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CURSO DE
DERECHO CIVIL TERCER A~O (PRIMERA PARTE) SEGUN EL PROGRAMA APROBADO POR LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DEL ESTADO
Explicaciones de la clase de don
ALFREDO BARROS ERRAZURIZ Profesor del ramo en la Universidad Católica de Santiago
CUARTA EDICiÓN CORREGIDA Y AUMENTADA
VOLUMEN IV
EDITORIAL SANTIAGO
NASCIMf.'NTO 1931
Clt II¡ E
Índice
PRIMERA PARTE DEL REGIMEN DE LA FAMILIA
CAP1TULO PRIMERO GENERALIDADES DE LA FAMILIA
1. Noci6n de la ramilia.-La condición de las personas en orden a sus relaciones de familia, determina su estado civil, del cuat nacen derechos y obligaciones; de aquí la necesidad de hacer un es-· tudio sobre la familia. Familia es el conjunto de personas unidas entre sí' por los Jazos del matrimonio o del parentesco, ya sea éste de consanguinidad o de afinidad, aunque propiamente la palabra familia indica más bien el conjunto de personas unidas por Jos vínculos de la sangre. También se toma la palabra familia para indicar a las personas que viven bajo el mismo techo que el padre de familia; yen este sentido la toma el Código Civil al tratar de los derechos reales de uso y de habitación, y dice que comprende la mujer, los hijos legítimos y naturales, el número de sirvientes necesarios para la familia y demás personas que viven a costa del padre de familia, o a quienes éste debe alimenttis (art" 8] 5) En el primer sentido estudiamos actualmente la familia. Sori sus fuentes el matrimonio y la filiación; fuentes que originan tres ú~ tintas relaciones de familia o calidades diversas, a saber: La la calidad
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de c6nyuges., calidad que procede del matrimonio; éstos tienen entre sí relaciones especiaUsimas; no son parientes por consanguinidad ni afinidad; pero están unidos por la mayor intimidad -que cabe dentro de las relaciones de familia, y el Código Civil comprende a los c6nyuges en la denominación de parientes, tomada esta palabra· en un sentido lato (art. 42). Se dice calidad de c6n~ges y no de esposos, porque el Código da esa denominación al marido y a la mujer, reservando la de esposos a los que sólo han celebrado esponsales, es decir. promesa de matrimonio; 2.- La calidad de consanguíneos, que proviene de la filiación, o sea, de la comunidad de sangre; y 3.- La de afines, que proviene conjuntamente del matrimonio y de la filiación. 2. Importancia del estudio de la familia.-Basta considerar que el Estado es una reunión de familias, para comprender cuál es la importancia de este estudio. Si las leyes procuran una organiz aci6n cristiana y adecuada' a la familia, lógicamente esa buena organización trascenderá al Estado. Considerada en el Derecho Civil, es fuente de numerosas relaciones de derecho: ya morales, como el derecho de educar y corregir a los hijos y otros que nacen de la autoridad paterna; ya pecuniarias, como el derecho de sucesión por causa de muerte, el de pedir alimentos, el de patria potestad, sociedad conyugal, tutelas y curatelas, privilegios de los créditos de la mujer casada y de 19S hijos de familia, derecho de suceder en el goce de un censo, etc., etc. El estudio de la familia comprende el matrimonio y el parentesco. Nos ocuparemos primeramente de éste. 3. Parentesco de oonsanguinidad.-Parente~ es el vínculo, conexión o enlace que existe entre dos personas, Se divide en natural () de consanguinidad y en legal o de afinidad. Se llama parentesco de consanguinidad el vínculo de sangre que existe entre dos personas que descienden de un tronco común. Este parentesco tiene. su baseen la misma naturaleza humana y reposa en· la filiación .. Consta de grado y línea. Grado es la distancia que hay de una generación a otra. Línea es la sucesión de personas entre las cuales existe relación de parent~. La línea puede ser recta o colateral: recta, si descienden unos de otros, la que a su vez puede ser ascendente
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b descendente, según que con relación a una persona determinada se considere a sus a'-!tores, o sea, a las personas de quienes descienden, o a su posteridad, o sea, a los que de ella descienden; colateral o trans~ versal es la formada por parientes que, procediendo de un tronco común, no descienden unos de otros (art. 27). La división en recta y colateral tiene aplicación en el matrimonio, el cual está prohibido en toda la línea recta (art. 5.° de la ley de matrimonio civil). La línea también puede ser paterna o materna, según se designe a los parientes de una persona por parte del padre o de la madre; a esto obedece la división de los hermanos en carnales y en paternos o maternos, según tengan un mismo padre y una misma madre, o sólo un mismo padre, o sólo una misma madre (art. 41). 4. Modo de computar los grados. - De distinta manera los computan el Derecho Civil y el Canónico. Según el primero, los grados de consanguinidad entre dos personas se cuentan por el número de generaciones (art. 27), O lo que es lo mismo, por el número de personas, descontando una de ellas. Para mayor claridad, conviene tener presente que generación es la sucesión de descendientes en línea recta. La computación de los grados es muy fácil en la línea recta porque basta contar el número de generaciones; el cálculo es más complicado en la línea colateral, porque hay que subir desde un pariente hasta el autor común y bajar después hasta el otro pariente. Se puede figurar este parentesco por una escala doble que parte del autor común. Cada escalón es un grado. En el Derecho Canónico debemos distinguir la línea recta de la colateral: en la recta se computan los grados de igual modo que en el Civil; no así en la colateral, en que se cuentan sólo las generaciones del lado o rama más larga. 5. Importancia del parentesco de consangninidad.-Sirve de base a todo estudio que se refiera a la familia, ya que hablando de parientes, ordinariamente se entiende hablar de consanguíneos. A los consanguíneos se refieren Jos efectos jurídicos más importantes del parentesco, v. gr., el derecho de sucesión por causa de muerte. Este parentesco, teóricamente, no tiene límite; pero el Código establece como límite para los efectos del derecho de herencia el sexto grado para la línea colateral (art. 992). 6. Consanguinidad legítima e ilegítima.-La consangujnidad se
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: . ._==================== divide en legítima e ilegítima: la legítima es aquella en que todas las generaciones de que resulta han sido autorizadas por la ley (art. 28); procede únicamente del matrimonio y comprende también a los hijos' legitimados por el matrimonio posterior a la concepción (art. 202), que se llaman legítimos como los que lo son verdaderamente; la consan-' guinidad ilegítima procede de unión no autorizada por la ley (art. 29), es declr, procede de relaciones ilícitas entre dos personas no unidas por el vínculo del matrimonio, que es el único fundamento legal de la filiación legítima. Los hijos que proceden de esta unión ilegítima pueden ser de tres clases: naturales, de dañado ayuntamiento o ~implemente ilegítimos (art. 36). Hijos naturales son los que han obtenido el reconocimiento de su padre, o madre, o ambos, reconocimiento otorgado por instrumento público (art. 36). La ley los trata con rigor, exigiéndoles la prueba de su filiaci6n por un instrumento público, a diferencia de los hijos legítimos que por el s610 matrimonio de su padres, seguido del nacimiento en época oportuna, son considerados como tales. El parentesco natural es mucho menos extendido que el legítimo; establece relación de parentesco entre el hijo y el padre o madre que lo reconoce, y con los hermanos que fueron hijos legítim~ o l!-aturales del mismo padre, de la misma madre, o de ambos; pero no con los ascendientes del padre o madre, pues, como decía el señor Bello, el hijo natural, en' concepto de la ley, no tiene abuelos. Asimismo los derechos son mucho menores que los del hijo legítimo, pues aquellos no tienen otros derechos que los expresamente concedidos por las leyes (art. 274). Hijos de dañado ayuntamiento son los adulterinos, incestuosos y sacrílegos (art. 36). No pueden ser recónocidos como naturales; no pueden, por regla generál, legitimarse por matrimonio posterior de los padres, por estar en ciertos casos, prohibidos estos matrimonios por la ley; y por último, están excluidos de todo derecho en la sucesión ah intestato. Unicamente tienen derecho a pedir los alimentos necesarios para su precisa subsistencia (arts. 280 y 285), para lo cual s6lo pueden recurrir a la confesión jurada del padre, que declarará si cree serlo (art. 282), salvo que éste lo haya reconocido espontáneamente,
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que se mire como reconocida la paternidad por no haber 'concurrido el padre a dos citaciones hechas con este expreso objeto (art. 283). Tendrá derecho el hijo, no sólo a los alimentos precisos para su subsistencia, sino también a los que compitan al rango social de la madre, si se probare rapto y hubiere sido posible la concepción mit;ntras estuvo la robada en poder del raptor (art. 287). Hijos simplemente ilegítimos son los no legitimados y que no son de dañado ayuntamiento ni naturales. Están en aptitud de ser reconocidos como naturales, y de ser legitimados por el matrimonio posterior de sus padres. 7. Parentesco del afinidad.-Parente:1co de afinidad es el que se contrae por el matrimonio, entre un cónyuge y los parientes consanguíneos del otro. Es legítimo o ilegítimo, como el consanguíneo. La afinidad legitima es la que existe entre una persona que está o ha estado casada y los consanguíneos legítimos de su marido o mujer (art. 31); requiere, pues, una doble circunstancia: existencia de matrimonio, y que los consanguíneos del cónyuge sean legítimos. La afinidad ilegítima es la que existe entre una de dos personas que no han contraído matrimonio y se han conocido carnalmente, y los consanguíneos legítimos o ilegítimos de la otra, o entre una de dos personas que están o han estado casadas y los consanguíneos ilegítimos de la otra (art. 32). El parentesco de afinidad tiene una importancia escasa; en casos muy limitados se le toma en cuenta, v. gr.: como impedimento para el matrimonio. Menor importancia tiene todavía la afinidad ilegítima, por su naturaleza, de ordinario, secreta. En otros Códigos no se reconoce este parentesco. Como se ha dicho, el parentesco de afinidad es una de las consencuencias del matrimonio; pero el término del matrimonio no pone fin a esta afinidad, la cual subsiste posteriormente, sancionando así nuestro Código las costumbres existentes en la sociedad. Conviene advertir que no existe afinidad entre los parientes de un c6nyuge y los del otro. Los grados y líneas se determinan del mismo modo que en el parentesco de consanguinidad (arts. 31 y 33). índice O
CAPíTULO II DE LOS ESPONSALES 8. Esponsales.-Se llama esponsales o desposorios la promesa de matrimonio mutuamente aceptada. Los que los celebran se llaman esposos. La palabra esponsales viene del verbo latino spondeo, que significa prometer. En el Derecho Antiguo los esponsales eran una institución jurídica de cierta importancia y tenían por objeto que cada uno de los esposos pudiese en el intervalo de tiempo que mediaba entre el contrato de esponsales y el matrimonio, conocer la conducta y costumbres del otro y descubrir cualquier impedimento que pudiera estorbar la celebración del matrimonio. Había esponsales de presente y de futuro; los primeros, que importaban un consentimiento actual, no se diferenciaban del matrimonio rato, es decir no consumado, en cuanto al vínculo, sino s610 en que no se celebraban ante el párroco y testigos: los otros eran una simple promesa Óe celebrar el matrimonio en una época posterior. El Concilio de T rento, que declar6 nulo todo matrimonio que no hubiese sido celebrado solemnemente ante el párroco y testigos, suprimió los matrimonios clandestinos y concluyó también con los esponsales de presente, quedando sólo en vigor los de futuro, que son los de que trata el Código Civil y a que se refiere nuestro estudio. El canon 1017 del nuevo Código de Derecho Canónico dice que la promesa de matrimonio puede ser unilateral o bilateral, y que es nula, sino se otorga por escrito, firmada por la parte o partes que prometen, ante el respectivo párroco u Ordinario del lugar. Otorgada válidamente, produce efecto, porque crea la obligación de justicia
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de celebrar el matrimonio y establece además, el parentesco de pública honestidad entre cada uno de los desposados y los parientes dd primer grado canónico del otro; de modo que los parientes del esposo no pueden casarse con la esposa, ni las de la esposa pueden casarse con el esposo. Nuestro Código Civil, siguiendo la tendencia de la legislación modema, no sanciona civilmente el cumplimiento de la promesa de esponsales, la que en su concepto, es un hecho privado que queda enteramente sometido al honor y conciencia del individuo y que no produce obligación alguna ante la ley civil. No se podrá alegar esta promesa, ni para pedir que se lleve a efecto el matrimonio, ni para demandar indemnización de perjuicios. ni para pedirse la multa que por parte de uno de los esposos, se hubiere estipulado a favor del otro para el caso de no cumplirse 10 pro-metido (arts. 98 y 99) Aunque no pueda exigirse civilmente el cumplimiento de la promesa de matrimonio, la misma ley cuida de advertir que ella obliga en conciencia a un hombre de honor, y por nuestra parte, agregaremos que su incumpJjmiento sin causa bastante, importa una falta que puede causar funestas consecuencias, El Código no atribuye valor civil a la promesa de matrimonio, o sea, ella no constituye una obligación civil; tampoco constituye propiamente una obligación natural, pues aunque da excepción para no devolver la multa ya pagada, en caso de no cumplirse 10 prometido, y esto la asemeja a la clase de las obligaciones naturales, sin embargo, la obligación de los esposales no admite caución ni novación, como las admiten las obligaciones naturales. No es tampoco una obligación desprovista de todo efecto civil, pues en virtud de ella puede retenerse por el esposo burlado la multa pagada por su incumplimiento, (art. 99, inciso 2.°), y puede servir el contrato de esponsal es , una vez probado judicialmente por los medios ordinarios, como circunstancia agravante del crimen de seducción (art. 102). En resumen, el contrato de esponsales, en nuestra legislación, queda entregado a la conciencia de los esposos y en cuanto a sus efectos, es un contrato sui generis. Finalmente. el que fa ley prive de efectos civiles a los esponsa-
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CAPITULO III DEL MATRIMONIO 9. Matrimonio.-Etimología.-La palabra matrimonio viene del latín matris munium, que significa oficio de madre, porque a la mujer le toca la parte más pesada en él. Se denomina también conyugium, porque es yugo o carga común; consortium, porque ambos esposos corren igual suerte; y connubium y nuptiae por el velo con que se cubría a la mujer al entregarla al marido. 10. Definición del matrimonio. - Sus earacteres.-El Código Civil lo define diciendo que: ~es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente:. (art. 102). Es un contrato, porque requiere el concurso de dos voluntades que concurren, a su celebración; pero es un contrato natural, porque está dirigido a un fin exigido por la naturaleza humana, fundado sobre un derecho concedido por ella y enlazado íntimamente con la misma naturaleza. Es un contrato .sui genéris, que se diferencia esencialmente ·de los otrOs contratos, pues se celebra solo entre dos personas y de distinto sexo. En general, los contratos versan sobre cosas exteriores · y materiales; y sometidos a la voluntad de los hombres reciben infinitas variaciones y limitaciones sujetas al libre arbitrio de los cort· trayentes, con respecto al tiempo de su duración, al objeto, al uso y a las obligaciones que contraen, mientras que el matrimonio es un · contrato especial, en el cual se trata de las personas mismas de los contrayentes y que tiene todo determinado de antemano, por su na--
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turaleza propia, en el fin, en su duración, en los medios, en las cualidades que presupone y en los derechos y deberes que trae consigo. En los otros contratos, puede en ciertos casos, la voluntad ajena suplir el consentimiento; en el matrimonio, el consentimiento debe ser enteramente personal y aun en el caso de matrimonio por poder, se requiere que el poder sea especial para el acto y que se otorgue por escritura pública. Es un contrato solemne, sujeto a fomaIidades especiales para su celebración, a causa de la gran importancia que tiene su validez en la constitución de la sociedad, y porque de él emanan derechos de terceras personas, como son los hijos, que no han concurrido a su celebración. Entre un hombre y una mujer.-En los demás contratos las partes pueden o no ser del mismo sexo, mas, en el matrimonio se exige que sea entre personas de distinto sexo, por ser esto absolutamente necesario para la procreación, que es el fin específico del matrimonio. Al establecer la ley la singularidad de cada una de las partes, excluye la poligamia, tanto la unión de un hombre con varias mujeres, llamada poliginia, como la de una mujer con varios hombres, llamada poliandria. Es una unión actual, es decir, contrato de presente, que no es susceptible de plazo, modo o condición. Se exige el momento presente, pero no que las personas estén necesariamente presentes; el Derecho Civil y el Canónico permiten el matrimonio por procurador especialmente autorizado y cuyo poder no haya sido revocado antes. En la misma constitución de este mandato, el matrimonio se diferencia de los otros contratos; el mandato ordinario no termina en caso de revocación sino desde el día en que el mandatario tiene noticia de ella, mientras que en el matrimonio termina desde el momento mismo de la revocaci6n, y es nulo el matrimonio celebrado por el mandatario, aunque ignore la revocación. Crea un vínculo indisoluble entre las personas que lo celebran, vínculo que se relaja, pero que no se destruye, ni aún en el caso de divorcio perpetuo. S610 se disuelve por la muerte de uno de los cónyuges. La expresión «por toda la vida» precisa la naturaleza de la
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indisolubilidad del matrimonio, que termina por la muerte de cualquiera de los cónyuges. Esta sociedad exige, por su naturaleza, que las personas que fa forman vivan juntas (art. 133), para cumplir con ciertos deberes propios del estado, como son: la procreación, el auxilio mutuo, la educación de la prole, etc. La procreación es el fin específico del matrimonio, pero no su fin único, desde que los cónyuges tienen otros deberes, como es auxiliarse moral y materialmente en todas las circunstancias de la vida (arts. 131, 134 Y 321); ni tampoco es un efecto obligado, pues a menudo se ve que contraen matrimonio personas que no son aptas para la procreación, por encontrarse en edad avanzada o por otras causas. 11. Doctrina católica sobre el matrimonio.-En la encíclica de León XIII Arcanumdivinae de lOde Febrero de 1880, se expone con toda claridad la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio. Fué instituido por Dios al principio del mundo, cuando después de formado el hombre del barro de la tierra, quiso darle una compañera, que sacó del costado del varón mientras éste dormía. Esa unión primera presentó dos nobles propiedades impresas y como grabadas en ella, la unidad y la perpetuidad, que son los caracteres propios del matrimonio. Esta forma primitiva del matrimonio se corrompió entre los gentiles y se obscureció y adulteró entre los mismos hebreos, viéndose obligado Moisés, atendida la dureza de su corazón, a permitirles la potestad del repudio, abriendo la puerta al divorcio. Borrada la verdadera noción del matrimonio, se hacían leyes que sólo llevaban en vista la utilidad del Estado, pero no su conformidad con la naturaleza del matrimonio; las mujeres llevaban el nombre honesto de esposas o el deshonesto de conC1!binas; la autoridad pública se arrogaba la facultad de permitir o no el matrimonio, según los casos; la poligamia y el divorcio relajaron el vínculo matrimonial; se desconocían los verdaderos derechos de los cónyuges, adquiriendo el varón dominio sobre la mujer y disponiendo de ella como cosa que se vendía y compraba, llegándose hasta conceder al marido la facultad de hacer sufrir a la mujer el último suplicio. Esto duró hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo, que
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perfeccionando la ley mosaica, restableci6la dignidad del matrimonio; ennobleci6 con su propia presencia las bodas de Caná; reprendió las costumbres de los hebreos por sus abusos en la multitud de mujeres, devolvió al matrimonio sus primitivos caracteres de unidad y perpetuidad, restituyéndolo así a su primitiva perfecci6n, y finalmente, lo elevó a la dignidad de sacramento, que llam6 Sacramento Grande, fijándde como modelo la unión mística de Cristo con la Iglesia. El matrimonio cristiano no s610 tiene por fin la propagación del género humano, sino la formación y educación de los hijos en el culto del verdadero Dios; define los deberes y derechos de los cónyuges, que deben amarse con una fidelidad constante y una ayuda mutua y perpetua, hace al marido príncipe de la familia y cabeza de la mujer, pero debiendo estarle ésta sujeta, no como sierva, sino como compañera; los hijos deben estar sujetos y honrar a sus padres, y los padres deben cuidar de sus hijos y educarlos en la virtud. Teniendo el matrimonio a Dios por autor, reviste carácter sagrado por su misma naturaleza, su disciplina está confiada y encomendada a la Iglesia, a la que corresponde legislar sobre los Sacramentos, y aun los pueblos paganos han reconocido al matrimonio como cosa religiosa y santa, haciendo intervenir en su celebración a sus pontífices y sacerdotes. En todo tiempo la Iglesia ejerci6 sobre el matrimonio cristiano su potestad legislativa y judicial con entera libertad. aún contra la voluntad de los príncipes, y los emperadores cristianos declararon y reconocieron este derecho de la Iglesia, en muchas ocasiones. Según la doctrina de la Iglesia, entre los cristianos el contrato es inseparable del Sacramento, de modo que si celebran verdadero contrato, hay Sacramento, y si no hay Sacramento, tampoco existe verdadero contrato. El ministro del Sacramento del matrimonio no es el Párroco o sacerdote que lo bendice, sino los mismos contrayentes, puesto que son ellos los que hacen el contrato-sacramento. La materia del sacramento' es el cuerpo mismo de ambos esposos y la forma, la constituyen las palabras con que se expresa la entrega que los contrayentes se hacen recíprocamente de sí mismn'J. No es, pues, el Sacramento un simple ornato o propiedad extrín-
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seca del matrimonio, que pueda separarse del contrato; es el contrato mismo. En consecuencia, no puede separarse el contrato del Sacramento, reservando a la Iglesia 10 concerniente al Sacramento y al poder civil lo relativo al contrato. Pero, dirigiéndose también el Sacramento del matrimonio a la conservac~ón e incremento de la sociedad civil, y teniendo afinidad con cosas que son del resorte de la autoridad civil, la Iglesia no desconoce el derecho del Estado para legislar en todo lo referente a los efectos civiles del matrimonio, como sociedad de bienes entre los cónyuges, alimentos, etc., reservándose ella la potestad legislativa y judicial sobre el matrimonio cristiano mismo, es decir, la facultad de fijar los requisitos e impedimentos, y en general, todo 10 relativo a su celebración, a la facultad de fallar sobre su validez o nulidad y sobre los juicios de divorcio, conforme a las definiciones dogmáticas contenidas en los cánones 3, 4, 8 Y 12 de la sesión 24 del Concilio de T rento, y las censuras impues~as por la Iglesia. Siendo el matrimonio, indisoluble, el divorcio en cuanto disuelv'e el vínculo matrimonial, es contrario al Derecho Divino y al Derecho Natural, y sus efectos han sido siempre perjudiciales para la familia y para el Estado', En c~sos graves, la Igksia -permite y aun prescribe la separa· ción temparal o perpetua de los cónyuges, pero sin disolver jamás el vínculo del matrimonio cristiano ya consumado. La doctrina anterior ha sido confirmada en todas sus partes por la última Encíclica de Su Santidad Pío XI, de 31 de Diciembre de 1930, sobre el matrimonio cristiano, que es un tratado completo so. bre la materia y sobre todos los problemas modernos que se relacionan con el matrimonio. Estudia ordenadamente esos problemas en lo referente a los hijos, a la fidelidad conyugal y al carácter de sacramento. Encarece la necesidad social de la restauración cristiana del matrimonio, condena el divorcio y presenta como un ejemplo digno de ser imitado por los gobiernos el tratado de Letran, que en su artículo 34 establece que el Estado Italiano, queriendo devolver a la institución del matrimonio, que es la base de la familia, la dignidad que le corresponde l.
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conforme a las tradiciones católicas de-~su pue~lo, reconoce los efectos civiles al sacramento del matrimonio, celebrado con arreglo al Derecho Canónico. ..i 1·· 12. Historia de la legislación só1'lre' el matrimonio. - La definición del Digesto acredita que los rorriarios, aunque no comprendían toda la importanciay"vetdadera' naturaleza del matrimonio, . tenían de él, sin embargo, una idea elevada. Definían el matrimonio tomó 'la unión' de un hombre y una mujer, consorcio de toda la vida y partiéipaeión del Derecho Divino y H u m a n o . ' , " ' ,,' El matrimonio era solemne y menos .srilemne. El solemne se verificaba de tres modos: por confarreación, por coempción y por uso. La ceremonia de la confarreaciónconsistía en un sacrificio de (rutos en presencia de testigos; las partes contratantes se sentaban en un mismo vellón, tomaban sal y arroz, y esta confarreación, que denotaba el antiguo alimento de 1talia, servía como emblema de su mística unión de alma y cuerpo. La coempción consistía en la compra que el marido hacía de la mujer, por el rito solemne de la mancipación, como justa introducción a su casa y a sus lares. El matrimonio por uso se contraía permaneciendo la mujer un año consecutivo bajo la potestad del marido, que la adquiría en virtud de la usucapción del dominio quiritario. Contraído el matrimonio con alguna de estas solemnidades, entraba la mujer bajo la potestad del m81O.ido como si fuese hija suya, adquiría el marido el derecho de vida o muerte sobre ella, se apoderaba de todos sus bienes a título de dote y se hacía dueño de cuanto ella adquiría. Por Derecho nuevo, se suavizaron esas disposiciones, pudiendo el marido sólo corregirla y castigarla moderadamente. El matrimonio menos solemne se contraía por el mero consentimiento y no producía ninguno de los efectos del solemne. De cualquier modo que se verificase el matrimonio, se otorgaban instrumentos dotales y se trasladaba la novia a casa del marido con numerosos acompañamientos y cubierta con un velo, nubere. Solo podían contraer matrimonio los ciudadanos romanos, quedando excluídos los extranjeros; y en los primeros tiempos de Roma
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no podían los plebeyos contraer matrimonio con los patricios, pero -el ' tribuno Canuleyo abolió esta prohibición, También existía en Roma, como institución permitida por la, ley, el concubinato, que se contraía por mero consentimiento y en el: cual no se otorgaba instrumento dotal, ni se conducía la mujer a casa' del varón, ni servía para legitimar a los hijos; y la mujer llevaba el, nombre deshonesto de concubina, El ,cristiani~movino a cambiar la faz de la legislación; resti~ tuy6 el matrimonio a su pureza primitiva y 10 ennobleció, elevándolo, a la categoría de Sacramento, volvió por la dignidad y el honor de la mujer, prohibió tanto el adulterio del uno como del otro cónyuge, igualándolos a este respecto, y confió su celebración a la autoridad de la Iglesia, por tratarse de un Sacramento. A medida que la IgleSia tuvo influencia en el gobierno de los pueblos, rué prevaleciendo su doctrina sobre el matrimonio; la legislación canónica fué consagrada por la legislación civil, y la celebración del matrimonio dependió de la autoridad de la Iglesia, conforme a los cánones. A la época de nuestra independencia nacional, estábamos',SOmetidos a las leyes civiles españolas, que habían incorporado CQmo legislación temporal el Derecho Canónico, y en especial, las disposiciones dictadas sobre el matrimonio por el Concilio de Trento en IS~. Esas leyes continuaron rigiendo después de 1810. La primera ley patría relacionada con el matrimonio, fué el Senado Consulto o pragmática sanción de 9 de Septiembre de 1820. Dicho senado consulto exigía para la celebración del matrimonio el consentimiento del padre, o de la madre, o del abuelo, a los hombres menores de 24 años y a las mujeres menores de 22. En caso de negarse el permiso a un hombre menor de 18 años o a una mujer menor de 16, el juez, a petición del interesado, convocaba un consejo de familia, compuesto de los cinco parientes más inmediatos del hijo de familia, por ambas líneas, mayores de edad, y a falta de parientes en número suficiente, se integraba con capitulares del Ayuntamiento. elegidos a la suerte. Ante este consejo se exponían verbalmente las razones de la solicitud y del disenso, y oídas ambas partes, el Consejo
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resolvía por mayoría de votos si se permitía o no el matrimonio y no procedía recurso alguno contra la determinación del Consejo. Los hombres mayores de 24 años y las mujeres mayores de 22 no necesitaban permiso para el matrimonio, pero antes de celebrarlo debían pedir a sus padres o abuelos un con$ejo respetuoso, Y justificar esta circunstancia antes de contraer matrimonio. Los padres o abuelos que negaban su consejo, tenían el derecho de pedir al juez que suspendiera el matrimonio por el término de cuatro meses. :11 Con fecha 24 de Agosto del año 1844. se dictó una ley patria para los matrimonios de los no católicos, en virtud de la ctIal podían éstos contraer válidamente matrimonio en territorio chileno,' sujetándose a lo prevenido en nuestras leyes sobre impedimentos, permiso de padres, abuelos o tutores, proclamas y demás requisitos; y en lugar del rito católico para la celebración de estos matrimonios, bast,aba la presencia que a pedimento de las partes, debería prestar el párroco, u otro sacerdote competentemente autorizado, hallándose además presentes dos testigos, y declarando los contrayentes ante el dicho párroco y testigos, que su ánimo era contraer matrimonio y que se reconocían el uno al otro como marido y mujer. El matrimonio así contraído producía los mismos efectos civiles que el católico, y los hijos habidos en: él, o legitimados por él, gozaban de los mismos derechos que los hijos de padres casados conforme al r.itm católico. El Código Civil dictado el 14 de Diciembre de 1855 y que entró en vigencia el 1'0 de Enero de 1857, reconoció expresamente la doctrina -católica en el título IV del libro 1, atribuyendo a la Iglesia Católica la facultad de establecer los impedimentos, de conceder dispensa de ellos, de ordenar su celebración y de conocer de las causas de nulidad y de divorcio: en una palabra, le reconoció su potestad kgislativa y judicial' sobre el matrimonio de los católicos. Don Andrés Bello, el ilustre redactor del proyecto de Código Civil, explicando la disposición del proyecto que reconocía la potestad de la Iglesia sobre el matrimonio, dice en una de. sus notas: .:No nos hallamos en el Caso de rechazar la disposición del Co~cili~ Tridentino. Si quis dixerit causas matrimoniales non spectare ad judices ecclesiasticos, anathema sito En este orden de cosas, la ley civil
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no puede menos de estar al juicio de la autoridad eclesiástica, sobre la validez del matrimonio.» En general, el Código Civil se mostró profundamente respetuoso de los derechos de la Iglesia sobre el matrimonio, como lo demuestra lo dicho anteriormente; pero hubo algunos artículos que merecieron justas observaciones al Episcopado chileno, que elevó una presenta~ ción colectiva al Senado de la República el 24 de Septiembre de Í856, antes de la aprobación del proyecto, firmada por el Iltmo. y Rvrno. Arzobispo de Santiago señor Rafael Valentín Valdivieso y 'por los Htmos. Obispos de La Serena y Concepción, señores Justo Donoso y José Hipólito Salas. Observaban los litmos. Obispos la disposición del artículo 104, por considerarla como un principio de intromisión del Estado en ma~ teria de matrimonio; por ser innecesaria, porque la Iglesia no 'ha dispemado jamás el impedimento de afinidad lícita de primer grado en la línea recta y por no ser conveniente hacerlo extensivo a la afinidad ¡lícita, tan difícil de probar; y la de los artículos 126 y 128 por sus graves inconvenientes de aplicación para los contrayentes pobres, en cuyo caso ni objeto tenía siquiera esa disposición. Apesar de las fundadas observaciones de los Iltmos. Obispos, el proyecto de Código Civil fué aprobado en los mismos términos en que fué presentado por el Gobierno. La ley Orgánica de Tribunales, de 15 de Octubre de 1875, no innovó en lo relativo a la jurisdicción eclesiástica sobre el matrimonio de los católicos, limitándose en el N.O 7 del artículo 5.° a atríbuir a la competencia de los tribunales civiles el conocimiento de las causas que versaren sobre validez o nulidad de un matrimonio no católico, o sobre divorcio temporal o perpetuo entre cónyuges casados conforme a ritos no católicos. Habiéndose suscitado algunas dificultades con motivo de la aplicación del artículo 118 del Código Civil, relativo a los matrimonios de los no católicos, se cambiaron notas entre el Gobierno y la Autoridad Eclesiástica; y esta última manifestó que al referirse el artículo 118 a los que profesan una religión diferente de la católica, comprende a todos los que no son católicos, sin excluir a aquellos que pretenden no creer en dogma alguno positivo. En estos casos, consideradas las
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circunstancias y para evitar los daños que se seguirían, podía el párroco pasivamente presenciar el matrimonio como testigo calificado, para cuyo efecto decía el Rvrno. Arzobispo, había pasado una circular a los párrocos de las Arquidiócesis. De esa manera nadie quedaba excluido de celebrar matrimonio válidamente ante la ley civil; los católicos, conforme a sus creencias; los de otra religión, o simplemente incrédulos, en la otra forma indicada por la ley. 13. Ley de matrimonio civil.-En las sesiones ordinarias de la Cámara de Diputados del año 1883, después del rechazo por parte de la; Santa Sede; del candidato señor T Moró, propuesto por el Gobierno para el Arzobispado de Santiago, en medio de la agitación antirreligiosa que con ese motivo se produjo en los partidos liberales, y como venganza contra la Iglesia Católica, se desenterró del archivo de la Cámara de Diputados un proyecto de ley sobre matrimonio civil, presentado por el Diputado por Talca D. Ricardo Letelier el 3 de Junio de 1875, y que hasta ese momento no había sido estudiado siquiera por la Comisión respectiva. El 20 de Julio de 1883 se presentó a la Cámara el informe de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. Dicho informe tomó como base el proyecto del señor Letelier y no consideró el proyecto presentado por D. Julio Zegers en 1876, que establecía el matrimonio civil, pero dejando a los contrayentes la libertad de optar entre el matrimonio religioso y el civil, y concediendo a ambos, efectos civiles. La discusión del proyecto informado por la Comisión se inició en la Cámara de Diputados e! 31 de Julio de 1883 y termin6 el 27 de Septiembre del mismo año. El señor Zegers presentó un contra-proyecto en la sesión de 9 de Agosto, sobre la misma base de su proyecto de 1876, por el cual reconocía efectos civiles al matrimonio que se celebrara ante el oficial de! Registro Civil en la forma que establecía esta ley; y al matrimonio católico, siempre que la respectiva partida fuere inscrita en el Registro Civil. En concepto del señor Zegers, una ley sobre matrimonio debía respetar las creencias y costumbres de la sociedad; el matrimo,
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nío civil obligatorio importaba además una agravación de molestias y de gastos que la ley debía evitar. La idea dominante del proyecto de la Comisión, a juicio del mismo señor Zegers, tendía a debilitar la idea cristiana, fundamento de nuestra sociedad y el mejor auxilio de nuestras instituciones republicanas, sin fundar en cambio ni una filosofía, ni una ciencia, ni una religión. En la sesión del 28 de Agosto, el señor Zegers llamó la atención de la Cámara a la circunstancia de que todos los discursos en favor del proyecto terminaban con un redoble de tambores. con una especie de marcha guerrera, de llamamiento a la lucha contra la Iglesia; lamentó las circunstancias de la agitación antirreligiosa producida por la provisión de! Arzobispado de Santiago en que se dictaba esta ley, después de haber pasado sin discutirla tantos años, desde 1876, cuando no teníamos ni guerra eXterior, ni lucha interior entre la Iglesia y el Estado. El contra-proyecto del señor Zegers fué rechazado por 65 votos contra 16, y aprobado el proyecto de la Comisión, apesar de que en la discusión se comprobó que esta ley, además de injusta y atentatoria de los derechos de la Iglesia, garantidos por la Constitución del Estado, era innecesaria, por cuanto los no católicos tenían disposiciones especiales para la celebración de su matrimonio, sin violentar sus conciencias; se demostró la proporción en que se encontraba el número de matrimonios católicos, que alcanzaban a 18,000 al año, y los de no católicos, que ascendían a 26 al año, y e! gasto enorme que esta ley iba a imponer, ascendente a muchos cientos de miles de pesos. Aprobado el proyecto en la Cámara de Diputados, pasó al Senado, en Septiembre de 1883, y éste inició su discusión el 24 de Diciembre de ese mismo año. La sociedad de Santiago, profundamente católica, se alarmó por la aprobación dada al proyecto de ley de matrimonio civil en la Cámara de Diputados, y reunida en una solemne asamblea, protestó contra esa ley, designando una comisión para dar unidad a la acción de los católicos en todo el país y consiguiendo la adhesión de la totalidad de las provincias. Fruto de esa asamblea fueron las presentaciones
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hechas al Senado de la República por 17,236 señoras de Santiago' y de provincias, que pedían el rechazo del proyecto de ley de matrimonio civiL Al iniciarse la discusión en el Senado, se dió cuenta de esas presentaciones. Terminó la discusión en la sesión de 4 de Enero de 1884, y la ley fué aprobada por el Senado en los mismos términos en que lo había sido por la Cámara de Diputados y promulgada por el Presidente de la República el 10 de Enero de 1884. 14. Ley de 10 de Febrero de 1930.-Dictada la ley de matritrimonio civil, los católicos continuaron como antes celebrando el matrimonio religioso, único que estimaban válido ante su conciencia y reconocido como tal por la sociedad. Muchos celebraban al mismo tiempo el acto civil; pero algunos, por dejación o por la dificultad de los trámites exigidos por la ley civil, no celebraban el acto civil, privando a sus hijos de los derechos de la legitimidad y demás consecuencias de ella. Otros, por el contrario, celebraban el acto civil y no el religioso. La coexistencia de este doble matrimonio producía gravÍsimas dificultades. La circunstancia de que se anulara el matrimonio civil y no el religioso o vice-versa, creaba un conflicto sin solución para los católicos, que se veían colocados entre los deberes de su conciencia y las obligaciones que les imponía la ley civil, que se podían hacer efectivas, aun con el auxilio de la fuerza pública. Por otra parte, suprimidos 100 efectos civiles del matrimonio religioso, y desconocida su importancia por la ley civil, este acto fundamental en la vida perdió buena parte de su prestigio. De aquí provino primeramente una considerable disminución de los matrimonios religiosos y después de los matrimonios civiles; porque muchos encontraron más cómoda la simple unión ilegitima, que no les exigía trámite alguno. Para remediar los conflictos creados por la coexistencia del doble matrimonio, algunos insinuaron la idea de establecer la precedencia obligatoria del matrimonio civil; pero esto importaba legislar sobre
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un sacramento, y además no se armonizaba con el espíritu de la ley de matrimonio civil, que desconocía la existencia del matrimonio reJigiow como acto que produjera efectos civiles. La solución más sencilla habría sido dar efectos civiles al matrimonio religioso, como existe en Italia, Austria, Inglaterra, Dinamarca, Polonia, España, Estados Unidos, Canadá, Irlanda, Colombia, Yugo-Eslavia, etc.; pero se llegó a la transacción de hacer obligatoria la celebración del matrimonio civil para todos los que celebraren el matrimonio religioso. El artículo 43, de la Ley N." 4808, de 10 de Febrero de 1930, dice: «Si se celebrare un matrimonio religioso sin que le haya precedido el matrimonio ante el Oficial del Registro Civil correspondiente, deberán los esposos contraer este último, antes de expirar los ocho días siguientes a la celebración del primero, salvo el caso de impedimentos o prohibiciones legales.> «Si no se cumpliere la obligación impuesta por el inciso anterior, el responsable será castigado con multa, a beneficio fiscal, de ciento a mil pesos. Si el matrimonio civil se efectuare después de los ocho días a que se refiere el inciso primero, pero antes de iniciarse el procedimiento criminal, el juez regulará prudencialmente la pena y hasta podrá remitirla.:' «El juez no aplicará pena cuando el procedimiento se inicie por denuncia de uno de los esposos, y el matrimonio se celebrare antes de dictarse sentencia.:' «Si dentro del plazo de diez días, contados desde aquel en que quede ejecutoriada la sentencia que imponga la multa en conformidad a este artículo, los esposos no celebraren el matrimonio civil, no existiendo impedimentos o prohibiciones legales, aquel por cuya oposici6n no pudiere celebrarse, será castigado con la pena de presidia menor en cualquiera de sus grados.»
cEn la misma pena de presidio menor en cualquiera de sus grados incurrirán los que a sabiendas o sin justa causa de error, hayan contraído matrimonio religioso y no puedan celebrar el civil por tener impedimentos o prohibiciones legales:.. «Las acciones que nacen de este artículo sólo pueden ser ejerci... tadas por el contrayente ofendido, por su representante legal, por los oficiales del Registro Civil y por el Ministerio Público. La acción penal prescribirá en cinco años.:' Será competente para conocer de estos juicios el juez de Letras en lo Criminal del departamento en que el infractor responsable tuvo su domicilio en la fecha de su matrimonio religioso.» Pero esta ley del año 1930 no ha solucionado completamente el problema. Entre otros graves inconvenientes que se derivan de la aplicación de la ley de matrimonio civil podemos citar los que a continuación se expresan, que, por lo general, ocurren entre las clases menesterosas: 1. o Es inconveniente la edad de 25 años que se exige en los contrayentes para poder celebrar libremente matrimonio. Las diligencias para suplir el consentimiento paterno son largas, engorrosas y demandan gastos y hay que practicarlas en el juzgado de letras, quien reside en la cabecera del departamento, lo que exige a veces un largo viaje. 2. o Más grave se hace el inconveniente anterior cuando se trata de hijos ilegítimos. No reconocidos por su padre y por la sociedad, se les exige el consentimiento de un curador ad hoc, que debe ser nombrado por la justicia ordinaria. 3.° Para el matrimonio de los viudos se exige facción de inventario solemne, nombramiento de curador para los hijos menores, etc.; el viudo que quiere contraer segundas nupcias, se aterra ante tanto gasto y diligencia y concluye por hacer simplemente vida marital, engolfándose en una situación que en la mayoría de los casos es irremediable. 4. o Los oficiales del Registro Civil deben dar más facilidades
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a Jos pobres, sobre todo en los campos, y mantener abiertas sus oficinas lo,~ sábados hasta las 9- p. m. y algunas horas del domingo, días en que ellos pueden hacer preferentemente estas diligencias.
15. Importancia jurídica del matrimonio.-Sus efectos civiles, -El matrimonio es una institución jurídica de la mayor importancia, desde el punto de vista de sus efectos civiles, Estos efectos se producen, ya con relación a los cónyuges, ya respecto de los hijos. Señalaremos los principales de esos efectos: J. Obligaciones y derechos entre los cónyuges .-Estas obligaciones y derechos son muchos y de variada naturaleza, y en su estudio se ocupa el Títülo VI del Libro 1; los unos son comunes a ambos cónyuges, :r los otros, especiales de uno de ellos. Son comunes a ambos los deberes de fidelidad, socorro, auxilio mutuo y el de prestarse alimentos, que tiene reglas especiales, tratándose de cónyuges. Por lo que hace a los derechos particulares de c~da cónyuge, ellos se refieren casi únicamente al marido, el cual goza de la potestad marital, que es el conjunto de derechos que la ley concede al marido respecto a la persona y bienes de la mujer. Respecto de la mujer, el matrimonio produce su incapacidad legal: una mujer mayor de edad que sea soltera, es plenamente capaz; pero por el hecho de contraer matrimonio, queda en la categoría de las per:>onas relativamente incapaces, como lo establece el inciso J. del artículo 1447. Como la mujer debe obediencia al marido, en conformidad al artículo 131, si ella tuviera, dentro de! matrimonio, plena capacidad civil, la vida conyugal se vería frecuentemente perturbada, con lo que se resentiría el orden social. Obligación particular de la mujer es, seguir e! domicilio del marido; pero tiene por su parte derecho a que el marido la reciba en su casa (art. 71 y 153). Para defender sus intereses patrimoniales, la ley le concede el beneficio de pedir separación de bienes, en ciertos casos, y este derecho es irrenunciable (art. 153). O)
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2." Sociedad conyugal.-«Por el hecho del matrimonio-dice el
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artículo 135, en su inciso l.°-se 'contrae sociedad de bienes entre los c6nyuges, y toma el marido la administración de los de la mujer, según las reglas que se expondrán en el Título De la ~ociedad conyugal:.. ' Cada vez que el Código habla de sociedad conyugal, se refiere a esta sociedad de bienes que se forma entre los cónyuges. La regla anterior sufre una excepción importante en el 'casó de que los esposos en las capitulaciones matrimoniales acuerden la separación de bienes; en este caso se aplicarán las reglas ctelparrafo 3. o del título VI de! libro I de! Código Civil. Antes e! Código Civil sólo permitía estipular en las capitulaciones que la mujer administrara una parte de sus bienes propios con independencia del marido (art. 1720): hoy día en virtud del arto 8. o del Decreto-ley de 12 de Marzo de 1925, pueden los esposos acordar una separación total. 3.° Legitimidad de los hijos.-Como tercer efecto Civil de! matrimonio, podemos señalar el hecho de que el matrimonio produzca la legitimidad de los hijos concebidos durante él. ' El artículo 35 incluye entre los hijos legítimos a «los coOcebidos durante el matrimonio verdadero o putativo de sus padres, que' produzca efectos civiles»; el artículo 179 reitera la disposición an~erior cuando dice: «El hijo concebido durante el matrimonio de su padres, eS hijo legítimo"; y finalmente, e! artículo 180 facilita la aplicación de los anteriores preceptos, estableciendo la regla de que «el hijo que nace después de expirados los ciento ochenta días subsiguientes al matrimonio, se reputa concebido en él, y tiene por padre al marido, (inciso 1.0), salvo que el marido pruebe que él estuvo en absoluta íft.tposibilidad de tener acceso a la mujer, durante todo e! tiempo en que legalmente pudiera presumirse la concepción. El matrimonio, pues, no sólo produce la legitimidad de los hijos concebidos en él, sino que, con arreglo a las disposiciones citadas, sirve también de prueba de ella. 4.° Legitimación de los hijos.-El único medio autorizado por nuestra legislación para producir la legitimación de los hijos concebidos fuera de matrimonio, es' el matrimonio de sus padres,
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posterior a la concepción. Los así legitimados entran en la ca~egorfa delos hijos legítimos, según lo establece el artículo 35 . . «Los legitimados por matrimonio posterior son iguales en todo a los legítimos concebidos en matrimonio~, repite el artículo 214, en su -inciso L 0'5.'" Autoridad paterna.-Otro efecto del matrimonio es dar. prigen a la autoridad paterna, que es el conjunto de derechos que tiene el padre legítimo sobre sus hijos legítimos, relativamente a la persona de éstos. El título IX del Libro 1 se ocupa de esta materia. Estos. derechos que constituyen la autoridad paterna son distintos de la patria potestad y ordinariamente pasan a la madre, en defecto del padre (artículos 219, 222, 224, 229, 232, 234 Y 235). 6. Patria potestad.-Como consecuencia también del matrimonio, se origina la patria potestad, que, según el artículo 240, «es el conjunto de derechos que la ley da al padre legítimo sobre sus hij9S no emancipados». La patria potestad se refiere especialmente al patriI:not)io del hijo. La patria potestad (que se halla tratada en el Título X de este Libro 1) .comprende principalmente estos tres objetos: 1.0 usufrucw de los bienes del hijo (artículo 243); 2. 0 representación judicial y extrajudicial del mismo hijo (artículos 253 y 258); y 3. o administración de los bienes del hijo (artículo 247). En conformidad al Decreto-Iey de 12 de Marzo de 1925 la patria potestad corresponde a la madre en las mismas condiciones que .al padre, cuando éste muriere, estuviere ausente, en interdicción. o declarado inhábil. Igualmente en caso de divorcio, por culpa del marido, tiene la madre la patria potestad sobre los hijos que estén a su cargo. Pierde la patria potestad la muj er que contrae nuevomatrimonio. 7.° Emancipación.- «La emancipación es un hecho que pone fin a la patria potestad,~ dice el artículo 264. Pues bien, el matrimonio del hUo (sin distinción de edad) produce su emancipación legal. (Art. 266). 8. o Sucesión por causa de muerte.-En esta materia los efectos civiles del matrimonio asumen especial importancia.
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La sucesión-como sabemos-puede ser testada o infe3lada. En la primera, el cónyuge sobreviviente tiene derecho ca la «porción conyugal>, en caso de que carezca de lo necesario para su congrua sustentación (artículo 1172). Esta asignación es la cuarta parte de los bienes del' difunto, excepto si hay descendientes legítimos, en el cual ca.c;o el viudo o viuda recibirá la legítima rigurosa de un hijo (artículo 1178). En la sucesión intes~ada, el cOnY1Jge sobre;viYiente esUamado por la ley como heredero ab inte$tato (artículo . tenga más tarde; indulto, porque por él se perdona la pena, pero subsiste siempre el hecho de la delincuencia. Esta es causal de divorcio perpetuo. 12. a Malos tratamientos de obra inferido~ a los hijos, si pusieren en peligro ~ vída.-Esta es sólo causal de divorcio temporal. (Art. 22). Las causales de los ,números no comprendidos en el arto 22, dan derecho a pedir el divorcio perpetuo o temporal. Hemos visto que puede solicitarse el divorcio por malos trata~
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mientas de obra o de palabra, entre los cónyuges. El caso en cuestión es semejante con relación a los hijos; pero con la diferencia de que sólo procede el divorcio por malos tratamientos de obra, y no por los de palabra, como en el caso recordado. Es condición de esta causal que esos malos tratamientos pongan en peligro la vida de los hijos; pero ella n? obsta a la facultad del padre, de corregir y castigar a sus hijos, y a la facultad, sancionada por la ley, de demandar la detención en un establecimiento, correccional, cuando no bastaren las correcciones y castigos (art. 233). Por lo mismo que la ley sanciona ese derecho de los padres, en la forma dicha, no se justifica en manera alguna la crueldad para con ellos; y por eso, se consideran como causal de divorcio los malos tratamientos inferidos a los hijos. Ellos hieren los más caros afectos del padre o madre, y la vida marital se hace casi imposible. La ley obliga así al cónyuge que se deja arrebatar con actos de crueldad para con los hijos, a moderar el ímpetu de. sus pasiones. 13.- Tentativa para corromper a los hijos, corrupción.
o complicidad en su
Causal de divorcio perpetuo análoga a la del N.O 4.°, a la cual nos remitimos, en lo que sea aplicable. Según el Código Penal (art. 16), es cómplice de un delito el que no es autor y coopera a la ejecuci6n del hecho por actos anteriores o simultáneos . . 47. Del procedimiento en el juicio de divorcio.-.Estudiamos a continuación las reglas especiales que rigen la acción y el juicio de divorcio. l."' La acción corresponde únicamente al cónyuge inocente contra el culpable, pues aquel es el agraviado. El cónyuge culpable no puede prevalerse de su culpa para demandar el divorcio; esto sería inmoral. Si ambos cónyuges tienen mutuamente causales, toca la acción a los dos, pues con respecto a los motivos que cada uno alega, ninguno puede estimarse inocente. 2." La acción es personal de los cónyuges; no pasa a los herederos ni puede ir en contra de ellos; no puede entablarse por parientes. Sólo los cónyuges son dueños de apreciar sus agravios y la conveniencia de su vindicación (art. 24).
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3. a La acción es irrenunciable anticipadamente'.' La ley prohibe la renuncia, vigilando por el mismo interés delo~ cónyuges, que al celebrar matrimonio pudieran contraer un compromiso preciPitado que después los colocaría en situación muy difícil. De igual manera' prohibe a la mujer (art, 153 d~l Código Civil) renunciaren las capitulaciones matrimoniales a la facultad de pedir la separación de bienéS a que le dan derecho lás leyes. Por causa conocida y existente puede renUl1ciarse, y se entiende renunciada la acción de divorcio cuando ha' seguido cohabitación'; presuneión' r~cOnocida por tod~s lalegislaciones y que se extiende aún al caso de existir juicio pendiente, pues la cohabitación indica reconciliación. Pero la renuncia no se opone a que se aduzcan nuevamente los hechos, en caso de intentarse nueva demanda por causas sobrevenidas después de la reconciliación~ . 4.& La acción del divorcio prescribe en un año, contado desde que se tuvo conocimiento del hecho en que se funda (art. 26). Disposici6n análoga a la del artíéulo 377 del CódigQ Penal, según la cual la acci6n de adulterio prescribe en un año, contado desde el día en que el ofendido tuvo noticia del delito. En este caso corre la prescripci6n entre c6nyuges, excepción a la regla del inciso final del artículo 2509 del Código Civil, que dice que la prescripción se suspende siempre entre cónyuges. 5.° El juez oirá el dictamen del mini.!terio público (art. 27). Se oye al ministerio público en estos juicios, porque ellos interesan al orden social. Esta disposición concuerda con el artículo 263 N.- 5. 0 de la ley Org{mica de T riQunales, que manda oír al ministerio público en los juicios sobre el estado civil de alguna persona. Con arreglo al artículo' 266 de la misma ley. basta que antéS de la sentenCia el ministerio público examine el proceso y exponga las conclusiones que crea procedentes. 6." Para entablar el juicio de divorcio, la mujer no mce«ita la autorización del marido (art. 136). En cuanto a gastos judiciales, el marido debe suministrarle los recursos necesarios (arts. 136 ., 1(8), que: reglará y decidirá el juez. La habitación y alimento~ de la mujer durante el juicio se reglarán y decretarán también por el jricr; (art. 168). 7. a Las declaraciones acordes del marido y de la mujer,. bastan
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para probar el motivo de la separación; se necesitan otras pruebas, pues nuestra legislación no reconoce el divorcio producido por mutuo consentimiento de los cónyuges. En esta clase de juicios, atendida su naturaleza, se admite el testimonio de los domésticos y. demás dependientes, pues a menudo son las únicas personas ·impuestas de los hechos pertinentes. 8." La sentencia que decrete el divorcio temporal o perpetuo, debe imcribirse en el Registro Civil (art. 4. 0 de la ley de 10 de Febrero de 1930 sobre Registro Civil). 9." Los efectos del divorcio ces,an cuando los cónyuges consienten en volver a reunirse (art. 28), exceptuándose los casos en que el divorcio ha sido sentenciado por causa de la tentativa del marido para prostituir a su mujer, o por la tentativa de cualquiera de los cónyuges para corromper a los hijos, aunque sólo sea cómplice en la corrupción (art. 28). Fúndase la regla anterior, en que el divorcio no disuelve el yínculo . matrimonial, y, por lo tanto, la voluntad de los cónyuges ha de acatarse antes que la sentencia. Respecto a los casos de .excepción, podemos decir que no son justificados, porque el cónyuge que, en resguardo de su honor, pidió el divorcio, si se reconcilia, lo hará teniendo' seguridades de la conducta e intenciones del otro cónyuge y tomará, en todo caso, sus medidas, ya que no es posible pensar que querrá prostituirse ni que aceptará la corrupción de sus hUos. En otras legislaciones no existen estas excepciones. 48. Nulidad del matrimonio.-La nulidad del matrimonio civil se rige también por reglas propias, contenidas en el párrafo 6.· de la ley de matrimonio civil, distintas de las reglas generales de nulidad de los actos civiles. 49. Reglas de la nulidad.-l." La nulidad procede: a) Por algún impedimento dirimehte (art. 29 de la Ley). Los impedimentos dirimentes se fundan en razones graves· de conveniencia social. El impedimento debe existir al tiempo de la celebración del matrimonio (art. 30); si sobreviene después, no puede alegarse nulidad. b) Por no haberse llenado las ~olemnidades esenciales del act;.9. que son: la celebración del matrimonio ante el oficial civil correspon-
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diente y Ja presencia de dos testigos hábiles (art