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Spanish; Castilian Pages 224 [225] Year 2006
ENFERMERÍA FACULTATIVA Reflexiones Filosófico-Éticas
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CECILIO ESEVERRI CHAVERRI
ENFERMERÍA FACULTATIVA Reflexiones Filosófico-Éticas
Madrid - Buenos Aires - México
© 2006 Cecilio Eseverri Chaverri [email protected] Dibujos interiores: Antonio Marset Boza Dibujo portada: Víctor Martín Martínez Ediciones Díaz de Santos, S. A. E-mail: [email protected] Internet://http:www.diazdesantos.es/ediciones ISBN: 84-7978-777-5 Depósito legal: M. 32.473-2006 Reservados todos los derechos. Queda totalmente prohibido la reproducción total o parcial de este libro por cualquier procedimiento electrónico o mecánico, influyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier sistema de almacenamiento o recuperación de información, sin permiso escrito del autor o de las instituciones consideradas representativas legales del mismo. Fotocomposición: wgw.Comunicación y Diseño, S. L. Impresión: Fernández Ciudad, S. L. Encuadernación: Rústica-Hilo, S. L. Impreso en España-Printed in Spain.
“Las funciones de Enfermería, son: La dirección, evaluación y prestación de los cuidados de Enfermería orientados a la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud, así como a la prevención de enfermedades y discapacidades”. BOE. Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, LOPS. 2003.
“Lo que necesitamos es cosechar las aplicaciones prácticas de todas las escuelas filosóficas para planear la forma de salir de nuevo a la superficie”. “Terapias, terapias por todas partes, y ni pensar en pensar”. Lou MARINOFF En Más Platón y menos Prozac
Introducción
La ética en la hospitalidad, en la enfermería, no es de hoy, es de siempre. La conocemos practicada profusamente en la Biblia, en la Odisea e Iliada, en el Corán con el rito del fuego encendido y del fuego apagado. Se trata de destacar la figura del anfitrión y la figura del huésped, del viajero o del desconocido. Ritual descrito y practicado, también, por la mayor parte de los pensadores y grandes filósofos de la humanidad. En este campo actualmente encontramos la ética de la hospitalidad en los derechos y deberes incluidos en las leyes, en los valores humanos. Enfermería es hoy, como siempre, el paradigma del anfitrión que acoge al huésped: al desconocido, al distinto, al enfermo. Y les deberemos dar a los necesitados de salud regalos pertinentes: atenciones, apoyo, comprensión, práxis, ética hospitalaria. Esto es, virtudes de la vida civilizada. Humanizada. Todos somos viajeros, huéspedes distintos en este mundo. Todos necesitamos de un anfitrión, de un ábba, de alguien generoso y bueno que nos acoja con paz y bien. Hoy la ética tal vez se palpa y se vive como algo, ente, ser, que se introyecta en todas las profesiones y en todas las formas y maneras de actuar, de vivir las personas. Pero este actuar, este vivir, se ha de notar, se ha de apreciar, se ha de ver plasmado en lo que cada uno hace. En lo que sentimos. Por tanto, no se ha de reducir a lo privado. Si nuestra ética se redujera a algo privado no generaría cultura ni profesionalidad.
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Enfermería facultativa, reflexiones filosófico-éticas, está ahora entre tus manos para que intentes pensar. Pensar en la filosofía, en lo que nos aportaron los grandes filósofos –aunque no estén aquí presentes mas que unos pocos–. Pensar en nuestra historia profesional. Pensar es lo que hacemos, o no hacemos, en nuestro actuar enfermero. Pensar, meditar, reflexionar, algo siempre muy humano, muy de relación de ayuda, muy propio de enfermería. Porque ahora nos toca pensar en la cultura, filosofía, ética hospitalaria, de la asistencia y cuidados enfermeros. C.E.CH.
Índice
Introducción ....................................................................................
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PARTE I: FILOSOFÍA DE ENFERMERÍA: PRINCIPIOS ÉTICOS 1. Estética y ética enfermera ............................................................ 2. Ética, razón y felicidad enfermera .............................................. 3. Enfermería, ética y donaire.......................................................... 4. Enfermería y naturalismo ético.................................................... 5. Enfermería y la ética estoica........................................................ 6. Enfermería en la ética medieval cristiana .................................... 7. Ética enfermera en el siglo XVI .................................................... 8. El método en la ética enfermera .................................................. 9. Enfermería y ética kantiana ........................................................ 10. El arte de la enfermería hegeliana .............................................. 11. Existencialismo y enfermería ...................................................... 12. Antropología y ética enfermera.................................................... 13. Ética enfermera, investigación y desarrollo ................................ 14. Metafísica y enfermería .............................................................. 15. Bioética y enfermería .................................................................. 16. Bioética enfermera: libertad y conducta ......................................
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17. Bioética y calidad enfermera ...................................................... 18. Enfermería y buen criterio .......................................................... 19. Ética enfermera: tragedia, lucha .................................................. 20. Ética enfermera: inteligencia sentiente ........................................ 21. Ética de la enfermería raciovitalista ............................................ 22. Ética de la enfermería antropológica .......................................... 23. Ética enfermera: ser y conducta .................................................. 24. Ética enfermera para el mundo personal .................................... 25. Enfermería, ética y política ........................................................ 26. Ética enfermera: primum non nocere .......................................... 27. Ética enfermera: felicidad, buenos sentimientos ........................ 28. Ética enfermera: educar para la vida .......................................... 29. Enfermería: sabios morales ........................................................ 30. Ética enfermera. Análisis bibliográfico ...................................... 31. Enfermería: liderazgo y ética ...................................................... 32. Enfermería, salud mental y ética ................................................ 33. Enfermería, Alzheimer y ética .................................................... 34. Enfermería, drogas y ética .......................................................... 35. Enfermería, ética y educación sexual .......................................... 36. Enfermería, ética y los niños ...................................................... 37. Enfermería, ética y los ancianos .................................................. 38. Valores humanos y ética en enfermería ...................................... 39. Enfermería, ética y aborto .......................................................... 40. Enfermería, ética, embriología y clonación humana .................. 41. Enfermería y predeterminación del sexo .................................... 42. Enfermería ante el final de la vida .............................................. 43. Eutanasia y enfermería (morir con dignidad) .............................. 44. Enfermería ante la muerte............................................................ 45. La sociedad actual ante la muerte .............................................. 46. Enfermería, ética y trabajo en equipo ........................................
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PARTE II ENFERMERÍA, ÉTICA DE SIEMPRE, PARA SIEMPRE 47. Relación de ayuda ........................................................................ 145 48. Estética asistencial con el enfermo .............................................. 153 49. Bioética enfermera ...................................................................... 165
INDICE
XIII
50. ¿Quién cuida a los cuidadores?.................................................... 177
PARTE III HOSPITALIDAD COMO ÉTICA ENFERMERA 51. Espiritualidad y cuidados ............................................................ 189 Bibliografía........................................................................................ 203
PARTE I Filosofía de enfermería: principios éticos
1 Estética y ética enfermera
No sabemos, ignoramos, si corren buenos tiempos para la reflexión ética, deontológica, pero opinamos que no son peores que otros anteriores. No se trata de los tiempos, sino de nosotros. Los hombres, las personas, los profesionales, enfermería, podemos inclinarnos por multitud de teorías filosóficas, estéticas, éticas, morales. Nosotros, los profesionales de enfermería, en estos planteamientos que seguiremos aportando, nos centraremos en una moción por la moralidad, en una moción por la felicidad como bien social, primeros filósofos griegos y romanos, y por la ética de la virtud según el Estagirita. O, en el devenir de los tiempos, el imperativo categórico kantiano como el autorrespeto y el amor al prójimo, razón práctica, precisa Blas Matamoro citando a John Rawls, porque «la razón, nada pura ni virtuosa, tiene sus motivos y persigue intereses». «La razón práctica, retoma Matamoro, es una razón del hecho, del quehacer, intuitiva y sentimental, empírica, libre por espontánea, que quiere la felicidad de todos porque está en todos y atiende a las verdaderas necesidades humanas». (John Rawls, Lecciones sobre historia de la filosofía moral. Ed. Paydos. Barcelona, 2002). *
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A la ética le precede la estética. No es posible, es imposible, que creamos actuar éticamente cuando la operatividad, las relaciones humanas y
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técnicas profesionales resultan desagradables a la vista, al buen trato, al mejor gusto, al confort, incluso. Lo antiestético es antiético. La calidad es el parámetro de lo estético y, por tanto, de lo ético. Pero la calidad ha de ser sometida a control, hablemos de control de calidad. Para dar calidad necesitamos recursos humanos, técnicos y ambientales. La calidad demanda, también, adquirir buenas costumbres. Aristóteles en su filosofía nos dice que «los hábitos se consiguen por repetición de actos. De ahí la importancia de repetir actos buenos». La calidad es la bondad y viceversa. La calidad es el fruto de la bondad. Y nos preguntamos o nos preguntan para que respondamos qué es eso de la calidad y de su control. Muchas definiciones tendríamos o podríamos enunciar aquí. Estos conceptos son como los diamantes, con muchas facetas. Con, a veces, distintos significados. Tendríamos que aceptar, en primer lugar, que los conceptos de calidad y de control son eso: diamantes, como diamantes. Y que, por tanto, en sí mismos encierran mucho valor. Pero los diamantes son, también, cortantes. Tienen capacidad de grabar y de cortar. Por esto hay que trabajar estos elementos con cuidado, con respeto, con seguridad. La calidad tendremos que buscarla siempre en cada una de nuestras obras emprendidas. La sociedad no puede permitirse conseguir u ofertar productos mal acabados, resultados sospechosos de contener baja calidad. Estos son los caminos que nos hemos de marcar: calidad, bondad, estética, ética. Ahí, aquí, está el reto. El lema podría ser este: ¡Enfermería es calidad! Por tanto, estética, ética, buen gusto. Este será nuestro término medio, siguiendo la Carta a Nicómaco de Aristóteles.
2 Ética, razón y felicidad enfermera
Enfermería ha ido siempre de la mano de ética. Desde los más remotos tiempos. Porque parten, porque sus respectivos principios filosóficos, aspiran a conseguir el mismo fin: la felicidad. Nos lo ratifica, desde la filosofía romana, el mismo Séneca al inicio de su obra sobre La Felicidad dice: «Todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felices». Clara resonancia con el comienzo de la metafísica de Aristóteles. Fue Aristóteles, precisamente, quien reestructuró académicamente la ética. Él es quien en su Moral a Nicómaco dio forma y contenido científico a su teoría del bien y de la felicidad. Son estos los contenidos que persigue, en su pensar y en su hacer, la antigua y moderna enfermería: bienfelicidad. Esta es la filosofía de siempre. Y Séneca precisa: «el sumo bien es un alma que desprecia las cosas azarosas y se complace en la virtud». Por tanto, el fin supremo del hombre es la virtud, la felicidad. El Estagirita, hijo del médico Nicómaco, discípulo de Platón, se plantea que: «el bien en cada género de cosas es el fin en vista del cual se hace todo lo demás. La actividad, regida por la virtud, es la más alta condición de la felicidad del hombre. La felicidad no es un efecto del azar. La felicidad hay que buscarla, hay que conseguirla, es el resultado de nuestros esfuerzos». Y nos precisa categóricamente: «la virtud es la verdadera felicidad». Por esto, nos aporta y recuerda el cordobés Séneca, hijo de Séneca el Retórico: «es feliz el que tiene un juicio recto».
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Por cuanto antecede y más que podríamos añadir, Aristóteles se cuestiona y desarrolla académicamente la teoría de la virtud. Y nos aporta y enseña que «un tratado de moral no debe ser una pura teoría, sino ante todo un tratado práctico». Por esto nos habla de la dificultad de ser virtuosos y nos da doctrina práctica para alcanzar la virtud. Son muchas las virtudes que hemos de conseguir para llegar a ser felices. Virtudes que, puestas en práctica por los profesionales de enfermería, conseguida la felicidad por cada uno de los profesionales enfermeros, hará que transmitamos estos bienes a nuestros atendidos. Todo es y resultará como un reto y un triunfo profesional, humano, nuestro. *
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Actualmente, ya metidos en la posmodernidad, ya ciudadanos del siglo parece que suena a raro, a extraño, a trasnochado, a caduco, hablar, tratar de la virtud, de las virtudes. Pero esto es lo que tenemos que cuestionarnos cuando nos movemos en el campo de la filosofía, de la ética: que para ser felices antes tendremos que lograr ser virtuosos. Lo dice Aristóteles, lo precisan Séneca y Kant, lo ratifica el sentido común. La filosofía antigua es la filosofía de hoy. Es y será la filosofía de siempre. Esta es la filosofía, la verdad de Aristóteles, la verdad de todos los filósofos y de todos los tiempos: el arte, la ciencia, la prudencia, la sabiduría y la inteligencia. La virtud y la felicidad. XXI,
Y precisamos, con el psiquiatra Carlos Castilla del Pino en su último libro Casa del Olivo, 2004: «el primer deber del hombre es tratar de ser feliz y eso supone todo un aprendizaje».
3 Enfermería: ética y donaire
De entre las muchas virtudes o cualidades que Aristóteles precisa en su ética como imprescindibles para lograr el bien-felicidad destacamos el valor, la liberalidad, la magnificencia, la mansedumbre, el espíritu sociable, la veracidad, el pudor, la justicia, la equidad, la estética, el donaire en el decir y en el hacer. Enfermería vive y ejercita en su trabajo diario todas estas cualidades y otras muchas más. Son temas importantes, necesarios, en nuestro pensar y en nuestro hacer. El donaire, el buen humor, agudeza mental y relacional, gallardía, garbo, salero, gracia, soltura, buen tono, es algo, mucho, que ha de acompañar y distinguir a los profesionales de enfermería. En el campo sanitario no hay, no debería haber, espacios para la tristeza. «La persona de buen tono, precisa Aristóteles, sabe guardar un justo medio entre el bufón que solo se propone hacer reir, y la persona de humor áspero, que de nada se ríe». Y nos habla de la gracia de buen género, de las reglas por las que se rige siempre la persona bien educada. Son pocos los filósofos, son muy pocos los profesionales enfermeros, no hay ninguna Escuela Universitaria de Enfermería, que se hayan cuestionado crear una asignatura, que hayan formulado o propuesto desarrollar algún seminario o taller profesional centrando sus
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contenidos en la estética y en el donaire-buen humor-buen tono*. La enfermería de cada día no es tema para tomarlo a broma, se nos puede decir. Y es verdad, no preconizamos que nuestra profesión resulte algo devaluada, falta de sentido, con sensación de ridículo. Nuestra acción profesional tiene valor moral, ciertamente. Esto es un deber. Nosotros, desde enfermería, preconizamos los contenidos, todos, de la filosofía nicómaca. Por tanto, de entre todas las cualidades o virtudes, también la del donaire. Donaire, es decir, dar. Discreción y gracia en lo que se dice y en lo que se hace. Algo gracioso y agudo. Gallardía, gentileza, soltura, nos precisa el Diccionario de la R.A.E. La vida profesional sanitaria con sentido, con estilo alegre, optimista, estimulador, de buen tono y gracia. En algunos hospitales, pocos, especialmente en áreas para niños, han comenzado a aceptarse los Payasos Voluntarios o los Voluntarios Payasos. Es una faceta nueva de la oferta asistencial que debería ser respaldada, propuesta y apoyada, por Enfermería. El donaire, el humor, también sanan y/o refuerzan la terapia sanadora. Un ejemplo nuestro, claro y reciente. En Enfermería Actualidad, noviembre de 2.000, pág. 20, podemos leer: «Una joven con parálisis cerebral mejora gracias a Bertín Osborne». Humor, simpatía, música distendida. ¡Buen medicamento! ¡Buena terapia curativa! La capacidad de curar tal vez corresponda a los profesionales sanitarios, el don de sanar es patrimonio humano universal. En la misma línea encontramos en la revista Época, nº 987, del 16 al 22 de enero de 2004, pág. 56-59, el artículo Risoterapia, curarse a carcajadas, de Eva Reuss.
*Después de escrito lo que antecede, precisamos que en Cursos de Humanidades Contemporáneas, La enfermería en la cultura contemporánea, Universidad Autónoma, Madrid, E.U. de Enfermería La Paz, Departamento de Psicología Básica, se han dictado, 21, 04, 05, los temas: La dramaturgia de los cuidados y El humor, una forma de cuidado. La enfermería en escena.
4 Enfermería y naturalismo ético
Enfermería, por fuerza y razón de su larga historia profesional y humana, ha sido y está siendo influenciada por multitud de ideas, de filosofías, de sentimientos éticos y morales. Muchas de estas influencias provienen de la más antigua filosofía y, con fuertes trazos, perduran hoy, metidos en el siglo XXI. No ya las enseñanzas de la Academia platónica o del Liceo aristotélico, sino, también, del epicureísmo o Escuela del Jardín, 341-270, o de la Escuela Estoica o del Pórtico, de Zenón de Citium, 335-263, hasta la posmodernidad. Epicúreo de Samos se separa un tanto del concepto ético aristotélico sobre la felicidad o eudaimonía, la vida feliz, buena. Y preconiza la ética hedonista, búsqueda de la felicidad entendida como placer, satisfacción sensible. En cierta manera, placer sensual e inmediato, hedoné. Pero lo cierto es que encerraba en su filosofía un significado más maduro de lo que se ha venido interpretando a lo largo de los siglos. Aspira a lo que proporciona mayor placer y menor dolor, sentido actual de la asistencia a los enfermos. Y se cuestiona que son dos las condiciones que hacen posible la verdadera sabiduría y la auténtica felicidad: el placer y el entendimiento calculador para saber y lograr el adecuado placer a lo largo de la vida. Y todo sin temor a la muerte. En su Carta a Meneceo nos dice a todos, por tanto a los profesionales de enfermería: «que ninguno por ser joven vacile en filosofar, ni por llegar a la vejez se canse de filosofar». Así que «deben filosofar tanto el joven como el viejo».
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A los profesionales de enfermería parece que nos dice: «es preciso que nos ejercitemos en aquello que produce felicidad». Y esto, ciertamente, en el aspecto personal como aspiración a lograr en nuestro trabajo profesional. «El placer es el principio y consumación de la vida feliz. Todo placer, por tener naturaleza innata, es bueno, pero, sin duda, no todos son dignos de ser escogidos. Conviene juzgar todas estas cosas con una justa medida a la vista de lo útil y lo inútil. Conociendo bien estas clases de deseos es posible referir toda elección a la salud del cuerpo y a la sanidad del alma, porque en ello consiste la vida feliz. Cuando decimos que el placer es el objetivo final, no nos referimos a los placeres de los vicios, como creen algunos o interpretan mal nuestra doctrina, sino al no sufrir dolor en el cuerpo ni estar perturbado en el alma». Esta doctrina epicúrea está hoy vigente en nuestra sociedad y, ciertamente, es aplicable a nuestro saber y entender profesional y aun humanopersonal. Nos dice Adela Cortina: «Epicúreo se distancia de un cierto hedonismo ingenuo para proponer como ideal de felicidad el goce moderado y sosegado de los placeres naturales, vinculados a las verdaderas necesidades del cuerpo y del alma». Esto es o resulta nuestro naturalismo de la ética enfermera. A veces, durante muchísimos años, se ha criticado y minusvalorado todo cuanto nos aportan las filosofías y los contenidos del naturalismo, del estoicismo. Porque lo entendíamos e interpretábamos con un sentido biologista, naturalista, vitalista. Pero, incluso, a estos conceptos precedentes podemos conseguir darles un contenido positivo, realista, provechoso para nosotros como personas individuales y para la atención de cuantos estamos obligados a cuidar-sanar desde enfermería.
5 Enfermería y la ética estoica
La escuela filosófica del Pórtico, stoa, de alcance greco-romano, es posterior a la academia aristotélica y contemporánea a la doctrina de Epicuro. El fundador de la escuela estoica fue Zenón de Citium, 335-263. Pero la verdadera animación de la misma se debe a Crísipo. Resulta ya una filosofía decadente. Combate tanto a Aristóteles como a Epicuro. Entre sus seguidores encontramos a Epicteto, del área griega y, posteriormente, a Cicerón, Séneca y Marco Aurelio, emperador, de influencia romana. Para los estoicos sólo existe la materia, lo que impresiona a los sentidos, lejos, por tanto, de las ideas del Liceo como de la Carta a Meneceo, de Epicuro. Aun así, Epicteto cita repetidas veces y favorablemente a Sócrates, a quien recomienda imitemos. Su ideal es la figura del sabio, que sólo hace lo que le ordena la razón, que vive como le exige la naturaleza. Dominan sus afectos, soportan el sufrimiento y el dolor con resignación estoica. Lo suyo es la apatía, ataraxia. La felicidad y la virtud son para los estoicos de Crísipo la conformidad. Son partidarios del derecho natural y de la libre ciudadanía mundial. Para los estoicos la razón recta es la virtud. Mantienen la idea ética del deber como algo propio suyo y exigen la libertad de la voluntad. Algo que en cierta manera se contradice. Epicteto no se pregunta por cuál es su país, sino que declara: «soy ciu-
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dadano del mundo. La principal y más importante de todas las cosas, la más universal, es el sistema compuesto por los hombres y dios», precisa. Y añade: «Mostradme un estoico, si tenéis alguno... Mostradme un hombre enfermo y feliz, en peligro y feliz, moribundo y feliz, exiliado y feliz, despreciado y feliz». Lucio Anneo Séneca, 4 a. C.-65 d. C., cordobés, hijo de Séneca el retórico, nos precisa: «todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felices». Y nos encuadra las claves antropológicas que sirven para la ética, las normas de moralidad, de la felicidad verdadera: «busquemos algo bueno, no en apariencia, sino sólido y duradero». La virtud, según él, como definición del sumo bien. También nos recuerda la libertad del sabio, del placer y felicidad: «es feliz el que tiene un juicio recto. El placer sobreviene, incluso, a la vida más infame... La virtud no admite una mala vida. La naturaleza es quien tiene que guiarnos, la razón la observa y consulta. La verdadera razón está inserta en los sentidos y toma allí su punto de partida. Yo niego que nadie pueda vivir agradablemente si no vive también a la vez virtuosamente». Y termina con un axioma, con un grito auténticamente estoico: «obedecer a dios es libertad». Enfermería tiene mucho que aprender de todo esto: libertad, virtud, esfuerzo, deber, sacrificio, sabiduría, humanización, naturaleza... Julián Marías nos dice que esta filosofía es «una doctrina para tiempos duros, una moral de aguante. Soporta y renuncia: difícilmente se podrá encontrar una fórmula mejor de moral de mínimos para tiempos procelosos... Claro que hay una posibilidad distinta: la de una moral de máximos, capaz de superar la situación apoyándonos en un Dios salvador». Y todo desechando siempre la apatía, la ataraxia.
6 Enfermería en la ética medieval cristiana
Siguiendo el proceso histórico de la ética, tras los grandes filósofos clásicos nos encontramos con la ética cristiana. Seamos creyentes o no, esta es una realidad que resulta imposible soslayar. «El cristianismo no es una filosofía. Es una religión», precisa José Rubén Sanabria. «Con todo, prosigue Sanabria, influyó grandemente en la cultura oriental y occidental y, por lo mismo, en la filosofía, hubo una transmutación de los valores éticos». El Dios cristiano difiere en mucho de los dioses clásicos grecolatinos e, incluso, en buena parte, de la cultura hebrea. El Dios cristiano se nos presenta, es, trascendente, creador y providente. El hombre es creado por Dios, como en los filósofos antiguos, pero aquí no queda la humanidad perdida en el mundo. Desde su origen son elevados los humanos al orden sobrenatural. Aquí también, y con mayor intensidad, la filosofía cristiana tiende a la felicidad, de la que nos hablaba Aristóteles. También el cristiano retoma las virtudes de las que nos documentaba el estagirita. Pero ahora estas virtudes están orientadas hacia el Absoluto. Pasan de ser virtudes éticas a resultar teologales: fe, esperanza y amor. Pero, también, virtudes capitales o cardinales: «prudencia, fortaleza, veracidad, tolerancia y justicia general o legal, distributiva y conmutativa», Sanabria.
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ENFERMERÍA EN LA ÉTICA MEDIEVAL CRISTIANA
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Enfermería puede profundizar y enriquecerse más con estos temas. La ética medieval cristiana está marcada o encuadrada, para Adela Cortina y Emilio Martínez, por Agustín de Tagaste, quien nos precisa que la vida feliz se centra en el «encuentro amoroso con el Dios-Padre». «Para Agustín hay moral porque necesitamos encontrar el camino de regreso a nuestra casa original», dice Adela Cortina. Y apoya Adela Cortina esta moral en la obra que nos legó Jesucristo: «amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo». Regla de Oro en el campo de la ética. Toda la sociedad quiere paz, la paz es orden. El bien es difusivo, transmisible, expansivo. Tomás de Aquino centra su teología en la doctrina aristotélica: hay moral porque todos queremos ser felices, eudaimonía. En la Suma Teológica precisa que «el objeto de la voluntad es el bien universal». Centra su ética en la conciencia, clave de la vida moral cotidiana. En la doctrina-filosofía de Tomás de Aquino «nuestra semejanza con Dios también se manifiesta en la creatividad», precisa y termina Adela Cortina. La ética medieval cristiana, para enfermería, es rica en aportes doctrinales. Especialmente a través de Isidoro de Sevilla en lo sanitario y en sus teorías hilemórficas, materia y forma; Boecio con su estructura metafísica de los entes; Anselmo de Canterbury con la noción de la verdad; Pedro Abelardo mediante los universales; Alberto Magno con la fe y la razón o con sus Comentarios a la Ética Nicomaquea; Ramón Llull y sus Razones necesarias; Juan Duns Escoto con su separación entre metafísica y teología sobrenatural. Es interesante sacar paralelos entre esta larga historia de la ética medieval cristiana y la, también larga y bien documentada, historia de la enfermería del medievo. La verdad es que con un estudio meticuloso y comparativo, la enfermería universal, especialmente la europea y muy particularmente la española, obtendríamos un extraordinario corpus profesional ético de mucho alcance, trascendencia y bien cimentada en los principios de la tarea asistencial y de prestación de cuidados.
7 Ética enfermera en el siglo XVI
El Siglo de Oro español es el punto de unión, una conjunción en la ética, entre el pasado y el futuro. Al siglo XVI llegan las tendencias del comportamiento ético del pasado, un tanto resquebrajado, deshilachado, tal vez, por el uso inadecuado, y las nuevas ideas de la modernidad que aportan los ideólogos europeos del momento. Este encuentro filosófico-teológico-socialcultural desencadena entrecruzamientos ideológicos-pragmáticos duros, complejos y difíciles de asumir. Todo requiere su tiempo para ubicarse adecuadamente en el nuevo ámbito de la conciencia humana-humanista. Lidia Feito Grande nos invita en su libro sobre ética profesional enfermera a pensar la enfermería. Buena, muy buena idea: pensar. Esto significa para ella analizar un quehacer; opinar que nos movemos en una situación de indigencia del ser humano; es preguntarse por una concepción del ser humano; es atender al ejercicio de nuestra profesión; incorporación a nuestra relación humana de los valores éticos, en dos aspectos: como fundamento de la labor enfermera y en referencia a los conflictos que supone poner en práctica los valores en la relación humana. El siglo XVI estuvo iluminado por muchas mentes, por muchos pensamientos, comprometidas con la modernidad de las ciencias, las artes, la filosofía, la cultura, la acción sociosanitaria potenciadoras de las prestaciones asistenciales, de la ética enfermera en el pensar y en el hacer.
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Juan Luis Vives, 1526, en su libro Socorro de los pobres, nos aporta multitud de contenidos éticos en relación con los enfermos. Refiriéndose a los enfermos psiquiátricos, precisa: «se ha de tratar al que la padece (enfermedad mental) con tal tiento y delicadeza que no se le aumente ni siquiera se le alimente la locura, provocándolos e irritándolos... ¿Qué mayor inhumanidad puede mentarse que la de enloquecer a uno por tener de qué reír y hacer materia de diversión de una tan grave desventura?». Igual se expresa en la defensa y respeto de los enfermos hospitalizados y de los niños, bien enfermos o en los orfanatos y hospicios. San Juan de Dios, nuestro paradigma enfermero español, 1500-1550, se manifiesta en sus parcos escritos: «siendo esta casa general, se reciben en ella de todas las enfermedades y a todas clases de gentes; hay aquí tullidos, mancos, leprosos, mudos, locos, paralíticos, tiñosos y otros muy viejos y muchos niños. Y además de esto, otros muchos peregrinos y viandantes que aquí vienen». Y todo hay que atenderlo. Con esfuerzo, con ilusión, con esperanza, con alegría. ¡Porque esta es la ética del momento! Es la ética del pensar, del hacer, de suscitar reflexiones, meditaciones pragmáticas humanas. Esta es la ética enfermera, que arrancando de los primeros tiempos del filosofar antiguo y cimentado en los principios del cristianismo, pasa por el medievo hasta sedimentar, ahora, en nuestro Siglo de Oro. Esta es la época en que se promueve y afianza la nueva visión ética centrada en contenidos de la conciencia humana-humanista. Ética de la era de la conciencia, como la denominan Adela Cortina-Emilio Martínez. La conciencia testifica, juzga y obliga. Testifica haciéndonos saber que somos responsables de nuestras acciones. Juzga aprobando o no los actos realizados. Obliga prescribiendo o prohibiendo la acción que pretendemos emprender o realizar.
8 El método en la ética enfermera
Enfermería, entidad rica en contenidos profesionales, en principios filosóficos, y comprometida profundamente con la cuestión ética, tiene que tener, por lógica, su método, sus reglas, su buen sentido. Es lo que preconiza Descartes al principio del Discurso del Método. «El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo», precisa. La repartición del buen sentido es general, llega a todos o a casi todos. Pero como elemento tan profusamente repartido conviene «distinguir lo verdadero de lo falso, que es lo que llamamos propiamente buen sentido o razón». No basta, en efecto tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien. Esto, también, es la filosofía enfermera, pensar sobre enfermería. Cultivo y desarrollo del buen sentido enfermero. La filosofía moderna arranca de o con Descartes. Es el idealismo que alcanza y domina sobre todo el pensamiento moderno. Pero no relega todo el patrimonio heredado del renacimiento europeo. El método cartesiano, que tanto puede ayudarnos en enfermería, se centra en: «no admitir como verdadera cosa alguna, como si supiera con evidencia que lo es; dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiere su mejor solución. Conducir ordenadamente mis pensamientos empezando por los objetos más simples; hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales que llegasen a estar seguro de no omitir nada». Estos elementos simples son para Descartes las ideas claras y distintas.
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El Discurso del Método, constituido por un prefacio y seis partes, resulta complejo de estudiar y difícil de condensar en unos pocos pensamientos definitorios. Pero de entre todo lo precedente nos aparece su pensamiento formulado sobre la base de sus «Meditaciones Metafísicas. La meditación que hice ayer me ha llenado el espíritu de tantas dudas, que ya no me es posible olvidarlas. Haré un esfuerzo y seguiré por el mismo camino que ayer emprendí, alejarme de todo aquello en que pueda imaginar la menor duda... hasta haya averiguado con certeza que nada hay cierto en el mundo». Y se plantea que «Arquímedes, para levantar la tierra y transportarla a otro lugar pedía solamente un punto de apoyo firme e inmóvil; también tendré yo derecho a concebir grandes esperanzas si tengo la fortuna de hallar sólo una cosa que sea cierta e indudable». Esto que pretende es la evidencia como criterio de verdad, esto es, la claridad y la distinción. Así llega Descartes a cuestionarse la duda metódica. «El hombre ha perdido sus convicciones», precisa Manuel García Morente, comentando a R. Descartes, «y no sabe a qué atenerse. No posee una verdad cierta que se halle a cubierto de la duda». Necesita esa verdad, ese punto de apoyo, esa “cosa” que sea cierta e indudable. Pensamiento cartesiano que se nos presenta, también y ahora, a todas las personas, a los profesionales enfermeros en nuestro actuar diario con los que necesitan de nuestra ayuda. Despejar las dudas, aclarar los pensamientos, acertar con nuestras determinaciones y actividades. Descartes se ve en la necesidad de seguir adelante con sus meditaciones. Por eso tiene que recurrir a los tiempos medievales, que no fueron tan negativos, a las doctrinas del siglo XVI y sacar de la teología, de encontrar en la teología, la imagen de Dios, la existencia de Dios. Su base o apoyo «firme e inmóvil». También construye su estructura matemático-cuantitativa del ser. Hasta llegar a formular la certeza de sí mismo: «cogito, ergo sum». Juana Hernández Conesa, enfermera y doctora en filosofía y ciencias de la educación, toma de Descartes que «cada hombre está obligado a procurar, en cuanto le sea posible, el bien a los demás, ya que propiamente nada vale quien a nadie es útil». La praxis enfermera tiene mucho que aprender, apoyarse, en los principios éticos-filosóficos de René Descartes. Enfermería tiene en él su método y su invitación a cuestionarse meditaciones metafísicas. Éticas. Felices. Buscadoras de la verdad, del bien, del servicio útil.
9 Enfermería y ética kantiana
Kant es el recopilador y crítico de la filosofía después de Descartes hasta su tiempo, 1724-1804. Analiza la ética y la metafísica de Spinoza, Wolff y Hume. En cierta manera da a todo esto como otro giro copernicano. Reconduce el tema sobre la finitud o limitación de las personas humanas. Postula tres elementos autónomos: la libertad, ley interna absoluta; la inmortalidad, como progreso constante hacia el bien absoluto; Dios, Bien supremo. Aunque según K. Fischer, se queda en el término medio de los racionalistas-empiristas citados anteriormente. Defiende y sostiene una ética universal, racional. No a la moral o ética material, interesada: «hacer el bien porque así tendremos alguna recompensa». Su ética formal es la que no arranca de lo que se quiere conseguir, algo material, generalmente. Su ética no es una máxima, valor en sí, pero no universal; no es un imperativo hipotético, porque no es una ley moral universal; es un imperativo categórico, fundamentado en el apriorismo de la razón. Una ley es universal cuando alcanza a todos los seres humanos. Kant es guía para enfermería porque se cuestiona el bien y el deber. Aunque predomina el deber dice que son como unas líneas paralelas, no se juntan. Pero después Kant da por hecho que confluyen y concluyen en una convergencia entre el bien y el deber. Porque seguir el deber es seguir la razón. Dice que «la buena voluntad no es buena por sus efectos... ha de ser
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colocada muy por encima de todo lo que por medio de ella puede alcanzarse a favor de una inclinación, o incluso de todas las inclinaciones». «Ser bienhechor cuando se puede, es obligación, opina. Pero yo afirmo que, en caso de una acción semejante, por muy debida, por muy amorosa que sea, tampoco hay un valor moral, sino que puede equipararse a otras inclinaciones... Tales acciones no sean llevadas a cabo por inclinaciones sino por la vía del deber. Entonces alcanza por primera vez la acción su valor moral». Creemos que desde enfermería y para nuestra profesión promover en los enfermos su felicidad se ha de intentar y conseguir «no por inclinación sino por deber, y entonces alcanza por primera vez su conducta el valor propiamente moral. El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley». Eusebi Colomer dice que «I. Kant practicaba el abstine y el sustine de los estoicos, no solo como principio de orden natural, sino también como normas de medicina racional». Por la vía de la ética Kant da un paso hacia el humanismo y precisa que «ha aprendido a honrar a todos los hombres y hace valer los derechos de la humanidad». En la Crítica de la razón pura se cuestiona qué debo yo saber y nos dice a todos que «nuestro conocimiento empieza por los sentidos, de allí pasa al entendimiento y termina en la razón. Ningún conocimiento precede en nosotros a la experiencia y todo comienza por ella». La Crítica de la razón práctica responde a la pregunta: ¿Qué debo yo hacer? Praxis humana. Ambas Críticas convergen, para enfermería, en los conceptos teoría y práctica. Lo que conduce a aceptar que la persona es un ser racional finito, es decir, «un ser que no es sólo razón sino, también, sensibilidad», precisa Colomer. Kant es determinante para enfermería cuando culmina su trilogía ética con la Crítica del juicio, donde desarrolla la estética. «El juicio crítico se ocupa de lo bello y lo sublime», condensa J. Hirschberger siguiendo a I. Kant. Enfermería vive su profesionalidad inmersa en este campo crítico kantiano: profundiza en los conocimientos teóricos, en la razón; cultiva los conocimientos adquiridos, praxis; desarrolla sensibilidad, buen gusto, armonía en la ética-práctica, en las virtudes, en el donaire que expusimos en un trabajo anterior centrado en la doctrina aristotélica.
10 El arte de la enfermería hegeliana
Aunque Hegel se negó a crear un sistema de procedimiento académico o a establecer premisas que dieran base a su filosofía, por sus escritos podemos deducir y destacar algunas líneas conceptuales. De esto se deduce cierto ordenamiento de la filosofía hegeliana: la realidad como espíritu, la dialéctica como ley suprema de lo real, la dimensión de lo especulativo (lo racional en su grado más alto, místico). De todo esto pasa a profundizar en la conciencia, certeza sensible; la razón, que arranca del momento en que la conciencia adquiere «la certeza de ser todo realidad». La filosofía de Hegel resulta dificultosa de alambicar. Nosotros, profesionales de la enfermería, queremos conocer algo aplicable a nuestro ser profesional y nos vamos a centrar en su filosofía de la naturaleza. Un tema platónico. «Los especialistas han indicado que este paso de la idea a la naturaleza constituye el elemento más problemático y casi inexplicable de la filosofía de Hegel», dicen Giovanni Reale y Darío Antiseri. Para estos autores «la naturaleza sería el momento de la muerte (de la idea), que luego se ve superado en una vida más alta (la idea que resurge es el espíritu)». Hegel precisa con su idealismo objetivo, su proceso dialéctico, que el espíritu absoluto es arte, religión y filosofía. Con su intuición sensible, estética, indica que «el arte pertenece a la esfera absoluta del espíritu. Por su contenido se encuentra en el mismo terreno que la religión en el sentido específico del término y que la filosofía. El arte es el que presenta la
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verdad de una forma sensible. Por otro lado, la religión se sirve del arte muy a menudo, para aproximarse al sentimiento o para llevar a una imaginación de la verdad religiosa a través de la fantasía. El siguiente ámbito que supera al reino del arte está constituido por la religión». En su filosofía se reúnen e identifican en cierta manera el arte y la religión. Por todo lo dicho, en medio del idealismo, la dialéctica de la idea, sus formas de pensar, su espíritu de contradicción, de su unidad y totalidad, su filosofía, religión y arte, la enfermería española se identifica con estas ideas y contenidos. Nada nos ha de sorprender que dos años después de la muerte de Hegel aparezca un magnífico libro precisamente titulado Arte de la enfermería, del enfermero, Hermano de San Juan de Dios, Jesús Bueno González, 1833. De este autor enfermero podemos destacar los contenidos del arte, la religión y la filosofía en los siguientes puntos fundamentales y definitorios de la enfermería española de la primera mitad del siglo XIX, un tanto kantiana-hegeliana. Los cuidados enfermeros son para este enfermero, en 1833, los siguientes: «Arreglar todo lo que rodea al enfermo. Inspeccionar cuanto se le ha de administrar. Cuidar de su aseo. Consolar su espíritu.» Finalmente, en los tiempos actuales se le puede aplicar a Hegel aquello que Dante decía de Aristóteles que es «el maestro de aquellos que saben». Eusebi Colomer dice: «el pensamiento de Hegel puede ser visto indistintamente como un final o como un comienzo. Como un final, puesto que con él se cierra la época de los grandes sistemas metafísicos. Como un comienzo, puesto que los filósofos que vienen después de él definen su propia filosofía en relación con él». Y Zubiri decía de Hegel y lo definía como la madurez intelectual de Europa.
11 Existencialismo y enfermería
Martín Heidegger es el principal representante de la filosofía de la existencia. Se centra en el ser, en el ente, empleando el término estar ahí, dasein. Algo, alguien que está ahí es o alcanza la categoría de interrogante-interlocutor enfermero, también. Delante de nosotros como profesionales hay muchas cosas y personas. Frente a los profesionales de enfermería está, muy especialmente, la persona necesitada, falta de salud, quienes quieren mantener o potenciar su salud. Se trata de entes, seres, que existen, que viven, que necesitan algo o de alguien. Es decir: que están ahí, aquí. Frente a nosotros. Junto a nosotros. Estar ahí, es estar en el mundo, en nuestro mundo profesional y humano. Es estar con los otros, se cuestiona Heidegger. Para este filósofo existencialista el ser humano no es un objeto que simplemente está presente. «El modo de ser del hombre es la existencia», precisan G. Reale y D. Antiseri. «La existencia, continúan, es poder ser». Poder ser significa proyectar. La imagen que proyecta el ser humano carente o en peligro de deteriorarse su salud, su ser o estar sano-enfermo, es la de demanda, confianza y trascendencia. La trascendencia para Heidegger es o resulta su constitución fundamental. El ser humano es proyecto y todo lo que contribuye a lograr la felicidad humana son aspiraciones para el proyecto del hombre, el proyecto fundamental de nuestra existencia y de la existencia de los demás.
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Enfermería acompaña al ser humano en su proyecto de vida desde el inicio al fin de las personas. Para nosotros la vida y la muerte son temas profesionales. Temas que «están ahí, están en el mundo, están con los otros», se cuestiona Heidegger. La muerte inutiliza, paraliza, destruye todo proyecto vital. Y este tema es tremendo, complejo, difícil de asumir. ¡Pero hay que asumirlo! Y nuestra labor está ahí. Pero no estamos solos. Heidegger, desde su filosofía existencialista, recomienda valentía ante la angustia. El miedo es, para él, la devaluación de la angustia. La superficialidad de la angustia. «La existencia anónima y superficial no tiene la valentía de la angustia ante la muerte». El miedo es una debilidad. Nuestra presencia ante la vida y ante la muerte ha de resultar animadora, esperanzadora, para nuestros asistidos. «Lo que corresponde, precisa Heidegger, es una indiferente tranquilidad ante el hecho de que se muere». K. Jaspers nos aporta desde el existencialismo que el hombre «nunca puede realizarse íntegramente». Y precisa: «sin trascendencia no hay existencia». Para Jaspers la existencia es comunicación. Busca la verdad, pero evita el fanatismo y el dogmatismo, al mismo tiempo que descarta el relativismo y el escepticismo. La verdad puede ser compartida, contrastada, contabilizados sus contenidos. Algo sumamente válido, provechoso para la vida y actividad profesional enfermera. Existencialista es también Sartre. «Sostenía, nos dice Simone de Beauvoir, que cuando se tiene algo que decir, todo derroche es criminal». Sartre es radical y profundo. A veces humanamente superficial. Para este autor el mundo no es la conciencia. La conciencia es apertura al mundo. Para él, «cuando el hombre ya no tiene objetivos el mundo carece de sentido». Y se plantea la náusea. La náusea de Sartre no se halla lejos de la angustia de Heidegger, opinan Reale y Antiseri. Enfermería ahora, desde Sartre, puede sacar en conclusión que el ser humano o ser para sí, también es ser para otro. Algo que se desprende desde El ser y la nada. Enfermería ha de resultar ser, para sí y para los demás, como una conclusión positiva de la filosofía existencialista.
12 Antropología y ética enfermera
El concepto antropológico es muy antiguo, aunque como ciencia arranca de 1871 con Edward B. Tylor mediante su obra Cultura primitiva. En este libro define su contenido: «la cultura o civilización es aquel conjunto complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualquier otra capacidad u otro hábito adquirido por el hombre en cuanto miembro de una sociedad». Malinowski precisa: «La herencia cultural es el conjunto clave de la antropología cultural». Destacamos este concepto cultural, primer arranque de esta rama científica, porque después aparecerán otras líneas de aplicación: antropología social, física, arqueológica, filosófica, política, etnográfica, popular, teológica, escatológica, teórica, etc. Es D. Bidney quien nos dice que: «la cultura, esencialmente es un producto de la capacidad creativa del hombre». Alguien libre y creativo. «Los valores morales, las creencias religiosas, y los cánones estéticos son, en cierto sentido», según aporta Marvin Harris, «las más significativas y distintivamente humanas de todas las expresiones vitales». Se afirma que los valores son lo que caracteriza una cultura. Los valores son normas o modelos de conducta. Modelos de vida a los que se atribuyen los valores de las personas, los grupos y las sociedades. De los valores volveremos a tratar más adelante y con mayor amplitud y matices. Lo cierto es que, como se ve, la enfermería tiene en esta línea del saber gran contenido para reflexionar y vivir. La profesión enfermera es, funda-
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mentalmente, antropología. Una antropología cultural y general. Confraterniza con la ética y es su auténtica bioética profesional. Esto nos obliga a profundizar y aplicar en nuestro medio humano y enfermero los principios básicos y valores éticos preconizados ya por E. B. Tylor. Educar y aprender es, también, antropología profesional enfermera. La antropología trata, también, de la genética, campo muy relacionado con enfermería. Esta rama del saber cada día más enmarca nuestra acción profesional. Lo mismo ocurre con los elementos étnicos y la herencia de la naturaleza humana. A la antropología, en cualquiera de sus diversas manifestaciones, tendremos que enmarcarla con mucho respeto y gran consideración e importancia. Alejados de ciertas prevenciones, a veces fanatismos y en ocasiones carencia de lealtad y aprecio. Y esto desde el concepto cultural como étnico, principalmente. Con ello se quiere evitar establecer diferenciaciones. Todos los seres humanos somos iguales, puede ser el lema. Todos estamos marcados por patrones universales. Bien de índole conductual como mental, de subsistencia, de espacio vital, de intercambio de bienes y trabajo, familiares, de grupo y de comunidades, recreativos, expresivos, éticos, estéticos. Enfermería es antropología, y viceversa. Es como un ecosistema humano que nos compromete y una ecología que nos circunda y nos obliga a respetar. Es economía, intercambio, promoción y desarrollo. Es herencia, cultura tyloriana y libertad creadora. Es amarnos y venerarnos unos a otros. Reconciliación. *
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Es posible que, llegados a este momento, o a otro momento anterior o posterior, alguien se pregunte, labor filosófica: ¿después de tantos autores y tendencias no puede ya la enfermería tener una idea, una conclusión y línea de actuación propia y definitiva? ¿Hemos de seguir cuestionándonos más interrogantes, más preguntas, más interpretaciones, más significaciones, más sentido a nuestra vida y a nuestra actividad y comportamiento ético profesional? Pero la filosofía, la ética, no ciencias exactas y cerradas o terminadas. Apoyándonos en I. Kant, como lo hace Fernando Savater en su obra Las preguntas de la vida: «no se puede enseñar filosofía sino sólo filosofar. Porque no se trata de transmitir un saber ya concluido por otros que cual-
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quiera puede aprender como quien se aprende las capitales de Europa. Sino de un método, es decir, un camino para el pensamiento, una forma de mirar y de argumentar». La ética, parte de la filosofía, la antropología, también son así, se comportan así. Sigamos filosofando, reflexionando, preguntándonos, planteándonos comportamientos enfermeros. ¡La vida es así! Y la filosofía es y resulta siempre así, una ciencia inconclusa. ¡Adelante, pues! ¡No tengamos miedo!
13 Ética enfermera, investigación y desarrollo
En nuestro proceso documental sobre ética, bioética, y enfermería, hemos ido pasando desde los primeros atisbos del conocimiento de la filosofía, centrándonos especialmente en los conceptos de la ética, a partir de Platón y de Aristóteles, especialmente en cuanto se concentra en la Carta a Nicómaco, y hemos llegado a tratar recientemente de la antropología enfermera. Y es que, a nuestro parecer y entender, la filosofía y la ética, cuando llegamos al siglo XX, especialmente desde su segunda mitad, las ciencias y la práxis de estas visiones del saber y sentir filosófico se identifican entre sí y con la antropología. Filosofía, ética y antropología son para los profesionales enfermeros como una ciencia única, un sentimiento equilibrado y compartido. Algo así como un sincretismo ideológico positivo y vivencial de la enfermería moderna. En enfermería lo que tal vez llegábamos a practicar y considerar como una fuerza de trabajo se nos presenta actualmente como una fuerza del intelecto o un trabajo intelectual. O puede que nuestro actuar profesional se identifique con una actividad operativa equilibradamente amalgamada con los elementos de las ideas y de la práxis. Fruto de la interrelación, manipulación, mano-inteligencia, teoría de Gelinier, esto es, manualidadinteligencia y la estética y ética como arte y substrato de la vida privada y profesional. De la economía del pensamiento tal vez estemos o hayamos pasado a lo que podríamos considerar y valorar ya como enriquecimiento
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o ampliación del pensamiento. Hoy en la práxis enfermera el pensamiento y la acción son ya globalización racional y del sentir y vivir lo antropológico. Una especie de holgura en el obrar profesional. Desarrollo de las ideas y sus contenidos o significados. La profesión enfermera es actualmente, siglo XXI, como un sentir y actuar acumulativo e irreversible, si nos apoyamos en Bergson, 18591941. Enfermería se potencia a medida que avanza en la historia, en su historia. Enfermería ha dejado de ser una profesión pragmática, esto es: pragma=acción, fondo materialista, para pasar a trabajar en los niveles o «comprensión de la vida», siguiendo a W. Dilthey, 1833-1911; «como unidad superior y explicativa», precisa Rafael Gambra. Dilthey, posiblemente más que Bergson, influyó en nuestro filósofo Ortega y Gasset, 1883-1955, y que éste expresó su sistema centrado en su raciovitalismo, unión de conceptos vitalistas y racionalistas de origen neokantiano, precisa Gambra. Según todos estos cuestionamientos, nada tiene de extraño o a nadie ha de sorprender que desde las instancias más altas, y cada uno de los profesionales enfermeros/as, reivindiquen, con todo derecho y convencimiento, los niveles más altos de graduación universitaria, licenciatura y doctorado. También, investigación. Esto es lo que venimos en llamar o denominar Nueva Enfermería. Enfermería es hoy, entre nosotros, insistimos, portadora de valores filosóficos, éticos, bioéticos, antropológicos. Está impregnada de pensamiento y acción, raciovitalismo. Y que a Unamuno, 1864-1936, tanto le anima y a la vez le tortura: «es la filosofía ciencia de la tragedia de la vida, reflexión del sentimiento trágico de ella...». Y precisa: «he estado operando sobre mí mismo... trabajo de autocirugía, y sin más anestésico que el trabajo mismo». Liberada de todo significado economicista-empresarial, puede identificarse enfermería como I+D+I, esto es: Investigación, Desarrollo e Innovación. Nuevas tecnologías y valores humanos. Progreso integral, sostenido y aumentado: Nueva Enfermería.
14 Metafísica y enfermería
Del existencialismo, del cual ya hemos sacado lección para enfermería, se ha llegado, en la filosofía postmoderna, a desembocar en la actualmente considerada nueva metafísica. «Este siglo XX, precisa R. Gambra, será celebrado porque en él, tras un largo eclipse, ha reverdecido la metafísica». En la historia de la humanidad, de la filosofía, de la enfermería, la metafísica ha pasado por muchas circunstancias, por grandes desafectos, por profundas ignorancias. Desde Aristóteles a los principios del siglo XXI, la metafísica ha tomado muchas formas, ha ocupado graves pensamientos, ha influido en multitud de circunstancias humanas. Desde la Filosofía Primera, en la que Aristóteles se planteaba qué virtudes morales han de practicarse para ser felices, a la posmodernidad, que se pregunta qué deberes morales deberían regir a las personas para que sea posible la convivencia, la justicia, la libertad, la felicidad, hay mucho que aflorar y analizar. La metafísica nos adentra en variadas vías hacia el ser, el ente, la esencia del pensar y del conocer del alma, del más allá, de lo divino: psicología filosófica y teología filosófica. El ser humano está inmerso en el cosmos y en la alma humana. Ontología, ciencia del ser. La ontología nos lleva a lo absoluto y se cuestiona la existencia. Aquí se centran los contenidos de la Filosofía Primera.
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Estos complejos cuestionamientos están unidos al proceder, al ser de la profesión enfermera. Tanto a nivel personal como en su relación con los otros, especialmente con los que profesionalmente atiende, presta sus cuidados. Porque prestar cuidados, dar cuidados, alcanza hacia los demás la oferta cósmica y el respeto a la trascendencia de los receptores de los cuidados. La prestación, la donación de cuidados es, debe ser, sin límites. Y esto en razón, como decíamos, al respeto a los otros. ¡Porque nuestra profesión es tal cuando atendemos en globalidad! Fue I. Kant quien reconsideró y asumió el concepto ontología por el de filosofía trascendental. Esto podríamos trasladarlo a considerar lo trascendente como un camino hacia la verdad, el bien y la belleza. Los universales. Hay posmodernistas que se plantean y apuntan hacia el nihilismo, el declive, y el final o acabamiento de todo. «Y después de mí nada, podría ser el epíteto, un epitafio que cierra la amplia puerta del futuro», denuncia J.L. del Barco Collazos, III Congreso Nacional de Bioética, Murcia, 2001. Y en este mismo Congreso, noviembre de 2001, desde enfermería proponíamos en las conclusiones de nuestra ponencia: «Como profesionales que atendemos la salud de los miembros de la sociedad en sus momentos más difíciles y complejos bioético-sociales estamos presentes, por obligación y por derecho, en el inicio, en el desarrollo y en el final de cada vida humana». Y continuábamos: «Enfermería ha de tener muy presente y observar, defender y potenciar, todos los valores de la vida humana. Le es propio desarrollar la virtud de la crítica». Y terminábamos precisando: «Ante situaciones terminales de la vida se nos presentan temas graves y de profundas inquietudes bioético-antropológicas. Es la cultura de la muerte». Queremos concluir diciendo, con Erikson y Hamachek, 1988 y 1990, y citados por Pacual Maymí, 2001: «Yo soy aquello que me sobrevive».
15 Bioética y enfermería
Los principios éticos en los profesionales enfermeros vienen de lejos. No son nuevos para nosotros. La bioética es un concepto reciente, pero sus contenidos generales también los encontramos entre los más remotos documentos de la historia enfermera. Enfermería arranca y cimenta sus principios profesionales desde la estética operativa. La estética en prestaciones de cuidados de salud es o ha de ser la llave de toda actividad profesional. Es el símbolo distintivo pretendido y conseguido desde el inicio al final de toda intencionalidad ética. «Estoy seguro de que hay una estrecha relación entre la experiencia estética y la ética», precisa J. A. Marina en su libro Crónicas de ultramodernidad, 1996. Entendemos y practicamos ética, ciencia filosófica y social, cuando nos ofrece respuestas a por qué hacer o no hacer algo y, también, cómo hacerlo o no hacerlo. El cuándo hacerlo y dónde hacerlo nos lo marca el mismo contrato laboral. Para nosotros la bioética ilumina los cuestionamientos desde una perspectiva de vivencia operativa real, humana y profesional. Es una ética, a nuestro juicio, aplicada, especialmente, en el campo de la salud y sus cuidados. Nuestra bioética es la ética de la vida y sus circunstancias procesales. La bioética añade un plus a la ética y a la enfermería. La deontología es para nosotros un concepto ético-bioético recogido y codificado en unas normas marco a partir de las cuales se conocen y
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aplican los principios estéticos-éticos-bioéticos de nuestra profesión. Nuestro Código Deontológico son normas escritas y destinadas a garantizar la calidad del ejercicio operativo y buena imagen de la profesión enfermera. Es una normativa ética de mínimos imprescindibles. Los profesionales enfermeros nos guiamos, además, por valores morales básicos cuyos objetivos principales son conseguir una visión exacta de los hechos, evaluar las principales contingencias y presentar aquellas verdades y calidades que deberían ser el fundamento de las decisiones tomadas ante nuestra conciencia. «La moral está marcada por la justicia, esperanza, vigilancia, prudencia, gratitud, humildad, serenidad, gozo y la virtud de la crítica», opina Bernhar Härin, quien a su vez se apoya en Max Weber y antes en Aristóteles. De todas estas visiones tendrá que enriquecerse la enfermería cara a su trabajo bioético. Todo en conjunto resulta como un deber y un derecho, un compromiso compartido. También, un compromiso y seguridad de criterio de que no todo lo que se puede hacer profesionalmente es ético, bioético, hacerlo. Tendremos que considerar, aplicar y potenciar los principios morales básicos que antes hemos expuesto y considerado. Porque «las circunstancias de nuestra época están provocando la desintegración de la conciencia moral mediante la masificación, la rebeldía y la violencia», nos aporta y dice J. R. Sanabria en su libro Ética, 1996.
16 Bioética enfermera: libertad y conducta
Enfermería, metidos de lleno en el siglo XXI, se ve inmersa en los conocimientos más avanzados de las ciencias de la salud, sociales, antropológicas, filosóficas, humanas. Nada de esto, y más, le es extraño ni sorpresivo al nuevo estudiante de enfermería ni al profesional ejerciente, bien en hospitales muy modernizados, en centros de prestaciones profesionales rurales o domésticos. El mundo progresa, la humanidad avanza, y en este sistema cibernético evolutivo la enfermería se ve inmersa, impelida a ir hacia delante, pues de lo contrario seríamos arrastrados a la fuerza o seríamos, aún peor, marginados, arrumbados, abandonados, despedidos groseramente al borde del camino, a la despreciada y despreciable cuneta. Y como elemento imprescindible de esta especie de vida profesional casi robotizada nos encontramos con la vieja y muy viva concepción ética y la moderna, aún reciente, generación bioética. Para M. Palacios «la bioética es una disciplina de valores y conductas», precisa en el libro Bioética 2000. En la enfermería española hasta los tiempos actuales, mediados del siglo XX a nuestros días, son pocos los profesionales que han publicado libros sobre ética. Y apenas disponemos de un ramillete de artículos sobre bioética enfermera. Para nosotros esto resulta como algo nuevo, cuando lo cierto es que la ética nos ha acompañado siempre en nuestro actuar. Desde los orígenes, que ignoramos cuando arrancan, aunque sí de muy lejos. De
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los principios de la humanidad. Otra cosa es que nos ha acompañado, hemos cumplido sus principios básicos, pero no nos hemos percatado de su activa presencia. Bueno sería, opinamos, que ahora abramos más los ojos, la tomemos por sus manos-nuestras manos, estrechemos nuestras manos, y hagamos de la bioética-enfermería una sola unidad. Los profesionales enfermeras/os somos, como personas y como miembros activos de la sociedad trabajadora, seres libres. Pero nuestra libertad tiene que corresponder a los contenidos de libertad creadora y fidelidad responsable. Porque puede darse, también, entre nosotros, la libertad estéril, carente de finalidad. Malgastadora u olvidadiza de la creatividad. Algo improductivo. Esto ocurre cuando se deja de hacer el bien. Poca habilidad, carencia de ética. Ya apuntamos anteriormente que no todo lo que podemos hacer es correcto hacerlo. Cuanto hacemos ha de llevar, debería llevar, el sello, el distintivo, la valoración de éticamente realizado. Algo así como la referencia de caducidad o no caducidad, producto o producción de calidad. Con denominación de origen, de utilidad pública. La libertad, por sí misma, no inclina de suyo al mal. Se nos fue dada para nuestro bien. Son muchas inclinaciones no éticas las que nos conducen o inducen a obrar el mal. ¡Es difícil la libertad! Trabajar con sentido bioético es, también, actuar con calidad, con excelencia. Por tanto, con un riguroso control. La calidad, la excelencia, tendremos que buscarlas siempre en cada una de nuestras obras o actividades emprendidas. La sociedad no puede permitirse aceptar productos o servicios, acciones, resultados sospechosos de contener una baja calidad, de carecer de un digno nivel de excelencia. Por lo que reiteramos que enfermería es calidad, bioética es excelencia en el servicio, conducta recta en la prestación de ayuda.
17 Bioética y calidad enfermera
Desde enfermería, cuando hablamos de calidad, cuando cuestionamos o nos proponemos ofrecer, dar, vender calidad, tendremos que establecer qué grado, qué nivel, qué volumen de calidad y excelencia queremos conseguir y teniendo siempre presentes las circunstancias que nos puedan enmarcar o condicionar: cuantías económicas, de medios técnicos, recursos humanos, etc. Es decir, tendremos que establecer o diseñar un modelo, un estándar, un boceto, un molde adecuado, exacto, correcto, que nos sirva de referencia. El proceso paradigmático se nos presenta como imprescindible y determinante. La analogía resulta fundamental. A veces hablamos de bioética, de calidad y de excelencia, de su medida, de comités de ética, y parece que tratamos sobre algo que no existe. Que no llega ni a la categoría de idea tal como se la cuestionaba Platón. Sería triste, imaginamos, tener que decir u oír de los enfermeros/as respecto a la calidad de su trabajo aquello de Heráclito: «los hombres no han llegado al conocimiento de este logos que ha existido desde siempre, ni antes de haber oído hablar de él ni tampoco después». Si hemos enmarcado tanto los conceptos y significados de calidad y de excelencia, veamos qué entendemos, someramente, por control. Y concretamos diciendo que el control es una técnica estadística utilizada cuando aplicamos el análisis en los lugares de producción agrícola, industrial o de servicios y que nos informa si el producto o resultado obtenido se ajusta
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a las condiciones que nos hemos fijado o propuesto conseguir. Un control es una contrastación entre lo propuesto y lo conseguido. Control, contrastación, se relaciona con verificación, confirmación, falsabilidad, grado de probabilidad y mantenimiento entre determinados límites. Nosotros relacionamos calidad, excelencia, bioética y su control, los comités de ética, con la búsqueda de la verdad o lo más aproximado con la verdad. Nuestra verdad es la prestación de un servicio acabado, garantizado, creíble, aceptable racionalmente. Tal vez verdad y justicia podrían ser aquí concepciones sinónimas. A lo que podríamos añadir, también, ética, bioética, bien. Son elementos universales, trascendentales. La verdad, dentro de nuestro tema, quiere ser y resultar concepto empírico, pragmático: dar fe, asegurar que algo es real, demostrable, no que resulta aparente, ilusorio, irreal, erróneo, inexistente. Es necesario pensar y decir, como lo hacía Parménides: «que lo que es, es, ya que el ser es y el no-ser no es». Para los griegos la justicia estaba muy relacionada con el orden y con la medida. Platón se erige en maestro y defensor de la justicia. Nos dice en su libro La República, que: «el mundo, la sociedad, podría salvarse gracias a la justicia. Por la justicia las cosas o bienes son deseables por sí mismos. Cuando se conculca la justicia las cosas y los bienes resultan corrompidos, indeseables, no ajustados al orden ni a la medida». Aristóteles insiste en los mismos o parecidos términos. Toda la historia de la filosofía lo confirma, lo ratifica. Concretamos diciendo que la bioética plantea la cuestión de la búsqueda del bien. Que los valores tratados sobre la calidad, la excelencia, el control, el bien y buen hacer, resultan fundamentales, determinantes. Porque, insistimos, el bien es la plenitud del ser. Y los servicios enfermeros son un bien por antonomasia: son un bien Patrimonio de la Humanidad. Todo un programa enfermero de protección de los derechos humanos y de la dignidad de cada una de las personas. Es consolador ir viendo cómo en algunos hospitales se ha incorporado la figura de la enfermera de calidad, que atiende, supervisa y orienta en esta faceta de la calidad asistencial.
18 Enfermería y buen criterio
España es más tierra de poetas y dramaturgos que de filósofos. Pero, aun siendo esto cierto, también contamos con destacados filósofos. Jaime Balmes no fue, no es, de gran reconocimiento mundial. No se lo propuso, tampoco. Balmes es un sabio que pretende lograr que los principios filosóficos, la filosofía de base, los conocimientos elementales llegaran al máximo número de estudiosos, de personas deseosas de adquirir una buena formación filosófica. Él mismo nos precisa: «si me es posible, deseo reducirla a un sólo tomo que a lo más no exceda el volumen de El Criterio». No logró su objetivo primero, pues aparecieron cuatro volúmenes, 1847. Por las publicaciones de Balmes, filosofía y escritos políticos, principalmente, se deduce que su obra preferida era El Criterio. Su filosofía elemental arranca con los temas Lógica y Ética. Son temas todos de interés, pero especialmente para nuestra causa enfermera, la lógica, la ética, la estética y el buen criterio. Desde la Lógica Balmes expone distintas verdades. «No todas las verdades se deben buscar por un mismo método. Cada orden de verdades requiere un método especial del que no se puede prescindir». Él diferencia verdades morales, matemáticas, literarias, bellas artes, ciencias, etc. Por tanto, cada verdad con su método específico. Nosotros tendríamos que lograr el método para analizar las verdades enfermeras, diferenciadas
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de las verdades médicas, económicas, psicológicas, de gestión, etc., que circundan y animan nuestro buen hacer enfermero. De la lógica nos introduce en la ética balmesiana. Comienza su ética afirmando que «hay en todos los hombres ideas morales». En el peor de los casos, precisa, que «no podemos despojarnos de las ideas morales». Y nos aporta y señala relaciones entre la moralidad y la utilidad; el origen absoluto del orden moral; de cómo el hombre está destinado a vivir en sociedad; del poder público; del orden social; de la ley civil; de las penas y de los premios. En todo esto la ética es como el ingrediente, elemento o substrato aglutinador. También nos aporta contenidos estéticos, temas sumamente relacionados con la enfermería actual y de siempre. Algo consubstancial con la sensibilidad externa, de las sensaciones, de las emociones, de la realidad objetiva, de las aptitudes y actitudes, del placer y el dolor sensible, los sentimientos, de la escala de valores. Cuando Balmes nos habla de la Historia de la Filosofía demuestra que disponía de una formación nada elemental. Aporta datos y temas de los contenidos filosóficos de la India, China, Persia, Egipto, los clásicos griegos y romanos, árabes y judíos, de Anselmo, Tomás de Aquino, Bacón y Descartes, Hobbes, Spinosa, Locke, Kant, Hegel, hasta los días de publicación de sus obras, 1850. El Criterio tendría que ser y resultar como un libro de cabecera para enfermería. El Criterio balmesiano es un método para buscar la verdad, el camino de la verdad. La verdad en las cosas es la realidad. Porque trata y nos aconseja sobre el arte de pensar bien, de la acertada elección de carrera, de la percepción, del juicio, raciocinio, conducta, madurez de juicio, humildad, virtud, religión, sentimientos, firmeza de voluntad, y del hombre perfecto. «La razón es fría, pero ve claro: darle calor y no ofuscar la claridad; las pasiones son ciegas, pero dan fuerza: darles dirección y aprovecharse de su fuerza». Aquí encuentra la enfermería buena doctrina y criterio. Materiales de primera mano. Nuestros. Cercanos. Todo relacionado con la calidad-excelencia en enfermería. Ética. Bioética.
19 Ética enfermera: tragedia, lucha
La vida humana es tragedia, lucha. Así la definió Miguel de Unamuno en su obra Del sentimiento trágico de la vida. Para él tragedia quiere decir lucha. Y nada más abrir su libro precisa: «soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño». Es nuestra plataforma y base profesional: aceptación de la persona humana y sus circunstancias, especialmente relacionadas con la salud. «El hombre de carne y hueso», precisa Unamuno, «el que nace, sufre y muere... el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano. Este hombre concreto, de carne y hueso, es sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía, quiéranlo o no sedicentes filósofos». ¡Buen programa nos presenta! Porque enfermería es, también, tragedia, lucha. Es interesante para enfermería el planteamiento que Unamuno se cuestiona y que define al hombre como animal racional. ¿Por qué no definir mejor al hombre, en nuestro caso también al enfermo, al necesitado de cuidados asistenciales, como animal afectivo o sentimental? Porque nuestros clientes necesitados de ayuda, de cuidados, son personas fundamentalmente sentientes. En tragedia vital, en lucha permanente, tal vez. Los hombres son fines, no medios, afirma Unamuno. Y añade: «no basta curar la peste, hay que saber llorarla». Sí, ¡hay que saber llorar! ¡Tendremos que aprender a llorar! Y acaso ésta sea o resulte la sabiduría suprema de la enfermería actual. ¿Por qué o para qué? Y precisa Unamuno: «pregúntaselo a Solón». El instinto de conservación es otro tema que Unamuno se cuestiona y
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se aferra a su contenido. Conservarnos y conservar a los demás, a los encomendados a nuestra actividad profesional. «Y así cabe decir que es el instinto de conservación el que nos hace la realidad y la verdad del mundo perceptible». Y dentro, contenido en este instinto de conservación, Unamuno se aferra y enquista, porque lo siente y lo vive, consigue ver al hombre revestido de inmortalidad. Ésta es para él como una constante firme pegada a su ser. Se fija y apoya en Spinoza o en el to be or no to be shakesperiano. «¡O todo o nada!», dice, grita, con fuerza interior. Esta es nuestra plataforma profesional, enfermera: «ser, ser siempre, ser sin término. ¡Sed de ser!» Para enfermería resulta aleccionador, esta es nuestra filosofía-ética profesional, el tema del amor, dolor, compasión y personalidad. Y precisa Unamuno con rotundidad: «es el amor, lectores y hermanos míos, lo más trágico que en el mundo y en la vida hay». «El dolor es, para Unamuno, el camino de la conciencia». «La compasión, afirma, es la esencia del amor espiritual humano». Y sigue tratando y viviendo en sus soliloquios compasivos hasta llegar al amor universal. La filosofía-ética de Unamuno se centra significativamente en Dios y la muerte, en el más allá. Estos temas le obsesionan, le marcan profundamente, hasta dejarle huellas en su semblante, tal vez en su mismo aspecto físico. Es su lucha entre la materia, dice él, y el espíritu. Resultando así «su sentimiento trágico de la vida». La contradicción, pura contradicción, «porque es la contradicción íntima precisamente lo que unifica mi vida y le da razón práctica de ser», precisa Unamuno. La filosofía-ética unamuniana se centra mucho en las necesidades e inquietudes del hombre. Del hombre de carne y hueso, como él repite frecuentemente. Se trata del hombre concreto. Es, también, una constante preocupación en torno a la existencia. La suya y la de los otros hombres. Es para Unamuno significativa su incertidumbre ante el destino individual tras la muerte, el más allá. Es su agonía entre la razón y la fe. Ciertamente, nuestra visión ética profesional enfermera tiene mucho que estudiar, analizar, cuestionarse, todo lo que nos aporta Unamuno en sus obras de ensayo y de filosofía. En sus ensayos filosófico-éticos.
20 Ética enfermera: inteligencia sentiente
Xavier Zubiri nos aporta todo un gran abanico de preocupaciones filosóficas pero, de entre todo su profundo acervo filosófico, sobresale su preocupación-ocupación sobre el hombre. Sobre el problema filosófico del hombre. Gran parte de su obra tiene que ver, está en relación, con lo humano. Y, aunque su labor es más de índole metafísica que antropológica, se centra en lo real, en las cosas reales. Al menos así nos lo resalta y demuestra Ignacio Ellacuría. Zubiri destacó el «acontecer humano; cuerpo y alma; tres definiciones clásicas del hombre; la libertad; el problema del hombre; sobre la persona; el hombre, realidad personal; el origen del hombre; el hombre y la verdad; notas sobre la inteligencia humana; el hombre, lo real y lo irreal; el hombre y el problema de Dios; el hombre y Dios; tres dimensiones del ser humano: individual, social e histórico; la dimensión histórica del ser humano; la concreción de la persona humana; la génesis de la realidad humana». Prácticamente, gran parte de los contenidos enunciados anteriormente los encontramos reunidos en el libro Sobre el hombre, un tomo de 709 páginas. Visto todo este arsenal de contingencias entre la filosofía zubiriana y la razón humana nada ha de sorprendernos que, desde enfermería, nos veamos, no sólo inclinados sino obligados a estudiar este filósofo. La filosofía enfermera está, o ha de estar, centrada en el hombre, en los seres humanos. Nuestra ciencia es eminentemente antropofilosófica o filosofo-
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antropológica. Personeidad, para Zubiri. Esto podría estar relacionado con la idea o concepto de la «inteligencia sentiente». Lo interesante de Zubiri no se centra en sus muchos libros o en la multitud de sus cursos impartidos. Sobretodo es importante la gran influencia que ejerció en sus discípulos y seguidores. Seguidores unas veces muy destacados y conocidos públicamente, como Julián Marías, Pedro Laín Entralgo o Diego Gracia entre otros muchos, sino, tal vez más, en los que calladamente le han seguido y le siguen hasta nuestros días. Estamos seguros que entre la multitud de profesionales de enfermería podríamos encontrar hoy mismo a muchos enfermeros y enfermeras que se han alimentado y se nutren de las teorías zubirianas. Unos temas que algunos seguidores de Zubiri han destacado mucho, Aranguren, Cortina, López Quintás, Diego Gracia y otros, son el de la ética y la estética en Zubiri. Xavier Zubiri no sólo fue un gran filósofo sino, además, no podría ser de otro modo, un amante de lo bello, lo bueno, del arte. En nuestro trabajo diario ético-estético de la enfermería, desde el principio, nos centramos y destacamos estos elementos auténticamente filosóficos. Auténticamente nuestros. Prestar servicios, cuidados, es aportar contenidos éticos y estéticos a la vez. Simultáneamente. Adela Cortina destaca de Zubiri la ética del deber y la ética de la felicidad. Aranguren se fija más en la moral zubiriana como estructura, como contenido y como actitud. Laín Entralgo aplica las teorías y sentires de Zubiri especialmente al campo de la salud. Lo mismo ocurre con Diego Gracia, metido de lleno en los temas de la ética sanitaria, la bioética como asignatura pendiente en el mundo de la salud.
21 Ética de la enfermería raciovitalista
José Ortega y Gasset es uno de nuestros destacados filósofos desde la época que le tocó vivir hasta nuestros días. Ha ejercido una fuerte influencia en la Historia de la Filosofía española, bien mediante sus muchísimas publicaciones como a través de sus seguidores, centrados, principalmente, en sus lecciones desde la cátedra como desde la Revista de Occidente y de la Fundación Ortega y Gasset. Siempre se consideró ferviente seguidor de I. Kant. En su juventud llegó a interesarse, además de la filosofía, por la política. En la II República Española fue nombrado Diputado a las Cortes Constituyentes de 1931, pero pronto abandonó su puesto. Centrándonos ya sólo como filósofo, Ortega y Gasset pasó por diversas fases y tendencias: el objetivismo, al principio y que luego se inclinó por el perspectivismo, años 1914-1923, centrado en la reflexión sobre las cosas que nos son más próximas, lo que nos rodea, para llegar a trascender a las cosas más lejanas. El raciovitalismo es otro movimiento o sentimiento que animó a Ortega ya avanzada su vida, esto es, entre 1925-1955. Pretende superar el irracionalismo originado por el vitalismo y de corregir la pobreza intelectual que significaba el racionalismo. Él quería conseguir, en definitiva, la unión o convivencia entre lo bueno que se encuentra en el vitalismo, con lo mejor que aporta la razón. Para enfermería nos proporciona buenas enseñanzas, especialmente si nos centramos en su raciovitalismo o su vitalismo racional. Quiere demos-
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trar que la vida, la realidad, tema muy de enfermería, tiene valor primigenio. Luego vendrá el pensamiento, la razón, que enriquece y complementa a la persona. Vida y razón son temas de la enfermería actual. La vida y la razón se complementan, según Ortega y Gasset, con las ideas y las creencias. Las ideas son el pensamiento de las personas, que siempre tendremos que tener muy en consideración. Las ideas son heterogéneas. Pero son algo fundamental a las personas, bien profesionales enfermeros o clientes consumidores de servicios y cuidados reforzadores de la salud. Las creencias son, según Ortega, realidades intelectuales en las que estamos inmersos. Es muy significativo y recomendable para enfermería considerar con Ortega y Gasset que el hombre no tiene naturaleza, lo que tiene es historia. Y esto es así porque el ser humano tiene un principio, un presente y un futuro, un fin. El recuerdo del pasado estimula fuertemente hacia las proposiciones para el futuro. La historia es la línea que nos introduce en el mundo de las generaciones. Para Ortega la historia es como la unidad genética de las generaciones. El concepto de generación lo considera Ortega como eje interpretativo de la historia. Enfermería puede enriquecerse conociendo, entre las muchas publicaciones orteguianas, El hombre y la gente, Ob. Comp. Tomo VII: la vida humana como realidad radical es sólo la vida de cada cual, es sólo mi vida. Del peligro que es el otro y la sorpresa que es el yo. «La vida es, nos dice Ortega, a la par, fatalidad y libertad, es posibilidad limitada pero posibilidad, por tanto, abierta». En Ob. Comp. Tomo IX, ¿Qué es filosofía? En sus Obras Completas, tomo I, nos dice Ortega que «hay una bondad ejemplar y una bondad derivada, o de copia, que, por ser más frecuente, llamamos buenas costumbres». Y en La pedagogía social como programa político trata de «se busca al hombre, el hombre no es el individuo biológico, el hombre, individuo de la humanidad», precisa. En nuestra situación profesional enfermera el hombre es y resulta, ciertamente, un ser biológico y un individuo miembro de la humanidad. Enriqueciendo con esta visión la acción de su trabajo con la bondad ejemplar y la bondad derivada, es decir, las buenas costumbres. Estas buenas costumbres añaden calidad, excelencia, al trabajo profesional enfermero. Resultando para enfermería algo fundamental. Muy determinante.
22 Ética de la enfermería antropológica
José Luis López Aranguren es sorprendentemente discípulo de Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y Zubiri. Así nos lo dice él. Pero opinamos que también es discípulo de Heidegger y, en cierta manera, de Kant. Además de otros muchos y buenos maestros del saber filosófico y ético. Algo parecido nos puede ocurrir a cualquiera de nosotros. La formación enfermera es así, resultado de muchas influencias. Y esto no es malo. Tal vez resulta muy bueno y recomendable. Este es, posiblemente, nuestro sociovitalismo orteguiano. Pero la ética de Aranguren resulta y presenta más un aspecto y carácter antropológico que formalista kantiano. De esta manera la define él mismo. Se centra mucho en el concepto aristotélico vida buena, bienestar, calidad de vida. Tema este muy relacionado con la enfermería de siempre, de hoy, también, por supuesto. Aranguren tiene diversas publicaciones relacionadas con la ética como Lo que sabemos de moral, Moral de la vida cotidiana, Propuestas morales, y otras. Pero aquí nos centraremos más en su obra ya clásica: Ética. Y se cuestiona si ha de cimentar sus contenidos en la metafísica, en la sociología, en la filosofía moral, en los principios psicológicos o antropológicos. Platón y Aristóteles ubican la ética en la política. Sócrates en la moral, Kant y Hegel siguen en la misma indefinición, precisa Aranguren. Y se pregunta, ¿quién tiene razón? No nos responde sino que, aún más, nos lo complica. Porque antes de la filosofía hubo un tiempo prefilosófi-
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co y ya entonces las personas y los pueblos disponían de conceptos morales en sus comportamientos personales y públicos. Todo esto nos da o aporta una cierta luz a los profesionales enfermeros cara a la antigua manera de actuar en la acción asistencial y de prestación de cuidados de la salud. Hemos sido éticos desde siempre, desde la prefilosofía, incluso sin percatarnos de ello. En su Ética Aranguren procede metodológicamente al exponer los temas. Y desde su punto de partida procede y pasa a considerar los principios metafísicos, etimológicos, prefilosóficos y genéticos históricos. Esto último, tal vez, influencia de Ortega y Gasset. Cuestiona y compara la ética con la sociología, la psicología y la antropología, la moral como estructura, la teología y la religión. Temas, ciertamente, muy enfermeros. Asuntos en los que tendremos que profundizar y en los que deberíamos destacar. Pongámonos en la situación de cada enfermo, personas siempre observadoras, analizadores permanentes de su situación y de nuestro profesional proceder. En la segunda parte del libro Aranguren nos presenta el objeto material de la ética. Los hábitos, actos y carácter. Como las filosofías clásicas, se cuestiona el bien y la felicidad. La felicidad como virtud y la felicidad como contemplación. Incluso la felicidad como perfección. Es importante para nosotros los enfermeros/as la teoría sobre los sentimientos, la esperanza, el amor, las virtudes de la prudencia, la justicia, fortaleza, templanza y otras. Las consideraciones sobre el mal, los vicios, la vida moral. Incluso destaca el tema sobre la muerte, circunstancia significativa en nuestro proceder ordinario y frecuente. La Ética de Aranguren resulta para enfermería como un libro, también, de cabecera. Documentación precisa, ordenada, muy completa. Algo que sorprende, con frecuencia, con la manera de actuar o proceder en algunas Escuelas Universitarias de Enfermería, en donde a estos temas tan trascendentales en la vida profesional de las enfermeras/os con frecuencia se marginan, no se les da la importancia que tienen. O, algo peor, se actúa así por ignorancia, hoy ya vencible. Y nos preguntamos: ¿Cómo puede ignorarse algo, una filosofía ya muy presente desde los presocráticos, desde los prefilósofos, y de actualidad ahora como a lo largo de más de treinta siglos? La verdad es que nos queda mucho por aprender y quedan, incluso, muchas murallas ideológicas que derribar en nosotros mismos. E insisti-
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mos, ¡qué responsabilidad tan grande la de quienes ostentan, suponemos que merecidamente, la grave responsabilidad de la formación de los jóvenes universitarios enfermeros/as!
23 Ética enfermera: ser y conducta
La figura de Pedro Laín Entralgo es larga y profunda en el mundo de la medicina y ha repercutido muchísimo en enfermería. Somos muchos los profesionales enfermeros que le seguíamos cuando él vivía y publicaba sus libros y que ahora los repasamos frecuentemente con fruición. Sus temas, además de los trabajos profesionales médicos, fueron la docencia, la historia, la antropología, el ensayo filosófico e, incluso, el teatro y la novela. Se interesó, muy especialmente, por lo que el ser humano es y por lo que hace. Por cómo realiza las obras el hombre, por su conducta. Y pretende llegar a indagar en los humanos cuanto les afecta en el amor, el odio, la soledad, la esperanza, el ocio, la enfermedad, la desesperación, la ciencia, las creencias, el lenguaje, la dignidad del alma, el cuerpo y la persona, la evolución del universo. A enfermería, fijándonos y apoyándonos en él, nos interesa la realidad y el comportamiento del ser humano. Él se había forjado un ideal o un concepto del hombre. Como buen seguidor de su maestro X. Zubiri se centra en la suidad. Arranca desde la génesis del ser humano y pasa a estudiar la suidad o mismidad del maestro Zubiri para terminar en el dinamismo. «El hombre es suyo en cuanto dueño y actualizador de sus talentos. El dinamismo de la suidad y de la personificación se hace así dinamismo de la convivencia». Laín Entralgo desarrolla ampliamente el tema de la esperanza: La espera y la esperanza, Antropología de la esperanza son libros en los que
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se permite criticar negativamente la obra El principio de la esperanza, de Ernst Bloch y La teología de la esperanza del teólogo Jünger Moltmann. Él cree que estos autores, sus libros, carecen de fundamento antropológico suficiente y adolecen de bases fundamentales a opciones distintas como son el agnosticismo, el marxismo o el cristianismo. Desde enfermería nos hemos fijado y titulado el tema sobre el ser y la conducta del hombre. Este libro es una de las últimas obras de Laín Entralgo. Una recopilación de su trabajo y seleccionada por él mismo. Se trata de un largo documento filosófico-ético-antropológico que inclina y conduce a una reflexión profunda. Bien como personas o como profesionales de la prestación de servicios y cuidados enfermeros, en nuestro caso. La empresa de ser hombres, empresa de ser, dice él, conlleva tres elementos decisivos: • Vocación, algo arrollador y absorbente. Hombre en el tiempo y el espacio. • Desasimiento metódico, hombredad. Pero nada indiferente pasivo. No ataraxia. Potencialmente activo. Abierto hacia lo otro, precisa. • Soledad, libertad última, humana. La vida puede ser entonces libre compromiso, libre misión, libre oblación. Y Laín Entralgo retoma para sí o como suya aquella frase de Don Quijote: «Yo sé quien soy». La filosofía-ética-antropología de Laín Entralgo afecta, ilumina y enriquece a enfermería porque trata de la soledad y creencias, del ocio y de la fiesta, vieja filosofía-ética ya estudiada aquí por nosotros, salud humana y perfección del hombre. Él, hombre de creencias profundas, se cuestiona en un hermoso libro, El problema de ser cristiano, lo esencial de ser cristiano. Porque el tema es y resulta difícil, complejo, pero asunto solucionable. Es un problema abierto a la trascendencia. Él lo soluciona como lo solucionó su maestro Zubiri, que en esto le siguió fielmente. Y en su obra La relación médico-enfermo nos ilumina en multitud de pasajes, contenidos y situaciones que enriquecen también nuestro acervo profesional enfermero. Una obra ciertamente interesante a la vez que no exenta de curiosidad y gran valor es La curación por la palabra en la antigüedad clásica. Una incursión profunda sobre el poder de la palabra como elemento curativo centrándose en Homero, Platón y Aristóteles. Un tema que no
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tendríamos que ignorar los profesionales enfermeros. ¡Cuántas veces las palabras alivian y aun curan! ¿Enfermería ha de resultar una muta ars, arte muda, mala concepción o, mejor, psicoterapia verbal? Tal vez las dos simultáneamente. Y se centra en la expresión decir placentero. Unas veces con intención mágica o por vía estrictamente natural, precisa Laín Entralgo en esta obra curiosa, interesante, novedosa y orientadora en nuestro actuar profesional.
24 Ética enfermera para el mundo personal
Entre los filósofos españoles destacados a primeros del siglo XXI nos encontramos con el más longevo actualmente, Julián Marías Aguilera. Nacido en 1914 fue un fecundo escritor y un conferenciante de masas. Falleció el 15 de diciembre de 2005. Sus escritos, tiene publicados más de 70 libros, se encuentran recogidos en gran parte en sus obras completas, ocho gruesos volúmenes. Se ha interesado especialmente en temas sobre el hombre, en sentido general, y sobre la mujer, en sentido genérico. Algunas de sus obras más destacadas son: La razón de la Filosofía, Mapa del hombre personal y persona. También, El tratado de lo mejor. En los últimos años se mostró muy sensibilizado por los temas humanos, la persona. Se lamenta de que en la práctica no es muy real el respeto a la persona. Porque hay evidencias del desprecio a la persona. Hay violaciones de sus derechos y violencia contra los humanos. Hoy se da discriminación humana centrada en el sexo, la pobreza, la raza o el color de la piel, o, el colmo de la insensatez, la discriminación por el lugar de nacimiento. ¿Pero a estas alturas del siglo XXI aún creemos en tierras sagradas? Incluso se ve discriminación por causa o razón de la fuerza: ¡haber quién es más macho! Aldeanismo duro, poco puro. Aunque opina que comienza a observarse y hay conciencia en el mundo de los derechos particulares. Tenemos derechos, defendemos derechos, «pero rara vez se emplea la
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palabra deber», precisa. Bien metidos en el siglo XXI, aún se da en España una legislación reciente en la que se castiga más duramente a los que maltratan a los animales que a quienes ultrajan y dañan a las personas. La prensa general, diaria, del jueves 15.01.04, precisaba: «El abandono de un perro se penaliza 20 veces más que el de una abuela». Julián Marías se plantea que «a veces hay gentes que hablan de los derechos de los animales. Yo digo, confirma, los animales no tienen derechos, tenemos deberes para con los animales, que es cosa muy distinta. Y continúa: la gente quiere evitar hablar de deberes...». Marías es un buen seguidor de Zubiri, aunque en algunos aspectos discrepó de su maestro, y también se formó en la cátedra de Ortega y Gasset. Se relacionó con Heidegger. Ha estado siempre muy cercano al Círculo y a la Revista de Occidente. En Prensa Española, periódico ABC, 27.08.98, Página Tercera, especifica, tal vez con cierto pesimismo, que «el hombre ha tenido siempre escasos recursos para sus proyectos; ahora, por primera vez, gran parte del mundo tiene más recursos que proyectos, y el resultado es el aburrimiento, el gran enemigo del hombre, la gran amenaza. Y de esto deriva el “pesimismo” que afecta a gran parte de la humanidad, la ausencia de un “lirismo” sin el cual la vida decae». Aquí podríamos añadir aquello de que el que quiera o pueda entender que lo entienda. Más alto se podrá decir, pero no más claro. Creemos que resulta muy interesante todo lo que hemos entresacado de Julián Marías para ir recogiéndolo y aplicándolo nosotros, profesionales de enfermería, al cuidar y prestar servicios para la salud de los hombres y las mujeres. Estar junto, en medio, de los faltos de salud, necesitados de cuidados sanitarios, nos obliga a saber valorar, filosofar, sobre todo cuanto afecta y favorece a las personas carentes de apoyo y comprensión. Tendremos que saber y cultivar el respeto a las personas, los deberes para y con las personas. Enfermería es rica en calidad y eficiencia, tiene que manifestarse y ser siempre abundante y generosa al cultivar estos valores. Tendremos que saber aprovechar los recursos, los proyectos, el lirismo vital-profesional. El libro Mapa del mundo personal es uno de los producidos por Marías y que más recomendamos para enfermería. Aquí nos aconseja estar en el mundo y convivir. El mundo físico y el mundo humano. «La vida humana
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es futuriza: está orientada y proyectada hacia el futuro. La inseguridad es la condición misma de la vida humana. La persona se realiza, entre posibilidades y dificultades, ensayos y riesgos, con un núcleo –siempre proyectivo- que intenta afirmarse entre múltiples estorbos, tentaciones y caídas». Aquí, en estas circunstancias mencionadas y otras muchas que aporta este magnífico libro, es donde tiene que hacerse presencia activa, vivencial, la enfermería de siempre, de ahora, de hoy.
25 Enfermería, ética y política
Victoria Camps, catedrática de filosofía y profesora de ética en la Universidad Autónoma de Barcelona ha dirigido, impulsado y conseguido la publicación en tres tomos de una Historia de la Ética, en donde pone de relieve y actualizado el gran movimiento mantenido a lo largo de los siglos sobre esta materia tan significativa. Abarca la obra desde los griegos al Renacimiento, y llegando a lo que denomina «ética contemporánea». En esta obra han participado gran número de filósofos españoles actuales, más de 30 autores, que complementan y enriquecen tan importante tarea. Es conveniente saber que Victoria Camps pertenece a los comités de ética de los hospitales Ntra. Sra. del Mar y del Valle Hebrón de Barcelona, con lo que sus opiniones en esta materia resultan más determinantes y significativas. De entre las mujeres preocupadas actualmente en España por la ética y la política, Victoria Camps destaca muy significativamente. Además, está demostrado, y lo confirmamos quienes la conocemos personalmente, estudiamos su pensamiento, que la anima y enriquece una fuerte personalidad. El concepto ético de Victoria es, a nuestro juicio, más que rompedor, ampliador de la visión del concepto. «Antes decíamos, precisa Victoria: no hay ética sin metafísica, sin religión. Ahora debemos decir: no hay metafísica ni ciencia sin ética y sin política». Esta nueva, o discretamente nueva, definición de la ética contemporánea es interesante tenerla en
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consideración cuando tratamos de estudiar enfermería o cuando ya ejercemos la profesión enfermera. La ética está en lo más intrínseco de la ciencia enfermera, en la política enfermera. Algo que debería significar determinante cuando se trata de diseñar los curriculums académicos o la deontología profesional. También en la investigación enfermera tendrá que estar presente o verse impregnada con el barniz protector de la ética. Es muy importante y consolador saber, como precisa Victoria Camps, que «me atrevo a decir que la filosofía práctica no sólo está viva en nuestro país, sino que goza de excelente salud». Esto nos recuerda lo dicho por Ortega y Zubiri dirigiéndose a Julián Marías mientras aquellos saboreaban en un bar madrileño las delicias de un buen café: «estábamos hablando de usted y de la suerte que había tenido al no ir a estudiar a Alemania», ABC, periódico, 03.12.98, tercera página. Como hemos apuntado, el mundo de la salud no le es extraño a Victoria Camps. Por esto está en la obligación de aportarnos buena doctrina bioética. En el Congreso Mundial sobre Bioética, en Gijón, Asturias, año 2000, nos decía que «no es difícil llegar a un acuerdo sobre los universales éticos, precisamente porque son abstractos y, por tanto, ambivalentes. No es difícil ilustrar con ejemplos que cualquiera de los principios de la bioética muestra ambivalencias o ambigüedades en cuanto aparece contextualizado. ¿Es maleficencia practicar el llamado “encarnecimiento terapéutico” cuando hay leves pero fundadas posibilidades de recuperación? ¿Está de acuerdo con el principio de beneficencia respetar las convicciones de un paciente que prefiere la homeopatía a los fármacos más canónicos y aceptados? ¿Respetar la autonomía del paciente consiste sencillamente en instarle a que firme un consentimiento informado? ¿Son coherentes con un ideal de justicia distributiva los ensayos clínicos que responden a intereses exclusivamente comerciales?» Bioética 2000. «Esa es la cuestión ética que conviene resolver, no la de los principios fundamentales». Y se vuelve a preguntar ante tantos cuestionamientos complejos: ¿Quién decide? Terminamos con una afirmación campsiana: «no sirve de mucho elaborar códigos éticos si no van acompañados de la voluntad de aplicarlos bien». Tengámoslo esto muy presente. Porque nos afecta de lleno como profesionales de la salud. Describamos códigos y cumplámoslos.
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Como podemos deducir, no es cosa intrascendente, baladí, preocuparnos desde enfermería por todo aquello que está relacionado con la ética, con la bioética. Aquí quiero ver a los responsables de las E. U. de Enfermería, a los directores/as de los departamentos y dirección de las enfermerías hospitalarias, a cada uno de los profesionales enfermeros. La profesión es algo más, mucho más, que administrar medicamentos, aplicar utillajes clínicos, cumplir órdenes. La dignidad profesional y humana nos pide ir más adelante, trascender a otros niveles.
26 Ética enfermera: primum non nocere
Javier Gafo, a quien tuve de profesor en la Universidad de Comillas, Madrid, nos ha dejado un buen contenido de ética y legislación enfermera. También se centró y profundizó en la bioética. Sin ser el padre de algunos principios éticos-bioéticos, cierto resulta que él fue quien más los divulgó entre nosotros y en España. Sin precisar el origen o autor cita con frecuencia aquello que debemos tener muy presente todos los sanitarios: primum non nocere, ante todo, no hacer daño. Principio de no-maleficencia o de beneficencia. Otra base fundamental en la bioética enfermera es la de beneficencia. Principio de beneficencia: hacer el bien. La salud de nuestros clientes, usuarios o pacientes será nuestra primera preocupación. «La gran crítica contra el principio de beneficencia», dice Gafo, «es su peligro de paternalismo». Un tercer concepto básico es el: principio de autonomía. Se centra o refleja en la Carta de derechos de los enfermos. Generalizada ya en todos los países. Pondera principalmente los valores éticos y antropológicos. «La autonomía tiene que ver con la capacidad de autodeterminación del individuo», precisa Gafo. Y continúa: «todo hombre merece ser respetado en las decisiones no perjudiciales a otros». Un tercer punto base es el: principio de justicia. Centrándonos en el jurista romano Ulpiano, Derecho Romano: dar a cada uno su derecho. Precisa que: «en casos iguales requieren tratamientos iguales».
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Posiblemente, por formación básica institucional, desarrolla mucho el método de «análisis de casos. Es una forma de proceder que guarda relación con el modelo jurídico. La buena ética, después de todo, comienza con buenos datos», nos dice Gafo. Mas los buenos datos han de ser analizados por nosotros con buenas maneras, con equitativas respuestas. Pondera, se fija mucho, tal vez se preocupa por la nueva imagen del profesional de enfermería. Toma por base, también, la historia enfermera. A nuestro entender frecuentemente un tanto sesgada o poco conocida. También nos aporta una buena documentación de los códigos éticos de enfermería, tanto nacionales como internacionales. Contribuye y muestra preocupación e interés por la identidad de enfermería y sobre la relación médico-enfermera/o. Presenta algunos dilemas éticos de la profesión o en la profesión de enfermería. Su material informativo se nota que lo ha tomado muy especialmente de los EE UU y de Canadá. Cuando es cierto que ya hoy, y en el año 1994, año de la publicación de su obra Ética y Legislación en Enfermería ya contábamos en España con un buen número de libros y de revistas sobre historia de enfermería auténticamente nuestros y de calidad. Es verdad que él se formó en los EE UU y lo deja traslucir. Aunque todo es bueno y provechoso en gracia a nuestra mayor y más amplia formación. Esto nunca hace daño, tomándolo a dosis controladas. Tal vez gota a gota. ¡Pero sobre bases autóctonas! Desde la bioética Gafo se interesa y preocupa por la humanización de la praxis enfermera. Toca de lleno el tema del secreto profesional y la confidencialidad en el campo de la salud. También se fija en el difícil y delicado tema del aborto, y de la procreación asistida, la eutanasia, la muerte y la ayuda al enfermo terminal, la manipulación genética, la experimentación humana, los trasplantes de órganos, el genoma humano, la intersexualidad y cambio de sexo. Lo cierto es que Gafo aporta para enfermería mucha documentación, abundante información, que nos ha de servir para buen provecho de la acción profesional enfermera. Somos conscientes y reconocemos que ha sido para la enfermería un maestro en la bioética. También formó parte como experto en la Comisión Parlamentaria para el estudio sobre la inseminación artificial y la fecundación humana in vitro. Fue Director de la Cátedra de Bioética en la Universidad de Comillas y formó parte principal en los comités de ética de algunos hospitales españoles.
27 Ética enfermera: felicidad y buenos sentimientos
En la filosofía actual, de nuestros días, de hoy, es un obligado deber conocer a José Antonio Marina. En el campo ético es un investigador de la filosofía muy seguido por nuestra sociedad. O que no le sigue en su pensamiento, y esto resulta ciertamente perjudicial para las personas, para los profesionales de cualquier línea de actividad laboral y humana. Social. Hoy, un profesional de cualquier dinámica, pero, en nuestro caso, de la enfermería, de la prestación de servicios, de ayuda al enfermo y al necesitado por falta de salud, tiene que conocer la filosofía, la ética de Marina. Sus libros, siempre sorprendentes, investigador de fondo, estimulan al análisis, al conocimiento de la sociedad que nos está tocando vivir, servir, convivir. Destacamos algunas de sus obras más allegadas a nuestra idiosincrasia. En primer lugar, no la primera que publicó, tenemos Ética para náufragos, El laberinto sentimental, El misterio de la voluntad perdida, La lucha por la dignidad, Dictamen sobre Dios, El rompecabezas sobre la sexualidad. Aprender a vivir. Marina se atreve a decir que «la ética es lo más creador que la inteligencia piensa cuando piensa en el modo de vivir». Y se propone navegar con estos, en estos mares procelosos que con frecuencia se nos encrespan. El mar en el que nos movemos, ahora, se llama ética. Esto es: deber, norma, responsabilidad, imperativo categórico. Aquí, tal vez, hemos naufragado. O puede ser, por el contrario, que nos movamos, naveguemos, con rumbo seguro y timón bien amarrado. Timón tenso.
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No me atreveré a definir ni figurarme a los enfermeros/as como náufragos. Probablemente el símil pudiera resultar o parecer como ofensivo, pero, ya que estamos en medio del naufragio o cerca de él, intentaremos salir a flote, salvarnos. La profesión enfermera a veces se ve como en el laberinto, en el naufragio, sanitario, profesional, sin acertar cómo salir airosos; cómo rectificar la situación compleja, siempre difícil. Y para estas circunstancias difíciles nos avisa Marina: «al náufrago le hace nadar la inteligencia y el deseo. El lector sabe muy bien que las cosas no son tan simples y que la conciencia del hombre es siempre terreno disputado, porque a ella llegan ocurrencias de muy variada índole». Y precisa: «tal vez estemos desgarrados por dos proyectos incompatibles: ser feliz y ser bueno». Pero se vuelve a cuestionar: «¿será verdad que son incompatibles?». Ahí nos deja la duda. Que cada uno, bajo la sombra de la duda, intente aclarar su propia situación. Esta es la hora de la ética para enfermeras/os náufragos o en riesgo de sufrir los avatares de nuestro proceloso mar. Marina, siempre náufrago, caminante por el lado afilado de un cuchillo se decide a hablarnos de la inmortalidad de la ética. «Todas las sociedades están estructuradas por normas, pero no parece que todas las normas sean iguales. ¿Qué podemos hacer con todo esto?». Pensar, analizar, juzgar con inteligencia, voluntad y buenos deseos. Pero somos débiles y podemos equivocarnos en nuestras determinaciones. Por eso aspiramos a desear la luz, más luz demandaba el sabio, asidos al conocimiento de que la ética es inmortal. Lo que importa es saber acertar con la «elección de órbita. El modelo de la dignidad atrae a su órbita a la razón y a la libertad. La inteligencia y la razón son los presupuestos de todo derecho. El orbe de la dignidad necesita para desplegarse que la inteligencia y la libertad se expandan sin más limitaciones que las impuestas por la dignidad racionalmente desplegada». Buen asidero para el posible náufrago enfermero: inteligencia, libertad y dignidad exhibida racionalmente. Y todo esto dirigido hacia «el horizonte de la felicidad y los buenos sentimientos». El misterio de la voluntad perdida resulta para enfermería una incógnita a resolver. La voluntad para Marina se centra en el poder al que aspira el hombre; y es la disciplina, la que en cierta manera subyuga a la espontaneidad, la autenticidad y el deseo: «tríada prodigiosa, quintaesen-
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cia de la libertad; la voluntad es un concepto moralizante; la voluntad impone una rigidez ontológica que anula la libertad». Este autor se ve en la necesidad de esclarecer sus cuestionamientos sobre la voluntad perdida formulándose un gran número de porqués. Enfermería se formula a veces muchos porqués difíciles de esclarecer. ¡Todo un reto! Y para enfermería en Aprender a vivir, pág. 9, parece que nos dice: «Se trata de implantar una civilización del cuidado, una maternalización de la sociedad, que sería la civilización verdaderamente humana».
28 Ética enfermera, educar para la vida
La filosofía de Fernándo Savater está muy centrada en la educación. Los problemas de los humanos deben afrontarse desde la niñez en la familia y en la escuela. Muchas de las deficiencias por las que está pasando nuestra sociedad, mundial, europea, española, autonómica, localista, han de afrontarse como si se tratara de un fuerte desafío, desde la infancia. Hoy estamos afectados gravemente por cuestiones racistas, intolerancia, violencia, abuso de la fuerza, que tal vez respondan a una debilidad subjetiva, por las drogas, agresión sexual, política, incomprensiones de muchas circunstancias. Y enfermería esto lo ve, lo siente, lo padece, se encuentra envuelta por tantas eventualidades, situaciones y coyunturas. A nuestro campo de trabajo llegan muchas personas afectadas negativamente por muchas circunstancias graves que se producen en nuestro medio social y profesional. El valor de educar, Política para Amador, Sobre vivir, Idea de Nietzsche, Las preguntas de la vida, Ética como amor propio, El valor de elegir, son algunas de sus obras que aquí queremos destacar. «Es curioso este uso del adjetivo “humano” que convierte en objetivo lo que diríamos que es inevitable punto de partida». Y precisa, tal vez con cierta neblina pesimista, o posiblemente desesperanzado, desilusionado: «Nacemos humanos, pero eso no basta, tenemos también que llegar a serlo. Por vía de la educación no nacemos al mundo sino al tiempo». Y tomando prestadas palabras de Fernándo Pessoa, aporta:
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-¿Qué es el presente? -Es algo relativo al pasado y al futuro. El tema de la familia lo ve como eclipsado. Los niños reciben allí la socialización primaria. Ésta es fundamental. Todo el resto de educación, secundaria o sucesivas, depende, a favor o por defecto, de la convivencia familiar primaria. Nos precisa que: «la educación familiar funciona por vía de ejemplo, no por sesiones discursivas de trabajo, y está apoyada por gestos, humores compartidos, hábitos del corazón, chantajes afectivos junto a la recompensa de caricias y castigos distintos para cada cual, cortados a nuestra medida». Todo esto no le es ajeno ni le ha de parecer extraño al profesional de enfermería. Enfermería, por deducción lógica de su personalidad, es fuertemente educadora. Las profesiones sanitarias son educadoras por antonomasia, por excelencia. De esto, por esto, que no hayamos soslayado el tema del valor de la educación. Savater se hace muchas preguntas sobre la vida. La vida es para él una asignatura apasionante. Y se cuestiona continuamente: si no hay vida, ¿para qué la filosofía? Y con la filosofía se interroga sobre la muerte. «La muerte para empezar», precisa. Da que pensar, nos hace pensar en profundidad: «¿en qué sentido nos hace la muerte realmente humanos? ¿Hay algo más personal que la muerte?». Esto hace reflexionar, nos parece, a cualquier humano. Enfermería, lo hemos apuntado en otras ocasiones, en cierta manera, es hermana de la muerte. Tal vez algo más que novia. Somos los profesionales a los que más personas se nos mueren. Y no por descuido, nunca, sino porque las cosas, los hechos, resultan así. Son así. Sin más. Es nuestro oficio, nuestra profesión, nuestra misión social y humana. Y es que los enfermos más necesitados de ayuda, de apoyo y calor humano, de servicios, de compañía y comprensión necesitan la proximidad comprensiva, incluso cariñosa, de los profesionales enfermeros. Asunto difícil, complejo, amable, acogedor, animador del que muere y del entorno que nos rodea. Animar, contextualizar profesional y humanamente el duelo tal vez resulte para nosotros como la asignatura aún pendiente. Así como, también, otra asignatura tal vez pendiente sea saber educar para la vida, que enriquecerá y dará sentido a la muerte digna, sensible, humana.
29 Enfermería: sabios morales
Otra de nuestras filósofas más destacadas en España es Adela Cortina. Actualmente ejerce su docencia en la Universidad de Valencia. Es catedrática de Filosofía del Derecho, Moral y Política. Pero lo cierto es que su cátedra, su trabajo filosófico, su ética y moral la encontramos en multitud de escuelas, universidades, facultades de teología y aplicada su doctrina en muchísimos centros docentes y profesionales. Tiene publicados varios libros sobre ética, algunos de ellos en colaboración con distinguidos miembros de su equipo universitario, o con Marina y otros. También es frecuente verla aparecer en publicaciones diarias, semanales o mensuales, tanto profesionales como de divulgación, y siempre con temas éticos. Entre sus libros, destacamos: Ética mínima, Ética moral, Ética aplicada y democracia radical, Ética de la empresa, Ética de la sociedad civil, El quehacer ético, Guía para la educación moral y la Ética de la sociedad civil. En colaboración destacamos: Ética, Diez palabras clave en ética y Ética de las profesiones. Dentro de su concepto ético, influenciado por Aristóteles y no menos por I. Kant, además de muchos otros filósofos clásicos, de la modernidad y algunos recientes españoles, destacamos su afán por desarrollar el saber teórico y el saber práctico. Pero lo cierto es que en estos dos temas sigue más a H. G. Gadamer, no hace mucho fallecido en Alemania y, por supuesto, la Carta a Nicómaco, de Aristóteles, preci-
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sando que «la distinción entre teoría y praxis se refiere a dos formas de saber: a un modo de saber teórico y a un modo de saber práctico». Esta es una distinción en el conjunto del saber. A la parte teórica la llama contemplativa, y al saber práctico, orientador de las acciones, lo denomina calculativo o deliberativo. Enfermería, aunque la hemos estudiado anteriormente como ciencia teórico-práctica, fijándonos especialmente en la doctrina kantiana, para Adela Cortina seríamos unos profesionales más prácticos, por cuanto en nuestro quehacer diario nos inclinamos más por desarrollar los contenidos éticos: técnicos, calculativos, deliberativos, políticos y económicos. «Hoy habría que añadir a nuestro juicio», precisan Adela Cortina y Emilio Martínez en su libro Ética, Akal, «la reflexión filosófica sobre la religión». El sabio técnico domina el arte de aplicar los medios oportunos a un fin que se persigue, sea o no bueno; mientras que el sabio moral es el que delibera sobre los medios pero para conseguir un fin bueno. De donde deducimos que en la escala práctica de Adela Cortina tendremos que aspirar a ser, dentro del campo práctico, sabios morales. Profesionales que reflexionan con la intención de conseguir el bien. La excelencia. La verdad. Como sabios morales tendremos que distinguir y aplicar prácticamente la moral como sustantivo; «la moral: un sistema de contenidos que refleja una determinada forma de vida». Y la moral como adjetivo, «moralidad: referente a los códigos morales, juicios morales, buenas conductas, sin agredir al prójimo». La moral, como la ética, no puede ser neutra, aunque puedan darse distintos códigos morales. «Dada la complejidad del fenómeno moral y dada la pluralidad de modelos de racionalidad y de métodos y enfoques filosóficos». Dice Adela Cortina: «el resultado ha de ser necesariamente plural y abierto. Existen una multitud de métodos distintos. La filosofía tiene la misión de aclarar y justificar racionalmente las pretensiones humanas de acceso a la verdad, al bien y a la belleza». He aquí nuestro campo operativo profesional enfermero: conseguir la verdad, el bien, la belleza, el valor, la virtud. Así sea. En una larga entrevista aparecida en el periódico ABC, 24.08.03, pág. 6, 7 y 8, de entre muchas y buenas ideas destacables seleccionamos, por
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su interés para enfermería, lo siguiente: «la función de la ética hoy es impulsar a la ciencia para que trabaje por el bien de las personas. Que los beneficios de la ciencia se distribuyan equitativamente». Conocido cuanto precede, Adela Cortina se pregunta en uno de sus libros anteriormente citados: «¿Vale la pena educar moralmente?». Y nosotros respondemos, sinceramente y con los debidos respetos: vale la pena educar moralmente.
30 Ética enfermera. Análisis bibliográfico
Algunas veces hemos tratado de que la ética-bioética en enfermería resulta un tema nuevo, por tanto muy desconocido, poco valorado en los programas formativos, curriculums universitarios, con pocas publicaciones nuestras o muy cercanas a nosotros. Pero algo hay, acostumbramos a concluir. De entre este pequeño acervo documental contamos con la aportación destacada de Roser Valls Molins. Se trata de un libro muy bien trabajado, meticuloso en la forma y en el fondo. Su obra Ética para enfermería1 resulta un cuerpo documental muy bien presentado, con una metodología o estructura de los capítulos ciertamente pedagógica y comprensiva. Otro documento que hay que destacar, salido poco después del anterior, es Deontología y ética para la enfermería del siglo XXI2, de Pilar Fernández Fernández y Máximo González Jurado. Trabajo ciertamente más denso que el anterior, muy centrado en contenidos enfermeros y con una metodología estilística ciertamente ejemplar. Amén de temas comunes y fundamentales con otras obras, tiene capítulos que destacamos, como: Distinción entre ética y moral; Disciplina de la ética; La enfermería y el ser humano; La enfermería y la problemática social; El enfermo terminal. También El dolor, El sufrimiento, La eutanasia y la 1
Ediciones ROL, S.A. Barcelona, 1996.
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Ed. Síntesis. Madrid, 1997.
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muerte, Enfermería e infancia, Enfermería y medio ambiente, Enfermería e imagen social, Enfermería, administración de la salud y ética, además de los anexos. En el año 2000 aparece el libro de Lydia Feito Grande titulado Ética profesional de la enfermería3. El primer dilema que se plantea Diego Gracia en el prólogo de esta obra es lo que venimos denominando como paradoja de curar y cuidar. Algo al respecto tenemos ya publicado resolviendo, tal vez, el dilema. Él lo presenta como problema, que algunos no lo aceptamos así. Para enfermería, opinamos que más que problema resulta un sincretismo entre los dos conceptos: enfermería cuida y por eso cura, medicina cura y para eso establece o programa cuidados. Por lo que deducimos que a enfermería el curar no le resulta extraño ni una intromisión, y a medicina no le ha de resultar de valor inferior la prestación de cuidados. En este prólogo del libro de Feito Grande a Diego Gracia las referencias a la historia de la enfermería le resultan o nos parecen poco analíticas o muy simples. Muy reduccionista. Acude a lugares y datos demasiado comunes y poco aceptables para nuestra historia española. Opinamos que Diego Gracia, al que conocemos personalmente, respetamos y admiramos, tendría que indagar más y mejor la historia enfermera, especialmente española, historia de la enfermería española e hispanoamericana, así como la enfermería de hoy, filosofía y antropología de esta profesión. Es como si nosotros quisiéramos describir la historia de la medicina y partiéramos desde Ramón y Cajal. Olvidando lo que aporta de integral don Pedro Laín Entralgo con sus siete tomos de Historia de la Medicina. De Lydia Feyto Grande destacamos su primer capítulo, pensar la enfermería. En conjunto, el libro presenta una muy adecuada distribución de temas. Muy documentada y apoyada por principios filosóficos de todas las épocas. Porque toda la filosofía, desde la metafísica y los presocráticos a las aportaciones filosóficas actuales, afecta e incide en el quehacer enfermero. Igual que a su maestro Diego Gracia, además de profundizar poco en la historia enfermera analítica, historia de la enfermería española, se centra Lydia Feito en el concepto cuidar, cap. IV. 3
Ed. PPC. Madrid, 2000
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Una verdad incompleta. Define a enfermería como una labor orientada al cuidado de los enfermos. Pero nosotros añadimos a esta definición lo siguiente: y por eso cura. Porque, opinamos, sin cuidados en raras ocasiones se consigue la curación. Un libro, en conjunto, ciertamente de alto valor por lo mucho que aporta, por su cimentación filosófica y su riqueza de temas. Pero al parecer no ha investigado en qué es y qué representa para la salud la acción profesional enfermera. Gentes cuidadoras-sanadoras. Sabios morales. La aportación ética enfermera de última generación, 2002, es Ética de las profesiones: Enfermería4, de Julio Vielva. Un diplomado en enfermería, doctor en filosofía. Actualmente ejerce de Profesor Agregado de Bioética y Ética Profesional en la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios, Madrid, además de ser Director de ambas escuelas, Universidad de Comillas. Sus contenidos se salen un tanto de los temas comunes, tal vez porque ya están tratados por otros. Utiliza una metodología descriptiva muy meticulosa en divisiones y subdivisiones. Analiza qué es la profesión enfermera, su responsabilidad, respeto a la intimidad, a la autonomía del paciente, la objeción de conciencia, los comités de ética y la humanización. Es muy interesante el apéndice final sobre Método de análisis de casos, tal vez influenciado por Javier Gafo. En conjunto, nos sentimos muy satisfechos por las aportaciones bibliográficas que hemos presentado. Cada una de ellas nos traen temas nuevos, enfoques iluminadores, visiones esclarecedoras. Gracias a todos.
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Ed. Descleé De Brouwer, S.A. Bilbao, 2002.
31 Enfermería: liderazgo y ética
Enfermería es una profesión de líderes, para líderes. Líder es aquella persona, mujer u hombre, que sabe respetar a los demás. Que intenta, y aun consigue, comprender, ayudar a los otros. Todo liderazgo es paradigma, una paradoja. Un concepto estético, ético. Lo esencial del liderazgo se centra y condensa en el valor servicio, atenciones, regalo a los demás. Pero con criterio profesional. Se apoya, siempre, en la autoridad. Conseguir, lograr autoridad. La autoridad está por encima del liderazgo de poder. A la autoridad se llega tomando por objetivo y alcanzar el bien común. Consiguiendo el bien común. Los profesionales de enfermería, para ser considerados como líderes éticos, morales, líderes con autoridad, han de transmitir honradez; ser considerados como dignos de confianza; han de estar pendientes de las necesidades de los demás; por tanto, han de comprometerse. El respeto hacia los demás es fundamental. Y esto hace que nos ofrezcamos como animadores de las personas y de los grupos. Ser, resultar positivos, entusiastas, alegres, felices, ejemplares en todo. Esto sin dejarse manipular y exigiendo responsabilidad a la gente. Ayudando a los otros a realizarse positivamente. Trabajar con responsabilidad, con autoridad, es lo que transmite la fuerza al verdadero líder. ¡Claro que esto precisa valentía y esfuerzo, además de supo-
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ner algunos riesgos y no pocos compromisos! ¡Pero también aporta muchas satisfacciones! El liderazgo del mando, del poder, de la imposición, proporciona pocas alegrías, nos oferta poca trayectoria, muy pobre hegemonía. Enfermería, prestadora de servicios, de atenciones y cuidados, se encuentra en el medio o lugar más adecuado para transformar su liderazgo de poder en liderazgo de autoridad. Autoridad que se transmite y es valorada fácilmente por los atendidos profesionalmente y por el entorno sanitario, social y humano. La dignidad y la autoridad se han de manifestar siempre con sencillez y admiración de los demás. James C. Hunter, en su obra La Paradoja, aporta unas cortas precisiones o definiciones para diferenciar y alcanzar la fuerza de voluntad o la sinrazón de las buenas palabras. Y nos dice: -intenciones sin acciones es igual a cortedad -intenciones mas acciones es igual a voluntad. Ciertamente, un programa sencillo aunque no fácilmente conseguible. Sólo es cuestión de disponer y desarrollar las buenas intenciones y practicar lo correcto y bueno que nos cuestionamos constantemente. Y añade Hunter, para nuestro puritano sonrojo: amar. Actuar con amor. Amor de ágape, precisa Hunter: «el amor del comportamiento y la elección, no el amor de la emoción». La estética y la ética enfermera nos conducirá al liderazgo de autoridad si trabajamos de acuerdo a las buenas intenciones, a las correctas acciones. Amor con el sentido griego de ágape; con signos de credibilidad, de sinceridad, de que damos lo mejor de nosotros mismos a los otros. Centrándonos en identificar y atender satisfactoriamente las legítimas necesidades de los demás, especialmente de las personas que profesionalmente cuidamos, curamos. Porque enfermería también cura. Nos parece que esto que aportamos responde, entra de pleno, en cuanto entendemos por paradoja, por paradigma: estética y ética enfermera. Liderazgo de autoridad. Todo centrado en la fórmula I+D+I: investigación, desarrollo e innovación.
32 Enfermería, salud mental y ética
Cierto es que gran número de profesionales de enfermería dedican su trabajo, tiempo y saber a los cuidados de enfermos psíquicos. Bueno será, es, que reflexionemos unos minutos, tal vez sólo unos segundos, sobre o respecto a esta actividad profesional. Y especialmente a considerar, a tener muy presentes, a las personas con afectaciones y alteraciones psíquicas. A quienes carecen de salud mental. Salvadas algunas patologías especiales, como pueden ser el cáncer en estado terminal o paliativo, y algunas pocas más, podríamos asegurar que los enfermos psíquicos, especialmente los crónicos, con una alta prevalencia, resultan mucho más notables, significativos, importantes, incluso, mucho más dignos de respeto, causa de mayor cuidado y atención, que otros enfermos. Así, a secas, tal vez rotundamente. Y eso que defendemos la dignidad total y máxima de todos y cada uno de los carentes de salud. Porque los carentes de salud mental han perdido o nunca han tenido capacidad de discernir, de elegir, de amar, de admirar lo bello, simplemente una salida o puesta de sol o los colores de una flor. Los problemas de cada enfermo psíquico, porque todo enfermo carente de salud mental es y encierra en sí un grave problema, resultan un tema viejo, de siempre. Ciertamente difícil. Verdaderamente complejo, laberíntico. En efecto, en estas circunstancias la mente humana alterada es y resulta un auténtico laberinto. Y entre otras causas y razo-
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nes porque estos pacientes siguen siendo estigmatizados por la sociedad en general y, en no pocos casos, por sus seres más allegados, más próximos. Labor de enfermería es y resulta, también, informar, educar, a los ciudadanos, a los afines de los pacientes-usuarios de nuestros servicios y atenciones. Incluso trabajo nuestro es, además, denunciar en muchas circunstancias la falta o deficiencia de recursos, potenciar la coordinación entre las distintas instituciones o centros de atención, solicitar incremento de recursos económicos que conduzcan a disponer de mejores instalaciones, medicación moderna y adecuada, recursos técnicos, lúdicos y culturales, personal bien retribuido, suficiente y formado profesionalmente. Enfermería ha de saber, y lo sabe, que tanto como el paciente psíquico, la familia se siente desprotegida, tal vez minusvalorada. Cuando una persona enferma psíquicamente toda la familia se ve afectada, influenciada y necesitada de comprensión y apoyo. Los enfermos psíquicos presentan y demandan cuidados: Somáticos: de atención especial, a veces de simples cuidados, pero imprescindibles, consecuentes a su patología específica. Disgregada. Psicológicos-psiquiátricos: respecto a su afectividad, su equilibrio o desequilibrio mental, de motivación, de tolerancia o, incluso, a veces con agresividad. Medicación y terapias adecuadas. Sociales: solución de problemas ambientales, familiares, ocupacionales, recreativos, formativos, de convivencia social o familiar, rehabilitación, económicos... Antropológicos: alteraciones conductuales, de usos y costumbres, hábitos... Reconstruir los valores humanos, de convivencia, morales, estéticos, éticos, religiosos... Ciertamente, nos hace falta mucha luz para poder iluminar las mentes enfermas. Están oscuras las mentes de los enfermos psíquicos y puede ser que estén faltas de luz con respecto a estos pacientes: las mentes de sus progenitores y familiares, las mentes de los políticos de turno y de los políticos que esperan turno, las mentes de los científicos, las mentes de la sociedad global...
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La sociedad no es algo abstracto. La sociedad somos tú, yo y los demás. Todos. Y las instituciones de toda índole, de todas las profesiones. Y los sistemas...
33 Enfermería, Alzheimer y ética
Enfermería conoce muy bien qué es esta patología llamada Alzheimer. Cada día con más frecuencia llegan a nuestras enfermerías o sabemos que muchos están atendidos, con mejor voluntad y afecto y menores recursos asistenciales, en sus propios hogares o en los domicilios de sus hijos. Es o resulta una situación controvertida, compleja y dificultosa. Nuestro sistema sanitario está pensado y proyectado para patologías agudas en el que se despacha, se da de alta al enfermo rápidamente y con el menor costo posible. Pero este sistema complejo, político-económico, se olvida, o pretende olvidar, las enfermedades crónicas y degenerativas como el Alzheimer, que requieren una atención permanente y esmerada. De calidad. De alto costo económico. Se sabe, o se nos dice insistentemente, que no se dispone de recursos ni de presupuestos suficientes para atender debidamente a estas personas enfermas. Económicamente, insisten, es imposible hacer frente totalmente a estos problemas. Pero habrá que plantearse un sistema nacional o autonómico de salud que no atiende con alto contenido de calidad a pacientes que en muchos casos han estado cotizando durante una gran parte de sus vidas. ¡Y aunque no hubieran cotizado!, que son los menos. ¿O es que por su situación de enfermos con Alzheimer no son acreedores a una atención sanitaria, social y humana adecuada, suficiente, digna, esto es, de calidad?
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Insistimos, la enfermedad de Alzheimer está llamando ya e insistentemente a nuestras puertas. Las puertas de las casas particulares y las puertas, también, de nuestras instituciones públicas o privadas. Y es ya hora y momento de preguntarnos: ¿cómo vemos esta nueva situación asistencial, cómo se ha preparado la sociedad para afrontar el problema, qué nos dice la ciencia cara a afrontar las secuelas psico-socio-asistenciales y rehabilitadoras que conlleva esta nueva enfermedad? Porque esta patología es ya el tercer problema de salud en los países desarrollados y casi siempre en personas de la tercera edad, tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. ¡Ahí queda el reto! La sociedad manda. ¿Manda? Nosotros, desde nuestra profesión-preparación enfermera y, por tanto, ética, sin dejar aparcados estos problemas enunciados anteriormente, problemas siempre presentes, intentaremos conseguir algún remedio a esta enfermedad de Alzheimer y sus circunstancias. Porque respecto a la patología que tratamos tiene mucho que decir y que hacer la enfermería moderna, universitaria. Y contemplaremos, observaremos, analizaremos los enigmas y graves situaciones que presentan las familias, muchas familias, que diariamente nos exponen sus difíciles situaciones, nos reiteran sus propias historias, para ver si les aportamos un poco de luz a las tinieblas que les envuelven totalmente. ¡Luz, más luz!, pedía el filósofo, el sabio. Y nosotros, sin creernos sabios –aunque lo seamos, como anteriormente vimos– también pedimos luz a los políticos, a los investigadores, a los terapeutas de toda escala de preparación y de conocimientos. Todo cuanto hemos descrito está cargado de contenidos y reflexiones estéticas, éticas, bioéticas. También, por tanto, nos resulta un contenido antropológico, humanizante. De enfermería depende que interpretemos y desarrollemos este nuevo mapa que profesionalmente se nos abre ante nuestros ojos. Ante nuestro pensar y actuar profesional enfermero. El problema, el enfermo, necesitado de salud, está ahí, aquí: ¡Afrontémoslo! Aportemos algo de luz, aunque sólo resulte una débil lamparilla.
34 Enfermería, drogas y ética
El tema de las drogas resulta delicado y, también, necesario conocer. Como inicio podemos avanzar un axioma, y es que para nosotros los profesionales de la salud no existen o no aceptamos la distinción entre drogas duras o blandas. Nosotros sólo tratamos de drogas y todas resultan gravemente nocivas para el cuerpo humano. El consumo de sustancias tóxicas conlleva una doble dimensión: los efectos psicofísicos y sus consecuencias sociales y humanas. Por tanto, el consumo conlleva generalmente un grave deterioro de la personalidad y sus signos externos resultan muy ostensibles y de rechazo por parte de la sociedad. Como ante todo hemos de resultar profesionales o personal de la salud y, además y por definición, docentes, educadores, ponemos a continuación algunos puntos que pueden resultar de mucho interés para la sociedad. Son temas que preocupan a los padres, profesores, jóvenes, políticos, sanitarios y responsables de la sociedad en general. Teniendo lo dicho muy presente, precisamos: • El consumo de drogas no trata de diversiones de adolescentes y jóvenes. Es algo que hace pensar, que hace actuar. Que forma parte de nuestra preocupación profesional y ética. • Entendemos por drogadicción: adición, toxicomanía o dependencia de alguna droga.
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• Por dependencia admitimos como la absoluta prioridad que siente el consumidor al uso de drogas sin capacidad de prescindir de ellas. Dependencia psíquica: inquietud e insatisfacción. Dependencia física: aparición de trastornos somáticos. Conflictos sociales y familiares. • Síndrome de abstención: mal estado general psicofísico. • Antagonistas: fármacos que bloquean la apetencia, inhibiendo los efectos nocivos de las drogas. • Clasificación de drogas: 1) Depresoras del sistema nervioso: Opiáceos: heroína, morfina, metadona, etc. Alcohol. Hipnóticos: barbitúricos y no barbitúricos. Tranquilizantes. 2) Estimulantes del sistema nervioso: Anfetaminas, cocaína, nicotina, cafeína. 3) Perturbadoras del sistema nervioso: Alucinógenos: L.S.D. Mescalina, peyote. Derivados del cannabis: marihuana, hachís. Inhalantes: acetona, bencenos, etc. Diseño: éxtasis, eva y otras. • Signos del consumidor: – Físicos: pérdida de apetito, adelgazamiento, ojos enrojecidos, goteo de sangre nasal, somnolencia, deficiente higiene personal, pupilas dilatadas. – Cambios de costumbres: usa gafas oscuras, mangas largas, cuarto de baño para el consumo, gasto de gran cantidad de dinero, robos domésticos, mentiras, etc. – Actitud personal: indiferencia, abandono de estudios, irritabilidad, pérdida de empleo, desconfianza en cuanto le rodea, descortesía, etc. • Tendencias actuales: alcohol, patrón nórdico, estimulantes, drogas de síntesis y cocaína, especialmente. También: tabaco, juego=ludopatía. • Ayudas que pueden ofrecerse al drogodependiente y sus allegados: la sociedad española oferta grandes medios y recursos para lograr salir de esta grave y dolorosa situación.
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Podemos concluir desde enfermería con un corolario ético profesional: las enfermedades que generan las drogodependencias no se curan, aunque pueden mejorarse y lograr el paciente una vida normalizada. No olvidemos nunca que las drogas afectan directamente al sistema nervioso central.
35 Enfermería, ética y educación sexual
Entre los profesionales de enfermería nadie se sorprenderá que toquemos este punto sobre la educación en general o de los educadores ahora de la sexualidad. Desde hace muchos años hemos defendido que las profesiones sanitarias son, eminentemente, educadoras. Enfermería es, por tanto, una profesión informadora, formadora, educadora. Nuestra historia profesional lo demuestra y nosotros, cada uno de los profesionales, lo ratificamos con nuestra experiencia diaria. Educar en la sexualidad es para enfermería centrarse y profundizar en los sentimientos. Es distinguir y comprender nuestra sensibilidad para conseguir reforzar la afectividad de los demás, de los que se nos acercan y nos manifiestan su situación emocional, preocupante, entrañable, sensible. Educar es, nos dice Enrique Rojas, comunicar conocimientos y promover actitudes. De donde deducimos que necesitamos ampliar nuestro acervo documental al respecto y, también, conseguir movilizar lo más profundo del ser y del sentir de los demás. Y esto exige, por añadidura, alto nivel ético. Formar a los demás en su sexualidad es conseguir de estos un mayor conocimiento, una más lograda libertad, que conduzca a los clientes o usuarios a ser personas equilibradas. «Toda educación positiva humaniza y libera al hombre», dice Rojas, «llenándolo de amor». De aquí colegimos lo hermoso y enriquecedor que resulta para los educadores, para los
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profesionales de enfermería, esta labor tan trascendente y maravillosa de formadores de espíritus, de personas humanas y/o más humanizadas. Información y formación, dos elementos consustanciales de la función enfermera. Por lo que si nos quedamos sólo con uno de estos componentes educativos –normalmente se acostumbra sólo a informar– nos quedamos a mitad del camino, a la consecución solamente de la mitad de nuestra obra educativa. En nuestra formación profesional tendremos que indagar qué materiales, qué libros adquirimos para lograr formarnos en la educación sexual de los que acuden a nuestro consejo sobre afectividad. Gran parte de textos relacionados con la educación sexual en realidad tratan sólo de informar. Algo importante pero insuficiente. Si nos consideramos profesionales éticos hemos de lograr informar seriamente y formar en profundidad. Informar es aclarar, advertir, avisar, documentar, instruir, prevenir, saber. Mientras que formar alcanza los campos del adiestramiento, aprendizaje, configuración, educar, ilustrar. En concreto, asumir responsabilidad. Si informar nos resulta tarea más fácil que la de formar, tendremos que indagar y profundizar cómo se educa. Y llegaremos al conocimiento que educar es disponer de elementos didácticos, docentes y pedagógicos. La educación integral alcanza toda la vida, por lo que formar en la sexualidad es comenzar por la infancia, y esto de una manera o forma progresiva. A veces tendremos que centrarnos en los padres de los niños, a quienes consideramos los verdaderos educadores y que a veces no saben o no intentan educar a sus hijos en la sexualidad. Por todos los caminos hemos de intentar y conseguir en los usuarios o clientes más conocimiento de su propia realidad, más consciencia de sí mismos. «No hay un verdadero progreso humano», insiste Enrique Rojas, «si éste no se realiza con un fondo moral». Hay que educar para la libertad, aun sabiendo que resulta difícil la libertad. Educar en la sexualidad es, como se ha indicado arriba, asumir responsabilidades. Cuando se nos informa, a primeros del año 2004, que cada siete minutos se produce un aborto en España, cerca de 70.000 al año, deducimos que falta aún mucha educación sexual y se da mucha irresponsabilidad individual y en la sociedad general. Algo tendrán que hacer, también, los gobernantes, todos los políticos. El Instituto de Política Familiar considera que nos falta en
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España un Ministerio de la Familia, una Ley de Protección de la Familia, carecemos de prestaciones sociales por hijo a cargo, reducción de impuestos sobre la familia, los productos para la infancia, etc. Y terminamos con Enrique Rojas: «dominar y ser señor de la propia sexualidad, gobernándola con amor, para entregarla a otra persona, a través de una donación comprometida».
36 Enfermería, ética y los niños
Un campo de trabajo sumamente delicado y de alta responsabilidad es la atención enfermera a los niños. Porque, por desgracia, los niños enferman. Y padecen alteraciones en su salud, con frecuencia, muy graves. De aquí la necesidad, o la obligación, que sentimos de reflexionar sobre el hecho ético enfermero con respecto a la infancia dolorida. Pero también, cuando enferma un niño, se altera, enferma, toda su familia. Esta circunstancia repercute gravemente en el contexto, en el entorno que le acoge y le protege. Por lo que nos parece que atender al niño enfermo es cuidar todo su ambiente y familiares. Los niños necesitan cuidados y asistencia, y los padres son acreedores de apoyo, comprensión e información. La relación de ayuda es una asignatura pendiente, tal vez, en enfermería. Mas si esto último no es cierto, mejor. Querrá decir que estamos en el mejor de los caminos. Aunque la enfermedad de los niños resultara leve, nuestra obligación anunciada seguiría siendo igual de exigible. Pero todos sabemos que los niños también padecen grandes alteraciones en su organismo. Todos sabemos que es así porque a todos los profesionales de enfermería nos ha tocado cuidar, asistir, estas graves circunstancias. Los niños son el tejido más noble y delicado del gran cuerpo humano universal. Son, representan, el patrimonio más alto de la humanidad. Pero
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cuando este noble patrimonio sufre tendremos que acudir con la máxima celeridad a socorrerle. Con los niños enfermos tendremos que padecer y también alegrarnos. Alegrarnos nosotros prestando cuidados que lleven salud, tranquilidad y esperanza a los niños y a sus más queridos familiares. Alegría general. Esto es como una fiesta en la que colaboramos todos, nos entusiasmamos todos, nos emocionamos todos, vivimos intensamente. Cuando los niños que cuidamos mejoran, cuando se les da el Alta, cuando sale el niño del hospital, del centro de salud, resulta la acción principal de nuestros cuidados y atenciones. Este resulta uno de los actos gozosos que vivimos todos: el niño ya curado, aliviado, con tratamiento clínico esperanzador, los familiares y los cuidadores. Este episodio de la salida del niño del hospital con diagnóstico tranquilizador, en el mejor de los casos, debería celebrarse como el acontecimiento mayor, como el suceso cumbre general, con alegría de y para todos. Este acto es como la apoteosis final de la asistencia sanitaria, global, de todos los agentes sanitarios. De enfermería, por supuesto. La eventualidad de la salida de un niño curado o mejorado del hospital o del centro de salud, en la más optimista de las circunstancias, después de haberle atendido en su enfermedad, resulta muy significativo y determinante para enfermería. En estos momentos es cuando los profesionales enfermeros/as se ofrecen para cualquier aclaración, para cualquier precisión. Es el momento de renovar nuestra profesionalidad y nuestra confianza hacia el niño y sus padres. Es, también, la salida del enfermo como el cierre de un ciclo, de un proceso y la apertura de un ofrecimiento y nuestra disposición a aclarar cualquier duda o emergencia posterior. Para enfermería las entradas o salidas de los niños del hospital o del centro de salud, atención primaria de salud, se convierte en un rito, una técnica y un arte. Algo estético, ético. Es un estilo de atención específico y significativo centrado en actitudes, en aptitudes. Esto es: preparación técnico-profesional e iniciativa, interés, disciplina, buenas relaciones humanas, saber-estar-ser. La asistencia a los niños enfermos se nos presenta y significa como un catalizador de todas las virtudes, cualidades y valores profesionales. El Premio Nobel de Medicina, 1965, Francois Jacob, en una conferencia que desarrolló en Barcelona el 19.03.90, decía: «no hay diferencia
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entre ciencia y arte». Y culminaba su exposición con la idea central de sus asertos: «es preciso que los científicos digan siempre la verdad». Enfermería, sabios morales por definición, científicos por profesión, se ve inmersa en cuanto precisa Jacob: «decir siempre la verdad». Esto viene a condensar todo lo que entendemos por estética, ética, bioética en favor y apoyo de la infancia enferma o necesitada de ayuda y cuidados de salud. También, de las familias enfermas, sufrientes, cuando un miembro fundamental de las mismas resulta afectado por la falta de salud.
37 Enfermería, ética y los ancianos
La ciencia gerontológica estudia el proceso del envejecimiento del ser humano desde los puntos de vista biológico, psicológico, psiquiátrico, antropológico, asistencial, económico, cultural y social. Por esto es fuente y motivo de atención e interés para muchas disciplinas. Todas en particular y, muy especialmente, en conjunto intentan dar solución o apoyo a la variedad de problemas que se derivan o pueden incrementarse de este acontecer humano. De aquí deducimos que la disciplina enfermera está y se encuentra ante una nueva actividad profesional. La geriatría comenzó a estudiarse científicamente en los EE UU a primeros del siglo XX. En España en 1947 se fundó la Sociedad Española de Gerontología, teniendo como animadores nada más ni nada menos que a los doctores Gregorio Marañón, Grande Cobián y Bertrán Báguena. El primer congreso sobre esta especialidad asistencial y de cuidados se celebró en 1950. Ante la pregunta de cuándo se es viejo responderemos con algunas consideraciones especiales. Pietro de Nicola establece un perfil precisando que la vejez declarada va desde los 73 a los 90 años. Los grandes viejos superan los 90 años. Es lo que podemos denominar como la culminación del proceso vital. Pero otros autores dicen que el estado de vejez se cimenta en la llamada: • edad cronológica,
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• edad física, • edad psíquica, • edad social. Con lo que en cada variable puede estar alterada o conservada la senectud. El envejecimiento de la población humana en los países desarrollados, principalmente, es fruto del progreso científico y del régimen de vida que se ha seguido a lo largo de la existencia de las personas. También influyen y contribuyen a conseguir una buena esperanza de vida los cuidados básicos de salud y el control ante muchas enfermedades. Resulta determinante la bajada considerable de defunciones en la infancia. Pero este proceso demográfico relacionado con la poca morbilidad infantil y de la vejez genera o nos plantea no pocos problemas que desestructuran el equilibrio social y que enfermería tendrá que conocer y profundizar en él cara a prestar medidas dentro de lo posible y en su campo específico. Esto supone conocer y prevenir problemas sobre: • • • •
déficit de las estructuras socioeconómicas, aumento de la demanda de servicios y cuidados sanitarios, transformación o adaptación de los valores y sistemas, aceptación del concepto cambio por parte de las personas afectadas.
En la sociedad moderna y económicamente desarrollada cada vez menos identificamos ancianidad, envejecimiento, con enfermedad. Aunque en estas circunstancias, ciertamente, se da una mayor predisposición de estas personas a estar enfermas. Las personas mayores, con el pasar de los años, van corriendo riesgos de padecer ciertos procesos discapacitantes. En parte por la disminución de la dopamina, que genera un déficit progresivo de los neurotransmisores cerebrales. También disminuyen las defensas contra los fenómenos y agresiones del entorno. Desde enfermería, incluso resulta importante, muy determinante, colaborar o preparar la jubilación y la senectud de las personas. Con la jubilación el tiempo libre es mayor. Cuando antes el tiempo se destinaba a los demás ahora los jubilados son señores de su tiempo. Algunos, tal vez muchos ancianos, tendrán que aprender a programar el tiempo, los cuidados básicos. Envejecer en salud es o resulta como una bendición, suponemos. En ocasiones una gran suerte. Si la preparación al tiempo de enveje-
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cer se ha cuidado a lo largo de la vida, el curso biológico y humano generalmente responde al nivel y grado que se ha prestado. Es la respuesta al concepto añadir vida a los años y no años a la vida. Aquí encuentra enfermería un gran campo operativo profesional cargado de contenidos y responsabilidades estéticas y éticas.
38 Valores humanos y ética en enfermería
En la sociedad moderna, en los ambientes distinguidos se habla con frecuencia de valores, de los valores. De tener o expresar valores humanos. Antiguamente, esto de los valores tal vez se encerraba en lo que se conocía como cortesía, educación o buenas maneras. Ante la imposibilidad de considerar todo el cúmulo de manifestaciones válidas para destacar en el comportamiento profesional enfermero, reflexionaremos sobre algunos de los que consideramos valores humanos y profesionales enfermeros y que los añadimos a nuestro nivel ético. Tomamos en primer lugar el valor verdad y desde él nos cuestionamos: ¿qué es la verdad para enfermería? Complicada cuestión, difícil respuesta, exigente planteamiento. La verdad puede ser, es: análisis, precisión, exactitud, justeza a la realidad. La verdad es un paradigma, una unidad de medida de lo social-profesional, un cuestionamiento comprometido. La verdad es la justicia, cueste lo que cueste. Aunque la verdad no brilla siempre por encima de la mentira. Es o resulta a veces difícil reconocer la verdad. Por esto decimos que no es un axioma que se demuestra por sí mismo. La verdad es más bien un silogismo. Un gran valor enfermero es o resulta la esperanza. Vivir, recibir, dar esperanza y no desesperar. La esperanza es vida. La desesperanza no es vida, no genera vida, no da vida. La esperanza estimula, da confianza,
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amplía las expectativas, intensifica el optimismo. La esperanza es como una flor que anuncia frutos maduros. Esperanza: ¡vida que se difunde! Desde enfermería reflexionamos sobre la paz. Pero ésta resulta dificultosa, contradictoria, emocionante. Tener paz, vivir la paz, transferir paz es respetar a los demás, nunca polemizar desabridamente. La paz es sugerente, ciertamente apasionante, actividad comprometida. ¡Vale más lo hecho por la paz que mil palabras laudatorias! En nuestro trabajo profesional enfermero, en nuestro actuar diario, hemos de conseguir hacer y no deshacer. Aunque la vida en ocasiones nos lleva o conduce al hacer y al deshacer. La vida resulta así. ¡Adelante! Hacer y deshacer es pensar, meditar antes muchas circunstancias. Es plantearse interrogaciones, aceptar compromisos, conseguir objetivos, construir, repristinar. ¡Volver a empezar! Para enfermería hacer-deshacer es utilizar la inteligencia y el corazón. A veces consideramos que enfermería puede llegar a ser luz, manifestarse como luz para los demás, para los afectados negativamente en su salud y el entorno que les anima. Aunque, hay que reconocerlo, todos necesitamos luz. Todos queremos ser luz. Todos deberíamos iluminar. Iluminar, no oscurecer. Luz, física que ilumina nuestros pasos y los caminos de los demás; metafísica, principio del ser que ordena la vida, las ideas, los acontecimientos. Luz y no tinieblas necesita nuestro actuar con los enfermos y su contexto, luz para la humanidad. Los profesionales de enfermería quieren ser íntegros. Necesitamos ser y manifestarnos íntegros. Pero, en primer lugar: ser. Realidad positiva, objetiva, viva. Ser, algo que está ahí; que esta aquí; que está en mí, en nosotros. Ser íntegros, algo presente, alguien que piensa, que trasciende. Íntegro: lo cabal, completo, fiable, honrado, intachable, correcto, justo, inteligente. ¡Qué plenitud! Enfermería es una profesión para el servicio, para servir a los que tienen alterada o en riesgo de perder la salud. Servir es hoy, al parecer, vocablo en desuso, casi malsonante. ¿Palabra denigrante? Puede ser, tú mismo/a puedes reconsiderarlo. Mas servir con nobleza da entidad al servicio. Servir puede dar y potenciar la dignidad, complementariedad; genera satisfacciones. El servicio puede cristalizar en un deber social, en un acto de justi-
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cia, en un compromiso de amor. Y un complemento para animar nuestro trabajo: ¡Siempre es mejor y más noble servir que no servir! Sevir es la misión del anfitrión, del dueño, del señor. Desde enfermería acostumbramos a detectar la devaluación del concepto amor. Y nos cuestionamos: el mundo necesita amor. Las personas necesitan amor, necesitan amar, necesitan ser amadas. El amor es como el oxígeno, porque sin amor-amar nos asfixiaríamos. Amar-amor resulta para nosotros como una fuente: ha de fluir continuamente, generosamente, desbordarse e inundar el mundo de la salud. El amor nunca tendría que marchitarse, que agotarse. Amor-amar es servir con amor de ágape. Estas y muchas cualidades más, otros muchos valores, practicamos en nuestro actuar diario. Es nuestro proceder ético. Es nuestra misión profesional. Gustavo Villapalos y Alfonso López Quintás nos indican en su obra conjunta El libro de los valores, Planeta, 1996, que los «valores interpelan, desafían, hacen vivir. Si se consigue practicarlos en la propia vivencia personal, constituyen el único y verdadero estado de bienestar y de la felicidad humana».
39 Enfermería, ética y aborto
Enfermería, en su trabajo profesional, ha adquirido un grave compromiso ante el tema o circunstancia del aborto. Y dentro de la profesión, muy especialmente, los enfermeros/as especializados en Enfermería obstétrica y ginecológica. La OMS calculó hace algunos años que se daban en el mundo la cifra de 30 millones de abortos al año. Aumentando la cifra en los años próximos a nosotros hasta los 40/50 millones anuales. Aunque la verdad, cuantificar el hecho abortivo resulta ciertamente algo muy dificultoso. Son muchas las causas y circunstancias que hacen variar en más o en menos los datos anunciados. Lo que sí resulta cierto es que nos encontramos ante una muy grave situación humana y profesional. La sociedad tampoco está libre de responsabilidad y los políticos han estado zarandeados por cuestionamientos sobre la legislación, legalización y despenalización de los abortos. En España se aprobó la Ley del aborto el 30 de noviembre de 1983. Esto motivó que fuera llevada ante el Tribunal Constitucional, que sentenció volverla al Parlamento y al Senado. Finalmente, el Código Penal se enriqueció con el artículo 417 bis, y publicado en el BOE del día 12 de julio de 1985. Dicho artículo quedó formulado de la siguiente manera: 1. 1ª, 2ª, 3ª y 2. 1º, 2º. En este apartado 2 se recoge el artículo 411 del Nuevo Código
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Penal. Por razones de espacio no aportamos íntegro el contenido del art. 417 bis del Código Penal pero que fácilmente cualquier profesional enfermero puede encontrar y consultar. De la legislación precedente podemos deducir que se dan cuatro variantes de abortos. Todas, también, muy bien recogidas en las normativas penales de España y muchos otros países. Así que contamos con los llamados: 1. Aborto terapéutico, por peligro de la vida de la embarazada, embarazo ectópico. 2. Aborto ético o humanitario, a causa de violaciones, incestos, etc. 3. Aborto psicosocial. Razones personales, familiares, económicas, sociales. 4. Aborto eugenésico, por presencia de anomalías o malformaciones en el feto. En gracia a la brevedad, también, no podemos alcanzar y describir más ampliamente los matices significativos y diferenciadores de cada uno de los dichos abortos. Pero lo cierto es que nosotros, los profesionales de enfermería, nos encontramos ante un grave e importante asunto humano y legal. Ético. Por lo que es nuestra obligación informarnos, formarnos, enseñar estas cuestiones con solvencia, con equidad, con respeto, con optimismo. Detrás, en el fondo de cada posible aborto podremos intuir, indagar, incluso conseguir el modo de que las partes interesadas, preocupadas, comprometidas, en ocasiones angustiadas, reflexionen, analicen y se inclinen por lo que crean o sepan qué es lo más noble, recto, positivo, esperanzador y gozoso. El aborto no siempre es la mejor solución a los problemas reales o subjetivos, antes lo contrario en muchas ocasiones. En cada posible aborto nos encontramos con la presencia real de una madre, de un padre, de ambos. De unas personas en situación desesperada pero capaces de intentar y conseguir lo mejor para cada o ante cada actitud o disposición. En la vida privada y profesional, en nuestras actuaciones, situaciones o determinaciones diarias, nos topamos siempre de bruces con la estética y la ética. Con la bioética profesional enfermera. Algo complejo, a veces laberíntico, pero siempre algo nuestro, humano y profesional. Porque en este tema o asunto del aborto hay muchas opiniones, no sabemos si muchas y buenas ideas o actuaciones. Nos hablarán demasiados profesionales del campo de la sanidad o salud del comienzo de la vida, del cigoto, del embrión de antes de los cuatro o de los siete días, de la anidación,
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del principio o el fin de la organogénesis, del feto, etc. Documentémonos, es lo correcto, es lo ético. Enfermería tiene mucho de qué hablar, de qué opinar respecto a la bioética sobre el aborto. Esto es para nosotros como un reto, un envido o envite a nuestra credibilidad, sensibilidad y conocimientos profesionales, civiles y humanos. Todo circunstancia para reflexionar sosegadamente.
40 Enfermería, ética, embriología y clonación humana Actualmente disponemos de todos los elementos técnicos y reproductores para poder desarrollar la embriología y la clonación humana. Ya sólo depende de que alguno dé el último paso, técnicamente el paso más fácil, para culminar el proceso de la clonación humana. Y, querámoslo o no, deducimos que alguien se decidirá a dar ese paso definitivo. Un paso que suscitará fuertes polémicas de repudio y de felicitaciones. Así están las cosas y las circunstancias. Bamboleándose en un mar de planteamientos humanos, técnico-clínicos, políticos, éticos, religiosos y, también, económicos y comerciales. ¡Porque todos estos cuestionamientos precedentes entran en juego!* La técnica no resulta muy compleja para crear embriones humanos clónicos. Veámoslo de una manera concisa y simple: 1. Se extrae el núcleo de un óvulo y se conserva intacto el citoplasma. 2. Se extrae el núcleo de una célula adulta de cualquier tejido humano. 3. El núcleo seleccionado de la célula anterior se introduce en el citoplasma del óvulo desnucleorizado. 4. Se aplica a la nueva célula una pequeña descarga eléctrica. * Después de lo escrito arriba el día 12 de febrero de 2004 aparece con la noticia de que científicos de Corea del Sur logran clonar embriones humanos con fines médicos. La prensa general del día siguiente, 13 de febrero, encabeza los periódicos escritos con esta noticia. Una gran noticia rodeada de muchos y variados comentarios. Es válido lo que hemos comentado en el texto inicial.
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5. Los genes del núcleo de la nueva célula comienzan a fomentar la división y desarrollo celular. 6. El nuevo embrión puede destruirse a los siete días si no se utiliza como célula madre para la reproducción humana clónica o para fines terapéuticos. Todo un alto nivel y riesgo de lesiones bioéticas y tal vez de la conciencia humana. El hecho de interrumpir el proceso celular a los cuatro o, incluso siete días, es porque hay quienes opinan que durante este tiempo hasta llegar a la creación de blastocistos se considera que el recién elemento creado no es aún un ser humano. Algo que muchos no aceptan ni desde la visión clínica, ética ni religiosa. Así se defendió, por ejemplo, en el Congreso Mundial de Bioética de Gijón, Asturias, el 20-24.06.00. En el III Congreso Nacional de Bioética, 23-24.11.01, Murcia, por el contrario, se declaró la existencia de vida humana desde el primer momento de la fecundación ovular o de la unión del protoplasma con el núcleo de una célula humana seleccionada por otras vías. Y aportamos aquello del adagio español que dice: de donde nada hay nada se puede sacar. Desde enfermería no nos oponemos a la investigación y progreso de las ciencias y técnicas regenerativas y reproductivas. Defendemos y declaramos que el recurso a células embrionarias obtenidas por cualquier vía legal resulta y es éticamente aceptable, mientras no implique la creación de seres clónicos o conduzcan a la destrucción de embriones humanos. Declaramos y reclamamos, también, desde estas páginas, que los seres humanos deberán ser tratados siempre como un fin y nunca como un medio, como un remedio. Respetando así la dignidad humana. Con el III Congreso Nacional de Bioética de Murcia, defendemos a título personal la existencia de vida humana desde el inicio de la fecundación y primeros desarrollos celulares. Incluso creemos que debe prohibirse: 1. la producción de embriones humanos con fines de investigación y/o comerciales; 2. la investigación con embriones humanos procedentes de fecundaciones in vitro; 3. la producción en cada ciclo de más embriones de los que se vayan a implantar a la mujer que se somete a las técnicas de fecundación in vitro. Los embriones humanos que hayan superado el plazo de congelación
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fijados por la ley deben, a ser posible, ser transferidos y regulados por una normativa que prevenga cualquier abuso. También se impone la regulación por ley de toda técnica de reproducción asistida y cualquier desviación hacia la creación clónica.
41 Enfermería y predeterminación del sexo
Este tema o asunto, no decimos problema, que sí lo es, sobre la predeterminación del sexo es una cuestión sumamente compleja y no sólo desde la biología, los métodos y recursos a utilizar, sino también desde la ética profesional enfermera. Las investigaciones vienen de los EE UU desde 1970, aunque los planteamientos sociales puedan considerarse tan antiguos como la humanidad. Aun así hoy resulta una inquietud cercana al sensacionalismo, a pesar de que ahora conocemos con mayor profundidad el proceso o procedimiento para lograr resultados positivos o deseados. La verdad es que actualmente, por el momento, no es un asunto que suscite mucha inquietud, preocupación o se sienta interesada la población mundial. Es conocido por muchos que el 73% de los habitantes del Reino Unido, en relación con el primer parto les da igual que sea niño o niña. El 72% rechazan estas técnicas para la predeterminación del sexo, aunque el 21% recurrirían a estos procedimientos in vitro. El 7% no opinan. Si nos centramos en España, no se ha contemplado esta circunstancia en la próxima reforma de la Ley de Reproducción Asistida. Mas el tema como tarea científica que interese a enfermería ya se está tomando en consideración y se discute en algunas universidades. Hay quienes opinan que no es razonable que el Estado lo prohiba. Mientras que otros concluyen que este procedimiento puede producir o generar discriminación. Incluso se aporta la idea de que algunas culturas, como en China o en la India, pue-
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dan crear problemas, pues se da una clara preferencia por los niños varones, con discriminación activa respecto a las mujeres. Con todo esto enfermería ha de cuestionarse cómo proceder, dentro de que entre nosotros se respete la libertad de pensamiento y de acción. Pero ha de resultar siempre una libertad acompañada por su responsabilidad. La técnica al respecto no resulta muy compleja. Los pasos a seguir consisten, por ahora, en: • fomentar en la mujer una mayor producción de óvulos mediante el aporte de hormonas; • días después, se extraen los óvulos de la mujer efectuando una sencilla intervención quirúrgica; • los óvulos obtenidos anteriormente se fecundan en el laboratorio con los espermatozoides de su pareja. La fecundación se hace siempre recurriendo a la ICSI o microinyección para introducir el espermatozoide en el óvulo; • a cada uno de los embriones que se forman se les efectúa una biopsia para obtener células en las que analizar sus cromosomas y diferenciar los que serán mujeres (XX) de los varones (XY); • un embrión del sexo deseado que sobreviva al proceso se implanta en el útero de la mujer. Los otros embriones del sexo deseado se guardan congelados. Y desde enfermería, como colaboradores activos en muchas ocasiones, operaciones y circunstancias, tendremos que hacernos o cuestionarnos algunas preguntas éticas muy aproximadamente a las siguientes: ¿qué hacemos con los embriones del sexo no deseado? ¿Se guardan, se desechan, se destruyen? ¿Qué valor damos a estos embriones que para muchos portan, llevan, contienen, vida humana? El almacenamiento de unos u otros embriones, ¿durante cuánto tiempo se han de guardar? ¿Qué hacemos con este material al parecer de muchos biológicamente vivo? La destrucción antes de los siete días, ¿da tranquilidad ética porque algunos creen que aún no hay vida humana en estos embriones? Lo cierto es que nuestra aportación profesional a estas actividades y procesos biotécnicos nos enfrenta con graves repercusiones de índole ética y deontológica. En esto entra en juego o acción el valor que damos a nuestra conciencia, a nuestras creencias humanas y, a veces, también, ¿por qué no?, trascendentes.
42 Enfermería ante el final de la vida
A enfermería es quien más le toca atender a las personas que mueren. Siempre están ahí, junto al lecho de los moribundos. Expectantes. Tal vez sorprendidos aunque nunca temerosos. Ahí siguen. Enfermería no teme ver la muerte cerca, casi a su lado, junto a ellos. Gozan de una cierta proximidad, aunque la presencia de la muerte nunca es una compañía gratificante. Atender, acompañar en los momentos de la muerte de las personas significa una actividad profesional y una lección vital determinante. ¡Intensamente vital! Creemos que nos percatamos de ello. Es duro, pero es un protocolo de enfermería. Tendremos que asumir el lema: mi vida, la vida de los otros, el final de la vida. Desde enfermería, desde su concepción estética profesional, que es ética, tiene que opinar profesionalmente sobre elementos aparentemente simples, unas veces, pero siempre imprescindibles. Tendremos que indagar y asumir cómo está atendido, acompañado, el enfermo en su fase final. Y es importante que nos preocupemos sobre cómo son las habitaciones para estos casos y circunstancias, cómo están amuebladas, qué aspecto agradable y sosegado se aprecia dentro y fuera de la habitación o del recinto. Y reforzar la presencia familiar, respetando los sentimientos del entorno del enfermo. Indagar cómo viven estos momentos los enfermos y sus familiares. Ofrecernos a apoyar todo lo positivo que manifieste el enfermo o sus allegados. También, transmi-
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tir paz, tranquilidad, sosiego, esperanza. Prestarnos a secundar cuanto a favor del moribundo se nos solicite. Adelantarnos, incluso, a las demandas, aunque sean sencillas, elementales. La higiene es reconfortante. Higiene ambiental e higiene corporal. El medio ha de resultar acogedor a la vista, aceptable por sí mismo. El enfermo en estas circunstancias ha de mandar, ha de marcar los ritmos. Y, entre otras solicitudes, más o menos abiertamente expresadas, agradece el contacto físico, sencillo. Una palabra de ánimo, de comprensión, de ayuda. Las palabras ayudan, curan, alivian, nos dejó demostrado Laín Entralgo en su obra La curación por la palabra en la antigüedad clásica. Y añadimos, también hoy día, siglo XXI. «La palabra, dicen los griegos, precisa Laín Entralgo, debe ser bella, logos Kalós. Exígelo así la condición humana del oyente... porque el buen aderezo externo del discurso ayuda a persuadir... Dialogar». El médico aparece en la escena y resulta un elemento fundamental, enfermería también. Aunque aquí no tratamos de quién es o resulta el actor principal. En esta representación del final de la vida de las personas todos los actores resultan necesarios, imprescindibles, primeros. ¡Tonto el último!, decíamos de niños. Aunque aquí no aparecen los últimos. Precisamente porque en estas circunstancias no hay actores secundarios. Aquí actúan y pasan muchos actores: psicólogos, trabajadores sociales, pastoralistas, tal vez notarios y abogados... Pero quienes permanecen a pie de esta obra terminal humana, sin ausencias ni cansancio, es siempre enfermería. Enfermería y el enfermo moribundo, actor especialísimo e imprescindible. El enfermo, si no lo ha pasado pasará por las distintas fases terminales que nos describió Elisabeth Kübles-Ross y que trataremos en el capítulo sobre Relación de Ayuda. Es bueno que las tengamos muy presentes. Ahora, salvo raras circunstancias, como los calmantes y otros medicamentos, lo que se agradece es que apliquemos los cuidados básicos de enfermería. Evitar el estrés emocional. A veces tendremos que ayudar al enfermo y familiares a buscar, tal vez a encontrar si pudiéramos, el sentido de la vida y, posiblemente, el significado de la trascendencia. Siempre con prudencia, con afecto, con los mejores deseos por nuestra parte. Sin faltar la compañía. Tal vez, silencio y compañía. Semiología. Nuestra presencia en estas circunstancias de la vida, del final de la vida humana, ha de ofrecer más signos de vida que de muerte. Atendemos para
ENFERMERÍA ANTE EL FINAL DE LA VIDA
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fomentar la vida, la esperanza. Intentemos despejar dudas. Dudas del que está moribundo y dudas de los que se quedarán desolados, entristecidos. Dudas técnicas, físicas y metafísicas. ¡Un buen oficio este para los profesionales de la enfermería moderna y universitaria: despojadores de dudas, esclarecedores de dudas! ¡Portadores de paz! Esta asignatura, aunque resulte repetitiva, siempre ha de estar pendiente, nueva, actualizada en nuestro curriculum profesional. ¡Nunca sabida del todo! Aunque nos corroa una sinrazón, que no decaigamos en nuestra labor ante los moribundos. Ante estas circunstancias altamente vividas, que los familiares o el enfermo no tengan mínima razón para recordar o evocar aquellos versos de León Felipe: Para enterrar a los muertos como debemos, cualquiera sirve, cualquiera... menos un sepulturero.
43 Eutanasia y enfermería (morir con dignidad)
El concepto eutanasia está inmerso en lo que conocemos y denominamos ética, bioética y deontología. También el tema le incumbe tratarlo a la moral. Desde todas estas visiones tendrá que cuestionarse enfermería su atención eutanásica. Todo en conjunto resulta como un deber y un derecho, un compromiso compartido y de gran responsabilidad. Es la tánatoética, de la que nos habla E. Bonete. En el Congreso Mundial de Bioética, Gijón, España, el 20-24 de junio de 2000, el profesor de Derecho de la Universidad de Tel Aviv, Israel, Amos Shapira, precisaba «la distinción que habitualmente se hace entre • eutanasia pasiva, por un lado, • suicidio asistido, y • eutanasia voluntaria activa, por otro, resulta moralmente dudosa y carente de lógica». Esta distinción se configura a partir de conceptos ambiguos: causalidad, intencionalidad, omisión y a partir de los actos, dejar morir y matar. Y prosigue poco más adelante Amos Shapira: «esta distinción rezuma cierta culpabilidad moral respecto del segundo supuesto, no así en el primero de ellos, algo en mi opinión disculpable y, sin embargo, la diferenciación se basa en la interpretación del concepto de moral y causalidad jurídica».
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Tomar por base el principio del doble efecto es basarse, también, en algo oscuro y manipulativo, opina A. Shapira. No es tema fácil ni simple este asunto de la eutanasia. Ni ofrece una solución unívoca. Los tratamientos médicos contra el dolor no ofertan seguridades, porque a veces hay sufrimientos graves y profundos que no demandan calmantes medicamentosos. Otro tema preocupante es si todos los enfermos en estado paliativo tendrían acceso a conseguir y ser atendidos con medicamentos altamente costosos. También nos planteamos desde enfermería si los enfermos paliativos necesitan más medicación o mejores prestaciones de cuidados enfermeros y recursos sociales, psicológicos, humanos e, incluso, pastorales. El tema es complejo. Malherbe precisa que «la eutanasia y el encarnizamiento terapéutico son, pues, dos soluciones simétricas, pero igualmente excesivas». Sería una por adelantarse y la otra por retrasar la muerte. Simplemente, complejamente, lo correcto sería lo de Levinas: «la muerte nunca puede ser asumida, llega». Cuando se solicita la eutanasia asistida tendremos que conocer el verdadero criterio de los solicitantes. Pues estas situaciones pueden estar distorsionadas por la enfermedad, por el dolor, por situaciones emocionales, por presiones externas. En estas circunstancias Shapira se inclina por una atención o medida paternalista contra la tentación de «quitarse de en medio». Porque los enfermos en estas circunstancias se vuelven vulnerables a muchas situaciones o, incluso, presiones. Es particularmente delicado el tema sobre la eutanasia cuando se trata de aplicarla, dentro de la legalidad, a personas que han perdido la capacidad mental o, incluso, que nunca la han tenido. Aquí no es válida la expresión que se centra en que la muerte es a veces mejor que una vida indeseable. Porque con esta premisa, aun interviniendo médicos, enfermería y familiares, corren el riesgo de ser así tratados los deficientes profundos, los niños, los que están en estado comatoso. La legalidad, si está permitida, no va paralela en estos casos con la justicia, la prudencia, la serenidad, la virtud de la crítica. Todo esto requiere, es necesario, establecer, diseñar medidas de protección del más débil. En todo esto debe enfermería estar muy atenta a la hora y en el momento de ponerse en defensa de los menos protegidos. De los más débiles. Cuidar no es transigir con todo, es conocer estas y otras muchas situaciones graves que deberá iluminar. Siempre demostrando que tiene
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conocimientos profesionales, criterios de justicia, capacidad de opinión crítica basada en principios éticos. Porque estos enfermos/as paliativos pertenecen a los llamados grupos vulnerables. ¡Para algo se le ha reconicido a la enfermería su cualidad facultativa! La opinión de las autoridades políticas, profesionales, familiares, colectividades en general, no ha de predominar sobre la libertad individual de poder elegir. La persona humana es digna precisamente porque es un ser libre y se vulnera su dignidad cuando se conculca su libertad. Hay quienes opinan lo contrario. Aquí está el dilema. Por lo que venimos, una vez más, a recurrir a la justicia, esperanza, prudencia, serenidad y la virtud de la crítica, según B. Häring. Porque aunque pueden darse casos excepcionales de eutanasia aplicada, no debería servir esto para hacer una aplicación generalizada. Condensando todos estos supuestos, y otros más que podrían añadirse, tendremos que sacar desde enfermería algunas conclusiones de aplicación práctica y de contenido profesional colectivo. Por tanto, consideramos que: 1º. La eutanasia activa y cualquier ayuda al suicidio están siempre prohibidas. 2º. La distanasia o encarnizamiento terapéutico también puede ser inmoral. 3º. El no-tratamiento en ciertas circunstancias y rigurosamente evaluada la situación, está permitido. Siempre con asentimiento enfermero/a. 4º. Retirar un tratamiento ya instaurado puede considerarse como eutanasia activa. 5º. Se acepta siempre todo tratamiento paliativo sobre el dolor, aunque este tratamiento pudiera acortar la vida. 6º. Se prohibe interrumpir la hidratación y el alimento necesario a cada caso. Cuidados básicos. 7º. Ante tanta dificultad en el tratamiento eutanásico, es recomendable trabajar en equipo terapéutico y apoyados por un riguroso y equilibrado comité de ética, regulado por la Ley de Sanidad española. 8º. Enfermería al respecto, tanto a nivel nacional como internacional, cuenta con muy rica documentación deontológica. Hay otros autores que matizan el tema hasta sus más elementales contenidos. Así vemos y tomamos los siguientes:
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Eutanasia activa o positiva. Eutanasia pasiva o negativa. Eutanasia directa. Eutanasia indirecta. Eutanasia voluntaria. Eutanasia no voluntaria o involuntaria. Distanasia. Medios ordinarios y extraordinarios. Pero la eutanasia no resuelve los problemas de los enfermos/as, acaba con ellos o ellas. *
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Hay que disociar los conceptos eutanasia y muerte digna. Levinas precisaba y decíamos anteriormente que «la muerte nunca puede ser asumida, llega». Y cuando llega, especificamos, es cuestión de aceptarla con dignidad. Esto demanda una pedagogía de la finitud y de la muerte. Puede desearse la muerte aun en estado de completa salud. Es un tema más social o psiquiátrico que asistencial. Se trata de personas que para ellas ya no tiene sentido la vida. Responde a una solución aislada y autónoma. Aunque no sabemos si siempre autorresponsable. La vida está muchas veces inmersa en grandes misterios personales. Porque puede estar solapada por algunas y graves alteraciones psíquicas o psiquiátricas. En estas circunstancias de muerte digna o planteamiento eutanásico está centrada la declaración conocida como Testamento Vital. (existen protocolos sobre el Testamento Vital editados por distintas asociaciones o instituciones preocupadas por este tremendo asunto de la vida). Finalmente, creemos que la legalización de la eutanasia plantea un debate profundo e intenso en la sociedad y entre muchos profesionales. Pero siempre se debe contar con la línea de lo que hemos venido entendiendo como muerte digna y libertad de cada una de las personas. Enfermería debería tener muy en consideración cuanto hemos reflexionado a este respecto de la o sobre la muerte digna.
44 Enfermería ante la muerte
A enfermería la hemos considerado en otro lugar como la novia de la muerte. Y esto, porque los profesionales enfermeros son los que más presentes estamos en el momento de morir los ciudadanos. De ahí que insistamos en nuestras reflexiones sobre el significado y nuestra presencia ante los moribundos. Una asignatura pendiente, hemos aportado también. La antropología general y la cultural especialmente nos ubica, desde los orígenes de la historia, ante el dilema de la muerte. La muerte es una moneda de cambio, un tributo que se paga a la vida. En la humanidad, en la sociedad, cada momento, en todos los rincones de la tierra, aparecen borbotones de vida. Vidas recién estrenadas. Y continuamente se producen defunciones, muertes con infinitos signos de difíciles modos de despedidas. La vida y la muerte son para todos, para nosotros enfermeros/as, el pan agridulce de cada día. ¿Cómo se cuestiona, qué piensa la sociedad de antes y de ahora, de siempre, del tema o asunto de la muerte? «Porque, si no sabemos nada del mundo este que nos rodea, o muy poco, si no sabemos qué sucederá tras el morir, ni del dolor de nuestros hermanos los animales, ni de sus emociones, ni de lo que ocurre entre los astros y sus galaxias», se plantea Antonio Gala, «¿cómo vamos a saber nada de Dios? ¿Cómo vamos a saber algo de las últimas causas?». Y precisa más Antonio Gala, «Enseña cómo resignarse a entrar en la antecámara de la muerte andando hacia atrás, por el túnel del
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retorno a la infancia. Enséñaselo a un mundo sobrepasado por los medios de comunicación, que trata al anciano como una piltrafa, vegetalizado por los tranquilizantes mientras aguarda la hora de la eutanasia...». Y terminamos con Gala en Las afueras de Dios: «Hay que dejar la mente al margen, entrar en lo no creado, en la informe luz de Dios...». Tema para nuestra reflexión humana y profesional enfermera. La primitiva filosofía clásica se expresa respecto a la enfermería ante la muerte opinando que mientras las plantas y los animales se acaban, en sentido propio, sólo muere el ser humano. La muerte manifiesta la plena singularidad finita de la vida. La muerte es un fenómeno de la vida. La muerte revela la transcendencia del mundo y de la existencia humana. «En este sentido, nos dicen M. Muller y A. Halder, la experiencia del mundo es la médula de la experiencia de la persona». Heráclito precisa que «muerte es todo lo que vemos despiertos, sueño lo que vemos durmiendo». Y concreta: «aguardan a los hombres después de la muerte cosas que ni imaginan ni esperan». En esta misma línea se expresa, 24 siglos después, Elisabeth Kubler-Ross diciendo: «que esta experiencia extracorporal es un acontecimiento maravilloso, que nos hace sentir felices». También podríamos añadir a este pequeño grupo a León Tolstoi, como se ve al final de su obra titulada La muerte de Ivan Ilich: «Y la muerte... ¿dónde está? En lugar de la muerte había luz. La muerte ya no existe». Platón en su Diálogo sobre Fedón precisa: «la vida nace de la muerte». El pensamiento de Platón se centra en el destino del alma después de la muerte. Para él la muerte no disuelve el alma como lo hace con el cuerpo. El alma existe antes y después del cuerpo. Aristóteles se cuestiona la substancia y los cuerpos, con o sin vida. Pero el cuerpo no es el alma, porque el cuerpo es materia. «Es necesario, pues, precisa el estagirita, que el alma sea substancia. La substancia es acto, el acto de un cuerpo. El alma es el acto primero de un cuerpo natural organizado». Epicuro nos aporta y dice que: «el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos. El sabio, según Epicuro, ni desea ni teme la muerte, ya que la vida no le es una carga, y tampoco cree que sea un mal el no existir». Epicteto reflexiona diciendo: «Yo no soy eterno, soy hombre, parte del todo como la hora es
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parte del día». Plotino, el último de los filósofos clásicos, nos dice: «no hay ninguna parte de nosotros que no esté en contacto con Dios». En esta línea descendente –o ascendente, según queramos– de los filósofos, y ya de la mano de Plotino, podríamos ir analizando y viendo cuál es el sentido de la historia, de la enfermería, ante la muerte. Tanto en el mundo clásico como el medieval o en nuestra postmodernidad. Y pasarían cuestionándose la vida y la muerte Cicerón, los hispano-romanos Séneca, padre e hijo, Ireneo, los apologistas, Agustín, el Areopagita, Boecio, Isidoro de Sevilla, Tomás de Aquino... Así hasta nuestros días.
45 La sociedad actual ante la muerte
La enfermería nuestra, de hoy, ¿cómo se plantea u opina respecto a este tema de la sociedad actual ante la muerte? Porque puede ser interesante para nosotros conocer o indagar este estado del pensamiento colectivo. Actualmente parece como si se quisiera esconder el acto, los contenidos y significados de la muerte. Se esconde, se tapa la muerte. Sigue siendo la muerte, como para Epicuro: «el más espantoso de todos los males». Pero se quiera o no contemplar, ahí está. Y podemos cantar o llorar, señalándola con el dedo: ¡Ahí está, mírala, ahí está, ahí está...! La muerte no es patrimonio de los viejos. La muerte es de todos y para todos. Todo bien dosificado. Al modo de la unidosis. La muerte llega a cualquier edad. Mueren personas mayores, mueren personas jóvenes, mueren, también, los niños. Aunque se quiera ignorar, aunque contemos con elegantes tanatorios, aunque se maquille a los cadáveres, la muerte está al volver de cada esquina o en los caminos menos transitados. A la sociedad, sobre todo a la sociedad postmoderna, no se le ha enseñado a morir ni a contemplar la presencia de la muerte. La muerte se disfraza, se disimula, se esconde. A los jóvenes parece que se les quere hacer ver que la muerte siempre es algo que ocurre a los otros, a los demás. En resumidas cuentas, la sociedad actual ha olvidado, o quiere olvidar, la noción, la realidad, de que hay que morir. De cómo hay que morir. La
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sociedad ya no deja espacios para la muerte. No ve la sociedad actual ante la muerte más allá que el horror, el absurdo, lo oscuro, lo inútil, la nada. Tal vez la náusea, asco, aversión, repugnancia. «En las últimas generaciones hemos añadido algo nuevo, nos advierte S.B. Nuland: hemos creado la forma moderna de morir. La muerte moderna se produce en el hospital moderno, donde es posible ocultarla, purificarla de su corrupción orgánica y, finalmente, empaquetarla para el entierro moderno. Ahora podemos negar el poder no solamente de la muerte sino de su propia naturaleza. Nos tapamos la cara ante ella, pero todavía dejamos un resquicio entre los dedos porque hay algo entre nosotros que nos obliga a mirar de reojo». Hoy se nos habla de morir con dignidad. Tal vez esto responda al antiguo concepto del ars moriendi, el arte de morir. La cultura cristiana lo deja entrever a través de la literatura, la pintura, la música, el arte en general y la liturgia más ancestral. La muerte digna no es, precisamente, la que se produce en lugares tan especializados como pueden ser las unidades de cuidados intensivos, las salas de investigación oncológica o en las zonas de urgencias. «La buena muerte, insiste Nuland, es, cada vez más, un mito». Pocos días antes de su muerte, Rafael Alberti presentaba el que sería su último artículo para la famosa tercera de ABC. Los últimos renglones de mi vida, se titulaba el trabajo presentado. Una buena preparación, ya poco remota, para su morir con dignidad. Y precisaba: «todo es bello a mi alrededor, lianas perfumadas me rodean y arrebatan de los aterradores y oscuros abismos de la vejez, de la muerte. Me voy con los ojos llenos de acontecimientos de un siglo». Y se enfrenta a la muerte para decirnos: «pero no me quiero ir. No quiero morirme. Sigo sin querer morirme». Y se plantea con toda su fuerza interior de persona pensante de 94 años: «¿por qué tengo que morirme? Todavía me retienen muchas cosas, muchos atrayentes sabores que no quiero dejar de percibir». Moría el 28 de octubre de 1999 cuando todo su deseo era poder llegar al año 2000. ¿Tuvo Alberti una muerte digna? Ignoramos los detalles. Al menos sí tuvo una muerte tranquila. ¡O así nos lo parece! La sociedad, los ciudadanos, enfermería, debemos preocuparnos, sin sobresaltos ni manifestaciones más o menos patológicas, por el final de nuestra vida. Aun queriendo tapar de mil formas o maneras la presencia de la muerte, el hecho es que hoy, como nunca en la historia de la
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humanidad, la muerte está siempre presente. Así la vemos a diario en los hospitales, en las carreteras, en el mar, en el aire, en las minas, en los campos de deportes, de cuando en cuando en nuestros hogares o cerca de ellos. Y a esto hay que añadir las guerras por muy distintas razones, o sin razones, terrorismo, catástrofes o terremotos, huracanes, etc. A título personal nos da ejemplo el novelista norteamericano Richard Ford, en una entrevista que le hacía nuestro periodista Alfonso Armada, manifestándose así: «no me preocupa la muerte de la novela, me preocupa más mi propia muerte». Ciertamente, la ética enfermera tiene mucho que pensar y hacer en relación con este tema complejo y difícil sobre la muerte. Estamos seguros que la sociedad nos agradecerá cuanto hagamos en favor y relacionado con este grave asunto.
46 Enfermería, ética y trabajo en equipo
Trabajar en equipo en el campo de la salud resulta enormemente determinante. No utilizar este recurso de gestión empresarial, profesional y humano es trabajar mal por definición. Sin paliativos. Y en sanidad trabajar mal resulta peligroso e irresponsable. En ocasiones, incluso, puede hacer acto de presencia la justicia penal. Es posible que más adelante apuntemos algunas nuevas pinceladas sobre el trabajo en equipo, pero ahora nos extenderemos un poco más y con método. Ciertamente, este trabajo en equipo es actuar con sentido de globalidad. Es e implica contar con las opiniones de cuantos están comprometidos en un trabajo específico y común. Es contar con la participación de todos ellos. Con la responsabilidad de todos, de cada uno. El trabajo en equipo exige habilidades para comunicar, profundizar, presencia, colaboración, valorar las opiniones de los otros. Pero el ingrediente emulsionador de todo trabajo en equipo es la confianza entre unos y otros. La confianza lleva consigo la disposición a asumir riesgos. A la confianza le acompaña un contenido afectivo, sentimientos de fiabilidad, franqueza, naturalidad, seguridad. La confianza se apoya más en los hechos que en las palabras, de acuerdo con el refrán español: obras son amores y no buenas razones. Esto es, confianza y comunicación están estrechamente unidas. Mediante la comunicación se expande y aumenta la confianza. De esto se abre y cierra un circuito formado por:
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– comunicación, – confianza, – apoyo. Es la ley de la reciprocidad: todos para uno y uno para todos. También en el trabajo en equipo es imprescindible disponer de libertad, conciencia y autonomía. Los grupos de trabajo, los equipos de trabajo dentro de la actividad hospitalaria, de los centros de salud, no son nunca espontáneos ni resultados de iniciativas privadas. Son siempre, y no pueden resultar de otra manera, indicaciones o, mejor aún, imposiciones o programaciones de las distintas direcciones institucionales. Una organización moderna hospitalaria o asistencial tiene que tener elaborado y publicado su método de gestión. Su manual de organización funcional, MOF. Aquí encontraremos las bases de actuar de los equipos de trabajo de cada institución. Otra fuente y base de actuar de los equipos de trabajo son los objetivos institucionales, los objetivos intermedios y los objetivos operativos para cada equipo específico de trabajo. Analizados y renovados cada año. En todo grupo de trabajo pueden aparecer distintas posturas manifestadas por los componentes del mismo como por los líderes oficiales o naturales que dominan. Distintas maneras de ver los temas a tratar. Esto es: – dilación de los problemas, el tiempo todo lo arregla, (poco cierto); – suavización del contraste de pareceres, limar asperezas, que no da solución a los problemas; – supresión de los temas conflictivos, evitación de problemas; – compromiso político, en beneficio de la unidad, no hablar por no crear problemas; – confrontación, tratando claramente los problemas y afrontarlos. Aclarar malentendidos y encontrar soluciones satisfactorias. Estos puntos van de menor a mayor compromiso y riesgo. Tal vez sean o representen un proceso que deben culminar en la toma de posturas positivas, por tanto provechosas. Sin olvidar que en los centros de salud todo está normalizado, jerarquizado. ¡Metodología gerencial! En todo grupo formal se da un liderazgo, que en nuestro caso nunca será espontáneo sino en razón a la calidad y cantidad del trabajo que se desarrolla en el área de influencia. Pero siempre, sea cual sea el líder, ha
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de fomentar el necesario feed-back. Toda reunión de trabajo en equipo deberá juntarse previo programa de desarrollo. Consistente en: – etapa preparatoria, propuesta de temas; – etapa de seguimiento, análisis de asuntos; – toma de decisiones, objetivos a conseguir. Todo trabajo en equipo proporciona soluciones a los problemas, mediante: – – – –
mayor conocimiento de los asuntos tratados; nuevos enfoques de los temas trabajados; mayor aceptación de las decisiones tomadas; mayor fuerza persuasiva de los temas asumidos...
Y unas reglas básicas para conducir un grupo de trabajo en temas de salud: – – – – – – –
no competir; no manipular; escuchar; evitar que alguien se ponga a la defensiva; cuidar que todos participen; reducir distanciamiento; procurar que los asistentes colaboren con una cierta sincronización.
Y saber que todo equipo de trabajo está constituido por un grupo de personas pensantes, pero que ha de ser coordinado y dirigido hacia un bien, en nuestro caso el logro o mantenimiento de la salud de quienes la tienen alterada o en riesgo de perderla. En conclusión, todo cuanto se preconiza en este capítulo no ha de ser logrado como concesión o gentileza sino como una herramienta de trabajo sanitario. Y esto porque así se ha logrado, no sin muchas dificultades, y está recogido en la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, LOPS, BOE, 22 de noviembre de 2003. Donde se garantiza que todos los profesionales de enfermería cumplen con los niveles de competencia y son necesarios para seguir salvaguardando el derecho a la protección de la salud. Esta ley da a los diplomados en enfermería autonomía y responsabilidad propias en el ejercicio de las funciones facultativas que desempeñen. Autonomía profesional, en igualdad con otras profesiones, para llegar entre todos a los diagnósticos que solucionen lo mejor y más pronto posible la salud de los ciudadanos. Esto es lo que nos demanda y exigirá la sociedad.
PARTE II Enfermería, ética de siempre, para siempre
47 Relación de ayuda
OBJETIVO: Dominar los conceptos y técnicas en la relación de ayuda de manera que aproveche en nuestra labor como apoyo para con los enfermos o como orientadores y formadores de equipos profesionales de cuidados, acompañamiento o de visita a enfermos y ancianos.*
1. ENCUENTRO CON LA REALIDAD 1. Un enfermo es, ante todo y especialmente, una persona completa. Un ser único, irrepetible. Con un pasado, una cultura, una mentalidad. Con una situación familiar y social y con una sensibilidad profunda. *Nota del autor: El texto se presenta en esta forma y manera, a modo de dosificación gota a gota, porque así sirve de base o guión para confeccionar un audiovisual pedagógico-docente. El tema lo utiliza el autor mediante audiovisual –texto e imágen– para la formación base de voluntarios, visitadores de enfermos, familiares de enfermos con larga estancia, auxiliares de enfermería, estudiantes, etc. Lo mismo ocurre con el siguiente capítulo, pág 153-162. Ya dejamos constancia que la docencia es labor irrenunciable de enfermería.
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2. Hemos de acercarnos al enfermo con tacto y respeto, conscientes de que: • Es necesario algún tiempo para una familiarización recíproca, para una relación interpersonal auténtica entre él y el visitador o cuidador. • Estar atentos a lo que desee decirnos sobre lo que es, lo que vive, lo que siente el usuario. • Saber nosotros que el enfermo tiene mucho que enseñarnos y que tiene mucho que decirnos. 3. El diálogo se inicia generalmente por la narración del accidente, de la enfermedad, del tratamiento a seguir, de las mejoras o no mejoras experimentadas. 4. Situación física y psíquica del enfermo: evoca cómo se encontraba tan bien de salud, que era muy independiente, que todo le sonreía, incluso que otros se apoyaban en él/ella, y que hoy se encuentra derribado/a por la enfermedad, por las limitaciones o la vejez, reducido/a por la inactividad, dependiente de otros, dominado por la soledad. 5. El enfermo/a siente necesidad, más que una persona sana, de atención, benevolencia, simpatía, calor humano, compañía. 6. Esto requiere del visitador o prestador del servicio sanitario habilidad y delicadeza, tacto y discreción. Disposición a sentarse sin prisas junto al enfermo.
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Los enfermos no se confían a quienes permanecen de pie junto a él. No aceptan o no ven con agrado que se les mire de arriba abajo. No temamos los ratos de silencio. Aguantemos la situación. 7. Conozcamos las diferentes etapas por las que pasan los enfermos/as:* Rechazo: no aceptan la realidad, negación del mal que les afecta, esperan contra toda esperanza, siguen haciendo proyectos, luchan, reaccionan violentamente contra el mal que padecen. Esto es una reacción buena, sana. No quitarles las ilusiones. Pero no ayudemos a crear falsas esperanzas ni fomentemos el engaño. Rebeldía: se enfrentan con la realidad. Tienen que reconocer sus limitaciones, su fiebre, sus dolores, la agravación de su enfermedad. Se vuelven agresivos, violentos con las personas más cercanas. De hecho, reclaman atención y comprensión. Si no lo encuentran se endurecen, se sumergen en una actitud de rebeldía. Si son creyentes se preguntan en voz alta: -¿qué he hecho a Dios para sufrir así? ¿Dónde está ese amor de Dios? Negociación: esta etapa puede pasar muy desapercibida para el acompañante. Es un estadio psicológicamente necesario, una etapa que conduce a la aceptación. Los creyentes prometen algo a Dios si les cura. Un cambio. Una buena obra. Depresión: si se agrava la enfermedad se llega a la melancolía, a una profunda depresión. * Teoría de Elizabeth Kübles-Ross
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Se sienten disminuidos. Piensan en los suyos, en la separación de los que ama... Este es el momento de las confidencias, de la tristeza, de la presencia de la muerte. No rompamos esta cristalina situación con expresiones como: -“eso son imaginaciones tuyas... mañana todo será mucho mejor...” Aceptemos estas reflexiones sobre la muerte, sobre su porvenir; ayudemos a regular sus asuntos de toda índole. Consentimiento: Finalmente, si la enfermedad se agrava se llega a un cierto apaciguamiento, aquiescencia, dependencia, a la vejez e, incluso, a su fin. *
*
*
Desde la prestación enfermera, tanto para enfermos crónicos como si son agudos, nuestro trabajo ha de resultar siempre un servicio para vivos. Esperanzador. Confiado. Optimista.
2. ACTITUDES DEL ACOMPAÑANTE 1. Toma de conciencia de sí mismo/a. La relación compromete. 2. Toma de conciencia de los otros. Aprendamos a vivir con los demás, a escuchar, a observar, a interesarnos por el enfermo como persona, por su familia, por lo que le rodea e interesa, por lo social y humano.
RELACIÓN DE AYUDA
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3. El enfermo tiene una historia. No reducirlo jamás a la condición de objeto de cuidados. Es más una película que como una foto. Es un proceso vital. Alguien postrado en cama, en posición horizontal. Sin relieve. ¡Pero que piensa y siente! 4. El enfermo está realizando una experiencia enteramente única, suya. Reconocerle su autonomía. Respetarle sus ritmos, su necesidad de soledad, de intimidad, de conversación con los más suyos, de silencio. 5. Relación de libertad y reciprocidad. ¿Somos capaces de aceptar que el enfermo pueda escoger a la persona que mejor sabe acompañarlo, ya sea que esté situado arriba, abajo, o al margen de la escala jerárquica? ¿De la escala familiar? ¿Social? 6. La relación requiere tiempo y paciencia. Acompañar al enfermo a donde quiera llevarnos. El enfermo es el dueño de la llave que abre o cierra la puerta a los demás. 7. Lenguaje sin palabras. Semiótica. Importan mucho los gestos. Es posible comunicarse sin palabras. A veces basta una mirada para transmitir un mensaje. Dar la mano u ofrecer que nos la aprieten resulta algo importante. *
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Desde nuestra actitud de acompañantes o de prestadores de servicios, que el enfermo tenga o no tenga nivel social, que provenga de este u otro horizonte, no es lo que importa ahora. Es ante todo una persona. ¡Los gestos animadores, liberadores o/y trascendentes valen para todo ser humano!
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3. COMUNICACIÓN Y PROCESO DE LA REALIZACIÓN DE AYUDA 1. Escuchar y hablar constituye un proceso circular y simultáneo, un proceso de feedback permanente entre el emisor y el receptor. 2. Escuchar implica hacerse cercano y vulnerable a la persona que nos habla y a los problemas que le preocupan, y esto no se está siempre dispuesto a aceptarlo. 3. Escuchar es una destreza aparentemente modesta o simple, pero de ello depende el éxito o el fracaso de la comunicación. 4. Escuchar como actitud exige una disposición personal del receptor: empatía, autenticidad facilitadora, cordialidad, valoración positiva del comunicante, aceptación del otro, del más necesitado. 5. Las personas que están enfermas, cuando se deciden a hablar con alguien, sienten temor de molestar, de ser una carga, de quitar el tiempo a los demás. 6. Las respuestas de apoyo pretenden disipar estos temores. Manifestar un interés activo positivo hacia el enfermo. Quieren básicamente mostrar: • Actitudes de acogida, interés por el paciente y hacia los contenidos que comunica. Respetar a la familia. • Cuando una persona enferma repercute en todo su contexto. • Expresiones de acogida, breves, a veces monosílabos, demostrando cercanía, interés y disponibilidad. • Estímulos de comunicación, facilitar al enfermo que se decida a comunicar sus inquietudes o pensamientos. • Tendremos que animarle a que se decida, pero de modo respetuoso, y que no se sienta acosado. • Las respuestas han de resultar siempre empáticas. Hay respuestas perjudiciales o egocéntricas las cuales no responden al mundo o interés del enfermo acompañado.
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7. Con esta dinámica de escuchar y responder, a través de la cual se van eliminando las diferencias entre lo que el emisor quiere decir y el receptor comprende o interpreta, constituye el proceso básico de la relación de ayuda. *
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Desde enfermería, o como integrados en un equipo de trabajo, formarnos en técnicas de relaciones personales, en valores humanos, en temas antropológicos y éticos, en filosofía y cuestiones trascendentes.
48 Estética asistencial con el enfermo
OBJETIVO: Conseguir en nuestra acción profesional enfermera y humana altos niveles de calidad en el servicio, con programas bien elaborados y mejor conseguidos, y todo a favor de las personas enfermas y de las necesitadas de nuestros cuidados asistenciales.
1. Decían los antiguos, los muy antiguos: la estética es la madre de la ética. 2. Aristóteles, en su Carta a Nicómaco, nos precisa qué virtudes, qué valores, han de adornar a los ciudadanos, a los sanitarios, para conseguir el bien, la felicidad: libertad, magnanimidad, mansedumbre, sociabilidad,
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veracidad, pudor, justicia, equidad, estética... 3. Aristóteles añade, para sorpresa nuestra: también donaire. Un justo equilibrio entre el bufón que sólo se propone hacer reir y la persona de humor áspero, que de nada se ríe. Equilibrio entre el bufón y el hierático. Optimismo. 4. Los sanitarios tenemos pendiente de aprobar la asignatura simpatía en el servicio. Nos hemos creído que nosotros cuidamos-curamos y se ha demostrado que el humor alivia al enfermo y mejora a los débiles. 5. La capacidad de curar tal vez corresponda a los profesionales sanitarios, el don de sanar es patrimonio humano universal. ¡Los payasos, los humoristas, los cantantes, los deportistas, los artistas en general también participan en la sanación de las personas! 6. Los sanitarios, seguimos con los viejos filósofos, nuestro Séneca, patrimonio de la humanidad, dice en su libro La Felicidad: todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felices. Y sigue: la felicidad no es un efecto del azar. 7. La felicidad hay que buscarla, hay que conseguirla. Es el efecto del esfuerzo, dice Séneca. Y precisa Séneca el retórico: es feliz el que tiene un juicio recto. 8. Haciendo una primera aplicación a nuestras prestaciones sanitarias, enfermeras, y a favor de los enfermos de nuestros hospitales y centros de salud, en sus domicilios, deberíamos aplicar la ciencia donairea.
ESTÉTICA ASISTENCIAL CON EL ENFERMO
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Se consigue en enfermería esta ciencia donairea: – cultivando los valores humanos – aplicando la estética en el ser, en el hacer y en el medio operativo – equilibrando nuestro ánimo entre las bufonadas y el hieratismo – consiguiendo nuestra felicidad y la felicidad de los demás. ¡Porque el mejor remedio para todos los enfermos aún no ha salido de los laboratorios bioquímicos! 9. La estética es una ciencia-arte noble y exigente. Los profesionales sanitarios, enfermeros/as, por derecho propio y como disciplina asistencial, son responsables del proyecto de salud y de la organización, realización, valoración o análisis, de su trabajo profesional. 10. Todo compromiso sanitario es para nosotros los enfermeros/as una aceptación libre, un riesgo, una aventura, una oferta, una grave responsabilidad... 11. El ejercicio autónomo, solidario, gozoso, de la profesión enfermera, requiere, demanda, exige, la adquisición-aplicación de aptitudes, actitudes, formación continua, progreso, técnicas específicas.
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12. Lo que la estética enfermera y sanitaria pretende es una prestación de atenciones basadas en la formación permanente, progresiva, avanzada y humanizada. 13. También, un trabajo positivo, serio, pertinente, observable, medible, satisfactorio para todos. ¡Si es posible conseguirlo! 14. Desde enfermería tendremos que buscar siempre la estética en cada una de nuestras obras emprendidas. La sociedad no nos permite que dispensemos productos sanitarios mal acabados. No admite resultados sospechosos de contener baja calidad. La estética es calidad, y viceversa. 15. Cuando hablamos de estética, cuando cuestionamos o nos proponemos ofrecer, dar, vender estética, tendremos que establecer qué grado, qué nivel, qué volumen de estética queremos conseguir, y teniendo presentes las circunstancias que nos puedan enmarcar o condicionar. Circunstancias económicas, de recursos humanos, medio ambiente y otros remedios. 16. Tratar de estética enfermera es hablar de calidad, de excelencia.
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Y, también, de los controles de valoración. Control es una comparación entre lo propuesto y lo conseguido. 17. El control significa, es, contrastación, verificación, confirmación, corroboración, falsabilidad, grado de probabilidad y mantenimiento entre determinados límites. 18. Dice H. Johansen en su Diccionario de Management: control de calidad es el método que establece estándares aceptables con límites definidos de variaciones en calidad de material, tamaño, peso, acabado y otras características para bienes y servicios, que mantiene estos estándares. 19. Nosotros relacionamos estética, calidad, excelencia y control, el Comité de Ética, con la búsqueda de la verdad o lo más ajustado a la verdad. 20. Nuestra verdad enfermera es la oferta de un servicio: acabado, garantizado, creible, aceptable racionalmente. 21. Tal vez verdad y justicia podrían ser aquí como algo sinónimos. A lo que podríamos añadir, también: ética,
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bioética, bien. Estos son elementos universales, trascendentales. 22. La ética, bioética, justicia, verdad, bien, calidad, estética, su control, deberán formularnos muchos interrogantes. Y esto porque tocan lo más profundo del ser humano. 23. El pensar, el dudar, la duda cartesiana, el interrogarse es determinante para las personas. Pienso, luego existo, se planteaba Descartes. Y los enfermeros/as tendremos que pensar, reflexionar, juzgar, preguntarnos cómo trabajamos, con qué rigor, orden, consideración. Estos son juicios sobre nuestro nivel estético, ético. 24. ¿Aquello que pienso no será una duda? Tremenda cuestión, aunque no nueva. Descartes en esta reflexión filosófica no hacía otra cosa que seguir al impetuoso Tertuliano, cuando proponía que cualquier doctrina ha de ser juzgada a priori como proveniente de falsedad. 25. La filosofía de todos los siglos: Leibniz con sus Principios de Razón; Locke, con sus Grados de saber; Hobbes, con su Aniquilatio mundi; Hume, y más que podríamos añadir, se han movido por la duda.
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26. Y ante la duda, ante nuestros planteamientos sobre la salud, su estética, su calidad, su control de la técnica, tendremos que cerciorarnos de su autenticidad. 27. Del método sanitario deberíamos indagar, profundizar, llegar lo más aproximadamente posible a la verdad, a la calidad, a la estética, al bien. 28. Balmes en su Criterio nos dice, nos precisa: la perfección de las profesiones depende de la perfección con que se conocen los objetos de ellas. Y este conocimiento de los objetos ha de resultar empírico. De lo contrario se queda en los terrenos movedizos del subjetivismo, de los niveles fácticos, nada metaéticos y menos aún científicos, empíricos. 29. Lord Kelvin, en su obra Los “ratios” sociales, nos aporta: cuando se está en condiciones de medir aquello de lo que se habla y de expresarlo bajo forma numérica, es que realmente se le conoce. 30. J. M. De Alejandro, en su libro Gnoseología* opina que para el concepto moderno de la ciencia la matemática es esencial. Tanto, dice, que sin matemática no hay ciencia. Lo real se presenta siempre como mensurable. El saber científico se funda en el método experimental, * Gnoseología=epistemología, teoría del pensamiento científico.
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que Galileo articuló metodológicamente en la observación, la hipótesis y la verificación. El espíritu positivo busca la matematización de los resultados de la investigación por la reducción de la calidad a la cantidad. 31. Los objetivos sanitarios tienen que formularse previamente a cualquier actividad empresarial. Son y resultan lo primero en la proposición y lo último en la consecución. Sin objetivos previos es imposible valorar la calidad, la estética, de la acción y de sus resultados. 32. Los objetivos tienen que proponerse bajo las premisas de: pertinencia, lógica, concretos, realizables, observables, medibles. 33. Con objetivos bien elaborados es como podremos conseguir buenos resultados en la acción sanitaria de los directivos, economistas, profesionales, en todas las áreas sanitarias de los recintos asistenciales. 34. En el mundo de las prestaciones sanitarias, enfermeras, Estética asistencial al enfermo, se dan dos niveles o protagonistas sociales: -el actor, trabajador sanitario -el receptor, cliente o consumidor de los servicios sanitarios. 35. El actor sanitario en la empresa para la salud ha de ser tratado y considerado con el máximo respeto. Un buen ambiente y alto nivel de la moral de trabajo fomentan considerablemente los buenos resultados,
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la calidad, la estética operativa. 36. El receptor sanitario, nuestros asistidos, es acreedor por derecho de una atención integral e integrada en la estética de todos y cada uno de los agentes actuantes. Utilizándose para ello los mejores medios y recursos humanos al servicio de las personas enfermas o en riesgo de perder la salud. 37. La antropología general y la filosofía han de vivenciarse con fuerza en los agentes sanitarios, potenciando la propia responsabilidad. 38. La asistencia humanizada es para los agentes sanitarios, para los enfermeros/as, una llamada, una tarea, un grave compromiso. 39. También es una significación y un profundo contenido. Es una estética, una ética, una moral, una verdad, un sentido de justicia, de felicidad, de bien. 40. Incluso evidencia una historia, un proceso, un misterio, un problema humano, una nueva dimensión, una esperanzadora trascendencia. *
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41. Cuanto precede entra dentro del culto a la razón, a la inteligencia, a la pertinencia, porque las ideologías, si resultan ideas fijas, son, hoy por hoy, carencia de ideas. Las ideologías, visiones cortas, conceptos anticuados o envejecidos, conducen al misoneismo, aversión a lo nuevo, a las modas no razonadas. Por lo que los enfermeros/as tendremos que declararnos agentes portadores de buenas ideas, de correctas ideas, de razonadas ideas, y desechar las ideologías que nublan los pensamientos de cortos criterios.
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49 Bioética enfermera
OBJETIVO: Conocer los contenidos y significados bioéticos de enfermería para conseguir lo más óptimamente posible los resultados propuestos en favor de la dignidad humana en general y de la salud específicamente.
1. INTRODUCCIÓN El concepto ético aspira, circunda y alcanza algo parecido, sino igual, con la perfección. También significa totalidad. La exigencia ética es universal, aunque podríamos simplificar todos los elementos citados con el concepto de ser buenos. Bondad en intenciones, en acciones, en valores. La ética alcanza de lleno nuestro ser. El concepto filosófico ser también significa presencia. Ser o alguien que está ahí, aquí, y que, como tal, alguien que piensa, que expresa o verbaliza pensamientos. Alguien que se siente, que es, trascendente o trascendental. Alguien indefinible, pero con sentido primordial. Total. Bioética es un concepto ético con significado y aceptación más específico.
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El ser humano alcanza todos los modos y categorías mundanos. Por tanto, la existencia de las cosas, el contar con instrumentos de trabajo, con técnicas y con recursos. El ser mundano nos relaciona con la vida nuestra, con la vida de los demás: de las personas, de los animales, de las plantas, con el espacio. El ser humano es un concepto lleno de multitud de situaciones sensibles y suprasensibles; algo real y, también, lo ideal. El ser humano es un misterio, no un problema. Todo esto implica, compromete y relaciona con la bioética. Ser buenos es para nosotros, para cada persona, una obligación, un imperativo social y con valor de trascendencia: sed perfectos, amad. Tal vez, presencia del hombre perfecto: el superhombre. Esto último sin pretensiones extramundanas o suprahumanas. Con sentido de normalidad. A la persona perfecta se la venera. La veneración es el reconocimiento de alguien perfecto, es decir, de alguien que aún no es perfecto pero que está en camino de serlo. El perfecto es alguien que ha iniciado una ruta o sendero pero que no ha llegado a su fin. El ser humano está llamado a ser alguien perfecto en potencia. La perfección humana no es absoluta, sino limitada o relativa. El ser humano es perfecto, pero todavía no del todo. La filosofía moderna precisa y clasifica los significados de perfección de la siguiente manera: • alguien puede ser perfecto en lo que es; • algo puede ser perfecto en lo que vale; • alguien o algo puede ser perfecto a la vez en lo que es y en lo que vale. En estas tres variables o niveles de perfección nos moveremos al intentar encuadrar nuestra ética-bioética en enfermería. Con esta visión y juicio podemos asegurar y proclamar que los profesionales enfermeros pueden llegar a conseguir la perfección en su actuar profesional y humano de cada día.
2. ESTÉTICA EN EL SERVICIO Ya lo dejó plasmado Aristóteles en su libro Carta a Nicómaco cuando precisó que la estética es la madre de la ética. En enfermería los aspectos estéticos son muchos y determinantes, y esto conlleva elementos propios a considerar. Y aquí entran de lleno los contenidos de calidad y los méto-
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dos de control. No puede hablarse de calidad enfermera si no media el control que nos indique y precise los niveles de calidad del producto o resultado conseguido. La calidad tendremos que buscarla en cada una de nuestras obras emprendidas y terminadas. Y tendremos que contar, también, con instrumentos o sistemas de medida. Se trata de medir la calidad. El control es una técnica estadística, matemática, que nos ayuda a contrastar entre lo propuesto y lo conseguido. En el campo enfermero necesitamos estar seguros de la calidad que prestamos. La higiene, los análisis bacteriológicos, la aplicación de medicamentos, apósitos, los utillajes, instrumentos y aparetaje, etc., requieren calidad y necesitan control. Y esto con datos estadísticos, matemáticos. Las ratios sociales precisan según lord Kelvin que «cuando se está en condiciones de medir aquello de lo que se habla y de expresarlo bajo forma numérica, es que realmente se le conoce. Pero cuando no se puede medir ni expresarlo en forma numérica, el conocimiento que se tiene de ello es muy mediocre o de una naturaleza que no se puede considerar ciertamente muy satisfactoria». Por tanto hay que tratar y conseguir transformar lo no cuantificable en cuantificable. Esto es, la estética en la praxis profesional enfermera. También, la ética de todo el equipo terapéutico. La bioética sanitaria. Pero no es correcto ni bueno que tratemos de una parte del todo. La estética, la calidad, el control ha de llegar previamente a conseguir una estética global sanitaria. En el campo de la salud, la estética y el control, la evaluación, debe comenzar a estudiar la cumbre de la organización: las líneas de gerencia, directores, jefes, supervisores, etc., y terminar por los sectores operativos, sus resultados o productos acabados. La empresa, como unidad económica de producción –y los servicios sanitarios son una empresa importante– debe controlar los aspectos técnicos, profesionales y financieros. Desde enfermería nos importa conocer y conseguir la: • • • • • • •
estética sanitaria (recursos), contenidos de la estética enfermera, estética enfermera como agentes de cambio, estética de la gestión enfermera, estética de los cuidados, estética en la identificación con los clientes, estética en el trabajo en equipo terapéutico.
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2. 1. Estética sanitaria. Recursos La estética sanitaria o de la empresa para la salud la centramos en: • estructural, • humana. Las estructuras en sanidad resultan imprescindibles. Sin ellas tendríamos una sanidad muy primaria. Por ello disponemos de edificaciones hospitalarias, instalaciones de atención primaria, residencias para personas mayores, centros de atención sanitaria-social, etc. La instrumentación técnica profesional, clínica, etc., completan las instituciones y sus servicios. Los diagnósticos, la prestación de cuidados y de curación o rehabilitación ocupan a muy diversos profesionales o agentes de la salud, como: médicos, enfermería, trabajadores sociales, psicólogos, rehabilitadores, terapeutas de diferentes prestaciones, así como técnicos y oficiales de multitud de ramas operativas y laborales. Por lo que complejiza el servicio con nuevas informaciones y aportaciones técnicas y enriquecen, completan, precisan y perfeccionan los diagnósticos.
2. 2. Estética enfermera La estética profesional enfermera nos ha de conducir a desarrollar con dignidad y bondad nuestra actividad a la vez difícil, compleja y gratificante. Las bases filosóficas de nuestra estética se condensan en los conceptos del: • ser, • hacer, • estar. Ser, hacer, estar para enfermería tiene muchos significados, muchas matizaciones, estilos, tendencias y modelos de cuidados. Hoy la estética enfermera se cimenta en los principios de la teoría del conocimiento, en bases epistemológicas, en métodos empíricos y en el saber experimental. El ser lo centramos en la formación de base y continuada, ampliación de conocimientos en la atención enfermera. El hacer en los diagnósticos y procesos asistenciales de los cuidados. El estar significa prestancia, excelencia, capacidad, buenas relaciones humanas, en la investigación.
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2. 3. Estética enfermera como agente de cambio La estética nos impulsa a ser agentes de cambio. Cambio en nuestra vida personal; cambios orientados hacia nuestra vida profesional, social y familiar. La base o fundamento de nuestra estética profesional de enfermería como agentes de cambio la encontramos en los principios de: • Ver: centrado en conocer los problemas, sus causas, sus ventajas, sus frutos, su utilidad, su provecho. Es estar presentes, observar, discernir, reconocer, inquirir... • Juzgar: que es sancionar, decidir sobre lo correcto o incorrecto. Es conceptuar, considerar, opinar, pronunciarse, objetivar, proyectar... • Actuar: con significado dinámico, como un compromiso real. Es orden, método, disciplina, tener criterios y actuaciones claras, precisas. Es actuar con ritmo o estilo personal, profesional, armónico. • Evaluar: lo más significativo del método. Nos estimula al análisis final, global; al juicio certero definitivo; a sacar conclusiones con significado y orientación de futuro. Conclusión y datos estadísticos. 2. 4. Estética en la gestión enfermera En enfermería hay mucho que gestionar. El campo operativo enfermero resulta grande y complejo. Por eso entramos de lleno en lo que conlleva la gestión enfermera general y especializada. Enfermería es una profesión de líderes. Gestionar en enfermería es proyectar objetivos y conseguir resultados que sean siempre: • • • • • •
Pertinentes, acordes con el trabajo específico. Lógicos, sin contradicciones. Concretos bien definidos. Realizables, posibles en tiempo y medios. Observables, captables por los sentidos y el intelecto. Mensurables, que puedan cuantificarse. Medirse. Pesarse.
En enfermería general, en el trabajo diario, en la descripción de tareas, actividades y funciones, se seguirá el método preconizado por Taylor y Fayol. Esto es: • Análisis. Captación y valoración de semiología. Aportes al diagnóstico clínico y de enfermería.
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• Planificación. Diseño de tratamientos. Programación del Proceso de atención al enfermo. • Organización y realización del trabajo en su área de responsabilidad. • Control asistencial y evaluación de la asistencia y cuidados en el nivel de su competencia. Proyección de nuevos objetivos. 2. 5. Estética en los cuidados En el proceso de atención a los enfermos con patologías clínicas, quirúrgicas o rehabilitadoras tendremos que considerar y practicar el ejercicio, uso o utilización y empleo de la: • • • • • • • •
simpatía, empatía, tacto, confianza, exactitud, consciencia, responsabilidad, eficiencia.
En las relaciones interpersonales los enfermeros/as tendremos que mantener siempre, con los clientes y compañeros del equipo terapéutico, actitud: • • • • • • • • •
cortés, afable, agradable, comprensiva, amistosa, correcta, convincente, tolerante, alegre.
En enfermería el concepto estético ha de tenerse muy en consideración cuando se trata de dar información a los clientes o a sus familias. También en las entrevistas profesionales, cuando se afrontan los problemas y se constata que hay stress. Además, cuando aparece o está presente el dolor, corre riesgo la vida o afloran multitud de interrogantes respecto al futuro, la familia, los
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asuntos sociales, humanos y religiosos del paciente. ¡Cualidades humanas, sociales, relacionales, estéticas que nunca tendremos que olvidar u obviar! 2. 6. Estética en la técnica Enfermería no sólo contrae un grave compromiso profesional y humano con los clientes y sus familias. Los profesionales enfermeros están gravemente comprometidos con las técnicas y utillaje más avanzado. Y aquí la estética relacional-operativa con los usuarios ofrece un mundo nuevo, siempre renovado, que nos obliga e introduce en aventuras de alta responsabilidad y competencia. Ya es tema de trabajo diario: • • • • •
la radiología, los isótopos radiactivos, las exploraciones con ultrasonido, la resonancia magnética nuclear, las aplicaciones endoscópicas, etc.
Enfermería asume como responsabilidad propia el tema de las cadenas infecciosas, los informes bacteriológicos, la desinfección de locales, instrumental adecuado, utilización de gases, seguridad y riesgos, la informática, etc. También nos ocupan intensamente las relaciones sociales y humanas. Las patologías que atiende enfermería son situaciones que comprometen gravemente con la estética profesional. La formación continuada, permanente, es imprescindible para que los profesionales de enfermería sepan y entiendan, también, de: • alteraciones del equilibrio ácido – base, • estabilidad hidroelectrolítica, • presencia de hemorragias, heridas, contusiones, etc., • drenaje de heridas, • intervenciones quirúrgicas: preoperatorio, perioperatorio, postoperatorio. • pacientes oncológicos, • alteraciones de laringe, aparato auditivo, ojos, abdomen, etc., • quemaduras graves, intoxicaciones,...
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• • • • •
inmunología, problemas cardiacos, anemias,... transfusiones de líquidos,... trasplantes de órganos, de tejidos,... manipulación en positivo de elementos genéticos. Terapia génica. Patologías psíquicas y otras muchas.
2. 7. Estética en el trabajo en equipo El trabajo de grupo o en equipo en enfermería ha sido hasta fechas aún recientes poco desarrollado y menos practicado. Y opinamos que hoy día resulta fundamental. Hoy la salud depende de gran número de profesionales. No existen profesiones autosuficientes en la sanidad. Ya no es una sola profesión la que asume toda la responsabilidad ni condensa en ella toda la autoridad y saber. Aunque conocemos que todo grupo bien formado ostenta una cabeza que asume la autoridad y responsabilidad después de contrastar todos los pareceres de los componentes del equipo. La continuidad en la asistencia al cliente está en manos de muchos y, además, todos profesionales: algo multiprofesional. Por lo que las dificultades de los problemas que han de afrontarse nos están obligando al trabajo conjuntado, bien orquestado. Nuestro trabajo reclama interdependencia y el trabajo de los demás, también. Y esto demanda, reclama, exige: • confianza mutua, ingrediente básico; • comunicación espontánea y técnica, algo más que transmitir información y opiniones; • apoyo mutuo, reciprocidad, concesiones, generosidad, espíritu de servicio en grado alto; • tratamiento de las diferencias, que suelen resultar algo positivo • habilidad para el trabajo en equipo, resolver problemas y decisiones, algo intelectual y social; • liderazgo, acción integradora. Respeto a las diferencias y toma de decisiones. Dirección compartida e integradora; • información, feedback, sobre los efectos de las acciones tomadas anteriormente.
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3. DE LA ESTÉTICA A LA BIOÉTICA ENFERMERA Lo básico y fundamental de la enfermería de hoy y de siempre se centra en la prestación de cuidados. Esta acepción de cuidados a las personas sanas o enfermas también tiene sentido y significado de totalidad, de universalidad, de coherencia humana, social y profesional. Por tanto, la ética de los cuidados se fundamenta, racional y filosóficamente, en el ser humano. Esto nos lleva o conduce directamente al campo de la antropología y de la bioética. Enfermería tiene establecido un marco referencial de su concepción ética-antropología. Y en este marco destacamos, precisamos, una ética dinámica, nunca cerrada ni acabada. Mucho está por hacer o hay mucho por realizar, por conseguir. Nuestra visión bioética es un proceso de ir haciendo tareas, actividades y funciones propias unidos a cuantos se relacionan con el ser humano en situación de necesidad, en condición de doliente. Esto requiere aptitudes y actitudes que superen muchas normas, principios y situaciones. Esto es ir más allá. Hacia los valores y motivaciones de mayor entidad, de mayor bien. No siempre hay o se da una respuesta correcta para cada problema. La ética, la bioética, no es una ciencia exacta, matemática, sino moral. Pero aun así, adelantamos que no descartamos los contenidos matemáticos, estadísticos, como ya hemos tratado anteriormente. En la prestación de cuidados enfermeros la bioética se hace interrogadora. Nos plantea, nos sondea o pregunta cómo ser genuinamente humanos. Son preguntas que superan lo prohibido o lo permitido. No se limitan a aplicar normas, a sugerirnos la creación de protocolos de casos o de la clásica casuística. Es, más que un diálogo, una creación. Algo que supera la aplicación de normas. Aunque también tendremos que elaborar protocolos o códigos. «Lo interrogativo, lo admirativo y lo imperativo son formas que expresan las exigencias y los valores humanos», que dice Masiá Clavel. Mas la bioética imperativa no ha de resultar absolutizante. Tendremos que enmarcarla entre la interrogación, la admiración y el deseo. Que es lo que propugna Masiá Clavel cuando precisa y nos habla de «una moral del dialogo, del futuro y de la creatividad». Enfermería es, ampliamente, antropología. Una antropología general, social, cultural y trascendente. Enfermería, en su praxis de cuidar, se
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encuentra, por tanto, entre la antropología y la ética. Pero esta última no resulta un complemento de la antropología. La antropología trata del ser, pero en su concepción de ser persona, ciencia del hombre. La ética se cuestiona el deber ser, a partir de unos principios justos. Parte fundamental de la filosofía práctica que trata de definir el obrar recto. La bioética en enfermería, por tanto, no investiga más respecto a lo que es de la realidad, sino de lo que debería ser, o de lo que podría llegar a ser. Aspira a lo ideal, a lo óptimo, a conseguir la excelencia o dignidad humana. A veces, con frecuencia, citamos los conceptos ética y bioética. Hay quienes defienden que la bioética es propia del curar y la ética corresponde más a la prestación de cuidados. Pero estos conceptos curar y cuidar no son elementos paralelos. Muchas veces se cura y se cuida alternativamente o entrelazadamente. Para curar hay que cuidar, y cuidando se consigue la curación. Se da, por tanto, un paralelismo-convergente, si expresarnos así fuera totalmente adecuado, justo, correcto. La declaración de principios éticos comunes y su aplicación a quienes configuramos y prestamos asistencia sanitaria en general y enfermera en concreto, nos impele y obliga a considerar los siguientes puntos: • La prestación de asistencia sanitaria en general y especializada en concreto es uno de los derechos humanos, y por nuestra parte una obligación humana y profesional. • La salud de las personas está en el centro de la asistencia sanitaria, pero debe considerarse y practicarse dentro de un contexto global de trabajo continuo para generar los mayores niveles de salud a las personas, grupos y sociedad. Así: – entre las responsabilidades del sistema sanitario figura la prevención de la enfermedad y el alivio del dolor y la incapacidad; – es un imperativo de quienes trabajan en el sistema asistencial sanitario la cooperación entre sí y con a quienes sirven; – todas las personas y grupos implicados en la asistencia sanitaria tienen la obligación ética permanente de contribuir a la mejora de la calidad y de la estética como camino hacia la bioética. Los variados sistemas estéticos y éticos tienen la posibilidad de conseguir el consenso. Los ciudadanos y los profesionales de un mundo plural en ideologías, creencias y culturas nos vemos urgidos, tal vez por el fenó-
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meno de la pluralidad y la globalidad, a intentar, y a ser posible conseguir, asumir, unos principios éticos, bioéticos, fundamentales que nos sirvan de base para todos. En la enfermería española disponemos de un código deontológico que nos sirve de guía y apoyo en nuestro proceder profesional. A él podemos recurrir en casos de dudas, conflictos y situaciones problemáticas. Esto no soluciona todos los problemas pero ayuda en los casos complejos y de difícil resolución. También en el Consejo General y en los Colegios Oficiales y Consejos Regionales funciona o debe funcionar un Comité Deontológico que respalde a los profesionales en situaciones conflictivas. La enfermería española, por ética profesional debería declararse protectora de la dignidad de todos los seres humanos y defender los derechos que proceden de dicha dignidad. Especial atención se requiere cuando se está en riesgo de perder la vida. La ética y la estética en este trance exigen de los profesionales enfermeros unos sentimientos y delicadeza extraordinarios. Aquí aparecen situaciones complejas relacionadas con la eutanasia y sus derivaciones muy dignas de ser conocidas y consensuadamente atendidas. La dignidad de las personas se hace más sensible y destacable cuando el ser humano se encuentra en fase de deterioro o riesgo vital.
4. CONCLUSIONES Sin pretender llegar a todos los matices y detalles que conlleva nuestra prestación de cuidados relacionados con el tema de la estética y la ética, bioética, intentaremos condensar lo expuesto en unos pocos puntos concretos, aunque nunca definitivos: 1. El concepto ético aspira, circunda y alcanza significados de perfección. 2. El ser humano es una entidad llena de multitud de situaciones sensibles y suprasensibles. 3. La filosofía moderna en materia estética y ética invitan a la consecución de la perfección. 4. El control es una técnica estadística, matemática, relacionada con la asistencia, los cuidados y la ética.
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5. En materia de estética y ética se entiende conocer las estructuras sanitarias y asistenciales. 6. La estética y la bioética son para enfermería general y especializada elementos de cambio hacia la excelencia. 7. Gestionar enfermería es ser pertinentes, lógicos, concretos, respecto a conseguir resultados realizables, observables y mensurables. 8. La estética y la bioética han de estar presentes ante cualquier información que se da a los enfermos y a sus familiares. Todas las actividades profesionales enfermeras han de estar regidas por la estética, la ética, la bioética. 9. El trabajo en equipo es imprescindible para alcanzar altos niveles estéticos y bioéticos en la atención y curación de los clientes o usuarios. También, y muy especialmente, en la defensa de la vida humana y ante la situación de muerte de los enfermos. 10. De donde hemos llegado a la conclusión última que nos invita a conseguir que ENFERMERÍA FACULTATIVA, REFLEXIONES FILOSÓFICO-ÉTICAS, sea para nosotros un método y una constante vital humana y profesional.
50 ¿Quién cuida a los cuidadores?
OBJETIVO: Estudiar y conocer los contenidos sobre cómo cuidar a los cuidadores enfermeros aplicando los recursos técnico-directivos a las actividades reales de cada día y en cada circunstancia.
1. INTRODUCCIÓN 1.1. Algunas precisiones • Toda empresa o institución es un conjunto de personas y medios que constituyen una organización con el objetivo de conseguir unos resultados beneficiosos o necesarios para la colectividad social. • Comprender las motivaciones y los resortes ideológicos o institucionales, psicológicos; saber definir con claridad y precisión el MANUAL DE ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO, los objetivos de la empresa, organización o institución; crear los canales de comunicación para que los propósitos definidos en los objetivos institucionales lleguen a todos los niveles de la organización es un aspecto fundamental
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del trabajo de los directivos. Asumir el liderazgo de un equipo humano no es tarea fácil. Los directivos no están constituidos, fundamentalmente, para mandar, sino para dirigir. • Por tanto, concluimos y precisamos que: la empresa está formada por personas que debidamente coordinadas sus posibilidades directivas y operativas consiguen, o deben conseguir, unos resultados necesarios y/o beneficiosos para la sociedad y previamente programados a corto y medio plazo. 1. 2. Un planteamiento • De cuanto precede podemos deducir que, para conseguir un correcto cuidado de los cuidadores, resulta necesario tener muy presentes los siguientes elementos base de toda constitución o actividad empresarial o institucional: – Institución propiamente dicha, empresa. – Directivos o mandos. – Operarios o trabajadores. Que esquematizado nos da la siguiente escala o columna operativa: 1.
Empresa
Institución
2.
Cuadro de mandos
Directivos
3.
Operarios
Cuidadores
Siempre con una doble vía de información: descendente y ascendente, ( ). • En conclusión, podemos precisar que en toda organización humana distinguimos dos líneas de estructuras operativas e informativas:
¿QUIÉN CUIDA A LOS CUIDADORES?
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– organización formal: empresa y mandos – organización informal: operarios. Que nos dan como resultado final la organización real: organización
organización +
formal
Organización =
informal
Real
– Formal o previsto, incluso por escrito, MANUAL DE ORGANIZACIÓN Y FUNCIONAMIENTO. Definición de propósitos: comunicación y motivación. Objetivos institucionales. – Informal o espontánea, interacción entre las personas, disponibilidad, situaciones imprevistas. Operatividad. Creatividad. Toda empresa o institución de nivel terciario, cuidados asistenciales sanitarios, docentes y otros, en la medida que pretenda establecer un proceso operativo que programe la atención o cuidado de su personal, siempre que objetive cuidar a los cuidadores, ha de proponerse seriamente conseguir: – un trabajo acorde o adecuado a las personas, – formación filosófica institucional y profesional, – aceptación y respeto del personal, hacia el personal, – reconocimiento del trabajo, de méritos, – promoción interna no improvisada ni subjetiva, programada, – salario justo y actualizado, – ayuda a la investigación, publicaciones, etc., – presencia profesional en congresos, jornadas, seminarios, etc., – prestigio de la institución en su medio social, científico y cultural. Sin diseñar, proponer, y tener muy presentes estos elementos reseñados arriba resulta incongruente hablar o tratar sobre quién cuida a los cuidadores. Sin lo dicho tendríamos que invertir con toda seriedad el término y proponer este otro concepto: ¿quién cuida a la empresa, a la institución, a los directivos?
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ENFERMERÍA FACULTATIVA, REFLEXIONES FILOSÓFICO-ÉTICAS
2. ESCALA DE VALORES 2.1. Empresa o institución Por empresa o institución entendemos y definimos, en este campo de Quién cuida a los cuidadores, como un medio de acción de los individuos sobre el entorno para conseguir resultados que no serían alcanzables sin ese esfuerzo conjunto que coordina la organización. Lo que aporta cada persona a la empresa viene determinado por el sistema de operaciones, lo que recibe viene animado por el sistema de incentivos y de compensaciones a su personal. En definitiva, se trata de una equilibrada contraprestación. 2.2. Cuadro directivo, cuidador Los mandos de la empresa son cuidadores, los mandos de enfermería también lo son, lógicamente. A ello han de dirigir sus mejores cualidades. Deben profundizar y especializarse, antes de dirigir, en la filosofía y psicología de la organización, ergonomía. Organizar conlleva, por tanto, dirigir. Pero dirigir es más y mejor que mandar, hay que formarse en los conocimientos imprescindibles, como: – psicometría, – psicología social, – psicología de la educación, – psicología clínica, – sociología, – antropología cultural, – filosofía social, – ciencias administrativas y de gestión, – economía, – investigación de operaciones y análisis de trabajo, – relaciones humanas… Recursos humanos. Estos elementos precedentes son y resultan imprescindibles como base y estructura de cuanto requiere e, incluso, exige, una buena relación de ayuda a las personas que trabajan en cualquier empresa y, muy especialísimamente, en instituciones de servicios. A este respecto creemos que resulta aconsejable conocer la obra de Alvin TOFFLER, LA TERCERA OLA.
¿QUIÉN CUIDA A LOS CUIDADORES?
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Si de los conocimientos técnicos y psico-socio-profesionales que se requieren en los mandos, como apuntamos más arriba, quisiéramos precisar más cara a una aplicación adecuada de relación de ayuda a los operarios de base, tanto la institución como los mandos tendrían que considerar y promocionar algunos elementos de soporte e inmediatamente operativos, como: – nivel de autonomía en el desempeño del trabajo – descripción, definición de tareas y puestos de trabajo – espacios, instalaciones y recursos útiles adecuados – presión de trabajo. Carga de trabajo. Burn-out. – movimiento o rotación excesiva del personal – consideración y respeto hacia las personas – participación o no en la toma de decisiones – rutina en el trabajo diario – simplificación de la burocracia interna – carencia de reconocimiento social o profesional – aceptación como personas, de las personas – reconocimiento del trabajo de las personas – formación permanente – promoción interna. Investigación. Publicaciones…
3. LOS CUIDADORES En una institución de servicios de la salud, Tercera Ola, los cuidadores son el personal de base: – Médicos – farmacéuticos – psicólogos – trabajadores sociales – profesionales de enfermería – rehabilitadores – terapeutas en distintas especialidades – informáticos – personal de servicios y mantenimiento de instalaciones, etc. 3.1. Estrés-burn-out-mobbing En el trabajo terciario, en los países desarrollados, se ha venido obser-
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vando la proliferación de situaciones estresantes como consecuencia, especialmente, de la inmediatez, requerimiento o exigencia de respuestas inmediatas a situaciones complejas, generalmente de índole psicosociales: sanitarias, docentes, imprevistas. El estrés patológico grave lo tenemos tratado en las últimas ediciones del DSM. Aquí trataremos de las situaciones conflictivas en el contexto laboral. El concepto estrés ha pasado del lenguaje profesional a la conversación diaria de cualquier ciudadano. Todos hablan de estrés, aunque no siempre de una manera adecuada. En el estrés, como en la sanidad, es mejor la acción preventiva que la reparadora. El estrés no psiquiátricamente considerado, el estrés en el trabajo, en las interrelaciones sociales, modernamente viene denominándose Burnout. Es un anglicanismo que en español viene a significar estar quemado, quemarse, estar exhausto. Es un tema que arranca desde 1974 con Freudemberger, Moreno, Álvarez Gallego, Gil Monte. Otros lo trabajan entre 1990-2000. En España, y en la sanidad en general o en enfermería en concreto, se han publicado otros trabajos, como: – Hernández-Monsalve L. y Gervas Camacho J.: Estrés en los profesionales sanitarios. En Gestal Otero, Riesgo del trabajo del personal sanitario. Interamericana de España, 1993, 2ª edición. – Rodríguez López A.: Burn-out. Trabajo en Unidades de alto riesgo. En Gestal Otero, Riesgos del Trabajo de personal sanitario. Interamericana de España, 1993, 2ª edición. – Sánchez Fernández M.: Estrés en la enfermería de Lleida. Enfermería Científica, julio-agosto, 1994. – Lario Jiménez J. L. et al.: Estrés en los profesionales de enfermería. Enfermería Clínica, enero-febrero, 1995. – Faura T. et al.: Prevalencia del síndrome de Burn-out en Enfermería de Hospitalización y Atención Primaria. Enfermería Clínica, mayo-junio, 1995. – Fernanda Rordríguez Durán L. y Teresa López Rodríguez M.: Enfermeras y supervisoras. Motivación y estrés. INDEX de Enfermería, primavera-verano, 1996.
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Maslach y Jackson definen el burn-out como una respuesta inadecuada a un estrés emocional crónico cuyos rasgos principales, son: – Agotamiento físico y/o psicológico: sensación que tienen las personas de no poder más, de no ser capaces de dar más de sí mismos a los demás. – Despersonalización: actitud fría y despersonalizada en la relación hacia los demás. – Incomprensión: sentimiento de inadecuación a las tareas que ha de realizar la persona. Paradójicamente la persona puede estar encubriendo una sensación de omnipotencia y de hiperdedicación al trabajo. Moreno y Cols, 1990, creen que al personal asistencial sanitario les afecta por: – Vivir una filosofía humanista del trabajo, que choca con un sistema deshumanizado y despersonalizado al cual deben adaptarse. Lo mismo puede ocurrir con los profesionales de la educación. – Los profesionales asistenciales se implican con personas en grave situación personal, bien sea por el dolor físico, problemas psicológicos, sociales, de drogadicción, SIDA, cáncer, cuidados intensivos, UCIS o UVIS, neonatología, cuidados paliativos, psíquicos, subnormales, etc. La tensión resultante puede ser desestructurante, estresante, con señales graves de Burn-out. José Ignacio Peña Delgado, siguiendo a Álvarez Gallego, 1991, y antes a Maslach, precisa el síndrome de burn-out por sus síntomas: – psicosomáticos. – conductuales. – emocionales. – defensivos. Y relacionando estrés con burn-out, precisa Peña Delgado que burn-out es: – un estrés crónico. – de naturaleza fundamentalmente emocional. – experimentado en el contexto laboral de algunas profesiones concretas.
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Al tema del burn-out vienen a sumarse más recientemente las graves situaciones que en enfermería aparecen con el tema mobbing y que afectan muy gravemente a nuestra profesión. Esto es, violencia física o psícológica en el lugar de trabajo. Enfermería, y urgencias el personal de ambulancias resultan los más injustamente agredidos. Luego vienen los médicos, personal auxiliar y técnico y, en general, todos los profesionales de la salud. Lo primero que deberemos establecer es reducir o rebajar en lo posible la tensión de los agresores mediante un análisis, si esto fuera posible, de la situación, a veces muy subjetiva de los usuarios. Aunque esto no siempre produce efectos positivos y tranquilizadores. El ejercicio de una buenas maneras conduce al apaciguamiento. Una técnica que hemos utilizado y que nos ha dado buenos resultados es invitar a quien se queja a pasar al despacho, invitarle a que se siente y que exponga su caso. Ante estas circunstancias el afrontamiento o estrategias a seguir, para solucionar estas situaciones, podemos precisar que son: Institucionales: – Como ya se ha apuntado al principio. Mandos o directivos: – Ya expuestas las estrategias anteriormente. Personales del trabajador de base: – Asumiendo la situación, racionalizarla, intentar vencerla con esfuerzo convincente, no físico. Invitar al apaciguamiento. – Evitando caer en esta situación mediante la huida noble. Búsqueda de apoyos. Diálogo sosegado y convincente. – Pasividad o inhibición para que no nos afecte con situaciones frecuentemente traumatizantes y desestabilizadoras. – Sublimación, trascendencia, según qué personas. Sentido del humor. Cuanto precede es un juego a tres bandas, como ya se ha indicado repetidas veces: – Institución o empresa. – Mandos o directivos. – Trabajadores de base.
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Y todos podemos mejorarnos y conseguir resultados gratificantes, mediante: – – – – – – – – –
Afrontamientos positivos. Planificación, análisis de situaciones. Búsqueda de apoyos psico-socio-culturales. Supresión de actividades depresoras. Reinterpretación positiva de las tareas. Crecimiento personal, formación permanente. Aceptación, superación, sublimación de situaciones graves. Desconexión emocional, mental, conductual. Positivando el sentido lúdico de la vida.
Búsqueda, por parte de todos, de la excelencia. Consecución de la máxima calidad en el trabajo. Valoración ética de cuanto hacemos a nivel personal como de grupo. Creemos que el trabajo en equipo bien conexionado resulta fundamental. Con la búsqueda de la excelencia, activa y positiva, en las empresas e instituciones; con la máxima calidad en el trato humano a los cuidadores por parte de los mandos se consiguen, con muy alto nivel, mejores resultados en el trabajo de cada día y disminución de situaciones estresantes, de caídas en estado de BURN-OUT o circunstancial de MOBBING. Y, por encima de todo: buen ánimo y cultivar el sentido del humor. (Incluidos los directivos). (Así sea).
PARTE III Hospitalidad como ética enfermera
51 Espiritualidad y cuidados*
1. INTRODUCCIÓN La enfermería de hoy, siempre y permanentemente enfocada o dirigida hacia el futuro, paradójicamente se apoya en el pasado. Porque la enfermería siempre es de ayer, de hoy y de mañana. La enfermería de siempre y para siempre se cimenta en la historia. ¡Tal es la fuerza de la historia! Los anales de la enfermería siguen siempre un itinerario con un punto fijo de referencia: la hospitalidad. Esto es, son, contenidos enfermeros. La visión y el tema son claras e indelebles. No admite ni tolerará otra base ni otros contenidos que los que aporta la hospitalidad. Podrán añadírsele técnicas y métodos, recursos científicos avanzados e ideas trascendentes, pero siempre sobre el cañamazo de nuestro punto fijo de la hospitalidad. Todo lo que nos aleje de nuestra diana enfermera resultará adulteración, engaño, mixtificación de la realidad, de la única verdad. La hospitalidad tiene su genealogía, sus contenidos y sus significados, su semiótica. Es mito y rito. Y por tanto requiere o demanda los servicios hermenéuticos, según la línea de H. G. Gadamer. Se centra en la acogida, especialmente la del extraño, el viajero, el huésped, el vulnerado o vulne* Conferencia solicitada y pronunciada por el autor de este libro en la Universidad Autónoma, Departamento de Psicología Básica y la Escuela de Enfermería Universitaria la Paz, Madrid. Curso de Humanidades Contemporáneas. Día 14 de abril de 2005.
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rable. Hace falta un espacio y un lugar. Esto es, una tierra o región, una casa y una filosofía. Lo que nos conduce a destacar o descubrir las figuras imprescindibles del anfitrión y del huésped. El anfitrión como el huésped tienen su personalidad, su ideología, su sentimiento, su manera de ser y de comportarse. Esto requiere, exige, concesiones. Conocernos cuanto antes. Respetarnos siempre. Reciprocidad. Alternancia. Correspondencia. Intercambio. Permuta. Todos podemos recibir algo de los otros y todos podemos dar algo a los demás. De donde llegamos a considerar como importante el concepto regalo. En la antigüedad estuvo muy presente y con mucho significado la entrega de regalos. Hoy el mejor regalo puede ser el don de sí, de darse a los demás. Alteridad. Esto nos conduce a otra dimensión y trascendencia. Es decir, estamos ya en el campo de la espiritualidad y de los cuidados enfermeros. ¡Nuestro mejor regalo! Enfermería, desde los primeros datos escritos de la historia de la humanidad, tiene constancia del valor intrínseco y racional del sentido y la vivencia espiritual en los cuidados de la salud. Estos cuidados parece que demandan, tal vez exigen, desde luego reclaman, también, sentimientos espirituales. Espiritualidad, misericordia y hospitalidad son aquí y tendrán siempre para nosotros valor de sincretismo indisoluble. También interpretamos aquí el vocablo o término hospitalidad como la prestación de cuidados físicos, psíquicos, sociales y espirituales. En ocasiones trascendentes. De la idea o concepto espíritu tenemos referencias en nuestra cultura europea desde antes de Anaxágoras y su principio ordenador del cosmos; Parménides, precisa: «los caballos que me llevan me han conducido a donde deseaba mi corazón. Se han lanzado por el camino famoso de la divinidad que conduce al hombre sabio a través de todas las ciudades»; Heráclito nos dice: «la ley es obedecer la voluntad del Uno»; Platón, deslinda: «en la naturaleza de las cosas hay dos modelos, uno divino y bienaventurado, el otro sin Dios y desgraciado»; Aristóteles y su modo de ser de lo divino al que aspira toda persona: «debe haber algo que mueva sin ser movido, un ser eterno, substancia y acto puro». De aquí o de cualquier otro punto de la filosofía griega, romana o universal podríamos ir reconociendo la trayectoria espiritual de los filósofos y teólogos medievales, del Renacimiento y hasta nuestros días*. * Un ejemplo: en las Constituciones del Hospital General de la Corte y Villa de Madrid, 1589, Archivo General de Simancas, se lee: para los pobres y enfermos particularmente se fundó esta Casa con intento que en ella se procurase el remedio espiritual y temporal. C. ESEVERRI CHAVERRI,
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Filosóficamente, al espiritualismo se le opone el materialismo. Actualmente, también, la espiritualidad se ve zarandeada por los efectos de la globalidad no crítica ni analizada. Por lo que los profesionales de la salud, enfermería, han de hacer frente a los desafíos que la sociedad del siglo XXI nos plantea. La espiritualidad, ser profesional cristiano, por ejemplo, nos plantea el Dr. José Mª Rubio, de la Universidad de Sevilla, «es una opción radical por la que nos consagramos, libre y generosamente, al servicio del hombre y de la vida». Espiritualidad no es religión, es la vida del espíritu. La dimensión espiritual es lo que alimenta la vida de los seres humanos. Lo espiritual existe en todos los seres humanos, se puede bloquear pero con grandes pérdidas personales. La espiritualidad es, también, creencias. La religión es un plus que se añade a la espiritualidad para constituir caminos, tradiciones, mensajes y prácticas que conducen a la transformación de las personas y las llevan a la felicidad.
2. PROCESO HISTÓRICO DE LA HOSPITALIDAD COMO ESPIRITUALIDAD ENFERMERA Todos los investigadores de la hospitalidad, –cuidados, misericordia, espiritualidad–, recurrimos a las mismas o parecidas fuentes. Son, con distintos matices, las únicas o casi únicas y mejores raíces de donde sacamos la savia del conocimiento filosófico enfermero. Estas fuentes documentales las encontramos en la Biblia, Odisea, Tradición Cristiana y en el Corán. Por tanto, seleccionando bien y concisamente los fundamentos documentales, a ellos nos dedicaremos seguidamente. El pasaje bíblico por excelencia de prestación hospitalaria, espiritualidad y cuidados, es el de Abraham en la teofanía de Mambré, Gn 18, 133. Igual procede Lot: «ea, señores, por favor, desviaos hacia la casa de vuestro siervo, hacéis noche, os laváis los pies y de madrugada seguiréis vuestro camino», Gn 19, 1-2. Descripción procedente de Mesopotamia y País de Canaán, hacia 1850 antes de Cristo. La Biblia dispone de muchos pasajes similares, de los que aquí citaremos unos pocos. Por ejemplo: Gn.24, 15-60; Jue 17,7-13 y 19,11-25; 1Re 17,7-16; Tob 7,1-16. *
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Archivo Hospitalario, Revista de historia de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Nº 2, 2004, pág. 261-274.
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En la Odisea encontramos un gran número de pasajes hospitalarios, espiritualidad y cuidados, en el sentido más clásico. Todos cargados de una muy rica doctrina sobre la acogida. En la Rapsodia II, pág. 42, leemos: «Respondió el prudente Telémaco: extranjero, me has hablado tan cordialmente como un padre a su hijo, y no me olvidaré jamás de tus consejos. Pero quédate un poco más, aunque tengas prisa, y después de bañarte y deleitar tu corazón, volverás a tu nave lleno de alegría, con un rico y valioso regalo que he de ofrecerte, como es uso entre huéspedes amigos». A veces el anfitrión puede resultar que se distraiga, que no se percate de la presencia del huésped, y hay que avisarle para que aplique y cumpla dignamente los cánones no escritos pero sí practicados respecto a las obras morales de hospitalidad. Tal es lo que leemos en la Rapsodia VII, pág. 115. Aquí podemos apreciar la importancia que tenía el acto de acogida y la categoría que se le asignaba al viajero, al desconocido. Se le considera con rango de venerable, otro vocablo con significado espiritual o trascendente: «Alcinoo, no es ni bueno ni decoroso para ti que tu huésped esté sentado sobre las cenizas del hogar. Tus convidados aguardan tu decisión. Apresúrate a hacer sentar a tu huésped en un sillón tallado y ornado con clavos de plata, y ordena a los heraldos que viertan vino para ofrecer libaciones a Zeus Tempestuoso, que acompaña a los suplicantes venerables. Mientras tanto, la despensera ofrezca a tu huésped de los manjares que haya en la casa». Ulises sigue su camino de incógnito, sin que nadie le reconozca. Es interesante y aleccionadora la Rapsodia XVII. Ahora acude a una de sus fincas donde un porquerizo atiende los cerdos. A la llegada de Ulises, siempre sin que puedan reconocerle, el porquerizo lo recibe, le lava los pies y le da alimentos. Luego le acondiciona un lugar en la cabaña o cobertizo que le sirve de vivienda para que el huésped pueda descansar. Días después le acompaña el porquerizo a la ciudad, a la casa, palacio, de Ulises donde vive su esposa e hijo. Ya en la casa, el porquerizo, dirigiéndose al pordiosero, le presenta a la anfitriona, diciendo: «Padre huésped, la prudente Penélope, la madre de Telémaco, te llama». Otra vez tenemos que referirnos al respeto que siempre infunden los huéspedes, aquí llamándole Padre huésped. Padre digno de cuidados y con sentido espiritual. *
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El cristianismo es todo como una fuente viva de hospitalidad. De los Evangelios destacamos dos casos de hospitalidad con iguales morales, como son: Jn 19, 26-27: «Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa». El otro caso trata de: «Yendo de camino entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa», Lc 10, 38. Ámbito de paz, orden, misericordia y espiritualidad además de prestar cuidados. Desde sus orígenes, el cristianismo nos aporta multitud de modelos de misericordia y espiritualidad, hospitalidad, a extraños morales, centrado en Mt 25, 37-45. O con Leví, Lc 5,27-32; un fariseo, Lc 11, 37-50; otro fariseo, Lc 14,1-6; Zaqueo, Lc 19, 1-10. Por no resultar prolijos destacamos a San Basilio y su hermana Santa Macrina, 360, con sus Casas de Caridad, Nosocomios, Xenodoquios, Jerontocomios en Cesarea de Capadocia. Los monjes de San Benito, 580-647, en Italia y resto de Europa. Sumamente interesante para nuestro tema de la hospitalidad y de la Xenía es el capítulo 53 de la Regla de San Benito. Además del capítulo 36, que trata de los enfermos y de los que los atienden. O San Agustín y sus monjes con hospitales en el norte de África y en toda Europa. En España el obispo Masona y su hospital en Mérida, Cáceres, 620; también San Isidoro de Sevilla con sus reglas monacales, temas de enfermería, y los apartados sobre medicina en Las Etimologías. Las fraternidades hospitalarias en Francia, los Hôtel-Dieu, París y otras ciudades, a partir de 1200. Distintas órdenes hospitalarias, de misericordia y espiritualidad, como la de San Juan de Jerusalén, en Israel, Rodas y toda Europa. La hospitalidad catedralicia y del monacato en toda Europa. A partir del siglo XV los hospitalarios de San Juan de Dios, Clérigos Ministros de los enfermos, Camilos, San Vicente de Paul ya a partir del siglo XVIII, con las Hermanas de la Caridad. Desde finales del siglo XVIII se genera una gran proliferación de nuevas congregaciones hospitalarias y de espiritualidad en toda Europa imposible ahora de citar en gracias a la brevedad de este trabajo. También resulta interesante precisar que desde el siglo XVI y siguientes este gran movimiento hospitalario-enfermero cristiano pasa a toda América, África y resto de continentes. El gran movimiento relacionado con la Xenía, ritual de hospitalidad,
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misericordia y espiritualidad, a los viajeros en la antigua Grecia, se logra en Europa, especialmente en España, mediante el romeraje jacobeo con los cuidados de los hospitaleros profusamente repartidos sus recintos, hospitales y albergues, a lo largo del camino. Los viandantes, los peregrinos, los extranjeros o peninsulares, los enfermos, son acogidos, extraños morales, desde la Alta Edad Media. El Códice Calixtino, libro V, Camino Francés, precisa que los hospitales y alberguerías «son lugares santos, casas de Dios, reparación de los santos peregrinos, descanso de los necesitados, consuelo de los enfermos, salvación de los muertos, auxilio de los vivos...». Actualmente, está muy revitalizado este gran movimiento jacobeo hospitalario y espiritual con claras muestras de mejoría e incremento de romeros, viajeros, huéspedes. Su futuro presenta signos muy positivos. *
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En una narración islámica, siglo XIV, con base coránica en la azora XVII,1, que los peregrinos en la Meca leen y celebran la noche de la ascensión del Profeta, podemos ver un modelo de hospitalidad, misericordia y espiritualidad o trascendencia con extraños morales. El Profeta asciende o es ascendido y recibido en distintos niveles de los cielos coránicos y en todos, más o menos, se repite la misma escena. Al llegar llaman a la puerta y una voz desde el interior pregunta: «-¿Quién es? -Gabriel, replica el acompañante de Mahoma. -¿Y quién está contigo? -Mahoma. -¿Y le ha sido revelada la revelación? -Ciertamente, dijo Gabriel. -¡Bienvenido sea! ¡Qué dichosa su venida!» (Mircea Eliade, tomo IV). El islamismo tiene, también, un alto contenido antropológico y trascendente. En el Corán, azora L, 15-16, podemos leer: «Alá esta más cerca del hombre que su vena yugular». La hospitalidad entre los árabes se centra especialmente en un rito coránico que consiste en lo que conocemos como el fuego encendido y el fuego apagado. El buen cumplidor del Corán siempre tiene en su casa el fuego encendido, con el que de inmediato puede calentar para el huésped agua con que lavarle los pies y alimentos calientes para el recién llegado.
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3. ÉTICA EN LA ENFERMERÍA HOSPITALARIA Desde siempre y para siempre la ética, los cuidados y la espiritualidad, manifiesta o latente, se introyecta en el ser profundo de los pensamientos y actividades enfermeras. También la moral fue patrimonio de la hospitalidad de todos los tiempos y lugares. Pero estos pensamientos, estas actividades, este vivir y este proceder se ha de notar, se ha de apreciar, se ha de ver plasmado en lo que cada profesional siente y realiza. Por tanto, no se ha de reducir a lo privado. Si nuestra ética, si nuestro recibir al necesitado, al viajero, al extranjero, al enfermo en nuestra casa, en nuestro hospital, se redujera a algo privado no generaría cultura profesional. No significaría ni propondría unos retos para el futuro. No resultaría una fuente de espiritualidad. Los hombres y mujeres, las personas, los profesionales, enfermería, nuestra hospitalidad, puede o podemos inclinarnos por multitud de teorías filosóficas, estéticas, éticas, morales, espirituales. Nosotros, los profesionales de la enfermería, en estos planteamientos que hemos indicado o aportado nos centraremos en una moción por la moralidad: por los iguales morales y por los cercanos o extraños morales. Y esto siempre ha significado y es una proposición de futuro: apostar por la felicidad como bien social, saludable, humano-humanístico. Trascendente, según Torralba. La felicidad la trata, y nos apoyamos en él, Aristóteles en su Carta a Nicómaco. Pero ya es tema de siempre desde la hospitalidad y trascendencia budista a la judía y hasta nosotros. Hoy, como siempre, deseamos la felicidad para nosotros, para los demás, para el futuro. Todos somos portadores de bienes, de felicidad. El emperador Ashoka, 274-232, filósofo budista y benefactor hospitalario, decía: «todos los hombres son mis hijos. Del mismo modo que busco la felicidad y el bienestar de mis propios hijos en este mundo y en el otro, esto mismo busco para todos los hombres», cita Eliade, tomo IV, pág. 582. También, todos somos o deberemos ser donantes de regalos. Esto se relaciona con la estética y precede a la ética y la moral. No es posible, es imposible, que creamos actuar ética, espiritual, misericordiosa y moralmente cuando la operatividad, las relaciones humanas y técnicas profesionales resultan desagradables a la vista, al buen trato, al mejor gusto, al confort, incluso. Lo antiestético resulta siempre, es, antiético y antimoral. Recordemos el comportamiento de Alcinoo teniendo al huésped sentado
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sobre el polvo ceniciento del suelo. La elección del mejor ternero, el fuego encendido, el lavado de los pies, dar de comer a la cabalgadura del viajero, servir al huésped, cuidar del enfermo, entregarle regalos en las despedidas son estética de alto nivel. Porque la calidad, la estética son el fruto de la bondad. Y la bondad es misericordia y trascendencia. En la sociedad moderna, en los ambientes profesionales de la salud, de enfermería, se habla, se comenta, frecuentemente, de valores, de los valores. De carecer o de tener nosotros, los otros, valores humanos. Antiguamente, esto de los valores tal vez se encerraba en lo que conocíamos como cortesía, educación y buenas maneras. Esto es algo que espera de nuestra hospitalidad el huésped que ha entrado en nuestra casa: hospitales, consultorios de salud, urgencias, cuidados paliativos, alteraciones de la salud. No ignoremos, sepamos, que toda relación con el otro, con el huésped, compromete. Aquí entra de lleno la Pastoral de la Salud. Concepto moderno de actividades de siempre. El huésped espera de nosotros que le tratemos de verdad, con verdad. La verdad es paradigma, una unidad de medida de lo social-cultural-profesional. Un gran valor enfermero, hospitalario, es infundir en el otro esperanza. La esperanza es vida para el huésped, para los enfermos. La esperanza estimula. Es, también, como ofrecer, dar la paz. Vale más lo hecho por la paz que miles de palabras laudatorias. El anfitrión-enfermero ha de ser luz, manifestarse como luz para los demás. Incluso debemos significar integridad. Ser íntegros. Pero, en primer orden, ser. Realidad positiva. Y servir. Lo prototipo del anfitrión hacia el huésped, el enfermo, es servir: dar cuidados integrales. Cuando decimos que enfermería ofrece, da servicios, cuidados, es que estamos en lo más noble y digno de la hospitalidad. Servir con nobleza da entidad a nuestras obras. Servir potencia la dignidad del anfitrión y la del caminante, el desconocido, el enfermo. Amor-amar es servir con amor. Los valores interpelan, desafían, estimulan, hacen vivir. Los valores también comprometen. Trascienden a la vida nuestra y la de los demás. 4. ENFERMERÍA-HOSPITALIDAD PROGRESIVA Profesionalidad de alto nivel, ya lo hemos señalado antes, es todo cuanto hasta aquí queda dicho. Pero enfermería es más, mucho más. Hoy enfermería es, también, técnicas, recursos, métodos científicos, eficiencia, resultados empíricos. De lo contrario nos moveríamos en terrenos movedizos, subjetivos, fácticos, realidad virtual. Nada.
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Nuestro trabajo profesionalizado ha de ir siempre precedido, acompañado, por una elaboración rigurosa de objetivos. El trabajo nuestro es y resulta suficientemente serio como para programarlo con rigor. Todo proyecto, cada objetivo, han de estar sometidos a una serie de premisas, para que resulten: pertinentes, lógicos, concretos, realizables, observables y medibles. Así podremos conseguir buenos resultados en nuestra acción sanitaria, hospitalaria, enfermera. La improvisación no es buena compañera de camino para los enfermeros/as. Olvidarnos del valor espiritual resultaría un trabajo muy disminuido. Hoy la hospitalidad, la enfermería, su labor no se logra en solitario. Podríamos decir que con la figura del anfitrión, como antiguamente, ya no es suficiente. Si nos vamos por un momento al desierto, a la entrada de la tienda-casa-hogar de Abraham o a cualquier otro anfitrión mencionado podemos contemplar cómo actúa él ayudado por su mujer, por los criados de distintos oficios: panaderos, pastores, matarifes, cocineros, sirvientes para las mesas, etc. Igual en nuestro trabajo enfermero de hospitalidad. En nuestra casa, esto es, en el hospital, en las enfermerías como campo operativo propio e irrenunciable, trabajan muchos profesionales y de distintas especialidades. Lo que nos inclina e induce a opinar que si no se establece el Trabajo en Equipo será muy difícil, imposible, conseguir objetivos empíricos. El huésped es hoy, ciertamente, más complicado. No decimos más exigente, que también. El trabajo en equipo abre y cierra un corto circuito de actuación: – comunicación-confianza, – contraste de pareceres, – toma de decisiones. Es la ley de la reciprocidad: todos para uno y uno para todos. Sinergia. La enfermería de hoy y la del futuro está estrechamente relacionada con el progreso, con la especialización. Y, por tanto, con el incremento de la formación de base y en la progresiva. Los tiempos hoy vienen exigentes. Las nuevas necesidades demandan mayor formación. Y esta es la causa y el motivo de que hace ya muchos años reclamemos mayores niveles y reconocimientos formativos. Unos países más que en otros han progresado en estas líneas de incremento formativo. En realidad, todos los países se percatan de esta necesidad. Lo que ocurre es que hacen como que no ven o que no quieren enterarse. Cuando en realidad sólo se trata de presuponer gastos, sin tener
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en cuenta las ventajas e, incluso, los ahorros económicos y de resultados mucho más positivos para la sociedad. Sólo progresan las sociedades cultas. Es esta sociedad culta la que ya está presionando por la falta de calidad en muchas de las actuaciones negativas asistenciales. En la mayor parte de los países la demanda en favor de una formación enfermera universitaria es unánime. En el continente americano todos los niveles formativos universitarios enfermeros ya se han logrado. En la vieja Europa vemos que algunos países se han quedado en la formación universitaria de primer grado, diplomados. Pero lo que proponemos responde a un imperativo mundial hacia la modernidad y el crecimiento que reclama para enfermería toda la formación universitaria en favor de las personas vulnerables o vulneradas. Dicho lo cual, sí hemos de reconocer que en España a la profesión enfermera le ha sido reconocida su condición facultativa. Lo que da mucho prestigio profesional, ningún reconocimiento académico y nula remuneración económica. (Ley de Ordenamiento de las Profesiones Sanitarias, LOPS, noviembre de 2003). Pero la formación que reclamamos se centra en una enfermería competente: somática, psicológica, social, espiritual, activa, consecuente al mundo multicultural en el que nos movemos. Declaración de Bolonia. Si, antes de cerrar estas reflexiones profesionales enfermeras, efectuáramos una mirada hacia atrás, podríamos precisar que la acción o atención hospitalaria ancestral, enfermería de siempre, nos sorprenderíamos que los extremos se juntan. Enfermería antigua y enfermería del futuro, hospitalidad de siempre y para siempre, es: – – – – –
llegada del huésped, del enfermo, falto de salud, acogida del huésped, del enfermo, falto de salud, servicio al huésped, al enfermo, al vulnerable, al necesitado de todo diálogo del anfitrión con el huésped. Alteridad, despedida y regalo, como grato recuerdo: enfermo sanado, mejorado en su salud.
Esta es, repetimos, sin muchas más complicaciones, –aunque son muchas las graves situaciones– la enfermería ancestral, medieval, nuestra, del futuro, con sentido trascendente.
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5. CONCLUSIÓN • Es bueno que nos apoyemos en las ciencias, documentos y narraciones del pasado para poder llegar al conocimiento, a la filosofía, de cuanto significa la profesión que nos preocupa, ocupa e interesa. Pocas profesiones humanas están o se sienten tan apoyadas o iluminadas por la filosofía y trascendencia como las sanitarias y, en particular, enfermería. Por lo que nos conviene e interesa llegar al profundo sentido y contenido de la hospitalidad. Precisa Innerarity, pág. 19: «el imperativo moral frente a la fragilidad ya no es tanto construir como socorrer. La confrontación con la debilidad de las cosas y los seres eleva la responsabilidad por la salvaguarda al primer plano de los valores. En este contexto, las exigencias fundamentales no se expresan en la palabra “liberación” sino como “responsabilidad”». • Nuestra responsabilidad enfermera, prestadora y oferente de hospitalidad, la centramos en dar servicios, atenciones, cuidados, al viandante caído en las cunetas de miles de caminos, y recogerlos, llevarlos a nuestra casa-hospital, desearles la bienvenida y prestarles cuidados, conocimientos y terapias adecuadas profesionales que logren reintegrarlos sanos al gran camino de la vida. En ocasiones consistirá sólo en darles sepultura, como se hacía antiguamente. Todo esto es hospitalidad. Esta es y será siempre la hospitalidad enfermera, retos éticos de siempre y de futuro. • Finalmente, este será siempre el regalo enfermero a las personas necesitadas: dar cuidados físicos, psíquicos, sociales y trascendentes. Esta es y será siempre nuestra hospitalidad, un nuevo, ya muy antiguo, sincretismo bioético-teologal. Y tener siempre presente nuestra memoria histórica; conocer bien nuestras tradiciones y patrimonio; potenciar la misión compartida y participar en la inculturación y en la multiprofesionalidad. Seamos mensajeros alegres y entusiastas en la difusión de la buena imagen hospitalaria, enfermera, espiritual que nos conducirán a la felicidad. Para muchos, espiritualidad equivale a interioridad, un paradigma emergente que va unido a la condición humana.
BIBLIOGRAFÍA Utilizada y recomendada
Bibliografía
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