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CURSO DE
DERECHO CIVIL TERCER AI\l O SEGUNDA PARTE SEGUN EL PROGRAMA APROBADO POR LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNNERSIDAD DEL. ESTADO
Trata de la sucesión por causa de muerte y de las donaciones entre vivos Explicaciones de la clase de don
ALFREDO BARROS ERRAZURIZ Profesor del ramo en la Universidad Católica de Santiago
CUARTA EDICION CORREGIDA y AUMENTADA
EDITORIAL SANTIAGO
N A S 1931
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M E N T O' CHILE Índice
SEGUNDA PARTE CAP1TULO PRIMERO . DEFINICIONES Y REGLAS GENERALES 1. Adquisiciones a título gratuito.-EI Código Civil estudia en el Libro !II las dos formas de adquisiciones a título gratuito o lucrativo, que son: a) la sucesión por causa de muerte; y b) las donaciones entre vivos. Tienen de común .la gratuidad, de la cual se desprenden muchos puntos de contacto. 1. o Se rigen eri muchas materias por las mis.mas reglas.. . . Así, las incapacidades de recibir herencias y legados, según los artículos 963 y 964, se extienden a las donaciones entre vivos (art. 1391). Las reglas concernientes a la interpretación de las asignaciones testamentarias, al derecho de acrecer y a las substituciones, plazos, condiciones y modos relativos a ellas, se extienden a las donaciones entre vivos (art. 1416). 2.° La ley establece ciertas limitaciones a la generosidad de los tes· tadores y de los donantes. El testador tiene obligación de dejar asignacion~s forzosas, en favor del cónyuge y de los legitimarios, las que reducen la parte de libre disposición (título V del libro !II). El donante por su parte, necesita de la iJisJnuación o sea de autorización judicial, cuando la donación excede de dos mil pesos (art. 1401). 3. o La sucesión por causa de muerte y las clonaciones entre vivos están sujetas a la misma ley de contribuciones, que grava por igual, a beneficio fiscal, a una y otra clase de actos -~
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4.° En materia de actos condicionales, tanto en las herencias y legados, como en las donaciones entre vivos, por tratarse de actos gratuitos, no se transmite a favor de los herederos la espectativa del acreedor bajo condición suspensiva, y en esto se distinguen de los actos onerosos, en lo~ cuales se transmite a los herederos la espectativa (ar~ tículos 1078 y 1492). 5. o En lo que se refiere al contrato de arrendamiento, tanto el he~ red ero y el legatario como e! donatario entre vivos, por ser adquiren~ tes a título gratuito o lucrativo, están obligados a respetar a favor de terceros todos los arriendos contratados por e! testador o donante, (art. 1962). 6. o Tienen ciertos puntos de contacto, en lo que se refiere a los gravámenes que pesan sobre la cosa legada o donada. El legatario que en virtud de una hipoteca o prenda sobre la especie legada ha pagado una deuda hereditaria con que el testador no haya expresamente querido gravarle, es subrogado por la ley en la acci6n del acreedor contra los herederos, porque éstos, al aceptar la herencia contraen la obligaci6n de pagar todas las deudas del testa~ dor; pero si la hipoteca o prenda ha sido accesoria a la obligaci6n de otra persona que el testador mismo--como en este caso no hay una deuda personal de! testador transmitida a los herederos-el gravamen pesa sobre e! legatario, el cual no tendrá acci6n contra los herederos (art. 1366); y esto Ocurre aún cuando la prenda, hipoteca o censo hayan sido constitufdos sobre la cosa legada, después de hecho el testamento. Dispone la ley que en este caso no se extingue el legado sino que queda gravada con dicha prenda, hipoteca o censo (art. 1135). De igual manera, el donatario de donaci6n gratuita no tiene ac~ ci6n de saneamiento contra el donante y soporta los gravámenes de la cosa donada, aun cuando la donaci6n haya principiado por una promesa. (Art. 1422). Y aun en el caso de donaci6n con causa onerosa, no tiene el donatario acci6n de saneamiento por evicción, sino cuando el do~ nante ha dado una cosa ajena a sabiendas (art. 1423). 2. Sueesión por causa de muerte.-Sucesión, en general, es la continuación en el dominio o goce de los derechos sobre una cosa, y se aplica a todo el que deriva su dominio de otra persona, ya sea por acto cntre vivos, como el comprador, o por causa de muerte, como el he~
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redero; pero en sentido estricto aplicable a la suceSión pcir causa de muerte" tiene dos significados: uno, es la' transmisión de los bienes, derechos y obligaciones de un difunto en la persona de su heredero, es decir, lo que nuestro Código llama modo de adquirir; y otro sentido es el de la unJversalidad o co~junto de los bienes, derechos y obligaciones que dej a el difunto. En este segundo sentido la' emplea el artículo 1801, al decir que la venta de una sucesión hereditaria no se reputa perfecta ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura p(¡blica. . El artículo 588 del Código Civil dice que los modos de adquirir el dominio son la ocupación, la accesión, la tradición; la sucesión por causa de muerte y la prescripción. Hemos estudiado anteriormente cuatro de estos modos' de adquirir, y sólo nos resta ocuparnos de la sucesión por causa de muerte, que es la materia: principal del libro tercero del Código. Sucesión por causa de muerte es un modo de adquirir los bienes, . derechos y obligaciones transmisibles de una persona difunta, o una cuota de ellos,como la mitad, tercio D quinto; o una o más especies o cuerpos ciertos, como tal· caballo, tal casa; '0 una o más especies ihdeterminadas de cierto género, como un caballo, tres vacas (art. 951). La sucesión por causa de muerte toma el nombre de tra"nsmisión, y se contrapone a la palabra transferencia, que se aplica a la sucesión por acto entre vivos, es decir, a los casos en que hay tradición. La sucesión por causa de muerte es 'un modo de adquirir derivativo, porque el dominio que en virtud de él adquieren el heredero yel legatario prOViene de un dominio anterior del testador, al cmil suceden en el dominio de la cosa con sus calidades y vicios; es Un modo de ad-quirir por causa de muerte, pues la adquisición se opera~ par regla general, en el momento de fallecer la persona de cuya sucesión se trata, si el heredero o legatario no es llamado condicionalmente y necesita indefectiblemente que ocurra el fallecimiento del testador o causante, sin 1t;J cual no puede existir, por lo que se distingue esencialmente de la tradición, que es modo de adquirir entre vivos; es gratuitó, porque todo el beneficio lo recibe el heredero o legatario, el cual, por su parte, puede aceptar o repudiar libremente, porque a ninguno se puede hacer un beneficio contra su voluntad: Nemo irivitus. haere,$; sirve para. adquirir tanto los derechos reales como los personales, siempre que sean ~
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transmisibles; y finalmente, es un modo de adquirir yaa título universal, ya a título singular, en lo que se diferencia· de los otros modos de adquirir, como la ocupación, la .accesión y la tradición, que son por su naturaleza modos de adquirir a título singular. La sucesión por causa de muerte es el modo ordinario y adecuado de adquirir la universalidad de los bienes, o sea, el patrimonio de otra persona; transmisión que sólo se opera al momento de la muerte y que no puede efectuarse durante la vida, porque la ley prohibe vender o donar en vida todo el patrimonio. La venta o donación de todos los bienes de una persona sólo es válida, dice la ley, respecw de las especies, géneros y calidades que se designen por escritura pública; y esa designación, que importa individualizar las cosas, excluye toda idea de universalidad (artículos 1407 y 1811). Para que la sucesión por causa de muerte sirva de modo de adquirir, es menester que el testador o causante sea verdadero dueño de la cosa transmitida al heredero o legatario, ya que se trata de un modo de adquirir derivativo, y que el sucesor no pueda ser de mejor condición que su autor: Non debeo melioris esse conditionis quam auctor meus, a quo jus ad me transito Si el testador o causante no era verdadero dueño de la cosa, el heredero o legatario no adquiere por medio de la sucesión por causa de muerte otros derechos que los transmisibles que aquel tenía. Si el testa dar era poseedor regu:lar de la cosa, la sucesión por causa de muerte, que en este caso no transmite el dominio, puede transmitir la posesión regular de que gozaba el testador, siempre que el sucesor, sea heredero o legatario, quiera añadirla a la suya (en virtud del derecho de opción que le concede el artículo 717), y consumar a8Í la prescripción ya iniciada por su antecesor. Si el testador era simplemente un poseedor irregular, en virtud de la transmisión efectuada en favor del heredero o legatario, éste, si está de buena fe, queda en mejor condición de la que tenía el testador; porque la buena fe, unida al justo título que importa la sentencia de adjudicación en el juicio divisorio, o un acto legal de partición, o el decreto de posesión efectIva, lo convierten en poseedor regular y puede iniciar la prescripción ordinaria, de que no habría podido aprovecharse el testador, que carecía de justo título. En este caso, la sucesión por
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causa de muerte no sirve de modo de adquirir, sino de simple título para adquirir la calidad de poseedor regular. y esto. ocurre aunque el heredero o legatario sea p1.!.tativo, ,esto es, heredero o legatario aparente, que no 10 sea en realidad, v. gr.: por haberse revocado eí testamento. Al heredero putativo, a quien por decreto judicial se haya dado la posesión efectiva, servirá de justo título el decreto; como al legatario putativo el correspondiente acto testamentario que haya sido judicialmente reconocido. El heredero putativo puede oponer, en este caso, a la acción de petición de herencia, la prescripción de diez años, contados como para la adquisición del dominio (arts. 704 y 1269). La sucesión· por causa de muerte, como modo de adquirir derivativo, supone un título. Este título es el testamento, cuando la sucesión es testamentaria, y la ley, cuando la sucesión es intestada (art. 952). Este caso es disiinto de lo que ocurre en la tradición, en la cual el título existe an,tes de que la tradición se efectúe. Aquí el título tiene valor legal al mismo tiempo ,en que se verifica la adquisición; el testamento es un acto jurídico·que no tiene pleno efecto sino después de la muerte del testador; antes eS un acto esencialmente reVocable y sujeto, por tanto, a la exclusiva voluntad del testador. Lo mismo, en cierto sentido, podemos decir de la ley, en el caso de la sucesión intestada; ella se aplica y produce su efecto sobre la base de la situación de familia exis1¡.enteal tiempo de la muerte del testador, en que quedan fijados irrevocablemente ,los derechos de los herederos ab-intestato. Este modo de adquirir tiene lugar por causa de muerte. Se entiende por muerte no sólo la natural, sino la civil (art. 953), porque, en virtud de esta última termina también la personalidad en lo relativo a los derechos de propiedad, y llega el caso en que sucedan en los bienes del muerto civilmente los llamados por el testamento o por la ley. En la muerte natural se comprende la muerte presunta en caso de desaparecimiento, la cual se rige por las reglas especiales de los artículos 80 y siguientes del Código Civil. Recuérdese que entre esas reglas figura una que dispone que no se procederá a la publicación y apertura del testamento, si el desaparecido hubiere dej ado alguno, ni se dará la posesión provisoria de la herencia a los herederos presuntivos, sino
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en virtud del decreto de po~esi6n proviSlJria, que s610 se dicta transcurridos diez años desde la fecha de las últimas noticias, y mucho después del decreto que declara la muerte presunta, que puede ser declarada transcurridos cuatros años desde la fecha de las últimas noticias. En otros términos, en el caso de muerte presunta, no se abre y publica el testamento ni se da la posesi6n de la he-rencia en virtud del decreto que declara la muerte presunta, sino en virtud del decreto de posesi6n provisoria_ Pero la fecha de la muerte, en caso de desaparecimiento, para el efecto importante de fijar los derechos de los herederos presuntivos y saber, por tanto, quiénes son los llamados a la herencia, es la fecha fijada por el juez como día presuntivo de la muerte, que es el último del primer bienio, contado desde la fecha de las últimas noticias (arts. 80 y siguientes). La determinaci6n exacta de la muerte -de una persona es de la mayor importancia en este modo de adquirir, porque, como más adelante veremos, en ese momento se verifica la apertura de la sucesi6n y la delaci6n de la asignación, esto es, el llamamiento al heredero ú legatario para que acepte o repudie, y aunque demore la aceptaci6n o repudiación, sus efectos se retrotraen al momento en que esta haya sido deferida, esto es, al momento de la muerte del testador: esa fecha influye, de tal manera, que los que no existen natural y civilmente en ese momento son incapaces de heredar o de adquirir legados. En este mismo momento, cuando hay varios herederos, comienza entre ellos la indivisión o el dominio en común, y los actos jurídicos celebrados por los comuneros durante el tiempo de la indivisión producen efectos especiales. Así, un comunero puede durante la indivisi6n hipotecar su cuota; pero esta hipoteca queda en una condición especial, porque verificada la divisi6n, la hipoteca afectará solamente a los bienes que en razón de dicha cuota se adjudiquen al comunero, si fueren hipotecables. Si no lo fueren, caducará la hipoteca (art. 2417). Por eso, la ley ha cuidado de que quede constancia del momento preciso de la muerte de las personas y de las demás circunstancias que comprueben la efectividad del fallecimiento. El título -IV de la ley N.o 4808, de 10 de Febrero de 1910, sobre Registro Civil, reglamenta detailadamente todo lo que se refiere a la inscripción de las defunciones en el libro correspondiente, para garan-
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tir la seriedad de los certificados que deben dar los oficiales del Registro Civil, los cuales tienen el carácter de instrumentos públicos y surten los efectos de las partidas de muerte de que habla el inciso final del arto 305 del Código Civil . .Ordena que la inscripción de la defunción se haga en virtud del parte verbal o escrito de los parientes del difunto, d habitantes de la casa en que falleció, o en su defecto los vecinos; que se presente un certificado médico que indique todos los datos que identifiquen la persona, el día y hora del fallecimiento, y la enfermedad o causa que haya producido la muerte: Para evitar que se inscriban en el registro de defunciones las que se refieren a criaturas que no han tenido existencia legal, establece que no' se inscribirá en el registro ordinario, ei fallecimiento de una criatura que muere en el vientre materno, o que perece antes de estar completamente separada de su madré, o· que no haya sobrevivido a la separación ·un momento siquiera. Esas defunciones se inscribirán en un registro especial. Hecha la inscripción de una defunción, el Oficial Civil expedirá el pase o licencia para la inhumación, que no podrá hacerse sino pasadas las veinticuatro horas después de la defunción. " . La inscripción· de una defunción debe contener como requisitos esenciales, la fecha del fallecimiento y el nomb~e,· apelhdo y sexo del difunto. Respecto a la prioridad de un fallecimiento sobre otro, que puede tener importancia decisiva en materia' de herencias, recordaremos la disposición del art .. 79 del Código Civil, que dice:
y el de legado se llama legatario (art. 954). Los asignatarios a título universal, con cualesquiera palabras que se les l!ame y aunque en el testamento se les califique de legatarios, son herederos, representan la persona del testador, para sucederle en todos sus derechos y obligaciones transmisibles. Los herederos son también obíigados a las cargas testamentarias, esto es, a las que se constituyen por el testamento mismo y que no se imponen a personas determinadas (art. 1097). Los asignatarios a título singular, con cualesquiera palabras que se les llame, y aunque en el testamento se les califique de herederos, son legatarios, no representan al testaqor, ni tienen más derechos y cargas que las que expresamente se les confieran o impongan. Lo cual,
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sin embargo, se entenderá sin perjuicio de su responsabilidad, en subsidio de los herederos, y de la que pueda sobrevenirles en el caso de la acción de reforma (art. 1104). Como se ve, reconoce únicamente nuestro Código dos clases de títulos, determinados con la mayor claridad para evitar confusiones, frecuentes en otras legislaciones: el título universal o de herencia y el singular de legado. En e! título univ€fsal quedan comprendidos los que antiguamente se llarp.aban legatarios parciarios, esto es, los que sucedían en una cuota de los biene~ del difunto y que respondían, por tanto, de las obligaciones transmisibles, a prorrata de su cuota. No distingue nuestro Código, como el Código francés los legatarios universales de los legatarios particulares, división que da origen a dificultades. En nuestro Código, todo asignatario a título universal, sea llamado al total o a una cuota de la universalidad, es heredero; y todo asignataba a titulo particular es legatario. La frase legatario universal sería absurda y contradictoria dentro del sistema que sigue nuestro Código. La idea de legatario excluye la de universalidad. Para clasificar a un asignatario como heredero o legatario, no atiende el Código a las palabras con que los llama el testador, sino a la naturaleza de la disposición. Si se llama una persona a la universalidad de los bienes de! testa dar o a una cuota de ella, es heredero; si se le llama a suceder en una especie o cuerpo cierto, o en una o más espeCies indeterminadas de cierto género, es legatari::>o Este principio es conforme a la manera cómo quiere la ley· que ~e interprete un testamento. Dice el artículo 1069 que, sobre las reglas dadas por la misma ley para la inteligencia y efecto de las disposiciones testamentarias, prevalecerá la voluntád del testador claramente manifestada, con tal que no se. oponga a los requisitos o prohibiciones legales. Para conocer la voluntad del testador se estará más a la .subs~ tancia de las disposiciones que a las palabras de qúe se haya servido. El asignatario a título universal es llamado a suceder al testador ensu patrimonio, esto es, a representar a su persona con.todos sus. derechos y obligaciones transmisibles, incluso las cargas testamentarias
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Todos esos bienes y cargas forman lo que se llama una~uníversalidad de derecho, que es una unidad abstracta, general, distinta de los bienes y cargas aisladamente considerados. El asignatario universal, llamado heredero, representa la persona del difunto; y aun ambos se considetan como una misma persona: Hoeres censetur cum defuncto una eademque persona. La voz heredero deriva, según unos, de la latina hems, que significa señor o amo; y según otros, del verbo hoereo, que significa estar
junto o pegado a otro, porque el heredero está próximo a la persona a quien hereda, como su pariente o muy amigo. Como el heredero representa la persona de aquel a quien sucede, por lo que se llama ,rucessor in uníversum jus quod quís tempore mortis habuit, pasan a él todos los bienes, derechos y acciones que tenía el difunto a su favor al tiempo de su muerte, con las obligaciones y cargas que tenía en su contra. Esta es la regla general, o sea, suceder al difunto en sus bienes, derechos y obligaciones transmisibles. El heredero puede ser instituído por el testamento, por la le;;" y también por la donaci6n revocable de todos los bienes del donante o de una cuota de ellos, la que se mirará como una institución de heredero, que sólo tendrá efecto desde la muerte del donante, fecha en la cual deberá existir el donatario para que valga la donación. Sin embargo, podrá el donatario de todos los bienes o de una cuota de ellos ejercer los derechos de usufructuario sobre las especies que se le hubieren entregado (art. 1142, 1143). Se-llaman actos de heredero las disposiciones que toma la persona llamada a una herencia sobre los bienes de ella, y que son de tal naturaleza que no puede tomarlas válidamente sino con la calidad de heredero y que suponen necesariamente su intención de aceptar la herencia, como son: enajenar alguno de· los bienes hereditarios, hipotecarlos, conceder servidumbre sobre ellos, pedir su partición etc.: Pro hoerede enim gerere est pro domino gerere. Se exceptúa el caso de la enajenación hecha con autorización del juez, protestando que no es su ánimo obligarse como tal (artículos 1241 y 1244). No importan actos de heredero los puramente conservativos, ni los de inspección y administración ptovisoria urgente (art. 1243).
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El que hace acto de heredero, sin prev:io inventario solemne, sucede en todas las obligaciones transmisip1es a prorrata de su cuota, aunque le impongan un gravamen superior a los bienes que hereda (art. 1245). 5. Bienes, derechos., obligaciones transmisibles.-El arto 951 del Código Civil, dice que el título es universal, cuando se sucede al difunto en todos sus bienes, derechos y obligaciones transmisibles, o en una cuota de ellos. Interesa pues,· saber, cuáles bienes son transmisibles y cuáles no lo son. La regla general es que todos los bienes, derechos y obligaciones son transmisibles, salvo que por su naturaleza especial o por disposici6n de la ley, no pasen al sucesor, o sufran alguna modificaci6n en sus efectos jurídicos. Esa transmisibilidadgeneral de los derechos y obligaciones arranca su origen de la ley y no puede derogarse por las convenciones.. de los particulares (arts. 1358 y 1359). Decimos que la regla general es la transmisibilidad de los derechos y. obligaciones del testador a la persona que le sucede a título universal, o sea, al heredero; porque éste representa la persona del difunto y aún ambos, se consideran ante la ley como una misma persona. Pasan pues, al heredero, todos los bienes, derechos y acciones que tenía el difunto a su favor, al tiempo de su muerte, con las obligaciones y cargas que tenía en ~u contra. Son reglas generales con respecto a sucesores, las siguientes máximas del Derecho AJ:)tiguo: «El que sucede en el derecho o propiedad de otro, debe usar del mismo derecho que él». «El sucesor no puede ser de mejor condición que su autor». «Lo que no hubiera podido perjudicar al autor no debe dañar tampoco al sucesor». « Lo que daña a los contrayentes daña igualmente a sus sucesores». Establecido el principio general de la transmisibilidad~ veamos las modificaciones o modalidades que sufre en los diversos casos, siguiendo el orden de los derechos, empezando por los reales y estudiando a continuación del dominio lo que se refiere a la posesión, que es la manifes"_ taci6n externa del dominio.
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a) EL DOMINIO, que es e! primero y fundamental de los derechos reales, es por su naturaleza perpetuo y transmisible al heredero, con la misma extensión y limitación que lo tenía el testador. Si tenía la propiedad plena, pasará la misma al heredero con todos sus atributos; y si sólo tenía la nuda propiedad, el heredero entrará a sucederle en ella con la carga de respetar e! derecho del usufructuario o usuario, (art. 773 C. C.). Si la propiedad era fiduciaria, se transmite al heredero con el cargo de mantenerla indivisa y sujeta al gravamen de restitución con las mismas condiciones de antes, (art. 751 C. C.); pero la expectativa del fideicomisario que fallece antes de la restitución, no se transmite por testamento o ab-intestato, (art. 762). Al tratar del dominio, e! Código Civil da reglas especiales para la transmisión de! uso y gocede las capillas y cementerios., situados en posesiones de particulares y accesorios a ellas, y dice que pasará junto con ellas y junto con los ornamentos, vasos y demás objet0s pertenecientes a dichas capillas o cementerios, a las personas que sucesivamente adquieran las posesiones en que están situados, a menos de disponerse otra cosa por testamento o por acto entre vivos, (art. 587). La propiedad literaria, hoy llamada intelectual. se transmite a los herederos del autor; pero expira a los veinte años contados desde el fallecimiento, (art. 7.° del Decreto-Ley N.O 345 de 17 de Marzo de 1925). Así como el dominio de las cosas se transmite al sucesor, éste Po! regla general. puede perderlo de la misma manera que su causante, yé que el sucesor, no puede ser de mejor condición que su autor; pero est~ regla general sufre una modificación en lo relativo al plazo de la preso cripción adquisitiva 'que estaba corriendo contra el testador. Fallecidc éste, y transmitido a los herederos el dominio de una cosa determinada, el plazo de la prescripción ordinaria se suspende a favor de c·ierto~ herederos que no tienen la libre administración de sus bienes y que enumera la ley en el arto 2509 del C. C. b) posEsróN.-La transmisión del dominio de las cosas a favor de heredero, lleva envuelto el derecho de éste para exigir la posesión d( ellas, y entablar en caso necesario, la acción reivindicatoria; pero considerada la posesión como cosa separada del dominio, la ley establecE: una regla fundamental en materia de sucesión en la posesión: «sea que
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se suceda, dice el arto 717, a título universal singular, la posesión del sucesor principia en él; a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero en tal caso se la apropia con sus calidades y vicios). «Podrá agregarse en los mismos términos a la posesión propia, la de una serie no interrumpida de antecesores». Este mismo principio repite el arto 2500, al tratar de la computación del tiempo de posesión, para los efectos de la prescripción adquisitiva, que dice: «Si una cosa ha sido poseída sucesivamente y sin interrupción por dos o más personas, el tiempo del antecesor puede o no agregarse al tiempo del sucesor, según lo dispuesto en el art, 717». «La posesión principiada por una persona difunta, continúa en la herencia yacente, que se' entiende poseer a nombre del heredero), Pero conviene tener presente que la posesión no se inicia primero en el conjunto de herederos que están en indivisión, para pasar después al heredero al cual le correspondió la cosa en la división de la herencia; sino que este último se entiende haber poseído exclusivamente lo que en la división le cupo, durante todo el tiempo que , duró la indivisión, (art. 718). c) LA HERENCIA, que alcanzó a deferirse al difunto antes de su fallecimiento, se transmite a su heredero con todos sus beneficios y cargas. Si el difunto aceptó la herencia que se le defirió, los bienes, derechos y obligadones de ella. pasan al heredero junto con el patrimonio del difunto, con el cual están confundidos; salvo los casos excepcionales de separación de patrimonios, producida por los beneficios de inventario y de separación, (arts. 956, 1247 y 1378). Si el difunto no alcanzó a aceptar o repudiar la herencia que se le defirió antes de su fallecimiento, transmite a sus herederos el derecho de aceptar o repudiar dicha herencia, aun cuando fallezca sin saber que se le ha deferido; pero no se puede ejercer este derecho, sin aceptar la herencia de la persona que lo. transmite, (art. 957). Este caso especial es el aue llamamos derecho de transmisión. Las asignaciones hereditarias dejadas al difunto bajo condición suspensiva no se transmiten al heredero, si el testador murió antes de cumplirse la condición, porque todavía no se había verificado a su favor el llamamiento de la ley para aceptarla o repudiarla, y sólo tenía una simple expectativa, (art. 956, 962 Y 1078).
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Tampoco se transmiten al heredero las asignaciones puras y simples dejadas al difunto, pero que no alcanzaron a deferírsele, por haber fallecido antes que la persona que hacía dichas as,ignaciones; en ese caso, el difunto no adquirió derecho alguno, porque no era capaz de suceder, y en consecuencia, nada puede transmitir (art. 962). Las cargas y obligaciones del testador pasan al heredero; pero los títulos ejecutivos contra el difunto no pueden hacerse valer contra los herederos,sino pasados ocho días después de la notificación judiciial de sus títulos, (a'rt. 1377). Hay también 'otras obligaciones que sufren modificaciones al pasar al heredero y que estudiaremos al analizar la respectiva materia. d) EL USUFRUCTO, es intransmisible por testamento o ab-intestato (art. 773). En el caso excepcional de que el usufructuario haya cedido a otro el ejercicio de su derecho y que el cesionario haya fallecido antes que el cedente, se transmite a los herederos del cesionario el derecho de continuar en el goce del usufructo, durante la vida del cedente, que es el titular del derecho y el directamente responsable al nudo propietario (art. 793 y 806). En este caso, no hay propiamente una transmisión del usufructo, sino una simple sucesión en el goce temporal de los frutos, que se opera sólo mientras vive el usufructuario titular. e) Los derechos reales de uso y HABITACIÓN son intransmisibles a los herederos, (art. 819). f) LAS SERVIDUMBRES, como cosa accesorias e inseparables del oredio a que activa o pasivamente pertenecen, se transmiten juntos con la' propiedad del predio a los que sucedan en el dominio de éste; no varían en su ejercicio y son indivisibles, aunque se divida el predio dominante o sirviente. Dividido el predio sirviente, deben sufrirla aquellos o aquel a quienes toca la parte en que se ejercía y dividido el predio dominante, cada uno de los nuevos dueños gozará de la servidumbre, pero sin aumentar el gravamen del predio sirviente, (arts. 825, 826 Y 827). g) El derecho real de PRENDA, se transmite al heredero activa y pasivamente considerado, y es indivisible. El heredero que ha pagado su cuota de la deuda, no podrá pedir la restitución de una parte de la prenda, mientras exista una parte cualquiera de la deuda; y recíprocamente, el heredero que ha recibido una cuota del crédito, no puede re-
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mitir la prenda, ni aún en parte, mientras sus' coherederos no hayan sido pagados (art. 2405). La acción prendaria se dirige en consecuencia, contra el heredero que posee en todo o parte la cosa empeñada, (art. 1526 inc. 1. h) El derecho real DE HIPOTECA, se tran~ite también al heredero activa y pasivamente considerado, y es indivisible. Cada una de las cosas hipotecadas a una deuda y cada parte de ellas son obligadas al pago de toda la deuda y de cada parte de ella (art. 2408). La acción real hipotecaria se dirige contra el heredero que posee en todo o parte la cosa hipotecada. La obligación principal, garantida con la hipoteca, ordinariamente es divisible y se transmite a los herederos a prorrata· de su interés en la sucesión; pero el heredero que ha pagado su parte de la deuda, no puede obtener la cancelación de la hipoteca, ni aun su parte, mientras no se extinga el total de la deuda; y el heredero acreedor a quien se ha satisfecho su ,parte del crédito no puede cancelar la hipoteca, ni aun en parte, mientras no hayan sido enteramente satisfechos sus coherederos, (art. 1526). . i) Para: la transmisión del derecho de CENSO hay que distinguir dos . casos: a) Si se trata de un censo que pertenezca' a una p~rsona, sin cargode restitución o transmisión ysin otro gravamen alguno, entonces se transmite por testamento o ab-intestato según las reglas generales (art. 2043) ; y b) Si se trata de un censo con t'ransmis ión forzosa, o hasta un límite designado, el orden de sucesión será el establecido en el acto constitutivo, o en la antigua vinculación; y en 10 que dicho acto no hubiere previsto, se observará el orden regl!lar de sucesión de los censo~, según el cual, dentro de la línea y grado preferidos, el varón excluye a la hembra, y dentro de cada sexo, el de más edad al de menos. Sólo en el caso de que esté agotada la descendencia legítima de todos los llamados, . el último censualista podrá transmitir el censo, por testamento o abintestato, según las reglas generales, (art. 2044, 2045). Por lo que toca a los DERECHOS PERSONALES Y a las obligaciones que ellos envuelven, la regla general es que se transmiten a los herederos activa y pasivamente con~iderados, y que, por ministerio de la ley, se dividen entre ellos tanto los créditos como las deud2s, a prorrata del interés que tienen en la' sucesión. Los títulos ejecutivos contra el 0
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difunto lo serán igualmente contra los herederos; pero los acreedores no podrán entablar o llevar adelante la ejecución, sino pasados ocho días después de la notificación judicial de sus títulos (art. 1377). Por lo demás, los créditos se transmiten con todas sus garantías accesorias de prenda e hipoteca y con todos sus privilegios. «Las preferencias de la primera clase, dice el arto 2487, a que estaban afectos los bienes del deudor difunto, afectarán de la misma manera los bienes del heredero, salvo que este haya aceptado con beneficio de inventario, o que los acreedores gocen del beneficio de separación, pues en ambos casos, afectarán solamente los bienes inventariados o separados. La misma regla se aplicará a los créditos de la cuarta clase, los cuales conservarán iu fecha sobre todos los bienes del heredero, cuando no tengan lugar los beneficios de inventario o de separación, y sólo la conservarán en los bienes inventariados o separados, cuando tengan lugar los respectivos beneficios». Veamos ahora los casos de modalidades especiales de ciertas obligaciones, que se apartan de los principios generales antes enunciados. a) En las OBLIGACIONES CONDICIONALES, el derecho del acreedor que fallece en el intervalo comprendido entre el contrato condicional y el cumplimiento de la condición, se transmite a sus h~rede ros, y lo mismo sucede con la obligación dd deudor; pero esta regla no se aplica a las asignaciones testamentarias ni a las donaciones entre vivos. (art. 1492). En otros términos, se transmite la espectatíva del acreedor en los actos onerosos, porque el que contrata lo hace para sí y para sus herederos, pero no se transmite en los actos gratuitos en que es preponderante la consideración de la persona. b) La OBLIGACIÓN SOLIDARIA, se transmite al conjunto de los herederos en la misma forma que la tenía el deudor, de modo que entre todos son obligados al total de la deuda; pero no se puede intentar la acción por el total de la deuda contra cada heredero en particular, pues cada uno de ellos será SOlamente responsable de aquella cuota de la deuda que corresponda a su porción hereditaria (art. 1523). La razón de esto es porque el ser solidaria una obligación no le da el carácter de indivisible. e) La OBLIGACIÓN INDIVISIBLE tiene una regla diversa. Como la cosa debida no es susceptible de división, cada uno de los herederos
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del que ha contraído una obligación indivisible, es obligado a satisfa~ cerla en el todo, aunque no se haya estipulado solidariedad, y cada uno de los acreedores de una obligación indivisible tiene igualmente derecho a exigir el total, (art. 1527); dé modo que la ohligaci6n indivisible, activay pasivamente considerada se transmite, como tal, cada uno de los herederos. ' Lo anterior se refiere a las obligaciones' indivisibles por su naturá1cza. En lo refe~ente a las obligaciones que envtielven una' indivisibilidad de las llamadas de pago, hay también modalidades especiales para su transmisión a los herederos. Asi, si la deuda es de una especie o cuerpo cierto, el coheredero que 10 posee es obligado a entregarlo. (N.O 2 del arto 1526). Cuando por testamento o por convención entre los herederos,o por la partición de la herencia, se ha impuesto a uno de los herederos la obligación de pagar él total de una deuda, el acreedor podrá dirigirse. contra este heredero por el total de la deuda, o contra cada uno de los herederos por la parte que le corresponda a prorrata. Si expr~amente se hubiere estipulado con el difunto que el pago de una obligación por su naturaleza divisible, no pudiese hacerse por partes, ni aún por los herederos del deudor, cada uno de estos podrá ser obligado a entenderse con los coherederos para pagar el total de la deuda, o a pagarla él mismo, salva su acción de saneamiento. Pero los herederos del acreedor, si no entablan conjuntamente su acción, no podrán exigir el pago de la deuda, sino a prorrata de sus cuotas. (N.O 4 del arto 1526). Si se debe un terreno o cualquiera otra cosa indeterminada, cuya división ocasion~re grave perjuiCio al acreedor, cada uno de los coherederos podrá ser obligado a entenderse con los otros para' el pago de la cosa entera, o a pagarla el mismo salva su acción par.a ser ind~mniza do 'por ¡os otros. Pero los herederos del acreedor no podrán exigir el pago de la cosa entera, sino intentando conjuntamente su acción, (N.O 5. 0 del arto 1526). " d) En 10 tocante al PAGO DE LAS" OBLIGACIOl'.'ES·, la ley considera como válidamente hecho al acreedor mismo el que se hace a la persona del que le ha sucédido a título universal o singular' y deciara válidó también, el pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces
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en posesión del crédito, aunque después aparezca que el crédito no le pertenecía (art. 1576); V. gr.: el pago hecho a un heredero putativo que había obtenido la posesión efectiva de la herencia, pero que no era en realidad heredero, por existir otro testamento posterior que no se conocía. En general, junto con la obligación misma se transmiten todas las circunstancias de su pago o extinción; pero la ley dispone que la f acuitad de recibir por el acreedor, no se transmite a los herederos o representantes de la persona diputada por él para este efecto, a menos que lo haya expresado así el acreedor (art. 1583). Tampoco se transmite a los herederos el BENEFICIO DE COMPETENCIA de que gozaba un deudor, en consideración a circunstancias estrictamente personales o de parent.esco contempladas en la ley, (arts. 1625 y 1626). La CONFUSIÓN de las obligaciones, que es un modo de extinguirlas, se opera entre los. créditos y deudas del heredero y las deudas y créditos hereditarios, porque el heredero representa la persona del difunto y el patrimonio del difunto se confunde con el del heredero, excepto el caso del heredero que acepta con beneficio de inventario, (art. 1669). La ACCIÓN RESCISORIA, que podía entablar el testador, sufre una modificación en lo relativo al plazo de su duración, cuando dej a herederos menores, porque a éstos empieza a correr el cuadrienio o su residuo, desde que hubieren llegado a la mayor edad; pero ni éstos podrán pedir la declaración de nulidad, pasados treinta años desde la celebración del acto o contrato (art. 1692). En materia de CONTRATOS, se transmiten al heredero, por regla general, todos los derechos y obligaciones que de ellos nacen; pero hay también ciertas modalidades o reglas especiales. a) En el contrato de VENTA, la acción de saneamiento, en cuanto se refiere a la obligación de amparar al comprador en la posesión de la cosa vendida, es indivisible y puede intentarse in solidum, contra cualquiera de los herederos del vendedor; pero desde que a ella sucede la de. indemnizarle en dinero, se divide la acción, y cada heredero es responsable solamente. a prorrata de su cuota hereditaria (art. 1840).
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mientras no la acepta o entra en ella el heredero, parece que descansa . . La declaración de 'yacencia se hace por el juez, a>instancia de alg{tn interesado, cuando no ha sido aceptada dentro de los quince días después de abrirse la sucesión. A la herencia yacente se le nombra un eurador de bienes que la administre (art. 1240). Como la aceptación de una herencia trae graves responsabilidades para el heredero, se le concede un plazo para que inspeccione los objetos de que se ¡;:ompone la herencia, las cuentas y papeles de la sucesión, y resuelva lo que le parezca más ventajoso sobre la utilidad o . perjuicio de la aceptación. Este plazo, llamado plazo para deliberar, es de cuarenta días, contados desde que se interponga demanda judicial para obligarlo a declarar si acepta o repudia (art. 1232). Si nadie 10 apremia, puede aceptar en cualquier tiempo, mientras sus derechos no hayan prescrito . . El derecho de herencia, como cosa universal no puede reivindicarse, sino gue tiene su acción propia, que se llama petición de herencia y que es la acción que se concede al heredero de un difunto para exigir los bienes hereditarios, .de cualquiera persona que, no s ié ndolo, los ocupare en' calidad de heredero (art. 1264). Esta acción puede intentarse dentro de treinta años; pero expira antes, si el individuo que posee una herencia es heredero putativo que la posee de bl,lena fe (v.gr.: ignorando que por un testamento posterior perdió su calidad de heredero) y cotijusto título. En este caso le sirve de tal el decreto judicial de posesión efectiva y puede oponer a la acción la petición de herencia la prescripci6n de diez años canta·, dos como para la adquisición del dominio (art: 1269). El heredero puede también intentar la acción reivindicatoria respecto de cada uno de los bienes singulares que ha adquirido por medio de la sucesión por causa de muerte. 20. Posesión de la herencia.-La pospión de la herencia es de dos ciases: posesión legal y posesión efectiva. Se llama posesión legal la que se confiere por el ministerlo de la ley al heredero ~.n el momento de deferirse la herencia y que se adquiere desde ese momento, aunqúe el heredero lo ignore; salvo el caso del que válidamente repudie la herencia, >que' se entiende no habeda poseído jamás (art. 722). Se' llama posesión efectiva, la que se concede por decreto judicial, inscrito en
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el Registro Conservador del departamento en que haya sido pronunciado. Si la sucesión es testamentaria, debe inscribirse al mismo tiempo el testamento. La posesión efectiva de la herencia debe pedirse al juez del último domicilio, que tuvo el testador o causante. A la solicitud de posesión efectiva deben acompañarse el testamento, si lo hay, y un inventario de los bienes de la herencia, o bien, pedir aljuez que decrete la formación de inventario solemne, en los casos en que éste es necesario. También debe comprobarse el hecho de la muerte y la calidad de heredero del solicitante. La resolución por la cual el juez concede la posesión efectiva, y que se llama decreto o auto de posesión efectiva, debe publicarse en extracto por tres veces, en un periódico del departamento o de la cabecera de la provincia, cuando ahí no lo hubiere, y debe además, fijarse durante quince días hábiles, por carteles colocados en la Oficina del Conservador de Bienes Raíces del departamento que corresponda al Juzgado que dictó el auto. La inscripción en el Consen>ador respectivo del decreto de posesión efectivo no puede hacerse mientras no la autorice expresamente el juez, previa comprobación de tres circunstancias: 1.° Que se han hecho las publicaciones legales; 2.° Que se ha efectuado la fijación de cartel en el Conservador; y 3. ° Que se ha protocolizado el inventario de los bienes o que se ha hecho inventario solemne de ellos, agregándose al expediente copia autorizada del inventario simple pro"tocolizado o del solemne. Se llama protocolización del inventario el acto por el cual un notario inserta en sus libros el texto del inventario y lo certifica así. Antes de resolver el juez debe oír a la Dirección de Impuestos Internos. (Ley N.O 4533, de 21 de Enero de 1929). Sólo la posesión efectiva debidamente inscrita y seguida de las demás inscripciones especiales habilita al heredero para disponer de los bienes inmuebles de que se compone la herencia. La posesión legal no lo habilita para disponer de los bienes inmuebles; pero obsérvese que esta prohibición de la ley no le impide disponer de su derecho de herencia, que es cosa distinta de los bienes de que ella se compone. Puede un heredero, aun antes del decreto de posesión efectiva. continuar
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vender válidamente su derecho de herencia, siempre que esté abierta la sucesión. Decimos que hay otras inscripciones especiales ordenadas por la ley, además de la del decreto de posesión efectiva, para poder disponer de Jos inmuebles. En efecto, fallecida una persona que deja bienes inmuebles y Va-· dos herederos entre los cuales se hace partición, ha):'. que hacer necesariamente las siguientes inscripciones: 1." Inscripción del decreto ju~icial que da la posesión efectiva; este decreto se inscribirá en el Registro Conservador de Bienes Raíces del departamento en que haya sido pronunciado, que es el del último domicilio del testador; y si la sucesión es testamentaria, se inscribirá al mismo tiempo el testamento; 2. a Inscripción a nombre de los herederos en común, del título de dominio y de cualquier otro de los derechos reales sobre bienes raíces que existan .en la sucesión. Esta ' inscripción especial, distinta de la anterior, se hará en el Registro COnservador del departamento donde estuviere situado el inmueble; y si éste, por su situación, pertenece a varios departamentos, deberá hacerse la inscripción en el Registro de cada uno de eUos. Si el título es relativo a dos o más inmpebIes, deberá inscribirse en los Registros Conservatorios de todos los departamentos a que por su situación pertenecen los dichos inmuebles. En virtud de la inscripción del decreto de posesión efectiva y de ésta especial del título de dominio de cada inmueble, los bienes raíces· de la sucesión quedan inscritos y figuran en el Conservador ~ nombre de los herederos, como dueños en común y pro-indiviso. Una vez hechas esas inscripciones,los herederos, de consuno, esto es, de acuerdo entre ellos, podrán, compareciendo todos al acto, disponer de los inmuebles hereditarios. 3." Si para hacer cesar la indivisión se efectúa partición entre los herederos, y por un acto de partición se adjudican a una o a varias personas los inmuel?les o parte de los inmuebles que antes se poseían pro-indiviso, el acto dé partición, en lo relativo a cada 'inmueble C? a cada parte adjudicada, se inscribirá en el departamento o departamentos a que por su situación corre~~~~PJ.:t~ inmueble 0. parte.
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En virtud de esta última inscripción, el heredero adjudicatario de uno o varios inmuebles podrá disponer por sí solo, sin intervención de los otros, del inmueble o inmuebles que en la partición le hayan cabido, y en dicho inmueble o inmuebles se reputará haber sucedido inmediata y exclusivamente al difunto (arts. 687, 688 y 1344). No hay, pues, como pudiera creerse, transferencia de los derechos de los herederos en común a los adjudicatarios separadamente considerados, pues cada adjudicatario, por disposición expresa de la ley, sucede inmediatamente al difunto y no a la comunidad de todos los herederos; en otras palabras,' el título del adjudicatario no es traslaticio sino declarativo de derechos. 21. Transmisión.-Trata del derecho de transmisión el artículo 957 del Código Civil, que dice: «Si el heredero o legatario cuyos derechos a la sucesión no han prescrito, fallece antes de haber aceptado o repudiado la herencia o legado, que se le ha deferido, transmIte a sus hereoeros el derecho de aceptar o repudiar dicha herencia o legado, aun cuando fallezca sin saber que se le ha deferido. No se puede ejercer este derecho sin aceptar la herencia de la persona que lo transmite» . Se llama derecho de transmisión la facultad que tiene el heredero de una persona cuya herencia ha aceptado, para suceder en los derechos que esta persona tiene respecto de una herencia o legado que le dejó un tercero y que no alcanzó a aceptar o repudiar. Este derecho de transmisión tiene lugar, tanto en la sucesión testada como en la intestada, y por su medio pueden adquirirse las herencias y los legados. Esto que se llama derecho de transmisión no es una novedad; por el contrario, es una consecuencia lógica de los principios generales que hemos establecido respecto a la sucesión por causa de muerte. En efecto, sabemos que al momento de la muerte del testador se defiere la herencia o legado, y que el asignatario adquiere desde ese instante, en virtud del llamamiento que le hace la ley, el derecho de aceptar o repudiar la asignación deferida. Si el asignatario acepta y muere, transmite a sus herederos, incorporada a su patrimonio, la propiedad de la herencia y del legado de especie o cuerpo cierto, y un derecho personal, si se trata de un legado de cantidad o género.
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Si e! asignatario repudia y muere, nada transmite, pues por la repudiación válidamente hecha, renunció a todo derecho hereditario. Pero no son éstos los dos únicos términos en que la situación se coloca; entre la delación y la ¡lceptación o repudiación puede mediar un tiempo más o menos largo, y e! asignatario puede morir antes de haber.aceptado o repudiado. En este caso, transmite con su propia herencia el derecho que tenía de aceptar c repudiar lo que ya con anterioridad se le había deferido, pero sobre lo cual aun no se habia pronunciado. En esto 'consiste el derecho de transmisión. Decimos que esto no es una novedad, porque según el artículo 951, el heredero sucede al difunto en todos sus bienes, derechos y obligaciones transmisibles o en una cuota de ellos, y entre esos derechos va envuelto el que tenía el difunto para aceptar o repudiar la herencia o legado a que la ley lo llamaba. Es condición propia de! título universal recoger todos los derechos de! difunto, aun aquellos cuya existencia ignoraba él mismo; por eso la transmisión se verifica, según dice el artículo 957, aun cuando fallezca sin saber que se le ha deferido. Para la debida comprensión de este derecho, hay que considerar a tres personas que intervienen: a) El primer causante, que deja el legado o herencia aun no aceptada o repudiada; b) El transmitente, que es el llamado a la herencia o legado que se le ha deferido, y que muere antes. de haberla aceptado o repudiado, por lo cual transmite a su heredero del derecho de aceptar o repudiar; y c) El heredero~ que es el que habiendo aceptado la herencia del transmitente, ha adquirido junto con ella e! derecho de aceptar o repudiar la herencia o legado dejado por el primer causante. Para que tenga lugar este derecho se necesita, pues: l." Que el transmitente sea persona capaz y dij{na de suceder, pues si no lo fuera no se hábría verificado a su ·favor el llamamiento de la ley para aceptar o repudiar la asignación; y si nada tiene, nada puede transmitir; 2. o Que la persona a quien se transmite este derecho sea heredero testamentario o ab-intestato del transmitente, porque sólo en virtud del título universal se recogen todos los derechos de otra persona. Este derecho no se transmite a los legatarios (arts. 951 y 9571 :
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3. o Que el heredero testamentario o ab-intestato del transmiten te haya aceptado la herencia de éste, porque el derecho de que tratamos se adquiere juntamente con los otros que forman la herencia del transmitente, para lo cual es indispensable aceptar la herencia en que va incluído ese derecho (art. 957); Y 4. o Que los derechos del transmitente a la sucesión del primer causante no hayan pr~scrito. Si'esos derechos están prescritos, no tiene lugar el derecho de transmisión, porque al heredero no pueden transmitirse derechos que no se tienen. La prescripción se produce cuando entre la delación y la muerte del asignatario que no ha manifestado que acepta o repudia, han transcurrido más de treinta años, tratándose de una herencia poseída por cualquiera que no sea heredero putativo con decreto de posesión efectiva. Si se trata de una herencia poseída por un heredero putativo, los derechos prescriben en diez años. Y si se trata de legados, habrá que atender a la clase del legado y aplicar las reglas generales (arts, 957 y 1269). Tampoco tendrá lugar el derecho de transmisión cuando requerido judicialmente el asignatario para declarar si acepta o repudia, se haya constituído en mora de declarar, porque en este caso según la ley, se entiende que repudia (art. 1233). Un ejemplo de derecho de transmisión sería el siguiente: Juan fallece dejando un testamento cerrado en el que instituye como heredero universal a Pedro. Pedro, que vivía a la fecha de la muerte deJuan, muere pocos días después, pero antes de la publicación del testamento de Juan e ignorando sus disposiciones; en el testamento que dej a Pedro nombra su heredero a Andrés. Andrés acepta la herencia de Pedro, y como consecuencia de su calidad de heredero de Pedro, adquiere el derecho que éste tenía de aceptar o repudiar la herencia de Juan. En este ejemplo, Juan es el primer causante; Pedro, el transmitente; y Andrés, el heredero. Como se ve por este ejemplo, la transmisión se verifica cuando al morir una persona pasan a' su heredero los derechos hereditarios que han descansado sobre' su persona aunque no sea más que un momento, y aun cuando, por ignorarlos, no haya hecho respecto de ellos, acto al¡uno como heredero.
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22. Representaeión.-En la sucesión intestada tiene lugar, en (:iertos casos, el derecho de repre~entación, que es una ficción legal que produce el efecto de hacer entrar a úna o varias personas en el lugar y,por consiguiente, en el grado de parentesco y en los derechos hereditarios que tendría su padre o madre, si éste o ésta no quisiese o no pudiese suceder. El derecho de representación existía en ei Derecho Romano y en la antigua legislación española; pero nuestro Código, apartándose de otras legislaciones que sólo permiten representar a una persona muerta, ha ampliado su aplicación, permitiendo representar no sólo a una per~ . sana muerta sino a una persona viva. Así, permite representar al in~ capaZ, al indigno, al desheredado y al que repudió la herencia del di- . funto (art. 987). Pensó nuestro Código que no era justo que las faltas de los padres recayesen sobre los hijos, o que éstos pudiesen perjudicarse por repudiaciones caprichosas de sus padres o ascendientes. Estos bienes forman el peculio adventicio extraordinario del hijo, y en ellos no tiene el padre la administración ni el usufructo (arts. 243 y 247). Este derecho, que algunos lliiman derecho de sangre, porque supone parentesco de consanguinidad, se funda en el orden natural de las afeccic¡,nes del difunto. Por esta razón, el derecho de representación tiene lugar sólo en la des.cendencLa; en la descendencia legítima del difunto. en la descendencia legítima de sus hermanos legítimOs yen la descendencia legítima de sus hijos o hermanos naturales. Fuera de estas descendencias legítimas no hay lugar-a la representación (art. 986). . La representación no tiene lugar en favor de los a,scendientes; los más . próximos excluyen siempre a: los más remotos y si hay un solo .ascendiente en el grado más próximo, sucederá éste en todos los bienes o en toda. la porción hereditaria de los ascendientes (art. 989). Así, si muere una persona sin hijos legítimos, dejando madre viva y también abuelos paternos, no concurren éstos a la herencia con la madre del difunto, la cual lleva total y exclusivamente 10 que por ley corresponde a loS ascendientes. La ley no admite la representación en la ascendencia, porque los afocto.s del hombre se extienden de preferencia a su descendencia, según $que! adagio: «el amor que baja es más fuerte que el amor que sube».
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Además, como el hijo habría encontrado los bienes del asc~ndiente en la sucesión de su padre si éste no hubiese muerto antes o renunciado, es natural que lo represente para conformarse a lo que de ordinario ocurre; por el contrario, siendo de presumir que los ascendientes de más avanzada edad hayan de morir antes que su hijo o nieto, no existe por regla general para. ellos el motivo de la representación. Obsérvese también que la ley sólo establece la representación en la descendencia legítima del difunto, de sus hermanos legítimos o de sus hijos o hermanos naturales. Para que tenga lugar la representación, y entren los descendientes legítimos a ocupar el lugar y grado del representado, es menester que éste falte, porque si él intermediario no falta, no puede el descendiente subir al grado superior a ocupar su puesto; y se entiende que falta el intermediario, cuando ha muerto antes que el testador, o sea, cuando no es capaz, cuando es indigno de heredar, cuando ha sido desheredado y cuando repudió la herencia del difunto. En todos esos casos puede el representante ocupar el lugar y grado del representado. Explicando el fundamento de esta disposición, dice Don Andrés Bello: «Sería duro que la incapacidad, indignidad, desheredación o repudiación del padre perjudicase a los hijos. Los descendientes del difunto tienen derecho a sucederle en sus bienes desde el momento que dej a de haber una persona intermedia entre el difunto y ellos; el derecho de representación no hace más que determinar las porciones hereditarias de los representantes>.'. En cuanto a la extensión en cada línea del derecho de represen'7 tación, nuestro Código, de acuerdo con todas las legislaciones, admite la representación indefinidamente, yen todos los casos que puedan presentarse dentro de la línea recta legítima descendente, sea que se encuentren entre sí los descendientes en grados iguales o desiguales; de modo que puede concurrir un hijo del difunto, con un nieto de otro hijo premuerto, y con un biznieto que carece de padre y que desciende de otro hijo también premuerto. Como los representantes ocupan el lugar y, por consiguiente, el grado de parentesco y los derechos hereditarios que tendría la persona representada si pudiese o quisiese suceder, no tienen en ning(¡n caso
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más derechos y obligaciones que la persona representada y deben ser capaces y dignos de heredar. Consecuencia necesaria de la naturaleza de la representación es que los que suceden por representación, heredan en todo caso por estirpes o troncos, es decir, que cualquiera que sea el número de los hijos que representan al padre o madre,. toman entre todos y por iguales partes la porción que hubiere cabido al padre o madre representado. Si :un mismo ·tronco ha producido muchas ramas, la sub-división de la' herencia se hace también por estirpes en cada rama, y sólo los miembros de una misma rama vienen a dividirse por cabeza la parte que tocó a la rama. Se puede representar a una persona, aunque se haya renunciado a su sucesión, Expresamente lo dice el artÍCulo 987: «Se puede representar al ascendtente cuya herencia, se ha repudiado». Así, muerto un padre de familia, puede el hijo renunciar a su herencia y, por consiguiente, a todos los derechos y obligaciones. que la misma contiene. Si después ocurre la muerte del abuelo paterno a cuya sucesión habría sido llamado el difunto si viviese, puede el hijo concurrir a la herencia del abuelo, por dere ,ha de representapión, aunque haya renuncia,do a la herencia del padre, porque si él creyó esto conveniente, no por eso renunció el derecho de representación, que le pertenece por disposición especial de la ley. Los que suceden por representación ocupan el lugar y grado del representado, pero no suceden por intermedio de éste, ya que acabamos de ver que pueden renunyiar la herencia del representado. Suceden directamente, en virtud de un llamamiento especial de la ley, y no son reSPonsables de las deudas del representado, sino en el caso de que acepten su herencia. Más aún, puede una persona ser indigna de suceder a su padre y no ser indigna de suceder a su abuelo. La- representación· tiene lugar, por regla gene~al, en la sucesión intestada; pef{) tam,bién se aplica enlas legítimas, en las cuales dice la ley que los legitimarios concurren y son excluidos según el orden y reglas de la sucesión intestada (art. 1183); y en las asignaciones testamentarias hech?S indeterminadamente a los parientes (art. 1064). . El derecho de representaCión que da al representante el lugf!r y grado del representado, tiende a acercar al. represmtado cop. el te,sca-.
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dor, dándole un grado de parentesco más cercano del que realmente tiene, y esta circunstancia le servía, aun para el pago del impuesto de herencia, que era menor cuando el parentesco era más cercano; pero la última ley de contribución de herencias, N.o 4533, de 21 de Enero de 1929, innovó en esta materia y estableció que el impuesto se pagaría sobre el valor líquido de la respectiva asignación, con arreglo a la escala progresiva, que aumenta la contribución a medida que es más distante el parentesco, aun cuando se suceda por derecho de representación (art. 2. o). En otros términos, el representante paga sobre la base de su grado propio de parentesco y no sobre la base del grado de parentesco del representado. La ley de efecto retroactivo da reglas para el caso de conflicto entre leyes dictadas en diversas épocas, relacionadas con la representación. En las sucesiones forzosas o intestadas, dice el arto 20 de esa ley, el derecho de representación de los llamados a ellas, se regirá por la ley bajo la cual se hubiere verificado su apertura. Pero si la sucesión se abre bajo el imperio de una ley, yen el testamento otorgado bajo el imperio de otra se hubiese llamado voluntariamente a una persona que, faltando el asignatario directo, suceda en el todo o parte de la herencia por derecho de representación, se determinará esta persona por las reglas a que estaba sujeto ese derecho en la ley bajo la cual se otorgó el testamento. 23. Diferencias entre ]a transmisión y ]a representación.Las diferencias más importantes entre la transmisión y la representación son las siguientes: l. a Los que suceden por transmisión sacan su derecho exclusivamente de su calidad de heredero del transmitente, mientras que los que suceden por representación sacan su derecho de la ley, que los llama a ocupar el iugar del representado. 2." Consecuencia del principio anterior es que la transmisión sólo se verifica cuando la herencia o legado han sido deferidos a la persona que los transmite, y cuando se ha aceptado la herencia del transmitente, en cuya virtud pueden reclamarse todos los derechos que en dicha herencia se encuentran, y entre ellos, el de aceptar o repudiar la herencia o legado transmitido. En la representación, no es necesario
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que, la herencia o legado hayan sido deferidos, por haber muerto el representado antes de la delación, ~ni es necesario aceptar la herencia del ascendiente al cual se representa. 3." Otra consecuencia del principio fundamental antes sentado, es que en la transmisión, en que los derechos se adquieren por la calidad de heredero, se transmiten la herencia o legado y la facultad de aceptarla o repudiarla con los vicios de incapacidad e indignidad del transmitente, mientras que en la representación, en que llama la ley precisamente para no castigar en los hijos las culpas de los padres, va ia herencia purgada de todo vicio. Por excepción, cuando se representa a un incapaz, indigno, desheredado o que, repudió la herencia, si este había recibido donaciones a título de iegítima, las donaciones imputables a su legítima se imputa~án a las de sus descendientes legítimos que 10 representan (arts. 1200 y 1202). 4." La transmisión aprovecha a cualquiera que invoque la calidad de heredero del transmitente, aunque no tenga con él ninguna relación de parentesco, mientras que la representación sólo tiene lugar en favor de los parientes que la ley, en especial determina. 5." La transmisión tiene lugar tanto en la sucesión testada como en la intestada: y el derecho de representación, por regla general, sáio tiene lugar en la intestada. 6. g Por la transmisión se adquieren herencias y legados, y por la representación, sólo herencias; y 7.° El representado puede ser incapaz, indigno, desher~dado y aun haber repudiado la herencia; mientras que el transmitente debe· ser capai y digno de suceder.' 24. Acrecimiento.-Derecho de acre.cer es aquel en virtud dd cuai, cua,ndo un mismo objeto es destin~do por el testadora dos o más asighataríos, sin determinaci6n de cuota y de manera que todos ellos sean llamados a la totalidad del mismo objeto, la porción del asignatádo que faIta-se junta, es decir, acrece o aumenta las porciones de los otros. Este derecho se funda en la voluntad del testa dar, que al llamar a varios coasignatarios aun mismo objeto, no ha querido dividirlo en distintas cuotas, una para, cada asignatario, sino que lo ha dejado en todo su conjunto a las personas llamadas.
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El derecho de acrecer es de peculiar aplicación a las herencias y legados, como que deriva su origen de la voluntad expresa o presunta del testador, y no debe por tanto hacerse extensivo a otros casos en que no haya sido declarado expresamente. Si a la fecha de la muerte del testador existen todos los asignatarios llamados al mismo objeto y todos ellos aceptan, no mediando incapacidad o indignidad, es indispensable entonces hacer entre ellos la división, y no tiene cabida el derecho de acrecer. Pero si uno o varios de los llamados no concurren a recoger su porción, por haber fallecido antes que el testador, o por no haber aceptado, etc., entonces las porciones de los que faltan aumentan el derecho de los que quedan, y si s610 queda uno, puede llegar el caso de que ese único se lleve, en virtud del derecho de acrecimiento, toda la herencia u objeto asignado. Se supone en el acrecimiento que todos los asignatarios tienen derecho a recoger en su totalidad el mismo objeto, y que cada uno de ellos tiene un llamamien to eventual al todo, en el caso de faltar los otros. Los asignatarios llamados a una misma cosa se llam~n asignatarios conjuntos. Este derecho es de origen muy antiguo. El Derecho Romano establecía dos especies de acrecimiento: uno, nece~rio, por disposici6n ::le la ley, fundada en el principio de que nadie podía morir parte testado y parte intestado, acrecimiento que no podía el mismo testa::Ior impedir, y en virtud del cual, el heredero de cierta cosa o cuota recogía los bienes restantes; y el otro voluntario, que dependía de la voluntad del testador, y que la ley presumía cuando dos o más per50naS eran llamadas a una misma cosa. Al principio, las leyes españolas aceptaron ambos acrecimientos, pero posteriormente la Novísima Recopilación abolió el primero, suprimiendo el principio antiguo en :¡ue se basaba, y llamando al heredero ab-intestato a la parte de que d testador no dispuso. De igual manera, nuestra legislación, que establece que la suce,Íón de una persona puede ser parte testada y parte intestada, no re;onoce la primera especie de acrecimiento, esto es, el acrecimiento 'lecesario, Sólo reconoce el acrecimiento voluntario, que depende de la voluntad del testador, y en su silencio, entra a presumir dicha
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voluntad, cuando así se desprende. de la naturaleza de la disposición testamentaria. Para que haya acrecimiento es menester: 1.0 Que la sucesión sea tes..tamentaria. El acrecimiento supone la voluntad expresa o tácita del testador, que llama a vários asignatarios a un mismo objeto y tiene cabida tanto en las herencias como en los legados: 2. o Que haya varios coasignatarios llamados juntamente a un mismo objeto, que puede ser una herencia o un legado, y a todo él, sin división de cuotas. Este llamamiento a la totalidad de un mismo objeto es el fundamento del derecho de: acrecer, basado en la voluntad expresa o presunta del testador, de dejar el objeto entero a los asignatarios y no, dividido en cuotas. Desde el momento en que el objeto asignado por el testador ha sido dividido en distintas partes o cuotas, cada parte o cuota se considera como objeto separado desapareciendo ya la ra.zón de ser del acrecimiento. En ese ca'so, sólo puede haber acrecimiento entre los coasignatarios de una misma parte o cuota (art. 1148). Dijimos que los coasignatarios llamados a un mismo objeto . se llamaban conjuntos.: Los coasigílatariosconjuntos se reputaran por una sola persona para concurrir con otros coasignatarios; y la persona colectiva formada por los primeros, no se entenderá faltar, sino ¡;U€illdo todos éstos faltaren. Se entenderán por conjuntos los coasignatarios asociados por una expresión copulativa como Peflro y Juan, o comprendidos en mía denominación colectiva como los hijos de Pedro (art. 1150). «ASÍ, dice Don Andrés Bello, cuando se dej a un legado a Pedro y Juan, a los hijos de Antonio y a Diego, hay separadamente derecho de acrecer entre Pedro y Juan, y entre los hijos de Antonio; y sólo faltando Pedro y Juan, acrecerá su porción a la de los hijos de Antonio y a la de Diego; 'y de la misma manera es necesario que falten todos los hijos de Antonio para que la porción de éstos acrezca a la porción de Pedro y Juan y a la de Diego». Hay conjunciones que sólO son de palabra y que no dan derecho a acrecimiento.. Veamos las tres especies de conjunción:
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a) Conjunción real, o en la cos'a.-Tiene lugar cuando se deja un mismo objeto a dos o más personas en cláusulas separadas de un mismo instrumento testamentario, v. gr.: Dejo mi casa a Pedro. Dejo mi casa a Juan. En este caso hay acrecimiento (art. 1149). Para que haya conjunción real es menester que las cláusulas sean del mismo instrumento testamentario. Si el llamamiento se hace en dos instrumentos distintos, el llamamiento anterior se presumirá revocado en toda la parte que no le fuere común con el llamamiento posterior (art. 1149). b) Conjunción verbal, o de palabra.-Se denomina así cuando se llama en una misma cláusula a varias personas, pero a objetos distintos, o cuando se deja a cada uno una parte o cuota de la misma cosa, v. gr.: Dejo a Pedro mi casa y a Juan mi fundo, o dejo a Juan la mitad de mi viña y la otra mitad a Pedro. En estos casos, la conjunción es 0010 de palabra o de frase, y por tanto, no hay acrecimiento. Por excepción, dispone la ley que si se asigna un objeto a dos o más personas por iguales partes, habrá derecho de acrecer (art. 1148). Viéndose dudosa en este caso la intención del testador, la ley creyó preferible resolver la dificultad en favor del acrecimiento. e) Conjunción mixta, de palabra y cosa.-Se opera cuando se llama a varios coasignatarios a una misma cosa y en una misma cláusula. Este llamamiento puede hacerse valiéndose de una expresión copulativa, v. gr.: Dejo mi casa a Pedro y Juan, o bien, valiéndose de una denominación colectiva, v. gr.: Dejo mi casa a los hijos de Pedro. Hay acrecimiento. 3. o Para que haya acrecimiento es menester que en el momento de abrirse la ~ucesión falte alguno de los coasignatarios llamados en conjunto a la totalidad del objeto. Se entiende faltai un coasignatario cuando fallece antes de la apertura de la sucesión, cuando repudia la asignación, cuando es incapaz o indigno. Si el asignatario existe en el momento de abrirse la sucesión y fallece poco después, pero antes de aceptar o repudiar, entonces no falta el asignatario, porque en virtud del derecho de transmisión la asignación pasa a su heredero, quien verá si le conviene aceptar o rechazar; así 10 manda expresamente el artículo 1153, que dice que el . derecho de transmisión excluye el de acrecer.
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==================., Si el asignatario que no existe, que renuncia, que es incapaz o indigno, tiene substituto designado por el testador, tampoco falta en este caso, porque su lugar lo ocupa el sustituto designado. El derecho de substitución excluye también al de acrecimiento (art. 1163). El acrecimiento queda, pues, en último lugar, a falta de transmisión y de substitución. El acrecimiento se verifica, por regla general, en el momento de abrirse la sucesión; pero por excepción, los coasignatarios de usufructo, de uSo, de habitación o de una pensión periódica conservan el derecho de a,crecer mientras gozan de dicho usufructo, uso, habitación o pensión; y ninguno de estos derechos se extingue hasta que falte el último coasignatario (art. 1154). 4. o El derecho de acrecimiento es un derecho a.ccesf?Tio, que supone como cosa principal una porción propia del asignatario, debidamente aceptada. Será, pues, indispensable para que el acrecimiento se verifique, que el coasignatario h~ya previamente aceptado su propia porción. Si hubiera repudiado su porción propia, no podría aceptar la segunda, esto es, la que viene por acrecimiento, porque en este derecho de acrecimiento la porción acrece a la porción, y es por tanto indispensable la existencia de la primera porción d~bidamente aceptada, para que a ella se junte la segunda. Pero siendo el acrecimiento un beneficio, puede un coasignata~io contentarse, si lo desea, con conservar su propia porción y repudiar la que se le defiere por acrec~entoJ sobre todo si ésta va muy gravada (art. 1151 y 1129). Obsérvese que al tratar del derecho de acrecer, nuestro Código Civil contrapone las palabras porción y cuota, indicando con la primera, los casos en que hay ~~reciri1iento, y con la segunda, los casos en que no 10 hay. En el lenguaje del Código, la palabra porción indica, pues, un llamamiento en conjunto con otros coasignatarios a una misma co~a, pero con opción al todo, esto es, sin división; y la palabra C1.!0ta indica la idea de división de la cosa, de llamamiento a sólo una parte de la cosas, sin opción al todo. La porción que acrece' lleva consigo todas sus obligaciones y cargas transferibles, excepto fas que suponen una calidad o aptitud personal del coasignatario que falta; lleva, además, el derecho de 8,ceptarta o repudiarla separadamente (arts. 1068 y 1152).
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5. o El acrecimiento se funda en la voluntad del testador, expresa o presunta, en los casos que la ley lo indica. No tiene, pues, lugar en contra de la voluntd del testador, el cual puede en todo caso prohibir el acrecimiento (art. 1155). Hemos tratado del acrecimiento que tiene lugar cuando los asignatarios testamentarios son llamados a un mismo objeto; pero hay también casos de acrecimiento ordenado por la ley. Así, cuando el testador tiene legitimarios, acrece a las legítimas rigorosas toda aquella porción de bienes de que el testador ha podido disponer a título de mejoras, o con absoluta libertad, y no ha dispuesto, o si 10 ha hecho, ha quedado sin efecto la disposición (art. 1191). También establece la ley derecho de acrecer entre los propietarios fiduciarios (art. 750); entre los usufructuarios de una misma cosa, salvo disposición en contrario del constituyente (art. 780); y a favor del marido respecto a la porción de gananciales renunciada por una parte de los herederos de la mujer (art. 1785). 25. Substitución.-La substitución trae su origen de! Derecho Romano, pues, según sus disposiciones, si el heredero nombrado no llegaba por cualquier motivo a serlo en realidad, caducaba o se anulaba el testamento; y a fin de evitar este inconveniente solían nombrar otro u otros que en aquei caso sucediesen en la herencia. Se conocían diversas clases de substitución: vu.l¡,ar, fideicomisaria, pupilar y ejemplar. Nuestro Código sólo acepta las dos primeras y no reconoce ni la pupilar, que era la institución de heredero hecha por el padre que testaba por su hijo impúber, que por no haber llegado a la edad de la pubertad no podía hacer testamento, ni la ejemp(ar, que era la institución de heredero hecha por el padre, madre o abuelo, respecto de los bienes del descendiente furioso o mentecato, incapaz de testar, para el caso de que muriese en ese estado. Nos ocuparemos, pues, sólo de la substitución vulgar y de la fideicomisaria. En nuestra legislación se llama substitución el llamamiento que hace el testador para el caso de que falte el asignatario o para e! evento de cumplirse una condición; en e! primer caso se líama vulgar, y en el segundo, fideicomisaria.
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En nuestro Derecho toda substitución es testamentar ip; la ley no dispone substituciones, ni aún en el caso de Jos descendientes legítimos. Si el asignatarb fuere descendiente legítimo del testador, dice el artículo 116?-, los descendientes legítimos del asignatario rió por eso se entenderánsubstituídos a éste; salvo que el testador, haya expresado 'voluntad contraria. Supone, pues, la substitución una manifestaéión exp.resa de la voluntad del testador, único que puede hacerla. Substítución vulgar.-Es aquella en que se nombra un asfgnatario para que ocupe el lugar de otro que no acepte o que, antes de deferÍrsele la asignación, llegue a faltar por fallecimiento, o por otra causa que extinga su derecho eventual. No se entiende faltar el asignatario que una vez aceptó, salvo que se invalide la aceptación (art. 1156). Toda substitución, en nuestra ley, se presume vulgar, esto es, pura y simp!e; para que sea fideicomisaria es rmenester que de un modo claro aparezca establecida una condición, la cual, como· modalidad que es, debe expresarse; en caso contrario, y siempre que el tenor de la disposición no excluya manifiestamente la vulgar, se presumirá que la sustitución es vulgar (art. 1166). Esta clase de substitución es útil en los testamentos, porque el testador, que pu~de sobrevivir mucho tiempo al otorga.'TI.iento de 'su testamento, puede así prever el caso de que el asignatario nombrado faite o no acepte, y disponer en favor ,de otro que reemplace al nombrado. En la substituci6n vulgar, además del testador, figuran necesa, rianiente dos personas: el asignatario directo o primer llamado y el sub3tituto para el caso de que falte el asignatario directo. También se puede nombrar substituto al primer substituto, y así sucesivamente. Pero, aunque aparezcan varios llamados, en realidad no hay dos· o más liberalidades que deban producir sucesivamente su efecto,· sino ulla .sola liberalidad, El substituto no recoge nada sino en el 'caso de que no tenga efecto la liberalidad hecha en favor del asignatario directo; su llamamiento es sólo eventual, para el caso. de que caduque la primera liberalidad. En uno u otro caso, se cumple una sola liberalidad a favor del asigna"; tario directo. si existe; o a favor del substituto, si aquel falta. ¡
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La substituci6n vulgar no ofrece peligros ni está sometida a reglas o iimitaciones especiales, como la fideicomisaria. Puede ser de varios grados, como cuando se nombra un substituto al asignatario directo, y otro al primer substituto. Se puede substituir uno a muchos y muchos a uno. Se pueden también substituir, recíprocamente, y si falta uno de ellos, la porción de éste se dividirá entre los otros a prorrata de los valores de sus respectivas asignaciones, porque, como dice don Andrés Bello, «estos valores indican aproximativa mente el afecto de! testador hacia ellos». Presumiendo la voluntad del testador; la ley la extiende a casos análogos, aunque no hayan sido previstos: así, la substitución que se hiciere expresamente para alguno de los casos en que pueda faltar el asignatario, se entenderá hecha para cualquiera de los otros en que llegare a faltar, salvo que el testador haya expresado voluntad contraria. De igual modo, e! substituto de un substituto que llega a faltar, se entiende llamado en los mismos casos y con las mismas cargas que éste, sin perjuicio de lo que e! testador haya ordenado a este respecto (arts. 1157, 1I58, 1159, 1160 y 1161). Substitución fideicomisaria.-Es aquella en que se llama a un fideicomisario que, en e! evento de una condición, se hace dueño absoluto de lo que otra persona poseía en propiedad fiduciaria. La substituci6n fideicomisaria es un verdadero fideicomiso y se rige por las mismas reglas del título De la prOPiedad fiduciaria (artículo 1164). La substituci6n fideicomisaria es de origen antiguo: en todo tiempo los donantes y los testado res han querido disponer de sus bienes indefinidamente para ei porvenir, prolongando la influencia de su voluntad durante varias generaciones. En su forma primitiva, en el Derecho Romano, e! fideicomiso servía para hacer llegar los bienes a una persona que no habría podido ser instituída directamente como heredero o legatario. Se llamaba entonces a un intermediario llamado fiduciario, porque en él se tenía confianza, y se le rogaba restituir los bienes a la persona que e! testador le designaba y que era llamado fídeicomisflTio, porque se beneficiaba con el fideicomiso. Practicada ai principio como un' simple encargo de conciencia, quedaba abandonada en absoluto a la buena fe del fiduciario, y de aquí el nombre de
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fidei commissum con que se le designaba; después la restitución del fideicomiso se hizo obligatoria bajo Augusto. En esta forma simple el fi o auditor de guerra. La carátula será visada como el testamento abierto, en la forma antes dicha; y para su remisión se procederá en la misma forma (artículo 1047) . No dice el Código en el artículo que. trata del testamento militar cerrado, si éste caduca o no después de noventa días, como el testa,
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mento militar abierto; pero creemos que, dada su naturaleza peculiar, sigue las reglas comunes a los testamentos privilegiados, y en cónsecuencia, que caduca si el testador no fallece antes 'de: los. noventa' días. La razón de ser del privilegio es el peligro de muerte en 'que seenC~en· tra el testador. Si transcurre el plazo que la ley fija, sin qué ocurra lá muerte del testador, caduca el testamento privilegiado, porque 'desaparece el motivo en que se basa la excepción, y debe entonces regir la regla ordinaria. 88. Testamento maritimo.-.Se podrá otorgar testamento ma-:rftimo a bordo de un buq!1e chilenp eJe guerra en alta mar, ante el comandante o su segundo y a presencia de tres tes~igos,- y puede ser, cOmo el testamento militar, abierto, cerrado y verbal. Pueden testar en esta forma, no sólo los de la oficialidad y tripulación sino cualesquiera otros que se hallaren en alta mar a bordo de un buque de guerra chileno. También puede otorgarse testamento marítimo en lbs buques mercantes bajo baruiera chile;.a, recibiéndose el testamento por el capitán o su segundo o el piloto, y observándose las demás reglas, de los testamentos marítimos (art. 1055). En este segundo caso, sólo puede otorgarse testamento abierto, y no, cerrado -0 verbal, porque el capitán y el segundo de un buque mercante no ejercen función pública, como los jefes de un buque de guerra. El testamento marítimo será firmado' por el testador, y'si no su...: piere o no pudiere firmar, se expresará esta circunstancia en el testamento, del cual se hará un duplicado que lleve las mismas firmas que el original (arto 1048). El testamento. se guardará entre los papeles más importantes de la nave, y se dará noticia de su otorgamiento en el diario, que es el libro en que se anotan todos lós a,ccidentes que ocurren en la navegación (art. 1049). El testamento marítimo no valdrá sino cuando el testador hubiere fallecido antes de desembarcar, o antes de expirar los noventa días subsiguientes al desembarque. No se entenderá por' desembarque el pasar a tierra por corto tiempo, para reembarcarse en el mismo buque (art. 1052).
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Si el buque, antes de volver a Chile, arribare a un puerto extranjero, en que haya un agente diplomático o consular chileno, el comandan.te entregará a este agente un ejemplar del testamento, exigiendo recibo y poniendo nota de ello en el diario, y el referido agente lo remitirá al Ministerio de Ma.rina, para' que 10 haga llegar a manos del juez ~el último domicilio que el difunto tuvo en Chile. Si el buque llegare antes a Chile, se entregará dicho ejemplar con las mismas formalidades al respectivo gobernador marítimo, el cual lo transmitirá para iguales efectos al Ministerio de Marina (art. 1050). Lo anterior se refiere al testamento marítimo abierto. El testamento marítimo puede también ser ver(J~l, en caso de peligro inminente, y sólo podrá otorgarse a bordo de un buque de guerra en alta mar. Este testamento caducará si el testador sobrevive al peligro. Para que valga, deberá ponerse por escrito; y la información de testigos de que tratan los artículos HJ37 y 1038 será recibida por el Comanda,nte o su segUndo, y se remitirá al juez letrado del último domicilio del difunto en Chile, por conducto del Ministerio de Marina (art. 1053). También se puede otorgar testamento marítimo cerrado, a bordo de un buque chileno de guerra en alta mar. Se observarán las solemnidades ordinarias del artículo 1023; actuará como ministro de fe el comandante de la nave o su segundo; se dará noticia de su otorgamiento en el diario, y se remitirá copia de la carátula al Ministerio de Marina para que se protocolice como el testamento, según el artículo 1050 (art. 1054).
índice
CAPITULO IV DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS
l.
RE.GLAS GENERALES
89. Condiciones subjetivas.-Se llama.n asignaciones por causa de muerte las que hace la ley, o el testamento de una persona difunta, para suceder en sus bienes (art. 953). En el capítulo de la sucesión intestada hemos estudiado las asignaciones que hace la ley, todas ellas
a favor de personas ciertas y de.terminadas, que tienen parentesco de consanguinidad con el difunto, y a falta de ellas, a favor·- del Fisco, que tiene personalidad jurídica. Esas asignaciones son también todas a título universaL Ahora vamos a estudiar las reglas propias de las asignaciones testamentarias, las cuales deben llenar, para su validez, algunás condiciones subjetivas, que dicen relación con la persona del as~gnatario y otras condiciones objetivas, que dicen relaCión con la asignación misma. Al estudiar las generalidades de la sucesión por causa de muerte vimos algunas de esta_s condiciones subjetivas, que la ley exige a toda persona llamada a suceder, ya sea en virtud de la léy, o del testamento. Ellas se referían al requisito de la capacidad, que lleva envuelta la exigencia de la personalidad natural o jurídica, y la existencia natural y civil al tiempo de abrirse la sucesión, salvas las excepciones legales; y al requisito de la dignidad para suceder, Al tratar de las asignaciones testamentarias, la ley completa esas exigencias, y fija las demás condiciones subjetivas que debe llenar todo as ignatario. Ellas se refieren: l. o a que el asignatario sea persona cíerta y de-
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terminada, natural o juddica; 2." a que no haya error sobre la persona del asignatario; y 3." a que el asignatario no haya intervenido en el otorgamiento del testamento. 90. El asignatario debe ser persona cierta y determinada.Todo asignatario testamentario' deberá ser persona cierta y determinada, natural o jurídica, ya sea que se determine por su nombre o por indicaciones claras, del testamento. De otra manera la asignaci6n se tendrá por no escrita (inciso 1.0 del arto 1056). El asignatario es persona cierta cuando se sabe que existe, o se espera que exista, como los hijos que tiene ahora mi hermano Pedro, o los que tenga más tarde (que s610 pueden ser los que nazcan dentro de los treinta años siguientes a la apertura de la sucesión) ; y es determinada, cuando se sabe quién es, por la,s indicaciones claras del testamento. La certidumbre. se refiere a la existencia, y la dete!minación a la identidad de la persona, de manera que no se confunda con otra. Cuando se trata de una persona natural, 10 ordinario y conveniente para evitar toda dificultad, es individualizarla claramente, designándola por su nombre y apellido; pero pu~de igualmente designarla el testador por señales o demostraciones ciertas y determinadas, que no dejen duda de cual es la persona que quiere llamar. y sí la asignaci6n estuviere concebida o escrita en tales términos, que no se sepa, a cuál de dos o más personas ha querido llamar el testador, ninguna de dichas personas tendrá derecho a ella (art. 1065). La regla de que el asignatario debe ser persona cierta y determina,c!a tiene importahtes ~xcepciones, que se refieren a las asignaciones destinadas a objetos de beneficencia y a los parientes del testador. La ley ha querido favorecer esta clase de aSignaciones, y procura suplir las deficiencias de la voluntad del testador. Respecto a las asig~aciones destinadas a objetos de beneficencia, dice el Código en términos generales que ellas valen, aunque no sean para determinadas personas. El precepto es bastante amplio, y se aplica a toda asign,:!ci6n para objetos de benef~cencia, obras de caridad, obras piadosas, etc., (art. 1056). La determinación de la persona favorecida se hará encuadrándola, en lo posible, en alguno de los tres casos especiales que contempla a continuación el mismo artículo 1056, a saber:
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a) Asignaciones que se hicieren a un establecimientO de beneficencia,sin designarlo. Según el Código Civil, estas asignaciones se deben dar al establecimiento de beneficencia que el Presidente de la República designe, prefiriendo alguno de los del dePartamento o provincia del testador; perocon posterioridad, la ley de Municipalidades de 22 de Diciembre de 1891 modificó esta disposición, en 10 relativo a ios legados; y en el número 14 del artículo 26, que hoy día Corresponde al N. o 10 del arto 47, del Qecreto-Ley de 15 de Diciembre de 1925, dice que corresponde especialmente a la Municipalidad: «Percibir y aplicar a la beneficencia del territorio municipal los legados, que, según el artículo 1056 del Código Civil, se hicieren a un establecimiento de beneficencia sin designar1o~ los que se dejen al alma del testador sin especificar de otro modo su inversión, y los que en general se dej aren a los pobres, entendiéndose que dichos legados deben pasar a la Municipalidad ~el territorio en que se hubiere abierto la sucesión del testatador». Obsérvese que la ley municipal se refiere sólo a los legados y no a las asignaciones a título universal, que se siguen rigiendo por lo dis-, puesto el'). el Código Civil o sea, la designación corresponde al Presidente de la República. b) Asignaciones que se dejan al alma del testador, sin especificar de otrornodo su inversión. Dice el Código Civil que éstas se entenderán dejadas a un establecimiento de beneficencia y se sujetarán a la misma disposición anterior; pero respecto de los legados, la ley de Municipalidades los atribuye a la Municipalidad del territorio en que se hubiere abierto la sucesión del testador. Obsérvese que la ley se pone en el caso de una asignación dejada para el alma del testador, sin especificar de otro modo su inversiÓn, o sea, sin precisar la forma en que debe invertirse la suma que dej a al efecto. Si de alguna manera se especifica su inversión, no puede aplicarse este incisov. gr.: si deja una suma para misas o sufragios por su alma. En ,este caso, está especificada la inversión y debe cumplirse la :voluntád del testador. Esta disposición del Código Civil, que destina para el estableci... miénto de beneficencia que designe el Presidente de la República 10 que el testador dejare para su alma, sin especificar de otro modo su
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inversión, fué observada por los Iltmos. Obispos de Chile, en la presentación colectiva que hicieron al Senado, sobre el Proyecto de Código Civil. A juicio de los señores Obispos, ofrece esta disposición graves inconvenientes: 1. o Porque parece oponerse al capítulo 8. 0 de la sesión XXII del Concilio Tridentino, que constituye a los Obispos, ejecutores de las últimas voluntades en materia pía; y el Concilio no es solamente una ley canónica, sino que tiene sanción civil conforme al Derecho Público de los pueblos católicos; 2.° Porque no es asunto propio de la elevación del cargo de Jefe del Estado inquirir el modo más adecuado de hacer sufragio por las almas del purgatorio, lo que le exige minuciosidades subalternas; 3. o Porque tratándose de una disposición incompleta, el oficio de la leyes completarla interpretando la voluntad del testador; y no es probable que el difunto hubiese querido elegir al Presidente de la República, con preferencia a su Obispo, en materia de sufragios por su alma; y 4. o Porque en ciertos casos la aplicación de los bienes dej ados al alma, hecha a favor de un establecimiento de beneficencia, sin otra traba, puede convertirse en una manifiesta violación de la voluntad del testador, porque en materia de beneficencia hay algunas ideas que cuadran mal a las necesidades de las almas del purgatorio. e) Asignaciones que en general se dejaren a los pobres: Estas se aplicarán a losde la parroquia del testador (inciso final del arto 1056). También, en virtud de la citada disposición de la ley de Municipalidades, los legados que en general se dejaren a los pobres pasarán a la Municipalidad del territorio en que se hubiere abierto la sucesión del testador. Otro caso de excepción en que vale una asignación testamentaria, aunque el asignatario no sea persona cierta y determinada, es aquel en que se deja algo indeterminadamente a los parientes. Esta asignación indeterminada vale y se entenderá dej ada a los consanguíneos del grado más próximo, según ei orden de la sucesión ab-intestato, teniendo lugar el derecho de representación en conformidad a las reglas legales; salvo que a la fecha del testamento haya ha-
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bido Uno solo en ese grado, pues entonces se entenderán llamados al mismo tiempo los del grado inmediato (art~ 1064). Observaren1Qs la pecoliaridad de que en este caso se aplican las reglas de la sucesión intestada dentro de una sucesión testamentaria, y que tiene lugar el derecho de representación, también dentro de la misma.
91. No debe haber'error sobre la persona del asignatario.-Es nula la asignación cua,ndo hay error sobre la P?rsona del asignatario;, pero el simple error en el nombre o sobre notnb;e dé la persona no es causa de nulidad, cuando por otra parte no hubiere duda acerca de la persona. Tampoco es causa de nulidad el simple error· sobre la calidad del asignatario, cuand(), no hubiere dw:,ia acerca de la persona, como si el testador instituye heredero, o legatario a una persona llamándola hijo legítimo de otro, y en realidad no lo es. (art. 1057). Pero la asignación que pareciere motivada por un error de hecho, de mane~a que sea claro que sin este error no hubiera tenido lugar, se tendrá por no escrita (a~t. 1058). 'Así, si yo dejo un legado de d~z mil pesos a Pedro, que me ha salvado la vida, y resulta que tal cosa no' Ocurrió, la asignación' se tiene por no escrita.
92. El asignatario no debe intervenir en el otorgamiento del testamento.-No vale disposición alguna t~stamentayia en favor del escribano que autorizare el testamento, o del funcionario que haga la,s veces de tal, o del cónyuge de dicho escribano o funcion,ario, o de cualquiera de' los ascendientes, descendientes, hermanos, 'cuña,dos o sirvie.ntes ~alariádoS del mismo. Lo mismo se aplica a las disposiciones en favor de cua'quiera de los testigos (art. 1061). La ley quiere evita,r las confabulaciones entre el notario, testi~bS y otros interesados, y con dicho objeto anul~ las asignaciones a favor del notario, .de sus pariehtes o paniaguados y t~tig~s que intervienen en el testamento; perbriÓ los inhabilita para ser albacea o partidor. Tampoco inhabilita, como algunos han creído, a los parientes de los' testigos. La frase lo mismo que emplea el Código en el inciso 2.° del art. 1061, quiere decir que riger~pecto de los testigos la misma prohibiCión establecida en el inciso anterior para el13ot~rio y sus pa':' rientes. En ninguna parte nombra a !os parientes de los testigos, y una
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prohibici6n tan grave, que es de derecho estricto, no puede deducirse de simples conjeturas. Temi6 también la ley que para burlar esta disposici6n,· que tiende a garantir la seriedad de los testamentos, se acudiera al recurSQ de fingir créditos a favor de esas personas inhabilitadas, y para evitarlo dispone que «el acreedor cuyo crédito no conste sino por ei testamento, será considerado como legatario para las disposiciones del artículoprecedente (art. 1062). 93. Condiciones objetivas. - Hemos visto que para la validez de una asignaci6n testamentaria se requiere que sea claramente determinado el sujeto de la asignaci6n, o sea, la persona del asignatario llamado. Pero ésto no basta. Es menester que sea determinado también el objeto de la asignación; de otra manera sería imposible darle cumplimiento. Así, si dej a un legado de trigo sin determinar su cantidad, no podrá el heredero cumplir el legado, porque no aparece determinada suficientemente la voluntad del testador, en lo tocante al objeto. De aquí la necesidad de estudiar las condiciones objetivas de la asignación. Al iniciar el estudio de este libro, vimos que por la sucesión por causa de muerte se puede adquirir de dos maneras: a título universal, como heredero, y a título singular, como legatario. El objeto de la asignación consistirá, pues, necesariamente en una herencia, o en un legado. Por esto, el artículo 1066, que trata de las condiciones objetivas de la asignación, establece que toda asignaci6n deberá ser: 1. o A título universal, o sea, para suceder al difunto en todos .sus bienes o en una cuota de ellos. Quedan comprendidos el heredero universal y el heredero de cuota; 2.° De especies determinadas o que por las indicaciones del testamento puedan claramente determinarse. Esta es asignación a título singular, y se llama legado de esbecie o cuerpo cierto; 3. o De géneros y cantidades que sean determinadas o que puedan serlo. Esta también es asignaci6n a título singular, y se llama lega~o de género o cantidad. En esta clase de asignaciones deben ser determina-
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dos elgértero y la cantidad; de otra manera la asignación se tendrá por no escrita. Esta exigencia sobre determinación del objeto tiene una excepción y es relativa al caso de que la asignación se destinare aun objeto de beneficencia expres"ado en el testamento, sin determinar la cuota, cantidad o especies que hayan de invertirse en él. En este caso, valdrá la asignación y se determinará la cuota, cantidad o especies, habida consideración a la naturaleza del objeto, a las otras disposiciones del testador, ya las ft,terzas del patrimonio, en la parte de que el testadar pudo disponer libremente. . El juez hará la determinación, oyendo al defensor de obras pías y a los herederos; y conformándose en cuanto fuere posible a la intención del testador (art. 1066). , 94. Otros requisitos.-La designación del asignatario debe hacerse expresamente por el mismo testador.-La designación da.l asigr¡.atario, debe hacerse por el mismo testador, no pudiendo dejar esa elección al puro arbitrio ajeno. Dice el artículo 1063: «La elección de un'asignatario, se~ absolutamente, sea de entre cierto número de personas, no dependerá 'del puro arbitrio ajeno», Aun en el Derecho Español antiguo, en que era permitido testar ' por comisario, tenía el testador que designarle la persona del heredero, par9. que el comisario pudiera instituirle como tal. El testador debe expresar el nombre del asignatário, 1~ indicá- ' dones que establezcan su identidad de un modo cierto. ' Lo que la ley prohibe es que la elección del asignatario dependa del puro. a!bitrio ajen..0' es decir, de la libre voluntad de una persona distinta del testador, porque eso equivale a delegar una facultad que es indelegable; pero esta disposición no se opone a que se encomiende al albacea, o al heredero, la distribución de una parte de los bienes, entre personas que reunan ciertas condiciones o requisitos exigidoS, por el testador, Así, es válida una asignación hecha al albacea para que la distribuya; entre personas necesitadas, parientes del testador, o entre las viud¡is máS pobres de tal parroquia, E~ estos casos, lá elección del 'asig~
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natario no depende del puro arbitrio del albacea, sino de la reunión de las circunstancias exigidas por el testador. Tampoco puede dej arse al arbitrio de un heredero o legatario el cumplimiento de la asignación. Sería ésta otra forma de delegación de la facultad de testar. Si de hecho el cumplimiento de una asignación se dejare al arbitrio de un he~edero o legatario, a quien aprovechare rehusarla, será el heredero o legatario obligado a llevarla a efecto, a menos que pruebe justo motivo para no hacerlo así.. Si de rehusar la asignación no resultare utilidad al heredero o legatario, no será obligado a justificar su resolución, cualquiera que sea. El provecho de un ascendiente o descendiente, de un cónyuge o de un hermano o cuñado, se reputará, para el efecto de esta disposición, provecho de dicho heredero o legatario (art. 1067).
95. Forma en que el testador debe manifestar su voluntad.Quiere la ley que la disposición testamentaria se exprese íntegra y directamente por el testador mismo, y que no lo haga por las solas. palabras si no, o por una señal de afirmación o negación, contestando a una pregunta. Dice el artículo 1060: No vale disposición alguna testamentaria que el testador no haya dado a conocer de otro modo que por Sl o no, o por una señal de afirmación o negación, contestando a una pregunta (art. 1060). En el Derecho Español, cuando preguntado el testador por el escribano u otra persona no sospechosa si instituía por su heredero a tal sujeto determinado, contestaba que sí, valía la institución, aunque no pronunciara su nombre, con tal que se hallara todavía en su juicio (ley 11, tít. 3.°, parto 6."). Se le exigía que la respuesta se diera de viva voz y no por señas; pero habiendo seguridad de que el testador entendía lo que se le preguntaba, estimaban algunos autores que no debía desecharse la respuesta que se diera por señas, en caso de no poderla dar por palabras. Esta respuesta por señas la llamaban los romanos testar per nutum, es decir, contestar con la cabeza. Nuestro Código ha innovado en esta materia; quiere que la designación se haga espontáneamente y de propia iniciativa del testador,
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.evitando las sugestiones e influencias que pudieran ejercer 0t.ras ~r sanas .. Por esto, anula las disposiciones que s610 se dan a conocer por las palabr~s si[ o flÓ, o por señas afirmativas o negativas, contestando a una pregunta. 96. Prohibición de las disposiciones captatorias.-Dice el artículo 1059: «Las disposiciones captatori8:s n~ ,valdrán. Se entenderán por tales aquellas en que el testador asigna alguna parte de sus bienes a condici6f.l de que el asign,atario le deje por testamento alguna parte de los suyos». A este respecto! conviene reco~da~ que el C6digo prohibe el pacto de sttceder mutuamente y cualquier otro pacto relativo a la sucesión futura de una pe~sona viva (art. 1463), para evitar que alguno de los contratantes maquine la muerte del otro, y para. que n~dje se prive de la facultad de tes~a~ libremente; y prohibe también el testame,nto común que hacen juntaínen~e dos pers0l!-~s, disponiendo en un mismo acto de sus biefles, ya a favor de un ~ercero, ya en beneficio recíproco de los otorgantes. Pueden dos personas que testan separ~amen.te, instituirse reétprocamente de herederos, de manera que el que sobreviva recoj a la herencia del otro; pero en esos testame~tos no puede imponerse al favorecido la condición de que le deje al testador ~lguna parte de sus bienes. Además, ambos testamentos pueden revocarse en cualquier momento. La prohibición delas disposicio~es captatorias es d~ derecho estricto, y hay que aplicarla literalmente a los casos en que se deje al asignat~rio alguna parte de sus bienes, a co~ici6n.de que el asig~atario le deie por testamento alguna parte de los sttyos.
, 'No puede extenderse la' prohibición a otros casos no contemplados en la ley, la cual no impide al testa.dor poner a sus asignaciones cualquie.., ra condición lícita. Así, no sería captatoria una asignación testal!lentaria hecha a determinada persona; siem~re que no. revoque el testamento que tiene otorgado para tales o cuales obras de beneficencia. 97. Caso de asignaciones que pasan a otro por acrecimiento, substitución, o transmisión.-Cada asignación importa un llamamiento distinto, de modo que por regla general, se puede aceptar una asignación y repudiar otr?; pero no se podrá repudiar la a,signaci6n gra-
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vada y aceptar las otras que no tienen gravamen, a menos que la asignación gravada se defiera separadamente por derecho de acrecimiento o de transmisión, o de substitución vulgar .o fideicomisaria; o a menos que se haya concedido al asignatario la facultad de repudiarla separadamente (art. 1229). Interpretando la ley la voluntad del testador, juzga que éste, al beneficiar al asignatario con las herencias o legados puros y simples, lo hace en la seguridad de que cumplirá los gravámenes que le impone en las otras asignaciones que directamente le hace. Cuando la asignación gravada se defiere, no por un llamamiento directo del testador, sino por acrecimiento, substitución, o transmisión, no hay entonces el mismo motivo para presumir la voluntad del testador. El artículo 1068 dispone que la asignación que por faltar el asignatario se transfiere a distinta persona, por acrecimiento, substitución u otra causa, llevará consigo todas las obligaciones y cargas transferibles y el derecho de aceptarla o repudiarla separadamente. La asignación que por demasiado gravada hubieren repudiado todas las personas sucesivamente llamadas a ella por el testamento o la ley, se deferirá en último lugar a las personas a cuyo favor se hubieren constituído los gravámenes. 98. Interpretación del testamento (Art. 1069) .-La regla fundamental, en materia de testamentos, es que prevalece la voluntad del testador claramente manife,stada, con tal que no se oponga a los requisitos o prohibiciones legales. Ella prevalece sobre las reglas dadas en el Código acerca de la inteligencia y efecto de las disposiciones testamentarias, porque la disposición de la leyes supletoria, busca la voluntad presunta del testador; y, naturalmente, conforme a los principios generales de Derecho, ella cede an.te la voluntad expres.,a claramente manifestada. La voluntad del testaClor es el alma de su testamento y debe respetarse hasta en las expresiones ambigua,s que la oculten, siempre que de algún modo pueda d~cub~irse y conocerse. Semper ves'tigia voluntatis teslat0'!-lm úql!.im/fr.
En la interpretación de la ley, cuando su sentido es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu (art. 19). En otros términos, en la interpretación de la ley pre;alece el tenor
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literal, porque se presume que el legislador habla correctamente y conoce bien el sentido y alcance de las palabras. No ocurre lo mismo con los contratos y con los testamentos. Los contratantes y los testadores no tienen de ordinario la instrucción que tienen los que redactan las leyes. En los contratos, dispone la ley que, conocida claramente la- intención de los contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras (art. 1560). En los testamentos, que sacan toda su fuerza de la sola voluntad del testador, hay que a:'tender más particularmente a desc~brir la voluntad de éste, y para ello se estará más a la substancia de las disposiciones que a las palabras de que se haya ser'vido: In conditio~ibus testamentorum voluntatem; potius quam verba, considerari oporte'/,; pero esta disposición, aunque es bastante amplia, debe entenderse, con tal que no se oponga a los requisitos o prohibiciones legales, o sea, la voluntad del testador no puede llegar hasta contrariar la ley. Si el testador se vale de expresiones dudosas, es necesario buscar el sentido que probablemente haya querido darles según su educación y sus costumbres, y la aplicación que solía dar a los vocablos y nombres de que se sirve. Pero estas reglas deben aplica,rse con prudencia, y sólo en el caso de obscuridad de una cláusula testamentaria que' sea menester interpretar, porque, generalmente, las palabras se emplean en su significación habitual y deben entenderse entonces, llanamente, como suenan. Para. la mejor interpretación de un testamento hay que colocarse en la situación en que estaba .el testador, respecto de los hechos y antecedentes, a la fe~ha. en que lo otorgó. Esta interpretación del testamento es privativa del Tribunal sentenciador y no es susceptible de casación, porque está basada en la apreciación de un hecho que emana de los antecedentes que obran en la causa. En genera), y salvo lo dicho anteriotmente, las reglas ~stablecidas para la interpretación de las leyes y de los contratos pueden servir también par~ la. interpretación de las cláusulas obscuras de los testamentos. Así, 'las diversas cláu~ulas "de un testamento que consultan disposiciones hechas en beneficio ge una misma persona, en caso de obscurida,d o duda, pueden explicarse e interpretarse las unas por las
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otras, dando a cada una de ellas el sentido que resulte de toda la escritura. Obsérvese también que siendo el testamento obra de una sola persona, s6lo se trata de investigar cuál ha podido ser su voluntad, para penetrarse bien de ella y ejecutarla, mientras que en los contratos es neces?!io atender a la intenci6n común, a la voluntad probable de una y otra parte, puesto que son obra de ambos contratantes. Lo dicho anteriormente sobre inteligencia y efecto de las disposiciones testamentarias debe entenderse sin perjuicio de la acci6n de reforma que corresponde a los legitimarios y al c6nyuge sobreviviente para defender sus asignaciones forzosas.
II.
DE
LAS
ASIGNACIONES
TESTAMENTARIAS
CONDICIONALES
99. Generalidades.-Las asignaciones testamentarias, tanto a título universal como singular, pueden ser condicionales. Asignación condicional es, en el testamento, aquella que depende de una ,condición, esto es, de un suceso futuro e incierto, de manera que según la intención del testador no valga la asignación si el suceso positivo no acaece o si acáece el negativo (art. 1070). Aquí la ley emplea la palabra condición, en el sentido de suceso futuro e incierto, del cual depende la suerte de la asignación testamentaria, y este sentido es distinto de otros que la misma, ley da a esa palabra, v. gr.: de clase social en el arto 55; de requisito exigido por la ley, en el arto 2191; de calidad o estado de una cosa, en el artículo 2192 etc ... Las asignaciones testamentarias, como todos los actos jurídicos, pueden ser puras y simples, o s>Ujetas a modalidades, y la modalidad puede consistir en una condición, plazo o modo. La modalidad debe expresarse en el testamento, y si nada se dice, se entiende que es pura y simple, o sea, que produce sus efectos, sin restricción, desde la muerte del testador y para siempre. La condición es una modalidad distinta del plazo, en el cual no hay incertidumbre, y del modo, porque éste no suspende la adquisición de la, cosa asignada, ni produce por regla general la resolución de la
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asignación, salvo el caso de una asignación modal que Ileve cláusula resolutoria expresa (1089 y 1090). Aquí tratamos de las asignaciones testamentarias que suelen lleva,r una condición impuesta por el testador, Lás asignationes que hace la ley son puras y simples; la única que envuelve cierta condición es la porción conyugal, que sólo se da al cónyuge pobre; pero esta exigencia, más que condición, es un requisito exigido por la ley, porque en ella no hay incertidumbre, y la situación existente a la fecha de la muerte del testador sirve de base para determinar el derecho de un modo invariable. En cierto sentido se dice que toda asignación, sea hecha por el testador o por la ley, es condicional, porque requiere ia existencia del asignatario en el momento de abrirse la sucesión; pero aquí no tratamos de esa condición general, aplicable a todas las asignaciones y contemplada.por la ley como requisito necesario para ser capaz de suceder. Aquí nos referimos a las' demás condiciones puestas voluntariamente por el testador, en uso del derecho que tiene de poner a sus liberalidades las trabas o exigencias que crea convenientes. No todas las asignaciones testamentarias admiten condición. La legítima rigurosa, dice el arto 1192, no es susceptible de condición, plazo, modo o gravamen alguno. Sobre lo demás que se haya dejado o se deje a los legitima~ios, excepto bajo la forma de donaciones entre vivos~ puede impone~ el testador los gravámenes que quiera; pero las condiciones o gravámenes impuestos a los partícipeS de la cuarta de mejoras serán siempre en favor de uno o más 'de los otros descendient~ legítimos (art. 1195). Las asignaciones testamentarias a día aparentemente fijan pla.zo; pero hay plazos que tienen el valor de condiciones, y se rigen por las reglas de estas (art. 1495); tales son: el día incierto e indeterminado (artículo 1083); la asignación desde día incierto, sea determinado o no (art. 1086); la asignaci6n desde día cierto pero indeterminado, que envuelve la condici6n de existir el asignatario en ese día (art. 1085); y la asignación desde día cierto y determinado, cuando el testador impone expresamente la condición de. existir el asignatario en ese día. (art. 1084).
100. Reglas de las asignaciones testamentarias condicionales.
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-Las asignaciones testamentarias condicionales se sujetan a las reglas dadas en el título De las Obligaciones Condicionales, con las excepciones y modificaciones contenidas en el párrafo 2. 0 del título IV del Libro III (art. 1070). Conforme a esas reglas, la condición puesta por el testador debe consistir en un acontecimiento futuro, incierto, y física y moralmente posible. Ordinariamente la condición se manifiesta por medio de la partícula sí, o por el adverbio cuando, o mediante el modo adverbial con tal que. a) El acontecimiento debe ser futuro, porque es de la esencia de la asignación condicional el que el testador haga depender su validez y sus efectos, de un hecho que esté por suceder, sea suspendiéndolos hasta que el acontecimiento se verifique, sea terminándolos, si éste se cumple o no. Una condición, que no se refiera sino al tiempo pasado o presente, no es verdadera condición, porque no suspende ni dilata la perfección del acto; por el contrario, dependiendo la condición, del simple conocimiento de un hecho pasado o presente, el acto tiene su efecto desde luego. La condición que consiste en un hecho presente o pasado no suspende, el cumplimiento de la disposición. Si existe o ha existido, se mira como no escrita; si no existe o no ha existido, la disposición no vale. Lo pasado, presente y futuro se entenderá con relación al momento de testar, a menos que se exprese otra cosa (artículo 1071). Por ejemplo, dice el señor Bello: Si Pedro es hijo de Juan: si Pedro no ha muerto. La primera es positiva y de presente; la segunda es negativa y de pasado. La primera falla si Pedro no es hijo de Juan: la segunda si Pedro ha muerto. ' En otros términos, el carácter futuro del hecho y su incertidumbre pueden ser objetivos o reales, o simplemente subjetivos o mentales. Son reales, cuando el hecho todavía no se ha realizado y no se sabe si sucederá o 'no; y son mentales, cuando la ignorancia o incertidumbre sólo existen en la mente del testador. En verdad sólo hay condición, cuando el carácter futuro y la incertidumbre del suceso son objetivos o reales. La frase que emplea el Código al decir, que la condición se mira
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como no escrita, quiere decir que la asignación vale y se suprime la condición, o sea, es favorable al asignatario, porque su asignación queda pura y simple. Completamente distintos son los efectos, cuando la ley dispone que no vale la disposición, porque en este caso el asignatario nada recibe. Si la condición que se impone como para tiempo futuro, consiste en un hecho que se ha realizado en vida del testador, y éste al tiempo de testar 10 supo, y el hecho es de los que pueden repetirse, se presumirá que el testador exige su repetición. Si el testador al tiempo de testar lo supo, y el hecho es de aquellos cuya repetición es imposible, se mirará la condición como cUmplida; y si el testador no lo supo, se mirará la condición como cumplida, cualquiera que sea 'la naturaleza del hecho (art. 1072). b) Es'necesarioque el acontecimiento sea incierto, esto es, que pueda suceder o no. La incertidumbre es la esencia de la condición, y 10 que la distingue del plazo. Así, la asignación hecha a una persona para que la goce hasta el día de su muerte, importa la constitución de un plazo y no de una condición, porque es cosa cierta que el asignatario ha de morir; y, por el contrario, si el acontecimiento de la muerte se refiere a un tercero, v. gr.: dejo tal legado a Pedro, para cuando mi heredero fallezca, ese legado es condicional, porque si bien es cierto que morirá el heredero, hay incertidumbre respecto al hecho de si Pedro vivirá a la fecha de la muerte del heredero, yen eso precisamente consiste la condición. Si el acontecimiento futuro es de aquellos que necesaria e inevitablemente han de verificarse, como la de si mañana sucede la noche al día, no constituye una eondic:ón,yorque le falta el eiemento esencial de la incertidumbre. c) La condición debe ser física y moralmente posible. Es físicamente imposible 1':1: que es contraria a las leyes· de la natÚraleza física, v. gr.: la de tocar el cielo con la mano. Es moralmente imposible la qm consiste en un hecho prohibido por las leyes, u opuesta a las buena., costumbres o al orden público, v. gr.: la de matar a un hombre, la de andar desnudo por la calle.
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te imposible anula la asignaci6n, porque es imposible, cumplir la voluntad del testador. La condici6n negativa de una cosa físicamente imposible se tiene por no escrita y la asignaci6n queda pura y simple; y la negativa de una cosa moralmente impOsible, esto es, la que consiste en que el acreedor se abstenga de un hecho inmoral o prohibido, vicia la disposici6n, porque la ley no considera conveniente que la abstenci6n de realizar hechos inmorales se haga por el interés de recibir la asignación (artículos 1475 y 1476). d) Finalmente, es necesario que de la realizaci6n o no realizaci6n del hecho futuro, incierto y posible, se h'aga depender la adquisición o pérdida de la asignación testamentaria; y que esta relación de dependencia sea arbitraria y no corresponda a una necesidad jurídica, esto es, a un requisito esencial, sin el cual la asignación no sería tal. 101. Diversas clases de condiciones.-La condición es positiva o negativa, según que consista en que acontezca una cosa o en que na acontezca. Es potestativa, casual y mixta; la primera depende de la voluntad del acreedor o del deudor; la segunda depende de la voluntad de un tercero o. de un acaso; y la última es la que en parte depende de la voluntad del acreedor y en parte de la voluntad de un tercero o de un acaso. La condición se llama suspensiva si, mientras no se cumple, suspende la adquisición de un derecho; y resolutoria, cuando por su cumplimiento lo extingue (arts. 1474, 1477 y 1479). La más importante de estas divisiones es la última, en suspensiva y resolutoria, y de ella nos ocuparemos especialmente. 102. Condición suspensiva. -Esta condición suspende enteramente el cumplimiento de la disposición de última voluntad; de modo que ni la instituci6n de heredero, ni el legado condicional vienen a tener efecto hasta el cumplimiento de la condición; y si ésta falta, queda sin efecto la disposici6n, como si no se hubiere hecho. La delaci6n de las asignaciones, en general, se produce en el momento de fallecer la persona de cuya sucesi6n se trata; pero en las asignaciones bajo condición suspensiva, el llamamiento no tiene lugar sino n el momento de cumplirse la condición, salvo si la condición es de
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no hacer algo que dependa de la sola voluntad del asignatario, pues en este caso, la asignación se defiere en el momento de la muerte del testador, dándose por el asignatario caución suficiente de restituir la cosa asignada con sus accesiones y frutos,en caso de contravenirse a la condición. Lo cual, sin embargo, no tendrá lugar, cuando el testadar hubiere dispuesto que mientras penda la condición de no hacer algo, pertenezca a otro asig0atario la cosa asignada (art. 956). Mientras está en suspenso la condición, lo está también la adquisición del derecho; y la persona a cuyo favor se ha hecho la asignación no tiene más que una espectativa, una esperanza, que no le confiere derecho alguno, sino el de implorar las providencias conservativas necesarias. Est¡:¡ espectativa del asignatario bajo condición suspensiva, no es transmisible a sus herederos; de modo que si muere antes de cumplirse la condición, no transmite derecho alguno, pues la disposición condicional caduca por el sólo hechd de morir el asignatario antes del cumplimiento de la condición y de que se produzca la dehició~ consiguiente. Distinto es el efecto de la condición suspensiva en los contratos. El derecho del acreedor que fallece en el intervalo entre el contrato condicional y el cumplimiento de la condición, se transmite a 'sus he!ederos, y lo mismo sucede con la obligación del deudor, escepto en las donaciones entre vivos (art. 1492). En otros términos, los efectos de la estipulación en los contratos condicionales pasan a: sus herederos, por la regla general de que el q1:!e contrae, contrae para sí y para su heredero. Se explica. esta diferencia por el carácter esencialmente gratuito de las asignaciones testamentarias, hechas principalmente en consideración a la persona del asignat¡:ll;io. Cumplida la condición suspensiva, la asignación queda como pura y simple, y además, la condición cumplida tiene efecto retroactivo, de~de el día de la apertura de la sucesión; de modo que el asignatario es continuador del diflIDto en la posesión de la cosa, como si no hubiera existido el intervalo en que la condición estuvo pendiente. Pero no tendrá derecho a los frutos percibidos en el tiempo intermedio entre la apertura de la; sucesión y el cumplimiento de la condición, si el testador no se los hubiere expresamente concedido (art. 1078). Para.que nazca el derecho del asignatario bajo condición suspeno
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siva, debe haberse verificado la condición totalmente, y su cumplimiento debe ser literal, esto es, tal como el testador lo exige, entendiéndose que el modo más racional de cumplirla .es el exigido por el testador (arts. 1483, 1484 Y 1485). La condici6n suspensiva se tiene por fallida en los casos siguientes: a) Si el cumplimiento de ía c~mdici6n es o se hace imposible. Así, cuando la condición es un hecho que depende de la voluntad del asignatario y de la voluntad de otra persona, y dej a de cumplirse por algún accidente que la hace imposible, o porque la otra persona de cuya voluntad depende no puede o no quiere cumplirla, se tendrá por fallida, sin embargo de que el asignatario haya estado por su parte dispuesto a cumplirla. Con todo, si la persona que debe prestar la asignación se vale de medios ilícitos para que la condición no pueda cumplirse, o para que la otra persona de cuya voluntad depende en parte su cumplimiento, no coopere a él, se tendrá por cumplida; b) Si el sentido y modo de cumplir la condición impuesta es enteramente ininteligible, de modo que no pueda conocerse la voluntad del testador; e) Si la condición es inductiva a hecho ilegal o inmoral; d) Cuando ha llegado a ser cierto que no sucederá el acontecimiento contemplado en ella, o cuando ha expirado el tiempo dentro del cual el acontecimiento ha debido verificarse y no se ha verificado, entendiéndose que se tendrá por fallida tod.a condición de que penda la restitución de un fideicomiso que tarde más de treinta años en cumplirse, a menos que la muerte del fiduciario sea el evento de que penda la restitución. Los treinta años se contarán desde la delación de la asignación condicional hecha en favor del fiduciario, en el momento de la apertura de la sucesión (arts. 1480, 1481, 1482 Y 739). Respecto a la pn:!eba del hecho de haberse verificado la condición, por regla general, corresponde al asignatario favorecido justificar que la condición se ha cumplido. 103. Condición resolutoria.-Esta. por su cumplimiento, produce la extinción del derecho. Es diametralmente contraria a la condición suspensiva, pero al mismo tiempo van siempre unidas, porque una asignación bajo condición resolutoria supone necesariamente la exis-
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tencia de una persona .que espera el cumplimiento de la condición, o sea, supone la designación expresa o tácita de un asignatario bajo condición suspensiva. . Muchas de las reglas son comunes a una y otra condición, ya que la rea1~ación del mismo acontecimiento sirve para el uno de condición suspensiva, y para el otro de resolutoria. La condición resolutoria no suspende la delación ni la. entrega de la asignación, las cuales se verifican, como en toda asignación, en el momento de la apertura de la sucesión. Solamente obliga al asignatario a restituir la cosa que ha recibido, en el caso de que llegue a verificarse el acontecimiento puesto por condición. La pyopiedad que se dej a sometida al gravamen de pasar a otra persona, por el hecho de verificarse una condición se Hama proPiedad fiduciaria, y su constitución se llama fide~comiso (art. 733). Las disposiciones condicionales que establecen fideicomisos y conceden una propiedad fiduciaria, se reglan por el título De la Pro.... piedad fiduciaria (art. 1079). Confonne a las reglas de ese título, y relacionado directamente con las asignaciones testamentarias, debemos recordar que el fideicomiso puede co~stituirse por acto testamentario; que si afecta o comprende un inmueble, deberá inscribirse en el competente Registro; y que sólo puede constituirse sobre la totalidad de una herencia, o sobre una cuota determinada de ella, o sobre uno o más cuerpos c~ertos (arts. 73 4 Y 73 5); de manera que no puede constituirse sobre una o más especies indeterminadas de cierto género, como un caballo, tres vacas, seiscientos pesos, etc.· Para que haya propiedad fiduciaria es menester que se deje la prOPiedad a un persona con el gravamen de pasar a otra, por el hecho de verifícarsfJ una condición. (art. 733). 104. Algunas condiciones especiales.-Era corriente en el Derecho Antiguo que los testadorés pusieran al asignatario la condición de no impugnar el testamento, bajo la pena ele desheredarlo. Nuestro Código distingue el fondo, esto es, las disposiciones mismas del testamento, y la forma, o sea, los requisitos o solemnidades externa.s impuestas por la ley para su validez. Permite el Código que se ponga Ja condición de no impugnar el testamento, en 10 referente al fondo de sus disposiciones, porque esa condición sólo afecta al interés
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particular del asignatario, el cual es libre de renunciar los derechos que sólo miren a su bien individual; pero no permite que esa condición se extienda a las demandas de nulidad por algún defecto en su forma (art. 1073). La forma y solemnidades de los actos o contratos, y muy en especial del testamento, son exigidas por la ley en atención al interés social; y la falta de cumplimiento de esas solemnidades produce nulidad absoluta, que el testador no puede evitar, pues de otro modo se burlaría todo el orden legal establecido para garantir la correcta celebración de los testamentos. La condición absbluJa impuesta al heredero o legatario, de no contraer matrimonio se tendrá por no escrita; de modo que la asignación queda pura y simple. Esta disposición, tomada del Derecho Romano y Español, se basa en que el matrimonio, como fundamento de la sociedad doméstica, es útil al Estado y conforme a las buenas costumbres. Decimos que lo que la ley prohibe es la condición absoluta de no casarse, en primero o ulterior matrimonio. En efecto, la ley permit5. poner al asignatario la condición de no casarse antes de los veinticinco áños o menos; permite también la condición de casarse o no casarse con una persona determinada, y la de abrazar un estado o profesión cualquiera permitida por las leyes, aunque sea incompatible con el estado de matrimonio. Autoriza, asimismo, la condición de permam:cer en estado de viudedad, cuando el asignatario tiene uno o más hijos de anterior matrimonio al tiempo de deferírsele la asignación (arts. 1074 1075 Y 1077). Pero de que sea nula la condición de no casarse, no se deduce que no se pueda proveer a la subsistencia de una mujer mientras permanezca soltera o viuda, dejándole por ese tiempo un derecho de usufructo, de uso o de habitación, o una pensión periódica (art. 1076). Estas asignaciones no tienen por objeto impedir el matrimonio, con perjuicio del Estado, sino el de socorrer a una mujer que se halla destituída del auxilio del marido. Tal asignación no es propiamente condicional sino modal, i debe entregarse desde que fallezca el testador y mientras se mantenga la beneficiada en el estado de celibato. La condición de no jJedir alimentos al testador ni a sus herederos, es válida; pero no impide al asignatario acogerse a su derecho de alicontinuar
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mentos, renunciando la asignación: 10 que no puede hacer es pedir ambas cosas.
III DE
LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS A DíA
105. Generalidades.- Acabamos de ver las asignaciones que llevan cond ici6n; veamos ahora las que tienen un plazo del cual depende el, goce actual o la-. extinción de un derecho, según que el plazo sea . .suspensivo o extintivo. En el plazo no hay incertidumbre como en la condición; en la asignación a plazo, el derecho se adquiere de un modo irrevocable en el momento de la muerte del .testador; su único efecto es dilatar la entrada al goce de l~ cosa cuyo dominio se adquirió (plazo suspensivo), o extinguir un derecho cuyo goce se inició a la fecha de la muerte del testador (plazo extintivo). Pero en ambos casos hay seguridad de que, vencido el pÍazo, o se entrará al goce del derecho o se extinguirá el mismo. Las ,asignaciones testamentarias pueden estar íimitadas, dice el Código, a plazos o días de que dependa el goce actual o la extinción de un derecho; y se sujetarán entonces.a las reglas dadas en el título De las obligaciones a plazo, con las explicaciones que siguen (art. 1080). Al tratar el Código de las asignaciones a plazos o días, las divide en asignaciones desde cierto día y hasta cierto día; y el día inicial o final lo divide también en día cierto y determinado; día cierto, pero indeterminado; día incierto, pero determinado; y día incierto e indeterminado. Estas divisiones tienen por objeto fijar los efectos de las distintas clases de asignaciones a día, y establecer cuándo la asignación a día importa plazo y cuándo importa condición, o sea, cuándo importa usufructo y cuándo fideicomiso. El día es cierto y determinado, si necesariamente ha de llegar y se sabe cuándo, cot1Jo el día tantos de tal mes y año, o tantos días, meses Q años después de la fecha del testamento o del fallecimiento del testador.
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Es cierto pero indeterminado, si necesariamente ha de llegar pero no se sabe cuándo, como el día de la muerte de una persona. Es incierto, perv determinado, si puede llegar o no, pero suponiendo que haya de llegar, se sabe cuándo, como el día en que una persona cumpla veinticinco años. Finalmente, es incierto e indetl!irminado, si no se sabe si ha de llegar, ni cuándo, como el día en que una persona se case (art. 1081). Sigui6 el C6digo la clásica divisi6n del Derecho Romano, que los tratadistas resumen así: Día cierto para la pregunta sí, y cierto para la pregunta cuando. Día cierto para la pregunta sí, e incierto para la pregunta cuando. Día incierto para la pregunta s#. y cierto para la pregunta cuando. Día incierto para la pregunta sí e incierto para la pregunta cuando. Estas distintas combinaciones tienen por objeto establecer cuando hay plazo y cuando hay condici6n, advirtiendo que el plazo es un acontecimiento futuro, pero cierto; y la condici6n es un acontecimiento futuro e incierto. 106. En el plazo no hay incertidumbre.-Como hemos dicho en otra ocasión, la incertidumbre del acontecimiento futuro es la característica indispensable para que haya condición, y lo que debe investigarse en esas distintas combinaciones de asignaciones a días, es si hay o no incertidumbre: si hay incertidumbre, existe condición; si no la hay, existe plazo. La incertidumbre puede ser de tres especies: 1. o incertidumbre del si y del cuando, como si dijera: el día que se case Pedro; 2.° incertidumbre del si, pero no del cuando, por ejemplo, si Pedro cumple cincuenta años; y 3. o incertidumbre, soiamente del cuando, v. gr.: el día que muera Pedro. En los dos primeros casos, la incertidumbre asume el carácter necesario para constituir condici6n; en el tercero, no hay sino un término puesto al goce de la asignación, pero que necesaria e inevitablemente ha de llegar. Después de clasificar las asignaciones a días, el C6digo da diversas reglas según la asignación sea desde o hasta un día cierto o incierto, determinado indeterminado; reglas que pueden resumirse diciendo que son condicionales las asignaciones desde o a qua, excepto las desde día
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cierto y determinado; y que no son condicionales, sino a plazo, las asignaciones hru.ta o ad quem, excepto las hasta día incierto e indeterminado.107. Estudio particular de las asignaciones desde y hasta cierto día.-Veamos ahora en particular las reglas especiales de cada una de esas asignaciones a día. " a) Lo.que se asigna desde 1}n día, cierto y determinado constituye plazo, porque en este caso, habiendo completa certidumbre de que l1eg~:rá ese día, tiene el asignatario· desde el momento de la muerte del testador la propiedad de la cosa asignada y el derecho de enajenarla y transmitirla, pero no el de reclamarla antes de llegado el día. Si el testador, además de fijar .un día cierto y determinado, impone expresamente al asignatario la condición de existir en ese día, entonces ya hay en juego una incertidumbre o sea, una condición, y por Jo tanto se sujetará a las reglas de las asignaciones condicionales (art. 1084r También queda como asignación pura y simple, aquella cuyo día inicial, de cualquiera clase que sea, llega antes de la muerte del testador; pero se entenderá regir para después de sus días, y sólo se deberá desde que se abra la sucesión (art. 1082). b) La ¡:¡signación desde día cierto pero in.de.terminpdo, es condicional, porque en ella hay una incertidumbre, una incógnita. En efecto, la aSignación desde día cierto pero inde~erminado envuelve la condición de existir el asignatario ~n ese día; y ~ólo se convierte en plazo y confiere el derecho desde la muerte del testador y de un modo irrevocable, cuando se sabe que ha de existir el asignatario en ese día, lo que sólo ocurre cuando la asignación es a favor de una persona jurídica, que no muere, o sea, a favor de un establecimiento permanente (art. 1085). El señor Bello pone el siguiente ejemplo de una asignación desde día cierto, pero indeterminado que no constituye condición, sino plazo: «Goce Juan de mi hacienda tal hasta su muerte;"y después de los días de Juan: pase dicha hacienda a la Casa de "Expósitos». En este caso, la Casa de Expósitos adquiere la nuda propiedad de la hacienda desde la muerte del testador y" el goce completo, el día de la muerte de Juan, que es sólo usufructuario. No hay incertidumbre porque la Casa de Expósitos necesatiamenteexístirá el día de la muerte de Juan.
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e) La asignación de~de día incierto, sea determinadp o no, es siempre condicional, porque el día incierto va unido necesariamente a un hecho condicional. Dies incertus conditionem in testamento facit (art. 1086). d) La asignación hasta día cierto, _~~a determinado o no, constituye un usufructo a favor del asignatario, porque se sabe necesariamente que ha de llegar y que a su llegada terminará el derecho. Esa circunstancia del término necesario del derecho es característica del usufructo, y es la que lo distingue de la propiedad fiduciaria, en la cual no se sabe si llegará o no el día de la restitución. El usufructuario tiene seguridad de que su derecho concluirá en una fecha cierta, sea determina.da o no; . el fiduciario está en la incertidumbre sobre si su propiedad terminará o no. La asignación de prestaciones periódicas hechas a favor de una persona importa una asignación hasta día cierto; es intransmisible por causa de muerte y termina, como el usufructo, por la llegada del día, o por la muerte natural y civil del pensionario. Si es a favor de una corporación o fundación, no podrá durar más de treinta años. Si es alimenticia, no termina por la muerte civil (art. 1087). Don Andrés Bello explica con varios ejemplos el artículo 1087, y la aparente contradicción que puede haber con el 1086. Si se deja, dice, el objeto a Pedro hasta su muerte, y a Juan desde la muerte de Pedro, resulta que por el arto 1087 Pedro es usufructuario, y por el artículo 1086, Juan es fldeicomisario. ¿Quién es el nudo propietario respecto de Pedro, y el propietario fiduciario respecto de Juan? Parece que si Pedro es usufructuario, Juan es nudo propietario desde la muerte del testador y no existe fideicomiso; y si vice-versa, se considera a Juan como fideicomisario, no existe verdadero usufructuario, sino propiedad fiduciaria en Pedro. Pero no es así: determinemos la asignación presentando el conjunto de las otras disposiciones que le son correlativas: legados por el t,estador, y que se imputan a ¡apaste de libre disposición. Si se legaren alimentos voluntarios sin determinar su forma y cua,ntía, se deberán en la forma y cu~ntía en que el testador a,costumbra,ba suministrarlos a la misma persona; y a falta ~e esta determinación, se regularán tomando en consideración la necesidad deUegatario, sus relaciones con el testador y las fuerzas del patrimonio en la parte de que el testador ha podido disponer libremente. Si el testador no fija el tiempo que haya de durar la contribución
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de alimentos, se entenderá que debe durar por toda la vida del legatario,
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=.:::...==================-.Si se legare una pensión anual para la educación del legatario, dura;fá hasta que cumpla veinticinco iiños, y cesará si muere antes de cumplir esa edad (art. 1134). Los legados de pensiones alimenticias se pagarán por períodos anticipados y no habrá obligación de restituir parte alguna, aunque el legatario fallezca antes de la expiración del período, salvo que el testador disponga otra cosa (art. 1361). 135. Otras clasificaciones de los legados.-Para los efectos de dete.rminar la fecha desde la cual debe pagarse un legado, la ley considera especialmente los legad"s de pensiones periódicas, y dice que se deben día por día desde aquel en que se defieran y que se pagarán por períodos vencidos, que se presumirán mensuales; pero si fueren alimenticias, se pagarán al principio del respectivo período, como hemos dicho más arriba (art. 1361). Para los efectos de la preferencia en el pago, en el caso de que los legados no alcancen a pagarse totalm