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Spanish Pages [424] Year 2019
/ e t ra $
mexicanas 40
NUNC COGNOSCO EX PARTE
TRENT UNIVERSITY LIBRARY
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https://archive.org/details/elensayomexicano0002mart
letras mexicanas 40 EL ENSAYO MEXICANO MODERNO
El ensayo mexicano mode mo -:c* Selection, Introduction y notas de
JOSE LUIS MARTINEZ
letras mexicanas FONDO
DE
CULTURA
56210
ECONOMICA
Primera edicion, 1958
Derechos reservados conforme a 1 a ley © Fondo de Cultura Econoniica, 1958 Av. de la Universidad, 975 - Mexico :[2, D. F. Impreso y hecho en Mexico Printed and made in Mexico
ONULP
JAIME TORRES BODET [Mexico, D. F., 1902] Su carrera intelectual ha sido una de las mas notables del Me¬ xico contempordneo.
Tras de estudiar en la Escuela Normal,
en la Escuela Nacional Preparatories, en la Escuela de Lsyes y en la Facultad de Altos Estudios de la Universidad Nacional, enseho literatura en la Escuela Preparatoria y, muy joven aun, jue secretario de esta misma escuela y luego secretario particular
de
Jose
Vasconcelos,
por
entonces
Ministro
Educacion, y jeje del Departamento de Bibliotecas.
de
Ademds,
en union de Bersiardo Ortiz de Montellano, dirigio la revista liter aria
La Falange (1922—1923) y, ahos mas tarde, de Contemporaneos (1928—1931), r.evista
codirector
darta nombre a su grupo literario.
jue que
La siguiente eta-fa de su
vida, a partir de 1929, estuvo dedicada a servicios diplomdticos en Madrid, La Hay a, Paris, Buenos Aires y Bruselas y, a su regreso a Mexico, de 1940 a 1943, en la Subsecretarta de Relaciones Exteriores. De 1943 a 1946 jue Secretario de Educacion Publica, puesto que desempehd con brillantez extraordinaria. Inicio un vasto pro grama de construcciones escolares; reorganizo y dio nuevo impulso a la campaha aljabetizadora; creo el Instituto de Capacitacion del Magisterio-;
organizo la comision revisora
de planes y programas; inicio la Biblioteca Enciclopedica Popu¬ lar; dirigio el valioso compendia construyo
numerosas
escuelas
Mexico
y,
y
la Cultura
sehaladamente,
la
(1946); Escuela
Normal para Maestros, la Escuela Normal Superior y el Conservatorio Nacional en la ciudad de Mexico, y dio, en fin, coherencia doctrinaria a la educacion mexicana.
Al terminar
su gestion educativa, paso a ocupar la Secretaria de Relaciones y, en 1948, recibio el honor de ser designado Director Ge¬ neral de la unesco, cargo que ocupo hasta 1932. Torres Bodet es Academico de la lengua y miembro del Colegio Nacional, y ha recibido los mas altos honores de ins-
7
tituciones mexicanas y extranjeras.
Desde 1955 es Embajador
de Mexico en Paris. En sus ensayos y estudios de critica literaria —fublicados en su mayoria inicidmente en la revista Contemporaneos, y reunidos luzgo algunos de ellos en un volumen co-n el mismo nombre (1928)— uni a Torres Bodet un conocimiento plena y siempre renovado de letras antiguas y modernas a un espiritu derta y a un estilo ductil y de transparente riqueza. Su critica rcctijico, en su tiempo, el vdor de muchos falsos brillos y contribuyo singularmente a la formacion de la educacion lite¬ raria en las nuevas getteraciones. Sus escritos relacionados con sus cargos publicos: discursos y mensajes -—entre los que se encuentran paginas admirables como la oracion a la madre 0 el discurso academico sobre la respons ibilidad del ■escritcn■—, estdn consagrados a elucidar los froblemas de la educacion y la concordia internaciond de Me¬ xico y el mundo. Recientemente Torres Bodet volvio al sjercicio literario con dos excelentes libros. En Tiempo de arena, primera forte de sus memories, la bdanza se inclina hacia la biografia esfiritud mientras que los hechos vitales afenas son un marco o una referenda.
Acaso for ello las me fores paginas, de con-
sumada y elegante maestri a, son las qu,e narran las revelaciones de figuras literarias o artisticas como Racine, Beethoven, Proust, Antonio Caso 0 Jose Vasconcelos. Tres inventores de realidad, que junta las conferencias que
sobre
Stendhd,
Dostoievski
y Perez Gddos fronuncio en El Colegio Naciond, es ol'ra de madurez intelectud.
Sus analisis de los froblemas profundos
de la creacion literaria y de los dilemas esenciales que la z’ida y el arte frofusieron a sstos grander novelistas son faradigma de la critica literaria.
.
Memorias: Tiempo de arena y 1955 Ensayos
y
critica:
Contemporaneos,
.
tura mexicana actual, 1928 —Paisaje ventores de realidad, 1955
.
Estudics: Educa-cion mexicana. La
obra educativa en el
cordia internacional.
8
.—Perspectiva
1928
de
,
Discursos
sexenio
Garcilaso,
de
la
litera-
1936.—Tres
in-
.—
entrevistasy mensajes, 1944
1940-1946,
Discursos y mensajes
1946.—Educacion
(1941-194"/),
.
1948
y
con¬
REFLEXIONES SOBRE LA NOVELA Los temas d'Es
acaso
porque, de todos los generos literarios, la novela
es el mas libre, es acaso por miedo a la misma libertad de que dispone, por lo que la novela se ha asido tan cobardemente a la realidad?
exclama Eduardo, el personaje mas mtelectua-
lizado de Los monedevos jalsos de Andre Gide, al refenrse a los trabajos que ha emprendido y que se confunden, no sin deliberation, con los del autor. El problema de la novela esta defmido en estas lineas con una inteligencia nada comun.
No es problema de decadencia
ni es problema de vertebracion logica como esta a punto de indicarlo Eugenio d’Ors en sus glosas de novelistas contemporaneos. Morand, Romains, Rene Benjamin. mente, un problema de arte puro.
Es, mas sencilla-
El siglo xix parece haberse complacido en dejarnos el mayor numero de tradiciones que contrariar.
Seria declararnos
vencidos querer persistir en los cauces de las ideas aceptadas por los hombres del ochocientos.
Las obras producidas bajo
el imperio del positivismo ortodoxo pudieron ser bellas.
No
les negamos nuestra admiracion; neguemosles nuestra obediencia.
Como toda epoca que logra individualizarse, adquirir una
tonicidad caracterlstica, el siglo xix no desaparecio sin denigrar al movimiento intelectual que iba a sucederle. Para denigrarlo, encontro un pretexto y una formula: decadencia. Decadente se llama a si mismo Verlaine en
1875 y de
decadente se acusa en America a Dario en 1905.
Debio estar
animada de singular existencia esta idea cuando, moneda demasiado usada, sigue aun circulando entre nosotros y todavia hoy se quiere comprar con ella el presente artistico del mundo. Decadente continuan llamando los criticos del naturalismo a la poesia imaginista de los Estados Unidos y no encuentran palabra mejor para designar.el proceso de la pintura actual en Europa.
Spengler aprovecha una hora de desgracia nacional,
en Alemani-a, para deslizar su libro sobre La decadencia de Occidente y Jose Ortega y Gasset funda una Revista de Oc-
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cidente-, y redacta una serie de notas sobre la
‘
decadencla
de
la novela. j Siempre esta necesidad de borrar la obra de hoy con el recuerdo de la de ayer, tenida de excesivo color en la realidad exagerada del romanticismo! Pero los contemporaneos no pueden contentarse con los recuerdos de una juventud que no han vivido, y por esto habra de buscarse otra solucion capaz de no explicarlo todo por la decadencia. Una solucion mas interesada en investigar que en negar, la unica realmente digna de descubrir la porcion de verdad estetica que los ensayos de hoy contienen. Desde luego, situandonos ya en el terreno de la novela, una objecion ocurre a las proposiciones de Ortega. “Conviene imaginar a la novela —dice—■ como una cantera de vientre enorme, pero finito. Los obreros de la hora primera encontraron con facilidad nuevos bloques, nuevas figuras, nuevos temas. Los obreros de hoy se encuentran en cambio con que solo quedan pequehas y profundas venas de piedra.” Queda una afirmacion positiva: la novela esta fuera del hombre; es un genero al que habra que ir como van las mujeres a buscar agua al pozo. Mientras el manantial brote, el trabajo del artista se reducira a hundir en la fuente su cantaro. La decadencia de la novela es, para Ortega y Gasset, cuestion de cantidad de temas. No hemos de hacer causa comun con el en este camino de regreso al naturalismo. Ninguna obra de arte vive del tema que expresa. Afirmar que el merito de una novela esta en razon directa de la novedad de su asunto, es suponer que las palabras merito y exito se enriquecen con un significado comun. De acuerdo con esta preeminencia del argumento, que es lo episodico, sobre el arte, que es lo esencial, La dama de las Cornelias seria su¬ perior a Rojo y Negro, y La Atldntida de Pierre Benoit, en donde hay un verdadero delirio de accion, haria palidecer las cualidades del Adolfo de Constant, en donde no sucede nada. La novela no es un genero en decadencia. El Ulises de Joyce y, mas recientemente, Los mon.ederos falsos dc Gide no son obras de decadencia. Lo unico que ha entrado no ya en io
decadencia, sino en un franco periodo de abandono es la no¬ vela naturalista, la novela de consumo para horteras y senoritas de almacen, la novela a lo Zola: Germinal, o a lo Blasco Ibanez: Los cuatro jinet&s del Afocalifsis. Y ha caido en desuso porque no era una forma literaria pura y porque, no siendolo, no pudo competir con el cinematografo, mas inteligente en recursos industriales, alimento solido para esa hambre de imaginacion sin esfuerzos que caracteriza a los hombres cuando integran un publico. El mismo personaje de la novela de Andre Gide que cite en un principio se refiere al genero en estos terminos: “jUna tajada de vida! decia la escuela naturalista.
Su defecto con-
sistio siempre en cortarla en un solo sentido: en el sentido del tiempo, en longitud. didad?”
,jPor que no en anchura o en profun-
Esto es lo que ha pretendido hacer la novela con-
temporanea, la novela de Proust o de Joyce: desprenderse de la nocion de tiempo a la que hago yo responsable del desastre del teatro como entidad tradicional, y penetrar los fondos mas sutiles de la conciencia, mediante una serie de escenas insistentes -—de experiencias de memoria— en que el artista enfoca el campo de las expresiones inferiores, el mundo de los actos pequenos y encuentra ahi, con la misma malicia que es, en Freud, un defecto, la flor de la intencion oculta en que la accion y el pensamiento se resuelven. Por mucho que descienda en esta investigacion, la novela no correra el peligro de convertirse en psicologia pura, puesto que, como obra de arte, hara coincidir con estos recursos del “suprarrealismo”, una smtesis y una armonia de emocion que no se descubren por ninguna parte en la ciencia y que son, exclusivamente, el redito de la belleza. j La novela cambiara de propositos?
Lo esperamos.
que todo cambio ha de ser una decadencia?
,iPor
jNo le quedaba,
pues, sino morir? Lo que, en el transito pintoresco de las estaciones, es cierto para una manzana, no debe aplicarse a la obra de arte.
La
madurez, ultimo periodo de la vida botanica, no es sino una pausa en la historia de la literatura.
Esto querra decir que el
publico esta cansado de las novelas que lo divierten y desea ahora que lo interesen.
Lo que los nuevos autores deben pre¬
tender es conseguirlo.
Realidad y memoria La novela conoce ya a sus maestros, ha aprendido a amarlos y empieza a sentir la necesidad de escogerlos. En un principio no hay que olvidar que la novela, en sus caracteristicas actuales, es un genero de ayer —se decia novela y se citaba, de un modo implicito, a Balzac.
Mas que el Napoleon de la
literatura francesa que soho ser algun dia, fue Balzac el Cristo¬ bal Colon de un genero que, antes de el, habia hallado su formula solo en la realizacion de algunas obras maestras aisladas o en series, como en la novela picaresca
espanola
del
reinado de Felipe II, para las cuales el nacionalismo era una base y una limitacion. Balzac se apodero de la novela con ese robusto apremio que le permitio competir en fecundidad con las oficinas del registro civil y la modelo a su manera. fue siempre, por desgracia, un estilo.
LTna manera que no Los romanticos admi-
raron este desarrollo de la novela en la direccion de la reali¬ dad fisiologica y equivocaron los terminos.
Cuando dijeron
de Balzac que estaba configurando el perfil de la novela fran¬ cesa, ,ino hubiese sido mas exacto afirmar que estaba desfigurandolo? El procedimiento favorito de este maniatico fue, precisamente, el de reducir la inteligencia, la bondad, el arte, la pasion misma a la categoria de las manias.
Anticipandose asi
a la escuela realista de la psicologia moderna —que los contemporaneos han sabido apartar a tiempo—-, la movediza tela del espiritu que Montaigne calificaba ya de ondulante y de diversa, era solo para Balzac objeto de un corte seccional en el sentido de la mayor inmovilidad, de la sedimentacion del habito, del automatismo a que llega la conciencia por la repeticion.
Una hada buena presidia sin embargo el nacimien-
to de cada novela, en Balzac: la creadora de tipos exactos. Papa
Goriot, Baltazar Claes, el viejo Grandet son escasamente hombres como habia de entenderlos el naturalismo. riot no es realmente
el padre
perfecto.
Son tipos. Go-
Es la
pateraidad
misma en lo que esconde de vicioso, de abnegado, de materno.
Si Moliere no hubiese trazado con la misma porcelana
que era, en el siglo xvn, la lengua francesa, la estatua de Harpagon,
,ino fuera mas justo aplicar a Eugenia Grandet el
titulo de El avaro? Bela?
El lirio en el valle? g Y La Prima
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SALVADOR NOVO [Mexico, D. F., 1904]
Escritor de los mas dotados del grupo de Contemporaneos, Sal¬ vador Novo ha seguido una carrera y una evolucion muy perscmales. Nacido en la ciudad de Mexico, de los 6 a los 12 ahos pasa en Torreon la tormenta revolucionaria, refugiado en lecturas foe tic as, e intent aitdo el mismo escribir versos. D.e nuevo en la capital de la Republica, cursa la Prep oratorio e inicia, como la mayoria de sus compaheros, la carrera de Derecho, para abandonarla for la projesion literaria. En Mexico Moderno (1920-22) aparecen sus primeras notas de lecturas, ya enterado de cuanto se escribe de importante en el vtundo-, en 1922 la revista Prisma, que publicaba en Paris Rajael Lozano, incluye
un poema caligrafico
de
Novo; en 1925 interviene en la preparacion de las admirables Lecturas clasicas para ninos y, for los mismos ahos, realize ontologies de cuentos mexicanos e hispanoamericonos (1923), de la poesia norteamericana y jrancesa modernas (1924), y de Lecturas hispanoamericanas (1923); en jin, en 1927 y 1928 dirige, con Xavier Villourrutia, la revista Ulises que inidaba en Mexico la aventura de la modernidad literaria, empresa que consumaria la revista Contemporaneos. Salvador Novo jue, ademas, projesor de literature en la Escuela de Verano y jeje del Deportamento Editorial de la Secretarta de E ducacion Publico, y viejo for los Estados Unidos y Europa.
Posterior-
mente se dedicaria con grant exito al periodismo en el que, con su notable agilidad y talento, crearia estilos y reewsos aun en boga.
De 1946 a 1952 jue jeje del Defartamento de
Teatro del Instituto Nacional de Bellas Aries.
Este nuevo
contacto con el teatro y sus problemas —en los que se habia iniciado desde los ahos del teatro experimental que hizo su generacion— animh su gusto por ese arte, al que se ha en tregado —como autor, director y empresario— fleiumente en los ultimas ahos.
En 1952 ingreso en la Academia Mexi-
cana de la lengua.
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La circunstancia, el humorismo y la desolacion, que Novo reconoce como temas constantes de su poesia, lo son tambien de sus ensayos, y en su primer libro, Ensayos, aun se juntaban estos con sus poemas,
Mas tarde su poesia encontraria, con
gran jortuna, el tema amoroso, para dejarnos algunos de los mas hondos, sentidos y per durables poemas-, luego se afilaria en la sdtira y, poco a poco, se iria enrareciendo hasta cast desaparecer. Ensayos o articulos-ensayos, por el contrario, escribiria Novo constantemente, ya los de intencion literaria de su primer libro y los que forman el volumen En defensa de lo usado, ya las agradables not as de viaje o ya los relatos descriptivos como El joven y la Nueva grandeza mexicana. Y si como poet a renuncio a la conjesion sentimental, como prosista ha renunciado tambien a las decoraciones retoricas para conquistar, en cambio, uno de los estilos de mayor economta verbal, de mds universal ejicacia y de mas contagiosa originalidad. Ensayos: Ensayos, 1925 (prosa y verso).—La educacion literaria de los 1928.—El joven, 1928.—Return ticket, 1928.—JaliscoMtchoacdn, 1933.—Canto a Teresa, 1934.—Continente vacio. Viaje a Sudamertca, Madrid, i935-—En defensa de lo usado, 1938.—Nueva grandeza mexicana, 1946, 1956.—Este y otros viajes, 1951 '.—Las aves en la poesta castellana, 1953. adolescentes,
DE LAS VENTAJAS DE NO ESTAR A LA MODA Nunca se siente mas el enoanto de ignorar la actualidad palDitante que cuando se enferma uno o se va de la ciudad. Ambas situaciones alejan al sujeto de cines, periodicos y calles concurridas, en las que nunca falta un escaparate con libros Je'; ta\dIVerS0S del ^Ue trae> lo exhortan a tratar de obtenerlos. Las enfermeras y los campeslnos no cambian de aspecto
Son un regreso a la quimica y a la botanica,
aquel retorno a. la naturaleza que recomiendan como cura prudente los sahios en epocas de complicados tintes. uno personaje de novela ejemplar.
Se vuelve
Las gentes que lo asisten
llevan nombres que ya creiamos muertos y los llevan con ga-
100
llardia: Anarda, Clorila, Partenio, Filis.
Se escucha en las
tardes el dulce lamentar de dos pastores, se lee a Valle Inclan y la murga toca cosas de Arditi.
Aparece de repente la luna
de todos los romanticos en su carton con goma y es completa la escena. Las lejanas estrellas no lanzan manifiesto alguno subversista y, cuando mucho, espolvorean su yeso azul sobre un paisaje que se ha quedado en Ramos Martinez sin alcanzar las exuberancias de Diego Rivera.
Para que nada falte,
suena la esquila. . . Pero en la ciudad
,iquien se atreve a esto?
Sancion que
no figura en el codigo es la sonrisa lateral de quienes os escuchan hablar de cosas atrasadas, o vestir un mal traje, o confesar que no entendeis el ultimo “ismo’ . A cualquier rama del arbol social a que os halleis prendido, si vivis en la ciudad, disfrutando de sus conocidas ventajas
los camiones,
la luz electrica, el telefono, las novelas francesas, el empleo publico, el bano turco'—, debeis pagar a la civilizacion el tiibuto de estar entcrado de sus ultimas manifestaciones y de saberlas
discutir
pulcramente.
Si
sois mujer,
debeis vestir
de organdi, raparos el cuello y masticar chicle, amen de otras obligaciones comunes a todo ser ciudadano, como asistir a los estrenos semanales del cine, ir de cuando en cuando a un concierto de musica clasica, y enterarnos de la prensa del dia. Si sois un hombre de sociedad, sospecho que vuestras obligaciones diarias son siempre nuevas y complicadas.
Consistiran,
principalmente, en llevar impecables las puntas del traje y las del pelo, en que no os brille la nariz en los bailes, y en tomar el te sin azucar, con limon, con crema, sin sandwiches, o como se use.
Debereis tambien enteraros con mmuciosidad
de la pagina social de los diarios, en h que se da cuenta de fallecimientos sensibles,
felices nacimientos, elegantes matri¬
monies y distinguidos viajeros; para enteraros de todo lo cual necesitais pulir vuestro talento, cepillar vuestro traje y ger vuestra felicitacion. Supongamos que sois esa cosa que Hainan diletante; que os da por todo; que vuestro merito consiste en saber un poquito lo que es la musica, otro poco lo que es la literatura,
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tantito lo que es la pintura y otro poco lo que es la escultura. Entonces, para quedar bien delante de los especialistas, teneis que distinguir, con erudicion, la musica clasica de la romantica y de la moderna, y confesar que os gustan los rusos por encima de los alemanes, que suelen ser sordos o dejarnos, y que Mussorgsky esta por encima de Stravinsky, y naturalmente por debajo de Amani, cuya Ave del Para-iso sobre una cascade os gusta tanto como el Dialogo entre dos mdquinas de escribir y un gato, de Erik Satie; pero menos que Fuegos artificiales en una (aza verde y Fragmentos en forma de pera, de no recordais si Niemann, el aleman. mencionar Debussy.
Claro esta que ya no se debe
Si la conversacion se desvia por veredas literarias, Cocteau, Morand y Max Jacob “sientan” bien. Un poco Bias Cendrars, pero ni
por equivocacion
Hugo; pues entre Notre
ese
mastodonte
Dame y la Torre
de
Victor
Eiffel hay su
diferencia. Luego hay que disertar, por supuesto, sobre Apo¬ llinaire, sobre el PEN Club y sobre el Museo de las Letras.^ Mas ya esta mal hablar de
Manuel Jose Othon,
de
Ruben Dario y de Jose Asuncion Silva, y mucho mas de los anteriores.
Revelaria que andais atrasado de noticias impor-
Si se habla de pintura, es necesario decir que encontrais, en los cuadros nuevos, frente a los que os parais en extasis, muy bien resuelto” el trazo, “admirable” el colorido y “estupendo el volumen. . . Es ademas, indispensable para todo hombre enterarse e y discutir todos los escandalos sociales recientes. Esto es mas facil porque se les encuentra en los Deriddir™
Ja civuizacion vais a envolumenes que teneis que leer.
102
Los
s habran Uegado veinte pintores habran pintado
mas cuadros, cuyo sentido es necesario que os expliquen. Ha¬ bra debutado un pianista nuevo con musica ultravioleta. Vuestro primer deber es mirar las notas de sociedad. Bajo la cabeza “restablecido” se encuentra vuestro nornbre en un parrafo de bienvenida comprometedor.
Os ha pescado de nuevo la moda.
Teneis que haceros ropa y erudicion; empieza el martirio del diletante. . . Si Manuel Acuna ha contradicho a Fray Luis (dos senores que ya no se citan) en la vida campestre, yo os aseguro que no teneis otra escapatoria: el hospital o la casa de campo. Acaso quede tambien el suicidio; pero de este habrlan de hablar tambien las notas de sociedad. Ensayos, Mexico,
1925, pp. 7-9.
ANTOLOGIA DEL PAN El pan,
segun la Biblia, resulta ser tan antiguo corno el hom-
bre mismo.
Adan, vegetariano, al ser echado de su huerta,
no solo fue condenado a ganarlo con el sudor de su frente, sino que iba en lo sucesivo a alimentarse de carnes caza y pesca— para tragar las cuales necesitaba acompanarse de pan, tal como nosotros.
Las frutas y las legumbres pasan sin el.
Mas para aquellas constantes excursiones de nuestros abuelos prehistoricos, como para las nuestras, era bueno llevar sandwi¬ ches.
Toda pena es buena con pan.
piensa en el. buenas.
Y el que tiene hambrc,
Lo comen las personas que son como el de
Calma el llanto.
^A quien le dan pan que Bore?. Y
las personas sinceras le llaman por su nornbre, y al vino vino. El pan es sagrado. “jManha? ique es esto? Es el pan que se cuaje en torno de nosotros, mejor que en los trigales. Antes, Lot (Genesis, III), hizo una fiesta “e hizo pan”. Y Abraham, cuando recibio a los angeles, ordeno a la diligente Sara (Genesis, XVIII) que preparara panecillos. Porque en la Edad de Piedra, aunque hacran panes, quedaban muy duros; y no eran de trigo, sino de bellotas, como 103
los que se han encontrado en Wangen y en Robenhausen. Virgilio consigna el hecho de que los maridos molian el trigo mientras a las esposas, a cualquiera hora, se les podia encontrar con las manos en la masa {Georgians, I, 267). Se asombraba Herodoto de que los egipcios, que llevaron a grande perfeccion el arte de la panaderia, amasaran la harina con los pies y el barro con las manos.
En Egipto nace la distin-
cion, que prevalece en Mexico, de las clases sociales por las de pan que consumian.
Los primeros pambazos los comieron los
esclavos y el pan bianco los ricos, como hoy.
Tambien los co¬
coles nacieron alia. Nos lo dice la arquitectura y lo confirma el ajonjoli que los decora y sazona. Pero panaderias publicas no las hubo hasta el ano de 168 a. c. El pan traia en Roma el fecit de su autor. Mas las caprichosas romanas, y mas que ellas las pompeyanas, preferian seguirlo haciendo en su casa, acaso porque sabian que eran, hasta el tiempo de Constantino, los esclavos, y despues los ladrones y los criminales, quienes lo hacian. El pan no armoniza con ciertos guisos ni con determinados liquidos. Por eso a las personas inarmonicas se les llama pan con atole’ y es preferible comer tortillas con los frijoles v piloncillo con el atole. Tal hacian los indios, y todavia no aceptan el pan.
Es sagrado, he dicho, y es catolico.
Confor-
mandolo de diversas maneras se celebran fechas notables: las roscas de reyes, el pan de muerto, y luego las torrijas y la capirotada y los chongos. . . El pan es inseparable de la leche. Si incompatible con ato e, es indispensable con el chocolate o con el cafe con le¬
e
er te.
Ninos y \ iejos lo bendicen porque se reblandece moian-
0 0.en sopas'’. No es menor su interes literario. jEn'que novela con calabozos no aparece, con un jarro de agua, un pan uro.
; in que novela con altruismo no se habla de los men-
riigos o e as migajas y no se dice: “nos arrebatan el pan”'1
fama de Jesus en la Nueva Esfana, que tenia 7a concluida antes de la expulsion 7 que habiase visto forzado a dejar manuscrita en Mexico. Guevara 7 Basoazabal escribe sus 1nstituciones filosoficas movido por el amor a su patria 7 por el anhelo de ser util, aunque de lejos, a la juventud mexicana. Marquez, doctisimo comentador de Vitruvio 7 de Plinio da a conocer en Italia, ante las sabias academias de Florencia, de oma 7 de. Boloma, los antiguos monumentos de la arquitectura mexicana 7 no se desdeiia de explicar a sus lectores itahanos el or,gen azteca del chocolate 7 de la jicara. Fabri , , ran 7 - teme profaL
V no Ene s X?mCtro ^ P^inaciones del tro■ no Eneas 7 los tragicos amores de la reina de Cartaeo redka de c reahs a d
SU rCgi° Paluda^nto la description 7 escenas tipicamente mexicanas: desde el
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Entrana 7 simbolo” de Mexico 1, n j , mexico, la Guadalupana esta pre-
166
sente en toda la obra de nuestros jesuitas expatriados. Clavigero, tras de ganar justa fama de historiador con su monu¬ mental
Storia antica del Messico,
no cree
indigno
de
su
prestigio cientlfico escribir y publicar su opusculo sobre la ‘prodigiosa” imagen guadalupana;
Alegre compone sus Li-
ricas y Georgicas al “portento americano”, muestra su guadalupanismo en muchos pasajes de su Historic de la Campania y —cosa
increible
pero cierta— encuentra coyuntura para
insertar un elogio a la Reina de Mexico donde menos pudiera esperarse: en el poema epico destinado a cantar las victorias de Alejandro Magno. Abad, al ensalzar los triunfos de la Fe, no puede prescindir del milagro del Tepeyac.
Andres Diego
Fuentes consagi*a todo un poema latino en tres cantos a narrar las Apariciones y describir la taumaturga
imagen.
Vicente
Lopez compone bellisimos himnos a la celestial Senora y en su Didlogo de abril- nos habla de su imagen como el mayor tesoro que Mexico posee; y Maneiro, describiendo la capital de la Nueva Espana, no puede tampoco ornitir la filial mencion de la Guadalupana. Sin mengua de su granitica fidelidad a la ortodoxia catolica, nuestros humanistas saben acoger y fecundar las semillas renovadoras que flotan en el ambiente de su epoca:. Alegre proclama que no hay gobierno legitimo, sino el que se basa en el consentimiento popular, condena como “injustlsimo” el infame comercio de esclavos negros y narra —con visible simpatia—• una rebelion victoriosa de aquellos miserables; Gue¬ vara, conservando las tesis fundamentales de la filosofia cristiana, se
aparta de la Escolastica decadente y censura con
franqueza sus yerros, al misrno tiempo que no teme prodigar elogios a Descartes, a Bacon y hasta a Galileo;
Clavigero,
iniciador y abanderado de la renovacion filosofica, “se enamora” con juvenil ardor de la “filosofia moderna”, defiende la necesidad del metodo experimental y su supremacla en las cuestiones flsicas sobre la autoridad de los antiguos, y contra Paleofilo —“anxante
de lo antiguo”—■ levanta victorioso a
Filaletes —“amante de la verdad . 167
No faltaban entonces —como ahora y en todo tiempogentes pacatas y asustadizas que veian con malos ojos todo intemo de innovacion filosofico-cientlfica y se aferraban ciegamente a un pasado caduco. Incapaces de distinguir, en la enema venerable de la Filosofla aristotelico-escolastica, el tronco perenne, destinado a arrostrar incolume las tempestades, de os ramajes viciosos y parasitarios que a Jo largo de los siglos le habian sobrepuesto robandole vitalidad y esplendor, aquellos laud at ores temforis acti veian en toda' nueva docrma una amenaza a la ortodoxia religiosa, semejante —dice Maneiro
a los re igiosos senadores del Capitolio que Pre-
lniennseP°ner “
3 k tHunfal irruP^ de h cultura
los SStr'riaoeStreCheZ de ™6n, contra la obtusa miopia de los paleofilos” -jay, inmortales!—, asestaron certerantente sus tiros Clavigero y Guevara, Campoy y Maneiro, el felipense Diaz de Gamarra y el Bachiller don Miguel HidaGo W miciador de nuestra independent No % d § ’ f ° innovadores fueron quiz TIT J V negare™s q^e estos
1» antigua Escolaa&a’ 1 diton flsica sobre la metaflsica
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la inmensidad azul que las acechf v n “T" S°bre es siempre mejor y maS bello nut 1 35 deV°ra’ riesgos del molusco pegado a su ro "i n ,m^eCUnda P°r considerarlas innecesarias Td ° prec,lsi0n bibli°graantologia. nnecesanas dada la ,'ndole de esta
168
RODOLFO USIGLI [M exico, D. F., 1905] Dentro del grufo de Contemporaneos se inicio en las letras Rodolfo Usigli, a fesar de que, mds tarde, seguiria su frofio c amino. Ninguna forma de exfresion liter aria le ha sido ex¬ traha. Poeta adicto a Eliot, y mds tarde de sencillas confesiones amorosas;
autor de una novela foliciaca; ensayista y
critico brillcmte, es, sobre todo, el dramaturgo mexicano mds valioso de nuestro tiemfo, celebrado for igua-l en el drama historico que en la sdtira social y folitica y en la comedia. Sus estudios sobre la historia del teatro en Mexico y su manual del autor dramatico son textos de intension didactica.
Sus ensayos fosteriores, en cambio, a la manera de G. B.
Shaw, que es uno de sus mayores faradigmas, son afasionados alegatos, variaciones o disertaciones en torno a sus fiezas teatrales 0 a los froblemas del teatro, y en algunos casos, reflexiones sobre temas sociales y culturales. Usigli ha ocufado diversos cargos administrativos relacionados con el teatro, en la Secretaria de Educacion (1932), en la Universidad Nacional (1937) y en el entonces Defartamento de Bellas Artes (1938).
Becado for la Fundacion
Rockefeller hizo estudios teatrales en la Universidad de Yale, en comfahia de Xavier Villaurrutia, durante 1933 y 1936. Organizo y dirigio, en 1940, el Teatro de Medianoche. viajado for America y Eurofa.
Ha
Actualmente es refresentante
diflomdtico de Mexico en el Ltbano. Ensayos: Mexico
en el teatro,
1932.—Caminos
del teatro
en Mexico,
1933.—Itinerario del autor dramatico, J 941 ■
EL GRAN TEATRO DEL MUNDO
Se que el problems del mundo actual ha sido estudiado desde multiples angulos. Su oscuridad, su angustia y su esperanza de luz se filtran a traves de centenares de libros y millares de 169
articulos en torno a la democracia, al racismo, la economia, la historia, la libertad nacional, la religion, el panamericanismo, el arte belico, el espionaje, la ciencia, todo.
Es decir, todo lo
que compone el movimiento biologico y social como es.
del mundo
Todo menos la poesia y el drama, aunque existan
poemas 7 piezas de teatro sobre cuya arquitectura cae la sombra de la destruccion y la guerra.
Pero, en realidad, el proble-
ma no ha sido examinado desde el punto de
vista
de
sus
relaciones con estas dos artes —poesia 7 drama— que representan el supremo conocimiento del
hombre v el
supremo
conocimiento del mundo. Seria prematuro anticipar el producto poetico 7 dramatico de la guerra actual. Sabemos va que en ella los pavasos se han vuelto tragicos y la farsa tragedia
pero no sabemos todavia cdmo se escribira la epopeva
m podnamos dear cual de los dos partidos cantara al fin, unque cs probable que llegue a combinarlos.
Lo interesante
s.n embargo, no es esto, lo interesante es estudiar la sYtuYddn d.d
d angulo del poeta 7 desde el microscopio del d“
8\ ] Cfa Suer.ra es una mala pieza de teatro todavia
sin
uni oVCl USar’ S',n unidad de accidn, semejante mas bien a
"I"1'™1'' T”
en 1,
de vicios, de viriudes, de Id" l“" "c;’”'C"',!'Z'’c,0"es simbdllcas dria dudarse de ]., a atenticidad de H ,1 rg°’ h°>' P0' Ios ideales alemanes. Hide, esel t t S!mbol° d« maestro, anexo la vieia Anct • r muno que, en un truco Alemania para que nadie pudiera'Tcirle n Y fUtUra ?*a8na Es quizas el simbolo de ha ambicicnc V ° “ aleman* nales- de ese viejo cancer de Europa larga historia de fracasne t,, , • , F 7
’ a travcs de una
—desde Carlomagno y Federico^B .rhY''1^ d mUnd° de Hohenzollern. Es' decir es "I0Ja haSta Gui,lermo formado adn, que todavia 170
1
resultar un juguete de los dioses. El personaje antagonico, en cambio, tiene su destino resuelto y cuajada su forma. Es y no podria ser mas de lo que es, ni cambiara como no sea para quedar destruido, para dejar de ser. Es un personaje nato de tragedia, con ejecutoria tragica; pero su destino final no sera la roca de Prometeo y solo podra ser el cementerio en el mar, unico a su medida. El primero ha sido personaje en muchas formas del teatro: en la opereta y en la farsa, en el drama romantico de rechinidos de dientes y pasiones tumultuosas e histericas; en . el melodrama escalofriante de la Gestapo y en la comedia burlesca del Ministerio de Propaganda. Ahora quiere evolucionar y ser, al cabo, el heroe de la tragedia. Aunque no lo quisiera, seria igual: ha agotado los papeles, sera un personaje de tragedia por escalafon. Se parece un poco a Hamlet porque quiere vengar a un fantasma y asesinar a un Claudio Tratado-de-Versalles mientras este reza. No es un Meslas, porque los Mesfas nunca surgen en el desierto, sino que brillan como un relampago y caen como un rayo sobre el esplendor de los imperios. T’odo su valor dramatico reside en su locura. Sin ella, seria cualquier cosa, quizas un mal pintor. Y, segun los descubrimientos de la psicopatologia, es su locura misma la que le da un deslumbramiento de orden y un apego inflexible, extranatural, a un plan determinado. Quizas su plan, que lo ha salvado hasta hoy, llegue a perderlo; quiza entre los elementos que lo llevan de una conquista a otra este el que determine su derrota. Quizas muera de un excesivo querer vivir. En su locura de realizacion puede estar la semilla de la disolucion y del mutis definitivo. Pero no hay que anticipar los finales sin haber considerado todos los elementos anexos al drama. Ac to frim.ero Detras del conflicto hay un motivo, casi, como en los personajes de Ibsen, una lacra heredada. En el motivo se mezclan razones sentimentales a germenes de morbo. Alemania ha querido siempre ser senora del continente europeo y de sus
imperios.
Ha luchado contra todos y consigo misma hasta in¬
tegrate, a mediados del siglo xix, en una dudosa unidad. Ha perdido en todas sus tentativas de dominio, excepto la de 1870, victoria plrrica pagada penosamente en 1918. Hitler sal vara a Alemania. El dara a Alemania no ya un mundo por descubrir y por formar apenas, sino un mundo hecho, un mundo por destruir que ciertamente ni Alemania ni el habrian creado. No es la Alemania, musica del mundo; no es la Alemania, filosofia del mundo, que existia poderosamente con anterioridad a la unidad politica: es la idea que el se ha hecho de Alemania, la Alemania que el ha inventado pero que, corno el, no existe todavia. El la hard existir. Convertira a Francia, Inglaterra, Rusia, a toda Europa, en el vientre de donde nacera la nueva Alemania —un vientre fecundo con terror y con sangre.
Su aliado, su amigo, cuyas ideas, por lo demas,
ha copiado amphficando su magnitud y acelerando su ritmo, es tambien su bufon.
Lo usa para recibir en el la befa, la
caricatura, el msulto, la saliva del mundo entero. Europa
Sometida
acabara con Italia por el puhal, por el veneno o por
la bomba, como los tiranos romanticos acababan con sus conridentes y asesmos a sueldo. Es joven, ademas. Su antagomsta, el Hector de esta tragedia, vivio hace siglos lo que el v,ve desordenadamente ahora. (En la historia de Inglaterra cstan todos los elementos de la historia del mundo.) Pero Ribbentropp.no es Ulises, sino un agitador. Hitler lo usa como un pajaro negro, como un nuncio de la guerra. Para reahzar una guerra, ante todo, hay que hacer creer a los ejercitos que se les_ dara la vmtoria, que pelean por una causa ITZVT?" '"VT *■ A €Sta campana de Pubhcidad dedico Hitler cas, diez y ocho ahos, desde antes del fa dXf ^ Munich- Algunos hombres han querido sembrar division, otros se han abstenido. Los escepticos y los deser¬ ves son asesmados, Cuando se siente listo, ataca por los cosados y actua vanas veces en la obra dentro de la obra, simuuTa coartadaeSQueedtar ^ gUem- °Uiere J-stificarse, darse una coartada. Queda un punto oscuro en su espiritu- :Cual es el enem.go que el fantasma le ha sehalado en sus apariciones 172
nocturnas?
,jCual es el hombre a quien debe matar en justa
venganza, el pals que debe abatiri
No puede ser Francia
—Francia socializante, comunizante, judaizante, como la de¬ nuncio el en sus repetidas proclamas.
No puede ser, porque
si bien Francia ha reinado por mas de cuatro siglos sobre el esplritu y el intelecto del mundo, es un pals mas pequeno, con menor numero de habitantes, con un imperio colonial mas reducido. Lo bastante. asemeja.
No puede ser Francia forque no se le farece
Nuestro mayor enemigo es el que mas se nos
Entonces, es Inglaterra, cuya raza tiene todas las ca-
racterlsticas de seleccion que el senala en las razas superiores; cuyo idioma tiene, por debajo de la tierra de los siglos, tantas ralces entrelazadas con el suyo; cuyo dominio de los mares es el que el quisiera poseer.
Tiene que ser Inglaterra, porque
ya es, porque la curva de su destino esta cerrada.
Y enton¬
ces, cuando lo sabe a ciencia cierta, cuando sabe que es al Rev y no a Polonio a quien debe matar, mata a Polonio, ataca y somete a Francia.
Complejo personaje, que se parece tambien
un poco a Edipo por cuanto le han predicho que matara a su padre y no lo cree, porque le han predicho que Alemania morira a sus manos, y el no cree en la esfinge porque la esfinge no lo ha devorado.
Es el quien la devora, por el con-
trario: de ahora en adelante el sera la esfinge.
Los oraculos
no son definitives, sino contingentes: de ahora en adelante el sera el oraculo.
Los dioses podrian fallarle.
Lo mas sencillo
es desterrarlos y publicar su destruccion: de ahora en adelante el sera todos los dioses, para no perder. glaterra.
Entonces ataca a In¬
Y este es el primer acto de la tragedia.
Ac to segundo En el segundo acto nubes de conquista le Henan los ojos.
Vi-
sita la tumba de Napoleon; pasa cada noche, como en un hotel de suenos, en un pais conquistado.
Sigue cumpliendo,
paso a paso, su programa, con una lucidez y una exactitud tan evidentes que solo son propias del maniatico.
En sus manos
la guerra se transforma en un arte novedoso —desde el ata173
que por los nervios hasta el pavoroso ataque por los c'ielos que hace patente a sus propios ojos su situacion divina.
Lleva una
contabilidad de pesadilla: millones de muertos, millones de prisioneros.
Las naciones caen, una a una, a veces solo para
evitar la destruccion.
Y en cada nacion conquistada hay hom-
bres que representan a los dioses y a los oraculos, que afirman lo contrario que el, y mientras el se cine el coturno de la tragedia los hace matar por una policla de melodrama.
Yuel-
ven a la vida los teatros rnismos de la epopeya griega.
Se
recrea en este espectaculo sin precedentes que el ha creado; se sale de los margenes del libro, y, de pronto, hipertrofiado hasta el extremo, se sustituye al autor de la tragedia: de ahora en adelante el sera tambien el autor.
Si pensara
un mo-
mento, si oyera las lamentaciones del core, si se detuviera ante una madre que llora a su nino mutilado por las bombas, si mirara las flores muertas, si se apartara un dia de su programa. . . Pero no puede.
Poco a poco, la obra que el cree
haber creado se.sale a su vez de madre y se sustituve a el. iSera su obra misma la que vengue a los dioses, a los oraculos, a la esfinge, al autor de la tragedia? apoderandose gradualmente lante siempre.
Un miedo informe va
de el, empujandolo hacia
ade¬
Es el miedo que impide detenerse, volver la
cara hacia atras: el miedo que
impide
respirar.
Su
cora-
ddnmd ?£r fmente- N° 65 ya SU Coraz6li; es el corazon del mundo el que late en su pecho a golpes aterradores. Pero al aire hav S°]dad°S- ** ^ a ^odos, hasta al 'ire, hay que sostener esta marcha ascendente v triunfal que, de pronto
empieza a parecerse a una huida.
Entonces
con erudicion de arch!veto de teatro, desempolva y revisa la epopeya napoleon,ca, la enmienda en algunos rasgos k in 0 pora a su plan y marcha contra su otro'gran enemigo co" e que estaba en tregua. :Por one Pc Francia, que cul.ivaba la's ml
S,SKma,rUS0
*« ™* «.
idea “e”w T ’“t
vez
a„dtrr,'esp”« ;rPi“PtiC0' ” ,ne »oeJoara e! “S’ 174
iTIse
*
caera como Napoleon. tenerlo.
Los elementos mismos no podran de-
Es el senor del aire y del fuego, el amo de las esta-
ciones y los climas —es toda la mitologia nordica. y agua tambien seran totalmente suyas. Y Pero, para probarlo, tiene que veneer a Rusia.
La tierra
entonces. . . Tiene que
cambiar, no solo el presente y el futuro, sino tambien el pasado, destruirlo.
Es el senor del tiempo.
Sus generales, sus
tecnicos, sus amigos —si aun los tiene en ese enrarecido cli— rna en que se mueve su pensannento—, todos desaconsejan esta marcha. Pero este transform ista, que es brevemente cada uno de los personajes de la tragedia y de la epopeya, sigue a del-ante. No puede oir las advertencias ni las lamentaciones del coro, ni los gemidos de los ninos, ni los llantos de las madres. Todas las trompetas de Wagner resuenan en sus oidos a toda hora, como por una combinacion mecanica insuspendible, orquestadas en una instrumentacion de motores de avion y de canones. Dice: “j Adelante!”, y un memento, en un anticuado aparte, se pone la mascara de Cesar y grita hacia la sala: “jLa suerte esta echada!” Y cuando el y su sequito abandonan la platea para marcar el final del segundo acto, hacen su aparicion los coros de viejos y de infantes, de madres y doncellas, de corresponsales y reporteros, de locutores de radio, de ciudadanos divididos en silbidos y en aplausos. (Pero el no ha partido a la campana despues de su ultima frase: ha corrido a la utileria para buscar los utiles del tercer acto, y al foro para preparar los decorados. Ahora es tambien el tramoyista.)
A cto tercero Si estos elementos son exactos —y creo que lo- son—, el tercer acto esta automaticamente trazado.
Pero las soluciones no son
nunca unicas y, a menudo, no son enteras.
Un dramaturgo,
vestido de frio bianco como un cirujano, ajeno como el a las reacciones nerviosas, preciso en el uso del bisturi y con el pulso de sus sentimientos en marcha normal, tiene el deber de detenerse a pensar.
En el teatro solo pueden prevalecer la cla175
ridad y el orden que son su esencia.
Es de malos autores
introducir nuevos personajes en el ultimo acto, a no ser de un modo logico que se justifique por si mismo.
Shakespeare
lo hace en algunas de sus tragedias historicas, y lo hace porque es necesario: para dejar el paso a la secuela, a la segunda parte de la trilogia; pero casi todos los criticos se lo reprochan. Como sea, en el acto final de esta tragedia tiene que aparecer un nuevo personaje que representa la juventud del mundo moderno y la herencia de una fe antigua. Es un pais de Ame¬ rica que tiene en su cortejo a todas las naciones semicoloniales de este continente. De el se ha dicho que es a America lo que Alemania a Europa: un poder ambicioso de absorcion y de dominio economico. Para el, de todos modos, parecen abrirse ahora los portales de la tragedia: su destino va a incorporate al destino del mundo.
Es Fortinbras.
conflicto y a desenlazarlo?
jVa a resolver el el
Esta esperando en el umbral. iVa
a salvar su juventud a un mundo viejo y descompuesto? No. La verdadera solucion para un dramaturgo escrupuloso esta en el espintu mismo de su personaje central. Los puntos que ebe decidir ahora son: a)
,;Quien merece la victoria?; b)
jCuales seran las consecuencias de esa victoria? de la tragedia se alcanza solo con la muerte.
El Laurel
No hay que ol-
vi ar que Hector tiene ya su ejecutoria hecha, su circulo cerrado, que ya tiene su sit.o en la tragedia. En buena dram aturgIa, en cam bio, este otro personaje cambiante, transformista que va de la opereta a Wagner y de la farsa a la tragedia debe reahzar su dest.no, debe volverse lo que ha querido ser' un perso
tragico,
un
heroe.
Pero Sb po^i ^lo“i
Alemani7t^^^^iCtPlir;e Europa opa.
l0S-°riCUl°S ante$: Es la vlh T . I Se extlrPara ese cancer de Ps la vida de una nacion contra la vida de su con-
^Vt^Xgu^xttirdc podercomparsa y los figurantes, de la liberacion tr.a, de Polonia, de Checoeslovaquia
’/
N,°que a
f 1
de
M ' AUS'
de Holanda, de Suecia, de Ute’nia.’ Se
tfd’etetoli
176
personaje multiple de esta pieza, y el deber del dramaturgo es resolverlo conforme a las reglas.
Si el triunfa, Europa muere;
pero el pierde, a la vez, todo titulo a la tragedia, toda categoria de personaje tragico. Si muere como Napoleon, entonces Alemania quedara viva, como lo quedo Francia, y el conflicto volvera a su estado latente, sin desenlazarse para volver a surgir.
“La cosa es el drama.”
Hay que desenlazar el drama.
Hay que recordar que nuestro personaje tiene un plan y que debe, que no puede dejar de cumplirlo. ido realizandolo.
No escucha ya a los coros ■—no vuelve la ca-
beza—, no se detiene. nar.
Faltan unos cuantos puntos para termi-
Ha tenido la victoria, tiene la fuerza, tiene el rayo,
tiene la locura.
Si vuelve a la razon, esta perdido para la tra¬
gedia y para Alemania. plirse.
Punto a punto ha
En todo rigor, la profecia debe cum-
El debe asesinar a Alemania, vaciarse los ojos y morir.
De otro modo los dioses quedarlan burlados, y esto es contrario a las reglas de la tragedia.
Pero el se ha sustituido a los
dioses, a los oraculos, a la esfinge, al apuntador, al tramoyista, al utilero. jVa a romper los rnoldes de la tragedia?
jA modi-
ficar la eternidad canonica del teatro? Al salir de la tragedia a otro clima, perderia para siempre su ocasion de ser un perso¬ naje tragico.
Solo la muerte puede redimirlo del odio del
mundo —pero no puede morir sin acabar antes con Alemania. Es el quien va a desenlazar el conflicto de tantos siglos: ese es su destino. Las trompetas de Wagner no lo dejan oir; las nubes de victoria no lo dejan ver. Su tr'iunfo final, que contraria las leyes de la tragedia, seria contrario, tambien, a las leyes de la naturaleza: seria un pais devorando al mundo.
Seria un
hombre sin muerte.
Y despues del triunfo, si se lo damos
jque podria hacer?
Se saldria del circulo, de toda medida,
rodaria por si mismo en la nada.
Presenciaria la destruccion
de todo lo que ha sonado hacer, y esto seria interesante como material dramatico, pero dilataria la obra mas alia de las proporciones del teatro.
Alemania Uegaria a no poder contenerlo
ya, porque toda dictadura tiene su fin. Y como Alemania seria el mundo, ^adonde iria?
Una vez mas, saldriamos de la tra¬
gedia para entrar en el drama cristiano y romantico.
Y, en
177
otro orden, seri'a la vuelta a la creacion del mundo, pleonasmo que no cabe en la ciencia, ni en el esplritu, ni en los sentidos del nombre. Imaginemos a este personaje, vencedor 7 solo, paseando a vista por un cementerio adecuado solamente para el luicio inal, detenido al fin, ovendo al fin. Ninguna razon humana po ria resistir esto —solo la locura, 7 el ya no fusde volverse °C°’, E1 sui.cidl° sena la renegacion, la apostasla inutil, 7 lo sacaria tambien del marco tragico. O imaginemoslo regulando lasrrCu?nasedm UStri3S’ las ruinas de un continente;
^ ban(lueros Pentanes sobre dedicado quizas, en el ocaso
a los placeres de la mesa para dar paste a su actividad; repitrizab° trizaban
todaVla“7 ,los ch.llones lugares comunes que eleca las multitudes nacionalsocialistas, ante servidores
nacurateza, 7 en un monstruo r dicnln y here de tragedia,
h. a
1
destine, « it' I, derrot'
7 7
^
but! r!““ hacer su aparicidu y
Hitler
dett J'°“ debe"
buena dramaturgia, Hitler debe morir.
Alemania-
En
siempref sin Ir^lo, « eHsp^u dh ,
Cu“dernos
Americanos,
num. 2, pp. 175-83.
178
MeitJrn
m ’ marz°-abril,
1942, vol.
II,
HECTOR PEREZ MARTINEZ [Campeche, Camp., 1906 - Veracruz, Ver., 1948]
En su ciudad natal y en la LJniversidad National hizo sus estudios medicos, profesion que pronto cambiaria por el periodismo y las letras.
En El Nacional, que dirigitia mas tarde,
sostuvo animadas polemicas en defensa del pensamiento libe¬ ral y sobre temas historicos y culturales.
Fue luego diputado,
gobernador de su Estado, subsecretario y secretario de Gob.ernacion. En la persona y en la obra escrita de Hector Perez Mar¬ tinez se articularon armoniosamente su creadora je en Mexico, su lucido fervor por el mundo indigenes, su devotion para su provincia, su espiritu liberal, su imagination y su sensibilidad lirica. Labia entregarse honradumente en sus libros. La ternura del poeta fue ver dad en su vida;
quien exdto en la
figura de Juarez la fuerza tranquila de una raza y la razon del liberalismo mexicano fue fiel a la lection del defensor de la Republican quien escribio virites alegatos en pro de la justicia para el indio continuo esa defensa en sus acetones de gobernante;
quien se acerco con amorosa comprension a las
expresiones artisticas de su pueblo estuvo al lado de los humildes, y quien relato y recogio en paginas admirables la historia, la gratia y el duelo de su provincia hizo cucrnto estuvo en sus monos para engrandecerla. Por esta lealtad profunda del hombre con sus palabras, por esa palabra de hombre que gtutrdan sus libros, siempre permanecera en ellos una lection y un ejemplo. Ensayos:
Facundo en su laberinto, 1934.—Trayectoria del corrida, 1933,
Diez corridas mexicanos. Notas de. . . ,
1935.—Piraterias en Campeche, 1937.—Una polemica en torno a frailes y encomenderos, 1938 (en colab. con Jose Elguero).—En los caminos de Campeche, Campeche, 194°Biografi'as: Cuauhtemoc.
.
^ Buenos Aires, Vida y muerte de una culture, 1944, 1948.
Judrez, el impasible, Madrid, I934»
1945-—
179
FACUNDO EN SU LABERINTO NOTAS PARA UN ENSAYO SOBRE “LA LINTERNA MAGICa”
I. Facundo en su laberinto Salimos
del laberinto de “Facundo” todavla con el latir
de
inauditas presences, realizadas a un ritmo de cinema bajo la placida, enganosa apariencia de una linterna magica, y en la cual, en vez de las meras placas inmoviles, como aquellas que en la infancia del cinematografo nutrieron nuestra puencia, las imagenes tomaron vida urgente y descompasada, y rompiendo su membrana de luz, disconformes, en una actitud muy mexicana de disidencia, se lanzaron al vertigo de la vida. Kara aptitud de un novelists para encadenar, a un solo ,°’ jn ,partes adelgazado y en otras fuera de calibrador, las mas distmtas dislmbolas esp.eranzas de nuestro mundo, naci o apenas al calor de la Reforma, pero absorbiendo, con nsias de perenmdad, el nuevo y misterioso sentido de la vida nacional. Per°
ademas de esta aptitud, en cuyo regateo a “Facun-
hbnr-Perder-am0S msistente nuestro Paso> seduce en su obra laboriosa el itmerano, tan previsto, tan pautado, del novelista strdadnad
’ ? f mUndiI1° d£ SU ^ li raices de la’
el imbiente d?
’ k hOTa del
explicacion, la razonadaTxpSL3"*'“" boa 180
T modern., cer.idnmbres -iincertiSumb”,!”'™
la
Pero hemos sido atrapados dentro de su dedalo.
La obra
de “Facundo”, con su misma dolencia de tiempo vivo, pronuncia en nuestros sentidos su invitacion a la inquietud y la vigilia.
Quizas por eso La linterna magica sea lectura de noc-
turnidades y horas apacibles, en las que, para relacionar el ayer con el hoy, multipliquese una tension, una atencion ocupada en el subir y bajar la escala del tiempo. llamada de “Facundo”.
Y esa es la
El exige la entrega conforme y total
para rendirnos sus mas reconditas ensenanzas. Bien el color de la estampa; bien la acida ironia; bien la untuosa certidumbre de su moral; bien los retoques crueles de sus
reflexiones;
bien su
finalidad
costumbrista,
en el lector todos los previos propositos.
desvanecen
Precisa irse a el
por el mismo, y regresar de el por uno mismo; que de un regreso asi, volvemos empapados de nuestra mexicanidad, tan inaprensible por la meditacion. tesis:
aquella
que
quiere
para
Y esto reafirma una vieja nuestro
propio
espiritu
un
intento de expresion; esa que dice que nuestra mexicanidad es por ahora tan solo un color, un matiz fundiendo su nucleo paterno y alrededor del cual, mas tarde, pero fatalmente, se lograra la concrecion de nuestra vasta personalidad. Otro valor mas limpio tiene la obra de “Fecundo”: el de pesar responsabilidades enjuiciando, historicamente, a su epoca; porque esa obra, no concebida para aplacar voces del mo¬ menta, sino, casualmente, para traspasar los anos venideros, se constituye —en su mas pura autenticidad—- en un documento mediante el cual nos es dable organizar, sin las vacilaciones que nos impondria un rompecabezas, la vida suspirosa de Me¬ xico en el ultimo tercio del siglo xix. Esta vida se divide en dos fracciones separadas entre si por honda canal, de acuerdo-, tambien, con los sentimientos y dccisiones politicas de la hora.
“Facundo” busca y encuen-
tra las uniones ilicitas e inesperadas de las dos, y descubre el verdadero hilo que las sustenta aun en sus pugnas mas sustanciales y ardidas, como en sus diferencias ligeras o de superficie.
Este hilo es el pueblo.
Pero no el pueblo como una
masa amorfa y lejana, desentendida y opaca, que pasa, como 181
relampago y en alusiones, en la obra de Fernandez de Lizardi —por no citar sino el antecedente
de
“Facundo”—;
mas
bien la masa que se mueve al influjo de presiones, y marca su signo y su sino, por un sistema complicado de "capilaridad espiritual, en las capas superiores de la sociedad. ejemplo inigualado de “Facundo”.
Tal es el
Ningun escritor mexicano como el ha sentido, comprendido, penetrado al pueblo. Para ello hubo de recurrir a uno de,los dos caminos propicios. Desde el sitio de un escritor, y mas de un novelists, solo dos medios presentan cierta accesibihdad a la masa: o la observacion psicologica que amerita antes el desengrane, la separacion de un sui'eto para meditar sobre el una sene de fenomenos capaces de colectivizarse, o la observation de la costumbre que es, en su medida relacion, a psicologia colectiva expuesta en sus trazos mas singulares. -Los dos medios, no obstante, abundan en riesgos: el primero puede prestarse a extender rasgos particulares hack la gene¬ ra 1 a ; cl segundo oscurece esos mismos rasgos particulares, dejando a flote esa impureZa de la costumbre que es lo pintoresco.’ entonces, cae en la anecdota y, consecuentemente, en lo impuro, efimero y tornadizo de la vida. Facundo” se decidio, aceptando sus riesgos, por el sever en d r S£/U^n hs sombras acertamos a entrever en el complicado labennto de La Unterna mdgica. SomaquUUoTd Costumbres de sombras: he 1 . conten,do de la obra, porque los personal es de esa larread:ieytmbPU"eS * “FaCUnd°” ^ ^mbrcada y sombna, aunque en el fondo posean su migaia de ^a!Sirdlda Para Cl aUt0r en * --ijadas de unaware! obra^eatTa^r "° ^
“FaCUndo” ^ que una ^ arte,
ta sus finalidades de apologo o 0fahT°S dC t0m3rle ^ CUCn' con exigencia e intranSgencia su obn dl " eXamifram?s en los dedos como esos terronp* ’ se nos desharia termina el 182
desvanecimiento.
Ca^ MdriT^ar ^ P'CS1°n de' M P°aria afirmarse que el
verdadero valor ha sido, en sus comienzos, accesorio, 7 ha logrado, al traves del tiempo, imponerse sobre la principal finalidad, tan sujeta a cuestiones de actualidad y a miras personales del autor. La voz oculta que hablaba en “Facundo” encontro su vehlculo de una manera natural, introduciendose, a pesar del escritor, en paginas concebidas con otra altitud; y rnerced a su sinceridad, merced a su valor impllcito, borro una actitud de circunstancias para predominar ella sola. Sorprende comprobar en “Facundo” un alma romantica. El escritor que penetro en las casonas de vecindad y en la vida privada de los mexicanos de su epoca, con ojos abiertos y carnet avido, para contar intimidades y perseguir una hue11a de fealdad moral en los hombres, fue un romantico. Elio se acredita en ese deseo de componer el mundo 7 regirlo conforme a una bondad inmanente; en la pasion puesta al servicio de la virtud, 7 en la ironla de que colma los contrastes; en la obsesion por exhibir vicios incurables, 7 aun en lo que pudiera llamarse, inocentemente, tecnica del novelista. La linterna rnagica va en una sola, constante direccion: exaltar la virtud. Todas las armas seran buenas en la lid: el anatema, el ejemplo, la reflexion, la consecuencia. Solo que para llegar al anatema, al ejemplo, a la consecuencia 7 a la re¬ flexion, “Facundo” atraveso, 7 no impunemente, al pueblo. Y este le dio su carne 7 su espiritu; 7 carne 7 espiritu se aferraron a esa oportunidad. Y esa oportunidad logro conservar, desinteresadamente, al escritor. Esta sobrevivencia es el real valor de “Facundo”. f Cuando en la lectura de La linterna magica lo rnagico desaparece 7 asoma su primera cabeza de alfiler el fastidio, puede asegurarse un choque entre la etica del autor 7 la etica del lector. Para el primero, el deber esta cumplido; para el segundo, el deber consiste, en realidad, en apreciar el valor secundario de la etica del escritor, suavemente rechazarlo, 7 buscar en las palabras hasta anudar el alma principal de la lectura. Esto es, sobreponerse a la finalidad utilitarista 7 gozar la belleza: esa belleza indudable 7 ardiente, escondida en los cuadros de “Facundo”. Es, entonces, cuando uno se reconoce 183
a si mismo y siente la doble voluptuosa sensacion del goce. Es, tambien, cuando se siente el deleite de poner en rechazo la etica del autor y exigirle un rendimiento estetico que nos compense el esfuerzo realizado en seguirle.
Y
“Facundo”
ofrece compensaciones insospechadas: despues de un parrafo angustioso y de finalidades morales, exclusivamente, dos, tres pinceladas mueven la sonrisa.
Y en esta sonrisa, que es pa un
entendimiento entre autor y lector, viene el inmediato pago de la espera.
Despues de paginas enteras de inaccion, emplea-
das en conjeturas y en recorrer un dedalo inutil, el vigoroso ademan de un heroe, guiado por una psicologia que comprendemos y poseemos, nos coloca de lleno en la actividad, pero, sobre todo, en esa actitud de colaboracion que “Facundo” exige de sus lectores.
Porque La linterna mdgica imagfnaseme
como esos iuegos que ofrecen un todo desintegrado, para irlo ensamblando a lo largo de un viaje mental, y en medio de la mas sana y rica^diversion.
Si no fuera por ese divertimiento,
por esa excitacion, por ese continuo invitar a la gimnasia del espiritu que cede La linterna magica, seria posible y justo relegarla a una oscuridad definitiva.
Mas la linterna ejecuta
juegos de luces, y con ellos, sobre las siluetas evadidas de la pantalla ivos.
components el mejor de nuestros mundos imagina,
mejor, porque confeccion y armonia son nuestras,
guramente propias y personales, aunque modelo y rigor pertenezcan, por mdudable derecho, a “Facundo”. Tan poerosa es la fermentacion perenne de nuestro pueblo nac'on h?ci, °1 “T6 establecijn i ' C'°j '
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Instaurada
otra
vez
la
Republica,
el
mandato
recae
sobre
Antonio Lopez de Santa Anna, bajo cuyo gobierno el territorio nacional va soltando, a lo largo de su vida, grandes trozos, como esas balsas que en
el curso de las cornentes,
largan, instante por instante, su contextura.
Es posible des¬
pues, mediante los laboriosos esfuerzos del presidente Juarez, sonar en una unidad mas compacta, pero en el centro mismo de nuestra masa espiritual, el clero enciende pasiones, ciega los oj os y enardece los oidos. La Guerra de Reforma prosigue la tarea de desunion, hasta que Maximiliano de Hapsburgo aslenta su planta de conquistador sobre las playas de Vera¬ cruz. Anos lentos y desasosegados cruzan sobre Mexico; nace la juventud inmediata a “Facundo”; la dura fe de los hombres de la Reforma se empena y triunfa sobre el mas inaudito, ridiculo y costoso de nuestros imperios.
Un dia, por fin,
Queretaro contempla la figura del emperador rodar por tierra sin la capa teatral.
En trances de afliccion y cantos guerre-
ros, desciende la paz a nuestra vida.
Es ahora cuando “Fa¬
cundo” inventa su Linterna magica.
La muerte de
Juarez
renueva la guerra civil y hasta que Porfirio Diaz se apodera del mandato, es que fluye una ficticia tranquilidad por encima de la patria.
Entonces “Facundo” levanta su laberinto.
Pero “Facundo” no se ha dado cuenta de que, a ritmo con las peripecias anotadas, el pueblo de Mexico silabea las primeras de sus expresiones; va, por asi decirlo, ahormandose; concretando sus costumbres y formandose una moral y un espiritu que, por otra parte, tampoco seran definitivos. Esta epoca de transicion es la que pisa el novelista, y su obra refleja, por tal coincidencia, los cambios de la fisonomia po¬ pular;
los
altibajos de
la
moral
en
uso;
la
dispersion
de
muchas virtudes seculares, el movimiento interior del pueblo contra sus bases economicas y sociales en peligro de inmutabilidad.
Y tambien por eso vale la obra de “Facundo”: por
haber encerrado en formulas indestructibles las grandes pasio¬ nes de la masa. No es raro encontrar en La linterna magica a un simple
artesano, hijo y nieto de artesanos, parte indivisible de la 185
plebe, proletario por herencia y psicologia, carne de guerra en los disturbios, elevarse
hasta los primeros pianos
de
la
sociedad mediante solo un paleto y olvidar vicios y virtudes de su casta, la lengua de su clan, las costumbres de su clase, las disciplinas de su miseria, para hacer vida rica y airosa, conquistar damas aristocraticas, tomar cafe y saborear las viandas complicadas de la cultura.
Y esto, que podrla tenerse en
otras latitudes como la mayor y mas absurda de las incongruencias, es cabal y corriente en Mexico, sobre todo en el Mexico de “Facundo”. Porque ese ser evadido de su medio encarna el hilo sostenedor de la sociedad antes enunciado; porque gracias a el se sucede un curioso intercambio de dones y se realiza la pequena gran venganza del pueblo. En tipos de esta naturaleza abunda la obra de “Facundo” Cruza la trotaconventos; el “hombre ordmano que escala en las revoluciones los altos puestos”*; el chauvinista; el beodo; el lepero; el indio; el chinaco; el tendero; el burocrata; el comico de la legua;
el ladron;
el asesino;
la mujerzuela.
Cometense diarios atentados contra la virtud y la inocencia. Triunfa el miserable y perece el honesto.
Y un tropel de
fantasmas anuncia su paso, como si el Angel del Juicio Final hubiese empunado su trompeta. Entremos mas de cerca en este laberinto.
II. Afrendizaje Jose Tomas de Cuellar —“Facundo”— nace en la ciudad de Mexico el dia 18 de septiembre de 1830, noveno de la ndependencia, en medio del auge reaccionario encabezado por Santa Anna. Ruedan por su infancia encajes v nodrizas. Asoma en ella, tambien, la calva de un domine. recordara sus paseos por los vericuetos de
la
Despues, el Alameda,
de
la mano de una domestica dada a los paliques con guardianes y charritos; y en el calmoso hogar, dice Guillermo Prieto, su padre le amparo hasta formar su educacion, y sus bienes
* Guillermo Prieto, Prologo al primer tomo de La linterna magica.
186
de fortuna y numerosas relaciones le Picieron actor en las costumbres” que, con tanta maestria, sabra pintar. “Facundo” estudia humanidades y filosofia en el Colegio de San Gregorio; luego en el de San Ildefonso. Conoce en las aulas a una juventud agotada, nacida vieja ya, y tan asi lo comprende, que plantara, en el portico de su obra, estas palabras de Figaro: “Los muchachos del llustrado siglo xix, dije para mi, llegan a viejos sin haber sido nunca jovenes”. Pero no logra entender lo que Pace vieja a la juventud: no son los vicios adquiridos en contacto con el mundo, ni son los vicios que se heredan de los padres los que “Facundo” anota desde entonces en su msaciable carnet: es una miseria de libertad la que se sufre, y ella misma abre paso a los vicios invitando a la evasion por un camino que traspone todos los limites y Ueva, recto, a una hora feliz. En tal convivencia, “Facundo”, que procede de un hogai desligado economicamente de la politica, se asombra y sufre. Sus companeros de banco, en la escuela, deberian ser como el; pensar como el y obrar como el; entregarse a una vida apacible, meditativa, dulce como la suya. El siente el contrajuego, la contradiccion de esa carrera furiosa de la juventud hacia la felicidad a traves del vicio.
Estudia, dolorosamente,
su mundo. Y descubre que en el alcohol, en la prostitucion, en el asesinato, en la estafa, solo se busca una ocasion de reir, de olvidar, de gozar.
Comprende que debajo de un cha-
leco inenarrable existe un alma perversa, y llega a saber el porque de esos paseos en coche por San Francisco, a la una de la tarde, cuando las mujerzuelas salen de conquista. Pero “Facundo” no se contamina.
Tiene, como reactivo,
las tranquilas y beatas reuniones de su casa, y Pasta un teatrito en que se representan ensayos dramaticos de una alta moralidad.
Vive en medio de la agitacion, pero ella no le seduce.
Ha optado por un tranquilo papel de espectador, y mira pasar la vida sin abordarla, ahorrandose prematuramente.
el
trabajo
de envejecer
“Facundo” tendra siempre una mentalidad
ingenua de muchacho. Quiere aislarse y ejercitar la virtud.
Cree que e$ta virtud 187
deba encontrarse en la disciplina, y se inscribe en el Colegio Militar de Chapultepec; pero si antes, a pleno cielo, no aherrojado por reglamentos y ordenanzas, ha temblado en contacto con la vida, en su nueva actitud temblara doblemente: los americanos invaden el pais y ponen sitio a la
capital.
“Facundo” se bate en septiembre de 1847, contra el ejercito invasor, a las ordenes de Nicolas Bravo. banquete de aniversario, dira:
Mas tarde, en un
Era yo un chiquitin, barbilampino, y ya estudiaba de la guerra el arte, y entretenia el maternal citrino con mi fusil de nino. . . Alee la vista y sorprendi, bajando la fequena escalera que daba a mi glorieta, el primer yanki que mire en la vida! Me parecio un gigante 0 un atleta. . . Caimos prisioneros los ninos entre aquellos soldadazos; pero entes de entregarnos, contra una dura piedra, mi pequeno fusil hice pedazos.
Sale de la guerra desolado, abatido por las decepciones. Mexico se rehace; despuntan sus llenan las^oquedades de recuerdos.
fuerzas tradicionales; se Sigue el ansia de vivir.
facundo , que conoce ya muchos aspectos de esa vida, cuajados sus ojos de espantosas visiones, escoge un medio para escurrirse de ella: se hace pintor. F.l podria, sobre grandes telas y con paleta multicolor, trazar la historia objetiva, vertiginosa, de su tiempo.
En realidad lo que hace no es sino
afinar sus annas de trabajo, enseharse a ver y a dibujar, a recoger una documentacion palpitante. Comienza, pues, por seleccionar sus escenarios. Asomadc a sus balcones, en su hora preferida del atardecer, cuando el sol ejecuta sus variacioncs de oro sobre el azul de nuestro 188
cielo, “Facundo” ponese a mirar; mas el espectaculo se interrumpe porque a raiz del suelo, jacarandosa, pasa “la musa callejera, de bata y pantuflas de terciopelo”. Entretanto, la Guerra de Reforma desencadena por los montes su vertigo y, a poco, la Intervencion francesa le hace exclamar desde su encierro: Triste coma el esclavo gemebundo, muda como la victima inocente, mi fatria, al feso de dolor frojundo, al jerreo yugo doblego la jrente. Sonaban en las calles las trompetas saludando al emperador. “Facundo” enmudece.
Anos de incertidumbre y de silen-
cio estos transcurridos. El sigue atisbando el desarrollo de una sociedad que, lanzada al cataclismo, se entrega al destino ya sin rebeldias. La edad pasa sobre Jose Tomas de Cuellar por mas que haya querido extraerse al envejecimiento; y cuando la Republica renace, tiene la sensacion de que tambien el ha ganado algo de su juventud, aunque gima: j Que lentas son las horas de mi tediosa vida, que amor go s los instant es, ausentes de mi amor! El pincel de su ocios es abandonado.
“Facundo” escribe;
tupe su cuaderno de notas; vuelve, en La Libertad, a su amada
tarea
de
periodista,
iniciada
primorosamente
en
1848.
Recuerda que no en vano ha tenido en su casa un teatro. Frecuenta los escenarios; de camerino;
entra
a esa heterogenea
sociedad
hace comedias: El arte de amor, El viejito
Chacon, jQue lastima de muchachos!
Preside tertulias.
Es
feliz. Muy de mananita, provisto de una descomunal camara fotografica, echase por esas calles de Dios a recorrer tugurios y casas de vecindad, plazuelas de barrio y callejones atormentados; y por las noches, empaquetado en la mas fina de sus levitas, sube a los salones de la aristocracia en los que entra por sus propios derechos.
Conoce as! todos los mundos. gamas y ardides.
La sociedad le entrega sUS
Abre los oidos a los chismes y comentarios.
Las cronicas son atrapadas por el, deleitosamente.
Y lleno,
rebosante de experiencias extranas, ccncibe su obra, primero con plan amorfo y fantastico.
Tanta gente le vive dentro,
que ha de aplacar un poco la necesidad de retratarla, ordenarla,
sistemarla.
Hace
una
mtegracron
del
caos,
anomalias morales, tendencias, virtudes, vicios, cuando “Facundo” siente la tragedia de trabajar. .
clasifica
colores.
Es
La muerte del presidente Juarez agita, rapida, el ambien-
te> Lerdo de Tejada infla tal agitacion. Y cuando Porfirio Diaz Uega, el se agrega a la cohorte de hombres que desean una paz a todo trance, aunque ella sea costosa y baja. premio se le hace entrar en la diplomacia.
Como
De Secretario de
la Legacion en Washington, asciende hasta la Subsecretana de Relaciones. En estos anos alcanza su mas alto lugar. Ha engrosado.
Una barba canosa le bana el pecho; la boca oculta-
se en ella, entre sensual y amarga. quiere cierta majestuosidad. igura tia.
El busto, expandido, ad-
Quieto su caracter, benevolo.
Su
en las boticas y cafes, merece claras sonrisas de simpa-
La hnterna' magica esta en publicacidn, por serie.
En
ella va dando salida a su monstruosa memoria con pausas ocupadas solo en transcnbirla; como una camara fotografica, copia, por tiempos, los objetos que
se le
anteponen.
Llegan
de
antander, de Barcelona, mensualmente, unos tomitos rojos cuyas portadas una lmterna lanza su rojo rayo de luz hacia ZU , CrT"S exito-'el”
''1
.Per° la :''na /'
^
F,“Und°” como a
7
aplaude. Se
oraculo.
Es el
M&ilo pTleto Ah C°nf'rmad0 P” prohombres de ,qeel ™C°' Fneto>. Altamirano, Sanchez Marmol. se dobfeea ^Sufr^0’ n° C° Va,n°‘ Su cuerP° empequenece, doblega. Sufre porque aquel sol de sus contemolacione romantlcas apenas acierta a emibiarle, v una noche, df rTe! SO
a
casita,
asombrase de no ver el escandalo
de luz que
gan, en los faroles antiguos, los novisimos focos de arco el cansancio de tanto haber mirado, sus ojos ciegam
iue
Brio J
1, que fue sobre todo pintor, ponese a concebir el mun190
do, del que le separa la oscuridad, de acuerdo con los colores que aun le queman las pupilas.
Llama a su lado, con anosa
voz, a toda la gente real, a “las gentes que son asi”, fantasmas de su creacion.
Hilvana interminables dialogos.
Vienen Chu-
cho el Ninfo, don Jacobo Baca, Gumesindo, Pio Prieto, Pio Blanco, Arturito, Lupe, Clara, Isolina, Pico, Gervasio Miguel Romero, en fin, la rnasa de su juventud y su madurez.
La
soledad de su destino se hace dolor en estos versos: Me siento como el drbol: de la tierra bro'to mi ser y for la tierra aliento; ■pido a la tierra goce y alimento, ella el fasado y el f resente encierra. Era algo como un presentimiento.
Y en la tertulia con
los personajes de su obra, todo se hizo amistad, dulzor, tranquila espera de la muerte. de
Ella llego el dia 11
de febrero
1894. III. Antecedentes
El unico antecedente mexicano de “Facundo” —mucho se le ha reconocido—- es Fernandez de Lizardi. Guillermo Prieto aseguraba a Cuellar: “Usted hizo cuadroS con su trama dramatica, los volvio episodicos, les comunico interes, y poniendose al nivel de las nuevas exigencias del progreso, prosiguio la obra de Fernandez de Lizardi haciendo mas fecundos aquellos rasgos de
buen sentido. . . conservados. . . por el autor del
Periyuillo.”
Y luego-:
. .en el Periquillo, obra maestra, lu-
minar fidelisimo 7 acabado, 7 modelo de la novela de costumbres mexicanas, se creo una especie de viajero, turista, como ho7 se dice, que vagaba del tugurio a la carcel, de la carcel al bailecito de la clase media 7 de este a los enjambres de leperos, soldados 7 frailes, en que sobrenadan borlas de doctores, sombreros acanalados 7 bastones de proceres de alta jerarquia”. Sanchez Marmol, a su vez, continua: “Cuellar es un novelador costumbrista, 7 en este respecto viene a ser como el
continuador de Fernandez de Lizardi; naturalmente que mudados los tiempos, con un caudal de cultura. este careci'a.”
y
de arte de que
Pero ante afirmacion ligera como la del maestro tabasqueno, previenese el lector entendido: en realidad, lo unico que parece sonar a la misma nota de Fernandez de Lizardi y Facundo es la masa, el pueblo en sus movimientos y en sus desesperanzas. Fernandez de Lizardi no nos ha dejado, asi, en grueso como “Facundo”, la biologia trunca y, sin embargo, tan exacta del pueblo.
“El Pensador” tiene un desvelo de diferentes cua-
ldades: la creacion de un tipo, unico, pero encarnando su ambiente;
las reacciones humanas producidas en el meridiano
de Mexico Y en ella ejercita su profundo sentido de observaaon y de artista. Puestos a escoger entre “El Pensador” y racundo , por el mas artista de los dos, a ojos cerrados, pero con mano segura, sacudin'amos del brazo a Perico Sarnnento:
vencedor de
destinos, saltimbanqui
de
vidas,
fiel
derrotaqs”e 3Venturas sobre fracases, alegrias sobre n ’ enCarnar> en su escurridiza persona de picaro, una entidad fuertemente nacional. F Preocupaciones moralistas las tuvieron los dos, aunque distintas en sus fmalidades: uno, Fernandez de LizarSi desde otroPl“Ficundo”ta maS clara™*nte social> economico, politico; otro r acundo , con perturbadas obsesiones de sacristln rompiendo lanzas contra la gente y el pueblo de su “p2 7\o deriomqTCL M'nldC> " bi™' * h catoUco °’ Pr“,!ana
d. lo wl” reco,da„do los alios,
Pocas veces los heroes de “Facnndn” uu
7 ch^ista10 ctm^’d
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. la image,,, sin0 e„ el Zsmi d
^
““
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wars fre"«
jugueteo del descreldo, del optimiiS “”"10°'k"™P' “ u todo lo que es la libertad. ^ ’ hombre que sabe 192
Tienen, sin embargo, Fernandez de Lizardi y “Facundo” ciertas aproximaciones evidentes. No le hace que el antecesor lleve caminos distintos a su postero: cierto matiz, caracteristicas irreductibles, saltan en sus libros y nos hablan de rasgos esenciales, reacciones particulares a nosotros mismos, mo¬ des generales, extendidos, de ver la vida y de vivirla.
Si
Fernandez de Lizardi penetra en la mexicanidad y la expone de ese magistral rnodo suyo, “Facundo” no es menos cuando la roza y nos grita, con la rnuda voz de su presentimiento: “Aqui estamos.” A tiernpo mas lento, con superior unidad, con mejores materiales, henchido de su espiritu, construye un modelo. rinto,
Fernandez de Lizardi
“Facundo”, en el vertigo de su labe-
amontona materiales que estan
all!
invitando
a
una
realizacion mas compacta. ^“El Pensador” tuvo limpida nocion de su meta?
La de
“Facundo” estaba oscurecida por sus propositos; fue subvertida desde el primer paso, y de ello se resiente el desdibujo de La linterna magica, a cuya luz, ya lo hernos dicho, los hombres asumen entidad fantasmal;
entran y salen evitando la
contemplacion sumaria; Periquillo late a plena luz: sus virtudes lo seran hasta en sombra;
sus vicios hasta en la hora
cenital. Otros antecedentes han querido descubrirse en “Facun¬ do”.
Quien anota la influencia de Mesonero Romanos; quien
mas la de “Figaro”, pero casi ninguno ha hablado de la primerisima de Balzac. La tin-term magica esta concebida bajo el mismo ritmo de la Comedia hurruma, y es corno ella, guardando las distan¬ ces, el drama triste en que los malvados vencen a los buenos, los egoistas a los desinteresados, los pequenos a los grandes, los concupiscentes a los castos. lada d.e folios.
Hay, en el capitulo vm de Ensa-
Novelet- de estos tiemfos que corren —tomo m
de La tinterna magica—, esta invocacion a Balzac: “Teniais muchisima razon, Mr. Honorato de Balzac, hombre privilegiado, gran conocedor de la sociedad, profundo filosofo, vos que con vuestro escalpelo literario disecasteis el corazon hu-
193
mano; vos que con vuestro talento superior supisteis introdu¬ cing en el mundo espiritual y revelar al mundo pensador los tenebrosos y complicados misterios del alma; teniais razon en pararos a meditar mudo y absorto, y de abismaros en la contemplacion de este dedalo de misterios que se llama corazon humano.
Prestadme algo de vuestra sublime inspiracion, un
apice de vuestro ingemo, una sola de vuestras penetrantes miradas, para contemplar a mi vez a mis personajes, pobres creaciones engendradas en la noche de mis elucubraciones y mis recuerdos.” Falta, es cierto, a “Facundo” la imaginacion, y por ello esa calidad mediocre y limitada de los argumentos, ese recaer constante en el sermon, en la predica, esas paginas sin movimlento m atractivo.
Los personajes de “Facundo” no son, en
ningun momenta, fuerzas desencadenadas del destino; por el contrario, sobre ellos pasa el destino removiendo viejos cauces morales preferidos por el autor.
Y a la invitacion que una
diabolica mqmetud extiende a “Facundo”, este responde negativ° soPesando, silencioso, su mclita posicion de burgues, tan contraria a la atormentada vida del maestro de Tours. ^Esa vida e
urocrata impide a “Facundo” toda experiencia personal:
7
contra ^/b-51 3 ^ ap ' j „ 1Cn’. a . ^Ue
mal emPenada en secular batalla vencer por estupido y esteril.
di rt 7“ ? C°mP'en haciendo del alma esclavo, nos privamos del mayor gustazo que le es dado al hombre pleno, o sea el privilegio tan humano de fabricarse sus propias verdades, preciosos juguetes para seguir viviendo. Nada embrutece tanto como el habito y la rutina soporlfera con que pasivamente suelen los hombres acomodarse en el mundo que los muertos labraron trabajosamente para si, de tal suerte que aquellas soluciones viejas, que solo por viejas, las aceptan como verdades inconmovibles, se les suben a la larga a las barbas con la impertinente demanda del sacrificio de si mismos.
Las ideas del preterito, si aceptadas idolatrica-
mente, son como los antiguos dioses mexicanos: insaciables de las vidas de sus servidores. Y esto de la idolatria es puntualmente la mejor manera de comprender lo que
acaece en esto del Descubrimiento.
^Para cuantos no sera Cristobal Colon sino aquella figura de las estatuas, simulacro de quien se dice fue el descubridor de America?
Apenas un hombre, apenas un nombre.
Trans-
formado en bulto de bronce, tan muerto como la materia de la efigie, all! se compendia la comprension de toda aquella agitadlsima vida en un pobre gesto imperturbable de brazo extendido que, aunque calculado para emocionarnos, mas bien nos sugiere a un hermano de las hijas de Lot metido a policia de transito metropolitan©.
Este Colon de las estatuas, de las
lecciones de infancia, de los tratados eruditos, de las conmemoraciones y de los discursos no vive ya en nosotros; lo hemos matado a fuerza de honrarlo y urge revivirlo de entre las floridas cenizas en que lo tenemos sepultado. La vida de Colon es tragica y magnifica.
Los cuatro via-
jes que emprendio son los cuatro puntos cardinales de una trayectoria vital que va de la esperanza a la amargura.
El
primero es triunfo y alegrla; el segundo es ilusion incomprobada; el tercero es prueba fallida, y el cuarto y ultimo, amar¬ gura y delirio.
Porque Colon fue ejemplar en su fe y uno
de los hombres mas testarudos de que tenemos noticia.
Su
proyecto inicial de unir por la ruta oceanica de occidente a Europa con Asia jamas lo abandono; buscaba con ahinco la 201
prueba definitiva de ese proposito, y la realidad se plegaba, para el, servil a sus deseos.
En todo y por todas partes vela
al Asia; creyo haber navegado a orillas del monte
donde,
inaccesible, florecia lozano el Paraiso Terrenal; invento una teoria extraha sobre la forma de la Tierra para dar apoyo a tan ilusionada idea, y ya en el delirio, oyo voces del cielo que lo confirmaban, por encima de la incredulidad Humana, en aquella verdad tan entranablemente suya que llego a convertirse en una obsesion de orate, su querida espiritual que lo llevo a la tumba y al desprestigio entre sus contemporaneos. Pero nunca aparecieron en las costas de Paria y de Cuba los elefantes ni las torres de
marfil coronadas de oro
que
le
habian prometido sus lecturas de Marco Polo y los consejos de Toscanelli; solo vio salvajes desnudos y chozas de paja. jiNo era para volverse loco? Lea el lector esta apasionante historia en las letras donde esta viva, en parrafos todavia mojados del agua salada del mar de China y del golfo de la India por donde Colon anduvo arrastrando sus ilusiones en medio de
increibles peligros y
angustias, y dejese de estatuas y de conmemoraciones, de discursos oficiales y de historias de tedio. Julio, 1948. Introduccion” Educacion Publica, pular, num. 209.
a
Navegaciones
Mexico,
1949.
colombinas,
Biblioteca
Secretan’a
Enciclopedica
de Po¬
CARTA SOBRE LA PAZ A don Jesus Silva Herzog Querido y estimado amigo: Me pidio usted, y mil gracias, que escribiera para sus Cuadernos Americanos “algo” sobre la Paz ahora que tanto ha sonado entre nosotros est! venerable ante! diosa, hoy al parecer solo palabra. Ese “algo” queria decir articulo y aun ensayo; se trataba, en fin, de un “algo” de subs202
tancia, asi solo fuera por el bulto.
^'La paz? me preguntaba
yo y a decir verdad, como Pilatos de esta, no sabia sino res¬ ponder ^'que es la paz?
Y en este aprieto se me ahogaba el
compromiso. A punto estuve, y quiza mas hubiera valido, escribirle para pedir relevo del encargo, pero como en toda guerra nos disgusta salir vencidos, asi sea en cosa de paz, me vino la idea de que, pues iba a mandarle carta, ^'por que no llenarla aunque fuera de mis dudas?
Carta le mando, pues,
7 no articulo, ni ensayo, porque la epistola le pide menos al rigor del concepto y a la trabazon de las ideas y lo que en ella se dice lleva la disculpa de ser para la oreja, disculpa en que me amparo. La disidencia, la discordia, la guerra, en suma, es cosa tan antigua y tan fiel companera del peregrinar historico del hombre, que si no fuera porque andamos muy asustados de inherencias, inherente diriamos que es a la existencia humana. Pero esta consideracion tan amarga como cierta no deja de traer aparejado su consuelo, porque si la guerra es antiquisima a mas no poder, digamos desde Abel y Cain para no vernos en el inconsiderado trance de pensarnos orangutanes, entonces tambien ha de serlo la paz, su contraria, sin la cual ni aquella tendria sentido, ni de esta tendriamos la mas remota nocion. Paz y guerra son correlates en el ser y son, por lo que vernos, referencias hondas a algo que nos es constitutivo.
Y claro
esta, entonces, que cuando digo guerra y cuando digo paz miento canones y otras belicosidades y miento tratados de amistad y abrazos de Acatempan; pero claro esta tambien que, mas profundamente, miento otra guerra y otra paz de las cuales aquellas no son sino trasuntos estruendosos y mas visi¬ bles. que
Porque metafora
jno piensa usted conmigo que hay algo mas cuando,
con
paralogica
congruencia,
decimos
que “la vida es una batalla”, pero que “la vida sin paz no es vida”? Vea
usted
que
tan
pronto
nos
vernos
metidos
en
las
oscuras y contradictorias entranas del existir humano, donde por necesidad ha de recurrirse, si se quiere iluminar, asi solo sea con un “rayo de luz oscura”, cuanto cae bajo la jurisdic203
cion de las disputas de los hombres, como es esta idea, esta nocion, este algo huidizo y deseado que llamamos la paz, tan enemigo de la guerra, tan, sin embargo, su hermana.
Pero,
qntonces, pues que de hurgar en el humano existir se trata, acompaneme en una pequenita excursion por la historia para ver con que sorpresas tropezamos. En el portico de la conciencia historica nos aguarda el locuaz Herodoto, no en balde el .“padre de la historia”, pero en un sentido mas hondo del que usualmente se concede a la etiqueta.
Su grande obra, dividida en musas, es ventana de
un mundo de sentenciosos oraculos, de anecdotas henchidas de sentido en cifra, de raras y peregrinas costumbres, de curiosas extranezas y de portentos ya de artificio, ya de natura. Pero, hecatombe de pueblos y de imperios, todo el esta dominado por el estruendo de las armas: todo el es guerra.
Lucha
cosmica de contrarios fue la base de comprension que arbitraron estos griegos nuestros abuelos para dar razon del rnovimiento y de las mudanzas que, ya en el mundo de la naturaleza, ya en la polis, descubria por todas partes su azoro.
He
aqui, entonces, que la primera vision que tenemos del universo moral nos ofrece un espectaculo de belicosidad sin
tregua;
pero no accidente de la historia, sino esencia de su discurso, lo constitutive de su movimiento mismo, la razon profunda de la temerosa instabilidad de las cosas humanas.
Mas enton¬
ces ique es la paz? v si algo es ,iddnde tiene cabida en esa realidad toda ella trascendida de su contraria? No fue
Herodoto quien se
planted tal
pregunta;
pero
fue el quien, sin embargo, implicitamente aventuro una respuesta al elaborar la idea del hombre que correspond!.! al gran cuadro. guerrero de su cuento.
Una dialectica sutilisima con¬
cede significado profundo a todo el libro, dialectica entre el cosmos publico y belicoso de la historia
recien
descubierto
v el no menos nuevo cosmos privado de la intimidad indivi¬ dual.
Toda la historia es agonia, es lucha de contrarios, es
guerra, puesto que es cambio, mudanza y movimiento; pero jesta agonia, esta incesante lucha, este movimiento, esta mu¬ danza hasta donde trasciende? 204
^'Afecta, acaso, hasta la inti-
midad honda y querida de mi personal existencia?, y ante el terror de tal posibilidad, que ponia en trance y amenazaba al ser con la naderia del puro fluir del cambio, el griego Herodoto, por camino paralelo al recorrido por el griego Par¬ menides, postula una substancia.
La historia, ciertamente, es
todo cambio y mudanza: el agravio pide, con la necesidad de un mecanismo inexorable, la venganza; la culpa exige la expiacion; el sacrilegio trae aparejado el castigo; la gran fortuna en poder y en riqueza provoca la envidia de los dioses; todo desequilibrio desata los misteriosos resortes del movimiento que, en historia, encuentra su expresion genuina en el iracundo gesto de tomar las armas; pero la historia, esta historia de violencia y de incesante cambio ^'que es, sino un espectaculo que podemos contemplar desde la segura e inexpugnable butaca de nuestro ser inconmovible? Porque esencia intima nos protege del movimiento?
Jno, acaso, una Una cosa es el
movible cosmos de la historia en que estamos sumidos, pero otra cosa es ese inconmovible nosotros sumido en la historia. Dualismo, ciertamente; el dualismo entre el espectador y el espectaculo; pero jque descanso, que reposo, que sosiego intimo, que seguridad, que paz! He aqui, entonces, como a precio de escindir la realidad, la paz encontro por fin su cabida, hombro a hombro con la guerra, en el seno de la realidad universal.
Junto al conflicto
que es la historia, la concordia de una naturaleza inmutable; junto al movimiento, el reposo; junto a la amenaza la segu¬ ridad.
Fue asi como Herodoto pudo ya leer tranquilamente
en la plaza publica y con aplauso de todos el asombroso cuento de sus viajes y pesquisas, el gran espectaculo del teatro del mundo a que convidaba. Ha asistido usted conmigo, hasta donde yo alcanzo, a la genesis de este formidable tema de la paz y la guerra, vertebra que atraviesa y da estructura a tanto de nuestro ser historico de hombres de Occidente.
Mas, entonces,
,ique es la paz?
Aplacemos la respuesta un poco y prosigamos la excursion para pedirle mas seguridades a la historia. Dejemos a los antiguos encastillados en su substancia, es205
pectado-res, desde ella, de toda la realidad universal, naturaleza e historia, que han escindido de si mismos para conquistar la paz; altisimo precio.
Ahora un nuevo mundo, en que se
proclama “la gloria en las alturas a Dios y en la tierra paz, y a los hombres buena voluntad”, abre sus puertas ante nosotros.
Los antiguos, pese a atisbos geniales, eran todo natura¬
leza.
Sus alegres dioses, vengativos y fisgones, a lo mas que
llegaron fue a condensarse en un motor del universo, motor inmovil como aquella substancia en que la paz habia cobrado significacion, inmovil pues, no sin profundo sentido.
Pero
ahora todo un otro mundo sobrenatural domina el horizonte; el verdadero mundo, que no es este donde solo somos peregrinos desterrados.
El puente firmisimo de la humanidad de
Cristo comunica las dos esferas, da sentido a la historia y garantiza el destino sobrenatural del existir humano.
Cristo es
mensaje de paz y Concordia; recreador del universo, su palabra sustituye los truenos del Dios de los ejercitos del Antiguo Testamento para quien habia “tiempo de arnar, tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz”, y desde entonces los pacificos son bienaventurados, porque ellos seran 11amados los hijos de Dios. Se proscribe la violencia y en su lugar lucen sus hermosuras la caridad y el amor al projimo. Paz, ciertamente, entre los hombres. Tal el mensaje de buena nueva. Pero el hombre es libre y del abuso de tan precioso don el pecado, que es discordia, pone los cimientos de la ciudad terrena cuyas conquistas llenan lo mas de la historia con sus gestas de violencia, de crueldad y de dolor. rra, una vez mas, es el personaje
La gue¬
del
espec-
taculo, y la paz, que tambien se predico para aqui
abajo,
emprende el_ vuelo como
premio
sobresaliente
de
alia
arriba
a
quienes
merezcan vivir aquel dia sin ocaso con que San Agustin puso punto final a su grandiosa visidn del discurrir de la historia. Mas he aqui, entonces, que esta paz cristiana, si bien envuelto en
eatitudes antes ignoradas, expresa aquel viejo pagano y
profundisimo anhelo que ya vimos: anhelo de quietud,
de
reposo, de descanso sin termino, de seguridad ante el movimiento y el cambio, ante lo instable. 206
Tal, por cierto, el pro-
fetico anuncio de Isaias: “El efecto de la justicia sera paz, Y
1^
labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre”.
jReposo y seguridad para siempre!
He aqui el vehementi-
simo anhelo que a todos atormenta, a paganos al igual que a cristianos; tal, pues, la antigua vivencia de donde brota el hambre de paz. gamos.
Mas, entonces ^que es la paz?
Pero prosi-
Un profundo cambio manifiesta el espectaculo del gran teatro del mundo: en las entranas del cristianismo, en el seno de la ciudad de Dios, reinan la ambicion y la discordia.
El
vicario de Cristo, un principe mas con las armas en la mano, es el enemigo del emperador de Cristo, aquel Carlos de Espana, gran senor de la guerra, senora a su vez del solar cristiano, y todo es ausencia de aquella paz tan prometida.
Pero
el viejo anhelo no abandona al hombre: en tonos de queja y en letras latinas la voz del humanismo cristiano deja escucharse en un momento de tregua. Escribe Erasmo su Querella Pacts en que, lleno de un nuevo entusiasmo por la razon del hombre, propone a la cristiandad el compendio de una politica de paz segun el Evangelio.
Aqui, como siempre, el Ser¬
mon de la Montana es su alta guia, pero en las bienintencionadas letras de este San Pablo aburguesado la gran hoguera de la fe que quemo al Apostol se ha convertido en consejo mesurado que habla al oido de la convenience. Todos los seres, dice Erasmo, obedecen a una norma de naturaleza que no tiene rina con la ley de Cristo.
No nos
sorprendamos, entonces, que en todos los ordenes del Universo imperen la armonia y la paz. Pero la historia, ese cosmos moral del hombre, es la grande y vergonzosa excepcion, tanto mas vergonzosa cuanto que solo el hombre es capaz de conocer la ley de Cristo, tanto mas grande cuanto que la historia no es sino espectaculo de disidencia, cancer que corroe hasta las entranas de la Iglesia misma.
;Por que, entonces, hay guerras?
La pregunta no ofrece dificultad: el hombre ha olvidado a Cristo. Y en efecto, prosigue
Erasmo, el mensaje del
Media-
dor es uno y es inequivoco; es mensaje de concordia y de 207
paz; la ley de Cristo nos obliga a la unidad y quien conculquc tan alto precepto es indigno del nombre cristiano. ^La culpa, quien la tiene, la culpa de los actuales desordenesT Ciertamente la culpa debe verse en la ambicion humana, pues
jno acaso
es “el hornbre el animal que invento los ejercitos y que invento el canon”?
Pero los inmediatos y verdaderos culpables
son aquellos a quienes Dios concedio el mando y la soberania, porque en lugar de reprimir la ambicion la fomentan y aprovechan para satisfacer sus mas bajas pasiones.
Gravisima
responsabilidad, pues, en los principes y senores, pero
' si ^-a impresion det el pobrerio que lo mira pasar desde algun anden
216
pueblerino, es la de un inasequible palacio en el cual solo viajan los potentados y se aburren los trotamundos de ojos vacios y metalicos y rubias pelambres. El mismo vagon de primera carece de personalidad, ya que su mundo se compone de esa pequena burguesia que calca servilmente el aburrimiento de los pasajeros del pullman, y de unos cuantos ricachones provincianos que se ahorran, dormitando sobre los sillones de terciopelo, los doce o quince pesos de la cama alta.
La algazara, el humorismo genial y melancolico de los de abajo, las tonadas, las guitarras, la pendencia y, antes que nada, esa caliente solidaridad que se despierta en todo sitio en que se congrega el pueblo de Mexico, son privativos del tren de segunda, como la mugre, los piojos y los humores del mezcal y las fritangas. La despedida de dos viejos, en cualquier anden de una estacioncilla del Baj io, primero mueve a hilaridad, consternada;
despues
molesta y subleva,
segun
se
de tan prolonga
con desgarramientos de aventura trasatlantica, y acaba siempre conmoviendo.
Un simple viaje de treinta kilometros asume
espantables proporciones de amputacion o de catastrofe.
En
cada pueblajo montan seres que dejan hij os y mujer y van una hora de ferrocarril adelante —de Cortazar a Silao, de Encarnacion de Diaz a Santa Maria de los Lagos, de Charo a Acambaro,
de
Ocotlan
a
La
Piedad. . .— y derriten la
estacion, entre la abigarrada bullanga de los vendedores de antojitos, con sus adioses y sus lagrimas.
Virtud del suelo que
tira hondamente a sus hijos de la entrana y los arraiga, como a arboles, en su calor. Por la manana, el sol de la rneseta golpetea en las paredes de madera del vagon y gana el sopor a los viajeros que resienten la llamarada; pero, una vez que cede el mediodia, los del lado opuesto se defienden inutilmente del letargo calcinador de la siesta que se abate como un plomo derretido y hace gemir el maderamen y lo agrieta como un ocote. calor”,
dira
una
mujer,
cualquier
mujer,
“Dura la
invariablemente 217
con un chico en brazos.
Y un viejo le respondera asintiendo
gravemente con la cabeza.
“Esta camcula se va, a lo mejor,
sin
Romos hace
agua.
llueve. .
En
Rincon
de
Y esta hecha la comunion.
dos
meses
que
no
Dos que acaban de
conocerse, se despiden con efusiones punto menos que de consanguineos. De plataforma a plataforma, pulula, ahora, una viva agitacion de casa de vecindad. Los mestizos fanfarronean y cuentan despampanantes aventuras. Los indios callan, inalterables, y engullen lentamente los tacos de su itacate.
Se habla de acon-
tecimientos locales, de politica, de crimenes y de la sequia; de si Salamanca es mas importante que Acambaro o Irapuato que Tampico o San Luis Potosi; de la “andancia” que ha echado en los cementerios de Zacatecas a mas vfctimas que toda la revolucion de Villa y Carranza; de la inminente alemana y de recientes peliculas nacionales.
derrota
Las mujeres, silenciosas, envueltas en sus chales o en sus rebozos, escuchan indiferentemente los apasionados alegatos de sus maridos, a la vez que dan el pecho al bebe moreno que esconde medio cuerpo blusa materna adentro.
Los viejos
recuerdan, al paso de las praderas de Guanajuato, las grandes hazanas de Pancho \ ilia y Obregon.
El mas enterado senala,
ultimando toda discusion, hacia Santa Ana del Conde, donde el caudillo sonorense perdio el brazo derecho a resultas de la explosion de un balin, y todos los ojos se vuelven hacia el lomerio enano que la marcha del tren encuadra geometricamente y al fondo del cual se adivina una ruina de caseron.
de
Las tonadas hablan de amor y de muerte, de mujeres y guerra, de un pasado fabuloso y un presente siempre
triste.
La voz cunde de grupo en grupo, segun despierte el
recuerdo y la emocion en las almas.
Aqui y alia se
dice,
en sordina, la barbara peripecia de un corrido’ norteno.
Chi-
rr.an en las curvas las ruedas y aulla el silbato de la locomotora, sal u dan do a las ranchenas. La muerte, las canciones, el amor, la de los campos de Mexico, el 218
inmensidad vacia
atosigante calor del
tren
de
segunda. . . Afuera, la tlerra desdobla la crueldad calcinada de paramos y mondos cerros que cobran acentos metalicos en el sopor luminoso del aire.
A1 calor de las canciones, se hacen
amistades de una travesia, se bebe y se suena.
Solo entre el
pobrerlo de uno de estos ambulantes vecindarios es posible abarcar de bulto el poder de ensueno del mexicano. Entre las mas vulgares frases —jtodas son tan vulgares y calan, sin embargo, tan hondo!— van saliendo, con ahogada indiferencia, un cuno opulento de donaire o una sentencia triste y verdadera.
La voz de las viejas dice, trivialmente,
entre el humo de los cigarros, oportunas sabidurias del pueblo. La que tiene su hija enferma en Comonfort, la que va a cumplir una manda a San Juan de los Lagos o a Zapopan, la que regresa de Mexico con su hombre y sus hijos, sin un centavo, tras anos de hambre, pero sanos y salvos, y suena con volver a ver las blancas torres de San Luis de la Paz. . . Y entre dos silbatos que no conmueven las lejanias polvosas,
el
grito
de
cada
estacion,
un
nombre
monotono
e
ininteligible, sustancia sonora sin contorno que se funde en el letargo informe del aire y la tierra.
Opalos de Queretaro
refulgiendo al sol de las cinco de la tarde, en manos de vendedoras astrosas en las cuales remedan Uagas tumefactas. Fresas de Irapuato, derramadas como granates en canastillas de doble fondo y dispuestas en capas de las cuales solo la primera
es comestible.
Limas,
cajetas
de
Celaya
que
son
viles sombras del antiguo fausto de las ferias, baratijas de mimbre, golosinas grasientas, migajas de polio nadando en lagunetas de chile y tierra. . . A cada viaje, lo mismo.
Ano por
ano,
igual.
Raices
de la tierra para las cuales una travesia de veinte o treinta kilometros asume espantables proporciones de catastrofe o de amputacion. 1940. Tierra
y
viento,
Editorial
Stylo,
Mexico,
1948,
pp. 11-7.
219
ANDRfiS HENESTROSA [Ixhuatan, Oax., 1906]
La obra de creacion literaria de Andres Henestrosa se reduce a dos breves libros.
En Los hombres que disperso la danza
(1929) recreo e invento, en prosa llena de brio y eficacia narrativa, los cuentos y leyendas de su tierra zapoteca.
Su
Retrato de mi madre (1940) es una de las fdginas m-ds hermosas de nuestra literatura en que la evocacion filial, no del todo ajetia a un depurado sentimentalismo, se expresa con elocuencia sobria y vigorosa. Pero, ademas de estos libros, Henestrosa ha escrito durante muchos ethos ensayos, articulos y
relatos
dispersos en las fdginas de revistas y periodicos o como prolo¬ gos y contribuciones a diversos libros.
En esta extensa obra,
Henestrosa ha seguido una line a par ale la a la de sus libros: la exaltacion de su pueblo y de nuestro pasado indigena, la defensa del espiritu liberal y el estudio y valoracion de las expresiones nacionales. En la Universidad Nacional, Henestrosa curso la Prepa¬ ratory y algunos estudios de la carrera de leyes. Participo en la aventura vasconcelista de 1929.
Disfrutando de una beca
de la Fundacion Guggenheim, de 1936 a 1938 investigo, en varias universidad es norteamericanas, vocabularios y documen¬ ts historicos zapotecas. Ha sido redactor de la revista El Library el Pueblo y director de Las Letras Patrias (1954). Ensena literatura mexicana e hispanoamericana en la Escuela Normal y en las escuelas secundrias. Fue jefe del Departamento de Literatura del Institute Nacional de Bellas Artes y actudmente es diputado al Congrcso de la Union. ,! I0S’ P'r"N's'"° y Pertodtslas de Hispanoamerka, 1941, 1947 (en ro
'Td1'
Tr°
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C«tro).-Benito JuVez,Flor
y
Fr as v tr0 ^ % SeIe?6n y pr61^° de' • ■ ^44-Hilarion focl-W 7 A!.b]Um Edicion, prologo y notas de. . . 954Jose Zornlla, Mexuo y los mexicanos (1855-1857). Prologo, notas y bibliografia de. . . , 1955. ^ J s ’
220
LOS JUGUETES DE TEHUANTEPEC Oaxaca, como es sabido de todos, es el pai's que tiene mayor numero de expresiones indigenas de Mexico, hasta el grado que su mayor cronista, fray Francisco de Burgoa, la llamara Nueva Babel al verse entre lenguas tan diversas. Nada extraho, pues, que.ahi ocurra, quiza, la mas abigarrada y diversa manifestacion de arte popular. Sarapes, enaguas y huipiles, cenidores, joyas de oro y plata, vajillas de barro vidriado, cuchillos y machetes grabados, campanitas de barro que suenan a plata, y que sugirieron a Ramon Lopez Velarde el verso que. ahora recuerdas, lector. Heredero de una gran tradicion, el indio mexicano, en este caso el zapoteca y el mixteca —mixteca es sinonimo de artifice—, no puede evitar, hasta cuando hace cosas utiles, poner en la obra una suerte de temblor, pareja a toda creacion artistica; y que hace que las cosas que salen de sus manos, al paso que sirven a sus fines diarios, pasajeros, contengan un elemento de permanencia y belleza.
Un dia de tianguis en la muelle ciudad de Oaxaca es un muestrario de la mas rica variedad de trajes, adornos y objetos de comprar y vender en que se denuncia el ingenio, la habilidad y el deleite que el indio parece poner en la factura hasta de sus juguetes, de vida efimera, por naturaleza. Hay, sin embargo, una region de Oaxaca en que las artes populares tienen escasa manifestacion: la del Istmo de Tehuan¬ tepec, famosa por otras circunstancias. Aparte el bordado de la indumentaria femenina en que bordadoras inventan hojas y flores que la naturaleza todavia no imita, trabajos de filigrana en oro, algunos tej idos, asi como algunas muestras de alfareria: tinajas y tinajeras pintadas, fichmchas —coladeras—•, cantaros y ollas que a la vez son ornamento, lo tipico de los pueblos del Istmo son los juguetes que se venden en los mercados en los ultimos y primeros dias de cada aho. De ellos, justamente, os quiero hablar. En el mercado de Juchitan y en el de Tehuantepec, la manana de Aho Nuevo, se venden unos juguetes hechos 221
de barro, de diversas formas y tamanos.
En el zapoteco de
Tehuantepec, que suele ser mas puro, se llama
a los. que
tienen figura humana, tonka, y en el zapoteco de Juchitan, mas evolucionado, tangu: to-nka-yu o tangu-yu,,
que
quiere
decir “munecas de barro”. A1 lado de estas figuras, se venden aquellas
que
tienen
forma
animal:
principalmente,
montados por extrahos jinetes. d-Por que venden estos juguetes No lo sabemos
de
modo exacto,
solo en
aunque
caballos
Ano Nuevo?
sospechamos
que
ello no fue asi antes de que los conquistadores espaholes nos ganaran la tierra.
Una renovacion de los dioses domesticos,
de los penates indios, eso pudo ser en un ayer remoto esta costumbre de adquirir estatuillas de barro en alguna epoca del ano zapoteca. Los misioneros, con razon considerados como los verdaderos conquistadores de
Mexico,
no hicieron otra
cosa con las fiestas y los ritos indigenas que mover sus fechas, cubrirlos de un ropaje cristiano; en suma, dar a las costumbres un nuevo sentido. Pero, en el fondo, los indios siguieron adorando a sus idolos, rezando en lengua antigua.
india,
sacrificando a la
De no ser asi, no pudiera uno explicarse
manera que al
lado de San Vicente Ferrer, patron de Juchitan, estuvieran en los altares munecos de barro pintados con caprichosos co¬ lores. En estas figuras, que ahora son juguetes, estan latentes el tabu, el amuleto, el fetiche.
jComo, si no fuera asi, el
muneco, en determinados dias del ano, podria pasar a ocupar un sitio en los altares, para despues volver a ser juguete en manos de los nihos? En todos los pueblos primitivos, el muneco, es decir el juguete, eso que no tuvo en sus origenes un fin util, corrio suerte igual: se convirtio en tabu, amuleto, fetiche.
Yo he
visto, en
Nueva
el
Museo
de la
Sociedad
Hispanica,
de
York, figuras identicas a estas que venden en el Istmo la mahana de Ano Nuevo, que no eran juguetes, sino deidadec en algunos pueblos indigenas del Ecuador. Pero hay algo mas. 222
Creian los antiguos zapotecas que
todo hombre, al nacer, ligaba su vida a la de un ser: un ave, un pez, una alimana cualquiera, a la que Uamaban genda. Una vez que el sortllego determinaba el doble, que eso quiere decir genda, del recien nacido, los padres lo llevaban con el, para que el nine, a fuerza de tratarlo, se
identificara con
el, adquirlera sus virtudes, se convirtiera a su vez en el animal que lo amparaba. Poner la figura animal en manos de un nmo es una forma de ir familiarizandolo con su doble o genda, hasta que alcanza una completa identidad con el: volverse
leoncillo
Ezequiel.
a
fuerza
de
andar con
leones,
como
diria
Tan arraigada era esta creencia entre ellos, que el
Padre Burgoa, maldiciendola, no pudo, sin embargo, dejar de narrar la historia segun la cual un hombre muere de las coces que da su cabalgadura a un lagarto que era su doble, en el paso de un rio‘. Los zapotecas actuales ya no derivan sus nombres de los animales, pero no dejan de atribuirse cualidades propias a ciertos animales.
Asi, dicen que alguno se parece a un ave,
a un pez, no fisicamente, sino en algunos atributos psiquicos. Pero donde mas patente puede verse esta preocupacion totemica es en la confeccion de estos juguetes que se venden en los mercados del Istmo: ranas, peces, tecolotes, coyotes. Alii los compran los ninos todos los dias de Ano Nuevo: “Elieen su doble”, suelen decir las madres zapotecas. Allende
todas estas preocupaciones, estas
figuras
tienen
una linea y un colorido de verdad sorprendentes, y traen a la mente ganas de compararlas con algunas figuras animales de Creta, con algunas figuras humanas etruscas, con algunas figuras de barro de Palma de Mallorca. dentro
del
secular
estilo
escultorico
Muhecas modeladas
precolombino,
vestidas
a la usanza indigena de nuestros dias; algunas, las que Uevan un
nino
en los brazos,
recuerdan las
imagenes
cristianas;
caballos que solo son trasunto de los caballos que trajeron los espanoles y que participan de las manchas del tigre, prototipo zapoteco del totem.
Jinetes que no montan, sino que van
de pie sobre caballos que tienen una cola incipiente, como de liebre y de conejo; que tienen una trompa y una cabeza y 223
unas orejas de venado.
Es decir, caballos cjue nacieron com-
binando animales de fauna india con ammales de fauna occi¬ dental. Y en esto, como en la musica, lo nuestro encuentra su expresion mas cabal, cuando logra poner en armonla lo indio y lo espanol. Mexico
224
en el
Arte,
Mexico,
1950, num. 9. pp.
25-8.
ANDRESIDUARTE [Villahermosa, Tab.,
1907]
Initio sus estudios en la Universidad National, los continuo en E span a y fintimente obtuvo el.grado de- doctor en Filosofta en la Universidad de Columbia, de Nueva York.
Ha via-
jado for Europa y America y, desde 1940, vive en los Estados Unidos como profesor de literature hispanoamericana en la Universidad de Columbia, salvo el periodo 1952 a 1954 en que jue director del Instituto National de Bellas Artes. Las grandes figures de las letras y la culture hispanoamericana son el campo propio de los ensayos de Andres Iduarte. Posee una profunda comprension de la sensibilidad, las creaciones esplrituti.es y los conflictos radicales de la America hispana. Su estudio sobre Marti, escritor es, entre muchos, el mejor sobre este aspecto del apostol cubano', y las paginas que ha dedicado a Gabriela Mistral, a Romulo Gallegos y a Alfonso Reyes muestran un espiritu en que el fervor esta aliado siempre con la inteligencia. y estudios: El problema moral de la juventud mexicana, I932.—Marti, escritor, 1944; La Habana, 1951-—Platicas hispanoamericanas, 1951.—Elogio de Mexico, Nueva York, 1956.—Alfonso Reyes: el hombre y su mundo, Nueva York, 1956* Ensayos
CORTES Y CUAUHTEMOC:
HISPANISMO,
INDIGENISMO La
reciente exhumacion de los restos de
Cortes y -su
inhumacio.n subsecuente
don Hernando
son, simpleraente,
ca-
racterlsticos episodios de la historia- polemica sobre la Conquista
de
America y,
en consecuencia, nuevos hitos de
integracion del espiritu. Inspanoaniericano.
la
La nnsma forma
en que ocurrieron los dos hechos subraya su significado tra225
dicional y, a la vez, una trascendencia nueva o novedosa. El vaiven continua con igual fuerza que ayer, el flujo y reflujc son todavla de luna llena; pero, al mismo tiempo, los contornos se precisan, las lineas se aclaran por todos lados y marchan hacia un remate completo y armonico. El remero avanza firmemente, con fuerte y ritmico golpe de brazos y con plena conciencia de la distancia recorrida: su apoyatura es el punto del horizonte penosa y energicamente dejado atras. No puedo afirmar, porque carezco de datos suficientes, que el hallazgo de los huesos del conquistador haya sido, en realidad, una simple maniobra; pero es indiscutible que la forma en que fue comunicado al publico revela plan, elaboracion y tesis. Si no fue maniobra puede asegurarse que a los restos de Cortes los tiene que seguir inmediatamente la manipulacion y el adobo. Lo que quiere decir que ellos en si mismos son tesis contra la que galopa la antitesis, las dos aun asperas y violentas, pero visiblemente mas cercanas a la sintesis completadora. Los detalles que precedieron y siguieron a la inhumacion son elocuentes: la Have de la urna que contenia los restos estaba en poder de los descendientes de don Lucas Alaman, cuyo solo nombre es bandera y pauta; el descubrimiento del sitio en que yacian se logro, segun la prensa dijo, a espaldas de la Embajada de la Republica Espanola en Mexico, cuyos documentos secretos fueron ingenua o maliciosamente violados, esto es, sin aprobacion de la Espana liberal; los historiadores y demas personas que iniciaron el movimiento de exhumacion fueron, salvo excepciones, de marcada esencia confesional o conservadora. Y no menos elocuentes son los hechos que integran la respuesta. la calle, la catedra y el articulo periodistico tuvieron termmo v.ctonoso y digno por la decision que tomo el Gobierno de mhumar nuevamente los restos. Este acontecimiento se llevo a cabo en la forma en que debia llevarse: con la egalidad presidida por un notario de prestigio de la curia mexicana; con la representacion oficial correspondiente, encabezada por el Secretary de Educacion Publica; con la inte226
lectual —historiadores, escritores— de primera fila; con la solemnidad y el respeto que merece, aparte de sus discutidos meritos, una figura decisiva en la historia de Mexico y el mundo hispanico. Y —esto hay que subrayarlo porque es un nuevo y definidor ingrediente—- con la representacion de la Embajada republicana
espanola, en la persona
del general
Jose Miaja, Jefe del ejercito popular que defendio a Madrid de 1936 a 1939, exilado en Mexico. do y sepultando las cenizas de
Simbolicamente, alzan-
Cortes, estuvo presente
el
espiritu espanol que defendio a Madrid el 2 de mayo de 1808, que organizo entonces las Juntas de Defensa y dio nacimiento a las primeras Cortes en que hubo delegados de las colonias de America —las de Cadiz—, que produjo al heroe navarro que peleo y murio por la independencia mexicana —Fran¬ cisco Xavier Mina— y que lucho en Espana en 1936 contra los mismos privilegios feudales, clericales y militares que combatieron en
1810 los fundadores de las republicas hispano-
americanas.
Es visible que en la ultima escaramuza entre las
dos Americas y las dos Espanas —parte de dos antagonicas y universales concepciones politicas— la respuesta liberal no solo supero en firmeza a la tesis conservadora, sino tambien en habilidad y en tacto.
En cuanto a razon y verdad, nosotros
somos de los que creen que siempre la ha vencido. En el Paseo de la Reforma, la gran avenida de la capital de Mexico, se levanta la estatua de Cuauhtemoc y no esta la de Hernan Cortes.
La ultima batalla rehida para alzarle a
este un monumento, en el nnsmo Paseo de la Reforma o en otro sitio de la ciudad, ha fracasado redondamente, a pesar de que el momento escogido era oportuno, y de que las armas esgrimidas eran poderosas, y de que estaban en diestras manos. Y es que el paseo que lleva el nombre de la lucha politica que acaudillo Juarez sigue siendo ■—a pesar de una buena serie de confusiones—* vivo simbolo de la conciencia mexi¬ cana, confusa tambien en muchos aspectos, pero no en el esencial de su existencia. La polemica de la conquista toca de paso, pero no se refiere estricta ni principalmente, al problema de la cultura en 227
America.
Es problema mayor, de vida, de justicia.
Se re-
solvio en favor de la libertad politica de America, esto es, de la organizacion, como pueblos libres, de los grupos humanos que formaron el Imperio espanol.
Los espanoles y los hispano-
americanos que, por pasion o con dolo, envuelven un pro¬ blema en el otro, semejan a los avestruces que sepultan la cabeza en el polvo y dejan al descubierto el cuerpo y el corazon ante la permanente existencia del derecho del mas fuerte. Al negar Mexico un monumento al conquistador no se lo niega a la cultura espanola de la que forma parte, y en primer terrnrno no se lo niega tampoco a la compleja personalidad del extremeno tan lleno de merito, tan lleno de sangre—, sino al derecho de conquista. El argumento esgrimido en pro del homenaje a Cortes, que en ocasiones llega hasta pedir o insinuar la destruccion del de Cuauhtemoc, es este: no hablamos nahuatl sino espahol; lo que nos da unidad hispanoamericana, y con ella personalidad^ universal, es la lengua de Cervantes y la cultura mediterranea^ iberizada, llegadas a nuestras tierras en el apo¬ gee* de Espana.
El argumento alcanza a veces agresivos ter-
mmos: esa es la unica digmdad que podemos presentar ante el mundo; sin ella —sin cultura espahola, dignidad unica— sacnficariamos todavia a nuestros hermanos ante el altar de Huitzilopochtli, el cuchillo de obsidiana sustituiria a la cruz del Golgota, los tamemes no hubieran sido liberados por el animal de carga, nos vestiriamos con burdas telas o simples taparrabos, nos tocariamos con plumas, beberiamos pulque v mezcal en vez de leche de vaca y vino de uvas latinas, tenlab o P maS l3C1° ° erizado’ la Piel mas oscura, los labios mas gruesos y prommentes. . . Por este camino el argu¬ mento original, discutible pero no vituperable, sigue una marcha sectaria hasta llegar a burdos extremos de fanatismo confesional y aun de barbaro racismo nazi, tan chabacanos o tan odiosos que no merecen el menor comentario.
La unica ase-
veracion que queda en pie es la de los quilates de la occiden¬ tal, sembrada a sangre y fuego por la coirquista espahola. Alfonso Reyes ha esento una frase en su Vision de Anahuac 228
que, como muchas de las suyas, es un fino esquema de la revuelta realidad: se rompio la vasija de barro en el choque con la vasija de fierro. . .
Solo un apasionado del otro extremo
puede decir que las culturas indigenas alcanzaban el punto de avance, en el momento de la Conquista, frente a la cultura espanola.
Hermosas teogomas,
aciertos
astronomicos,
mara-
villas arquitectonicas y bellezas artisticas ponen a nuestras culturas indigenas al lado de las de Egipto y Babilonia, pero no Uega a equipararlas con el mundo grecolatino ni con el cristiano del xvi. gun cerebro
Tampoco puede ocurrirsele ignorar a nin-
normal y sereno que
nuestra fraternidad
con
millones de hombres descansa en el cornun denominador hispanico, ni que tal hecho es en verdad el que nos da prestancia internacional y
puede
darnosla
mayor
el
dia
de
manana.
Tampoco pasa de ser simple ilusion Candida o furibunda el decir que, de no haber venido Espana, hoy hablarian y escribirian en una lengua indigena los mil grupos de America. Por otra parte, la lamentacion es no solo absurda, sino inutil en todos los ordenes.
La realidad es que triunfo la
cultura europea sobre la americana, la cruz sobre la piedra de sacrificios, los bergantines sobre las piraguas de Xochimilco, Salamanca sobre Tenochtitlan, Sevilla sobre Uxmal, el alfabeto latino sobre el jeroglifico, el libro sobre el codice, la polvora sobre la flecha, el caballo sobre el infante, sin lograr —y a veces sin querer—• destruirlos del todo.
De la batalla
en que triunfo Espana, pero en la que no desaparecio el indio, salio la mezcla y el injerto que produjo a nuestras nacionali-dades
hispanoamericanas,
infelices
y
revueltas,
coloridas
y
extraordinarias, con una personalidad que no alcanzaron otras tierras colonizadas como son las de Africa, con mas sabor que otras en que el indio desaparecio de la escena. Pero entre
reconocer estos hechos —el
triunfo de los
conquistadores espaholes, el mayor poder y desarrollo de la cultura de que procedian* nuestra actual categoria hispanica— y cantar la Conquista y la Colonia, y atribuirle a la primera el derecho de sojuzgar y a la segunda el de esclavizar a los pobladores de America, media sencillamente un abismo. En 229
estos cantos solo pueden entretenerse los ingenuos o los propagandistas por interes o por odio, quienes tienen —por supuesto— su tambien necia, torva o sucia contrapartida en los que se dedican a crear la leyenda negra de Espana y la leyenda idilica
de los imperlos indigenas.
Una
cosa es la cultura
espanola del siglo xvi como punto de partida de nuestra pre¬ sente filiacion cultural, y otra las violencias que la Conquista cometid y la injusticia social edificada durante la Colonia. Nuestras presentes lacras son hijas, en gran medida, de las que trajo el espanol del siglo xvi, de las que tenia el indio de 1492, y del asalto vencedor, a mano armada, del uno con¬ tra el otro, aparte de complicaciones posteriores.
Miente tanto
el que presenta la leyenda negra de Espana como el que inventa la leyenda color de rosa del indio, y viceversa.
No ha
de atacarse a la Conquista espanola por espanola, sino sencillamente por conquista, como habria que condenar a la con¬ quista protestante o mahometana o judia que hubiera hollado la tierra y los derechos ajenos. Es posible que el repartimiento y la encomienda espanoles hayan sido mas tolerables para los indios que las guerras sagradas de los aztecas, seguidas de espeluznantes sacrificios; pero no por eso va a entonarse un himno al repartimiento y a la encomienda.
No por senalar lo
peor vamos a elogiar lo malo, y menos podemos rogar por su supervivencia. No porque nuestro padre el conquistador haya traido mejores armas y haya impuesto instituciones ligeramente menos injustas que el sacrificio sangriento de los vencidos en la guerra, vamos a aplaudir el esclavizamiento del indio para beneficio del primero.
Y, en suma, no porque el conquista¬
dor sea nuestro abuelo, ni porque haya sido osado y valiente como lo fue, vamos a celebrar la tragica victoria dei atropello en que nacimos.
Si nos montaramos en esta actitud de pa-
sion racists y de furia religiosa,
^'con que razon podriamos
censurar la pasion y la furia de quienes, recordando al tam¬ bien abuelo indigena, derrotado y vilipendiado en su propia casa, alzan diariamente tan fuertes como inutiles dicterios contra la cultura espanola? Por esa negra ruta no se marcha hacia la edificacion espiritual que necesitamos, sino a romper 230
y desarticular cuanto ha podido hacerse y organizarse en el siglo y medio de vida independiente. Con la cultura espanola nos liga todo, a ella pertenecemos; con la Conquista, nada, aunque de ella hayamos nacido los blancos, los mestizos y los indios que hablamos espanol.
Con
el indio de ayer tambien nos liga la cultura: nuestros numeradores hispanoamericanos —hablo de Mexico, del Peru, de Guatemala, de los demas paises en que el indio fue fuerte o numeroso— estan transidos de su presencia.
De todos modos
avasalla al numerador indigena la solida base del denominador espanol comun.
Pero nos ligan al indio la posesion de la mis-
ma tierra, la admiracion por sus artes —de las que somos herederos— y el heroismo con que defendieron nuestra tierra de la intromision extranjera.
Si nos satisface haber heredado
una lengua universal, la lengua espanola, ,;'c6mo no va a satisfacernos igualmente tener a la vista, como ejemplo y leccion dados sobre nuestro mismo valle, la resistencia epica ante el ataque de un enemigo superior?
El mexicano de hoy tiene
—admitido— la lengua espanola como arma de defensa; pero aun mas timbres de defensa hay en el recuerdo del emperador azteca. No le levantamos monumentos por azteca, ni por odio al espanol, sino por heroico.
Como tambien nos toca la en-
traha, aunque de mas lejos, el nombre de Viriato y las defensas de Numancia y de Sagunto: la Espaha iberica latinizada por la conquista romana no olvido para la integracion de su personalidad el nombre de sus defensores, aunque hable una lengua latina.
;Como hemos de negar nosotros el lazo senti¬
mental y el ejemplo moral de los abuelos indigenas que resistieron a los conquistadores espanoles, solo porque hablamos la lengua de estos? Pero no es eso solo-.
El indio no es solo historia y ar-
queologia, sino presente vivo y viviente.
Esta presente el
indio que habla espanol, y vale en el gobierno y en las letras, y se llama Benito Juarez,-e Ignacio Ramirez, e Ignacio Ma¬ nuel Altamirano.
No hay arte mexicano, ni hecho historico
mexicano, en que falte la figura de un indio-, o cuando menos de un mestizo de fuerte porcentaje nativo.
No es justo, ni 231
razonable, ni digno, restar de nuestra tradicion la parte de ella que vemos todos los dias en la cancion, en la danza, en el libro, en la calle, en nuestras venas y en nuestro corazon de hombres v de amigos.
Si esos indios hablan espaiiol y perte-
necen a la cultura hispanica, los blancos de Mexico llevan tambien, como un trasfondo de su sensibilidad, la huella del indigena.
Y, al lado de blancos y mestizos, fue el indio Jua¬
rez, de pura raza zapoteca y de lengua espanola en su vida cultural y politica, el simbolo de la defensa nacional. Muchas sombras ha arrojado el partidismo contra Juarez; pero el sitio que tiene en la historia de Mexico y de las libertades humanas resiste y resistira a investigadores mal intencionados y a iracundos
impugnadores.
Parafraseando
un
conocido
decir,
podemos nosotros asentar que “lo Cortes —seria rnejor decir lo Cervantes— no quita lo Altamirano”.
En
el desarrollo
de nuestra cultura mexicana es suicida arrancar la raiz espanola pero tambien cercenar las ramas del arbol regado y crecido con sangre y alma de la estirpe de los primeros pobladores. Ademas, el indio mexicano no solo es el abuelo heroico y artista, ni solo el mexicano defensor de la nacionalidad y creador de cultura, sino la base mas desgraciada de la poblacion nacional.
Vencido en la guerra de defensa, incorporado
a la fe catolica y luego disciplinado v sometido por la supersticion religiosa, explotado por los triunfadores y por los hijos de los triunfadores durante la Colonia y la Independencia, y tambien por sus mediohermanos los mestizos v algunos de sus hermanos de sangre indigena encaramados al poder y a la riqueza, el indio forma parte hov de la gran mayoria desgra¬ ciada.
No por ser de sangre indigena se es peon de campo
y obrero mal pagado, puesto que tambien mestizos y blancos corren la misma suerte en la defectuosa organizacion econo¬ mica de nuestros dias; pero el hornbre de origen indigena todavia tiene menos oportunidades para emanciparse que el nacido en capas mas afortunadas. Y en los lejanos carnpos hay aun tribus indigenas que no disfrutan de las ventajas de la civilizacion.
El indigenismo o la idolatria de tipo racista no
tienen justificacion; pero hay un indigenismo social y cultu232
ral.
la justicia para el explotado, la incorporacion para e]
olvidado, la reivindicacion de los valores del discriminado— que no puede dejar de ocupar todo pecho noble. En el campo de la accion social este indigenismo es, sigue y seguira siendo deber y necesidad indiscutible, imperativo categorico irrenunciable. El que en Mexico niega al indio en nombre de prejuicios racistas y senala como inherentes a la raza indigena incapacidades o taras, inconsciente o manosamente esta hablando contra el desheredado y el oprimido, y abogando por la continuacion del crimen y del privilegio. Piden estatua para Cortes los estudiosos de la historia —o mejor dicho, de la historieta intrascendente y superficial— 7 los justipreciadores de nuestra cultura hispanica. A veces detras de su propio pecho, sin que se atrevan a revelarselo a si mismos, y en ocasiones de manera clara y dolosa, late un deseo de elevar al que ha estado arriba y de sumir mas al que ha estado abajo.
Dia llegara, sin duda, con el paso del tiem-
po, la remescolanza
de
Mexico, los nuevos emigrantes, las
nuevas guerras, los nuevos problemas avasalladores del mundo moderno, la evolucion del concepto de patria y la nueva organizacion universal, en que la estatua de Cortes no signifique el canto a la conquista, sino tan solo el reconocimiento y el cultivo de nuestra mis profunda raiz, la cultura hispanica. Pero hoy no puede todavia asignarse a Cortes el simbolo de la cultura espanola, sino de muy clara manera el de la con¬ quista, y mientras sea asi solo el hispanismo ingenuo o la hispanidad militar y clerical humeante de guerra y ansiosa de nueva batalla por la autoridad de ayer pueden pedir su monumento.
Toda glorificacion que pueda revestir el aspecto
de aplauso de la fuerza y de la injusticia social, aunque se haga en nombre de la cultura, producira manana movimientos peor encaminados.
En los paises fuertes fomenta el ansia
de expansion y predominio; en los paises debiles algo peor: la perdida de la galvanizacion necesaria, en un universo lleno de peligros, para defenderse y sobrevivir. Los preocupados por la honra de la cultura espanola pue¬ den estar satisfechos: en la ciudad de Mexico y en los rincones 233
del pals se levantan monumentos a los misioneros.
^'Acaso no
bastan las estatuas de Colon y de Vasco de Quiroga, las calles de Isabel la Catolica y de Pedro de Gante y de Motolinla? Y es significativo que sean los grupos liberales los que hayan insistido en la recordacion del misionero.
Es que en ellos,
rebeldes por su santidad a la misma Iglesia, de airada manera ’en Las Casas y de manso modo en Motolinla, no puede ver¬ se ni un asomo de bendicion de la Conquista, sino solo de la cultura maridada, como debe hacerlo la cultura, a la defensa del vencido. Se han escapado en este escrito algunas menciones al Cor¬ tes hombre, soldado y gobernador; pero no hemos querido entrar en la delicada materia. tion y reflexion larga.
Requerirla mucha
investiga¬
Fue Cortes un hombre extraordinario,
un soldado excepcional y un diestro gobernador.
Su energla
y su habilidad sorprenden, maravillan, hacen temblar, repugnan, irritan.
De la admiracion se pasa a la indignacion. Sus
dotes de gobernante fueron grandes, y tambien sus virtudes. Su conducta en cuanto a la raza vencida fue mucho mejor que la de otros conquistadores, sobre todo si se la juzga dentro de los conceptos de su tiempo.
Si nos ponemos dentro de
estos, el conquistador extremeno merece la estatua.
Pero den¬
tro de esos conceptos no debe ponerse, ni debe intentarse que se ponga, un pueblo libre que nacio de una conquista y en cuyo cielo ha existido siempre la turbonada de la conquista. Ademas, no puede descuidarse un hecho fatal de su biografia, que resulta desgraciada y decisivamente simbolico: el ahorcamiento de Cuauhtemoc.
No sabemos lo que paso dentro
del pecho del conquistador en el momenta de la mas negra sombra de su vida.
No podemos juzgar con exactitud las cir-
cunstancias guerreras o politicas que puedan explicar el tremendo mal paso. su vida
El mal paso esta alii, y le fue funesto en
como lo apunto Bernal Diaz— y le ha sido y le si-
guc siendo peso abrumador en su historia.
Ojala que algun
dia pueda limpiarse al hombre de tan terrible maldicion. El corazon humano, temeroso ante
lo
fatal,
conocedor
de
las
encrucijadas que hay en el camino, se niega a sentenciar so234
bre
un suceso que oscurecio para siempre a un
rebajo definitivamente los quilates de
hombre y
una figura historical
Ante semejante drama el corazon humano no sentencia, pero tampoco puede dejar de condenar, sin prejuzgar sobre los atenuantes y las eximentes de la ejecucion. Mas lo menos impor¬ tance es hoy aquel hombre —Cortes— y su horrible cadena. Lo importante es que en el todo resulta simbolico, y tambien en Cuauhtemoc, y queda la aterradora impresion de que la estrangulacion de Cuauhtemoc es el mas torvo simbolo: la victoria del mas fuerte requeria la desaparicion del vencido, ya entregado y desarmado, ya vencido y postrado.
Es
imposible hablar del monumento a Cortes, al lado del de Cuauhtemoc, sin pensar en que se levanta una estatua al ma¬ tador del simbolo vencido. Solo quien lleve la justificacion de la Conquista hasta su ultimo y absurdo extremo, solo quien crea que el triunfo de los espanoles debio ser absoluto y no dejar piedra entera ni hombre vivo, solo quien crea que el mundo indigena debio ser muerto y enterrado, puede olvidar la tremenda hora de Cortes.
Quiza este hecho de guerra, si se pudiera escarbar
mas en la historia, podria considerarse accidente, incidente, solo historieta.
Pero no se puede.
Y la puerta para la glori-
ficacion de Cortes se cierra casi hermeticamente. 1948. PI aliens hispanoamericanas, Tezontle, Mexico, 1951, pp. 9-18.
235
ANTONIO GOMEZ ROBLEDO [Guadalajara, Jal., 1908]
Initio sus estudios en la Universidad de Guadalajara, donde se graduo como abogado, y en esa ciudad formo farte de la generation de Bandera de Provincias y dirigio las revistas Proa y Forma. En la JJniversidad Nacicm.il se graduo como maes¬ tro y doctor en Filosofia.
Con cargos diflomaticos residio en
el Brasil, sobr.e cuya filosofia escribio un acertado estudio, y en los Estados JJnidos. Actualmente es maestro de filosofia en la Universidad de Mexico y forma farte del Centro de Es¬ tudios Filosoficos.
Es Academico de la lengua desde el ano
de 1955. La carrera filosofica de Gom.ez Robledo ha seguido una linea ininterrumfida de rigor y jerarquizacion.
Tras de los
estudios juridicos y en esfecial de Derecho inter national, sus f rimer as tareas far a el estudio de la filosofia fueron el afrendizaje de las lenguas esenciales, conocimiento del que dan testimonio su traduction de la Etica Nicomaquea de Aristoteles, sus estudios agustinianos y la oration latina que fronuncio al celebrarse el nal.
11
Centenario de la Universidad Natio¬
Su credo filosofico fodria definirse como un humanismo
ctistiano.
Ensayista de fulcro y vehemente estilo, es uno de
nuestros fensadores de mas severa y ordenada inteligencia. Ensayos: 2 ensayos, Guadalajara, 1931 (en colab. con Alfonso Gutierrez Hermosillo. El de A.G.R. se titula Catolicismo y Sociedad de Naciones). Politico, de Vitoria, 1940.—Cristianismo y filosofia en la experience agustiniana, 1942.—La filosofia en el Brasil, 1946.—Filosofia y lenguaje, 19? 6. Ensayo sobre las virtudes intelectuales,
1957-
236
FILOSOFIA Y LENGUAJE * Filosofia del lenguaje y lenguaje de la jilosojla La
expresion filosofica puede por supuesto estudiarse bajo
muchos aspectos y en estratos de mayor o menor profundidad, aunque me atrevo a creer que los criterios parciales en cada uno de ellos dependeran siempre en ultima instancia del que se tenga en lo que atane al ultimo estrato, a la problematica mas radical.
A titulo de simple enumeration, que de ningun
modo pretende ser exhaustive, podria mencionar los siguientes problemas, a saber: los generos literarios en que puede o debe expresarse la filosofia; la relativa capacidad de las lenguas, clasicas o vulgares, para servir de organo de expresion en esta materia; las condiciones generales del estilo filosofico, con la debatida cuestion sobre los dos lenguajes, el esoterico y el exoterico, de tan interesante alternancia historica, y las condiciones
particulares
en
fin,
de
orden
preponderante-
mente logico-gramatical, que serian algo asi como las categorlas normativas de dicho estilo. Bajo toda esta problematica, sin embargo, late el problema ultimo de saber si el lenguaje humano como tal es capaz o no, y en que medida, de traducir el pensamiento filosofico, y este problema latente es el que me propongo hacer patente en estas reflexiones.
A ellas
anadire apenas algunas consideraciones sobre el estilo filoso¬ fico, en contraste sobre todo con el estilo poetico. Es obvio, sin otra consideration, que la solucion del pro¬ blema depende en buena parte del concepto que se tenga del lenguaje en general, de sus virtualidades no menos que de sus limites, por lo cual esta cuestion del lenguaje de la filosofia supone a su vez la otra correlativa de la filosofia del len¬ guaje.
En la imposibilidad de entrar aqui a fondo en tema
tan vasto, y hasta hoy en incesante revision, me limitare apenas a enunciar sucintamente las convicciones fundamentales que tengo sobre el asunto. * Fragmento principal del discurso de recepcion en Mexicana, pronunciado el dia 14. de diciembre de 1955.
la Academia
237
Por los dos caminos principales que conoce y transita todo filosofo, a priori y a posteriori, antes o despues de la experiencia concreta, es posible alcanzar una filosofia del lenguaje y concebirlo ■—as! lo concibio la sabiduria antigua y lo ba confirmado la ciencia moderna— como un fenomeno tipicamente humano de comunicacion del pensamiento. Por el primer camino, partiendo de una metafisica y de una antropologla filosofica que de momento me es imposible fundamentar mas ampliamente, es obvio que si el hombre es entre los entes finitos, y segun dijo Aristoteles, el unico viviente racional, el animal dotado de logos, y por esta sola nota hay entre el y el resto de la creacion un abismo evolutivamente insalvable, el lenguaje humano tendra que ser entonces un atributo incomunicable de la especie, y cuya funcion mas excelente consiste en ser vehiculo de trasmision de lo que el entendimiento sea capaz de aprehender en ideatorio.
el acto
Es lo que enuncia la celebre definicion de Gui¬
llermo de Humboldt al decir que el lenguaje es “la tarea siempre repetida del espiritu de utilizar sonidos articulados para expresar pensamientos”. Mas a posteriori tambien, con ciencias tan rigurosamente
los datos aportados por
empiricas como la etnologia,
la
antropologia, la lingiiistica comparada y demas disciplinas auxiliares, puede llegarse a la misma conclusion.
La epoca dar-
winiana, en que nuestro lenguaje parecio no ser otra cosa, en palabras de Anatole France, sino “gritos de la selva corrompidos
y
complicados
por
monos
antropoides”
(Le
jardin
d'Epicure, Ariste et Polyphile ou le langage metaphysiqueJ, o con mayor eufemismo, pero con identico sentido demgratorio, un mero metodo de adaptacion al medio, y totalmente incapaz, por ende, de aprehender y expresar nada que no fueran entidades fisicas, esta epoca, digo, la creo con loda sinceridad defmitivamente superada.
Para no citar sino los
nombres de mayor prestigio en este campo, baste decir que un antropologo tan distinguido como Kohler resumio sus prolijas observaciones de tantos afios en la tesis de que la expresion fonetica de los animales irracionales, aun de los monos 238
superiores, no tiene sino la funcion emotiva, y carece por com¬ plete —y no en razon de limitaciones secundarias glotojla-blales— de las funciones indicativa y representativa. En la expresion humana, por el contrario, la mayoria de los linguistas reconocen hoy, despues de la saludable reaccion antinaturalista promovida por Charles Bally, esta trlada de fun¬ ciones significativas: emotiva, indicativa y representativa;. y esta ultima, segun lo ha hecho ver Cassirer, se extiende de la mera representacion literal, imitativa, a la analogia y al simbolo. De este modo, las conclusiones a que Kohler llego por los metodos de las ciencias naturales han sido en todo verificadas tambien en la otra gran rama de las ciencias del espiritu. En el juicio sereno y documentado de Cassirer, las observacioneS de la mas reciente psicologia animal “parecen ensanchar mas bien que estrechar el abismo entre la comunicacion natural y el lenguaj e humano” (La fttosofia de las formas simbolicas, I, m).
Y reflejando el estado actual de las investigaciones
en esta materia, un lingtiista y filosofo tan destacado como Urban ha podido decir en conclusion que el lenguaje humano “no es una parte de la naturaleza, sino mas bien una expre¬ sion o encarnacion del espiritu;
no producto de evolucion
mecanica, sino de actividad creadora” (Lenguaje y realidad, F.C.E., 1952, p. 73). Es asi como hemos vuelto venturosamente,
despues del
intento baldio por hacer del hombre simplemente el ultimo de los vertebrados superiores, a la antigua confianza en la palabra que nos ensenaron los griegos, por lo menos sus filosofos maximos. La palabra es mensajero del entendimiento, dice con Aristoteles toda la Edad Media: Sermo intellectus est nuntius.
Y Platon por su parte, en aquel dialogo del Sofista entre
el extranjero y Teetetes, hace tan intima la correspondencia entre arnbos terminos que Uega practicamente a la identidad, a tal punto que la palabra esta ya en la mente antes de pasar a los labios, y como se dira en la Edad Media, verbo mental y concepto son en realidad una y la misma cosa. “,jPues no es
verdad —pregunta
el
extranjero—
que
pensamiento y 239
palabra (didnoia y logos) son lo mismo, salvo que el pensamiento es el dialogo interior y silencioso del alma consigo misma, en tanto que el flujo que emana del alma y pasa por la boca con sonido lo Uamamos palabra?”
“Es verdad” (So-
fista, 263 e), responde Teetetes, y yo por mi parte lo creo tambien asi con conviccion inquebrantable.
El problems del lenguaje filosojico Henos aqui, no obstante, apenas en los prodromos de nuestra reflexion, y lo mas arduo nos queda aun por recorrer.
Una
cosa es, en efecto, la adecuacion, asi en general, entre pensamiento y lenguaje, y otra muy distinta es la de saber: primero, si el entendimiento es capaz de alcanzar lo que tradicionalmente se ha propuesto alcanzar la filosoffa; y segundo, si suponiendo posible lo anterior, puede el fonerna articulado traducir, y hasta que punto, esa ultima experiencia ideatoria. Para
decidir sobre
arnbos
extremos,
no
nos
basta
ya
una
antropologia cientifica o filosofica, a priori o j posteriori o como nos plazca imaginarla, sino que es menester inquirir en las ultimas raices del ser y del pensar.
Siento rnucho en ver¬
dad, senores, obligaros a este esfuerzo, habeis de pensar fuertemente conmigo.
pero aqui
y ahora
. ^ filosoffa no fuese, como no es para muchos (y no dejo en ocasiones de envidiar postura tan comoda), sino la articulacion metodica de las ciencias particulars, o la formu1 acton de hipotesis categoriales que hacen posible a priori la ciencia misma, la ciencia ya constituida por otros que nos han ahorrado este trabajo, el problema seria en estas condiciones rnucho menos dificil de resolver, ya que solo entraria entonces en cuestion la legalidad del conocimiento cientifico v su consiguiente vocabulario.
Este filosofar, en efecto, que con-
v.erte a la antigua doncella de la teologia en esclava de la ciencia, se cifra cabalmente en declarar imposible la metafiS1C3'- rT/! Sm embarg° (7 no reivindico por supuesto onginahdad alguna en M aserto que respaldan veinticinco siglos de filosofar) la filosofia es nada o bien poca cosa sin la 240
que Aristoteles llamo “primera filosofia1”, filosofia por excelencia, filosofia por antonomasia;
filosofia que andando los
anos, y por un azar de inventario bibliografico que tan maravillosamente le impuso sin querer su nombre insustituible, fue llamada metafisica.
Ella, en efecto, tiene como correlato la
entidad y entidades que estan mas alia de la fhysis, mas alia de esta naturaleza visible y palpable, es decir, los supremos principios y causas del ente en general, y los entes mas positivamente inmateriales (positivamente digo, y no solo negativamente como las quididades captadas en la abstraccion ideatoria) como Dios y el espiritu. No ha habido un solo gran filosofo que fuese antimetafisico.
Heidegger llama
a
la
metafisica
fundamental en la existencia humana*
el
acontecimiento
El mismo Kant, que
por limitaciones en la comprension historica
de
su
tiempo
no pudo, muy contra su deseo intimo, fundamentar la meta¬ fisica especulativa, tuvo por ella la mayor reverencia, y asi la llama unas veces “la corona y la consumacion”, y otras “el desarrollo pleno y completo de la razon humana”. jEs capaz la inteligencia humana de llegar hasta alia, de penetrar de algun modo en la omnitudo reditatis, una inteli¬ gencia cuyo objeto propio es sin duda el ser sin limitacion alguna, pero cuyo objeto adecuado en esta vida, y en tanto que inteligencia encarnada, es el ente implicado en la sustancia sensible: ens concre-tum quidditati sensibili? lo fuese
Y dado que
^es capaz de traducir intuiciones de tal genero un
lenguaje cuyo vocabulario ha sido forjado primariamente para dominar el medio ambiente, para tornar manuales las cosas, como lo entiende Heidegger, o para responder, dice por su parte Bergson, a los usos practicos de la vida?
En esto, en el
aspecto puramente genetico del lenguaje, estoy en completo acuerdo con esas corrientes filosoficas, y aun si se quiere con el llama do behaviorismo, aunque no lo estoy, claro esta, cuando sus portavoces, atendiendo a ese solo aspecto, niegan la posibilidad del lenguaje metafisico, o admiten a lo mas, como * “Die Metaphysik ist das Grundgeschehen im Dasein” (Was ist Metaphysik, 5® ed., p. 38).
24I
para la poesia, la posibilidad de una predicacion metaforica. La metafisica no serla entonces, como lo dicen ellos mismos, otra cosa que una “poesia adulterada”
(Montaigne)
o una
“poesia justificable” (Lange) o una “triste forma de poesia” (France) .* Analogia del verbo y analogia del ente Mas dejemos esas ironlas faciles en que se muestra, como dijo Kant, lo que pueden hacer pequenos esplritus con grandes problemas, y tratemos en serio de lo serio y lo grande.
Creo,
senores, que el problema no recibira jamas una solucion satisfactoria mientras no volvamos sinceramente (y no a rnedias o vergonzosamente, como lo hacen por lo comun los filosofos del simbolismo) a la fecunda nocion que, entrevista por Platon y formulada con toda precision por Aristoteles, recibio todo su maravilloso desarrollo en la patristica y la escolastica medie¬ val para hacer posible, como su mayor proeza, la constitucion de la teologla especulativa; la nocion, en una palabra, de la analogia del ser.
Es sin lugar a duda uno de los mayores des-
cubrimientos del esplritu humano; una de sus mtuiciones, que tiene en cuenta al propio tiempo la diferencia de abismo entre los diferentes grados de la escala ontica, y que, con todo ello, es capaz de tender sobre todos el puente que sustenta las dos operaciones correlativas del concepto y la predicacion. En la primera pagina del Corpus Aristotelicum, al empezar el tratado de los Predicamentos o Categorlas, esta la ana¬ logia, como esta tambien en el remate de la Metafisica, en la mas alt a intuicion que de Dios tuvo la antiguedad clasica; Acto Puro del que, como dira mas tarde Dante traduciendo literalmente a Aristoteles, dipende il cielo e tutta la natura (Paradtso, xxvm,
4z).
Sin la
analogia
no habrla
podido
Aristoteles dar un paso, y para ello empieza por decir que as! como hay term.nos cuya razon significativa (ratio per nomen stgmftcata) se da en toda su plenitud en todos lof sujetos y
J'Epicur!)™** P°hteS' ' ' I1S f°nt ^ ^ myth°l0?ie blanche” (Le jardin
242
predicados a que se aplica, y que asi como por el contrario hay otros cuya significacion es totalmente distinta bajo identico fonema, asi tambien hay otros aun en que la razon significada por el nombre es en parte la misma y en parte diversa en los distintos entes comprendidos bajo dichos terminos o conceptos. Pues de estos ultimos terminos Uamados analogos, y no de los univocos o equivocos, es el ser; y por esto podemos pre¬ dicar el ser tanto del Ser por si como del ser por otro (Dios y sus criaturas) y tanto del ser en si como del ser en otro (sustancia y accidente), sin vernos obligados o bien a encerrar el ser en la congelada esfera parmenidica, o por el contrario a enmudecer, como los representantes de la teologia negativa, ante lo otro en absoluto inconcebible e incomunicable. No es de esta ocasion entrar mas a fondo en el tecnicismo de la Escuela para determinar, por ejemplo, a que clase de analogia pertenece la analogia del ser, cuestion que, por lo demas, se debate vivamente hasta hoy en el seno de la escolastica, una filosofia mucho menos dogmatica de lo que la gente cree. Basteme aqui decir que cualquiera que sea el nomque reciba y cnalesquiera que sean las diferencias en su conceptuacion, lo decisivo es que, al establecer toda comparacion, la razon significativa debe darse verdadera e intrinsecamente, sea por atribucion, sea solo por igualdad proporcional, en ambos analogados (vere et intrinsece in utroque andogato), pues de otro modo seria imposible la predicacion por analogia en el discurso metafisico* No es tanto de tecnicismos de lo que debemos curarnos, cuanto de la intuicion vivencial que animo a Aristoteles y a los grandes doctores patristicos y medievales de la analogia, * En esto dos
escuelas,
es
la
en
lo
tomista
encarnizadamente, y con
unico
que convienen,
y
suareziana,
la
a
que
mi
modo
hasta
hoy
buena copia de argumentos
de ver, se
las
disputan
por ambas partes,
la interpretacion de la analogia del ser.
En todo lo demas, empero, la
diferencia
que
es
profunda,
pues
en
tanto
lo menos en la exegesis de Cayetano) proporcionalidad intrlnseca suvo)
para
Santo
Tomas
(por
aquella analogia seria apenas de
(Dios es a su ser como la criatura lo es al
para Suarez, en cambio, seria
de atribucion intrlnseca, y habria
entonces un concepto o razon comun a todo ente, con dependence por
243
y que no es otra que la intuicion metaflsico-religiosa del Ente que es el Ser mismo, el Ser subsistente (ipsum Esse subsistens), y cuyas imitaciones, siempre deficientes, son todas las demas cosas, todo lo que de alguna manera cae bajo la razon de ente.
Para ellos era el universo como un espejo en que se re-
fracta en infinitas imagenes la Luz simpliclsima, en la cual estan a su vez todas las cosas, como dijo tambien Dante, nella profonda e chiura sussistenxa delP alto lu?ne (E ttrddiso ^ xxxm, 115). La analog la, esta analogla intrlnseca de que estoy hablanlo (la extrinseca es apenas asunto de retorica y literatura), no seria sino un modo de hablar, una predicacion metaforica, sin el fundamento teologico que la sustenta*
La analogla es, en
fin de cuentas, participacion; y las filos6flas de la analogla son por ello filosoflas de la participacion.
Si ha de ser la
analogla algo mas que una “discreta dosificacion de lo unlvoco y lo equlvoco”,** dosificacion verbal en el ultimo analisis; si ha de tener verdadera fuerza entitativa y hacer posible el discurso metafisico, un discurso que, salvando el anatema de Kant, no se mueva en el vaclo, no podra desentenderse de su fuente original. De su origen primera esclarecida” es como puede umcamente entenderse la creacion entera. Segun lo explica Przywara (Antalogia entis, Mianchen, 1933, pp. 68-9) Puno
J “dfiesfric“j.°?er.nosi*..." fondo, como lo esta diciendo el prefijo adverbial de la pa-
supuesto del primer analogado como bien se ve, ventaias e
(Dios') . •
3
tin-,
mas perfectamente la trascendenciaTv1-611^8’
„ y
, °tra
... solucion
tienen,
^1 Soluci6n tomista salva
cida a una razon propound L. IT-?er° a“lo*ia queda redu' Postula una forma comun nero se ° UC’°n suareziana> P°r su parte, mo.
Me abstengo de entraf mas
ser de este lugar, cuant de
uno
de
esos
T0*1™ Pel‘Krosamente al univocis-
por
prob^emas
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Pr°blema> tanto P°z "»
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1
de
humana tropezara ^iem™ eoTun SVd “ nos por supuesto) que en esta vMa i mmteligibilidad (quoad tible. eSta Vlda P°r ™nos parece ser irreduc-
9
Ipsa
10
analogia
entis
recte
derDroto ■
dependentiam omnium entium a Deo” ** Jose
Hellin
Dios en Suarez,
244
S.
L
7
Madrid, 1947, “
7
, -
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64^
_ PJP°mt
emanationem
DU* Met"
^
^
^
et
m, 7).
conocimiento
de
fabra (ana-logos), sino un remontar de la Inteligencia por toda la corriente del ser y en ordenada sucesion (pues ana quiere decir tanto “hacia arriba” como “en serie”) hasta su primer origen y manantial, bien asi como Herodoto, expresandose en la misma lengua, hablaba de remontar la corriente del rio: ana
fotamon flein.
El
discurso metafisico es
asi
de
esta
suerte la osada y ardua navegacion de la inteligencia por la corriente y contra la corriente y sobre la corriente del ser y del pensar, hasta apresar y vivir, en cuanto nos es posible, la vida de la fuente.
Esta es la condicion de la filosofia en
quienes verdaderamente la han vivido en grande, porque esta es asimismo la condicion del ser en general, en cuya entrana esta, larvado o plenamente consciente, el impulso de superar su finitud ontica, asi sea por lo menos en la esfera de la intencionalidad.
Aristoteles dio forma suprema a este pensa-
miento al concebir
todo el proceso cosmico como
un
mo-
vimiento de amor hacia el Acto Puro, y otro tanto dijo, en una de las paginas mas altas escritas en nuestro idioma, fray Luis de Leon, cuando hablo de como ese conato irremitente del ser hacia su Causa primera es “el pio general de todas las cosas, y el fin y como el bianco adonde envian sus deseos todas las criaturas” (De los nombres de Cristo, De los nombres en general). Pues por esto mismo, por ser analogo, por haber en todos los entes una razon comun o por lo menos una proporcionalidad, es el ser sin limitacion, la flenitudo entis, concebible y expresable por el hombre.
Si “en el principio era la Pa-
labra”, quierese decir con esto (como lo vieron antes los griegos, aunque sin esta clarividencia fulgurante) que en el fin tambien, y en el fondo de todas las cosas, esta asimismo la palabra: una estructura inteligible, un logos que la inteligencia _-logos tambien por su parte—• ha de develar en la abstraccion ideatoria, intuyendo de este modo la verdad y profiriendola.
Ha sido Heidegger quien nos ha restituido este sentido
pristino de la verdad con solo llamar nuestra atencion a la hemosa palabra con que en griego se dice verdad: alet-heia, que denota una operacion que consiste en salvar del olvido o en 245
descubrir lo que estaba oculto (a-lethos, lanthano), o de otro modo aun, en ir quitando velos, esos velos que entre nuestra percepcion y la realidad inteligible interponen las inevitables deformaciones de la vida practica. La realidad pues, la rea¬ lidad humana y extrahumana, decantacion abisal de la primera Palabra, es toda ella, de derecho por lo menos, radicalmente inteligible; toda ella develable, toda ella racional, como imagen o vestigio que es de la Razon primera. Hemos de remar rudamente, una vez mas, en la corriente y contra la corriente; pero esta corriente no es el flu jo heraclitano o bergsoniano de constitutiva irracionalidad, sino que en el espejo de sus aguas, por muy revueltas que a veces puedan parecernos, esta el destello y proyeccion de las razones eternas. Nadie como San Agustin tuvo la vivencia del curso agitado y vertiginoso del devenir; un torrente —dijo el tambien— que no bien se represa cuando sale de madre, y luego se despena con estruendo y pasa raudo en su carrera (torrens. . . colligitur, redundat, perstrefit, currit .et currendo decurrii [In Ps. 109, 20]) ; torrente en que las cosas no bien llegan a~ ser cuando ya no son (antequam sint, non sunt [de lib. arb. hi 7) 2I])> pero en el cual, sin embargo, es perceptible la hermosura y armonia del conjunto, bien asi como en un poema cuyos versos y sllabas han de fenecer sucesivamente para hacer de esta suerte comprensible la belleza del todo (de z'era , ’ XXIIy 42-3)- Y es asi -^oncluye este gran filosofo que lo es conjuntamente del devenir y de la analog ia— porque todas las cosas tienen su ser mas autentico y su vida inconmutable en el repos.torio eterno de las Ideas increadas* Cuando quiera que nos sea dable contemplar su refracon cuando quiera que en la corriente inquieta podamos p rcibir un clamor sin sombra de turbiedad, o dicho^n ter-
del pensamiento”, ni los “cortes” irSlf
•
camP°
de
la
accion
al
otras fantasias bergsonianas (La pensiTet iT ^ duraC‘6n real> ni Ias passim), Sino la expresion del m0uvant> PP- 67> 68 et
IZZ
es, la “forma” aristotelica, y no ^InZTT mUnd°‘ Est° movilidad universal. g decoupagc geometnco en la
246
minos filosoficos, una perfeccion de positividad absoluta, podemos entonces sin temor alguno trasladarla y predicarla de la simplicidad purisima del manantial, aunque potenciando al in¬ finite) el resplandor finito que una vez hirio nuestros ojos. No me es posible declararlo mas, pero en estas imagenes los entendidos habran visto de cierto eso que Santo Tomas y la teologia catolica con el llaman la via eminentiae, f.er modum excellentiae et remoiionis, y que constituye el camino natural acceso a lo divino *
de
Removiendo velos, apartando impurezas,
desbrozando la maleza sensible, con mano diestra y con mirada limpia (con esta sobre todo), el teologo y el metafisico nos abren el reino de las Formas y nos introducen en el misterio del ser.
Digo el teologo y el metafisico porque ambos consu-
man, en lo que hace a la formalidad conceptual, una operacion que se diria identica, pues metafisica y teologia difieren apenas en tener la una por objeto a Dios sub ratione entis, y la otra, con el habito sobreanadido de la fe, sub ratione Deitatis.
La teologia, dice Przywara en una bella expresion, es
la entelequia de la metafisica (of. cit., p. 48). Es una de las mayores proezas de la inteligencia humana la de haber hecho de este nuestro pobre lenguaje terreno un instrumento capaz de expresar con sentido esas realidades supremas y arcanas.** Decir, corno Bergson, que por haber sido * Para naturaleza
connotar,
divina
en
bien si
entendido,
misma,
sus
perfecciones,
totalnrente
inefable.
pero
jamas
Santo Tomis
la fue
como nadie consciente de los li'mites de la predicacion analogica, corao puede verse en mil lugares semejantes a los siguientes: “Deus est super illud quod de ipso intellects repraesentatur” (de Ver. q.
8,
“Hoc
sciat
est
ultimum
cognitionis
humanae
nescire” (de pot. q. 7, ^ 5 ^ *4)i dum nullam formam intelligibilem a. 5 ad 13)) etc,> e^0, ** Hay en carnbio, Tames
por ’ejemplo,
Deo
quod
8);
a. 1 ad se
Deum
“Ita Iectus noster secun' Deo assimiletur” (de pot. q. 7,
. filosofos ciegos
quien cree que
de
los
. ■ urir a la metafisica, como William atributos que
la
razon humana
ouede predicar de Dios no constituyen sino un “metaphysical monster. . . an absolutely worthless invention of the scholarly mind” (The varieties of religious experience, nes f0S”
adhieren de
por
Longmans,
supuesto
Drug-Store,
cuya
1923,
entusiastamente popularidad
en
P- 447>Ogden medics
A y
esta..
aprec.aa°.
Richards,
como
el
filoso-
nuestro,
de
autentica tradition metafisica, es sencillamente inexplicable.
247
el lenguaje plasmado primariamente para los usos del mundo cotidiano, no puede trascender esta esfera, es una objecion inoperante.
La traslacion sigmficativa no tiene por que estar
encadenada a la significacion de origen, pues como ensena Santo Tomas (Sum. Theol. q. 13, 2) una cosa es el a
i,
a.
quo de la invencion del nombre, y otra muy distinta el ad quod de la significacion ulterior, operacion que tiene su fundamento en la funcion analogica del lenguaje, y fundada esta a su vez en la.analogia del ser.
Con palabras del uso diario,
dd uso mas trivial y mas practico (no hay sino que recordar el trillado ejemplo de la ousia), forjaron Platon v Aristoteles el mundo maravilloso de lo intemporal y de'lo eternamente valido, como dirfa Windelband, o por mejor decir no lo forjaron (no era, en efecto, filosofos del sujeto trascenden• ° 3 concienijla en general), sino que con ese maravilloso instrumental verbal nos dieron apenas la Have para franquearnos e acceso a ese orbe en cuya contemplacion esta (es tamb.en lugar de Anstoteles) la felicidad mas prcpia del hombre. ^ h'ceron as, porque para Platon el mundo factico era una ephca del mundo eidetico, el fenomeno del noumeno; o como mat: dT d3ramfnte « el Tmeo, este mund; es Z 1 magen del ejemplar divino; pensamiento que, integrado v potencado por San Agustin en la teologfa del Verbo
es el
urtidor mexhausto e mexhaurible de la analogfa y el simbolo
fo E ,deT“ fl,6SOf“ «*»• — “ .odas°’.,rEV ;
el seXtt
TEE'' IE’ 7fi"it0 “P-
7
7
y sentido; es.e XEE X b lot TT E’ del Evangelio ioaniro nK,' ? ’ b J0 Ia deslumbrante luz rotunda voz de Victor’ Hug^t^Qr?Parable ,exPresi6n e" la le Verbe c'est Dieu.” g ^ U mot C CSt le *erb*> «
Grandeza Y con altura
248
y miser ia del lenguaje filosofico
todo, sehores, he aqui qUe me es preciso aun, a esta de mi discurso, pedir de nuevo y encarecidamente
vuestra benevolencia, porque despues de haberme extendido en ponderar sus grandezas, debo hacer otro tanto con las miserias del lenguaje filosofico, quiero decir su inadecuacion vital
(por muy adecuado que pueda ser en otros respectos)
para darnos por su sola virtud este saber, el mas alto en el orden natural, que llamamos filosofia. ■ La filosofia es la obra perfecta de la razon (of us ferfectum rationis), de esto no hay duda; pero justamente por esto, por ser ella una operacion tan eminentemente vital y que demanda tan sin reservas, en fuerza de la unidad inescindible del hombre, el concurso no solo de su razon, sino de todas sus potencias, y por estar en fin su objeto, a despecho de la escala analogica, tan allende del comercio habitual de este intelecto humano inmerso en la materia, por todo ello, digo, cabe preguntarse hasta que punto o con que condiciones podra el lenguaje filosofico hacernos patentes —como reclamaba aun Husserl, dando voz a la aspiracion de todos los grandes filosofos—• las cosas mismas.
Las palabras solas, dice
Paul Valery, no pueden consumar el acto de la posesion espiritual (Leonardo y los filosofos).
La filosofia no es una logo-
maquia, sino, como dice Platon literalmente, una gigantomaquia, una “lucha de gigantes por el ser”. No han sido precisamente los filosofos del devenir y la irracionalidad,
sino
los
mismos altos
campeones
del
poder
del intelecto y del verbo, quienes antes que todcs se plantearon valientemente el problema del valor notificativo del len¬ guaje filosofico.
Aquellos viajes azarosos de Platon a Sicilia,
adonde fue con la ilusion falaz de hacer en dicha experimento de su gran ambicion: el dejado entre
isla el
filosofo-rey, nos han
otras cosas, como resarcimiento cumplido del
fracaso del objetivo proximo, la mas concluyente demostracion de la inanidad de la filosofia cuando esta no pasa de ser una logomaquia, un con junto - de fhilosofheviata,
un acervo
de
enunciados verbales, por mucha que pueda ser su verdad lite¬ ral.
Porque he aqui que este Dionisio el Joven, tirano de
Siracusa, en quien Platon fincaba tan altas esperanzas, se sabia muy de coro los dichos de los filosofos, y aun habia escrito 249
un tratadillo, algo de lo que hoy llamariamos Introduccion a la Filosofla; pero de la cosa misma (peri tou pragmatos), dice Platon (Ep.
VII,
340 e), no sabia nada en absoluto.
Nada sabia, sigue diciendo el filosofo, porque, al contrario de lo que ocurre en las otras ciencias (notese bien el contraste), la
intuicion
filosofica
“no es posible
reducirla
a
una
formula, sino que solo despues de un comercio asiduo y de una larga convivencia con estos problemas, y no de otro modo que como cuando salta la chispa, la verdad se alumbra de repente en el fondo del alma, y crece luego por si misma" (Ep. VII, 341 c). Y prosiguiendo en esta bienhadada digresion de su Septima Carta, enumera Platon los cinco elementos que, como otros tantos velos o barreras, ha de aprehender y trasponer el filosofo hasta llegar propiamente a la conquista de la verdad, a saber: el nornbre, la definicion, la irnagen, el concepto y el objeto mismo en fin, es decir, el ente verdaderamente inteligible y real. No hacia falta pues que Hegel y Bergson vinieran a desgarrar sus vestiduras y hablar con tanta indignacion, por lo demas muy justa, contra los novicios, escribas y fariseos de la filosofla que se contentan, segun dice el ultimo, con “coleccicnar pensamientos ya listos y frases hechas” (Le pensee et le monvant,
p.
42).
Platon
habia
compartido
un
pathos
identico, aunque sin desesperar por ello, a diferencia de Berg¬ son, del poder de la inteligencia, pues aun alii mismo, en esa epistola siciliana donde llega a decir, en un momento de desaliento, que la filosofla es incapaz de toda expresion grafica, afirma una vez mas que los objetos metafisicos son de suvo accesibles al entendimiento en fuerza del “parentesco y semejanza” que con ellos tiene este, o sea el argumento capital que, a mi modo de ver, esgrime Platon, en el dialogo de la rnuerte de Socrates, para demostrar la inmortalidad del alma. No se trata empero aqui tan solo, como pudiera parecer a primera vista,
de
un parentesco v semejanza puramente
naturales, dados para todos y de una vez por todas, sino de una proporcion o analogia (henos aqui de nuevo con el terrnino clave) que entre el alma y su objeto mas alto y mas 250
propio llega a darse solo y como resultado de un ejercicio contlnuo y diuturno-de reflexion y purificacion; un ejercicio en que tanta parte tiene, o por ventura mas, la virtud como la dialectica.
Tratase, en suma,
de una segunda analogia,
de una analogia existencial entre sujeto y objeto que Santo Tomas llamara connaturalidad, y que el mismo santo tiene por camino mas cierto de conocimiento que el propio discurso racional, a tal punto que la perfecta connaturalidad con la sabiduria es propiamente, segun el, don del Espiritu Santo (Sum. T'heol. Ila, Ilae, q, 45, a. 2). Pues de este sentido mistico esta transido tambien el pensamiento de estos filosofos de quien estoy hablando, y por esto tuvieron la sabiduria como una posesion divina y no humana, como dice Aristoteles (Met. 1, 2, 982 b), y la filosofia —este amor de la sabiduria, como aun hoy decimos, mas sin saber ya lo que decimos—• fue para ellos una forma de vida, la mas alta de todas, ejercida en el seno de una comunidad erotica y mistica que pretende participar en lo que es propiamente divino, y en la cual, merced a un dialogo incesante (no se desplaza en modo alguno, como se ve, el poder de la palabra) entre almas del mismo subido temple, viene alguna vez, dice aun Platon, “a brillar la sabiduria y la inteligencia con toda la intensidad que pueden soportar las fuerzas humanas” (Ef. VII, 344b). Por algo compara Socrates (si el real o el ficticio, poco importa) a la filosofia con los misterios e iniciaciones orficas, y de si propio dice haber sido durante toda su vida sacerdote de Apolo, dios de la luz y de la inteligencia, en cuyo honor, como los cisnes, profiere en el momento de morir el canto de la inmortalidad (Fedon, 85 b). Este sentido corporativo y organico de la sabiduria, estas hermosas formas comunitanas de la vida, estos cenobios laicos u
hogares de sabiduria, cuya postrera manifestacion pienso
haber sido Port-Royal, parecen haber pasado para siempre y apenas si queda un resto de ellos en las Universidades.
Esta
triste civilizacion en que vivimos impone inexorablemente la eleccion entre otros tipos de comunidad, que si difieren en tantos respectos, convienen todas en ser institucionalmente co251
activas e incompatibles hasta cierto punto con el dialogo libre y ensimismado, que es el ambiente y el instrumento propio del filosofar. El filosofo hoy, no pudiendo ser va cenobita, ha de ser mas o menos anacoreta, en lo cual aparece, por este nuevo modo, el requerimiento heroico que es v ha sido siempre consustancial a su oficio.
La filosofia es, como dice Hei¬
degger, una oblacion, “el adios a los entes” para entregarse al ser (Was ist Metaphysik, 5^ ed. Nachwort, p. 45).
Lo que
importa en definitiva es que, aunque caducas irremediablemente aquellas formas sociales, se conserve indemne el impulso que las animo, es decir, la resolucion de conquistar a todo trance esa analogia existencial entre el espiritu y las supremas realidades espirituales, a fin de que, mediante ella, pueda la ntirada interior del ser.*
abrirse
al
pielago
infinito
de
la
analogia
Del estilo jilosojico Llegados a este extreme, es hasta cierto punto secundaria la cuestion del genero, estilo o forma de expresion en general que haya de entplear el filosofo-escritor; termino que no es, ni con mucho, un juicio analitico.
Aparte de que aqui, como
en todo lo demas, conserva toda su validez el apotegma de nuestro poeta: “La
forma esclava, la razon senora”, o sea
la indiferencia dominadora del espintu sobre sus medios expresivos, lo verdaderamente importante y decisivo es fecundar el alma del oyente o del lector, a fin de que trascienda, como quiere
Platon, el nombre,
la
definicion
y
el
concepto,
v
pueda por si mismo alumbrar y decir su verbo interior, sin lo cual no hay fecundidad espiritual alguna ni en los cielos m en la tierra. A esta operacion pueden indiferentemente coadyuvar el dia ogo, el ensayo o el tratado, o cualquiera de las especies mclusas en estos tres generos principales, con tal que (y seria Ningun.gran filosofo es ajeno a esta participation en lo divino que Heva cons,go a
deja
quelque
la
chose
filosofia. de
quasi
Asi,
Bergson ha
divin
dans
podido escrihir-
l’effort,
si
humble
d un esprit qui se remsere dans J’elan vital” (op. (it., p. ?6).
252
“II
v
soit-il,
este el unico requerimiento comun a todos ellos) el estilo filosofico sea siempre directo y dramatico, de un dramatismo, entiendase bien, intrinseco, de fondo, £s decir, que haya ideas vivas y contrapuestas entre si, en tension a la par antagonica y complementaria. La filosofia, en efecto, la filosofia autentica, ha sido siempre, como lo dijo Platon, dialectica, porque dialectica y dramatica es a su vez la analogia del ser, misterio de semej anza y desemej anza (tmta similitudo et motor dis¬ similitude, como dijo el IV Concilio Lateranense), y el entendimiento, por tanto, no puede progresar sino cancelando, conservando y superando, en una Aujhebung propia asimismo de toda filosofia profunda, los contrastes y oposiciones de que esta transida la participacion del ser.
En este sentido, tan
dramatico es un dialogo platonico como las antinomias de la Razon Pura y como un articulo cualquiera de la Suma Teologica, contrapunto vivo de voces opuestas, cuyas objeciones y respuestas integran con el cuerpo del articulo una unidad, cada vez mas simple y mas rica, de superacion dialectica.
La
unica diferencia entre las llamadas por antonomasia filosofias dialecticas y las otras esta en que para estas ultimas llega un punto en que, como dijo Aristoteles, hay que detenerse; el punto en que todo Werden rebota y fenece, como el oleaje en el acantilado, en el Esse subsistente del Acto Puro. Faltando lo anterior,
ni la filosofia misma escapara
al
modo de la existencia inautentica que Heidegger llama “habladurias” o “escribidurias”, pues lo propio de las habladurias o las hablillas
no es precisamente la maledicencia,
sino el
haber perdido el contacto con las cosas; el hablar de lo que otros hablan sin verificarlo personalmente;
el hacer de las
palabras cosas o quisicosas; el repetir filosofemas ajenos, eviscerados ya de la intuicion original. segun
dice
Alloys Muller
Lo que define al filosofo,
(Einleitung in die Philosofhie,
p. 29), es el don de la vision (die Gabe des Sc/iauens); y quien no lo sienta en lo profundo de su alma, mejor sera que piense en otra cosa. Con el mismo criterio, a la par liberal e inflexible, podemos absolver la otra cuestion conexa, y que tanto suele agitarse
253
03
hoy en dia, de si la filosofia ha de expresarse en concept o en metaforas.
Sobre esto he de decir apenas que la meta¬
fora, cuyo fundamento filosofico no es otro que la analogia de proporcionalidad extrinseca, no puede despreciarse en un terreno en el cual, segun muy respetables opiniones, la analogia del ser seria apenas
de
proporcionalidad
intrinseca.
Buen
numero de conceptos filosoficos ademas, de los que hoy parecen mas seguramente ser tales, fueron en su origen conceptos metaforicos; piensese de nuevo en ousia, en persona, y en tantos mas. Si hemos de creer a Leibniz, la “influencia” (m-jluere) de la causa en el efecto parecio una metafora audaz a los contemporaneos de Suarez.
Nadie llamaria hoy metaforico
al vocabulario escolastico, y sin embargo, al mismo Leibniz le parecia aun ser un estilo pululante en metaforas: eorum erratic, tropis scatet (De stilo philosophico Nixolii, xvni). Veamos pues, sin animosidad alguna, antes todo lo contrario, el enriquecimiento progresivo del lenguaje
filosofico
merced a la introduccion de nuevos terminos y conceptos que en su primer momento, en su estado nativo, pareceran meta¬ foras osadas, y esto por la inevitable necesidad de traducii intuiciones ineditas en vocablos dispuestos originanamente para otros usos. Sostener, sin embargo, como lo hizo Bergson y parece hacerlo ultimamente Heidegger, que la metafora (he¬ mos de entender, me parece, la metafora en su estado virgen) es el medio exclusivo, o por lo menos el mas adecuado de expresion filosofica, no es posible sino cuando se mira el ser, en su fondo ultimo, como algo irracional.
Semej ante preten¬
sion tiene pues que rechazarse cuando se considera que el concepto, no obstante todas sus imperfecciones, es con todo la via normal de acceso a la intuicion radicalmente verdadero e ineligible*
intelectual del ente
La filosofia es o debe
ser un saber umversalmente valido, y “unicamente el con¬ cepto
—dice Hegel— puede producir la universalidad
* El
mismo
commumquera
Bergson
d’ailleurs
lo reconoce as.'
que
par
al
decir:
l’intelligence.
Elle
“L’intultion est
plus
del
ne
se
qu’idee;
el e devra toutefois, pour se transmettre, chevaucher sur des idees” (op. Cft., p. 52). 1 r
254
saber’’ p. 6o).
(Phenomenologie
de Pesfrit, trad.
Hyppolite,
t.
I,
Aun son vivas y actuales las tremendas invectivas de
la Fenomenologia del esfiritu contra la invasion del Sturm und Drang en la filosofia, “fantasmagorias que no son ni carne ni pescado, ni poesia ni filosofia” (of. cit., t. i, p. 58). Si la filosofia no ha de acabar siendo poesia (que seria comunmente, pienso yo, poesia de la mala), no puede dejar de reivindicar el concepto como su instrumento mas idoneo. Nadie como Platon hizo mas largamente uso de la metafora, la alegoria y el mito, y con todo tiene buen cuidado de advertir que el poeta y el filosofo difieren justamente en que el uno se sirve de mythoi y el otro de logoi (Fedon, 61 b). El filosofo, despues de todo, no es un mistagogo, ni menos un misologo, sino que su mision consiste, por el contrario, en derramar hasta donde le sea posible, y por conceptos adecuados, la claridad racional. ^ Habra que decir que no hay en estas apreciaciones el mas ligero menosprecio de la poesia, sino antes bien el deseo de asegurar la legalidad propia y la autonomia de lo que nos merece, junto con la filosofia, la mayor reverencia? La poe¬ sia, tambien, vive de la analogia, de Puniverselle andogie, como dice Baudelaire (Art romantique, Victor Hugo), quien agrega en otra parte que “la naturaleza es un verbo, .una alegoria” (Baudelaire a Alf house Toussenel), y que la tierra es una correspondence del cielo” (Art romantique, Theofhile Gautier), con cuyas palabras nos da, en liana prosa e lrrebatiblemente, el fundamento ontologico de aquellas maravillosas “correspondences” poeticas en que “el hombre pasa por florestas de simbolos”. Abrevandose en la misrna fuente, k poesia nos da
asi
la vivencia profunda, la
implecion
afectiva,
el
,ontacto directo con aquello mismo que el concepto no alcanza a representar sino abstractiva y esquematicamente.
Es, podria-
mos decir, el Eros informando al Logos, o por ventura otro Logos que a falta de palabras, y por aludir el mismo a lo directamente innombrable, tendriamos simplemente que desienar como Espiritu. Por ello mismo, sin embargo, el espiritu finito no podria conjugar en una operacion lo que aun por
255
encima de el, sin dejar de ser uno, es distinto. Si me es permitido dar a entender lo que sobre esto pienso con una de esas analoglas trinitarias a que induce irresistiblemente la lectura de San Agustin, 70 dirla que el esplritu humano, produciendo muchos productos: ciencia, tecnica, politica, derecho, etc., produce solo dos frutos: filosofla y poesia, en los cuales unicamente comunica plenariamente su naturaleza, v que por ello son como sus dos procesiones, ni menos ni mas, una por inteligencia, otra por amor, igualmente perfectas entrambas y de la nnsma sustancia, pero realmente distintas y opuestas entre si.* El poeta y el filosofo uhabitan uno cerca del otro en montanas que separan abismos.” ** Con la poesia comparte la filosofla la suprema aristocracia del esplritu, y es el fruto ultimo, mas tardlo historicamente que la poesia, de una cultura en su perfecta madurez. Que en Mexico Ueguemos a tenerlo, 7 lo antes posible, es mi voto mas sincero 7 mas cordial. Y conforme nuestra filosofla vaya aflorando a las riberas de la luz, nuestra Academia habra de estar alll, vigilante 7 comprensiva, para sancionar la bienhechora renovacion del lexico filosofico en consonancia con la indole 7 modulos propios del idioma espanol, pues si el lenguaje es el alma colectiva, la filosofla es la perfecta generacion asnec m d 1Cdn, ’ ^ 1 Este CS> se§™ hermoso aspecto del deber general que incumbe a la Academia, a esta comunidad de varones confederados en el amor de la palabra Filosofla y lenguaje, Imprenta Unlversltaria, Mexico, 1956, pp. 20-83.
Podemos concluir, pues, con Paul v*ii' es un genero literarlo particular caracterl 1 ^ ^ 3 metafl's!ca por la recurrence de ciertos terminoa v f d° P°r C‘ert°S temaS’ y mente de los tipos que conocemns * °rmaS,’ que la seParan clara- lenguaje, que tiene terminosta£"lomTTde' SubSUm!r nos, etc., bajo la poesia, es entender de mod noumepoesla como la metaflslca” (Urban I ■ d equivocado tant° la ** Del Patmos de Holderlin ^ * T*“U.dad> P- 534-)ciones entre el pensador y el poeta (W ° ?”r^ieide^er a las relain fine). X P°£ta (Was lst Metapkysik, Nachwort, 256
SILVIO ZAVALA [Merida, Yuc., 1909]
Initio sus estudios en el Institute* Literario de Yucatan, en la Universidad del Sureste y en la Nacional.
En 1931 fue
como becario a Espaha donde se graduo (1933) como doctor en Derecho, en la Universidad Central de Madrid. Desde entonces, bajo la direction de Rajael Altamira, emprendio sus investigacion.es historicas y, de 1933 a 1936, fue colaborador de la Section Hispdnica del Centro de Estudios Historicos de Madrid. De regreso- en Mexico fue nombrado secretario del Museo Nacional (1937-1938); director del Centro de Estudios His¬ toricos del Colegio de Mexico (de 1940 en adelante); di¬ rector
del
Museo
Nacional
de
Historic
de
Chapultepec
(1946-1936) y jefe -provisional de la Seccion de Education, Ciencia y Culture de la Organization de las Naciones Unidas. Actualmente, es agregado cultural de la Embajada de Mexico en Paris. Zavala fundo y dirige, desde 1938, la Revista de Historia de America.
Becado o representemdo diversas instituciones ha
realizado trabajos de investigation y sustentado conferences en los Estados Unidos, H ispanoamerica y Europe.
Ha pro-
fesado la catedra de Historia de las Institution's Sociales en America, en la Eacultad de Filosofia y Letras de la Universidad National Auto-noma. Actualmente forma parte del Co¬ legio de Mexico, es miembro del Colegio National y ha sido distinguido con honores academicos por numerosas corpora¬ tions culturales. En el vasto- dominio de la historia Indiana, Silvio Zavala ha estudiado especidmente las instituciones juridicas, la his¬ toric del trabajo y la filosofia de la conquista de America. Ademas ha escrito una buena Sintesis de la historia del pueblo mexicano, para el volumen IVlexico y la cultura (194^)1 y bia estudiado la imagen de America en la obra de algunos historiadores franceses del siglo XVIII. 257
Los ensayos de Zavala se distinguen. por su acuciosidad y por el rigor de su metodo.
Con justa razon, el Truss cele-
brado de ellos es uno de sus trabajos iniciales, La “'Utopia” de Tomas Moto en la Nueva Espaiia, el cual, junto j sus excelencias historicas, tiene tambien un valor estetico por la originalidad y agudeza de su descubrimiento y por el noble ideal que liga a nuestro mundo colonial. Ensayos
y
estudios:
Nueva Espaiia} quista
de
America,
1935*—La
estudios,
Los
Madrid,
intereses
Madrid,
7 previa licencia, vayan algunos vecinos del hospital a las familias rusticas y en ellas se les de de comer por el tiempo de la licencia, pero ayudaran en lo que se ofreciere estando sanos. En cuanto a las fiestas religiosas dispone celebrar las de la exaltacion de la Cruz, San Salvador, San Miguel y otras. Habra una sala grande para comer juntos los vecinos en pascuas y festividades y regocijarse. El gasto sera de cuenta del cornun y los manjares abundantes, nada curiosos ni defectuosos. comidas.
Se turn entre las familias el cargo de aparejar estas En
el
hospital
de
Quiroga
no
existen
esclavos.
Ordena la construccion de una enfermeria grande, con salas para enfermos contagiosos y los que no lo son.
Un mavordo-
mo y despensero atenderan la hospitalidad, para la cual se dan los frutos mejores (p. 25). El ideal de cultura no falta del todo en el proyecto de Quiroga; existe un colegio para la instruccion cristiana y moral de los indios. c) La magistratura familiar y elective
Moro: cap.
m.
uevas y definitive coincidencias se observan en esta matena en re La Utopia y las Ordenanzas.
Establece aquella un
dobk orden de jerarquias: unas de base familiar, otras populares, pero con restricciones que las amrtan 4,. f ■versal directa. 4 P de la votacion unicada^nl djCh0 m famiHas obcdecen al mas anciano; cada grupo de 30 familias elige anualmente un magistrado
^ TT
famiHaS>
In tZTborl o'? 5 ° 363 300 dePe»"den de trmiboro 0 frotofhylarco. Los utoflenses son presididos por un magistrado general que se elige de la siguiente manera: 272
las ciudades divididas en cilatro barrios escogen de cada uno de estos un cludadano que presentan al Senado, y de los cuatro candidatos seleccionados los sijograntes eligen al que ha de ejercer la presidencia.
La eleccion es por escrutinio secreto.
El cargo del presidente es vitalicio, pero los electores pueden destituirlo si propende al despotismo.
El cargo de los trmi-
boros es anual; cabe la posibilidad de que continuen, si su gestion es aprobada. Cada tres dlas los traniboros se reunen en consejo con el Presidente;
deliberan los negocios del Estado y juzgan las
pocas cuestiones personales que haya.
A este consejo tienen
derecho de asistencia dos sijograntes.
No se toman los acuer-
dos en la mlsma sesion en que se presentan los proyectos, sino en la que se celebra tres dlas despues.
As! se garantiza la
meditacion y se impiden sentencias precipitadas, pues los hombres prefieren sostener una idea falsa antes que retractarse.
Ademas, la presencia de los sijograntes impide que el
Presidente y los traniboros opriman al pueblo o rnuden la for¬ ma de gobierno.
Las cuestiones arduas se someten al parecer
de todos los jilarcos o sijograntes que han de deliberarlas con las familias de su dependencia, y asentados sus juicios por escrito los envlan el Senado.
En casos de suma importancia
se refine el consejo de la isla. Todo el sistema responde a una modalidad democratica, pero sin
prescindir
de
magistraturas
de
ralz
familiar
que
sirven para la fiscalizacion del organo de gobierno. Quiroga:
En sus familias hernos visto que existen jefes
ancianos que las dirigen o padres de ellas, los cuales representan a grupos de varios matrimonios.
Aparte de esta jerar-
qula primaria existen regidores y un principal.
Para elegirlos
divide a todos los pobres del hospital en cuatro cuadrillas que designan cuatro candidatos; los padres o jefes de las familias eligen de entre estos, por votacion secreta, uno o dos, que ejerceran los cargos de principal de tres a seis anos.
De la
misma manera eligen a los regidores, en numero de tres o cuatro, y la duracion de su funcion es anual:
de manera
que ande la rueda por todos los casados habiles .
273
El principal y regidores designan
a
su
vez los dema as Se juntaran
oficiales necesarios para el gobierno del hospital.
cada tercero dia, y asistiran dos padres de familia en lugar de jurados, que representan a todos los pobres del hospital y procuraran que no sean damnificados. El principal es la autoridad
que
a la del rector en orden de jerarquia.
sigue
inmediatamente
Sea manso, sufrido y
no mas aspero y riguroso que lo conveniente. amado mas que temido. una
Nadie procurara
vez elegidos pueden
ser
obligados
al
Procure ser
los cargos, pero desempeno.
El
principal y regidores tienen la facultad de nombrar por sus tandas y remudas a los que han de ir a residir en las estancias o familias rusticas.
En general, este ayuntamiento (p.
22)
mira por el bien comun del hospital, estancias, terminos y obras comunes de el, conforme a las Orderumzas y lo demas que les pareciere convenir, no yendo contra ellas, siempre con acuerdo del rector. Notese
que
aunque
Quiroga
respeta
el
sistema
de
La
Utofia, no deja de emparentar el gobierno de los hospitales, en su terminologia y aun en funciones como la de los jurados, con el regimen de los democraticos ayuntamientos o consejos espanoles. Dispone, siguiendo literalmente a Moro, que los acuerdos no los tomen en la primera reunion, sino pasados dos o tres dias “porque acontece que despues de haber votado se trabaja mas en sustentar su voto cada uno, que en lo del pro y bien de la Republica”.
De sus acuerdos den parte al rector;
anualmente por lo menos visitaran los terminos y tierras del hospital y renovaran los mojonesj conserven tambien las escrituras para evitar litigios. En caso de que surjan pleitos entre los pobres o vecinos \P* 23), el rector y regidores averiguen la verdad, llanamente, sm ir ante Juez, y se sometan aquellos al fallo, pues les conviene mas que pleitear. En el orden penal admite la facultad de expulsar al malo o escandaloso incorregible, al borracho o perezoso. El prin¬ cipal y regidores, con parecer del rector, podran decretarlo. 274
Tengase presente que padres de familia, regidores y prin¬ cipal son todos indigenas.
El rector, que representa la funcion
de tutela es un eclesiastico espanol. Hemos citado tambien el testamento de Quiroga en este aspecto.
IV El cote jo efectuado demuestra, sin posibilidad de duda, la hermandad espiritual de La Utopia con las Orienanzas del obispo michoacano; anadase la repetida confesion de este, en el parecer de 1535, en el sentido de ser la obra de Moro “dechado” de donde tomo la suya.
No obstante, dicha fuen-
te ha permanecido olvidada y se ha interpretado la organizacion de los hospitales-pueblos como creacion original de Qui¬ roga.
A1
incorporar
el
proyecto
a
su
ambito
cultural
y
relacionarlo no solo con La Utopia, sino con la actitud renacentista que en ultimo termino lo inspire, no naufraga el merito de Don Vasco.
No podremos pensar, ciertamente, que
su obra fue fruto de inspiracion individual; mas quedan aclaradas su intencion y la grandeza del proposito. Subsiste, ademas, la fervorosa e ingenua voluntad con que quiso aplicar practicamente lo nacido en su origen como comentario ideal. Por lo que respecta a la suerte de los hospitales-pueblos, los historiadores mexicanos aceptan comunmente un desarrollo feliz; Quiroga, el primero, se mostraba satisfecho de su marcha en el testamento de 1565; en el siglo xvm aseguraba su perduracion Moreno; Riva Palacio admitia en el xix la veneracion que gozaba aun el nombre del obispo entre los indios michoacanos; Leon, ultimamente, habla con entusiasmo de la subsistence de las fundaciones.
Todo ello es posible;
mas el esfuerzo de don Vasco, no debe olvidarse, tenia por objeto crear la humanidad mejor anhelada; ,jseremos los americanos los justos y pacificos utopienses del ideal renacentista? La “Utopia” de Tomas Moro en la Nueva Espana y otros estudios. Con una introduccion por Genaro Estrada. Mexico, Antigua Libreria Robredo, 1937. Biblioteca Historica Mexicana de Obras Ineditas, num. 4, pp. 4_IS275
ANTONIO ACEVEDO ESCOBEDO [Aguascalientes, Ags., 1909]
Con los relatos de Sirena en el aula (1935), se dio a conocet Antonio Acevedo Escobedo quien, con posterioridad, solo ha impreso dos libros mas: una farsa popular para teatro guignol y una serie de finas, cordiales evocaciones de su provincia, Los dias de Aguascalientes.
Estas estampas pertenecen a la
misma jamilia liter aria de Viajes al siglo xix, de Fernandez Ledesma, y de Laudanza de Michoacan, de Maillefert, pero adquieren individualidad en el estilo propio de Acevedo Es¬ cobedo, hecho de ironia, sencillez y discreta emocion. Ademas de estos libros, Acevedo Escobedo ha sido, a lo largo de muclios ahos, un comfrensivo registrador del -pulso de las letras. Las secciones de esta naturaleza publicadas en El Libro y el Pueblo, en Letras de Mexico y en el diario El Nacional, conservan una imagen muy justa de cuanto ocurrta, interesaba 0 'pensaban los escritores contempordneos. En union de Miguel N, Liray Acevedo Escobedo dirigio la revista Universidad (1936-1938). Ensayos:
Los dias de Aguascalientes, 1952
(Prologo de M. Picon-Salas).
PAUSA DEL QUINQUfi
Como escueto motivo de reeordacion romantica, el tema del qumque se mantiene rodeado de entranables atributos. Tal vez nuestros nietos, de aqui a unos lustros, no alcancen a conocer esos aparatos —como se les llama aun en la provincia— mas que a traves de las referencias ineludibles en las novelas del siglo xix o de las paginas, para entonces doblemente amarillcntas, de las antiguas revistas. Las noches modernas alumbradas mediante la electricidad dan a los contornos de las cosas su linea cabal, desnuda, estncta. 276
El ingemo debe apurarse ahora hasta limites casi insu-
perables para ocultar a plena luz las deformaciones inherentes a un rostro, una escultura o un traje.
QQuien puede acla-
rarnos si, merced a la deficiencia del alumbrado, Mefistofeles confundio a una angula con un homunculo en la magica retorta del doctor Fausto?) Los quinques apenas surgen hoy, en las ciudades, perdidos al fondo del escaparate de un bazar.
Se encuentra con
ellos nuestra mirada distraida, y maquinalmente se suscita en la imaginacion un como halito de claridad suavisima que deja recomponer, al fondo de los anos, calidas escenas irrecuperables: nuestra madre que entraba en la habitacion, quinque en rnano, con un semblante amplificado de bondades, mientras la sombra de su cuerpo borraba los angulos y superficies de las paredes, hasta dejar en torno una sola y tremula pantalla de penumbra; la tranquila tertulia de las noches, con la callada vibracion de la mecha iluminando un amarillo as de oros, un vaso de te, una sota de bastos, unos cuadernos escolares, unos rostros conocidos; unas libelulas azules alia por los veranos—■ revoloteando sin concierto en torno al universo de la lampara. . . El mismo surgimiento del quinque tiene algo de esas novelas que solian llamarse de mucha intriga.
Cuando el fisico
Argand invirtio sus desvelos en dar al mundo el permanente beneficio de la lampara, a fines del siglo xvm, era auxiliado por un colaborador sumiso y diligente.
Con la parsimonia e
indolencia propias de un sabio, no se apresuro a patentar desde luego el invento.
Y fue asi como su colaborador, el soli-
cito, el muy taimado Quinquet, introdujo en la formula una pequena variante, se apropio del ajeno trabajo y al registrar la patente a su nombre adquirio bienestar y renombre perdurabies.
Dice la historia que Argand incurrio en el mal gusto
de volverse loco.
Con ello demostraba la pesadumbre que le
producia el despojo y a la vez evitaba complicaciones a sus futuros biografos. (Es mas facil cortar por lo insano.) F,1 siglo xix, esa centuria tradicionalmente vilipendrada no obstante los avances que comporto en la historia del espiritu y k cmlizacion, fue el siglo del quinque.
Toda su m277
tensa trayectoria vital, con sus correspondientes menesteres de amar, luchar y construir, es alumbrada por el resplandor difuso, anaranjado, del quinque. No es posible concebir en una atmosfera distinta las noches febriles y languidas de madame Bovary; las crisis terrorificas de Dostoievsky; los raptos de creacion de Balzac, entre negros torrentes de cafe; la arrebatada exaltacion de Chateau¬ briand, paseada por dos contmentes, estrechos para su sed de aventura; la figura escogida y valerosa de Zola componiendo las clausulas tajantes de su J’acusse. . . En las salas familiares moderadamente pomposas, cuando se cumplia el lento ritual de las visitas, o en las mesas de juego donde los tahures aspiraban a descargar un poco de su peso al clasico vellocmo, la restringida intensidad de aquellas lamparas inducia a las gentes a aproximarse entre si, a apretar el nudo de las intimidades. Como tambien sabian que fuera de ese magico circulo de luz la sombra se apelotonaba en ambitos espaciosos, y el hombre, por mciertos complejos, nunca llega a librarse por entero de un escondido temor a la tiniebla, tales minusculos factores producian, con espontanea naturalidad, un auge solido y duradero en la amistad de todos. To da vi a en muchos pueblos del interior, y aun en ciudadeS donde las tanfas del servicio de energia electrica Began a Bm.tes no accesibles para todos, el quinque sigue presidiendo tibia tutela
, en las piezas con vista a la calle, el reposado
lurmurar de unas gentes que, merced al paralelo que eSPdable venficar en nuestros dias, adquieren ante ese resplandor, ya desusado, ciertos contornos espectrales
tiI.m»PTZd„,Urbadt,ram"1,,e Ia imaSin«ci6„, cuando „oS
P
278
ks pi8inss de las
dd
Hoy nos parece casi inadmisible que los quinques hayan auspiciado tantos menesteres, desinteresados o turbios, utiles o perjudiciales a nuestros semejantes, que las horas de la noche permiten desarrollar; pero lo cierto es que el mundo no vio entonces interrumpido su impulso progresista, ni tampoco existian las legiones de gente de toda edad y condicion, con unos ojos miopes y astigmaticos que requieren auxilio arti¬ ficial para no perderse una escena de este gran teatro del mundo. Los
dias
de
Aguascalientes,
Editorial
Stylo,
Mexico,
1953,
pp. 55-8.
279
LEOPOLDO ZEA [Mexico, D. F., 1912] Se initio en la filosofta hacia 1939 como disctpulo del doctor Jose
Gaos,
orientador definitivo de su
vocation filosofica,
'pues sus escritos iniciales eran de intention literaria.
Sobre
filosofta griega jueron sus primeros estudios; mas tarde el examen
del positivismo en Mexico y
en
Hispanoamerica lo
decidio por los temas propnos; en los ultimos anos, jiel a esta linea, se ha consagrado a la investigation de la filosofta “del mexicano ’ y a impulsar el estudio de la historia de las ideas en' America.
El historicismo, el existencialismo y la concef-
cton histonca de Toynbee han sido sus principales afimdades filosoficas. La calidad de los estudios de Zea no radica en la brillantez del estilo o de la exposition, sino en el rigor y la concentracion mentales, en la extraordinaria disciplina y en la pasion con que su autor se entrega a sus tareas filosoficas, min en sus aspectos menos academics.
De aht la fuerza que pone en
sus polemtcas y la intima persuasion que da vida a sus escritos. ,n ,la Universt dad National, donde profesa su esfeciaItdad, htzo Leopoldo Zea sus estudios par a graduarse como maestro y doctor en Filosofta.
Ha viajado y sustentado con¬
fer enctasen America y Europa, en misiones relacionadas con la filosofta, y su nombre es conocido y respetado en los centres f*ZtC°l mUni°- Form6 e im?uh6 d srupo Hiperion, “I Tm' ™? y em fen ado en la indagacion filoer d\ Me:XtC0. y lo. mexicano", tema y nombre de una ' eiesante coleccton editorial dirigida por Zea. Ensayos: Superbus philosophy, 1942—El positivismo en Mexico
ioa.7
,M tiGZNLNl7iT°r"u‘'
.949-1
filosofta, 1943.—El losofia en Mexico, en Iberoamerica,
280
i9„._EsouemaZT
1956.—Del liberalism "'’
h0mbTe r \* Mexico, 1C)^-~La filstorf?
las
ideas
EN TORNO A UNA FILOSOFIA AMERICANA
Hace algunos anos un joven maestro mexicano, Samuel Ra¬ mos, lanzaba al publico un libro que causo expectacion. En este libro, llamado El ferjil del hombre y la cultura en Mexi¬ co, se hacia un primer ensayo de interpretacion de la cultura en Mexico, la cual era motivo de interpretacion filosofica. La filosofia descendia del mundo de los entes ideales hacia un mundo de entes concretos como lo es Mexico, simbolo de hombres que viven y mueren en sus ciudades y sus campos. Esta osadia fue calificada despectivamente de “literature”.
La filo¬
sofia no podia ser otra cosa que un ingenioso juego de palabras tomadas de una cultura ajena, a las que por supuesto faltaba un sentido, el sentido que tenian para dicha cultura. Aiios mas tarde otro maestro, esta vez un argentino, Fran¬ cisco Romero, hacia hincapie en la necesidad de que Ibero¬ america se empezase a preocupar por los temas que le son propios, por la necesidad de ir a la historia de su cultura y sacar de ella los temas de una nueva preocupacion filosofica. Solo que esta vez su exhortacion se apoyaba en una serie de fenomenos culturales que senala en un articulo titulado “Sobre la filosofia en Iberoamerica”.
En este articulo nos muestra
como el interes por los temas filosoficos en Iberoamerica ha ido creciendo dia a dia.
El gran publico sigue y solicita con
interes los trabajos de tipo o indole filosofica, de donde han surgido numerosas publicaciones: libros, revistas, articulos de periodico, etc.; asi como la formacion de institutes o centres de estudios filosoficos donde se practica tal actividad. Este interes por la filosofia aparece en contraste con otras epocas en las cuales dicha actividad era labor de unos cuantos e incomprendidos hombres. o la catedra.
Labor que no trascendia el cenaculo
Ahora se ha llegado a lo que Romero llama una
“etapa de normalidad filosofica”, es decir, a una etapa en que el ejercicio de la filosofia es visto como funcion ordinaria de la cultura al igual que otras actividades de indole cultural. El filosofo deja de ser un extravagante al que nadie interesa 281
entender para convertirse en un miembro de la cultura de su pais.
Se establece una especie de “clima filosofico”, es decir,
una opinion publica que juzga sobre la creacion filosofica, obligando a esta a preocuparse por los temas que agitan a quienes forman la llamada “opinion publica”. Ahora bien, hay un tema que preocupa no solo a unos cuantos hombres de nuestro continente, sino al hombre americano en general. Este tema es el de la posibilidad o imposibilidad de una cultura americana, y como aspect© parcial
del
mismo, el de la posibilidad o imposibilidad de una filosofia americana.
Podra existir una filosofia americana si existe una
cultura americana de la cual dicha filosofia tome sus temas. De que exista o no una cultura americana, depende el que exista o no una filosofia americana.
Pero el plantearse y tra-
tar de resolver tal tema, independientemente de que la respuesta sea afirmativa o negativa, es ya hacer filosofia ameri¬ cana puesto que trata
de
contestar en
negativa una cuestion americana.
forma
afirmativa
o
De donde trabajos como el
de Ramos, Romero y otros que sobre tal tema se hagan, cualesquiera que sean sus conclusiones, son ya filosofia americana. El tema de la posibilidad de una cultura americana es un tema impuesto por nuestro tiempo, por la circunstancia histories en que nos encontramos.
Antes de ahora el nombre
americano no se habla hecho cuestion de tal tema porque no le preocupaba.
Una cultura americana, una cultura
propia
de^ hombre americano era un tema intrascendente, America vivia comodamente a la sembra de la cultura europea.
Sin
embargo, esta cultura se estremece en nuestros dlas, parece haber desaparecido en todo el continente europeo.
El hom¬
bre americano que tan confiado habla vivido se encuentra con que la cultura en la cual sc apoyaba le falla, se encuen¬ tra con un futuro vaclo, las ideas a las cuales habla prestado su fe se transforman en artefactos inutiles, sin sentido, carentes de valor para los autores de las mismas. Quien tan confiado habia vivido a la sombra de un arbol que no habla plantado se encuentra en la intemperie cuando el plantador lo corta v ccha al fuego por inutil. 282
Ahora tienc que plantar su pro-
pio arbol cultural, hacer sus propias ideas; pero una cultura no surge de milagro, la semilla de tal cultura debe tomarse de alguna parte, debe ser de alguien. Ahora bien •—y este es el tema que preocupa al hombre americano—•, jde donde va a tornar esta semilla? iA
que
Es decir,
ideas va a prestar su
,ique ideas va a desarrollar? fe?
,jContinuara prestando
su fe y desarrollando las ideas heredadas de Europa?
jO exis-
te un conjunto de ideas y temas a desarrollar propios de la circunstancia americana? O bien, ^'habra que inventar estas ideas?
En una palabra, se plantea el problema de la existen¬
ce o inexistencia de ideas propias de America, asi como el de la aceptacion o no de las ideas de la cultura europea ahora en crisis. Mas concretamente, el problema de las relaciones de America con la cultura europea, y el de la posibilidad de una ideologia propiamente americana.
2
Por lo anterior queda visto que uno de los primeros temas para una filosofia americana es el de las relaciones de Ame¬ rica con la cultura europea.
Ahora bien, lo primero que cabe
preguntarse es el tipo de relacion que tiene America respecto a dicha cultura.
No ha faltado quien compare esta relacion a
la que tiene el Asia frente a la misma cultura europea. Se considera que America como Asia no ha asimilado de Europa mas que la tecnica. cultura
Pero de ser asi
americana?
Para
el
Jcual seria lo propio de la
asiatico
lo
que
de
la
cultura
europea ha adoptado es considerado como algo superpuesto, que ha tenido necesariamente que adoptar debido a la alteracion de su circunstancia al intervenir en ella el europeo,
Pero
lo que de la cultura europea ha adoptado no es propiamen¬ te la cultura, es decir, un modo de vivir, una concepcion del mundo, sino unicamente sus instrumentos, su tecnica. El asia¬ tico se sabe heredero de una cultura milenaria que ha ido pasando de padres a hijos, de donde se sabe dueno de una cultura propia.
Su concepcion del mundo es practicamente
opuesta a la del europeo.
Del europeo no ha adoptado sino 283
su tecnica, y esto, obligado por el mismo europeo al intervenir con su tecnica en lo que era circunstancia propiamente asiatica.
Nuestros dias estan mostrando lo que puede hacer
un asiatico con una concepcion del mundo que le es propia sirviendose de una tecnica europea.
A tal hombre le tiene
muy sin cuidado el porvenir de la cultura europea y, si, tratara de destruirla si se interpone o sigue interviniendo en lo que considera su cultura propia. Ahora bien,
Jpodemos pensar nosotros los americanos lo
mismo respecto a la cultura europea?
Pensar tal cosa es con-
siderar que somos poseedores de una cultura que nos es propia y que acaso no ha alcanzado expresion porque Europa nos ha estorbado.
Entonces si cabria pensar que este es el momento
oportuno para liberarnos culturalmente. De ser asi, la crisis de la cultura europea nos tendria sin cuidado.
En vez de que
tal crisis se nos presentase como un problema, se presentaria conto una solucion.
Pero no es asi: la crisis de la cultura
europea nos preocupa hondamente, la sentimos como crisis propia. Y es que el tipo de relacion que como americanos tenemos con la cultura europea es distinto del que tiene el asiatico con la misma.
Nosotros no nos sentimos, como el asiatico,
heredcros de una cultura propia de America, autoctona.
Exis-
tio, si, una cultura indigena —azteca, maya, inca, etc.—, pero no representa para nosotros, americanos actuales, lo que representa la antigua cultura oriental para los actuales asiaticos. Mientras el asiatico continua smtiendo el mundo como lo sintieron sus antepasados,
nosotros,
americanos,
cl mundo como lo sintio un azteca o un maya.
no sentimos De ser asi,
sentiriamos por las divinidades v templos de la cultura precolombina la misma devocion que siente el oriental por sus antiquisimos dioses y templos. Un templo maya nos es tan ajeno y sin sentido como un templo hindu. Lo nuestrcg lo propiamente americano, no esta en la cul¬ tura precolombma.
^Esta en lo europeo? Ahora bien, frente
a la cultura europea nos sucedc algo raro, nos servimos de ella pero no la consideramos nuestra, nos sentimos “imitadores” 284
de ella.
Nuestro modo de
pensar,
nuestra Concepcion
del
mundo, son semej antes a los del europeo. La cultura europea tiene para nosotros el sentido del que carece la cultura precolombina. Y sin embargo’, no la sentimos nuestra. Nos sentimos como bastardos que usufructuan bienes a los que no tienen derecho.
Nos sentimos igual al que se pone un traje que no
es suyo, lo sentimos grande. demos adaptarnos a ellas.
Adaptamos sus ideas pero no po-
Sentimos que debiamos realizar los
ideales de la cultura europea, pero nos sentimos incapaces de tal tarea, nos basta admirarlos pensando que no estan hechos para nosotros.
En esto esta el nudo de nuestro problema: no
nos sentimos herederos de una cultura autoctona, pues esta ca¬ rece de sentido para nosotros; y la que como la europea tiene para nosotros un sentido no la sentimos nuestra. Hay algo que nos inclina hacia la cultura europea, pero que al mismo tiernpo se resiste a ser parte de esta cultura. Nuestra concepcion del mundo es europea pero las realizaciones de esta cultura las sen¬ timos ajenas, y al intentar realizar lo mismo en America, nos sentimos imitadores. Lo que nos inclina hacia Europa y al mismo tiernpo se resiste a ser Europa es lo propiamente nuestro, lo americano. America se siente inclinada hacia Europa como el hijo hacia el padre, pero al mismo tiernpo se resiste a ser su propio pa¬ dre, esta resistencia se nota en que a pesar de que se siente inclinada hacia la cultura europea al realizar lo que ella realiza se siente imitadora, no siente que realice lo que le es propio, sino lo que solo puede realizar Ehropa. nos cohibidos,
inferiores al europeo.
De aqui este sentirEl
mal esta
sentimos lo americano, lo propio, como algo inferior.
en
que
La re¬
sistencia de lo americano a ser europeo es sentido como incapacidad.
Pensamos como europeos, pero no nos basta esto,
queremos ademas realizar lo mismo que realiza Europa. El mal esta en que queremos adaptar la circunstancia americana a una -concepcion del mundo que heredamos de Europa, y no adaptar esta concepcion del mundo a la circunstancia ameri¬ cana.
De aqui que nunca se adapten las ideas y la realidad.
Necesitamos de las ideas de la cultura europea, pero cuando
las ponemos en nuestra circunstancia las sentimos grandes porque no nos atrevemos a adaptarlas a esta circunstancia. Las sentimos grandes y no nos atrevemos a recortarlas; preferimos el ridiculo de quien se pone un traje que no le acomoda. Y es que hasta hace muy poco el americano queria olvidar que lo era para sentirse un europeo mas.
Lo que equivale a que un
hijo olvidase que es hijo y quisiese ser su propio padre; el resultado tenia que ser una burda imitacion.
Y esto es lo que
siente el americano, que ha tratado de imitar y no de realizar su personalidad. Alfonso Reyes nos dibuja con mucha gracia esta resistencia del americano a ser americano.
El americano sentia “enci-
ma de las desgracias de ser humano y ser moderno, la muv especifica de ser americano; es decir, nacido y arraigado en un suelo que no era el foco actual de la civilizacion, sino una sucursal del mundo”.* una gran
desgracia,
Ser americano habia sido hasta aver
porque
no nos
permitia
ser
europeos.
Ahora es todo lo contrano! el no habcr podido ser europeos, a pesar de nuestro gran empeno, permite que ahora tengamos una personalidad; permite que en este momento de crisis de la cultura europea sepamos que existe algo que nos es pro¬ pio, y que por lo tanto puede servirnos de apoyo. Que sea este algo es uno de los temas que debe plantearse una filosofia americana.
3 America es hi j a de la cultura europea, surge en una de sus grandes crisis. Su descubrimiento no es un simple azar, sino el resultado de una necesidad. Europa necesitaba de America; en la cabeza.de todo europeo estaba la Idea de America, la idea de una tierra de promision. Una tierra en la cual el hombre europeo pudiese colocar sus ideales, una vez que no podia seguir colocandolos en lo alto.
Ya no podia colocarlos en el
ci.O' Gracias a la nueva fisica el cielo dejaba de ser.aloiam.ento de ideales para convertirse en algo ilimitado, en un * Alfonso Reyes, “Notas sobre la inteligencia americana”. Revista Sur, Buenos Aires, Sept., 1936, num. 24. 286
infinite mecanico y por lo tanto muerto. La idea de un mundo ideal descendio del cielo y se coloco en America.
De aqui
que el hombre europeo saliese en busca de la tierra ideal y la encontrase. El europeo necesitaba desembarazarse de una concepcion de la vida de la cual se sentia harto, necesitaba desembara¬ zarse de su pasado, iniciar una vida nueva.
Hacer una nueva
historia, bien planeada y calculada, en la que nada faltase ni sobrase. Lo que el europeo no se atrevia a proponer abiertamente en su tierra lo daba por hecho esa tierra nueva llamada America.
America era el pretexto para criticar a Europa. Lo
que se querla que fuera Europa fue realizado imaginariamente en America.
En estas tierras fueron
imaginadas fantasticas
ciudades y gobiernos que correspondian al ideal del hombre moderno. America fue presentada como la idea de lo que Europa debia de ser. America fue la Utopia de Europa. El mundo ideal conforme al cual debia rehacerse el viejo mundo de
Occidente.
En
una
palabra:
America
fue
la
creacion
ideal de Europa. America surge a la historia como una tierra de proyectos, como una tierra del futuro, pero de unos proyectos que no le son propios, y de un futuro que tampoco es suyo. proyectos y este futuro son de Europa.
Estos
El hombre europeo
que ha puesto sus pies en esta America —confundiendose con la circunstancia americana, dando lugar al hombre americano no ha sabido ver lo propio de America, pues solo ha tenido ojos para lo que Europa ha querido que fuera.
Al no encon-
trar lo que la fantasia europea habia puesto en el continente americano, se ha sentido decepcionado, lo cual da lugar al desarraigo del hombre americano frente a su circunstancia. El americano se siente europeo por su origen, pero inferior a este por su circunstancia.
Se transforma en un inadaptado,
se considera superior a su circunstancia e inferior a la cultura de la cual es origen. Siente desprecio por lo americano y resentmnento contra lo europeo. El americano, en vez de tratar de realizar lo propio de America, se ha empenado en realizar la Utopia europea, tro287
pezando como es de suponer con la realidad americana que se resiste a ser otra cosa que lo que es, America.
Esto ha
dado lugar al origen de inferioridad del que ya hemos hablado.
La realidad circundante es considerada por el americano
como algo inferior a la que cree su destino.
Este sentimiento
se ha mostrado en la America sajona como un afan por realizar en grande lo mismo que Europa ha realizado para satisfacer necesidades que le son propias. Norteamerica se ha empehado en ser una segunda Europa, una copia en grande. No im¬ ports la creacion propia, lo que importa es realizar los modelos europeos en grande y con la maxima perfeccion. reduce a numeros: tanto dolares o tanto metros.
Todo se
En el fondo
lo unico que se quiere hacer con esto es ocultar un sentimiento de inferioridad. El norteamericano trata de demostrar que tiene tanta capacidad como el europeo, y la forma de demostrarlo es haciendo, en grande y con mayor perfeccion tecnica, lo mismo que ha hecho el europeo.
Pero con esto no ha de-
mostrado capacidad cultural, sino simplemente tecnica; puesto que la capacidad cultural se demuestra en la solucion que se da a los problemas que se plantean al hombre en su existencia, y no en la imitacion mecanica de soluciones que otros hombres se han dado a si mismos en sus problemas propios. En cuanto al hispanoamericano, se ha conformado con sentirse inferior no solo al europeo, sino tambien el norte¬ americano.
No solo no trata de ocultar su sentimiento de in¬
ferioridad, sino que lo exhibe autodenigrandose.
Lo unico
que ha tratado hasta hoy ha sido vivir lo mas comodamente a la sombra de ideas que sabe que no le son propias.
Lo que
importa no son las ideas sino la forma como vivir de ellas
De
aqui que nuestra politica se haya transformado en burocracia. La politica deja de ser un fin y se convierte en un instru¬ ment para alcanzar un determinado puesto burocratico. No importan las banderas m los ideales, lo que importa es que estas banderas o ideales permitan puesto.
alcanzar un determinado
De aqu, esos milagrosos y rapidos cambios de bandera
y de ideales, de aqui tambien ese estar siempre proyectando, planeando, sin alcanzar nunca resultados definitivosf 288
Conti-
nuamente se esta ensayando y proyectando de acuerdo con ideologias siempre cambiantes.
No hay un plan a realizar poi
todos los nacionales, porque no hay sentido de nacion.
Y no
hay sentido de nacion por la misma razon por la cual no ha habido sentido de lo americano. Quien se siente inferior como americano se siente tambien inferior como nacional, como miembro de una de las naciones del continente americano. Y no se piense que tiene sentido de nacion el nacionalista rabioso que habla de hacer una cultura mexicana, argentina, chilena o de cualquier otro pais americano, excluyendo todo cuanto huela a extranjero. No, en el fondo no tratara sino de eliminar aquello frente a lo cual se siente inferior.
Tal
es el caso de quienes consideran que este es el momenta oportuno para eliminar de nuestra cultura todo lo europeo. Esta seria una postura falsa; queramos o no, somos hijos de la cultura europea.
De Europa tenemos el cuerpo cultural,
lo que podemos llamar el armazon: lengua, religion, costumbres; en una palabra, nuestra concepcion del mundo y de la vida es europea.
Desprendernos de ella seria desprendernos
del meollo de nuestra personalidad.
No podemos renegar de
dicha cultura, como no podemos renegar de nuestros padres. Pero asi como sin renegar de nuestros padres tenemos una personalidad que hace que ninguno nos confunda con ellos, asi tambien tendremos una personalidad cultural sin renegar de la cultura de la cual somos hijos. El ser conscientes de nuestras verdaderas relaciones con la cultura europea elimina todo sentimiento de inferioridad, dando lugar a un “sentimiento de responsabilidad”.
Este sentimiento es el que anima
en nuestros dias al hombre de America.
El americano consi¬
der que ha llegado a su “mayoria de edad” y, como todo hombre que ha llegado a su mayoria de edad, reconoce que tiene un pasado sin renegar de el, de la misma forma que nin¬ guno de nosotros se avergiienza de haber tenido una infancia. El hombre americano se sabe heredero de la cultura occidental y reclama su puesto en ella. colaborador.
El puesto que reclama es el de
Hijo de tal cultura no quiere seguir viviendo
de ella sino trabajando para ella.
En nombre de esta Ame289
rica que se siente responsable, un americano, Alfonso Reyes, reclamo a Europa “el derecho a la ciudadania universal que ya hemos conquistado” considerando que va “hemos alcanzado la mayorla de
edad”.*
America se
encuentra
en
el
momento historico en que tiene que realizar su mision cultu¬ ral. Cual sea esta mision, es otro tema mas a desarrollar por lo que hemos llamado filosofla americana.
4 Conocidas nuestras relaciones culturales con Europa, una mas de las tareas de esta posible filosofia americana seria la de contmuar el desarrollo de los temas de la filosofia propios de esa cultura, pero en especial los temas que la filosofia euro¬ pea considera como temas universales.
Es decir, temas cuya
abstraccion hace que valgan para cualquier tiernpo o lugar. Tales temas son los del ser, el conocimlento, el espacio, el tiernpo, Dios, la vida, la muerte, etc.
Una filosofia americana
colaboraria en la cultura occidental tratando de resolver los problemas que tales temas planteasen y que no hubiesen sido resueltos por la filosofia europea, o cuya solucion no fuese satisfactory.
Ahora bien, podrian pensar —aquellos a quie-
nes interese hacer una filosofia con un sello americano—- que esto no puede interesar a una filosofia que se preocupe por lo propiamente americano.
Sin embargo, no seria asi.
Porque
tanto los temas que hemos llamado universales como los temas propios de la circunstancia americana se encuentran estrechamente ligados. A1 tratar unos tenemos necesidad de tratai los otros.
Los temas abstractos tendran que ser vistos desde la
circunstancia
propia
del
hombre
americano.
Cada
hornbre
v€ra_ de cstos temas aquello que mas se amolde a su circuns¬ tancia y los enfocara desde el punto de vista de su interes, el cual se
halla
determinado tanto por
su
modo
de
vida
como por su capacidad o incapacidad, en una palabra, por su circunstancia.
En el caso de America, su aportacion a la filo-
* A. Reyes, op. cit. 2QO
sofia de dichos temas estara tenida por la circunstancia americana.
De
aqui
que
al
proponernos
enfocaremos como temas propios.
temas
abstractos, los
El ser, Dios, etc., aunque
temas validos para cualquier hombre, seran temas cuya solucion se daria desde un punto de vista americano.
De estos
temas no podriamos decir lo que son para todo hombre, sino lo que son para nosotros hombres de America.
El ser, Dios, la
muerte, etc., serian lo que tales abstracciones representan para nosotros. No se olvide que toda la filosofia europea ha trabajado en torno a los mismos temas pretendiendo ofrecer soluciones de caracter universal.
Sin embargo', el resultado ha sido un
conjunto de filosofias que se diferencian unas de otras. A pesar del afan de universalidad de todas ellas, ha resultado una filosofia griega, una filosofia cristiana, una filosofia francesa, una filosofia inglesa y una filosofia alemana.
En la misma
forma, independientemente de que intentasemos realizar una filosofia americana,- a pesar de que tratasemos de dar solu¬ ciones de caracter universal, nuestras soluciones llevarian la marca de nuestra circunstancia. Otro tipo de tema a tratar por nuestra posible filosofia serian los temas propios de nuestra circunstancia.
Es decir,
que esta nuestra posible filosofia debe tratar de resolver los problemas que nuestra circunstancia nos plantea.
Este punto
de vista es tan legitimo como el anterior y valido como tema filosofico.
Como americanos tenemos una serie de problemas
que solo se dan en nuestra circunstancia y que por lo tanto solo nosotros podemos resolver.
Su planteamiento no amengua-
ria
nuestra
el
caracter
filosofico
de
filosofia;
porque
esta
trata de resolver los problemas que se plantean al hombre en su existencia. De donde los problemas que se plantean al hombre americano tendran que ser propios de la circunsiancia en donde existe. Dentro de estos temas esta el de nuestra historia. La historia forma parte de la circunstancia del hombre: lo configura y perfila, haciendolo capaz para unas determinadas tareas e incapaz para otras. De aqui que tengamos que contar con nuestra historia, pues en ella encontraremos la fuente de nues291
tras capacidades e incapacidades. rando
nuestro
pasado,
No podemos continuar igno-
desconociendo
nuestras
experiencias,
pues sin su conocimiento no podemos considerarnos maduros. Madurez, mayoria de edad, es experiencia.
Quien ignora su
historia carece de experiencia, y quien carece de experiencia no puede ser hombre maduro, hombre responsable. Por lo que se refiere a la historia de nuestra filosofia, se pensara que en ella no podemos encontrar otra cosa que malas copias de los sistemas de la filosofia europea.
En efecto, esto
sera lo que encuentre quien busque en ella sistemas filosoficos propios de esta nuestra America tan vTaliosos como los europeos. Pero esta seria una mala optica; hay que ir a la historia de nuestra filosofia desde otro punto de vista.
Este otro punto
de vista debe ser el de nuestras negaciones, el de nuestra incapacidad para no hacer otra cosa que malas copias de los modelos europeos.
Cabe preguntarnos por que no tenemos
una filosofia propia, y la respuesta quiza sea una filosofia propia.
Puesto que nos descubriria un modo de pensar que nos es
propio, que acaso no ha necesitado expresarse en las formas usadas por la filosofia europea. una
Tambien cabe preguntarnos por que nuestra filosofia es mala copia” de la filosofia europea. Porque en este
ser una mala
copia
acaso se
encuentre
tambien
lo propio
dc una filosofia americana. Porque el ser mala copia no implica que sea necesariamente mala, sino simplemente distinta. Acaso nuestro sentimiento de inferioridad ha hecho que consideremos como malo lo que nos es propio, unicamente porque no se parece, porque no es igual a su modelo.
Reconocer que
no podemos reahzar los mismos sistemas de la filosofia europea
no es reconocer que somos inferiors a los autores de
j fllosofia> es sol° reconocer que somos diferentes. Partiendo de este supuesto no veremos en lo hecho por nuestros filosofos un conjunto de malas copias de la filosofia europea
sino
interpretaciones de esta filosofia hechas por americanos
Lo
amencano estara presente a pesar del intento de objetividad de nuestros filosofos. Lo amencano estara presente independientemente de los intentos de despersonalizacion. 292
5 La filosofia en su caracter universal se ha preocupado por uno de los problemas que mas han agitado al hombre en todos los tiempos, el de las relaciones del hombre con la sociedad. tema se ha planteado como polltica, preguntandose
Este
por la
forma de organizacion de estas relaciones, la organizacion de la convivencia.
El encargado de estas relaciones es el Estado,
de aqui que la filosofia se haya preguntado por quien debe estar formado, quien debe gobernar.
El Estado debe cuidar
de que no se rompa el equilibrio que existe entre el individuo y la sociedad; debe cuidar de que no se caiga ni en la anarquia ni en el totalitarismo.
Ahora bien, para poder obtenerse
este equilibrio es menester una justificacion moral.
La filo¬
sofia trata de ofrecer esta justificacion, de donde to da abstraccion metafisica culmina en una etica y en una polltica. Toda idea metafisica sirve de base a un hecho concreto, de justificacion a un tipo de organizacion polltica casi siempre propuesta. Tenemos multitud de ejemplos filosoficos en los cuales la abstraccion metafisica sirve de base a una construccion politica.
Un ejemplo lo tenemos en la filosofia platonica cuya
teoria de las Ideas sirve de base y justificacion a la Republica. En La ciudad de Dios de San Agustin tenemos un ejemplo mas; la comunidad cristiana, la Iglesia, se apoya en un ente metafisico que en este caso es Dios. Las utopias del Renacimiento son otros ejemplos en los cuales el racionalismo justifica
formas de
gobierno
actual democracia.
de
las cuales ha
surgido
nuestra
Algun pensador ha dicho que la Revo-
lucion Francesa encuentra su justificacion en El discurso del metodo de Descartes.
La dialectica de Hegel invertida por
el marxismo ha dado lugar a formas de gobierno como el comunismo. El mismo totalitarismo ha querido justificarse metafisicamente buscando tal justificacion en las ideas de Nietz¬ sche Sorel o Pareto. Muchos otros ejemplos mas se pueden encontrar en la historia de la filosofia, en los cuales la abs¬ traccion metafisica sirve de base a una practica social o po-
litica. 293
Lo visto nos indica como la teoria y la practica deben marchar juntos.
Es menester que los actos materiales
del
hombre queden justificados por ideas, pues es esto lo que le hace ser distinto a los animales.
Ahora bien, nuestra epoca
se ha caracterizado por la ruptura entre las ideas y la reali¬ dad.
La cultura europea se encuentra en crisis debido a tal
ruptura. El hombre se encuentra falto de una teoria moral que justifique sus actos, de aqui que no haya podido resolver el problema de su convivencia, y lo unico que ha logrado es caer en los extremos, en la anarqula y en el totalitarismo. Las diversas crisis de la cultura occidental han sido crisis por falta de ideas que justifiquen los actos humanos, la exis¬ tence del hombre. Cuando unas ideas han dejado de justificar dicha existencia, ha sido menester que el hombre busque otro conjunto de ideas. La historia de la cultura occidental es la historia de la crisis que el hombre ha sufrido al romperse la coordination que existia entre las ideas y la realidad.
La
cultura occidental ha ido de crisis en crisis salvandose unas veces en las ideas, otras en Dios, otras en la razon, hasta nuestros dias en que se ha quedado sin ideas, Dios y razon.
La
cultura esta pidiendo nuevas bases sobre las cuales apoyarse. Ahora bien, esta peticion parece desde nuestro punto de vista casi practicamente imposible. Sin embargo, este punto de vista es el de hombres en crisis, y no podia ser de otra manera, porque si nos pareciese facil resolver tal problema no seriamos hombres en crisis.
Pero cl hecho de que estemos en crisis y
no tengamos la solucion anhelada, no quiere decir que no exis'ta. Hombres que como nosotros se han encontrado en otras epocas en crisis han sentido el mismo pesimismo; sin embar¬ go, la solucion ha sido encontrada.
No sabemos que valores
pueden sustituir a los que vemos hundirse, pero lo que si es seguro es que surgiran, y a nosotros los americanos corresponde colaborar en tal tarea. F , De lo antcri01‘ podemos concluir sobre otro tipo de tarea mas para una posible ftWia americana. La cultura occidenta
de la cual somos hijos y herederos necesita
valores sobre los cuales apoyarse. 294
de
nuevos
Ahora bien, estos valores
tendran que ser abstraidos de nuevas experienclas humanas; de las experiencias resultantes al encontrarse el hombre en nuevas circunstancias como son las que ahora se ofrecen. Ame¬ rica, dada su particular posicion, puede aportar a la cultura la novedad de
sus experiencias todavia no explotadas.
De
aqui que sea menester que diga al mundo su verdad; pero una
verdad sin
pretensiones,
una verdad
sincera.
Cuantas
menos pretensiones tenga sera mas sincera y mas propia. Ame¬ rica no debe pretender erigirse en directora de la cultura de Occidente; lo que debe pretender es hacer pura y simplemente cultura.
Y esto se hace tratando de resolver los proble-
mas que se le planteen desde su propio punto de vista, el americano. America y Europa se encontraran despues de esta crisis en situaciones sernejantes. Ambas tendran que resolver el misrno problema: el de que forma de vida deberan adoptar frente a las nuevas circunstancias que se presenten. Ambas tendran que continuar la tarea de la cultura universal que ha sido interrumpida, pero con la diferencia de que esta vez America no podra seguir manteniendose a la sombra de lo que Europa vava realizando, porque ahora no hay sombra, no hay lugar donde apoyarse. Por el contrario, es America la que se encuentra en un momento privilegiado que acaso no dure rnucho, pero que debe ser aprovechado para iniciar la tarea que le corresponde como miembro ya adulto de la cultura occidental. Una filosofia americana debera iniciar esta su tarea que consiste en buscar los valores que sirvan de base a un futuro tipo de cultura. Y esta su labor tendra como finalidad la de salvaguardar la esencia humana, aquello por lo cual un hom¬ bre es un hombre. Ahora bien, el hombre es por esencia individuo a la vez que conviviente, de aqui que sea menester guardar el equilibrio entre estos dos componentes de su esencia. Es este equilibrio el que ha sido alterado llevando al hombre hacia sus extremos: ind'ividualismo hasta la anarquia y una sociabilidad tan estrecha que se ha transformado en mass.
De
aqui que sea menester encontrar valores que hagan posible la convivencia sin menoscabo de la individualidad. 295
Esta tarea de tipo universal y no simplemente americano tendra que ser el supremo afan de esta nuestra posible filo— Sofia, que no debe limitarse a los problemas propiamente americanos, a los de su circunstancia, sino a los de esa circunstancia mas arnplia, en la cual tambien estamos insertos corno hombres que somos, llamada humanidad. No basta querer alcanzar una verdad americana, sino tratar de alcanzar una verdad valida para todos los hombres, aunque de hecho no sea lograda. No hap que considerar lo americano como fin en si, sino como limite de un fin mas amplio. De aqui la razon por la cual todo intento de hacer filosofia ameri¬ cana con la sola pretension de que sea americana, tendra que fracasar. Hap que intentar hacer pura y simplemente filoso¬ fia, que lo americano se dara por ahadidura. Bastard que sean americanos los que filosofen para que la filosofia sea americana a pesar del intento de despersonalizacion de los mismos. Si se intenta lo contrario, lo que menos se hard sera filosofia. A1 intentar resolver los problemas del hombre cualquiera que sea su situacion en el espacio o en el tiempo, tendremos que partir necesariamente de nosotros mismos como hombres que so¬ mos; tendremos que partir de nuestras circunstancias, de nuestros limites, de nuestro ser americanos, al igual que el griego ha partido^ de una circunstancia llamada Grecia. Pero a] igual que el, no podemos limitarnos a quedarnos en tal cir¬ cunstancia, si nos quedarnos sera a pesar nuestro, y haremos filosofia americana como el griego ha hecho filosofia griega a pesar suyo. Solo partiendo de estos supuestos podemos cumplir nues¬ tra mision en el conjunto de la cultura universal, colaborando en ella conscientes de nuestras capacidades y de nuestras incapacidades.. Conscientes de nuestro alcance como miembros de esa comumdad cultural llamada humanidad, y de nuestros limites como hijos de una circunstancia, que nos es propia y a Ja cual debemos nuestra persona]idad, llamada America. z942‘ .
Snsayos sobrc filosofia
xico, 1948, pp. 165-77. 296
en la historia
Editorial Stylo, Me-
FERNANDO BENITEZ [Mexico, D. F., 1,912] Al lad-o de Hector Perez Martinez, inicio Fernando Benitez su carrera periodtstica en las pdginas de El Nacional, qne dirigiria en 1947 y 1948.
Creo, entonces, el suplemento cultural
dominical de ese diario, que daida la pauta a las publicaciones similares que fosteriormente han aparecido.
Desde 1949 di-
rige otro suplemento dominical, Mexico en la Cultura, del diario Novedades.
Benitez ha viajado for Europe y Oriente,
experiencias que narra en su libro China a la vista (1953). Se inicio en las letras con un volumen de “relitos sobre la muerte” intitulado Caballo y Dios (1945). Mas tard.e hizo un intento dramatico, Cristobal Colon (1951), que muchas circunstancias hicieron fracasar en la escena.
Su verdadero
camino lo encontraria en los ultimas libros que
combinan
libremente el reportazgo y el ensayo, dos d.e ellos dedicados a temas coloniales —la ruta de Cortes y la vida en el siglo XVI—• y otro sobre la significacion y el drama del henequen en la peninsula yucateca. Si .en los temas historicos Benitez logro aciertos, recreando personajes y sucedidos o evocando el paisaje de Mexico, en su libro sobre el henequen, el periodista y .el ensayista alcanzan ajortunado equilibria.
El color
humano y la vivacidad del relato, predominantes en las pdginas que narran la esclavitud en que han vivido los trabajadores henequeneros, encuentran su compensacion en las armoniosas descripcicmes d.el paisaje, la fauna y la flora de aquellas tierras. Ensayos:
La ruta
de
Hernan
Cortes,
—La vida criolla en el siglo XVI,
1950.=—China a la
19JJ.—Ki:
vista,
1953
el druma de un -pueblo
y dp una plant p, 1956-
EL REINADO DE LA FLOR
el parejo deslumbramiento del tropico, el vegetal es siempre joven y agresivo, mientras en el aire fino de la meseta pier-
En
397
de brios transformandose en una flora a la que distingue cierta ponderacion y continencia aristocraticas.
Entre los dos extre-
mos de nuestra geografia, los deliciosos climas de las cordilleras intermedias condicionan una vegetacion profusa y brillante, de plenitud nunca excesiva.
La verde clorofila no ha perdido su
vigor, pero la altura le ha quitado su veneno, su naturaleza antropofagica, sus plagas y sus vicios originados en las temperaturas calidas.
En una palabra, la altura de Mexico cumple
una tarea civilizadora. hombre.
Lo mismo con el vegetal que con el
El campo en Jalapa, por ello, resulta una prolongacion de sus jardines.
Coatepec no es otra cosa que una huerta
gigantesca, un desmesurado invernadero al que protege su techo de niebla. Las redondas copas de los naranjos escalan, en compactos escuadrones, las colinas o extienden sus hileras simetricas por la hondonada de los valles.
Los frutos amarillos
relucen corno el oro, y el aroma del azahar embriaga los sentidos. Bajo la sombra protectora de su madre —el arbol llamado chalahuite—, maduran las cuentas rojas del cafeto.
Una
jacaranda bana de luz morada las hojas de los platanares y la bugambilia hace correr un borboton de sangre sobre un bianco muro.
Cada arbol es aqui una pajarera.
En las romanticas
canadas, el liquidambar vierte su incienso cerca del hilo de la cascada. Y dcntro de esta huerta al aire libre, las cercadas huertas donde reina, por derecho propio, la orquidea.
A la orquidea,
la parasitaria favorita de las mujeres, se la cultiva en j aulas colgadas de los arboles, y resulta, por la forma y el color, tan semej ante al pajaro, que el visitante se extrana de que no lo saludc con un trino. Los cronistas de la Conquista y de los primeros anos de la Coloma, al refenrse a las flores de los jardines indigenas, hablaron siempre de rosas, pero lo cierto es que en el Mexico precortesiano no habia rosas, corno tampoco existian tigres, perros ni leones.
Nuestras flores son mucho mas misteriosas
v pnmitivas que las flores europeas.
El clavel de Espaha, poi
ejemplo, es perfecto en su equilibrio. Nuestro zempazuchil,
298
al que los espanoles llamaron, en gracia de su parecido, clavel de las Indias, es una flor de petalos desordenados y violentos. Xiene el color amarillo —el color simbolico de la muerte entre los aztecas—• y su acre' perfume no guarda relacion con la fragancia apasionada del clavel verdadero. Aqui las flores tambien son un poco desorbitadas. Sus caprichosos petalos imitan, como en las orquideas, la forma de los pajaros y de las mariposas.
No distingue a su piel ese matiz
de seda transparente propio de las flores europeas, sino una carnosidad voluptuosa manchada de rojo, de violeta y de ama¬ rillo. Los estambres y pistilos, lejos de mostrarse recatadamente, se extienden avidos, cubiertos de polen, ansiosos de fecundar a las flores femeninas. Ciertas especies poseen un aroma tan intenso, que basta un solo ejeniplar para perfumar una casa.
Otras son gigantescas.
No hay florero capaz de
contenerlas. En Jalapa se siente vivir a las flores.
De noche, paseando
por sus callejuelas, de pronto queda uno envuelto en la onda del jazminero. Un perfume que satura los poros del aire, penetrante y embriagador, crea el ambiente de Las mil y una noches. Yo no seria capaz de precisar el genero de las relaciones que se establecen en Jalapa con las flores y ni siquiera acertarla a mencionar sus nombres. Me ha complacido la idea de comparar un jardin a una ciudad dotada de un eficiente sistema de senales de transito. F,1 color -—ese pacto suscrito entre pajaros y mariposas, insectos y flores—• funciona con una perfecta regularidad, ordenando la vida que se agita en los jardines.
Un color es la serial roja del peligro. “Alto —le
dice la mariposa al pajaro—, si me comes te enveneno.” Otro color es una luz verde que enciende la flor, gritando: “Adelante, por aqui, te doy mi miel a cambio del polen que me fecunde.” Algo mas que todo esto ocurre con las flores en Jalapa, algo mucho mas misterioso y complicado que un sistema de colores por medio del cual se cumple una funcion genesica. Una noche, de tertulia en el corredor de una casa, comence 299
a sentirme inquieto.
Era una inquietud la mia semejante
a
la que se experimenta cuando una persona de atraccion poderosa nos rnira con insistencia a nuestra espalda, obligandonos a volver la cabeza. A1 desviar la vista hacia el barandal, descubri una de esas magnificas flores del tropico mexicano de abiertas corolas amarillas salpicadas de sangre, meciendose sobre su tallo. Naturalmente, no di importancia a ese furtivo gesto de seduccion
floral.
jTantos hechos
excitan a diario nuestro sistema nervioso!
desconocidos
Dias mas tarde,
cruzando ya muy noche el mismo corredor, volvi a sentirme atraido por aquella misteriosa v desconocida fuerza. olvidado alguna cosa?
^Habia
^Alguien se ocultaba entre las sombras
de las grandes plantas que oscurecian ese tramo del corredor? Me detuve y mire con atencion. pados petalos, manchados de tiesto, solitaria y esplendida.
Una flor de carnosos y afel-
amarillo,
se
levantaba
en
su
El indio percibia estos delicados signos de la naturaleza mucho mejor que nosotros, rindiendo un culto a la flor del que conservamos suficientes noticias para imaginar la impor¬ tancia de que se revestia.
Asi como en la Europa de aquel
tiempo una ley prohibia a los plebevos el uso de la espada, en renochtitlan un codigo no escrito vedaba a las clases inferiores el llevar algunas flores.
A1 menos, la magnolia, la orquidea
y la flor del cuervo —Plumeria rubra— eran flores destinadas a la aristocracia.
La figura del dandy empezaba a perfi-
larse en las viejas ciudades.
Los altos funcionarios, los nobles
y los recaudadores de tributos andaban por calles y caminos aspirando el perfume de sus flores predilectas. Los
senores
no
cultivaban
arboles frutales, sino flores.
en
sus
jardmes
verduras
o
De los indies, era sin duda el pri¬
mer aficionado el emperador Moctezuma.
Su pasion llego al
extrenm de enviar una costosa expedicion de guerra contra Malinali, un seiror de Oaxaca, celoso propietario de un raro arbusto que no quiso ceder a ningun precio, llamado Tlapalixquixochitl, nombre que significa de muchas flores rojas, “no porque sean del todo coloradas —aclara Sahagun— sino porque son manchadas y rayadas de Colorado”. 300
Como es de supo-
nerse, el capricho del emperador costo la vida al testarudo Malinali. Los pueblos sujetos a la jurisdiccion del Imperio azteca pagaban parte de su tributo en flores, y sabemos que Cuer¬ navaca tenia la obligacion de proporcionar diariamente las flores que se empleaban en los palacios del monarca. Moctezurna, ademas de los jardines que formaban parte de sus residencias urbanas, poseia un jardin tropical en Cuernavaca y un lugar destinado al descanso en el bosque de Chapultepec, donde gustaba refugiarse —como lo haria Maximiliano siglos despues— huyendo de los tragicos augurios que amargaron sus ultimos anos. El culto a la flor —se cultivaban extensas parcelas con flores rituales, y a las mujeres se las bautizaba de preferencia con nombres de flor— extendiase por las mesetas y los tibios valles de la vecindad llegando a los clirnas intermedios. En nuestra epoca, gracias a los caminos y a los mejores transportes, podemos gozar el privilegio azteca de admirar las flores cortadas la vispera en las costas.
Hemos dado carta de
ciudadania a las rosas, claveles y nardos de Espana, a las gladiolas y a los tulipanes de Holanda, y despues de pintar flores durante la Colonia para consolarnos de su
ausencia, hemos
aceptado las ensenanzas de los jardineros japoneses, sin tener en cuenta a los maestros indigenas, que han hecho una profesion de erigir arcos, tejer alfombras y componer ramos exquisitos.
Mientras las comunidades
indigenas del valle
de
Mexico se han disuelto o han sufrido transformaciones radi¬ cals, Xochimilco, apoyandose en el antiguo cultivo de sus flores, esta mas vivo y fuerte que nunca.
La flor ritual, la
humilde flor del campo, la magica flor privilegio del noble azteca, aroma los altares domesticos, sobre las tumbas de los anonimos caminantes, llena de frescas ofrendas los cementerios.
La flor es la piedad y la unica gala del indio.
Con ella
bautizaba a sus hijas, con ella perfuma sus sueiios y con este fragil simbolo de belleza perecedera continua defendiendo su esperanza. La
ruta
de
Hernan
Cortes,
Fondo de Cultura Economica,
. Mexico, 1950, pp. 154-8301
OCTAVIO PAZ [Mixcoac, D. F., 1914]
Fue, de la generation de Taller Poetico (1936-193S), el poeta sobresaliente y hoy es uno de los mas importantes de lengua espahola. En su 'primer libro, Ralz del hombre (1937), el erotismo como fuerza
lirica retornaba
inflamado de ardor juvenil.
a la poesia
mexicana,
A la orilla del mundo (1942)
muestra una poesia que abandcma la intimidad para verterse hacia el mundo y pedirle el sentido de su existencia. En Libertad bajo palabra (1949), Semillas para un himno (1954) y en los poemas en prosa de
jAguila
o
sol?
(1951), Paz
vu-elve a sus temas constantes: la sensudidad, la belleza, el reino secreto de la poesia• explores Io cireunstancial y lo anecdotico; pelea con las psalabras; se enriquece con el reino onirico del surrealismo, pero canta siempre el mismo poet a de sus ante¬ rior es libras que ahora es ya dueho cabal de su vigor expresivo. A la man-era de muchos de los mayores poetas que, al lado de su obra lirica hem expuesto su personal Arte Poetica, Octa¬ vio Paz ha prolongado su pto-esia en brillantes ensayos, algunos de los mejores no coleccionados.
En El laberinto de la sole-
dad, comenzo por tratar de explicarse el secreto del hombre de Mexico, y sobre algunos de cuyos aspectos —la sole dad, la fiesta, la injuria, el kermetismo, la Revolution— propuso audaces teorias, El arco y la lira
un libro cuyo valor intelectual puede
compararse con los estudios de teorta Ijteraria de Alfonso Re¬ yes— es una ontologies poetica que tune, en principle, el raro mento de ser cabdmente una estetica y una poetica, es decir que ofrece una conception filosofica y otra intima, desde adentro de la poesia.
En su doctrina se logra una sintesis afortu-
nada de varus corrientes del pensamiento contemfordneo: pero, radualmente, expresa una sola y coherente conception poetica: la del poeta que es su autor. Octavio Paz hizo estudios en la Universidad National. En 1936 fue a Espana durante la Guerra Civil. Dirigio la 302
revista Taller (1938-1941) y jue redactor de El Hijo Prodigo (1943-1946).
De 1943 a 1953 sirvio puestos diplo¬
ma ticos en los Estados Unidos, Francia, la India y el Japon. Ensayos: El laberinto de la soledad, 1950.—El area y la lira, 1956.—• Las per as del olmo, 1957.
INTRODUCTION A LA HISTORIA DE LA POESIA MEXICANA Espana, palabra roja y amarilla, negra y morada, es palabra romantica.
Devorada por los extremos, cartaginesa y romana,
visigoda y musulmana, medieval y renacentista, casi ninguna de las nociones que sirven para senalar las etapas de la historia europea se ajustan completamente a su desarrollo.
En realidad
no es posible hablar de una “evolucion” espanola, porque la historia de Espana es una sucesion de bruscos saltos y caidas, danza a veces, otras letargo.
Asi no es extrano que se haya
negado la existencia del Renacimiento espanol.
En efecto,
precisamente
emigra
cuando la
revolucion
renacentista
de
Italia e inaugura el mundo moderno, Espana se cierra al ex¬ terior y se recoge en si misma.
Mas no lo hace sin antes
darse plenamente a ese mismo espiritu que luego negaria con fervor tan
apasionado como su entrega.
Ese
momento
de
seduccion, en el que Espana recibe la literatura, el arte y la filosofia
renacentistas,
de America.
es
tambien
el
del
planta el arte y la poesia del Renacimiento. nuestra
descubrimiento
Apenas el espanol pisa tierras americanas, tras-
mas antigua y legitima
tradicion.
Elios constituyen Los americanoa
de habla espanola nacimos en un momento universal de Espana.
De alii que Jorge Cuesta sostenga que el rasgo mas nota¬
ble de nuestra tradicion es el “desarraigo”.
Y es verdad: la
Espana que nos descubre no es la medieval, sino la renacen¬ tista; y la poesia que los primeros poetas mexicanos reconocen como suya es la misma que en Espana se miraba como descasta-
303
da y extranjera: la italiana.
La heterodoxia frente a la tra*
dicion castiza espanola es nuestra unica tradicion. A1 otro dia de la Conquista los criollos imitan a los poetas espanoles mas desprendidos de Espana sino de su tiempo. la
“primitiva
poesia
de
su
suelo,
hijos
no solo
de
Si Menendez y Pelayo afirma que America
puede
considerarse
como
una rama o continuacion de la escuela sevillana”, Jno podrla extremarse su dicho afirmando que esta, a su vez, no es sino un brazo del tronco italiano?
Situados en la periferia
del
hispanico, frente a un mundo de ruinas sin nombre y ante un paisaje tambien por bautizar, los primeros poetas novohispanos aspiran a suprimir su posicion marginal y su lejania gracias a una forma universal que los haga contemporaneos, ya que no coterraneos, de sus maestros peninsulares y de sus modelos italianos.
Lo que nos queda de sus obras esta muy
lejos de las vacilaciones y violencias de un lenguaje que se hace y que, al hacerse, crea una literatura y modela un espiritu. Duenos de una forma transparente, se mueven sin esfuerzo en un universo de imagenes ya hechas. Francisco de Terrazas, el primer poeta apreciable del siglo xvi, no representa un alba, sino un mediodia. Si algo distingue a la poesia novohispana de la espanola, es la
ausencia
rakes
de
o la
escasez
de
nuestra poesia son
elementos
universales,
medievales. como sus
Las
ideales.
Nacida en la madurez del idioma, sus fuentes son las mismas del
Renacimiento espanol.
Hija
de
Garcilaso,
Herrera
y
Gongora, no ha conocido los balbuceos heroicos, la inocencia popular, el reahsmo y el mito.
A diferencia de todas las lite-
raturas modernas, no ha ido de lo regional a lo nacional y de este a lo universal, sino a la inversa. La infancia de nuestra poesia coincide con el mediodia de la espahola,
a
la
que
pertenece por el idioma y de la que durante siglos no difiere sino por la constante inclinacion que la lleva a preferir lo universal a lo castizo, lo intelectual a lo racial * * Esta Idea no es enteramente aphcable a la poesia popular mexicana, que si desarrolla y modifica formas tradicionales espanolas como el romance.
304
La forma abstracta y limpida de los primeros poetas novo* hispanos no toleraba la intrusion de la realidad americana. Pero el barroco abre las puertas al paisaje, a la flora y la fauna y aun al indio misrno.
En casi todos los poetas barro-
cos se advierte una consciente utilizacion del mundo nativo. Mas esos elementos solo tienden a acentuar, por su misrno exotismo, los valores de extraheza que exigia el arte de la epoca.
El barroco no podia desdenar los efectos esteticos que
ofrecian casi en bruto todos esos materiales. plumas
mexicano”
de
Gongora
fue
“El vestido de
utilizado
por
muchos.
Los poetas del xvn, a semejanza de los romanticos, descubren la naturaleza americana a traves de sus modelos europeos. Las alusiones al mundo nativo son el fruto de una doctrina estetica' y no la consecuencia de una intuicion personal. En la obra de Bernardo de Balbuena se ha visto el nacirniento de la poesia americana de la naturaleza. Mas este docto y abundante poeta no expresa tanto el esplendor del nuevo paisaje como se recrea en el juego de su fantasia.
Entre el
mundo y sus ojos se interpone la estetica de su tiempo. Sus largos poemas no poseen esqueleto,
porque
no los sostiene
la verdadera imaginacion poetica, que es siempre creadora de rnitos;
pero su
inagotable
fantasear,
su
amor
a la
palabra
plena y resonante y el misrno rico exceso de su verbosidad tienen algo muy americano, que justifica la opinion de Pedro Henriquez Urena: “Balbuena representa la porcion de Ame¬ rica en el momento central de la esplendida poesia barroca. . . Su barroquismo no es complicacion de conceptos, como en los andaluces,
sino
profusion
de
adorno,
con
estructura
clara
del concepto y de la imagen, como en los altares barrocos de
las
iglesias
de
Mexico.”
La
originalidad
de
Balbuena
hay que buscarla en la historia de los estilos y no en la natu¬ raleza sin historia.
El mismo nos ha dejado una excelente
definicion de su arte: Si la escultura y el pined consudan con sus pnmores los cutsosos ojos y en contrahacer el mundo se desvelan. . .
3°S
El arte barroco es imitacion de la naturaleza, pero esa imitacion es, asimismo, una recreacion que subraya y exagera su imagen. Para Balbuena la poesi'a es un juego suntuoso v arrebatado, rico y elocuente. Arte de epigonos, la poesia colonial tiende a exagerar sus modelos. Y en ese extremar la nota no es dificil advertir un deseo de singularidad. La exageracion de lo espanol no era sino una de las formas en que se expresaba nuestra desconfianza ante el arte hispanico, el mismo excesivo y rotundo. La otra era la reserva, encarnada por Juan Ruiz de Alarcon. Este gran dramaturgo y mediano poeta lirico— opone al teatro loPesco. y a su deslumbrante facilidad una obra en la que no es gratuito ver un eco de Plauto y Terencio. Frente a Lope y Tirso, el poeta mexicano dibuja un teatro de caracteres mas que de situaciones, un mundo de razon y equilibrio. Y sobre todo, un mundo de probabilidades razonables, por oposicion al de razones imposibles de sus adversaries. La reserva de Alarcon subraya asi el verdadero sentido de las exageraciones de poetas como Bernardo de Balbuena. La naciente literatura mexicana se afirma, ya como freno a lo espanol, ya como su exceso. Y en ambos casos como la desconfianza de un espiritu que aim no se atreve ser el mismo, oscilante entre dos extremos. La religion era el centre de la sociedad y el verdadero all men to espiritual de sus componentes. Una religion a la efensiva sentada sobre sus dogmas, porque el esplendor del catolicismo en America coincide con su decadencia en Europa. a vida rehgiosa de la Colonia carece de impetu mistico y de audacia teologica. Pero si es dificil encontrar figuras comparables a San Juan de la Cruz o fray Luis dc Leon, abundan esentores rehgiosos de merito. Entre todos destaca fray Mi¬ guel de Guevara, autor de algunos sonetos sagrados entre los que aparece el famoso: “No me mueve mi TrL tp ” mueve mi Dios, para quererte. .. Como ocorre con yarns dc las obras madras del drama espanol, es imposible afirmar con certeza si ese soneto e realmente de Gnevara. Para Alfonso Mendez PlancaTh a'ribuaon es mas q„e probable, Por 1„ demas, orros so„e,« de 306
Guevara, agrega este entendido critico, “resisten la cercania de esta composicion, especialmente el que empieza: Poner al Hijo en cruz, abierto el seno . . . , que recuerda al mas profundo de los sonetos sagrados de Gongora, venciendolo en emocion y aun en valentia”. No slempre la curiosidad que despierta el pasado indio debe verse corno simple sed de exotismo. xvii
Durante el siglo
muchos espiritus se preguntan como el orden colonial
podia asimilar al mundo indigena.
La historia antigua, los
mitos, las danzas, los objetos y hasta la religiosidad misma de los indios constituian un unlverso hermetico, implacablemente cerrado; y sin embargo, las creencias antiguas se mezclaban a las modernas y los restos de las culturas indigenas planteaban preguntas sin respuesta. La Virgen de Guadalupe tambien era Tonantzin, la Uegada de los espanoles se confundia con el regreso de Quetzalcoatl, el antiguo ritual indigena mostraba turbadoras coincidencias con el catolico.
Si en el
paganismo mediterraneo no habian faltado signos anunciadores de Cristo, jeomo no encontrarlos en la historia antigua de Mexico? La Conquista deja de ser un acto unilateral de la voluntad espanola y se transforma en un acontecimiento esperado por los indios y profetizado por sus reyes y sacerdotes. Gracias
a
estas
interpretaciones,
enlazan sobrenaturalmente
las
antiguas
con la catolica.
religiones
se
El arte barroco
aprovecha esta situacion, rnezcla lo indio y lo espahol e intenta por primera vez asimilar las culturas indigenas.
La Virgen
de Guadalupe, en la que no es dificil adivinar los rasgos de una antigua diosa de fertilidad, constelacion de muchas nociones y fuerzas psiquicas, es el punto de encuentro entre los dos mundos, el centra de la religiosidad mexicana.
Su imagen,
al mismo tiempo que encarna la reconciliacion
de las
dos
mitades adversarias, expresa la originalidad de la naciente nacionalidad.
Mexico, por obra de la Virgen, se reclama here-
dero de dos tradiciones. a su alabanza.
Casi todos los poetas dedican poemas
Una extrana variedad del barroco —que no
sera excesivo llamar “guadalupano”— se convierte en el estilo por excelencia de la Nueva Espaha.
307
Entre los poemas dedicados a la Virgen sobresale el que le consagra Luis de Sandoval y Zapata.
Cada uno de
los
catorce versos de ese soneto —“alada eternidad del viento”— contiene
una
imagen memorable.
Zapata representa mejor
que nadie el apogeo del arte barroco y es cabal encarnacion del ingenio de la epoca, linaje que no carece de analogia con el wit de los poetas metafisicos ingleses.
Apenas si conocemos
su obra, durante siglos sepultada y negada por una critica tan incomprensiva del barroco como perezosa.
Los restos que han
alcanzado nuestros ojos lo muestran como un talento sutil y grave, brillante y conceptuoso, personal heredero de la doble leccion de Gongora y Quevedo.
De cada uno de sus poemas
pueden desprenderse versos perfectos, no en el sentido inanime de la correccion, sino tersos o centelleantes, gravidos o alados y siempre fatales. Su gusto por la imagen insolita tanto como su amor por la geometria
de los conceptos lo
llevan a construir delicadas carcelcs de musica para aves inte'ectuales.
Y asi, no solo es posible extraer de los pocos poemas
que nos quedan fragmentos extranos y resplandecientes, sino dos o tres sonetos integros y todavia vivos, torres aisladas entre las ruinas de su obra. Sor Juana Ines de la Cruz no solamente es la figura mas alta de la poesia colonial hispanoamericana, sino que es tambmn uno de los espiritus mas ricos y profundos de nuestras etras.
Asediada por criticos, biografos y apologistas, nada de
lo que desde el siglo xvn se ha dicho sobre su persona es mas penetrante y certero que lo que ella misma nos cuenta en su Resfuesta a sor Filotea de la Cruz.
Esta carta es la historia
de su vocacion intelectual, la defensa —y k burla— de su ™°r, f1 saber’ Ia narracion de sus trabajos y sus triunfos, la critica de su poesia y de sus criticos. En esas paginas Sor Juana se revela como un intelectual, esto es, como ser para qu.en la v.da es un ejercicio del entendimiento. qu.ere contender.
Todo lo
Alii donde un espiritu religioso hallaria
pruebas de la presencia de Dios, ella encuentra ocasion de hipotesis y preguntas.
El mundo se le
aparece
un enigma que como un sitio de salvacion. 308
mas como
Figura de ple-
nitud, la monja mexicana es tambien imagen de una sociedad proxima a escindirse.
Religiosa por vocacion intelectual —y
asimismo, acaso, para escapar de una sociedad que la conde* naba como hija ilegitima—■, prefiere la tirania del claustro a la del mundo.
En su convento sostiene, durante anos, un
dificil equilibrio y un diario combate entre sus deberes religiosos y su curiosidad intelectual. Vencida, calla. Su silencio es el del intelectual, no el del mistico. La obra poetica desigual.
de Sor Juana es
numerosa, variada y
Sus innumerables poemas de encargo son testimonio
de su gracioso desenfado, al mismo tiempo que de su descuido. Pero buena parte de su obra se salva de estos defectos, no unicamente por la admirable y retorica construccion que la sostiene, sino por la verdad de lo que expresa.
Aunque dice
que solo escribio con gusto “un papelillo que llaman el Sueno'\ sus sonetos, liras y endechas son obras de un gran poeta del amor terrestre.
El soneto se transforma en una forma
natural para esta mujer aguda, apasionada e ironica.
En su
luminosa dialectica de imagenes, antitesis y correspondencias, se consume y se salva, se hurta y se entrega. Menos ardiente que Luisa Labbe, menos directa tambien, la mexicana es mas honda y suelta, mas osada en su reserva, mas duena de si en su extravio.
La inteligencia no le sirve para refrenar su pa-
sion, sino para ahondarla y, asi, hacer mas libre y querida su fatalidad.
En sus mejores momentos la poesia de Sor Jua¬
na es algo mas que confesion sentimental o ejercicio afortunado de la retorica barroca.
E incluso cuando deliberadamen-
te se trata de un juego —como en el turbador retrato de la Condesa de Paredes—, la sensualidad 7 el amor al cuerpo animan las alusiones eruditas 7 los juegos de palabras, que se convierten en un laberinto de cristal 7 fuego. Pvivicvo sueno es la composicion mas ambiciosa de Sor Juana.
A pesar de que fue escrita como una confesada imita-
cion de las Soledades, sus diferencias profundas son mayores que sus semejanzas externas: Sor Juana quiere penetrar la realidad sucede
no trasmutarla en resplandeciente superficie, segun con
Gongora.
La
vision
que
nos entrega
Primero
309
sueno es la del sueno de la noche universal, en la que el hombre y el cosmos suenan y son sonados: sueno del conocimiento, sueno del ser. Nada mas alejado de la noche amorosa de los misticos que esta noche intelectual, de ojos y reloj es desvelados.
El Gongora de las Soledades,
dice Alfonso
Reyes, ve al hombre como “un bulto inerte en medio del paisaje nocturno”; Sor Juana se acerca “al durmiente como un vampiro, entra en el y en su pesadilla, busca una sintesis entre la vigilia, el duermevela y el sueno”.
La sustancia del
poema no tiene antecedentes en la poesia de la lengua y solo hasta fechas recientes ha encontrado un Gorostiza.
heredero
en
Jose
Primero sueno es el poema de la inteligencia, de
sus ambiciones y de su derrota. Poesia intelectual: poesia del. desengano. Sor Juana cierra el sueno dorado del virreinato. A pe.sar de que el barroco se prolonga hasta la mitad de la centuria, el siglo xvm es una epoca de prosa. Nace el periodismo; prosperan la critica y la erudicion; ciencia, historia y filosofia crecen a. expensas de las artes creadoras. estilo
dorado
del
siglo
anterior,
ni
las
nuevas
neoclasicas producen figuras de importancia. notables de la epoca escriben en latin. ideas
de la
Ilustracion
despiertan
un
Ni el
tendencias
Los poetas mas
Mientras tanto las mundo
La revolucion de Independencia se anuncia.
somnoliento.
La esterilidad
artistica del neoclasicismo contrasta con el hervor intelectual de los mejores espiritus.
Al
finalizar el
poeta aprecmble
de
Navarrete,
Manuel
siglo aparece delicado
un
discipulo
de Melendez ^Valdes. En sus poemas el neoclasicismo y sus pastores se .t.men de una vaga bruma sentimental, anuncio del romanticismo. El siglo xix es un guerras extenores.
La
periodo nacon
de
sufre
luchas dos
intestinas y
invasions
de
extran-
Je as 7 una larga guerra civil, que termina con la victoria del part,do liberal
La inteUgench mexicana participa en la
pohtica y en la batal a.
Defender el pais y, en cierto senti-
do, hacerlo, mventarlo casi, es tarea que desvela a
Ignacio
Ramirez, Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano 310
y a
muchos otros. romantica.
En ese clima exaltado se inicia la influencia
Los
poetas
escriben.
Escriben
sobre todo combaten, tambien sin descanso.
sin
cesar,
pero
La adnuracion
que nos producen sus vidas ardientes y dramaticas —Acuna se suicida a los 24. anos, Flores muere ciego y pobre— no impide que nos demos cuenta de sus debilidades y de sus insuficiencias.
Ninguno de ellos —con la excepcion, quiza,
de Flores, que si tuvo vision poetica aunque carecio de originalidad expresiva—• tiene conciencia de lo que significaba realmente el romanticismo.
Asi, lo prolongan a una litera-
tura elocuente y sentimental, falsa en su sinceridad epidermica y pobre en su mismo enfasis.
La irracionalidad del mundo,
el dialogo entre este y el hombre, los plenos poderes que confieren el sueno y el amor, la nostalgia de una unidad perdida, el valor profetico de la palabra y, en fin, el ejercicio de la poesia como aprehension amorosa de la realidad, universo de escondidas correspondencias que el romanticismo redescubre, son preocupaciones y evidencias extranjeras a casi todos estos poetas.
Se mueven en la esfera de los sentimientos
y se complacen en contarnos sus amores y sus entusiasmos, pero apenas si rozan la zona de lo sagrado, propia a todo genuine arte romantico.
La grandeza de estos escritores re¬
side en sus vidas y en su defensa de la libertad. Es notable la persistencia de la poesia neoclasica en esta atmosfera de carnbio y revuelta.
Versificadores correctos casi
siempre, los academicos preservan el lenguaje de las caidas romanticas.
Ninguno es un verdadero poeta, pero Jose Joa¬
quin Pesado y Joaquin Arcadio Pagaza logran una discreta recreacion del paisaje mexicano.
Su influencia y su leccion
seran aprovechadas por Manuel Jose Othon.
El hermoso pa-
ganismo de Ignacio Ramirez —quiza el espiritu mas repre¬ sentative
de la epoca— se expresa con
desdenosos tercetos.
dignidad en
unos
Altamirano, maestro de una generacion
mas joven, intenta conciliar las tendencias contrarias e inicia un tirnido nacionalismo literario, que no produce descendencia inmediata de merito. Manuel Jose Othon
se
presenta
como heredero
de
la
corriente su obra. cencia
academica.
Ningun
proposito
de
novedad
anima
Si huye del romanticismo, tampoco muestra complaante
la
retorica
final de su vida.
“modernista”,
que
vio
ron que esta actitud lo adscribia a su bando. gran parte
de la obra
propositos e
triunfar
al
Los poetas academicos, y el mismo, creyede
Othon
intenciones de la
no se
Y asi es, pues
distingue
por sus
de Pagaza, poeta al que lo
unian no solo comunes aficiones sino parecida actitud estetica. Mas los sonetos del Idilio stdvaje, A una estefa del Nazas y algun otro representan algo mas que esa “poesia de la naturaleza” en que se complacia, petrificandose, la escuela acade¬ mica.
El destierro del Norte, “enjuta cuenca de un oceano
muerto , y su cielo alto y cruel dejan de ser un espectaculo o un simbolo.
Espejo de su ser exhausto, la aridez del a-
mor y la esterilidad final de las pasiones se reflejan en la desnudez de la sabana.
Debajo de la forma y del lenguaje
tradicionales, brilia el ojo fijo de una naturaleza que solo se sacia aniquilando lo que ama y que no tiene otro objeto que consumirse consumiendo. Un sol de paramo- quema las rocas del desierto, que no son sino las ruinas de su ser. La soledad Humana es una de las rimas de la soledad plural de la natura¬ leza.
El soneto se ahonda y sus correspondencias y sus ecos
aluden a otra inexorable geometria y a otras rimas mas fatales y vacias. Si Othon es un academico que descubre el romanticismo y escapa asi al parnasianismo de su escuela, Salvador Diaz Mimn emprende un viaje contrario: es un aspira al clasicismo.
romantico que
La poesia de su primera epoca ostenta
la huella elocuente de Hugo y el enfasis de Byron. silencio de enos, publica hm, como enteramente suyo.
Tras un
dnico Iibro'que reconocid
Ese titulo califica so poesia.
O m.is
exactameote: los .Mantes de poesia arrancados por la cdlera ', ntpaciencia a una forma que es siempre freno. Lascar. C,spas, luces breves que lluminan por un breve segundo un “ ne.8" y S“berb'a-
y r::r
!u,e,a
E>
Miron parnasiano no niega
sin acab"
^
Y de ese forcejeo -a voces solo esteril maestria 7 tortura 312
del idioma— brotan versos tensos y puros “como el silencio de la estrella sobre el tumulto de la ola”. Frente al lenguaje desvaido de los poetas anteriores —y tambien frente a las joyas falsas de casi todos los modernistas la poesia de Diaz Miron posee la dureza y el esplendor del diamante. sobran, luces.
Un diamante al que no le faltan, sino le
Poeta que solo aspira a domenar, no encuentra
una forma que lo exprese sin oprimirlo. jadeo, su obra se resuelve en silencio. la forma definitiva de su espiritu. Cuesta:
“su
fecundidad
esta
fueron indignos de callar”.
en
Al cabo de este
El espiritu es su forma, O como ha dicho Jorge
su
silencio.
Otros
poetas
Precursor y maestro del moder-
nismO', la aventura de Diaz Miron es sobre todo una aventura verbal.
Mas esa aventura es tambien un drama: el del orgullo.
Pues este artifice es tambien el primer poeta mexicano que tiene conciencia del mal y de sus atroces posibilidades creadoras. El modernismo no consiste nada mas en la asimilacion de la poesia parnasiana y simbolista que relizan algunos avidos poetas hispanoamericanos.
Al descubrir a la poesia francesa,
el modernismo descubre tambien a los clasicos espanoles, olvidados en Espana.
Y, por encima de todo, crea un nuevo
lenguaje que serviria para que en un momento de extraordinaria fecundidad se expresaran algunos grandes poetas: Ruben Dario, Leopoldo Lugones, Julio Herrera y Reissig. xico el
modernismo
acaso habria
poseido
mayor
En Me¬ fertilidad
poetica si los mexicanos hubiesen advertido la verdadera significacion de la nueva tendencia. El modernismo se presentaba como una indiferencia ante el tradicionalismo espanol, pero al mismo tiempo como un rescate de la verdadera tradicion espanola:
Jcomo no ver en el a un heredero de la tradi¬
cion que nos habia fundado? Para el resto de Hispanoamerica, abria las puertas de la tradicion poetica universal; a los mexicanos, en cambio, les- daba ocasion de reanudar su propia tradicion.
Toda revolucion posee
una tradicion o la crea:
Dario y Lugones crean la suya; Gutierrez Najera y Amado Nervo no tuvieron plena conciencia de la que les pertenecia
3M
y por eso tampoco la tuvieron del sentido profundo de la renovacion modernista.
Su modernismo es casi siempre un
exotismo, quiero decir, un
recrearse
en los elementos mas
decorativos y externos del nuevo estilo. A pesar de sus limitaciones, en algunos poemas de Manuel Gutierrez Najera se entreve ese otro mundo, esa otra realidad que es patrimonio de todo poeta de verdad.
Sensible y ele¬
gante, cuando no se complace en sus lagrimas o en sus hallazgos, acomete con gracia melancolica el tema de la brevedad de la vida.
Su poesia, como el mismo lo dice en uno de sus
poemas mas citados, “no morira del todo”.
En su periodo
modernista, Amado Nervo manipula sin gusto, pero con novedad y autenticidad, el repertorio del simbolismo. decide desnudarse.
Despues,
En realidad, se trata de un simple cambio
de ropajes: el traje simbolista —que le iba bien— es sustituido por el gaban del pensador religioso. La poesia perdio con el cambio, sin que ganaran la religion o la moral. Otros poetas, rnenos aplaudidos en su tiempo, se acercan mas a la zona electrica de la poesia. Francisco A. de Icaza, amargo y sobrio, logra en sus breves poemas una concision al mismo tiempo sentenciosa y opaca.
Luis G. Urbina continua
en buena parte de su obra la linea sentimental de Najera, pero lo salva su temperamento de pintor impresionista.
La
porcion mejor de su poesia, constituida por crepusculos y mari¬ nas, lo revelan como un excelente heredero de la tradicion del paisaje.
Con menor intensidad que Othon, aunque con
mayor fantasia y riqueza de matices, L^rbina consigue un delicado^ equilibrio expresivo.
Es curioso observar como los poetas
mexicanos escapan de la afectacion modernista acudiendo a una tradicion universal. La poesia mexicana no encuentra su forma nativa, y cada vez que se arriesga a expresar lo mejor y mas secrem de su ser, no tiene mas remedio que servirse de un lenguaje abstracto y que es suvo solo por un acto de conquista intelectual. A los poetas modernistas, que recogen del simbolismo los elementos mas perecederos, Enrique Gonzalez Martinez opone una sensibilidad mas honda y reflexiva v una inteligencia
3H
que osa interrogar la faz nocturna del mundo. de
Gonzalez Martinez, la ausencia
La severidad
de casi todo elemento
imprevisible, sal de la poesia, y el didactismo que tine parte de su o-bra, han hecho que se le considere como el primer poeta hispanoamericano que cisne
enfrenta el
buho.
rompe
En
con
realidad,
el modernismo: Gonzalez
no se opone al modernismo: lo desnuda y deshoja. pojarlo
de
sus
adherencias
sentimentales y
al
Martinez Al des-
parnasianas,
lo
redime, le otorga conciencia de si mismo y de su oculta significacion.
Gonzalez Martinez asume la originalidad mexicana
7 lo enlaza a una tradicion. unico
poeta realmente
Asi, no es su negador, sino el
modernista
que
tuvo Mexico —en
el sentido en que fueron modernistas Dario y Lugones en America, Machado y Jimenez en Espana. La atencion que otorga al paisaje —y sobre todo al paisaje nocturno— se impregna de sentidoc el dialogo entre el hombre y el mundo se reanuda. La poesia deja de ser descripcion o queja para volver a ser aventura espiritual.
A partir de Gonzalez Mar¬
tinez seran imposibles la elocuencia parnasiana y el desahogo
romantico.
cambia
la
Al
actitud
hacer del
del
poeta
modernismo ante
intacto el lenguaje y los simbolos.
la
una
poesia,
conciencia,
aunque
deje
El valor de su ejemplo
no reside en su oposicion al lenguaje modernista —al que nunca nego sino en sus extravios, y al que permanecio fiel hasta la muerte—, sino en ser el primero que devuelve a la poesia el sentido de la grcwedad de la palabra. Uno de los primeros libros de poemas de Alfonso Reyes se llama Pausa.
Este titulo no solo define su poesia; tambien
la situa frente a la de sus antecesores inmediatos. Reyes no rompe con el modernismo-; simplemente se aparta y tras una pausa —constituida precisamente por los poemas que contiene el libro asi llamado—- le da la espalda para siempre.
Espiritu
tan aereo como solido, tan del aire como de la tierra, Reyes se
ha
asomado
a
muchos
manantiales,
ha
sufrido
diversas
tentaciones y nunca ha dicho “de esta agua no bebere”.
El
habla popular, los gifos coloquiales, los clasicos griegos y los 6imbolistas franceses se alian en su voz, sin olvidar a los espa-
315
noles del siglo de oro.
Viajero en varias lenguas por este y
otros mundos, escritor afin a Valery Larbaud por la universalidad de su curiosidad y de sus experiencias —a veces verda•deras expediciones de conquista en tierras aver incognitas—, mezcla lo leido con lo vivido, lo real con lo sonado, la danza con la rnarcha, la erudicion con la mas fresca invencion. En su obra prosa y verso, critica y creacion, se penetran e influpen mutuamente.
Por eso no es posible reducir su poesia
a sus versos; uno de sus poemas es un vasto fresco en prosa, Vision de Andhuac, recreacion del paisaje y la vida precolombina en el Valle de Mexico.
Frente a este texto debe
senalarse Ifigenia cruel, que es algo asi como una respuesta a la Vision y en donde el drama del espiritu y la tierra, el cielo y el suelo, la sangre y la palabra, encarna en un lenguaje sutil y barbaro a un tiempo y que sorprende doblemente por su arcaismo v su refinamiento.
Tampoco seria ]'usto olvidar
entre sus trabajos poeticos varias traducciones, que son verdaderas recreaciones, y entre las que es imprescindible citar dos nombres que son dos polos:
Homero y Mallarme.
Se
dice que Alfonso Reyes es uno de los mejores prosistas de la lengua; hay que anadir que esa prosa es si no fuera la prosa de un poeta. Jose
Juan
1 ablada
v
Ramon
Lopez
abierta v ostensiblemente con el modernismo. un transfuga de ese movimiento.
no seria lo que Velarde
rompen
El primero era
La poesia de su juventud es
como uno de los ejemplos tipicos de los vicios brillantes y vanos de esa escuela.
Tablada, curioso, apasionado, sin volver
nunca la cabeza hacia atras, con alas en los. zapatos, y que oia crecer la hierba, olfatea antes que nadie la nueva bestia, la bestia magnifica y feroz que iba a devorar a tantos adormilados. la imagen.
Enamorado de la poesia japonesa, intro¬
duce en nuestra lengua el haiku, uri poco antes de que en rrancia cundiera la rnoda, segun el mismo nos cuenta.
Su
bestiario muestra una penetrante comprension del mundo ani¬ mal .y sus monos, loros y armadillos nos miran con oios fiios y chispeantes.
Sol dimmuto, el haiku de Tablada casi nunca
es una imagen suelta desprendida de un poema mas vasto, 316
sino una estrella fija y palpitante, inmovil solo en apariencia, pues gira siempre alrededor de si misma.
El haiku se enlaza
muy naturalmente con la copla popular, lo que explica su boga extraordinaria;
en America rnuchos lo adoptan y en
Espana Juan Ramon Jimenez y Machado han escrito algunos de sus mejores “sentencias y donaires” en poemas de tres o cuatro lineas, que si son eco de la poesia andaluza tambien recuerdan esta forma oriental. Apenas el haiku se convierte en lugar comun, Tablada lo abandona e inicia sus poemas “ideograficos”.
Su tentativa
—rnenos genial, sin duda—• es un eco de la de Apollinaire, que en ese tiempo publicaba Calligrames. tica lo seduce solo un instante.
La tipografla poe-
Sonriente y apresurado siem¬
pre, en unos pocos anos recorre muchas tierras poeticas. A1 final, regresa a su patria y publica una serie de poemas “rnexicanos”, que serla injusto ver corno una simple imitacion de los que un poco antes daba a conocer Lopez Velarde, aunque ostenten sus huellas y sigan su ejemplo. Menos profundo que este, menos personal, su vision es mas alegre y colorida. Su lenguaje, limpio casi enteramente de la pedreria modernista, es elastico, ironico y danzante: Mexico de ballet y de feria, de cohete y alarido.
En sus poemas aparecen, vivos por primera
vez, los animales sagrados y cotidianos, los idolos, las viejas regiones y el arte antiguo. Lopez Velarde ignoro siempre ese mundo. Fascinado por la lucha mortal entre la provincia y la capital, sus ojos se
detienen
en el Mexico criollo y
mestizo, popular y refinado, catolico hasta cuando es jacobino. La vision de Tablada es mas externa; ocultista y viajero, ve con otros ojos a su pals y hace suyos el exotismo de los dioses y de los colores.
Es uno de los primeros que tienen
conciencia de la riqueza de nuestra herencia indlgena y de la importancia de sus artes plasticas. Tablada es un temperamento menos hondo que Lopez Velarde y su estilo es mas inventado que creado, mas premeditado que
fatalmente
sufrido.
Pero tambien es mas nervioso y agil; juega mas, sabe sonrelr y relr; vuela, y cae, con mas frecuencia.
En una palabra:
es mas arriesgado.
3 17
A despecho de las diferencias que los separan, algo unla a estos dos poetas: su amor por la imagen novedosa, su creencia comun en el valor de la sorpresa. De all! que Tablada fuese uno de los primeros en descubrir a Lopez Velarde y que, anos mas tarde, no tuviera dificultad en reconocer su deuda con el poeta
de
Zacatecas.
Ramon
era provinciano, silencioso y reconcentrado.
Lopez
Velarde
Mientras Tabla¬
da era un poeta visual, capaz de aprehender una realidad instantanea en tres versos, el otro era un hombre lento v en dialogo consigo mismo.
Su imaginacion
no le
servla
para
arder en fuegos de artificio, sino para ahondar en si mismo y expresar con mayor fidelidad lo que tenia que decir: “yo anhelo expulsar de ml cualquier sllaba que no nazca de la com¬ bustion de mis huesosLopez Velarde era un poeta con destino. Como a todo verdadero poeta, el lenguaje le preocupa. Quiere hacerlo suyo.
Pero quiere crearse un lenguaje personal
porque tiene algo personal que decir.
Algo que decirnos y
algo que decirse a si mismo y que hasta que no sea dicho no cesara de atormentarlo. Su conciencia de las palabras es muy aguda porque es muy honda la conciencia de si mismo y de su propio conflicto. h habrla que agregar que si la conciencia de si lo lleva a inventarse un lenguaje, tambien ese idioma lo inclina sobre si mismo y le descubre una parte de su ser que de otra manera hubiese permanecido informulada e invisible. Dos hechos, en apariencia externos, favorecen el descubrimiento que hara Lopez Velarde de su pals y de si mismo. El primero es la Revolucion Mexicana, que rompe con un orden social y cultural qUe era una mera superposicion his¬ toric, una camisa de fuerza que ahogaba y deformaba a la nacion. A1 destruir el orden feudal —que se habla disfrazado con la rnoda europea del positivismo progresista— la Revolu¬ cion arranca las mascaras sucesivas que cubrlan el rostro de Mexico.
La Revolucion revela a Lopez Velarde una “patria
castellana y morisca, rayada de azteca”.
Y mientras los otros
poetas vuelven los ojos hacia el exterior, el se adentra en e 3
318
Por pnmera vez en nuestra historia, se atreve a expre-
sarla sin disfraces o sin reducirla a una abstraccion. El Mexico de Lopez Velarde es un Mexico vivo, esto es, vivido dia a dia por el poeta. El otro hecho decisivo en la poesia de Lopez Velarde es su
descubrimiento
de la
capital.
La marea
revolucionaria,
tanto como sus propias ambiciones literarias, lo llevan a la ciudad de Mexico cuando ya estaba formado su espiritu, pero no su gusto ni su poesia. Su sorpresa, desconcierto, alegria y amargura deben haber sido inmensos. En la ciudad de Mexico descubre a las mujeres, a la soledad, a la duda y al demonio.
Y al mismo tiempo que sufre estas deslumbrantes
revelaciones, conoce la poesia de algunos poetas sudamericanos que se atreven a romper con el modernismo extremando sus conquistas: Julio Herrera y Reissig y Leopoldo Lugones. Al contacto de estas lecturas, cambian su rnanera y su vision. Los criticos de su tiempo lo encontraron retorcido, incomprensible y afectado.
La verdad es lo contrario: gracias a su busqueda
de la imagen, a su casi perfido empleo de adjetivos hasta ayer insolitos y a su desden por las formas ya hechas, su poesia deja de ser confidencia sentimental para convertirse en la expresion de un espiritu y de una zozobra. El descubrimiento de la poesia de Lugones habria hecho de Lopez Velarde un retorico distinguido, si al mismo tiem¬ po no hubiese recordado el idioma de su pueblo natal. originalidad consiste en esa afortunada fusion
Su
del lenguaje
opaco y ardiente del centra de Mexico con los procedimientos de Lugones.
A la inversa de Laforgue, que desciende del
“idioma poetico” al coloquial y obtiene de ese choque un extrano
resplandor,
Lopez
Velarde
construye
con
elementos
cotidianos y en apariencia realistas una frase sinuosa y laberintica que, en los momentos mas altos, desemboca en una imagen sorprendente. le permite Sin
Ese lenguaje tan personal e inimitable
descubrir su propia intimidad y la de su pais.
el, Lopez Velarde
hubiera sido un poeta sentimental;
solo con el, un habil retorico.
Su drama, y el drama de su
lenguaje, lo convierten en un poeta genuino. es el primer poeta realmente mexicano.
Y aun mas:
Pues con Lopez Ve-
319
larde principia la poesia mexicana, que hasta entonces no habla encontrado su lenguaje y se vertla en formas que solo eran suyas porque tambien eran de todos los hombres. Mas alia del valor intrlnseco de la poesia de Lopez Ve¬ larde, su leccion y, en menor grado, la de Tablada, consiste en que ambos poetas no acuden a formas ya probadas v sancionadas por una tradicion universal, sino que se arriesgan a inventar otras, suyas e intransferibles.
En el caso de Lopez
Velarde la invencion de nuevas formas se alia a la fidelidad, al lenguaje de su tiempo y de su pueblo, como ocurre con todos los innovadores de verdad.
Si parte de su poesia nos
parece ingenua o limitada, nada impide que veamos en ella algo que aun sus sucesores no han realizado completamente: la busqueda, y el hallazgo, de lo universal a traves de lo genuino y lo propio.
La herencia de Lopez Velarde es ardua-
invencion y lealtad a su tiempo y su pueblo, esto es, una universahdad que no nos traicione y una fidelidad que no nos aisle ni ahogue.
\ si es cierto que no es posible regresar
a la poesia de Lopez Velarde, tambien lo es que ese regreso es imposible precisamente porque ella constituye nuestro unico punto de partida.
La poesia mexicana contemporanea arranca de la experiencia e. Lopez Velarde.
Su breve desarrollo corrobora que toda
actividad poetica se alimenta de la historia, quiero decir: del lenguaje, los mstintos, los mitos y las imagenes de su tiempo. Y asimismo, que el poeta tiende a disolver o a trascender la mera sucesionhistorica.
Cada poerna es una tentativa para re¬
solver la oposicion entre historia y poesia, en beneficio de la segunda.. El poeta aspira siempre a sustraerse de la tiranla de la historia, aun cuando se identifique con su sociedad y participe en lo que. Hainan “la corriente de la epoca”, extremo cada vez menos imaginable en el mundo moderno.
Todas las
grandes^ tentativas poeticas — desde la formula magica v el poerna epico hasta la escritura automatica— pretenden hacer del poerna un sitio de reconciliacion entre historia y poesia, entre el hecho y el m.to, la frase coloquial y la imagen, la 320
fecha irrepetible y la fiesta, fecha viva, dotada de secreta fertilidad, que vuelve siempre para inaugurar un tiempo nuevo. La naturaleza del poema es analoga a la, de la fiesta, que si es una fecha del calendario tambien. es ruptura de la sucesion e irrupcion de un presente que vuelve periodicamente y que no tiene ayer ni manana. Todo poema es una fiesta: un precipitado de tiempo puro. La re lac ion entre los hombres y la historia es una rela¬ tion de esclavitud y dependencia. Pues si nosotros somos los unicos protagonistas de la historia, tambien somos sus objetos y sus victimas: ella no se cumple sino a nuestras expensas. El poema transforma radicalmente esta relacion: solo se cum¬ ple a expensas de la historia. Todos sus productos: el heroe, el asesino, el amante, el mito, la leyenda en andrajos, el refran, la palabrota; la exclamacion que pronuncian casi a pesar suyo el nino que juega, el condenado a subir al patibulo, la rnuchacha que se enamora; y la frase que se lleva el viento, el jiron del grito, junto con el arcaismo y el neologismo y la consigna, de pronto no se resignan a morir o, por lo menos, no se resignan a estrellarse contra el rnuro. Quieren llegar al fin, quieren ser plenamente. Se desprenden de las causas y de los efectos y esperan encarnar en el poema que los redima. No hay poesia sin historia, pero la poesia no tiene otra mision que trasmutar la historia. Hecha de la sustancia misma de la historia y la sociedad: el lenguaje, la poesia tiende a recrearlo bajo leyes distintas a las que rigen la conversacion y el discurso. La trasmutacion poetica opera en la entraha misma del ldioma. La frase —no la palabra aislada—■ constituye la celula, el elemento mas sim¬ ple del habla. Ahora bien, la palabra no puede vivir sin las palabras; la frase, sin las frases. Una frase u oracion cualquiera contiene siempre, implicita o explicita, una referenda a otra y es susceptible de ser explicada por una nueva frase. Toda frase quiere decir algo que puede ser ^dicho por otra frase. El lenguaje es un querer decir y de ahi que constituya un conjunto de signos y somdos moviles e mtercanjeables. Pero la poesia transforma radicalmente al lenguaje: las pala321
bras pierden de pronto su movilidad y se vuelven insustituibles. Hap varias maneras de decir una misma cosa en prosa, solo hay una en poesia. El decir poetico no es un querer decir, sino un decir irrevocable.
El poeta no habla del horror, del amor
o del paisaje: los muestra, los recrea.
Irrevccables e insusti¬
tuibles, las palabras se vuelven inexplicables —excepto por si mismas.
Su sentido no esta mas alia de ellas, en otras pala¬
bras, sino en ellas.
Toda imagen poetica es inexplicable: sim-
plemente es. Y del mismo modo: todo poema es un organismo de significaciones mternas, irreductibles a cualquier otro decir. Una vez mas: el poema no quiere decir: dice. No es una frase o una serie de frases, sino una indivisible constelacion de imagenes, mundo verbal poblado de visiones heterogeneas o contrarias y que resuelven su discordia en un sistema solar de correspondences.
Universo de palabras corruptibles y opa-
cas, pero capaz.de encenderse y arder cada vez que unos labios las rozan.
A ciertas horas y por obra de ciertas bocas, el mo-
lino de frases se convierte en manantial recurso a la demostracion.
de evidencias sin
Entonces se vive en pleno tiempo.
A afirmar a la historia, el poeta la disuelve, la desnuda, le muestia lo que es: tiempo, imagen, ritmo. , Cuanf° la historia parece decirnos que quiza no posee mas sigmficado que ser una marcha fantasmal sin direccion ni lm, el lenguaje acentua su caracter equivoco e impide el verdadero dialogo.
Las palabras pierden su sentido y, por tanto,
su function comumcativa.
La degradacion de la historia en
mera sucesion entrana la del lenguaje en un conjunto de sigenn°tienderteS' °d°' ^ miSm3S PakbraS> Pero nadie * ntiende, y es mutil que los hombres quieran ponerse de acuerdo sobre los s.go.ficados linguistics: d significado es i„-
sreSTbi^g^str'0 d,mens,on
inseparable del hombre.
“c"rad6n de
Por e»3"’ IvenZ
verbal posee un caracter total: el hombre entero se iueei la vida en una palabra.
Si el poeta es el hombre de las palabras
i r-h poeta es aquel para quien su ser mismo se confunde con la palabra. De ahi, tambi en. que solo el poeta pueda fundar la ■*.
322
poslbilidad
del
dialogo.
Su
destino —y singularmente en
epocas como la nuestra— consiste en “dar un sentido mas puro a las palabras de la tribu”.
Mas las palabras son insepa¬
rables
la
del
hombre.
Por tanto,
actividad poetica
no
se
resuelve fuera del poeta, en el objeto magico que es el poema, sino en su ser mismo. Poema y poeta se funden porque ambos terminos son inseparables: el poeta es su palabra.
Tal
ha'sido, durante los ultimos cien anos, la empresa de los mas altos poetas de nuestra cultura. Y no es otro el sentido del ultimo gran movimiento poetico del siglo: el surrealismo. La grandeza de esta tentativa —frente a la que ningun poeta digno de este nombre puede permanecer indiferente— con¬ siste en que pretendio resolver de una vez, para siempre y a la desesperada, la dualidad que nos escinde: la poesia es un salto mortal o no es nada. En las actuales circunstancias puede parecer irrisorio referirse a estas extravagantes pretensiones de la poesia.
Jamas
la dominacion de la historia fue tan grande y nunca tan asfixiante la presion de los “hechos”. A medida que la exigencia despotica del que hacer inmediato se vuelve intolerable —pues se trata de un hacer para el que nadie nos pide nuestro asentimiento y que casi siempre esta dirigido a deshacer al hombre—., la actividad poetica aparece mas secreta, aislada, e insoli ta. Ayer apenas escribir un poema, enamorarse, asombrarse, sonar en voz alta, eran actos subversivos que comprometian el orden social, exhibiendolo en su doblez. misma
de orden ha
desaparecido,
Hoy la nocion
sustituida por una com-
binacion de fuerzas, masas y resistencias.
La realidad historica
ha arrojado sus disfraces y la sociedad contemporanea se muestra tal cual es: un conjunto de objetos “homogeneizados” por el latigo o la propaganda, dirigidos por grupos que no se distinguen del resto sino por su brutalidad.
En estas condi-
ciones, la creacion poetica vuelve a la clandestinidad.
Si el
poema es fiesta, lo es a deshoras y en sitios poco frecuentados, festin en el subsuelo.
La actividad poetica redescubre
toda su antigua eficacia por su mismo caracter secreto, impreg-
323
nado de erotismo y rito oculto, desafio a una interdiccion no por informulada menos condenatoria.
El poema, ayer llamado
al aire libre de la comunion universal, sigue siendo un exorcismo capaz de preservarnos del sortilegio de la fuerza, el numero y la ambigiiedad.
La poesia es una de las formas de
que dispone el hombre moderno para decir no a todos esos poderes que, no contentos con disponer tambien quieren nuestras conciencias.
de
nuestras vidas,
Paris, 195°. Introduction a Anthologie de la poesie mexicaine, Les Edi¬ tions Nagel, Coleccion UNESCO, Paris, 195a. En espanol en O.P., Las peras del olmo, Imprenta Universitaria, Mexico, *959) PP- 3-31-
EL VERBO DESENCARNADO La novela y el teatro son formas que permiten un comprdmiso entre d espiritu critico y el poetico. mas, lo exige;
su esencia consiste
com prom iso. . En
La primera, ade-
precisamente
cambio, la poesia lirica
canta
en
ser
un
pasiones y
experiences irreductibles al analisis o que constituyen un gasto y un derroche. Exaltar al amor, por ejemplo, entraila una provocacion, un desafio al mundo moderno, pues es algo que escapa al analisis y que constituye una excepcion inclasificable; de ahi el extrano prestigio del adulterio durante toda la edad moderna: si para los antiguos era un crimen o un hecho sin lmportancia, en el siglo xix se convierte en un reto a la sociedad, una rebelion y un acto consagrado por la luz ambigua de lo maldito.*
Como el amor, la muerte es absurda
y responde con un “nada tiene sentido” a las previsiones de la * La metamorfosis del amor, desde el “amour courtois” hasta el adulterio burgues, puede verse en las distintas imagenes cue cada eooca se hace de Tnstan e Isold.. Es notable el desenfado y ligereza con que trata esos amores E Libra del Esforzado Caballero don Tr sL de Leoms, novela de caballerias.
324
razon.
El sueno, la divagacion, el juego de los ritmos, el fan-
taseo, tambien son experiencias que alteran sin posible compensacion la economia del espiritu y enturbian el juicio. Para el burgues, la poesla es ana distraccion —,ipero a quien distrae, si no es a unos cuantos extravagantes?— o es una actividad peligrosa; y el poeta, un clown inofensivo —aunque dispendioso— o un loco y un criminal en potencia. La inspiracion es supercheria o enfermedad y es posible clasificar las imagenes poeticas —curiosa confusion que dura todavia—■ como productos de las enfermedades mentales. Los “poetas malditos” no son una creacion del romanticismo: son el fruto de una sociedad que expulsa a aquello que no puede asimilar.
La poesia ni ilumina ni divierte al bur¬
gues. Por eso destierra al poeta y lo transforma en un parasito o en un vagabundo.
De ahl tambien que los poetas no vivan,
por primera vez en la historia, de su trabajo.
Su labor no vale
nada y este no vale nada se traduce precisamente en un no ganar nada.
El poeta debe buscar otra ocupacion —desde la
diplomacia hasta la estafa— o perecer de hambre. Esta situa¬ tion se confunde con el nacimiento de la sociedad moderna: el
primer
Villon.
poeta
“loco”
fue
Tasso;
el
primer
“criminal”,
Los siglos de oro espanoles estan poblados de poetas
mendigos y la epoca isabelina de liricos rufianes.
Gongora
mendigo toda su vida, hizo trampas en el juego y acabo sitiado por los deudores; Lope acudio a la terceria; en la vejez dc Cervantes hay un penoso incldente en el que aparecen con luz equivoca mujeres de su familia; Mira de Mescua, canonigo en Granada y dramaturgo en Madrid, cobraba por un empleo que no desempenaba; Quevedo, con varia fortuna, se entrego a la politica;* Alarcon se refugio ■ en la alta burocracia. . . Marlowe fue asesinado en una oscura intriga, despues de haber sido acusado de ateismo y libertinaje; Jonson fue poeta laureado v recibia, amen de una suma de dinero, una barrica anual de vino: ambos insuficientes; Donne cambio de casaca ■ * Sobre Quevedo politico realista vease el ensayo de Raimundo Lida “Cartas de Quevedo”, en Letras hispdnicas, pp. 103-23, Pondo de Cultura Economica, 19S8.
325
y asi logro ascender a Dean de San Pablo. . . la situacion social
En el siglo xix
de los poetas empeora.
Desaparecen los
mecenas y sus ingresos disminuyen, con excepciones como la de Hugo.
La poesla no se cotiza, no es un valor que puede
transformarse en dinero como la pintura.
Las
“tiradas
de
lujo” no han sido tanto una manifestacion del espiritu de secta de la nueva poesia como un recurso para vender mas caros, en razon del poco numero de ejemplares, libros que de todos modos el gran publico no ha de comprar. El Manifiesto comunista afirma que “la burguesia ha convertido al medico, al abogado, al sacerdote, al poeta v al hombre servidores pagados”.
de ciencia en
Esto es verdad, con una excepcion: la
burguesia cerro sus cajas de caudales a los poetas. ni bufones: parias, fantasmas, vagos.
Ni criados,
Esta descripcion seria incompleta si se omitiese que la oposicion entre el espiritu moderno y la poesia se inicia como un acuerdo. ^ Con la misrna decision del pensamiento filosofico, la poesia intenta fundar la palabra poetica en el hombre mismo.
El poeta no ve en sus imagenes la revelacion de un
poder extrano. A diferencia de las sagradas escrituras, la escritura poetica es la revelacion de si mismo que el hombre se hace a si mismo.
De esta circunstancia precede que la poesia
moderna sea tambien teoria de la poesia.
Movido por la ne-
cesidad de fundar su actividad en principios que la filosofia le rehusa y la teologia solo le concede en parte, el poeta se desdobla en critico.
Y aqui es oportuno repetir que estas li-
neas se proponen desentrahar la situacion de la poesia moderna no tanto desde el punto de vista de las obras como desde la perspectiva de los escntos teoricos de los poetas.
Por eso se
ocupan de poetas que, ademas de serlo, han tratado de justiicar la actividad poetica por medio de una filosofia de la p wa.^ Esta filosofia es tambien, segun se vera, una teoria de la historia, una religion y hasta una politica. oleridge es uno de los primeros en inclinarse sobre la creacon poetica, para preguntarle que significa o dice reaimente el poema.
Para Coleridge la imaginacion es el don
mas alto del hombre y en su forma primordial “la facultad
326
original de toda percepcion humana”.
Esta concepcion no es
muy distinta de la de Kant, al menos segun la interpretacion que ha hecho Heidegger de la Critica de l.a Razon Pura: la “imaginacion trascendental” es la raiz de la sensibilidad y del entendimiento y la que hace posible el juicio. . . La imagina¬ cion despliega o proyecta los objetos y sin ella no habria ni percepcion ni juicio; o mejor: como manifestacion de la temporalidad que es, se despliega y presenta los objetos a la sensibilidad y al entendimiento. Sin esta operacion —en la que consiste propiamente lo que llamamos “imaginar”—• seria imposible la percepcion. (Heidegger: Kant y el froblema de la metafisica, F.C.E.,
1954.)
Razon e imaginacion (“trascen¬
dental” o “primordial”) no son facultades opuestas: la segunda es el fundamento de la primera y lo que permite percibir y juzgar al hombre.
Pero Coleridge, ademas, en una segun-
da acepcion de la palabra, concibe la imaginacion no tanto como un organo del conocimiento cuanto como facultad de expresarlo en simbolos y mitos. En este segundo sentido, el saber que nos entrega la imaginacion no es realmente un co¬ nocimiento: “it’s a form of Being, or indeed it is the only Knowledge that truly is, and all other Science is real only as far as it is symbolical of this” (On Method, Essay XI). Ima¬ ginacion y razon, en su origen una y la misma cosa, terminan por fundirse en una evidencia que es indecible excepto por medio de una representacion simbolica: el mito.
En suma, la
imaginacion es, primordialmente, un organo de conocimiento, puesto que es la condicion necesaria de toda percepcion; y, ademas, es una facultad que expresa, mediante mitos y sim¬ bolos, el saber mas alto. Poesia y filosofia culminan en el mito.
La experiencia
poetica y la filosofica se confunden con la religiosa.
Pero la
religion no es una revelacion, sino un estado de animo, una suerte de acuerdo ultimo del ser del hombre con el ser del universo.
Dios es una sustancia pura, sobre la que la razon
nada puede decir, excepto que es indecible: the divine truths of religion should have been reveled to us in the form of poetry f and that at all times poets, not the slaves of my far327
ticular sectarian opinion, should, have joined to support all those delicate sentiments of the heai't. . . (Biographia literaria).
Religion es poesia, y sus verdades, mas alia
de toda
opinion sectaria, son verdades poeticas: slmbolos o mitos. Co¬ leridge despoja a la religion de su cualidad constitutiva: el ser revelacion de un poder divino y la reduce a la intuicion de una verdad absoluta, que el hombre expresa a traves de formas miticas y poeticas.
Por otra parte, la religion is the
poetry of Ma?ikind. Asl, funda la verdad poetico-religiosa en el hombre y la convierte en una forma historica. Pues la frase “la religion es la poesia de la humanidad” quiere decii efectivamente. la forma que tiene la poesia de encarnar en los hombres, y hacerse rito e historia, es la religion.
En esta
idea, comun a todos lcs grandes poetas de la edad moderna, se encuentra la raiz de la oposicion entre poesia-y modernidad. La poesia se proclama como un principio rival del espiritu critico y como el unico que puede sustituir a los antiguos principios sagrados.
La poesia se concibe como el principio
original sobre el que, como manifestaciones secundarias e historicas,. cuando no como superposiciones tiranicas y mascaras encubridoras, descansan las verdades de la religion.
De ahi
que el poeta.no pueda sino ver con buenos ojos la critica que hace el espiritu racional de la religion.
Pero apenas ese mismo
espiritu critico se proclama sucesor de la religion, lo condena. e
Sm duda las reflexiones anteriores simplifican con exceso problema. L se sabe que la realidad es mas rica que nues-
tros esquemas intelectuales. cial
Sin embargo, reducida a lo esen-
no es otra la posicion del romanticismo aleman, desde
olderlm y, a partir de ese memento, de todos lo® poetas europeos, llamense Hugo o Baudelaire, Shelley o Wordsworth. No es mutd repetir, por otra parte, que todos estos poetas coincidesi en algun momento con la revolucion del espiritu cn ico. No podia ser de otro mode, pues va se ha visto que la empresa poetica coincide lateralmente con la revolucionaria. aue'^hre'V' C°nS1Ste en ser voz ^e ese movimiento que dice No a Dios y a sus jerarcas y Si a los hombres. Las lturas del mundo nuevo seran las palabras del poeta reve328
lando a un hombre libre de dioses y senores, ya sin interme¬ diaries frente a la muerte y a la vida.
La sociedad revolu-
cionaria es inseparable de la sociedad fundada en la palabra poetica.
No es extrano por eso que la Revolucion Francesa
suscitase una inmensa expectacion en todos los esplritus y que conquistase la simpatla de los poetas alemanes e ingleses. Cierto, a la esperanza sucede la hostilidad; pero mas tarde —amortiguado o
justificado
el
doble
escandalo
del
terror
revolucionario y del cesarismo napoleonico— los herederos de los primeros romanticos vuelven a identificar poesla y revolu¬ cion.
Para Shelley el poeta moderno ocupara su antiguo lugar,
usurpado por el sacerdote, y volvera a ser la voz de una so¬ ciedad sin monarcas. Heine reclama para su tumba la espada del guerrero.
Todos ven en la gran rebelion
del esplritu
crltico el prologo de un acontecimiento arm mas decisive: el advenimiento de una sociedad fundada en la palabra poetica. Novalis advierte que “la religion no es sino poesla practica”, esto es, poesla encarnada y vivida.
A traves de ritos y mis-
terios las imagenes sagradas cobran cuerpo y se hacen acto, presencia viva.
Mas osado que Coleridge, el poeta aleman
afirma: “La poesla es la religion original de la humanidad”. Restablecer la palabra original, mision del poeta, equivale a restablecer la religion original, anterior a los dogmas de las Iglesias y los Estados.
La actitud de William Blake ilustra de un rnodo insu¬ perable la verdadera direccion de la poesla y el lugar que ocupa al iniciarse nuestra epoca.
Blake no escatima sus ata-
ques y sarcasmos contra los profetas del siglo de las luces y especialmente contra el esplritu volteriano.
Solo que, con el
mismo furor, no cesa de burlarse del cristianismo oficial. La palabra del poeta es la palabra original, anterior a las Biblias y Evangelios: “El genio poetico es el hombre verdadero. . . las rehgiones de todas las naciones se denvan de diferentes recepciones del genio poetico. . . los Testamentos judlo y cristiano derivan originalmente del genio poetico...” (All reli¬ gions are one, 1778).
El hombre y el Cristo de Blake son el 329
reverso de los que nos proponen las religiones oficiales.
El
hombre original es inocente y cada uno de nosotros lleva en si a un Adan.
Cristo mismo es Adan.
Los diez mandamien-
tos son una invencion del Demonio: Was Jesus chaste? or did he Give any lessons of chastity? The morning flush'd a fiery red: Mary zvas found in adulterous bed. Good and Evil are no more, Sinai's trumpets, cease to roar!
La mision
del poeta es restablecer la
palabra original,
desviada por los sacerdotes y los filosofos. “Las prisiones estan hechas con las piedras de la Ley; los burdeles, con los ladrillos de la Religion1''.
Blake canta a la Revolucion Ameri¬
cana y a la Francesa, que rompen las prisiones y sacan a Dios de las iglesias.
Pero la sociedad que profetiza la palabra del
poeta no puede confundirse con la utopia politica. crea carceles mas cscuras que la teologia.
La razon
El enemigo del
hombre se llama Urizel (la Razon), el “dios de los sistemas”, el prisionero de si mismo.
La verdad no procede de la razon,
sino de la percepcion poetica, es decir, de la imaginacion.
El
organo natural del conocimiento no son los sentidos ni el raciocinio; ambos son limitados y en verdad contrarios a nuestra esencia ultima, que es deseo infinito: “Menos que todo, no puede satisfacer al hombre”. y deseo:
El hombre es imaginacion
Abstinence sows sand all over The suddy lambs and flaming hair, But desire gratified Plants fruits of life and beauty there.
1 or obra de la imaginacion el hombre sacia su infinito deseo y se convierte el mismo en ser infinito.
330
El hombre es
una imagen, pero una imagen en la que el mismo encarna. El extasis amoroso o mlstico es esa encarnacion del hombre en su imagen: uno con el objeto de su deseo, es uno consigo mismo.
Por tanto, la verdadera historia del hombre es la de
sus imagenes: la mitologla. Blake nos cuenta en sus libros firojeticos la historia del hombre en imagenes mlticas. Una historia en marcha que esta sucediendo ahora mismo, en este instante y que desemboca en la ereccion de una nueva Jeru¬ salem. Los grandes poem as de Blake no son sino la historia de la imaginacion, esto es, de los avatares del Adan primor¬ dial. cion.
Historia mltica: escritura sagrada: escritura de funda¬ Revelacion del pasado original, que desvela el tiempo
arquetlpicO', anterior a los tiempos.
Escritura de fundacion
y profecla: lo que fue, sera y esta siendo desde toda la eternidad. ticas?
jY que nos profetizan estas sagradas escrituras poeEl advenimiento de un hombre que ha recobrado su
naturaleza original y que as! ha venido a la ley de gravedad del pecado. Aligerado de la culpa, el hombre de Blake vuela, tiene mil ojos, fuego en la cabellera, besa lo que toca, incendia lo que piensa.
Ya es imagen, ya es acto.
zacion son lo mismo. redime.
Deseo y reali-
Cristo y Adan se reconcilian, Urizel se
Cristo ya no es “el eterno ladron de energias” de
Rimbaud, sino la energia misma, tensa y disparada hacia el acto.
La
imaginacion
hecha
“Energia, delicia eterna.”
deseo,
el
deseo
hecho
acto:
El poeta limpia de errores los
libros sagrados y escribe inocencia ahl donde se lela pecado, libertad donde estaba escrito autoridad, instante donde se habia grabado eternidad.
El hombre es libre, deseo e imagina¬
cion son sus alas, el cielo esta al alcance de la mano y se llama fruta, flor, nube, mujer, acto. de las obras del tiempo”. el de la poesla.
“La eternidad esta enamorada
El reino que profetiza Blake es
El poeta vuelve a ser Vate y su vaticinio pro-
clama la fundacion de una ciudad cuya primera piedra es la palabra poetica.
La socle dad poetica, la nueva Jerusalem, se
perfila por primera vez, desprendida de los dogmas de la re¬ ligion y de la utopia de los filosofos. accion.
La poesla entra en
No es dificil descubrir en el romanticismo aleman prcocupaciones y ambiciones semejantes. que
sirvio de
En la revista Athetiaum,
organo a los primeros romanticos,
Federico
Schlegel define asi su programa: “La poesia romantica no es solo una filosofia universal progresista.
Su fin no consiste nada
mas en reunir a todas las diversas formas de poesia y restablecer la comunicacion entre poesia, filosofia y retorica. Tambien
debe mezclar y fundir poesia y prosa,
inspiracion
v
critica, poesia natural y poesia artificial, vivificar y socializar la poesia, hacer poeticas la vida y la sociedad, poetizar al espiritu, llenar y saturar
las
formas
artisticas
de
una
tancia propia y diversa y animar el todo con el humor.”
susEste
programa puede reducirse a la formula: poetizar la vida, socia¬ lizar la poesia.
Las tendencias del grupo de Jena encuentran
en Novalis la voz mas clara y el pensamiento mas recto y audaz, unidos a la autenticidad del gran poeta. La religion de la noche y de la muerte de los Himnos, los impresionantes Fragmentos —cada uno como un trozo de piedra estelar, en la que estuviesen grabados los signos de la universal analogia y las correspondencias eroticas que enlazan al hombre con el cosmos
, la busqueda de una Edad Media perdida, la resu-
rreccion del mito del poeta como una figura triple en la que se alian el caballero andante, el enamorado y el vidente, forrnan un astro de rnuchas facetas.
Una de ellas es un pro-
vecto de reforma historical la creacion de una nueva Europa, hccha de la alianza de catolicismo v espiritu germanico. el
famcso ensayo “Europa y la
Cristiandad” —escrito
En en
1799) el aho de la caida del Directorio— Novalis propo¬ ne un retorno al catolicismo medieval.
Pero no se trata de un
regreso a Roma, sino de algo nuevo, aunque inspirado en la universalidad romana.
(Senalemos, de paso, que unidad y uni-
versalidad son ideas que no cesan de fascinar a los roman¬ ticos.) La universalidad de Novalis no es una forma vacia; el espiritu germanico sera su sustancia, pues la Edad Media esta viva e Intacta en las profundidades del alma popular germana.
JY queues la Edad Media sino la profecia, el sueho
del nuevo espiritu romantico? 332
El espiritu romantico: la poe-
sia. Historia y poesia se funden.
Un gran Concilio de la Paz
reconciliara a la libertad con el Papado, a la razon filosofica con la imaginacion. Nuevamente, y por vias inesperadas, la poesia entra en la historia. El sueno de Novalis es un inquietante anuncio de otras y mas feroces ideologias, y as! ha sido denunciado recientemente por Albert Beguin, a quien debemos estudios inestimables sobre el romanticismo aleman.
Mas la misma inquietud,
si se ha de ser justo, deben provocarnos ciertos discursos de Saint-Just, otro joven puro, que son tambien una profecia de las futuras hazanas del espiritu geometrico. La actitud de Novalis, por otra parte, refleja una doble crisis, personal e his¬ torical imposible de analizar aqui. Baste decir que la Revolucion Francesa puso entre la espada y la pared a los mejores espiritus alemanes, como lo hizo con los ingleses y espanoles.* El grupo de Jena, tras un momento de seduccion y no sin desgarramientO', reniega de muchas de sus concepciones del primer momento.
Algunos se echan en brazos de la Santa
Alianza, otrcs escogen un catolicismo menos militante y el resto penetra en la gran noche romantica de la muerte. Estas oscilaciones son la contrapartida de las crisis y convulsiones revoiucionarias, desde el Terror hasta el Thermidor y su fi¬ nal culminacion en la aventura de Bonaparte. Es imposible entender la reaccion romantica si se olvidan las circunstancias historicas. Defender a Alemania de las invasiones napoleonicas era combatir contra la opresion extranjera, pero tam¬ bien fortificar el absolutismo interior.
Dilema insoluble para
la mayoria de los rcmanticos. Como ha dicho Maix.
La lu-
cha contra Napoleon fue una regeneracion acompanada de una reaccion”.
Nosotros,
contemporaneos
de
la
Revolucion
de
1917 y de los Procesos de Moscu, podemos comprender mejor que nadie las alternativas del drama romantico. Despojada de sus elementos accesorios, purgada de ciertas * Nadie,
entre nosotros,
ha
retratado
mejor la
ambigiiedad
de
ese
momento que Perez Galdos, en las. dos primeras series de los Episodios Nacionales.
Gabriel
Araceli
y
Salvador
Monsalud
combaten
todavia
en cada espanol e hispanoamericano.
333
obsesiones germanas,
la
concepcion
de
Novalis
se
presenta
como una tentativa por insertar la poesla en el centro la historia.
de
La sociedad se convertira en comunidad poetica
y, mas precisamente, en poema viviente.
La forma de rela-
cion entre los hombres dejara de ser la de senor y siervo, patrono y criado, para convertirse en comunion poetica. Nova¬ lis incluso preve comunidades dedicadas a producir colectivamente poesla. Esta comunion es, ante todo, un penetrar en la muerte, la gran madre, pcrque solo la muerte —que es la noche, la enfermedad y el cristianismo, pero tambien el abrazo erotico, el festln en donde la “roca se hace carne”— nos dara acceso a la salud, a la vida y al sol.
La comunion
de Novalis es una reconciliacion de las dos mitades de la esfera. En la noche de la muerte, que es asimismo la Cristo y Dionisos son uno.
del amor,
Hay un punto magnetico donde
las grandes corrientes poeticas se cruzan: en un poema como El pan y el vino■, la vision de Holderlin, poeta solar, roza por un momenta la del Himno V de Novalis, poeta de la noche.
En los Himnos arde un sol secreto, sol de poesla, uva
negia de resurreccion, astro cubierto de una armadura negra. Y no es casual la irrupcion de esa imagen del sol como un Caballero que lleva armas y penacho enlutados, porque la co¬ munion de Novalis es una cena mlstica y heroica en la que los comensales son Caballeros que tambien son poetas.
Y el
pan que se reparte en ese banquete es el pan solar de la poe¬ sla. “Beberemos ese vino de luz, seremos astros”, Elimno.
dice el
Comunion en la poesla, la cena del romanticismo
aleman es una rima o respuesta a la Jerusalem de Blake.
En
ambas visiones descendemos al origen de los tiempos, en busca del.hombre original, el Adan que es Cristo.
En ambas, la
mujer que es “alimento corporal mas elevado”_ es mediacion, puerta de acceso a la otra orilla, alia donde las dos mitades pactan y el hombre es uno con sus imagenes.
Desde su nacimiento la poesla moderna se presenta como una empresa autonoma y a contracorriente.
Si es una ten¬
dency espmtual incompatible con la “marcha del tiempo”, 334
tampoco logra encontrar asidero en las Iglesias.
Es revelador
qoe para Novalis el triunfo del cristianismo no entrane la negacion, sino la absorcion, de las religiones precristianas.
En
la noche romantica “todo es delicia, todo es poema eterno y el sol que nos ilumina es la faz augusta de Dios”. La noche es sol.
Y lo mas sorprendente es que esta victoria solar de
Cristo se cumple no antes sino despues de la era cientifica, esto es, en la edad romantica: en el presente. El Cristo historico que predico en Galilea evidentemente no es el mismo que la deidad noche-sol que invocan los Himnos. Igualmente ocurre con la Virgen, que asimismo es Persefona y Sofia, la novia del poeta, la muerte que es vida. El nuevo catolicismo de Novalis es, al pie de la letra, nuevo y distinto del historico; y tambien es mas antiguo, porque convoca a las divmidades que adoraron los paganos. Desde esta perspectiva se ilumina con otro sentido el ensayo Europa y la Cristiandad; la poesia, una vez mas, ostenta una doble faz: es la mas revolucionaria
de
las
revbluciones
y,
simultaneamente,
la
mas
conservadora de las revelaciones, porque no consiste sino en restablecer la palabra original.
La actitud de los otros grandes
precursores —-Elolderlin, Blake, Nerval
■ es aun mas neta.
su Cristo es Dionisos, Luzbel, Orfeo. La raiz de la ruptura entre poesia moderna y religion es de indole distinta a la que enfrenta el espiritu poetico al racional,
pero
sus consecuencias
son
semejantes,
tambien
las
Iglesias, como la burguesia, expulsan a los poetas. La oposicion entre las escrituras poeticas y las sagradas es de tal naturaleza que todas las alianzas de la poesia moderna con las religiones establecidas terminan siempre en escandalo. Nada menos ortodoxo que el cristianismo de un Blake o de un Novalis; nada mas sospechoso que el de un Baudelaire; nada mas alejado de la religion oficial que las visiones de un Shelley, un Rim¬ baud o un Mallarme, para no hablar de aquel que hizo de ruptura y negacion el canto funebre mas acerado del siglo: Isidore Ducasse. No es necesario seguir los episodios de la smuosa y subterranea marcha del movimiento poetico del siglo pasado, osci-
335
lante siempre entre los dos polos de Revolucion y Religion. Cada
adhesion
escandalo.
termina
en
ruptura;
cada
conversion,
en
Monnerot ha comparado la historia de la poesia
moderna con la de las sectas gnosticas y la de los adeptos de la tradicion oculta.
Esto es verdad en dos sentidos.
Es
innegable la influencia del gnosticismo y de la filosofia hermetica en poetas como Nerval,
Hugo,
Mallarme,
para
no
hablar de los poetas de este siglo: Yeats, George, Rilke, Bre¬ ton.
Por otra parte, cada poeta crea a su alrededor pequehos
circulos de
iniciados, de modo que
sin
exageracion puede
hablarse de una sociedad secreta de la poesia.
La influencia
de estos grupos ha sido inmensa y ha logrado transformar la sensibilidad de nuestra epoca.
Desde este punto de vista no
es exagerado afirmar que la poesia moderna ha encarnado en la historia, no a plena luz, sino como un misterio nocturno y un rito clandestine.
y
Una atmosfera de conspiracion
de ceremonia subterranea rodea al culto de la poesia.
Condenado a vivir en el subsuelo de la historia, la soledad define al poeta moderno. Aunque ningun decreto lo obligue a dejar su tierra, es un desterrado.
Dante jamas abandono
Florencia, pues la sociedad antigua siempre guardo un sitio para el poeta.
Los vinculos con su ciudad no se rompieron:
se transformaron, pero la relacion continuo viva y dinamica. Ser enemigo del Estado, perder ciertos derechos civicos, estar sujetoa la venganza o a la justicia de la ciudad natal, es algo muy distinto a carecer de identidad personal.
En el segundo
caso la persona desaparece, se convierte en un fantasma.
El
poeta moderno no tiene lugar en la sociedad porque, efectivamente, no es
nadie”.
Esto no es una metafora: la poesia
no existe para la burguesia ni para las masas contemporaneas. El ejerciao de la poesia puede ser una
distraccion o una
medad, nunca una profesion: el poeta no trabaja ni produce. Por eso los poemas no valen nada: no son productos susceptibles de intercambio mercantil. El esfuerzo que se gasta en su creac.on no puede reducirse al valor trabajA
La
circulacion comercial es la forma mas activa y total de intercambio que conoce nuestra sociedad y la unica que produce
336
valor.
Como la poesi'a no es algo que pueda ingresar en el
intercambio de bienes mercantiles, no es realmente un valor. Y si no es un valor, no tiene existencia real dentro de nuestro mundo. La volatizacion se opera en dos sentidos: aquello de que habla el poeta no es real —y no es real, primordialmente, porque no puede ser reducido a mercancia—; la creacion
poetica no es una ocupacion,
un trabajo o actividad
definida, ya que no es posible remunerarla. De ahi que el poeta no tenga status social. La polemica sobre el “realismo” se iluminaria con otra luz si aquellos que atacan a la poesia moderna por su desden de la “realidad social” se diesen cuenta que no hacen sino reproducir la actitud de la burguesia. La poesia moderna
no habla
de
“cosas reales”
porque
previamente se ha decidido a abolir toda una parte de la reali¬ dad: precisamente aquella que, desde el nacimiento de los tiempos, ha sido el manantial de la poesia. “Lo admirable de lo fantastico —dice Breton— es que no es fantastico sino real.”
Nadie se reconoce en la poesia moderna porque hemos
sido mutilados y ya se nos ha olvidado como eramos antes de esta operacion quirurgica.
En un mundo de cojos, aquel que
habla de que hay seres con dos piernas es un visionario, un hombre que se evade de la realidad. A1 reducir el mundo a los datos de la conciencia y las obras todas al valor trabajomercancia, automaticamente se expulso de la esfera de la reali¬ dad al poeta y a sus obras. A rnedida que el poeta
se
desvanece
como
existencia
social y se hace mas rara la circulacion a plena luz de sus obras, aumenta su contacto con eso que, a falta de expresion rnejor, llamaremos la mitad perdida del hombre.
Todas las
empresas del arte moderno se dirigen a restablecer el dialogo con esa mitad.
El auge de la poesia popular, el recurso al
sueno y al delirio, el empleo de la analogia como Have del universo, las tentativas por recobrar el lenguaje original, la vuelta a los mitos, el descenso a la noche, el amor por las artes de los primitivos, todo es busqueda del hombre perdido. Fantasma en una ciudad de piedra y dinero, desposeido de su
337
existencia concreta e histories, el poeta se cruza de brazos y vislumbra que todos hemos sido arrancados de algo y lanzados al vacio: a la historia, al tiempo.
La situacion de des-
tierro, de si mismo y de sus semej antes, lleva al poeta a adivinar que solo si se toca el punto extremo de la condicion solitaria cesara la condena.
Porque alii donde parece que ya no hay
nada ni nadie, en la frontera ultima, aparece el otro, aparecemos todos.
El hombre solo, arrojado a esta noche que no
sabemos si es la de la vida o la de la muerte, inerme, perdidos todos los asideros, descendiendo interminablemente, es el hom¬ bre original, el hombre real, la mitad perdida. El hombre original es todos los hombres.
O como dicen los Upanishad:
Xu eres yoNacida de la soledad, la poesia moderna es poesia de comunion.
La tentativa mas desesperada y total por romper el cerco y hacer de la poesia un bien comun se produjo ahi donde las condiciones objetivas se habian hecho criticas: Europa despues de la primera Guerra Mundial.
Entre todas las aventuras de
ese momenta, la mas lucida y ambiciosa fue el surrealismo. Examinarlo sera dar cuenta, en su forma mas extremada y radical, de las pretensiones de la poesia contemporanea. El programa surrealists transformar la vida en poesia y operar asi una revolucion decisiva en los espiritus, las costumbres y la vida social— no es distinto al proyecto de Federico Schlegel y sus amigos: hacer poeticas la vida y la sociedad. Para lograrlo, unos y otros apelan a la subjetividad: la disgregacion de la realidad objetiva, primer paso para su poetizacion, sera obra de la insercion del sujeto en el obieto: la iroma
romantica y el “humor” surrealista se dan la rnano.
As.mismo el amor y la mujer ocupan en ambos movimientos un lugar central: la plena libertad erotica se alia a la creencia en el amor unico.^La mujer abre las puertas de la noche y de la verdad; la union fisica y psiquica es una de las experiencias mas altas del hombre y en ella el hombre toca las dos vertientes del ser: la muerte y la vida, la noche y el dia. Las heroinas romanticas, hermosas y terribles como esa maravillosa Carolina
338
de Gunderode, reencarnan en mujeres como Leonora Carring¬ ton.
Las vicisitudes politicas son tambien parecidas: entre la
reaccion bonapartista y la Santa Alianza, Schlegel se entrega a Metternich y otros se refugian en el catolicismo; en direccion opuesta, pero no menos negadora de su pasado, frente al mundo burgues y la reaccion estalinista, poetas como Ara¬ gon y Eluard abrazan esta ultima.
Los otros se
dispersan
(hasta que el campo de concentration o el manicomio se los tragan: Desnos y Artaud), se aislan como Char o tratan de reagruparse,
buscando una
tercera
via,
que
y revolucion: Breton y Peret. No menos notables son las diferencias.
concilie
poesia
Entre los surrea-
listas es menos aguda y amplia la mirada metafisica; incluso en
Breton
y Artaud —los
unicos
con
vocacion
filosofica—■ la vision es parcial y desgarrada.
realmente
La atmosfera
que envuelve a los romanticos es la filosofia alemanaj al surrealismO', la poesia y Freud.
de
Apollinaire,
el arte
contemporaneo
En cambio, su conciencia historica es mas clara y
profunda y su relacion con el mundo mas directa y arrojada. Los romanticos terminan negando la historia y refugiandose en el sueho; los surrealistas no abandonan la partida
incluso
si esto significa, segun ocurre con Aragon, someter la palabra a las necesidades de la accion.
Diferencias y semejanzas se
funden en una circunstancia comun: ambos movimientos son una protesta contra la esterilidad espiritual del espiritu geometrico, coinciden con revoluciones que se transforman en dictaduras cesareas o burocraticas y, en fin, constituyen tentativas por trascender razon y religion y fundar asi un nuevo sagrado Frente a crisis historicas semejantes son simultaneamente crepusculo y alba.
El primerd delata la comun insufi-
ciencia del feudalismo y del espiritu jacobmo; el segundo, el nihilismo ultimo de la conception racionalista y los pehgros del bolchevismo burocratico.
No logran
una
sintesis,
pero^ en
plena tormenta historica levantan la bandera de la poesia y el amor. . Como los romanticos, los surrealistas atacan las nociones de objeto y sujeto.
No es util detenerse en la descripcion de
339
su actitud.
Si lo es, en cambio, subrayar que la afirmacion
de la inspiracion como una manifestacion del inconsciente y las tentativas por crear colectivamente poemas implican una socializacion de la rreacion poetica. La inspiracion es un bien comun —basta con cerrar los ojos para que fluyan las imagenes, todos somos poetas y si hay que pedirle peras al olmo. Blake habla dicho: all men are alike in the foetic genius.
El surrealismo trata de mostrarlo
acudiendo al sueno, al dictado del inconsciente y a la colectivizacion de la palabra. La poesia hermetica de Mallarme y Valery —y la concepcion del poeta como un elegido y un ser aparte poetas.
- sufren una terrible embestida: todos podemos ser
“Devolvemos el talento que se nos presta.
Habladme
del talento de ese metro de platino, de ese espejo, de esa puerta. . . Nosotros no tenemos talento”, dice Breton en el Primer Manifesto. objeto.
La destruccion del sujeto implica la del
El surrealismo pone en entredicho las obras.
Toda
obra es una aproximacion, una tentativa por alcanzar algo. Pero ahi donde la poesia esta al alcance de todos, son superfluos los poemas y los cuadros. Todos los podemos hacer. Y mas- todos podemos ser poemas. Vivir en poesia es ser poemas. ser imagenes. La socializacion de la inspiracion conduce a la desaparicion de las obras poeticas, disueltas en la vida.
El su¬
rrealismo no se propone tanto la creacion de poemas como la transformacion de los hombres en poemas vivientes. Entre los medios destmados a consumar la abolicion de la antmomia poeta y poesia, poema y lector, tu y yo, el de mayor f 1C3.aa 7 radlcallsmo « la escritura automatica. Destruida la cascara del yo, rotos os tabiques de la conciencia, poseido por la otra voz qne sobe d= lo hondo como „„ igl o„c emerge, el hombre
regreaa a aquello de que
(„e separado
cuaudo nacio la eoncene.a. La e.critura automatica es el primer paso par, res.aurar la edad de oro, e„ la que peusamiemo 7 palabra, fruto y lab,os, deseo y ado son sindnimos. log,ca superior
La
que pedla Novalis es la escritura automatic,-
yo es tu, esto es aquello. La uuidad de los con,ratios es u„ estado en el que cesa el conocimiento, porque se ha fuudido
340
el que conoce con aquello que es conocido: el hombre es un surtidor de evidencias. La practica de la escritura automatica se enfrenta a varias dificultades. En primer termino, es una actividad que se realiza en direccion contraria a las nociones vigentes en nuestro mundo; ataca, senaladamente, uno de los fundamentos de la moral corriente; el valor del esfuerzo. Entregarse a la escritura automatica entrana una decision muy grave, pues contradice principios comunmente aceptados.
Por otra parte, la pasividad
que exige implica otra decision de signo opuesto: la voluntad de no intervenir. La tension que se produce es insoportable y solo unos cuantos logran llegar, por poco tiempo, a ese estado de pasiva actividad. La experiencia no es muy distinta al extasis de los cristianos o al vaclo que es plenitud de los budistas, aunque el trance surrealista no nos haya dado textos comparables a los de los grandes misticos.
Asi, contra lo que
pensaba Breton, la escritura automatica no esta al alcance de todos. No basta tender la mano y cerrar los ojos para que caiga el fruto de la poesla.
De ahl la rareza de textos realmen-
te producidos por el metodo automatico.
Y aun me atre-
veria a decir que la practica de la escritura automatica es imposible dentro de las actuales circunstancias. Si la inspiracion consiste en ese proyectarse del hombre hacia adelante, sin cesar alcanzandose por la imagen y sin cesar desprendiendose de si, la escritura automatica solo sera posible cuando se opere una radical transformacion del ser del hombre, esto es, cuando el hombre deje de serlo. Las dificultades anteriores no son las unicas. objecion, mas decisiva, e inmediata.
Hay otra
La escritura automatica
es un medio para alcanzar cierto estado de perfects facilidad creadora.
Pero es un medio que es un fin; lo que se pretende
alcanzar con la escritura automatica es la escritura automatica: ese punto en donde cesa la distancia entre el hombre y la palabra.
La escritura automatica es un metodo al alcance de
todos, para hacer poemas; los poemas, por su parte, no tienen otro objeto que crear en el lector un estado semej ante al del
3+1
poeta en trance de escribir con el metodo automatico; por tanto, los productos de la escritura automatica son superfluos. Nuestro juicio sobre las posibilidades de la escritura auto¬ matica varia apenas la enfocamos desde su propia perspectiva historica. poetica.
El
Primer
Manifiesto
anunciaba
una
revolucion
El Segundo hace una sola consigna de la frase de
Rimbaud: “Cambiar al hornbre”, y la de Marx: “Cambiar al mundo”. Apenas cesen las oposiciones de clase, se liquide el Estado y la dialectica infernal del esclavo y del senor se resuelva en una real comunidad, se acortaran las distancias entre el hornbre y los hombres, el hornbre y las cosas, el hombre y su conciencia.
El ser humano se recobrara y conciencia y
existencia seran una sola y misma realidad.
En una sociedad
comunista el automatismo poetico, lejos de ser una paradoja, seria el estado normal de los hombres. El trabajo se convertina, segun la conocida frase de Lenin, en arte. Y a medida que la conciencia hurnana scmetiese la existencia a su voluntad, todos seriamos poetas porque todos nuestros actos serian poemas, es decir, creaciones. La noche que es “un eterno poema” seria una realidad cotidiana, a pleno sol. A la luz del Segundo Manifiesto, el exceso de confianza en el automa¬ tismo aparece como lo que es realmente: un generoso equivoco historico.
1954> tras L segunda Guerra Mundial y los anos tensos que la han seguido, puede verse con mayor claridad en que consistio el fracaso revolucionario del surrealismo.
Ninguno
de los movimientos revolucionarios del pasado habia adoptado la forma cerrada del Partido Comunista; ninguna de las escuelas poeticas anteriores se habia presentado como un grupo tan compacto y militante.
El surrealismo no solo se proclamo la
voz poetica de la Revolucion, sino que identified a esta con la poesia.
La nueva sociedad comunista seria una sociedad
surrealista, en la que la poesia circularia por la vida social como una fuerza perpetuamente creadora.
Pero en la realidad
historica esa nueva sociedad habia ya engendrado sus mitos, sus imageries y un nuevo sagrado.
Antes de que naciese el
culto a los Jefes, ya habian surgido los guardianes de los libros
34*
santos y una casta de teologos e inquisidores.
Finalmente, la
nueva sociedad empezo a parecerse demasiado a las antiguas y muchos de sus actos recordaban no tanto el Terror del Tri¬ bunal de Salud Publica cuanto las hazanas de los Faraones. Sin embargo, la transformacion del Estado obrero de Lenin en inmensa y eficaz burocracia precipito la ruptura, pero no fue su causa.
Con Trotski en el poder las dificultades no habrian
sido del todo diferentes.
Basta leer Lit.eratura y Revolution
para darse cuenta de que la libertad del arte tambien tenia para Trotski ciertos 1 unites; si el artista los traspasa, el Estado revolucionario tiene el deber de cogerlo por los hombros y sacudirlo.* El compromiso era imposible, por las mismas razones que habian impedido a los poetas del siglo pasado toda union permanente con la Iglesia, el Estado liberal o la burguesia. A partir de esta ruptura, el surrealismo vuelve a ser lo que fueron los antiguos circulos poeticbs: una sociedad semisecreta.
Es cierto que Breton no ha cesado de afirmar la
identidad ultima del movimiento revolucionario y el poetico, mas su accion en el campo de la realidad cotidiana ha sido esporadica y no ha llegado a influir decisivamente en la vida politica.
A1 mismo tiempo, no seria justo olvidar que, mas
alia de este fracaso historico, la sensibilidad de nuestra epoca y sus imageries — singularmente ese triangulo incandescence que forrnan la libertad, el amor y la poesia es en gran medida una creacion del surrealismo y de su influencia sobre la mayor parte de los poetas contemporaneos. el surrealismo no es una supervivencia guerra
ni un objeto arqueologico.
Por _lo demas,
de.la pnmera ^pos-
En realidad, es la unica
tendencia que ha logrado llegar viva a la rnitad del^ siglo, des¬ pues de atravesar una guerra y una crisis espintual sm paralelo. Lo que distingue al romanticismo y al surrealismo del resto * Anos mas tarde, ya en el exilio, Trotski modified
sus puntos de
vista y afirmo que el unico rdgimen posible para el artista seria el del la
libertad
S" que “"vie,e clones
provienen
absoluta, el
independientemente
E»,de
revotei.n.rio,
de
Peru
las
circuns-
e,U,
.firm.-
de un hombre en la oposicion.
343
de los movimientos literarios modernos es su poder de transformacion y su capacidad para atravesar, subterraneamente, la superficie historica y reaparecer de nuevo. No se puede enterrar al surrealismo porque no es una idea sino una direccion del espiritu humano. La decadencia innegable del estilo poetico surrealista, transformado en receta, es el de una forma de arte
determinada y no afecta
ultimos.
esencialmente a
sus
poderes
El surrealismo puede crear nuevos estilos, fertilizar
los viejos o, incluso, prescindir de toda forma y convertirse en un metodo de busqueda interior, como el budismo Zen. Ahora bien, independientemente de lo que reserve el porvenir a este grupo y a sus ideas, es evidente que la soledad sigue siendo la nota dominante de la poesia actual.
La escritura
automatica, la edad de oro, la noche que es un festin eterno, el mundo de Shelley y Novalis, de Blake y Holderlin, no estan al alcance de los hombres.
La poesia no ha encarnado
en la historia, la experiencia poetica es un estado de excepcion y el unico camino que le queda al poeta es el antiguo de la creacion de poemas, cuadros y novelas.
Solo que este volver
al poema no es un simple retorno, ni una restauracion.
Cer¬
vantes no reniega de Don Quijote: asume su locura, no la vende por unas migajas de sentido comun.
El poema future,
para ser de veras poema, debera partir de la gran experiencia romantica. ^'Las preguntas que desde hace siglo y medio se hacen los mas grandes poetas tienen una respuesta? El arco y e historia), pp. 229-48.
344
la lira
(El poema.
Fondo
de
Cultura
La revolucion poetica. Economica,
Mexico, ’
Poesia 1956, ’
JOSE E. ITURRIAGA [Mexico, D. F., 1914] Es una de las conciencias mexicanas para la cual los problemas nacionales y humanos tienen su mayor imperative.
Espiritu
grave y reflexivo, parece escribir no por razones intelectuales sino por moviles tivicos, orientado solo al planteamiento y a la dejensa de las grand.es causas: la education, la integration social y politica, las lecciones de nuestro pasado historico. Iturriaga curso la carrera de leyes e hizo estudios de filosofia.
En su juventud jue un fervoroso admirador de Ortega
y Gass.et, sobre cuyo pensamiento escribio un extenso libro que, por escrupulos morales, nunca lie go a publicar.
Forma
parte de la Direction de Investigaciones Economicas de la Na¬ tional Financier a.
La mayor parte de sus ensayos y estu¬
dios han aparecido en revistas culturales y en los diarios de la ciudad de Mexico. Ensayos: El tirano en la America latina, 1944. cultural de Mexico,
La estructura social y
1951.
EL CARACTER DEL MEXICANO Consideraciones generates Ha
sido
un tema de vasta meditacion la existencia de
un
caracter nacional de cada pueblo, en cuya virtud los individuos que van brotando y formandose en su seno poseen un sello inconfundible que los distingue de los otros pueblos. Parejamente a esta tesis o, mejor aun, en opo-sicion a ella, existe otra teoria segun la cual un hombre —independientemente de su oriundez—■ en ultimo analisis es igual e identico a cualquiera otro. Pero dejando
de
lado la
actitud
polemics
que
ambas
tesis representan, y alejandonos igualmente de todas las implicaciones estrictamente filosoficas que una y otra tesis sugieren,
345
si puede afirmarse que cada pueblo tiene, en efecto, un caracter nacional distintivo, un sistema de reacciones especifico suscitado por la circunstancia vital en que se halla colocado, a saber: su medio geografico, economico, historico, so¬ cial, politico y juridico. A traves de los distintos ensayos de descripcion del caracter nacional de algunos pueblos, puede notarse que hay una serie de generalizaciones aprioristicas y juicios arbitrarios facilmente refutables (ver Salvador de Madariaga: Ingleses, jranceses y espanoles ) de tal modo que describir el caracter del mexicano resulta una tarea dificil de emprender, aparte de que concurren otras razones que la obstruyen todavia mas. Entre esos escollos pueden mencionarse los siguientes: a) la complejidad de nuestro pasado historico; b) la multiplicidad de grupos aborigenes que habitaban nuestro territorio antes de la llegada de los espanoles; c) el hecho de que el conquista¬ dor no era plenamente europeo, sino mestizo de celtibero y arabe; * dJ la circunstancia de que Espaiia no habia aun rebasado el estilo de vida medieval cuando conquisto y colonizo estas tierras, en virtud de su vigoroso movimiento de Contrarreforma; e) el ser Mexico vecino de un pais como Norteamerica, cuya estructura cultural tiene su origen en la Reforma y en el libre examen, antecedente directo y decisivo de su auge cientifico, tecnologico y economico que contrasta tan radicalmente ** de nosotros en poder politico y economico; y Los espanoles son desde el punto de vista antropologico la resultante final de un complicadisimo proceso de mestizacion entre distintas_ razas: los iberos, los semitas fenicios, los romanos, los godos de origen germamco, los moros — arabes y negros—, etc., de tal modo que la mezcla de tan dIStintos elementos raciales dentro de la nacion -el mestizaje interior- no habia llegado todavia a un grado que permit.era cons.derar ai espahol como un grupo etnico homogeneo.” biegfned Askmasy tndigena, Imprenta Cosmos, 1939, p. 147. ** Vease el hbro de Waldo Frank Ustedes y nosotros, que apunta las d.ferencas de origen cultural de la America Hispana y de la Amenca Anglosajona. Editorial Losada, Buenos Aires, 1942, pp. 66-68. Daniel Cosio Villegas en su ensayo titulado “Mexico y Estados Unidos” apunta un co,Waste interesante: “Mexico fue hijo de una potencia impotcnte: no solo las energias vitales de ella menguaron hasta llegar
346
f) como si no fuese bastante todo ello, un territorio pobre en su mayor parte, fragmentado en una pluralidad de regiones bien delimitadas y aisladas por la orografia. Mas a todos estos factores historicos, raciales, culturales, internacionales y geograficos —que han producido un hombre con una fisonomia psicologica tan llena de matices y rica en ingredientes, muchos de estos contradictories— hay que agregar uno mas y que se deriva de nuestro mestizaje inconcluso: las dos sangres que llevamos dentro no se han apaciguado todavia, se hallan en perpetuo conflict©. Aqui conviene detenerse un momenta a fin de esclarecer en algo este punto. Una prueba de que el mestizaje cultural esta en proceso de formacion y de que la reconciliacion de nuestras dos sangres no se ha logrado aun radica, por ejemplo, en que el nombre de Cortes sigue siendo polemico aun ante los mas equilibrados indigenistas, aparte de que en cierto modo el Conquistador sigue teniendo un simbolo adscrito a los credos politicos regresistas. Y es curioso observar como el mexicano medio se siente ligado mas a la figura de Cuauh¬ temoc que a la de Cartes, en contraste con lo que ocurre en el Peru, donde el peruano medio se siente ligado mas a la figura de Pizarro que a la de sus antepasados indigenas.
En
Mexico, Cortes carece de estatua y Cuauhtemoc en cambio la tiene; en el Peru, Pizarro cuenta con multitud de estatuas y en cambio carece de ellas Atahualpa; los textos de historia peruana, al referir las batallas de la Conquista, hablan como si fuesen espanoles los que las describen; en cambio en nuestros textos oficiales se dice con frecuencia. Aqui derrotamos a los espanoles.” Lo que revela este planteamiento historiografico disimil entre dos paises con porcentajes elevados de poblacion indigena es en verdad de honda significacion cultural, tal casi a la extlncion, sino que Espafia, Incapaz de crear ya, cayo por fuerza en la actitud de esconder, para conservar lo mucho que habla dado al mundo y lo que de el habi'a logrado. Mexico, como todas las colonias espanolas de America, vivio as! bajo un signo de conservaclon de reaccion, y no movido, como lo fue el pals que mas tarde sena Estados" Unidos, por las grandes fuerzas creadoras de la sociedad moderna.” Cuadernos Americanos, n9 6,
1947,
p.
16.
3+7
como lo ha demostrado Leopoldo Zea (“Mexico en Iberoamerica”, Cuadernos Americanos, n? 6, 1946). Es por igual elocuente la mutacion ocurrida durante el siglo xix en la conciencia popular frente a los simbolos representados en estas dos antitesis: Cortes-Las Casas 7 CortesCuauhtemoc. En efecto, en la gran jornada libertaria de nuestra Independencia solia parangonarse a dos figuras, ambas de espanoles: Hernan Cortes frente a Bartolome de las Casas; uno era el simbolo del opresor de los indios, el otro el simbolo de su defensor (ver Silvio Zavala: La filosofia de la Conquista, Fondo de Cultura Economica, 1947, pp. 117-5 o). Pero ya en las grandes jornadas de la Reforma 7 de la Intervencion Francesa solia oponerse a la figura de Cortes la emotiva semblanza de Cuauhtemoc. Esta sustitucion del espanol Las Casas por el indio Cuauh¬ temoc como el defensor de los indios por antonomasia —representacion
esta
ultima
de
la
imagen
de
Juarez *—-
indica
ciertamente una evolucion colectiva en la preferencia hacia lo indigena, fenomeno que se advierte 7a con mas claridad dentro del ideario de la Revolucion Mexicana, pues el indio queda colocado en un primer piano en la conciencia de los precursores de nuestro movimiento social de 1910.** Es decir, conforme va madurando el pais, la preferencia por el angulo indigena de nuestro mestizaje se va fortaleciendo 7, simultaneamente a ello, la figura de Cortes sigue teniendo el caracter polenuco a que antes aludiamos. Tal parece, pues, que nuestras dos sangres no habran de tener reposo hasta que los 2 > medio millones de indigenas bilingiies 7 monolingiies esten perfectamente fundidos en el nivel medio cultural 7 en el nivel medio economico del pais; 7, acaso entonces, podremos “A Juarez se le llama el indio sus enem.gos pol.fcos; pero tambien partidanos para enaltecerle.” Emilio de Mextco, Librena de la Vda. de Ch.
como designacion despectiva por se le daba ese nombre por sus Rabasa, La evolucion historica Bouret, Mexico, 1920, pp. r,-2.
P, a c e TP-°gr"la dd Part,‘d0 Llberal de '906 contenido en el Plan de San Lu.s Missouri, el punto 48 habla expresamente de la redencon del indigena. Jesus Romero Flores, Anales historkos de la Revolucion Mexicana, edicion de El Nacional, Mexico, 1939, p. 207.
34»
ver a Cortes con objetividad y sin animosidad y reconoceremos en el a uno de nuestros abuelos, como en efecto lo es.* Un ejemplo de esta afinidad colectiva por lo indigena se encuentra en el entusiasmo popular brotado con motivo del hallazgo de los restos del ultimo emperador azteca, entusiasmo que no se enfrio con la declaracion oficial de que tales restos eran apocrifos. Y la nocion que el hombre medio tiene en Mexico de que su mas ilustre ascendiente es Cuauhtemoc fue reconocida y consagrada en el decreto de io de octubre de 1949 expedido por el Congreso de la Union, segun el cual —en su articulo 1°—■ a la letra dice: “Expresese desde luego la declaracion categorica de que la jigura heroica de Cuauh¬ temoc es el simbolo de nuestra nacionalidad y rnerece por lo mismo la devocion sincera del pueblo mexicano.”
Rasgos caracterologicos del mexicano Antes de efectuar el inventario de los rasgos caracterologicos del mexicano, puede hacerse una primera afirmacion: que el alma del mexicano se halla —como su aspecto somatico
en
activa gestacion, al igual de lo que ocurre, por ejemplo, con el mestizaj e en Indochina. Es decir, que es un alma cargada de dinamicidad que va dingida a fijarse, a precisarse en un tipo inconfundible.
Tan es esto asi que muchos pensadores
acuciosos de la realidad mexicana sociologos, filosofos de cultura, psicologos—* consideran que es imposible defmir la peculiaridad del caracter del mexicano precisamente porque esta no se ha dado aun en contornos tales que la individuapcen. Sin embargo, e independientemente de esta objecion, puede afirmarse que el grado de mestizaj e cultural indoespahol alcanzado durante tres siglos permite licitamente hablar de un perfil espiritual propio del mexicano, que no es otra cosa que el subconsciente colectivo nacional. Mas debe quedar establecido que, al hablar del mexicano, habremos de refe* La urgencia de esta reconciliation la preconiza con insistencia Hector Perez Martinez en su Cuauhtemoc, Editorial Leyenda, Mexico, 194S.
349
rirnos al hombre que habita en los Estados del interior de la Republica, por ser estos donde el mestizaje esta mas logrado y, sobre todo, donde la poblacion es mayor, pues en
1946
los Estados del Norte tenian 4.9 millones de habitantes; los Estados del Centro 11.0; los del Golfo de Mexico 2.8; los del Pacifico Norte 1.5; y los del Pacifico Sur 3.1.
Es decir,
el mexicano del Centro constituia la mayoria de la poblacion del pais. La diferencia de caracteres que se advierte en el mexicano de otras regiones que poseen sello personal —por ejemplo en el de Jalisco o en el del Norte o en el del Estado de Vera¬ cruz, o en el Estado de Oaxaca, o en el de la peninsula de Yucatan— debe ser sistematizada
por
algun
estudioso
que
sepa entregar una especie de geografia espiritual de Mexico. Asi, pues, dentro de un margen inevitable de apreciaciones arbitrarias se senalaran los rasgos psicologicos que parecen en el los mas distintivos, ubicando al Tnsxiccmo tipo dentro de los Estados del Centro y dentro de las clases populares y medias pobres, pues, como decia el doctor Mora, “el caracter de los mexicanos y sus virtudes no deben buscarse, como lo han hecho muchos extranjeros, en las clases privilegiadas, sino en la gran masa de los ciudadanos’' (Mexico y sus revolucioms, Ed. Porrua, Mexico, 1900, t. I, p. 121). Ante todo, el mexicano padece un hondo sentimiento de menor valia que arranca de su pasado colonial, de su condicion de raza vencida, de la inferioridad tecnica de su civilizacion frente a la del conquistador* y de haberse fundado el mestizaje no por medio del amor, sino por medio de la vio¬ lence.** De este sentimiento de inferioridad nacen todas sus Claro que tal inferioridad no se reflere a todos y cada uno de los e ementos que coraponen una civilizacion o una cultura, tal como lo patentizan el Calendars Azteca y la medicina aborigen. Sobre este tema conv.ene consultar el trabajo de Alfonso Caso “Contribucidn de las culturas md.genas de Mexico a la cultura mundial”, MeJco Culturaj Secretaria de Educacion, 1946.
y la
. ** CaS‘ Ia totaIidad de los espanoles dejaron en su lugar de ongen a sus esposas, hermanas o hijas, y ello Inevitablemente causo
350
virtud.es y todos sus defectos.
Pues, como ha hecho notar
Adler (Conocimiento del howibre), el requisito de la superacion de todo impulso humano ascensional descansa en esa es-' pecie de trampolm que es la previa conciencia de la propia inferioridad y merced al cual el hornbre es empujado hacia adelante.
Algunas veces la superacion se frustra y se presenta
al llamado complejo de
una superioridad
falsa,
grotesca o
antisocial; pero en otras el sentimiento de inferioridad provoca
casos
impresionantes
de
supercompensacion.
ultimo el mexicano ha sido prodigo. Una caracteristica frecuente en
el es la
En
esto
timidez.
Sin
embargo, sabe ser audaz y valiente en grado extremo cuando las circunstancias lo exigen, quiza por un profundo y atavico desprecio a la vida, que es otra forma de rendir culto a la muerte.* En efecto, esa tacita necrolatrla se advierte en varios hechos, por ejemplo en la ligazon que ata al mexicano a la idea de la muerte; y tan fannliarizado esta con su figura, que ocurre en el un fenomeno extrano. acaba por concretarla en golosinas para comersela o bien utiliza su imagen para hacer juguetes para sus hijos o mascaras para sus danzas. Su culto inconsciente por la muerte no lleva al mexicano tan solo a observar la efemeride consagrada a los muertos, sino que limpia y arregla los panteones con un esmero que contrasta bastante con el descuido de las ciudades.*^ Suele ser reservado y posee gran capacidad para disimular sus emociones.
“Al
mexicano —observaba
Humboldt, hace
150 anos— le place hacer un misterio de sus actos mas intrascendentes”; mas ese misterio, esa forma huidiza de su conducta la propagation del mestizo entre la poblacion, sin que fuese este el producto de una sana y moral union, sino del urgente desfogue del instinto genesico del conquistador, producto que muy a menudo carec.o del apego y de la responsabilidad de su progenitor. * Sobre este tema se ha escrito con profusion, pero acaso el mejor ir^aio se debe a Gabriel Fernandez Ledesma, un anticipo del cual aparece en Mexico en el Arte, num 5, 1948- Organo del Inst.tuto Nacional de Bellas Artes. .... ** Este rasgo lo apunta Andres Henestrosa, Excelsior, 23 de julio de 19SO.
351
se explica sin duda por la conciencia que tiene, equivocada a menudo, de su propia fragilidad, asi como por el impacto causado a sus ascendientes durante siglos de explotacion, pues nunca sabia el aborigen si el bianco que se le acercaba le habria de hacer bien o mal.
Por eso disimulaba.
Tiene razon Oc¬
tavio Paz cuando dice: “Quiza el disimulo nacio durante la Colonia.
Indios y mestizos tenian, como en el poema de los
Reyes, que
cantar quedo, pues entre
palabras de rebelion.
dientes mal se
oyen
El mundo colonial ha desaparecido, pero
no el temor, la desconfianza, el recelo. Y ahora no solo disimulamos nuestra colera,
sino
nuestra
ternura. . .
El
mexicano
se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: mascara el rostro y mascara la sonrisa.
Plantado en su arisca
soledad, espinoso y cortes a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesia y el desprecio, la iron la y la resignacion” (El laberinto de la soledad, Ed. Cuadernos Americanos, Mexico, 1950, p. 42). Su paiquedad en el ademan tiene algo de la flema inglesa o. imperturbabilidad oriental; esto es especialmente cierto en la medida en que el mexicano esta mas sumido y saturado de. el.ementos culturales autoctonos.
Humboldt habia
reparado asimismo en esta parquedad cuando dice del mexi¬ cano: “No descubrimos en el ni aquella movilidad de sensaciones, face tones y gestos que caracterizan a muchos pueblos de as regiones equinocciales de Africa. No hay contraposicion mas patente que la que se observa comparando la vivacidad impetuosa de los negros del Congo con la flema interior del indio de color cobrizo” (of. cit.). . Ent,re las d“ formas basicas del temperamento —el sen¬ timental y el. racional— el mexicano es sentimental, pese a su aspecto exterior de frialdad o de indiferencia.
Su tendencia
al autismo y a la mmovilidad, su condicidn de introvertido, que le lleva a pasar y repasar los escasos sucesos de su mundo circundante, son el resultado de su desconfianza a un medio social, y natural que le han sido hostiles.
Y acaso su falta de
vivacidad se deba asimismo a la desnutricion secular que ha padecido y padece lamentablemente aun, pues la alimentacion 352
del mexicano se encuentra, en efecto, en un estado de defi¬ ciency impresionante, ya que la cantidad de alimentos tonicos que consume es menor que en 32 paises de cultura denominada occidental.
Asi, por ejemplo, mientras cada mexicano consu-
mia 9.8 kilogramos de carne al ano en promedio, el argentino comia 136.6; por lo que hace al consumo medio de leche por habitante, en nuestro pais era de 30 litros al ano, en tanto que en Suecia o Noruega era de 300, 6 sea diez veces mas
(V.
Estudio acerca de la education jundamental en Mexico,
SEP, Mexico, 1947, pp. 104-5). Esta desnutricion que ha padecido el mexicano y que aun padece arroja un deficit en su peso, pues de conformidad con su estatura media el varon deberia pesar 59.8 kilogramos, siendo su peso solamente de 53.3, lo cual quiere decir, en suma, que el mexicano medio tiene un deficit de 6.5 kilogramos.* El mexicano es de naturaleza triste; sin embargo, posee un agudo sentido del humor que sabe emplear como instrumento ofensivo 7 defensivo en el terreno de su aspera sociabilidad en forma de saetas envenenadas dentro de un civismo precario encaminado con frecuencia hacia la politica electoral. Como usa una lengua que no es suya, pues no fue elaborada por sus antepasados autoctonos —no estando por ello incrustada
en
el
subconsciente
colectivo—,
habla
poco, en
voz
baja, con dificultad o con oblicuidad 7 suele emplear muchos diminutives (V. Jorge Carrion: “Ciencia 7 magia del mexi¬ cano”, Cuadernos Americanos, num. 2, 1948).
Pero cuando
sobreviene en el el fenomeno de la supercompensacion, sabe ser retorico 7 buen orador, aunque su destreza mas se rnanifiesta en las letras que en la oratoria.
Su gusto no siempre
frecuente por el lenguaje blasfematorio no es propiamente indigena; es mas bien un tribute que le paga a su ascendencia * Imagen en octubre
de
del
mexicano
1947
por el
contem-pordneo. Dr.
Jose
Gomez
Conferencia Robleda,
pronunciada
bajo
los
auspi-
cios de la Sociedad Mexicana de Estudios y Lecturas, en el Anfiteatro
Bolivar.
353
espanola.*
Cuando disputa prefiere
mas bien
la expresion
velada a la injuria; por eso dice: “A1 buen entendedor, pocas palabras”. El mexicano, “tan celoso de su intimidad como de la ajena, ni siquiera se atreve a rozar con los ojos al vecino: una mirada puede desencadenar la colera de esas almas cargadas de electricidad” (Octavio Paz, of. cit., p. 29).
En efecto,
el mexicano es muy susceptible e irritable y cae a menudo en rijosidad, tal como se desprende de estas cifras: de cada 100 mil habitantes perpetran homicidios 8.4 personas. Si comparamos estas cifras con las de otros paises, comprobaremos la afirmacion precedente.
Asi, por ejemplo, en Es-
cocia de cada 100 mil habitantes 0.66 cometian homicidios; en
Irlanda
1.08;
en
Francia
1.41;
en
Belgica
2.01;
en
Austria 2.28, y en Espana —-la otra sangre de nuestro mestizaje
5.54.
Solo en Italia se registraron cifras mas altas
que en nuestro pais: mientras de cada 100 mil italianos 9.86 incurren en homicidio, de cada 100 mil mexicanos 8.4 corneten ese delito.** Y pese a su pobreza secular y al reves de lo que se ha ere 1 do, el mexicano delinque mas en contra de las personas que en contra de la propiedad, pues en
1940 el delito de
lesiones era un 400% mas alto que el delito de robo. bien, la rijosidad del mexicano descansa en
Ahora
un exceso de
amor propio, evidenciador de su sentimiento de menorvalia; mas, como una compensacion superadora, sabe orgulloso.
ser altivo y
El mexicano, tan rico en contrastes, posee uno notable: el que. se odvierte entre su acritud y violencia por un lado, y su fina delicadeza y capacidad de ternura por el otro (V. * En Alvarado y Veracruz, Fueblos en donde predomina el carac-
7
,hab!tantes abusar deI lenguaje blasfematorio. El mexicano de la clase popular—dice Abad y Queipo—delin¬ que con exceso, pero es maravilloso que no delinca mas y que haya en esta clase las costumbres que se reconocen en muchos de sus indivi-
77
flS- , C;r.ehg°"° T0nsl ^ Mexico hacia el fin del virreintto espanolf Libreria Bouret, Mexico, 1921, p. 3^.
354
Emilio Uranga: “Ensayo de
una ontologia
del mexicano”,
Cuadernos Americanos, num. 2, 1949, pp. 135-48); y donde este
contraste
se
patentiza con mayor plasticidad es en
el
arte popular y en el gusto por las flores, lo cual acredita su profunda vocacion de creador de belleza.
Humboldt se
desconcertaba ante lo “extrano que era encontrar el gusto por las flores en una nacion donde lo sangriento de su culto debio haber extinguido toda sensibilidad del alma”. Y el propio Baron agregaba: “En el gran mercado de Mexico no vende el natural del pais sus frutos y legumbres y aun el pulque sin adornar su tienda de flores, que todos los dias renueva” {of. cit., t. II, pp. 90-1). El mexicano tiene un agudo sentido del ridiculo proveniente de la gran autocensura que ejercita sobre si; y es que la inhibicion y lo poco desenvuelto de su caracter proceden tambien
del temor que abriga de rebajar su yo ante
la conciencia de los demas (Adolfo Menendez Samara; “El com pie j o del- ridiculo en el mexicano”, Letras de Mexico, sept., 1940). Este sentimiento, por fortuna, lo va abandonando lenta pero firmemente tan pronto se percata que el puede ejecutar tareas que antes habia considerado como imposibles por ser comun que las desarrollasen en paises mas evolucionados que el nuestro. En oposicion a lo que se cree, el mexicano no es gregario sino individualists, profundamente individualists y, en consecuencia, carece a menudo de espiritu de colaboracion. Su insociabilidad y rispidez lo incapacitan para convivir sin fricciones con los demas o para trabajar creadoramente en equipo. Probablemente de aqui brotan su marginalidad en la esfera politics, su apatia ciudadana y su inclinacion a infringir las leyes en vigor: a que inconsciente o desenfadadamente hace abstraccion de la existencia de los demas.
Es cierto que el
espiritu individualists del mexicano no precede tanto de su estirpe indigena cuanto de su abolengo espanol* tal como * Vease a este proposito el Ideario espanol de Angel Ganivet, Espana invertebrada
de
Jose
Ortega
y
Gasset y
La vida
de
Don
Quijote y
Sancho de Miguel de Unamuno.
355
puede advertirse de una serie de ensayos que sobre el individualismo espanol han escrito brillantes exponentes de la “Generacion del 98” en Espana. Mas, sea ello lo que fuere, lo cierto es que el mexicano no ha desarrollado su yo social, como por ejemplo el norteamericano, cuyo sentido social y vigoroso civismo contrasta tanto de nosotros. Esta diferencia existente entre el mexicano y el norte¬ americano se suaviza un tanto a favor de nosotros con una fina observacion de un sociologo: “En pocas cosas se separan tanto el norteamericano y el mexicano como en la impresion que causa cada uno cuando esta fuera de su pais: el mexicano se ve mejor, el norteamericano empeora. . . Lo fuerte de Estados Unidos es la colectividad y no el individuo; lo me]or de Mexico es la persona individual, no la social (Daniel Cosio Villegas; Extremes de America, F.C.E., 1949, p. 75). Ahora bien, la msociabilidad y el mdividualismo del me¬ xicano dejarian en el un saldo de desequilibrio en su vida sentimental si ambas insuficiencias no las compensase con una vocacion para entablar amistades leales y duraderas y a las cuales suele elevar al rango de parentesco espiritual mediante juramento solemne y religioso: el comfadrazgo,
institucion
cuyo origen no es solo hispano-catolico, sino que tiene vigorosos antecedentes precoloniales, mvestigador.*
tal
como lo demuestra
un
Esta vocacion a la amistad la subraya igual-
mente el doctor Mora cuando dice: “La fidelidad y constancia en su amistad, afectos y empehos, es superior a cuanto pueda lmaginarse: suspicaces por caracter y por la opresion en que han vivido no son faciles de contraer relaciones;
pero una
vez empenados, no cesan de ellas sino muy raras veces” {of. at x \ 69). La filiacion de este sindrome sociologico, el de la honda vocacion de amistad que posee el mexicano irm°vje.,qUe,la ,categor>a de la amistad vale mas para el que la fidelidad a las ideas, sobre todo en el terreno de la vida pubhea
, es un tema en verdad apasionante.
Bulnes solia
* Francisco Rojas Gonzalez, “La institucion del compadrazgo entre os lndl0S de Mexico”. Revista Mexicana de Sociologia. vo 1 V n" 2 1943,
356
pp.
201-2.
£
’
’ n
2>
llamar a esa inclinacion nuestra: amistosidad, en tanto que Quevedo y Zubieta la llamada amificacion.'* Como un saldo que en su conciencia dejo la presion de las autoridades virreinales, el mexicano siente un antagonismo basico hacia el aparato gubernamental. Ya lo decia Abad y Queipo: “^Que afeccion, que benevolencia pueden tener
[los mexi-
canos] a los ministros de la ley que solo ejercen su autoridad para destinarlos a la carcel, a la picota, al presidio o a la horca?” (Brown Castillo, Estudios de Abad y Queipo, p. 14.) Ahora bien, semejante impacto tiranico sedimento en su conciencia una incapacidad para expresar sus inconformidades y sus aspiraciones mediante un civismo activo, haciendolo tan solo a traves de la lucha armada cuando la presion del poder gubernamental se acumula sobre el. Esa falta de adiestramiento en la vida publica lo conduce a una vida civica marginal; y, en lugar de asociarse en partidos politicos, prefiere hacer politica de oposicion amparado en el anonimato que le ofrecen las paredes de los gabinetes, en donde estampa —expresion simultanea de otra forma de ca¬ ssis_ sus opiniones politicas. Esta extrana tribuna le sirve asimismo para manifestar sus resentimientos y querellas^ en contra del enemigo odiado o del jefe opresor, y su timidez frente a la mujer que le place y a quien no se atreve a galantear la desahoga en esos lugares privados en simbolos compensadores. Hemos elaborado una “antologia” y una leyendas y dibujos hallados en tales lugares
iconografia
de
sean estos de ta-
lleres, cuarteles, escuelas, oficinas publicas, salas de cine que constituyen documentos de inestimable valor para conocer algunas zonas psicologicas en donde todavia no han escarbado los estudiosos; las notas constantes de ese material son la falta de valor civil; una libido sexual insatisfecha y formas diluidas de intersexualidad. * Veanse
F
Bulnes, El verdadero
sebio Gomez de la
Puente, Mexico,
Diaz y la Revolucion. Ed. Eu¬
1920,
pp.
i7i-9» X Salvador Que¬
vedo y Zubieta, El Caadillo, cit. por Molina Enriquez, p. 14.
357
El sentimiento de ostentosa masculinidad —el llamado “machismo”—, asf como su aficion al calembour * al piropo y a las invocaciones y ademanes pornograficos son por igual otras de las caracteristicas del mexicano; dirlase que este Ueva siempre un saldo pendiente con el mismo, un deficit sexual que aun no ha satisfecho; mas ello a pesar de su desnutricion secular que logicamente deberla conducirlo a una vida mas ascetica, por lo menos mentalmente. Que el mexicano posee una preocupacion erotica insistente, lo probo un investigador** a traves de una rigurosa encuesta hecha a traves de una radiodifusora.
Los resultados
fueron los siguientes: el 34.34 % de las personas interrogadas expresaron que el interes predominante que las movia en su vida era la sexualidad 7 el erotismo; el 17.17 % dijo que preferia la vida mistico-religiosa; el 11.48 % declaro que gustaba de la vida imaginativa; el 8.63 % confeso que se inclinaba por la buena comida 7 la salud; el 6.92 % expreso su deseo de elevarse en posicion economica; el 5.69 % mostro un marcado amor a su familia; el 4.88 % dijo que le preocupaba mas que otra cosa su propia importancia; el 4.27 % declaro poseer vocacion artlstica; el 3.80 % buscaba el poder; 7 el 2.82 % restante mostro interes por los problemas politi¬ cos 7 sociales. El mexicano siente con exaltacion el patriotismo, si bien carece de una clara conciencia de patria; es decir, el patrio¬ tismo no se da en el en la esfera de lo racional, sino en la estera de lo emocional; o sea, siente hondamente a su patria mas no posee una nocion clara de ella. El origen quizas puede hall arse
tanto en la
desarticulacion
geografica —fenomeno
* Vcase el libro de Samuel Ramos El perfil del hombre y la cultura Mexico, cap. “El pelado” en donde se estudia la terminologia usual de este tipo humano; el retruecano lleva con frecuencia un mensaje de obvia intersexuali dad. Editorial Pedro Robredo, 2a. ed. aumentada. Mexico, 1938, pp • 75-84. ** Jose Gomez Robleda, Imagen del mexicano contemporaneo”, conferencia organizada por la Sociedad Mexicana de Estudios y Lecturas en el Anfiteatro Bolivar de la UNAM, en octubre de 1947, ed. mimeografica, p. 38. en
358
que va desapareciendo debido a las carreteras construidas en los ultimos veinte ahos—, como en la multiplicidad de grupos aborlgenes existentes en el pals —mas de cincuenta—, as! como en un instinto firme y certero de conservation frente a cualquier tendencia del exterior que pudiese destruir o alterar nuestra identidad nacionali* El mexicano, cuando gobierna, o cuando ocupa accidentalmente una jerarqula superior frente a los demas, suele conducirse con dureza, debido sin duda al mecanismo de resentimiento,
prolijamente
estudiado por la psicologla moderna,
segun el cual todo sentimiento de vasallaje va parejo al afan de despotismo. Donde este hecho se hace mas patente es en los hombres de mando de los multiples poblados rurales, me¬ canismo que produce la plaga del cacicazgo y cuya extirpacion habra de favorecer el desarrollo democratico del pals. El mexicano es poco reflexivo y analltico; procede de dos culturas que no usaban el instrument© racional para llegar a la verdad. Una, la aborigen, era prelogica, y lo sobrenatural era para ella lo natural (Levy Briihl, La mentdidad frimitiva), la otra era impositiva, dogmatics, fidelsta. Sin embargo, el mexicano es inteligente y rapido de comprension,** bien que superficial por ausencia de habitos racionales.
Pero cuando
sabe conciliar su inteligencia mnata con la persistence, entonces se produce un hombre que maneja las mas altas disciplinas cientlficas tal como ha venido ocurriendo recientemente. El mexicano posee una viveza y una riqueza de imagina¬ tion que explican una virtud y un defecto sustanciales: su portentosa capacidad creadora en el terreno del arte y su de¬ rivation a la mitomanla.
Esto es, el mexicano no se contents
ni se pliega a la realidad tal como ella se ofrece a sus ojos, * del
Torse
Carrion
mexicano
en
la
estudia
en
su
Guerra
de
1847”
trabajo el
titulado patriotismo
mexicano como producto de esa jornada dolorosa.
“Trauma
pslquico
hiperestesico
del
Cuadernos America-
ElVrestdente Valentin Canalize en su mensaje al Congreso, de
de enero de 1844, 7* hablaba de “el talento precoz de los mexicanos”. La educucion public a en Mexico a Craves de los mensajes presidenciales, p*
9*
359
por eso la tergiversa a traves de la mentira supletoria de sus anhelos o a traves de la obra de arte; su hostil circunstancia ■—lo demas y los demas—, la poco generosa realidad que rodea al mexicano, no la acata, la ataca ora etica ora esteticamente. En este sentido, el pintor Diego Rivera es el mexicano arquetipo. De los grandes valores de la cultura —la verdad, la bondad, la justicia, la belleza, la santidad—, el mexicano no titubea en su preferencia: la belleza constitute una fuerza de gravitacion que lo atrae, de tal suerte que los otros valores le quedan supeditados. El mexicano es cotidianamente sobrio en sus habitos, acaso por tantos siglos de pobreza; pero sabe ser barroco en sus atavios, fiestas, comidas, y gusta
del ruido excesivo y de los
cohetes cuando disfruta de prosperidad transitoria.
“El na¬
tural de estas tierras es grave y silencioso mientras los licores no le sacan de quicio”, observaba y medio (of. cii.).
Humboldt hace ya siglo
El mexicano es abulico y solo se mueve al impulso de la gana; es decir, carece de una voluntad aplicada a la modificacion de la realidad circundante. Ciertamente esta insuficiencia en su caracter
como niuchas otras— no es constitucional
sino pasajera, no es un atributo definitivamente dado sino mera consecuencia de una constelacion de factores mesologicos adversos.
En efecto, la pobreza v hostilidad del medio geo-
grafico, la escasa productividad de su trabajo, la desnutricion secular y el gran volumen de insalubridad explican ese colapso de su voluntad.
Segun el censo de 1940, el 12.41 %
de la poblacion se hallaba en estado de enfermedad, ello sin contar a una gran rnasa de la propia poblacion que estaba enferma en estado latente y cuya causa se debe, entre otras, a la falta de agua potable y entubada, pues en
1940 de las
3.800,000 casas que registraba el censo respectivo —mas de dos millones y medio eran jacales y barracas— apenas un 6.7 °/o del total de aquellas disfrutaba de agua potable v poseian albanales y drenaje (V. Gomez Robleda, of. cit.,
p.'
15).
Las enfermedades mas extendidas segun el censo de ese 360
ano eran las infecciosas y parasitarias.
De 857 mil cases de
en ermedades de todo tipo, 287 mil correspondieron al aparato digestivo y 202 mil al aparato respiratorio.
Las enfer¬
medades que acusan menor numero de victimas son las neopla¬ sias y el cancer. Con respecto a la mortalidad total, de 458 mil personas fallecidas en 1940, las enfermedades que por su gravedad causaron mas muertes fueron las del aparato digestivo, en un 20.77 % 7 del aparato respiratorio, en un 18.78 %. Entre este tipo de enfermedades sobresalen: la diarrea o enteritis, que causo 96 mil muertes; la neumonia, que causo 70 mil, y el paludismo, que causo 23 mil.
El Canada es en este aspecto
diferente a nosotros, pues la mayoria de muertes causadas por enfermedad se deben a males del corazon y al cancer. La muerte prematura del mexicano medio comprueba asimismo como la enfermedad se halla en el en estado potencial. De todos los mexicanos que nacen, solo el 54 °/o alcanza a llegar a la edad de 30 anos y el 46 % restante muere sin cumplir esa edad. Si comparamos estas cifras con las que ofrece Australia, por ejemplo, veremos hasta que punto la desnutricion secular de nuestro pueblo, la falta de salubridad y el trabajo excesivo reducen el periodo de la vida humana en Mexico: en Australia el 82 % de su poblacion vive mas de 30 anos, y solo el 1 8 % muere antes de alcanzar esta edad. En Suecia el 77 % alcanza a llegar a la edad de 30 anos. En los Estados Unidos el 74 %, en Inglaterra el 73 %, en Alemania el 67 % y en Italia el 65 %.* El mexicano alcanzaba en 1930 una edad media de 33 anos, el sueco alcanzaba la de 66, el australiano la de 64, el ingles y el norteamericano la de 59, el alernan y el italiano la de 55.
La diferencia es notable en contra de la edad del
mexicano, ya que este vive apenas la mitad de la del sueco. El mexicano tiene otra insuficiencia sucedanea de la abu¬ lia anteriormente senalada': la anfibulia, la indecision, pues la forma que se da en el la voluntad, cuando la aplica, no es en una sola direccion sino en dos o varias.
Ahora bien, esta vo-
* Las cifras de los paises extranjeros corresponden a 1930.
36J
luntad multiple e indecision reposan quiza en este hecho. en la zona subterranea de su alma hay un afan de rehuir toda responsabilidad ante los demas, derivada de cualquier determinacion que el toma.
Por ello el mexicano no dice si o no
enfatica o cuadradamente, sino que elude toda afirmacion categorica que lo comprometa.
Esta inestabilidad volitiva tiene
su resonancia en la esfera de la emotividad, fenomeno que ha sido captado por el lenguaje popular en una expresion cargada de intuicion semantical “caracter disparejo’, lo cual indica que el mexicano es —para decirlo con el lenguaje habitual de la psicologia— un esquizotimico, cuyo caracter discontinuo y pendular lo hace estar alternativamente tan pronto en una actitud como en otra; tan pronto enaltecido como deprimido; tan pronto arriba como aba jo de las cosas,* por eso va facilmente del optimismo mas inmoderado al pesimismo mas ciego. Esa anfibulia explica tambien su frecuente falta de convicciones y el abandono de las ideas politicas que sustenta. El mexicano es imprevisor, quiza debido a que carece del sentido del transcurso del tiempo: procede de una cultura, la aborigen, que al igual que la oriental percibia estaticamente el tiempo, como algo inmovil en donde nada o poco ocurria. Su tendencia a la impuntualidad se explica asimismo por el escaso valor que al tiempo le otorga.
Su nocion del espacio
suele ser igualmente vaga, quiza por la costumbre —esto es especialmente cierto en el caso de la poblacion rural— de trasladarse sin auxilio de medios mecanicos a traves de grandes espacios quebrados por la geografia. El mexicano es inconstante.
Su capacidad para llevar a
cabo un esfuerzo continuado que conduzca a resultados se manifiesta cotidianamente en su conducta;
por esto, hace tan
pronto proyectos como los abandona, insuficiencia que se liga al rasgo de anfibulia senalado. rece de espiritu pragmatico.
Es desinteresado, esto es, ca¬
Su incapacidad para una accion
* Emilio Uranga afirma que el mexicano esta siempre en zozobra, pero le devuelve a esta palabra su valor etimologico: sub-supra, o sea, que estar en zozobra significa estar alternativamente abajo y arriba de las cosas, de nuestra circunstancia. Op. cit. 362
pertinaz en el terreno de los negocios le impide serlo; quiza por esto, cuando decide cambiar de fortuna suele preferir el cammo mas rapido y no siempre el mas licito. Su mclinacion a jugar a la loteria y a otros juegos de azar tiene la misma raiz: resolver su angustioso problema economico, sin el menor esfuerzo.* El m exicano es dispendioso. Su prodigalidad y botarateria se evidencian en que gasta mas de lo que gana y en estar permanentemente endeudacta. ahorro.
Carece, en suma, del habito del
Ciertamente que tal habito, como muchos otros, ha
nacido de causas estrictamente economicas, pues es notorio el hecho de que el mexicano medio siempre ha padecido y padece de subconsumo,** tal como se desprende del censo de 1940: 13 millones de mexicanos dormian en el suelo; 7 millones vestian calzon bianco; 6 millones caminaban descalzos; 4 millones usaban huaraches y 9 usaban zapatos. Estas cifras patentizan su pobreza y evidencian, por tanto, que la gran mayoria de los mexicanos han estado y estan incapacitados para ahorrar, aunque los que pueden hacerlo o bien dilapidan absurdamente sus recursos o caen en el extremo opuesto y practican el mas infecundo atesoramiento, ya en sus casas, ya en los bancos de deposito.f El mexicano tiene un gran poder de absorcion o de adaptacion, es mimetico y posee una poderosa facultad de imitacion. * El tan
doctor
comun
y
Mora
hablaba
frecuente
en
ya
todas
del
las
“vicio
clases
de
abominable
del
la
y
sociedad
juego, que tan
poco honor hace al caracter del mexicano”. Mora, op. cit., t. I. p. 129. ** Pero ingresos trario:
esa
en
las
pospone
expansion. jefes
de
pobreza
atender Un
a
no
sus
con
onomasticos,
de
la
t Conforme de
de como
a
el
costoso—,
alcoholizados —siempre de
si
que
fiesta
en
algunos
deposito
los
del
las
santo
onerosos
—abandonando
la
el
de
obrera,
un
antiguos al
patron
para
la se
el
clasico
del
campesina, es
habito
de
familiar—,
ido
elevando
de
colchon—
va
media
los toros
los
de
los
sabados
etc. el
ahorrar se
de
importante,
de ir a
pueblo,
vida ha
con-
momento
sus ingresos los
diversiones
del habito
sus antes
imprescindible celebracion
ahos
sociales,
mismo
distribuyen
clases
capitulo
de
ultimos
estratos
invertir
brindarse a
pertenecientes
harto
a
de
a primera vista puede colegirse
_espectaculo
vida
mexicano
necesidades;
estudio minucioso
familia
al
elementales
tal
y pobre nos demostraria tal como
lleva mas
nivel
en
de
bancos
consolidando,
363
Ahora bien, cuando algo se imita, segun ha dicho Samuel Ra¬ mos {E'l perjil del hombre. . . > p. 12), es porque se cree que merece ser imitado, pues existe en la conciencia una valoracion previa que coloca a la propia cultura en una jerarquia infe¬ rior a la que se pretende imitar.
Este seria el mecanismo del
llamado malinchismo, que consiste, como se sabe, en considerar superior todo lo extranjero solo por el hecho de ser extranjero. A este respecto es muy ilustrativa una observation de Humboldt sobre una costumbre de los sacristanes de los capuchinos, quienes, “deseando parecerse a sus duenos absolutos, los frailes” {op. cit.), diariamente se afeitaban la barba rala a efecto de que les creciese y semejar asi en aspecto a los espanoles; a este mismo mecanismo obedece el ceceo de los dependientes indigenas de propiedad de espanoles.*
panaderias y tiendas
de
abarrotes
El mexicano es improvisado; mejor aun, se distingue por su sorprendente facilidad para hacer lo que previamente desconoce —recuerdese
el
Periquillo
Sarniento,
personaje
de
Fernandez de Lizardi—, virtud cuyas raices habria que buscar tanto en su acusada adaptabilidad como en su reconocida habilidad manual y en su riqueza de imaginacion; todo lo cual le permite ejecutar con relativo exito las mas opuestas actividades.
F.sta aptitud para la improvisacion obviamente es resul-
tado de la falta de una especializacion diferenciada de los oficios y profesiones, tal como se da en paises de mayor desarrollo economico y tecnico, pues la ausencia de esa division del trabajo obliga al mexicano a desempenar toda clase de actividades.
Todo intento de improvisacion llevado a cabo por
pues en tanto que en 1942 habia en los bancos 99.3 millones de pesos en cuentas de ahorro, en 1949 la cifra habia ascencido a 356.3 millo¬ nes de pesos, lo que quiere decir que el habito del ahorro en las clases sociales que podian hacerlo crecio un 358.75%, o sea mas de tres veces y media. La aficion a todo lo extranjero por ser precisamente extranjero, como uno de los rasgos del mexicano, la anota Jose Joaquin Fernan¬ dez de Lizardi en su “Dialogo entrc un frances y un italiano sobre la America Septentrional”, escrito el ! 6, 23 y 30 de diciembre de 1813 en El Pensador Mexicano, t. II, nums.’ 16, 17 y 18.
364
un pueblo dotado de menor imaginacion que el nuestro seria de resultados catastroficos, aunque gracias a ella se eviten grandes males. El refran de “Tan pronto sirve para un barrido como para un fregado” describe tan singular aptitud; empero, muchos desastres administrativos deben cargarse a la cuenta de la improvisacion. Mas, por fortuna, la creciente tecnificacion de la Administracion Publica, el desarrollo economico registrado en los ultimos anos y la creacion de nuevas carreras en los nuevos institutos tecnologicos y universidades del pais que se ban creado, Iran desterrando la utilizacion de tan pintoresca y supletoria aptitud. El mexicano es fatalista y supersticioso, puntualmente porque las dos culturas de que proviene hacian depender vida y propositos de fuerzas trascendentes, de designios divinos. Mucho de lo que le ocurre lo atribuye a la buena o a la mala suerte, lo cual explica tambien su aficion a la loteria y a los juegos de azar. El credito de que aun gozan hechiceras, cartomancianas y herbolarias —cuyo olvido de la gran tradicion empirica de nuestra medicina aborigen es a menudo mortal— puede comprobarse en las paginas de “anuncios de ocasion” de la prensa, en donde diariamente aparecen nombres nuevos y extravagantes de personas dedicadas a tan anacronica y lucrativa profesion. De las tres partes en que suele dividirse la religion,* el mexicano se inclina mas al dogma y a la observancia esc.rupulosa del ceremonial, que a la moralidad (Jorge Carrion, ibid.). El hecho se explica claramente si se recuerda que los dos mundos culturales que lo engendraron se distinguian por el papel preponderante de una liturgia espectacular y de un dog¬ ma inconmovible y hermetico por el lado hispanico, y, por el lado indigena, en la fiera observancia del rito.
En este
sentido la diferencia con el anglosajon es notable, pues este prefiere la moralidad o el servicio social, al rito o el culto, casi siempre pobre en el protestantismo. * Toda religion esta dividida en tres partes: dogma, moral y culto. Vease
al efecto, R. de la Grasserie, Psicologia de las religiones, Edi-
ciones Pavlov, Mexico, 1948-
365
El mexicano es micromano, como sagazmente lo ha hecho notar por primera vez Jorge Carrion, es decir, tiene predileccion por lo pequeno, al reves de los norteamericanos, quienes, por oposicion, serian macromanos.
En ningun pais, en
efecto, se ha producido esa macromania en el grado en que se observa en los Estados Unidos.
La megalolatria, como la de-
signa Ropke,* es ciertamente una religion que
nace en el
siglo xix y que se ha hecho mas evidente en Norteamerica, acaso como resultado de la produccion industrial en masa y como consecuencia de la hipertrofia que produce su aparato tecnologico. Semejante contraste entre el mexicano y el norteamericano lo apunta asi un notable
investigador: “El nor-
teamericano, hombre fabulosamente rico, esti acostumbrado a contar lo que tiene, lo que gana y lo que pierde; de ahi su propension a fundar muchos juicios de valor en la magnitud, en la cantidad. El mexicano, pobre de solemnidad como suele ser, en rigor no tiene nada, o muy poco, que contar, y, en consecuencia, la nocion de magnitud, de cantidad, le resulta un tanto extraha; de ahi que sus juicios se basen o pretendan basarse en la nocion de calidad” (Cosio Villegas, Extremes de America, F.C.E., p. 50). Esa micromania del mexicano se encuentra implicita en el abuso de las formas diminutivas empleadas en el habla cotidiana y en los pregones callejeros, pero sobre todo en su singular aficion por las nnniaturas, tal como puede advertirse al contemplar en los mercados de los poblados rurales la rica variedad de juguetes y dulces populares, o el trabajo en marfil y hueso de los presidiarios, o las pulgas vestidas, etc. Pocos pueblos, en verdad, poseen tan peculiar caracteristica, y una investigacion mas honda y sistematica llevaria a muv interesantes conclusiones.
Por lo pronto podrra ensayarse esta! el
Wilhelm Ropke, La crisis social de nuestro tiempo, Revista de Occidents Madrid, 1947, Cap. “El culto a lo colosal”, pp. 78-90. El culto a lo colosal significa, para este economista y sociologo de la cultura, “postrarse ante lo que es simplemente grande, aceptandolo como testimonio suficiente de mayor calidad y valor”, ello en parangon con “el desprecio de lo externamente pequeno, pero intrinsecamente grande”.
366
abuso del diminutivo en el habla debe atribuirse a delicadeza expresada en cortesia —aunque a veces la hipertrofia de la cortesla indica sentimiento de inferioridad—; 7 la aficion a las miniaturas puede explicarse como reminiscencias del fetichismo aborigen, o el mero placer que causa al mexicano exhibir ante el mismo y los demas la habilidad y destreza de sus manos. Dentro del haz de generalizaciones y apreciaciones no exentas de arbitrariedad en que es inevitable incurrir en la descripcion caracterologica del mexicano, debe recordarse que las virtudes y defectos resenados corresponden —como al principio de este capitulo se advirtio con precision— preferentemente a las clases populares y rnedias pobres que habitan en el Centro de la Republica; si bien, a rnenudo, se senala a] poblano como el tipo mas representativo de esta zona. Los contrastes que se advierten entre el mexicano del in¬ terior 7 el de otras regiones del pais son en verdad notables. Por ejemplo, el costeno veracruzano no es timido ni introvertido, 7, al reves del hombre del altiplano, habla alto; su franqueza 7 hospitalidad —semejante a la del cubano o la del venezolano—* son proverbiales, cualidad esta ultima que paulatinamente va perdiendose merced a la accion que ejercen sobre la poblacion de esa provincia las carreteras 7 el turismo; en suma, en el costeno veracruzano —al igual que en el tabasqueno— mas prevalece el caracter espanol que el indigena. El hombre de los estados del Norte, por igual, es franco 7 energico; 7 su debil religiosidad se explica sin duda por la influencia incipiente que dejo la Iglesia Catolica en esa porcion de nuestro territory, como puede advertirse en la exiguidad de monumentos religiosos alii existentes, pues en tanto que solo el Estado de Puebla, en 1939, tenia, 1,898 temples catolicos, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo Leon 7 Tamaulipas tenian tres veces menos, o sea 682 templos.* * la
Tose Vasconcelos, en algun pasaje de su autobiografia, repara en
precaria
influencia hispanica
dejada en
el
Norte
del
pais,
no
solo
or lo que se refiere a la escasez en numero y monumentalidad de las iglesias, sino a la pobreza de la cocina.
367
Pero, tal como asentamos, el trazo de un mapa caracterologico del pai's, el tema de una geogr^fia esfiritual de la Republica, es una tarea que requiere una cuidadosa sistematizacion de los estudiosos. No es necesario insistir en que muchos de los ingredientes caracterologicos que aparecen hoy como privativos del mexicano son susceptibles de desaparecer, tan pronto se modifiquen las condiciones economicas, politicas y sociales que propiciaron su creacion. Y pese al balance formulado, aparentemente desfavorable, hay que afirmar con enfasis una cosa: el mexicano esconde una gran fuerza espiritual; a veces la desdenamos o no la vemos; mas ella nos permitira seguir siendo nosotros mismos, y es la que rescatara nuestra vigorosa personalidad nacional y la que nos empujara a ascender hacia un sitio de mayor jerarquia en la historia.
Esta fuerza es en la que con-
ffan muchos pueblos latinoamericanos y en la que debemos confiar nosotros con mayor razon. La estructure' social y cultural de Mexico, Fondo de Cultura Economica, Mexico, 1951, Segunda parte, cap. vn, pp. 225-44.
368
ARTURO ARNAlZ Y FREG [Mexico-, D. F., 1915] Lucas A laman, el doctor Jose Maria Luis Mora, Justo Sierra y algunos hombrcs de ciencia del siglo XIX —Elhuyar, Del Rio— han sido estudiados for Arturo Arnaiz y Freg, quien goza de firms frestigia en el ensayo historico. Sus trabajos fublicados fuedert reunirse en un solo volumen, fero su actividad en las disciflinas historicas es constante en la catedra, en la investigacion y en la farticifacion muy activa en reuniones y congresos nacionales e internacionales. El estilo freciso y agudo, la cabal comfrension de los temas estudiados y la sagacidad fora revelar los resortes esenciales de una fersonalidad historic a distinguen sus ensayos. Arnaiz y Freg ha estudiado historia y economia en la Universidad Nacional de la que es catedrdtico. 1936. — Sem1939. — Ensa¬ yos, ideas y retratos de Jose Marla Luis Mora, prologo y seleccion, 1941. — Juarez, su obra y su tiemfo de Justo Sierra, edicion y notas, 1948. Estudios: Andres Manuel del
Rio.
Estudio
biogrdjico,
blanzas e ideario de Lucas Alaman, prologo y seleccion,
PANORAMA DE MEXICO * De
Mexico,
el comun de la gente extranjera no sabe mas
que es un pais con bellos paisajes, algunos volcanes, buen clima y muchas revoluciones. Y son pocos los que tienen la paciencia intelectual necesaria para obtener algunos informes sobre lo que Mexico es, sobre lo que ha sido y sobre lo que desea llegar a ser. Nacimos a la vida de Occidente en el siglo xvi como un producto de la fusion del imperio mas poderoso de Europa, con el imperio mas poderoso de America. Llego Hernan Cor* Conferencia leida ante la Asamblea General de la UNESCO, en Mexico, el 7 de noviembre de 1947.
369
tes a nuestras costas en 1519, el ano de la muerte de Leo¬ nardo de Vinci; la nina Santa Teresa de Jesus tenia ya cuatro anos bien cumplidos. Recibidos como dioses, los espanoles vivieron aqui
“las
cosas del libro de Amadis”.
Victoriosos, demostraron con sus
empresas
tenian
colonizadoras
que
la
rnisma
capacidad
de
aglutinacion que los hombres de la Roma de los mejores dias. Desde entonces, el proceso de comprension de lo indio por las gentes de cultura occidental ha sido largo y escabroso. No tuvieron los conquistadores aficiones etnologicas. Ocupados de salvar para la convivencia cristiana al hombre de estas regiones, no se cuidaron demasiado de conservar las esculturas, las joyas y los codices por el fabricados. Incapacitado para entender el lenguaje simbolico de los ritos sanguinarios, el conquistador actuo frente a ellos convencido de que tenian un origen diabolico.
Al destruir en
forma sistematica los signos de las viejas paganias, el hom¬ bre iberico penso que propiciaba la salvacion de los infieles. Con claro afan universalista, y en lucha contra todo fac¬ tor que pudiese debilitar la unidad de su Imperio, Espaha Uego a prohibir el estudio de las cosas de los indios. Real Cedula que en abril de
La
1577 declaro secuestrados los
manuscritos y papeles de Fray Bernardino de Sahagun ordenaba; “y estareis advertidos de no consentir que por ninguna manera persona alguna escriba cosas que toquen a supersticiones y manera de vivir que esos indios tenian, en ninguna lengua, porque asi conviene al servicio de Dios nuestro Sehor y Nuestro”. No es hasta el siglo hispanico
empieza
a
xviit,
perder
con Clavigero, cuando lo presu
carga
de
diabolismo.
En
el xix, se inicia ya el rescate sistematico de los vestigios ocultos bajo tierra. Las investigaciones de los arqueologos modernos han podido descubrir recientemente en el Valle de Mexico el esqueleto humano mas antiguo encontrado hasta hoy en el Continente Americano.
Se trata de un individuo de sexo masculino
que, segun los calculos mas conservadores, vivio hace quince
370
mil o dieciseis mil anos. El “Hombre de Tepexpan”, caZador de elefantes y descendiente de los que primero descubrieron este continente, aparece en un terreno mesolitico, lo que hace pensar que sus antepasados pasaron de Asia a Ame¬ rica despues de las glaciaciones. El amerindio fue el primero en enfrentarse al enigma de America y el primero en encontrarle soluciones. Elios hicieron el desarrollo inicial de los recursos del continente, sin los cuales la ocupacion europea habria sido excepcionalmente dificil. Pasando de la etapa de recolectores a la vida agricola, los hombres de las culturas arcaicas lograron obtener el maiz. Y este fue solo el principio. La agricultura llego a tener para ellos categoria de cosa sagrada. Y ya en el buen camino, cultivaron y domesticaron plantas y animales que des¬ pues se han difundido por el mundo. El maiz, el cacao, la vainilla, el tomate, el chicle, el algodon mexicano, el pavo, el hule, figuran en la lista que el ilustre Alfonso Caso nos ha dado como balance impresionante de las invenciones y descubrimientos que entrego a la cultura occidental el Mexico prehispanico. Al liberarlo de las angustias del nomadismo, la vida agri¬ cola dio al indio la posibilidad de volver los ojos a la boveda celeste. Y al advertir las primeras regularidades, cayo en adoracion ante las fuerzas que reconocio ajenas a su voluntad. Surgieron entonces las religiones astronomicas, y toda la complej idad de aquellas teogonias vivio rnecida y adormecida por el ritmo de las danzas, de los himnos y de las plegarias. Todo lo que se podia quemar, todo lo que podia ser destruido por la putrefaccion, ha desaparecido, y sin embargo, es tal la riqueza de objetos arqueologicos que Mexico ofrece todavia, que tenemos pueblos enteros a los que ni siquiera se ha podido situar dentro de un csquema cronologico gener£Destruidos sus complicados sistemas religiosos, olvidadas sus cosmogonias, reducida a nada su liturgia, mudos los sacer371
dotes para siempre, quedan en pie las estatuas de los dioses terribles en los que los hombres de aqul como los de otras latitudes simbolizaron los procesos de la naturaleza que, por inescrutables, podian entonces asimilarse a moviles humanos. Muchos secretos religiosos quedan ocultos todavia en las grecas y en los frisos; han desaparecido ya la pompa v el color que acompanaban su liturgia;
no volvera a levantarse
el humo del inciensO', y se han vuelto opacos los ojos de los idolos de piedra; pero es evidente que en esas piezas hieraticas, en esas estatuas que son como su subconsciente al descubierto, el mexicano de hoy encuentra elementos que le sirven para entender mejor su vida interior atormentada. A poco que el ojo se eduque, descubre los detalles dinamicos que una intencion fuertemente intelectualizada ha dejado ocultos dentro de la masa inerte. Simetria, proporcion, sello personal se encuentran en cada detalle escultorico.
Las defor-
maciones que se introducian en el duro modelado de cada piedra o en las delicadezas del barro y la obsidiana eran cuidadosamente calculadas. Con razon nuestros pintores contemporaneos han podido adquirir muchos de los matices que dan esencia individual a su mensaje en esos monumentos de arte religioso que colocan la capacidad creadora del indio mexicano a la altura de los artifices que levantaron las construcciones imperecederas de Egipto y de Mesopotamia. En las tres decadas ultimas hemos asistido a una nueva valoracion del arte americano. El arte europeo es ahora solo una pore ion del arte universal, y la nueva sensibilidad —me¬ nus encerrada en los estrechos moldes grecolatinos— nos ha permitido entender mejor el vigoroso acento indio que esta presente en las epocas mas importantes en nuestra historia artistica.
Lo indio es todavia un misterio que no ha sido devela-
o por complete.
Cada dia disponemos de mejores elementos
para definir su ubicacon historica.
La tarea para
nosotros
no admite dilaciones, porque cuando se vive en estas tierras puede no tenerse lo indio en la carne, pero siempre se le Ueva como huella profunda en el espiritu.
372
Cada vez apredamos mejor la delicada intimidad de sus creaciones poeticas; la actitud de dignidad del indio ante los enigmas que le planteaba la existencia; el sentido monu¬ mental del urbanismo que regula sus ciudades y la deslumbradora magnificencia de su orfebreria. Y al estudiar los jeroglificos que nos quedan en sus piedras, en las hojas amarillentas de los codices, 7 comprobar que todavia no ocurren todos los eclipses que ellos predijeron, nos asombra la precision de sus calendarios y de sus cronologias. Cuando en Granada florecia la cultura arabigo-espanola y hacia apenas cuatro anos que habia muerto el autor de la Divina co-media, llegaron los aztecas al Valle Central de Me¬ xico en 1325. Despues de cerca de tres siglos de luchas incesantes lograron integrar la organizacion humana mas poderosa de la America del Norte. Su viejo habito de imponer tributos les permitio levantar un. verdadero mapa economico de las regiones que ocuparon. En la zona central de su gran estructura politica y militar existia 7 prosperaba el “calpulli”, regimen de propiedad de la tierra basado en una tradicion milenaria de servicio mutuo que dejaba sentir sus ventajas sobre todos los miembros de la comunidad. Y es tambien en nuestros dias cuando, provistos de los datos que nos entregan los arqueologos 7 los especial istas en historia de las religiones, hemos aprendido a comprender la significacion simbolica de sus ritos sanguinarios. Estos pue¬ blos de la porcion central de Mexico se batian periodicamente en guerras caballerescas. Para implorar el favor divmo derramaban su propia sangre. El deseo de mantener encendido el sol mediante la entrega abundante del mas preciado de los liquidos: la sangre humana, los llevo a la equivocacion tragica que para el espanol del siglo xvi solo podia haber sido inspirada ahora
por la
maldad ■ ilimitada
del
demonio,
pero
que
sin que disminupa nuestra repulsion al terrible error
cue la hizo posible, se levanta ante nosotros como una de las formas supremas de la generosidad.
De
acuerdo con ella,
373
toda la vida colectiva de estos pueblos estaba orientada hacia un proposito: “Ha7 que saber morir.” Y supieron morir con heroismo cuando llego el conquis¬ tador en
1519.
Las flechas, los dardos 7 las varas tostadas
no pudieron competir con las armas de fuego.
Las macanas
con navajas de piedra resultaron inutiles frente a las espadas de acero toledano. El espanol del siglo xvi, templado en la lucha con los arabes, dio a la conquista de estas tierras un caracter de cruzada. El asombro de los conquistadores ante la belleza de las ciudades indigenas esta visible en todas sus descripciones. Mientras, dentro del mundo magico de los indios, la presencia
de los blancos no era sino el
cumplimiento
de
las
profecias que en los ultimos aiios se habian visto reforzadas por la aparicion de varios portentos fuera del orden natural, el espanol en cambio avanzaba convencido de que tiene derecho a destruir initos quien los sustituve
superandolos.
En
Mexico, sintio siempre que estaba luchando contra infieles 7, bajo la influencia de la guerra secular de la Peninsula,
11a-
maba mezquitas a los templos de los indios 7 afirma que los aztecas se
vestian
con
albornoces.
Y
los soldados
de
esta
mesnada, prolongacion del mundo medieval en tierra americana, a la hora en que tocaba caer frente a los indios, ponian en el suelo una cruz con su propia sangre, para morir besandola.
. La9 Pasi°nes que ensombrecian el juicio sobre la Con¬ quista de Mexico por los espanoles se han serenado mucho entre nosotros.
Cada vez sabemos mas de la vida de otros
pueblos, 7 por ello cada dia se da una ubicacion historica mas justa a la empresa de Cortes 7 de sus compaideros. A mi —mestizo mexicano—, la historia de la Conquista me deja cada vez mas tranquilo. Lo mismo como un pleito de familia. Como el requisito indispensable para que mitad de mi mismo se uniera con la otra mitad.
una
_ Cortes tuvo sin duda grandes defectos, pero 70 no puedo dejar de admirar uno de los caracteres que Conquista espanola.
374
imprimio a la
Mientras para otros pueblos “el mejor
indio es el indio muerto”, don Hernando demostro con su conducta que, para 61, el mejor indio era una india enamorada.
j Hernan
Cortes, gran
coleccionista
de
indias ca-
rinosas! Subyugado por la defensa heroica que hizo de Tenochtitlan, el mexicano se aferra a la figura admirable de Cuauh¬ temoc. Es esta una de nuestras devociones patrioticas mas profundas por la nota epica que da caracter a la vida del joven principe y por el fin dramatico que tuvo su existencia de gobernante fiel al destino de su pueblo. Terminada la conquista y una vez que la novela de caballeria estuvo concluida, empezo la proeza
de mas largos
alcances: llegaron los animales de tiro y fueron traidas muchas plantas europeas desconocidas. La rueda fue aplicada a los transportes y, ante la presencia de los caballos y de los asnos, desaparecio paulatinamente la inhumana institucion de los “tamemes”.
Los fardos dejaron
de ser transportados a
lomo de hombre. El espanol vino a ser en Mexico un nuevo, vigoroso factor de sintesis. En cierto modo> Cortes y sus hombres continuaron la tarea que se habian echado a cuestas los aztecas.
Unas
cuantas decadas despues de la caida de Tenochtitlan, ya se habia logrado la unificacion de las tribus belicosas bajo la bandera de Castilla. _ _ Para esto habian contribuido poderosamente los misioneros. Fueron ellos los que permitieron que el hombre de Espafia obtuviera por meritos indiscutibles un galardon que nadie le disputa.
La mejor oportunidad historica para llevai
a los nucleos indigenas de America a una convivencia activa dentro de la civilizacion occidental fue creada por el.
Por
otra parte, como lo dejo escrito el Obispo de Michoacan don Vasco de Quiroga, los indios eran “gente tan mansa, tan nueva, tan rasa y tan de cera blanda para todo cuanto de ella hacerse quisiera”. , . , , En el si-lo xvi recibimos nuestra fuerte dcsis de Edad Media
El soldado espanol se derramo por las plamc.es de
America y, cuando llego la hora de edificar, las igles.as, los
375
palacios 7 las casas-fortalezas
completaron
el
paisaje
mexi-
cano con la grandeza monumental de la Espana eclesiastica 7 militar. Asi fue como puso las bases de su dominio, un Imperio cimentado en la solidaridad espiritual. Hace algunos anos un eminente catedratico europeo me decia en una conversacion sobre los matices diferenciales que pueden advertirse ahora entre las antiguas colonias espanolasi "No, jno me hable usted de las capitanias generales!, 70 creo en los virreinatos.” Y tuve que contestarle: Amigo mio, yo creo en los vi¬ rreinatos, pero creo tambien en los imperios indios; porque no hubo gran virreinato donde antes no existia un poderoso pueblo precolombino.” La riqueza mapor de la America Media era el trabajo barato 7 eficaz de los indigenas.
Desde antes de que se con-
sumara la conquista, los indios han desempehado los trabajos mas rudos del pais.
Las cuatro centurias en que esta situa-
cion ha subsistido no han sido suficientes para cegar en ellos las fuentes de la creacion artistica. Durante toda la epoca colonial fuimos, al lado del Peru, uno de los dos grandes pilares que sostenian el poderio espa1 jn£. "lerica- ^on fondos de las cajas de Mexico se cubrian los deficientes de las colonias que Espana tenia en el He¬ rn lsferio Norte De nuestras costas salieron las expediciones que llevaron a las Islas Filipinas la civilizacion occidental.
• ^'n C s'§'° XVIJ degaron vientos del Renacimiento. Los metos de los conquistadores viven 7a como colonos. Esta extensa parte del impeno participa en el esplendor del siglo de de°Akr“»
de k f'“ “'nSlbilldild de do" J“" R'-'iz
Junto a los espaHoles y a k»
!nrge d
hu.
mano cn que se reahza la slntesls de estos dos elementos Aparecen los mes.taos: “capaces de todo 1„ bueno y Je todo o ntalo . como dec,a don Lucas Alaman, pero a los c„”les les estaba vedado expresamente el acceso a las escuelaa de erne nanza superior.
376
• ^.n Austrias.
trono de Espaiia, los Borbones sustituyen a los Se acentua el influjo frances, y en el siglo xvm, el
mundo colonial hecho de desigualdad economica, respecto a las jerarquias y refinamiento distribuido por categorias, ve alterado el aire fino de su paz barroca por los primeros empujes de^ la modernidad.
La Espaiia dieciochesca, ya sin impetu,
q.uiso encerrarse dentro de sus murallas. Pero las ideas se filtraron a traves de todos los obstaculos, como siempre ocurre, y en Mexico surgieron muestras diversas del influjo de los enciclopedistas. Abren sus puertas la Academia de San Carlos, y la Real Escuela de Cirugia. Se establece el Real Semmario de Mineria.
Cuando el Baron de Humboldt nos visita a prmcipios
del siglo xix, tiene que reconocer que ninguna ciudad del nuevo continente presentaba establecimientos tan perdurables como la capital de la Nueva Espaiia.
solidos y
En 1810 la paz de siglos se ve interrumpida al fin por el levantamiento de los insurgentes en el pueblo de Dolores; un hombre que habia sido rector de uno de los colegios de ensefianza superior mas importantes de la colonia lanza el pri¬ mer desafio importante que el poder espaiiol recibio en nuestro territorio. En casi todas las provincias del pais se encendio la guerra civil por la independence. Cayeron Guanajuato, Morelia, Guadalajara, Toluca, y la misma ciudad de Mexico quedo a] alcance de las tropas insurgentes. Cuando despues de las derrotas de Aculco y de Puente de Calderon parecio que retrocedia la marea, surgio en el Sur don Jose Maria Morelos y Pavon. Pastor de almas, acerto a superar la sumision a la jerarquia eclesiastica para atender las urgencias de su pueblo. Su silueta de contorno poco marcial empieza a crecer en los combates. Agil jinete sobre el caballo de gran alzada, organiza sus tropas con rigurosa disciplina. Sin oficiales ni sol dados, supo crear ejercitos dirigidos por un grupo de jefes admirables. firme
Acostumbro a sus hombres a resistir a pie
en el campo de
batalla las acometidas del
poderoso
377
enemigo virreinal.
En el se unieron la astucia, el valor per¬
sonal, el vigor fisico, el don de mando.
Por las campinas del
centra de Mexico, que huelen siempre a frutos ya maduros, llego a adquirir la costumbre de veneer a los realistas. Las clases privilegiadas del Mexico virreinal se pusieron al lado del gobierno espanol.
Despues de varios afios de lu-
cha,' prisioneros y fusilados mas tarde los jefes principales, el movimiento quedo carente de un centro que pudiese coordinar los esfuerzos de los guerrilleros dispersos en secciones del pais.
diversas
El gobierno virreinal, victorioso ya, pudo
aplicar una politica de
indultos.
Muchos jefes secundarios
aceptaron abandonar las armas y vivieron en paz en regiones alejadas de las zonas en las que habian operado. Soto la Marina
Francisco-Javier
Mina y,
Llego a
despues de
seis
rneses de acciones militares realizadas con deslumbradora rapidez, fue vencido al fin por fuerzas superiores.
Su ejecucion
marca el fin de la ultima amenaza importante para la estabilidad del regimen virreinal en estas tierras. Nuestra separacion de Espana fue lograda en forma paradojica.
Nos
hicimos
independientes
de
nuestra
metropoli
cuando nos ofrecia mayores libertades. Fueron las clases conservadoras de Mexico —las mismas que habian vencido en anos anteriores los esfuerzos de los insurgentes—• las que consideraron ahora que ya no era util a sus intereses el vincu¬ lo con una Espana peninsular que habia aceptado la vigencia de la constitucion liberal de 1812. Ya independientes, vivimos bajo el regimen de Iturbide dos anos que mas merecen ser llamados sueno o representacion teatral que imperio. Destronado el primer Emperador, la atencion de nuestros teoricos politicos se oriento hacia el modo como debiamos constituirnos en republica.
Fueron, aquellos,
anos de accion politica y militar vertiginosos, pero decisivos en la historia de nuestra nacion por las diversas soluciones que fueron intentadas, por los conflictos que en aquel periodo quedaron resueltos, y por la alta calidad moral de los patricios que dirigieron los negocios publicos. Nuestra Congreso Constituyente de
378
1824 se decidio por
una solucion federalista.
Como programa de gobierno, el fe-
deralismo tuvo entonces el merito de haber mantenido la integridad de la nacion. Con fronteras que llegaban desde la Alta California hasta los limites de la Gran Colombia y mas de cuatro millones de kilometres cuadrados de territorio, nuestros antepasados se encontraron en medio de un dilema que, por desgracia, no pudieron resolver. Fuirnos incapaces de ofrecer a todas las porciones que por entonces integraban el pais un buen programa que realizar en el future. En 1823 perdimos Centroamerica por no haber sido suficientemente conservadores. En 1835 se nos separo la primera de nuestras antiguas provincias nordicas por no haber sabido ser suficientemente liberales. Heredamos en
nuestra
frontera del norte un problema
que Espaha habia sido incapaz de resolver. Ante el avance progresivo de los anglosajones, nuestra vieja metropoli se ha¬ bia ingeniado para aplazar todo choque violento mediante concesiones diplomaticas que siempre entranaron una retirada a posiciones cada vez mas meridionales. En todas aquellas decadas miciales de nuestra vida mdependiente, nuestros espiritus mas lucidos vivieron con angustiada inquietud la nocion de la debilidad interna de Mexico. Sentian aproximarse la hora de las mutilaciones. Y el conflicto no tardo mucho tiempo en resolverse. Interesante panorama el del Mexico de hace un siglo. Empezamos nuestra vida independiente como un pais de injusticia armada.
En los jefes mas importantes y en los cau-
dillos minusculos, se note un empeno conmovedor por acercarse al modelo napoleonico. En nuestra vida pohtica, todas las decisiones importantes eran tomadas por mihtares.
Los ci-
viles mexicanos que lograron obtener mflujo decisivo en la politica tuvieron que buscarse siempre un mstrumento docil para la accion.
El dolor de actuar en segunda lmea los hizo
despreciar muchas veces a su brazo ejecutante. _ Ante los abusos de la Iglesia, que era por entonces duena de las dos terceras partes del pais; frente a los atenta os y 379
despojos de los militares profesionales, fue formandose un grupo liberal enemigo de las dos clases dominantes. Fue un grupo intelectual,
primer
germen
de
una
verdadera
clase
media
que ya al final de la centuria habria de ser vigorosa burguesia librepensadora y antimilitarista. A la historia nuestra del siglo pasado la llena casi en su totalidad la antinomia entre liberales y conservadores.
Los
ricos en bienes materiales, deseosos de seguridad, pensaban un poco ingenuamente que los males del pais desaparecerian si se lograba que las cosas pudieran volver al estado que guardaban en los risuenos anos finales del siglo xvm. Despues del noble intento reformista de Gomez Farias y el doctor Mora que se vio bruscamente interrumpido en 18^4, la contienda permanece indecisa hasta la revolucion de Avutla. Santa Anna, que llena con su nombre tres decadas de la vida mexicana, es vencido al fin en forma decisiva. Despues de haber servido a todas las banderas, cayo defendiendo los intereses de los tradicionalistas.
Despues de la victoria en el
campo de batalla, los liberales lograron obtener al fin que en el codigo fundamental de Mexico quedaran separados la Iglesia y el Estado, que se desamortizaran los bienes eclesiasticos, y d116 se destruyera el monopolio que el clero tenia sobre la instruccion
publica.
La
nueva
constitucion
parecio
dema-
siado avanzada al Presidente Comonfort, quien mediante un golpe de estado quiso impedir su vigencia; despues de nuevas luchas militares fue vencido. Fn Mexico, ningun gobernante ha podido conquistarse el apoyo del parti do enemigo del que lo condujo al mando. FI solo intento de cambio de bandera ha significado entre nosotros un suicidio politico a corto plazo. Y despues del ultimo gran esfuerzo de los conservadores, cuando con el apoyo de los ejercitos de Napoleon III quisieron mstalar aqui el regimen imperial de Maximiliano de Habsburgo, los juaristas vencedores acabaron con los ultimos restos del antiguo ejercito profesional. Si a partir de aquella etapa
Mexico logro durante
varios ados evadir en
algunos
periodos de su historia el penoso espectaculo que ofrecen las
380
dictaduras latinoamericanas
ti'picas,
ha
sido porque
los re-
formistas encontraron la manera de desvmcular el esfuerzo unldo del clero y del ejercito profesional. Por la severa disciplina a que estan soinetidos, ambos cuerpos imprimen a sus hombres en estos paises nuestros una como intolerancia esencial que rnarco en otro tiempo honda huella en los destinos nacionales. El libera] ismo pudo existir entre nosotros como regimen estable desde el dia en que se logro que un ejercito no profe¬ sional, improvisado y jacobino, permaneciese en guardia frente a la jerarquia eclesiastica. Mas tarde, la dictadura del general Diaz, iniciada bajo los signos de un programs de progreso, impidio que el pais tuviera por entonces un desarrollo politico normal. Muchos de nuestros mas graves problemas economicos actuales provienen de los errores cometidos en aquella epoca. La mineria, la mas importante de las industrias mexicanas, esta todavia hoy en manos extranjeras.
Se permitio la fundacion de
grandes latifujndios. La mayor parte de la poblacion rural de Mexico fue reducida a la condicion de siervos. En las haciendas de gran superficie no se aprovechaba a veces ni la decima parte de los terrenos, lo que hizo que muchas no fueran en realidad sino grandes extensiones deserticas. La Revolucion Mexicans ha remediado en buena parte esta situacion. Mediante su politics agraria ha permitido a millares de siervos convertirse en hombres. El gran movimiento comenzado en 1910 no tiene, en el ideario politico de las gentes que contribuyeron a prepararlo, ningunos vinculos directos con fuentes ideologicas extranas al pais.
Las soluciones
propuestas no estan sugeridas por el ejemplo ajeno sino por la situacion angustiosa en que vivia la mayoria de los habitantes de la nacion. El tiempo ha corrido y estas palabras deben tener forzosamente un limite.
En los dias proximos os asomareis a
diferentes facetas de la vida mexicana.
Cuando hayais tran-
sitado por nuestras calles; cuando en nuestros museos os ha381
yan sido mostradas las joyas que han sabido descubrir nues* tros arqueologos;
el
dia
en
que
despues
de
haber
puesto
el pie sobre el estuco secular de nuestras piramides os sea posible asomaros tambien a la belleza de nuestros paisajes, estoy seguro de que convendreis conmigo en que, para integrar una vision de Mexico, nada podra sustituir la fuerza que tendran vuestras propias impresiones. El estudio de la Historia es ante todo una gran leccion de humildad. Cuando sea necesario que volvais a vuestros paises, estoy convencido de que llevareis la conviccion de que entre nosotros, como en muchos otros pueblos de la tierra, hay todavla desigualdades lacerantes, quedan muchas metas por lograr, y es injusta en muchos aspectos la distribucion de los bienes materiales.
En los dias proximos escuchareis aqui mismo lo
que hombres de autoridad reconocida os diran sobre nuestras letras, nuestras artes y nuestras ciencias. en el estudio atento de nuestras cosas.
Elios os orientaran
Y por el tono de sus
palabras vereis que, al repasar aunque sea con la misma rapidez que yo las diversas etapas de la vida historica de Mexico, sus voces no adoptan el tono de un testamento, sino en buena parte el de un presagio cargado de esperanza.
No puede ne-
garse que los grupos que aqui han sido vencidos historicamente muestran con especial insistencia los aspectos sombrios de nuestras luchas interiores. les ha faltado comprension.
Frente al espectaculo mexicano Lo juzgan humoristica y tragi-
camente, y la Historia no puede reducirse a una larga lamentacion mterrumpida por algunas carcajadas. En cambio, el mexicano medio vuelve los ojos a su dramatico pasado para sacar de el argumentos que refuercen su amor por la libertad, por la distribucion equitativa de los bie¬ nes materiales y por la convivencia pacifica con los demas pueblos de la tierra. Cuando
ya
instalados
dentro
del
estimulante
calor
de
vuestros hogares os pongais a reflexionar sobre la vida mexicana, es muy probable que llegueis a la conclusion de que con mas o menos recursos economicos, con mayor o menor 382
numero
de
maquinas, a pesar de las diferentes lenguas y
de los diversos matices de organizacion social, los hombres de nuestras naciones resultan fundamentalmente identicos en sus mas hondas inquietudes. Este pueblo, a cuya formacion han contribuido hombres de todos los origenes, vive ahora convencido de la urgencia de disminuir su grave deficit tecnologico. Somos pobres; en los campos de nuestra altiplanicie falta el agua. Es verdad tambien que en las ciudades y en el campo faltan maquinas; pero, sin olvidar la magnitud de nuestros problemas economicos antiguos y modernos, nos interesa el hombre.
Nos interesa
construir bien en lo interno al hombre de Mexico. Desde que nacimos a la vida independiente, abrimos nues¬ tra casa a todas las influencias.
Aqui como en otras partes
de America somos testigos de que se ha creado un verdadero cosmopolitismo latinoamericano. Somos puertos libres para las actividades del espiritu. Los antecedentes de nuestra historia nos capacitan bien para la buena comprension de las gentes nacidas fuera de nuestras fronteras.
Cuando Espana
llego a estas tierras, no trajo un mensaje localista sino las mas
finas
esencias
de
Occidente.
A
su
espiritu
seguimos
siendo, fieles cuando vivimos atentos a la voz de los genios que alientan fuera de nuestras fronteras. Por eso, al tener el honor de albergar en su ciudad capital a la Segunda Asamblea General de la UNESCO, mi pais acoge complacido este espectaculo de solidaridad intelectual y moral que la humanidad nos brinda. Unidos en las gran¬ ges emergencias, es necesario que nuestra convivencia no parezca impuesta por factores externos sino por la mutua com¬ prension. A todos nosotros corresponde la tarea de no dejamos veneer por las fuerzas que dentro de cada una de las fron¬ teras nacionales solo tienen adormecidos sus rencores. Que esta reunion en Mexico, al tiempo que aclara la nocion de nuestras responsabilidades, os permita formar amistades nuevas.
Y que —con sus luces y sus sombras— sea justa
la imagen que de nuestro pais perdure en vuestra memoria. En vuestra comprension encontraremos ya un testnnon.o elo383
cuente de amistad. Con ella nos sentiremos halagados, porque como decia hace mas de cuatro siglos un poeta indigena: nos fone un collar de joyas al cuello el saber que nos son jieles los corazones de nuestros amigos. Suplemento de “El Nacional”, de 1947, "dm. 35, pp. 8-9.
3H
Mexico,
30
de
noviembre
EMILIO URANGA [Mexico, D. F., 1921]
L)& los jovenes jilosojos que hcicia 1948 formaron en torno a Leofoldo Zea el grufo H iferion, Emilio Uranga sobresalid for su decidida vocacion filosofica, for el rigor de su intelige?tcia y for su alerta curiosidad Facia otros dominios de la cultura. En la TJniversidad Nacional inicio los estudios de medicina, que abandonaria para entregarse a la filosofia. En la frofia Facultad de Filosofia y Letras es frojesor y conferenciante y, for esos anos (1948 a 1953), comienza a fublicar los frimeros resultados de sus meditaciones sobre la ontologia del mexicano, al mismo tiemfo que es investigador en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad e inves¬ tigador asimismo del Colegio de Mexico. De 1953 a 1937, Uranga amflia sus estudios filosoficos en las universidades alemanas, que siguen siendo los mayores centros de actividad filosofica en el mundo: Friburgo, Tubinga y Colonia, y ademas, en las de Oxford y La S or bona. Resultado de esos anos de trabajo son sus libros sobre Goethe y los filosofos, Marx y la filosofia y la Introduction a la lectura de George Luckacs. Ensayos: .Analisis del ser del mexicano, 1952.
EL MEXICANO Y EL HUMANISMO Sin
que sea necesaria la intervention de una teoria sobre el
significado del modo de ser del mexicano, este se interprets espontaneamente como representante muy peculiarizado de un estilo humano de vivir.
Preontologicamente o preconcep-
tualmente, el mexicano se explicits a si mismo 7 a su mundo
como humanos, lo que quiere deci'r que ve en su vida una imagen del hombre. A primera vista parece una trivialidad indigna de consideration la enunciacion express de que el me¬ xicano se concibe como hombre.
Y, sin embargo, en esta 385
eXpresion tan compreftsible de suyo se alberga urta afirmacion cuya justificacion requirio en una epoca de nuestra historia de sesudas teorias y elaboraciones conceptuales de tipo teologico predominantemente
cuya significacion
estamos
muy lejos de calibrar con adecuado criterio.
todavia
Nos referimos
a aquella celebre disputa suscitada en el siglo xvi sobre la “humanidad” del indio, sobre su mas bien aparente y patente “bestialidad” que no “humanidad”, para decirlo con palabras de uno de nuestros mas prestigiados y profundos historiadores. Por caminos que aun ignoramos el mexicano se afirma a lo largo de su azarosa historia como “hombre”, inclusive cuando caricaturiza esta su dimension humanista y la degrada en “ma¬ chismo”.
El ser mexicano no acota, pues,
si
se le rastrea
hasta sus entranas, una nacionalidad peculiar, sino una manera humana de ser.
De cierta manera sus forcejeos liberta-
rios —como la Reforma y la Revolucion— son trasuntos de Lina lucha por lo humano en que se halla empenado el mexi¬ cano, vivida con tal originalidad, que de esta raiz brotan las otras maneras de ser como retonos legitimos y no como tumores a extirpar. Pero con igual origi-nalidad el mexicano se niega a lo hu¬ mano y se enclaustra, con indelebles votos de ferocidad, en su nacionalidad y alardea de ella en manifestaciones de afir¬ macion que rebasan los limites de lo prudente para desbordarse en lo grotesco, brutal, grosero y hasta sanguinario. Con igual espontaneidad el mexicano se afirma como mexicano y como hombre, pero la nacionalidad endurece y calcariza la primera interpretacion al convertirla en oficial, creando un complicado sistema de excepciones y privilegios que, si bien justificados en ciertos renglones, en los mas desentonan. El mexicano se acoge a su nacionalismo licenciando su entrahable humanismo. Las dos interpretaciones son incompatibles, conflicto de tintes tragicos que ha coloreado con su tornasolada luz todas nuestras gestas desde la Independencia hasta la Re¬ volucion.
En el mexicano, tal y como nos lo ofrece la historia,
hay una facil rnezcla de humanismo y de nacionalismo. Nos abrimos con pareja originariedad a lo humano y a lo mexi-
386
Cario, y en la comprension de esta condiciori bilateral reside el fundamento de muchas de nuestras actitudes. Por motivaciones historicas de facil recuento, el mexicano ha buscado en la nacionalidad un refugio, un abrigo que lo ponga a salvo de la voracidad apropiativa de los extranos.
La idea de una
fatria rica ha sido enlazada a la de un conjunto de legitimos propietarios de ella.
“Mexico para los mexicanos” es el lerna
de una reivindicacion nacionalista.
No se concibe a la patria
como una hechura en que han de participar de modo preeminente los mexicanos, sino como un haber o una realidad de la que se puede inmediatamente disponer y usufructuar, sin esfuerzo, sin trabajo', con solo alargar la mano para recoger el fruto, bien protegido su trayecto apropiatorio de la intervencion de manos extranjeras. El hac&r la patria se enturbia por la torva persuasion de t&n&r una nacionalidad. Los nacionalistas se imaginan a Mexico como un conjunto de bienes elaborados de que se puede sin esfuerzo gozar, y se preocupan por salvaguardar tal satisfaccion
de
mtrusos que
tambien sin empenarse podrian echarse a la bolsa nuestra riqueza. Este concepto mercantilista no ha desaparecido de la mentalidad popular y oficial, e inclusive ha sido reforzado de modo patologico por la Revolucion. La salvacion por el haber, por la hacienda, es una salvacion falaz que conduce tarde o temprano a la desesperacion. Es, ademas, una solucion antimoral o no etica a los problemas de la conducta humana, que cifra su dignidad en el hacer y no en el tener, unica manera de representarse la moral humana. Pero lo mas grave en el nacionalismo no es su idea de la patria como un haber, que ya es grave y peligroso, sino la separacion o secesion que opera en el mexicano, cortandolo de lo humano y constituyendolo en una realidad particular que excluye toda participacion en lo que hacen los demas por considerar que no afecta su suerte, lejana, a lo proximo e inmediato. Pero es degradante ser nacionalista cuando se puede sei hombre
Para nuestros propositos nos basta haber senalado, en
el mexicano, esta interpretacion de su propio ser, como_ mexi¬ cano, en el nacionalismo, subrayando que no es la unica, m 387
mucho menos la mas espontanea, pese a apariencias en contrario. Cuando el mexicano despliega su vida en completo olvido de su nacionalidad, es su vida misma una forma de ser en que se toca originariamente la fuente de que brota todo humanismo.
Los “sentimientcs”
de abandono, gratuidad,
fra-
gihdad, oscilacion, pena, entre otros, que son familiares al mexicano como el tramado o “materia” de su propio ser, ofrecen la unica base en que asentar el humanismo. En su punto mas extremo y radical, el mexicano se concibe como “acci¬ dental 7 zozobrante”, lo que quiere decir que se abre sin defensa a la condicion humana en su estrato mas profundo. Se tiende, en general, a huir de estos “penosos” sentimientos 7 a buscar, de cualquier manera que esto sea posible, por la fe, la ciencia, la cultura o la historia, un asidero para el hombre, un punto en que se sienta seguro 7 “sustancial”.
Pero
el mexicano no hup, con presta ligereza, de estas “categorias
o
‘existenciarios ’ del ser del hombre, sino que se queda
ahi 7 los frecuenta, los tiene presentes,
no en el
innocuo
sentido de representaciones teoricas, sino como contenido de su vida cotidiana 7 extraordinaria; los tiene ahi, los palpa cada dia, cada noche, a todas horas.
Esta peculiar “valentia” o
lucidez’ para abrirse a lo que tiene la suerte humana de “desdichada
7 “abandonada” es el modelo originario para abrirse
a lo humano, la esfera mas soterrada en que se ha preparado o gestado un sentido que comunicar, por compasion, simpatia o afinidad, con los otros, con todo aquello que pretenda hacerse pasar como humano.
El mexicano comprende
lo humano ajeno por transposicion del sentido de su propia vida.
La compasion de que hace uso tan frecuente en todas
las manifestaciones de su conducts -el mexicano se compadece de los an,males, 7 hasta de las plantas, 7 no se le cae de la boca el 1 amar “pobre” a cuanto ser humano se cruza o aparece en el campo de su experiencia— es la expresion visible de esa contmua operacion por la cual se esta transfiriendo el sentido de la propia vida a lo ajeno. Esta complicada operacion exige que se tenga del termino, a partir del 388
cual se
ejecuta la transmision,
una vivencia
no oscurecida
por ocultamientos, que la propia vida que figura como centre absoluto de referenda efectivamente familiar,
desde donde ernana el sentido sea que la llevemos con nosotros como
nosotros mismos, pues en el momenta en que se obture la comunicacion con lo originario se paraliza toda compasion. Y a la inversa. Cuando el mexicano ve que le quieren hacer pasar como humano algo que no se le asemeja, que no se acopla con su significacion originaria de lo humano, lo despoja de inmediato de toda pretension de humanidad y lo trata como cosa y no como “humano”. De la misma manera que es compasivo, es tambien indiferente y brutal, desconsiderado, pasa a lo largo de lo “evidentemente” humano con desatencion glacial.
Mientras no tenga lo pretendidamente
Humano una semejanza patente con lo mexicano, el compadecer no se opera, no se le ve ni siquiera como humano. Nuestra vida es una familiaridad con lo humano, porque los caracteres con que describimos al hombre convienen tam¬ bien para describir al mexicano. No tenemos que correr el registro de lo mexicano a lo humano, sino que hay una origi¬ naria configuracion en “pareja” de lo mexicano y lo humano. Lo mismo hemos visto que acontece entre la vida y la muerte para el mexicano. Deciamos entonces que la muerte es, para el mexicano, simbolo de su propia vida, porque las determinaciones con que acotabamos a la vida son tambien las que nos permitian definir a la muerte. configuran en “pareja”.
La Vida y la Muerte se
Van juntas, pero no nada mas esto,
sino que se Hainan mutuamente. Una invoca a la otra, y viceversa.
Edmundo Husserl ha sido el primero de nuestros filo-
sofos que ha llamado la atencion sobre las peculiaridades de una asociacion por “parejas”, de un “emparejamiento” (Verkoffeln). Esta manera singular de ir juntas una y otra cosa da origen a curiosos fenomenos. Cuando dos contenidos, como la vida y la muerte, o lo mexicano 7 lo humano, aparecen como formando pareja, ello quiere decir que son, a la vez, “semejantes” 7 “distintos”.
Ha7 un airecillo de familia, de
parecido, entre la vida 7 la muerte, pero al mismo tiempo
389
se nos imponen distinciones entre una y otra.
La semejanza
no es tan extremada que podamos hablar de igualdad, pero la distincion no es tan tajante que podamos decir que hay diferencia.
La pareja se mantiene en los limites de la se¬
mejanza y la distincion. de
una
“transmision”
Por ser tal, permite el surgimiento o
“transferencia”
de
caracteres
de
una a otra de las realidades configuradas en “pareja”. Hav un prestamo reciproco de sentido.
Se
explica
por el otro y este, a su vez, por el primero.
un termino
Hay una ince-
sante circulacion del sentido, un vaiven, un recibir y devolver, un interminable ir y venir de las significaciones de un cabo al otro por el que surge el sentido unitario de la pareja, que es de la pareja y no de uno de sus miembros exclusivamente.
Aprehendemos
uno
de
los
terminos
conforme,
en
conformidad, con el sentido del otro, en la medida en que no se creen diferencias que anulen la transposicion, ni una igualdad que tambien aniquila la transferencia del sentido. En nuestro caso funcionan lo mexicano y lo humano como formando una pareja. lo mexicano.
Lo humano se enticnde a partir de
Recibe su sentido primario de su semejanza
con lo mexicano.
Si no asiste esta semejanza a la base de las
relaciones entre nosotros y los demas no podra gestarse ningun humanismo.
Pero la semejanza va tambien doblada por la
conciencia de una distincion.
Si el mexicano es compasivo,
manifestando con ello que siente la universal semejanza con todos los hombres, presiente tambien que su suerte no es totalmente compartible, que hay un nucleo en que la comunicacion es imposible. Extranjeros servar que mlento.
de
mucha
sensibilidad
nos
frente al mexicano se padece
han
hecho
ob-
un curioso senti-
La apertura a todo lo humano, el mezclarse y resol-
verse sin temor y sin escrupulo parecen crear entre el mexi¬ cano y los demas hombres una comunicacion ilimitada en que la igualdad luce como ideal supremo.
Pero, a pesar de esta
innegable comunicabilidad, hay un limite infranqueable. el
mexicano se asimila los extranjeros,
el extranjero,
Si
a su
vez, no puede hacerse mexicano en plenitud. Queda un resto 390
que no se franquea, que no se abre. La hospitalidad no impide que haya una especie de reducto insalvable. La creacion de esta diferencia mata la configuracion en pareja de lo mexicano y lo humano. Si se destaca por parte del mismo mexicano, lleva casi de inmediato al nacionalismo. Si no se destaca y no es visto por el mismo mexicano, no deja, sin embargo, de ser patente para los demas. ^En que reside esta barrera?
El mexi¬
cano no podra decirlo nunca. En su humanismo la desconoce y la desconoce con legitimidad, porque al concebirlo como asentado en la formacion de una “emparejamiento” tiene que ignorarla a priori. Mas bien, pues, que un sentimiento de igualdad frente a los demas, hay en nosotros un sentido de “em¬ parejamiento” ; y en el nacionalista, de “diferencia”. No todo humanismo se construye a partir de esta peculiar estructura que hemos puesto de relieve. Generalmente' se cree que el huma¬ nismo supone la afirmacion de la igualdad y que, sin ella, no hay posibilidad de humanismo. Pero esto no pasa de ser un prejuicio. Lo mismo se piensa relativamente a la vida y la muerte, que la “diferencia” entre los dos fenomenos es la premisa indispensable de toda teorla sobre la vida y la muerte. Pero hemos visto que no es asi.
El mexicano las “empareja’
extremando su semejanza hasta una “igualdad”.
Lo mismo
acontece con el humanismo. Lo humano le es familiar al mexicano porque va acompanandolo en su vida como el otro polo con que establece una comunicacion de sentido, un reciproco prestamo de servicios y favores, una transferencia de significado
que
le
permite
explicar
su
propia
vida
como
humana y, a la vez, lo humano como mexicano. Las consesecuencias de este mecanismo no son para ser discutidas aqui. Analisis del ser del mexicano, Col.
“Mexico y lo Mexi¬
cano”, num. 4, Porrua y Obregon, Mexico, 1952, pp. 38-44.
391
PABLO GONZALEZ CASANOVA [Toluca, Mex.,
1922]
Pablo Gonzalez Casanova se dio a conocer con dos excelentes investigate tones htstorico-filosoficas, surgidas de los seminaries del
Colegio de Mexico:
El
misonelsmo y la
modernidad
cristiana en el agio xvm, sabre las frimeras fenstraciones de la . ftlo soft a moderna en Nueva Esf ha, y Una utopia de merica, que estudia las curiosas fre die clones de Juan Nepomuceno Adorno a mediados del siglo xix. Pero cuando Gonzalez Casanova concluyo sus investiga¬ tes academics, se entrego de lleno a las' cuestiones sociales vivas sobre las que ha escrito ensayos en los que el rigor y una sofrenada fasten son sus mejores don.es.
Es un socio¬
logo, ™tes que imfasible o de estricto esfiritu cientifico, interesado esfecialmente en formulae, acerca de nuestra sociedad TesZrZlo.
gn°5HC0S
a?ud£n d* ah»na manera a su
Pablo Gonzdhz Casanova inicio sus estudios en la Universidad' Nacional sZbonaZ
En El Colegio de Mexico farticifo en
e/ Vfia y, socmloSia y asistio, findmente, a la
eZdZZctorlZl
FUV°,el‘°Tad0 ^
HiSt0ria•
Entente
nci“ ***-»***■
& socialj
1953 1958.
ven colab. con
Tose
*
nr
Miranda'i_rv, j• 7 , , c a'* & studio de la tecnica
LA PROPAGANDA O LA NUEVA RETORICA * cfi" ZrLsine“br’HiMria
Ӵr,f
£ ll t
Universidad Nacional de Mexico.
392
ie
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,a *•-*» *
”S"bre * lempo
» cl cicio °rgamzado
por
la
bla de una tienda de novedades que por vez primera presento al publico de Paris todas “esas seducciones comerciales”, todas esas ilusiones y efectos de optica que, llevados a un grado sumo de perfeccion, hicieron de los escaparates “verdaderos poemas materiales”. Ahi mismo nos habla de lo que el llama una “inmensa revolucion”, un asalto a la opinion publica: los anuncios pagados en los periodicos, cuyo exito fue desbordante.
En ese tiempo, hace ya mas de un siglo, la publi-
cidad era Uamada, quizas injustamente, charlatanismo. Las cosas han cambiado mucho. Hoy el mundo esta inundado de poemas materiales, los periodicos son en su maporia “empresas comerciales destinadas a hacer dinero por la venta de anun¬ cios” y un profesor de la Universidad de Nueva York, George Burton Hotchkiss, desde 1924 escribe que la publicidad es un arte que puede estar a la altura de la poesia, de la novela 7 del drama. charlatanes.
A nadie se le ocurriria llamar a los publicistas
A nadie se le ocurriria decir que el condimento
diario de la vida —las vitrinas, los cartelones, los letreros luminosos, los desplegados, los anuncios de radio, cine 7 tele¬ vision— es un atentado a ‘la opinion publica.
Y sin embargo
ho7, con mas razo-nes que en tiempos de Balzac, se podria estar de acuerdo con el, porque a mas del desarrollo tecnico, de la produccion incesante de maquinas 7 aparatos que entonces no existian, 7 de la cantidad cada vez ma7or de casas de publicidad 7 escuelas de publicistas, ha ocurrido una metamorfosis formidable en este fenomeno social, metamorfosis que probablemente ustedes miren con cierta ironia 7 con ingeniosa desconfianza, pero que
es un
hecho mas 7 mas evidente,
conforme se le mira 7 se le estudia. Hace
un
siglo el objeto de la publicidad consistia en
informar al cliente sobre las virtudes de la mercancia.
La
informacion que se le daba, dolosa o de buena fe, tenia como objeto principal que el cliente escogiera la mercancia mas de su gusto, aquella que el iba a pensar satisfaria de la mejor manera posible sus necesidades. H07 la publicidad tiene como objeto 7 metodo primordial el deformar los reflejos del cliente, el crear en el, como dice el eminent© semantico Ha7akawa, re393
acciones automaticas: “Nada seria mas util a un publicista -—afirrna—-
que
obligarnos
a
pedir
automaticamente
una
coca-cola cada vez que entremos en una fuente de sodas, o a pedir
automaticamente
sintamos mal. .
un
alka-seltzer
cada
vez
que
nos
Y esto, ^'que quiere decir, si no que mien-
tras hace un siglo el cliente escogia a las mercancias, hoy las mercancias intentan y hasta logran escoger al cliente?
Si,
hoy las mercancias se nos anuncian y se nos ofrecen por medio de la publicidad, y doblegan
nuestro subconsciente
cuando
menos lo esperamos: al detenernos el agente de transito, al descuidar a la novia en el cine, al escuchar la radio mientras juegan los ninos. Nos husmean, nos acechan, nos siguen, nos muestran sus venales preferencias, nos escogen sin mas reparo que nuestro dinero.
Todo un arte que ha utilizado los ade-
lantos de la psicologia social, que preconiza un estilo conciso, vivido, llamativo y el empleo constante de frases y figuras emocionales, se ha constituido en una verdadera retorica, en la retorica de los “mercaderes que pucden escribir”, de los ‘Salesmen who can write”, corno se les ha llamado en Norteamerica a los publicistas. Y este hecho, de la mayor importancia, nos ocuparia la noche entera, como uno de los grandes problemas de nuestro tiempo, si la tragedia
internacional y
nacional
en
que
se
Italian las mercancias desde hace ya varios lustros no hubiera derivado en otro fenomeno que afecta todavia mas la conciencia entera del hombre contemporaneo. Es lugar conrun entre los estudiosos del ciclo economico decir que, al finalizar la fase del auge, se inician las guerras entre los grandes paises productores con el objeto de extender los necesarios mercados, y que con el receso y la depresion coinciden la mayor intervencion del Estado, el descontento e mcluso las revoluciones.
Keynesianos y marxistas reconocen estos hechos des¬
pues de haber realizado prolijos y cuidadosos estudios. Cuando la demanda de mercancias disminuye, la publicidad aumenta en intensidad e importancia, y cuando la .publicidad no basta para que las mercancias encuentren a sus clientes, aquellas se vuelven cada vez mas agresivas, mas exigentes, verdaderamente 394
tiramcas.
Se
integran decididamente a la vida polltica de
las naciones,
a sus
discusiones parlamentarias,
a sus planes
7 proyectos de intervencion estatal. La publicidad pasa de su edad de oro, de su estado de naturaleza, a una edad en que forma parte de toda una Weltamschauung de publicistas, de toda una publicidad de ideas pollticas, morales, religiosas 7 filosoficas.
Esta
propaganda.
publicidad
integral
es
comunmente
llamada
Kymball Young la define como “el uso mas 0
menos planeado 7 sistematico de
simbolos,
a traves de la
sugestion 7 de las tecnicas psicologicas, con miras a alterar 7 controlar las opimones, ideas 7 valores, 7 on ultima mstancia a cambiar las acciones, de acuerdo con lineamientos predetermmados”.
En la propaganda no solo se intenta crear
reflejos 7 reacciones automaticas frente a las mercanclas, sino crear reflejos 7 reacciones automaticas frente a las opiniones, valores e ideas que desea el propagandista. Por eso este fenomeno en que vive el hombre contemporaneo escapa a los limites de la publicidad 7 de las mercanclas, aunque de ellas haya tornado buena parte de sus tecnicas 7 de sus descubrimientos, 7 reconoce limites mas vastos 7 orlgenes mas lejanos: es la nueva retorica, en el sentido que le daba Aristoteles, como “arte de observar, en un caso determinado, los medios necesarios de persuasion”.
Y es como nueva retorica, como
la retorica de nuestro tiempo, como vamos a intentar su analisis.
“Aquel arte de la prosa discursiva, literaria en la forma 7 con un destino util 7 sobre todo politico, intermedia entre el sabio 7 el pueblo 7 por eso mismo oratoria o tribunicia, intermedia tambien entre la teorla —de quien toma el ser preceptuada—■ 7 la practica —de quien toma el ser inmediatamente derivada a la accion 7 aun ser por ella solicitada—, esto
es la
Reyes.
Su
retorica”, definicion
segun del
explico ejercicio
anallticamente clasico
encierra
Alfonso varios
elementos considerables: 1? La retorica es un arte, es decir, tiene un aspecto estetico 7 formal;
2? La retorica tiene un
fin politico, quiere decir, en terminos generales, que es arte 395
suasoria. que se propone convencer con el empleo de una tecnica logica y psicologica ad hoc-, 3? Utilizan la retorica los sabios metidos a politicos, o los politicos metidos a sabios, o los religiosos a predicadores, lo que en suma equivale a que la utilizan los dirigentes para dirigir a la grey, a los ciudadanos o al pueblo; 4? El terreno propio de la retorica es aquel en que ayuntan a la vez la teoria y la practica, es decir, un sistema religioso, filosofico, politico, juridico, y de otra parte, una situacion que supone la existence de un enemigo (enganado o enganoso), de un aliado potencial, publico o juez (enganado o indiferente pero capaz de ser convencido) y de un medio de contunicacion: el agora, la tribuna, el pulpito; 5? Todos estos elementos se combinan en torno a un problema que es el nucleo del discurso y en realidad el motivo de la disputa. Por lo anterior se comprende que la retorica no ha dejado de existir desde que ceso el estado de naturaleza, o bien, desde que fueron sustituidos medios mas directos de lucha (como la lanza, el arpon o la cachiporra) que conducian al asesinato, por otros mas intelectuales (como la alusion, el apotcgma o la parabola) que en la civilizacion dan un giro ideologico a los pleitos, a las conquistas y a las revoluciones retrasando en algunos casos el asesinato, y en otros hasta logrando sustituirlo, como en los juridicos y administrativos, cn que todo se resuelve por sentencia o dictamen. Pero a Pfsar “ esta omnipresencia en la vida social, la retorica tiene ciertos 1 unites y presenta inmensas variantes. . Los> Hmites de la retorica dependen de sus dos funciones primordiales, la literaria o estetica y la metodica o de persuaSl.?,n' 1 lcn ret°rica es arte de la prosa discursiva y por all. ya no puede ser retorica la poesia, se dice por extension que una poesia es retorica cuando trata de convencer y per¬ suader y cuando las formas que emplea no Italian correspon¬ dence con los sentimientos que expresa, y no son producto e la creacion sino de la preceptive. En iguales condiciones se puede tachar a cualquier arte de retorica. Desde el punto de vista del metodo persuasivo la retorica tiene un limite
396
esencial que desde Aristoteles es el sentimiento.
La persuasion
propia de la retorica ha sido y sigue siendo una persuasion sen¬ timental, en que la logica y la ciencia, cuando son usadas, quedan al servicio de los sentimientos. La Filosofia y la ciencia solo son retoricas cuando recurren
a
una tecnica
de
con-
viccion sentimental, es decir, cuando dejan de servir a sus propias finalidades y metodos, cuando dejan de ser ciencia y filosofia. Por otra parte la retorica presenta variantes radicales en el curso de la historia. Estas variantes dependen del adelanto de los medios de comunicacion, del conocimiento psicologico, de la tecnica suasoria, del Estado, del enemigo y del motivo de la
lucha.
La
situacion
actual de estos
factores
hace que la propaganda se encuentre en las antipodas de la retorica antigua, y que
como unico rasgo comun conserve
su condicion de ser una tecnica suasoria, sugestiva, emocional, sentimental, con miras a la accion politica. De esta enorme diferencia depende quizas el que no se haya pensado que la propaganda es la nueva retorica, la retorica de
nuestro
tiempo, esencialmente la misma; pero historicamente mucho mas vasta, mas compleja, mas refinada y conocedora, como vamos a ver en este intento de describir brevemente sus posibilidades y sus condiciones actuales, asi como el significado que tiene para el hombre contemporaneo. De acuerdo con el ultimo censo de las Naciones Unidas en
1952 se publicaban en los Estados Unidos 55.370,000
ejemplares de periodicos diarios, en Mexico 1.300,000, en el Japon 30.218,000, en Belgica 3.343,000, en Suecia 3.490,000, en Francia 10.193,000, en Alemania 12.732,000, en Inglaterra 31 millones, en Afganistan 153 mil, etc.
Es decir, que
habia paises como Inglaterra que publicaban 615 ejemplares de periodicos diarios por cada mil habitantes, Suecia 490 por cada mil habitantes, Belgica 383; los Estados Unidos y el Japon 353, y paises menos desarrollados como Mexico 48, y como Afganistan, Laos y Liberia 1.
De acuerdo con el mismo cen¬
so habia en los Estados Unidos 3,761 radiodifusoras, en Me¬ xico 212, en el Japon 89, en Suecia 33, en Francia 74, en
397
Aiemania
120, en Inglaterra 42.
En el Africa Ecuatorial,
en las Bahamas, en la Costa de Oro y en muchas otras regiones habia solo una radiodifusora.
Las cifras de los aparatos
de radio son quizas mas elocuentes.
En
1952 habia en los
Estados Unidos 110 millones de aparatos de radio; en 1951 habia en Mexico 1.220,000 aparatos de radio, en 1953 ha¬ bia en el Japon
10.364,000;
en
1932
habia en
Francia
7.926,000, en Aiemania 10.507,000; en 1953 habia en In¬ glaterra 12.946,000. los Estados
Esto quiere decir que en paises como
Unidos habia entonces
por cada mil habitantes.
705
aparatos
de
radio
El aho pasado habia en las distintas
regiones del mundo: 10 aparatos por cada mil habitantes, en Africa; en la America del Norte 520, en la America del Sur 40; en Asia sin la URSS 12, en Europa sin la URSS 175, en Oceania 220, en la L^RSS 75j Y en fin, en el mundo entero habia una media de 95 aparatos de radio por cada mil habitan¬ tes. En 1950 los Estados Unidos produjeron 395 peliculas de largo metraje, Mexico 125, Japon 215, Francia 106, Alemania 78, Inglaterra 125. El censo no indica un dato que seria todavia mas impresionante; el numero de salones de cine y de boletos vendidos en las taquillas; pero sabemos que ya en 1940 habia 70 mil salones de cine en el mundo, 29 °/o de los cuales correspondian a los Estados Unidos.
En este pais se
vendian de. 60 a 80 millones de boletos por semana.
A las
cifras anteriores habria que agregar las correspondientes a la television — un cine de todos los dias, un cine de casa— cuyo ex.to es aparente y arrollador; habria que ahadir el numero de gentes que se prestan los periodicos entre si, y el de los periodicos y las radios que sirven a toda una familia, el numero de gentes que oyen toda la mahana o todo el dia la radio, el de los asiduos al cine que van dos o tres veces por semana, y el de los asiduos a la television que atienden los programas'durantc
uiras y horas. ^ Con los datos anteriores tenemos una
1 ea de lo que es el agora de nuestro tiempo, un agora terraquea que abarca todas las regiones del mundo, y en la que cuantitativamente tienen el mayor numero de medios de comumcacion y de receptores los paises mas desarrollados, y cuali-
398
tativamente estos paises ejercen sobre los demas un control y una influencia evidentes, a traves de las asociaciones y grandes consorcios de informacion para la prensa, a traves de los discos, de las pellculas, de las mas potentes estaciones de radio y de otros medios indirectos por los cuales extienden su zona de influencia al interior mismo de los paises subdesarrollados. Estos medios de comunicacion son excelentes para transmitir la cultura, la publicidad y la propaganda.
La proporcion que
ocupan las tres actividades varia en los distintos paises y en los distintos organos de un pais; pero podemos asegurar que la propaganda no deja sin influir un solo pais y un solo medio de comunicacion.
Es omnipresente, y la retorica ya
no solo es arte de la prosa discursiva, sino arte de las representaciones violentas, arte
de condimentar y lanzar lo que
el famoso periodista George
Creel Uamo desde la primera
Guerra Mundial “balas de papel”, a las que se han venido sumando las “balas de sonidos” y las “balas de imagenes”. La psicologia, que en tiempos de Aristoteles era la ciencia del alma, en nuestro tiempo ha pasado por grandes crisis, pero ha hecho tambien notables descubrimientos: el conocimiento del inconsciente, a traves del psicoanalisis, y la psicologia social quedan como un saldo muy favorable que se ha probado como eficaz y verdadero en la experimentacion y en la practica. Desde el punto de vista de la propaganda son de inapreelable utilidad los estudios sobre la dinamica del comportamiento, la percepcion del mundo y la reorganizacion de las percepciones, los estudios sobre las creencias y las actitudes de los hombres, el modo de medirlas y cambiarlas, y en fin las investigaciones sobre la opinion publica, los grupos, los lideres y su funcion psicosocial.
En los Estados Unidos, Inglaterra y Ale-
mania, las universidades, los particulares y el gobierno han gastado sumas cuantiosas para el conocimiento de la psicologia social. Aparte de las investigaciones de laboratorio y gabinete, experimentales y teoricas, se han llevado a cabo grandes in¬ vestigaciones.
Desde la decada de 30 son famosos los sondeos
de la opinion publica realizados por George Gallup, por el 399
Literary Digest, por The Nation, por el American Institute of Public Opinion, por el Social Sciences Research Council y instituciones mis o menos cientificas. Son impresionantes las “investigaciones gigantes” sobre Un dilema amencano y El soldado americano, Y anqui City y Middletown, en que se ha logrado estudiar grandes conglomerados de seres humanos hasta en sus mas minimos detalles y reacciones, esperanzas, temores, actitudes y tendencias.
Con razon alguien
ha dicho que la investigacion psicosocial alcanza en los Estados Unidos el caracter de una industria nacional.
Los resultados
son formidables: los metodos cada vez se perfeccionan mas y se ha llegado hasta a medir, a cuantificar la intensidad y la importancia de las actitudes y creencias de los grupos huma¬ nos.
El margen de error se ha reducido notablemente en las
grandes encuestas, y puede ser previsto matematicamente entre un 3 y un io %.
Por otra parte la ciencia ha llegado a con-
clusiones de una importancia fundamental para la educacion y la propaganda: se ha descubierto que las estructuras simples y aisladas de conocimiento son mas sensibles a la reorganiza¬ tion por un ataque directo, mientras las estructuras diferenciadas e mterdependientes solo pueden ser atacadas indirectarnente, y presentan mayores resistencias.
Se ha descubierto
que las actitudes aisladas y rigidas impiden cambiar las acciones:. asi, dicen Krech y Krutchfield: “Un hombre puede seguir buscando seguridad y justicia en los confines de un sistema economico y politico que
permanentemente
frustra
sus tentatms. . porque sus reflexiones sobre cada aspecto de ese sistema se hallan aisladas entre si y no puede ver las inmeter3”01?- CX1StenteS { los cambios globales que debe acocambiar ^ ^ descubiert0 due cuando se desea cambiar las creencias y actitudes en un sentido determinado debe procederse en forma integral y no parte por parte
fo-
mentar ciertas necesidades y deprimir otras, fomentar ciertas _ ncienc.as de grupo y suprimir otras, mantener o proponer ciertos lideres y
destruir otros.
Estos supuestos cientificos
que ha alcanzado la psicologia social, y de cuyo rigor nadie duda, son la base fundamental del desarrollo cLtifko de la 400
educacion; pero tambien la base de una educacion para la pro¬ paganda, que tienda a fomentar en una forma integral las estructuras simples y aisladas, que tienda a educar a los homres para ser ninos, solos, credulos, dependientes de la opinion standard emitida por la.radio, la prensa, la television, el cine. sta meta de la educacion es un hecho consciente o subconsciente en todos los palses donde no se ensenan las grandes es¬ tructuras del pensamiento filosofico, cientifico, artistic©, las categorias y los hechos a la vez, donde solo se ensenan y se preguntan datos aislados, fechas, numeros aislados, y a la division natural del trabajo se suma una division total, integral, que aisla y deja solos a los hombres-ninos, expuestos, como no lo estuvieron nunca los ciudadanos gnegos, listos para creer y querer lo que la nueva retorica repite a todas boras del dia y de la noche, por todos los medios, aparatos y maquinas. Si Demostenes hubiera preparado asi a sus ciudadanos griegos antes de llevarlos al agora, no habrla necesitado ninguna de sus dotes oratorias, para convencerlos de lo que se le viniera en gana.
“Antes de Pearl Harbor —escribe el psicologo de origen aleman Kurt Lewin—• en los Estados Unidos, quizas mas que en cualquier otro pals, se podia discernir facilmente la tendencia a considerar factores psicologicos tales como la frustracion o los ‘rasgos destructives’ como la causa basica de la guerra. De acuerdo con eso se consideraba que evitar las frustraciones era el mejor camino para la paz.
Desde entonces parece preva-
lecer un punto de vista mucho mas realista sobre la impor¬ tance de los factores economicos y politicos.”
Las ciencias
sociales angloamericanas, en sus mas recientes manifestaciones, tienden a abandonar el psicologismo dominante en otro tiempo, y a considerar los datos psicologicos como integrantes de las ideologlas y de la totalidad del fenomeno social.
Este
punto de vista hace que las tecnicas de la propaganda norteamericana se alineen en sus supuestos formales con las tecnicas nazis y comunistas, y que hayan alcanzado un grado de efectividad mucho mayor.
El estado actual de las investigaciones 401
sobre la propaganda indica la precision y finura de los conocimientos que se tienen al respecto, y a falta de tiempo, se pueden descubrir analizando los principios fundamentales que rigen
la
tecnica
propagandlstica
de
hoy.
Estos
principios
han sido claramente explicados por los investigadores norteamericanos Krech y Krutchfield y son los siguientes: i• Una sugestion que corresponda a una necesidad existente sera aceptada mas facilmente que si no corresponde a mnguna necesidad .
Asi, en caso de que la necesidad no
exista, el propagandista debera crearla provocando tensiones psicologicas en el individuo y proponiendo despues su sugesti°n-
Citan el siguiente ejemplo: “Si la gente no siente la
necesidad de que se promulgue una legislacion antiobrera, el propagandista procurara que en los periodicos, en la radio y en las discusiones pollticas se de enfasis y se magnifique cualquier
incidente
obrero”
—especialmente
los
casos
de
huelgas y violencias—, sin fijarse en que sea insignificante o aislado.
Si tiene exito habra creado en el ciudadano miedo
a los problemas obreros y la necesidad de una paz para el trabajo”. 2? “Una sugestion que se refiera a una situacion ambigua sera aceptada mas facilmente que aquella concerniente a una situacion
claramente
estructurada”.
El
buen
propagandista
debera asi ajustar sus sugestiones a las creencias, actitudes e ideologias prevalecientes en el grupo al que se dirija. e
ejempo
siguiente.
En
una
situacion
el
Citan
propagandista
puede presentar las sugestiones comunistas corno congruentes con los ideales del cristianismo; en otra puede presentar las mismas sugestiones como congruentes con una filosofia puramente racional, cientifica y atea”. Cuando esa imposible la congruencia puede cambiar los sistemas de pensamiento, mediante una propaganda a largo plazo, a traves de todos los medios de comunicacion de que disponga.
3Una sugestion que pueda provocar la observacion de nuevos atributos en un objeto familiar sera mas facilmente aceptada que la que no lo haga”.
Es decir, que el buen pro¬
pagandists no tratara de atacar una idea o creencia, sino que 402
orientara sus sugestiones hacia el objeto, tratando de encontrar virtudes o defectos independientes de la idea.
4? “Una sugestion que sea congruente con la necesidad de la gente de identificarse o estar en armonia con otra gente sera mas facilmente aceptada que la que contrarie el soporte social”. El buen propagandista procurara que sus suges¬ tiones provengan de figuras de prestigio, o buscara dar la impresion de que la mayoria de las gentes estan de acuerdo con sus sugestiones, o por lo menos que lo estan las mejores gentes.
5• Una sugestion que haga uso efectivo de los principios que rigen el estimulo sera mas facilmente aceptada”. Estos principios se refieren al metal de la voz, a la entonacion, a la pronunciacion, al vestido, a la apariencia, y han sido motivo de estudios monograficos y experimentales.
6° “La mejor manera de luchar contra la propaganda es la contrapropaganda.
El buen propagandista no perdera su
tiempo —dicen—■ en exponer las tecnicas del propagandista enemigo, sino ofrecera contrasugestiones”. Y a este respecto una ultima afirmacion de los autores senalados: “La mejor clase de contrapropaganda es un sistema social y economico que satisfaga la mayoria de las necesidades de la mayoria de la gente, la mayoria del tiempo”. De todos estos principios hay uno ciertamente alarmante, el circulo vicioso de la propaganda, la necesidad en que se hallan los estados de oponer a la propaganda mas propaganda; pero hay uno complementary de aquel, que es ciertamente alentador; “La mejor justicia es la mejor contrapropaganda”. Krech
y
California y
Krutchfield, del
profesores
Swathmore
College,
de la
Universidad
respectivamente,
de han
dejado en sus siete principios de la propaganda el sum?num de este fenomeno social, y de su conocimiento a la hora presente; pero para saber como es aplicado ese conocimiento, como vive y recorre el aire y las imagenes, es necesario reparar en la historia contemporanea. Esa historia la vivimos. Desde la Gue¬ rra de 1914 hasta hoy seguimos oyendo aquello de la “guerra contra la guerra”, “el armamento para la paz”, “la autode403
terminacion de los pueblos”, la “defensa de la democracia”, la lucha por la justicia social”. Desde entonces vemos como los propagandistas intentan acentuar “la especializacion tecnica 7 los motivos irracionales de las masas”. Los nazis, maestros en el arte, ban dejado un legado precioso: fijar claramente las metas; repetir 7 repetir los temas simples, con constancia 7 persistencia, explotar las divisiones del grupo al que va dirigida la propaganda, 7 usar tecnicas emocionales antes que racionales. Todavia suenan las palabras de Hitler sobre la falsificacion de los hechos, sobre la conveniencia .de contar grandes 7 no pequenas mentiras “porque las masas —segun dice en Mein Kampf - en virtud de la simplicidad de sus rnentes creen mas facilmente una gran mentira que una mentirita, 7a que ellos mismos dicen mentiritas, pero les daria verguenza decir grandes mentiras”. Siguiendo esta tactica, se hizo creer a muchas gentes que Polonia amenazaba la estabilidad de III Reich 7 que Guatemala amenazaba la seguridad del Canal, de Panama. Estas campanas grotescas recuerdan una historieta de la Gata de Cicer&n que reproduce Allport en su Psicologia del rumor. En el primer cuadro la gata dice“jOh, un nuevo perro en la vecindad. . .!” En el segundo le cuenta a una gata pinta: “Acabo de ver un nuevo perro en la vecindad”. La gata pinta corre a ver a una amiga: “Fijate que hay un perrote negro en la vecindad”. La amiga considera que es necesario “avisarles a las muchachas”: “Si, un perro negro, asi de grande”. Hay que contarles a las demas: 7 ’^ne unos dientes blancos enormes 7 es del tamano de un leon .. Entra la gata de Ciceron: “Ya viene el perro”. Las demas huyendo: “Socorro: jel monstruo nos matara!” En el ultimo cuadro aparecen todas las gatas subidas en un poste, 7 abajo, caminando lentamente, un perrito del tamano de un raton. En nuestra vida las cosas ocurren en una forma semejante; pero mucho mas perfecta, 7 en el ultimo cuadro las gatas habrian acabado destrozando al raton, 7 sintiendose justificadas con la idea, ya hecha realidad, de que se trataba de un verdadero 7 autentico monstruo. La propaganda logra eso, consciente, deliberada, tecnica, cientfficamente, propala 404
rumores, fomenta rnitos, fortalece prejuicios y da argumentos para la agresion. Logra hacer que cambien de sentido todas las palabras, que lo negro parezca bianco, lo bianco negro, que los seres se dividan en alemanes y humanos, en comunistas y humanos, en judlos y humanos; provoca razonamientos como este de un diputado de Mississipi contra un semanario de su pais: “El Survey-Graphic contiene
129 paginas
ultraj antes, viles y nauseabundas, anti-cristianas, anti-americanas y pro-comunistas, ostensiblemente dirigidas contra la costumbre de la discriminacion racial en el Sur”. De acuerdo con este diputado, el cristianismo seria partidario de la discrimi¬ nacion racial y solamente el comunismo seria partidario de la igualdad de las razas. La propaganda logra deshumanizarlo todo, destruir todo espiritu de tolerancia, de critica y de resistencia, identificando la libertad concreta, la democracia real, con el maligno.
nombre que le sirve para destruir al espiritu
Siempre que aumenta la propaganda, aumenta la
intervencion del Estado, la censura, los tabus, los silencios, las prohibiciones, la importancia de la policia.
La propaganda
esta contra la competencia ideologica, contra la decision que se toma despues de un razonamiento; es la proyeccion magnifica de los datos existenciales y materiales de la sociedad, es la amplificacion de un irracionalismo real, evidente en las crisis sociales.
La propaganda es la antitesis de la democracia en su
sentido genumo, es un atentado contra la libertad tradicional y revolucionaria: impide el razonamiento, la discusion y eleccion de las ideas.
El nazismo asumio esta responsabilidad, creo
una ideologia de razas superiores, enemiga de las democracias decadentes, como las llamo. Eso le permitio que hubiera una aparatosa congruencia entre la ideologia de la violencia y la propaganda.
Pero la democracia y la libertad son destruidas
a pesar de entrar en contradiccion con las ideologias clasicas de democracia y libertad.
La propaganda puede eliminarlas
con el pretexto de defenderlas.
Es capaz de realizar la meta-
morfosis que le venga en gana y mas le acomode.
Por eso y
por el adelanto que han alcanzado las ciencias sociales en nuestros dias, el problems del hombre contemporaneo es mas un 405
problems de engano que de error, de mala fe que de inocencia.
Es como si un hombre del siglo xvm hubiera vivido
dos siglos 7 despues de afirmar que “la religion es el opio de los pueblos” hubiera fomentado la religion, sin ser el religioso, para adormecer a los pueblos.
Antes los mitos se formaban
naturalmente, eran la filosofia de los hombres; hoy se fomentan, se propalan, se crean artificialmente; son la antif ilosof l'a.
Bien, parecerla por todo lo anterior que el hombre se halla mdefenso, 7 sin embargo esto es absolutamente
falso.
Los supuestos fundamentales de la propaganda son un peligro para los propios propagandas.
Saben estos que hay dos posi-
ilidades de cambiar el mundo, la primera cambiando el mundo real
la segunda, cambiando el mundo psicologico 7 mante-
mendo el mundo real, tal 7 como se halla.
Es decir, tienen
a opcion.de dar alimentos terrestres o alimentos mitologicos. n el primer caso senalan los bienes reales como verdaderos bienes, en el segundo como males, como actos creados artificial¬ mente por una energia condenable. • f Cuando el propagandists opta por el cambio psicologico, intenta crear, como en el Brave New World de Huxley, un cine en el que el espectador sienta los besos de la heroina'de la pantalla como si se los estuvieran dando en sus propios labios. de caTJ vgV PCrmit,yle ,COntacto con una muchacha j ,C • .1ULS0’ 7 S1 el espectador es poco impulsivo, y deseando satisfacer sus necesidades romanticas exige ver a la novia
para
p,ri«:.P
besarla, C,a:
el
propagandista
deja
que
se
encargue
e!peCBd” "» “ ortedVno es leal, no es
Ahora bien,