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Spanish Pages [506] Year 2019
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TRENT UNIVERSITY LIBRARY
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https://archive.org/details/elensayomexicano0001 mart
letras mexicanas 39 EL ENSAYO MEXICANO MODERNO
El ensayo mexicano moderno * Selection} Introduction y notas de
JOSE LUIS MARTINEZ
letras mexicanas FONDO
DE
CULTURA
56209
ECONOMICA
Prlmera edicion, 1958
Derechos reservados conforme a la ley © Fondo de Cultura Economica, 1958 Av. de la Universidad, 975 - Mexico 12, D.
Impreso y hecho en Mexico Printed and made in Mexico
ONIILP
INTRODUCTION
Origenes y
definicion
del
ensayo
uLa palabra es reciente pero lo que nombra es
antiguo”,1 decfa Bacon a proposito del termino en¬ sayo. Tan antiguo que pueden reconocerse esbozos ensayfsticos en libros orientales y del Antiguo Testamento y en varios textos griegos y latinos.2 Sin embargo, el ensayo aislado, con su propio nombre y no mezclado ya entre meditaciones religiosas o filosoficas, narraciones historicas o preceptivas literarias, aparecera plenamente y con todos sus matices y posibilidades en los Ensayos de Montaigne cuya primera version es de 1580. Entre tantos pasajes en que Montaigne reflexiona sobre la naturaleza de sus propios escritos, uno me parece singularmente ilustrativo ya que “The
word
is
late,
but
the
thing
is
ancient.”
Bacon,
Essays,
Dedication to Prince Henry, 1612. 2 Por
ejemplo
en
Los
del Antiguo Testamento; nanzas
de
Lao-Tse;
proverbios,
La sabiduria y El
eclesidstico
en las sentencias de Confucio y en las ense-
en varios
textos
griegos
y
singularmente
en
los
Memorabilia de Jenofonte, las Vidas paralelas de Plutarco, los Dialogos de
Platon,
la
Poetica
de
Aristoteles
y
los
Caracteres
de
Teofrasto;
y en pasajes del Arte poetica de Horacio, las Instituciones oratorias de Quintiliano,
las cartas
de Plinio
el joven,
Soliloquies de Marco Aurelio —acaso,
Los oficios de Ciceron, los
junto con los
Tratados morales
de Seneca, los dos libros de la antigiiedad que mas cabalmente merecen considerarse
ensayos—, las
Confesiones
de San Agustin y
la
Consola-
cion de la filosofia de Boecio.
7
define no solo el animo peculiar de que nace el ensayo sino tambien la mayor parte de sus caracterfsticas. Es el juicio —dice Montaigne— un instrumento necesario en el examen de toda clase de asuntos, por eso yo lo ejercito en toda ocasion en estos Ensayos. Si se trata de una materia que no entiendo, con mayor razon me sirvo de el, sondeando el vado de muy lejos; luego, si lo encuentro demasiado profundo para mi estatura, me detengo en la orilla.
El convencimiento de
no poder ir mas alia es un signo del valor del juicio, y de los de mayor consideracion. cuerpo a un asunto baladi e
A veces imagino dar
insignificante, buscando
en que apoyarlo y consolidarlo; otras, mis reflexiones pasan a un asunto noble y discutido en que nada nuevo puede hallarse, puesto- que el camino esta tan trillado que no hay mas recurso que seguir la pista que otros recorrieron. En los primeros el juicio se encuentra como a sus anchas, escoge el camino que mejor se le antoja, y entre mil senderos decide que este o aquel son los mas convenientes. Elijo al azar el primer argumento. Todos para mi son igualmente buenos y nunca me propongo agotarlos, porque a ninguno contemplo por entero: no declaran otro tanto quienes nos prometen tratar todos los aspectos de las cosas. De cien miembros y rostros que tiene cada cosa, escojo uno, ya para acariciarlo, *ya para desflorarlo y a veces para penetrar hasta el hueso. Reflexiono sobre las cosas, no con amplitud sino con toda la profundidad de que soy capaz, y las mas de las veces me gusta examinarlas por su aspecto mas inusitado. Atreveriame a tratar a fondo alguna materia si me conociera menos y me enganara sobre mi impotencia. Soltando aqui una frase, alia otra, como partes separadas del conjunto, desviadas, sin designio ni plan, no se espera de 8
mi que lo haga bien ni que me concentre en mi mismo. Vario cuando me place y me entrego a la duda y a la incertidumbre, y a mi manera habitual que es la ignorancia.3
Los rasgos peculiares del ensayo que explfcitamente declara Montaigne en este pasaje pueden reducirse a falta voluntaria de profundidad en el examen de los asuntos; metodo caprichoso y divagante, y preferencia por los aspectos inusitados de las cosas. Recordemos que Bacon, en sus Ensayos publicados poco despues que los de Montaigne Ci597)j definiria el genero naciente como disper¬ sed meditations.4 Pero ademas de estos rasgos explfcitos existen, tanto en los ensayos de Montaigne como en los de Bacon, otros implicitos que acaban de conformar las caracterfsticas del nuevo genero. Los nuevos rasgos son: exposicion discursiva, en prosa;5 su extension, muy variable, puede oscilar entre pocas llneas y algunos centenares de paginas, mas parece presuponer que pueda ser lefdo de una sola vez; finalmente, es un producto tipico de la mentalidad individualista que crea el Renacimiento y que determina —segun lo ha descrito Burckhardt— “un multiple conocimiento de lo indivi¬ dual en todos sus matices y gradaciones”,0 en forma 3 Montaigne, clito”. Paris,
Ensayos,
Lib.
I,
Cap.
L,
“De
Democrito
Sigo la traduccion de Constantino Roman y Salamero
y
Hera-
(Gamier,
1912), aunque retocada y ajustada al texto original.
4 Bacon, Ibidem.
5
Sin embargo,
tenticos
ensayos
en
los poetas ingleses Dryden y Pope escribieron auverso
sobre
temas
preceptivos
y
filosoficos.
Las
metamorfosis de las plantas de Goethe es tambien un ensayo en verso.
6 Jacob Burckhardt, La cultura del Renacimiento en Italia, Trad, de Ramon de la Serna, Editorial Losada, Buenos Aires, 194^1 PP* 250 ss.
9
de descripciones espirituales, biografias y descripciones externas del ser humano y de escenas animadas de la vida. La expresion mas concisa y exacta que corre a proposito del ensayo es “literatura de ideas”.1 En efecto, el ensayo es un genero hibrido en cuanto participan en el elementos de dos categorfas diferentes. Por una parte es didactico y logico en la exposicion de las nociones o ideas j pero, ademas, por su flexibilidad efusiva, por su libertad ideologica y formal, en suma, por su calidad subjetiva, suele tener tambien un relieve literario. De acuerdo con los esquemas y denominaciones establecidos por Alfonso Reyes en El deslinde,s el ensayo seria una forma de expresion ancilar, es decir, que en el hay un intercambio de servicios entre la literatura y otras disciplinas del pensamiento escrito. Por su forma o ejecucion verbal, puede tener una dimen¬ sion estetica en la calidad de su estilo, pero requiere, al mismo tiempo, una dimension logica, no literaria, en la exposicion de sus temas. Por su ma¬ teria significada, puede referirse a temas propiamente literarios, como son los de ficcion, pero, en la mayorfa de los casos, se ocupa de asuntos propios de otras disciplinas: historia, ciencia, etc. Es pues, ante todo, una peculiar forma de comunicacion cor¬ dial de ideas en la cual estas abandonan toda pre1
Xavier
Villaurrutia
llamo
al
periodismo y del sistema filosofico”: Espana en Mexico, 1940, p. 104. ^ Alfonso
ensayo Textos
“producto y
La
Casa
del de
Reyes, El deslinde, Prolegomenos a la leoria literaria,
El Colegio de Mexico, Mexico, 1944, pp. 30 rr. IO
equidistante
pretextos,
tension de impersonalidad e imparcialidad para adoptar valientemente las ventajas y las limitaciones de su personalidad y su parcialidad. En los ensayos mas puros y caracteristicos cualquier tema o asunto se convierte en problema mtimo, indivi¬ dual j se penetra de resonancias humanas, se anima a menudo con un toque humorfstico o cierta coqueteria intelectual y, renunciando cuando es posible a la falacia de la objetividad y de la seriedad didactica y a la exposition exhaustiva, entra de lleno en un “historicismo” y se presenta como testimonio, como voto personal y provisional. Sin embargo, hasta el juego mental mas divagante y caprichoso requiere, en mayor o menor grado, de algun rigor expositivo; y justamente, en la variada dosificacion de estos dos elementos: originalidad en los modos y formas del pensamiento y sistematizacion logica, radican los diferentes tipos de ensayo. A la linea subjetiva, libre y caprichosa del ensayo que nace en Montaigne, emigra a Inglaterra con los ensayos periodisticos de Adisson y Steele, florece con Lamb, Hazlitt y Steven¬ son y vuelve a Francia con Gide y Alain, pronto se opone otra, expositiva, organica e impersonal, cuyos orfgenes pueden fijarse en Bacon. A esta Imea, cuyo mayor apogeo ocurre en los siglos xvm y xix, pertenecen las elaboradas y extensas clisquisiciones dieciochescas —como el Ensayo sobre las costumbres y el es-piritu de las naciones (1756) de Voltaire o el Ensayo politico sobre el reino de la Nueva Espana (1811) de Humboldt— y en el si-
glo del romanticismo, los macizos ensayos criticos, filosoficos o historicos de Macaulay, Emerson, Thiers, Saint-Victor, Brunetiere y Menendez Pelayo. Formas afines y modalidades del ensayo
Semejante flexibilidad y amplitud en la acepcion de esta “literatura de ideas” ha determinado que, en el curso de su historia, se ramifique en varias formas afines al ensayo, las cuales no designan ni diversas funciones del espiritu ni formas determinadas del pensamiento escrito, sino en general sim¬ ples estratificaciones de la prosa no narrativa que siguen leyes vagamente convencionales y se acercan o se alejan en distintos grados de la literatura o del tratado didactico. El articulo, por ejemplo,9 nace y permanece ligado al periodismo; es por lo comun mas breve que el ensayo, su tema mas inmediato o “de actualidad” y su nivel de estilo, “periodistico”. El estudio critico “es trabajo de examen frio, de indispensable erudition y de metodo severo”, aunque existan tambien ensayos-criticos. En la monografta la intention es cabalmente didactica y se aplica sobre un tema preciso con propositos exhaustivosj pero —segun observa Medardo Vitier— “el propio asunto da de si ensayo si la actitud del autor es contemplativa, sin mengua de los materiales cientificos que le interese 9 En esta clasificacion sigo parcialmente a Medardo Vitier, Del americanoy Tierra Firme, Fondo de Cultura Economica, Mexi¬
ensayo co)
12
1945)
PP-
47
«•
manejar”. La cntica literaria, artfstica, historica, filosofica o cienti'fica es, en general, una funcion del espiritu por la que este se enfrenta con diferentes propositos, alcances y rigor, a los productos culturales. A su vez puede elegir entre la amplia gama de formas que van desde la incidental opinion impresionista hasta la monografia, pero la cntica ingresa en el campo del ensayo cuando, cualquiera que sea su indole, tiene ademas esas cualidades de flexibilidad y libertad formal e ideologica, el acento subjetivo y la naturaleza interpretativa que distinguen al ensayo. El tratado, en fin, queda situado en el extremo opuesto al breve artfculo o a la divagacion ensayfstica; es el estudio completo, arquitecturado y riguroso que pretende entregar toda la sabidurfa existente sobre un tema; un genero que la especializacion de nuestro tiempo ha hecho casi desaparecer. Mezclandose, confundiendose o apartandose de estas formas afines vive en el pensamiento moderno este cuerpo fluido que es el ensayo. Desentendiendonos del hecho de que se encuentra o no en su improbable pureza, el ensayo, por otra parte, se presenta con mayor frecuencia en las siguientes modalidades :10 10 a
los
Sigo
el
ensayos
cuadro
de
de
Alfonso
tipos Reyes
ensaylsticos en
mi
que
estudio
aplique
“La
obra
inicialmente de Alfonso
Reyes” publicado en Cuadernos Americanos, Mexico, enero-febrero 1952. Angel
del
Rio
contemporaneo
y
M.
J.
Benardete,
de Espana.
en
la
introduccion
Antologia de ensayos
a
El
(1895-1931)
concepto (Edito¬
rial Losada, Buenos Aires, 1946, PP- 31-32), proponen una clasificaaon de los ensayos en tres grupos: el ensayo puro, el
el poetico-descnphvo y
critico-erudito.
13
1.
Ensayo como genero de creation literaria.
Es la forma mas noble e ilustre del ensayo, a la vez invencion, teorfa y poema. Pueden ilustrarlo, dentro de la production mexicana moderna, Palinodia del polvo de Alfonso Reyes, Novedad de la patria de Ramon Lopez Velarde o Pintura sin mancha de Xavier Villaurrutia. 2. Ensayo breve, poemdtico. Semejante al an¬ terior aunque mas breve y menos articulado; a la manera de apuntes liricos, filosoficos o de simple observation curiosa. Memorables ejemplos, los ensayos breves de Julio Torri, los ensayos-epigramas de Carlos Diaz Dufoo Jr. y Obra maestra de Ra¬ mon Lopez Velarde. 3. Ensayo de fantasia, ingenio o divagation, de clara estirpe inglesa. Exige frescura graciosa e in¬ genio, o ese arte sutil de la divagation cordial y honda sin que se pierda la fluidez y la aparente ligereza, como en JSPatricula 89 de Alfonso Reyes, Tristeza de Jose Vasconcelos o E)e las ventajas de no estar a la moda de Salvador Novo. 4. Ensayo-discurso u oration (doctrinario). Expresion de los mensajes culturales y civilizadores. Formalmente oscila entre la oratoria del discurso y la diset tacion academica, pero lo liga al propiamente llamado ensayo la meditacion y la mterpretacion de las realidades materiales o espirituales. P01 ejemplo, el magno Discurso en la inauguration de la Universidad National de Justo Sierra, Los cuatro poetas modernos de Antonio Caso, las Meditaciones sobre Mexico de Jesus Silva Herzog, la 14
homilia de Alfonso Caso en defensa del indio mexicano y Deber y honra del escritor de Jaime Torres Bodet. 5. Ensayo interpretative). Es la forma que puede considerarse normal y mas comun del en¬ sayo: exposicion breve de una materia que contiene una interpretaeion original. Entre muchos ejemplos posibles, he aqui algunos: Pesimismo alegre de Jose Vasconcelos, Parrasio 0 de la pintura moral de Alfonso Reyes, Arte americano de Manuel Toussaint, Eos problemas de America de Daniel Cosfo Villegas, Meditaciones sobre el alma indigena de Agustin Yanez, y Cortes y Cuauhtemoc; hispanismo, indigenismo de Andres Iduarte. 6. Ensayo teorico. Un matiz lo diferencia del ensayo interpretative, pues mientras las proposiciones de aquel discurren mas libremente y se ocupan por lo general de personalidades o acontecimientos historicos o culturales, las de este, mas cenidas, dis¬ curren por el campo puro de los conceptos. Ejemplos, Psicoandlisis del mexicano de Samuel Ramos, El clasicismo mexicano de Jorge Cuesta, Filosofia y lenguaje de Antonio Gomez Robledo y El verbo desencarnado de Octavio Paz. 7. Ensayo de critica literaria. Ya se apunto mas arriba que cuando la critica literaria, cualquiera que sea su indole, tiene ademas las caracteristicas del ensayo, ingresa en su campo, como lo atestiguan dos estudios magistrales, el de Justo Sierra sobre Gutierrez Najera o el de Xavier Villaurrutia sobre Ramon Lopez Velarde. 15
8. Ensayo expositive). Exposition de tipo monografico y de vision sintetica que contiene al mismo tiempo una interpretation original, como ocurre en La “ Utopia” de Tomas Moro en la Nueva Espana de Silvio Zavala, en Humanistas mexicanos del siglo xviii de Gabriel Mendez Plancarte, en Car act er del mexicano de Jose Iturriaga y en Pano¬ rama de Mexico de Arturo Arnaiz y Freg. 9. Ensayo-cronica 0 memorias. Aquf el ensayo se alia con rememoraciones historicas o autobiograficas. En el primer caso se encuentra la evocation de Artemio de Valle Arizpe sobre Don Victoriano Salado Alvarez y la conversacion en Mexico, en el segundo tantos pasajes admirables de las memorias de Jose Vasconcelos. 10. Ensayo breve, periodistico. Es, finalmente, el registro leve y pasajero de las incitaciones, temas, opiniones y hechos del momento, consignados al paso, pero con una agudeza o una emotion que lo rescaten del simple penodismo, como lo muestran El amargado de Jose Vasconcelos, Los alcaldes de la provincia de Rafael Lopez o Tren de se gunda de Mauricio Magdaleno.
Antecedentes del ensayo mexicano
Pasajes en los que se formulan reflexiones de indole ensayistica hay en casi todos nuestros historiadores y cronistas primitivos, y en los humanis¬ tas de los siglos xvi y xviii que estudio Gabriel 16
Mendez Plancarte,11 particularmente en las obras de Bartolome de las Casas, Francisco Xavier Clavigero, Andres Cavo y Pedro Jose Marquez. A principios del siglo xix, cuando la indepen¬ dence politica de Mexico hizo posible la libre manifestacion de las ideas, una de las formas de expresion que se encontraron mas adecuadas para dar salida a aquel personal, intermitente y desasosegado fluir de los pensamientos sobre tantas situaciones con las que se estaba en desacuerdo y sobre los remedios y soluciones que se proyectaban fue un tipo de escritos muy aproximado al ensayo, aunque el hombre no apareciera todavia aplicado a aquellos textos. Insinuaciones de ensayo o cabales ensayos fueron, en efecto, la mayor parte de los escritos no novelescos- que Fernandez de Lizardi publicaba asiduamente en sus periodicos personales; ensayos fueron plenamente la porcion mas importante de los estudios que Jose Maria Luisa Mora reunio en sus Obras sueltas y los apartados de la primera par¬ te de Mexico y sus revoluciones que describen con tan agudas observaciones la poblacion de la Republica y el caracter de los mexicanos; numerosos pasajes ensayfsticos hay en la obra que Lorenzo de Zavala llamo, siguiendo a Humboldt, Ensayo hisH Humanismo
mexicano
y versiones de Gabriel Nacional Autonoma,
Mexico,
sitario,
63;
Humanistas
Gabriel
Mendez Plancarte,
tonoma, Mexico,
del
siglo
Mendez Plancarte,
del
1946, siglo
Introduccion,
selection
Ediciones de la Universidad
Biblioteca
XVIII.
Ediciones
XVI.
del
Estudiante
Introduccion y
de la
Universidad
Univer-
selection Nacional
de Au¬
1941, Biblioteca del Estudiante Universitario, 24.
17
torico de las revoluciones de Mexico, y ensayistas fueron tambien, en sus textos mas sustanciosos, Fray Servando Teresa de Mier, Jose Marfa Gutierrez de Estrada, Mariano Otero y Lucas Alaman. A todos ellos, por otra parte, es comun un tono cul¬ tural caracterizado por una intensa conciencia historica y por un afan de analizar y valorar la reali¬ dad social en aquella dramatica encrucijada que vivfan, notas estas que, aparte las reacciones o desvfos de ciertas epocas, persistiran como distintivas del ensayo mexicano. Durante los anos siguientes del siglo pasado, el ensayo, aun informe, entendido principalmente como expresion de la conciencia historica y valoracion de la realidad social, aparecera en algunos de los escritos de Luis Gonzaga Cuevas, Francisco Zarco, Ignacio Ramirez, Ignacio L. Vallarta, Vi¬ cente Riva Palacio, Ignacio M. Altamirano, Fran¬ cisco Bulnes y Carlos Pereyra; se concretara a temas de historia cultural en pasajes de las obras de Jose Fernando Ramirez, de Bernardo Couto, Manuel Orozco y Berra, Joaquin Garcia Icazbalceta, Victoriano Agiieros, Francisco Pimentel, Jose Marfa Vigil y Luis Gonzalez Obregon, y solo en las postrimerfas del siglo, la sensibilidad que despierta el Modernismo por una prosa mas cenida y elegante, por una expresion mas intencionada y ori¬ ginal, llevara a nuestros escritores a realizar plenamente la incierta forma literaria que se llama ensayo.
18
Un
tema
persistente:
Mexico
Un repertorio representative de ensayos franceses o ingleses nos ofreceria reflexiones sobre cuestiones esteticas, filosoficas, politicas o morales o creaciones y juegos puros de la inteligencia y el ingenio, y solo en casos excepcionales estos ensa¬ yos se limitarian a los problemas nacionales, sin duda porque sus autores encuentran sus paises ya hechos y cultivados y tienen por ello la libertad de volverse hacia los temas generales o personales que mejor acomoden a su propia indole. En Mexi¬ co, por el contrario, nuestros ensayistas se inclinan insistente y tenazmente a explorar una sola interrogante, la realidad y la problematica nacional, cualquiera que sea su personal perspectiva y disciplina —filosofica o historica, cientifica o literaria— y su ideologia. El tema constante en la mayoria de los ensayos modernos sera Mexico; Mexico en su totalidad o algunos de los asuntos que interesan a la formacion del pais: su historia, su cultura, sus problemas economicos y sociales, sus creaciones literarias y artisticas, su pasado y su pre¬ sente. Esta peculiaridad de nuestros ensayos, por otra parte, no es exclusiva de Mexico sino propia de todo el pensamiento hispanoamericano, propia de paises que se encuentran aun en proceso de for¬ macion, con mas esperanzas que pasado y menos ricos en realizaciones y conquistas que en proyectos y esfuerzos. “Toda la ensayistica continental 19
.—apunta Alberto Zum Felde— aparece, en mayor o menor grado, vinculada a su realidad sociologi¬ cal12 Desde los anos de Sarmiento, Bello y Altamirano, hasta la epoca presente, el ensayo hispanoamericano ahondara tres cauces principales :18 la cultura de nuestros pafses; los problemas raciales, politicos y economicos y la emocion de lo historico, cauces que confluyen en el mas vasto de la problematica nacional. En casos excepcionales apareceran temas de teoria pura o de libre imaginacion o divagacion intelectual, poetica o humoristica. Y en casi ningun caso, como lo hizo notar Unamuno, pueden registrarse temas morales, religiosos o metafisicos, salvo en las plumas de escritores clerigos cuyas obras por lo general quedan fuera del campo del ensayo. Pero las reflexiones de caracter independiente sobre te¬ mas morales, tan frecuentes en el pensamiento fran¬ cos, y las de temas metafisicos, que prefieren los ingleses, no parecen tener campo en la mente de nuestros ensayistas. Dentro de sus propios limites, el ensayo mexicano moderno es en buena parte la historia del pen¬ samiento mexicano y, por ello mismo, una historia de la cultura y un inventario de nuestros proble¬ mas. Quiero decir que en nuestros ensayos la inteligencia y la sensibilidad pocas veces se despliegan para solaz gratuito o puramente intelectual o esteAlberto Zum Felde, Indice critico de la literatura hispanoamericana.
Los ensayistas, Editorial Guarania, 13 Vitier, op. cit., p. 7.
20
Mexico,
1954,
p-
9.
tico, sino que se aplican, en cambio, al servicio de revisiones fundamentals, ya de caracter cultural: la expresion literaria o artfstica, el pensamiento filosofico, el caracter del mexicano o los grandes conflictos historicos y espirituales, o ya de caracter social y economico. Etapas del pensamiento ensayistico mexicano MODERNO
La historia de las ideas en Mexico, como antes senalaba, no puede identificarse sino parcialmente con la historia del ensayo, porque aquellas adoptan diferentes formas que no siempre pueden conside¬ rate ensayos. El pensamiento economico, por ejemplo, casi nunca se expresa con la originalidad y flexibilidad que pide el ensayo 3 ciertas corrientes filosoficas, como el neokantismo o el tomismo, no han llegado a tener manifestaciones de esta indole y otro tanto ocurre con los temas cientfficos. En ciertos mementos, la historia del ensayo se liga con la historia de la literatura, pero en ocasiones la ensayfstica toma su propio camino aliandose con la historia del pensamiento sociologico o filosofico. Por otra parte, el escritor mexicano que escribe ensayos pocas veces hace solo eso. Lo comun es que su ejercicio principal sea la poesfa, el teatro, la no¬ vela o la crftica, o bien que cultive otra disciplina del pensamiento, como la historia, la economia, la antropologia o la filosoffa y que ocasionalmente se exprese en forma de ensayos.
Pese a lo movedizo de estos pianos en que se mueve el ensayo, puede proponerse tentativamente la siguiente gufa de las principales etapas del en¬ sayo mexicano moderno. En las postrimerias del porfiriato, los escritores expresan las teorias esteticas y la sensibilidad del Modernismo o bien le oponen la continuidad de la doctrina nacionalista que privo durante el siglo xix. Justo Sierra funda la Universidad Nacional en 1910 y le propone una norma espiritual. A partir de entonces y paralelamente a la revo¬ lution social de 1910, el grupo de los ateneistas, con Antonio Caso, Jose Vasconcelos y Alfonso Re¬ yes a la cabeza, realiza una revolucion cultural cuyos objetivos son el retorno al espiritualismo filosofico, el ejercicio intelectual disciplinado y una alerta curiosidad universal. Bergson y Boutroux principalmente son la guia del grupo. El impacto de la Revolucion, alrededor de I9I5 y hasta los anos finales de los veintes, provoca el retorno al conocimiento de los origenes nacionales, como un redescubrimiento de Mexico, cuando no una huida nostalgica al pasado. Lopez Velarde revela la novedad de una patria mas fntima, y los colonialistas descubren el encanto de las epocas preteritas de nuestro pals. Una generation, la de 1915 (Alfonso Caso, Antonio Castro Leal, etcetera), sobreponiendose a la confusion, siente la necesidad de hacer fructifero, mediante el pensamiento y la accion, aquel terrible vuelco que sufrfa la realidad mexicana.
Una nueva sensibilidad asoma, con el llamado “vanguardismo”, en la decada que va de 1928 a 1938. Pasada la violencia, el grupo de escritores llamado de C ontemporaneos se entrega al ejercicio puro, gratuito, de la literatura y a la conquista del nuevo arte, lo mismo en las letras y la pintura que en el teatro. Por los mismos anos, escritores de diferentes generaciones y disciplinas intelectuales emprenden una vasta tarea —no interrumpida hasta nuestros dfas— de investigacion y analisis de la realidad mexicana, lo mismo en el campo de la historia cul¬ tural que por medio de estudios y valoraciones sociales y economicas. Se inicia entonces la indagacion del mexicano —especialmente con el libro El perfil del hombre y la cultura en Mexico de Samuel Ra¬ mos— y, en general, se articula en el campo de las disciplinas filosoficas y sociales el conocimiento de Mexico. A partir de 1940 se suceden corrientes filoso¬ ficas como el historicismo y el existencialismo que dominan por un momento el pensamiento mexi¬ cano. Una generacion con numerosos aliados se da a la tarea de meditar sobre Mexico y lo mexicano; luego, grupos aislados discuten vanamente sobre nacionalismo o universalismo en la expresion literaria. Otros escritores siguen su propio camino: el humanismo cristiano, la meditacion estetica o el analisis literario, el pensamiento social o la refle¬ xion historica. Estas sumarias etapas del pensamiento ensayfs23
tico nos permiten advertir algunos hechos significativos. En primer lugar, en el campo de las ideas a que pertenece el ensayo existe una relacion con los acontecimientos politicos y sociales mucho mas estrecha que la que se manifiesta en el ejercicio puro de las letras o las ciencias. Aun en sus manifestaciones mas desprendidas de la circunstancia historica, el ensayo es siempre reflexion, testimonio; y en los casos mas frecuentes, esta reflexion tiene por tema sucesos historicos o culturales inmediatos, actua de hecho como una alerta conciencia de la realidad. Por otra parte, justamente en este periodo y en este campo, ocurre en Mexico la transformacion del hombre culto —de conocimientos e intereses en un vasto campo del saber humano— en el especialista. Los escritores de la primera generacion cabalmente moderna, los atenefstas, aun aspiran a abarcar el campo completo de una o varias disciplinas: Antonio Caso, el vasto continente de la filosoffa; Alfonso Reyes, todas las cuerdas de la lira, la teorfa literaria y el humanismo; Jose Vasconcelos, la filosoffa, la literatura y la politica. En cambio, los escritores de las promociones siguientes van avanzando progresivamente hacia las especializaciones culturales: Manuel Toussaint, arte colo¬ nial j Alfonso Caso, antropologfa; Jesus Silva Herzog, economfa; Daniel Cosfo Villegas, economfa, y a partir de 1950, cambio radical hacia la historia; Samuel Ramos, filosoffa mexicana y esteticaj Francisco Monterde, literatura mexicana, y 24
toda la generation de Contempordneos, ejercicio literario exclusivo. No tiene sentido suponer que esta reduction del ambito cultural implique al mismo tiempo una reduccion de la calidad intelectual. Ni siquiera puede afirmarse que lo que se ha perdido en exten¬ sion se gano en profundidad. Se trata simplemente de un cambio de perspectiva tfpico de la epoca moderna^ y los escritores y los pensadores continuan teniendo su merito propio, cualquiera que sea la amplitud de su dominio.
(j'ExiSTE UN ESTILO DEL ENSAYO?
El prologuista anonimo de la Anthologie des essayistes frangais contemporains llamaba la atencion sobre el hecho de que “los ensayistas raras veces pertenecen a una escuela propiamente dichaj cuando mas forman parte de un movimiento de ideas”.14 Ahora bien, un movimiento literario se reconoce sobre todo por sus nuevas caracterfsticas de estilo; pero como en el ensayo la funcion. del estilo es menos importante que la corriente ideologica, sus caracterfsticas solo excepcionalmente permiten distinguir con claridad una verdadera escue¬ la literaria. Lo que para el escritor es la forma de los versos o el ritmo de la frase, para el ensayista es su modo de expresion, la fuerza de su exposicion. De ahr que la historia del ensayo no 14 Anthologie des essayistes frangais contemporains, Editions KRA, Paris, 1929, p. 8. 25
presente, desde el punto de vista formal, contornos precisos.15 Cuando sus autores son fundamentalmente escritores literarios — por ejemplos, los casos de Al¬ fonso Reyes, Julio Torri, Ramon Lopez Velarde o Xavier Villaurrutia—, los ensayos pueden representar en forma adecuada el estilo de un periodo y sobre todo un estilo personal. Pero cuando se trata de profesionales de diversas ramas intelectuales que se expresan por medio de ensayos, estos parecen seguir un estilo cuyas unicas pretensiones de indole literaria son la claridad y la acertada exposicion de los temas. Siguiendo el esquema de etapas historicas antes propuesto, puede afirmarse que hay ciertas notas comunes en los ensayos del periodo modernista, y que otro tanto ocurre en los escritores de la generacion de 1910 y en el grupo vanguardista de 1928. Pero en el resto de las eta¬ pas, los rasgos que permiten agrupar a los pensadores y escritores son mas bien coincidencias de tipo ideologico, preocupaciones culturales afines o semejanza en el planteamiento de ciertos problemas. Leopoldo Zea, Jose E. Iturriaga y Emilio Uranga coinciden en su indagacion del ser y del caracter del mexicano, pero no los une ninguna peculiaridad estilistica. Y aun en el caso de Artemio de Valle Arizpe, Manuel Toussaint y Genaro Estrada, escri¬ tores de intencion literaria, aproximadamente contemporaneos y que escriben todos sobre temas colomales, sus estilos no tienen nada en comun, porque 15 Op. cit., 26
p. 11.
el primero es un novelista y ensayista arcaizante, el segundo un historiador y critico del arte colo¬ nial, y el ultimo un historiador que ironizo sobre la mania arcaizante, esto es, porque tratan el mismo tema desde perspectivas o rumbos mentales di versos. Por todas estas razones resulta incongruente hablar de un estilo propio de todas o de cada una de las etapas del pensamiento ensayistico moderno de Mexico. Acaso las unicas notas validas sean algunas de las distintivas del caracter mexicano: la sobriedad, la delicadeza, el profundo instinto nacionalista, la mesurada gravedad, el afan de comprension universal. Y aun en esta somera definition pronto se aprecian las fallas, pues ,j'd6nde situar el humor y la ironia de Julio Torri o de Salvador Novo? Estas encrucijadas que propone el ensayo me decidieron a extenderme cuanto fue indispensable en la presentation individual de los autores que figuran en la presente antologia, a cambio de evitar este huidizo tratamiento propiamente historico-literario del ensayo mexicano moderno. De todas maneras, en los ensayos reunidos en esta antologia se encuentran algunas de las paginas mas brillantes de la literatura y del pensamiento mexicanos modernos. Aunque toda creation artistica es en rigor incomparable, puede establecerse una semejanza, un paralelismo de calidad estetica entre los ensayos literarios de Antonio Caso, Jose Vasconcelos, Alfonso Reyes, Julio Torri, Ramon 27
Lopez Velarde, Xavier Villaurrutia y Octavio Paz, y determinados momentos de la pintura, la poesia y la novela de la epoca. En los casos de ensayos ideologicos o teoricos, como el de Justo Sierra en la inauguracion de la Universidad, o los de Manuel Toussaint, Jesus Silva Herzog, Alfonso Caso, Jai¬ me Torres Bodet, Daniel Cosfo Villegas, Agustin Yanez, Edmundo O’Gorman y Leopoldo Zea, solo puede decirse que su rango intelectual es importante para el pensamiento mexicano en la medida en que esas meditaciones han expuesto, con mas intensa fuerza expresiva o mayor originalidad, problemas y hechos fundamentales para nuestra cultura.
La
presente antologia
En los ensayos mexicanos modernos, aqui coleccionados, podra advertirse un panorama en el que estan representadas diversas disciplinas esteticas o intelectuales —la historia, la filosofia, la sociologfa, la antropologia, la critica literaria y de arte, y la literatura—, es decir, reconoceremos un rasgo caracterfstico de la epoca moderna, la especializacion. Sin embargo, no serfa posible senalar, al mismo tiempo, una multiplicidad divergente de ideas o criterios. De alguna manera, la presente antologia de ensayos mexicanos modernos ofrece una continuidad ideologica —que podria denomi¬ nate, en forma muy amplia, liberalismo— y una constante dignidad intelectual. ^’Ello implica que t8
el representado aqui sea el unico pensamiento me xicano? No. Por supuesto hay otros pensadores que no estan de acuerdo, por ejemplo, con la exaltacion de la vida colonial, con la tesis indigenista de Alfonso Caso o con las imagenes historicas de Jesus Silva Herzog y Arturo Arnaiz y Freg. He elegido a aquellos y no a sus opositores, tanto por motivos de afinidad personal con su criterio, como, principalmente, por razones de calidad intelectual y porque sus textos si llenan las condiciones del ensayo. Esta es una antologfa de ensayos formada necesariamente en funcion de un criterio estetico y de un criterio intelectual. En cuanto a los temas de los ensayos escogidos he procurado presentar un repertorio con la mayor amplitud posible. De hecho, cubre los mas importantes dominios culturales con algunas excepciones: los temas metafisicos, religiosos y morales, ya senaladosj y los temas cientfficos, porque —pese a la existencia de importantes hombres de ciencia • aun no surge en Mexico nuestro Bertrand Russell. Dentro del campo de la ciencia, cabe advertir que no existen aun en Mexico ensayistas sexologos a la manera de Sigmund Freud, Havelock Ellis o aun Alfred Kinsey— que podrian continuar en esta zona de la conducta humana la investigation del caracter del mexicano.16 Los temas politicos en 16 Sin embargo, el tema ya ha comenzado a ser explorado, por Salvador rrua
y
por
el
El amor y la amistad en el mexicano (PoCol. “Mexico y lo Mexicano” 6), y Mexico, 1952 Millan, “Proyecciones hacia una interpretacion Alfonso el mexicano. Ensayo” (Panoramas, 6, Mexico, 1957)-
Reyes
Nevares,
Obregon, Dr.
del amor en
29
los que sf contamos con notables ensayos— estan excluidos de la presente antologfa porque seran tema de otra que proyecta realizar el Fondo de Cultura Economica. No puedo afirmar que todos los escritos aquf reunidos sean estrictamente ensayos. He procurado que, dentro de la variedad de formas y matices que permite el genero, los seleccionados satisfagan las condiciones esenciales que la sola preceptiva de la costumbre ha fijado y que, ademas, tengan un relieve literario o bien que representen etapas importantes en la historia de las ideas. De todas maneras, la seleccion ha atendido mas a la cualidad misma de las personalidades representativas del espfritu moderno. Sin embargo, infortunadamente quedan fuera de este repertorio muchas manifestaciones importantes del pensamiento y la erudicion modernos porque, a pesar de su calidad, no podian considerarse en lo absoluto ensayos. Asf por ejempl°, 1qs notables estudios de Angel Marfa Garibay sobi e litei atura nahuatl, que son rigurosamente es¬ tudios cnticos o tratados. En cuanto a lfmites cronologicos he adoptado como punto de partida a Justo Sierra y con el al Mo¬ del nismo por estas razones. Si la epoca moderna de Mexico en los aspectos politicos y sociales se inicia e ectivamente, segun la tesis que ha reafirmado Daniel Cosfo Villegas,17 en 1867, con la restaura1
Daniel
de Al exico. Mexico,
30
La
Cosio
Villegas,
“Llamada
Rcpubhca restaurada. 1955, p. 13.
general”,
Historia
Vida politico, Editorial
moderna Hermes
cion de la Republica, la modernidad literaria e intelectual surgira plenamente hasta los ultimos anos del siglo y se concretara en la Revista Azul (18941896), en que se manifiesta la nueva generacion de escritores que rompian decididamente con el romanticismo. Por ello Justo Sierra, guia y maestro de esta epoca, abre la presente antologia que cierran los ensayistas mas jovenes y recientes en quienes pueden apreciarse ya signos de madurez. Jose Luis Martinez
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EL ENSAYO MEXICANO MODERNO
JUSTO SIERRA [Campeche, Camp., 1848-Madrid, Espana, 1912] Hijo del escritor, historiador y juris ta yucateco Jus to Sierra O’Reilly, Justo Sierra Mendez estudio en Merida y en la ciudad de Mexico donde se graduo de abogado en i8yi. Inicio su carrera liter aria en 1868, al am faro del maestro Altamirano y, foco mas tarde, su vida folitic a que se conjugaba con aquella en una misma aspiracion civilizadora. Difutado, magistrado de la Sufrema Corte de Justicia, maestro de Historic en la Escuela Nacional Prefaratoria, Ministro de Instruccion Publica y Ministro Plenafotenciario en Espaha, jue constantemente un animador y un organizador de la cultura nacional a troves de multiples actwidades: la Revista Nacional de Letras 7 Ciencias (1889-1890), la Academia Mexiccma de que jue director, sus frofios obras historic as y las que dirigio, sus largos empehos educotivos que culminaron con la organization que dio a la educacio?i publica y con la jundacion de la nueva Unicersidad Nacional (1910). El primer centenario de su nacimientO', en 1948, jue conmemorado con excepcional solemnidad por la Universidad Na¬ cional de Mexico, que la reconoce como jundador. Agustin Ydhez dirigio la publication de sus Obras completas; sus restos mortales jueron trasladados con grarsdes honores a la Rotonda de las Hombres llustres del Panteon Civil y las universidades del Continente lo declararon Maestro de America. Los ensayos, cronicas y articulos de critica literaria de Justo Sierra jueron escritos d.e 1869 a 1911, es deck de un oho despues de su presentation en la vida literaria a un aho antes de su muerte. Sin otras interrupclones que las que le impontan sus deber.es de juncionario o ciertos acontecimientos jortuitos, Sierra publico esta parte de su obra en revistas y en periodic os de aquellos ah os, 0 como prologos al jrente de obras diversas. Mas, rnnque periodistica en su mayor parte, su prosa literaria vencio casi siempre esa superjicialidad y esa improvisation impuestas f or tal ejercicio. Y si muchos de 35
or una inmensa tarea literaria. Entre la tupida selva de la obra escrita por Gutierrez Najera —si explorada, solo coleccionada parcialmente— han tenido mayor fortune sus poemas,
cuentos y
cronicas.
Sus
ensayos y estudios literarios, en cambio, apenas se citan y nun¬ ca se han reimpreso.
Con todo, en ellos hay un panorama
cordial e inteligente de la literature peninsular, americana y europea, y en ellos estd meditado y teorizado con notable lucidez el impulso renovador que en su poesia fue umbral de la modernidad. Ensayos: Obras de. . . Prosa. Articulos diversos, 1912.
84
Tomo
segundo,
1903.—Hojas
sueltas.
ESTETICA DE LA PROSA Carta abierta al senor don Angel Franco* Ante
todo, senor don
Angel
Franco, perdone usted lo tardio
de mi respuesta y no atribuya esa tardanza a descortesia, pues no me resigno a que me desestime quien, aunque yo no le conozca, es ya mi amigo: ocupaciones y preocupaciones ineludibles me impidieron escribir esta carta en sazon. Dice usted, dirigiendose a mi, lo que a seguida copio, para ahorrarme el trabajo de exponer la cuestion, si bien declarando anticipadamente que solo a indulgencia excesiva atribuyo las frases encomiasticas de usted para mi: “Usted, que es tan inteligente y que sabe tanto, ha de ser bondadoso. La altivez de su talento no debe humillar a los que respetuosamente se acercan a usted para aprender. de las alturas descienda el consejo que ilustra.
Que
Hoy que glorias
mezquinas o falsas dan el espectaculo comico de su colera sublevada al toque de la satira, ensene usted, poeta, cual debe ser la noble actitud del merito. ’’ijQue puede temer su fama, esa vestal inolvidable, bellisima, luminosa y casta?
^'No sabe usted que las emperatrices
suelen bajar a las humildes chozas?
jNo sabe usted que tornan
a su palacio sin salpicaduras en la purpura imperial? ’’Provechoso sera su ejemplo en medio de este hervidero de presunciones locas, de luchas desesperadas. ”Permitame usted que le interrogue, y sirvan su bondad y mi admiracion y mi respeto por usted para inclinarle a ensenarme algo, respondiendome. ”Leia extasiado su hermosisimo discurso leido en honor de Altamirano, cuando un amigo mio que me escuchaba, no menos extasiado, me interrumpio preguntandome: ”■—,iEs verso o prosa? ”—Es la musica tiernisima de Gutierrez Najera —res¬ pond!. * Respuesta Ferrel,
con
el
a
una
carta
seudonimo
que
indicado
a
Gutierrez
arriba.
El
Najera titulo
es
escribio del
Jose
presente
editor.
85
”Pero a una nueva pregunta, cese la lectura y le di el periodico a mi amigo.
El, afortunado buzo, saco este tesoro
de perlas.” Aqui enhebra usted muchos renglones mlos que en nada se asemejan a las perlas, pero de los cuales cast todos son subditos de la rima; y luego anade: “Ahora yo pregunto respetuosamente, poeta:
^es en Cas¬
tellano un defecto literario la ‘prosa en verso’, como lo es el verso prosaico? ”La respuesta de usted sera una leccion util para mi, y no me la negara usted que es tan bondadoso, tan inteligente y tan instruido. Los hombres como usted son, senor, los que deben ensenar.
Su gloria les impone ese noble deber.”
Seguramente, senor don Angel Franco, es usted muy joven, y por eso cree que yo se mucho, me juzga capaz de darle una leccion y hasta incurre en la imperdonable y reprensible debilidad de admirarme.
No quiero que me admiren; quiero
que me quieran, y me ufano muchisimo cuando presumo que lo voy logrando, puesto, y vaya un ejemplo flamante, que usted mismo, redactor del Democrata, diario cuya mania “obstruccionista” combato y combatire por conviccion, publica en el las
inmerecidas alabanzas que
deje
copiadas.
Hablo,
pues,
al amigo, al desconocido que me quiere, no al discipulo, porque, le digo a usted, no con modestia, llamada en buen romance hipocresia, sino con corazon: por completo me faltan las cualidades imprescindibles de que ha de estar dotado el educador, desde la ciencia adquirida a tiempo oportuno y metodizada, hasta la severidad que necesita el que tiene que transmitir esa tal ciencia.
Y, para cl caso presente, mas notoria es mi igno-
rancia, porque no entiendo cosa de retorica; olvide, si es que lo supe, cuanto me cnsenaron algunos preceptistas de literatura, y a vuelta de leer, por innata aficion, libros franceses —lo cual aconsejo a usted que no haga con exceso y frenesi— ando muy descarriado en espanol. Hechas las anteriores salvedades, paso a contestarle “amistosamente” su pregunta.
86
JLa prosa en verso es un defecto? asunto es por esencia poetico. Cuando escribi
de
Creo que no, si el
El verso prosaico, de seguro si.
carrera, corno por
desgracia escribo
todo, la breve alocucion a que usted se refiere, mi estado de animo era este: no queria acordarme del hombre, del Maestro Altamirano en carne y hueso; porque a haberme acordado de ese amigo a quien tanto quise, no habria sido posible que escribiera ni una linea; no me encontraba competente para juzgar la obra literaria de tan prodigo Mentor, y esa tarea, en mi juicio, tocaba a Justo Sierra, que alto piensa y hondo siente; tampoco tuve el vagar y reposo necesarios para zurcir versos disciplinados a la rima; hice memoria, Dios sabe como, de la fecha que era, correspondiente a la en que celebraban los antiguos su fiesta de los Manes; como en tropel se me viniero-n al recuerdo mis platicas de antano con el horaciano cantor de las Abej as, la devocion ferviente que les tuvo a los poetas griegos y latinos, la ternura que Italia le inspiraba; e inmaterializandole, viendole en alma nada mas, escribi algo que, siendo prosa, hablaba en verso sin saberlo. de proposito; no fue artificio; as! broto.
No lo hice
Yo oia, como un
eco lejano, escondido en selvatica espesura, la Neniae, el canto orfeonico que entonaban los latinos en la fiesta de los Manes, parecido al que alzaban los griegos en igual dia del mes de Anthesterion, al que desperto a la callada y blanca sombra de Euridice.
,iAquel canto era verso?
^'Era prosa?
La igno-
rancia de todos respecto a la pronunciacion del idioma griego y de la lengua latina imposibilita la resolucion del problema; pem, en todo caso1, era
un
himno cadencioso y libre,
sujeto a pragmaticas particulares.
no
Me lo imagino como el ver¬
so bianco nuestro, mas con mucha mayor libertad que el verso bianco.
Y asi en esa forma, aunque muy mal, me salio por
manera espontanea, que no obedeciendo a proposito deliberado, la. . . cosa que usted con injusticia encomia. Se me cayeron versos en ella, porque asi.paso: y esos versos son malos, como mios; pero no es malo prender versos en la prosa. ;Como, pues, que no le gusta a cualquiera ver a una muchacha guapa con una camelia en el corpino, con una rosa
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en el cabello? La prosa de buena cepa se viste de andaluza, como en El sombrero de tres ficos; se viste de monja; calza el coturno griego, corretea como retozona parisiense; declama a veces; hace numeros, otras; y, si la ocasion es apropiada, tambien hace versos; Sfiritus flat ubi vult. Lo interesante tra.
es transmitir a otros la
sensacion
El que lo consigue es verdaderamente un escritor.
nuesZo-
rrilla, para mi, fue un gran musico, y si esta en el cielo, como lo deseo, ha de haber ido a la esfera o circulo en que toque Santa Cecilia.
Elio es que logro hacernos oir melodias incom¬
parables y que por eso le estamos agradecidos.
Otros “sienten
un color” y lo reflejan en las almas que con ellos simpatizan. Leconte de Lisle siente una linea y la burila en los cerebros de los que saben leerle. Pero, me dira usted, esos son poetas, y yo hablo de prosistas.
Bueno.
Pues respondo que, en achaques de arte, no
hay poetas ni prosistas, sino artistas y no artistas. tiene su ritmo recondito.
La prosa
En Quevedo suena a carcajada;
en Fray Luis de Granada, a himno sacro; pero una y otra, sin que el asceta ni el satirico se propusieran hacerlo, tienen cierta cadencia especial y perceptible. La Biblia esta escrita casi en verso, y muy casi.
El Contempts Mundi, llamado
vulgarmente Kempis, es un Miserere, un De Prof units, un cantico sagrado.
La prosa de Castelar, que es el mas cons-
picuo representante contemporaneo de la prosa genuinamente espanola, es, en resumen, una sarta de octavas reales agrandades.
En la de Renan abundan versos; y en la profetica de
Carlyle, mas todavia. Si le digo a usted, amistosamente, senor don Angel Fran¬ co, que ajuste su prosa al asunto de que trate. arido, sealo ella. el
entusiasmo,
Si este es seco,
Si es doctrinal, que sea clara.
precedido
por
los
redobles
del
Pero si llega tambor;
si
flamean los ideales; si calienta el sol las bayonetas, que surja de esa prosa el yambo fulmineo; que entre el verso batallador por entre sus filas apretadas, como entra el toque del clarin sacudiendo las somnolientas energias. Entonces la “r” se retuerce, retumba el periodo, relam88
paguea la frase descarada, raya la pluma el papel en que escribimos, ruedan rugiendo las palabras; y al termino, en la cumbre, se clava la bandera, orgullosa, flameante, llena de vida, llena de calor, llena de sol.
Poco importa que el verso entre;
es un aliado. . . es la musica del regimiento. Cuando cae la tristeza lentamente, surge el verso, por lo mismo que al anochecer van brillando las estrellas, tremulas como las lagrimas.
No le dejemos afuera; esta solo, esta des-
nudo> pide hospitalidad. . . jiba a ser Elegia, pero sus padres no lo dejaron! Es bueno que la prosa tenga versos en ciertas ocasiones, porque es bueno llorar, y suele ser el verso una lagrima caida en el papel. Sobre todo, senor don Angel Franco, lo bueno es tener talento, y me apena el no poder decir a usted que lo tiene, porque no conozco nada de usted y porque ha tenido la galantena de encomiarme.
Si creo haber visto una simpatia, y
esa es la que sinceramente correspondo.
Pida lecciones a los
que mas saben, y sea amigo mio. ca. 1893. Obras. Mexico,
Prosa.
1903,
t.
Tip.
II,
pp.
de
la
Oficina
Impresora
del
Timbre,
307-11.
89
FRANCISCO A. DE ICAZA [Mexico, D. F., 1863 - Madrid, Espana, 1925]
A los veintitres an os marcho Francisco A. de Icaza a Madrid, acompanando al general Vicente Riva Palacio, designado Ministro Plenipotenciario, y desde entonces hasta su muerte, salvo su estancia en Alemania y sus breves retornos a Mexico, permanecio en Madrid, en misiones diplomaticas o con encargos de bwestigacion historica.
Fue for ello un escritor
arraigado en las letras esfanolas y en los circulos intelectudes madrilenos, miembro de las Academies de la Lengua, de Historia y de Bellas Artes y vicefresidente del Ateneo de Madrid. Poeta de grave emocion y sobria comfostura, su obra -principal es de critico, y sobre temas espanoles serlan la mayor parte de sus excelentes estudios: Cervantes, Lope de Vega, la Danza de la muerte y los escritores sevillanos del siglo xvi que vinieron a Mexico.
En ellos aclaraba error es, dilucidaba atribu-
ciones y, sobre todo, daba nueva vida a hombres y libros de epocas remotas ccm farejas sabiduria y sensibilidad artistica. Su primer libro de esta naturaleza, Examen de criticos, es una exposicion bien enterada de las dijerentes escuelas y doctrinas criticos, todo para desembocar en una implacable denuncia de ciertos plagios de la entonces famosa escritor a Emilia Pardo Bazar.. Que, ademds de conocer el pasado de las letras mexicanas y sus raices esfanolas, gust-aba y comprendia la poesia mexicana posterior al modernismo lo muestra la conjerencia que con el el titulo de Letras americanas pronuncio en el Ateneo
de
Madrid, en 1914, como introduccion a una lectura de los cinco poetas ahi comentados: Gutierrez Najera, Diaz Miron, Othon, Urbina y Gonzalez Martinez.
La importancia de este
ensayo de Icaza radica precisame?tte en que en el, for primer a vez, se aisla y destaca el grupo de los i‘dioses may ores” de la poesia mexicana moderna.
El mismo ano
1914
apareceria
la primer a version de Las cien me j ores poesias mexicanas, de Casts o Leal, Vazquez del Mercado y Toussaint, donde se con-
90
jirma la seleccion ogregcmdo a Amado Nervo entre los “dioses mayor.es”, como los ttamwia Henriquez Ureha en su prologo (1915) a Jardines de Francia de Gonzalez Martinez. En sus ultimos ahos, Francisco A. de Icaza, como fruto de su estadia en Alemania, 'publico algunos tomos de una proyectada Antologia critica de poetas extranjeros, con introducciones y estudios de su pluma.
Alii aparscieron textos
de Liliencron, Dehmel, H ebb el, Nietzsche y Turguenef.
Su
ultimo libro, el Diccionario autobiografico de conquistadores y pobladores de Nueva Espaha (1923), habria de ser motive de encormda discusion de atribuciones. Critica y ensayos: Examen de criticos, Madrid, 1894.—Las “Novelas ejemplares” Madrid,
de
Cervantes,
Madrid,
1901.—La
TJniversidad
Alemana,
1915.—De como y for que “La tia fingida” no es de Cervan¬
tes, Madrid, 1916.—Supercherias y errores cervantinos, Madrid, 1917.—• El Quijote durante ires siglos, Madrid, 1918.—Sucesos reales que parecen imaginados de Gutierre de Cetina, Juan de la Cueva y Mateo Aleman, Madrid, 1919.—Lope de Vega, sus amores y sus odios, Madrid, —De
los poetas y
de
la poesia,
Madrid,
I9I9-—Diccionario
1919-
autobio-
grafico de conquistadores y pobladores de Nueva Espana, Madrid, I923'
LETRAS AMERICANAS
E Antologia intima Quizas penseis conmigo que el arte contemporaneo debe estudiarse en las galenas privadas.
Raro es el museo de arte
moderno digno de este nombre; en todas partes la obra genial se pierde entre el hacinamiento de producciones mediocres o detestables, y nada hay tan parecido a esos museos, como las antologlas de poetas vivos, distintas en un todo de las antologlas clasicas y de los museos de arte antiguo. Un busto, un torso, un fragmento cualquiera de la escultura griega o romana, una estrofa anonima conservada en la memoria del pueblo y recogida en las colecciones helenicas
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o latinas, vale mas a nuestros ojos que todo el heterogeneo conjunto del arte moderno oficial.
La seleccion de las reli-
quias de lo pasado se hizo libremente; quedaron en el jardln del museo aquellas cuyo unico merito es la antigiiedad, alinearonse por orden de tiempos en vestibulos y corredores las que tienen un valor relativo e historico y reservose lugar de honor en las salas para el Torso del Belvedere y la Venus de Milo. Quien que ame bien los versos —y por amarlos bien entiendo no prodigar el afecto, sino saber sentir los escogidos— deja de imaginar que lleva en la memoria una antologia muy semejante a un museo clasico.
Hay libros de los que solo se
recuerda una pagina, poemas de los que se retiene una estrofa, y estrofas de las que unicamente se conserva la vibracion ritmica de un verso: la vena poetica de muchas generaciones de artistas llevo a nuestra alma, al pasar, esas arenas de oro, como las deja la corriente en el cauce de algunos rios. De una coleccion privada, de mi antologia intima, arranco las hojas que voy a ofreceros.
II. Algo de la Itrica mexicana actual y de sus frecursores inmediatos Razon tuvo quien dijo que lo mejor de la musa hispanoamericana era lo primero y lo ultimo, y por lo que toca a Mexico, paso en su aplauso desde Alarcon y Sor Juana hasta Manuel Acuna; yo abriria esta informacion critica de los poetas modernos de mi pais con una pagina de Acuna, si el haceros conocer o recordar a los precursores de nuestro actual renacimiento lirico no fuera materia para tratada aparte.
Prefiero
hablar ahora de aquellos cuya obra sigue siendo de actualidad inmediata, bien que algunos hayan prematuramente desaparecido de entre nosotros.
En suma, que esta vez los ultimos
seran los primeros: los ultimos, cronologicamente se entiende, entre los consagrados ya por el triunfo.
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III. Manuel Gutierrez Najera Manos piadosas recogieron con solicitud fraternal la obra entera de un poet a tristemente perdido para nuestra llrica en la plenitud de su facultad creadora.
Reconstruyeron la forma-
cion del artista, desde sus tanteos de aficionado a coplas, y sus imitaciones de versificador adolescente, hasta su afianzamiento en el dominio de la forma, manifestacion externa de la personalidad; y esta afirmacion de la personalidad literaria no la encontro Gutierrez Najera —tal es el nombre del poeta— ni en sus canciones romanticas a lo Musset, ni en sus ingeniosos fastiches de inspiracion exotica, sino en un genero de simbolismo diafanO', de raices y trascendencia humanas, y en la sencillez de sus versos clasicos, impregnados en la tristeza sen¬ sual de los elegiacos latinos. Paso a Gutierrez Najera, antes que a Samain, a Moreas y a Regnier, lo que acontecio a estos: divagaron, al partir, por los mas intrincados senderos de la nueva lirica, pero al avanzar prefirieron el camino llano: a su modo, seran tan clasicos manana como aquellos de que en un principio parecian abominar.
Y es que la poesia del Jardin de Vinfante y de Les
Syrthes no fue vanamente artificiosa, ni la de Aux flancs du vase y Stances era obligadamente impasible.
Ni los simbolos
de Mis enlutadas son juegos malabares de palabras, ni el clasicismo de las Odas breves esta forjado en frio.
En una y
otras Gutierrez Najera es profundamente humano; alguna vez una produccion ajena le dio el molde del vaso, pero la esencia fue suya.
Esencia exquisitamente amatoria, con voluptuosi-
dades francamente paganas o con ternuras morbosas de vidente y de enfermo.
Pudo y quiso ser el poeta del goce, pero suje-
to a una cotidiana labor mental tan penosa como asidua, necesito avivar el cerebro con estimulantes que lo quemaban al par que lo encendian.
Clarividente en
todo, sintio llegar
la muerte y la supllco con tan tiernas palabras
ya las oireis
que hasta ella, la implacable, le engano piadosamente alejandose para volver de nuevo.
La vida es ingrata, ama a los que la detestan;
no
quiere
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separarse de los tristes ni aim cuando pretenden arrancarse de sus brazos por la fuerza: huye de sus ardientes enamorados. . . y abandon© al poeta en la plenitud de su ingenio y de su gloria. IV. Salvador Diaz Miron La obra lirica de Gutierrez Najera reclama una seleccion; el libro postumo en que se la junto es un tomo de borradores con algunas paginas en limpio: bien esta que no se desdeirara ninguna, pero las definitivas seria tan conveniente como facil reunirlas en edicion especial. En carnbio no es ya dificil, sino imposible escoger las mejores entre las primeras de un poeta, quiza mas celebre para el publico latinoamericano que Gutierrez Najera —hablo de Salvador Diaz Miron—, pues las desigualdades que resultan en aquella su primer manera son inherentes a sus procedimientos artisticos. Gutierrez Najera decia: Yo no escribo mis versos., no los creoviven dentro de mi, vienen de juera; a ese, travieso, lo formo el deseo; a aquel, lleno de luz, la frimavera. Diaz Miron contaba de un modo algo culterano, pero con sinceridad laudable: “Me sucede a rnenudo pasear conmigo, durante semanas cnteras,
un
aeriforme arquetipo rebelde
a
los sonoros a tom os de la palabra cantada, y que de dia y de noche embarga mi atencion, hasta que se condensa y cristaliza.” De
ahi
arrancan
sus capitales
liricos de Gutierrez Najera son Miron, no. distinta.
diferencias.
Los esbozos
desdenables; los de
Diaz
Los dos poetas realizaron la belleza de una manera
Mientras Gutierrez Najera, en su plenitud, fundia
bronces sin lacra o esculpia marmoles tersos, Diaz Miron hacia entonces mosaicos, joyas bizantinas y vidrieras de colores. El trazado general es perfecto; pero de cerca se ve la mano de obra, las junturas de las piedras, las soldaduras y el arma-
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zon de plomo de los cristales, aunque en ellos se quiebre la luz o se condense en figuras de colores. Pot eso Diaz Miron, que disciplino despues severamente su tecnica —ya conocereis algo de su nueva y acendrada manera—, hace renunciacion injusta y excesiva de aquellos sus primeros versos gloriosos, aunque en el fondo sospechome que les guardara
amor
de
padre.
No en vano condensan
poemas enteros en una frase ritmica, acusan su personalidad primera y llevaron tras de si una cohorte de imitadores, pues en Espana misma hubo quienes hicieron calcos facsimilarios de sus estrofas. En los versos A Gloria esta todo el primer Diaz Miron: su espiritu romantico a lo Byron, sus brillantes imagenes hugonianas, y su forma poetica, invertebrada, en la que cada parte subsiste de por si de tal modo que lo mismo puede prolongarse
la composicion
indefinidamente,
que
abreviarse
suprimiendo estrofas. Esa tecnica de Diaz Miron, que perjudica en conjunto a aquella parte de su obra, favorece las frases aisladas, permitele hacer versos independientes maravillosos, hasta tal punto que es cas'i imposible se puedan citar por separado otros mas bellos y en los que aparezca mas completo el sentir del autor. La figura literaria de Diaz Miron se retrata tambien por entero en sus versos A Hugo.
Lo siente corno algo propio.
Tienelo por maestro y le canta en versos que por su contextura aparecen con una conexion que no es comun en sus obras. Pero no admira al poeta piadoso de las Comtemflaciones, sino al poeta iracundo de Los castigos.
No percibe la ternura
con que subyuga hasta a los hostiles el patriarca del romanticismo frances.
No presiente que el mismo ha de exclamar
mas tarde en frase que es un poema: . . .Pot algo tiene curvas y nervios ie mujer la lira. Si en las condiciones de expresion de ambos poetas todo es distinto, en la esencia del estro es, ademas, contradictorio.
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La voluftuosa musa que en mis cantos eroticos insfira, acobardada y tremula, rehusa la findarica lira, dice Gutierrez Najera; Diaz Miron, por el contrario, ama la lucha, y nada encuentra mas digno de su numen. Si el uno habla de su placer y de su pena, el otro quiere cantar No su dolor, sino el dolor humano. Y, sin embargo, por una de esas antinomias frecuentes en la vida, los mas hermosos versos de Najera son para los demas y por los demas, y los mejores de Diaz Miron, cantandose a si mismo.
V. Manuel Jose Othon Logro Manuel Jose Othon —perdido como Gutierrez Najera para nuestras letras en la plenitud de su fama— el aplauso de los modernos y la simpatia de los partidarios de la tradicion clasica. Caso raro, explicable esta vez. Othon llego a encontrar lo que pudiera decirse un procedimiento propio, dentro de la rigida ortodoxia del idioma: de ahi sus relaciones con los puristas amcricanos, mas exigentes quiza en la limpieza del lenguaje que los mismos puristas espanoles. Pero como en el era una realidad y no un lugar comun literario el ser “hombre para quien el mundo exterior existe”, copio la naturaleza segun la veia, sin recurrir a modelos convencionales, y los revolucionarios en materia de arte, los refractarios de la rutina, lo declararon innovador. Hizo el arte en silencio, en el campo y en la sierra. Por ser extraordinario en todo, en una de aquellas excursiones de caza, en que al par que entretenia sus ocios de juez rural acopiaba sensaciones directas para sus Poemas msticos, descubrio una rnina, no de ideas, como habitualmente le sucedia, sino de plata. Pudo entonces bajar mas frecuentemente a las ciudades, y derrochar en ellas, con la salud conseguida en bosques y montanas, el metal arrancado a las penas;
7 no salir nunca de lo que en cierta autobiografla inedita llamaba su “Vida montaraz”, sin traer la joya cincelada en su ret'iro y la cancion aprendida de alguna ave saivaje, imitada en primitiva flauta o instrumentada con sabia polifonla beethoveniana.
Fue Othon un poeta consciente, de cuyo tempera-
mento no podrla darse cuenta quien solo leyere una composicion aislada.
En nada se parece a Bello o sus precursores.
No
pinta de memoria y en su gabinete, sino al aire libre y del natural;
paisajista de
amplia y variada paleta,
todo puede
copiarlo, pero siente mas las rocas abruptas y los arboles ariosos 7 retorcidos que los paisajes esfumados en medias tintas crepusculares: describe admirablemente, pero su verdadero merito no consiste en describir, sino en comprender la naturaleza 7 hacerla amar 7 sentir.
VI. Luis G. IJrbina Decia Justo Sierra, prologando el primer libro de versos de Urbina, que su inspiracion, caricia del oido, era propia para traducir emociones Intimas 7 suaves; hoy, aquel estro adolescente se ha robustecido 7 ampliado, sin perder nada de sus cualidades primitivas; su frase rltmica no tiene la trompeteria belica del verso de Diaz Miron, ni la grandiosa solemnidad sinfonica que pone Othon en sus pastorales, pero Ueva en si toda la sugestion musical de la poesla de Gutierrez Najera. En melodlas desfallecidas o suplicantes, dulce o dolorosamente melancolicas, en el fondo siempre resignadas, desenvuelve Ur¬ bina, por serie de confidenciales medics tonos, el motive inicial de su cancion. Su poesla, predominantemente melodica, asocia la idea a la musica 7 sabe hallar en ella la expresion de lo inefable.
Traduce dulcemente emociones 7 sensaciones; dir ra¬
se que su estro doma hasta sus propias penas; “la musica a las fieras domestica”.
No quiere decir eso que a las veces no sea
pictorico tambien, 7 a ello tiende en su ultimo libro, donde el verso se hace color para fijar las realidades fugitivas: lo mas in¬ material del paisaje, forma de nubes, color de lagos 7 de cielos, puestas de sol con toda la gama de los oros crepusculares.
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Casi nino aparecio Urbina en la lirica conocedor ya de todos los secretos de su arte. Las composiciones primeras pueden figurar al lado de las ultimas, sin que nadie note en ellas las vacilaciones y tanteos del principiante.
Apenas si un sagaz
examen denuncie en aquellas el dolor o el placer presentido y acuse en estas la experiencia dolorosa, pues Urbina, como todos los que fueron hombres pronto, conserva en la madurez mucho de la temura infantil.
VII. Enrique Go-nzalez Martinez El perfeccionamiento artistico de Gonzalez Martinez es por e] contrario visible y va del primero al ultimo de sus libros en marcada escala
ascendente.
La
estrofa
flexible
y
vibrante,
que por excepcion apunta en Preludios entre las filas de endecasilabos y alejandrinos rigidos, va haciendose mas frecuente en Lirismos, cuyas ultimas composiciones tienen ya la fluidez e intirna vibracion de Senderos ocultos. Gonzalez Martinez ductilizo su propio verso en la perfecta interpretacion castellana de los poetas extranjeros mas contradictories.
Con gran agilidad ritmica y mental pasa del
sentimentalismo ordenado y pulcro de Lamartine a las alucinaciones y sacudimientos patologicos de Poe; refleja el clair de lune, de Verlaine, la idea hosca, encajada en el pulido verso de Baudelaire; la plasticidad objetiva del endecasilabo de Heredia; el encanto primitivo, en forma y en idea, de Francis Jammes; el clasicismo vivido de Samain, y llega asi a lograr esa tecnica que caracteriza hoy su poesia original del todo, pues dio sangre y vida a las extranas, sin reclamar nada de ellas: sabia en el mecanismo de la expresion, va tan unida al sentimiento que la impulsa, como producida sin necesidad de medios exteriorcs. Hay un panteismo, quo al divinizar al mundo, le adora, adorandose en el. Goethe.
F.ste fue en cierto modo el del semidios
Hay otro que al divinizar la naturaleza, la ama devo-
tamente hasta en lo humilde; esc es el panteismo que Gonzalez
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Martinez recorre por Sender os ocultos, cuando “busca en todas las cosas un alma y un sentido”. . . Si Urbina canta lo pasajero del goce con una especie de pesimismo resignado, Gonzalez Martinez, optimista melancolico', siente lo pasajero del dolor, que en la vida normal es tan fugitivo como el placer, y canta ambos, pasados ya, con vaga ternura melancolica, pues para el poeta no es el dolor tremendo huesped, sino caminante que posa en su hogar, y que manana al rayar el dia, sacudiendo su sandalia, partira de nuevo. Comence
mi
discurso-prologo
comparando mi
intima con un museo de arte antiguo.
antologia
Ya estais en el umbral,
y yo me retiro, que no he de parecerme a esos guardianes que importunan a los visitantes de las galenas artisticas, comentando bellezas, que todos gustan de apreciar por si propios. Revista de Libros, Madrid, enero, 1914.
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LUIS G. URBINA [Mexico, D. F., 1868-Madrid, Espana, 1934]
De familia humilde, recibio escasa instruccion.
Muy joven
comenzo a publicar poemas y articulos, y ahos mds tarde se especializo como editorialist a, cromsta y critico teatral en El Imparcial y El Mundo Ilustrado.
Fue secretario -particular
de Justo Sierra, entonces ministro de Instruccion Publica; profesor de literatura espanola y director de la Biblioteca Nacional.
En la epoca revoluciomaria (1915) se expatrio a La Ha-
bana, de donde paso a Madrid y luego a.Buenos Aires, ccrmo periodista y conferenctant.e.
Volvio a Madrid como secretario
de la Legacion y luego como encargado de la Comision “Del Paso y TroncosoEn
1Q21
estuvo en Mexico, pero retorno
a Madrid donde vivid hasta su muerte. Se le ha llamado el ultimo romdntico, y es tambien uno de los poetas mas representatives de nuestra Itrica.
Poeta del
otoho y de la melancolia, de los crepusculos y de las voces intimas, describio los paisajes del rmmdo y los de su alma con un arte cada vez mas hondo y un don de Id grimes coda vez mds sabio. Cronista y cuentista, como Gutierrez Najera, Urbi¬ na siguio las huellas de su predecesor en una prosa fdcil y espiritual que conserva los hechos salientes y el temper amen to del primer cuarto de nuestra siglo. En su madurez emprendio Urbina .estudios criticos sobre la literatura en
la epoca de Independencia
(prologo a la
Antologia del Centenario) y sobre la vida literaria de Mexico. Mds cuidado y completo el firmero, que es uno de los pano¬ ramas mejores de nuestra historiografta literaria, no opaca por ello las conjerencias que integran el segundo, especie de historia sentimental de nuestras lepras, llena de sagaces atisbos y de excelentes estampas. Estudios: La literatura mexicana durante Madrid,
100
19*7*
la guerra de Independencia,
Pa vida literaria de Mexico, Madrid,
1917.
ORIGEN Y CARACTER DE LA LITERATURA MEXICANA La historia de la literatura mexicana, como la de otros muchos paises de America, no esta todavia profunda y definitivamente estudiada, desde el punto, interesantisimo para nosotros, de expresion de nuestra vida nacional. Por eso, cuando en especiales circunstancias de mi carrera, en el profesorado de mi pais, me vi precisado a meditar sobre esta. cuestion de nuestra literatura, para orientar y ordenar mi juicio me hice las siguientes reflexiones, con las cuales he normado mi personal investigacion en esta materia.
Desde luegO', me asalto el topico gastado, por mcesantemente repetido: la literatura mexicana, 7, en general, todas las hispanoamericanas, no son otra cosa que un reflejo de la peninsular, una familia de aquella antigua 7 nobilisima matrona, en CU70 seno se amamantan todavia, incapaces de nutrirse por si mismas, estas debiles literaturas novicontinentales. Tardras en su desarrollo, imprecisas en su fisonomia, tales literaturas imitan, por incapacidad de crear, los accidentes de la evolucion de las letras en Espana, 7 son algo asi como la pro7eccion de sombra de un cuerpo, como el eco que repro¬ duce una voz. Indudablemente, en este viejo concepto ha7 una verdad incontrovertible: estamos en la America espanola atados para siempre, en nuestra marcha hacia la civilizacion, por el vincu¬ lo inquebrantable del idiorna. Cuanto pensemos en belleza imaginativa; cuanto lucubremos en filosofia especulativa; cuan¬ to experimentemos en sensacion o sentimiento; cuanto tengamos, en fin, que comunicar, que sacar a lo exterior en el natural esfuerzo de nuestros espiritus, lo expresaremos en la lengua madre, en el lenguaje que definitivamente nos da caracter en el mundo literario, 7 nos unifica con los demas pueblos que, en el arbol de la palabra viva, forman una de las ramas de las lenguas romances, la mas vigorosa quiza, la mas llena de savia, si bien no tan expresiva, flexible 7 amplia como la italiana, ni tan fina, sutil 7 primorosa, ni tan paciente IOI
y sabiamente labrada como la francesa.
\
por ser asi, por
estar vinculados a perpetuidad a una de las lenguas romances, tenemos derecho a creernos, a sentirnos, a ser una difusion, mas o menos remota, pero de vdrginales augurios, del alma latina. El idioma castellano es la forma unica que nos ha dado y nos dara personalidad literaria en el universo de las ideas. De esta suerte es como, en virtud del uso perenne del vocablo, del giro, del modismo, de la formacion analogica, de la trabazon sintactica, de la muletilla y del proloquio, nos acercamos, en cognaciones incesantes, al espiritu de nuestros progenitores, al mismo tiempo que al espiritu de nuestros herrnanos de America.
Y es asi
como no solo hablamos una
lengua misrna, sino que solemos coincidir en ideas y en sentimientos y ofrecer el caso de que mentalidades cclectivas, en los grupos de cultura de nuestros paises, resulten, cuando se les compara, de una semejanza que se acerca a una identidad. La paradoja de psicologia de que el pensamiento es un lenguaje interior esta, es evidente, fundada en una observacion verdadera. ninez
Hablar habitualmente un mismo idioma desde la
implica
una
serie
de
operaciones
mentales
que
nos
obliga a enfocar, por decirlo asi, nuestros pensamientos de un modo determinado y peculiar.
Hablar en castellano es, en
cierto modo, pensar y sentir a la espanola.
Un misterio psi-
quico compenetra y cristaliza, en unidad indivisible, la forma y la esencia, la voz y la idea, la materia y la energia. De modo que es de absoluta certidumbre que en la sucesion de los fenomenos vitales, en la transformacion biologica, etnica y social de las naciones conquistadas por el genio espanol, la lengua es uno de los mas poderosos distintivos, una de las huellas mas profundas que dejo a su paso la dominacion. Y esa lengua, que aprendida y difundida con necesaria terquedad, por misioneros y por soldados, por doctores y por rabulas, por buenos y por rnalos, a traves de trescientos ahos; esa lengua, que, tratando de
invadir las comarcas todas de los
idiomas autoctonos, busca en mi pais la realizacion del ideal
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supremo de derivar las expresiones heterogeneas, por un solo y vasto cauce filologico; esa lengua nos subordina y nos hace tributaries de tellana.
una literatura monumental: la literatura cas-
Es cierto, me dije: literatura mexicana vale por imitacion, por reflejo de las letras espanolas.
Y me puse a recor-
dar los principales accidentes de nuestra existencia literaria, desde las primeras tentativas de aquellos frailes —algunos de los cuales eran selectos ejemplares de bondad humana— como el serafico Gante, Motolmia, Sahagun, Duran, pasando por los poetas latinizantes, y los eroticos, y los sagrados del siglo
XVI
que Uegaron de la Peninsula a esa parte de America que hoy se llama Mexico1, trayendo en sus oidos y en su corazon rumo¬ rs de las eglogas de Garcilaso, de las odas de Herrera y de las unciosas liras de fray Luis, hasta la gloriosa aparicion en Ma¬ drid de don Juan Ruiz de Alarcon, y el prodigio estupendo de Sor Juana Ines de la Cruz, floor divina, flor del corazon, Yoloxochitl, cuyo perfume exquisite, envuelto en sutilezas culteranas, trasciende todavia a carmenes paradisiacos. Y recorde tambien el arraigo lujurioso que en esta tierra extendio, como prolifica semilla, la extravagancia del siglo
XVII;
recorde la
epica y la lirica coloniales, y vi como seguiamos los contornos y sinuosidades de las figuras retoricas, de los dibujos literarios, sobre el papel de calco de la imitacion.
Y ratifique:
nuestra literatura es trasplantada, es genuina y netamente espanola; en nuestro terruho, mal que bien, echa frutos menos sapidos y fragantes y de gusto menos delicado que los que nos suelen venir de la metropoli verbal.
Sin embargo,
a la
idea
de
trasplantacion
asocie —era
preciso— la de modificacion, la de alteracion circunstancial, la de transformacion, la de variacion del tipo primordial, en fin, la de labor incesante de la naturaleza que descompone en familias diversas los organismos, segun las influencias del medio en que se desarrollan, sin hacerles perder los caracteres fundamentals de la especie. Y entonces amplie mi observacion y la dirigi a distintos 103
horizontes.
Se sabe que la mezcla de dos razas, la aborigen
y la conquistadora, que ha constituido el tipo del mexicano, del mestizo (llamemosle con el nombre evocador), ha producido alteraciones fisiolbgicas que los sabios estudian ahora en el fondo de sus gabinetes.
Medidas antropologicas, calculos
y comparaciones anatomicos, minuciosas investigaciones, patentizan que la estructura corporal del mexicano difiere del tipo espanol tanto como del americano primitivo.
Fisiologicamente
no sonios ya este ni aquel; somos otros, somos nosotros; somos un tipo etnico diferenciado y que, no obstante, participa de ambas razas progenitoras.
Y una y otra luchan por coexistir,
por sobrevivir en nuestro organismo. Pues bien —me interrogue—,