El lenguaje como trabajo y como mercado

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FERRUCCIO ROSSI-LANDI .

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MONTE AVILA EDITORES C.A. .

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Tftulo original:

IL LJNGUAGGlO COMO LAVORO E COMO MERCATO

versión castellana: ITALO MANZI

, © 1968, by Bampiani Milano,

Para ©

Italia

todos

1970

los pafses de

habla

castellana;

by Monte Avila Editoras, C. A.

Caracas / Venezuela

Portada

J

John Langa

Impreso en Venezuela por Edltorlal Arte

" Gen

ADVERTENCIA A LA EDICION EN CASTELLANO

N E

edición. figura como séptimo capítulo un trabajo preparado para el coloquio uLenguaje en la sociedad y en la técnica" (Milán, 14-17 de octubre de 1.968), que de alguna manera· completa el . discurso del libro, puesto que en él se trata con mayor extensión el problema del capital lingüístico y de la propiedad privada lingüística, al mismo tiempo que agrega algunas indicaciones bibliográficas no contenidas en el resto de los ensayos. Acla­ raciones ulteriores sobre los problemas examinados en este volumen se encuentran en uDialéctica y alienación en el lenguaje", Paragone (Letteratura), XX, 2349, agosto de LA PRESENTE

1969.

R.oma, agosto de 1969.

9



·'

1 EL LENGUAJE COMO TRABAJO Y COMO MERCADQlfo

El trabajo humano lingüístico

1.

como unidades de la lengua, son productos del trabajo lingüístico; nos servimos de tales produc­ tos como de materiales e instrumentos durante un trabajo lingüístico ulterjor ��n el cual se produ.c.en mensaies. Este grupo de proposiciones nos lleva af centro de la discusi6n. Mediante un procedimiento semejante al que permitió a la economía clásica lograr la noción generalizada de trabajo no lingüístico, es posible llegar a una noción generalizada de trabajo lingüístico. Me limitaré a recordar aquí cómo, por ejemplo Marx, eri una página escrita en su juventud, observara que los fisi6-

L

AS PALABRAS,

,



Más o menos la mitad de una redacción precedente habí�__ sido leida ,, en inglés, con el título "Labour a.nd Trade i.n Language , en el s�m�aario de Filosofía de la Cornell U.niversity, en ocasión de. las celebraciones para el Primer Centenario de esa Universidad, el 29 de abril de 1965. En este ensayo se hace deliberada abstracción de algunas distinciones importantes, como aquéllas entre signos na­ -turales y artificiales, entre signos, señales y símbolos, entre discurso oral y escrito; el término 'palabra' es usado por ahora de manera amplia, para cualquier unidad de significante y significado es decir para cualquier signo lii!güistico de nivel elemental; y el término cmensa- · je� para lo que és dicho (o escrito) para comunicarse, y que es· -efectivamente transmitido, recibido e interpretado (o sea,_ para un c:onj-unto de palabras provenientes de una lengua y organizadas de determinada manera, incluyendo por cierto también los mensajes constituidos por una sola palabra) A algunas de · estas cuestiones volveremos en los ensayos siguientes. [Aparecido, s61o con referencias · .insertas en el texto; en Nuova Corrente, 3 69, pp. S-4 3]. •

' 11

e.ratas, cuando consideraban a·· la agricultura como único trabajo productivo, nfía analítica, ·Como la que hace Gilbert Ryle entre "$peeqh (habla) como tHde (comercio, respecto al oficio que .: Se .desempeña) y language (¿lenguaje o lengua?) como a•Pital? uLa lengua es al habla lo que el capital es·' al .�mercio" sostiene Ryle; pero lo que entonces que no · (cuchillos' los instrumentos aptos para 'cortar acero') ; y en . cuanto al aire y el agua, . no siendo sólidos, no son en . sentido real objetos que pueden cortarse, Ob$ér:vese que aquí no usé la .palabra "enunciados'' para referirme a los enun:­ . .lo.s que estamos hablando .del cuchillo y de sus re.. cia.dos. en laciones; usé el término al nivel . de ltSS cosas para indicar homológicamente relaciones que se refieren al objeto cuchi... llo usado por nosotros . como tal · (y ·no como objeto de con. versación:) cosas,

u

.•

3.

El capital lingüístico

El trabajo lingüístico, común por definición a todos los hombresl no puede desarrollarse y no puede ser estudiado si no es en {por lo menos) una lengua determinada. Como se ha dicho, una lengua es un conjunto institucionalizado de productos de un precedente trabajo lingüístico (como tal tiene similitudes, pero también -y mayores- difere·n­ cias, con el derecho) . Con sus partes constitutivas, o se� con las palabras, sus combinaciones y las reglas para usar tan­ to las palabras como las combinaciones,. la lengua nos propor­ ciona materiales e instru.mentos, en el sentido técnico de productos de trabajo precedente sobre los cuales y coo los czurks se trabaja respectivamente. Con estos materiales e instrumentos construimos mensajes que nos sirven para ex... ..

28





11

presarnos y comunicarno�¡· tos lingiiistas, -como · es· sabido, se refieren a me.nudo a este aspecto · de la . lengua;· una de· las declaraciones más explícitas ine parece la de G. K. Zipf, que ]Jega a ver ºuna palabra equivalente. a un instrumento (toól.) y el significado de una palabra equivalente· a un uso (11sage) específico de un instrumento en términos de trabajos (�'JOb':S ) " 18 Considerar las lenguas como instrumento significa afirmar su carácter de producto de trabajo precedente, que es estu­ nidiado a su vez. Pero considerarla solamente como instrti:... mento nos lleva a contraponerla a alguna otra cosa como material, por ejemplo a una experiencia no mejor iden­ ci ficada.19 �esulta enton� es difícil explicar la retro-acci6n . lenguas del lengua1e (y hasta cierto punto de las mismas iversidad) sobre la variación de la experiencia; y se en. su d torna absolutamente imposible afrontar el problema de todo lo que es necesario por ser constitutivo en la acción del len­ g t.raje (y de la lengua) sobre la formación de la experiencia. iQué es esa. t'experiencia como tal, antes de cualquier in­ tento por transmitirla a los ·demás",2° que Martinet deja fibtada a los filósofos, psicólogos y demás "no-lingüistas,,? Frente a las dificultades suscitadas por esta usimple'' pre­ gunta, caemos en la tentación de decir que la consideración funcional del lenguaje consiste en dejarlas de lado. Sin em­ bargo-, es necesario considerar la lengua también como ma­ terial, o sea como objeto sabre el cual se ejercen nuevas ela­ b.oraciones. Lo cual, entre otras cosas, contribuye a explicar su infinita , · y del relativo mercado lingi.iístico, se da aquí un fenóm.eno que podremos bautizar ''inevitabilidad del sig­ , nificar' :21 el hecho de que la comprensión se da como algo natural (es la pseudo-naturalidad social . de la que ya se ha hablado) , o sea el hecho de que lin oyente no puede no comenzar · a interpretar de una manera dada una expresión emitic,la por un hablante de su misma comunidad ' lingüísti­ ca, cualquiera sea luego la interpretación ulterior que él suministrará de �sa misma expresión en función de . la va­ riación de los contextos y de sus inclinaciones personales.28 Si digo o escribo · tagua', el lector no entiende ''tierra'' o ,., · • tt · d y no ent1en e n1 ... entonces . . . uf. uego s1 1go s1 . . . d• , , ni . . . . ", o t'igual por definición a . . . ''. Ninguno de nosotro·s, como · hablante, tiene el poder personal de substraerse a esa · situación. Pero de ello no se concluye de ningún modo ·gue el lector o yo seamos dueños de los p rocesos de elaboración lingüísticos con los que aquellas palabras y expresiones son producidas. Más aún, es justamen.te discutiendo que nos damos cuenta de la inmensa complicación de esos . procesos y que hallamos el desacuerdo más grave sobre su naturaleza efectiva y . su alcance, y por consiguiente, también sobre la naturaleza y el alcance de sus re�ultados. Todos nosotros sabemos usar corrientemente ·esos mismos términos sobre los cuales se: desencadena desde hace miles de años la discusión entre científicos y filósofos: términos como 'número>, , , eparte , 'movimiento' y muchísimos otros. -67� y ss.) . Las funciones de una expresión dada son llevadas a la superficie contrastando esa expresión con otras que divergen de la misma · en distintas formas. Es el contraste lo que con­ fiere importancia a un .significado ( 5 839) ; todo es visto contextualmente ; y debemos cuidarnos · de las afirmaciones· generales que, exten�iéndose por su naturaleza más allá de 104

los ·. diferentes · contextos; oscurecen. su comprensión . antes que aclararla. · La filosofía es una actividad que se aprende· a través de ejemplos concretos, por medio de los cuales será posible llevar nuevamente las palabras del uso especial y co­ rrupto con que las han usado los filósofos a su uso cotidiano ( 1 1 69) Lo . cual no significa pasar de lo difícil a lo fácil, en todo caso lo· contrario: porque los usos filosóficos de los que debemos cuidarnos resultan ser simplificaciones arbitra­ rias frente a la riqueza del habla; y puesto que cuando · aprendimos a hablar no aprendimos por cierto a cuidarnos de todas las relaciones que las palabras tienen entre sí, es justa­ mente a estas relaciones indefinidamente complejas que debe­ mos dedicarnos si queremos resolver el problema filo$, abril de 1914, pp. 227-25 3 . (texto inglés y traducción alemana al frente) . En italiano en la traducción de A. G. Conte: Tractatus logico-philosophic-us y Qwulerni 1914-1916, Torino: Binaudi, 1964, pp. 223-237. JOHN WISDOM: «Ludwig Wittgenstein, 1934-1937", Mind, LXI, 2429, ( abril de 1952 ) , pp. 258-260, cfr. p. 259. Hay una traducción de la conmemoración de Ryle, aparecida suce­ sivamente en Analysis (XII, 19 de octubre de 19Sl, pp. 1 -9 ) ; en la Rivista di Filosofia, XLIII, 2"' (abril de 1 9 S 2 ) , pp. 186-19 3 ; cfr. p. 1 86. Sobre la forma mistificadora y sobre el carácter de iniciación con que era recibida la enseñanza de Wittgenstein en Cambridge y en otros lugares, nada mejor que un Memoir firma.do por .D. A. T. G. [Gasking] y A. C. [Jackson] en The Austra­ lasian ]ournal of Philosophy, XXIX; 29 (agosto ·de 1 9 5 1 ) , pp. 73-80.

10$· múltiples episodios mmdos pot �ORMAN MA·L­ COLM: .Lutl.Wig Wittgenstein. A · Memoir, y; por GEORG··. HBNRJK VON WRIGHT: "Ludwig .Wittgenstein. A Biographical Stetch", London: Orford Universicy Press, 1 .9 S 8 (el segundo había aparecido . en The Philosophical R.eview, LXIV, 49 ( 3729, octubre de 195 5 ) pp. 257-545 ) ; en la traducción de B. Oddera (Milano: Bompiani, reedición en 1964) p. ej. en pp. 80-81, 83-84; y passim. En su brevedad, estas dos obras constituyen hasta el día de hoy la fuente más amplia y casi la única sobre la biografía y la formaci6n inte­ lectual de· Wittgenstein. Me referiré constantemente a ellas. Solo teniendo presentes una exposición del pensamiento de Wittgenstein (sobre todo en las Untersuchungen) y un estudio de su vida intelectual y cultural, se podrá derribar el mito y dar algunos pasos hacia su dimensión histórica real. No pretendo que este pro­ cedirn.ie�to tenga el mismo valor para todos loS' pensadores; para muchos de ellos, inclusive, valdrá muy poco en el sentido · de que su vida intelectual y cultural les resulta mucho menos im­ portantes que sus obras publicadas y puede servir solamente para iluminar algún aspecto de las mismas. Pero por cierto vale mucho en el caso de Wittgenstein por el carácter al mismo tiempo mistificador y desmistificador de sus enseñanzas, tal como fue recibido en uno de los ambientes más singulares de la cultura europea entre las dos guerras e inmediatamente después de la segunda. i . El manuscrito de las Untersuchungen se· remontaba, en efecto, a 1947-1949 para la parte II (pp. 174-232, numerada en catorce grupos desiguales de parágrafos sueltos) y aún a 1945 para la Parte I (pp. 2-172, numerada en 693 pequeños parágrafos) . Entre las obras más serias e interesantes, pero no por ello exen­ tas de actitudes destructivas, recordemos por lo menos a NICOLA ABBAGNANO: ..L'ultimo Wittgenstein,,, cap. XV (pp. 21°5226) de Possibilita e libC1'ta, Torino: Taylor, 1956 (el ensayo ya había aparecido en la Rivista di filosofía en 1 9 5 3 ) ; FRANCESCO BARONE: Wittgenstein inédito. Torino. Edizioni di Filosofia, 1 9 5 3 (opúsculo. de 1 6 pp, ya aparecido en Pilosofia) ; y CARLO AUGUSTO VIANO: c•L'analisi del liriguaggio e la conoscenza degli altri", Rivista di filosofia, XLV, 1"' (enero de 1954), pp. 48-54. lO . VON WRIGHT, artículo cit. en la nota 7, p. 24 de la edición . italiana. t:t . Es obvio que en un trabajo dedicado expresamente a su evolución habría que examinar también las otras obras póstumas, incluyendo las aún inéditas, y los apuntes tomados durante las clases; sobre Véms.e

143

todo los de G. E. Moore de 1.9 3 o�; 3 ; p11blicados en Mine/ en 1 9 54 (LXIII, 249.�, enero, pp. 1 - 1 5 , y 2 5 19, junio, pp. 289-3 16) y · 1 9 5 5 (LXIV, 25 39, enero, pp. 1-27) [Del Wittgenstein . "intermedio" . se han ocupado ahora, independientemente, ALDO G. GARGANI: Lingiuggio ed esperienza in Ludwig Wittgenstein, Firenze: Le Monnier, 1966, IV; y sobre todo PARIO ANTISERI: Dopo Wittgenstein dove va la filosofia analitica, Roma: Abete, 1967, IV y V]. 1 2 · Del Tracia.tus se encuentran ya exposiciones más o menos com­ pletas y correctas en cualquier buen manual de filosofía con­ temporánea, también por obra de estudiosos italianos. Véanse p. ej. ENZO PACI: ''Negativita e Positivita di Wittgenstein", Aut Aut, 99 (mayo · de 1952 ) , pp. 2 52-256; FRANCESCO BA· RONE: Il neopositivismo lógico, Torino: Edizioni di Filosofia, 19 5 3 , Tereera sección. "Clásica" porque se remonta a 1 9 3 6 y por consiguiente no sufre la influencia del segun&> Wittgenstein, es la exposición de JULIUS R. WEINBERG: Introduzione al positivismo logico, trad. de L. Geymonat, Torino: Einaudi, 1 9 5 0, cap. I, VI y VII. Para quien quiera profundizar el Tract'6tus en todos sus aspectos recomendamos (en el orden en que han apare­ cido) G. E. M. ANSCOMBE: An Introduction to Wittgenstein's Tractatus, London: Hutchinson University Library, 1959; ERIK. STENIUS: Wittgenstein's Tractatus. A critical exposition of its main lines of Thought, Oxford: Blackwell, 1960; MAX BLACK: A Companion to Wittgenstein's Tractatus, lthaca: Cornell Uni. versity Press, 1 964. Las revistas filosóficas anglosajones rebosan todavía de artículos sobre · uno u otro punto del Tracta'tus. [Otros libros: GEORGE PITCHER: The Philosophy of Wittgens­ tein, Englewood Cliffs:, N. J.: Prentice-Hall, 1964; JUSTUS HARTNACK: Wittgenstein og den moderne filosofi, Copenhague: Gyldendal, 1962, trad. inglesa de M. Cranston, Ncw York, Dou­ bleday, 1965, trad. italiana. de A. Marini, Milano: 11 Sag·giatore, 1967; EM:MANUELE RIVERSO: Il pensiero de Ludovico Witt­ genstein, .Napoli: ··1Libreria editrice, S. A. pero 1965 ·; TULLIO DE MAURO: Ludwig Wittgenstein. His place in the development of semantics, Dordrecht: D. Reidel, 1967; Essays n Wittgenstein's Tract11tus, ensayos de diversos autores al cuidado de I. M. Copi y de R. W. Beard, Londres: Routledge & Kegan Paul, 1967]. 1 3 . . ROLAND BARTHES: Essais critiques, Paris: Editions du Sel.iil, 19.64, uL'activité . structuraliste'', pp. 21 3-220 [trad. italiana de L. Lonzi, Torino: Einaudi, 1966, pp. 245-2 50). '



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144

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14. 15.

Ibfdem, p. 2 1 8 (ed. it., p. 249]. Para una profundización de · las Untersuchungen, pero siempre desde el punto de vista introducido por el propio Wittgenstein e insistiendo más sobre cuestiones particulares que sobre problemas de fondo, recomendamos P. F. STRAWSON: nota crLtica en Mind, LXIII, 24911 (enero de 1 9 S 4 ) , pp. 70-99; NORMAN MALCOLM: t(Wittgenstein's Philosophical Inve·stigations", The Philosophical Review, LXIII, 49 ( 3689, octubre de 1 9 54) , pp. 5 3 0- 5 3 9 (reeditado en The Philosophy of Mind, ensayo de varios autores al cuidado de V. C. Chappell, Englewood Cliffs, N. J. : Prentice-Hall lnternational, 1962) ; PAUL FEYERABEND: uWitt­ genstein's l'hilo'So'phical Investigations", The Philosophical Review, LXIV, 39 ( 3719, julio de 1 9 5 5 ) , pp. 449-483 ; y el librito ya mencionado de David Pole. [La bibliografía ya aparecida en inglés sobre el segundo Wittgenstein es inmensa y sigue en pleno des­ arrollo. El tema que más interesó, y pour cause, fue el de la lengua privada, sobre el cual podemos indicar dos obras recientes: C. W. K. MUNDLE: u cPrivate Language' and Wittgenstein's · Kind of Behaviourism", The Philosophical Quarterly, XVI, 629 . (enero de 1 966) , pp. 3 5-46, y MICHAEL A. G. STOCKER, uMemory and the Privat-e Language Argument", pp. 47-5 3 ] . GUSTAV BERGMANN: uThe Glory and the Misery oí Ludwig Wittgenstein.. , en Logic tmd Reality, Madison: The University of Wisconsin Press, 1 9 64, cap. IX, pp. 22 5-241 ; trad. it. en Rivista di filosofia, LII, 49 (octubre de 1961 ) , pp. 387-406. ·

16.





17.

Estos escritos están traducidos al italiano, por lo m-enos en parte: FRANK P. RAMSEY: 1 fondamenti della ma'fem11tica e altri scritti di logica, trad. de E. Belli-Nicoletti y M. Valente, Milanci: Feltrinelli, 1964. En las pp. 284, 306 y 3 0 9 hay interesantes re­ ferencias a Wittgenstein.

18.

VON WRIGHT en la p. 1 6 (edición italiana) y POLE en las pp. 38 y 5 6 n. P. 5 3 9 del original, del cual traduzco (p. 2 6 en la ed. italiana)

19. 20.



Cfr. el relato de este episodio en VON WRIGHT y MALCOLM, pp. 1 S - 1 6 y 9 5 -9 6 respectivamente (ed. it.) .

21 .

Ibídem, p. 96 y nota. En abril de 1 9 6 5 tuve ocasión de hablar con Malcolm sobre las posibles influencias de Sraffa sobre Wittgenstein; él na debe nada y no le interesan: se limita a recordar el episodio del gesto en el tren. 22 . . Ibídem, p. 9 1 .

145

23 .

El' prQpio VON. WRIGHT es aut�r del· ensayo ��Georg C.hristoph Lichtenberg als Philosoph�', ). · Theoria, VIIl ( 1942 . . ·

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24. 25. 26.

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MALCOLM y VON WRIGHT, ed. it., pp. 25-26 y passim.

FEYERABEND: Nota crítica cit., pp. 462-464, con la nota 1 2 en la p. 462. . MALCOLM, ed. it., pp. 55-56, 48; y también pp. 27, 28, 43. Contra Cambridge y los ingleses, v. pp. 26-45-46, 51 y passim. Es extraordinario que los biógrafos de Wittgenstein refieran episodios de esta importancia sin sacarles ningún jugo interpreta­ tivo y .reduciéndolos a meras extravagancias personales.

27.

Milano: Bocea, 19 5 4; la traducción del Tractatus · y de la In­ troducción de Bertrand Russell está precedida de una larguísima uintroducci6n crítica" (pp. 1 1 - 1 3 1 ) y seguida de notas del traduc­ tor (pp. 287-29 8 ) , de un ensayo sobre "El trasfondo lógico del Tractatus" del católico M. Dummett (pp. 303-31 1 ) y de otros materiales.

28 .

Este gracioso episodio está narrado por DALE RIEPE en su reseña de Philosophy and Ordinary Language, antología dirigida por Charles E. Caton (Urbana: University of Illinois Press, 1 9 6 3 ) , aparecida en Science •nd Society, XXIX, 3 '> (verano de 1965, pp. 344-3-46: cfr. p. 3«.

29. 30. 31.

MALCOLM, cit., ed. it., pp. 9 8 y 100. VON WRIGHT, cit, ed. it., p. 23.

CLAUDIO NAPOLEONI: Il pensiero economico del 900, Torino: Einaudi, 1963, pp. 194, 198, 201 y todo el parágrafo dedicado a Sraffa.

32.

VINCENZO VITELLO: Il pensiero econf>mico moderno, Roma: Editori Riuniti, Istituto Gramsci, 1963, v. sobre todo p. 124.

33.

Entre_ las muchas obras dedicadas :al solipsismo lingüístico de Wittgenstein, tal como aparece en el Ttactatus, véanse p. ej., JAAKKO HINTIKKA: ••on Wittgenstein's •solipsism' ", Mind, LXVII, 2 6 f � (enero de 1 9 5 8 ) , pp. 8 8 .9 1 ; DAVID KEYT: •tWitt· genstein's Notion of an Object'', The Philosophical Quarterly, XII, 5 09 (enero de 1 9 6 3 ) , pp. 3-1 S, § 7 [ambos ensayos fueron reeditados entre los Essays on Wittgenstein's Tractatus, cit. nota

12].

34.

146·

En el quinto capitulo del volumen de MAURICE H. DOBB: Economia política e capitalismo (Torino: Boringhieri, trad. de R. Amaduzzi, reeditado en 1960; original inglés: Cambridge 1 9 3 7 ) , capítulo dedicado a la tendencia moderna de la ciencia económica,

hay , páginas esclarecedoras sobre · la construcción y el uso de modelos. También Dobb, . desde fines de . la década del treinta� . es un felkxw del Trinity College. Véase también el parágrafo ctL'uso · dell'astrazione" (pp. ) 1-42) en PAUL S�EZY: La teoria áello svili1-ppo economico, trad. de L. Seriani y C. Napoleoni, To­ rino: BinfltUdJ, 1 9 5 ! ' (el original es de 1942 ) .

35. 36.

PIERO SRAFFA: La produzine di merci a mezio di merci. Pre­ messe a una critica. della teoría economica, Torino: Einaudi, 1960.

JOHN M. KEYNES: �'Robert Malthus�, ahora en Essays in Biography, New York; The Norton Library, 1963 (reeditado a partir de la de 1 9 5 1 ) , pp. 8 1 :-- 1 24, cí. p. 1 1 5 : uMr. Piero Sraffa, from whom nothing is hid''. ·

37 .

Padova: Marsilio Editori. El libro fue la primerísima obra pu­ blicada por los jóvenes editores paduanos de la Marsilio, que se afirmaron posteriormente con importantes colecciones.

38.

KARL MARX y FRIEDRICH ENGELS: Die áeutsche ldeologie, Berlin: Dietz Verlag, 1962, Band III de los Werke de Marx y . Engels, p. 30 (ed. it., Editori Riuniti, 1 9 5 8, p. 27) .

39.

Die áeutsche Ideologie, cit., pp. 28-50 (ed. it., 24-46 ) . Ver es­ pecialmente pp. 3 0-3 1 ( ed. it. 26-27), 3 1 ( 28 ) , 40 ( 3 7 ) , 46 ( 43 ) . Ibidem, respectivamente pp. 82-83 (it. 8 5 ) y 212-213 (223-124). Ibídem, pp. 2 5 5-259 (ed. it. 265-269 ) ; la cita en pp. 257-257 (268 ) . Ibldem, pp. 432 y 432-433 (ed. it. 450 y 450-451 ) . WILHEIM DILTHEY: Plan der Fortsetzung zum Aufbau Jer geschichtlichen Welt, en Gesammelte Schriften, VII Band (Der Aufbau der geschlichtlichen Welt in den Geisteswissenschaften, Leipzig und Berlin: Teubner, 1927; cír. todo el capítulo tercero uDie Kategorien des Lebens" (pp. 228-245) especialmente el parágrafo sobre el significado (pp. 232-236) ; trad. de Pietro Rossi: Critica della ragione storica, Torino: Einaudi, 19 S4, pp. 3 37-340.- Este es el momento de recordar otra sin�ular convergen­

40 . 41 . 42 . 43 .

>

cia. Según la escuela de mitología comparada :fundada por Max Müller ( que fue profesor en Oxford desde 1 868 hasta 1 874 y publicó directamente en inglés desde fines de siglo) , de� bemos servirnos de la comparación lingüística para recoger los mitos como expresion-es espontáneas de la fantasía popular · que personifica las propias reacciones a los fenómenos naturales. Ocurre entonces que los adjetivos aplicados a tales fenómenos se alejan de su significado originario · y son concebidos como nombres de divinidades · personales. La consecuencia sorprenden-

147

te es que la mitología es concebida como enfermedad· del len­ guaje. Pe Wittgenstein puede decirse que, en el inismo ambien­ te, difundi6 !-Jna doctrina de la filosofía como enfermedad del lenguaje: lo que había sido posible cuando se produjo . el re­ chazo de la filosofía especulativa, o sea en cierto sentido pro­ pio con la reducción de la filosofía a mitología (en cuya re­ duc_ción, por supuesto, se petdia justamente el pasaje de la des�ripción a la acción con el cual se concluye, en cambio, la filosofía clásica alemana desde un punto de vista marxista¡ y . en esta ..pérdida" residía una ideología conservadora de otro tipo ) .

44.

"Ein Ansdruck hat nur im Strome des Lebens Bedeutung". Malcolm confiesa no_ haber hallado el aforismo en las obras de Wittgenstein que él conocía, pero que oy6 decir al Maes­ tro que lo había · escrito en alguna parte. Cfr. MALCOLM: c1t, pp. I26-127. Por otra parte, aforismos casi idénticos son muy frecuentes ·en las Unter-suchungen.

45 .

GERSHON WEILER: ..On Fritz Mauthner's Critique of Lan� guage'\ Mind, LXVII, 2 6 59 (enero de 1 9 f 8 ) , pp. 8 0-8 7.

46.

Entre los filósofos de los Estados Unidos en los últimos años hubo cierto interés por la lingüística; la lingüística examinada fue a lo sumo la formalista de un Zelig Harris o la generativa de un Noam Chomsky. Cfr. p. ej. las dos relaciones de RU­ LON WELLS y WILLIAM P. ALSTON (The Journal f Phi­ losophy, LIX, 239 (1962 ) , pp. 697-708 y 709-720) para el simposio "The Relevance of Linguistics to Philosophy.. reali­ zado en Nueva York en el 5 99 Congreso anual de la American Philosophical Association, Eastern Division, en diciembre de 1962 [la cosa se fue reforzando después aunque todavía estamos lejos de una verdadera confluencia de dos aproximaciones, una glo­ tológica y otra lógico-lingüística de procedencia filosófica, al tratar los mismos problemas; véase, entre los últimos libros apa­ recidos, ZENO VENDLER: Linguistics in Philosophy, Ithaca: Cor­ nell University Press, 1 9 67].

47 . 48 .

148

Remito a las obras citadas en la nota 3 5 del primer ensayo.

KARL MARX: Grundrisse der Kritik der politischen Okono;. mie, Berlin: Dietz Verlag,· edición · 1953 (es el Rohentwurf de 1 8 5 7-i 8 5 8, publicado antes por el Marx-Engels-Lcnin-lnstitut de Moscú en 1 939 y 1941 .. p. 390. Y poco antes en la . p. 3 8 5 : ·�un individuo aislado no podría poseer propiedades en la tierra

más de lo que podría hablar. Quizás podría llegar sumir la sustancia como lo hacen los animales") . 4.9.

a

con­

Por orden cronológico pueden verse los ensayos ºSystematically Misleading Expressions", Proceedings of the Aristotelian Society, XXX ( 1 9 3 1 -3 2 ) pp. 1 39-1 7 1 ; "Categories", ibldem, XXXVIII ,, ( 1 9 3 7-3 8 ) , pp. 1 89-206; "Ordinary Language , The Prilosophi­ cal Review, LXII , 2q ( 362Q, abril de 1 9 5 3 ) , pp. 167-1 8 6 ; "The Theory of Meaning", en British Philosophy in the Mid'-Century, editado por C. A. Mace, London: Allen and Unwin, 1 9 57, reedi­ tado en The Importance o/ Language, ed. por Max Black, Engle­ wood Cliffs, N. J.: Prentice-Hall, 1962, pp. 147-169; "Use, Usage and Meaning", Proceedings of the Aristotelian Society, Supplementary Vol. XXX\7 ( 1961 ) , pp. 223-230.

149

IV

TRABAJANDO EN LA HOMOLOGIA DEL PRODUCIR*

J.

Nota preliminar

N E

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momento del ensayo uTecnica e letteratura'1 aparecido en el fascículo de diciembre de Lingua e stile (1, 39, 1 9 66, pp. 3 2 3 - 3 3 8 ) , Guido Guglielmi, pienso que por uno de eso descuidos estilísticos en los que todos pode­ mos caer, casi parece atribuirme alguna� proposiciones que jamás sostuve (ni siquiera indirectamente, o entre líneas) . Son proposiciones que Guglielmi rechaza ; y yo estoy de acuerdo con él rechazarlas. Usando sus mismas palabras (basta sacar un cno' delante de un (puede', o abolir cláusulas equivalentes a �es u11 error que') , podemos formularlas de la manera siguiente : CIERTO

(i) Goldmann había propuesto una rigurosa homología entre la mercadería marxista y el género novelesco (p. 3 2 3 ) ; puede volverse a proponer la hipótesis de una lengua-merca­ derí a ( 3 2 5 ) •

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(ii) La m�rcadería puede invocarse para rendir justicia a la lengua ( 3 2 6 ) . (iii) Un sistema de equivalencias, el mercado, puede ha- . cerse corresponder con un sistema de diferencias, la lengu� (ib. ) . (iv) La dimensión pragmática de la lengua, su relación con la sociedad, se resuelve en las relaciones formales de la "'

[Aparecido en Nuovi Argomenti, N. S., 69, abril-junio de páginas 70-8 3 ] .

1967,

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misma, o sea en las propiedades combinatorias de los signos; es éste el mérito genético (ib.) Además del carácter capcioso de no haber sido nunca sos­ tenidas -por mí, estas cuatro proposiciones también poseen el carácter, mucho más general e importante por inherente a su estructura y a su función cultural, de no prestarse en absoluto a ser sostenidas; se trata en verdad de proposicio­ nes que no resisten un examen siquiera superficial e incluso exhiben contradicciones . internas o falsedades categoriales. Hace muy bien, pues, Guglielmi, en rechazarlas. Por otra parte, ocurre · que esas cuatro proposiciones presentan, aunque remoto, cierto aire de familia (del tipo del de una caricatura en comparación con el original) con otras proposiciones que considero serias e importantes. · La forma más simple para explicar como es posible ese' aire de familia tal vez sea diciendo que se trata de todos modos de relaciones, reales o supuestas, entre la producción habi­ tualmente llamada umaterial", aquélla cuyos productos son objetos como clavos, sillas y automóviles, y la producción linguística, cuyos productos son objetos. como palabras, enunciados y discursos (esta oposición simplifica en este caso una clasificación más compleja, en la cual se tendría en cuenta, eiltre otras cosas, la distinción entre producción síg­ nica verbal y no-verbal) . Que se trate en ambos casos de artefactos, o sea de nproductos del trabajo humano.", se lo demuestra inmediatamente mediante el hecho de que la más mínima de sus · partes ya funciona corno signo de una inter­ vención del hombre. Entra aquí en juego la que, con la fórmula elíptica usada en el tí tulo de esta nota, pie11so sea lícito llamar "la homología del producir": o sea, la homo­ logía entre los principales órdenes de la producción, en este caso entre la material y la lingüística. Ahora bien, como estoy trabajando en tal homología desde hace años, agradez­ co a Guglielmi el haberme señalado la insubsistencia de proposiciones que la representan mal, o Jllejor, que no la representan en absoluto. Más _ aún, en este motnento me 152

parece oportuno asociarme a su obra. Desarrollando ul­ teriormente sus mismas críticas, o críticas parecidas a las su-· yas me encontraré repitiendo ideas que yo expuse en otra parte ;1 por consiguiente trataré de hacerlo en la ·forma más breve posible. Pero tal vez logre incluso mejorar la formu­ lación de una u otra idea o de uno u otro aspecto de la estruc­ tura que las rige. En los parágrafos 29-59 examinaré en orden las cuatro proposiciones. El sexto contiene una pequeña disgresión sobre el método genético. 2.

Mercadería, lengua

y

1iove-la

La primera proposición instituye una relación entre la homología ((mercadería-género novelesco" y la homología umercadería-lengua". Contiene, por consiguiente, desde mi punto de vista, tres errores: esa relación no existe, y ni si­ quiera existen esas dos homologías. La proposición afirma en­ tonces una nada entre dos nadas. De la no existencia de una homología entre mercadería y lengua me ocuparé en el próximo parágrafo·. Veamos aquí los otros dos puntos. La falta de una relación entre las dos homologías (admi­ tiendo por amor al discurso que pueda hablarse de ello) se observa ·considerando la diversidad de los niveles compa­ rados. Sin la lengua no habría enunciados ni conversaciones, sin éstos no habría comunicación lingüística, sin la comu­ nicación no habría actividad literaria y por lo tanto tampoco' novelas, y sin novelas no existiría el género novelesco. Esta última noción pertenece a · la teoría de la li�eratura y de la sociedad, o sea, a dos actividades del más alto nivel. Si Goldmann hubiera instituido una homología entre mercade­ ría y género novelesco, estaría claro que dicha homología debería referirse a la circulación de las novelas como produc­ tos de gran complejidad. Pero tampoco en ese caso la hipó­ tesis de una lengua-mercadería tendría alguna relación con 1.53

ella. :El .que la propusiera no se limitaria· · a . retomar· un· . temá de Goldmann, porque habría transportado la homología · del nivel más alto al nivel de partida, que es el de los instrumen­ tos primarios con ·1os que todos los otros niveles se constru­ yen. Ocurre que la homología entre "la mercadería marxista" y '.'el género novelesco'> no tiene sentido, y a Goldmann nunca se le ocurrió proponerla en esos términos. La homo­ logia no tiene sentido porque la mercadería es la célula del mercado y como tal pertenece � un orden muy diferente del género novelesco. Es agraviar la inteligencia de Goldmann suponer que él haya propuesto una homología entre obje­ tos tan dispares. Lo que Goldmann hizo, en cambio, fue es­ tudiar de qué manera la vida cotidiana de la sociedad in.di­ vidualista nacida de la producción para el mercado es trans­ portada al plano literario. Cuando se hallan relaciones signifi­ cativas, o aún mejor, homologías verdaderas y propias (como precisamente sostiene Goldmann) , entre las estruct1,rar de la vida económica y ciertas manifestaciones literarias como la novela de personajes, tales · relaciones pueden servir para aclarar el carácter social de la obra, para individualizar al autor colectivo en un grupo social del que el escritor indivi. dual no es más que el portavoz, y para demostrar que justamente las estructuras de ese grupo social · (y no las de la psiquis individual del es.critor) son- las que se reflejan en .la estructura de la obra. Esta direcci6n de trabajo me pa­ rece inteligible, seria e importante. Por discutibles que pue­ dan ser los resultados a los que llegue una sociología de la literatura planteada de esta manera, es evidente que algunas r�acciones negativas provocadas por la misma en Italia s6lo se deben a persistentes residuos neo-ideali.stas. 3.

Mercadería, lengua, mercado

y

capital

. Invocar la mercadería para justificar la lengua es absurdo. La mercadería, en efecto, es un objeto aislado que pertenece

a . - un · sistema ; ·mientras que :la lengúa, entre otras · cósas� . · es ella misma un sistema. contraponer la mercadería a la lengua significa descuidar el carácter colectivo del término "lengua" y cometer un error de categoría. Pero el que se obstinara a colocar la mercadería en el mismo plano que la lengua podría sostener tal vez que también de much�si� mas discusiones actuales sobre el · lenguaje en el ártibito de . varias disciplinas, r�sultarán encuadrables en una estruc­ tur:a de nociones más ainplia, que las · englobe . y justifique. Para llegar al . trabajo también en el campo del lenguaje y para poder considerar a los objetos lingüísticos como ar­ tefactos, es necesario recurrir al pensamiento clásico alemán y . a su vuelco en praxis. Fueron en efecto Hegel y Marx lós primeros que hablaron conjuntamente de lenguaje y de tr.abajo, que intuyeron la posibilidad de estudiar un.o por · medio del otro; y de ellos nos vienen los instrumentos con­ ceptuales aptos para desarrollar tal posibilidad y expresar todas sus implicaciones. A su vera podemos sostener no sola­ mente que la homología entre producción material y pro­ ducción lingüística no resulta de ningún modo forzada, sino incluso que resulte forzado rechazarla: porque rechazándo­ la, los procesos operativos que estaría en condiciones de aclarar también en el campo de la producción lingüística re­ sultan inutilizados y falsificados al querer forzárselos dentro de casillas preconstituidas y en función de intereses solamen­ te especializados o pertenecientes a otras ideologías. La exigencia de una · aproximación también ''homológica" al lenguaJe fue " advertida por aquellos atentos estudiosos del habla que son los llamados filósofos analíticos o lingüís­ ticos de la escuela ''de Oxford y Cambridge" (Wittgenstein, Moore, RyJe, Wisdom, Austin ; y el nutrido escuadrón de sus discípulos en las dos márgenes del Atlántico) . La misma no­ ción de fondo de muchas de esas investigaciones, la noción de u.so del lenguaje, llevaba espontáneamente a considerar tam­ bién el uso de objetos no linguísticos. Durante el tercer ensayo vimos que el más grande inspirador de las investigacio­ n.es efectuadas por esa escuela en la última post-guerra, \Vitt­ genstein,_ debe ser al mismo · tiempo aceptado por lo que ofrece y rechazado por lo que queda fuera de sus teorías; lo que también puede querer decir que es posible aceptarlo 182

�t�t$ente,·. pero.: a _ .condic.ión d·e: enc·l:la&ar · su:s. · e:nse�anzas . en · Un . marco mucho . más . vasto·, ·.· al cual . dichas erise.narizas r�miten necesariamente, · pero del cual hay en él solo �scasísi­ mas huellas.. El prejuicio empírico-mercantilista inherente a toda la aproximación al lenguaje de la escuela de Oxford y Cambridge hizo que esos filósofos se detuvieran siempre, diría inevitablemente, precisamente en el umbral · del uso. La reivindicación del uso del lenguaje se reveló bastante . útil en la crítica de conceptos previos del significado, con­ ceptos que (según la analogía empleada) no vacilaría . en llamar fisiocráticos. Pero del uso no nos hemos remontado al trabajo. Los filósofos en ct.1estión se limitaron a ver c6mo se usaba el artefacto; nttnca se propusieron reconstruir de · qué manera fuera producido filogenéticamente y cómo fue reproducido ontogenéticamente. La producci6n lingüística como prqceso social global y el caráct�r antropogénico del lenguaje y del trabajo permanecieron extraños a sus intere�: ses; de modo que su misma atención por el proceso indivi­ dual del aprendizaje si�ió estando privada de su trasfondo necesario. De aquí o relacionado con ello, su persistente, ab­ surda defensa de un estudio del len guaje aue fuera solamen­ te lógico-lingüístico en un sentido filosófico residual, rigu­ rosamente independiente de los desarrollos de las ciencias del hombre, ignorante y sospechoso de todo lo que tuviese sabor a economía, sociología, psicología, arQueología; ade­ más del increíble separatismo, a veces también denunciado (pero en forma apenas insinuada) aunque nunca remediado . mediante un serio trabajo interdisciplinario, que les permi- · tió actuar durante décadas en la ignorancia sistemática de los formidables desarrollos de la glotología en este siglo (la cual, quede claro, les pagó exactamente en la misma mone­ da) . Pero de aquí también, por esa precisión y esa honestidad. analítica que a menudo acompañan al empobrecimiento de los intereses, el excepcional valor de muchos de sus análisis particulares: un: valor todavía insospechado en los Paises que no hablan inglés y por parte de esos mismos sociólogos, psi-

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cólogos y glotólogos ·· (comprendidos los de lengua inglesa, por lo menos hasta hace poquísimos años) que cometieron un . grave error al despreocuparse . El error técnico de los analistas, como se decía en la nota preliminar, fue el de partir siempre de una confrontación entre utensilios y palabras, We use a word much as we use a tool.1º Pero nada de eso. Usamos un utensilio como totali­ dad compuesta por partes que no nos interesan: así como usamos un enunciado, es decir una frase como totalidad que expresa un sentido acabado, sin preocuparnos en absoluto de . las partes que lo componen. Palabras aisladas no usamos casi nunca: aun cuando, pero en otro sentido, las usemos para construir enunciados. Pero esto lo decimos de1S1pués, alcan­ zada la madurez, cuando nos ponemos a reflexionar sobre lo que hacemos cuando ya · hablamos; la totalidad que a menudo encontramos ya lista para el uso es el enunciado o el uten­ silio. Enseñar a una niña que ese objeto, indicado ostensible­ mente, se llama 'muñeca', significa transmitir las proposi­ ciones uesa es una muñeca" o 'teso se llama muñeca", o sea prepararla para servirse de los respectivos enunciados 'esa es una muñeca' o 'eso se llama muñeca'. También cuando se transmite al niño el uso de palabras aisladas, por cierto que no es comó palabras que son captadas, si por tpalabras' entendemos cualquiera de las cosas que entienden- los glo­ tólogos. Lo que aquí puede inducir a error es que el niño aprende primero la producción de palabras aisladas y sola­ mente a continuación, alrededor de los dieciocho meses, co­ mienza a enunciar efectivamente las primeras proposiciones de manera lingüísticamente reconocible. Podríamos decir que el niño aprende poco a poco toda la dialéctica entre . palabras y enunciados tal como es practicada en la lengua en que se produce su formación lingüística ; y que precisa­ mente por esto las unidades que se le presentarán listas para usar, como resultados obtenidos aplicando reglas que tam­ bién le son transmitidas, o sea manifestando su fuerza ope­ rativa lingüística según esquema predispuestos, son precisa-

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mente· los enuncia�os -:-por lo menos en una enorme mayor­ rÍ'a d'e esos casos que a los filósofos analíticos les gusta exami... . 1 ,, , " tt 1 nar como comunes , ((· cot1'd'ianos , co oqu1a es etc. Como veremos mejor en el esquema homológico, las pala­ bras son pues homólogas a las partes constitutivas de . un utensilio. · Al considerarlas homólogas a los utensilios, los filósofos analíticos desde el comienzo bloquearon un cami­ no que habría podido resultar bastante fecundo. Estaba claro que no sólo los utensilios sino también las palabras se usan; pero pronto comenzaban a presentarse diferencias que ha­ cían imposible la continuación de la reconstrucción homo­ lógica. De esta manera los dos campos, ni bien se tocaron precariamente, volvieron a rechazarse y a alejarse el uno del otro. Sin embargo, el error era similar al del que comparara el uso de una olla con el uso del simple mango de un martillo, o el uso de una carretilla con el uso de una rueda en cuanto tal. Se trata de un -error peculiar, bien motivado y sumamen­ te instructivo. En su determinación juegan , en ·efecto·, la concentración de la atención en su uso en la medida en que · incluye mal al trabajo, y excluye por lo tanto la considera­ ción independiente y frontal del trabajo mismo. Yo diría que ·con esto se expresa el deseo de no extender la mirada a los procesos de la producción, lo que impondría una destruc­ ción de barreras interdisciplinarias y por consiguiente una renuncia al privilegio intelectual. A lo cual se acompaña muy bien una actitud de sospecha, cuando no de abierta ne­ gación, en relación con la dialéctica como estudio .de la for­ mación y de la representació1i de las totalidades. El examen presentado en este ensayo quiere compleme11tar sobre todo las cada vez más frecuentes y :fructuosas apli- . caciones de la glotología en otros campos. Podría indicar ese complemento con la fórmula siguiente: Hay que estudia'r tt

,

,

.

el lenguaje también con i1istrumentos no glotológicos, en otras palabras, entran.;do en él poco a poco desde afuera antes que saltar inmediatamente dentro del mismo, y conside-

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r�rlo. solamente por:si mi����: Asi:»como . se habla· d�. negaciones deic;rmi11adas; también · puede · hablarse de extensiones deter· minadas: la extensión que propongo aquí está determinada sobre todo .por la existencia · de una ciencia del lenguaje que . ya ha asumido las f�nciones .de ciencia-pil9to en el campo de las ciencias del hombre que se están -renovando� · .

4.

El carácter artifieúll áel esquema y la noci6n de trtlbajo

La exhibición de la homología del producir se hace ponien­ d� en dos columnas verticales la producción lingüística y 1.a material, y cortando horizontalmente las columnas a ni­ veles que se corresponden. Tales niveles se subsiguen por lo tanto de manera solamente unidireccional, van de lo ·más simple porque menos trabajados, a lo más complejo ·p orque más trabajados. De la cantidad y de la complicación de las elaboraciones surgen diferencias también cualitativas; lo que equivale a decir que despedazar los productos de un nivel dado en sus partes constitutivas implica la destrucción de esos productos. Este tipo de disposición da lugar a metá­ foras como «de nivel más alto', o «más bajo', tsuperior' o