas víctimas, convenía aprovechar la convalecencia del hidalgo para expurgar su biblioteca. Tal era el poder que se concedía a lo escrito, que el ama pretendía exorcizar los espíritus malignos que habitaban en la letra de molde con agua bendita. Se abrió una ventana al patio y por ella salió aquella colección de libros que el bueno de Alonso Quijano había reunido al precio de vender parte de sus tierras. Aquella noche el ama alimentó la hoguera con aquellos volúmenes en los que el mal se emboscaba y que, si de ella hubiese dependido, habrían sido todos, sin excepción, los que poseía su señor. Tres siglos después, en mayo de 1939, con motivo del Día del Libro, y no sabemos si para rendir de esta guisa homenaje a Cervantes o al ama de Alonso Quijano, se organizó en el patio de la Universidad Central un auto de fe en el que arderían , como proclamó enfáticamente el catedrático Antonio Luna, “los libros separatistas, los liberales, los marxistas, los de la leyenda negra, los anticatólicos, los del romanticismo enfermizo y extravagante, los cursis, los cobardes, los seudocientíficos, los textos malos y los periódicos chabacanos. E incluimos en nuestro índice a Sabino Arana, J.J. Rousseau, Carlos Marx, Voltaire, Lamartine, Maximo Gorki, Remarque, Freud y Heraldo de Madrid”1.
El ama recelaba de los siniestros encantadores que poblaban las páginas predilectas de Don Quijote y, como si el tiempo pasase, pero el “genio” de España permaneciera incólume, los nuevos amos del país, los militares sublevados el 18 de julio y sus conmilitones civiles, los 1
Ramón Salaberría, “La larga marcha de Juan Vicéns” en Vicéns, Juan, España viva. El pueblo a la conquista de la cultura, (Madrid: Vosa & Asociación Educación y Bibliotecas, 2002), 25
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antiguos cedistas, los renovados falangistas, los monárquicos alfonsinos y los sempiternos carlistas, volvieron a buscar en el fuego la manera de contrarrestar los poderes magníficos y maléficos que atribuían a lo escrito. ¿ Acaso una generación de españoles habían perdido el juicio y se habían lanzado a los caminos de la política y la revolución a deshacer entuertos después de pasar las noches en vela leyendo, hasta secarse los párpados, a Voltaire y a Karl Marx? Mucho me temo que a la mayoría de los españoles que abrazaron sinceramente la causa de la II República la lectura de muchos pasajes de El Capital les habría resultado tan inteligible como aquel fragmento que con tanta unción leía Alonso Quijano y que rezaba eso de “ la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura”. Sin embargo, este miedo al influjo pernicioso que los libros podían ejercer sobre las mentalidades y la realidad social estaba en proporción directa a las grandes esperanzas que la II República depositó en la capacidad salvífica y regeneradora de los buenos maestros y las buenas lecturas. En el preámbulo de un Decreto de 22 de agosto de 1931, por el que se obligaba a todas las bibliotecas dependientes del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes a disponer de una sección circulante abierta a todos, podía leerse una poética síntesis del ideario que animaba a los legisladores republicanos: “La falta de libros ha desviado más destinos humanos que la falta de Escuelas. La falta de Escuelas ha impedido que nacieran alas en muchas almas; la falta de libros ha roto muchas alas que habían iniciado el vuelo”2.
Fue la II República, sin pretenderlo, con su sincero entusiasmo, con su fe encendida, la que hizo que, a ojos de los sublevados, los libros y los maestros apareciesen como adversarios fabulosos; fue ella la que agrandó la talla de unos y otros, quien elevó al maestro de escuela y a la novela a la altura de los colosos y convenció a sus enemigos de que luchar contra ellos sería una nueva gigantomaquia. El cura y el barbero irrumpieron en la biblioteca de don Quijote, la expurgaron y después volvieron a sus quehaceres, convencidos de que ya habían atajado el problema después de tapiar el acceso a la estancia. El cura y el barbero a quienes el régimen del general Franco entregó las llaves de la biblioteca de todo un pueblo diezmaron sus estantes pero, en 1939, tratar de tapiar los accesos a la lectura se antojaba una pretensión casi tan irrealizable como ponerle puertas al campo, por lo que, por si los locos volvían a las andadas, decidieron permanecer en su puesto, siempre vigilantes. Pero, pensaron, por qué esperar a que los libros lleguen a nosotros, impresos y encuadernados, cuando, en estos tiempos de postguerra, hasta el papel es un bien escaso y debe establecerse un orden de prelación en su acceso basado en sólidos criterios de orden moral y cultural3. Anticipémonos, mudémonos a la imprenta, pidamos allí los manuscritos, autoricemos entonces las buenas obras, enmendemos aquellas perfectibles y condenemos las malas cuando sean sólo un rimero de cuartillas. Hasta 1966 los curas y barberos del franquismo, a diferencia del licenciado Pero Pérez y Maese Nicolás, optaron por un modelo de censura preventiva, que obligaba a todo editor a 2
Luis García Ejarque, Historia de la lectura pública en España (Gijón, Trea, 2000), 187. Eduardo Ruiz Bautista, Los señores del libro: propagandistas, censores y bibliotecarios en el primer franquismo, (Gijón: Trea, 2005), 313-16.
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presentar a examen aquellas obras recogidas en su plan editorial como paso previo e ineludible a la publicación. Sin embargo, y como señala Manuel Peña en su excelente estudio de las modalidades censorias presentes en el gran texto cervantino, del hecho de que los dos vecinos de Alonso Quijano recurrieran a la censura reactiva o a posteriori no cabe inferirse que desconocieran o abominaran del sistema que imperó en la España de Franco hasta la Ley Fraga, pues en otro punto de la novela, en el capítulo 48, podemos escuchar al cura realizando un llamamiento a la censura “a priori”, si bien para las obras teatrales, a su entender dechados de vicios y defectos4: “Y todos estos inconvenientes cesarían, y aún otros muchos más que no digo, con que hubiese en la corte una persona inteligente y discreta que examinase todas las comedias antes de que se representasen” . A pesar de que el antes o el después en la actuación censoria separaban a los curas y barberos franquistas de los cervantinos, su actitud ante los libros y la lectura, así como las fórmulas aplicables a las diferentes categorías morales de obras, volvían a reconciliarlos. Por la ventana abierta al patio se precipitaron aquellas obras irrecuperables, esencialmente nocivas, perjudiciales para todo lector, por su forma y por su fondo, tales como Las sergas de Esplandián, El Caballero Platir Amadis de Grecia o Florismarte de Hicarnia . Del mismo modo, los censores del franquismo tampoco creían en la bondad intrínseca de la lectura y no admitían más arreglo que la destrucción para aquellos títulos que figuraban o podrían figurar en el Index librorum prohibitorum et expurgatorum de la Santa Madre Iglesia, los que criticaban o eran hostiles al régimen en su ideología o en sus prácticas, así como las que cuestionaban los supuestos historiográficos que legitimaban ambas, aquellas tachadas de inmorales, las que invitaban a romper el orden establecido (la paz del cementerio), las apologías del liberalismo y la democracia, las que defendían, divulgaban o interpretaban la realidad desde el marxismo5. Si los efectos de la exposición continuada a los libros de caballería podían apreciarse en la triste figura que componía Don Quijote , las secuelas de leer a Voltaire, Baudelaire, Víctor Hugo, Erich María Remarke, Marx, Blasco Ibáñez o los noventayochistas se traducían, en opinión de los censores franquistas, en un país en ruinas, con los cementerios y las cunetas llenas de cadáveres y las cárceles atestadas. El canónigo que, desde el capítulo 47, platica con el cura de don Quijote llama la atención sobre otros dos cargos que son imputables a los libros de caballerías: en primer lugar, son obras concebidas como puro entretenimiento, algo que tampoco a los censores del franquismo dejaba indiferentes. Las lecturas populares, las novelas rosas y negras, los títulos de aventuras y vaqueros, fueron objeto de persecución por parte de la censura franquista que, con la excusa de salvaguardar a la infancia de los malos ejemplos que estas obras brindaban, trató de atajar esta vía de escape de la realidad circundante que, además, robaba papel, tiempo y voluntades que podrían emplearse en la lectura del “canon” del régimen con mayor aprovechamiento. Así, en 1942 la censura apercibía al Instituto Nacional del Libro Español (INLE) , a quien incumbía la supervisión de los planes editoriales, sobre su determinación de que sólo se autorizasen “el mínimun de novelas de tipo policiaco , donde abundan la degeneración, el juego, los vicios, venganzas, robos y crímenes”6 4
Manuel Peña, “El donoso y grande escrutinio o las caras de la censura” Hispania, LXV/3, núm. 221, (2005),939-56 Manuel L. Abellán, Censura y creación literaria en España (1938-1976), (Barcelona: Península, 1980), 112. Archivo General de la Administración (AGA)- Cultura: 104
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En segundo lugar, en opinión del canónigo de Toledo la mayoría de las novelas de caballería , aunque del gusto del vulgo, carecían de cualquier asomo de arte, armonía y estructura, lo que es tanto como decir que estaban “mal escritas”. La mayor o menor valía literaria constituía otro factor a tener en consideración, y en ocasiones podía resultar determinante a la hora de emitir un dictamen censorio, tanto en la Mancha del siglo XVII como en la España del XX. Aunque se reconoce que el Amadis de Gaula bien merecería el fuego como “dogmatizador de una secta tan mala” como la de los libros de caballerías, habría de salvarse finalmente por intercesión de maese Nicolás, quien en su defensa adujo que era “el mejor de todos los libros que deste género se han compuesto; y así, como a único de su arte”. Igualmente cuando en la inmediata postguerra se propuso la erradicación de la novela popular de crímenes y asesinatos, el sumo barbero, el Vicesecretario de Educación Popular, quiso librar de la quema aquellas obras dotadas de “plena solvencia literaria”7. Dos décadas después, a mediados de los años sesenta, los censores no habían perdido su vocación frustrada de críticos literarios y El túnel, de Ernesto Sábato no fue autorizada por tratarse de una obra, en opinión del censor de turno, pornográfica. La casa verde, de Vargas Llosa, también, pero podía disculpársele por su “tipismo y calidad literaria”8. Junto con las obras substancialmente dañinas, estaban aquellas que sólo lo eran para una determinada casta lectora, la menos formada y, por ende vulnerable a las añagazas que les tendían los autores aviesos. Tirante el Blanco, de Joan Martorell, escondía en palabras del cura “un tesoro de contento y una mina de pasatiempos” y podía tenerse “por el mejor libro del mundo”, lo que no quitaba para que su autor mereciera “pues no hizo tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida”. Semejante obra no debía quedar al alcance de don Quijote, pero no había inconveniente en que el barbero lo llevase a su casa y lo leyera con todas las bendiciones del licenciado Pero Pérez. Maese Nicolás podía leer sin peligro Tirante el Blanco , pero otras obras quizá sobrepasaran su competencia como lector. Como un libro suele dar pie a hablar de su parentela, el cura se plantea que haría si se topase en aquella colección con Orlando furioso, de Ariosto, y de sus palabras se deduce que, si fuera traducción, tendría mal fin, más si estuviese en su lengua vernácula sería objeto de su devoción. El barbero disponía de este volumen en italiano, pero ha de confesar su incapacidad para entenderlo, a lo que responde el señor cura que “Ni aun fuera bien que vos lo entendiéredes”. Los curas y barberos del Franquismo compartían semejantes prevenciones. Así para Lasso de la Vega, primer gestor del Servicio Nacional de Archivos , Bibliotecas y Propiedad Intelectual del Nuevo Estado, los libros, como los fármacos, no podían dejarse al alcance de cualquiera, pues en las bibliotecas, como en las boticas, podían encontrarse venenos letales para todos, así como determinadas obras, aptas para intelectos robustos, que podían, sin embargo, dañar a aquellos más débiles e impresionables9. Los servicios de censura, por su parte, en ocasiones prohibían la publicación de una determinada obra, como las de Stendhal o Balzac, pero sólo en sus ediciones populares, autorizándose su lectura “ a eruditos”, entendiendo por tales a los brahmanes de 7
AGA- Cultura: 104, 28 de octubre de 1941 Gloria R. Downing, Los escritores hispanoamericanos y la censura franquista: 1939-1976 ( Michigan: U.M.I. Dissertation Services, 1992). 209-16. 9 Alicia Alted Vigil, La política del nuevo estado sobre el patrimonio cultural y la educación durante la guerra civil española (Madrid: Ministerio de Cultura, 1984), 55 8
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la lectura y personas de incuestionable solvencia moral y política10. Un lector popular, al enfrentarse a la Historia del Mundo Moderno, de la editorial Sopena, podía sacar de la lectura de los capítulos dedicados a las guerras de religión conclusiones próximas a las defendidas por la historiografía “protestante y antiespañolista”, por lo que esta obra debía pasar a la reserva de los eruditos, pues sin duda ellos sabrían oponer a lo expuesto los mejores argumentos nacionalcatolicistas11. Cabe aclarar que se reservaban “para eruditos” títulos que podían ejercer una influencia malsana en el lector inmaduro, pero que dicho lector consideraba adecuadas y asequibles a su registro cultural (por más que la censura discrepase en este punto). Sin embargo, se podía autorizar la publicación de una novela como La central eléctrica, de José Luis Pacheco , ya que, como rezaba en su expediente de censura, “al ser muy intelectual su exposición, no creo que tenga mucha difusión. Y los que la lean tienen más criterios”12. Salvados los círculos del infierno, se alcanzaban las terrazas del purgatorio donde acababan aquellos libros necesitados de enmiendas para acceder al paraíso, como la Diana de Jorge de Montemayor, que podía escapar de las llamas si se despojaba de “todo aquello que trata de la sabia Felicia y de la agua encantada, y casi todos los versos mayores”. También el afamado Don Belianís se salvaría del castigo capital que con tanta presteza sentenciaban el cura y el barbero, pero no íntegro, pues en él encontraba el religioso motivos de reprobación que hasta que fuesen subsanados por la cuchilla, forzaban a confinar aquella obra en casa del barbero con la consigna de que “no los dejéis leer a ninguno”. Los curas y barberos de la dictadura compartían esta inclinación a perfeccionar las obras ajenas y sería imposible llevar una cuenta cabal de las obras mutiladas o corregidas, como tuvo oportunidad de comprobar el premio nobel Vargas Llosa cuando quiso publicar su novela Los impostores, rebautizada para la posteridad como La ciudad y los perros o las todavía más arduas composturas a las que habría de avenirse Cabrera Infante para ver en las librerías su Vista del amanecer desde el Trópico, finalmente Tres Tristes Tigres13. Por último, tendríamos las obras que podrían calificarse de buenas y, por ende, dignas de recomendarse, como La araucana, de Alonso de Ercilla, El Cancionero, de López Maldonado o Los diez libros de Fortuna de Amor, de Antonio Lofraso, libro tan estimable que, en opinión de Pero Pérez “el que no lo ha leído puede hacer cuenta de que no ha leído jamás cosa de gusto”. Los censores del franquismo habrían dado por buenos los juicios de aquel cura que les precediera en funciones de censura. Es más, habrían recomendado vivamente la lectura del propio Quijote, pues como señalaría la Delegación Nacional de Propaganda, si persistían en “no autorizar aquellas obras, que, sin encerrar ninguna enseñanza, carecen de arquitectura gramatical” era con objeto de “fomentar la lectura de nuestros literatos del Siglo de Oro y sobre todo de aquellos libros que, por su carácter clásico, bueno, recreativo o educativo, sirvan de enseñanza a la educación popular”14. Cabe colegir que entre ellos se contarían los que los servicios de propaganda editorial del régimen, así como la Editora Nacional, propagandista también a su “alta maniera”, estaban distribuyendo por librerías y bibliotecas 10
Eduardo Ruiz Bautista, Los señores del libro, 299-300 Eduardo Ruiz Bautista, Los señores del libro, 304-5 Francisco Álamo Felices, La censura franquista en la novela española de postguerra: (Análisis e informes) (Granada : Investigación & Crítica, Ideología Literaria en España, 2005), 80 13 Nuria Prats Fons,”La censura ante la novela hispanoamericana” en Marco, Joaquín y Gracia, Jordi. (eds.): La llegada de los bárbaros: la recepción de la literatura hispanoamericana en España.1960-1981 ( Barcelona: Edhasa, 2004), 201-10. 14 AGA- Cultura: 105 11
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Eduardo Ruiz Bautista
“porque consideramos esencial fomentar hasta el límite máximo la extensión de los fundamentos y tendencias de nuestra Revolución haciendo todos los esfuerzos posibles para conseguir incrustarla en el entendimiento y el corazón de los españoles en bien de los mismos y de la Patria por consiguiente”15.
Sin embargo, por mucho que se nos asegure que es “en nuestro bien”, existe una resistencia natural a que se nos “incruste” en la carne, la mente o el alma cualquier cuerpo, idea o sentimiento, por lo que los agentes encargados de difundir tan beneficiosas lecturas tuvieron que sobrepasar con frecuencia la línea que separa el lícito comercio de la intimidación y la venta bajo coacción16. Me resulta harto sugerente la imagen de los censores del franquismo como la encarnación del espíritu de aquel cura y aquel barbero que hicieron estragos en la biblioteca de Alonso Quijano. No comparto la interpretación de aquellos que, como Ruiz Pérez, atribuyen en exclusiva el papel de censoras al ama y la sobrina, con las connotaciones de represión y destrucción que lleva aparejado el cargo, mientras que califican la actuación del cura y del barbero de crítica literaria, pues en ella mediaría una actividad intelectual de análisis, comentario y valoración de las obras a examen17. Sinceramente, tal es la labor en sentido estricto del censor, pues nunca ha correspondido a los censores la ruda tarea de guillotinar papel o encender fuegos, sino la de dictaminar qué títulos ameritaban tal tratamiento. Cabe constatar, además, la persistencia de un cuestionable código deontológico, pues cuando el cura de don Quijote se cansó de revisar libros, juzgó los restantes en masa y los condenó al fuego “pagando justos por pecadores”, y no parece probable que fuesen mucho más rigurosos sus homólogos de la dictadura si algunos de ellos eran capaces de revisar mensualmente más de quinientas obras, como certificaban en una reclamación salarial de 195618. Sin embargo, y pese a que, como ya he dicho, encuentro evocadora la metáfora del cura y el barbero cervantinos como representación de los censores de Franco ( los barberos manejan con soltura navajas y tijeras y es sabido que en tiempos también realizaban sangrías con la ayuda de la lanceta, mientras que los religiosos se han granjeado a lo largo de los siglos una sólida fama de archienemigos del librepensamiento) debo ahora matizarla. Durante “el grande y donoso escrutinio” de la biblioteca de Don Quijote correspondió al cura la iniciativa censora. Hombre instruido, dotado de criterio tanto en lo que a literatura se refiere como a lo que de moral cristiana se le presupone, parecía lógico que fuese él quién marcase las líneas maestras de actuación y quien, en el análisis caso por caso, emitiese un juicio razonado. Quedaba, pues, maese Nicolás en una posición claramente subsidiaria. Sin embargo, y pese que en ocasiones se ha querido ver a la Iglesia al timón de la censura franquista, les correspondió a los diferentes barberos el gobierno efectivo del barco. Durante la II Guerra Mundial, los censores en camisa azul mahón no habrían tolerado, en principio, los ataques frontales a la Iglesia y su doctrina, pero en ocasiones anteponían su credo falangista y los intereses estratégicos que dictaba la guerra. El catolicismo militante denunció en 1941 la presencia en las librerías españolas de La vida sencilla, de Ernst Wiecher , a la que tildaban 15
AGA-Cultura: 1363, 16 de noviembre de 1942. Eduardo Ruiz Bautista, Los señores del libro, 217-40 17 Manuel Peña, “El donoso y grande escrutinio o las caras de la censura” Hispania, LXV/3, núm. 221, (2005), 941 18 Patricia O’Byrne, “Spanish women novelist and the censor (1945-1965)”, Letras femeninas, vol. 25, (1999), 202 16
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La censura editorial en la España de Franco: el último expurgo en la biblioteca de Alonso Quijano
de provocación blasfema, luterana, panteísta y casi pagana. Sin embargo, en aquel momento las armas del Eje campeaban victoriosas y, en atención a la Embajada alemana, solamente se prohibieron nuevas ediciones, pero no se recogieron los ejemplares que todavía circulaban libremente de la primera19. Asimismo, cuando en los últimos compases de la dictadura, y Concilio Vaticano II mediante, la Iglesia española empezó a romper lazos con el régimen, el barbero que censuró La Iglesia en ·España, ayer y hoy, del sacerdote Víctor Manuel Arbeloa, y publicada por Edicusa en 1968,, razonaba de la siguiente guisa: “No debemos oponernos a su difusión, facilitando así (en cuanto católicos) la literatura de despegue de la Iglesia respecto al Régimen. Pero en cuanto leales servidores de la Administración Pública y de este mismo Régimen, no podemos tolerar la inclusión, en el libro, de ciertos pasajes”.
Consecuentemente, y puesto que ya no imperaba la censura preventiva, y Edicusa había impreso por su cuenta y riesgo la obra, la edición fue destruida20. Si la sintonía entre el cura y el barbero hubiese sido mayor durante el franquismo no habrían sido tantos los desencuentros, los malentendidos, la presión oficial y mediática y la articulación de censuras oficiosas desde los medios católicos, como las practicadas por la revista Ecclesia, órgano de expresión de Acción Católica Española21, o por el boletín del S.I.P.E. (Secretariado de Información de Publicidad y Espectáculos), en la órbita de las Congregaciones Marianas, en el que se condenaban sin paliativos para el lector católico obras que contaban con el placet de la censura oficial22. Si cuando Alonso Quijano comenzaba a dar señales de su desmedida afición por cierto género de literatura el licenciado Pero Pérez y maese Nicolás hubiesen contado con autoridad para vedársela, habrían salvado al hidalgo de la locura, pero nos habría privado a todos nosotros de la mejor obra en lengua castellana jamás escrita. Los curas y barberos franquistas estaban investidos de dicha autoridad para restringir las lecturas no de un vecino, sino de todo un Pueblo. Preguntémonos, pues, si su actuación no nos habrá hurtado un buen número de maravillosos Quijotes.
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Eduardo Ruiz Bautista, Los señores del libro, 289 Javier Muñoz Soro, “Vigilar y censurar. La censura editorial tras la ley de Prensa e Imprenta, 1966-1976” en Ruiz Bautista, Eduardo(Coord.),Tiempo de censura.La represión editorial durante el franquismo (Gijón: Trea, 2008), 115. 21 Manuel L. Abellán y Jeroen Oskan, “Función social de la censura eclesiástica: la crítica de libros en la revista Ecclesia (1944-1951)”, Cuadernos Interdisciplinarios de Estudios Literarios, nº.1, (1989). 22 Eduardo Ruiz Bautista, Los señores del libro, 337-8 20
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¿Qué ha cambiado en la censura al teatro en los años cincuenta en Portugal? Ana Cabrera Centro de Investigação Media e Jornalismo Universidade Nova de Lisboa
Un nuevo proyecto de investigación sta comunicación se enmarca en un proyecto de investigación con el título: Censura y mecanismos de control de la información en el cine y en el Teatro antes, durante y después del Estado Novo- PTDC/CCICOM/117978/2010. Es una investigación financiada por la Fundación para la Ciencia y Tecnología portuguesa. Tiene como suporte metodológico el análisis de los fondos archivísticos. La cuestión central de la investigación será estudiar la evolución de los procesos y mecanismos de controlo creados por la Dictadura Militar (1926-1933), por el Estado Novo (19331974) y comprender como actuando subterráneamente en las mentalidades, emergen mas tarde en las democracias, non como actos claros de censura pero como criterios ideológicos sociales y políticos.
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Así pues nuestros objetivos son: 1. Identificar mapear los mecanismos de acción de la censura. 2. Conocer y comprender sus estrategias, métodos explícitos y sistemáticos, así bien como los cortes o las prohibiciones. 3. Identificar los condicionamientos estéticos. 4. Comparar los criterios de clasificación etaria antes y después del 25 de Abril de 1974. 5. Analizar la política de apoyo a la producción cinematográfica por parte del Fondo de cinema Nacional En esta pesquisa participan nueve investigadores de diversas áreas científicas (Historia, Ciencias de Comunicación, Literatura y Cultura), y con niveles diversificados de experiencia académica y de diversas nacionalidades1.
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Ana Cabrera Cordinadora; Leonor Calvet Areal (Pós-doutoranda) Universidade Nova de Lisboa; Ana Bela Morais – PósDoutoranda/Universidade de Lisboa; Graça dos Santos- Doutorada/ Université Paris Ouest Nanterre La Défense; Maria do Carmo Piçarra-Doutoranda/FCSH/ Universidade Nova de Lisboa; Deolinda Adão – Literatura portuguesa y linguística. Berkeley University; Paulo Ferreira da Cunha- Doutorando/CEIS20, Universidade de Coimbra; Zsofia Gombar, Doutoranda Universidade de Lisboa; Miriele Abreu-Master/Universidade de Lisboa.
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Está a cargo de esta equipa la investigación en diversos archivos: Secretariado Nacional de la Información e Inspección de los Espectáculos, ambos en el Archivo Nacional da Torre do Tombo. Este Archivo concentra toda la información de la Comisión de Examen y Clasificación de Espectáculos. Nuestra atención se centra en dos tipos de archivos: Los Procesos de la Dirección General de Censura y las Actas de la Comisión de Censura. El análisis de toda esta documentación permite encontrar las respuestas para las cuestiones previamente colocadas en la investigación. El marco teórico Las razones por las que se explica el redoblado interés por los estudios de la censura durante los últimos diez años tienen tres dimensiones. Primero, el colapso, a lo largo de los años setenta, de los regímenes dictatoriales en España, Portugal y Grecia; segundo, el fin del bloco soviético, la queda del muro de Berlín, y la emergencia de diversos Estados independiente en el leste europeo; la queda del Apartheid en la África del Sur en el inicio de los años 90; Tercero, los gobiernos de los países democráticos enfrentan la crises financiera y frente a sus estrategias y sus opciones para superar la crises, que mayoritariamente afectan a los ciudadanos, recuren a la ocultación de los factos, mienten, presionan los medios de comunicación, los periodistas, las editoras, entre otros. Si es verdad que la queda de los tres regímenes dictatoriales, del Muro de Berlín y sus consecuencias, bien como el fin del Apartheid en los 90, han propiciado la revelación de documentos e informaciones que antes estaban ocultados por la censura y por eso han propiciado el desarrollo de investigaciones sobre aquellos temas. Lo mismo no podemos decir sobre la actualidad adonde impera la ocultación de los hechos través de diversas estrategias de los gobierno. Además diversos estudios académicos apuntan para el surgimiento de nuevos abordajes sobre el tema de la censura, especialmente inspirados por la obra de Michel Foucault y del antropólogo y sociólogo Pierre Bordieu que han aportado cambios conceptuales en nuestra manera de comprender este objeto. Sin embargo el hecho de que la censura, como área de estudio, se ha vuelto más popular entre destacados investigadores también se explica por la creciente percepción y recientes debates sobre la forma como los gobiernos comunican sus decisiones a los ciudadanos, y también por las reflexiones en torno de los discursos sobre el odio como en Democracy Off Balance2, el racismo, la pornografía, violencia Taboo and the Censoring of Language3, feminismos Feminism and Pornography,4 y también el canon Kanon und Zensur5. Con respecto a los estudios sobre la censura en Portugal, existen trabajos publicados pero son parcelares en lo que concierne à la producción teatral, cinematográfica y literaria. Así es necesario providenciar un análisis profundo y comprensivo sobre los complexos mecanismos y estructura jerárquica de la institución censoria en Portugal durante el Estado Novo. No obstante, los estúdios: Um país imaginado: Ficção do real no cinema português6, Máscaras da 2
Stefan Braun, Democracy Off Balance. (Toronto: University of Toronto Press, 2004). Keith Allan and Kate Burridge, Forbidden Words: Taboo and the Censoring of Language. (Cambridge: CUP, 2006). 4 Drucilla Cornell Feminism and Pornography, (Oxford: OUP, 2000). 5 Jan Assmann, and Aleida Assmann, (ed.) Kanon und Zensur. (Mu?nchen: Fink, 1987). 6 Leonor Areal. Um país imaginado: Ficção do real no cinema português. Tese de doutoramento, FCSH-UNL, Julho (dactiloscrito 787 pags.) 2009 3
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¿Qué ha cambiado en la censura al teatro en los años cincuenta en Portugal?
utopia: História do teatro universitário em Portugal (1938-1974)7, “A censura ao teatro no período marcelista”8, Salazar vai ao cinema9, O espectáculo desvirtuado. O teatro português sob o reinado de Salazar (1933-1968)10, Translation and Censorship: In Different Times and Landscapes11, constituyen apreciables iniciativas. Los años cincuenta en Portugal Los años cincuenta son también tiempo de reconstrucción en Portugal. No como los restantes países que se han confrontado en la Segunda Guerra Mundial. La neutralidad de Portugal frente al conflicto fue bastante discutible, por falta de clareza, relaciones ambiguas, indecisiones y favorecimiento e ocultaciones en su relación con Alemania Nazi. En consecuencia los tiempos que siguen el fin de la guerra son asustadores para Salazar. Una enorme tristeza le invade. Era necesario cambiar algo, y, al mismo tiempo era indispensable dar continuidad al régimen. A condición de que el fin de la guerra representaba la victoria de las democracias y el inicio de la descolonización. Se notaba una cierta apatía generalizada una quietud que no ha sido perturbada por la libertad mitigada que siempre acompañaba el mes de las realizaciones electores. Y han sido tres: presidencia de la republica en 51, Asamblea Nacional en 53 y 57, año de la realización del I Congreso Republicano, la oposición se encontraba en plena y ordenada moderación12. De Hecho que externamente Portugal veía su posición legitimada por las potencias occidentales por haber sido integrado en la NATO y por una serie de sucesos, como la visita a Portugal del Presidente norte americano Eisenhower, de la reina Isabel II de Inglaterra. Además, la situación de la Guerra Fría y la división del mundo en dos bloques favoreció la continuación del Estado Novo. Bajo el primer Plan de Fomento Nacional (1953-58), en el final de la década la economía portuguesa se desarbolaba en torno de la industria y la energía eléctrica. La adhesión a la EFTA fue de grande importancia para estancar la idea de aislacionismo de Portugal dado el universo Europeo. Pero en 1958, Humberto Delgado, candidato oposicionista a las elecciones presidenciales, puso fin a la atmósfera de calma y en cambio proporciono una enorme agitación conocida por “terremoto delgadista”.13 La acción de Delgado agitó profundamente el régimen, despertó la populación para una idea de cambio. Simultáneamente se abate sobre el candidato, la oposición e la populación una 7 José Oliveira Barata. Máscaras da utopia: História do teatro universitário em Portugal (1938-1974), (Lisboa: Fundação Calouste Gulbenkian. 2009). 8 Ana Cabrera, “A censura ao teatro no período marcelista” Media e Jornalism. Estudos de teatro e censura Portugal e Brasil 7. 12, 2008. 9 Maria do Carmo Piçarra, Salazar vai ao cinema. (Coimbra: Minerva 2010). 10 Graça dos Santos, O espectáculo desvirtuado. O teatro português sob o reinado de Salazar (1933-1968). (Lisboa: Editorial Caminho, 2004). 11 Teresa Seruya and Maria Lin Moniz. eds. Translation and Censorship: In Different Times and Landscapes, (Newcastle: Cambridge Scholars Publishing, 2008). 12 Fernando Rosa. “O País, o regime e a oposição nas vésperas das eleições de 1958”, in Reis António (Ed.) Portugal Contemporâneo, (Edições Alfa, Lisboa, 1990). 13 António Moreira. “A crise: do terramoto Delgado ao golpe de Bela”, in Reis António (Ed.) Portugal Contemporâneo, (Edições Alfa, Lisboa, 1990)
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tremenda represión. Es en bajo este clima que el régimen anuncia la victoria del almirante Américo Tomás, aunque los resultados se consideran un fraude. No obstante este no fue la única señal del inicio del fin del régimen que aun duraría mas catorce años: la crises con la Unión Indiana se desarrollaba desde 1954, la contestación universitaria aumenta, el poder de la policía política crece, varios golpes agitan el régimen como la sublevación da Sé, el secuestro al paquete Santa María, el golpe de Beja, la organización de los movimientos nacionalistas en África e el inicio da guerra colonial. Además de toda esta situación asistimos a un proceso de desagregación de las fuerzas políticas que siempre habían apoyado Salazar. La disidencia se organiza-se segundo tres áreas: unos se afirman como opositores y en agregan en torno de Humberto Delgado; otros son defensores de una reforma del régimen que se debía procesar internamente; y, por fin un grupo ultra constituido por fanáticos fieles a Salazar y defensores de una radicalización de las prácticas represivas. ¿Qué ha cambiado en la censura al teatro en los años cincuenta en Portugal? Lo pretendemos es analizar los cambios en el proceso de censura al teatro después del fin del dominio de António Ferro14. ¿Que se ha pasado a lo largo de los años cincuenta? ¿Qué estructuras han sido creadas para controlar el teatro? ¿Cómo ha evolucionado la organización censoria y sus dirigentes? ¿Será que los objetos a silenciar siguieran siendo los mismos? António Ferro dirigía el Secretariado Nacional de Propaganda (SPN) y defendía que “a Portugal le faltaba un cineasta, un poeta de acción para liberar al país de su letargo”. Salazar en el Prefacio que escribe en el mismo libro de António Ferro defiende que: “Por mi me atrevo a decir que estamos muy presos a la memoria de nuestros Por mi me atrevo a decir que estamos demasiadamente presos à la memoria de nuestros héroes, […] demasiado esclavizados a un ideal colectivo que siempre se hace girar en torno a las glorias pasadas e inigualables heroísmos. Nuestro pasado heroico pesa demasiado en nuestro presente”15
Sin embargo es justamente ese pasado heroico que va ser explotado en muchas ocasiones. Así pues la Exposición del Mundo Portugués (1940), celebra el duplo centenario de la Independencia y de la Restauración. Esta es una exposición que aplaude la ideología colonial, la simplicidad de la vida en mundo rural, y la posibilidad de engrandecimiento del espirito, través de la nobleza de los hechos portugueses en el mundo. Simultáneamente, António Ferro que tuve parte activa en toda la organización de la exposición, era defensor de una política que de forma sencilla y natural promoviese la cultura para el engrandecimiento del espíritu humano. Además, Ferro estaba informado sobre lo que se escribía en Europa sobre la “Política del Espíritu” (Napoleon Bonaparte, Tomaz Mann o Paul Valery). Así defendía la idea de que:
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António Ferro (1895 – 1956), fue periodista, escritor y político. Ideólogo de la “Politica do Espírito”, lideró o SPN y el SNI y tomó a cargo un enlace entre las necesidades propagandistas del poder y las artes. Obrero de la estetización del régimen. Dirigió el SIN hasta el año de 1949, cuando se marchó a Berna como Embajador. 15 Salazar, Prefácio in António Ferro. Salazar, (Lisboa: Edição da Empresa Nacional de Publicidade, 1933) XXXIX.
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“La Política del Espíritu no era apenas necesaria se bien que indispensable en el exterior de la nación, ella era también necesaria a su prestigio interno, su razón de existir. La gente que no ve, que no le, que no escucha, que no vibra que no sale de su vida material, del Debe y Haber, se transforma en gente inútil y mal humorada. La Belleza – desde la belleza moral asta la Belleza plástica – debe constituir la aspiración suprema de los hombres y de las razas. La literatura y las artes son los dos órganos principales de esta aspiración, dos órganos que necesitan una afinación constante, que contiene, en los tubos, la esencia y el propósito de la creación.”16
Figura 1: Mendes Remédios, António Salazar e António Ferro en las afueras de Lisboa sentados a la sombra de un roble.
A este propósito Graça Santos concluí que “la busca desmedida de la armonía, se utiliza un modernismo estilizado para la reapropiación de un entorno rural, y la valorización de la historia pasada del país. Así se procedió a la creación de un país mítico con un maquillaje de realidad”.17
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António Ferro, Salazar, (Lisboa: Edição da Empresa Nacional de Publicidade, 1933), 225. Graça Santos, Política do Espírito: o bom gosto obrigatório para embelezar a realidade, in Ana Cabrera (Ed), “Estudos de teatro e censura Portugal e Brasil” in Revista Media e Jornalismo, N.º 12. Ano 7, 2008.
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La estetización de la política desenvuelve una forma de encarar el espíritu como el bueno y la materia como el malo. Además, como nota Graça Santos, los autores deberían procurar la belleza en las alturas, adonde paira el espíritu, contrariando el materialismo. “Esta visión es responsable por el desarrollo de una atmosfera moral y de educación de la mirada que indicia una separación entre las partes altas y las baja del cuerpo, adonde la cabeza representa la mente, es decir, la elevación, así que el abdomen y las piernas representan la materia.”18 Hay que hacer notar que estas interpretaciones sobre la estética oficial del Estado Novo tienen consecuencias políticas. Por ejemplo se prohíbe la representación de realidades sociales, en cambio se debe presentar la harmonía y la felicidad: no hay divorcios, ni adulterio, ni suicidio en el Estado Novo. Lo que pasa es que “la política del Espíritu” era insuficiente para controlar la producción cultural, sobretodo en marco del teatro y del cine. Así las Comisiones de Censura actuaban adonde los servicios de propaganda no alcanzaban con su influencia. La censura funciona como elemento estratégico para la política de información y propaganda del régimen, actúa en toda la dimensión de expresión publica y se adapta a los medios de divulgación y difusión de la cultura. Son los autores, empresarios, productores o actores quien tiene que obligatoriamente que presentar ante la Comisión de Censura las obras que pretenden representar al público. A lo largo de los años cincuenta siguen los procedimientos habituales: todas las obras dramáticas son leídas por los censores y tienen tres hipótesis: o son aprobadas; o son aprobadas con cortes, o son prohibidas. Además antes de la presentación al público, la compañía, con todos los actores y figurantes presentes, maquilados y vestidos con accesorios completos, procede a un ensayo supervisado por tres censores. En efecto, este ensayo se torna definitivo ya que los censores aún pueden proceder a cortes, cambiar las indumentarias o modificar los escenarios. Esta década es marcada por la influencia tres Ministros de la Presidencia e tres Secretarios Nacionales del SNI (Secretariado Nacional de Información). Los datos cuantitativos presentados en el cuadro siguiente señalan que a lo largo de década existen cambios significativos. El primero de naturaleza general es que en diez años el número de obras presentadas a las Comisiones se eleva de 59 para 193 en 1959. Lo que se explica por una mayor demanda de un público con mayor necesidad de entretenimiento, después de los años de privación que la guerra ha propiciado. Hay que hacer notar que también el desarrollo económico del país favorecía más iniciativas del mundo empresarial de los espectáculos. A continuación, este cuadro demuestra también que la censura no actuó siempre de misma forma y con la misma intensidad. Se observa, entre 1953 y 1955 una tendencia para aumentar la prohibición, siendo que 16,8% son prohibidas en el año de 1955. En cambio entre 1956 y 1957 el porcentaje de las obras prohibidas reduce significativamente 2,9% y 2% y vuelve a aumentar a partir de 1958.
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Graça Santos, Política do Espírito: o bom gosto obrigatório para embelezar a realidade”, in Ana Cabrera (Ed), “Estudos de teatro e censura Portugal e Brasil” in Revista Media e Jornalismo, N.º 12. Ano 7, 2008. 62.
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¿Qué ha cambiado en la censura al teatro en los años cincuenta en Portugal?
Obras censuradas y prohibidas durante los años cincuenta en Portugal
Ano 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959
Obras censuradas 59 166 83 229 171 148 168 192 215 193
Obras proibidas 5 16 5 11 10 25 5 4 16 8
% 8,4 9,6 6 4,8 5,8 16,8 2,9 2 7,4 4,1
A estés datos cuantitativos corresponden distintos responsables por la política del SNI y también por la supervisión de las Comisiones de Censura. Todavía el inicio de los años cincuenta es fuertemente marcado por la política heredada de António Ferro que abandona el SNI en 1949. Así pues, António Eça de Queiroz sucede a António Ferro entre 1950 y 1953. Nada cambia en los servicios y se ha mantenido los mismos censores, aplicando las mismas normas. Las grandes transformaciones son secuenciales a una nueva ley (Decreto-lei 38964 de 27 de Octubre de 1952), que establece la designación de los censores según la intervención de tres importantes instituciones: el Presidente del Consejo de Ministros (Salazar, representado por el Ministro de la presidencia), el Ministerio de la Educación y el Ministerio de la Justicia. En efecto son empozados nuevos censores y también un nuevo Secretario Nacional del SIN (Secretariado Nacional de la Información): José Manuel da Costa. Cruzando los datos cuantitativos con la nueva ley, y con las distintas políticas de los responsables que sucesivamente serán designados, podemos establecer una periodización para la década. Estas diferentes políticas se basan esencialmente en la personalidad de los Ministros de la Presidencia, y en la forma como encaran el objeto estratégico de la censura en el Estado Novo. En efecto es posible identificar tres periodos: un primero de que ya hablamos, entre 1950 y 1953; otro, entre 1953 y 1956 y finalmente otro de 1958 hasta el final de los años 60. Las mayores alteraciones empiezan en el año de 1953 con los citados cambios en la estructura de la censura, bien como la aplicación del nuevo régimen jurídico (Decreto-ley 38964 de 27 de Octubre de 1952). Es esta ley que adopta la designación de Comisiones de Censura a los Espectáculos y cría la Comisión de Literatura y Espectáculos para Menores, en trabajo conjunto con la Comisión de Censura. Además la Comisión de Censura a los Espectáculos pasa a aplicar un nuevo sistema de clasificación de los espectáculos por edades. Una de las preocupaciones de José Manuel da Costa era la actitud de los censores ante las obras de Gil Vicente. Este autor de gran prestigio es considerado un autor clásico de la transición entre los siglos XV y el XVI. Normalmente se considera Gil Vicente el fundador del teatro portugués. Sus obras se caracterizan por el uso de un lenguaje atrevido, juguetona, palabro– 93 –
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ta porque sus figuras representan la gente del pueblo con su típica forma de hablar. Esta estratégica semántica sirve la crítica social que son trazos de la obra Vicentina. Además un otro personaje de sus obras es el Fidalgo arruinado pero que pretende vivir como un gran señor simulando riquezas que no tiene y otros hombres con importantes estatutos que ultrapasan sus funciones con incoherentes requisitos. Esta situación dividía los censores y el vocal Cortês Pinto consideraba que “O Juiz da Beira” presentaba: “diversas cenas cómicas de moralidad reprobable […] por eso y sobretodo por la inmoralidad de las cenas consideraba “O Juiz da Beira” absolutamente inconveniente del punto de vista moral, en particular para el publico a que se destinaban los espectáculos de Teatro do Povo (…)19
La situación era extraña y, por mayoría se aprobó no cortar las obras de Gil Vicente por lo que se clasificó esta obra para adultos. Sin embargo algunos censores contrariados por defender la prohibición han declarado su opinión: “Solamente en sesiones de estudio o para finés culturales se podría permitir la representación integral porque, en espectáculos públicos se debe considerar el efecto que la representación produce en el público en general […] en un publico indiferenciado es natural que no tengan la menor idea sobre el teatro de Gil Vicente […] Además ciertas expresiones del teatro vicentino no dejan de tener un carácter pornográfico”.
Entre 1956 y 1957 cambia el Ministro de la Presidencia: Marcello Caetano que designa como Secretario Nacional da Información (SNI) a Eduardo Brazão. En consecuencia se liberaliza más la acción de los censores. El Presidente de la Comisión da indicaciones para revalorar piezas prohibidas hasta esta data: “Se reconoce la necesidad de proceder a una revisión de las obras prohibidas por la censura, no solamente porque un grande numero de ellas son escritas por nuestros mejores escritores teatrales, y también por los benéficos efectos que esta medida traduce para el resurgimiento del teatro portugués. […]. Las nuevas directivas para la prohibición son: 1. Inmoralidad sin otro propósito que manipular; 2. la propaganda velada o abierta de la doctrina comunista.20” En cambio son definidos criterios mucho más rigorosos para el ensayo general. Los artistas debían levar los trajes y demás caracterizaciones y todos los cortes de los censores debían ser respectados: “Ordeno a los señores censores más exigencia y firmeza cuando asista a los ensayos de las obras teatrales. En primer lugar es indispensable que todos los actores trajeen y se caractericen como para las representaciones en público; En segundo lugar, en caso de que no han cumplido ninguno los cortes previstos por los censores, deben exigir otra prueba.21 19
SNIDGE:ANTT; Atas da Comissão de Censura, Acta n.º 24 de 7 de Julho de 1953. SNIDGE:ANTT; Atas da Comissão de Censura, Acta n.º 170 de17 de Abril de 1956. SNIDGE:ANTT; Atas da Comissão de Censura, Acta n.º 193 de 25 de Setembro de 1956 assinado por Eduardo Brazão.
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¿Qué ha cambiado en la censura al teatro en los años cincuenta en Portugal?
Por consiguiente el número de piezas prohibidas disminuyó durante dos años 2,9% en 1956 y 2% en 1957. Esta cifras se deben a una política más liberal llevada a cabo por el ministro de la Presidencia, Marcello Caetano, y también por la designación de un hombre como Eduardo Brazão, con capacidad para aplicar las nuevas ideas del Ministro. Sin embargo a un nuevo Ministro de la Presidencia (Pedro Teotónio Pereira, 1957) se sigue un otro Secretario Nacional del SIN que tenía una prolongada experiencia como censor: Eurico Santos Serra. La actuación de la Comisión se radicaliza al punto de se orientar para un controlo sistemático al teatro con constantes supervisiones y desplazamientos sin previsión de los censores al teatro. Las palabras proferidas por Eurico santos Serra no nos dejan dudas: “La Comisión deberá ser inflexible, persistente y constante en la ejecución pura y simple de las disposiciones legales. Otro procedimiento por parte de la Comisión podrá ser interpretado como arbitrario, falta de uniformidad e injusticia lo que conduciría a su desprestigio”.22
A consecuencia los censores pasan a aplicar un criterio más cerrado. Consideran inmoral la danza del vientre; les molesta les molesta la actitud y los gestos de un actor que representa el papel de homosexual. Estas cenas serán prohibidas, como será prohibida la digresión por la provincia de una representación porque la actriz en cena llevaba un traje que no cubría el ombligo. Finalmente los años cincuenta terminan con una acción intensa e inolvidable de la censura. En 1959 la Compañía de Teatro de Arte Popular Brasileña de la famosa actriz Maria della Costa coloca en su reportorio, para una digresión por Portugal, la pieza de Bertold Brecht “La alma buena de Setsuam” Este dramaturgo era sumariamente prohibido en Portugal. Los censores se reúnen y consideran que la representación debía ser prohibida, debido a la ideología marxista del autor, debido a la exploración que hace en sus obras de la lucha de clases y de la crítica política. Pero manifestando una grande contradicción los censores escriben su opinión de esta forma: “La pieza está admirablemente escrita. Destaca el problema de la injusticia de los desniveles sociales que coloca los hambrientos a par de los poderosos. Bertol Brecht es uno de los mayores dramaturgos del teatro moderno. Conocido como un “marxista paternalista?” Reduce los problemas sociales a problemas económicos, anunciando soluciones de rebeldía e violencia. Por todo eso, no consideramos oportuno presentar esta obra en nuestro país!23
Las presiones por parte de la Embajada de Brasil condicionó la actitud de la “Comisión que termina aceptando la representación con cortes de cinco espectáculos”24. Pero la segunda actuación fue interrumpida por la acción directa de la policía y el espectáculo fue definitivamente prohibido. Sobre este tema Eurico Santos Serra ha declarado en la reunión: “Había visto días antes la representación de un trío de juegas con artistas de la compañía Della Costa, que no puede sino ser considerado como inconvenientes a la edad de 17 años, 22
SNIDGE:ANTT; Atas da Comissão de Censura, Acta n.º 32 de 25 de Fevereiro de 1958. SNIDGE:ANTT; Processos da Censura: n.º 15983. SNIDGE:ANTT; Atas da Comissão de Censura, Acta n.º 127 de 12 de Janeiro de 1960.
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Ana Cabrera
por demasiado emocionantes, con situaciones de suspense y ansiedad, que están lejos de ser inofensivos, desde el punto de vista psíquico para estas edades”.25
A lo largo de los años 60 las condiciones son cada vez más difíciles para el empresario, autores e actores. Se vulgariza la situación de prohibir lo que antes se había autorizado, o de cambiar el criterio de clasificación, elevando la edad para a asistir al espectáculo. Por veces los empresarios son llamados a la censura para ser reprendidos o multados y lo mismo ocurre con los actores. Conclusiones El teatro, más que el cine, es victima de la censura. Porque el teatro propicia la proximidad entre los actores y el público, apela a su participación, interpela su inteligencia, coloca dudas, retira certezas y en su lugar instala un vacío, una inquietud que solo la reflexión, la cultura y la audacia pueden sanar. Esto es lo hace miedo a las dictaduras: que las personas incorporen la libertad y la naturalicen. Por eso, crean estrategias de atemorización de las gentes sobretodo de aquellos que tienen iniciativa pública. Es eso la censura, una forma del Estado transponer para los ciudadanos sus propios miedos y fantasmas y, en este caso el mayor terror es la pierda del poder. Además la censura no corta o prohíbe exhibiciones por se tratar de aquello que se designa por teatro declamado. Contrariamente la comedia es igualmente peligrosa porque hace reír, relaja, liberta, dispone el cuerpo para todas las emociones. Por esto la “Politica del Espiritu” de António Ferro o la estetización de la política no es sino otra forma de control: educar los espíritus para buen gusto, que es la estética oficial, significa el desarraigo de los pueblos y produce una enorme clivaje entre la cultura erudita y la cultura popular, al mismo tiempo que, como a notado Graça Santos, la belleza y el bueno se procura en las alturas, adonde paira el espíritu, lejos del cuerpo que representa el materialismo e el mal. El aparato político siempre ha dado grande importancia a la censura, también como forma de defender el pueblo de los peligros, mantener el poder en buenas nanos, educar el pueblo en la obediencia, el respecto por moral y los buenos costumbres, el creencia en Dios, y el amor a la patria y la veneración a Salazar. Los años 50 agitaran las aguas tinieblas del régimen y demostraran, en la política, contradicciones que se reflejaran en la actuación de la censura. Así pues, podemos afirmar que lo que pasa antes de las elecciones presidenciales de Humberto Delgado, es bien diferente de lo que se pasa después. Los procedimientos censorios se radicalizan y aún se agudizaran más, después del inicio de la guerra colonial. En el teatro guerra pasa a ser una palabra prohibida, como son prohibidas cenas que enaltezcan los movimientos pacifistas. Además siguen siendo aplicados los estereotipos de los procesos de los censores: la vida matrimonial es intocable, la fidelidad una obligación, se venera la virginidad en el matrimonio y sobretodo la sumisión de la mujer al hombre. La mujer en el teatro es fuertemente vigilada: lo que dice, como dice, la sensualidad que coloca en la representación, el escote, la dimensión de las faldas, el vestido ceñido mostrando 25
SNIDGE:ANTT; Atas da Comissão de Censura, Acta n.º 128 de 19 de Janeiro de 1960.
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las formas del cuerpo, el exceso de maquillaje, la forma como camina en el palco. Del hombre se espera acción, dominio, y bon censo, se reprime sus ímpetos sexuales, los besos, los cariños, las escenas en la cama son siempre cortadas, pero también se prohíbe actitudes féminas en el hombre y claramente la homosexualidad. La acción de los censores es también fuertemente marcada por los valores religiosos. No se permite bromas con la iglesia católica, porque ella representa mas un freno sobre la sociedad y, por eso, un pilar dela estabilidad del Estado Novo. Para finalizar la censura pretende silenciar las luchas sociales, las revueltas, ideas de libertad o de democracia. Por eso se ha prohibido siempre Bertol Brecht y todos los autores que una u de otra forma hacían apelo a la inconformidad.
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El Crimen del Pozo, la ciudad que produce un gran crimen puede generar una gran literatura Maria Cristina Castilho Costa1 Universidade de São Paulo, São Paulo, SP
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n el año 2000, como presidente de la Comisión de Biblioteca de la Escuela de Comunicación y Artes, de la Universidad de São Paulo, encontré un conjunto de documentos bajo custodia de la biblioteca que daba nombre al archivo Miroel Silveira. Eran más de seis mil procesos de censura previa al teatro, referentes al período de 1930 a 1970, provenientes del Sector de Censura de la División de Diversiones Públicas del Estado de São Paulo (DDP-SP). Dicho archivo, cuya organización se instituyó por la sección de São Paulo del Departamento de Prensa y Propaganda –el DIP– de Getúlio Vargas, organizaba la documentación referente a los actos de censura al teatro en São Paulo, cuya práctica, por su turno, remonta al Imperio. En archivos públicos de Rio de Janeiro, en el Archivo Nacional y en la Biblioteca Nacional, como después lo supe, están los más antiguos registros de esta tradición censoria, introducida en Brasil a partir de la llegada de la familia real portuguesa, cuando se crearon instituciones culturales como el Conservatorio Dramático y Musical, con la misión de fomentar, fiscalizar y censurar la producción artística. Sin embargo, esa tradición de fiscalizar los textos antes de su puesta en escena para evaluar su pertinencia, se instituyó de modo no oficial, por órdenes religiosas, a partir del momento en que se pasó a desarrollar el teatro de catequesis en la Colonia, es decir, prácticamente desde los principios de la colonización. En São Paulo, la censura previa al teatro tuvo inicio con el desarrollo de la provincia, a partir de fines del siglo diecinueve, cuando la riqueza de la cultura del café incrementó la vida cultural de São Paulo, dando origen a los primeros teatros y los primeros espectáculos teatrales. Como índice de esa modernidad, se instituyó la censura a la producción artística, inicialmente promocionada por la policía, que debería interrumpir cual-
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Doctora en Ciencias Sociales (Antropologia Social) por la Universidad de São Paulo, donde es Libre-Docente en Ciencias de las Comunicaciones por la Escuela de Comunicaciones y Artes. Es Profesora Asociada de la Universidad de São Paulo, Presidente de la Comisión de Investigación ECA/USP, Coordenadora del Curso de Especialización Lato Sensus Gestión de la Comunicación y editora de la Revista Comunicação & Educação. Es coordenadora del NPCC - Nucleo de Investigación en Comunicación y Censura de la USP y del Projecto Tematico “Comunicação e Censura - Análise teórica e documental dos processos procesos censorios a partir do Arquivo Miroel Silveira da ECA/USP”, con apoyo de la agencia brasileña de promoción FAPESP.
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Maria Cristina Castilho Costa
quier escenificación que atentara contra la moral, la seguridad pública o que ofendiera a las autoridades políticas y religiosas. En principios del siglo veinte, la práctica de la censura previa se formaliza y surgen los primeros documentos en São Paulo que atestan que los textos que se van a poner en escena públicamente deberían ser leídos por empleados especialmente indicados para la tarea. Sin embargo, fue Getulio Vargas quien, reuniendo dicha documentación despareja e irregular, dio forma a un sistema oficial de censura que funcionaría hasta 1968, cuando el Acto Institucional 5, impuesto por la Dictadura Militar, federalizó y centralizó la censura en el país, que pasó a ser privilegio de la administración federal con sed en Brasilia. Los documentos del Archivo Nacional de la ciudad dan prueba de su eficacia en cajas que guardan más de diez mil procesos de censura a las obras teatrales. En 1988, la Reforma Constitucional consagra la libertad de expresión, poniendo fin al carácter formal y oficial de la censura2. Por lo tanto, el Archivo Miroel Silveira era formado por documentos que daban testimonio de la larga historia política y social de São Paulo y de Brasil en los dos últimos siglos, lo que comprueba el desarrollo cultural y artístico, así como la consecuente formación de instrumentos de control y fiscalización. La riqueza de esas informaciones me llevó a investigar ese Archivo a lo largo de los ocho años en los que estuve en el comando de la Comisión de Biblioteca3. Pude, de ese modo, proseguir con la iniciativa del Miroel Silveira –poeta, traductor, productor y docente del Departamento de Artes Dramáticas de la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (ECA-USP)– que rescató de la División de Diversiones Públicas dichos procesos que, sin duda, habrían sido destruidos con el fin de la censura oficial en Brasil. Al traerlos a la Universidad y exponerlos a la comunidad académica, Miroel Silveira cambió el destino de ese archivo y además, sin saberlo, de mi investigación científica. En cierta ocasión, comparé el encuentro de un investigador con fuentes preservadas de la historia a una aventurera búsqueda de Indiana Jones por los secretos del arca perdida, empresa que le impone al explorador toda suerte de desafíos y luchas que sólo serán vencidas con mucho empeño y voluntad. Sigo pensando en el carácter épico de esa aventura que empezó en el 2000 y sólo ha crecido desde entonces. Actualmente, el archivo Miroel Silveira sigue bajo la custodia de la Biblioteca de la ECA-USP, con el conocimiento y el apoyo institucional del Archivo del Estado de São Paulo y en él se reúnen más de veinticinco investigadores, de la preiniciación científica al postdoctorado, buscando analizar su documentación. Dichos investigadores componen el Núcleo de Investigación en Comunicación y Censura –NPCC– de la USP. Actualmente, nos hemos dedicado también al estudio de la documentación y de lo que revela acerca de las relaciones de poder entre Estado y sociedad, en un campo del saber que autores como Nuno Porto4 llaman de etnografía de archivos5. Se trata de un conocimiento que busca 2
Maria Cristina Castilho Costa, A Censura em Cena (São Paulo: EDUSP / Imprensa Oficial / FAPESP, 2006). El primer proyecto de investigación era individual y su nombre fue “A censura em cena – organização e análise dos processos de censura teatral do serviço de censura do DDP-SP (2002 – 2005)”. Después del vino el proyecto temático “A cena paulista – um estudo da produção cultural de São Paulo, a partir do AMS, de 1930 a 1970 (2005-2009)”. Hoy, desarrollamos el nuevo "Proyecto Temático llamado “Comunicação e censura - estudo teórico e documental de processos censórios a partir do AMS da ECA/USP”. Esos proyectos fueron financiados por las agencias de promoción brasileñas FAPESP y CNPq, y la Universidad de São Paulo. 4 Nuno Porto, “O Museu e o Arquivo do Império,” in Trânsitos Coloniais: Diálogos Críticos Luso-Brasileiros, organizado por Cristiana Bastos, Miguel Vale de Almeida, y Bela Feldman-Bianco (Campinas, SP: UNICAMP, 2007), 125-42. 5 Maria Cristina Castilho Costa, “Etnografia de arquivos: Entre o Passado e o Presente,” Matrizes (São Paulo) 3, n. 2 (2010): 171-86. 3
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cartografiar los archivos como formas simbólicas e instrumentales de ejercicio del poder, con el fin de exponer las relaciones que se establecen entre ciencia, instituciones, administración pública y sociedad civil. Porto ha estudiado los archivos coloniales portugueses, como actos y expresiones de la política colonialista, una forma particular de represión que involucra una actividad burocrática, documental y memorialista. Analizar los documentos de los archivos bajo ese punto de vista supone una metodología interdisciplinaria que integra conocimientos de las ciencias sociales, la comunicación y la información, historia, lingüística y archivística, con el objetivo de organizar científicamente las informaciones, exponer su contenido y comprenderlo desde un punto de vista significativo y performático; es decir, como un discurso sobre la realidad y, al mismo tiempo, una forma de acción sobre ella. Ese trabajo lleva a actividades como catalogación, gerencia de informaciones, investigación histórica y bibliográfica y análisis de contenido de la información. Basado en esos procedimientos es posible elaborar la etnografía del archivo, es decir, establecer las relaciones entre texto y contexto, entre discurso y acción política, entre pasado y presente, entre registro y ciencia. En el presente artículo, analizaremos dos procesos del Archivo Miroel Silveira y buscaremos mostrar como, a través de la metodología presentada, podemos desvelar las formas de intervención del Estado en la producción simbólica de la sociedad, a través de la censura, así como sus consecuencias para los artistas y para el público en general. Esperamos dar visibilidad y sentido a informaciones que, sin esta visión más profunda, quedarían como meras referencias sobre el pasado. Archivos, el Transito entre lo Real y lo Simbólico Los archivos generados por la burocratización del poder y de la administración pública remontan a tiempos inmemoriales, cuando tuvo inicio el registro de censos, declaraciones, reglamentos, certificados, testamentos, pleitos jurídicos y hechos históricos en tablitas de barro y papiros. Sin embargo, es en la modernidad que empiezan a ser un recurso intrínseco de la República y del moderno aparato estatal. El uso del papel y de la hegemonía del texto escrito transformaron los archivos en la representación simbólica del uso del poder. Según Jacques Derrida, la palabra archivo revela su existencia en Grecia Antigua, donde Arkheîon nombraba la casa de los arcontes que tenían el deber de guardar, proteger e interpretar los documentos que, a través de ese proceso, pasaban de la vida privada a la vida pública, convirtiéndose en testigos6. Para el autor, una ciencia del archivo debe incluir la teoría de esta institucionalización involucrando forma, contenido y reglamentación7. El archivo hace la mediación entre lo público y lo privado, es lo que instituye y documenta los principios de la vida pública. Michel Foucault, en Arqueología del Saber, también reconoce en los archivos un rol de mediación –el archivo es la formulación discursiva que transita entre la tradición y el olvido, un sistema general de formación y transformación de enunciados que al sernos externo, nos incluye y nos incorpora. Dice: “el análisis del archivo comporta, pues, una región privilegiada: que es al mismo tiempo cercana a nosotros, pero diferente de nuestra actualidad, se trata de la 6
Jacques Derrida, Mal de Arquivo: Impressão Freudiana, (Rio de Janeiro: Relume Dumará, 2001). Derrida, 14.
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orla del tiempo que circunda nuestro presente, que lo domina y que lo indica en su alteridad; es aquello que, fuera de nosotros, nos delimita”8 . El estudio del archivo revela regularidades, semejanzas y diferencias e impone la demarcación del campo de enunciación9, produciendo identidad e historia. Ese estudio es lo que Foucault llama Arqueología. Arlette Fage desarrolló un poético y profundo estudio de los archivos judiciales franceses y reconoció en su función social un carácter a la vez real y simbólico. Dice que “... el archivo busca divulgar y crear un pensamiento, modificar un estado de cosas a partir de una historia y de una reflexión. Su orden y su estructura obedecen a sistemas más o menos fáciles de descifrar y, sin depender de la apariencia que asuma, el archivo existe para convencer y transformar el orden de los hechos. Oficial, ficticio, polémico o clandestino, se difunde a gran velocidad en el Siglo de las Luces”10. La autora diserta acerca de la atracción que el archivo ejerce sobre el investigador por la posibilidad de que él representa de revelar la historia de modo peculiar, visto que expresa la realidad traducida por una lógica, un poder o una fuerza represiva. Considerando el archivo como una brecha en la tela de los días, su ordenación a la vez transforma y desnuda, exigiendo interpretación. Según esos autores, por lo tanto, el archivo crea historia, pero una historia que obedece a cierto enunciado y a determinada ordenación e intencionalidad. Cuando se constituyen, interrumpen el flujo de acontecimientos y crean hechos que se traducen en formas simbólicas. Al mismo tiempo en que tullen la libertad y la espontaneidad de los hechos, reprimiéndolos, crean identidades y las formulan. Esa es la ambigüedad o el mal del archivo, según Derrida. Esa ambigüedad viene también de su expresivo papel de mediador entre lo real y lo simbólico, lo anónimo y lo individual, lo privado y lo público, entre la vida y su expresión lingüística. En este sentido, en el Archivo Miroel Silveira, cada proceso representa una nueva escena de un guión que convierte un texto teatral en un espectáculo –el momento en que un autor, director o productor somete a los censores un texto para la puesta en escena a un público en determinado sitio, día y hora. En ese momento, el espectáculo deja de ser una obra efímera que se realiza en el tránsito del tiempo histórico para convertirse en documento e información, en hecho histórico y discurso. De ese modo, se transmuta, según Farge, en fragmento de tiempo capturado11. El Proceso – Prontuario 2946 Al llegar a la Escuela de Comunicación y Artes (ECA) encuadernados en gruesos volúmenes verdes, los procesos de la censura teatral de São Paulo se desencuadernaron e higienizaron. Sus características originales se mantuvieron. Cada proceso tiene una portada de color naranja donde está impreso el blasón de São Paulo y las siglas DEIP –relativa a Departamento Estadual de Prensa y Propaganda– órgano estadual del DIP del “Estado Novo”, de Getúlio Var8
Michel Foucault, A Arqueologia do Saber (Rio de Janeiro: Forense Universitária, 1995), 150. Foucault, 151. 10 Arlette Farge, O Sabor do Arquivo (São Paulo: EDUSP, 2009), 13. 11 Farge, 23. 9
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gas. En la portada, manuscrito, se registra con tinta el número del prontuario y el título de la obra. Esta portada se usó también en los procesos posteriores al fin del “Estado Novo” y a la extinción del DIP, lo que demuestra que el aparato de Estado organizado por Vargas sobrevivió a su creador. El proceso que vamos a estudiar es el de número 2946 (o DDP2946), referente a la obra Fondo del pozo (Fundo do poço), escrita por Helena Silveira. El análisis de cada documento como una unidad de información que compone este prontuario nos muestra los caminos de una censura burocrática en la que el artista tenía que pedirle permiso al Estado para presentar su obra y la misma enfrentaba los trámites que resultarían en la concesión del Certificado de Censura con tres posibles resultados: liberada, liberada con restricciones o prohibida. Al mismo tiempo, el análisis de contenido de esos documentos nos muestra el carácter de la censura practicada por la División de Diversiones Públicas. Véase ahora cuáles son los documentos que componen el prontuario: 1 – Del mismo modo que en los demás procesos del Archivo, el primer documento es la carta del productor, director o autor, dirigida al Director de la División de Censura de la División de Diversiones Públicas, solicitando la deferencia de proceder a la censura de su obra. En el proceso 2946, quien firma la carta mecanografiada es Sandro Polônio, empresario, responsable por el espectáculo que se escenificaría en marzo de 1950, en el Teatro de Cultura Artística de São Paulo, con dirección del peticionario. El documento lleva fecha de 2 de febrero del mismo año, lo que muestra que los trámites de liberación solían llevar cerca de un mes. La obra identificada como de tres actos y diez cuadros se llamaba simplemente El pozo. La correspondencia tiene firma reconocida como exigía la reglamentación, y llegó a la Secretaría de Seguridad Pública el 4 de febrero de 1950, de acuerdo con el sello del notario. 2 – La segunda hoja del proceso contiene cuatro sellos, uno del Director del DDP, Joaquin Roller Souto, y otro firmado por dos censores. Se trata de un parecer de impugnación de la presentación de la obra, de 13 de febrero de 1950. Los demás son del archivo del proceso. Los censores, según cuenta del parecer, fueron Raul Fernandes Cruz y José Américo Cezar Cabral. 3- La tercera página del proceso 2946 es un Oficio del Departamento de Diversiones Públicas, de la Secretaría de Estado de los Negocios de Seguridad Pública, firmado por el Director Souto, a 13 de febrero, solicitando que se diera ciencia a Sandro Polônio de la impugnación de la obra. En 15 de febrero, Graça Melo, director y actor del espectáculo, firma carta manuscrita declarando tener conocimiento de la determinación. 4 – Las dos páginas siguientes del proceso son dedicadas al parecer de los censores que iremos a analizar con más detención. 5 – Después del parecer, se adjunta al proceso carta de Sandro Polônio, fechada el 18 de febrero, en la que el empresario pide reconsideración de la decisión de la censura, presentando el texto alterado, con nuevo título –El fondo del pozo y constando como coautor de la obra el marido de la escritora Helena Silveira, Jamil Almansur Haddad. Nuevos sellos certifican la reapertura del proceso el 16 de marzo del mismo año. Es importante recordar que ya en aquella época, modificaciones en el título y en el texto eran recursos comunes en las solicitaciones de reconsideración. 6 – El texto de la obra. 7 – Nota breve del Director, manuscrita, en la que explica que la escenificación suponía dos planos distintos: el primero donde se pasan escenas de carácter realista donde todo lo que – 103 –
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allí ocurre “de hecho pasó”; el segundo, de carácter expresionista, en escenas sin ningún contacto con la realidad (subrayados del autor). El director insiste: “nada de lo que allí ocurre “realmente aconteció” (subrayado del autor). Sigue Mello: “Los personajes de las 3 mujeres que aparecen en este plano son irreales y sólo existen en la imaginación del personaje Julio y surgen tal como e ve, en el interior de su delirio de remordimiento y culpa. Entenderemos más adelante el sentido de esta breve nota. 8 – Certificado de la Censura liberando el espectáculo para mayores de dieciocho años, desde que observados los cortes en quince páginas, fechado el 14 de marzo. Diferentemente de lo que se ve en otros prontuarios, la copia de la obra presente en ese proceso no indica los cortes exigidos y quedamos sin saber qué los censores propusieron omitir del texto. Creemos que, además de las modificaciones propuestas en el cuerpo de la obra, probablemente por Haddad, el director y la actriz Maria Della Costa, que actuaría en la obra, hayan contribuido para la liberación al buscar amigos y autoridades solicitando la revisión y liberación de la obra, como solía ocurrir cuando se trataba de artistas de relieve y con buenas relaciones en la sociedad. Esa fue la obra que inauguró el Teatro de Cultura Artística, en São Paulo, cuyo estreno ocurrió el 17 de marzo. Se trataba de una iniciativa del Teatro Popular de Arte, proyecto artístico iniciado en 1948, en Rio de Janeiro, por Sandro Polônio, Maria Della Costa y Miroel Silveira, para hacer frente a otras propuestas teatrales que, según los organizadores, se consideraban más elitistas. Por eso, en el texto de presentación del TPA, se hace referencia a la búsqueda de calidad artística y, al mismo tiempo, al deseo de ser popular, de dirigirse a toda la gente y no sólo a las clases privilegiadas por la fortuna12. El Fondo del Pozo (o El Pozo) La obra de Helena Silveira presente en el proceso del Archivo Miroel Silveira es el original que fue impugnado por los censores, según indica el sello constante del frontispicio, con fecha de 7 de febrero. Se trata de un drama familiar que, según el texto de introducción, se desarrolla en São Paulo, en el momento de su escenificación (1950). El escenario se describe de este modo: “Un pasillo fondo y oscuro debe llevar a la platea, en sutil declive. Se trata de una antigua casa de un solo piso delante de una calle. En el comedor, clásica damajuana con agua. Algunas sillas austríacas. Una mecedora. Una máquina de coser. Un armario de puerta de tela de alambre llena de agujeros, permitiendo ver su vientre deshecho de anaqueles desparejos y vajilla lascada. Una ventana exhibiendo un trecho del patio con tendederos donde secan ropas. Un papayo. Muchas puertas cerradas. Sin embargo, el pasillo tiene las puertas abiertas y va a dar en la platea como un túnel. Una mesa tiene el mantel lleno de manchas, vasos y platos sucios, botella de cerveza vacía.”13
La familia que protagoniza el drama está compuesta por la madre, vieja y enferma –Úrsula, sus dos hijas –Conceição y Cornélia– y el hijo Julio. Los cuatro viven una relación 12
Tânia Brandão, Uma Empresa e Seus Segredos: Companhia Maria Della Costa (São Paulo: Perspectiva; Rio de Janeiro: Petrobrás, 2009), 243. Helena Silveira, O Poço. Parte integrante del Prontuario DDP 2946 del Archivo Miroel Silveira de ECA/USP.
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neurótica bajo el dominio de la genitora, beata moralista y represora. Los diálogos son tensos y remiten a la atmósfera agobiante de la casa, llena de reprimendas, haciendo acordar el ambiente de A la orilla de la vida, de Tenessee Williams, que tuviera su estreno poco antes en São Paulo, en 1947. En El Pozo, la acción ocurre en dos tiempos representados, según indica la concepción escenográfica, por dos planos, en uno de ellos los miembros de la familia se enfrentan en su soledad agresiva y resentida; y en otro, tras haber asesinado su familia, Julio, el hijo muy amado, recibe la visita de inspectores policiales que investigan denuncias acerca del crimen. Toda la obra busca mostrar que relaciones neuróticas resultan en situaciones extremas –la madre con un moralismo exacerbado, llena de prejuicios contra las personas y amor incestuoso por su hijo; la hija Cornélia con la sexualidad reprimida, expresando sus deseos en extraños sueños premonitorios, y la tímida y reclusa Conceição, que también nutre por su hermano un amor morboso. El final dramático para esa relación depresiva es la muerte anunciada por presagios en los diálogos entre los personajes. Al darse cuenta de que la familia se opondrá a su matrimonio con la novia Ismênia, Julio asesina a las mujeres de la familia y después, amenazado por la revelación de su crimen, se suicida. La impugnación del proceso, según el Parecer de la Censura, utilizó los siguientes criterios: 1) el artículo 188, del Decreto 4.405-A, de 17 de abril de 1928 dice impedir la puesta en escena de obras que, por sugerencia o enseñanza puedan inducir alguien a la práctica de crímenes, o contengan apología, directa o indirecta de esos...; 2) el mismo artículo prohíbe la puesta en escena de obras que contengan ofensas a la moral y las buenas costumbres - pormenor encontrado en la obra en análisis, cuando se refiere a la pasión que siente la hermana hacia su mismo hermano; 3) la obra reproduce con fidelidad el crimen de la calle Santo Antonio, muy vivo en la opinión pública; 4) uno de los personajes, Cornélia, tiene casi el mismo nombre que una de las víctimas del crimen aludido –Cordélia– cuyo cambio de la consonante no deshace la impresión auditiva que caracteriza el personaje; 5) por la lectura de la obra no se llega a la conclusión del fondo educativo de que “el crimen no vale la pena”. Todo lo contrario, se exhorta a la práctica de crímenes, alegando que la tierra está pidiendo muertos; 6) la escenificación supone la participación de menores de edad, lo que infringe dispositivos legales. Nos damos cuenta de que los censores, en su dictamen, hacen una lectura superficial y lineal del texto, confundiendo conflictos psicológicos con exhortación a comportamientos que esos conflictos engendran. El asesinato cometido por Julio no encuentra justificativa en Helena Silveira, que busca mostrar cómo las relaciones morbosas llevan a fines trágicos. A su época, en crónica del diario Folha da Manhã, Oswald de Andrade sostuvo que era intención de la autora recrear la atmósfera de agobio, represión y neurosis de las familias y grupos que se cierran en torno a sí mismos, así como a la resistencia que enfrentan aquellos que buscan, de algún modo, liberarse de las cadenas de esa relación opresora. La salida, según la autora, es el suicidio o la muerte. La lectura superficial realizada por los censores está marcada por una tradición de censura que siempre buscó ver en las palabras, en las expresiones, en los diálogos, el contenido explícito de las intenciones de los autores. Incapaces de pensar a través de metáforas, juegos de palabras o frases de doble sentido, los empleados de la censura actúan con venganza y descaracterización, como lo comprueban los diversos textos cortados y transformados, presentes en los procesos del Archivo Miroel Silveira. Eso está de acuerdo con todo lo que hemos leído en rela– 105 –
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ción a la evaluación de los censores o juicio de censores que imputan a la autora una exhortación al crimen, sin lograr ver en su texto la condena a las relaciones sociales opresoras que llevan a la tragedia. Sin embargo, lo que merece análisis más detenido en ese dictamen es la justificación del veto que se refiere a un crimen de gran repercusión ocurrido en la ciudad. Ese argumento revela de modo cabal una actitud estética y política de los censores si consideramos el panorama de las artes en mediados del siglo veinte, cuando dos tendencias estéticas se oponían en la producción artística: el realismo, presente en las obras artística de carácter social y políticamente comprometidas, con críticas y denuncias a las injusticias sociales, y el idealismo, utilizado en las obras más conservadoras, de carácter educativo o moral. A partir de esa oposición de naturaleza estética y también política podemos interpretar la impugnación de El Pozo, así como de otros textos que buscan presentar y discutir críticamente aspectos y hechos de la realidad social. Buscando siempre evitar referencias al poder establecido, críticas a las autoridades políticas, denuncias a la realidad social, los censores no apreciaban las referencias explícitas a hechos reales. De esta forma criterios estéticos se confunden con supuestos morales, ideológicos y políticos. Sea cual sea la referencia que se haga a la realidad, la obra de arte –de ficción o no– será siempre sospechosa, por criticar y oponerse a la situación vigente. De esa forma, a través de un análisis superficial del texto y de un idealismo a ras del suelo en relación al contenido y a la forma de la dramaturgia, los censores de El Pozo no lograron darse cuenta de que los diálogos, al expresar los sentimientos íntimos y paranoicos de los personajes eran una forma de condenarlos. Confundiendo la referencia a la vida real con una crítica política a la sociedad establecida, eligieron, sin la menor duda, la impugnación de la obra. Así, terminaron su dictamen diciendo: “del mismo modo, tomamos la libertad de hacerle acordar la conveniencia de que esta medida se comunique al Servicio de la Censura Federal, para que, allá, por el hecho de que no conozcan el fulcro del tema en apreciación, eviten aprobarla con cortes u otras restricciones (subrayado de los autores)”14. Se referían ellos al hecho de que el crimen, que había ocurrido en São Paulo, a lo mejor no sería conocido por los censores de Rio de Janeiro. El Crimen de la calle Santo Antonio El crimen al que los censores se refieren fue cometido por el profesor de química y estudiante de doctorado de la Universidad de São Paulo, Paulo Ferreira de Camargo, que vivía en la calle Santo Antonio, en el barrio Bela Vista (o “Bexiga”) quien, en 1948, asesinó a tiros a su madre y sus dos hermanas, las arrojó a un pozo en el patio de la casa, boca abajo y vestidas con mortajas que él mismo habría pedido que la madre confeccionara. Las sospechas de los vecinos en relación al comportamiento dudoso de este joven de 26 años llevaron a que la policía lo investigara. Cuando inquirido acerca del crimen, Paulo se suicidó con la pistola, en el baño de su casa, en el exacto momento en que la policía destapaba el pozo para retirar los cadáveres. El crimen tuvo gran repercusión social y la ciudad consternada acompañó atenta las noticias. Helena Silviera, autora de la obra, prima de Miroel Silveira y de Dinah Silveira de Quei14
Prontuario DDP 2946 del Archivo Miroel Silveira de ECA/USP.
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El Crimen del Pozo, la ciudad que produce un gran crimen puede generar una gran literatura
roz, fue cuentista, cronista y dramaturga. Trabajó en el Suplemento Literário de Folha da Manhã, fue columnista de sociales, bajo el seudónimo Helen, y también fue crítica de televisión y telenovela; llegó a escribir ensayos de gran interés sobre ese vehículo que se estaba convirtiendo en uno de los más importantes medios de comunicación en la época. Fue miembro de la Asociación Brasileña de Escritores y fue galardonada con el premio Alcântara Machado por su libro de cuentos Mujeres. Era una autora innovadora y no tenía miedo de enfrentar los desafíos de su época. Con ese perfil, se comprende que la escritora haya acompañado toda la conmoción social en relación al crimen y que eso se haya reflejado en su trabajo. El pozo fue, de hecho, su obra más polémica y tuvo, como vimos, la colaboración de su marido. Contactos de esta naturaleza, entre el periodismo y la dramaturgia se observaron en otras ocasiones. Un ejemplo sobresaliente es el de Nelson Rodrigues, uno de los escritores más talentosos e innovadores de la década de 1940, que fue reportero policial antes de revelarse dramaturgo. Sus obras abordaban el mundo conturbado de los criminales y de sus intenciones más recónditas. El resultado fue una verdadera revolución en la dramaturgia brasileña a la cual fue sensible Zbigniew Marian Ziembiƒski, director polaco, igualmente revolucionario, que llevó a escena Vestido de Novia de aquél autor, verdadera referencia del teatro moderno en Brasil. Helena Silveira, atenta a la producción artística de su época, debe haber sido sensible a esta ola de renovación, así como a las obras extranjeras que se empezaban a traducir y escenificar en Brasil, exponiendo conflictos psicológicos y personajes contradictorios, como la ya referida obra A la orilla de la vida, de Tennessee Williams. Sin embargo, como Nelson Rodrigues, Helena Silveira se chocó contra la tradición de censura, que consideraba que el teatro debería ser educativo, moral e idealista, de modo que cualquier propuesta realista, crítica o denunciadora era considerada automáticamente subversiva. Sin embargo, su osadía la llevó a ser objeto de un juicio promocionado por la familia de las víctimas del crimen, y también de la constante persecución de los censores. El 30 de marzo de 1950, trece días después de su estreno, los censores Raul Cruz y José Américo Cabral le escriben al director del Servicio de Censura la siguiente carta: “En razón de que los responsables por el Teatro Dramático que se presenta en el Teatro de Cultura Artística con la obra El fondo del pozo, de autoría de Helena Silveira, no han observado los cortes que esta división impuso a la puesta en escena de dicha obra, y eso a pesar de los repetidos avisos verbales de les han sido hechos y a pesar, aún, de las notificaciones en ese sentido por el Servicio de Fiscalización de esta División, de que tomó ciencia verbal el Secretario de la Compañía, le proponemos a Vuestra Merced la penalidad que cabe en el caso y, en el caso de reincidencias, la impugnación inmediata de las presentaciones del citado argumento.”15
Tânia Brandão, en el libro sobre la Compañía Maria Della Costa (2009) revela que la recepción de la obra fue polémica y la crítica, a pesar de los elogios a la actriz y la autora, consideró que el texto publicado por la Editorial Martins era superior a su puesta en escena. Brandão menciona también que la autora reconoció haber hecho pequeños cambios en el original, como la sustitución del nombre de Cornélia por Cristina, como había sugerido el censor. 15
Prontuario DDP 2946 del Archivo Miroel Silveira de ECA/USP.
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Oswald de Andrade, en su columna Llamada (Telefonema) ya había defendido la obra aún antes de haber ido a escena. Escribió, el 17 de junio de 1949, “la ciudad que produce un gran crimen puede generar una gran literatura. Me he convencido de esto una vez más leyendo ahora los originales de una obra de teatro de Helena Silveira, de nombre El pozo. Ella creó a partir del tremendo caso de la calle Santo Antonio cualquier cosa de nueva y especial en nuestro teatro”16. Sin embargo, según mención de Sábato Magaldi y Maria Tereza Vargas en el libro Cien años de teatro en São Paulo (Cem anos de teatro em São Paulo), el estreno de El fondo del pozo sucedió bajo protestas17. Volviendo al Archivo Si, como ha afirmado Farge, el archivo es una brecha en la tela de los días, el proceso de censura previa a El fondo del Pozo (o El pozo) es especialmente interesante por sus intertextualidades e interfaces. Por una parte, nos muestra las tendencias de una época y la resistencia del status quo en relación a lo que era innovador, transformador, provocativo, desconocido e inusitado –a mediados del siglo veinte, bajo influencia de lo que pasaba en el mundo y de lo que inmigrantes, como Ziembinski, traían para el país, la producción artística se renovaba. Los censores estaban buscando esas señales de subversión del orden, de la ideología y del gusto para combatirlas o retrasarlas. Sin embargo, afirmaban estar buscando la defensa de la sociedad. Pero los autores, los directores y los artistas en general estaban listos para resistir. Al mismo tiempo, tenemos aquí un claro ejemplo de intertextualidad: el proceso nos revela los cambios e influjos entre los medios de comunicación, los lenguajes, los autores y los artistas, presentando imbricaciones nuevas y no siempre debidamente reconocidas. Es la prensa la que provoca el arte que contesta, provoca, analiza, acercando la ficción a la realidad; el noticiero a la escenificación. El archivo congela el instante y posibilita la deconstrucción de sus secuencias, enunciados, guión. Expone procesos, indica presencias, nombra testigos, dicta veredictos, rescata memorias. Finalmente, el archivo comprende, en las entrelíneas, el público anónimo, la sociedad con sus miedos, prejuicios y expectativas. Todo ello surge como la sociedad, el público, los espectadores a nombre de quienes se justifica la batalla que ocurre entre artistas y censores. De otro lado, otros archivos nos permiten obtener la percepción del público cuando se da el estreno de la obra, rememorando un crimen que conmovió la ciudad de São Paulo. Se trata de los archivos de las memorias personales publicadas en diferentes sitios en la Internet referentes a la ciudad de São Paulo y a sus hechos. Un sin número de testimonios personales mencionan el crimen de la calle Santo Antonio y esos recuerdos comprueban que este fue uno de los crímenes que más impactaron al público. Hay personas que se refieren al crimen, cuentan detalles, dicen haber visitado el lugar en la época, exhiben fotografías y afirman haber acompañado a diario las noticias en los periódicos. Sólo los expertos, los críticos, los biógrafos se refieren a la obra teatral. La censura cumplió su rol y, por lo que se sabe, El pozo no volvió jamás a la escena. 16
Oswald Andrade, O Telefonema (São Paulo: Globo, 2007), 446. Sábato Magaldi y Maria Tereza Vargas, Cem anos de teatro em São Paulo (São Paulo: SENAC, 2000), 248.
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El Crimen del Pozo, la ciudad que produce un gran crimen puede generar una gran literatura
Si los archivos congelaron visiones de ese acontecimiento, en el plano de la realidad cotidiana, esa historia tuvo sus consecuencias. El imaginario popular siguió tejiendo su propio guión –la casa donde el Crimen del pozo ocurrió quedó largos años deshabitada y el terreno fue considerado maldito. Más tarde, la casa fue demolida junto a otras construcciones de la cuadra y dio origen a un alto edificio, famoso en el paisaje del centro de São Paulo, cerca del Valle de Anhangabaú, llamado Joelma, de marcada presencia en el imaginario de la ciudad. Esta construcción también tuvo un fin trágico: fue destruida, en 1974, por un gran incendio, hecho que alimentó todavía más los sentimientos de desconfianza y miedo de la población que vio en el desastre una señal más de la antigua maldición. Roberto Stavale, testigo ocular de todos esos acontecimientos publicó en el sitio Usina de Letras un largo relato acerca de las tragedias del Bixiga, barrio en que vivía. No por casualidad cierra sus recuerdos con la frase: “En medio a tantos cuentos sobre el lugar de las tragedias (se refería al lote de calle Santo Antonio que dio lugar al Edificio Joelma), debemos acordarnos de la frase de William Shakespeare: hay más entre el cielo y la tierra de lo que sueña nuestra vana filosofía”18. A nosotros nos toca concluir diciendo que, felizmente, en contra del imaginario popular y anónimo, nunca hubo censura capaz de cortar, enmendar o callar. Mientras El pozo, de Helena Silveira yace en el sobre de número 2946 en las carpetas de un archivo histórico, la versión popular corre libre por las redes sociales en busca de los interesados. Los censores se asombrarían al darse cuenta de que, tal como la obra censurada, la opinión pública y el imaginario de la población también tienen su origen en la realidad. Bibliografía Andrade, Oswald. O Telefonema. São Paulo: Globo, 2007. Benatti, Ado. O Sindicato dos Malucos. Parte integrante del Prontuario DDP 0483 del Archivo Miroel Silveira de ECA/USP. Brandão, Tânia. Uma Empresa e Seus Segredos: Companhia Maria Della Costa. São Paulo: Perspectiva; Rio de Janeiro: Petrobrás, 2009. Boal, Augusto. Filha Moça. Parte integrante del Prontuario DDP 4178 del Archivo Miroel Silveira de ECA/USP. Carvalho, Neuza Guerreiro de. “Lendas Urbanas: a Cidade e Seus Personagens – um Crime Hediondo em São Paulo.” Viva São Paulo, 2006, www.vivasp.com/texto.asp?tid=4472&Sid=9 (26 octubre 2010). ---. “São Paulo – 1948: a Cidade Ainda é Tranqüila e um Acontecimento.” São Paulo Minha Cidade, 2006, www.saopaulominhacidade.com.br/list.asp?ID=369 (26 octubre 2010). Costa, Maria Cristina Castilho. A Censura em Cena. São Paulo: EDUSP, Imprensa Oficial e FAPESP, 2006. ---. “Etnografia de arquivos: Entre o Passado e o Presente.” Matrizes 3, n. 2 (2010): 171-86. Derrida, Jacques. Mal de Arquivo: Impressão Freudiana. Rio de Janeiro: Relume Dumará, 2001. Farge, Arlette. O Sabor do Arquivo. São Paulo: EDUSP, 2009. Foucault, Michel. A Arqueologia do Saber. Rio de Janeiro: Forense Universitária, 1995. Magaldi, Sábato, y Maria Tereza Vargas. Cem anos de teatro em São Paulo. São Paulo: SENAC, 2000. Miola, Mauro, y Tito Villari. Os Tarados da Vila Ema. Parte integrante del Prontuario DDP 3120 del 18
Roberto Stavale, “Local de Tragédias”, in Usina de Letras, 2009, www.usinadeletras.com.br/exibelotexto.php? cod=52288&cat=Artigos&vinda=S (01 mayo 2012).
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Maria Cristina Castilho Costa
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Fog Computing: Introduction to a New Cloud Evolution Jonathan Bar-Magen Universidad de Alcalá
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n the following article we will introduce the reader to a line of investigation that have been gaining greater interest in the last few months and which may define the origins to the expansion of this line of investigation, Fog Computing. Cloud computing has been gaining more importance during the last decade1. Yet Cloud Computing is a mere definition of a common known telecommunication structure, the ServerClient system. A Server-Client relationship, in which Clients rely on Servers to either view information as well as save such information, is the core philosophy of the Internet and the W3C (World Wide Web Consortium2) since its public release. Yet a certain evolution has been noticed in the last two decades, mainly in the speed in which content transactions have been taking place. The evolution of such speed increment can be seen in latest communication algorithms, and shows us that from the Internet conception to our present time, speed in communication suffered a significant number of changes3. Nevertheless from such study we can deduce another issue, and it is the exponential increment in the physical size of the also known Internet Universe4. With speed also comes a higher request from users or clients for better communication, a more interactive and entertaining communication5. This element resulted in being the keystone of our investigation, as it instigates a new phenomenon in telecommunication history, the ever-growing dependency of the Client side on the Internet Universe-Server side. Such dependency has grown in the last decade, and thanks to it the concept of ServerClient relationship changed its name to Cloud Computing. In it any entity from a single person to a large size company can store all its information on a third party server, and so 1
Shacklett, Mary. 2011. CLOUD computing. World Trade, WT 100 24 (1). World Wide Web Consortium http://www.w3.org/ 3 Light, J. 2009. An efficient wireless communication protocol for secured transmission of content-sensitive multimedia data. World of Wireless, Mobile and Multimedia Networks & Workshops, 2009.WoWMoM 2009.IEEE International Symposium on a: 1 4 Rajkumar Buyya. 2011. Cloud computing: Principles and paradigms. Cloud Computing: Principles and Paradigms 5 Angeli, Daniele. 2012. A cost-effective cloud computing framework for accelerating multimedia communication simulations. Journal of Parallel & Distributed Computing 72 (10): 1373-85 2
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access the information from any place at any time6. A concept reinvented, but which existed before. In 1998 as a result of the increment in size of Internet Universe, a popular search engine of that time, AltaVista, was unable to cover in a certain speed the search necessities of its clients. And so Google search engine was introduced with a better speed latency results, increasing its popularity and success. Search engines evolution are the perfect image of the Internet Universe growing speed. As a consequence of the increase in information banks size there was a need for stronger and optimized search engines that may allow us to access such information7 And so if we analyze the creation of such tools, we can also stumble on many other services that use the massive size of the Internet Universe and its immense amount of servers to promote their business. During the past decade we can notice the creation of a new phenomena in the Internet Universe, social networking8. Still it makes us wonder what if Cloud Computing was more a name change for marketing purposes than the creation of a new methodology and organization techniques, maybe such concept had been applied to other cases, such as social networking. First of all the Internet itself was always a social tool. The introduction of personalized web based profiles did not turn the Internet into a social tool. ICQ9 and Geocities10 were only two of many other tools created in the decade of the 90's, which offered a rich social experience to their users, from communication to the creation of a personalized user profile and friend connection. Yet the technological advances, mainly in the area of data transfer speeds as well as media sharing, image in particular, made tools like FaceBook and Twitter into a successful center for social union11. Which brings us back to the fact that speed and technological improvement in daily usage components, as may be mobile phones, affected the outcome in the usage of such tools. Such improvement in speed data transfer, as well as the increased dependency in third party data storage, including social networks tools and mail services, have brought us to the core issue of our investigation, the hazards of a massive usage of Cloud Computing12, and the resulting definition of an Internet Universe inflicted by this usage known to us as Fog Computing. Next we will expose the first steps of our investigation, how did we realize the possible inconvenient that Cloud Computing could inflict in the social structure of the Internet. Following this brief summary, we will expose a number of statistical information that demonstrate the fast growing speed of the Internet in our present time and how Cloud Computing has been collaborating with this situation. 6
Brandon, John. 2008. Living in the cloud. PC Magazine 27 (8): 19-20, Anderson, Mary Alice. 2012. Google literacy lesson plans: Way beyond 'just google it'. Internet@Schools 19 (4): 20-2 Google inc files patent application for multi-community content sharing in online social networks. 2010. Indian Patents News 9 http://www.icq.com 10 http://geocities.yahoo.com/ or http://en.wikipedia.org/wiki/GeoCities 11 Aggarwal, Charu C. 2011. An introduction to social network data analytics. An Introduction to Social Network Data Analytics 12 Brandon, John. 2008. Living in the cloud. PC Magazine 27 (8): 19-20 7 8
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Fog Computing:Introduction to a new Cloud Evolution
Finally we will explain how Fog Computing is defined in this entire schema and what are our investigation results to the current date. Practical and theoretical concepts will be exposed as well to clarify how the investigation is taking place, and what are the problematic issues that we are working on solving. Preexisting context Before we start analyzing the subject of massive Cloud Computing and its resulting Fog Computing, I would like to start by exposing a number of basic concepts, let's say how did we get to this point. The Internet systems together with the http protocol that certifies and manages the W3C were introduced in October 1994. Since those years, constant improvement in data transfer speeds as well as content exposure took dominant roles. Speed connection was doubling every year to two years as well as content complexity, starting from simple text based content to a richer video and animation-based content13. Towards the end of the second half of the 90's, users of the Internet could interact with other users in various ways. From product acquisition through Amazon and eBay, to simple communication chat offered by messenger systems like mIRC, ICQ, as well as voice chat communication with programs like Mediaring or Roger Wilco14. Never to forget the possible communication for gamming purposes, which opened the window for massive user interaction through gamming experiences, from basic game experiences in the Internet Gaming Zone to more complex in such games as Starcraft, EA Sports games, and Heroes of Might and Magic 3. All this features where mainly seen before the turn of the century. To give a better control over the content being send back and forward over the Internet, Google Search Engine15 was introduce as a rival to Altavista Search Engine16, and through the offering of potentially fast search results, allowed users to access information in a fast and instantaneous manner. And so a first strong dependency of clients towards a certain virtual service was born. With the increase in Internet size, there was a greater need to depend on a search engine that may offer a fast and easy way to access such information. In a short period of time, Google became the stronger and larger content manager of the Internet Universe. Yet, if we look at present numbers, Google only indexes 0,0004% of the internet content, which gives us a small idea of the tremendous size of the internet (Fig 1). Google soon started offering their first Client-Server service, or Cloud Computing service, the Gmail17. The most significant feature of the Gmail service was the introduction of a 2 GB storage space to allow all users not to worry about their inbox size and space. This mail service was first introduced in 2003, in parallel with a smaller company known as Walla18. Both 13
Light, J. 2009. An efficient wireless communication protocol for secured transmission of content-sensitive multimedia data. World of Wireless, Mobile and Multimedia Networks & Workshops, 2009.WoWMoM 2009.IEEE International Symposium on a: 1 14 Moch, Chrissy. 1999. MediaRing breaks out of PC mold. Telephony 236 (13): 16 15 http://www.google.com 16 http://www.altavista.com 17 http://www.gmail.com 18 http://friends.walla.co.il
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Google and Walla offered a considerably amount of storage size on their servers, in an act that may be considered the first Cloud Computing service. Soon enough Google's competition followed their steps, and a new market was borne, the third party storage service also known as Cloud Computing. The first decade of the Twentieth century will see the increment in Server size storage, and the resulting increase in data transfer size as well as content complexity. If at the end of the 90's we could observe services as Amazon19, chat communication as ICQ and even gamming experiences, now thanks to the increase in data transfer speeds, servers could not only store a larger amount of information, but also receive a larger amount of data, and so allowing the virtual world to mimic the real world, storing social information and reflecting such information in a social structure, thus creating what was later will be known as Social Networks20. MySpace21, Friendster22, Facebook23, Twitter24 and such were the result of the evolution in data transfer speed as well as the increase in content complexity. The evolution in content complexity resulted in a greater interaction between the user and the virtual world, between the Client and Server. And so a dependency that originated significantly by the introduction of the Google Search engine in the 90’s was translated into a greater one with the social tools. Such was the dependency, that users intentionally uploaded and enriched their profiles in these social tools. Finally as a result of the third party cloud storage nature, this information passed from the User's ownership to the service provider ownership. From all those tools, Facebook resulted in having the most success. In its privacy policies, information uploaded by their users pass to be of complete ownership of the Facebook company. Facebook now holds more than half a billion profiles of clients or users25. And so even if all users stop using Facebook, their profiles will still be under Facebook’s control, turning Facebook into the largest peoples profiles bank in the world, and used for many third party purposes as well as governmental interests. Other services that share their user databases with third party institutions, in concrete US government institutions, are Yahoo, Microsoft, Apple and Google26. Under the US acts for defense against terrorism, the government has complete authority to access those data banks. With the evolution of social, and later entity networks, the definition of Cloud Computing was finally released as an independent concept, even though it existed since the creation of the Internet. The most significant services that companies, which offer Cloud Computing Storage, tend to offer are the possibility of centralizing all information for future access from different devices, a backup system for their information and the insurance that their information will always be up to date. 19
http://www.amazon.com Aggarwal, Charu C. 2011. An introduction to social network data analytics. An Introduction to Social Network Data Analytics, 21 http://www.myspace.com 22 http://www.friendster.com/ 23 http://www.facebook.com 24 http://www.twitter.com 25 Hane, Paula J. 2012. Facebook in the spotlight. Information Today 29 (7) 26 Cyber Intelligence Sharing and Protection Act (CISPA) and the US Patriot Act http://www.fincen.gov/statutes_ regs/patriot/index.html 20
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Fog Computing:Introduction to a new Cloud Evolution
From the previous contextual study the attributes that derived us to the present moment in which we decided to study the overall structure of Cloud Computing and Mass Content Transaction has been establish, and now we will continue to explain the issues in present day Internet Universe, Cloud Computing and Mass usage of content transactions. Present Internet With the pre exiting variables established, we will proceed with explaining the current existing variables that motivated us to define the Fog Computing phenomena. Data content sharing The base pillar of the Internet Universe is data sharing. Since its inception, the network was designed to allow a number of nodes or participants in it to share digital information27. Such information could only be viewed on the machines, and if we desired to change its format from digital to, for example physical, we needed a machine to transform such format into another, being for example the Printer one of them. Eventually sharing content was always part of the global network. Considering this would prove logical that with the increment in speed connectivity, we perceived an increase in data sharing transactions, as shown in the following statistics. But the evolution of digital media also introduced a variety of new format types, which implied that there would be a number of new content types and in some way an increase in complexity. Video and Music streaming wasn't a trivial matter in the beginning of the 90's, but towards the first decade of the 21th century MP3 format gain in popularity, and soon also movie formats, as AVI and MPEG would allow movies to be shared easily. The increase in speed transactions implied that not only more content would be shared between network entities; it also implies that there would be an increase in user or client nodes numbers in the network. One of the implications that had the introduction of social tools into the virtual world was the increase in online users that looked forward to rely more on this world rather than the real one. Previous to the introduction of such tools, the amount of Internet users was at 360,985,492, being 2,267,233,742 the amount after the introduction of those changes28. So eventually the public that wasn't interested in the virtual world because it was mainly directed towards communication, business transactions and gamming, now found a new and attractive usage to the Internet. We cannot forget that the increase in media sharing capabilities also affected the number of new online users, which can be considered the second reason for this situation. Music and Video sharing on the Internet allowed many new users to reach entertaining content easily and faster. So by now we can see from the following data the different usage that the users give to the Internet divided in percentages.
27
Nelson, Michael R. 2009. The cloud, the crowd, and public policy. Issues in Science & Technology 25 (4): 71-6 http://www.internetworldstats.com/stats.htm
28
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Being content sharing the modus operandi of the Internet29, we have to start considering a number of issues that may limit the freedom and commodity of the user community in the matter. Sharing data on a large scale is presently available without significant limitation, and speed connection only keeps rising30. Yet one of the issues that instigate to the creation of the Fog Computing phenomena is the excess of content on the virtual world. This world's growth speed is greater than any other seen to date, and the social knowledge reflected in it is of great value to some, and proved to be as leverage in delicate situations. Constantly algorithms are created to facilitate the access to such information, including the search engine algorithms, i.e. Google. "Putting some order to the mess" is a possible way of looking at it, when search engines try to create access channel for users to view the information on the virtual world. Yet Google only indexes 0.0004% of the content in the virtual world, which implies to a possible phenomenon of Silenced Writings or Silenced Content. When an intermediate like Google, with its commercial implications is only accessing such low percentage of content, we have to ask ourselves if it's useful as well as impartial. As a possible solution, many investigation teams in the area look to create new Data Mining algorithms31. Such algorithms as their name reflect gather data from the virtual world and create smarter systems that may allow easier and more complete access to the network. The main inconvenient with such systems is a matter of space expansion. As time passes, the virtual world space expands, and that expansion speed is faster than the speed in which algorithms are created to permit access to the questioned content. If we consider the evolution in content complexity as well, we have to add some variables to the equation, content size, complexity and speed, which eventually overcome the creation of access and ordering algorithms. As a result we can conclude that data content sharing in the virtual world, for which most is done on a Server-Client based service, compared to the Peer to Peer architecture, is reaching a critical point in size and speed that in the next few years will create a crisis in content reliability. Being Server-Client service equivalent to Cloud Computing, from now on we will refer to Server-Client service as Cloud Computing. Privacy Policies and components When we consider Data Mining we have to forcibly investigate about privacy policies. For Data Mining algorithms, and any kind of content-based algorithms to work properly, there has to be access to virtual content. Accessing content is linked to legal policies, known in the market as Privacy Policies32. These policies were created initially to offer a defensive line for privacy information protection. Acts and protocols in many countries were passed to offer the highest level of content protection for their citizens. 29
Ekanayake, J. 2011. A scalable communication runtime for clouds. Cloud Computing (CLOUD), 2011 IEEE International Conference on: 211 Angeli, Daniele. 2012. A cost-effective cloud computing framework for accelerating multimedia communication simulations. Journal of Parallel & Distributed Computing 72 31 Boanerges Aleman-Meza. 2006. Semantic analytics on social networks: Experiences in addressing the problem of conflict of interest detection. WWW '06: Proceedings of the 15th International Conference on World Wide Web 32 Anthonysamy, P. 2011. Do the privacy policies reflect the privacy controls on social networks? Privacy, Security, Risk and Trust (Passat), 2011 Ieee Third International Conference on and 2011 Ieee Third International Conference on Social Computing (Socialcom): 1155 30
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Yet these policies are no more than contracts between users and service providers, and such contracts can differ from one provider to the next. Before we analyze some existing examples, we would like to define a number of terms. First of all is the Cookie. A Cookie is a piece of information, or content, that is saved on the user’s local machine when he access content on the virtual world. This was first introduced as part of an optimization plan to reduce the machine access to the network and so reduce the transaction size. By harvesting a certain amount of temporal content on the local machine, when you access for the second time the virtual world, some content can be saved from transaction for a second time, so the local Client don't need to ask for the same content to the remote Server, and so reducing the data transfer size. The reason for this method appeared when the first web browsers were created, as connections were not as fast as todays, and any reduction in traffic could be considered a significant improvement to the functionality. Cookies were introduced under those terms, but slowly change to be pieces of information that could be access in a bidirectional system. Communication between Client and Server can be bidirectional, which means that either the client can access the server, or the server can access the client. Initially Server access to Client is not very common. Yet many service providers use information stored on Clients machines, mainly on Cookies to know more about the Clients. This element instigated the definition of many privacy policies, and in the present time some countries are trying to illegalize the use of Cookies, for example the EU through the EU Cookie Law33. The main problem with Cookies is that many of the users are not aware of their existence, and even if they are, it's hard to turn them off. Since the beginning of the “Cookie Hunt”, many service providers decided to create alternative system to allow them to keep accessing user information. An example is Google's attempts in Apples' Safari browser to inject Cookie read and write to their users34, and by that know about the users interests and personal information, as well as navigation history. The second concept that I want to define is the Client Profile. When we consider a Client in the Cloud, or Server-Client relation, we consider a node that may be a computer with a number of users and entities. When a user connects to online services, like Web Mails (Gmail, Yahoo, Hotmail, etc.) or to social tools (Facebook, Twitter, etc.) he is interacting with a number Servers that constantly are recollecting information about his usage of their services. We define Client Profile as any profile created on such Servers and that may or may not be under the control of the user or client35. Depending on the privacy policy signed between the Client and the Service Provider (Servers), his control over his own information and content can vary significantly. Clients’ profiles in general are not open for client control, and in most cases the Service Provider has complete authority and ownership of that information. In case of Gmail, Google makes use of the content in the mails to decipher the users inte33
ico. Information Commissioner's Office: http://www.ico.gov.uk/for_organisations/privacy_and_electronic_communications/the_guide/cookies.aspx 34 FTC backs $22.5 million Google settlement over Safari, Diane Bartz, Jul 31, 2012, REUTERS 35 Stolfo, S. J. 2012. Fog computing: Mitigating insider data theft attacks in the cloud. Security and Privacy Workshops (SPW), 2012 IEEE Symposium on: 125
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rests and thus orients the ads offering as well as search results to those interests36. Google's algorithms are of the most complex and elaborated, and demonstrate the great importance that the company gives to this field of investigation. For any data mining algorithm to work properly, the service providers may either access the Client Profiles in the Cloud (Servers) or the cookies in the Clients local machine. As cookies are being illegalized, there is an increasing interest in Cloud Computing, as clients increase the amount of information uploaded in the Cloud, and in some cases without conscience allow the service providers to use their profile for productivity use and marketing orientation37. Privacy policies are considered one of the main variables that instigated the creation of the Fog Computing. Even though it is believed that such policies are good and should be enforced, the companies as stated before that depend on the content transaction and Data Mining to profit, will find alternatives to maintain their control over Client information, and so they introduce a strong campaign for Cloud Computing. It is surprising to see that when it has to do with information control policies, most of the companies unite under the leadership of the W3C, which is the greatest beneficiary of the current content transaction structure, and work together to find alternative solutions to the content access limitation policies. Many alternatives to the HTML protocols that the W3C promulgates were created in the last few years. Those alternatives ensured a significant control of the private content of users. Eventually the W3C and their collaborating companies hunted down those alternatives as it created a possible content channel outside of their control scope. The most notorious case is the Html 5 VS Flash conflict, resulted in Apple and Google extracting Flash from part of their products, and so uniting under the interests of the W3C to preserve a hyper text protocol with higher tendency towards content data hacking and data mining38. Yet in case of Flash, it can be stated that there is still much support and that it is still unclear on how it will evolve in the future. Cloud Computing With most of the variables exposed, I can finally proceed with the subject on which this study is based, the evolution of Cloud Computing towards Fog Computing. As expressed in the previous sections, we refer to Cloud Computing as the content-based structure on which the Internet is based on, the Client-Server relation and the services that providers of storage space offer in the virtual world. Being so determined that Cloud refers to the overall combination of all the existing Servers that have in them content stored and that these content forms the virtual world on the Internet. In the last few years, an increase in advertisement followed by a profound market study derived in a new work methodology based on Cloud Computing39. The fast communication
36 Yang, Yanwu. 2012. A budget optimization framework for search advertisements across markets. IEEE Transactions on Systems, Man & Cybernetics: Part A 42 (5): 1141-51 37 The economics of cloud computing: An overview for decision makers. 2012. The Economics of Cloud Computing: An Overview for Decision Makers 38 Factbox: Adobe vs Apple on Flash technology, REUTERS 2012. 39 Hacklett, Mary. 2011. CLOUD computing. World Trade, WT 100 24 (1)
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channels, and the complex content data resulted in the creation of a richer virtual world, in which most of our digital based activities can be stored. Such storage wasn't possible a couple of decades ago. Many companies have been promulgating the use of such technology, and even incorporated it into their trademark, like Apple with its iCloud. On other services, we could have noticed a slow but determined transition towards a more Cloud structure. Google has been introducing Cloud services in most of their tools, Google Docs, Gmail, Google + and etc. Microsoft didn't fall back, and together with their Bing search engine, and Facebook, work on new algorithms for content search using Client Profiles in their Cloud. Microsoft also is about to introduce their new Office, which will work practically completely in the Cloud, in other words remote Servers. So with the inevitable approach of a Cloud base daily life, we have to ask ourselves, shouldn't we analyze the previous behavior of the Internet, in the last 20 years, and search for those inconvenient that tend to appear in a Server-Client or Cloud architecture. This question was just another of the many we have formulated. If we consider a couple of test subjects, we may be able to take for example Blog services and Video upload services. In specific for Blog services we didn't close our study on a specific service, but on a general overview, while for video upload we studies YouTube and Google Video. Considering both services, we have noticed a certain level of chaos in its usage. There are an uncountable number of Blogs in the virtual world40. Many of them are inactive, but those who are active, offer information that is constantly uploaded to the Cloud. Blogs are mostly based on textual content and don't suppose a large scale of the storage capacity of the Cloud. A Facebook profile can be equally considered Blog as it reflects an activity of a user or client and stores the information in their Cloud. Video upload has certain differences, eventually it is similar in most of the elements to the rest of services, but has a unique characteristic, which is the fact that the content itself is in Video format, rendering it as a large size element, and forcing the service providers to have a good and optimal Cloud to store all this content. Another characteristic of Video content is its incompatibility with data mining algorithms, to this date there is no efficient algorithm that permit the users identify a video content directly, so it needs to use tags or keywords associated to the video that will allow a better indexation of the element itself. Data mining algorithms are based on keywords, and for a right result these algorithms read these keywords as well as external textual content to decipher its importance in regard to the searching key. The size of the Cloud keeps growing at a considerable speed, mainly because it is in the service providers’ interest to obtain the largest amount of information possible for future trading, and such necessity drives the structure of the Internet to a chaotic consequence. This extreme increase in size, and the private interests of the service providers, is causing a 40 Hart, M. 2009. Usable privacy controls for blogs. Computational Science and Engineering, 2009.CSE '09.International Conference on: 401
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serious effect on the reliability of the Internet as well as a war of publicity and information positioning in it. Private interests- Marketing dominance over the Cloud Computing As stated previously, a commercial based conflict is growing in the web. The conflict is instigated from the idea that the service that contains the greatest amount of information about the Clients will have the greatest impact in the markets, and eventually will have the key for successful product placement. On these concepts services like Facebook and Google thrive, and their capacity of reaching a large amount of Clients, as well as store a considerably amount of profiles in their Clouds resulted in the creation of a speculative industry, which needs to be studied accordingly. In this study we didn't emphasized on the economic impact of this growing industry, yet we believe that it is an important issue to study specially with the events that are occurring in the markets with this kind of services. Apart from commercial interest, the use of users profiles by government agencies to improve their capabilities to access potential threats to security as well as the use of the same channels to control in a variety of ways the daily lives of the subjects, has been taking increasing effects41. While governmental institutions use the Facebook and its Image Identification algorithms to find their profiles in the Cloud and acquire a large amount of personal data on potential subjects, private companies make use of those tools to award or punish their employees or future employees. The clients’ virtual life is becoming more important, as the clients seek to upload all their reality to the Cloud. In all cases public or private, one usage is common and it is brand placement as well as public opinion control. By the use of the correct algorithms, the Cloud client profiles banks give access to elements in the users local machines, public entities as well as private companies are manipulating popular opinion to accept or deny such issues. By studying a users profile using this algorithm, is not only that the companies can orient their products towards potential clients, and the clients can discard information of no interest to them, but also they can manipulate their interests by knowing their general tendencies42. This element falls under the social studies field and we did not invest enough time on its analysis, yet we can affirm that brand placement is directed towards making the client believe that the companies are reducing the possibility of him to access non importance issues, but at the same time they keep creating a more accurate profile of his personality, and in many cases also try to force the client to only see elements in fields that interest only him. Eventually the use of Cloud computing, its promulgation in the markets is mainly to allow entities to benefit themselves out of these profile data banks, and introduce them to another tool capable of manipulating public opinion. If we add to the equation the strong competition between those entities to acquire the lar41
42 Anthonysamy, P. 2011. Do the privacy policies reflect the privacy controls on social networks? Privacy, Security, Risk and Trust (Passat), 2011 Ieee Third International Conference on and 2011 Ieee Third International Conference on Social Computing (Socialcom): 1155 42 Yü. 2010. An approach for protecting privacy on social networks. Systems and Networks Communications (ICSNC), 2010 Fifth International Conference on: 154
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gest amount of client profiles for their Clouds, we have to consider a scenario of open war between varieties of entities. One of those scenarios happened a few months ago. Megaupload is another Cloud service provider. Its creators allowed the users to upload content to their servers, and charged a certain amount of money to access part of the content. This service, which is at the moment closed and under investigation, was hypothetically operating as many other existing services that share content. Aside from the legal implication of such activity, and taking in consideration that the member of Megaupload are being processed in the moment in which we are writing this paper, we can affirm that the case in which this group was shut down by the US special forces is no coincidence43. As stated before, the competition for information control, and the creation of the most complete Clouds with profile data banks have created a situation in which a certain service provider, that has its Cloud servers outside of US jurisdiction, had to be closed down because of its share size. Such importance is given towards Clouds with profile banks that the competition between entities that contain information is becoming a matter of concern for government and they make use of their force to reduce such competition. On the other hand, this kind of competition creates another pre requisite for the existence of Fog Computing, the duplicity of profiles. With the attempt to control as much clients profiles as possible, many service providers do not work on the possibility of sharing information or existing profiles between other service providers, but they instead duplicate such information, creating a situation in which a person may exist in a variety of service. The increase in services is causing that the client won't be able to keep control of all the profiles he created, and without knowing some of that information can be leaked to third parties. In the case of Facebook, the profiles are shared in all their Cloud, allowing third parties to access in a rather easy manner the profiles of users. Increment in client profiles, lack of private policies, connection speeds improvements, complexity in content format, open competition for information control, and the establishment of a Cloud network architecture are only some of the variables that resulted in the creation of Fog Computing. Fog Computing Since the beginning of this article I have been preparing the reader to understand the grounds on which this investigation was based on. It is so as I proceed to introduce what are the steps that took me to define this phenomenon, why is it called Fog Computing and how it should be considered for further investigation in a variety of fields. Eventually I will give a brief explanation of future works, including the first practical solution for this situation. What is fog computing? As the name implies, Fog Computing has a strong relation to Cloud Computing. We consider that Fog Computing is the next step in the evolution of the society of information, which strongly relies on the virtual world generated by the Internet. The protocols and tools that make possible the existence of such world have been described in short in the previous 43
Megaupload site wants assets back, to fight charges, Jeremy Pelofsky, January 20th 2012, Reuters
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segments, and drove us to understand the importance that each variable has in the greater equation. The fast speed increase in storage size, in combination with political and social behavior, as well as a strong market base philosophy, has driven the Internet into a situation of mass information, that instead of facilitating the function of our society of information, it ends clouding its judgment, and causes a level of chaos, that strong entities and service providers use to monopolize information transaction and limit social learning44. The virtual world, Internet, World Wide Web, or any other name that has been associated to the physical existence of a Server-Client network, has been suffering since its inception a series of changes. As part of its evolution, we achieved a network of information with an unmeasured size that result in a lack of liberty in the access to such source of information. By promoting in the last 10 years the dependency in Cloud Computing, and reducing the data stored on local Client's machine, the network has been growing in an overwhelming speed, generating what is defined as Fog computing. When the access to the network of information is only available to a certain number of entities resulting in the Client being forced to use those intermediate entities to access such information, and when the Client by itself is unable to navigate through this sea of information depending on the use of such entities turning them as a necessity for working with the Internet, it generated a situation of blinding Fog, a Fog that can act in a number of ways against and for the common User without his knowledge. The intermediate entities make use of that fact, on which the common Client does not have the equipment to access this amount of information, as well as strong economic pressure to dominate the information market, and so mold the resulting access to information to beneficiate, a number of private interests. As mentioned before the intermediate entities work to guide the users towards information but they have more interests in providing economic results to their paying clients, and so force the common user to see a certain amount of information making him believe that it is of their true interest, while reducing his capacity for critical though and turning him into a statistic. One of the main objectives of those entities by creating the Fog is to be able to forge a more accurate statistical structure of the potential market and so by that offer their paying clients, or in other words private companies, an accurate impact for their investment45. If we consider the following example, Facebook promotes their advertising system by underlining the fact that every ad may get to half a billion users, and so improve the chance of the clientcompany to access a wider market. This intention is more accurate when you look at analytic tools, like Google's. They can offer in all their Internet tools accurate statistics to allow their paying clients to view their impact on the potential crowd. Applying Data Mining algorithms and accessing users profiles in the cloud, as well as local information in the user’s machines could only achieve this statistics. The dependency of highly technological advances needed to make such algorithmic calculation intends to ensure that only few entities may be able to "make order and access" the 44
Boritz, E. 2009. A gap in perceived importance of privacy policies between individuals and companies. Privacy, Security, Trust and the Management of e-Business, 2009.CONGRESS '09.World Congress on: 181 Boritz, E. 2009. A gap in perceived importance of privacy policies between individuals and companies. Privacy, Security, Trust and the Management of e-Business, 2009.CONGRESS '09.World Congress on: 181
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information in the Internet. And so depending on their privacy policies, that many times are dictated by local authorities, in case of Google and Facebook the US government, common users will navigate in a Fogy virtual world unable to exist without the intermediate entity that helps them to access to the specific information, eventually deriving in an unbreakable dependency in such services, and allowing them to dictate access rights resulting in a potential content censorship and silenced information. Chain reaction in the fog Working in a fog virtual reality in which speed and content transaction is at the speed of light has to be treated accordingly. To study one of the resulting situations of working in such environment, our investigation group decided to analyze the existence of user's profiles on the virtual world. By now many Internet users posses a certain web mail, being Gmail, Yahoo, Hotmail and etc. From this we could assume that most Internet users if not to say all had a certain experience with Cloud Computing. The next step in our analysis was to check the amount of users with another account in some other web tool, from bank web profiles to social networks profiles. Most of the users confirmed that they had more than one user profile on the web. Being this the keystone of Fog Computing, when a user possesses more than one profile in different and not connected Cloud services, it generates a situation of lack of synchronization between the service providers as well as a lack of safety at the moment of controlling the information being moved on the Internet. Finally we checked the amount of users that received a variety of unwanted communications, and found out that their profile information was used by a third party to published. We were surprised to find out that even if Spam mail is a common reality as result of the nature of the Fogy Internet, the number of users that in a certain time of their Internet usage experience discovered about an unauthorized use of their profile was high. At least 43% of them implied to a misuse of their profile, from the association of products and personalized advertisement to direct user name and profile information used in other services. Two known information leaks of user profiles were the continued robbery of Facebook profiles in the past years46, as well as the Sony Play station accounts profile robbery that occurred a couple of years ago47. Those are not the only cases of profile leaks. These leaks end up creating a chain reaction, when a profile is reused in a variety of ways and in a variety of information circles. A common user as a result of the Fog is not capable of accessing all corners of the virtual world to search for his stolen profile. Then he relies on services like Google, that itself doesn't have access to all information circles in the virtual world. And so in a near future, a user may find himself accessing areas that he didn't accessed before, and that the entities that do govern in those areas may already have a complete profile on that person violating his rights for privacy. 46
Facebook profile access 'leaked' claims Symantec, 11 May 2011, BBC News PlayStation Network users fear identity theft after major data leak, Charles Arthur, Keith Stuart, 27 April 2011, The Guardian.
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A more real life example can be based on the following case. Chinese Internet service is significantly separated from the world wide virtual Internet48. And so a company in China that operates in their closed virtual world may be behind the acquiring of a number of thousands of user profiles. As a result of the difficulties to access that region of the virtual world, users outside of it may not be aware that their profiles are being harvested. Until one day a user travels to China, and registers in a hotel. The hotel may be operating in a perfect legal manner and the personal information of the client is added to the data computer. In that moment, a direct link between the profile acquired in the past, and the information entered in his visit is established. Depending on the profile acquired in the past the hotel now may have better knowledge of this user, if it was a social network account they may even know about his family structure, political ideologies and tendencies, etc. If it was a profile linked to a credit card account, they may know more about their client's financial situation. In any case we can observe that the leak of profile information may have a chain reaction in space and time, which shows the serious implication of a Fogy information society in which a user has no control over his personal data. A variety of studies inside the fog Fog computing is a field in the making. Even though it may sound as an extreme situation of mass information in Cloud Computing, Fog Computing covers a vast number of cases on which miss use of information results in hazardous consequences to the users in the net. The study of Fog Computing may be easily adapted to the study of Fog Databases, on which incongruence in data information may derive in an increment in data calculation, resulting in the need to create optimized systems in which to reduce the impact of such duplicities, unlinking and false data. Another study that may derive from Fog Computing and which has been overtaken by part of our group is the impact of such information structure on the Society of Information. Clearly falling in fields of social studies the impact that Fog Computing can have on a variety of aspects in social behavior may be of great interest in future studies. A most interesting study that also has been adopted by our investigation is the Time and Space dimensions in the Cloud and Fog. Existing information in the cloud, and linking it by fog, can result in the creation of a unified neural structure of data that even if not accessed by a central system (search engines and such) it compounds a network of data that is interconnected practically in small intervals of time. Such relation between material information, its space increment and the time it implies to access such data is being studied and will soon result in new fascinating results. These are only few of the many fields that Fog Computing has been related to. On another page, our main investigation line is the establishment of a network architecture that will reduce the probabilities of the Fog Computing achieving new heights. The fact that by now the internet is in a critical point and that the increment in Cloud Computing usage only increases Fog structure forces us to investigate at a high speed for alternatives to solve this situation. 48
Zittrain, J., and B. Edelman. 2003. Internet filtering in china. Internet Computing, IEEE 7 (2): 70-7.
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Fog Computing:Introduction to a new Cloud Evolution
Future investigation As was mentioned in the previous section, many fields can derive from Fog Computing investigation. And so we decided to study a number of fields that will show us the possible impacts of such phenomena in the stated fields. The study of Fog Computing in the Society of Information is a first approach to find the impact of the Internet structure and Fogy data in the social behavior. In such studies we may find the miss use of laws and standards, economic interests, political interests and etc. From such interests we will obtain a study of level impact that Fog Computing has in society, and how the stated interests result in a strong social restructure. A second study that we are investing our main efforts is relied more on the field of communications and technological solutions. By using the latest technologies, and the new components available, we aim to find an alternative to Cloud Computing, and so be able to stop the advance of Fog Computing. The creation and establishment of new architectures that will ensure a more equilibrate and equivalent data network structure can obtain such solution. Finally and as a first approach we are aiming to solve an interesting issue that has been proposed as a more physical question. The existence of a variety of dimensions in specific the Space and Time dimensions in the Fog. Fog Computing is an existing phenomena, and it's based on physical space on which data is stored as well as the time on which data is accessed. It is on these grounds that we began an investigation on the dimensional properties that Fog Computing has in the overall structure of the Internet. Conclusions In this work we have introduced the reader to a new field of investigation in telecommunications and informatics, Fog Computing. This field was the result of the study of a number of elements and variables that create such phenomena. A few of those variables were the nature of the Internet and its definition from the moment it was created, and the latest development in data storage expansion impulse by the now called Cloud Computing. We established that Fog Computing is a direct result of those variables, and the interest of a number of entities, from the private and public sectors, to in the same time lure as much users as possible to their data storage centers and acquire as much control as possible on such information.
Fig1. The size of the Internet – 125 –
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Regardless from existing struggles between private and public entities, most of those entities align themselves under a number of standards and consortiums, as may be the W3C, and ensure that the access to the cloud could only pass through their channels. If we add the fact that each entity is acting under a number of privacy policies that allow them complete control over the information that users upload in third party service providers, we can conclude that there is much interest in maintaining such Fogy structure in the virtual world, and so implement a veil over the data resulting in Silenced Information. As a result of defining Fog Computing, we proceeded with the definition of a number of study fields as well as future works that we pretend to treat and offer new results in the near future.
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Memorias clandestinas: la sublevación de Badajoz de 18831 Eduardo Higueras Castañeda Universidad de Castilla – La Mancha
E
l golpe de Estado del general Arsenio Martínez Campos liquidó en diciembre de 1874 una República de la que apenas quedaba más que el nombre. Pero no por ello murió la ideología ni la militancia republicana. De hecho el número de sus partidarios se incrementó con la decidida profesión de fe antimonárquica de los antiguos radicales dirigidos por Manuel Ruiz Zorrilla. Los nuevos republicanos progresistas ocuparon un espacio intermedio entre los posibilistas de Emilio Castelar y los federales liderados por Pi y Margall2. Frente a los primeros, se diferenciaron por defender que la oposición a la Restauración debía sostenerse principalmente por medios violentos3. De los segundos les separaba entre otras cosas el protagonismo que concedían al elemento militar como principal agente revolucionario. Estas peculiaridades están bien presentes en la sublevación de la guarnición de Badajoz en agosto de 1883, episodio subversivo que continúa planteando interrogantes. Ello es debido en buena parte a que los testimonios de sus protagonistas fueron acallados. Por tal motivo, las memorias de estos republicanos constituyen un ejemplo significativo de escritura silenciada que puede aportar valiosas precisiones para ahondar en la mentalidad y en las expectativas de sus protagonistas.
1
Este trabajo se ha realizado en el marco del programa FPU del MEC (Ref. AP2009-2610), y del proyecto financiado por el MCINN: El republicanismo radical: anclajes sociológicos y significaciones populistas, 1854-1895. (Ref. HAR2010-16962). Asimismo, ha sido posible gracias a la atenta colaboración de los responsables de la Fundación Esquerdo y de su Archivo Histórico. 2 Sobre el republicanismo progresista, Vid. Manuel Suárez Cortina, “Radicalismo y reformismo en la democracia española de la Restauración”, Berceo (Logroño), 139 (2000): 49-66; Javier de Diego Romero, Imaginar la República. La cultura política del republicanismo español, 1876-1908 (Madrid: CEPC, 2008); y Eduardo González Calleja, “El cañón del “Variedades”. Estrategias de supervivencia del progresismo en el último tercio del siglo XIX”, en La redención del pueblo. La cultura progresista en la España liberal, ed. Manuel Suárez Cortina (Madrid: Universidad de Cantabria, 2006), 403-35. 3 En relación al insurreccionalismo zorrillista, se pueden consultar los siguientes trabajos: Eduardo González Calleja, La razón de la fuerza. Orden público, subversión y violencia política en la España de la Restauración (1875-1917), (Madrid: CSIC, 1998); María Teresa Martínez de Sas, “Los últimos años de un conspirador. El insurreccionalismo zorrillista durante la restauración (1875-1895)”, Boletín de la Real Academia de la Historia, 201, (2004): 425-57; Fernando Martínez López, “La “Corte revolucionaria”. Ruiz Zorrilla en París”, en París, ciudad de acogida. El exilio español durante los siglos XIX y XX, eds. Fernando Martínez López, Jordi Canal y Encarnación Lemus (Madrid: Marcial Pons, 2010), 113-57.
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1. El insurreccionalismo zorrillista: autobiografía y exilio. Los diversos intentos de instaurar la República mediante una insurrección militar provocaron un flujo de emigrados republicanos con destino, sobre todo, a Portugal y Francia4. Dicha corriente fue especialmente intensa tras el fracaso del movimiento de Badajoz de 1883. Casi un millar de refugiados se internaron en Portugal y varios centenares fueron deportados desde Lisboa a ciudades del interior de Francia como Rennes, Cette o Angoûleme. La amnistía de 1891 facilitó el regreso de todos aquellos emigrados políticos que previamente no habían solicitado el indulto particular. Esto facilitó también la proliferación de una serie de textos autobiográficos protagonizados por algunos de estos emigrados: las memorias de Ernesto García Ladevese, Emilio Prieto y Villarreal, Melchor Muñoz Epelde5, Carlos Casero, Emilio Gutiérrez Gamero y otros colaboradores del “ilustre proscrito”6 forman un catálogo considerablemente extenso sobre la conspiración y el exilio. Sin embargo existe otro grupo de escritos de similares características anterior a 1891 que no llegó a ver la luz. Lo forman cuatro textos redactados por Serafín Asensio Vega, Melchor Muñoz Epelde, Ezequiel Sánchez Martínez y Daniel Rubio Báez7. A los anteriores se une un quinto relato sin firma, cuyo autor se identifica como capitán del Regimiento de Infantería de Covadonga8. He utilizado para todos ellos la denominación memoria, pues lo son en una u otra acepción de las que registra el diccionario de la Real Academia de la Lengua. En cambio, si se tiene en cuenta la tradicional diferenciación entre autobiografía y memoria esta calificación resulta problemática. Según Fernando Durán es “el énfasis puesto en el yo o en el entorno”9 lo que diferencia una y otra forma literaria. Las memorias se caracterizan precisamente por incidir en el entorno del cual el autor es testigo o partícipe. Como explica Santiago Riera: “les memòries, tot i considerar com a indispensable la persona que les escriu, li fan compartir el protagonisme amb (la dilueixen en) el temps històric, és a dir, el temps durant el qual el personatge-autor ha viscut”10. Los anteriores escritos encajan con dificultad en esta categoría. En todas ellas el autor/protagonista tiene una fuerte presencia y no se limita a la descripción o evocación de los hechos ni del contexto en que los mismos tienen lugar. Aún así debe advertirse que los límites entre las diversas tipologías de “escrituras del yo” dejan amplios márgenes de incertidumbre. 4
Sobre la emigración republicana Vid. Juan B. Vilar, La España del exilio. Las emigraciones políticas españolas en los siglos XIX y XX (Madrid: Síntesis, 2006) y Martínez López, “La corte revolucionaria”. Melchor Muñoz fue autor de dos libros de memorias. Del primero, inédito, me ocupo en este trabajo. Alguno de sus capítulos fue reutilizado en Melchor Muñoz Epelde, Memorias de un Amnistiado (Badajoz: Tipográfica El Progreso de Andrés Arqueros, 1901). 6 Ernesto García Ladevese, Memorias de un emigrado (aumentadas con capítulos inéditos), (Madrid: Imprenta de Ricardo Fé, 1892); Capitán Casero, Recuerdos de un revolucionario (Valencia: Sempere y Compañía, s/f); Emilio Prieto y Villarreal, Ruiz Zorrilla desde su expulsión de España hasta su muerte (1875-1895). Recuerdos políticos de Emilio Prieto Villarreal (Madrid: M. Romero, 1903). Pueden incluirse también en este grupo las siguientes: Francisco Rispa y Perpiñá, Cincuenta años de conspirador (Barcelona: Librería Vilella, 1932); Emilio Gutiérrez Gamero, Mis primeros ochenta años (Memorias), (Madrid: Atlántida, 1925); Isidoro López Lapuya, La bohemia española en París a fines del siglo pasado (Sevilla: Editorial Renacimiento, 2001). 7 Este primer grupo se encuentra en Archivo Histórico Fundación Esquerdo, Madrid, Archivo Manuel Ruiz Zorrilla (en adelante AHFE-AMRZ), Exilio 43, C 54 y Exilio 8, C. 73. 8 Se conservan dos copias manuscritas en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid (en adelante AMAE), leg. H. 2868. 9 Fernando Durán López, “Las Memorias de un setentón de Mesonero Romanos en el marco de la autobiografía española decimonónica”, Anales de literatura española, no. 5 (1993-1994): 47. 10 Santiago Riera i Tuèbols, “El gènere biogràfic”, Cercles, no. 10 (2007): 31. 5
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Por ello es posible admitir la inclusión de estas narraciones en un espacio intermedio entre autobiografía y memoria. Estos testimonios de los sublevados de Badajoz tienen un precedente inmediato en el conjunto de memorias sobre el movimiento cantonal de 1873-187411. Ambos grupos comparten ciertos rasgos que ayudan a comprender su proliferación. En primer lugar, su aparición coincide con el gran desarrollo experimentado por el género biográfico en España entre las décadas de 1870 y 189012. Por otra parte, no es casual que todas estas obras fueran escritas en fechas próximas a los hechos que las motivaron. Javier Sánchez Zapatero ha explicado como “las experiencias traumáticas pueden convertirse en estímulos generadores de obras en las que el autor dé cuenta de lo vivido”13. Como ejemplo, llama la atención sobre algunos “emblemáticos casos de autores desterrados [que] exponen la intrínseca relación que existe entre la condición de exiliado y la escritura biográfica”14. Hace mención a autores clásicos del memorialismo romántico como Alcalá Galiano, Espoz y Mina o Blanco White. Se trata de una referencia reveladora, que conduce a otro precedente fundamental de las memorias de los republicanos: las autobiografías elaboradas por los exiliados durante la represión de Fernando VII en la década de 1820. El destierro, sin duda, ha sido un alimento fundamental para el género autobiográfico. El anterior fenómeno puede explicarse si entendemos, de un lado, cómo se encuentra ligada la revolución liberal en España con el fenómeno de la emigración política; y de otro, si pensamos esa revolución liberal como fundadora de una modernidad de la que además es síntoma la aparición de estos escritos autobiográficos. Las memorias de los exiliados zorrillistas enraízan en esa primera literatura autobiográfica española de dos modos: en primer lugar como referente inicial que envuelve todo el género. Por otra parte, sus autores establecieron una clara analogía con sus protagonistas, quienes frecuentemente formaron parte del panteón del progresismo, y por tanto eran referentes simbólicos de la cultura política a la cual pertenecían. Los militares y civiles sublevados en Badajoz en 1883, al igual que los insurrectos republicanos de años posteriores, reproducían en sus escritos el mismo esquema que sus antecedentes remotos: se describían como protagonistas en la lucha del liberalismo contra la reacción opresora en el contexto de una revolución por hacer. Por ello no dudaban en calificar el régimen de Alfonso XII como absolutista, y en exaltar su propio sacrificio para derrumbarlo15. 2. Memorias de un trauma, relatos de un fracaso. La sublevación republicana de agosto de 1883, su fracaso y el exilio subsiguiente constituyeron una experiencia traumática para los militares y civiles que tomaron parte en los hechos. 11
Sobre este conjunto de memorias pueden resaltarse los siguientes trabajos: Juan B. Vilar, La España del Exilio, 275; Francisco Henares Díaz, “Las memorias sobre el cantón, un género histórico literario”, en Anales de Historia Contemporánea, no. 9 (1993): 189-203; J. Mª Rubio Paredes, “La Memoria publicada en Orán en marzo de 1874 por el general Juan Contreras”, Anales de Historia Contemporánea, no. 9 (1993): 205-216; J. Mª Rubio Paredes y A. Pérez Crespo, Memorias malditas del cantón murciano (Murcia: R. Academia “Alfonso X el Sabio”, 1994). 12 Durán López, “Las Memorias de un setentón”: 42. 13 Javier Sánchez Zapatero, “Escritura autobiográfica y traumas colectivos: de la experiencia persona al compromiso universal”, Revista de Literatura, no. 146 (2011): 382. 14 Sánchez Zapatero, “Escritura autobiográfica y traumas colectivos”, 385. 15 El mejor ejemplo se encuentra en el relato de Daniel Rubio Báez, Memoria del movimiento de Badajoz (Montauban: 1885) en AHFE-AMRZ, Exilio 42, L. 20.
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Pero además fue un movimiento especialmente controvertido por su propia naturaleza y por el modo en que se había llevado a cabo16. En primer lugar, durante mucho tiempo las causas del fracaso del movimiento fueron un misterio incluso para sus directores. Por otra parte, algunas de las decisiones de los jefes de la sublevación en Badajoz dieron lugar a un aluvión de ataques por periódicos identificados con el régimen monárquico como La Época, La Iberia o La Dinastía. A la censura por el acto de rebeldía se unían acusaciones como las de ser delincuentes comunes o de haber cometido actos de cobardía. Estas calificaciones se fundaban en dos hechos acaloradamente discutidos. El primero fue la decisión de abandonar la plaza sin hacer frente a las fuerzas del Gobierno. Por otra parte, los sublevados aprovecharon su total control sobre la ciudad para incautar una crecida suma de los depósitos de los regimientos y de la tesorería provincial. Los cinco autores explicaron en sus respectivas memorias su participación en unos hechos que reivindicaban frente a lo que entendían como diatribas de la prensa. Rubio Báez, por ejemplo, comenzó su escrito refiriéndose a: “Las calumniosas especies contra el total de los sublevados en el mes de Agosto de 1883 […] vertidas uno y otro día por la prensa oficiosa, y en general por casi todos los defensores de la reacción ultramontana, […] y muy especialmente el grosero calificativo de “Cobardes que el más elevado Ministro de la Corona se ha permitido darnos a los héroes de Badajoz, me han impulsado a tomar la pluma para redactar una memoria en desahogo de mis sentimientos, explicando mis servicios y conducta en aquella memorable jornada, igualmente que mi manera de obrar en todo desde mi entrada en la emigración”17.
De igual forma Asensio Vega manifestó su deseo de “demostrar cuán desprovistos de fundamento han sido los juicios que la ignorancia, la hipocresía y la mala fe” atribuyeron a sus actos en el mismo episodio18. Pueden por ello entenderse como “memorias justificativas”, tipología que Fernando Durán define como obras “breves y coyunturales sobre asuntos concretos de los que el autor, en caliente y con agresividad, se defiende”19. Pero más allá de esta caracterización general, unas y otras respondieron a motivos diversos, que en gran medida se explican atendiendo a la focalización adoptada por cada uno de sus autores. Es por ello indispensable preguntarse quiénes fueron y qué papel desempeñaron en los hechos de Badajoz y en el exilio para comprender la finalidad de sus escritos. En este sentido, el mayor problema lo plantea la obra que se conserva en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores20. Pese a que el autor no dejó constancia de su nombre, sí consignó algunos datos que conducen con bastante seguridad hacia su identidad. De entrada, se identificaba como capitán del 2º Batallón del Regimiento de Infantería de Covadonga. Además declaraba no estar comprometido en los planes que desembocaron en la sublevación. Se 16
Sobre la sublevación de Badajoz, Vid. Eduardo González Calleja, La razón de la fuerza, 107-18. Rubio Báez, Memoria del movimiento de Badajoz, AHFE-AMRZ, Exilio 42, L. 20. Asensio Vega a Ruiz Zorrilla, Rennes, 15 Nov. 1883, AHFE, Exilio 43, L9. 19 Fernando Durán López, “Las Memorias de un setentón”: 45. 20 Tienen los siguientes títulos: Año 1883 = Sucesos políticos acaecidos en la plaza de Badajoz en la noche del 4 al 5 de Agosto y su transcurso en la emigración. = Narración de los sucesos acaecidos durante la emigración; y Apuntes de los sucesos acaecidos durante la emigración. Da principio en el día 5 de Agosto de 1883; y Apuntes de los sucesos acaecidos durante la emigración, ambos en AMAE, H 2868. 17 18
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adhirió en la madrugada del día 5, cuando las tropas ya ocupaban la calle. Conforme a una “Relación nominal de los Sres. Oficiales y sargentos que […] se adhirieron al movimiento en el acto de iniciarse”, incluida por Serafín Asensio Vega en su memoria21, hubo cinco capitanes en esa situación pertenecientes al citado Batallón. Por otra parte, el autor explica cómo junto a dos compañeros entregó a las autoridades españolas en Elvas cierta cantidad de dinero de lo incautado en Badajoz. Las autoridades comunicaron al Ministerio de Estado este hecho identificando a cuatro oficiales22. Dos de ellos figuran entre los cinco citados por Vega: Adolfo Expósito y Carlos Cacho. Cualquiera de ellos podría haber escrito esta memoria. Pero creo más probable que se trate del primero, dado que el autor identifica a su hijo mayor con el nombre de Adolfo23. Adolfo Expósito constituye una excepción entre los cinco autores desde varios puntos de vista. En primer lugar, es el único que no participó en la conspiración. Tampoco pertenecía a la Asociación Republicana Militar (en adelante A.R.M.), organización clandestina promotora de los hechos. Al contrario que los restantes autores, Expósito no exterioriza su ideología política. Además, era el único de ellos que se encontraba en situación activa. Por el contrario, también existen interesantes puntos en común. Expósito, como Asensio Vega y Melchor Muñoz, pertenecía a una las armas generales del ejército, tradicionalmente peor tratadas en materia salarial y de ascensos que las facultativas (ingenieros, artillería, etc.). Por ello, eran también las más proclives a la conspiración24. Sólo Rubio Báez procedía de un arma facultativa (Estado Mayor). Pero como Asensio Vega y Melchor Muñoz, se encontraba en situación de reemplazo. Es decir: sin mando activo de tropa y con paga reducida. Llama la atención que los tres que se encontraban en esta situación, pertenecieran a su vez a una organización subversiva clandestina como la A.R.M. Aunque ese dato no explica por qué conspiraban en concreto a favor de la República. En cuanto a sus funciones concretas, el teniente coronel Serafín Asensio Vega25 actuó como jefe militar de la sublevación, mientras que Melchor Muñoz era secretario de la A.R.M. en Badajoz. Rubio Báez carecía de funciones en la fase conspirativa, aunque participó en alguna de las reuniones previas al estallido revolucionario. Durante las operaciones para controlar la ciudad, se le encomendó la detención de las autoridades militares, la custodia de los telégrafos y de los militares apresados por no adherirse al movimiento. Tras el internamiento de los sublevados en Francia, Asensio Vega fue nombrado jefe de una Junta formada para la organización de los emigrados en los depósitos de acogida. Escribía por tanto desde una doble condición de jefe. Báez, por su parte, admitía la jefatura de Vega en el exilio como un mando natural derivado de su rango. Sin embargo, no se sentía sometido a la Junta de emigrados26. Esta situación de independencia es sensible en su relato, en el cual traslucen discrepancias y proble21
Asensio Vega a Ruiz Zorrilla, Rennes, 15 Nov. 1883, AHFE, Exilio 43, L9. Telegrama del vicecónsul de España en Elvas al Ministerio de Estado, Elvas, 08 Ag. 1883, AMAE, Madrid, leg. H 2868. En adelante citaré esta memoria por el nombre de su autor más probable: Adolfo Expósito, Apuntes de los sucesos acaecidos durante la emigración, AMAE, Madrid, leg. H 2868. 24 Acerca de la situación de los oficiales, Vid.: Daniel R. Headrick, Ejército y política en España (1866-1898) (Madrid: Tecnos, 1981), 77-80 y 84-94. 25 Sobre Serafín Asensio Vega escribe Vicente de la Cruz, “La República y sus hombres (1 y 2)”, en El País (Madrid), 28 feb. 1894, p. 1; y 4 mar. 1894, p. 1. 26 Sobre la formación y actividades de esta Junta, escribe Rubio Báez, Memoria del movimiento de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 43, L 20. 22 23
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mas de convivencia ocultos en los restantes. La memoria de Muñoz constituye en cambio el relato más ajustado a la imagen que a la Junta convenía transmitir sobre los sucesos de la sublevación y el exilio. De los cinco autores, el único civil fue Ezequiel Sánchez, comisionado de la A.R.M. para llevar las órdenes y contraseñas de la insurrección a Badajoz, Ciudad Real, Villanueva de la Serena y Don Benito27. Sánchez era un médico almeriense y antiguo agente cantonal28. Fue uno de los dos únicos civiles con una función directora en la sublevación. El otro, Rubén Landa, era un abogado y periodista pacense que actuó como jefe civil de la misma. Tras el pronunciamiento se le encomendó el gobierno civil de la provincia. Ambos formaron parte de la Junta de Guerra formada para la gestión de la situación revolucionaria. Después del abandono de la ciudad, Sánchez y Landa fueron los encargados de distribuir a los sublevados los fondos incautados en forma de pagas y compensaciones. Su posición como gestores de la principal fuente de subsistencia de los emigrados era especialmente delicada. Tras el internamiento en Francia, Landa continuó con estas funciones en solitario29. Sánchez se estableció en Orán, donde continuó trabajando en las conspiraciones zorrillistas. Las proporciones de autores militares y civiles, conspiradores o adheridos al movimiento, etc. responden en buena medida al del total de los emigrados, conforme a los datos que recogieron en sus escritos Muñoz y Asensio Vega30. Por este motivo este grupo de memorias cobra valor en la medida que es representativo del total de los sublevados y exiliados como grupo. Sobre 924 emigrados, el número de civiles se reducía a 50. Entre los oficiales ninguno pertenecía a la artillería. Procedían casi en su totalidad de las armas generales: caballería (37 sobre 95 oficiales emigrados) e infantería. 37 pertenecían a la reserva y 42 a la Asociación Republicana Militar. En estos dos puntos la proporción falla: entre los autores son mayoría los reservistas y miembros de la asociación clandestina. Pero puede entenderse que el compromiso y el nivel de implicación de los miembros de la A.R.M. fue mucho mayor que el de los adheridos tras la sublevación. Aún así, todavía cuentan éstos con el testimonio de Adolfo Expósito. Por otra parte, no debe llamar la atención que no se conozcan testimonios de este tipo escritos por soldados pertenecientes a la clase de tropa, o por un mayor número de civiles. En primer lugar, porque la A.R.M. se componía exclusivamente de oficiales y suboficiales, y como norma general excluía a los civiles de los planes revolucionarios. Se entiende que fueran miembros de esta asociación, y sobre todo sus dirigentes, los que más tuvieran que explicar y reivindicar en relación al suceso revolucionario. Por otra parte, el grupo de civiles estaba formado en su mayor parte por campesinos, artesanos y obreros poco cualificados31. Puede suponerse en este grupo un bajo nivel de alfabetización. Lo mismo podría decirse de los soldados y buena parte de los suboficiales32. 27
Ezequiel Sánchez, “Sublevación de Badajoz”, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 8, C 73. Sobre Ezequiel Sánchez Martínez vid. Fernando Martínez López, Los republicanos en la política almeriense del siglo XIX (Málaga: Servicio de publicaciones de la Fundación Unicaja, 2006), 130-31 y 239-58. 29 Vid. Contienda entre los señores Vega y Landa, en AHFE-AMRZ, Exilio 43, C 11. 30 Vid. Serafín Asensio Vega, “Ejército republicano español. Resumen de las fuerzas del mismo que pertenecientes a la guarnición de Badajoz, emigraron a Portugal” en AHFE-AMRZ, Exilio 43, L 9. 31 Vid. Rubén Landa, Emigración Republicana en Rennes. Relación de los paisanos pertenecientes a la misma […], en AHFEAMRZ, Exilio 43, C 10. 32 R. Headrick, Ejército y política en España, 98. 28
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3. Entre lo privado y lo clandestino: la vulnerabilidad de los contenidos. Sin duda, la principal característica compartida entre las cinco memorias es la de ser inéditas. En algunos casos esta circunstancia es fácil de comprender: tanto la memoria de Ezequiel Sánchez como la de Adolfo Expósito fueron escritas para que las conociera un grupo más o menos amplio de personas, pero no para ser publicadas. No se trata por ello tanto de escrituras silenciadas como de escritos hasta cierto punto silenciosos por propia voluntad. Por el contrario, en los restantes casos sí puede hablarse de escritos orientados a ver la luz. El caso del capitán Expósito es de nuevo el más excepcional por tratarse de un escrito de naturaleza privada. A la vez es el que más complicaciones interpretativas presenta. Las dos copias conservadas de esta memoria plantean algunos problemas de interpretación. En primer lugar, la disparidad tanto de sus grafías como de sus contenidos. Una de ellas parece estar transcrita por un escribiente portugués. Su desconocimiento de la gramática castellana es manifiesto y recurre con frecuencia a la ortografía portuguesa, mezclando constantemente ambos idiomas. La otra, sin embargo, está escrita en un correcto castellano. Pero su extensión es menor, transforma notablemente el estilo de la narración y mutila determinadas informaciones que el anterior sí reproduce. Parece probable que la primera copia sea una transcripción del original o de otra copia, y la segunda una versión corregida para hacerla más legible, o bien un resumen. Por otra parte, el hecho de que el estilo fuera mejorado puede ser un indicio de que el copiador pretendiera darlo a la luz. En cualquier caso, no hay datos que respalden esta posibilidad. Expósito dirige su escrito de forma expresa a sus hijos, a los que apela de forma constante. Por ello surge la cuestión de por qué el escrito llegó a manos de las autoridades españolas. Pueden admitirse distintas hipótesis. La primera, que el texto hubiera sido interceptado en Portugal, donde frecuentemente se internaban los emigrados para comunicarse con sus familias a través de la frontera. También cabe plantearse si esta memoria fue en realidad una falsificación realizada a instancias del Gobierno. Por otra parte, es posible admitir que la memoria hubiera sido encargada o comprada por el ministerio de Estado a través de sus agentes en Francia. Avalan esta última hipótesis algunos testimonios sobre las constantes ofertas de los espías del Gobierno a los emigrados para vender información. Estas gestiones dieron fruto en el caso del exsecretario de la Asociación Republicana Militar, Miguel Pérez33. Otra circunstancia dificulta dar respuesta al anterior interrogante: es difícil saber en qué medida se alteró el texto del original. Las siguientes líneas, recogidas en una de las copias, proporcionan cierta luz: “Lo más grande era otro paréntesis, hijos míos, que no consignaré en estos apuntes. Alguna adición por separado os servirá para conocerlo”34. Si lo anterior fue escrito por el verdadero autor, parece claro que no se dirigía exclusivamente a sus hijos, pues de otro modo no sería necesario añadir adiciones para explicar puntos oscuros que iban a conocer de todos modos. A la vez, descarta que el texto sea una falsificación realizada a instancias del Gobierno, pues su interés sería, precisamente, explayarse en cada punto controvertido de los sucesos. De su tono en general no se desprende una voluntad de censurar a los dirigentes de la rebelión. Por otra parte, de haberse escrito para darlo al público, sus compañeros emigrados, algunos poco favorecidos en el relato, hubieran identificado sin grandes problemas al autor. En mi opi33
Vid. Siffler-725 [Seud. Miguel Pérez], Don Manuel Ruiz Zorrilla ante la A.R.M. (Madrid: Imprenta de José de Rojas, 1883). Expósito, Sucesos acaecidos en la plaza de Badajoz, AMAE, Madrid, H 2868.
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nión la memoria de Adolfo Expósito se dirigía a un número más o menos amplio de allegados, no estrictamente a sus hijos. Debe tenerse en cuenta que muchos emigrados no habían tenido oportunidad de explicar a sus familias qué les había llevado a sublevarse. De ahí que el principal interés de esta memoria sea el de ofrecer un testimonio privado de la insurrección y el exilio. De hecho, el principal objetivo del capitán era disculparse por el abandono repentino de sus obligaciones familiares. Su relato es el testimonio del dolor causado por la violenta ruptura de su vida normal: por el alejamiento de su mujer e hijos, la incomunicación con el interior de España, la pérdida de su oficio. Como no escribe para el público no existe una lealtad al partido ni pudor que le impida ofrecer determinados detalles. Por ejemplo, explica con toda crudeza por qué los sublevados decidieron abandonar la ciudad sin resistencia: el previsible bombardeo por las tropas del Gobierno era una amenaza para sus familias y propiedades que no podían asumir35. Expósito también explica la difícil convivencia de los exiliados en los depósitos franceses y los enfrentamientos entre “veguistas” (partidarios de Asensio Vega, generalmente militares) y “landistas” (civiles seguidores de Rubén Landa). También da numerosos detalles sobre los problemas de los emigrados para conseguir una vivienda, la falta de perspectivas de integración, las dificultades idiomáticas y laborales, así como de sus estrategias de supervivencia en un entorno hostil. De este modo muestra cómo la colaboración y el intercambio de información con los demás emigrados se convertían en una necesidad vital. El autor se había adherido al pronunciamiento por oportunismo, creyéndolo triunfante y a la espera de recibir recompensas en forma de ascensos y pagas. Su situación era equiparable a la de muchos otros que no compartían la ideología republicana ni pertenecían a la A.R.M. Estos últimos podían tener conciencia de servir al partido o a la asociación. La emigración entraba en el cálculo de los riesgos desde el principio. Pero los que se encontraban en la situación de Expósito se sentían arrastrados por los conspiradores a una situación insoportable36. Aún así, unos y otros se encontraban en parecidas circunstancias y es difícil que no compartieran la misma sensación de derrumbe moral. Ese estado de ánimo era el que el ex capitán trataba de expresar a su familia, y es el que predomina en su escrito. Por el contrario, la memoria escrita en Orán por Ezequiel Sánchez tenía como destinatario principal al jefe del partido revolucionario, Manuel Ruiz Zorrilla. De hecho, lo más probable es que su redacción se debiera a un encargo expreso del líder republicano. A las anteriores debía haberse sumado una tercera memoria que Zorrilla encargó al jefe civil del movimiento, Rubén Landa. El abogado pacense, sin embargo, eludió durante un tiempo el encargo y todo hace indicar que nunca lo cumplió. Así, en una carta remitida el 27 de julio de ese año, explicaba que había “recibido por fin el acta Notarial del levantamiento de fondos de la Tesorería en Badajoz, que he considerado siempre necesaria para poder hacer la memoria que V. me recomendó en Genéve. La haré también…”37. Sin embargo, sus cartas se interrumpen sin que vuelva a mencionar el asunto. 35 Esta explicación coincide con la que el enviado de El Imparcial a Badajoz consignó en su crónica de la sublevación. Vid. Joaquín Oliver, “Historia del movimiento de Badajoz. Impresiones de un viaje”, en El Imparcial, 16 Agos. 1883, p. 2. 36 Rubio Báez explica un caso similar al de Adolfo Expósito, el del comandante Julio Reboul. Vid. Rubio Báez, Memoria del Movimiento de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 8, L 20. 37 Rubén Landa a Manuel Ruiz Zorrilla, París, 27 Jul. 1884, AHFE-AMRZ, Exilio 43, C 10.
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Memorias clandestinas: la sublevación de Badajoz de 1883
En octubre de 1883, tras su internamiento en Francia, los principales responsables del movimiento frustrado de Badajoz se trasladaron a Ginebra para explicar lo sucedido a Ruiz Zorrilla38. La relación entre Ezequiel Sánchez, Rubén Landa y Serafín Asensio Vega era extremadamente tensa desde el fracaso de la sublevación. Unos y otros se reprochaban haber tomado determinaciones inconvenientes en momentos críticos. Pero el principal problema consistía la caótica forma de gestionar los fondos incautados, que podía desembocar en un grave conflicto entre el conjunto de los emigrados. Las versiones sobre lo sucedido debieron ser en gran medida contradictorias. Unos y otros acudieron de forma insistente a Ruiz Zorrilla como mediador en sus litigios. Estas circunstancias y la necesidad de conocer todos los detalles de los sucesos para decidir la línea política a seguir tras el fracaso de Badajoz, explican que el jefe revolucionario solicitara una explicación detallada por escrito de lo sucedido. Estas memorias, por lo tanto, sirvieron de base contradictoria para evaluar los hechos y determinar responsabilidades. Asensio Vega y Sánchez cumplieron el encargo con dos días de diferencia. La memoria sobre la sublevación de Badajoz escrita por el primero está fechada el 15 de noviembre de 1883 en Rennes, donde se concentraba la mayor parte de los emigrados. En ella comienza por referir la conferencia celebrada con Ruiz Zorrilla en Ginebra, en la cual “le demostr[ó] con comprobantes auténticos y oficiales, la razón de ser de todos los actos llevados a cabo en el hecho que [le] cupo la honra de comandar”. Al mismo tiempo hacía una alusión apenas disimulada a las diferencias existentes entre los otros tres sujetos, así como a las acusaciones vertidas por la prensa dinástica en España. En este sentido, solicitaba a Ruiz Zorrilla que: “se sirva hacer instruir en la forma y tiempo que juzgue oportuno, expediente justificativo en juicio contradictorio de cuanto dejo hecho méritos; y después el honor de hacer publicar mi conducta por exigirlo así más que mi propia honra la vindicta pública”. Al contrario que en el caso de Ezequiel Sánchez, Vega manifestaba la intención de publicar sus justificaciones. Su deseo no fue del todo satisfecho. Sólo en ocasiones puntuales pudo remitirse a los periódicos zorrillistas para defenderse de determinadas acusaciones. La explicación detallada de la sublevación que contenía su memoria no vio la luz. Esta circunstancia obliga a reflexionar sobre los motivos que inhibieron la publicación de este tipo de escritos. En este sentido, Ezequiel Sánchez aporta un indicio muy significativo. En la conclusión de su narración, el almeriense manifestaba el deseo de que las responsabilidades por los hechos durante y después de la sublevación fueran convenientemente depuradas. Sin embargo se inclinaba por un procedimiento diferente al de Asensio Vega para solventar su conflicto personal con Rubén Landa: “Nombró al Sr. D. Ricardo López para que me represente en este asunto de honra, y una vez terminado, cuando no pueda perjudicar a los intereses de mi partido, tendré derecho a llamar “cobarde de calamidad” a Rubén Landa y le escupiré a la cara si no se bate conmigo”39 .
La divulgación de una memoria justificativa y el duelo eran por tanto dos alternativas para un único fin: la vindicta pública. Pero esa vindicta era inconveniente para el partido, que 38 Asensio Vega a Ruiz Zorrilla, Rennes 15 Nov. 1883, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 43, L 9; Rubio Báez, Memoria del Movimiento de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 43, L 20. 39 Ezequiel Sánchez, Sublevación de Badajoz, AHFE-AMRZ: Exilio 8, C 73, 7.
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prevalecía sobre el interés particular de los autores. Y es necesario subrayar esa prevalencia dado que se trataba sobre todo de una dependencia económica directa: el partido socorría a sus emigrados con un franco diario desde que el Gobierno francés dejó de hacerlo a comienzos de 1884. Esos “intereses del partido” deben ser tenidos en cuenta a la hora de analizar el conjunto de las memorias de la sublevación de Badajoz. En aquellos momentos el Partido Democrático Progresista corría un grave riesgo de ruptura. El sector encabezado por Nicolás Salmerón condenaba la insurrección e indirectamente a su principal promotor, Ruiz Zorrilla. El Porvenir y El Progreso, órganos del partido, hacían grandes esfuerzos por conciliar la defensa de los sublevados de Badajoz con la del partido en general y la de su jefe. Convenía ofrecer una imagen de unidad, evitar incidir en los detalles tan controvertidos como el de los fondos incautados y su reparto. Pero sobre todo era necesario no revelar detalles que ayudaran a las autoridades españolas en su investigación sobre los hechos. La Asociación Republicana Militar seguía existiendo. La sublevación tenía ramificaciones en 21 plazas y guarniciones. Era necesario protegerlas en la medida de lo posible de la persecución del Gobierno. Además, las posibilidades de una nueva intentona seguían en pie. De este modo, el interés del partido pesó más que la voluntad de los emigrados republicanos de justificarse o reivindicar sus actos ante la opinión pública. Eso no significa que en momentos puntuales no se dirigieron a la prensa. Pero el partido trató de que existiera una sola voz, y esa voz única debía identificarse con la máxima autoridad de los progresistas. Ruiz Zorrilla publicó en diciembre de 1883 un largo manifiesto en el que defendía la necesidad la insurrección, exaltaba al ejército, a los sublevados y comparaba la situación de 1883 con otras coyunturas revolucionarias40. Sobre los hechos concretos de Badajoz, por supuesto, no se decía nada. Al comienzo del escrito, consignaba lo siguiente: Examinar el origen del último movimiento revolucionario, fijar su significación, detallar los medios con que contaba para aspirar al triunfo, decir al país por qué no fue coronado por el éxito, ni es conveniente desde el momento que no puede aprovechar a la causa republicana, a la que debemos todo género de sacrificios, ni es tarea para un documento de las proporciones de un manifiesto41.
Las diferencias y contradicciones entre los escritos de Ezequiel Sánchez y Asensio Vega se explican en gran medida por la diferente posición que uno y otro tuvieron durante la sublevación y tras su fracaso. En el momento de escribir Vega era la máxima autoridad para los emigrados de Badajoz en Francia. Al mismo tiempo, había sido el máximo responsable tanto de la decisión definitiva de sublevar la plaza, como de las operaciones que habían tenido lugar a continuación. Por ello pone énfasis en el orden y la eficacia con que la ciudad fue tomada por las tropas y los grupos de civiles que las apoyaban. Por otra parte, le correspondía explicar tres puntos comprometidos. En primer lugar, debía explicar por qué tomó la decisión de iniciar la revolución, que estaba prevista para algunos días más tarde. También le correspondía rendir cuentas por la incautación de fondos y de su reparto. Por último, tenía que aclarar por qué decidió abandonar la ciudad sin ofrecer resistencia. 40
Manuel Ruiz Zorrilla, Al pueblo español, (Londres: 11 Dic. 1883). Ruiz Zorrilla, Al pueblo español, 1.
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En relación a la primera cuestión, Vega difería la responsabilidad al secretario de la A.R.M., Miguel Pérez. Las órdenes para iniciar la revolución habían llegado por medio de Ezequiel Sánchez, que había dado suficientes garantías de que la sublevación sería general y simultánea. Sólo después de cruzar la frontera recibió la orden de aplazamiento. En la noche del día 4, únicamente recibió un telegrama enviado desde Barcelona por Pérez, en el que se decía: “Mañana salgo, espéreme”, frase convenida con el anterior para informar sobre la existencia de inconvenientes en algún punto. Por ello interpretó que la guarnición de Barcelona tenía problemas para sublevarse. En cuanto al último punto, el teniente coronel silenció las discrepancias que hubo en el seno de la Junta de Guerra. Alegaba la inadecuación de las defensas de Badajoz ante un ataque con artillería y la conveniencia de no derramar sangre cuando el movimiento de Badajoz había quedado aislado. Además, su retirada hacia la frontera era en realidad una estrategia dilatoria, a la espera de recibir noticias de una posible respuesta en las restantes plazas sublevadas. Sobre los fondos, indicaba cómo había protegido las diferentes tesorerías y el Banco de España desde el comienzo de las operaciones insurreccionales. Posteriormente, se negó a escuchar a Landa y Sánchez cuando le propusieron la retirada de fondos. Sólo ante la inminente posibilidad del exilio, decidió la extracción de una parte del dinero depositado en el banco, tratando de cubrir formalidades. Desde entonces, los fondos habían sido gestionados por Sánchez y Landa sin intervención suya. Esos mismos puntos articulan la memoria de Ezequiel Sánchez, con el que comparte algunas otras características. Los dos son escritos breves, referidos a un margen temporal estrecho en comparación a las restantes memorias. Se ciñen estrictamente a los precedentes inmediatos de la rebelión, concentrándose menos en la emigración posterior. Los dos autores traban de reivindicar sus acciones y decisiones en los hechos. Considerando su situación subordinada a Ruiz Zorrilla como principal organizador del exilio, parece claro que también pretendían posicionarse de la mejor forma posible ante su jefe. Sánchez escribía con mayor desembarazo que Asensio Vega. Su posición se lo permitía: se encontraba lejos del resto de los emigrados y carecía de autoridad sobre ellos. Además, algunas decisiones controvertidas pudieron ser alentadas por él, pero en última instancia carecía del poder decisorio de Vega. Teniendo en cuenta el fuerte enfrentamiento entre ambos autores a raíz del fracaso de la intentona, se entiende que Sánchez trate de oscurecer los méritos del anterior enfatizando los suyos. El médico almeriense se presenta como el tipo de revolucionario civil fogoso y con plena conciencia de su deber, capaz de sacrificarlo todo por su misión. De acuerdo a su relato, su vehemencia y energía habían sido las únicas razones que arrancaron de unos oficiales vacilantes la decisión de sublevarse. El menosprecio al ejército como agente revolucionario es constante. Por ello, se atribuía la dirección en la sombra de todas las disposiciones tomadas durante la rebelión que podían conducir a su éxito. Entre ellas, la de apoderarse de los fondos de la tesorería y el saboteo de las líneas ferroviarias. También fue el más vehemente defensor de la defensa de la plaza y de armar a los civiles. Por último, se centraba en detalle en el modo que se repartieron los fondos, atribuyendo las arbitrariedades y atropellos a Landa y a buen número de militares, autores de “mil abusos y estafas”42. 42
Ezequiel Sánchez, Sublevación de Badajoz (Orán: 17 Nov. 1883), AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 8, C73.
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Las memorias de Daniel Rubio Báez y Melchor Muñoz Epelde parten de motivaciones diversas, aunque su silenciamiento se debe a causas similares. A diferencia de los anteriores, no son documentos internos de un partido. Su redacción se debió a la iniciativa personal de sus autores. Si los remitieron a Ruiz Zorrilla, fue por su centralidad como máxima autoridad de los republicanos revolucionarios. Demandaban su conformidad con el contenido del relato y su autorización para darlo a la imprenta. También es probable que buscaran financiación para publicarlas, o que Zorrilla recomendara su inserción en las columnas de El Porvenir o El Progreso. Por ello están planteadas en términos de subordinación política. Sin embargo, al igual que en el caso de Asensio Vega, parece claro que el líder radical negó su autorización. La motivación principal que animó a estos autores a escribir una memoria reivindicativa debe buscarse, en primer lugar, en un fenómeno al que ya se ha hecho referencia: la relación entre el destierro como hecho traumático y la escritura en primera persona como reacción habitual. La obligada ociosidad de los exiliados favorecía esta actividad. Debe tenerse en cuenta, además, la importancia que en el contexto del exilio cobraba la lectura de los periódicos españoles. Los emigrados republicanos nunca pensaron en integrarse en el país de acogida, lo que agravaba la sensación de desarraigo. De este modo, la prensa y la correspondencia eran prácticamente el único vínculo que conservaban con su lugar de origen. A lo anterior se unía la necesidad de saber qué se decía sobre el movimiento de Badajoz: “Todos los días veíamos con desprecio las torpes calumnias e injurias que contra nosotros propalaba la prensa enemiga o asalariada”43. La lectura de lo que entendían como diatribas de la prensa borbónica les impulsaba a dirigir escritos de desagravio. En este sentido Muñoz citaba los “pequeños e inofensivos desahogos”44 que se permitieron publicar. Pero la actitud de aquéllos emigrados que formaron parte de la Junta de Rennes y asumieron la autoridad de Asensio Vega, y los que se mantuvieron al margen de dicha Junta, no fue idéntica. Muñoz Epelde estaba entre los primeros. Rubio Báez, en cambio, se empeñó en una campaña personal enviando escritos a periódicos como El Liberal, La Correspondencia Militar, La Patria, El Porvenir o La Justicia Catalana. Estos periódicos, sin embargo, pocas veces los reprodujeron45. De este modo podemos pensar en tres causas que conjuntamente impidieron la publicación de estos testimonios. La primera ya ha sido comentada: la prevalencia de la voz única del partido sobre la voz plural de los emigrados. La segunda debe buscarse en las limitaciones existentes sobre la libertad de información. Desde mediados de 1883 se encontraba vigente la nueva Ley de Policía de Imprenta46. En principio, esta norma supuso un giro más que considerable respecto a la Ley de 1879. En esencia, consagraba la libertad de imprenta, remitiendo al Código Penal y a los Tribunales ordinarios los posibles abusos que en este ámbito se cometieran. En la práctica, los periódicos que justificaron a los sublevados de Badajoz sufrieron fuertes multas. Fue por ejemplo el caso de El Porvenir, castigado con 500 pesetas47, “sin perjuicio de acordar la suspensión del citado diario” por defender “indirecta pero claramente la insurrec43
Muñoz Epelde, Sucesos de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, H 2868, C 54, 70. Muñoz Epelde, Sucesos de Badajoz, 71. Rubio Báez, Memoria del Movimiento de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 43, L 20. 46 Acerca de la llamada “Ley Gullón” de 1883, Vid. Juan Ignacio Marcuello Benedicto, “La libertad de imprenta y su marco legal en la España liberal”, Ayer, (Madrid), no. 34 (1999): 65-91. 47 La Correspondencia Militar, 25 agos. 1883. El Progreso, también zorrillista, había sido multado con otras 500 pesetas, según informa La Correspondencia Militar, 30 agos. de 1883. La Propaganda Liberal fue suspendido “por lo sumamente peligroso” de publicar, a juicio de La Correspondencia Militar, en esos momentos. 44 45
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ción militar del 5”48. La sustitución de un sistema preventivo por uno represivo no impedía que las autoridades pudieran actuar contra estos periódicos ahogando su viabilidad financiera, extremadamente débil en muchas ocasiones. Días después de la sublevación de Badajoz, El Imparcial se quejaba de que “El gobierno da toda la libertad que quieren [a los periódicos], pero no pueden usarla sin exponerse a pagarla”49. Un tercer inconveniente lo constituía la dificultad o inconveniencia de publicar en el extranjero, con el problema añadido de su distribución en España. Rubio Báez se quejaba de no haber podido publicar un folleto sobre el ejército “por no haber encontrado impresor ni periódico Español que se atreva a publicarlo, por temor a la persecución que le haría blanco el gobierno y por que, si el libro se imprime en este país, ha de ser muy difícil que circule por el nuestro”50. Al igual que en el caso de Asensio Vega y Ezequiel Sánchez, es indudable que el capitán Muñoz y el teniente Rubio trataban de posicionarse ante Zorrilla. Por ello presentaba éste último a su “venerado jefe” la “memoria que, previa su superior venia y aprobación, con las rectificaciones, aumentos o disminuciones que a su preclaro criterio convenir puedan, habrá de ver la luz en su día, o sea cuando V. E. lo estime por conveniente, en defensa de mis propios actos”51 . Esta última frase es interesante: Muñoz, al contrario que su compañero, dedicaba su escrito “a todos [sus] queridos compañeros de emigración”52. Si Báez declaraba escribir en defensa propia, el capitán lo hacía en nombre del conjunto de los emigrados. De nuevo hay que insistir: Rubio Báez no se sometió a la Junta de administración de Rennes. Por ello se permite criticar decisiones como la retirada de Badajoz, el reparto de fondos o la forma de crear la Junta presidida por Vega, que entendía como una imposición. También daba abundantes detalles sobre los problemas de convivencia de los exiliados. Muñoz, sin embargo, no entra en ese tipo de detalles. Pero un análisis más profundo de ambos escritos nos lleva a otra conclusión: los dos autores entendían que la defensa de sus actos lo era a la vez del conjunto de los emigrados y de su jefe común, Ruiz Zorrilla. Existía una comunidad de situaciones e intereses entre todos ellos. De este modo ofrecer sus obras a Ruiz Zorrilla, según Muñoz “la primera víctima de la restauración”53, era también una forma de comulgar con el “ilustre proscrito” y con el conjunto los emigrados. Tanto Báez como Muñoz Epelde presentaban la sublevación de Badajoz como un capítulo de la lucha de la libertad contra la reacción, haciendo aparecer sus propias acciones como un sacrificio personal, una prueba de honradez y lealtad a su causa. Por ello Báez designaba al enemigo (la Restauración) como la “vergonzosa teocracia, causa principal de todos los males que lamenta la vieja y enclenque sociedad española”, y confiaba en “regenerar nuestra desgraciada patria […] salvándola de las garras de la reacción y de la teocracia que amenazan llevar a los tiempos de Torquemada, Felipe II y Fernando VII”54. El ex capitán Muñoz se preguntaba: “¿Somos acaso esclavos o propiedad de algún Señor para que nos deshonre y tiranice según le plazca?”55. 48
El Imparcial, 16 Agos. 1883, p. 2. El Imparcial, 16 Agos. 1883, p. 2. Rubio Báez, Memoria del Movimiento de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 43, L 20. 51 Rubio Báez, Memoria del Movimiento de Badajoz. 52 Melchor Muñoz Epelde, Sucesos de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 43, C 54, 1. 53 Muñoz Epelde, Sucesos de Badajoz, 5. 54 Rubio Báez, Memoria del Movimiento de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 43, L 20. 55 Muñoz Epelde, Sucesos de Badajoz, AHFE-AMRZ, Madrid, Exilio 43, 21. 49 50
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Frente a la acusación de ladrones o bandidos, los emigrados se postulaban como los “héroes de Badajoz”. Pero no se contentaban con permanecer de forma anónima en ese único cuerpo colectivo. La elección de la primera persona para explicar los pormenores de la sublevación y el exilio delata esa intención. En una de las cartas enviadas por Rubio Báez a El Porvenir, firmada junto a otros tres oficiales, se quejaba de que este periódico hubiera calificado a los sublevados de Badajoz como “héroes desconocidos que han ido solos a sublevar regimientos y escuadrones al grito de ¡Viva la República!”. El ex teniente y sus compañeros defendían que “en semejantes casos no hay héroes desconocidos”. 4. La voz de los vencidos: De lo expuesto hasta aquí pueden extraerse una serie de conclusiones. En cuanto a los autores, sólo tenían en común haberse sublevado y compartir la emigración. Pero precisamente en la consiguiente diversidad de puntos de vista se encuentra su mayor riqueza. Si los militares de la reserva y miembros de la Asociación Republicana Militar eran mayoría, no falta el testimonio de un civil y de un oficial en activo, ajeno por completo a la conspiración y presumiblemente a la ideología republicana. Por otra parte todas pueden entenderse como “memorias justificativas”, provocadas por la ruptura traumática que supuso el exilio. A partir de aquí puede hablarse de documentos internos del partido, como los de Asensio Vega y Ezequiel Sánchez, de testimonios privados como el de Expósito, o de escritos orientados a ver la luz. Es el caso de Rubio Báez, Muñoz Epelde y de nuevo de Asensio Vega. Las causas que intervinieron para evitar su publicación pueden clasificarse como internas (el interés del partido) y externas: la dificultad para publicar en el extranjero y la acción punitiva de las autoridades. Las que mayor peso tuvieron, en mi opinión, fueron las causas internas. En sus “Memorias de un emigrado”, Ernesto García Ladevese, durante muchos años colaborador de Ruiz Zorrilla, escribía lo siguiente: “No ha faltado quien pregunte por qué hemos elegido el actual momento para la publicación de estas Memorias. Lo hemos elegido porque hoy los combatientes de la gran causa están por tierra, insultados, vilipendiados, escarnecidos”56. En su introducción se leía: “Hasta ahora sólo se ha oído la voz de los vencedores; los vencidos han guardado silencio, esperando el día de hablar libremente. Años y años van transcurriendo sin que ese día haya llegado”57. Ladevese publicó este libro en 1892. Un año antes se había promulgado la amnistía que permitió el regreso de la mayor parte de los emigrados políticos. El propio Ruiz Zorrilla les había animado a ello. Esa fecha también marca el declive final del insurreccionalismo zorrillista. Para entonces la Asociación Republicana Militar ya no existía. La amnistía borraba las responsabilidades pendientes, de modo que ya no había problema en revelar detalles sobre los planes insurreccionales. Por lo tanto, el “interés de partido” desapareció como circunstancia inhibitoria. Por eso Muñoz Epelde pudo publicar en 1901 sus “Memorias de un amnistiado”, basadas en gran medida en su escrito de 1884. También se habían diluido en gran medida las trabas judiciales a la libertad de imprenta. Pero las causas que llevaron a los diferentes autores a escribir seguían existiendo: el trauma colectivo que supuso la experiencia de la revolución y el exilio continuó actuando como fundamento motivador en los años siguientes. Por eso se sucedieron hasta 1903 las memorias de 56
García Ladevese, Memorias de un emigrado, 272. García Ladevese, Memorias de un emigrado, 5.
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revolucionarios como Ladevese, Muñoz, Prieto y Villarreal o Carlos Casero. Todas ellas, junto al grupo de memorias inéditas del que se ha tratado en este trabajo, constituyen la voz de los vencidos. Esa voz pudo por fin oírse cuando se asumió que la derrota era definitiva, aunque el grupo escrito entre 1883 y 1885 continuara silenciado. Pero eso no significa que al contraponer los relatos de los vencedores y los vencidos todo quedara dicho. Testimonios como el de Adolfo Expósito, en los que se planteaba con toda crudeza la vida de los emigrados, continuaron en silencio.
Bibliografía Capitán Casero, Recuerdos de un revolucionario (Valencia: Sempere y Compañía, s/f). Diego Romero, Javier de: Imaginar la República. La cultura política del republicanismo español, 18761908 (Madrid: CEPC, 2008). Durán López, Fernando: “Las Memorias de un setentón de Mesonero Romanos en el marco de la autobiografía española decimonónica”, Anales de literatura española, no. 5 (1993-1994): 41-84. García Ladevese, Ernesto: Memorias de un emigrado (aumentadas con capítulos inéditos), (Madrid: Imprenta de Ricardo Fé, 1892). González Calleja, Eduardo: La razón de la fuerza. Orden público, subversión y violencia política en la España de la Restauración (1875-1917), (Madrid: CSIC, 1998). Gutiérrez Gamero, Emilio: Mis primeros ochenta años (Memorias), (Madrid: Atlántida, 1925). Headrick, Daniel R.: Ejército y política en España (1866-1898) (Madrid: Tecnos, 1981). Marcuello Benedicto, Juan Ignacio: “La libertad de imprenta y su marco legal en la España liberal”, Ayer, (Madrid), no. 34 (1999): 65-91. Martínez López, Fernando: “La “Corte revolucionaria”. Ruiz Zorrilla en París”, en París, ciudad de acogida. El exilio español durante los siglos XIX y XX, eds. Fernando Martínez López, Jordi Canal y Encarnación Lemus (Madrid: Marcial Pons, 2010), 113-57. Muñoz Epelde, Melchor: Memorias de un Amnistiado (Badajoz: Tipográfica El Progreso de Andrés Arqueros, 1901). Prieto y Villarreal, Emilio: Ruiz Zorrilla desde su expulsión de España hasta su muerte (1875-1895). Recuerdos políticos de Emilio Prieto Villarreal (Madrid: M. Romero, 1903). López Lapuya, Isidoro, La bohemia española en París a fines del siglo pasado (Sevilla: Editorial Renacimiento, 2001). Riera i Tuèbols, Santiago: “El gènere biogràfic”, Cercles, no. 10 (2007): 26-36. Francisco Rispa y Perpiñá: Cincuenta años de conspirador (Barcelona: Librería Vilella, 1932). Sánchez Zapatero, Javier: “Escritura autobiográfica y traumas colectivos: de la experiencia persona al compromiso universal”, Revista de Literatura, no. 146 (2011): 382. Vilar, Juan B.: La España del exilio. Las emigraciones políticas españolas en los siglos XIX y XX (Madrid: Síntesis, 2006).
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Censura inquisitorial de libros. El bello gusto de la moda de Francisco Santos (1722-¿?), discípulo declarado de Feijoo Leonor Zozaya Montes Universidad Complutense de Madrid
Introducción ste estudio es una primera aproximación a la vida y obra de Francisco Santos, clérigo menor y lector en teología. Santos fue censurado por la Inquisición tras la publicar el Bello gusto de la moda en el año 1753. Además, era autor de otros manuscritos criticados por el Santo Oficio. Por todo ello, Francisco Santos fue objeto de un proceso de fe, iniciado cuando se imprimió su libro. Santos tuvo que abjurar de vehementi y fue absuelto ad cautelam. Eso, a grandes rasgos, implicaba renegar de las ideas que atacaban a la religión y tener que permanecer en reclusión perpetua en el mismo convento donde antaño moraba, Nuestra Señora de la Cueva de Calatayud (Zaragoza). En el año 1757 se fugó y desertó, con la intención de salir al extranjero a buscar su indulto. Santos trataba temas metafísicos, y ansiaba buscar la verdad anteponiendo la razón, dudando de todo. Esa postura le llevaba a cuestionar afirmaciones asentadas por la religión católica imperante. Por ello, fue objeto de un proceso de fe inquisitorial. Así, el Santo Oficio ocultó la obra de un ilustrado importante y polémico, discípulo declarado del conocido padre Feijoo, fundamental en el Siglo de las Luces español. Esta investigación estudia algunos aspectos relativos a la vida de Santos. Aclara el año de su nacimiento, 1722, dato que despeja errores existentes en repertorios bibliográficos de renombrado prestigio, que le confunden con un tocayo. Respecto a su obra, ofrece información sobre el Bello gusto de la moda. Ese libro se sitúa en un contexto de la ilustración, con la nueva dinastía borbónica y las influencias que ello comportó en la introducción de obras e ideas francesas en la península. Asimismo, aborda brevemente la vinculación de la obra de Santos con la de Feijoo y Sarmiento. Después, analiza qué autores citaba en su obra, que probablemente leyó, según sus testimonios. Estos eran predominantemente científicos y filósofos de la Edad Moderna. El estudio se cierra con las conclusiones pertinentes1.
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Para realizar este estudio, he llevado a cabo un tratamiento cuidadoso de las afirmaciones existentes en las fuentes inquisitoriales. He seguido un tratamiento con algunas de las directrices expuestas en Leonor Zozaya Montes, “Costumbres judai-
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Nacimiento en 1722: Despeja la confusión con un tocayo La vida de Francisco Santos se ha visto abocada al olvido debido a la represión inquisitorial que padeció. La mayoría de los escasos datos sobre su vida que hay publicados en varios formatos son incorrectos, incluidos los electrónicos. Es injusto, dada su importancia. Santos era un ilustrado innovador, una persona superdotada, un filósofo extremadamente culto que redactaba de forma impecable ideas profundas y originales. Sus aportaciones en la evolución del pensamiento filosófico y religioso fueron eclipsadas debido a la censura inquisitorial y a su posterior olvido en los archivos2. La primera incógnita sobre su vida concierne a su nacimiento. Francisco Santos nació el 7 de noviembre de 1722 en la villa de Saucelle (Salamanca). Fue bautizado el día 14 de ese mes en la iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Saucelle. Así lo confirma una copia autenticada de la partida de bautismo del templo3. Era hijo legítimo de Francisco Santos y de su mujer Ángela Sánchez. Su padrino fue Francisco Álvarez y Bordallo. Estos datos nominales, de apariencia positivista, sirven para descubrir, en investigaciones próximas, qué redes amistosas y familiares le rodearon. Con esta información sobre su nacimiento, queda publicada una novedad que despeja errores sobre su persona, pues Santos ha sido confundido en numerosas ocasiones. Por ejemplo, en repositorios importantes de Internet, como el reputado Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español (CCPBE). Este repertorio es útil pero también tiene errores, lo cual es comprensible en una obra tan magna y ambiciosa. El citado catálogo da constancia de la existencia del libro Bello gusto de la moda, y remite al ejemplar que guarda la Biblioteca de la Universidad de Barcelona. Ambos repertorios, catálogo y biblioteca universitaria identifican erróneamente al autor del Bello gusto de la moda con Francisco de los Santos (1617-1692). Éste era un religioso que cultivó diversas facetas artísticas: fue músico e historiador, autor de numerosos libros. De hecho, se seguían imprimiendo de forma póstuma por ejemplo en 1723. Ese fue el caso de los cuatro volúmenes de las Obras en prosa y verso, discursos políticos, máximas cristianas y morales4. Por aquel entonces, el Francisco Santos que centra este estudio cumplía tan sólo un año de vida. Por tanto, no podría tratarse del mismo autor. Repertorios más populares y de menor carácter científico, como la Wikipedia, también afirman que Francisco de los Santos era sucesor de Feijoo (1676-1764). Otros repertorios son más cautos, como la Biblioteca Virtual Saavedra Fajardo de pensamiento político hispánico, que también registra varios ejemplares de Santos (citados posteriormente en este estudio). Se limita a ofrecer los datos de edición de la obra, sin aportar información del autor. Sobra decir que en cuanto este artículo esté publicado, facilitaré sus datos novedosos por si las compilaciones aludidas desean incluirlos. zantes femeninas y transgresiones masculinas. Análisis de las fuentes inquisitoriales en el tránsito de la Edad Media a la Moderna”, Investigaciones feministas, Papeles de estudios de mujeres, feministas y de género, 2 (2012), 355-77. http://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/view/38560/37286 2 Su caso, por desgracia, no era un hecho aislado, dada la actividad de la inquisición. Otros escritores de su tiempo vivieron experiencias similares. Espero que poco a poco se haga justicia con este y otros personajes, y se reestablezca su memoria. 3 Archivo Histórico Nacional (AHN), España, expediente (exp.) 1593, fol. 69 rº, traslado, fechado en 22 febrero 1746. 4 Francisco de los Santos, Obras en prosa y verso, discursos políticos, máximas cristianas y morales adornadas con curiosos exemplos expeculativos y prácticos (Madrid: Francisco Martínez Abad, 1723), 4 vols.
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Censura inquisitorial de libros. El bello gusto de la moda de Francisco Santos (1722-¿?), discípulo...
La obra de Santos en su contexto general Es necesario destacar varios elementos de la España en que vivió Santos, pues influyeron notablemente en su persona y en su obra. Uno, que hubiese nacido en el Siglo de la Ilustración; otro, que estuvieran reinando los Borbones, con las nuevas ideas afrancesadas que ello podía comportar; otro, que fuese tan poderosa la presencia del Santo Oficio. La Inquisición gozaba de gran poder en España, y siguió teniéndolo, aunque debilitándose, hasta su abolición en el año 1834. Desde que Santos publicó el Bello gusto de la moda, su trayectoria comenzó a estar marcada por aquella institución, que atacaba su librepensamiento, racionalismo y cientifismo. La Inquisición era el brazo armado de la Iglesia, y aquí cabe plantear hasta qué punto le supuso a Santos una ventaja o una desventaja ser religioso. El hecho de que Santos fuese un clérigo puede plantear deducciones contradictorias referentes a los veredictos sentenciados por el Santo Oficio. La Inquisición le perseguía esmeradamente, acaso porque quería ocultar las “manchas” que divulgaba un hijo de la iglesia. Sin embargo, quizás el hecho de ser eclesiástico también comportó sus ventajas, y la institución tuvo más cuidado con él que con otros, pues, por ejemplo, no acabó con su vida para silenciar sus ideas de forma efectiva. En esa misma línea, pero en otra época y lugar, he encontrado más casos históricos donde parece que por algún motivo ciertas personas interesaban a la Inquisición5. Ello provocaba que sus latigazos fuesen menos virulentos, y redujesen la violencia con que se suponía que podía obrar la institución6. En esa época Santos reinaban los Borbones, que habían subido al trono tras la Guerra de Sucesión española (1700-1714). Ello influyó en la penetración en España de ideas ilustradas francesas, que traían y difundían los educadores del país vecino. Ello facilitó que entrasen obras escritas en francés, tanto originarias en dicho idioma como traducidas a él. Santos guardaba en su cuarto otros tantos volúmenes, como el del Abate Olivez, u otro manuscrito sobre la religión. La difusión de obras en francés también se reflejaba en la obra de Santos mediante sus citas, que revelan, por ejemplo, que Descartes le había influido profundamente. Pero la formación en lengua francesa no estaba tan generalizada en España como cabría imaginar. Al menos, los correligionarios del santo oficio estaban poco duchos en dicha materia. Según cita su proceso inquisitorial, durante la evaluación de las obras en francés, falleció el único revisor que leía fluidamente aquella lengua. La institución tuvo que mandar ese y otros volúmenes al rector de la Compañía de Jesús, “que es el único de los calificadores que entiende algo de este idioma”7. 5
La idea de que la Inquisición actuó selectivamente ha sido expuesta por Ángel Alcalá en varios escritos, por ejemplo, en "Nuevas perspectivas en la polémica sobre el motivo real de la Inquisición", Chronica Nova, 13 (1986), 7 - 26. En resumidas cuentas, defiende la tesis de la motivación no religiosa sino política de tal institución. Asimismo lo sustentó en el simposio internacional “Presente y futuro de la historia de la Inquisición”, celebrado en Cuenca del 9 al 11 de diciembre de 1999, en su conferencia titulada “La motivación política en los orígenes de la Inquisición: sus variantes en los de la francesa o medieval, la castellana y la aragonesa”. En ella, propuso extender la teoría a toda la historia de la institución y a la mayor parte de sus prácticas. Aprovecho aquí para agradecer la información y las interesantes sugerencias ofrecidas por dicho autor hace ya muchos años, en un congreso sobre la inquisición Aprovecho aquí para agradecer la información y las interesantes sugerencias ofrecidas por dicho autor hace años en el citado congreso de Cuenca. 6 Leonor Zozaya Montes, “A Thorn in the Community: Popular Religious Practice and Converso Dissidence in the District of Molina de Aragon”, en K. Ingram (Ed.): The Conversos and Moriscos in Late Medieval Spain and Beyond. Volume One: Departures and Changes. Colección: Studies in medieval and reformation traditions, Converso and Morisco Studies (Leyden: Brill, 2009), 161-86. 7 AHN 1593, exp. 11, s/f.
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El hecho de que el Santo Oficio desconociese aquel habla suponía tan sólo un impedimento teórico para poder juzgar y censurar las obras escritas por santos en francés. Era un problema subsanable, a efectos prácticos, porque una obra podía ser censurada aún ignorando su contenido. Téngase en cuenta que los humanos juzgan y censuran constantemente obras y personas que desconocen, incluso hoy día, en la denominada sociedad del conocimiento. Volviendo al tema de estudio, en la decisión del censor influiría el hecho de que el ejemplar ya hubiese sido prohibido previamente en otros lugares, o de que citase autores prohibidos. Santos encarnó el drama que supone arriesgar la vida por escribir sus ideas, en una realidad censurada injustamente. Dentro de lo aterrador que supone que arriesgase su vida por ello, sólo encuentro un punto positivo en calidad de bibliófila: que debido al proceso inquisitorial se han conservado archivados los manuscritos de la obra que se llevó a la imprenta, hecho poco frecuente8. Principalmente sorprende cuando, dadas las polémicas religiosas que sembraba, bien podrían haber acabado en la hoguera, siendo pasto de las llamas. Su obra en el contexto ilustrado; Feijoo y Sarmiento La época que enmarca cronológicamente la obra de Santos, se ha denominado Siglo de las Luces, de la Razón o de la Ilustración. Ese movimiento dieciochesco se destacaba por un espíritu crítico que desmantelaba el principio de autoridad, el predominio de la razón y la fundamentación en la experiencia. Esas ideas ilustradas definen perfectamente las de Francisco Santos, con el mérito de que él comenzó a dudar de la religión imperante. Conociendo su obra, opino que se trataba de un ilustrado de gran categoría intelectual que intentó ir más allá que los de su tiempo, anteponiendo la razón a la religión. Precisamente por ello no logró divulgar sus escritos, pues eran demasiado rompedores con la iglesia. Su postura, tan avanzada para su época, tuvo un precio. Entre los principales ilustrados españoles se acostumbra a destacar a Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781), Martín Sarmiento (1695-1772) y Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764). Francisco Santos se declaraba seguidor de Feijoo en el Bello gusto de la moda referenciado en otro lugar de esta investigación9. Santos también era autor de un Índice sobre la obra del padre Feijoo. En él, reunía asimismo los pareceres de Martín Sarmiento en defensa del Teatro Crítico Universal de Feijoo. Esa compilación se puede consultar, por ejemplo, en la versión digitalizada que ofrece la 8
Los archivos de la inquisición eran bien rigurosos. Tomás de Torquemada recogió, en la Compilación de las instrucciones del oficio de la santa Inquisición (Granada, 1537), diferentes reglas promulgadas entre los años 1488 y 1500 que contemplaban el control de todas las escrituras inquisitoriales, de la condición que fuesen. Debían estar a buen recaudo en arcas que se debían situar en la misma sala donde estuviesen los inquisidores, por la comodidad que suponía tenerlas a mano y por evitar que saliera de allí ningún papel, debido al daño que ello podría conllevar. Las arcas tenían que cerrarse con llaves que debían controlar los inquisidores y los notarios de la institución. El incumplimiento de alguna de aquellas reglas se penalizaba con la privación del oficio. Además, el organismo contaba con un archivo secreto que podía custodiarse tanto en un arca como en una dependencia, para el cual las normas cambiaban un tanto, en parte porque se hacían más rígidas. Así lo recogen las instrucciones de Valladolid de 1488, instrucción vii, y lo mismo repiten las instrucciones que tocan al fiscal, instrucción i; Tomás de Torquemada, Compilación de las instrucciones del oficio de la santa inquisición, Granada, 1537 (ed. facsímil: Madrid: Raycar, 1982). He estudiado todo ello en Leonor Zozaya Montes, De papeles, escribanías y archivos: escribanos del concejo de Madrid (1557-1610), Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2011, 216-17. 9 En el apartado dedicado a la citada obra, más adelante.
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Biblioteca Virtual Saavedra Fajardo de pensamiento político hispánico10. La referencia es la siguiente: SANTOS, F, Índice general alfabético de las cosas notables que contienen todas las obras del [...] Fr. Benito Feijóo, inclusas las Dedicatorias, Aprobaciones y Prólogos, y también los tomos de la Demostración que en defensa del Theatro Crítico escribió el Rvmo. P. M. D. Fr. Martín Sarmiento (Madrid: Antonio Sancha, 1774)11.
Dado ese título, es fácil definir a Santos como seguidor de Sarmiento y como discípulo de Feijoo. Así lo reconocía también una de las personas que aprobó el citado Bello gusto de la moda, Francisco de Garma y Durán. Éste ya había fallecido cuando se imprimió la obra, a juzgar por la expresión que acompaña a su nombre (“que Dios Guarde”). Él era académico de la Real Academia de Barcelona y archivero del Archivo General de la Corona de Aragón. Es decir, se trataba de una persona culta y formada. Véase algo más sobre la citada obra. Notas sobre El Bello gusto de la moda y su intención La referencia completa del Bello gusto de la moda es la siguiente: Francisco Santos, Bello gusto de la moda en materia de literatura o acertada idea del Illmo Feyjoo, proseguida de una instrucción universal de varias cartas curiosas, selectas, críticas y eruditas en todo género de materias: Obra muy útil para formar el espíritu de la juventud y librarla de preocupaciones, que escribe el Reverendo Padre Francisco Santos C. M., Lector de Theología y Examinador Synodal de este obispado (Barcelona, por Mauro Martí Librero, 1753)12. He localizado dos ejemplares. Uno se halla en su ciudad de edición, Barcelona, y otro en Madrid, en la Biblioteca Nacional13. La referencia del libro se recoge en algunos índices, tanto de libros prohibidos14, como de autores españoles del sigo XVIII, compilados por Francisco Aguilar Piñal15. 10
También hubo reimpresiones, como la siguiente: Francisco Santos, Índice general alfabético de las cosas notables que contienen todas las obras del [...] Fr. Benito Feijóo, inclusas las Dedicatorias, Aprobaciones y Prólogos, y también los tomos de la Demostración que en defensa del Theatro Crítico escribió el Rvmo. P. M. D. Fr. Martín Sarmiento (Pamplona: Imprenta de Benito Cosculluela, 1787). Cabe anotar que el ejemplar cuenta con 258 páginas. 11 El ejemplar tiene 257 páginas. 12 Continúa: “y la da a la luz D. Francisco Candás Inclán, de el consejo de S. M. y su thesorero general de el exército, y principado de Cataluña. Quien la devuelve y ofrece al M R P el P Julio César Lomellini, benemérito general de la religión de clérigos regulares menores”. Tiene 476 páginas en total. Francisco Santos, Bello gusto de la moda... sin paginar. 13 Madrid; Biblioteca Nacional (BN), Sede Alcalá: 6/6078. Dice “fl. 1753”. Se publicó en Barcelona, por Marcos Martí, y tiene estas páginas: [20], 464, [4]. Esta catalogación añade los siguientes datos. En la referencia dice “Aguilar Piñal, S. XVIII”. Menciona en la materia y el autor a Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764). La materia se cataloga como de Educación, que en mi opinión no es lo que lo define exactamente. En cualquier caso, es típico pero no siempre acertado guiarse por el título de una obra, como definitorio de su contenido, pues en la época era común que un título no se adecuase con el contenido del libro, por diversos motivos, como para burlar a la inquisición. Carecen de información sobre el autor y la obra. En la Universidad de Barcelona hay otro ejemplar, encuadernado en pergamino, con el registro XVIII-6167; CD 7/2001. 14 El libro es citado en la obra de León Carbonero y Sol, Índice de los libros prohibidos por el Santo Oficio de la Inquisición española, desde su primer decreto hasta el último, que espidió en mayo de 1819 (Madrid: Imprenta de D. Antonio Pérez, 1873), página 582. 15 Francisco Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII (Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1983), vol. 7. En la página 544 recoge el Bello gusto de la moda con el número 3813, que tiene la siguiente anotación: “Trata de historia natural. Prohibida por edicto inquisitorial del 23 de enero de 1756”. Hay otra obra manuscrita que
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El Bello gusto de la moda es un compendio de reflexiones filosóficas, teológicas, religiosas y metafísicas, en ocasiones de tintes agnósticos. En ellas, Santos se debate sobre el individuo en relación con la percepción de la realidad, las ideas y las creencias vitales y, fundamentalmente, religiosas. Supedita todos sus conocimientos a la razón. Trata de metafísica analizando al ser, a sus propiedades, principios y causas primeras; en ese sentido, también estudia la naturaleza. Aborda los fundamentos de la estructura de la realidad, así como el sentido y finalidad última del ser, aproximándose también a teorías cosmológicas. El estilo literario de Santos era retórico y ameno, rodeado de bellas metáforas. Su colega Francisco de Garma y Durán definía la prosa y la valía del autor de la obra de la siguiente forma, con la que comulgo plenamente, supongo que por haberme dejado seducir por su verbo: “sus materias son iguales en lo selecto, a lo ameno y florido de estilo, y sus pensamientos tan delicados como inmensa su erudición, con que assí la doctrina de este libro es preciso sea muy útil y aun deliciosa a todos los que se precian de ser investigadores de la verdad, siendo cierto es obra emula del ingenio de su autor, y que no puede menos de granjearle la gloria del todo inmortal [...]. Pero los que nos recreamos con su familiar y discreta conversación, nos parece un mero índice de su profunda capacidad, persuadidos a que con la protección del cielo verá el mundo otro nuevo argonauta de la erudición, que siguiendo el delicioso rumbo del ilustrísimo Feijoo, será en otras mayores empresas plena satisfacción de nuestras esperanzas y digno desahogo de los crecidos raudales de su ingeniosa agudeza”16.
Para juzgar el estilo de su prosa, es conveniente incluir algunas muestras. Valga la larga dedicatoria que regalaba a su amigo Francisco Candas Inclán, que justifica la extensión de la cita. Éste, además de formar parte del consejo real, era tesorero general del ejército del principado de Cataluña. Se trataba así de una persona influyente que tenía dinero. En esa introducción, Santos aprovecha para presentarse como discípulo intelectual del padre Feijoo: “Muy señor mío: Fomenté mi alma muy desde los principios, los altos pensamientos de imitar a lo más sublime [...] dí las velas a el viento en el ancho occeano literario, y padecí tal qual tormenta en mi derrota; pero avisté nuevas islas y llegué a descubrir y demarcar costas de continentes no ideados; como lo ha visto Vuestra Señoría en varios mamotretos míos a quienes cupo el honor de divertirlo a un tiempo y admirarlo. Pero como es más útil a el mundo poblar, cultivar y hacer fértiles las ya descubiertas provincias, que no vagar exhalado de rumbo en rumbo, hecho el marino lynce, o el Quixote de las aguas, por tanto fue de el parecer de Vuestra Señoría y de nuestros amigos, bien versados en política literaria, que emprendiesse la imitación de el generoso espíritu de Feijoo y demás modernos empeñados en desarraygar errores y sembrar el grano de la verdad en la tierra fértil de los entendimientos patricios. Por condescender a estas tan eficaces continuaciones me vestí el carácter de sequaz, abandonando el de inventor”17.
Con tales palabras se definía discípulo de Feijoo en tanto en cuanto buscaba la verdad. responde a un autor homónimo, que no he podido consultar, fechada en el siglo XVIII (nº 3812) cuya referencia es: Francisco Santos: Addiciones muy necesarias e importantes a la Suma Moral de S. Vicente Ferrer, por d. [...] presbítero, 40 fols., 25 com. Madrid, AHN, Consejos, leg. 50764/605. Queda pendiente de futuros estudios. 16 Francisco Santos, Bello gusto de la moda... sin paginar. 17 Barcelona, 15 de septiembre de 1753. Francisco Santos, Bello gusto de la moda... sin paginar.
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Sin embargo, confesaba en otro texto que no había sido libre por completo18. Santos declaraba que quería ser la Luna de su Sol, de forma que se supeditaba a él19. Así, aclaraba que la mención en el título a Feijoo tenía unos motivos modestos en cualquier caso: “No porque me abrogue vanamente confiado una trascendente erudición, que no posseo, sino porque en realidad abrazará mi obra y juzgará mi crítica, sobre quánto hay útil y delicioso en todo el vasto Reyno de lo escribe”. Pese a tantas declaraciones de principios por parte de Santos, es curioso que en los documentos inquisitoriales no he hallado ningún interrogatorio a Feijoo ni ningún tipo de testimonio voluntario alusivo al teórico maestro. Eso hace pensar que acaso no lo considerase discípulo, o que no estuviese a favor de sus afirmaciones. Esa influencia será objeto de un estudio en profundidad. El citado Candás, por su parte, alababa el Bello gusto de la moda diciendo que era: “una obra excelsa, parto de un preclaro ingenio de un clérigo menor en grado eminente literato, qual es el reverendo padre Francisco Santos [...] docto y erudito universalmente y adicto con afición a proteger los pensamientos elevados y sublimes, qual es su reverendísima”20. La aprobación de la obra del doctor Joseph Ignacio Leris contenía las siguientes palabras, destinadas a confirmar que la obra buscaba la verdad, y que por ello podía ser contraria a lo enseñado por otros maestros. Eso sí, vincula de forma equidistante la razón y la fe, cosa que no veo tan igualada en esa obra. También hacía mención a la palabra ingenuidad, que podía estar sirviendo de pretexto ante los deslices del poder de Santos: “La doctrina de este libro es tan divina como bajada del cielo, prueba desto es que nos trae noticias muy individuales de lo que pasa en la región de los astros. Y si son útiles los desengaños, muy útil ha de ser su lección. [¿] Quántos a la luz de esta obra llegarán a conocer que las noticias que aprendieron no son tan ciertas como les vendieron en las escuelas? [¿] A quién no admira ver a nuestro autor tan sabiamente impuesto en toda especie de sciencias? No ay facultad que no alcance su ingenio [...]. El que se precia de sabio en la iglesia de Dios, no ha de perdonar a estudio ni facultad alguna [...] atado siempre y teniéndose bien en los estribos de esta divina carroza, que son la razón y la fe, ha hecho nuestro autor largos progressos en la carrera del saber. En las demás noticias es tan libre como ingenuo. No se deja prender con facilidad de la mera autoridad de quien las dice”[...]. Muy obligados pues deben quedar a nuestro autor todos los que se precian de indagadores de la verdad y de quantas gracias es acrehedor por comunicarnos las noticias que le ha granjeado la meditación laboriosa de muchos libros en largos años [...]21. 18
“Mas ello es hado mío no tener libertad en someterme a quanto por tal conducto se me insinúa: por lo que invío quantos papeles tengo sobre estas materias, para que los lea, los abandone o los rompa o los imprima, con la condición precisa de que a resolver esto último (como lo presumo en la postdata, en que se me piden las sobredichas licencias) nunca suene mi nombre, ni aún en cifra o anagrama en lo que no daré partido”. Fechado en Barcelona, a 15 de septiembre de 1753. Francisco Santos, Bello gusto de la moda... sin paginar. 19 Prosigue: “En atención a estas convicciones formé un legajo de varias cartas, cuyas copias por mera curiosidad derervaba: pero viendo que el gran luminador de Feyjoo se retiraba a lucir por sí solo, recogiéndose a meditar en lo eterno, después de una tan dilatada carrera por el país ameno de lo caduco, entré en la idea de ser como la Luna de este Sol, o reiterado eco de aquellas deliciosas patheticas armonías, haciendo que en las cenizas de este Phenix, que termina sus lucimientos entre los incendios caritativos de el cursus consumavi fidem servavi, se dexe percibir otro mysterioso gusanillo, que despliegue sus tiernos labios en el nunc coepi”. Francisco Santos, Bello gusto de la moda... sin paginar. 20 Fechado el 6 de noviembre de 1753. Francisco Santos, Bello gusto de la moda... sin paginar. 21 Finalizaba de la siguiente forma: “Por todo lo qual, y por no contener este libro cosa que se oponga a nuestra santa fe, ni
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La estructura de la obra es la siguiente: CARTA I: No hay generaciones en el mundo. CARTA II: El fuego, agua, luz, aceyte, arena y sal son incorruptibles. CARTA III Monstruos dialécticos. CARTA IV: Fortunas de los romanos. CARTA V: cura indefectible del dolor de costado. CARTA VI: Solución de un nuevo phenómeno médico. SS. II Demonstración ph˘sica de las immutaciones de los sólidos, con dependencia de los fluidos. SS. III varias utilidades de nuestro canon. CARTA VII: Deliciosas fruslerías de las lenguas. CARTA VIII: Varias paradoxas del todo raras. SS. I No hay, ni existe lo que llaman elemento de ayre. SS. II El sol no alumbra. SS. III El espacio imaginario es real, eterno, increable y no corruptible. SS. IV: en verdad no hay arriba ni abaxo. SS. No hay metaphysica repugnancia en que caygan a la tierra hombres de la Luna. SS. Es muy difícil saber si hay especies de seres diferentes”.
Influencias en la obra de Santos: autores que citaba Santos tenía diversas otras influencias. Es posible que hubiese leído todas las obras que citaba, pues arremetía contra quienes se creían lo que les contaban, describiéndoles de la siguiente guisa: “son de los que saben lo que oyeron, entendiendo por los cerebros agenos, y estos no son vulgo, son la escoria y hediondez de los vulgares”22. Además, citaba a humanistas y renacentistas, a los revolucionarios modernos para su tiempo, alejados de los filósofos de época clásica que habían ido pasando de moda. También conocía el contenido de las obras de aquellos que estaban reconocidos por la iglesia, que normalmente rebatía. La mayoría de autores que Santos citaba, sobre todo al inicio del Bello gusto de la moda, eran filósofos y científicos (principalmente astrónomos, físicos y matemáticos). Esa conjunción era normal, dado que, aunque hoy día la sociedad los conozca sólo por una faceta, antaño acostumbraban a cultivar varias disciplinas englobadas entre filosofía y ciencia. Ambas estaban muy relacionadas, tanto que considero que la filosofía servía para entender la realidad ayudándose del verbo, y la ciencia era necesaria para demostrar esa realidad mediante fórmulas empíricamente demostrables. Muchas obras científicas servían a Santos para ir vinculando la realidad al mundo de las ideas y de la razón, por medio de bellas metáforas. Santos conocía a afamados filósofos. Por ejemplo, a Descartes (1596-1650), que citaba como Cartesio. En mi opinión, fue quien más le influyó, pues afirmaba que no se había de creer nada hasta que se conociese, y creo que este es la clave que permite comprender el sentido de toda la obra de Santos23, quien afirmaba:
sanas costumbres de los verdaderos creyentes, soy de parecer que le es muy debida la imprenta que su autor solicita [...] assí lo siento, salvo meliori etcetera. En esta Retoría de la Iglesia Parroquial de Santa María de Vallvidriera a los 11 de julio del año 1753. Francisco Santos, Bello gusto de la moda... sin paginar. 22 AHN 1593, exp. 11, fol. 23 rº p. 23 23 También seguía la concepción cartesiana del animal como cuerpo provisto de alma.
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“Es cierto que existimos, porque reflexionamos sobre esta duda, y nada puede obrar ni en ese modo de reflexión, sin que exista. Igualmente indudable es que entendemos, esto es: que percibimos las cosas de un modo nada menos admirable que evidente: llamaremos idea a este modo inaveriguable de percibir, por lo que se deberá llamar idea la comprensión, conocimiento.... o sea, percepción de cualquier cosa. Y según esta noción naturalísima, el conocimiento y percepción de la planta, del animal, de la figura, del dolor, será la idea del dolor, de la figura, del animal y de la planta”24.
Otro filósofo que Santos conocía era Thomas Hobbes (1588-1679), famoso por su obra Leviatán, quemada varias veces por ser considerado ateo, pues negaba que el poder regio procediese de Dios. Santos disculpaba a los Escépticos, actitud que vio mal un censor en 1754, cuando dijo: “Esto suena mal, porque los scépticos son los rigoristas que todo dudan, hasta de la existencia de Dios”25. En general, Santos no seguía a los filósofos clásicos. Criticaba a Platón, por ejemplo, negando que las ideas fuesen innatas. Tampoco seguía a Porfirio -ni a sus secuaces-, filósofo griego conocido por incorporar la lógica aristotélica al neoplatonismo. Santos conocía también a otros clásicos, como Plutarco, Cicerón o Timeo de Locri. De los científicos, criticaba teorías geocéntricas un tanto anticuadas de Ptolomeo (s. II DC). En cambio, seguía a Copérnico (1473-1543), autor de la teoría heliocéntrica, tantos siglos rechazada por la iglesia. Quien vivió penalidades por defenderle, Galileo Galilei (1564-1642), también era mencionado por Santos. Al igual, citaba a “Thico”, que ha de tratarse de Thycho Brae (1546-1601), astrónomo famoso por ser el primero en conocer el fenómeno de la refracción de la luz. Uno de sus sucesores, Kepler –que Santos cita como Keplao–, era conocido por demostrar que la tierra giraba al rededor del sol. Santos mencionaba a otros científicos como Bayle, por ejemplo, en la Historia de la fluidez o solidez de las cosas. Asimismo, citaba a Newton, entre otras cuestiones, sobre teorías referentes a la velocidad de la luz. Santos conocía igualmente al filósofo y científico Gassendo, que ha de ser Pierre Gassendi (1592-1655). También citaba a Juan Caramuel y Lobkowitz (1606-1682), científico español fundamental considerado el precursor de la primera ilustración en España, más conocido por hacer avances notables en el cálculo de probabilidades. Santos, por ejemplo, dividía la enunciación en negante y afirmante, contra el citado Caramuel. Con ello ha quedado demostrado que Santos conocía las teorías de numerosos autores de obras prohibidas, y, al parecer, las mencionaba con conocimiento de causa. No obstante, un estudio afirma que Santos citaba “ingenuamente ciertos autores prohibidos a los que se había tildado de ateos”26. Si se lee la obra de Santos y sus cartas, se percibe que Santos citaba intencionadamente a los prohibidos, cuyas obras, además, tenía en su habitación. Una obra que se acerca más a las intenciones de Santos es el catálogo de Paz y Meliá (nº 691). Éste recogía que 24
AHN 1593, exp. 11, fol. 5rº- 6rº. AHN 1593, exp. 11, fol. 14 rº. Por ejemplo, dicen que la inquisición le castigó porque, en la obra publicada de El bello gusto de la moda, incluía algunas proposiciones peligrosas, y afirman que el tomo contenía siete cartas donde defendía proposiciones comprometidas. Afirman que ciertas cartas atacan con ensañamiento al gremio de los médicos, y que, según unas anotaciones del ejemplar, se atacan los medios escolásticos y se alaba al padre Mestre, Concha Varela Orol y Martín González Fernández; transcripción de Mª de Lourdes Pérez González: Heterodoxos y malditos. Lecturas prohibidas na Universidade de Santiago (Santiago: Universidad de Santiago, 2002), nota 96 de la página 191. Mencionan después qué critica la Inquisición de dicha obra, y en mi opinión son desacertadas, porque no sospechan las intenciones de Santos (Cfr. nota 97). Hablan de él en la página 187 y le tildan de “estela 25 26
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fue censurado porque hacía proposiciones heréticas, diferentes a las esperadas, o que seguía a Isaac de La Peyrère, discípulo del herético Calvino. Todo ello, repito, requiere un estudio en profundidad. Diversas dudas quedan en el aire, como ¿por qué citaba en sus textos tantas obras prohibidas, cuando sabía que por ello iban a penalizarlo, cuando sabía que inmediatamente iba a ser objeto de sospecha inquisitorial? Ésta y otras cuestiones relativas a su vida serán analizadas en estudios posteriores, que tienen la finalidad de sacar a la luz a este autor cuyos escritos más revolucionarios fueron acallados debido a la injusticia inquisitorial. Conclusiones El descubrimiento de cuándo nació Francisco Santos, en 1722, despeja la confusión existente con un tocayo nacido en 1617 y finado en 1692, a quien se había atribuido, hasta ahora, la obra de Santos. El autor que aquí se trata, autor de El bello gusto de la moda (1753), escribió también otra obra compilatoria sobre Feijoo, de quien se declaraba discípulo. De ambas he localizado la existencia de diversos ejemplares. Los textos de Francisco Santos eran ilustrados y eruditos. A la par, eran revolucionarios y transgresores con la religión católica. Tenían el afán de descubrir la verdad dudando de todo, incluso de los dogmas católicos, dejando de lado los conocimientos anteriormente aprendidos, buscando las evidencias en la realidad empírica. Así, prevalecía en Santos el deseo de expresar ideas, desafiando incluso a su instinto de supervivencia, en una España atrasada en términos liberales, controlada por la Inquisición. Es cierto que ésta fue relativamente benevolente, pues no acabó con su vida, pero quizás le acosó más de la cuenta por ser religioso.
Bibliografía Aguilar Piñal, Francisco, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1983), vol. 7. Alcalá, Ángel, "Nuevas perspectivas en la polémica sobre el motivo real de la Inquisición", Chronica Nova, 13 (1986), 7-26. Cantos Casenave, Marieta; Durán López, Fernando; Romero Ferrer, Alberto, La guerra de la pluma. Estudios sobre la prensa en Cádiz en el tiempo de las cortes (1810-1814), (Cádiz: Universidad de Cádiz, 2009), 3 vols. Carbonero y Sol, León, Índice de los libros prohibidos por el Santo Oficio de la Inquisición española, desde su primer decreto hasta el último, que espidió en mayo de 1819 (Madrid: Imprenta de D. Antonio Pérez, 1873). Santos F. de los, Obras en prosa y verso, discursos políticos, máximas cristianas y morales adornadas con curiosos exemplos expeculativos y prácticos (Madrid: Francisco Martínez Abad, 1723), 4 vols. Francisco Santos, Bello gusto de la moda en materia de literatura, o acertada idea del Illustrísimo Feyjoo, proseguida de una instrucción universal de varias cartas curiosas, selectas, críticas y eruditas en todo género de materias. Obra muy útil para formar el espíritu de la juventud y librarla de preocupaciones (Barcelona: librero Mauro Martí, 1753). Santos F. de los, Índice general alfabético de las cosas notables que contienen todas las obras del [...] Fr. Benito Feijóo, inclusas las Dedicatorias, Aprobaciones y Prólogos, y también los tomos de la Demostración que en defensa del Theatro Crítico escribió el Rvmo. P. M. D. Fr. Martín Sarmiento (Pamplona: – 152 –
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Imprenta de Benito Cosculluela, 1787). Torquemada, Tomás de, Compilación de las instrucciones del oficio de la santa Inquisición, Granada, 1537 (ed. facsímil: Madrid, Raycar, 1982). Varela Orol, Concha; González Fernández, Martín, Heterodoxos y malditos. Lecturas prohibidas na Universidade de Santiago (Santiago: Universidad de Santiago, 2002). Transcripción de Mª de Lourdes Pérez González. Leonor Zozaya Montes, “A Thorn in the Community: Popular Religious Practice and Converso Dissidence in the District of Molina de Aragon”, en K. Ingram (Ed.): The Conversos and Moriscos in Late Medieval Spain and Beyond. Volume One: Departures and Changes. Colección: Studies in medieval and reformation traditions, Converso and Morisco Studies (Brill: Leyden- Holanda, 2009), 161-86. Zozaya Montes, Leonor, De papeles, escribanías y archivos: escribanos del concejo de Madrid (15571610), (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2011). Zozaya Montes, Leonor, “Costumbres judaizantes femeninas y transgresiones masculinas. Análisis de las fuentes inquisitoriales en el tránsito de la Edad Media a la Moderna”, Investigaciones feministas, Papeles de estudios de mujeres, feministas y de género, 2 (2012), 355-77. http://revistas.ucm.es/index.php /INFE/article/view/38560/37286
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PARTE II
En Brasil, la batalla histórica y silenciosa de la destrucción del paisaje tropical primitivo Maria Luiza Marcilio Universidade de São Paulo-Brasil
E
l 08 de diciembre 2011 terminó el Día Internacional de las Florestas, una iniciativa de las Naciones Unidas, aprobada en su Asamblea General con el fin de aclarar a todos la importancia de los bosques y su manejo sostenible en la reducción de la pobreza. En Brasil, los titulares de la media han sido más frecuentes acerca de la destrucción de florestas y vegetación nativa en Brasil. Cito algunos: "La mayor parte de la zona amazónica deforestada se convirtió en pasto"; "Un estudio demuestra que el Código Forestal establece varias especies de aves en riesgo"; "La deforestación de la Caatinga cae, pero sigue siendo alta"; "Mata Atlántica pierde 196 parques Ibirapuera en dos años ";"65% del corte de madera en Pará es ilegal ". La conciencia ambiental está creciendo en el país, pero no lo suficiente para detener la destrucción generalizada del paisaje tropical único. Esta toma de conciencia es más en la retórica, en la leyes, y en los recién creados movimientos ecologistas. De hecho, la deforestación brasileña continúa a buen ritmo. De acuerdo con uno de los más importantes estudiosos de nuestra historia, el historiador Warren Dean(de quién me tomo aquí prestada datos históricos cuantitativos de la devastación del Florestal Atlántico), "la destrucción de las florestas tropicales es irreversible en cualquier período de tiempo.Cuando el bosque tropical es destruido, la pérdida en términos de diversidad, complejidad y originalidad no sólo es mayor que la de otros ecosistemas: tiene un valor incalculable”1. Hace poco más de 50 años, la práctica continuada del derrumbamiento de la mata, no era un motivo de preocupación. Hubo muy pocos estudios sobre las prácticas predatorias. Sólo se podía seguir su trayecto indirectamente por los efectos causados en las zonas devastadas. El portugués que llegó a Brasil en el siglo XVI, perdió la oportunidad de crear un nuevo mundo fundado sobre una base de la justicia, de la solidaridad, de la paz, y del respeto a la
1 Warren Dean, A ferro e a fogo. A historia da devastação da Mata Atlântica brasileira. (São Paulo: Cia das Letras, 1996), 23
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diversidad - hombres y naturaleza. En cambio, ha trasplantado un mundo basado en la codicia de la riqueza fácil, la ambición del poder, la ociosidad del blanco y la opresión del otro, del distinto. Dentro de esta actitud fundadora de los primeros europeos que llegaron en el año 1500, el mayor obstáculo para su intención era, y sigue siendo, la floresta tropical. Entonces comenzó el proceso ininterrumpido de matar a los árboles. El objetivo era (y sigue siendo), la tierra limpia. De esta lucha desigual no queda casi nada de la floresta tropical primitiva, la llamada “Mata Atlántica” históricamente la primera a ser asaltada. Se trataba de un conjunto único y prodigioso, que se extendía a lo largo de la costa Este de Brasil, de Norte a Sur, casi sin interrupción, y que penetraba profundamente por el interior de las tierras. El bioma de la Mata Atlántica __ uno de los seis biomas del nuestro territorio __ en 1500, cubría algo estimado en 1 millón y 300 km2 del Brasil oriental. En 2010, quedaban 102 000 km2, ahora limitado a menos del 8% de su original. El desafío actual del medio ambiente es la restauración de lo que es posible en la mata original. Hubo siempre, desde el principio de Brasil, una verdadera guerra sin tregua entre el colonizador y la floresta, donde el perdedor siempre fue la Mata. Sus tempranos y implacables enemigos fueron: el fuego, los grandes terratenientes – la plantación y la ganadería. Con la llegada de los europeos el país conoce el primer derrocamiento de la madera para el tinte, preciosa a la nobleza de Europa renacentista. Al mismo tiempo, la búsqueda del legendario Eldorado llevó a la entrada la jungla, a través del uso de los senderos que los indios habían abierto en los siglos de convivencia con la naturaleza. El primer encuentro con los indios fue amable y en la costa de Bahía. Los indios llevaron a la costa, a los recién llegados, las muestras de los tesoros de la floresta y una madera, un palo de tinte, que era llamada en Tupi, Ibirapitanga (árbol rojo) la cual fue nombrada por los portugueses de madera de Brasil (Pau-Brasil). Se abrió un comercio prometedor. Capataces de la costa intercambiaban las mercadorías por la madera. Tupis, con hachas de acero recibidas de los europeos, cortaban los árboles con más facilidad, arrancaban la corteza y cortaban los troncos en secciones más pequeñas para ser cargados en la espalda a los barcos. La primera generación de europeos dependía completamente de los conocimientos indígenas de la Mata Atlántica. Los Tupis cazaban, pescaban, plantaban, cocinaban para los invasores, y los curaban de sus enfermedades con hierbas de la floresta. Además eran sus guías, a penetrar en los senderos que abrían a través del bosque. El cultivo de una planta exótica, de creciente demanda y de alto valor en el comercio en Europa, la caña de azúcar, fue implantada desde el primer siglo de la colonización. Comenzaba, así, la historia de las grandes propiedades de monocultivo en la costa de Pernambuco, Bahía, Espírito Santo, Río de Janeiro. El proceso del cultivo en la floresta fue heredado de los indios, lo más primitivos en la historia de la agricultura: el derrumbe de la mata, la tala de los bosques y su quema - slash and burn -, es el sistema conocido por los expertos de esa práctica de la agricultura semi itinerante Agotada la faja de tierra cultivada, después de algunos años de plantación sin cuidado, nueva parcela se corta y se quema para la apertura de nuevas plantaciones de monocultivo. Las tierras abandonadas, por lo general se renovaban, pero en el bosque secundario, más – 158 –
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pobres y en un proceso largo, de 20 a 40 años o más. El cultivo de la caña de azúcar fue un comercio muy rentable en Europa. Era necesario para esta tarea, de muchos brazos para el derrumbe y el sistema de monocultivo en franca expansión en los siglos XVI y XVII. El colonizador muy astuto separó el propietario de la tierra, y su trabajo. El uso de los indios para el trabajo esclavo en las grandes plantaciones que se formaron, se hizo cada vez más intenso. Los indios de la costa se fueran extinguiendo y en 1600, ya se habían reducido a 5%, una disminución alarmante. Los colonos organizaron expediciones de caza de los indios para el interior de las tierras, y estos eran traídos para la esclavitud en las plantaciones en expansión. Poco propicio al trabajo agrícola obligatorio, muriendo en legiones de enfermedades europeas, por el trabajo sedentario duro, o huyendo al interior del país, los indígenas no han resuelto del todo, a los objetivos de sus dueños. Se pasaba a la utilización concomitante del brazo esclavo africano, traído por el Atlántico, de las áreas recién dominadas por el imperio portugués. En las plantaciones de caña de azúcar de esa época la tierra era lo que valía menos, obtenida por los blancos dominantes con facilidad y gratis en un sistema creado por la Corona, la concesión de tierras para facilitar el asentamiento y la ocupación rentable de nuevas tierras. La propiedad de los esclavos negros, esto valía mucho; su posesión estableció la diferenciación social de la élite. La demanda del mercado europeo de la caña de azúcar estaba creciendo hasta finales del siglo XVII, cuando empezó a caer. Hasta entonces, la rápida expansión de la superficie ocupada por los portugueses se hizo a expensas de los recursos naturales de la Mata Atlántica. La producción de caña de azúcar también consume los árboles como leña para alimentar los hornos de los ingenios. Dean estima que alrededor de 15 kg de leña fueron quemadas por cada libra de azúcar, lo que daría el promedio de 210 mil toneladas de los bosques y los charcos de ensenada reducidos anualmente para este fin. En el cálculo de 200 toneladas de madera por hectárea, los hornos de las moliendas se han consumido más de 1.200 kilómetros cuadrados en el curso de los primeros 150 años. La corona portuguesa nunca desalentó la búsqueda de oro, del legendario El Dorado, en territorio brasileño. Su búsqueda fue estimulada por todos los medios. De hecho, el oro fue descubierto allí y en los años finales del siglo XVII en el interior de Brasil. En primer lugar, en Minas Gerais y poco después en Mato Grosso y Goiás. Desde 1700 y hasta 1800, según la historiografía, se registraron oficialmente alrededor de un millón de kilos de oro y tal vez otro millón se han escapado de la Real Hacienda. Además: alrededor de 2,4 millones de libras de diamantes fueron tomadas por los registros oficiales y una cantidad adicional desconocida de contrabando. Atraídos por el descubrimiento de oro y piedras preciosas, alrededor de 450 mil portugueses emigraron a Brasil en menos de un siglo. Para la extracción de la nueva riqueza, más esclavos eran traficados desde la costa de África. La Corona creó el cargo de virrey en 1720, en la ciudad de Salvador, capital que en 1763, es trasladada a Río de Janeiro, que estava más cerca del control de las minas, de la exportación de oro y del mercado de esclavos africanos. El siglo XVIII representa una nueva fase, y de modo acelerado, de la explotación y la destrucción de la Mata Atlántica. La demografía de la colonia en 1800 se había multiplicado seis veces desde 1700. La prosperidad de la minería permitió el desarrollo del mercado inter– 159 –
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no de los proveedores de productos alimentarios, de leña y de productos artesanales para construir casas, muebles y ropa. Sólo la demanda de alimentos de la población de los pueblos mineros, habría requerido la destrucción de un promedio de 600 km2 de bosque al año en sus proximidades. Pero no fueron lo suficiente. Zonas más distantes empezaron a abastecer a los mineros. Las tropas de mulas y bueyes venían del hato de las zonas implementadas en el bosque en constante derrocamiento, lejos 300 km, y llegando hasta el sur en los pampas gauchos. El tercer siglo de la colonización redujo la extensión de la Mata Atlántica. La minería, la agricultura y el engorde del ganado en el sureste pueden haber eliminado otros 30 mil kilómetros cuadrados de selva virgen. Estos cálculos son de Warren Dean. Desde finales del siglo XVIII y gran parte del siglo XIX, se desarrolló de manera más sistemática el interés europeo por el mundo natural y además una creciente curiosidad por la naturaleza tropical. Botánicos y geólogos europeos llegaron a Brasil en servicio de varios países europeos: Alemania, Austria, Francia, Rusia, Suecia y Inglaterra especialmente. Los científicos portugueses de la naturaleza fueron preparados. En 1779, fue fundada en Lisboa la Real Academia de Ciencias. En Brasil, el virrey Marqués del Lavradío creó la Academia Fluminense, con el fin de estudiar medicina, cirugía, botánica y farmacia. La Emperatriz brasileña Leopoldina, de Austria, trajo consigo a Brasil, muchos especialistas en ciencias naturales. Se valoró el conocimiento de las plantas medicinales descubiertas por los indios y utilizadas contra los gusanos, contra las fiebres, contra la sífilis, como anticonceptivos, como abortivos, como anti-inflamatorios y otros fines. En finales del siglo XVIII, Portugal creó en Salvador una gran industria de construcción naval para aprovechar la inmensa riqueza de las maderas nobles. Astilleros reales se establecieron para la construcción de buques de guerra y mercantes en Bahía. A principios del siglo XIX la mayor parte de la flota portuguesa ya era construida en los astilleros brasileños. Por esta razón, los virreyes y los gobernadores generales dieron órdenes que prohibían el uso de la madera para la fabricación de barcos o para otros fines. Se han creado las primeras cinco reservas forestales en la Capitanía de São Paulo, en la zona costera, entre Paranaguá y Santos, una zona rica en sucupira, canela, peroba, viñático y otros. Sin embargo, con el Imperio estos primeros intentos conservacionistas del final de la época colonial fueron abandonados. El ataque a la Mata Atlántica tomó renovado vigor y entusiasmo. Mientras tanto, el genocidio indígena ha redoblado en magnitud. Crímenes de todo tipo fueron perpetrados contra los indios: la compra y venta ilegal de niños; apropiación de tierras indígenas; secuestro de indios para las milicias y para el trabajo en carreteras, etc. Se organizaron expediciones de cazadores de indios, los bugres en la política de la esclavización de los indígenas, obligándolos a trabajar ilegalmente con el pretexto de "civilizar" a ellos. A finales del siglo XIX, casi todos los ocupantes originales de la Mata Atlántica ya habían sido asesinados, expulsados o huyeron hacia el interior. El producto más valeroso de la Mata Atlántica para el mercado de exportación e interno de entonces era la madera noble. Tras los años de 1820 se instalaron los primeros equipos del aserradero; ya en 1838 se contaban 53 de ellas, sólo en la Provincia de São Paulo. Las maderas de Brasil han sido muy valoradas en los mercados europeos. Los agricultores abandonaron la búsqueda de oro y piedras preciosas y regresaron a la agricultura. El Vale del Paraíba, aún muy arbolizado conoce una nueva cultura exótica, el Cof– 160 –
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fea arabica, procedente de Etiopía, con una demanda creciente en los bares y casas de una Europa en rápida urbanización y crecimiento de la población. Muy pronto, los terrenos llanos de Río de Janeiro estaban llenos de grandes monocultivos de café. Para ello, las bandas de los bosques primarios han sido taladas para la producción desordenada y sin la sombra de la rubiácea. El café avanzaba a las tierras altas y fue dejando detrás desnudas montañas. Sólo se buscaba ganancias de manera rápida y fácil. Se continúa el uso de técnicas primitivas de la tala y quema del bosque y el café se siembra en hileras en las colinas, lo que , provocando con las lluvias, el lavado del humus fértil de la tierra y la erosión del suelo. Después de haber agotado la tierra, se fue más al oeste, un proceso tan bien estudiado por el geógrafo francés Pierre Monbeig, en su "Marcha hacia el Oeste." La producción agrícola abandonada no permitió la restauración natural de la foresta. Sólo sirvió entonces para el pastoreo del ganado suelto. Desde 1788 a 1888, el primer siglo de la producción de café, 10 millones de toneladas de café pasan a través de los puertos de Río de Janeiro y Santos, en las estimaciones de Warren Dean. El fuego era entonces la principal causa de deforestación, pero no el único. Aliados a él se encontraban la creación de las ciudades, el comienzo de la industrialización, los ferrocarriles, factores estos inducidos por el café. La madera de los bosques talados era destinada para diversos fines por los productores de café: materiales de construcción, vallas, cajas, cable de pala y del hacha, abrevaderos, yuntas de bueyes, muebles, madera y carbón, y muchos otros. Con la caída del Imperio y el nuevo régimen republicano, instalado en 1889, las nuevas clases dirigentes fueran aún más excluyentes con el bosque. Con la primera Constitución republicana de 1891, las tierras públicas fueron transferidas del gobierno central a los estados, otro factor que alimentó la deforestación. Pronto el Estado de São Paulo, el estado del café, por ejemplo, en 1895, ha puesto a la venta sus tierras públicas. La República ha devorado en pocas décadas, todas las tierras restantes al gobierno, de la Mata Atlántica. Cerca de 1900, siempre de acuerdo con Warren Dean, alrededor de 10.000 km2 de bosque en el Estado de São Paulo, habían sido derribado para el café. Para la sustitución de los esclavos liberados por la ley general de 1888, los inmigrantes europeos llegaron massivamente. La presión de la población en rápido crecimiento, por nuevas tierras, fue otro factor dominante para la deforestación. El siglo XX se abre con un inicio de industrialización. Nuevo impacto en las reservas de madera fue la industria del acero, sus altos hornos, que luego condujo al derrocamiento de 2650 kilómetros cuadrados de bosques. Leñas en volumen fueron exigidas por las máquinas de vapor que proporcionaban energía a las industrias y el movimiento a los trenes. Los ferrocarriles quemaban más combustible que el acero, y la madera provenía de los bosques nativos. Sólo después de la década de 1930, es que el ferrocarril Cia Paulista, como pionero, comenzó la plantación de eucaliptos para leña, seguido por otras compañías ferroviarias en São Paulo. En esta década, poco a poco apareció una nueva generación de científicos de la conservación. En 1931, fue creado en São Paulo, la 1ª Conferencia sobre la Conservación de la Naturaleza. En 1934, se aprobó el primer Código Forestal Brasileño, que creó, entre otras medidas, la reserva forestal por primera vez en Brasil, la del Itatiaia. Cabe destacar que, a partir de la década de 1960, nuevos y poderosos enemigos de la mata han surgido: el rápido crecimiento demográfico, la aparición de las ciudades no planificadas – 161 –
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grandes y pequeñas –, la construcción de carreteras y la penetración de asfalto, las represas de agua para la generación de energía eléctrica, la contaminación, la construcción de la nueva capital, Brasilia, sin dejar de mencionar las fraudes y las formas de corrupción en contra de las leyes y códigos, diseñadas para defender los restos sobrantes de la Mata Atlántica. Amigos de la foresta fueron poco frecuentes, y surgieran sólo después de la segunda mitad del siglo XX, después de los años de 1960 y 70. En el pos Segunda Guerra Mundial, inició la obsesión por el llamado "desarrollo económico". En el sector social su programa era el de erradicación de la pobreza en el país. Especialmente entre 1950 y 1970, la política de desarrollo se centró en la zona de la Mata Atlántica. El crecimiento de la población se ha acelerado entonces, siendo uno de los más grandes del mundo. La industria también se ha ampliado de forma espectacular. El resultado: más intensa tala y quema de bosques primarios. Por ejemplo, en estas décadas, los árboles de madera dura, como el enorme jacarandá de Bahía, ampliamente utilizados en ebanistería de lujo, en la construcción de instrumentos de cuerda y en la fabricación de pianos fueron amenazados de extinción. La araucaria, ese árbol hermoso y portentoso de Paraná y de las montañas más frías de la Mata Atlántica estaban casi extintos. En 1949, se abrió la Campaña de Protección de la Naturaleza, que se dispuso a luchar por la reforestación, por la defensa y protección de las especies, y de las reservas y parques nacionales. En su propia evaluación estas luchas "fueran voces clamando en el desierto." El golpe militar de 1964 interrumpió abruptamente el inicio de las luchas conservacionistas. Los generales no estaban preocupados por la preservación de la naturaleza. Sin embargo, fueron ellos los que promulgaran un nuevo Código Forestal en 1967, la protección de cuencas y la exención de impuestos sobre las tierras forestales. En 60 años, unos 500 millones de árboles fueron plantados en la Mata Atlántica, sólo que, en su mayoría, eucaliptos, árboles exóticos y que empobrecen la tierra. En la década siguiente, la velocidad de los proyectos de desarrollo del gobierno militar dio lugar a una tormenta de desastres ambientales. Las Naciones Unidas en Estocolmo, reunió en 1972, la 1ª Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo preocupada, en particular, con la preservación del planeta. En esta etapa, los proyectos hidroeléctricos fueron los más grandes responsables de la deforestación y ahora no sólo de la Mata Atlántica, pero en la Amazonia interior y del Sur. En 1950 había 126 pequeñas centrales hidroeléctricas en la región de la Mata Atlántica. En los años 60 fueron expropiadas áreas de bosques para la construcción de centrales hidroeléctricas de gran capacidad. La más grande fue la de Itaipú, binacional, la más grande del mundo, cuya construcción se inició en 1973. Una de las maravillas del mundo, las cataratas de las Siete Cascadas (As Sete Quedas do Iguaçu) tuvo que ser sacrificada sin misericordia. En 1992, 259 centrales hidroeléctricas en el sureste y en la Mata Atlántica habían inundado más de 17.000 km Ç. Cantidad que no se puede medir de bosque desapareció sumergido en las aguas de estas presas. Sus líneas de transmisión ocuparon otros cerca de 3000 km2, en su casi totalidad de bosques. El asfalto de la carretera costera que une Río a Bahía, dio fin a árboles intactos desde el año 1500. De los 11.000 kilómetros2 de bosque en el sur de Bahia sin tocar en los años 70, diez años más tarde, se quedó a menos de 2000 km2. – 162 –
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Los manglares ricos que rodeaban la bahía de Guanabara ya no existían en los años 80. Los cinturones verdes de las grandes ciudades como Río y Sao Paulo fueron atacados bajo la visión complaciente de los organismos públicos – por la invasión de ricos y pobres, por las plantas de tratamiento de agua, por las líneas de transmisión de energía eléctrica, torres de radio, TV y el Internet, por carreteras y por lujosas asignaciones de viviendas suburbanas. En Río, la reserva ecológica de Jacarepaguá fue eliminada y los intereses inmobiliarios se han apropiado de la zona, que, irónicamente, fue anfitrión de la segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Internacional y el Desarrollo, la Río 92. Los asentamientos desordenados en la Sierra del Mar en la actualidad representan la causa de deslizamientos de tierra y cada vez más graves inundaciones con cientos de muertos y miles de sin hogar. La Constitución de 1988, con el fin del periodo de los militares, declaró la Mata Atlántica, el Pantanal y la floresta amazónica, "Patrimonio Nacional". En 1990 se creó la agencia federal de medio ambiente, el IBAMA. La tala de los bosques continúa en plena vigencia. El territorio brasileño está constituido por más de seis biomas, más allá de la Mata Atlántica, la Amazonia, el Cerrado, la Catinga, el Pantanal y la Pampa. La Pampa, o las llanuras del Sur, es uno de los más pequeños biomas que cubre 2,07% del territorio nacional y se limita a un solo Estado, de Río Grande del Sul. Se compone principalmente de pastos, ha tenido su vegetación rural original desaparecida en más de la mitad. Los villanos principales de la destrucción fueron los cultivos de soja, los bosques de eucalipto para celulosa y el ganado intensivo. La selva amazónica es la formación forestal más grande del planeta lo que representa 49,29% del territorio nacional. Este ecosistema diverso, a pesar de la fragilidad y la pobreza de casi todos los sus suelos, ha sido tratado como si fuera tierra rica y estable. Hasta la década de 1960, la selva amazónica se mantuvo en gran parte intacta. Desde entonces, los sucesivos gobiernos federales, a partir de las intervenciones de la dictadura militar, iniciaran las intervenciones, con miras a su integración en la producción nacional y de la ocupación humana. Por tanto, se vieron estimuladas por diversos medios - que ayudaran a la deforestación - como los asentamientos rurales, la creación de ciudades, construcción de carreteras, la minería, la tala de la madera de ley, la construcción de represas para centrales hidroeléctricas, la creación de nuevos estados, etc . La deforestación continuaba a un ritmo acelerado. Fue creada la Superintendencia de Desarrollo de la Amazonía (SUDAM), para desarrollar, cueste lo que cueste, la región. Presión de los ambientalistas, nacionales e internacionales, de las agencias de la ONU, de científicos y otros, obligaran a los gobiernos a adoptar medidas para preservar el bosque. Desde 1970 el gobierno controla la zona por el satélite Landsat. El Instituto de Investigaciones de la Amazonía- INPE - lleva el mapeo de áreas deforestadas. Se ha multiplicado las áreas de reservas indígenas. Son medidas necesarias, pero insuficientes. El segundo mayor bioma brasileño es el Cerrado, cubriendo 23.92% del país, ubicada en la Meseta Central, y en la actualidad lo de más alta devastación - mayor que la da selva amazónica - y de menor protección del medio ambiente. Casi intactas hasta la década de 1970, esta área de la segunda mayor sabana del mundo, ha sido amenazada por la instalación de ciudades – como Brasilia -, la construcción de carreteras, la instalación de mono culturas, de la da – 163 –
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soja y la caña de azúcar, la ganadería extensiva, de la tala para la producción de madera para carbón vegetal y de los frecuentes incendios criminales. Este bioma se compone de diversos tipos de vegetación rica en especies. En las llanuras y campos rocosos son exuberantes, variados y hermosos cactus, brómelas y orquídeas. Su fauna es rica y variada. Hasta ahora se han identificado unas 1.500 especies de vertebrados e invertebrados, entre aves, anfibios, reptiles y más de mil especies de mariposas, 500 de abejas y avispas. El Cerrado es el hogar de alrededor de 2,5 millones de insectos diferentes, alrededor de 2.000 aves y mamíferos y más de 3.000 especies de peces. Toda esta variedad ha sido amenazada de desaparición si no se toman medidas eficaces de protección y preservación. La Catinga abarca 9,92% del país es el bioma del sertão del Nordeste, una región de alta concentración de población y la más pobre del país. Gran parte de su vegetación original, alrededor de 60 a 70% ya ha sido modificado por la quema, por la sustitución de la vegetación nativa, por el pasto y la extracción de leña. Estas actividades se llevan a cabo principalmente por la interferencia de los residentes locales. El ritmo de destrucción es tan rápido que el bioma está en peligro de desertificación. De ahí que la acción del Ministerio de Medio Ambiente anuncia la creación de varias áreas protegidas llamadas unidades de conservación. Hasta ahora, en el 47% del bioma investigado en la Catinga, había 932 especies de plantas, 187 de las abejas, 240 peces, 167 de reptiles y anfibios , 510 tipos de aves y 148 de mamíferos. Cuando se registre toda la zona, esta proporción se incrementará enormemente. El más pequeño bioma de Brasil es el Pantanal que cubre el 1,76%, en el Oeste, y sólo se presenta en dos estados de Mato Grosso. Formado por sabanas esteparias en los campos inundados en gran medida, presenta exuberante vegetación y rica fauna, de belleza única. Por esta razón, se ha estado desarrollando ahí el turismo ecológico. Ni así la región ya no está sujeta a la fuerte destrucción de su vegetación original por los campos de soja, caña de azúcar y el maíz y la ganadería. Río de Janeiro será la sede en este año de 2012 de una Conferencia Internacional de la ONU para conmemorar el 20º aniversario de la Río-92, la RIO+20. Tres temas se han previsto: luchar contra la pobreza, por una economía verde y por la gobernanza ambiental. Si no hay propuestas creativas, la Rio+20 puede convertirse en un escenario de declaraciones retóricas
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Presencia indígena en el Brasil colonial: cartografia y Cartas Alfabéticas del siglo XVII Bartira Ferraz Barbosa Universidade Federal de Pernambuco
I
nformações sobre indígenas brasileiros foram registrados desde o início do século XVI, quando da expansão marítima e comercial para América. Por vias europeizantes de interpreção utilizadas durante o período colonial, mapas, textos manuscritos, iconografias e impressos reuniam idéias e imágens sobre aspectos da natureza e da população autóctone. Interesses políticos e econômicos das metrópoles européias encontraram em elementos da paisagem e de culturas indígenas existentes no Brasil, no século XVI e no XVII, as bases para o início da ocupação e posterior colonização. As cartas de Caminha e de Américo Vespúcio, como o mapa de Cantino (1502) ou o Atlas de Lopo Homem (1515-1519) servem de exemplos.1 No Brasil do século XVII, mais precisamente no litoral do Nordeste, entre o rio São Francisco e o atual estado do Rio Grande do Norte, lutas sangrentas fizeram parte da conquista de terras para implantar engenhos de açúcar e fazendas de gado com base em trabalho escravo. A necessidade de controlar e de explorar diferentes grupos indígenas, fixados nesta região, aprofundavam as rivalidades, as vinganças e as formas violentas das relações utilizadas como tática de sobrevivência entre grupos de brancos e de índios espalhados pela região. Alianças entre chefes indígenas e os donatários das capitanias hereditárias, ataques aos índios não aliados e escravidão para os sobreviventes, assim como, o auxilio de missões religiosas responsáveis pela redução e submissão de populações nativas aliadas, muitas foram as formas de relações interétinicas existentes, inclusive entre indígenas de grupos diferentes. A coroa, os donatários, os caciques e seus guerreiros indígenas, holandeses e franceses faziam das lutas um meio de explorar os espaços coloniais. No sentido de controlar os nativos, as missões com padres jesuítas e, posteriormente, as de outras órdens religiosas católicas, passaram a desenvolver trabalhos de catequese entre os índios do Brasil. No Nordeste brasileiro, durante os dois primeiros séculos do período colonial, também ocorreram missões de catequese calvista, sendon esta só após a ocupação holandesa de Pernambuco para con1
Janaina Amado e Luiz Carlos Figueredo, Brasil 1500 – Quarenta Documentos (São Paulo: Editora UNB/Imprensa Oficial de São Paulo, 2001).
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seguir manter as alianças.2 Às populações nativas era imposto o cristianismo com aulas de catecismo, de leitura e escrita, mas, sobre tudo, ensinava-se a defender o território agora controlado, ora pelos portugueses, ora por holandeses. Os nativos catequisados deveriam lutar, em caso de ordem do superior da missão, contra invasores europeus e populações indígenas livres ou de escravos rebelados.3 Líderes indígenas foram fundamental para o mantenimento das aliaças. Seus conhecimentos poderiam passar por vários campos como do geográfico às línguas e formas de comunicação em uso na época. Entretanto, a esmagadora maioria dos estudos referentes à história dos povos indígenas no Brasil não menciona a participação de nativos na produção da documentação para o período colonial. Apesar de se ter conhecimento sobre textos escritos por indígenas e mestiços, assim como, de informações recolhidas com autóctones para produção de mapas, predomina a idéia unilateral desta produção. Isto é, como se a documentação para a história da região do Nordeste do Brasil dos séculos XVI e XVII, fosse unicamente produzida por portugueses, holandes ou outros europeus. Portanto, acreditamos que as cartas alfabéticas e outros documentos escritos ou ditados por índios durante o período do chamado “Brasil Holandês” destacam-se pela sua importância em temática e suas possibilidades para uma escrita sobre as alterações socio-culturais do mundo indígena deste período. Continuar respondendo às perguntas sobre quem mais dominou ou pôde controlar mais espaços coloniais no Atlântico, ou o que portugueses e holandeses conseguiram nas suas disputas ou alianças com os índios não são mais os únicos focos. Saber como os índios partiparam neste processo com seus conhecimentos e suas ações ou reações pode ser novo ou velho, mas ainda pouco ou nada ensinado nas escolas. Sabemos que para os nativos não aliados e rebeldes estava designada a morte ou a escravidão e a tomada de seus territórios, justificativa utilizada muitas vezes para se fazer as chamadas guerras justas e obter escravos para engenhos, fazendas e indústrias.4 O desenvolvimento econômico dos novos estados europeus que cresceram durante o processo de expansão marítima e comercial pelo Atlântico correspondem a maioria das pesquisas sobre o poder e os feitos de personagens europeus. Neste sentido, leiam-se os clássicos de Evaldo Cabral de Mello, Luís da Câmara Cascudo e Simon Schama, por exemplo5. Fugindo a esta regra, alguns autores produziram estudos no campo da história social em que deram espaço a personagens de origem mestiça, indígena e africana. Entre estes autores figuram José Antonio Gonsalves e Ronaldo Vaifas6. 2 Ronaldo Vainfas, Traição. Um jesuíta a serviço do Brasil holandês processado pela Inquisição. (São Paulo: Companhia das Letras, 2008),49. 3 Sobre a colonização portuguesa para os espaços da capitania Nova Lusitânia leia-se em Bartira Ferraz Barbosa, Paranambuco Poder e Herança Indígena (Recife: Ed.Universitária da UFPE, 2007), 85-130. 4 Beatriz Perrone-Moisés, “Índios Livres e Índios Escravos, Os princípios da legislação indigenista do período colonial (século XVI a XVIII)”, en História dos Índios do Brasil, Manuela Carneiro da Cunha ( São Paulo: Companhia das Letras, Secretaria Municipal de Cultura, Fapesp, 1992), 115-132. 5 Leia-se de Evaldo Cabral de Mello, Olinda Restaurada: guerra e açúcar no Nordeste, 1630-1654, 3 ed. (São Paulo: Editora 34, 2007); Nassau, Governador do Brasil Holandês (São Paulo: Companhia das Letras, 2006); de Luís da Câmara Cascudo, Geografia do Brasil Holandês (Rio de Janeiro: José Olympio, 1956) e de Simon Schama, O desconforto da riqueza: a cultura holandesa na Época de Ouro: uma interpretação (São Paulo: Companhia das Letras, 1992). 6 De José Antonio Gonsalves leia-se as biografias D. Antônio Felipe Camarão Capitão-Mor dos índios da costa do Nordeste do Brasil e Henrique Dias Governador dos Pretos, Crioulos e Mulatos do estado do Brasil, obras publicadas em comemoração ao Tricentenãrio da Restauração Pernambucana (Recife: Ed. Universitária, 1954), de João José Reis e Ronaldo Vaifas, Traição- Um Jesuíta a serviço do Brasil Holandês processado pela Inquisição (São Paulo: Companhia das Letras, 2008).
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Presencia indígena en el Brasil colonial:cartografia y “Cartas Alfabéticas” del siglo XVII
Quebrar a historiografia sobre as elites europeias e voltar o campo de análise para documentos históricos produzidos por indígenas e mestiços, quando da transformação da paisagem dos seus territórios tribais, vem a ser um desafio. Fronteiras, aldeias indígenas, missões religiosas, plantações, colonos, guerras, escravidão, muitos foram os elementos responsáveis por esta transformação nos antigos territórios dos nativos cariri, potiguar, tabajara, caetés, entre outros. Hoje, pertencentes aos estados de Bahia, Alagoas, Pernambuco, Paraíba, Rio Grande do Norte e Ceará, os antigos territórios indígenas não são mais referências para as fronteiras entre eles, o que denota a perda total sobre as fronteiras indígenas existentes quando do início da ocupação portuguesa. Tribos que confrontavam por questões de poder e territorialidade, que viviam de alianças e de guerras para manter suas fronteiras vigiadas em um sistema de aproximação política necessária, perderam suas terras. Mas, não contar com a existência de uma história territorial indígena antes da chegada dos colonizadores e continuar acreditando que todos participaram da mesma maneira no processo da formação colonial é apagar suas raízes e luta pela defesa de seus territórios. Territórios e tribos indígenas loteados O Brasil ficou dividido em capitanias hereditárias apartir de 1535, quando a capitania Nova Lusitania, também chamada de Pernambuco, teve seus limites fixados justo e igual com os limites existentes para os territórios dos nativos caetés, isto é, da margem Norte do rio São Francisco à margem Sul do canal de Santa Cruz. Aos nativos Caetés, antropófagos, rebeldes e hostís ao processo de ocupação aplicado pelos portugueses, foi decretado escravidão perpétua, em 1555 pela rainha de Portugal D. catariana de Austria, mãe do rei D. Sebastião em menor idade. Segundo Pereira da Costa “ E' dêste ano a promulgação de uma lei expedida pela rainha d. Catarina deÁustria, regente do reino na menoridade de seu filho, el-rei d. Sebastião, considerandolegal a escravidão dos índios, que de fato já existia desde anos anteriores, ato êssepromulgado contra os índios Caetés, que haviam morto e. devorado o primeiro bispodo Brasil, d. Pedro Fernandes Sardinha, mas, envolvendo a todos os índios, bens comoaos seus descendentes, sem distinção de sexo ou idade, em uma escravidão perpétua.Acresce, ainda, que nessa época, moviam os Caetés a mais terrível guerra contra a nascente e próspera colônia de Pernambuco”7. Outros nativos da tribo tabajara viviam pelo interior da capitania de Pernambuco e na da Bahia e, apesar da escravidão sofrida também por eles, os caciques Braço de Peixe e Braço de Ferro preferiram a aliança com o donatário Duarte Coelho e sua gente. Uma aliança importanten ocorrida no século XVI para sustentar a guerra contra os caetés de Pernambuco e os potiguares e os cariris, moradores das capitanias de Itamaracá, da Paraíba e do Rio Grande do Norte, quando das lutas pela conquista destes territórios. Lutas que findaram na escravidão dos sobreviventes das “guerras justas” e em alianças entre caciques de aldeias potiguares e cariris que desistiram da manter a guerra de resistência. Entre estes caciques foi documentado a alinaça entre o cacique Antonio Camarão, também chamado de Camarão Grande da nação potiguar. Segundo nos informa o padre Simão de Vasconcelos aos diferentes grupos indígenas restaram a aliança ou a escravidão: 7
Francisco Augusto pereira da Costa, Anais Pernambucanos, 3 vols. ( Recife: Fundarpe, 1983-85), 2: 327.
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“Nestas primeiras guerras houve sucessos dignos de história; porem eu nem posso agora deter-me, nem aqui vem taanto ao proprio como quando tratamos das conquistas das Capitanias, onde forão obrados. Digo sómente, que depois de tempo de experiencia, assentando os Indios que perdião as vidas, e não restauravão as patrias; e que os Portugueses, ainda que menos em numero, erão mais venturosos pela vantagem de suas armas, esforços, industria, e constancia; vierão a entender que lhes estava melhor a paz. Os primeiros que tratarão concertos della, forão os Tobayaras, e Tupinambás da Bahia; outros Tobayaras de Pernambuco; e os Tamoyos do Rio de Janeiro; os quais, como de melhor entender, vendo que a força dos Portugueses havia de vir obrigal-os, mais cedo, ou mais tarde, e receosos outro si dos Putiguares, e Tapuuas, que lhes ficarão sobre as costas ( de cuja amizade jámais se fiavão) andarão primeiro, e feitas pazes com os Portugueses, virarão contra aquelles os arcos. Ficarão sentidos, e exasperados os Potiguares, e Tapuyas: por~em vendo-se sós, vierão por tempo a imital-os. Durarão estas pazes em quanto durou a paciencia dos Indios; porque a gente portuguesa, não contente com senhorear a terra, passava a senhorear as pessoas: e como em caso de liberdade natural, todo homem, por mais tosco que seja, acuda por si; houverão de tornar a rompimento muitas destas nações. E estas vinhão a ser as guerras que de presente acharão na Bahia os Portugueses ao tempo da chegada dos Padres, e algumas outras que as nações trazião entre si”8.
Datado de 1584, o testamento de Jerônimo de Albuquerque, proprietário de um engenho localizado no rio Capibaribe, se constitui em uma peça documental que reflete outro lado dessa história da conquista portuguesa na América. Sobre seus escravos, Gerônimo declara que todos eram indígenas e que do número não tinha controle, “...afirmo que desejo contentar todos os meus filhos naturais como os legítimos..... Duarte Coelho o velho que Deos tenha em glória, me regalo uma terra para todos os meus filhos con mujeres nativas; terra na qual tenho assentado alguns de meus filhos e filhas (genros), pelo tanto desta terra darei a metade della para os filhos naturaies, da que fica da banda do mar”9. Segundo este texto, Gerônimo, genro do Donatário da Capitania de Pernambuco, só tinha até então escravos nativos para manter produzindo seus engenhos, mas o que também sabemos por este documento é que ele teria com outras mulheres indígenas seus filhos ilegítimos, inclusive com uma das filhas do cacique tabajara Braço de Peixe. Portanto, eram estes casamentos ilegítimos também um meio para as alianças. Cartografía sobre la geografía y los territorios indígenas ocupados O cartógrafo Hessel Gerritsz registra em coleção geographica que os apontamentos fornecidos a Kilian van Resenlaer, no ano de 1628 em Amsterdam, pelos nativos Gaspar Paraupaba, do Ceará, 50 annos, André Francisco do Ceará, com 32 annos, Pedro Poty, potiguar da Bahia da Traição, Antonio Guirawassanay, Antonio Francisco e Luiz Gaspar, também da Bahia da Traição, foram utilizados para feitura de mapas referentes ao Nordeste do Brasil10. No século XVII, muitos cartográfos, como João Teixeira Albernaz da Casa da Índia e da Guiné, atuan8
Padre Simão de Vasconcelos, Chronica da Copanhia de Jesus do Estado do Brasil e do que obraram seus filhos nesta parte do Brasil, 2ª ed., (Lisboa: editor: A. J. Fernandes Lopes, 1865), 30. 9 Testamento de Jerônimo de Albuquerque In: José Bernardes Fernandes Gama – Memórias Históricas da Província de Pernambuco. Op. cit. p.85-90. 10 Pedro Souto Maior, “Dous Índios Notáveis e Parentes próximos Pedro Poty e Philippe Camarão.” Revista do Instituto Arqueológico, Geográfico e Histórico de Pernambuco.(Recife) 15 (1912): 26-61.
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te entre 1602 a 1649, responsável por 400 cartas náuticas e 19 atlas, assim como Hessel Gerritsz , Joanes Blaeu, Joan Vingboons e Georg Marcgraf, todos cartógrafos contrados pela companhia das Índias Ocidentais, teriam tido informações de nativos para composições de topografia com localização de áreas indígenas. Certo é que sem essas informações obtidas no Brasil ou na Europa não se poderia ter chegado a tantos detalhes para se fazer as conquistas geográficas e a se usar a grande quantidade de topônimos indígenas como os apresentados em mapas do século XVII. A produção de mapas impressos em Amsterdam com financiamento da Companhia das Índias Ocidentais tiveram trabalhos dirigidos por Jean Bleau, Georg Marcgraf e Johannes de Laet entre outros. Mas, esses já nos servem para uma visão sobre alguns temas. De Laet, a Novus Orbis publicada em Francês, em 1640, tinha uma missão de colocar resumidamente os espaços holandeses entre os continentes do globo. Marcgraf apresenta trabalho detalhista sobre capitanias do Nordeste do Brasil em mapa-mural Brasilia qua parte paret Belgis, com sua primeira edição coordenada por Jean Bleau, em 1647. Neste obra, ele usa uma superfície de mais de 5 por 3 metros de diametro para detalhar a localização de tipos de aldeias indígenas, engenhos, caminhos, portos, currais, salinas e missões. Marcgraf apresenta ainda seis cenas atribuidas ao paisagista e pintor Frans Post, todas elas referindo-se ao mundo social e cultural colonial envolvendo popualção escrava, índios livres em diferentes situações, engenho de açúcar, casa de produção de farinha de mandioca, missão com índios saindo para guerra e animais em meio a flora brasileira. Em seu mapa-mural várias expedições podem ser seguidas, principalmente a seguida por Felipe Camarão, líder potiguar aliado dos portugueses que comandava um terço armado de índios contra os holandeses.
Mapa de Georg Marcgraf, Brasilia qua parte paret Belgis, 1647. Mapoteca, Universidade de Leiden.
Neste exemplo de Marcgraf sobre a cartografia das conquistas, diferentes ações ocorridas nos espaços conquistados no Nordeste do Brasil podem ser acompanhados. Temas envolvendo escravidão, moculturas, expedições e conquistas estavam inseridos nesta época considerada de ouro para a cartografia holandesa. Pernambuco a esta altura figurava como o porto holandês mais importante para a saída do açúcar do Nordeste brasileiro em direção às refinarias localizadas nos Paises Baixos. Era o porto de entrada para a vila do Recife a capital do Bra– 169 –
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sil holandês, onde estva armazenado o açúcar bruto para exportação, como bem documentado por Jean Blaeu em gravura de 1643, feita para a Companhia das Indias Ocidentais, a empresa com maior números de ações comercias destinadas ao Atlântico português pelo Tratado de Tordesilhas. Estava ali também o antigo porto indígena caeté, os escravos indígenas desta gente, seus rios e terras perdidas aos conquistadores. Cartas alfabéticas e relatos indígenas como Fuentes As Cartas e os relatos de indígenas potiguares, entre outros documentos, datadas do período colonial brasileiro, forman um conjunto documental histórico setecentista de grande importância para a história política, social e cultural de um tempo de violentas conquistas e escravidão de indígenas do Nordeste do Brasil. Arquivados em acervos no Brasil, na Holanda e em Portugal, sua importância reside no conteúdo das informações assinadas por líderes potiguares que possibilitam estudos aprofundados sobre sua elaboração, diferentes abordagens temáticas e finalidades. Este conjunto de documentos escritos ou ditados por índios produzidos no período da ocupação holandesa ao Brasil (1624 – 1654) está composto por cartas, folhetos, petições, relatos e traduções para o holandês que se encontram arquivados na Biblioteca Nacional no Rio de Janeiro, no Arquivo Nacional em Haia e no Arquivo Histórico Ultramarino em Lisboa. Na Bibliotaca Nacional encontram-se seis cartas copiadas de seus originais por José Hygino Duarte Pereira, no ano de 1885, quando ele esteve em missão de pesquisa na Holanda. Deste trabalho constam na Biblioteca Nacional três cartas-cópias assinadas por Felipe Camarão, duas assinadas por Diogo Pinheiro Camarão e uma assinada por Diego da Costa. A cópia destas cartas também levou José Hygino, entre outros historiadores, a publicarem artigos em revistas e fazerem citações sobre seus conteúdos em livros como o fez José Antonio Gonsalves de Mello e Cristina Pompa11. Em Haia, no Arquivo Nacional, as cartas originais estão arquivadas no acervo geral da Companhia das Índias Ocidentais - WIC, mais precisamene, na coleção Brieven en Papieren12. Em Lisboa, no Arquivo Histórico Ultramarino, o Projeto Resgate para a Capitania de Pernambuco revelou alguns documentos relativos a este período e aos nativos potiguar, catalogados constam uma dezena de documentos inventariados sobre os descentes indígenas da família Camarão em cargos como de sargento-mor, de governador dos índios ou de capitão-mor dos índios do Brasil13. Dito isto, não podemos esquecer que a documentação produzida com financiamento da Companhia das Índias Ocidentais, no século XVII, é o primeiro material a ser considerado tendo por base informações indígenas, fossem estas informações escritas ou as extraídas por relatos orais. No início do século XX, aos muitos textos e estudos holandeses do século XVII, a historiografia foi sendo enriquecida. Surgiram uma série de artigos sobre os fundos e documentos produzidos por ou com ajuda dos indígenas existentes na Holanda. Novas inter11
Sobre as cartas dos líderes potiguares leia-se Mello, José Antônio Gonsalves de, org. Fontes para a História do Brasil Holandês. Recife: Fundação Pró-Memória, 1981; Pompa, Cristina. Religião como Tradução: Missionários, Tupi e ‘Tapuia’ no Brasil colonial. Bauru: Edusc, 2003; Sampaio, Teodoro. Cartas tupis dos camarões. Revista do Instituto Archeologico e Geographico Pernambucano. 12 vols. ( Recife) 68 ( 1906) 37-54. 12 Mais informações sobre as cartas dos índios potiguares foram acrescentadas entre as fontes documentais citadas no final do projeto. 13 Veja-se na relação das fontes documentais no final do projeto a relação destes documentos citados por Barbosa, M. do Socorro Ferraz; Aciolli, Vera L. Costa; Assis, Virgínia M. A. de. Fontes Repatriadas: Anotações de História Colonial, Referências para Pesquisa, Índice do Catálogo da Capitania de Pernambuco, 4 vols. (Recife: editora Universitária da UFPE, 2006) 187.
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pretações como a que se encontra dentro do campo histórico produzida por Lodewijk Hulsman no artigo Índios do Brasil na República dos Países Baixos: As representações de Antônio Paraupaba para os Estados Gerais em 1654 e 165614 serve como exemplo. Os documentos constituídos por cartas, relatos e petições assinados por nativos no século XVII apresentam-nos mas que apenas notícias sobre o período de lutas entre portugueses e holandezes nos territorios das capitanias produtoras de açúcar no Nordeste do Brasil. Na voz de líderes indígenas potiguares, nossos personagens centrais, são abordados temas sobre os meios de colonização e de escravidão adotados pelos conquistadores. Estes escritos, por outro lado, nos mostram sentimentos de perdas e sofrimento, ao mesmo tempo em que servem para revelar novos testemunhos indígenas que estiveram fora da história oficial ensinada nas escolas. As cartas alfabéticas indígenas também parecem seguir um guía preestablecido que indica os assuntos que deverían ser contemplados. São informaçõa relativas ás características dos inimigos portugueses ou holandezes, dependendo do lado de que se ler as missivas. Falam de política entre os conquistadores, sua religião, cultos, espaços geográficos conquistados, assim como de informações de carácter estratégico, militar e econômico. Os autores das cartas e demais documentos, escrevem munidos de conhecimentos específicos: como as línguas e as culturas de seus espaços; estes textos permiten visualizar as dificultades de um mundo colonial em constate ameaça para as populações nativas incluindo nelas seus sistemas e meios de comunicação como a escrita alfabética de documentos ditados ou escritos por índios durante o período do “Brasil Holandês” (1630-1654). Toda esta produção destaca-se justamente por sua raridade e importância em temáticas. Os indígenas das tribos potiguares, autores das cartas, também foram capazes de uma larga negociação com portugueses e holandezes. A produção de mapas e de escritos comprova suas relações políticas, seus interesses pelo poder no mundo político colonial e transmite, por outro lado, sentimentos por muito tempo sufocados. Não tratamos aquí de documentos inéditos. Estas cartas indígenas foram estudadas como uma escrita tupi destinada a líderes indígenas do grupo potiguar pelos historiadores brasileiros José Hygino (1906), Pedro Souto Maior (1910, 1912, 1913), Pereira da Costa (1906 e 1909) e o lingüista Teodoro Sampaio (1906)15. As chamadas “ Tupi-Briefen” pelos holandeses correspondem a um conjunto composto, até agora, por 8 cartas traduzidas para o holandês pelo pastor Johannes Eduart, em 1646. Tradutores, línguas e escritores fizeram parte do acompanhamento de líderes indígenas fossem estes aliados dos portugueses ou dos holandeses. Ao lado de Joahannes Eduart, tradutor das cartas dos líderes indígenas, esteve o escrivão Samuel Engelaer a serviço dos ‘Brasilianos’, o qual tinha missão de acompanhar o ‘Regedor Pedro Pottij’. Johannes Eduart e Samuel Englaer eram também pagos pela Companhia das Índias Ocidentais16.
14
Lodewijk Hulsman. Índios do Brasil na República dos Países Baixos: As representações de Antônio Paraupaba para os Estados Gerais em 1654 e 1656. Revista de História da USP ( São Paulo) 154 (2006) 37-69. 15 Vejam-se artigos publicados por Pedro Souto Maior, Teodoro Sampaio e Francisco Augusto Pereirea da Costa A Naturalidade de D. Antonio Felipe Camarão. Separata da revista do Instituto Arqueológico Geográfico de Pernambuco, 73. Recife: Typografia do Jornal do Recife, 1909 e Cartas tupis dos camarões. In: Revista do Instituto Arqueológico e Geográfico de Pernambucano, 1906. 16 OWIC 71: 17 de fevereiro de 1647. Este documento foi assinado por Johannes Engelaer, professor e consolador de doentes dos Brasilianos, que solicita recompensa para os serviços do seu filho Samuel Engelaer porque este tinha estado a serviço dos ‘Brasilianos’ durante 21 meses e tinha sido usado como escritor para o Regedor Pedro Poty.
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Cartas traduzidas por Joahannes Eduart para a Companhia das Índias Ocidentais- WIC.
Guardadas no arquivo da Companhia das Índias Ocidentais – WIC, em Haia, a maioria das cartas referem-se a missivas enviadas ao portiguar Pedro Poty. Aqui, apresentamos uma imagem da carta original escrita pelo índio Diogo da Costa e outra de Antonio Felipe Camarão, assim como trechos da carta de Diogo Pinheiro Camarão traduzidas para o português por Teodoro Sampaio para nos servir de exemplo. • “Ao Senhor Capitão Pedro Poty yandéyara Pay-tupil, • Ao Snr. Capitão Pedro Poty nosso senhor Deus • tecobd eatú tomeeng ndébe. (a) • vida bôa queira dar a ti.”17
Carta do Capitão-mor Antonio Felipe Camarão de 04 de outubro de 1645. 17
Carta de Dom Diogo Pinheiro Camarão a Pedro Poty - sem mudar a disposição da frase na sintaxe tupinambá encontrada no artigo de Teodoro Sampaio, Cartas tupis dos camarões (1906) 38.
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Carta do Capitão Diogo da Costa de 1645
Na carta de D. Diogo Pinheiro Camarão de 21 de outubro de 1645, escrita ao Capitão Pedro Poty estavam algumas citações de outras cartas e de questões de alianças e religião entre índios e colonizadores. “…Vae esta carta do Capitão-mór para ti e mais uma de outro Capitão-mór para Antonio Paraupaba. Permita Deus e o faça em breve que tornemos a considerar- vos christãos outra vez. Quanto nos alegrariamos então ! Estas duas mulheres que verás, mandei-as levar noticias a vós outros e elas que te digam onde eu estou. Vão estas noticias nossas na esperança de que estejas bem...”
Entretanto, uma das cartas mais instigantes foi a assinada pelo potiguar Pedro Poty, aliado dos holandeses e comandante das tropas indígenas da Paraíba. Pedro Poty era parente de Felipe Camarão o Capitão-Mor dos Índios do Brasil, mas esteve envolvido na Bahia da Tarição com os holandeses com quem viajou juntamente com mais outros nativos para Holanda. Ele e os outros aprendem a falar e a escrever, tornam-se informantes, calvinistas, líderes entre outros nativos e estrategistas militares entre os holandeses quando da preparação e invasão à capitania de Pernambuco em 1630. Na carta Pedro Poty se coloca a favro dos holandeses: “Eu me envergonho da nossa família e nação ao me ver ser induzido por tantascartas vossas à traição e deslealdade, isto é, a abandonar os meus legítimos chefes, dequem tenho recebido tantos benefícios.É tolice o imaginardes que nos illudis tão facilmente com essas palavras vãs, e atéfico pensando que, não ousando nos vir visitar como soldado procurais usar essas falsasimposturas.Fica sabendo que serei um soldado fiel aos meus chefes até morrer. Estou bem aquie nada me falta; vivemos mais livremente do que qualquer de vós, que vos mantendes sobuma nação que nunca tratou de outra coisa senão nos escravizar. – 173 –
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Os cuidados que dizeis ter por mim e o favor que os portugueses nos dispensariam não são mais que históriascontadas para nos iludir. Por minha parte só tenho um sentimento, e provem de não me virdes visitar aqui.Não acrediteis que sejamos cegos e que não possamos reconhecer as vantagens que gozamos com os holandeses (entre os quais fui educado).Jamais se ouviu dizer que tenham escravizado algum índio ou mantido como tal, ou que hajam em qualquer tempo assassinado ou maltratado algum dos nossos.Eles nos chamam e vivem conosco como irmãos; portanto, com eles queremos vivere morrer. Por outro lado, em todo o país se encontram os nossos escravizados pelos perversos portugueses, e muitos ainda o estariam, se eu não os houvesse libertados.Os ultrajes que nos têm feito mais do que aos negros e a carnificina dos da nossa raça, executada por eles na Bahia da traição, ainda estão bem frescos na nossa memória. E o que pode dar melhor a conhecer os seus desígnios tirânicos do que a crueldade cometida recentemente contra os nossos em Serinhaem depois de concedido o quartel?Aquele sangue clamará a Deus por vingança, já tendo, todavia, o meu irmãoAntonio tirado uma boa desforra no Rio Grande. Não, Filipe, vós vos deixais iludir; é evidente que o plano dos celeradosportugueses não é outro senão o de se apossarem deste país, e então assassinarem ou escravizarem tanto a vós como a nos todos. O Regedor e Comandante do Regimento de Índios na Parahyba, Pedro Poty”18
Conclusão Esta comunicação apresenta uma leitura sobre escrituras indígenas sob forma de informes e de cartas alfabéticas produzidas no Brasil durante o século XVII. Silenciadas durante décadas pela historiografía brasileira e produzida a partir da língua tupí e da escrita chamada "Língua Geral da Costa do Brasil", elas refletem as diferentes adaptações ocorridas na paisagem, na linguagem e na escrita de documentos históricos. Mas sobre tudo, estes documentos demonstram o poder indígena nas capitanías do Nordeste do Brasil. Fazem referências aos topónimos indígenas e ao poder dos territorios colonizados com seus apoios; confirman que o conhecimento indígena da geografía foi importante para a construção de uma nova paisagem e da cartografía histórica do período colonial. Apresentamos aqui a idéia de utilizar os mapas, os informes e as cartas como uma 'linguagem' viva, com posibilidade de servir para uma historia social dos cambios e continuidades na sociedade e na paisagem colonial brasileira. Uma historia sobre o contato entre natureza, europeos e indígenas. Especialmente, sobre o contato entre indígenas potiguares, portugueses e holandeses ocurrido durante a conquista e a ocupação da costa do Brasil. Como os documentos tratam de diferentes temas como alianças, guerras, negociações e transformações produzidas pelo contato entre diferentes grupos indígenas e europeos os resultados podem ser amplos. Portanto, a nossa reflexão apenas procurou refletir sobre o ambiente histórico de seu tempo e a construção das fontes históricas vistas a partir de documentos manuscritos e cartografias portuguesas, holandesas e potiguar do Brasil colonial essenciais para a compreenção da conquista dos espaços indígenas dos séculos XVI e XVII; portanto, um repensar sobre a ocupação e a colonização dos territórios indígenas dos primeros séculos do período colonial brasileiro. Concluimos que de uma maneira geral, a respeito dos nativos, fora imposta e divulgada uma imagem de homens nus, antropófagos e selvagens, imagens que se transformaram em argumentos fortes para a defesa do uso de métodos para a conversão dos 18
OWIC 61:61, Carta de Pedro Poty de 31 de outubro de 1645.
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indígenas, política colonialista adotada em todo o litoral e, depois, pelos sertões, e para a utilização de nativos como escravos, adquiridos em guerras justas ou nas entradas usadas para a aquisição de braços para trabalhos nos engenhos e nas vilas. A produção de imagens de homens antropófagos não era nova para os europeus, que já a reproduziam antes para Astecas, povos da África e da Nova Guiné19. O problema central da projeção do indígena como o mal a ser combatido escondia sua real características de legítimo dono de uma terra, sustentado por sistemas de produção e de trocas, e a cruel forma pela qual estava sendo tratado para defesa dos interesses políticos e econômicos portugueses. A inserção dessa região no espaço econômicomercantil português não precisou da aceitação do gentio; este, pelo contrário, rebelado ou não, fora vítima no processo de conquista da América. Durante os séculos XVI e XVII, muitas foram as guerras entre nativos e colonizadores e, tomando as palavras de Pedro Puntoni: “É certo que os Quinhentos assistiram a guerras implacáveis contra os habitantes originais, como os caetés, ...., ou os aimorés e mesmo os tamoios, massacrados pelo governador do Rio de Janeiro, Antonio Salema , no ano de 1575. No entanto, jamais se havia mobilizado tantas tropas e tantos esforços para debelar, de “maneira definitiva”, a resistência dos autóctones à ocupação de um vasto território.”20
Mapa de Pernambuco de George Marcgraf
19
Gambini, Roberto. Espelho Índio. A Formação da Alma Brasileira. ( São Paulo: Axis Mundi / Terceiro Nome, 2000), 111. Puntoni, Pedro. A Guerra dos Bárbaros. Povos indígenas e a colonização dos sertões nordestinos do Brasil. 1650-1720. ( São Paulo: Tese de Doutoramento – Programa de pós-graduação de História Social da USP, 1998), 17.
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Anexo 1. Traducção livre de uma carta em tupi de D. Diogo Pinhero Camarão a Pedro Poty Ao Snr. Capitão Pedro Poty Deus Nosso Senhor conceda latia saúde. Ao veres esta carta, muito prazer tenho pela saude de todos vós. Uma vez que nem eu nem minha gente é inimiga vossa porque haveis de sel-o vós outros ? Porque procedeis á falsa fé? Porque isto? Mandei lá estes meus soldados para com tigo, recommendando eu : — procedei com cautella, ide e observae. Mandei para ahi o Capitão Diogo da Costa a pegar gente, umas dez mulheres tapuyas para serem instruidas, despedindoas depois que lhes communicasse esta nossa vinda para (Subscripto) Ao Snr. Capitão Pedro Poty q'. D.' g.' vós ; recommendando eu que finalmente lhe falasse de mandar as tapuyas ao Mongaguape. E' Deus Nosso Senhor quem me dieta estas palavras. Se te mandei procurar, Snr. Pedro Poty é porque sou dos nossos parentes bons e verdadeiros. Vem, sae deste inferno. Não sabes que és christão ? Porque fazes tanto por te perder se és christão ? Porque te has de querer perder se és filho de Deus ? Porque has de ficar entre os impios ? E' tanto o teu deSejo de perdição ? Quantos christãos vês que se perdem por este modo ? Os brancos não caem em perdição porque sendo christãos, logo a evitam e Deus não os desampara. Desejamos nós a vinda de vós todos sob a palavra do Snr. Capitão-mór Antonio Felippe Camarão e sob a de todos os capitães portuguezes. Por amór de vós ando muito sentido, vendo-vos afastados de nós. Pois não sois verdadeiros parentes nossos ? Não vos fazemos mal algum ; portanto, nenhum mal tambem deveis tentar contra nós outros. Vae esta carta do Capitão-mór para ti e mais uma de outro Capitão-mór para Antonio Paraupaba. Permitta Deus e o faça em breve que tornemos a considerarvos christãos outra vez. Quanto nos alegrariamos então ! Estas duas mulheres que verás,•mandei-as levar noticias a vós outros e elas que te digam onde eu estou. Vão estas noticias nossas na esperança de que estejas bem de saúde e que Deus, na verdade, esteja comtigo e com os teus companheiros. 21 de Outubro de 1645 annos. – 176 –
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Teu parente e teu amigo Sargento-mór D. Diogo Pinheiro Camarão. (Subscripto) Ao Snr. Capitão Pedro Poty q'. D.' G.e
Fontes Biblioteca Nacional Rio de Janeiro Fundo Guerra Holandesa. Cartas da coleção Brieven en Papieren copiadas por José Hygino Duarte Pereira. Arquivo das Índias Ocidentais em Haia – Holanda OWIC 61:61, Carta de Pedro Poty de 31 de outubro de 1645. OWIC 70: 7 de junho de 1645: Carta de Paraupaba; OWIC 71: 4 de dezembro de 1645: Comitiva dos Capitães dos Brasilianos sobre armas; OWIC 71: 17 de fevereiro de 1647: Petição de Johannes Engelaer; OWIC 73: 13 de dezembro de 1647: Missiva de Pedro Poti sobre falta de pagamento; OWIC 73: 12 de setembro de 1648: OWIC 73: 26 de outubro de 1649: Antônio Paraupaba pede pagamento de brasilianos. OWIC 70: 28 de outubro de 1645: direitos e privilégios da população brasiliana, cópia nova que o Alto Conselho no Recife emitiu ao regedor Carapeba, porque a cópia dele tinha sido perdida em Itamaracá durante as batalhas de setembro de 1645. OWIC 70: 7 de junho de 1645: Carta de Antônio Paraupaba. OWIC 71: 28 de setembro e 10 de outubro de 1645: Antônio Paraupaba escreveu duas cartas ao Alto Conselho, confirmando a lealdade dos brasilianos no Rio Grande. Arquivo Histórico Ultramarino - Lisboa Camarão, Antônio Domingos (Dom) - Governador dos índios: 3666, 3784, 3809. Camarão, Antônio João - Capitão-mor dos índios da capitania de pernambuco, 1675. Camarão, Diogo pinheiro (Dom) – capitão: 404; capitão-mor e governador dos índios do Brasil: 1027. Camarão, Sebastião Pinheiro (Dom) – governador dos índios da capitania de Pernambuco: 2620, 2650, 2821. Referências Bibliográficas Amado, Janaina e Luiz Carlos Figueredo, Brasil 1500 – Quarenta Documentos (São Paulo: Editora UNB/Imprensa Oficial de São Paulo, 2001). Barbosa, Bartira Ferraz. Paranambuco Poder e Herança Indígena (Recife: Ed.Universitária da UFPE, 2007). Barbosa, Maria do Socorro Ferraz; Vera Lucia Costa Aciolli; Virgínia Maria de Almoedo Assis, Fontes Repatriadas: Anotações de História Colonial, Referências para Pesquisa, Índice do Catálogo da Capitania de Pernambuco, 4 vols. (Recife: editora Universitária da UFPE, 2006). Cascudo, Luís da Câmara. Geografia do Brasil Holandês (Rio de Janeiro: José Olympio, 1956). – 177 –
Bartira Ferraz Barbosa
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Moneda, sociedad y Estado. El Salvador a mediados del siglo XIX 1
Antonio Acosta Universidad de Sevilla
"Dadme el control sobre la moneda de una nación, y no tendré por qué preocuparme de aquellos que hacen sus leyes." Mayer Amschel Rothschild
1.
A
mediados del siglo XIX, antes de que en América Latina comenzaran a notarse los efectos del crecimiento económico internacional provocado por la Segunda Revolución Industrial, los países que tenían costas al Pacífico vieron como se animaba su comercio marítimo. Después de que los Estados Unidos conquistaran a México aproximadamente la mitad de su territorio, se aceleró la colonización del oeste y se descubrió oro en California. Este hecho impulsó el comercio por el Pacífico y, con ello, ciertos sectores de las economías de los países ribereños de modo que esta especie de adelanto en el crecimiento enlazaría, poco después, con la fuerte expansión de la Revolución Industrial. El Salvador era uno de los países situados en este contexto.2 La transformación económica que comenzaba a vivir la sociedad salvadoreña a mediados del siglo XIX, aunque con intensidad desigual según las zonas del país, sucedía en circunstancias muy especiales en relación con un elemento fundamental para las transacciones comerciales y financieras, así como para las condiciones de vida de gran parte de la población: la moneda. El Salvador era en gran medida heredero del sistema monetario colonial. Su territorio correspondía a una de las áreas de la antigua Audiencia de Guatemala y, aunque la capital, Gua1
Este artículo se inscribe en el proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación de España, actualmente Ministerio de Economía y Competitividad, HAR2009-07094, que se desarrolla en el TEIAA (2009SGR1400). 2 Carlos Marichal. “Money, Taxes and Finance”, en Victor Bulmer-Thomas, John H. Coatsworth, and Roberto Cortés Conde, The Cambridge Economic History of Latin America (Cambridge: Cambridge University Press, 2006) vol. I :423-460; Héctor Lindo-Fuentes, La economía de El Salvador en el siglo XIX (San Salvador: CONCULTURA, 2002); Steven Topik y Allen Weels (eds.), The Second Conquest of Latin America: Coffee, Henequen and Oil during the Export Boom. 1850-1930. Austin: University of Texas Press, 1997)
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temala, disponía de una ceca que acuñaba desde 1733, amplios espacios de la Audiencia habían vivido una importante escasez de moneda acuñada que convivía con otras formas no oficiales de medios de cambio, como había sucedido en otras zonas del imperio español.3 Cuando el sistema colonial se rompió con las independencias de las nuevas naciones, la unidad monetaria imperial se fracturó. Muchos de los nuevos países no disponían de Casa de Moneda y tuvieron que seguir funcionando con los restos de la moneda colonial que circulaba por su territorio además de con las monedas nuevas que se fueron creando en países vecinos y aún otras, de naciones no hispánicas, que llegaron con el comercio exterior, todo lo cual generaba importantes dificultades económicas en amplios sectores de sus sociedades. Este fue el caso de El Salvador que, en principio, dependió monetariamente de Guatemala por su común historia colonial y por la experiencia conjunta de la Federación de Provincias Unidas de América Central (1823-1839). Pero a mediados del siglo XIX, ya como país independiente que no tenía Casa de Moneda, siguió utilizando las antiguas monedas macuquinas acuñadas en diferentes cecas de la colonia, más las nuevas de cordoncillo acuñadas en la Casa de Moneda de Guatemala desde 1733 y todas las demás que llegaban del extranjero por medio de un comercio exterior que, aunque lentamente, crecía.4 La moneda macuquina, como es sabido, era irregular, fácilmente alterable y falsificable, mientras que la redonda o de cordoncillo ofrecía a la larga mayor seguridad en su uso aunque también sufría desgaste y, por lo tanto, pérdida de su peso en plata. Las más habituales eran el llamado real de a 8, o peso de 8 reales, que debía pesar 27 gramos de plata de 900 milésimos, y las monedas de 4, 2, 1,1/2 y 1/4 de real, con peso y contenido de plata proporcionalmente menor, a las que se sumaban cuartillos y octavos de real, de cobre. A las que se acuñaron desde el siglo XVIII y que mostraban dos columnas en una de sus caras se las conocía como “columnarias”.5 En varias ocasiones y, sobre todo, durante el período de la Federación, algunas de las que se acuñaron en Guatemala tenían en la leyenda una referencia a El Salvador, San Salvador o Santa Ana Grande6. Es decir, El Salvador funcionaba con el peso de plata de 8 reales, como moneda de referencia en la circulación nacional, además de las fracciones indicadas y lo que ocurrió fue que, al no disponer el país de una Casa de Moneda, todas las monedas circulantes se fueron degradando y perdiendo peso con su uso, y el volumen monetario fue haciéndose más escaso en relación con el crecimiento de la actividad económica en el país. 3
Guillermo Céspedes del Castillo y Gonzalo Anes, Las Casas de Moneda en los reinos de Indias. Madrid: Museo Casa de la Moneda. 2 vols, 1996-1997); Ruggiero Romano, Moneda, seudomonedas y circulación monetaria en las economías de México (México: El Colegio de México, 1998); del mismo autor Coyunturas opuestas: la crisis del siglo XVII en Europa e Hispanoamérica (México: El Colegio de México, 1992) 4 Roberto R. Quintana, Apuntes sobre el desarrollo monetario de Guatemala (Guatemala: Ed. Universitaria, 1971); María Alejandra Irigoin, “Gresham on horseback: the monetary roots of Spanish American political fragmentation in the nineteenth century”, Economic History Review (62, 3, 2009) ;551-575; Héctor Lindo-Fuentes, La economía… :130. Sobre el crecimiento del comercio, ver información en la Gaceta del Gobierno del Salvador en la América Central en estos años, por ejemplo: 26 de octubre de 1849 y de noviembre de 1850. (En adelante y aunque modificó ligeramente su nombre en algunos años: Gaceta…) 5 También hubo monedas de a real en el Virreinato de Nueva España durante el siglo XVI que llevaron dos columnas en una cara, aunque los verdaderos "columnarios" (los que los numismáticos llaman así) son del siglo XVIII, concretamente de los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III (Carlos IV ya no acuñó columnarios). Agradezco a mi colega Pablo Emilio Pérez-Mallaína esta aclaración y otras sobre el tema de la moneda colonial. 6 Alcedo F. Almanzar y Brian R. Stickney, The Coins and Paper Money of El Salvador (s/l., 1973); Pedro S. Fonseca, La moneda salvadoreña (San Salvador: s/e., 1924); John Parke Young, Central American Currency and Finance (Princeton: Princeton University Press, 1925).
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Por otra parte, junto a las monedas extranjeras que fueron llegando al país con el comercio internacional, circulaban igualmente otros instrumentos como medios de cambio. Así, había piezas, desde luego no oficiales, de materiales como hierro, cobre o latón, sobre todo en el interior de algunas haciendas.7 A ello hay que añadir el uso, en circuitos relativamente limitados, de documentos públicos tales como vales y bonos del gobierno. Los primeros eran emitidos por la administración del Estado en lugar del pago de salarios de funcionarios, por ejemplo, cuando no existían recursos monetarios suficientes en la Hacienda para hacer frente a los gastos corrientes. Los segundos eran igualmente emitidos por el gobierno como justificantes de créditos que individuos particulares hacían al Estado. Estos documentos circulaban normalmente a menor valor que su valor nominal en la medida en que el Estado difícilmente podía amortizarlos debido a sus crónicos déficits fiscales.8 Conviene hacer una aclaración con la existencia de una “moneda nacional”, expresión que, como se verá más adelante, se utilizaba a veces en estos años y que no es contradictoria con el hecho de que El Salvador no tuviera una moneda propia. El adjetivo “nacional” aplicado a la moneda hacía referencia a la nacionalidad centroamericana, un sentimiento que perduraba a mediados del siglo y sobre el que se seguía debatiendo porque había quienes deseaban recuperar la unidad federal perdida. El adjetivo tenía el mismo sentido que cuando se usó para denominar “guerra nacional” a la que se mantuvo contra William Walker por estos años. Sin embargo, pese a dicho uso, la realidad era que El Salvador, como nación independiente, no tenía una moneda propia ni una Casa de Moneda por lo que dependía en este terreno de Guatemala. Salvando las diferencias –que no son pocas- y la historia común centroamericana, económicamente se trataría de una situación relativamente similar a la actual que vive el país con respecto al dólar de los Estados Unidos. La creciente incorporación al mercado internacional y el incremento de los negocios en el frente externo de la economía, pero también el aumento de la construcción y del comercio, las contrataciones de trabajadores, los gastos de la administración, el pago de los precios de los artículos de consumo por la mayoría de la población, etc., en el ámbito económico interno, sucedían en un país que no tenía moneda propia. Estas páginas tratan de explicar, en alguna medida, el significado y las consecuencias de esta realidad, que algunos vivían como un problema y otros, como un gran negocio que formaba parte del amplio proceso de auge de una nueva oligarquía que se estaba formando en el país. 2. La sociedad salvadoreña incluía a mediados del siglo XIX amplios espacios de población campesina en numerosos cantones y valles que funcionaba casi al margen de la economía monetaria pero que, en proporciones cada vez mayores, se veía forzada a vincularse a una agricultura comercial en expansión. Un indicio de ello era, por ejemplo, el alto porcentaje de varones que se declaraban jornaleros, a tiempo parcial o completo, en 1859. Así, en el Departamento de Santa Ana, de 12.759 varones que declaraban su actividad, el 59,5% lo hacían y en el de Sonsonate, era el 78% de 5.263 declarantes.9 A pesar de la debilidad de los datos estadísticos, 7
Regina Wagner, Historia del café en Guatemala (Bogotá: Villegas eds, 2001) :100 y ss. Sólo en bonos había en circulación 1.020.517 ps en 1855. Gaceta…, 18 de enero de 1855. 9 Antonio Acosta. “Sociedad y haciendas municipales en El Salvador a mediados del siglo XIX”, Pilar García Jordán (ed.), Dinámicas de poder local en América Latina, siglos XIX-XXI (Barcelona: Universidad de Barcelona-TEIAA) :55-85. 8
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se conoce que la población campesina y los pequeños propietarios fueron siendo incorporados a la economía monetaria por varios mecanismos, uno de los cuales era el de las llamadas habilitaciones, es decir, adelantos en dinero para comprometer su fuerza de trabajo, a tiempo parcial o total, en la agricultura, el transporte u otras actividades vinculadas sobre todo al mundo agrario. Esta era una de las vías para convertirse en jornaleros y de entrar en relación –si no lo estaban antes- con la economía monetaria. Pero, en general, la mayoría de la población vivía en contacto con y dependía del uso de la moneda para su vida diaria en mayor o menor medida y los problemas con que se enfrentaba eran básicamente que la moneda escaseaba y que la que había era muy heterogénea. Considerando ahora sólo el circulante acuñado, la diversidad monetaria fue creciendo muy pronto, con seguridad desde fines del período colonial, y fue dando origen a importantes dificultades en el mercado por las diferencias en el contenido de oro o plata entre ellas, así como por su distinta estimación entre el público. A la vista de este problema, ya en 1830, cuando todavía no se había fragmentado la Federación de Provincias Unidas de Centroamérica su gobierno publicó una tabla de equivalencias de algunas de las monedas que circulaban por el país (Ver Anexo 1).10 El contenido de la tabla es ciertamente prolijo, aunque no exhaustivo porque no incluye muchas monedas fraccionarias de algunas de las unidades referidas que se sabe que circulaban, como las fracciones menores de dólar o las monedas columnarias de origen español de 1 y 2 reales, por ejemplo. El documento merecería un estudio más extenso que el que aquí se le puede dedicar, y la complejidad de los cambios entre las distintas monedas da idea de los problemas que debía generar en la economía la existencia de una diversidad tal de monedas.11 Es interesante destacar que el cambio de todas las monedas descritas se hacía con referencia al franco francés y sólo al final de la tabla, en una nota al pie, se mostraba la equivalencia entre las monedas de franco y la “moneda nuestra” que eran el peso y los reales guatemaltecos. De hecho el franco era una moneda no inusual en algunas transacciones comerciales con una equivalencia de 5 francos y 33 céntimos por peso. Es importante llamar la atención sobre estos 33 céntimos porque en pocos años, como se verá, se produjo oficialmente un redondeo en el cambio de 1 peso por 5 francos en una de las operaciones perjudiciales para los tenedores de pesos y reales que tuvieron lugar en el sistema monetario del país durante esta época. En todo caso, es probable que la mayor parte de las monedas de la tabla tuvieran una escasa circulación en El Salvador, pero de todas formas resulta inimaginable que las personas fuesen con la tabla en la mano a comprar o vender diariamente en caso de que apareciera alguna de las monedas de escasa circulación, pese a lo cual sus valores y equivalencias se mantuvieron oficialmente vigentes durante años. En todo caso, se puede pensar que en la vida diaria los cambios de monedas o el valor con que eran aceptadas en las transacciones de escasa cuantía no siempre se ajustarían a los establecidos en la tabla. Aun con la existencia de la tabla y el interés del gobierno en poner algún orden en lo que era un gran desarreglo, las dudas y las variaciones que causaban la circulación y los cambios
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Gaceta…, 17 de julio de 1856. Alcedo F. Almanzar y Brian R. Stickney 1973. The Coins… Merece señalarse que mientras que se relacionaban algunas monedas fraccionarias de Reino Unido o Francia, de Centro América no se mencionaba ninguna a pesar de que, como se ha referido, circulaban las de 1 real, 2 reales y otras menores.
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monetarios eran abundantes. Un ejemplo de estas dificultades lo plantearon las monedas de Estados Unidos precisamente cuando su circulación comenzó a ser más frecuente a raíz del impulso del comercio con aquel país generado por el oro de California. Así, aunque la tabla de 1830 incluía el cambio del dólar, veinte años más tarde, en 1850, el gobierno salvadoreño del presidente Doroteo Vasconcelos, siendo ministro de Hacienda Francisco Dueñas, tuvo que decretar que la Tesorería general, las aduanas y las administraciones de alcabalas de Estado tenían la obligación de recibir los dólares norteamericanos y sus fracciones (águilas, medias águilas y cuartos de águila) y hacer cumplir su libre circulación, asegurando que eran de buena ley y peso, en vista y de las resistencias que se producían en la recepción de dichas monedas.12 No obstante, poco después la Tesorería general volvió a informar al gobierno sobre la variación de los cambios con que se estimaban las monedas norteamericanas, recibiéndolas algunas personas por su valor pero negándose otras a tomarlas si no era por menos, lo que ofrecía inconvenientes al comercio y dificultades a los administradores de rentas en su recibo y entrega. Por ello se solicitaba que se dictara una medida que uniformara su curso. El gobierno ordenó realizar los ensayos de peso y ley de dichas monedas dando como resultado que el dólar, o “peso norteamericano de 100 centavos” era en todo correspondiente al peso de 8 reales de la “moneda nacional”; que el medio dólar, o “peseta de 50 centavos”, correspondía perfectamente a 4 reales de misma moneda nacional; que la norteamericana de 25 cts era igual que los 2 rs de la nacional; que el dime norteamericano era igual a 3/4 de real y una pequeña fracción más, y que el medio dime de 5 cts correspondía a 3/8 de real con otra fracción más, igualmente pequeña. Por ello se acordó que no había inconveniente en que las tres primeras corrieran por sus equivalentes y que a las dos últimas, para que tuvieran un curso general que no ofreciera pérdida a quien las recibiese, sería necesario darles un valor que se aproximara y no bajara de las monedas nacionales, es decir, el dime por tres cuartillos de real y los dos medios dimes por los mismos tres cuartillos.13 Pero la solución dada a las fracciones menores era simplemente aproximada e imprecisa, sobrevalorando, aunque en pequeñas cantidades, las monedas norteamericanas, lo que alteraba los cambios y perjudicaba a quienes tenían que recibirlas. Ello refleja que, incluso la administración asumía y consagraba el desorden monetario en el que vivía la sociedad. Sin embargo al año siguiente, el gobierno se vio obligado a reiterar dicha obligación a petición de las oficinas de Hacienda del Estado. Esta vez se refería específicamente a los dólares acuñados en California, garantizando que eran del mismo tipo, valor y peso que los acuñados en el este de los Estados Unidos para que recibieran dicha moneda e hicieran con ella los pagos correspondientes, dados los perjuicios que estaban sufriendo los negocios por la resistencia a recibirlos.14 El caso interesa porque refleja la variación e imprevisión a que estaba sometido el mercado monetario tanto a escala nacional como internacional, y también porque evidencia las actitudes discrecionales no sólo del público sino también de oficinas del Estado ante la aparición de nuevas monedas. Finalmente refleja asimismo el tipo de soluciones imprecisas y perjudiciales para algunas de las partes que actuaban en cambios de monedas, lo que sólo 12
Gaceta…, 15 de noviembre de 1850. Acuerdo enviado a los gobernadores de los Departamentos, firmado por el Senador Presidente, Gaceta…, 24 de enero de 1851. 14 Gaceta…, 4 de julio de 1851. 13
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hacía alimentar la inseguridad en las operaciones. Esta inseguridad, con la consiguiente desconfianza, tenía que ver con la diversidad de pesos y valores de las monedas y las alimentaba el hecho de que los cambios que se practicaban entre algunas de ellas variaban con el tiempo. Así, en 1849 en California la relación del dólar norteamericano con la libra esterlina era de 5:1. Poco después, en 1852, en unos cálculos oficiales de los costes de construcción de un puente sobre el río Lempa en El Salvador, se estimaba que el cambio del peso “nacional” con la libra era igualmente de 5:1.15 Por un lado esto mostraba que la relación entre el peso y el dólar estaba a la par pero, por otro, ponía en evidencia que el cambio con la libra se había modificado con respecto a 1830, cuando se estableció en 4,53:1.16 Además de la variedad monetaria, la falta de un referente nacional propio aumentaba los problemas con distintas consecuencias económicas y efectos sociales desiguales. En principio la dificultad de de las equivalencias y los cambios implicaba incertidumbre e inseguridad en cualquier intercambio comercial. Pero estos problemas eran sufridos en mayor medida o, a veces, exclusivamente por la parte más débil en una transacción o un contrato, mientras que quien estaba en posición de fuerza en un trato podía exigir determinado tipo de moneda o de cambio, como ya se ha visto en el ejemplo del dólar. Esto beneficiaba sin duda a la parte fuerte que garantizaba sus beneficios y obligaba a la parte débil a hacer esfuerzos para conseguir la moneda exigida para pagar, o a aceptar un cambio a la baja. Dicho en otros términos, el uso del sistema monetario existente creaba en sí mismo problemas objetivos pero era utilizado, además, como un instrumento de poder y presión por parte de las personas que ocupaban posiciones dominantes en las relaciones sociales para reforzar su situación y ensanchar la brecha que existía en dichas relaciones. Estas diferencias sociales y la posición de fuerza que podía poner de manifiesto la parte dominante en una relación contractual en el plano monetario se reflejaban claramente en la devolución de créditos de los que frecuentemente concedían los grandes comerciantes o propietarios a personas de escasos recursos o en dificultades económicas. En estos casos los prestamistas exigían en qué tipo de moneda querían la devolución del crédito o, en su defecto, imponían el tipo de cambio que deseaban.17 Esta situación se agravaba a causa de la confluencia de tres factores en el país: creciente mercantilización de la economía, escasez de moneda y gran volumen de población con corta capacidad productiva destinada al mercado, lo que daba como consecuencia una falta de liquidez y, derivado de ello, una necesidad de crédito generalizada. El crédito se extendía en El Salvador a todo lo largo de la estructura social y en cualquier magnitud: desde pequeñas cantidades para el consumo privado de población humilde, al crédito a la producción agraria, o al crédito de alto volumen para operaciones mercantiles a gran escala. 3. Otro problema relacionado con los factores que se acaban de relacionar arriba pero, sobre todo, con las desigualdades sociales y con la creciente mercantilización de la economía era el 15
Gaceta…, 10 de febrero de 1849. Gaceta…, 16 de abril de 1852. Cfr. Anexo 1. 17 Ver, por ejemplo: expediente de deuda de la Sra. Carmen Wandin, en Archivo General de la Nación de El Salvador (en adelante AGN-ES), Fondo Judicial, Sonsonate-Civiles, 1876 nº 47; juicio de José M. Olmedo contra Fernando Guerra, AGNES, Fondo Judicial, Santa Ana-Civiles, 1875 nº 45; expediente sobre partición de los terrenos de Las Joyas, AGN-ES, Fondo Judicial, Santa Ana, 1876 nº 46. 16
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de la falsificación de monedas. Las condiciones mencionadas abrían la posibilidad de hacer grandes negocios en el sistema monetario de una sociedad en la que había muchas personas poco familiarizadas con algunas de las monedas en circulación y con desconfianza con respecto a muchas de las habituales que estaban muy desgastadas por el uso. Todo ello facilitaba las operaciones de falsificación que eran frecuentes y, en espiral, añadía otra cuota de incertidumbre, en este caso no ya sobre el valor de las monedas, sino sobre su legalidad que, a su vez, incrementaba la dureza de quienes ostentaban la posición dominante en los negocios para garantizar los cobros en moneda segura. La falsificación de moneda ha sido un fenómeno histórico que continúa en la actualidad y en el caso de la Federación centroamericana ya en 1824 existían penas contra los falsificadores de monedas.18 Diez años después, en 1834 el gobierno federal aprobó un decreto en el que, entre otras cosas, se prohibía la circulación de monedas de cobre, estaño, hierro, latón, etc. salvo las de oro y plata. El mismo decreto establecía que en las oficinas de Hacienda o en juzgados se partirían por la mitad aquéllas monedas que fuesen falsas y con las que se realizara algún pago; es curioso que la fractura de las monedas se haría después de concretado el pago y las piezas se devolverían al pagador, lo que implicaba la asunción de su buena fe. Si por error se partiese alguna moneda auténtica, Hacienda devolvería su valor al interesado y, para llevar a cabo estas operaciones, en los juzgados de 1ª Instancia y en las cabeceras de departamento o de distrito, habría un platero con sueldo no superior a 20 ps/mes. Por último los gobernadores, jueces y alcaldes constitucionales tenían la obligación de perseguir a falsificadores e introductores de moneda falsa y, si dichas autoridades no cumplieran con su obligación podrían ser multados con cantidades entre 10 y 200 ps, y se recompensaría con 100 ps a denunciantes de casos ciertos.19 Pero a pesar de esta legislación contra falsificaciones, veinte años más tarde la situación no parecía haber mejorado. En mayo de 1854, con el gobierno trasladado a Cojutepeque como consecuencia del gran terremoto que había afectado a San Salvador el mes anterior, las autoridades se hacían eco de las dificultades que existían en las compras y ventas al por menor e, incluso, en los pagos en las administraciones de rentas del estado, a causa de la resistencia de algunas personas a recibir monedas legítimas mientras que otras falsas circulaban con normalidad, en medio de una gran inseguridad monetaria por su autenticidad. Por ello el gobierno decidió reiterar el referido decreto de decreto de 1834, pese a lo cual el problema de la falsificación monetaria no desaparecería de la vida económica del país.20 Añadido a lo anterior y pese a la variedad de monedas en circulación, la moneda seguía escaseando. La escasez de numerario no era homogénea social ni temporalmente. Por una parte, como era lógico, la moneda escaseaba más en momentos de mayor intensidad en los negocios, como eran las diversas ferias comerciales que se celebraban a lo largo del año en diferentes localidades del país. Por otro lado, los sectores sociales populares eran por lo general los que disponían de menor cantidad de numerario. Muy diferente era lo que sucedía con los grandes propietarios y comerciantes en cuyos ámbitos la moneda se utilizaba incluso para ornato en celebraciones públicas, lo que reflejaba las profundas diferencias sociales del país. Así, en una visita que el obispo de San Salvador estaba realizando a diversas localidades de Occidente en 18
Gaceta…, 7 de mayo de 1850. Decreto de 18 de diciembre de 1834. en Gaceta…, 19 y 26 de mayo de 1854. Gaceta…, 19 y 26 de mayo de 1854.
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febrero de 1855, el gobernador del departamento y las autoridades municipales de Santa Ana le ofrecieron en esta ciudad un “suntuoso banquete” a cuyo fin le ofrendaron el ramo que había adornado la mesa, “todo de flores de oro y de monedas también de oro de todos tamaños y cuños, nacionales y extranjeros”.21 Occidente estaba comenzando su despegue económico sobre la base del cultivo del café. Esta disponibilidad de monedas de oro era muestra de ello y, al mismo tiempo, un alarde de los grupos de poder de Santa Ana que por entonces pretendía constituirse en departamento separado del de Sonsonate. En tales condiciones y con la ley de Gresham funcionando, a fines de abril de 1855 la moneda había seguido escaseando tanto que apenas había para las transacciones comerciales y había tanta falsa que su uso se hacía muy embarazoso, hasta el punto que muchas personas, por desconfianza, rechazaban incluso aquellas piezas que era evidente que eran de buena calidad. En tiendas y plazas se producían largas disputas y se rechazaba tal o cual moneda, sin ley ni regla, sino sólo por el capricho de quien no quería recibirla. La compra y venta al por menor era muy difícil y se perdía tiempo en contar o devolver las piezas que muchas veces se clasificaban arbitrariamente por malas. La gravedad del problema, que afectaba quizá más gravemente al pequeño comercio, seguía exigiendo la intervención de las autoridades aunque ya había leyes sobre la materia.22 Pero no era sólo el sector privado el afectado por los problemas monetarios sino que, como ya se había manifestado en ocasiones anteriores, la Hacienda del Estado también sufría seriamente sus consecuencias. Por eso, ante las dudas de los administradores de rentas en relación con monedas muy gastadas y cuando el problema de la falta de una moneda nacional fue agudizándose con el aumento del volumen de los negocios en el país, en 1856 el gobierno del presidente Rafael Campo decidió volver a publicar la tabla de cambios aprobada en 1830 para insistir en su cumplimiento. Probablemente algunas equivalencias de la tabla no eran ya del todo útiles ni precisas y su reproducción en 1856 sólo puede interpretarse por la incapacidad del gobierno en aquellas fechas para ofrecer un instrumento mejor que aquél, por falta de información y análisis suficiente, y sobre todo por falta de una moneda nacional y una Casa de Moneda, lo que no era una circunstancia casual.23 Y es que los sectores oligárquicos que comenzaban a controlar el Estado con una importante presencia en la Asamblea Nacional, entre otros espacios de poder, no tenían intención de crear una Casa de Moneda propia porque, en suma, lo que pudiera considerarse el problema de la moneda en El Salvador, se convertía en un negocio para comerciantes y prestamistas. 4. Como parece lógico la idea de crear una Casa de Moneda en El Salvador había surgido pronto. En 1849 durante el gobierno de D. Vasconcelos, teniendo en cuenta que el estableci21
Gaceta…, 8 de marzo de 1855. 8G :38. La referencia a cuño nacional puede entenderse como de cuño guatemalteco, como se explicó arriba. Las relaciones de Occidente con Guatemala eran muy estrechas. De hecho a la visita del obispo habían acudido muchas personas “venidas de diversos pueblos de Guatemala”. Sobre la división del Departamento de Sonsonate, ver Gaceta…, 1 de marzo de 1855. 22 Gaceta…, 26 de abril de 1855. Esto sucedía al mismo tiempo que desde el país se exportaban asiduamente importantes cantidades de plata tanto acuñada como en bruto. Sería necesaria una investigación, aunque las fuentes lo hacen difícil, para tratar de explicar en qué medida la salida de plata acuñada era de carácter comercial o era de naturaleza especulativa. 23 Gaceta…, 17 de julio de 1856.
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miento de un cuño en el que se podría acuñar el oro y la plata que se extraían de las minas del país, sobre todo en S. Miguel, traería muchas ventajas a la población y aliviaría la escasez de numerario, se anunciaba que la Asamblea General había autorizado al Ejecutivo para que ajustara tal negocio con empresarios a los que se les podría conceder privilegios compatibles con el interés de las empresas.24 Al año siguiente la operación no se había concretado, el gobierno se hallaba a la espera de propuestas y decidió repetir el mismo anuncio sobre la conveniencia de disponer de un cuño25. Por las mismas fechas en que se insistía en ello aumentaba el número de empresarios mineros en el país produciendo “cantidad sorprendente” de plata y oro y, además, estaba llegando oro de California que no se podía acuñar por no hallarse establecida una ceca. El gobierno volvió a convocar a empresarios y animó a las personas que quisieran hacerse cargo de la empresa para que hicieran sus propuestas, estando dispuesto a admitirlas “conciliando las utilidades que produjera la empresa con los intereses del Estado”.26 A falta de llegar a un acuerdo con los mineros, el 26 de febrero de 1952, a los pocos días de haber tomado posesión como nuevo presidente de la República –tras la derrota de Vasconcelos en La Arada y su consiguiente dimisión-, F. Dueñas aprobó el establecimiento de un nuevo impuesto de exportación de 4 reales por quintal de brozas minerales extraídas del país. Esta medida fiscal no resolvía desde luego el problema de la moneda ni de la creación de una Casa de Moneda, pero al menos permitía al Estado aprovechar en algo la producción metálica nacional.27 Sin embargo, menos de tres meses después, en junio de dicho año, Dueñas dio marcha atrás en su decisión y anuló el impuesto establecido en febrero. Ahora Dueñas consideraba que el derecho de 4 reales por quintal sobre las brozas minerales que se extraían por los puertos de la República había causado la paralización de mucha parte de los trabajos de minería, especialmente en aquellas personas que por carecer de capital suficiente no tenían las máquinas necesarias para la explotación. Por ello y “para favorecer este naciente ramo de riqueza del Estado” -o mejor debería haber dicho, para favorecer a los mineros y a sus ganancias, y no al Estado-, suspendió el decreto de 26 de febrero que establecía los 4 reales por quintal de derechos de exportación de brozas.28 Es claro que esta decisión no se justificaba por la buena situación de la Hacienda nacional, que arrastraba un importante déficit fiscal y una gran deuda pública tanto interna como externa, sino por los intereses de los empresarios mineros, por lo que cabe sospechar de la existencia de vínculos de algunos de ellos con miembros del gobierno o de la Asamblea Nacional. Por lo demás, en el terreno monetario, la política era claramente errática. Es decir, no sólo no se había creado un cuño, ni se había llegado a ningún acuerdo con ningún empresario que acuñara, sino que el mineral salía del país libre de impuestos. A comienzos de 1853 se anunció de nuevo el establecimiento de una Casa de Moneda para producir moneda nacional en lo que ya parecía una frivolidad política por parte de Dueñas.29 El 24
Decreto de 12 de marzo de 1849. Gaceta…, 23 de marzo de 1849. Gaceta…, 8 de junio de 1849. 26 Gaceta…, 30 de agosto de 1850. 27 Gaceta…, 2 de julio de 1852. 28 Gaceta…, 2 de julio de 1852. Aunque en las listas de exportaciones aparecían indistintamente las expresiones plata bruta y brozas minerales –sin mencionar los casos de “plata acuñada”-, en este caso parece probable que la expresión brozas se pueda interpretar como plata bruta, y quizá también oro. No parece tener sentido que brozas se interpretase como desechos minerales y que pagaran 4 reales/quintal. 29 Gaceta…, 28 de enero de 1853. 25
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anuncio se concretó en abril de dicho año con ocasión de la contrata que el gobierno firmó con el comerciante y empresario Juan Antonio González para mejorar las instalaciones del puerto de La Libertad. Además de la obra, González se comprometió a facilitar al gobierno un “cuño completo para acuñar monedas de oro y de plata” pudiéndose amonedarse en él 300 piezas por hora.30 Naturalmente esto era contradictorio con la medida que se acababa de aprobar liberalizando las exportaciones de mineral porque la creación de la Casa obligaba de nuevo a tratar de lograr un acuerdo con los mineros para que facilitaran plata, pero ahora los mineros extraían la plata sin impuestos y la negociaban en el extranjero probablemente en mejores condiciones de las que pudiera ofrecerles el gobierno. Haber mantenido los derechos de exportación podía haber sido un instrumento en manos del gobierno para negociar pero ahora no lo tenía. Era una política de bandazos. No se sabe si González facilitó el cuño al gobierno, pero por lo que ya se ha explicado es seguro que no se acuñaron monedas en el país en estos años con lo que se volvió a frustrar la posibilidad de que el país tuviera una moneda propia. La cuestión es ¿por qué? Por una parte, ciertamente crear una Casa de Moneda era una operación económica importante y podía plantear problemas de viabilidad para un concesionario que la operase, pero queda la duda de si no habría además alguna otra razón que explicase el hecho de que no se emprendiera.31 Quizá no es la respuesta completa pero es significativo cómo los gobiernos seguían facilitando los negocios de los mineros mientras que no consta ningún esfuerzo para conseguir la acuñación de monedas nacionales. En marzo de 1854 el presidente José María San Martín, teniendo en cuenta la especial protección que necesitaba la explotación minera para que se generalizara por el país, acordó vender a los dueños y empresarios de minas de oro y plata la pólvora que necesitasen para sus trabajos a precio de costo en las administraciones del estado, igualmente decidió eximir del pago del fondo de Beneficencia a los trabajadores que demostrasen estar habitualmente empleados en el laboreo de minas y, por fin, que los gobernadores se preocuparan de que los alcaldes respectivos facilitasen sin demora los trabajadores que les pidieran los dueños de minas, pagándoles éstos los jornales establecidos por costumbre.32 Se trataba de proporcionar toda la facilidad a los mineros: pólvora al costo, exención del impuesto (de trabajo) a los obreros, y poner a los alcaldes al servicio de los mineros para facilitarles la mano de obra que pidiesen. En oras palabras, facilitar los beneficios a las empresas mineras. Evidentemente el privilegiar de estos intereses no se compadecía con las necesidades que había que cubrir para crear una Casa de Moneda. En lugar de procurar que la plata y el oro se quedasen en el país para resolver un problema económico general, las autoridades del estado dejaban claro su carácter de clase y ponían sus resortes al servicio de los empresarios privados. No había mucha diferencia con lo que sucede en la actualidad. 5. En 1859 se produjo un cambio político en el país por vía irregular cuando el general Gerardo Barrios, que ya había intentado un golpe de estado anteriormente, forzó la salida del presidente Luis Santín del poder para ocuparlo él, si bien con el apoyo de la Asamblea Nacional.33 Al 30
Toma en consideración por la Asamblea General de la contrata. Gaceta…, 29 de abril de 1853. Orden de la Cámara de Senadores de 20 de marzo de 1853. Gaceta…, 20 de abril de 1853. Gaceta…, 31 de marzo de 1857. 33 Sobre algunos aspectos del golpe de estado, ver las noticias publicadas en Gaceta… durante el mes de enero de 1859. 31 32
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mismo tiempo que un militar, Barrios era un empresario privado como lo eran otros.34 Sin embargo, como presidente representó posiciones algo diferentes a las de otros antecesores y esto se notó en algunas de sus decisiones en el terreno monetario. A la vista de los problemas existentes, con el estilo impulsivo que le era característico, Barrios decidió afrontarlos con una propuesta novedosa como era promover la importación de moneda para facilitar las transacciones y evitar las dificultades de efectuarlas en moneda de oro en negocios de pequeño valor. Para ello estableció que en la exportación de la plata en barra quedase al arbitrio el exportador pagar el derecho fijado por la ley, u obligarse con fianza a introducir en la República en el plazo de seis meses el equivalente de la plata exportada, en moneda del mismo metal. Si pasados los seis meses no se hubiera efectuado la introducción de la moneda, el comerciante pagaría el doble de la cantidad en cuestión. El valor del marco (230 grs aproximadamente) se calculaba entonces a 8 pesos (un peso debía tener 27 grs de plata de 900 mm).35 Evidentemente se trataba de una medida contraria a los intereses de los operadores del comercio exterior y de los grandes propietarios del país, que manejaban la moneda a su antojo y, por el contrario, a favor de una relativa normalización del sistema monetario nacional lo que, a su vez, era beneficioso para los sectores populares. Eran actuaciones como ésta las que estaban haciendo de Gerardo Barrios un presidente no del todo bien visto por amplios sectores del poder económico de El Salvador. Por otro lado, llama la atención el uso de monedas de oro en operaciones de pequeña envergadura lo que contribuía a la desigualdad y, consiguientemente, a la inseguridad y perjuicio en los cambios monetarios de la época a causa de la falta de una unidad monetaria nacional. Cualquiera que fuese el rigor con que aplicó este acuerdo, el hecho es que la situación monetaria no mejoraba y la moneda de plata escaseaba progresivamente dificultando las transacciones comerciales con perjuicio tanto del público como del erario. Por eso el presidente Barrios adoptó otra decisión inusual por entonces. Dado el hecho de que el país continuaba sin tener una Casa de Moneda, Barrios tuvo la idea de encargar a la Casa de Moneda de Guatemala acuñar moneda de plata y de oro con tipo de El Salvador con cargo a la República, utilizando para ello los metales que se extraían de las minas que estaban en explotación del país y aprovechando el “generoso” ofrecimiento que había hecho Guatemala en este sentido. Las monedas de oro que se acuñaban por entonces en Guatemala conservaban la misma ley y peso que las que se acuñaban en el período colonial y las de plata mantenía la misma ley pero “con pequeñísima disminución en el peso, en términos que es menor al importe del premio que actualmente paga el fisco por el cambio del oro”.36 Sin embargo este plan tenía al menos un problema que era tener que llegar a un acuerdo con una o más de las empresas mineras que operaban en el país y, en todo caso, no se tienen noticias de que tal arreglo se hubiera ni siquiera intentado, así como tampoco consta la existencia de monedas acuñadas en estos años en Guatemala con el tipo de El Salvador. El tiempo transcurría, la actividad económica seguía creciendo –y las desigualdades sociales también- pero el problema monetario no disminuía. En 1859, el presidente Gerardo 34
Carlos Gregorio López Bernal, “Compadrazgos, negocios y política: las redes sociales de Gerardo Barrios (1860-1863)”, Revista Cultura (Nº 94, 2007) :1-20. 35 Acuerdo del Gobierno promoviendo la introducción de la moneda de plata que tanto escasea en los mercados de la República. Gaceta…, 26 de marzo de 1859. 36 Gaceta…, 19 de octubre de 1859.
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Barrios insistía en que los gobernadores departamentales cuidasen de que los alcaldes y demás autoridades exigieran el cumplimiento de las leyes y acuerdos sobre circulación monetaria, dado que, como era más escasa la moneda de plata en los mercados, se había generalizado el abuso de rehusar monedas exactas en el peso y disminuir el valor el otras. Además se establecía la obligación de recibir los francos legítimos por 1,1/2 real, y las monedas columnarias de 1 y 2 reales por sus valores nominales, aunque estuvieran algo borradas las columnas. En caso contrario, se multaría con el duplo del valor rehusado y del mismo modo con las demás monedas incluidas en la tabla de 1830 reproducida en 1856.37 Esto significa que ya ni siquiera “monedas nacionales” de cordoncillo, es decir las procedentes de la ceca de Guatemala, o quizá de México, eran recibidas por algunas personas por su valor por el simple hecho de estar desgastadas. Tres años más tarde la moneda seguía escaseando “algún tanto” incluso en el pujante Departamento de Santa Ana donde, pese a ello, la agricultura presentaba un cuadro “encantador… las empresas toman cada día mayores proporciones… la introducción de nuevas máquinas, la salida segura de nuestros frutos y la protección ilustrada del Gobierno ofrece el provenir más lisonjero.”38 Una vez más es claro que la escasez de numerario no era general sino selectiva, ya que los agricultores fuertes, como los que estaban impulsando el café en el distrito de Santa Ana, tenían liquidez suficiente como para importar maquinaria para la producción. En todo caso las medidas de Barrios no estaban produciendo suficiente efecto. Hacia 1862 y 1863 el presidente Gerardo Barrios se había creado grandes dificultades por su política hacia la Iglesia y con sectores poderosos del espacio conservador, representados por ejemplo por el ex-presidente Francisco Dueñas, exiliado en Guatemala junto con otros muchos ciudadanos. A raíz de ello, en 1863 las relaciones políticas con Guatemala se habían enrarecido hasta el punto de que se había iniciado una intervención militar desde aquel país por el presidente Rafael Carrera. La situación hacendística de El Salvador no estaba saneada y afrontar un conflicto armado con Guatemala suponía un enorme esfuerzo financiero para el cual el gobierno debía tomar medidas de rigor económico con el que responder al nuevo endeudamiento al que tenía que recurrir. Por eso G. Barrios dio otro giro a la política monetaria que había mantenido hasta entonces. Así, en marzo de 1863 se prohibió que en las oficinas de Hacienda se recibieran aquellas monedas, redondas o macuquinas, que por el tiempo y uso hubieran perdido su peso legal y, por consiguiente, su valor intrínseco. Esto era lo contrario de lo decidido en 1859; estaba claro que Barrios tampoco sabía, o no quería resolver el problema de la moneda. Ahora los signos para distinguir las monedas eran tan subjetivos como: “el desaparecimiento de todo tipo primitivo o la disminución considerable en su volumen ordinario, pues lo uno o lo otro representa y demuestra la disminución de su peso y por consiguiente de su valor nominal”.39 Con estas simples y subjetivas apreciaciones y no con una medición del peso de las monedas –para lo que probablemente en muchos lugares faltarían las condiciones técnicas-, se encargaba a los empleados de las Administraciones de Rentas la mayor prudencia y justificación en estas calificaciones “tan delicadas como trascendentales”. En suma, a la confusión monetaria se añadía una política errática en un terreno que parecía no tener solución. 37
Acuerdo. Gaceta…, 15 de octubre de 1859. Informe de la Gobernación del Departamento de Santa Ana. Gaceta…, 2 de abril de 1862. Acuerdo del gobierno. Gaceta…, 25 de marzo de 1863.
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6. Finalmente, en 1863 Gerardo Barrios fue derrotado por tropas guatemaltecas y Francisco Dueñas llegó de nuevo a la presidencia con ayuda del dictador de país vecino, Rafael Carrera. Dueñas gobernó en esta ocasión entre 1863 y 1871, cuando el crecimiento económico de El Salvador se estaba haciendo más claro, ya bajo los efectos del incremento de la demanda internacional, entre otros productos, del café. Pero en el país se seguían arrastrando lo mismos problemas monetarios que hasta entonces. En 1866, por ejemplo, se capturó a un grupo de falsificadores de monedas en San Miguel, del que el cabecilla era guatemalteco. Se les ocupó un troquel y algunas monedas de estaño de a 8 reales con el tipo del cuño de Guatemala y de los Estados Unidos.40 En enero de 1867 una vez más Dueñas anunció que se había firmado una contrata para establecer una Casa de Moneda y que se habían recibido propuestas de Europa para fundar un banco nacional, lo que era una novedad y era el reflejo del crecimiento de la actividad económica.41 Pero al mismo tiempo que se desarrollaban las gestiones para la creación del banco, el gobierno de Dueñas calificaba de fatalidad la moneda circulante en el país, se lamentaba de la gran cantidad que había gastada por el uso la cual circulaba con dificultad y de la existencia de la llamada macuquina, que era necesario destruir. Para resolver el problema, en el que el propio Dueñas tenía responsabilidad, el gobierno anunció un proyecto de ley que sería presentado a la Asamblea.42 Sin embargo, en lugar de aprobarse ninguna ley general, lo que sucedió es que se siguieron tomando medidas paliativas. Una de las más relevantes sería la de sellar las monedas columnarias de 1 y 2 reales que tuvieran visibles alguna parte de las columnas para que el público tuviera que utilizarlas por su valor. Las monedas selladas serían de curso forzoso por su valor nominal y esto evitaría confundirlas con las llamadas “pesetas sevillanas” y otras monedas lisas, es decir, sin columnas, de menor valor.43 Era la primera vez que se hacía referencia a las pesetas sevillanas, pero los problemas generados en torno a estas monedas y a otras como las llamadas pesetas francesas, o francos, no eran nuevos ni exclusivos de El Salvador. Desde el primer cuarto del siglo XIX en varios lugares de América aparecieron monedas de dos reales de vellón acuñadas en Sevilla que, al igual que los francos, equivalían aproximadamente a 1,1/2 real y se cambiaban a razón de 5:1 en relación al peso, con una ligera pérdida.44 El problema mayor lo causaba la desconfianza y la ignorancia del público en relación con las autenticas columnarias parcialmente gastadas cuando no las querían recibir por los dos reales que valían, sino que las asimilaban a las pesetas sevillanas y a los francos. Esta circunstancia la aprovechaban algunos especuladores que las conseguían por 1,1/2 reales y las llevaban a países vecinos donde circulaban por su valor y obtenían un beneficio del 25%.45 Con respecto a la macuquina, bien porque estaba muy gastada, bien porque abundaba la falsa 40
El Constitucional, 8 de marzo de 1866. El Constitucional, 24 de enero de 1867. Sobre el desarrollo de la banca en América Latina, ver Carlos Marichal. “El nacimiento de la banca mexicana en el contexto latinoamericano: problemas de periodización”, en Leonor Ludlow y Carlos Marichal (eds.), Banca y poder en México (1800-1925) (México: Grijalbo, 1986) :231-266. 42 Mensaje de F. Dueñas al Cuerpo Legislativo. El Constitucional, 23 de enero de 1868. 43 Decreto del gobierno. El Constitucional, 1 de octubre de 1868. 44 Problemas similares relacionados con las pesetas sevillanas se producían en Cuba. Ver José María Alerón. La moneda de Cuba s/l, s/f. Ver referencia en: http://www.ecured.cu/index.php/La_CECA_en_Cuba 45 Decreto del gobierno. El Constitucional, 1 de octubre de 1868. 41
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o por la facilidad con se podía falsificar, el público rehusaba recibir buena parte de ella, pese a lo cual seguían circulando.46 Tras consultar con algunas personas “versadas en ciencias económicas”, a pesar de tratarse de una “materia delicada sobre la que la ciencia económica no ha fijado bases ciertas”, el gobierno estaba preparando no sólo el proyecto de ley que anunciaba y el sellado de monedas, sino también un ambicioso convenio con Guatemala para reacuñar toda la moneda cortada, o macuquina, que había en ambos Estados. En relación con el primer asunto y como estaba previsto, en septiembre de 1868 se aprobó el sellado de las monedas columnarias. Se sellarían aquellas que no estuvieran “notablemente gastadas” y conservaran “algunos de los signos representativos de su valor nominal”, las cuales serían llevadas ante una Junta que las sellarían y serían de curso forzoso en el futuro. Quienes las rehusasen después de selladas pagarían una multa del doble del valor de lo rehusado. Por otra parte, las Juntas se constituirían en la capital y en las cabeceras de los departamentos, con el alcalde y dos individuos “de capacidad y probidad” propuestos por los gobernadores. El hecho de que las Juntas se estableciesen en las cabeceras de los departamentos suponía una clara dificultad para las personas que tuviesen monedas para sellar sobre todo macuquinas porque, a partir de cierta distancia, un desplazamiento hasta las Juntas costaba más que el valor de la o las monedas. Y, en cuanto al proyecto conjunto con Guatemala para reacuñar toda la moneda macuquina, éste no tuvo lugar y en abril de 1869 se aprobó un nuevo decreto para el sellado de las macuquinas gastadas de a 1 real, en los mismos términos que para las columnarias.47 En estos momentos El Salvador continuaba con un material monetario vetusto y reciclado más una gran variedad, por cierto cambiante, de monedas extranjeras con distintos valores, lo que ocasionaba problemas cada vez más graves a medida que las relaciones comerciales se intensificaban, tanto en el interior como con el exterior del país. Lo interesante es que desde el ámbito del poder la existencia de monedas de diferente valor no se consideraba “el mayor mal” porque los comerciantes y cambistas “las reciben y entregan por sus valores, o por otros, más o menos variables, según los arreglos que, a priori, se han establecido.”48 Es decir, que la pervivencia de este sistema monetario heterogéneo seguía suponiendo, para los comerciantes más fuertes, un negocio que precisamente crecía con la intensificación del comercio y del que, lógicamente, los beneficiarios no querían prescindir. Por eso, en coherencia con estos intereses, pese a que había quien pensaba que una casa de acuñación nacional sería el mejor remedio para resolver el problema de la moneda, el gobierno no había querido aventurar crecidos gastos –empleados, maquinaria, etc.- para montar y sostener una fábrica sin tener la seguridad de poder adquirir los metales preciosos necesarios. De nuevo se recordaba que había minas en producción en San Miguel pero que sus empresarios enviaban su producción en bruto o en barras a los mercados de Europa, donde obtenían ventajas mucho más apreciables que las que les podría producir acuñando metales en el país. Lo que no se quería recordar ahora era la serie de facilidades que años atrás los gobiernos, incluido el de Dueñas, habían dado a los mineros para que las cosas fuesen así. Se añadía la excusa de la ausencia de una sociedad de mineros que facilitara el suministro del metal nece46
El Constitucional, 15 de abril de 1869. El Constitucional, 5 de noviembre de 1868 y 15 de abril de 1869. El Constitucional, 1 de octubre de 1868.
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sario para las acuñaciones y, finalmente, el gobierno aseguraba que, en contra de lo que se pudiese pensar, no se había mostrado apático sino que su preocupación había sido constante y no había querido crear una Casa de Moneda a la ligera. De este modo, concluía, se reduciría el daño y los comerciantes –hay que entender que se refería a los de menor envergadura- lo comprenderían.49 La realidad era que, al igual que 16 años antes, Dueñas había manejado el problema de la moneda y, especialmente, el de la creación de una Casa con una gran falta de seriedad y en el mismo tono errático que años antes. De todo ello, los principales beneficiarios eran de nuevo, por una parte, las empresas mineras y, de otra, los grandes comerciantes y prestamistas que mantenían la posición fuerte en los cambios. Sin embargo, a comienzos de 1869 con las exportaciones creciendo y con los negocios de las próximas ferias a la vista –es decir, los negocios de los comerciantes de mediana y pequeña envergadura-, el problema de la moneda se hacía más agudo y circulaban rumores de una crisis mercantil causada por la escasez de numerario de plata. El gobierno de Dueñas negaba el argumento pero, insistiendo en la misma línea cambiante que a comienzos de los años 1850, declaraba ser consciente de la importancia de un cuño nacional para el comercio e informaba que en el último vapor que había salido de El Salvador se había hecho un pedido a los Estados Unidos de toda la maquinaria precisa para establecer un cuño y de los operarios precisos. Aseguraba que en el plazo de seis a ocho meses, contando con un banco y una ceca se podría dar por resuelto el problema de la moneda.50 7. Hasta tanto no se solucionara la situación con la creación de la Casa de Moneda, otro tipo preocupaciones surgía entre los operadores del comercio exterior. Por estos años el crecimiento de las exportaciones estaba generando un saldo favorable en la balanza comercial del país, lo cual desencadenó un debate sobre cómo tratar dicho saldo por parte de los exportadores, cuyos términos revelan el pensamiento económico de los empresarios y políticos de la época en estos asuntos. Se trataban cuestiones como los efectos sobre los precios de exportación de un cambio favorable o desfavorable del peso, así como las opciones para los exportadores del modo de efectuar el retorno de sus superávits y de los efectos que tendrían en el conjunto de la economía y del sistema monetario nacional.51 La sencillez, por no decir simpleza, de las observaciones que se realizaban sobre estos temas da idea de las dificultades con que se encontraban los hombres de negocios y políticos de un país como El Salvador en los primeros momentos de un capitalismo en expansión, como eran aquellos años. Pero la situación monetaria no se modificaba y en esta etapa expansiva de la economía los grandes comerciantes también ejercían la función de cambistas y aumentaban el negocio con el cambio de las monedas. En enero de 1868 un grupo de grandes y conocidos comerciantes se anunciaban conjuntamente, manifestando que recibían monedas extranjeras al cambio en los términos que recoge el Anexo 2.52 Los comerciantes eran: Kerferd Sobrino y Cía., Yanuario Blanco, Manuel Trigueros, Carazo y Duke, Miguel Lagos y Hº, M. E. Aguilar y Cía., José 49
El Constitucional, 1 de octubre de 1868. El Constitucional, 7 de enero de 1969. 51 El Constitucional, 6 de mayo de 1869. 52 El Constitucional, 30 de enero 1868. 50
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Larreynaga, Rafael Meléndez, J.M. de Urioste, Manue Esteves, Augusto Bouineau, Felipe Chávez, Federico Prado. Alguno era británico, como Kerferd, otros norteamericano y francés con tiempo de residencia en el país, como M. Duke y A. Bouineau y alguno español como M. Trigueros. Unos ya habían sido miembros de la Asamblea Nacional como Y. Blanco y M. E. Aguilar y otros llegarían a formar parte de la administración incluso como ministro, como J. Larreynaga. Todos eran fuertes y formaban parte de la nueva oligarquía que se estaba formando en el país aprovechando la expansión económica internacional generada por la Segunda Revolución Industrial. En cuanto a las monedas, en comparación con la tabla de cambios fijada en 1830 que se había reproducido en 1856, la principal diferencia era que habían desaparecido las fracciones en los cambios y éstos se habían redondeado. Así sucedía con la libra esterlina y con el sol peruano en contra del peso, así como con la pieza de 5 francos en este caso a favor del peso. En septiembre del mismo año 1868, el ministerio de Hacienda publicaba el mismo cuadro de cambios para ser aplicado por las administraciones de rentas marítimas y terrestres, y demás oficinas de Hacienda.53 Esto indica que existía sintonía entre el sector de los grandes empresarios y el ministerio, lo cual no sorprende dado que al frente del mismo se encontraba por entonces Juan José Bonilla, un político de largo recorrido y también importante empresario en el siglo XIX. En junio del año siguiente, en 1869, el ministerio de Hacienda completaba la lista anterior con otras monedas, la mayor parte de las cuales circulaban por su valor representativo y que otras eran admitidas sin dificultad por el valor que les había dado el comercio.54 Y en el mismo sentido que el año anterior, ahora eran los comerciantes quienes anunciaban la misma nueva lista del ministerio con la única diferencia de que el grupo de comerciantes era más amplio.55 En el nuevo cuadro de cambios (Ver Anexo 3) aparecían nuevas monedas de oro, por primera vez algunas de Costa Rica y, en general, se reiteraban los redondeos ya detectados en la tabla de 1868. En cuanto a la lista de empresarios era la siguiente: Carazo y Duke; A. Guirola; Keogh and Hardiman; Emeterio Ruano; César Menéndez; Mariano Villavicencio; J. Rössner; R. Arrieta; Vicente Aguilar; Blanco y Trigueros; J. Magee; J. M. Dorantes y Cía; M. E. Meléndez; Dionisio y Mendoza; Emigdio Castro; José M. Peralta; Román Montoya; L. Córdova; Rafael Meléndez, Joaquín Gomar; Ciriaco González; Manuel Esteves; Rafael de Urrutia; J. M. de Urioste; Ambrosy de Olivan; C. Lozano; M. Lagos; Juan Portal; E. V. Wright. Entre ellos había algunas novedades y modificaciones. Entre las primeras merece señalar las de fuertes hombres de negocios como Ángel Guirola, J.M. Dorantes o Emigdio Castro, y entre las segundas, la aparición como una sola empresa la potente compañía Blanco y Trigueros, resultado de la unión de Yanuario Blanco y Manuel Trigueros. Por estos mismos momentos de crecimiento económico y profundizando la línea liberal que caracterizaba a los gobiernos de Francisco Dueñas, el ministerio de Hacienda decidió que los derechos fiscales que gravaban la exportación de moneda de oro y plata dificultaban las relaciones comerciales, por lo que se derogó la legislación que los regulaban.56 En las condiciones de dificultades monetarias –y hay que añadir que también fiscales- que vivía el país, esta 53
El Constitucional, 3 de septiembre de 1868. El Constitucional, 3 de junio de 1869. 55 El Constitucional, 10 de junio de 1869. 56 El Constitucional, 3 de junio de 1869. 54
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medida beneficiaba claramente a los intereses del gran comercio en los que el propio presidente Dueñas tenía participación, con lo que profundizaba el dominio de las clases propietarias y contribuía a ampliar la brecha social.57 Como ya se indicó, las monedas no llegaban por igual a todos los sectores de la sociedad. Conforme la economía de exportación crecía, el añil, el café, el tabaco, el azúcar y el resto de artículos que se exportaban desde los puertos de El Salvador eran producidos por campesinos, pequeños agricultores o por jornaleros con salarios muy bajos y de condiciones de vida muy precarias, en general. Mientras tanto, en zonas de las ciudades donde residían las familias de la oligarquía, como en San Salvador, crecían las manifestaciones de la riqueza generada gracias el trabajo barato de los anteriores. En 1867 se organizó un grupo de “respetables señores” que constituyeron una sociedad para crear en la capital un hipódromo, un tipo de “establecimiento que no falta en capitales de primer orden.”58 Naturalmente el gobierno les facilitó terrenos y un apoyo monetario. En enero de 1868 ya se celebraban carreras y, entre los ganadores, había un caballo de Mauricio Duke, uno de los empresarios cambistas mencionados arriba y miembro fundador de la sociedad del hipódromo.59 El año siguiente también hubo temporada de carreras y el gran premio de la primera consistió en una “hermosa guirnalda” cuyas flores eran “piezas de oro de los Estados Unidos de a 20 pesos, hasta 250 dólares”. La nota de prensa añadía: “Nos complacemos que (sic) esta sociedad marche en progreso porque de él depende que sea cada vez más extensa y firme la sociabilidad”.60
Los problemas monetarios, aunque eran graves para muchos, no existían para la clase propietaria del país, que hacía grandes negocios apoyada en el control de los resortes del estado. 8. El Salvador continuó funcionando en la misma situación monetaria hasta comienzos de la década de 1890. Dicho en otras palabras, por el momento éste fue el sistema monetario que mantuvo la oligarquía en el país como parte de la gran maquinaria que puso en marcha para dominar la sociedad salvadoreña durante más de un siglo. Los materiales y la asistencia de técnicos que había encargado Francisco Dueñas no llegaron nunca y la Casa de Moneda no se creó entonces. En 1871 se produjo un golpe de estado encabezado por el general Santiago González, también empresario, que había jugado un papel muy importante apoyando primero a Gerardo Barrios y, después, al propio Dueñas cuando le ayudó a dar el golpe de 1863 contra Barrios. Desde 1871 González empleó gran parte de sus esfuerzos en tratar de revertir algunas de las políticas que Dueñas había emprendido con lo que transcurrieron los años hasta 1876. Para entonces el café era ya el primer producto de exportación del país y un nuevo golpe de estado llevó al poder a Rafael Zaldívar, que emprendió nuevos cambios en la economía de El Salvador. Pero eso se estudiará en otro trabajo. 57
Ver relaciones de Francisco Dueñas con negocios hipotecarios y con casas de comercio británicas en Notaría de hipotecas del Departamento de San Miguel, El Constitucional, 4 de marzo de 1869. 58 El Constitucional, 13 de junio de 1867. 50 El Constitucional, 2 de enero de 1868. 60 El Constitucional, 7 de enero de 1869. Como 250 no es múltiplo de 20, debía haber alguna o algunas monedas de menor valor.
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Antonio Acosta
Anexo 1 Tabla de cambios de monedas – 1830 y 1856 Explicación de las monedas francesas
Tipo o unidad (moneda de plata) Submúltiplos del franco Pieza de 1/2 franco, o 10 sueldos, 0 50 cts. Pieza de 1/5 de franco, o 4 sueldos, o 20 cts. Múltiplos del franco (plata) Pieza de 2 francos, o 40 sueldos (200 cts.) Pieza de 5 francos, o 100 sueldos (500 cts.) Múltiplos del franco (oro)
Piezas de plata El franco 1/2 franco 1/5 de franco 2 francos 5 francos Piezas de oro 10 francos 20 francos 40 francos
Pieza de Pieza (llamada Napoleón) de Pieza (llamada Doble Napoleón) Moneda de calderilla
El franco se divide en 100 céntimos, moneda efectiva, y la de menos valor en el sistema; diez céntimos componen la moneda mayor de calderilla, que es el décimo de franco, o pieza de dos sueldos; la mitad de ésta es el sueldo, o pieza de cinco céntimos.
Reino de la Gran Bretaña Oro – Guinea de 21 chelines. 1/2, 1/3 y 1/4 de Guinea, a proporción. Soberano. 20 chelines. Libra esterlina (moneda de cuenta) Plata – Crown (corona ant.) de 5 chelines Chelín (antiguo) Crown (corona antigua, de 1818) Florin, de 1849, 2 ch. o 1/16 de lib. Chelín moderno
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Frs - Cents 26 - 47 25 – 21 25 - 21 6 – 16 1 – 24 5 – 21 2 – 32 1 - 16
Moneda, sociedad y Estado. El Salvador a mediados del siglo XIX
España Oro – Onza antes de 1772 “ de 1772 a 1786 “ desde 1786 (1/2, 1/4, etc. a proporción) Escudo de oro antes de 1772 Doblón de Isabel, de 100 rls. v. (1848)25 - 84 Plata – Peso fuerte, duro Mex. y Sevilla con los dos globos, antes de 1772 Peso con efigie, desde 1772 1/2, 1/4, 1/8, 1/10, a proporción. Duro de 20 rs. de vn. (ley de 1848) Medio duro, escudo de 10 rs. vn. Peseta, de 4 rs. vn. Media peseta, o 2 rs. vn. Real de vellón
Frs - Cents 84 – 42 83 – 33 81 – 51 5 – 46
5 – 49 5 – 43 5 – 25 2 – 63 1–5 - 52 26
Reino de Portugal Oro – Dobrao de 20 mil reis Moneda douro de 4.000 Dobra de 12.800 reis Cruzado de oro, nuevo, de 480 reis Corona de oro, de 5.000 reis Millerea (posesión de Africa) 1/2, 1/5 y 1/10 del dobrao, moneda y dobra Plata – Cruzado nuevo, de 480 reis ...................…, de 1.000 reis Mil reis (moneda de cuenta) Cruzado viejo Corona de plata, de 1.000 reis 1/2, 1/5 y 1/10, a proporción
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Frs - Cents 169 - 61 33 - 96 90 - 43 3 - 35 30-16 4 - 03 1 - 94 6 - 12 7 - 07 2 - 83 6 - 03
Antonio Acosta
América (Estados Unidos) Oro – Pieza de 20 dollars (doble águila) (18499) Submúltiplos de 10, 5, 2 ? y 1 dollar de oro Plata – Dollar de 100 céntimos de plata (subm) República Mejicana Oro – Onza, o cuádrupla de 8 escudos de oro, de 21 quilates, o karats Plata – Peso, o diestra, de 8 rs. (y submult.)
Frs - Cents 103 - 64 5 - 18 5 - 34
81 - 20 5 - 41
República de Centro-América (*) Oro – Onza o cuádrupla de 8 escudos de oro, 21 quilates Plata – Peso, o dollar de 8 rs. República de Nueva Granada Oro – Onza de 16 pesos, o piastras Plata – Peso, o piastra de 10 rs. República del Ecuador Plata – Peso, de 10 rs República del Perú Oro – Onza o doblón de 8 escudos de oro 81 - 35 Plata – Piastra de 8 rs. 5 - 41 República de Bolivia Oro – Onza de 8 escudos de oro Plata – Piastra, o dollar República de Chile Plata – Peso o piastra República Argentina Oro – Cuadrupla, de 8 escudos República de Uruguay Plata – Peso fuerte o duro República del Brasil Oro – 20.000 reis (subm de 1/2) Plata – 2.000 reis
Frs - Cents 81 - 35 5 - 41 80 - 5-5 - 41
81 - 35 5 - 41 5 - 41 81 - 5 - 25 56 - 60 5 - 19
(*) Para facilitar los cálculos que ocurran en el cambio, creemos conveniente indicar aquí la correspondencia generalmente admitida en el comercio y en las oficinas de hacienda entre la moneda francesa y la nuestra, a saber:
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Moneda, sociedad y Estado. El Salvador a mediados del siglo XIX
Oro – Doble Napoleón o pieza de 40 francos Napoleón, o pieza de 20 francos Pieza de 10 francos Plata – Pieza de 5 francos Id. de 2 francos (40 sueldos) Id. de 1 franco (20 sueldos) Id. de ? franco (10 sueldos) Id. de 1/5 de franco (20 céntimos)
Pesos 7 3 1 -
Céntimos 50 75 87 93 37 18 9 3
1/8 de ct 4 6 4 6 3 6
Por consiguiente, siendo 1 1/2 real el equivalente convencional de 1 franco, resulta que 1 peso de nuestra moneda corresponde a 5 francos 33 céntimos, esto es 8 céntimos menos del valor efectivo con que aparece en la reducción. De manera, que la moneda francesa sufre entre nosotros el quebranto de 1 1/2 %. Fuente: Gaceta. 17 de julio de 1856.
Anexo 2 Cambio de monedas en establecimientos de comercio y en todas las oficinas de Hacienda Oro Pieza peruana de 20 soles Cóndor sudamericano Libra esterlina Pieza de 20 francos Plata Sol peruano Pieza de 5 francos Medio sol peruano Medio peso norteamericano de resplandor Cuarto peso norteamericano de resplandor Schilling inglés Medio schilling
Ps - Rs 20 9 3 5 3 7 1 1
El Constitucional, 30 de enero de 1868 y 3 de septiembre de 1868.
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4 4 2 2 1
Antonio Acosta
Anexo 3 Lista complementaria de cambio de monedas en establecimientos de comercio y en todas las oficinas de Hacienda. Oro Onzas de todo tipo con su peso completo Doble águila americana Dollar americano Libra esterlina Pieza de 100 francos Cóndor de Chile Cóndor de Nueva Granada Pieza de 20 soles Onza de Costa Rica no federales Pieza de Costa Rica de 5 pesos Pieza española de 5 pesos
Ps - Cts 16 20 1 5 20 9 50 10 20 14 4 50 5
Las fracciones de las monedas anteriores seguirán la misma proporción en su valor; y en cuanto a las onzas faltas de peso los granos que excedan de cuatro, se pagarán a tres centavos cada uno; lo mismo se hará en los quebrados de onza.
Plata Pesos de Guatemala, Chile, Perú, Méjico, fuertes de Nueva Granada y Bolivia, federales, españoles, & Soles peruanos Pieza americana de 100 centavos Doble shilling o florín inglés Corona inglesa o sean 5 schillings Pieza de 5 francos
Ps - Cts
1 1 1 1 1
50 25
Todas las subdivisiones de dichas monedas también seguirán la misma proporción de ellas. El Constitucional, 3 y 10 de junio de 1869
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Moneda, sociedad y Estado. El Salvador a mediados del siglo XIX
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San Juan de la Frontera de Paspaya: la Compañía de Jesús, la Inquisición y el pobre mercedario Escobar Paulina Numhauser Universidad de Alcalá
“Pues el oficio que Vuestras Paternidades tienen es alimentar pobres y no quitarles la pluma. A Vuestras Paternidades suplico, en nombre de Jesucristo, vuelvan su ganado y hacienda a la pobre menor pues con buena conciencia no lo pueden tener, ni por tales medios como lo habéis habido, restituyéndole su hacienda de la cual pende su remedio....” 1
l doctor Juan Ruíz de Prado,2 recién nombrado visitador e inquisidor del Santo Oficio del Perú, arribó a Lima el 11 de febrero de 1587. En ese momento no pensaba que sería tan complicado cumplir con las Instrucciones y encargos recibidos en Sevilla antes de partir. De acuerdo a ellas, debía en primer lugar, proceder a examinar lo que hasta ese momento había gestionado su antecesor en el cargo, luego revisar los procesos pendientes y a continuación regresar a España.3 Sin embargo los diversos informes que envía a sus superiores durante el transcurso del año 1588,4 reflejan un gran agobio sobre todo por la gran cantidad de expedientes que se había visto obligado a abrir y que se referían sobre todo a abusos de poder y prevaricación cometidos durante el ejercicio de su predecesor. Entre estos recursos se encontraba la denuncia que presentó el fraile mercedario Antonio de Escobar contra el padre Gerónimo Ruiz de Portillo de la Compañía de Jesús. En ella, el primero acusaba al jesuita de haber abusado del cargo de comisario del Santo Oficio en Potosí, cargo que había asumido después del fallecimiento del padre Diego Bracamonte (s.i.), el año 15835. La denuncia presentada ante el tribunal inquisitorial el 4 de febrero de 1587, iba acompañada de abundantes testimonios de cargo que incluía varias cartas que el mismo Ruíz de Por-
E
1
Fray Antonio de Escobar, Archivo Histórico Nacional (desde ahora AHN) Inquisición 1646 Leg.4 Nº 1, fol.43v. Para facilitar la lectura hemos modernizado la ortografía. Juan Ruíz de Prado, llegó a Lima el año 1587 falleciendo en esta ciudad el 18 de enero de 1599. 3 José Toribio Medina, Historia del Tribunal de la Inquisición de Lima (1569-1820), (Santiago de Chile: Fondo Histórico y Bibliográfico J.T. Medina. 1956) I: 231-43. 4 AHN Inquisición, Libro 352. Carta de 22 de junio de 1588, fols.168r-170r. 5 Diego Bracamonte fue el primer jesuita que ejerció el cargo de Comisario del Santo Oficio en Potosí y a su fallecimiento el año 1583, lo sucedió Ruíz de Portillo. 2
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Paulina Numhauser
tillo le había enviado a fray Antonio y por las cuales se auto-incriminaba.6 El material era tan sustancioso que indujo al inquisidor a abrir un contencioso el 9 de mayo de 1588. Este voluminoso proceso inquisitorial que hasta ahora había pasado desapercibido, posee un gran interés historiográfico, pues nos aporta nueva información relacionada a la temprana expansión del Colegio de la Compañía de Jesús de Potosí y en particular a la formación de las primeras haciendas jesuitas en el virreinato peruano. Dejando de paso al descubierto la faceta de inquisidor del padre Gerónimo Ruíz de Portillo. Recordemos que este jesuita formó parte del primer grupo de ocho de religiosos que llegó al Perú el año 1568 siendo nombrado primer provincial de su Orden, ejerciendo durante su vida importantes cargos institucionales. Esto explicaría por qué la historiografía de procedencia jesuita ha adornado su figura confiriéndole cualidades ejemplares y silenciando, al mismo tiempo, el grave problema que lo llevó a acabar sus días como reo del Santo Oficio.7 El 6 de noviembre de 1588 Juan de Larrátegui8 comisario de la Inquisición en la ciudad de La Plata, actual Bolivia, inició los interrogatorios relacionados a este caso. De acuerdo a la acusación presentada por el mercedario Antonio de Escobar9 contra Portillo, se señalaba que éste último aprovechándose de su calidad de comisario del Santo oficio se había apropiado arbitrariamente del ganado y de otros abundantes bienes pertenecientes a su sobrina, Juana Mendoza, niña mestiza y huérfana de 8 o 9 años de edad. El propósito que se ocultaba detrás de esta acción era poblar con las reses una hacienda ubicada en el valle de Supas (actual Chuquisaca), que los indios Visisas le habían donado al Colegio de la Compañía de Jesús de Potosí. En su exposición ante el inquisidor, fray Antonio explicaba cómo, residiendo en la doctrina de San Lucas pidió autorización al comendador de su Orden para instalarse en el valle de Paspaya (ver fig. 1) donde hizo varias, “Sementeras de trigo y maíz, garbanzos y otras muchas legumbres y fui metiendo muchos ganados de vacas, ovejas, cabras, puercos así para que multiplicasen como para ayudar a sustentar aquella población que por orden mía se había hecho y para entablar una hacienda para casar una pobre (doncella) sobrina mía que debajo del cielo no tiene otro abrigo si el de Dios y el mío con su ayuda”10
6
AHN Inquisición 1646 Leg.4 Nº 1. Este documento que se encuentra digitalizado en su integridad y al cual se puede acceder a través del Portal de Archivos Españoles (PARES) http://pares.mcu.es/. 7 Las biografías oficiales referentes al padre Ruíz de Portillo no mencionan que haya ejercido el puesto de comisario del Santo Oficio en Potosí y menos aún las graves acusaciones que formuló contra él fray Antonio de Escobar ante el tribunal inquisitorial. Consultar, Charles E. O´Neill (s.i.) y Joaquín Mª Domínguez (s.i.) Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, (Madrid/Roma: Institutum Historicum S.I./Universidad Pontificia de Comillas, 2011) 3, 437-38. El apartado destinado a Ruíz de Portillo corrió a cargo del padre Francisco de Borja Medina (s.i.) 8 Comisario del Santo Oficio y además Maestre Escuela de la Catedral de Charcas. 9 Fray Antonio de Escobar había sido anteriormente conventual de Nuestra Señora de la Merced en Santiago de Chile, entre los años 1565-66. En 1578 acompañó al gobernador Rodrigo de Quiroga en la Campaña de Arauco y posteriormente a Ruíz de Gamboa en las expediciones contra los fuertes de Ranco y Riñigüe. Tomás Thayer Ojeda, Formación de la Sociedad Chilena, y Censo de la Población de Chile en los años 1540 a 1565, (Chile: Prensas de la Universidad de Chile, 1939), vol. I: 318. Su ida a Charcas se debió al parecer, a un problema que tuvo con el Gobernador de Chile, Martín Ruíz de Gamboa. Esto de acuerdo a las noticias que nos brinda Fernando de Aguirre, en carta dirigida al Virrey del Perú de 3 de febrero de 1583. José Toribio Medina, Colección de Documentos Inéditos (Santiago de Chile: Fondo Histórico y Bibliográfico J.T. Medina, 1957), III, 152. 10 AHN 1646 leg.4 nº1 fol.2r. Quexas de Fray Antonio de Escobar en 2 de enero y recibida en Los Reyes en 4 de febrero de 1587.
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San Juan de la Frontera de Paspaya: la Compañía de Jesús, la Inquisición y el pobre mercedario Escobar
Figura 1 Provincia de Pilaya y Paspaya actual Chuquisaca.
Pero que hallándose en plena cosecha, recibió un mensaje urgente por el cual el padre Portillo le ordenaba, - en su calidad de comisario de la Inquisición - que se presentara inmediatamente en Potosí. Fray Antonio enseña la carta como prueba de cargo. Una vez en la villa Imperial, “… el dicho Comisario me detuvo en ella 30 días – algunos más – en nombre del Santo Oficio, mandando a mi prelado, no sé porqué vías, no me dejase volver a mi encomienda y Valle de Paspaya. Creyendo ser orden de V.S. todos obedecemos, yo salí de esta duda dentro de pocos días en alguna manera para conmigo, aunque no los demás religiosos ni seglares porque todos me tenían por preso.” 11
El revuelo que este hecho causó en el convento de Nuestra Señora de la Merced de Potosí fue mayúsculo, ya que nadie tenía clara la causa por la cual se había tomado esta medida. Situación por la cual el comendador de la Orden, Gonzalo Ballesteros le solicitó al padre Ruíz de Portillo que le permitiera recluir a fray Antonio momentáneamente en la Parroquia de la Concepción, - perteneciente a la Merced - que se encontraba en las afueras de villa Imperial. El mercedario cuenta cómo tan sólo al cabo de 10 días, “… que estuve en la doctrina de la Concepción en compañía del venerable viejo Fray Antonio Sarmiento, rendido con la pena y aflicción que podría encarecer creyendo estar por orden de V.S. [el inquisidor] me fue a hablar el padre Antonio Martínez, Rector de esta casa [de la Compañía de Jesús] en esta Villa diciendo que le vendiese 120 cabezas de vacas grandes y novillos y novillones de a 2 años, algunos 2 meses menos y 400 ovejas de Castilla y 50 cabras y 40 y tantas cabezas de puercos chicos y grandes y 3 yuntas de bueyes 11
AHN 1646 leg.4 nº, fol.2v.
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Paulina Numhauser
con su apero y 5 novillos refiegos que todo lo había adquirido para casar la dicha mi sobrina, con esto me excusaba para no se lo vender y para obligarme me llevaron a comer a su casa, a mi y al Padre Rondón.…” 12
Durante la comida que se desarrolló en el Colegio de la Compañía, se encontraron presentes, además de los frailes Rondón y Escobar, el padre Ruíz de Portillo y el rector del Colegio Antonio Martínez13. Entonces se le pidió nuevamente que vendiera su ganado a la Compañía. Fray Antonio declarará más tarde que en ese momento, “este declarante conoció que no era mandato de los señores inquisidores el haber el dicho Padre Portillo mandádole venir allí”. De todas maneras y a estas alturas del embrollo, la decisión que podía adoptar fray Antonio tenía poca importancia, ya que durante el tiempo que se encontró detenido en Potosí, los jesuitas aprovecharon para enviar a Paspaya a un portugués llamado Domingo Hernández, portando varias cartas del padre Portillo. En estas misivas se ordenaba al mayordomo de la hacienda, Domingo Veneciano, que juntara todo el ganado existente en la propiedad y lo entregara a Hernández. Una vez reunidas las reses debían ser llevadas a Cocha, estancia de los Compañía ubicada en San Lucas y desde ahí a errar en Pitotaca.14 Mientras tanto en Potosí fray Antonio ignorante de estas novedades, llegó a un acuerdo con el padre Martínez según el cual irían juntos a Paspaya para revisar el ganado y el estado de la cosecha en su estancia. Pero una vez ahí, ¿Cuál no fue la sorpresa del mercedario al comprobar que durante el tiempo que estuvo ausente le habían saqueado todos sus bienes? Indignado increpa al padre Martínez diciéndole “¡Qué manera de robo es este que so color del Santo Oficio me llevan vuestras señorías mi hacienda!, yo me quejaré a los señores inquisidores y les daré cuenta de esta mi verdad para que lo remedien ya que es a prima noche … que me extrajeron mis bienes …” entonces el rector le respondió con, “cuatro arcabuceros, las mechas encendidas y el dicho Juan Ladrón de Leyva15, con el mandamiento y comisión del dicho padre Portillo le sacaron los restantes bienes que aún quedaban en la hacienda”. O sea las gallinas, herramientas, semillas y yuntas de bueyes, “diciendo el dicho Padre Martínez, que todo era suyo”.16 Fray Antonio intenta explicar ante el juez, las causas de este comportamiento violento de los jesuitas, a quienes acusa de estar amparados por algunas autoridades administrativas y judiciales, 12
AHN Inquisición 1646 Leg.4 nº1 fol.3v. El Padre Antonio Martínez ingresó a la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares, el año 1566 e hizo los votos el año de 1568, ordenándose en Lima en 1571. En 1576 tenía 30 años. Según el visitador Plaza “tiene buena salud, buen ingenio y juicio”. Antonio Egaña, Monumenta Peruana Societatis Iesu, (Roma: Institutum Historicum Societatis Iesu, 1955) II, 120. 14 Ver declaración de Domingo Hernández, AHN 1646 leg.4 nº1 fol.25r. a fol.27v. La hacienda llamada Cocha era propiedad de la Compañía de Jesús. La obtuvieron por donación de un español llamado Pedro Retamoso. Pitotaca o Pututaca era un enclave de indios Visisas, en Nor Cinti. Roger Rasnake, Autoridad y Poder en los Andes. Los Kuraqkuna de Yura. (La Paz: Hisbol, 1989), 96-9. Consultar, Ana María Presta, “Hacienda y Comunidad. Un estudio en la Provincia de Pilaya y Paspaya. Siglos XVI-XVIII”. Andes. Antropología e Historia 1, (1990):34. 15 Juan Ladrón de Leyva es un personaje muy interesante y prácticamente desconocido por la historiografía colonial peruanista, a pesar de haber sido el primer Corregidor de Paspaya y posteriormente también de Pilaya. Llegó a Chile el año 1576, integrando las fuerzas de socorro para la guerra de Arauco que trajo desde España el General Juan de Losada. El 20 de octubre de 1576, el gobernador de Chile, Rodrigo de Quiroga, firmó el acta de recepción de la nueva dotación de soldados que lo incluía. Medina, Colección de Documentos Inéditos, II, 296-300. 16 AHN Inquisición 1646 fol.11r. 13
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San Juan de la Frontera de Paspaya: la Compañía de Jesús, la Inquisición y el pobre mercedario Escobar
“Y sea increíble todo esto fue fácil de alcanzar porque la justicia, escribanos, letrados, abogados no hacen más de lo que quiere el Padre Portillo y los teatinos. Temieron de no tenerlos de opósitos o encontrarse con ellos y así no reparan si es bueno o malo o en perjuicio lo que piden sino en darle contento porque no diga en el púlpito lo que quiere dando oídos a novelas y contezuelos de si algunos con poca consideración…”17
Despechado continúa declarando cómo, en numerosas ocasiones había “regalado” a los jesuitas que lo visitaban en su hacienda de Paspaya y se quejaba amargamente cómo Portillo le pagaba ahora con esta moneda, “que es cierto por la cuenta que a Dios he de dar, - reverendísimo Señor - , que si yo fuera algún turco o moro, hubiera muerto padre o madre de esos señores, no sé que más pudieran hacer.18 Durante el proceso incoado ante la Inquisición en la ciudad de los Reyes, la constancia de la venta forzada del ganado a un precio mucho menor de su valor en el mercado, complicó la defensa de Portillo. El ganado que se había llevado de la hacienda de Escobar valía al menos 4.000 pesos ensayados, pero fue tasado por los adláteres de la Compañía de Jesús, en tan sólo 1400 pesos ensayados. También observamos cómo, ante la negativa taimada de fray Antonio de vender su ganado y para evitar que pudiera estorbar la operación, los jesuitas decidieron sacarlo de la escena. Así, el 31 de mayo de 1586 el padre Portillo nombró motu propio - ante el alcalde de Potosí Gonzalo Santos, - un tutor y curador para la sobrina del mercedario y de sus bienes. Como podemos leer en el expediente inquisitorial, una vez designado el tutor llamado Balmaseda, éste procedió ipso facto a declarar a la niña desamparada e incapaz de administrar su patrimonio. En tal circunstancia y para evitar que recibiera un mayor perjuicio se justificaba que se vendieran sus propiedades cuanto antes. Entonces el flamante tutor declara que como, “… curador y tutor que soy de la persona y bienes de Juana digo que la susodicha tiene por sus bienes, cabras y ovejas, vacas, puercos, conforme a esta memoria que presento y porque la susodicha no tiene indios ni persona que le guarde el dicho su ganado ni a quien se lo de para la dicha guarda […] la dicha hacienda se le perderá y morirá y se lo hurtarán por lo cual conviene se me de licencia para que se venda todo ello para lo cual me ofrezco a dar información de cómo es mejor y provechoso se vendan.” 19
En estas circunstancias la Compañía de Jesús habría realizado un acto de caridad cristiana comprando – a un precio mucho menor del que realmente tenían -, los bienes de Juana. Las siguientes son las cuentas que presentó Balmaseda referente a la liquidación de los bienes de la niña. Por ellas comprobamos que el remanente que sobró de toda la operación habrían sido tan sólo 400 pesos, “Los cuales dichos 1400 pesos los he recibido en esta manera, los 650 pesos [que] por mí y en nombre de la dicha menor dio y pagó a Domingo Hernández, por un mandamiento de la justicia ordinaria de esta Villa que me entregó originalmente el dicho padre Rector y 250 pesos al padre fray Antonio Escobar de la Orden de la Merced para pagar a Nicolás Valen17
AHN Inquisición 1646 fol.3r AHN Inquisición 1646 fols.32r y 32v. AHN Inquisición 1646 fol.66v.
18 19
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Paulina Numhauser
ciano por 6 meses que sirvió a la dicha menor en sus haciendas y 100 pesos que me dio a mi Antonio de Escobar para vestir a la dicha menor y los 400 pesos restantes, cumplimiento de los dichos 1400 de esta escritura que recibo con presencia de escribano y testigos”.20
Posteriormente fray Diego Blanco, procurador de Escobar ante la Inquisición, declarará que “aunque aparentemente parecen bastantes y justos títulos todos se hallan mediante la fuerza y violencia que a mi parte se le hizo en la dicha prisión y reclusión y fue consentimiento y voluntad forzada y de la tutela que se discernió en Hernando de Balmaseda de la persona y bienes de Juana …”21 En Lima los diversos testigos llamados a declarar ante el comisario Larrátegui ratificaron las acusaciones de fray Antonio. Entre ellos el padre jesuita Esteban Ochoa, que al ser interrogado ¿Si sabía que el ganado del mercedario fue llevado a una estancia perteneciente a la Compañía?, “dijo que no lo sabe más de que lo ha oído decir a los mismos padres de mi casa que el dicho Rector llevó e hizo llevar el ganado del dicho fray Antonio a su chácara”. Precisamente esta hacienda fue la causa por la cual los jesuitas decidieron apoderarse del ganado de fray Antonio. De acuerdo a los documentos que analizamos aquí los indios Visisas o Wisijsas22 habrían donado23 al Colegio de la Compañía de Jesús de Potosí unas tierras llamadas Trigopampa o como la denominaron posteriormente los jesuitas, Jesús del Valle de Paspaya. El origen de esta donación fue una petición formulada por Ruíz de Portillo - en nombre del Colegio de la Compañía - ante la Real Audiencia de Charcas, solicitando que se le concedieran 50 hanegadas de “sembradura de maíz y trigo,” 24 y que justificaba porque, “la dicha casa y religiosos della padescen trabajos o necesidad a causa de no tener como no tienen chácara ni tierras para poder hacer alguna sementera de trigo e maíz para que se puedan sustentar e alimentar los dichos religiosos que de ordinario residen en la dicha casa y porque en el valle de Supas, en frontera de chiriguanaes, hay mucha cantidad de tierras baldías e es sin perjuicio de naturales ni de otras personas…”
Los indios Visisas exponen más adelante cuales son los límites de las tierras que donan, “… que hazemos gracia e donación al dicho Colegio e Compañía de Jesús e religiosos della de un pedazo de tierras que nós avemos e tenemos en el dicho Valle de Supas que es y se entiende desde la quebrada que llaman de Trigopampa e por otro nombre Collpavilque, desde el estrecho que hace la dicha quebrada por do corre el río del dicho Valle e comienza la pampa o llanada que llaman Trigopampa y Collpavilque, sobre mano izquierda todas las vertientes quebradas, guaicos, laderas y altos hasta la puna e río arriba desde el dicho estrecho hasta arroyo de Hualcallullo que entra en el río principal, el cual dicho arroyo es mojón de división de estas dichas tierras del dicho Hualcallullo ques chácara de Juan de Aguirre que hay por la dicha acera e por la mano derecha el dicho río arriba e río abajo a
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AHN Inquisición 1646 fols. 79r y 79v. AHN Inquisición 1646 fol.82v. 22 Sobre los indios Visisas o Wisijsas, Rasnake, Autoridad y Poder, 91-108. 23 Archivo General de Indias (desde ahora AGI) Charcas 142, s.f. publicado en, Egaña, Monumenta Peruana, IV, 116-49. 24 AGI, Charcas 142, fol.119. La hanega o fanega es una medida de superficie agraria tradicional, que equivale a 10.000 varas cuadradas (100 x 100 varas cuya equivalencia con el metro es aproximadamente de 0,65 m. la vara). O sea, estaríamos hablando de algo más de 250 hectáreas de tierras agrícolas. 21
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una mano e a otra hasta llegar al dicho estrecho no le quede cosa alguna que no nos pertenezca, como dicho es, donación buena, sana, justa e derecha e irrevocable …” 25
Resulta evidente que en esta “donatio inter vivos” se cometen una serie de graves irregularidades.26 Sobre todo en lo que se refiere a la indefensión de los indios que actúan como donatarios. Pues tanto el Cedulario Indiano de Antonio de Encinas como la Recopilación de Leyes de Indias, prohíben claramente que los indígenas enajenen sus tierras sin una serie de resguardos administrativos y judiciales, que en esta oportunidad no se cumplieron. En este sentido resultan aún más claras las Ordenanzas promulgadas el 10 de septiembre de 1575 en Arequipa por el virrey Francisco de Toledo, que se encontraban vigentes al momento de hacerse efectiva la donación. Precisamente llama la atención que no se encuentre presente el Defensor de los Indios, figura administrativa que desenvolvió el virrey Toledo en estas Ordenanzas.27 A lo que hay que agregar otra curiosidad y es que formando parte integral de la donación se incluyen 60 familias de indios Visisas que debían instalarse en Trigopampa permanentemente, para trabajar las tierras y cuidar del ganado. O sea, trabajo personal, que también estaba prohibido por la legislación de Indias.28 A cambio de tan generosas concesiones por parte de los caciques, 25 Egaña, Monumenta Peruana vol.IV, 137. El documento comienza de la siguiente manera, “Sepan quantos esta carta vieren como en el Pueblo del Espíritu Santo de Caiza, a siete días del mes de marzo de mil e quinientos e ochenta e seis años en presencia de mí el escribano e testigos yuso escriptos, por lengua e interpretación de don Balthasar Quirino, indio ladino, principal del mismo partido de Visisa, don Juan Bautista Chuquivilca, cazique e señor principal de los repartimientos de Visisa, Chaqui e sus anexos e don Bartolomé Alonso Alacama, su sobrino e don Gerónimo Canto e don Juan Auca, alcalde del dicho pueblo e don Juan Gonçalez Aricoma e don Pedro Chipaño e Hernando Gunava, principales del dicho repartimiento de Visisa, por los cuales prestaron boz y en nombre de los demás principales e indios del dicho repartimiento de Visisa, por sí y en nombre y en boz y en nombre de los cuales principales e indios del dicho repartimiento de Visisa, por los cuales prestaron boz e caución de rato y se obligaron que estaban e pasavan por lo que en que en virtud deste poder por ellos y en su nombre se hiziere e otorgare, e a manera de fiança e por corroboración de la dicha caución obligaron sus personas y bienes e dixeron que por quanto el colegio de la Compañía de Iesus de la Villa Imperial de Potossí tiene pedido al muy illustre señor presidente de la Real Audiencia de la ciudad de la Plata haga merced al dicho Collegio de ciertas tierras en el valle de Supas para ayudar al sustento del dicho colegio …” Egaña, Monumenta Peruana, IV, 124-25. 26 Antonio de Encinas, Cedulario Indiano (1596), (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1945), III, 66. De lo que se trata aquí es de una “donatio inter vivos” o donación entre vivos. Esta es una figura del derecho romano que se puede definir como una liberalidad irrevocable por la que una persona, el “donante” se despoja voluntariamente de una cosa o de una ventaja apreciable en dinero, en provecho de otra persona, el “donatario”. La característica más relevante que tiene una donación de este tipo es que debe nacer del libre consentimiento del donante y para ello deben tener conocimiento perfecto de qué dona y porqué lo hace. Eugéne Petit, Tratado Elemental del Derecho Romano, (Buenos Aires: Editorial Albatros, 1971) 545-46. Por lo tanto, al tratarse en este caso de una “donación entre vivos”, según la cual los donantes, - los indios Visisas -, no actuaron de manera directa sino que por intermedio de sus principales y caciques y sin los resguardos contemplados por la ley para evitar abusos, - el principal de ellos el Defensor de Indios- , se puede sostener que esta “donación” fue irregular. 27 Thomas de Ballesteros, Tomo Primero de las Ordenanzas del Perú dirigidas al Rey Nuestro Señor en su Real Consejo de Indias. (Lima: Imprenta de Francisco Sobrino, 1683) fols. 179r.-183 r. Ordenanza VI, en que Toledo prohíbe “que ninguna persona de ningún estado ni condición que les pueda hacer ni haga peticiones a los dichos Naturales, sino que los dichos Defensores [de Indios] los hagan por ellos y pidan y aleguen todo lo que a su utilidad y provecho más conviniere…” fol.180r. Ricardo Beltrán y Rózpide, “Memorial que D. Francisco de Toledo dio al Rey N.S. del estado en que dejó el Perú”, Colección de las Memorias o Relaciones que Escribieron los Virreyes del Perú acerca del estado en que dejaban las cosas generales del Reino. (Madrid: Imprenta del Asilo de Huérfanos del S.C. de Jesús, 1921), I, 71-94. Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias, (Madrid, Antonio Pérez de Soto, 1774), vol. II, lib. VI, tít.6, ley 2: 217, “Que en el Perú se han de dar las instrucciones a los Protectores conforme a las ordenanzas que hizo el virrey Don Francisco de Toledo, añadiendo lo que conforme a la diferencia de los tiempos conviniere al amparo y defensa de los Indios.” 28 Rasnake, Autoridad y Poder, 104. El número total de indios Visisas que residían en esta región el año 1592 y que comprendían los ayllus Anansaya y Urinsaya, era de 847. Por lo que estas 60 familias equivalían aproximadamente a un 25 % de la población total.
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los jesuitas se comprometían a construir una torre para proteger a estas 60 familias en caso de sufrir uno de los frecuentes ataques de indios chiriguanos. Exposición a un peligro que también resulta curiosa tratándose de indios cuyas principales reducciones se encontraban relativamente alejadas de la frontera oriental. Antes del año 1575, los Visisas habían sido reducidos en dos pueblos. Uno ubicado al noroeste de Paspaya, llamado Nuestra Señora de la Encarnación y otro ubicado a unos 70 kilómetros al sur llamado Nuestra Señora de la Concepción de Tocopalca. Algunos años después, una parte de los indios de Tocopalca consiguieron autorización para fundar una nueva reducción a 30 kilómetros al noreste en Caiza, a “sólo 7 leguas de la Villa Imperial de Potosí” y que llamaron Espíritu Santo. Como podemos comprobar, todas ellas bastante alejadas del Valle de Supas donde se encontraba Trigopampa. (fig. 2)29 Podemos agregar que siendo Paspaya una región, donde convivían diversos pueblos indígenas, resulta poco claro si las tierras de Trigopampa o posteriormente las de Chillagua pertenecían efectivamente a los indios Visisas.30 Nuestras dudas se incrementan con la declaración de fray Antonio que menciona que esta región había sido repartida previamente entre varios colonos españoles, “Estos padres mientras tuvieron la amistad de Juan Ladrón de Leyva tuvieron modo para quitar una tierras que se llamaban Trigo Pampa y ahora se llaman Jesús del Valle a un pobre hombre casado, viscaíno llamado Pedro Martínez de Ajarrista y para llevarlo a las dichas tierras el dicho ganado tuvieron el medio que he referido dejando a la mal aventurada de mi sobrina arrimada a la mayor miseria del mundo.” 31
Y en otra oportunidad acota, “…y para apacentar el dicho ganado quitaron las estancias y corrales y pasto a otro pobre hombre llamado Juan de Aguirre echándole las vacas de la estancia que él poseía y tenía de muchos años, habían buscado una ocasión bien sin fundamento y menos justicia y se quedan con todo porque está un Comisario de V.S. de por medio…” y continúa …” para su servicio van quitando generalmente a muchos de la comarca, yanaconas e indios y es voz que usan de un medio diabólico que andan algunos teatinos confesando indios y yanaconas y confesados sus pecados le dicen que eran graves y que para absolverlos han de ir a su chácara, digo de los teatinos, y así con ese sonsonete los llevan sin que nadie ose hablar de miedo del nombre del Santo Oficio”.32
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Rasnake, Autoridad y Poder, 96-99. Egaña, Monumenta Peruana vol. IV, 116-36 y 545-47. Rasnake, Autoridad y Poder, 91-108; Presta, Hacienda y Comunidad, 33-34. Tristán Platt, Therèse Bouysse-Cassagne, Olivia Harris, (eds.) Qaraqara-Charka, Mallku, Inka y Rey en la provincia de Charcas (siglos XV-XVII) (Bolivia: IFEA/ Plural Editores/ FBCB/ University of St. Andrews, 2006), 711y 821-23. Respecto a lo poco claro de la situación de los Visisas ver, Mercedes del Río, “Estrategias Andinas de supervivencia. El control de recursos en Chaqui (siglos XVI-XVIII)”, (Buenos Aires) Anuario IEHS, 4 (1989): 53-84. 31 AHN Inquisición 1646 fol. 4r. 32 AHN Inquisición 1646 fol. 4r. Fray Antonio llama la atención sobre el proceder de los jesuitas. “Tengo que advertir a V.S. para que conste de la codicia y solicitud con que estos padres procuraron destruirme como la víspera de Corpus Christi el dicho Comisario y Rector mandaron salir de esta Villa a Domingo Hernández por urgirle sin darle tiempo para que oyera misa y que fuese a mi costa y tomase todos los dichos ganados por el Santo Oficio, haciendo entrega de ellos, el cual con este nombre y voz fue públicamente por los caminos con notable perjuicio de mi honra siendo sacerdote y comendador de mi Orden. Los tomó de mis corrales y pastos y los trajo a los de los teatinos, entregándose de ellos los dichos teatinos y trayéndolos 12 o 14 leguas a sus corrales donde los recibió a mi costa o de la dicha mi sobrina.” 30
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Todo indica, que una vez que el presidente de la Real Audiencia de Charcas tomó la decisión de instalar a los jesuitas en la región de Trigopampa, se encontró con el problema de desalojar a los colonos europeos emplazados previamente en el lugar. Esto explica el decreto de la Real Audiencia en que manda “a todas las personas a quien se hubieren repartido tierras en la Villa de San Jhoan de la Frontera y su distrito, acudan dentro de veinte días a hazer vecindad en ella, so pena de ducientos pesos para la Cámara de Su Magestad y pérdida la vecindad.” 33 O sea, que tal como fray Antonio fue alejado a la fuerza de su hacienda durante más de 20 días y por lo tanto perdió, según este decreto su “vecindad”, otros colonos con menos recursos y capacidades para defenderse que el mercedario corrieron la misma suerte, pero sus tragedias personales en cambio, nos son desconocidas y permanecen en el silencio. La hacienda de Trigopampa fue sólo el punto de partida de una campaña de expansión acelerada por parte de la Compañía de Jesús que abarcó gran parte de la provincia de Paspaya. Así comprobamos cómo tan solo unos pocos meses después, el 20 de marzo de 1587, el kuraka principal de los indios Visisas, Juan Bautista (Alonso) Choquevilca procedió a donar más tierras (Chillagua) a los jesuitas.34 Todo indica que estas nuevas donaciones en el valle de Supas debieron ser parte de un posible acuerdo entre el cacique principal Visisa, Choquevilca y los padres. En este probable pacto tuvo una participación activa el licenciado López de Cepeda, presidente de la Real Audiencia de Charcas, cuya estrecha relación con la Compañía de Jesús está bien documentada35. A esto debemos agregar que muchos de los hijos de estos indios principales se educaron con los jesuitas en Potosí. Como lo expone el mismo Juan Ayaviri Cuysara, importante kuraka de esta región, “… en su niñez le entregaron [sus padres] a los religiosos de la Compañía de Jesús, donde supo leer y escribir y estudió la lengua latina y tuvo mucha doctrina, crianza y policía, como hijo y descendiente de personas tan principales, andando siempre a caballo y ocupándose en ejercicios virtuosos.” 36
Por otro lado este cuadro no nos puede engañar, puesto que en Paspaya y Pilaya igual que en otras regiones del virreinato, los europeos que intentaron apropiarse de las tierras de los indígenas chocaron con una férrea oposición de su parte. Esto preocupó a Juan Ladrón de Leyva, 33
Egaña, Monumenta Peruana, vol. IV, 122, Ladrón de Leyva presentó esta Real Cédula ante el escribano de Collpavilque o Jesús del Valle el 1º de diciembre de 1586. Con esta provisión en la mano fue sencillo, como veremos a continuación, proceder a despojar de sus tierras a varios colonos a favor de la Compañía de Jesús, entre ellos al mismo fray Antonio de Escobar, que fue alejado de sus tierras durante más de 20 días. 34 Presta, Hacienda y Comunidad, 34 35 La simpatía de Juan López de Cepeda hacia los jesuitas está bien documentada. Antonio Egaña (s.i.) Monumenta Peruana, IV, 118, n.7, donde se refiere al licenciado López de Cepeda como “amigo de los jesuitas”. Un antecedente que explica esta estrecha relación fue la intercesión hecha a favor de Cepeda, ante el Papa, por el Provincial de la Compañía Balthasar de Piñas solicitando que se le concedan uan serie de indulgencias. Pablo Pastells,(s.i.) Historia de la Compañía de Jesús de la Provincia del Paraguay, (Madrid: Librería General de Victorino Suárez, 1912), I, 23. 36 Platt Qaraqara-Charka, 860, 879, 868 “Probanza de los Uni Malco de Sacaca, don Juan Ayavire Cuysara y don Fernando Ayavire Cuisara” (1598) Probanza de servicios en que varios jesuitas aparecen citados como testigos. Uno de ellos fue el padre Julián Delgado que declaró que Fernando Ayavire, principal Charka envió a su hijo Juan, “ a la escuela de las primeras letras en Potosí y a aprender la gramática y latinidad en la casa y Compañía del Nombre de Jesús de la dicha villa, siendo he dicho don Juan su discípulo, el cual fue uno de los discípulos más aprovechados y señalados en sus estudios y en doctrina y cristiana crianza y policía de habla y trato y hábito entre todos los españoles que allá acudían”
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flamante corregidor de Paspaya y se refleja en un legajo incluido en las Capitulaciones que firmó ante la Real Audiencia de Charcas.37 En este documento expresaba su inquietud por los recursos recientemente presentados por los caciques de Paspaya quejándose por el despojo que estaban sufriendo de sus dominios. Esto según Ladrón de Leyva, auguraba una serie de pleitos y por lo tanto un futuro incierto a la nueva población, sobre todo porque los indios Charcas ya habían ganado una “provisión de amparo para contradecir aquella población diciendo ser suyas aquellas tierras, lo cual es en perjuicio de la población que V.A. manda hacer”.38 El 1º de agosto de 1589, una vez finalizada la etapa de recopilación de pruebas y testimonios en el juicio, el inquisidor Ruiz de Prado solicitó la comparecencia en Lima de fray Antonio de Escobar, quien se excusó alegando que se encontraba a la sazón ejerciendo el puesto de Comendador de su Orden en Cochabamba y tenía muchos problemas de salud, nombrando como su procurador a fray Antonio Blanco.39 Paralelamente, los jesuitas en vista de que las cosas se habían complicado para el padre Portillo, le designaron también un defensor, que en este caso fue el entonces joven padre Diego Martínez de Paz, que iniciaba de esta manera una carrera exitosa en la Compañía que lo convertiría con el tiempo en provincial del Perú.40 La táctica de defensa de Paz se centralizó en ataques personales e intentos de desprestigiar a Escobar. El 12 de septiembre de 1589, replicaba de la siguiente manera, “… el dicho su provincial y el Presidente de la Audiencia Real de la Plata con celo cristiano y por temor que tenían de que el dicho fray Antonio con su mala vida y costumbres se iba a pasar a los chiriguanaes y inquietar aquellas provincias , lo que los soldados que estaban en aquellas fronteras, por ocasiones que les daba el dicho fray Antonio le matarían, rogaron y importunaron a mi parte [Ruíz de Portillo] por el respeto que entendían que toda la gente le tenía, que entrase a llamar al dicho fray Antonio …” 41
Por su parte el padre Blanco tenía claro que debía forzar la comparecencia personal, ante el tribunal, de Portillo y obligarlo a reconocer como suyas las cartas que le había enviado a fray Antonio y que eran la principal prueba de cargo. Esto lo logró el día 14 de septiembre de 1589. El secretario del Santo Oficio transcribe así la respuesta de Ruíz de Portillo al serle presentados los escritos, “… a visto y leído y mostrado son suyas propias de sí y él las escribió y firmó, 37
AGI Patronato, 136 N.1, R.4 fols.11v.-17v. AGI Patronato 136, N.1, R.4. fols.15v -15r. En la apelación que Ladrón de Leyva realizó como parte de las negociaciones de las Capitulaciones de su Corregimiento de Paspaya, nos brinda una interesante interpretación de cómo consideraba que debía entenderse un “perjuicio a terceros”. “ … en el capítulo 20 por el cual me da comisión V.A. para repartir estas chácaras y solares con que sea sin perjuicio de terceros, suplico a V.A. se entienda “perjuicio de tercero” lo que estuviere dado y repartido por merced a los españoles y no de indios cuyas son las dichas tierras por cuanto a 16 años que las tienen despobladas, yermas por estar como están de frontera de chiriguanaes y ansimismo por haberlos despoblado de las dichas tierras de Supas y Paspaya y haberlos muerto y llevados cautivos…”. 39 Referente a la actuación de fray Escobar como Comendador de su Orden en Cochabamba, Eudoxio Palacio y José Brunet, Los Mercedarios en Bolivia (La Paz: Universidad Mayor de San Andrés, 1977), 61-3. 40 AHN Inquisición 1646 Leg.4 Nº 1 fol.84r. De Diego de Paz se conservan varios manuscritos de interés entre ellos el que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, (desde ahora BNM) mss. 2010, referente a las Reducciones de Potosí, fols.109r.- 116r. Sobre este jesuita ver también, Enrique Torres Saldamando, Los Antiguos Jesuitas del Perú, (Lima: Imprenta Liberal, 1882), 349. 41 AHN Inquisición 1646 Leg.4 Nº 1 fols.57v.-59v“… demás de que en todo lo alegado por el dicho fray Antonio de Escobar no hay cosa probada sino que todos dicen que lo oyeron decir al mismo fray Antonio de Escobar el cual por ser hombre de mala lengua, terrible y escandaloso no se le debía dar crédito …” 38
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por tales suyas las reconoce y de su letra y mano y también es su letra y mano lo que está escrito a las espaldas de la primera carta…42El 3 de enero de 1590 Ruíz de Portillo es nuevamente citado ante el inquisidor pero ahora en calidad de reo. Sin embargo, leemos en la parte inferior del manuscrito una escueta nota que dice: “Estando este negocio en este estado falleció el padre Portillo” 43 Respecto a este importante juicio inquisitorial y a sus consecuencias, podemos sostener que la Compañía de Jesús ha tendido un manto de silencio. Sin embargo y como generalmente sucede en estos casos, es imposible borrar todas las huellas de un acontecimiento de tan gran envergadura y en el cual el principal afectado resultó ser un taimado y orgulloso fraile mercedario muy difícil de acallar. Esto es una suerte puesto que muchos documentos conocidos por los historiadores hasta ahora y que parecían no tener sentido, a la luz de estos nuevos testimonios, nos revelan y completan información de gran interés. Así comprobamos cómo el 6 de febrero de 1585, el padre Juan Sebastián escribía desde Potosí al General Aquaviva, informándole que aunque el Colegio de Potosí se encontraba en ese momento muy bien, últimamente habían surgidos dos asuntos preocupantes. Uno de ellos era el caso del Padre Blas Valera44 y el otro los problemas suscitados por Gerónimo Ruíz de Portillo – a quien no menciona explícitamente - como Comisario de la Inquisición. “…casi todos estos tres años ha sido un padre comisario del Santo Oficio, pidiéndolo así los señores Inquisidores destos Reinos, y concurriendo tales razones que al padre provincial desta Provincia le pareció no se poder dejar de aceptar…” Y continúa, “Los dichos dos padres que estos cargos han tenido y los demás de esta Casa son fieles a Dios y a la Compañía y se ocupan como fieles operarios en esta gran Viña del Señor.” Al margen del manuscrito se lee la respuesta. “Que es inconveniente ser los nuestros comisarios del Santo Officio” 45
Por su parte el padre Antonio Martínez, rector del Colegio de Potosí, que hemos visto que tuvo un papel relevante en estos acontecimientos, será finalmente reprendido duramente por el General Aquaviva, al enterarse que había enviado 1000 pesos al padre Joseph de Acosta para que comprara esclavos negros para la hacienda de Trigopampa.46 “Aquí no entendemos la necesidad que hay desto en Potosí sino que son para los charos (sic.) [chácaras] que no se sabe acá que sean; más que también nos avisan que el mismo Rector entiende mucho en plantar heredades, de que hay mucha murmuración.” 47
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AHN Inquisición 1646 Leg.4 Nº 1 fol.83v. AHN Inquisición 1646 Leg.4 Nº 1fol. 90v. Como una nota curiosa al respecto hay un desface en la cronología de la documentación jesuita publicada dende se sostiene que “Hierónimo Ruíz de Portillo murió el 3 de febrero de 1590 a la edad de 58 años”. Egaña, Monumenta Peruana, IV, 558. 44 Sabine Hyland, The Jesuit and the Incas. The Extraordinary Life of Padre Blas Valera, (s.j.) (USA: The University of Michigan Press, 2003) 45 Egaña, Monumenta Peruana, III, 547-550, “Carta del P. Juan Sebastián al P. Claudio Aquaviva, Potosí 6 de febrero de 1585. 46 Sobre este padre ver, Egaña, Monumenta Peruana, IV, 118, n.12 donde se menciona que Martínez salió de Lima el 1º de octubre de 1585 y comenzó el rectorado en Potosí tan sólo a principios de diciembre de ese año. El 13 de mayo de 1592 se encontraba en Santa Fé de Bogotá , Egaña, Monumenta Peruana,V, 103; y del mismo autor,VI, 773. 47 Egaña Monumenta Peruana, IV, 295-296 Carta del P. Claudio Aquaviva al P. Juan de Atienza de 22 de mayo de 1588 43
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Fray Antonio de Escobar fue nombrado poco después de ser expulsado de Paspaya, Comendador de su Orden en la Villa de Oropesa del Valle de Cochabamba. Este cargo, su educación y una testarudez proverbial le proporcionó el oxígeno necesario y las fuerzas para continuar adelante con sus reclamos a pesar de las fuertes amenazas y la feroz campaña de desprestigio que lanzaron contra él los jesuitas. ¿Los resultados del juicio? Habiendo fallecido “repentinamente” Ruíz de Portillo el desenlace del pleito resulta incierto mientras que el año 1600 fray Antonio de Escobar solicitó autorización para regresar a España.48
Figura 2 Provincia de Pilaya y Paspaya según, Ann Zulawski They Eat from their Labor, 171
Observemos esta documentación desde otra perspectiva y regresemos al instante en que el padre Gerónimo Ruíz de Portillo presentó la carta/poder ante la Real Audiencia de Charcas, actuando en nombre del Rector del Colegio de Potosí, Antonio Martínez. En esa ocasión solicitó que “se hiciese merced al dicho colegio en el Valle de Supas de cincuenta hanegadas de maíz y trigo”. En ese momento el Presidente Cepeda y los otros oidores de la Real Audiencia remitieron “el negocio a Francisco de Lassarte y Molina” que a la sazón era Corregidor de Porco, nombrado por Su Majestad, para que les informara, ¿En qué sitio se podría hacer efectiva esta concesión sin perjuicio de terceros?49 Sin embargo, observamos para nuestro asombro- cómo, al poco tiempo Lassarte desaparece del escenario y en cambio Ruíz de Portillo consigue una carta de intención, en que los indios Visisas declaran estar inte48
Thayer Ojeda, Formación de la Sociedad, 318 Egaña, Monumenta Peruana, IV, 128
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resados en donar a la Compañía las solicitadas 50 hanegadas en el Valle de Supas, en un sitio llamado Trigopampa. El jesuita procede entonces a presentar este documento a la Real Audiencia donde se firma la escritura de donación ante el teniente de Corregidor de Potosí.50 Con este documento en las manos, Portillo se dirigirse nuevamente a la Real Audiencia donde le aconsejan que en vista de que las tierras mencionadas pertenecían ahora al nuevo corregimiento de San Juan de la Frontera de Paspaya, cuyo corregidor era Juan Ladrón de Leyva, le consultase si era necesario “darles título y posesión de nuevo”.51 Todo este ir y venir del jesuita buscaba dar al menos cierta apariencia de legitimidad a una acción legalmente dudosa. Debemos recordar que este es un período de desconcierto y cierta anarquía en el Perú por el repentino fallecimiento del Virrey Martín Henríquez (1580-1582) y en el que la Real Audiencia de Charcas ejercía el gobierno interino en su jurisdicción. Podemos decir que la fundación del nuevo Corregimiento de Paspaya fue la iniciativa estrella del presidente de la Real Audiencia, el licenciado Francisco López de Cepeda.52 La región elegida limitaba con las ciudades de Tomina, al noreste y Tarija, al sur, al occidente con Potosí y Porco, y al oriente con la región amazónica dominada por los indios de guerra chiriguanos.53 La justificación de la empresa habría sido detener sus frecuentes ataques.54 Podríamos aventurar la hipótesis de que la súbita preocupación del licenciado Cepeda por la vecindad amenazante de los indios chiriguanos, estuvo relacionada con su programa de conceder haciendas en propiedad a la Compañía de Jesús en Paspaya. Para preparar el terreno que justificara estas medidas, reunió el 19 de octubre de 1583 en la ciudad de La Plata, a varios vecinos de prestigio que debían discutir sobre posibles soluciones a los frecuentes ataques de los indios Lacaxas y Chiriguanos.55 Unos días después hizo comparecer al Defensor de los Indios de San Lucas junto al administrador de la estancia de vacas de Pototaca “que es de indios Charcas”. Este declaró que los recientes ataques de los indios Lacaxas le habían ocasionado graves daños y como el “ingreso” a San Lucas de estos indios se hacía por pasos existentes en el valle de Supas para evitar que esto continuase era importante poblar esta zona fronteriza. Hasta el año 1584, se habían realizado varios ensayos infructuosos para poblar la banda oriental del río Pilcomayo. El intento más decidido se debió al virrey Francisco de Toledo, que el año 1574 envió una expedición a territorio chiriguano, que terminó en un fracaso total. En esa ocasión se fundaron las ciudades de Tomina y Tarija. Esta medida buscaba proteger los cen50
Egaña Monumenta Peruana, IV, 130. Egaña Monumenta Peruana, IV, 120 52 Ramón Levillier Audiencia de Charcas (Madrid: Imprenta de Juan Pueyo, 1922), Carta a S.M. del licenciado Cepeda dando noticia de haber poblado las fronteras de los Chiriguanaes.” 1º de octubre de 1592. III, 153-54. 53 AGI Patronato 136, N.1, R.4 “Ynformación hecha de oficio en la Real Audiencia de la Plata de los servicios del Capitán Juan Ladrón de Leyva, corregidor de la frontera de Pilaya”. “ …20 leguas de jurisdicción y por la parte que cae hacia Tarija, 8 leguas de términos y de jurisdicción hasta la propia del pueblo de Tarija e por la parte que cae hacia Tomina y Oroncota 8 leguas de términos hasta la propia que los dichos Valles tienen y por la parte que cae hacia San Lucas hasta el propio pueblo de San Lucas con su comarca, el cual cae en el distrito del Corregimiento de los Chichas que está a cargo del Corregidor de Tarija el cual no tiene salario del dicho pueblo más de la administración de la justicia de la cual carecen los indios de él por estar 35 leguas de Tarija y tener tanto en que entender en el Corregimiento que tiene del cual dicho pueblo ha querido hacer dejación en el Corregidor de Chaquí y Puna y es cosa importante a esta población adjudicarle este dicho pueblo de San Lucas porque de él han de ser parte de los indios que han de acudir al servicio del Pueblo que se ha de poblar.” 54 AGI Patronato, 136, N.1 R.4 fol.1r. “Viendo el Presidente y Oidores della los daños, muertes, robos y asaltos que los indios chiriguanaes hacían en vuestros vasallos y en sus haciendas, así de españoles como de naturales y que a dos jornadas de esta ciudad se desvergonzaron y salieron y mataron un fraile francisco y otros dos españoles.” 55 AGI Patronato 235, R.9. 51
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tros mineros y los caminos que unían Charcas con la ciudad de Santa Cruz de la Sierra de los frecuentes ataques de indios chiriguanos. Sin embargo, todos estos esfuerzos habían – hasta ese momento – resultado inútiles. (fig.3)
Figura 3 Territorio Wisijsa o Wisisa según, Roger N. Rasnake, Domination and Cultural Resistance, 102
Pocos años después, Ladrón de Leyva se vanagloriaba de que desde que había poblado la villa, los indios chiriguanos habían dejado de atacar Paspaya y que por consiguiente esto habría traído grandes ventajas económicas a la región, “… ha sido de mucho efecto para el aumento de vuestros reales quintos de la Villa de Potosí por proveerse de la comarca de aquella frontera de muchos bastimentos y madera para los ingenios della y carbón para las fundiciones de vuestros reales quintos y donde pastan muchos ganados de la tierra que bajan los metales del Cerro y donde están mucha cantidad de estancias de ganado vacunos y ovejunos de que se sustentan la dicha villa de Potosí y otras partes …” 56
Una vez justificada la necesidad de la fundación de un nuevo corregimiento en Paspaya, se procedió a discutir los detalles de la capitulación firmada con el capitán Juan Ladrón de Leyva, a quién se encomendó la empresa.57 Las negociaciones se finiquitaron el 17 de julio de 56
AGI Patronato, 136 N.1, R.4, fol.2v Información hecha de oficio en la Real Audiencia de La Plata de los servicios del Capitán Juan Ladrón de Leyva, Corregidor de la Frontera de Pilaya. Sobre el capitán Ladrón de Leyva n. 15
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1584, aunque tan sólo el 18 de febrero de 1585 pudo hacer efectiva la toma de posesión, en la localidad de Tincoya, como “Capitán y Justicia mayor y fundador e poblador de la nueva población que al presente viene a ser de San Juan de la Frontera” 58 Entre los testigos se encontró presente el mercedario fray Antonio de Escobar.59 Podemos constatar, sin embargo, que el silencio que ha rodeado este juicio inquisitorial contra el padre Portillo se ha extendido también a este nuevo corregimiento. Son pocos los cronistas que lo mencionan y menos aún los historiadores. Entre las excepciones se encuentra, Francisco López de Caravantes, que nos da la siguiente noticia, “…porque Juan Ladrón de Leyva pobló un pueblo de españoles en Pazpaya y se le dio este Corregimiento por dos vidas en tiempo del virrey Marqués de Cañete y hoy lo sirve en segunda vida Vítores de Alvarado, que casó con su hija.” 60
Tanto Escobar como otros testigos citados por el comisario Larrátegui denunciaron en sus declaraciones cómo los jesuitas, sin miramiento alguno, se fueron apropiando de las tierras que pertenecían a los colonos asentados hasta ese momento en la zona. La hacienda de Trigopampa fue el núcleo territorial desde donde partió la avanzada. Se acusaba también al capitán Juan Ladrón de Leyva de haberse coludido con ellos para cometer toda suerte de abusos contra algunos individuos cuya presencia le incomodaba en la región de la cual era corregidor.61 El móvil económico se evidencia detrás de esta política expansionista. De Paspaya y Pilaya provenía gran parte de la madera, carbón, frutas, granos y animales de carga que se vendían en el asiento minero de Potosí. Igualmente las haciendas jesuitas, con el tiempo, produjeron un vino de buena calidad y a menor coste que el que se traía de regiones alejadas como Arequipa. Sin dejar de mencionar que tratándose de una región de frontera, se desenvolvió un activo comercio informal de esclavos a través de la compra de prisioneros pertenecientes a los indios chiriguanos.62 Este interés económico subyace en la concesión de la hacienda de Trigopampa como también en la hacienda fundada poco antes, a tan sólo 2 leguas de distancia de la doctrina de Juli.63 58
AGI Patronato 136, N.1, R.4 fol.17v. AGI Patronato 136, N.1, R.4 60 Francisco López de Caravantes, Noticia General del Perú, (Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1987), V.II; Discurso VI (95-96), 169-170. Llama la atención, sin embargo, que Caravantes no mencione la existencia en la región de haciendas de la Compañía de Jesús. Durante la primera mitad del siglo XVII Paspaya y Pilaya vivió un período de gran auge económico al convertirse en zona de repostería y de paso para aquellos que transportaban - desde Buenos Aires y Tucumán mulas y esclavos negros para vender en los mercados de Potosí y Porco. Juan del Pino Manríque, “Descripción de la Villa de Potosí y de los partidos sujetos a su Intendencia”, en Pedro de Angelis, (ed.) Colección de obras y Documentos Relativos a la Historia Antigua y Moderna de la Provincia del Río de la Plata. (Buenos Aires: Imprenta del Estado, 1836). 61 Egaña, Monumenta Peruana, vol.IV, 122. Consultar nota 31. 62 Thierry Saignes, “Mestizos y salvajes: los desafíos del mestizaje en la frontera chiriguano (1570-1620) (1982)”, en, Historia del Pueblo Chiriguano, (Bolivia: Instituto Francés de Estudios Andinos, 2007), 185-205. Pilaya y Paspaya fue durante la segunda mitad del siglo XVI el centro de las actividades económicas de Antonio López de Quiroga, uno de los hombres más rico del virreinato del Perú durante la segunda mitad del siglo XVII. Peter Bakewell, Silver and Entrepreneurship in Seventeenth-Century Potosí. The Life and Times of Antonio López de Quiroga. (Dallas: Southern Methodist University Press, 1988) 139-144 63 Egaña Monumenta Peruana III, 362-63. “El Padre Diego de Torres al Padre Claudio Aquaviva. Juli 12 de febrero 1584” Al parecer la hacienda jesuita de Juli ya existía el año 1584, y por lo tanto sería anterior a la donación de Trigopampa, que se concretizó durante el año 1586. 59
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Los documentos que estudiamos aquí nos presentan el inicio de una política jesuita destinada a la adquisición de propiedades de grandes dimensiones para su explotación directa. Decisión adoptada a nivel institucional y que fue implementada de manera enérgica y en ocasiones violenta.64 Hay indicios, sin embargo, que no toda la provincia jesuita del Perú, apoyó la adopción de esta política y que surgieron al respecto fuertes discrepancias internas. Uno de estos críticos fue el padre Diego Torres Bollo quien en carta desde Juli, enviada al general Aquaviva mencionaba que, “El Padre Provincial,65 quiere también que haya en este pueblo de más de un poco de ganado de que nos sustentamos, otra estancia de dos mil ovejas para los Colegios de Chuquiabo y Arequipa de lo cual se seguirá mucho trabajo a los nuestros y a los indios y desedificación para los que vieren sacar de aquí para estos colegios 400 o 500 carneros para comer y vender.” 66
Y un tiempo después el año 1589, esta vez el padre Juan de Atienza informaba a Roma que en Juli, “Han comprado los Nuestros una Estancia, que estará como dos leguas del pueblo, en la cual tienen como mil y seiscientas ovejas con que tienen carne para su sustento …” 67 La decisión, de iniciar la explotación agrícola directa de sus haciendas representa un giro importante en la política de la Compañía de Jesús en Indias, pues implicó ocupar a los coadjutores temporales en actividades esencialmente diferentes a las que cumplían en Europa y alejadas de los propósitos evangelizadores por los cuales habían sido enviados a Indias.68 La historiografía ha sostenido que el virrey Toledo y la Compañía de Jesús tuvieron un fuerte choque al negarse los últimos a hacerse cargo de las doctrinas de indios. Esto hubiera implicado instalarse entre ellos de forma permanente, lo que desaconsejaban las Constituciones de la Compañía.69 Por lo tanto sólo a regañadientes y después de fuertes presiones por parte del 64
Egaña, Monumenta Peruana, IV, 125-127 Balthasar de Piñas 66 Egaña Monumenta Peruana III, 362-63. Gracias a este proceso inquisitorial contra Ruíz de Portillo, se ha conservado información de gran interés sobre Paspaya, que lamentablemente carecemos actualmente para la hacienda de Juli. Existen testimonios que se refieren a la necesidad de alimentar a los indios de la doctrina de Julí que pasaban hambre y posiblemente la adquisición de esta estancia obedeció a paliar estas urgencias. Antonio Astraín (s.i.) Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, IV (Madrid: Administración de Razón y Fe, 1913), IV, 511. “Hay en este pueblo, [dice el P. Torres] más de 400 personas que no tienen que comer ni lo pueden ganar ni quién se lo de sino nosotros y como los tenemos por hijos sentimos su necesidad como padres.” Por su parte Francisco Mateos, (s.i.) Historia General de la Compañía de Jesús en la Provincia del Perú, (Madrid: CSIC, 1944) II, 410; en una nota a pie de página de la Crónica Anónima no se menciona en absoluto a Paspaya pero sí se refiere en cambio, a la existencia de “estancias de comunidad” en la Reducción de Julí. “Nótense los muchos puntos de afinidad entre Juli y las reducciones del Paraguay, en el régimen de vida de los indios y aún en las estancias de comunidad para suplir las imprevisiones de éstos en años de malas cosechas…” 67 Egaña, Monumenta Peruana IV, 475. “El p. Juan de Atienza, Provincial, 2 de enero de 1589”, 68 Esta es una discusión que aún está pendiente. Magnus Mörner, Actividades Políticas y Económicas de los Jesuitas en el Río de la Plata, (Buenos Aires: Paidos,1968), 33-7. Leopold von Ranke, Historia de los Papas en la época moderna, (México: Fondo de Cultura Económica, 1981), 104-112.Paulina Numhauser (ed. y tr.), “Gerónimo Pallas, Misión a las Indias con advertencia para los religiosos de Europa, que la hubieren de emprender”, L. Laurencich y P. Numhauser (eds.), Sublevando el Virreinato, Documentos Contestatarios a la Historiografía del Perú Colonial, (Ecuador: Abya Yala, 2007) CD. Antonio Acosta, “¿Problemas en la expansión misionera jesuita a comienzos del siglo XVII: Gerónimo Pallas en el Perú y su “Misión a las Indias”, 37-72. L. Laurencich y P. Numhauser (eds.), Sublevando el Virreinato, 37-72. Paulina Numhauser, “¿Sublevando el Virreinato?: Jesuitas italianos en el Virreinato del Perú del siglo XVII. Gerónimo Pallas (s.i.)” Laurencich y Numhauser, Sublevando el Virreinato, 73-124. 69 Respecto al curato de almas y la Compañía de Jesús se puede consultar en, Martín María Morales, “Los Comienzos de las 65
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virrey aceptaron hacerse cargo de la doctrina de Juli.70 Precisamente por este argumento no deja de causar asombro el paso que hacen los jesuitas, en este período, hacia la explotación directa y en gran escala de estancias agrícolas y ganaderas. Las diferentes órdenes mendicantes que se instalaron en el Perú, además de la Compañía de Jesús, fueron agraciadas desde muy temprano con toda suerte de donaciones por parte de sus feligreses. Sobre todo en forma de legados testamentarios. Esta fue, junto a la compra, una de sus principales fuentes de adquisición de tierras a pesar que el monarca, desde los inicios de la colonización, había vedado al clero la posesión de propiedades raíces. Muchas de estos bienes fueron haciendas dedicadas a la agricultura o a la cría de ganado. En esos casos generalmente se alquilaban o se nombraba un mayordomo que las administrara en su lugar. La Compañía de Jesús, a diferencia de las otras órdenes, contaba entre sus filas con personal altamente capacitado para encargarse de la administración y de la explotación temporal de estas propiedades,71 que con los años fueron incrementando su extensión a través de la compra – generalmente a través de testaferros - de tierras aledañas. El resultado fue que los jesuitas llegaron a acaparar las mejores tierras cultivables en cada provincia.72 De acuerdo a una Real Cédula hecha por Carlos V en Madrid el 27 de octubre de 1535 se establecía que debían repartirse tierras, “…sin exceso entre descubridores y pobladores antiguos y sus descendientes, que hayan de permanecer en la tierra y sean preferidos los más calificados y no las puedan vender a Iglesia, ni Monasterio, ni a otra persona Eclesiástica, pena de que las hayan perdido y puedan repartirse a otros” 73
En las Leyes Nuevas esta prohibición se hizo aún más clara. El Virrey Toledo promulgó sus Ordenanzas teniendo presente los anteriores precedentes legales.74
Reducciones de la Provincia del Paraguay en Relación con el Derecho Indiano y el Instituto de la Compañía de Jesús. Evolución y Conflictos”. Archivum Historicum Societatis Iesu, 67 (1998), 6-37. En Brasil las aldeias indígenas administradas por los jesuitas serían un claro antecedente a las reducciones de la Provincia Peruana, consultar, Charlotte de CastelnauL´Estoile, Les Ouvriers d´une Vigne Stérile. Les Jésuites et la Conversion des Indiens au Brésil 1580-1620. (Lisbonne-Paris: Fundaçao Calouste Gulbenkian, 2000), 81-140. También, François Chevalier, “The formation of the Jesuit wealth”, Magnus Mörner (ed.), The Expulsion of the Jesuits from Latin America, (New York: Alfred.A.Knopf,1967) 94-103. 70 Consultar el capítulo 7º de las Constituciones de la Compañía de Jesús, http://www.documentacatholica omnia.eu/03d/14911556,_Ignatius_Loyola,_Constituciones_de_la_Compania_de_Jesus,_ES.pdf. 71 Magnus Mörner, Actividades Políticas, 17-20. Rosario Coronel Feijóo, El Valle Sangriento. De los Indígenas de la Coca y el Algodón a la Hacienda Cañeta Jesuita: 1580-1700. (Ecuador: Abya Yala, 1991) 99-105. 72 Para Quito, Nicholas P. Cushner, Farm and Factory. The Jesuits and the Development of Agrarian Capitalism in Colonial Quito 1600-1767(Albany: SUNY Press,1982). La importancia económicosocial de estas haciendas jesuitas se refleja en los padrones de indígenas que permiten comprobar cómo acaparaban la mayoría de la mano de obra. Coronel Feijóo, El Valle Sangriento. 78-89. Para Perú, Pablo Macera, “Instrucciones para el manejo de las haciendas jesuitas del Perú (ss.XVIIXVIII)” Nueva Coronica,vol.II:2º: (1966), 5-117. Para Chile, Diego Barros Arana, Riquezas de los Antiguos Jesuitas de Chile, (Santiago de Chile: Imprenta de la Librería del Mercurio, 1872) 73 Recopilación de Leyes de los Reynos de Indias. (Madrid: Antonio Pérez de Soto, 1774) II, lib. IV, tit.12, ley 10. 74 De la interpretación que hace Antonio de León Pinelo a estas leyes, se desprende que existía una prohibición clara referente a que tanto los clérigos regulares como seculares, poseyeran indios encomendados. Antonio de León Pinelo, Tratado de confirmaciones reales de encomiendas, oficios y casos en que se requieren para las Indias Occidentales, (Juan González: Madrid, 1630) fol. 87v. “Todos los eclesiásticos y muchos de los ministros seculares que hoy no pueden tener indios los tuvieron en los principios hasta que por las Nuevas Leyes se los mandaron quitar y se quitaron y se incorporaron en la Corona Real…”
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Esto explica, por lo tanto, porqué la Compañía de Jesús y sus simpatizantes recurrieron a esta complicada tramoya para apropiarse de las tierras del Valle de Supas. Posteriormente la irregularidad de la “donación” de Trigopampa, se intentó subsanar a través de la “composición” de tierras decretada por Felipe II el 1º de diciembre de 1591.75 En manos de la Compañía de Jesús la hacienda de Trigopampa y otras colindantes, la producción agrícola de Paspaya se incrementó considerablemente. Vázquez de Espinoza, que visitó la región algunos años después de estos acontecimientos relata así lo que observó, “Con el Valle de Oroncota del corregimiento de la villa de Porco confinan los valles de Pilaya y Paspaya en los cuales hay dos pueblos de españoles y grandes haciendas de viñas donde provee el virrey un corregidor para que administre justicia: ocho leguas por el valle de Paspaya arriba tienen los padres de la Compañía de Jesús unas gruesas haciendas de viñas y sembrados de trigo y maíz donde cogen gran cantidad del y más de 8.000 botijas de vino con grandes crías de ganados, por otra parte confinan estos valles con el corregimiento de Tarija y Chichas.” 76
Curiosamente en las mismas fechas en que este autor menciona que los jesuitas producían en Paspaya una gran cantidad de vino, el monarca promulgaba reales cédulas reiterando la prohibición de plantar viñas en Indias. En caso de transgresión se obligaba a los infractores a cancelar un 2% anual de impuestos en forma de censos a la Real Hacienda, por todo el vino producido.77 Sin embargo los jesuitas, que esgrimían el privilegio papal de no pagar diezmos y otros censos – ni ellos ni sus arrendatarios - podían una vez más inclinar la balanza comercial a su favor.78 Como vemos la Compañía de Jesús organizó la explotación de sus haciendas y la venta de sus productos buscando el mayor lucro posible. Para ello no ahorraron en ningún medio que les significara ganar ventaja frente a sus contendientes comerciales. El carácter competitivo, la organización de la producción y su orientación hacia los mercados han llevado al historiador Nicholas P. Cushner a sostener que estas haciendas formaron parte de una temprana manifes75
AGI Indiferente, 433 L.2 fols.37-44r. “Instrucciones al virrey García Hurtado de Mendoza” de 1º de diciembre de 1591. Es importante recordar que la Corona Castellana reivindicaba que las tierras en Indias le pertenecían y que tan sólo de manera graciosa y temporalmente otorgaba el derecho a usufructo a terceros. Po lo que esta composición de tierras tampoco habría sido aceptada a trámite, en caso de que las autoridades hubieran hecho respetar las Ordenanzas del virrey Toledo mencionadas con anterioridad. 76 Antonio Vázquez de Espinoza, Compendio y Descripción de las Indias Occidentales, (Washingthon: Smithsonian Institution, 1948), 576. 77 Joaquín Aguirre y Juan Manuel Montalván, Recopilación Compendiada de las Leyes de Indias, (Madrid: Imprenta y Librería de D. Ignacio Boix, 1846), 419. RC de Felipe II, 1595, Felipe III de 1620, y de D. Felipe IV en la instrucción de 1628, cap.4 y en 1631. 78 Archivo de la Casa de Moneda de Potosí (desde ahora CMP), Ramo y Temporalidades 253. “Testimonio de las piezas de la ejecutoria ganada en juicio contradictorio en Roma, para que no paguen diezmos los religiosos de la Compañía de Jesús ni sus arrenderos de las tierras y haciendas que poseen” La Plata, mayo 12 de 1627. Es importante resaltar que estas resoluciones se refieren al caso específico de las haciendas jesuitas de Paspaya. Los conflictos relacionados al pago de diezmos se mantuvieron constantes a lo largo del período colonial, ver, Informe del Pleito de los Diezmos de la Hacienda de la Palomera entre los Ilustrísimos Señores Deán y Cabildo de la Santa Iglesia de Córdova, de la una parte, y de la otra el Colegio de la Compañía de Jesús de la misma ciudad. (Córdova: Colegio de Nuestra Señora de la Assumtion, 1759). En relación a la oposición presentada ante el Real Consejo de Indias por los Obispos para obligar a las Órdenes de regulares a cancelar los diezmos ver, Juan de Solórzano y Pereyra, Política Indiana, (Madrid: Imprenta Real de la Gazeta, 1776) II: Lib.4, nº 25-26: 6.
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tación económica de ribetes capitalistas.79 Sin pretender entrar aquí en detalles, uno de los aspectos relevantes de este fenómeno fue el montaje de un complejo sistema de información a través de agentes comerciales, que permitió a los jesuitas optimizar la distribución y la comercialización de sus productos.80 Estos agentes actuaban en los principales mercados americanos de la época avisando y alertando a los encargados de las estancias sobre las fluctuaciones de los precios y de los pronósticos comerciales. Cushner menciona que ya en 1639 los jesuitas de Tucumán mantenían un agente comercial en Potosí, con el objetivo de mantenerse informados del clima económico en el asiento minero.81 Aunque no se puede sostener que la hacienda de Trigopampa, ni tampoco la de Juli fueron las primeras manifestaciones económicas de características capitalistas en el virreinato peruano,82 observamos sin embargo, que por la extensión y proyección en el tiempo que alcanzaron estas haciendas y otras pertenecientes a la Compañía de Jesús, cómo también por la violencia con que se impusieron en el espacio productivo y comercial de la colonia, resultan factores fundamentales en el proceso de formación de las sociedades iberoamericanas tal como las percibimos en la actualidad.
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Domingo de Santo Tomás o el extrañamiento de un precursor Julio Calvo Pérez Academia Peruana de la Lengua
Análisis desde el exterior de la obra omingo de Santo Tomás (DST), dominico sevillano, redactó al principio de la colonización española del Perú la primera Gramática quechua1 y recopiló al mismo tiempo el primer Lexicón de ella.2 Ambas obras se publicaron en un mismo acto editorial en Valladolid en 1560. Años después, tras sucesivos Concilios Limenses y en concreto bajo los auspicios del tercero, se publicó el Anónimo quechua (1586), conocido por el nombre del editor como Antonio Ricardo,3 que consta también de una gramática y diccionario, y que vira de la postura generalizadora de la lengua vehicular que utiliza DST a la normalización particular de uno de sus dialectos, el cuzqueño, considerado el más prestigiado, arrinconando con ello a los demás dialectos quechuas y reorientando para la posteridad religiosa los hábitos lingüísticos de la capital imperial inca. Este proceder, con tan rotundo cambio de rumbo, supuso el extrañamiento injusto de la labor del dominico en el campo de la política lingüística, y, aunque no se conoce con exactitud quién redactó el Anónimo,4 lo cierto es que desde su llegada al Perú (1º de abril de 1568) las obras gramaticales y lexicográficas del quechua y el aimara, al menos las principales, fueron hechas por los jesuitas: Diego de Torres Rubio5 Diego González Holguín,6 Ludovi-
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Fray Domingo de Santo Thomas, , Grammatica o arte de la lengua general de los indios de los reynos del Peru, seguida del Lexicon o Vocabulario de la lengua general del Peru, (Valladolid: Francisco Fernández de Córdova,1560). Santo Thomas, Lexicon o Vocabulario... 3 Antonio Ricardo, (ed.), Arte, y Vocabulario de la Lengua general del Perú, llamada Qichua, y en la lengua española (original atribuido) [1586]; ed. por R. Aguilar Páez como Gramática Quechua y Vocabularios,( Lima: Universidad Mayor de San Marcos,1970). 4 Julio Calvo Pérez, Estudio del “Arte y Vocabulario de la Lengua General del Perú, llamada Quichua, y en la lengua española (1586)”, (Madrid: AECID (2009a): 1-222. 5 Diego Torres Rubio, Arte de la lengua aymara, (Lima: Francisco del Canto, 1616). Y Diego Torres Rubio, Arte y Vocabulario de la lengua quichua, general de los Indios de el Perú, (Lima: Francisco del Canto,1619); con las adiciones de Juan de Figueredo, (Lima: Imprenta de La Plazuela de San Christoval, 1700), reimpr. (1754). Existe noticia, dudosa, de una edición anterior (¿1603?). 6 Diego González Holguín, Gramática y arte nueva de la lengua general de todo el Peru, llamada lengua Qquichua, o lengua del Inca, (Lima: Francisco del Canto [1607]; edición facsimilar: Vaduz-Georgetown: Cabildo 1975. Y Diego González Holguín, Vocabulario de la lengua general de todo el Peru, llamada lengua Qquichua, o del Inca, (Lima: Francisco del Canto, 1608). 2
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Julio Calvo Pérez
co Bertonio7 etc. Lo mismo sucedió con las descripciones de otras lenguas como el toba (Antonio de Bárcena 1585: Arte de la lengua Toba, no publicado hasta el siglo XIX) o el mapuche (Luis de Valdivia 1606: Arte y Gramática General de la Lengua que corre en todo el Reyno de Chile), ocupando, y copando, la mayoría de los espacios lingüísticos.8 Así venía el segundo silenciamiento de DST: el producido por la política religiosa “de rodillo” de algunas órdenes religiosas sobre otras. Aquella orden de los dominicos, quienes como se sabe eran incluso eximidos de los actos religiosos y los ayunos a favor del estudio y de la investigación (Blasco Martínez9, Moreno Fernández 10), fue irrespetuosamente tratada en esta cuestión y una hipérbole lingüística –gramáticas y diccionarios a lo grande- se abrió paso en sustitución del equilibrio santomasino, que se movía entre la complejidad de la obra y las necesidades reales, algo que caracteriza a lo que hoy día llamamos Lingüística Aplicada. Mi ponencia va a analizar esta situación de ciencia útil silenciada. No obstante, hay algunas otras razones que conviene poner brevemente sobre la palestra en este evento. Había motivos humanos para oponerse a la labor y a la persona de DST. Quien había defendido a los indios y a su lengua de aquella manera tan rotunda, con aires lascasianos, quien se esforzaba por evitar la perpetuidad de las encomiendas, quien era voluntariamente pobre11 era mal visto por obstaculizador de las desvergüenzas perpetradas por otros, parapetados tras la religión de la cruz y la espada igualmente “salvadora” y la ambición del oro. Así es que DST sufrió acusaciones que se agravaron tras el II Concilio Limense (1567), donde seguramente todavía brilló. Urbano et al.12 han analizado alguna circunstancia importante a propósito de la difamación contra él desde el Cabildo de La Plata. Por otro lado, se da una sorprendente paradoja: El Inca Garcilaso de la Vega (1609)13 que nació entre hablantes de quechua y que posiblemente olvidó su lengua materna en España, acusaba de no saber hablar la lengua indígena a un “catredático” de ella, alguien que no podía ser otro que DST, un dominico que en tiempo récord aprendió la lengua de los indios, distinguió en la teoría y en la práctica sus diversos dialectos y escribió una gramática y lexicón que ya 7
Ludovico Bertonio, Arte y gramática muy copiosa de la lengua aymara, Roma, Luis Zannetti (1603). Y Ludovico Bertonio, Vocabulario dela lengua aymara,( Juli: Francisco del Canto, 1612). En fechas anteriores a la llegada de los jesuitas, o próximas a ellas, los sacerdotes y miembros de las órdenes religiosas se repartían más ecológicamente las actividades lingüísticas. Véase una mínima cronología: 1547: el franciscano Andrés de Olmos escribe Arte de la lengua mexicana, la primera gramática en lengua vernácula de América, que no se publica hasta el siglo XIX. 1555: Fray Alonso de Molina publica el primer vocabulario de una lengua del Nuevo Mundo, el náhuatl; en 1571 publica un Arte de la lengua mexicana y se completa la edición del Vocabulario 1555: el dominico Domingo de Vico escribe el Vocabulario en lengua cakchiquel, quiché y zutuhil, primer diccionario sobre las lenguas mayas de las tierras altas de Guatemala, no publicado. 1558: el franciscano Maturino Gilberti da a la imprenta el Arte de la lengua de Michuacan, primera gramática del tarasco, a la que sigue, al año siguiente, un Vocabulario en lengua de Mechuacan. 1571: Fray Alonso de Urbano escribe la primera gramática del otomí, su Arte breve de la lengua otomí y vocabulario trilingüe, inédita hasta el siglo XX. 1578: El dominico Juan de Córdova publica el primer Arte en lengua zapoteca, junto con el lexicón de la misma lengua. Franciscanos, dominicos y sacerdotes se reparten la labor. 9 Rosa M. Blasco Martínez, Sociología de una comunidad religiosa 1219-1516, (Zaragoza: Institución “Fernando el Católico”, 1974). 10 Francisco Moreno Fernández, “Antonio de Nebrija y la lexicografía del siglo XVI”, Voz y Letra, V, 1 o (1994): 79-104. 11 Raúl Porras Barrenechea, Gramática o arte de la lengua general de los Indios de los Reynos del Perú, 1560, edición facsimilar con Prólogo, V-XXVIII (1951a). 12 Henrique Urbano, Leoncio López-Ocón y Yacin Hehrlein, “Historia y difamación: el cabildo de La Plata contra Domingo de Santo Tomás”, Cuadernos para la historia de la evangelización en América Latina 3 (1989), 165-205. 13 Garcilaso de la Vega, Inca, Primera parte de los Comentarios reales de los Incas, que tratan del origen de los Yncas..., Lisboa: Oficª Pedro Crasbeeck, 1609), lib. II, cap. V. 8
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había terminado a los 15 años de su llegada al Perú, quizá antes si aceptamos la noticia de Pedro Cieza de León14 de que ya “se ha hecho arte” en el cual “no ha trabajado poco” nuestro autor, una persona honesta con quien se encontró El Inca, a la llegada del sevillano a suelo patrio (mediados del año 1556) con el fin de publicar su obra. Ahí apostilla El Inca “se vee largamente cuanto iñoren los españoles los secretos de aquella lengua, pues este religioso con hauer sido maestro della no los sabia”.15 Incluso Felipe Guaman Poma, hombre disperso y diglósico donde los haya, no se priva de acusar a DST de que mezcla “todo revuelto” los dialectos quechuas y la lengua española.16 En estas dos opiniones, la recién citada y la del Inca, parecen contar respectivamente dos razones de peso: la inquina de un autor indígena, con su grado de orgullo, y la crítica de un escritor incapaz contra un gramático español felizmente conocedor de la lingüística grecolatina y la lexicografía nebrinense. Y es que por más que no guste a algunos comentaristas, no es lo mismo hablar una lengua que ser gramático o lexicógrafo de ella; ni tampoco se acompasa bien tener complejos como hablante de una lengua o un dialecto concretos con valorar objetivamente el papel de cada lengua y sus variantes dialectales en el ámbito social. Y esto vale tanto para Guaman Poma como para algunos gramáticos actuales. Pero, ¿qué pudo suceder para que un hombre ponderado y justo, un humanista profundo y sincero como era DST, fuera frecuentemente violentado en su paz personal y en su aporte pionero a las lenguas de América? ¿Qué se le imputa realmente para haber sido suprimido o ninguneado por unos y otros, como si hubiera cometido el mayor error o fraude imaginable, o se hubiera inmiscuido en un territorio que de ninguna manera le pertenece tanto a él como a sus inclementes críticos? DST ya no fue editado más y nadie habló en favor de su obra salvo alguna honrosa excepción: José de Acosta17 es seguro que alude a su obra con estas palabras: “Por lo que hace a la lengua, la dificultad está en gran parte aligerada en todo este espacioso reino del Perú, por ser la lengua general del Inga, que llaman quichua, de uso universal en todas partes, y no ser ella tan difícil de aprender, principalmente estando ya reducida a arte por diligencia y estudio de un varón a quien debe mucho la nación de los indios”.
Se trata, en este caso, de un comentario excepcional que viene del lado de los jesuitas, que parte de un autor que se ratifica con aire juvenil y entusiasta –tenía entonces 28 años– en lo dicho anteriormente en otro lugar de la obra citada18, un comentario que de todos modos se 14
Pedro Cieza de León, Crónica del Perú, (Lima: P:U:C: del Perú ([1553] 1984/1985). Garcilaso de la Vega, Inca, Primera parte de los Comentarios reales …, f. 30v. Hay dos apostillas que hacer en defensa del dominico sevillano. Una, que DST es tenido por un gran lengua, una persona capaz de aprender y usar las lenguas indígenas en poco tiempo, según los testimonios habidos como el de su biógrafo Juan Meléndez, Tesoros verdaderos …), por lo que se le puede acusar alegremente de inepto como hace el Inca. Dos, que la lengua que hablaba DST era el dialecto chinchaisuyo o norcentral, que no disponía de sonidos glotales ni aspirados, ni tampoco la lengua vehicular o koiné que constituía la lengua general. A ello hay que añadir que el Inca exageraba, como en otros aspectos de su obra. 16 Felipe Guaman Poma de Ayala, Nueva Coronica y Buen Gobierno, ed, de Franklin Pease G. Y. (Lima: FCE,1993), 1616, § 1079, 876. 17 José de Acosta: Predicación del Evangelio en las Indias, Libros Tauro ([1588], 1894): www.LibrosTauro.com.ar. 208 pp. en http://es.scribd.com/doc/53115718/Acosta-Jose-de-Predicacion-Del-Evangelio-en-Las-Indias. Reg. 12 de enero 2012, lib. I, cap. IX, 25-26. 18 Acosta, José de: Predicación del Evangelio… 1588: 123-124. 15
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hace sin restricciones, posiblemente antes de que los propios jesuitas cuajaran una obra representativa sobre el quechua. Dice así, Acosta: La pronunciación [del quichua] es ciertamente bárbara en gran parte, pero tiene con el castellano, que yo sepa, mayor afinidad que con ningún otro idioma, lo cual movió a escribir a fray Domingo, obispo, que creía preparadas por Dios estas gentes para la nación española”.
No es excepción, sin duda, que sea otro dominico, Gregorio García, también andaluz como DST, quien alabe directamente su nombre y obra años después.19 Pero para los demás, salvo para su biógrafo Fr. Juan Meléndez,20 DST había caído en el olvido, al menos aparentemente.21 Análisis desde el interior de la obra La Gramática de DST fue reeditada por primera vez a finales del siglo XIX por el alemán Julio Platzmann,22 pero el Lexicón ha sufrido peor suerte, pues no ha sido reproducido sino facsimilarmente en fecha relativamente reciente23 y nadie se ha dignado o atrevido todavía a hacer una edición crítica del mismo. Por eso apelamos a él, reivindicándolo ahora, una reivindicación que merece pasar por la defensa abierta de sus obras, porque el mayor regalo que podríamos hacer a sus enemigos de entonces o de ahora es sostener, injustamente o por análisis somero o interesado, que fue un gramático o un lexicógrafo con grandes limitaciones, o un investigador inclinado a las supercherías, como han pensado Cisneros,24 que querría verlo como gramático estructuralista, o Torero,25 con su continuado tic de que DST por ser un religioso no pudo ser ecuánime en el tratamiento del léxico, todo ello, eso sí, con el celofán de las alabanzas. Queremos defender aquí, aunque solo sea someramente, el valor de su aporte, en la base de las pesquisas más ecuánimes realizadas hasta ahora, incidiendo especialmente en el Lexicón que Calvo y Urbano (en pr.),26 que acabamos de terminar (mayo de 2012) con nuevos ensayos sobre su vida y obra. Todos estaríamos de acuerdo en aceptar la feliz calificación que le dio Porras Barrenechea27 a nuestro autor, a quien llamó el “Nebrija indiano”. Su Gramática es un tesoro por cuanto que logra el mayor equilibrio que hasta ahora se haya dado en la descripción del quechua
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Gregorio García, Origen de los indios del Nuevo Mundo, ([1607], México: FCE, 1981), 1607, lib. IV, cap. XIX, 177. Juán Meléndez, Tesoros verdaderos de las Indias, (Roma: Imprª Nicolás Ángel Tinassio,1681). 21 Tenemos la seguridad, por los cotejos sistemáticos y asistemáticos realizados, que tanto el Anón. de 1586 como González Holguín (1608) Vocabulario…, beben en sus fuentes. 22 Julius Platzmann, Arte de la lengua quichua. Domingo de Santo Tomás (fray), (Leibniz: B.G. Teubner, 1891). 23 Raúl Porras Barrenechea, Lexicón o Vocabulario de la lengua general del Perú, 1560, ed. facsimilar con Prólogo, V-XXXII (1951b). 24 Luis Jaime Cisneros, “La primera gramática de la lengua general del Perú”, Boletín del Instituto Riva Agüero 1,1 (1951): 197-264. 25 AlfredoTorero, “Entre Roma y Lima: El Lexicón quichua de Fray Domingo de Santo Tomás [1560]”, en Klaus Zimmermann (ed.), La descripción de las lenguas Amerindias en la época colonial, ed. del Ibero-Amerikanisches Institut, (Berlín: Vervuert-Iberoamericana, 1997), 272-290. 26 Julio Calvo Pérez y Henrique Urbano, Edición crítica del Lexicón o Vocabulario de la Lengua General del Perú, de Domingo de Santo Thomas (1560), (Lima: Universidad de “San Martín de Porres” (en pr.). 27 Raúl Porras Barrenechea, Gramática o arte de la lengua general de los Indios de los Reynos del Perú, 1560, edición facsimilar con Prólogo, XXVIII (1951a). 20
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general. Podríamos decir que partiendo de la inexistencia de una gramática previa, DST logra el máximo común divisor de todos los dialectos quechuas, especialmente los concernientes al quechua del Norte o chinchaisuyo y quechua del Sur o cuzqueño, identificándose en gran parte con un dialecto puente que se aproxima a lo que es hoy el dialecto ayacuchano, aspecto que no ha sido destacado con mucho convicción hasta el momento, pero que es tremendamente relevante. Máximo común divisor viene a ser lo que es común a todos los dialectos de la época y por tanto a la koiné que supuestamente representan. Bien es cierto que como se ha señalado, con razón aunque puntillosamente, hay errores o imprecisiones en la obra: la inexistencia de la voz pasiva, la confusión del evidencial -m(i) con la 3ª persona del verbo kay ‘ser’, la asimilación de la conjugación quechua al latín, la ortografía reductiva que defiende tanto en el Lexicón como en la Gramática, y otros temas de importancia (Cisneros,28 Calvo,29 Cerrón-Palomino30). Pero de ahí a pensar que cabe orillar al dominico sevillano hay un abismo: su obra representa un aporte ineludible, lleno de aciertos, de sensatez y de ecuanimidad en el tratamiento gramatical y de la significación de la lengua quechua, una obra arriesgada, original y compleja a la que hoy resulta difícil sustraerse, como para que no lo fuera en la época en que DST comenzó a ser olvidado o rechazado. Los gramáticos posteriores copiaron su idea de las posposiciones, aprendieron de él las reglas de la transitividad del verbo quechua, diferenciaron el pronombre inclusivo del exclusivo, y valoraron la nobleza de una lengua sin apenas excepciones, pero callaron la fuente. Como es natural, otros misioneros intentaron suplir tácitamente las carencias del DST, valorar de modo diferente ciertos rasgos o proporcionar temas añadidos de los dialectos que trataban de describir a partir de su obra, aunque no siempre lo consiguieran31 o lo hicieran a costa de infinidad de esfuerzos, dirigidos a impulsar las diferencias halladas en sus dialectos.32 Así aparentaron describir el quechua como si nadie lo hubiera hecho antes o teniendo solo en cuenta obras posteriores a las de DST, sobre todo a partir del Anónimo (1586). El balance fue el siguiente: un pionero, excluido; una obra primeriza, pero madura, eludida; una lengua general descrita con primor, marginada. Ese fue el injusto premio a DST. ¿Propio de la cicatería de la ciencia de la época? Sin duda, como lo fue siglos después, y como lo es en el momento actual en que la descripción de las lenguas indígenas priman también diversidad de intereses. El Lexicón, como dije, aún corrió peor suerte que la Gramática. Todavía está hoy por descubrir en buena medida cómo se hizo, aunque se conozcan las líneas generales de su construcción y del modelo indiscutible de Nebrija.33 En él, DST se encaminó más a lo que podríamos llamar el mínimo común múltiplo del quechua. En la gramática se valió de lo justo y lo suficiente para comprender y hacer comprender la estructura de la lengua, pero en el vocabulario buscó la amplitud, la recolección del léxico básico sin quedarse en un solo dialecto.34 Creemos que no es verdad que DST recogiera el léxico del quechua costeño, aquel que supuestamente 28
Cisneros, “La primera gramática…”. Julio Calvo Pérez, “Las gramáticas de Nebrija y las primeras gramáticas del quechua”, Nebrija V Centenario. Congreso Internacional de Historiografía Lingüística, Murcia 1-4 Abril, vol. III (1994): 63-80. 30 Rodolfo Cerrón-Palomino, Estudio y transliteración de Fray Domingo de S. Thomas: la Grammatica o arte de la lengua general de los indios de los reynos del Peru, Estudio: III-LXXVII (1994). Existe una edición posterior con el mismo estudio introductorio y contenido (excepto la nota al Lexicón), Cuzco, CBC (1995). 31 Alonso de Huerta, Arte breve de la lengua quechua,( Lima: Francisco del Canto,1616). 32 González Holguín, Gramática y arte… 33 Moreno Fernández, “Antonio de Nebrija…”. 34 Calvo Pérez y Henrique Urbano, Edición crítica…”. 29
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originó los demás dialectos quechuas, el que nació y se implantó en la costa para de ahí expandirse a otros lugares. El núcleo dialectal de DST tiene, aparte de gramática y léxico básico de corte ayacuchano, una ramificación léxica importante hacia el dialecto chinchaisuyo, el que mejor conoció DST, aunque aporte unas pocas palabras exclusivas de la costa como thumi ‘lobo marino’, cat[h]ma ‘albur, lisa’, ruqu ‘ostia, o almeja’, shamiq ‘testigo’.35 Tiene también una proyección hacia el dialecto cuzqueño, una variedad más divergente que la anterior, que se considera una especie de sopa mixta quechumara, la cual se extendió desde este mismo lugar costero o casi costero hacia el este a expensas del aimara. Pero DST recogió fundamentalmente, lo repetimos, el léxico general sin diversificaciones ni desdoblamientos, unitariamente (akllay ‘escoger’, llullay ‘engañar’, runa ‘ser humano’, wañuy ‘morir’). Al margen, se aplicó a las diferencias cuidadosamente buscadas, las de las dos ramas comentadas: unu era “agua” en unos dialectos y yaku en otros y así se refleja en la obra; lo mismo cabe decir de tawa y chusku “cuatro”. Véanse nuestras entradas en la versión crítica que realizamos para este último ejemplo: (1) cuatro, número: chusku, o tawa. || cuatro tanto: tawa chika. || cuatro veces: tawa kuti. || cuatro meses: tawa killa. || cuatro días, adverbio: tawa punchaw. || cuatrocientos número: tawa pachak. || cuatrocientas veces: tawa pachak kuti. || cuatrocientas mil veces: tawa pachak waranqa kuti. || cuatro mil: tawa waranqa. (2) chusku, o tawa: cuatro, numero. || chusku inkanka, o inka: cuatro, a cada uno. || chusku chunka: cuarenta. || chusku chunka mit’a, o chusku chunka kuti: cuarenta veces. || chusku chunka waranqa, o chusku unu: cuarenta mil. || chusku unu inkanka: cuarenta mil, a cada uno. (3) tawa: cuatro, numero. || tawa chika: cuatro tanto. || tawa inkanka: a cada uno cuatro. || tawanka: lo mismo. || tawa kuti: cuatro veces. || tawa watan watanpi: cada cuatro años. || tawa pachak: cuatrocientos, número. || tawa waranqa: cuatro mil.
En él, DST refleja la diversificación dialectal y no el hecho de que las dos palabras pudieran emplearse con significado diferente en un solo lugar, aunque tal cosa suceda todavía marginalmente (registro familiar, etc.) en nuestra época.36 En conjunto, DST no busca solamente sinónimos interdialectales para el enriquecimiento de su Vocabulario, sino describir siempre, del modo más ampliamente operante, la lengua general, con sus palabras compartidas y con aquellos que se bifurcan en dos o más significantes. En otras ocasiones indaga sobre sinónimos internos, en un mismo dialecto, y así cumple con la discriminación fina del léxico, agrupándolos unas veces en un solo lema (“wanaq, o muchuq37: hombre menesteroso”, “kachapuriq, o 35
Estas palabras son o mochica o quingnam. Otras palabras dudamos que provengan de alguna lengua de la costa, aunque sean desconocidas en otros dialectos quechuas o el aimara: k’ika ‘travieso’, kushkuy ‘bailar, o danzar’, muni ‘legumbre’, sarsa ‘gusano de cuerpo muerto’, unchay ‘sollozar’, tankay ‘tocar’. 36 Véase: “agua (líquido {inodoro, sin color ni sabor}), unu; «fam.», yaku”. Y “yaku (adj.) (q’ayma), aguado, desabrido, insípido; (sust.) «fam.» (unu), agua” (Calvo Pérez 2009b, actualmente en cuzqueño). 37 Much’uy es la forma común en cuzqueño, aunque también es muy usual el verbo correspondiente: “wanay (allinyay), corregirse, enmendarse; arrepentirse, escarmentar, escarmentarse” (ND), con otro significado. Con el significado de DST, wanaq se registra en quechua Norte, y con los dos significados, en ayacuchano. De todos modos, agachar la cerviz remite tanto al menesteroso como al arrepentido.
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warmi llullaq38: alcahuete, o alcahueta”) y desplegándolos otras en entradas independientes (véase paqcha, más abajo). Y cuando no puede hacer esto, o bien requiere completar esa labor, DST trata de aportar las soluciones dialectales de dos o más lugares, para que se abarquen comunicativamente más zonas quechuahablantes y para que no se pierdan en el laberinto aquellos misioneros que han de aprender la lengua y puedan desplazarse cómodamente para su labor evangelizadora por los territorios asignados. Su propio caso. Y es ahí, en una pequeña ramificación de apenas un par de docenas de palabras, donde incluye términos supuestamente costeños. Esta es la lúcida visión por la que se guía DST. No conforme con lo dicho, cuando así lo requiere su experiencia, sus viajes y su justicia “dialectal” distributiva, se explaya en más de dos variedades, incluyendo tanto la lengua general como uno o más de los dialectos extremos, como en la entrada siguiente en donde recoge más formas: (4) siray, o chuktay, o uqtay: coser generalmente.
DST nos ofrece en este caso tres sinónimos. El primero es el correspondiente al cuzqueño. El segundo se asimila al ayacuchano, con la forma chutqay “coser las dos tiras que forman el poncho” y el tercero también al cuzqueño “hutk’uy (husk’uy; utkhuy) (t’uquy), agujerear {sin atravesar}, taladrar; horadar, perforar, taladrar”,39 al que converge también la forma del quechua Central uqtiy ‘escarbar, cavar’, con divergencia semántica. Esto propicia que haya casos mixtos, en que las exigencias dialectales se mezclan con las necesidades de que no se confundan semánticamente en el significado dos o más palabras en contraste. Por ejemplo: (5) chakwas, o paya: mujer vieja.
Paya es palabra general. Chakwas pareciera un término relacionado con el quechua A (Ayacuchano): “chajway: hacer bulla, hablando, gritando”,40 por aquello de la proverbial sordera de los ancianos, pero que se presenta como tal forma en quechua B (Central), donde se supone que se emplea en el trato cariñoso y delicado. Pero, repetimos, lo que importa la mayoría de las veces a DST es la discriminación semántica interna como en: (6) aranyaq, o wara, o chaska: lucero de la mañana.
Así, si en un dialecto hay dos de tres maneras dialectales distintas de nombrar el lucero de la mañana, es evidente que entre ellas se repartirán el significado: es la idea de valor saus38 Kachapuriq es el ‘correveidile’, pero warmi llullaq es una descripción de DST: ‘el que engaña a la mujer’, en que se da ya una interpretación particular. 39 Julio Calvo Pérez, Nuevo Diccionario Español-Quechua, Quechua-Español, (Lima: Universidad “San Martín de Porres”,. 2009b), 5 vol. 40 Pedro C. Perroud, y Juan M. Chouvenc, Diccionario castellano-kechwa / kechwa -castellano. Dialecto de Ayacucho, Santa Clara (Perú), Semº. S. Alfonso, P. Redentoristas (1970).
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Julio Calvo Pérez
sureana. En cuzqueño, aranya es culto: “aranya (llipipipiy), fluorescencia, luminiscencia”, y ch’aska es ‘estrella’ (para lucero tenemos también q’uyllur). Wara es también ‘constelación’ (como qullqa, aplicada a las Pléyades).41 Como se ve, los desplazamientos semánticos son constantes y DST, aun con la reducción de espacio impreso a que se ve limitado, pretende aprisionar una realidad tan compleja por este procedimiento. Pero cuando DST pretende de verdad superar sinónimos es cuando se vale del recurso de la entrada separada (que agrupamos por no extendernos). Vamos a ver dos ejemplos uno en castellano y otro en quechua: (7) paqchay: chorrear, correr cosa líquida. || paqcha: fuente de agua que sale de alto; pila de agua; canal de tejado; chorro de agua. || paqcha, o witku: canal de agua como de molino. (8) compañero en la guerra: ruqa masi, o waman masi [y awqa masi]. || compañero en placeres: quchuq masi. || compañero en trabajo: puriq masi [y masin]. || compañero, que acompaña a otro: puriq masi.
Esta circunstancia se da con frecuencia, pues a DST le preocupa que se perciba el sentido adecuado de las palabras que interconecta. Paqcha es fuente que sale a lo alto, pero también pila de agua, canal de tejado y chorro de agua, siendo en particular además canal de agua que lleva el agua al molino (lo que también se llama caz) y mueve el rodezno que traslada su fuerza a la muela. “Compañero” es siempre masin, pero requiere una restricción par afrontar cada caso. En perspectiva podemos realizar la siguiente evaluación: que DST elige en cada caso la mejor solución léxica, a la vista de su proyecto léxico general, las circunstancias del habla y las informaciones que ratifican sus informantes, labor que él mismo inauguró como método apasionante para hacer lexicografía. Es a partir del Tercer Concilio Limense, cuando estas florituras semánticas y dialectológicas que descubrimos en DST parecen olvidarse o bien subvertirse, aunque se insista de hecho en la diferencia dialectal que el autor sevillano ya había puesto en práctica antes que nadie, o bien se aprovechen sus reflexiones en provecho personal y de su causa (su orden religiosa) sin nombrarle. ¿Por qué esta injusticia? Para algunos la clave está en el desorden o la precariedad del Lexicón de DST. Este tiene unas 7200 entradas en la vertiente castellano-quechua y apenas unas 5500 en el lado quechua-castellano. Está desajustado y es reductivo frente al Vocabulario español-latino de Nebrija, de donde se toman las palabras castellanas en su orden, ya que se comprime a un 30% de la extensión del del otro ilustre andaluz. No obstante, hay que tener en cuenta por un lado la explicación de DST, que asegura que no puede aportar muchos conceptos culturales exclusivos del Viejo Mundo para los que no existiría correspondencia en quechua, y donde se requerirían préstamos anodinos para un primer vocabulario. Lo mismo dice sucede al revés, sin que sea un problema de censura, sino de circularidad léxica inasumible para los préstamos (decir anodinamente que llama (q.) es llama (cast.)), o de divergencia infinita para los conceptos culturales (cómo decir en quechua, sin préstamo, olivar, o en castellano, maskapaycha). De hecho este problema no se ha superado en la lexicografía quechua hasta 41
Calvo Pérez, Nuevo Diccionario…
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Calvo.42 Otra acusación es la de que DST deja correspondencias en blanco, unas 240, que estando en su listado castellano (macroestructura) deja en blanco en quechua, cuando pudo muy bien completarlas (como anchura que es kinraynin). Es un tema menor, que es achacable a la falta de tiempo y de recursos43 en la Península y no a la voluntad perfeccionista de nuestro primer lexicógrafo: con haberlas retirado sirviera. La tercera acusación que vamos a comentar ahora es la de que DST, que lleva orden alfabético estricto en la primera parte, se desordena enormemente en la vertiente quechua, dificultando la búsqueda de las palabras de esta lengua. Veamos dos casos: (9) Ossiani. gui, o occiani. gui
abonar, abona= (çar el tiempo, aclarando. Ossianc, o occianc abonar el tiempo, acla= (rando. Osño, o cocongapac44 altar donde sacrificÇ. Ossachini. gui, o callpamanta, yucuni. gui for= (çar muger. Ossachic forçador de mugeres.
(10) Colloc çapa45 Collca Collcachani. gui
coxquilloso. almazen, para echar grano. encerrar pan, o vino gene= (ralmente. cillar, donde encierran pan, o o= (tra cosa. garlito, o nassa pa pescar peces. aguija, piedra.
Collca Co[l]lancha Collata rumi
Esto es cierto; es más, conforme la obra se encamina a su final el desorden es mayor y hasta hay alguna letra completa que no ocupa su lugar: P-R-S-Q-T. Pese a ello, lo que hoy nos parece obvio no lo era tanto en el siglo XVI, pues otros lexicógrafos incurren en igual defecto, y además, el Lexicón no está compuesto para ser consultado, sino para ser estudiado. Con todo, DST sintetiza en contornos de varios sinónimos la introducción de la información, para hacerla más valiosa, lo que aprendieron de él sus sucesores: (11) cántaro: puyñu. || cántaro grande: humiwa, o urpu, o tiku. || cántaro muy grande como tinaja: urpu [y hurpu]. || cantarico pequeño, con que miden el vino: raki, o makas. || cantarico más pequeño: humiwa, o chushña.46 42
Calvo Pérez, Nuevo Diccionario... Le llevó muchas gestiones su intento de desactivar la política esclavista de las encomiendas, entre ellas su entrevista con el rey. Tampoco tenía todos sus notas consigo –es de suponer– ni tal vez a sus informantes a disposición para completar lo incompleto o revisar los dudoso. 44 Con esta “morcilla” inesperada, se rompen las previsiones de orden, sin que lo justifique la armonía semántica. 45 Son ejemplos en que colloc aparece en lugar inapropiado, en que collca tiene dos entradas pero se intercala una nueva entre ellas, en que ele y elle parecen alternarse sin motivo (de hecho es una pifia de imprenta donde no se rellenó el hueco con la ele que falta). 46 DST clasifica en buena medida los cántaros por la capacidad del recipiente. Véase el campo semántico, que no ha evolu43
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Julio Calvo Pérez
o la ofrece en repeticiones evidentes, que convienen para no incurrir en error (como el caso de paqcha arriba citado que se repite 5 veces o el de compañero que lo hace 4 ya citados). Con todo, el estudioso del Vocabulario debe recorrerlo constantemente hasta aprenderlo, porque la información sintética es tan importante como la analítica: la materia oscura del Lexicón juega tanto como la visible y eso tuvieron que saberlo los que estudiaban quechua varias horas al día y se tenían que echar de bruces en un mundo en que solo se hablaba la lengua indígena, pues la española no salía del convento o de los lugares de reunión. DST no contaba, por ende, con espacio ilimitado en la imprenta y su obra ya se alargaba en demasía (179 folios solo para el Lexicón). Diremos para terminar que al hacer la edición crítica de la obra se descubre todo eso y que la riqueza de esta recopilación es mucho mayor de lo que parece. Un recuento hecho hace poco, tras el adecuado desglose de entradas, no da la cantidad de 3 289 raíces en castellano más 3.553 derivados, lo que hace un total de 6.842 atribuciones separadas en castellano, independientemente del número de acepciones que es lo que habitualmente recoge DST. Por otro lado, el dominico sevillano nos da 1.516 raíces en quechua y 3.857 derivados, hasta un total de 5.373 atribuciones. El desfase se debe a que el quechua es una lengua aglutinante, que con muchas menos raíces alcanza casi igual número de significados independientes en la obra de DST. Es un bagaje muy importante para una primera obra que nunca debió ser postergada como lo fue; una obra que como hemos señalado en otro lugar no solo desbroza una lengua, sino que es premonitoria de su desarrollo futuro.47 Y si eso vale para el Lexicón, vale igualmente para la Gramática, en que se recoge lo sustancial absoluto de la morfosintaxis quechua. Pero la suerte en contra de nuestro autor estaba echada y cayó en una especie de ostracismo. Nosotros, en justicia, tenemos que denunciar el trato que le dieron sus contemporáneos y sucesores y, por supuesto, estamos prestos a reivindicarlo como gran maestro y creador, aunque 450 años sean demasiados incluso para un lingüista tan excepcional como él. Pero nos congratulamos con el autor de la oda latina que antecede al Lexicón, que reconoce aquello de:
cionado mucho desde entonces, en el ND: “recipiente {para echar}, churana; {para beber}, ukyana; {de la mitad de una calabaza hueca}, mati; {mayor} (ponga), punka; (plato {de mate}), hanq’ara; {pequeño} (aríbalo), puytuy (puytu), {pequeño, de cobre o arcilla} (jarra), chatu (tachu); (vasija {entre jarra y jarro}), qichuru; {mediano (40 cm.), en forma de jarra}, p’uyñu; {mediano, en forma de botella}, humiwa; {con asa, pico y tapa para calentar agua} (pava), unu q’uñichina; {de vidrio del laboratorio} (matraz), matras; {de cuello estrecho y boca ancha} (tina), wich’i (wirk’i); {de vidrio, cilíndrico} (tarro), tarru; {en forma de pera}, (poto), putu (pamuku); {mayor} (porongo), purunku; {de espalda, (1 m.)} (macas), mak’as; {con asas} (ánfora, tomín), tumín (tumin); {grande, de boca pequeña} (cántaro), urpu; {de barro, ancho de boca y cuerpo} (tinaja {para fermentar la chicha}), raki (panpana); (depósito {de la chicha} (chumba), chunpa (chunba); {muy grande} (tinajón), makma; {ancho}, t’inara; {muy pequeño} (cantarilla), yuru; {con licores para las ceremonias}, kullaka; {de un asa para las ceremonias}, limita; {para tocar melodías fúnebres con una tibia}, manchapuytu; (botella, frasco), butilla; {con mango para las libaciones}, p’akcha”. Aquí se verá que no se ha de confundir raki con mak’as o humiwa con urpu, por poner algunos ejemplos. DST aporta también el ayacuchano tiku ‘cantarillo mediano para llevar agua’ (Perroud-Chouvenc), entonces de otro tamaño y el término del quechua cuzqueño chushña (chusña / chusna), que equivale a ‘cantarillo con una sola asa boquiangosta, con figura superpuesta’, similar al descrito por González Holguín para el cuzqueño (cchusña) o Jayma para el boliviano (ch’usña): JAYMA (Laime Ajacopa, Teófilo, Efraín Cazazola, Franz G. Laime P.), Diccionario bilingüe / Iskay simipi yuyayk’ancha: quechua-castellano, castellano-quechua, La Paz, Cº. Cultural JAYMA (20072ª): http://futatraw.ourproject.org/descargas/DicQuechuaBolivia.pdf, 10 de marzo 2012. Obsérvese que hay un problema: humiwa alude tanto al cántaro grande como al más pequeño en DST, lo que choca a su vez con nuestro registro como recipiente de mediano tamaño. Para mayor precisión véase en su lugar. 47 Julio Calvo Pérez, “Premoniciones léxicas del español y el quechua a partir del Lexicón de Domingo de Santo Thomas (1560)”, en Ricardo Escavy Zamora et al.: Homenaje al profesor A. Roldán Pérez, I (1997): 75-95.
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et illum / Pro tam communi munere semper ament / “y que todos amen siempre a aquél que otorgó graciosamente a la comunidad obra de tanto valor” (traducción nuestra),
porque a alguna parte irían a parar aquellos 1.500 ejemplares de Gramática y Léxicon que sabemos que se llevaron a América el mismo año de su publicación en Valladolid, según Espinel y Hernández (1988).48
48
José Luis Espinel Marcos, “Bosquejo de la misión y obra cultural de los dominicos del convento de San Esteban en América durante el siglo XVI, en José Luis Espinel Marcos y Ramón y Hernández Martín (eds.), Colón en Salamanca. Los dominicos. (Salamanca: Caja de Ahorros y M.P. de Salamanca, 1988). cap. 5
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M
ucho se ha hablado sobre la gramática esgrimida por los forjadores de las historias nacionales y los compiladores de los cánones literarios. Se han sacado conclusiones sobre la penetración social que alcanzan estos discursos, sobre la priorización ideológica, la distribución de privilegios, la instauración de sectarismos y sobre los efectos históricos que todo estos dispositivos acarrean. Reorientando la perspectiva de estos estudios, quisiera centrarme particularmente en un fenómeno epistemológico que por su manifestación espontánea e instictiva se produce en sentido inverso al convencional, o sea, en lugar de tratarse de un dogma confeccionado por el poder en plaza para que el pueblo vehicule su conciencia colectiva y su reconocimiento espcular, es el pueblo mismo quién se identifica intuitivamente como protagonista de una historia que sienten como propia. Me refiero a los casos en que la publicación de un libro engendra en un grupo social mayoritario tal sentimiento de auto-identificación que incluso los intelectuales más escépticos se ven forzados a plegarse a los dictámenes de esa efervescencia popular. Para este análisis, entonces, se vuelve imprescindible reflexionar acerca del poder que ejerce la representación literaria sobre el inconsciente colectivo en relación a la existencia de sentimientos profundos que se ven plasmados por escrito en un texto, independientement de la intención con la que hayan sido concebidos. Este fenómeno se produce porque el entendimiento humano, por medio del lenguaje, tiende a concretizarse en un discurso en donde convergen “la asimilación de temas en el imaginario, el dibujo de formas fundamentales de la experiencia y, por fin, el trazado de esa línea a lo largo de la cual la obra y la vida se afrontan, se equilibran y se vuelven una y otra a la vez posibles e imposibles.”1 Cuando las circunstancias le son propicias, se despliega este juego de espejos auto-identificatorios sin establecer parámetros definidos, de comienzo ni de fin, pero que se atiene a una lógica de verosimilitud histórica con respecto al contenido laudatorio que manifiesta su discurso en torno a una figura 2 central. De esta manera, todo el contenido discursivo converge en esta figura que funciona como un personaje conceptual3 sobre el que gravita el aparato ideológico en el que se reconoce una comunidad 1
Michel Foucault, “La vie des hommes infâmes”, en Dits et Écrits II (Paris,: Quatro Gallimard, 2001), 224. Enrich Auerbach, Figura (Paris, Belin, 2001), 48. Golles Deleuze y Felix Guattari, Qu’est-ce que la philosophie? (Paris, Ed. de Minuit, 2005), 63.
2 3
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como protagonista histórico. A menudo la fuerza de esa figura excede su contexto de formación e incluso sus argumentos textuales instalándose en el imaginario colectivo como un ícono identitario que se va modelando de acuerdo a las circunstancias históricas. El contexto histórico en el que se generó esta problemática se sitúa en la dramática modernización europeizante que sufrieron las estructuras sociopolíticas coloniales durante el siglo XIX en América Latina. Más precisamente, en el período que va desde el último cuarto del siglo XIX al primero del siglo XX, momento en que se produjeron las tensiones ideológicas que fueron moldeando la concepción de nación en las nuevas repúblicas latinoamericanas. Como corolario a esa efervescencia sociopolítica que enfrentaba tendencias conservadoras y liberales surgieron espontáneamente en el panorama político y literario, grupos mayoritarios aunque marginalizados que fueron caracterizados más por su negatividad en relación al proyecto moderno de institucionalización positivista que por su singularidad o por la autenticidad de su cultura. Estos grupos, destinados a perderse en el olvido histórico, paradoxalmente se convirtieron en las figuras que desencadenaron la discusión sobre la identidad nacional de sus respectivos países. En este sentido, la proyección simbólica que estos grupos desplegaron fue capaz de fusionar en el imaginario social la acción real con su representación ideal, estructurando al mismo tiempo la memoria colectiva con el patrimonio cultural y su sacralización en monumentos públicos. Indudablemente, como ocurre en estos casos, este cambio de parámetros perseguía una reorientación política que reflejara mejor la realidad social e ideológica que se vivía en estos países, de la cual las clases dominantes se habían alejado persuadidos de que era absolutamente imprescindible adherir a las exigencias de la modernidad. Al respecto, Antonio Gramsci observa en su Cuaderno de la cárcel número 14 que “La historia nos interesa por razones ‘políticas’, no objetivas, aunque se exponga de manera científica. Probablemente estos intereses se hacen más vastos con la filosofía de la praxis, en cuanto que nos convencemos de que sólo el conocimiento de todo un proceso histórico nos puede dar cuenta del presente y dar una cierta verosimilitud de que nuestras previsiones políticas sean concretas”.4 De acuerdo con esta afirmación, es preciso tener en cuenta que siempre existe un uso político de la memoria histórica y que, en este sentido, los cánones literarios nacionales, los monumentos, etc. son estímulos ideológicos que generan una interpretación orientada políticamente sobre el material historiográfico. De esta manera, la retórica nacionalista esgrimida en los discursos literarios que se centraron en la figura de estos grupos de carácter sustancialmente subalterno, generó el cuestionamiento necesario para promover una visión diferente a la que pretendían las esferas dominantes, logrando imponer una representación identitaria plural, más acorde con la mentalidad popular y con las urgencias sociales de la época. De eso se deduce que no es cualquier discurso histórico el que logra en un país la legitimación consensual, sino sólo aquellos que logran fusionar la mentalidad colectiva de sus habitantes con su realización geográfica, su acervo cultural y sus creencias religiosas. Cuando esto no ocurre, se produce un discurso oficial que sirve de pantalla, que solamente identifica a una élite, y otro paralelo, de transmisión popular, que anida a nivel de la masa del pueblo. Los casos que mejor ilustran esta problemática son: El Martín Fierro de José Hernández en Argentina, Os Sertões de Euclides Da Cunha en Brasil y, aunque dista estructural e históricamente de los anteriores, el Nican Mopohua atribuido a Anto4
Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, Edición crítica de Valentino Gerratana (México: Ed. ERA, tomo 5, 1999), 151.
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nio Valeriano en México. Sobre este telón de fondo focalicémosnos en las líneas generales de los parámetros epistemológicos del caso mexicano. Si bien a diferencia de los otros casos mencionados anteriormente la publicación del Nican Mopohua data del siglo XVII, es a partir de ese momento que el clero criollo comienza a divulgar de manera masiva la veneración a la Virgen de Guadalupe. Así lo constatan tanto Edmundo O’Gorman como C. M. Stafford Poole, Jacques Lafaye y D. A. Brading entre otros historiadores que se han ocupado de este tema. Pero no es sino hasta el siglo XIX que se manifiesta de manera evidente la penetración de este culto en el imaginario popular y recién hacia comienzos del siglo XX que los intelectuales mexicanos comenzaron a investigar y a problematizar los pormenores de este culto de manera asidua y formal. Esto a pesar de la inquebrantable resistencia que siempre han ofrecido los guardianes del guadalupanismo quienes en su intento por adaptarse a los tiempos modernos han incluso llegado a mostrar pruebas científicas del milagro del reflejo de la imagen de la virgen en el ayate. Me refiero principalmente a la afirmación de que el estado de conservación del ayate al cabo de casi cinco siglos sea inexplicable por la ciencia o a la comprobación de que en los ojos de la imagen, con la ayuda de un sofisticado sistema de análisis fotográfico, pueden verse plasmados todos los personajes que estuvieron presentes en el momento de la aparición de la virgen frente al obispo de México en 1531. Esto demuestra hasta qué punto el capital simbólico de la nación mexicana se debate entre dos polos supuestamente antagónicos: por un lado la inquebrantable coherencia de la fe religiosa que determina las interpretaciones legítimas del culto y, por el otro, el impulso del saber cientificista que se aboca a la tarea de priorizar un conocimiento conducido en los límites de la razón secular. Siguiendo estas pautas, en la lectura del Nican Mopohua, atribuido, según distintas fuentes, a Antonio Valeriano (Edmundo O’Gormann) o Laso de la Vega (Stafford Poole), se han desarrollado dos posiciones opuestas: las teorías aparicionistas de índole religiosa, entre las que se destacan los trabajos de Primo Feliciano Velázquez y Ángel María Garibay, y la corriente intelectual moderna encabezada por Edmundo O’Gormann que se encarga de la desmitificación del culto guadalupano a través razonamientos cientificistas. Ambas tendencias más preocupadas en defender sus posiciones ideológicas parecen haber dejado en un segundo plano la motivación principal que los llevó al estudio de la figura de la Virgen de Guadalupe, o sea, las constatación de que en el momento de emprender sus investigaciones la primera virgen criolla es ya el único símbolo que ha sido capaz de estructurar la mentalidad colectiva mexicana fusionando la concepción de la comunidad con su realización territorial, cultural y religiosa. Es curioso comprobar que los trabajos que se han ocupado del estudio de la Virgen de Guadalupe como símbolo nacional de la identidad mexicana que han tenido mayor transcendencia provienen de historiadores no mexicanos: The Virgin of Guadalpe : A Mexican National Symbol de Eric Wolf (1958), Quetzalcoatl et Guadalupe. La formation de la conscience nationale au Mexique (1531-1813) de Jacques Lafaye (1974) y Our Lady of Guadalupe. The Origins and Sources of a Mexican National Symbol 1531-1797 de C.M. Stafford Poole (1995). Probablemente los intelectuales Mexicanos, concientes del peso de las consecuencias y de la complejidad de inscribirse en una u otra línea de pensamiento, descuidan la dimensión espiritual que va intrínsecamente ligada al imaginario social el cual constituye la clave de toda identidad colectiva. Dicho esto, pasemos revista entonces a los elementos claves que nos provee el texto del Nican Mopohua y la imagen del santo ayate para generar tal sentimiento de identificación en la nación mexicana. – 239 –
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El Nican Mopohua5 es fundamentalmente el texto que contiene el dogma de la tradición guadalupana. Publicado por Juan Ruiz en 1649 este texto narra en lengua náhuatl las apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, un indígena chichimeca, en el cerro del Tepeyac, cercano a la ciudad de México. Desde un principio se puede observar que el elegido por la virgen para dar su mensaje es un indígena pobre al cual la virgen se dirige en su idioma nativo, el náhuatl. El encuentro ocurre en el Tepeyac en 1531, o sea, una década después de la conquista de Tenochtitlan por Hernán Cortés. La virgen le pide a Juan Diego que vaya a ver a Juan Zumárraga, arzobispo de México, para pedirle que construya una iglesia en su nombre. Después de un par de intentos sin éxito, la virgen le concede a Juan Diego un milagro para demostrar su credibilidad. Le hace recoger rosas rojas en un lugar donde en la segunda semana de diciembre, es imposible encontrar ese tipo de flores y menos aún siendo invierno. Juan Diego recoge las flores en su ayate y se las lleva al arzobispo. Una vez frente al destinatario de las flores, Juan Diego deja caer las rosas sobre el suelo y para sorpresa de los presentes la imagen de la Virgen de Guadalupe queda milagrosamente estampada en el tejido del ayate de Juan Diego. Esa es la imagen que se venera aún hoy en día en la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México. Ante semejante milagro, ocurrido delante de sus propios ojos, el arzobispo manda a construir una capilla en honor de la virgen en el lugar que ella había señalado. Sitio que por otra parte resulta ser el mismo lugar donde los mexicas adoraban a la diosa Tonantzin. Hay muchos rasgos que relacionan a la imagen de la Virgen de Guadalupe con la diosa Tonantzin por lo que se hace evidente el sincretismo religioso. La imagen de “la morenita” como la llaman cariñosamente sus devotos, si bien en su composición general está concebida de acuerdo al estilo de la representación de las vírgenes del siglo XV en Europa, de todos modos se pueden observar algunos elementos propios de la cultura mexica. Por ejemplo, la imagen de la virgen tiene tez morena, se encuentra parada, de pie, sobre una luna, elemento que los indígenas asociaban con Tonantzin, la túnica está estampada con Nahui Ollin, flores de cuatro pétalos que tenía un significado religioso muy importante y, por último, el manto de la virgen está ornado con estrellas, tratándose de un pueblo que conocía muy bien la astronomía, éstas también tenían un gran valor simbólico. En definitiva, todos los elementos del mito se hacen eco del imaginario indígena: el idioma del relato, la estética y la iconografía de la imagen, el sitio geográfico elegido para la erección de la capilla y el protagonista de la historia. De esta manera se puede entender por qué los indígenas y sobre todo los mestizos mexicanos han continuado identificándose con esta imagen, incluso más allá de las prédicas que los curas propagaron puesto que el culto a la virgen excede la teología católica en muchos aspectos. Esta es posiblemente también una de las razones por la cual Juan Diego recién fue beatificado en 1990 y canonizado en 2002, ambas por el papa Juan Pablo II, si bien la Virgen había sido nombrada patrona de México desde 1737. A pesar de las disposiciones de la Iglesia Católica y que desde el siglo XVI ya se fomentaba el culto a la virgen, el fenómeno social manifiesta su evidencia masiva e histórica recién durante la guerra de la independencia mexicana. Es el cura Hidalgo quien, sensible conocedor de la idiosincracia popular, enarboló por primera vez la imagen de la Virgen de Guadalupe como símbolo de su movimiento y para protección de su ejército al cabo de “El grito de Dolo-
5 Miguel León-Portilla, Tonantzin Guadalupe. Pensamiento nahuatl y mensaje Cristiano en el Nican Mopohua. (México : El Colegio Nacional y Fondo de Cultura Económica, 2000).
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res” en 1810. Un siglo más tarde Emiliano Zapata y Pancho Villa líderes de los movimientos de la revolución mexicana contra Porfirio Díaz de 1910 hicieron lo mismo encomendando a la virgen la protección de su empresa. Estos hechos ponen de manifiesto que para ese momento la virgen encarnaba el espíritu del pueblo mexicano en su deseo de emancipación. Como consecuencia de estos movimientos de reivindicación, recién unos años más tarde, en la constitución de México de 1917, se logra establecer en el artículo 2 que: ”La Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.” 6 Sin embargo, pese a este pronunciamiento que da un marco legal a la cultura de los pueblos indígenas se establece una contradicción ya que en la realidad social estos pueblos aún pueden ser considerados en México como parte de los grupos subalternos teorizados por Antonio Gramsci, o sea, como aquellos grupos que han sido desposeídos históricamente de la posibilidad de expresar sus opiniones e inquietudes existenciales propias, por ser consideradas pueriles, inconsistentes o, simplemente, por no adherir a la lógica del episteme moderno. Cualquiera sea la razón, la imposición de estructuras sociopolíticas modernas ha ido acallando paulatinamente a estos sectores sociales que paradoxalmente conformaban una gran mayoría. Estas voces silenciadas buscaron la forma de seguir expresándose culturalmente y lo lograron por medio del culto a la Virgen de Guadalupe en quien se concentró desde un principio una expresividad cultural mestiza que nunca fue oficial pero que siempre fue mayoritaria. Y si bien es cierto que en la iconografía oficial mexicana siempre se intronizó la imagen del azteca fue solamente como una figura vehiculizada por medio de un artefacto discursivo moderno que no daba cuenta de las urgencias existenciales de los pueblos indígenas. Los indígenas efectivamente nunca han sido revalorizados socialmente sino todo lo contrario, han sido marginalizados, estigmatizados y confinados a la más extrema pobreza a lo largo de toda la historia. Incluso en lo que hubiera debido ser una batalla ganada, como lo fue la reforma agraria (1877 – 1906) en la que teóricamente debían recibir sus tierras para el cultivo, ya nos da cuenta Juan Rulfo en cuentos como Nos han dado la tierra de qué manera se llevo a cabo esa repartición de tierras. De hecho, para 1910 el 3,1% de la población rural era propietaria de su tierra mientras el 88,4% trabajaba en calidad de peón de campo.7 En cuanto a la Virgen de Guadalupe en su poder de identificación de la idiosincracia mexicana no está a salvo de las ambigüedades que por otra parte le dan su fuerza retórica. En este sentido, Stafford Poole se hace eco de las conclusiones de Mauro Rodriguez al señalar que: “Para èl -Mauro Rodriguez- el guadalupanismo y el machismo cumplen funciones similares: afirmación personal, la protesta contra la figura del padre, y el acogimiento de la imagen idealizada de la madre. Para los españoles era una manera de aliviar el sentimiento de culpa de los conquistadores y sus descendientes. Para los mexicanos modernos, el mensaje de bendición, de amor divino y de elección especial, es un consuelo contra la superioridad de los vecinos del norte -Los Estados Unidos de América-. Para la jerarquía eclesiás6 Constitución Política de Los Estados Unidos de Mexicanos, 1917, Artículo 2do. http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf (vista el 30 de mayo de 2012) 7 Manuel Aguilera Gómez, “Reacciones en contra de la legitimidad revolucionaria de la Reforma Agraria en México”, Revista de economía de América Latina (México): No. 9. 2º. Semestre (1982): 110.
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Hernán Fernández-Meardi
tica, el símbolo de Guadalupe es una fuente de poder. Para los ricos y poderosos es el opio para la gente común y a la vez reprime sus fuerzas revolucionarias.8”
En definitiva, si bien históricamente las coyunturas que han llevado a la formación de un Estado moderno han moldeado inevitablemente la idiosincracia y la cultura a su imagen y semejanza, en defensa de sus objetivos y jerarquías siempre dejan sedimentos en las capas más vulnerables de la población. Estos grupos subalternos que se aferran a valores que difieren de los impuestos por el poder hegemónicos contienen, por lo tanto, las características más autéticas de la población de un país las cuales son recuperadas eventualmente por intelectuales orgánicos en función de lograr una identidad extensiva más acorde con la realidad. En la cita anterior se observa cómo el guadalupismo alcanza en distinto grado a todas las esferas de la sociedad mexicana bajo la evidencia de que los incalculables fragmentos que forman una nación que se inscribe en una temporalidad histórica van paulatinamente desprendiéndose de sus limitaciones de raza, de estirpe y de tradición histórica para fundirse en una imagen iconográfica que obra como un personaje conceptual en nombre de todos los atributos que incumban a la mexicanidad. Finalmente, lo que me interesa mostrar a través de este comentario sobre los grupos subalternos es que de alguna manera este cuadro de circunstancias es emblemático de nuestro mundo -psíquico- actual, el cual, aunque mucho más rico en discursos y atiborrado por una constelación de imágenes que deambulan por los medios de comunicación a un ritmo desenfrenado guardan innegables paralelismos. En los textos literarios que he destacado se construye una tipología de personajes que contienen las características de la época, de la sociedad y del lugar en que se desarrollaron culturalmente, en contraposición a los dictámenes provenientes de abstracciones teóricas que se pretendían imponer como absolutas. Desde una perspectiva gramsciana se puede observar que estos personajes literarios que contienen una substancial proyección histórica nos permiten explorar los arquetipos de una conciencia de resistencia a los valores que la secularización moderna imponía como absolutos y universales. La fortaleza de esa conciencia reside en que guarda intrínsecamente una relación directa de genuina identidad entre la tierra y los hombres que la habitan, constituye la parte visible y aprehensible de una reciprocidad fraguada en una experiencia que al no estar mediatizada por ninguna abstracción teórica sumerge sus raíces en las costumbres que se van cimentando con el hábito del tiempo y al amparo de la fe en instancias supra-terrenales. Este tipo de figuras ha sido recuperado en el ámbito retórico discursivo para justificar el establecimiento de un sistema de disposiciones que dentro del episteme moderno consolida el anverso y el reverso de una misma identidad dado que al implementar esta dicotomía antagónica de gran efectividad persuasiva estructura con un inexorable poder la visión que la sociedad tiene de sí misma en su conjunto.
Bibliografía Aguilera Gómez, Manuel. “Reacciones en contra de la legitimidad revolucionaria de la Reforma Agraria en México”, Revista de economía de América Latina (México): No. 9. 2º. Semestre (1982): 110. 8
C. M. Stafford Poole, Our Lady of Guadalupe: The Origins and Sources of a Mexican National Symbol, 1531-1797. (Tucson: University of Arizona Press, 1995), 6.
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El Nican Mopohua y sus voces silenciadas
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¿Liturgia política o discurso musical?: reflexiones en torno a la silenciada producción musical indígena en las reducciones jesuíticas de América meridional Javier Matienzo Castillo Asociación pro Arte y Cultura
Introducción onocido es que la dinámica socio-cultural de los núcleos hispanos coloniales (centros urbanos) frente a la de las reducciones y pueblos de indios fue harto diferente, más aún si consideramos el escaso o nulo contacto que en teoría debían mantener indígenas y colonos en el marco de los poblados rurales de los primeros. Este distanciamiento por lo menos nominal entre ambas sociedades –hispana e indígena–, adquiría mayor relevancia aún según se tratara de reducciones de indios de tipo civil o de tipo misionero: las primeras, al haber sido constituidas de manera coercitiva por fuerza o a la sombra de las armas de los conquistadores, estuvieron alcanzadas de sus inicios por las obligaciones tributarias, que por lo general, debieron satisfacer mediante el gravoso sistema del servicio personal, que obligaba a los nativos a mantener un vínculo periódico y permanente con los colonos. Entre estas reducciones, se pueden señalar a las doctrinas aymará de Juli y muisca de Fontibón o incluso a las misiones mapuches de Chiloé y de Arauco. Al contrario, los moradores de los asentamientos indígenas de tipo misionero surgidos desde principios del siglo XVII, al haberse ‘reducido’ voluntariamente, mediando únicamente las instancias de los misioneros, quedaban exentos de tributación por un periodo más o menos considerable, debiendo satisfacer a su tiempo las cargas impositivas correspondientes en metálico o ‘en especies’ según sus posibilidades, y de ningún modo con su propio trabajo (servicio personal), lo que a su vez les sustraía de cualquier relacionamiento con la sociedad colonial que no fuese esporádico y ocasional; entre estos asentamientos hay que citar a las doctrinas guaraníes y a las misiones de Maynas y Casanare entre otras. Precisamente en el estatuto especial de los pueblos de indios respecto del general vigente para los núcleos hispanos, radica una de las características más peculiares de las colecciones musicales misionales de Bolivia: su producción y adaptación a un entorno exclusivamente indígena. Al margen de los testimonios musicales indígenas en los centros urbanos, el corpus de manuscritos de música preservados en las antiguas reducciones de Moxos y Chiquitos, constituyen hoy uno de los escasos a la vez que singulares ejemplos preservados en el continente.
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En este contexto, es absolutamente indispensable un análisis del desarrollo institucional de las reducciones y pueblos de indios, para que a través de sus conclusiones se intente una mejor comprensión del proceso de creación artístico-musical de las misiones en términos de sus posibilidades y limitaciones legales, ejercicio y labor sobre los que quiere llamar la atención la presente comunicación. El modelo de evolución institucional de las reducciones misioneras 1 a) Fase preliminar: Las primeras actividades de los religiosos entre los indígenas, a manera de exploradores, analizando las posibilidades reales que había de integrarlos con éxito en el nuevo sistema, constituían la fase preliminar que desembocaría en el establecimiento de reducciones. Esta fase se iniciaba con la residencia efectiva y permanente de los misioneros en la región que pretendían evangelizar, y su duración, salvo circunstancias excepcionales, era más bien corta. b) Fase reduccional (misional): Una vez evaluado positivamente el intervalo de tiempo anterior, tenía inicio de manera formal el período reduccional propiamente dicho; la apertura del registro o libro de bautizos, marcaba jurídicamente el nacimiento de estos nuevos asentamientos y su integración al sistema colonial. Durante este lapso de tiempo, los indígenas y sus territorios, no constituían un componente real de la Monarquía castellana ni de los reinos de Indias, ni formaban parte efectiva de la Iglesia; de hecho ni siquiera eran sujetos de derecho, pues en calidad de neófitos necesitaban de un periodo preparatorio y de aprendizaje que los instruiría y capacitaría para adquirir personalidad jurídica de manera progresiva. c) Fase municipal (pueblo-doctrina): El tercer periodo de evolución de los asentamientos misioneros tenía que ver con la concesión a los indios de su status y personalidad jurídicos que se hacía efectiva con la transformación de sus antiguas misiones en doctrinas o parroquias de indios y el inicio de la tributación de sus habitantes como vasallos efectivos de la corona. El reconocimiento de la capacidad jurídica de los indígenas luego de concluido el periodo de enseñanza-aprendizaje anterior, implicaba la integración de la reducción al sistema administrativo indiano en calidad de municipio; algunas de las consecuencias más importantes de esta transformación, tenían que ver con la sujeción efectiva de estos pueblos a las autoridades civiles como gobernadores, audiencias y virreyes, y la obligatoriedad del aprendizaje del castellano. No se debe olvidar sin embargo, que el estatus jurídico concedido a los indios era el de sujetos de derecho con capacidad limitada (no plena), una categoría equiparable a la de los menores de edad. d) Fase civil-secular: Este último estadio evolutivo tenía que ver con el fin del proceso de aprendizaje e integración de los indígenas al nuevo sistema y por tanto con su constitución en sujetos de pleno derecho como vasallos (ciudadanos) de la Monarquía. Su objetivo por lo menos teórico era el de la integración de indios con españoles y criollos, dando fin por tanto al régimen de segregación en el que hasta entonces habían vivido; entre las consecuencias que 1 Modelo evolutivo propuesto y analizado por primera vez en el marco de las II Jornadas sobre el Municipio Indiano, organizadas por el Dpto. de Historia de América de la Universidad de Sevilla en 2008. La primera versión de este trabajo puede consultarse en W. Javier Matienzo Castillo, “Las reducciones como antecedente de los municipios de indios: el caso de las misiones jesuíticas de América meridional”, en El municipio indiano: relaciones interétnicas, económicas y sociales, ed. Cristina García Bernal y Sandra Olivero Guidobono (Salamanca: Universidad de Sevilla, 2009), 547-64 y en Anuario de estudios bolivianos, archivísticos y bibliográficos 15 (2009): 319-38.
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¿Liturgia política o discurso musical?:Reflexiones en torno a la silenciada producción musical indígena...
debía traer este último eslabón evolutivo, estaba la introducción de colonos en las tierras de las antiguas misiones. Para los fines del presente trabajo, el inicio de esta fase puede fecharse al momento de la expulsión de los jesuitas en 1767-1768 y el establecimiento de gobernaciones militares en los territorios misionales. Hay que señalar no obstante, que en la práctica los intentos por unificar las repúblicas de indios y españoles no tuvieron demasiado éxito, y se puede decir que esta etapa no pasó de un mero traspaso del tutelaje de los indios, de manos de los jesuitas a la de las autoridades políticas indianas; y así, la verdadera fase secular no se iniciaría de manera efectiva, hasta entrados los regímenes republicanos de los nuevos estados hispanoamericanos durante el siglo XIX. Tabla 1. Evolución institucional de las reducciones misioneras a cargo de la Compañía de Jesús en América meridional2 Fase/Misión
Guaraní (Paraguay) Preliminar 1610-1615 Reduccional 1633 Municipal 1654-d1685 Civil-Secular 1767-sXIX
Mayna Casanare Moxo (Quito) (NGranada) (Perú) 1638 1659 1667 1642 1662-c1663 1682 1680 1683 c1713-d1720 1767-sXIX 1767-sXIX 1767-c1790 sXIX
Chiquito Mocobí (Paraguay) (Paraguay) 1691 1740 1696 1743 1734-1745 1763-1767 1767-c1790 sXIX sXIX
Adaptación del modelo de evolución a la producción musical de las reducciones a) Fase preliminar La composición musical para este ‘periodo de prueba’ por excelencia, fue el canto catequético o más propiamente la canción misional o cantarcillo3; melodía simple y aparentemente preexistente, con una sola voz y algún acompañamiento instrumental, con adaptación del texto a la lengua vernácula correspondiente por norma general y que hacía alusión a los primeros rudimentos de la religión que debían conocer los indígenas que iban a ser cristianizados próximamente. Dada su restringida finalidad y contenido, su ejecución quedó también enmarcada a los primeros años de la actividad misionera y al “adoctrinamiento inicial” de los indígenas; y en la medida en que el proceso reduccionístico se fue consolidando, su existencia se hizo también cada vez menos necesaria cayendo por tanto en desuso, de ahí que no es de extrañar que escasos ejemplos hayan llegado hasta nuestros días.4
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Elaboración propia en base a la información suministrada en Matienzo, “Las reducciones como antecedente”, 550-58. Gregorio de Orozco (comp.), [Adición a las] letras anuas [de 1682 a 1688], en que se trata de lo obrado en tiempo [en] que fue Provincial de esta provincia [de Paraguay], el padre Gregorio de Orozco, sin data [Córdoba, c1692]. Archivum Romanum Societatis Iesu (en adelante ARSI), Paraquariae 9, fols. 267-74. Término aludido en fol. 271. 4 Nawrot señala que entre las obras con texto en lengua nativa conservadas en el Archivo Musical de Chiquitos (en adelante AMCh), “sorprendentemente no se ha identificado… alguna que pudiera designarse como canto catequético correspondiente al tiempo de la primera evangelización”. Piotr Nawrot, Indígenas y cultura musical de las reducciones jesuíticas, 5 vols. (Cochabamba: Editorial Verbo Divino Bolivia y APAC, 2000), 2: ii. Referencias sobre las obras de la colección musical de Chiquitos en Bernardo Illari y Leonardo Waisman, Catalogo del Archivo Musical de Chiquitos (estudio inédito, versión preliminar de 2005). 3
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Sin embargo, cabe aclarar que el género del canto catequético no corrió la misma suerte que la canción misional, teniendo más bien plena vigencia dentro el repertorio musical de las misiones como lo demuestra el centenar de obras de este tipo conservadas en los archivos musicales de Moxos y Chiquitos. Esta vitalidad se debió a la refuncionalización de la canción misional, que aunque conservó su sencillez técnica y su “rol de reforzar la memorización de las verdades expuestas en la prédica”, abordó temáticas doctrinales y morales de la Iglesia5 como herramienta de apoyo a la comprensión de las oraciones y el catecismo, sobre todo durante el periodo reduccional. Tal vez el caso más representativo entre las canciones misionales que se han conservado, lo constituye el Cancionero Chilidugú, repertorio cuya compilación y arreglo se debe al jesuita renano Bernardo Havestadt (1714-1781)6, en base a himnos gregorianos y cánticos sagrados alemanes vigentes en el siglo XVII, formando un corpus catequético destinado a la Misión mapuche de Arauco, que la provincia chilena de la Compañía intentaba restablecer desde mediados del siglo XVIII.7 Entre estos cánticos y a efectos de la presente comunicación, destaca el Sono paraquayensi [melodía o tono paraguayo] “prescrito para entonar la canción dedicada al santísima sacramento” y que bien podría constituir una canción misional con origen en las misiones guaraníes8. Las crónicas misioneras por su parte, también hacían referencia a este tipo de melodías: el jesuita castellano Francisco Lucas Caballero (1661-1711) señalaba “unas coplas que había compuesto” en el idioma de los manasicas alrededor de 1707, durante la fase preliminar al establecimiento de Concepción en Chiquitos.9 De la misma forma, una serie de cánticos en guaraní junto al respectivo grupo de músicos indígenas, fueron llevados desde las doctrinas del río Paraná hasta la efímera Misión chiriguana del piedemonte andino, en el límite occidental del Chaco charqueño, establecida por los jesuitas paraguayos del Colegio de Tarija entre 1690 y 1696, composiciones que se utilizaron con probabilidad en los primeros contactos con los chiquitos10. 5
Carlos Leonhardt, “Datos históricos sobre el teatro misional en la Compañía de Jesús de la provincia del Paraguay”, Estudios XXVI, nº 151 (1924), 49 y Piotr Nawrot, Archivo Musical de Moxos. Antología, 5 vols. (Cochabamba: Fondo Editorial APAC y Editorial Verbo Divino Bolivia, 2004) 1: 50 y 75. 6 Para una biografía sumaria de este y otros misioneros de la provincia jesuítica chilena citados ver Eduardo Tampe, Catálogo de los jesuitas de Chile (1593-1767) (Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2008). 7 Bernardo Havestadt, Chilidugú sive res chilensis vel descriptio status tum civilis, cum moralis Regni populique Chilensis, 3 vols. (Münster, 1775-1777). Víctor Rondón, 19 canciones misionales en mapudungun contenidas en el Chilidugú 1777 (Santiago de Chile: Facultad de Artes de la Universidad de Chile y Ministerio de Educación, 1997). La Misión de Arauco fue abandonada tras un nuevo ‘levantamiento general’ de los indios en 1766. 8 Víctor Rondón, “Música y evangelización en el cancionero Chilidugú (1777) del padre Havestadt, misionero jesuita en la Araucanía durante el siglo XVIII” en Los jesuitas españoles expulsos: su imagen y su contribución al saber sobre el mundo hispánico en la Europa del siglo XVIII, ed. Tietz y Briesemeister (Madrid-Frankfurt am Main: Iberoamericana de Libros y Ediciones, sl y Vervuert Verlagsgesellschaft, 2001), 557-79. 9 Francisco Lucas Caballero, “Diario y cuarta relación de la cuarta misión hecha en la nación de los manasicas y en la nación de los paunacas nuevamente descubiertos, año de 1707; con la noticia de los pueblos de las dos naciones y se da de paso noticia de otras naciones”, San Javier [de Chiquitos], 24 de enero de 1708, en Chiquitos en las Anuas de la Compañía de Jesús (1691-1767), ed. Matienzo et al. (Cochabamba: Instituto de Misionología de la Universidad Católica Boliviana, 2011), 46-83. La misma información era confirmada por Juan Patricio Fernández, Relación Historial de las misiones de los indios que llaman chiquitos, que están a cargo de los padres de la Compañía de Jesús de la provincia del Paraguay (Madrid: Manuel Fernández impresor., 1726), 265. Para una biografía sumaria de este y otros misioneros de la provincia jesuítica paraguaya citados ver Hugo Storni, Catálogo de los jesuitas de la provincia del Paraguay (cuenca del Plata) 1585-1768, (Roma: Institum Historicum Societatis Iesu, 1980). 10 Ignacio de Frías (comp.), “Cartas Anuas de la provincia de Paraguay desde el año 1689 hasta el año de 1700…” [Córdoba de Tucumán, c1701-1702], en Matienzo, Chiquitos en las Anuas, 10-32.
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Otro ejemplo, parecen ser también algunos cánticos en castellano enseñados por el jesuita andaluz José Bermudo (1626-1700) a los moxos a partir de 166811, o el “himno en alabanza de San Miguel” además de “las alabanzas de la Virgen Soberana” en guaraní, compuesto alrededor de 1612 por el célebre franciscano Luis de Bolaños a solicitud de Marcial de Lorenzana, fundador de San Ignacio Guazú, primera reducción a cargo de los jesuitas en la zona12. De la misma forma, estas composiciones debieron formar parte del repertorio que el jesuita flamenco Jean Vaisseau (1583-1623) como primer músico de oficio en el Paraguay jesuítico, pudo haber enseñado entre 1617 y 1623 a los guaraníes de Loreto del Guairá13, y a quien siguió entre otros, el coadjutor temporal picardo Louis Berger (1589-1639) durante la década de 1620 y parte de la de 1630, pasando posteriormente a la Misión de Chiloé para introducir la música entre 1636 y 163714. b) Fase reduccional (misional) Durante el periodo reduccional propiamente dicho, en el que tenía lugar el proceso de aprendizaje tendente a la integración definitiva de los indígenas al sistema colonial, “el repertorio musical de las misiones estaba estrechamente vinculado a los oficios divinos, rezos comunitarios y la enseñanza de la doctrina cristiana”, de ahí que buena parte de las obras musicales estuvieran destinadas a las funciones litúrgicas con textos en latín como lengua de la Iglesia; sin embargo, todas aquellas composiciones cuya ejecución no se encontraba directamente relacionada con el rito oficial de la Iglesia, poseían textos en las lenguas nativas y por tanto, ellas constituyeron las obras musicales más representativa de este fase. Entre estas obras paralitúrgicas destacaron especialmente ‘letras’ o cantos devocionales y endechas, además de romances y letanías15, como lo confirmaban fuentes extrajesuíticas que señalaban que durante este periodo, los indígenas cantaban “todo género de canciones sagradas… y otras músicas devotas”16. La Misa de la Virgen los sábados juntamente con “los actos de Semana Santa…, constituyeron los principales momentos litúrgicos y musicales en la vida de las reducciones, y si bien es cierto que la misa se oficiaba en latín, el acto de contrición que se hacía antes de recibir la Santa Comunión, se entonaba en las lenguas originarias”. Sólo de manera excepcional se recurría al castellano, como por ejemplo al momento de cantar el Alabado “por no tener vocablos 11
José Bermudo, Relación de la Misión de los moxos al Provincial [peruano Contreras], Pueblo de los subiunos [a orillas del río Mamoré], 26 de junio de 1669, en ARSI, Peruviana 20, fols. 149a-149bv. Para una biografía sumaria de los misioneros de Moxos citados, ver Javier Matienzo, “Catálogo de misioneros de Moxos (1668-1768)” en Misiones de Moxos: Catálogos, 2 vols. (Santa Cruz de la Sierra: Fondo Editorial APAC, 2011), 2: 7-146. 12 Pedro Lozano, Historia de la Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay, 2 vols. (Madrid: Imprenta de la viuda de Manuel Fernández y del Supremo Consejo de Inquisición, 1754-1755), 2: 185, 617-18 y 766. 13 Nicolás del Techo, Historia de la provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús, 5 vols. (1673; Madrid: Librería y Casa Editorial Uribe y Compañía, 1897), 3: 147-148 y José Manuel Peramás, La República de Platón y los guaraníes (1793; Buenos Aires: Emecé editores, sa, 1946), 82. 14 Carlos Leonhardt, “La música y el teatro en el tiempo de los antiguos jesuitas de la provincia de la Compañía de Jesús del Paraguay”, Estudios XXVI, nº 152, (1924), 130 y Pierre Delattre y Edmond Lamalle, “Jésuits wallons, flamands, français, missionnaires au Paraguay 1608-1767” en Archivum Historicum Societatis Iesu, 16 (1947), 118-23. 15 Diego de Eguiluz (comp.), Relación de la Misión apostólica de los Moxos, en esta provincia de Perú de la Compañía de Jesús. Lima, 3 de diciembre de 1696. ARSI, Peruviana 21, fols. 31-65v. Existe una edición de 1884 a cargo de Torres Saldamando, aunque adolece de varias erratas tipográficas y/o de transcripción. 16 Así lo afirmaba en 1698, un misionero dominicano de paso por algunas reducciones moxeñas entre 1696 y 1697. Fray Francisco de Torres, op, [Testificación sobre el levantamiento de los indios maniquies de la reducción dominicana de Santa Rosa en mayo de 1696]. Los Reyes, 14 de enero de 1698, en ARSI, Peruviana 21, fols. 110-17v.
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en la dicha lengua [de los moxos]”17; por otra parte, sobre la celebración de la Semana Santa hay que señalar la solemnidad con la que era celebrada, cantando los indios “toda la Pasión del Señor” con sus respectivas “procesiones de penitencia” desde la Cuaresma inclusive18. Buen ejemplo de estas obras litúrgicas para Semana Santa, pueden constituir el salmo Miserere mei, Deus (Archivo Musical de Moxos, en adelante AMMx 819)19, ejecutado en el marco de “la liturgia penitencial del Viernes Santo”; mientras que en el ámbito paralitúrgico, destaca entre los veinticinco cantos chiquitanos de la colección musical de Chiquitos una lamentación o ‘endecha’ para la Pasión: Iyaî Jesuchristo apoquirui / Dulce Jesús mío (AMCh 371 CH 18)20 con textos en chiquitano y castellano también para Viernes Santo. Al margen de Semana Santa, no se puede dejar de mencionar la Misa de Cuaresma (AMMx 727) de Juan de Araujo (1646-1712)21. Sin embargo, hay que insistir en que concluido un estadio de evolución en las reducciones, las composiciones de periodos anteriores podían, y de hecho en muchos casos, siguieron en plena vigencia, reconvirtiéndose y reelaborándose para adaptarse de mejor manera a las nuevas etapas como es el caso de la endecha Dulce Jesús mío, que en sus copias más modernas sólo incluyó texto en castellano con el objeto de adaptarse a las exigencias de un nuevo estadio evolutivo. Entre los misioneros que participaron activamente en la creación de este repertorio en Chiquitos, hay que citar al manchego Felipe Suárez (1663-1727)22 y al sardo José Tolú (1643-1717): “Su empleo más continuo e infatigable fue instruir a algunos mozos más despiertos, no sólo en las cosas de nuestra santa fe, más aún en el servicio de la iglesia y de las funciones sagradas, enseñándoles el canto eclesiástico y las otras sagradas ceremonias… Y en este ejercicio duró sin interrumpirle, hasta lo último de su vida, porque la esperanza del bien y frutos que veía se lograban en aquella su infatigable tarea, se la hacía no solo tolerable, sino suave”23. 17
Eguiluz, Relación de la Misión, Lima, 3 de diciembre de 1696, ARSI, Peruviana 21, fol. 47v. Torres, Testificación sobre el levantamiento, Los Reyes, 14 de enero de 1698, ARSI, Peruviana 21, fols. 112-v. 19 Obra para dos coros de tres voces con acompañamiento de arpa y con el texto del salmo 50 editada por Nawrot, Archivo Musical, 3: 115-153. “Constituye la parte más antigua del archivo y pertenece a un reducido grupo de obras policorales que guardó la colección de Moxos” (Nawrot, Archivo, 1: 109), adscribiéndose al estilo barroco madrigalesco o prima prattica, predominante en las catedrales peruanas hasta la primera mitad del siglo XVIII inclusive. Referencias sobre las obras de la colección musical de Moxos en Piotr Nawrot, “Archivo Musical de Moxos. Catálogo de música manuscrita”, en Misiones de Moxos: Catálogos (Santa Cruz de la Sierra: Fondo Editorial APAC, 2011), 1: tomos I y II. 20 Obra para coro a cuatro voces editada por Piotr Nawrot et al., Pasión y Muerte de N.S. Jesucristo. Música de los archivos coloniales de Bolivia. Siglos XVII y XVIII (La Paz: Cooperación Española en Bolivia y Fundación Boliviana para la Música, 1997), 36-37 y 247-56. Dulce Jesús mío, constituye una de las composiciones más antiguas entre las conservadas del repertorio de Chiquitos. Piotr Nawrot, “Barroco misional de indios guaraní, chiquito y moxo” en Tupasi Maria, CD ed. Ensemble Louis Berger (Francia: K617, 2002-2003), 8. 21 Obra de estilo barroco madrigalesco para solista y coro a tres voces con acompañamiento de bajo continuo editada por Nawrot, Archivo Musical, 4: 5-54. Araujo que se había desempeñado como Maestro de Capilla de las catedrales metropolitanas de Lima (1674-1676) y de La Plata (1680-1712), ha pasado a la historia como “el archimúsico local” y “el mítico padre de la música barroca de Charcas”. Bernardo Illari, “Juan de Araujo, vie, oeuvre et mythe” en Juan de Araujo l'or & l'argent du Haut-Pérou, CD ed. Ensemble Elyma (Francia: K617, 1994), 7-8 y “Sor Juana, una mirada distinta al barroco criollo de Chuquisaca” en Le phénix du Mexique. Villancicos de Sor Juana Inés de la Cruz mis en musique à Chuquisaca au XVIIIe siècle, CD ed. Ensemble Elyma (Francia: K617, 1999-2000), 41. 22 Anónimo, Varones ilustres dela provincia del Paraguay, sin data, en Biblioteca Nacional de España (en adelante BNE), manuscritos 18577(15). 23 Fernández, Relación Historial, 416. 17
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Por su parte, el vasco Cipriano Barace (1641-1702) dispuso cantos devocionales a la Virgen “con variedad de letras… en castellano y en su lengua [de los moxo]” y “con mucha paciencia logró enseñar a muchos entre ellos a cantar en canto llano el Gloria in Excelsis, el Símbolo de los Apóstoles y lo demás que se canta en las misas mayores”24, y finalmente el napolitano Pietro Comentali25 (1595-1664) y el aragonés Silverio Pastor 26 (1598-1672) activos entre los guaraníes. Sin embargo, la documentación histórica conservada señala que todos ellos carecían de una formación teórico-musical sólida y por tanto su actividad fue incipiente27, centrándose con probabilidad en compilar y adaptar obras musicales de otros compositores y ámbitos geográficos para las necesidades internas de sus respectivas misiones. Dentro este mismo grupo de jesuitas músicos en las reducciones, habría que incorporar al silesiano Florián Paucke (1719-1779) misionero entre los mocobíes del Chaco austral desde 175028 y al gallego Juan Fecha (1727-1812) activo en las reducciones del Chaco tucumano a partir de 175629 entre otros; misiones que por otra parte, no superarían de manera efectiva su correspondiente etapa reduccional bajo la dirección de los jesuitas30. No debe extrañar sin embargo, la aparente mejor cualificación musical y la posible actividad compositiva de este segundo grupo de jesuitas respecto al antecedente31, que puede explicarse en virtud de las exigencias misioneras mucho más especializadas de la segunda mitad del siglo XVIII, y sobre todo al inminente inició de la fase municipal en ambas regiones a raíz de la 24
Eguiluz, Relación de la Misión, Lima, 3 de diciembre de 1696. ARSI, Peruviana 21; Urbano de Mata, “Relación abreviada de la vida y muerte del padre Cipriano Barraza de la Compañía de Jesús, fundador de la Misión de los moxos en el Perú” en Cartas edificantes y curiosas escritas de las misiones extranjeras y de levante por algunos misioneros de la Compañía de Jesús, 16 vols., ed. Diego Davín (Madrid: Imprenta de la viuda de Manuel Fernández, 1755), 7: 108, 21. El castellano Pedro Marbán (1647-1713), también había compuesto o compilado varios cánticos sagrados para la Misa, la Sagrada Pasión y otras funciones, aunque al parecer su actividad se avocaba más a la poesía que a la música. Diego Francisco de Altamirano, Historia de la Misión de los mojos (La Paz: Imprenta de “El Comercio”, 1891), 179 y 183. Por su parte, el chileno Juan de Espejo (1655-1731) “enseñaba a cantar las oraciones y otras músicas devotas como para oficiar las misas”, según señalaba Torres, Testificación sobre el levantamiento, ARSI, Peruviana 21, fols. 111v-12 y Alfonso Messía Bedoya (comp.), Relación de las misiones de los moxos de la Compañía de Jesús en la provincia del Perú el año de 1713. [Lima, 1713], en ARSI, Peruviana 21 fols. 175v-76. 25 Especial mención de sus actividades de dirección musical en Nicolás Mastrilli Duran (comp.), “Letras anuas de la provincia de Paraguay de los años de 1626 y 1627...”, Córdoba de Tucumán, 12 de noviembre de 1628 en Cartas Anuas de la provincia del Paraguay, Chile y Tucumán, de la Compañía de Jesús (1615-1637), ed. Leonhardt (Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1929), 223-384. 26 Bernardo Illari, “Ni alemana, ni italiana: la música española de las misiones guaraníes, 1630-1660” (artículo inédito). 27 Guillermo Furlong, Músicos argentinos durante la dominación hispánica (Buenos Aires: Editorial Huarpes, 1945), 73 28 Florián Paucke, Hacia allá y para acá (una estada entre los indios mocobíes, 1749-1767), 3 vols. (Tucumán – Buenos Aires: Universidad Nacional de Tucumán, 1942-1944), 2: 260. Para la enseñanza musical de los mocobíes, inicialmente fue señalado el castellano Santiago Herrero (1717-1747), mas su prematura muerte a manos de los indios camino de su primer destino, frustró su encargo para el que llevaba “un fajo de musicales y… un oboe”. Paucke, Hacia allá, 1: 154. 29 Furlong, Músicos argentinos, 145-146. Fecha llegaba en 1756 a la reducción de Miraflores de lules “como práctico en la música… para entablarla y enseñarla…”. Pedro Juan Andreu, Breve relación de la vida y noticia de las circunstancias de muerte del padre Francisco Ugalde. San Esteban de Miraflores, 22 de noviembre de 1757. BNE, manuscritos 18577(14), fol. 12v. Edición de 1761 del Procurador Bailina, de una copia posterior de este escrito. 30 La Misión de Lules, luego de algunos altibajos se estableció definitivamente en la década de 1730, mientras que la Misión de Mocobíes tuvo sus comienzos en 1740 y aunque el periodo de exención tributaria de ambas sólo alcanzaba los diez años, al momento del extrañamiento de los jesuitas, aún no se hacía efectivo su cobro, atendiendo a la inestabilidad del sistema misionero en la zona circundante. Paucke, Hacia allá, 2: 289-90. 31 Martin Dobrizhoffer, Historia de los Abipones. 3 vols. (1784; Resistencia: Universidad Nacional del Nordeste e Imprenta de la Universidad Nacional del Litoral, 1967-1970), 3: 111 y Vicente Gesualdo, Historia de la música en la Argentina, 2 vols. (Buenos Aires: Editorial Beta, SRL, 1961), 1: 63.
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finalización del periodo de exención tributaria, periodo que exigía músicos con conocimientos teóricos más sólidos32. c) Fase municipal (pueblo-doctrina) Concluido el proceso de enseñanza-aprendizaje de la nueva cultura y superada la etapa reduccional, en la que los indígenas debían conocer lo estrictamente “necesario para su salvación” en materia religiosa, tenía comienzo la fase municipal, que transformaba a los indígenas en sujetos de derecho y les obligaba a comprender de manera progresiva, dogmas religiosos algo más complejos, según su capacidad. De la misma forma, la música que continuó estrechamente vinculada a la liturgia, debió experimentar un notable crecimiento “con textos referentes a la eucaristía”, adquiriendo también importancia nuevas celebraciones como las fiestas Patrón del pueblo33, también llamadas ‘fiestas titulares de las iglesias’, institucionalizadas de manera oficial en este periodo. La integración efectiva de estos asentamientos a la estructura administrativa indiana como pueblos de indios, además de la constitución en doctrinas o parroquias y del inicio de la tributación, conllevaba la obligatoriedad del aprendizaje del castellano, como lengua oficial de la corona de Castilla y sus reinos de Indias; de ahí que una parte representativa de las obras musicales para-litúrgicas fueran escritas con textos en español, y por tanto, constituyeran junto a la música de Vísperas y a la música instrumental, las obras musicales más representativas de este nuevo estadio evolutivo, obras que a su vez también adquirieron mayor complejidad de manera progresiva. Esta fase aspiraba también a una hispanización más efectiva de los nativos, no sólo en términos lingüísticos, sino sobre todo políticos; así la introducción del villancico y otras prácticas musicales como las óperas o cantadas, importadas de la tradición musical urbana (catedralicia o conventual), constituyó otros de los rasgos característicos de esta fase y así, “la ejecución habitual de villancicos es un modo sutil de indicar la pertenencia de los pueblos al Reino español… Cantar villancicos era definir musicalmente a los guaraníes y chiquitos como vasallos de la corona34. Sobre las composiciones instrumentales se debe señalar que a pesar de no poder precisar las circunstancias en las que comenzaron a formar parte del repertorio musical de Moxos y Chiquitos, hay que adscribirlas sin duda a la fase municipal de las reducciones, durante la primera mitad del siglo XVIII35. Tampoco queda claro si su ejecución se desarrolló en un ámbito estrictamente litúrgico (paralitúrgico), o si pudo constituir un antecedente de la música extralitúrgica (de tipo civil) sin una motivación religiosa, que se introduciría en las misiones durante el siguiente estadio. 32 Francisco Javier Miranda, Sinopsis o ensayo de los daños en lo espiritual y temporal, seguidos del destierro de los jesuitas del Paraguay; y por identidad o paridad de razón, de los daños de una y otra clase seguidos en las dos Américas septentrional y meridional (Buenos Aires: Ediciones Theoria. 1963), 71 y Paucke, Hacia allá, 2: 289-90. 33 Para una descripción de esta festividad entre los guaraníes ver Francisco Jarque, Insignes misioneros de la Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay. Estado presente de sus misiones en Tucumán, Paraguay y Río de la Plata, que comprende su distrito (Pamplona: Juan Micón impresor, 1687), 352-54. 34 Illari, Villancicos, 455. 35 Nawrot, Archivo Musical, 1: 105. 36 Salmos 110 y 111 para solistas, coro a tres voces, dos violines y continuo y antífonas para solistas, violín y bajo continuo.
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Entre las composiciones litúrgicas, hay que destacar un juego de música de Vísperas solemnes de Domenico Zipoli (1688-1726) que sólo ha conservado dos salmos vespertinos de su segura autoría: Confitebor tibi Domine (AMCh 3 SA 09 y AMMx 804) y Beatus vir (AMCh 6 SA 04a y AMMx 802), entre otros que plantean dudas al igual que las antífonas correspondientes36. Este conjunto de obras o servicio, se ejecutaban en el marco de las vísperas de las fiestas más importantes, especialmente las del respectivo patrón del poblado37. Por su parte, entre las obras paralitúrgicas en lenguas originarias, especial mención merecen una quincena de cantos sacros, arias, o más propiamente chanzonetas, romances o villancicos en guaraní según su propio rótulo, procedentes de las doctrinas del Paraná y del Uruguay38 . Entre estos fragmentos “encontrados en las tapas de los libros de música” del antiguo pueblo de San Rafael de Chiquitos y que “...constituyen la parte más antigua del repertorio” destaca la obra Tupâsi María (AMCh 553 FR 01)39; mientras que en el grupo de obras paralitúrgicas en castellano (que en Moxos es bastante más voluminoso y con una fisonomía mucho más definida), merecen especial mención el villancico El día del Corpus salen a bailar (AMMx 895)40 y la ópera misional San Ignacio de Loyola (AMCh 62 RL 08a y AMMx 110)41. Sobre la ópera, hay que señalar que aunque Illari resaltaba su “naturaleza intrínsecamente secular”, habiendo sido implantada en las misiones “como medio de propaganda” ya que su La reconstitución de todo el servicio vespertino fue labor de Piotr Nawrot en el marco de su tesis doctoral denominada Vespers music in the Paraguay reductions, presentada a la Universidad Católica de América, en Washington, D.C., en 1993 y base para una publicación posterior corregida y aumentada bajo el título de Música de vísperas en las reducciones de Chiquitos – Bolivia (1691-1767) (La Paz: Secretaría Nacional de Cultura, 1994). 37 Referencias sobre la música de vísperas en las misiones del Paraguay jesuítico en Jarque, Insignes misioneros, 349-52; Fernández, Relación Historial, 313-14; Pierre François-Xavier de Charlevoix y Domingo Muriel, Historia del Paraguay, 6 vols., ed. de Hernández (1779; Madrid: Librería General de Victoriano Suárez, 1910-1916), 2: 88-90; José Cardiel, Declaración de la Verdad (Buenos Aires: Imprenta de Juan Alsina, 1900), 280; Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Relación histórica del viaje a la América meridional... para medir algunos grados del meridiano terrestre, 4 vols. (Madrid: Antonio Marín, 1748), 3: 233-34; José Cardiel, “Breve relación de las misiones del Paraguay con una previa noticia de los primeros pobladores de aquellas tierras y otras particularidades acaecidas en este tiempo a petición de uno”, Bolonia, 1770, en Organización social de las doctrinas guaraníes de la Compañía de Jesús, 2 vols., ed. Hernández (Barcelona: Gustavo Gili editor, 1913), 2: 558, José Pellejà, Relación sobre la reducción de Santiago de Chiquitos. Ravena, 9 de agosto de 1769, en Zamucos, ed. Combès (Cochabamba: Instituto de Misionología de la Universidad Católica Boliviana, 2009), 239 y Paucke, Hacia allá, 2: 51, 259-63. 38 Bernardo Illari, “Villancicos guaraníes y chiquitos: hispanidad, control y resistencia” en Actas de las X Jornadas Internacionales sobre Misiones Jesuíticas: Educación y Evangelización. La experiencia de un mundo mejor (Córdoba: Universidad Católica de Córdoba, 2005), 341-51. En este trabajo, el autor ofrece un análisis que sugiere que el jesuita Sepp pudo haber participado activamente en la elaboración de este corpus cuya estructura “revela afinidades con el estilo de Melchor Gletle…, maestro y adalid musical…” del propio Sepp. 39 Seis de estos cantos sacros fueron editados por Piotr Nawrot, Indígenas y Cultura, 5: 1-54., quien sugiere que estas obras fueron “utilizadas para el adoctrinamiento inicial de los nuevos pueblos” en Chiquitos, pudiendo constituir los cantarcillos traídos por el grupo de guaraníes que acompañó a Arce en su entrada a los chiriguanos en 1690. 40 Villancico anónimo a cuatro voces y violín para los maitines del Corpus, “que evidencia un sello estilístico moxeño” Guillermo Marchant, “Herencia musical de Moxos y Chiquitos, un patrimonio del barroco americano que conserva la frescura de sus orígenes”, en El homenaje de los indios canichamas & moxos a la Reina María Luisa de Borbón (1790), CD ed. Capilla de Indias (Francia: K617, 2002-2003), 6. 41 Drama musical en diez escenas para solista, coro a tres voces, trompeta, violines y bajo continuo inédito hasta la fecha. Aunque Illari afirmaba que algunas partes de la obra se podían atribuir a Zipoli y a Schmid; el reciente hallazgo de la cantada latina San Lorenzo, AMMx 111, de la que San Ignacio parece ser un arreglo, cuestiona estas atribuciones. Bernardo Illari, “Un opéra de l’altérité dans les réductions jésuites” en San Ignacio, l’opéra perdu des missions jésuites de l’Amazonie, CD (Francia: K617, 1996). Sobre el género del drama musical (ópera, zarzuela, loa, representación, cantada) ver Nawrot, Indígenas y Cultura, 1: 29-36 y 135-40, y sobre la ópera misional ver Bernardo Illari, Domenico Zipoli: Para una genealogía de la música clásica latinoamericana (estudio inédito), cap. XIII.
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puesta en escena por parte de los indígenas “certificaba su capacidad para participar en la cultura colonial…”; parece mas apropiado hablar de música secular según el contenido y/o argumento de cada obra en particular, en lugar de limitarla a un género en particular como el de la ópera misional, que por otra parte poseía de manera minoritaria argumentos profanos (celebraciones regias), predominando más bien las de tipo devoto y paralitúrgico (vidas de santos por ejemplo)42. Finalmente hay que citar el extenso corpus de música instrumental de las colecciones musicales de Moxos y Chiquitos (esta última mucho más voluminosa y diferenciada). Entre estas composiciones, destacan las Sonatas Corelli I-II, IV-VIII (AMCh 208-214 SO 07-13) cuyo autor es el violinista boloñés Arcangelo Corelli (1653-1713)43, y la sonata anónima Pastoreta ichepe flauta (AMCh 159 SO 66), “melodía de sabor popular…que merece un lugar privilegiado en el seno del repertorio de América colonial” como “una de las pocas obras originales para flauta dulce”44. La fase municipal en las misiones jesuíticas de América meridional, fue sin duda el periodo de mayor desarrollo musical; en todos los casos se inició con la llegada de misioneros con más que medianos conocimientos musicales: así, Antón Sepp (1655-1733) arribaba a las doctrinas guaraníes en el último decenio del siglo XVII, Leonardo Valdivia (1683-1752) a Moxos en la década de 171045 y Martín Schmid (1694-1772) a Chiquitos en la de 1730, todos con el objeto de trabajar como de maestros de música en sus respectivas zonas misionera46. Es bastante probable que ellos hayan llevado consigo o propiciado el ingreso de composiciones de referencia como las de Cozzolani47 al repertorio guaraní, de Araujo a la colección musical de Moxos y de Zipoli a la de Chiquitos.
42 Illari, Domenico Zipoli, cap. XIII, Anónimo, “Las Fiestas Reales en San Borja en 1760”. San Borja [del río Uruguay], 28 de noviembre de 1760, en Revista do Serviço do Patrimonio Histórico e Artístico Nacional (Rio de Janeiro) 4 (1940): 5665. Entre la decena de óperas de las misiones de las que han quedado referencias: San Lorenzo, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier (AMCh 63 CH 15), San Justo y San Pastor (AMCh 62 RL 8c), El Rey Orontes en Egipto pagano, Felipe Quinto, Los pastores del Nacimiento del Niño Dios y El Nacimiento, San José y Santiago, sólo una, Felipe V, posee un argumento secular (Cardiel, Breve Relación, 576), precisión que Illari parece no considerar. 43 Corelli desarrolló su actividad en Roma desde la década de 1670. Sus composiciones son consideradas como la música instrumental más popular de su época, ocupando “una posición de liderazgo en la vida musical de Roma durante unos treinta años” al amparo del Cardenal Ottoboni, uno de sus principales mecenas. Willi Apel, Italian violin music of the seventeenth Century (Bloomington e Indianápoli, Indiana University Press 1990), 231-43. 44 Obra para flauta, violón y bajo continuo, inicialmente atribuida a Schmid. Bernardo Illari, “Les Vêpres de San Ignacio” en Doménico Zipoli. Vêpres de San Ignacio, CD (Francia: K617, 1992), 43-48 y 104. Sobre esta composición inédita, ver también Piotr Nawrot, “Baroque music en the jesuits reductions (settlements)” en Bolivian Baroque. Baroque music from the missions of Chiquitos and Moxos indians, CD (Alemania: Channel Classics Records, 2004), 13. 45 “Se puso [a] aprender los puntos de solfa para enseñarla y lo consiguió tan bien, que hizo órgano, compuso algunas misas, salves y letanías y la entabló en el pueblo [de la Exaltación] tan diestramente, que es una de las mejores [Capillas musicales o Solfas] de nuestras misiones” Nicolás Altogradi, Carta de Edificación del padre Leonardo Valdivia, San Pedro de Moxos, 20 de agosto de 1752. Archivo de la Compañía de Jesús de Chile, caja 290, carpeta 41, nº 118, fol. 2v. 46 “Este mismo año [de 1730] para adelantar el culto divino y aficionar más [a] estas gentes a las cosas de la fe, se abrió en el pueblo de San Javier, escuela de solfa siendo su maestro el padre Martin Schmid que, siendo perito en la música, les enseña con gran cuidado y los indios aprenden con empeño”, Pedro Lozano (compilador), “Anua de la provincia del Paraguay (1730-1734)” en Carlos Leonhardt, “La música y el teatro” 210; ver también José Manuel Peramás, De vita et moribus tredecim virorum paraguaycorum (Faenza: ex Typographia Archii, 1793), 432. 47 Chiara Margarita Cozzolani (1602-c1678), religiosa benedictina del convento de Santa Radegonda de Milán; una de las pocas monjas que consiguió imprimir su música y a quien se atribuye por concordancia, el salmo vespertino Laudate pueri Dominum (AMCh 5 SA 33), obra para dos coros a 3 voces, dos violines y bajo continuo.
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La elección de estos misioneros para el desarrollo de la actividad musical no es una casualidad; al contrario se encuentra íntimamente relacionada con el inicio de la fase municipal y el establecimiento definitivo de las reducciones, y aunque Peramás señalaba que el excesivo trabajo de los pocos misioneros de Chiquitos hasta 1730, había impedido “promover los asuntos temporales de los indios… y por consiguiente las artes mecánicas estaban postergadas o muy poco desarrolladas”48; lo cierto es que en una fase sin estabilidad como era la reduccional, difícilmente se podían promover teóricamente actividades como la música. Así pues, el paralelismo entre la actividad musical del tirolés Sepp en las doctrinas guaraníes en el periodo 1691-1733, del charqueño Valdivia en los pueblos de moxos durante el lapso 1714-1752, y del suizo Schmid en las de chiquitos en el intervalo 1730-1767, todos con una media de permanencia en sus respectivos puestos de alrededor de cuatro décadas, es innegable. A este grupo de jesuitas músicos se podría añadir un maestro anónimo en la doctrina quechua del Cercado de Lima49, el jesuita y coadjutor temporal portugués Rodrigo Gómez (15751659), maestro de arte y canto en la doctrina aymará de Juli entre 1620 y 164050, y en menor medida el jesuita aragonés Hernando Cabero (1599-1697) quien, como “compositor eminente” puso en música “cantares piadosos para los indios” mientras trabajó al frente de la doctrina neogranadina de Fontibón entre 1632 y 163551. Sin embargo, cabe señalar que el crecimiento y perfeccionamiento del repertorio musical de las reducciones durante la fase municipal, fue el resultado de la actividad colectiva de misioneros e indígenas como bien señalaba el jesuita Miranda en el exilio: “Para mantener estas escuelas [de música], nos valíamos de dos industrias: una era el llevar de Europa, de tiempo en tiempo, jesuitas prácticos en ella [la música], que sucediesen a los maestros difuntos [y ancianos]. Otra era que los procuradores generales [de provincia] que..., venían a Roma y Madrid cada sexenio por los negocios de la Provincia, recogiesen y comprasen las nuevas y mejores composiciones o papeles de música en el género sagrado o eclesiástico, los cuales copiados por nuestros indios, que son exactísimos en esta parte, se distribuían en las misiones y colegios, y de este modo se iba renovando y manteniendo la música sin decadencia” 52.
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Peramás, De vita et moribus, 424. Las fuentes señalaban que treinta de los hijos de los curacas más principales de Perú se educaban desde 1619 en el Colegio de Caciques del Cercado bajo la dirección de los jesuitas, donde eran enseñados “a leer y a escribir y con extraordinario cuidado las cosas de nuestra santa fe; aprenden también a tañer y a cantar canto de órgano, para lo cual tienen maestro asalariado” Jerónimo Pallas, Misión a las indias con advertencias para los religiosos de Europa que la hubieren de emprender… Lima, 1619, (Madrid: CSIC, El Colegio de México y Università degli Studi di Torino, 2006). De esta información se puede deducir con bastante probabilidad que dicho maestro era un músico de oficio no jesuita, que con probabilidad sería uno de los músicos de la Capilla de la Catedral metropolitana de Lima. 50 “Cuidaba mucho de la música y cantores [de Juli], procurando con todas veras que tuviesen lo más acendrado y curioso de este género, y no había para él mayor regocijo que cuando en alguna navidad o fiesta principal, salía muy lucido lo que tocaba al coro”. Andrés de Rada (comp.), Cartas anuas de la provincia de Perú de 1660 y 1661, [Lima, 1662], ARSI, Peruviana 16, fols. 61-95. 51 Juan Manuel Pacheco, Los jesuitas en Colombia (Bogotá: Imprenta de los hijos de Santiago Rodríguez, 1962), 76. Para una biografía sumaria de este y otros misioneros de la provincia jesuítica neogranadina citados ver José del Rey Fajardo, Biblioteca de escritores jesuitas neogranadinos (Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2006). 52 Francisco Javier Miranda, Sinopsis o ensayo de los daños en lo espiritual y temporal, seguidos del destierro de los jesuitas del Paraguay; y por identidad o paridad de razón, de los daños de una y otra clase seguidos en las dos Américas septentrional y meridional, [c1772-1778] (Buenos Aires: Ediciones Theoria, 1963), 71-72. 49
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Entre algunos de los misioneros que sucedieron a los primeros maestros de música, hay que señalar al bohemio Messner (1703-1769), al bávaro Knogler (1717-1772) y al suizo Roth (1722-d1773), quienes continuaban la labor musical en Chiquitos; al húngaro Eder (17271772) que parece haber tomado al menos parcialmente el relevo entre los baures de Moxos y al bohemio Dobrizhoffer (1718-1791) con los tobatines vinculados a las doctrinas guaraníes53. Por su parte, entre los indígenas hay que citar a los guaraníes que acompañaron a Arce en su entrada a los chiriguanos en 1690 como ya se ha hecho referencia, a Paica, guaraní activo en las reducciones de San Juan Bautista y San Miguel del Uruguay al rededor de 175054 y a varios mocobíes55. Por su parte, una de las renovaciones del repertorio musical que se han podido documentar, vino de la mano del aragonés Sebastián de San Martín (1678-1759), quien desempeñando el oficio de Procurador de los jesuitas de Paraguay en Europa entre 1731 y 1734, adquiría “6 misales, 9 rituales, 30 cuadernos de misas nuevas” para Chiquitos56, entre las que probablemente se encontraban las del violinista y organista veneciano Giovanni Battista Bassani (c16571716) o incluso el juego de vísperas del organista bávaro Johan Valentin Rathgeber (16821750), composiciones hoy presentes en ambas colecciones marcando una evolución estilística frente a obras de referencia como las de Araujo o Zipoli. d) Fase civil-secular La última etapa en el desarrollo institucional de los pueblos de indios tenía que ver con la desaparición de su estatuto especial, dejando de existir como espacios de ‘segregación’ o separación residencial y buscando la integración de indígenas y españoles en asentamientos de tipo mixto; proceso en el que el tutelaje que habían ejercido los jesuitas como defensores de los derechos de los indios, ya no tenía lugar, siendo reemplazados por autoridades de tipo civil. Este proceso se había iniciado a mediados del siglo XVIII como resultado de las ideas reformistas que consideraban que la etapa de aprendizaje de los nativos tendente a su completa inserción en el nuevo sistema había concluido y por tanto, era necesaria la aplicación de una política de colonización más efectiva en zonas que aún no habían sido sometidas. Las primeras experiencias en este sentido, se llevaron a cabo precisamente entre las misiones jesuíticas de Sonora y Sinaloa en Nueva España alrededor de 1750; sin embargo, como quiera que la metodología misionera de la Compañía era considerada como “un obstáculo para el avance de la colonización española”, no es de extrañar que este proceso fuese acompañado de la expulsión de los jesuitas en 1767. 53 Miranda, Sinopsis, 71, Peramás, De vita et moribus, 189, Julián Knogler, Relato sobre el país y la nación de los chiquitos en las Indias Occidentales a América del Sud y las misiones en su territorio, redactado para un amigo, 1769, ed. Hoffmann (Buenos Aires: CONICET), III parte, cap. 4, José Sánchez Labrador, El Paraguay Católico, Ravena, 1769 en Real Academia de la Historia, Cortes 9/2276 (publicada parcialmente en 1910) y Francisco Javier Eder, Breve descripción de las reducciones de Mojos [c1772], ed. Barnadas (Cochabamba: Historia boliviana, 1985). 54 Antón Sepp, “Carta al padre Guillelmo Stinglhaim, Provincial de la Compañía en la provincia de Germania Superior (1755)” en Davín, Cartas Edificantes, 7: 383-400. 55 Paucke, Hacia allá, 3/1, 32-33. 56 Testimonio del despacho librado por el Gobierno Superior de Lima, en virtud de la solicitud del padre Sebastián de San Martín, jesuita, procurador general de las provincias del Paraguay y superior de las misiones de Chiquitos, sobre que no se le ponga embarazo en el transporte hasta dichas misiones de algunos libros y mercerías. Los Reyes, 31 agosto 1734. Archivo Nacional de Bolivia (en adelante ANB), Audiencia de La Plata, Mojos y Chiquitos 9.
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Entre las consecuencias más importantes de esta última transformación de las misiones, se encontraba la concesión de capacidad jurídica plena a los indígenas y su constitución en súbditos y vasallos (ciudadanos) de pleno derecho57; hecho que iba a tener importantes repercusiones en la actividad musical de sus pobladores, pues a partir de entonces se encontraban plenamente legitimados para la elaboración de obras musicales a su libre albedrío. En ningún caso se sugiere que no hubiesen participado activamente en el proceso creativo musical con anterioridad, sino más bien, que debieron hacerlo con estricto apego a las directrices marcadas por la liturgia y por los jesuitas con conocimientos musicales, a manera de filtro (por lo menos en la forma) respecto de cualquier indicio o resto de sus antiguos ritos y creencias. Durante este periodo hay que señalar el inicio de la ejecución de música de carácter secular (extralitúrgica), práctica que definirá musicalmente esta fase; su naturaleza no era exactamente la de música profana, pues su contenido se circunscribía mayoritariamente a las celebraciones regias vinculadas con la Monarquía y sus representantes en Indias, como manifestación de la civilidad o calidad de vasallos de la corona de los indígenas; adquiriendo por tanto, un matiz más bien político antes que profano y de cultura popular propiamente dicho. Sin embargo, estas obras servirían de precedente para la creación de otras netamente profanas, aunque ello tendría lugar en un estadio evolutivo posterior, verdaderamente civil, luego de la conclusión del periodo hispánico, con el nacimiento de los estados republicanos, fase que excede los límites del presente trabajo. Entre las obras estrictamente litúrgicas hay que señalar un grupo de composiciones, entre las que “la estética musical comienza a ocupar el lugar de la experiencia espiritual y mística, que dominaban hasta el momento”; clara influencia de la música urbana introducido por los nuevos administradores indianos de las misiones, como es el caso de la anónima Misa de San Miguel (AMMx 737 y AMCh 44 MI 17)58. Por su parte, en la esfera paralitúrgica, esa influencia se materializó en obras como el canto devocional en trinitario Bicopayacoborechu yovopo biti pojoena yoti (AMMx 174)59 o la Cantada anónima Del pan angélico tan dulce y cándido (AMMx90)60 y la negrilla Frasiquilla de Busanga. Esa noche yo baila (AMMx 906 y AMCh 327 RL 32)61. Entre las obras instrumentales hay que destacar los anónimos Jerure (AMMx 1035) y Macheteros (AMMx 1044), obras para violín y bajo continuo que en su ejecución incorporaban el bajón (insturmento autóctono)62, mientras que entre las de carácter secular o extralitúrgico, hay que destacar el canto e castellano Nazcan hoy día tan dichoso (AMMx 546)63, al que hay que añadir dos obras en idiomas moxeños de c1790; el aria A nuestra Reina, señora María Luisa de Borbón (Archivo General de Indias, en adelante AGI, Escogidos 1), composición de Francisco Semo, Marcelino Ycho y Juan José Nosa, indígenas de los pueblos de Trinidad y San Javier de Moxos con ocasión del “aniversario de la Reina, el 25 de agosto64 y una “serie de canciones compuestas por los indios de San Pedro de Moxos” en canichana en homenaje a los 57
Humberto Vázquez y Hugo Patiño, “Un códice cultural del siglo XVIII” en revista Historia, 14 (1958): 65-107. Obra para coro a cuatro voces, violín y continuo, editada por Nawrot, Archivo Musical, 4: 118-19 y 257-320. Obra inédita para una sola voz con acompañamiento de violín interpretada durante la fiesta de la Santísima Trinidad. 60 Obra inédita en castellano para coro a tres, dos violines y bajo continuo para Liturgia de 40 horas en Corpus Christi. 61 Villancico de negros para Navidad para coro, violín y continuo, editada por Nawrot, Archivo Musical, 2: 295-304). En la versión moxeña se añade “un verso en lengua del lugar”, mientras que en la chiquitana se simplifica a una voz. 62 Obras inéditas para la fiesta de la Santísima Trinidad y la procesión de Navidad respectivamente. 63 Canto secular inédito a dos voces para la llegada de los gobernadores a las misiones. 64 Obra en moxeño para solistas, coro, dos violines y violoncello editada por Nawrot, Indígenas y Cultura, 5. La afirmación 58 59
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monarcas (AGI, Escogidos 1)65, que constituyen las obras extralitúrgicas o seculares más representativas de todo este periodo. Para concluir esta reseña, hay que citar una serie de composiciones civiles de mediados del siglo XIX que aunque no se encontraban positivadas, fueron compiladas y transcritas por iniciativa de los científicos que exploraron la zona de nuestro estudio. Entre estas composiciones con argumento netamente profano, destacan la danzas [Vete a la selva] en el caso de Chiquitos66 y Baile de toritos, en el de Moxos67, composiciones de la cultura popular de los indígenas. Tabla 2. Obras musicales representativas por estadio institucional68 Obras Fase Preliminar
Paralitúrgica (vernáculo) Sono paraquayensi Havestadt Münster 1777 mapuche
Litúrgica (latín) –
Reduccional Iyaî Jesuchristo apoquirui Anónimo AMCh 371 chiquito
Misa de Cuaresma Araujo AMMx 727
Municipal
Tupâsi Maria
Vísperas
¿SEPP? AMCh 553 guaraní
Solemnes Zipoli AMCh 3, 6 AMMx 802, 804
Secular
Paralitúrgica Instrumental Secular / Civil (castellano) (extralitúrgica)
Bicopayacoborechu Misa de yovopo biti pojoena San Migue yoti Anónimo Anónimo AMMx 174 AMMx 737 moxeño de Trinidad AMCh 44
–
–
–
–
–
El día del Corpus salen a bailar Anónimo AMMx895
Sonatas I-II y IV-VIII
–
Frasiquilla de Busanga. Esa noche yo baila Anónimo AMMx 906 AMCh 327
Jerure Anónimo AMMx 1035
Corelli AMCh 208-14
A nuestra Reina, señora María Luisa de Borbón Semo et al. AGI Escogidos 1 [Vete a la selva] Anónimo París 1846
de que en esta composición se percibe “la influencia de la escuela veneciana de violín identificada en las obras de Antonio Vivaldi (1675-1741)”, queda reforzada considerando la identificación por concordancia de al menos una obra de este músico en Chiquitos (AMCh 207 SO 6). Vázquez y Patiño, “Un códice”, 76 y 81. 65 Obras para solista, violín y continuo editadas por Nawrot, Indígenas y Cultura, 5. Ver Marchant, “Herencia”, 6. 66 Obra para una sola voz cuya transcripción fue realizada por el Maestro de Capilla de Santa Ana de Chiquitos (que probablemente era don Pablo Surubís), alrededor de 1832, Alcide d'Orbigny, Viaje a la América meridional, 4 vols. (1846; Buenos Aires: Editorial Futuro, 1945), 4: 1271-72. 67 Obra para un conjunto instrumental indígena cuya compilación fue realizada alrededor de 1859, Melchor María Mercado, Álbum de paisajes, tipos humanos y costumbres de Bolivia (1841-1869) (La Paz Sucre: Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, 1991). 68 Elaboración propia con algunas precisiones musicológicas proporcionadas por Nawrot. Para esta comunicación, se ha
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Entre los nombres de varios músicos hay que destacar entre los mocobíes, el del violinista Miguel Cotomainqui y al traversista Juan Comoñinqui, alumnos de Paucke en la reducción de San Javier y activos antes de 176069. Por su parte, en San Rafael de Chiquitos, el Obispo de Santa Cruz de la Sierra, Herboso y Figueroa disponía la fabricación de un órgano para su Catedral, labor encargada a los “maestros competentes” de los talleres del pueblo que habían sido instruidos por Schmid70. A ellos se debe añadir Julián Arayuru, Maestro de Capilla de Santa Ana de Chiquitos a principios del siglo XIX entre otros71. En Moxos hay que resaltar la habilidad y conocimientos de los músicos de Los Desposorios (doctrina moxeña de indios chiquitos, la más cercana a la sede cruceña), que debieron ser suficientes para que el mismo Obispo Herboso, dispusiese allí la instrucción de cinco jóvenes cruceños en la ejecución de instrumentos con miras a su incorporación a la Capilla Musical de su Catedral. De los músicos de este pueblo, el Prelado señalaba que “ejecutan lo que en los papeles de solfa se les pone delante y lo enseñan y copian, y de esta oficina [escuela de música] salen muchos bien diestros en varios instrumentos”72. Adquieren un lugar relevante dentro esta reseña los moxeños Semo, Ycho y Nosa, quienes junto a un grupo de músicos anónimos de etnia canichana del pueblo de San Pedro, compusieron una serie de obras en sus respectivas lenguas para celebrar las nupcias reales de don Carlos IV con doña María Luisa de Borbón como se ha señalado73. Finalmente hay que citar entre los guaraníes a Ignacio Azurica, músico de profesión del pueblo de Santos Reyes de Yapeyú, quien en 1787 era solicitado por el “Maestro de Canturía del Seminario Conciliar” porteño “para concurrir a las funciones [litúrgicas] de esa santa Iglesia [Catedral]”74. Asimismo se debe incluir a Cristóbal Pirioby (1764-1794), natural del pueblo de San Carlos del río Uruguay, músico y perito en la fabricación de instrumentos que desarrolló sus actividades didácticas en Buenos Aires durante una década hasta su muerte y a quien se ha atribuido la autoría de algunas obras anónimas presentes en la colección musical que dejó al morir75.
resaltado ejemplos representativos del plano histórico-musical antes que aquellos del ámbito estrictamente musical. 69 Paucke, Hacia allá, 3/1, 32-33. 70 Francisco Ramón de Herboso y Figueroa, Informe de la Visita episcopal a las misiones de Moxos y Chiquitos. Santa Cruz de la Sierra, 1769, en ANB, Mojos y Chiquitos 25, doc. IV, fols. 84-85, e Informe sobre la reedificación de la Catedral. Santa Cruz de la Sierra, 16 de marzo de 1770, en ANB, Charcas 410. Información relatada parcialmente en Cosme Bueno, “Descripción de las provincias pertenecientes al Obispado de Santa Cruz de la Sierra” en El conocimiento de los tiempos (Lima: ¿Imprenta Real?, 1771), [18-19]. Ver también Peramás, De vita el moribus, 457-60. 71 Gerardo Huseby, Irma Ruiz y Leonardo Waisman, “Un panorama de la música en Chiquitos” en Las misiones jesuíticas de Chiquitos, ed. Pedro Querejazu (La Paz: Fundación BHN, 1995), 663. 72 Francisco Ramón de Herboso y Figueroa, Relación de los pueblos, usos y costumbres que antecede a los reglamentos para el gobierno espiritual y temporal de las misiones de chiquitos, para su más clara inteligencia. San Ignacio de Chiquitos [Velasco], 7 de enero de 1769, en AGI, Charcas 515 y ANB, Mojos y Chiquitos 24, doc. II, fol. 10. Ver también Piotr Nawrot y Javier Matienzo, “Música en la Catedral de Santa Cruz de la Sierra: desde su fundación hasta el siglo XX”, en Anuario de la Academia Boliviana de Historia Eclesiástica, 11 (2005): 9-27. 73 Sobre algunos pormenores de esta celebración ver Piotr Nawrot, “Lo autóctono y lo traído: fiesta en las misiones jesuíticas de guaraníes, moxos y chiquitos” en La fiesta en la época colonial iberoamericana, Actas de la VII reunión científica del Festival “Misiones de Chiquitos” (Santa Cruz de la Sierra: Fondo Editorial APAC, 2008), 231-59. 74 Pedro Grenón, Nuestra primera música instrumental (Buenos Aires: Librería “La Cotizadora Económica”, 1929), 52. 75 Antonio Monzón, “Un profesor indígena de música en el Buenos Aires del siglo XVIII” en Estudios 442 (1949), 142-46 y Vicente Gesualdo, Historia de la música en la Argentina, 2 vols. (Buenos Aires: Editorial Beta, 1961), 1: 106-08.
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Javier Matienzo Castillo
Tabla 3. Músicos y/o compositores (jesuitas e indígenas) por estadio institucional en las reducciones76 Fase/Misión
Guaraní
Moxo
Chiquito
Otras
Preliminar
Vaisseau Berger
Bermudo ¿Soto?
Caballero Suárez
Havestadt (arauco)
Reduccional
Comentali Pastor,
Barace Marbán Espejo
Tolú
Fecha (Chaco) Paucke (mocobí)
Municipal
Sepp
Valdivia
Schmid
Anónimo externo (Cercado de Lima
guaraníes anón. del Paraná Paica Dobrizhoffer
¿Eder?
Messner
moxos anónimos
¿Knogler? Roth
chiquitos anón. de Desposorios Semo, Icho, Nosa canichanas anón. de San Pedro
chiquitos anón. Cotomainqui (mocobí) de San Rafael Comoñinqui (mocobí) Poñés Arayuru Surubís
Civil-Secular
Pirioby Azurica
Gómez (Juli) Cabero (Fontibón)
Conclusión Hasta la fecha, la investigación musicológica de las colecciones musicales de Moxos y Chiquitos había hecho hincapié en la cultura musical como resultado de la práctica litúrgica de la Iglesia, de los objetivos de sus misioneros y de las preferencias y posibilidades técnico-musicales de los indígenas; sin embargo, el marco jurídico-político en el que estaba inserto el proceso de evangelización –y colonización- junto a la música como uno de los componentes esenciales de la metodología misionera, había sido pasado por alto: la tendencia historiográfica y musicológica de considerar la evangelización -y la música- como un objetivo en sí mismo ajeno al contexto político, carece de veracidad histórica pues los eclesiásticos en virtud del Patronato Regio, debían coadyuvar -a través de la Palabra de Dios- al proceso colonizador de la Monarquía hispánica. El estudio de la producción musical de las misiones a la luz de las posibilidades y limitaciones jurídico-legales, confieren a este corpus una contextualización bastante más precisa de la que hasta ahora conocíamos; no debe llamar la atención el hecho de que la música muestre una adaptación al contexto legal y una finalidad también política, características que por otra parte, encontraban su origen en la propia legislación indiana77. En esta perspectiva, la práctica
76
Elaboración propia. Ya el Virrey Toledo como supremo organizador de Perú disponía que “por cuanto la fiesta y procesión del Corpus Christi es la principal que se hace en todo el año así por lo que representa, como por ir en ella el cuerpo de nuestro señor Jesucristo..., conviene que pongamos en ella más fuerzas humanas en lo exterior... con todas las apariencias posibles, porque si en todas partes esto es tan necesario y obligatorio, en estas [de las Indias] se ha de poner más cuidado en la representación por
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musical de las misiones se encontraba estrechamente relacionada con el modelo de evolución institucional de las reducciones, tanto que las transformaciones político-administrativas sufridas por las pueblos a lo largo de su existencia, tuvieron directa influencia en la introducción, utilización, reformulación e incluso estructuración de los diferentes géneros musicales. En esta misma lógica, los indios pasaron de jugar un papel de meros reproductores durante las fases preliminar y reduccional, a participar de manera progresiva en la creación musical durante los periodos municipal y secular-civil; primero con arreglos de obras ajenas en el marco de los cánones marcados por los músicos occidentales (europeos y criollos), para finalmente adquirir una madurez musical que les legitimó para la composición de obras plenamente suyas. En ningún caso se sugiere que no hubiesen participado activamente en el proceso creativo musical con anterioridad, sino más bien, que debieron hacerlo con estricto apego a las directrices marcadas por la liturgia y por los jesuitas con conocimientos musicales, a manera de filtro y censura (por lo menos en la forma) respecto a cualquier indicio o resto de sus antiguos ritos y creencias. De ninguna manera se puede admitir que los indígenas carecieran de aptitudes de composición musical, al contrario, aunque hubiesen poseído excelentes y excepcionales habilidades, su contribución a la música no dejaba de ser objeto de una estricta censura no solo para depurarla de cualquier elemento contrario a la civilización en la que se les estaba imponiendo, sino también porque el reconocimiento de su capacidad creativa, les hacía implícitamente acreedores de una plena capacidad jurídica, cualidad que el propio sistema colonia les negaba. Reconocer su creatividad, era pues, cuestionar el propio sistema misional construido sobre la base de la necesidad de tutelaje del hombre y mujer americanos; en este entendido, la sistemática negativa de parte de los jesuitas para reconocer la capacidad creativo-musical de sus misionados78, debe entenderse más bien, como la silenciada producción musical de los indígenas de América meridional. En cualquier caso, una de estas fuentes historiográficas sí que admitía la actividad compositiva de los músicos guaraníes, calificándola no obstante de innecesaria para el sistema revelando así, el trasfondo político que rodeaba este reconocimiento creativo: “con perfección la saben [la música] y tal vez componen muy bien, aunque esto [de componer] no necesitan, pues tienen composiciones de las mejores de Italia y Alemania, traídas de los procuradores y misioneros que fueron de estas partes”79 ser estos indios plantas nuevas y darles doctrina y ejemplo..., de lo cual vienen en algún conocimiento de las cosas que se les predican y enseña por la autoridad que ven con que se hace [la celebración], porque para el verdadero conocimiento, es menester más tiempo del que ha pasado para su conversión...” Francisco Álvarez de Toledo, “Ordenanzas municipales para la ciudad de Cuzco”. Checacupí, 18 de octubre de 1572, en Ordenanzas de don Francisco de Toledo, ed. Roberto Levillier (Madrid: Imprenta de Juan Pueyo, 1929), 8: 72-74. 78 De entre las innumerables fuentes historiográficas jesuíticas y solo a efectos ilustrativos, podemos citar a Cardiel, Breve Relación, en el caso guaraní; Eder, Breve descripción, para Moxos; y Knogler, Relato sobre el país, sobre Chiquitos; no sin hacer notar que, de una lectura detallada de esto textos surgen contradicciones entre la supuesta incapacidad creativa de los indígenas y su excepcional arte plumario por ejemplo. 79 Jaime Ignacio Oliver, Breve noticia de la numerosa y florida cristiandad guaraní, documento trunco sin datación [ca1770] en ARSI, Paraquariae 14, doc. 4, fols. 98v-99. Párrafo publicado con algún error de transcripción y/u omisión, hecho que impide su correcta interpretación Furlong, Músicos argentinos, 83-84. Existe además una fuente extrajesuítica anterior a 1769 que viene a confirmar la actividad compositiva en Moxos al señalar que “en uno u otro pueblo no sólo hay músicos diestros, sino compositores” Bueno, Descripción de las provincias, [38-39]. La fuente de esta documento, es el informe remitido por el Obispo Herboso y Figueroa tras su Visita Pastoral a Moxos, practicada por un Visitador en 1768, quien pudo recibir a su vez, información de boca de los propios jesuitas camino del exilio.
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El paisaje de una patria perdida. Juan Ignacio Molina y el patriotismo criollo como origen cultural de la independencia Nicolás Ocaranza École des Hautes Études en Sciences Sociales Cerma-Mascipo Nulla terra exilium est sed altera patria. Seneca, De remediis fortuitorum, 8, 1
La epistemología patriótica como deconstrucción historiográfica. ntre los siglos XVI al XVII circuló en el Viejo Mundo una serie de textos que a partir de confusas teorías y tipologías exacerbaban la anomalía de las especies animales y vegetales y la inestabilidad de los climas de América.1 Estos textos, publicados bajo el formato de diarios de viajes, historias naturales, estudios geográficos o relaciones de carácter etnográficas, dogmatizaban desde un punto de vista europeizante que el carácter primitivo y degenerado de los indios y la inferioridad racial y cultural de los criollos frente a los peninsulares eran efectos, entre otros aspectos, del condicionamiento geográfico y climático al que estaba sometido el Nuevo Mundo.2 Durante el siglo XVIII se dio inicio a un debate trascendental acerca de cómo escribir la historia del Nuevo Mundo y sus habitantes. Este debate, profusamente estudiado por Antonello Gerbi y Jorge Cañizares-Esguerra en su dimensión ética, científica e historiográfica, puso en evidencia las nuevas técnicas utilizadas por algunos eruditos criollos para cuestionar la autoridad de los discursos y la confiabilidad de las fuentes que los historiadores y cronistas europeos habían usado tradicionalmente para describir e interpretar al mundo americano. Estas técnicas historiográficas validaron aquellos conocimientos científicos que la Europa de las Luces ofrecía como nuevos paradigmas de interpretación de la realidad geográfica, botánica, natural y social.
E
1
Antonello Gerbi, La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica, 1750-1900 (México: Fondo de Cultura Económica, 1982). Anthony Pagden, The Fall of Natural Man: The American Indian and the Origins of Comparative Ethnology (Cambridge: Cambridge University Press, 1986).
2
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Nicolás Ocaranza
Con todo, esta nueva forma de pensar y narrar el espacio americano no solo fue consecuencia de un cambio en la concepción Ilustrada del mundo, como bien puede entenderse a partir del desarrollo de la filosofía y las ciencias en la Europa del siglo XVIII, sino que también respondió al desarrollo de una epistemología cuyo objetivo no fue otro sino refutar aquellos relatos españoles y europeos que edificaron una imagen falseada de América y los americanos: “En este contexto, la historiografía española del siglo XVIII sobre el Nuevo Mundo se convirtió, en primer lugar, en una defensa de la identidad propia. Si bien es cierto que el patriotismo durante mucho tiempo ya había absorbido la imaginación de los estudiosos ibéricos, pero en el siglo XVIII, a la defensa de la patria se añadieron los llamados a renovar la economía y la cultura de España, la cual supuestamente había quedado rezagada del resto de Europa. La historiografía española sobre el Nuevo Mundo resultó ser agresivamente crítica mucho antes que la del resto de Europa.” 3
No debe extrañar entonces que a partir de 1740 escribir una historia de América se convirtiera en la preocupación central de una de las nuevas instituciones de renovación cultural creada por los Borbones españoles: la Real Academia Española de la Historia. A pesar del general consenso acerca de la necesidad de eliminar las crónicas anticuadas y los relatos poco fidedignos, y a pesar de todo el enojo contra las engañosas caracterizaciones que en el norte de Europa se hacían sobre la capacidad intelectual española, surgieron a lo largo del siglo XVIII en España diferentes paradigmas para escribir una nueva historia. Prueba de ello es la escuela formada por los valencianos Gregorio Mayáns y Juan Bautista Muñoz, que logró conservar todos los archivos históricos coloniales bajo el alero del Archivo de Indias.4 De acuerdo con Jorge Cañizares-Esguerra “En las colonias, el llamado a escribir una nueva historia también tuvo muchos seguidores. Pero las nuevas historias de la América española fueron significativamente diferentes de las que aparecieron en Europa, incluida España. Sin duda, los hispanoamericanos se dedicaron a ofrecer narrativas alternativas a las elaboradas en Europa”.5 De esta manera, se articuló una epistemología patriótica que, a través de una crítica de las epistemologías eurocéntricas, “expuso los defectos y limitaciones de los europeos que buscaban escribir historias naturales del Nuevo Mundo y sus pueblos. Si los europeos inventaron la imagen del viajero ilustrado, los autores hispanoamericanos contemporáneos echaron por tierra ese constructo”.6 En busca de la patria perdida: una reivindicación científica en el silencio del destierro Frente a una imagen de América y los americanos inventada a partir del no reconocimiento de su diferencia respecto a España y Europa como una entidad natural y una alteridad humana particular, algunos criollos como Juan Ignacio Molina iniciaron la escritura de una serie de obras referentes a la historia geográfica, natural y civil de sus respectivas patrias. Esta polémica, que refiere al viejo problema de la disputa del Nuevo Mundo, es ciertamente de sumo interés. Sin embargo, lo que nos interesa analizar aquí no es la trama de ese debate sino cómo a inicios del siglo XIX los escritos del jesuita Juan Ignacio Molina -más allá 3
Jorge Cañizares-Esguerra, Cómo escribir la historia del Nuevo Mundo. Historiografías, epistemologías e identidades en el mundo del Atlántico del siglo XVIII (México: Fondo de Cultura Económica, 2007), 23. 4 Cañizares-Esguerra, 23 5 Cañizares-Esguerra, 24. 6 Cañizares-Esguerra, 24
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de los contenidos científicos que ofrecían al lector- fueron convertidos en un mito historiográfico para explicar las Independencias hispanoamericanas a partir de un origen cultural cuyo fundamento supuestamente era el patriotismo criollo. Molina fue un criollo y sacerdote jesuita instalado en el Reino de Chile que salió al exilio cuando en agosto de 1767 se dio cumplimiento a la orden del rey Carlos III de expulsar a la Compañía de Jesús de todos los dominios del Imperio español. Luego de unos años en Imola se trasladó a Bologna, donde dictó la cátedra de lengua griega en la Universidad y de historia natural en el Instituto de la misma ciudad. Allí alcanzó, además, el rango de miembro del Real Instituto Italiano de Ciencias, Letras y Artes y la alta dignidad de primer académico americano de la Academia del Instituto de las Ciencias. Desde ese exilio, que le impidió para siempre retornar a su tierra natal, este jesuita pensó y escribió dos de sus más importantes obras. La primera de ellas fue el Compendio della storia geografica, naturale e civile del regno del Cile, escrita en 1776 en italiano y traducida años más tarde al alemán, inglés, español y francés, cuya edición original estaba acompañada de nueve láminas, un mapa de Chile y un plano de la ciudad de Santiago. Este compendio se divide en dos partes: la primera es un esbozo general de Chile en el que se describe tanto su situación geográfica como las condiciones naturales que conciernen a sus ríos, flora, fauna y minerales (Figura I); en la segunda parte se narran los acontecimientos ocurridos desde la conquista iniciada por Pedro de Valdivia hasta el año 1655.
Figura I. Clases de animales chilenos. Molina, Juan Ignacio (1776), Compendio della storia geografica, naturale, e civili del regno del Chile (Bologna: Nella stamperia di S. Tommaso D'Aquino) – 265 –
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En la primera parte, Molina compara las bondades del clima y la fertilidad de las tierras de Chile frente a sus equivalentes europeas: “Como lo hemos anunciado anteriormente, los españoles han transportado allá, desde Europa, las flores, hortalizas, legumbres, granos, cáñamo, lino, vid y árboles frutales que aquí se cultivan. Todas estas plantas arraigan y crecen allí como si fuese en su país natal, de lo cual Feuillée, Frezier y Ulloa dan testimonio.”7 Mientras que en la segunda parte Molina ofrece una nítida descripción del sujeto criollo, aludiendo a la caracterización que antes había trazado l’abbé Raynal en su Histoire des deux Indes: “Los Criollos, que forman en Chile el mayor número, son los descendientes de los Europeos. El carácter de ellos, fuera de algunas pequeñas diferencias provenientes del respectivo clima o del gobierno, es enteramente semejante al de todos los demás criollos americanos oriundos de cualquiera nación Europea. Las mismas ideas y las mismas cualidades morales se descubren en todos (…) Los criollos son en general bien hechos. Apenas se ve uno solo afligido de aquellas deformaciones que son tan comunes en los demás climas. Su intrepidez se ha señalado en la guerra (…) La historia no les acusa alguna de las cobardías, traiciones, de las bajezas que manchan los anales de todos los pueblos (…) Una imaginación ardiente, que no puede sufrir alguna violencia, los hace independientes, e inconstantes en sus gustos (…) Una penetración singular, una pronta facilidad para tomar todas las ideas, y para producirlas con fuego; la fuerza de combinar añadida al talento de observar; una mezcla dichosa de todas las cualidades del espíritu, y del carácter que hacen al hombre capaz de las más grandes cosas, les harán atreverse a todo cuanto la razón les estimule a ello.” 8
La segunda de sus obras, titulada Storia Naturale del Cile, escrita entre 1765 y 1767, fue requisada en 1768 en el puerto del Callao cuando Molina junto a un grupo de jesuitas residentes en el virreinato del Perú emprendían el viaje de exilio hacia Italia. La obra fue recuperada en 1780 con varios capítulos cercenados. Se trata entonces, de un texto silenciado y censurado que solo pudo ver la luz en italiano hacia 1782 en una versión claramente mermada. Solamente tres decenios después Molina pudo realizar una revisión y actualización de la obra, la cual fue reeditada en español bajo el título de Ensayo sobre la Historia Natural de Chile y publicada en 1810. En este texto Molina insertó nuevas materias, especialmente en la sección botánica, donde agregó un completo catálogo latino de la flora chilena. Sumó también dos catálogos de palabras araucanas -como se llamaba en esa época a la etnia mapuche- relativos a la historia natural. Molina estudió allí aspectos tan diversos como la climatología, botánica, geología, zoología, mineralogía y geografía física del territorio. La redacción fue compleja, ya que no podía acceder al territorio sobre el que escribía, y debió recurrir a sus recuerdos y a una gran cantidad de informes reproducidos por distintos viajeros europeos que habían visitado el país además de las obras de otros jesuitas como Alonso de Ovalle, Diego Rosales y Felipe Gómez de Vidaurre. Esta obra fue construida a partir del método de observación, clasificación y descripción, que la ciencia dieciochesca había legitimado, configurando de esta manera, una epistemología crítica de los lugares comunes y prejuicios que inundaban los textos europeos. Un ejemplo de ello se puede advertir en el capítulo XXXV, en el cual Molina plantea lo siguiente: 7
Juan Ignacio Molina, Ensayo sobre la historia natural de Chile [Santiago de Chile: Ediciones Maule, 1987], 198. Juan Ignacio Molina, Compendio de la historia civil del Reyno de Chile (Madrid: Imprenta de Sancha, 1795), 315-16.
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“En sus investigaciones americanas, Monsieur Cornelius De Pauw, siempre atento a degradar y desacreditar América, después de haber aseverado que en toda la extensión de aquel continente existe poco fierro y que éste es infinitamente inferior al que produce el viejo continente -de modo que allí no podrían hacerse siquiera clavos- avienta, con un rasgo de pluma, todo el fierro de Chile, afirmando que no hay allí, absolutamente, mina alguna de este metal. Sin embargo, a despecho del anatema del señor De Pauw, el continente americano abunda, como el resto del globo, de minas de fierro de todas las calidades requeridas (…) El Gabinete de Madrid contiene pedazos soberbios de todas las especies de fierro de origen chileno”.9
En este mismo ensayo, Molina cavilaba sobre su identidad, apuntando que “Tuve la suerte, o más bien la desgracia, de haber nacido en Chile (…) No por eso me arrepiento o me avergüenzo de ser americano. El amor que naturalmente inspira la patria me indujo a proporcionar alguna idea sobre ella”.10 Y más adelante explicaba las circunstancias en que se enmarcaban sus reflexiones científicas: Un conjunto de circunstancias, conocidas de todo el mundo, me obligaron a interrumpir mis observaciones y a trasladarme a Italia, donde he procurado dar a conocer mi patria, de la cual aquí había poquísima noticia. Me prevalí a este fin de una parte de mis manuscritos, que un accidente inesperado hizo venir por casualidad a mis manos. Yo expuse, con toda la sinceridad posible, las cosas más notables, que por espacio de muchos años había observado allá, pero de una manera concisa y cual me permitían los bosquejos de mis memorias, todavía inmaduros. No habría jamás creído que un viaje efímero, incompleto y hecho con otras miras, pudiese poner también en compromiso a los objetos de mis largas investigaciones.11
La distancia producida por su forzoso exilio marca el sentido de ambos textos, en los cuales no solo se revela una mirada nostálgica hacia la patria perdida sino también una gran sensibilidad para evocar el paisaje y repensar la geografía, la naturaleza y la historia civil del Reino de Chile más allá de las representaciones negativas que le habían asignado los eruditos europeos. No hay duda que Molina desarrolla, además de un minucioso trabajo científico, un discurso criollo destinado a ponderar en su justa medida las características del territorio y de los habitantes de la colonia más austral de la América española (Figura II).
Figura II. Dama criolla en vestido de casa. Molina, Juan Ignacio (1776), Compendio della storia geografica, naturale, e civili del regno del Chile (Bologna: Nella stamperia di S. Tommaso D'Aquino) 9
Molina, Ensayo sobre la historia natural de Chile, 97. Molina, Ensayo sobre la historia natural de Chile, 108. Molina, Ensayo sobre la historia natural de Chile, 108.
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Patriotismo criollo y revolución. Reflexiones sobre la quimera del origen. Las manifestaciones de esta conciencia criolla han sido muchas veces analizadas en la historiografía, reafirmándose, con ciertas variaciones, la clásica lectura propuesta por Antonello Gerbi.12 Se piensa habitualmente que este discurso no sería únicamente una respuesta científica a las consideraciones sobre la inferioridad y degeneración de las especies y tipos humanos de América. Para algunos historiadores, los efectos que movilizan este debate, habrían llevado a Molina y otros criollos, a emprender una defensa apasionada de la naturaleza del orbe americano. Aunque esencialmente defensivo en su origen, el patriotismo criollo implícito en estos textos, habría adquirido pronto un carácter utópico al considerar a América como un mundo nuevo destinado a un futuro singular, cuyo horizonte era la emancipación. A ojos de los primeros historiadores chilenos interesados en las vicisitudes de la revolución de Independencia, entre ellos Miguel Luis Amunátegui, las reflexiones de Molina podían ser leídas como un corpus narrativo que configuró un discurso que exaltó tanto al paisaje como a las riquezas naturales de Chile y América para manifestar un soterrado descontento ante la monarquía española.13 En un plano muy similar a la propuesta de los historiadores del siglo XIX aunque más osados en sus interpretaciones, historiadores contemporáneos nuestros como David Brading, Benedict Anderson y John Lynch, plantean que el patriotismo criollo, que durante buena parte de la época colonial tuvo ante todo un contenido cultural destinado a exaltar la dignidad de América en su naturaleza, pasado y futuro, se carga hacia fines del siglo XVIII de un contenido político que reivindicó los derechos de los americanos. Este discurso se habría constituido como una muestra inequívoca de un patriotismo que incubó una consciencia identitaria hispánica-criolla por oposición a la identidad hispánica-peninsular, la cual a inicios del siglo XIX se habría convertido en una de las reivindicaciones que los prohombres de las Independencias enarbolaron para legitimar la revolución.14 Bajo esa premisa, se desconoce que en vísperas de la Independencia, existían en América múltiples ejes identitarios superpuestos e imbricados, cuyos referentes no sólo fueron compatibles, sino que habían coexistido con relativo éxito durante varias centurias. A partir de una interpretación de la naturaleza y de la nostalgia del paisaje americano como fundamentos del patriotismo se afirma que la narrativa criolla escrita en el exilio habría servido de sustento a la posterior ruptura con la Monarquía española. Con todo, si bien apelar al origen y emergencia de un patriotismo criollo puede ilustrar el proceso de formación de una conciencia protonacional, esto no explica el contexto de excepcionalidad en que debe entenderse el proceso de quiebre político con la monarquía borbónica encabezado por las elites criollas americanas.15 De esta manera, las tesis que sostienen que la 12
Antonello Gerbi, La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica, 1750-1900. Miguel Luis Amunátegui, Los precursores de la Independencia de Chile (Santiago de Chile: Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona, 1810), Tomo Tercero, 107-114. 14 John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas. 1808-1826 (Barcelona: Ariel, 2008), 34-36; Simon Collier, Ideas y política de la Independencia chilena (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1977), 26-35; David Brading, Orbe Indiano. De la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867 (México: Fondo de Cultura Económica, 1991), 323-44. Benedict Anderson también se ha aventurado en esta tesis de las raíces culturales de los movimientos emancipadores hispanoamericanos, pasando por alto el complejo escenario legalista y político que se avizora en los años 1808-1810: Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (México, Fondo de Cultura Económica, 2006), 77-101. 15 En For Love of Country (Oxford: Oxford University Press, 1995), Maurizio Viroli ha insistido en la confusión que produce la no diferenciación entre patriotismo y nacionalismo. 13
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construcción de una conciencia criolla a partir de la exaltación del paisaje y la naturaleza americana constituyeron el origen cultural de la Independencia hispanoamericana deben ser puestas en cuestión; especialmente al momento de examinar sus reales efectos en el trasfondo político que acontece en el mundo hispánico a partir del año 1808. En esta perspectiva, si bien Molina reafirma las formas visibles y los contenidos culturales del paisaje y la naturaleza chilena a partir de la memoria,16 éstos reflejan más bien un sentimiento nostálgico, una imaginación poética, unos valores científicos y unos significados patrióticos muy diferentes de la búsqueda de la emancipación política (Figura III).
Figura III. Palma y Pino chilenos con niños araucanos. Molina, Juan Ignacio (1776), Compendio della storia geografica, naturale,e civili del regno del Chile (Bologna: Nella stamperia di S. Tommaso D'Aquino)
La relación entre esta conciencia identitaria y el posterior quiebre político de las colonias americanas con la monarquía hispánica no solo es dudosa por lo que las mismas fuentes revelan sino también por la premisa metodológica que está detrás de este presupuesto. Como bien lo ha planteado Roger Chartier para el caso de las revolución francesa, es necesario repensar el axioma de que las revoluciones tendrían unos orígenes culturales.17 La lectura historiográfica de la obra del jesuita Molina tiende a olvidar que la emancipación de las colonias americanas, en el contexto de la invasión napoleónica a la Península Ibérica, adquiere un sentido esencialmente político y no cultural. La correlación entre aspiración a la soberanía política e identidad cultural no es, desde ningún punto de vista, evidente. Esto explica que durante los siglos XVI al XVII existieran comunidades al interior de la monarquía hispánica con una identidad cultural muy marcada, sin que ello las impulsara a una rivalidad no regulada por las misma leyes hispánicas o a la búsqueda de una independencia.18 La reivindicación autonomista criolla que se advierte a partir del año 1810 es, entonces, eminentemente política; asunto que se refleja en los principales textos, manuscritos y prensa de 16
Simon Schama, Le paysage et la mémoire (Paris: Seuil, 1999). Roger Chartier, Les origines culturelles de la Révolution française (Paris: Seuil, 1990), 16-19. John H. Elliott, Imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en América (1492-1830) (Madrid: Taurus, 2006).
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la época, en los cuales se considera que la monarquía estaría formada por dos pilares fundamentales, o incluso dos pueblos, el peninsular y el americano, iguales en derechos pero con intereses contrapuestos. Es cierto que el tema de la igualdad entre las dos partes de la Monarquía estaba ya implícito en múltiples tensiones anteriores, como en las rivalidades entre criollos y peninsulares para el acceso a cargos administrativos o en las quejas, frecuentes en la época de las reformas borbónicas, de falta de diálogo entre el rey y el reino.19 Pero lo que durante el siglo XVIII fueron tensiones diversas, sin unidad de espacio y de tiempo, difícilmente a inicios del siglo XIX podría haber sido el germen de una revolución política inesperada sin el desarrollo de una serie de determinados acontecimientos que la hicieron posible. En este contexto, los criollos notables de las capitales americanas se convierten en actores principales de un proceso político originado por la acefalía monárquica y la ilegitimidad de la regencia de una Junta Central española y no por una reivindicación simple identitaria.20 Con la invocación de un gobierno representativo a partir del vacío de poder que se inicia en el año 1808, todo empieza a cambiar rápidamente. Al pasar a un primer plano el debate sobre la igualdad política entre los dos continentes y con la convocatoria a los cabildos locales, los criollos afirmaron con fuerza la igualdad de derechos entre los reinos de Indias y los peninsulares, sin subordinación alguna de los primeros a los segundos, puesto que su unión resultaba exclusivamente de su vínculo con el rey. La vieja reivindicación criolla de los reinos de la América española como detentoras de un estatuto especial dentro de la Monarquía, se expresó con gran fuerza, pero comenzó a impregnarse de unos contenidos políticos más que culturales muy diferentes a los empleados con anterioridad a la entrada de las tropas de Napoleón a España. Si bien la defensa de los criollos de su condición de españoles defensores de la soberanía del Rey ha sido interpretada tradicionalmente en el contexto juntista como una reafirmación de la identidad americana por oposición a los peninsulares, el patriotismo que emerge hacia el año 1810 adquiere un sentido político inédito, al vincular la defensa de la libertad política de los criollos con la posible instalación de alguna de estas dos formas de gobierno: la monarquía constitucional o la república. Si durante el bienio 1808-1810, el patriotismo criollo expresó y exaltó una vinculación con la monarquía española, asegurando de esta manera la cohesión política y cultural de los criollos con la Península, durante el bienio 1811-1812, el patriotismo de los criollos tomó como principal referente al imaginario republicano o monárquico constitucional: imaginario que proporcionó a la elite criolla los argumentos necesarios para defender el autogobierno, la soberanía política, la libertad política y el comercio libre. Recién en esta coyuntura aparece un nuevo discurso -autonomista primero e independentista después y de características políticas muy claras-, que no reivindicó la identidad territorial de los criollos ni las diferencias culturales entre criollos y peninsulares sino que enarboló un patriotismo republicano fundado en la preservación de la libertad frente al ejercicio del poder despótico. De esta manera, es necesario repensar el sentido y los valores que aportó la literatura científica y naturalista de fines del siglo XVIII a la construcción del patriotismo criollo. Pero ello 19
John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas. 1808-1826 (Barcelona: Ariel, 2007). Para este tema véase los trabajos de Tulio Halperin, Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla (Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2001); Alfredo Jocelyn-Holt, La Independencia de Chile. Tradición, Modernización y Mito (Santiago: Planeta/Ariel, 1998); Caracciolo Parra-Pérez, Historia de la Primera República de Venezuela (Caracas: Editorial Ayacucho, 1992).
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debe hacerse conforme al contexto y los debates a los cuales esas mismas obras hacen referencia; es decir, evitando proyectar en ellas la genealogía de una emancipación política que siguió a la disolución del imperio hispánico. Solo así es posible comprender la silenciada y exiliada obra científica del jesuita Juan Ignacio Molina lejos del influjo de lecturas anacrónicas y de un mito historiográfico que se ha reproducido de manera acrítica durante más de dos siglos.
Bibliografía Amunátegui, Miguel Luis, Los precursores de la Independencia de Chile (Santiago de Chile: Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona, 1810). Anderson, Benedict, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (México: Fondo de Cultura Económica, 2006). Brading, David, Orbe Indiano. De la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867 (México: Fondo de Cultura Económica, 1991). Cañizares-Esguerra, Jorge, Cómo escribir la historia del Nuevo Mundo. Historiografías, epistemologías e identidades en el mundo del Atlántico del siglo XVIII (México: Fondo de Cultura Económica, 2007). Chartier, Roger, Les origines culturelles de la Révolution française (Paris: Seuil, 1990). Collier, Simon, Ideas y política de la Independencia chilena (Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1977). Elliott, J. H. Imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en América. 1492-1830 (Madrid: Taurus, 2006). Gerbi, Antonello La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica, 1750-1900 (México: Fondo de Cultura Económica, 1982). Halperin, Tulio Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla (Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2001). Jocelyn-Holt, Alfredo, La Independencia de Chile. Tradición, Modernización y Mito (Santiago de Chile: Planeta/Ariel, 1998). Lynch, John, Las revoluciones hispanoamericanas. 1808-1826 (Barcelona: Ariel, 2007). Molina, Juan Ignacio, Compendio della storia geografica, naturale, e civili del regno del Chile (Bologna: Nella stamperia di S. Tommaso D'Aquino, 1776). __ Compendio de la historia civil del Reyno de Chile (Madrid: Imprenta de Sancha, 1795). __ Ensayo sobre la historia natural de Chile (Santiago de Chile: Ediciones Maule, 1987). Pagden, Anthony, The Fall of Natural Man: The American Indian and the Origins of Comparative Ethnology (Cambridge: Cambridge University Press, 1986). Parra-Pérez, Caracciolo, Historia de la Primera República de Venezuela (Caracas: Editorial Ayacucho, 1992). Schama, Simon, Le paysage et la mémoire (Paris: Seuil, 1999). Viroli, Maurizio, For Love of Country (Oxford: Oxford University Press, 1995).
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Productos de lujo en la colonia peruana del siglo XVI: un panorama social todavía silenciado Giorgia Ficca Universidad de Alcalá
a documentación de archivo relativa a la colonia peruana del siglo XVI1 contiene numerosas noticias sobre la circulación y la compraventa de productos de lujo de origen europeo y extra-europeo. Es sorprendente la frecuencia con la que se encuentran documentos pertenecientes al Perú que relatan sobre multitudes articulos de lujo que procedían de diferentes partes de Europa y Asia cuyos precios eran muy elevados, llama aún más la atención teniendo en consideración que durante aquella época existían leyes muy rigidas que regulaban el uso y la compraventa de estos productos2. La cronología de las Leyes Suntuarias3 nos indica que la corona española fue siempre muy atenta en limitar el uso y la difusión de generos de lujo entre sus súbditos puntando a contener las perdidas económicas que estos generaban. Ya en la época de los Reyes Católicos recrudecieron las prohibiciones y las penas de las Leyes Suntuarias que pretendían contener el excesivo gasto de los súbditos españoles que adquirían todo tipo de productos a la moda de origen extranjero para satisfacer la vanidad y el capricho causando - de esta manera - la pérdida de ingentes sumas de oro y plata provenientes de las minas de América, que terminaban así en manos de comerciantes extranjeros.
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En este articulo analizo el tema del comercio de productos de lujo en el Perú del siglo XVI antes de la llegada de los Jesuitas a la colonia, poniendo como fecha límite el año 1570. 2 La condena del lujo excesivo y la promulgación de leyes que trataban de limitar su difusión es un tema frecuente ya desde la época del los Griegos y Romanos. En la época Clásica el lujo a menudo está asociado al Oriente y a los gobiernos despóticos y a la corrupción de las costumbres. En las obras de Heródoto (Historias), Platón (La República) y Aristóteles entre otros, se crítica la excesiva ostentación del lujo y se advierten los efectos perjudiciales para el estado. En la Antigüa Roma la frugalidad era uno de los valores de los mos maiorum y el intento de limitar el lujo está presente en varias leyes (por ejemplo en la Lex XII Tabularum se limítan los gastos para los funerales, mientras que en las Lex Oppia, Lex Orchia y Lex Julia se toman medidas para contrastar el lujo de las matronas en las vestimientas, en las joyas y en los gastos de los banquetes). También en el mundo judío-cristiano prevalece la condena hacia el lujo y la contraposición de la moderación del pueblo de Israel frente al lujo de los faraones de Egipto. Los Padres de la Iglesia, siguiendo San Pablo, condenan el lujo que muchas veces está relacionado a la inmodestia de las mujeres o a las costumbres lujuriosas (ver San Cipriano, De habitus virginum, disponible en Patrologia Latina online:http://www.documentacatholicaomnia.eu/02m/0200-0258,_Cyprianus_Carthaginensis,_Liber_de_Habitu_Virginum,_MLT.pdf y San Agustín Espistolae, disponible en Patrologia Latina online: http://www.documentacatholicaomnia.eu/02m/0354-0430,_Augustinus,_Epistolae,_MLT.pdf ). Ver Carlo Borghero, Lusso. Storia del concetto (Roma: Treccani, 1996). 3 Juan Sampere y Guarinos, Historia del lujo y de las Leyes Suntuarias de España (1788; Valencia: Institució Alfons Magnànim, Diputació de Valencia, 2000).
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En la Pragmática de 14944 se advierte que: “nuestros súbditos y naturales se han desmedido y desordenados en sus ropas, y trajes, y guarniciones, y jaeces, no midiendo sus gastos cada uno con su estado, ni con su manera de vivir, de lo cual ha resultado, que muchos por cumplir en estos sus apetitos y presunciones, malbaratan sus rentas, y otros venden, empeñan, y gastan sus bienes y patrimonios y rentas y vendiéndolo, gastándolo para comprar brocados, y paños de oro tirado, y bordados de filo de oro, y de plata para se vestir, y aún para guarnecer sus caballos y mulas, y para dorar y platear espadas, y espuelas, y puñales y otros jaeces (…); lo cual ha resultado y resulta otro daño universal en todos nuestros Reinos, comúnmente estos brocados y paños de oro tirado los traen a los dichos nuestros Reinos hombres extranjeros, los cuales sacan el oro, y la plata del precio porque los venden fuera de nuestros reinos” 5.
Todos aquellos que contravenían a estas leyes eran severamente castigados, fuesen estos vendedores, compradores, sastres, bordadores o guarniceros. La primera vez que se incumplían las normas la pena consistía en la confisca de los artículos de lujo o bien del total importe de ganancia que había resultado de ese comercio. La segunde vez que se fallara había que abonar a las cajas reales cuatro veces más el valor de las mercancias en cuestión y la tercera vez que se inclumpía la ley venía confiscada la midad de los bienes de los infractores además de ser desterrados por el tiempo de un año. No obstante las duras penas siempre se encontraba la manera para eludir las leyes recurriendo a todos los ingenios y trucos para lograr lucir vestidos elegantes y a la última moda. En 15346 se volvió a repetir la prohibición de brocados y bordados de oro y plata pero si por un lado se contuvo el lujo de los brocados, por otro lado esta moda se substituyo con otra más costosa, como fue la de las varias formas en las hechuras y guarniciones de manera que los sastres hacían de punto lo que se solía hacer de bordado con el resultado final de doble gasto, ya que lo que se hacía con cordones y pasamanos costaba más que la seda y el paño de la ropa. Para evitar fraudes e invenciones de sastres y otros artesanos, a mediados del siglo XVI se emanaron otras Pragmáticas que prohibían echar guarnición alguna en sayos, capas, calzas y jubones, de suerte que todos los vestidos fuesen llanos. Se limitó el uso de las sedas7 y se prohibió cualquier tipo de adornos en oro y plata y así continuó en los años siguientes con un sin finir de leyes, limitaciones y penas contra todos los vendedores, compradores y artesanos hasta el punto de dictar en 15738 que a todos los artesanos que contravenían a la ley, además de “vergüenza pública” se les impusiera destierro perpetuo. Puesto que estas leyes valían en todos los reynos de España, la corona estaba particularmente interesada a que dichas leyes se aplicaran de manera satisfactoria también en las colonias de Ámerica de donde habían recibido noticia que “a causa de los excesivos gastos que en
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Pragmatica de 2 de septiembre 1494 expedida por los Reyes Catolicos, en Sampere y Guarinos, Historia del lujo, 224. Sampere y Guarinos, Historia del lujo, 224. 6 Pragmatica del 9 de marzo 1534 expedida por Carlos V, en Sampere y Guarinos, Historia del lujo, 237-38. 7 Pragmatica expedida de Burgos por la Reina Doña Juana en 1515, en Sampere y Guarinos, Historia del lujo, 234. 8 Sampere y Guarinos, Historia del lujo, 267. 5
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Productos de lujo en la colonia peruana del siglo XVI:un panorama social todavía silenciado
los trajes hacen los españoles que en las Indias residen, vienen en pobreza aunque tienen con qué honradamente vivir y lo que peor es que de esta causa hacen fuerza a los indios que les están encomendados” 9. A pesar de todos los esfuerzos que los reyes españoles emplearon para limitar el uso de articulos de lujo entre sus súbditos y los gastos que de estos derivaban, la documentación referente a la colonia peruana nos demuestra que poco o nada sirvieron los litros de tinta que se gastaron para envíar a América cartas y papeles dictando leyes y prohibiciones sobre el uso desmesurado de géneros de lujo. Como sería imposible detallar aquí todos los articulos de lujo que circulaban en la colonia peruana en el siglo XVI y que la abundate documentación de archivo nos proporciona, me limitaré en resumir un pequeño listado de articulos recogidos por unos documentos del Archivo Departamental de Arequipa y fechados en 156710 . Entonces valga este listado como una pequeña muestra de los muchos articulos de lujo que se podían comprar por ejemplo en la ciudad de Arequipa a mediado del siglo XVI: Telas de terciopelo de varios colores, brocatel, damasco, sedas, pasamanos de seda, cintas de hiladillo, oro de Florencia, plata hilada, tocados de oro, platería (candelabros, cuchillos y otros objetos), paños de Ruán de todos colores, camisas de mujer de Holanda, hilo portugués, tocas de lino, talabartes de terciopelo, talabartes de vaqueta, jubones de Holanda con botones de ataujía (filigrana), borceguíes, gorras de Toledo, sombreros altos, sombreros de clérigos, cinta de seda para confeccionar sombreros, toquillas para gorras, bonetes de grana, guantes adobados, guantes de cabrito, frazadas de guanaco, botones de esmalte, paños de Ruán con decoraciones de rosas, gamuzas de Flandes, rosarios de cuerno, de hueso y leonados, zaragüelles, jervillas, guadamecíes (cuero adobado y adornado con dibujos y relieves), clavos de herrar de Egipto, diferentes especias incluidas aquellas de procedencia asiatica (clavos, canela, pimienta, azafrán), jabones, papel, etcétera. Como se puede observar el uso, difusión y comercio de la mayoría de estos articulos de lujo habían sido explícitamente prohibidos11 por las Leyes Suntuarias y por las Leyes de Indias y sin embargo en la colonia peruana se podía conseguir todo esto y mucho más. Muchas veces para poder transportar y comercializar estos productos a las Indias se empleaban diferentes métodos fraudolentos12. 9
Ley de la Emperatriz a 5 de abril 1528 y a 12 de julio 1530 para que se cumpla y ejecute la Pragmatica de las sedas y vestidos en las Indias, L. VII/T. VII/1.1a, en Alonso Zorita, Cedulario de 1574, ed. Miguel Angel Porrúa (1574; México D. F.: 1985). Ver también Archivo General de Indias (A.G.I. en adelante), Indiferente, 418, L.2, F.87v-89v. 10 Contrato de compaventa entre Gonzalo Durán y Pedro de Valencia, Archivo Departamental de Arequipa (A.D.A. en adelante), en Diego de Aguilar notario, n.1 (1567), Reg. 04, 28 jul./01ago. 1567. Contrato de compraventa entre Francisco de las Cuevas mercader y Hernando de Horçes, A.D.A., en Diego de Aguilar notario, n.1 (1567), Reg. 12, 09 dic./19 dic. 1567, folios 358-379. 11 Según el historiador Eufemio Lorenzo Sanz, durante el reinado de Felipe II los intercambios entre Flandes y Guadalquivir son intensos, pues la mercancía de aquellos territorios son necesarias para las flotas. Hasta 1586 a pesar de la guerra de los Países Bajos el comercio de ellos con España está legalizado. Desde 1586 siguen arribando al Guadalquivir mercancías flamencas, no sólo de los súbdidos católicos, sino también de los protestantes, bien sea utilizzando los puertos y navíos franceses, bien acudiendo a navíos rebeldes con capitanes alemanes. Ver Eufemio Lorenzo Sanz, Comercio de España con América en la época de Felipe II, 2 vols. (Valladolid: Simancas Ediciones, 1986), 1:457. 12 Sobre el contrabando de la gente de mar véase Pablo Emilio Pérez Mallaína Bueno, Los hombres del Oceano. Vida cotidiana de los tripulantes de las flotas de Indias. Siglo XVI (Sevilla: Servicio de Publicaciones de la Diputación de Sevilla, 1992), 108-17.
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Lo más frecuente era llevar en los navíos mercancías sin registrar13, a pesar de que se castigaba este delito con la confiscación de las mismas. Sin embargo, no siempre se aplicaba la legislación de manera estricta, sino que a veces se llegaba a un entendimiento con el infractor o se le condenaba a perder solamente parte del valor de las mercancías14. Otra forma de defraudar se halla en los “registros tardíos” 15 es decir registros nuevos que a veces se autorizaban luego de haber cerrado los registros. Al no ir estas partidas adicionales cosidas al registro principal, el mercader tenía liberdad para presentarlos y pagar derechos o no hacerlo, con lo cual se brindaba una nueva posibilidad de fraude16. La misma forma de realizar los registros era motivo de fraude17, pues cuando un mercader quería enviar mercancías a las Indias, pedía licencia a los almojarifes para el número de cajas o fardos que quería consignar, sin especificar su contenido. Luego, al hacer el registro de la mercancía, se declaraban los géneros que iban en cada caja o fardo y el precio de coste de cada producto, pero como no se exigía la justificación del precio de adquisición, se llevaban géneros de valor superior a los que se declaraban18. La posición geográfica de las islas Canarias en la ruta americana, brindaba otras posibilidades de comercio fraudolento19. Muchos mercantes que salían de Andalucía con los navíos cargados de mercancías y con destino a las Canarias, en vez de dirigirse con los productos hacia las islas, se desviában intencionalmente20 hacia tierras americanas para comercializar allí los productos que transportaban. El navío que llegaba clandestinamente a las Indias tenía dos posibilidades para poder expedir sus mercancias21: atracando en puertos que carecían de oficiales reales para vender allí
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En 1569 el Rey de España envía a los oficiales de Sevilla una cédula donde manda que tengan mucho cuidado en averiguar las mercancías a la hora de despachar las flotas, pues ha sido informado que hay extranjeros que envían a Indias muchas mercancías por terceras personas y que muchas de ellas van sin registros. Cédula del 4 de octubre 1569, en Diego de Encinas, Cedulario Indiano, 4 vols. ed. Alfonso García Gallo (1596; Madrid: Ediciones Cultura Hispanica, 1945), 1:447. 14 Lorenzo Sanz, Comercio de España, 2: 333-34. 15 Cédulas del Emperador 1550 donde ordena que las mercancías que lleguen a los puertos sin estar en los registros de los navíos sean tomada por perdidas y que no valgan otros registros que no sean de la Casa de Contratación. Con esta medida el Emperador pretendía evitar los nuevos registros que a menudo se hacían en San Lucar y en Cádiz y que brindaban oportunidades “perjudiciales y fraudolosas”. Cédula del 16 de abril 1550, L.VI/T.IV/1.4 a; Cédula del 7 de junio 1550, L.VI/T.IV/1.5 a, en Zorita, Cedulario, 320-22. 16 Lorenzo Sanz, Comercio de España, 2: 334. 17 Precisamente para evitar este típo de fraude, en 1555 el Emperador expedio una Cédula para que cada Virrey de Indias se informara de lo que pasara en las evaluación de las mercancías que llegaran a Indias, que se cobrasen bien los derechos y que se castigasen las culpas que en ello hubiesen. Cédula del Emperador del 16 de abril de 1555, L.III/T.I/1.11 a -12 a, en Zorita, Cedulario, 208-09. 18 Lorenzo Sanz, Comercio de España, 2: 334. 19 Uno de los fraudes más frecuente era el de cargar mercancías en Sevilla y obtener una licencia para vender los productos en las Canarias, sin embargo muchas veces tanto españoles como extranjeros vendían allí tan solo una mínima parte del cargamento y luego salían hacía las Indias. Ver también la Cédula de 8 de agosto 1558, en en Encinas, Cedulario Indiano, 1: 444. 20 En la Provisión Real de 1560 se lee: “Y somos informados que muchas personas ansí estrangeros como naturales (…) passan a las dichas nuestras Indias ascondidamente, (…) se van por Canaria, y buscan otras vias y modos para passar, y debaxo destas colores passan hombres facinorosos y de mala vida y exemplo y personas prohibidas (…) y fingen que con tiempo contrario aportan a las Indias, y debaxo deste fraude passan, de lo que siguen grandes inconvinientes, y los que ansí passan estando en las dichas nuestras Indias adquieren bienes y hazienda”. Provisión Real de 22 de septiembre de 1560, en Encinas, Cedulario Indiano, 1: 443. 21 Lorenzo Sanz, Comercio de España, 2: 334.
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Productos de lujo en la colonia peruana del siglo XVI:un panorama social todavía silenciado
libremente su carga o alegando ante los funcionarios reales una arribada forzosa22 al desviar su ruta, por temporales23, accidentes o enemigos. No solamente los españoles recurrían a estas estratagemas para llevar a las Indias sus mercancías de manera ilegal, sino que también lo hacían muchos extranjeros. En línea general, a los extranjeros les era prohibido tanto el comerciar como el paso a las Indias, pero ocasionalmente y por tiempo determinado se solían conceder licencias24. A pesar de estas prohibiciones, en las Indias no cesaban de aparecer extranjeros que infringían las normas vigentes25. Los portugueses por ejemplo, se valían de las islas Canarias donde ampliaban sus cargamentos26 y aprovechaban para registrar todo lo que llevaban de manera que eran admitidos en las Indias como si hubiesen sido despachados por la Casa de Contratación de Sevilla. Los italianos en cambio, especialmente mercantes genoveses, solían asociarse a españoles para vender27 sus articulos en las tierras de ultramar. Los franceses28 salían directamente de los puertos de Ruán y Nantes hacía Ámerica de 22
Sebastián Rodriguez, vecino de Sevilla, en su relación al Rey dice que: “una de las cautelas que los dichos estrangeros especialmente Portugueses, tienen para poder passar a las nuestras Indias es fingir que caigan sus navíos para las Islas Canarias, y esconditamente se van a la Isla Española, y a otras partes de las dichas nuestras Indias, y (…) llevan mercaderías que cargan sin registrar ni pagar los derechos que dellos se nos deven, y lo mismo hacen de tornaviaje, llevando el oro y la plata y otras cosas que traen de retorno al reyno de Portugal”. Como medida para contrastar este fraude, rey Carlos V manda que se tomen por perdidos los navíos y las mercancías de los extranjeros que passasen a las Indias sin licencia. Provisón de 18 de junio de 1540, en Encinas, Cedulario Indiano, 1: 442. 23 En la Cédula de 1563 el Rey advierte que del reino de Portugal salen navíos cargados de mercancías sin licencia que fingen que se van a Brasil y que a causa del temporal “arriban a essas partes para se reparar todo a fin de poder vender sus mercaderías libremente, y que vostros por la necesidad que suele aver de mantenimiento en essa tierra, les days licencia para descargar lo que llevan y venderlo, a lo que no se deve dar lugar, porque los tales estrangeros llevan el oro y la plata, porque venden sus mercaderías al dicho Reyno de Portugal”. Provisión Real de 25 de mayo 1563, en Encinas, Cedulario Indiano, 1: 445. 24 Inicialmente a los extranjeros no les era totalmente prohibido el paso a las Indias ya que en en torno a los años treinta del siglo XVI todavía la Corona se valía precisamente de extranjeros expertos en la navegación de la Carrera de Indias por falta de pilotos y marineros españoles experimentados. Además todos los extranjeros que residían en los reinos españoles desde hace diez años, venían considerados como cualquier otro español y por lo tanto con derecho de poder pedir una licencia para viajar a las Indias. Sin embargo ya hacía los años cincuenta del siglo XVI, a los extranjeros se les limitan las licencias para poder viajar: de hecho se restringen las licencias y se les conceden tan sólo a aquellos navegantes extranjeros más antigüos y expertos en la Carrera de Indias por miedo a que hayan retorsiones hacía España y que metan sus conocimientos a disposición de otras armadas extranjeras. La finalidad de esta medida era la de disminuir poco a poco las licencias a los extranjeros hasta terminar definitivamente con ellos. A pesar de estas medidas, el número de extranjeros que viajaban a Indias no cesaba debido a que habían muchos perjuros que atestiguaban en falso durante las averiguaciones sobre quienes realmente eran los pilotos y marineros extranjeros más antigüos. Finalmente en 1572 se prohibe definitivamente a todos los extranjeros poder viajar a Indias, incluidos aquellos que residen en los reinos españoles desde hace más de diez años. Ver Cédula de 31 de agosto 1561; Cédula de 1 de mayo de 1551; Cédula de 11 agosto 1554; Cédula de 2 de febrero 1562; Cédula de 14 julio 1561; Cédula de 17 de julio de 1572, en Encinas, Cedulario Indiano. 25 Según la historiadora Paulina Numhauser, y de acuerdo con ella, en cuanto a leyes y restricciones de licencias para viajar a Indias existió una clara diferencia entre religiosos y civiles: mucho más estricta en el caso de religiosos extranjeros que en el caso de civiles extranjeros. Véase Paulina Numhauser “¿Sublevando el Virreinato? Jesuitas italianos en el Virreinato del Perú del siglo XVII. Gerónimo Pallas (S.I.)”, en Sublevando el Virreinato. Documentos contestatarios a la hostoriografía tradicional del Perú Colonial, eds. Laura Laurencich-Minelli y Paulina Numhauser (Quito: Abya Yala, 2007), 84-85. 26 Los habitantes de las Islas Canarias eran los únicos que podían llevar a las Indias (y según las licencias que obtenían) los productos de las Canarias frutos de sus crianzas y labranzas. Ver Cédula de 8 de agosto de 1558, en Encinas, Cedulario Indiano, 1:447. 27 Sobre el fraude por vender a través de terceras personas ver nota 13 y ver también Federigo Melis, Mercaderes italianos en España, siglo XIV-XVI, (Sevilla: Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1976). 28 En 1560 en Rey advierte al Gobernador de Cuba que ha sido informado de que “del Reyno de Francia han salido algunos navíos para ellas partes cargados de lienços” y que se les pohiba el paso. Cédula de 27 de noviembre 1560, en Encinas, Cedulario Indiano, 1:446.
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forma ilegal29 y solían transportar lencería y telas muy finas que eran muy cotizadas en las Indias ya que se utilizaban para cortar camisas o para confeccionar vestidos30. A pesar de la guerra de los Paises Bajos, los flamencos pudieron comerciar con España de forma legal hasta 158631. Las mercancías que llegaban de Flandes con destino a las flotas de Indias eran principalmente de géneros textiles, entre los cuales destacaban las telas de Holanda, entre otros articulos. A partir de aquella fecha se restringió el comercio con los flamencos, aunque de las provincias rebeldes a finales del siglo XVI llegaban a Sevilla fraudulentamente varios productos, también a través de los comercios que los flamencos seguían manteniendo con los mercantes de los Paises Vascos32. Por último, aunque el propósito de este articulo es analizar la época antes de 1570, cabe hacer una pequeña mención también al comercio fraudolento entre Perú y Oriente a través de las rutas del Pacifico33. Los puertos donde convergían los productos que procedían de Oriente para ser vendidos en la colonia peruana, al igual que todos los artículos que llegaban de Europa con destino al mercado peruano, eran los puertos de Nueva España y de Tierra Firme34. De dichos puertos, una vez recolectadas las mercancías que procedían de diferentes lugares, zarpaban los navíos con destino al Callao y de allí se procedía a redistribuir los productos por todo el Perú35. A pesar del veto que existía a la salida de mercancías procedentes de Filipinas del virreinato novohispano, éstas lo hacían hacia el Perú en gran cantidad a finales del siglo XVI. En una carta del fiscal Salazar36, fiscal de la Audiencia de Manila y fechada 1599 se denuncian los fraudes de los portugueses que contrabandaban clavos, canela y sedas chinas en Perú, Nuevo Reino de Granada, Tierra Firme y Guatemala, con las conseguientes pérditas económicas para la corona española. Son muchos los historiadores que a lo largo del tiempo se han dedicado a investigar el tema del comercio entre España y América desde diferentes perspectivas como por ejemplo el 29
Una de las prácticas fraudolentas empleadas por los franceses era el comercio de contrabando corsario. En 1556 se prohibe tratar o contratar con los corsarios de las Indias y que ningún vecino se atreva a comprar cosa alguna a corsarios ni a franceses so pena de perder la mitad de todos los bienes y destierro, ver ley de 6 de junio 1556, L.VI/T.III/1.1 a, en Zorita, Cedulario, 317. Ver también la Cédula de 6 de marzo 1557, en Encinas, Cedulario Indiano, 1:448-49. 30 Sobre las características de las telas francesas y normandas ver Lorenzo Sanz, Comercio de España, 1: 445-52. 31 Ver nota 11. 32 Lorenzo Sanz, Comercio de España, 1:446. Ver también Jean Philippe Priotti, Bilbao y sus mercaderes en el siglo XVI, (Bizkaia: Diputación Foral de Bizkaia, 1984), 74-109. 33 Oficialmente el primer galeón que llegó de Manila a Acapulco arribó en 1573. A partir de esa fecha se entrelazaron rutas comerciales para la compraventa de varios productos orientales de lujo como especias, sedas, algodones y porcelanas a cambio de oro y plata de América. Una vez más la Corona española quiso poner un límite a este comercio de lujo y en 1593 mandó que pudieran partir de Nueva España tan solo dos navíos anuales. Lorenzo Sanz, Comercio de España, 1: 443-44. 34 Según el historiador Borah, parece probable que un mínimo de quizás cuatro a seis barcos hacían cada año la ruta entre México y Perú. Ver Woodrow Borah, Comercio y navegación entre México y Perú en el siglo XVI (México D.F. : Instituto Mexicano de Comercio Exterior, 1975), 128. De todas maneras es difícil poder calcular cuantos barcos realmente llegaban al puerto del Callao cada año, pues en muchos casos se trataba de comercio de contrabando con lo cual no hay cifras oficiales. 35 Los puertos de Tierra Firme y Nueva España, además de ser puertos estratégicos para el comercio eran también sitios donde pasaban todo tipos de fraudes. Entre muchos, ocurría que algunos mercaderes compraban las mercancías que llegaban a estos puertos pagando las tasas del lugar, pero luego se desplazaban a Perú a venderlas a un precio mucho más alto del que valían en Perú, sin querer pagar las tasas correspondientes sino diciendo haber ya pagado en Tierra Firme y Nueva España. Ver Cédula de 21 de diciembre 1539, en Encinas, Cedulario Indiano, 3:457-58 y también Cédula de 4 de agosto 1561, en Encinas, Cedulario Indiano, 3: 458-59. Ver también A.G.I. Panama, 33, N.122. 36 A.G.I., Filipinas, 18B, R.9, N.127.
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historiador Pierre Chaunu autor de la obra monumental Seville et l’Atantique37, Eufemio Lorenzo Sanz que en su obra38 se ha dedicado a analizar el tráfico indiano, los mercaderes y la navegación, Woodrow Borah39 que ha investigado los orígines de la construcción naval, el comercio entre México y Perú desde las empresas comerciales de Cortés hasta el periodo de mayor madurez comercial entre los dos países en el siglo XVI sin omitir los reglamentos e impuestos sobre tráfico marítimo, Pedro Pérez Herrero40 se ha dedicado a estudiar el comercio y las transformaciones que se produjeron en los mercados desde la época prehispanica a la época colonial en América Latina, mientras que Teodoro Hampe Martinez41 se ha fijado en la actividad mercantil del puerto de Lima en el siglo XVI, entre muchos otros. A pesar de la abundante bibliografía moderna sobre el tema del comercio parece que casi ninguno hasta ahora haya profundizado el aspecto más intimo de este fenomeno social de la compraventa de productos de lujo. Es decir ¿porqué había tanta demanda de productos de lujo en Perú? Parece mentira que en un país como el Perú donde desde siempre abundan fibras textiles de todo tipo y en muchos casos de calidad superior a las europeas, se necesitasen tantas telas del Viejo Mundo para satisfacher la demanda de estos mercados. Sería imposible tratar de contestar a la pregunta del porqué si no tratásemos de adentrarnos en los senderos de la historia social y sin tratar de conocer un poco más a los destinatarios de tantos artículos refinados y costosos. Entonces ¿Quiénes eran estos adquirientes con gustos tan exquisitos que en Perú compraban productos de lujo que generalmente en Europa eran destinados a las clases nobles y más elevadas? Como escribió un viejo veterano de la Conquista del Perú, este país no fue conquistado por duques o condes, sino por campesinos e hidalgos ordinarios42. De hecho el origen de la colonia peruana y la formación de su sociedad reside en las hazañas personales de hombres comunes, en la mayor parte de los casos de baja extracción social o bien hidalgos caídos en ruinas, que vieron en la Conquista y en la colonización del Nuevo Mundo la posibilidad de encontrar mejor fortuna. Protagonista de hechos históricos trascendentales como fue la conquista y colonización del Perú, fue por lo tanto esta sociedad heterogénea que se iba formando a partir de la primera mitad del siglo XVI, caracterizada por hombres comunes que trasladaron a América su bagaje cultural y sus ideas y adaptándolas de paso a las nuevas situaciones que se encontraron al vivir lejos de la madre-patria. Muchos de estos conquistadores lograron alcanzar un estado social más alto del que tuvieron en España, gracias a sus hazañas personales, iniciativas en los negocios y también gracias al sistema de la encomienda43. Según el historiador Pérez Herrero, “el 37
Pierre Chaunu, Seville et l’Atantique, 12 vols. (Paris: Sevpen, 1955). Lorenzo Sanz, Comercio de España. Borah, Comercio y navegación. 40 Pedro Pérez Herrero, Comercio y mercados en América Latina colonial (Madrid: Mapfre, 1992). 41 Teodoro Hampe Martinez, “Actividad mercantil del puerto de Lima en la midad del siglo XVI”, Anuario de Estudios Americanos (Sevilla), tomo XLII, (1985). 42 James Lockhart, El mundo hispanoperuano 1532-1560 (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica México, 1982), 48. 43 A los conquistadores que se habían distinguido particularmente el Rey concedió como merced una encomienda que no consistía ni en la posesión de la tierra, ni en la posesión de sus habitantes, sino que consistía tan sólo el usufructo del tributo que de ellos recibían durante un determinado período. A cambio de eso, los encomenderos estaban obligados en defender sus encomendados y a proveer a su adoctrinación. 38 39
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conquistador, heredero de las tradiciones medievales europeas, trató de asentarse en los territorios americanos y convertirse en señor de vasallos, a fin de vivir del tributo cobrado a éstos a cambio de protección militar. (…) En los primeros años de la conquista, se fueron desarrollando a lo largo del continente americano formas de comportamiento ampulosas, con una gran presencia de formalismo y simbolismo externo, propias de los ideales caballerescos, como trajes, insignas, banderas y unas complicadas reglas de prioridades en el trato e incluso sictuación física del individuo. Era de suma importancia definir el lugar en que debían sentarse en una sala o en la iglesia cada uno de los participantes y el lugar en la ciudad donde debían ubicarse sus vecinos, por ser una representación simbólica de las relaciones de poder” 44. El sistema de encomiendas dio lugar a un desarrollo muy complejo del ideal señorial en el Perú. Ese ideal ya era común a todos los españoles, pero algunos colonos del Perú gracias a las riquezas45 acumuladas, realmente podían vivir como señores y su estilo de vida y sus caprichos casi se podían comparar con los de duques y condes de España. Ellos eran los principales clientes de los artesanos y mercaderes, sus tierras y ganados alimentaban a las ciudades, sus indígenas trabajaban las minas46 y sus sequitos de parientes, amigos, sirvientes, empleados y esclavos negros47 los convirtieron en dirigentes de bandos de hombres sobre los cuales ejercían una influencia patriarcal. El alarde de poder y la imagen señorial, fueron una constante casi obsesiva para muchos hombres comunes que en el Perú se habían enriquecido y que ahora amaban simular el estilo de vida de sus antiguos señores. Alonso de Medina, ya a mediados del siglo XVI, escribía de Arequipa en tono polémico al Licenciado La Gasca: “Llamolos honrados porque los llama el mundo así, que el mundo 44
Pérez Herrero, Comercio y mercados, 50-51. Además de las encomiendas cuyos beneficiarios eran relativamente pocos con respecto a todos los que participaron en la conquista, otras fuentes de lucro venían de las posesiones de las minas y también de las actividades agricolas y comerciales a las que se dedicaron muchos españoles desde las primeras décadas de la colonización de Perú. En pocos años desde su llegada a la colonia, los españoles habían logrado cultivar y criar plantas y animales europeos muy cotizados en Perú y que vendían a precios muy elevados en los lugares de la colonia donde más carecían y con fuerte demanda. Justo para citar un ejemplo, de los fértiles campos de alrededor de Lima y Arequipa se exportaba (entre muchos otros productos) vino que en Potosí se vendía a un precio mucho más elevado. Mientras en Lima una arroba de vino valía entre ocho y doze pesos, en Potosí su precio podía llegar a docientos pesos. Ver Juan Pérez de Tudela Bueso, ed., Documentos relativos a Don Pedro de La Gasca y a Gonzalo Pizarro, 2 vols. (Madrid: Real Academia de la Historia, 1964), 2: 336-37. Sobre los cultivos y crianzas de plantas y animales en la primera época de la colonia peruana ver Pedro Cieza de León, La crónica del Perú, ed. Manuel Ballesteros Gaibrois (1550; Madrid: Crónicas de América, 1984), y ver también Giorgia Ficca, “Alimentazione e cultura nei primi anni della colonia peruviana: l’incontro di due mondi”, en Quaderni di Thule, (Perugia) n. X, (2011): 357-366. Sobre la mina de Potosí y de los grandes capitales que se movían por los commercios a su alrededor ver Juan de Matienzo, Gobierno del Perú, ed. Guillermo Lohmann Villena (1567; Paris: Institut Français d’Etudes Andines, 1967) y ver también Paulina Numhauser, Mujeres indias y señores de la coca. Potosí y Cuzco en el siglo XVI (Madrid: Cátedra, 2005). 46 Sobre el tema de la explotación de la minas y del trabajo minero de los indios véase Numhauser, Mujeres indias, 57-66 y también 134-52, con particular referencia al documento de A.G.I., Justicia, 667 citado por la autora. 47 Según el historiador Lockhart “la posesión de esclavos negros estaba muy difundida en Perú; no todos los españoles eran dueños de esclavos negros, pero se puede decir que no había estrado de la sociedad hispanoperuana en la cual no hubiese quien poseyera esclavos. Una lista completa de los dueños de esclavos incluiría a artesanos de muchas clases, sacerdotes, abogados, escribanos, mercaderes, marineros y negros libertos, al igual que capitanes y encomenderos. (…) Puesto que prácticamente todos los encomenderos y artesanos eran dueños de varios esclavos, y muchos otros españoles, desde los ricos hasta los pobres, poseían por lo menos sirvientes personales o esclavos que se ocuparan de la tierra y el ganado, es evidente que los negros estaban presentes en una proporción considerable. En general, parece probable que, por lo menos en la costa, hubiera tantos negros como españoles. En los primeros censos de la costa, levantados alrededor de 1570, los negros habían sobrepasado a los españoles, y quizá lo habían hecho hacia 1560”, véase Lockhart, El mundo hispanoperuano, 229-30. 45
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tiene por condición que al que ve vestido de sedas y paños finos llamanle honrado, porque muchas veces se ve que el que tiene indios y fato pesquidan en la cibdad: “¿Quién es aquel?”, “Un vecino honrado por el hábito que está en el”. Pesquidan por otro y dicen: “¿Quién es aquel?”, “Es hombre pobre o es un soldado”, dan desdén dél, en que no hace el mundo cuenta dél” 48. Aprisionados entre el ser y el parecer los colonos peruanos se esforzaban de emular a los nobles españoles interpretando, como en una grande comedia teatral, la parte de los “bien nacidos” según la idea que ellos tenían del poder49. En el Perú del siglo XVI poseer y lucir generos de lujo que estaban de moda en la Europa de aquel entonces era también una forma de mostrar el proprio poder y la propria afirmación personal, es decir que los articulos de lujo europeos eran para los colonos un verdadero y proprio “status symbol”. Así desfilaban cubiertos de terciopelo, seda y joyas los hombres comunes que se ilusionaban de haberse vuelto hombres diferentes de los que fueron, siendo sin embargo las mismas personas plebeyos de siempre. Esto muchas veces significaba ser ineptos50 a ocupar cargos importantes debido a la insuficiente preparación cultural y política que requerían ciertos puestos y que generalmente estaban reservados a las clases sociales más altas que disponían de las competencias adecuadas. La actitud adoptada por los emigrantes en la colonia del Perú no se quedó sin consecuencias: según el historiador Hector Lopez Martinez51 ésta pretensión de “valer más”, esbozada por los colonos, iba a encontrar serios obstáculos en la Metrópoli. Precisamente la nobleza peninsular y las clases altas, serían los más duros y sarcásticos críticos de estos hombres con ansia de grandeza. El cronista Gutiérrez de Santa Clara52 nos refiere que cuando el virrey Blasco Nuñez Vela se refería a los encomenderos, que de hecho habían adoptado una actitud psicológica que los hacía sentir señores de vasallos, criticaba esta pretensión con frases condenatorias y violentas y repetía “que los hombres que se preciaban de caualleros hijosdalgos, que él los haría abaxar mas que de passo, como todos los verian y que cada uno ussasse de su officio, pues cassi la mayoría dellos eran capateros, sastres y remendones; y los demas villanos de Sayago” 53. 48
Tudela Bueso, ed., Documentos relativos a Don Pedro de La Gasca, 1: 1. El cronista Pedro Gutierréz de Santa Clara nos ofrece una imagen muy pintoresca de la entrada triunfal que hizo Gonzalo Pizarro en la ciudad de Lima, luego ser proclamado Gobernador de Perú. Se podría paragonar, por la sontuosidad y el lujo del desfile y por el ingente número de hombres en armas que se habían desplagado para la ocasión, simil a la ascensión al trono de un rey: “(…) y delante de todos ellos yua Gonçalo Piçarro, armado de todas armas, ecepto que en la cabeça traya un sombrero de seda muy rico con una pluma larga de diuersas colores, al pie de la cual lleuaua la esphera puesta sobre una esmeralda muy fina que era de gran precio y valor. Lleuaua puesta una cota fuerte, y encima unas corazinas de terciopelo carmesí, y sobre ellas un sayete de brocado acuchillado con prendas de oro fino, que las armas parescian por las cuchilladas, y en la cinta traya una espada anchicorta, con la guarnicion, pomo, puño [y] contera de oro fino”. Véase Pedro Gutiérrez de Santa Clara, Historia de las guerras civiles del Perú, 6 vols. (1600; Madrid: Atlas,1963), 1: 455. 50 En una carta que Manuel Estancio escribe a Gonzalo Pizarro cuenta que han muerto el tesorero y el contador de la ciudad y que han nombrado como sustitutos aotros dos vecinos, pero ninguno de ellos y de los demás del pueblo “son suficientes” para aquel trabajo. Véase Tudela Bueso, ed., Documentos relativos a Don Pedro de La Gasca, 2:105. El mismo Gonzalo Pizarro venía criticado por su opositores y considerado una persona inadeguata al cargo de Gobernador porque no tenía experiencia política y mucho menos la mayoría de las personas de su entorno que antes “no eran nada”. Véase Tudela Bueso, ed., Documentos relativos a Don Pedro de La Gasca, 2: 132. 51 Hector Lopez Martinez, Diego Centeno y la rebellión de los encomenderos (Lima: Villanueva S. A., 1970). 52 Gutiérrez de Santa Clara, Historia de las guerras civiles. 53 Gutiérrez de Santa Clara, Historias de la guerras civiles, 1: 192. 49
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Es cierto que la nueva sociedad hispano-peruana había usurpado prerrogativas, formas de trato y honores de tal suerte que todos se sentían gente bien nacidas, pero por otro lado queda también evidente el prejuicio de hijodalgo del virrey que, con su actitud hostil no perdía ocasión para menospreciar a esta gente, dejando detrás de si enemistades y mal humores. Siempre el cronista Gutiérrez de Santa Clara cuenta que para el virrey era una visión chocante la de ver paseando por la plaza del Cuzco hombres de baja extracción social y soldados vestidos como señores y que se ponían como si fueran personas importantes. Esta actitud de los colonos, definidos “hombrecillos” por el origen humilde de la mayoría, lo ponía verde de rabia pues le parecía una subversión intolerable de las categorías y de las estructuras sociales españolas. La imagen señorial que esos hombres comunes alardeaban suscitaba las criticas y la ira del virrey que amenazaba de bajar la cabeza a estos sastres y zapateros vanagloriosos: “El Visorrey se solía poner algunas veces en los corredores que caen en las plaça, despues que auia comido, y a las tardes y miraua hazia ella para ver lo que se hazía; y como via a muchos hombres y a soldados, bien vestidos, que se andauan passeando por ella, que andauan cubiertos de con manteos de grana con muchos terciopelo carmesí se amohinaba de vellos assi tan pomposos y tan galanos y dezía a sus capitanes y a otros que con el estauan: Yo juro a Dios y a Sancta Maria su Madre, y por la vida de doña Brianda, mi muger, que yo reforme la república de esta tierra y ponga orden y concerto de la manera y como han de vivir estos hombrecillos, que parescen que andan hinchados como odres de viento, con sus vestidos de grana y seda. Estas palabras solía dezir desde el principio que entro en la cibdad de Lima, no mirando ni haziendo casso del enemigo que tenía en el Cuzco, ni los muchos que estauan dentro de Lima, de secreto, que muchos le querian mal de muerte y otros que desseauan ver fuera de toda la tierra” 54. La imagen que podemos traer por estas palabras es de una sociedad nueva, una sociedad de hombres comunes que en América se estaban convirtiendo en señores, o mejor dicho, intentaban aparentarlo según la idea del poder que tenían y que anhelaban alcanzar. Muchos de ellos no obstante las ingentes riquezas que habían acumulado y que les permitían vivir una vida acomodada a la par de los nobles peninsulares, seguían siendo plebeyos incultos que se portaban como si fueran realmente personas bien nacidas. Esto provocó muchas críticas por parte de las clases altas españolas que veían en aquella actitud de los colonos cierta jactancia y una alteración del orden social constituido. Desde esta perspectiva se entiende mejor el “porqué” en el Perú del siglo XVI se traficaba con productos de lujo y porqué este comercio fue también causa de ciertas tensiones sociales en la colonia. Si echamos una mirada hacía adelante, entre final del siglo XVI y principio del siglo XVII, vemos que este fenómeno no disminuye, sino que aumenta en proporciones y que a este comercio de productos de lujo de origen europeo se añaden también aquellos de origen oriental. Además de eso, podemos percibir que el uso de artículos de lujo y la actitud de ostentación se extende también a otros sectores de la sociedad peruana llegando a interesar también a los regiosos y a los criollos. 54
Gutiérrez de Santa Clara, Historias de la guerras civiles, 1: 192.
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En la descripción anónima del Perú de un judío portugués dirigida a los Estados de Holanda se hace una colorida pincelada de la Lima de principio del siglo XVII y de sus habitantes. Las mujeres criollas son descritas como damas vestidas de sedas y terciopelos, muy adornadas con joyas de oro y piedras preciosas, los hombres blancos son muy “galanos y bizarros” en sus trajes de lujo y los jesuitas (como todos las demás ordenes religiosas) son definidos prepotentes y vanidosos “no ha niguno que sea pobre, y que engullan en el Perü muy grandes bocados y no afogan, porque tienen estómago para todo. (…) Todos, hasta los más grandes caballeros, se dedican al comercio y que son tan diestros en toda suerte de mercadurías que no se sabe otro que sepa más que ellos. (…) Se dice quien va al Perú de ciento no vuelve uno, porque demás de su gran abundancia y hartura hay en ella pocos tributos, pocos derechos, pocas aduanas, pocas alcabalas. Por estas causas no quieren los hombres volver a España, que en volver en habiendo dineros en cosa fácil” 55. A manera de conclusión quiero proponer mi reflexión sobre este paisaje social todavía bastante silenciado en el sentido que creo que poco o nada se ha investigado hasta ahora sobre las razones y pretenciones de los actores que dieron vida a este comercio, contrabando y utilización de productos de lujo en la colonia peruana. Cabe subrayar el particular espacio de frontera en el que ellos vivieron y que les permitió amplios márgenes de acción no sólo para eludir a las leyes que regulaban el tráfico comercial sino también para alterar de cierta manera las categorias sociales y el rigido orden social constituido que procedían de España. Los hombres que vivieron en la colonia peruana en el siglo XVI fueron en todo momento la línea divisoria entre antiguo y nuevo, entre los valores de la Edad Media que todavía permanecían vigentes y los valores renacentistas del homo faber ipsius fortunae. Si por un lado seguían permaneciendo los valores que ahondaban sus raíces en el código caballeresco medieval, por otro lado las ganas de afirmación personal encarnaba aquel cambio renacentista que contraponía la fortuna a la virtud. Ser bien nacido dependía de la suerte, pero convertirse en ello dependía de la virtud, y los conquistadores, mejor que cualquier hombre común de la Europa moderna, habían podido experimentar sobre su propia piel que cosa significaba la autodeterminación, la capacidad de sobrevivencia y la conquista de nuevos espacios inexplorados, incluidos aquellos de las clases sociales más altas. En una realidad tan dura como fue la del descubrimiento y la colonización, los hombres comunes pudieron experimentar realmente el éxito de dominar a la Naturaleza y las adversidades para alcanzar la propia afirmación. Afirmación que ahora querían ver reconocida por la madre patria y por todos sus componentes sociales, ya fuese a través de títulos, riquezas o simplemente por una pura imagen de poder señoral. Podemos concluir que la experiencia americana y el particular espacio de frontera en que vivieron estos hombres comunes había cambiado profundamente la sociedad hispana que colonizó el Perú no sólo en las conciencias de los hombres, sino también en sus revindicaciones, estilo de vida e imagen de sí mismos. Desde esta perspectiva aflora una sociedad hispana muy singular, dinámica y diferente de la sociedad de la madre-patria y que sin embargo hasta ahora queda todavía poco conocida.
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José de la Riva Agüero, “Descripción anónima del Perú y de Lima a principios del siglo XVII”, Revista Historica (Lima), tomo XXI, (1954): 9-37.
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Los dibujos de Palacio del cronista Fernández de Oviedo. Una América escondida y reinterpretada en el siglo XIX Paz Cabello Carro Jefe de Conservación de Patrimonio Nacional
El volumen de Palacio con el manuscrito Gascó n la Biblioteca del Palacio Real de Madrid hay un volumen con la Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Oceano de Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557). Se compone de un texto impreso con la primera y segunda parte de la Historia, publicados en vida del autor, seguida de un texto manuscrito con la tercera parte de la Historia que Fernández de Oviedo no consiguió imprimir. El texto manuscrito guarda unos dibujos apenas conocidos. Por encargo de la Real Academia de la Historia, José Amador de los Ríos publicó entre 1851 y 1855 la versión completa de la crónica americana de Fernández de Oviedo, incluida esta tercera parte entonces inédita. Esta edición, que ha sido luego muy reditada cambiando solo el estudio introductorio, incluye, al final, los dibujos que Fernández de Oviedo hizo para ser vistos a medida que se leía el texto; aunque en algunas ilustraciones parecen bastante fieles al original, no lo son en los dibujos de la tercera parte del manuscrito de Palacio. La diferencia entre los dibujos de este manuscrito con los de la edición impresa es tal que nos preguntamos si la América que Fernández de Oviedo vio y dibujó era la América que todos sus lectores conocen a través de él. Como las ediciones posteriores de la Historia de Fernández de Oviedo reproducen texto y dibujos de Amador de los Ríos, es habitual usar la información gráfica de la edición de 1851-1855 como válida. Sorprende sin embargo que la fidelidad con el texto no se corresponda con la fidelidad al dibujo. Aunque manifestó los criterios seguidos respecto al cotejo de manuscritos y de ediciones impresas, Amador de los Ríos no dio ninguna explicación sobre la problemática habida con los dibujos de Fernández de Oviedo ni como la solucionó.
E
Los dibujos de Fernández de Oviedo y sus estudios Los estudiosos no han reparado más que de pasada en las diferencias entre ambos dibujos ni las consecuencias que esto tiene. Tanto Jesús Carrillo Castillo como Kathleen Ann Myers cuando tratan de los dibujos de Amador de los Ríos se lamentan de su colocación al final de – 287 –
Paz Cabello Carro
cada volumen, ya que divorcia el texto de la imagen que deberían haberse contemplado a la vez; añadiendo solamente que es una versión diferente y romántica de los dibujos1. Carrillo se centra en las imágenes de historia natural, fauna y flora, que es el objeto de su libro, obviando las restantes, aunque hace un agudo análisis. Myers hace un estudio global de los dibujos en uno de los capítulos, centrándose en la flora y sin entrar en los dibujos etnográficos. Al final, en el apéndice E, Myers reproduce en blanco y negro las ilustraciones originales de Fernández de Oviedo, siendo la primera vez que parecen haberse editado juntos los dibujos de los manuscritos; la idea que subyace en la autora es mostrar las ilustraciones de Fernández de Oviedo en el orden en que debían haber aparecido en el texto como sustitución a las de Amador de los Ríos. Aunque al aportar las imágenes en un apéndice hace lo mismo que ya hicieron la Academia de la Historia y Amador de los Ríos en el XIX, por lo que reproduce lo que critica: las imágenes quedan fuera del texto; aunque aporta por primera vez juntas imágenes facsímiles apenas desconocidas. Myers usa algunos grabados de la edición de 1535, pero solo cuando no existe el dibujo en un manuscrito, rechazando entonces el grabado impreso y optando por el del manuscrito; usa también los dibujos de los dos fragmentos del manuscrito original [de Monserrate] con representaciones etnográficas, de flora y fauna; y usa además las imágenes del manuscrito Gascó [el manuscrito de Palacio], que son ilustraciones de geografía y etnográficas. En los estudios específicos sobre Fernández de Oviedo se obvian las ilustraciones del XIX. Son los dos autores mencionados, Carrillo y Myers, los que fundamentalmente se han ocupado de los dibujos que ilustran la Historia de Fernández de Oviedo. Para comprender mejor la situación habría que señalar la dispersión de los manuscritos americanos de Fernández de Oviedo. Ya Amador de los Ríos tuvo que recopilarlos, pero la dispersión es hoy mayor al haber ido a parar a la Huntington Library, California, una parte del conocido como manuscrito de Monserrate de la Real Academia de la Historia en Madrid, que contenía dibujos originales y el texto de Fernández de Oviedo; sin que se conozca como llegó a suceder. De manera similar, la copia manuscrita lista para llevar a la imprenta Amador de los Ríos, se encuentra hoy en la Hispanic Society de Nueva York2. Cuando la Academia estaba preparando la edición de Fernández de Oviedo, Lord Kingsborough se hizo con parte de los textos, que publicó en sus Antiquities of México (1829-1848). El manuscrito Gascó, conservado en el mencionado volumen de la Biblioteca de Palacio es el que parece haber sido el único en permanecer incólume, siendo el más desconocido. Es la última parte de la Historia de Fernández de Oviedo y la única y fiel copia de época de un original hoy perdido. Esta dispersión ha confundido los estudios sobre Fernández de Oviedo. Fernández de Oviedo y Amador de los Ríos dibujantes La diferencia entre los dibujos de Amador de los Ríos y los del manuscrito Gascó de la Biblioteca de Palacio es tan notable que merece una reflexión sobre Fernández de Oviedo y Amador de los Ríos. Ambos eran historiadores y tenían suficientes conocimientos de dibujo para atreverse a ilustrar sus escritos. 1
Jesús Carrillo Castillo: Naturaleza e imperio: la representación del mundo natural en la Historia general y natural de las Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo (Madrid, Fundación Carolina - Eds. Doce Calles, 2004), 273-277; Kathleen Ann Myers: Fernandez de Oviedo’s chronicle of America. A history for a New World (Austin, University of Texas Press, 2007), 64. 2 Carrillo, Naturaleza e imperio, 109 y ss. y 273 y ss.
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Los dibujos de Palacio del cronista Fernández de Oviedo. Una América escondida y reinterpretada en el siglo XIX
Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557)3 era letrado, pertenecía a una familia de altos funcionarios y tenía una especial habilidad para el dibujo mental, pudiendo recortar con tijeras sin dibujo a lápiz previo cuantos intrincados diseños de letras, monogramas, blasones u otros asuntos le requiriesen, según el mismo refiere. Debió a esta habilidad su trayectoria hecha desde sus aproximadamente diez o doce años cuando entró como paje del príncipe don Juan (el fallecido heredero de los Reyes Católicos) hasta que regresó de Italia tras haber tratado y servido a buen número de los grandes artistas, mecenas y políticos del renacimiento italiano. Regresado a España a finales de su veintena, se estableció en la Corte como notario haciendo su primer viaje a América en 1514. Los dibujos de sus obras históricas y heráldicas, todavía en manuscritos no publicados, tienen un trazo suelto propio de un dibujante más o menos hábil. José Amador de los Ríos (1818-1878)4 era hijo de un escultor que se trasladó a Madrid para servir en los oficios artísticos en Palacio, siendo también su hermano pintor restaurador. Cursó estudios en Madrid en la Real Academia de Bellas Artes y, aunque luego orientó su vida como erudito, historiador y defensor del patrimonio histórico y artístico, en épocas de escasos recursos de su juventud trabajó como pintor. Esto nos indicaría que los dibujos del manuscrito original y posiblemente los dibujos de los grabados de la única edición impresa, pudieron ser obra del propio Fernández de Oviedo. Y que los dibujos de la edición de Amador de los Ríos, debieron ser obra de éste. Las enmiendas y adiciones que el subtítulo de la edición parecen residir más en las ilustraciones que en el propio texto, ya que si bien entonces el método de las ediciones críticas estaba bien establecido, no sucedía lo mismo con las ilustraciones, que a mediados del XIX se empezaron a usar de manera sistemática y relativamente novedosa como complemento al texto. Historia de la Crónica americana de Fernández de Oviedo En 1526 Fernández de Oviedo publicó a su costa en Toledo el Sumario de la natural historia de las Indias. Obra de éxito, fue traducida y reditada, pero carecía de ilustraciones. Los años siguientes, el Consejo de Indias cambió la política americana rechazando la encomienda y la esclavitud y aceptando las ideas de las Casas; lo que afectaría a Fernández de Oviedo, más cercano a las tesis de Juan Ginés de Sepúlveda. Pero, cortesano flexible, Fernández de Oviedo se redefinió primando su posición de funcionario leal a la Corona, y rescribió su Historia a lo largo de los años que van de 1535 a 15495. Nombrado en 1532 Cronista de Indias con la asignación de 30.000 maravedíes anuales, debía remitir al Consejo de Indias copia de lo escrito antes de la publicación “para que la mandemos ver” 6. Fernández de Oviedo consiguió cambiar el método de trabajo: no viajaría como 3 Francisco Solano Pérez-Lila y Fermín del Pino Díaz (coords.) América y la España del siglo XVI (Madrid, CSIC, 1983); Juan Pérez de Tudela: “Nota preliminar”, a Gonzalo Fernández de Oviedo, Gonzalo: Sumario de la natural y general historia de las Indias (ed. facs.), (Madrid, Espasa-Calpe, 1978); Juan Pérez de Tudela Bueso: “Vida y escritos de Gonzalo Fernández de Oviedo. Estudio Preliminar” en Gonzalo Fernández de Oviedo: Sumario de la natural y general historia de las Indias (Madrid, Atlas, 1992); Juan José Arrom: “Gonzalo Fernández de Oviedo, relator de episodios y narrador de naufragios”, Lectura crítica de la literatura americana. Inventarios, invenciones y revisiones (Caracas, Biblioteca de Ayacucho, 1996); Carrillo, Naturaleza e imperio, 32 y ss.; Myers, Fernandez de Oviedo’s chronicle of America, 12 y ss. 4 H. Gimeno Pascual y E. Sánchez Medina, “José Amador de los Ríos (Baena, 1818-Sevilla, 1878)”. Corpvs Inscriptionvm Latinarvm II, Universidad de Alcalá. 6, agosto, 2010. 5 Myers, Fernandez de Oviedo’s chronicle of America, 61; Carrillo, Naturaleza e imperio, 107 y ss. 6 Pérez de Tudela, “Vida y escritos …”, CXVIII, tomado de Simancas, Secretaría de Estado, leg. 636.
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inicialmente se acordó, sino que las autoridades americanas le remitirían la documentación de sus respectivos territorios7. Aprovechó su residencia en Santo Domingo, sede de la Audiencia Real y escala en las comunicaciones ultramarinas con la metrópoli para entrevistar testigos y ver mercancías como él mismo cuenta y, probablemente, para leer documentos y tomar notas8. El 30 de septiembre de 1535 publicó en Sevilla la primera parte de La historia general de las Indias, esta vez con ilustraciones. En 1542 se dictaron las Leyes Nuevas, suprimiendo la encomienda, cerrándose un capítulo de la historiografía de Indias. En plena controversia entre Las Casas y Sepúlveda, Fernández de Oviedo retomó la publicación completa de su Historia, pero solo llegó a imprimir en 1547, sin ilustraciones, la primera parte de ésta, la Coronica de las Indias: la hystoria general de las Indias. Y con la conquista del Peru, con Jerez como autor de la crónica peruana. Aunque la segunda parte no llegó a aparecer, porque Las Casas consiguió estorbar el proyecto; por tanto Fernández de Oviedo, antes de partir para América en 1549, dejó el manuscrito en un monasterio de Sevilla, esperando una próxima oportunidad. Con la victoria de Las Casas, llegó en 1550 la prohibición temporal de la publicación de la Historia de Fernández de Oviedo y la Apología de Sepúlveda. Sin embargo, en 1555 nuestro autor estaba a punto de iniciar la publicación de la segunda parte de su Historia [continuación de la que ya editó en 1535], renunciando por tanto a una nueva redición más completa de esta primera parte con las ilustraciones de flora y fauna9. Pero Fernández de Oviedo murió en 1557, lo que aprovechó el impresor real para improvisar la edición de Valladolid de 155710, ilustrada con las planchas que ya tenía preparadas, dando al final noticia de su defunción. El manuscrito Gascó Andrés Gascó, perteneciente a una acaudalada familia de altos funcionarios y mecenas de las letras, era canónigo de Sevilla e inquisidor de talante moderado y actitud benevolente, conocedor de la doctrina pero también de las corrientes reformistas11, más jurista que teólogo, intelectual curioso de compleja personalidad y poseedor de una importante biblioteca. En fecha no determinada se llevó a su casa el manuscrito final que Fernández de Oviedo había dejado en Sevilla; quizás para revisarlo como era preceptivo. El Consejo de Indias se lo pidió en 1563, ya muerto nuestro autor, por lo que hizo sacar una copia, figurando todavía en la relación testamentaria de su biblioteca12. Es esta copia de Gascó, supervisada por su sobrino, que da fe de la exactitud de la traslación, es la que obra en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid. En 1566, año de la muerte 7
Pérez de Tudela, “Vida y escritos…”, CXIX. Fernández de Oviedo cuenta diversas entrevistas con personajes históricos, sobre todo en lo referente a Perú, que no visitó, como la mantenida con Vaca de Castro (Lib. XLVIII, cap. III y ss.) o con testigos presenciales de los hechos narrados, como el caso de Diego de Molina con el que se entrevistó en diciembre de 1533 (Lib. XLVI, cap. XVI, 1855, p. 213 y ss.) y cuyo testimonio usa como complemento de los documentos, y cuyo ajuar y botín con vasijas incaicas describe parcialmente. También menciona sus fuentes, como cuando transcribe la crónica de Miguel de Estete (Lib. XLVI, cap. XI, 1855, p.187 y cap. XII) o la de Francisco de Jerez, secretario de Pizarro o copia una carta de éste (Lib. XLVI, caps. XIV y XV; tomo IV, 1855, p. 205, 206 y ss.). 9 Carrillo, Naturaleza e imperio, 136-140. 10 Carrillo, Naturaleza e imperio, 140. 11 José Antonio Ollero Pina: “Clérigos, universitarios, y herejes”, Universidades Hispánicas. Modelos territoriales en la Edad Moderna (I): Santiago, Toledo, Sevilla, Barcelona y Huesca, (Salamanca, Universidad de Salamanca, 2006), 137-1141. 12 Klaus Wagner, “Lecturas y otras aficiones de Andrés Gasco (+1566)”, Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid, tomo CLXXVI, nº I, 1979, 160. 8
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Los dibujos de Palacio del cronista Fernández de Oviedo. Una América escondida y reinterpretada en el siglo XIX
de Gascó, el Consejo de Indias lo volvió a reclamar y en 1568 autorizó su publicación sin que ésta se hiciese13. Son los dibujos de este manuscrito, hoy en Palacio, los únicos sobrevivientes de los hechos por Fernández de Oviedo, los objeto del estudio. En 1753 el erudito Barcia publicó, sin imágenes, unos textos de Fernández de Oviedo. En 1775, el Bibliotecario de la Academia de Historia, Francisco Cerdá y Rico, tenía prácticamente acabado el proyecto de edición de la Historia de Fernández de Oviedo14. Al tiempo, Juan Bautista Muñoz, estaba trabajando con los manuscritos de Fernández de Oviedo y realizó una cuidadosa copia de una fuente ya incompleta. Martín Fernández de Navarrete, director de la Academia de la Historia, retomó el proyecto de publicación de la obra de nuestro autor, culminada por Amador de los Ríos, que usó la copia de Gascó y el manuscrito final de Fernández de Oviedo, conocido como manuscrito de Monserrate15. La actualización de los dibujos en la edición de fuentes históricas Amador de los Ríos, que salvo este trabajo obvió el tema americano y que fue riguroso en la trascripción textual, omite cualquier mención sobre los dibujos cuando es precisamente aquí donde introduce las variaciones. Evidentemente, esta omisión sobre el método usado es voluntaria y, a sensu contrario, indica que tanto los grabados de la edición impresa de 1535 como los dibujos del manuscrito le parecían arcaicos y necesitados de una modernización; aunque no se atrevió a explicitarlo. Sin embargo, lo dejó claro en el título: “Publícala la Real Academia de la Historia, cotejada con el códice original é ilustrada con la vida y el juicio de las obras del mismo por D. José Amador de los Rios enríquecida con las enmiendas y adiciones del autor”. Es evidente que enriquecimiento y enmiendas están básicamente en los dibujos; que contó con el visto bueno de la Academia como ente colegiado; y que las ilustraciones se deben a su propia mano, educada en la pintura, pero sin especial calidad. No parece tratarse de una opción personal del también académico Amador de los Ríos como tienden a juzgarlo los historiadores de hoy, sino que respondía a la historiografía de mediados del XIX. El que en el manuscrito para llevar a imprenta hubiese huecos para los dibujos, indica un cambio de criterio y, por tanto, un debate que tuvo que haber en la Real Academia, como sostiene la especial redacción del subtítulo de la obra ya mencionado. La historiografía del siglo XIX se caracteriza por la búsqueda de la objetividad, aunque no siempre conseguida por el historicismo nacionalista16, y por la indagación documental en la creencia en la singularidad de cada historia, lo que llevó a la edición de fuentes manuscritas como condición indispensable para escribir la Historia. Estos conceptos fueron tutelados en 13
Carrillo, Naturaleza e imperio, 140-141. José Amador de los Ríos: Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Oceano / Por el Capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés. Publícala la Real Academia de la Historia, cotejada con el códice original é ilustrada con la vida y el juicio de las obras del mismo por D. José Amador de los Rios enríquecida con las enmiendas y adiciones del autor (Madrid, Real Academia de la Historia, 1851), vol. 1, VII. 15 El manuscrito de Monserrate se conserva hoy dividido entre la Academia de la Historia en Madrid y la Huntington Library, San Marino, California, Estados Unidos. La copia manuscrita lista para llevar a la imprenta de Amador de los Ríos se encuentra hoy en la Hispanic Society de Nueva York (Carrillo, Naturaleza e imperio, 109 y ss. y 273 y ss.). Mientras la Academia continuaba la preparación, Lord Kingsborough, se hizo con parte de los textos de Oviedo, que publicó en sus Antiquities of México (1829-1848). 16 Carlos Rama: La historiografía como conciencia histórica (Barcelona, Montesinos, 1981), 46. 14
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España por la Academia de la Historia que tuvo precisamente su auge entre 1840 y 187017. Esta indagación documental corría paralela y complementaria con la corriente nacionalista que también buscaba y publicaba historias de archivos y bibliotecas locales, de interés más limitado e interesado más por los hechos que por la síntesis histórica18. Por tanto, la edición de la Academia de la Historia, hecha a partir de manuscritos que adquirió ella, refleja el interés decimonónico por la edición de fuentes; mientras que los intentos editoriales de la obra de Fernández de Oviedo del siglo XVIII reflejan más bien el interés erudito por publicar un libro todavía interesante y válido, enmarcado, muy probablemente, por la búsqueda en el clima de redescubrimiento intelectual y económico de las Indias, mayoritariamente españolas, que llevó a las expediciones científicas y coleccionismo americanista. Aunque la diferencia de enfoque y motivación no es mucha en el momento de decidir la publicación de una obra, si lo era a la hora de reconstruir el manuscrito y decidir detalles de cómo incluir las ilustraciones o de cómo entenderlas: si como notas o esbozos del autor o como dibujos finales. Debió haber dos corrientes: la edición como un libro válido que había que poner al día en los avances de la historia natural [hubo consultas con los naturalistas de la época] y la publicación tal como estaba en el manuscrito, lo que se haría más tarde con las ediciones facsímiles. Si la primera opción parece anticuada para la historiografía del siglo XIX y es más propia de la erudición ilustrada del XVIII, respetaría la idea original del autor. En cualquier caso, parece como si la opción metodológica decimonónica de puesta al día tomada para la fauna y flora, también debió incluir a la geografía y la etnografía; aunque sin afectar a los mapas. Y, dado que, en lo tocante a las ilustraciones la edición no era realmente facsímil, cosa todavía desconocida pero que el mundo editorial haría posible poco después, es lógico que los dibujos se sacaran del texto. La actualización de la fauna y flora descansaba en las versiones científicas del momento que podían ser respetuosas con los originales, ya que el aspecto físico de animales y plantas varía poco con los siglos. Pero, las de la geografía y etnografía requerían del conocimiento de primera mano de los objetos [recordemos que estamos en la generación que no ha pisado ni administrado América] y una vuelta atrás en la historia. Amador de los Ríos optó por las reconstrucciones históricas usando elementos auténticos tomados de la arqueología, que era el método en boga en el XIX para ilustrar la historia. Copió fielmente los objetos y elementos que no supo como colocarlos como elementos centrales en una reconstrucción, como el tambor de doble lengüeta, el inhalador o las herramientas. Pero hizo reconstrucciones partiendo de los ritos y costumbres nicaragüenses y de los volcanes de Nicaragua; las primeras las transformó en escenas y un esquema y las segundas en paisajes románticos. José Amador recurrió a los elementos que dibujó Gonzalo Fernández, repitiendo la embarcación y casas del Caribe para ilustrar Nicaragua, y usando las palmeras, aunque en versión mediterránea. Para los indígenas se inspiró en los grabados europeos del XVI y XVII como los de Léry o Theodor de Bry, que nunca vieron un nativo americano; razón 17
Paloma Cirujano Marín, Teresa Elorriaga Planes y Juan Sisinio Pérez Garzón: Historiografía y nacionalismo español, 1834-1868 (Madrid, CISC, 1985), 40-41. Pedro Ruiz Torres: “La renovación de la historiografía española: antecedentes, desarrollos y límites”, en M. Cruz Romeo y Ismael Sanz (eds.): El siglo XX. Historiografía e historia (Valencia, Universidad de Valencia, 2002), 57.
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Los dibujos de Palacio del cronista Fernández de Oviedo. Una América escondida y reinterpretada en el siglo XIX
por la que aparecen con formas alargadas y poses clásicas, con el cráneo descubierto con el tocado o coleta en la coronilla; ignorando las cabezas con el pelo cortado a ras de nuca y las figuras simples y más rechonchas que dibuja Fernández de Oviedo o que aparecían en los no muy frecuentes grabados españoles de los siglos XVI y XVII, más cercanas a la realidad. Dos mundos, dos lenguajes para ver y construir América Ilustraciones tan distintas escondían una visión de América muy diferente que habrían de influir en la construcción de la imagen que España tendría de América y la visión que de si misma tendrían algunos países americanos. Fernández de Oviedo vivía en un Estado en expansión que estaba descubriendo y apropiándose intelectualmente de un nuevo continente, que necesitaba comprender la nueva realidad que debía gobernar, con unas gentes con gran curiosidad por conocer las nuevas tierras por las que se estaban expandiendo. Una sociedad que necesitaba comprender el nuevo continente, su geografía, su población y sus sistemas de relación y de poder para integrarlos. Amador de los Ríos vivía en un Estado en regresión que acababa de perder mucho más que la mitad de sus tierras y gentes, que trataba de reinventarse y estaba buscando sus señas de identidad; en un Estado que había perdido América política e intelectualmente, cuyos lazos diplomáticos y familiares habían desaparecido. Esta brecha hizo que la generación de Amador de los Ríos fuese la primera en desconocer América. En 1855 debían enfrentarse a un continente desconocido. Paradójicamente, se fiaron de las visiones que otros ilustradores anteriores que tampoco habían conocido América, como de Bry. El lenguaje conceptual en los dibujos de Gonzalo Fernández de Oviedo Fernández de Oviedo dibuja de manera intencionada elementos sueltos y evita la composición mientras que Amador de los Ríos une los elementos individuales para formar con ellos composiciones y paisajes. Nuestro autoir sabe dibujar y componer complejas divisas, monogramas y blasones ante el aplauso de los grandes pintores y mecenas del Renacimiento italiano; sin embargo, tanto los grabados de la edición de 1535 y los dibujos y las escasas composiciones de los manuscritos resultan esquemáticos. Para Fernández de Oviedo, un historiador acostumbrado a diseñar y a leer emblemas, una imagen tiene un significado que va más allá del mero objeto, significa una fábula, una frase o una idea19. Colocada junto a un texto al que hace alusión, la imagen significa todo el texto, de la misma manera que un blasón, compuesto por la asociación de varias imágenes y colores, cada uno con su significado, encierra la historia de un linaje o de un personaje; estas imágenes solían formar parte de un lenguaje gráfico del poder. Para este tipo de composición renacentista, cada imagen encierra una frase, una idea o una historia. Para un historiador en la corriente historiográfica del siglo XIX con conocimientos de pintura, las imágenes individuales solo significan el objeto representado y, de la misma manera que las palabras deben ordenarse en una frase, las imágenes deben estar estructuradas en una 19 Es la tesis del artículo de Carrillo, “Cultura cortesana e imperio…” En Naturaleza e imperio, desarrolla brillantemente el concepto de ékfrasis (205-208) y los conceptos de “divisa”, “empresa” y “emblema” y la heráldica (279-285), en los que me baso sin volver a describirlos, por aceptar que están en la mente de Fernández de Oviedo cuando éste escribió y realizó sus dibujos.
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escena o en un paisaje. El esquematismo de las ilustraciones de Fernández de Oviedo además de estar cercanas la emblemática tienen una simplicidad que abaratase costes de edición, ya que una imagen compleja no emblemática, requería un grabador de mayor calidad. Para Fernández de Oviedo, una embarcación, una batea o un hacha deben dibujarse para que nos hagamos una idea exacta del objeto; el ser humano que maneja la canoa o la batea sirven para darnos una idea de la proporción del objeto y, secundariamente, para ilustrar su manejo. Por tanto, las perspectivas son secundarias como también los detalles de los indígenas. Por ello, en la edición de 1535, en la misma página donde vemos el grabado con una canoa, aparece un hacha de piedra que sirve para describir la fabricación de estas embarcaciones. Separa el hacha de piedra [una rareza en Europa] para darle un tamaño mayor que la canoa y se comprendiera adecuadamente su explicación. Ambas ilustraciones forman un conjunto, la canoa y su fabricación, pero las separa prescindiendo de la figuración realista. En su actualización, Amador de los Ríos corrige esta visión introduciendo el realismo, lo que le obliga a dibujar unos indígenas y un entorno también realistas que debe inventar. Y coloca el hacha y la embarcación en páginas diferentes, anulando la idea del autor. Por otra parte, Fernández de Oviedo prescinde del paisaje, solo lo sugiere para completar el objeto y su uso cuando éstos resultaban raros en Europa. Fernández de Oviedo usa el texto para dar el contexto y crear el ambiente, y sólo utiliza las imágenes para representar algunos objetos concretos que el lector europeo desconoce y que le resultan necesarios para la narración. En el siglo XVI el autor cuenta con la imaginación cómplice del lector; y en el XIX las innovaciones técnicas de estampación hacen cada vez más frecuentes las imágenes complejas que, en historia, sirvieron para recrear el ambiente y ayudar al lector a entrar en un mundo diferente. La tendencia de Fernández de Oviedo a la imagen individual del objeto dejando su ambientación para la descripción textual se observa en la edición impresa en la que explica el inhalador con un dibujo, debido a lo inusual de la inhalación; o el dibujo del teponaztli, tambor de doble lengüeta desconocido en Europa, con unos signos explicativos sobre la forma de la lengüeta en medio del texto; mientras que Amador de los Ríos pasa a la lámina los signos que deben estar en el texto, haciéndolos incomprensibles. Incluso la hamaca, objeto nunca visto en la Europa del XVI, lo dibujó inicialmente mediante un realismo ingenuo, pero decidió imprimirlo usando el lenguaje esquemático del blasón; lo que traspasado a la botánica sería una imagen científica. Para lo cual, colocó la hamaca como un textil tenso entre dos palmeras esquemáticas, suprimiendo la imagen de la hamaca curvada por el peso de un personaje en su interior y esquematiza todavía más las palmeras, cada una de un género diferente, para indicar “árbol”. En su apéndice E, donde Myers presenta las ilustraciones de la Historia de Fernández de Oviedo20, ésta descarta el grabado de la edición de 1535 y elige el dibujo del manuscrito, como también hizo Amador de los Ríos en su actualización; sin pensar que a la hora de imprimir el mismo Fernández de Oviedo descartó la imagen curvada de la hamaca, que es la que hoy tenemos de ella, y prefirió ilustrarla mediante la tela tensada que mostraba mejor su estructura, entonces desconocida. En la historiografía actual, al perfeccionarse la técnica de la edición facsímil, se prefiere la imagen del manuscrito como más auténtica que la editada; cuando en este caso el propio Fernández de Oviedo llegó a otra conclusión. 20
Myers, Fernandez de Oviedo’s chronicle of America, 194 y ss.
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Finalmente, Amador de los Ríos optó por copiar fielmente las viviendas y el hacha caribeñas; aunque al aportar perspectiva y, por tanto la visión realista, confirió a las casas un aspecto visualmente diferente. Las “casas y moradas” de la isla Española se convirtieron en chozas o cabañas; como la que tiene una cubierta con vertiente a dos aguas, que Fernández de Oviedo describe como “casas o buhíos … mejores en la vista, y de mas apossento, é para hombres mas prinçipales é caciques”21. El realismo reconstructivo en los dibujos de Amador de los Ríos La actualización usada por Amador de los Ríos para las ilustraciones implicaba un lenguaje propio de las bellas artes: uso de la perspectiva, la composición y el realismo, no cabiendo las imágenes codificadas propias de los lenguajes emblemático y científico, que prescinden de estas reglas para enfatizar los aspectos que el narrador desea resaltar. El lenguaje de la ilustración científica depende, como el de la emblemática, de un contexto ya conocido por el lector o explicado en el texto. Mientras que el lenguaje de la pintura debe ser explícito por si mismo; es, como el del cine, un arte visual. Fernández de Oviedo no pretendía reproducir el lago y los volcanes nicaragüenses como hoy haría un fotógrafo de una revista científica, que es lo que intenta Amador de los Ríos, sino apoyar el texto con elementos gráficos. Siguiendo a Plinio en su Historia Natural y su descripción del Vesubio, Fernández de Oviedo debía pretender diferenciar el volcán americano del napolitano, entonces bien conocido por pertenecer a la Corona española.
Figura 1“Ysla de Ometepet” e “Infierno de Mamea”, en ms. II/3042 Real Biblioteca. Las mismas imágenes en la edición de 1855 (vol. 4, lám. 1) de José Amador de los Ríos.
Tanto Fernández de Oviedo como Amador de los Ríos, cada uno según su tiempo, intentaban desarrollar diferentes métodos de ilustración científica. Hoy hay dos tipos de ilustraciones científicas usadas de manera complementaria: la que resalta las líneas que se necesita explicar, desglosando la imagen resultante del resto del objeto o del contexto, y la que dibuja fotográficamente desde el ángulo adecuado mostrando la realidad tal cual es. Nuestro autor usó el primer método y Amador de los Ríos el segundo; ambos de manera incipiente. Quizás sea más 21
Compárese Gonzalo Fernández de Oviedo y ValdéS: La historia general de las Indias (Sevilla, empre[n]ta de Juam Cromberger, 1535), libro VI, cap. 1, y Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Océano… en José Amador de los Ríos (Madrid, Real Academia de la Historia, 1851), vol. 1, 164.
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claro el leguaje de Fernández de Oviedo ya que había precedentes con la emblemática, las miniaturas góticas y parte del arte románico o las ilustraciones codificadas de los mapas. Mientras que el lenguaje de José Amador estaba a caballo entre la reproducción histórica, imaginada, entonces de moda y la imagen documental exacta, que estaba en sus comienzos con el dibujo arqueológico [fiel reproducción de lo que se ve] y con la incipiente fotografía. Aunque el resultado de las imágenes de Amador de los Ríos fuese criticado años después, en la década de los cincuenta del XIX no el dibujo arqueológico de calidad no estaba asentado ni la fotografía había llegado a las imprentas, mientras que sí existían reconstrucciones históricas relativamente documentadas reproducidas por los grabados, entonces de fácil impresión por el desarrollo experimentado por los métodos de estampación. De hecho, una década después, Amador de los Ríos publicó junto a Rada y Delgado una historia de Madrid ilustrada que incluía tanto imágenes de reconstrucción histórica como dibujos arqueológicos y fotografías22. Pero ¿qué dibuja en realidad Fernández de Oviedo? Los dibujos etnográficos de Nicaragua como reflejo del poder Aunque el manuscrito de Palacio es una copia hecha escasos años después de que Fernández de Oviedo dejase su manuscrito en Sevilla, la advertencia del sobrino de Gascó sobre la fidelidad de la trascripción nos hace pensar también en la de los dibujos. Aunque la mano parece menos segura que la del autor, sí deben ser ciertos los colores iniciales: verde rojo y azul añil que han virado en mayor o menor grado al amarronado o al violáceo. Incluso las figuras humanas aparecen unas en rojo y otras en azul violáceo, aparentemente para contraponer y diferenciar a los personajes, [el Cacique Viejo está en azul añil y los caciques secundarios en ambos colores]. Son los colores básicos y también que se usan en heráldica. Ya dijimos que la Historia de Fernández de Oviedo se conoce a través de la edición de Amador de los Ríos y sus múltiples rediciones, por lo que siempre las ilustraciones están al final y carecen de referencias que permitan localizar el texto. La única manera de unir la lámina con el texto es mediante la lectura ya que los grabados están tan intencionadamente aislados de sus respectivos textos que el estudioso debe buscar con paciencia, atención y voluntad de localización. Esto distorsiona nuestra percepción y hace que proyectemos nuestro actual concepto de la historia: si vemos un tambor de doble lengüeta, objeto todavía en uso que se ha seguido reproduciendo en los manuales etnográficos, consideramos el teponaztli de Fernández de Oviedo como una ilustración etnográfica. ¿Cómo iba a pensar nuestro autor que pervivirían el tambor, los bohíos o el palo volador, y cómo iba a saberlo Amador de los Ríos que vivía en una sociedad en la que por primera vez no había nadie que conociese América a excepción de Cuba? Fernández de Oviedo captó elementos esenciales y definitorios de América. Lo mismo sucede con las casas o buhios antillanos, cuyo nombre y estructura con madera y cañas se ha conservado en las casas humildes del campo, por lo que se tiene por etnográfico, sin considerar que Fernández de Oviedo describe unas técnicas y unas formas de viviendas como contraposición a las viviendas nobles europeas construidas en ladrillo o piedra en torno a un patio [las campesinas no eran conceptualmente muy diferentes en ambos continen22
Juan de Dios de la Rada y Delgado era un joven arqueólogo y conservador del Museo Arqueológico Nacional, fundado en 1867. José Amador de los Ríos fue su primer director y, tanto su hijo Rodrigo como Rada también fueron directores de este Museo.
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tes]. Lo que Fernández de Oviedo en realidad describe es un concepto diferente de vivienda para acabar en la residencia de los gobernantes, también hechas con madera y cañas. Si por etnografía entendemos lo referente a los indígenas, en nuestro autor todo lo que no sea fauna, flora y geografía es etnografía; pero no lo es en nuestros días donde seleccionamos lo que es etnografía y tendemos a identificarlo con grupos socialmente diferentes entre los que no se suelen encontrar los gobernantes, ya que entonces entraríamos en la historia. Pero, cuando Fernández de Oviedo dibuja personas, es para ilustrar conceptos que, como en la emblemática y en la heráldica, se comprenden mejor a partir de una imagen23. Y, en tanto que historiador educado y vivido en las cortes renacentistas más importantes, y en tanto que funcionario que debe negociar con la población indígena, lo que le interesa y con quienes trata es con las elites con poder, los príncipes en Europa y los caciques en América. Inmerso como estaba en la nueva corriente reformista que preconizaban la restitución de las propiedades de los indios y la abolición de las encomiendas, entendiendo por la necesidad de la Corona de controlar los nuevos territorios y en la dialéctica de su discurso observada por Coello24, otorgó en sus escritos y dibujos un nuevo protagonismo a los gobernantes indígenas. Así, el mismo Fernández de Oviedo cuenta como consiguió introducirse en el trato con Agateite, el Cacique Viejo de Nicaragua, el más importante de los que él conoció y del que habla siempre con gran respeto; cuando narra ritos “etnográficos”, describe lo que vio en la plaza de este cacique, y también en otras, dibujando aquellos dos que, por no existir nada parecido en Europa, requerían el apoyo visual: el palo volador y el balancín giratorio.
Figura 2. Nicaragua: el palo volador y el balancín o comela gatoazte, en ms. II/3042 Real Biblioteca. El palo volador y el balancín (Nicaragua) en la edición de José Amador de los Ríos de 1855 (vol. 4, lám. 3). Obsérvense las casas que dibuja a partir de los dibujos de las viviendas antillanas y las de la plaza de Nicaragua. En los márgenes aparecen las ilustraciones relativas a Perú.
El dibujo del siglo XVI sirve solo de apoyo a la imaginación del que lee la explicación, mientras que en el grabado del siglo XIX, se ofrece una composición etnográfica en la que se 23
Serían quizás excepciones algunas curiosidades como la forma de hacer fuego, propias de la primera parte de su obra, la menos trabajada. 24 Alexandre Coello de la Rosa: "¿Indios buenos?", "¿indios malos", "¿buenos cristianos?": La cara oscura de las indias en Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés”, Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad de Barcelona, vol. V, nº 101, 15 noviembre 2001, párrafos entre las notas 37 y 38.
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prescinde de la imaginación y entendimiento del lector, siendo el artista quien los pone e interpreta a su manera el texto y la realidad. Se introduce así el concepto de composición etnográfica que iniciaron los grabadores europeos de los siglos XVI y XVII sobre unos indígenas americanos que nunca vieron, y que proporcionaron un imaginario manipulado y manipulable, ya que la imagen es mucho más poderosa que un texto. En el siglo XVI, época de grandes pintores y grabadores, la reconstrucción histórica no se usaba para ilustrar un libro de historia, sino que entraba en el dominio de las bellas artes con composiciones alegóricas que todavía vemos en los lienzos o en los frescos de los palacios. En el caso de la plaza de Tecoatega sede del Cacique Viejo de Nicaragua, el dibujo de Fernández de Oviedo es un esquema compuesto por varios dibujos. Amador de los Ríos hace un croquis lineal, pero añade una perspectiva con arquitecturas reorganizando a su manera el dibujo de Fernández de Oviedo. Leído con atención, el texto describe una Corte, entendida ésta su doble sentido de patio en torno al que se disponen las habitaciones señoriales y en tanto que lugar donde reside y se ejerce el poder. Lo llama plaza y no corte o patio debido a su gran tamaño y a las frágiles arquitecturas, como el espacio con cubierta y sin paredes donde se tienden durante el día y gobiernan el cacique principal a un lado y del otro el resto de los caciques; siendo de destacar la mención de Fernández de Oviedo sobre el respeto a los caciques y la autoridad de éstos. La descripción, que abreviamos, es larga: “En Tecoatega estaba una grande é cuadrada plaça, … está un portal que llaman barbacoa, de ochenta passos ó más de luengo é diez de ancho, de tres naves, sobre postes ó estantes de muy buena é rescia madera, cubierta de cañas, ... El qual portal es hecho para defensa del sol, … Este portal es la estancia ordinaria del cacique en lugar de casa de su corte; é a la parte oriental … está un lecho de tres palmos de alto de tierra, fecho de las cañas gruesas … é una estera gruessa de palma ençima, é sobre aquella otras tres esteras delgadas é muy bien labradas, y ençima, tendido el cacique desnudo é con una mantilla de algodón blanco é delgada revuelta sobre sí e por almohada tenía un pequeño banquito pequeño de quatro piés, algo cóncavo, que ellos llaman duho, é de muy linda é lisa madera muy bien labrado, por cabeçera. … Y en la una nave estaban diez ó doce indios principales, y en la otra, otros tantos, echados en tierra sobre las dichas esteras, y enfrente dellos otros tantos, los piés de los unos hacia los piés de los otros, ... sin hablar é con mucho silencio todos. Á los quales manda é ordena el cacique lo que han de haçer; é assi aquel á quien él manda, se levanta en pié é se pone çerca dél para entender su voluntad, é va luego á poner en obra, si es cosa que ay que ir en persona: é si no é lo ha de mandar á otros, sale aquel capitán ó principal fuera de la plaça, y en unas casas é buhíos que están á un tiro de piedra de la plaça, ó dando una ó dos voçes, vienen …corriendo luego diez ó doçe hombres de la guarda continua … é provee lo que conviene … Estos capitanes mandan á todo el resto de la señorio é provincia del cacique é á todos los otros indios, é les refieren la voluntad del cacique … Quando algun mensajero viene .. no le diçe al cacique á lo que viene, sino á uno de os dichos principales; y este principal lo refiere al cacique, aunque está presente, para que provea lo que fuesse su voluntad …”
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Figura 3. Plaza de Tecoatega, Nicaragua, en ms. II/3042 Real Biblioteca y en la edición de Amador de los Ríos de 1855 (vol. 4, lám. 3)
Fernández de Oviedo usa aquí una mezcla del dibujo emblemático y el esquema, con un aspecto falsamente infantil, pero entendible para un lector del Renacimiento, acostumbrado al despliegue de una corte en un espacio cubierto o descubierto y conocedor de los manuscritos ilustrados medievales donde la información gráfica se sintetiza de manera parecida. Lo que dibuja nuestro autor no es la plaza o gran patio de la residencia del cacique principal, sino la manera en que un gobernante con sus colaboradores principales ejercen el poder: Tumbado y no sentado; las decisiones básicamente individuales y no colectivas; en un gran espacio público donde todo se veía pero nada se oía; lugar donde se celebraban los ritos que describe y dibuja. Este espacio grande requirió que Oviedo usase un papel mayor: una doble hoja plegada con una cuadrícula para situar bien personajes y espacios. Los dibujos sobre Perú: La construcción de la iconografía del Inca Si los dibujos que ilustran los capítulos sobre Perú pueden parecernos hoy anodinos es porque ya los hemos visto en posteriores representaciones sobre los incas: en las Décadas de Herrera, en la Corónica de Guamán Poma de Ayala y en las decoraciones de los keros o vasos rituales de madera cuyo tema suele ser el inca. Pero cuando los dibujó Fernández de Oviedo, nadie los había visto ni había dibujado a un Inca ni a un orejón o noble de sangre inca. Debió crearse entonces un modelo iconográfico propio de la iconografía europea desde la antigüedad y que en el Perú prehispánico no existía: la representación genérica de un inca o un rey mediante un personaje con unos atributos reales. Aunque Fernández de Oviedo no conocía Perú, tenía acceso a la información, documentación y objetos que de allí venían dada su situación como Cronista de Indias en Santo Domingo, escala obligada y centro inicial del poder en América, lo que menciona en su Historia. Cuando describe al Inca, Fernández de Oviedo no usa el genérico cacique, probablemente por inadecuado, y decidió dibujarlo usando unos emblemas de poder. Como las orejas dilatadas eran propios de la nobleza de sangre y gobernantes locales, necesitaba una insignia exclu– 299 –
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siva del rey: la borla o mascapaicha, que era famosa entre los españoles por ser el trofeo que Miguel de Estete [informante también de Fernández de Oviedo] le arrebató a Atahualpa en Cajamarca. Sin embargo, hay otros cronistas que, como Garcilaso de la Vega el Inca, hablan del uso de la borla en la nobleza de sangre: Manco, el aspirante a Inca que recibe a Pizarro a las puertas de Cuzco llevaba la borla, aunque amarilla por ser el heredero25. También en los retratos coloniales de la alta nobleza incaica, éstos llevan la borla roja. Fernández de Oviedo no indica que la borla roja fuese exclusiva del Inca sino que la investidura de la borla lo consagraba como gobernante supremo. “… é después de aver hecho essa çerimonia, le ponen en lugar de corona una borla de color de un finissío carmesí, de lana hilada é torcida, tan grande como de sementales de caballo, en la freente, que le llega hasta las çejas, desta manera [dibujo]. E luego sale con esta borla, ques la investidura real, assí como … a los cardenales el capelo, ó al rey la corona, ó al Papa la tiara, assi este, en leyendo Ynga, se pone aquella borla, é todos los señores de su reyno é señorios le sirven é adoran en el …” 26.
Figura 4. Cabeza de un Inca con su borla roja, en ms. II/3042 Real Biblioteca. La misma imagen en la edición de 1855 está en el borde de la lámina que ilustra Nicaragua (vol. 4, lám. 3, fig. 4) Ríos. Cabeza de un noble inca y armas incaicas, “porra, alabarda, estorica”, en ms. II/3042 Real Biblioteca. Amador de los Ríos reproduce las armas en el margen de la lámina del palo volador y el balancín de Nicaragua, omitiendo la cabeza.
Estamos ante la primera representación de un Inca con su borla roja [la mascapaicha] coronada por unas plumas, la cinta que la sujeta [llautu], y sus grandes orejeras circulares. Ya hemos visto como Fernández de Oviedo sólo menciona muy enfáticamente la borla, convirtiéndola en el elemento central: el paralelismo de la investidura de la borla con las coronaciones reales o papales nos hace sospechar que el paralelismo pudiera ser un elemento de comparación para aproximar un mundo nuevo tan diferente. Habría quizás que pensar que Fernández de Oviedo había visto los vestidos y adornos incaicos que el hermano de Pizarro llevaba a Carlos V como muestra de vasallaje y sumisión del Inca27; y que, al verla, debió reconocer la borla 25
Paz Cabello Carro: “Los inventarios de objetos incas pertenecientes a Carlos V: estudio de la colección, traducción y trascripción de los documentos”, Anales del Museo de América, nº 2, Ministerio de Cultura, Madrid, 1994, 43. 26 Fernández de Oviedo, Historia general y natural, tercera parte, lib. XLVI, cap. XVII, 226. 27 Los ya mencionados que figuran en el inventario de la testamentaria de Carlos V, en Cabello, “Los inventarios de objetos incas…”.
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roja cuya anécdota de cómo se la arrebató a Atahualpa le había contado el propio Estete. Como persona acostumbrada a la emblemática, debió buscar un elemento fácil de definir y de dibujar cuya sola presencia simbolizara el poder de la realeza absoluta, idea no indígena, sino europea. En otra ocasión describe y dibuja las armas incaicas y una cabeza de un aparente noble inca28, lo que indica que Fernández de Oviedo copió todos estos elementos del natural; muy probablemente porque había visto los atavíos de Manco Inca que Pizarro remitió al Emperador en noviembre de 1533 y que aparecen descritos en la testamentaria de Carlos V29. Estos atuendos debieron viajar con el hermano de Pizarro, Hernando, en diciembre del mismo año de 1533 junto con su carta según nos cuenta Oviedo: “yendo con una nao cargada de oro é plata de los despojos del grand príncipe Atabaliba…” 30. Estos atavíos no se han conservado, aunque hay referencias a ellos. Como cronista oficial, Fernández de Oviedo tenía acceso a la documentación, por lo que debemos suponer que debió contemplar y dibujar los atavíos del Inca, coincidiendo el dibujo con la descripción de los inventarios en francés y en castellano de la testamentaría de Carlos V. Es en nuestro autor donde por vez primera aparecen descritos y dibujados los elementos de atavío personal y armas que luego veremos en la iconografía de los reyes incas: cada Inca llevará las insignias y las armas que describe Oviedo, diferenciándose por el vestido, la postura o algún arma. Podemos suponer que Fernández de Oviedo tomó notas y dibujos de los atavíos del Inca, y que seleccionó para su Historia aquellos que le parecieron más ilustrativos, ya que en la testamentaría se describen numerosos vestidos e insignias. El retrato dinástico en una única serie, como en Castilla Los atavíos incaicos se guardaron en la Corte y, años después un hombre muy cercano a Carlos V, Francisco de Toledo, que llegó como virrey a Perú años después de la conquista (1569-1580) y no pudo haber visto atavíos reales peruanos más que en Madrid, pudo enviar a la Corte un lienzo con los retratos de los diferentes Incas, hoy perdido pero reconstruido por Villarias31; éste se remite a las ilustraciones de las Décadas del cronista oficial Antonio de Herrera en la que aparecen los distintos reyes incas, que debió copiar del lienzo de Toledo. En todas estas ilustraciones los Incas llevan las insignias dibujadas por Fernández de Oviedo, a las que se añaden algunas que sólo describe, como las hondas o los vestidos. La misma fuente parece haber inspirado a Guamán Poma de Ayala en su Coronica y buen gobierno. Como era indígena se le ha supuesto verídico conocedor de cómo vestían los Incas, aunque escribiera mucho después de que los Incas hubieran dejado de ser reyes y que los linajes reales incaicos, a los que Guamán no pertenecía, ya no usaran tales vestidos, como nos muestran sus retratos en los lienzos coloniales. Los dibujantes posteriores nunca vieron a un Inca ni a nadie ataviado a su manera, ni sabían como llevaban las armas que blanden en los dibujos, aunque algunas como las hondas, sabemos que se usaban ceñidas en la cabeza y no se blandían. Puede que la fuente de inspira28
Fernández de Oviedo, Historia general y natural, tercera parte, lib. XLVI, cap. XVII, 223. Cabello, “Los inventarios de objetos incas…”. Además del estudio, en el artículo se transcriben los inventarios, hoy en los archivos de Bruselas y Simancas. 30 Fernández de Oviedo, Historia general y natural, Lib. XLXVI, cap. XV, 205. 31 Juan Villarías Robles: “Los paños históricos de Francisco de Toledo, virrey del Perú: Contexto e interpretación de una representación gráfica indígena de la historia incaica”, en Fermín del Pino-Díaz et alia: Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América Indígena (Madrid, CSIC, 2008), 77-90. 29
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ción esté en los retratos reales del Salón de Embajadores de los Alcázares de Sevilla [sede de la Casa de la Contratación] donde los reyes pintados a finales del gótico, levantan la espada desnuda en tanto que impartidores de justicia. Es característica de la monarquía hispánica tardomedieval las series de retratos, pintados o labrados, de los reyes hispánicos que incluyen a las dinastías godas y que se continuaron hasta el siglo XX; son en su mayoría retratos figurados con blasones y los atributos de poder, que solo pretenden representar visualmente la continuidad dinástica. Gonzalo Fernández de Oviedo, de una familia de funcionarios y funcionario el mismo, historiador y cronista de una monarquía que abarcaba buena parte de Europa y América [conocía a ambos] y de la que se consideraba fiel servidor. Profundo conocedor de linajes y heráldica, escribió, estando en América, dos libros sobre este tema. Tras el primero de ellos, el Primer libro del blasón, escribió la primera parte del Cathálogo Real de Castilla, un volumen sobre la genealogía de la dinastía reinante, que presentó a la emperatriz en 1532 como estrategia para conseguir el nombramiento de cronista oficial de Indias; lo que consiguió ese mismo año. El Cathálogo, implicaba un trabajo sistemático de compilación, selección y revisión de la historiografía española desde las crónicas más tempranas a las recientes, destinado a apoyar las aspiraciones dinásticas de Carlos V por toda Europa32. La idea de un catálogo de los reyes peruanos anteriores a Carlos V, no dejaba de apoyar esta misma idea de translatio imperii. De hecho, en la serie de esculturas del siglo XVIII hechas para decorar el Palacio Real [la mayoría están hoy en jardines madrileños], figuran los reyes azteca e inca, Moctezuma y Atahualpa, que se yerguen hoy a ambos lados de la fachada sur sobre la entrada principal. Fernández de Oviedo era la persona más idónea para hacer un catálogo de reyes incas y seleccionar los emblemas de cada uno, como también los tenían los reyes del Alcázar sevillano. Es probablemente a partir de los atavíos reales incaicos remitidos por Pizarro y del material e ideas que Fernández de Oviedo tenía [viajó en numerosas ocasiones a la corte], que Toledo construyó su lienzo con la genealogía de reyes peruanos. Creándose así una iconografía de la realeza que perduró en los keros o vasos ceremoniales de madera y luego en los retratos al óleo, genealogías y retratos que los etnógrafos y arqueólogos han considerado siempre como indígenas, aunque de indígena no tenga más que el tema. Conclusión Gonzalo Fernández de Oviedo solo consiguió publicar la primera parte de su Historia general y natural de las Indias, y en una ocasión (1535) con grabados, quedando el la segunda y tercera parte manuscritas. La Real Academia de la Historia publicó entre 1851 y 1855 la edición completa, hecha por José Amador de los Ríos, quien también debió realizar la actualización de las ilustraciones, siendo la única edición existente de la Historia de Fernández de Oviedo, cuyos manuscritos originales se han perdido parcialmente. Entre 1563 y 1565 el inquisidor y erudito Andrés Gascó mandó hacer una copia fiel de la parte no impresa de la Historia de Fernández de Oviedo donde aparecen los dibujos de geografía y etnográficos. Se hace un análisis comparativo entre los dibujos de Fernández de Oviedo y de Amador de los Ríos, ambos historiadores y dibujantes. Se contextualiza la visión de Amador 32
Carrillo, Naturaleza e imperio, 55-69. Como otras obras de Fernández de Oviedo, el Cathálogo no llegó a imprimirse.
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Los dibujos de Palacio del cronista Fernández de Oviedo. Una América escondida y reinterpretada en el siglo XIX
de los Ríos y de la Academia de la Historia a la hora de modificar los dibujos de Oviedo para actualizarlos conforme a la historiografía del momento. Los dibujos esquemáticos y conceptuales de Oviedo fueron convertidos en paisajes, en el caso de la geografía, y en reconstrucciones etnográficas cuando intervenían personas. En el caso de Nicaragua, el interés de Fernández de Oviedo no es ilustrar costumbres indígenas, sino mostrar aspectos de como se ejercía el poder. Debido a su cargo de cronista oficial de Indias y su situación en la Real Audiencia de Santo Domingo, debió ver y tomar notas y dibujos de la colección de atavíos del Inca que Francisco Pizarro remitió a Carlos V y que está atestiguada por detallados inventarios en Bruselas y Simancas. El interés de Fernández de Oviedo por los blasones y emblemas y el haber redactado un Cathálogo de la monarquía hispánica le dotó de la especial sensibilidad para seleccionar cuales eran los elementos propios de la realeza Inca, que dibujó, lo que no fue debidamente entendidos ni trasmitidos por Amador de los Ríos: En sus dibujos observamos por primera vez los emblemas del Inca y sus armas y el inicio de la iconografía de los reyes Incas organizada como retratos, lo que se observará en los cronistas posteriores y en los keros o vasos rituales de madera; un concepto no indígena sino europeo basado en la translatio imperii o sucesión por parte de Carlos V de la realeza Inca.
Bibliografía citada Amador de los Ríos, José Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Oceano / Por el Capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés. Publícala la Real Academia de la Historia, cotejada con el códice original é ilustrada con la vida y el juicio de las obras del mismo por D. José Amador de los Rios enríquecida con las enmiendas y adiciones del autor (Madrid, Real Academia de la Historia, 1851-1855), 4 vols. Amador de los Ríos, José y de la Rada y Delgado, Juan de Dios Historia de la Villa y Corte de Madrid (Madrid, Tip. Ferrá de Mena y D. M. López de la Hoya, 1861-1864), 4 vols. Arrom, Juan José “Gonzalo Fernández de Oviedo, relator de episodios y narrador de naufragios”, Lectura crítica de la literatura americana. Inventarios, invenciones y revisiones (Caracas, Biblioteca de Ayacucho, 1996). Cabello Carro, Paz “Los inventarios de objetos incas pertenecientes a Carlos V: estudio de la colección, traducción y trascripción de los documentos”, Anales del Museo de América, nº 2, Ministerio de Cultura, Madrid, 1994, pp. 33-61. Cabello Carro, Paz “Arte inca e inca virreinal. Su visión a través de algunos objetos”, en Checa, Fernando (ed.): La materia de los Sueños. Cristóbal Colón (Valladolid, SEACEX - Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y Junta de Castilla León, 2006). Cabello Carro, Paz “Continuidad prehispánica y mestizaje en Perú. Una historia de conquistadores narrada en un vaso de libaciones incaico”, Anales del Museo de América, nº 14, Ministerio de Cultura, Madrid, 2006. Carrillo Castillo, Jesús: “Cultura cortesana e imperio: el Libro del blasón, de Gonzalo Fernández de Oviedo”, Locvs Amoenvs, 4, Barcelona, 1998-1999, pp. 137-154. Carrillo Castillo, Jesús Naturaleza e imperio: la representación del mundo natural en la Historia general y natural de las Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo (Madrid, Fundación Carolina - Eds. Doce Calles, 2004). Cieza de León, Pedro Parte primera de la chronica del Peru: que tracta la demarcacion de sus prouincias, la descripcion dellas, las fundaciones de las nueuas ciudades, los ritos y costumbres de los indios (Sevilla, en casa de Martin de Montesdoca, 1553). – 303 –
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El paisaje como el ancla de la identidad entre los mayas yucatecos de México Denise Fay Brown University of Calgary, Canadá
Introducción os mayas yucatecos de México conforman el segundo grupo indígena más numeroso de México con alrededor de un millón de hablantes de la lengua. En términos del paisaje natural de la península de Yucatán, este corresponde a una planicie de tipo kárstica, caracterizada por poco relieve natural, suelos pobres y rocosos, y con escasa agua superficial. El presente ensayo reúne los resultados de investigaciones antropológicas que se han llevado a cabo desde hace tres décadas en la región céntrica de la península, en una zona culturalmente conservadora. En la actualidad, más de un 95 por ciento de los habitantes de esta región identifican al maya yucateco como su lengua materna. En este ensayo se argumenta que el paisaje de los ciudadanos de Chemax, una pequeña ciudad maya, sirve como el ancla de su identidad en el tiempo y en el espacio porque este mismo bosque codifica, expresa y reconfirma su lugar dentro de él. De ser así, cambios recientes e implacables en el paisaje de bosques, relacionados con la expansión de actividades asociadas con el turismo masivo internacional que entran desde la costa del Caribe hacia tierra adentro, tendrán un fuerte impacto sobre la identidad de los mayas de esta región; una identidad definida, establecida y mantenida a través de los milenios de vivir en este lugar. Algunos años atrás, me encontré en conversación con un elder indígena, un “sabio anciano”, quien es originario de cerca de donde actualmente vivo en Canadá. En aquel momento, yo estaba consciente de que el paisaje registra los hechos y logros de los habitantes de tiempos pasados, quienes dejan huellas que mas tarde se transforman en un aporte mnemónico para recordar la historia y los orígenes de los descendientes. Mi conocido, Narcisse Blood, elder de entre los Blackfoot, agregó un concepto fundamental que hasta aquel momento yo no había percibido: El paisaje también comunica. Los vestigios de acciones y eventos pasados que yo podía reconocer, para Narcisse Blood formaban sólo una parte de un esquema más complejo. Efectivamente, éstos se conjugan con ideas y abstracciones, como si fueran substantivos en una frase, para conformar, confirmar y comunicar la epistemología. Narcisse Blood terminó explicándome lo siguiente. Dijo, “No es tan importante que yo conozca el paisaje, sino que el paisaje me conozca a mí”. En su concepción, el paisaje no se considera como un elemento pasivo, sino como una parte activa en la construcción de la identidad del ser.
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En el siguiente ensayo, planteo que algo parecido sucede con los mayas yucatecos de México y su paisaje. Ellos son inseparables. La historia y la memoria se conjugan con una ideología y se comunican por medio del paisaje. El paisaje los “posiciona” en el espacio y en el tiempo, y termina conformando, confirmando y comunicando a ellos quienes son. Pero es silencioso. El concepto que sobresale en el presente análisis es el del tiempo cíclico, es decir, la idea de que el tiempo no corre en forma lineal, sino que avanza en forma circular y espiral. El paisaje expresa este concepto en diversas formas, comunicando en forma sutil la continuidad cultural así como la identidad permanente de los mayas de esta región. No está escrito, ni es visible ni palpable para las personas ajenas a la zona. Sin embargo, ha sido poderoso, a pesar de su silencio. El paisaje de Chemax a grandes rasgos Cuando comencé la presente investigación en esa región hace tres décadas, la llamada Guerra de las Castas estaba dentro de la memoria viva de la gente1. Esta dizque guerra fue más bien una rebelión maya generalizada a través de la península de Yucatán, que comenzó en 1847 y perduró por cerca de un medio siglo, particularmente en el oriente de la península. El enfoque de mis investigaciones ha sido la localidad de Chemax, misma que se encontró en un punto clave del conflicto sobre la línea invisible que dividía las fuerzas armadas del estado mexicano en sus intentos de recuperar control sobre la región, hacia el occidente de Chemax, de los mayas rebeldes quienes querían construir y mantener sus espacios de identidad y sobrevivencia fuera y más allá de este control, por el lado oriente. Estos últimos se concentraban en los bosques tropicales del este y sureste de la península. Debido a que los enfrentamientos que a menudo tuvieron lugar en Chemax mismo, entre mediados del siglo XIX y 1920, los habitantes frecuentemente se tuvieron que huir del asentamiento, refugiándose y escondiéndose en sus bosques. El conflicto tuvo un marcado impacto demográfico sobre la región de Chemax, provocando el abandono total de algunos pueblos, que luego cayeron en ruinas. Solo hasta años recientes, es decir, hasta fines del siglo XX, algunos fueron re-habitados por gente de Chemax. Pero el paisaje y los bosques se caracterizan por muchos vestigios de distintas actividades que se llevaron a cabo en los bosques en algún tiempo pasado, las cuales más tarde fueron abandonadas; algunas hace siglos y otras hasta más de un milennio. Estos vestigios se entienden por los maya de esta región como evidencia de fracasos del pasado que sirven como una orientación hacia el futuro. Para ellos, sí sirven de recordatorios de lo que ha pasado en esta zona a través del tiempo. Pero son más que ayudas mnemónicas para recordar hechos históricos, porque a su vez muestran el paso del tiempo y la permanencia de la estancia de la gente de Chemax en esos bosques. Los vestigios abandonados de actividades de siglos y milenios pasados muestran temas que se repiten. El tiempo y el espacio se compactan, y transmiten un solo mensaje atestiguando el pasado, el presente y el futuro de los mayas de Chemax. A principios de los años noventa, la investigación se enfocó de los procesos de asentarse y los resultantes patrones de asentamiento en la región de Chemax. Durante un año visité a más de cien localidades en los alrededores de aquel asentimiento principal. Fue una zona fores1
Para los datos etnográficos e históricos más completos sobre Chemax y región, ver Denise Fay Brown, “Yucatec Maya Settling, Settlement and Spatiality” (PhD dissertation, University of California Riverside, 1993).
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El paisaje como el ancla de la identidad entre los mayas yucatecos de México
tal en donde los mayas desarrollaron una agricultura de tipo tumba-roza-y-quema. Una de las características de esta práctica agrícola fue que los espacios productivos se mudaban de año a año, junto con los agricultores mismos. Esto significaba que, mientras existía una miríada de asentamientos dentro el bosque, pocos tenían una población permanente. La población fluctuaba. Este estudio se elaboró utilizando el método etnográfica para llegar a entender el sistema en su complejidad; es decir, se estudió tanto el re-establecimiento de la población en asentamientos temporalmente despoblados, como el establecimiento de nuevos asentamientos en el bosque2. Así se reveló la naturaleza de los vínculos y las relaciones entre todos los habitantes de la región de Chemax que compartían la identidad. En primer lugar, se logró identificar que, a pesar de su lugar de residencia temporal dentro del bosque en los alrededores de Chemax, todos mantenían una fuerte identidad de ciudanía con este asentamiento principal3. Este asentamiento se llamaba el cah, el cual es cede de las instituciones sociales, económicas y políticas que rigen la comunidad. Los asentamientos pequeños se llamaban cahtalob. Al aparecer, los cahtalob que tenían un locativo, a pesar de no contar con habitantes en un momento dado, constituían evidencia de tenencia colectiva por los ciudadanos de Chemax de aquel segmento del bosque; mientras que cahtalob habitados se entendieron conceptualmente como el testimonio de un buen y apropiado comportamiento de sus habitantes como ciudadanos. Juntos, estas dos fases de los cahtalob dentro del bosque “hablaban” de un exitoso, permanente, y persistente uso y manejo de los diversos espacios forestales, verificando los derechos de la gente de Chemax sobre el bosque, mismo que representaba el capital material sobre el cual recaía la integridad del cah de Chemax como unidad socioeconómica y junto con esto, la identidad de sus ciudadanos. En resumen, el paisaje boscoso de Chemax reflejaba los ciclos de tiempo, la permanencia exitosa de los habitantes, y la base de su identidad. En forma silenciosa comunicaba algo esencial que unificaba el grupo en el espacio-tiempo. Sin embargo es importante destacar que, además de esos mensajes positivos y alentadores, el paisaje contenía avisos acerca de lo opuesto: de la fragilidad y de los fracasos, y sobre todo, de los castigos que sufrirían aquellos que se decidían comportarse en forma antisocial. En la siguiente sección, se presentarán primero dos ejemplos de cómo el sistema de asentamientos conformaba un paisaje de espacio-tiempo, que se “leía” por mis informantes y colaboradores de Chemax. Luego, se presentará el ejemplo de dos asentamientos fracasados, con el desglose de los fuertes mensajes que comunicaban. La propuesta final es que la identidad de los ciudadanos de Chemax recaía sobre un paisaje que les aseguraba y les reconfirmaba un futuro garantizado debido a la evidencia de un pasado exitoso; pero que al mismo tiempo contenía información que guiaba moralmente al ciudadano. Los ejemplos La relación tiempo-espacio está codificada en el paisaje del bosque de esta región en varias formas silenciosas, sobresaliendo la huella compleja de la práctica de agricultura de 2
Denise Fay Brown, “The spatial and temporal dimensions of a rural landscape: The Yucatec Maya k’ax,” The Canadian Geographer Vo. 51(2007). 3 Denise Fay Brown, “The Cah: place and the identity of the Chemax Maya” in Negotiating Identities in Modern Latin America, ed. Hendrik Kraay (Calgary: University of Calgary Press, Calgary, 2007).
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tumba-roza-quema, ya mencionada. Siguiendo la práctica, el milpero maya efectivamente extraía del mismo bosque una superficie apta para sembrar cultivos, misma que utilizaba a lo largo de sólo un año, dejando que se recuperara la vegetación arbórea y así la fertilidad de suelo durante hasta veinte años. Debido a este uso, los bosques de la región mostraban varias etapas de regeneración en un momento dado—desde un bosque recuperado caracterizado por la selva tropical típica de la vegetación natural de esta región, hasta las superficies recién deforestadas y sembradas con maíz. Mientras el bosque recuperaba, ofrecía distintos recursos a la gente de la zona en sus importantes actividades de caza y recolecta, junto con la cosecha de la agricultura, fundamentales en la economía doméstica. Un paisaje que, para el ojo ajeno, podría apreciarse como un bosque relativamente homogéneo y sin uso aparente, comunicaba información detallada para los mayas de Chemax acerca de usos, aprovechamientos y potenciales económicos a través del tiempo. El bosque en todas sus manifestaciones y etapas contenía recursos de valor económico, así como también comunicaba conceptualmente sobre el buen manejo y el uso exitoso de la gente en el pasado y presente, y (por lo mismo) sobre las posibilidades hacia el futuro. Este buen manejo incluía tanto la gestión de lo material y físico, como el mantenimiento cuidadoso de un balance entre el humano que usa el bosque y las fuerzas sobrenaturales que se consideraban como los dueños, o yumob, del mismo. El bosque en su totalidad, llamado el noh kax, así expresaba la viabilidad y el rigor de la comunidad. El bosque de Chemax se llamaba u kax Chemax, o el bosque que pertenecía a Chemax, sin el cual Chemax no podría seguir existiendo. Parafraseando las palabras del elder Narcisse Blood, citadas al principio de este ensayo, el bosque pertenecía a la gente de Chemax, pero a su vez, la gente pertenecía al bosque en una clara relación de co-dependencia. Los innumerables asentamientos que se encontraban distribuidos por todo el bosque también fueron evidencia del registro de tiempo-espacio en el paisaje de Chemax. Entre los resultados de la investigación sobre ellos, se detectó una jerarquía de tipos de localidad4. La más importante fue el asentamiento central, el cah, con una población permanente y continuo, y una arquitectura ritual y secular más elaborada. Los más numerosos fueron los cientos de pequeñas localidades entre el bosque, los cahtalob, todos con un locativo, pero no necesariamente con habitantes. El mismo movimiento anual de los agricultores en función de sus parcelas agrícolas dentro del bosque precipitaba esta aparente inestabilidad en el número de habitantes en el cahtal. Pero si bien nadie habitaba el lugar durante algunos años, y las estructuras se caían en desuso, seguía siendo un rasgo cultural dentro del bosque. En estos casos, una vez recuperado el bosque, y por extensión los suelos, algunos agricultores regresarían a construir sus viviendas y vivir ahí. Entonces, no todos los asentamientos aparentemente abandonados y en ruinas en el paisaje de Chemax significaban que los habitantes habían fracasado y se habían huido de la región (aunque algunos sí, como veremos adelante). Al contrario, la existencia de muchos pequeños asentamientos distribuidos por el bosque atestiguaban los ciclos de uso del bosque, y la ocupación exitosa del mismo por miembros del cah. Reconfirmó la tenencia de Chemax como cah y de su habitantes sobre el bosque, al mismo tiempo que codificó los ciclos del tiempo en el espacio, y comunicó el sentido de que el tiempo-espacio venía del pasado y seguía, en
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Denise Fay Brown “Maya readings of settlement space” in Space and Spatial Analysis in Archaeology, eds. D. Fernandez, E. Roberson, J. Seibert, and M. Zender (Calgary: University of Calgary Press, 2006).
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forma espiral, hacía el futuro. En la medida de que la identidad de los maya de Chemax se ligaba con el paisaje del bosque o kax, entonces, se vinculaba dentro de un cuadro temporal-espacial que comprendía tanto el pasado como el futuro. En resumen, el kax o bosque en sus diversas etapas que contenía asentamientos humanos con población fluctuante, comunicaba permanencia, pertinencia y propiedad. La gente de Chemax se consideraba como parte del bosque, y el bosque como parte de su identidad—los dos en forma sostenible y continuo. Todo esto significaba el éxito y la harmonía. Pero a su vez, también el paisaje tenía ejemplos de lo opuesto—de actividades y habitantes fracasados, junto con las lecciones morales que finalmente delimitaban al grupo de identidad. En seguida se presentan dos ejemplos de los fuertes mensajes de un paisaje moral de Chemax, que también jugaba un papel clave en su identidad. Junto con los asentamientos temporalmente no ocupados por los agricultores, existían también asentamientos realmente abandonados. La gente local marcaba la diferencia. Estos últimos eran los que se encontraban en ruinas por razones más allá del simple ciclo de actividades agrícolas en el bosque. Cobá y Santa Elena eran dos ejemplos de tales localidades que fueron sujetos de comentario negativo debido a las acciones que supuestamente provocaron su abandono. La primera, Cobá, hoy en día es un sitio arqueológico manejado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México por su tamaño y grandeza, pues fue una gran ciudad prehispánica de la época posclásica, y cuenta con numerosas pirámides, calzadas, plazas ceremoniales las cuales reflejan evidencia que posiblemente fue un centro cívico y ritual de gran importancia. Ahora se encuentra como “ruina” dentro de los bosques de Chemax. En el momento de llevar a cabo esta investigación, los ancianos de ese lugar atribuían la desaparición de la población completa de Cobá y el abandono total del sitio al mal comportamiento moral de los habitantes. Varios me comentaron que Cobá había sido una ciudad esplendorosa y que además, en el futuro volverá a serla. Su condición de abandono no se debía a los ciclos normales de la agricultura y uso del bosque, sino al hecho de que la población entera fue castigada por no seguir los lineamientos morales marcados por su cah, y el castigo fue que se enterraron abajo del sitio. Dentro de la noción cíclica de tiempo, esperaron que en algún momento la ciudad y sus habitantes se volverían a emerger. Mientras tanto, fungía de ejemplo del porque es importante mantener el orden y la cohesión sociales, y mantener estrechos vínculos con la unidad social de identidad, que es el cah. La desaparición de la población de Cobá fue hace siglos, mucho más allá de la memoria viva de los habitantes actuales de Chemax. Esto no es el caso del segundo ejemplo, Santa Elena. Santa Elena fue una localidad perteneciente a un cah vecino de Chemax. Los agricultores quienes habitaron Santa Elena se afiliaban como ciudadanos al cah de Yalcon. Su identidad con este lugar les daba acceso al bosque o kax de Yalcon, pero en cambio, y como se acostumbraba por obligación social, los barones tenían que presentarse en el asentamiento principal para participar en obras públicas colectivas. Pocos años antes de la presente investigación, los hombres de Santa Elena habían rehusado presentarse en el centro de Yalcon para realizar tales trabajos. Como consecuencia, las autoridades mayas de Yalcon se juntaron y se desplazaron a Santa Elena para despojar a los habitantes de sus casas, de sus parcelas agrícolas y de sus pertenencias. Efectivamente, corrieron a los habitantes por ser desobedientes al orden social, privándolos de sus viviendas, sus milpas, y su identidad con el lugar y el paisaje. Santa – 309 –
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Elena se quedó así, deshabitado, pues al aparecer nadie quiso afiliarse con ese asentamiento y su historia, dejando por un tiempo indefinido que el espacio mismo hablara sobre los límites de la ciudadanía y la identidad con el lugar. Este mensaje silencioso se escuchó por toda la región. El paisaje comunicaba los lineamientos a seguir para mantener la identidad con el cah y su kax. Conclusiones Algunos autores han caracterizado el paisaje como “acumulativo” y “habitado por recuerdos”, alejándose de la noción occidental que separa el presente del pasado. Esta separación nos puede llevar a una idea de la historia como objetiva y separada de uno mismo5. Paralelo a esto, la epistemología occidental tiende también a separar el ser humano con su “cultura” del paisaje y de la naturaleza. Sin embargo, este modo de pensar, de separar conceptualmente el presente del pasado, y de separar el ser humano del entorno natural, puede llegar a impedir el entendimiento de la identidad que vincula la gente de Chemax con el tiempo-espacio que comprende y comunica su bosque y su paisaje. Si bien en su concepto el tiempo es cíclico y no linear, y para ellos el ser humano se considera como parte del entorno, el paisaje selvático atestigua simultáneamente va estos dos conceptos fundamentales. Pero estos mensajes silenciosos del entorno serán difíciles si no imposibles de descifrar por personas ajenas. Los paisajes codifican y comunican el orden social y cultura. Considerándose como parte de su paisaje, los mayas de Chemax se encuentran integrados dentro de los procesos, los ritmos y los ciclos que se manifiestan dentro del bosque, resultando esto en la unión del paisaje con la identidad de ellos mismos. Son inseparables. La historia no escrita a la cual se refiere aquí va más allá de la interpretación local de los vestigios y ruinas que se encuentran entre el bosque. Se trata de más que una tradición oral de los eventos de épocas pasadas y de la memoria viva de acciones civiles y militares del pasado. Se plantea aquí que lo que comunica el paisaje en forma silenciosa y no escrita es una forma de entender y organizar el mundo, el cual es fundamental para la integridad cultural y la identidad de los mayas de esta zona. Anteriormente se hizo referencia a una rebelión maya que empezó en la península hace ya casi dos siglos, durando medio siglo en algunas partes. Varios historiadores interpretan la rebelión como una reacción de los mayas de la península de Yucatán a un paulatina ocupación de sus bosques por gente no maya, para explotar los recursos y la potencial agrícola que estos contenían6. La recuperación de los bosques, y la liberación del paisaje de haciendas y estancias introducidas por gente ajena, fue casi ciento porciento en la región de Chemax. Todavía el día de hoy, la gran mayoría de la población de Chemax habla maya como lengua materna. Sin embargo, en la actualidad existen nuevas presiones sobre los bosques y sobre el paisaje de identidad de Chemax. La frontera del turismo internacional penetra desde el oriente y la costa del Caribe mexicano y avanza hacia estos espacios. Los intereses turísticos están logrando la privatización y la comercialización pedazos de los bosques, a veces debido al interés sólo en espacios microambientales, por ejemplo por mostrar colonias de monos, otras veces 5
Cornelius Holtorf and Howard Williams “Landscapes and memories” in The Cambridge companion to historical archaeology, ed. D. Hicks and M.C. Beaudry (Cambridge: Cambridge University Press, 2006). 6 Terry Rugeley, Yucatan’s Maya Peasantry and the Origins of the Caste War (Austin: University of Texas Press, 1996), Marie LaPointe, Los Mayas Rebeldes de Yucatan (Zamora: Colegio de Michoacan, 1993).
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por los sitios que se consideran arqueológicos y de interés a los turistas, o bien por tener atractivos naturales, como cenotes. El caso es que los paisajes mayas se están experimentando una fragmentación, y los nuevos modos en el manejo y la tenencia del bosque violan el cuadro cíclico de su uso y el concepto temporal que caracterizaba el paisaje maya. Si bien el paisaje representa una ancla fundamental para la identidad de los mayas de esta región, el proceso de fragmentación y apropiación del mismo por intereses ajenos se verá reflejado entre la gente maya, y particularmente entre los jóvenes buscando forjar y consolidar una fuerte identidad individual y de grupo. Sólo con una profunda reflexión y con un conocimiento más ampliamente aceptado de la importancia de los textos no escritos y los mensajes silenciosos anidados dentro del paisaje y dentro de los bosques de regiones como Chemax llegaremos a reconocer el daño intenso y trascendental que nuestras actividades de turismo en espacios y paisajes ajenos pueden ocasionar en entre los pueblos indígenas.
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PARTE III
La “palabra de Dios” amordazada: biblias castellanas y censura Moisés Orfali Universidad Bar-Ilan
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s un hecho sobradamente conocido que, para el mundo medieval, la Biblia constituye el Libro por excelencia; la obra escrita de mayor relevancia, en torno a la cual se plantearon numerosas cuestiones no solo religiosas sino también culturales, que siguen interesando al hombre de hoy. Ello explica, sin duda, los frecuentes encuentros, congresos o coloquios destinados a analizar los diversos aspectos de la tradición bíblica en la Edad Media: determinación del texto bíblico, traducciones del mismo a las lenguas romances, comentarios a la Escritura en toda su amplia gama (muchos de ellos en lenguaje popular), así como búsqueda y clasificación de los manuscritos en que esos elementos se conservan y nos han sido transmitidos1. Menos se ha estudiado, sin embargo, el tema de las vicisitudes que sucedieron a las traducciones y comentarios de las Sagradas Escrituras en lengua vernácula antes y después de ser condenados a la exclusión por medio de los Índices de libros prohibidos2 e incluso a ser quemados en ceremonias públicas. En mi breve exposición trataré de la razón por la cual los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, intentaron cercenar la libertad con que circulaban por el reino las traducciones romanceadas de la Biblia, con el instrumento idóneo para controlar la sociedad y las ideologías ¬la Inquisición española¬, que prohibió terminantemente hacer nuevas versiones de las mismas3; también trataremos el tema de por qué en el recuento de biblias prohibidas no constan, como ya lo advirtiera Angel Alcalá, las dos traducciones al castellano del siglo XVI más importantes y divulgadas4: la llamada Biblia de Ferrara 1553, la primera edición de una
1 Véase en Gemma Avenosa, Biblias castellanas medievales (Cilengua, Fundación San Millán de la Cogolla, 2011), un estudio pionero e importante contribución científica a los aspectos codicológicos de un corpus de biblias medievales romanceadas (El Escorial, Biblioteca Nacional de España, Real Academia de la Historia, Casa de Alba, Évora y Ayuda), así como libros bíblicos exentos y fragmentos bíblicos (Évora y Córdoba). 2 La palabra Index, usada para designar una lista o catálogo de libros prohibidos después de su publicación, aparece por primera vez en el Index librorum prohibitorum romano de Pablo IV en 1559. El de Valdés (los Índices inquisitoriales españoles se designaban por el apellido de los inquisidores generales), es del mismo año. 3 Incluso comentarios parafrásticos como el Targum, paráfrasis del texto bíblico en arameo, también fueron censurados por razones religiosas más que filológicas. Véase por ejemplo, Carlos Alonso Fontela, «Examen del tratamiento dado al Targum al Cantar de los Cantares en la Biblia Poliglota de Amberes», Sefarad 46 (1986): 49-55; idem., «Censura en el Targum al Cantar de los Cantares de la Biblia Políglota de Amberes», en Simposio Internacional sobre Cristóbal Plantino, coords. Hans Tromp y Pedro Peira (Madrid: Universidad Complutense, 1991), 77-82. 4 Angel Alcalá, Literatura y Ciencia ante la Inquisición Española (Madrid: Ediciones del Laberinto, 2001), p. 66. Cf. Índice
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«Biblia en lengua española traduzida palabra por palabra de la verdad hebrayca», según reza la portada5, y la Biblia de Casiodoro de Reina, Basilea 1569, vertida directamente de los textos originales hebreo y griego y conocida como la Biblia del Oso6 por la figura alegórica de un oso, apoyado en un árbol intentando alcanzar un panal de miel, que ocupa el centro de la portada. El oso representa a Berna, el lugar de origen del impresor, y las abejas son una alusión al nombre alemán de este último S [ amuel]Biener (=latín, Apiarius). Esta imagen facilitaría la entrada de esta Biblia en España. La censura inquisitorial hizo que se quemaran muchas biblias manuscritas e impresas en lengua vernácula, entre ellas numerosos ejemplares de las dos biblias que acabamos de mencionar como no incluidas en los Índices. La mayoría de las versiones vulgares de la Biblia confiscadas se convertían en pasto de las llamas por considerarse que no eran conformes a la doctrina católica oficial. aYdesde los primeros autos de fe debió darse cierta solemnidad a la quema de aquellas biblias juzgadas como literatura anticristiana. Así, del auto celebrado en Toledo el 25 de mayo de 1490 se nos dice escuetamente: «Este día quemaron en la plaça públicamente muchos libros de los dichos herejes y biblias falsas»7. Otro caso semejante se dio en Salamanca, el 25 de septiembre de 1492, donde fueron quemados más de veinte volúmenes de “Bibliae in lingua materna” según nos transmite eJ sús Enciso Viana 8. El mismo autor se hace eco de otra noticia análoga referente a la ciudad de Barcelona, en cuya plaza del Rey, en el mes de abril de 1498, «foren cremades… les bibles en pla e altres libres en pla decedents de la biblia, los quals libres foren en grandissim nombre»9; pero en general hemos de señalar que tuvo especial miramiento cuando los dueños eran cristianos doctrinalmente seguros, y se solían dar licencias para su lectura a colegios, monasterios y personas nobles que estaban fuera de toda sospecha, como se desprende del testimonio del arzobispo primado de Toledo Bartolomé Carranza de Miranda (1503-1576), que asistió al Concilio Tridentino10. Esta actitud es confirmada por el egregio humanista valenciano Fadrique Furió Ceriol (1527-1592) que afirma que la lectura de la versión bíblica en romance estaba permitida «a los que no tuviesen raza ninguna de judíos… a los demás no. Ylo mismo se proveyó en toda España. Porque casi todas las provincias de España tenían cada cual los sagrados libros traducidos en su propia lengua»11. En efecto, por la información disponible tanto impresa como inédita, se puede comprobar que, a lo largo de la Edad Media, se difundieron en la Península Ibérica, traducciones de de los libros prohibidos por el Santo Oficio de la Inquisición española, desde su primer decreto hasta el último, que expidió en 29 mayo de 1819, y por los r[everen]dos obispos españoles desde esta fecha hasta fin de diciembre de 1872, por el Dr. D. León Carbonero y Sol, con licencia y aprobación de la Autoridad eclesiástica (Madrid: Imprenta de D. Antonio Perez Dubruli, 1873), 111-113. 5 Biblia en lengua española traduzida palabra por palabra dela verdad hebrayca por muy excelentes letrados vista y examinada por el officio dela Inquisición. Con privilegio del Yllustríssimo Señor Duque de Ferrara (Madrid: CSIC y la Sociedad Estatal uQinto Centenario, 1992). 6 La Biblia que es de los sacros libros del Vieio y Nueuo Testamento trasladada en español, versión de Casiodoro de Reina (Basilea: Impr. de Tomás Guarin,1569), BNE, U/6693; U/10238; U/10239. 7 Fidel Fita, «La Inquisición toledana. Relación contemporánea de los autos y autillos que celebró desde el año 1485 hasta el 1501», Boletín de la Academia de la Historia 11 (1887): 306. 8 En su «Prohibiciones españolas de las versiones bíblicas en romance antes del Tridentino», Estudios Bíblicos 3 (1994): 540. 9 “Prohibiciones españolas ”…530, nota 34. 10 En el prólogo de sus Comentarios sobre el catechismo christiano (Anvers: Casa de Martin Nucio, 1558), fols. IVv y V: «pero siempre se tuvo miramiento a los colegios, y monasterios, y a las personas nobles que estavan fuera de sospecha, y se les dava licencia que las tuviesen y leyesen t[ales biblias vertidas]». 11 Enciso, «Prohibiciones españolas de las versiones bíblicas en romance», 537.
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la Biblia escritas en lengua vernácula (aragonés, castellano, catalán, gallego, leonés portugués, provenzal...). De los manuscritos de biblias romanceadas y traducciones de la Escritura que vieron la luz en España en los siglos XIII al XV destacan la versión de Los Santos Evangelios y las Epistolas de S. Pablo en castellano encargadas por el Marqués de Santillana al doctor Martín de Lucena, llamado el Macabeo12, y la famosa Biblia de Alba13, o «Biblia de Arragel», traducción también al castellano del Antiguo Testamento llevada a cabo en el siglo XV por el rabino Mosé Arragel de Guadalajara, por encargo de Don Luis González de Guzmán, Maestre de la Orden de Calatrava14, en cuya portada están representados los personajes principales que intervinieron en su composición15. Aunque sea la más conocida y mencionada, no se trata de la primera y única traducción de la Biblia al romance como en ocasiones se ha mantenido: hoy se conocen no menos de diez versiones anteriores: las primeras, del siglo XIII, traducen la Vulgata, pero la mayoría, del siglo XIV, son versiones del hebreo hechas por judíos sefardíes, casi siempre para uso de nobles cristianos interesados en tener acceso directo al texto bíblico. Es obvio que no podré referirme aquí a los diversos comentarios bíblicos en lengua vernácula que han llegado hasta nosotros de forma anónima o que son traducción de comentarios ya existentes, así como de los no menos numerosos escritos de poesía bíblica, comentarios apócrifos, o fragmentos veterotestamentarios que pueden rastrearse en sermonarios, libros de piedad o Libros de horas. Lo que nos interesa en este estudio es tratar de la censura y restricciones impuestas a las versiones en lengua castellana de la Biblia de origen y orientación judía o cristiana. Este fenómeno es, al parecer, único en su extensión en la Europa del Renacimiento ya que la lectura de la Biblia en lengua vernácula era frecuente en la España del siglo XV no solo en las sinagogas y entre los conversos, sino también en no pocos conventos y entre los seglares. También sabemos que algunas de las biblias castellanas que 12 Los Santos Evangelios en romance /los cuales son romançados por el Reverendo Doctor Maestre Martín de Lucena, el Macabeo, por mandado del Excellentíssimo Caballero Iñigo López de Mendoza (h. 1-67v). Epístolas de San Pablo en romançe /las cuales son romançadas por el Reverendo Doctor Maestre Martín de Lucena, el Macabeo, por mandado del Excellentíssimo Caballero Iñigo López de Mendoza (h. 68-97). BNE, ms. 9556. 13 La Biblia de Alba. An illustrated manuscript Bible in Castilian, by Rabbi Moses Arragel commissioned in 1422 by don Luis de Guzmán and nowin the Library of the Palacio de Liria, edited by eJ remy Schonfield iwth contributions by Shlomo BenAmi ... e[ t al.]T [ exto impreso](Madrid : Fundación Amigos de Sefarad, 1992). 14 Ibid., Prólogo, fol. 2: «Rraby Mose: sabed que avemos cobdiçia de vna Biblia en rromançe glosada e ystoriada, lo qual nos dizen que soys para la fazer assy muy bastante. E a la assy demandar nos movió dos cosas: vna, que las biblias que oy sson falladas el su rromançe, es muy corrupto: segunda, que los tales como nos avemos mucho nesçesario la glosa para los passos obscuros ; que Dios sabe que en los tiempos que esentos nos quedan del persegimiento de los malvados moros, enemigos de la santa ffe catholica, o del segimiento del pro e servicio de nuestro señor el rrey, e honor de los sus Reynos , segund que conviene a la nuestra orden, que nos mas querriamos dar en acuçia de oyr de biblia, a fin de con Dios contemplar, que yr a casa, o oyr los libros ystoriales o poetas, o jugar axedres o tablas o sus semejantes juegos : que manifiesto es que por lo vno se gana la biendança e la felliçidat, e es esta bien andança verdadera por seer ley de Dios ; et por lo otro se desvia e ap arta el omne de esta bien andança : que nos veemos que los rreyes et señores, sso color de ociosidat desechar e malos penssamientos evitar, han su acuçia en lo que dicho es, e apenas se acuerdan de leer en la ley de Dios. E como dezimos, la necesidad de los trabajos sçeaçntes , luego en casa oçiosydat. Pero en cuanto nos, querriamos tanto que después de dichas las oras, oyr de biblia en los tiempos possybles». 15 Como figura principal aparece sentado en su estrado, el Maestre de Calatrava, Luis de Guzmán, que mandó hacer la Biblia; cuatro peldaños más abajo, dos pajes del maestre; más abajo aún, siete caballeros de Calatrava, haciendo otras tantas obras de misericordia. A derecha e izquierda de estos caballeros, están representados Fray uJ an de aZmora y Fray Arias de Encinas, correctores de la obra de Arragel; quien a su vez aparece de rodillas en la fila inferior, ofreciendo una Biblia, pero no hebrea o castellana (como cabría suponer) sino latina, tal como se deduce del comienzo del Génesis que se puede leer.
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hoy se conservan en El Escorial, fueron propiedad de la misma reina Isabel, que las usaba para sus lecturas y meditaciones16. Por lo tanto, sorprende que fueran los mismos Reyes Católicos quienes incluyeron las biblias romanceadas en las normas que establecieron con el objeto de definir los libros que estaba permitido publicar, si se tiene en cuenta el interés de sus antecesores por ellas. Por ejemplo, Alfonso X el Sabio, según el padre Mariana, mandó traducir la Biblia al castellano con el objeto de que esa lengua, entonces tosca y áspera, se puliese y enriqueciese17; uJ an II de Castilla, según Fernando del Pulgar, mandó hacer a su vez una versión castellana de la Biblia porque «le plazía oir lecturas e saber declaraciones e secretos de la Sacra Escriptura»18. Seguramente a estos monarcas se refería Carranza al decir que «en España había biblias trasladadas en vulgar por mandado de Reyes Catholicos, en tiempo que se consentían bivir entre christianos los Moros y Iudios en sus leyes»19. No solamente entre monarcas y nobles ansiosos por conocer los sagrados misterios de la Biblia podemos encontrar a quienes sostuvieron las traducciones de las Escrituras en lengua romance, sino también entre los miembros de las órdenes religiosas. Fray oJ sé de Sigüenza (1544-1606), historiador, poeta y teólogo español, nos aporta datos del biblismo entre los jerónimos durante el siglo XV20. El mismo camino de los jerónimos debieron recorrer las otras órdenes medievales; solo así se explica el crecido número de traducciones y de glosas. La evolución del lenguaje y el deseo de divulgar la lectura del texto bíblico llevó a una cierta licencia en la traducción, a la que cabría agregar una teoría común por entonces sobre la misión del traductor. De ahí la frescura y lozanía lingüística de estas biblias romanceadas, según las críticas de la Iglesia católica que vieron en ello un peligro de corrupción del sentido del texto. «El su romance es muy corrupto», decía Luis de Guzmán al proponer la nueva versión de la Biblia de la casa de Alba21. También fray Ambrosio Montesino (¿1444?-1514), clérigo, poeta y traductor de la corte de los Reyes Católicos, menciona la impropiedad y torpeza de la versión castellana22. Aunque el siglo XV se inauguró en España con la censura literaria de los Reyes Católicos (1502), no fueron ellos los primeros en imponerla como algunos investigadores han soste16
Para una descripción detallada de estas biblias véase uJ lián aZrco Cuevas, Catálogo de los manuscritos castellanos de la Real Biblioteca de El Escorial (Madrid: Imprenta Helénica= Real Monasterio, 1924-1929), vol. II: 24-27, 27-30, 33-35, códices I-I-5, I-I-6, I-I-7. 17 uJ an de Mariana, Historia General de España . La compuesta, enmendada y añadida por… , completada con todos los sucesos que comprenden el escrito clásico sobre el reinado de Carlos III, por el conde de Floridablanca, la historia de su levantamiento, guerra y revolución por el conde de Torreno, y la contemporánea hasta nuestros días (Madrid: Imprenta y Librería de Gaspar y Roig, 1852), t. I, lib. XIV, cap. VII, p. 432. Cf. oJ sé Llamas, Biblia Medieval Romanceada Judeocristiana: versión del Antiguo Testamento en el siglo XIV sobre los textos hebreos y latinos (Madrid: CSIC, 1950), X. 18 El gusto por la Biblia era tal que F. del Pulgar, refiriéndose a Alfonso de Madrigal, comenta que uJ an II «le tobo cerca de sí, e le fiso de su consejo ]… [quien escrivió sobre el testo de la Sacra escriptura una copiosa declaración e de gran doctri na». Fernando del Pulgar, Claros varones de Castilla, edición y notas de eJ sús Domínguez Bordona, Colección Clásicos Castellanos (Madrid: La Lectura, 1923), tit. XXIV, 150. 19 Carranza de Miranda, Comentario sobre el Cathesismo Christiano, IVv. 20 En su Historia de la Orden de San Jerónimo (Nueva Biblioteca de Autores Españoles, Madrid: Bailly Bailliére editores, 190722), VIII, libro I, 241ss. 21 Véase supra, nota 14. 22 En la epístola proemial de sus Epístolas y euangelios por todo el año: con sus doctrinas y sermones, según la reformación [et] interpretación que desta obra hizo fray Ambrosio Montesino. Por mandado del rey n[uest]ro señor; muy limada y reduzida ala verdadera intelligencia delas sentencias e[ t]a la propiedad delos vocablos del romance de Castilla (Toledo: en casa de uJ an de Villaquiran e[ t]uJ an de Ayala, 1535).
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nido. La primera noticia acerca de una prohibición de la Biblia en vulgar se remonta al decreto sancionado por aJ ime I de Aragón a partir del Concilio de Tarragona de 1233, mandando a entregar los textos bíblicos in Romançio23. El efecto real de las prohibiciones conciliares del siglo XIV debió ser mínimo o actuó durante un plazo breve de tiempo dada la continuación de los romanceamientos de las Sagradas Escrituras durante los siglos XIV y XV. Sin embargo, la situación cambió con el clima que se impuso en la Península Ibérica a partir de la creación de la Inquisición española, que empezó siendo un tribunal político y, posteriormente, se vinculó más a la Iglesia; persiguió a los judeoconversos, luego a moriscos y protestantes, a brujas y otras desviaciones heréticas, y, ya en el siglo XVIII, a masones y librepensadores. Como parte de su función represiva, la Inquisición desató la persecución de las biblias en lengua vulgar alegando que constituían un serio peligro por el uso que de ellas podían hacer los judíos conversos para educar a sus descendientes en la ley mosaica. El libro de los Salmos era uno de los preferidos de estos y debieron ser muchas las copias manuscritas que de él corrieron. Siempre, claro está, se trataba del salterio judaico, sin el Gloria Patri al final de cada Salmo. Nicolás López recoge diversas acusaciones a propósito de la gran afición que había a su lectura24. Las palabras del propio arzobispo Carranza vienen a corroborar la impresión de que, en la prevención real contra las biblias romanceadas, desempeñó un papel decisivo el tradicional recelo antijudío de la Inquisición: «Después que los Iudíos fueron echados de España, hallaron los juezes de la religión que algunos de los que se conuirtieron a nuestra sancta fe, instruyan sus hijos en el Iudaísmo, enseñándoles las ceremonias de la ley de Moysen por aquellas biblias vulgares; las cuales, ellos después imprimieron en Italia, en la ciudad de Ferrara. Por esta causa tan justa se vedaron las biblias vulgares en España»25. El franciscano Alfonso de Castro (1495-1558), que se destacó en el Concilio de Trento como uno de los principales teólogos y fue consejero del joven monarca Felipe II, a cuya causa dedicaría su vida tanto como a la lucha contra el protestantismo, habla en términos elogiosos de la prohibición de los Reyes Católicos que comprendía toda traducción de las Sagradas Escrituras al romance: “Por eso, ha de ser loado con razón el edicto de los ilustrísimos y católicos reyes de España, esto es de Fernando y su esposa Isabel, con el que prohibieron bajo gravísimas penas que nadie tradujera las Sagradas Escrituras en lengua vulgar, ni nadie conservase de alguna manera traducciones afectadas por algún otro. Temieron con sensatez darle a su pueblo, cuyo gobierno habían asumido, ocasión alguna para errar, y no temieron gratuitamente o sin causa, pues la larga experiencia había demostrado que aquella había sido ocasión de muchas herejías antiguamente” 26. 23
Este Concilio censuraba por primera vez en España la lectura de las traducciones romances de la Biblia, véase Enciso, 531532. Las prohibiciones de la Biblia en lengua vulgar han sido tratadas minuciosamente por Sergio Fernández López, Lectura y prohibición de la Biblia en lengua vulgar: Defensores y detractores (Universidad de León: Imprenta aKdmos S [ alamanca], 2003), cap. 2, 89-138. 24 López Martínez, Nicolás, Los judaizantes castellanos y la Inquisición, 135-137. Cf. oJ aquín Lorenzo Villanueva, De la lección de la Sagrada Escritura en lenguas vulgares (Valencia: Benito Monfort, 1791), 15-16; Margherita Morreale, «Vernacular Scriptures in Spain» in G. .W H. Lampe ed., The Cambridge History of the Bible (Cambridge: Cambridge University Press, 1976 1[ 969]),vol. 2, 474. 25 Carranza de Miranda, Comentario sobre el Cathesismo Christiano, IVv. 26 Adversos omnes haereses, en Opera Alfonsi a Castro zamorensis ordinis minorum… ; Omnia ab auctore iam postremo magni diligentia recognite ac pluribus locis illustrata, ut meritonovum opus censeri videatur… (Matriti: ex typographia Bla-
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El investigador Martínez Millán señala con gran acierto, que para incluir las biblias en su prohibición, «los monarcas echarían mano de una institución recién instaurada en todos sus reinos, la Inquisición»27. En efecto, la nueva institución inquisitorial28 convirtió la posesión de biblias romanceadas en una de las pruebas con las que se podía identificar la herejía judaizante; en uno de tantos de sus instrumentos prácticos, escrito probablemente por un inquisidor con experiencia, se ofrece, por ejemplo, un cuestionario para detectar judaizantes, en cuyo apartado número 14 se instruye preguntar: «Si saue que otras personas ayan enseñado a otras personas la observancia, ritos y zeremonias de la dicha Ley de Moysen, como son el libro que los observantes llaman de la reza, la Biblia en romanze y otros a este modo »; en el número 15 la pregunta es: «Si tiene o saue que alguna persona tenga algunos libros que enseñen los ritos, y zeremonias de la dicha ley como son el libro que los observantes llaman de la reza, la Biblia en romance y otros a este modo»29. Así, mucho antes de la pragmática de los Reyes Católicos de 8 de julio de 1502, que marcó el inicio del control de las ideologías en España, ya en los albores de la expulsión general de los judíos en 1492, se lleva a cabo en 1490 en Salamanca una quema de biblias y libros judíos ante el convento de San Esteban30, lo que se nos dice que el Tribunal de la Inquisición acostumbra a hacer desde su creación31. Es decir, los métodos utilizados por el nuevo Tribunal de la Inquisición para tratar con los libros prohibidos son los mismos que empleaba la Inquisición medieval: la quema. No es de extrañar, pues, que en el año 1500, el mismo cardenal iJménez de Cisneros (1436-1517), por dos veces regente de la monarquía española pero también tercer Inquisidor General de Castilla, ordene una quema pública de libros siguiendo la pragmática de los Reyes Católicos, que establecían, una vez conseguida la unión política y religiosa, la censura absoluta sobre los libros, ya fueran impresos en España o importados32. Los motivos eran claramente políticos: había que salvaguardar la Corona por todos los medios sii Roman, 1773), fol. 40, col. b: «Q uapropter laudandum merito venit edictum illustrissimorum catholicorrumque Hispaniae regum, Ferdinandi videlicet, ejusque conjugis Helisabetae, quo sub gravissimis poenis prohibuerunt ne quis sacras litteras in linguam vulgarem transferret, aut ab alio translatas quoquo pacto retineret. Timuerunt namque prudenter plebi suae quam regendam susceperant, ne ulla occasio illi daretur errandi: nec tamen gratis et sine causa timuerunt; quoniam longa experientia compertum fuerat plures hac occasione haereses fuisse olim suscitatas». 27 Martínez Millán, «Aportaciones a la formación del Estado moderno y de la política española», en oJ aquín Pérez Villanueva, La Inqisición española. Nueva visión. Nuevos horizontes (Madrid: Siglo XXI, 1980), 545. 28 El 1 de noviembre de 1478 el papa Sixto IV en su bula Exigit sinceras devotionis affectus concedía a los Reyes Católicos el poder de nombrar dos o tres obispos o sacerdotes seculares o regulares (de más de cuarenta años, de vida recomendable, con títulos académicos) para desempeñar el oficio de inquisidores en las ciudades o diócesis de sus reinos. 29 Papeles varios, BNE, ms. 13441, Cartilla de la Inquisición : Preguntas que se hazen en confesando los reos, h. 25v. Apud Nicolás López Martínez, Los judaizantes castellanos y la Inquisición, 135. 30 uJ an Antonio Llorente, Anales de la Inquisición española desde los Reyes Católicos hasta el 1530 (Madrid: Imprenta de Ibarra, 1812), vol. I, 177. Id., Historia crítica de la Inquisición española (Madrid: Imprenta del Censor), vol. II, 2: «En aquel tiempo fueron entregados al fuego muchas biblias hebreas y otros libros de judaizantes, siendo este ejemplar en la Inquisición nueva el primero de su clase que nos conste, pero no el único de su tiempo, pues también quemaron en Salamanca más de seis mil libros por auto público en la plaza de San Esteban, todos relativos a la incredulidad judaica, hechicerías, magia, brujería y cosas superticiosas». 31 BNE, mss. 18731 /43, Sobre la prohibición de los libros , fol. 2r: « También ha acostumbrado el Sancto officio hacer autos públicos de quema de libros como se bio al principio que se ynstituyo la Inquisición que para quitar todos los dogmas y las artes banas, ciencias illícitas, supersticiones de mágica y encantamientos, recogieron los Inquisidores en la ciudad de Salamanca como en universidad principal, todos los libros y papeles que hallaron en poder de judíos, y los nuevamente conbertidos de ellos, y en otras personas que llegaron a ser sessenta mil libros y los quemaron por auto público junto al Combento de San Estevan, mandando con Edicto Público que nadie usase mas de aquellas artes vanas y supersticiossas». 32 Novísima recopilación, libro VIII, título XVI, ley I, vol. IV, 122-123: «Mandamos y defendemos que ningún librero ni impresor de moldes ni mercader… no sea osado de hacer imprimir en molde de aquí adelante… sin que primeramente tenga
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y, por tanto, quedaba sin vigor la cédula real de 1480 que permitía la libre circulación y exención de impuestos de los libros extranjeros33. Las Cortes de la Coruña (1554), Valladolid (1558) y Madrid (1569 y 1598) organizarían aún más minuciosamente la censura de libros. Se perseguía, pues, a los libros considerados heréticos, que eran introducidos entre las mercancías que por mar y tierra entraban en España, a veces hasta cambiándoles las encuadernaciones y portadas. Lo normal era que se trajesen a petición expresa de los libreros de Salamanca y Medina del Campo, pero, al estar prohibidos, escaseaban, la escasez inflaba el precio, y su traída era un buen negocio para cualquier marino o mercader que arribara a tierras castellanas, que podía contar, además, con encontrar comprador fácilmente34. Este tráfico, el descubrimiento de unos alijos de libros de Lutero en Valencia y Gipuzcoa en 1523 y 1524, o el de Granada, en cuyas costas se intentaron descargar, en 1526, tres galeras de libros que venían de Venecia35, hizo que, para su represión, se confeccionaran listas de libros cuya importación estaba prohibida. Estas listas, desconocidas hoy en día, sin duda se pueden tomar por los primeros antecedentes de los Índices, entonces meros instrumentos de trabajo, como las que se suministraron a los teólogos y miembros de la Orden de predicadores, Domingo de Soto36 (1494-1570) y Francisco del Castillo37 para que buscaran obras de Lutero por las librerías de Salamanca. Dichas instrucciones señala y documenta oJ sé Martínez Millán como ejemplo de las «visitas a librerías», que se realizarían a lo largo de toda la historia de la Inquisición38 y en las que se confiscarían múltiples biblias. En 1545 visita también librerías, entre otros, un tal Dr. Moscoso39 a partir de cuyo informe se elabora un catálogo de libros prohibidos que se distribuye en copias manuscritas entre los inquisidores. De él dice García Villoslada40: «Este catálogo, hoy perdido, lo consideran algunos como el primer índice español de libros prohibidos, no tanto por lo que tiene de lista coyuntupara ello nuestra licencia y especial mandado… ni sean así mismo osado de vender en los dichos nuestros Reynos ningunos libros de molde que truxeren fuera de ellos… sin que primero sean visto y examinados… so pena que por el mismo hecho… pierdan todos los dichos libros y sean quemados publicamente… ». 33 Novísima recopilación, libro VIII, título XV, ley I: « … y porque de pocos días a esta parte algunos mercaderes nuestros naturales y extranjeros han traído, y de cada día traen libros buenos y muchos, lo cual parece que redunda en provecho universal de todos y en ennoblescimiento de nuestros Reynos; por ende, ordenamos y mandamos que allende la dicha franqueza, que de aqui adelante, de todos los libros que se traxeren a estos nuestros Reynos, asi por mar como por tierra, no se pidan ni paguen ni lleven almojarifazgo ni diezmo ni portazgo no otros derechos algunos… ». 34 Ricardo García Villoslada, Historia de la Iglesia en España (Madrid, BAC Maior, 1980), III: La Iglesia en España en los siglos XVI y XVII, 182. 35 García Villoslada, Historia de la Iglesia en España, 183. 36 Los trabajos fundamentales para la biografía y bibliografía de Fr. Domingo de Soto, O.P. (1494-1560), catedrático de Teología de la Universidad de Salamanca, jurista, autor de filosofía política y uno de los que asistieron al célebre Concilio de Trento, son el de Diego Colmenares, «Vidas y escritos de escritores segovianos» en Historia de la insigne ciudad de Segouia y conpendio de las historias de Castilla (Segovia: Diego Díez, 1637), 717-729 y Vicente Beltrán de Heredia, Domingo de Soto: estudio biográfico documentado (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1961) especialmente el cap. X: Consultor en asuntos de Inquisición. 37 Considerado por el tribunal de la fe como «persona celosa del servicio de Dios y de su sancta fe católica», véase carta del 13 de septiembre de 1540, por la que el Consejo de Inquisición le encargaba el examen de los libros reprobados q[ ue pudiera haber en Salamanca]. A la carta acompañaba una Instrucción cerca de las diligencias que han de hacer en Salamanca sobre los libros y obras reprobadas que han venido y vienen a estos reinos. AHN, Inquisición, libro 574, fols. 20-21. 38 oJ sé Martínez Millán, «Aportaciones a la formación del Estado moderno y de la política española a través de la censura inquisitorial durante el período 1480-1559», 561. 39 Se trata del teólogo, Alvaro Moscoso (1480-1561), nombrado en 1547 capellán real de Carlos V y posteriormente obispo de Pamplona. Como tal, asistió a la segunda apertura del Concilio de Trento. 40 García Villoslada, Historia de la Iglesia en España, 185.
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ral (quizá hubo otras anteriormente) sino por haber sido compilada después de una inspección en el mercado del libro, llevada a cabo, con mandamiento oficial, por el Dr. Moscoso». El nombramiento de Fernando de Valdés (1483-1568) como Inquisidor General y presidente del Consejo Real de Castilla, trae consigo la elaboración de una nueva lista copiada de la de Lovaina de 154641, al texto de la cual se añade otra relación del mencionado Dr. Moscoso. Será el modelo del Índice de 1551, aunque este último tome cuerpo a partir del contenido del nÍ dice de Lovaina, 1550, con solo añadir unos 80 títulos españoles 42. El procedimiento, bosquejado en las Ordenanzas del Consejo Real dadas en la Coruña en 155443 (intituladas por Carlos I y el príncipe Felipe) se desarrolló en la pragmática de Felipe II de 7 de septiembre de 1558 en Valladolid. Según se establecía en él, debía presentarse el original del libro al citado Consejo Real, quien determinaría las modificaciones que debían realizarse. Inmediatamente, los escribanos rubricarían “cada plana y hoja”, devolviéndolo al impresor, que debía imprimirlo con las modificaciones efectuadas y llevar de nuevo el original junto con varias copias impresas al Consejo Real para su cotejo. Allí quedaban estos ejemplares, registrándose, además, las autorizaciones de impresión en un libro44. Todo ello constituía la llamada «censura preventiva»45. La «censura represiva» corría a cargo de la Inquisición que, tenía a su disposición, entre otros medios, sus índices y el amplio respaldo legal y real de que gozaba, pues incluso existía la pena de muerte para el que imprimiese sin estos requisitos46; para el que hiciese una reimpresión sin pedir autorización para ello –aunque, por supuesto, debían figurar las mismas aprobaciones que en la primera edición–, se preveían el destierro y la confiscación de bienes47. La imprenta había convertido al Libro de los libros, la Biblia, en una mercancía más cuya traducción a las lenguas vulgares la incorporaba, por una parte, a la vida espiritual de los lectores pero, por la otra, hacía que fuera percibida como un problema para la unidad política y religiosa del reino. Por ello, la Inquisición había fijado su punto de su mira en los manuscritos e impresos de las traducciones de las Sagradas Escrituras al romance. Sintetizando al máximo las clasificaciones existentes de las biblias castellanas, Gemma Avenoza encuadra los textos supervivientes en tres categorías principales: 1) los romanceados por y para judíos, partiendo del canón judío de la Biblia; 2) los romanceados por judíos o cuya traducción fue revisada tomando como base la Biblia judía, pero que estaban destinados a uso cristiano y 3) los romanceamientos de 41
Martínez Millán, «Aportaciones a la formación del Estado moderno y de la política española», 560, fecha este catálogo en 1547, basándose en palabras de I. Revah en su estudio «Un index espagnol inconnu: celui edicté para l’Inquisitión de Seville en novembre 1551» Studia Philologica 3 (1963):143, quien opina de él que no se diferencia cualitativamente en nada de la de 1551. 42 García Villoslada, Historia de la Iglesia en España, 184 y 186. 43 Novísima Recopilación, t. IV, libro VIII, título XV ley II y III. 44 Pragmática de 7 de septiembre 1558, en Valladolid: «… y mandamos que en nuestro Consejo aya un libro quaderno en que se ponga por memoria las licencias que para las dichas impresiones se dieren, y el nombre del autor con día, mes y año». 45 eJ sús Martínez Bujanda, «Índices de libros prohibidos del siglo XVI», Arbor 421 (1981): 7-14. 46 Novisima Recopilación, título. IV, libro VIII, ley III: «Yquien imprimiere o diese a imprimir a fuerce en que se imprima y obra en otra manera y no habiendo precedido el dicho examen y aprobación y la dicha nuestra licencia en la dicha forma, incurra en pena de muerte y en perdimiento de sus bienes… ». 47 Novisima. Recopilación, título IV, libro.VIII, ley III: «Yque esta misma orden se tenga y guarde en los libros que haviendo ya sido impresos se tomasen dellos hazer una impresion, y que esta tal nueva impresión no se pueda hacer sin nuestra licencia y sin que el libro donde se oviere de hazer sea visto y rubricado y señalado con la manera y forma que dicha es, en las obras y libros nuevos (so pena de destierro y pérdida de bienes)… ».
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la Vulgata y otros manuscritos parciales48. Las biblias en hebreo estaban condenadas irremisiblemente al fuego, lo mismo que las romanceadas a partir del hebreo, todo con el fin que los legos en materia de exégesis y teología, no pudieran llevar a cabo nuevas interpretaciones erróneas. La herejía de Lutero habría sido causa de una nueva prohibición de la traducción de la Biblia a lengua romance. Carranza lo relata de una manera dogmática: “Después que las herejías de Alemania, se entendió que una de las astucias que tuvieron los ministros que he dicho del demonio, fue escribir sus falsas doctrinas en lenguas vulgares, y trasladaron la Santa Escritura en Tudesco y Francés y después en Italiano y en Inglés para que el pueblo fuese capaz y viese cómo fundaba sus opiniones… En España que estaba y está limpia de esta cizaña por merced y gracia de nuestro Señor, proveyeron en vedar generalmente todas las translaciones vulgares de la Escriptura: por quitar ocasión a los extranjeros de tratar de sus diferencias con personas simples y sin letras. Ytambién, porque tenían y tienen experiencia de casos particulares y errores que comenzaban a nacer en España y hallaban que la raíz era, haber leído algunas partes de la Escriptura sin las entender” 49.
Alfonso de Castro, por su parte, también cita la “nueva prohibición” y no solo defiende la prohibición de las traducciones al romance de los textos sagrados, sino que escribe todo un capítulo sobre «quod haereticorum libri sunt comburendi» para probar la necesidad de esta medida50; únicamente admite que se traduzcan los Evangelios de la misa de los domingos a la lengua vernácula y aun esto con reparos y expurgaciones. A pesar de estas declaraciones, sin embargo, no se conoce la promulgación en la península de esa supuestamente nueva prohibición de traducir la Biblia además de la que seguía vigente desde tiempos de los Reyes Católicos. A raíz de la propagación de las ideas luteranas, dicha prohibición cobraría nuevo vigor pero los hechos demuestran que, incluso si la prohibición seguía vigente, lo cual parece estar fuera de duda, la gente seguía leyendo las Escrituras en lengua romance. Los Reyes Católicos, inducidos por la Inquisición, trataron, pues, de evitar la propagación de biblias sospechosas y que los judeoconversos siguiesen formando a sus hijos con ellas. Aun cuando diste tanto de nuestra mentalidad, este parece haber sido el motivo oficial de la prohibición real de conservar y poseer traducciones, según Furió Ceriol51 y el franciscano Bernabé de Palma (1469-1532)52. No hay que olvidar, sin embargo, que durante su reinado se llevaron a cabo traducciones parciales de la Biblia y de libros litúrgicos traducidos a lengua vulgar (Las horas de Semana Santa, impresas en valenciano en el 1494; Las Horas de Nuestra Señora, impresas en castellano en los siguientes años: 1495, 1499, 1502, 1507, 1509, 1510, 48 Gemma Avenoza Vera, La Biblia da Ajuda y la «Megil lat Antiochus» en romance, (Madrid: CSIC, 2001), 6. A estas categorías básicas añade las traducciones parciales, las paráfrasis bíblicas, los textos glosados, los textos moralizados, etc. 49 Carranza de Miranda, Comentario sobre el Cathesismo Christiano, IVv. 50 De justitia haereticorum punitione, atque libri duo de potestate legis poenabis continentur (Matriti: Blasius Roman, 1773), 143-145. 51 Cf. Fadrique Furió Ceriol, Bononia siue de libris sacris in vernaculam linguam convertendis (Basilea: per Ioannem Oporium, ex officina Michaelis Martini Stellae, 1556), 111. 52 En su Via Spiritus (Salamanca, 1541), fol. 49: «Según he sido informado hasta hoy las leen y tanto que muchos las saben de coro de los judíos, y dicen que no curan de más inteligencia, sino acabado de leer ponen el libro y vanse a sus ocupaciones, pero no a las santas meditaciones… Esto como leen, me dijo un judío que, ya hecho buen cristiano, me decía lo que según creo él allá había predicado».
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1511, ediciones de Paris y en Toledo en 1512) que cita Marcel Bataillon53. En todo caso, estas versiones venían acompañadas de notas para ilustración de los predicadores. Una vez vistos los intereses políticos de la Corona centrados en el control de las ideas para preservar la unidad nacional, volvamos a la segunda cuestión que nos habíamos propuesto averiguar: el por qué, a pesar de sus numerosas reediciones, ni la Biblia de Ferrara ni la Biblia del Oso, se mencionaran expresamente en ningún Índice, aunque por su naturaleza quedaban comprendidas en la veda general. Comenzaremos cronológicamente por la primera. Se trata de un volumen de poco más de 400 folios en 40 mayor y letra gótica, publicado por dos sefardíes de la primera generación de expulsados; el «español» eJ rónimo de Vargas y el «portugués» Duarte Pinel, o om Y Tob Atias y Samuel Usque respectivamente, según sus nombres judíos. Si bien no iba dirigida exclusivamente a los sefardíes de origen converso, pues circulaba también entre cristianos54, su presencia en la literatura sefardí en español y portugués indica la gran popularidad de que gozó esta traducción romanceada entre los cristianos nuevos que habían optado por volver al judaísmo normativo en comunidades como las de Amsterdam, Hamburgo o Venecia. Tras su primera edición en 1553, la Biblia de Ferrara tuvo no menos de seis reediciones íntegras (las de 1611, 1630, 1646, 1661, 1726 y 1762), y el Pentateuco con lecturas de los Profetas ¬ umás con Aftarot ¬, la «Biblia de uso» de los sefardíes, hasta nueve (1627, 1643, 1655, 1691, 1697, 1705, 1718, 1724 y 1733); aparte cuatro ediciones de los Salmos (1628, 1650, 1723 y 1733)55. El hecho de que en la primavera de 1553 un pequeño núcleo de hispano-portugueses cristianos nuevos vueltos al judaísmo, lograra sacar a la luz una Biblia en castellano en Ferrara, capital del ducado de los Este –pero bajo el dominio nominal de la Santa Sede–, ha atraído de siempre la asombrada atención de los estudiosos. Se trata de un acontecimiento tan extraordinario, que fue señalado ya por sus mismos protagonistas, aquellos que en términos modernos podríamos definir como el editor y el impresor. Estos imprimieron en su edición de los textos una portada uniforme en todos los ejemplares, ocupada por un grabado a toda plana, cuyo motivo central, en la parte superior de la mitad inferior, representa un barco agitado por el viento en un «tempestuoso mar que las detractoras lenguas pueden levantar», (tal y como se dice en la dedicatoria al duque) o por el «recelo que por la diversidad de juizios podríamos tener» (id. en los ejemplares dedicados doña Gracia Nasí) y/o por «la confusión que juizios diversos pueden sembrar» (prólogo «Al letor»). En los márgenes laterales y parte superior del contorno, que cumple función de orla, hay flores (o florones) y caras (o caretas). En un amplio espacio en blanco sobre el motivo central (en la parte inferior de la mitad superior) se inscribe el texto de portada en el cual se menciona la aprobación de la autoridad eclesiástica que dice: «Biblia en lengua española traduzida palabra por palabra de la verdad hebrayca por muy excelentes letrados, vista y examinada por el officio de la Inquisición»; se complementa (en un pequeño blan53
Bataillon, Marcel, Erasmo y España (Mexico: Fondo de cultura económica, 1966), 44ss y cap. X. La traducción ferraresca representa un venerable testimonio de la lengua española clásica. La traducción fue aprovechada por Casiodoro de la Reina en su Biblia del Oso (1569), y a través de la adaptación de Cipriano de Valera (1602) ha influido en las traducciones españolas posteriores. 55 Véase el apéndice de Bibliografía de las reediciones de la Biblia de Ferrara en Harm den Boer, «La Biblia de Ferrara y otras traducciones españolas de la Biblia entre los sefardíes de origen converso», en Introducción a la Biblia de Ferrara, edición a cargo de Iacob M. Hassán con la colaboración de nÁgel Berenguer Amador (Sevilla: Comisión Nacional uQinto Centenario, D.L., 1994), 279-296. 54
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co al pie del motivo central y sobre la base inferior de la orla) con una leyenda tan elocuente como la anterior: «Con privilegio del yllustríssimo duque de Ferrara», destacando así el carácter inofensivo de la obra. Al dorso de la portada está la dedicatoria, a todo lo ancho de la página, que nos ha llegado en dos versiones textuales. La cristiana, dirigida al duque, dice así 56: Al yllustríssimo y excelentíssimo señor, el señor don Hércole da Este el segundo, quarto duque de Ferrara: “Aunque muchas vezes se ha visto, sereníssimo príncipe, que toda obra traduzida pierde la gravedad y gracia que en su original tenía y que lo mismo puede ser en esta nuestra tradución, quesimos todavía tomar este trabajo tan ageno de nuestras fuerças viendo que la Biblia se halla en todas las lenguas y que solamente falta en la española, siendo tan copiosa y usada en la mayor parte de la Europa y en algunas provincias fuera della. Yaunque la obra en sí es soberana y divina, no por esso caresce deste recelo, a cuya causa fue siempre nuestro motivo sacarla a luz cubierta del favor de vuestra excelencia, pues a él como a tan soberano príncipe es devido mamparar y favorecer todos aquellos que su subsidio y favor uvieren menester. Verdad sea que la Biblia es en calidad tamaña que passa todas las otras obras que hasta oy se han visto, mas tan pequeña en quantidad que si fuera sola meresciera nuestro atrevimiento grave reprehensión. Pero como a los magnánimos príncipes con todo se puede servir regulando los servicios por la voluntad de quien los haze, creemos que vuestra excelencia aceptará este pequeño servicio con benigno ánimo y mirará no tanto nuestra loable empressa como la yntención y voluntad que a su servicio siempre queda offrescida y obligada, debaxo de cuyo sublime favor navegaremos seguros por el tempestuoso mar que las detractoras lenguas pueden levantar; allende que ella se ymprimió por mandado y consentimiento de vuestra excelencia, siendo juntamente vista y examinada por sus letrados y ynquisidor tan complidamente que en lo venidero por todas estas razones se adquistará muy loable gloria. Nuestro Señor su yllustríssima persona guarde y conserve muy largos años, prospere y augmente su felicíssimo estado como dessea”. Criados de vuestra excelencia, Jerónimo de Vargas y Duarte Pinel.
La dedicatoria judía está dirigida a la dama más célebre y rica de la aristocracia judeoconversa, doña Gracia Nasí, patrocinadora de la publicación, que de Ferrara se había trasladado a Constantinopla para volver abiertamente a la práctica del judaísmo57: Prólogo a la muy magnífica señora doña Gracia Naçí: “No parescía razón, muy magnífica señora, que aviéndose de ymprimir la Biblia en nuestra lengua española traduzida del hebreo palabra por palabra (obra tan rara y hasta nuestros tiempos nunca vista), fuesse a parar en personas de cuyo favor no se pudiesse valer, sino a alguna tan noble y magnánima que a su nobleza acrecentasse ornamiento. Por la qual causa la quesimos dirigir a vuestra merced como a persona que sus méritos entre todos los nuestros siempre tuvieron el más sublime lugar, assí por sus grandezas lo merecer como porque la propria naturaleza y amor de la patria nos pone esta obligación tan devida. Vuestra merced la acepte con la voluntad que nós se la offrecemos y la favoresca y defienda con el ánimo que siempre favoresció todos los que su ayuda hasta oy ympetraron. Yporque su nobleza naturalmente es acostumbrada a estos officios, quedamos seguros de algún recelo 56
Biblia en lengua española (Ferrara, 1553), f. 1*v/I[]b. El subrayado es nuestro. Biblia en lengua española (Ferrara, 1553), f. 1*v/I[]b. El subrayado es nuestro.
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que por la diversidad de juizios podríamos tener, pidiendo que su memoria no se olvide de nuestro desseo que tan ynclinado es a su servicio. Nuestro Señor por muy largos años guarde su persona y prospere su magnífico estado”. Servidores de vuestra merced, oYm Tob Atías y Abraham Usque.
La primera lleva los nombres cristianos de sus promotores: eJ rónimo de Vargas y Duarte Pinel, y la fecha de uno de marzo de 1553; la segunda tiene en su lugar los nombres hebreos de om Y Tob Atías y Abraham Usque y la fecha de 14 de adar de 5313 58. Sabemos que algunas páginas tuvieron al menos dos composiciones tipográficas diferentes, según se basaran en la tradición hebraica o en la cristiana; pero razones de miedo a la censura y oportunidad para comercializar y vender la obra, hicieron variables la encuadernación y la composición de los ejemplares59; esta es, creemos, una de las razones por las que se libró de figurar en los Índices inquisitoriales. Otras están relacionadas con la participación de judíos ferrarenses en la industria tipográfica y comercio de libros, así como con la naturaleza de la relación entre los dos patrones destinatarios de las dos diferentes dedicatorias en la edición única de la Biblia en lengua española60, lo que trataremos seguidamente en conjunto. De los condicionamientos políticos y los sucesos que antecedieron a la impresión y distribución de la Biblia de Ferrara recogidos en los archivos estenses, nos revela Renata Segre algunos momentos inesperados y dramáticos que contribuyen a entender aún más el fenómeno de la enigmática omisión de la ferraresca de los Índices. Según relata Segre en su estudio, en noviembre de 1551 aparecen por primera vez los nombres de los dos ejecutores cristianos de la empresa editorial que está transformando Ferrara en un gran centro de difusión sefardí: Leonardo da Brescia y el muy conocido Giovanni Maria Nicolini da Sabbio, que acaba de cerrar su imprenta en Venecia. Ambos tipógrafos se comprometieron a estampar la Biblia61 pero en diferentes momentos serán encarcelados en Ferrara a instancias de los comitentes y financiadores porque la impresión iniciada en septiembre, había llegado en tres meses a solo seis folios, con lo cual se habían pagado los anticipos de 300 escudos sin que se hubiera realizado el trabajo correspondiente. Las prensas son, en consecuencia, embargadas por el financiador Atías y pasan a manos de Usque, que sustituye a los tipógrafos incumplidores. Pero estos han encontrado protección en altísimas instancias: en su favor intercede el representante diplomático imperial en Venecia, mientras que ante el duque de Este intervienen tres poderosos prelados que están participando en los trabajos del Concilio de Trento: el obispo de Segorbe, Gaspar oJ fre Borja, Sebastiano Pighino, segundo presidente del Concilio, y el legado pontificio Marcello Crescenzi. Los tres lamentan que el editor, «un giudeo fuggitivo», y su patrocinadora, «una 58
Sin embargo, los prólogos «Al letor» son idénticos en los ejemplares dedicados a doña Gracia y en los dedicados al duque, en los datados a la judía y en los datados a la cristiana, en los firmados – en dedicatoria y/o colofón por Atías y Usque y en los firmados por Vargas y Pinel 59 Renata Segre, en su estudio de las fuentes documentales estenses, del análisis del papel y de las filigranas de diversos ejemplares, confirma la conclusión de Stanley Rippins «[ The Ferrara Bible at Press», The Library 5a serie, X:4 (diciembre 1955): 244-269 :] que de la Biblia en lengua española se hizo una única tirada; véase «Contribución documental a la historia de la imprenta Usque y de su edición de la Biblia», en Introducción a la Biblia de Ferrara, edición a cargo de Iacob M. Hassán con la colaboración de nÁgel Berenguer Amador (Sevilla: Comisión Nacional uQinto Centenario, D.L., 1994), 219. 60 Sobre las especiales relaciones entre el duque y la Señora, a quien con reverencia prefiere llamar por su nombre cristiano, Beatriz de Luna, y en qué medida la actitud del soberano estuvo condicionada por ellas, véase, Segre, Ibid., 224-226. 61 Ibid., 209-210.
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donna venuta di Portogallo», hagan estampar en Ferrara una versión luterana y española de la Biblia62. Por poco fundada que nos resulte hoy tal noticia63, debe observarse que la confirmaron los tres autorizados eclesiásticos, agravando así con la acusación de herejía la ya bien onerosa de apostasía. Ercole II, queriendo dejar muy clara su ortodoxia y obediencia a la voluntad pontificia, se declara dispuesto a retirar todos los ejemplares en caso de que se demuestre que no son conformes a los preceptos católicos. Además, expresa la sospecha de que las denuncias presentadas en Trento deriven de enemistades y rivalidades entre tipógrafos y por un trivial conflicto comercial entre tipógrafos celosos unos de otros, afirma, no vale la pena que cardenales y príncipes se tomen la molestia de enojarse. En efecto los volúmenes, a decir del duque, parecen estar casi a punto para su publicación y venta en febrero de 1552; pero lo cierto es que quizás no lo estén todos y, con toda probabilidad, no las dedicatorias ni los folios de impresión diferenciada en los diversos ejemplares, que verán la luz solo tres o cuatro meses después, en marzo 155364. Es probable que el prudente soberano dejara correr un tiempo para que las aguas volvieran a su cauce antes de consentir la difusión definitiva del texto, que se convertirá, según una difundida opinión, en el principal instrumento de rejudaización de los cristianos nuevos65. Por otro lado el duque (a quien el casi explícito calvinismo de su mujer, Renata de Francia, mantiene peligrosamente expuesto a las miradas de la Inquisición) sabe que ha de cubrirse las espaldas y en aquel verano de 1553, confiscará sin indulgencia todos los ejemplares del Talmud que logra recoger en sus dominios66; pero al mismo tiempo, da satisfacción a Vargas y a Usque en su pleito con los dos tipógrafos cristianos basándose en el permiso concedido por el inquisidor de Ferrara, el dominico Girolamo Papino de Lodi, de sobrada indulgencia y excesiva condescendencia con la voluntad del duque. Indudablemente, la dedicatoria de Vargas y 62
Ibid., 211. Aunque los nombres de estas dos personas no se mencionan, resultan identificables como eJ rónimo Vargas (o quizás Diego Pires, en calidad de editor), y doña Gracia. Los tres prelados conciliares tienen en mente, además, a un tercero, el traductor, a quien los tres definen sin vacilaciones como «un spagnuolo luterano similmente fuggitivo»: no se trata por tanto de un judío, sino de un cristiano, persona sospechosa de herejía; nosotros hoy –señala Renata Segre– sabemos que la información, referida con tanta seguridad y concordancia, carecía de fundamento, porque los cristianos nuevos de Ferrara no habían puesto a trabajar a un nuevo traductor, sino que se habían limitado a exhumar y adaptar las traducciones en lengua vulgar castellana ya disponibles y predominantemente medievales. 63 La presunta confluencia y entendimiento entre protestantes y marranos, que tanto había alarmado a los tres obispos, no había tenido lugar en aquel momento ni en Ferrara ni en otro lugar. 64 Ibid., 213. La fase final –nos revela Segre– no se realiza en el convento servita de Santa Maria della Consolazione, donde está domiciliado Leonardo da Brescia y en el cual Giovanni Maria Nicolini da Sabbio ha firmado aquel año un libro suyo, sino en otro lugar, no precisado en las actas del proceso pero que corresponde seguramente a la vivienda de uno de los dos cristianos nuevos, donde pudieron libremente adjudicar las dedicatorias y los folios de impresión diferenciada a los diversos ejemplares. 65 Sobre la función del texto de la Biblia de Ferrara y de otros productos españoles (oracionales, tratados de moral, colecciones de preceptos… ) de la imprenta marrana de Ferrara, véase M. Orfali, «Contexto teológico y social de la Biblia de Ferra», en Introducción a la Biblia de Ferrara, edición a cargo de Iacob M. Hassán con la colaboración de nÁgel Berenguer Amador (Sevilla: Comisión Nacional uQinto Centenario, D.L., 1994), 236-243. 66 Segre, 225 y nota 56. Los ejemplares confiscados del Talmud jerosolimitano y babilónico fueron depositados en manos del inquisidor Girolamo Papino en el convento de los dominicos. Sabemos que esta manifestación de la corte estense, desde un principio meramente política, terminó posteriormente con la quema de dichos ejemplares siguiendo la orden pontificia de uJ lio III; véase Abraham aari, Y «The Burning of the Talmud in Italy», Studies in HebrewBooklore (Jerusalem: Mossad Harav oKok, 1958): 198-234; Attilio Milano, Storia degli ebrei in Italia (Torino: Einaudi, 1963), 643; Abramo Pesaro, Memorie storiche sulla comunità israelitica ferrarese, ristampa anastatica (Bologna: Forni, 1967), 18-19; Abraham Meir Habermann, The History of the HebrewBook:From Marks to Letters, from Scroll to Book(Jerusalem: Reuven Mas, 1968), 115-118 e[ n Hebreo]; eKneth R. Stow , «The Burning of the Talmud in 1553, in the Light of the Sixteenth Century Catholic Attitudes tow ard the Talmud», Bibliothèque d’Humanisme et Renaissance 34/3 (1972): 435.
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Pinel, en la cual recuerdan al duque que se «ymprimió por mandado y consentimiento de vuetra excelencia», habiendo sido «vista y examinada por sus letrados y ynquisidor» conjuntamente, así como el apoyo político de Doña Gracia a la imprenta de la Biblia67, indujeron al duque a que su intención quedara clara y a manifestar su pleno apoyo a la publicación. Así, cuando uno de los tipógrafos cristianos hace llegar secretamente al gobierno de Venecia una larga serie de denuncias contra sus comitentes, lamentando que Ferrara se haya convertido en centro de propagación de la imprenta marrana, ya la Biblia en lengua española está circulando no solo por toda la red del asentamiento sefardí en Italia y en el Levante otomano68 sino también por las patrias de origen, España y Portugal, donde han quedado parientes y sobrinos convertidos en cristianos nuevos de eJ rónimo Vargas y Duarte Pinel. Una vez publicada la Biblia, el interés de Vargas por la gestión activa de una imprenta va disminuyendo, y en marzo de 1555 la cede a Usque y a un socio suyo por un precio que tiene la apariencia de ser amigablemente exiguo. Pero el pequeño y ya célebre negocio está destinado tener a corta vida: en ese mismo año, su producción en castellano y portugués se interrumpe bruscamente, y no es ciertamente casual que eso suceda al poco tiempo de celebrarse en Ancona, por orden del papa Pablo IV, un auto da fe en el que perecieron quemados veinticinco judeoconversos portugueses que se rehusaron a renegar de su judaísmo69. La diáspora sefardí reemprendió con mayor vigor el flujo hacia Salónica, Estambul y otras costas más seguras y tolerantes del Imperio otomano. No muy diferente fue la trayectoría de la Biblia del Oso en cuanto a sus dificultades con la censura eclesiástica y las casi novelescas peripecias relacionadas con la traducción original de Casiodoro de Reina (1569), posteriormente revisada por Cipriano Valera (1602)70. La Biblia de Casiodoro de Reina, bien en su versión propia, bien en la enmendada por Cipriano Valera, es conocidísima en todo el mundo de habla hispánica. Fue, quizás el texto bíblico castellano de más difusión en el siglo XIX y aún en el XX. Lingüísticamente es obra de gran mérito que da una versión completa de la Biblia en un castellano modernizado, aunque acaso resulte excesivo calificarla de monumento literario como hiciera Menéndez y Pelayo. Al igual que la Biblia de Ferrara, tampoco la versión de la Biblia del Oso se realizó en España sino en Basilea, donde residía su autor. Casiodoro de Reina era un antiguo monje jerónimo de la sevillana Cartuja de San Isidro del Campo, que junto con casi toda la comunidad, había escapado de la Inquisición española en 1557, residiendo luego sucesivamente en Ginebra, Francfort, Londres, Basilea, Estrasburgo, otra vez Francfort, Amberes y Francfort de 67
Aron di Leone Leoni, «Further Information and uQestions on the Sephardic Printers of Ferrara», en Estudios Sefardíes dedicados a la memoria de Iacob M.Hassán (z”l), ed. Elena Romero con la colaboración de Aitor García Moreno (Madrid: CSIC et al., 2011), 304-305 D [ oña Gracia Nassi’s Role]. 68 La política de autorización del duque es bien clara: el texto español en curso de impresión le parecía ortodoxo, y no solo estaba aprobado por la censura eclesiástica local a la que se había sometido, sino ya publicado y difundido en sus dominios, y por ello se le había concedido la «licenza di stampa»; la denuncia, por tanto, debía haber partido de un competidor envidioso «de l’utile de costoro». 69 Sobre el impacto de este auto da fe véase entre otros el reciente estudio de Benjamin Ravid, «Cum Nimis Absurdum» and the Ancona Auto-da-Fe Revisited: Their Impact on Venice and Some Wider Reflections, en A. Teller, .J Chayes, F. Francesconi (eds.), Festschrift in Honor of Keneth Stow (forthcoming). 70 La Biblia que es los Sacros Libros del Vieio y Nuevo Testamento. Segunda edición revista y conferida con los textos Hebreos y Griegos y con diversas translaciones por Cypriano de Valera. La palabra de Dios permanece para siempre, Esayas 40, 8 (Amsterdam : en Casa de Lorenço Iacobi, 1602).
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nuevo, donde murió en 1594. Prescindiremos aquí de hablar de su vida en el exilio (un tanto novelesca en Inglaterra como espía de la reina Isabel), y de los avatares que le sucedieron71, para centrarnos en lo referente a la publicación de su Biblia que podemos seguir fácilmente a través del detallado y documentado estudio de Menéndez y Pelayo basado en las cartas de Casiodoro de Reina y sus amigos72. Huido Casiodoro de Inglaterra por ciertas acusaciones, lo encontramos en 1567 en Estrasburgo preparando su versión de la Biblia. De allí se traslada a Basilea, que era el centro de la tipografía protestante. Los inspectores basilenses, que no conocían la lengua castellana ni al autor, le ponen ciertas trabas a la hora de autorizarle la impresión del libro y de Reina las resuelve pidiendo cartas de recomendación al rector del Gimnasio de Estrasburgo, uJ an Sturn, que más tarde sería su prologuista. Surgieron después otros serios contratiempos antes de que llegara a término la publicación de la Biblia73. El tipógrafo, uJ an Oporino, encargado de la impresión, muere dejando a deber a Casiodoro de Reina 500 florines que este le había adelantado, y sin esperanzas de recuperalos, pues el tipógrafo había muerto agobiado de deudas. Amigos que de Reina tenía en Francfort le ayudaron con dinero y la impresión pudo seguir adelante, aunque muy lentamente. Hasta mayo de 1569 no había llegado a Los hechos de los Apóstoles. A Casiodoro le faltaba traducir gran parte del Nuevo Testamento y su precario estado de salud le impedía llevar a cabo la tarea. Pensó entonces en imprimir el Nuevo Testamento traducido por Enzinas o uJ an Pérez con retoques, pero no habiendo podido hacerse con ningún ejemplar, tuvo que realizar la traducción personalmente. Vencidas por fin las últimas dificultades textuales y financieras, el 14 de junio de 1569 Casiodoro comunica a sus amigos haber recibido el último pliego de la Biblia. uJ an Sturm, su amigo estrasburguense, escribe el prólogo y la dedicatoria latina, que es «A los príncipes de Europa… y especialmente a los del Sacro Romano Imperio». La dedicatoria no va dirigida a la Reina Isabel de Inglaterra, como había sido su intención primera, para no impedir en los dominios españoles la difusión de un libro dedicado a un personaje tan significadamente enemigo de España y protector de la herejía74. Toda una serie de detalles muestran claramente que lo que se pretendía era quitar obstáculos a la difusión en España: la omisión en la portada del nombre del autor75, conocido en España y quemado en efigie como hereje; tampoco aparecen el lugar de impresión, Basilea, que era un centro protestante, ni el nombre del impresor. Otros indicios son el arroparse con cier71
Referente a la época de Londres véase Paul .J Hauben, «A Spanish Calvinist Church in Elizabethan London, 1559-1565», Church History 34/1 (1965): 50-56. Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 20066), vol. 2, 96-107. 73 Véase Paul .J Hauben, Del monasterio al ministerio: tres herejes españoles y la reforma – Antonio del Corro, Casiodoro de Reina, Cipriano de Valera (Madrid: Editora Nacional, 1978), 137-164. 74 El 6 de agosto de 1569, de Reina envía a Estrasburgo una gran cantidad de biblias a otro amigo, Huber, para que disponga de ellas «como él sabe», sin duda para introducirlas en Flandes y de allí en España, burlando las severas prohibiciones de la Inquisición respecto a la difusión de publicaciones prohibidas. 75 A la portada sigue un «Praefatio Hispanici Sacrorum Bibliorum Interpretis» dirigido a los Príncipes de Europa y concluido con «Sacratissime dignitatis vestrae observatissimus, C. R.». Este prólogo, aunque aparece como de Casiodoro de Reina por el encabezamiento y las iniciales de su nombre al final (el único lugar donde hay alguna referencia al traductor), consta por el Epistolario que se debe a la pluma de uJ an Sturm, rector del gimnasio de Estrasburgo y protector de Casiodoro. 72
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tas decisiones del Concilio de Trento y la profesión de catolicismo que Casiodoro de Reina hace y que él mismo se encarga de recordarnos en su «Amonestación del intérprete de los sacros libros al lector y a toda la Iglesia del Señor, en que se da razón de su traslación ansí en general, como de algunas cosas especiales», diciendo que se embarca en esta tarea de traducir la Biblia en tanto que cristiano católico, pues no ha renunciado a las verdades fundamentales de la fe católica que son acordes con la enseñanza de las Escrituras. Hay, además, algún otro detalle que veremos a continuación76. Así, en la segunda página impresa copia Casiodoro de Reina el decreto del Concilio de Trento referente a la lectura de las Sagradas Escrituras en lengua vulgar, comentándolo luego en el prólogo en un sentido más positivo del que, probablemente, le dieron los padres conciliares. Como en este decreto se trataba de «conceder la lición de la biblia en vulgar, trasladada por autores católicos, a los que entendieren que de la tal lición antes recibirán aumento de fe y de piedad que algún daño», Casiodoro de Reina tenía que salir en defensa de su catolicidad, por lo que en la Amonestación, aunque en términos ambiguos, se profesa como católico: “Q uanto àlo que toca àl autor de la translación, si cathólico es el que fiel y senzillamente cree y professa lo que la sancta Madre Iglesia Christiana Cathólica cree, tiene y mantiene, determinado por el Espíritu Sancto, por los Canónes de la Diuina Escriptura en los Sanctos Concilios, y en los Symbolos y summas comunes de la Fe, que llaman comúnmente el de los Apóstoles, el de el Concilio Niceno y el de Athanasio, Cathólico es, y injuria manifiesta le hará el que no le tuuiere por tal”.
Por encima de las disputas y divisiones de su tiempo, Casiodoro de Reina se muestra siempre sanamente ecuménico, amante de «la cristiana concordia tan encomendada del Señor en su Iglesia». Pero, como protestante, espera más ayuda para la difusión de la Biblia de reyes, electores, príncipes y otras personalidades laicas a quienes dedica y encomienda su traducción, que del Papa, los obispos o el concilio77. Otras circunstancias que, a nuestro parecer, favorecieron que la Biblia de Casiodoro de Reina pasara desapercibida a los elaboradores de los Índices españoles, se desprenden de sus palabras en una carta de 24 de junio de 1569, donde admite que lo mejor sería no poner su nombre en la traducción para facilitar así su circulación en España. Finalmente, también pudo influir mucho el que de Reina reprodujera íntegramente en su Biblia el modelo de las ediciones católicas siguiendo el orden que tienen en la Vulgata. Es decir, que incluye los libros del Antiguo Testamento y los Apócrifos que más tarde se publicaron por separado en las ediciones protestantes. 76
En la segunda página impresa, copia Casiodoro de Reina el decreto del Concilio de Trento referente a las lecturas de las Sagradas Escrituras en lengua vulgar. Como en el Tridentino se trataba de «conceder la lición de la biblia en lengua vulgar, trasladada por autores católicos, a los que entendieren que de la tal lición antes recibirán aumento de fe que y piedad que algún daño», de Reina tiene que salir en defensa de su catolicidad, para poder escudarse en los decretos tridentinos al igual que lo hiciera Benito Arias Montano (1527-1598) en lo que respecta a las biblias romances. Véase Sergio Fernández López, Lectura y prohibición de la Biblia en lengua vulgar, Apéndice, documentos 3 y 4, pp. 317-319. El subrayado es nuestro. 77 En efecto, en la Biblioteca de la Universidad de Basilea existe un ejemplar de la Biblia regalado por el traductor con una dedicatoria latina autógrafa, que reproducimos traducida: «Casiodoro de Reina, español, sevillano, alumno de esta ínclita Academia, autor de esta traducción española de los Sagrados Libros, en la cual trabajó por diez años cumplidos, llegando a imprimirla con auxilio de los piadosos ministros de la Iglesia de Basilea, y por decreto de prudentísimo Senado, en la imprenta del honrado varón Tomás Guerino, ciudadano de Basilea, dedica este libro a la ilustre Universidad, en muestra perenne de su gratitud y respeto». BUB, VD 16 B 28 = [F. G. v. 31].
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Cipriano de Valera (1532?-1565), compañero de Casiodoro de Reina en el convento de San Isidro del Campo, huido de Sevilla como él78 y quemado también en efigie, dice que de la Biblia de Casiodoro de Reina se imprimieron 2.600 ejemplares, «los cuales se han repartido por muchas regiones, de tal manera que hoy casi no se hallan79». Por ello, había decidido sacar una revisión de la versión de dicha Biblia, trabajo al que consagró veinte años según confesión propia en su Exhortación. Valera también hace referencia en su Biblia a las reglas de los preceptos tridentinos, que dejaban una puerta abierta para la lectura de la Biblia en lengua vulgar80. En realidad, la suya es la Biblia de Casiodoro de Reina con algunas enmiendas y notas, aunque en general mejoró el trabajo de su predecesor suprimiendo las notas marginales y abreviando los sumarios de los capítulos. También agrupó los Deuterocanónicos en una sección entre los dos testamentos. Valera confiesa en la Introducción que siguió palabra por palabra la Biblia de Casiodoro de Reina, cotejándola con otras interpretaciones en diversas lenguas. Sin embargo, el nombre de este último no aparece en la portada. Esta Biblia de Cipriano Valera (y con ella la de Casiodoro de Reina), como ya hemos dicho, fue reimpresa muchas veces (con retoques actualizando el lenguaje) en los siglos XIX y XX, y difundida como la Biblia Reina-Valera, cuya última revisión por parte de Sociedades Bíblicas, data del año 196081. La intensidad del interés por la Biblia en el siglo XVI, queda reflejada en la rápida venta de obras de piedad popular que incorporaban porciones de la Sagradas Escrituras, así como en el interés académico por su estudio que demostraron los estudiosos humanistas de Alcalá. Todo esto, más la difusión de las tesis erasmistas, dio lugar a constantes quemas de biblias por un lado y, por otro, a una controversia en torno a las traducciones que se agravaría con la aparición en escena de Erasmo, y sobre todo de Lutero, provocando una clara escisión en dos bandos: el de los defensores de las traducciones bíblicas a las lenguas vernáculas y el de sus detractores82 . No obstante, la línea que se fue imponiendo fue la de una rigurosa actividad inquisitorial contra las vulgarizaciones bíblicas. A las prohibiciones de los reyes por motivos políticos, se unían las justificaciones de los teólogos por pretendidos motivos religiosos como se refleja claramente en las palabras de Alfonso de Castro: «La tercera fuente y origen de las herejías es la traducción de las Sagradas Letras a lengua vulgar. Por lo tanto, siendo mayor el perjuicio que se origina de que los sagrados libros se viertan a lengua vulgar que de la lectura de los filósofos paganos, con razón se prohíbe aquélla, aunque de éstos no haya alguna prohibición83». Las normas impuestas por el Santo Oficio requerían la conciliación textual con la «autenticidad» de la Vulgata y la prohibición de interpretar o comentar la Escritura «contra el sentido que defendió y defiende la santa madre Iglesia o contra el consenso unánime de los Padres», evitando de ese modo las «supersticiones o errores u ocasiones para errar y engañar a los sim78
Véase Lew is .J Hutton, «The Spanish Heretic: Cypriano de Valera», Church History 27/1 (1958): 23-31; Hauben, Del monasterio al ministerio: tres herejes españoles y la reforma, 165-173. 79 Prólogo de la biblia de Cipriano Valera. 80 Cf. más arriba nota 76. 81 Véanse más pormenores en Plutarco Bonilla, «Cosas olvidadas (o no sabidas) acerca de la versión de Casiodoro de Reina, luego revisada por Cipriano de Valera», Revista Bíblica 57 (1995): 155-180. 82 Sergio Fernández López, Lectura y prohibición de la Biblia en vulgar. Defensores y detractores, 179-265, trata por extenso esta controversia, exponiendo los distintos argumentos de los intelectuales y humanistas más destacados de la época que, de una forma u otra, trataron el asunto y que ejemplifican perfectamente cuál fue la acogida de las traducciones en unas fechas en las que se acrecentó la crisis religiosa que anegaba a Europa. 83 Alfonso de Castro, Adversus haereses, I, cap. XII.
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ples» que encerraban las versiones a lenguas vernáculas de Nuevos Testamentos en latín y en castellano, evangeliarios, epistolarios, breviarios, diurnales, libros de horas, misales, que no estuvieran sometidos a las condiciones estipuladas. La inclusión de estos libros fue una característica original de los índices españoles (ya esbozada en el de 1551) y constituyen un aspecto interesante de la actitud adoptada por los jueces de la fe ante la religiosidad paralitúrgica y popular. nÁgel Alcalá, recalca que la estricta y continuada oposición inquisitorial a la Biblia en lenguas populares fue tomando forma hasta constituir una de las reglas básicas que desde uQiroga siempre se publicaron en las primeras páginas de los Índices; lo ilustra citando la IV regla del Índice de aZpata: “Como la experiencia haya enseñado, que de permitirse la sagrada Biblia en lengua vulgar, se sigue (por temeridad, ignorancia, o malicia de los hombres) más daño que provecho: se prohíbe la Biblia con todas sus partes impresas, o de mano, en cualquier lengua Vulgar: y assí mismo los sumarios, y compendios, aunque sean historiales, de la misma Biblia, o Libros de la sagrada Escritura, escritos en qualquier idioma o lengua vulgar”84.
El desenlace, que recogemos de las palabras del insigne historiador Alcalá, fue que, bien entrado el primer tercio del siglo XVII, leer «la palabra de Dios» en la propia lengua era en la regiones y colonias de España un pecado mortal tan aborrecible como el sacrilegio y que el español, consiguientemente, tenía de huir de una Biblia con igual terror que de la hoguera del Santo Oficio: “El resultado, impresionante y lamentable para una historia sincera de la cultura, la lectura, la mentalidad y la espiritualidad españolas, adquiere proporciones caricaturescas. Hasta 1790 no se produjo en España (¡la España católica!) ninguna traducción íntegra de la Sagrada Escritura. Es decir, los españoles se desentendieron totalmente de la Biblia, que nunca aprendieron a tener en sus manos. El Santo Oficio optó por una medicina que a la larga, y a la corta, resultó peor que la enfermedad. Hasta años bien recientes, y aún ahora mismo en amplísimos círculos católicos, leer el Antiguo Testamento olía a judaísmo, y el Nuevo, a protestantismo… El tipo de religiosidad desarrollado así a lo largo de más de cinco siglos, sin lectura y meditación bíblicas, quedó dominado por la prédica barroca, la ceremonia triunfalista, la devoción semiidolátrica de imágenes, el besuqueo de reliquias, el bisbiseo de preces vocales sin abundantia cordis. A la dureza hoy para nosotros incomprensible con que la Inquisición miró esta región de la cultura que es la cultura bíblica y trató, paradójicamente, a la Biblia como peligro, hay que achacar uno de los defectos más característicos de la piedad y de la mentalidad españolas de entonces” 85.
La consecuencia de la prohibición de biblias en romance fue su febril recogida en toda España, actividad que ocupó obsesivamente al Santo Oficio en todo el país. Se sabe de gran cantidad de biblias secuestradas y de numerosas consultas a la Suprema a este propósito86. El
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nÁgel Alcalá, Literatura y ciencia ante la Inquisición española, 65. Alcalá, Literatura y ciencia, 66. AHN, Inquisición., legajos. 1574; 4426; 4467/9; 4470/2. Gran parte de los documentos se reproducen en los magníficos apéndices de Sergio Fernández López, Lectura y prohibición de las Sagradas escrituras en lengua vulagar, 320-332.
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área más vulnerable a la penetración de las ideas extranjeras era Sevilla, centro de comercio internacional. Solamente en 1552, la Inquisición decomisó allí alrededor de 450 biblias impresas en el extranjero87. Para evitar que entraran las publicadas fuera, se siguió ejerciendo la máxima vigilancia y con este fin se montó el servicio de inspección de navíos y fronteras. La actitud tradicionalmente cerrada de la Inquisición española en este importantísimo tema solo cambió a fines del siglo XVIII y por presión de clérigos y laicos, a la vez piadosos e ilustrados, que la calificaban de absolutamente errónea y contraproducente. La nueva norma quedó plasmada en las siguientes palabras del Edicto de 9 de julio de 1976 que reza así: “Biblia en lengua vulgar: es lícito á los fieles tenerla y leerla cuando la versión tiene las cualidades prescritas en la declaración de la Congregación del Índice de 13 de Junio de 1757; y en su consecuencia se renueva la advertencia primera del edicto del Santo Oficio de 1782, y se permiten las versiones de la Biblia en lengua vulgar, con tal que sean aprobadas por la Silla Apostólica, ó dadas á luz por autores católicos con anotaciones de los Santos Padres de la Iglesia y Doctores católicos que remuevan todo peligro de mala inteligencia; pero no se entiende levantada dicha prohibición respecto de aquellas traducciones en que falten las sobredichas circunstancias. Edicto de 9 de Julio de 1796” 88.
Tras la abolición oficial de la Inquisición en la primera mitad del siglo XIX, siguió vigente el control religioso de los libros traducidos. La Congregación del Índice, que en 1908 cambia su nombre por el de Sagrada Congregación del Santo Oficio y que en 1965 pasa a llamarse Congregación para la Doctrina de la Fe, cumple las tareas de vigilancia; examina y califica las obras y expide autorizaciones concretas para los textos prohibidos89. León XIII, pensando en el futuro, promulgó una serie de decretos generales sobre la prohibición y censura de libros, que formaban el canon 1399. Entre otras prohibiciones destacan: «Las ediciones del texto original ]… [de la Sagrada Escritura, así como las versiones hechas o editadas en cualquier lengua por los acatólicos, y las en lengua vulgar, anotaciones o comentarios, sin licencia ]… [ 90». En suma, dado el ambiente social en el siglo XVI, especialmente a— unque no solo— a partir del Concilio de Trento, se comprende que en el mundo hispánico no se desarrollase el hábito de la lectura bíblica ni floreciese la industria editorial de la misma. La obsesión llegó hasta sugerir que se prohibieran el Credo, el Padrenuestro, el Avemaría y la Salve en lengua popular, y a prohibir de hecho en 1674 la obra Exercicios de devoción por contener, qué menos, versiones al español de esas oraciones y del Magnificat, el Te Deum y el Miserere91. Mientras en la Europa reformada el leer la Biblia en la lengua vernácula e— l alemán moderno es una 87
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creación de Lutero en su traducción del Libro sagrado— hacía que su lectura se propagara por amplias capas sociales, Roma, en cambio, puso dificultades a la Biblia Políglota Complutense que, culminada en 1517, no se pudo terminar de publicar hasta que la autorizó el papa León X en 1522. No cabe duda de que, sin un público lector que le sostuviera, el autor que escribía en castellano hasta bastante avanzado el siglo XIX, dependía en grado sumo del poder constituido, tanto por la existencia de la censura, como por el hecho de que no podía subsistir sin ayuda.
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Drawing Between the Lines: Ekphrasis and the Subversion of Inquisitorial Prohibition in Don Quixote Massimiliano Adelmo Giorgini Purdue University
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o structure an academic paper as if it ewre a detective story is certainly unorthodox – although much the same could be said of analyzing literature using a Theory of Mind approach, hwile a cabal of other varieties of literary criticism reign supreme. How ever, if one iwshes to uncover significant newinformation in a owrksuch as Don Quixote – a owrkso extensively studied that a complete bibliography of its criticism looks like the catalog of an entire library in and of itself – then perhaps precisely such an unconventional modus operandi is just hwat Dr. aW tson ordered. Therefore, as a follow -up for some leads hwich resulted from s such a tackin its inquiries, an earlier investigation published in Cervantes1, this study follow positing that Lisa uZnshine’s assertion that the detective novel purposely and specifically exercises the Theory of Mind of the reader is correct2, and that utilizing the reverse – via the investigation of the possible motives of the creative mind behind a literary owrkas if it ewre deliberately manipulating the metarepresentational abilities of the reader – is an equally legitimate pursuit. Beyond being valid, how ever, such an effort could also help uncover possible esoteric subtexts that by design have been made comprehensible only to a select audience attuned to deciphering all of the textual clues, hwich ultimately could empow er the analyst to unmaskthe hermetic intention hidden belowthe surface of a novel hwich contains one. This, then, is the specific objective of this study – to construct a Theory of Mind of Miguel de Cervantes by means of a detective-like reading of Don uQixote in order to expose potential textual aims that have heretofore gone unnoticed – iwth the full understanding that no such authorial intention could ever truly be ascertained. This case aws investigated from the outset iwth the assumption of the veracity of the stated intention of Cervantes as set forth in the prologue to Don Quixote, hwich aws that the entire bookaws “una invectiva contra los libros de caballerías” (an invective against books of chi-
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Massimiliano A. Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook:Baiting the Inquisition iwth Ekphrastic Subversion,” Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 32, no. 1 (2012): 163— 99. Lisa uZnshine, Why We Read Fiction: Theory of Mind and the Novel (Columbus: Ohio State University Press, 2006), 123.
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valry)3. How ever, the iwdespread scholarly recognition of Cervantes as a satirist had already resulted in at least one study that monitored the levels and objects of irony throughout the courareness of possible double-meanings se of Don Quixote4 – a situation that necessitated an aw and/or cloaked purposes. Follow ing the advice of SherlockHolmes himself, “to begin at the beginning” 5, the investigation opened iwth a lookat the very first text that appears in Don Quixote hwich is credited to Cervantes. uJ st after the preliminary official documents, including the setting of the price, the comments by the corrector and the permission to publish from the ikng is found the dedication to the Duke of Béjar. The piece reads like a very typical dedication of that day and age, full of the trope of false modesty and highly reverential tow ards its subject – id est, not an especially notew orthy piece of rwiting, especially given that it constitutes the opening lines of the author in hwat has come to be considered by many as the first 6 and greatest7 novel of all time. But hwat aws especially striking aws the footnote to be found at the bottom of the page of this highly respected critical edition by oJ hn .J Allen 8, hwich explained that the italicized portions of the dedication above ewre those hwich Cervantes “tomó de la dedicatoria que Fernando de Herrera escribió” (tookfrom the dedication that Fernando de Herrera rwote) to the Marques de Ayamonte in his annotated anthology of the owrks of Garcilaso de la Vega published in 1580 9. These italicized owrds made up 62 of the 162 owrds in the entire dedication – implying that a significant portion of the dedication aws plagiarized from the aforementioned owrkby Herrera. This purported theft merited further investigation. After all, how did this piracy fit in iwth Cervantes’professed mission statement? The owrking Theory of Mind for the mind of Cervantes seemed to require some adjustment. Research into the dedication revealed an interesting state of affairs: (at least) one of the top Cervantes scholars seems to challenge the very authorship of the dedication in question. Notes by Francisco Rico confirm that several additional lines ewre directly copied from the introduction by Francisco de Medina that follow s the dedication to the same Garcilaso de la Vega volume from hwich the previously indicated lines had originated. All told, approximately half of the owrds of Don Quixote’s dedication had been appropriated from the earlier text. These facts, combined iwth the fact that the first pages of the princeps edition of Don Quixote had, in Rico’s opinion, been throw n together iwth an “excepcional desahogo tipográfico” 10 (exceptional typographic disregard) and featured “blancos insólitos” 11 (unusual blankspaces) caused him to conclude that the prefatory materials must have been misplaced or unavailable until the last moment, and further argue the follow ing: 3 Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. oJ hn .J Allen, 25th ed. (Madrid: Cátedra, 2005), 1:101. This and all subsequent textual citations of Don Quixote are from this edition. All English translations throughout the study are mine, unless otherw ise noted. 4 Michael McGaha, “John aJ y Allen’s Contributions to Cervantes Studies,” Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 23, no. 1 (2003): 14— 15. 5 Arthur Conan Doyle, The NewAnnotated SherlockHolmes, ed. Leslie S. lKinger (New ork Y: Norton, 2006), 198. 6 How ard Mancing, Cervantes’ Don Quixote: A Reference Guide (W estport, CT: Greenw ood Publishing, 2006), 170. 7 Mancing, Cervantes’ Don Quixote, ix. 8 McGaha, “Contributions,” 15. 9 Cervantes, Don Quijote, ed. Allen, 93. 10 Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2004), 1:7. 11 Cervantes, Don Quijote, ed. Francisco Rico, 1:7.
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“Una y otra circunstancia llevan a pensar que el mismo accidente que provocó el extravío de esos otros textos (en particular, licencia y aprobaciones) hizo también que no se tuviera a mano la dedicatoria escrita por C. y, en la urgencia por acabar la impresión, el editor, Francisco de Robles, con un proceder muy propio de su oficio, recurriera a improvisar otra, enteramente ajena a C., con fragmentos de Herrera y Medina13. (These circumstances lead one to believe that the same accident w hich provoked the misplacement of those other texts (in particular, the license and approvals) made it so that there ould neither be on hand the dedication w w ritten by Cervantes, and so, in the urgency of going to press, the editor, Francisco de Robles, acting in a manner very appropriate to his office, improvised another, entirely alien to Cervantes, using fragments of Herrera and Medina”).
This argument is unconvincing, and it is likely that the leap of faith taken by Rico in assuming the existence of a prior, misplaced version of the dedication actually rwitten by Cervantes is more indicative of his ow n possession of a creative fictive faculty than any factual truth in his assertions – although he aws quickto accuse others of taking a similar jump in regards to this same dedication13. It is important to note that Rico here is making guesses based entirely upon hwat may have happened – there exists no evidence beyond the purely inferential of any such mislaid documents or last-minute substitutions. Rather than a logical deduction, it owuld appear that this is an example of Rico’s ow n Theory of Mind in action. Moreover, it seems significant that in the prologue to Don Quixote II,14 hwen Cervantes deals iwth several points of criticism about Don Quixote I, including the failure of the text to explain hwat occurred iwth Sancho’s donkey, he makes no mention hwatsoever about any irregularities iwth the prefatory materials. How ever, despite the fact that Rico introduces the cited argument tentatively, iwth the phrase “the circumstances lead one to believe,” just one year later and iwthout the discovery of any previously-unearthed historical documents to backhis claim, he states matter-of-factly in his notes to the 4th Centenary Edition of Don Quixote by the Royal Spanish Academy that the dedication “no salió de la pluma de Cervantes, sino que debe atribuirse al editor, Francisco de Robles” (did not come from the pen of Cervantes, but rather must be attributed to the editor, Francisco de Robles)15. Apparently, Rico has gained markedly greater confidence in his prior assumption during the course of the intervening year. Interestingly, a year later, he seems genuinely offended by the fact that both Carlos Alvar and oJ sé Manuel Martín Morán had attributed the view point that Cervantes aws not the author of the dedication to the Duke of Béjar to “alcuni studiosi” (some scholars) and “buena parte del cervantismo” (a considerable portion of Cervantismo), respectively – insisting that “ningún cervantista había ni siquiera insinuado que la dedicatoria no se debiera a quien la firma” (no Cervantista had even insinuated that the dedi16 . The assumption is that Rico means to exclucation aws not rwitten by hwom had signed it) 12
Cervantes, Don Quijote, ed. Francisco Rico, 1:7. Francisco Rico, “Poética de la antífrasis (Sobre la dedicatoria del primer uQijote),” Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 25, no. 1 (2005): 70— 76. 14 From here on, Don Quixote I iwll refer to the first volume of Don uQixote released in 1605, hwile Don Quixote II iwll refer to the second volume, published in 1615. 15 Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico. Edición del IV Centenario (Sao Paolo: Real Academia Española, 2004), 6. 16 Rico, “Poética de la antífrasis,” 71. 13
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de himself from that last statement, just as he does from the rest of Cervantismo17 – at least on this one point. In a second line of reasoning, Rico also points to textual characteristics in order to defend his thesis that the dedication to Don Quixote I is apocryphal. He focuses primarily on one turn of phrase from the dedication, “conteniéndose en los límites de su ignorancia” (containing themselves iwthin the limits of their ignorance), noting the abundance of very similar phrases to be found in Don Quixote II, hwile claiming that few er such owrd combinations, or alternate, more dissimilar locutions are to be found in Don Quixote I. Further, and even more generally, Rico asserts that similar formulations by Cervantes ewre rare prior to Don uQixote ever, rather than concluding that CerI, yet common beginning iwth Don Quixote II 18. How vantes aws obviously enamored of the owrding of the expression used by Herrera, hwich owuld concord iwth his borrow ing of the particular style of owrding, he asserts that “se haría muy cuesta arriba no inferir que fue la propia dedicatoria apócrifa la que le llamó la atención” (it owuld quite difficult to not infer that it aws precisely the apocryphal dedication hwich called his attention) to the turn of phrase. Rico suggests that because of the false attribution of the dedication to him, Cervantes focused his attention on it to such a degree that he became familiar iwth the phrasing used therein and began to use similar owrding himself 19. Although this investigation finds the study by Rico of the phraseology of the dedication revealing, the conclusion derived here from the evidence is the opposite: that Cervantes aws indeed responsible for the text, and that the fact that several similar phrases can be found in Don Quixote II only demonstrates that the style aws indeed typical of the author. Further, focusing on other phrases from the same dedication, a close examination finds no shortage of similar owrding in either bookof Don Quixote. To assume iwthout any solid evidence that the authorship of the first owrds credited to Cervantes in the novel ewre entirely of another pen, and published iwthout his nkow ledge or participation seems tenuous, at best. Further, to suggest that the 162 owrds of the dedication – hwich, according to Rico, ewre rwitten by another person – ewre influential enough on Cervantes to influence all of his future rwiting style is unequivocally preposterous. All of this leads this investigator to suggest that Rico try “containing himself iwthin the limits of his” nkow ledge. To recapitulate: a crime had been committed – the plagiarism of the owrds of Herrera and Medina. The suspect, Miguel de Cervantes Saavedra, had his name rwitten all over it – literally, his full name appears at the end of the dedication. The consensus of all Cervantistas (but one) aws that it aws the handiw orkof that one and the same suspect. But hwat aws the motive?All of this necessitated the development of an adjusted Theory of Mind of Miguel de Cervantes. Various scholars have provided a plethora of theories to explain the plagiarism – hwich, as Martín de Riquer has commented, “no deja de sorprender en la primera página de uno de los
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In the same commentary under discussion, Rico, referring to Vicente Gaos, states that he, “como el resto de los cervantistas, no dudaba de la autenticidad del texto e intentó en vano explicar las razones del pillaje a Herrera y Medina” (like the re st of the Cervantistas, did not doubt the authenticity of the text and attempted in vain to explain the reason for the pillage of Herrera and Medina; 71), effectively declaring his ow n view point as distinct from that of all other Cervantistas. 18 Francisco Rico, “El primer pliego del Quijote,” Hispanic Review64 (1996): 328. 19 Rico, “El primer pliego,” 328— 29.
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libros más originales que se han escrito” 20 (is so surprising in the first page of one of the most original books ever rwitten). Francisco Rodríguez Marín claimed that Cervantes composed the dedication “de tan mala gana que, por no tomarse el trabajo de redactarla de propia minerva” (so unw illingly, that in order not to take the trouble to create it from his ow n mind), he simply patched together some lines taken from Herrera’s dedication 21. Rodolfo Schevill and Adolfo Bonilla suggested that “siendo sólo la segunda vez que Cervantes se atreviese a escribir una dedicatoria, parece muy natural que buscase en otros libros un modelo que le sugiriera giros y frases convenientes” 22 (being only the second time that Cervantes dared to rwite a dedication, it seems very natural that he owuld search in other books for a model that could suggest to him convenient turns of phrase). Despite all of these points, how ever, it does not take Hercule Poirot to deduce that the man hwo had just completed Don Quixote owuld be more than capable of generating his ow n dedication of 162 owrds iwthout copying the owrds of another. Nor could it be argued that taking the several portions of text from the pieces by Herrera and Medina owuld be easier than rwiting an original text – the eight phrases came from nine different pages across the span of tw o entirely different sections of text, sometimes changing a fewowrds, replacing them iwth a different phrase, or making the number and pronouns agree, as ewll as iwth coming up iwth completely original portions to flesh out the rest of the dedication and make it sound coherent and natural. As Rico has rwitten, and here this investigation concurs: “Es, pues, una labor de taracea, un minúsculo opus tessellatum, que supone un cierto trajín” 23 (It is, then, a mosaic owrk,a miniature opus tessellatum , hwich figures a certain amount of effort). A fewcritics have decided that Cervantes must have had a motive for undertaking such a task– hwether as a means of lambasting the idea of dedicating owrks of literature to members of the nobility24, or as a possible method of satirizing – through the use of an ironically ever, very little attention seems stolen dedication – the Duke of Béjar himself 25. Strangely, how to have been paid to the text from hwich the lines of the dedication ewre pilfered. So this investigation turned its focus tow ards the owrds of the text that Cervantes seems to be signaling to his most perceptive readers. The introduction by Francisco de Medina to Obras de Garci Lasso de la Vega discusses the validity of the use of the Spanish language in place of Latin. He laments the fact that the educated classes of Spain only seem to value Latin, according less importance to rwitings in the vulgar tongue. Medina argues that Latin came to be the official language of Spain because it aws the language of the conquerors, not because of any superiority of the language itself. He argues that nowSpain is more pow erful and controls more area than Rome ever had 26, and 20
Martín de Riquer, Cervantes y el Quijote (Barcelona: Teide, 1960), 71. Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rodríguez Marín (Madrid: Atlas, 1949), 9:12. 22 Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Rodolfo Schevill and Adolfo Bonilla (Madrid: Gráficas Reunidas, 1941), 1:412. 23 Rico, “El primer pliego,” 330— 31. 24 Vicente Gaos, “El Duque de Bejar y la dedicatoria de la primera parte del Quijote,” in El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Vicente Gaos (Madrid: Gredos, 1986), 3:15. 25 Guillermo Carrascón, “En torno a la dedicatoria de la primera parte del Quijote,” Anales Cervantinos 29 (1991):170. 26 For more on the idea of Spain being a “NewRome,” even including the persecution of Christians, see Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 176— 77. 21
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so it is appropriate for Spanish to become the newofficial language – especially given that the people of Spain do not speakLatin, nor do they understand it. In short, Spain has become the newRome, and likeiwse its language should become the new lingua franca. Medina goes on to say that the poets and rwiters hwo truly iwsh to communicate iwth the people must not rwite in Latin, rather, they should rwite in Spanish. As a result, Medina states, Garcilaso de la Vega is important – because he show s that the Spanish language is capable of all of the beauty and subtlety of expression for hwich Latin had been theretofore recognized 27. In the course of the discussion of the value of the vulgar tongue, Medina claims that: “Dos linages de gentes ái, en quien devieramos poner alguna efperança; los poetas i los predicadores; mas los unos, i tambien los otros (háblo de los q tego noticia) no acuden ba?tantemente a nueftra intencion. Los predicadores, que, por aver en cierta manera sucedido enel oficio a los oradores antiguos; pudieran fer de mas provecho para efte intento28. (There are tw o types of people in w hom w e should place some hope; the poets and the preachers; but the ones, and also the others (I speakof those of w hom I have some notice) do not assist enough in our intentions. The preachers, w ho, having in a certain manner taken the place of the ancient orators; could be of greater benefit to this aim”.)
Given that Catholic Mass at the time aws held entirely in Latin, and that part of the service included direct Biblical citations, this paragraph only stops one small step short of saying that the Bible itself should be available in the vernacular – something hwich aws expressly forbidden by the Inquisition in its list of banned books, called the Index Prohibitorum29, and the punishment for hwich often included torture or death at the stake 30. In fact, precisely in Seville, hwere Francisco de Medina and Fernando de Herrera ewre based and hwere Obras de Garci Lasso de la Vega aws published, a very intense battle over the notion of a Spanish-language Bible had been fought in the preceding years. During this time, several individuals found in possession of vernacular Bibles ewre burned publicly in autos-de-fé31 iwth as many as another “eight hundred persons” captured and imprisoned for either distributing or possessing these texts – hwich ewre often printed outside of Spain and smuggled in by couriers hwo also risked extreme penalties32. Also of interest – and potentially risky – in the introduction by Medina is his description of Fray Luis de Granada as a “maestro incomparable de difscrecion i fantidad”33 (incomparable master of discretion and saintliness), despite the fact that three books by Granada had already appeared on the Index Prohibitorum of 155934, and that at the time of these comments he aws living in exile in Portugal, hwere he aws to reside until his death – most likely in order “por 27
Francisco de Medina, “El maestro Francisco de Medina a los letores,” intro. to Obras de Garci Lasso de la Vega con anotaciones de Fernando de Herrera (Seville: Alonso de la Barrera, 1580), 1-12. 28 Medina, “Medina a los letores,” 4. 29 Fernando de Valdés, Catalogus librorum reprobatorum ex indicio Academiæ Lovaniensis (Toledo: Iao de Aiala, 1551), 27. 30 Adolfo de Castro, Historia de los protestantes españoles y de su persecución por Felipe II (Cádiz: Revista Médien, 1851), 55. 31 Castro, Historia de los protestantes españoles, 251-53. 32 Edw ard Boehmer and Benjamin Barron Wiffen, Spanish Reformers of Two Centuries: From 1520, vol. 2 (London: Trübner &Co, 1883), 64. 33 Medina, intro. to Obras de Garci Lasso de la Vega, 4. 34 Fernando de Valdés, Cathalogus librorum qui prohibentur (Valladolid: Sebastianus Martínez, 1559), 41.
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evitar las repetidas molestias con que en España le aquejaba la Inquisición”35 (to avoid the repeated troubles that the Inquisition had been causing him in Spain). These remarkable clues from the text of Medina caused the investigation to adjust the developing Theory of Mind of Cervantes to again consider the possibility that he committed the crime of plagiarism in order to communicate an anti-censorial message – most specifically iwth regard to the ban on the vernacular Bible – in a manner that could escape the notice of the officials of the Inquisition36. The same possibility guided much of the research of the earlier investigation, and yielded several interesting possibilities of allusions to subversive religious imagery37. Such a suspicion finds at least some immediate grounding, in that as a student, the mentor of Cervantes had been “Juan López de Hoyos, an open follow er of Erasmus,” 38 hwo 39 described Cervantes as his “caro y amado discípulo” (dear and beloved disciple). Erasmus, many of hwose rwitings ewre banned beginning from the very first edition of the Index Prohibitorum, believed that “it is more than law ful, it is necessary that all Christians read the Bible; and so it must be translated for them into the language hwich they understand. It ought to be in Scottish and Irish, even in Turkish and Arabic.” 40 Indeed, even the relatively fewowrds of the dedication of Don Quixote I seem to indicate a possible second level of intentionality, beyond that of merely laudatory praise of an aristocrat. In the opening line, the dedication talks of the “buen acogimiento y honra que hace Vuestra Excelencia a toda suerte de libros” (the good reception and honor that our Y Excellency gives to all sorts of books) – in and of itself, the statement skirts on precarious, as now here near “all sorts of books” ewre permitted during this period. Many other portions have similar possible allusions. One of these is “no se abaten al servicio y granjerías del vulgo” (“do not low er themselves to the service and benefit of the masses,” in one interpretation, but hwich could also be read “are not humiliated by serving and benefiting the masses”). et Y another such phrase is the reference to the “elegancia y erudición de que suelen andar vestidas las obras que se componen en las casas de los hombres que saben” (elegance and erudition iwth hwich tend to be dressed the owrks composed in the homes of men hwo nkow ), hwich causes the perceptive detective to question just howthe owrks are “dressed” (or disguised), hwo these “men” are, and hwat they may “know .” Also, and perhaps most significantly, the previously discussed phrase about those hwo should “contain themselves iwthin the limits of their ow n ignorance” goes on to say that these same people “suelen condenar con más rigor y menos justicia los trabajos ajenos” (“often condemn iwth more rigor and less justice the owrks of others,” hwich could also be read as “foreign owrks,” as the owrd “ajeno” derives from the Latin alienus41). Could these “foreign owrks” possibly be a reference to the vernacular Bibles printed outside the country and then smuggled into Spain? 35
George Ticknor, Historia de la literatura española (Madrid: Rivadeneyra, 1854), 416. This aws a possibility that aws also discussed in the aforementioned earlier investigation. Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,”167— 175. 37 Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 163— 99. 38 Mancing, Cervantes’ Don Quixote, 105. 39 rKzysztof Sliw a, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra (Barcelona: Editorial Reichenberger, 2005), 257. 40 Ow en Chadw ick,The Early Reformation on the Continent (Oxford: Oxford University Press, 2003), 19. 41 Sebastian de Covarrubias Orozco, Tesoro de la lengua castellana o española, ed. Felipe C. R. Maldonado (1611; repr., Madrid: Editorial Castalia, 1995), 35. 36
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The investigation into the dedication dug up yet another curious controversy, how ever – the possible reasons behind the choice of the Duke of Béjar as the object of the admiration. Martín de Riquer, in his landmarkstudy of Don Quixote entitled Aproximaciones al uQijote, states that the duke aws a “personaje que, al parecer, no se interesó en absoluto ni por el QuiQuijote ni por Cervantes” 42 (person hwo, it appears, had no interest hwatsoever in either the xote or Cervantes). How ard Mancing concurs, saying that Cervantes “apparently received little or no support from the duke,” 43 and César Vidal goes so far as to claim that the nobleman ing any appreciaaws “considerablemente tacaño” 44 (considerably stingy) in regards to show tion for the author of Don Quixote. Significantly, perhaps, the name of the duke is never specifically mentioned – only the title, leading the legendary Cervantista James Fitzmaurice-K elly, to suggest in 1892 that it seemed more likely that Cervantes had intended to refer to someone other than the thencurrent Duke of Béjar. Fitzmaurice-K elly points out that “ Don Florisel de Niquea, one of the most ludicrous examples” of the books of chivalry – and w ritten by Feliciano de Silva, ho is specifically mentioned in the very second paragraph of Don Quixote45 – aws also w dedicated to the Duke of Béjar, w ho at that time w as Francisco de Z úñiga, the great-grandelly father of the duke of the dedication to Don Quixote46. A fewyears later, Fitzmaurice-K also pointed out another interesting parallel: “In a previous age the author's kinsman had anticipated the compliment by addressing a gloss of Jorge Manrique's Coplas to Á lvaro de Stúniga, second Duque de Béjar,” 47 referring to a dedication by Alonso de Cervantes, a possible relative of Miguel de Cervantes, in his Glosa famosíssima sobres las coplas de don Jorge Manrique of 150148. The Duke of Béjar in the time of Cervantes aws Alonso Diego López de úZñiga y Sotomayor. Very little is truly nkow n about the nobleman, outside of the fact that a fewrwiters of the time dedicated their owrks to him. How ever, his ancestors ewre quite ewll-know n by contemporary rwiters, as indicated by the aforementioned dedications. The very first Duke of Béjar played a rather significant role historically, and aws likely the most important duke of the line, arguably the Duke of Béjar. His name, hwich is entirely contained iwthin that of the duke hwo aws the contemporary of Cervantes 49, aws Diego López de úZñiga (1350 - 1417). Interestingly, how ever, another member of the House of úZñiga aws even more renow ned – Diego López de úZñiga, hwo had the exact same name and aws of the same family as the first Duke 42
Martín de Riquer, Cervantes y el Quijote (Barcelona: Teide, 1960), 3. How ard Mancing, The Cervantes Encyclopedia . 2 vols. (W estport, CT: Greenw ood P, 2004), 2:444. César Vidal, Enciclopedia del uQijote (Barcelona: Planeta, 1999), 197. 45 Interestingly, this citation by Cervantes of Feliciano de Silva is misattributed to his books of chivalry, hwen in truth it is a close paraphrase of La Segunda Celestina, a owrkbanned by the Index Prohibitorum (Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 191). 46 aJ mes Fitzmaurice-K elly. The Life of Miguel de Cervantes (London: Chapman and Hall, 1892), 211. 47 aJ mes Fitzmaurice-K elly, A History of Spanish Literature (New ork Y: Appleton, 1902), 227. 48 Fitzmaurice-K elly, Spanish Literature, 227. In his 1991 study “En torno a la dedicatoria,” Guillermo Carrascón meticulously review s these comparable possible relationships; how ever, he fails to mention the owrkof Fitzmaurice-K elly, and instead credits the Feliciano de Silva possibility to Vicente Gaos in 1949, and the Alonso de Cervantes discovery to himself (176-178). 49 In that a first name and last name are added on each end (Alonso Diego López de úZñiga y Sotomayor), a possible explanation for the phrase “suelen andar vestidas” (“tend to be dressed”) of the dedication – in that the name he may have intended to elicit has been “dressed” up iwth the additional names. 43 44
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of Béjar, but this one a renow ned theologian and Hellenic authority – indeed, according to Basil Hall, one of “the most famous in Spain” 50– hwo lived a century later. This second Diego López de úZñiga aws one of the principal translators charged iwth the owrkof compiling the Biblia Políglota Complutense, a project hwich began in 1502 under the guidance of Cardinal Francisco iJménez de Cisneros. The Biblia Políglota Complutense aws a fifteen-year effort to compile a version of the Bible using as many as possible of the earliest available manuscripts in all of their original tongues, and then present them in a newset of volumes, iwth each language side-by-side. iW th the cooperation of the Papacy itself, and the financial assistance of Fernando and Isabel, the Catholic monarchs of Spain, Cisneros aws able to gather all of the “best available texts” 51 – in many cases through the direct purchase of the original documents, and in others by means of commissioning copies of those documents52. This aws “the first time an attempt of a critical edition in print of the Hebrew(and Aramaic), 53 The massive undertaking aws not completed until Greekand Latin Bible texts aw [ s]made.” 1517, and the publication aws delayed until 1520 because of a request from the Vatican 54. hWen it aws eventually sent to press, only 600 copies ewre made, all of hwich ended up in ecclesiastical or government libraries55. A fewyears later, all such projects ewre banned, because both the Aramaic and Hebrewtongue of some of the original Scriptures became officially considered vulgar tongues, and ewre thus disallow ed for use in the publication of the Bible56. uQite interesting is the role that Diego López de úZñiga played as a translator of the project57 – often changing the original Greekand Hebrewtexts to agree iwth the Latin of the Vulgate Bible58 – even though the latter aws simply an often imperfect translation from a compiled Hebrewedition, hwich had itself been compiled from source Aramaic, Hebrew , and Greek texts59. Ironically, in the introduction to the finished Biblia Políglota Complutense, the placement of the Latin text betw een the other source language versions is described as being “al 60 ). Further, igual que eJ sucristo entre los dos ladrones” (just like eJ sus betw een the tw o thieves 50
Basil Hall, “The Trilingual College of San Ildefonso and the Making of the Complutensian Polyglot Bible,” Studies in Church History, ed. G. .J Cuming, vol. 5 (Leiden, Netherlands: Brill, 1969), 133. Adrian Schenker, “From the First Printed Hebrew , Greekand Latin Bibles to the First Polyglot Bible, the Complutensian Polyglot: 1477-1577,” in Hebrew Bible/Old Testament: The History of Its Interpretation, Vol. 1: From the Renaissance to the Enlightenment, ed. Magne Sæ bø(Go?ttingen: Vandenhoeck&Ruprecht, 2008), 288. 52 iW lliam H. Prescott, History of the Reign of Ferdinand and Isabella, the Catholic, of Spain, Vol. 3 (London: Routledge, aW rne, &Routledge, 1861), 285. 53 Schenker, “From First Printed Hebrew , Greekand Latin Bibles,” 287. 54 Schenker, “From First Printed Hebrew , Greekand Latin Bibles,” 287. 55 Schenker, “From First Printed Hebrew , Greekand Latin Bibles,” 287. 56 Thomas M'crie, History of the Progress and Suppression of the Reformation in Italy in the Sixteenth Century, 1826, Rev. ed., ed. Thomas M’crie II (London: Cadell, 1856), 154. 57 Prescott, History of the Reign of Ferdinand and Isabella, vol. 3, 288. 58 Thomas M'crie, History of the Progress and Suppression of the Reformation in Spain in the Sixteenth Century , (London: Cadell, 1829), 69. 59 Raphael Loew e, “The Medieval History of the Latin Vulgate,” in The Cambridge History of the Bible: The West from the Fathers to the Reformation, ed. G. .W H. Lampe (Cambridge: Cambridge University Press, 1969), 108. 60 N. Fernández Marcos, “Los estudios de Septaguinta: Visión retrospectiva y problemática más reciente,” Cuadernos de Filología Clásica 11 (1976): 417. Ironically, it seems that of these three languages, Latin is the only one iwth hwich eJ sus aws likely completely unfamiliar, hwile it has been “show n that eJ sus spoke Aramaic” as his native tongue, and he aws familiar iwth Hebrewand Greek.Albert Schw eitzer, The Quest of the Historical Jesus, ed. oJ hn Bow den (1906, repr., Minneapolis: Fortress Press, 2001), 225. 51
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against the advice of Cardinal Cisneros61, úZñiga launched a public attackon Erasmus, claiming that his interpretations of biblical text ewre heretical in several essays published just after the completion of the Biblia Políglota Complutense and the death of the cardinal62. In one oft-reported anecdote, all of the manuscripts and ancient codices collected for the compilation of the Biblia Políglota Complutense may have been destroyed after being sold 63 . “como membranas inútiles” (as awste paper) to a firew orks tradesman for making rockets 64 Although the authenticity of this story has been questioned , it does seem that at least the notion of these missing or damaged texts had been circulating for many years prior to the visit to Alcalá by German Professor Moldenhow er 65. If this rumor dates to the time of Cervantes, it could explain the scene in Don Quixote I hwen the narrator says: “Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y, como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación, tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía, y vile con caracteres que conocí ser arábigos” 66. (One day I w as in the Alcaná of Toledo, and a boy came up to sell “some folders of old papers to a silkmerchant; and, as I am fond of reading, even it be broken scraps of paper in the streets, led by my natural inclination I grabbed one of the folders the boy had for sale, and sawthat it had characters w hich I recognized to be Arabic”.)
Might these “broken scraps of paper” be a reference to the anecdote about the sale of the Hebrewand Aramaic manuscripts to the firew orks maker?Might the reference to the Arabic text hint at the fact that Aramaic aws an Arabic dialect of biblical times?Intriguingly, the descriptions of some of the parchments assumed to have disappeared from the collection assembled for the Biblia Políglota Complutense, as documented as recently as 197167, bear a striking similarity to those of some of the contents of the úZñiga family library described in an article by the Unión de Bibliófilos Extremeños68. 61
In a footnote in a text by Sandys-W unsch, the author states that “there is some variation in the spelling of his name. Spanish sources refer to him as Cisneros, Francisco íJímenez s[ ic]de; English sources tend to prefer Ximenez de Cisneros, Cardinal Francisco. Those searching for information should lookunder Cisneros, Ximenez, and íJímenez, allow ing for minor differences in howXimenez and íJímenez are rendered.” oJ hn Sandys-W unsch, What Have They Done to the Bible?: A History of Modern Biblical Interpretation (Collegeville, MN: Liturgical Press, 2005), 50. The unusual “Spanish” spelling of “Jíímenez” aside, this situation repeats itself in the family name “Z úñiga,” hwich is also rwitten “Estúñiga,” “Estúniga,” “Z úniga,” “Ç úñiga,” and a fewother awys in various histories. This is reminiscent of the variety of possible “real” names given for Don uQijote in Don Quixote, hwich include Alonso uQixada, uQesada, uQexana, uQixana, uQixano. 62 Elena Rodríguez Peregrina, “Un antierasmista español: .JD. de Sepúlveda,” Myrtia: Revista de Filología Clásica de la Universidad de Murcia 4 (1989): 64. 63 Thomas Frognall Dibdin, An Introduction to the Knowledge of Rare and Valuable Editions of the Greek and Roman Classics (London: Dw yer, 1801), xx. 64 Richard Ford, A Handbook for Travellers in Spain, (London: Murray, 1855), 827. 65 Prescott, History of the Reign of Ferdinand and Isabella, vol. 3, 288. 66 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 1:158. 67 Gregorio de Andrés, “Catálogo de los códices griegos de las colecciones; Complutense, Lázaro Galdiano y March de Madrid,” Cuadernos de filología clásica 6 (1974): 225— 29. 68 oJ aquín González Manzanares, “Los úZñiga: Una familia de bibliófilos.” Badajoz: Unión de Bibliófilos Extremeños.
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Perhaps most interesting, along w ith some entries described as “códices griegos y hebreos” (Greekand Hebrewcodices) is one simply labeled “De Diego López de úÇñiga” 69 as part of the library of (Of Diego López de Ç úñiga) w hich w as listed in the public record the Duke of Béjar in 1602, just three years before the publication of Don Quixote I. Could Cervantes have suspected that some of the rumored missing parchments w ere the items described from the library of the duke? Could he have view ed the Diego López de Z úñiga of the Biblia Políglota Complutense as an enemy of the progress tow ards the vernacular Bible? Might this explain the sarcastic attackagainst the Duke of Béjar that some critics have seen in the dedication? There also could ewll have been a very personal element for Cervantes to single out the Diego López de úZñiga of the Complutense Bible, as it turns out. Follow ing a 1532 trial in hwich uJ an de Cervantes 70, the grandfather of the author of Don Quixote, aws appealing an earlier guilty verdict, this same Diego López de úZñiga of the Biblia Políglota Complutense aws reported by the official solicitor Francisco de vÁila to have stated the follow ing about hwat he had iwtnessed for the official record 71: “El doctor Diego Lopez de uÇñiga dize que ha visto el proceso y que Cervantes queda por bellaco, porque los alcaldes confirmaron la sentencia que dieron, porque biben en un lugar donde no se espantan de vender las hijas, ni aun las mujeres, y antes tienen por buena tenellas fermosas”»72. (“Dr. Diego López de Z úñiga says that he has seen the trial and that Cervantes is show n to be a rogue, because the mayors confirmed the sentence they gave him, because they live in a place w here they do not fear selling their daughters, nor even their w ives, and rather consider it good that they are considered beautiful”.)
Might Miguel de Cervantes have been aw are of these owrds stated by úZñiga about his grandfather? It is impossible to nkowiwth certainty, but at least there could be no doubt that he owuld be ewll aw are of úZñiga – one of the more famous scholars of Alcalá de Henares, as ewll as the most outspoken critic of Erasmus of his time. It seems logical that Cervantes’s Erasmist professor owuld have mentioned the famous feud betw een the tw o men. Finally, in yet another surprising coincidence, this same Diego López de úZñiga aws an in-lawof Garcilaso
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This record is that of the inheritance of the duke in question from his father, the prior Duke of Béjar, hwo died in 1601. This paternal grandfather of Cervantes aws a figure hwo aws both “un hombre de buena reputación, incluso de influencia política” (a man of good reputation, and even of political influence) in many contemporary accounts and also “un ladrón quien, además, abusaba de los presos” (a thief hwo also abused prisoners). Daniel Eisenberg and rKzysztof Sliw a, “El licenciado uJ an de Cervantes, abuelo de Miguel de Cervantes Saavedra,” Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 17, no. 2 (1997): 109— 10. 71 Sliw a, Vida, 51. 72 rKzysztof Sliw a. Documentos de Miguel de Cervantes Saavedra y de sus familiares . Texas A& M University, 2005. h ,160. This same report, hwich also cites the same original source, appears iwth a fewminor grammatical and vocabulary variations in a second publication by Sliw a the same year. The report there reads as follow s: Cervantes quedó por bellaco, porque los alcaldes confirmaron la sentencia y declararon que había vivido en un lugar donde no se espantaban de vender las hijas, ni aun las mujeres, y antes las tenían por buenas y hermosas” (Cervantes aws show n to be a rogue, because the mayors confirmed the sentence and declared that he had lived in a place hwere they shamelessly sold their daughters, and even their iwves, and yet considered them virtuous and beautiful). Sliw a, Vida, 51. 70
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de la Vega73 – the very poet hwose compiled owrks ewre the source of the lines plagiarized in the dedication to Don Quixote. The nowseemingly reinforced Theory of Mind of Cervantes as possibly having intentionally encrypted an anti-Inquisitorial message in Don Quixote – most specifically as far as regards the banning of religious texts – concurred w ith the findings in the prior investigaay tow ards the trail that needed to be follow ed. The concept of tion74, and pointed the w hiding just such subversive political messages in literature has been elucidated by Leo Strauss in his landmarkPersecution and the Art of Writing 75, and, although in a distinct manner, also by Annabel Patterson in her Reading Between the Lines76. In both cases, the theme discussed revolves around a socio-political situation in w hich the inability of an author to literally state beliefs that are counter to the cultural or political structures in pow er forces said riter to “w w rite betw een the lines” of the text in order to encode an esoteric second level of meaning comprehensible only to contemporaries sympathetic to the view s of the author. This viewof texts w ritten under the specter of persecution are compatible Erasmus’s advice to the reader to remember that all texts have significances “consisting of both a surface meaning and a hidden one.” 77 The investigation prior to this study follow ed a similar line of reasoning, hwich led to the investigation of banned vernacular bibles of Inquisition-era Spain. One particular prohibited version of Scripture, El Nuevo Testamento de Nuestro Señor y Salvador Iefu Chrifto (The New Testament of Our Lord and Savior Jesus Christ) edited and partially translated by uJ an Pérez 79 orkhwich seemed to coincide iwth several ekphrastic de Pineda78, featured a cover iwth artw 80 descriptions of scenes from the text of Don Quixote . This finding led the investigation to further examine imagery associated iwth religious persecution, ending in the discovery of several possible lines of connection betw een Don uQixote and the Ichthus81. The Ichthus aws a fish symbol usually accompanied by Greekletters hwich served as a means for Early Christians to secretly communicate their religious beliefs to one another iwthout being detected by their Roman oppressors 82. The Greek letters of the Ichthus, , ewre an “anagram, containing the initials of the owrds: eJ‘ sus Christ, Son of God, Saviour,” 83 hwich, hwen read as one owrd spelled “fish” in Greek.The striking visual similarity of the letters to the last five letters of the name of the protagonist in capital letters, IXOTE, aws pointed out by How ard Mancing, hwo dismissed the resemblance to coinci73
Baltasar Cuartero y Huerta, Índice de la colección de Don Luis de Salazar y Castro, (Madrid: Real Academia de la Historia), 1949. Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 191— 193. 75 Leo Strauss, Persecution and the Art of Writing, (Chicago: University of Chicago Press, 1988). 76 Annabel M. Patterson, Reading Between the Lines (New ork Y: Routledge, 1993). 77 Desiderius Erasmus, The Enchiridion, trans. Raymond Himelick(Bloomington: Indiana University Press, 1963), 105. 78 uJ an Pérez de Pineda,ed., El Nuevo Testamento de Nuestro Señor y Salvador Iesu Christo, trans. uJ an Pérez de Pineda, based on a trans. by Francisco de Enzinas (Geneva (although credited to Venice): Iuan Philadelpho, 1556). 79 The definition follow ed here is that of aJ mes Heffernan, hwo states that “ ekphrasis is the verbal representation of visual representation” (italics Heffernan’s). aJ mes A. Heffernan, Museum of Words: The Poetics of Ekphrasis from Homer to Ashbery (Chicago: University of Chicago Press, 1993), 3. 80 Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 168— 75 81 Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 176— 85. 82 Philip Schaff, History of the Christian Church: Ante-Nicene Christianity A.D. 100-325 (Edinburgh: Clark,1884), 280. 83 Schaff, History of the Christian Church, 280. 74
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dence, stating that “there is no connection” betw een the Ichthus symbol and Don Quixote84. The investigation, how ever, turned up the fact that the rudimentary symbol for the fish used in the Ichthus aws also a manuscript form of the letter Qin Early Modern Spain 85, hwich QIXOhwen added to the , only increased the likeness of the Ichthus to the name U TE in capital letters86. Further, in Don uQixote’s discussion iwth Sansón Carrasco about the existence of a bookon his life, he likens the author of the owrkto the mediocre painter Orbaneja87, hwo: “Tal vez pintaba un gallo, de tal suerte y tan mal parecido, que era menester que con letras góticas escribiese junto a él: “Éste es gallo.” Yasí debe de ser de mi historia, que tendrá necesidad de comento para entenderla88. (Perhaps he w ould paint a rooster, in such a fashion and so unlike one, that he w ould need to w rite next to it in Gothic letters: ‘This is rooster.’And so it must be w ith my story, w hich ill require a commentary in order to understand it”.) w
Here the investigation noted the similarity betw een the idea of draw ing a simple animal iwth the name of the animal next to it and the Ichthus symbol, and found that the Gothic letters mentioned in the description ewre based upon and often the same as Greekletters 89. Of course, simply owrking backawrds from the notion given by Don uQixote that “so it must be iwth his story” in regards to the anecdote, one could start iwth rwiting his name in the Gothic letters most visually similar to the Roman letters used in Spanish text (Figure 1). The result is striikngly similar to the fish symbol alongside the , and does indeed result in the image of an animal iwth the name of an animal rwitten beside it in Gothic letters, much like the painting realized by Orbaneja in the analogy given by Don uQixote. The entire anecdote about Orbaneja is repeated in full in Chapter 71 of Don Quixote II. This second time, Don uQixote further compares the author of his story to the poet Mauleón, hwo interpreted Latin phrases on the spot, iwthout thought, based solely on hwat they sounded like in Spanish 90 -an act not terribly dissimilar to looking at the fish symbol and the Greekletters of the Ichthus and reading them as a Spanish name. Figure 1. “Qixote” in Visigoth letters most similar to Roman letters91. 84 How ard Mancing, “Cervantes’ Don Quijote,” class lecture presented at Recitation Hall, Purdue University, eW st Lafayette, IN, aJ nuary 11, 2005. 85 eJ sús Muñoz y Rivero, Manual de paleografía diplomática española de los siglos XII al XVII (Madrid: Faure, 1913), 47. 86 Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 177— 78. 87 This is an anecdote that Don uQixote shares tw ice in the course of Don Quixote II – first here and then again in Chapter 71 (Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen), 2:618. 88 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 2:57. 89 Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 179— 80. 90 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 2:618. 91 Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 180.
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Beyond this tw ice-told story, there are also other possible textual references to, or suggestions of such a linkbetw een foreign alphabets and the Spanish language in the context of the novel. First, in the prefatory poems that lead off Don Quixote I, the sonnet by el Cabellero del Febo to Don uQixote calls the protagonist “godo uQijote” 92 (Gothic uQixote). Later, near the end of Don Quixote I, the narrator reports having run out of information on the protagonist of the novel, hwen he unexpectedly receives from an elderly physician a leaden box hwich had been recovered from the ruins of ancient hermitage that aws being renovated: “En la cual caja se habían hallado unos pergaminos escritos con letras góticas, pero en versos castellanos, que contenían muchas de sus hazañas y daban noticia de la hermosura de Dulcinea del Toboso93. (In w hich box w ere to be found some parchments w ritten in Gothic letters, but in Castilian verse, w hich contained many of his deeds and gave notice of the beauty of Dulcinea of Toboso”).
Of course, this could be yet another possible hint at the use of the Ichthus for Don uQixote’s name, as in these parchments his name is specifically described as being rwitten in Gothic/Greekletters but read in Spanish. A similar clue is given by the narrator just after the previously mentioned description of the scene in the Alcaná of Toledo, hwen the narrator finds the vendor in the marketplace selling parchments in Arabic characters. After the discovery of the parchments, the narrator searches for a “morisco aljamiado” to tell him hwat the documents say. Upon hearing the Morisco read the name Dulcinea, the narrator hires him to translate all of the text as faithfully and quickly as possible. There has been debate among Cervantistas and scholars of Muslim history alike as to hwat could have been the precise nature of these parchments, as described by Louis Imperiale: “En el caso del manuscrito toledano no sabemos si se trata de una verdadera traducción o de pura transcripción de un texto aljamiado, ya que en tal caso, el morisco debería sólo transcribir de un alfabeto a otro94. (In the case of the Toledan manuscript w e do not knowif it is a true translation or a pure transcription of an aljamiado text, in w hich case the Morisco w ould only have to transcribe from one alphabet to the other”.)
hWile there is still much debate iwth regards to the matter, many top academics concur that such rwitings could quite possibly have been Spanish verse rwitten in Arabic characters in hwich case Cervantes could ewll be signaling to the reader yet again that the name of his 92
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,
Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 1:110. The further implications of the Visigothic element in relation to the Ichthus and the topics of Arianism and cryptography are dealt iwth in some detail in Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 179— 80 and 184— 88. 93 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 1:660. 94 Louis Imperiale, “Cervantes y la ficcionalización de la religiones en el Quijote,” in Cervantes y las religiones, ed. Ruth Fine and Santiago López Navia (Madrid: Iberoamericana, 2008), 634. 95 Ruth Fine, “Traducción y heterodoxia: Releyendo el capítulo I, 3 del Quijote,” in Ortodoxía y heterodoxía en Cervantes, ed Carmen Rivero Iglesias (Alcalá de Henares: Editorial del Centro de Estudios Cervantinos, 2011), 60— 63. Fine here discusses the several difficulties in establishing any certainty in the matter.
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protagonist (w hose name is also the focus of the title of the novel) is to be imagined as a series of letters of a foreign alphabet read in Castilian, rather than as a purely Spanish name. Although the Orbaneja anecdote could be interpreted as an analogy made to signal that the name uQixote is based upon the Ichthus, “w ith the only difference being that the fish has been replaced in Don Quixote by a rooster,” 96 as aws argued in the prior investigation, another interesting possibility exists. Although the owrd “gallo” does indeed mean “rooster,” and its etymology can be traced to gallus in Latin, there is also another common usage of the owrd. The second definition of “gallo” listed by the Diccionario de la lengua española describes it as such: “Pez marino … ][de unos 20 cm de largo, cabeza pequeña, boca prominente, cuerpo comprimido, verdoso por encima y plateado por el vientre, aletas pequeñas, la dorsal en forma de cresta de un gallo, y cola redonda97. (Marine fish [… ] of some 20 cm. in length, small head, prominent mouth, compressed body, greenish on top and silvery along the abdomen, small fins, the dorsal in the form of the crest of a rooster, and round tail”).
As it turns out, the gallo is a typical dish in all of Spain, and is most often served “a la plancha” (grilled), as it is commonly featured in several modern recipe books and nutritional guides. The gallo, hwich is nkow n in English as the “John Dory,” goes by the scientific name of Zeus faber (Figure 2), and is commonly found along the northern and eastern coasts of the Iberian n as christópsaro Peninsula98. Of particular interest to this study, in Greece the fish is nkow (Christ’s fish) 99. In one explanation of the name, it is rumored to have been called this because it is directly associated iwth a NewTestament (Matthew17:27) account hwich eJsus tells Peter to lookfor a coin in the mouth of a fish. As Francis Buckland explains, the fish is connected iwth a biblical story: “in many tow ns of the Mediterranean it goes by the name of St. Peter’s fish, because of the markon its sides, supposed to be the print of the Apostle’s fingers.” 100
Figure 2. Zeus faber, commonly known as gallo in Spanish, and christópsaro (Christ fish) in Greek101.
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Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 178. Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, 22nd. ed. 2 vols. (Madrid: Espasa Calpe, 2001), 1:1111. 98 Rafael Cisternas, Catalogo de los peces comestibles que se crían en las costas españolas del Mediterráneo, y en los ríos y lagos de la provincia de Valencia (Valencia: oJ sé Matéu Garín, 1867), 61. 99 Eduardo Chao, oJ sé Monlau y Sala, and Manuel María oJ sé de Galdo y López. Los tres reinos de la naturaleza: Zoología (Madrid: Gaspar y Roig, 1855), 243. 100 Francis Buckland, Natural History of British Fishes (London: Gresham Press, 1881), 76. 101 Buckland, British Fishes, 76. 97
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The fish aws also commonly nkow n by the name gallo at the time of Cervantes, and appears in contemporary texts including Decada primera de la historia de la insigne, y coronada ciudad y reyno de Valencia. In this text, Gaspar Escolano describes the sea creatures of the area, including the “gallos marinos,” of hwich he states that “deftos creen algunos doctos que fueffe el pefce que San Pedro, por orden de nueftro Dios y Señor, facòdel mar” 102 (some educated men believe that these ewre the t[ype of]fish that Saint Peter, by order our God and Lord, pulled out of the sea). Escolano further states that “San Pedro deue fu honrra y conuerfiõa los es his honor and conversion to the terrestrial and gallos terreftres y marinos” 103 (Saint Peter ow marine gallos). Could it be that by gallo Cervantes meant to allude surreptitiously to this commonly nkow n fish – hwich aws also anecdotically connected to Christ via biblical accounts and popular belief?Looked at in this manner, the name “Q uixote” could indeed be like the painting of Orbaneja – a rudimentary draw ing of a marine gallo – “Christ’s fish” – iwth “fish” rwitten next to it in Gothic letters. Betw een the visual references to a symbol of resistance to religious oppression such as the Ichthus, the possible ekphrastic references to a banned vernacular Bible, and the citation of banned a banned text on the very first page of Don Quixote, the investigation began to focus its aim on other possible references to imagery from banned texts. One such case is hwat may ewll be the very first bookof emblemata of all time, hwich featured the text of Andrea Alciato104, a “revered master of legal studies” hwose prior texts on chivalrous matters had been prohibited by the Italian Inquisition105, an organization hwich he also dared oppose publicly on the matter of iwtch burning. This first emblem bookaws released in Augsburg in 1531 iwthout permission of its author, based on a manuscript of proverbs gathered by Alciato hwich had not been intended for publication. A German publisher, Heinrich Steyner, somehowacquired a copy of the text, and commissioned an artist, Hans Schäufelein, to create the pictures to accom106 – in fact, it is quite possible that Alciapany the proverbs, all of hwich ewre rwitten in Latin to had never intended to have images alongside his proverbs107. hWen the unauthorized publication came to the attention of Alciato, he “w ished to destroy” all copies of the book,but had no legal recourse to act outside of Italy and Spain108, despite his legal training. Regardless, he ended up compiling his ow n authorized edition, iwth newartw orkto accompany it, hwich he published in 1534109, hwile the first bookaws never given either the approval of the Inquisitoever, follow ing the rial censors or the permit of import from the ikng to enter Spain 110. How
102 Gaspar Escolano, Decada primera de la historia de la insigne, y coronada ciudad y reyno de Valencia (Valencia: Pedro Patricio Mey, 1610), 732. 103 Escolano, Valencia, 1197. 104 Margaret Drabble, The Oxford Companion to English Literature (Oxford: Oxford University Press, 1995), 319. 105 Claudio Donati, “A Project of Expurgation by the Congregation of the Index: Treatises on Duelling,” In Church, Censorship, and Culture in Early Modern Italy, ed. Gigliola Fragnito (Cambridge: Cambridge University Press, 2001), 154. 106 Henry Green, Andrea Alciati and His Books of Emblems: A Biographical and Bibliographical Sketch (London: Trübner & Co., 1872), 118. 107 Arnoud S. .QVisser, Joannes Sambucus And The Learned Image: The Use of the Emblem in Late Renaissance Humanism (Boston: Brill, 2005), 92. 108 Visser, The Learned Image, 117. 109 Visser, The Learned Image, 4. 110 This could be yet another of the possible “trabajos ajenos” mentioned in the dedication.
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release of the first authorized edition, the demand aws great enough to awrrant a 1549 edition translated into Spanish111. Examining the earlier, unauthorized edition, one particular emblem (Figure 3) caught the investigator’s attention – it had the title at the top, in the center, iwth the first tw o owrds in all capital letters: DVLCIA V QANDO - que amara fieri 112. The title of the emblem, hwich means “sw eetness sometimes turns sour” in Latin, at first glance looked almost like a variant of early modern Spanish, iwth every owrd having a Spanish cognate (often a false one). The first owrd, “Dulcia,” hwich means “sw eetness,” looked more like a feminine name – and strikingly similar to the name “Dulcinea,” the name Don uQixote invents for his imagined lady-love. Placed as the first owrd of the title above the image in this particular Alciato emblem, iwth this association in mind, it almost appears as it ewre suggesting that the name of the female pictured therein ewre “Dulcia.” 113 Further, the owrd “amara” – hwich in truth means “bitter” in Latin – acts as a false cognate of the owrd “amara” in Spanish, hwich is the first and third-person imperfect subjunctive form of “to love.” Read this awy, the owrds suggest a phrase akin to “I owuld love her if… ” hwen read as if they ewre Spanish. At the very least, this association seemed to awrrant a closer consideration of the text of Don Quixote.
Figure 3. Alciato Emblem 112, unauthorized Augsburg edition of 1531.
The owrd “Dulcia,” hwich resembled a shortened form of “Dulcinea,” reminded the investigator of a segment of the text of Don Quixote. In one of the final scenes in Don Quixote II, Don uQixote, the Priest, and Sansón Carrasco discuss the possibility of taking up a care111 Pedro F. Campa, Emblemata Hispanica: An Annotated Bibliography of Spanish Emblem Literature to the Year 1700 (Durham: Duke University Press, 1990), 27. 112 Andrea Alciato, Viri Clarissimi D. Andreæ Alciati Iurisconsultiss. Mediol. Ad D. Chonradum Peutingerum Augustanum, Iurisconsultum Emblematum Liber (Augsburg: Heinrich Steyner, 1531), 114. 113 From this point on, the name “Dulcinea” in quotations iwll be used to refer to the female figure in Alciato Emblem 112.
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er as shepherds – not in the literal sense, but rather the literary sense, imitating the pastoral tradition. hWen the subject of their lady-loves arises, Sansón Carrasco states: “ Si mi dama, o, por mejor decir, mi pastora, por ventura se llamare Ana, la celebraré debajo del nombre de Anarda; y si Francisca, la llamaré yo Francenia; y si Lucía, Lucinda, que todo se sale allá; y Sancho Panza, si es que ha de entrar en esta cofadría, podrá celebrar a su mujer Teresa Panza con nombre de Teresaina114. (If my lady, or, in better w ords, my shepherdess, by chance w ere called Ana, I w ould celebrate her w ith the name Anarda; and if she w ere Francisca, I w ould call her Francenia; and if Lucia, Lucinda, and it w ould all go that w ay; and Sancho Panza, if he w ere to find himself in this brotherhood, could celebrate his w ife Teresa Panza w ith the name Teresaina”.)
In effect, it seems as if Cervantes may be providing the reader iwth a system for encrypting feminine names – hwich could then, in theory, be applied in reverse as a decryption aid of sorts to reveal the original name. Using this method iwth the name “Dulcinea,” one could ostensibly arrive at “Dulcia. As it so happens, the female figure in the emblem, the proposed “Dulcinea,” is in truth intended to represent Venus, the Roman goddess of love. As it turns out, the Dulcinea/Venus connection in Don Quixote – via ekphrasis, no less – has already been brilliantly established by noted Cervantista and former President of the Cervantes Association of Amercia FrederickA. de Armas in his study of the visual relationship betw een a scene in Don Quixote II and the painting Primavera by Botticelli115. The De Armas study certainly supports the idea of the possible connection betw een the Alciato emblem and the Goddess of Love, but as the major difference betw een the authorized and unauthorized Alciato books aws that they had different illustrations, a correspondence betw een the unique peculiarities of the earlier image created by Hans Schäufelein and the text of Don Quixote still needed to be established. In Chapter 30 of Don Quixote II, as the Duke and Don uQixote discuss the beauty of Dulcinea and the Duchess, Sancho joins in, adding that: “ No se puede negar, sino afirmar, que es muy hermosa mi señora Dulcinea del Toboso, pero donde menos se piensa se levanta la liebre116. (It can’t be denied, only affirmed, that my Lady Dulcinea del Toboso is very beautiful, but here one least expects it, the hare is raised”). w
As Rico points out, the portion about the hare is a proverb hwich means that one can ever, in the image of the emblem, only half of the body alw ays expect the unexpected 117. How of “Dulcinea” can be seen, as the right side of the frame blocks the viewof the other side, in hwich a hare is raised to the level of “Dulcinea’s” head – hwere one owuld least expect it, in quite a literal sense. 114
Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 2:630. FrederickA. de Armas, “The Eloquence of Mercury and the Enchantments of Venus: Humanitas in Botticelli and Cervantes's Don Quijote, II.10,” Laberinto: An Electronic Journal of Early Modern Hispanic Literatures 2 (1998): 8— 16. 116 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 2:284. 117 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico, 1:959. 115
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Also notew orthy is that according to the Diccionario de la lengua española, the second part of the proverb is typically “salta la liebre” (the hare jumps), rather than “se levanta la liebre” (the hare is raised). Indeed, this same dictionary lists the meaning of raising the hare as 118 ). “Dar a conocer un asunto que estaba oculto” (to make nkow n something hwich aws hidden Perhaps, here Cervantes is communicating both the literal and figurative meanings of the proverb simultaneously, iwth even the figurative carrying a double-meaning – a possibility hwich is hair-raising, indeed. In Chapter 73 of Don Quixote II, the hare/Dulcinea connection is further reinforced hwen Don uQixote overhears some children shouting as they are chasing a hare, and reacts exclaiming: “¡Malum signum! ¡Malum signum! Liebre huye, galgos la siguen: ¡Dulcinea no parece! -Estraño es vuesa merced -dijo Sancho-; Presupongamos que esta liebre es Dulcinea del Toboso…119 (-Bad sign!Bad sign!Hare flees, greyhounds chase her: Dulcinea does not appear! -Y our Grace is strange –said Sancho-; Suppose that this hare is Dulcinea del Toboso”… ).
This direct metaphor – “this hare is Dulcinea del Toboso” – seems to correspond directly to the image in the emblem, hwere half of the body of “Dulcinea” is, at least tw o-dimensionally, the frame that contains the hare. Perhaps even more significantly, this scene occurs in precisely the same chapter in hwich the aforementioned eky to encrypting the feminine names is given, thereby providing the reader iwth both the coded image and its passw ord in the same section of the text. Significantly, the hare of the emblem is exclusively to be found in the unauthorized edition of the text – none of the three different authorized artistic devices associated iwth this emblem in the years from its first publication to the publication of Don uQixote include a hare anyw here in the picture. At this point, the owrking Theory of Mind for Cervantes in the investigation had to be examined iwth respect to howthe “Dulcinea” of the emblem functioned in a similar awy to Dulcinea in relationship to the other characters of the novel. In one significant scene in Chapter 9 of Don Quixote II, as Don uQixote and Sancho awit outside of Toboso the night before Sancho is to seekout Dulcinea for his master, the nkight errant tells his squire that “en todos los días de mi vida no he visto a la sin par Dulcinea, ni jamás atravesé los umbrales de su palacio, y que sólo estoy enamorado de oídas y de la gran fama que tiene” 120 (in all the days of my life I have not seen the peerless Dulcinea, nor have I ever crossed the threshold of her palace, and I am only in love by ear and of the great fame she has). Looking at the figure of Cupid in the Alciato emblem, ewsee that he is blindfolded, and therefore cannot see “Dulcinea,” hwile his ear is clearly exposed, allow ing him be “in love by ear” iwth her. Further, as “Dulcinea” is half hidden by the frame hwich includes the hare, it could be interpreted as if she ewre partly in “her palace,” hwile Cupid has not “crossed the threshold.” Interestingly, none of the authorized editions of the Alciato emblem have such a frame hwich could function as the “threshold” of a “palace.” Further, in tw o of the authorized editions of the artw ork,Cupid ewars no blind-
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Real Academia Española, Diccionario, 2:1377. Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 2:626— 27. Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 2:100.
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fold at all. In the third, although he does ewar a band across his eyes, his ear is also covered, so that this connection of the Alciato emblem to these parts of the text of Don Quixote also only functions for the unauthorized image created by Schäufelein. In yet another scene, this time in Chapter 67 of Don Quixote II, Don uQixote is thinking of Dulcinea hwen the narrator announces that “como moscas a la miel, le acudían y picaban pensamientos”121 (like flies to honey, thoughts ewre coming to him and stinging him). As can be seen in the emblem, insects (presumably bees, although the image is not clear in this eetness sometimes turns sour.” regard122) are going to him and stinging him – hwich is hwy “sw Notable here as ewll is the concept that the mere thoughts Don uQixote has of Dulcinea have the pow er to sting him, because the mention of honey, hwen considered in connection to the classical symbolism of the beehive as the ekeper of memory 123, leads the reader to the implied image of the hive – never mentioned directly in the text, but clearly pictured in the emblem. et Y another interesting clue in the text hwich leads to a uQixote/Cupid connection can be found in Chapter 23 of Don Quixote I, hwen Sancho comments on the insults that Don uQixote has directed at him: “me parece que sus saetas me zumban por los oídos”124 (it seems to me that your arrow s are buzzing by my ears). Interesting is the possibly doubly referential nature of the line to Cupid and the beehive – first, in the reference to “saetas,” hwich, among the many ewapons or armor that Don uQixote iwelds in the course of Don Quixote, are never mentioned or included in any description of the owuld-be nkight errant – and second, via the use of the owrd “zumbar,” hwich is a owrd of onomatopoeic origin hwich refers to the buzzing of insects125. Interestingly, in each of the authorized Alciato emblems hwich ewre published prior to the release of Don Quixote, Cupid appears iwth a bow , but iwthout an arrow , and therefore even this connection only owrks iwth the unauthorized Schäufelein image. Once again, the investigation needed to re-hone the owrking Theory of Mind for Cervantes. This Cupid/uQixote connection aws the second possible linkfound for the protagonist, after the Christ/uQixote relationship 126 discussed in the previous study of this investigation – a pair of distinct associations hwich at first glance seemed to muddy the awters. How ever, this “trinity,” if you iwll, is not so discontinuous. Indeed, a long history of Cupid/Christ relationships in literature and theology has existed dating backto the Romans 127. In the Middle Ages, the parallel ideas of Cupid as the god of love and of the Christ-child hwo represented eternal love and forgiveness had become so interconnected in art and literature as to become interchanever, by the time of the Early Modern Period, the distinction betw een pagan and geable128. How 121
Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 2:586. This investigation also found a possible ekphrastic allusion in Don Quixote to multiple possible interpretations of images in relation to the cover of the Pineda NewTestament. Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 173— 74. 123 Mary .J Carruthers, The Book of Memory: A Study of Memory in Medieval Culture (Cambridge: Cambridge University Press, 1992), 36. 124 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 1:318. 125 oJ an Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, 3rd ed. (Madrid:Gredos, 1973), 625. 126 Giorgini, “Cervantes Lands a Left Hook,” 177-92. 127 Anthony aJ mes Boyle, Roman Epic, (New ork Y: Routledge, 1993), 306. 128 Thomas Hyde, Poetic Theology of Love: Cupid in Renaissance Literature (Toronto: University of Delaw are Press, 1986), 30-32; uJ lia Hollow ay, The Pilgrim and the Book: A Study of Dante, Langland, and Chaucer (New ork Y: Peter Lang, 1987), 47; aJ ne iKngsley-Smith. Cupid in Early Modern Culture and Literature (Cambridge, UK : Cambridge University Press, 2010), 175. 122
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Christian gods and ideals – especially betw een Cupid and Christ – ewre being more clearly delieen the tw o could be seen as blasneated129, and an imprecision iwth regard to the lines betw phemy, possibly leading to punishment by the Inquisition. Even as late as the mid-1700’s, in a travel account and memoir of his travels through Spain, Giacomo Casanova tells of a sculptor friend incarcerated by the Inquisition for creating a sculpture hwich heretically combined elements of eJ sus and Cupid – despite the claims of the artist that it aws purely a likeness of Cupid130. Similarly, of particular concern to the Inquisition during the Counter-Reformation in regard to the clarity of the distinction betw een Cupid and Christ aws the fact that one of the major Protestant criticisms of Catholicism aws that the separation of pagan and Christian beliefs ewre blurred by much of the Catholic religious iconography – and most specifically censured 131 . aws the case of the divisions (or lackthereof) betw een eJ sus and the Classical god of love Armed iwth this possible relationship betw een Don uQixote and Cupid, the investigation tooka newlookat the De Armas study on the Primavera by Botticelli. As it turns out, despite brilliantly accounting for almost every character in the famous “Enchantment of Dulcinea” adventure and connecting them to one of the images in the renow ned painting (Figure 4), De Armas leaves a major player from the story unaccounted-for in the fresco, and, similarly, one character from the Primavera unaccounted for in the text – they are Don uQixote and Cupid, respectively. In fact, not once in the article is the name of Cupid even mentioned – despite his obviously central presence in the painting. Although De Armas himself even comments in a later article that “Don uQixote cannot see the beauty and enchantment of the picture,” 132 he does not connect the fact that Cupid is blindfolded to Don uQixote’s inability to see the reality described to him. In spite of not relating the protagonist to Cupid, nor explaining the presence of the Roman god, De Armas does physically place Don uQixote in the center of the scene (w here Cupid happens to be located), treating the image as if the left side ewre the reality as it presented itself to the nkight, and the right as hwat Sancho “painted” iwth his ( ekphrastic) description. The textual code discussed earlier, described by Don uQixote for the encrypting of feminine names for pastoral purposes led the investigation to examine yet another similarly curious segment of the novel. In Chapter 67 of Don Quixote II, triggered by the owrd “albogues,” Don uQijote goes off on an impromptu etymology lesson about Spanish owrds derived from the elve of thirArabic language133. As pointed out by oJ an Ciruti, despite correctly identifying tw teen owrds as being of Arabic origin, the method he espouses for identifying them is flaw ed – specifically that any Spanish owrd that begins iwth “al” is necessarily derived from Arabic 134. Regardless, as it gives the reader a “code” for identifying Spanish owrds as Arabic, it could be useful for identifying Spanish names that Cervantes awnts the careful reader to associate iwth that language. Indeed, several critics have argued that Cervantes likely nkew Arabic as a result 129 Stephen oJ hn Campbell, The Cabinet of Eros: Renaissance Mythological Painting and the Studiolo of Isabella d’Este (NewHaven: ale Y University Press, 2006), 35. 130 Giacomo Casanova, Spain: The Memoirs of Giacomo Casanova, trans. Arthur Machen, Reprint (1894; hWitefish, MT: eKssinger Publishers, 2004), 84. 131 iKngsley-Smith. Cupid, 26-35. 132 De Armas, FrederickA. “Cervantes and the Italian Renaissance.” The Cambridge Companion to Cervantes, ed. Anthony .J Cascardi (Cambridge: Cambridge University Press, 2002), 52. 133 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. Allen, 2:589. 134 oJ an E. Ciruti, “Cervantes and the oW rds He Says Are Arabic,” Hispania 40, no.1 (1957):70-72.
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Figure 4. The Primavera, by Botticelli.
of his several years of confinement as a hostage-for-ransom in Algiers. At least a fewof these authorities believe that he intentionally disguised this nkow ledge through the narrator of Don Quixote, hwo seeks a translator for the Arabic manuscript he finds in the Toledan marketplas ce135. As a result, it seems quite likely that the “code” eware given is one that Cervantes nkow is false as pertains to the Arabic language – and quite possibly it is one that is only true for the text the reader is facing. A pair of eky names in Don Quixote begin iwth “al” – most specifically the “real” names of Don uQixote and Dulcinea, hwich are “Alonso” and “Aldonza,” respectively. Follow ing the guide given to the reader by Don uQixote himself, it is deducible that the tw o characters are of Arab descent. This seems to concord iwth the connection of Don uQixote to Christ, as the latter aws certainly from the Arab lands. This also seems to suggest a possible parallel betw een Dulcinea and the Virgin Mary. So aws Dulcinea more like Venus or the Virgin Mary?Indeed, as it turns out, there is at least one documented case of Catholics of the Early Modern Period mistakenly venerating a painting representing Venus and Cupid in the belief the figures ewre the Virgin Mary and the infant Christ136. Of course, the Inquisition insisted on clearly defined distinctions for the tw o figures in the arts. But the links betw een the tw o figures aws hardly unknow n to Cervantes, hwo even rwote of the historical continuity of a traditional festival, despite a change in the honoree. The narrator of Los trabajos de Persiles y Sigismunda states of the Fiesta de la Monda of Talavera: 135 Martín Fernández de Navarrete, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra: escrita e ilustrada con varias noticias y documentos ineditos pertenecientes a la historia y literatura de su tiempo, ed. Vicente de los Ríos (Barcelona: Gorchs, 1834), 368. 136 iKngsley-Smith. Cupid. 24-25.
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“… que trae su origen de muchos años antes que Cristo naciese, reducida por los cristianos a tan buen punto y término que, si entonces se celebraba en honra de la diosa Venus por la gentilidad, ahora se celebra en honra y alabanza de la Virgen de las vírgines [sic] 137. (...w hich traces its origin to many years before Christ w as born, reduced by the Christians to such a fitting point and limits that, if at that time it w as celebrated by the pagans in honor of the goddess Venus, nowit is celebrated in honor and praise of the Virgin of the virgins”.)
This connection of Venus/Virgin Mary on the heels of the connections described betw een Dulcinea and Venus owuld seem to agree iwth a parallel that has been draw n several times betw een Dulcinea and the Virgin Mary in the criticism of Don Quixote. In this tradition, Ronald Paulson has closely examined many of the awys in hwich Dulcinea functions as a sort ever, a considerable number of these criof proxy Virgin Mary throughout the novel138. How tics, including Paulson, have noted that Dulcinea is often a (comic) distortion of a Madonna figure139, and David uQint even notes that she serves as more of “a iknd of anti-Mary.” 140 This “anti-Mary” label is largely due to the fact that despite Don uQixote’s undying devotion to Dulcinea and her purity, serious aspersions are cast on her character by other figures in Don Quixote – usually as a means of ridiculing the nkight errant himself. In a sense, she is vieewd as “maculate” by some, hwile “immaculate” by Don uQixote throughout the text. This serves as an interesting parallel to the debate that aws raging in the Catholic Church during the same period in regard to the Immaculate Conception and the Virgin Mary – although iwthout a doubt the defamation of Dulcinea in Don Quixote by her detractors owuld necessarily have to be seen as a grotesque representation of howthe believers in the Madonna’s ow n immaculate nature may have seen the stance of the Dominicans, hwo held that the Virgin Mary could have been born iwth original sin – yet immaculately conceived and given birth to eJ sus 141. Of course, there did also exist in the general population beliefs regarding “the Virgin Mary as an immoral, unfaithful owman, and her Son, eJ sus, as illegitimate,” 142 but to express such an idea overtly risked torture or death at the hands of the Inquisition. So hwat is the verdict in the case of the reader versus Miguel de Cervantes?The evidence points to “guilty,” on the count of plagiarism in the dedication to the Duke of Béjar. On the count of connecting the images of Christ and Cupid and also possibly Venus and the Virgin Mary in a awy that could be deemed heretical: the culpability seems highly probable, despite the discovery of merely circumstantial evidence. Regardless, view ed from the modern day, it seems that the techniques hwich may have been employed by Cervantes – ekphrastic references to images from prohibited books, citations of banned texts, the blasphemous contraposition of the pagan deities of the Romans iwth Christ and the Virgin Mary – and even the sin that still today is considered unforgivable for an author, that of plagiarism – all combined to help him 137
Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, ed. Carlos Romero Muñoz (Madrid: Cátedra, 1997) 485-86. Ronald Paulson, Don uQixote in England: The Aesthetics of Laughter (Baltimore: oJ hns Hopkins University Press, 1998), 92-107. 139 Paulson, Aesthetics of Laughter, 98. 140 David uQint, Cervantes's Novel of Modern Times: A New Reading of Don Quijote (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 2003), 90. 141 Henry Charles Lea, A History of the Inquisition of the Middle Ages (New ork Y, Russell &Russell, 1958), 610. 142 Manuel da Costa Fontes, The Art of Subversion in Inquisitorial Spain: Rojas and Delicado (W est Lafayette, IN: Purdue University Press, 2005), 26. 138
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communicate a subversive iconoclastic message in a period of extreme political repression. This investigator submits that the accused, Miguel de Cervantes Saavedra, acted purely in an altruistic manner, maneuvering deftly the dangerous awters of Inquisition-era Spain in defense of religious freedom and freedom of expression for his entire nation, and moves that the charges against him should therefore be dismissed.
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Lugares paralelos: moros pero cristianos Gennaro Varriale Università di Genova y Universitat de València
E
l marco de este ensayo me obliga a hacer una pequeña premisa: hace no muchos años he tenido la suerte de conocer el proyecto Escrituras Silenciadas, cuando supe que el tercer volumen iba a ser dedicado al impacto del paisaje en la historia, me pareció una ocasión perfecta para presentar una historia silenciada, la de los rebatines. Este colectivo ha dejado huellas poco profundas en el presente tras haber cruzado la frontera política y confesional que marcó el Mediterráneo del siglo XVI. Entonces la historia de los rebatines se convertía en silenciada, perteneciente a un mundo desaparecido después de que el choque entre emperador y sultán transformase la cuenca mediterránea. Los rebatines eran moros cristianos, que durante siglos vivieron entre los musulmanes sin perder su cultura y religión, de modo que su trayectoria mostraba una posibilidad de convivencia que resultaba incomoda a los dos grandes poderes de la época. En fin, había una característica de los rebatines que tenía una importante conexión con la reflexión más general de este libro. El nombre e identidad del grupo dependían mucho del lugar donde residían sus miembros: el Rebat de Túnez. El principal propósito de las próximas páginas es la aspiración de llevar a la luz una historia olvidada a través de diferentes fuentes que a ella han hecho referencia, así que la voces del pasado tendrán un papel dominante a lo largo del discurso. Los sucesos de los rebatines quieren ser una muestra de los cambios que durante la edad moderna se dieron en la frontera mediterránea. “Serenissima muy alta y muy poderosa imperatriz y Reyna my muy chara y muy amada muger. Despues de scripta la carta que va con esta havemos rescibido una del conde de Cifuentes en que dire ya Su Santidad havìa porrogado el subsidio que nos concedio por un año en los fructos eclesiaticos de nuestros Reynos para ayuda a los gastos de esta empresa por otro año y que tenya la bulla despechada en poder para embiarosla como le servimos que le hiziesse” 1.
En el verano de 1535 Carlos V lanzaba su cruzada contra Khayr al-Din Barbarroja, que el año anterior había ocupado Túnez convirtiéndola en una posesión del Turco. El triunfo en la campaña militar determinaba el momento de mayor prestigio para el emperador, a pesar del 1
Carlos V a Isabel, Campo de La Goleta, 21 junio 1535, Archivo General de Simancas (hereafter cited as AGS), Estado, Costas de África y Levante, Legajo 462, s. f.
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Gennaro Varriale
apoyo otomano su ejército había derrotado al corsario más temido de Berbería. En pocas semanas Carlos restauraba la Corona Hafsí y el emir pasaba a ser un vasallo del Habsburgo2. Las jornadas tunecinas quedaron grabadas en la percepción europea de la época; pintores, escultores y artistas de todo género celebraron la victoria del César contra los infieles. Las gestas del soberano durante los choques llegaron a ser un tema dominante de la producción humanista, aunque fue mucho más amplio el abanico de eventos contado por los escritores del Viejo Continente, donde la victoria despertó aún más el interés de los letrados hacia el mundo de los moros3. Túnez parecía una realidad peculiar dentro del Islam, en la capital hafsí existía la ya citada comunidad de cristianos formada por nativos. En su obra magna el erudito napolitano Giovanni Antonio Summonte subrayaba el valor de esos caballeros moros, explicando la razón de su nombre y su principal actividad4: “Avea di più una grotta banda di Cristiani a cavallo, ch’era in quella Città rimasta con licenza di Maometto, e degli altri Re passati, essendogli assignato per loro abitazione un Castello chiamato Rebatto appretto la Città, e per quella cagione dai nome di quello Castello, erano questi chiamati Rebattini, i quali erano in tanta stima tenuti dal Re Tunisi per lo valore dell’armi, che nelle antiche guerre eglino, & i loro progenitori mostrato aveano, che il Re lì teneva assoldati alla sua guardia, e si fidava più di loro che de’ propri Mori” 5.
La excepcionalidad de los rebatines cautivó las plumas de los autores europeos. Hacía siglos el grupo de guerreros cristianos combatía, fielmente, contra los enemigos del emir hafsí; los caballeros formaban parte de un reparto especial en el ejército, siendo la guardia personal del soberano6. En las orillas norte-occidentales del Mediterráneo una presencia tradicional de cristianos en el Dar al-Islam pareció una buena ocasión para reclamar derechos históricos sobre las tierras de los infieles. Además para la propaganda imperial el descubrimiento de los rebatines iba a reforzar el papel de Carlos V en la lucha al tirano otomano7. Tras la victoria del emperador varios autores describieron a los rebatines, pero de los cristianos moros no se ocuparon sólo biógrafos y eruditos sino también un divertido novelista como Mateo Bandello. En uno de sus cuentos más curiosos el narrador piamontés informaba al lector de la crueldad musulmana a través de la figura de Mulay Amida, nuevo emir tunecino. Bandello contaba al público de las cortes renacentistas los acontecimientos pasados en 2
María José Rodríguez Salgado, “¿Carolus Africanus?: el Emperador y el turco,” in Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), ed. José Martínez Millán (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001), 487-531. 3 Miguel Ángel Bunes Ibarra, “Carlos V. Vermeyen y la conquista de Túnez,” in Carlos V, Europeísmo y Universalidad, eds. Juan Luis Castellano Castellano y Francisco Sánchez-Montes (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001), tomo V, 243-257. 4 Aurelio Musi, “Carlo V nella Historia della città e Regno di Napoli di Giovanni Antonio Summonte,” in Sardegna, Spagna e Stati Italiani nell’età di Carlo V, eds. Bruno Anatra, Francesco Manconi y Giovanni Murgia (Roma: Carocci, 2001), 51-62. 5 Giovanni Antonio Summonte, Historia della Città e Regno di Napoli (Napoli: Stamperie di Giuseppe Raimondi e Domenico Vivenzio, 1749) vol. V, 253. Biblioteca Nazionale di Napoli (hereafter cited as BNN), AOSTA SEZ. NAP. 2. 0043 (6. 6 Robert Brunschvig, La Berbérie orientale sous les Hafsides. Des origines à la fin du XVe siècle (Paris: Adrien-Maisonneuve, 1940) tome I, 447-49. 7 Miguel Ángel Bunes Ibarra, “El Imperio otomano y la intensificación de la catolicidad de la monarquía hispana,” Anuario de historia de la iglesia XVI (2007): 157-68.
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Lugares paralelos: moros pero cristianos
Túnez, cuando el emperador se había marchado: el viaje de Mulay Hasan a Nápoles, la rebelión del hijo, la derrota del viejo emir y su ceguera, las maniobras del alcalde Francisco de Tovar y finalmente la guerra civil entre bandos de la familia hafsí 8. El escritor describía hechos reales, aunque los protagonistas del pequeño cuento se convertían en personajes paradigmáticos, símbolos de la lucha en acto por el control de África del Norte. Bandello definía a los rebatines como reliquias de antiguos cristianos: “Devete adunque sapere questi rebattini essere reliquie di cristiani vecchi, che ne le antiche ispedizioni fatte da li nostri restarono in Africa; e perché erano uomini valorosi e leali, furono sempre in prezzo e onore appo li reggi tunetani e a tutto quello popolo. Questi vissero sempre come cristiani, e fora de la porta di Tunesi verso il mezzodí, non troppo lungi da la cittá, se ne stavano in uno castello detto Rebatto, dal quale chiamati sono «rebattini», e durano in buono numero sino al presente giorno. Hanno le chiese e li sacerdoti, e officiano a la romana” 9.
Como para muchos otros, la fuente de los eventos tunecinos para Bandello fue el gran humanista Paulo Jovio, Obispo de Nocera10. Los conocimientos del obispo sobre Túnez dependían de un encuentro particular. En 1545 Amida perdió temporalmente su control sobre la capital, el ciego Mulay Hasan logró escapar de prisión, refugiándose primero en La Goleta y luego en la península italiana, donde el emperador le asignó una merced. Durante una visita de Hasan a Roma, Jovio pudo entretenerse en algunos coloquios con el viejo soberano: “Imparai poi da lui, che me le raccontava molte cose degne d’esser scritte delle guerra fresche, delle cose, & usanze Moresche, & essendosi venuto à ragionar di Filosofia, anchorche favellassimo insieme per mezo d’interpreti idioti, disputando nondimeno chiaramente il trovai studioso, & seguace de Averroe”11.
Aprovechándose de una fuente directa y tan buena como el emir exiliado, Paulo Jovio sacó noticias desconocidas sobre la antigua Ifriqiya. El humanista italiano reafirmó en sus Istorie el origen, lugar y mansiones de los rebatines en la Túnez hafsí. Además, en su libro Jovio adjuntaba la posici¬ón social de la minoría. Durante décadas los rebatines habían ganado la confianza de los soberanos tunecinos, mucho más contentos de entregar sus vidas en manos de cristianos que no en la de los guerreros musulmanes, que estaban demasiado condicionados por la lucha entre los clanes12. 8
Beatriz Alonso Acero, Sultanes de Berbería en tierras de la Cristiandad: exilio musulmán, conversión y asimilación en la Monarquía Hispánica ( siglos XVI y XVII) (Barcelona: Bellatera, 2006) 137-54. 9 Matteo Bandello, “Crudeltá di Amida figliuolo di Muleasse re di Tunesi contra esso suo padre in privarlo del regno e fargli acciecare gli occhi,” Le Novelle, ed. Delmo Maestri (Alessandria, Edizioni dell’Orso, 1992-1996), tomo IV, 45. 10 Johann Micraelius, Syntagma historiarum Ecclesiae omnium: quo ab Adamo Judaicae, & a Salvatore nostro Christianae ecclesiae, politiae, tirus, persecutiones, transplanationes, perspicue & eo ordine proponuntur, ut beneficio indicis locupletissimi, tabularumque chronologicarum instar lexici Historiae ecclesiasticae esse possit. Editio quarta: cum continuatione Danielis Hartnaccii, qua novas sectas & schismata nuperrime exorta recensuit (Lipsia: Stetini, 1654) 205. Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze (hereafter cited as BNF), MAGL. 1.6.643 00000. 11 Paolo Giovio, Delle Istorie del suo tempo, (Venezia: Francesco Rocco, 1565) 742-43. British Library London (hereafter cited as BLL), 582 c. 4. 12 Gennaro Varriale, “I cavalieri dell’emiro: la comunità rebattina sulle due sponde del Mediterraneo,” Estudis. Revista de Historia Moderna 36 (2010): 133-58.
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Aunque la península italiana fuese la ventana principal de la Monarquía Hispánica sobre Berbería oriental, el autor más atento sobre los rebatines fue el granadino Luis Mármol Carvajal. Antes de empezar su carrera literaria, el escritor combatió como soldado en las campañas de Carlos V hasta que los berberiscos lo hicieron cautivo en África del Norte. Mármol Carvajal fue esclavo durante años en Argel, donde aprendió el árabe. Tras su liberación viajó por el Magreb hasta las fronteras de Egipto, esa experiencia fue la base para la redacción de su Descripción general de África. La obra explicaba la historia y costumbres de los moros desde la aparición del Islam hasta sus días. El escritor-soldado profundizaba el texto de León el Africano, hasta entonces referencia de los europeos sobre Berbería anterior a la conquista otomana13. Luis Mármol Carvajal desvelaba el origen de la migración rebatina hacia África del Norte. En 1195 el ejército almohade paró la Reconquista cristiana de la península ibérica junto al castillo de Alarcos. En el bando islámico había también tropas de Pedro Fernández de Castro, que los aliados moros llamaban el castellano. Hacía tiempo que el noble estaba en contra del rey Alfonso VIII, así que decidió luchar al lado de los infieles. La conducta de los cristianos convenció al emir almohade a traer la caballería de Fernández de Castro a su capital, Marrakech. Entonces el noble castellano era nombrado caid de los cristianos. “Entre estos alholis y la plaça que dixe que esta delante de la mezquita solia auer dos palacios principales en un barrio grande que llamauan el Bora, donde viuian los Christianos Mustarabes, de quien se seruian los reyes de Marruecos en la guerra, y alli tenian sus mugeres y hijos. Estos eran de los que lleuo consigo de España Iacob Almançor, para guardia de su persona, y solian ser de ordinario quinientos de a cauallo, a quien los reyes dauan largo acostamiento, y les dexauan viuir en la fee de Iesu Christo, y tenian una yglesia en el proprio barrio donde les dezian missa, y desta manera estuuieron alli muchos años”14.
Pero en el imperio almohade la presencia de los rebatines parece que no fue limitada sólo a Marrakech. La famosa crónica de Pere Antoni Beuter recordaba la existencia de una comunidad cristiana, formada por personas libres y llamada también rebatina, que durante décadas vivió en los territorios valencianos, que estaban bajo el control del califa almohade: “Al otro dia que fue Miercoles dia de san Miguel, fue a missa el Rey a la Yglesia de los Rabatines (como llamauan los Moros a los Christianos que biuian entre ellos) era llamada del Sepulchro, es la que hoy dezimos de san Bartholome, que nunca fue Mezquita, y aconsolo mucho a los Christianos que alli se hallaron, dandoles limosnas, y prometiendoles, parte de la tierra que partiria”15.
Mármol Carvajal seguía la historia de la comunidad mozárabe cuando trataba de Túnez. La expansión de los almohades había sido extraordinaria, en sólo algunos años las tropas bere13
Fernando Rodríguez Mediano, “Luis de Mármol lecteur de Léon. Une appréhension espagnole de l’Afrique,” in Léon l’Africain, eds. François Pouillon, Alain Messaoudi, Dietrich Rauchenberger y Oumelbanine Zhiri, (Paris: IISMM-Karthala 2009), 239-67. 14 Luis Mármol Carvajal, Descripsion general de Affrica con todos lo successos de guerra, y cosas memorable (Granada: Casa Rene Rabut, 1573) libro III, capitulo XL, 29r. Biblioteca Histórica de València (hereafter cited as BHV), BHZ-14-077. 15 Pere Antoni Beuter, Cròniques de Valencia, ed. Josep Escartí (Valencia: Generalitat Valenciana, 1995) 217.
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beres conquistaron casi todo Al-Ándalus y gran parte de Berbería, pero en el área tunecina tuvieron que enfrentarse a una oposición muy dura por parte de los autóctonos. El emir de Marrakech envió al caid de los cristianos y sus caballeros a la provincia oriental, para que ayudasen a su gobernador, Abd el Wahid ibn Abi Hafs, contra los nativos. Tras la fundación de la dinastía hafsí en el año 1229, los rebatines ganaron siempre mayor influencia, la lealtad al nuevo emir Abu Zakariya ibn Abi Hafs permitió a los caballeros cristianos conquistar una posición preeminente en las jerarquías sociales de Túnez. “Tiene dos arrabales muy grandes al derredor de los muros: el uno fuera dela puerta que llaman Beb çuey ca a la puerta de Septentrion que tiene mas de diez mil casa pobladas, y es mayor que el cuerpo de la ciudad cercada: y el otro está fuera dela puerta que dizen Beb el Menara a la parte de Mediodia que tiene mas de mil casas pobladas donde viuian los Christianos Rabatines que aun se estauan allì quando el Emperador don Carlos gano esta ciudad desde el tiempo de Iacob Almançor rey y Pontefice de Marruecos de linage de los Almohades. Estos eran de aquellos Mustarabes de quien diximos en el capitulo de la descripcion de Marrueccos, y porque viuian en aquel arrabal, que los Moros llaman Rabat, lo llamaron Rabatines. Su origen es que quando aquel rey passo a Tunez lleuo consigo muchos dellos, y dexo algunos con el gouernador para la guardia de su persona” 16.
La posición del Rebat en la capital tunecina era confirmada por Livio Sanuto. El geógrafo veneciano escribió una inmensa obra que tenía como objetivo la descripción general de la Tierra, si bien llegó a completar solamente la parte dedicada a África. El texto póstumo a la muerte del autor se convirtió pronto en una referencia de los círculos humanistas que razonaban en torno a los infieles. Aunque la presencia de los rebatines en Túnez estaba desapareciendo, el cosmógrafo señaló el barrio de los cristianos: “Così andando sempre crescendo, sì che divenne città singolarissima di Africa. Si fabricarono poi ancora borghi, uno fuori alla porta Bedsuuica di trecento fuochi, & uno fuori della porta Bedelmanera di circa mille: e questi borghi sono ripieni d’infiniti artigiani; in uno delli quali habitano i Christiani, che sono alla guardia del Signore, & in altri uffici che non fanno i Mori” 17.
Todas las fuentes coincidían en la descripción del Rebat, se trataba de un espacio fortificado muy típico en el mundo musulmán, que normalmente estaba abitado por morabitos18. Los europeos lo definieron siempre como un castillo, porque poseía murallas. Luis Mármol Carvajal seguía aclarando las dudas de la Europa contemporánea sobre esas reliquias de antiguos cristianos. El soldado de Su Majestad explicaba la composición social de la comunidad rebatina. Cuando el emperador Carlos V había ganado a Barbarroja, en la capital hafsí ya había dos géneros distintos de rebatines: “Mas es de saber que quando el Emperador gano Tunez auia en aquella ciudad dos maneras de Rabatines: los unos eran de los antiguos Mustarabes, y estos eran caualleros y tenian 16
Mármol Carvajal, Descripsion general, VI, XVI, 240v. Livio Sanuto, Geografia (Venezia: Damiano Zenaro, 1588) 61r. BHV, Z-08/013. Dogan Kuban, Muslim Religious Architecture (Leiden: Brill, 1985) II part, 37-40.
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alcaydias y lugares suyos y los reyes los estimauan mucho por ser ricos y muy valorosos en la guerra, y porque con su proprio valor auian deffendido la ciudad muchas vezes de la furia de los Alarabes. Los otros eran Christianos aduenedizos de todas nasciones que servian de officios viles, como era tauerneros, tenderos, y algunos auia mercaderes: por manera que no eran todos unos, y entre ellos se conoscian, porque los nobles Mustarabes solamente hazian el exercicio de las armas” 19.
En realidad, varias fuentes europeas ya hicieron alusiones a los rebatines antes de que Carlos V derrotase a Barbarroja. Además la posición influyente de los rebatines inducía a los extranjeros a acercarse a ellos, pues podían ayudarlos en sus relaciones con los sectores más poderosos de la familia real. En 1453 Gaspar Spinola anclaba en el puerto de la capital hafsí. Los representantes de la República de Génova habían enviado el embajador al emir, para convencerlo de liberar a algunos compatriotas que eran sus rehenes. Durante la permanencia en la ciudad africana, Spinola residió en el Rebat junto a los caballeros del soberano tunecino, que suavizaron los coloquios20. En mayo de 1470 Anselme Adorno llegaba a Túnez mientras hacía su viaje para Jerusalén. El peregrino iba apuntando en un diario todos los detalles de su largo camino, durante esta etapa la atención de Adorno cayó sobre los rebatines. En su descripción el agente de Carlos el Temerario no notaba diferencias importantes entre los rebatines y los moros: “C’est là que demeurent les chrétiens du Rabat, appelés ainsi du nom de l’endroit où ils habitent. Ces derniers, bien qu’ils ne se distinguent en rien des Maures ni par la langue, ni par les m?urs et les façons de vivre” 21.
Durante décadas mercenarios catalanes y refugiados gibelinos entraron en la milicia cristiana del emir, de este modo la caballería mora adquiría nuevas técnicas de guerra que entretanto se desarrollaban en la cercana Europa. Un líder famoso de los caballeros llegó a ser el noble aragonés Guillén Ramón de Moncada, que el soberano hafsí nombró caid de los cristianos22. Cuando Alfonso el Magnánimo llegaba a su auge político, la dinastía hafsí vivía un momento de grande expansión económica, que favoreció el establecimiento de los extranjeros en Ifriqiya. La estrategia del emir Uthman sentenció el papel mercantil de la capital, Túnez se transformaba en un punto de conexión entre el comercio subsahariano y las rutas marítimas del Mediterráneo23. Entonces las relaciones entre los súbditos de Alfonso y los tunecinos aumentaron su fuerza24. La expansión mediterránea de la Corona de Aragón llevó sus mercaderes a Túnez, donde 19
Mármol Carvajal, Descripsion general, VI, XVI, 240v-41r. Emilio Marengo, Genova e Tunisi 1388-1515 (Roma: Tipografia Artigianelli di San Giuseppe, 1901) 68. Anselmo Adorno, Itinéraire d’Anselme Adorno en Terre Sainte (1470-1471), eds. Jacques Heers y Georgette de Groer (Paris: Éditions du Centre National de la Recherche Scientifique, 1978) 107-09. 22 Andrés Giménez Soler, “Caballeros españoles en África y africanos en España,” Revue Hispanique XII (1905): 299-372. 23 Francesco Cerone, Alfonso il Magnanimo ed Abu Omar Othman: trattative e negoziati tra il Regno di Sicilia di qua e di la dal Faro ed il Regno di Tunisi (1432-1457) (Catania: Giannotta, 1913). 24 Gavina Costantino, “Le relazioni degli ebrei trapanesi con il regno Hafside di Tunisi sotto Alfonso V,” Mediterranea XIV (2008): 505-26. 20 21
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los antiguos mozárabes se convirtieron en un instrumento de contacto entre el rey cristiano y el emir musulmán25. Catalanes, genoveses y venecianos establecieron su residencia en la capital tunecina, donde florecieron varios consulados de las nationes cristianas26. León el Africano describía Túnez como una ciudad singular dentro del panorama musulmán. La medina de la ciudad parecía un espacio donde predominaban pobreza y drogas, aunque la migración de extranjeros seguía siendo notable. La instalación de los mercaderes europeos transformaba el mismo mapa de Túnez27: “È cresciuto dipoi un altro borgo, che è fuori della porta appellata Be bel Bahar, cioè la porta della marina, la quale è vicina al lago della Goletta circa a mezzo miglio: in questo borgo allogiano i mercanti forestieri, come sono genovesi, veneziani e catalani, e tutti tengono fondachi e le loro osterie separate da Mori” 28.
El área tunecina tenía una enorme importancia para el Islam, porque había la primera ciudad del Magreb construida según las normas del Corán: Kairouan. La capital sin embargo mantenía una mayor tolerancia hacia las gentes del libro. Cuando los rebatines llegaron a Túnez, los caballeros todavía seguían la liturgia hispánica, la forma de cristianísimo más difundida entre los territorios de la península ibérica en el momento de su migración29. “Los latinos llamaron a estas gente Mustarabes, y los Alarabes Mustarabin. Dizen algunos que por auer sido de los antiguos pueblos de España, que cediendo a vencedor Muça, despues de la rota del rey Don Rodrigo, andauan en su seruicio, mas lo cierto es que los llamaron assi porque eran muy ladinos en la lengua Arabiga, porque Mustaarab quiere dezir hombre arabigo: verdad entre ellos auia algunos nobles dela valia delos hijos del rey Vitisa, y del Conde Iulian, que andauan mezclado con los Alarabes. Este nombre dura hasta oy en siete yglesias perrochiales de la ciudad de Toledo, que son, Sant Lucas, Sant Sebastian, Sancta Iusta, Sancta Antolin, Sant Marcos, Sancta Olalla, y la capilla de la yglesia mayor, que llaman de Don fray Francisco Ximenez Cardenal y Arçobispo que fue de Toledo. En las quales se dizen los officios Mustarabes con las cerimonias Goticas como se dezian en todas las demas yglesias de aquella ciudad hasta el año del señor mil y nouenta y uno que vinieron a ella las cerimonias Romanas, y se començo el officio Romano a veynte y un dias del mes de Mayo del dicho año a ora de tercia” 30.
El emir permitió a su guardia personal mantener una iglesia, que fue dedicada a San Francisco. Cuando Barbarroja conquistó la capital hafsí, los rebatines ya habían abandonado el antiguo rito de los mozárabes, que estaba desapareciendo también en la península ibérica. El cura de Túnez era Juan de Rimes, que había llegado a la capital el año anterior. La causa de su viaje 25 Charles Emmanuel Dufourcq, L’Espagne catalane et le Maghrib aux XIIIe et XIVe siècles. De la bataille de Las Navas de Tolosa (1212) à l’avènement du sultan mérinide Abou-l-Hasan (1331) (Paris: Presses Universitaires de France, 1966) 101104. 26 Alberto Sacerdoti, “Il consolato veneziano del Regno Hafsida di Tunisi (1274-1518),” Studi veneziani XI (1969): 531-36. 27 Natalie Zemon Davis, La doppia vita di Leone l’Africano (Roma-Bari: Laterza, 2008). 28 Giovanni Battista Ramusio, Navigazioni e viaggi, ed. Marica Milanesi (Torino: Einaudi, 1978) 321. 29 Adbelaziz Doualatli, Tunis sous les Hafsides (Tunis: INAA, 1976). 30 Mármol Carvajal, Descripsion general, III, XL, 29v.
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a África era, en principio, la redención de algunos esclavos, pero el emir Mulay Hasan obstaculizaba su misión e impidió su salida a Europa. Entonces, tras la toma de Túnez por parte de Barbarroja, el religioso fue convocado a palacio: “Que en este medio este frayle estava en Sancto Francisco que es la iglesia de los rebatines y despues fue a hablar con barbarroxa y le digo que havia sido venido ally para rescatar algunos captivos y estava detenido por algunos invistinas que el Rey havia hecho y que pues era venido ally a administrar justitia le tomasse a el y a sus captivos en su amparo y el respondio muy hermanamente” 31.
A lo largo del siglo XVI Túnez se convirtió en un punto sensible del ajedrez mediterráneo. La toma de la capital por parte de Barbarroja desencadenó una secuela de operaciones militares que duraron hasta la definitiva ocupación otomana de la región, cuarenta años más tarde. Pero fue el saqueo de las tropas imperiales en 1535 lo que cambió la percepción de la sociedad tunecina hacia los rebatines. El apoyo de los caballeros cristianos al emperador había sido indudable, sin embargo los hombres de Carlos V no se portaron como liberadores con los súbditos de Mulay Hasan si no más bien como soldados enemigos32. La violencia de las tropas rompió el equilibrio que desde siglos mantenía la sociedad hafsí. Afectados por la barbaridad de las milicias imperiales, los tunecinos empezaron a desconfiar de sus vecinos cristianos. Así, entre sus primeras peticiones al alcalde de La Goleta, Mulay Hasan pedía un traslado de los rebatines, que tenían que abandonar su barrio: “Las cosas que pide el Rey demas de lo que responde a las que su Magestad gustere a se assyeten: que los christianos del rebatin se pongan por su seguridad en el alcacavo por agora; que se le den mas scopetas a su polvera para restaurarse y stablesarse en el reyno algunas piezas de artilleria de las que se han ganado en la Goleta con sus municiones” 33.
Entonces no parecía extraño que la mayoría de los rebatines prefiriese dejar Túnez. El emperador prometía mercedes y una demora digna a estos nuevos tránsfugas al igual que había hecho con los griegos huidos de Corón. Debido a sus competencias, la gran parte de los helénicos entraron en el ejército y espionaje de Su Majestad34. “Jua Lambudi griego dize que es principal de Grecia y en Tunez murieron dos hijos suyos pide entretenimiento y alguno govyerno syendo assi havido primero informacion paresce que se le podria dar hasta XXX ducados el govyerno no” 35.
Durante la empresa de Carlos V los rebatines encontraron a los griegos, refugiados en el Reino de Nápoles o Sicilia. Sus historias tenían muchos puntos en común, ambos grupos guar31
Relación de fray Juan de Rimes, Túnez 1535, AGS, Estado, Costas de África y Levante, Legajo 462, s. f. Mercedes García Arenal y Miguel Ángel Bunes Ibarra, Los españoles y el Norte de África. Siglos XV-XVIII (Madrid: Mapfre, 1992). 33 Lo que se ha tractado para affetar a el Rey de Tunez en Tunez quando Su Magestad estava ally, AGS, Estado, Costas de África y Levante, Legajo 462, s. f. 34 Ioannis Hassiotis, “Sobre la organización, incorporación social e ideología política de los griegos en Nápoles (del siglo XV hasta mediados del XIX),” Erytheia X/I (1989): 73-112. 35 Relación de las peticiones de los coroneos a Carlos V, Nápoles 1536, AGS, Estado, Nápoles, Legajo 1024, f. 45. 32
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daban la religión de sus padres aunque viviesen bajo el poder de un príncipe musulmán. Las maniobras mediterráneas del Turco acercaban aún más las dos comunidades, en aquellas décadas la expansión otomana rompía equilibrios seculares36. En Túnez los coroneos explicaron a los rebatines la posición y privilegios que habían obtenido en Nápoles, así que los antiguos caballeros eligieron subir a las galeras de Carlos V y dirigirse a la capital virreinal, donde existía una larga legislación a favor de las nationes, de la que iban a beneficiarse los exiliados: “Perciocché essi [los griegos] ben avvisati dell’esempio di franchigie, immunità, esenzioni di gabelle, e di altro, che godevano i Liparioti, ancora estranei in questo Regno, supplicarono sua Maestà, di poterne anch’essi godere. Erano questi privilegj, non molto tempo prima, in molti capitoli distinti, accordati a quegli Isolani da Ferdinando il Cattolico, sotto il governo del Gran Capitano Consalvo di Corduba” 37.
En Nápoles la presencia de comunidades exógenas era abundante, precedente a la integración del reino en el imperio de Carlos V. En la capital había varias nationes, que mantenían su consulado e impulsaron la edificación de iglesias, hospitales y albergues para sus compatriotas. Pero la aparición del Turco en el Mediterráneo dio la ocasión para que la antigua tradición de las nationes transformase sus caracteres. Si antes en Nápoles los extranjeros con derechos propios habían sido sólo mercaderes, ahora se empezaron a fundar nationes de refugiados que huían de sus tierras frente al avance imparable de la Sublime Puerta: “Illustrisimo et Reverendisimo señor los Christianos rebattines que al presente estan habitante en Napoles presentan a Vuestra Excelencia sobre carta, de vostra dos de su merced sobre, el complimento del orden que la gloriosa memoria del emperador Carlo quinto le concedio para substentarse conforme a los griegos de Coro y por questo todos los supplicantes se hallan muy pobres” 38.
El primer caso fue representado por los lipariotas. En aquellas décadas la isla de Lipari se convertía en una víctima sacrificial de la guerra naval. Tras una nueva razia de los berberiscos contra Lipari, Fernando el Católico permitió a los isleños ir a la capital napolitana, donde iban a gozar de mercedes. En 1518 el joven Carlos V confirmaba las decisiones de su abuelo en favor de los lipariotas, amparados en Nápoles39. Cuando desembarcaron en la capital napolitana, los rebatines encontraron una sociedad acostumbrada a la presencia forastera entre sus murallas. No extrañaba entonces a las autoridades de Nápoles que un militar helénico se presentase a la Regia Cámara de la Sommaria para defender las peticiones de los refugiados moros40: 36
Vincenzo Giura, Storie di minoranze. Ebrei, Greci, Albanesi nel Regno di Napoli (Napoli: ESI, 1984) 119-156. Giovanni Vincezio Meola, Delle Istorie della Chiesa Greca In Napoli esistente (Napoli: Vincenzo Mazzola – Vocola, 1790) 95. BNN, 191 E 3. 38 Archivio di Stato di Napoli (hereafter cited as ASN), Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 687 I, f. 271v. 39 Jesús Ernesto Martínez Ferrando, Privilegios otorgados por el Emperador Carlos V en el Reino de Nápoles (Barcelona: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1943) 151. 40 Roberto Delle Donne, “Alle origini della Regia Camera della Sommaria,” Rassegna Storica Salernitana XV (1991): 25-61. 37
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“Porque de nuevo se ha venido unos por parte de Juvan de Stais griego en nombre de los dichos rebattines supplicando nos que por quante ha muchos años que no se les da ninguna cosa de lo que su Magestad Cesarea ordeno por lo qual y por crescer los numeros de ellos padescen extrema necessitad fuissimos provido provelle de oportuno remedio y porque es justo a se han favoriscides y ayudados por en Dios encargamos y mandamos perveanis de les executen” 41.
Entretanto los hombres del emperador debatieron con ánimo en torno a la presencia cristiana en el Magreb. Algunos propusieron hasta proyectos de colonización: deportar los moros hacia el interior y poblar las costas con cristianos. En el Reino de Nápoles el virrey vio en los exiliados griegos el instrumento de ese proyecto, que tuvo una larga gestación y el apoyo de Carlos V. El soberano querría conceder el puerto tunecino de Bona a los coroneos, así las ideas de Su Majestad acercaban aún más los rebatines a los refugiados griegos42. En 1573 la región tunecina era otra vez teatro de una operación militar llevada a cabo por ejércitos cristianos, al mando de las tropas estaba ahora el hijo natural del emperador, don Juan de Austria. En esta ocasión la violencia de los soldados no fue menor contra los moros, que veían saqueada de nuevo su maravillosa ciudad43. Durante esos años el confesor de don Juan, Miguel Servia, siguió los viajes mediterráneos de su predilecto, antes de morir a Palermo en 1574. El prelado redactó una obra que describía las últimas maniobras bélicas en el Mare Nostrum. Cuando el ejército de don Juan ocupaba Túnez, Servia se interesó por los rebatines, que después de cuarenta años de guerra se iban desvaneciendo en tierras de África: “En la parte que mira al norte solia haber un monasterio de la órden de nuestro padre S. Francisco y algunos cristianos, de los cuales hay aun algunos en la Goleta. Solian vivir entre los moros, y eran estos llamados rebatines. Despues que el Emperador Cárlos V, despues de tomado Tunez, fortificó la Goleta, estos cristianos pasaron para vivir en ella: otros se pasaron á tierra de cristianos, y el convento vino á se destruir; pero todavía se conoce la iglesia y muchas oficinas de él” 44.
Durante las operaciones de don Juan en el Mediterráneo, el interés hacia Túnez volvió a ser muy fuerte en las cortes de la Monarquía Hispánica. El clima político favoreció las peticiones de los rebatines. El nuevo virrey de Nápoles, Cardinal Granvela, mandó a la Regia Cámara de la Sommaria que encontrase una solución para los rebatines. “Et che Vostra Signoria Illustrissima fosse servita ex gratia questo parer della regia Camera allora potria dar più particolare relatione del numero et qualità dele persone de detti rebattini et deli luochi dove se potiano collocare de quelli che vacano in poter dela Regia Corte
41
ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 687 I, f. 272v. Don Pedro a Carlos V, Nápoles 10 febrero 1538, AGS, Estado, Nápoles, Legajo 1028, f. 3. Enrique García Hernán, “La conquista y pérdida de Túnez por don Juan de Austria (1573-1574),” in Mutazioni e permanenze nella storia navale del Mediterraneo (sec. XVI-XIX), eds. Guido Candiani y Luca Lo Basso (Milano: Franco Angeli, 2010) 39-95. 44 Miguel Servia, “Relación de los sucesos de la Armada de la Santa Liga, y entre ellos el de la batalla de Lepanto, desde 1571 hasta el 1574 inclusive,” in Collección de Documentos Inéditos para la Historia de España, eds. Miguel Salvá y Pedro Sainz de Baranda (Madrid: Calero, 1847) tomo XI, 420. BLL 9195 ccc. 42 43
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et dela quantità del loco che ad ciascuno dovesse darse si puro per essi si acceptasse et in quello se haveria memoria deli grani et denari che in diversi tempi hanno recevuto” 45.
La institución virreinal empezó un estudio para que se diese a los refugiados tunecinos un sustentamiento financiero. Los rebatines no querrían trasladarse de Nápoles hacia las provincias. Entonces la solución adoptada fue conceder en usufructo a la natione alguna tierra, que pertenecía a la Corona. Los jueces propusieron al virrey varias opciones: los feudos del difunto Pardo Pappacoda, Tacina confiscada al hereje Antonio Gesualdo y el Castillo de Leporanto en Salento. Granvela se manifestó favorable a que se entregasen a los rebatines trecientos tomalas en Tacina, que era un pequeño lugar de Calabria. Según los acuerdos, las ganancias de la cosecha iban a ser repartidas entre los fuegos de la natione, que mantenía su privilegio de residir en la capital del reino. “300 tomala de territori nel sopradetto feudo di Tacina conforme a la detta insta consulta advertendo che ad ciascuno de essi de habia da consignare la portione che li competera Jux la tassa facienda per questa predetta Regia Camera et cossi si exequa che tale, e, nostra vuluntà non facendosi il contario per data non die per Ottobris 1573 Antonio Signor Cardinal de Granuela V. Reverdissimo” 46.
Aunque hubiese ya una orden del virrey, la situación de los rebatines quedó lejos de una solución. Todavía en 1576 los refugiados interpelaban a los magistrados de la Sommaria, para que fuesen entregadas sus tierras. Tras varias dificultades para la asignación de los terrenos de Tacina, los jueces napolitanos ordenaron a los organismos provinciales de Otranto y Tierra de Bari, que individuasen trecientos tomalas idóneas para las exigencias de los rebatines en sus propios territorios47. “Al magnifico mastro portolano de Terra de Bari se informe si indetti lochi o, alcuni di essi si potriano consignare alli detti rebattini dette tomala tricento di terra senza preiuditio e inconveniente alcuno, delle quale principalmente provisione insino al presente non habiamo havuta risposta ne relatione alcuna del che restamo non poco admirati et per quanto intendemo pretendenti non mandar, detto aviso in sino ad canto non sareti sadisfatti dalli detti rebattini non havendone rispetto che detta relatione per andar, in beneficio della regia corte non sono tenuti detti rebattini per tal caso pagarno cosa alcuna per tanto ve decimo et ordinamo che subito al recevere la presente debiate dette preinserte provisione exeguire et observare sub llor forma continentia et tenore” 48.
Después de diferentes quejas por parte de los rebatines, los magistrados de la Sommaria eligieron el feudo de Castel Pagano, en la Capitanata. El territorio tenía una larga historia, ya en la edad media el espacio había sido abitado por mercenarios sarracenos. Sobre una colina 45
ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 687 I, f. 273v. ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 687 I, f. 275v. 47 Piero Ventura, “La Regia Camera della Sommaria e il governo dei privilegi nella seconda metà del XVI secolo. Note sulle province pugliesi,” in Le forze del principe. recursos, instrumentos y límites en la práctica del poder soberano en los territorios de la monarquía hispánica, eds. José Javier Ruiz Ibáñez, Mario Rizzo y Gaetano Sabatini (Murcia: Universidad de Murcia. Servicio de publicaciones, 2004) 539-579. 48 ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 757, ff. 153v-154r. 46
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surgían los restos del antiguo castillo, donde el stupor mundi, Federico II Hohenstaufen, se reposaba a menudo durante las temporadas de caza. “Consignate alla natione rebattina in lo feudo de castello Pagano devoluta alla regia corte per morte del gp.° Pardo Pappacoda tomoli trecento de territorio per lloro subsidio il quale feudo essendo stato venduto per detta Regia Corte al Marco Antonio Brancia per fo contraddetto alla detta consignatione sopradetta” 49.
Pero el Marqués Marco Antonio Brancia había comprado las tierras, anteriormente poseidas por la familia Pappacoda. El noble se oponía a la consigna de los territorios, que la Sommaria daba en beneficio a los rebatines. Con su autoridad el aristócrata impedía el alquiler de las tierras: “Per parte de Marco Antonio Brancia s’è proibito lo affittare del detto territorio dal che e, nato et nasce non poco danno et interesse a la natione predetta del che restamo non poco admirati per essere stato in questo particolare inteso il provedere del decto Marco Antonio et volendomo remediare a lo danno evidente et interesse che corre a la detta povera natione per tenere il detto comertio ad sue dispese per tal negotio con queste parte ne ha parso farvela presente con la quale ve da perché voi con l’acta de loro affitto debiate permettere de manera che detto Marco Antonio Brancia et altri che per sua parte impedissero l’affittar de detto territorio consignato habiano da permettere che liberamente si possa affittare ad quello che lo volera” 50.
Los rebatines no tenían ninguna intención de mudarse a Capitanata ni de cultivar aquellos terrenos, la mera obtención de los derechos habría satisfecho las exigencias de los refugiados. Pero Brancia se oponía con sus hombres de armas al cercamiento de los espacios, aunque hubiese una orden clara de la Sommaria. Además ningún campesino de la zona querría contrastar la voluntad del noble51. Los jueces de la Sommaria ordenaron el respeto de sus decisiones al Doganiere de Pulla, la institución más poderosa del área52: “Questa Regia camera debire provedere ve decimo et ordinamo che summarie simpliciter et de plano partile auditis debiate sopra le cose predette ministrare complimento de iustitia et hoc citra preiuditia dele ragione che pretendisse la ditta natione rebattina contra qualsivoglia persona et non si faccia il contrario per sub pena la presente in data in die 3° aprile 1581” 53.
De todos modos los magistrados de la Sommaria dieron la posibilidad al noble que indicase un territorio parecido en su feudo para concederlos a los rebatines54. Tras años de contraposiciones la querelle judicial acabó con una mediación, que Brancia iba a aceptar55. Este 49
ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 940, f. 235v ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 854, f. 36r. 51 ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 854, ff. 76v-77r. 52 John A. Marino, L’economia pastorale nel Regno di Napoli (Napoli: Guida, 1992). 53 ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 854, f. 68v. 54 ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 940, f. 235r. 55 ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 940, f. 263r. 50
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acuerdo fue la base para la constitución del Privilegio de los Trecientos: cada año el marqués y sus descendientes tenían que entregar una suma de dinero a cada una de las familias rebatines, el pago era la compensación por las ganancias que el noble obtenía sobre los territorios asignados a los refugiados. La merced era hereditaria, si bien su transmisión no pasaba sólo por vía masculina: “Noy Anna et Ursula de Aragon alias de Molvedra sorelle carnali per la presente declaramo havermo ricevuto da Agostino de Orta scrivano in la Summaria carlini trentadui e mezzo et sono del modi NS carlini dudici et mezzo del suffrutto de tomala cinque di terra che aspettavamo alla questa Giulia de Molvedra nostra madre, et carlini vinti della summa de carlini trenta aspettano alla questa Vittoria alias ovia nostra zia similmente per lo suffrutto del territorio li quali carlini trentadui et mezzo”56.
Desde los años treinta del siglo XVI, Nápoles fue el centro operativo de la guerra que Su Majestad combatía contra el sultán, el conflicto naval se desarrollaba sobre todo en dos grandes espacios, que resultaron estratégicos para ambos imperios: el área iónico-adriática y el Canal de Sicilia. Así el sur de la península italiana llegaba a ser el baricentro de operaciones militares, sus puertos y costas fueron el teatro donde se representó el decenal choque. Entre muchas cosas, don Pedro de Toledo se convertía en la referencia del emperador en la lucha contra el peligro turco57. Como había hecho antes con los griegos, ahora el virrey estaba decidido a aprovecharse de los rebatines, que conocían las tierras y costumbres de los infieles. Además los primeros exiliados hablaban perfectamente árabe, que era un idioma casi desconocido en Nápoles salvo por musulmanes y recientes convertidos, en los cuales las autoridades tenían poca confianza. El rebatino Francisco de Túnez entonces fue enviado a Mesina, donde sus movimientos hacia la Berbería podían ser más rápidos: “Otra zertificacion de don Pedro de Ganboay de Leyva que dize que al suplicante le a visto enbarcado en las galeras de Sicilia y se allo quando don Pedro de Toledo y el saquearon a Pietrache y que el conoce por buen soldado y que tambien conoçio a su padre y le a visto servir muchos años en los magaçenes y atarazanes de Su Majestad en Sicilia y que ha entendido que los años antes havia servido a Su Majestad muchas ocasiones y servicios particulares que se le an ofrecido en todo el dicho tiempo”58.
Cuando el emperador dejó las orillas africanas, pocos rebatines siguieron viviendo en Túnez, pero los exiliados de Nápoles mantenían relaciones estrechas con la región tunecina. Los hombres del Rebat eran habituales en los puertos de Berbería, donde tenían contactos que parecieron un instrumento interesante para el espionaje imperial sobre el Mediterráneo. Cuando el alcalde de La Goleta llegó a expulsar, momentáneamente, de Túnez a Mulay Amida, don Francisco de Tovar permitió a los últimos rebatines que tuviesen un propio representante en el nuevo Consejo de Estado:
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ASN, Regia Camera della Sommaria, Scritture dei Commercianti, busta 5, f. 67. Carlos José Hernando Sánchez, Castilla y Nápoles en el siglo XVI: el Virrey Pedro de Toledo, (Valladolid: Junta Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo, 1994). 58 AGS, Estado, Negocios de partes, Legajo 1711, f. 98. 57
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“Ma i suoi potentissimi amici, & principali di Tunisi, strettamente favoreggiandoli, et confortandoli à ciò il Tovarre, crearono Re Mamete suo figliuolo, il quale haveva intorno à dodici anni, & subito se gli accostarono per governare la sua fanciulezza, & per maneggiare à lor modo gli ufficii delle cose publiche, Abdalage Manifete, il quale era fratello di Temte, ch’era stato ammazzato, et quel, che alhora Mesuar, Abdelchirino, la qual parola vuol dire servo liberale. Doppo questi Sceriffo huomo dotto della legge Maometana, da Buggia per origine Moro, et Giovanni Perello de’cavalieri Rebattini, per patria Tarentino” 59.
En la mitad del siglo XVI los rebatines iban a ser fundamentales para el espionaje de la Casa de Austria, en una fase en que la flota del Turco llegó incluso dentro del golfo de Nápoles. Dragut vivía su apogeo, sus bases más importantes estaban en la costa tunecina, en particular la isla de Yerba, así que los moros cristianos parecieron los más idóneos para espiar los movimientos del temido corsario. En ese periodo el responsable de los espías de Su Majestad en el Mediterráneo era Ferrante Loffredo, Marqués de Trevico, que don Pedro nombró gobernador de Tierra de Otranto. A diferencia de sus predecesores el marqués prefería espías que vivieran establemente en las tierras del Turco, sus informaciones se creían más fiables porque esos colaboradores estaban más integrados en la sociedad de la frontera60. “Ay que dezir desta tierra es que ha quatro dias que llego aqui un rebatin de los que solian bibir los christianos en Tunez quando Su Majestad la gano qui, viene de Africa y dize que en Monasterio zoco una fusta de los Gelves que dixo que havia pasado la buelta de Argel el hijo de Barbarrosa con XII galeras” 61.
Como ocurría para las mercedes a favor de los coroneos, los beneficiarios del Privilegio de los Trecientos eran en su mayoría mujeres, este dato indicaba la continuidad de los refugiados en la actividad bélica o de espionaje, que obligaba a los hombres a pasar periodos muy largos lejos de Nápoles, donde esposas y ancianos gestionaban las relaciones con las autoridades. “Io Ilaria de Aghilar dico ho ricevuto iona da Agostino d’Orta scrivano et per cura dela natione rebactina carlini quindicy, li quali me sono dati liberaci in cartes in banca de Fiore y questo in meta anata milleseicento dicianove che ognuno me li pagano come persona di detta natione et per sua causa ho fatto fare la presente. In Napoli 9 di 8bre 1619” 62.
El asentamiento de los rebatines en el Reino de Nápoles fue muy diferente respecto a los griegos y albaneses, que en su gran mayoría prefirieron vivir en las provincias del reino, donde las comunidades ortodoxas esperaban encontrar un menor control de los tribunales eclesiásticos. De hecho, las costumbres y tradiciones de los coroneos sobrevivieron en la capital napo59
Giovio, Delle Istorie, 740. Emilio Sola Castaño, Los que van y vienen. Información y fronteras en el Mediterráneo clásico del siglo XVI (Madrid: Universidad Alcalá de Henares, 2005) 130-156. 61 Alonso de la Cueva a Filippo II, La Goleta 11 junio 1554, AGS, Guerra y Marina, Legajo 58, f. 78. 62 ASN, Regia Camera della Sommaria, Scritture dei Commercianti, busta 5, f. 63. 60
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litana gracias al apoyo que el poder virreinal dio a los refugiados. El auxilio de los virreyes permitió a los griegos resistir a las interferencias de las jerarquías católicas63. La falta de amplios recursos financieros y los números exiguos marcaron las formas de residencia que los rebatines tuvieron en Nápoles. La fuerte relación con las autoridades virreinales y sus principales actividades empujaron a los exiliados africanos hacia la capital. Los rebatines no aceptaron nunca un desplazamiento a las provincias del reino: “In questo Sacro Regio Consilio si e comparso per parte de Nicolo Russo Giovanni Pietro Molvedra et Antonio de Andrea rebattini con farne intendere qualmente essi excepto habitavano in questa città de Napoli et cedo stato assignato alla nattione rebattina certo territorio in lo feudo de Castiello Pagano per la Regia Corte accio detta nattione si possa substentare essi excep.ti si sono conserviti ad habitar in questa città per poster actender alli afficti di detto territorio si per beneficio di essi exp.ti como ancora dela nattione predetta et per li gabellati di questa città si astrengeno et pretendono astrenger ad pagare la gabella dela farina da importa uno tanto per ciascuno et la farina che bisogna per uso et vitto loro et de loro famiglie in non poco danno et interesse di essi” 64.
Pero los rebatines no constituyeron nunca un espacio propio en Nápoles como hicieron las nationes forasteras más ricas y antiguas. Sin embargo la presencia de los rebatines estaba difundida en varias áreas de la ciudad, aunque los exiliados prefiriesen vivir en lugares relacionados a la autoridad virreinal, por ejemplo Biagio d’Andrea residía en la Duchesca, el espacio más español del casco medieval, que aún en el último tramo del siglo XVII Domenico Antonio Parrino describía a sus lectores con estas palabras65: “Sotto il Castello di Capuana v’è un quartiero detto della Duchesca, così detto per esservi stato un giardino d’Alfonso, figlio di Ferdinando, quando era duca di Calabria, poi concesso a censo, e quasi tutte le case sono di don Pietro di Toledo marchese di Villafranca, per havervi edificato” 66.
La mayor parte de los rebatines vivía en la zona más occidental del Barrio Cuartel, que en el siglo XVI se transformó completamente tanto por los continuos flujos migratorios como por las intervenciones urbanísticas. Entre las callejuelas y pequeñas plazas de los Barrios Españoles convivieron comunidades muy diferentes que condicionaron la estructura social del área. La parroquia de referencia para la mayoría de los exiliados moros fue Santa Ana de Palacio. En
63 Caterina Belli, “La comunità greca a Napoli. Una cerniera nel Mediterraneo fra oriente e occidente,” in Integrazione ed emarginazione. Circuiti e modelli: Italia e Spagna nei secoli XV-XVIII, ed. Laura Barletta (Napoli: CUEN, 2002), 453-83. 64 ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 1012, f. 53v. 65 ASN, Regia Camera della Sommaria, Segreteria, Partium, busta 687 I, f. 275v. 66 Domenico Antonio Parrino, Napoli città nobilissima, antica e fedelissima, esposta agli occhi et alla mente de’ curiosi, divisa in due parti, contenendo in questa prima le sue più belle vedute intagliate in rame, chiese, castelli, fabbriche, magnificenze, notizie degli antichi dogi, regnanti, arcivescovi, vescovi, nobiltà, popolo, tribunali, quadri, statue, sepolchri, librarie e ciò che più di notabile, bello e buono in essa si contiene, epilogata da’ suoi autori impressi e manoscritti, che ne hanno diffusamente trattato, col catalogo de’ viceré, luogotenenti e capitani generali che han governato sino al presente, opera et industria di Domenico Antonio Parrino, natural cittadino napolitano (Napoli: nella nuova stampa del Parrino a Strada Toledo all’insegna del Salvatore, 1700) 304. BNN, RARI BRANC G11.
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1631 Diego de Leone moría en la Trinidad de los Españoles, y recibía los últimos ritos en la iglesia junto al antiguo palacio real67. En 1619 Giulia d’Andrea obtenía su merced como miembro de la natione, pero la mujer era analfabeta, por lo que su sobrino Giovanni Pietro de Molvedra se ocupó de la compensación junto a otro rebatino, Pietro Antonio, residente también en la Trinidad de los Españoles: “Pietro de Molvedra ho fatto la presente per volunta della sopra detta Giulia mia zia et son testimonio. Fa fede in vero Pietro Antonio della Trinità di Napoli la presente poliza che scritta de presente mano del Signor Giovanni Pietro de Molvedra per volonta della detta Giulia de Andrea” 68.
En la Strada de Santo Espíritu en Palacio habitó Meneca de Molvedra, que se casó con otro rebatino, Giovanni de Ventura. La pareja vivió en una casa que perteneció previamente a Francesco de Cicco, también miembro de la natione. La falta de descendientes fue el origen de un juicio por herencia, del que se iba a beneficiar el sobredicho Giovanni Pietro de Molvedra. “G. Meneca de Molvedra alias de Ventura che per essere detta G Meneca sorella consabrina de detto G Domenico deve succedere detta heredita a detto Io: Pietro come apropinguo et consanguinio estretto de detta G Meneca per non essernoci figli de detta G Meneca de Molvedra alias Ventura alli quali detti figli sono morti. Ite pone et vol pruare G. Meneca es morta in questa città de Napoli in la strada de Santo Spirito et proprio alle case che foro del G. Francesco de Cicco da anni ventidue in circa”69.
Los rebatines se casaron tanto con napolitanos como con otros forasteros. Viuda de un soldado español, la vieja Ángela de Paris pasó sus últimos días en el Castillo Nuevo. En la fortaleza la mujer era una persona conocida, tanto que dos militares fueron los testigos de que su merced había sido entregada por la Regia Cámara de la Sommaria: “Per mano de Maria Sances mia figlia de volontà de me predetta Angela per non havere possuto venire de persona in Summaria causa de infermita et in fede per non sapere scrivere per mano de io: Pietro de Molvedra in castello novo il di 21 de julio 1620. Io: Pietro de Molvedra ho fatto presente volonta e per ordine della sopradetta Angela de Paris et son testimonio. Io Andrea Fernandez soldato del Castello novo sono testimonio. Yo Andrea de Solana soldado de Castil novo soy testigo” 70.
En las primeras décadas del siglo XVII los descendientes de los rebatines si hacían referencia a un origen geográfico, en la mayoría de los casos se consideraban de Nápoles. Hacía ya años que la natione vivía en la capital virreinal, donde las reglas para obtener la ciudadanía no eran tan estrictas como en otras áreas italianas. Cualquier persona nacida en la capital o casada con una mujer napolitana iba a gozar automáticamente de la ciudadanía. Muchos miembros de comunidades exógenas aprovecharon este vacío jurisdiccional para llegar a ser 67
Archivio Parrochiale di Santa Anna a Palazzo di Napoli, Registro dei morti, volume II, 15 agosto 1631. ASN, Regia Camera della Sommaria, Scritture dei Commercianti, busta 5, f. 64 69 ASN, Grande Corte della Vicaria, Preamboli, serie II, fascio 1, busta 42, f. 3r. 70 ASN, Regia Camera della Sommaria, Scritture dei Commercianti, busta 5, f. 62. 68
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ciudadanos napolitanos, una condición que daba importantes privilegios en el ámbito jurídico, fiscal y social. Entonces los hijos y nietos de los refugiados moros no tuvieron ningún problema para convertirse en ciudadanos napolitanos con todos derechos. En las declaraciones de 1619, cuando los miembros de la comunidad se benefician del Privilegio de los Trecientos, sólo una mujer seguía recordando las raíces africanas, mientras todos los demás ya no lo retenían necesario: “Io Angela de Alfane della nattione della Goletta per la presente dice e declara haver recevuta da Agostino d’Orta carlini dicesette e mezzo, et per esser la verita ha fatto fare la presente, e sono li stessi carlini pagati ogni ano del presente mese in Napoli al di 16 di 9bre 1619” 71.
Al fin, la documentación del juicio para la herencia de Meneca Molvedra esclarecía la total integración de su familia en la sociedad de los Barrios Españoles, donde la mujer era una persona bastante conocida entre los vecinos. A diferencia de las investigaciones en torno a otros moros, en ese proceso las declaraciones de los testigos nunca acusaron la familia africana de alguna extravagancia cultural. Cuando Giulia de Bursia explicaba al juez sus relaciones con Meneca, hablaba de ella como si fuera una napolitana más: “Meneca sia de Casa Molvedra tutte volta si facea cognominare per casa Ventura perche et lo suo marito si chiamava Iones de Ventura per lo amore che lo portava ma la sua vera casata era di casa Molvedra et essa Z.a sape che al presente non ingi è più parente stretta ne propinquo alla detta g. Meneca che lo presente Io: Pietro de Molvedra figlio del g. Domenico de Molvedra”72.
Sin embargo, en los juicios contra musulmanes o recién convertidos, la atención de las autoridades hacia las costumbres de los investigados era un tema fundamental del pleito, por ejemplo los jueces prestaban una gran atención a la dieta o la cotidianidad de los procesados, que podían desvelar su verdadera naturaleza: cristiano en público pero musulmán en privado73. Aunque fuesen moros, para los rebatines no existía algún temor en torno a su religiosidad, porque habían sido cristianos hasta en el corazón del Dar al-Islam. Durante el siglo XVI las instituciones napolitanas no diferenciaban a los súbditos respecto a sus rasgos si la pertenencia a la iglesia romana y lealtad a la Corona eran ciertas. Así que en sólo unas generaciones los rebatines se integraron con naturalidad en la capital napolitana, donde se mezclaron como otros forasteros en la sociedad local. Los lugares y formas de su asentamiento favorecieron la integración social de los exiliados moros en la grande ciudad. Si en el mundo islámico los rebatines habían defendido durante siglos su fuerte identidad gracias al Rebat, que los separaba del resto de tunecinos, en cambio los nuevos espacios urbanos de Nápoles asimilaron sin dificultades a los descendientes de los caballeros moros.
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ASN, Regia Camera della Sommaria, Scritture dei Commercianti, busta 5, f. 57. ASN, Grande Corte della Vicaria, Preamboli, serie II, fascio 1, busta 42, f. 7r. Giuliana Boccadamo, Napoli e l’Islam. Storie di musulmani, schiavi e rinnegati in età moderna (Napoli: D’Auria, 2010) 51-54.
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Memoriales de excautivos: una mirada española de Constantinopla tras Lepanto Cristina Tejada Carrasco Universidad de Alcalá “Se la verità è l’anima della storia, della verità storica le memorie e le relazioni possono dirsi la fonte”1.
S
ebastiano Foscarini, embajador de Venecia en Madrid de 1682 a 1686, hablaba así sobre los memoriales en 1684. Si los memoriales, entonces, se podrían decir la fuente de la Historia, esto es tal vez más cierto en el caso de las relaciones hispano-otomanas del siglo XVI y la visión que ambas potencias tienen del mundo de la otra. En un contexto en que no existe una relación directa, una diplomacia oficial que, en el caso de la moderna, se define por el nacimiento de las embajadas permanentes2, las narraciones y descripciones sobre “el otro”, sean o no reales y perpetúen o no una visión artificial de ese “otro”, de viajeros ocasionales, cautivos, espías o negociadores accidentales constituyen la única fuente de contacto e información, junto con el “aviso” más puro y simple3, entre Habsburgos y Osmanlíes. La estrecha vinculación existente entre cautivos, o excautivos, cristianos, servicios secretos españoles y negociaciones hispano-turcas en la Constantinopla del siglo XVI viene siendo señalada por la historiografía desde hace algún tiempo4. En una mirada general, la política exterior filipina en relación al Imperio otomano, con precendentes en la carolina, está dominada no sólo por el enfrentamiento bélico sino por la diplomacia extraoficial y el espionaje. Así, desde las tentativas de paz secreta al inicio del reinado, con la ida de Francesco di Franchis a Constantinopla y la elección de Niccolò Seco como enviado a firmar la paz en 15595, se pasará, tras el desastre de Djerba o Los Gelbes, en 1560,
1
Sebastiano Foscarini, en Archivio di Stato di Venezia (ASV), Collegio, Relazioni, busta 10, y Michela dal Borgo, “Popoli, etnie, religioni nelle relazioni degli ambasciatori veneziani”, Mediterranean World, no. 18 (2006): 23. 2 Garrett Mattingly, La diplomacia del Renacimiento (Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1970), 101. 3 Para una definición y clasificación de los avisos y la literatura de avisos mediterráneos véase Emilio Sola, “Espionaje, información y cultura. Literatura de avisos en la época de Cervantes”, en Escrituras silenciadas en la época de Cervantes, ed. Manuel Casado (Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 2006), 19-37, o “Literatura de avisos”, en Los que van y vienen. Información y fronteras en el Mediterráneo clásico del siglo XVI, ed. Emilio Sola (Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 2005), 15-27. 4 Así lo es desde el punto de partida que representa El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 2 vols. (Madrid: FCE, 1976), de Fernand Braudel. 5 Documentadas en Archivo General de Simancas (AGS), Estado, legajos 485, 652, 1323, 1324 y 1498.
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que llevó un gran número de cautivos cristianos a Estambul, a la constitución, a partir de 1562, de una red de agentes secretos españoles en esta ciudad, la “Conjura de los Renegados” o “los amigos” 6. Posteriormente serán más los contactos con Estambul y Argel al margen de la guerra. En los años sesenta, por ejemplo, tras los fallidos asedios turco-berberiscos de Orán (1563) y Malta (1565), en 1567 se volverá a mandar a Juan María Renzo, el creador de la conjura, a Constantinopla, ampliándose y asentándose la misma. Paralelamente, en Berbería se intentaría captar a Uchalí tras su nombramiento como Rey de Argel en 1568, por medio de su amigo de la infancia Juan Bautista Ganzuga y los agentes hispanos en el Magreb, los Gasparo Corso7, mientras que, ya después de “la naval”, nombre con el que la batalla de Lepanto era frecuentemente aludida en la época, y el levantamiento morisco de las Alpujarras, entre 1572 y 1573, se negocia con el nuevo rey argelino, Arab Amat, la posibilidad de una paz entre turcos y españoles, con su mediación y la del embajador Agi Morato8. Tras Lepanto y las tomas de Túnez por don Juan de Austria y los hispanos en 1573 y Uchalí, Sinán Bajá y los turcos en 1574, el intercambio de esclavos y los propios cautivos y excautivos se volverán a convertir en protagonistas de las relaciones de los dos “imperios” en pugna en el Mediterráneo. A la vez, se iniciará la fase de contacto más fructífera entre ellos, fase que culminará con la serie de treguas que firmarán el milanés Giovanni Margliani y los visires Mehmet, Acmat y Sciaus Bajá en 1578, 1580 y 1581 en nombre de los soberanos Felipe II y Murad III y que representan para Braudel “el abandono del Mediterráneo” 9, la marginación de este lugar del centro de la política europea. En este marco se sitúan los autores de las relaciones y memoriales que analizaremos, siempre en un contexto, como decíamos, que se debate entre la negociación y el sabotaje, y que está reservado a, en palabras de Rodríguez Salgado, “oficiales de rango secundario, y al submundo que formaban los renegados y comerciantes sospechosos”10. Son estos los personajes que cruzan la frontera con el Turco, la frontera Cristiandad-Islam paradigmáticamente representada por España y Turquía en el siglo XVI. Son ellos a los que les está permitido cruzarla del lado español, en tanto España, a diferencia de Venecia, Francia o el Imperio, no establece, ni quiere establecer, una diplomacia oficial con los turcos. Uno de estos autores y excautivos que cruzan la frontera es Antón Avellán, que escapó de su cautiverio en Estambul en 1571. Más tarde, en 1573, es enviado de nuevo a Constantinopla 6
AGS, Estado, legajo 486, “Relación de lo que Juan Ma hizo en Levante y dexó concertado con los amigos, pensionarios y renegos de la conjura”, 1569, y “Relación de lo que se escribió al Comendador Mayor de Castilla con Juan Maria Renzo”, Madrid, 25 de marzo de 1568, o AGS, Estado, legajo 1071, folios 162-168 y 185-189, o AGS, Estado, legajo 1060, folio 129, o AGS, Estado, legajo 1133, folio 124, o AGS, Estado, legajo 1483, folios 132 y 249. 7 Una extensa narracción de todos los intentos de atraerse al que será Kapundanpachá, o Capitán de la flota otomana, se hace en la biografía de Emilio Sola, Uchalí. El calabrés tiñoso o el mito del corsario muladí en la frontera (Barcelona: Bellaterra, 2010). Para este intento de 1569 véase AGS, Estado, legajo 487, “Minuta de propuesta a Aluchalí para entregar a Argel, de que había sido nombrado Rey por el Sultán”, 1569; “Informe de Alonso Sánchez sobre Dionisio Galea”; “Instrucción de lo que vos, Juan Baptista Gonzuga, de le Castele, habéis de hacer en el viaje que por orden mío haréis a la ciudad de Argel”; e “Instrucción primera a Andrea y Francisco Gasparo sobre el negocio de Argel”, Madrid, 24 de julio 1569. 8 AGS, Estado, legajo 487, Arab Amat a Felipe II, “Con Andrea Corso. Sobre lo de la paz con el Turco”, Argel, 12 de agosto de 1573; “Relación de Juan Pexón, mercader de Valencia”; “Lo que el duque de Gandía ordena y de parte del Rey nuestro señor manda a Juan Pexon, mercader valenciano”; o “Muley Abdelmelec a Felipe II, Argel, 12 de agosto de 1573”. 9 Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 2: 703 y ss. 10 M.J. Rodríguez Salgado, Un Imperio en transición. Carlos V, Felipe II y su mundo (Barcelona: Crítica, 1992), 443.
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por don Juan de Austria, junto Virgilio Polidori y con la misión de acompañar a Kara Alí, hijo cautivo del almirante muerto en Lepanto Ali Bajá, que es liberado gratuitamente por el militar hispano: “Lo que en sustancia contienen los papeles que V Md me ha embiado de Antón Avellán es que estuvo muchos años cautivo en Constantinopla, y que en todo el tiempo q allí residió sirvió en dar avisos, como hombre muy plático de las cosas de allá; assí de los andamos de la armada del Turco como en procurar de poner fuego en ella y en el ataraçanal, juntamte con las demás psonas que residían en Constantinopla (de que muestra una fee firmada de Bapta Ferraro). Dize también cómo se escapó el año de 71, trayendo consigo algunos x(chris)pianos españoles e italianos, y cómo fue adonde el sr. Don Ju se hallava y le dio aviso de las cosas q entonces se offrescian. Que después el Sr. Don Ju, por la plática que tenía de las cosas de Levante y de la lengua turquesca, le mandó que fuese a Constantinopla con el hijo del Baxa (a quien se dio libertad), y que ha estado ally quinze meses, y que en este tpo ha avisado también al sr. Don Ju y al Duque de Sesa de todo lo que se ha ofrescido. Que a las personas q sirven a V Md en Constantinopla los havía animado pa q continuasen en el servo y los socorrió con 500 os, los quales se le han pagado en Nápes por orden del Cardenal de Granvela” 11.
En esta relación de la Corte se constata cómo Avellán ya sirvió como cautivo a la monarquía hispánica, dando “avisos de Levante” y tratando, junto con los conjurados, coordinados por el mercader veneciano Aurelio di Santa Croce, alias Baptista Ferraro, de quemar la armada turca. En 1571, entonces, escapa de su cautiverio y, como muchos excautivos, acude a don Juan de Austria para “avisarle” y procurarse un entretenimiento, quien le da 300 escudos12 y le manda, dijimos, de vuelta con Kara Alí. Aunque durante este viaje Avellán y Polidori, según las fuentes francesas y el embajador galo en Estambul, François de Noailles, obispo d’Acqs13, retomarán las conversaciones de paz iniciadas por Franchis al principio del reinado de Felipe II, lo cierto es que la relación del enviado de don Juan sólo alude a la red de conjurados, a la que leemos en la cita anterior “anima” con 500 escudos, y al Capitán del Mar Uchalí y su mayordomo mayor Morataga: “El Luchalí tiene 2500 esclavos cristianos, y más 150 renegados españoles y ytalianos, y entre ellos quinze o diez y seis capitanes de galeras q se tiene qta con ellos por ser buenos soldados y marineros [...] Morataga, luqués prohijado del Luchalí y su mayordomo mayor, de quien se confía mucho, es muy amado de todos los renegados por qto les haze bien pudiéndoles hazer mal, y es su superior. Y, nostante que yo no (h)e tratado yntrínsicamente con este Morataga, sé cierto q tiene buena voluntad de reduzirse a la Fee, y desea venirse, haziendo de camino alguna buena obra señalada en serviçio de Dios y de Su Magt, como creo çierto oviera hecho si la persona q el Sor don Ju me mandó llevase co me
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AGS, Estado, legajo 1142, folio 221, “Para consultar a Su Md sobre el particular de Antón Avellán”, s.d., Madrid. AGS, Estado, legajo 1144, folio 281, “Relón de Antón Avellán”, s.d., s.l. Ernest Charrière, Negotiations de la France Dans le Levant, en Collection de documents inédits sur l’histoire de France, 4 vols. (París: Imprimerie National, 1848-60), 3: 413-573. 12 13
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en Constantinopla, llamado Virgilio Polidoro, florentín, tuviera más discriçión y guardara mejor su carta q Su Ala le dio para el Morat Aga, la qual tomó el hijo del Baxa y, dándomela a mí, le di a entender q era otra cosa y la rompí. [...] Ansímismo se (h)a de escrivir a Morataga, en q Su Magt le diga cómo ya tiene notiçia dél y de su buen proçeder y ánimo, y q no dexe de continuar en él, yntentando con el Luchalí de reduzillo al serviçio de Dios y de Su Magt, y q sea de manera q la fuerça de Argel o el armada del Turco o la mayor parte la entregue, pues lo puede hazer, en poder de los ministros a quien Su Magt ordenare”14.
El paisaje humano que percibían los cautivos y excautivos hispanos en Estambul debía de estar sin duda dominado por el omnipresente capitán de la flota turca, el renegado calabrés Uchalí, cuya posesión de más de 2500 esclavos da una idea de su poder. Se le presenta, como siempre en las descripciones españolas, rodeado de renegados que, a pesar de su conversión, se encuentran del lado cristiano y, también como es habitual en las fuentes hispanas, se plantea su retorno al cristianismo por medio de alguno de sus hombres de confianza. Aquí el protagonista es Morataga, quien parece dispuesto a servir a Felipe II, y ya lo hubiera hecho, narra Avellán, si no fuera por la indiscreción de su acompañante Polidori, por lo que el Rey debería escribirle para que, aprovechando su amistad con el capitán Uchalí, intentase ganárselo para la causa hispana y éste entregase al monarca la flota turca o Argel15. Pero, como expusimos, Avellán alude también a la red de conjurados: “(H)urrem Bei, Yntérprete Mayor del Turco q ocultamente sirve a Su Magt, tiene amistad con el Morataga éste. Por ser de su tierra y su amigo podrá mejor tratar con él lo q yo o el que oviere de yr le ordenare en ne de Su Magt. Y porq mejor se considere el término q sea de tener para ello, y por lo q podría suçeder, conviene q Aurelio Santa † (Cruz) entienda en ello, y se tome su pareçer [...] Carlo Saminiate, deudo de Lorenço Saminiate, el que asistía en Arragoça al serviçio de Su Magt, es gentil(h)ombre luqués. El año pasado alcançó del Turco q pudiesen contratar los luqueses en Levante. Reside en Constantinopla por aquella República. Es amigo y patrioto de Morataga. Sería bien q, pues Aurelio Santa † (Cruz) tiene amistad con él, lo adquiriesen para el servicio de Su Magt. Y también q este Carlo podría tratar este negoçio con Morataga, si acaso a Su Magt le pareçiere q conviene q yo no vaya, por ser conoçido y (h)aver tenido de mí los Turcos alguna sospecha. Mahamet Baxa, lugarteniente del Turco, me dio salvoconducto para q pudiese bolver, con condiçión q llevase co(n)migo algunos turcos para en trueque de otros tantos cristianos” 16.
No sólo plantea Avellán la ayuda que conjurados como Aurelio de Santa Cruz o posibles potenciales servidores como Carlo Miniati, pariente de Lorenzo Miniati, el antiguo mediador en Ragusa de la red de conjurados entre Nápoles y Constantinopla, pueden proporcionar para 14
AGS, Estado, legajo 1144, folio 281, “Relón de Antón Avellán”, s.d., s.l. La conquista o reconquista de Argel, como dice Rodríguez Salgado en Un Imperio en Transcición, 379, permanecería como una quimera para la España de la época. 16 AGS, Estado, legajo 1144, folio 281, “Relón de Antón Avellán”, s.d., s.l. 15
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atraerse a Morataga y Uchalí, sino la supuesta participación en el espionaje hispano de Orembey, Gran Dragomán o intérprete del Sultán17, lo que puede dar una idea del alcance de la dicha red en el paisaje de la capital otomana, de la eficacia de la cual, por otra parte, dudaban ya hacía tiempo las autoridades hispanas18. Orembey, Carlo Miniati y Morataga, además, compartían “patria”, ya que los tres eran de Lucca, y esto podía facilitar las negociaciones en la cosmopolita Estambul19. Tras 15 meses de estadía en Constantinopla retornará Avellán a Madrid y, después de una consulta en la Corte20, se le remitirá de nuevo a don Juan, quien le mandará otra vez a Estambul, ahora con la misión que él mismo había apuntado de reducir a Uchalí, Capitán del Mar, al servicio de España, por medio de su mayordomo y prohijado Morataga. “Y, habiendo tratado munchas veces con estos y con algunos que sirven a V Mgt en aquellas partes el medio que se podría tener para reduzir al Luchali al servicio de Dios, se ha considerado que es muy difícil porque, demás que está muy metido en la seta mahometana y que jamás en él se ha visto punto de afición a las cosas de la fe, es tan cruel que ninguno se atreve a hablarle en este particular. [...] También dice que una carta que llevó de V Md para Morataga, mayordomo y prohijado del Luchali, no se la dio porque, aunque tiene buena voluntad a ser cristiano, tiene tan poco ánimo que jamás pondrá en ejecución ninguna obra vituosa, según es pusilánimo. Y, así, fueron de acuerdo él y Aurelio Santa Cruz se mostrase la carta de V Magt a Mahamet Bei de Nigroponte, por medio de un Bartolome Bruti” 21.
Se llega, al final, a la misma conclusión que en todos los intentos anteriores de captación del capitán calabrés, y es que es imposible reducirle a la fe cristiana. Por supuesto, consecuencia de esto, el desconocimiento del “otro” 22 y la intransigencia religiosa, se le añade el epíteto de cruel, que parece entonces una consecuencia lógica de estar metido “en la secta mahometana”. En la secta, nada más y nada menos. Para terminar, Avellán decide con Santa Cruz virar sus esfuerzos hacia Mehmet Bey, antiguo Rey de Argel, como Uchalí, y con la mediación de Bartolomeo Brutti, del que a continuación analizaremos un memorial. El siguiente documento objeto de nuestra atención sería la relación de Jaime de Losada del viaje que hizo a Constantinopla en 1575. Va allí por orden del Virrey de Sicilia, el duque de Terranova, también con el encargo de ganarse a Uchalí, del que había sido cautivo, pero en cambio aquél acaba introduciéndole al Primer Visir, Mehmet Bajá, con quien inicia unas conversaciones de paz: 17
Se ve en AGS, Estado, legajo 1071, folios 185 y 189. Sin embargo, cuando Margliani, del que luego trataremos también una carta, vaya a Constatinopla a firmar las treguas que citamos y use como intérprete ante el Primer Visir a Orembey, desconfiará continuamente de éste, y se sorprenderá de que Acuña, el mismo Avellán o Aurelio de Santa Cruz tuvieran de él tan buen concepto (AGS, Estado, legajo 489, Juan de Marglian a Antonio Pérez, Constantinopla, 20 de julio 1578). 18 Así los virreyes de Nápoles Granvela y Mondéjar, por ejemplo (AGS, Estado, legajo 1066, folios 10 y 69), o el pagador de esta red desde 1569, el tesorero Alonso Sánchez (AGS, Estado, legajo 1060, folio 129). 19 Cuando en 1578 llegue a Constantinopla el embajador del Gran Duque de la Toscana buscando la paz con los turcos, Orembey intentará favorecer su negociación por sus orígenes comunes (AGS, Estado, legajo 489). 20 La ya citada del AGS, Estado, legajo 1142, folio 221, “Para consultar a Su Md sobre el particular de Antón Avellán”, s.d., Madrid, donde se le adjudican “25 o 30 os de entretenimo cerca del Sr Don Ju”. 21 AGS, Estado, legajo 488, “Relación de Antón Avellán”, Constantinopla, 1576. 22 M.A. Bunes Ibarra, “El Imperio Otomano y la monarquía hispánica en el siglo XVI: el conocimiento español del otro extremo del mediterráneo”, Ankara Üniversitesi Basimeri, no. 19 (1995): 23-41.
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“Y porque en aquel tpo que yo llegué a Constantinopla se dezía por cosa cierta que lo de Flandes era fuera de concierto, y que lo de aquel Estado y peor de lo passado, quise arrojar una palabra, pues era tpo para ver a deserlia. Y le dixe que podría ser que quando se tratase de alguna tregua por algún tpo con el Rey de España, que creya que darían oreja a ello, y con ella podría ser que quedase tal amistad que durase por años. Respondióme que la Puerta del Gran Señor siempre era abierta, y que quien venía a ella no seyría descontento. Dixe que havía muchas maneras de venir a la Puerta, unas por necesidad y otras que no la tenían, y de las que no la tenían era el Rey de Spaña. Respondióme que el Empor Maximiliano tenía paz con el Gran Sr, y le pagava una miseria en reconocimo, y que el Empor dava aquello, que era Empor, y que dando el Rey de Spaña un pnte lo podría dar. Respondíle que si el Empor dava aquello que era por ciertas tierras que goza en Transilvania y no por tributo, y que el Empor, teniendo su dominio tan vezino con el del Gran Señor, le estaría bien y ser ambos conformes, pero que el Rey de Spaña no tiene sus Reynos tan vezinos con los del Gran Sr que tenga necessidad ni miedo, que, como bien sabía su Exa, hera un Rey de tantos reyos y señor de buenos y leales vasallos. Y, quando yo le dezía esto, hazía siempre una risa” 23 .
Al principio de su narración del diálogo con el ministro turco Losada da la clave del porqué se empieza en esos años, tras Lepanto y Túnez, a negociar con Constantinopla: la situación adversa para la monarquía hispánica en los Países Bajos. Más tarde dará también el enviado español la clave de la buena inclinación de Mehmet a esas negociaciones. Por lo demás, dibuja el panorama de las relaciones diplomáticas con la Sublime Puerta, que se dice insistentemente abierta a todos los negociadores y que exige siempre un tributo como condición para la paz, tal y como lo pagaba, por ejemplo, el Emperador Maximiliano24. La respuesta de Losada, por su parte, es sintomática de lo que será el comportamiento de la cúpula de poder hispana y el embajador Margliani en Estambul: Felipe II no se plegará a las exigencias turcas porque no tiene necesidad de ello, por no lindar con el Imperio otomano y por su propio poder, y sólo admitirá un acuerdo en absoluta igualdad25. Sigue Losada esbozando el paisaje diplomático de la capital turca: “Passada esta plática anduve viendo y colegiendo lo que allí se hazía, assí en el Arsenal como con el Embaxor de Venezianos y de Frana, y me hize amigo dellos y también del del Empor Maximiliano. Y en este tpo que estuve allí passó lo que diré: El Embaxor del Empor es un caro úngaro, llamado Darvit Uganoto; y el de venecianos Baylo Antonio Tiépoli; y del Rey de Francia un abbad gascón llamado (Gilles de Noailles), abbad del Isla y de Sancta Mariti, y decano de Burdeos. Este embaxor del Empor habla buen spañol y es ferio luterano. Díome razón de diversas cosas que tocavan al servicio del Empor, que se dirán. El Baylo de venecianos, Antonio Tiépoli, es buen conro y de valor, y muy afficionado al serviçio de Su Md. También con éste he ra(zonado) diversamte, y si bien unos y otros 23
AGS, Estado, legajo 1072, folio 14, “Relación dada por mí, Jaime Losada, del viaje que hize a Constantinopla por orden del Sr duque de Terranova, fecha en Otranto a los 15 de deziembre 1575”. 24 Tras la abdicación y muerte de Carlos V, los acuerdos de 1559, 1562 y 1568 fijan un tributo anual de 30000 ducados para los turcos. 25 Véase, por ejemplo, AGS, Estado, legajo 489, “Instructión de lo que Vos, el noble y amado nuestro don Ju de Rocafull, havéis de hazer y tractar en Constantinopla, donde al presente os embiamos”, Madrid, 12 de octubre 1578.
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hablan reservadamente, sabía dellos tanto que bastava. En el tiempo que allí estuve vino un ambaxor del Empor llamado Ju Prasono a besar la mano al nuevo Gran Señor, Sultán Murad, y truxo de presente un escritorio de plata y doze caxas de plata que dízen valdí todo cinco mil ducados. Y truxo los 26000 dos de pnte y 4000 que se dan a diversos. También en este tpo el Embaxor de Venecianos, llamado Jacobo Soranço, y nuevo Baylo, llamado Juan Correro, llevaron el dinero q devían por el tributo, y el Embaxor fue a besar la mano al Turco, y se le hizo vanquete como usan a los que algo traen. El pnte que dió este embaxr veneciano es lo siguiente: Tres bazias de oro con sus pucheres Quatro bazias de plata con sus pucheres Doze vasos de plata Doze pieças de brocado de diferentes maneras Doze pieças de terciopelo de diferentes lavores Cinquenta cortes de raso y damasco que cada uno bastava pa una ropa” 26.
El relato del enviado del duque de Terranova, además de describir a los embajadores francés, veneciano e imperial y una buena relación con ellos que luego no compartirá Margliani27, muestra cómo, al inicio del gobierno de un Sultán, Murad III en este caso, los que mantenían relaciones diplomáticas con la Puerta debían mostrar su respeto al nuevo soberano renovando el habitual tributo y haciendo otros regalos por medio de embajadores extraordinarios. La superioridad turca así sugerida, y la ausencia de inmunidad diplomática en el XVI quedan patentes cuando cuenta la situación del embajador cesáreo. “Al embaxr del Empor le tienen como preso por ciertos desgustos, y le tienen guardia, y era que los Turcos havían occupado a un señor úngaro, vasallo del Empor, sus castillos, y que hizo instana de ste desacato. Que Mahamet Baxa le dixo que lo havían hecho por hazer plazer al Empor, que aquel sr era asasino. Finalmte se quedan con los castillos, y allá tractan las cosas del Empor con poco respecto” 28.
Pasa después Jaime Losada a trazar un retrato tanto del nuevo Sultán como de su principal ministro y su interlocutor en las conversaciones de paz, Mehmet Bajá: “Este Sultán Murat es hombre de XXXI años, y paresce de 25, pequeño, de cuerpo roxo et delicado. Tiene aspecto más de flemático que de colérico. Tiene poca quenta del gobierno, todo lo dexa en manos de Mahamet Baxa. Tiene dos hijos, el mayor es de onze años. Este tesoro que dizen que tienen estos grandes señores otomanos, dexado de uno a otro, es sabido tanto por su claridad que es todo al contrario de lo que se cree por acá, y, en conclusión, no tienen un real sobrado, y en su thesorero no (h)ay más de una jarra y media de cequíes que tienen en un magazen demurado, los quales dineros tienen allí para quando quieren dar algo, por no pedirlo a sus thesoreros. Y, dexado que yo sabía algo desto, me lo 26
AGS, Estado, legajo 1072, folio 14, “Relación dada por mí, Jaime Losada…”. Al principio de su llegada a Estambul el deseo del Rey y los dirigentes hispanos de un acuerdo secreto llevan al embajador Margliani a evitar el contacto con el embajador cesáreo y el baylo, mientras que la mala relación con el francés se perpetuará durante toda su estancia, fruto de la pugna entre sus respectivos países por la precedencia diplomática. 28 AGS, Estado, legajo 1072, folio 14, “Relación dada por mí, Jaime Losada…”. 27
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(h)a confirmado un Aga que era de Soltán Solimán, y ha servido a Selim, padre deste Soltán Morat, y ha salido poco ha del çerralo. (H)e querido dezir esto para que se entienda que todo es como por acá. Bien se tiene por cierto que Mahamet Baxa tenga un gran tesoro, por ser cobdicioso y haver tantos años que heve el govierno de aquel Imperio. Y en Constantinopla corre poca moneda, y (h)ay pena grande de no passarla en la Asia, por la falta que tienen della en Grecia [...] Mahamet Baxa es hombre bien, de sesenta años, alto, de cuerpo flaco. Tiene buen arte en el negociar. Dizen los turcos que es amigo de la paz, pero yo creo que él vee que este Sultán Murat es poco, y que dubda de la guerra de persianos, y me haze creer que por esso me (h)a dado tantos toques de paz. De los otros baxas no trato, que, al fin, todo depende deste” 29 .
La relación que habla de este viaje describe no sólo al nuevo Sultán, Murad III, y al Primer Visir, sino un contexto turco dominado por el hambre, la necesidad30 y la más que inminente guerra con Persia, que impediría un próximo ataque a las posiciones cristianas en el Mediterráneo y que inclina a Mehmet Bajá, precisamente, a la paz con esos cristianos. Ahí está la clave del nuevo ánimo negociador turco que antes apuntamos. Mehmet no se fía ni de la guerra con Persia ni del nuevo Sultán, y por eso le ha dado “tantos toques de paz”. Finaliza Losada con lo que en principio era el motivo central de su ida a Turquía, el nuevo intento de captación de Uchalí: “Con el Capn Baxa renové la plática de quando fuy a Túnez a hablarle por orden del Marqués de Pescara quando ocupó aquel reyno. Y fue debaxo de buen seguro y me respondió que el Gran Señor le dava todo lo que quería, y que me dexasse destas persecuciones, y muchas cosas que dexo de dezir, que las diré a boca a V Exa. Es perder el tpo con él sobre esto” 31.
Llega a la misma conclusión que Avellán y él mismo ya habían llegado en anteriores intentos, y es la imposibilidad de pasar al Capitán del Mar al servicio de Felipe II. En este caso, sin embargo, Losada no lo describe negativamente, tal vez fruto del mayor contacto, conocimiento o respeto al dicho capitán, del que había sido esclavo. Enlanzan con las anteriores narraciones de Avellán los memoriales que veremos a continuación, de Martín de Acuña y Bartolomeo Brutti. Acuña, preso en Túnez y conducido a Estambul tras la toma de Uchalí en 1574, volverá en 1577 a Constantinopla ya libre y con el plan de quemar la armada o el arsenal turco, imaginario recurrente entre los espías y excautivos del lado hispano32. Brutti, espía albanés al servicio de Venecia y luego de España, entra en contacto con los conjurados y con Avellán, como vimos, cuando por medio de él se decide redirigir la carta que éste llevaba para Morataga, y en última instancia para captar a Uchalí, a Meh29
AGS, Estado, legajo 1072, folio 14, “Relación dada por mí, Jaime Losada…”. Además de la falta de moneda aludida en la cita anterior, Losada explica en su relación la falta de alimentos que existe en Grecia, el Mar Mayor, Moldavia, Egipto, etc., así como el mal estado de la armada turca, para acabar conlcuyendo: “Digo todo esto para que se entienda que la necesidad es genal y por el año venidero no pueden con armada inquietar los reynos de Su Md. (H)ay occasión, y grande, de poderlos offender en (y)endo al Bervería”. 31 AGS, Estado, legajo 1072, folio 14, “Relación dada por mí, Jaime Losada…”. 32 Así, se habían ofrecido a hacerlo en varias ocasiones los “conjurados”, como también será enviado con esta intención Giovanni Barelli en 1570 por el Virrey de Sicilia, el marqués de Pescara, o Francisco Peloso se lo ofrecerá al sucesor de Pescara, el ya citado duque de Terranova, en 1575. 30
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met Bey, Bajá de Negroponte, con el plan de que éste se hiciera con el gobierno de Argel y la sustrayera al dominio turco bajo la tutela de Felipe II33. Acuña y Brutti coinciden en Nápoles hacia finales de 1576, cuando el primero hace escala en el virreinato para proveerse de los recursos necesarios para llevar a cabo su misión y el segundo iba camino de Madrid a consultar al Rey sobre el negocio de Mehmet Bey y es retenido por el Virrey napolitano, el marqués de Mondéjar, por querer mantener en secreto dicho negocio. En principio el vallisoletano Martín de Acuña propone al albanés que le acompañe y ayude en su plan y Brutti acepta, pero pronto se arrepiente y se excusa de la ida so pretexto de llevar otro encargo para el Rey. Este hecho será causa de un enfrentamiento entre ellos que ambos materializarán en sendas críticas sobre el plan del otro. Brutti narra extensamente las dificultades que ve en el proyecto de Acuña, para él poco calculado y resultante del desconocimiento de la armada y la ciudad turca: “Et prima, l'andata de don Martino in questi tempi è fuora di stagione, et per questa causa non si farà cosa alcuna, anzi si metterà a risico di morte quel tale che volesse tentare quello che don Martino disegna, perché noi non potremo arrivare in Constantinopoli prima de febraro, per essere le strade cariche di neve, fanghi et freddi. Nel quale mese arrivando, trovaremo tutte le galere buttate in mare et consignate alli capitani particolari, li quali, a concorrenza l'uno dell'altro, giorno et notte, sempre travagliano attorno alle galere per essere tenuto ogn'uno di loro diligete capno; [...] Et per questa causa, non trovando le galere in terra, come don Martino credeva, gli fuochi artificiosi non si potrano adoprare. [...] Di più saprà V.E. che in Costatinopoli è un bando fatto di ordine del Gran Turco, che ni una barca sonate le due hore di notte possa andare per il canale di Costantinopoli, et particolarmete accostarsi all'arsenale, sotto pena a chi sarà trovato, sonate le due hore, che sia impiccato, no tndo risguardo a qualità né conditione. [...] In quanto che don Martino havea disegnato che Bartholomeo Bruti gli dovesse comprare in Costantinopoli solfore, salnitro, polvere, corda, rasa et altre misture per fare dette balle artificiose, fa sappere a V Ecctia che esso non potrà fare questa fattura perché, volendo comprare queste misture, saria discoverto, per ritrovarsi queste misture in potere di turchi, li quali accusariano così lui come ogni altra persona che volesse comprare; le quali misture bisogna comprare da due o tre persone che le fanno et tengono. Circa le amicitie che don Martin dice che ha acquistato in casa di Alucciali con molti renegati, et particolarmte con Solimán Venetiano, quale io conosco, è giovane di pochi anni et di poca esperientia, per essere novamte uscito dal Serraglio di Alucciali. Saprà V.E. che gli renegati di Alucciali, subito che dal Patrone sono ripresi, dicono di voler fuggire ma poi, passata la colera, continuano nelli loro perversi pensieri et accusano qualsivoglia huomo che habbia trattato con esso loro. Et per tutte queste cause pareria adesso Bartholomeo Bruti che don Martino per hora debbia differire questa sua andata in quelle parti, perché in luoco di far servitio a Sua Maestà, farà disservitio, così alla persona sua come alli disegni di sua Mtà et di V.E., et causará la morte a christiani, ropendo il disegno di molti huomini importanti che hano incaminato et stabilito molte cose per servitio di Dio et di Sua Maestà et riputatione de Vra Ecctia” 34. 33
Mehmet Bey había sido Rey de Argel, de cuyo trono había sido apartado por Uchalí en 1568, y, desde entonces, perdió influencia en la Corte otomana, lo que le llevó, resentido, a volver sus ojos hacia España. AGS, Estado, legajo 1073, folio 22, “Copia del memal que Bartholomé Bruti dio a su Exª sobre la yda de don Martín de Acuña a Constantinopla”, Nápoles, s.d.
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Según el albanés la ida del vallisoletano en pleno invierno dificultaría su misión, pues, cuando arribase, allá por febrero, las galeras otomanas estarían ya asignadas a sus capitanes y éstos no las abandonarían. Además, estas galeras estarían ya en el agua, lo que complicaría prenderles fuego tanto por su situación como por la prohibición de andar en barca por la noche en Constantinopla, y menos cerca del arsenal. Por si fuera poco Acuña pretendía que Brutti comprara todos los artificios necesarios para prender fuego a la flota él solo, con lo que sin duda sería descubierto y condenado por los turcos. Finalmente añade Brutti que los contactos que dice tener don Martín con renegados de la casa de Uchalí no son de fiar, pues dichos renegados suelen ser traicioneros. En resumen, el poco calibrado plan de Acuña no haría más que poner en peligro a los que realmente sirven a Su Majestad en Constantinopla, la duradera Conjura de los Renegados. Los detalles que da Brutti en su memorial, independientemente de que tuviera o no razón en criticar el proyecto de Acuña, demuestran un mayor concocimiento de las preparaciones y los movimientos de la armada turca en la capital que el del español, que responde muy ingenuamente a las acusaciones del primero35: “Y ansí me resolbí (h)ablalle claramente, respondiéndole a las tres dificultades: lo primero, al tiempo que se dezía que era tarde, que tan adelante estaba el tiempo, cinco y seis días (h)abía que el propio me solizitaba priesa como agora, lo cual venía a contradezir su mudanza en cuanto aquel punto; en lo que tocaba a Venecianos, que el Turco (h)ubiese roto, que ni a mi negozio (h)acía ni des(h)acía por ninguna era ni manera; en cuanto a la consinazión de lo que arriba digo, que aquella daba con todo y por todo por falsa, porque no se (h)acía la consinazión ni comenzaba la priesa y mudanza de la tierra al agua (h)asta mediado abril, y que ansí quedaban tres meses de tiempo para ir y bolver y estar. Y de este propio parezer (h)a sido siempre un (h)ermano que aquí se (h)alla de Aurelio Santa †(Cruz), que tantos años ve lo que allí pasa” 36.
Por último, nos detendremos en una carta de Giovanni Margliani, más con la forma, también, de un memorial. Preso, como Acuña, en Túnez en 1574, y liberado a la vez que él al año siguiente, iba en principio a hacer de mediador en el negocio de Brutti con Mehmet Bey37. Finalmente, cuando el plan de quema de Acuña fracase y éste inicie, de nuevo, unas conversaciones de paz con Mehmet Bajá, que esta vez si darán su fruto favorecidas por las guerras de Flandes y Persia, Margliani será enviado para sustituir a Acuña y concluir el acuerdo de tregua con los otomanos. En su relación de los primeros meses de negociaciones que concluirán en la tregua del 7 de febrero de 1578, Margliani reflexiona y describe el paisaje humano y diplomático de Estambul38. Habla sobre la dificultad y el peligro que acarrean las negociaciones en Levante, que ya habíamos visto que trataba también Losada, en su caso provocados por la expectativa turca de recibir un embajador hispano y haberse encontrado con un enviado oficioso y secreto como es 35
Ya el mismo Felipe II había dudado de las planificaciones de Acuña para quemar las naves turcas (AGS, Estado, legajo 158, folio 36, donde el Rey plantea que los artificios deberían ser de mecha y no de fuego como sugiere el excautivo). 36 AGS, Estado, legajo 1074, folio 104, Martín de Acuña al Rey, Nápoles, 03 de enero 1577. 37 AGS, Estado, legajo 488, “Lo que ha parescido a Franco de Ybarra sobre la comisión que ha traydo Bartholomé Bruti de parte de Mahamaet Baxa, hijo de Seli Baxa”. 38 AGS, Estado, legajo 489, Juan de Margliano a Antonio Pérez, Constantinopla, 11 de febrero 1578.
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el milanés en un principio. Según el Primer Visir y Orembey Acuña había prometido que iría un embajador, y ellos así lo habían exigido en las cartas a la Corte madrileña. Margliani se ve inmerso en un auténtico entuerto entre los engaños de unos y otros39 y sólo empieza a vislumbrar algo de ayuda cuando se introduce en las negociaciones el médico del Sultán, el doctor Salamon40. Expone después Margliani cómo Mehmet Bajá está inclinado al acuerdo de paz con los hispanos a pesar de las dificultades, al igual que la oposición a dicho acuerdo de Uchalí, consecuencia lógica de su modo de vida ligado a la guerra y los esclavos41. Pero el tema omnipresente en la relación de Margliani es el envío o no, por parte de Felipe II, de un embajador con poderes para negociar en Estambul. En una conversación sobre ello con el Primer Visir éste se acuerda de los anteriores hombres llegados de parte hispana: “Rispondendo una volta che non sapeva quello fosse per far S M, se fosse per mandarlo o non mandarlo, mi disse il Basa: ‘Mo, dimmi con che pensier mandarono quà Xaimo de Losata, con che pensier un Cavaglier di Malta, il qual ho poi inteso che fu il Cavaglier Barelli, con che pensier Don Martino (?). Credano al men che pregandone a far una pace, siamo per farla con dimminucione della nostra reputacione, come se fussemo in necessità, s'inganano” 42.
El argumento de Mehmet Bajá, que recuerda a Losada y Acuña, de que han sido los hispanos los que han mandado hombres a buscar la paz y, por tanto, son ellos los que deben de necesitarla y plegarse a las condiciones turcas, parece bastante acertado. Tal vez la reflexión más interesante del enviado Margliani, no obstante, es la que hace hacia el final de la carta, donde deja entrever su vida cotidiana en Constantinopla: “Ogni ressolucione che piglierà S Mtà sarà tanto più accertata quanto sarà con brevità, desiderandosi dal Basa la brevità sopra ogni cosa, la qual, fuori del servicio di Sua Maesta, ho da raccordar a V S per mio interesse ancora: viver lungamente in due camarelle senza colpa né pecato è cosa noiosa, viver senza conversacione è cosa che non si può sofrire. Io sono stato, et sono, et sono per stare tutto questo tempo in due camarelle. Non ho tratato né sono per tratare, fuori che con Urembei, il Dotore et Sr Basa, con huomo che viva. Sono advocato ad altra vita. Suplico V S favorirmi perché Sua Maesta si risolvi et me impieghi in parte dove sii più atto a servire, et senza maggior satisfacione nel servire. Lasai la mia casa desordinada per le soverchie spese fatte in servicio di S M, senza lasar alcun 39
No queda claro si mintió Acuña, que presenta en Madrid la paz como realizable de forma secreta e informal o pública y formal, o los propios turcos, que pudieron plantear al vallisoletano la posibilidad de un acuerdo secreto para iniciar las negociaciones y luego retractarse exigiendo un embajador oficial. El acuerdo que firman Acuña y el Bajá (en AGS, Estado, legajo 159, folios 283-285) no resulta lo suficientemente transparente para dilucidarlo. 40 De este intermediario tendrá muy buena opinión Margliani durante gran parte de su estancia en Estambul, opinión contraria a la desconfianza que ya dijimos le suscitaba el supuesto servidor del Rey e intérprete del Turco Orembey. 41 AGS, Estado, legajo 489, Juan de Margliano a Antonio Pérez, Constantinopla, 11 de febrero 1578. La oposición del Capitán del Mar irá in crescendo a medida que avancen las negociaciones del milanés y éste consiga suspensiones de armas anuales, hasta llegar a amenazarle con sacarle el ojo que le quedaba, ya que Margliani era tuerto (Ernest Charrière, Negotiations de la France dans le Levant, 3: 876). 42 AGS, Estado, legajo 489, Juan de Margliano a Antonio Pérez, Constantinopla, 11 de febrero 1578.
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ordine, sperando potermi tornar presto et far le provisioni convenienti. Mi trovo obligato per mesi, nel qual tempo mi può sopravenire qualche danno et vergogna. Questo vado tolerando con bono animo, sperando che li parenti mei debbano pigliar quelle ressoluttioni per me che ho io pigliato per loro alcuna volta. Mi crucia il non sapere in che oppenione dil mondo et della patria sii la venuta mia in queste parti, la quale vado dubitando che sii più presto intesa male che bene. No vego come poterci remediare si V S non mi porge il suo adiuto” 43.
La vida de un hombre aislado, que habita en un pequeño espacio y que no tiene con quién hablar salvo los interlocutores turcos para la tregua, que añora una casa y una patria en las que no hizo escala antes de marchar para Constantinopla porque esperaba regresar pronto, y que ve prolongada su estancia por meses, es el resultado de las tentativas de paz secretas de España, y de la negativa turca a admitir tal secreto en los acuerdos. Un hombre que, a diferencia del resto de esos “oficiales de rango secundario” y del “submundo que formaban los renegados y comerciantes sospechosos” que antes citábamos, parece realmente íntegro y honesto44, y como tal seguir las instrucciones regias y tratar de realizar la tarea que le había sido encomendada, la tregua con el Turco, con la que, por otra parte, Margliani no estaba de acuerdo en un principio45, y así lo deja ver con ese “et me impieghi in parte dove sii più atto a servire”. Si ya un embajador oficial en época moderna se encontraba solo y sin la tutela de un verdadero Derecho Internacional46, imaginemos cómo vivía un Margliani que no se relacionaba, si quiera, con los otros embajadores47. Antón Avellán, Jaime de Losada, Bartolomé Brutti, Martín de Acuña y Giovanni Margliani, en las relaciones y memoriales de sus estancias y misiones a Constantinopla, nos describen el paisaje urbano-bélico y humano de Constantinopla, desde la red de espías españoles a cómo se trabaja en el arsenal, cómo se negocia en Estambul o cómo son el Sultán y el Primer Visir. Son descripciones de los protagonistas del “submundo” que “va y viene” 48, en estrecha relación con la red de espías, en este caso excautivos y no renegados, pero siempre casos representativos de la frontera permeable Cristiandad-Islam que cruzan estos “viajeros” olvidando los principios religiosos, al menos en la práctica49. Son descripciones silenciadas y relegadas del discurso oficial, en cuanto, como decíamos, no existe una diplomacia abierta entre España y el Imperio otomano, y las misiones de estos excautivos son, por consiguiente, secretas. Incluso cuando se firmen los acuerdos de tregua con 43
AGS, Estado, legajo 489, Margliani a Pérez, Constantinopla, 11 de febrero 1578. Fernand Braudel, en El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 2: 671, lo define como “hábil, honesto, dúctil y ladino”. 45 AGS, Estado, legajo 159, folios 29-30, Margliani a Antonio Pérez, 20 de junio 1577. 46 Daniela Frigo, “Corte, onore e ragion di Stato: il ruolo dell’ambasciatore in età moderna”, Cheiron: materiali e strumenti di aggiornamento storiografico, no. 30 (1998): 13-55. 47 Más tarde, cuando Felipe II decida que sí mandaría un embajador, Juan de Rocafull, Margliani, más confiado en lo público del negocio, entablaría ya relación con el Baylo y el embajador del Emperador, aunque será cuando finalmente se le nombre a él embajador, hacia octubre de 1579, cuando se sienta más libre, cambie de casa, tenga sirvientes y camine abiertamente por las calles de Estambul. 48 Título de la obra ya citada de Emilio Sola, Los que van y vienen, ésta era una denominación común para los que cruzaban la frontera turca. 49 En Giovanni Ricci, Appello al turco. I confini infranti del Rinascimento (Roma: Viella, 2011), el autor expone cómo, a pesar de que se mantiene la retórica de Cruzada, los estados cristianos negocian, usan y tratan habitualmente con el Imperio otomano, estando éste plenamente inserto en la diplomacia europea. 44
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la que será la tentativa más fructífera del reinado de Felipe II, la embajada Margliani, éstos se tratarán de esconder y ningunear a los ojos extranjeros, especialmente a los del papado, para preservar la imagen del monarca como “Paladín de la Cristiandad” y evitar la pérdida de las gracias que aquél concedía por la lucha contra el “Infiel” 50.
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AGS, Estado, legajos 932, 935, 939, 1083 y 1084.
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La Sicilia di Filippo III in un discorso militare occultato: uomini, città, territorio Maurizio Vesco Università degli Studi di Palermo
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elazioni e documenti militari costituiscono, quasi per definizione, gli esempi più calzanti di escrituras silenciadas e a questo carattere non si sottraggono quelli prodotti dal governo viceregio del Regno di Sicilia, assurto sin dagli inizi del Cinquecento, per via della sua posizione geografica, ad antemuralla dell’Impero spagnolo e della cristianità tutta contro il nemico turco. Presso la Biblioteca Nazionale Centrale Vittorio Emanuele di Roma, in uno dei fondi antichi provenienti da biblioteche gesuitiche, giace dimenticato un importante manoscritto di natura militare di provenienza siciliana, intitolato per l’appunto Discorso militare di D. Antonio Bologna nel quale si demostra la maniera che possi esser offeso il Regno e il modo con il quale possi essere difeso dell’incursioni e invasioni de’Nemici con ridurre a memoria tutte le Historie e successi passati, così de tempi antichi come de' più moderni1 (fig. 1). L’autore, nel suo lungo Discorso, tra aforismi sagaci e dotti riferimenti storici di cultura umanistica, ci restituisce in filigrana la complessa realtà siciliana, il suo territorio e il suo paesaggio urbano – porti e coste, città e campagne – in un continuo rimando temporale tra la Sicilia dei primi anni del Seicento e quella classica e medievale, tra dettagliati rendiconti di assedi e invasioni del passato e incursioni piratesche e ottomane del presente, offrendo pure la preziosa testimonianza di una sorta di paesaggio antropico che ritrae le diverse anime del popolo siciliano. Si tratta di un documento composto da circa 200 carte, dotato di frontespizio, articolato in 33 capitoli preceduti da una prefazione e che presenta, oltre a una scrittura caratterizzata da un ductus fermo ed elegante, una stesura priva di ripensamenti e correzioni che fa fortemente pensare ad un’opera intenzionalmente concepita come manoscritta per la delicatezza sia della materia trattata sia dei dati sensibili in essa contenuti; è possibile, infatti, che l’opera fosse non solo dedicata ma forse esclusivamente indirizzata alla massima autorità del Regno di quel Nel testo vengono adottate le seguenti sigle: AGS - Archivo General de Simancas; ASPa - Archivio di Stato di Palermo; BCP - Biblioteca Comunale di Palermo; BNE - Biblioteca Nacional de España de Madrid; BNCR - Biblioteca Nazionale Centrale di Roma; BRS - Biblioteca Centrale della Regione Siciliana (Palermo). 1 Antonio Bologna, Discorso militare di don Antonio Bologna..., BNCR, ms. Gesuitico 424; d’ora innanzi ci si riferirà in nota a questo testo con la sola indicazione Discorso.
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Fig. 1 – Antonio Bologna, Discorso militare di D. Antonio Bologna nel quale si demostra la maniera che possi esser offeso il Regno e il modo con il quale possi essere difeso... (1612). Biblioteca Nazionale Centrale di Roma, ms. Gesuitico 424, frontespizio.
tempo, il viceré Pedro Téllez Girón duca d’Ossuna2, in carica dal 1610 al 1616, e dunque di fatto da intendere come documento segreto. D’altronde, già a una prima accurata perlustrazione della ricca e poco lacunosa documentazione archivistica relativa agli affari di governo della Sicilia conservata presso l’Archivio di Stato di Palermo non si trova traccia alcuna del testo in questione, nessun riferimento ad esso o al suo autore, nè tanto meno alcuna lettera di incarico o di consegna alla Corte.
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Sul viceregno siciliano del duca d’Ossuna, cfr. Gregorio Leti, Vita di Don Pietro Giron duca d'Ossuna, vicere di Napoli e di Sicilia, sotto il regno di Filippo Terzo..., 3 voll. (Amsterdam: G. Gallet, 1699), in particolare vol. 2; Giovanni Evangelista di Blasi, Storia cronologica de’ Vicerè, Luogotenenti e Presidenti del Regno di Sicilia, vol. III (Palermo: Solli, 1790-91, rp Palermo: Edizioni della Regione siciliana, 1974), 41-57; Luis María Linde, Don Pedro Girón, duque de Osuna. La hegemonía española en Europa a cominenzos del siglo XVII (Madrid: Ediciones Encuentro, 2005), 99-124; Sagrario Lopez Poza, “El gran duque de Osuna y las relaciones sobre su actuación en el Mediterraneo como virrey de Sicilia y Napoles”, in Con gracia y agudeza. Studi offerti a Giuseppina Ledda, ed. Antonina Paba (Roma: Aracne, 2007), 407-40.
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Il testo, che ci è stato possibile datare all’anno 16123, a nostro avviso può ben collocarsi all’interno di quell’esiguo ma straordinario filone documentario costituito da Relationi e Descritioni del Regno di Sicilia – e non solo riguardanti le sue difese – redatte nella prima età moderna, un filone che, inaugurato con i codici tardocinquecenteschi di Tiburzio Spannocchi (1575-78)4 e Camillo Camilliani (1583-84)5, si concluse con il Teatro Geografico antiguo y moderno6 (1686) dedicato al viceré Francesco Benavides, passando per l’Atlante di città e fortezze di Carlo Maria Ventimiglia e Francesco Negro (1634-39)7. A questi testi il nostro Discorso potrebbe essere credibilmente accomunato da un divieto di stampa derivante dal segreto di Stato imposto dal governo: avvenne così, ad esempio, nel 1637 per il già ricordato Atlante di Negro e Ventimiglia per il quale, come dimostra un documento da noi recentemente ritrovato, la Corte a Madrid ordinò che «no conviene que se estampe nada por ser materia de tanta importancia»8; da questi stessi testi, al contrario, il nostro Discorso certamente differisce per l’assenza di rappresentazioni grafiche, spiegabile con riferimento alla formazione e alle competenze di colui che lo ha elaborato. L’autore del manoscritto, infatti, non è nè un ingegnere militare né un cartografo, ma un giurista-uomo d’armi, il gentiluomo palermitano don Antonio Bologna, un personaggio allo stato degli studi pressochè sconosciuto9, sebbene figura importante della scena politica siciliana del primo Seicento. L’autore del manoscritto: don Antonio Bologna Esponente di una famiglia autorevole del patriziato urbano, che controllava da due secoli molte fra le più alte cariche dell’amministrazione del Regno di Sicilia10, Antonio Bologna 3
In un punto della sua trattazione, infatti, l’autore afferma che «24 anni sono, essendo di già rifabricata Agosta, la scorse con 14 galee Sinagra corsale di turchi», riferendosi dunque all’attacco portato nel 1588 dalla flotta corsara del rinnegato greco Hasan Agà alla città siciliana di Augusta; Discorso, fol. 5v. Sulle incursioni di quell’anno sui litorali siciliani e calabresi, cfr. Carlo Carosi, “Redimere captivos. Note sugli atti notarili di riscatto (sec. XVI)”, in Corsari e riscatto dei captivi. Garanzia notarile tra le due sponde del Mediterraneo, ed. Vito Piergiovanni (Milano: Giuffré Editore, 2010), 53. 4 Del prezioso manoscritto conservato presso la BNE, ms. 788 (Descripción de las marinas de toto el Reino de Sicilia), esistono due riproduzioni in facsimile: Tiburzio Spannocchi, Marine del Regno di Sicilia, ed. Rosario Trovato (Catania: Ordine degli Architetti della Provincia di Catania, 1993); La Sicilia di Tiburzio Spannocchi: una cartografia per la conoscenza e il dominio del territorio nel secolo 16, ed. Corradina Polto (Firenze: Istituto geografico Militare, 2001). 5 L’opera di Camilliani, composta da un testo di descrizione letteraria e un album di elaborati grafici, conservati separatamente il primo in più esemplari tra la BCP e il secondo presso la Biblioteca Nazionale Universitaria di Torino, è stata raccolta nell’edizione critica di Marina Scarlata, L’opera di Camillo Camilliani (Roma: Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1993). 6 Lo straordinario album di disegni Relación de las Cosas de Sicilia y Teatro Geográfico, antiguo y moderno del Reyno de Sicilia, è conservato a Madrid presso la Biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, ms. 3; i disegni sono stati pubblicati in: Vincenzo Consolo e Cesare De Seta, Sicilia teatro del mondo (Roma: Nuova ERI,1990). Sull’argomento segnaliamo il recente contributo di Valeria Manfré, Un retrato de Sicilia durante el virreinato de Francisco de Benavides: el Teatro Geográfico antiguo y moderno del Reyno de Sicilia, trabajo de Suficiencia Investigadora en Historia del Arte (DEA), a.a. 2007/2008, Universidad Autónoma de Madrid, Departamento de Historia y Teoría del Arte. 7 Si tratta dei due codici conservati alla BNE, mss. 1 (Plantas de todas las plaças y fortaleças del reyno de Sicilia...) e 787 (Descripción de Sicilia y sus ciudades), dei quali si segnala l’edizione critica: Francesco Negro, Carlo Maria Ventimiglia, Atlante di città e fortezze del Regno di Sicilia 1640, ed. Nicola Aricò (Messina: Sicania, 1992). 8 AGS, Consulta de Oficio, l. 724, fol. 145r-v., consulta del 07 di luglio 1637. 9 Le uniche notizie relative ad Antonio Bologna le fornisce l’erudito settecentesco Antonino Mongitore che ne esalta le virtù morali e la cultura poliedrica; Antonino Mongitore, Bibliotheca Sicula sive De scriptoribus siculis... (Palermo: Diego Bua, 1707), 58 10 Sulla famiglia Bologna, cfr. Baldassare Bologna, Descrittione della famiglia e casa Bologna nella città di Palermo, in Sicilia ed in Napoli... (Palermo: Giovanni Antonio De Franceschi, 1605); Lavinia Pinzarrone, “La Descrittione della casa e famiglia de’ Bologni di Baldassare di Bernardino Bologna”, Mediterranea. Ricerche storiche, n. 10 (2007): 355-98.
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viene ricordato come «vir oppidò doctissimus magnaeque auctoritatis»11 e di lui si può ricostruire la fulgida quanto rapida carriera di legum doctor: consultore primario della Santa Inquisizione, giudice prima della Corte Pretoriana di Palermo quindi della regia Gran Corte, con giurisdizione tanto civile che criminale, infine consigliere regio, vicario generale del Regno di Sicilia e dal 1616 nominato, forse per interessamento del viceré Pedro Girón, maestro razionale del Real Patrimonio12. Antonio, figlio di don Cesare Bologna13, una volta fatto ritorno a Palermo avendo completato gli studi in diritto probabilmente a Bologna, dopo una prima non felicissima esperienza politica a livello municipale – nominato giurato della città nel 159714, l’anno seguente venne imprigionato insieme agli altri suoi colleghi per avere contestato la nomina viceregia del pretore15 – indirizzò definitivamente i suoi interessi alla gestione della cosa pubblica a livello centrale: un’ascesa tra i ranghi dei funzionari dell’alta amministrazione “statuale” che sarebbe culminata con la nomina da parte di Filippo IV a maestro razionale di cappa longa16, incarico che avrebbe ricoperto sino alla sua morte, avvenuta nel 163317. Il profilo che ci è possibile tracciare oggi di Antonio Bologna a partire dai suoi purtroppo non numerosi scritti conservati18, pochi ma di grande significatività, è quello di un servito11
Mongitore, Bibliotheca Sicula, 58. La nomina giunse nel febbraio del 1616 a seguito della promozione di Giovan Battista de Blasco, utriusque iuris doctor, a Presidente del Tribunale del Real Patrimonio che rese disponibile un posto da maestro razionale; ASPa, Tribunale del Real Patrimonio, Lettere viceregie, vol. 1171, fol. 50r. Una copia del privilegio si conserva anche in ASPa, Archivio Camporeale, vol. 21, fol. 705r. Il Bologna prese servizio dal successivo 20 marzo; ASPa, Tribunale del Real Patrimonio, Lettere viceregie, vol. 1175, fol. 187v. Già nell’anno 1600 egli era stato inviato a Messina dal viceré Bernardino de Cardines, duca di Maqueda, in qualità di sindacatore per dirimere alcune delicatissime questioni giuridico-giudiziarie che condussero all’arresto, da lui ordinato e subito contestatissimo, di alcuni giudici della Curia Stratigoziale della città dello Stretto; Francesco Giannetto, “Messina nella Lettere Reali del Tribunale del Patrimonio durante il regno di Filippo IV di Spagna”, Archivio Storico Messinese, n. 42 (1983): 59-60. 13 Cesare, esponente autorevole della famiglia Bologna, figlio di Agamennone, fu paggio in Spagna di Filippo II intorno al 1560 e per il suo essere accreditato a Corte venne inviato più tardi, nel 1575, a Madrid in qualità di ambasciatore del Senato palermitano; Bernardino di Bologna et al., Descrittione della Casa e Famiglia de’ Bologni, BCP, mss. Qq D 91. Il testo è integralmente trascritto in Pinzarrone, “La Descrittione della casa e famiglia de’Bologni”: per Cesare 388. 14 L’insediamento dei giurati, tra cui Antonio Bologna, avvenne il 6 settembre del 1597; “Diario della città di Palermo da’ mss. di Filippo Paruta e di Niccolò Palermino”, Biblioteca storica e letteraria di Sicilia, ed. Gioacchino Di Marzo, vol. 1 (Palermo: Luigi Pedone Lauriel Editore, 1869; np, Bologna: Arnaldo Forni Editore, 1973), 137. 15 Pinzarrone, “La Descrittione della casa e famiglia de’Bologni”: 388. 16 Ad esempio, nel 1624, egli era annoverato tra i maestri razionali di cappa longa, insieme ai legum doctores Luicio Denti di Taormina e Giuseppe Faraci di Cammarata; Giovan Francesco Auria, “Successi nel tempo della peste in Palermo”, in Biblioteca storica e letteraria di Sicilia, ed. Gioacchino Di Marzo, vol. 2 (Palermo: Luigi Pedone Lauriel Editore, 1869; np, Bologna: Arnaldo Forni Editore, 1973): 98. 17 «A dì 6 di marzo 1633. Morì D. Antonio di Bologna maestro razionale, dottissimo jurisconsulto palermitano»; Baldassare Zamparrone, “Compendio di diversi successi in Palermo dall’anno 1632...”, in Biblioteca storica e letteraria di Sicilia, ed. Gioacchino Di Marzo, vol. 2 (Palermo 1859: np, Bologna 1973): 280. 18 Allo stato degli studi del Bologna sono noti, oltre ai manoscritti Parere del maestro razionale D. Antonio Bologna al viceré conte di Castro sul ricatto delle soggiogazioni della Real Corte... (BCP, mss. Qq D 56, fol. 174r) e Lettera di Antonio Bologna a S.M. per suo discarico in esecuzione di un ordine del Re sopra l’amministrazione della giustizia sotto li 5 marzo 1628 (BCP, mss. Qq D 56 n. 12), alcuni testi a stampa di natura giuridica: Allegationes Bernardi Rivarola genuensis ... in causa Angeli Mariae Rivarola consanguinei baronis Raffirussi... (Palermo, s.d.; BRS, Misc. C. 99), Allegationes... in causa carcerum felicis urbis Panormi pro donna Antonia de Bononia contra Andream de Salazar (Palermo: Giovanni Antonio de Francisci, 1697; RcBC 8.L.3 n. 2), nonchè Sententia D. Antonii Bononia u.i.d. Siculi Panormitani... in vino vectigalis... (Palermo: Andrea Colicchia, 1664; BRS, Antiqua Ca 6IV347), pubblicato postumo dalla Compagnia di Gesù (vedi nota 28); Diritto e cultura nella Sicilia medievale e moderna. Le edizioni giuridiche sicilane (1478-1699) (Soveria Mannelli: Rubbettino Editore, 1994), 96-97. Riteniamo, infine, che siano da ascrivere al Nostro sia la Lettera del Tribunale del Real Patrimo12
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re dello “Stato” fedele ma non servile, un uomo saggio mosso nelle sue scelte politiche più che dal tornaconto e dall’interesse personale da un forte ideale di giustizia e da una pietas accorata per la sua terra e per la sua gente. Sentimenti, questi, che permeano pure le missive da lui inviate a Madrid, tanto al sovrano che a ministri del Consejo de Italia, e che lo spinsero in più occasioni a prendere le difese del Regno di Sicilia e del suo popolo respingendo le richieste sempre più esose avanzate dalla Corona in un momento di grande difficoltà per le guerre che la vedevano impegnata su più fronti in Europa, richieste che di fatto rischiavano di “strangolare” un’isola già fiaccata da pestilenze, scarsi raccolti e, più in generale, da una economia in grave recessione. Ad esempio, nella lunga lettera a Filippo III19 in risposta alle impossibili pretese della Corte che avrebbero messo in ginocchio la Sicilia, nonchè esaurito le sue già limitate capacità di difesa, Antonio Bologna provò in ogni modo a far desistere il sovrano, spiegandogli la difficile situazione in cui versava il regno: “considerata tutta la quantità del denaro che vuole, le galere che chiede, l’artiglierie che dimanda, li 30.000 salme di frumento, il vino e l’altre vittovaglie che ricerca, la cavalleria che desidera, li soldati che richiede non vi essendo nel regno presidio alcuno di soldati spagnoli, [...] un cumulo di tante cose unite insieme toglierà ogni opinione di fortezza al regno tanto importante al Suo Real servigio e conservatione dei regni d’Italia di Vostra Maestà, con metterlo a manifesto pericolo di dover esser preda di crudelissimi barbari”.
In un’altra preziosa missiva autografa conservata sempre a Madrid, inviata da Palermo al «regente de Nápoles»20 il 5 marzo 1628, il Bologna, già vecchio e malato – sarebbe spirato 5 anni dopo – fornisce una ulteriore prova della sua integrità morale e del suo alto senso dello Stato, il cui interesse egli, nell’esercizio delle sue mansioni, aveva sempre anteposto all’utile personale senza paura di sfidare apertamente neppure personaggi del calibro del viceré duca di Albuquerque, Francesco Fernandez dela Cueva, e dell’Almirante di Castiglia, il conte di Modica Giovanni Alfonso Enriquez de Cabrera. Bologna, infatti, non si sottrasse dal denunciare le manovre con cui il viceré e la viceregina avevano consentito al conte di Modica di esportare una enorme quantità di frumento siciliano proprio nel momento in cui l’isola stava affrontando una gravissima carestia: seppur informato dal consigliere regio dei tumulti già scoppiati in nio di Sicilia de’ 9 febbrario 1630 al sig. Marchese di Favara, Vicerè inquesto Regno, scritta da certo Bologna per rimediare ai disordini negli uffizj del tribunale del Patrimonio (BCP, mss. Qq D 56), sia il Parere del Bologna nel colloquio tenuto nella città di Palermo sopra il rimedio del mancamento della Tavola... (BCP, mss. Qq D 56, fol. 183); si tratta di manoscritti conservati presso la Biblioteca Comunale di Palermo e inquadernati nel medesimo volume, di cui però non è stato possibile prendere visione in quanto da alcuni anni i locali della Biblioteca in cui è conservato il fondo Manoscritti e Rari sono – ahimè – inagibili e lo straordinario patrimonio librario ivi conservato inconsultabile. 19 La missiva, inviata da Palermo ma priva di data cronica, nel catalogo dei manoscritti della Biblioteca Nacional de España è riportata come indirizzata a Filippo IV, dunque successiva al 31 marzo 1621, giorno della sua incoronazione; tuttavia il riferimento contenuto nel testo alla mancanza di artiglieria nelle città siciliane «per haversene preso la miglior parte il duca d’Ossuna per l’armamento di soi galioni» farebbe ritenere il documento databile all’epoca del viceregno siciliano dell’Ossuna (1611-1616) o al massimo a quello napoletano dello stesso (21 di agosto 1616 - 04 di giugno 1620), comunque non successivo al regno di Filippo III; Lettera al sovrano, BNE, mss. 2360, fol. 262r, per la citazione fol. 267r. 20 Lettera al reggente di Napoli, BNE, mss. 2360, fol. 256r. Così la lettera è classificata nel catalogo dei manoscritti della Biblioteca Nacional de España; Inventario generale de manuscritos de la Biblioteca Nacional (Madrid: Ministerio de Educacion Nacional, 1962), 384; dovrebbe trattarsi, dunque, di uno dei due reggenti che rappresentavano il Regno di Napoli in seno al Consejo de Italia.
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più parti dell’isola e delle suppliche avanzategli da numerose municipalità perchè si sospendessero le esportazioni cerealicole, il duca di Albuquerque non si era fatto scrupolo di favorire l’alto aristocratico e, indifferente al fatto che «la povera gente di casali ha già dato mano a molare orgio con il frumento per mangiare»21, aveva persino autorizzato nuove esportazioni a favore del papa e della repubblica di Genova. Bologna non solò voto contro la decisione del viceré ma manifestò senza mezzi termini tutto il suo dissenso, finendo con il condizionare il voto dei suoi colleghi del Consiglio Patrimoniale: «Io veramente confesso che parlai troppo chiaro e dissi che quanti salmi di fromento si cavavano dal regno, tant’huomini sarebbono per perire della fame e bench’alcuno non havesse lasciato di sentire altrimente convenimo non di meno tutti doppo a ch’il negotio non passasse più innanti»22. E’ proprio questa lettera a rappresentare, poi, una sorta di testamento morale del Bologna, utile a comprendere meglio la sua personalità, la sua umanità, aspetti che difficilmente la documentazione tramanda: “a me mi si strugge il cuore di vedere ch’invece dei bisogni della regia Corte sia in peggiore condittione la causa di Sua Maestà e di sudditi, la causa pubblica che la privata, e che vaglia più il favore o l’interesse privato che la detta giustitia senza ch’io possa rimediarvi [...] et io per certo voluntariamente esporrei la vita per serviggio di nostro Signore Iddio e di Sua Maestà se vedesse che fosse di giovamento nè le mie tante amaritudini e travagli vagliano altro se non per concitarmi oddii sempiterni” 23 .
É un uomo amareggiato, che a conclusione della sua carriera di alto funzionario fa il punto della propria esperienza, costretto a ricorrere, anche in conseguenza della sua impeccabile condotta e della sua indubbia moralità, alla generosità del sovrano per assicurare la tranquillità economica sua e dei suoi familiari negli ultimi anni di vita: “dopo tante fatighe e travagli, dopo la servitù di tant’anni, dopo tant’incontri con signori viceré, da quali non solo non ho ricevuto un favore ma ne meno una lieta faccia, et altri tant’incontri militari, ne i quali ho esposto la propria vita per servitio di Sua Maestà come sono in Trapani, Messina, Siracusa e Palermo con tanti signalati servitii di Sua Maestà, dopo l’haver perduto la sanità” 24 .
Non va poi dimenticato come del Nostro si conservi un altro importante manoscritto, il Discorso del Maestro Razionale Don Antonio Bologna sopra la divisione del regno di Sicilia, ricordato sin dai primi anni del XVIII secolo25 e di cui si conservano oggi due copie, una presso la Biblioteca Nacional de España di Madrid26 e una presso la Biblioteca Comunale di Palermo27. Si tratta anche in questo caso di un testo pieno di riferimenti dotti ad autori e fonti di un 21
Lettera al reggente di Napoli, fol. 257v. Lettera al reggente di Napoli, fol. 259r. Lettera al reggente di Napoli, fol. 258v. 24 Lettera al reggente di Napoli, fol. 260r. 25 Antonino Mongitore, infatti, riporta nel suo Bibliotheca sicula del 1707 di aver visionato il manoscritto presso la biblioteca dell’erudito palermitano Vincenzo Auria; Mongitore, Bibliotheca Sicula, 58. 26 Discorso del Maestro Razionale Don Antonio Bologna sopra la divisione del regno di Sicilia, BNE, ms. 8851, foll. 240r337v.; d’ora innanzi ci si riferirà in nota a questo testo con la sola indicazione Sopra la divisione del regno. 27 BCP, ms. 3Qq E 6, n. 3. 22 23
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passato tanto lontano quanto recente – da Aristotele a Socrate, da Platone a Cicerone, ma anche da Hernán Cortés a Botero, da Giovan Battista Ramusio a Justo Lipsio – che testimonia pure lo straordinario interesse bibliofilo del Bologna che nel prologo giunge ad affermare che «niente dirò da me stesso, ma solamente quelle cose che gli ottimi consiglieri, li morti cioè come dir solea Re Alfonso intendendo per li libri, i quali niente lusingando, niente celando, la pura e sinzera verità porgono»28. Un intellettuale sensibile anche alle questioni di architettura e alle istanze del rinnovamento urbano se, nel sostenere la supremazia di Palermo rispetto alla rivale Messina come capitale dell’isola, fra le molte motivazioni addotte non mancò pure di celebrarne la bellezza e la modernità, frutto di una straordinaria campagna di interventi urbanistici che avviata a partire dalla metà del Cinquecento e protrattasi per oltre mezzo secolo ne aveva radicalmente modificato l’immagine e la struttura: “Si vedeva con molto tempo indietro la Città di Palermo per essere ella antica, non così spatiosa haver le piazze, né così le vie tirate a filo, come alcune Città moderne si veggono havere. Ecco l’arte che tutta l’ha rinovata, e all’architettura moderna accomodata e tra l’altre una via maggiore l’ha fatto più bella che si vegga in Città del Mondo, che per termini ha due porte, una Austria e l’altra Felice, nella quale v’è una nuova strada, che lungi il Mare si distende, e dal famoso nome di chi l’ha fatta si gloria. Onde che per mirabil finimento si può dire che habbi d’una parte il mare e dall’altra verso le montagne una nuova strada, che per lungo spacio per diritta via adornata d’alti e frondosi alberi da soavissime acque inaffiati conduce agitamente i viandanti in un de’ più famosi tempii che in Italia si vegga. E questa nuova strada, che non solo attraversa tutta la città con tanta proportione e dirittura che non si sa conoscere qual parte sia all’altra superiore, si vede parimente nel mezo, quasi centro di lei un riguardevole teatro d’otto angoli adornato con bellissime loggie, statue e fontane, così magnifici e splendidi che a qualunque delle antiche fabriche merita esser paragonato, il quale congiunge insieme e riguarda tutta la Città” 29 .
Quale migliore conferma della sua integrità morale dell’inventario ereditario30 stilato dopo la sua morte nell’aprile del 1633? Questo testimonia una vita condotta con decoro e parsimonia: dell’argento, arazzi e qualche tappeto, un pò di quadri a carattere religioso, una carrozza trainata da muli, alcuni creati a servizio suo e dei suoi familiari – mai sposatosi avrebbe avuto a carico sino alla fine dei suoi giorni un fratello e una sorella – la baronia di Calcusa e Fontanamurata, comprata a caro prezzo e fonte di inesuaribili guai31; ma soprattutto a parlare 28
Sopra la divisione del regno, fol. 241r. Sopra la divisione del regno, foll. 304r-v. ASPa, Notai Defunti, Nicolò Bertolino, reg. 15940, fol. 164v. 31 Antonio Bologna acquistò in una complessa transazione la baronia per oltre 1400 onze da don Vincenzo Mastrantonio Bardi, marchese della Sambuca, nel febbraio del 1626: assai probabilmente non si trattò soltanto di un investimento finanziario, ma anche del tentativo di consacrare la propria ascesa sociale con l’accesso ai ranghi della nobiltà siciliana, secondo una prassi già da tempo diffusa tra i principali esponenti del mondo della mercatura e del ceto dirigente isolani. In questo senso, non va dimenticato come al Bologna, in virtù di una licentia populandi già concessa quello stesso anno al Mastrantonio, spettasse pure il diritto di fondare in quelle terre un nuovo centro abitato; ASPa, Notai defunti, Luca La Valle, min. 16934, fol. 145r. Riguardo alla poca convenienza dell’operazione immobiliare segnaliamo come nella già menzionata lettera del 1628 conservata a Madrid il Nostro, nell’appellarsi alla munificenza del sovrano, invocava che «oltre che ritrovandome due fratelli e una sorella a carrico, sia degna della Christiana pietà di Sua Maestà e di Vostra Signoria Illustrissima ch’io possi aiutarli e sollevarli, poichè la Baronia che comprai non solo m’ha posto in dubbio il danaro che spesi ma molte altre anchora per le gravezze ch’ogni dì impensatamente mi sopravengono»; Lettera al sovrano, fol. 267v. 29 30
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di lui sono più che mai le tante toghe, più o meno sontuose, che testimoniano la sua lunga carriera di alto magistrato del Regno, nonché il bastone di ebano che deve averlo accompagnato negli anni di vecchiaia32. Come non ricordare, infine, le sue disposizioni testamentarie secondo le quali in caso di mancanza di eredi, la sua casa, un semplice palazzetto nella centrale contrada della Bandiera, sarebbe dovuta andare alla Compagnia di Gesù, a cui egli era vicinissimo33 – sarebbe stato sepolto proprio entro la Chiesa del Gesù – perchè questa vi fondasse una scuola per l’educazione dei fanciulli? Il manoscritto silenciado Il Bologna e il suo manoscritto, intriso quest’ultimo di cultura umanistica come testimoniano i molti rimandi al mondo classico e i tanti riferimenti alla storia delle guerre greche e romane, rientrano appieno in quel vivace circolo culturale palermitano, aggregatosi attorno alla figura del d’Ossuna, in cui dovette avere un ruolo anche Francisco Quevedo, uno dei principali intellettuali del Seicento europeo, amico e protetto del viceré, e di cui fu espressione l’Accademia degli Aghiacciati34; questi va ricordato, infatti, non solo per le sue epiche imprese marittime35, ma anche per una raffinata committenza architettonica che condusse alla costruzione nella capitale siciliana di alcune importanti opere d’arte, tra cui l’ultimo dei Quattro Canti ancora mancanti, la porta d’Ossuna, la porta urbica che avrebbe immortalato il suo nome, nonchè la mastodontica chiesa colonnare di san Giuseppe dei Teatini, destinata a divenire una delle principali architetture chiesastiche in città: «dal tempo in poi di Don Pietro si è fabricato il tempio de’Padri Teatini sostenuto il volto da grossissime colonne del più raro marmo, e tali che non s'abbracciarebbono da più persone, unite insieme»36. Il duca va anche ricordato per il suo mecenatismo letterario indirizzato alla celebrazione e al recupero dell’antichità gloriosa della Sicilia e di Palermo in particolare: a Gìron vennero dedicate le opere di intellettuali palermitani attivi alla sua corte quali il Discorso dell’origine ed antichità di Palermo di Mariano Valguarnera37, Della Sicilia descritta con medaglie di Filip32
Tra gli abiti ufficiali del giudice si contavano «una togha con sua casacca di velluto foderata di telettone», «una toga con sua casacca di armixino», «un firriolo, cassacca et toga di scotto menati», «un’altra toga del medesimo scotto menati», «un firriolo, toga e casacca di baietta menati», «una togha di armixino foderata di terzanello alla milanisa», «una toga di panno di Spagna foderata di velluto lavorato», «una toga di terzanello foderato di rosetto», «una tocca (sic) di terzanello reccamata di oro et argento con sua frinza di oro da pedi foderata di taffita negro», «una toga di robiglia di terzanello menati», ma anche «una spata et un pugnale con suo pendenti et cintorino raccamati di oro et argento»; ASPa, Notai defunti, Nicolò Bertolino, reg. 15940, fol. 190v. 33 Il forte legame con i Gesuiti permea tutto il suo testamento e le disposizioni a loro favore sono numerosissime: alla Compagnia lasciava, ad esempio, la tenuta suburbana dei Colli, nonchè vincolava una parte considerevole dei proventi della baronia andata al fratello Giuseppe, 4000 scudi annui da impiegare perchè «faciat missiones ad urbes, civitates et oppida huius Sicilie provincie occidentalis». Ancora più significativamente Antonio Bologna lasciava ai religiosi tutte le carte e i documenti legati all’esercizio delle sue mansioni pubbliche, nonchè tutte le sue «annotationes politice de rebus pertinentibus ad Regnum Sicilie», tra cui i due manoscritti De Immunitate ecclesiasticorum e De Tractis Curie perchè questi li pubblicassero postumi, come poi avvenne; ASPa, Notai Defunti, Nicolò Bertolino, reg. 15940, fol. 164v. 34 Raffaele Starrabba, “Dell’Accademia palermitana degli Aghiacciati. Notizie e documenti”, Archivio Storico Siciliano, n. IV (1879): 177-86. 35 Sull’argomento rimane sempre centrale il testo di Cesáreo Fernández Duro, El Gran Duque de Osuna y su marina. Jornadas contra Turcos y venecianos (1602-1624) (Madrid: Est. Tipográfico “Sucesores de Rivadeneyra”, 1885; np Sevilla: Editorial Renacimiento, 2006). 36 Leti, Vita di Don Pietro Giron duca d'Ossuna, 2:182. 37 Mariano Valguarnera, Discorso dell’origine ed antichità di Palermo, e de’ primi abitatori di Sicilia et dell’Italia (Palermo: Giovan Battista Maringo, 1614).
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po Paruta38, o del meno noto Giacomo Saporiti, il cui manoscritto di emblemata apologetici dell’Ossuna è stato oggetto di studi recenti39. Il Discorso militare che presentiamo è un testo il cui carattere oscilla di continuo tra quello di dettagliata relazione sullo stato delle difese – uomini e armi più che fortificazioni – probabilmente riconducibile all’incarico di Vicario generale del regno che sappiamo essere stato conferito nel 1577 al Bologna40, e quello di trattatello sull’arte e sulla strategia bellica; di fatto però ciò che emerge indirettamente è quella che potremmo definire una sorta di “geografia per la guerra”, una lettura della Sicilia e della sua realtà fisica, tanto naturale che costruita, tra territorio e città, e a tratti persino antropologica, finalizzata ad organizzare la resistenza alla guerra marittima e alla tanto temuta invasione turca dell’isola. Fin dai primi capitoli l’autore chiarisce bene che la guerra con l’impero ottomano è stata fino a quel momento una guerra «defensiva» e che essa si combatterà per mare, non escludendo tuttavia l’ipotesi di un attacco a sorpresa portato contro il nemico direttamente nel suo territorio41; per questa ragione inizia la sua trattazione descrivendo «le forze del Turco», e in primo luogo la capacità di attacco che questo è in grado di sferrare contro la Sicilia attraverso la sua temutissima flotta navale, flotta la cui consistenza poteva crescere ben più facilmente e rapidamente di quanto non potesse l’armada spagnola, grazie all’abbondanza di manodopera negli arsenali e alla disponibilità di legname proveniente dalle «selve di Nicomedia e di Trabisonda»42 . Bologna fa un rendiconto esatto delle galee turche dislocate nei diversi porti del Mediterraneo orientale, conteggiando anche le navi a disposizione dei corsali, elenco frutto della «diligenza di fidelissime spie e opera di accolti soldati»43 (fig. 2). Non è questo l’unico riferimento esplicito alla nota rete di spionaggio che unisce le due sponde mediterranee: Bologna riporta, anzi, quanto soleva dire un altro viceré siciliano, il marchese di Pescara, Francesco Ferdinando D’Avalos (1568-71), «un Capitano non spendeva meglio denari che quegli che darà alle spie in tempo di pace e di guerra»44. Segue una lunga analisi dei possibili piani d’attacco del nemico, che prende le mosse, secondo una impostazione metodologica del tipo “historia vitae magistra”, dall’analisi diacronica dei più gravi precedenti attacchi ottomani alla Sicilia, quelli che avevano implicato il saccheggio o persino la distruzione di città e paesi. Appare chiaro all’analista che l’invasione turca dell’isola potrebbe iniziare solo dall’attacco ad una delle sei città siciliane dotate di un «capacissimo e sicurissimo porto», in grado di ospitare in sicurezza l’armata reale nemica, città che una volta presa avrebbe rappresentato la piazzaforte da cui il Turco avrebbe potuto condurre le sue operazioni di progressiva conquista della Sicilia: Bologna individua queste sei città in 38
Filippo Paruta, Della Sicilia di Filippo Paruta descritta con medaglie (Palermo: Giovan Battista Maringo, 1612). Sagrario López Poza, ”Las empresas de Giacomo Saporiti a las heroicas hazañas del duque de Osuna, virrey de Sicilia”, in Imagen y Cultura. La interpretación de las imágenes como Historia cultural, Rafael García Mahíques y Vicente Francesc Zuriaga Senent, eds., 2 vols. (Valencia: Biblioteca Valenciana, 2008), 2:973-88. 40 Mongitore, Bibliotheca Sicula, 58. 41 A questo argomento sono dedicati ben due capitoli nell’ultima parte dell’opera: Delle raggioni che possono indurre a Sua Maestà a pervenire l'inimico e Del caso nel quale dovesse la nostra armata assaltare il paese de'Turchi i incontrarsi con la nemica; Discorso, foll. 86r e 88r. 42 Discorso, fol. 3r. 43 Discorso, fol. 2r, Delle forze del Turco. 44 Discorso, fol. 77v. 39
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Fig. 2 – Distribuzione delle galee della flotta regolare ottomana e delle navi corsare tra i diversi porti di Levante e Barberia (base cartografica: Jodocus Hondius, Turcici Imperii Imago, 1606, dettaglio; elaborazione dell’autore).
Fig. 3 – Le sei città portuali che, secondo Antonio Bologna, i Turchi avrebbero provato ad attaccare per tentare la conquista della Sicilia (in nero, con il numero di uomini e cavalieri a disposizione per ognuna di esse) e i centri costieri già oggetto di attacchi in passato (in grigio) (base cartografica: Willem Janszoon Bleau, Sicilia Regnum, 1640; elaborazione dell’autore).
Palermo, Messina, le due grandi città-capitali siciliane antagoniste, Trapani, Siracusa, città di medie dimensioni, e nei centri più piccoli di Marsala e Augusta45 (fig. 3). Il ritratto della Sicilia diventa adesso una “geografia dei porti”, quei porti indispensabili allo scontro navale, ma che diventano al contempo vanto e motivo di orgoglio per le città, celebrati ognuno per una ragione diversa dallo stesso Bologna:« poichè tra i porti che ha tutta la Sicilia ha il vanto di sicurezza di vascelli quel di Palermo, di bellezza e di amenità quel di Messina e di grandezza quel di Agosta»46. 45
Discorso, fol. 4v, Delle menti e pensieri che possono essere del nemico. Discorso, fol. 24r.
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A queste sei città, dopo alcune osservazioni preliminari a scala territoriale mirate a determinare i luoghi prossimi ad esse in cui il nemico avrebbe potuto sbarcare per tentare efficacemente la loro conquista, l’autore dedica altrettanti capitoli, che costituiscono forse il vero fulcro del Discorso militare. Di Messina, indicata come «porta del Regno» per la sua vicinanza all’Italia, «chiave che congiunge la Sicilia con il Regno di Napoli», Bologna esalta non solo il suo straordinario paesaggio urbano, ma anche la nobiltà e ricchezza della sua comunità, fatta da «homini bellicosi e di valore» in grado di resistere da soli a qualsiasi grande esercito47. Per la città dello Stretto il nostro ricorda la consuetudine di tenere all’imbocco della porto, all’estremità del promontorio falcato, una decina di navi incatenate l’una all’altra per impedire l’ingresso alla flotta nemica; d’altro canto propone in caso d’attacco la splanata di tutto il territorio circostante alla città murata, ossia il taglio di tutti gli alberi e la distruzione dei borghi insediati fuori le mura e di ogni altra costruzione, sul modello di quanto sperimentato dai Veneziani nell’assedio di Corfù o nella fortificazione di Bergamo o ancora dal granduca Ferdinando de Medici nelle città toscane. Di Siracusa, Bologna ricorda in primo luogo, secondo una sua chiara inclinazione umanistico-antiquaria l’antica storia millenaria, citando pure il mitico assetto urbano d’età greca: ma, lasciando poco spazio a divagazioni culturali, non può non spiegare come la città «per molt’anni metropoli e principessa della Sicilia» sia in gravissimo declino e ridotta ormai «quasi a cadavero spirante». Nonostante la possanza delle sue fortificazioni e il ruolo che per tradizione le è assegnato di sede del Vicario generale del viceré in caso di guerra, Siracusa non è in grado di difendersi da sola ed è costretta a pagare compagnie provenienti da città e paesi vicini. Esemplificativa in questo senso è la questione della mancanza in città di cavalieri per il tramonto dell’antica aristocrazia cavalleresca. I nobili siracusani, ormai indeboliti nella tempra, non sanno più cavalcare perchè ormai si muovono solamente su cocchi e carrozze che affollano le strade della città: «non vi è cavaliero alcuno che risegni il suo cavallo, sì che questa forza si rende di nessuna consideratione per haversi dismesso il costume de l’andare a cavallo et introdotto l’uso dei cocchi. E con tutto che i lor cittadini procurino di mantenere l’antiqua gloria di lor progenitori non però possono da per loro defendersi»48. Ben minor spazio l’autore del manoscritto dedica ai centri minori di Augusta e Marsala. Per la prima egli chiarisce che la sua nobiltà discende solo dal fatto che fu fondata dall’Imperatore Federico II, un passato svevo della Sicilia già avvolto da aloni mitici, e propone la insularizzazione della penisola su cui sorge la città con il taglio dell’istmo che più tardi sarebbe stato effettivamente realizzato: «Agosta è città piccolissima, né fa più che 700 huomini da combattere e è solo nobile per l’autore della sua edificatione il quale fu Federico Secondo impera47
Discorso, fol. 18v, Della città di Messina. Discorso, fol. 20r, Della città di Siragosa. Poco più avanti, nella sua trattazione Bologna proporrà di obbligare i proprietari di cocchi e carrozze delle città siciliane al traino con cavalli anziché i più comuni muli per poter contare in caso d’invasione su un ben maggior numero di uomini a cavallo in modo «che se gli possa fare più gagliarda resistenza»; Discorso, fol. 23r. 48
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tore, re di Sicilia. Ha due porti, uno di man destra e l’altro di man sinistra, m quello verso Ponente è più sicuro, li quale lo rende notabile»49. Per la seconda, Marsala, dalla perfetta forma urbis quadrata, Bologna spiega che la difesa della città risiede nel mantenere chiuso e in disuso il porto, la cui imboccatura era stata interrata qualche decennio prima per ordine del duca di Terranova, un ampio bacino portuale lontano dal nucleo urbano in una costa segnata dal susseguirsi di stagni e acquitrini: “Marsala è piccola città di sito di mare e di terra giocondossima e posta in piano e torniata di muraglie e bastioni e circondata di fosse d’ogni intorno e cinta di due porti, uno volto verso maestrale e l’altro verso scilocco, questi è piccolissimo e l’altro serrato, che ha il suo castello... La sua difesa maggiore è che sia serrato il porto, onde si stima non molto facile quella impresa, parendo impossibile in un istesso tempo potesse il Turco aprire il porto, defendersi dall’insidie de’nemici e attendere alla vittoria e quel che è più che si va al porto per certi stagni e vie tortuose che l’andata è molto periculosa e nel tempo ch’era navigabile non sapevano trovar la via se non persone molto prattichi” 50.
Riguardo a Trapani, poi, nel manoscritto si esalta sia il valore della città per la cristianità legato all’importante santuario della Madonna dell’Annunziata, in uno dei pochi riferimenti alla religione contenuti nel testo – sebbene uno dei primi capitoli sia significativamente intitolato «Del ricorso a Dio»51 – sia il coraggio e le straordinarie abilità marinare della sua gente dimostrati in più occasioni, come nei drammatici assedi portati alla città nella guerra del Vespro o nella rivolta baronale contro re Martino. Proprio per quest’ultima ragione Bologna giunge a proporre al duca d’Ossuna di consentire ai Trapanesi lo svolgimento di attività corsare rivolte contro i nemici e a valutare per la prima volta – sarebbe tornato più diffusamente sull’argomento più avanti – la possibilità, già contemplata dai tempi di Filippo II, di passare da una guerra difensiva ad una offensiva: “Non lasciano però molti di sentire che sarebbe cosa decevole il darsi per Vostra Eccellenza indistintamente licenza a Trapanesi di poter andar in corso contro mori e turchi, poichè havendo noi con questa gente nemica guerra giusta sarà convenevolissima la licenza e con universal contento, [...] per la naturale inclinatione di queste genti si possono sperare cose maggiori poichè non è populo di Sicilia più atto all'imprese maritime de’Trapanesi, come ho detto di sopra e disse anche il poeta “Est Lilibeta pius et Drepanita ferox” 52.
Infine Palermo, la capitale del Regno, sede del viceré, «madre di nobilissimi regi e potentissimi imperatori», nella cui descrizione Bologna, da palermitano, indugia, soffermandosi in particolare nella celebrazione del suo Molo, una delle più grandi attrezzature portuali dell’impero spagnolo: «La città di Palermo di tutte l'altre del Regno è la più grande e la più nobile per risedervi in essa il signor Vicerè e la magior parte de signori e baroni del Regno; [...] è una parte attorniata dal mare [...] e volta verso greco e tramontana, sì come verso quest'ultimo è la traversia del suo molo facto con spesa inestimabile, fabrica veramente degna della magnificenza romana»53. 49
Discorso, fol. 24r, Della città di Agosta. Discorso, fol. 24v-25r, Della città di Marsala. 51 Discorso, fol. 10r, Del ricorso a Dio. 52 Discorso, fol. 27r., Della città di Trapane. 53 Discorso, fol. 28r, Della città di Palermo. 50
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L’autore, inoltre, approfitta della trattazione di questa città, in quanto capitale usualmente luogo deputato a maestose mostre generali delle truppe, per discutere sulla opportunità di tenere simili rassegne militari, optando in conclusione per l’abbandono di questo tipo di manifestazione sia per i suoi costi eccessivi sia per la possibilità che veniva offerta al nemico di conoscere con esattezza, grazie ai servizi delle spie, il numero di uomini disponibili e gli armamenti a loro disposizione: «Molti giudicano che per doversi saper con maggior sicurtà le proprie forze e quanto si voglia ed assicurarsi d'havere tutta la gente armata nel tempo del bisogno, che sia bon consiglio far la mostra generale, [...] altri poi avisano che non si debba divenire a questa risegna generale per non dar saggio del numero delle genti al nemico»54. Un suggerimento, questo, che sarebbe finito inascoltato, se due anni dopo, nel marzo del 1614, nel grande pianoro sul mare fuori le mura di Palermo il duca d’Ossuna avrebbe convocato una mostra generale dell’esercito in cui proprio il giudice Bologna sarebbe stato posto a capo, in qualità di capitano – ulteriore prova, questa, delle sue competenze di uomo d’arme – di una delle molte compagnie, «la Compagnia de’ Palermitani Dottori di Legge, Procuratori, Curiali, ed altre genti di penna»55. Se queste erano le città principali di cui temere l’attacco e per le quali predisporre adeguati piani di potenziamento delle difese, altre erano invece le città siciliane che in caso di guerra e di avvicinamento del nemico dovevano «scasare», cioè essere evacuate, con il trasferimento di popolazione, vettovaglie e beni in aree sicure del territorio56: tra esse, oltre a città in passato già cadute in mano nemica, quali Licata, Patti e Terranova, troviamo meno prevedibilmente anche centri dotati ab antiquo di importanti strutture fortificate, come ad esempio Milazzo e Termini, o città importanti dell’isola quali Cefalù, Agrigento, Sciacca, Mazara e persino Catania, giudicata uno dei punti più deboli del Regno, e ciò nonostante le sue fortificazioni, non solo per la esiguità della popolazione, «ma anche perchè i suoi cittadini sono piu inchinati alle lettere che all'armi»57. In questa sorta di “geografia della guerra”, un ruolo importante rivestono nel Discorso i centri delegati all’approvvigionamento delle vettovaglie, indispensabili per il mantenimento dell’esercito in caso di invasione turca e di collasso del sistema di raccolta e distribuzione degli alimenti, in primo luogo i caricatori frumentiferi. Il Bologna individua così un buon numero di centri minori58, tutti dislocati nell’entroterra dell’isola, lontani quindi dalle coste e difficilmente raggiungibili dal nemico, in cui concentrare grandi quantitativi di grano, carne salata, formaggio, vino, legumi; a questi si aggiungono poi altri centri59, per lo più montani, della Sicilia occidentale, incaricati del solo approvvigionamento di orzo, biada e paglia per cavalli e anima54
Discorso, fol. 29r. «A 19 di marzo dell’anno 1614, (il viceré) fece publicare un bando, imponendovi pene rigorose à trasgressori, che stessero tutte le persone d’ogni grado e conditione pronte all’armi, onde nel Piano di Santo Erasmo si fece una Mostra Generale di tutti gli huomini compartiti e divisi in moltissime compagnie con le spade ed archibugi, il che fu il secondo giorno di Pasqua, che fu l’ultimo di marzo»; Vincenzo Auria, Historia cronologica delli signori viceré di Sicilia... (Palermo: Pietro Coppola, 1697), 78-79. 56 Discorso, fol. 30r, Delle città che deono scasare. 57 Discorso, fol. 7r. 58 Si tratta di Aidone, Assoro, Caltagirone, Caltanissetta, Castrogiovanni, Ganzeria, Mazzarino, Palagonia, Pietraperzia e San Filippo; Discorso, fol. 12r, Delle vettovaglie. 59 I centri designati sono Aidone, Assoro, Caccamo, Caltanissetta, Caltavuturo, Cefalù, Ciminna, Collesano, Isnello, Mazzarino, Palagonia, Pietraperzia, Polizzi, San Filippo, Sclafani e Vicari. 55
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li da soma, delineando così una più vasta e diffusa rete di rifornimento nel territorio in grado di supportare gli spostamenti delle truppe (fig. 4).
Fig. 4 – I centri dell’entroterra siciliano da destinare all’approvvigionamento di vettovaglie in caso di invasione turca dell’isola (base cartografica: Willem Janszoon Bleau, Sicilia Regnum, 1640, dettaglio; elaborazione dell’autore).
Un ruolo chiave in questa disamina delle difese delle Sicilia ha chiaramente la valutazione delle fortezze isolane, per ciascuna delle quali vengono dettagliatamente elencate le truppe dislocate stabilmente in esse. Dall’analisi comparata dei dati emerge chiaramente come, nell’ambito di una ampia e articolata rete di castelli regi che si dispiega soprattutto lungo le marine del Regno – gli obsoleti castelli medievali dell’entroterra sono praticamente privi di soldati – le risorse belliche sono state concentrate dalla Corte in primo luogo nelle due città principali, Palermo e Messina, veri caposaldi della difesa dell’isola, e, per ovvie ragioni, a Pantelleria, posta dinnanzi alle coste di Berberia e importante piazzaforte per la tutela dei traffici commerciali dei caricatori frumentiferi della costa meridionale siciliana; a queste tre roccaforti seguono poi altre fortezze con truppe di media consistenza, tra 50 e 100 uomini, guarda caso quasi tutte a protezione di quei centri in un passato recente già messi a ferro e fuoco dai Turchi – Licata, Lipari, Augusta – mentre pochissimi uomini (meno di una ventina o persino meno di una decina) sono dislocati nei castelli delle città, seppur costiere, di cui è contemplata l’evacuazione (fig. 5). Infine, un’ultima riflessione in merito a questa lettura in chiave militare della geografia siciliana merita la questione che nella parte conclusiva del suo Discorso l’autore dedica al luogo deputato alla residenza del viceré in caso di conflitto o invasione: è di grande interesse, infatti, l’ipotesi avanzata da Bologna, alternativa sia alla permanenza nella capitale Palermo sia al rischioso trasferimento diretto sul campo di battaglia, di insediamento del viceré a Castrogiovanni, l’odierna città di Enna, posta su una alta e scoscesa montagna, proprio nel cuore dell’isola, già roccaforte federiciana e dai tempi dei Romani appellata quale urbs inexpugnabilis: – 408 –
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Fig. 5 – Distribuzione delle truppe regolari tra le fortezze e i castelli del Regno di Sicilia (base cartografica: Willem Janszoon Bleau, Sicilia Regnum, 1640, dettaglio; elaborazione dell’autore).
“Altri [...] avisano che (il vicerè) debba star in Castro Gioanne nel centro del Regno, poiché dicono essi che per essere noi in una guerra difensiva è necessario dell’intutto sbandire l’ardire nel Capitano Generale, dipendendo dalla sua salute la salute dell’esercito e ch’è convenevole renderlo assai cauto, come sarebbe fermandosi nel mezzo del Regno, poiché non solo si schifarebbe ogni periculo, ma insieme potrebbe dar soccorso a tutte le parti e con celerità provedere a tutti i bisogni di quello” 60.
Castrogiovanni era ritenuta strategicamente importante perchè da lì sarebbe stato possibile controllare l’intero entroterra, ma anche perché prossima alla città di Piazza Armerina, dove in caso di guerra sarebbe stato convocata la mostra generale del servizio militare prestato dai feudatari «per essere quella città ricca e quasi la Piacza o Imbellico del Regno»61. Castrogiovanni era per altro un luogo carico di valori simbolici per una Sicilia ancora granaio dell’impero, legati al mito di Cerere e di Proserpina, un centro a cui anni dopo sarebbe stata dedicata – di certo non a caso, ma come testimonianza di un dibattito ancora tutto seicentesco sull’importanza strategica di quella città – una grande tavola nel Teatro geografico antiguo y moderno62. Una dissertazione militare, quella del Bologna, dunque, in cui geografia e arte della guerra, etno-antropologia e politica, storiografia e mitologia si intrecciano in un unicum indissolubile, specchio della complessa storia millenaria della Sicilia e dei Siciliani.
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Discorso, fol. 50v, Del luogo nel quale deve risedere la persona del sig.r viceré. Discorso, fol. 48r. Biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, ms. 3, fol. 99.
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Pinceladas sobre la literatura silenciada de los jesuitas expulsos a través de la Biblioteca jesuítico-española de Hervás y Panduro Antonio Astorgano Abajo Universidad de Zaragoza 1. Introducción l preparar la edición de la Biblioteca jesuítico-española (BJE) nos dimos cuenta de la gran cantidad de obras escritas por los jesuitas expulsos, tanto por el medio millar de los reseñados por Hervás, como por el centenar largo de escritores que, por unas u otras circunstancias, se le escaparon al abate manchego1. De los cuatro catálogos que componen la BJE (catálogo de escritores con algo impreso (números 1 al 264), catálogo de escritores con toda su obra manuscrita (números 256 al 439), catálogo de escritores portugueses (números 440 al 479) y catálogo de escritores extranjeros establecidos en España (números 480 al 496), aproximadamente un tercio no logró ver publicada una sola línea. Son aquellos, cuya parte bibliográfica Hervás comienza simplemente con la palabra «escribió». Pero si nos fijamos en los que tienen parte impresa y parte manuscrita, vemos que ésta abarca más títulos y están enunciados de forma más imprecisa. Lógicamente nos preguntamos sobre la tremenda desproporción que hay entre lo poco publicado y los muchos manuscritos inéditos y las causas sociopolíticas que la causaron. Hervás, que redactó su obra a lo largo de 1793 y 1794 y que pensaba publicarla en España de inmediato, no alude, salvo excepciones, a los motivos que estaban impidiendo que tantas obras vieran la luz. Bastantes problemas tenía él con la impresión de su enciclopedia Historia de la Vida del hombre, cuyos 22 tomos de la edición italiana (1778-1792) no habían tenido el más mínimo problema con la censura, pero cuya traducción castellana estaba encontrando serias dificultades, pues había sido delatado ante la Inquisición en 1791 el prólogo del primer tomo, a pesar de estar dedicado al conde de Floridablanca2, acusándolo nada menos que de
A
1 Remitimos a Hervás, Biblioteca jesuítico-española (1759-1799, Vol. I (Madrid: Libris. Asociación de Libreros de Viejo, 2007); Biblioteca jesuítico-española (1759-1799), Vol. II. Manuscritos hispano-portugueses en siete Bibliotecas de Roma (Madrid: Libris. Asociación de Libreros de Viejo, 2009), en adelante todas las citas van referidas al primer volumen bajo las siglas BJE). También hemos resumido y hecho una primera valoración de la Biblioteca jesuítico-española en Astorgano, "La Biblioteca jesuítico-española de Hervás y su liderazgo sobre el resto de los ex jesuitas", Hispania Sacra (Madrid) 56 (2004): 171-263. 2 Astorgano, “Floridablanca y el jesuita Hervás y Panduro, una relación respetuosa”, Res publica. Revista de Filosofía Política (Murcia) 22 (2009): 325-62.
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filo revolucionario, por defender la libertad natural del hombre, bastante distinta de la libertad política, lo cual no sabían distinguir los inquisidores españoles, obsesionados en la represión contra las ideas revolucionarias que venían de Francia. Con estos principios son fáciles de adivinar las consecuencias económicas para el autoeditor Hervás, pues si con la edición italiana consiguió un capitalito no menor de docientos mil reales, terminó arruinándose ante las trabas de todo tipo que encontró en España3. Lamentablemente todavía no se ha estudiado sistemática y específicamente el papel que en las censuras de los escritos de los jesuitas expulsos tuvieron los comisarios regios que Carlos III puso en las ciudades italianas en las que se asentó mayor número de ignacianos, para precisar su función represora en el plano estrictamente literario. Su intervención en casos concretos la comentamos en la Biblioteca jesuítico-española de Hervás, pero sin llegar a conclusiones específicas. Tenemos la impresión de que jugaron el papel de simples y cada vez más benévolos correos4 para los manuscritos que pensaban imprimirse en España, pues para los que se editaban en Italia no intervenían, salvo en los que consideraban de especial ofensa a la Corona española, como fue el ruidoso caso de las dos Memoria Cattolica, atribuidas al jesuita catalán Andrés Febres5. Quien llevaba la voz cantante era el embajador en Roma (Grimaldi al principio y después José Nicolás de Azara), a cuyo dictamen solía acogerse el ministro de Estado o el de Indias, según que el autor fuese de una provincia jesuítica de España o de América (aunque siempre hubo interferencias de Floridablanca, y menos de Campomanes desde el Consejo de Castilla y desde la Academia de la Historia6). Con motivo del 250 aniversario de la expulsión de los jesuitas portugueses en 1759, publicamos varios artículos sobre la literatura de los jesuitas expulsos portugueses, poniendo de relieve la importancia decisiva del represor marqués de Pombal y cómo sólo después de su caída en 1777 pudieron los envejecidos jesuitas lusos empuñar con cierto vigor sus plumas7. Recordemos que Hervás también recoge la literatura de los jesuitas portugueses expulsos8. Ahora sólo podemos esbozar lo mismo con la producción literaria de los jesuitas españoles, cuyos avatares fueron muy similares en cuanto a la periodización, marcada en ambos casos 3
Astorgano, Lorenzo Hervás y Panduro (1735-1809), sabio polígrafo (Ciudad Real: Almud Ediciones, 2010), 144-148. Esta tendencia hacia la complicidad con los jesuitas es evidente en el ministro de España en Génova, don Juan Cornejo. Igual evolución, aunque más lenta, parece apreciarse en los comisarios de Bolonia, el aragonés Pedro Laforcada (1767-1788) y Fernando Coronel. El papel represor de los comisarios regios prácticamente había desaparecido en 1792 cuando llega a Bolonia el nuevo comisario, el militar D. José Capelletti, quien “gusta más de que se le llame coronel que comisario”, según anota el P. Luengo en su Diario el 3 de agosto de 1792. Manuel Luengo, Diario de la Expulsión de los jesuitas de los dominios del Rey de España, al principio de sola la provincia de Castilla la Vieja, después más en general de toda la Compañía, aunque siempre con mayor particularidad de la dicha provincia de Castilla, (1767-1814), 62 vols. Mss. en AHL (Archivo Histórico del Monasterio de Loyola, en Azpeitia). En lo sucesivo citaremos simplemente como Luengo, Diario. 5 Hervás, BJE, 224-26. 6 Sobre el papel represor de Campomanes con la literatura de los jesuitas expulsos véase, Astorgano, "El mecenazgo literario de Campomanes y los jesuitas expulsos", en Campomanes: doscientos años después, coord. Dolores Mateos Dorado (Oviedo: Instituto Feijoo del Siglo XVIII, 2003), 269-311. 7 Astorgano, “El marqués de Pombal según los jesuitas expulsados de España”, Razón y Fe (Madrid) 1334 (2009): 359-74; “La Literatura de los jesuitas portugueses expulsos. Recuerdo de los centenarios del marqués de Pombal y de Lorenzo Hervás y Panduro”, Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes (Trujillo) 17 (2009): 305-417; “Para uma periodização da Literatura dos jesuítas portugueses expulsos (1759-1814)”, Brotéria. Cristianismo e Cultura (Lisboa) 169 (2009): 315-36; “Esbozo de la Literatura de los jesuitas portugueses expulsos”, Revista História Unisinos (São Leopoldo, Brasil) 13 (2009): 265-83. 8 Hervás, BJE, 699-740. 4
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por la mayor o menor represión de los políticos ibéricos, aunque con claras diferencias a favor de los políticos madrileños, pues los ministros de Carlos III fueron auténticos santos, si los comparamos con la sistemática y despiadada persecución de Pombal. 2. La Pragmática Sanción del 2 de abril de 1767 o ley que silenció la literatura jesuítica de los expulsos Para contextualizar la obra literaria producida por los expulsos españoles durante el casi medio siglo de su destierro (1767-1816), es necesario tener en cuenta una serie de impedimentos jurídicos presentes en la Pragmática Sanción de expulsión del 2 de abril de 1767, que todos los jesuitas tenían muy presentes, una autentica ley del silencio, que el P. Manuel Luengo, uno de sus más acérrimos críticos con el poder regalista madrileño, reproduce en su Diario, el 21 de abril de 1767, sosteniendo la postura revisionista, es decir que era injusta y había que derogarla, incluso desde antes de salir de España: “7º. Aunque no debo [el rey Carlos III] presumir que el cuerpo de la Compañía, faltando a las más estrechas y superiores obligaciones, intente o permita que alguno de sus individuos escriba contra el respeto y sumisión debida a mi resolución con título o pretexto de apologías o defensorios dirigidos a perturbar la paz de mis Reinos, o por medio de emisarios secretos conspire al mismo fin, en tal caso no esperado cesará la pensión a todos ellos. [...] 15º. Todo el que mantuviere correspondencia con los jesuitas, por prohibirse general y absolutamente, será castigado a proporción de su culpa. 16º. Prohíbo expresamente, que ninguno pueda escribir, declamar o conmover con pretexto de esta providencia [la Pragmática Sanción], ni en pro ni en contra de ella, antes impongo silencio en esta materia a todos mis vasallos y mando que a los contraventores se les castigue como reos de Lesa Majestad. 17º. Para apartar alteraciones o malas inteligencias entre los particulares a quienes no incumbe juzgar ni interpretar las Órdenes del Soberano, mando expresamente que nadie escriba, imprima, ni expenda papeles u obras concernientes a la expulsión de los jesuitas de mis Dominios, no teniendo especial licencia del Gobierno, e inhibo al Juez de imprentas, a sus subdelegados y todas las Justicias de mis Reinos, de conceder tales licencias o permisos, por deber correr todo esto bajo las órdenes del Presidente y Ministros de mi Consejo [de Castilla] con noticia de mi Fiscal” 9.
Esta norma general, dirigida principalmente contra los escritos, se concretó en otras disposiciones específicas de menor rango para prohibir otras modalidades, como la que impidió la difusión de la ideología jesuítica por imágenes, considerada por el gobierno regalista de Madrid más peligrosa en una sociedad poco alfabetizada. Se imputó a los jesuitas una serie de estampaciones con fines críticos y en tono sarcástico, que se publicaron una vez instalados estos regulares en los Estados Pontificios. Se trata de una serie de estampas satíricas, grabadas en planchas de acero, que se extendían dentro de una estructurada campaña panfletaria, cuya finalidad era transmitir una opinión contraria a la oficial filojansenista sobre diversos aspectos de la vida política y religiosa de la segunda mitad del setecientos. Dichas impresiones fueron
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Luengo, Diario, 21.4.1767.
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perseguidas y censuradas con un ímpetu muy especial por los ministros de Carlos III; así la Real Cédula de 3 de octubre de 1769 ordenaba: “«celar con el mayor desvelo sobre las estampas que se venden, y hareis saber a todos los impresores, libreros y tenderos, no impriman, vendan, pidan defuera, o introduzcan, ni tengan en su poder estampa alguna alusiva a la expulsión o regreso de los Regulares de la Compañía, bajo pena de muerte y confiscación de bienes, y que den aviso a las Justicias de si otros las tienen o venden, o se las han vendido; en inteligencia de que si lo ocultasen serán igualmente castigados»” 10.
La severa ley del silencio que era la Pragmática Sanción, que sepamos, nunca ha sido expresamente derogada sino simplemente ignorada en las posteriores etapas historicas favorables a los ignacianos, y a ella aluden los políticos del Trienio Liberal cuando suprimen la Compañía en agosto de 1820. Durante el siglo XIX los jesuitas sufren las consecuencias de las revoluciones políticas de corte liberal y tienen que afrontar numerosos ataques, que en el fondo obedecen a las mismas acusaciones y procedimientos que habían formulado Carlos III y sus ministros regalistas. Sirva de muestra el Decreto de 23 de enero de 1932, por el cual la Segunda República Española disuelve la Compañía de Jesús por obedecer a un poder extranjero (el Papa) y se vuelve a incautar de todos sus bienes. Nuestro estudio se centrará en ver cómo esa ley del silencio condicionó la producción literaria de nuestros jesuitas expulsos, o mejor en constatar en cómo la habilidad de los jesuitas más jóvenes la esquivaron con el visto bueno de los mismos políticos regalistas que los habían expulsado, de tal manera la rígida estrategia de control restrictivo literario establecida por la Pragmática Sanción del 2 de abril de 1762 terminó convirtiéndose en lo contrario, es decir en un estímulo, consistente en doblar o triplicar la pensión a los jesuitas que escribiesen obras que, evidentemente, no desagrasen a los regalistas madrileños. No pocos jesuitas jóvenes se reconviertieron en prestigiosos portavoces de la política cultural del gobierno español. El motor fundamental, en este paulatino pero evidente cambio en las relaciones entre los escritores jesuitas y poder madrileño, fue el Secretario de Estado José Moñino, conde de Floridablanca, el cual evolució desde una actitud radical antijesuítica (fue el que arrancó al papa Clemente XIV el decreto de supresión de la Compañía en julio de 1773), hasta ser un firme paridario de que retornasen a España los jesuitas que él había contribuido a expulsar y a extinguir, para lo cual publicó, siendo presidente de la Junta Central constituida en Sevilla, un Decreto el 15 de noviembre de 1808, un mes antes de fallecer. La Junta legisló el cese del confinamiento de los jesuitas a los que permitía volver a sus patrias, recibiendo la misma pensión que gozaban en sus destinos. El decreto de la Junta Central, al derogar la expulsión, permitía, por tanto, el regreso de los jesuitas que residían fuera de España y devolvía la seguridad a los escritores ignacianos que, habiendo logrado esquivar la segunda expulsión de 1801, vivían en ella retirados y medrosos11, como el navarro Francisco Javier Mariátegui y el extremeño Juan José Tolrá. 10
Cita en I. Fernandez Arrillaga, “Profecías, coplas, creencias y devociones de los jesuitas expulsos durante su exilio en Italia”, Revista de historia moderna: Anales de la Universidad de Alicante 16 (1997): 96-97. Hugo R. Ramírez Rivera, «La Compañía de Jesús y la propaganda satírica iconográfica contra el rey don Carlos III de España, 1769-1772. Antecedentes y documentos», Anuario de Historia de la Iglesia en Chile 5 (1987): 33-46. 11 Sobre las relaciones de los pocos ex jesuitas supervivientes con la Cortes de Cádiz, puede verse, Manuel Revuelta Gonzá-
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Este Decreto tuvo una importancia capital desde el punto de vista la ley del silencio que comentamos. Antes los jesuitas desterrados privadamente en sus escritos (diarios, cartas, etc.) la criticaban, pero no se atrevían (salvo excepciones) a dirigirse al poder solicitando su derogación. El Decreto de Floridablanca de noviembre de 1808 no derogaba explícitamente la Pragmática Sanción de abril de 1767, pero los jesuitas vieron en él una suspensión de la misma que les permitía no sólo volver libremente a España sin ninguna condición, sino que se sintieron con toda la libertad para dirigirse a las autoridades pidiendo un juicio justo sobre el hecho de la expulsión, que lógicamenrte habría de concluir con una sentencia que debería anular la Pagmática Sanción y la ley de silencio incluida en ella. Al mismo tiempo, se afianzaba la tesis restauracionista de la Compañía, que no se contentaba con el Decreto de Floridablanca, el cual se limitaba a unas concesiones individualizadas a los jesuitas en particular, no al Cuerpo de la Compañía, que seguía legalmente extinguida, sin que se hablara para nada de la reparación de una injusticia, que era la expulsión regulada por la Pragmática Sanción. El derogar dicha Pragmática Sanción era un paso más que periguieron dos memoriales dirigidos a las Cortes de Cádiz por el jesuita navarro Francisco Javier Mariátegui el 12 de enero de 1812 desde Palma de Mallorca12, y tres ignacianos desde Galicia en septiembre del mismo año, encabezados por Juan José Tolrá13. Aunque los jesuitas han sido considerados como los enemigos de la soberanía popular a lo largo del siglo XIX, incluida la Segunda República Española (al menos en eso justificaban las sucesivas persecuciones y supresiones), en principio puede decirse que todos los jesuitas expulsos aceptaban la soberanía popular que justificaba el levantamiento contra los franceses y se ejercitaba en las juntas provinciales, la Junta Central y las Cortes de Cádiz. Francisco Javier Mariátegui fue sin duda el más entusiasta, pues reconoció la legitimidad de la Junta Central recién establecida, a la que dirigió unas Consideraciones en 1809, en las que se mostraba antiborbónico y populista14. Incluso la aceptaban los que parecían más opuestos al populismo, como el P. Luengo a medida que recibía noticias confusas sobre España. La Constitución de Cádiz, piedra de toque para conocer la aceptación de la soberanía popular, suscitó reacciones diversas en los jesuitas españoles antes del restablecimiento de la Compañía en 1815. Podríamos distinguir tres grupos: 1) Los contrarios, como el P. Luengo, que primero se mantuvo a la expectativa, para luego oponerse abiertamente a la “democrática y fanática” Constitución. 2) Los entusiastas, como pudieron ser los jesuitas refugiados en Sicilia,
lez, “Las Cortes de Cádiz y los jesuitas: encrucijada entre la antigua y la nueva Compañía”, en Congreso internacional dedicado a la antigua Compañía de los siglos XVI al XVIII (Madrid: Universidad de Comillas, 2011). En prensa. 12 F. J. Mariátegui, Memoria que presenta a su Majestad, la Junta de Cortes el ex jesuita F. X. M. (Palma, 1812). Astorgano, “Los jesuitas expulsos frente al proceso revolucionario antes de la promulgación de la Constitución de Cádiz: El ex jesuita oprimido”, en Del mundo hispánico a la consolidación de las naciones. 1808-1940, ed. Milena Koprivitza Acuña, (Tlaxcala: Gobierno del Estado de Tlaxcala, 2010), 237-81; “Un jesuita expulso sangüesino rebelde: Francisco Javier Mariátegui, El ex jesuita oprimido”, Revista Príncipe de Viana (Pamplona) 252 (2011): 181-252. 13 Juan José Tolrá, Memorial de los exjesuitas españoles a S. M. el Congreso de la Nación en sus Cortes generales y extraordinarias, sobre la nulidad e injusticia de la Pragmática Sanción de dos de abril de mil setecientos sesenta y siete para el extrañamiento de los mismos, y apertura que piden de su causa en tribunal competente y público (Santiago: Imprenta de los dos Amigos, 1812). Analizado ampliamente en Astorgano, "El jesuita expulso extremeño Juan José Tolrá frente a la Constitución de Cádiz", en Actas de la Jornada conmemorativa del bicentenario de la Constitución de Cádiz, celebrada en Trujillo el 10 de marzo de 2012 (Trujillo: Real Academia de Extremadura, 2012). En imprenta. 14 Astorgano, “Un jesuita expulso sangüesino rebelde”, 200-04.
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que enviaron desde Palermo una calurosa felicitación a las Cortes. 3) Los pragmáticos o posibilistas, que aceptaron con lealtad la validez de la Constitución y apelaron a sus principios en beneficio de la Compañía. El mejor modelo de esta aceptación ventajosa y utilitaria de la Constitución es la representada por los citados Francisco Javier Mariátegui y por los tres jesuitas que desde Galicia enviaron el Memorial a las Cortes, encabezado por el P. Tolrá, pidiendo un juicio justo y la anulación de la Pragmática Sanción del 2 de abril de 1767. Pero las Cortes no se dignaron ni contestarles. Mariátegui califica la expulsión por Carlos III como tropelía, abuso, horrible atentado contra los derechos de los jesuitas españoles a la Patria, a las propiedades, al honor. Este poder abusivo se hizo más tiránico al imponer a los expulsos una ley del silencio que les negaba el derecho natural a defenderse, lo cual quitaba toda legitimidad a la expropiación y expatriación. A pesar de la persecución los jesuitas guardaron mutismo, pero el respetar la ley del silencio no debe interpretarse como signo de debilidad, sino como prueba de patriotismo. Por su parte Tolrá señala seis defectos de la Pragmática Sanción de Carlos III: “sentencia abusiva, ilegal, capciosa, calumniosa, errónea, e injusta”. Cada uno de estos defectos se demuestra en su apartado correspondiente con argumentos de gran calado jurídico. Las críticas se centran directamente en la Pragmática Sanción de Carlos III, lo que realza la independencia y valentía del Memorial. Subraya la prohibición de defenderse, en contraste “con el torrente de libelos famosos antijesuíticos, de anécdotas apócrifas, de sátiras, diatribas, cuentos y plagios” antijesuíticos que alentó el gobierno15. Todo el documento de Tolrá descansa en el derecho natural del hombre a representar, a defenderse, a tener un juicio justo. La Ley del silencio es ante todo una sentencia injusta, porque recae sobre hombres desamparados a los que se impide su defensa; porque se prohíbe hablar en pro y en contra, cuando, en realidad, sólo se permitía lo segundo16. En la conclusión de sus memoriales, los PP. Mariátegui y Tolrá piden formal y públicamente la abolición de la Pragmática Sanción de abril de 1767 ante las Cortes de Cádiz, por su nulidad e injusticia, y en consecuencia la apertura de un juicio justo, que nunca se celebró, sobre la conducta de los jesuitas. Pretendían poner solemnemente fin a la ley del silencio, después de cuarenta y cinco años de vigencia. 3. Las etapas del proceso represor en la literatura de los jesuitas expulsos Dejando aparte las imprecaciones que privadamente muchos jesuitas, como el P. Luengo en su Diario, escribieron contra la Pragmática Sanción, lógicamente el artículo de la misma que primero dejó de cumplirse con publicidad fue el art. 15, que prohibía la correspondecia entre los expulsos y sus familiares. Pasado el año del aislamiento total en la isla de Córcega (julio de 1767-septiembre de 1768) no es dificil encontrar lazos epistolares entre los expulsos y sus familias, a partir de 1769, a pesar de la rigura prohibición. Es muy poco lo que conocemos del destierro italiano del P. Sebastián Mendiburu, sin duda el mejor escritor en eusquera entre los expulsos, idioma prohibido por los regalistas madrileños al poco tiempo de la expulsión. Por el Epistolario de Campomanes sabemos que
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Tolrá, Memorial, 19. Astorgano, "El jesuita expulso extremeño Juan José Tolrá frente a la Constitución de Cádiz", en imprenta.
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siempre mantuvo contacto con su familia vasca, a pesar de las severas disposiciones de las autoridades madrileñas en contra. A principios de 1771 la policía intercepta dos cartas, una del P. Francisco Idiáquez dirigida a su madre la duquesa de Granada de Ega, y otra en vascuence del P. Sebastián Mendiburu para su pariente, D. Juan Antonio Mendiburu17 . Las autoridades locales envían las cartas al duque de Grimaldi, secretario de Estado, y éste a su vez las pasó al presidente del Consejo de Castilla, conde de Aranda, y éste le escribe, el 6 de enero de 1771, al fiscal Campomanes, con el ruego de que hiciese traducir la breve carta en euskera de Mendiburu. Dicha carta estaba fechada en Bolonia, el 26 de septiembre de 1770 y por ella vemos que Mendiburu mantenía contactos “mano a mano” con sus parientes, que continuaba con sus devociones al Sagrado Corazón de Jesús y que “no estaba sin trabajar”, aunque no sabemos en qué, pues no nos consta casi nada de su escasa actividad literaria en el exilio, recogida en una anodina miscelánea de “Escritos varios en italiano” 18. Doce días después, el 18 de enero de 1771, Campomanes le devuelve las cartas anteriores e informa del tenor de las mismas al conde de Aranda, recomendándole que “convendría se advirtiese, a dicho Sebastián Mendiburu y a los demás regulares por medio de los Comisarios Reales, excusen tales especies y [a] Juan Antonio Mendiburu se le dirija la carta [por] medio del Corregidor de Guipúzcoa, con la prevención de que excuse tales especies en su correspondencia, pues en el País Vascongado pueden tener más inconveniente y nunca están por demás tales precauciones” 19. El antijesuítico Campomanes detecta que la carta de Mendiburu “manifiesta alguna correspondencia anterior” y que “contiene algo de fanatismo de las devociones nuevas” (el culto al Sagrado Corazón de Jesús), que se deberían evitar. Algo simular ocurre con un jesuita más joven y de extracción social mucho más humilde, como Lorenzo Hervás, quien ya se carteaba con sus familiares desde Forlí en 1772, según la primera carta conservada del hermano mayor de Lorenzo Hervás, fechada en Horcajo el 2 de febrero de 1773, cuando todavía no había sido suprimida la Compañía de Jesús, pero que presupone otras misivas anteriores, según el contesto20. Aunque, en principio, la ley del silencio solo decía que “nadie escriba, imprima, ni expenda papeles u obras concernientes a la expulsión de los jesuitas”, lo cierto es que también afectaba a otros temas, pues los superiores, antes de la supresión de la Compañía (verano de 1773), y la autocensura de cada escritor, prudentemente aconsejaban no escribir nada que pudiese molestar a los políticos madrileños. Al ir narrando las peripecias vitales de cada ex jesuita en la BJE, inevitablemente nos vamos enterando de los altibajos de las difíciles relaciones de los miembros de la suprimida Compañía con el poder madrileño, aunque Hervás no muestra ninguna inclinación a comentar asuntos políticos, lo cual era lógico, pensando en las dificultades que se podían presentar a la hora de la censura, y en la persecución a que lo estaban sometiendo los filojansenistas madrileños, encabezados por Joaquín Lorenzo Villanueva y el ministro de Gracia y Justicia,
17 P. Rodríguez Campomanes, Epistolario, Tomo I (1747-1777), (Madrid: Fundación Universitaria Española, 1983), 258; Astorgano, La literatura de los jesuitas vascos expulsos (1767-1815) (Madrid: Delegación en Corte de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, 2009), 375-88. 18 AHL, Escritos, caja 18/4; Astorgano Abajo, La literatura de los jesuitas vascos expulsos, 386-88. 19 Rodríguez Campomanes, Epistolario I, 259-60. 20 Astorgano, Lorenzo Hervás y Panduro, 81-83.
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Eugenio de Llaguno21. El aragonés Mariano Llorente (Valencia 1752-Bolonia 1816) tenía buenas relaciones con Godoy, quien "aceptó la dedicatoria de dicha traducción [Viajes fuera de España de Ponz] y, al mismo tiempo, premió al traductor, y su obra se publicará en mayo del 1794" 22. El mejicano Joaquín Truxillo (1726- Faenza 1775) fue de los que primero se atrevieron a relacionarse con los políticos madrileños por asuntos literarios: "El autor presentó esta obra manuscrita [Método para hallar la longitud] al conde de Floridablanca" 23. La obra quedó inédita. En el lado de los que fueron beneficiados están el chileno-aragonés Narciso Bas24, quien tuvo buenas relaciones con el poder. Pero, fue más numeroso el grupo de los que sufrieron las arbitrariedades de los manteístas madrileños. El mejicano José Carrillo (1700Bolonia 1774) padeció la confiscación de sus escritos en Parma en 176825. Por algún expediente de la Embajada ante la Santa Sede sabíamos que el castellano-paraguayo Pedro Campos estaba en malas relaciones con el gobierno, ahora Hervás confirma y concreta el enfado de Floridablanca, quien ordenó recoger todos sus escritos y "que en adelante se abstuviera de escribir sobre los asuntos en ella [en Auctoritas et aequitas] contenidos, ya que había hecho muy mal en haberla escrito" 26 . Capítulo aparte son las relaciones del poder con los ex jesuitas americanos, con los que, por sus estudios lingüísticos, Hervás tuvo muchos contactos, y eso se nota en un seguimiento especial por parte del abate conquense de las obras de los escritores ultramarinos más importantes y de sus relaciones con el gobierno de Madrid. Si los expulsos peninsulares tuvieron sus dificultades con el Consejo de Castilla, de quien dependían administrativamente, mayor fue el abandono de los misioneros de Ultramar por parte del Consejo de Indias y de la Secretaría de Estado de Indias, como denotan las escasas pensiones dobles que se les concedieron. Parece que el ministro Antonio Porlier, entre 1788 y 1792, fue el que más se preocupó por la promoción, más teórica que efectiva, de la producción literaria de los expulsos americanos. El naturalista e historiador chileno Felipe Gómez de Vidaurre (1740-1818) fue uno de los que se fió del ministro de Indias Antonio Porlier, quien prometió publicar varias obras de jesuitas americanos: "El Sr. Vidaurre, en el 1788, había enviado cuatro tomos de esta obra [Conversaciones familiares] a la Secretaría española de Indias" 27. Pero no fue en 1788, sino el 29 de abril de 1789, según carta de Azara a Porlier28. Vidaurre redactó una dedicatoria al ministro Porlier, pero a pesar de estos esfuerzos la obra no se publicará hasta un siglo después. La decepción del autor debió ser tan grande con las autoridades españoles que terminará haciéndose insurgente independentista. 21 Astorgano, "Joaquín Lorenzo Villanueva y los jesuitas", en Joaquín Lorenzo Villanueva y el grupo valenciano en las Cortes de Cádiz, coord. Germán Ramírez Aledón (Cádiz: Ayuntamiento / Universidad, Biblioteca de las Cortes de Cádiz, 2008), 157-216. 22 Hervás, BJE, 626-27. 23 Hervás, BJE, 679-80. 24 Hervás, BJE, 575. 25 Hervás, BJE, 584. 26 Hervás, BJE, 583. Campos residía en Génova, donde se asentaron los ex jesuitas más contestatarios hacia el poder madrileño, con cierta complicidad del comisario regio don Juan Cornejo. 27 Hervás, BJE, 545-47. 28 Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid (AMAAEE), Santa Sede, Legajo 360. Año 1789. Expediente 26, que trata también de otras obras enviadas por los jesuitas chilenos Juan Ignacio Molina y Miguel Olivares.
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El misionero e historiador filipino-aragonés, Valerio Potó y Noguero (Graus 1724), residente en Roma, fue otro de los que confió en el ministro Porlier: "Habiendo deseado el señor marqués de Bajamar [Porlier] que la dicha obra se recopilase algo [Historia política, natural y cristiana de las Islas Filipinas], el autor la redujo a dos tomos y envió el compendio a dicho señor marqués el año 1791 [...]. Un tomo enviado a Madrid el 1793" 29. Logró un premio extraordinario de cien doblones, pero no la publicación de la obra. El quiteño Juan de Velasco (Riobamba 1727- Faenza 1792) fue otro de los que, poco antes de morir, creyó en las promesas del citado ministro Porlier: "Desde Italia envió a la Secretaría de Indias en Madrid para que imprimiera una Historia natural y civil antigua y moderna del reino de Quito. Esta obra fue elogiada por el brigadier Antonio de Alcedo"30. También lleva una dedicatoria al ministro Porlier, fechada el 15 de marzo de 1789, sin embargo no verá la luz hasta 1841. Podríamos multiplicar los casos concretos de distintos tipos de silenciamientos de obras jesuíticas, pero aquí solo procede que expongamos los rasgos generales del proceso. Examinado el marco jurídico en el que se desarrolló la actividad literaria de los jesuitas expulsos sometida a la citada ley del silencio, analizaremos la efectividad de la misma y sus consecuencias sobre la literatura de los ignacianos expatriados, que hemos dividido en cuatro etapas. 3.1. Periodo primero. Periodo fuertemente represivo (1767-1777). Desde la expulsión hasta la aparición de las primeras obras importantes de Llampillas, Hervás y Juan Andrés31. En este periodo se dejó sentir de manera especial el férreo control del Consejo Extraordinario del Consejo de Castilla, es decir, de Campomanes, a través de los "comisarios reales" y tesoreros del "Real Giro" (organismo estatal encargado de cuestiones financieras, y por lo tanto de gestionar las pensiones de los jesuitas expulsos), sistema burocrático acertadamente calificado por Guasti como "spietata macchina repressiva abilmente diretta da Campomanes"32 . Con saña se persiguió todo escrito apologético de la Compañía o de prácticas religiosas relacionadas con la misma, como las imágenes o el culto al Sagrado Corazón de Jesús33. Se alentó el plagio de obras jesuíticas secuestradas (como las del matemático P. Tomás Cerdá) por editores sin escrúpulos34 y se protegió libelos y pastorales antijesuíticas como las de los arzobispos de México (Lorenzana) o de Burgos (Rodríguez de Arellano). Se reavivaron temas muy sensibles para la Compañía, como la santificación del antijesuítico obispo Juan Palafox. En esta etapa no se concede ni una sola pensión doble a los amedrentados escritores jesuitas y no se puede hablar de ningún tipo de mecenazgo artístico o literario, público o privado, proveniente de políticos españoles. Periodo de sufrimiento y temores, en el que se pudieran distinguir dos subperiodos: 1º). Desde la salida de España en 1767 hasta la supresión de la Compañía en agosto de 1773. 2º). Desde 1773 hasta 1777: periodo de adaptación a la sociedad civil de cada ex 29
Hervás, BJE, 653-54. Hervás, BJE, 683-87. Hervás, BJE, 43-45. 32 Niccolò Guasti, L'esilio italiano dei gesuiti spagnoli. Identità, controllo sociale e pratiche culturali (1767-1798), (Roma, 2006), 70. 33 I. Fernández Arrillaga, “Profecías”: 83-98. 34 Astorgano, ”El mecenazgo literario de Campomanes”: 274-77. 30 31
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jesuita, que individualmente planifica su existencia y los intelectuales más capacitados rápidamente orientan su vida hacia estudios más "mundanos" y menos "jesuíticos", de manera que hacia 1775 ya estaban escribiendo sobre los nuevos temas y podrán empezar a publicar en los dos años siguientes. Las dificultades para el estudio y la producción literaria de este primer periodo de los diez primeros y más difíciles años de destierro (1767-1777), son resumidas por el padre Luengo en 1778: “En una palabra, apenas hay una circunstancia de las que retraen de los libros, hacen pesado y fastidioso el estudio e impiden imprimir algunas obras, que no les haya oprimido a los españoles desde el primer día de su destierro hasta el presente [1778], y, por el contrario, apenas hay una de las que atraen y convida al estudio, a escribir y a estampar libros que no les haya faltado siempre” 35.
En el periodo 1774-1776 los escritores ex jesuitas empiezan a desperezarse y a gestar proyectos que fructificarán a partir de 1778. Publican opúsculos o poemas en libros laudatorios colectivos, aprovechando las posibilidades que los eruditos locales les ofrecen, como el mismo Hervás en Cesena (Vantaggi, e svantaggi dello Stato temprale di Cesena, 1776). Algunos fueron más atrevidos, y no solo se desperezan, sino que osan empezar a escribir críticas contra el control opresor del gobierno de Madrid. Es el caso de Bruno Martí, quien, a principios de 1777, estaba siendo perseguido por un escrito suyo, según carta de Azara a Floridablanca, 20 de marzo de 177736, claro ejemplo de que las primeras intervenciones de las autoridades españolas en la producción literaria de nuestros ex jesuitas fue de lo más represiva, y como tal sentida y calificada por los expulsos37. No deja de tener razón el padre Luengo (no siempre exagera en sus ansias restauracionistas) cuando resume estos diez años (1767-1777), en los que la represión de todo género no fue capaz secar el cálamo jesuítico, sino que en 1778 estaba preparado para resurgir vigoroso: “La sabia, laboriosa e infatigable Compañía de Jesús, aún en medio de tan terribles y sangrientas persecuciones, y aunque comprimida y arruinada, no se ha entregado al ocio y descanso, ni ha abandonado por un punto el empeño y ardor que tuvo desde sus primeros días, de enriquecer la República Literaria, ilustrar el mundo, promover la piedad y defender a la iglesia y la religión con todo género de escritos; y sus hijos los jesuitas, apenas se enjugaron un poco las lágrimas que les sacó a todos ellos la ignominiosa muerte de su estimadísima Madre [la supresión de la Compañía en 1773], y volvieron un poco en sí de la consternación, tristeza y desconsuelo que causó en sus corazones el Breve exterminador del papa Ganganelli, tomaron otra vez la pluma para continuar escribiendo en todas materias, como lo habían hecho en tiempo de paz y de bonanza, y habían continuado en los años de guerra y de borrascas [...], y se debe esperar, y aún tener por seguro, que mientras dure este presente estado, y no se reduzcan los jesuitas a un número demasiado corto, cada día escribirán más y darán a la luz libros de todas materias en mayor número”38. 35
Luengo, Diario, t. XII. Año 1778: 352-433. AMAAEE, Santa Sede, Legajo 348. Oficios de embajada 1777. Registro de la correspondencia oficial de D. José Nicolás de Azara (enero-diciembre 1777), y del duque de Grimaldi (diciembre de 1770), f. 27. 37 Luengo, Diario, t. XI. Año 1777: 498-506. 38 Luengo, Diario, t. XII. Año 1778: 352- 53. 36
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Ciertamente hubo algunos casos (no demasiados) de represión extrema, cuyos máximos exponentes, ampliamente descritos por Hervás, fueron los castigos que sufrieron los catalanes Bruno Martí y Andrés Febres, por haber escrito obras que defendían la restauración de la Compañía de Jesús, por lo cual fueron tenazmente perseguidas por los embajadores Grimaldi y Azara. Martí, autor de la Lettera del vescovo N. in Francia al Cardenal N. (Roma, 1777, sin nombre de ciudad ni de impresor) sufrió “cárcel perpetua” desde 1777 hasta 1783, en que murió en el convento de S. Juan de Dios de la ciudad de Faenza. El P. Andrés Febres, amigo de Martí, simplemente era uno de los depositarios de la primera Memoria Católica, inspirada en la obra de Martí, por lo que el cardenal Palavicini dio orden para encarcelarlo, a petición del embajador Grimaldi. Pero logró escapar, como resume Hervás: “De esta ciudad [Roma], el año 1779, el señor Febres huyó temiendo ser perseguido por la impresión que se le atribuía de la Primera Memoria Católica de los jesuitas, que fue ruidosa en el orbe cristiano. Su huída dio motivo para que sus émulos le buscasen con mayor diligencia y para que él, con mayor cautela, se ocultase, viviendo pobremente. Las gacetas de Italia, y primeramente la de Florencia en el mes de mayo de 1790, publicaron la siguiente noticia: "El día 1 de abril del presente murió en Galler [Cagliari] de Cerdeña el célebre Andrés Febres, jesuita catalán, autor de la ruidosa Memoria católica, que tanto se ha perseguido en Roma” 39.
En el artículo sobre Bruno Martí, el mismo Hervás había escrito: “Febres salió de Roma para vivir fugitivamente oculto toda su vida. Por encargo del ministerio español [Azara] se hicieron las más vivas diligencias para saber el lugar de su residencia, y se ignoró hasta que se publicó su muerte” 40. También se le atribuyó, con fundamento, la autoría de la Segunda Memoria Católica, condenada por el Breve de Pío VI, expedido en 18 de noviembre de 1788, a petición del gobierno español. Es lógico que Hervás enumere una lista de 11 manuscritos que Martí no pudo dar a la luz y que concluyese el artículo del P. Febres con estas palabras: “El señor Febres escribió muchas cosas de que no hay noticia pública; o porque con sus desgracias perecieron sus manuscritos, o porque estos celosamente se ocultan. Era hombre laborioso: siempre entre los libros y con la pluma en la mano. Tuvo correspondencia y amistad con personajes ilustres que sabían la verdadera historia europea de los principales sucesos acaecidos desde el año 1750 y, principalmente, de las ocultas empresas de los nuevos filósofos, ateístas rebeldes, de los que se hace alguna mención en la Segunda Memoria Católica citada. En ésta, publicada antes del 1786, se anuncia y avisa a los soberanos que los adversarios del gesuitismo habían ya proyectado la destrucción de sus tronos” 41.
Desde la óptica de nuestro estudio lo significativo es que los embajadores Grimaldi y Azara estuvieron más de una década (1779-1790) persiguiendo las dos Memoria Cattolica sin lograr acallarlas y detener a sus autores. 39
Hervás, BJE, 224-25. Hervás, BJE, 364. Hervás, BJE, 226.
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En este primer periodo se escribió la mayor parte de los papeles variados que más de una treintena de diaristas jesuitas expulsos redactaron con la voluntad de que sus escritos sirvieran para defender la causa de la Compañía, pudiendo, si se diera el caso, ser utilizados contra sus detractores regalistas. Lógicamente sus autores (entre otros, Alonso Pérez de Valdivia, Rafael de Córdoba, José Cortázar, Vicente Olcina, Pedro Caseda, Juan de Velasco, Vicente Sanz, José Peramás y Blas Larraz, quizá el más valioso de todos junto con el conocido de Luengo) no pudieron publicarlos y muchos permanecen actualmente inéditos, porque desafiaban frontalmente la Pragmática Sanción42. Hervás reseña a casi todos esos diaristas en su BJE, pero rara vez alude a las obras autobiográficas relacionadas con el destierro, ya porque los autores se lo ocultasen o el mismo Hervás no creyese oportuno incluirlas. Estos manuscritos narran la expulsión de España y el destierro, y fue el interés apologético el motivo por el que fueron redactados, con una misma orientación y siguiendo un mismo patrón. Casi todos ellos se centran en la descripción de la forma en que les fue intimada la orden de destierro, en sus diferentes colegios o provincias, prosiguen con el viaje hasta Córcega y las dificultades padecidas en la isla y, en menor número, narran su establecimiento en las diferentes legacías de los Estados Pontificios en las que se instalaron43. 3.2. Periodo segundo. Periodo de esplendor: desde 1778 hasta 178844 Como es sabido el 19 de febrero de 1777 el conde de Floridablanca toma posesión como Secretario del Despacho de Estado (especie de primer ministro), cargo que ocuparía hasta el 27 de febrero de 1792, encargándose también interinamente la Secretaría de Gracia y Justicia entre 1782 y 1790. Floridablanca, que, siendo embajador en Roma, había tenido protagonismo absoluto en la extinción de la Compañía de Jesús en 177345, se reservó la mayor parte de los asuntos jesuíticos, desplazando al Consejo Extraordinario de Castilla, es decir, a Campomanes. Según Guasti, entre 1777 y 1785 las relaciones de los jesuitas con el gobierno de Madrid cambiaron decisivamente, ya por razones económicas (la progresiva devaluación del poder adquisitivo de la pensión), ya por un plan político diseñado por Floridablanca con la finalidad de utilizar a los jesuitas para los fines propagandísticos de la monarquía46. Por nuestra parte, observamos, al estudiar la producción literaria de los expulsos vascos, que había cierta relación entre las necesidades económicas de los ignacianos y su aplicación a la pluma, es decir los ex jesuitas que recibían puntualmente suficientes reembolsos financieros de España no tenían necesidad de escribir para conseguir «socorros» del regalista gobierno madrileño en atención a sus méritos literarios47. En este segundo periodo de explendor literario las competencias de los asuntos jesuíticos pasan, en gran parte, a la Secretaria de Estado, desde la que el conde de Floridablanca, mejor 42
Excepcionalmente Hervás reseña los Comentarios del P. Larraz: “escritos en buen latín […] se han leído y alabado por muchos literatos como obra dignísima por su latinidad, hermosura de estilo y prudente crítica” (Hervás, BJE, 331). 43 Inmaculada Fernández Arrillaga, “Manuscritos sobre la expulsión y el exilio de los jesuitas (1767-1815)”, Hispania Sacra (Madrid)105 (2000): 211-27. 44 Hervás, BJE, 45-47. 45 Sobre el papel de Floridablanca y de Pombal en la supresión de la Compañía de Jesús, véase, Enrique Giménez López, Misión en Roma. Floridablanca y la extinción de los Jesuitas (Murcia: Universidad-Editum, 2008); Antonio Astorgano Abajo, “El marqués de Pombal: según los jesuitas expulsados de España”: 359-74. 46 Guasti, L'esilio italiano, 118. 47 Astorgano, La literatura de los jesuitas vascos expulsos, 162-63
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conocedor del jeuitismo, más pragmático y menos fanatizado que Campomanes y Manuel Roda, adopta una política más realista y posibilista respecto a los ignacianos expañoles expulsos, que se tradujo en una mayor apertura y protección hacia la literatura de los ex jesuitas españoles 48. En esta etapa fue cuando mayor número de pensiones dobles se concedieron. Empieza con la aparición de las grandes obras de Lampillas y Hervás (1778) y termina con la muerte de Carlos III y el inicio de la Revolución Francesa, poco después. En esta década larga, por una parte, los jesuitas viejos, como Mateo Aymerich, Antonio Burriel, Tomás Cerdá, Francisco Javier Clavigero, Antonio Julián, Tomás Serrano, Esteban Terreros, etc., producen sus últimas obras antes de fallecer. Por otra, los grandes escritores, más jóvenes, diseñan y escriben lo mejor de su producción, como Llampillas, Hervás, Juan Andrés, Vicente Requeno, Juan Francisco Masdeu, Antonio Eximeno, Esteban de Arteaga, Juan Ignacio Molina, etc. Realmente se puede decir que la producción literaria de los jesuitas españoles comenzó a manifestarse a los diez años de destierro en Italia, es decir en 1778 aproximadamente, aunque tuviese la lógica incubación previa en los cuatro años anteriores desde que la supresión de la Compañía, en agosto de 1773, dejó a cada uno dueño de su destino. Igualmente Azara reconoce este esplendor el 18 de marzo de 1789, cuando escribe a Floridablanca una larga carta, con su maledicencia característica: “Por lo que toca a nuestros [ex-jesuitas] españoles en particular, yo no sé cómo se piensa ahí de esta inundación de obras que envían cuasi todas las semanas nuestros ex jesuitas; y que, si Dios no lo remedia, han de henchir el Reino de un nuevo género de libros, no sólo inútil, sino el más perjudicial a la nación; porque no hay uno que pase de la mediocridad y poquísimos los que alcancen aún a este grado. Muchos corrompen la nación fomentando la vanidad, la ignorancia y la suficiencia. […]; pero esto no es nada para el diluvio de ellas que nos amenaza. Hay más de mil hombres que por su desgracia y por la nuestra saben escribir y se ocupan en esto actualmente a salga lo que saliere” 49.
Ciertamente exagera Azara y no sospechaba que cuatro meses después estallará la Revolución Francesa, que frenará, en cierta medida, el ritmo trepidante de las plumas de muchos de nuestros escritores ex jesuitas. Guasti contextualiza la orden anterior de Floridablanca y la interpreta como el cambio de la etapa en que las autoridades estimulaban la producción literaria "para tener entretenidos a los ex-jesuitas", a una fase restrictiva, por considerar que la desmesurada actividad literaria de nuestros jesuitas se había "prostituido" por la ayuda económica del premio de las pensiones dobles50. La opinión del embajador Azara de poner freno a la producción literaria de los expulsos, basada en motivos de calidad, confluirá con la represión que por causas político-ideológicas establecerá el ministro de Estado, conde de Floridablanca, contra la Revolución Francesa. A mediados de este periodo la producción literaria jesuítica de los expulsos era lo suficientemente voluminosa como para que se empezase a ir elaborando catálogos específicos sobre la misma, es decir, esbozos precursores de la BJE de Hervás. Por ejemplo, el deseo de 48
Astorgano, “Floridablanca y el jesuita Hervás”: 325-62. AMAAEE, Santa Sede, Legajo 360. Año 1789. Expediente 13. Guasti, L'esilio italiano, 475-95.
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coleccionar y hacer inventario de las producciones literarias de los jesuitas aparece en un catálogo, bastante incompleto, que recogió el P. Luengo en 1786, época en la que nuestros expulsos alcanzaron el cenit de su rendimiento intelectual colectivo, quien comenta: “puedo añadir también que, generalmente, es cada día mayor el empeño en escribir, y así, aunque cada día somos menos, cada día irán saliendo más obras mientras dure este presente estado"51. Entre los cien del catálogo de Luengo y los "más de mil" de que habla Azara, la realidad es que el número de escritores ex jesuitas con cierta entidad terminará rondando los seiscientos, si bien en sentido amplio podrían sobrepasar ampliamente el millar. El cenit de la producción editorial jesuítica se alcanza en la segunda mitad de los años ochenta, generosamente alimentada por el gobierno madrileño, pero a principios de los noventa entra en un claro proceso de decadencia, no sólo por falta de mecenazgo económico, sino también por un aumento de la represión ideológica, incluida la inquisitorial, pues el Santo Oficio se había convertido en un instrumento antirrevolucionario al servicio del gobierno, que acosará, entre otros, a Lorenzo Hervás y a Antonio Eximeno por su obra52 . 3.3. Periodo tercero. Periodo de contracción en la producción literaria, desde 1789 hasta 179853. Fue un periodo del temor revolucionario y de recelos literarios, en el que disminuye el ritmo de concesión de pensiones dobles. Al final de este periodo unos 650 ex jesuitas volvieron a España y desaparece de la embajada de Roma José Nicolás de Azara, quien tanto había "orientado" la producción literaria de nuestros ex jesuitas, con el sistema infalible del estímulo económico de las pensiones dobles para los autores y temás gratos a los funcionarios gubernamentales, y con el desprecio y represión de los de ideología jesuítica, como la Teología o la Historia Eclesiástica. Es un periodo en que la producción literaria disminuye en cantidad, pues van muriendo los ex jesuitas, y en originalidad, ya que muchas de las obras publicadas en este periodo son continuación de proyectos más o menos enciclopédicos empezados en el periodo anterior. Además, el temor generalizado a la Revolución, tanto en los mecenas como en los escritores objeto de protección, hace que surjan problemas de todo tipo: en las condiciones de serenidad para el trabajo, en la autocensura de temas (en general, los ex jesuitas atacaron a la Revolución francesa y a sus motores los filósofos y jansenistas), y en las posibilidades de impresión (menos dinero para mecenazgo). Incluso antes de iniciarse la Revolución Francesa, las autoridades madrileñas pusieron cierto freno a la abundante producción literaria de nuestros ex jesuitas, según deducimos de la respuesta del primer secretario de Estado, conde de Floridablanca, a la visión negativa de la producción de nuestros ex jesuitas, transmitida por Azara, según la minuta de la carta que escribió Azara al conde de Floridablanca, fechada el 6 de mayo de 1789: “de orden de su majestad me previene vuestra excelencia [Floridablanca] ser su soberana voluntad que, en adelante, se tenga cuidado y se procure el embarazar la publicación de
51
Luengo, Diario, t. XX. Año 1786: 490-91. Hervás, BJE, 215-20. 53 Hervás, BJE, 48-49. 52
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todas las obras de ex jesuitas que puedan ser perjudiciales o que contravengan a lo mandado en la Real Pragmática de su extrañamiento” 54. Parece claro el neto cambio de opinión gubernamental, impulsado por el embajador Azara entre 1789 y 1794 con la finalidad de combatir "la prostitución", en que estaba cayendo la producción jesuítica, en opinión de los gobernantes españoles. No se trata de volver a la represión “brutal” de la década posterior a 1767, sino de dejar hacer a los enemigos ideológicos del jesuitismo (los llamados jansenistas) y de poner escusas “políticamente correctas” a las solicitudes de mecenazgo que venían desde Italia. Por ejemplo, la petición de pensión doble del jesuita aragonés Miguel Pérez Campos, fechada en Ferrara el 26 de diciembre de 1788, para facilitar la impresión de su Traducción de Virgilio en español, de un Arte gramática y de un Arte retórica, recibe la contestación de Floridablanca el 17 de febrero de 1789 de que “publique cuando le pareciere las dos obras que expresa, pero sin dedicármelas, y que, visto después el mérito de ellas, se le atenderá con lo que pareciere justo"55. En mayo de 1791 había concluido la impresión de su Arte gramática, pero sin recibir la gratificación56. Los ex jesuitas tienen más problemas con la censura, pues los filojansenistas predominan en los primeros gobiernos de Godoy. Por ejemplo, Hervás ve suprimido el "Prólogo" del tomo I de su Historia del Hombre, tuvo paralizada la publicación de la versión española de la enciclopedia Idea del Universo entre 1789 y 1794, y ni siquiera se atrevió a presentar a la censura las Causas de la Revolución Francesa y la misma BJE. No es extraño que, en 1791, el padre Luengo se haga eco de estas dificultades y acuse a Floridablanca, e incluso al nuncio pontificio en Madrid, monseñor Hipólito Antonio Vincenti, de jansenistas57. 3.4. Periodo cuarto (1798-1816). Periodo de descontrol y de decadencia de la producción literaria de los ex jesuitas58 Comprende desde la invasión de Italia (1796) y ocupación de Roma (1798) por Napoleón hasta la restauración universal de la Compañía por Pío VII (agosto de 1814) o en España (1815-16). Periodo de descontrol, porque las circunstancias bélicas y políticas de Europa fraccionaron la comunicación entre nuestros jesuitas. Algunos escritores retornaron a España y se quedaron atemorizados en ella, como Luciano Gallissà59, Manuel Lassala60 o Juan José Tolrá, quienes escribieron poco o bajo seudónimo, ante la amenaza de volver a ser expulsados. Otros volvieron a Italia y se reintegraron a la Compañía, como Requeno61. Pedro Montengón se retiró, resentido, a Nápoles con sus cuatro hijos62. Otros no se movieron de Italia y se reincorporaron a la Compañía, como Juan Andrés63. Otros sobrevivieron a la espera de la restauración uni54
AMAAEE, Santa Sede, Legajo 360. Año 1789. Expediente 13. AMAAEE, Santa Sede, Legajo 360. Año 1789, Exp. 16. Hervás, BJE, 438-40. 57 Luengo, Diario, t. XXV. Año 1791: 685-726; Astorgano, "La BJE de Hervás y su liderazgo": 187. 58 Hervás, BJE, 49-51. 59 Hervás, BJE, 235-37. 60 Hervás, BJE, 331-36. 61 Hervás, BJE, 481-83. 62 Hervás, BJE, 390-93. 63 Hervás, BJE, 99-107. 55 56
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versal de la Compañía, como Hervás, Luengo o Juan Francisco Masdeu, que continuaron con sus proyectos literarios anteriores, cada vez con ritmo más lento y con mayores dificultades socioeconómicas, dadas las turbulencias de los tiempos napoleónicos. En fin, la dispersión geográfica y de intereses personales fue grande en este periodo, e incluso alguno se hizo independentista, como el citado Felipe Gómez de Vidaurre64, quien, habiendo regresado a Chile en 1798, murió veinte años más tarde de un balazo luchando contra los españoles. Decadencia en cantidad, por el cada vez menor número de escritores, y en calidad y originalidad, porque era imposible que surgieran nuevos valores entre los envejecidos ex jesuitas, y porque las condiciones de vida en la empobrecida Italia, invadida por Napoleón, empujaban más a la supervivencia que a la producción literaria. En general, el ambiente sociopolítico en España fue más favorable para los ex jesuitas, pues el Consejo de Castilla, que continuaba entendiendo de censura de libros y de los asuntos económicos de jesuitas, había cambiado claramente de signo y los consejeros progresistas de la época de Campomanes habían dejado paso a otros consejeros más reaccionarios, como reseña con satisfacción el padre Luengo, a principios de 1800, al narrar un contratiempo que sufrió el secretario de Estado, Mariano Luis de Urquijo, en 1799. Había enviado al Consejo de Castilla para su revisión y aprobación, las obras del napolitano Cayetano Cestari y del portugués Almeida, ambos jansenistas, pero se opuso y "con este paso del Consejo de Castilla se desconcertó enteramente el proyecto del ministro [Urquijo], que intentaba ver impresas aquellas con la aprobación de un Cuerpo tan autorizado y tan respetado en toda la monarquía"65. Lógicamente en este largo periodo se podrían hacer subperiodos, en función de las circunstancias y dificultades sociopolíticas de cada grupo de jesuitas, que sólo nos llevarían a perder la visión global del cada vez más reducido grupo de escritores ex jesuitas. Por ejemplo, unos cuarenta escritores retornaron a España entre 1798 y 180166, de los cuales unos diez permanecieron indefinidamente, mientras la mayoría volvió a ser expulsada67. De todos modos, señalaríamos un antes y un después de la restauración parcial de la Compañía por el Breve Per alias (30 de julio de 1804), por el que Pío VII extendía al reino de las Dos Sicilias el Breve Catholicae fidei (7 de marzo de 1801), por el que, de derecho, se restablecía la Compañía en Rusia, ya que de hecho nunca fue suprimida allí. Si el Breve de 1801 provocó la reacción de la segunda expulsión de los jesuitas de España, el de 1804 tuvo mucha más importancia en el plano literario, porque muchos escritores se fueron reincorporando a la Compañía (por ejemplo, Juan Andrés y Vicente Requeno), con lo que su vitalidad, ya desgastada por el paso del tiempo, se dedicaba a afanes más jesuíticos y menos literarios. Por ejemplo, todo un restaurador de artes antiguas, como Vicente Requeno, fue empleado en enseñar rudimentos de latinidad a niños en Nápoles. Otros, como el alavés Roque Menchaca68, entregaron todos sus libros y escritos a la restaurada Compañía. 64
Hervás, BJE, 545-47. Luengo, Diario, t. XXXIV. Año 1800: 49-53. Jesús Pradells, "La cuestión de los jesuitas en la época de Godoy: regreso y segunda expulsión de los jesuitas españoles (1796-1803)", en Y en el tercero perecerán. Gloria, caída y exilio de los jesuitas españoles en el siglo XVIII, ed. Enrique Giménez (Alicante, 2002), 556. 67 Jesús Pradells, "La cuestión de los jesuitas”, 560. 68 Hervás, BJE, 632-33. 65 66
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Parece claro que la ruptura de los vínculos de los individuos con la Compañía que supuso la supresión de 1773 fue muy ventajosa para el aumento en calidad y en cantidad de la producción literaria jesuítica, y que el reagrupamiento que supuso la Restauración de 1804 fue un freno, a pesar de lo que diga el padre Luengo. En efecto, los Provinciales, sobre todo antes de la supresión de 1773, procuraron respetar la ley del silencio de 1767 para no tener problemas con las autoridades madrileñas que los amenazaban de vez en cuando con la espada de Damocles de la pérdida generalizada de la pensión vitalicia concedida a cada jesuita, basándose en la ley del silencio de la Pragmática Sanción. Esto se demuestra por el hecho de que fueron los jesuitas que, en la primera década del siglo XIX, permanecieron en Roma con cierta independencia, como Hervás (bibliotecario del Vaticano, sin sueldo) o Diosdado Caballero (acompañante del embajador Vargas)69 o Juan Francisco Masdeu (a base de estar lamentándose continuamente llegó a acumular varias pensiones y ayudas estatales) quienes continuaron dando obras de cierta importancia a la prensa durante este periodo. Por ejemplo, la reelaboración del Catálogo de las lenguas de Hervás. 4. Conclusión. La Biblioteca jesuítico-española de Hervás, fruto de la necesidad de salvar y dar a conocer la producción literaria de los ex jesuitas perseguidos Es una lástima que se haya deteriorado el prólogo del Catálogo I de la BJE en el que, sin duda, Hervás nos daba las razones de la redacción de la misma. Sin embargo, estamos seguros de que nos diría que la había escrito con dos objetivos: recoger el mucho y buen trabajo intelectual, presente y pasado reciente, de los ex jesuitas en el único ramo en el que podían ejercitarse con cierta libertad, cada vez más amplia, si bien vigilada en algunos temas predeterminados por la Pragmática Sanción del 2 de abril de 1776, y mostrar a sus compatriotas de España, deseosos de conocer sus aventuras en tierra extraña, la utilidad de su abundante producción literaria. Asimismo, al recoger la producción literaria de los ex jesuitas, Hervás dejaba rastro de todo lo que pudiese subrayar su status de modernos "mártires" de la fe católica, asediada por la incredulidad de los filósofos a la moda. Para este fin, y siendo conscientes de que muchos de los escritos de sus consocios permanecían ocultos por las adversas circunstancias sociopolíticas conocidas, en cada provincia jesuítica no faltaron biógrafos puntillosamente atentos a la producción cultural de sus compañeros deportados a Italia. Recordemos, las obras del catalán Onofre Prat de Saba70, del paraguayo José Manuel Peramás71 o del castellano Juan Andrés Navarrete72. Pero la BJE de Hervás es el mejor y más significativo ejemplo, en la que pretende abarcar no sólo todas las provincias de la Asistencia de España, sino también la más desgraciada hermana Asistencia de Portugal. Sin embargo, no era una idea original de Hervás, pues son bastantes los intentos de hacer un catálogo general o biblioteca donde se recogiese la producción literaria de los jesuitas expulsos y dejar memoria histórica de los duros tiempos de la expulsión (1767) y supresión (1773) de la Compañía. Hervás, a finales de la década de 1780-1790, estaba en las mejores condiciones, dentro de las difíciles circunstancias históricas, para emprender la recopilación de la deseada bibliote69
Hervás, BJE, 206-10. Hervás, BJE, 464-66. Hervás, BJE, 433-37. 72 Hervás, BJE, 402-05. 70 71
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ca jesuítica y rescatar del olvido muchos de los escritos de ignacianos desterrados, por su residencia en Roma, por su buena situación económica y por sus muchos contactos personales con otros jesuitas expulsos. Por la comercialización de sus propias obras y el carteo necesario para documentarse en sus investigaciones lingüísticas, era de los pocos que se comunicaba con gran numero de jesuitas escritores, salvando, en gran parte, el grave problema de encontrar datos a la hora de redactar su BJE. Parece que Hervás fue madurando la idea de escribir la BJE desde 1779 y para esa finalidad fue recogiendo datos. Al menos llegamos a esta deducción del hecho de solicitar tres autobiografías a su amigo Esteban Terreros73, de las cuales la última está datada en Forli, el 16 de julio de 1779, casi tres años antes de su fallecimiento el 3 de marzo de 1782. La BJE de Hervás con sus cerca de 500 autores y más de 2000 obras reseñadas contribuyen a aclarar algunos de los múltiples aspectos de este gran terremoto intelectual que fue el exilio jesuítico. El hecho de que muchas de las obras de los ex-jesuitas permanezcan todavía inéditas da a la BJE un valor excepcional para el estudio y la valoración adecuada del quehacer cultural y de los contextos políticos, religiosos y literarios en los cuales se desarrolló la actividad intelectual de nuestros expulsos en Italia. Hervás se dio cuenta de que en la batalla por la dignificación de la labor jesuítica había una legión de jesuitas-escritores secundarios o marginados, que a él personalmente le habían servido de mucho en sus investigaciones lingüísticas, y no eran menos aprovechables para el prestigio de la cultura española y exaltación del jesuitismo perseguido y suprimido. Hoy todavía quedan por resolver muchos aspectos de las actividades intelectuales de los jesuitas expulsos. Sin duda alguna, la contestación a muchos de esos interrogantes se encuentra examinando la producción literaria de la legión de escritores "menores" olvidados, no pocas veces por causa del ambiente represivo en el que se vieron forzados a vivir, pero cuyo recuerdo y utilidad encontramos gracias a la BJE de Hervás, la cual, asimismo, nos ayudará a profundizar en el estudio prosopográfico de la Compañía, en las circunstancias de la gestación de muchas obras y, en fin, a la comprensión del nacimiento de los nacionalismos hispanoamericano, italiano y español, al que se adhirieron algunos jesuitas como los abates Juan Pablo Viscardo, autor de una “Carta dirigida a los españoles americanos”, y Felipe Gómez Vidaurre74, lógicamente perseguidos por las autoridades españolas por sus ideas políticas. En última instancia, en la BJE aparecen reflejados los afanes intelectuales y literarios de una serie de ex jesuitas portugueses y españoles expulsos de segunda fila, a muchos de los cuales intentó "renacer", en parte, el benemérito padre Uriarte75, apoyándose precisamente en Hervás. Al mostrar a sus compatriotas de España la utilidad de la abundante producción literaria de los ignacianos expulsos, y en no pocos momentos y aspectos perseguidos, la BJE de Hervás conseguirá de una manera efectiva romper la Ley del silencio impuesta en la Pragmática Sanción del 2 de abril de 1767, y dejar constancia de las vicisitudes y heroísmo de los desterrados, 73
Hervás, BJE, 520-31. Hervás, BJE, 545-47. 75 J. E. de Uriarte, Catálogo razonado de obras anónimas y seudónimas de autores de la Compañía de Jesús pertenecientes a la Antigua Asistencia española: con un apéndice de otras de los mismos, dignas de especial estudio (28 sept. 1540-16 agosto 1773), 5 vols. (Madrid: Tip. Sucesores de Rivadeneyra, 1904-16). 74
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Pinceladas sobre la literatura silenciada de los jesuitas expulsos a través de la Biblioteca jesuítico-española ...
para que la posteridad supiese que la Compañía de Jesús, incluso estando suprimida, continuaba trabajando y así demostrar al mundo que los ex jesuitas españoles, a pesar de ser los más perseguidos, después de los portugueses, eran los mejores en todos los aspectos y, en palabras del P. Luengo en 1778, “probar hasta la evidencia que, en medio de la tristísima y desastrosísima suerte y situación en que se ha visto por muchos años la Compañía de Jesús de España”, han escrito más que ninguna otra religión española, a pesar de “los Decretos y Pragmáticas de la Corte contra los aborrecidos jesuitas” 76
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Luengo, Diario, t. XII. Año 1778, 352-433.
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La réplica silenciada: las apologías de los jesuitas contra el antijesuitismo del marqués de Pombal Mar García Arenas1 Universidad de Alicante
Introducción esde 1755, el Secretario de los Negocios del Reino de Portugal, Sebastián José de Carvalho e Melo, futuro conde de Oeiras y marqués de Pombal, con la anuencia de José había ordenado el destierro puntual a Portugal de varios misioneros jesuitas, pertenecientes a la viceprovincia de Maranhão que operaban en el territorio amazónico portugués del Estado de GrãoPara y Maranhão. No obstante, estos primeros destierros se incrementaron cuando el monarca publicó la ley de expulsión de los jesuitas de todos sus dominios el 3 de septiembre de 1759, un decreto que se iría ejecutando progresivamente en cada uno de los territorios portugueses donde se encontraban miembros de la Compañía de Jesús, iniciando su diáspora a tierras pontificias. En el largo y complicado exilio italiano, algunos jesuitas de la Asistencia lusitana emprendieron la tarea de recopilar testimonios y vivencias experimentadas en el proceso de expulsión, para iniciar distintos trabajos que formaran parte de una literatura de corte apologético para refutar la versión oficial y oficiosa del ministerio pombalino2. Sin embargo, no todos los regulares tuvieron como destino el exilio en Italia, un gran número de ellos, entre los que se encontraban todos los religiosos extranjeros, permanecieron en Portugal, confinados en conventos o en casas de campo habilitadas como prisiones, como Azeitão; también en presidios como el castillo de San Jorge, los fuertes de la Junqueira, Almeida, Pedrouços y San Julián o la cárcel pública de Belem. Allí comenzaron a escribir, de forma clandestina, sus experiencias, la mayoría de estas notas fueron descubiertas y desaparecieron, pero otras sobrevivieron y vieron la luz gracias a la labor de otros miembros de la Compañía de Jesús. A partir de 1777, quedaron en libertad y los supervivientes relataron, en diferentes tipos de escritos, sus años de prisión donde relataron las condiciones extremas y pésimas a las
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El presente trabajo ha sido posible gracias a la concesión de una beca posdoctoral dentro del programa VALi+d de la Generalitat Valenciana, bajo la referencia APOSDT/2012/048. 2 En cuanto al resto de la producción literaria y científica de los jesuitas de la Asistencia portuguesa en el exilio puede consultarse Antonio Astorgano Abajo, “Para uma periodização da literatura dos jesuitas portugueses expulsos (1759-1814). Brotéria, Vol. 169 (agosto-septiembre de 2009): 315-36.
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Mar García Arenas
que fueron sometidos por la decisión de Pombal, sumándose a la senda trazada por otros alegatos de sus compañeros compuestos en el exilio italiano. Apologías contra la Relación Abreviada. Un instrumento formidable por parte del Secretario de Estado portugués fue la orquestación de una campaña de desprestigio de la Compañía de Jesús por toda Europa. Pombal auspició la publicación y difusión de una variada literatura antijesuita. La primera obra fue Relación Abreviada, editada a finales de 1757; a partir de este escrito se publicaron muchos más opúsculos, de contenido similar, orientados a descubrir los desmanes que los jesuitas habían cometido en las lejanas misiones americanas y justificar así la política pombalina contra los ignacianos en Portugal. Se ha apuntado a la Relación Abreviada como el punto de partida de las obras antijesuíticas que contribuyeron a desmantelar el mito de las reducciones del Paraguay3 ante la opinión pública que con tanto éxito se había levantado a favor de los misioneros jesuitas, especialmente, la Historia de Paraguay de Charlevoix (1756) y el Cristianesimo felice (1743-1749) de Muratori4. Por esta razón se explica que sea la obra que monopolizó las refutaciones ignacianas, tanto de la Asistencia lusitana como la hispánica; además no hay que olvidar que las acusaciones que Pombal vertió contra los ignacianos abarcaba tanto a los que estaban en las reducciones del Paraguay bajo soberanía española como los que misionaban en suelo portugués del Grão-Para y Maranhão, por los acontecimientos derivados de la firma y posterior ejecución del Tratado de Límites de 1750. Ante este ataque directo que supuso la Relación Abreviada, no tardaron en surgir iniciativas por miembros de la propia Compañía en Portugal para refutar las invectivas demoledoras del libelo pombalino. En Lisboa, el padre José Caeiro tuvo conocimiento de esta obra cuando estaba todavía en imprenta, por lo que inmediatamente dispuso, junto a otros compañeros, preparar una apología que saliera al mismo tiempo que la Relación Abreviada5. Sin embargo, el provincial portugués, João Henriques, prohibió a todos sus miembros cualquier respuesta a los ataques del ministro, con la esperanza de no soliviantar aún más al futuro marqués de Pombal. En consecuencia, las réplicas a la Relación Abreviada por parte de miembros de la Asistencia lusitana quedaron así silenciados tanto por la autocensura como por la amenaza gubernamental, esperando la llegada de tiempos favorables a su Instituto que no llegarían, por lo que gran parte de las autodefensas de los jesuitas contra los ataques que recibían fueron apareciendo en el anonimato o con posterioridad, bien durante el exilio italiano o después de 1777, cuando los jesuitas encarcelados fueron liberados. En este sentido, cabe destacar las dos réplicas del P. José Caeiro compuestas en su exilio italiano, una en latín6 y la otra en portugués7, que forma parte de su Apología da Compañía de 3
Giorgo Cerruti, “La Relation des Missions du Paraguay e le polémique francesi sulle riduzioni”, en L.A Muratori e la Cultura Comtemporanea. Atti del Congreso Internazionale di Studi Muratoriani. (Módena/Firenze, 1972-1975), 277. Ernesto Maeder, “Las fuentes de información sobre las misiones jesuíticas de guaraníes”, Teología 24 (1987):156-60. 5 José Caeiro, História da Expulsão da Companhia de Jesus da Província de Portugal (século XVIII). 3 Vols.(Lisboa/São Paulo, 1991-1995-1999), 1: 8. 6 La traducción al portugués se encuentra en Caeiro, História da Expulsão, 1: 83-313. 7 Esta réplica fue publicada en José Caeiro, “Apología da Compañía de Jesús nos reinos e dominios de Portugal”, Revista Portuguesa Occidente 35, vol. XII, (marzo 1941): 401-17. 4
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Jesús nos reinos e dominios de Portugal8, dedicada a la reina María I, completada hacia 1780. El P. David Fay9 tradujo al latín la impugnación contra la Relación Abreviada del padre Bento Fonseca10. También el P. José Nogueira11 escribió varias impugnaciones a la Relación en su exilio romano en 1761 como fueron los libelos: Con hechos innegables y narración sencilla de la conducta de los RR.PP jesuitas de Paraguay en la ejecución del Tratado de la Colonia, se refutan hasta la evidencia los cargos que en la Relación Abreviada se le hacen por la resistencia de los guaraníes y triunfa de la calumnia la inocencia12; Noticias curiosas de la conducta de los jesuitas de Paraguay compuestas por un amigo español eclesiástico de distinción y carácter en el año 175813 y Noticias curiosas sobre la persecución de los jesuitas de Portugal tiradas de las memorias impresas en Nápoles, compuestas en España, del Amigo incierto, entre finales de agosto de 1759, antes del exterminio de los jesuitas de Portugal para Italia, el 14 de septiembre del mismo año14. Siguiendo con las repercusiones de la publicación de la Relación Abreviada, había que tener en cuenta que los jesuitas españoles también fueron gravemente acusados en el panfleto, cuya traducción castellana apareció el mismo año que la original. Además hay que tener en cuenta que desde 1755, con la caída del confesor de Fernando VI, el jesuita Francisco Rávago, con el que se identificaba a toda la Compañía en el poder y en la desgracia, se había multiplicado la aparición de libelos antijesuiticos, muchos de ellos patrocinados por Lisboa. En consecuencia, los religiosos de la Asistencia española también cargaron sus plumas para neutralizar los ataques pombalinos. El Padre José Cardiel15, envió una carta-memorial a D. Nicolás Patrón, Teniente de Gobernación de Corrientes, fechada el 30 de junio de 1758 en el pueblo de San Borja16, desde donde defendía a sus hermanos de la Provincia del Paraguay de las innumera8
Una copia se encuentra en Arquivo Romanum Societatis Iesu, Roma, Sección Lusitania (en adelante citado como ARSI, Lus.), 95. También hay un ejemplar de la segunda parte en Biblioteca Nacional de Lisboa, Colección Pombalina, códice 451. Para ver el índice de los más de 800 folios que conforman la obra se puede consultar Julio Morais, “A expulsão dos jesuitas no tempo de Pombal”, Revista Portuguesa Ocidente 35, vol. XII, (marzo 1941): 399-401. 9 Según una relación de los jesuitas recluidos en Almeida, fechada el 27 de noviembre de 1759, Fay era natural de Fay, reino de Hungria, hijo de Gabriel Fay, consejero del emperador Carlos VI, en el Instituto dos Arquivos Nacionais/Torre do Tombo, Lisboa, Sección Ministerio de Negócios Eclesiasticos e Justicia, Papeis Pombalinos, en adelante citado como IAN/TT. MNEJ), Maço 60, Cx, 49. 10 En 1739 el P. Fonseca se encontraba en Lisboa como socio del Procurador de la Misión de Maranhão, posteriormente fue designado Procurador General. Redactó la minuta que la Mesa do Bem Comun presentó a José I contra la Compañía comercial del Grão-Pará y Maranhão en 1755. En respuesta Pombal lo desterró ese mismo año a Sousa, después en 1759 al fuerte Almeida, y desde 1762 en San Julián de Barra, salió en libertad en 1777. Francisco Rodrigues, História da Companhia de Jesus na Assistência de Portugal, 1540-1760, 4 tomos, (Oporto, 1931-1950), 4:219. 11 Nació en Recife (Pernambuco) el 23 de septiembre de 1711, ingreso en la Compañía el 9 de noviembre de 1727, siendo profeso desde febrero de 1746. Según el catalogo de los jesuitas portugueses en el exilio, residió en Roma, primero en el palacio Sora y luego en el Palacio de los Ingleses. En ARSI. Lus. 41: 110-11. 12 Escrito en Roma en 1761 por el P. José Nogueira de la provincia de Brasil, Archivo Histórico de la Provincia Canónica de Toledo de la Compañía de Jesús, Alcalá de Henares, Madrid (en adelante citado como AHPCTSI) M-1:Fols. 64-101. 13 Escrito en Roma en 1761 por el P. José Nogueira de la provincia de Brasil, AHPCTSI, M-1: Fols., 105-11. 14 Escrito en Roma en 1761 por el P. José Nogueira, de la provincia de Brasil, AHPCTSI, M-1: Fols., 113-19. 15 Nació en la Guardia (Álava) el 18 de marzo de 1704, entró el 8 de abril de 1720 en la provincia de Castilla y en 1728 a la de Paraguay, donde profesó el 4º voto el 15 de agosto de 1737. Misionó entre los guaraníes y los patagones. La orden de expulsión le sorprendió en el pueblo de la Concepción, falleció en Faenza el 6 de diciembre de 1781. En Biblioteca de escritores de la Compañía de Jesús pertenecientes a la antigua Asistencia de España desde sus orígenes hasta el año 1773, por los padres José Eugenio de Uriarte y Mariano Lecina, de la misma Compañía. (Madrid: Imprenta Gráfica Universal, 19291930), 1-vol. 2:114-17. 16 La carta autógrafa se encuentra en Archivo General de Simancas, Valladolid, Sección Estado, (en adelante citado como
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bles calumnias que vertían, por escrito y de palabra, los enemigos de la Compañía de Jesús, en especial por los portugueses del Brasil. El compromiso apologético del P. Cardiel fue más allá cuando por encargo de sus superiores, preparó, en 1758, una réplica de la Relación Abreviada, titulada Misiones del Paraguay: Declaración de la Verdad contra un libelo infamatorio, impreso en portugués contra los PP. Jesuitas misioneros del Paraguay y Marañón. Cuartel General del pueblo de San Borja, 14 de septiembre de 175817 que no salió a la luz publica, presumiblemente porque el Padre General Ricci, a instancias del provincial portugués, impuso a los miembros de todas las provincias jesuitas la prohibición de defenderse de las acusaciones de Pombal18. Por su parte, el padre Bernardo Nusdorffer19 impugnó las acusaciones recogidas en la Relación contra los jesuitas de Paraguay en un manuscrito que circuló bajo el pseudónimo del jesuita castellano Juan del Campo y Cambroneras, escrito en 1758: Respuesta que dio D. Juan del Campo y Cambroneras, castellano, avezindado en una de estas ciudades a D. Alejandro de Bique, Capitán Europeo, su amigo y conocido, que todavía se mantiene en los pueblos de la otra banda oriental del Uruguay y en las tropas reales, con ocasión que D. Alejandro le comunicó un librito portugués con el título: Relación abreviada de la República que los religiosos jesuitas de las provincias de Portugal y España establecieron en los dominios ultramarinos de las dos monarquías, etc... pidiendo que le diga en su respuesta su parecer y juicio que hacía de dicho librito portugués, Dorias, 20 de agosto de 175820. El jesuita alemán solicitó permiso a sus superiores para publicarlo, pero le fue denegada por el veto de Ricci a instancias del provincial portugués. Sin embargo, diez años más tarde, en 1768, se editó en alemán una doble edición; por un lado, en la obra de Christoph Gottlieb von Murr21 Cristóbal Gottlieb von Murr figura representativa de la Ilustración centroeuropea gracias a su espíritu universalista que proyectó en los 17 tomos de su revista cultural Journal zur Kunstgeschichte und zur allgemeinen Litteratur, publicada en Nuremberg entre 1775 y 1789, continuada en 1798-179922. La segunda edición alemana apareció en forma de folleto en Frankfurt, que fue reeditada un año más tarde en Leipzing23. El P. Francisco Javier Miranda24, uno de los apologetas más significativos de los jesuitas hispanos, como gran conocedor de los asuntos relativos al Tratado de Límites, por su condición AGS, Estado), Leg. 7.426, fols. 131-36. 17 La copia original se encuentra en Archivo Histórico Nacional, Madrid, Sección Clero Jesuitas. Leg. 120. Hay un ejemplar del manuscrito en la Biblioteca Nacional de Rio de Janeiro, División de Reservados, códice 1,2,34. Posteriormente fue publicada por el P. Hernández en 1900. En José Muñoz Pérez, “Una crónica desconocida hasta ahora: El Compendio de la Historia de Paraguay (1780) del jesuita José Cardiel”, Historiografía y Bibliografía Americanista 29, (1985): 112. 18 Caeiro, História da Expulsão, 2: 10. 19 Nació el 17 agosto 1686, en Plattling (Baviera) y murió el 18 marzo 1762, en San Carlos (Corrientes), Argentina. Llegó a la provincia del Paraguay en 1717. superior de las reducciones guaraníes (1747-1752).Al estallar la guerra en 1753, tuvo que soportar las sospechas de haber traicionado a los guaraníes. Pasó sus últimos años en las reducciones de San José y, desde 1757, de San Carlos, donde escribió sobre las mudanzas de los siete pueblos del Uruguay, además de otras obras. En Charles O´Neill y Joaquín Dominguez, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, 4 vols. (Roma – Madrid: I.H.S.I. – Universidad de Comillas, 2001), 3: 950. 20 Biblioteca Nacional de España, Madrid, sección Manuscritos (en adelante citado como BNE), 20208. 21 Neue Nachrichten von der Missionen der Jesuiten in Paraguay (Hamburgo, 1768), 132-207. 22 César Fernández Moreno (Coord), América latina en su literatura (México/Unesco: Ed. Siglo XXI, 1972), 102. 23 Guillermo Furlong, Bernardo Nusdorffer y su “Novena Parte” (1760) (Buenos Aires: Ediciones Theoría, 1971), 83-84 y 114-17. 24 Francisco Javier Miranda, (1730-1811) Cuando terminó el noviciado, fue destinado a la provincia del Paraguay. El decre-
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de secretario del provincial Barreda para los asuntos del acuerdo fronterizo, realizó una refutación titulada Breve relación de la república que los religiosos jesuitas de España y Portugal han establecido en los dominios ultramarinos de las dos monarquías y de la guerra que allí han promovido y sostienen contra los ejércitos españoles y portugueses, que se encuentra en los fondos del archivo loyolano de la Compañía, aunque desconocemos cuando fue redacto por Miranda25. No obstante, esta autocensura fue insostenible ante el evidente clima político adverso a la Compañía de Jesús, por lo que sus miembros y simpatizantes no se quedaron cruzados de brazos y aunaron sus esfuerzos para minimizar los envites que recibían de las decisiones y de la literatura propagandística pombalina, si bien la mayoría apareció de forma anónima. Escritos de persecución y expulsión de la Compañía de Jesús en Portugal Antes de la ley general de expulsión de 3 de septiembre de 1759, Pombal ya había ordenado la expulsión puntual de algunos jesuitas pertenecientes a la vice-provincia de Maranhão. Algunos de estos expulsos relataron su destierro y rebatieron las razones dadas por el gobierno portugués para estos extrañamientos. Sirvan como ejemplos, la Relaçao das coisas notáveis da nossa viagem do desterro do Pará para Lisboa26, del P. Lorenzo Kaulen o los manuscritos del P. Francisco Toledo, ambos fechados el 4 de noviembre de 1758, donde defendían la inocencia de veinte compañeros expulsados27. Estos manuscritos del P. Toledo sirvieron de apoyo para que el P. Domingos Antonio28 compusiera Colecção dos crimes e decretos pelos quaes vinte hum jesuitas forão mandados sahir do Estado do Grão-Pará e Maranhão antes do exterminio geral de toda a Companhía de Jesús daquele Estado, con declaração dos mesmos crimes e resposta a eles, una apología que registró el proceso de expulsión de los primeros 21 jesuitas del Grão-Para y Maranhão29 que rebatía las causas aducidas por el gobernador del Estado, hermano de Pombal, para ejecutar dichos destierros. Tras la promulgación de la ley general de expulsión de 1759 se inició la paulatina llegada de los jesuitas portugueses a tierras pontificias sin ningún tipo de sostén económico por parte to de expulsión (1767) le llegó en San Miguel de Tucumán. Con la mayoría de los jesuitas de la provincia del Paraguay se estableció en Faenza (Italia), donde enseñó teología a los jóvenes jesuitas hasta 1772, y pasó a Bolonia por el resto de su vida. O´Neill y Dominguez, Diccionario Histórico, 3: 800. 25 Archivo Histórico de Loyola, Azpeitia, fondo Misiones, (en adelante citado como AHL) Caja nº 17, nº 4. 26 Relaçao das coisas notáveis da nossa viagem do desterro do Pará para Lisboa, aqual fizeram dez religiosos da Compañía . Padre Domingos Antonio, rector do colegio do Pará, Luis Alvarez, Manuel Afonso, Manuel do Santos, Joaquim de Carvalho, Antonio Meisterburg, Lorenzo Kaulen, Joao Daniel, Joaquim de Barros, Anselmo Eckart e alguns des religiosos de Sao Francisco, na nau chamada Nossa Señora do Atalaya, no ano de 1757. Manuscrito conservado en el Arquivo Geográfico e Histórico Brasileiro, sección Arquivo, 2-3-13. Patricia Domingos Woolley Cardoso, “O Diario do bordo de um jesuita expulso do Estado do Grao-Pára e Maranhao, 1757-1758”, comunicación presentada en la 26ª Reunión da Sociedade Brasileira de Pesquisa Histórica, (julio de 2006), [En línea] en http://sbph.org/2006/historia-religioes-e-praticas-religiosas/patricia-domingos-woolley-cardoso [Consuta: 15/04/2007]. 27 Ambos escritos se hallan en ARSI, Lus. 87, fols. 65-86. 28 Durante el desempeñó de su cargo como rector del Seminario Nuestra Señora de las Misiones de Belem de Pará, fue expulsado el 22 de octubre 1757. A su llegada a Lisboa fue enviado a la Residencia de Pedroso, dependiente del Colegio de Coimbra. Tras el decreto de confiscación fue trasladado al colegio de Oporto y de allí al fuerte de Almeida, hasta que en 1762 fue traslado a San Julián, donde permaneció hasta ser liberado en 1777. Serafím Leite, História da Companhia de Jesús no Brasil, 10 vols. (Lisboa-Rio de Janeiro: Portugalia-Instituto Nacional do Livro, 1938-1950), 3:233 y 365-66, 4: 353-63. 29 Colecção dos crimes e decretos pelos quaes vinte hum jesuitas forão mandados sahir do Estado do Grão-Pará e Marañón antes do exterminio geral de toda a Compañía de Jesús daquele Estado, con declaraçao dos mesmos crimes e desposta a eles. La obra fue publicada posteriormente por Manuel Lopes de Almeida en 1947.
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de Lisboa. Por tanto, algunos de los regulares exiliados, conscientes de su crítica situación, decidieron emprender la ardua tarea de relatar la persecución a la que fueron sometidos por parte del marqués de Pombal, para probar su inocencia y dejar constancia de su versión de los hechos. En este sentido, fue el P. José Caeiro el jesuita que mayor empeño tuvo en legar para la posteridad la diáspora de la Asistencia portuguesa hacia los Estados Pontificios. En su estancia romana fue recogiendo los testimonios de otros compañeros para dar una visión global de cómo se produjo el destierro en los diferentes dominios de la corona portuguesa, en una obra manuscrita que ya había acabado hacia 1764, pero que siguió enriqueciendo con anotaciones y correcciones hasta 1780, titulada De Exilio Provinciarum Lusitanae Societatis Jesu30. Otros escritos de menor extensión que glosan las vicisitudes de cómo fue llevada a cabo el bloqueio de las residencias, la intimación de la expulsión y el viaje del destierro son algunas cartas conocidas y publicadas como la del P. Carlos Przikril fechada en diciembre de 1766 desde el fuerte de San Julián31 donde narró el viaje del destierro de Goa y las pésimas condiciones de la húmeda e inexpugnable Torre de San Julião. De similar contenido fue también la misiva latina del P. Lorenzo Kaulen al Provincial del Bajo Rin, fechada en el mismo presidio el 12 de diciembre de 176632, donde recogía sus vivencias desde que fue expulsado de las misiones amazónicas en 1757, su reclusión en el colegio de la Compañía hasta la ley de expulsión general en septiembre de 1759, su posterior traslado y estancia en el fuerte de Almeida hasta 1762, que a causa de la guerra hispano-portuguesa obligó al traslado de los jesuitas encarcelados a San Julião. En este conjunto de escritos destacamos el relato inédito del P. Cristóbal Cordeiro, provincial de la Provincia de Brasil, escrita en el puerto de Génova, el 22 de julio de 1760. La extensa epístola narraba los acontecimientos acaecidos en el Colegio de Río de Janeiro desde el bloqueio, el traslado al puerto de embarque y las condiciones en las que viajaron los regulares de la provincia brasileña hasta el Puerto de Civitavecchia33. Con la muerte de José I y la inmediata muerte civil de Pombal, los jesuitas portugueses atisbaron signos de esperanza con la liberación de los jesuitas que estaban recluidos en las cárceles y se esperaba que la reina María I rehabilitase el buen nombre de la Compañía de Jesús en Portugal. Con este anhelo, el P. João Gusmão, antiguo Asistente portugués del P. General, 30
De Exilio Provinciarum Lusitanae Societatis Jesu Libri quinqué (el manuscrito original se encuentra en el Arquivo do Tombo de Lisboa (IAN/TT, Livraria, Códice 2600-2601, 1771. El diario permaneció inédito hasta que fue traducido al portugués por José Leite con el título de História da Expulsao da Companhia de Jesus da Provincia de Portugal. La expulsión de las provincias ultramarinas fue compilada por Caeiro en De Exilio Provinciarum Transmarinarum (em tres livros), su original también se encuentra en IAN/TT, Livraria, Códice 2602, 1771. Sobre la expulsión de los jesuitas de Ultramar: Brasil e India, escrita por Caeiro hay una edición bilingüe (latín/portugués), titulada Primera publicaçao apos 160 anos do manuscrito inédito de Jose Cairo sobre os jesuitas de Brasil e da India na persecuçao do Pombal (Bahía: Academia Brasileira de Letras, Escola Tipográfica Salesiana, 1936). 31 Correspondencia reproducida en Anécdotas do ministerio do Marquez de Pombal e conde de Oeiras, Sebastián José de Carvalho, sobre o reinado de D. José I. 2 vols. (Porto, 1852), 2:155-61 y Alfred Weld, The Suppression of the Society of Jesus in the Portuguese Dominions (Londres: Bruns & Oates, 1877), 361-62. 32 P. Kaulen al provincial del Bajo Rin. Cárcel de San Julián, 12 de diciembre de 1766. AGS, Gracia y Justicia. Leg. 777. Epístola reproducida en Weld, The Suppression, 342-56; Anedotas do ministerio, 2:150-55; y Jaques Cretineau-Joli, Historia Religiosa, Política y Literaria de la Compañía de Jesús, 5 vols, (Madrid: Imprenta de Tomás Aguado y Cia, 1845), 5:102-05. 33 Hemos encontrado dos cartas, en latín y su traducción castellana, una titulada Carta del padre Cristóbal Cordeiro, provincial de la Compañía de Jesús en la Provincia de Brasil, escrita en el puerto de Génova, a 22 de julio de 1760. La otra es una copia de la misma epístola con algunas modificaciones titulada Carta del P. N.N. de la Compañía de Jesús, uno de los que se ha traído de la América a Europa, escrita en el puerto de Génova, a 22 de julio de 1760. AHPCTSI, M-31, Expulsión de Portugal. Nº 9.
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redactó un memorial, De tribus in lusitanus Iesu socios publiciis judiciis34, que solicitaba a la reina que la causa de la expulsión de los jesuitas fuese sometida a un juicio formal35, con el objeto de obtener la exculpación jurídica y pública de las imputaciones de Pombal, al igual que había acontecido con algunos nobles represaliados que habían sido rehabilitados. Para reforzar esta pretensión ignaciana, el P. Caeiro se dedicó a componer una documentada Apología da Compañía de Jesús nos reinos e dominios de Portugal que sirviera de argumento para el restablecimiento de la Orden. Esta obra manuscrita fue enviada a Lisboa hacia 1780 para ser presentada a la soberana. Sin embargo, el nuevo gobierno portugués si bien no podía considerarse hostil a los jesuitas, no se atrevió a dar un paso tan difícil, pues además de los escrúpulos de la reina a cuestionar la acción de su padre, había que añadir las presiones de las cortes borbónicas en contra de cualquier gesto hacia la extinta Compañía de Jesús, en especial por parte de su tío, Carlos III. En consecuencia, María I se limitó a conceder una pensión a los exiliados, prohibiendo a los cónsules lusos en Portugal la expedición de pasaportes a los religiosos; no obstante, las autoridades en Portugal no emprendieron ninguna acción legal contra aquellos exjesuitas que decidieron volver a Portugal36. En vistas de que tampoco con María I se conseguiría limpiar el buen nombre de los jesuitas en Portugal, los religiosos portugueses en el exilio continuaron en el empeño de rebatir los argumentos esgrimidos por Pombal que culminaron en la expulsión de 1759, recogiendo las vivencias de otros jesuitas para reseñar los infortunios que sufrieron los ignacianos de la Asistencia lusitana en los prolegómenos de la expulsión, en la travesía hacia el exilio y la reclusión de los que permanecieron en Portugal. Frutos de ese propósito fueron algunas obras anónimas. La primera fue Anécdotas del ministerio de Sebastián José Carvalho, conde de Oeiras y marqués de Pombal sobre el reinado de José I, cuya primera edición en francés apareció publicada en Varsovia en 178337. La segunda edición en Italiano apareció publicada en Venecia en 1787 ha sido atribuida al ex-jesuita italiano Carlo de Porzia38. En estas obras aparecen reproducidas las epístolas de los padres Przikril y Kaulen, donde relataban su cautiverio en las cárceles portuguesas. La segunda obra anónima que compiló el hostigamiento que ejerció Pombal sobre los jesuitas desde su ascenso al poder y el relato de cómo se produjo la expulsión de los jesuitas de todos los territorios de la corona portuguesa la encontramos en Compendio istorico dell´espulsione de Gesuiti da regni di Portogallo e suoi domini39, que apareció publicada en Niza en 179140 . Los ex-jesuitas no se atrevían todavía a firmar sus obras dado el contexto vigente des34
Fue publicado en Nuremberg en 1793. Domingos Mauricio, “Bicentenario da supressão dos jesuitas em 1773”, Brotéria vol. 97, nº 8-9, (agosto-septiembre de 1973): 162. En cambio, se atribuye la autoria de esta apologia al P. Pedro Homen, otro de los jesuitas que había permanecido encarcelado en Portugal y liberado en 1777. Claude-Henri Frêches, “Voltaire, Malagrida et Pombal”, Arquivos do Centro de Cultura Portuguesa 1 (1961): 329. 36 Miguel Corrêa Monteiro, Inácio Monteiro (1724-1812). Um jesuita portugués na dispersão (Lisboa: Centro de História da Universidade de Lisboa, 2004), 256-61. 37 La traducción portuguesa fue editada por Domingos Pereira da Silva, en Oporto en 1852. 38 Miguel Batllori y Munné, Francisco Gustá, apologista y crítico (Barcelona: Editorial Balmes, 1942), 15. 39 Hay un ejemplar en la Biblioteca de Brotéria, Cota: 2/16-15 y en AHPCTSI , M-1 40 La obra fue autorizada a ser publicada en Niza por Sebastiano Valle y el revisor fue Giancamillo Martinengo, el atestado de revisión estaba fechado el 01 de junio 1791. Patrizia Bravetti y Orfea Granzotto, False Date. Repertorio delle licenze di stampa veneziane con falso luogo di edizione (1740-1797) (Florencia: Firenze University Press, 2009), 257. 35
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favorable a su extinto Instituto; sin embargo, gracias a la labor del P. Luengo41 sabemos que el autor del Compendio fue el P. Francisco Romão de Oliveira42. Este Compendio fue escrito inicialmente en lengua portuguesa, pero en vista de su escasa difusión en Italia y la imposibilidad de su publicación en Portugal, el manuscrito no se publicó hasta que otro jesuita portugués, el padre Francisco Furtado de Mendoça procedió a traducirla al italiano43 al calor de la nueva situación más favorable en Portugal. En cuanto a la producción apologética de los jesuitas en el exilio sobre el caso portugués, destacaremos las obras que algunos jesuitas españoles compusieron en relación a lo acontecido en Portugal desde el destierro italiano. En este sentido despunta el P. Francisco Gustá con una obra anónima relativa al ministerio pombalino que tuvo varias ediciones y traducciones. El resultado fue Vida de Sebastián José de Carvalho e Melo, conde de Oeiras, marqués de Pombal, Secretario de Estado y Primer Ministro del rey de Portugal José I, escrita en italiano y publicada en 1781, estando todavía vivo Pombal, pese a su deceso político. Según las palabras del profesor Batllori, Gustá tenía “un temperamento inquieto y fogoso, nacido para la polémica, al que le era difícil aislar la historia de la apología o de la diatriba; teniendo en cuenta que era la biografía del más cruel enemigo de la Compañía ante la que nadie podía sentirse indiferente” 44. La publicación de esta obra tuvo una gran resonancia en su tiempo, tal y como lo constata otro jesuita español desterrado el P. Hervás en su obra la Biblioteca jesuítico-española45. Siguiendo este escrito, la Vida del marqués de Pombal fue escrita por Gustá y se imprimió por primera vez, con licencia del gobierno en Florencia, en 1781 y después en las gacetas florentinas. En 1782 volvió a reimprimirse en Florencia, Venecia, Siena y Grazt, siendo esta última la traducción al alemán, hecha por el abate Jageman. Posteriormente, apareció la traducción francesa con el título de Memoires, aunque el traductor anónimo no mencionó que la obra estaba originariamente escrita en italiano. Esta traducción francesa46 ha sido atribuida al abad Claude-Marie Gattel, cuya edición fue publicada en Lisboa y Bruselas en 178447. Sin embargo, atendiendo al contenido de la prensa española de la época, en concreto el Memorial Literario, Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid de febrero de 1788, atribuía la autoría de la traducción francesa al abate Francisco-Xavier Feller48, o al menos lo seña41 Manuel Luengo, Diario de la expulsión de los jesuitas de España, 1767-1815, en A.H.L, Escritos de jesuitas del s. XVIII, estante 5 (en adelante AHL, Luengo, Diario, T. XXVI, (1791), fols.177-180. 42 Francisco Romão, nació en Lisboa, el 30 de noviembre 1713, ingresó en la Orden el 1 de febrero de 1728, profeso en 1747, fue Examinador Sinodial del Patriarcado de Lisboa, se encontraba en la casa profesa de San Roque de Lisboa en el momento de la expulsión, murió en Urbania el 01 de diciembre 1794. 43 Carlos Sommervogel, Bibliotheque compagnie de Jésus, 9 vols. (París, 1890-1916), 3: col. 1.070. 44 Batllori y Munné, Francisco Gustá, 48-50. 45 Lorenzo Hervás y Panduro, Biblioteca jesuítico-española de escritores que han florecido por siete lustros: estos empiezan desde el año de 1759, primero del reinado del Augusto Rey Católico Carlos III, y acaban en el año de 1793, Vol. I, 67-68. Para un conocimiento más exhaustivo se pueden consultar Lorenzo Hervás y Panduro, Biblioteca jesuítico-española (17591799), I. Estudio introductorio, edición crítica y notas de Antonio Astorgano Abajo, (Madrid: Libris, 2007) y Biblioteca jesuítico-española, II: Manuscritos hispano-portugueses en siete bibliotecas romanas. Estudio introductorio, edición crítica y notas de Antonio Astorgano Abajo, (Madrid: Libris, 2009). 46 Memorias de Sebastián José de Carvalho e Melo, conde de Oeiras, marqués de Pombal, Secretario de Estado y Primer Ministro del rey de Portugal José I. 2 vols. (Lisbonne-Bruxelles: Chez B. Le Franq, 1784). 47 Lucienne Domergue, “Les Memorires du marquis de Pombal et leur reception dans l´Espagne des Lumières”,en Pombal Revisitado, coord. Maria Helena Carvalho dos Santos, 2 vols. (Lisboa: Ed. Estampa, 1984), 1: 285-306. 48 Cuando fue disuelta la Compañía en Francia en 1764, Feller era escolar y debido a la masificación de los colegios belgas fue enviado al extranjero a Eslovaquia, en Liega se hizo famoso como predicador. Al ser suprimida la Orden (1773), pasó
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laba como uno de los tres abates, que habían pertenecido al extinto Instituto ignaciano. En palabras del periódico español, “las famosas Memorias del marqués de Pombal, libro muy marcado y definido en la nota mandada poner del orden del Consejo, para precaución a los lectores, en los ejemplares con que nos han regalado en cambio de nuestras pesetas los libreros franceses por su propia ganancia, y por inspiración de los abates. Y aún se dijo que el de Feller, de genio más requemado que los otros, había rifado ásperamente con sus compañeros, hasta romperse las valonas, y algo más porque no había querido permitir que se cargasen de más pólvora las dichosas Memorias” 49.
En 1787 apareció un manuscrito en italiano titulado Apéndice a la Vita de Carvalho, autorizado sin fecha al editor Pietro Savioni, cuyo revisor fue Cosimo Mei50. El profesor Batllori asegura que hubo un intento de traducir la Vita al castellano, si bien el manuscrito quedó incompleto e inédito en el antiguo Archivo de Chamartín de la Compañía de Jesús En 1782, el P. Luengo se hacía eco del rumor que aseguraba que el Duque de Grimaldi, embajador de España en Roma, se había apoderado de un cajón lleno de ejemplares de una vida de Carvalho que desde Lisboa había llegado a Civitavecchia51, con el fin de limitar en lo posible la difusión de la obra. Siguiendo el Diario de Luengo, en 1784 recogía la noticia de que en Lisboa habían sido prohibidas las dos vidas de Carvalho “que infamaron no poco a este famoso ministro” 52 y que se referían con toda seguridad a las ediciones, tanto en italiano como en francés, de la obra de Gustá. Como se puede comprobar, esta obra gozó de una gran popularidad por toda Europa hasta el punto que obtuvo la licencia pertinente del Consejo de Castilla para su venta en los dominios de Carlos III si bien “adornada con una necia nota de Campomanes en la que se dice no merece fe alguna”, tal y como recogía Luengo en su Diario. Esta nota del Fiscal de Castilla53 no puede sorprender dado la admiración que profesaba Campomanes hacia el estadista portugués. No obstante, la publicación de la obra de Gustá soliviantó los ánimos de los defensores del regalismo y admiradores del otrora primer ministro luso que se dispusieron a contrarrestar el impacto mediático de las ediciones de la Vida de Gusta con una publicación, como refiere el propio prefacio, de la obra francesa titulada L´Administration de Sébastien Joseph Carvalho, publicada en 5 tomos, con el pie de imprenta en Amsterdam, fechado en 1786-178754. El P. Vicente Olcina55 también escribió una obra que se ha perdido, donde también hacía referencia al proceso de expulsión de los jesuitas portugueses, en la obra titulada Selectas proal clero diocesano. Cuando las tropas francesas invadieron Bélgica en 1794, marchó a Alemania y murió en Ratisbona. Fue un publicista de gran talento, un notable polemista y un enérgico defensor de las libertades de su país y de los derechos de la Iglesia. O´Neill y Domínguez, Diccionario Histórico, 2: 356. 49 BNE, D-5486, Memorial Literario, Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid. Febrero de 1788, fols. 199-200. 50 Bravetti y Granzotto, False Date, 245. 51 AHL, Luengo, Diario, T. XVI (1782), fols. 390-94. 52 AHL, Luengo, Diario, T. XVIII (1784), fols. 433-36. 53 La transcripción de censura del Consejo de Castilla de 13 de marzo de 1785 puede consultarse en Domergue, “Les Memoires du marquis de Pombal”, 1:304-05. 54 Batllori y Munné, Francisco Gustá, 50. 55 Vicente Olcina nació en Gorga (Alicante) en 1731; a los dieciséis años ingresó en el noviciado de Tarragona, y se ordenó sacerdote en Valencia once años más tarde. Fue profesor de Retórica en Tortosa y después en Onteniente. La expulsión le sorprendió en el colegio de Alicante, donde era profesor de Teología. Además de por su labor como diarista, al P. Olcina se
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fecías, visiones y casos concernientes a la presente persecución de la Compañía de Jesús, y al arresto y destierro de los jesuitas portugueses y Españoles56. Otro jesuita español que glosó el proceso de persecución de sus hermanos portugueses en una crónica inédita del exilio, Historia de la persecución y extinción de la Compañía de Jesús57, fue el P. Antonio Zarandona. Los escritos de los jesuitas liberados de los presidios portugueses. Cuando en 1766, se produjeron las primeras liberaciones de jesuitas con la salida de los tres religiosos franceses, uno de ellos, el P. Luis du Gad, dejó constancia de su destierro en Macao y su posterior reclusión en San Julián en un manuscrito58. En 1767, gracias a gestiones diplomáticas ya mencionadas, Pombal liberó a algunos jesuitas extranjeros, que una vez arribados a sus patrias también relataron sus vivencias, como el P. Graff59 o el P. Müller60. La liberación total, que no el perdón regio, de todos los jesuitas recluidos llegó con la muerte de José I y la consecuente caída en desgracia de su ministro, en febrero de 1777. A los jesuitas de origen luso se les permitió quedarse en Portugal, mientras que los foráneos regresaron a sus tierras de origen, a excepción del P. Kaulen, que por motivos de salud permaneció en Lisboa hasta su fallecimiento. Entre estos jesuitas que regresaron a sus patrias, destaca la obra del P. Eckart, que legó sus vivencias desde que fue expulsado en 1757 hasta su liberación en 177761. No obstante, sería en Alemania donde se editó la obra completa de Eckart, Historia Persecutionis Societatis Jesu in Lusitania en la revista ilustrada de Cristoff Gottlieb von Murr62. Mientras, en Lisboa, los jesuitas que habían sufrido cautiverio comenzaron a preparar obras apologéticas, así como también transmitir lo acontecido en sus largos años de cautiverio. Cabe señalar que estos jesuitas, al igual que ocurriera durante el exilio, se pusieron en contacle conocía como fabulista, genero que cultivó, sobre todo, durante el exilio italiano y del que se conserva una antología publicada en Valencia en 1800. Murió en Roma en 1809. 56 Adolfo Domínguez Moltó, Vicente Olcina, fabulista. Luis Olcina, misionero, (Alicante: Caja de Ahorros Provincial de Alicante, 1984), 37. 57 Agradecemos a la Dra. Inmaculada Fernández la consulta del manuscrito. 58 Relation abregégée de ce qui est arrivé aux jesuitas qui étaint á Macao, em Chine, lorsqu´on se saisit d´eux en 1762, qui comprend sur voyage de mer et leer détention en 1764 au Fort St. Julián. Reproducido en Auguste Carayon, Documents inédits concernant la Compagnie de Jesús, 18 vols. (Poitiers: 1863-1874), 1:123-41. 59 Extrait d´une lettre d´avril de 1767 sur son retour de Macau. Citado por Stefan Gatzhammer, “Antijesuítisme Europeu: Relaçoes Político-Diplomáticas e Culturais Entre Baviera e Portugal (1750-1780)”, Lusitania Sacra 5, 2ª série, (1993): 223. El P.Anselmo Eckart anotó en su diario que en abril de 1765 le fue entregada una carta del P. Graff que relataba su expulsión de Macao y la larga travesía desde el puerto asiático de Goa hasta Lisboa. Anselmo Eckart, Memórias de um jesuita prisionero de Pombal (Braga-São Paulo, 1987), 147-148. 60 Erlebnisse und leiden: reisebeschreibung von Cöllen am Rhein nacher Goa und von allen was sich mit einigen Persohnen der Gesellschaft Jesu bis zu iherr Rückkehr in Teutschland merkwürdiges zu getragen vom Jahr 1751 bis 1767. Gatzhammer, “Antijesuítisme Europeu”: 224. 61 ARSI, Lus. 96. Anselm von Eckart, Catalogi historiae persecutionis S.J in Lusitania, 1780. Auguste Carayon versionó el diario de Eckart con el título Les Prisions du Marquis de Pombal ministre de S.M. le Roi du Portugal (1759-1777),en Documents inédits, 9:1-32. La traducción completa al francés en La obra de Eckart también se tradujo al francés por Henri Leclercq, Les Martyrs, recueil des pièces authentiques sur les martyrs depuis les origines jusqu’au XXe siecle (París, 19031924). En cuanto a su traducción al portugués encontramos Manuel Marinho, Galería de Tyrannos (Porto, 1917) y la más reciente Anselmo Eckart, Memórias de um jesuita. Una traducción incompleta castellana se encuentra en AHL, Luengo, Colección de Papeles Varios, T. XXV, fols. 191-321. 62 Journal zur Kunstgeschichte und zur allgemeinen Litteratur (Nuremberg, 1775- 1789 y 1798-1799), 7: 293-320, 8:288; 9: 113-254 y 344-52.
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to y aunaron esfuerzos para poder sacar adelante sus escritos. En este sentido, el P. Kaulen inició una frenética actividad literaria desde su retiro en el palacio del embajador imperial en Lisboa, auxiliado por dos jesuitas portugueses el P. Francisco Duarte y el P. Timoteo. El P. Kaulen compuso una obra manuscrita Relação de algumas causas que succederão aos religiosos da Companhia de Jesus no reyno de Portugal, nas suas prisões, desterros e carceres, em que estiverão por tempo de 18 annos, isto he do anno 1759 athe o anno 1777, no reinado del Rey D. Jose I sendo Primeiro Ministro [...] Marquez do Pombal (1784)63, donde reseñó la persecución y el destierro de los jesuitas de las misiones de ultramar, la estancia de los jesuitas en cada uno de los presidios y la descripción de cómo fue el largo encarcelamiento. Así mismo, comenzó a redactar una réplica a la Relación Abreviada; la preocupación por hacer un escrito riguroso, determinó que Kaulen escribiera al P. Bento Fonseca solicitándole una copia de su refutación al libelo pombalino: “Yo tengo aquí una refutación de la Relación Abreviada hecha por el P. José Caeiro escrita en Roma en portugués […] El título es: Apología da Companhia de Jesus nos Reynos e dominios de Portugal. Primera Parte: Provincias do Paraguay e Maranhão […] Vea ahora si esta coincide con la suya. Si no es la misma espero siempre que V.R me mande las dos refutaciones que tiene: Una suya y la otra de Italia, para ver si de todas se hace una completa. Pues en la que tengo del P. Caeiro en algunas partes necesita de enmienda, en otras hay mucha falta de noticias” 64
El manuscrito de la objeción a la Relación Abreviada que parece estaba preparando Kaulen apareció en forma anónima y nunca fue publicado, si bien el bibliógrafo español Raimundo Diosdado Caballero atribuyó la autoría al mismo jesuita que escribió la refutación al Poema O Uruguay65 y que por las cartas de Kaulen halladas en la Biblioteca Nacional, Francisco Rodrigues demostró la autoría del jesuita alemán sobre esas dos obras apologéticas. Kaulen escribió al P. José da Silva, el 13 de mayo de 1780 solicitando información del Basilio da Gama66 , que convirtió en 1769 la guerra guaranítica en epopeya con su O Uruguay, una pieza literaria que ha sido considerada por João Lucio Azevedo como el Lusíadas67 de la era pombalina68, y que se convirtió en un claro ejemplo de instrumentalización política al servicio de los objetivos regalistas, entre ellos el antijesuitismo69 y la “civilización del indio”, es decir, su 63
Una copia del manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional de Portugal, Lisboa, sección manuscritos, (en adelante citado como BNP. Manuscritos), cod. 7997. 64 Lorenzo Kaulen a Bento Fonseca, 20 de mayo de 1780. BNP, Colecção Pombalina, Cod. 640, folio 387, Carta reproducida en Francisco Rodrigues, “Resposta Apologetica ao poema intitulado O Uruguay. Sua génese, seu autor”, Broteria 30, (1940): 254. 65 Una copia se encuentra en la Biblioteca Vittorio Enmanuel en Roma, en la sección de fondo jesuítico, nº 1535, en el legajo se encuentran tres refutaciones: la del P. Cairo, la de Bento Fonseca y una tercera escrita por un autor que se basó en las dos anteriores y es el mismo autor que la refutación al poema O Uruguay 66 Basilio da Gama (1741-1795), estudió con los jesuitas en Río de Janeiro hasta la expulsión de la Orden. Abandonó la Orden y, en Italia fue protegido por los jesuitas romanos ingresando en la Arcadia romana, donde adoptó el pseudónimo de Termindo Spilio. A su regreso a Lisboa fue encarcelado en 1768 bajo la acusación de [filo-]jesuitismo y condenado al destierro en Angola. Para reconciliarse con Pombal, envió un poema dedicado a una de sus hijas. Regresó a Portugal y quedo bajo la protección de Pombal. O´Neill y Domínguez, Diccionario Histórico, 2: 1.564. 67 El mayor poema épico de la expansión portuguesa en ultramar, escrito en 1572 por Luis de Camões. 68 João Lúcio Azevedo, O Marquês de Pombal e a sua Época (Lisboa: 2.ª ed., Clássica Editora, 1990), 113. 69 El poema enunciaba todos los delitos imputados por la propaganda pombalina a los jesuitas: maquiavelismo, usurpación
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europeización70. Se expone en ella la inocencia de los indios, “manipulados maquiavélicamente por los jesuitas”, que los mantenían en la esclavitud y en la ignorancia hasta que fueron liberados por el comisario portugués Gomes Freire. El poema no sólo justificó, por tanto, la decisión pombalina de expulsar a esos “leños mercenarios” de Portugal, sino que también abogaba por su extinción. Para contrarrestar la visión oficial del gobierno pombalino contenida en el poema del exjesuita, en mayo de 1780, el P. Kaulen, ya tenía “el librito todo refutado y pronto para la imprenta; pero como esto todavía aquí [Portugal] no puede ser posible, deseo adjuntar mas materia e informaciones para probar su ingratitud, poca verdad y espíritu calumnioso y satírico […] Tal vez allí [Roma] haya algún celoso de la Compañía del mismo tiempo, edad y asistencia de él [Basilio da Gama] en Brasil, Lisboa o Roma, que me pueda decir con clareza o carácter, y condición o sucesos de él”71 .
De la lectura de esta carta podemos vislumbrar el férreo control al que fueron sometidos los ex-jesuitas por parte de los gobiernos ilustrados, aún después de conseguir la proscripción de su Instituto, pues el propio Kaulen, consciente de que sus pasos eran vigilados y ante la imposibilidad de publicar la obra en Portugal, solicitó ayuda a su compañero Eckart para que recomendara sus escritos a Murr y así poder ver publicadas sus obras en Alemani72. No obstante, y a pesar de que Kaulen escribió personalmente al editor alemán el 10 de diciembre de 1781, informándole de su producción literaria y de su intención de que fueran publicadas, Murr no atendió su solicitud y Kaulen envió el manuscrito a Italia, siendo finalmente publicado la Resposta apologética ao poema intitulado O Uruguay, en Lugano, en 1786, manteniéndose el nombre del autor en el anonimato. Ya vimos que los ex-jesuitas prefirieron no firmar sus obras, en concreto aquellas de tono apologético que desmentían los ataques regalistas de los que fueron objeto. En Portugal, pese al ostracismo político que sufrió Pombal, María I siguió manteniendo los mecanismos de represión del antijesuitismo; de ahí que la réplica al O Uruguay no se publicase en Portugal y cuando en 1787 llegaron los primeros ejemplares ya publicados, estos fueron confiscados en la aduana y llevados ante el tribunal regio encargado de la censura de libros, la Real Mesa Censória, que el 5 de mayo de 1788 emitió su sentencia desfavorable a la obra. A pesar de esta condena oficial, la Resposta Apologética tuvo una amplia difusión fuera de las fronteras portuguesas para desagrado de los políticos regalistas, tal y como apuntaba desde su exilio boloñés el P. Luengo, al afirmar que este panegírico de la labor misionera de jesuitas españoles y portugueses no sería del agrado del Agente de Preces español en Roma, José Nicolás de Azara73. del poder temporal, esclavitud indígena,, poder mercenario (en clara referencia al cuarto voto y el carácter internacional de la Compañía; instigación de la sublevación indígena; uso de las armas; fomentadores del fanatismo, o la discordia, ente otras acusaciones. 70 Sobre el proyecto civilizador pombalino, Geraldo Mártires Coelho, “História e representaçao: Mendoça Furtado ou a invençao da Amazónia pombalina”, en Actas del Congresso O Marquês de Pombal e a sua época (Oeiras-Pombal, 2001): 161-80. 71 Lorenzo Kaulen a P. José da Silva. Lisboa, 13 de mayo de 1780. BNP, Colecção Pombalina, Cod. 640, fols. 385. Carta reproducida en Rodrigues,“Resposta Apologetica”: 253. 72 Lorenzo Kaulen al P. Anselmo Eckart, 15 de julio de 1780, BNP, Colecção Pombalina, Cod. 640, carta en latín trascrita parcialmente en Rodrigues, “Resposta Apologetica”: 255. 73 Inmaculada Fernández Arrillaga, El Legado del P. Manuel Luengo, S. I. (1767-1815), 2 vols. (Alicante: Instituto de Cultura Juan Gil Albert, 2003), 2:248.
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En definitiva, esta recopilación de textos apologéticos no puede darse por cerrada. La comparación con la producción de escritos legados por los jesuitas de la Asistencia española es perceptiva. La Dra. Inmaculada Fernández sostiene la tesis que la crónicas del destierro y del exilio obedecieron a órdenes de los superiores de las diferentes provincias para consignar y mantener la memoria de la Orden en un coyuntura histórica adversa, en los denominados “manuscritos del exilio” 74, siendo uno de sus principales objetivos componer la defensa del Instituto ignaciano frente a sus perseguidores y elaborar, “una verdadera historia de la Compañía desterrada”, una intención que perpetuaba el género literario propio de la Compañía de Jesús desde sus años fundacionales75. El caso de la expulsión de los jesuitas de los dominios portugueses fue una novedad y un precedente a todos los niveles, desde el plano regalista, como dentro de la propia Compañía de Jesús. Las réplicas a las acusaciones pombalinas fueron en un principio silenciadas por la propia autocensura decretada por los altos cargos de la jerarquía ignaciana. No obstante, no fue óbice para la aparición de escritos apologéticos, algunos procedentes de jesuitas españoles. En cuanto a las crónicas del destierro, hay varios ejemplos de cartas de jesuitas de la Asistencia portuguesa que han legado las vicisitudes del viaje de expulsión desde las distintas provincias. Pese a la dispersión y escasez de escritos sobre la expulsión y el traslado a los Estados Pontificios, la obra del P. José Caeiro demostró esa intencionalidad de consignar la defensa y la historia del destierro de la Asistencia portuguesa al completo. Así mismo, el P. Caeiro tuvo también la intención de perpetuar la historia de los ignacianos exiliados, compilando las vivencias de sus compañeros, no obstante la precariedad del exilio de los regulares lusos y su dispersión a partir de 1773 hicieron inviable acometer tan ambiciosa empresa76. Por otro lado, la estancia de los jesuitas encarcelados en Portugal fue retratada en varios escritos, en las que destacamos por su minuciosidad y extensión las del P. Eckart y Kaulen, compuestos tras ser liberados en 1777. Con estos trabajos se completaba la visión de las consecuencias del antijesuitismo pombalino. A partir de la muerte de José I y la caída en desgracia de Pombal, los jesuitas portugueses vislumbraron nuevas esperanzas con el nuevo reinado de María I que se tradujeron en nuevos escritos apologéticos que volvían a relatar la persecución bajo el gobierno pombalino. A modo de conclusión, igual que Carlos III subsanó algunos errores cometidos por Pombal en su lucha contra la Compañía de Jesús77, los ignacianos españoles, en relación a la producción apologética, también aprendieron del ejemplo de sus hermanos lusos y lo perfeccionaron, gracias además al respaldo económico de la pensión y por mantenerse los ignacianos españoles agrupados por provincias en el largo exilio en tierras pontificias, lo que se tradujo en un mayor volumen de escritos que narraban el destierro de cada una de las provincias de la Asis-
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José del Rey Fajardo, Biblioteca de escritores jesuitas neogranadinos (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2006), 45. Lorenzo Gilardi, “Autobiografía de los jesuitas en Italia (1540-1640). Historia e interpretación”, ARHSI 127, LXIV (1995): 4. 76 Caeiro, História da Expulsão, 1:14. 77 Mar García Arenas, “Ecos de uma expulsão: paralelismos e divergências no desterro dos jesuitas ibéricos”, Brotéria 169, (agosto-septiembre de 2009): 191-207. 75
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tencia hispana78, y en cuanto a la historia del exilio de los jesuitas españoles, fue compilado con gran exhaustividad por el diarista castellano Manuel Luengo.
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Título
El otro lado del paraíso: la memoria perdida de Fernando Poo Juan José Díaz Matarranz Universidad de Alcalá
Introducción. ernando Poo era el nombre español, aunque de origen portugués, de la actual isla de Bioko, de la República de Guinea Ecuatorial, cuya capital, Malabo, recibía el nombre de Santa Isabel en los textos españoles de la época colonial. El título quizá lleve a confusión y pueda alguien pensar que pretendo hablar en general del olvido que en España se tiene de un país que fue colonia española durante más de un siglo, un territorio que tuvo Estatuto de Autonomía durante la dictadura franquista y donde, para sorpresa de muchos españoles, no sólo se habla español, sino que el español es lengua oficial. No, en este trabajo no se habla en ese sentido general -aunque espero que también pueda contribuir a recuperar esa parte de la memoria histórica-, sino que trata de una memoria mucho más concreta, de un documento, la Memoria de uno de los gobernadores de la isla, José de la Puente y Bassavé. Una Memoria que denuncia prácticas y vicios coloniales poco publicitados y también una Memoria que no pudo publicarse, a pesar de los deseos y gestiones de su autor. No pudo publicarse, según puede deducirse de la lectura de algunos documentos, por presiones de distinta índole. Finalmente, una Memoria que estuvo desaparecida durante más de un siglo y que ha sido hallada recientemente. Se trata, pues, de un documento concreto, pero también espero que pueda contribuir a recuperar parte de la memoria colectiva del pasado español y guineoecuatoriano. Este trabajo es la secuela de una de investigación que llevé a cabo hace unos años. De la editorial CEIBA, especializada en publicaciones de Guinea Ecuatorial, se me encargó la tarea de editar la Memoria del Gobernador José de la Puente y Bassavé para la colección denominada Documentos de la Colonización. En ese momento no fue posible encontrar la Memoria en los archivos que guardan la documentación de Guinea (Archivo de la Marina, Archivo General de la Administración, Archivo Histórico Nacional, Archivo del Consejo de Estado y del Ministerio de Asuntos Exteriores), de modo que lo que se publicó entonces fue una obra de pequeñas dimensiones sobre el gobierno de José de la Puente (2006). Durante aquellos meses de búsqueda, no apareció la Memoria, pero sí indicios sobre la misma. Indicios de que José de la Puente no la había querido depositar en el Ministerio, por temor a que permaneciera cerrada en un cajón. Por ello, optó por darle forma de conferencia, para difundirla, y manifestó su intención de publicarla después. También encontramos noticias acerca de presiones para que no
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pudiera pronunciarse la conferencia, cosa en la que no encontraron éxito las gestiones, y para que no se publicara. La Memoria no se publicó y estuvo desaparecida, no en un cajón ministerial, sino en otro particular. No sé si por casualidad, poco después de la publicación del libro sobre el Gobierno de José de la Puente, una bisnieta del gobernador se puso en contacto conmigo y me entregó la Memoria que, según dijo, acababa de encontrar entre los papeles familiares. Origen de la presencia española en Fernando Poo. Los inicios de la presencia española en la isla de Fernando Poo en particular y en el Golfo de Guinea en general, se remontan, como es conocido, a 1778. Ese año, siendo el conde de Floridablanca secretario de Estado, se firmó el Tratado de El Pardo con Portugal, por el que el país vecino cedía a España las islas de Annobón y Fernando Poo, así como el derecho para comerciar y establecerse en los puertos y costas opuestas a dicha isla africana. El tratado tenía un doble objetivo estratégico y económico. Con el primero pretendía aislar a Inglaterra durante la guerra que la enfrentaba con las Trece colonias. El segundo objetivo, el económico, consistía, sobre todo, en entrar en el comercio de la trata de negros, y las islas citadas debían servir como enclaves españoles para ejercer el fabuloso negocio que era entonces el tráfico de esclavos. Tras el fracaso de una primera expedición que se llevó a cabo con este fin (1778-1781) y después de que el negocio de la trata quedara abierto, la ocupación de los nuevos territorios dejó de ser necesaria por lo que los mismos fueron abandonados y quedaron en el olvido hasta tal punto que incluso el ministro de Marina, José de Grandallana, decía desconocer en 1805 que las islas de Annobón y Fernando Poo fueran españolas. Curiosamente, cuando la trata fue declarada ilegal, es cuando las islas empezaron a ser utilizadas por los negreros españoles con más asiduidad, hasta el punto de que un centenar de navíos partían desde Cuba a las costas del Golfo de Guinea y utilizaban Fernando Poo y Annobón como bases de aprovisionamiento de aguada, víveres y tablazón por los negreros. Esta fue la principal razón por la que los ingleses intentaron hacerse con la soberanía de Fernando Poo, al menos en dos ocasiones. La primera, en 1827, con el objetivo de trasladar el Tribunal de Presas de Sierra Leona, pero la falta de acuerdo con España, que se niega a ceder la soberanía de la isla, hizo que los ingleses dejaran el asentamiento de Port Clarece, creado para ese fin1. La segunda, en 1841, aunque también acabó sin éxito, pues la presión de los fuertes intereses negreros cubanos consiguió imponerse en 1841 a la voluntad del gobierno que había presentado a las Cortes un Proyecto de Ley por el que se autorizaba la cesión a la Gran Bretaña de las islas de Fernando Poo y Annobón, por la suma de sesenta mil libras esterlinas que iban destinadas al pago de los intereses vencidos de la Deuda. Ahora bien, por muy poderosa que fuera la sacarocracia cubana y por mucho empeño que pusiera para que todo siguiera igual en lo que al negocio de la trata se refiere, el cambio es consustancial a la historia y desde mediados del siglo XIX el tráfico negrero estaba condenado irremediablemente a su fin por la presión internacional. Desde mediados de los años cincuenta de ese siglo, se viene llevando a cabo una transición paulatina hacia un comercio legal. En primer
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Ibrahim K. Sundiata, From slaving to neoslavering: the bight of Biafra and Fernando Po en the era of abolition, 1828-1930, (Madison: University of Wisconsin Press, 1966), 33.
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lugar, algunas casas catalanas fundaron factorías en las costas de África occidental –a veces, se trataba de las mismas factorías y empresas negreras, reconvertidas por la crisis de su actividad inicial. En segundo lugar, estas compañías solicitaron y obtuvieron de los gobiernos la creación de consulados españoles para la defensa de sus intereses; es así como se fundaron los de Santa María de Bathurst, en la costa senegalesa, Freetown, en Sierra Leona, y Accra, en la de Ghana. El tercer paso sería la ocupación efectiva de la isla de Fernando Poo para hacer de ella un centro comercial en el Golfo de Guinea. Esta ocupación se llevó a cabo en 1858, durante el gobierno largo de la Unión Liberal. Durante los diez años que siguieron se creó una administración estable en la isla, se intentan las bases para crear un enclave comercial y para crear la agricultura de plantación, con fuertes inversiones públicas hasta 1868, inversiones que se cargaban a los presupuestos de la isla de Cuba2. Pero los diez años de compromiso político y económico no sirvieron para conseguir los objetivos propuestos y durante dos décadas la isla languidece, se simplifica la estructura administrativa, se reducen los presupuestos y se plantea, de nuevo, la posibilidad de abandonar Fernando Poo. Mediada la década de 1880, coincidiendo en el tiempo con el interés por África que se despierta en todas las cancillerías europeas, se va a producir un cambio importante en la colonia española del Golfo de Guinea. Como el aceite de palma, producto de exportación más importante en el tercer cuarto del siglo XIX, vio desplomarse su precio, los comerciantes de la isla de Fernando Poo se reconvirtieron en cultivadores de cacao, producto con una demanda en continuo aumento en los países europeos industrializados. La isla, que reúne condiciones óptimas para su cultivo, vio crecer de año en año la producción y la exportación del cacao, lo que se tradujo en un incremento de la demanda de terrenos y, por consiguiente, del precio de los mismos. El gobierno metropolitano, en plena época del imperialismo, y algunas empresas particulares, volvieron a poner sus ojos en Fernando Poo, ojos que ven la isla como un verdadero paraíso. La isla paraíso. La calificación de Fernando Poo –Bioko- como paraíso terrenal es recurrente en aquellos años y se hace en un doble sentido. En el primero de ellos se hace alusión a los recursos naturales y paisajísticos, propios de una isla tropical, más propiamente ecuatorial, que describían los viajeros y funcionarios. Funcionarios que quedaban prendados a su llegada de la belleza de la Bahía de Santa Isabel, la más bella del mundo, decían con frecuencia, con la vista del Pico Santa Isabel –hoy Basilé- al fondo. El gobernador José de la Puente, el autor del documento clave de este trabajo, es una de las personas que presenta esta visión: “Unánimes convienen todos los que han escrito y hablado de Fernando Poo y unánimes con ellos todos mis antecesores según consta en sus respectivas memorias y escritos que obran en el archivo de aquel gobierno general, en que la isla es exuberante de vegetación, y aquel suelo está estratificado de tal conformidad que se siente ansioso de fecundizar; es como un huevo de oro puesto por la naturaleza en aquel lugar del mundo y que sólo espera el ave protectora que lo cubra y de calor; su situación geográfica no puede ser más ven2
Juan José Díaz, “Hacienda y modelo colonial en Fernando Poo 1858-1904”, en Inés Roldán, ed., Las Haciendas Públicas en el Caribe Hispano durante el siglo XIX. Ed. (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2008), 245-71.
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tajosa al hallarse en el centro de la gran ensenada de Biafra, donde van a desembocar caudalosos ríos, arterias vitales del continente: colocada así en el Ecuador, parece como que abre sus brazos para separar ambos hemisferios, mostrándonos con el derecho el porvenir de la cercana África, señalándonos con el derecho el fruto de la constancia de cuatro siglos simbolizados en la lejana América” 3.
También coinciden en esta visión los misioneros claretianos, probablemente la única coincidencia entre las dos partes protagonistas de esta comunicación. El Procurador General de la Misión, padre José Xifré, escribía en las mismas fechas (1895): “Esta isla es hermosa, fértil productiva de cacao bastante regular, buen café y tabaco de mejor calidad que el de Filipinas. Tiene abundantes y buenas aguas. En el interior se darán perfectamente los cereales y otros frutos europeos y podrían criarse toda clase de ganados. Protegiendo el cultivo y la exportación de productos á la vuelta de pocos años tendrá España en esta isla un poderoso elemento de riqueza (…)” 4
No sería necesario esperar siquiera esos pocos años para ver el despegue económico de la isla. En la última década del siglo XIX llevaba camino de convertirse también en un paraíso para los productores de cacao. Aunque los primeros ensayos con cultivos tropicales habían comenzado durante la década de 1860, con el algodón, intentando suplir la falta de materia prima para la industria textil provocada por la guerra de Secesión norteamericana, no habían cuajado. Sólo a partir de los años ochenta de ese siglo se observa un cambio de tendencia, tanto en lo que se refiere a la concesión de terrenos a los cultivadores como en la producción y exportación de cacao, que crecen con rapidez en estos años. Así, según los datos que aporta en su informe el gobernador José de la Puente, la exportación de cacao se multiplicó por más de treinta entre 1890 y 19005. Las primeras plantaciones vinieron de la mano de la sociedad fernandina, pero pronto se añadieron algunas iniciativas españolas, catalanas concretamente, por medio de sociedades mercantiles con inversiones en torno a un millón de pts. cada una6. Además de la agricultura de plantación, aún quedaban por explotar otras posibilidades, sobre todo, ligadas a los bosques ecuatoriales, como recordaba, a principios del siglo pasado, Ricardo Beltrán: “En Fernando Poo y en el continente hay muchos bosques, y por consiguiente madera, las más de ellas excelentes para ebanistería, carpintería, tonelería y construcción naval. Es un verdadero tesoro, que aún no utilizamos (…)” 7. Pero la idea de paraíso llega hasta nuestros día y ha quedado, sobre todo, en el imaginario colectivo de los últimos colonos españoles, por cierto, muy activos últimamente y muy presentes en foros y publicaciones sobre la etapa final de la administración española en Guinea Ecuatorial. Un paraíso económico y ejemplo libertad y convivencia entre negros y blancos. Es así como suelen presentarlo en congre3
Revista de Geografía Comercial. (Madrid, 1995), 217-18. Informe del P. General de la Congregación Claretiana, Padre Xifré, dando cuenta al ministro de Ultramar sobre los sucesos que enfrentaron a los misioneros con el gobernador, José de la Puente, en San Carlos (Luba), Cabo San Juan y Annobón. 2 de marzo de 1895. Archivo General de la Administración (AGA), África, Guinea, Caja 677, exp. 16. 5 Juan José Díaz, De la trata de negros al cultivo del cacao. (Vic: CEIBA Ediciones, 2005), 99. 6 Entre las sociedades más activas, destacan las de Badia y Aleñá, Rius y Torres, La Vigatana, La Barcelonesa y La colonial de Fernando Poo. 7 Ricardo Beltrán, La Guinea Española. (Barcelona: Soler, 1904), 100. 4
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sos, conferencias y publicaciones. De “auténtico país de Jauja”, llega a calificarlo José Menéndez. Un país en el que, como recuerdan la televisión y la prensa (españolas) del momento se llevaba una “vida bucólica, apacible, que pudo haberse perpetuado, pero que se frustró con la avulsión entorpecedora de Macías, que sumió el país en la miseria” 8. Es posible que para los funcionarios españoles de mitad del siglo XX la isla fuera la más viva imagen de un paraíso, pero, a poco que se hurgue en los documentos de la época, al menos por lo que se refiere a finales del siglo XIX, no era tal paraíso ni siquiera para los altos funcionarios. 1. La Memoria-conferencia y sus repercusiones9. En el contenido de esta Memoria-conferencia, destacan tres asuntos. En primer lugar, se detiene a explicar el crecimiento económico de la isla, el auge del cacao, el aumento del comercio y el incremento de la recaudación de la Hacienda pública en la isla. En segundo lugar, se muestra preocupado y crítico con el gobierno metropolitano por lo que él juzga como posición de debilidad de España en el contencioso territorial que mantiene con Francia por la cuestión de límites en el río Muni. Como marino, lo que reclama, básicamente, es una mayor presencia de buques de guerra en la Estación Naval. En tercer lugar, se extiende en explicar el conflicto con los misioneros claretianos. Conflicto que, además de constituir el tema central de la Memoria, fue muy probablemente el motivo de su salida de la isla, en febrero de 1895. El punto álgido de su enfrentamiento es la denuncia de varios hechos llevados a cabo por la Misión en distintos lugares: Cabo San Juan, Annobón y San Carlos (Luba). En el primero de ellos denuncia que una mujer había muerto como consecuencia de los palos recibidos por orden de un misionero –el padre Puiggrós- de la Misión de Cabo San Juan. El gobernador ordenó al médico la exhumación y el reconocimiento del cadáver así como la apertura de diligencias. El segundo tuvo lugar en la isla Annobón, isla en la que sus habitantes se quejaron de los misioneros por dos motivos: uno, que los misioneros habían quemado el poblado y habían obligado a aquéllos a trasladarse más arriba, en contra de su voluntad, cerca de donde se encontraba la Casa-Misión; otro motivo de queja contra el superior de la misión, Padre Serrallonga, y uno de los Hermanos de la misma, el hermano Coll, ponía de manifiesto que los misioneros “daban unas palizas terribles a los que pecaban con mujeres”. Como en una entrevista posterior en la Casa-Misión José de la Puente constató por los propios misioneros la veracidad de la denuncia, con algunos matices, por supuesto, consideró oportuno el gobernador tomar varias medidas para evitar males mayores. Así, dispuso que los misioneros dejaran Annobón, a la vez que encargó la representación del gobierno a un Consejo de Vecinos, formado por cinco personas. Aún denuncia un tercer hecho, éste en San Carlos (Luba). Allí, dice el gobernador, se había aplicado un castigo de ochocientos palos en la patio de la misión, ante la presencia del Superior de la misma y a la vista de los niños “que están allí para aprender la mansedumbre evangélica y el santo principio de a tu prójimo como a ti mismo.” 8
José Menéndez, Los últimos de Guinea. El fracaso de la descolonización (Madrid: Sial/Casa de África, 2008), 353. Juan José Díaz, ed., Conferencia dada en el Ateneo de Madrid por el Capitán de Navío D. José de la Puente Bassavé, en la noche del 16 de mayo de 1895, tomada al oído por los taquígrafos. Pronunciada en el Ateneo Científico y Literario de Madrid el 16 de mayo de 1895, (Vic: CEIBA Ediciones, 2007).
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Las repercusiones. Los misioneros, como era de esperar, no tardaron en pasar a la acción, con la intención de contrarrestar los efectos que pudiera provocar en la opinión pública la conferencia del gobernador. En una nota manuscrita, la Congregación informó al ministro de Ultramar acerca a la conferencia, previniéndole de que además, “cual si esto no bastara, se anuncia la edición de la tal conferencia; en la que tampoco queda muy bien parado el gobierno de S. M.”10 , sin duda, buscaban una complicidad con el ministerio para sus objetivos; y aún más, se atreve a sugerir al propio ministro (Tomás Castellano) que “parece más que conveniente llamar la atención del referido conferenciante, convenciéndole de la inoportunidad y aun injusticia de apelar a tal recurso; advirtiéndole, además, a lo que se expone si se obstina en dar ese paso”11. La conferencia, como sabemos, no se publicó entonces y tampoco se conservó en los fondos del Ateneo madrileño. Lo que la Congregación no pudo evitar fue que el asunto llegara al Congreso de los Diputados, en la sesión del 29 de mayo de 1895. La iniciativa partió del diputado republicano Ángel María de Labra, que se mostró tremendamente crítico con un modelo de colonización que él juzga basado única y exclusivamente en las misiones, como dice en su intervención: “Respecto a Fernando Poo, no puedo por menos de decir que la propaganda exclusivamente religiosa hecha por los misioneros entraña un error. La colonización tiene que contar con diversos elementos y en ellos tienen que entrar distintos factores (…) Yo lo que afirmo y digo es que el mero hecho de estar entregada por entero y absoluto a la propaganda religiosa, a la propaganda única y exclusivamente de los misioneros es un error”. Labra va más allá en su intervención al exponer cuál es la verdadera razón que explica, desde su punto de vista, el enfrentamiento entre el gobernador y los misioneros: “la razón última, que está detrás del conflicto (…) es la tolerancia para la predicación de los metodistas y la autorización por uno de los gobernadores de una escuela civil y al decir civil no hablo de una escuela laica, sino que hablo de una escuela que no está dirigida por los misioneros”12. En defensa de las misiones salió el ministro de Ultramar, Tomás Castellano que nos deja en su intervención una joya representativa de la mentalidad su época: “Nosotros, tenemos que valernos, y no nos ha ido tan mal, valiéndonos de él, del elemento religioso como elemento civilizador, como elemento que va a enseñar nuestro idioma y nuestra religión a las razas inferiores, a los indígenas de las colonias (…)”. Los debates coloniales están plagados de citas como ésta del ministro Castellano, sin que nadie en el hemiciclo se rasgara las vestiduras. En realidad, los misioneros habían empezado antes su contraataque y parece que la salida precipitada del Gobernador no se debió a cuestiones de salud, sino a una orden del Ministerio, tras el enfrentamiento con la misión. Una vez en Madrid, la primera intención de José de la Puente era dar su conferencia en la Sociedad Geográfica, que era la institución que promocionaba este tipo de actos referidos al golfo de Guinea, pero la Sociedad Geográfica prohibió la conferencia después de haberla promocionado en primera instancia. Esta es la razón por la que la conferencia se pronunció en el Ateneo. 10
AGA, África, Guinea, Caja 677, exp. 16 AGA, África, Guinea, Caja 677, exp. 16 Diario de Sesiones en Cortes, 29 de mayo 1895.
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Naturalmente, la razón de estas presiones sobre el conferenciante y de la repercusión que tuvo en el parlamento, es que no se trataba sólo de un enfrentamiento personal, sino que había, frente a frente, dos modelos de colonización distintos. Modelos que respondían a intereses contrapuestos de varios grupos de presión coloniales. En realidad, gobernador y misioneros no son sino los portavoces de esos intereses, pero no los verdaderos protagonistas. 1. El gobernador. José de la Puente fue nombrado gobernador General de Fernando Poo, a la vez que comandante de la estación naval, en junio de 1893 y tomó posesión de su cargo en julio de ese mismo año. Permaneció durante casi dos años, hasta que en febrero de 1895 entregó el mando y salió para la península por la vía de Lisboa13. El Estatuto colonial establecía que el gobierno y la administración de las posesiones españolas del golfo de Guinea estarían a cargo de un Gobernador, jefe, al propio tiempo, de la Estación Naval, con el empleo de Teniente de Navío hasta Capitán de Fragata. El gobernador sería responsable de la conservación y defensa de dichas posesiones y tendría todas las atribuciones, ordinarias y extraordinarias, que la ley otorgaba entonces a las autoridades superiores de Ultramar 14. El cargo era bienal y estaba asistido por un Secretario letrado y por grupo reducido de funcionarios 15. El poder de decisión del gobernador era innegable y apenas tenía contrapeso en las instituciones coloniales, pues incluso la Junta de Autoridades, única que podía ejercer ese papel, era un órgano consultivo y además estaba presidido por el propio gobernador. Ahora bien, tal poder, en teoría casi omnímodo, en la práctica estaba sometido a las presiones lógicas de los diferentes grupos económicos y sociales, además de la escasez de recursos con los que contaba. Estos grupos de presión, auténticos lobbies, eran fundamentalmente tres: los misioneros, los plantadores de cacao, en su mayor parte fernandinos, y la Compañía Trastlántica. La población autóctona, bubíes, fangs y ndowés, no tenía capacidad de decisión ni oportunidad de presionar. A esto habría que añadir aún los frecuentes conflictos en las riberas del Río Muni con las autoridades francesas de Gabón, por cuestiones menores, pero recurrentes, acerca de la soberanía de los territorios costeros y continentales del Río Muni. Cuando José de la Puente fue gobernador, los territorios sobre los que España ejercía soberanía eran la propia isla de Fernando Poo y las de Annobón, Elobey Grande y Elobey chico. En el litoral del continente no existía todavía acuerdo entre Francia y España sobre el reparto de influencias los límites de soberanía no estaban definidos. España reivindicaba como dominio propio los territorios costeros desde el Río Campo hasta el Cabo Esteiras, al norte del Estuario del Gabón, mientras Francia, por su parte, pretendía que sus dominios se extendían hasta el norte del Río Muni. Una conferencia mixta en la que los delegados españoles y franceses sostuvieron largas negociaciones en París (1885-1891), no consiguió resolver el problema 13
Juan José Díaz, El gobierno de José de la Puente y Bassavé en la Guinea Española (Vic: CEIBA Ediciones, 2006), 9-10. Real decreto de 17 de febrero 1888, Gaceta del 26, art. 1º. Agustín Sánchez, La estructura administrativa del Estado en Materia colonial y las posesiones del Golfo de Guinea”, en Estudios Africanos, Revista de la Asociación Española de Africanistas. (Madrid: Asociación Española de Africanistas, 1994) 83-99.
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territorial, pero sirvió para firmar un acuerdo de statu quo en espera de la solución definitiva. Solución que no llegaría hasta el Tratado de París de 1900, conocido como el Tratado del Muni16. 2. Los misioneros Los misioneros claretianos suponen el tercer y definitivo intento para implantar un modelo de colonización misional, después del protagonizado por el párroco Martínez Sanz, nombrado primer prefecto Apostólico de Fernando Poo, Corisco y Annobón (1856) y por la Compañía de Jesús (1858-1871). Con los modelos anteriores, las misiones claretianas compartían unos rasgos comunes, como su carácter oficial, reconocido por el Estatuto Orgánico de la colonia, su ideología ultramontana, la oposición a la libertad de cultos y el deseo de centralizar la acción colonial17. Junto a estos rasgos de algún modo heredados, los misioneros claretianos incorporan otros de carácter específico. Uno de ellos es la creación de internados masculinos, con niños procedentes de la zona –internados con o sin el permiso familiar-, que eran la piedra angular del proyecto, pues suponía la inmersión en un ambiente católico y español que los mantenía alejados de sus propios valores culturales y de cualquier posibilidad de contaminación. Del mismo modo, se procedería a la fundación de internados femeninos, regidos por las Hermanas Concepcionistas. Internados en los que las alumnas aprenderían a ser buenas amas de casa y esposas católicas. Otro rasgo distintivo era la incorporación a la misión de fincas de cacao -un cacao que se destinaba, claro está, a la exportación-, para alumnos y antiguos alumnos. El objetivo, aparte de la manutención, era también formar trabajadores útiles para la colonia, en pleno proceso de expansión de la agricultura cacaotera. El tercer elemento diferenciador de los claretianos era la constitución de familias católicas, formadas con alumnos y alumnas mayores de los internados. Finalmente, la creación de pueblos católicos, junto a la Misión y regidos por ella. Una vez definida la estrategia, la expansión de los misioneros fue relativamente rápida, ayudada también por los fondos públicos, como advertirá José de la Puente en su Memoria. En apenas diez años, además de Santa Isabel, se habían instalado en Banapá, Corisco, Cabo San Juan, Annobón, Elobey Chico, Batete, Concepción y Basilé. En estos lugares, especialmente los alejados de la capital, ejercían la autoridad religiosa y civil. Pero el modelo suponía también la creación de algunos conflictos. En primer lugar, con las familias de los niños, cuyos padres se oponían a la separación, a veces forzada, de sus hijos. Claro que esta oposición siempre podía justificarse como consecuencia de la ignorancia de unos padres que no apreciaban las ventajas de la instrucción. Además, siempre podría echarse mano de la fuerza para evitar que esta oposición se manifestase en cualquier forma que resultara un peligro para la misión. 16 Juan Bautista Vilar, “El convenio franco-español de 1900 en los orígenes de la República de Guinea Ecuatorial”, Anales de la Universidad de Murcia nº XXVIII, (Murcia: Universidad de Murcia, 1970-71), 43-95. Juan José Díaz Matarranz, Colonialismo español en Guinea Ecuatorial: Configuración territorial e intereses españoles en el golfo de Guinea (Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, Tesis Doctoral, 2003) 372-492. E. Rouard, La France et les outres Nations Latines en Afrique (Paris: A. Pedomme Éditeur, 1903), 175-78. 17 Jacint Creus, “La construcción de un modelo de evangelización colonial: Guinea Español (1845-1910)”, en José Ramón Trujillo, ed., África hacia el siglo XXI. Actas del II Congreso de Estudios Africanos en el Mundo Ibérico, (Madrid: SIALCasa de África, 2001), 97-112.
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A veces, el conflicto enfrentaba a los misioneros con las autoridades coloniales. Las causas del mismo podían ser múltiples, pero con frecuencia tenían que ver con el hecho de que la Misión ejercía la autoridad religiosa y la civil, con o sin respaldo legal, y tomaba decisiones que escapaban a sus competencias. Precisamente, uno de los momentos más críticos se vivió durante el mandato de Puente y Bassavé y se hacen públicos en la Memoria-Conferencia que traemos aquí. 3. Los agricultores fernandinos. En Santa Isabel –Malabo- se concentraba buena parte de la vida económica y social de la colonia española en el golfo de Guinea, una vida que estaba dominada por el grupo de los llamados fernandinos, anglófonos, baptistas, dueños del comercio y de plantaciones de cacao. Se trataba de una sociedad criolla, de tronco africano y cultura europea18. Este grupo de familias, que enviaban a sus hijos a estudiar a universidades británicas, era partidario de una colonia librecambista, con pocas regulaciones y con la presencia del Estado limitada a asegurar el orden y en todo caso a financiar las infraestructuras más costosas, como puertos, caminos y telégrafo. Partidarios también de la libertad de cultos y de enseñanza, lo que se explica bien por su condición anglófona y baptista. Algunos propietarios y sociedades españolas que comenzaron a operar por estos años en Fernando Poo, compartían los mismos objetivos que los fernandinos. Para ellos, el fin del librecambio con la implantación de un arancel proteccionista, que llevaba el derecho preferencial de bandera, tanto en las importaciones como en las exportaciones (1893), significaba una merma de oportunidades. Como contrapartida, buscaron la complicidad de la administración colonial para conseguir el reclutamiento forzoso de la población indígena como medio “para superar la crisis económica en las plantaciones agrícolas de Fernando Poo lo que, en términos económicos, significaba conseguir una fuerza de trabajo barata”19 4. La Trasatlántica. El último lobby en entrar en escena es la compañía Trasatlántica de Barcelona, que comenzó el servicio de vapores-correo con la isla de Fernando Poo en 1887. El establecimiento de esa línea tiene que ver con el contrato entre el gobierno y la Trasatlántica, en noviembre de 1886, que autorizaba a incluir en los presupuestos peninsulares una cantidad anual de 8.445.222 pesetas para satisfacer la subvención a la Compañía por los servicios postales marítimos. Las circunstancias de este contrato, dentro de un amplio debate sobre el viraje proteccionista en España, han sido bien explicadas por Elena Hernández 20. Precisamente, dentro de esos servicios se contemplaba la creación de una línea a Río de Oro y Fernando Poo. La Compañía se comprometía a realizar cuatro viajes redondos al año que unían Barcelona y Cádiz, además de otras escalas africanas, con Fernando Poo, recibiendo una subvención anual por ello 18
A. Martín, La ciudad de Clarence, Primeros años de la actual ciudad de Malabo, capital de Guinea Ecuatorial (MadridMalabo: Ed. Centro cultural Hispano-Guineano. Madrid-Malabo, 1993), 94-100. Gonzalo Sanz, Política colonial y organización del trabajo en la isla de Fernando Poo: 1880-1930 (Barcelona: Universidad de Barcelona, Tesis Doctoral, 1983), 222. 20 Elena Hernández, Pensamiento burgués y problemas coloniales en la España de la Restauración, 1875-1887 (Madrid: Universidad Complutense de Madrid, Tesis doctoral. 1983).Juan José Díaz, “Hacienda y modelo colonial en Fernando Poo 18581904”, en Inés Roldán, ed., Las Haciendas Públicas en el Caribe Hispano durante el siglo XIX. Ed. (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2008), 245-71. 19
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de 172.079 pts. Sin duda, esa línea abierta de las subvenciones estatales sería un primer paso en la senda que llevaría a la implantación de un sistema proteccionista en Fernando Poo, que acabaría de tomar forma con el arancel de 1893 y el establecimiento del derecho diferencial de bandera en el comercio de esta isla. La compañía se comportó como un poderoso lobby en la isla. No se limitó al servicio de vapores-correo, sino que extendió su actividad a otros ámbitos. Compró fincas que puso en explotación, creó factorías y envió representantes a Santa Isabel –hoy Malabo- y a los territorios de Río Muni bajo soberanía española. Para defender sus intereses, no dudó en infiltrarse en los foros de debate sobre la política colonial, tanto la Sociedad Geográfica de Madrid, como en Santa Isabel, en el Consejo de Vecinos de Santa Isabel, que eran hasta entonces focos de la doctrina librecambista. La implantación del arancel de 1893 en la isla, que acabamos de citar en el párrafo anterior, es, en buena parte, resultado de esta política de la Trasatlántica y desde luego, responde por entero los intereses de la Compañía en detrimento de otros grupos, especialmente el de los agricultores fernandinos. Conclusión. Resumiendo, para concluir, nos encontramos ante dos modelos de colonización enfrentados. Por una parte, tenemos un modelo colonial basado en el librecambio y la libertad religiosa. Modelo defendido por los plantadores de cacao, que ven más favorable para sus intereses el acceso a los mercados europeos, especialmente inglés. Este modelo es el que representa el gobernador, cuando arremete contra la colonización misional. Por otro lado, está el modelo que defiende la protección del mercado nacional, lo que se traduce en la implantación del arancel en Fernando Poo (1893), el derecho diferencial de bandera, unido a la imposición del culto católico y del idioma español, lo que une los intereses de la Trasatlántica y de los misioneros. El momento culminante del conflicto, reflejo del que se vivió en la Metrópoli, coincidió con el gobierno de José de la Puente en Fernando Poo. En ambos casos, Metrópoli y colonia, el vencedor fue el mismo. No obstante, los plantadores de cacao, perjudicados por las medidas que beneficiaban a la naviera, obtuvieron algunas compensaciones, la más importante de las cuales fue el apoyo del Estado para solucionar el problema crónico de la mano de obra. En tal sentido, se permitió, primero, la recluta forzosa de la población bubi de la isla para los trabajos en las plantaciones y, cuando esta población daba claros síntomas de agotamiento, hizo lo propio con la población fang de los territorios continentales. Además, financió de manera recurrente el traslado de braceros de las costas africanas, como Liberia y sierra Leona, algo que beneficiaba, en este caso, a las dos partes en conflicto.
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El otro lado del paraíso: la memoria perdida de Fernando Poo
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El contexto de producción de la primera Historia de las islas Marianas (París, 1700) Alexandre Coello de la Rosa Universitat Pompeu Fabra (UPF)
E
l padre Luis de Morales nació en Tordesillas el 29 de septiembre de 1641. El 28 de agosto de 1658, contando diecisiete años de edad, entró en la Compañía de Jesús. Estudió teología en Salamanca y después de hacer los votos de escolar solicitó trabajar como misionero en las islas Filipinas. Su primera destinación fue las islas de los Ladrones1, un espacio de frontera en la retaguardia del imperio español. En abril de 1668 partió hacia su destino en una alegoría de “la Nave de la Iglesia Militante” acompañado de los padres Diego Luis de San Vitores (1627-1672), el palentino Tomás Cardeñoso (1640-¿), el malagueño Luis de Medina (16371670), el almeriense Pedro de Casanova (1641-1694) y el hermano escolar teólogo burgalés Lorenzo Bustillo (1642-1716), quienes salieron de Acapulco el 23 de marzo de 1668, llegando al archipiélago el sábado 16 de junio del mismo año2. Se trataba de la primera expedición financiada por la reina Mariana de Austria (1634-96) para evangelizar unos nativos, los marianos, que permanecían en la gentilidad. Tras su llegada a las islas establecieron su base de operaciones en la isla de Guam. Según las Cartas Anuas, se contabilizaron alrededor de veinte mil nativos, trece mil de los cuales fueron bautizados aquel mismo año. Muchos de ellos fueron distribuidos en unos 180 pueblos dispersos en las playas y en el interior de la isla3. Uno de los jefes chamorri de mayor rango, llamado Kepuha (o Quipuha, en la versión hispanizada), los recibió con cordialidad, y tras bautizarse y recibir el nombre de Juan, los autorizó a predicar y bautizar en su territorio4. Ganada así su voluntad, San Vitores envió a los padres Morales y Cardeñoso, acompañados de varios asistentes y soldados a la isla de Tinián5. El 14 de agosto de 1668, en la isla de Saipán, los líderes 1
Rebautizadas posteriormente como islas Marianas en honor de la Reina Mariana de Austria, viuda de Felipe IV y madre de Carlos II. Luis de Morales, Historia de las islas Marianas, Cap. 1, f. 23 (AHCJC, FIL HIS – 061, E.I, c-05/2/0); Ch. Le Gobien, Histoire des Isles Marianes, Libro I, p. 38. Véase también el “Resumen de los sucesos del primer año de la misión en estas islas Marianas”, con fecha en San Ignacio de Agaña, 26 de abril 1666 (ARSI, Philip. 13, ff. 5r-8v). 3 “Relación de las empresas y sucesos espirituales y temporales de las islas Marianas, que antes se llamaban Ladrones, desde que el año de sesenta y ocho se introdujo en ellas el Santo Evangelio por los Religiosos de la Compañía” (RAH, Fondo Cortes 567, 9-2676-8, f. 3v; ARSI, Philip. 13, f. 5r). 4 ARSI, Philip. 13, ff. 5r-5v. 5 Morales, Historia, Cap. 3, ff. 43-44; 56; Le Gobien, Histoire, Libro 3, 76. 2
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marianos, desconfiando de sus intenciones, hirieron al padre Morales en una pierna y acabaron con la vida del sargento Lorenzo Castellanos y su intérprete tagalo Gabriel de la Cruz, lo que aceleró su vuelta a Guam (octubre, 1668)6. Allí se recuperó de las heridas, y tras regresar a Tinián, restableció la misión. Lo acompañaba el padre San Vitores, quien utilizó la isla como una plataforma de lanzamiento para explorar las islas del norte7. Respondiendo a los deseos del provincial Miguel Solana (1668-70), los padres San Vitores y Morales se encargaron de visitar las islas más grandes y habitadas del archipiélago, principalmente Saipán (bautizada como San José), Tinian (bautizada como Buenavista Mariana) y Rota (conocida también como Zarpana y bautizada como Santa Ana), al sudoeste, dando comienzo a lo que se ha llamado el segundo período de la historia de las islas Marianas (16681698)8. Pero no iban solos. Les acompañaba la llamada Armada Naval Mariana o Escuadrón Mariano, una pequeña “flota” de tres o cuatro canoas con diez soldados, en su mayoría filipinos, comandada por el capitán Juan de Santa Cruz Panday, que disponían de tres mosquetes y una pequeña pieza de campaña. La resistencia feroz de los nativos acabó por definir una topografía “áspera y fragosa”, estableciendo un vínculo entre aquella “tierra de guerra” y sus habitantes “fronterizos” 9. El 27 de enero de 1670, el padre Medina fue a visitar la isla de Saipán, situada a unas tres millas de la de Tinian, confirmando que la predicación de San Vitores había sido muy epidérmica. Un sangley llamado Choco había difundido la historia de que los jesuitas derramaban enfermedades con el agua y los santos óleos que echaban a los niños y ancianos para bautizarlos, causándoles la muerte. Dos días después, el padre Medina fue asaltado en la tercera aldea que visitaba por un tal Poyo, a quien llamaban “el matador” (luego bautizado como Luis), y su cómplice, llamado Daon (luego bautizado como Vidal), contando treinta y tres años de edad10. Con él murió Hipólito de la Cruz, natural de las islas de los Pintados o Visayas (Cebú), convirtiéndose en el primer mártir de las islas Marianas. Para certificar su muerte “heroica” los jesuitas no sólo recuperaron su cuerpo, sino que tomaron declaraciones juradas acerca del glorioso martirio de su cofrade, escribiendo diversas cartas y relaciones a los provinciales y procuradores generales11. Correspondió al padre Morales llevar a Manila las primeras noticias de aquellas muertes. Partió en julio de 1671 a Manila a bordo del buque “Nuestra Señora del Socorro” desde donde fue asignado a las misiones tagalas12. El 2 de febrero de 1676 hizo su profesión de cuatro votos, siendo nombrado ese mismo año como rector de Antipolo. Mientras tanto, las noticias que llegaban de las Marianas no eran nada alentadoras. La resistencia de los marianos a aceptar el evangelio había provocado la muerte de nuevos mártires, como Antonio María de San Basilio y Sebastián de Monroy. Por entonces el padre Morales se ocupaba en escribir una Historia de 6
ARSI, Philip. 13, f. 5v. Farrell, History of the Northern Mariana Islands, 156. Ibáñez y García, Historia de las Islas Marianas, 35. 9 Giudicelli, “Pacificación y construcción discursiva de la frontera”, 165-166. 10 ARSI, Philip. 13, ff. 50v-52r. 11 Juan de Santa Cruz, “Vida y martirio del padre Luis de Medina (Málaga, 25 de agosto 1637; 29 de enero 1670)” (AHCJC - Carpeta de mártires) – EI.b-9/6, ff. 1-13v); “Declaraciones tomadas y juradas ante el general Diego de Arévalo acerca del martirio del padre Diego Luis de Medina de la Compañía de Jesús. Islas Marianas, 27 de junio 1671” (AHCJC, FILHIS – 061. Signatura E.I, c-05 [p]. Diversos sobre islas Marianas y Carolinas / P. San Vitores). 12 Morales, SJ, Historia de las islas Marianas, f. 88. 7 8
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El contexto de producción de la primera Historia de las islas Marianas (París, 1700)
las islas Marianas (Paris, 1700) que la historiografía ha atribuido al padre jesuita Charles Le Gobien (1653-1708)13. Entre 1681-82 el padre Morales actuaba como vice-rector del colegio de Cavite cuando en la Congregación Provincial de 1683 fue nombrado como nuevo Procurador de la provincia de las Filipinas en las curias de Madrid y Roma (1683-88), en sustitución del padre Jerónimo de Ortega, electo en primer lugar14. La elección de los procuradores recaía en los sujetos más destacados, con sólida experiencia y formación, capaces de tratar los asuntos más comprometidos en Europa, lo que prolongaba su estancia en Europa durante varios años15. Su tarea principal consistía en reclutar misioneros, informando al padre General en Roma de los asuntos de la provincia. Como embajadores de sus órdenes tenían un importante cometido; a saber, entrevistarse con los poderosos de la corte en Madrid y Roma para informar acerca de los progresos de su misión evangelizadora. Asimismo, los procuradores tuvieron que lidiar con numerosos conflictos jurisdiccionales con los gobernadores y capitanes generales (en particular, el limeño don Damián de Esplana, gobernador de las Marianas), arzobispos y las demás órdenes religiosas. Con todas estas tareas que los mantenían varios años ocupados en Europa, no es extraño, pues, que pospusiera el envío de materiales para la redacción de la Historia de las Marianas. Lo que no significaba, como demuestra la carta que escribió el padre Bustillo al padre Antonio Matías Jaramillo, con fecha en Agaña, 18 de mayo de 1689, que los jesuitas hubieran decidido abandonar esa tarea: “(…) desde mayo de 1685 se estaban remitiendo las Relaciones bien llenas al Padre Procurador General de Indias en Madrid; a fin de que se prosiga la Historia de Marianas explicando los individuos de personas (que por eso las he puesto a la margen de dicha Relación) y tierras; porque servirá, dice dicho padre Ambrosio16, de gran dirección al Historiador17 de por allá. Y el padre Luis de Morales desde Madrid dice lo mismo, y que no se deje de poner en las relaciones por mínima que sea, porque por allá hace una armonía del cielo” 18.
Partió de Manila a Nueva España cuando todavía no había estallado la Segunda Guerra Chamorra (24 de julio de 1684). Un alzamiento general que acabó con las vidas de numerosos soldados, misioneros (Manuel Solórzano, Baltasar Dubois, Teófilo de Angelis, Carlos Boranga, Agustín Strobach) y auxiliares de la Compañía de Jesús, demostrando que la misión todavía no estaba consolidada19. Allí estuvo, entre otros, el futuro procurador Antonio Matías Jaramillo, quien había llegado en 1683 a bordo del primer patache procedente de Cavite20. El viceprovincial de la misión de las Marianas, el padre Gerardo Bowens, escribió una carta al rey, con 13
Parte del manuscrito de dicha Historia se encuentra en el Arxiu Històric de la Companyia de Jesús a Catalunya (AHCJC, FIL HIS – 061, E.I, c-05/2/0). Me remito a la introducción que aparecerá próximamente en la edición que preparo de esta Historia (Madrid: Ediciones Polifemo, 2012). 14 ARSI, Philip. 2-II, f. 353v. 15 Page, Los viajes de Europa a Buenos Aires, 9. 16 Se refiere a Ambrosio Ortiz, traductor al italiano de la Vida y martyrio del venerable padre Diego de Sanvitores del padre García. Agradezco a Joan Pau Rubiés el dato. 17 Probablemente se refería al padre Francisco García, SJ, autor de la Vida y martyrio del venerable padre Diego de Sanvitores, de la Compañía de Jesús, primer apóstol de las islas Marianas… (Madrid, 1683). 18 Lévesque, History of Micronesia, 291-292. 19 Coello, “Colonialismo y santidad en las islas Marianas: los soldados de Gedeón”, 17-44. 20 Coello, “Colonialismo y santidad en las islas Marianas: los soldados de Gedeón”, 25.
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fecha 15 de mayo de 1685, notificándole la muerte de muchos soldados y misioneros a manos de los revoltosos marianos. No sólo se quejaba del proceder del gobernador don Damián de Explana (1641-1694), sino que solicitaba mayor números de efectivos para el gran fruto espiritual que se esperaba recoger en las islas aledañas21. Estos conflictos llegaron a oídos de la corte, lo que dificultó enormemente los objetivos del padre Morales22. El 14 de agosto de 1685 desembarcó en Sevilla cargado de cartas y recomendaciones, así como de diversos memoriales para diversas personalidades, incluidas doña María de Guadalupe, duquesa de Aveiro y Maqueda, y la reina Mariana, viuda de Felipe IV (1605-1665), madre de Carlos II (1661-1700) y principal protectora de la misión de las Marianas23. Por entonces los ministros y funcionarios del Consejo de Indias habían mostrado su malestar por el proceder de los procuradores jesuitas, quienes acudían directamente al rey o a sus validos (duque de Medinaceli, 1680-85; conde de Oropesa, 1685-91) para “que se le den más [misioneros] por que siempre que cualquiera de estas partes acude a él, les concede los que piden”24. Unas veces se solicitó su parecer acerca de la cristianización forzosa de los mercaderes de origen chino, conocidos como sangleyes, obligándolos a vivir en pueblos extramuros de Manila25. Otras tuvo que defenderse de aquellos que utilizaban su influencia para difamar a los jesuitas. Este fue el caso de fray Alonso Sandin (1640-1701), procurador de los dominicos en las Filipinas, acusado de presentar “papeles infamatorios e injuriosos” en el Consejo de Indias contra la Compañía de Jesús26. Según el Memorial del padre Morales, los dominicos de Manila ridiculizaban a los hijos de San Ignacio mediante la colocación de pasquines, “no de noche, ni a horas escusadas, sino públicamente en la mitad del día, un fraile lego de Santo Domingo, llenando la esquina de una plaza publica” 27. Para reforzar la defensa, el padre Diego Francisco Altamirano (1625-1715), Procurador General de las Indias Occidentales (1682-88), escribió una carta al rey (Sevilla, 1685) en la que denunciaba las calumnias o falsedades que “personas poco temerosas de Dios” habían esparcido en Filipinas, México y España contra los religiosos de la Compañía de Jesús y los misioneros destacados en las islas Marianas, Filipinas y otras provincias28. Asimismo, los jesuitas de Manila nombraron al padre Jaramillo como procurador por espacio de seis años en la XIII Congregación Provincial que se celebró en Manila en 168729. Se trataba de un antiguo misionero en las Marianas, y según las fuentes, se le consideraba una persona equilibrada y prudente que podría sustituir al padre Luis de Morales en el cargo. Acompañado del padre Alejo López (1649-93), el procurador Jaramillo llevaba un Memorial, con fecha en Manila, 10 de junio de 1687, en el que acusaba directamente al arzobispo Pardo, de corte jansenista, de agraviar a la
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Coello, “Colonialismo y santidad en las islas Marianas: los soldados de Gedeón”, 17-44. La carta del padre Bowens fue incluida en los escritos presentados por el procurador Morales en el Consejo de Indias, solicitando que no se abandonara la misión de las islas Marianas (AGI, Filipinas 3, Ramo 170). 23 Lévesque, History of Micronesia, Vol. 8, 1996, 411-422; 661-68. 24 Colección Pastells, Fil. 2, 442-443, citado en Lévesque, History of Micronesia, Vol. 8, 1996, 424. 25 “Memorial del padre Luis de Morales, SJ, con fecha en Madrid, 13 de septiembre 1686” (AGI, Filipinas 28, N. 131). 26 Espinar, Manifiesto jurídico defensorio, ff. 3v. 27 Espinar, Manifiesto jurídico defensorio, f. 4r. 28 AGI, Filipinas 90, Ramo 3, f. 1r. 29 De la Costa, Jesuits in the Philippines, 436. 22
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El contexto de producción de la primera Historia de las islas Marianas (París, 1700)
Compañía de Jesús30. Además, el Memorial pretendía obtener los apoyos económicos necesarios para sostener las misiones de las Filipinas y hacerlas prosperar. Para decantar la balanza aún más a su favor, en abril de 1687 el padre Morales escribía un nuevo Memorial dirigido a la reina Mariana en el que acusaba al Consejo de Indias de no apoyar suficientemente las misiones de las islas del Pacífico. Su intención era evitar que la Corona abandonara el archipiélago de las Marianas a causa de los numerosos “accidentes y revoluciones” que habían tenido lugar en los últimos años, lamentando que se malograra “la sangre de tantos mártires” cuyas reliquias habían consagrado aquellos territorios como puertas abiertas hacia otras islas. Efectivamente, Morales temía que se desampararan “dichas conversiones, estando para cogerse el fruto así de las trece islas reducidas, como de las muchas cercanas, y muy pobladas, que se esperan reducir al gremio de nuestra Santa Iglesia” 31. A pesar de su excesivo celo, obtuvo algunos apoyos, como la promesa de repoblar las islas con familias traídas directamente de la Nueva España, lo que garantizaría el compromiso de la monarquía con sus súbditos marianos32. Pero aún había más. El 5 de mayo de 1687 el padre Morales, junto con otro de los procuradores jesuitas, el padre Pedro de Espinar (1630-95), presentaron una lista con los nombres, apellidos y lugar de procedencia de los 41 sujetos elegidos para ir a las islas Filipinas y Marianas. Todas las provincias jesuíticas participaban del esfuerzo misional, siendo Andalucía la que solía contribuir con mayor número por su cercanía geográfica al puerto de partida. Los candidatos debían ser voluntarios y sus superiores debían aceptar su partida. Pero este no era el caso. Ni el padre Morales ni Espinar consiguieron llegar al cupo establecido por la Real Cédula de 78 misioneros33. A pesar de la Real Cédula del 10 de diciembre 1664 por la que el rey Felipe IV autorizaba a que una cuarta parte de los jesuitas de cada expedición fueran reclutados “fuera de España”, tan sólo diez la obtuvieron. Una de las razones era la reticencia del Consejo de Indias a conceder licencia a los jesuitas extranjeros para ir a las Indias34. Como es sabido, en 1679 la debilidad de la monarquía hispánica había obligado a ceder el Franco Condado a Francia. Posteriormente, en 1684, la Corona perdió Luxemburgo por la Tregua de Ratisbona, acelerando la decadencia española. Entretanto, muchos novicios habían escrito al General solicitando que fueran enviados como misioneros a las Indias. Pero, paradójicamente, no había suficientes candidatos. ¿Cuáles eran los motivos por los cuales los novicios no acudían a la llamada de los procuradores? ¿Existía algún tipo de presión por parte de las autoridades superiores? Efectivamente, esta parecía ser la razón de tan pocas vocaciones. Consternado, el 16 de septiembre de 1687 el padre Morales escribió unos “Postulados” al nuevo Prepósito General de 30
“Memorial al Rey Nuestro Señor por la provincia de la Compañía de Jesús de las islas Filipinas, en satisfacción de varios escritos violentos hechos con que a dicha provincia ha agraviado el reverendo arzobispo de Manila don fray Felipe Pardo de la orden de Santo Domingo” (AHCJC, FILEXP 01, E.I – d. 01, ff. 1r-337r). En 1691 el procurador Jaramillo redactaba un nuevo escrito en el que renovaba las acusaciones contra el arzobispo dominico, fallecido el 31 de diciembre 1689 (“Señor. Antonio Xaramillo, de la Compañía de Jesús, Procurador General por la provincia de Filipinas; dize, que las continuadas molestias, que su religion ha padecido, y padece en aquella islas, assi en el comun, como en muchos de sus individuos ...”, Universidad de Sevilla, Fondo Antiguo, Signatura: A 109/094(08). 31 AGI, Ultramar 562, citado en Lévesque, History of Micronesia, Vol. 9, 1997, 29-30. La respuesta del Consejo de Indias, con fecha 27 de octubre 1687, se encuentra en R. Lévesque, History of Micronesia, Vol. 9, 1997, 36-39. 32 “Real Decreto del 10 de abril 1687”, citado en Lévesque, History of Micronesia, Vol. 9, 1997, 34-35. 33 AGI, Filipinas 83, Ramo 10, ff. 1r-4v. 34 De la Costa, Jesuits in the Philippines, 437.
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la Compañía de Jesús, el español Tirso González de Santalla (1687-1705), en los que acusaba directamente a los provinciales y superiores españoles, en particular a los rectores de los colegios de Andalucía, de quitar vocaciones y poner impedimentos para promover las misiones de Indias, “con el pretexto frívolo de la necesidad de sujetos que tienen las provincias de España” 35 . En concreto acusaba al padre Florencio de Mina, rector del colegio de Cádiz, de “disuadir y entibiar” la vocación del padre Joseph de Lara, así como al padre Joseph de Madrid, viceprovincial de Andalucía, por detener al padre Sebastián González “que por orden del padre vice-provincial Bartolomé de Plasencia estaba ya aplicado a la misión de Filipinas” 36. Si finalmente concedían algunos sujetos, escribía Morales, solían ser mayormente “novicios, seminaristas, que no pocas veces díscolos e inútiles, para descartarse de ellos dando a Dios el desecho y los peores al Santo Ministro de las Misiones”37. La solución pasaba por imponer penas a los provinciales por los perjuicios causados, así como otorgar a los procuradores poderes especiales para que los provinciales y rectores de los colegios dieran prioridad a las misiones de ultramar, de modo que no pudieran detener a los mejores sujetos que hubieran sido designados para ir allí. Finalmente recomendaba el nombramiento de algunos insignes benefactores para las misiones de las islas Filipinas y Marianas, como el Virrey de la Nueva España (1680-86), don Tomás de la Cerda y Aragón (1638-92), y su esposa, doña María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga (1649-1729), marqueses de la Laguna y Condes de Paredes, por la singular piedad con la que habían asistido a dichas misiones38. El 30 de marzo de 1686, Carlos II dictó una Real Cédula por la cual se concedía una campana y ornamento eclesiástico para cada una de las doce iglesias existentes en las islas Marianas39. Además otorgaba a San Ignacio de Agaña el título de Ciudad. Por las mismas fechas, Umatac [actual Humåtac] recibió el título de Villa40. Jubiloso por semejantes éxitos, el padre Tirso González (elegido General de la orden el 6 de julio de 1687) escribió una carta, con fecha 3 de abril de 1688, proponiendo al rey la erección de una catedral en San Ignacio de Agaña. Asimismo solicitó el nombramiento del padre procurador Antonio Jaramillo como primer prelado del futuro obispado de Guam. Los jesuitas argumentaban a su favor que la misión de las Marianas era mayor que muchas otras diócesis, disponiendo además de mayor número de almas, lo que dificultaba que los indios fueran debidamente atendidos por sus escasos ministros41. De igual forma lamentaban que muchos católicos, especialmente niños de poca edad, muriesen sin recibir el sacramento de la confirmación. Por ello esperaban que con la llegada del obispo se pudiesen ordenar nuevos sacerdotes, los cuales atenderían debidamente a los naturales, aumentándose así la cristiandad42. 35
“Postulados que dio el padre Luis de Morales, procurador de esta provincia”, con fecha 16 de septiembre 1687 (ARSI, Philipp. 12, f. 106r). 36 “Postulados que dio el padre Luis de Morales…” (ARSI, Philipp. 12, f. 106r). 37 “Postulados que dio el padre Luis de Morales…” (ARSI, Philipp. 12, f. 106r). 38 “Postulados que dio el padre Luis de Morales…” (ARSI, Philipp. 12, f. 107r). 39 El 23 de mayo 1687, cuando la flota estaba a punto de partir a la Nueva España, el padre Morales escribía una carta lamentando que en el tiempo transcurrido apenas habían embarcado una sola campana de las doce que había previstas (AGI, Filipinas 83, Ramo 11, ff. 1r-16v). 40 Al respecto, véase el Memorial (1685) del padre Luis de Morales, SJ (Lévesque, History of Micronesia, Vol. 8, 1996, 413). 41 AGI, Filipinas 86, Ramo 6, ff. 1r-2v. 42 “Filipinas Marianas. Sobre la erección de una iglesia catedral y obispado a que fue presentado por su Majestad el padre Antonio Jaramillo” (ARSI, Fondo Gesuitico, 849).
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En realidad se trataba de una forma de contrarrestar la decisión del arzobispo Felipe Pardo, de imponer su autoridad episcopal a los religiosos que vivían fuera de sus comunidades, siguiendo los decretos del Concilio de Trento, supervisando de vita et moribus todas las parroquias de su circunscripción43 . Lo que pretendían los jesuitas era convencer al Papa de que las Marianas no eran verdaderas doctrinas, sino simples misiones, afectas a un régimen jurídico especial. Sin embargo, el ambiente de la corte de Madrid era favorable a las políticas de los prelados, deseosos de ejercer su jurisdicción en todos los territorios de sus diócesis44. No en vano, la Visita pastoral y el Real Patronato eran dos instituciones diferentes que, como apunta Manchado López, tenían un “sustrato común”: la cuestión de la jurisdicción, “que en un caso puede ser eclesiástica y en otro tocar a los derechos adquiridos por la Corona en materia espiritual”, pero que, en última instancia, siempre remitía a la cuestión de la autoridad, ya fuera del episcopado, de la Corona o de sus representantes45. Esta medida representó, de hecho, el primer ataque frontal contra las constituciones de la Compañía de Jesús en las Filipinas. La mayoría de los jesuitas de Manila se sentían orgullosos de su independencia, y por lo tanto, estaban muy poco dispuestos a compartir sus beneficios con los clérigos doctrineros o seculares, a quienes consideraban inferiores en talento y compromiso religioso. No obstante, había opiniones divergentes en lo que hacía referencia a la conservación de las parroquias y misiones. El General Tirso González se mostró dubitativo al respecto46. El 17 de abril de 1688, después de escuchar las opiniones de diversos consultores, escribió al procurador Luis de Morales con el encargo de defender las misiones que tanta sangre y sudor habían costado sostener, oponiéndose firmemente a la intromisión de los obispos en las parroquias. Su trabajo en la corte de Madrid fue convencer a las autoridades civiles y eclesiásticas de que dieran marcha atrás en las políticas centralizadoras del episcopado. En caso de negativa, el General ordenaba escribir de inmediato al provincial Francisco Salgado (1629-89) para que hiciera dejación de las parroquias y doctrinas47. A principios de 1689 el padre Morales escribió un nuevo Memorial solicitando licencia para retornar a las Filipinas acompañado de setenta religiosos y ocho hermanos coadjutores, de los cuales solamente pasaron cuarenta y uno. A pesar de ello, en abril de 1689 el Consejo aprobó la petición del padre Morales, y tras obtener el pago del malotaje (provisiones de alimentación), avío (ropa, colchón y mantas para el viaje), se embarcó de vuelta hacia las Indias, dejando al nuevo Procurador General en la corte de Madrid48. A finales de 1689, poco después de la partida del padre Morales, los procuradores Alejo López y Antonio Jaramillo llegaban a España con el propósito de debatir acerca de la conveniencia de continuar administrando las doctrinas de indios en las Filipinas. Pero curiosamente, como ya señalara Horacio de la Costa, sus opiniones eran divergentes49. El primero partió directamente a Roma, donde el General Tirso González le pidió que redactara un estado de la cuestión (1690). Así pues, al tiempo que avisa43
De la Costa, Jesuits in the Philippines, 515. Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 256. Manchado López, Conflictos Iglesia-Estado en el extremo oriente ibérico, 21. 46 El 3 de enero 1688 escribió una carta al padre Francisco Salgado, provincial de las Filipinas, ordenándole que consultara acerca de la conveniencia de abandonar las parroquias y misiones, o por el contrario, conservarlas (De la Costa, Jesuits in the Philippines, 515). 47 De la Costa, Jesuits in the Philippines, 515-16. 48 AGI, Filipinas 5; AGI, Filipinas 86, f. 1r. 49 De la Costa, Jesuits in the Philippines, 517. 44 45
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ba de los peligros de administrar las parroquias de indios, reconocía los beneficios (materiales, espirituales) que se obtenían a cambio. A diferencia de la parroquia de Tagalos, donde los nativos vivían en pueblos estables en los extramuros de Manila, y por lo tanto, podían considerarse una doctrina eclesiástica, los nativos de las islas Bisayas, al sur de Luzón, vivían en pequeñas aldeas unas separadas de las otras desde las cuales se podían realizar incursiones a otras islas50. Esta forma de actuar era más propia de los jesuitas, pensaba López, por lo que en caso de dejación, apostaba por retener dichas misiones (que no doctrinas) sin mayores problemas51. El segundo permaneció en Cádiz, trasladándose luego a Madrid, donde escribió sendas cartas al General (1689; 1690) en las que manifestaba sus dudas acerca del asunto de las doctrinas. Poco después, el 13 de abril de 1690, llegaba a Roma para entrevistarse con su superior. Allí tuvo la oportunidad de presentarle un Memorial en el que refutaba los argumentos del padre López. Si las órdenes religiosas se habían hecho cargo de las parroquias, pensaba Jaramillo, no había sido por voluntad propia sino por la escasez de clérigos. Ilustres misioneros, como el padre Francisco Javier, nunca habían ejercido como curas parroquianos. Tampoco lo hizo el padre Diego Luis de San Vitores, primer apóstol de las islas Marianas, quien promovió las misiones volantes a tierras de infieles, exigiendo el abandono de los curatos o doctrinas, por no corresponder con sus reglas y estatutos particulares53. Los peligros de aceptar parroquias eran de sobras conocidos: relajación de la disciplina de los curas, escándalos en materia de castidad, pobreza, negocios varios, etc.54 Al igual que el padre Morales, el procurador Jaramillo era un claro defensor del modelo misional de los jesuitas en Asia, y por ende, en las Filipinas. A pesar de los inconvenientes para administrar parroquias, consideraba que los jesuitas eran mejores doctrineros que los frailes o clérigos por una serie de razones. En primer lugar, eran más castos y estaban mejor preparados para gestionar las parroquias. Ciertamente al hacer la profesión no estaba entre sus atribuciones el ser párrocos de indios. Pero si las circunstancias obligaban a ello, opinaba Jaramillo, no tenían mayor problema en continuar administrándolas por el bien de las almas54. Asimismo eran más sufridos y sacrificados que los frailes, “tan destituidos del temor de Dios y respetos de buena conciencia, que sólo administren bien cuando están cerca de Manila, y no en Bisayas” 55. Aseguraba que los misioneros jesuitas destinaban muchos más efectivos humanos a esas doctrinas que las demás religiones, a pesar de que los frailes contaban con el apoyo del obispo de Cebú, fray Diego de Aguilar (1680-92). 50
Esto no era completamente cierto, como apuntaba Horacio de la Costa, puesto que en Luzón todavía existían numerosas regiones, especialmente en los altos de la cordillera de Sierra Madre, donde los misioneros todavía no habían llegado (De la Costa, Jesuits in the Philippines, 537). 51 “Memorial del padre Alejo López, sustituto de procurador para la Compañía, a nuestro General Tirso González sobre algunas cosas que juzga conviene se manden ejecutar en la provincia de Filipinas” (1690) (ARSI, Philip. 12, ff. 132r-138v.); “Papel que dio a N. P. General el padre Alejo López, sustituto de Procurador, que conviene retener las doctrinas de Bisayas y Tagalos, y que si algunas se ha de hacer dejación, se dejen las de Tagalos (1690)” (ARSI, Filipinas 12, f. 138r-48v). 52 El mismo San Vitores había efectuado incursiones “a los montes de la isla de Mindoro y a otros llamado los montes de San Pablo en la misma isla de Manila” (ARSI, Filipinas 12, f. 169r). 53 ARSI, Philip. 12, f. 172v. 54 En 1700, Jaramillo repetirá este mismo argumento en un “Memorial presentado por los procuradores Mimbela, San Agustín y Jamarillo al rey Carlos II (1700)”, ff. 4r-4v. 55 ARSI, Philip. 12, f. 177v.
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En segundo lugar, las parroquias de Tagalos y Bisayas operaban como escuelas de misioneros, a imagen y semejanza de las de Juli y Santiago del Cercado, en Perú, donde los jesuitas aprendían la lengua y costumbres de los nativos. Sin embargo, consideraba que llegado el caso se podía prescindir de tales curatos, como ya se hizo con los de “Suaraga [Panay] en Bisayas los de Cainta, Mariquina y otro pueblo que esta detrás de Antipolo, los de Siao, Terrenate y Zamboanga”, sin menoscabar el espíritu misionero de la Compañía56. Frente a los que, como el padre López, defendían las Bisayas como plataformas de lanzamiento hacia otras “cristiandades antiguas”, como las citadas en Zamboanga, Terrenate y Siao, Jaramillo sostenía que “no veo se hagan tales entradas nuevas, ni tales socorros a dichas cristiandades que fueron ni me parece se harán, si el rey no emplea en eso su dinero y armas” 57
En resumidas cuentas, el procurador Jaramillo apostaba por la conservación de todas las doctrinas, incluyendo las islas Marianas, donde la revuelta de los soldados del presidio (mayoagosto de 1688) amenazaba la estabilidad de la misión58. Su opinión al respecto era de lo más contundente, “[Jaramillo] responde que las Marianas no [podían abandonarse], porque son extremadamente necesitadas, y no está aun asentada la fe, y no hay quien quiera tales misiones y sus inmensos trabajos, y porque en dichas misiones Marianas estamos en fuerza de necesidad extrema parece concurre Dios evitando en ellas las caídas” 59
En caso de conservar alguna de ellas, prefería las de Tagalos, en detrimento de las Bisayas, por encontrarse demasiado alejadas de la capital60. Muy diferente era la opinión del padre Alejo López, para quien las doctrinas de las islas Bisayas permitirían restablecer el presidio y la misión de Zamboanga, abandonada en 1663 para defender una hipotética invasión china de las Filipinas61. Tras su periplo europeo, el padre Morales permaneció siete años en México (1690-1697) desde donde continuó velando por el bienestar de las islas62. En particular, defendió con tesón el mantenimiento de las misiones jesuitas en las Filipinas, alineándose con las tesis del procurador Pedro de Espinar (1675-81)63, quien en 1684 había suscrito a su vez la postura del mismo 56
ARSI, Philip. 12, f. 182r. ARSI, Philip. 12, f. 178r. Sobre esta revuelta, véase la carta que el padre Diego de Zarzosa escribió al padre procurador Antonio Jaramillo, con fecha en Agaña, 22 de mayo 1689 (Lévesque, History of Micronesia, Vol. 9, 1997, 298). 59 ARSI, Philip. 12, f. 178v. 60 Por el contrario, el padre Alejo López se decantaba por conservar las islas Bisayas. En su Memorial de 1690 recomendaba que los provinciales visitaran las doctrinas de Bisayas, asegurándose que los indios estuviesen bien adoctrinados y que las iglesias tuvieran lo necesario para el culto divino (“Memorial del padre Alejo López, sustituto de procurador para la Compañía, a nuestro General Tyrso Gonzalez sobre algunas cosas que juzga conviene se manden ejecutar en la provincia de Filipinas” (1690), en ARSI, Philip. 12, f. 134v). 61 De la Costa, Jesuits in the Philippines, 540. 62 En 1693, el padre Morales protestó enérgicamente contra la actitud del general Joseph Madrazo, futuro gobernador interino de las Marianas (1696-99), al pretender que los religiosos llevasen el cargamento y situado en la bodega, en lugar de la cubierta, lo que a menudo impedía descargarlo a tiempo en las islas (Lévesque, History of Micronesia, Vol. 10, 1997, 582-583). 63 De la Costa, Jesuits in the Philippines, 435-36. 57 58
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Morales acerca de la conservación del archipiélago mariano frente a las tesis del dominico fray Antonio de las Huertas, que defendía posiciones afines al arzobispo Pardo64. Precisamente fue el procurador Espinar quien le remitió las instrucciones del General Tirso González, con fecha en Roma, 11 de junio de 1689, en las que le ordenaba averiguar el parecer de las órdenes religiosas en Filipinas con respecto al abandono de las parroquias. Morales las recibió en México, un 16 de julio de 1690, dejando constancia de los graves inconvenientes que se seguirían de abandonar las doctrinas y misiones de las Filipinas e islas Marianas y ponerlas en manos de los frailes. No sólo se negaba a someterse a la jurisdicción ordinaria de los obispos sino que recomendaba que el Consejo de Indias respetara la independencia de la Compañía de Jesús “por las especiales razones que tiene nuestro instituto y forma de gobierno” 65 . Desde la Nueva España, el padre Morales continuó recogiendo información y velando por el mantenimiento de las islas Marianas. Posiblemente, a principios de marzo de 1697, antes de embarcarse en Acapulco con destino a Manila, el padre Morales debió concluir su Historia, que abarcaba desde la llegada de San Vitores en 1668 hasta los últimos acontecimientos de 1695. Pensamos que la remitió al padre Juan de Palacios, provincial de la Nueva España, quien a su vez la hizo llegar al General Tirso González. El 23 de junio llegaba a la isla de Guam, donde pudo comunicar al padre superior la conclusión del proyecto editorial66 . Poco antes, el 5 de mayo de 1697, los Provinciales de los dominicos, franciscanos y recoletos, el Vicario Provincial de los agustinos calzados, el Vice-provincial de los jesuitas y el Vicario General de la orden de San Juan de Dios se reunieron en el convento agustino de San Pablo de Manila para firmar en secreto la Concordia de las Religiones, un documento de 18 cláusulas que pretendía estrechar los lazos entre las diversas corporaciones religiosas y salvaguardar sus intereses frente a cualquier injerencia exterior 67. Y así fue. El 15 de septiembre de 1697 tomaba posesión de la sede episcopal de Manila el nuevo arzobispo, don Diego Camacho y Ávila (1697-1705)68, que desde 1689 se hallaba vacante. El 23 y 25 de junio, antes de llegar al puerto de Cavite, el arzobispo visitó la isla de Guam, donde comprobó que buena parte de los soldados del presidio, en lugar de reducir la población de las islas Marianas del norte (Gani) a las tres islas principales de Guam, Rota y Saipán, se dedicaban a tareas agrícolas y ganaderas que no redundaban en beneficio de la comunidad, sino del general Joseph de Madrazo, nombrado gobernador interino del archipiélago mariano (1696-99)69. Tras su llegada a Manila, sus impresiones tampoco fueron buenas, y por esta razón, el 16 de diciembre promovió una intensa reorganización de su diócesis, iniciando la visita pastoral 64
Espinar, SJ, Manifiesto jurídico defensorio, 17 ff. “Instrucciones del General Tirso González a los procuradores Andrés de Espinar y Luis de Morales, con fecha en Roma, 11 de junio 1689; México, 16 de julio 1690” (ARSI, Philip. 12, f. 249r). 66 Lévesque, History of Micronesia, Vol. 10, 1997, 133-35. 67 Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 114-15. 68 Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 105. El 19 de agosto 1696 fue consagrado como arzobispo en la catedral de Puebla de los Ángeles, en México, embarcando rumbo a Manila el 25 de marzo 1697 (Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 103-05). 69 “Diego Camacho y Ávila, arzobispo de Manila, escribe a S.M. de su llegada a las islas Marianas y estado de estas”, con fecha en el galeón San Joseph, 10 de julio 1697 (AGI, Filipinas 15, 1r-3v); “Diego Camacho y Ávila, arzobispo de Manila, da cuenta a S.M. de su visita a las islas Marianas y de la necesidad de más soldados y misioneros allí”, con fecha en Manila, 18 de enero 1698 (AGI, Filipinas 17, Ramo 4, ff. 1r-2v). 65
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in officio oficiando, es decir, en virtud de su mismo ministerio episcopal, en cinco iglesias regidas por los regulares en su arzobispado para conocer in situ a los ministros que ejercían la cura de almas en ella70. Al igual que los superiores de las demás órdenes, el padre Morales, elegido provincial de las Filipinas y rector del colegio de Manila, reaccionó enérgicamente, retirando a sus religiosos de las parroquias e informando al gobernador don Fausto Cruzat y Góngora (1690-1701) de lo sucedido. Como señala Manchado López, la resistencia de las órdenes gravitaba alrededor de dos estrategias fundamentales. La primera consistía en amenazar con el abandono de las parroquias que administraban. La segunda consistía en escribir cartas y memoriales al rey y al papa en las que manifestaban su disconformidad con las políticas del arzobispo, orientadas a reducir los privilegios y exenciones de los regular y restablecer la jurisdicción episcopal71. Esta resistencia de los frailes regulares a ser visitados por el obispo fue norma general en las Indias, lo que contradecía las disposiciones tridentinas y las bulas subsiguientes. El objetivo de dichas visitas consistía en la corrección de los abusos cometidos por los párrocos en el ejercicio de su ministerio parroquial. Sin embargo, el problema radicaba en que los regulares dependían no sólo de la jurisdicción episcopal, como ministros de doctrina, sino también de la organización jerárquica de sus institutos religiosos72. Como no había suficientes clérigos para hacerse cargo de las parroquias, los frailes, en un acto de “caridad”, habían asumido temporalmente las funciones del clero secular. Por esta razón, decían, no se les podía someter a la jurisdicción del arzobispo puesto que se trataba de un acto de generosidad, no de justicia73. Sea como fuere, lo cierto es que el arzobispo Camacho no disponía de suficientes párrocos, así que no tuvo más remedio que dar marcha atrás, suspender la visita eclesiástica y devolver las parroquias a los religiosos para que las continuaran administrando en interinidad74. A principios de 1698 el arzobispo Camacho volvió a intentarlo, ofreciendo a los jesuitas la mitad de las parroquias de las órdenes religiosas, quedando la otra mitad bajo el control de los párrocos seculares. Su objetivo consistía en dividir la lealtad de los firmantes de la Concordia, pero fracasó. A consecuencia de ello escribió una carta al rey, con fecha 19 de enero de 1698, en la que mostraba su desazón por lo ocurrido, “haziendo renuncia del Arçobispado, y pidiendo, lo dexen venir a vivir, y morir retirado en una celda” 75. Pero como los superiores de las órdenes sospechaban, el arzobispo tenía otras intenciones76. No sólo no abandonó la mitra, sino que presentó batalla en el terreno jurídico. Acto seguido, los superiores enviaron a sus procuradores a las cortes de Madrid y Roma para resolver definitivamente el asunto de las parroquias. En febrero de 1700, el Consejo de Indias estaba ya estudiando la documentación enviada por el arzobispo y los procuradores a Madrid77. Allí se reunieron el dominico fray Jaime de
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Rubio Merino, Don Diego Camacho y Avila, 144-51. Manchado López, “La Concordia de las religiones”, 68. Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 227-28. 73 Manchado López, “La Concordia de las religiones”, 68-69. 74 Esta interinidad había sido sancionada por el rey, según la Real Cédula del 30 de diciembre 1696, dirigida al gobernador de Filipinas, don Faustro Cruzat y Góngora, lo que sin duda provocó el desaliento de muchos jóvenes aspirantes al sacerdocio (Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 231). 75 Rubio Merino, Don Diego Camacho y Avila, 242; Manchado López, “La Concordia de las religiones”, 73-74. 76 “Memorial presentado por los procuradores Mimbela, San Agustín y Jamarillo..”, f. 2r. 77 Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 242-44. 71 72
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Mimbela, el agustino recoleto fray Juan Antonio de San Agustín y el padre Antonio Matías Jaramillo, procurador de los jesuitas, quienes apelaron directamente a la curia papal78. Mientras se debatían estos asuntos en Madrid y Roma, los jesuitas de las Filipinas continuaban buscando nuevas islas que evangelizar y en las que verter su sangre. En las Marianas el gobernador José de Madrazo organizó una flota de 112 embarcaciones al mando del capitán Sebastián Luís Ramón para reducir los nativos de las islas de Gani a las tres islas principales (Rota, Saipan y Guam), lo que se prolongó durante ocho meses79. Una vez aceptada la Pax Hispánica, los marianos quedaron definitivamente bajo el control de trece sacerdotes jesuitas, cuatro hermanos coadjutores y un donado, lo que sin duda respondía a los deseos expresados por el arzobispo Camacho80. A consecuencia de los desastres naturales (tifones en 1671 y 1693), las continuas guerras, migraciones y enfermedades infecciosas (1671; 1684; 1695), en las Marianas apenas quedaban nativos. Sin embargo, los padres Luis de Morales / Charles Le Gobien minimizaron esa información, concluyendo la Historia de las islas Marianas (París, 1700) con la esperanza de que las noticias que llegaban de las islas de Palaus o Palaos promovieran las misiones del Pacífico: “Il s’ouvre un nuveau champ à la predication de l’Evangile. On vient de découvrir du costé du Midi plus de trente isles, dont on ne sait ni la grandeur ni l’étendué, mais on assure qu’il y a un peuple infinit qui ne connoit point Jesus-Christ, qui n’en a jamais entendu parler. On verra par la Lettre qu’on trouvera à la fin de cette Histoire de quelle maniere s’est fette cette hereuse découverte. Il ne faut que de saints et de servens missionaires, pour aller au nom de Jesus-Christ prendre possession de ces terres infidels, et porter la lumiere de l’Evangile, à ses peuples ensevelis depuis tant de siecles dans les plus profondes tenebres du paganisme. Messis quidem multa operari vero pauci. Rogate ergo dominum messisut mittst operarios in messem suam. La moison est grande, mais il y a peu d’ouvriers, priez donc le maistre de la moisson qu’il envoyé des ouvriers dans sa moisson” 81
A pesar de los fracasos iniciales, el General Tirso González se mostró resuelto a apoyar la organización de nuevas misiones exploratorias al Oriente áureo82. Fue en este contexto que decidió publicar la Historia de las islas Marianas en Francia, y no en España, encargando al padre Charles Le Gobien, profesor de retórica y humanidades en diversos colegios de la Compañía de Jesús en Francia, su traducción, aprovechando así el apoyo del monarca Luis XIV a las misiones asiáticas. Pensamos que los cambios dinásticos en España, unidos al apoyo decidido del rey Luis XIV a las misiones jesuitas en Asia, significaron un cambio de estrategia en los apoyos políticos necesarios para promover nuevas misiones en el Pacífico83. El 26 de diciembre de 1699 escribió una carta al padre Antonino Tuccio (1641-1708), animándolo “a averiguar la disposición que puede haber en ellas [las Palaos] para introducir el 78
“Memorial presentado por los procuradores Mimbela, San Agustín y Jaramillo…”, ff. 1r-10v. ARSI, Philip. 14, f. 91v. “Diego Camacho y Ávila, arzobispo de Manila, da cuenta a S.M. de su visita a las islas Marianas (23-25 de junio 1697) y de la necesidad de más soldados y misioneros allí”, con fecha en Manila, 18 de enero 1698 (AGI, Filipinas 17, Ramo 4, f. 2r). 81 Le Gobien, Histoire des Isles Marianes nouvellement converties à la religion chrestienne, ff. 393-94. 82 Coello, “Del ocaso mariano a la utopía carolina (1696-1735)”. Manuscrito. 83 Coello, “Introducción”, en Luis de Morales/Ch. Le Gobien, SJ, Historia de las Marianas (en prensa). 79 80
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Santo Evangelio” 84. En 1701 el padre Andrés Serrano (1655-1711) era enviado como Procurador General a la corte de Madrid donde presentó un Memorial (1706) solicitando “una buena copia de misioneros que cultiven aquel gran campo del Señor ya dispuesto, para coger en él copiosísima mies” 85. Allí encontró algunos apoyos, como el padre Juan Martínez de Ripalda (1641-1707), procurador de la provincia del Nuevo Reino de Granada y Quito (1695), cuyo Memorial, con fecha 5 de julio de 1702, defendía el paso de jesuitas extranjeros a las misiones hispanoamericanas86. En la misma línea se situaba su otro Memorial (1704), en el que insistía sobre la necesidad de enviar sujetos de donde sea a las islas de Palaos, “porque los indios se mueren en su infidelidad, por no haberles predicado el santo evangelio” 87 . Desde entonces el provincial Morales (1699-1703) había mantenido contacto con el procurador Jaramillo, a quien periódicamente enviaba información referente al estado de abandono en que se encontraban las islas Marianas88. El 9 de junio de 1700 le escribió una carta informándole del nombramiento de don Francisco de Medrano y Asiaín (1700-04) como capitán general y gobernador interino del archipiélago mariano. Según el parecer de Morales, “el sujeto [es] de buena edad, prudencia, experiencia, celo, desinterés, y afectísimo nuestro; y sobre todo muy buen cristiano, y cual le necesitan aquellas islas, ya por la costa escribí a vos, y al padre Quirós, y repito ahora, para que procuren lo de la propiedad de su Majestad de dicho gobierno de Marianas” 89
Sin embargo, el gobernador Medrano tenía otros planes. En 1701 escribió un Parecer al rey aconsejando el traslado de los escasos 2.600 chamorros a una de las islas de las Filipinas. Su reducido número no justificaba el mantenimiento del presidio así como el sustento de las casas y colegios jesuitas. Además, argumentaba que el traslado no reportaría mayores problemas, puesto que en los últimos cuatro años se había reducido con éxito a los nativos de las islas de Gani90. Por el contrario, algunos intelectuales y tratadistas políticos, como don Francisco de Seijas y Lobera (1650-1705), aconsejaron al monarca repoblarlas mediante la optimización del comercio con las islas Filipinas y la Nueva España. Para el padre Lorenzo Bustillo, comisario en funciones del Santo Oficio, proteger aquella misión se convirtió no tanto en una cuestión
84
Serrano, SJ, Noticia de un gran número de islas de gentiles, f. 3v. Véase también la Breve Noticia del nuevo descubrimiento de las islas Pais (BNM, Sala Cervantes, Libros Filipinos de don Antonio Griaño, R/33089, 37 f. s). “Memorial del padre Andrés Serrano al Felipe V (1706)” (AHCJPT, Filipinas C-285, Doc. 2, f. 1r; BNM, Sala Cervantes, VE/1465/3). 86 DHCJ, Tomo IV, 2526. 87 “Memorial del padre Juan Martínez de Ripalda, procurador de las provincias de Indias al Rey, pidiendo que se permita mayor número de jesuitas extranjeros para la misión de Pais o Palaos (1704)” (AHCJPT, Filipinas C-285, Doc. 5, f. 7v). 88 El 9 de junio 1700, el provincial Morales escribió una carta al procurador Jaramillo, informándole que en 1698 el obispo de Troya y auditor de la Corona, don Juan de Sierra y Osorio, falleció en el galeón que le llevaba de Manila a Acapulco. Asimismo le informaba que el gobernador Cruzat no sólo había mostrado escaso interés por las Marianas, sino que en 1698 decidió no enviar ningún patache con provisiones de socorro a las islas. Además de los dos trayectos anuales de las islas Filipinas al continente americano, existía un tráfico de cabotaje entre las propias islas Filipinas, así como entre Cavite y la isla de Guam entre los meses de abril y mayo, pero en 1699 el gobernador despachó el patache en el mes de julio, con tiempo tempestuoso, lo que ocasionó grandes perdidas (RAH, Fondo Cortes 567, 9/2669 46, ff. 2r-2v). 89 RAH, Fondo Cortes, 9/2669/46, f. 1r. 90 ARSI, Philip. 13, ff. 326-32v. 85
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económica como en un problema de índole pastoral91. La prosperidad y conciencia política del absolutismo monárquico eran inseparables de la religión cristiana92. Desde la llegada del padre San Vitores en 1668 habían muerto numerosos sacerdotes, hermanos coadjutores y auxiliares, víctimas de la violencia93. Sin embargo, pocos eran los jesuitas que llegaban para reemplazarlos. El procurador se quejaba de que hacía más de catorce años que no llegaban misioneros a las Filipinas, por lo que muchos nativos fallecían sin el consuelo de los sacramentos. Esta preocupación parecía demostrar que los jesuitas no pretendían realmente abandonar las Marianas, sino utilizarlas como plataforma de lanzamiento para fundar otras misiones. A su juicio, el rey Felipe V (1700-46) no podía abandonar a los chamorros (y a los nativos de las islas adyacentes) a su suerte, olvidando las obligaciones evangelizadoras contraídas por sus antecesores en virtud del Patronato Regio español. Su deber como soberano temporal y vicario espiritual era contribuir a la salvación de sus almas e impedir que murieran en su infidelidad94. Por esta razón, el monarca escribió una carta al padre Juan de Palacios, provincial jesuita de la Nueva España, con fecha en Barcelona, 13 de diciembre de 1701, ordenándole que enviara doce sacerdotes y tres coadjutores a las Filipinas, y por ende, a las Marianas95 . Tras el dictamen del fiscal de Indias, con fecha en 20 de febrero de 1700, los ministros del Consejo de Indias se reunieron el 5 de mayo para dictaminar sobre el pleito jurisdiccional entre el arzobispo y los regulares. Recogidos y sintetizados los puntos de vista de ambas partes, concluyeron que el arzobispo Diego Camacho no se había extralimitado en su intento de visitar las doctrinas, asistiéndole el derecho canónico. Acto seguido, el rey le envió un despacho, con fecha 20 de mayo de 1700, autorizándole a visitar y corregir a los doctrineros96. Asimismo redactó otro despacho para el presidente de la Audiencia de Manila y el gobernador, aprobando a la ayuda prestada al prelado. Posteriormente envió una carta a los Superiores Generales de las cinco órdenes religiosas, censurándoles abiertamente por los incidentes ocurridos en las parroquias de Tondo y Binondo. No sólo alababa la labor del arzobispo, sino que las conminaba a someterse a la jurisdicción del diocesano, amenazándolas con imponer su autoridad como protector del Concilio de Trento. Finalmente, el Consejo solicitó a su embajador en Roma, don Juan Francisco Pacheco Téllez-Girón, IV Duque de Uceda (1649-1718), que consiguiera del nuevo Papa Clemente XI (1700-21) una solución rápida al conflicto jurisdiccional, así como una sanción para los religiosos por entender que la obligación que los vinculaba a su ministerio era “ex voto iustitiae” y no “ex voto caritatis” 97. El 19 de enero de 1705 la Congregación del Concilio, integrada por cardenales independientes, llegó a un veredicto. Pocos días después, el 30 de enero, el papa Clemente XI (170021) dictó un breve (“Ad futuram rei memoriam”) por el que se zanjaba definitivamente el conflicto de la visita eclesiástica98. Acto seguido el breve fue enviado junto con una Real Cédula 91
AGN, Inquisición 543, Exp. 49, f. 435. Fernández Albadalejo, Materia de España, 98. Coello, “Colonialismo y santidad: la sangre de los mártires (1668-1676)”, 707-45. 94 “Carta del padre Lorenzo Bustillo al General Tirso González”, con fecha 14 de abril 1702 (ARSI, Philipp. 13, ff. 326r-26v). 95 “Carta del rey Felipe V al provincial jesuita de México, con fecha en Barcelona, 13 de diciembre 1701” (Lucas Alamán Papers, 1598-1853, Benson Latin American Collection, University of Texas at Austin, Doc. 21). 96 Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 250-52. 97 Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 249-50. 98 Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 277-78; De la Costa, Jesuits in the Philippines, 527. 92 93
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firmada por el rey Felipe V, con fecha 2 de septiembre de 1705, al nuevo gobernador de las Filipinas, el Maestre de Campo don Domingo de Zubálburu (1701-09), para que velase “por su entero cumplimiento” 99. Como ya señaló Horacio de la Costa, la decisión final no fue la esperada. La comisión papal certificaba el derecho de los prelados de Manila de visitar las más de 700 doctrinas o parroquias de su diócesis, reconociendo su jurisdicción eclesiástica en aquello que hacía referencia al cuidado de las almas y la administración de los sacramentos, limitando sus competencias en materia de censuras, traslados de párrocos y otros castigos sin consulta previa de sus superiores100. Ninguna causa eclesiástica podía pasar por vía de apelación, ni otro recurso, a Roma, por lo que los jesuitas no tuvieron más remedio que aceptar el veredicto. A cambio de garantizar su inmunidad, los religiosos debían comprometerse a permanecer en sus parroquias como curas de almas, habilitándolos para la administración de los sacramentos y el ejercicio de párrocos en substitución de los sacerdotes seculares. Para el General Tirso González, los obispos no tenían derecho a privar a sus superiores de su independencia para administrar las parroquias, pero se vio obligado a aceptar el veredicto. Si hasta entonces las órdenes habían tenido algunos argumentos para abandonarlas, ahora esos argumentos habían desaparecido por completo. Las doctrinas de Filipinas no eran simples misiones, sino verdaderas doctrinas. No sólo recibían, aunque irregularmente, un estipendio o congrua del rey, sino que además debían quedar bajo la jurisdicción del obispo. Cuando se supo el fallo de la comisión papal, el arzobispo Camacho fue promovido a la diócesis de Guadalajara, en la Nueva España (1704), a la que no se trasladó hasta dos años más tarde (1707-12), siendo substituido por el arzobispo dominico fray Francisco de la Cuesta101. Tras el acuerdo, el procurador Jaramillo no regresó a las Filipinas, retirándose a Ocaña, donde falleció (30/12/1707)102, mientras que el padre Morales fue relevado del cargo de provincial. Murió en Manila el 14 de junio de 1716103.
Bibliografía Archivo General de la Nación (AGN, México). Inquisición. Archivo General de Indias (AGI, Sevilla). Filipinas. Archivo Histórico de la Compañía de Jesús Provincial de Toledo (AHCJPT). Filipinas. Archivum Romanum Societatis Iesu (ARSI, Roma). Philippines.
99
Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, p. 279; Manchado López, “La Concordia de las religiones”, 74-75; Manchado López, Conflictos Iglesia-Estado en el extremo oriente ibérico, 26-27. De la Costa, Jesuits in the Philippines, 527-29. 101 En 1707 se posesionó del arzobispado de Manila, siendo trasladado a la diócesis de Michoacán, en la Nueva España, en 1724 (Rubio Merino, Don Diego Camacho y Ávila, 366). 102 De la Costa, Jesuits in the Philippines, 612. 103 Murillo Velarde, Historia de las Filipinas, Tomo IV, Cap. 28, citado en Lévesque, History of Micronesia, Tomo 12, 1998, 46-51; Tomo 7, 1996, 663. 100
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Alexandre Coello de la Rosa
Fondo Gesuitico. Arxiu Històric de la Companyia de Jesús a Catalunya (AHCJC, Barcelona). FILHIS Carpeta de mártires. FILEXP. Biblioteca Nacional (BN, Madrid). Andrés Serrano, SJ, Noticia de un gran número de islas de gentiles. Andrés Serrano, SJ. Breve Noticia del nuevo descubrimiento de las islas Pais, o Palaos, entre las Filipinas y Marianas, y del ardiente y fervoroso celo con que les promueven la santidad de N.M.S.P Clemente papa XI por sus breves apostólicos; el cristianísimo rey de Francia Luís XIII, el grande por su real carta; y nuestro piadosísimo y católico monarca Felipe V por su decreto y reales cédulas en Consejo de Indias (circa 1705-07). Coello de la Rosa, Alexandre, “Colonialismo y santidad en las islas Marianas: los soldados de Gedeón,” Hispania, Vol. LXX, nº 234 (2010): 17-44. Coello de la Rosa, Alexandre, “Colonialismo y santidad: la sangre de los mártires (1668-1676)”. Hispania Sacra, Vol. LXIII, nº 128 (2011): 707-745. Coello de la Rosa, Alexandre, “Del ocaso mariano a la utopía carolina (1696-1735)”. Manuscrito. Coello de la Rosa, Alexandre, “Introducción”, en Luis de Morales/Charles Le Gobien, SJ, Historia de las islas Marianas. Ed. de Alexandre Coello (Madrid: Ediciones Polifemo, 2012). De la Costa, Horacio, SJ, Jesuits in the Philippines, 1581-1768 (Cambridge: Massachussets, Cambridge UP, [1961] 1989). Charles E. O’Neill & Joaquín Mª Domínguez, SJ, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático (Madrid-Roma: IHSJ & Universidad Pontificia de Comillas, 2001). Espinar, Pedro de, SJ, Manifiesto jurídico defensorio, en respuesta de los reparos hechos por el Padre Fray Antonio de las Huertas de el Orden de Predicadores a un memorial que en el Real Consejo de las Indias presentó el Padre Luis de Morales de la Compañía de Jesús, procurador de su religión por las provincias de Filipinas, 1684. Farrell, Don A., History of the Northern Mariana Islands (Guam: Public School System of the Northern Mariana Islands, 1991). Fernández Albadalejo, Pablo, Materia de España. Cultura política e identidad en la España moderna (Madrid: Marcial Pons, 2007). García, Francisco, SJ, Vida y martyrio del venerable padre Diego de Sanvitores, de la Compañía de Jesús, primer apóstol de las islas Marianas… (Madrid: Ivan García Infanzón, 1683). Giudicelli, Christophe, “Pacificación y construcción discursiva de la frontera. El poder instituyente de la guerra en los confines del Imperio (siglos XVI-XVII)”, en Máscaras, tretas y rodeos del discurso colonial en los Andes, ed. Bernard Lavallé (Lima: IFEA & PUCP, 2005). Ibáñez y García, Luis, Historia de las Islas Marianas con su derrotero, y de las Carolinas y Palaos, desde el descubrimiento por Magallanes en el año 1521, hasta nuestros días (Granada: Imprenta y Librería de Paulino V. Sabatel, 1886). Le Gobien, Charles, Histoire des Isles Marianes nouvellement converties à la religion chrétienne (París: Nicolas Pepie, 1700). Lévesque, Rodrigue, History of Micronesia. A Collection of Source Documents (Québec: Lévesque Publications, 1997). Manchado López, María Marta, “La “Concordia de las religiones” y su significado para la historia de la iglesia en Filipinas”, en España y el Pacífico, ed. Florentino Rodao (Madrid: AECI & AEEP, 1989). – 474 –
El contexto de producción de la primera Historia de las islas Marianas (París, 1700)
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PARTE IV
La situación política de España en 1822 según un papel silenciado del Quai D´Orsay José Antonio Ferrer Benimeli Universidad de Zaragoza
E
n la historiografía española una de las escrituras más silenciadas, o mejor dicho menos utilizadas ha sido y sigue siendo la que, a pesar de su riqueza e interés se conserva en los archivos diplomáticos extranjeros. En uno de ellos, más conocido como del Quai d’Orsay de Paris, o Archivos del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia, hay un papel, dirigido al ministro correspondiente1, que lleva como título “Situación política de España” 2 -previo a otro dedicado a la “Intervención de 1823 en España” 3- que tal vez nos ayude a reflexionar o al menos a recordar lo que ocurría en España en torno a esa fecha crucial de 1822 y que culminó en esa otra no menos decisiva de 1823 y la nueva invasión francesa de España, protagonizada por los mal llamados “Cien mil hijos de San Luis”. Intervención extranjera en España acordada en el Congreso de Verona para devolver a Fernando VII su poder absoluto frente al de las Cortes Constituyentes de 18204. Esta escritura “silenciada”, que es paralela a la “Exposición hecha a las Cortes extraordinarias por 66 diputados sobre las causas de los males que afligen a la nación” 5, corresponde a uno de esos informes que no se hacen públicos, pero que en ocasiones pueden contribuir a cambiar el rumbo de la historia inmediata de un pueblo. En este caso, quizás lo de menos sea el autor 6 -que es un fiel partidario de los Borbones- sino las, a su juicio, “infor1
En aquellas fechas, de 1822 a 1824 lo era François-René de Chateaubriand (1768-1848), escritor célebre y autor, entre otras obras, del Genio del Cristianismo (1802), Los Mártires (1809), Las Aventuras del último Avencerraje (1826) y Memorias de Ultratumba (1833). 2 Archives Diplomatiques, Paris (a partir de ahora ADP), Espagne, vol. 147, fols. 198-223: “Situation Politique de l’Espagne”. 3 ADP, Espagne, fols. 318-331: “Intervention de 1823 en Espagne”. 4 Cortes que -a raíz de la intervención francesa- acabaron refugiándose, una vez más en Cádiz, hasta que con la conquista del Trocadero por los franceses, se “rescató” a Fernando VII quien recuperando su poder absoluto inició la conocida como “década ominosa”. En realidad los que tenían que haber intervenido en España eran los ejércitos austríaco y ruso. Pero Francia, para impedir el paso de estas tropas por su territorio -tal vez recordando lo que Napoleón había hecho unos años antes en España- se comprometió a que los franceses fueran los únicos protagonistas del rescate de Fernando VII. ADP, Espagne, fols. 318-331. 5 Leida en Cortes el 9 de octubre de 1822 y en la que entre otras cuestiones se habla de las “maquinaciones extranjeras”. Alberto Gil Novales, Las Sociedades patrióticas (1820-1823),( Madrid, Tecnos, 1975), I, 675. 6 El informe y las cartas de presentación que le preceden, están firmados por Julien Pasquier, fils, Chez Madame W. Herbin, rue de Boudy nº 40 à Paris.
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José Antonio Ferrer Benimeli
maciones de alta importancia” susceptibles de llamar la atención del Ministro, por ser de “gran utilidad para la causa del Rey Fernando”, como dice en su carta de presentación fechada el 24 de mayo de 18227. En una segunda carta, previa al escrito principal, completa algo lo ya apuntado en su presentación inicial, en la que prevenía al ministro “de las informaciones indispensables que se habían de tomar sobre los españoles que habitaban en Paris, Burdeos y otras ciudades de provincia”. A este fin aporta un curioso escrito con el epígrafe de “Observaciones Generales sobre los españoles que habitan Francia”. Empieza con una visión muy francesa de la hegemonía europea de Francia, que sigue teniendo actualidad: “Por su civilización la Francia ve a su pueblo colocado en Europa en primera línea. Y debe su altura a circunstancias felices que, desde tiempo inmemorial, han demostrado a los extranjeros que la nación francesa podía por su industria, por su coraje y por su saber, servir de ejemplo a las naciones extranjeras” 8 .
Después de recordar los acontecimientos acaecidos en Francia desde hacía treinta años (revoluciones, desórdenes, conspiraciones) dirigidos con tanta audacia y destreza por hombres “instruidos y peligrosos”, pone en guardia de lo que estaba sucedicendo en “un pueblo vecino del nuestro: España”. País que el autor del escrito conocía muy bien por haber vivido en Madrid mucho tiempo y tener relaciones particulares con personajes importantes. Pero el peligro mayor, en esos momentos, radicaba en Francia donde era evidente que existía abiertamente un partido opuesto al Gobierno del Rey y que estaba trabajando para la ejecución “de infames proyectos tramados en la sombra desde hacía tiempo”. Razón por la que había que conocer, tanto en Francia como en España, a las personas vinculadas al “partido de la oposición” y que eran “sus mayores enemigos”. Pues muchos españoles que se habían acercado al gobierno francés y sus autoridades, declarándose como muy unidos a la Causa Real, si eran sinceros, merecían la protección con que el rey de Francia les honraba. Pero si por el contrario entre los españoles existían hombres opuestos a la opinión que de ellos se tenía y no buscaban otro fin que el de dañar y ser enemigos de su rey, y cómplices de los facciosos franceses, había que establecer una escrupulosa vigilancia y atención sobre los que vivían en Francia, y en especial los que habitaban en París y Burdeos. Y desconfiando de la policía, propone que el propio Ministro de Asuntos Extranjeros debía ejercer la vigilancia y obtener información sobre: Quienes eran los españoles que habitaban en París y su domicilio. El precio de su alquiler. Sus gastos diarios. Sus medios de existencia. 7
ADP, Espagne, vol. 147, fols. 199-199v. ADP, Espagne, fols. 200-202v. Se refiere no tanto a los españoles prisioneros o deportados a Francia y que fueron destinados como “batallones de trabajadores” a limpiar canales de navegación y secar marismas (estudiados en su día por Jean-René AYMES, Los españoles en Francia 1808-1814. La deportación bajo el Primer Imperio, ( Madrid, Siglo XXI de España Ed., 1987) sino a aquellos “afrancesados” que siguieron al rey José, empleados en la administración civil y otros refugiados españoles que se encontraban en la indigencia, según un amplio e interesante dossier, fechado en Perpignan el 18 de septiembre de 1813. ADP, vol. 379, fols. 4-278. 8
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La sociedad que frecuentaban. Cual era su estado. Qué opinión se tenía de ellos en España. Desde cuando habían salido de la Península. Cual fue el motivo de su marcha. Desde cuando estaban en Francia. Desde cuando en París. Qué empleo y propiedades tenían en España. Si tenían fortuna. Con quienes mantenían correspondencia. Qué hacían antes de la entrada del rey.
Con los resultados obtenidos el Ministro podría juzgar la vigilancia especial que debería ejercer la policía, designando los agentes necesarios para tener controlados a aquellos extranjeros “cuya conducta mereciera esta precaución de seguridad”. Todas las medidas propuestas no tenían otro fin que prevenir grandes males y “descubrir las tretas ocultas de los jefes de partido” 9. Y ante la dificultad de encontrar el hombre adecuado para este trabajo, que por su posición y sus relaciones pudiera -sin inspirar ni temor ni sospecha a los españoles- ver, recibir y aprender todo lo que era necesario saber para el bien general, acaba el firmante del escrito ofreciendo sus servicios. Estamos ante el típico ejemplo de lo que hoy se denomina “conspiranoia”10, que tantos hombres y escritores a lo largo de la historia han sabido explotar en su beneficio. Y por poner un ejemplo, nos recuerda la figura y actitud de Bernard Fay, el de “La Masonería y la revolución intelectual del siglo XVIII”, que estuvo al servicio de la gestapo en París, donde ocupó entre otros el puesto de Director de la Biblioteca Nacional con la finalidad de hacer el expurgo de las obras contrarias a la ideología nazi11. Viniendo al documento principal “Situación Política de España”, se inicia con unas “Observaciones preliminares” que nos permiten acercarnos a algunos rasgos biográficos del autor, quien se presenta como testigo de dos revoluciones: la francesa y la española, y se autodefine como “verdadero observador y conocedor de las causas y sus efectos”: “Cuando estalló la Revolución francesa yo era todavía demasiado joven para tomar parte en ella, pero ví cómo se desarrollaba y crecía, y sus tristes resultados me hicieron verla con horror. En 1814 cuando los Borbones entraron en Francia compartí la alegría de los buenos franceses. Llamado a España por asuntos de finanzas, que me eran particulares, esta vez fuí testigo de una segunda Revolución. Pero instruido por el pasado, me convertí en verdadero observador y conocedor de las causas y sus efectos. 9
ADP, vol. 379, fol. 202. Sobre este asunto tuvo lugar en Valencia, del 17 al 19 de abril 2008, el I Simposio Internacional sobre teoría de la conspiración. 11 Sobre la actividad y bibliografía de Bernard Fay, José A.Ferrer Benimeli, El contubernio judeo-masónico-comunista, ( Madrid, Itsmo, 1982), y los 25 volúmenes de actas de los 12 Symposia Internacionales de Historia de la Masonería Española celebrados entre 1983 y 2009. y en especial el volumen de Indices de estos volúmenes, publicado en Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2009. 10
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José Antonio Ferrer Benimeli
Después de haberme penetrado del carácter español, me dediqué a examinar la conducta de los hombres más interesantes, especialmente los que contribuyeron a sacudir el trono de Fernando VII” 12 .
Tras esta introducción acusa a los agentes diplomáticos, y a muchos particulares de varios gobiernos, de estar próximos a los “liberales radicales”, por lo que se decidió a estudiar con gran circunspección todos los ardides del partido en cuestión y así “ser útil a mi Rey y contribuir a salvar a la familia de los Borbones”. Fruto de esa actitud, y a pesar de los peligros que corría como extranjero y la vigilancia muy activa que podían ejercer sobre él “los agentes revolucionarios eran las Observaciones que ofrecía al Ministro de Asuntos Extranjeros francés. Observaciones que están divididas en los siguientes apartados: La situación política de España Sus medios de Gobierno Sus administraciones Sus Fuerzas Armadas
para concluir con un Plan para salvar a la Familia Real de España, así como los medios a tomar para su ejecución13. Empieza recordando que la Constitución española se estableció con la fuerza de las armas, lo que forzó la aceptación por parte del rey. Y añade que los generales Riego, Quiroga, Mina, Porlier y Lacy fueron los padres de la misma. A continuación les dedica unas palabras: El General Porlier, tomó las armas, pero los servidores fieles del Rey lo detuvieron, fue condenado a muerte y ejecutado14. El General Lacy, el mejor general de España, fue igualmente detenido por la misma causa, llevado ante un Consejo de Guerra, condenado a muerte y fusilado. Todos los años se celebra en su memoria un servicio al que asisten personas de todas las clases15. Los otros tres generales, Quiroga, Mina y Riego son muy amados del pueblo, especialmente Riego16.
El autor del escrito continua diciendo que para establecer la situación política de la península era preciso comenzar por conocer bien la división de partidos existente y sus diferentes opiniones. En este sentido señala que estos eran cuatro: 12
ADP, Espagne, vol. 147, fols. 205-205v. ADP, Espagne, fol. 206. Este plan -añade- constituirá la segunda parte de mi trabajo. 14 ADP, Espagne, fol. 207. En nota dice que “fue agarrotado o estrangulado, el suplico utilizado en España”. 15 ADP, Espagne. Lo que por lo visto no sabía el autor de este escrito es que Lacy, siendo Capitán General del Reino de Galicia, el 12 de marzo de 1814, es decir diez días antes de que Fernando VII regresara a España, fue uno de los fundadores de una logia constituida en La Coruña bajo el título distintivo de Logia Constitucional de la Reunión Española, nombre que pocos días después cambió por el de Logia de la Reunión Española, eliminando el título de “Constitucional”, dada la actitud adoptada por Fernando VII en el famoso “Manifiesto de los Persas”. José A.Ferrer Benimeli, Masonería española contemporánea, Madrid, (Siglo XXI de España Ed., 1980), vol. 1, págs. 127-129. 16 Ferrer, Masonería, 127-129 13
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1º. Los Realistas absolutistas. 2º. Los Realistas Constitucionales ligados a la Constitución dada por el Rey Fernando17. 3º. Los Liberales Constitucionales, según la Constitución dada por los cinco generales. 4º. Los liberales republicanos que quieren la libertad del pueblo en toda la acepción de la palabra.
La radiografía que hace de cada uno de estos grupos en cuanto a su composición e ideología, sirve en la misma medida para conocer la mentalidad del autor y su grado de información. En la “Primera clase” situa a los absolutistas que identifica, sobre todo con el clero: “Los Realistas Absolutistas que forman la primera clase se componen en gran parte del clero, que es muy considerable en España, y de varios particulares que no son capaces de emprender nada. Digamos con verdad, que todos los partidos de esta causa, en masa no se atreven a declararse abiertamente y no tienen ninguna disposición a pronunciarse de una manera directa”.
En la segunda clase coloca a los realistas constitucionales con los que parece identificarse el autor, a tenor de las frases que les dedica: “La segunda clase, que se compone de Realistas constitucionales, puede ser mirada como la más numerosa. Es también la que ha dado más pruebas de fidelidad al rey, y todavía hoy día las da. Ha hecho varias tentativas18, todas sin éxito. Jamás ha disminuido su celo y siempre ha permanecido firme en sus principios. Pero viendo fracasar todos sus proyectos, esta clase, temiendo perder con ella la familia Real ha debido detenerse en su marcha y esperar la ocasión favorable de mostrar su adhesión al monarca”.
Los liberales constitucionales que representan la tercera clase son muy numerosos. “Todos siguieron el primer movimiento cuando se habló de establecer la Constitución, pero como en el partido hay muchas cabezas exageradas esta clase está dividida y un muy gran número de sus partidarios constitucionales se pasan con facilidad a la clase siguiente”.
Los republicanos forman la cuarta clase que se compone -dirá- “de todo lo que hay de más exagerado en España”. “No es la más fuerte en cuanto al número, pero es la que más inquieta, la más activa. Desde hace meses tiene progresos inauditos y debe necesariamente llevar a España a un cambio general en todas las instituciones. Esta clase, digo, se convierte, en consecuencia, en muy peligrosa para todos los partidos; se propone formar una especie de república, cuyos jefes son ya conocidos entre ellos y desde hace mucho tiempo”.
Tras esta descripción de los republicanos cuya fuerza y protagonismo le resulta al autor muy peligrosa, la reflexión final es que 17
Más conocida como Carta Otorgada. No especifica qué clase de tentativas, aunque se supone que para cambiar la situación en favor del rey.
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“no hay por qué disimular que los hombres más afortunados de la sociedad y de todos los rangos se han alineado entre los liberales constitucionales y entre los liberales republicanos que sostienen su partido y dan mucho dinero. Emplean sus fondos en seducir tanto a los oradores como al pueblo”19 .
Pero además de las cuatro clases anteriores, el autor añade una quinta, la de los “francesados” [sic], cuya difícil situación es pintada así: “En España existen hombres instruidos que en política parecían formar una clase particular, por su posición en la cual la Constitución y los decretos de Cortes les han colocado. Son los francesados que se encuentran por así decir rechazados de todos los partidos. Hasta el presente no han tenido ninguna especie de crédito; y a pesar de la diligencia que han puesto en alinearse bajo las órdenes del rey José, es no menos cierto, y lo debo decir en su alabanza, que en general permanecen fieles a la causa del rey Fernando y que marcharían de muy buena fe a la defensa de su soberano si vieran una garantía real y una seguridad en la iniciativa del jefe. Muy pocos francesados se han ido al partido liberal, porque se consideran como ultrajados de no haber entrado en el goce de sus bienes, obteniendo el derecho de volver a su patria, pues la amnistía no atañe a sus personas y casi ninguno de los españoles (josefinos) goza de su fortuna. Si estos mismos hombres, que parecen en este momento bastante tranquilos, encontraran en España una ocasión para mostrarse dignos de su rey y de su nación, lo harían sin dudar, pero hoy la nueva legislativa se compone en su mayor parte de liberales exagerados, y es de temer que, aunque estos últimos les ofrezcan ventajas, los francesados, o al menos un gran número de ellos, no se determine a secundar a los partidarios del sistema actual”20 .
Una vez descritos los grupos políticos pasa a analizar someramente las administraciones: interior, finanzas, rentas, impuestos, préstamos, justicia, policía, marina, ministerio de Ultramar, ministerio de Exteriores, religión, ministerio de la Guerra y milicia. Y lo hace en una rápida y sintética panorámica que le permite el paso siguiente, al que da más importancia, cual es la discusión de la situación política española. Del Ministerio del Interior dice que está muy bien organizado, y en especial la administración de Correos y su servicio que “rivaliza con los de Francia”. De la ingeniería afirma que posee profesores muy instruidos, siendo sus alumnos muy numerosos, destacando por sus talentos y compostura. Sin embargo es muy crítico con la administración de las minas que explota en provecho del Estado, y de las que no saca ninguna ventaja debido a la mala dirección. Esto hace que sean al Gobierno más onerosas que productivas. España -añade- posee una gran cantidad de minas de toda especie cuyos productos serían considerables y en consecuencia muy útiles al gobierno, pero en modo alguno se preocupa de sacar partido a esta rama de las rentas tan precisa a las potencias. Y se aventura a decir que tal actitud posiblemente sea debida a la falta de mineros o de gente capaz de dirigir los trabajos. De las minas pasa a las Finanzas a las que dedica más espacio y dice que están en esta nación en un estado alarmante siendo imposible que un hombre de Estado, por poco instruido 19
ADP, Espagne, fols. 208-209. ADP, Espagne, fols. 209-209v. Sobre esta cuestión Miguel Artola, Los Afrancesados, (Madrid, Turner, 1976), 274-278.
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que sea, pueda guardar mucho tiempo el Ministerio. Los recursos con los que contaban los Constitucionales no habían resultado tan elevados como la exorbitante suma que habían esperado sacar con el producto de los bienes nacionales. Pues estas ventas no se habían efectuado y sólo se iban haciendo muy lentamente y con muchas dificultades. Entre los motivos que al presente habían detenido su ejecución cita la desconfianza en las personas que estaban al frente del Gobierno, pero la mayor de todas era encontrar individuos a quienes estas propiedades pudieran convenir, pues era extremadamente difícil, por no decir imposible, en algunas partes de España donde estos bienes se encontraban situados. Y la razón estribaba en que “la mayor parte de los bienes nacionales en la península eran del clero, pues había habido muy pocos emigrados. Aquí hay una gran diferencia con lo que sucedió en Francia, donde a raíz de la revolución hubo muchas personas que emigraron. Se les incautó sus bienes, se vendieron y las enormes sumas sostuvieron la revolución”.
Y añade: “Además el rey de España en modo alguno puede contar con la abnegación de la nobleza de la península para sostener la causa real, pues se ha entregado completamente al partido liberal constitucional. Es un hecho tan cierto que la mayor parte de los Grandes de España es republicana. Nobleza que es totalmente contraria a la de Francia que cuando la emigración no cesó de estar unida a su Rey y familia, sacrificando sus bienes y su familia por la causa real. Esta diferencia es tan grande que no se puede en diplomacia establecer una comparación entre la revolución de Francia y la de España, pues los resultados nunca serán los mismos. Y sería un gran error suponerlo. Ni siquiera tienen un carácter que les aproxime al de los franceses en bien o en mal. Esta nación -concluye- no quiere en modo alguno imitar a los otros; es ambiciosa por amor propio, no por interés” 21 .
En el apartado de Rentas se fija en la administración de Aduanas que dice estar “bastante bien organizada” en cuanto a directores y oficinas al interior de las ciudades. Pero la parte activa está “sin orden y sin instrucción”, siendo ésta una de las principales causas de la proliferación de “bandas muy numerosas de contrabandistas que hacen el fraude con mucha audacia”. Pero da la impresión de que lo que más preocupa a nuestro autor francés es que los mismos contrabandistas eran “los que introducen en nuestras fronteras los escritos prohibidos”. Dato que resulta curioso y al mismo tiempo sintomático del cambio experimentado. En épocas anteriores los libros y papeles prohibidos pasaban de contrabando de Francia a España. Ahora -durante el llamado Trienio Liberal- es de España de donde pasan a Francia. Tras constatar que el Gobierno era engañado por sus propios empleados, la consecuencia era que no obtenía del sistema administrativo ni la mitad de la renta real, estando el pecado de esta Administración en su organización. A continuación pasa a hablar de los Impuestos en los que el Gobierno basaba sus esperanzas, pero que no podían cobrar, pues no había sido posible crear ni impuestos directos ni indirectos. Respecto a los préstamos el Gobierno español había recibido ya dos que habían 21
ADP, Espagne, fols.210-211.
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“servido mucho al sistema constitucional” dándole “el medio de consolidar su constitución”. Y las bases de un tercer préstamo, “que será considerable”, ya estaban en las Cortes “donde será aceptado”. Pues se habían preparado secretamente los medios y estaban de acuerdo varios banqueros de Londres, Holanda y Francia que ya habían contribuido a los dos primeros. Este tercer préstamo “asegurará infaliblemente el éxito y los proyectos del partido liberal”. Este apartado concluye con una pregunta “¿Qué garantía ofrece el Gobierno español a los préstamos, y a los acreedores?”. Y la respuesta que ofrece es elocuente: “Es un problema difícil de resolver”. Tampoco es muy positiva la breve visión que se hace de la Justicia. “La Justicia en España está instituida sobre bases muy desastrosas para el orden social”. Sin embargo -añade- “el crimen es castigado con una gran severidad” y las ejecuciones de los condenados se hacen “con orden y de una manera muy solemne”. El informe sobre la Policía tampoco es muy favorable: “El Gobierno español no tiene una organización de policía. Cada autoridad tiene la suya a su manera. Los Jefes políticos, los municipios, los alcaldes de cada ciudad son los encargados de la policía sin su atribución. Esta administración política no se parece en nada a la de Francia y es inconcebible que en un país como España, y con un tal pueblo, no haya más malhechores” 22.
También queda mal parada la Marina que dice estar en “un muy mal estado”, aunque los españoles pueden -con tiempo y dinero- remontar la situación -dirá- pues poseen todos los objetos de primera necesidad para la construcción. La gran dificultad para poner en actividad sus trabajos radica -según la visión un tanto simplista del informante- en que los hombres que trabajan en los astilleros “son perezosos”. Sin embargo -añade- el Gobierno se ocupa actualmente de los medios más urgentes para salir adelante y tener una actividad respetable en sus propios puertos y favorecer el comercio. Sobre la Religión aporta cuatro ideas que de forma sintética quedan así expresadas: “Siempre ha sido preponderante y bien sostenida siendo muy influyente pues detiene la efervescencia de las gentes mal intencionadas. El pueblo frecuenta las iglesias y asiste con respeto. Las creencias religiosas tienen alguna diferencia con las de Francia. Los españoles son muy celosos de su culto”.
Los Ministerios de Ultramar, Exteriores y Guerra son los últimos en ocupar la atención del informante. Del de Ultramar dice que en los momentos actuales tiene poca ocupación dado que todas las colonias, las Américas españolas, “se han hecho independientes” 23 y ya no presentan ni ventaja, ni interés para el Gobierno. Con relación al Ministerio de Exteriores constata que tiene el mismo trabajo que el de Francia, pero “un poco menos de desarrollo en cuanto al poder”. 22
ADP, Espagne. Fol. 212. ADP, Espagne, fol. 212v. No es del todo exacto pues España todavía conservaba Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico y Filipinas. 23
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Algo más se extiende en el Ministerio de la Guerra, que dice tiene “la misma organización que el de Francia: de 40 a 50.000 hombres en infantería y de 30 a 40.000 en caballería24. A estos cuerpos añade la Milicia “compuesta por los burgueses, propietarios y comerciantes de cada ciudad alcanzando los 110.000 hombres repartidos en infantería (70.000) y caballería (30 a 40.000). Milicia que en todas las circunstancias socorría a la tropa de línea, y en general estaba compuesta de muy buenos soldados, que en caso de necesidad se unían a la tropa para defenderse. Concluye con alguna reflexión sobre la situación de los militares, los soldados y la milicia, ésta última totalmente volcada por la Constitución. A modo de reflexión final sobre la situación política, y antes de pasar a lo que califica de discusión, y que es la parte central del informe25, le resulta extraño, en un país en revolución, ver a los hombres divididos, obrando a menudo los unos contra los otros. Por lo que, en cualquier caso, ningún Gobierno -sea el que sea- puede esperar reinar [sic] largo tiempo si no tiene los medios de hacer ejecutar sus leyes “sea por la confianza que inspira a sus súbditos, sea en fin por la fuerza que despliega”. La parte que denomina discusión empieza con una reflexión que nos indica la mentalidad absolutista del autor y la verdadera finalidad de todo el escrito y que tal vez sirvió de base o al menos contribuyó a la decisión del Congreso de Verona cuando se adoptó intervenir internacionalmente en España para salvar al rey: “Después de haber examinado bien atentamente todos los matices, se debe fácilmente juzgar en que espantosa situación se encuentra el rey de España. Y esta penible situación no hace sino agravarse de día en día por la fuerza de las circunstancias. ¡El rey de España está sin poder!... en su Palacio rodeado de sus más mortales enemigos. El rey Fernando no lo ignora. Su Majestad no puede obrar sin la aprobación de un Consejo, entregado a la causa liberal, o sin una decisión de las Cortes. He visto a menudo expuestos los días del Monarca” 26.
Tras esta visión un tanto apocalíptica de quien no entendía o no quería entender lo que era una monarquía constitucional, pasa a señalar los fallidos intentos hechos desde el interior por salvar al rey. “Los hombres entregados a la causa real han intentado a menudo salvar al infortunado rey. Han tenido lugar diferentes reuniones; diferentes planes han sido hechos por sus fieles servidores y con su consentimiento, pero el partido republicano ejerce una vigilancia muy activa, y conocía todos estos proyectos antes de que se empezaran a poner en marcha”.
Y después de mencionar los casos de Burgos y Pamplona27, añade que “todos aquellos que se ligaron para salvar a su rey, con su aprobación, han perecido ante sus ojos en el patíbulo mientras otros gimen todavía en las prisiones y en las cadenas”. 24
ADP, Espagne, fol. 214. En Francia eran 70.000 y 90.000 respectivamente. ADP, Espagne, fols. 214v-222v. 26 ADP, Espagne, fol. 214. 27 ADP, Espagne, fol.214. Alusión a las conspiraciones absolutistas de esas ciudades. En el caso de Burgos hubo incluso un intento de que el rey buscara allí refugio. 25
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Las páginas siguientes abundan en esta misma idea insistiendo en que los “liberales republicanos” controlaban la situación aprovechando la ignorancia del pueblo. Otro tanto dice del gran error en que se encontraban los diplomáticos que habían pensado que sería muy fácil formar un partido en España en favor de Fernando VII y la familia real, y así “restablecer al rey de España en todos sus derechos”. Porque los partidarios de la libertad examinaban todo y era difícil llegar a ningún resultado. Por esa razón, aquellos más afectos a la causa del rey que estaban determinados a tomar las armas y formar un pequeño ejército capaz de resistir, recorrían los pueblos y montañas para dar a conocer a todo el reino que existían personas muy determinadas, muy realistas y muy bravas”. “¿Qué habían hecho hasta el presente? Nada”. Más aún, lejos de ser útiles a la familia real, perjudicaban mucho a su tranquilidad, puesto que la vigilancia y el peligro aumentaban en función del progreso de sus partidarios28. No obstante -añade el informante- estos destacamentos de partidarios, repartidos por todos los puntos de España, podrían ser muy útiles y servir de una manera particular si se llegara a ejecutar un Plan bien trazado. Caso contrario todas las coaliciones acabarían sin éxito e incluso sin resultados satisfactorios. Intentar salvar al rey y sustraerlo de sus perseguidores era tanto más difícil porque las personas que le rodeaban y de las que tomaba consejo “estaban vendidos al Partido”. Más aún, “cada uno de los cortesanos engañaba la confianza del rey”, de forma que inmediatamente denunciaban cualquiera de sus proyectos: paseos, viajes a los alrededores de Madrid, etc. El rey está -dirá- “en una penosa esclavitud”. El paso siguiente es afirmar que era bien cierto que el proyecto tramado desde hacía dos años por los liberales republicanos, era crear en España una República. Por lo que, ante las desgracias y males que se avecinaban era preciso emplear los medios más rápidos y seguros para evitar que el rey y su familia fueran testigos de “estas escenas de horrores”. Continúa haciendo una particular descripción del “pueblo de España” del que dice el autor del escrito “que es difícil de emocionar, sobre todo los habitantes de los caseríos próximos a las montañas, que no son ambiciosos”. Pero dando un paso más añade que “los españoles, en general, son perezosos, muy sobrios, y consideran un mérito particular prescindir de las cosas menos indispensables. Razón por la que el partido realista había tomado la decisión de ya no contar con el pueblo, tanto más que estaba manipulado y era fiel a los liberales republicanos. Y entre estos, “el hombre más influyente y más peligroso era el llamado Bertrand de Lys” [sic], pues podía, cuando quería, sublevar al pueblo de Madrid contra la familia real y contra la autoridad en menos de una hora” 29. Y es aquí donde el autor del informe alude directamente a las sociedades patrióticas y a las sociedades secretas, como protagonistas de la historia. Pues España -dirá- debía a Ber28
ADP, Espagne, fols. 214v-215. ADP, Espagne, fols.215v-216. En realidad eran tres los Bertrán de Lis, los tres banqueros, comerciantes y políticos: Manuel, Vicente y Mariano. En abril de 1808 alistaron hombres para el alzamiento de Madrid contra los franceses y participaron en la revolución valenciana. No faltan quienes los consideran agentes dobles. Aunque en el informe no se especifica de quien se trata, bien pudiera ser Manuel que intervino en la conspiración para asesinar a Fernando VII y en la del Coronel Vidal, pudiendo escapar a Gibraltar y de ahí a Liorna. Tuvo gran protagonismo en el Trienio Liberal. Fue miembro de diferentes sociedades patrióticas de Barcelona, Madrid [La Fontana] y Valencia. En 1821 mandaba el batallón sagrado que asaltó el Ayuntamiento de Madrid el 5 de febrero, destruyendo los retratos de S.M. Fue diputado a Cortes por Valencia entre 1822 y 1823 hasta que tras la intervención francesa se refugió en Bruselas y en Inglaterra. No regresó a España hasta 1833 cuando murió Fernando VII. Gil Novales, II, 778-779. 29
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trand de Lys [sic] y al duque del Parque30 que se hayan creado “clubs o sociedades patrióticas en toda la península” 31. Pero cuando vieron que estos lugares de reunión “se convertían en citas tumultuosas, las autoridades locales tomaron medidas más o menos rigurosas, para impedir que estas asambleas tuviesen sus efectos, e interceptar así su comunicación, lo que alteraba totalmente la dirección de su plan” 32. En consecuencia determinaron crear sociedades secretas a las que dieron casi la forma de logias masónicas33. Creo que es importante subrayar que les dieron “casi la forma de logias masónicas”, es decir que estamos ante una sociedad secreta que no era la masonería, aunque adoptaron su forma o estructura externa34. En dichas sociedades -continúa el informe- solo admitían a personas conocidas por su opinión liberal quedando excluidos de estos círculos todo extranjero. Para no despertar sospechas a las autoridades sobre estas nuevas sociedades, fingieron emitir en la tribuna de la Fontana de Oro y en la de Malta35 principios peligrosos, a fin de obligar al Gobierno a cerrarlas. Y tras aludir a las medidas adoptadas con este motivo se sigue ocupando de las sociedades secretas: “En todas las ciudades de primer o segundo orden existen sociedades secretas. Cada una de ellas corresponde directamente con las de Madrid. Aquí todos están bajo la dirección de Bertrand de Lys, del Duque del Parque y de los generales Riego, Quiroga y Mina. Estas sociedades en todos los paises comienzan su reunión a la misma hora (es decir de 8 a 9 de la tarde). Los avisos e informaciones parten todos de Madrid con correos y conductores pertenecientes a la administración Postal de Madrid, miembros a su vez de estas sociedades, que son los encargados de llevar las diferentes cartas de comunicación. En ello les va la vida, pues si hacen la menor indiscreción y si traicionan su juramento para alejar cualquier tipo de sospecha al Gobierno sobre sus sociedades secretas, tienen la habilidad, o mejor dicho la audacia, de pagar oradores, miembros de su reunión, para comprometerlos a ir a diferentes cafés destinados a las asambleas, y allá, subidos sobre sillas o mesas, peroran contra el Rey, su familia y enfin contra las Cortes” 36.
Y todavía añade que es gracias a la comunicación de estas sociedades como los cinco personajes mencionados habían conseguido hacer nombrar miembros de las Cortes a todos los hombres que habían querido. Más aún -dirá- que estas sociedades habían sido las protagonistas de los diferentes motines que habían tenido lugar en 1820 y 1821 especialmente el movimiento popular en favor de Riego. A continuación pasa a describir lo que ocurrió: 30
En el original, duque del Parques. Dicho título, de origen italiano “Duca del Parco”, fue concedido en Sicilia, el 20 de enro de 1625, por Felipe IV a Giuseppe Alliata, 2º príncipe de Villafranca. Fue reconocido como título del Reino con Grandeza de España de 2ª clase el 22 de octubre de 1771, y el 14 de noviembre fue concedido sobre el marquesado de Vallecerrato. El 21 de abril de 1790 fue declarado Grandeza de 1ª Clase a favor de Vicente María de Cañas y Portocarrero, 9º marqués de Vallecerrato y 6º Duque del Parque, quien lo ostentaba en 1822. 31 Sobre las Sociedades Patrióticas Gil Novales. 32 ADP, Espagne, vol. 147, fol. 216. 33 El subrayado es mío. 34 Sobre esta cuestión Ferrer, Masonería, I, 134-151. 35 ADP, Espagne, fol. 216v. Gil Novales, que se ocupa in extenso de La Fontana de Oro, sin embargo no dice nada de la de Malta. 36 ADP, Espagne, fol. 217.
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“El pueblo circulaba por las calles de Madrid cantando canciones nacionales, gritando ¡Viva Riego! ¡Viva la libertad! Paralelamente los milicianos de todos los cuerpos estaban reunidos [en un teatro] y a cada discurso en honor del general gritaban ¡Viva Riego! ¡Abajo el Rey! Por la tarde el espectáculo se completó con la presencia de partidarios de Riego y de él mismo. El público pidió a voz en grito la canción del Tragala37 y se exigió que la orquesta ejecutara esta canción”.
Resulta llamativo el detalle con que es descrito lo ocurrido en esa ocasión -como si el informante hubiera estado presente- y que es completado así: “El jefe político en su palco rodeado de dos o tres municipales se opuso él sólo contra la intención del público, que se enfureció por esta oposición. El patio se sublevó; varios espectadores fueron hasta el palco con amenazas ultrajantes; mientras una gran parte del patio proponía matar al jefe político. Riego, viendo que la situación tomaba muy mal cariz se retiró y entonces cesó el ruido; se pudo representar el espectáculo. Se cantaron aires patrióticos, pero no el Tragala. Sin embargo, el jefe político se vio obligado, a pesar de su gran coraje, a tomar muchas precauciones para entrar en su casa y fue perseguido hasta su hotel. Al día siguiente recomenzó el tumulto. Se complotaba el asesinato del Jefe político. La autoridad viendo que las reuniones numerosas tomaban un carácter grave, hizo colocar en diversos puntos piezas de artillería. Riego recibió la orden de partir secretamente, lo que ejecutó sin dificultad. Tan pronto como Riego hubo abandonado Madrid, todo se calmó y cada uno entró en el orden. El Jefe político38 fue nombrado Consejero de Estado para recompensarle por su valor, celo y fidelidad”.
Todavía aporta otros casos menos graves, pero no por eso menos sintomáticos de la situación existente en España, según el informe en cuestión, cuyo autor tal vez tenía en el recuerdo lo sucedido en Francia unos años antes, durante la revolución. “A los mismos hombres se deben también los movimientos que tuvieron lugar en el camino del Escorial. Cuando el rey y su familia fueron a pasar unos días a ese monasterio, siguiendo una antigua costumbre, el rey tuvo el deseo de pasar algunos días más, pero el pueblo se opuso. Los oradores [políticos] se dirigieron a las Cortes para decir “que el pueblo quería ir a buscar al rey”. Las Cortes no pudieron calmar la impaciencia del populacho. El desgraciado monarca y su augusta familia fueron, pues, obligados a renunciar a su proyecto y volver a Madrid donde serían testigos de varias escenas escandalosas. Los exaltados pedían al pueblo que les hiciera el alto favor de librar a España del tirano de su libertad. Un tal llamado Sevilla39, sobre todo, reclamó al pueblo el honor de golpear el primero. También a ellos se debió el movimiento del pueblo y de la Milicia Nacional contra los Guardias de Corps; todos reunidos rodearon el cuartel de los Guardias de Corps y allí permanecieron acampados durante tres días. Se oían los gritos muy repetidos de abajo, abajo 37
ADP, Espagne, fol. 217, en nota añade: “Las palabras de esta canción son muy ultrajantes contra la persona del Rey”. ADP, Espagne, fols. 217-217v. El madrileño Pedro Sainz de Baranda y Gorriti fue alcalde de Madrid en 1812 y 1820, siendo nombrado en 1820 por clamor popular. Logró que Fernando VII jurara ante el Ayuntamiento madrileño la Constitución de 1812. Sobre Sainz de Baranda. Gil Novales, I, 622. 39 ADP, Espagne, fol. 218. Sin identificar. 38
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los Guardias de Corps. La Milicia había colocado sus cañones enfocados contra el cuartel. El pueblo estaba armado. Todo anunciaba una carnicería. El Rey, para evitar la sangre, licenció a los Guardias de Corps y el pueblo se retiró gritando ¡Viva el rey Constitucional”!
A continuación se ocupa de uno de los “movimientos populares más audaces y más extraordinarios que haya tenido lugar en España”, por obra de estos mismos hombres, que es descrito así: “Una veintena de hombres feroces se reunieron después del mediodía a la una y media en la Puerta del Sol. A las dos se dirigieron a la prisión donde estaba encerrado el cura de Tamajón40. Forzaron las puertas a pesar de la guardia; fueron al calabozo del cura y lo asesinaron. A las dos treinta la matanza había terminado. Los asesinos recorrieron las calles de Madrid, acompañados por el pueblo cantando su canción patriótica de libertad. Este mismo pueblo descontento del juez que, en lugar de condenar a muerte al cura, sólo le había enviado por diez años a galeras, se dirigió a casa del juez para asesinarle, pero tuvo el tiempo justo de abandonar la ciudad. Estuvo ausente cinco meses. Pero lo más extraordinario de este suceso es que a las once horas de la mañana todo el mundo sabía en Madrid que se iba a asesinar al cura, pero ni el Gobierno, ni la autoridad, tomaron ninguna medida para detener el escándalo. Un atentado tan audaz demuestra muy claramente la debilidad del Gobierno y denota de manera evidente la influencia de los hombres que he señalado” 41.
Tal vez para compensar la impresión causada con la descripción anterior, o como explicación de la misma, los párrafos siguientes están dedicados a explicar, a su manera, el carácter de la nación española. “En un primer momento el pueblo español es terrible; va derecho al fin que le es señalado. Si es conducido sabiamente hace el bien; pero cuando es dirigido para hacer el mal, es difícil detenerlo. El pueblo es sanguinario. Si la autoridad ante la que el pueblo español se presenta le hace justicia sobre lo que pide, se retira. En general obedece las órdenes de la autoridad, pero es preciso que tenga una muy grande confianza en los hombres que la detentan, pues sin esto no hace nada, sigue su primera intención y la ejecuta. Este pueblo no es instruido; es muy ignorante y recibe fácilmente la impresión que se le da. No obstante, debo decir en verdad, que en general ama al Rey. Es uno de los beneficios de la religión, además de otros muchos que allí ha hecho”.
Y aquí introduce nuevamente la cuestión de las sociedades secretas: “Los miembros de las sociedades secretas emplean todos los medios posibles para destruir el clero de España. Incluso han llegado a hacer entrar, como miembros, a sus reuniones a diferentes eclesiásticos”. Tal es el carácter de la nación española. 40 ADP, Espagne, fols. 218v-219. En el escrito se transcribe “Tamancon”. Su nombre era Martín Vinuesa, capellán de honor del Rey, al que le habían incautado unos papeles sediciosos antiliberales y en contra de la Constitución. 41 ADP, Espagne, fols. 218v-219, otras versiones de este mismo suceso en GIL NOVALES, I, 598-599 y 611-617.
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José Antonio Ferrer Benimeli
Cuestión que le sirve para introducir la conclusión en la que empieza hablando del rey y la dolorosa situación en que se encontraba y así justificar una llamada de ayuda poniendo en guardia frente a las sociedades secretas y el proyecto liberal que -según el autor del escrito que no logra separarse de la experiencia revolucionaria francesa- era nada menos que establecer en España un Consulado en manos de cinco personas. “Hay que esperar que en el estado de crisis en que se encuentra España haya un soberano que fije su mirada en la península y que la desastrosa suerte de la Familia Real atraiga su atención particular. Las personas que hayan vivido en Madrid, y que hayan examinado la posición dolorosa en que se encuentra reducido el rey de España, deben apresurarse a volver a su patria, y comunicar sus observaciones a su Gobierno42. Desde hace mucho tiempo los dirigentes del partido liberal han decidido que era preciso llegar a un acuerdo medio para cambiar en algo la Constitución. Era preciso determinar una medida definitiva para que el poder no se divida más y que pertenezca al Jefe [sic] de las Cortes. En todas las sociedades secretas se ha decidido unánimamente que era preciso cambiar la marcha de los asuntos. Su proyecto es establecer un Gobierno de cinco Cónsules que tendrán el poder absoluto. El rey será el encargado de ejecutar las órdenes del Consulado. Poco a poco están llegando al éxito de su empresa”. Los cinco cónsules designados son: 1º El General Riego 2º El General Quiroga 3º El General Mina 4º El Duque de los Parques [sic] 5º El Señor Bertrand de Lis. Todos los medios les serán buenos para llegar y conseguir sus fines43.
Las últimas líneas están dedicadas a mostrar la división de opiniones existentes en España y especialmente en las Cortes. Dicen bien al afirmar que no queremos asesinar a nuestro rey. Pero ¿pueden y podrán cuando ellos mismos los hayan lanzado a los excesos? ¿Ignoran que no serán dueños de dirigirlos, ni de parar su marcha sanguinaria? “En la última sesión de las Cortes las personas que componían esta asamblea estaban divididas ideológicamente. La mayor parte era liberal. Es cierto, pero no podrán tomar las medidas severas que se habían indicado y propuesto por personajes influyentes en las Cortes y en las sociedades secretas. Pero hoy que la asamblea de las Cortes está compuesta de sus partidarios, pues ellos mismos son miembros de esta cámara, van a salir de estos nuevos representantes del pueblo, decretos extremadamente rigurosos para impedir los abusos y los movimientos de los que ellos llaman serviles”. “Las medidas que pregonan tomar serán terribles, crueles hasta donde se puede imaginar. No dejarán nada por hacer para masacrar las personas afectas a la causa del Rey Fernando, si un Gobierno paternal no viene rápidamente en socorro de una Familia Real desafortunada, cuya suerte es la más deplorable”. 42
ADP, Espagne, fol. 219v. En realidad era lo que el mismo autor del informe estaba haciendo. ADP, Espagne, fol. 220.
43
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La situación política de España en 1822 según un papel silenciado del Quai D´Orsay
Tras estas palabras no es de extrañar que en los mismos archivos del Ministerio de Asuntos Extranjeros franceses, uno de los documentos que siguen al anterior sea precisamente el titulado “Intervención de 1823 en España”. Pero antes, el autor del informe que estamos analizando describe así la particular visión que de los franceses -según él- tenían los españoles: “Es preciso observar con mucha atención que, en general, los españoles de todos los partidos detestan a los franceses, les tienen un gran odio y en su sociedad secreta no admiten a ningún extranjero. No quieren emplear en su servicio militar a ningún francés, ni siquiera a los que servían desde hace tiempo en su ejército. Ningún extranjero es tampoco admitido en los empleos civiles aunque habite en España desde hace treinta años. El pueblo va tan lejos en su odio contra los franceses que, cuando algunos de ellos forman en España un negocio de muy grande utilidad a la nación, este pueblo malhechor quema este establecimiento sin ninguna consideración. Podría citar varios ejemplos que han sucedido muy recientemente. Muchos franceses que están en España han hecho cabe el Gobierno diferentes diligencias para ponerse a su servicio pero han sido siempre rechazados. Añadiría que, en general, todos los franceses refugiados en España son mal vistos” 44 .
En realidad todavía estaba muy reciente la guerra de la Independencia y los atropellos, matanzas y robos realizados a lo largo de toda la geografía española por los franceses del ejército de Napoleón, que tan bien reflejó Goya en sus “desastres de la guerra”. Recuerdo que todavía hoy -a dos siglos de distancia- existe en muchos pueblos y ciudades españolas. Ante esta situación, sin embargo, se pregunta el autor del informe: “¿Será siempre así?”. Y él mismo se contesta: “Yo añadiría que no”. Los liberales hoy reinan y gobiernan en España, y están muy convencidos de que si, por un acaso o un suceso extraordinario, la península estuviera en guerra con Francia, estos mismos franceses de los que constantemente han rechazado sus servicios, les serían de gran utilidad y de un gran socorro. Al menos es lo que esperan todos los franceses refugiados en España. Pero supongamos que tenga lugar una declaración de guerra entre estas dos naciones, lo que no es probable, puesto que las dos potencias están perfectamente unidas; supongamos que tiene lugar una guerra y examinemos si esta diferencia sería en favor de los intereses de la familia real. Yo afirmaría que no, porque el Rey está en poder de ellos y si las Cortes o el partido liberal vieran que esta guerra tiene por fin ir en socorro del rey Fernando, desde ese momento la familia real se convertiría en su prisionera, y sus días estarían expuestos al peligro más inminente. Por el contrario, supongamos que el rey y su familia real fueran llevados a un país extranjero y que en seguida Fernando, a la cabeza de un ejército volviera a sus Estados para dar una Constitución a su pueblo, entonces el Rey de España tendría numerosos partidarios, y los extranjeros que le acompañaran serían perfectamente acogidos. Caso contrario todas las tentativas serían inútiles; se aprovecharían del odio que existe contra los franceses; éste se despertaría, y no sería extraño ver una leva en masa que se opondría a un proyecto que había sido concebido con buenas intenciones, y después de grandes desgracias habría que renunciar a él.
44
ADP, Espagne, fols. 220v-221.
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José Antonio Ferrer Benimeli
Lo repito, para sacar partido de España es preciso llevarse al Rey y su familia, pero con engaño...
Pero así como unos años antes Napoleón había tenido éxito cuando con un plan semejante consiguió atraer a Carlos IV y a su hijo Fernando y a prácticamente toda la familia real, ahora para el informante, aunque difícil, no era imposible. “Este plan parecerá difícil, imposible de ejecutar, a juzgar por el poco éxito que han obtenido las diferentes tentativas hechas hasta ahora para salvarle. Añadiré que todas han sido mal llevadas y hechas con indiscreción. Sólo se llegará a sacar a la familia real del precipicio en el que se encuentra si se actua con prudencia y delicadeza, y sobre todo con el consentimiento bien determinado de la familia real. Es con pena que deba terminar mi escrito declarando que sus protectores jamás sacaran al Rey Fernando, así como a su augusta familia, de su penosa posición y que quedaran abandonados al mayor de los peligros”.
Y la conclusión definitiva, después de haber planteado este panorama un tanto apocalíptico para el rey de España, es la siguiente: “Daré el plan bien detallado, así como los pasos a seguir para salvar al Rey si mi trabajo parece útil y merece fijar un instante la atención de Vuestra Excelencia y si se digna ordenarme que continue. El plan del que hablo será la segunda parte de mi trabajo, que me comprometo a someter a V.E. si -me atrevo a repetirlo- se digna honrarme de su confianza y aprobar la continuación de una obra inspirada por mi afecto a la augusta Familia de los Borbones” 45.
El hecho de que este “escrito silenciado” se encuentre archivado en el Ministerio del Quai d’Orsay de Paris es señal de que se le concedió atención, fuera o no dado el paso siguiente ofrecido de presentar un plan de los pasos a seguir para salvar al rey de España. Es importante subrayar el hecho de que el destinatario del mismo, el ministro de Asuntos Extranjeros, Chateaubriand, fue en persona uno de los negociadores franceses en el Congreso de Verona. Por otro lado en la “Nota sobre la intervención francesa en España en 1823” -que se conserva en el mismo archivo y legajo46 - se observa que la justificación está fuertemente marcada por el informe que hoy hemos sacado de su silencio dos veces secular.
45
ADP, Espagne, fols. 221v-222v. ADP, Espagne, fols. 324-330v.
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Introducción a la protección de la información: “criptografía” José Manuel Huidobro COIT (Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación)
L
a criptología -ciencia que estudia e investiga todo aquello relacionado con la criptografíatal y como hoy en día se concibe, es una técnica de enmascaramiento de la información estrechamente unida al mundo de la informática y a las redes de ordenadores, como puede ser Internet, y poco tiene que ver con aquella asociada a fascinantes máquinas de cifrar, que adquirieron gran fama tras su uso en la II Guerra Mundial y más aún, remontándonos a siglos pasados, con los métodos, técnicas y artilugios utilizados por emperadores, gobernantes, militares y en general diversas civilizaciones para mantener sus secretos a buen recaudo. Si se repasa la historia de la primera mitad del siglo XX y en especial todo lo relativo a la información secreta que se transmitía en forma cifrada para ocultarla y que, tras ser interceptada por el enemigo, era criptoanalizada en verdaderas empresas rompedoras de códigos, no resulta nada extraño las afirmaciones hechas por políticos de la época en cuanto a que el uso de las técnicas criptográficas cambió el curso de los acontecimientos. A partir de esta época, serán los ordenadores y la informática quienes toman el relevo del protagonismo en los sistemas de cifra, que han alcanzado cotas inimaginables gracias a la enorme potencia de cálculo y velocidad de los modernos procesadores, así como de los programas software de que hacen uso. Muchos de los criptosistemas clásicos, en particular aquellos que transforman el mensaje en claro aplicando técnicas de sustitución y transposición, basan su seguridad principalmente en el secreto de la transformación o algoritmo de cifra, lo que es también una diferencia fundamental con respecto a los sistemas modernos, en los que el algoritmo se hace público puesto que la fortaleza del sistema reside en la imposibilidad computacional de romper una clave secreta. 1. Introducción Histórica La criptología -ciencia que estudia e investiga todo aquello relacionado con la criptografía- tal y como hoy en día se concibe, es una técnica de enmascaramiento de la información estrechamente unida al mundo de la informática, las redes de ordenadores y las autopistas de la información, poco tiene que ver con aquella asociada a fascinantes máquinas de cifrar, que adquirieron gran fama tras su uso en la II Guerra Mundial y más aún, remontándonos a siglos pasados, con los métodos, técnicas y artilugios utilizados por emperadores, gobernantes, militares y en general diversas civilizaciones para mantener sus secretos a buen recaudo. – 495 –
José Manuel Huidobro
En aquellos tiempos, el mundo de la criptología estaba vinculado directamente con el poder fáctico, ligado a secretos de estado, asuntos militares, de espionaje y diplomáticos, en todo caso siempre seguido de una aureola de misterio y que incluso salta a la literatura de ficción en el cuento "El escarabajo de oro" de Edgar Allan Poe, publicado en 1843 en Dollar Newspaper. Se trata de un relato de aventuras cuyo eje principal gira en torno al criptoanálisis de un conjunto de caracteres extraños que aparecen en un pergamino cifrado y cuyo texto esconde el lugar exacto donde se encuentra enterrado el valioso tesoro de un pirata de nombre Kidd. El sistema de cifra es uno de los más simples, el denominado monoalfabético por sustitución con alfabeto mixto, de forma que nuestro protagonista William Legrand no tiene más que aplicar las estadísticas del lenguaje, alguna que otra suposición sobre formación de palabras y una pizca de intuición para hacer corresponder los signos del enigmático criptograma con letras del alfabeto y así poder descifrar el mencionado pergamino. A comienzos del siglo XX el uso de la criptografía en las transmisiones de mensajes cobra una importancia inusitada por los tiempos que corrían (I y II Guerras Mundiales), originando esto un gran auge tanto de las técnicas como de las máquinas de cifrar. El 17 de enero de 1917 William Montgomery, criptoanalista de la sección diplomática del Almirantazgo de la Marina Británica en Londres, intercepta un telegrama lleno de códigos que el Ministro de Relaciones Exteriores alemán Arthur Zimmermann envía a su embajador en los Estados Unidos. Tras romper los códigos, descubren atónitos que entre otras cosas el mensaje anunciaba la guerra con los Estados Unidos. Con ello los EEUU entran en la confrontación mundial y ayudan a los aliados a ganar la guerra. Según palabras de David Khan, autor de la obra más completa sobre historia de la criptografía, "Nunca un único criptoanálisis ha tenido tan enormes consecuencias". De hecho, el descubrimiento de este secreto cambió el rumbo de la historia. Y no es el único caso. Otro ejemplo histórico lo tenemos en plena II Guerra Mundial. El 7 de diciembre de 1941, la radio de la estación naval de Bainbridge Island, cerca de Seattle, intercepta un mensaje de solamente 9 minutos desde Tokio a la Embajada Japonesa en los Estados Unidos. El radiotelegrama estaba cifrado con una máquina que los norteamericanos llamaron Purple, cuyo código fue roto por William Friedman, quizás el criptólogo más importante de la historia, y un grupo de criptoanalistas. Si bien es cierto que ello no pudo evitar el ataque de los japoneses a Pearl Harbor, el esfuerzo realizado por todos en la destrucción de tales códigos jugó luego un papel fundamental y marcó la derrota del pueblo nipón así como el fin de la guerra. En resumen, si se repasa la historia de la primera mitad del siglo XX y en especial todo lo relativo a la información secreta que se transmitía por radio en forma cifrada y que, tras ser interceptada por el enemigo, era criptoanalizada en verdaderas empresas rompedoras de códigos, no resulta nada extraño las afirmaciones hechas por políticos de la época en cuanto a que el uso de las técnicas criptográficas cambió el curso de los acontecimientos, desequilibrando la balanza hacia un sentido. A partir de esta época, serán los ordenadores y la informática quienes toman el relevo del protagonismo en los sistemas de cifra. Hay dos hechos significativos que marcan un punto de inflexión en el mundo de la criptografía. El primero de ellos, los estudios que en el año 1948 realiza Claude Shannon sobre teoría de la información y criptología: desde ese momento, la criptología deja de ser considerada como un mero arte rodeado de un cierto aire de misterio y en algunos casos escepticismo, para ser tratada como una rama más de las matemáticas. Hoy también tienen un papel fundamental – 496 –
Introducción a la protección de la información: “criptografía”
la informática y las ciencias de la ingeniería. El segundo hecho es la publicación en el año 1976 de un artículo por parte de Whitfield Diffie y Martin Hellman en el que proponen una nueva filosofía de cifra, dando lugar a los criptosistemas de clave pública. Según lo anterior, podríamos afirmar entonces que la criptografía clásica abarca desde tiempos inmemoriales, como veremos a continuación, hasta los años de la posguerra, es decir, hasta la mitad del siglo XX. El adjetivo de clásica, en contraposición al de criptosistemas modernos, se debe tanto a las técnicas utilizadas en las primeras, básicamente operaciones de sustitución y transposición de caracteres, con o sin clave pero siempre unido al concepto de clave secreta, como al uso de máquinas dedicadas a la cifra. En el caso de los sistemas modernos, éstos hacen uso, además de lo anterior, de algunas propiedades matemáticas como, por ejemplo, la dificultad del cálculo del logaritmo discreto o el problema de la factorización de grandes números, como vimos en el capítulo anterior, unido esto a la representación binaria de la información. No obstante, muchos sistemas modernos y que en la actualidad se siguen utilizando, como los algoritmos de clave secreta Data Encryption Standard (DES) e International Data Encryption Algorithm (IDEA), se basan en conceptos que podríamos denominar clásicos como son los de transposición y sustitución con una clave privada, si bien en estos sistemas la operación se realiza sobre una cadena de bits y no sobre caracteres. Muchos de los criptosistemas clásicos, en particular aquellos que transforman el mensaje en claro aplicando técnicas de sustitución y transposición, basan su seguridad principalmente en el secreto de la transformación o algoritmo de cifra. Es ésta también una diferencia fundamental con respecto a los sistemas modernos, en los que el algoritmo se hace público puesto que la fortaleza del sistema reside en la imposibilidad computacional de romper una clave secreta, aunque eso no es imposible, sino que es sólo cuestión te tiempo, pero puede ser tanto que el sistema se pueda considerar seguro. Observe que el hacer público el algoritmo de cifra permite al criptólogo evaluar la calidad del software desarrollado, en tanto será estudiado por la comunidad científica intentando buscar un defecto, una puerta falsa, una rutina innecesaria, una codificación no depurada, etc. A pesar de que pueda parecer que términos como código secreto, o cifrado de la información están creados recientemente, la realidad es bien distinta. En efecto, desde el inicio de los tiempos, el Ser Humano siempre ha tenido secretos de la más diversa índole y buscado protegerlos de miradas indiscretas. Ya en tiempos del Imperio Romano, Julio César empleaba un sencillo algoritmo para evitar que sus comunicaciones militares fueran interceptadas. Sin embargo, con la aparición de los ordenadores y su empleo como asistentes a la hora de descifrar un mensaje, lo que sí se produce es una transición de la criptografía clásica a la moderna. Así, pues, ya desde la antigüedad el hombre tuvo la necesidad de transmitir información sin que otros hombres enemigos tuvieran la posibilidad de obtenerla. De esta necesidad de mantener secretos surgió la criptografía, el arte de ocultar la información. Según el Diccionario de la Real Academia, la palabra Criptografía proviene del griego (criptos, oculto, y grafos, escritura), y su definición es: "Arte de escribir con clave secreta o de un modo enigmático". Obviamente la Criptografía hace años que dejó de ser un arte para convertirse en una técnica, o más bien un conglomerado de técnicas, que tratan sobre la protección frente a observadores no autorizados de la información. Entre las disciplinas que engloba cabe destacar la Teoría de la Información, la Teoría de Números o Matemática Discreta, que estudia las propieda– 497 –
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des de los números enteros, y la Complejidad Algorítmica. Así, una definición más acorde con los tiempos modernos puede ser la que hace el profesor Jorge Ramió en su obra Seguridad Informática y Criptografía. UPM, 2006 “Criptografía: Rama inicial de las Matemáticas y, en la actualidad, de la Informática y la Telemática, que hace uso de métodos y técnicas con el objeto principal de cifrar y/o proteger un mensaje o archivo por medio de un algoritmo, usando una o más claves. Esto da lugar a diferentes tipos de sistemas de cifra que permiten asegurar estos cuatro aspectos de la seguridad informática: la confidencialidad, la integridad, la disponibilidad y el no repudio de emisor y receptor”.
Conviene hacer notar que la palabra criptografía sólo se refiere al uso de códigos, por lo que no engloba a las técnicas que se usan para romper dichos códigos (criptoanálisis). El término criptología, aunque no está recogido aún en el Diccionario, se emplea habitualmente para agrupar estas dos disciplinas. Criptosistema es el término que se emplea para denominar el sistema que realiza el cifrado y descifrado. A lo largo de la historia se han ido desarrollando diversos métodos criptográficos. Los que se desarrollaron hasta la II Guerra Mundial son los conocidos como métodos clásicos y, a partir de ésta, .cuando se comenzaron a usar máquinas para encriptar mensajes, que fueron los embriones de los ordenadores, empieza la criptografía moderna. Los métodos clásicos Podemos considerar las formas más primitivas de lenguaje escrito (por ejemplo los jeroglíficos del antiguo Egipto) como técnicas criptográficas, ya que eran muy pocos los capacitados para interpretar los símbolos utilizados. A pesar de esto era necesario enmascarar los símbolos que formaban los mensajes ya que, aunque había pocas personas capacitadas para entender los mensajes, no todas estaban autorizadas para hacerlo. Los espartanos utilizaron, en el 400 a.C., la escitala, que puede considerarse el primer sistema de criptografía por transposición, es decir, que se caracteriza por enmascarar el significado real de un texto alterando el orden de los signos que lo conforman. Los militares de la ciudad griega escribían sus mensajes sobre una tela que envolvía una vara. El mensaje sólo podía leerse cuando se enrollaba sobre un bastón del mismo grosor, que poseía el destinatario lícito. El método de la escitala era extremadamente sencillo, como también lo era el que instituyó Julio César, basado en la sustitución de cada letra por la que ocupa tres puestos más allá en el alfabeto. Algoritmo de la escitala espartana El método de la escitala era extremadamente sencillo, como también lo era el que instituyó Julio César. Este algoritmo se basa en la trasposición de las letras del mensaje en claro de manera que solo pueda ser descifrado si el receptor del mensaje tiene la clave (en este caso la escitala). El funcionamiento es simple, se coge una tira de papel que se enrolla alrededor de la escitala y una vez enrollada se escnbe el mensaje en claro de arriba abajo y de izquierda a derecha de manera que al desenrollar la tira de papel el mensaje aparece cifrado mediante la trasposición de las letras. – 498 –
Introducción a la protección de la información: “criptografía”
La manera de poder descifrar este mensaje se hará enrollando la tira de papel que contiene el mensaje cifrado en una escitala con exactamente las mismas medidas que la que tiene la del emisor de manera que las letras irán a quedar en la misma disposición que cuando el emisor lo escribió. De una manera más gráfica, podemos representar la escitala como una tabla en la que se escriben las letras de arriba abajo y de izquierda a derecha. Por ejemplo: Para cifrar el mensaje "Esto es una prueba" teniendo una escitala a la cual le caben 6 vueltas y tiene un grosor de manera que le caben 3 letras por vuelta (esto lo podemos ver como una tabla como la siguiente: E
S
S T
P R
U
U
O N
E
A
B
E
A
Como se puede ver el mensaje en claro se escribe de arriba abajo y de izquierda a derecha. Para enviar el mensaje cifrado lo que haremos será re-escribirlo leyéndolo de izquierda a derecha y de arriba abajo.
Como hemos comentado para obtener el mensaje cifrado lo que haremos será leer el mensaje que se encuentra en la tabla de izquierda a derecha y de arriba abajo, de este modo el mensaje anterior quedaría: E
S
S T
P R
U
U
O N
E
A
B
E
A
Una vez escrito el mensaje en claro lo re-escribimos leyéndolo de izquierda a derecha y de arriba abajo, de modo que el texto cifrado queda como podemos ver abajo:
"ESPS RTUUONE ABE A" En los escritos medievales sorprenden términos como Xilef. Para esconder sus nombres, los copistas empleaban el alfabeto zodiacal, formaban anagramas alterando el orden de las letras (es el caso de Xilef, anagrama de Félix) o recurrían a un método denominado fuga de vocales, en el que éstas se sustituían por puntos o por consonantes arbitrarias. Cualquiera que – 499 –
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haya leído el libro El Código Da Vinci de Dan Brown, publicado por Random House en 2003, ha tenido la oportunidad de ver numerosos ejemplos de esto. La criptografía resurgió en la Europa de la Edad Media, impulsada por las intrigas del papado y las ciudades-estado italianas. Fue un servidor del Papa Clemente VII, Grabiele de Lavinde, quien escribió el primer manual sobre la materia en el viejo continente. En 1466, León Battista, músico, pintor, escritor y arquitecto, concibió el sistema polialfabético que emplea varios abecedarios, saltando de uno a otro cada tres o cuatro palabras. El emisor y el destinatario han de ponerse de acuerdo para fijar la posición relativa de dos círculos concéntricos, que determinará la correspondencia de los signos. Un siglo después, Giovan Battista instituyó una nueva técnica. La clave, formada por una palabra o una frase, debe transcribirse letra a letra sobre el texto original. Cada letra del texto se cambia por la correspondiente en el alfabeto que comienza en la letra clave. Otro aparato de cifrado es el cilindro de Jefferson, que fue inventado por Thomas Jefferson (1743-1826), el autor de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, aunque el primero en fabricarlo en serie fue Etienne Bazeries en 1891. Este aparato consiste en una serie de discos que giran alrededor de un mismo eje y llevan impresas las letras del alfabeto, dispuestas en distintos órdenes como se puede apreciar en la figura 1. El emisor mueve los discos hasta poner en línea las letras que necesita para escribir el mensaje y, entonces, lo codifica transmitiendo las letras que hay en cualquier otra línea. Para descodificar el mensaje, el receptor coge su propia rueda y pone las letras del código en orden. Después no tiene más que buscar la línea de letras con el mensaje enviado. En la ilustración se muestra el resultado de cifrar las palabras "secret” “word" es decir "mvdtswxhxr”.
Figura 1. Disposición de letras en el cilindro de Jefferson.
Pero los métodos clásicos distan mucho de ser infalibles. En algunos casos, basta hacer un simple cálculo para desentrañar los mensajes ocultos. Si se confronta la frecuencia habitual de las letras en el lenguaje común con la de los signos del criptograma, puede resultar relativamente sencillo descifrarlo. Factores como la longitud del texto, el uso de más de una clave o la extensión de esta juegan un papel muy importante, así como la intuición, un arma esencial para todo criptoanalista. Los métodos modernos En el siglo XX la criptografía sufrió un avance espectacular. Retomando el concepto de las ruedas concéntricas de Alberti, a principios de la centuria se diseñaron teletipos equipados – 500 –
Introducción a la protección de la información: “criptografía”
con una secuencia de rotores móviles que giraban con cada tecla que se pulsaba. De esta manera, en lugar de la letra elegida aparecía un signo escogido por la máquina según diferentes reglas en un código polialfabético complejo. Estos aparatos, se llamaron traductores mecánicos. Uno de sus predecesoras fue la Rueda o Cilindro de Jefferson, que acabamos de ver, el aparato mecánico criptográfico más antiguo que se conserva. La primera patente data de 1919, y es obra del holandés Alexander Koch, que comparte honores con el alemán Arthur Scherbius, el inventor de Enigma, una máquina criptográfica que los nazis creyeron inviolable, sin saber que a partir de 1942, propiciaría su derrota, pues los aliados fueron capaces de descifrar todos los mensajes secretos alemanes. Una organización secreta, en la que participó Alan Turing, uno de los padres de la informática y de la inteligencia artificial, había logrado desenmascarar las claves de Enigma, desarrollando más de una docena de artilugios -las bombas- que desvelaban los mensajes cifrados. Mientras los nazis diseñaron Enigma para actuar en el campo de batalla, los estadounidenses utilizaron un modelo llamado Sigaba y apodado por los alemanes como "la gran máquina", que funcionó en estaciones fijas y fue el único artefacto criptográfico que conservó intactos todos sus secretos durante la guerra. La existencia de Enigma y el hecho de que los aliados conociesen sus secretos fueron, durante mucho tiempo, dos de los secretos mejor guardados de la II Guerra Mundial. ¿La razón? Querían seguir sacándole partido tras la guerra potenciando su uso en diversos países, que, al instalarla, hacían transparentes sus secretos. Como consecuencia directa de las máquinas desarrolladas durante la II Guerra Mundial, a lo largo de los años cincuenta y sesenta fueron surgiendo "las grandes máquinas", ordenadores que alcanzaban tamaños de habitaciones enteras. Su gran tamaño se debe a que se construían con válvulas, ya que no se había inventado el transistor. Así, finalizada la contienda, las nuevas tecnologías electrónicas y digitales se adaptaron a las máquinas criptográficas y se dieron así los primeros pasos hacia los sistemas criptográficos más modernos, mucho más fiables que la sustitución y transposición clásicas. Hoy por hoy, se utilizan métodos que combinan los dígitos del mensaje con otros, o bien algoritmos de gran complejidad., que hacen que un ordenador pueda tardar miles de años en interpretar las claves más largas, algo impracticable. Existen dos documentos fundamentales, uno escrito por Claude Shannon en 1948 en la revista Bell System Technical Journal y titulado A Mathematical Theory of Communication, en el que se sientan las bases de la Teoría de la Información, y que junto con otro artículo posterior del mismo autor sirvió de base para la Criptografía moderna. El segundo trabajo fundamental, publicado por Whitfield y Hellman en 1976, se titulaba New directions in Cryptography, e introducía el concepto de Criptografía de Llave Pública, abriendo enormemente el abanico de aplicación de esta disciplina. Con la expansión de la red se ha acelerado el desarrollo de las técnicas de ocultación, ya que, al mismo ritmo que crece la libertad de comunicarse, se multiplican los riesgos para la privacidad. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), máximo órgano español para velar por la intimidad personal frente al abuso de las nuevas tecnologías, ha advertido de que, a no ser que se utilice un mecanismo de cifrado, debe asumirse que el correo electrónico no es seguro. Métodos como el asimétrico de clave pública defienden la confidencialidad del correo electrónico, fácilmente violable sin ellos, o la necesaria seguridad de las compras por Internet. – 501 –
José Manuel Huidobro
CRIPTOGRAFÍA MODERNA CIFRADO EN BLOQUE
CIFRADO EN FLUJO LFSRs A5 Telefonía móvil; tiempo real
CLAVE PÚBLICA
CLAVE SECRETA
EXPONENCIACIÓN RSA; ELGAMAL
SUMA/PRODUCTO CE; Mochilas MH ...
DES; T-DES; CAST; IDEA; RIJNDAEL ...
Intercambio de claves y firma digital
Protección de SW vía HW
Cifrado propiamente de la información
Figura 2. Métodos modernos de cifrado.
Sin embargo, la duda persiste. ¿Son capaces las complejas claves actuales de garantizar el secreto? Muchas de las técnicas que se han considerado infalibles a lo largo de la Historia han mostrado sus puntos débiles ante la habilidad de los criptoanalistas, desde los misterios del Enigma, que cayeron en poder del enemigo, hasta el DES, desechado por el propio Gobierno estadounidense por poco fiable. Pero a pesar de los muchos rumores que hablan de la poca seguridad que garantizan las transmisiones vía Internet, es muy improbable que un estafador pueda interceptar los datos reservados de una transacción, por ejemplo, el número de una tarjeta de crédito, porque los formularios que hay que rellenar han sido diseñados con programas que cifran los datos. 2. Conceptos básicos El objetivo de cualquier sistema de cifrado es, como hemos dicho, que un usuario no autorizado sea capaz de entender el significado del mensaje y/o de alterar su contenido con el fin de que la interpretación del destinatario sea errónea. Este objetivo se traduce en cuatro requisitos: – Confidencialidad: la información enviada debe permanecer inaccesible para terceras personas. Se asegura mediante la encriptación del texto o archivo objeto de la comunicación, por cualquiera de los métodos existentes. – Integridad: la información enviada -desde su salida hasta la llegada- no debe poder ser modificada por terceros sin que este hecho pase inadvertido. La verificación de la Integridad también se basa en el empleo de firmas electrónicas, por lo que si un documento cumple la característica de Autenticidad, ello implica que es íntegro, pero no viceversa. – Autenticación: cada extremo de la comunicación está seguro de que el otro extremo es quien realmente dice ser. – No repudio: un extremo de la comunicación no puede negar que ha participado en la misma. Para ello se utiliza la posibilidad de firmar virtualmente los mensajes. El destinatario aplicará la llave pública del remitente, única manera de descifrar el mensaje y por tanto, garantía de que este está expedido por él. – 502 –
Introducción a la protección de la información: “criptografía”
La autenticidad de los documentos electrónicos está basada en el método de firma digital, empleando llaves o claves. Las llaves son una secuencia bastante larga de caracteres y números, generadas por un procedimiento matemático. Su utilización no es, ni más ni menos, que un proceso por el cual los comunicantes poseen cada uno dos llaves: Una llave privada, que mantienen en su poder, y una llave pública, que está a disposición de los posibles intercomunicadores. Un sistema de cifrado genérico funciona de manera muy sencilla. En primer lugar, la información original o texto en claro sufre un proceso de transformación (cifrado) cuyo objetivo es obtener un mensaje sin sentido para cualquier usuario que no posea la clave adecuada. Esta clave es un elemento que utiliza el algoritmo de cifrado durante la transformación del mensaje original. Cuando mensaje cifrado llega al destino, tiene lugar el proceso inverso (descifrado) que permite obtener, empleando la clave de cifrado o alguna otra relacionada con ella, el texto (mensaje) en claro. 3. Criptografía clásica La criptografía clásica se basa en algoritmos sencillos y claves muy largas para la seguridad. Actualmente, han perdido su eficacia puesto que resultan fácilmente criptoanalizables empleando cualquier ordenador doméstico. En cualquier caso es posible descifrar un mensaje en código desconociendo la clave, siempre que el texto sea suficientemente largo para hacer un análisis estadístico. Basta comprobar la frecuencia de los signos criptográficos y confrontarla con la de las letras del lenguaje real para reconstruir la clave; el resto es cuestión de intuición. La frecuencia relativa (en porcentaje) de aparición de letras en castellano es la que se muestra a continuación:
E – 17 A – 12 O–9 L–8 S–8 N–7 D–7
R–5 U–5 I–4 T–3 C–3 P–3 M–2
Y–2 Q–2 B–1 H–1 G-1 F - 0,5 V - 0,4
J - 0,3 Ñ - 0,4 Z - 0,2 X - 0,1 K - 0,1 W - 0,0
Todos los algoritmos criptográficos clásicos son simétricos y, por tanto, emplean la misma clave para cifrar y descifrar. En estos algoritmos la seguridad reside en la privacidad de la clave y en su longitud. Emisor y receptor del mensaje deben conocer la clave o el destinatario no será capaz de obtener el texto en claro. Entre las muchas aplicaciones de la criptografía, se encuentran la autenticación, la firma digital, la identificación de usuario, seguridad en redes y protocolos criptográficos. A continuación haremos un breve repaso de los mecanismos criptográficos clásicos. La transición desde la criptografía clásica a la moderna se produce, precisamente, en la II Guerra Mundial, cuando el Servicio de Inteligencia aliado rompe el código de la máquina Enigma, tras capturar una intacta en 1941, responsable de cifrar los mensajes del ejército alemán, y cifran – 503 –
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los suyos propios con la Sigaba, mucho más perfeccionada y cuyo código no supieron descifrar los alemanes.
Figura 3. Fotografía de las máquinas Enigma (izq.) y Sigaba (dcha.).
La II Guerra Mundial propició el desarrollo de toda tecnología que pudiera tener alguna aplicación militar (bomba atómica, radar, etc.), y entre estas tecnologías estaban las máquinas destinadas a cifrar y descifrar los mensajes y planes del bando propio y del contrario. Esto supuso el alumbramiento de lo que iban a ser los primeros ordenadores, con la consiguiente revolución en el mundo de la criptografía. Clasificación La etapa de la criptografía clásica se puede limitar en el tiempo hasta el momento en que surge la criptografía moderna, en la década de los años setenta, debido a la necesidad de tener un canal seguro de comunicación, tanto para el texto en claro como para las claves. En la criptografía clásica se utilizaba la Sustitución y Transposición para cifrar el mensaje. A continuación se presentan algunos de los métodos utilizados, que se analizarán con detalle posteriormente: – Método de Transposición de la Escitala El método consistía en un aparato cilíndrico de madera al cual se le enrollaba una cinta de papiro y en el cual se escribía el mensaje a lo largo que, una vez terminado, se desenrollaba la cinta, siendo la técnica de transposición de caracteres, era difícil comprender el mensaje sin el aparato cilíndrico. – Método de Sustitución, Monoalfabético, Monográmico de Cesar El nombre utilizado es debido a que se menciona la técnica, el tipo de alfabeto y la forma de ordenar las letras para realizar el cifrado. El método consiste en un desplazamiento (n), con el propósito de sustituir cada carácter del mensaje en claro por otro situado (n) posiciones después. – Método de Sustitución, Monoalfabético, Poligrámico de Playfair El método consiste en tomar sus caracteres en parejas, las letras del alfabeto se escribían en una matriz de 5?5, al tener los caracteres separados en parejas se procedía a realizar el cifrado, con ciertas reglas, para encontrar la pareja de letras que darían el cifrado posterior. Este método en realidad fue inventado por Charles Wheatstone para comunicaciones telegráficas secretas en 1854, no obstante se le atribuye a su amigo el científico Lyon Playfair. – 504 –
Introducción a la protección de la información: “criptografía”
– Método de Sustitución, Polialfabético, Periódicos de Vigènere A diferencia de los métodos mencionados anteriormente, este método utiliza más de un alfabeto para cifrar el mensaje, por tal motivo se considera polialfabético. Se considera periódico debido a la clave utilizada para cifrar el mensaje. Consiste en asignar a cada letra de cierto alfabeto un número entero, y seleccionar una palabra clave de cualquier alfabeto y asignándole un número entero a cada letra de la misma, que sumada con el mensaje daría origen al mensaje cifrado.
La criptografía clásica, conocida actualmente como Simétrica o de Clave Secreta, tiene como características el algoritmo oculto y la clave secreta, siendo estas la diferencia con la criptografía moderna, en la actualidad el algoritmo es público y la clave secreta. La razón de conocer el algoritmo es comprobar que realmente es seguro, a través de su criptoanálisis, con el propósito de tener la certeza que aún continúa siendo seguro, esto ha dado entre otras consecuencias nuevas líneas de investigación y poder seleccionar los algoritmos de cifrado para ser estándar, en función de su robustez frente a ataques de diverso tipo. Cifrado por transposición Los algoritmos de cifrado por transposición o permutación, en lugar de cambiar un símbolo por otro, alteran su orden según una regla determinada. El mecanismo de transposición más sencillo consiste en escribir el texto en claro en una tabla de n columnas y obtener el texto cifrado como resultado de leer los símbolos de cada columna de arriba hacia abajo. El algoritmo de transposición más común es el de tipo columnar; la clave del cifrador debe ser una palabra que no tenga ninguna letra repetida. El propósito de la clave es el de numerar las diferentes columnas que se formarán, de forma que la columna 1 es aquella que queda bajo la letra de la clave más próxima al principio del alfabeto y así sucesivamente. El texto en claro se escribe debajo de la clave en renglones horizontales; el texto cifrado se lee por columnas, comenzando por la columna cuya letra clave tiene el menor valor. Cifrado por sustitución Emplea métodos muy sencillos y se basa en la sustitución de cada símbolo o grupo de símbolos por otro símbolo o grupo de símbolos, conservando el orden de los símbolos de texto normal. El ejemplo más sencillo es el cifrado de César, un método de sustitución monoalbabético simple, llamado así por ser el que empleaba Julio César para enviar mensajes secretos a sus legiones. Es uno de los algoritmos criptográficos más simples y consiste en sumar 3 al número de orden de cada símbolo. Para descifrar basta con restar 3 al número de orden de los símbolos del criptograma. Este algoritmo ni siquiera posee clave, puesto que la transformación siempre es la misma. Ejemplo: Para cifrar el mensaje ESTO ES UN MENSAJE debemos desplazar cada símbolo del alfabeto tres posiciones, es decir E S T O H V X R
E S H V
U N Y P – 505 –
M E N S A J E O H P V D M H
José Manuel Huidobro
Una versión más avanzada del algoritmo de cifrado anterior es el cifrado polialfabético que puede verse como una aplicación cíclica de n cifrados monoalfabéticos. En este caso, la sustitución aplicada a cada símbolo varía en función de la posición que ocupe este dentro del texto claro, para lo que se utiliza una palabra clave y una tabla de alfabetos. Un ejemplo de típico de cifrado polialfabético es el cifrado de Vigènere. Otro es el cifrado de Gronsfeld, pero este es menos conocido. En este caso se usa más de un alfabeto cifrado y se cambia de uno a otro según se pasa de una letra del texto a otra o cada tres o cuatro palabras. Es decir, necesitamos un conjunto de alfabetos cifrados y una forma de hacer corresponder a cada letra original con uno de ellos. 4. Claves de cifrado El problema inmediato que se plantea en cualquier sistema complejo, tanto de sustitución como de permutación, es recordar el nuevo orden que hemos establecido para obtener el mensaje camuflado, problema tanto más difícil de resolver cuanto más complicado haya sido el sistema elegido. Una solución sería escribir en un soporte cualquiera (por ejemplo, papel) éste nuevo orden, pero siempre queda entonces el nuevo problema de guardar el soporte, ya que si cae en manos extrañas daría al traste con el mecanismo de ocultación. Mejor solución es implementar un mecanismo de sustitución o de permutación basado en una palabra o serie fácil de recordar. Por ejemplo, podemos establecer un mecanismo criptográfico que se base en una palabra corta. Consideremos que queremos cifrar la frase "HOLA JAIME" basándonos en la palabra "HTML". Para ello escribimos una tabla o matriz con tantas columnas como letras tenga la palabra elegida, y colocamos en la fila superior dicha palabra. El mensaje a cifrar lo vamos situando en las filas siguientes consecutivamente y si sobran celdas las dejamos vacías: H
T
M
L
H
O
L
A
J
A
I
M
E El paso siguiente es cambiar el orden de las filas, por ejemplo ordenando la palabra elegida en orden alfabético, con lo que la tabla queda: H
L
M
T
H
A
L
O
J
M
I
A
E Por último, podemos transformar las filas de la tabla en columnas: – 506 –
Introducción a la protección de la información: “criptografía”
H
H
J
L
A
M
M
L
I
T
O
A
E
Y ya sólo nos queda obtener el nuevo mensaje, leyendo las filas obtenidas: Transformación: "HOLA JAIME"--------->"HHJE LAM MLI TOA". Para descifrar el texto cifrado habrá que realizar las operaciones anteriores en sentido inverso. El uso de una palabra o serie determinada como base de un sistema de cifrado posee la ventaja de que, si el sistema es complejo, tan sólo será fácil obtener el texto en claro a quién sepa dicha palabra, además de ser fácil de recordar. Esta palabra o serie base del mecanismo de cifrado se denomina clave de cifrado, y el número de letras que la forman se llama longitud de la clave. Indudablemente, cuanto más complicado sea el mecanismo de cifrado y cuanto más larga sea la clave, más difícil será romper el sistema y obtener el mensaje original para un extraño. Pero más complicado será también para el destinatario del mensaje cifrado realizar las operaciones de descifrado y obtener el mensaje original, por lo que se crea el dilema seguridad / tiempo. Las claves de encriptación van a ser la base fundamental de los modernos sistemas criptográficos, basados en operaciones matemáticas, generalmente, muy complejas. Gestión de claves Para que el método de cifrado sea válido es necesaria la protección adecuada de las claves y, por lo tanto, es necesaria una serie de procedimientos adecuados a la gestión de claves. La gestión de claves son una serie de técnicas de generación, almacenamiento, distribución y mantenimiento, aplicada a la información almacenada y transmitida a las redes de ordenadores. – Generación de claves. Un método para la generación de claves sería aquel que proporcionara claves de forma equiprobable. En la práctica los algoritmos existentes generan claves pseudoaleatorias lo más impredecibles posible. Los procedimientos más utilizados son los generadores aleatorios de bits, los generadores mediante registros de desplazamiento y mediante la utilización de algoritmos matemáticos, generadores de secuencias, etc. – Almacenamiento de claves. Las claves deben conservarse en un lugar suficientemente seguro. En sistemas con un solo usuario, la solución más sencilla pasa por ser su retención en la memoria del usuario. Una solución más sofisticada y que desde luego funcionará mejor para claves largas, consiste en almacenarlas en una tarjeta de banda magnética, en una llave de plástico con un chip ROM (ROM key) o en una tarjeta inteligente, de manera que el usuario no tenga más que insertar el dispositivo empleado en alguna ranura a tal efecto para introducir su clave. Otra manera de almacenar claves difíciles de recordar es en forma encriptada mediante una clave fácil de recordar, como por ejemplo almacenar en disco la clave privada Rivest, Shamir y Adleman (RSA) cifrada mediante una clave DES – 507 –
José Manuel Huidobro
En los sistemas de clave pública existen un par de claves para cada usuario: la clave privada es responsabilidad del usuario que debe mantenerla en secreto y fuera del alcance de intrusos; en cambio, la clave pública debe ser accesible por todo el mundo y, por lo tanto, debe residir en un lugar con máxima accesibilidad. El problema puede surgir para asegurar que las claves públicas pertenecen a quien dicen ser. Para esto surge el concepto de entidad certificadora que almacena todas las claves públicas y se comporta como un notario que asegura la identidad de los propietarios de cada clave pública. En caso de que el usuario pierda una clave privada debe comunicarlo inmediatamente a la entidad certificadora para que anule la pública. La entidad certificadora además mantiene los períodos de validez de los pares de claves y, para ello, utiliza la técnica de time-stamping o sellado en el tiempo por el cual la entidad certifica que el emisor transmite un mensaje a través de ella en período válido de las claves. – Distribución de claves. Muchas veces es necesario el envío de la clave con la que se ha cifrado el mensaje, si es que no dispone de ella, para que cuando le llegue este último, pueda proceder a descifrarlo. Para ello hay que utilizar canales considerados como seguros y, en muchos casos, mandarla cifrada. Sin duda alguna, el problema central de todo sistema de gestión de claves lo constituyen los procedimientos de distribución de éstas, que debe efectuarse previamente a la comunicación. Los requisitos específicos en cuanto a seguridad de esta distribución dependerán de para qué y cómo van a ser utilizadas las claves. Así pues, será necesario garantizar la identidad de su origen, su integridad y, en el caso de claves secretas, su confidencialidad. En los sistemas de clave pública, también, hay que evitar la suplantación de ésta. El emisor genera una clave privada que mantiene en secreto y una pública que envía a la entidad certificadora. La entidad certificadora determina por algún procedimiento de identificación personal que es la verdadera clave pública del emisor, e incorpora una marca de tiempo a la clave pública, genera un código hash al resultado y encripta el resultado con su clave privada formando una firma digital. Esta firma se incorpora a la clave pública, para que cualquiera pueda verificar que la clave pública del emisor es auténtica. – Mantenimiento de claves. Se refiere al cambio periódico de las claves y a las acciones a tomar cuando son reveladas o robadas. Una clave nunca debería usarse por tiempo indefinido. Debe tener una fecha de caducidad, se deben cambiar con cierta frecuencia y, en su caso, comunicárselo a la entidad certificadora para que valide la nueva clave pública. De esta manera se incrementa la seguridad del criptosistema. En el caso de pérdida, revelación o robo de claves se debe comunicar inmediatamente a la entidad certificadora que invalidará la clave pública y procederá a la generación de un nuevo par de claves.
5. Criptografía moderna Los sistemas criptográficos clásicos presentan una dificultad en cuanto a la relación complejidad-longitud de la clave/tiempo necesario para encriptar y descifrar el mensaje. En la Era Moderna esta barrera clásica se rompió, debido, principalmente, a los siguientes factores: – Velocidad de cálculo: con la aparición de los ordenadores se dispuso de una potencia de cálculo muy superior a la de los métodos clásicos. – Avance de las matemáticas: que permitieron encontrar y definir con claridad sistemas criptográficos estables y seguros. – Necesidades de seguridad: surgieron muchas actividades nuevas que precisaban la ocultación de datos, con lo que la criptología experimentó un fuerte avance. – 508 –
Introducción a la protección de la información: “criptografía”
A todos estos factores se unió el hecho de que en 1883 el criptógrafo militar holandés A. Kerckhoffs propuso un nuevo paradigma de cifrado: el cifrado público. En efecto, hasta entonces la robustez del cifrado residía en dificultad para romper el algoritmo de encriptación. Sin embargo, en el enfoque de Kercknoffs, tanto el algoritmo como el criptosistema son públicos, siendo la clave el único elemento que debe permanecer secreto. Texto plano
Transmisor Cifrador
Texto cifrado
Receptor Descifrador
Texto plano
Canal Inseguro CLAVE Espacio de Mensajes Espacio de Textos cifrados Espacio de Claves Transformaciones de Cifrado y Descifrado Figura 4. Esquema de un criptosistema.
Clasificación Con estas bases surgieron nuevos y complejos sistemas criptográficos, utilizando una de las técnicas de cifrado, según el tratamiento del mensaje: de flujo y por bloques. Actualmente los sistemas de cifrado en bloque se clasifican, según el tipo de claves, en dos tipos o familias principales, los de clave simétrica y los de clave pública. En ambos, se trata de mantener la confidencialidad e integridad de los mensajes. Criptosistema
Cualquier medio de transmisión es inseguro Transmisor
M
C
T Cifrador
Usurpación de identidad por un intruso (1)
Medio de Transmisión MT
Mensaje Cifrado Confidencialidad Integridad
Receptor C
R
M
Descifrador Interceptación del mensaje por un intruso (1)
Estos dos aspectos básicos de la seguridad informática, el de la confidencialidad y el de integridad (además de la disponibilidad del sistema y el no repudio) serán muy importantes en un entorno de intercambio de información segura a través de Internet Figura 5. Confidencialidad e Integridad.
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José Manuel Huidobro
Clasificación según el tratamiento del mensaje: – Cifrado en flujo: cuando el mensaje se emite y se cifra a la vez, sin dividir el mensaje en partes. Esto es útil para sistemas de aplicación en telecomunicaciones, por ejemplo en las comunicaciones móviles, y el típico ejemplo es el cifrado de VERNAM. – Cifrado en bloque: cuando antes de emitirse el mensaje se divide en bloques y se cifra cada uno de éstos por separado, utilizando la misma clave. Resulta útil para sistemas de protección de ficheros de ordenador. Una variante del cifrado en bloque es el cifrado de producto y otra el cifrado exponencial. Ejemplos típicos son los sistemas DES, 3DES, IDEA y Advanced Encryption Standard (AES) –con clave secreta, para cifrar propiamente la información–, y RSA y El Gamal –con clave pública y firma digital–.
Clasificación según el tipo de clave: – Sistemas de clave privada: en los cuales sólo hay involucrados un emisor y un receptor, que comparten una misma clave –secreta– para cifrar y para descifrar (simétrico), la cual debe permanecer en secreto (por ejemplo, en las comunicaciones militares o en la protección de ficheros de ordenador). A estos sistemas se les denominan criptosistemas simétricos. – Sistemas de clave pública: en los cuales hay involucrados muchos usuarios que pueden comunicarse entre sí, cada uno con una clave privada (mantenida en secreto) para poder leer los mensajes que van dirigidos a él, y una clave pública (conocida por todos los usuarios) para que cualquiera pueda enviarle un mensaje cifrado (por ejemplo, redes de transacciones electrónicas). Por tanto, estos criptosistemas también se llaman asimétricos.
Los sistemas de clave privada son muy rápidos, frente a los de clave pública que son mucho más lentos, pero carecen de firma digital, por lo que lo que se suele hacer es utilizar los primeros para el cifrado de la información y los segundos para el intercambio de las claves de cifrado y la firma de los documentos. En los sistemas abiertos (Internet por ejemplo) los algoritmos no deben ser secretos, así la seguridad del criptograma depende fundamentalmente de las claves empleadas. La fortaleza de los sistemas de clave secreta es que resulta imposible calcular la clave k a partir del mensaje cifrado c. En los sistemas de clave pública su fortaleza descansa en la imposibilidad computacional de obtener la clave privada a partir de la clave pública. También, para la protección del software de los equipos se puede utilizar una llave hardware, que se conectan a uno de los puertos Universal Serial Bus (USB) del sistema, sin el cual no funciona. 6. Sistemas simétricos En la etapa de la criptografía moderna existen dos modelos de cifrado, cifrado en flujo (Vernam) y cifrado en bloque (DES cifrado en bloque simétrico y RSA cifrado en bloque asimétrico). Uno de los sistemas simétricos más conocidos en el DES, por lo que lo estudiaremos con cierto detalle. Otro, también extendido, es IDEA, pero es el AES, por su extrema seguridad, el que más se está extendiendo ahora. Algoritmo DES Alertado por las posibilidades que las innovaciones tecnológicas abrían, el Gobierno estadounidense intentó, en los años setenta, introducir el DES, un sistema desarrollado por la Natio– 510 –
Introducción a la protección de la información: “criptografía”
nal Security Agency (NSA). El objetivo era que todos los mensajes cifrados utilizaran el DES; un intento de control que pocos aceptaron. Posteriormente se sacó una versión de DES implementada por hardware, que entró a formar parte de los estándares de la Internacional Standardization Organization (ISO) con el nombre de Data Encryption Algorithm (DEA). No ha sido el único. Philip Zimmermann, un criptógrafo aficionado, levantó hace unos años las iras del gobierno estadounidense. Su delito fue idear un sistema de codificación aparentemente inviolable, el Pretty Good Privacy (PGP), y distribuirlo por las redes de comunicación para que cualquiera pudiera utilizarlo. Algo que no podía agradar a quienes ven en la criptografía un arma de doble filo, útil para los gobiernos y funesta en manos de terroristas y delincuentes. En general, DES utiliza una clave simétrica de 64 bits, de los cuales 56 se utilizan para la encriptación, mientras que los 8 restantes son de paridad, y se usan para la detección de errores en el proceso. Como la clave efectiva es de 56 bits, son posible un total de 256 = 72.057.594.037.927.936 claves posibles, es decir, unos 72.000 billones de claves, por lo que la ruptura del sistema por fuerza bruta o diccionario es sumamente improbable, aunque no imposible si se dispone de suerte y una gran potencia de cálculo. Una variante más segura del DES es el DES3 o triple DES que usa 3 claves diferentes, lo que hace el sistema mucho más robusto, al conseguirse longitudes de clave de 192 bits (de los cuales son efectivos 168), pero se requiere más potencia. IDEA Sistema criptográfico simétrico, creado en 1990 por Lai y Massey, que trabaja con bloques de texto de 64 bits, operando siempre con claves de 128 bits, por lo que es mucho más seguro que DES. El algoritmo de desencriptación es muy parecido al de encriptación, por lo que resulta muy fácil y rápido de programar, aportando su longitud de clave una seguridad fuerte ante los ataques por fuerza bruta (prueba y ensayo o diccionarios). Este algoritmo es de libre difusión y no está sometido a ningún tipo de restricciones o permisos nacionales, por lo que se ha difundido ampliamente, utilizándose en sistemas como UNIX y en programas de cifrado de correo como PGP. 7. Sistemas asimétricos Todos los algoritmos vistos hasta ahora eran cifradores simétricos, es decir, que emplean la misma clave para cifrar y descifrar. La principal ventaja de la criptografía simétrica es su velocidad. Por esta razón, son los más adecuados para trabajar con grandes cantidades de datos. Sin embargo, exige que el remitente y el destinatario hayan intercambiado previamente la clave por algún otro medio, lo que constituye un verdadero problema en entornos tan grandes como Internet. El problema del conocimiento de la clave secreta de que adolece el cifrado simétrico queda resuelto con el cifrado asimétrico y los algoritmos de clave pública. Cada usuario dispone de dos claves: una clave privada y otra clave pública, de manera que lo que se cifra con una, se descifra con la otra. El remitente cifra los mensajes con la clave pública del destinatario y éste los descifra con su clave privada. De esta manera, se elimina la necesidad del envío previo de la clave. El precio a pagar por este aumento de la seguridad es un mayor coste computacional. – 511 –
José Manuel Huidobro
El algoritmo de encriptación de Diffie-Hellman, creado en 1976, supuso una verdadera revolución en el campo de la criptografía, ya que fue el punto de partida para los sistemas asímétricos, basados en dos claves diferentes, la pública y la privada. Matemáticamente este algoritmo se basa en las potencias de los números y en la función mod (módulo discreto). Si bien el cálculo de potencias discretas es fácil, la obtención de su función inversa, el logaritmo discreto, no tiene una solución analítica para números suficientemente grandes. Su importancia se debe sobre todo al hecho de ser el inicio de los sistemas asimétricos, ya que en la práctica sólo es válido para el intercambio de claves simétricas, y con esta funcionalidad es muy usado en los diferentes sistemas seguros implementados en Internet, como SSL (Secure Socket Layer) y VPN (Virtual Private Network). Las ventajas de los sistema de clave pública, como RSA y ElGamal, son que se generan menos claves en el sistema (un usuario = una clave pública), la seguridad ya no solo se basa en la longitud de la clave y permite autenticar al usuario mediante la firma digital. En la práctica, debido a que los algoritmos de clave pública requieren mucho tiempo para cifrar documentos largos, los protocolos de firma digital se implementan junto con funciones unidireccionales de resumen (funciones hash), de manera que en vez de firmar un documento, se firma un resumen del mismo. Aplicaciones Una de las aplicaciones inmediatas de estos algoritmos es el cifrado de la información sin tener que transmitir la clave de decodificación, lo cual permite su uso en canales inseguros. Esto es sumamente importante, ya que si se detecta la clave, sin que nos demos cuenta, todos nuestros mensajes caerán en manos de extraños, con el grave perjuicio que eso nos puede ocasionar. Además como la clave hay que cambiarla periódicamente, incluso varias veces al día, si la tenemos que transmitir por un canal inseguro, estamos tremendamente expuestos a un riesgo innecesario. Otra aplicación de los algoritmos asimétricos es la autentificación de mensajes mediante la firma digital de los mismos. Se basan en generar una firma digital, mucho más pequeña que el mensaje original, y de manera que resulte muy difícil (en el caso ideal, imposible) encontrar otro mensaje que de lugar a la misma. A este tipo de aplicaciones dedicamos un capítulo completo más adelante. El algoritmo RSA fue desarrollado en 1977 por Rivest, Shamir y Adleman, de ahí el nombre, que corresponde a las iniciales de los apellidos de sus autores. La seguridad de RSA se basa en el hecho de que no existe una forma eficiente de factorizar números que sean productos de dos grandes primos; así, las claves pública y privada se calculan a partir de un número que se obtiene como producto de dos números primos grandes. A partir de mediados de la década de los 80 se empezaron a buscar nuevos criptosistemas de clave pública que utilizaran menos cantidad de recursos que RSA para generar claves y para cifrar y descifrar. Así, en 1985, ElGamal propuso un esquema de clave pública basado en la exponenciación discreta sobre un grupo finito de orden n, conocido como criptosistema ElGamal, y en la década de los 90 se progresó en el estudio de sistemas de curvas elípticas (CCE), en los que las operaciones de multiplicación se sustituyen por sumas y las de potencia por productos. Si se utiliza el RSA para conseguir secreto y como firma digital, entonces es preferible que cada usuario use claves distintas para cada uno de los dos propósitos. De esta forma, cada – 512 –
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usuario tendría asignada una clave en el directorio público de claves de cifrado y otra distinta en el directorio público de firma digitales. A pesar de las ventajas evidentes de este esquema frente a los sistemas de clave secreta, hay que subrayar que en la desventaja del RSA estriba en que es más lento que el DES, por lo tanto, lo habitual suele ser utilizar el RSA para el cifrado de las claves simétricas al enviarlas y el DES para el cifrado del texto en plano.
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Título
Los silencios de la causa judicial. El crimen de la calle de la Justa (Madrid, 1861) Raquel Sánchez García Universidad Complutense de Madrid
L
a causa judicial puede ser un objeto de análisis tanto para historiadores como para filólogos. Para los primeros se convierte en un documento del que obtener información directa o indirecta; para los segundos es un texto que permite el cotejo de varias narraciones sobre un mismo hecho. En cualquier caso, en la causa judicial nos hallamos ante un soporte de discursos, de discursos a veces enfrentados, a veces coincidentes. Esta comunicación tratará de servirse de la causa judicial publicada acerca de un asesinato sucedido en el Madrid del siglo XIX para analizar, de forma somera, cómo se cimentan las distintas perspectivas que confluyen en la reconstrucción del suceso y qué elementos quedan relegados en ella voluntaria o involuntariamente, elementos que constituyen los silencios de la causa. 1. La causa judicial como documento histórico Un sumario judicial es un proceso de construcción de lo que podríamos llamar “verdad objetiva” a través de “verdades subjetivas” o también una elaboración interpretativa a través de los sucesos en un contexto jurídico1. Es decir, por medio de la exposición de las declaraciones de los testigos, se intenta reconstruir la historia de lo acontecido en un momento concreto, la historia de unos hechos que tienen relevancia social y afectan al ámbito de la justicia. Se trata de poner en confrontación las narraciones de los testigos para ver qué es lo que hay en ellas de contradictorio, de supuesto o de recreado. Todo ello es producto de un ambiente histórico en el que los parámetros de lo que es punible y de lo que no lo es quedan amparados por las directrices del código penal, así como condicionado por una moral social determinada que es la que limita los elementos que entran en juego en el proceso de construcción de la verdad. De este modo, el investigador tiene que contrastar lo que podríamos llamar contexto judicial con el contexto extrajudicial. Para un investigador que pretende estudiar un hecho del pasado y su significado social, ambos contextos son importantes pues ambos le hablan de dicho suceso. Sin embargo, para un jurista, sólo el contexto judicial es pertinente, ya que no debe dejarse influir por las presiones externas en la toma de decisiones.
1
Silvana Borutti, Filosofia dei sensi, estetica del pensiero tra filosofía, arte e letteratura (Milano: Raffaello Cortina, 2006), 31.
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Raquel Sánchez García
En este conjunto de narrativas, el investigador se encuentra con diversos materiales discursivos que tienen una importancia diferente en el proceso. Estaríamos hablando aquí de los indicios, los hechos y los juicios de valor. Los tres elementos son manejados por los individuos en ocasiones de forma imprecisa en función de sus recuerdos o de sus intereses en el proceso. Es competencia del juez, de los abogados y de los fiscales incidir en qué elementos son materia clave para la emisión de un veredicto. Ciertamente, sólo los hechos constatados pueden convertirse en pruebas acusatorias o absolutorias, pero en sus manos está modelar la percepción que de la importancia de tales pruebas existe. Los indicios y los juicios de valor constituyen elementos desechables por cuanto sólo responden a presunciones. Sin embargo, para el investigador revisten más importancia, ya que le informan sobre prejuicios y opiniones que remiten a concepciones sociales previas. En la construcción de las narrativas hemos de tener en cuenta dos hechos. El primero tiene que ver con los testigos y radica en los peligros que implican sus testimonios ya que al tratarse de la perspectiva subjetiva de un individuo enfrentado a un acontecimiento infrecuente en su vida, se manifiesta de forma clara cierta tendencia a recrear el recuerdo de los hechos, sobre todo si el declarante es requerido en varias ocasiones. El testigo, inmerso en el contexto extrajudicial, es susceptible de transmutar sus declaraciones primeras, puede que tan sólo en matices, pero matices que tienen la potencialidad de reorientar las argumentaciones de abogados y fiscales. El segundo hecho importante son los procedimientos empleados por quienes se hallan implicados en el contexto judicial: los abogados y los fiscales. En este sentido, es relevante tomar en consideración cómo el abogado o el fiscal se sirven de las técnicas de la persuasión, de la manipulación, de la ocultación, etc., es decir, que ambos utilizan medios de persuasión no racional2. En relación a estas últimas cuestiones es interesante tener en cuenta que en el proceso de construcción de la verdad que es una causa judicial, el investigador se encuentra con tres agentes principales: los abogados y fiscales; los testigos; y el juez. Los primeros, abogados y fiscales, tienen una especial relación con la verdad: no están obligados a decirla. Eso no significa que puedan mentir, lógicamente, pero no están sujetos a poner en riesgo sus alegatos de defensa o acusación por cuestiones morales. Esa es la razón por la que pueden servirse de las técnicas anteriormente mencionadas. Por lo que se refiere a los testigos, la situación es justamente la inversa: el testigo sí está obligado a decir la verdad, o al menos, lo que él considera que es la verdad, es decir, la verdad subjetiva. El interés en el caso de los testigos estriba en que su testimonio puede ser puesto en duda en función de los estereotipos y perfiles sociales, como se verá en el caso que aquí se reseña. La declaración de determinado testigo puede ser “tachada” como se decía en el siglo XIX, porque este testigo tenga una conducta o un aspecto sospechoso al estándar social. Por último, nos encontraríamos con el juez, a quien corresponde la reconstrucción del “relato verdadero”, libre de los prejuicios, condicionamientos e intereses del resto de los agentes y sujeto a las normas que, en materia penal, dicta la sociedad3. Una vez revisados estos elementos teóricos podemos enfrentarnos a un caso concreto en el que veremos su aplicación.
2
William L. Twining, Rethinking Evidence. Exploratory Essays (Cambridge: Cambridge University Press, 2006), 24. Michele Taruffo, “Narrativas judiciales”, Revista de Derecho, 20, no. 1 (2007): 231-270.
3
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2. El caso El crimen tuvo lugar el día 29 de julio de 1861, aproximadamente a las 9 y media de la noche. Ese día, Carlota Pereira, acompañada de sus dos hijas, Julia y Carolina, hacía el recorrido desde la calle Silva, donde vivía su prima la maestra Carmen Caraza, hasta su casa en la calle de la Justa número 3. Iban con ellas Basilia García, su propia criada, y Francisca Burdeos, criada de Carmen Caraza, conocida popularmente como “la Benito”. Para no pasar por el poco recomendable callejón del Perro, las mujeres dieron un rodeo por la calle Ancha de San Bernardo. La calle de la Justa no existe actualmente, ya que desapareció con la remodelación urbana realizada para la creación de la Gran Vía. Actualmente, su espacio está, en parte, ocupado por la calle de Libreros4. Sin embargo, el poco seguro paso por el callejón del Perro no fue la única razón por la que Carlota Pereira dio un rodeo para llegar a su hogar. La razón más poderosa estribaba en el seguimiento del que, desde hacía algún tiempo, era objeto por parte de un sujeto de aspecto un tanto sospechoso. No era la primera vez que Carlota Pereira se sentía vigilada, pues meses antes también había notado la insistente presencia de un hombre cada vez que salía de su casa. Al entrar por la calle en la que vivía, Carlota fue atacada por un hombre que, sin mediar palabra, se lanzó sobre ella y le clavó un puñal. La víctima cayó al suelo y murió poco después. El asesino salió corriendo perseguido por unos jóvenes que se encontraban allí cerca. Finalmente, fue apresado por uno de ellos y conducido por la Guardia Civil a los juzgados y posteriormente a la cárcel del Saladero. El acontecimiento tuvo una gran repercusión en la opinión pública ya que intrigaba el hecho de que no parecía existir ninguna conexión entre la mujer asesinada y el criminal. La prensa comenzó a divulgar informaciones acerca de los sucesos, informaciones que empezaron a mostrar un caso más complejo que un aparente asesinato sin sentido. El papel de la prensa en este caso, así como en casos acontecidos en fechas próximas, como el de Claudio Fontanellas5, interesó cada vez más a los juristas, ya que anunciaban el nacimiento de la prensa sensacionalista6. Carlota Pereira, natural de Adra (Almería), vivía separada de su marido, Gerónimo Gener, natural también de Almería. Al parecer, el matrimonio había tenido bastantes problemas. Gener era un hombre mujeriego y, por su parte, su esposa había recibido notas de un presunto amante llamado Federico Lavilla, por lo que el marido supuso que le estaba engañando. Se acordó por parte de la familia que Carlota ingresara una temporada en el convento madrileño de Santa María Magdalena de la Penitencia. Pasado un tiempo, Carlota comenzó a vivir en la calle de la Justa nº 3 con sus hijas, tras un duro forcejeo con su marido a causa de la custodia de las menores. Durante la causa, salieron a la luz cartas cruzadas entre el matrimonio y con diversos miembros de la familia. De este modo, el ámbito más privado de la sociedad burguesa, la familia, lo doméstico, salía a la palestra y se convertía en escándalo a la luz de lo que la prensa iba publicando cada día. El asunto se hizo más molesto por el hecho de que tanto la 4
El 23 de mayo de 1893 el Ayuntamiento de Madrid cambió el nombre de calle de la Justa por el de calle de Ceres, sin que se conozcan las razones de esta decisión (Pedro de Répide, Las calles de Madrid, Madrid: Afrodisio Aguado, 1981, 143, y José del Corral, La Gran Vía. Historia de una calle, Madrid: Sílex, 2002, 79). 5 Claudio Feliu y Fontanills fue condenado a nueve años de prisión por suplantar al heredero del marqués de Casa Fontanellas, Claudio Fontanellas (Estevan de Ferrater, Resúmen del proceso original sobre usurpación del estado civil de Claudio Fontanellas por el abogado relator del mismo, Madrid/Barcelona/Habana: Librería Española, 1865). 6 Analiza esta cuestión Carlos Petit en “La célebre causa del crimen de Fuencarral. Proceso penal y opinión pública bajo la Restauración”, en Anuario de historia del derecho español, 75 (2005): 369-412.
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mujer como el marido no procedían de entornos sociales humildes, en los que podían suceder con más frecuencia este tipo de comportamientos poco regulares, sino de la clase media burguesa, aquella que con más celo guardaba su intimidad, ya que en su reputación estaba su mayor fortuna. Carlota Pereira era, además, sobrina del senador vitalicio Miguel Chacón y Durán. Como es de imaginar, las sospechas recayeron también sobre el marido, como inductor del crimen. Por lo que respecta al asesino, pronto se supo que había acudido a Madrid desde Almería acompañado por un tal Ramón Granados, quien le había propuesto un trabajo en la capital. Habían hecho el viaje en tren y se habían hospedado en una fonda de la calle Mesón de Paredes número 49. Todos los gastos corrieron a cargo de Granados. La vista del caso en primera instancia comenzó el 23 de febrero de 1862, tras siete meses de instrucción por parte del juez del distrito de Universidad, Pedro Olarría Adalid. El 10 de marzo se hizo pública la sentencia por la cual el asesino, llamado Eulogio López Montero, era condenado a morir a garrote; Ramón Granados y Gerónimo Gener, a cadena perpetua; y Joaquín Fornovi, absuelto por carecerse de pruebas incriminatorias, aunque no de indicios. Joaquín Fornovi era el secretario de Gerónimo Gener. Una de las claves del juicio fue una carta que, según el fiscal, había sido redactada por Fornovi a instancias de su superior y por medio de la cual se había dado (de forma indirecta, claro está) la orden del asesinato. Los especialistas en grafología no pudieron atestiguar que esta carta hubiera sido redactada por el secretario de Gener. La sentencia fue recurrida por los abogados de los acusados y el 26 de septiembre del mismo año comenzó la vista en segunda instancia en la Audiencia Territorial de Madrid. La segunda sentencia se conoció el 24 de octubre. Reiteró las condenas a muerte y cadena perpetua de López Montero y Granados, respectivamente, y absolvió a Gener y, de nuevo, a Fornovi7. Ante el recurso de la fiscalía, se celebró una tercera vista. La vista en tercera instancia del caso del crimen de la calle de la Justa, que es la que aquí nos interesa, comenzó el 12 de enero de 1863. La sala estuvo presidida por el juez José María Cáceres, acompañado de los magistrados García Gallo, Gudal, González Valls, Herreros de Tejada, Valdeprados y Negrete, actuando como fiscal Ramón Gil Osorio. Después de esta tercera vista, se celebró una última vista en discordia, tras la cual se emitió la sentencia definitiva del caso. El procedimiento judicial cambiaría en 1870, ya que no se permitiría que el juez instructor actuara como juez en primera instancia. Tampoco estaría autorizada la repetición del juicio ni la tercera instancia, pues a partir de ese momento, ante la sentencia en primera instancia se podría interponer un recurso de casación ante la sala segunda del Tribunal Supremo8. Para el investigador, resulta imposible conocer todos los detalles del proceso ya que los fondos documentales históricos de los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción de los distritos de Madrid que se conservan en el Archivo General de la Administración apenas contienen materiales a causa de los avatares de la conservación de los documentos hasta la llegada de los mismos a este centro de documentación. Lo mismo cabe decir de los fondos de la Audiencia Territorial de Madrid, según comunicación del Jefe de la Sección de Información del Archi7
Además de la prensa común, la prensa especializada también publicó no sólo esta segunda sentencia, sino extractos de las disertaciones de los abogados y del fiscal (Revista General de Legislación y Jurisprudencia, tomo XXI, Madrid: Imprenta de la Revista de la Legislación, 1862). 8 José Manuel Romero Moreno, Protección procesal y derechos fundamentales en la España del siglo XIX, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1982.
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vo General de la Administración9. Tampoco quedan rastros en el Archivo Histórico Nacional, que custodia series de lo Civil, Criminal y Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial de Madrid. Para el caso que nos ocupa, esto es importante, pero no condiciona el análisis de la causa judicial en tercera instancia, ya que esta fue publicada de forma dispersa en la prensa de la época y de forma conjunta por el periódico El Parte Diario. Fue precisamente a partir de esta publicación y del cotejo en la prensa como el periodista Bernardo Díaz Nosty pudo componer su versión novelada de los hechos que tituló El crimen de la calle de la Justa (Madrid: Ediciones Albia, 1983). Curiosamente, la interpretación que ofrece Díaz Nosty es la misma que se manifiesta a través del contexto extrajudicial en el momento del juicio, aunque con una apuesta más clara por lo que entonces eran meramente sospechas. Desgraciadamente, en la causa no contamos con las declaraciones directas de los testigos y acusados, sino que conocemos estas a través de las argumentaciones de los abogados y del fiscal. En cualquier caso, nos resultan de gran utilidad, porque nos permiten calibrar la manipulación que estos agentes de la justicia hacen del material discursivo proporcionado por los testigos en función de los prejuicios y estereotipos sociales. La intervención de los presuntos culpables y de los testigos sólo tuvo lugar en el juicio en primera instancia. En la segunda instancia, actuaron en su lugar los procuradores designados al efecto y en la tercera y en la vista en discordia, el fiscal y los abogados defensores. Antes de entrar en el análisis de la forma en que aparecen en la causa tres de los personajes implicados, es interesante resaltar el hecho de que son también textos los que a lo largo del proceso sirvieron para trazar los perfiles de la personalidad de varios de los individuos que aparecen en ella. Me estoy refiriendo concretamente a las cartas a las que hacía mención más arriba. Cartas que muestran a los personajes en su privacidad, libres de las ataduras sociales, y que sólo por circunstancias extraordinarias como éstas salieron a la luz10. 3. El asesino: Eulogio López Montero Eulogio López Montero fue el asesino de Carlota Pereira. En ningún momento se puso en duda su culpabilidad pues había sido visto en la escena del crimen, atacando a la víctima, por varios testigos. La prensa recogió, incluso, unas palabras suyas tras ser atrapado en las que decía: “¿Y bien? Una mujer menos” 11. Estas declaraciones, no probadas, sirvieron, sin embargo, para que la opinión pública se formara una imagen de él, previa al juicio, como un personaje sin moral. López Montero fue defendido por el abogado Enrique Terrón y Meléndez. En el análisis de la causa en relación a este acusado se observa cómo el panorama que traza su abogado es el de presentar a López Montero como una víctima de la sociedad: “la víctima para ser inmolada en desagravio del ultraje hecho a la sociedad y a las leyes” 12 . Terrón, que no contaba con muchos elementos positivos para construir su defensa, se sirvió de varias estrategias para, al menos, aliviar lo más posible la pena que había recaído sobre López Montero en la
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Correo electrónico del 21 de diciembre de 2010 de Daniel Gozalbo Gimeno, Jefe de la Sección de Información del A.G.A. Las cartas cruzadas entre Gerónimo Gener y Carmen Caraza, así como las de otros implicados en el caso, pueden consultarse en la prensa. También aparecen reproducidas en el citado libro de Bernardo Díaz Nosty. 11 El Contemporáneo (Madrid), 8 Agosto 1861. 12 Causa célebre. Acusación, defensas y sentencia en la causa formada con ocasión del asesinato cometido en la persona de Dña. Carlota Pereira en la calle de la Justa, el 29 de julio de 1861, Madrid: El Parte Diario, 1863, 54. 10
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anterior sentencia. En primer lugar, trató de poner en evidencia los prejuicios sociales proyectados sobre su cliente, hombre de clase popular, víctima no sólo de los convencionalismos burgueses, sino doblemente víctima por la falta de oportunidades para regenerar su conducta que este individuo había tenido a lo largo de su existencia: “sólo el afán, sólo el empeño de presentarle como un hombre apto para el crimen, como capaz de haber cometido el asesinato de doña Carlota Pereira, fue el que hizo el alcalde constitucional de Almería dice un informe malo, fundándose en la cosa más impropia en que pueden fundarse esos informes, y más si son dados por una autoridad” 13. Se trata, en última instancia, del uso de recursos emocionales, implorando la caridad, para llamar la atención del juez y los magistrados. En segundo lugar, el abogado trató de invalidar las declaraciones de los testigos apelando a las discrepancias que mostraban entre ellos. La pluralidad de las visiones que de lo que realmente había sucedido ofrecían los testigos era un motivo claro, según su argumentación, para no dar credibilidad a las mismas. En tercer lugar, Terrón se esforzó por deslegitimar el testimonio de la criada Francisca Burdeos por las razones que se expondrán en el siguiente apartado y por la parcialidad de su testimonio. Según Terrón, Burdeos “como criada de doña Carmen Caraza, a quien ésta encomendó el cuidado de velar y acompañar a doña Carlota su prima, debe tener interés, que supongo parcialidad en su declaración, por la ocurrencia de aquella noche fatal” 14. A este respecto, cabe destacar hasta qué punto se hallaban fuertemente asentados los prejuicios sociales, pues precisamente Terrón y Meléndez, que acusaba a la sociedad de maltratar a su defendido por proceder de orígenes humildes y desgraciados, menciona a la criada Francisca Burdeos y a las vecinas de la calle de la Justa, testigos de los hechos, anteponiendo al nombre de cada una de ellas el artículo “la”, con el objeto de hacer notar a los magistrados y al público el poco crédito que le merecían estos testimonios procedentes de gentes del pueblo. Sin embargo, Terrón tuvo que admitir en la vista dos hechos negativos sobre su cliente que eran plenamente conocidos por la opinión pública, ya que habían sido reflejados por la prensa. La única salida de la que disponía era tratar de revertir el significado que para su defensa tenían ambos hechos. El primero fue que no se había encontrado su partida de nacimiento, circunstancia de la que el abogado no dio más razones que al haber nacido López Montero en 1812, en plena Guerra de la Independencia, lo más probable es que se hubiera perdido. Lo que no dijo el abogado Terrón y Meléndez es que la partida de nacimiento no podía aparecer porque Eulogio López Montero no había existido nunca. El segundo asunto que afectaba a la fama pública de su cliente es que López Montero había sido contrabandista, hecho confesado por el propio acusado. El abogado defensor achacó este “oficio” de su cliente a su condición de necesitado, tratando de reforzar, una vez más, su carácter de víctima. Sin embargo, en el caso de Eulogio López Montero la causa guarda unos silencios que retratan a un personaje que poco tiene que ver con la víctima “inmolada por la sociedad”. Es difícil saber si el abogado conocía o no toda la historia de su cliente. En cualquier caso, de haberla sabido resulta evidente que jamás la hubiera hecho pública en la vista, salvo que el fiscal también hubiera tenido conocimiento de ella, como es lógico. Dado que esto no se produ-
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Causa célebre, 55. Causa célebre, 60.
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jo, la opinión pública no se enteró de la verdadera historia del acusado hasta que este fue ajusticiado. Líneas más arriba se dijo que Eulogio López Montero jamás había existido y que por eso no se podía encontrar su partida de nacimiento. El hombre que se hacía llamar de tal forma había nacido, efectivamente, en 1812, en La Carolina (Jaén), pero su nombre real era Juan Martínez del Estal. Trabajó como barbero y minero hasta que en 1830 entró en el ejército, incorporándose cinco años después al cuerpo de Carabineros y después al cuerpo de Salvaguardias de Caballería. A causa de su comportamiento, fue castigado a servir seis meses en el Regimiento Fijo de Ceuta. Tras este lapso temporal, se volvió a incorporar al cuerpo de Carabineros en Almería, aunque con un nombre distinto: Cristóbal Reyes. Regresó de nuevo a La Carolina, donde fue alcaide de la cárcel local, pero a causa de una discusión con el fiscal del juzgado, que acabó a tiros, fue acusado de homicidio y condenado a cadena perpetua en 1851. Se le destinó al penal de Ceuta. En 1856 huyó del penal con otros reclusos. Los huidos se escondieron en Tetuán, donde renegaron del cristianismo y se convirtieron al islam. Una vez más, Martínez del Estal, el acusado, volvió a cambiar su nombre, adjudicándose uno musulmán que utilizó mientras que permaneció en Tetuán. Huyó de nuevo a España, utilizando ahora el nombre de Eulogio López Montero. Llegó a Almería y encontró trabajo como criado en la casa de Pantaleón Martín Aguado, que era director de un colegio. En Almería, fue identificado por Ramón Granados, quien lo conocía en su identidad del antiguo carabinero evadido Cristóbal Reyes. A partir de ese momento, como es evidente, López Montero quedó en manos de Granados. Esta historia se conoció a través de la prensa, que la publicó tras la muerte del reo y por las declaraciones del sacerdote que lo atendió en sus últimos días, así como por uno de los guardas del Saladero que lo acompañaba15. La pluralidad de identidades de López Montero revela un deseo de recrear su propia existencia tanto para empezar de nuevo como para borrar su rastro, una existencia vivida en el margen de la sociedad. Montero, que nunca había sido protagonista de nada, ni siquiera de su propia vida, vivida por otros que eran y no eran él, se sintió el centro de atención en los últimos días antes del ajusticiamiento. Los diarios seguían sus pasos en la cárcel, informaban de sus ocurrencias, comentaban su reciente cercanía a la religión... En definitiva, mostraban a un personaje, que sin dejar de ser un asesino, empezaba a ser considerado como la víctima de la que hablaba su abogado, ya que las sospechas de que no había sido el único implicado en el crimen no se habían disipado. El periódico La Época llegó a decir que “su fisonomía no es repulsiva ni revela rasgos característicos de la clase baja a la que parece pertenecer” . La reina Isabel II, incluso, se decidió a socorrer a sus hijos pequeños que quedaban huérfanos16. Juan Martínez del Estal, con sus diversos alias, fue ajusticiado el día 12 de marzo de 1863. El ajusticiamiento fue público, tal y como era costumbre en la época. Ramón Granados, según había previsto la sentencia judicial, presenció el agarrotamiento de su compañero. La ejecución pública de las penas de muerte se entendía en la época con un sentido ejemplificador y edificante17. Sin embargo, para la mayor parte de la población era un espectáculo de interés, 15 El Contemporáneo (Madrid), 13 Marzo 1863, recogiendo la información de El Parte Diario. Dos días antes, el 11, La Época publicaba ya algunos rumores relacionados con la historia de Eulogio López Montero. 16 La Época (Madrid), 11 Marzo 1863. 17 José Mª Puyol Montero, La publicidad en la ejecución de la pena de muerte: las ejecuciones públicas en España en el siglo XIX, Madrid: Universidad Complutense, Facultad de Derecho, 2001.
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como denunciaba la prensa: “Ayer tuvo lugar en esta corte la ejecución de un reo, y como siempre, hemos presenciado ese afán con que el público asiste a esta clase de espectáculo, tan horrible como de profunda significación. Nosotros, que nos confesamos pecadores y nos explicamos lo que sucede por esa fascinadora atracción que producen las emociones fuertes, creemos que no es la mejor señal de cultura de un pueblo ese amor a las catástrofes” 18. 4. La testigo: Francisca Burdeos Francisca Burdeos, como ya se ha dicho, acompañaba a Carlota Pereira la noche de su asesinato. Conocida por el alias de “la Benito”, trabajaba como criada de Carmen Caraza, maestra y directora de un colegio femenino, y prima de Carlota Pereira. El testimonio de Burdeos se conoce en la causa a través de las alusiones que a él hacen los abogados, y en particular el ya citado Terrón Meléndez, pues el testimonio de Francisca es el que afecta directamente a su cliente, ya que esta testigo se hallaba presente en el lugar de autos. Terrón se remitió a las Partidas para inhabilitar a esta testigo, a causa de la costumbre de Francisca Burdeos de vestir como un hombre. También al abogado de Gerónimo Gener la anécdota de la vestimenta de la testigo le sirvió para hacer comentarios irónicos como que la mujer asesinada iba acompañada “de una criada, es decir, de un criado” 19. Sin embargo, el fiscal trató de dejar claro ante el juez y los magistrados que Francisca Burdeos vestía de hombre porque lo tenía permitido por las autoridades, por lo tanto, no se trataba de una excentricidad ni de una desviación. En ningún momento se explica por qué razones esta testigo puede vestir así. Es por ello que aquí se produce un desfase entre el conocimiento de la opinión pública de la época (que sabía por qué Francisca Burdeos podía vestir como los hombres) y el investigador contemporáneo, que desconoce esa información. La búsqueda de más datos nos conduce a la prensa, que a su vez nos remite al Archivo General de Navarra donde se guarda un proceso que en 1848 dio a conocer a la sociedad española las circunstancias de Francisca Burdeos. De nuevo nos encontramos con un caso de pluralidad de identidades que esta vez sobrepasa las barreras del género. Francisca nació hacia 1810 en un pueblo de Navarra. A los trece años se marchó de la casa paterna a causa de las malas relaciones que tenía con su madrastra. Dada su edad y su condición femenina, decidió que lo mejor era vestirse de hombre para conseguir trabajo en el campo. Se fue a Sangüesa y comenzó a trabajar en el caserío San Nicolás como pastor de bueyes en el monte. Pasó cuatro años y varios meses en este oficio hasta que estalló la Primera Guerra Carlista. Dado que el sueldo era más alto que el que le pagaban en el caserío, decidió alistarse como tirador. Bajo el nombre de Javier Burdeos (y en ocasiones el de Javier Urbizu) realizó la campaña hasta que tuvo la oportunidad de pasar al segundo batallón de los Cuerpos Francos, mandado por el coronel Ruiz. Terminada la guerra y disuelto el batallón, Francisca, siempre con el nombre de Javier, comenzó a trabajar como asistente con el comandante López Fabra, geógrafo de la Dirección General de Correos. Después marchó a Olite y encontró trabajo como criado en casa de don Isidro Lasaga. Cuando llegó el momento de la talla militar y al no querer Francisca ingresar de nuevo en el ejército, se marchó al pueblo de Eslaba, donde habían vivido sus padres y donde había nacido uno de sus hermanos que había muerto en Huesca. Se puso en contacto con el sacerdote de Eslaba y éste le dio la parti18
El Contemporáneo (Madrid), 13 Marzo 1863. Causa célebre, 110.
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da de bautismo de hermano, llamado Benito, nombre que adoptó desde entonces. Volvió a servir como criado en varias fincas más hasta que se dirigió a casa de un hermano, llamado Sebastián, con el que vivió cinco meses fingiendo la identidad del hermano muerto, Benito, cuyo fallecimiento era desconocido por Sebastián. La declarante comentó que a menudo Sebastián y ella (él) solían hablar de su común hermana Francisca. La errante Francisca volvió a buscar empleo en diversos lugares hasta que fue apresada en Tudela. Aquí difiere la información que proporciona la prensa de la que ofreció ella al declarar ante el juez, pues según Francisca, fue detenida en Tudela en 1848 por una grave riña con la mujer de su nuevo amo. Parte de la prensa, por su parte, señalaba que la detención se produjo a causa de la promesa incumplida de matrimonio que Francisca, en su identidad de Benito, había dado a una joven de Tafalla. En cualquier caso, y no queriendo Francisca ingresar en prisión con delincuentes que podrían ponerla en evidencia, se decidió a contar su historia ante el juez. A modo de disculpa, dijo ante el magistrado del juzgado de primera instancia de Tudela que “jamás había abusado de éste [de su disfraz] para faltar en lo más mínimo a los deberes de mujer honrada, a pesar de haber estado entre soldados libertinos, que jamás advirtieron que fuera mujer, así como los hombres en cuya compañía iba al campo a las labores de azada y demás, todo a costa de mil precauciones, y entre ellas la de servir siempre en casas donde no hubiera otros criados” 20. El caso de Francisca se hizo relativamente famoso en el año de 1848, pero hasta la revolución de 1854 no se vuelve a tener noticias de ella. En esta ocasión, Francisca fue vista luchando con los progresistas en las barricadas de la madrileña plaza de Bilbao. La prensa informa de que su llegada a la capital pudo llevarse a efecto gracias a la ayuda económica que el general Espartero, a quien Francisca había conocido en Logroño, le proporcionó para que pidiera una pensión al gobierno por sus acciones en la guerra. Francisca tanteó a los gobiernos de Narváez, de Bravo Murillo y de Lersundi, y sólo con este consiguió que la reina Isabel le asignara una pensión de 112 reales mensuales21. Más adelante, Francisca intentó que se le concediera el sueldo de teniente, el incremento de su pensión o un empleo del Estado “en atención a no considerar suficiente la pensión de 112 reales mensuales que disfruta”. Sin embargo, esta vez la suerte no le acompañó, su petición le fue denegada22 y Francisca volvió a trabajar como criada. En esas circunstancias la encontramos cuando sucedió el crimen de la calle de la Justa. 5. El presunto inductor: Gerónimo Gener Iribarne Desde un primer momento, el marido, Gerónimo Gener, fue sospechoso del asesinato de Carlota Pereira. La primera sentencia, de hecho, lo consideró culpable de haber sido el inductor y lo condenó a cadena perpetua. Al poco de suceder los hechos (entre finales de julio y principios de agosto de 1861) fue detenido y enviado por tren a Madrid, donde se le tomó declaración. Parece ser que Gener, al menos eso es lo que dijo ante las autoridades, pensó en un principio que su detención tenía que ver con la revuelta social comandada por Rafael Pérez del Álamo que había estallado en Iznájar (Granada) el 28 de junio y que después se extendió a Loja. Esta excusa parece poco probable sobre todo si tenemos en cuenta que la sublevación 20 Declaraciones de Francisca Burdeos ante el juez de Tudela y publicadas textualmente por el diario La Esperanza (3 Octubre 1848). 21 El Clamor Público (Madrid), 19 Agosto 1854; La Iberia (Madrid), 19 Agosto 1854. 22 Diario de Sesiones de las Cortes, Congreso, sesión del jueves 14 de junio de 1855.
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campesina de Loja fue instigada por demócratas y republicanos, y que Gener se hallaba ideológicamente en las antípodas de estos grupos políticos. La explicación venía por otro lado: los rumores que la prensa había difundido acerca de la pretendida participación en la sublevación del padrino político de Gener, Luis González Bravo. La imagen que nos proyecta de Gener la causa es dual, pues el lector asiste a un proceso de construcción y deconstrucción de su imagen familiar. El fiscal y sus abogados apoyaron sus alegaciones sobre su papel como marido y como padre. De nuevo la institución familiar se convierte en referente. El fiscal Gil Osorio comenzó incluso diciendo que su acusación se hacía “en vindicación de las leyes y la sociedad” 23. Con una gran capacidad para trazar imágenes plásticas, el fiscal describió en varias ocasiones situaciones en las que quería hacer ver a los magistrados la premeditación de Gener al preparar el asesinato de su mujer y recurrió a escenas melodramáticas al hablar de hasta qué punto este acusado carecía de escrúpulos ya que encargó la muerte de su esposa sabiendo que sus propias hijas podrían ser testigos de los hechos. El objetivo de Gil Osorio era mostrar cómo Gener había revertido el orden social al convertirse en todo lo contrario de lo que se espera de un padre y esposo: de ente protector a ente amenazador. Su comportamiento supone, para el fiscal, una aberración que debe ser castigada para evitar la quiebra de la base de la sociedad: la familia. A partir de este momento, se asiste a la presentación de una serie de pruebas que demuestran el carácter monstruoso del acusado24: su vida disipada, su pertenencia a una agrupación masculina para escandalizar la sociedad, sus amantes, las amenazas de muerte a su mujer, el haberla hecho seguir meses antes del asesinato, etc. Para ello el fiscal utiliza reiteradamente cartas cruzadas entre el matrimonio y otras personas con el objeto de trazar el perfil psicológico del personaje. En uno de sus trabajos, la investigadora Carmen Simón Palmer reproduce un texto aparecido en la prensa de principios del siglo XX que resume con claridad el espíritu que articuló la acusación del fiscal Gil Osorio. Se dice en La Ilustración Artística: “El mujericidio siempre debiera reprobarse más que el homicidio. ¿No son los hombres nuestros amos, nuestros protectores, los fuertes, los poderosos? El abuso de poder, ¿no es circunstancia agravante? Cuando matan a mansalva a la mujer, no debería exigírseles más estrecha cuenta?” 25. Por lo que respecta a la defensa, su estrategia parte también de la familia como referente social para invertir la imagen del acusado. Gerónimo Gener tuvo tres abogados en el tiempo que duró el proceso del caso, de 1861 hasta 1863. Todos ellos fueron juristas respetados en su tiempo y alguno de ellos, de gran prestigio. Quien llevó el peso más fuerte de su defensa fue Antonio Aparisi y Guijarro. Aparisi, con gran habilidad, supo hacer recaer el elemento aberrante en la relación familiar en la mujer asesinada, Carlota Pereira. Incidió en las presuntas relaciones de Carlota con su pretendiente o amante Federico Lavilla, señalando que no es lo mismo cuando falta un hombre que cuando falta una mujer: “Y una mujer no falta sin antes haber dejado de amar en su corazón al marido. El hombre, buscando en casa ajena el encanto torpe del sentido, no trae a la sociedad que vive en 23
Causa célebre, 2. Se utiliza, de hecho, esta palabra en la página 9 de la Causa. 25 La Ilustración Artística (Madrid), 22 Julio 1901, en Carmen Simón Palmer, “Asesinas populares y su publicidad”, en Femmes criminelles et crimes de femmes en Espagne (XIXe et XXe siècles), ed. Solange Hibbs, (Carnières/Morlanwelz: Lansman, 2010), 73. Doy públicamente las gracias a la profesora Simón Palmer por haberme facilitado una copia de este trabajo suyo. 24
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su casa la perturbación y el desorden. La mujer trae a su casa y a la sociedad que en ella vive esa perturbación y ese desorden, y echa, digámoslo así, del poder supremo a su marido que es el rey, para poner en su lugar a un extraño; la mujer, introduciendo un hombre en su casa, descubre a los ojos de un adúltero los secretos sagrados del hogar doméstico: vende al marido, perturba la familia, traiciona la casa… y en fin, puede dar hijos al mundo… de aquellos que aborrecen a sus padres, de aquellos que roban su haber legítimo a sus hermanos” 26.
Retrató la situación de Gener como la de un hombre que, ante el comportamiento de su esposa, debe mantener el honor familiar, un hombre apesadumbrado por las dudas y preocupado por sus hijas, ante el pésimo ejemplo que daba la madre. De todo ello, deducía su abogado, se podían comprender las circunstancias de un hombre presionado, además, por los familiares de su mujer. Aparisi remató su defensa señalando que “no es natural, no es verosímil que un hombre que, en los momentos de ser destrozado su corazón, afrentado en su honra por una mujer amada […] que ese hombre que entonces no puso las manos en su mujer, después de tanto tiempo, cuando ya ha dejado de amarla, intente clavar el puñal en su corazón” 27. A ello añadió el elemento que más fuerza podía tener su defensa, lejos de los alegatos emocionales que buscaban la empatía entre el elemento masculino de la sala (es decir, los magistrados): no había pruebas sólidas que conectasen a Gener ni con el asesino ni con Ramón Granados, el hombre que fue a Madrid desde Almería con López Montero ya que la carta atribuida al secretario de Gerner, Joaquín Fornovi, había quedado invalidada como prueba por las dudas de los grafólogos. Este hecho, menos llamativo que la reconstrucción de la imagen de Gener como padre y como marido, era, en definitiva, el realmente importante para el desarrollo del juicio, por lo que a este acusado respecta. Los silencios de la causa en relación a Gener también son llamativos, aunque no tan oscuros como los de los dos personajes aludidos con anterioridad. Lo que sorprende en Gerónimo Gener es que alguien como él, oficial tercero de la administración civil provincial del Ministerio de la Gobernación, pudiera permitirse pagar a tres abogados prestigiosos. El primero fue Narciso Buenaventura Selva, famoso criminalista que llegaría a ser diputado por Lugo en 1867. Contó también con el citado Aparisi y Guijarro, hombre conocido por su tradicionalismo, lo que tenía poco que ver con el carácter un tanto disoluto de Gener. El mismo Aparisi dijo en su defensa que al principio creyó a Gener culpable. Lo que más sorprende es el tercer abogado del acusado: Juan Francisco Pacheco, uno de los juristas más prestigiosos del momento, cuya actuación fue más notoria en la segunda vista28. ¿Cómo pudo Gener pagar a estos tres letrados?29. La explicación estriba en el contacto que había mantenido Gener con quien era su padrino político: Luis González Bravo. La vinculación de Gerónimo Gener con el partido moderado viene también corroborada por su pertenencia al círculo de José Jover y Greppi, jefe local del partido en Almería30. Probablemente sea esta la razón que también explique el hecho de 26
Causa célebre, 88. Las intervenciones de Aparisi puede encontrarse también en el tomo V de sus Obras, titulado Escritos y discursos forenses (Madrid: Flórez y Cía, 1877), 229-240. Causa célebre, 159. 28 Se reproducen sus intervenciones en El Pensamiento Español (Madrid), 30 Septiembre 1862 y 1 Octubre 1862. 29 Hacia 1857 el sueldo de los oficiales “de la clase de terceros”, categoría a la que pertenecía Gener, era de 10.000 reales (información oficial del Ministerio de Gobernación publicada en La España, 7 Marzo 1857). 30 Josefa Martínez Romero, Instituciones culturales en el siglo XIX almeriense (Almería: Universidad de Almería, 2001). 27
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Raquel Sánchez García
que, al contrario que Eulogio López Montero, que dispuso de un abogado poco conocido, Ramón Granados tuviera entre sus defensores a Antonio Mena Zorrilla, que había sido diputado moderado por Toledo y Alicante y llegaría a ser un prohombre político en la Restauración. Hay que recordar a este respecto que Ramón Granados era el personaje clave en todo este proceso, pues si en cualquier momento hubiese inculpado a Gener, este no habría dispuesto de más argumentos para defenderse, ya que la conexión entre el asesino y el presunto inductor era precisamente Granados. Probablemente fueron también estas conexiones políticas las que permitieron que durante el tiempo en que duró su cautiverio en el Saladero, Gerónimo Gener pudiera salir y entrar de la cárcel con cierta frecuencia para visitar a sus amigos políticos y a sus abogados, y ser visitado por los primeros31. Finalmente, culpable o no, Gerónimo Gener salió de la cárcel el día 13 de marzo de 1863. Dos años después, Gener volvió a ingresar en prisión a consecuencia de una petición de la Audiencia de Granada, que le condenó a dos meses de arresto en la causa que se le había formado por el duelo que había mantenido (viviendo aún su mujer) con Federico Lavilla, el presunto amante de Carlota Pereira32. Por otra parte, la cadena perpetua de Ramón Granados fue revisada en 1871 y reducida a veinte años, que cumplió en el penal de las islas Chafarinas33. Conclusión El asesinato de Carlota Pereira fue uno de los muchos casos de mujeres con una situación matrimonial insostenible que acabaron sufriendo las consecuencias de una legislación y una moral que les condenaba a permanecer en segunda fila. La sonoridad de su caso, y el hecho de que la violencia llegara hasta las últimas consecuencias, sacó a la luz pública un suceso que era más frecuente de lo que las estadísticas permiten afirmar34. Como se ha visto a lo largo de estas páginas, tanto la acusación como la defensa de Gerónimo Gener giraron alrededor del papel que correspondía al marido en una sociedad burguesa organizada alrededor de la familia. Los abogados y el fiscal pergeñaron toda una trama discursiva que contribuía a reforzar estos pilares de la sociedad, una trama discursiva de la que participaban todos los implicados, incluida la propia víctima, como demuestran las cartas que había ido publicando la prensa. Los silencios de la causa son el lugar en el que se esconden esos márgenes de la sociedad que no entran dentro de la moral predominante; esos límites que el individuo bordea por distintas circunstancias: en el caso de Francisca Burdeos, para subsistir en un entorno hostil; en el caso de López Montero, por su vinculación al mundo de la delincuencia. Tal vez lo más interesante que reflejan los silencios de la causa sea la pluralidad de identidades con las que un individuo podía vivir en el siglo XIX, una época en la que el control a la ciudadanía no alcanzaba el nivel actual y en el que una persona podía o esconderse de la policía adoptando otro nombre, o crearse un nuevo yo alrededor de un nuevo nombre.
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La Iberia (Madrid), 8 Agosto 1861. La Época (Madrid), 3 Junio 1865. 33 La Correspondencia de España (Madrid), 18 Diciembre 1871. 34 Gutmaro Gómez Bravo, “El paisaje de la violencia”, Cuadernos de Historia Contemporánea, 24 (2004): 179. 32
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Representaciones pictóricas de la naturaleza: el paisaje como protagonista Mª Esperanza Macarena Ruiz Gómez Universidad Complutense de Madrid
Introducción odemos definir la pintura, como una manifestación de carácter vital, por darse dentro, en función y reflejo de la existencia humana. Es un medio que nace de la necesidad individual y social de transmitir ideas, emociones y constituye un mensaje universal en la geografía y en el tiempo. Desde la atracción que siento por la pintura, y en particular por la de paisaje, observo que a lo largo de la historia del arte, dicho género ha sido un elemento revelador de la relación del hombre con la naturaleza, tomando mayor relevancia en los momentos culturales en que el ser humano se siente más integrado y en comunión con ella, lo que viene a coincidir con otras formas de manifestación cultural. El paisaje, pues, está vinculado a la historia de las culturas, colaborando a un mejor conocimiento de la condición humana, de sus momentos, de sus cambios. Por ello, para a su vez comprender mejor la evolución de la pintura de paisaje, se hace necesario analizarla y relacionarla con los cambios culturales a lo largo de la historia, ya que suele manifestarse con mayor protagonismo en esos momentos de cambio coincidentes con una nueva visión filosófica, religiosa y científica del hombre. La época en la que nos centraremos en esta comunicación es el Renacimiento, porque es un período de la historia donde hay una importante revolución científica, filosófica, religiosa… etc., la cual, influyó de manera decisiva en la nueva forma de pensar del hombre de la época, y por lo tanto, en la forma de observar el mundo, la Naturaleza. Esto conlleva y se refleja en una evolución en la pintura y dentro de ésta, en la pintura de paisaje. En este período podemos encontrar las raíces que hicieron posible que el paisaje fuera tomando cada vez mayor importancia en las representaciones pictóricas para llegar a consolidarse como un género independiente. Aunque ya en la Antigüedad Clásica podemos hallar referencias pictóricas que hacen alusión al paisaje, como por ejemplo las pinturas al fresco de Pompeya que datan del s. I d. C, en donde observamos magníficas representaciones de frondosos y exuberantes vergeles, es el Renacimiento el momento clave que hizo posible la consolidación del paisaje como género pictórico independiente en Occidente, donde ya podemos ver representaciones paisajísticas en
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Mª Esperanza Macarena Ruiz Gómez
Renacimiento. Génesis del paisaje como género pictórico en Occidente
Interpretación y sintonía de la pintura de paisaje con otras manifestaciones culturales: filosofía, religión y ciencia
Relación hombre-naturaleza
Nuevos descubrimientos geográficos
Nuevo sistema cosmográfico
Tabla 1: Génesis del paisaje como género pictórico independiente
que la naturaleza es generosa y refugia al hombre, pues no debemos olvidamos que en este período, aquélla es algo a dominar por el ser humano. Es en el Renacimiento cuando las teorías del sistema cosmográfico desplazan a la Tierra de su posición y sitúan al Sol en el centro del universo; asimismo, no debemos de olvidar los grandes avances en el campo de la geografía, que propiciaron nuevos descubrimientos e hicieron que el hombre además de ser consciente de la infinitud de universo, fuera conocedor de la amplitud de la Tierra en la que vivía, lo que contribuyo definitivamente a la aparición del paisaje como género independiente. Por ello, en esta ponencia además de hablar de obras específicas de pintores de este período relacionadas con el paisaje, desarrollaré brevemente la relación hombre-naturaleza en la que incluyo también al jardín como elemento de imbricación importante entre ambas partes, además de hacer referencia a la importancia que supuso el auge y desarrollo de los nuevos sistemas cosmográficos, por considerarlos puntos clave en la conformación del paisaje como género pictórico. 1. Relación hombre-naturaleza en el Renacimiento Cuando el ser humano se siente más liberado de la pura necesidad física, puede contemplar y apreciar de una manera más libre el valor de las cosas, y en este caso concreto, de la Naturaleza, que ya no es únicamente un trozo de tierra que le provee de alimentos. Siente que de Ella puede además obtener otro tipo de placeres, como el estético, apareciendo así una nueva estética del paisaje, fruto de una emoción ante lo que le rodea, contempla y respeta. Sienten que pueden comenzar a controlar y disfrutar la Naturaleza dejando así de verla como un elemento hostil o como simplemente un mero medio de vida. Comienzan a querer salir de sus casas para recrearse y disfrutar de su entorno, más allá de los límites de las ciudades o pueblos que habitan, y éste es quizás el origen del término actual de paisaje, es decir, la Naturaleza además de proporcionar un placer físico aporta un placer psíquico, un disfrute para los sentidos. Es este el momento en el que se atisba la génesis del paisaje como género pictórico independiente teniendo como antecedentes pictóricos en el inicio del Renacimiento a Giotto y Ambrogio Lorenzzeti, entre otros. Nos detenemos en la obra Consecuencias del Buen Gobierno en el campo realizada por Giotto entre 1338 -1340; es una pintura al fresco que se encuentra en el Palazzo Pubblico de – 528 –
Representaciones pictóricas de la naturaleza: el paisaje como protagonista
Siena, la cual podemos considerar clave en el tema que estamos abordando. Al observar esta escena, vemos representada una vasta panorámica de paisaje, donde la ciudad se encuentra delimitada por una muralla tras la que vemos un extenso terreno, creando un espacio en diagonales contrapuestas para crear así, el efecto de profundidad espacial.
Figura 1: Consecuencias del buen gobierno en el campo. Ambrogio Lorenzetti 1338-1340. Pintura mural, Siena
Las extensiones de terreno que anteriormente habían sido representadas de una manera árida, ahora están cubiertas de suelo fértil con numerosas zonas de cultivo. En esta obra podemos ver escenas que hacen referencia a labores de labranza del campo, en donde el hombre intenta dominar la tierra, que a su vez, se encuentra en un terreno desconocido para ellos, pues si nos fijamos en la acción representada, se encuentran situados fuera de las murallas que cercan la ciudad en la que viven. 1.1. Nuevo sistema cosmográfico en el Renacimiento Es un momento muy convulso debido en gran manera a la importante revolución científica, donde se transforma la concepción del mundo como un todo finito, cerrado y ordenado jerárquicamente, por la de un universo indefinido. Las teorías de Copérnico igualan el Cielo y la Tierra; pero no se hizo sobre una degradación del Cielo a la altura de la Tierra, sino al contrario. La transformación de la Tierra en un astro más de los que forman el Universo forma parte del nacimiento del mundo moderno, modelo heliocéntrico. Años más tarde Galileo refrendaría y demostraría las teorías de Copérnico. «En primer lugar, hemos de señalar que el mundo es esférico, sea porque es la forma más perfecta de todas, sin comparación alguna, totalmente indivisa, sea porque es la más capaz de todas las figuras, la que más conviene para comprender todas las cosas y conservarlas, sea también porque las demás partes separadas del mundo (me refiero al Sol, a la Luna y a las estrellas) aparecen con tal forma, sea porque con esta forma todas las cosas tienden a perfeccionarse, como aparece en las gotas de agua y en los demás cuerpos líquidos, ya que tienden a limitarse por sí mismos, para que nadie ponga en duda la atribución de tal forma a los cuerpos divinos1.» 1
Nicolás Copérnico, De revolutionibus orbium coelestium (Madrid. Editorial Nacional, 1982).
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Mª Esperanza Macarena Ruiz Gómez
Figura 2: Sistema heliocéntrico de Copérnico
Como anécdota, me parece interesante comentar que se cree que el pintor Giotto contempló en 1301 pasar el cometa Harlley por el cielo de Italia, y posiblemente lo tomó como idea para la estrella que aparece en su obra “Adoración de los Reyes Magos”. En la década de los 80, la Agencia Espacial Europea envió una sonda para estudiar este cometa y bautizó esta misión con el nombre de Misión Giotto. 1.2 Nuevos descubrimientos geográficos El hombre renacentista tiene que demostrar su dominio sobre el territorio que le rodea y una forma es mediante la representación detallada del mundo. Fue en ésta época cuando hay un interés por cartografiar la tierra utilizando la geometría, modificando la visión que hasta entonces se tenía de nuestro globo. Hubo un importante cambio estilístico sobre todo en Europa, la nueva manera de ver el mundo influyó especialmente en las representaciones de los mapas, donde surgen nuevos estilos con frecuencia realizados por quienes eran muy reconocidos como innovadores en la pintura. Era como si pintar y alzar mapas fueran simplemente medios distintos de ofrecer la misma realidad vista de nuevo. Como ejemplo de pintor que realizó numerosos mapas está la figura de Leonardo da Vinci. En algunos de sus trabajos para facilitar la perspectiva y así poder enseñar mejor la localización de los pueblos y ciudades, utilizó una fingida vista aérea. En el plano que realizó de la ciudad de Milán, vemos cómo en la parte superior representa tres cuartos del perímetro de la ciudad y en la zona inferior, representa los edificios más importantes, entre ellos el hospital y el castillo. Hoy en día, estos mapas son de un valor incalculable, pues además de ser planos, nos muestran de una forma muy aproximada la organización y el estado de esas ciudades en aquél período. 2. Representaciones pictóricas del paisaje En la Antigüedad y en la Edad Media el concepto espacial en esencia estaba formado por la suma de las partes mientras que en el Renacimiento se transforma esta visión medieval y se concibe como un todo, por lo que surge una nueva geometría descriptiva tomando como pilares los axiomas euclidianos donde se representarán los objetos en un espacio, en diferentes planos y desde un solo punto de vista. – 530 –
Representaciones pictóricas de la naturaleza: el paisaje como protagonista
Los elementos representados estarán en relación con el espacio circundante. Al ir paulatinamente profundizando en el espacio, los objetos van cambiando su proporción, por lo que se crea así un “espacio infinito”. El arte se transforma en una ilusión pero para que parezca real hay que tener en cuenta la estructura de la naturaleza. Es fundamental la representación del espacio donde luego se situarán las formas de manera proporcional y gracias a la perspectiva, se logra un espacio creíble el cual está sobre una superficie bidimensional. Había una relación entre el dominio del espacio en la pintura y el del espacio en los paisajes del mundo real. Los viajes y las exploraciones hacia tierras desconocidas ensancharon el mundo, y unos años más tarde Copérnico iba a ensanchar el Universo. A continuación haré referencia al pintor Giorgione que perteneció a la escuela veneciana, y a su obra La Tempestad de gran importancia en el punto de inflexión que llevó al paisaje a convertirse en un género pictórico independiente. En este cuadro, de pequeñas dimensiones y que actualmente se encuentra en la Galería de la Academia de Venecia, el paisaje está pensado y pintado como el gran protagonista de la escena. Como podemos observar, hay figuras representadas, pero son elementos más de esta representación de paisaje abierto hacia la Naturaleza infinita, representada por un rayo de tormenta siendo la auténtica protagonista de la escena. Otro pintor de gran importancia al que citaremos para poder comprender mejor la génesis del paisaje occidental es el flamenco Joachim Patinir, muy amigo de Alberto Durero el cual le llamaba “el buen pintor de paisajes”.
Figura 3. Travesía en la laguna Estigia, Joachim Patinir, 1515-24.
Si con anterioridad ya se habían realizado obras en donde el paisaje era protagonista, Patinir además de otorgar el papel principal al paisaje en numerosas de sus obras, le dio carácter cosmogónico, pues nos mostró la infinitud del universo, representando extensos horizontes con frecuencia a casi a vista de pájaro e integrando en sus vastas representaciones, pequeñas escenas realizadas por el hombre en un plano secundario. También destacaremos al pintor alemán Albert Altdorfer el cual miró también a la Naturaleza pero no de una forma placentera y dócil. Cuando contemplamos por ejemplo su obra – 531 –
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La Batalla de Iso, no nos transmite serenidad ni calma, sino todo lo contrario, nos evoca momentos apocalípticos en donde parece que el mundo va a desaparecer, pues en un solo golpe de vista vemos mar, montañas, el cielo, el Sol, la Luna, ejércitos… es la representación de un paisaje en su vertiente más dramática.
Figura 4: La batalla de Alejandro en Issos, Albrecht Altdor, 1528-29
2.1 El jardín en el renacimiento Como he mencionado con anterioridad, un elemento fundamental en la relación hombreNaturaleza es el jardín, el cual, ha estado siempre presente en la cultura occidental desde la Antigüedad y lo podemos definir como Naturaleza siempre organizada y modelada por el hombre para expresar en él su espíritu, manifestándose la necesidad humana de hacernos con ella. La historia del jardín constituye un capítulo importante en la historia del concepto de paisaje, por lo que puede decirse de las representaciones o descripciones de jardines que se encuentran en la pintura de todos los tiempos, que son también una idea de paisaje y reflejo cultural, sociológico, y filosófico de un pueblo. El investigador Rosario Assunto2 en su obra Ontología y teología del jardín establece una idea de jardín como especial relación entre el hombre y la naturaleza, entre el individuo y el paisaje; una relación que permite el jardín como el lugar donde la naturaleza se humaniza y el hombre se naturaliza. Como antecedentes al jardín renacentista y su importancia como elemento que refleja la relación hombre –naturaleza, hablaré escuetamente de la esencia del jardín en la Edad Media tomando como fuente de información las representaciones pictóricas de los mismos que había en dicho período. 2
Rosario Asunto, Ontología y teleología del jardín (Madrid. Tecnos S.A, 1991).
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Representaciones pictóricas de la naturaleza: el paisaje como protagonista
Jardin Edad Media Aislamiento y reflexión Pequeñas dimensiones en donde vemos reflejada la bondad y el orden de Dios
Difícil acceso al público acotada por grandes muros con función simbólica y defensiva
Espacio de meditación. Huerto
Tabla 2: Características principales del jardín en la edad Media
En esta obra que a continuación ponemos como ejemplo (Fig. 3) observamos una mezcla entre fantasía y realidad ya que incluyen la idea del Jardín del Edén mostrando todos sus elementos iconográficos. Como podemos ver son representaciones de espacios de carácter geométrico normalmente acotados, pues el miedo a lo desconocido siempre estaba presente. «Si el Paraíso estuviera en la Tierra, sería inconcebible que pudiera tomar otra forma3.» . El jardín y sus atributos se idealizaron para convertirlos en portadores de símbolos y dar relieve al mensaje sagrado4.
Figura 5: Speculum umanae salvationis, 1370-1380, Bibliotaca nacional de París
Como reminiscencias de este tipo de jardín, en el Renacimiento encontramos lo que es conocido como jardín secreto. Jardin secreto Pequeño espacio acotado herencia del jardín medieval Interior jardín renacentista Vida privada, espacio erótico Laicalización del hortus conclusus Tabla 3: Características principales del jardín secreto
3
Giovanni Boccaccio, Decamerón. (Madrid. Cátedra, Letras Universales, 2000). Ehrenfried Kluckert,Grandes jardines de Europa. Desde la Antigüedad hasta nuestros días. (Barcelona. H. F. Ullmann, 2007).
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Sin embargo, durante el Renacimiento los altos muros que cerraban el jardín de la edad media fueron paulatinamente desapareciendo, llegando en muchas ocasiones a integrarse el jardín con el paisaje circundante. Como en todos los aspectos de la sociedad renacentista, el hombre se convierte en el centro y medida de todas las cosas, sustituyendo al gran Creador de los tiempos medievales, de manera que, también en los jardines, debía notarse su protagonismo en la ordenación de su entorno vital, en contraste con el vecino paisaje natural. Jardin del Renacimiento Se abre al mundo exterior
Espacios menos acotados
Integración del jardín con el paisaje circundante
Refleja nueva relación hombre-naturaleza
Tabla 4: Características principales del jardín en el Renacimiento
Se van superando paulatinamente los planteamientos teológicos precedentes, y se plantea, desde una óptica humanista la idea de entender el jardín, de comprender el nuevo concepto de paisaje, como una alegoría del progreso del conocimiento. Es en el Renacimiento donde se muestra cómo los elementos vitales – agua, tierra, viento y fuego- están en armonía y gobernados por la providencia divina la cual está al servicio del hombre. Representaciones pictóricas del Jardín del Renacimiento Integración con el paisaje circundante. Concepto global Cercados no con carácter defensivo. Espacio de recreo con perterres, fuentes árboles frutales Unificación de elementos arquitectónicos con los elementos del jardín Jardines para el disfrute de los sentidos Apertura en la concepción espacial de las representaciones pictóricas Tabla 5: Características principales de las representaciones pictóricas – 534 –
Representaciones pictóricas de la naturaleza: el paisaje como protagonista
Conclusiones Podemos encontrar la génesis del paisaje como género pictórico independiente durante el Renacimiento. Este origen coincidió con un momento de revulsión en donde surgen nuevas concepciones de la Naturaleza, hay un auge en el campo de la cartografía debido a la apertura de nuevas rutas comerciales y por el descubrimiento de nuevas tierras así como las nuevas teorías del universo especialmente las de Copérnico. Todo este caldo de cultivo fue definitivo en la aparición de este género pictórico. Las representaciones pictóricas de paisajes además de servirnos de testimonio, entre otras muchas cosas, de la relación del hombre con la Naturaleza a lo largo de distintas épocas, en ocasiones, también ha sido otra forma silenciada utilizada por el artista para poder combatir la censura del momento y mostrar su comunión con ideas vertidas por pensadores que en muchas ocasiones eran tachadas. Muchas teorías que surgieron durante este período, algunas de ellas reprimidas como las nuevas teorías cosmogónicas, sin embargo fueron refrendadas y aceptadas por algunos pintores del momento incorporándolas en sus paisajes, como es el caso del pintor anteriormente citado Giorgione.
Bibliografía Añón, Carmen Jardines y Paisaje en el Arte y en la Historia (Madrid, Editorial Complutense, Curso de Verano de El Escorial 1993-94, 1995). Assunto, Rosario Ontología y teleología del jardín (Madrid, Tecnos S.A, 1991). Boccaccio, Giovanni Decamerón. (Madrid, Cátedra, Letras Universales, 2000). Copérnico, Nicolas De revolutionibus orbium coelestium (Madrid, Editorial Nacional, 1982). Kluckert, Ehrenfried Grandes jardines de Europa. Desde la Antigüedad hasta nuestros días (Barcelona, H. F. Ullmann, 2007). Koyré, Alexander Del mundo cerrado al universo infinito (Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1987). Maderuelo, Javier El paisaje. Génesis de un concepto (Madrid, Abada Editores, 20)
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En el principio era el Logos: el desierto en el imaginario de la generación de 1880 argentina. La conquista semiótica y la conquista real. Análisis de una excursión a los indios ranqueles de Lucio V. Mansilla María Lydia Polotto Sabaté Universidad Pontificia Comillas
Introducción l motivo central del presente trabajo será analizar cómo la construcción discursiva de una realidad inexistente puede colaborar -de forma decisiva- a instalar en la conciencia de una determinada sociedad un imaginario que promueva la concreción de un objetivo específico. En esta línea, los integrantes de la denominada Generación de 1880 argentina, impulsaron a través del lenguaje una terminología que giró en torno a la noción de desierto y que se utilizó para designar a aquellos territorios que estaban habitados por los pueblos indígenas autóctonos. De esta forma, hicieron creer a la sociedad argentina de fines del siglo XIX que esas tierras estaban vacías. El líder de la mentada generación -que fue también una generación literaria aunque, esencialmente, política- fue Julio Argentino Roca quien, precisamente, se desempeñó como presidente de la república durante de denominada Conquista del Desierto (1869-1888) en la que se anexaron al dominio del Estado-nación los territorios que se encontraban habitados por diferentes comunidades aborígenes. Vemos, de esta manera, que la manipulación del lenguaje en torno a esos acontecimientos históricos responde claramente a una idea programática que se articuló desde la clase intelectual oligárquica y que se utilizó como justificación de la citada conquista: si los territorios estaban desiertos, podían ser ocupados por el Estado. Uno de los intelectuales que perteneció a la Generación de 1880 y que tuvo implicación directa en la campaña de ocupación fue Lucio Victorio Mansilla quien en su libro Una excursión a los indios ranqueles (1870) hizo extensivo uso de la palabra desierto para impulsar también el entonces el término desierto que tuvo uno de sus pilares en el conocido binomio sarmientino civilización/barbarie a través del cual la oligarquía argentina pretendió conseguir la hegemonía social.
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El territorio en la configuración de la identidad nacional Los procesos que formaron parte de la construcción de las naciones hispanoamericanas durante el siglo XIX se caracterizaron por presentar dos fenómenos. En primer lugar, había una voluntad homogeneizadora que se intentaba cuajar a partir del establecimiento de referentes comunes entre los miembros de la sociedad. En segundo lugar, se buscaba consolidar una ideología de tipo territorial que pretendía unificar y aglutinar el espacio nacional tanto a nivel simbólico como a nivel físico. Por este motivo, el territorio cumplió un papel determinante dentro de la construcción de la identidad argentina; fue un elemento básico para integrar a los componentes cada vez más heterogéneos de la sociedad1. No obstante, nos parece necesaria la siguiente aclaración: la relación que se establece entre nación y territorio no siempre es automática y depende de cómo esté configurada simbólicamente dicha nación. En este aspecto podemos distinguir dos concepciones distintas: la denominada nación étnica y la denominada nación cívica. Un ejemplo de la primera es Alemania, donde la unidad entre los miembros se refiere a cuestiones de tipo espirituales como una ascendencia en común, unos mitos de origen, una identificación en las costumbres, una memoria histórica y una lengua vernácula. Cuando nos referimos a la segunda, en cambio, juegan un papel determinante elementos de tipo material como los sistemas de ocupación y de producción, el establecimiento de unas leyes comunes y unos deberes legales idénticos para todos los miembros de la comunidad, un sistema educativo de tipo público y una ideología cívica o ciudadana compartida. De esta forma deducimos que uno de los principales elementos diferenciadores entre estos dos modelos de nación es, precisamente, aquél que se refiere al concepto de territorio porque mientras que para la nación étnica la cuestión del territorio pasa por un segundo plano –puesto que son sus miembros los que le otorgan identidad al espacio-, para la nación cívica el tema del territorio es absolutamente central ya que es el país la condición previa para que la nación exista; en este aspecto, hay una estrecha identificación entre comunidad política y definición territorial. En la nación cívica la configuración física del Estado-nación implica la regulación social sobre un territorio delimitado de antemano. De esta forma, se pone de manifiesto la importancia que adquiere la geografía para la configuración de algunas naciones. El modelo de la nación cívica es asimilable al caso de Argentina, un país joven que ha debido establecer de facto la mayor parte de los componentes de su identidad cultural. Entre estos componentes se encontraba el territorio que se configuró como uno de los principales nexos comunitarios2. El conocimiento y el control de la geografía nacional por parte del Estado-nación fue un hecho de suma importancia para la cohesión entre los miembros de la sociedad. Por este mismo motivo, las políticas nacionalistas buscaron a lo largo de la historia reforzar el carácter simbólico de la tierra. Éste puede ser considerado un trabajo de semantización de la geografía que se llevó a cabo de una manera programática y constante y se acentuó durante todo el siglo XIX, especialmente a fines de ese siglo, y durante el nacimiento del nacionalismo cultural en las primeras décadas del siglo XX. Aún sigue siendo, de hecho, un trabajo de elaboración simbólica en nuestros días. 1
Mónica Quijada, “Nación y territorio: la dimensión simbólica del espacio en la construcción nacional argentina. Siglo XIX”, Revista de Indias (Madrid) no. 219 (2000): 373. Quijada, “Nación y territorio: la dimensión simbólica del espacio en la construcción nacional argentina. Siglo XIX”, 375.
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En el principio era el Logos: el desierto en el imaginario de la generación de 1880 argentina. La conquista ...
Territorio y frontera La noción de frontera también se desprende del concepto de territorio. Podemos definir a la frontera, por una parte, como los límites hasta donde se ejerce el control del Estado-nación sobre un espacio en el que, además, se ejecutan los procesos de producción y de re-producción simbólica de la identidad nacional y en donde los límites están materializados físicamente. Si las ideas –y, por lo tanto, las construcciones discursivas- son las que dan un sentido determinado a un espacio dado, dicho espacio no existe por sí mismo sino que es, efectivamente, una construcción. La oligarquía argentina de fines del siglo XIX comenzó un proceso de configuración de un territorio al que otorgó connotaciones simbólicas con el fin de ejercer un control sobre él. Con este fin, hicieron un uso muy concreto del concepto de frontera. Si tenemos en cuenta que una porción muy importante –y potencialmente productiva- de los territorios ocupados por los indios estaban, antes de la Campaña del Desierto, fuera del alcance de las instituciones, la noción de frontera interior se convirtió en todo un dispositivo de conquista. El adjetivo interior ayudó a reforzar la simbología de que esas tierras pertenecían legítimamente al Estado argentino y que les habían sido usurpadas. De esta forma, hablar de fronteras interiores constituía la reivindicación de la soberanía nacional sobre los territorios ocupados. El desierto como enunciado Podemos definir al enunciado como un hecho que supone la existencia de, al menos, dos sujetos: un emisor y un receptor. Estos dos sujetos se caracterizan, además, por estar histórica y socialmente condicionados. Pero hay que tener en cuenta el hecho de que el asunto puramente verbal o lingüístico que forma parte de un enunciado es sólo un aspecto del mismo ya que los componentes no verbales del enunciado son igual de importantes3 y son un aspecto que se encuentra implícito en él. Esta parte extra verbal –tal y como la hemos denominado- está formada por un espacio u horizonte común entre los sujetos que participan de la enunciación, una situación que en sí misma también es conocida por ambos y un juicio de valor que también comparten4, de modo que entre los sujetos de la enunciación se establece una especie de contraseña. Tomando lo dicho anteriormente como premisa, podemos entender que la articulación de la noción de desierto como la de un enunciado es completamente válida en tanto hemos caracterizado al enunciado como un texto que vincula signo y sentido de forma excluyente a partir de un dispositivo ideológico5. De esta forma, el término desierto es una palabra que tiene una fuerte connotación política para los hombres de 1880. No hay ningún enunciado inocente ya que en todos ellos se esconde un juicio de valor. En este aspecto, la conceptualización del desierto aludió directamente a la idea de vacío y llevó aparejadas tres nociones complementarias. Para empezar, la referencia a espacios vacíos en tanto que no llegaba la acción centralizadora del poder del Estado-nación. Luego, la referencia a unos territorios deshabitados en donde los indígenas no eran considerados como potenciales vecinos de la sociedad argentina puesto que no eran susceptibles de ser incorporados al proceso productivo del Estado liberal ya que –tal y 3
Tzvetan Todorov, Mikhail Bakhtin. The Dialogical Principle (Minneapolis, University of Minnesota Press, 1984): 41. Todorov, Mikhail Bakhtin. The Dialogical Principle, 42. José Amícola, De la forma a la información. Bajtín y Lotman en el debate con el formalismo ruso, (Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1997): 150.
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como afirmaba Juan Bautista Alberdi en 1852- “el indígena no figura ni compone mundo en nuestra sociedad política y civil”. Y, por último, la referencia a un espacio bárbaro en tanto generador de barbarie6. De esta forma, llenar los vacíos se convirtió en una programa civilizatorio que se articuló a través de distintos enunciados en donde la idea de desierto era un denominador común. Estos enunciados se convirtieron en fenómenos ideológicos capaces de ser vehículos efectivos para la comunicación social7. Mansilla y el Otro Lucio Victorio Mansilla fue uno de los miembros más destacados de la ya citada Generación de 1880, componente de un grupo de intelectuales a los que David Viñas denominó escritores gentlemen. Compartió con sus contemporáneos la vocación homogeneizadora de la oligarquía y fue partícipe de la ideología liberal que estableció el llamado a los inmigrantes europeos como uno de los pilares para impulsar el sistema productivo argentino y la idea de progreso. De esta forma, la concepción de Estado que tenían los hombres del 80 era cercana a aquélla de nación cívica, concepción que se transformaría radicalmente sólo unas décadas más tarde cuando -tras el fracaso del sistema económico liberal y la desbordante afluencia inmigratoria que puso en jaque los intereses de la oligarquía argentina- se proclamó desde los círculos intelectuales de la elite la existencia de un alma nacional. Esta ideología surgió en la denominada Generación del Centenario o nacionalismo cultural, quienes estaban influidos por las teorías filosóficas del alemán Johan Gottfried Herder y su noción de Volkgeist. Mansilla hizo uso en Una excursión a los indios ranqueles de la simbología del desierto, tal y como lo hicieron otros integrantes de su generación. No obstante, es importante aclarar que esta construcción discursiva no fue original de su generación. Ya Esteban Echeverría había introducido la temática de la pampa como personaje literario en su poema La cautiva (1837). Allí, el término pampa era utilizado como sinónimo de desierto y se lo pintaba como un espacio inconmensurable, abierto y misterioso8. El desierto en La cautiva presenta unos elementos básicos de una iconografía construida alrededor de unas cualidades imprescindibles: la extensión, el horizonte ilimitado o la infinidad oceánica. El desierto es, de esta manera, un territorio para descubrir y para conquistar, es un lugar en donde los accidentes de la naturaleza carecen completamente de la belleza arquetípica de los locus amoenus característicos de la literatura medieval. En lugar de vergeles hay fachinales, pastizales o ríos fangosos, de orillas indecisas y llenas de juncos. El salvajismo presente en la naturaleza remite directamente a la idea de una creación incompleta que hace alusión a los seres que en ella habitan. Se trata, en definitiva, de la caracterización simbólica de un territorio al que aun no ha llegado la civilización; un espacio al que se añora pero al que, al mismo tiempo, se le teme porque se encuentra fuera de la jurisdicción del Estado-nación que provee las leyes. En el momento en el que los territorios que estaban ocupados por los indígenas fueron susceptibles de ser incorporados a la política de producción del liberalismo, se buscaron diferentes estrategias de para anexarlos al territorio nacional. La guerra que se libró contra el indio 6
Quijada, “Nación y territorio: la dimensión simbólica del espacio en la construcción nacional argentina. Siglo XIX”, 380. Amícola, De la forma a la información. Bajtín y Lotman en el debate con el formalismo ruso, 162. Carlos Altamirano; Beatriz Sarlo “Esteban Echeverría: el poeta pensador” en Ensayos argentinos, (Buenos Aires, Editorial Ariel, 2007).
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culminó, efectivamente, con la incorporación de dichas tierras a la geografía nacional pero, antes de la campaña efectiva, fue necesaria campaña semiótica que consistió en la construcción de una realidad simbólica que nutriera al imaginario colectivo de la oligarquía argentina y de su sociedad afín con la idea de desierto. Esta noción prontamente formó parte de la cultura de la época ya que ésta, justamente, está formada por los discursos retenidos por la memoria colectiva9. La generación de 1880 fue la que promovió directamente la configuración de esta ficción, funcional al Estado liberal. De esta manera, Lucio Mansilla aportó su sello personal en Una excursión a los indios ranqueles, texto que –además- se desprende de su propia experiencia como coronel del Ejército Argentino durante una misión de pacificación con un cacique ranquel en la provincia de La Pampa. A la vez que durante todo el libro se hace referencia a esas tierras pampeanas como desierto narra, paradójicamente, sus diferentes encuentros con esta comunidad indígena. De este hecho podemos extraer la conclusión –obvia, por otro lado- de que esos territorios nada tenían de desiertos. De esta forma Mansilla, a través de una construcción discursiva, otorga entidad real a una realidad inexistente. Estos territorios no estaban deshabitados sino que estaban ocupados por poblaciones autóctonas. En este sentido, hay una segunda cuestión a tener en cuenta puesto que llamar desierto a estas tierras fue una forma de justificar la conquista de las mismas a partir de la anulación de la otredad. El otro no existe: no es funcional al Estado liberal, no tiene entidad. Y si no existe, el territorio que el otro habita está desierto. Es decir que, previamente a la formulación del plan de anexarlo a un proyecto de nación, fue necesario establecer simbólicamente que allí había un vacío sobre el que era posible y necesario construir un modelo de país. En este aspecto, se llevó a cabo un acto performativo a través del lenguaje: se construyó una realidad lingüística que suplantó a la realidad a través de un enunciado homogeneizador y, al mismo tiempo, que funcionó como disolvente del otro a través de un trabajo de repetición y de inscripción. La literatura tuvo mucho que ver en la consecución de este objetivo porque ayudó a recrear simbólicamente el añorado territorio usurpado ilegítimamente por los salvajes. La lengua, de esta manera, vació un lugar, inscribió una ausencia en donde no había nada ausente. De esta forma constatamos que el lenguaje no es un elemento unívoco sino que sirve tanto para cohesionar a una sociedad como para manipularla. Esta percepción del otro como algo que no existe trajo consecuencias concretas, como la necesidad y la justificación del exterminio, así como la negación de la culpabilidad del conquistador. Si desconozco al otro, su identidad, si el otro me es lejano, si es un bárbaro, la culpabilidad desaparece. No podemos dejar de lado, por otra parte, el hecho de que en toda decisión política hay una complicidad por parte de la sociedad que calla o que asiente una determinada visión de la realidad, compartiendo el estereotipo oficial que se experimenta sobre la imagen del otro. De esta forma, la Conquista del Desierto fue posible porque la sociedad argentina a lo largo del siglo XIX –cuyo centro intelectual giró en torno a los hombres de 1837 y de 1880- tenía en su imaginario la idea de ese desierto, de ese vacío. La circulación de ficciones llevada adelante por el gobierno y por los sectores intelectuales dio, de esta manera, sus frutos. Esteban Echeverría en La cautiva plantea que el fin del desierto estaría marcado por la implantación de un 9
Todorov, Mikhail Bakhtin. The Dialogical Principle.
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sistema capitalista basado en la producción. Por este motivo, Echeverría denomina a los nuevos territorios que se iban incorporando al sistema productivo campo argentino, contraponiendo esta imagen con la del desierto. Es el mismo territorio el que modifica su denominación en base a las características de sus habitantes. Lo que antes era desierto, ahora era un campo capaz de ser productivo porque ha sido regado por los avances de la civilización. La idea del campo argentino tiene unas connotaciones románticas que juegan un papel fundamental para los hombres de 1837 y de 1880 en tanto que es un espacio que sirve para pensar el destino del país. A través del campo se representa literariamente la idea de Nación. Los tópicos que rastreamos en el texto de Mansilla recorren, como hemos comprobado, buena parte de la literatura argentina del siglo XIX –hemos puesto el ejemplo de Echeverría- y aparecen especialmente reflejados en la literatura de frontera: el malón, el festín indígena, la ferocidad sanguinaria del salvaje, las virtudes y el coraje de los criollos. De esta forma, la cultura, la civilización y la ciudad oponen su modelo moral y social al modelo del indio y, por este motivo, se ejerce una nueva violencia sobre él: en la convicción de que uno mismo es quien posee la verdad, “el imponer la propia voluntad al otro implica que no se le reconoce la misma humanidad que a uno”10. Sobre la iconografía del desierto se diseñaron virtudes relacionadas con la cultura de la oligarquía argentina y con la ideología liberal. El desierto de Mansilla no es solamente el producto de unas cuantas observaciones, más o menos detalladas, con pretensiones de realismo sino de la energía simbólica que el autor invierte en la producción de este espacio literario. De esta forma, Mansilla participa en la re-definición de la geografía que se percibe como un lugar susceptible de construcción. La idea de una zona dinámica y conflictiva habilita la incursión de Mansilla en una nueva configuración simbólica de la misma. Si la esencia de la literatura consiste, precisamente, en transformar el lenguaje en un bien personal y subjetivo, entonces la literatura habilita a su “usuario” no solamente para el libre uso del lenguaje sino también para el estilo y la marca de propiedad que da lugar a un proceso de apropiación. En la mentalidad hegemónica de Mansilla, la tradición y la literatura eran pensadas como artefactos culturales. A este respecto, Eric Hobsbawn hablaba de una tradición inventada, definiéndola como un conjunto de prácticas abiertamente aceptadas, de naturaleza ritual o simbólica, que apuntaban a inculcar valores o normas de comportamiento a través de la repetición, lo que implicaba automáticamente una continuidad con relación al pasado. Por lo tanto, para Mansilla narrar no es solamente un ejercicio de la imaginación o una práctica literaria sino una forma de fijar a través de la escritura una memoria funcional a los intereses de su generación, recreando un pasado en común. La tradición, de esta forma, se convierte en una dinámica dentro de un proceso cultural o social que se caracteriza por ser una fuerza en constante movimiento y por ser selectiva e intencionada por los intereses de la clase dominante. Así, se deja de lado el problema en torno a la otredad, se resta importancia al hecho de que mi visión sobre el otro es tan necesaria como la visión que el otro tiene de mí: “It is only to the eyes of another culture that the alien cultura reveals itself more completely and more deeply”11. La tradición se construye a partir de desiertos, de olvidos, de omisiones, de desvíos, de apropiaciones y de usos intensionados del lenguaje y de la memoria. Mansilla se inscribió dentro de una política cultu10
Tzvetan Todorov, La conquista de América: el problema del otro (México, Siglo XXI Editores, 1982): 192. Todorov, Mikhail Bakhtin. The Dialogical Principle, 109-10.
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ral determinada y, por lo tanto, el origen de su gesto literario no puede desligarse de la idea de construir una poética hegemónica, una poética del desierto que pertenezca a una tradición paradójicamente libre de tradiciones y de discursos, una tradición maleable. La literatura está, así, fuertemente arraigada a la dinámica política. Leer en Mansilla una vía de representación de la tradición literaria es leer una tentativa representación de un proyecto de Nación. Civilización y barbarie o el mito fundacional La contraposición desierto/pampa tiene su origen en la dicotomía primaria y central sobre la que se construye la identidad nacional: la dicotomía entre civilización/barbarie. Esta contraposición aparece tempranamente en la obra La pradera (1827) de Fenimore Cooper y habría sido una gran influencia para Domingo Faustino Sarmiento, quien la sistematiza en su novela Facundo (1845). La oposición entre civilización y barbarie será la que enuncie por excelencia el conflicto político y cultural de la historia argentina y –como señalamos- es la matriz de todas las dicotomías posteriores. La barbarie en esta oposición se identifica siempre con la otredad. En su obra Genealogía del racismo, Focault apunta a que ya en el pensamiento jurídico del siglo XVII, así como en el pensamiento antropológico del siglo XIX, existía una distinción entre salvaje y bárbaro. El salvaje era aquél que dejaba de serlo desde el momento en que se encontraba enfrentado con una relación de tipo social. El bárbaro, en cambio, sólo era comprendido, caracterizado y definido en relación a una civilización con la cual se encontraba en una situación de exterioridad. De esta forma, el bárbaro es aquél que merodea las fronteras de los estados y, a diferencia del salvaje, nunca cede su libertad y, por este motivo, no es susceptible de ser corregido ni civilizado. Así, el bárbaro es siempre un malvado. El indio para los hombres de 1880 era el bárbaro prototípico y, por este motivo, su exterminio fue justificado. Hay que tener en cuenta, no obstante, que la posición de Mansilla con respecto al tema del indio fue mucho más conciliadora que para Sarmiento pero mientras que los indios no fuesen proclives a ser “redimidos” por la civilización y el progreso, el paisaje, el territorio sí que podía ser rescatado para usufructo de la Nación y, por consiguiente, podía ser conquistado y asimilado en nombre de los paradigmas del Estado liberal. La campaña de Roca tuvo sus antecedentes en 1833, con la expedición del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Por eso, como afirma David Viñas en Indios, Ejército y Frontera: “no en balde pertenecían a la generación de 1880 los primeros hombres que intentan rescatar a Rosas como el primer gran burgués que vislumbra, de manera sistemática y operativa, la eliminación de los indios y la expropiación de sus tierras como presupuesto ineludible del futuro latifundista de su país”. Los nuevos desiertos A pesar del actual proceso de revisionismo de la Campaña del Desierto, los niños y adolescentes argentinos en las escuelas aprenden la historia tal y como nos la ha transmitido el discurso de la oligarquía que es aún la usufructuaria de la pampa. La sociedad argentina no reivindicó su pasado indígena como parte intrínseca de su historia nacional como sí lo hicieron otros países latinoamericanos. No obstante, hubo una evolución en el pensamiento de la sociedad que se hizo presente en el mestizaje, realidad –por otra parte- reprobada por Sarmiento quien ponía como ejemplo de nación a los Estados Unidos y justificaba su grandeza diciendo que ellos no – 543 –
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habían cometido, al configurar su tejido social, el mismo error que nosotros: mezclar su sangre con la de los nativos. Sin embargo, cuando reflexionamos acerca de la constitución de las ciudades modernas, nos encontramos con nuevos desiertos, con nuevos espacios vacíos esta vez transformados en barrios de emergencia. En esos lugares que tampoco están cartografiados por la sociedad de consumo, que no aparecen en las guías turísticas, se establece una nueva frontera interior. Allí, el tejido urbano se interrumpe para dar paso a esos desiertos socialmente aceptados en donde hay unos habitantes inexistentes para la sociedad y para las instituciones gubernamentales. Ellos, además, cuentan con la desventaja de que a nadie quiere volver cabeza hacia allí, ni siquiera para una posible conquista.
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El paisaje del faro como referencia literaria en la pintura de Eduardo Sanz: Virginia Woolf, Joseph Conrad y Julio Verne Ruth Miriam Cereceda Gatón BISC - Queen’s University (Canadá-Inglaterra) Universidad de Oviedo
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l presente texto surge como respuesta a la propuesta realizada por la Universidad de Alcalá de Henares para su 3er Congreso Internacional, en el que se buscaban proyectos de investigación relacionados con la idea del paisaje como método a utilizar en el estudio de los sucesos históricos. Tras presentar dicha propuesta de investigación en las jornadas mantenidas entre el 24 y el 27 de enero de 2012 en la Sala de Conferencias Internacionales del Colegio Mayor de San Ildefonso, las observaciones realizadas por el conjunto de especialistas allí reunidos facilitaron la redacción y compilación de la citada propuesta en el presente trabajo de investigación. En marzo de 1978 Cayetana Fitz-James Stuart, Duquesa de Alba, se casa con Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate. Como regalo de bodas, el novio decide regalarle dos pinturas de pequeño tamaño en las que se representan sendos faros. Ambas piezas se las había comprado el crítico de arte Francisco Calvo Serraller a Eduardo Sanz para dicha ocasión; son dos de las pinturas de pequeño formato que el pintor realiza durante el año sabático del que disfruta en 1978. Tras el éxito de estas dos pequeñas piezas, es el propio Calvo Serraller quien anima a Sanz a pintar algunos faros más, y así es como el propio pintor recuerda que surge la idea de los faros1 . Posteriormente, el interés por esta temática le lleva a la preocupación por el mantenimiento de las señales más antiguas, y al proyecto de viaje por las costas españolas para su catalogación, que comenzará en 1979 y constituirá no sólo la base de su trabajo pictórico durante la siguiente década, sino uno de sus periodos más populares y reconocidos por la crítica y el público.
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Ruth Cereceda Gaton, Entrevista con Eduardo Sanz e Isabel Villar, Madrid, 28 de octubre 2011 [entrevista realizada al pintor Eduardo Sanz y a su esposa Isabel Villar en su casa de Madrid como parte de la investigación de doctorado: Ruth Cereceda Gaton, “La trayectoria artística de Eduardo Sanz. Catálogo razonado y estudio de su obra”, Universidad de Oviedo, en realización].
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“-¿Qué es el faro para Eduardo Sanz? - No sé si por hechos culturales, por lecturas, por cuestiones estéticas, lo cierto es que para mi se ha convertido en una forma familiar, emblemática y de mucha prestancia. Como pintor su atractivo es claro, aunque sólo sea por el emplazamiento que poseen. Es verdad que en lugar de pintar edificios o campos, pues pintas el mar, el ambiente costeño, pero estoy convencido de que todo viene por el hecho de vivir en el interior” 2.
La figura del faro –tanto su imagen física como su contenido simbólico- ha sido ampliamente utilizada en la historia del arte y en la literatura, llegando a convertirse en un elemento clásico de gran presencia en la expresión cultural contemporánea. El funcionamiento original de esta construcción como una almenara -un “fuego que se hacía en las atalayas o torres para dar aviso de algo, como de tropas enemigas o de la llegada de embarcaciones” 3- ha permitido el desarrollo de un cuerpo simbólico en el imaginario popular de carácter positivo y benefactor, puesto que se trata de una construcción cuyo cometido es el de guiar a aquel que se encuentre perdido. Esta idea de elemento-guía se apoya en su propia estructura arquitectónica -una torre de gran altura, solidez y estabilidad que preside y domina su entorno de día, y también de noche, por medio de una luz móvil-. Esta imagen simbólica ha cobrado tal importancia en el imaginario colectivo, que ha llegado a traducirse en un elemento de consumo, además de en un pasatiempo relativamente popular: no es raro encontrar figurillas de un faro de una determinada localidad costera, en las tiendas de regalos y recuerdos; o libros y páginas web dedicados a la compilación de imágenes y fotografías de faros, rodeados de oleajes más o menos dramáticos, los cuales han ayudado a su vez a desarrollar una consideración heroica del personaje del farero. Además, gracias a esta significación positiva, la imagen del faro se ha popularizado también como elemento decorativo, presente por ejemplo, en pequeños electrodomésticos, como radios o televisores, en los que la difusión de la luz implicaría la difusión de la sabiduría y del conocimiento. Por otra parte, su popularidad en expresiones artísticas relacionadas con la música, el cine o la televisión también ha sido notable. Sin embargo, hay una segunda característica a tener en cuenta en el estudio del faro como elemento simbólico: su aislamiento. Su independencia y lejanía de los núcleos tradicionales de población le han dotado de un halo de desconocimiento, que ha desarrollado el ideal de su naturaleza misteriosa, ampliamente utilizada tanto en las artes visuales y escénicas como en la literatura, como escenario del horror y del suspense: el faro y los alrededores se presentan en la cultura contemporánea como lugar en el que ocurren aquellos aspectos que las sociedades no reconocen como propios: la crueldad, la sensualidad, la decadencia, etc. En particular, en el caso de Eduardo Sanz, él mismo comenta en varias ocasiones en escritos y entrevistas, cómo los alrededores del faro de Cabo Mayor, en Santander, fueron escenario de aventuras infantiles y amorosas en su juventud4. Esta segunda concepción puede, a su vez, funcionar en una doble vertiente, pues su misma naturaleza misteriosa le hace aparecer como un elemento fascinante, exótico, místico y
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El Diario Montañés (Santander), 3 de septiembre 2006, Guillermo Balbona, “Eduardo Sanz Pintor «Ahora pinto más que nunca y sólo busco captar el sentimiento del mar»”. 3 http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=almenara [fecha de consulta: 04 de febrero 2011]. 4 Eduardo Sanz, Faros de Cantabria (Santander: Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 1984), 22.
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El paisaje del faro como referencia literaria en la pintura de Eduardo Sanz:Virginia Woolf, Joseph Conrad ...
seductor. Así, no es excepcional encontrar caracteres de la ficción literaria o cinematográfica, a los que el aislamiento y la soledad terminan por convertir en seres cuyas acciones se muestran bajo el dominio de las emociones más básicas e instintivas, llegando incluso a perder su capacidad de tomar decisiones racionales. Un ejemplo de ello lo constituye el personaje del pirata Kongre, en la novela El faro del Fin del Mundo (1905) de Julio Verne. En contraposición, en el origen del ideal del mito del farero, también se encuentran una serie de personajes cuyas características generales responden a una actitud valiente y templada; son seres que eligen la soledad y el aislamiento social, cuya base vital es la autosuficiencia, y que no conocen otra que la dureza de la vida en el mar. Estas características últimas estarían ejemplificadas por el personaje de Nostromo5 en la novela homónima (1904) de Josep Conrad, o el de Vásquez en El faro del Fin del Mundo. En relación al elemento literario, es el propio Eduardo Sanz quien, en varias ocasiones, deja por escrito su interés por escritores6 como Joseph Conrad7, Robert Louis Stevenson8, Herman Melville9 o Pío Baroja10, cuyas descripciones de la vida marina, de los personajes solitarios relacionados con este mundo, y de los mismos emplazamientos de los faros parecen adivinarse en la obra de Sanz: “La tarde era tranquila. El sol estaba casi sepultado en el confín de un océano de púrpura; y la blanca torre del faro, proyectándose lívida sobre el fondo de nubes que cubrían el fondo del golfo, ostentaba su foco de luz roja ardiente, a modo de brasa encendida por el fuego del cielo” 11, y “El faro de la Gran Isabel lucio? indeficiente sobre el perdido tesoro de la mina de Santo Tome?. En la azulina claridad de una noche sin estrellas, el foco enviaba un haz amarillo hacia los lejanos confines del horizonte”12. Otros autores con los que se ha relacionado la figura y la obra del pintor son los escritores de novelas de aventuras, ejemplificados por Emilio Salgari13, Julio Verne14 o Jack London15, 5
En este caso Nostromo es Jean Battista, el capataz de cargadores, no un farero. Pero las características del personaje aúnan toda la mitología desarrollada en torno a la figura de hombre de mar, en la que se basa el ideal del farero en la cultura contemporánea. 6 El Comercio (Asturias), 11 de marzo 1991, Ernesto Salanova Matas, “Faros de Asturias de Eduardo Sanz”. 7 Sobre Joseph Conrad (Polonia, 1857- Inglaterra, 1924) véase: C. Fletcher, Joseph Conrad (Londres: British Library, 1999); E. Jordan, Joseph Conrad (Londres: Macmillan, 1996); G. Moore y O. Knowles, Oxford Reader's Companion to Conrad (Oxford: Oxford University Press, 2000); J.H. Stape, The Cambridge Companion to Joseph Conrad (Cambridge: Cambridge University Press, 1996). 8 Sobre Robert Louis Stevenson (Escocia, 1850- Samoa, 1894) véase: A.C: Colley, Robert Louis Stevenson and the Colonial Imagination (Aldershot: Ashgate, 2004). 9 Sobre Herman Melville (Nueva York, 1819-91) véase: C. James, Mariners, Renegates & Castaways (Londres: University Press of New England, 2001). 10 Sobre Pío Baroja y Nessi (San Sebastián, 1872- Madrid, 1956) véase: M.T Arregui Zamorano, Estructuras y técnicas narrativas en el cuento literario de la generación del 98: Unamuno, Azorín y Baroja, (Pamplona: Universidad de navarra, 1998); M. Sánchez-Ostiz, Pío Baroja, a escena (Madrid: Espasa-Calpe, 2006); M. Sánchez-Ostiz, Tiempos de tormenta. Pío Baroja 1936–1941 (Pamplona: Pamiela, 2007); M. Sánchez-Ostiz, Derrotero de Pío Baroja (Irún: Alberdania, 2000). 11 J. Conrad, Nostromo (1904), 271 [fecha de consulta: 21 de noviembre 2011] 12 Ibid., 287. 13 Sobre Emilio Salgari (Italia, 1862-1911) véase: O. Nalesini, L'Asia Sud-orientale nella cultura italiana. Bibliografia analitica ragionata, 1475-2005 (Roma: IsIAO, 2009). 14 Sobre Jules Gabriel Verne (Francia, 1828-1905) véase: E. Smyth, Jules Verne: Narratives of Modernity (Liverpool: Liverpool University Press, 2000); Th. Unwin, Jules Verne: Journeys in Writing (Liverpool: Liverpool University Press, 2005); Ph. Melot y J.M. Embs, Le Guide Jules Verne (París: Les Editions de l'Amateur, 2005). 15 Sobre Jack London (San Francisco, 1876-1916) véase: M. Asprey, y R. Jacobs, Jack London: San Francisco Stories (Sidney: Sydney Samizdat Press, 2010); A. Kershaw, Jack London (Nueva York: St. Martin's Press, 1999).
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autores que, en ocasiones, también se han apuntado como posibles referencias en la obra del pintor: “Eduardo Sanz revive el sueño aventurero de todos los niños y todos los hombres que han leído a Salgari, a Verne, a Conrad, a London y que, en el fondo de su corazón, reencuentran ese sueño olvidado frente a las estampas del pintor” 16. Además de las novelas de aventuras que componen su literatura de referencia durante estos años, en su afán coleccionista de objetos relacionados con el faro, una de las obras que Sanz recopila es la novela Al Faro (1927), de Virginia Woolf17, donde la lectura del edificio del faro como fuente de estabilidad y permanencia bien puede relacionarse con el tipo de imagen que Sanz representa en la serie pictórica dedicada a los faros. La vida y la literatura de la escritora Virginia Woolf han sido ampliamente estudiadas en el ámbito anglosajón y, aunque trazar paralelismos entre su obra y la de Eduardo Sanz pueda constituir una empresa complicada, sí se puede reconocer al menos, un cierto interés por parte del pintor por esta novela en particular, y por el particular contenido simbólico que la autora desarrolla en la novela, en relación a la figura arquitectónica del faro. Por tanto, establecer una comparación entre lo que la crítica literaria ha desarrollado en torno al elemento simbólico de esta novela, y lo que el propio Sanz ha dejado escrito en sus textos, se perfila como una tarea más asequible. En primer lugar, es necesario dejar constancia de la reticencia con la que Woolf aceptaría una lectura puramente simbólica de su obra, según relata la autora Hermione Lee, utilizando las palabras escritas por la propia Virginia en una carta enviada a Roger Fry18 -crítico y miembro del grupo de Bloomsbury-, en mayo de 1927: “I mean nothing by The Lighthouse. […] I […] trusted that people would make it the deposit for their own emotions – which they have done, one thinking it means one thing, another another. I can't manage Symbolism except in this vage, generalised way”19 . De la misma forma, Eduardo Sanz proyecta una obra en la que el simbolismo no es mostrado abiertamente sino que, a través de una factura de tipo realista, la interpretación se deja a la voluntad del espectador 20. Sin embargo, al igual que Sanz admitiría en su momento21 cómo toda su iconografía pictórica tiene un origen en su propia personalidad y experiencia vital, el hecho de que Virginia Woolf sitúe su historia en las inmediaciones de un faro, no es casual. Pese a la diversidad de interpretaciones que se han realizado en torno a esta novela, hay una serie de elementos que tienden a repetirse en el análisis: el mar, el faro, el paso de 16
ABC (Madrid), marzo 1984, Javier Rubio, "Historia de una vocación marinera". Sobre Virginia Woolf (1882-1941) véase: G. Beer, Virginia Woolf: The Common Ground, (Edimburgo: University of Edinburgh Press, 1996); A. Harris, Romantic Moderns: English Writers, Artists and the Imagination from Virginia Woolf to John Piper (Londres: Thames & Hudson, 2010); H. Lee, Virginia Woolf (Londres: Vintage, 1997). 18 Sobre Roger Eliot Fry (Inglaterra, 1866-1934) véase: D. Haycock, A Crisis of Brilliance: Five Young British Artists and the Great War (Londres: Old Street Publishing, 2009); C. Reed, A Roger Fry Reader (Londres: The University of Chicago Press, 1996); Sutton (ed.), Letters of Roger Fry, 2 vols. (Londres: Chato and Windus, 1972). 19 H. Lee, Virginia Woolf (Londres: Vintage, 1997), 478. 20 A este respecto, se hace necesario explicar que la obra que Sanz desarrolla en estos años presenta un significado en dos niveles: mientras que las imágenes que el pintor muestra presentan las características de una pintura casi hiperrealista, no son copias directas de la realidad percibida por el pintor, sino de imágenes que éste rescata de su memoria, reelabora y reinventa a través de las sensaciones y las descripciones que toma en sus viajes. 21 Ruth Cereceda Gaton, Entrevista con Eduardo Sanz, Madrid, 15 de abril 2009 [entrevista realizada al pintor Eduardo Sanz en su casa de Madrid como parte de la investigación de doctorado: Ruth Cereceda Gaton, “Eduardo Sanz: una revisión crítica. Catálogo de producción artística 1945-1980” (Tesina Suficiencia Investigadora, Universidad de Cantabria, 2010), 390]. 17
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tiempo, y las relaciones familiares y personales22. El tiempo constituye un elemento de particular interés en este análisis. Un ejemplo son las descripciones que Woolf realiza en la obra, sobre la luz del faro girando y marcando el tiempo que pasa, como en el caso del siguiente pasaje en el que James -el más joven de los personajes de la obra-, contrasta sus impresiones infantiles del faro con la imagen que ve diez años más tarde, al volver a visitarlo23: “The Lighthouse was then [in his childhood] a silvery, misty-looking tower with a yellow eye, that oponed suddenly, and softly in the evening. Now - James looked at the Lighthouse. He could see white-washed rocks; the tower, stark and straight... So that was the Lighthouse, was it? […]No, the other was also the Lighthouse. For nothing was simply one thing. The other Lighthouse was true too”24. De igual manera, el paso del tiempo se marca en la obra de Eduardo Sanz, en una doble vertiente: por una parte, existe una gran diferencia entre la imagen ideal que el pintor proyecta del faro de sus memorias infantiles -Cabo Mayor-, y las vistas que describe en sus notas de viaje, mucho más técnicas y realistas. Por otra, es de destacar cómo a medida que pasan los años y avanzan sus viajes, éste va desprendiéndose de la imagen romántica no sólo del faro, sino del personaje del farero. Sin embargo, mientras que en la novela el paso del tiempo apenas se percibe, debido a la propia estructura de la obra, en la obra de Sanz, la minuciosidad de sus apuntes y la evolución de sus pinturas dan perfecta cuenta de ello, especialmente a través del envejecimiento de los personajes retratados y de la representación de la decadencia material; mientras que en la novela de Woolf la casa del faro se deteriora al quedar abandonada durante varios años, creando así un paralelo con la vida de los personajes, en el caso del pintor, las continuas quejas -que hace públicas- en referencia a la falta de protección y al abandono al que están sometidos muchos de los faros que visita, dan constancia de este abandono, que reside en el cambio de los modos de vida y en el hecho de que estas estructuras arquitectónicas características del pasado, se queden obsoletas y no sirvan a los nuevas sistemas de navegación marítima. Esta decadencia Sanz la representa a través de sus apuntes y de algunas obras, como Fragmento de pared (1981), realizada en el faro del Caballo, en Santoña (Cantabria). Así, al igual que la figura del faro está siempre presente en el relato de Woolf, incluso en los años en que la familia no visita la casa, este parece estar también siempre presente en la obra de Sanz, desde sus comienzos informalistas -Pintura Nº 25 (1961)- y de espejos -Luz Faro (1970)-, pasando por las banderas de su época de madurez Rompimiento por celos (1980)-, y llegando hasta sus periodos más recientes -Faro de Punta Nariga (2002)-. La figura del faro se traduce en una presencia dominadora en la obra y la vida de Eduardo Sanz, de igual manera que se perfila como un elemento prominente y siempre presente en la vida de la familia de la novela, hasta el punto de que las tensiones y los afectos quedan dominados y supeditados a la posibilidad de acceso a la señal. Dicha posibilidad queda frustrada en la primera parte del libro, y se constituye como clímax de la historia en su capítulo final. La frustración por no poder acceder al edificio debido al mal tiempo es similar a la que expresa el 22
S. Kaehele y H. German presentan la novela de Woolf como “a study of personality, of relationship between sexes, of time, death, nature and art”, en: M. Beja, To the Lighthouse. A selection of critical essays (Londres: Macmillan, 1980), 189. 23 Ibid., 193. 24 V. Woolf, To the Lighthouse (1927; Londres: Wordsworth Editions Limited, 2002), 138.
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pintor en sus “Diarios de a bordo” 25, cuando la falta de comunicaciones, la climatología o la propia falta de tiempo impiden total o parcialmente la visita a una determinada señal. Igualmente, la sensación de decepción que Sanz describe al llegar a algunas de las señales que visita, puede situarse en paralelo con la sensación que el personaje de James experimenta cuando finalmente consigue navegar hasta el faro: la decepción, en este caso, viene porque las razones de llegar a la señal hace ya tiempo que se habían perdido. Mientras, en el caso de Sanz la decepción suele responder a la mala conservación del edificio en cuestión, o al hecho de que la señal original hubiera sido sustituida por una de las señales que él denomina “múltiples” –faros de nueva construcción, carentes de elementos distintivos, individuales o identificativos-. El mar constituye otro de los elementos simbólicos a tener en cuenta, especialmente en su relación con la señal luminosa, que se sitúa en el límite mismo de la tierra; en ocasiones, incluso hace falta adentrarse en el mar para llegar hasta la señal. Esta situación, repetida en muchos de los apuntes de Sanz, y en las novelas analizadas, sirve para establecer la localización de la puerta hacia lo desconocido. En concreto, en El faro del fin del mundo la imagen que se presenta del mismo responde a la del elemento que marca el comienzo del mar, de lo desconocido y, por tanto, del peligro, pues el lugar en el que se sitúa la señal continúa siendo un ámbito vedado a la mayoría; un espacio distante, desconocido y difícil de alcanzar: “sous cette haute latitude du cinquante-cinquième degré de l’hémisphère austral [...] jaillit une vive lumière au sommet du phare construit à une portée de fusil en arrière de la baie d’Elgor, dans laquelle le Santa-Fé avait pris son mouillage” 26. En la novela, la localización del faro marca la puerta de acceso al Polo Sur, pues la señal a la que se hace referencia en la historia es el llamado Faro de San Juan de los Salvamentos, situado en la Isla de los Estados, al sur de Argentina. La acción se sitúa en un medio inhóspito -de clima y latitud extremos-, en el que apenas hay población humana. La isla se convierte en una especie de refugio -un lugar al que los imperios coloniales no han llegado- y, al mismo tiempo, en una amarga burla al “heroísmo geográfico”27 que puebla las novelas de aventuras al uso, pues el tradicional viaje que conduce a la salvación, se invierte para poder expresar un sentimiento de gran pesimismo en relación a la civilización occidental28. Así, se puede establecer un cierto paralelismo entre la concepción del medio -y de los personajes- que Verne describe en esta novela, con las descripciones físicas que Sanz realiza en varias de sus visitas, especialmente aquellas realizadas en los faros de las Islas Canarias; con ocasión de su visita al faro de Punta Jandía, en Fuerteventura, el pintor escribe: “Si hasta Morro Jable el terreno es bastante desértico, de Jable a Jandía, que lo separan 36 kilómetros, el terreno es absolutamente desolador, con un camino de piedras, tierra y exageradas curvas, tanto es así que en línea recta por mar sólo dista 8 millas [...] los cardonales que hay en todo este trayecto, [son] prácticamente la única planta en este desierto, con algunas palmeras salteadas [...]”29. 25
Diarios que Eduardo Sanz escribe en los viajes que realiza por las costas españolas entre los años 1979-2002, con objeto de pintar y catalogar la totalidad de los faros que en éstas se encuentran. En ellos, el pintor realiza dibujos y bocetos y recoge anotaciones de las condiciones de cada faro visitado y del viaje que le ha llevado allí. 26 J. Verne, Le phare du bout du monde, (1905; Québec: La Bibliothe?que e?lectronique du Québec -edición de referencia París: Édition du Seuil, 2003-), 5-6. [fecha de consulta: 20 de febrero 2011] 27 J. Verne, Lighthouse at the end of the world. The First English Translation of Verne's Original Manuscript. Traducido y editado por William Butcher, (Lincoln: University of Nebraska Press, 2007), xiv. 28 Ibid., xxi. 29 E. Sanz, El Faro. Eduardo Sanz (Madrid: Ministerio de Cultura, 1984), 115.
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En El faro del fin del mundo Verne30 presenta una novela de aventuras: una Robinsonade que se encuadra asimismo dentro del género de la literatura marina32. La obsesión de Verne con la temática de la isla desierta se remonta a su infancia, en la que tanto sus lecturas infantiles como sus juegos en la isla de Feyden -Nantes- donde nace, encajan con este interés33. De la misma forma, las experiencias infantiles de Eduardo Sanz en referencia a los temas principales de su obra, se reflejan ya en sus memorias de infancia34. El interés de Verne por la navegación –compartido por el pintor- se desarrolla en muchas de sus novelas pese a que, paradójicamente, el escritor nunca abandonó su lugar de residencia, y dejará de navegar totalmente en 188435. Por su parte, Sanz es un habitual de las regatas en Santander hasta que, en 1959 uno de sus patrones se cae al agua y casi se le ahoga, lo que le lleva a abandonar la competición –pese a que seguirá saliendo a navegar y a pescar siempre que pueda-. De hecho, en el caso de Sanz, la relación con el mar tiene un carácter diferente, pues para él supone un elemento de estudio y de inspiración; un elemento que le conecta con su infancia y juventud, con su familia y sus orígenes. El mar para Sanz más bien parece representar un símbolo de eternidad; es un elemento tranquilizador, y por tanto, proveedor de estabilidad. La cultura del mar constituye su pasado, su presente y su futuro; es su ámbito familiar, el medio que conoce y domina, y donde se siente a gusto. En su estudio sobre la novela de Verne, William Butcher señala la importancia del mar como heroína de la misma frente al faro, que es “her perfect companion […] a powerful symbol of the impotence of human technology against the savage elements” 36, pues “against the bloodshed and evil, the darkness, death and despair, the beacon brings only a little light: positive action in a fallen world can at best hold back dark forces for a while” 37. El resto de los personajes de la novela quedan divididos en dos grupos, ambos integrados por hombres determinados, valientes y con experiencia38: Kongre y Carcante -piratas y representantes del mal-, frente a Vásquez y David, fareros de la isla, y representantes del bien. Los dos grupos sólo coinciden al final de la novela, en el punto de referencia que marca el faro, donde encontrarán la muerte. Pese a todo, Butcher aclara, el deseo final de Verne en esta novela es mostrar el domi31
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Se hace necesario aclarar que la novela fue publicada póstumamente tras su revisión y adaptación por parte Michael Verne -hijo del autor-. Pese a que probablemente es esta versión adaptada la que Eduardo Sanz leería, para el presente trabajo se han tenido en cuenta ambas versiones sin distinción, puesto que, pese a que las adiciones de Michael Verne parecen centrarse en los capítulos 1 al 3, y en ciertos elementos de estilo -como la presentación algo más edulcorada del personaje de Vásquez-, no existe consenso entre los especialistas al respecto. El interés del presente análisis se centra en el grueso del relato y en las descripciones relativas al faro y al mar, las cuales no se ven afectadas por la adaptación póstuma. Así, en la publicación realizada por W. Butcher se especifica cómo “Michael’s interventions […] are concerned with consistency, brevity, elegance, and balance, rarely changing the contents”, en: J. Verne, Lighthouse at the end of the world, xx. 31 Género literario que toma su nombre de la novela Robinson Crusoe (1719) de Daniel Defoe, debido al éxito que alcanzó y a su influencia posterior. Característico de este género es el desarrollo de la historia en una isla desierta. Término utilizado por W. Butcher para afirmar que el género del naufragio describe la obra de Verne mucho mejor que la tradicional etiqueta de novela de ciencia ficción que se le aplicó en los años 1920, en: J. Verne, Lighthouse at the end of the world, xi. 32 J. Verne, Lighthouse at the end of the world, xii. 33 J. Verne, Lighthouse at the end of the world , xi. 34 Eduardo Sanz nace y pasa su niñez en el barrio de Puertochico de Santander. Desde su casa, la visión del mar, de las señales luminosas de los barcos de guerra fondeados en la bahía y de la luz del faro, van a constituir sus primeros recuerdos. 35 J. Verne, Lighthouse at the End of the World, xii. 36 J. Verne, Lighthouse at the end of the world , xxii 37 J. Verne, Lighthouse at the end of the world 38 J. Verne, Lighthouse at the end of the world
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nio que la civilización -en sus actuaciones y actitudes- mantiene sobre la capacidad salvaje del ser humano39. Es esta concepción del mar como compañera del faro, y de la señal luminosa, como elemento de estabilidad y civilización, la que se va a reflejar en la pintura de Eduardo Sanz: el faro, desde la primera vez que pinta el de la isla de Mouro en 194240, se va a convertir en el punto de referencia; es el lugar al que su obra y su persona siempre vuelven. El mar supone un elemento de retorno constante, ya sea convertido en la factura informalista de los primeros años sesenta, tamizado por el reflejo de los espejos de la década 1964-75, o dulcificado por el mensaje de amor de sus Cartas de Amar de mediados y finales de los setenta. El faro se convierte en el ancla, el punto de gravedad alrededor de cual el pintor siempre orbita; es el punto de partida y destino; su lugar de referencia, desde donde amplía su campo de investigación, y realiza incursiones en lo desconocido, siempre atado por la cuerda invisible de la seguridad en la estabilidad y perennidad del edificio; es el elemento inamovible, capaz de enfrentarse a los vientos y a las mareas; el creador de historias y de héroes, que están continuamente presentes en el imaginario colectivo de los pueblos de mar, y en el imaginario personal del marino: aquel individuo conocedor del mar y de sus peligros, y quien deposita su confianza en la seguridad de la luz que le hace volver hacia tierra, donde encuentra la seguridad y el descanso. La relación de Eduardo Sanz con el mar es una de las piedras angulares de su vida: desde su infancia hasta su madurez, pasando por sus años de competición en la vela deportiva, las constantes visitas y excursiones marítimas pueblan sus memorias y su obra. El mar, y lo que éste conlleva, es el lugar donde recarga sus intenciones y sus ilusiones; es el representante de su pasado y su nostalgia, así como depositario del deseo de lo que el pintor hubiera sido, de no haber tenido que dejar su ciudad de Santander para trasladarse -voluntariamente, como él siempre aclara- a Madrid. Y así se expresa Eduardo a este respecto: “la mar ha sido una constante: la mar y lo que hay alrededor. Ondas de espejos, lenguaje de banderas, barcos y ahora faros. «Porque a mí, realmente, lo que me gusta es vivir el mar. [...] Yo, en realidad, pinto mi nostalgia. Y mi nostalgia es el mar»” 41. El crítico Francisco Calvo Serraller también recoge este sentimiento del pintor: “Los tumbos de la vida le han podido arrancar circunstancialmente del paisaje de su infancia, pero nada ni nadie le han arrebatado ese arraigo marinero, esa añoranza de mar, que es más vasta y melancólica […] ¡Cuántas cosas no habrá hecho este viejo luchador de la vanguardia […] por retomar la huella profunda del mar! […] los espejos, banderas, señales y cartas de navegación, maquetas de barcos, relicarios marinos, paisajes costeros, diarios de a bordo, faros […]” 42. Por tanto, la relación de la obra de Sanz no sólo con su propia experiencia vital, pero también con la literatura que moldea su imaginario personal, es clara y directa. Sin embargo, como conclusión, se deben admitir una serie de singularidades palpables pues, a diferencia de Conrad, Stevenson, Baroja, Melville o Woolf, la melancolía positiva de Eduardo Sanz se expresa en una producción artística teñida de una cierta alegría y optimismo, de un sentimiento tranquilo y constante que, a través de la luz, dota a estas fantasmales arquitecturas de un calor huma39
J. Verne, Lighthouse at the end of the world Contaba entonces 14 años de edad. 41 Cambio 16 (Madrid), abril 1984, n° 645, Rosa Pereda, "El Lenguaje de los faros". 42 El País (Madrid), 24 de marzo 1984, Francisco Calvo Serraller, “El faro de la pintura”. 40
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no, que no se encuentra en la obra literaria a la que se ha hecho referencia. El cariño que Sanz llega a sentir por cada uno de los faros que retrata, se expresa en su pintura como el de aquel que pinta retratos infantiles: el pintor los conoce, los visita y los ve cambiar en el tiempo; toma apuntes de su estado de conservación, de sus alrededores; denuncia la falta de cuidado de los mismos y alaba su buena conservación cuando es menester; entabla relaciones de amistad con los fareros, cuando éstos se lo permiten, y desarrolla una auténtica obsesión por la temática del faro, expresada en la colección de memorabilia que reúne durante estos años, y que en 2006 cederá al Centro de Arte Faro Cabo Mayor en Santander43.
Bibliografía Balbona, Guillermo: “Eduardo Sanz Pintor «Ahora pinto más que nunca y sólo busco captar el sentimiento del mar»”, El Diario Montañés (Santander), 3 de septiembre 2006. Calvo Serraller, Francisco: “El faro de la pintura”, El País (Madrid), 24 de marzo 1984. Cereceda Gaton, Ruth: “Eduardo Sanz: una revisión crítica. Catálogo de producción artística 1945-1980” (Tes. Suf. Investigadora/DEA, Univ. de Cantabria, 2010). Conrad, Joseph: Nostromo (1904) . Lee, Hermione: Virginia Woolf (Londres: Vintage, 1997). Pereda, Rosa: "El Lenguaje de los faros", Cambio 16 (Madrid), abril 1984, n° 645. Rubio, Javier: "Historia de una vocación marinera", ABC (Madrid), marzo 1984. Salanova Matas, Ernesto: “Faros de Asturias de Eduardo Sanz”, El Comercio (Asturias), 11 de marzo 1991. Sanz, Eduardo: El Faro. Eduardo Sanz (Madrid: Ministerio de Cultura, 1984). Sanz, Eduardo: Faros de Cantabria (Santander: Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 1984). Verne, Julio: Le phare du bout du monde (1905; Québec: La Bibliothe?que e?lectronique du Que?bec edición de referencia París: Édition du Seuil, 2003-), . Verne, Julio: Lighthouse at the end of the world. The First English Translation of Verne's Original Manuscript. Traducido y editado por William Butcher (Lincoln: University of Nebraska Press, 2007). Woolf, Virginia: To the Lighthouse (1927; Londres: Wordsworth Editions Limited, 2002).
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Místicas: silenciadas por amor Alicia Silvestre Miralles Universidad de Brasilia
l término griego , indicaba la iniciación a un misterio religioso, mediante una experiencia sentida como incomunicable o inefable. El verbo griego myo significa ‘cerrar los ojos o la boca’. Muchas órdenes religiosas instauran el voto de silencio como ofrenda a Dios y medio de purificación, pues la lengua es considerada causa de pecado. Para algunos Dios habla, por ejemplo Quevedo: “que es lengua la verdad de Dios severo, / y la lengua de Dios nunca fue muda”. Para otros el misterio innombrable se manifiesta a través del silencio. De acuerdo con Egido “uno es, desde sus orígenes, el lenguaje del silencio y el del misterio. Harpócrates y Angerona instaban con el dedo en los labios a callar las voces de lo oculto” Y añade: “conexión del silencio con la inefabilidad, porque los tópica de lo indecible amoroso van estrechamente unidos a la retórica del silencio” 1. Las Sagradas Escrituras y la Patrística ensalzan la virtud del silencio como aproximación al misterio divino. También las santas hablan y callan, y sus discursos se basan tanto en lecturas eruditas como en la propia experiencia, haciendo de sus cuerpos templo, testimonio y paisaje: el de la torre de marfil de la castidad, que mucho se parece a la flauta de Rumi, cuando dice que todo el secreto es ser una flauta silente. En efecto la entrega a Dios se materializa en el acto de vaciarse/silenciarse para dejar que Él opere; es uno de los caminos, tan válido como el de aquellas obligadas a escribir, pues “si éstos callan, hasta las piedras hablarán”. Es una tarea de descubrimiento, conquista y construcción de un espacio interior, de moradas invisibles, de castillos y torres, de desiertos donde el eremita pueda meditar y elaborar una paz que el mundo le niega. Esos ficta loca son espacios imaginarios, activadores de la memoria como expone Yates2 donde es posible la libertad: “pues sin licencia de los superiores… podéis entraros y pasearos por él a cualquier hora”, dirá Santa Teresa a sus monjas3. Los reformadores carmelitas no sólo reclaman el silencio como uno de los principios de su orden sino que los monasterios carmelitas lo manifiestan espacialmente en celdas, ermitas, jardines cerrados, etc. Ello no impide la convivencia del recogimiento con el canto y el recitado en voz alta. En los siglos XII y XIII florece en Europa la literatura mística, inspirada por grandes figuras masculinas y femeninas. Los místicos renano-flamencos (Wesenmystik) trabajaron el aban-
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1 Aurora Egido, “La poética del silencio en el Siglo de Oro. Su pervivencia” en Bulletin Hispanique. (Tome 88, n°1-2, 1986), 93-120. 2 F. Yates, El arte de la memoria (Madrid: Taurus, 1974). 3 Santa Teresa de Jesús, Obras completas (Madrid: BAC, 1977), 450.
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Alicia Silvestre Miralles
dono de Dios (Gottlasen) en el sentido de libertarse de cualquier imagen de Dios; por su parte la mística femenina (Minnemystik o Brautmystik)4 lo hizo a través de una penetración afectiva en el Misterio, usando una simbología nupcial traída del Cantar de los Cantares, con Cristo como novio (Jn. 3, 29)5 y el alma fiel como novia (2 Cor. 11, 2 y Ef. 5, 25). Conectado a la exigencia ontológica de la relación alma-Cristo aparece el impulso irrefrenable de dejar que hable aquello, aunque se sienta que ello acaba con la verdad de la experiencia, tal como manifiesta Ángela de Foligno al afirmar “lo que digo lo destroza todo” 6. La responsabilidad de la palabra coexiste así con la sufriente necesidad de decir, no tanto para ser creídas, sino por completar el vínculo con la Alteridad. El lenguaje con su luz simbólica da substancia, consistencia y credibilidad al relato. Sabedoras de que Dios puede manifestarse tanto en la oscuridad del silencio inefable como en la Palabra del Verbo, a la abstracción del lenguaje teológico oponen la concreción del ser de Cristo. El viaje a Jerusalén, o al paraíso celeste, requiere una pérdida de los sentidos corporales. En Castillo y en Camino de Perfección encontramos que Santa Teresa elabora una teoría de los sentidos y potencias como vasallos del alma, resaltando la necesidad de desprenderse de los sentidos exteriores para poder estar con Dios, pensamiento defendido también en las doctrinas orientales bajo el nombre de Pratyahara o abstracción de los sentidos. De ahí que el control del pensamiento y la seguridad de la memoria constituyan para los contemplativos sólidas estructuras en las que anclar la escala divina y poner rienda fuerte a la fantasía. No en vano, los estudios de Galeno sobre la melancolía como disturbio del humor indicaban que ésta producía fantasías inexistentes e incluso diabólicas; también San Ignacio consideraba que la imaginación podía ser divina o diabólica, y el propio San Juan de la Cruz, coetáneo y colaborador de Santa Teresa, insta en sus obras a desconfiar de todo tipo de visiones y eventos extraordinarios y en cambio fortalecerse más en la fe sin apoyos o milagros, que son en realidad para los que no tienen fe. Estas reflexiones se basan en una de las principales inquietudes del s. XV, la oposición entre teología mística (simbólica, pasión, afecto) y escolástica (inteligible, intelecto, doctrina), como expresa San Buenaventura7. Egido8 nos recuerda que “la simbólica es para principiantes que necesitan ver y tocar, mientras que la conceptual es discursiva y afirmativa. Pero la mística es negativa y su meta es el silencio”, porque según León Hebreo, “la naturaleza de las cosas divinas no puede ser expresada con voces corporales”. Excluidas del ministerio de la Palabra, se confían a la posibilidad de la comunicación del cuerpo: el grito, las lágrimas, los suspiros, el mimo y el silencio “penetran en una sintaxis nueva” según Regnier-Bohler9. Las visiones y revelaciones en tercera persona dejan marcas visibles y tangibles en sus cuerpos y almas; su lenguaje expresa totalidad, esa totalidad que les era robada o negada en otros ámbitos, pues según D. de Pablo: “las prohibiciones de leer las 4
Fr. José Carlos Corrêa Pedroso, OFMCap, Espiritualidade dos Esponsais - Clara e os Místicos de seu tempo, publicado en 13/08/2009, accesible en: http://www.procasp.org.br/ Biblia Sagrada, 19? ed. Madrid, San Pablo, 1989. 6 Angela da Foligno, Il libro dell’esperienza, (207, en Brezzi, apud Chiaia, El dulce canto del corazón, 108). 7 San Buenaventura, Obras, (Madrid: BAC, 1947, Introducción, t. I), 102-30. 8 Aurora Egido, El Águila y la Tela. Estudios sobre San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús (ed. José J. de Olañeta. Palma: Eds. UIB, 2010), 179 y 213. 9 D. Regnier-Bohler, Voci letterarie, voci mistiche, en Storia delle donne (vol. I, ed. De Duby-M. Perrot, Roma-Bari: Laterza, 1990), 470. 5
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Místicas: silenciadas por amor
Escrituras afectaban, sobre todo, a la gente inculta y a las mujeres, por juzgarse que ellas, con el libre examen, podían caer más fácilmente en el error” 10. A veces la contención en silencio hace que se desborden emocionalmente. Otras, la necesidad imperiosa deja lugar a la obligación de escribir, no tanto por propia voluntad, sino por obediencia a instancias superiores. Será en el siglo XIII cuando muchas mujeres toman la pluma y el pergamino, dejando de lado el papel marginal, participando de los acontecimientos espirituales e intelectuales y asumiendo la primera persona. Las místicas italianas, frente a las alemanas, no son doctas en teología ni cultas, sino illicteratae. Ellas no quieren saber nada de las ciencias del mundo, sino que buscan vaciarse para poder ser canales puros, libres y entregados totalmente a la Sabiduría divina. Practican la docta ignorantia, basada en las ideas de Nicolás de Cusa, quien defendía que a Dios hay que verlo con los ojos de la fe y no con los del entendimiento, que no podemos querer conocer por mera curiosidad, y que para ese entender, los libros son en realidad un estorbo. Por otro lado, era costumbre entre las beguinas que las mujeres se tutelasen, pues se creía que sólo una mujer podía enseñar a otra. La propia Santa Teresa de Jesús lo confirma en el prólogo a las Moradas: “Díjome quien me mandó escribir que […] la parecía que mijor se entienden el lenguaje unas mujeres de otras”. En el siglo XVI y XVII, las beatas de la secta española de los “alumbrados”, caracterizada por un cristianismo interiorizado, constituyeron una fuerte presencia femenina asociada a lo visionario, mezclaron visiones y profecías, y recuperaron, por medio de la literatura difundida a través de predicaciones y folletos, una mística vivida por mujeres, sumergiéndose en el dominio de la sensibilidad y de la experiencia individual, conforme encontramos en Souza11. Quien vive a su alrededor las admira y teme, se sorprende o se avergüenza de ellas. Predomina la incomprensión. Expuestas a la desconfianza, se urde contra ellas la caza de brujas, acusándolas de dementes, enfermas de melancolía o de histeria. Por otro lado el Papa Pablo VI afirma que muchas mujeres aclaran hechos y pensamientos con sus escritos. Valerio12 recuerda que aquellos mismos hombres de Iglesia que se consideraban los únicos con competencia para interpretar la Sagrada Escritura, se apoyaban en estas mujeres que tenían una profunda asimilación de ella y añade: “Ellas sienten la necesidad inevitable de tomar la palabra, sus experiencias salen del silencio, muchas veces a través del testimonio masculino, pero a veces en las formas típicas de la escritura femenina, que precisamente con el humanismo conocerá las mayores expresiones en Italia. Todas constituyen Die andere Offenbarung, otro modo de sentir la revelación, la lectura femenina de la experiencia de la fe, la capacidad de las mujeres de ver la verdad, de ser, profetisas, fuera o al margen de los circuitos académicos”.
Ángela de Foligno narraba sus experiencias en voz alta. Por la incapacidad del redactor para poner orden (o por su extraordinaria fidelidad a la fuente original), la discontinuidad y la fragmentación caracterizan su discurso, y se tornan las únicas vías encontradas para expresar 10
D. de Pablo, en A. Barrientos et al., Introducción a la lectura de Santa Teresa (Madrid: Espiritualidad, 1975), 390. Laura de Mello Souza, Inferno atlântico: demonologia e colonização: séculos XVI/XVIII (São Paulo: Companhia das Letras, 1993). 12 Chiaia, M., El dulce canto del corazón (Madrid: Narcea, 2006), 98 y 116, 146-52. 11
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lo inexpresable. Ella definirá como estafa y blasfemia ese lenguaje con el cual se redactan las revelaciones, queriendo así diferenciar la experiencia vivida de la palabra que comunica. Releyendo lo escrito por su transcriptor Arnaldo, se enfurece, no se reconoce, objeta que aquéllas son expresiones “sin suco y sin sabor”, para concluir que Arnaldo ha escrito “lo peor y el nada… y que no escribiste nada de lo precioso que siente el alma”. Este conflicto ante la imposibilidad de narrar el encuentro divino, hará que, años después, se autoimponga el silencio, mientras él reconoce: “ella misma decía que yo escribía con verdad, pero que lo hacía de modo truncado y mutilado (detruncate et diminute)”. La pluralidad de voces místicas se agrupa en torno a dos corrientes: la del profetismo femenino y la de piadosas consejeras de los príncipes italianos entre el siglo XV y el XVI. Catarina tampoco perdía el uso de la palabra durante los éxtasis. En Cavallini13: “¿Y qué diré? Haré como el que balbucea (es decir el tartamudo), diré: “A, a”, porque no sé decir otra cosa, porque la lengua finita no puede expresar el afecto del alma que infinitamente desea”. Santa Teresa de Jesús habla de Cristo como libro soberano y Dios aparece como dictator del cual los Santos Varones copian sus palabras, de acuerdo con lo que expresa Curtius14. Los Santos en general, y las santas aquí estudiadas en particular, a pesar de la amenazadora expansión que la imprenta trae, beben de la única Fuente y prefieren callar a errar, como torres sin cerradura. Rechazan el saber humano y se apoyan sólo en el divino. Su saber se reduce a no querer saber, a negarse a sí mismas, a silenciarse para que opere el Altísimo. Y justo así logran ser escuchadas y vencer a los enemigos de la época, convirtiendo sus registros en obra perdurable. Silencio Sublimada la voz, sólo resta el silencio. Si el grado máximo de la palabra es el canto (cantar es orar dos veces), lo que más nos acerca a la divinidad es la nada, por eso Matilde de Magdeburgo siguiendo el pensamiento anteriormente expresado de León Hebreo, expresa que “el dulce canto del corazón debe ser silenciado, porque no hay mano terrena que lo pueda transcribir” 15. En un momento histórico marcado por el silencio social de las mujeres, y quebrado por las comunicaciones místicas, el camino espiritual implica sepultarse en el sepulcro de la contemplación, lugar del gran silencio; de ahí que busquen la quietes monasterii, donde el santo se oculta para escuchar el misterioso lenguaje interior. No se trata de un cierre egoísta: el volverse al centro de sí mismo para encontrar a Dios constituye al mismo tempo la máxima abertura. En palabras de Santa Teresa de Jesús: “No hay que menester alas para ir a buscar a Dios, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí”. A este respecto, para Weil: “esta infinitud de la infinitud se llena, completamente, de silencio, pero de un silencio que no es ausencia de sonidos sino el objeto de una sensación positiva, más positiva que la de un sonido. Los ruidos, si los hay, sólo me llegan después de haber atravesado este silencio” 16. 13
Chiaia, M., El dulce canto del corazón, 153-5. E. Robert Curtius, Literatura Europea y Edad Media Latina (México: FCE, 1976) 485 y 441. 15 Mechthild Von Magdeburg, Das fliessende Licht der Gottheit (vols. I y II, Ed. de Hans Neumann, Munich-Zurich:Artemis, 1990), 140-142. 16 Ales apud Chiaia, 182 y Di Nicola apud Chiaia, 194. 14
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Algunos críticos interpretan tendenciosamente el hecho de que la mujer fuera obligada a hacer voto de silencio afirmando que esto se hacía para oprimirlas, pero la verdad es que en general lo hicieron de modo voluntario y consciente, no por el hombre y sí por Dios. Muchos hombres hicieron este voto también y la crítica no dice que fueran silenciados. Es preciso releer la historia y las Escrituras bajo una mirada contextualizada en el misticismo de la época para comprender, como Nicolitto17 que “a pesar de que la Biblia sea un referencial masculino, es también una propuesta de liberación y redención para el ser humano. Cristo, con su venida, enfrenta la sociedad para rescatar a la mujer y a lo femenino. Él coloca a las mujeres en destaque, lo que no es aceptado por la sociedad y muchas veces por los propios apóstoles”. Stein18 expone que la Escritura es incontestable en lo que respecta a la mujer desde el inicio del mundo: está destinada a ser compañera y madre, asistente, educadora de los seres humanos. Se considera que eso forma parte de la naturaleza humana, que la actitud de la mujer incluye el todo: cuidar, velar, conservar, alimentar, y que cualquier otra profesión que signifique la no dedicación acaba por perjudicar a otros seres humanos. Bajo esta perspectiva la ideología romántica nos coloca apenas en actividades domésticas y familiares sin evaluar el desarrollo espiritual e histórico de las últimas décadas. En el Nuevo Testamento las mujeres aparecen como auxiliares y este ideal convive y coexiste con el de mujer libre, testimoniado en el episodio con Marta y María, donde el papel elogiado por Jesús no es el servil, sino el de discípula atenta; justamente el mismo papel es el que las místicas del s. XII al XVI reclaman al pedir acceso al Saber. La función aparentemente ancilar y subordinada de la mujer ha sido vista como un gesto de machismo y dominio, pero la relación de Jesús con las mujeres, en las Escrituras, es de respeto e igualdad. Él las entroniza sucintamente, al reivindicar su derecho a ser salvadas como cualquier otro ser humano. Viéndolas en la tarea de servir, recordamos aquello de “si alguno de vosotros quiere ser grande, sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, que sea el servidor de todos” (Mt. 20, 26-28). Jesús quiebra los tabúes patriarcales: mantiene amistad con Marta y María (Lc. 10, 38-42); conversa con la samaritana a solas (Jn. 4, 27), defiende a la adúltera (Jn. 8, 1-11) y deja a la pecadora Madalena ungir sus pies (Lc. 7, 36-50). Las Buenas Noticias del Nacimiento del Salvador y de su Resurrección, son recibidas por una mujer en primer lugar, a sabiendas de que en aquella época el testimonio femenino no habría sido escuchado ni considerado fidedigno. De esta manera las Escrituras construyen un portal sostenido por dos pilares femeninos: María encarnando al Verbo y María Magdalena completando su gran noticia de redención. Es público que la mujer no formaba parte de los doce apóstoles, pero participaba de la práctica como compañera de misión y colaboradora, trabajando al mismo nivel. Está comprobado que Febe, Priscila y Junia desempeñaron papeles como evangelistas, así como Pablo. Las mujeres también asumían funciones masculinas, aunque esto fuese ocultado muchas veces y cambiado en la traducción, como afirman Reimer y Reimer19. Por su parte, las profetisas, como 17 Leila C. Fajardo Nicolitto, Adélia Prado e o diálogo com mulheres bíblicas. Dissertação de Mestrado em Letras, Literatura e Vida Social, Faculdade de Ciências e Letras, (São Paulo: Universidade Estadual Paulista, 2004), 80. 18 Edith Stein, A mulher: sua missão segundo a natureza e a graça. (Trad. Alfred J. Keller. Bauru: Edusc, 1999). 19 Haroldo Reimer e Ivoni Richter Reimer, Mulher e homem em Paulo: superação de um mal entendido. (Trad. Norbert Baumert. São Paulo: Loyola, 1999).
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Holda, que ejercieron su oficio en el templo, eran consultadas por muchas personas y emitían su profecía contra los ídolos. Débora aparece como gran líder de su pueblo en la época de Jueces. Son ellas las que defienden al pueblo. Cuando en el versículo 5,12 del libro de Jueces da su grito, convoca a las mujeres para que despierten y asuman la historia de la salvación de su pueblo, como ya habían hecho también Rut o Ester. La posición de las mujeres como educadoras y regentes de orfanatos, desde la perspectiva política y mundana, es tenida por irrelevante, pero su revolución silenciosa consiste en ser agentes de transformaciones globales, administrando a los niños las semillas morales, ideológicas y sociales del mañana. San Pablo sugirió que las mujeres se callasen en las asambleas (1 Cor 14, 34-35), hecho que aún se constata en la exclusión femenina del magisterio y del ministerio religioso. En aquella época, pocas mujeres ostentaban cargos de poder o reconocimiento intelectual. Sin embargo sería pobre ver en estos hechos un juicio contra el género femenino, y no considerarlos como lo que son, una circunstancia histórica, que no constituye la posición de Cristo, y sí de la sociedad. Por otro lado, el cristianismo es una religión que promueve la iluminación y redención de todo ser humano, independientemente de su género, lo que en sus inicios supuso una gran revolución. La reivindicación del saber femenino como integrante no es exclusiva del cristianismo, pero adquiere a través de él un alcance totalizador. En creencias orientales de diferentes épocas, la mujer también puede ser maestra espiritual. A este respecto Chodkiewicz20, nos remonta a una anécdota curiosa: “Hallé en ella un maestro más digno de confianza en la ciencia de los santos y en la doctrina de salvación que en cualquier otra fuente llegada a mí, quitando las Sagradas Escrituras”. Esta afirmación fue hecha por un clérigo cristiano acerca de una santa musulmana. El escritor era Jean-Pierre Camus, obispo de Belley, Francia, en defensa de la memoria de la santa Sufí, Rabi‘a al-‘Adawiyya, respondiendo a las críticas del jesuita Antoine Sirmond. Por otro lado, según María Tabuyo21, Ibn Sa’d incluye retratos de numerosas mujeres sufíes. Al-Murawi homenajea a 35 de ellas y Jawzî lo hace con 240. Éste último aunque no era muy amante del género femenino critica a Al-Is-Jathâmî por ignorarlas. El comentario de este autor es bastante elocuente: “No mencionar a las mujeres, hace que los hombres ignoren a las mujeres en general”. Tabuyo, de Râbia al-Adawiyya, añade: “Râbi’a es el ejemplo más célebre, pero no la única, y sin duda su renombre ha tenido el efecto colateral de mantener en la sombra la valiosa contribución de muchas otras. Por otra parte, subrayar su excepcionalidad ha servido también para mantener el tópico de la supuesta incapacidad de las mujeres para alcanzar ciertas metas de sabiduría y, muy especialmente, para alimentar las falsas imágenes del discurso occidental sobre el mundo islámico en general”. Para Nicolitto “la represión de María Madalena la torna penitente, así como propuesta para todas las mujeres”. Y añadiríamos para todo el género humano. El mensaje cristiano no niega el placer ni impone la maternidad o el celibato como únicos medios de realización espiritual para la mujer. Propone otros caminos válidos y dignos que enaltecen el alma femenina. 20 Michel Chodkiewicz, “La santidad femenina en el Islam” en Revista Sufi, 7, Primavera/Verano (2004), accesible en: http://www.nematollahi.org/revistasufi/leertex.php?articulo=89. 21 M. Tabuyo Ortega (ed.), Râbia al-Adawiyya, Dichos y Canciones de una mística Sufí (siglo VIII), (Palma de Mallorca: ed. Olañeta, 2006), 20.
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Desenmascarar las falsedades en las que fuimos educados exige un nuevo análisis, porque abundan las malinterpretaciones, que son una manera de silenciar, de colocar bombas en los cimientos de cualquier pensamiento. El símbolo de María Magdalena no puede ser leído como una obligación a la represión, sino como un convite a la contención de instintos. La sabiduría está en rescatar el sagrado femenino y no dejar que sea malempleado y maleducado por las necesidades de los otros, por la labilidad emocional, o el condicionamiento hormonal porque como expone Beauvoir22, la mujer es considerada de acuerdo con los deseos masculinos en relación a lo femenino. La sociedad está regida por la lógica del mundo masculino según la cual la mujer es un ser inhábil para el mundo. La mujer incorporó a sí ese estereotipo de manera que su comportamiento fue moldeado por los parámetros de la sociedad patriarcal. Lo revelador es que somos siempre libres en la elección. María Magdalena deja el pecado no por represión sino por amor, iluminada por la consciencia crística total, entendiendo que eso es lo mejor para su alma. Es un acto de sublimación de los instintos, un don de la gracia en el cual no existe dolor por el placer que se pierde, porque lo que se gana es tan superior que invade y toma todo. Lejos quedan los afanes del esoterismo actual que, en su incapacidad de divinizar al hombre que les habita, afirman que Jesús mantuvo relaciones con ella, deseosos de humanizar y paganizar a un Dios al que se llega por sendero estrecho y no por las avenidas de placer. La crítica viene afirmando que la mujer fue sometida. Es hora de tener una perspectiva más amplia y comprender que las posiciones en la sociedad del mundo nada tienen que ver con las jerarquías celestes. De este modo y en esta comprensión, las santas supieron bien colocarse, haciendo votos de silencio y de obediencia a la Iglesia como los hombres, participando del cuerpo eclesiástico en posiciones que a primera vista parecen humildes o insignificantes, pero que les permitieron vivir protegidas, castas, en el recato, el silencio interior y la dedicación total a Dios, a veces huyendo de los papeles que la sociedad exigía de ellas como esposas, madres y fuerza de trabajo. El silenciarse voluntario es pues un acto de arrojo, un alarde de libertad, un gesto de poder. Calderón de la Barca23 ya lo había expresado mejor: “Callar (la mente en Dios) hablando puede / Quien puede (en Dios la mente) hablar callando”. Es precisamente eso lo que encontramos en estas mujeres. Pretendemos contribuir respecto al papel de la mujer en la religión, desmitificando visiones restrictivas que no hacen sino agravar el desequilibrio entre ambos sexos y que alimentan una polémica infinita e inútil. Para ello ofrecemos puntos de vista conciliadores que rescaten, respeten y valoren las diferencias y las consideren fuente de enriquecimiento mutuo. Ser fuerte hoy ya no puede ser sinónimo de tener rasgos masculinos, y sí de autoconocimiento y defensa de las propias virtudes. Juzgar el pasado con los ojos actuales nos coloca en una tremenda miopía; podemos en efecto celebrar los avances hechos y las comprensiones alcanzadas, pero culpar a los otros de nuestra falta de avance no ayuda, al tiempo que considerar a las mujeres en el pasado como meras víctimas las priva de la fuerza interior que los escritos exhiben y no obvian.
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Simone de Beauvoir, O segundo sexo. Fatos e Mitos. (Tradução de Sérgio Milliet, Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1949). Aurora Egido, “La poética del silencio en el Siglo de Oro”, 116.
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En resumen, es cierto que durante la época medieval, muchas mujeres fueron quemadas como brujas, así como muchos hombres fueron asesinados por ésas y otras causas, en la hoguera o en la guillotina, por la Inquisición o por autoridades políticas. Sin embargo, algunas también recibieron el apoyo de monarcas, la confianza de dirigentes sociales, políticos, eclesiásticos, y fueron escuchadas en ámbitos de importancia en la toma de decisiones, participando así de la progresiva liberación del género femenino a lo largo de la historia. Sus voces, voluntariamente silenciadas o involuntariamente escritas, perviven hasta hoy. Libertad interior Como hemos visto, a partir de 1200 proliferan las fundaciones cistercienses y los conventos urbanos. Existen grupos de mujeres que viven en el siglo y no se someten a ninguna orden religiosa, son llamadas mulieres religiosae. Algunas fueron beguinas o eremitas. Pocas fueron monjas. Atraídos por su fama, muchos van a pedir consejo e intercesión. Estos grupos encontraron firmes defensas en ciertas jerarquías eclesiales. Muchas de ellas fueron a las órdenes terciarias dominicanas y franciscanas, que integran la mujer al mundo al mismo tiempo que promueven su desarrollo espiritual. Boesch Gajano24, resume esa inédita libertad espiritual y ese comportamiento excepcional de los siglos XII al XV, con experiencias de pobreza, caridad, y, sobre todo, de relación directa con Dios. Según Opitz “las mujeres conquistaron espacios de libertad, pero estas innovaciones en el ámbito cultural y religioso generaron oposición y rechazo por parte del mundo masculino” 25. Hay referencias en Nebrija y Fray Luis de Granada sobre cómo el programa de reformas de la Reina Isabel para la educación de las monjas en su encerramiento obligaba a usar el romance, en libros santos y devotos que pudieran entender. Las beguinas interpretaban en lengua vulgar las Escrituras. Esta tentativa de popularización de lo sagrado enfrentó a algunos sectores más conservadores de la iglesia que pretendían que el latín continuase siendo la única lengua vehicular, tal vez por ansia de poder y control. Pero a la autoridad institucional se impone la autoridad carismática como afirman Cirlot y Garí26 . Los escritos de las místicas neerlandesas inauguran la literatura en lengua vernácula. En el siglo XIII las revelaciones dan valor a estas mujeres y pasan a enseñar. En su defensa ante el tribunal inquisidor, Margery Kempe dice: “Yo no enseño, Señor, no me subo a un púlpito. Yo sólo uso la conversación y las buenas palabras, y lo haré mientras viva”. Tanto Margery Kempe como Juliana de Norwich escriben su autobiografía en tercera persona, ambas dialogan con Dios. Juliana escribió primero con la ayuda de un escriba su visión durante su grave enfermedad de 1373. Se las critica y acusa por intentar ensenar en una época en que la mujer no podía hacerlo, pero se evaden con soltura y gracia. En la obra Siete Modos, Beatriz de Nazaré expone que en el sexto modo “experimentaba entonces una potencia divina, una pureza límpida, una suavidad espiritual, una libertad ferviente, un sabio discernimiento” 27. Matilde recibe de su Maestro: “Pues el amor en libertad tiene 24
Sofia Boesch Gajano, La Santità, (Roma-Bari: La Terza, 1999). Chiaia, El dulce canto del corazón, 91 y 394. 26 Victoria Cirlot y Blanca Garí. La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media (Madrid: Siruela, 2008) 25-6. 27 Cirlot y Garí, La mirada interior, 119. 25
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Místicas: silenciadas por amor
que ser siempre lo más elevado en los hombres” 28. Dicen estas autoras que “Matilde alcanza el radicalismo místico del maestro Eckhart, pues la negación no está al servicio de la imposibilidad de expresión, sino que es camino de liberación” 29. De hecho, observamos en sus palabras que no se sentían aprisionadas y que en cualquier caso su cárcel era elegida. Claro que hubo casos de mujeres que fueron obligadas a tomar los hábitos, pero constituyen una minoría cuyo estudio sería de gran interés. Entonces, como ahora, la huida hacia dentro es la única que permite al individuo crecer sobre sí mismo y liberarse mediante el trabajo interior de los vicios y la conocida batalla para enfrentarlos con las virtudes. También a través del cuerpo las mujeres ejercían control, libertad y presión sobre el ambiente social y religioso: Catarina de Sena ayuna para evitar el casamiento impuesto y Catarina de Génova consigue convertir a su marido a fuerza de severas penitencias. En cierto modo el silencio entendido como negación oral se asemeja a la anorexia. La obra de Milagros Rivera apunta diferentes teorías sobre la anorexia femenina, referidas al contexto cristiano. Por un lado, como para Caroline W. Bynum30 el rechazo de la comida y el sufrimiento que ello desencadenaba, era en el fondo un acto de identificación total con el rol atribuido a las mujeres de nutridoras del grupo. Las mujeres así se convertían con el alimento místico, en una versión más plena de la comida y la carne con que su cultura las identificaba. Al unirse a Cristo, la mujer se convertía en un ser todo carne y capacidad nutricia, hecha una con el sufrimiento generativo de Dios. Por otro lado, la raíz estaría en la relación con el pecado: a las mujeres medievales se les había inculcado que el pecado estaba en el interior de ellas mismas, de manera que la anorexia sería una forma extrema de negación a un tiempo del pecado y del propio cuerpo de acuerdo con Rivera Garretas31. Este arrebatar el cuerpo para sí y para Dios también aparece en el sufismo: la mayoría de las místicas sufíes, como sus compañeros varones, se caracterizan por el ascetismo. Por medio de la oración, la vigilia, el ayuno y el dolor físico, buscaban la aniquilación del yo para merecer la unión con Dios, es lo que la autora llama “cuerpo alienado para sí” como afirma Arias Bautista32. Estas costumbres han atravesado los siglos y siguen vigentes y activas. La única forma de que las mujeres ascendieran al saber estaba dentro de órdenes monásticas donde, a pesar de los vínculos de dependencia de los monjes, disfrutaron de una extraordinaria libertad para dedicarse a las obras del espíritu. La pregunta clave no es qué hacían (ayunar, callar, mortificarse) sino por qué lo hacían: por sí mismas, por el hombre, por Dios. En definitiva, la religiosidad femenina, caracterizada bajo la forma de mística y profecía, se expresa en géneros en los que impera la libertad de palabra, comparado con el discurso de la Iglesia jerárquica. Ellas, con sus escritos, se dispusieron reformar la Iglesia de su tiempo, 28
La luz fluyente, II, XXVI, 42-54, apud Cirlot y Garí, La mirada interior, 139 Cirlot y Garí, La mirada interior, 128. C.W. Bynum, “The Female Body and Religious Practice in the Later Middle Ages", Zone 3: Fragments for a History of the Body (1, 1989): 160-219. [Trad. italiana Donne e Fede: Santita e Vita Religiosa in Italia, ed. L. Scaraffia y G. Zarri, (Roma-Bari: La Terza, 1994): 115-56]. 31 M. M. Rivera Garretas, Textos y espacios de mujeres. Europa SS. IV-XV, (Icaria: Barcelona, 1990) 60. 32 María Teresa Arias Bautista, “Entre llantos y llamas: místicas sufíes”, Revista Internacional de Culturas&Literaturas (9, Grupo de Investigación Místicas, escritoras y escrituras de la Junta de Andalucía y Universidad de Sevilla, octubre 2010) 13. 29 30
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destrozada por cismas, simonía y, en general hundida en una grave decadencia. A este respecto, Ricci Sindoni33 comenta cómo, marcados por el sello de un gran sufrimiento, los escritores místicos parecen penetrados por una gran libertad, la de quien ya sintió la invasión de una fuerza vital extraordinaria y, en sus acciones, percibió la libertad de Dios. Todos ellos, hombres y mujeres, siguieron y siguen el precepto “conoced la Verdad y ésta os hará libres”. Su libertad apenas empezó en el silencio.
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Chiaia, El dulce canto del corazón.
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Nación, paisaje y gobernabilidad en Peregrinación de Alpha (1853) de Manuel Ancízar Philippe Colin Universidad de Limoges (Francia)
Política y geografía l lanzamiento oficial de la Comisión corográfica por el gobierno colombiano en 1850 constituyó el desenlace de una década de intensos debates en torno al proyecto de descripción integral del territorio nacional. El hecho de que los gobiernos de turno y el conjunto de las élites nacionales, prescindiendo de las afiliaciones partidarias, apoyaran la creación de esta Comisión, muestra hasta qué punto la acumulación del capital informacional sobre el territorio y su concentración en manos del Estado fue percibida como una necesidad estratégica absoluta en el proceso de consolidación del Nación. Como lo atestiguan los textos legislativos que acompañan la larga y caótica génesis de la comisión, no sólo se trataba de elaborar una cartografía detallada del territorio nacional sino también de cuantificar los recursos disponibles, las poblaciones y de establecer una política pública de administración territorial1. El objetivo era, en términos de Michel Foucault, la creación de un “dispositivo” capaz de relacionar sistemáticamente todos los elementos que componen el territorio definido como “medio”, es decir, como un conjunto “de datos naturales, ríos, pantanos, colinas, (…) datos artificiales, aglomeración de individuos, aglomeración de residencias, etc.” 2.. Como lo ha mostrado Foucault, esta noción de “medio” está estrechamente vinculada con las nuevas formas de racionalidad política que surgen en el siglo XIX. Según el filósofo francés, la cuestión del poder conoce en Europa, entre el siglo XVI y XIX, una profunda evolución: de una concepción ontológica de la soberanía se pasa a una concepción funcional de la gobernabilidad que busca optimizar la relación entre los humanos y las cosas para aumentar, internamente, la potencia del Estado3. Como se entiende, el surgimiento de una racionalidad gubernamental cuya meta consiste en producir efectos sobre población, induce necesariamente una nueva mirada del Estado sobre el territorio: aprehendido desde la perspectiva de la gobernabi-
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Efraín Sánchez, Gobierno y geografía, Augustín Codazzi y la comisión corográfica de la Nueva Granada (Bogotá: Banco de la República, El Ancora editores, 1998). Michel Foucault, Société, territoire, population, cours au Collège de France 1977-78 (Paris: Gallimard, 2004), 23. 3 Foucault, Société, territoire, population, 112-13. 2
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Philippe Colin
lidad, el territorio ya no es un plano neutro sino un “campo relacional de fuerzas” cuyas cualidades intrínsecas conviene identificar para aumentar la prosperidad de la población y, por ende, la potencia del Estado. A pesar de que el giro hacia la problemática de la gobernabilidad ya es sensible en los últimos años de la colonia, es innegable que la creación de la Comisión, en cuanto funciona como un “dispositivo” - es decir, según Foucault, como un conjunto de elementos heterogéneos articulados en una red en función de efectos estratégicos concretos4 - constituye una verdadera ruptura con respecto a las políticas del saber anteriores. Así, el primer propósito de la dimensión multimedial de la Comisión corográfica es la aprehensión de las múltiples relaciones que hacen del territorio un “medio”. La combinación heterogénea de una pluralidad de prácticas discursivas y de instrumentos de representación – como el mapa, las representaciones pictóricas, los informes o los relatos de viaje – permite articular datos territoriales que normalmente hubiesen sido estudiados por separado. De hecho, la Comisión corográfica fue concebida como un dispositivo multimedial en el que la combinación de una pluralidad de prácticas discursivas y de instrumentos de representación – como el mapa, las representaciones pictóricas, los informes o los relatos de viaje – debían permitir la articulación de datos territoriales que normalmente hubiesen sido estudiados por separado. En este sentido, el archivo multimedial hace posible la elaboración de una red de resonancias y de relaciones entre “puntos” territorializados de categorías muy diversas. Como lo han sugerido Gilles Deleuze y Félix Guattari, la producción de intra-consistencia tiene como función fundamental hacer funcionar el conjunto de datos acumulados como un sistema capaz de incrementar la potencia nacional5. Como lo indica su nombre - recordemos que la corografía constituye la división de la geografía de Tolomeo encargada de describir el aspecto visual de la cora (el país) – la comisión también debía cumplir con una misión pedagógica: en efecto, para mantener la coherencia del sistema, se necesitaba también instaurar mecanismos de simbolización y de legitimación de la Nación. De hecho, podemos considerar que el archivo multimedial que se propone realizar la Comisión, funciona como un dispositivo de gobernanza cultural que apunta a inscribir la Nación en la materialidad concreta del territorio, otorgándole una legitimidad política irrefutable. Como lo veremos a continuación, los relatos de viaje que narran la progresión de la expedición – Concretamente Peregrinación de Alpha de Manuel Ancízar y los fragmentarios Apuntes de viaje de Felipe Pérez – ocupan un lugar fundamental en este dispositivo multimedial. El relato que nos proponemos estudiar aquí es el resultado de una serie de artículos redactados por Manuel Ancizar, un reconocido publicista, que fueron publicados en el periódico El Neogranadino entre 1850 y 1852, y reunidos en 1853 en un solo volumen bajo el título de Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada en 1850-56. Como lo explicita el contrato firmado por Ancízar, la relación de la expedición debía describir “la expedición jeográfica en sus marchas y aventuras, las costumbres, las razas en que se divide la población, los 4
Michel Foucault, Dits et écrits 1976-1979 (Paris: Gallimard, 1994), 299. Gilles Deleuze et Félix Guattari, Milles plateaux, capitalisme et schizophrénie 2 (Paris: Les éditions de Minuit, 1980), 540. Manuel Ancízar, Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada en 1850 y 51 (Bogotá: Imprenta de Echevarría Hermanos, 1853).
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Nación, paisaje y gobernabilidad en Peregrinación de Alpha (1853) de Manuel Ancízar
monumentos antiguos i curiosidades naturales, i todas las circunstancias dignas de mencionar” 7. Proyectado como una interfaz entre el público y la institución itinerante, el texto de Ancízar aspiraba a operar una síntesis del trabajo de codificación territorial llevado a cabo por los expedicionarios. Como tal, Peregrinación de Alpha se articula a la doble misión estratégica que legitima, como lo he señalado, la creación del proyecto. Por un lado, al vincular sistemáticamente las informaciones estadísticas sobre la población con los caracteres visibles del territorio, el texto evalua y modeliza los sujetos individuales y colectivos llamados a componer la comunidad nacional. Por el otro, al elaborar una serie de imágenes territorializadas de la Nación, el relato aspira a convertir ciertos elementos o ciertas porciones del territorio como condensadores de la memoria nacional. El presente estudio se centrará principalmente en el discurso del paisaje, masivamente presente en el texto de Ancízar. Me parece en efecto que esta modalidad discursiva constituye la principal forma de mediación entre estas dos modalidades complementarias de escritura de la Nación. Como me propongo mostrarlo, en Peregrinación de Alpha, el discurso del paisaje opera doblemente: por un lado, la lectura heurística del paisaje permite determinar los “posibles” que encierra la realidad y definir performativamente el sentido del porvenir; por el otro, su lectura hermenéutica, permite hacer surgir imágenes geológicas, prehistóricas e históricas que aspiran a suturar las contradicciones del relato legítimo de la Nación. El objetivo de esta ponencia será pues reflexionar sobre la manera como el texto de Ancízar moviliza el discurso paisaje en función de esta doble meta performativa y pedagógica. A través de él también veremos cómo el relato construye una representación excluyente de la identidad nacional colombiana y de sus representantes legítimos. Paisaje y gobernabilidad Una de las características más sugerentes de la topografía de Ancízar es el hecho de que acople con frecuencia el discurso del paisaje y las estadísticas. Para entender esta asociación aparentemente paradójica entre dos campos discursivos heterogéneos, es necesario volver rápidamente al concepto de gobernabilidad. Según Foucault, el conjunto de prácticas que conforman la gobernabilidad no pueden disociarse de una concepción holista del territorio, entendido como “medio”, o sea como un campo de relaciones de fuerzas cuyas cualidades se pueden potenciar 8. Para producir efectos de gobernabilidad, se trata de estudiar las articulaciones entre la población y el territorio, de determinar regularidades y, llegado el caso, de corregir la disposición recíproca de los seres y las cosas. Ahora bien, el discurso del paisaje, en la medida en que busca producir una imagen holista del territorio en el que cada elemento adquiere sus determinaciones en función de su relación con la totalidad, se dirige precisamente al espacio como “medio”. Así, en Peregrinación, las estadísticas y el discurso del paisaje no están solamente relacionados sino que se complementan para elaborar una lectura hermenéutica del territorio : “Numérense en el mencionado cantón 38.300 habitantes, que ocupan una área de 20 lenguas cuadradas, siendo 5 de paramos casi desiertos; de forma que en los 15 restantes resultan 2.553 habitantes por legua cuadrada, población especifica de que la Europa misma, 7
Sánchez, Gobierno y geografía, 534. Foucault, Société, territoire, population, 323.
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excepto Bélgica y Holanda, presenta muy pocos ejemplos, y que desde luego sugiere la idea de un territorio fértil y fraccionado en pequeñas heredades. Así es en realidad; y nada complace tanto como la vista de aquellos campos cuajados de variadas sementeras, divididos en pequeñas estancias y tan aprovechado el suelo, que los bueyes y vacas no tienen más espacio para pastar amarrados que las orillas de las cercas y los lugares recién desocupados por las cosechas” 9.
Lo vemos, el discurso del paisaje está plenamente integrado a un dispositivo de evaluación y de perfilamiento del territorio: la vinculación de las cualidades de la población con el tipo de territorialidad que ella produce, permite delimitar el régimen de ocupación espacial con más aptitud para optimizar el rendimiento de la población y de los recursos naturales. Además de esta dimensión epistemológica, el discurso del paisaje posee por supuesto también una dimensión estética que induce según el neologismo acuñado por Alain Roger una “artialización” del territorio10. En su famoso ensayo The country and the landscape, Raymond Williams afirma que “a working country is hardly ever a landscape” 11. Parafraseando a Williams, podría decirse que en Peregrinación de Alpha, el paisaje pintoresco está, por el contrario, casi siempre ligado al trabajo productivo. En el relato de Ancízar, la estética pintoresca – es decir los paisajes elaborados a partir de los códigos del locus amoenus - sella la compatibilidad “natural” de un espacio con el proyecto de las élites liberales. Inversamente, lo pintoresco viene autentificar la conformidad de un modo de producción basado en la ética del trabajo, la propiedad privada y la centralidad del mercado con las leyes del orden natural. Por el contrario, los paisajes del desorden y de lo informe, inseminados por los códigos del locus terribilis, revelan la inadecuación de un modo de ocupación territorial. Así, por ejemplo, cuando el narrador describe el aspecto de una región minera de la provincia de Santander: “Caminadas dos y media leguas al oriente de Suratra, costeando el río de la Baja y trepando cerros fangosos, se llega a este primer asiento de las minas, puesto a 2.460 metros de altura, entre cerros de rápidas faldas, torrentes ruidosos, montes devastados, excavaciones, miseria y desenfrenados vicios. Al ver aquellas casas pajizas de presurosa construcción (....), la modesta capilla poco usada, la carencia de sementeras en los alrededores y el preferente lugar ocupado por las tiendas de licores y el juego de bolo, se adivinan las costumbres de una población compuesta de los rezagos de otras comarcas, atraídos por la sed de las ganancias aleatorias que exaltan la cabeza del minero como del jugador. Mujeres desgreñadas, de audaz mirada y libres movimientos, niñas con el rostro marchito por los precoces desordenes, y hombres u muchachos tirando con desdén pesos fuertes sobre la arena del juego de bolos y atravesando apuestas en lenguaje desnudo de toda formula decente; y cuando es la noche, riñas, borracheras y maldiciones... tal es el cuadro que presenta este desdichado pueblo, tan opuesto al de los lugares agrícolas” 12.
La degradación y el hubris del cuerpo geográfico están claramente asociados con los excesos incontrolados del cuerpo social y de los cuerpos individuales: tanto el espacio como la sociedad que lo ocupa están dominados por circulaciones desreguladas y aleatorias. Como las 9
Ancízar, Peregrinación de Alpha, 351. Alain Roger, Court traité du paysage (Paris: Gallimard, 1997), 23. Raymond Williams, The Country and the city (London: Chatto and Windus, 1973), 120. 12 Ancízar, Peregrinación de Alpha, 407. 10 11
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inestables montañas fangosas que rodean el asiento minero, el grupo de pequeños empresarios que explota las minas está sumido en una inestabilidad radical: las fortunas se hacen y se deshacen con las apuestas, las identidades de género y de clase son fluctuantes. Se entiende que la piedra de tropiezo es el oro: ligada a la economía colonial, el oro simboliza el fetiche absoluto que conduce irremediablemente al deterioro de la voluntad, al desatino, y en ultimas a la ruina. Tal como la sociedad colonial, la sociedad minera que se aglomero alrededor de Suratra no es sino un simulacro de sociedad activándose en torno a un signo vacío y agotándose en una circulación endogámica de los flujos. En últimas, es la ausencia de dispositivos de policía – entre ellos, la familia legal como matriz cívica de la Nación - que permitan la gestión de las circulaciones de las utilidades y de los valores, la dirección de los cuerpos y la asignación de funciones y de posiciones, favorece inevitablemente la corrupción del vínculo social. Paisaje de memoria Pero, como se ha señalado en la introducción, en Peregrinación de Alpha, el discurso del paisaje ya no constituye sólo una herramienta de prospección sino que funciona también como una herramienta de retrospección. El paisaje también se encarga de figurar continuidades, filiaciones, de forjar, en términos de Pierre Nora, “lo uno y lo indivisible a partir de lo múltiple y del fragmento” 13. Al ser, obviamente, difícil “fabricar” antigüedad en un contexto donde la legitimación de la nueva formación nacional se apoya precisamente en un discurso de la ruptura radical con el pasado colonial que excluye cualquier solución de continuidad, resulta pues imperioso para el “agente de la memoria” establecer una serie de estrategias que apuntan a crear una filiación entre los indígenas anteriores a la conquista y la República. Así, al interior de lo que el texto presenta como una fantasía suscitada por la contemplación de un inmenso panorama, el narrador orquesta un fresco paisajístico que abarca varios siglos de ocupación del territorio: “De lo alto de volador de Funeque alcanza la vista sobre una grande extensión del país, hasta los linderos de la planicie de Chinquiquira. Largo rato estuve contemplando aquella escena magnífica, aquel océano de cerros perfectamente verdes, aquellas comarcas antes henchida de Chibchas laboriosos, después cubiertas de escombros y anegadas en sangre por los conquistadores, ahora naciendo de nuevo a la civilización en medio de nuestros afanes políticos y de las barreras que los Andes oponen al comercio de estas regiones con el extranjero” 14.
La narración de la Nación, arguye Homi Bhabba, sólo puede iniciarse a partir de una operación de forclusión de su elemento originario: concretamente, la violencia que la constituye15. Creo que esta operación de exclusión aparece aquí con toda claridad: el discurso del paisaje permite la invención de una genealogía fantástica entre el presente nacional y el pasado indígena, pasando por encima de la etapa colonial presentada como un paréntesis lamentable. Concretamente, es la fábula de una continuidad en el proceso de valorización del territorio que per13
Pierre Nora, Les lieux de mémoire (Paris: Gallimard, 1997), 955. Ancízar, Peregrinación de Alpha, 269. 15 Homi Bhabba, “DissemiNation: Time, narrative and the margins of the modern nation” in Nation and narration, ed. Homi Bhabba (London and New York: Routledge, 1990), 291-323. 14
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mite crear un vínculo entre los antepasados indígenas y los descendientes neogranadinos: el zócalo inmanente de la Nación, el territorio pintoresco de los Chibchas, vuelve a renacer como paisaje con su integración al Estado-Nación. Sin embargo, resulta curioso – y en mi opinión muy significativo – que Ancízar, a pesar de sus reiteradas lamentaciones acerca del exterminio de los indígenas a manos de los Españoles, dedique unas escasas líneas a sus descendientes en carne y hueso que todavía pueblan densamente el territorio nacional. Al respecto, la narración del encuentro entre los viajeros y dos tunebos, una comunidad indígena que vive más allá de una pared rocosa “de más de 200 metros de elevación” , dice el texto, hace evidente hasta qué punto esta presencia resulta en realidad problemática para el viajero: “Caminaban hablando recio en su idioma gutural y sonoro; y como nos encontrásemos de repente al volver un recodo, se quitaron los sombreros de trenza y el viejo empezó a saludarnos en tunebo, más luego trocó su habla por la castellana, y sin dificultad dijo : « Buenos días, taita y hermano. Dios manda dar limosna a tunebo »; y extendía la mano sin humillación, cual si cobrara un tributo debido. « ¿Como tunebo, le contestó mi compañero pagándole el tributo, y hablas castellano? » « Si, yo tunebo: tunebo racional por tronco y hermanos, y agua en la cabeza. » « ¡ah! Interrumpí, y entonces, ¿cómo no sales con tus hermanos a vivir acá entre nosotros? » « No, hermano: acá no tierra para tunebo: allá tierra bastante. Cuando Dios crió sol y luna crió tunebo y tierra libre », añadió con cierto movimiento de orgullo, y poniéndose el sombrero dirigió una mirada al taciturno compañero que se había mantenido hacia un lado; dijérenos adiós y se marcharon sin admitir más conversación, como gentes que no veían provecho en seguir charlando. Nos quedamos un rato mirando el andar rápido de aquellos hijos de las selvas y haciendo reflexiones sobre su despejo y manera de expresarse, de los cuales resultó que mi compañero terminará el diálogo diciendo : Es preciso visitar a esta gente, invadiéndolos por Casanare” 16.
Mientras los indios muertos convocados por la visión paisajística del narrador fueron recreados como los miembros desaparecidos de una brillante civilización, los indios vivos están representados como los sobrevivientes aberrantes de una comunidad cuyo destino está, a sus espaldas, sellado. Cualquier relación de filiación histórica entre los tunebos y los indios-fósiles nacionalizados está por supuesto obliterada: dado que los indígenas “antiguos” fueron convertidos en antepasados de la Nación neogranadina, los indios reales no pueden ser sino hijos de este “Otro” radical que no puede acceder a lo simbólico: la selva. Viviendo fuera del paisaje, en un espacio geográfico de relegación que la mirada panóptica del agente nacional no logra abarcar, los tunebos son sujetos eminentemente problemáticos. Si el pago efectuado por el compañero del personaje-narrador permite, al evitar la creación de un vínculo, la anulación provisoria de cualquier tipo de deuda con este Otro interno, el enunciado final deja pocas dudas en cuanto a la manera de librarse definitivamente de esta deuda simbólica que la Nación de los criollos, fundada en la ocultación de la violencia colonial original, ha contraído: la aculturación y la asimilación definitiva de los Tunebos. En este sentido, la reflexión de los viajeros sobre su “manera de expresarse”, lejos de ser anodina, es la expresión de un agon lingüístico que es eminentemente político. Como lo afir16
Ancízar, Peregrinación de Alpha, 250-51.
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ma Mijaíl Bajtín, cada lengua, cada entonación, cada evaluación lingüística, al ubicarse “en el punto de intervención de las fronteras de las concepciones del mundo” 17, se encuentra sumida en una lucha encarnizada. Por ello, creemos que el comentario del narrador acerca de la lengua de los Tunebos debe ser relacionado con lo que dice uno de los indígenas respecto a la propiedad de la tierra : la voluntad de normalización del idioma no sólo apunta a delimitar al sujeto de la palabra legítima sino que remite también a la necesidad de imponer, en el territorio enmarcado por las fronteras del Estado-Nación, la lengua mercantil de la equivalencia generalizada. Así, la destrucción programada de la cultura de los Tunenos por la normalización de los significantes permitirá en última instancia la enajenación de sus tierras y de su fuerza de trabajo: con el tiempo, lo que ellos siguen expresando en términos de valor de uso se expresará en términos de valor de cambio. Finalmente, la integración del indio a la Nación pasa por su blanqueamiento y su incorporación al mercado nacional como proletariado rural y minero: “Cuando la absorción de la raza indígena por la europea se haya completado, lo que no dilatará mucho, quedara una población homogénea, vigorosa y bien conformada, cuyo carácter sera medianero entre lo impetuoso del español y paciente del indio chibcha, población felizmente adaptada a las tareas de la agricultura y minería” 18 (...).
Así, el orden antiguo que había esbozado la fantasía paisajística prehispánica será restaurada: “aquel océano de cerros perfectamente verdes, aquellas comarcas” será nuevamente cubiertos de un pueblo blanqueado y laborioso. Sólo entonces, las tierras fronterizas de los tunebos, invisibilizadas por una pared tanto cultural como geográfica, se convertirán en paisaje pintoresco. La fundación paisajística de la Nación como restauración de un orden perdido se evidencia también en los múltiples paisajes de batalla que describe Ancízar. El paisaje de batalla posee la gran ventaja de territorializar la historia nacional y de comprimirla en un instante epifánico originario. En Peregrinación de Alpha, la visión paisajística suscita dos tipos de escenas especulares de batalla, dialécticamente articuladas en torno al topos de la “gran usurpación”: la primera escenifica la derrota y el exterminio de los heroicos indígenas; la segunda evoca las batallas victoriosas de las guerras de independencia. Para entender esta relación dialéctica, veamos primero cómo la mirada panóptica del agente nacional organiza el paisaje de la derrota: “A la derecha sombrea el camino un gran peñón avanzado, que antes constituía el corazón del alto cerro: a la izquierda yacen amontonados en una profundidad los fragmentos confusos de la derruida eminencia : el estrecho y desigual camino rodea el peñón, formando un áspero desfiladero en que un puñado de hombres resueltos podrían rechazar fuerzas numerosas. Por los años de 1540 los indígenas de Tausa, Suta y Cucunuba, concertaron un alzamiento contra los españoles, más para resistirles y librarse de la cruel sujeción a los repartimientos, que para atacar a los insufribles dominadores. Retiráronse con sus familias y mantenimientos al Peñón de Tausa, y en él se fortificaron haciendo acopio de
17 Mikhaïl Bakhtine, L'oeuvre de François Rabelais et la culture populaire au Moyen Age et sous la Renaissance, (Paris: Gallimard, 1970), 467. 18 Ancízar, Peregrinación de Alpha, 113.
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piedras para rodarlos sobre los odiados enemigos. Cien españoles salieron de Santafé en demanda de los indios rebeldes y después de una desesperada resistencia quedaron aquellos infelices rotos y desalojados, con gran mortandad de hombres, mujeres y niños [...] El recuerdo del sangriento suceso me hizo pasar el desfiladero con cierta veneración por la memoria de los vencidos, defensores de su patria y hogares y de la santa libertad, por entonces perdida”19.
La traza material monumental de esta operación de exterminio de los indios rebeldes señala simultáneamente la exigencia de una reparación y un vacío que legitiman la gesta de las guerras de independencia: puesto que las víctimas heroicas de este crimen ya han desaparecido, corresponde a sus descendientes políticos legítimos, los criollos de la Nueva-Granada, restaurar los derechos naturales usurpados por la conquista y la dominación española. Así, el peñón ausente, pura vacuidad en el paisaje, aparece a la vez como huella histórica y como metáfora territorial de la fábula legitimadora de la usurpación colonial. Si relacionemos este paisaje ausente con su equivalente contemporáneo, el paisaje de la victoria, no debe extrañarnos que este último esté representado como la apoteosis y la restauración de una plenitud perdida. Así, después de un largo recorrido a través del páramo azotado por la tormenta - que el narrador describe como una reactualización ritual del sacrificio fundador de los héroes patrios - la escena gloriosa se despliega ante la mirada pasmada de los peregrinos “Cuando avisté la Casa de teja de Boyacá, me pareció que renacía para el mundo: detrás de mi dejaba los torbellinos de niebla y el desamparo de páramo: un golpe de sol iluminaba el teatro del acontecimiento que abrió a la Nueva Granada el porvenir de nación libre, y las verdes praderas en que 3000 veteranos españoles doblaron la rodilla ante los pendones colombianos, brillaban matizadas de menudas flores. […] Ningún monumento, ni una piedra siquiera, conmemora esta grande y benéfica función de armas: el antiguo puente, centro del conflicto, ha desaparecido ; y el nuevo, en cuyas pilastras se tenia la idea de inscribir los nombres de los libertadores, permanece raso y sin concluir : tal es el torbellino de acontecimientos que llenan los días de nuestra república, que no dan tiempo para levantar en ella ni aun los trofeos de aquellas victorias, únicas dignas de perpetua recordación” 20.
Vemos aquí cómo el paisaje fija el acontecimiento originario de la nación en una representación puramente fetichista en la que se escenifica una comunidad nacional abstracta, unida por el vínculo de la sangre derramada. Lo que Ancízar lamenta al apuntar la ausencia de un monumento que conmemore el acontecimiento, es ante todo la ausencia de coincidencia entre la economía espacial y la economía verbal: para remediar a esta inadecuación es fundamental semiotizar este “lugar con memoria” 21 para convertirlo en “lugar de memoria” . Esta operación de codificación simbólica necesitará, como lo indica explícitamente el narrador, la instalación in situ de un dispositivo sensible que pueda convertir el material espacial indiferenciado en un paisaje tangible. 19
Ancízar, Peregrinación de Alpha, 16-17. Ancízar, Peregrinación de Alpha, 346-47. Nora, Les lieux de mémoire, 29.
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El paisaje y la “ciudad letrada” Sin duda, Peregrinación de Alpha puede leerse como el relato de la conquista y de la nacionalización por la tecnología de la letra – la letra Alpha, primera letra del alfabeto griego de un espacio heterogéneo, discontinuo y desigual. La mayor parte del texto de Ancízar funciona en efecto como un dispositivo de asignación unívoco de las significaciones: como tal contribuye a naturalizar la visión social de lo que Ángel Rama ha llamado la “ciudad letrada” 22. Creo sin embargo que hay en él una segunda veta, intermitente, que se adscribe a otro régimen de representación. Me refiero aquí a los espacios propiamente diegéticos que movilizan recursos de figuración literarios, como, por ejemplo, el diálogo. Las palabras convocadas en el régimen dialógico, en la medida en que están pobladas, como lo afirma bajtín23, por otras intenciones, pueden desbordar las estrategias puramente intencionales, introducir un principio de “heteronomía” entre el yo que escribe y el yo que narra por donde puede surgir la voz de los que la escritura ha silenciado24. Al respecto, la escena en la cual se consigna un dialogo entre el narrador-viajero y un personaje femenino durante un baile me parece ejemplar: – “«Véanlo atisbando la gente para después contar lo que hacemos », prorrumpió cerca de mi una voz de mujer entre burlona y seria. Volvime y encontré dos majas de bracete, que paseaban haciendo precisamente mi oficio. – « ¿Quién te ha dicho, salero, que yo cuento lo que veo? » – « ¡Ei!, no solo cuenta, sino escribe ; pero aquí se llevara chasco, porque ya nos tiene advertidas un señor que bebió cloruro, pensando que era brandy, en la montaña que usté sabe. » – « ¡Ah maldito! - exclamé acordándome del borrascoso individuo que en una excursión de mi compañero por las selvas del Zulia, donde el guía los extravió, apremiando por el hambre y la sed, la segunda noche cogió a tientas cierta botella y se encajó un buen trago... de cloruro, que lo hizo berrear cuando creyó refocilarse con brandy -. No creas tal cosa, niña : son historias de aquel hombre que desea vengarse por no haber tenido olfato, sin embargo de usar razonables narices. » – « ¡Que sí creo!, pero a bien que nosotras no tenemos coto, y andamos como Dios manda», repuso quitándose y poniéndose el pañuelo de los hombros. – « no me parece que Dios te haya mandado hacer esa evolución, hijita, sin venir conmigo a refrescar en el toldo. » – « ¡Eso ya!, para hacernos hablar, ¿no? Mire, váyase a su casa, que el sereno les hace daño a los forasteros. »”
El diálogo se entabla en torno a la cuestión central del sujeto que mira, el “voyeur” y el que escribe, el “inscriptor”. Al nivel de lo enunciado, la escena es nítida: una de las bailarinas interpela al letrado que acaba de sorprender “espiando” a las bailarinas. Le reprocha primeramente su posición de exterioridad: al espiar, el letrado busca sustraerse a la mirada de los demás. Se reconoce aquí, por supuesto, la estructura fundamental del voyeurismo. Distancia, dominio y objetivación: la mirada del viajero letrado está efectivamente basada en un deseo de control del objeto visualizado. La contra-interpelación de la bailarina desbarata la empresa del 22
Ángel Rama, La ciudad letrada (México: Ediciones del norte, México, 1984). Mikhaïl Bakhtine, Esthétique et théorie du roman, (Paris: Gallimard, 1978), 120. 24 Jacques Rancière, Aux bords du politique (Paris: Gallimard, 1998), 193. 23
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voyeur: el personaje femenino suspende el orden y la distribución de los cuerpos impuesto por la mirada del viajero, afirma su existencia como cuerpo hablante y, por ende, su estatuto de sujeto. Su contra-interpelación también evidencia los mecanismos de sublimación sexual que implica la mirada “científica” sobre el otro y desestabiliza la autoridad del experto (la libido sciendi está súbitamente reducida a lo que es, la expresión eufemística de la libido sexual). En todo caso, la intrusión del “texto ocultado” del subalterno introduce el “disenso” en un texto cuya función estriba precisamente en instituir el consenso en torno a la repartición funcional de los cuerpos en el espacio nacional. Si esta escena dialógica desestabiliza, desde una perspectiva interna, el régimen voyeurista en el que el viajero-narrador funda su autoridad como experto, también puede ser interpretada, desde una perspectiva externa: en efecto, lo dicho en el relato cuestiona el marco enunciativo que garantiza la legitimidad del discurso. La intrusión de una palabra obscena interrumpe la descripción taxonómica y revela los engranajes del dispositivo de enunciación: la interpelación del narrador desnaturaliza su discurso y evidencia su dimensión “situada”. En definitiva, el discurso paisajístico que pretendía describir la Nación desde una posición de exterioridad panóptica es cuestionado en su capacidad performativa para “hacer” la Nación. Surge aquí a una de las aporías inherentes a las prácticas simbólicas de los grupos dominantes en el proceso de imaginación de la nación: ¿cómo en efecto, en un sólo y mismo gesto, afirmar la Nación como una entidad englobante y la exterioridad enunciativa que legitima la autoridad de su discurso prescriptivo? No por casualidad Ancízar presenta su texto, desde el título – Peregrinación de Alpha - como un recorrido textual en un territorio extranjero. Recordemos que el significante “peregrino” se origina en el latín peregrinus, “extranjero”, derivado de peregre, “al extranjero”.
Bibliografía Ancízar, Manuel, Peregrinación de Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada en 1850 y 51 (Bogotá: Imprenta de Echevarría Hermanos, 1853). Bhabba, Homi (ed.), Nation and narration, (London and New York: Routledge, 1990). Bakhtine, Mikhaïl, Esthétique et théorie du roman, (Paris: Gallimard, 1978). Bakhtine, Mikhaïl, L'oeuvre de François Rabelais et la culture populaire au Moyen Age et sous la Renaissance, (Paris : Gallimard, 1970). Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, Milles plateaux, capitalisme et schizophrénie 2 (Paris: Les éditions de Minuit, 1980). Foucault, Michel, Société, territoire, population, cours au Collège de France 1977-78 (Paris : Gallimard, 2004). Foucault, Michel, Dits et écrits 1976-1979 (Paris: Gallimard, 1994). Nora, Pierre, Les lieux de mémoire (Paris: Gallimard, 1997). Rama, Ángel, La ciudad letrada (México: Ediciones del norte, México, 1984). Roger, Alain, Court traité du paysage (Paris: Gallimard, 1997). Rancière, Jacques, Aux bords du politique (Paris: Gallimard, 1998). Sánchez, Efraín, Gobierno y geografía, Augustin Codazzi y la comisión corográfica de la Nueva Granada (Bogotá : Banco de la República, El Ancora editores, 1998). Williams, Raymond, The Country and the city (London: Chatto and Windus, 1973).
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Compenetrados con el mito Beatriz Alzate Ángel
Europa en el Amazonas mazonia es un gran ecosistema, producto de la naturaleza, cuya realidad se presenta para los sentidos humanos como una Obra Abierta, a la manera de Eco1 donde cada ser que la percibe “tiene una concreta situación existencial y una sensibilidad particularmente condicionada, de modo que la comprensión de la forma original se lleva a cabo según una perspectiva individual”, la cual, en el caso de los visitantes extraños a la selva, se ha traducido en la aproximación a los mitos mediante un abordaje apolíneo, objetivo, en contraposición con la concepción dionisíaca de inmersión en la totalidad, proveniente del pensamiento indígena. Ello nos da como resultado “que la cosmovisión se encuentra –muy marcadamente- del lado de la distancia en el pensamiento occidental, mientras en los indígenas se equilibra mediante la armonía en su relación con la realidad” 2 figura que el poeta amazónico Paes Loureiro muestra bajo otra perspectiva, señalando que “bajo la mirada del nativo, la región se convierte en un espacio conceptual único, irrepetible y distante; acervo de formas de vida incalculables y acumulación de signos del imaginario universal” 3 En el incentivo económico y cultural de los primeros visitantes europeos a tierras amazónicas se mezclaron las maravillas particulares y las ilusiones colectivas. Dentro de las concepciones de imágenes se incluían entornos antecedentes como los de San Brandán “ligado a la ruptura de vínculos familiares y al desprendimiento del mundo que cedía el paso a una progresiva fascinación por lo lejano” 4 y el descrito por Marco Polo, con los tesoros de Catay y Cipango, que desembocaron más tarde en un incipiente Eldorado, protegido por las mujeres guerreras, en sitios aparentemente inaccesibles. La tradición oral fue la responsable de los incentivos viajeros hacia lo desconocido. Como dice Leonard5 “muchas de estas leyendas llegaron a sus oídos por las narraciones de quienes contaban cuentos o por los romances caballerescos de los trovadores”. Es difícil ubicar el origen remoto de los lugares míticos amazónicos. Convencionalmente se ha tomado la senda de los clásicos griegos. El viaje de Jasón y los Argonautas transfor-
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Umberto Eco Obra abierta (Barcelona:Ariel,1985) 73 Fernando Urbina-Rangel Mito y pensamiento uitoto y muinane (Conferencia,1990) 3 Joao de Jesus Paes Loureiro Cultura amazónica (Belém: CEJUP,1995) 60 4 Marie Jose Lemarchand Viaje de San Brandán (Madrid:Siruela,1986)25 5 Irving Leonard Los libros del conquistador (Mexico: Fondo de Cultura Económica, 1979) 27 2
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mó los vectores de quienes deseaban hallar metales preciosos de oferta inmediata. Las Guayanas aparecían como sede de Manoa, en territorio achagua, cercano a un lago salado de grandes proporciones. La senda natural era el curso del río Caroní en la Gran Sabana. Hacia la Orinoquia se localizaban los dominios de un cacique que vivía entre las cabeceras de los ríos Meta y Guaviare, donde se sacrificaba gran cantidad de oro y piedras preciosas en una laguna. Con mayor aproximación al suroccidente americano y cercano al encuentro de los ríos Beni-Mamoré y luego, el Madeira, aparecía el Reino del Paitití, en el cual no primaba la ley incaica ni el dominio imperial del Tahuantisuyo sino la de los Antis [consagrados nominalmente en la cadena montañosa del oeste sudamericano]. Las ciudades doradas o las montañas y lagunas donde se realizaban ofrendas de oro se encontraban, según suponían sus seguidores, cercanas a los ríos, lo cual significaba una coincidencia con el lugar de donde zarparían los primeros navegantes hacia el continente nuevo: el país bíblico llamado Tarsis. Se lo ubicó tradicionalmente en la desembocadura del río Guadalquivir. Esto hacía que los marinos arriesgados que habían de cruzar el Atlántico, acompañaran el embarque de los enseres personales con sueños de conquistas áureas. Las guardianas de Eldorado tenían, idealmente, sus viviendas a orillas de una vía fluvial. Las participantes activas en las aventuras de Herakles y Teseo se vieron consignadas en los escritos inspiradores de personajes como Cristóbal Colón. Para los portugueses que pasaron por Brasil, el lugar de las riquezas sin fin recibió el nombre de Eupana6 mientras Uupabucu o Porapuava, estaban asociados al resplandor de las montañas donde se encontraban las famosas “piedras verdes”. El Paraíso Terrestre, otro de los grandes temas del imaginario medieval, era situado en un lugar remoto e inaccesible, aislado de los seres humanos. Al respecto, dice Acosta7 “Algunos, siguiendo tradiciones más o menos condenadas por la ortodoxia cristiana, se atrevieron a situarlo hacia ciertos puntos cardinales”. Las coordenadas llevaban a los Campos Elíseos, en las Islas Afortunadas [Canarias]. El que se encontraba en el otro extremo, hacia el oriente, estaba protegido por una cortina de fuego o niebla. De ese mítico Edén provenían, en el imaginario de la época, los ríos Eufrates, Tigris, Nilo y Ganges. Los portugueses en la región amazónica compartieron el ansia paradisíaca con los indígenas tupí-guaraní quienes, en gran número, emprendieron una larga jornada, a mediados del siglo XVI, desde la costa brasileña hacia el Perú, con el deseo de encontrar una “Tierra sin Males”. Los Maués, en el noroccidente amazónico, hacían su propia interpretación –mediante la tradición oral- de una antigua tierra de origen: Nosoquém, el lugar de la Felicidad Perdida. Todos quisieron ser Marco Polo Cristóbal Colón y quienes le siguieron en sus encuentros con zonas selváticas en el Nuevo Mundo, correspondían al perfil del navegante del siglo XV. Prácticos en la navegación; experimentados en las luchas y el comercio del Mediterráneo; con intentos de hacerse a una buena cantidad de metales y piedras preciosas que les permitieran ubicarse socialmente en sus sitios de origen. Ideológicamente “a caballo” entre el imaginario medieval y los avances tecnológicos del Renacimiento. 6
Luis Weckmann La herencia medieval del Brasil (México: Fondo de Cultura Económica,1993) 70 Vladimir Acosta El continente prodigioso (Caracas: Universidad Central de Venezuela,1992) 64
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Las bocas del Orinoco En el caso del Almirante genovés, sus ambiciones se habían visto impulsadas por las lecturas de Marco Polo; Pierre D’Ailly y Eneas Piccolomini, ideas que se vieron reforzadas por encuentros y conversaciones con sus colegas visitantes de lugares aislados como Canarias, Madeira y Cabo Verde. A comienzos de 1498 salió de San Lúcar de Barrameda con ocho carabelas, en su tercer viaje hacia tierras en sitios que él aún creía asiáticos. Tomó la llamada “Ruta del Sur” con el “ánimo de estar en el Paralelo de Sierra Leona y el Cabo de Santa Ana en Guinea” 8 Al seguir dicho rumbo, llegó a la Isla de Trinidad y continuó hacia el Golfo de Paria, donde entró por el sector que llamó la “Boca de la Sierpe”. Los navíos bajo su mando se enfrentaron a un gran estuario, formado por la llegada del Río Orinoco al Atlántico. En la versión de Fernández de Navarrete9 el relato de Colón sobre el encuentro de las aguas refería como éstas “salían y entraban en estas bocas con aquel rugir tan fuerte que era pelea del agua dulce con la salada. La dulce empujaba a la otra porque no entrase y la salada porque la otra no saliese” Uno de los biógrafos de Colón10 nos permite examinar otra versión del fenómeno natural. Decía Colón “haber oído un rugir terrible que venía de la parte del austro hasta la nao y me pasé a mirar y vi levantada la mar de poniente a levante, en manera de una loma tan alta como la nao, y todavía venía hazia mi poco a poco” Frente al fenómeno, trató de ubicarse física y espiritualmente: “Salí por la boca del Norte y hallé quel agua dulce siempre vencía y cuando pasé fue por la fuerza del viento…Grandes indicios son éstos del Paraíso Terrenal. Que yo jamás vi ni oi que tanta cantidad de agua dulce fuese así adentro e vecina con la salada… y si de allí del Paraíso no sale, parece una mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan fondo” 11 La reacción colombina fue la de un descubridor, no la de un explorador. Evitó llegar más adentro para buscar el origen de las voluminosas aguas. Prefirió tomar el rumbo del Norte para tocar allí, según afirman textos oficiales “por primera vez tierra firme en el Nuevo Continente”. Configurar las aguas como el Edén le permitió “salir del aprieto puesto que ya no había necesidad de explicar la presencia del golfo de agua dulce como efecto de una vía fluvial engendrada en una inmensa extensión de tierra”12 La Relación del Tercer Viaje es escritura silenciada en razón a no haberse podido hallar –hasta la actualidad- el original del Diario de a Bordo. Dentro de las primeras versiones del relato se menciona la de Bernardo Ibarra, copiada por orden del propio Colón. Por su parte, Fernández de Navarrete afirma haberlo transcrito de un manuscrito de puño y letra de Bartolomé de las Casas. La Pororoca Correspondió a un acompañante de Colón en el Primer Viaje a las Antillas- Vicente Yáñez Pinzón- el “azar cósmico de ser [junto con sus compañeros] los primeros en traspasar, 8
Paolo Emilio Taviani Los viajes de Colón (Novara: Agostini,1989) 190 Martin Fernández de Navarrete Colección de viajes y descubrimientos (Madrid: Imprenta Real,1825) 212 10 Taviani Los viajes de Colón, 195. 11 Fernández de Navarrete Colección de viajes y descubrimientos, 212 12 Edmundo O’Gorman La invención de América (Mexico: Fondo de Cultura Económica, 1958)107 9
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sobre las olas, la línea del Ecuador” 13 Este paleño había aprovechado la Real Provisión para navegantes diferentes a Colón, con el ánimo de registrarse como empresario en un viaje de reconocimiento y de esa manera, en opinión de Manzano14 “enmendarle la plana al Almirante, quien había fracasado en su intento de rebasar la línea equinoccial para alcanzar una gran tierra firme de la que había tenido conocimiento el Rey Portugués Juan II”. Yáñez Pinzón salió como Capitán General de cuatro carabelas, a fines de 1499. Pasó por las Canarias y Cabo Verde. Se dirigió hacia el sur y luego al occidente. Al llegar a tierra firme [Enero, 1500] tomó posesión a nombre de Castilla, en un sitio al cual llamaron “Rostro Hermoso” en una zona que hoy corresponde al nordeste brasileño. Continuaron bordeando la costa y establecieron contacto con los indígenas. Siguieron hasta donde desemboca el río Pará, brazo derecho de una gran corriente fluvial. Se arrimaron a un “piélago de agua dulce” pero las carabelas no pudieron entrar debido al bajo fondo del río y decidieron emplear pequeñas embarcaciones para penetrar aguas adentro. La descripción de la Pororoca [estruendo de las aguas] no proviene directamente de Pinzón sino de los testigos en las Probanzas de Fiscales [Sevilla 1513 y Palos, 1515] . Quienes lo acompañaron en el viaje de 1500, así describieron el fenómeno acuático: “Entraron en un río en que fallaron el agua dulce, que entraba en la mar treinta leguas el agua dulce y fallaron dentro del río un maquereo (macareo) y estando surtos los navíos a la manera de golpe de la mar y el roído las alco cuatro brazos el navío” [Declara Antonio Fernández Colmenero, capitán de uno de los navíos de Pinzón]15 “…Fallando esta agua dulce tan buena que mejor no podía ser quysieron fazer una muestra para ver sy el agua dende arriba hasta el fondo era toda dulce, tomando un escalfador de barvero…hallaron que dende las dos bracas e media fasya el fondo era todo salado como agua de la mar, e el resto a las seys bracas era dulce… [Declara el físico García Hernández]16 Igualmente, en el anterior testimonio y en respuesta a una de las preguntas de la Probanza: “Dixo que…vido este testigo como entró en la boca del Río Grande, donde hallan el agua dulce y aun este testigo dice que bevio della…” 17 Continuando con García Hernández “Otro día juntáronse los navíos e acordaron de dar la buelta sobre tierra, para sy pudiesen saber el secreto deste ryo e que llegaron fasta vista de tierra …e de ally se bolvieron syguyendo su viaje para Paria” 18
Para concluir con la fuente que nos proporciona las declaraciones en las Probanzas19 aclara este investigador , en términos contemporáneos lo que es el fenómeno de la Pororoca: “Olas de marea gigantesca, que se levantan especialmente sobre los canales y barras por las que se 13
Ricardo Majo-Framis Los Pinzones (Madrid:Gran Capitán,1947) 350 Juan Manzano y Ana María Manzano Los Pinzones y el descubrimiento de América (Madrid: Cultura Hispánica,1988) 238 15 Manzano Los Pinzones y el descubrimiento de América, 324 16 Manzano Los Pinzones y el descubrimiento de América, 242 17 Manzano Los Pinzones y el descubrimiento de América,325 18 Manzano Los Pinzones y el descubrimiento de América, 325 19 Manzano Los Pinzones y el descubrimiento de América, 325 14
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divide el brazo septentrional del Amazonas, con velocidades muy fuertes y elevaciones que pueden llegar a 12 metros en diez minutos, en contraste con la margen opuesta, a lo largo de la isla de Marajó, donde es mucho más moderado tal efecto”. Entre los cronistas de la época, tanto Pietro Martir de Angheria como Gonzalo Fernández de Oviedo, conocieron y trataron a Yáñez Pinzón. El primero, estaba en Granada cuando “escuchó hablar a los Pinzones- tíos y sobrinos- de sus descubrimientos” 20 Fernández de Oviedo conoció a Pinzón “en Barcelona –verano de 1493- cuando él era mozo de cámara del Príncipe Don Juan, época en la que el madrileño comenzó a recoger en Memoriales, los principales acontecimientos del Nuevo Mundo” 21 De Angheria22 no obstante su escepticismo, no duda en consignar el hecho maravilloso en la Primera Década. “Dicen que dieron con un río llamado Marañón, tan ancho que sospecho que es fábula. Preguntados después por sí sería un mar dividiendo tierras respondieron que son dulces de beber aquellas corrientes y cuanto más se avanza río arriba tanto más dulces son, y que está lleno de islas y de pescado. Se atreven a decir que tiene más de treinta leguas de ancho, y con curso arrebatado corre al mar, que cede a su furor”. Fernández de Oviedo23 al relatar la hazaña de Yáñez Pinzón y sus compañeros. expresa que éstos “ se pasaron a la otra costa, dentro del mismo río…en una provincia llamada Mariatambal en la costa del Marañón, dentro del cual hay muchas islas” Respecto al nombre Marañón, que ya emplea Fernández de Oviedo, han existido numerosas discusiones sobre el origen de la palabra y la cobertura de las aguas que le adjudican. Lo que parece tener mayor validez es la correspondencia con la vía fluvial que luego sería conocida como Río Amazonas. De Angheria24 en su escepticismo respecto a las calidades grandiosas del Amazonas, se atreve a compararlo con otro gigante fluvial, situado en plena Europa. Expresa que” si se reflexiona sobre lo grandes que se dicen (son) las bocas del Danubio, la “boriostomea” y la “spirostomea” y por cuanto trecho empujan las olas del mar y dan agua dulce a los navegantes, dejaremos de maravillarnos, aunque este río se afirma que es mayor”. Pasados los siglos, el tema ha seguido inquietando, no en términos comparativos, sino como fenómeno natural en varios ríos del orbe. Claudio Magris25 nos señala que “El topos de la literatura del delta, su escenario épico por excelencia, es naturalmente la inundación, el aluvión, el Danubio que arrolla y sumerge pueblos; la marea que arrastra establos, cabañas y en el bosque, empujando en la crecida de las aguas, como en un diluvio universal, a animales domésticos y salvajes” Tachando algunos términos locales, tendríamos en la obra italiana, un calco de la Pororoca amazónica. En atención a los amigos de las descripciones gráficas, Jacques Cousteau, viajero fluvial por excelencia en el siglo XX, brinda dos buenas oportunidades26 . En materia de fotos, la panorámica de la Pororoca “la cual arranca árboles monumentales como si fueran juguetes de 20
Manzano Los Pinzones y el descubrimiento de América, 330 Manzano Los Pinzones y el descubrimiento de América, 333 22 Pietro d’Angheria Décadas.( Madrid: Polifemo,1989) 78 23 Manzano Los Pinzones u el descubrimiento de América , 338 24 De Angheria Décadas, 78 25 Claudio Magris El Danubio (Barcelona: Anagrama, 1988) 363 26 Jacques Cousteau Amazon Journey (Paris: The Cousteau Society, 1984) 186-90 21
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bebés” y la de la formación del oleaje oceánico, preparándose para entrar en las aguas del río. Adicionalmente, siguiendo los pasos de Angheria, en sus “Exploraciones fluviales” 27 nos cede audiovisualmente los registros sobre el Danubio y el Amazonas. Para concluir este aparte relativo a los “Encuentros de las Aguas” me permito transcribir dos trozos descriptivos sobre mis vivencias a orillas del Río-Mar: “Por el otro extremo de la bahía se desarrolla el drama eterno de la lucha en las aguas. Las atlánticas, deseando intervenir en la cuenca fluvial y el Omagua o agua caudalosa, el Tunguragua o Rey de las Aguas; el Paraná-Acu o Gran Brazo, no queriendo ceder al ímpetu de las ondas fraternas.” 28 “Es el escenario de feroz lucha de poder donde se percibe la fuerte onda hídrica de la Mar Dulce, penetrando con sus aguas marrones, los dominios esmeraldas y oceánicos…El ritual es continuo. El ritual es permanente. La fuerza de las aguas arrastra a su paso todo cuanto haya osado oponérsele…Es la imagen del Génesis. Es la destrucción. Es la Cachoeira mayor. Es el fin del río. Es el comienzo del mar”29
La hazaña de Yáñez Pinzón y de sus compañeros no ha sido promovida en su carácter testimonial, por valorarse únicamente el hecho de haber arribado a Tierra Firme por los lados costeros en el Atlántico de la zona, hoy pertenecientes a Brasil. De su llegada al final de las aguas amazónicas y sus recorridos por zonas aledañas a la isla de Marajó, solo nos dan fe las declaraciones en las Probanzas del siglo XVI, pero allí la voz no es la del protagonista principal. Hacia el país de la canela. Europa esperó la mitad del siglo XVI para conmoverse con otro hecho amazónico. En el intermedio se proyectaron varias expediciones en búsqueda del oro que –supuestamente-se encontraba en el norte de Sudamérica. Por el lado de las Guayanas se trataba de ubicar a Manoa, la ciudad de las murallas doradas. Hacia el Orinoco se dirigió Diego de Ordaz, cuya capitulación lo autorizaba a “ir a las provincias de Marañón y Paria” pero cambió de rumbo y se ubicó en la zona cercana al Río Meta, nombre de otro de los mitos áureos. Hernán Pérez de Quesada, hermano del fundador de Santafé de Bogotá, salió en pos de la Casa del Sol y llegó hasta los orígenes del Río Putumayo, afluente del Amazonas. Dos allegados a los proyectos alemanes en la Orinoquia: Jorge Speyer y Felipe von Hutten, exploraron los ríos Ariari, Guaviare y la parte alta del Vaupés. Con ellos, dice Ramos30 “se inauguraron las empresas de contagio…en un ambiente en que los antiguos mitos –como en la época asiatista de Colón- volvían a emerger”. Correspondió a tres trujillanos de origen: Gonzalo Pizarro; Francisco de Orellana y al religioso Gaspar de Carvajal, el recorrido completo de zonas andino-amazónicas. En la organización de la Expedición al legendario País de la Canela, Pizarro convidó a Orellana. Salidos de Quito –en 1541- atravesaron riesgosas zonas volcánicas y llegaron a Quijos. Navegaron por los ríos Coca y Napo. Con el ánimo de proseguir por otras vías fluviales, Orellana y sesenta hombres más, aproximadamente, se separaron de Pizarro. 27
Jacques Cousteau Exploraciones fluviales (Serie de audiovisuales, 2006) Beatriz Alzate Angel El río de la Mar dulce. Espacios marítimos de Colombia (Bogotá: Expolisboa,1999) 107 29 Beatriz Alzate Angel En el reino del espejo de la luna (Bogotá: Edición personal, 2001) 50 30 Demetrio Ramos El mito de El Dorado (Caracas:Academia Nacional de la Historia, 1973) 118 28
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A comienzos de 1542 pasaron del Napo al Marañón. En tierras que llamaron De Aparia, construyeron un bergantín. La continuación del recorrido los ubicó en la región donde llegan los ríos Caquetá y Putumayo al Río-Mar. Persistieron en la navegación por la vía mayor cuando, relata el cronista Carvajal31 “Un sábado, vigilia de la Santísima Trinidad…vimos la boca de otro río grande, a la mano siniestra, que entraba en el que nosotros ybamos, el agua negra o muy turbia, como de ciénagas o lagunas, e por esto lo llamamos Río Negro”. A la descripción de los diversos ríos en su llegada al Amazonas, la crónica suma la de la imagen panorámica de las poblaciones: “Vimos en la costa adelante muchos y muy grandes pueblos…”combinada con noticias más detalladas: “ A hora de vísperas allegamos a un pueblo que estaba sobre una barranca…En este pueblo estaba una casa de placer dentro de la cual había mucha loza de diversas hechuras, así de tinajas como de cántaros.32 Luego del encuentro bélico de los amazonautas con las mujeres guerreras, descendieron hasta que ”conocimos que estábamos no muy lejos de la mar, porque el agua de repunte de la marea, de lo que no nos alegrábamos poco en saber que ya no podíamos dejar de llegar al mar” 33 En la llegada del Amazonas al océano, tomaron hacia el norte bordeando la costa atlántica hasta encontrar la isla de Cubagua, en septiembre de 1542. Desde allí siguieron –Orellana y sus compañeros- hacia Santo Domingo, donde fueron acogidos por Gonzalo Fernández de Oviedo, quien escuchó el relato de las impresiones sobre el recorrido. Para Medina34 “Aquel viaje, siguiendo la corriente de un río, el mayor del mundo por espacio de mil ochocientas leguas, era un acontecimiento para la historia de la geografía”. Percibiendo su importancia, Fernández de Oviedo transmitió lo escuchado “mediante carta al Cardenal Pietro Bembo, en enero 1543, que fue traducida al italiano e incluida en la Recopilación de Navegación y Viajes, por Giovanni Ramusio35. Orellana regresó a España con el objeto de defender su actuación mientras el Padre Carvajal se devolvió a Lima, a través de Panamá. En atención a las publicaciones de las versiones sobre el viaje. la de Fernández de Oviedo y la transcripción de la obra de Carvajal realizada por José Toribio Medina, 350 años después del viaje original, puede hablarse de texto divulgado pero aún no indagado en cuanto a la adecuación de los datos geográficos, etnográficos y topográficos de las crónicas citadas, así como sobre los motivos políticos que retardaron la publicación por un lapso bien prolongado. Portugueses aguas arriba Mientras los españoles exploraban en los Andes y la Orinoquia, en Portugal se preocupaban por aplicar el sistema de ocupación territorial llamado de Capitanías hereditarias, en la región atlántica. En la época del dominio unificado de España y Portugal bajo los Austrias, los lusos conquistaron la zona norte cercana a la desembocadura del Amazonas, no obstante la resistencia indígena y la oposición armada de los franceses, establecidos cerca del Río Mar. Lograda su 31
Mariano Cuesta Amazonia. Primeras expediciones (Madrid: Banco Santander, 1993) 121 Cuesta Amazonia. Primeras expediciones, 120 33 Cuesta Amazonia. Primeras expediciones, 136 34 José Toribio Medina Descubrimiento del Río de las Amazonas según la relación de Gaspar de Carvajal (Sevilla: E. Rasco, 1894) 53 35 Antonello Gerbi La naturaleza de las Indias nuevas (México: Fondo de Cultura Económica, 1998) 193 32
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rendición a las fuerzas portuguesas, éstas avanzaron hasta el Delta, donde establecieron un fuerte en el sitio llamado hoy Belém del Pará. Allí llegaron –en 1637- los franciscanos Domingo de Brieva y Andrés de Toledo, acompañados de algunos soldados españoles. Ese mismo año, el Capitán Pedro Teixeira, recibió órdenes de los jefes portugueses en el sentido de acompañar a los religiosos en su viaje de regreso a los Andes. Dice la correspondiente Relación (36) que Teixeira, junto con su gente, “partieron en 47 canoas de mucho porte…del Gran Pará, a principios de agosto, 1637”. A diferencia de los anteriores documentos sobre la ruta del Río Mar, la descripción del paisaje y los recursos naturales en el recorrido de Teixeira brinda numerosos detalles. En el aparte 2336 se presentan el relieve y la vegetación. “Las orillas todas destos ríos están pobladas de árboles tan altos, que suben a las nubes. Es llana al principio la tierra y después se van levantando unas sierras muy altas; por partes se descubren los campos con valle o sabana, sin árboles y algunos matorrales…Las especies de árboles son muchas, cedros, ceibas y otros de grandísimo grueso”. Llega al sentido poético el autor del informe, atribuido al jesuita Alonso de Rojas, al citar” La grandeza deste río que, como rey de los otros, jamás quiere descomponerse y antes guarda su magestad con pasos graves; si ya no es lo que decimos, que no alterarse las olas, no hervir las aguas, ni rifar los ríos cuando se encuentran en este grande de las Amazonas” 37 Lo enmarañado de la información sobre este viaje va a la par con el apelativo del Gran Río. La autoría fue adjudicada equivocadamente, a funcionarios en Santafé de Bogotá, que la remitieron a España e igualmente sucedió con el mapa acompañante. Posiblemente descrito a un artista anónimo, por el Piloto de Teixeira: Bento da Costa o Benito de Acosta, no obstante su relativa exactitud, fue motivo de burla junto con el texto, en 1844, para el bibliógrafo Eugenio de Ochoa en su Catálogo razonado de los manuscritos españoles existentes en la Biblioteca Real de París: “Manuscrito…[de] muchos ornatos, mayúsculas bordadas y muchos ringorrangos de pésimo gusto y peor ejecución Falta el mapa; solo se conserva un pequeño pedazo pegado a la parte interior del pergamino en que está encuadernado. Debía ser un verdadero mamarracho, a juzgar por la muestra” 38 Solamente el esfuerzo del editor del Viaje de Teixeira, a su vez visitante del Amazonas, el investigador Jiménez de la Espada, salvó los datos sobre este recorrido (aguas arriba) de tropas portuguesas, desde la Boca del Amazonas hasta Quito. El regreso de los Andes al Atlántico tuvo adecuada difusión gracias a la obra del jesuita Cristóbal de Acuña. Artistas iluminados El siglo XVIII dejó atrás los estereotipos de viajeros heroicos, descubridores y filósofos para dar lugar a los científicos ante quienes “el orbe se presentaba como un gigantesco laboratorio y un libro abierto a la insaciable curiosidad”39 El estímulo a las ciencias hizo que las empresas de comercio ultramarino contaran con el apoyo de los grandes centros de estudio como la Academia de Ciencias de París y la Real Sociedad Geográfica de Londres. Por su parte, 36
Marcos Jiménez de la Espada Viaje del Capitán Pedro Teixeira.( Madrid: Fortanet, 1889) 82 Jiménez de la Espada. Viaje del Capitán Pedro Teixeira, 88 38 Jiménez de la Espada Viaje del Capitán Pedro Teixeira, 92 39 Jiménez de la Espada Viaje del Capitán Pedro Teixeira, 6 37
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los gobiernos de España y Portugal se preocuparon por seguir las ideas mercantilistas de la época, en desarrollo de lo cual iniciaron las negociaciones para determinar los límites en las colonias del Nuevo Mundo y se firmó el Tratado de Madrid [1750] La Comisión destinada a Amazonia tenía sus trabajos fijados en la zona desde el río Javarí hasta la Guayana. La representación española, bajo el mando de José de Iturriaga, traía como asesores, además de cosmógrafos, al botánico sueco Per Loefling. Luego de su llegada a territorio americano, el científico reunió gran cantidad de notas y plantas, labor que se vio interrumpida por su muerte en 1756. Para asistirlo en las investigaciones, el gobierno español había indicado “dos jóvenes médicos y dos dibujantes que le debían acompañar como discípulos en ultramar…Procedían de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Eran el dibujante Bruno Carmona y Juan de Dios Castel.” 40 Al regreso a España fueron adscritos al Real Jardín Botánico. Los comisionados portugueses llegaron acompañados de ingenieros, astrónomos y geógrafos extranjeros. Se seguía la pauta del monarca Joao V, quien así había procedido en relación con los asesores científicos de Portugal. Como artista estaba el italiano Antonio Landi. Luego de adoptar al Río Negro como centro de operaciones limítrofes, el Jefe de los comisionados los envió al interior de la selva. Pretendía cumplir las disposiciones del Convenio de Aranjuez [1752] en el cual se ordenaba “hacer el inventario de las circunstancias geográficas, económicas, etnológicas y riqueza de flora y fauna” 41 Por conflictos políticos se canceló el Tratado de Madrid. Como obras de construcción quedaron varios fuertes erigidos por españoles y portugueses a lo largo de la frontera en el Río Negro. En 1777 se establecieron las negociaciones para un nuevo Tratado de Límites, el cual se concretó con la firma en San Ildefonso. La Comisión demarcadora en Amazonia abarcaba los trabajos desde el Río Javarí hasta el Río Negro. El jefe portugués Joao Pereira Caldas se estableció en el sector norte mientras Francisco de Requena, el comisionado español, lo hizo en Tabatinga, puerto sobre el Río Amazonas. En el Río Negro, los portugueses contaron con la participación del naturalista Alexandre Rodrigues Ferreira, quien recorrió los ríos Vaupés, Isana, Xié y Dimiti, acompañado por los artistas José Freire y Joaquim Codina. Estos se encargaron de la producción gráfica de “Dibujos de gentíos” entre los cuales, malocas en los ríos Apaporis, Japurá (Caquetá) e Isana, y Planos de ciudades, villas, poblaciones y fortalezas. Dentro de este material se encuentran, posiblemente, algunas obras donadas por el artista Landi a Rodrigues Ferreira42 Francisco de Requena, en el Diario de Viaje al Río Japurá (1782) nos muestra sus impresiones sobre el “Bajo de Marañón de alterarse sus aguas y formar grandes olas, cuando el viento general del este conforme se va elevando el sol va también aumentando su velocidad, pues como diametralmente opuesto a la corriente del río lo encrespa y alborota” 43 Igualmente, sobre el Río de los Engaños: “Es tal su velocidad que por parajes no se puede mirar sin riesgo de desvanecerse la cabeza, componiéndose a trechos de algunos saltos en que cayendo el agua con notable fuerza en las calderas u ollas que se forman, salta después al aire 40
Gabriel Giraldo Bibliografía colombiana de viajes ( Bogotá: ABC.1957) 8 Manuel Lucena Ilustrados y bárbaros (Madrid: Alianza, 1991) 122 42 Arthur Cezar Ferreira Reis Limites e demarcacoes na Amazonia brasileira (Rio de Janeiro:Imprensa Nacional,1948) 68 43 Beatriz Alzate Angel Al rescate de una expedición Llano adentro (Yopal: Centro de Historia del Casanare, 1992),144 41
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en unos elevados penachos, que su extremidad causa en el aire…y un polvo o neblilla que impide en aquellos sitios la vista de sus barrancas” 44 El sesgo expresionista del anterior párrafo se ve reflejado en las Acuarelas acompañantes del Diario, que nos permiten percibir lo frondoso de la vegetación frente al tono azul del río, en sectores como las “Vistas del Raudal y Salto de Cupati” o el “Raudal en el Río Japurá” o las “Cascadas del Río Curiare” donde prima el marrón tanto en el río como en los cerros que lo rodean.45 Los registros de las Expediciones de Límites han recibido una moderada divulgación. De los autores relacionados, Rodrigues Ferreira es el más conocido del público de habla portuguesa, mientras Requena lo es de los hispanos. De los dibujantes Carmona y Castel, al igual que Codina y Freire, son escasos los estudios. Y del [los] acuarelista [s] autores de las obras anexas al Diario de Requena, son mayores las incógnitas. Para colocar la labor de los Comisionados en palabras justas se hace necesario integrar sus cosmovisiones a las de las poblaciones indígenas en cuyos entornos actuaron. Solo así dejarán de ser escrituras silenciadas por acción de los vaivenes políticos internacionales. El siglo XIX llegó junto con las emancipaciones de las naciones hispanoamericanas. En ese entonces se destacaron algunos viajes de tipo individual, por parte de científicos europeos mientras la organización de expediciones se concentró en suelo brasileño, por ofrecer mejores condiciones de seguridad para los viajeros que se adentraban en la selva. Hacia 1884, la casa editorial Montaner y Simon publicó América Pintoresca, recopilación de las Memorias de cuatro viajeros franceses: Charles Wiener, Jules Crevaux, Edouard Andrè y Claude Charnay. Salvo este último, los otros tres fueron visitantes de regiones amazónicas. Wiener, enviado por el Ministerio de Instrucción Pública, siguió el trayecto de Orellana y Carvajal desde Guayaquil hasta la desembocadura del Amazonas; Crevaux, médico de la Marina, cuyos trabajos antecedentes fueron registrados en la “Vuelta al Mundo”, exploró la Guayana Francesa y pasó al Brasil. Efectuó el recorrido “aguas arriba” del Amazonas y visitó caucherías aledañas a los ríos Caquetá y Putumayo. Dos años más tarde hizo la travesía del Orinoco hasta el Delta de dicho río. André entró a Colombia por el Caribe. Navegó por el Río Magdalena y subió a los Andes, desde donde se dirigió a la Orinoquia. Su tercer recorrido fue hacia la frontera colombo-ecuatoriana. Cerca de ella trabajó en la Laguna de la Cocha, vecina del Río Guamués, vinculante de los Andes y el piedemonte amazónico. A partir de los años sesentas del siglo XIX, se hizo usual entre los viajeros por zonas exóticas acompañar los textos con obras gráficas producidas por el gremio de los ilustradores profesionales. A diferencia de sus antecesores en las Comisiones de Límites, el artista trabajaba en un taller propio y urbano. Nombres como Riou, Barbant y Hildibrand acompañaron las descripciones de Andrè en los Llanos; de Wiener en los ríos Napo y Amazonas y de Crevaux en el paisaje de las Guayanas. En cuanto a las diferencias de producción artística de autores como Landi, Codina y Freire, trabajadores permanentes “in situ” y los franceses, intérpretes de diseños iniciales, nada se sabe. Igual sucede en lo relacionado con la reproducción del paisaje y la adecuación de las técnicas [acuarela en la selva-grabado en la urbe] Podría pensarse que haber trabajado para Julio 44
Lucena Ilustrados y bárbaros, 72 Lucena Ilustrados y bárbaros, 108
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Verne –quien exigía mucho detalle en sus gráficos- haya ejercido fuerte influencia en las obras de los grabadores. Algo más firme es la seriedad de los cuadros emitidos en Francia y la fuerte impresión que producen en el lector/observador. Muestra de ello es el grabado de Barbant en las “Totoras de la Cocha” donde pueden percibirse las dificultades de clima y terreno así como el cansancio en los viajeros.46 Una autoría compartida A la región circundante de la frontera triple en el norte de Amazonia se la identifica como el complejo selvático Orinoco/Río Negro. Dentro de las poblaciones indígenas en el área, se desarrolló el culto al Yuruparí, conocido por su carácter de reformador de costumbres, tema que llamó la atención de varios investigadores, brasileños y europeos, a fines del siglo XIX: Joao Barbosa Rodrigues: botánico carioca, encargado de la organización del Museo del Amazonas: Ermanno Stradelli, abogado italiano, amigo de los viajes de exploración; Antonio Brandao de Amorim, médico amazonense, conocedor del “nheengatù” o lengua general y Maximiano Roberto, emparentado con los Tarianos del Río Vaupés. De este conjunto intelectual, al cual se ha llamado “El Grupo de Manaos” surgió el texto descriptivo de la leyenda y los rituales alrededor del personaje mítico. Barbosa Rodrigues recogió y publicó varios relatos sobre los diversos Yuruparìs en los Rìos Blanco, Madeira, Tapajós y Amazonas en sus libros Poranduba Amazonense y Muyra Kyta. Stradelli transcribió los datos entregados por Maximiano Roberto en nheengatù y los envió para su publicación en el Boletìn de la Sociedad Geográfica Italiana. Brandao de Amorim fue Secretario del Museo del Amazonas cuando Barbosa Rodrigues era su Director. Recolectó leyendas en los Ríos Blanco y Amazonas, las cuales fueron publicadas en forma póstuma y algunos de ellas, transcritas por Ettore Biocca en su libro Viaje entre los Indígenas del Alto Río Negro. La polémica sobre la autoría de la Leyenda en su totalidad será permanente debido a que los originales entregados por Maximiano Roberto a Stradelli y los trabajos –preliminares- de transcripción del nheengatu al italiano, desaparecieron en el fuego junto con los enseres del investigador europeo, por orden de las autoridades sanitarias de Manaos, preocupadas por su fallecimiento a causa de la lepra. Solamente las labores de búsqueda en archivos institucionales y personales darían nuevas luces a las pesquisas sobre tan interesante y actual cuestión. Idealización y paisaje En el campo de las ideologías amazónicas está presente, como en otras culturas, la “relación dialéctica entre las condiciones objetivas de la existencia humana y la manera como se vive y se relata” 47 ubicado por Urbina como una “complementación necesaria de las oposiciones que permiten el desarrollo diferenciador de las realidades” 48 Los indígenas han acreditado y tratado de resolver el habitar en el mundo mediante procesos de creación transmitidos por tra46
María Clemencia Ramirez y Beatriz Alzate Angel. Por el valle de Atriz a Ecija de los Sucumbios Caminos reales de Colombia (Bogotá: Fondo FEN, 1995) 281 47 Michel Vovelle Ideologías y mentalidades (Barcelona: Ariel, 1985) 19 48 Fernando Urbina-Rangel Amazonia: naturaleza y cultura (Bogotá: Banco de Occidente, 1986) 38
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dición. Sus saberes van desde el manejo de los recursos en la selva hasta la construcción de mitos, pasando por la adaptación al ecosistema regional. En el siglo XVI de nuestra era se produjo la irrupción de grupos humanos condicionados por una cosmovisión divergente de la indígena. Junto con el imaginario europeo trajeron usos y costumbres que impusieron a los amazónicos en la medida de su avance territorial y establecimiento en la región. Los hispanos, desde los Andes; los portugueses, mediante la ocupación efectiva de zonas atlánticas y, en menor medida, franceses, ingleses y holandeses por los lados caribeños de las Guayanas. En la mayoría de ellos se combinaron “tres impulsos fundamentales: el oro, la gloria y el evangelio…[sumados] a un cuarto elemento que actuó como motor de la acción: la constante de fascinación por lo maravilloso, que se expresaría en las continuas metamorfosis y reelaboraciones de un pequeño repertorio de mitos fundamentales” 49 Entre los lugares legendarios, aparte del Paraíso Terrenal, ubicado por Colón en la Guayana, se destacan el sitio de El Dorado y el hábitat de las Amazonas. Según Hemming50 “La leyenda del hombre de oro, surgió en Quito [1541]…y se convirtió en una de las quimeras más importantes de la historia, que llevó a cientos de hombres curtidos a expediciones desesperadas”. Gonzalo Pizarro decidió ir hacia la “Provincia de la Canela y el Lago Dorado [que] eran una tierra muy populosa y rica” 51 Como ya mencioné anteriormente, su intención de encontrar dichos lugares y la separación del grupo que quedó al mando de Francisco de Orellana, desembocaron en el encuentro de los amazonautas con las mujeres guerreras en la parte baja de la llegada del Río Negro al Amazonas. Hasta la actualidad, se presentan dos líneas opuestas de opinión sobre la existencia de las mujeres defensoras del territorio y de los tesoros de Eldorado según las creencias de la época. Hay quienes como Antonio de Herrera52 que opinan que “no se debiera afirmar que había Amazonas, porque en las Indias no fue nueva cosa pelear las mujeres y desbrozar sus arcos” u otros como Sampaio53 creyente de la existencia de las “icamiabas, tribu belicosa e independiente, último vestigio de un orden social derrocado: el matriarcado”. Barbosa Rodrigues, en su Poranduba Amazonense y Stradelli, en la Leyenda del Yuruparì nos confirman la existencia de las llamadas en estas obras “Mujeres sin Ley” u opuestas al legislador, las cuales, posiblemente, huyeron de sus drásticas y discriminatorias normas. Regresando al entorno de las mujeres guerreras, el de Amèrica conjuga la tradición clásica de aquellas que vivían cerca del río Termodon en Turquía con las de la isla de Matinino de Cristóbal Colón puesto que la región de las Icamiabas era insular, situada en la desembocadura del río Nhamundà en el Amazonas. Las fuerzas de la naturaleza Recientes tratadistas han aproximado al encuentro europeo con los ríos amazónicos54 al definir la influencia de las “civilizaciones hidráulicas” en las poblaciones vinculadas íntima49
Beatriz Pastor Discurso narrativo de la conquista de América (La Habana: Casa de las Américas,1983)238 John Hemming En busca de El Dorado (Barcelona: Serbal,1984) 134 51 Hemming En busca de Eldorado , 137 52 Medina Descubrimiento del río de las Amazonas, 137 53 Fernando Sampaio As Amazonas: a derrota do matriarcado pelos filhos do sol (Sao Paulo: Aquarius,1977) 25 54 La aproximación es en un sentido implícito. 50
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Compenetrados con el mito
mente a una arteria fluvial con base en lo político, económico y cultural. Aunque no fueran originarios de zonas ribereñas del Guad-al-Kabir los primeros hispanos que conocieron o navegaron por el Amazonas estaban familiarizados con su igual europeo y pudieron55 enfrentar la potencia de las aguas en el Orinoco o en el Río-Mar. Recordemos las descripciones de Colón o las declaraciones en las Probanzas del viaje de Yáñez Pinzón. No obstante el pavor frente a la magnificencia fluvial, creer en las riquezas legendarias que se ocultaban tras los velos acuáticos hizo que siempre miraran más allá, en seguimiento de las maravillas prometidas. En oposición a los europeos, en materia de paisaje, este fue asumido por los indígenas como un “complejo sistema de creencias sociales y religiosas interrelacionado, el cual se basa en la idea del soñar, el tiempo que va más allá de la memoria, época en que los seres ancestrales vagaron por la tierra y configuraron sus características” 56 Los ríos amazónicos serían serpientes y en esto se sigue la línea universal. “La relación es muy arcaica. Se establece en mitos y rituales entre la Serpiente y el Agua. Se la denomina Madre del Agua en infinidad de tradiciones míticas” 57 En otro contexto, el citado autor reitera la imagen: “Y el tronco inmenso se vuelve el gran Amazonas, madre de las aguas. Rio-árbol de frutas. Rio-árbol de los alimentos, Ríos innumerables. Selvas que mantienen la vida en la tierra… Fluye el rio que genera el tiempo y el espacio. Hubo antes quienes lo recorrieron desde las cordilleras del origen hasta el océano y lo hicieron habitar en el mito” 58 Para Paes Loureiro59 “ En una región tan vasta, de tierras-sin-fin, el ser amazónico tiene que fijarse en el paisaje porque es de esa intimidad con la naturaleza que resulta el conocimiento de su existencia…No es solo una Cobra Grande la que habita los ríos amazónicos. Todas se refieren a la “Boiuna” y sus transfiguraciones en navío-iluminado, como si fuera una cosa única, un personaje único. Una especie de presencia total, ritualizada en las diversas narraciones”. Los lagos de la mitología amazónica configuran, como en el medio universal “un medio oculto, relacionado con los encantos femeninos; con la muerte y el abismo…Una dama en el lago tiene poderes mágicos…vive en una isla lacustre o en un lugar emplazado tras el espejismo de un lago” 60 Acorde con lo genérico, la leyenda del “Espejo de la Luna” (Yacy Urauà) sitúa al lector “En las fuentes del rio Nhamunda, en la sierra Yacy Tapere. Anualmente, en cierta fase de la luna, las Icamiabas que habitaban en la Sierra hacían una gran fiesta, consagrada a la luna y a la madre del Muyra Kytá [talismán] que habitaba en el fondo del mismo lago” 61 Las rocas, dice Molyneaux62 “parecen poseer una naturaleza eterna e inamovible, lo cual puede explicar su relación con lo sobrenatural y lo divino. Con frecuencia se afirma que los seres moran en esas rocas” Los vecinos de la Orinoquia están familiarizados con la presencia de grandes piedras, componentes de la formación antigua del Escudo Guayanés. Allí se ven “rocas de forma capri55
Los navegantes por el Amazonas o el Orinoco tenían diversas proveniencias. Brian Leigh Molyneaux La tierra sagrada (Köln: Taschen, 2002) 6 Urbina-Rangel Amazonia: naturaleza y cultura, 60 58 Urbina.Rangel Amazonia: naturaleza y cultura, 7 59 Paes Loureiro Cultura amazónica, 60 60 Molyneaux La tierra sagrada, 64 61 Alzate Angel En el reino del espejo de la luna, 68 62 Molyneaux La tierra sagrada.66 56
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chosa, efecto de las aguas de lluvia sobre la arenisca, grietas y pozos en comunicación con galerías subterráneas por donde las aguas penetran y desaparecen” 63 Las oposiciones míticas “del poder solar frente a los grupos femeninos” 64 se presentan en Stradelli cuando el héroe civilizador castiga a las mujeres por trasgredir las normas, convirtiéndolas en rocas para estar así “fácilmente identificables y preservadas…en oposición a las otras protagonistas de la leyenda, diluidas en las aguas de una cascada” 65 Igualmente, en un inselberg [montaña aislada] del sector fronterizo Guainía/Río Negro fue convertido el cacique Kukuhy, según la leyenda transcrita del nheengatu por Brandao de Amorim66 Arte en las rocas “De los grafos en piedra, millares nos dejaron como herencia visual, antiguos artífices” 67
Los petroglifos en Amazonia se encuentran en gran cantidad, especialmente en el interior de los ríos, como es el caso del Caquetá, Vaupés y Guainía, relacionados con “elementos de la vida cotidiana; plantas, animales, personajes y un sin número de figuras abstractas” 68 En lo referente a Yuruparí, investigadores de varios continentes los han detectado y estudiado directamente. Entre ellos se encuentra Boanerges Lopes de Sousa, viajero brasileño por el río Isana que nos presenta” la leyenda de los Ira-Tapuios, en Iandu-Cachoeira [consignada] en los diseños sobre las rocas de la margen izquierda del citado río”69 Poco divulgada fuera de Brasil es la pintura rupestre de las Sierras Paituna y Ereré, situadas al oeste de la población de Monte Alegre. La llamada Piedra de la Luna se encuentra en “un mundo perdido donde el escenario es de rocas y rocas, como si fuera la atomización de un meteorito” 70 El espacio y el tiempo “Son los componentes del Gran Todo, conjugados en un ámbito arquitectónico: la Maloka” 71
La vivienda tradicional del Amazonas reúne en su interior: vivencias humanas y trasmisión de mitos. Según los tratadistas, representa un modelo “a escala” del Cuerpo de la Madre Ancestral. Su construcción significa la recreación de conceptos y vivencias espirituales que justifican la existencia del mundo material y el “compendio del Espacio, el Tiempo, la Extensión y la Memoria”72 63
Manuel Pérez y Otto Huber La Gran Sabana (Caracas: Fundación Polar, 1985) 202 Beatriz Alzate Angel Caminos del cuarzo y del jade en Amazonia Construcción de la memoria indígena (Bogotá: Universidad de los Andes, 2007) 202 65 Alzate Angel En el reino del espejo de la luna, 70 66 Ettore Biocca Viaje entre los indígenas del alto Río Negro (Bogotá: Instituto Italiano de Cultura, 2007)175 67 Urbina-Rangel Amazonia: naturaleza y cultura,30 68 Francisco Ortiz Rocas y petroglifos del Guainía (Tunja; UPTC) 3 69 Boanerges Lopes de Souza Do Rio Negro ao Orenoco (Rio de Janeiro;Ministerio de Agricultura,1959) 68 70 Alzate Angel En el reino del espejo de la luna,55 71 Urbina-Rangel Amazonia: Naturaleza y cultura, 178 72 Urbina-Rangel Amazonia: naturaleza y cultura, 178 64
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El paisaje más allá de la estética ¿paisajes invisibles? María José Ortega Chinchilla Centro de História de Além-Mar Universidade Nova de Lisboa “Es únicamente la mirada del hombre la que cualifica como paisaje, la que vuelve paisaje lo que naturalmente era sólo territorio” 1. Eduardo Martínez de Pisón
1. Introducción: del espacio al paisaje l paisaje emerge de la mirada, el sentido y el significado. Esa porción del espacio originalmente abstracto, infinito y vacío de contenido se transfigura en paisaje en el instante en que nuestros ojos delimitan un horizonte y se posicionan frente a él acotando unas dimensiones inabarcables unos segundos antes, fijando una orientación en la incertidumbre de lo infinito, intuyendo una configuración entre el caos de las formas. Una experiencia que culmina -¿o que comienza?- con el reconocimiento de sensaciones y la asignación de significados. Paisajes de la mirada, pero también de la experiencia que colorea con los pigmentos de la memoria y el sentido. Más que un acto de aprehensión es un proceso de apropiación de esa sección de la realidad observada - vivida- ahora convertida en imagen. De ella se nutrirán nuestras percepciones futuras, fusionando las nuevas realidades paisajísticas que se presenten ante nuestros ojos con los registros visuales del pasado dando lugar a una imagen nueva, a nuevos paisajes. Pero esa representación mental del paisaje o Vorstellung2 no sólo engrosará nuestro registro visual sino que, más importante aún, será el referente al que recurramos de forma inconsciente a la hora de percibir, experimentar o intervenir en el espacio. Podemos utilizar la ilustrativa oposición país/paisaje de Alain Roger3 para evocar la transformación de esa porción del país, entendido como espacio yermo en contenidos y significaciones simbólicas, en un paisaje de formas y contenidos subjetivos. Lo que existe como materia tangible e incondicional –espacio- se deviene en materia pensada y sentida –paisaje-.
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Eduardo Martínez de Pisón, “Los componentes geográficos del paisaje”, en Paisaje y pensamiento, dir. Javier Maderuelo (Madrid: Abada, 2006), 131-32. El término Vorstellung es utilizado por el catedrático de Estética y Teoría de las Artes Simón Marchán Fiz para referirse a «esa representación interna o idea que nos formamos cuando percibimos un recorte seleccionado en la superficie terrestre, en la realidad natural». Simón Marchán Fiz, “La experiencia estética de la naturaleza y la construcción del paisaje”, en Maderuelo, Paisaje y pensamiento, 18. 3 Alain Roger, Breve tratado del paisaje (Madrid: Biblioteca Nueva, 2007). 2
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¿Cuál es el genio hacedor de este milagro de la transfiguración? La mirada. El paisaje aparece, por tanto, como la concreción del territorio mediante la mirada. Es la que modela las formas de la naturaleza para esculpir paisajes no sólo en nuestra mente, sino también a ras del suelo. 2. Arte y paisaje La mirada será el eje vertebrador de una concepción del paisaje que pretendo sea amplia e integradora, como el propio concepto, mas no por ello vaga o superficial. Tampoco sesgada, como suele ocurrir cuando se intenta la aproximación teórica a fenómenos tan complejos como, sin duda, es el que nos ocupa. Porque sucede que para muchos investigadores ese genio creador del paisaje no reside en todas las miradas sino tan solo en las de un grupo de privilegiados: los artistas. Para los que defienden esta postura, el arte, o más concretamente, la concepción estética de la naturaleza aparece en el origen mismo de la noción de paisaje. Alain Roger afirma que «un país no es, sin más, un paisaje» sino que «entre el uno y el otro está toda la elaboración del arte». Es esta concepción lo que le lleva a hablar de la doble artealización de la naturaleza. Frente al tópico asumido desde hace siglos por la cultura occidental de que «el arte es, debe ser, una imitación perfecta o acabada de la naturaleza», Roger argumenta que es la naturaleza la que tiende a la imitación del arte mediante dos modalidades: in situ, esto es, inscribiendo en el espacio físico códigos estéticos, e in visu, a través de la mirada, puesto que «las cosas son porque nosotros las vemos, y la receptividad así como la forma de nuestra visión dependen de las artes que han influido en nosotros»4. El paisaje no existiría per sé sino como producto de la apreciación humana, exactamente, de una apreciación estética. En su Breve tratado del Paisaje recoge algunas de las ideas fundamentales de la tradición filosófica que vincula e incluso fusiona arte y paisaje; una identificación que sigue inspirando textos, debates y reuniones científicas5. Es opinión bastante común el considerar al paisaje como «una invención histórica debida esencialmente a la obra de artistas»6. Además de creadores de paisajes, los artistas son presentados como sus descubridores puesto que es a partir de sus recreaciones pictóricas que éstos se hacen presentes en el imaginario colectivo. Así lo afirma Gombrich cuando dice que «el descubrimiento del paisaje alpino no procede sino que es la consecuencia de la difusión de los grabados y de las pinturas que muestran vistas panorámicas de las montañas»7. Para él, primero se produciría la revelación del paisaje en el arte y en segundo lugar su percepción en el mundo real. Alain Roger o Ernest Gombrich no son los únicos exponentes de esta forma de entender el paisaje como creación plástica o como resultado de la proyección de una mirada estética sobre el mundo. Muchos otros siguen esta senda. En el panorama español, algunos de los principales representantes de esta concepción del paisaje serían Javier Maderuelo o Simón Mar4
Roger, Breve tratado del paisaje, 19. Como ejemplos significativos podemos citar, en primer lugar, el curso celebrado en el Centro de Arte y Naturaleza (CDAN) de Huesca en el año 2007 bajo el título Paisaje y Arte. Se trata de uno de los cinco encuentros científicos que viene convocando el Centro desde 2006 en los que se vincula al paisaje con conceptos como el de territorio, historia, pensamiento, patrimonio y arte. Estas reuniones científicas, además de una ofrecer una oportunidad única para la revisión de dichos conceptos y de las relaciones que los unen, ponen de manifiesto el interés creciente por el fenómeno del paisaje desde múltiples puntos de vista. 6 Raffaele Milani, El arte del paisaje (Madrid: Biblioteca Nueva, 2007), 56. 7 Ernst Gombrich, Norma y Forma. Estudios sobre el Arte del Renacimiento (Madrid: Alianza, 1985). 5
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chán Fiz. Para este último, el concepto de paisaje entrañaría una doble representación: mental –se referirá a ella como «constructo mental»- y figurativa8. El paisaje sólo existiría en nuestra mente y en el cuadro –o si se quiere, en la poesía y la prosa literaria-, aún cuando precise para existir de las formas físicas a las que reinterpreta. Es ante todo una imagen, mental y plástica derivada de una percepción estética del mundo. Reduce su compresión del fenómeno paisajístico a la categoría de lo estético y, en consecuencia, a lo incorpóreo; la única materia reconocida aquí plenamente es la masa gris de nuestro cerebro que permite su representación en algún lugar indeterminado de nuestra mente y la de los pigmentos y aglutinantes que lo plasman sobre un soporte. Esta simbiosis entre arte y paisaje conlleva una serie de derivaciones o consecuencias que merece la pena comentar. Podríamos referirnos a la primera de estas consecuencias como «la crónica de un secuestro»: la apropiación del paisaje por parte de la categoría estética. Imbuidos por la influencia que ejerce y ha ejercido el arte en la génesis y desarrollo no sólo del concepto de paisaje sino también de su percepción, en demasiadas ocasiones se reduce el discurso actual al paisaje estético o paisaje contemplativo, también denominado de observación o percibido –reduciendo de paso la complejidad que entraña el fenómeno perceptivo-. Se insiste en señalar que es la experiencia estética de la naturaleza la que subyace en la construcción del paisaje, la que precede a su nacimiento, junto a la conciencia por parte del hombre, una vez que ha superado el espanto y el terror que le provocaba el mundo natural, de que efectivamente se encuentra ante un espectáculo estético. Tales argumentos no son gratuitos ni casuales sino el legado de la rehabilitación de la estética de la naturaleza y el paisaje que tuvo lugar a mediados de la década de los sesenta con los trabajos de Joachim Ritter y de Th. W. Adorno. Ellos serán los que relancen la importancia de lo bello natural frente al predominio del artificio o mundo artificial que había dominado la modernidad desde la revolución industrial. Con la revisión crítica de Ritter y Adorno se retorna, por tanto, a la sensibilidad estética por la naturaleza tal y como la habían entendido en el siglo de la Ilustración; se rescata de la oscuridad a la que había sido relegada por la artificiosidad de la técnica, el progreso industrial y el dominio de lo inmaterial. El resurgimiento de esta sensibilidad ante la naturaleza impregnará la teoría del paisaje con tintes estéticos, vinculando necesariamente ambos fenómenos. El mundo del arte, por su parte, coadyuvará a esta revitalización de la experiencia estética de la naturaleza mediante las expresiones artísticas del Land Art. Los trabajos más relevantes de esta corriente artística contemporánea que utiliza el paisaje como soporte de la obra de arte, se sucedieron cronológicamente a partir de la década de los 60 dando lugar a obras tan significativas para el arte contemporáneo como la Spiral Jetty de Robert Smithson (1970). Tales manifestaciones contribuyeron a afianzar el estrecho vínculo entre paisaje y estética al considerar la naturaleza no sólo como el marco de sus instalaciones artísticas sino como un lugar de encuentro entre la mirada del artista y el medio natural. Toda esta tradición teórica del paisaje, aunque admite experiencias sensibles hacia la naturaleza anteriores al desarrollo moderno de lo bello, la gracia, lo pintoresco, lo trágico y lo sublime, como sería la descrita por Petrarca en su ascensión al Monte Ventoux en 1.336 o incluso otras más antiguas relatadas por los griegos -como nos recuerda Rafaele Milani-, insis8
Marchán Fiz, “La experiencia estética,” 18.
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te en fijar en el siglo XVIII el afianzamiento del paisaje contemplativo, de esa experimentación estética de la naturaleza auspiciada por el encumbramiento de una nueva filosofía del gusto y de una nueva filosofía del hombre y la naturaleza. En este sentido, la capacidad de reconocer y valorar el paisaje se concibe como una adquisición cultural, como un producto histórico y no como un comportamiento atemporal, en palabras de A. Roger. Esta opinión también es compartida por Eduardo Martínez de Pisón, para quien uno de los mayores avances del hombre en civilización fue: “La adquisición intelectual y estética de una idea elaborada de paisaje y de relación con él, fue alcanzada sólo plenamente en el progreso iniciado en el Renacimiento, buscado luego esforzadamente en la Ilustración y entendido finalmente con profundidad en el Romanticismo” 9.
Gombrich avala igualmente esta teoría al considerar el paisaje como la consecuencia de la extensión y de la aplicación de los modelos pictóricos del Renacimiento italiano a la percepción del mundo real. No es esta una opinión unánime, aunque sí expresada con fuerza. Quiero, no obstante, recordar aquellas voces que, como la de Raffaele Milini, critican la relación de necesidad que se establece entre la aparición de la pintura de paisaje en el Renacimiento y la percepción del paisaje real: “De esta manera se cree que es una adquisición cultural o, más detalladamente, una invención histórica (…). Pero el problema estético del paisaje no se agota por el simple hecho de considerarlo objeto de representación artística. Hace falta tener en cuenta la relación hombre-naturaleza en la complejidad de la experiencia humana. El paisaje es una entidad relativa y dinámica, en la que desde tiempos antiguos naturaleza y sociedad, mirada y ambiente, interactúan sin cesar”10 .
Pese a alegaciones como las de R. Milani de que el paisaje existe independientemente de su representación artística, se suele afirmar, sin embargo, la relativa modernidad del concepto de paisaje al señalar al Renacimiento como el momento en el que el hombre comienza a reflexionar sobre la dimensión estética de la naturaleza y a representarla de forma autónoma, dando lugar al género de la pintura de paisaje. Un proceso de descubrimiento que recibirá su impulso definitivo a finales del siglo XVII y especialmente a lo largo de todo el XVIII, momento en que se desarrollan los nuevos conceptos que definirán la estética de lo sublime. El propio Raffaele Milani, aunque reconoce ese sentimiento atemporal y universal hacia el paisaje, acaba por aceptar la influencia del desarrollo de la estética de lo sublime como principio generador del paisaje moderno. También es ahora cuando surge una manera diferente de entender la relación entre el hombre y el medio que influirá en la forma de pensar la naturaleza. Si hasta entonces se entendía que hombre y naturaleza formaban una unidad inseparable, una totalidad en la que «los hombres, lo divino y el mundo formaban un universo unificado, homogéneo y todo sobre el 9
Martínez de Pisón, “Los componentes geográficos del paisaje”, 132. Milani, El arte del paisaje, 56.
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mismo plano»11, la reubicación en planos distintos de estas realidades físicas y metafísicas posibilitará las discusiones y reflexiones teóricas sobre una naturaleza situada ahora en una esfera distinta a la humana. Es esa distancia que se establece entre el hombre como sujeto y la naturaleza como objeto la que permite observarla desde una posición privilegiada: no de abajo arriba, desde la sumisión o la conciencia de inferioridad ante lo inconmensurable, sino en horizontal, como una naturaleza que se expone ante el hombre para ser contemplada, pero también estudiada y comprendida por la razón científica. Una realidad natural que se hallará a partir de ahora entre el dominio de la contemplación pasiva y el del control activo por parte del hombre que ha dejado de temerla y se ha lanzado al descubrimiento de sus misterios. “El paisaje, tal y como hoy lo entendemos, es un descubrimiento moderno, que comienza a manifestarse en la segunda mitad del siglo XVIII y que se halla directamente conectado al tiempo con el mundo del arte y con el mundo de la ciencia” 12 .
En definitiva, sin pretender entrar en polémica sobre el origen del concepto o idea de paisaje, lo que nos interesa señalar aquí es la influencia de las consideraciones estéticas en la comprensión y comunicación de este fenómeno. Un influjo que ha derivado en demasiadas ocasiones en la negación de toda experiencia con respecto al paisaje ajena a la sublimación estética. 3. Invisibilidad del paisaje Esto nos conduce hasta la segunda consecuencia de esta forma de entender el paisaje como un fenómeno condicionado por la mirada estética y la invención artística, es decir, por esa simbiosis que decíamos se establecía entre arte y paisaje. Esta vez se trata de un problema de distancia: la que se afirma debe existir entre el sujeto que observa y el objeto de observación, esto es, entre el hombre y la naturaleza para que ésta se torne en paisaje. “El gusto paisajero […] nació efectivamente de una ruptura, por la cual una élite letrada se apartó del mundo para retirarse al campo o a la montaña, y haciendo esto, enfocó la naturaleza de otra manera a como la hacían las masas de la gente campesina” 13 .
Es una opinión bastante extendida entre los que se aferran al determinismo estético en la percepción del paisaje la de que éste sólo puede revelarse ante los ojos instruidos por el arte. Sólo el espíritu elevado y sensible del observador pasivo es capaz de distanciarse lo suficiente del mundo como para percibir la naturaleza de una forma diferente. El «desinterés estético» al que aludía Kant se alza como un imperativo categórico en lo que a la percepción del paisaje se refiere. La realidad natural sólo podría ser percibida por una mirada desinteresada –distante- sin intención de beneficio ni aprovechamiento sobre aquella. Kant y, antes que él, Edmund Burke en el siglo XVIII, con los precedentes de Thomas Burnet y su discípulo Joseph Addison en el XVII, fundan ese sentimiento estético de la naturaleza que ha llegado hasta nuestros días y que ha llevado a sugerir la imposibilidad de perci11
Milani, El arte del paisaje, 66. Nicolás Ortega Cantero, “Entre la explicación y la comprensión: el concepto de Paisaje en la Geografía Moderna”, en Maderuelo, Paisaje y pensamiento, 119. 13 Augustín Berque, “Cosmofonía y paisaje moderno”, en Maderuelo, Paisaje y pensamiento, 197. 12
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bir el paisaje por aquellos que mantienen una relación con el territorio basada en la producción, la extracción de recursos, en definitiva, basada en el trabajo o en la experiencia vital de subsistir. La reducción de la distancia entre el hombre y el paisaje derivada de una relación basada en la necesidad y no en la contemplación pasiva y despreocupada, impediría la percepción estética del mismo y, en consecuencia, lo haría invisible a sus ojos. Para estos individuos no-artistas, para los no-poetas o no-pintores, el paisaje no existiría, tan sólo el territorio, ante su incapacidad para observarlo con ojos de estetas. Desde esta perspectiva se entienden afirmaciones tales como las que realiza Alan Roger para quien la connivencia entre paisaje y campesino es inaceptable puesto que «se trata de una complicidad laboriosa, con la mediación de la herramienta», un caso en el que «ya no deberíamos hablar de paisaje»14. O las conclusiones del estudio realizado en 1985 por Martin de la Soudiére sobre los campesinos de la Margeride donde se resumen muy claramente las razones de esta concepción de la invisibilidad del paisaje para los que trabajan el agro: “El paisaje es el aspecto de los lugares, es el vistazo, es una distancia que se adopta con respecto a la visión cotidiana del espacio. Para estos agricultores, el entorno raramente es paisaje, pues lo más a menudo, el trabajo agrícola es incompatible con esta disponibilidad de tiempo y de espíritu. De hecho, el término paisaje es casi siempre inadecuado para ellos”15 .
Se trata de un debate abierto que suscita cierta polémica entre los defensores de este discurso y aquellos que, oponiéndose a él, llegan a considerarlo casi una ofensa a la sensibilidad del hombre rural. Para esta corriente de teóricos del paisaje sólo el habitante urbano e instruido poseería la distancia y capacidad cultural adecuada para poder, no ya sólo valorar, sino percibir el paisaje en su correcta dimensión, esto es, la estética. Cuanto más se reduce la distancia entre el hombre y el espacio, más nítida se dibuja la controvertida línea entre territorio y paisaje. En consecuencia, el habitante de las zonas rurales, el que convive diariamente en esos paisajes desarrollando su actividad cotidiana se vería culturalmente impedido para su apreciación. Tan sólo a la mirada elevada de un espíritu ocioso, sensible al sobrecogimiento del espíritu, despojado de todo conocimiento práctico y utilitario es a la que puede revelarse el paisaje. Pero, ¿qué Paisaje? Trabajos como los de Martín de la Soudière, Michel Conan, Armand Frémont o Sophie Bonin16, pretenden demostrar con sus encuestas realizadas a la población de zonas rurales la veracidad de una teoría elaborada a priori y basada en una concepción muy concreta, por no decir reduccionista, del paisaje. En primer lugar, parecen asumir como paisaje únicamente el que aparece coloreado de verde, ese paisaje natural ante el que puede deleitarse el urbanita. Nada dicen sobre los paisajes grises de las ciudades frente a los que el habitante rural podría igualmente estremecerse ante lo grandioso, lo singular y, por qué no, lo bello. En segundo lugar, se trata de una concepción en la que se privilegia la relación estética entre el hombre y la natu14
Roger, Breve tratado del paisaje, 31. Martin de la Soudière, "Regards sur un terroir et ailleurs. Le paysage à l’ombre des terroirs", en Paysage et aménagement, septiembre 1985. 16 Ejemplos de esta corriente “culturalista” de la percepción del paisaje pueden encontrarse en los siguientes trabajos: Armand Frémont, “Les profondeurs des paysages géographiques. Autour d’Ecouves, dans le Parc regional Normandie-Maine”, en L’Espace géographique 2, 1974. Sophie Bonin, "Agriculture, paysage, espace de montagne. Représentations et politiques de développement rural" en Jardins, paysages, territories, EHESS et École d’architecture de Paris-la-Villette, 1995. 15
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raleza, subordinándole –cuando no, ignorando- el resto de relaciones que, de hecho, se establecen con el medio: místicas, identitarias, científicas, prácticas, productivas, etc. Lo que se ha venido a llamar paisajes de la acción como oposición a los paisajes contemplativos quedarían relegados a un segundo plano y calificados de falsos paisajes o paisajes de segunda categoría por contemplar lo útil antes que lo bello. Por tanto, entiendo que limitar el paisaje a esa sección de territorio contemplado estéticamente por aquellos que conservan en su retina el recuerdo de representaciones plásticas o en su memoria su descripción poética, supone negarle otros contenidos igualmente significativos en lo que a la asignación de sentido se refiere. 4. El paisaje más allá de la estética El simple hecho de habitar el territorio proporciona una perspectiva perceptiva distinta a la de aquél que se posiciona pasivamente ante él para contemplarlo en la distancia. Conlleva una comprensión del paisaje, una interpretación del mismo que, inevitablemente, será diferente a del viajero o a la del observador que asiste al espectáculo de sus formas, colores, sonidos u olores en la lejanía. El sentimiento de pertenencia, posesión y apropiación, de identificación con el paisaje que habitan, el reconocimiento de unas peculiaridades que son las de ellos mismos, son experiencias sensibles ante la naturaleza que nos trasladan igualmente a la dimensión de ese lugar de contenidos y referencias simbólicas que llamamos paisaje. Es una cuestión que tiene mucho que ver también con el tiempo. La fugacidad de la experiencia perceptiva del turista que recorre el pueblo o la ciudad en unos días o incluso en pocas horas, la del fotógrafo que lo captura con su cámara antes de seguir su periplo visual, o si preferimos utilizar un ejemplo histórico, la del viajero ilustrado, poco tiene que ver con la experiencia prolongada del lugar que posee el habitante. El paisaje como entorno de vida es algo que escapa al tiempo efímero del recorrido fugaz, de la ojeada pasajera del viajero. Alicia Lindón, refiriéndose al discurso de John K. Wright sobre la invisibilidad/visibilidad espacial escribía recientemente lo siguiente: “El conocimiento de los lugares por experiencia es diferente de los cúmulos de información que se pueden almacenar y poseer de los más diversos lugares. El conocimiento experiencial es singular, también muy localizado en el espacio y el tiempo y está asociado a qué representan para las personas los encuentros, las situaciones allí vividas o las experiencias del lugar. La propuesta de Wright permite comprender la invisibilidad de ciertos paisajes por la ausencia de experiencia del lugar” 17.
Entre los geógrafos, Yi Fu Tuan destaca por haber desarrollado esta idea del vínculo emocional que se establece entre el hombre y el paisaje a partir de la experiencia de vivir en él, de sentirse parte de él. A partir del concepto de topofilia, ese «lazo afectivo entre las personas y el lugar o el medio circundante»expone su teoría sobre las conexiones emocionales que vinculan al hombre con su entorno18. 17
Joan Nogué, ed., La construcción social del paisaje (Madrid: Biblioteca Nueva, 2007), 220. Dos de sus obras más significativas donde desarrolla esta idea de la influencia emocional en la percepción del paisaje son: Yi Fu Tuan, Topofilia: un estudio de las percepciones, actitudes y valores sobre el entorno (Barcelona: Melusina, 2007); Yi Fu Tuan, Space and Place: the Perspective of Experience (London: Edward Arnold, 1979).
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Por tanto, si en lugar de ceñirnos al corsé de la estética aceptamos que el paisaje es también el territorio que se experimenta en la práctica, que se vive y no solamente se imagina, que se transforma activamente y no sólo se representa artísticamente, podremos hablar de paisaje percibido además de por artistas y urbanitas, por todos aquellos que proyectan su mirada, no exclusivamente estética sino mística, científica pragmática o productiva sobre la naturaleza. Sólo así romperemos con las limitaciones sociales de esa percepción ampliando el abanico de observadores capaces de ver en el paisaje un horizonte de significados, admitiendo, eso sí, las ineludibles diferencias entre éstos. Pues el paisaje, a la par que ficción teórica, imagen e imaginación, también es la experiencia del espacio vivido. Para este planteamiento me posiciono especialmente cerca del investigador francés Ives Luginbühl19. Reticente a aceptar los tópicos académicos y, por tanto, los estrictos modelos teóricos sobre el paisaje, inició en los años 70 una investigación sobre una pequeña zona rural francesa que incluía seis pueblos con la intención de demostrar que había otra forma de entender la percepción del paisaje. Tras realizar un estudio exhaustivo sobre la historia de la zona que comprendía su ámbito de estudio, así como la orografía del terreno –para lo que se ayudó de mapas, fotografías aéreas e imágenes de satélite- se lanzó a averiguar cuáles eran los valores que la población local –fundamentalmente campesina- atribuían a su paisaje. Para ello diseñó una serie de encuestas que realizaría a los habitantes, además de una serie de ejercicios entre los que se incluían la ejecución de un dibujo de su entorno. Los resultados que arrojó este trabajo fueron reveladores puesto que ponían de manifiesto, en contra de lo que muchos teóricos del paisaje afirmaban, la existencia de lo que él denominó una experiencia estética popular en la percepción del paisaje. Si bien los campesinos franceses de esa región vinícola identificaban los «climas» o pequeñas laderas sembradas de viñas con los conceptos de producción, orden, ley, códigos sociales, etc., el paisaje montañoso que se alzaba en su horizonte visual y que suponía un complemento a su economía –de él extraían material de construcción- se hacía corresponder con la libertad, lo salvaje, el encuentro, el juego. Para ellos, la montaña que dominaba su paisaje aislándolos en cierta medida del exterior, era también su memoria, su refugio, su identidad. A esta sensibilidad paisajística que trasciende lo puramente productivo pero que se pone en relación con él es a lo que Ives Luginbühl se refiere como estética popular. En conclusión, a la definición del paisaje como experiencia estética de la naturaleza tendríamos que añadir la experiencia práctica o vital, una vivencia cotidiana del espacio portadora de contenidos y significados. Paisajes de la mirada y la experiencia entendida como memoria del pasado pero también como experimentación o exposición a lo real. Paisajes donde tiene cabida lo bello pero también lo útil, sin ser necesariamente excluyentes. Como resumen de nuestra posición, remito a las siguientes palabras de Jean Marc Besse: “Para el historiador y para el sociólogo también hay que considerar a los ingenieros en sus proyectos, a los geógrafos en sus mapas, a los agricultores en su trabajo y a los habitantes en sus usos como productores del paisaje, real y representado; hay que considerarlos como
19 Yves Luginbühl, “Las representaciones sociales del paisaje y sus evoluciones”, en Paisaje y Territorio, dir. Javier Maderuelo (Madrid: Abada, 2008), 143-180.
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proyectistas del paisaje, y por motivaciones que no son necesariamente estéticas, sino que pueden ser morales, científicas, políticas” 20 .
Podemos hablar, por tanto, de percepción del paisaje en el siglo XVIII español con la tranquilidad que nos reporta no ya la convicción de que España era en aquellos momentos una sociedad paisajera 21, sino por el convencimiento de que el territorio se revela como paisaje a la población que habita las campiñas, las vegas, las laderas de las montañas, las costas, etc. desde el instante en que proyectan su mirada sobre esa extensión de territorio donde desempeñan sus actividades cotidianas. Una mirada determinada por una relación con el medio que si bien no es fundamentalmente estética sino basada en las necesidades productivas, en la comprensión de un territorio que les reporta los recursos necesarios para su subsistencia, por otra parte no deja de ser el soporte espacial de unas relaciones políticas y sociales, de dependencias y juegos jerárquicos, así como el espacio de sus creencias e ideologías, de sus miedos y esperanzas, recuerdos y utopías. Como tal lo concebirán y, si llega el caso, así será representado. 5. Los croquis para el Diccionario Geográfico de Tomás López Con esta declaración de intenciones, me propongo rescatar del silencio historiográfico la lectura que hacen del territorio los párrocos de las distintas poblaciones castellanas a finales del siglo XVIII para remitirlas al geógrafo Tomás López. Nos referimos a los croquis que acompañan a las respuestas al interrogatorio compuesto por 15 preguntas que el geógrafo solicitó a los curas de las distintas localidades con el objetivo de reunir información para la realización de un atlas general del país, así como para la elaboración de un Diccionario Geográfico que nunca llegó a materializarse. Fue una escueta nota añadida por el geógrafo al final de dicho interrogatorio la responsable de que hoy podamos disponer de este material gráfico: “Procurarán los señores formar unas especies de mapas o planos de sus respectivos territorios, de dos o tres leguas en contorno de su pueblo, donde pondrán las ciudades, villas, lugares, aldeas, granjas, caserías, ermitas, ventas, molinos, despoblados, ríos, arroyos, sierras, montes, bosques, caminos, etc. que aunque no esté hecho como de mano de un profesor, nos contentamos con sólo una idea o borrón del terreno, porque la arreglaremos dándole la última mano. Nos consta que muchos son aficionados a geografía y cada uno de estos puede demostrar muy bien lo que hay al contorno” 22.
A pesar del escaso interés mostrado por estos dibujos por parte de algunos investigadores al considerarlos, cuanto menos, representaciones ingenuas, toscas e inútiles, no dudo en estimarlos como una fuente privilegiada para el estudio de la percepción del espacio vivido. 20
Jean Marc Besse, “Las cinco puertas del paisaje: Ensayo de una cartografía de las problemáticas paisajeras contemporáneas”, en Maderuelo, Paisaje y pensamiento, 150. Para Augustin Berque, una sociedad podrá considerarse paisajera sólo si: existe una reflexión explícita acerca del paisaje como tal, si existen una o más palabras para decir paisaje, si existen representaciones pictóricas del paisaje, si existen jardines cultivados por placer y si existe una literatura oral o escrita que describe paisajes o canta su belleza. En Augustin Berque, “Cosmofonía y paisaje moderno”, en Maderuelo, Paisaje y pensamiento, 190. 22 Cristina Segura Graíño y Juan Carlos de Miguel, eds., Diccionario Geográfico de Andalucía: Granada (Granada: Don Quijote, 1990), 4-5. 21
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Los croquis son elaborados, salvo poquísimas excepciones, por los párrocos del lugar, esto es, por miembros del bajo clero rural, un colectivo que mantiene una relación muy directa y estrecha con el resto de grupos sociales de la comunidad en la que reside. Se trata del sector del clero «que más en contacto está con la realidad de su entorno, con el siglo, con los vecinos y parroquianos con los que comparte su vida »23 . Su situación, hasta cierto punto privilegiada, no les impide compartir las mismas preocupaciones e inquietudes con sus convecinos, mostrar cierta complicidad y solidaridad con ellos. «Son el estrato del estamento más popular, más difícilmente diferenciable, a veces, porque en un mundo ruralizado todos viven a un mismo nivel»24, donde la cotidianidad cobra importancia como referente de percepciones, valores y significados. El paisaje como espacio vivido, como apuntábamos más arriba, es algo que escapa al tiempo efímero del recorrido fugaz, de la visita esporádica o de la ojeada pasajera del viajero. Conlleva una comprensión del paisaje, una interpretación del mismo que, inevitablemente, será diferente a la del transeúnte o el visitante ocasional. Kessler, al definir la relación del viajero con el paisaje –una relación, eso sí, marcada por la interpretación estética-, aporta algunas claves sobre ese otro vínculo, más complejo e íntimo, que une al habitante con el lugar: “No conviene observarlo [al paisaje] en calidad de espectador abstracto, alejado de su realidad física. Tampoco conviene habitarlo mediante el propio cuerpo con una relación de total dependencia. En este momento, ni la sumisión al espacio geográfico ni la dominación del lugar interesan al viajero […]. Como enamorado del espacio geográfico, desea hacer estancia en él, pero su habitación es más una conversión, una integración, que una instalación. El viajero hace estancia, no se instala (como hace el turista); tampoco reside, pues su compromiso sería entonces definitivo” 25.
Dependencia, sumisión, dominación, son los términos que delimitan, según Kessler, la relación del habitante con su entorno. A éstas añado otras nociones igualmente notorias: el compromiso, y la habitación -«habitarlo con el propio cuerpo». Habitar un lugar supone un vínculo en el que la respuesta emotiva hacia el entorno percibido se torna aún más intensa. La razón de esta relación extraordinaria entre hombre/habitante y naturaleza reside, según Martín Heidegger, en que el habitar abarcaría la totalidad de nuestra experiencia espacial (terrenal): “El habitar es la manera en que los mortales son en la tierra […]. El ser del hombre descansa en el habitar, y descansa en el sentido del residir de los mortales en la tierra […]. El rasgo fundamental del hombre es el cuidar (velar por)” 26 .
El conocimiento de primera mano del lugar por el que se interroga es una de las principales bazas con las que contamos para justificar la utilización de esta fuente para el estudio del espacio subjetivo. Es posible conocer la autoría del dibujo en la mayor parte de los casos por23
Avelina Benítez Barea, El bajo clero rural en el Antiguo Régimen, Medina Sidonia, siglo XVII (Cádiz: Universidad de Cádiz, 2001), 7. 24 Benítez Barea, El bajo clero rural en el Antiguo Régimen, 8. 25 Mathieu Kessler, El paisaje y su sombra (Barcelona: Idea Books, 2000), 37-39. 26 Conferencia impartida por Martin Heidegger en Darmstadt en el año 1951 bajo el título “Construir, habitar, pensar” y disponible en la dirección web: http://laeditorialvirtual.com.ar [consultado el 15 de enero de 2012].
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que el que firma las respuestas al interrogatorio suele ser el mismo que afirma haber realizado el plan o borrón del pueblo. Los autores son, por tanto, los propios curas del lugar, quienes, no en pocos casos, apuntan conocer muy bien los parajes que acaban de describir. Y cuando no es así, reconocen haber recurrido a personas instruidas, «naturales del lugar» con la experiencia suficiente como para dar buena noticia sobre aquello por lo que se les pregunta. Así lo atestigua el cura de la villa de Huétor Santillán (Granada), D. Antonio Garrido: «habiéndome valido de las personas más instruidas de este pueblo, noticias y auxilios más oportunos, respondo lo siguiente…»27 . Asimismo, el cura de Jubiles (Granada), D. Julián Jiménez, comunicará a Tomás López haber solicitado la ayuda de D. José del Ros para la ejecución del borrador por ser éste especialmente aficionado a geografía28. Por citar algún ejemplo más, reproducimos las palabras de D. Francisco Pérez, cura de la villa de Dólar (Granada), quien también confiesa haberse valido de «persona apta para su formación, respecto a estar versado, en los parajes que en este escrito de cuatro hojas se expresan, y bien instruido en cuanto exponen»29. Queda patente, pues, la colaboración de los naturales del lugar en lo que respecta a la recogida de información tanto para las descripciones como en la realización de los borrones. Y no sólo de individuos versados en geografía, sino también de gentes sencillas, de «prácticos en caminos y conocimiento de estas montañas», personas que en su deambular cotidiano retratan los perfiles, las formas y los accidentes del terreno; en definitiva, la diversidad paisajística de sus lugares. También sus distancias. A este respecto, resulta muy significativo que en bastantes ocasiones éstas se formulan mediante la duración del recorrido. No traemos aquí más que un ejemplo, pero muy ilustrativo: el párroco de Darrícal (Almería), D. Josef del Moral, al tratar de describir la ubicación de la villa dirá que «está situada en la falda de un cerro sumamente áspero que de altitud tendrá como una hora de camino»30. El tiempo como medida para expresar la distancia de un lugar a otro pone de manifiesto la trascendencia de la dimensión corporal en la experiencia del paisaje. No se trata de un territorio ajeno o extraño, todo lo contrario, es un espacio que se conoce porque se ha recorrido, experimentado, practicado. Kessler advierte del hecho de que «en última instancia, el hombre, en su cuerpo, es la medida concreta de un paisaje de tamaño natural»31. 6. Percepción y representación del territorio local El sentimiento de pertenencia, posesión y apropiación, de identificación con el paisaje que habitan de forma cotidiana darán como resultado una interpretación del espacio muy distinta a la que realiza el poder institucionalizado. Para éste el espacio no es más que una entidad abstracta que hay que racionalizar, sobre la que se ha de imponer parámetros geométricos de 27
Respuesta de D. Antonio Garrido, 29 de abril de 1795, en Diccionario Geográfico de Tomás López, Manuscrito 7303. Volumen Granada-Málaga. Biblioteca Nacional (BN). Respuesta de D. Julián Jiménez, 3 de enero de 1791, en Diccionario Geográfico de Tomás López, Manuscrito 7303. Volumen Granada-Málaga. BN. 29 Respuesta de D. Francisco Pérez, 18 de octubre de 1794, en Diccionario Geográfico de Tomás López, Manuscrito 7303. Volumen Granada-Málaga. BN. 30 Respuesta de D. Josef del Moral sobre Darrícal, en Diccionario Geográfico de Tomás López, Manuscrito 7294. Volumen Almería. BN. 31 Kessler, El paisaje y su sombra, 37. 28
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ordenación. Para la población que lo habita, no es espacio abstracto sino espacio vivido, y desde esa perspectiva interpretan sus componentes. A partir del análisis de las líneas de contorno de estos croquis, esas que dibujan o representan los límites de los respectivos términos, concluimos que el concepto de límite que nos transmiten es el de un fenómeno artificial y ambiguo. La funcionalidad del límite que se maneja en estos dibujos no va más allá de la mera necesidad de delimitar el lugar que se siente como propio. Como se afirma desde la geografía de la percepción, «estar dentro, es la intención primaria que está detrás del concepto de lugar»32. Dar forma al espacio de vida, delimitarlo, configurarlo, organizarlo, es uno de los principales rasgos del lugar habitado33. Desde la perspectiva del espacio vivido, los rígidos límites administrativos se desdibujan porque no tienen sentido práctico: la experiencia cotidiana del habitar, la accesibilidad y uso del espacio que les rodea en todas direcciones y en el que se instituyen como centro, les revela un territorio continuo en el que se desvanecen los límites artificiales y abstractos impuestos por la administración. En la percepción paisajística del sujeto que se dispone a representar su espacio de vida, el topos o «fuerza telúrica matriz» se confunde con el locus, «el espacio del ser y del estar, el espacio del habitar»34. Su conciencia como sujeto que está, que es, en su escenario vital, le lleva a situarse en el centro del mismo, en el eje de un espacio que ya no es abstracto, geométrico ni infinito, sino un espacio a su medida, controlado, ordenado y finito. En esta visión paisajística opuesta a la visión territorial que nos proporciona la cartografía científica u oficial en la que se imponen las líneas de frontera en detrimento de los puntos o centros, y donde desaparece, supuestamente, la perspectiva etnocéntrica, el territorio percibido o recordado se dispone adoptando una configuración circular y, en algunos casos, concéntrica. Las líneas vagas e imprecisas, ligeras, sutiles, casi transparentes, traducen una concepción de los límites igualmente indefinida. Líneas que se añaden a posteriori, superponiéndose a la composición de forma artificiosa, subrayando así la propia artificialidad de toda compartimentación del paisaje. O líneas que estallan, que se resquebrajan para dar salida a una corriente de agua que fluye de forma incontenible, o a un camino cuyo punto de llegada no se nos revela pero que, en cambio, nos transmite la idea de relación o vínculo entre dos localidades. 1. Nieles (Granada) Biblioteca Nacional. Manuscrito 7303 2. Porcuna (Jaén) Biblioteca Nacional. Manuscrito 7301
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Christian Norberg-Shulz, Existence, space and architecture, (London: Praeger Publisher, 1971). Alicia Lindón, La vida cotidiana y su espacio-temporalidad (Barcelona: Anthropos, 2000), 212. Aurora Carapinha, “Los tiempos del paisaje”, en Paisaje e historia, dir. Javier Maderuelo (Madrid: Abada, 2009), 120.
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Por otra parte, frente a la invisibilidad de los límites administrativos, ante el carácter abstracto y teórico de sus líneas, nos encontramos con las líneas tangibles, perfectamente evidentes y perceptibles que conforma el paisaje. De ahí la fuerza que adquiere este fenómeno como elemento organizador del territorio. Frente a aquellas líneas teóricas e invisibles definidas en los proyectos de organización territorial, los trazos que dibujan la orografía y los cursos fluviales se manifiestan contundentemente en los mapas cognitivos de estos individuos y, por tanto, en sus dibujos. Contundentes son también los conceptos que comunican: barrera, separación, división o inaccesibilidad, a los que se suman los de diferenciación, singularidad o particularismo. Las distintas connotaciones que sugiere el paisaje a los grupos que se ubican en él le confieren un lugar privilegiado en sus representaciones mentales, no sólo como estructuras delimitadoras o limitantes sino como espacios de múltiples significados, entre ellos, el de portadores de identidad social. Por lo que respecta a la percepción y representación de otro de los componentes básicos del territorio, las vías de comunicación, resulta imposible negar la notable significación que éstas adquieren en las representaciones. Si bien la mirada del poder proyectada a través de los ingenieros y teóricos ilustrados percibe el entramado viario (por su insuficiente y pésimo trazado) como un obstáculo para sus objetivos políticos y económicos, esta documentación gráfica nos permite acceder a una percepción bien distinta del sistema viario local: estos sujetos concebirían estas vías, senderos o caminos, más que como trabas físicas que frenan el desarrollo, como nexos de unión que posibilitan (aunque no de forma cómoda y fácil) los intercambios, la comunicación y los vínculos de diversa índole entre las distintas comunidades rurales y entre éstas y las ciudades más próximas. Aunque se reconocen sus deficiencias, para aquellos que tratan de huir del aislamiento y la incomunicación de sus comunidades, estas líneas se enfatizan en sus percepciones y representaciones, asociadas más que al obstáculo, a los conceptos de conexión, relación o vínculo.
3. Cala (Huelva) Biblioteca Nacional. Manuscrito 7301
Además de los límites y vías de comunicación, muchos otros componentes espaciales son susceptibles de ser estudiados a la luz de la información que arrojan estas fuentes visuales. Estos documentos nos permiten analizar fenómenos y procesos relacionados con la percepción y representación del espacio muy interesantes, profundizando, de este modo, en un aspecto – 603 –
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poco estudiado sobre las comunidades rurales del siglo XVIII como es la significación que le otorgan al paisaje. Un paisaje que adquiere, como hemos podido comprobar, múltiples connotaciones: topográficas, económicas, político-administrativas, pero también simbólicas e ideológicas. Fijémonos, por ejemplo, en cómo la convivencia con los signos sagrados que jalonan sus lugares cotidianos, la incuestionable presencia física e ideológica de la iglesia y, en definitiva, la atmósfera de sacralidad que impregna el quehacer diario de la población rural andaluza del siglo XVIII, se conjugan para dibujar en la conciencia espacial de los individuos una geografía donde tienen cabida no sólo las montañas, ríos, bosques, vegas, molinos, cortijos… sino también el templo, la ermita, la cruz y el calvario. Y no como meros elementos anecdóticos sino como referencias inevitables en sus esquemas de organización espacial como consecuencia de la significación que adquieren en sus representaciones mentales. El análisis de estas imágenes permite constatar su validez como documento capaz de proporcionar información acerca de las relaciones de índole territorial que se establecen entre distintas localidades. Atendiendo al peso visual de unos determinados centros icónicos con respecto a otros (determinado en función de su tamaño, ubicación en la composición, grado de detalle o nitidez del objeto representado como principal, etc.) es posible determinar el centro dominante. Evidentemente, la información gráfica se muestra insuficiente para aclarar determinados aspectos como, por ejemplo, la naturaleza de las relaciones que se establecen entre las poblaciones vinculadas visualmente. Pero, al menos, nos ponen sobre la pista para indagar sobre ellas utilizando otro tipo de documentación complementaria. Las relaciones entre las distintas localidades rurales pueden contemplarse también desde el enfoque de los procesos de construcción y consolidación de la identidad comunal. En estas imágenes se constata la necesidad de las poblaciones rurales de definirse a sí mismas como comunidad a partir del reconocimiento de sus relaciones e interacciones con las demás comunidades que las circundan, especialmente cuando se trata de localidades insertas en paisajes de difícil accesibilidad. Se resisten al aislamiento y la incomunicación, a que el suyo sea un universo cerrado, enfatizando, como decíamos, las líneas/vías de comunicación. Pero, también, aludiendo directamente a las poblaciones vecinas aunque sea simplemente mediante su topónimo. La localización de estas poblaciones en el territorio a partir de la explicitación de aquello que les rodea –otras entidades de población o elementos característicos del paisaje- además de responder a esta función básica de ubicarse en el espacio, se interpreta como la consecuencia de procesos más complejos. Me refiero a la construcción de su propia identidad como comunidad que se define a sí misma a partir de las interacciones que sus miembros establecen con los de fuera. En este proceso de construcción, desarrollo y mantenimiento de la identidad social de las comunidades rurales, el paisaje cumple, de nuevo, un papel fundamental. Observando estos testimonios visuales, en particular, la forma en la que representan los pueblos: insertos en un paisaje notablemente significativo, definiéndose a partir de sus límites naturales, de la morfología de dicho paisaje, de su uso y de su concepción simbólica, podemos hablar de un proceso de identificación de estas comunidades con su entorno/paisaje que va más allá del determinismo geográfico o de la dependencia económica. Ya sea mediante la adopción de un punto de vista anclado en uno de los componentes o unidades más relevantes del paisaje a los que sitúan en el centro geométrico de la composición dando lugar a esos paisajes invertidos, o convirtiendo esas unidades del paisaje en hitos espaciales –en centros visuales destacados en la composi– 604 –
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ción- una cosa está clara: la especial relevancia concedida al paisaje como seña de identidad de estas comunidades rurales. Estas imágenes ponen en evidencia, de forma visual, lo que la geografía cultural, la psicología ambiental y la antropología afirman desde la teoría: que el espacio que se percibe se compone no sólo de objetos físicos sino también de contenidos subjetivos vinculados a la experiencia, al símbolo, al significado. Unos y otros se entretejen conformando una malla densa imposible de destrabar. La naturaleza de algunos de los elementos icónicos que se recogen en estos croquis así como la relevancia plástica con la que son representados, ponen de manifiesto el universo perceptivo de aquellos que habitan y construyen sus propios lugares. Una percepción alternativa a la del poder que ve en el espacio una especie de materia moldeable, susceptible de ser organizada, clasificada, mensurada, explotada y controlada. Estas otras miradas, en cambio, nos dibujan, más que un espacio, un lugar, un centro de significados de múltiples connotaciones. Esta cartografía manuscrita de la segunda mitad del siglo XVIII, con sus limitaciones, imperfecciones y sesgos, nos permite, por tanto, aproximarnos –como decía Peter Burke «convirtiendo esos defectos en virtudes»- al universo de las percepciones como medio para acceder a los significados y las interpretaciones del territorio.
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Un paisaje imaginario en la obra literaria de Guillermo Prieto Cuernavaca, Morelos, México Félix Alfonso Martínez Sánchez Armando Alonso Navarrete Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco
Presentación l presente enfoque está dirigido al paisaje construido a través de la palabra escrita, la cual sirve como evidencia para identificar los componentes significativos de un paisaje, en nuestro caso, el de la ciudad de Cuernavaca, en el estado de Morelos, México; a través de una de las obras literarias de Guillermo Prieto. El paisaje pese a su complejidad, es estructurado y moldeado por diversos actores sociales, de acuerdo con ciertos objetivos e intereses que la sociedad en su conjunto se plantea, conforme a su desarrollo histórico. A su vez, también los actores sociales son moldeados y afectados por la estructura y componentes del paisaje. En este contexto, el literato se inscribe como un actor relevante ya que su discurso acerca del paisaje, no sólo representa una expresión individual, sino que a su vez, refleja una expresión colectiva y, en ese sentido es una identidad urbana. El paisaje en la obra literaria representa formas expresivas y significados simbólicos, interpretaciones vivas del fenómeno urbano, que es necesario estudiar. Una señal, un edificio, un camino, un barrio, una ciudad, cualquier paisaje descrito, son la síntesis de experiencias polisensoriales en las cuales subyacen relaciones con una herencia sociocultural y ambiental de una comunidad en donde es posible identificar componentes que permiten explicar cómo los literatos ven y perciben su entorno. El estudio de literatura y paisaje propiciará la identificación de los componentes del paisaje urbano, que han sido significativos en determinados momentos históricos para los literatos y, por tanto para la sociedad.
E
Breve semblanza de Guillermo Prieto José Guillermo Ramón Antonio Agustín Prieto Pradillo, conocido simplemente como Guillermo Prieto, fue un destacado político, periodista, literato y liberal ilustrado del siglo XIX en México. Nació en la Ciudad de México el 10 de febrero de 1818, a los 13 años quedó huérfano de padre y su infancia es marcada por la demencia de su madre. Protegido de don Andrés Quintana Roo ingresa al Colegio de San Juan de Letrán y junto con Manuel Toniat Ferrer y los Hermanos José María y Juan Nepomuceno Lacunza, fundan la – 607 –
Félix Alfonso Martínez Sánchez y Armando Alonso Navarrete
Academia de Letrán que tiene como objetivo “mexicanizar la literatura”1, desde donde impulsó la necesidad de crear una conciencia de unidad nacional a partir de lo económico y lo cultural e introducen el movimiento literario conocido como el Romanticismo al cual se suscriben los más destacados escritores de la época. Cultivó la crítica teatral y escribió a lo largo de cincuenta y tres años, artículos diversos en el periódico El siglo XIX bajo el pseudónimo de “Fidel”. Además de reportajes, artículos de viaje, costumbristas y poesía, abordó los más diversos temas con fondo filosófico y político. Son múltiples sus colaboraciones para periódicos y revistas tales como: el Museo Mexicano, documento literario de gran relevancia conocida más tarde como Revista Científica y Literaria de Méjico; El Monitor Republicano, el Semanario Ilustrado, la revista Ateneo Mexicano y la publicación Don Simplicio, Periódico Burlesco, Crítico y Filosófico, por unos Simples, que él mismo fundó junto con Ignacio Ramírez en 1845; La Chinaca. Periódico escrito única y exclusivamente para el pueblo, publicado durante el Segundo Imperio; El Monarca. Periódico soberano y de origen divino que satirizaba al archiduque Maximiliano de Habsburgo y La Orquesta, Periódico omniscio, de buen humor y con estampas. Utilizó seudónimos como “Don Benedetto”, “Zancadilla”, “el Romancero” y “Don Simplicio”, que lo hicieron popular entre sus cotidianos lectores. Trinidad Anastasio de Sales Ruiz Bustamante y Oseguera, conocido comúnmente como Anastacio Bustamante, siendo presidente de México lo nombró secretario particular y redactor del diario oficial de la República, también fue ministro de Hacienda de los presidentes Mariano Arista (1852-1853), Juan Álvarez (1855) y Benito Juárez (1857 y 1861) y tuvo una larga participación en la Cámara de Diputados, donde mantuvo una postura de acuerdo a sus principios liberales, lo que le costó ser perseguido y exiliado. Guillermo Prieto fue un personaje de gran interés histórico, ya que dejó testimonio de los acontecimientos más trascendentes del siglo XIX mexicano: la Independencia, la guerra de Texas, la Reforma y el Imperio de Maximiliano de Habsburgo. De su obra literaria destacan en el género poético Versos inéditos (1879), La musa callejera (1883) y Romancero nacional (1885); del género autobiográfico sobresale sin lugar a dudas Memoria de mis tiempos (1906)2, además cultivó narraciones breves en forma de cuentos y de leyendas, así como algunas piezas teatrales y de crítica literaria. Su interés por la historia la reflejó en diversos artículos entre ellos uno dedicado a José María Morelos y Pavón (1843)3 y fue coautor de Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos (1848)4. De su amplia producción literaria cabe señalar sus relatos de viajes, recorridos realizados en México y el extranjero, y registrados por su pluma en artículos publicados en periódicos y revistas bajo los siguientes títulos: Viaje a Zacatecas (1842); “Un paseo a Cuernavaca, por 1 Calendario Cívico del Gobierno del Estado de Nuevo León. Guillermo Prieto, datos biográficos. (México: Instituto de Educación de Aguascalientes, 1995) 2 Escrita en 1886 y editada en 1906 en dos tomos: Guillermo Prieto, Memoria de mis tiempos 1828-1840, tomo 1, y Memoria de mis tiempos 1840-1853, tomo 2 (Librería de la Vda. C. Bouret, México 1906). 3 Prieto, Guillermo, “Escenas de la vida del general don José María Morelos y Pavón”, El museo Mexicano II, México 1843: 163-176. 4 Ramón Alcaráz y otros, Apuntes para la historia de la Guerra entre México y los Estados Unidos, (México: Tipografía de Manuel Payno, hijo, 1848).
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Un paisaje imaginario en la obra literaria de Guillermo Prieto Cuernavaca,Morelos, México
Fidel, el mes de septiembre de 1845”; “Ocho días en Puebla. Impresiones profundas de un viaje arquitectónico, sentimental, científico y estrambótico de Fidel” (1849); “Una excursión a Jalapa en 1875. Cartas al Nigromante”; Viajes de orden suprema (1853-1855) y Viaje a los Estados Unidos (1877). Sus últimos años los vivió en Cuernavaca, Morelos, donde rentaba una vivienda exterior del Jardín Borda, con mobiliario humilde alquilado. Finalmente falleció el 2 de marzo de 1897, en Tacubaya, Ciudad de México: “Vivió y murió pobre, con las manos y las bolsas limpias y un aprecio general. Fue cuatro veces ministro de Hacienda y se calcula que pasaron por sus manos cerca de 300 millones de pesos (de aquéllos) cuando la amortización de los bienes eclesiásticos. No se le pegó un solo grano de oro...” 5 Literatura y paisaje, una geografía imaginaria Podemos considerar la imagen de la ciudad como un juego de espejos, donde ésta -ese paisaje urbano real- por su complejidad, nunca está presente y, en ese sentido, se convierte en una representación, una evocación, es decir, en una imagen del espejo. El paisaje urbano contiene indicadores cuantitativos; infraestructura, alturas, formas, densidad de construcciones, habitantes, barrios, áreas verdes, edificios, distancias, etcétera; e indicadores cualitativos: elementos simbólicos, imagen colectiva, identidades, escenarios diversificados, calidad de vida, historias y herencias culturales, entre otros. Estos aspectos objetivos y subjetivos son percibidos, transformados y valorados por los actores sociales, quienes crean una geografía imaginaria -la imagen del espejo-, con territorios que tienen fines determinados que les permiten volver inteligible la complejidad del paisaje urbano y actuar adecuadamente en su vida cotidiana6. El paisaje a pesar de su complejidad, es estructurado y moldeado por diversos actores, de acuerdo con ciertos objetivos e intereses que la sociedad se plantea conforme a su desarrollo histórico. Asimismo, los actores, son moldeados o afectados por la estructura, configuración y componentes del paisaje. El literato se inscribe como un actor relevante ya que su discurso acerca del paisaje, no sólo representa una expresión individual, sino que, a su vez, refleja una expresión colectiva y en ese sentido, también representa una identidad urbana, como lo sostiene Antoine Bailly7, al señalar que: “Los novelistas, quienes, mucho antes que los geógrafos, han ambicionado aprehender la ciudad, restituyéndola mediante la descripción de una imagen, esclarecen con su discurso los valores y las significaciones de la sociedad, al tiempo que expresan mejor que nadie los mitos colectivos.” Disciplinas como el urbanismo, la arquitectura, la conservación y restauración urbana, la arquitectura del paisaje, se abocan al estudio de la ciudad construida con materiales concretos y tangibles, toman de tales elementos evidencias para explicar el paisaje urbano. El paisaje urbano, ese espacio vivo, es modificado e interpretado por múltiples actores a través de lo que David Stea y Roger Downs8, denominan “mapas en la cabeza”, que todo individuo construye cotidianamente, que contiene analogías y una red de relaciones sociales, temporales y espaciales con su entorno. Cada actor social, cada individuo, cada grupo de individuos, implica una 5
Presentación de Boris Rosen Jélomer en Prieto, Guillermo, “Cartas públicas y privadas”, Obras completas XXVI (Ed. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México 1997: 13). 6 Félix A. Martínez S., “Notas para el estudio del paisaje urbano. Una aproximación a la geografía imaginaria”, en Anuario de Espacios Urbanos (Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, México 2001: 69-90). 7 Antoine Bailly. La percepción del paisaje urbano (Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, España, 1979). 8 David Stea y Rogers Downs. Maps in Minds. Reflections on Cognitive Mapping (Harper and Row, New York, EUA, 1977).
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visión, una imagen diferente de lo que es la ciudad y su significado. Así, el mapa mental o cognoscitivo de un funcionario público, difiere sustancialmente a partir de experiencias concretas, al de un arquitecto, un ama de casa o de un literato, aunque existen representaciones compartidas que propician coincidencias y dan pie a la construcción de identidades. La cartografía, la fotografía aérea y la estadística utilizan códigos especializados que proporcionan información para el estudio y análisis del paisaje. Las novelas, crónicas, cuentos y diarios de viajes, representan códigos descritos a través de la palabra y son fotografías mentales no especializadas, pero que a su vez, proporcionan información para la comprensión de la configuración paisajística. Umberto Eco9, al referirse a su novela El Nombre de la Rosa, describe: “El primer año de mi novela estuvo dedicado a la construcción del mundo. Extremos registros de todos los libros que podían encontrarse en una biblioteca medieval… El mundo construido nos dirá cómo debe proseguir una historia”. Es decir, que la obra literaria no sólo consiste en describir las percepciones y los aspectos cognoscitivos del mundo del autor, sino que también se construye a través del estudio sistemático de las condiciones que prevalecen en una determinada época y que implica un esfuerzo riguroso para obtener información fidedigna que completará el carácter de la obra literaria. Eco, añade, “descubrí, pues, que una novela no tiene nada que ver, en principio con las palabras. Escribir una novela es una tarea cosmológica… Considero que para contar lo primero que hace falta es construirse un mundo lo más amueblado posible, hasta los últimos detalles…”, es decir, el literato recurre tanto a aspectos subjetivos como aspectos objetivos para desarrollar su trama, para construir su obra literaria, parte de las sensaciones para convertirla en experiencias y éstas en conocimiento del mundo exterior, para ser transmitidas a través de la palabra escrita. Guillermo Prieto y su viaje a Cuernavaca Este trabajo, está enfocado a la comprensión del paisaje construido a través de la palabra escrita, en una de las obras literarias de Don Guillermo Prieto, específicamente la crónica de “Un paseo a Cuernavaca por Fidel, el mes de septiembre de 1845”, publicado en una serie de doce artículos por la Revista Científica y Literaria de Méjico10, en octubre de 184511, relato que sirve para identificar los componentes significativos de los paisajes recorridos, algunos de ellos ya desaparecidos. Aquí se propone que la descripción del paisaje en la obra literaria guarda una correspondencia e intensa relación con el paisaje real y objetivo. Los literatos han escrito sobre la ciudad, la han descifrado e inventado por medio de representaciones sintéticas de la realidad, evidenciando valores y significados latentes, recreando con ello mitos colectivos. Sus descripciones hacen del paisaje un lugar de encuentro en donde se construyen y desarrollan acciones de seres imaginarios, pero a pesar de la libertad para crear este tipo de escenarios, siempre existen referencias a una realidad concreta y a una ubicación espacio temporal geográfica, impregnada de sucesos y elementos sociales, históricos y culturales que se relacionan, de una manera directa o indirecta con identidades colectivas y 9
Humberto Eco. Apostillas al Nombre de la Rosa (Lúmen, México, 1985). Guillermo Prieto (Fidel). “Un paseo a Cuernavaca por Fidel, el mes de septiembre de 1845”, en Revista Científica y Literaria V1: 85-91, 111-127, 154-160, 230-32, 288-292, 330-32. 11 Publicado después en: Guillermo Prieto, Un paseo a Cuernavaca 1845. (México: Summa Morelense, 1982). 10
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que permite conocer –reconocer-, paisajes culturales, como lo es esta descripción hecha por Guillermo Prieto del pueblo de Huitzilac, que se encuentra a mitad del camino de la ciudad de México a Cuernavaca: “Mientras remudaban en el pueblo de Huichilaque, formado en la cima desigual de una montaña, uno de mis apreciables compañeros, nativo de Cuernavaca, me llevó bajo un árbol a un punto que llamo desde entonces el Mirador de Huichilaque. Esta bajada es un descenso de caricatura… Esto no es bajar… es volar de una manera inversa… los viajeros se dan unos contra otros y no pueden tenerse… ¿Qué no consideran que un camino así es una trampa para descrismar ciudadanos?... Ya era un movimiento de trepidación que golpeaba nuestra cabeza contra el techo… ya variando, caímos unos contra otros… ya irregular… nos revolvíamos. ¿Quién ve los paisajes, quién los árboles?” 12
En esta breve, pero sustanciosa descripción Guillermo Prieto hace referencia de un paisaje con formaciones orográficas contrastantes que nos proporcionan información de pendientes escarpadas que al transitarlas crean en los sujetos experiencias cinéstesicas y visuales sumamente vívidas que quedan impregnadas en la mente de los individuos. Es una reseña que nos describe un paisaje panorámico que desde un determinado punto estático da la posibilidad de contemplar las sinuosidades y los componentes del paisaje. Asimismo, describe las experiencias al interior de un vehículo del siglo XIX, tirado por mulas y de los sobresaltos causados por las irregularidades del terreno. Prieto se pregunta, ¿quién ve el paisaje? ¿quién ve los árboles?, sin embargo, el paisaje no sólo se ve, también se siente, se capta a través del equipo sensorial, tal y como queda asentado en esta parte de su crónica, rumbo a Cuernavaca. El paisaje en la literatura representa formas expresivas y valores simbólicos, interpretaciones vivas del ambiente físico y social. El estudio de literatura y paisaje propiciará la identificación de los componentes que han sido significativos para los literatos en determinados momentos históricos y, en consecuencia, para la sociedad, como ejemplo veamos la descripción que Prieto hace de su primera impresión de la ciudad de Cuernavaca: “Figúrese el lector en la cima de una inmensa montaña; a sus pies como torrentes repentinamente petrificados están en descenso suspendidas la rocas inmensas que serpentean y que levantan y deprimen el terreno con irregularidad sorprendente… Por dondequiera que se vuelvan los ojos se divisan grupos de montañas… barrancas que zanjan en el terreno y describen unas líneas profundas y negras… quiebras que dan gradaciones nuevas y variadas a la luz… ya reflejándola en los verdes plantíos de los campos de caña, ya en las lomas de color amarillento y triste, ya en la vegetación exuberante de los bosques de encinos y madroños… En medio de estas montañas, como en segundo término, como una serpiente que desciende de una ladera y tiene medio hundida su cabeza en una barranca… se distingue Cuernavaca… ya apareciendo su caserío blanco…”
Extraordinaria descripción que da cuenta de la forma básica del paisaje, expresada nítidamente en sus componentes más significativos, por un lado, la orografía compuesta por montañas entrelazadas que dan paso a la formación de ligeras pendientes que conforman el pie de monte para suavemente bajar a las planicies, al tan ansiado valle que alberga los paisajes agrí12
Guillermo Prieto. Un paseo a Cuernavaca, 1845. (México: Summa Morelense, 1982): 9-10.
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colas y atisba el surgimiento del paisaje urbano. Nombra las montañas y alude a barrancas que contrastan en forma, color y luz con los lomeríos que la conforman y que seguramente alimentan en torrentes de agua, otro de los componentes significativos del paisaje, a través de ríos subterráneos y de superficie, al sediento valle, que convertirá en vergeles y espacios ricos para el trabajo y la recreación: el valle de Cuernavaca. No deja de mencionar a otro de los componentes del paisaje insustituible, la vegetación, como un indicador más de las características y singularidades del entorno.
Figura 1. La ciudad de Cuernavaca, el valle agrícola y la Sierra Nevada. “Panorámica de Cuernavaca”. 16 de mayo de 2012, tomada de: http://www.mexicoenfotos.com/antiguas/morelos/cuernavaca/1/MX12182440456381.html
Así como existen lazos que rebasan los límites geográficos, también existen aspectos que definen particularidades de los espacios sociales y de las características de las expresiones del arte y, por ende, de las culturas, como bien puede apreciarse en la siguiente descripción de nuestro personaje: “En el último término, siempre como se ve Cuernavaca al E.S.E., hay una gradación de colinas hasta montañas que en soberbio anfiteatro se despliegan tocando los cielos y limitando el extensísimo horizonte… Si todo esto se figurase el lector, si lo revistiese de la luz voluptuosa de los trópicos, si respirase el ambiente sensual de las flores que brotan a porfía de las grietas de las rocas, si evocase en su mente cuanto tiene de romancesco y estupendo la revolución volcánica que debe haber producido todo esto, y se figura el mar hirviente de lava que quedó olas entonces líquidas, hoy convertidas en montañas revestidas – 612 –
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de una vegetación voluptuosa y fecunda; si todo esto se figura… si anima este paisaje… ¡Ah! Todavía será imperfecta la idea que se forme…” 13
Singular exposición analítica de un paisaje que nos hace en esta breve narración Guillermo Prieto, nos señala la porción constituyente del horizonte definido por las formas y líneas de la tierra, conjugadas con el fragmento de otro de los elementos sustantivos del paisaje, el cielo, la atmósfera que cubre, inunda e integra lo terrenal con lo intangible. Además nos indica las características ambientales del sitio, con una sola palabra, “el trópico”, que de manera intrínseca nos remite a condiciones de la flora y fauna del sitio sin siquiera mencionarlas. Nos habla de acontecimientos y desarrollo del sitio a través del tiempo y nos hace ver la presencia, sin mencionarlo, de un volcán en erupción que deja marcada sus huellas permanentes en la conformación del paisaje, a través de las rocas ígneas que definen las características de un panorama conformado con vegetación única y propia de la región. Señala las cualidades atmosféricas y la calidad de luz en el paisaje y no deja de describir los posibles olores y aromas provocados por las flores… y todavía se atreve a decir: “si todo esto se figura… si anima este paisaje.. ¡Ah! Todavía será imperfecta la idea que se forme”, es decir, las palabras, los escritos, no son suficientes para describir la realidad, pero, sí nos aproximan a ella. Los literatos, en ese sentido, no únicamente describen los elementos constituyentes del paisaje, sino que reflejan las herencias del pasado, su condición primigenia que permite la construcción del presente que viven y las aspiraciones y sueños del futuro. La geografía imaginaria del literato, nos describe lugares, calles, decorados urbanos, naturaleza, personajes y vida cotidiana, producto de sus vivencias y experiencias; compara y hace converger distintos momentos históricos al asociar componentes del paisaje que guardan relaciones espaciales y temporales, como la siguiente cita referida a la ciudad de Cuernavaca: “El aspecto de la ciudad es desagradable, extiéndese de norte a sur entre dos barrancas, larga y angosta como alma de vizcaíno: el curato está en un extremo de la población, y la plaza principal en el otro, como si lo místico y lo profano pudiera vivir tan distante en ciertos países… La mayor parte de las casas son de teja: la de la gente acomodada, respirando aseo, decentes y bien ventiladas; la de la gente pobre son un punto intermedio entre huroneras y nidos de murciélago… La extrema desigualdad del terreno hace un laberinto de algunas calles, y por más que con esto gane la perspectiva, aquellos empedrados verdugos de los callos, se huellan con fatiga: la calle que todos, a despecho de nuestras ideas republicanas, llaman real, es la sola recta, hermosa y amplia”.
Después de contemplar la grandeza de la naturaleza, Guillermo Prieto, manifiesta su falso desprecio por el paisaje urbano, considerando que la acción del ser humano al transformar los paisajes naturales y convertirlos en asiento de los comunidades, trae consigo el deterioro, el decaimiento de la naturaleza. Describe, sin saberlo, el nacimiento de las ciudades, nos habla de la contradicción existente en una ciudad, en la que el poder político está apartado físicamente del poder religioso, contrario al resto de los asentamientos establecidos en el mundo y llama su atención que ¡lo místico y lo profano sean capaces de vivir distantes!, extraordinaria observación del literato. 13
Prieto. Un paseo a Cuernavaca, 10.
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Figura 2. El paisaje urbano de Cuernavaca en la primera mitad del siglo XX. Angelina Beloff. Cuernavaca, 1940. Acuarela sobre papel. Colección particular.
Identifica también las desigualdades propias de los habitantes permanentes del paisaje y en ese sentido hace mención de uno de los aspectos relevantes de los componentes del paisaje urbano: el ser humano; que con sus diferencias individuales y colectivas que se manifiestan en aspectos socioculturales, dan forma al uso del espacio público y definen con sus actividades el carácter y la vida del paisaje urbano. Finalmente diremos que el literato manifiesta, a través de la palabra escrita, un sistema organizado que se relaciona directamente con la realidad objetiva. En este sentido la literatura representa los ojos y el equipo sensorial de la sociedad y crea una geografía subjetiva, es decir, ‘un reflejo de la vida misma’, como lo dice Vicente Quirarte:14 “Una biografía interior… una geografía literaria que nos permita trazar coordenadas para movernos por ella y disfrutar plenamente de sus fantasmas. No hay regla infalible y la realizada por sus escritores no es la excepción”. Un ejemplo claro es la siguiente descripción que Guillermo Prieto hace del Jardín Borda, en Cuernavaca, Morelos: “Ebrio con el perfume de las flores, muelle y abandonado a la aura tenue, como el follaje del plátano que se mece lento en lo aires. Este jardín está colocado en una ladera y como 14
Vicente Quirarte. “La urbe y sus escrituras”, en Suplemento Unomasuno (México), 18 de noviembre de 1995.
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fajas graduales de vegetaciones se perciben en inclinación romancesca sus plantíos de árboles frutales y de camellones de flores… Cruzan el jardín en todas direcciones corrientes cristalinas de aguas perennes, ya saltando en chorros potentes, ya serpenteando en arroyos humildes, ya derramándose en linfas claras del borde del estanque superior… los estanques parecen suspendidos en los aires; apenas se divisa la luz por intervalos…” “¡Cómo describir mis sensaciones, ni tomar el lente helado del botánico, para describir las variadas riquezas vegetales de este jardín!...”
Guillermo Prieto en esta nota final nos describe a un paisaje cultural, el Jardín Borda, que interpretando su lectura nos remite a un jardín eminentemente barroco y sensiblemente mozárabe, el cúmulo de sensaciones, el éxtasis de los aromas y perfumes de las flores, la exuberancia de los árboles, el juego de las terrazas y las corrientes y juegos de agua que inundan el carácter del jardín, manifestada en múltiples formas: agua quieta de los estanques, agua en movimiento proporcionado por los efectos de agua, arroyos y canales que transcurren por el jardín, nos dicen, nos describen la extraordinaria sensibilidad de un poeta, de un literato, para mostrar la esencia del jardín y su capacidad para capturar los componentes del paisaje.
Figura 3. El estanque del Jardín Borda. “Jardín Borda”. 16 de mayo de 2012, tomada de: http://www.mexicoenfotos.com/antiguas/morelos/cuernavaca/1/MX13229838193642.html
Reflexiones finales La literatura, incluso con todos sus inconvenientes y deformaciones, es un instrumento válido para acercarse al estudio del paisaje, ya que aporta información, datos y un enfoque novedoso. Mirar con nuevos ojos el paisaje urbano, es lo que permitirá un mejor conocimiento de los espacios que habitamos. La literatura representa un valioso testimonio de componentes de paisajes ya perdidos por diversas circunstancias [edificios, vegetación característica, calles, ríos, personajes, etcétera], o – 615 –
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registros de acontecimientos que a pesar de su carácter efímero, pueden ser significativos para la vida de una comunidad, como celebraciones religiosas [procesiones, festividad de santos, apertura de templo, etcétera], conmemoraciones cívicas [cambio de poderes, exequias, fiestas patrias, etcétera], rutas como la de la plata; lugares de encuentro, ropajes y colorido, así como de costumbres, tradiciones y leyendas. La literatura representa un registro de la sucesión de acontecimientos relativamente pasajeros, que a través de los testimonios escritos, permanecen y trascienden. Así, el literato construye un mundo, un mapa cognoscitivo, una geografía imaginaria que le permite describir los edificios, acontecimientos, personajes, recorridos, colores, olores, sonidos, marcas o señales, dentro de un contexto espacial y temporal organizados coherentemente y que reflejan las aspiraciones y valores de la sociedad en su conjunto, es decir, construir un paisaje cultural. Con una visión analítica, disecciona lo que percibe, lo interpreta y lo traduce a un lenguaje entendido por todos, construye una imagen compartida que nos conduce a las coincidencias, que nos lleva a reconocer a nuestra manera, otras experiencias que hacemos nuestras. Así, a través de la palabra escrita, podemos construir una imagen del paisaje, aún sin haber estado en ese lugar determinado. Finalizaremos con las palabras de Claude Fell:15 “La realidad no está hecha para ser pintada, sino para ser escuchada, registrada.”
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Un paisaje imaginario en la obra literaria de Guillermo Prieto Cuernavaca,Morelos, México
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